MEMORIA SOBRE LOS MEDIOS DE DESTEEEAE )qx íí f¡8t panthw Iggrííja, PRESENTADA EN 30 DE ABRIL DE 1846, Y PREMIADA EN EL CONCURSO ABIERTO POR CONVOCATORIA MFMM MEJrnCJBdSJ© de 16 de Noviembre de 18 45, Y PROMOVIDO A CUYAS EXPENSAS SE IMPRIME, Imprenta te Ignacio (ímrtpüoo, calle írc los fUbclocs ru 2. iUl. ¿^ o \ftrwfi Olí >"■ Por 1 \ mejora de las costumbres, mas que por la ropresion, se lo^ra reformar las habitudes vinosa* de un ]>u -blo. (fre^ier. De los clases nocivas de Id población enlaigrandes ciudades. T. 2, pág 239.) a historia del género humano presenta de cuando en cuan- do follémonos inóralos, que son otros tantos testimonios do la flaqueza do nuestra razón, y que una sana filosofía no del» ja- mas ponlor do vista, para desconfiar de las pretcnsiones ori:u- llosas con que cada siglo y cada nación proclama como dog- mas sistemas que oí tiempo califica de absurdos, ó tolera cos- tumbres perniciosas, que cual llaga pestilente infestan la so- ciedad, comprometiendo su existencia física y moral. A esta segunda clase pertenece el uso de licores espirituosos, que pro- duciendo la embriaguez, paralizan ó trastornan la inteligencia del hombre, único reparo que puede preservarlo del torrente de las pasiones, á la vez, que minando sordamente su constitución física, lo hacen víctima de horribles enfermedades, y abrevian los dias de una vida miserable, que aun en sus goces pasage- ros, no ha sido mas digna de envidia que la de los brutos. Des- terrar, pues, los malos que origina esa costumbre detestable se- rá una obra tan acepta á los ojos de Dios, como á los de los hombros; y el respetable ciudadano que ha estimulado á los mejicanos con tan noble fin, ofreciendo un premio al que pre- sente la mejor memoria en que se proponga un proyecto para extuiüuir la embriaguez, se ha hecho acreedor á la gratitud de sus compatriotas, no menos que el ilustrado Ateneo al consti- 4 MEMORIA luirse órgano de una beneficencia tan pura y laudable. La im- portancia de la materia me ha preocupado de tal suerte, que cerrando los ojos sobre las dificultados que presenta para tra- tarla dignamente, y sobre la debilidad do mis fuerzas para ven- cerlas, no he vacilado en alistarme en el número de los que correspondan á la generosa invitación del Sr. I). Francisco Fa- goaga, no tanto con la esperanza de obtener el lauro, cuanto con el deseo de contribuir con mis escasas luces á tan patrióti- co y benéfico designio. Antes de proponer los remedios convenientes para la curación de un mal conviene indagar su origen, sus progresos y el gra- do de intensidad que ha adquirido; examinar en seguida las medidas que se hayan planteado para extinguirlo ó atenuarlo; medir los obstáculos que las hayan hecho ineficaces; investigar las causas por las cuales algunas han llegado á caer en desuso; estudiar, en fin, la conducta que en circunstancias análogas han observado los pueblos civilizados para lograr el objeto que se busca. Sin el conocimiento de tales datos seria aventurado excogitar preservativos contra el mal que se intenta desarrai- gar, pues estos deben corresponder á su naturaleza, á su gra- vedad, á la susceptibilidad del cuerpo moral que lo padece, y á la marcha general de la sociedad en los países cultos con quie- nes el nuestro se halla en relaciones, cuya tendencia irresisti- ble es la nivelación de costumbres, legislación, &c. El uso de las bebidas embriagantes data desde las primeras edades del mundo, como aparece del Génesis, en el cual vemos á Xoe exprimiendo el jugo de la viña, y sufriendo los efectos narcóticos de este licor, que según los expositores sagrados le eran desconocidos, y lo absuelven por tanto de culpa en haber- lo bebido con abundancia. Sea por el sabor agradable que se nota en algunas, ó por la excitación que todas eljas producen, casi no se ha conocido pueblo que no haya tenido algún modo de confeccionarlas por medio de la fermentación de diferentes vegetales. Los germanos preparaban con trigo y cebada una bebida algo semejante al vino, según refiere Tácito, y eran tan dados á ella, que ordinariamente terminaban sus banquetes en riñas y pendencias, de que resultaban heridas y muertes; v de SORRE LA EMiiKIAGlT.Z. 5 aquí sin duda tuvo origen la cerveza do que tanto usan hasta el dia las naciones septentrionales de Luropa. Cuando los españoles conquistaron á Méjico encontraron ya establecido el uso del pulque, cuyo origen era inmemorial entre los aztecas, así como la costumbre de embriagarse con él, la cual tenia penas establecidas por los soberanos de Anáhuac principalmente por el célebre Netzahualcóyotl, rey de TVsco- co. Clavijero menciona otras varias clases de bebidas, usadas, no solo por los mejicanos, sino por otras naciones del continen- te ib- América, como la chicha, que era la mas general, pues el pulque solo ora conocido de los mejicanos, tcscucanos, teepa- noeas, t lasca I tecas y algunos otros pueblos dependientes de la corona de Méjico. Pero ninguno de los licores embriagantes ha sido tan apre- ciado como el vino. La mitología griega hizo un dios del fa- moso llaeo su inventor, y el coro de los poetas, presidido por Anacreon, y otros vates, que lo rendían frecuentes y agradables cultos, ha entonado sus alabanzas con entusiasmo. lista pre- ferencia provino sin duda de la superioridad de su gusto, pues vemos (pie hasta los niños lo saborean, siendo así que para los domas licores se necesita bal km- educado el paladar, pudiéndose decir que son de un gusto facticio. Acaso esta es la razón de que el vino se contase entre las oblaciones mas preciosas del hombre á la divinidad, y do (pie los sacrificios mas solemnes de la antigüedad fuesen acompañados de libaciones, cuyos vesti- gios no ha desdeñado conservar la cristiandad, usando el vino en la mas augusta do las ceremonias con que rinde sus cultos al verdadero Dios. La medicina aconseja su bebida, tomándolo con sobriedad, y en el misino sentido so hallan recomendadas sus excelencias en varios lugares del Lclesiástico. No han faltado, sin embargo, legisladores que lo hayan prohibido expresamente; y así venios que .Mahorna lo proscribió en el Coran, y las leyes de Indias no lo permitían á los indios j>or el daño que los causaba. Aca- so hubiera sido mas general esta prohibición, si la metrópoli hubiera procedido con mas pleno conocimiento al formar la le- gislación colonial, pues está averiguado que en nuestro suelo es 6 MEMORIA pernicioso el uso del vino, aunque se tomo con moderación; y aun los europeos acostumbrados á él, si quieren conservar su salud, tienen que abandonarlo cuando so trasplantan fi Méjico. No faltan quienes pretendan eximir á los vinos franceses de osa cualidad dañosa, y así os que so ha extendido el uso de al- gunos de ellos. Tal pretensión podría apoyarse en la perfec- ción á que ha llegado en Francia la industria vinícola, hacien- do contrasto con ella la incuria de que se acusa á los españoles en la explotación de sus ricos viñedos, y á la cual atribuyen lo mal sano de sus vinos los autores del Diccionario de comercio publicado en París, en 1SM bajo la dirección de M. (i. V. (¡. Sea de esto lo que fuere, la prudencia aconseja desconfiar de esa favorable calificación, y abstenerse de los vinos franceses lo mismo que de los españoles, mientras el tiempo no la confirme; pudiendo suceder muy bien que le haya dado origen la afluen- cia de extrangeros en nuestro pais, que acostumbrados á usar- los, no resientan al principio mayor daño, y los juzguen por lo mismo inocentes, así como se creyó que lo eran los españoles para los individuos que no pertenecían á las razas indígenas. Los alquimistas, entre los* muchos bienes de que les es deudor el mundo civilizado, por haber dado nacimiento con sus vanas investigaciones ala química,que con sus preciosos descubrimien- tos ha enriquecido las ciencias médicas, la agricultura y la in- dustria, nos legaron el funesto don de las bebidas alcohólicas, con las cuales, á medida que los métodos de destilación se han ido perfeccionando, se ha extendido el vicio de la embriaguez de una manera que desconocieron los pueblos de la antigüe- dad, y que amenaza la ruina de la sociedad, si no se atajan sus progresos. La mayor parte de los escritores atribuye la invención del al- cohol á Amoldo de Villanueva, médico y alquimista, que flore- ció á fines del siglo XIII: pero Hoefer en su historia de la quí- mica pretende que antes de él se habia hecho ya ese descu- brimiento. Lo que parece fuera de duda es que él y Raimun- do Lulio fueron de los primeros que describieron el método de extraer el alcohol por medio de la destilación del vino. Los progresos de la química hicieron que se descubriese en otras SOBRE LA EMBRIAGl-KZ. bebidas fermentadas; y en la actualidad casi no hay vegetal de donde no se pueda extraer, lo cual ha originado una baja tan considerable en su precio, que el mas pobre puede propor- cionarse, con un gasto muy pequeño, la cantidad suficiente pa- ra embriagarse: Por mucho tiempo se creyó que su bebida era por lo menos inocente, pues no faltaron médicos que lo tuvie- sen, no solo por saludable, sino que lo considerasen como espe- cifico de muchas enfermedades, especialmente de las que pro- vienen de debilidad. Sabido es que á principios de este siglo corría con gran aplauso la obra de FJrown, cuyo sistema con- sistía en dividir en dos clases todas las enfermedades, una que procedía de debilidad, (istmia, y otra de vi'jor, estenia. Los re- medios que se aplicaban á aquella oran estimulantes, para pro- ducir el estado medio de excitación en que el autor hacia con- sistir la salud. Futre esos estimulantes hacían un gran papel las bebidas espirituosas, las cuales gozaban de tal reputación, que entre nosotros era costumbre casi ireneral tomar aguar- diente una ó dos horas antes de comer y de cenar, ó como se dccia entonces, hanr ¡as once y las ocho; de lo cual han que- dado algunos vestigios en las poblaciones cortas. No es extraño que los licores alcohólicos hayan permanecido en voga por tanto tiempo. La energía que comunican rápida- mente debió engendrar una idea muy favorable de los efectos que so suponía habían de producir. Así es que el aguardiente en sus principios fué llamado agua de la vida, cuyo nombre con- serva todavía en el idioma francés, sin embargo de halarse averiguado sus perniciosos electos, por los cuales debería con mas razón llamársele agua de la muerte. Se podrá juzgar do las virtudes que so le atribuían por el pasago siguiente de Amoldo de Villanueva, tomado de la Enciclopedia Americana (1). ..Unión hubiera creído, dice, que se pudiese extraer del vino ,,por procedimientos químicos una agua que no tiene ni el co- lor del vino, ni sus ordinarios efectos? Esta agua de vino es llamada j>or algunos agua de la vida, y con razón merece es- ,te nombre, pues es ciertamente una agua do inmortalidad. (I) Tom. l-\ pag. 175 col. I. MEMORIA ..Ya empiezan á ser conocidas sus virtudes. Ella prolonga la „vida, disipa los humores superfluos y nocivos, reanima el co- „razon y perpetúa la juventud." Si estas ponderadas excelen- cias del alcohol fuesen ciertas, el género humano debería por su invención estar mas reconocido á los alquimistas que si hu- biesen llegado á descubrir la quimérica piedra filosofal. Mas por desgracia ha encontrado la medicina en los licores espiri- tuosos cualidades tan opuestas á las que se les atribuyen en el pasage referido, que á pesar de los grandes beneficios que con su aplicación han logrado las artes y la misma medicina, es dudoso si deberemos estimarlos como compensación suficiente de los daños que han causado. El vicio de la embriaguez ha sido siempre condenado por la moral, y los mas célebres legisladores han procurado desterrar- lo, imponiendo castigos severos á los que se entregan á él: pe- ro desde que se introdujo el uso de los licores espirituosos to- mó un carácter en sumo grado alarmante para la sociedad, la cual está obligada á poner en acción todos sus recursos para comprimirlo. Deplorable ha sido siempre la condición de un ebrio, que renunciando al uso de la razón, atributo el mas no- ble con que nos dotó la divinidad, queda abandonado á la fuer- za de los instintos animales; que consiente tácitamente en rom- per el freno de todas las leyes divinas y humanas; y que con- traría los adorables designios con que en la creación se nos hi- zo partícipes de aquel destello celestial. Estos no fueron otros que los de que pudiésemos aumentar la suma de felicidad que nos es dable alcanzar en nuestra fugaz peregrinación sobre la tierra, y conquistar la que Dios nos ha preparado en la no tur- bada mansión que después de esta vida nos afianzan sus divi- nas promesas. Pero desde que con el empleo de las bebidas espirituosas, el infeliz que ha contraído el hábito de usarlas, no solo ha consentido en descender del sublime rango de ser ra- cional, sino que se ha constituido esclavo de un vicio tiránico que mientras mas se examina descubre cuan tremendas son las leyes con que lo subyuga, de un vicio cuyo influjo no era tan pernicioso cuando solo daban pábulo á la embriaguez las bebidas cuya preparación no excedía los límites de la fermen- SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 9 tnoion vinosa, puede decirse que ese vicio es el azote mas fu- nesto que pesa hoy sobre la triste humanidad. Fn la fermentación vinosa no pierden del todo los líquidos embriagantes la cualidad nutritiva de los vegetales que entran en su composición, como se verifica en las liebidas espirituosas: por consiguiente, el estímulo que producen descansa en una base mas análoga á la economía animal. Esta sola diferencia y la circunstancia de que se necesita mucha mayor cantidad de tales bebidas para causar la embriaguez que de las espirituosas, bastaría para asignarles un grado muy diverso en la funes- ta escala del vicio que nos ocupa. Pero hay otras circuns- tancias que colocan á las bebidas espirituosas en la primera línea de los enemigos de la salud y de las buenas costum- bres que nos presenta el numeroso catálogo de bebidas em- briagantes. Los ilustrados miembros de la corporación á cuyo juicio se somete este escrito conocerán desde luego que me refiero á las terribles consecuencias que acarrea la embriaguez alimentada por el alcohol, como por ejemplo, el delirium tremens, la de- mencia, la combustión espontánea, la degeneración de la ¡trole, la esterilidad, la impotencia, y otra multitud de enfermedades que atacan ol físico y moral de los heladores, y que pueden considerarse como resultados peculiares del uso de las bebidas espirituosas, pues antes de su introducción no so presentaban los achaques cansados por la embriaguez acompañados de los tristes fenómenos que boy los caracterizan. Si á estos males se agregan los que causa el olvido de los deberos religiosos, el desprecio de las buenas costumbres, el empobrecimiento de in- numerables familias, originado del abandono de sus padres, los procesos interminables que provocan con su disipación y mala conducta, los homicidios y crímenes de toda especie á que se entregan por haber contraído eso vicio abominable, y los cuales han ido en progresión á medida que so ha aumentado el con- sumo de los licores fuertes, nadie dejará de ver como una de las mayores calamidades la prodigiosa extensión que la indus- tria alcohólica ha adquirido en nuestros dias. Sin embargo, como no está probado que las demás bebidas 10 MEMORIA usadas con destemplanza no produzcan iguales ó semejantes daños, y el desarrollo del programa propuesto debe abrazar to- da clase de abusos en esta materia, por las tendencias que to- dos ellos tienen contra las buenas costumbres y el bienestar de los pueblos, se me permitirá entrar en algunos pormenores que confirmen mas y mas la necesidad de atacar la embriaguez ba- jo cualquiera forma que se presente, y sean cuales fueren las causas de que dimane. Sobre este punto me bastará consignar aquí algunos datos y observaciones de profesores célebres y filántropos recomendables por su celo en investigar la gravedad del mal y en proponer los medios para extirparlo. Ducpetiaux, Inspector general de cárceles y establecimientos de beneficencia en Bélgica, en la obra interesante que publicó en 1837 sobre los progresos de la reforma penitenciaria y de las instituciones preventivas, nos presenta en la sección XXIII la historia de las sociedades que se han establecido en los Es- tados-Unidos y en varias partes de Europa para corregir la embriaguez, y alega los testimonios de varios facultativos que examinan las fatales consecuencias que acarrea. Copiaremos aquí los que hacen mas á nuestro intento. El célebre Doctor Cleyne, de Dublin, después de treinta años de práctica y de experiencia, se expresa de este modo. „Q,ue diez jóvenes comiencen á la edad de 21 años á tomar al dia un solo vaso de dos onzas de licor espirituoso, sin pasar nunca de esta cantidad; y de los diez morirán nueve antes de diez años del tiempo en que debían morir. En los Estados-Unidos, en el condado de Portsmounth (New Hamsphire) se han visto des- aparecer por las bebidas fuertes en un solo año veintiuna per- sonas: en el de Salem (Massachusetts) veinte de ciento ochen- ta y un muertos: en el condado de New-Flaven (Conneticut) la proporción ha sido de un treinta por ciento: en el de New- Brunswick (New Jersey) de sesenta y siete muertes de adultos mas de la tercera parte habia sido causada por la intemperan- cia- y en Filadelfia, de cuatro mil doscientos noventa y dos muertos, habia por lo menos setecientos, esto es, mas de uno por siete, que podían atribuirse á la misma causa. De noven- ta y siete personas que se han encontrado muertas en 1831 en SOBRE LA EMBRIAGUEZ. II diferentes partes del país, según la averiguación del Coroner (1), ti alna sesenta y siete que sucumbieron al uso de los licores Inertes. Est,. debilita y aun muchas veces destruye la razón. D«- setecientos ochenta y un locos admitidos en diferentes hos- picios dedicados á esta enfermedad, trescientos dos. por confe- sión de sus propias familias, habían sido reducidos á este esta- do por el uso de los licores fuertes; y según el testimonio de los médicos, esta projM)icion era mucho mas grande." Después cita la declaración de setenta y cinco médicos de noción, concebida en los términos siguientes: ,,F1 uso de los licores fuertes no puede hacer nimrun bien á las personas sanas: son al contrario, una causa//-'e//ív/te de en- fermedades y aun de muerte; v por lo común hacen mas difíci- les de curar, ó mas fatales en definitiva las enfermedades oca- sionadas por otras causas." V luego la de cuarenta y cinco médicos de < incinnati, que dicen: ..Los licores fuertes son no solo inútiles, sino absolutamente perjudiciales á los hombros sanos; engendran muchas de las enfermedades á que está sujeto el cuerpo humano, y agravan ol mayor número de las domas: no son menos venenosos (pie el arsénico, y si obran algunas voces con monos rapidez, mi efecto no es monos infalible." El testimonio de los médicos ingleses presentado al l'ula- mento, y citado per dicho autor, confirma el mismo juicio, pues los de Hradford se expresaron de la manera siguiente: ,.1'n nuestra opinión nada contribuiría mas á la salud públi- ca que una renuncia absoluta de los licores fuertes: los conside- ramos como una de las causas mas fecundas de las enfermeda- des, y una fuente de inmoralidad.*' Los de Cheltenham: „Léjos de que los licores fuertes, empleados como bebida, ten- gan la propiedad de prevenir alguna enfermedad, pueden ser considerados como la fuente principal de numerosas y terribles, (1) So llama así el magistrado encargado de hacei ui¿.í averiguación en t-xios los casos de muerte súbita ó violenta. |9 MEMORIA V la causa mas activa de la pobreza y crímenes que pululan en nuestro país."' Los de Dublin en Irlanda: ,,Estamos convencidos de que nada se podría hacer que con- tribuyese mas poderosamente á la salud pública, que renunciar enteramente al uso de los licores fuertes." Los de Leith en Escocia: „Nada mas perjudicial á la salud que los licores fuertes, cual- quiera que sea su composición: no tienen ninguna cualidad nu- tritiva, y el uso diario de estas bebidas da al contrario lugar á una infinidad de enfermedades, conduce á la indigencia y á una muerte prematura." Los de Edimburgo en Escocia: „Un entero abandono de los licores fuertes seria un medio poderoso de mejorar la salud pública y de aumentar el bienes- tar general." El Doctor Roesch, en una extensa memoria sobre el abuso de las bebidas espirituosas, inserta en el tomo 20 de los Anales de higiene pública y medicina legal, después de describir las principales enfermedades de los bebedores, y de confirmar sus observaciones con las de muchos médicos alemanes que han examinado sus progresos, las reduce á las siguientes: „Irritacion del estómago y del canal intestinal, pirosis, vómitos, disfagia [dificultad de tragar], cáncer del estómago, diarrea, inflama- ción de hígado, fiebre biliosa, ictericia, infarto del sistema de la vena porta, hipocondría, inflamación de pulmones, tisis pul- monar, asma, inflamación del corazón y vicios orgánicos de este músculo y de los vasos; inflamación de ojos, erupciones cu- táneas, congestiones en la cabeza, apoplegía, reblandecimiento de los huesos, obesidad, hidropesía, diabétís, úlceras, gangrena escorbuto, combustión espontánea, convulsiones, espasmo epi- lepsia, parálisis, entorpecimiento y alucinaciones de los senti- dos, enfermedades mentales, impotencia, esterilidad y mala cons- titución de la prole." De este horroroso catálogo el autor trata con particularidad de las que tienen relaciones directas con la policía médica v medicina legal, á saber: la apoplegía, la combustión espontánea, SOBRE LA EMBRIAGUEZ. . 13 la epilepsia y otras enfermedades nerviosas análogas, las en- fermedades mentales, la impotencia y esterilidad, y en fin, la influencia que el vicio de la bebida contraído por los padres ejerce sobre los hijos que procrean. Nosotros no lo seguiremos en todo el curso de su relación, ponpie seria alargar demasiado esto escrito, aunque sentimos tener que omitir las interesantes, á la vez (pie aflictivas descripciones, que hace de los accidentes indicados; pero sí creemos oportuno consignar en este lugar el cálculo que se lee en la página SI, relativo á la influencia de los licores espirituosos sobre la prole, según el cual de veinte observaciones recogidas por el Dr. Lippich, la embriaguez sofo- ca el germen de las dos terceras partes de individuos que de- bieran haber sido procreados. No os menos digno de referirse el juicio que el mismo autor emite sobre el influjo que la bebida ejerce en los suicidios, cada vez mas frecuentes en los países en que se abusa de ella. Sobre este particular cita á Scblegel, quien dice (pie „la embriaguez os la principal causa del suici- dio en Inglaterra, en Alemania y en Rusia, así como lo es el libertinage y el juego en Francia, y «'1 fanatismo en España." En seguida asegura que hubo doscientos suicidios en Lon- dres en lS'ii». originados por ol uso de los licores espirituosos, notando que el frenesí de matarse en Inglaterra se introdujo á mediados del siglo XVI con el vicio de la embriaguez; y refi- riéndose á Casper, que con razón lo llama la juste de nuestro siglo, nos asegura que, según documentos oficiales, la cuarta parte de los habitantes de Berlín que han atentado contra mi vida desde 1812 hasta 1832 eran gentes dadas á la bebida. Según Ducpetiaux, la mitad de los locos de Inglaterra han perdido el juicio por esta causa; y cita un discurso pronunciado por ol obispo do Londres al formarse la Sociedad de templan- za británica y extrangera en 1831, del cual aparece que de cua- trocientos noventa dementes que habia en el hospital do Livor- pool, los doscientos cincuenta y siete habían contraído esta ter- rible enfermedad por su intemperancia. Los profesores de Mé- jico están también de acuerdo en atribuirle la mayor parte de las enfermedades que arrebatan al sepulcro á la gente pobre, por desgracia la mas entregada al vicio de la embriaguez, y la 14 MEMORIA que casi exclusivamente consume la enorme cantidad de mas de treinta mil barriles de aguardiente que se introducen al año en esta capital, como después veremos. Así es que son fre- cuentes los casos de delirium tremen s y de locura ocasionados por la bebida, é innumerables los de diarrea, males de hígado y otros accidentes funestos, originados del mismo vicio, y de los cuales muere la mayor parte de los pobres que entran en los hospitales. En un estado comprensivo de la mortandad que hubo en el de S. Andrés en 1813 aparece, que de mil ciento treinta y nueve enfermos que fallecieron en sus diversos depar- tamentos, setecientos setenta y dos, es decir, mas de las dos ter- ceras partes, pertenecían á los departamentos llamados de me- dicina de libres, en los cuales abundan mas que en los otros las enfermedades ocasionadas por la bebida. Y algunos mé- dicos afirman que á este mismo origen deben atribuirse la ma- yor parte de los casos de demencia, y opinan que los mas de los desgraciados que encierra S. Hipólito fueron ebrios antes de haber perdido el uso de la razón. Considerada la embriaguez con relación á la indigencia nos presenta resultados no menos funestos. Se lee en Ducpetiaux que en el condado de Washington (Nueva-York) de trescientos treinta y cuatro pobres habia dos- cientos noventa, cuya indigencia provenia de la intemperancia. En el de Oneida se contaban doscientos cuarenta y seis entre doscientos cincuenta y tres; cuarenta y ocho entre cincuenta en el de Cumberland (Pensilvania), y mil cincuenta y nueve entre mil ciento treinta y cuatro en el de Baltimore (Mariland). En fin, entre mil novecientos sesenta y nueve indigentes reco- gidos en los diferentes depósitos de mendicidad de los Estados- Unidos, resulta de los informes dados por los establecimientos de beneficencia que habia mil setecientos noventa, cuya mise- ria debia atribuirse al uso de los licores espirituosos. Se lee en la quinta relación de la misma sociedad en 1833 que de tres mil personas admitidas en el obrage de Salem (Massachusetts), el director hacia ascender á dos mil novecien- tas el número de las que la intemperancia habia llevado á él directa ó indirectamente. En el informe del director de la ca- SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 13 sa de caridad de Nueva York el número de los hombres adul- tos era de quinientos setenta y dos, entre los cuales veinte á lo mas podían ser considerados como sobrios: entre las mugeres, que llegaban á seiscientas una, dudaba que se pudiese colocar Una quincuagésima parte en esta última categoría. M. (>. W. Welch, director del hospicio de Albany (N. York\ dice que seiscientos treinta y cuatro individuos fueron recibidos en aquel establecimiento en 1833, á saber: templado uno; du- dosos diez y siete; ó intemperantes seiscientos diez y seis. Según el informe de M. Guión, secretario del hospicio de Nueva Yok, á los cinco mil ciento setenta y nueve individuos mantenidos en esta casa se deben añadir otros diez y nueve mil ciento cincuenta socorridos en las suyas, loque hace un to- tal de veinticuatro mil trescientos veintinueve indigentes, y las tres cuartas partes no debian sino á la intemperancia su des- gracia. ..Mace ocho años, dice M. Stone, que dirijo el hospicio de Boston, y no dudo (pie la intemj>oraneia es la que ha traído aquí las siete octavas partos de los pobres que hay en él." „En general se hallan muy pocos indigentes en los hospicios que no hayan estado acostumbrados á los licores espirituosos, y en ellos os en donde se debe indagar la gran causa del pau- perismo en los Estados- Cuidos." Omitimos otros muchos testimonios análogos que prueban el grande influjo do la embriaguez sobre la indigencia, por ser muy obvia la relación que debe existir entro ose vicio y la ocio- sidad, que es la causa principal de la pobreza: y cuando falta- ran pruebas que alegar do países extraños, nos las suministraría el nuestro en abundancia. De la ociosidad al crimen no hay mas que un paso; y así es que en Francia, en Bélgica, en Inglaterra y en los Estados- Unidos os unánime la opinión de los tribunales y de los juris- consultos, al asignar como causa de la mayor parto de los deli- tos la funesta habitud de embriagarse. „Resulta de informes oficiales, dice Ducpetiaux, que en un solo año se han conduci- do ante los magistrados de Londres mas do treinta mil perso- nas halladas en las calles en estado de ebriedad. Los magis- |e MEMORIA trados de todas partos de la Gran Bretaña han declarado que todos ó casi todos los crímenes de que han conocido las Asisas son consecuencia de la embriaguez. En 1830 hubo cerca de noventa y cinco mil causas juzgadas por las Asisas en Ingla- terra y en el país de Gales, y según los datos tomados de fuen- tes muy puras, los cuatro quintos de estos crímenes deben im- putarse á la costumbre de beber con exceso. Documentos de icmal naturaleza atribuyen á la misma causa los tres cuartos de los casos de mendicidad y de indigencia que afligen á este país. Se ha reconocido ademas que la mitad de los casos de locura han sido consecuencias de la embriaguez." Parent du Chatelet no duda asignar como causa influente de la prostitución de París, que tuvo la paciencia de estudiar en todos sus pormenores, el abuso de la bebida; y Fregier, en su preciosa obra sobre las clases dañosas de la población en las grandes ciudades, enumera la de los ebrios como una de las que mas contribuyen á llenar los guarismos de la criminalidad y de las que dan mas que hacer á la policía y á los tribunales. Aunque las revelaciones de la estadística no nos pueden ilus- trar mucho en Méjico, porque desgraciadamente está en su in- fancia este ramo de conocimientos importantes á un buen go- bierno, no necesitamos en el caso de estados exactos y minu- ciosos para convencernos de que la fuente principal de los de- litos en la república es el exceso de la bebida. Así lo atesti- guan todas las gentes del foro, y aunque así no fuera, este es un hecho que está al alcance de todos. Reasumiendo, pues, cuanto se ha expuesto sobre el vicio de la embriaguez, puede asentarse como una verdad inconcusa que forma el principio de una cadena, cuyos eslabones son la enfermedad, el embrutecimiento, la miseria, el vicio y el crimen. Mas no basta conocer un mal de una manera vaga: es nece- sario sondear la profundidad de las llagas que ha causado; y aunque para esto nos servirían de mucho los datos estadísticos que nos faltan, relativos á la mortalidad y criminalidad origi* nada por la intemperancia, nos pueden ayudar los que tenemos sobre la cantidad de licores embriagantes que se consumen en SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 17 el país. Estos datos no son A la verdad tah exactos como era de desearse por lo respectivo A toda la república; pero sí pue- den deducirse por aproximación de los que tenemos sobre la capital, algunos de los cuales tienen cuanta exactitud y auten- ticidad puede exigirse en la materia que nos ocupa. IIaria una obra curiosa el que se encargase de formar la his- toria de la ernbiiague/. en la república, y por ella se vena, no solo (pie ese vicio es inmemorial, pues se conocía ya antes de la conquista, sino que los mejicanos no han sido menos fecun- dos c atribuirse al clima y á la pro- fusión con que la naturaleza ha derramado aquellos en nuestro feracísimo terreno. Así es que desde los primeros tiempos de la dominación española se conocían á mas del pulque, la chi- cha y otras especies de cerveza, algunas de las cuales, sea por- que efectivamente dañaban á la salud, ó porque impedían el consumo de los aguardientes y vinos españoles, 6 lo (pie es mas probable, por ambos motivos, porque de uno y otro se encuen- tran vestigios en la antigua legislación colonial, estuvieron se- veramente prohibidas hasta fines del siglo pasado, en que ha- biéndose permitido la fabricación del aguardiente de caña, em- pozaron de hecho á tolerarse, no obstante haber subsistido has- ta la promulgación de la constitución española el tribunal de la Acordada, que á mas del castigo de los ladrones, reasumía la jurisdicción privativa acerca de las bebidas prohibidas, y casti- gaba tanto á los que las fabricaban, como á los que usaban de ellas. En una circular de la Dirección de alcabalas de 31 de di- ciembre de 178S (1), dirigida á los administradores del ramo con el fin de investigar todas las especies de licores embria- gantes (pío so hallaban en uso en el país, se acompañó un ca- tálogo impreso de las que eran conocidas á la misma dirección, proviniendo que lo aumentasen con las domas de que se tuvie- ra noticia, y explicasen los ingredientes que entraban en su (l) Veaikí la nota 1. * al fin. 1§ MEMORIA confección. Este catálogo incluye treinta y una especies de bebidas; y aunque de ellas deben rebajarse algunas que con diferentes nombres pertenecen á un mismo género, como por ejemplo el vingarrote, que es lo mismo que el mescal, según aparece del bando de 4 de septiembre de 1811 en que este li- cor se desestancó, y otras cuya base es el pulque con diferen- tes mezclas, resulta que no baja de veinte el número de las be- bidas de que se trata, á las cuales deben agregarse otras que no se incluyeron en el catálogo, como el tibico, el sendecho, el guarapo &c. La historia de que hablamos nos presentaría también la le- gislación del ramo que nos ocupa siguiendo la marcha de las ideas dominantes en cada siglo, pues se ve que hasta media- dos del pasado el rigor de las prohibiciones fué impulsado mas por motivos morales y religiosos que fiscales ó económicos. Así se ve que para el establecimiento de las primeras ordenan- zas que se formaron en 23 de julio de 1671 para arreglar el ex- pendio y uso del pulque, reproducidas en 9 de julio de 1753 por el virey conde de Revillagigedo, padre, y aprobadas por la ley 37, título 1. ° libro 6. ° déla Recopilación de Indias, se con- sultaron teólogos y moralistas, se excitó el celo de los obispos para que procediesen contra los fabricantes, bebedores y ven- dedores de bebidas prohibidas, y contra los jueces disimulados ú omisos en castigarlos, con censuras públicas, reagravándolas hasta fulminar la de anatema, y que todos los fundamentos alegados para usar de tanta severidad, eran la salud pública y los graves pecados y delitos contra Dios, para cuya honra y servicio debían unir sus fuerzas las leyes divinas y huma- ñas. En las ordenanzas formadas para el Juzgado privativo de bebidas prohibidas, publicadas por el mismo virey en 22 de agosto de 1755, se percibe ya que el interés del fisco y del co- mercio de España dominaba en las consideraciones que movie- ron al gobierno á la organización de dicho tribunal especial. El objeto principal de este fué sofocar la producción del chin- guirito, que ya se fabricaba en gran cantidad, y cuyo consumo perjudicaba notablemente al gremio de cosecheros de viñas de Andalucía, por la ruina total (como se expresa una de las rea- SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 19 les órdenes que sirven de prólogo á las ordenanzas) que éstos experimentan con la pérdida de sus legítimos aguardientes, y la que sufría la real hacienda por la decadencia de los dere- chos que dejaba de percibir. Pero donde mas se nota ese cambio, esa transición de los in- tereses morales y religiosos á los económicos y financieros, es en la conducta del ilustre conde de Revillagigedo, hijo, cuya memoria es tan cara á los mejicanos por el acierto y celo des- interesado con que los gobernó. Ningún magistrado habrá si- do mas antipático á los ebrios que este hombre incomparable, como se deduce de varios lugares de la célebre instrucción que escribió para gobierno de su sucesor. Sin embargo, él fué, co- mo se vé en los párrafos 401 y 402 de dicha instrucción, quien con el noble fin de dar fomento á la industria del país y bene- ficiar al erario, promovió la libertad de fabricación del aguar- diente de caña, cuya bebida habia sido el objeto casi exclusivo de la legislación española contra las bebidas prohibidas. Sin duda que lo movería también la consideración de que á pesar de las prohibiciones y de los castigos que imponia á los fabri- cantes (1 tribunal de la Acordada, el mas severo que recuerdan nuestros anales, en las cañadas y en los montes pululaban alambiques que hacían ilusorias aquellas, y esto so comprueba con las expresiones gratulatorias hacia la metrópoli, y de júbi- lo hacia los mejicanos con que el virey marqués de Brancifor- te publicó los bandos relativos á la libertad del chinguirito. La obra mas piadosa, pretendida y suspirada en los noventa y seis años de este siglo, la llamaba dicho virey en el bando de 30 de enero de 1797, indicando con estas y otras expresiones que al otorgarla el soberano y promoverla los vireyes, habían consultado á su prosperidad industrial. Acaso contribuyó á ponderar los beneficios que se suponía resultar de esa libertad la idea errada que se tenia acerca de los efectos saludables de los] licores alcohólicos, porque habiéndose otorgado la conce- sión por real orden de 19 de marzo de 1796, y publicádose el reglamento fiscal para la administración del nuevo ramo adua- nal que formó el chinguirito en 6 de diciembre del mismo año, ya en esta época corrían las doctrinas de Brown que pusieron 20 MEMORIA en voga el uso de tales licores. Mas sea de esto lo que fuere, el resultado de la libertad fué, como debia esperarse, el de dar una prodigiosa extensión á la fabricación de los aguardientes, la cual creció en 1811 con el desestanco del mescal, cuya ela- boración y venta libre se hallaban circunscritas á Zacatecas, Fresnillo, Guadalajara y otros lugares circunvecinos. Así es que hoy se saca aguardiente del pulque, del perón, de la man- zana y de otras varias frutas, aunque el consumo principal es del de caña, y en los departamentos del interior del mescal. Hubiera sido de desear que la organización de las aduanas interiores hubiese tenido mas unidad en tiempo del gobierno español. Mas por desgracia la de Méjico se conservó con in- dependencia de la Dirección hasta el año de 1817, por cuya causa, y por el trastorno general ocasionado por la guerra de independencia, no podemos sacar todo el partido que á prime- ra vista nos ofrece el curioso estado publicado en el diario de 20 de marzo de este año, en que aparecen los productos de las aduanas de la República desde 1777 hasta 1822. En él están separados los respectivos al pulque, al aguardiente de caña y al mescal; mas ya por la causa indicada, como por no distin- guirse en los dos segundos licores los derechos que pagaban por fabricación ó indulto, y que se computaban por barril, de los que se satisfacían por introducción, y se calculaban por afo- ro, apenas puede servir dicho estado mas de para saber el total provecho que sacó el erario español del comercio de dichas be- bidas. Hemos recurrido, pues, á datos mas auténticos y recientes para calcular el consumo de las bebidas espirituosas, y aunque. solo podemos descansar con seguridad en los relativos á la ciu- dad de Méjico, como él programa que nos ocupa tiene por ob- jeto especial esta población, á ellos será á los que principal- mente nos referiremos. De una colección de noticias que existe en la Dirección ge- neral de alcabalas, comprensiva de nueve años corridos de 1801 á 1809, aparece que el derecho de indulto, que era de seis pesos por barril cobrados al pie de fábrica, produjo en dicho periodo en las aduanas de la República, no contándose entre SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 31 ellas la de Méjico ni sus receptorías, que eran entonces Chalco, Tezcoco, Cuautitlan, Tula, Azcapuzalco y Tacuba, 1.239,877 ps. cuya cantidad dividida entre seis corresponde á doscientos seis mil seiscientos cuarenta y seis barriles, que por año común nos dan veintidós mil novecientos sesenta. De otras noticias toma- das de la aduana de la capital relativas á cinco años corridos de 1816 á 1820, en cuya época se pagaba el derecho de indulto á razón de cuatro pesos barril al tiempo de su introducción en los lugares de su consumo, resulta que produjo ese derecho 285,334 pesos, suma, que dividida entre cuatro nos produce setenta y un mil trescientos treinta y tres barriles, y por año co- mún catorce mil doscientos sesenta y seis: de manera que se- gún estos datos podria con aproximación graduarse en una mitad de la producción alcohólica el consumo de Méjico en los años anteriores á la Independencia, pues debe agregarse á aquella la de sus receptorías no comprendidas en la primera noticia y que puede estimarse en cuatro mil barriles, siendo notorio que en ellas, principalmente en la de Chalco, abun- daban las fábricas desde aquella época. Mas nadie podrá per- suadirse á que la capital sola consumiese entonces ni ahora la mitad del aguardiente de todo el pais; y debe suponerse por lo mismo que las noticias de los alcabalatorios foráneos adolecen de la inexactitud consiguiente al fraude que siempre se há he- cho con escándalo. Por esta consideración, y porque el cál- culo anterior no comprende el consumo del mescal que en los departamentos del interior es de importancia, creemos que la proporción que resulta entre el consumo de la capital y el fo- ráneo es muy baja. Asi lo comprueba la estimación, que fun- dado en el concepto general hacia en 1817 el capitán D. José María Quirós, Secretario del consulado de Veracruz en la me- moria de estatuto que publicó en dicho año, en la cual calcula en ciento veinte mil barriles el consumo anual del chinguirito y mescal de la Nueva- España, lo que nos da una relación de uno á siete y meiio entre el consumo de la capital y el foráneo. Noticias auténticas que tenemos de los últimos años sobre la capital nos instruyen con dolor que se ha duplicado el consu- mo del aguardiente de caña, sin que sea dudoso que este vaya £2 MEMORIA en progresión, y con él los horribles males de la embriaguez. Nos fundamos para esto en el considerable aumento que se no- ta en el decenio corrido de 1831 á 1844, el cual se percibe des- de luego comparando las noticias publicadas sobre las introduc- ciones de esta capital por el Señor Coronel y Comandante del Resguardo D. Miguel Maria Azcárate, y las que ministra la ba- lanza mercantil formada en 1843 y 1841 por la Junta de Fo- mento, las cuales se hallan contestes con las que los gefes de la aduana han tenido la bondad de comunicar al autor de esta memoria, y que abrazan tres años redondos (1). Se ve por ellas que el consumo anual de aguardiente de caña en la capi- tal ha sido en ellos de veinte y siete mil barriles en cada uno despreciando fracciones, cuando en el quinquenio que abrazan las noticias del Sr. Azcárate fué de veinte y cuatro mil por año común, ó lo que es lo mismo, que hoy se consumen en la ciu- dad de Méjico mas de tres mil barriles sobre los que se consu- mían ahora diez años. Partiendo de este dato seguro, y siguiendo la proporción an- tes indicada que resulta de la estimación del Sr. Q,uirós, cor- responden al resto de la República doscientos dos mil, quinien- tos barriles, que unidos á los veintisiete mil que consume Mé- jico, hallaremos que no puede estimarse en menos de doscien- tos veintinueve mil quinientos el consumo de aguardiente de caña que se hace en toda la República. Si á este se agrega el de mescal, que es de mas de seiscientos barriles en la capital, y el de aguardiente de España, francés y ginebra, que compu- tamos solo en dos mil, despreciando fracciones, pero que es ma- yor como después veremos, tendremos dos mil seiscientos bar- riles de estas dos clases que agregar al consumo de la capital, y unidos á diezinueve mü" quinientos que siguiendo la misma proporción corresponden al foráneo, nos dan una suma de vein- tidós mil ciento, que agregada á los doscientos veintinueve mil quinientos de aguardiente de caña calculados para toda la Re- pública, resulta la total de doscientos cincuenta y un mil seis- cientos barriles que seria el menor consumo que puede calcu- larse en ella, supuesta la proporción de que se ha partido. (1) Véase la nota 2.w al fin. SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 23 Mas el consumo resulta menor tomando por base del cálcu- lo otro dato que nos ha ministrado la Tesorería particular del departamento de Méjico, del cual consta que los nueve reales por barril impuestos por decreto de 24 de Diciembre de 1841 han producido en todo él en el año anterior la suma de 47,225 pesos que corresponden á cuarenta y un mil novecientos seten- ta y siete barriles, siendo de advertir que la recaudación no es- tá apurada, porque no han pagado el impuesto muchas pobla- ciones del Sur: y tirando una regla de proporción puede for- marse el cálculo siguiente. El departamento de Méjico, cuya población es de millón y medio de habitantes, ha consumido cuarenta y un mil novecientos setenta y siete barriles en el úl- timo año de 1815: luego la población de toda la República cal- culada en siete millones y medio, que es el censo menor que puede dársele, debe haber consumido doscientos nueve mil ochocientos ochenta y cinco barriles de aguardiente de caña; y agregados á esta suma los veintidós mil ciento calculados en el párrafo anterior, de mescal y aguardientes ultramarinos, ten- dremos que el consumo general de bebidas espirituosas en la República habrá sido de doscientos treinta y un mil novecientos ochenta y cinco. Aunque esta suma es inferior á la de doscientos cincuenta y un mil seiscientos que nos resultaba del cálculo anterior, se le aproxima bastante, y mas se le aproximaría teniendo en con- sideración el consumo de las poblaciones del Sur, que aunque nos es desconocido por no representarlo la recaudación hecha en la Tesorería departamental, es claro que por corto que sea, debe influir en el aumento de la suma que nos da la pro- porción tirada. Ahora, si se considera que los siete millones y medio de habitantes que se han supuesto como población de la República son el nüniniun que generalmente se le calcula, se aumentará la probabilidad de que con corta diferencia de mas ó de menos coincidan las dos sumas calculadas. La balanza del comercio marítimo hecho por el puerto de Veracruz en 1819 nos da mas de treinta y un mil barriles im- portados de Europa y otros puntos de América, y agregando esta suma en vez de los veintidós mil ciento que por aguar- 24 MEMORIA dientes extrangeros y mescal aumentábamos á los de caña, sin perder de vista que en esa cantidad no figura el aguardiente introducido por otros puntos, ascenderá á doscientos cuarenta mil ochocientos ochenta y cinco, siendo por consiguiente menor la diferencia que resulta entre ambos cálculos; y si nos servi- mos de un dato mas general y de época mas reciente, á saber, de la balanza general del comercio marítimo de la República, de 1825, veremos que la diferencia resulta en sentido contrario, pues habiendo sido la importación de ese año de cincuenta y seis mil barriles, la agregación de esta suma á la de la produc- ción indígena (sin incluir en ella el mescal) forma la total de doscientos sesenta y cinco mil ochocientos ochenta y cinco, can- tidad aun mayor que la calculada sobre la primera propor- ción. Mas este último resultado descansa en una suposición por lo menos dudosa, y es que el consumo de aguardientes extrange- ros sea hoy en la República el mismo que en el año de 1825, lo cual, si atendemos á la diminución que ha tenido en la capital, no nos parece probable. Nos fijaremos por tanto en el primer resultado, que es el que creemos mas verosímil, y como que él nos ofrece un total de doscientos cincuenta y un mil seis- cientos barriles, corresponderán á cada habitante de la Repú- blica, supuesto el censo que le hemos dado, poco mas de cinco cuartillos, cantidad menor que la que se ha calculado en otros países; pues de los datos que tenemos resulta que repartido el total de licores espirituosos en Inglaterra en 1833 sobre una po- blación de catorce millones cuatrocientas mil almas, tocaban á cada una veinticinco cuartillos; en Suecia en 1838, sobre tres millones que tiene de población correspondían á cada persona veintinueve cuartillos, y cincuenta y tres en los Estados Unidos en 1828 sobre doce millones que entonces la formaban (1). Pero s este resultado es menos desconsolador para nuestro pais que el hallado en otros de Europa y América, no deja de ser bien triste el que nos ofrecen los datos auténticos que tene- mos sobre la capital. Aparece de la noticia formada en la aduana, que comprende tres años corridos desde 1. ° de Abril (1) Véase la nota 3. * al fin. SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 25 de 1843, hasta 31 de Marzo del presente (1), que el consumo de la ciudad en este periodo ha sido de ochenta y dos mil veinte y nueve barriles que por año común nos dan veinte y siete mil trescientos cuarenta y tres. Por las balanzas mercantiles de la plaza formadas por la Junta de Fomento se ve: que el de aguardiente de uva extrangero ha sido de.................... 1.961 El de mescal, de............................. 671 El de rom, ginebra y otros licores semejantes de.. 246 Consumo anual de espirituosos.................30.221 Multiplicando por ciento cincuenta cuartillos que tiene cada barril las tres partidas de aguardiente extrangero, mes- cal, rom y ginebra tendremos......... 431.700 cuartillos. Y por ciento sesenta y dos la de aguar- diente de caña, porque los barriles de este se regulan en la aduana por nueve jarras cabales, y cada una de ellas contiene diez y ocho cuartillos..................... 4.429.566 Duplicada esta cantidad, porque el a- guardiente que se introduce es de un 80, y lo rebajan los vinateros echándole igual cantidad de agua, lo que está averiguado. 4.429.566 Tendremos. 9.290.832 cuartillos. Cuyo total dividido entre doscientos mil que es el número de almas que tendrá la capital por los cálculos mas probables da á cada una cerca de cuarenta y seis y medio cuartillos, cantidad inferior á la que en la generalidad de la población hemos visto que tocaba á cada habitante de los Estados-Unidos, pero ma- yor que la que correspondía á cada sueco y cada Ingles. El consumo de aguardiente en Paris en 1827, fué de ochenta mil (1) Véase la nota 2. * al fin. 26 MEMORIA hectolitros, que dan cerca de 16 cuartillos por habitante. En 1836 fué de treinta y seis mil novecientos diez, en el que se advierte una diminución de mas de una mitad. Podría in- ferirse de aquí que los parisienses son mas sobrios que los me- jicanos; pero siendo muy considerable el consumo eme hacen de vino y de cerveza, no puede admitirse la consecuencia sino por lo relativo á los aguardientes. Estimada ahora la suma que gastan los consumidores en pro- curarse esa enorme cantidad de bebidas fuertes, y cuyo precio es de tres reales el cuartillo de aguardiente extrangero, que se les vende por catalán, y de tres cuartillas el de caña, veremos que emplean anualmente 946,122 pesos. Si á esta pérdida se agregase la resultante de los dias que los ebrios dejan de tra- bajar, de los que les roban las muertes prematuras que les cau- sa la bebida, y de las multas y gastos que tienen que erogar para librarse de la prisión á que se les reduce, veríamos acaso duplicarse aquella cantidad. Pérdida es esta ciertamente las- timosa; pero lo es mucho mas la que causa el abandono de las obligaciones religiosas y sociales á que se entregan las gentes dadas á la embriaguez. El vino no es tan dañoso como el aguardiente, y se abusa menos de él por su alto precio. Sin embargo, debe computar- se también la cantidad que se invierte en su consumo, el cual asciende á cuatro mil doscientos setenta y nueve barriles que reducidos á cuartillos ó botellas, que es como se menudea en su mayor parte, y vendidos aquellos á tres reales importan 170,693 pesos, cantidad que estaría mejor empleada en cual- quiera otro destino que se le diese. Y lo mismo debemos de- cir de la que se emplea en el consumo abusivo del pulque, sin embargo de que esta bebida se tiene por inocente, y en muchos casos por muy provechosa á la salud. Aunque el uso de este licor ha disminuido á proporción de lo que ha aumen- tado el aguardiente, y de la extensión que ha ¿do adquiriendo la cerveza, representa todavía una suma cuantiosa en la lista de las bebidas embriagantes. El consumo anual de pulque es- tá reducido hoy á millón y medio de arrobas, que calculadas á dos y medio reales como se hace en la balanza mercantil, SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 27 importan 468,750 pesos: pero no es este el precio á que las pa- ga el consumidor, pues dándole á este en las pulquerías tres cuartillos por medio, viene á pagar cada arroba á seis reales, ó lo que es lo mismo, la población de la ciudad de México gas- ta en pulque 1.125,000 pesos, y esto en la suposición de que lo vendan puro los expendedores. liemos procurado informarnos del consumo de cerveza que se hace en la capital, y descansando en las noticias que nos ha suministrado una persona de conocimientos en la materia, pue- de estimarse en doce mil barriles el producto de las doce, ó ca- torce fábricas que hay existentes, los cuales reducidos á bote- llas dan noventa y seis mil docenas; y siendo la extracción por término medio mil ochocientas cincuenta y seis docenas, quedan para el consumo noventa y cuatro mil ciento cuarenta y cuatro que á real cada botella importan 141,216 pesos. Hay otra bebida llamada jerezana que se hace con varios in- gredientes, siendo el principal la azúcar, y de la cual según informes de la misma persona, pueden calcularse dos mil barri- les de consumo al año; y siendo el precio de cada uno el de 9 ó 10 pesos sin casco, puede regularse en cerca de 20,000 pesos el gasto que hacen los bebedores por este artículo. Sumadas todas las partidas anteriores hallaremos que los ha- bitantes de Méjico invierten 2.421,031 pesos en bebidas em- briagantes, sin que pueda decirse que se ha exagerado el cál- culo por lo respectivo al aguardiente suponiéndolo todo consu- mido por los bebedores, y sin considerar la parte de alcohol que se emplea en otros usos; porque á mas de que es casi insignifi- cante, está con exceso representada, ya en el que se fabrica den- tro de la capital, ya en el que entra de contrabando, y que no se ha considerado por falta de datos para estimarlo. Vista la gravedad de los males que ocasiona la embriaguez tanto en lo físico como en lo moral y económico, y supuesto el aumento que han de haber adquirido con el de los consumos de aguardiente, casi duplicados en el periodo de veinte años, si no en toda la República, á lo menos en la capital, según he- mos notado, examinemos qué clase de remedios pudieran apli- cárseles. Para esto será conveniente recorrer los que ha em- 28 MEMORIA pleado hasta ahora la legislación, inquiriendo las causas de su ineficacia, para descender después á los que hoy parezcan mas oportunos. Las medidas empleadas hasta aquí para corregir la embria- guez, como todas las que tienden á la extirpación de un vicio, han sido represivas ó preventivas. Pueden colocarse en la pri- mera clase todas las disposiciones penales dirijidas inmediata- mente contra los ebrios, y en la segunda las que han afectado á los expendedores, inponiéndoles, ya penas corporales, ya pe- cuniarias, por las contravenciones á los bandos de policía que han arreglado la venta de las bebidas embriagantes. La primera pena de la primera clase que hallamos estableci- da es la de la ordenanza de 1635, renovada en 1671 en las que publicó el Marques de Mancera, y renovó como antes diji- mos en 1735 el Conde de Revillagigedo, padre, y consistía en el perdimiento de bienes, doscientos azotes y seis años de galeras contra los que vendieran, usaran ó tuvieran bebidas prohibidas, y aunque podían aplicarla indistintamente todas las justicias, el conocimiento de estos delitos correspondía especialmente al juzgado privativo que se estableció en 22 de Agosto de 1755 in- corporado al de la Acordada y que subsistió hasta la promul- gación de la constitución española (1). Esta pena severa, com- prendiendo, como se ha visto, no solo á los bebedores sino tam- bién á los comerciantes de bebidas prohibidas, participaba de los dos caracteres, y es probable que se haya empleado mas bien contra los vendedores que contra los tomadores. No era menos severa la que amagaba á unos y otros con las censuras que podían imponer los obispos; y aunque no consta de una manera positiva que las llegase á fulminar ningún pre- lado, hace presumible que en los pulpitos se amenazaría por lo menos con ellas al pueblo el que entre las bebidas prohibidas habia una que tenia por nombre excomunión (2). La simple embriaguez, es decir, la causada por el abuso de bebidas permitidas, se debia castigar con cárcel y cincuenta azotes, á mas de cortarse el cabello al delincuente si era indio. (1) Véase la nota 4.rt al fin. (2) Véase la nota 5. * al fin. SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 29 En caso de reincidencia se duplicaban los azotes con un mes de cárcel, y se cortaba el cabello á los españoles plebeyos, mu- latos y mestizos, de ambos sexos. Por tercera vez, á mas de la tonsura y los cien azotes, debían ponerse en un obraje por tres años los mulatos, mestizos, lobos, y demás clases inferiores (pues por tales se tenían las que no eran de raza española ó in- dia pura), y los españoles ir á presidio por tres años, y sus mu- geres por el mismo tiempo á las Recogidas. Estas penas y otras disposiciones preventivas de que después hablaremos, se han extractado de una circular espedida en 9 de Diciembre de 1792 por el Conde de Revillagigedo, hijo. Su sucesor el Marques de Branciforte, mandó publicar un bando en 8 de Junio de 1796 en el cual impuso á los ebrios por primera vez la pena de ocho dias de obras públicas, quince por la segunda y treinta por la tercera, y si reincidían por cuar- ta se debía practicar información sumaria de vida y costum- bres, y aplicárseles el castigo correspondiente con arreglo á las leyes y según lo que resultara del proceso. Las mugeres de- bían ir á la cárcel por los mismos dias que los hombres á las obras públicas. Se vé por esta disposición que bien fue- se porque las costumbres habían perdido ya algo de su ri- gidez, ó porque la severidad de las penas primitivas hacia que no se aplicasen con rigor, se empezó á proceder con mas mo- deración en el castigo de la embriaguez. Esta pena se renovó en 1810 por bando publicado por la Real Audiencia Gobernado- ra, y después en 2 de Mayo de 1823 por otro que expidió el Ge- fe superior político. El castigo que hoy se impone á los ebrios es alternativo, pues se les condena hasta ocho, quince y treinta dias de cárcel en caso de que no puedan pagar la multa de 20 reales. Las medidas preventivas son mas numerosas, y no puede ne- garse que hay algunas entre ellas bien meditadas, y que hu- bieran surtido buenos efectos si se hubieran observado con pun- tualidad. Para no fatigar la atención con su exposición minu- ciosa, las reduciremos á la mas simple expresión, indicando las fechas en que se han publicado, y omitiendo el nombre de las autoridades que las han dictado. 30 MEMORIA A los vendedores de pulque mezclado con raices, yerbas y frutas, se les derramaba, dándoles cincuenta azotes, y en caso de reincidencia doscientos, paseándolos en un burro por las ca- lles, y desterrándolos de la ciudad por cuatro años. Los que no tenían los puestos de pulque apartados de las pa- redes y casas sufrían la pena de tres dias de cárcel, y por se- gunda vez la de cincuenta azotes, prohibiéndoles en lo sucesi- vo el expendio. No permitiéndose en los puestos que se comiera de asiento en ellos, ni se congregaran muchos, ni se detuvieran después de haber bebido, ni se tocara ninguna clase de instrumentos, ni se bailara ó cantara, se imponía igual pena en caso de con- travención. Al ponerse el sol debían levantarse los puestos bajo la mis- ma pena. La de cincuenta azotes se imponía á los que vendían á los indios pulque á crédito, ó mediando empeño de prendas, debien- do ademas perder su valor. Considerado el tepache como pernicioso debían sufrir las mu- geres que lo vendían; por la primera vez la pena de un año de Recogidas, dos por la segunda, y cuatro por la tercera, sacándo- las á la vergüenza pública. Estas disposiciones constan de la circular antes citada del Conde de Revillagigedo, de 9 de Di- ciembre de 1792. De ella consta que el número de pulquerías era el de treinta y seis en dicha época, el que tenemos enten- dido que después se aumentó á cuarenta. Su situación era en las plazuelas, bajo de jacalones, sin mesas ni asientos en que pudiesen detenerse los bebedores. Recordamos sin embargo que á pesar de esta previsión era inmenso el concurso que en ellas habia casi permanente, y que, en especial por la desnudez del bajo pueblo que era entonces casi general, ofrecían estas ta- bernas en grande el espectáculo mas repugnante, cuyo desa- grado se aumentaba con los cantares, bailes indecentes y jue- gos á que con frecuencia se entregaban los concurrentes. En 7 de Enero de 1805 se dictaron las medidas preventivas siguientes. Clausura á las nueve de la noche de las vinaterías y tiendas en que se vendan licores, á las diez de las fondas, cafes SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 31 y bodegones, bajo la multa de 25 pesos y seis dias de cárcel por primera vez, duplicándose ambas penas por la segunda, y cuadruplicándose la pecuniaria por la tercera, con un mes de cárcel y desafuero de los transgresores si tenian algún privilegio de clase. En 1810, reducción, dentro del término de dos meses, de to- das las vinaterías al centro de la capital. Prohibición de que se vendiesen vinos y aguardientes en otras tiendas que no fue- sen las vinaterías, fondas y cafés. Colocación de mostradores en las vinaterías de modo que tocaran con las puertas, prohibién- dose que en la parte interior se introdujesen otras personas que no fuesen las empleadas en el despacho. Renovación de la pro- hibicicion de que hubiese música y juego, y prevención de que los compradores no se dilataran mas tiempo que el necesario para beber ó ser despachados.. Apertura de vinaterías y pul- querías los domingos y dias festivos á la una de la tarde, y pro- hibición de admitir prendas en aquellas. A los contraventores de estas disposiciones se impusieron diez, veinte y treinta pesos de multa, á mas de la clausura de la tienda por la tercera vez, y á los que misturasen los licores para darles mas fuerza con ingredientes nocivos á la salud, se les impuso la pena de cár- cel y formación de causa, para castigarlos conformeá las leyes. En 2 de Mayo de 1823 se dispuso que el expendio del pulque se hiciese en puestos portátiles, que debían levantarse á las cin- co de la tarde, bajo la pena de 50 pesos ó un mes de obras pú_ blicas por la primera vez, doble cantidad ó tiempo por la se- gunda, y cuadruplicado éste por la tercera, derramándose el pulque. Que se cerrasen las vinaterías antes del toque de las oraciones, sin que pudiesen abrirse antes de la salida del sol, ni tener, á mas de las principales, otras puertas de comunicación á zaguán, callejón ó pieza reservada, bajo las penas expresadas, ni celosías, vidrieras, cortinas ó persianas que ocultasen á los consumidores, prohibiéndose el expendio al que por tercera vez contraviniese. En 28 de Enero de 1829 se derogó la disposición de que se cerrasen las vinaterías á las oraciones, y se alargó el tiempo hasta las nueve, designándose la misma hora para que cesase 32 MEMORIA el expendio en los cafes, fondas, &c, bajo la multa de 50 pesos, y de 10 por cada ebrio que se encontrase tirado en las inmedia- ciones del establecimiento. En 6 de Julio de 1829 se prohibió que en las fábricas se me- nudease el aguardiente, bajo la multa de 50 pesos por cada in- fracción, y que se reconociera por las autoridades cuando se sospechara que se le mezclaban ingredientes nocivos. En 8 de Diciembre de* 1833 se renovó lo dispuesto en 1823 sobre puestos portátiles; pero esta disposición se revocó á los diez dias, sin duda por las representaciones que harían los due- ños de casillas, dejando sin embargo vigentes las leyes de poli- cía relativas á los ebrios y á los lugares en que se expenden licores embriagantes. En 22 de Octubre de 1835 se renovó lo dispuesto en 1810 sobre situación de mostradores, haciéndolo extensivo á las pul- querías, bajo la multa de diez, veinte y treinta pesos, y forma- ción de causa en la tercera vez por inobediencia, é igual multa por cada persona estraña hallada en lo interior de las casas, la que debia duplicarse si esto se verificaba de noche. Finalmente, la Asamblea Departamental expidió un decreto en treinta y cinco artículos, publicado en 3 de diciembre del año próximo pasado, que contiene varias disposiciones relativas al expendio del pulque, las que no dudamos surtirían muy bue- nos efectos si se cumplieran; pero es de temerse que á excepción de los tres pesos de licencia que se imponen anualmente á cada casilla, y tal cual otra, caigan en desuso las que suponen la existencia de una policía activa y vigilante de que carece la ciudad de México. La reseña que acabamos de hacer manifiesta que si el vicio de la embriaguez no se ha corregido, no ha sido por falta de disposiciones penales, ó de policía, ni tampoco por la de tribu- nales encargados de aplicarlas. Ninguno mas severo que el de la Acordada, ni que hubiese cumplido mejor con su principal instituto, que era el de perseguir y castigar á los ladrones. Sin embargo, no tuvo poder para extirpar la fabricación de las be- bidas prohibidas, ni los demás tribunales, que antes de la revo- lución eran generalmente rígidos y exactos en el desempeño SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 33 de sus deberes, lo tuvieron para sofocar el vicio de la embria- gez: y esto se comprueba no solo con la historia que ligeramen- te hemos trazado de tales bebidas, sino con los preámbulos de muchos de los bandos, autos acordados y reglamentos de poli- cía, en los cuales son muy frecuentes los lamentos de las auto- ridades que los dictaban sobre la inobservancia ó ineficacia de las penas anteriormente establecidas, y la ponderación de los desórdenes y escándalos que las obligaban á renovarlas ó á im- poner otas nuevas. Pero era muy natural que así sucediese. Antes de la libre elaboración del aguardiente era de todo punto imposible sofocar la embriagez con la introducción de aguar- dientes españoles, que tanto importaba aumentar al comercio de Cádiz, y con las facilidades que prestaba el pais para producir el de caña, y expenderlo á precios muy ínfimos que ponían su con- sumo al alcance del mas pobre. Exigir que este fuese sobrio cuando las gentes acomodadas no lo eran, era pedir á la clase menos morigerada del pueblo virtudes de que no le daba ejem- plo la que por su educación debia estar mas exenta de hábitos y costumbres viciosas. El comerciante, el minero, el hacendado, que consumían el aguardiente español con mas ó menos in- temperancia, y adquiriéndolo á un alto precio, ¿debían extra- ñar que sus dependientes, criados y jornaleros consumiesen el del pais, que se les ofrecía con mucho menor dispendio? Y después que su elaboración fué permitida y quedó el fisco inte- resado en su aumento, ¿debia esperarse otro resultado que el del crecimiento progresivo del vicio que la legislación quería com- primir? ¿No debia ser esta impotente cuando luchaba con habitudes que fomentaba el interés del mismo gobierno, á cuyo nombre quería extirparlas? ¿No debia ser aun mas impotente después de la independencia, cuando la relajación general cau- sada por la frecuencia de las revoluciones ha destruido el anti- guo orden de cosas, sin sustituirle otro estable y que pueda dar sólidas garantías á la paz, á la seguridad y á las buenas cos- tumbres? Ya hemos visto que después de la independencia no han faltado celosos gobernantes que hayan revivido las anti- guas disposiciones, ó dictado otras nuevas contra la embria- guez; pero ¿qué establecimientos de policía se han creado para 34 MEMORIA mantenerlas en vigor? ¿Un cuerpo de alguaciles con el nom- bre de celadores públicos, compuesto de gentes acaso tan vicio- sas como las que deben vigilar, y dirigido por autoridades que se renuevan incesantemente, é incapaces por lo mismo de obrar bajo un plan concertado y fijo, podrá llamarse policía? Convengamos, pues, en que abundan leyes para reprimir el mal de que se trata, pero que faltan absolutamente los resortes que deben hacerlas obrar, y que por desgracia deberán faltar por mu- cho tiempo, atendido el porvenir incierto que cada día nos ofre- cen los elementos de desorden y confusión que fermentan en nuestra desgraciada sociedad. Pero aun removidos estos obs- táculos, ¿serian solo las medidas represivas eficaces para curar el mal? Suponiendo organizada una buena policía ¿seria este elemento bastante para destruir los que le contraponen el inte- rés que tienen los fabricantes y expendedores de aguardiente en dar mas desarrollo á la funesta industria de que dependen? ¿La Francia, la Inglaterra y los Estados-Unidos han carecido acaso de buena policía, y no hemos visto sin embargo en esas nacio- nes mas extendido que en nuestro pais el vicio de la embria- guez? Estas consideraciones nos conducen á una de dos consecuen- cias, á saber: ó es necesario atacar de raiz el mal, prohibiendo la elaboración del aguardiente del pais y la importación del ex- trangero, ó crear una institución que con medidas preventivas ataque y disminuya gradualmente la funesta habitud de em- briagarse, á la manera que se ha hecho en los países sobredi- chos, con el establecimiento de las Sociedades de Templanza, de que después hablaremos. La prohibición de la fabricación del aguardiente seria la me- dida mas eficaz; pero al alcance de cualquiera está que ni pue- de aspirarse á hacerlo desaparecer del comercio, por los varios usos medicinales, industriales y económicos en que se emplea, ni aun cuando ello fuese dable, podría hacerse de un golpe, por- que se arruinarían muchos intereses que es necesario respetar; sin que ocurra medio de indemnizar á las inumerables familias que tienen en ellos fincada su subsistencia. Un medio habría para extinguir las fábricas, ó al menos reducir su número á lo SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 35 que demandasen las necesidades de la medicina y de las artes, y seria el de mejorar la elaboración de la azúcar, adoptando los procedimientos de Derosne, con los cuales se obtiene doble can- tidad de azúcar del jugo de la caña, sin que resulten como hoy tantas melazas, que son las que se emplean en la fabricación del aguardiente. Pero aun suponiendo que esta ú otras mejo- ras semejantes se introdujesen, se tropezaría con otro inconve- niente, y es el del consumo de la azúcar, que estando hoy limi- tado á lo que exigen las necesidades del pais, seria preciso en- tonces buscarlo en la exportación, para dar salida á los produc- tos sobrantes que resultarían de la mejora indicada. Mas esa exportación ¿cómo lograrla en el estado actual de nuestros ca- minos? Seria necesario que la producción fuese tan barata, que el efecto pudiese reportar los fletes hasta los puertos de salida, y venderse en ellos á un precio tan reducido, que le permitiese rivalizar en los mercados extrangeros con los azúcares de ultra- mar. El procedimiento de Derosne, según los cálculos que ha- ce el mismo autor al describirlo, y que la experiencia ha com- probado en la isla de Borbon y en la de Cuba, ofrece tantas economías, que no parece improbable que se lograse el buen despacho de la azúcar mejicana en el mercado extrangero, con utilidad de los especuladores del ramo. En Tepic se ha esta- blecido ya un ingenio con maquinaria encargada al mismo De- rosne, y ha tenido muy buen éxito por lo respectivo á la clase de los productos, de los cuales tenemos una muestra; pero el tiempo no nos ha permitido instruirnos de todos los pormenores acerca de la marcha del nuevo establecimiento, para poder ase- gurar que la generalización del método de que se trata resolve- ría todos los problemas que en el caso se presentan (1). Mas aun en la suposición de que así se verificase, nos queda- rían todavía otras dificultades que vencer. El mayor aprove- chamiento del jugo de la caña, y su conversión en doble canti- dad de azúcar exportable, haria cesar, si se quiere, la fabricación del aguardiente qué ahora se usa; pero se introducirían otrcs para satisfacer la demanda de los bebedores, habituados ya á tan funesto vicio. So fabricarían del pulque y de otros produc- [1] Véase la nota 6. * al fin. 36 MEMORIA tos vegetales, como ya se fabrican hoy; pues si en Francia se hacen aguardientes hasta de las papas, ¿cómo no se harían en- tre nosotros de tantos frutos como produce nuestro riquísimo suelo? Esta consideración me haria desmayar y dejar aquí la pluma, si no confiara en que la Providencia no ha de ser tan ingrata con los mejicanos, que les niegue la posibilidad de establecer, una ó varias sociedades como las que se han establecido en los Estados-Unidos, en Inglaterra, en Francia y en otros puntos de América y Europa, con el título de Sociedades de Templan- za, y á las cuales se debe un cambio feliz que, hasta la época á que alcanzan las lecturas que hemos podido hacer sobre la ma- teria, ofrecían, si no la extirpación absoluta de la embriaguez, una diminución tal, que no se creería, si no se viese comprobada con el testimonio de escritores respetables." Aunque para los ilustrados miembros del Ateneo no serán nuevas las noticias que he hallado en dichos autores, séame permitido trasladarlas aquí, por lo que puedan contribuir, si mi trabajo merece que se le dé alguna publicidad, á excitar el celo de los buenos mejicanos que las ignoren, y que por su posición social sean capaces de dar impulso á la creación de institucio- nes preventivas, que en la organización actual de la sociedad son absolutamente necesarias para suplir la acción de los go- biernos, cada vez mas debilitada con las conquistas de la demo- cracia. La primera sociedad que se formó en los Estados Unidos pa- ra remediar los espantosos males de la embriaguez fué la de Massachusetts, que tuvo principio en Boston en el mes de Fe- brero de 1813. Su programa fué hacer cesar el abuso de los licores espirituosos y los vicios consiguientes, como son el liber- tinaje y el juego, estimulando por todos los medios posibles la templanza y la moral pública. Por desgracia esta sociedad se contentó con procurar introducir la moderación en el uso de las bebidas fuertes, en lugar de recomendar su abstinencia total y fué por lo mismo muy escaso el bien que produjo. En 1826 se perfeccionó la obra proyectada en 1813, con la creación de la Sociedad Americana de Templanza, á la cual se le dio el carác- SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 37 ter de una institución nacional, inscribiéndose en ella las perso- nas mas respetables, para que tuviese toda la influencia que fuese dable. Se admitieron como miembros suyos á todos los individuos que quisieron serlo, bajo las condiciones de enterar treinta pesos en sus arcas, y de abstenerse de licores embriagan- tes, formándose un reglamento para su gobierno y para la elec- ción de presidente y demás funcionarios en nueve artículos, de los cuales creemos oportuno copiar aquí los dos últimos. Dice el octavo que "el secretario se consagrará exclusivamente á los trabajos de la sociedad, y será de su obligación hacer, bajo la dirección de la comisión administrativa, las comunicaciones con- venientes á los ministros del Evangelio, á los médicos y demás personas influentes, por medio de folletos, de correspondencias y entrevistas personales: concertarse y cooperar con ellos para preservar de los males de la intemperancia á todos aquellos so- bre quienes ejerzan alguna autoridad: publicar en los periódicos artículos sobre el uso de los licores embriagantes, y empeñar á los preceptores y á todos los que se ocupan de la dirección de las escuelas, á que hagan todos sus esfuerzos para imprimir en el ánimo de la juventud el espantoso cuadro de los males de to- da especie á que se exponen los que se habitúan á las bebidas espirituosas: acercarse á los miembros de las iglesias cristianas, padres, tutores, niños, aprendices, criados, &c, y hacerles las exhortaciones y representaciones mas enérgicas para empeñar- los á. conservarse libres de los ataques de este pérfido enemigo de la salud, y de todos los bienes temporales y espirituales del hombre: tomar todas las medidas que juzgue convenientes para formar asociaciones voluntarias, destinadas á propagar los prin- cipios de la Sociedad: emplear todos los medios posibles para llegar con la protección divina á fijar la atención de las perso- nas de todo sexo, edad y condición, sobre la enormidad del mal que la Sociedad se propone impedir, y sobre la importancia de las innumerables ventajas que resultarían del buen éxito de sus esfuerzos: en una palabra, producir tal mudanza en la opinión pública, tal revolución en las costumbres de la generalidad, que reine al fin en todo el mundo la templanza, con todos los bienes que dimanan de ella.'' 3§ MEMORIA El artículo nono dice así: "Hay un principio que el secreta- rio y la comisión ejecutiva no deben jamas perder de vista, y ha de ser la base de todas sus operaciones, y es, que aunque deben hacerse esfuerzos continuos para atraer á la sobriedad á los que han adquirido habitudes intemperantes, mas ó menos arraiga- das, el objeto cardinal de la institución es poner á cubierto del peligro á los que no se han entregado todavía á semejante vicio." La sociedad de Boston no tardó en hallar imitadores y auxi- liares. En pocos años cada uno de los Estados de la Union tu- vo Sociedades de Templanza, en las cuales se alistáronlos hom- bres mas distinguidos por su rango, sus talentos ó su influjo. Nada mas sencillo que el modo de formarse y de obrar de tales sociedades. Los habitantes de un común ó de un cantón se reú- nen en un lugar determinado, y se empeñan recíprocamente á abstenerse de toda bebida embriagante, y á cuidar de que sus subordinados hagan lo mismo. Todos los que se empeñan de esta suerte se hacen miembros de la nueva sociedad, y nombran administradores encargados de recibir nuevos socios. Estos ad- ministradores deben indagar cuál es el consumo anual de lico- res fuertes en el común ó cantón en que la sociedad se ha for- mado: procuran conocer la influencia que el abuso de esos lico- res ejerce sobre la moralidad y bienestar de los habitantes, y se esfuerzan en patentizar los efectos obtenidos por los trabajos de la sociedad, ó los que deben esperarse de ellos. Cada año se consigna el resultado de estas indagaciones en un informe con que se da cuenta á los socios reunidos, y sobre todas las socie- dades inferiores hay por lo común una sociedad central, que se encarga de analizar y publicar los resultados generales. El éxito excedió bien pronto las esperanzas. Por todas par- tes se formaron nuevas sociedades de Templanza, y según Gus- tavo de Beaumont y Alejo Tocqueville, que visitaron los Esta- dos-Unidos por orden del gobierno francés, con el objeto de es- tudiar la reforma penitenciaria, en la obra que publicaron bajo el título de Sistema penitenciario de los Estados- Unidos, y de su aplicación en Francia, nos aseguran que en 1831 habia en esa singular república las sociedades siguientes: SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 39 En Nucvo-Hamsphire.......................... 196 Maine........................................ 140 Vermont...................................... 131 Massachussetts................................ 209 Connecticut.................................... 202 Rhode-Island.................................... 20 Estado de N. York.............................. 727 Nueva Jersey................................. 61 Pennsylvania................................. 124 Delaware..................................... 5 Maryland...................................... 38 Distrito de Columbia... *........................ 10 Virginia...................................... 13 Carolina del Norte............................. 31 Carolina del Sur............................... 16 Georgia...................................... 60 Las Floridas.................................. 1 Alabama..................................... 10 IVlississippí..............♦...................... 19 Luisiana.......*............................. 3 Tennessce.................................... 15 Kentucky..................................... 23 Ohio......................................... 104 Indiana...................................... 25 Illinois....................................... 12 Missouri...................................... 4 Michigan..................................... 13 Total..............................2.212 Los miembros de estas sociedades llegaban al número de doscientos setenta mil, debiéndose advertir que según dichos au- tores solo hacían mención de las sociedades que habían publi- cado noticias ó informes sobre sus operaciones, y que se calcu- laba que su número total podía ascender á tres mil, habiendo fundamento para creer que el consumo de los licores espirituo- sos habia disminuido en una mitad. 40 MEMORIA Ducpetiaux, refiriéndose al informe de la Sociedad America- na publicado en 1835, dice que en ese año pasaba de ocho mil el número de las Sociedades de Templanza en los Estados- Uni- dos, y que según el mismo documento se calculaban en dos mi- llones por lo bajo las personas que se habían abstenido de bebi- das alcohólicas; en cuatro mil las destiladurías que se habían cerrado; en ocho mil los mercaderes que habían cesado de ven- der aguardiente; en mas de doce mil los, ebrios calificados que habían renunciado á todo licor embriagante, y en mil doscien- tos los buques que salían de los puertos de la Union sin llevar á bordo bebidas espirituosas; y que los capitanes de estos buques declaraban unánimes que los marinaros gozaban de mejor salud, observaban una conducta mas regular, y desempeñaban mejor su servicio cuando no usaban de ninguna de estas bebidas. El mismo autor, refiriéndose á la memoria publicada por la Sociedad Americana en 1831, asegura que en solo el Estado de Nueva-York produjo la abstinencia de licores fuertes en dicho año una economía de mas de dos millones de pesos, y que los casos de indigencia, de crimen y de muerte prematura habían disminuido en proporción. En la ciudad de Albani, que tiene de población cerca de vein- te mil almas, y en donde murieron trescientos treinta y seis in- dividuos de mas de diez y seis años en la epidemia del cólera, solo hubo dos muertos de cinco mil miembros de la sociedad de Templanza. En 1839 se publicó un decreto por el ministerio de la guerra suprimiendo la ración de aguardiente que se daba á las tropas, y prohibiendo toda introducción de esta bebida en las fortale- zas, campamentos y guarniciones de los Estados-Unidos, así co- mo el que los vivanderos pudiesen venderla á los soldados, quie- nes, ya preparados para esta reforma, la recibieron muy bien. "Casi todas las ciudades y lugares de los Estados-Unidos, son palabras de Ducpetiaux, tuvieron su sociedad de Templanza y hubo algunas como Nueva-York, en que se estableció una en cada cuartel. Fué tan prodigioso el cambio obrado de las cos- tumbres, que hubo vendedores de licores que arrojaron sus mer- cancías al mar para impedir los males que habría ocasionado SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 41 su consumo; y muchos labradores rehusaron vender sus granos á los destiladores, wo rpieriendo, decían, alimentar estas fuentes de crimen y de muerte" En seguida cita las siguientes de M. Baird, que publicó una historia de dichas sociedades. "Antes de ahora ninguno de los carruages públicos que recorren el pais, se detenia jamas en las puertas de un café ó de un mesón, sin que los viageros y el co- chero se precipitasen á la pieza en que se venden los licores, pa- ra tomar un vaso de rom, de gin, whiskey ó aguardiente. Hoy es raro ver que pidan otra cosa que agua, limonada ó cerveza." En ciertos Estados se habia pronunciado el pueblo tan enérgi- camente contra la venta y el uso de los licores espirituosos, que se habia cesado de conceder permisos para este género de co- mercio: en muchos cantones de los seis Estados del Norte, lla- mados comunmente Nueva-Inglaterra, el pueblo habia prohibi- do absolutamente su venta. En la parte occidental de Ponsil- vania, donde se habían rebelado contra el gobierno en 1791 y 1791 por un impuesto á los alambiques y á la fabricación del wis- ckey, fué tal el desarrollo de los hábitos de templanza, que en un condado el número de los destiladores, en el corto tiempo de diez y ocho meses, habia quedado reducido de ciento sesenta y ocho á solos sesenta y dos: los condados vecinos ofrecían igual resultado. (R. Baird.) A ejemplo de los Estados-Unidos se establecieron Sociedades de Templanza en otros países de América, Europa y Oceania. La N. Holanda, la N. Gales del Sur, la tierra de Van Diemen, y hasta ol pais de los hotentotes, vieron nacer esta admirable institución. En Europa, según Roesch, se formaron en los años de 1829, 30 y 31 en Irlanda, Escocia, Suecia, Finlandia, Rusia, y en va- rios lugares de Alemania y Suiza, siendo uno de ellos Ginebra; que como se sabe, ha dado su nombre á uno de los aguardien- tes mas extendidos en el globo. La Francia, según Villermé (1), no acogió con mucho entusias- mo esas útiles asociaciones, acaso porque la que se estableció en la ciudad de Amiens se limitó á recoger suscriciones y propo (1) Anales de Higiene pública y Medicina legal, t 22, pág. 107. 42 MEMORIA ner un premio para el que escribiese la mejor obra sobre los me- dios de corregir la intemperancia. No así la Inglaterra y sus colonias, donde se han trasplantado con tan buen éxito como en los Estados-Unidos. "El mes de Mayo de 1831, dice Roes- ch, vio fundarse la de Londres bajo la presidencia del obispo de aquella ciudad." Según Ducpetiaux, el número de las Socieda- des de Templanza establecidas en un año era de cuatrocientas cuarenta y tres, y los miembros que las componían llegaban á ochenta y siete mil quinientos setenta y uno. Se formó una marítima que contó entre sus vicepresidentes once almirantes y muchos miembros del parlamento. Gibraltar vio también organizarse una en su recinto. Entre los muchos hechos que pudiéramos citar para comprobar los felices resultados que se han obtenido en Inglaterra por medio de estas sociedades, cree- mos que bastará el siguiente, referido por Ducpetiaux. En Preston hubo una serie de seis sesiones de asisas, en las cuales ningún habitante de la ciudad fué llamado ante los jueces, lo que prueba cuánto se habia corregido en Inglaterra un vicio, para cuyo sostenimiento se calculaba que por lo bajo gastaban anualmente los ingleses cincuenta millones de libras esterlinas (doscientos cincuenta millones de pesos mejicanos), y que los cuarenta millones de gallones que en el mismo periodo se con- sumían podrían formar un rio de cinco pies de profundidad y cuarenta de ancho, sobre ocho millas de largo. Méjico debe seguir el ejemplo de los Estados-Untidos y de la Inglaterra, si quiere extirpar radicalmente el vicio de la intem- perancia, estableciendo sociedades que lo ataquen, como el me- dio preventivo de mas eficacia que puede emplearse para lograr el objeto. La misma legislación nos está manifestando que los medios preventivos son preferibles á los represivos, pues entre las disposiciones, tanto antiguas como modernas de nuestro país hemos visto que son mas numerosas las que emplean los de la primera clase. Y esto lo aconseja no solo la ciencia legislati- va, en la cual pasa como primer principio del derecho penal que es mejor prevenir los delitos que castigarlos, sino la naturaleza misma del vicio que combatimos. El acto de embriagarse no es de aquellos que pueden consi- SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 13 dorarse punibles, sino en cuanto puede perjudicar al bien estar de otro, ó turbar el buen orden de la sociedad. No es como el robo, el homicidio y otros delitos que afectan siempre á un ter- cero. I ti ebrio puede entregarse á su inclinación favorita en el recinto de su hogar, sin dañar á nadie; y así vemos que al- gunos legisladores de la antigüedad no castigaban la embria- guez sino cuando recaía en personas públicas, como los magis- trados y los jueces, por el perjuicio que podia resultar á la socie- dad de las disposiciones y sentencias que dictasen en estado de perturbación mental. Noli regibus daré vinnm, dice Salo- món (1), quia mdlum secretum est ubi regnat ebrietas: et ne forte bihant et obliviscantur judiciorum, et mutent causam fi- liar um ¡xiuperis. En Fsparta estaba con especialidad prohibida la bebida á los jueces y funcionarios, y Solón impuso la pena de muerte contra los arcontes que se mostrasen ebrios en público. Nuestra legislación castiga con menos severidad la embriaguez de un hombre de la clase común, que la de un militar ó un juez, respecto del cual es causa de destitución. Realmente para el ebrio no hay pena sino cuando hay publicidad, pues todas las establecidas lo suponen tirado en la calle, ó causando escánda- los y provocaciones. Así es que en los códigos franceses no se registra ninguna disposición contra los ebrios, porque la acción de embriagarse no envuelve necesariamente daño de tercero, que es la condición que exige el derecho francés para calificar una acción de criminal. Aun á los ojos de la moral pudiera decirse que la embriaguez no es pecaminosa á priori, porque teniendo origen de un placer inocente, quedaría en la clase de acción indiferente, si no fuera por las funestas consecuencias que acarrea cuando pasa de ciertos límites, á diferencia de otras acciones que desde luego descubren su culpabilidad, y en las cuales no cabe por lo mismo parvedad de materia. En una palabra, el que se entrega al vicio de la embriaguez, aunque se coloca en la carrera del crimen, no es todavía un delincuente. Y como las penas deben proporcionarse á los delitos, entende- mos que os poco ó nada lo que podrá añadirse á la parte repre- [1] Proverb. XXXI, v. 4-5. 44 MEMORIA siva de nuestra legislación contra la embriaguez, y que aun las disposiciones penales que se apliquen deben ir acompañadas de medidas que tiendan á la mejora y enmienda del culpable, mas bien que á inferirle castigos corporales ó pecuniarios. Por abominable que sea tal vicio, como lo es realmente, es innegable que la mayor parte de las gentes lo contrae sin pre- ver sus fatales consecuencias, y muchos de los que en él per- manecen es porque no descubren todo el horror del porvenir que les espera. Tanto en Europa como en América las clases ínfimas son las que principalmente se hallan entregadas á él, es decir, las que están menos al alcance de los estragos que ocasiona. Serian muy pocos los que lo contrajeran, si cono- ciesen desde un principio el pérfido enemigo con quien se ligan; y no es dudoso que muchos lo abandonarían, si antes de ser completamente subyugados por él llegasen á adquirir ese cono- cimiento. En nuestro pais mismo tenemos un ejemplo que confirma esta aserción. La costumbre de tomar aguardiente á ciertas horas del dia, que estuvo muy extendida entre la clase media, se fué extinguiendo poco á poco, porque esta clase era mas susceptible del convencimiento de los perjuicios que causa- ba. Si los viejos son por lo general mas templados que los jó- venes, es porque la edad les ha hecho conocer los males que acarrea el desenfreno de las pasiones; y la gran ventaja de la educación consiste en que desde nuestros primeros años, y ahorrándonos el tributo, por cuyo medio llega á conocerlo la debilidad humana, nos abre el gran libro de la experiencia. Por inclinados que sean los hombres al mal, cuando resienten sus efectos, ó tienen certeza de que han de llegar á resentirlos, se abstienen de él. Esto es conforme á nuestra constitución mo- ral, que nos hace buscar siempre el bien y huir del mal, en cu- ya tendencia se funda la perfectibilidad de la especie humana, reconocida por la filosofía y apoyada en la historia. Aplicando estos principios á la cuestión presente, no es difí- cil decidirla por el extremo que ya se ha indicado, y la verda- dera resolución del problema no consistirá en enunciar simple- mente la conveniencia de establecer en la república Sociedades de Templanza para corregir la embriaguez, sino en indicar la SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 45 manera de poner en ejecución esta medida para lograr los feli- ces resultados que ha producido en otros países. No debo disimular que desde que tracé las primeras líneas de esta memoria se me presentaron varias dificultades para rea- lizar el pensamiento, y que mas de una vez he dudado si aban- donaría el trabajo comenzado, recelando no salir airoso en él ya por los obstáculos reales y efectivos que tocaba, ya por los que la imaginación de muchos de mis lectores podrá tal vez fi- gurarse, si este escrito tiene la suerte de extenderse fuera del recinto del Ateneo. Exponer sin reserva esas dificultades, y las razones que me han inclinado á no creerlas insuperables es un deber mió, cuando aspiro, mas que al aplauso, al logro de los grandes objetos á que tiende el programa propuesto, y éste es el lugar en que creo oportuno verificarlo. Para que prosperasen entre nosotros las Sociedades de Tem- planza se debería contar con un elemento de que hasta hoy hemos carecido, á saber, el espíritu de asociación, que es el que hace valer los recursos de un pueblo, tanto en lo físico como en lo moral. He aquí la objeccion que desde luego se presentará á cualquiera que conozca la gran diferencia que existe entre la sociedad mejicana, y la que forman las naciones en que han progresado las sociedades de que se trata. "En los Estados- Unidos, dicen Beaumont y Tocqucville, se forman reuniones con objetos de placer, de ciencia y de religión. La asociación da un grande apoyo á la debilidad de los individuos." Los me- jicanos' estamos muy distantes de poseer esta gran ventaja pa- ra sacar partido de las inmensas que nos ofrece la riqueza del suelo, la benignidad del clima y la unidad de religión; y al paso que debe confesarse esta verdad, debe reconocerse también que por desgracia la causa do esta diferencia debe ejercer por mucho tiempo un grande influjo, pues no es otra que los diferentes puntos de partida que reconocen la sociedad mejicana y la de los Esta- dos-Unidos. Entre éstos, desde la fundación de sus primeras colonias, todo fué obra de la asociación: entre nosotros, al con- trario, todo lo hizo el mandato de la autoridad. Bajo su guía mar- chamos por trescientos años, y á pesar de que llevamos una épo- ca harto larga de luchar con ella, entramos frecuentemente en 46 MEMORIA periodos de cansancio, y nos dejamos subyugar por los que la representan, aun cuando hayan usurpado sus títulos empleando la fuerza material. La asociación, pues, ha sido entre nosotros una planta exótica, que ó se ha marchitado fácilmente, ó no ha medrado con el vigor y lozanía que entre nuestros vecinos. Mas por exactas que sean estas reflexiones, y por distantes que estemos del alto puesto á que ellos han llegado en la escala social, no puede desconocerse que hemos entrado en la vía por donde caminan los pueblos civilizados, y que en nuestro siglo todo tiende á la propagación de las formas democráticas, de las cuales es inseparable el espíritu de asociación. Pudiera decirse que aun á pesar nuestro nos veríamos arrastrados por el torren- te de las ideas dominantes de nuestra época á modelarnos bajo los principios que norman la marcha general de los pueblos que están en vía de progreso. No desconocemos que emitimos una teoría que será contestada por no pocas personas, que ó temen ó esperan otro porvenir. Así, pues, sin insistir en ella, dejaremos libre el campo á todos los que crean que el mundo camina hoy por sendas erradas, buscando elementos de prosperidad en don- de no pueden encontrarse sino de confusión y desorden, y nos contentaremos con señalar el hecho de que la sociedad actual es como la hemos bosquejado, y este hecho no se nos podrá contestar por los individuos á quienes nos referimos, supuesto que de él se parte para acusar á la generación presente de as- piraciones extraviadas ó quiméricas. Esto supuesto, y bien sea que nos hallemos en una época de transición á mejor estado, ó en una vereda tortuosa de que de- bamos retroceder para no caer en el precipicio y volver al recto sendero, pocos dejarán de convenir en otro hecho, y es, que en el estado actual de la sociedad, y con mas razón entre los pue- blos que no han terminado todavía sus debates políticos, la mo- ral se ve privada de apoyos que antes la sostenían. El sacer- docio, su tutor nato en todos los países que han tenido una reli ¿ion cualquiera, ha participado de las pérdidas experimentadas por la autoridad, y necesita de la cooperación de las demás cla- ses para recobrar su benéfica influencia hasta el grado en que la religión y la moral, hermanadas con los grandes intereses SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 47 sociales, lo exigieren. Hé aquí una consideración para que todos los buenos ciudadanos se animen y contribuyan á la for- mación de las Sociedades de Templanza, cuyo objeto es eminen- temente moral. Si entre nosotros no ha habido espíritu de aso- ciación, esta es la ocasión de despertarlo. ¿A quién no le inte- resará contribuir á ello? Aun mirados solo los intereses tem- porales, ¿quién no tendrá dependientes, operarios, aprendices, criados y subordinados de cualquiera clase, cuya morigeración no le deba importar en sumo grado? ()bscrvemos, sin embargo, que aunque el espíritu de asocia- ción no ha formado hasta ahora uno de nuestros rasgos carac- terísticos, no nos es tan extraño que no hayamos sido movidos por él en circunstancias en que se ha creído alcanzar por su medio grandes ventajas, bien á favor de la comunidad, bien á favor de clases determinadas. A fines del año pasado se ha es- tablecido en esta capital una sociedad de agricultura compuesta de propietarios; y si no ha empezado á obrar y á promover los adelantos de esc importantísimo ramo, es porque sus estatutos concebidos acaso bajo un plan mas vasto que el que al princi- pio convenia abrazar, se hallan aun pendientes de la aproba- ción del gobierno, mas no porque se haya entibiado el celo ar- diente de sus promovedores (1). El fomento del ramo de la seda provocó en varios departa- mentos reuniones numerosas, y recordamos haber visto un dia- rio del gobierno, casi lleno con los nombres de los individuos que formaban la Sociedad matriz establecida en Morelia. Las memorias de la Dirección de Industria nos instruyen de varias juntas instaladas con el objeto de fomentar los diferentes ramos que la constituyen, é introducir los muchos nuevos de que nuestro suelo es susceptible. Ni se diga que éstas y otras asociaciones semejantes han lle- vado por mira solo el progreso de los intereses materiales. Es- to pudiera desmentirlo en la mayor parte de los socios de la [1] Esto se escribia en Abril de ls46. Hoy está ya la Sociedad planteada, y ha comenzado sin trabajos publicando un periódico, con el título de Memorias de a Socirdad de agricultura del Distrito Federal, al que todos los propietarios, y especialmente los labradores, deberían suscribirse, fomentándolo por cuantos medios estuvieren en su arbitrio. 48 SOBRE LA EMBRIAGUEZ. empresa de la seda la pequeñísima cuota con que se han sus- crito, y de la cual no han podido esperar sino utilidades mez- quinas, debiendo por lo mismo inferirse que el bien general es el que los ha movido; y aunque la suma de este bien sea material, su procuración debe referirse á un principio mas noble, al patrio- tismo, al deseo de la prosperidad nacional. Con mayor razón deberemos atribuir á estos móviles puros los trabajos de las de- mas sociedades industriales, que no han tenido por objeto nin- guna 'empresa ó especulación particular de que puedan redun- dar ventajas directas ó exclusivas á los individuos que las com- ponen. Y aunque pudiera decírsenos que estas corporaciones son en cierto modo oficiales, porque su establecimiento se trazó en el plan de la Dirección general de Industria, el celo que han desplegado ha sido tan espontáneo, que no puede referirse sino á aquel noble y patriótico espíritu. El cuerpo de profesores de medicina lleva muchos años de estar dando testimonios de su amor á la humanidad y del ínte- res que toma en los adelantos de la ciencia; y entre ellos es dig- no de consignarse aquí el establecimiento de varias sociedades, dos de las cuales se han distinguido publicando periódicos fa- cultativos que han durado largos periodos. Uno de ellos subsis- te todavía, y todos se han sostenido' exclusivamente por el espí- ritu filantrópico que ha animado á los miembros de estas socie- dades, y á merced de sacrificios suyos pecuniarios, lejos de conseguir ninguna ventaja individual. Si extendemos la vista á los Departamentos, veremos que en varios de ellos la instrucción pública es deudora de las creces que ha tenido, ó por lo menos de su conservación, mas bien á los esfuerzos de asociaciones locales que á la protección de los gobernantes, que por el estado de agitación del pais, si no ha sido escasa, no ha podido ser constante y sistemada. Entre esas sociedades bastaría mencionar la Lancasteriana, formada en esta capital desde el año de 1822, sostenida por la cons'an- cia mas noble y desinteresada de sus miembros, extendida su beneficencia á varias clases menesterosas del pueblo no com- prendidas en el programa de su creación, ramificada en los principales lugares de la república, y siempre coronada con la SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 49 gratitud y bendiciones de los mejicanos, por los progresos mo- rales é intelectuales de las clases pobres, sobre las cuales ha derramado los beneficios de la educación. Seria injusto al terminar este ligero bosquejo del cuadro que nos ofrece el espíritu de asociación de la República, pasar en si- lencio el nombre del Ateneo Mejicano, que se halla en el sexto año de su establecimiento, y cuya marcha, si no ha sido de un progreso rápido y brillante, ha sido perseverante y mesurada. Su sola existencia en el periodo de mas inconstancias que aca- so recordarán los anales de la República, aun cuando sus otras tareas literarias y la filantrópica actual no lo recomendasen, bastaría para darle un lugar distinguido en la historia de nues- tros progresos sociales. En vista de todo esto, ¿seria avanzado sostener que por todas partes se descubren gérmenes de asociación mas ó menos des- arrollados, y que no es tan infecundo el suelo mejicano que de- bamos desconfiar de que se arraigen en él las Sociedades de Templanza, por cuyo medio se logre extinguir el fatal vicio de la embriaguez? Yo no lo he creído así, y por tanto, y contan- do sobre todo con los auxilios de la Providencia, que no ha de ser sorda si la invocamos con sinceridad y buen celo, y con la nobleza y generosidad de carácter de mis compatriotas, no he vacilado en proponer ese medio, creyéndolo el mas eficaz, el mas adaptable en circunstancias en que la comunidad no pue- de contar con los resortes activos del gobierno, y el que mas se conforma con la índole suave y dócil de nuestro pueblo, en quien las medidas de severidad producen mas irritación que en- mienda, y cuya inteligencia, como lo han reconocido los ex- trangeros que nos han visitado y observado con filosófica im- parcialidad, es mas despierta que la de otros pueblos colocados en un grado mas alto de civilización. A la formación de las Sociedades de Templanza deberían pre- ceder, para despetar el entusiasmo, escritos ya originales, ya traducidos, que concentrasen y dirigiesen al punto capital de la extinción do la embriaguez el espíritu religioso y filantrópico de los mejicanos; que excitasen el celo de los respetables miem- bros del clero, para que inculcasen al pueblo los principios mo- 50 MEMORIA rales y religiosos que han de servir de guia á las Sociedades, con no menos celo que el que emplean en inculcarle los sagra- dos dogmas de la religión, y en mantener la devoción y piedad fervorosa de los fieles; y¿pue moviesen la generosidad de las personas ricas y bien intencionadas, para que protegiesen y mi- rasen la institución de que se trata con el mismo laudable in- terés con que han protegido el respetable instituto de las Her- manas de la Caridad. Para estas no ha escaseado la generosi- dad mejicana. ¿Se negaría para las Sociedades de Templan- za y sus establecimientos auxiliares, sino porque no se habia sabido mover los resortes de los corazones benéficos? El Ateneo entre sus secciones cuenta la de ciencias morales, la cual podia tomar la iniciativa y dar impulso á las asociaciones en cuestión, encargándose de las primeras publicaciones que conviene hacer por la prensa para preparar el terreno antes de sembrar, y acaso de otras medidas análogas, que cuadrarían muy bien con los fines de su establecimiento, y colocarían al Ateneo en el rango de primer protector de la causa de la tem- planza. ¿Desdeñaría el Ateneo admitir tan noble patronato? Estas medidas preparatorias, y otras que podrían excogitar sus ilustrados miembros, atenuarían por una parte las dificulta- des que pudiera ofrecer el establecimiento de las Sociedades, comparados nuestros elementos sociales con los de los Estados- Unidos, al paso que por otra harían mas fructíferos los que mi- litan á nuestro favor y de que ellos carecen; pues si el Norte nos saca la ventaja de la antigüedad en la carrera democrática, y en la estabilidad de sus instituciones políticas, Méjico puede contraponerle la unidad de religión, de idioma, de costumbres, y sobre todo la menor corrupción por lo respetivo al vicio que nos ocupa, y á la época en que allí se emprendió la reforma. Al recorrer la historia de las Sociedades de Templanza, co- piamos los artículos principales del reglamento de la Gran So- ciedad Americana, en los cuales están resumidos los medios de que se valió para el logro de su grandioso objeto, y esto nos excu- sa de detallar aquí los que deben emplearse con generalidad por las que entre nosotros se establezcan, pues deben ser análogos, como que tienden al mismo fin. Nos ocuparemos, sin embar- SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 51 go, de los que á nuestro parecer deben serles peculiares, atendi- da la situación particular de nuestro país, y sobre todo la de la ciudad de Méjico, á la cual se dirijen principalmente nuestras miras, comprendiéndolos en los artículos siguientes, 1 P La sociedad que se establezca en Méjico se dividirá en tantas secciones cuantos son los cuarteles en que está dividida la ciudad. En cada una de ellas se procurará que haya por lo menos un eclesiástico, que en el ejercicio de su ministerio se- cunde los votos de la Sociedad. 2 ? Procurará desde luego ponerse en comunicación con las sociedades extrangeras que tiendan á la reforma de costumbres, principalmente á la del vicio de la embriaguez, para hacer apli- cables las medidas que hayan surtido mejores efectos, siempre que fueren compatibles con nuestras costumbres. 3 ? Se pondrá igualmente en comunicación con las juntas de beneficencia, directores ó administradores de hospitales, hos- picios, cárceles y casas de corrección de la República, gefes de cuerpos militares y fábricas nacionales, dueños ó administrado- res de establecimientos industriales, y maestros de talleres, con el fin de indagar el estado moral del pueblo por lo concernien- te á la intemperancia, y de trasmitir á los encargados ó dueños de dichos establecimientos ó corporaciones cuantas instruccio- nes y observaciones crea conducentes á remediar el mal de que se trata, 1 P Formará una biblioteca compuesta de los libros, regla- mentos, folletos y periódicos que pueda adquirir por compra ó donación, y sean relativos á la beneficencia pública en los ra- mos de mejoras morales de las clases pobres, y con especialidad en el de la templanza en el uso de las bebidas embriagantes. 5 ? Publicará un periódico, y los impresos sueltos que cre- yere convenientes, y que tiendan á la difusión de cuantos cono- cimientos y datos convenga realizar para llenar los fines de su institución, 6 P Propondrá y distribuirá premios á los escritores que pre- senten las mejores obras, en corto volumen, y en estilo que se halle al alcance de la multitud, para preservarla de los males consiguientes á la intemperancia. 59 MEMORIA 7 P Entre las varias comisiones que para el desempeño de sus funciones deberá nombrar habrá precisamente dos, cuyos tra- bajos serán: de la una indagar hasta qué punto podrá reducirse la fabricación de bebidas espirituosas sin que hagan falta á los usos medicinales, industríales y domésticos, y consultar el destino que pudiera darse á las materias que se emplean en su destila- ción; y de la otra procurar la introducción y generalización de los aparatos de Derosne, por medio de los cuales, produciéndo- se mayor cantidad de azúcar, y disminuyéndose en proporción la de mieles, se procurará á la vez beneficio á los labradores del ramo y se reducirá el número de los alambiques. 8 ? Se interesará con los empresarios de los teatros para eme las representaciones que se hacen en las tardes de los dias fes- tivos, que son á las que mas concurren las clases ínfimas, sean aquellas que versen sobre argumentos propios para inspi- rarles ideas de moralidad y templanza. 9 P Procurará que en cada cuartel se establezcan bibliotecas populares ó gabinetes de lectura, en que abunden libros y toda clase de escritos adecuados á infundir sentimientos de morali- dad, y á radicar hábitos de laboriosidad, templanza y economía. 10. Propondrá á las autoridades municipales, ó á quienes corresponda, el establecimiento de un cuerpo de policía, encar- gado exclusivamente del cumplimiento de las disposiciones re- lativas á la venta y uso de las bebidas embriagantes, consultan- do los arbitrios que crea necesarios para su sostenimiento, en caso de que no llegue á decretarse el que adelante se indicará. 11. Propondrá asimismo un reglamento general que com- prenda dichas medidas, y las represivas ó preventivas que juz- gue convenientes para extirpar la embriaguez. 12. Cuando ya estuviere organizado y sistemado el plan de . sus operaciones, promoverá la creación de otras Sociedades den- tro ó fuera de la capital, á no ser que las circunstancias indica- ren la conveniencia de que se establezcan con mas anticipación, procurando mantener con ellas frecuentes comunicaciones para el mejor logro de los objetos de su institución. 13. Procurará que en las clases que se emplean en ejerci- cios que no pertenecen propiamente á las artes, como los de los SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 53 aguadores, cargadores, cocheros, &c, se introduzca alguna or- ganización, ó se mejore la que tengan; de manera, que por me- dio de sus capataces ó directores sea mas fácil influir en ellas, y hacerles conocer los estragos del vicio á que con tanta fre- cuencia se entregan. 11. (Jomo de estas tareas pudiera resultar la conveniencia de que todos los oficios y ejercicios mecánicos se reglamenta- sen, tanto en provecho suyo, como en el del público en general, la Sociedad dirigirá á las autoridades municipales las indicacio- nes oportunas, y que le sugieran sus observaciones, para que las demás clases de artesanos, tan dignas de nuestra atención y cuidados, se organicen de suerte que alejándose el monopolio y los vicios de los antiguos gremios, se hagan mas susceptibles de la instrucción moral y religiosa que debe mejorar su situación, y la de la sociedad á que pertenecen. 15. Promoverá el establecimiento de cajas de ahorros, y pa- ra éste y los demás análogos el de sociedades compuestas de artesanos. 16. Promoverá asimismo el establecimiento de un hospicio correccional, ó el de un departamento en el que ya existe, en el cual puedan destinarse á trabajos duros los ebrios incorregibles, y á otros análogos á su edad á sus hijos menores cuya educa- ción hubieren descuidado. Estas y otras atribuciones semejantes podrán encomendarse á las Sociedades de Templanza. Algunas de ellas no debían pertenecerle, por mucha que sea la conexión que tengan con su instituto; pero la escasez de establecimientos preventivos hace necesario que las desempeñen las Sociedades de Templanza, mientras se forman otras asociaciones especiales, como deberá procurarse. Para que puedan llenar esas atribuciones y lograrse los de- mas objetos que deben promover, se necesitan fondos competen- tes. Mas esta es la menor de las dificultados. Por gravados que estén los licores espirituosos, se les puede imponer un de" recho moderado, que cobrado con exactitud dotaría suficiente- mente á las Sociedades y á los establecimientos auxiliares que deben promover. El gran consumo que se hace de aquellos 54 MEMORIA ofrecerá rendimientos considerables, que podrán tener aplicacio- nes muy provechosas al objeto de que tratamos. Aun cuando no se impusieran mas de cuatro reales á cada barril de aguar- diente y de mezcal, se contaría con mas de cien mil pesos anua- les. En esto es digno de imitación el gobierno español, quien se valió de este mismo arbitrio para dotar el Juzgado de bebidas prohibidas; y ojalá en vez de pagar solamente jueces, alguaci- les y verdugos, hubiera destinado parte de ese arbitrio á la fun- dación de establecimientos preventivos. Calcúlese lo que pudo haber hecho en mas de sesenta años que duró el expresado tri- bunal, con la cantidad de mas de treinta mil pesos que anual- mente le rendía aquel, sin contar con otros fondos de su dota- ción, y lo que podrá hacerse por nosotros en pocos años, si nos empeñamos en la cura radical del mal que nos ocupa, haciendo que contribuya á su remedio el mismo vicio que lo causa. Entretanto se logra que el gobierno le proporcione ese recur- so, la Sociedad procurará cubrir sus gastos con las prestaciones voluntarias de sus socios, y de las personas que tengan interés en el buen éxito de sus tareas, y posibilidad de auxiliarla con sus donaciones. No porque se recomienden las Sociedades de Templanza co- mo el medio principal de atacar la embriaguez, deben descui- darse las medidas represivas y preventivas que deben dictar el gobierno y las autoridades, y que la Sociedad deberá promover ó recomendar. Por lo respectivo á las de la primera clase he- mos ya indicado que es poco lo que podrá añadirse á la penali- dad que hoy está vigente contra los ebrios. Los castigos que se les imponen son proporcionados á la culpa, y solo para los casos de reincidencias repetidas creemos que podrían agravarse las multas ó la prisión, según la calidad de los reos. Mas en el segundo caso seria de desear que ésta no se verificase en las cárceles, sino en los hospicios, hospitales ú otros establecimien- tos semejantes, en los cuales se uniesen á la severidad del cas- tigo, lecciones y documentos calculados para producir la en- mienda del culpable. En el actual estado de nuestras cárceles se resiste la pluma á trazar líneas que propongan la pena de prisión, si no es para los delincuentes que han entrado ya en SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 55 la carrera del crimen, por el justo temor de que el remedio agra- ve la enfermedad. ¡Cuan diferente seria el estado moral de un ebrio á su salida de uno de los establecimientos correccionales de que hablamos, y que debían estar en armonía con el artícu- lo 16 de los que hemos indicado, como orgánicos de las Socie- dades de Templanza, comparado con el que necesariamente producirá el contacto con los miserables que han roto el freno de todas las leyes civiles y religiosas! ¡Qué impresión saluda- ble no debería causar en su espíritu el espectáculo de la mendi- cidad, y de los horrendos achaques físicos y morales que origi- na la embriaguez, después que lo hubiesen tenido á la vista por cuatro ó seis meses, y mas si ese espectáculo habia sido acom- pañado de instrucciones y advertencias recibidas por el órgano de un respetable eclesiástico, ó por la lectura de un libro pro- porcionado á su capacidad! Supuestas, pues, las condiciones indicadas, ú otras semejantes en las casas de reclusión de los ebrios, no vacilaremos extender hasta seis meses la pena de prisión que pudiera imponérseles. Mas esto supondría también la existencia de tribunales correccionales de que carecemos, así para castigar esta clase de faltas, como otras varias que no per- tenecen á la categoría de los crímenes, ó que aun pertenecien- do no pueden sufrir la pena legal, por la edad de los que las co- meten, ú otras circunstancias, cuya especificación no es de es- te lugar. Descendiendo á las demás medidas preventivas, cuya aplica- ción es del resorte de las autoridades, después de haber medita- do cuanto cabe en nuestra limitada capacidad, creemos que sub- sistiendo todas las que no estén en pugna con el sistema mora- lizador y correccional que hemos propuesto, pudiera estrecharse el rigor de algunas sujetando á los expendedores de bebidas á un régimen severo é inflexible, pues seria una inconsecuencia tiránica del legislador reagravar las penas del vicio sin atacar las fuentes de que dimanan. Esto nos conduce á proponer las siguientes medidas. 1. rt Que no se vendan vinos ni licores espirituosos en las pulquerías ni otra clase de tiendas, sino solo en las vinaterías. Esta medida tiene por objeto disminuir los puntos de expendio 56 MEMORIA de las bebidas alcohólicas, impedir que los criados y los pobres al ir á comprar los comestibles que se expenden en las tiendas de la primera clase caigan en la tentación de beber, con el r ejemplo de los que concurren á ellas á este fin; y por último, que no se eluda el espíritu de las disposiciones que previenen la clausura de las vinaterías en las mañanas de los dias festi- vos, la que seria conveniente hacer extensiva á las tardes y no- ches de los mismos dias. 2. d Que tampoco se vendan en los cafes que no satisfacie- ren una cuota adicional al derecho de patente, la que se gra- duará de manera, que la venta de tales licores quede restringi- da á los principales cafes del centro en qué la concurrencia es por lo general mas sobria, entendiéndose que el expendio cesa- rá en los dias festivos. 3. rt Que tampoco se vendan aguardientes en las fondas, bodegones ni almuercerías, en cuyas casas solo se podrá dar á los concurrentes en las comidas ó almuerzos que se les sirvie- ren vino, cerveza ó pulque, sin confección de ninguna especie, sino en su estado natural. 4. a Que solo en las pulquerías pueda beberse, pues en las vinaterías se deberá despachar á los compradores el vino ó aguardiente en botella, ú otro utensilio, que deberán llevar para usarlo en sus casas. Esta medida se funda en el mayor grado de embriaguez que producen los vinos y aguardientes, y en sus cualidades irritantes, siendo preciso abusar mucho del pulque para perder el conocimiento y ocasionar escándalos ó grave daño á la salud. 5. rt Que tanto las pulquerías como las vinaterías se cier- ren al toque de las oraciones, pues no se alcanza el fundamen- to para que solo las primeras estén sujetas á esta disposición. 6. rf Que se quiten los mostradores de las pulquerías, por no ser absolutamente necesarios para el despacho, sirviendo so- lo para que los bebedores coloquen en ellos el vaso, prolonguen el tiempo de la bebida, y formen reuniones de que resultan ri- ñas y pendencias, ó por lo menos diminución en las horas de trabajo mientras mas permanecen en la taberna. 7. rt Que se pongan en las mismas pulquerías enverjados SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 57 que toquen con las puertas, con el mismo fin de impedir reu- niones numerosas y de que se prolongue el tiempo de la bebida. 8. ri Que se obligue igualmente á poner dichos enverjados á las vinaterías en que se averigüe que despachan licores espi- rituosos para beberlos allí mismo, y en caso de reincidencia, á mas de pagar una multa que no baje de diez pesos y pueda su- bir hasta cincuenta, se cierre el establecimiento hasta por quin- ce dias; si esto no bastare, se forme causa, y los tribunales pue- dan aplicar, sin perjuicio de las demás penas legales, la de la clausura total del establecimiento. Algunas de estas medidas, si llegan á adoptarse, provocarán al principio grandes resistencias. Las autoridades, pues, de- ben estar preparadas para vencerlas, desplegando una severi- dad que quite á los expendedores de bebidas embriagantes to- da esperanza de relajación por el disimulo de las mismas auto- ridades; pues por rígidas que parezcan tales disposiciones, aca- so no lo son tanto como debieran. Si el arsénico ú otro vene- no activo se vendiera con tanta generalidad como el alcohol, porque fuese necesaria su aplicación á muchos usos industria- les ó económicos, ¿no tomaría el legislador las mayores precau- ciones para que no cediese su expendio en perjuicio del público, restringiéndolo hasta donde fuese posible, é imponiendo muy graves penas á los que no se conformasen á los reglamentos de policía que al efecto se dictasen? Pues es muy semejante el caso en que nos hallamos, habiendo ya visto que los licores fuertes, aunque sus efectos sean mas lentos, están ya marcados por la medicina como mortíferos, y por la sana moral como orí- gen de hábitos perniciosos y criminales. Seria por tanto con- veniente que para el evento de que la introducción de los apa- ratos de Derosne surtiese el efecto de que se disminuyesen las fábricas de aguardiente, se prohibiese desde ahora el estableci- miento de nuevos alambiques, pues con los que quedasen so- braría para atender á las necesidades de la farmacia y de las artes; y debe ser muy alarmante para la sociedad la multiplica- ción de las destiladurías que se va efectuando por los llanos de Apam y el Mesquital, con el objeto de introducir nuevas cla- ses de aguardientes. Esta previsión no debe parecemos exce- 58 MEMORIA siva en vista de la que manifestó la comisión de la Cámara de los Comunes de la Gran Bretaña, la cual, según Ducpetiaux, propuso como remedio radical de la embriaguez las tres medi- das siguientes: 1. rt La prohibición absoluta de toda importación de licores espirituosos procedentes, ya del extrangero, ya también de las colonias inglesas. 2. ** La prohibición también absoluta de toda destilación de licores espirituosos por medio del trigo; porque el trigo es la parte mas importante del alimento del hombre. 3. tí La destilación por medio de otras sustancias restrin- gida á las necesidades de la medicina, de las artes y manufac- turas, y la venta por mayor y menor de los licores espirituosos confiada solo á los droguistas y á los farmacéuticos. Algunas personas desearían que se recargasen los derechos del aguardiente, pues de esto resultaría que se aumentase su precio y disminuyese en proporción su consumo, y en los mis- mos deseos abundan algunos escritores respetables, entre ellos Ducpetiaux, el cual manifiesta que el aumento de los delitos en Bélgica desde 1831 á 1834 ha sido en razón inversa de la baja del aguardiente, que valiendo en el primer año noventa y dos céntimos el litro, se daba en el último á cuarenta. No re- chazamos esta medida; pero ignorando hasta qué punto podría reportar dicho artículo el recargo de derechos sin abrir nuevas fuentes al fraude por parte de los especuladores, y á la desmo- ralización por parte de los empleados del fisco, bien sea que se cobrasen por introducción ó al pié de la fábrica, no nos aventu- ramos á fijar la cuota que pudiera exigirse, temiendo aumentar el contrabando, y que con él se menoscaben las entradas del erario. Con respecto al pulque no creemos que deba consultarse nin- gún aumento de derechos, porque la alcabala que satisface se halla bajo un pié bastante subido, y sus productores son dignos de la consideración del legislador por los gravámenes que repor- tan sus fincas, y la decadencia de los consumos, ocasionada, ya por el aumento del aguardiente, ya por el uso de la cerveza que se ha generalizado. SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 59 Tampoco nos parece que seria conveniente reducir el núme- ro de pulquerías, ni al que antiguamente existia, como desea- rían algunos hacendados para monopolizar el expendio, ni á otro cualquiera determinado, porque no hallamos una base pa- ra fijarlo, así como no la hay para fijar el de las tiendas de los demás ramos de comercio. La razón especiosa que suele ale- garse en apoyo de la primera pretensión es la facilidad de la vi- gilancia, la cual puede ejercerse mejor sobre treinta y seis ó cuarenta puntos de expendio, que sobre los muchos que hoy se hallan diseminados en la ciudad: mas ella se desvanece al re- cordar los desórdenes que habia cuando solo existia ese número de pulquerías, los cuales eran consiguientes á la lejanía en que estas se hallaban del centro, y al considerar que después de los cambios políticos que han tenido lugar entre nosotros, y aten- didos los gérmenes de revolución que han engendrado y que sin cesar renacen, seria peligrosísimo reunir á todos los consu- midores de pulque, que hoy se hallan dispersos por todas las calles de la ciudad, en lugares determinados, constituyendo así otros tantos focos de intemperancia que fácilmente lo serian de sedición en tiempo de agitaciones públicas. Vistas bajo este as- pecto las casillas de expendio, no debe vacilarse en considerar favorable al orden público su multiplicación, así como lo es á las familias de los muchos especuladores que hoy subsisten de este ramo de industria. Si la vigilancia se considera bajo el aspecto de la salubridad, no eremos dudoso que ésta saque ma- yor partido de la multiplicidad, haciendo aquella menos necesa- ria por parte de las autoridades; pues siendo los consumidores mas aptos para hacer la calificación del pulque que se les ex- pende, les es mas fácil castigar al expendedor de mala fé prefi- riendo otra casilla inmediata. Los amigos del monopolio se hacen cargo de esta reflexión tan obvia, y pretenden desvanecerla negando el hecho de que se ejerza tal inspección por los que son mas interesados en ella; pero nosotros no alcanzamos por qué razón habia de fallar en solo el comercio del pulque uno de los principios mas seguros en economía política, cual es el de que la concurrencia es favo- rable al consumidor, porque le deja libertad de elegir los pun- 60 MEMORIA tos del mercado en que está mejor servido. Si estas reflexio- nes no bastaren, agregaremos que nos parece muy exagerada la imputación que se hace á las casillas de adulteración en la bebida de que se trata. Somos consumidores de pulque por motivos de salud hace muchos años, y no recordamos haber te- nido una indisposición que pueda atribuirse á los supuestos in- gredientes con que se dice que lo adulteran. Lo que con algu- na frecuencia sucede es que le echen agua; mas esto no es no- civo á la salud, así como no lo es templar con ella el vino y el aguardiente. Mas volvamos al punto cardinal de que algún tanto nos ha- bíamos separado. Aun cuando se lograse la diminución de las fábricas de aguardiente, pues su absoluta extinción será una quimera mientras el alcohol figure en las artes químicas y usos domésticos, los abusos de la embriaguez no podrían corregirse sino empleando medidas preventivas. Las que son del resorte del legislador no producirán el efecto deseado si no se organi- za una policía vigilante, severa é ilustrada: mas como el porve- nir no ofrece probabilidades de que tal establecimiento llegue á plantearse, á lo menos pronto, es necesario recurrir á medios moralizadores que solo pueden emplear las Sociedades que he- mos indicado. Únicamente los esfuerzos de estas corporacio- nes podrán suplir la falta de acción en los resortes de la admi- nistración pública. La corrupción de un pueblo no puede cu- rarse sino por los esfuerzos que el mismo pueblo haga para en- mendarse, y sin ellos serian ineficaces aun las medidas de la policía mas previsora y concertada. El vicio de la embriaguez es de aquellos que nunca podrá enmendar una sola clase de correctivos. Exije un conjunto de medios coadyuvantes que estén en armonía con las convicciones de la generalidad; y el que nazcan estas convicciones y se arraiguen no puede ser obra sino de una Sociedad, y de la prensa. Si no se hacen tenta- tivas para poner en acción estos resortes, no podrá acusarse de ineficacia á los medios que aquí se proponen, y que han sido dictados por el convencimiento en que se halla el autor de esta memoria de la verdad que encierra el epígrafe puesto á su fren- SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 61 te, y con el cual concluye: "Por la mejora de las costum- bres, MAS Q.UE POR LA REPRESIÓN, SE LOGRA REFORMAR LAS HABITl DES VICIOSAS DE UN PUEBLO." -♦■*»*3o*€**- Los medios ywoipuestos en la MEMORIA que antecede pueden reducirse á los artículos si- guientes*. 1 ? La embriaguez se castigará con la pena de uno á ocho dias de reclusión, ó servicio de las obras públicas por primera vez: de nueve á quince por la segunda, y de diez y seis á trein- ta por la tercera, las que se aplicarán siempre que los culpados no puedan satisfacer de uno á dos pesos de multa por la prime- ra; de veinte reales hasta cuatro pesos por la segunda; y de cin- ' co pesos hasta ocho por la tercera. Estas penas serán impues- tas por los alcaldes. 2 ? A las mugeres se les aplicarán respectivamente las mis- mas penas, con la diferencia de que la reclusión será acompa- ñada del servicio de cárcel en la de la Diputación, ó en los hos- pitales ú hospicios. 3 P Se imprimirá un número competente de ejemplares de un resumen en que se expresen las fatales consecuencias de la embriaguez tanto en lo físico como en lo moral, del cual se da- rá un ejemplar á los condenados al ponerlos en libertad ó exi- jirles la multa, exhortándolos el alcalde á que lo lean con re- flexión, ó hagan que otra persona se los lea si ellos no supie- ren, y á que se enmienden de un vicio tan pernicioso. 4 ? Se llevará un libro en los juzgados de los alcaldes, en que se anotará la filiación de cada uno de los condenados, á fin de que pueda venirse en conocimiento de sus reincidencias y se les apliquen las penas correspondientes. Mensualmente se mandará á los periódicos un resumen clasificado por edades, ejercicios y sexos de los ebrios á quienes se hayan impuesto las 69 MEMORIA penas expresadas, con distinción de los que hubieren sufrido las corporales y las pecuniarias, 5 P A los reincidentes por cuarta vez se les formará causa, y si de ella resultare que son vagos, mal entretenidos, ó reos de algún delito que tenga pena impuesta por las leyes, se les apli- cará la correspondiente. Pero si del proceso no resultare mas que la simple embriaguez habitual, se les impondrá á arbitrio del juez hasta la de seis meses de prisión ó servicio en las obras públicas, ó en los hospitales, hospicios, casas de corrección ú otros establecimientos públicos ó particulares en que quieran a Imitirlos, en donde se procurará que devenguen con trabajos proporcionados á su constitución física su manutención, con la condición de que han de permanecer en reclusión, sobre lo cual y sobre su seguridad darán fianza los que los recibieren, bajo la multa que se les impusiere á arbitrio del juez, y que no de- berá bajar de veinticinco pesos. 6 ? Siempre que llegare á establecerse el Hospicio correccio- nal, ó el departamento análogo en el que ya existe de que tra- ta el artículo 34, la reclusión de que habla el anterior se verifi- cará en dicho hospicio ó departamento. 7 P Solo podrán venderse vinos y bebidas espirituosas en las vinaterías bajo la multa de veinticinco á doscientos pesos, que aplicarán los alcaldes según las circunstancias; y toda reinci- dencia que pasare de la tercera vez se castigará con la clausu- ra del establecimiento, la que no bajará de un mes, y podrá ser perpetua á arbitrio de dichos alcaldes. 8 P Tampoco podrán venderse dichas bebidas en los cafés que no satisfagan una cuota adicional al derecho de patente, la que se graduará de manera que quede restringido el permi- so á los cafés principales del centro en que la concurrencia es por lo general sobria, bajo las penas expresadas en el artículo anterior. 9 ? Tampoco se venderá aguardiente en las fondas, bode- gones y almuercen as, en cuyas casas solo se podrá servir en las comidas ó almuerzos vino, cerveza ó pulque en su estado natu- ral, bajo la pena de cinco á veinticinco pesos á los bodegones ó almuercerías, y de veinticinco á ciento en las fondas, y de la SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 63 clausura en caso de cuarta reincidencia en lps términos expre- sados en el artículo 7. Se exceptúan de esta prohibición las fondas anexas á los cafes que satisfacieren la cuota adicional que expresa el artículo anterior. 10. Tanto las pulquerías como las vinaterías se cerrarán á las oraciones de la noche, bajo la pena de cinco á veinticinco pesos de multa. Las segundas no se abrirán á ninguna hora en ios dias festivos, bajo la misma pena. 11. Se quitarán los mostradores de las pulquerías, bajo la misma pena, colocándose en su lugar enverjados de vara y me- dia de alto que toquen con las puertas, por medio de los cuales se verificará el despacho. 12. Solo en las pulquerías podrá beberse. En las vinate- rías se despachará á los marchantes el vino ó aguardiente en botella ú otro utensilio que deberán llevar para usarlo en sus casas. A los vinateros que contravengan á esta disposi- ción se les obligará á poner enverjados como en las pulquerías, y por las reincidencias serán castigados con una multa que no baje de diez pesos, y pueda llegar hasta cincuenta, y clausura del establecimiento hasta por quince dias, pudiendo ésta ser definitiva desde la tercera reincidencia. 13. A los que vendieren pulques adulterados se les impondrá la pena establecida en el artículo 4 P capítulo 2 P del decreto de la Asamblea Departamental de 3 de Diciembre de 1845, el cual se observará en todas las disposiciones que no pugnen con el presente. 14. Subsistirá la prohibición de vender bebidas embriagantes á crédito, ó mediando empeño de prendas, bajo la pena de diez, veinte y treinta pesos de multa por primera, segunda y tercera vez, debiéndose duplicar siempre que las prendas consistieren en piezas de ropa de uso indispensable, ó en los utensilios ó instrumentos para el ejercicio de la industria ú oficio del fiado. 15. Subsistirá igualmente la de que haya músicas, bailes ó juegos en las pulquerías ó vinaterías, así como la de que en la parte interior se introduzcan otras personas que no fueren las empleadas en el despacho, y de que tanto unas como otras ten- gan ademas de las principales otras puertas de comunicación á 64 MEMORIA zahuan, callejón ó pieza reservada, ni celosías, cortinas, ó per- sianas que oculten á los consumidores, bajo la multa hasta de cincuenta pesos por la primera vez, doble cantidad por la segun- da y triple por la tercera, y la de clausura definitiva del estable- cimiento en caso de cuarta reincidencia. 16. También subsistirá la prohibición del menudeo en las fábricas de aguardiente, bajo la pena establecida en bando de 6 de Junio de 1829. 17. De la misma suerte subsistirá la pena establecida en bando de 22 de Octubre de 1835 que impuso la de diez pesos de multa por cada persona extraña hallada en lo interior de las vi- naterías, la que deberá duplicarse siempre que esto se verifique de noche. 18. En lo succesivo no podrá establecerse de nuevo fábrica alguna de aguardiente de ninguna especie. 19. A cada barril de aguardiente ó mescal se cobrarán cua- tro reales á su introducción en las poblaciones de la República, y un peso si aquel fuere extrangero, destinándose los productos de este impuesto á los fondos necesarios para mantener la poli- cía y las Sociedades de Templanza de que tratan los artículos siguientes. A mas de esta contribución se impondrá á las be- bidas espirituosas con aplicación al fisco, la que el gobierno ten- ga por conveniente establecer, á fin de que sin perjudicarse los actuales ingresos del erario, se produzca un aumentóle precio que disminuya el número de consumidores. 20. Se invitará á toda clase de personas por los medios que crea oportunos la Junta de Gobierno del Ateneo, á propuesta de la Sección de Ciencias Morales, para que cooperen á la forma- ción de Sociedades de Templanza. 21. La primera Sociedad que se establezca en Méjico se di- vidirá en tantas secciones cuantos son los cuarteles en que se halla distribuida la ciudad, procurándose que en cada una de ellas haya por lo menos uu eclesiástico que en el ejercicio de su ministerio secunde los votos de la Sociedad. 22. Las obligaciones generales de la Sociedad serán difun- dir por toda clase de medios los datos y conocimientos que tien- dan á la mejora de las costumbres, y á que se arraiguen en el SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 65 pueblo hábitos de templanza y laboriosidad, imprimiendo en su espíritu horror y aversión al vicio de la embriaguez, por los es- pantosos males que causa á la salud espiritual y temporal, y al bienestar de las familias, y la profunda convicción de los bie- nes de toda especie que resultarán, así á los individuos en par- ticular como á la comunidad de los ciudadanos, de abstenerse del uso de los licores que la producen. 23. Para lograr los fines de su instituto convendrá que desem- peñe las obligaciones que expresan los artículos siguientes. 21. Estar en comunicación con las Sociedades Extrangeras cuyo objeto sea la reforma de costumbres, principalmente la corrección de la embriaguez, procurando adaptar las medidas que hayan surtido mejores efectos y fueren compatibles con nuestro estado. 25. Entablar relaciones con las juntas de beneficencia, di- rectores ó administradores de hospitales, hospicios, cárceles, ca- sas de corrección, gefes de cuerpos militares y fábricas mdóna- les, dueños ó administradores de establecimientos industriales, y maestros de talleres, con el fin de indagar el estado moral del pueblo por lo respectivo á la intemperancia, y de trasmitir á los encargados ó dueños de dichos establecimientos ó corporacio- nes cuantas instrucciones y documentos conduzcan á reme- diarla. 26. Formar una biblioteca compuesta de los libros, regla- mentos, folletos, y periódicos que pueda adquirir relativos á la beneficencia pública y á las mejoras morales de las clases po- bres, y con especialidad á la introducción de la templanza. 27. Publicar un periódico y los impresos sueltos que creye- re convenientes para la difusión de las ideas que importe gene- ralizar para el logro de los fines de su instituto. 28. Proponer y distribuir premios á los que presenten los mejores escritos, en estilo y volumen acomodado al alcance de la multitud, para preservarla de los males de la embriaguez. 29. Promover el establecimiento en cada cuartel de la ciu- dad de bibliotecas populares ó gabinetes de lectura, en que abunden libros y toda clase de escritos propios para grabar en 5 66 MEMORIA el pueblo sentimientos de moralidad, y que adquiera hábitos de laboriosidad, templanza y economía. 30. Interesarse con los empresarios de los teatros para que en las tardes de los dias festivos, en que el pueblo ínfimo con- curre á ellos, se representen piezas dramáticas que puedan ins- pirarles aquellas saludables ideas. 31. Promover el establecimiento de cajas de ahorros y mu- tuos socorros, y para estos y los demás que les sean análogos el de Sociedades, compuestas de artesanos principalmente. 32. Proponer á las autoridades que corresponda la forma- ción de un cuerpo de policía encargado exclusivamente del cumplimiento de las disposiciones relativas á la venta y uso de bebidas embriagantes, consultando los arbitrios que crea nece- sarios para su sostenimiento, en caso de que no llegue á decre- tarse el que se indicó en el artículo 19. 33. Proponer asimismo un reglamento general que com- prenda en todos sus pormenores dichas disposiciones, y las de- mas medidas represivas ó preventivas que juzgue convenientes para extirpar la embriaguez. 34. Promoverá también el establecimiento de un hospicio correccional ó el de un departamento en el que hoy ecsiste, pa- ra que puedan en él destinarse á trabajos duros los ebrios in- corregibles, y á los que fueren análogos á su edad sus hijos menores cuya educación hubieren descuidado. 35. Entre las comisiones que para el desempeño de sus fun- ciones deberá nombrar habrá precisamente dos, una de las cua- les indagará hasta qué punto pueda reducirse la fabricación de bebidas espirituosas sin perjuicio de los usos medicinales, in- dustriales y domésticos, consultando el destino que pudiera darse á las materias que se emplean en su destilación; y la otra propondrá los medios conducentes para la introducción y gene- ralización de los aparatos de Derosne. 36. Promoverá la organización de que sean susceptibles las clases que se emplean en ejercicios que no pertenecen á las ar- tes, como son los aguadores, cargadores, cocheros, &c, á fin de que por medio de sus capataces ó directores se pueda influir en ellas, y hacerles conocer los estragos de la embriaguez. SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 6T 37. Dirigirá, si lo cree conveniente, á las autoridades mu- nicipales las indicaciones oportunas, para que las demás clases de artesanos se reglamenten ú organicen de manera que, ale- jándose el monopolio y los vicios de los antiguos gremios, se hagan mas susceptibles de la benéfica influencia de la socie- dad, y de la instrucción moral y religiosa que debe mejorar su situación y la de la comunidad á que pertenecen. 38. Cuando ya estuviere organizado y sistemado el plan de sus operaciones, promoverá la creación de otras Sociedades den- tro ó fuera de la capital, á no ser que las circunstancias indica- ren la conveniencia de que se establezcan anticipadamente, pro- curando mantener con ellas frecuentes relaciones para el mejor logro de los objetos de su institución. 39. Entretanto se le dota con los fondos proporcionados pa- ra hacer sus gastos procurará la Sociedad cubrirlos con las pres- taciones voluntarias, bien de sus socios, bien de las personas que tengan interés en el buen éxito de sus trabajos. 40. En consecuencia de lo dispuesto en el artículo anterior, á ninguno de los miembros de la Sociedad se obligará á que contribuya con cantidad determinada; pero sí se les exhortará á que lo verifiquen con la que pudieren buenamente, con tal que sea fija, para que la Sociedad pueda calcular sus gastos. 41. El único compromiso á que quedarán ligados los miem- bros de las Sociedades que se establecieren será el de abstener- se de bebidas espirituosas, y el de procurar que también se abstengan de ellas sus dependientes ó subordinados de cual- quiera clase, como asimismo que circulen en todas las de la población los escritos y periódicos por medio de los cuales se ataque el vicio de la embriaguez. -*&&/ 68 MEMORIA JUSTIFICATIVAS Y ACLARATORIAS. (1) He aquí copiada literalmente la nomenclatura de las bebidas contenidas en la circular que se cita. Bingarrote ó binguí. Cerveza. Charape ó vino de caña. Chicha. Chilocle. Chinguirito [aguardiente]. Chuanuco. Coyote. Excomunión. Mantequilla. Mezcal [aguardiente de]. Ojo de gallo ó tepache. Polla ronca. Ponche de pulque. Pulque blanco [fino]. ídem tlachique [grosero]. ídem de almendra. ídem de guayaba. ídem de huevo. ídem de naranja. Quebrantahuesos. Revoltijo. Sangre de conejo. Tecuin. Tepache común ú [ojo de gallo]. Tepache. Tejuino. Tuba. Vino de salvado ídem de Mezquite. Zambumbia. En este catálogo no están comprendidas otras que aun se hallan en uso como el tibico, el sendecho, el colonche y el guarapo, ni otras men- cionadas en las Ordenanzas de bebidas prohibidas, como la cantincata, el ololinque y los vinos de coco, como se puede ver en el artículo 1 ? en donde aparece que el vinguí, el mezcal y el vingarrote no eran es- pecies sino géneros, pues se hallan estos nombres usados en plural, de- biendo por lo mismo ser el catálogo mas numeroso. [2] He aquí la noticia pormenorizada. Noticia de los barriles de aguardiente de caña que han pagado dere- chos en esta Administración principal, con arreglo al supremo decreto de 2 de Marzo de 1843. SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 69 Abril de 843 Mayo, , , Junio, , , Julio , , , Agosto , , Septiembre Octubre, , Noviembre Diciembre Enero de 1844 Febrero, Marzo, , Abril, , Mayo, , Junio, , Julio , , Agosto , Septiembre Octubre, , Noviembre Diciembre BARRILES, JARRAS, I! >~*"-N^-»^v. *~—^ 2.293 7 2.271 H 1.947 °i 2.453 3 2.649 1 2.246 6 2.100 0 , 2.101 7 , 1.743 0 19.805 n , 2.150 0 , 2.444 4 , 2.569 7 , 2.108 6 , 2.328 3 , 2.214 7 , 2.402 0 , 2.542 7 , 2.214 3 , 2.089 8 , 2.200 8 , 2.222 8 27.488 7 BARRITES, JARRAS, Enero de 1845 Febrero, Marzo , Abril, , Mayo, , Junio, , Julio , , Agosto, Septiembre Octubre, , Noviembre Diciembre 2.129 2.352 2.291 2.329 2.365 2.405 2.385 2.552 2.275 2.128 2.430 1.840 27.487 5 Enero de 1846, , 2.110 6 Febrero, x , , , , 2.392 4 Marzo, ,,,,,, 2.744 2 7.247 3 RESUMEN. Del año de 1843, .... 1844, .... 1845, .... 1846, 19.805 7f 27.488 7 27.487 5 7.247 3 82.029 4f NOTA.—Los barriles se calculan á nueve jarras cada uno para componer el barril quintaleño, y exigir con arreglo á este número de jarras la correspondiente alcabala por cada barril. [3] Después de escrita esta Memoria nos vino á las manos un es- crito inédito formado por unos hacendados respetables de tierra calien- te, con el objeto de contrariar las pretensiones del gobierno de Yucatán sobre la introducción en nuestros puertos de la azúcar y aguardiente de 70 MEMORIA aquella Península. Hallamos en él los siguientes cálculos. Las ha- ciendas de caña se supone que ascienden al número de ciento veinte, su valor á cuarenta ó cincuenta millones de pesos, y á ocho ó diez el ca- pital que se invierte en su giro. La propiedad territorial de las fábri- cas de aguardiente en un millón, y en millón y medio el capital con que se giran. Las haciendas de caña contendrán cuatrocientas mil ta- reas de seiscientas treinta y cinco varas cuadradas cada una, y se supo- ne que producen cuatro millones de arrobas de azúcar, y ocho millones de arrobas de miel, cuyas dos terceras partes se emplean en la elabora- ción del aguardiente, la cual se calcula en trescientos mil barriles anua- les. Aunque por el carácter polémico de este escrito se sospeche que dichos cálculos estén exagerados, como creen sus autores que lo está el del gobierno de Yucatán al suponer que la producción de aguardiente de dicha península puede ascender á trescientos seis mil barriles, no cree- mos que la exageración sea excesiva, pues el conde de Revillagigedo calculaba ya en el año de 1790, como se vé en el párrafo 402 de su instrucción, el consumo de aguardientes de Nueva-España en mas de doscientos mil barriles, de los cuales solo venían de España cerca de cincuenta mil. De todo esto resulta que nuestra estimación no ha sido abultada. [4] El juzgado de bebidas prohibidas tuvo su origen en una real or- den de 13 de Diciembre de 1744, en la cual se encargó á D. José Ve- lazquez de Lorea el cuidado de su extinción, especialmente la del chin- guirito, por el celo con que se empleaba en la persecución de los ladro- nes. Mas no pudiendo desempeñar ambas comisiones, quedaron solas las justicias ordinarias encargadas del conocimiento de las causas rela- tivas á las bebidas prohibidas, por otra real orden de 6 de Agosto de 1747. En 15 de Julio de 1749 se expidió otra facultando al virey pa- ra que nombrara un comisionado de su confianza, dotándolo con los fondos necesarios, para que extinguiese la fabricación, formando causa á los reos y consultando al virey para que este fallase definitivamente. No tuvo efecto esta disposición por haberse negado el comercio á con- tribuir, por lo cual en cédula de 19 de Marzo de 1751 se facultó al vi- rey para que impusiera la contribución que creyera necesaria para el sostenimiento del Tribunal especial. Así lo.verificó, imponiendo cua- tro reales á cada barril de vino y de aguardiente que desembarcara en Veracruz, dos reales á cada uno de vinagre, y otros dos reales á cada uno de vino ó aguardiente de uva de Parras. No bastando esta contri- bución, dispuso que el comercio de Cádiz y el de Méjico pagasen por SOBRE LA EMBRIAGUEZ. 71 mitad la cantidad de tres mil setecientos noventa y seis pesos cuatro rea- les que faltaban para la dotación de los ministros. Esta medida se desa- probó por el rey, aunque no el juzgado, y el virey lo estableció nom- brando un juez privativo, y expidiendo una ordenanza de cuarenta artí- culos, que se publicó en 22 de Agosto de 1755 por el citado Conde de Revillagigedo. [5] Del contesto de la ley 37, tit 1, °, lib. 6. ° de la Recopilación de Indias se infiere que no se limitaban á puras conminaciones los prela- dos eclesiásticos, sino que de hecho fulminaban censuras para extin- guir las bebidas prohibidas; pero como dicha ley se funda en los regla- mentos de los vireyes que facultan á dichos prelados para su imposi- ción, no es extraño que supusiese la práctica de fulminarlas sin que es- ta existiese, á lo menos de una manera general; pues hace mucha fuer- za que en la Secretaria del virreynato no se hallase ningún documento que comprobase la práctica de que se trata, según se infiere de la nota marginal puesta á la segunda de las ordenanzas mandadas reimprimir por el Conde de Revillagigedo y circuladas en 9 de Diciembre de 1792, cuya autoridad nos ha parecido de ma3 peso que la de la citada ley de Indias en un punto histórico como el de que se trata. (6) Nos ha parecido conveniente consignar en esta nota los resulta- dos obtenidos por Mr. Derosne en la Isla de Borbon por medio de sus aparatos, para que por ellos se venga en conocimiento de las ventajas que se obtendrían en nuestro pais sustituyéndolos á los ingenios que hoy están en uso. Una barrica de jugo de caña con peso de doscientos veintiocho litros produjo cuarenta quilogramos, pudiéndose estimar este exceso de productos (sin aumento de mano de obra, y con economia de combustible) desde un treinta y tres hasta un cuarenta y cinco por ciento. Mas computándose este exceso en un ciento por ciento para la Isla de Cuba, cuyos ingenios son muy inferiores á los que habia en la Isla de Borbon, y hallándose los nuestros por lo general en mayor atra- so, debemos suponer que el aumento seria mayor que el calculado para dicha Isla. Mas suponiendo que no fuera sino el mismo, es decir, el de un ciento por ciento, y estando calculado por término medio que entre no- sotros cada arroba de azúcar dados ó dos y media arrobas de melaza, es claro que aumentándose en otro tanto el producto de la azúcar, disminuia en una mitad ó cerca de ella el de la miel; y computándose por otro la- do que las dos terceras partes de esta son las que se destinan á la fabri- cación del aguardiente, resultaría disminuida en otra mitad la producción alcohólica que se saca de las mieles de nuestros ingenios. Si á esto 72 MEMORIA SOBRE LA EMBRIAGUEZ. se agrega que dichas mieles en los aparatos de Derosne se obtienen pu- rificadas, y de una calidad tan superior por el color y el gusto, y tan inalterables que pueden formar un artículo de exportación, quedarán to- davía mas disminuidas las materias productoras del aguardiente, y mas justificados los deseos que hemos manifestado de que se monten nuestros ingenios con los aparatos de que se trata. Cualquiera persona podrá reimprimir esta memoria, y sé'' excita á los Exmos. Sres. Gobernadores de los Estados para que así lo verifiquen, cooperando á que se difundan las ideas contenidas en ella, como lo han, hecho los de Méjico, Michoa- can y Puebla, disponiendo el primero se tiren por su cuenta quinientos ejemplares, otros quinientos el segundo y ciento el tercero, á mas de los seiscientos que costea el Sr. Fagoaga. El autor aprovecha esta ocasión para manifestar á dichos se- ñores su profundo reconocimiento por la filantrópica generosía dad con que concurren á la propagación de las luces en la im- portantísima materia de que trata este opúéculo.