ÍNFORME REL4TIV0 AL TRATADO SOBRE HIGIENE DE LA VISTA DEL Dr. J. SANTOS FERNANDEZ, presentado á la Atademia de la Habana en el concurso de 1874 á 1875, POR EL XDr. 3D. ZRIEIUSTES. Sesion del Gobierno del9 de Mayo de 1875. Sr. Presidente.—Señores:—Con fe- cha de Abril último el Sr. Secretario de esta Corporación en atento oficio remitió á la comisión, de que tengo el honor de ser ponente, un trabajo manuscrito sobre Higiene de la vista, presentado para optar á uno de los premios, que según su programa, debe adjudicar la Academia el 19 del corriente. La Comisión en cum- plimiento de su cargo, ha leído y exami- VI J. SANTOS FERNANDEZ. nado detenidamente la citada memoria y viene hoy á someter á la consideración de VV. SS. el informe que reclama y el juicio que de ella ha formado. De suma importancia es el asunto es- cojido por el autor de la memoria, toda vez que se ocupa de la conservación del más precioso de los sentidos, del que nos permite juzgar de las formas y de los co- lores, del sentido del artista y de la ima- ginación, y que en tanta estima tenían los antiguos, que de él decía Hipócrates: “itcv valet corpus sicut valent oculi!' No descuidaron ellos, cuyos principales re- cursos terapéuticos y los más eficaces consistían en los preceptos de la Higiene, recomendar su aplicación á la conserva- ción de la vista; y la célebre Escuela de Salerno, con la concisa precisión del elegante idioma de Virgilio, nos ha tras- mitido en cuatro versos una série de re- glas que nos indican lo que debe evitarse como nocivo á los ojos; y constituyen un curso compendiado de higiene ocular. HIGIENE DE LA VISTA. VII El autor de la Memoria que nos ocupa hace preceder su trabajo de un prefacio, en el cual expone los motivos que le han obligado á escribirlo, fundándolos princi- palmente en la falta de una obra de esta clase en nuestro idioma; y sin la preten- sión de llenar este vacío y de escribir un tratado dogmático, se contenta su mo- destia con iniciar un pensamiento y pre- sentar un programa que puedan desarro- llar más adelante personas autorizadas. Tratándose de sentido tan importante como el de la vista, cree que los consejos higiénicos que á su conservación atañen deben ponerse al alcance de todo el mundo, y si esto no es posible de una manera completa, porque hay puntos en que hay que entrar en consideraciones científicas que requieren conocimientos especiales, ha procurado evitar este es- collo y ha indicado entonces los casos en que hay que recurrir á los consejos del médico. El autor divide su trabajo en una série VIII J. SANTOS FERNANDEZ. de capítulos, basados en las edades, cla- ses y necesidades peculiares del órgano cuyas funciones normales trata de con- servar. Laméntase en el primer capítulo de la incuria con que generalmente se miran las alteraciones de la visión en un gran número de casos, y aconseja á los enfermos que recurran en tiempo opor- tuno al hombre del arte, antes que un descuido haga infructuoso todo tratamien- to, precaviéndose contra esos colirios y pomadas oftálmicas anunciadas pompo- samente como específicos para todas las enfermedades de la vista. Se dirige prin- cipalmente á los obreros, que en los grandes centros industriales están más particularmente expuestos á los padeci- mientos oculares. En el segundo capítulo, de los cuidados que reclaman los ojos en los recien-naci- dos, dando oportunos avisos á las madres para evitar y combatir la oftalmia puru- lenta que, fácil de curar en su principio, destruye el órgano de la visión si se dejan HIGIENE DE LA VISTA. IX pasar algunos dias sin un tratamiento conveniente. Insiste en los peligros que puede traer el baño frió lo mismo que el caliente en la producción de la conjunti- vitis prefiriendo el baño templado y con- denando la práctica de tener los recien- nacidos en una habitación mal ventilada y respirando las emanaciones que se desprenden del flujo loquial en el puer- perio; prescribe las reglas que deben observarse para ir gradualmente acos- tumbrando los ojos del nuevo ser á la luz excitante natural, terminando con algunas prevenciones sobre el aseo y las enfer- medades congénitas de dichos órganos. El tercer capítulo está dedicado al cuidado de la vista en la segunda infancia, y así en éste como en el siguiente, se extiende en las reglas que deben obser- varse cuando los niños principian á leer para evitar la convergencia de los globos oculares y el estrabismo, así como las que deben ponerse en práctica en los establecimientos de educación referentes y, SANTOS FERNANDEZ. á los dormitorios, horas de recogerse los alumnos, alumbrado, mesas de trabajo, altura de estas y de las lámparas que alumbran, horas más propias para el estudio y disposición de los sitios de re- creo. Aconseja la vigilancia necesaria para evitar los peligros que acarrea el onanismo al órgano de la visión y llama la atención de los padres para que hagan examinar por personas competentes el alcance de la vista en los niños, para ver si pueden ó no dedicarse á ciertas pro- fesiones. En otro capítulo trata el autor de los cuidados que exige la vista desde la juventud en adelante, y aquí pone de re- lieve los males que ocasionan al aparato de la visión, el abuso de las bebidas al- cohólicas, el de los placeres venéreos y el tabaco, lo mismo que el exceso de traba- jo de bufete, los de la mesa y ciertos ejercicios corporales. En capítulo aparte trata de los cuidados que deben tener aquellas personas que HIGIENE DE LA VISTA. XI por su oficio están espuestas ya á una luz intensa ó á sufrir la impresión de cuerpos extraños capaces de afectar el aparato de la visión, y da saludables con- sejos á los labradores, pica-pedreros, herreros, cajistas de imprenta, lavande- ras y trabajadores en general. Pasa luego á prescribir algunas reglas higiénicas relativas á los temperamentos, climas y estaciones, consideradas bajo el punto de vista de su influjo en la vi- sión, y llega á los capítulos destinados al uso de los anteojos. En estos capítulos después de clasificar las diferentes ano- malías de la refracción del ojo que cons- tituyen el estado anormal de la visión, se extiende detenidamente en las reglas que deben tener presente en el uso de crista- les los miopes, los présbitas y los que ofrecen diferencias de refracción en am- bos ojos. Se ocupa del color de los cris- tales, de su clase y calidad de sus mon- turas; y concluye su trabajo dedican- do un capítulo á la luz artificial, sus in- J. SANTOS FERNANDEZ. convenientes y modo de remediarlos. En toda la Memoria, cuyo sucinto bosquejo se acaba de trazar, no solo se ven minuciosos detalles en los consejos higiénicos dirijidos á la conservación de la vista, sino que además están puestos al alcance de todas las clases y confor- me en todo con los principios de la ciencia y los adelantos hechos en el ramo especial á que el autor se ha dedicado, Teniendo esto en cuenta; considerando que son pocos los opúsculos consagrados á este ramo especial de higiene privada, y que aún los mejores que existen, entre ellos el de Reveillé Parise y el de Fur- nari, no son tan completos como pudiera desearse y parecen dedicados particular- mente á ciertas personas:—Cree la Co- misión que la Memoria cuyo exámen le ha sido confiada es digna del premio á que aspira. Y no es solo el voto de la Comisión el que juzga favorablemente revestimien- tos, y también para el blanqueo de las paredes, deberán tener un singular cui- dado en evitar el polvo de esta sustancia, eminentemente cáustica y que dá lugar en los ojos á inflamaciones agudas y do- lorosas, manchas y opacidades de difícil curación; si les ocurriese un incidente de este género, harán uso inmediatamente de abundantes lociones de agua fresca, que apaga la cal, arrastra el polvo al esterior y se opone á los efectos de la quemadura. 82 J. SANTOS FERNANDEZ. Los picapedreros, tanto los que labran la piedra para construcción de edificios, como los que la pican ó machacan para el relleno de caminos, empedrados de calles etc., saben cuan expuestos están á todo género de accidentes por efectos de contusiones y heridas producidas por fragmentos de piedra, violentamente im- pulsados y cuya dirección no puede cal- cularse; estos obreros prescinden con frecuencia y harto imprudentemente de las caretas de alambre que no debieran jamás abandonar, pues si es fácil evitar el mal, no siempre es fácil remediarlo, y el lamentarlo es inútil. La careta de alambre puede sustituirse con los anteo- jos de mica, aunque es preferible la pri- mera, porque defiende toda la cara, es más duradera y puede asegurarse más sólidamente. Los mineros están expuestos á numero- sos accidentes, no solo por los barrenos que frecuentemente dan en las rocas, sino por los gases que en muchas minas vician HIGIENE DE LA VISTA. 83 la atmósfera y que por su contacto con los ojos provocan diferentes oftalmías, á lo que contribuye también la estación prolongada en subterráneos profundos, húmedos y oscuros y en el trabajo á una luz artificial insuficiente y de malas con- diciones. Entre las lavanderas se observa que abundan más que en otra clase las gra- nulaciones de la conjuntiva, que tan re- beldes son á todo tratamiento y que tantos males acarrean á la vista. Créese fundadamente que esto depende de la inoculación del pus blenorrágico ó de otra clase, que contiene muchas veces la ropa que lavan. Si mientras están en su traba- jo íes pican los ojos ó sienten molestia por cualquier causa, es lo más común que se los froten con la ropa que tie- nen entre manos y de ahí el contagio y el desarrollo de aquella grave enfer- medad. Basta que sepan el peligro á que esa práctica les expone, para que traten de J. SANTOS FERNANDEZ. 84 abandonarla, único medio de remediar este inconveniente más de su penosa vida. Los oscuros industriales que se dedi- can á la limpieza de letrinas, pozos y sumideros no pueden ser olvidados por nosotros. La atmósfera de estos lugares mal sanos,, está impregnada de vapores de ácido hidrosulfúrico y de amoniaco; sus efectos irritantes, dan lugar á una espe- cie de oftalmía tan semejante en sus ma- nifestaciones que se ha descrito como enfermedad especial. La erección prévia de estos focos mias- máticos y su desinfección por los medios conocidos, pueden únicamente evitar los accidentes que dejamos apuntados. ¡§E LA MANERA DE PRESERVARLOS OJOS DE LOS AGENTES EXTERIORES. Pasada la niñez y parte de la juventud el hombre entra en posesión de su inde- pendencia y dispone de sus acciones con entera libertad. Su educación, sus cos- tumbres, la profesión á que se dedique, todo ha de influir en su género de vida, en su salud general y muy especialmente en el estado de su vista. Estas influencias tan variadas y nume- rosas, podemos dividirlas para su estudio en varios grupos que serán objeto de otros tantos capítulos, ocupándonos en este únicamente del aire, la luz y las 86 J. SANTOS FERNANDEZ. habitaciones, en relación con el aparato de la visión. El aire que constituye la atmósfera que envuelve nuestro globo, y que es una ne- cesidad en todos los momentos de la vida, sufre incesantemente cambios en su tem- peratura, composición, estado de movi- miento ó de reposo, de pureza ó impureza por efecto de los cuerpos que tenga en suspensión. Estos cambios que son in- dispensables, en atención á las estacio- nes, las latitudes, configuración de Jas tierras etc., tienen influencia marcada en el órgano de la vista, como veremos á continuación. El aire seco, fresco y puro, es sin duda el más conveniente para nuestro organis- mo; es el que constituye la atmósfera de los dias de primavera en los países tem- plados, el que se aspira con m ás volup- tuosidad, el más transparente y al través del cual la naturaleza parece más hermo- sa, por que todo se distingue con más claridad y limpieza. HIGIENE HE LA VISTA. 87 Cuando el aire es seco y caliente, se enrarece de un modo considerable y el organismo entero experimenta el mal estar y la angustia propios de la asfixia; conteniendo en el mismo volumen menor cantidad de oxígeno, los pulmones se ven obligados á duplicar su trabajo; el pecho se dilata dando más amplitud á sus aspi- raciones, y repitiéndolas con más frecuen- cia, á pesar de lo cual no pueden eliminar aquellos órganos la cantidad de ácido car- bónico que la sangre lleva incesantemen- te á su vasta superficie representada por numerosas células; el aire insuficiente y el trabajo escesivo originan la laxitud y el cansancio de todos los órganos, así como diferentes estados conjestivos debi- dos á la lentitud de la circulación; los ojos se resienten de estos males y las conjun- tivas aparecen inyectadas é irritables. El enrarecimiento del aire por efecto de su elevada temperatura, da lugar á que se precipiten con más ó menos fuerza en el lugar que ocupa, las capas de aire 88 J. SANTOS FERNANDEZ. frio más denso, de los lugares inmediatos; de aquí se originan, los fuertes vientos, que siguen á esas calmas abrumadoras; estos vientos temidos en todas partes por los estragos que su violencia ocasiona, tie- nen distintos nombres en los diferentes países, así se llaman el Simoun en Africa, el Siroco en Italia; el Tifón en Asia y en Cuba los conocemos con el nombre de vientos de cuaresma ó del Sur, cuyos efectos son aquí bien conocidos; producen gran número de conjuntivis, no solo por el polvo que introducen en los ojos y los irritan mecánicamente, sinoporla evapo- ración constante de las lágrimas que lu- brifican estos órganos y que obligan áuna mayor secreción, al estímulo consiguiente y á la inflamación en último término. Lo mejor en estos casos es preservarse de su acción y cuando esto no fuese po- sible, lavar los ojos con frecuencia con agua fresca, que no solo arrastra el polvo sino tiene una acción resolutiva y cal- mante que se deja sentir en el momen- HIGIENE DE LA VISTA 89 to por el bien estar que proporciona. El aire frió y húmedo es quizá más perjudicial que el anterior; á él se deben ordinariamente los catarros, reumas, fluxiones y multitud de dolencias, de las cuales toca una buena parte al aparato de la visión; en ciertas ocasiones ha lle- gado á producir oftalmías tan genera- lizadas que se han considerado como epi- démicas. Lo mismo el aire caliente y seco que el frió y húmedo, principalmente cuando están agitados en impetuosas corrientes, han dado que sufrir mucho á los ejércitos en las marchas, desarrollando violentas otfalmias, que han sido descritas y estu- diadas por hombres eminentes, Lo único que pudiera aconsejarse en tales ocasio- nes, seria la suspensión de la marcha, cuando á ello no se opusiera la urgencia de una operación ó la combinación de nn plan de campaña al que hubiese que sacrificarlo todo. La luz es el escitante natural del ojo, J. SANTOS FERNANDEZ. 90 y el elemento indispensable para su vida y sus funciones, pero no en todas las re- giones se encuentra con la misma inten- sidad, ni en una región determinada, es igual á diferentes horas del dia ni en las varias estaciones; para compensar estas diferencias y poderlas graduar á nuestro antojo y según la necesidad, disponemos de los párpados y pestañas, y del iris que por su contracción dilata ó estrecha la pupila; mas no siempre estos medios son suficientes; lo serian tal vez si viviésemos siempre al aire libre, mas la Naturaleza que según un festivo escritor dió al hom- bre la inteligencia por una equivocación se encuentra insuficiente en este punto. Nuestros hábitos sociales, nos colocan en condiciones tan diferentes que nece- sitamos con frecuencia mayores precau- ciones. Debemos pues evitar toda luz inten- sa, todo resplandor vivo, el reflejo del sol sobre las aguas, en los campos de nieve, sobre las blancas paredes de las casas, en HIGIENE DE LA VISTA. 91 los arenales ó en los paseos. Cuando es- tas impresiones se esperimentan brusca- mente ó por algún tiempo, dan lugar á diferentes trastornos que alcanzan hasta la retina como hemos tenido ocasión de observar muchos casos después del eclip- se de sol de 1878 en personas que sin las necesarias precauciones quisieron gozar de aquel espectáculo, siempre sor- prendente, aunque repetido. (1) La luz debe ser suficiente para ver bien y no tanta, ni tan escasa, que ocasione molestia por ligera que sea. Respecto á la luz artificial, asunto por demás interesante, será objeto de un ca- pítulo especial. Cada civilización, cada edad, cada pue- blo, cada idea religiosa ha tenido su ar- quitectura propia y característica; nada ha variado tanto,, ni en nada ha puesto el hombre tan especial empeño en grabar su carácter, sus tendencias y sus cos- (i) Cróniost Médico-Quirúrgica de la Habana t. V. p. 8o. 92 J. SANTOS FERNANDEZ. tumbres, como si quisiera perpetuarse en la piedra y el hierro que tampoco resis- ten á la acción destructora del tiempo. Durante largos siglos todo influyó en la construcción de las viviendas humanas ménos la Higiene. En los pueblos del Asia regidos despó- ticamente, solo los templos y los palacios de los reyes eran suntuosos y grandes; los Griegos bulliciosos y ligeros, disfru- tando un clima benigno y viviendo en la plaza pública, no se cuidaron gran cosa de sus casas; Roma preocupada con la conquista del mundo y la redacción de sus magníficas leyes abandonó también ese cuidado, y solo supo aprovechar el arco, invención de los Etruscos, sus ante- cesores, para unir unos pueblos con otros por medio de gigantescos puentes, ó para celebrar el triunfo desús guerreros. El Ara- be celoso encierrasus afiligranadas mara- villas arquitectónicas, como sus mugeres detrás de altos y áridos muros, que ape- nas ofrecen, diseminadas sin orden, algu- HIGIENE DE LA VISTA. 93 ñas aberturas para el paso de la luz. La edad media esencialmente guerrera, se encierra en pesados torreones ó en so- berbios castillos, donde todo se subordi- na á las leyes de la defensa. En nuestros dias, más venturosos sin duda, la higiene empieza á ser el principal factor en los cálculos del Arquitecto; grandes puertas, ventanas rasgadas, techos elevados, ca- lles espaciosas y numerosas plazas; luz y aire, tal es la divisa; mas todavía hay habitaciones bajas, húmedas y oscuras, calles estrechas v casuchas inmundas; estas habitaciones, estrechas, frías, y mal ventiladas, producen unidas á otras cau- sas el escrofulismo y con él una serie in- terminable de dolencias graves para los ojos. Esperemos confiadamente en el pro- greso. ¡§E LOS ALIMENTOS Y BEBIDAS, Los alimentos y bebidas, encargados de reparar las continuas pérdidas que sufre el organismo, tienen una influencia decisiva en la salud general y en la par- ticular de los ojos. “Dime lo que co- mes y te diré quién eres,” dijo el espiri- tual autor de la fisiología del gusto; es- to, que es muy cierto, revela desde luego que hay grandes diferencias entre los hombres, por lo que se refiere á la ali- mentación; hay quien come para vivir, hay quien vive para comer; son muchos los que no comen lo suficiente, y somos1 96 J. SANTOS FERNANDEZ. muchísimos los que comemos más de lo necesario. La naturaleza de los alimentos, el con- dimento más ó menos especiado, las ho- ras de comer, todo influye directamente y en distinto grado; pero lo que sobre la vista tiene una acción mejor determinada, es la cantidad del alimento, el abuso, ya sea por exceso, ó sea por defecto. En el primer caso, prodúcense congestiones en diferentes visceras y especialmente en el cerebro; estas congestiones proceden de dos causas, de un obstáculo mecánico á la circulación por la plenitud del estóma- go y de un exceso de sustancias en el torrente circulatorio. La alimentación insuficiente es igual- mente perjudicial; dícese que el hambre aclara la vista y aguza el entendimiento, estas máximas que parecen inventadas en los colegios, son completamente erró- neas; los organismos empobrecidos, son lámparas que se extinguen y dan mas humo que luz; por parte de la vista, ob- HIGIENE DE LA VISTA. 97 sérvanse las alucinaciones más extra- ñas; y Revedle-Parise y otros sábios ex- plican por esta causa las visiones celes- tiales que han observado y referido, sin duda con buena fé, los anacoretas y as- cetas de todos los países, cuando se han sometido mucho tiempo á la abstinencia y á la maceracion. Las especias perjudican por sus pro- piedades irritantes. La regla, pues, debe ser: Alimentos de buena calidad, modera- ción en la cantidad y sencillez en la con- dimentación. Se ha dicho y con razón, que las en- fermedades de las visceras del vientre, predisponen á la hipocondría, la tristeza, diversas manías y hasta el suicidio; es un hecho que las personas de carácter ale- gre y jovial, siempre sonrientes y dis- puestas para todo, digieren bien y sus funciones se ejercen con la regularidad de la máquina más perfecta; por el con- trario, los que padecen del aparato di- 98 J. SANTOS FERNANDEZ. gestivo, aún aquellos que no se creen enfermos, pero que habitualmente pade- cen de astricción ó diarrea, son por lo general taciturnos, melancólicos, de ca- rácter desigual, y en la mirada indiferen- te y en los ojos enrojecidos, por los vasos inyectados, llevan escrito su padeci- miento. Voltaire, siempre dispuesto á reirse de todo, sacó gran partido de este hecho, en muchas de sus sátiras. Entre los hechos curiosos observados, de este género, merece especial mención el citado por Zimmerman (i), de dos hermanos, de los cuales el uno padecía estreñimiento y el otro diarrea. La unión y la amistad entre ambos hermanos, su- fria las mismas alternativas que sus di- gestiones, siendo de notar que siendo los dos hombres de mérito y de talento, no podían sustrarse á esta influencia pode- rosa. .Puede asegurarse que una persona, (i) Traité de Pexperiencie en medicine. HIGIENE DE LA VISTA. 99 cuyos ojos están habitualmente enrojeci- dos é irritados, padece de astricción. De lo expuesto se deduce que es de suma importancia asegurar la regularidad de las excreciones, principalmente en las personas dedicadas á trabajos intelectua- les y de vida sedentaria, que abusan de sus ojos; el ejercicio moderado, la ali- mentación conveniente y los enemas de agua fría, son los medios que ofrecen mejores resultados en estos casos. El agua es el disolvente universal, pe- ro es el caso que no nos basta, ni nos ha bastado nunca. En todos los tiempos y países se han esforzado los hombres en buscar el alcohol, con más empeño que en buscar el oro; sabido es que los sal- vajes venden sus joyas y hasta sus hijos por una botella de aguardiente; y como si esta afición representase una verdade- ra necesidad, la naturaleza prodiga don- de quiera, las plantas que por destilación producen ese “fuego líquido,” según se ha llamado enérgicamente; la uva, la J. SANTOS FERNANDEZ. manzana, la caña, la patata, la castaña, la cebada, el centeno, el sagú y otras mil, encierran en sus frutos el gérmen de este funesto elemento esencial de todos los licores. Su influencia en la visión, señalada desde hace mucho tiempo y reconocida hoy por todos los médicos, es incuestio- nable; bajo su acción experimenta esta función tales cambios y se alteran tan notablemente partes esenciales del ojo, que una ceguera lenta pero segura, es el resultado final, no ya del abuso, si- no del uso moderado muchas veces. La perniciosa costumbre, establecida en varios países y extendida á diferentes clases de la sociedad, de tomar por la mañana en ayunas ginebra, aguardiente ú otro licor, es una causa frecuente de la debilidad de la vista que se observa en muchos sujetos y que no saben á qué atribuir, pues realmente, como ya hemos indicado, hay ocasiones en que la enfer- medad sigue á la ingestión de pequeñas HIGIENE DE LA VISTA. cantidades de alcohol; y los enfermos mismos se sorprenden cuando se les ha- ce conocer el origen del mal. En esto como en todo las inesplicables diferen- cias individuales, deben tenerse muy pre- sentes; es frecuente ver hombres que tie- nen la embriaguez por hábito y gozan de buena vista, pero también los vemos en la clinica que, á consecuencia del exceso más pequeño, se han acarreado grandes males. Cuando esta debilidad empieza á ini- ciarse aún es curable, mediante el uso de medicamentos apropiados y dejando en absoluto la bebida; si esta condición no se cumple ó el mal está muy adelantado, entonces no hay remedio posible, y el individuo queda condenado á distinguir apénas el dia de la noche. §§E LAS PASIONES. Si los agentes exteriores influyen tan poderosamente sobre el organismo y so- bre el aparato de la visión, como hemos apuntado, no son ménos numerosas ni menos interesantes las causas que depen- den del individuo mismo, ni son ménos notables sus efectos. Aquí examinaremos como las princi- pales las que se refieren á las pasiones deprimentes del ánimo, y á la poderosa pasión del amor, haciendo al mismo tiempo referencia de los trastornos que en la vista se producen en la época en 104 J. SANTOS FERNANDEZ. que se desenvuelven los órganos de la generación. Si es una verdad que “los ojos son el espejo del alma,” es porque pintan siem- pre, y á veces con imprudente fidelidad, cuanto por ella pasa. No faltan observaciones de personas que á consecuencia de un movimiento violento de cólera, han sido repentina- mente atacadas de incurable ceguera. Los accidentes que sobrevienen en los ojos debidos á las impresiones morales reiteradas, no aparecen con frecuencia inmediatamente, pero su acción no es menos cierta por eso; se comprende, que órganos tan delicados, encargados de expresar con tanta energía, los senti- mientos más vehementes, acabarán al fin por resentirse de los esfuerzos soste- nidos. La tristeza tiene una acción más deci- siva aún que las otras pasiones; por de pronto su dominio suele ser más durade- ro y constante; por otra parte esta pasión HIGIENE DE LA VISTA. de ánimo, recae ordinariamente en per- sonas nerviosas y delicadas, que huyen la sociedad y hasta la luz, que lloran con frecuencia sin darse cuenta del motivo y se abandonan irreflexivamente á tormen- tos imaginarios muchas veces. La edad de la pubertad, tiene diferen- te influencia en el hombre y en la mujer. Es sin duda exagerado ese aforismo tan repetido de que el útero es la mujer; sin embargo, forzoso es convenir, en la estrecha relación que existe entre este órgano y la personalidad femenina. La mujer ha nacido, casi exclusivamente para ser madre, por tanto no es de ex- trañar, que todo su ser esté en cierto modo subordinado á la vida de aquella entraña. Las anomalías más curiosas y extrañas por parte de la vista se presentan, en la época en que la niña se convierte en mujer; los libros que tratan este asunto y los especiales de afecciones de los ojos, están llenos de observaciones de este 106 J. SANTOS FERNANDEZ. género; la ceguera coincidiendo con la aparición de las primeras reglas unas veces, otras presentándose, cuando aque- lla función se retarda por cualquier cau- sa; las alucinaciones, neurálgias y otras dolencias, coincidiendo siempre, con la presentación ó supresión del flujo y des- apareciendo, cuando se regularizan las funciones menstruales, autorizan á sos- pechar una estrecha relación entre el útero y la función visual. Estos trastornos más alarmantes que graves por punto general, son siempre pasajeros y no exigen otros cuidados que los relativos á la función genésica. En el hombre, no es el momento de la pubertad, el elegido para sufrir trastor- nos visuales, sino el tiempo que sigue á su desarrollo. Hipócrates había notado ya que los ojos tienen la más estrecha simpatía con los órganos de la generación. La pasión del amor, la más universal, la más vehemente, parece haber escojido HIGIENE DE LA VISTA. 107 á los ojos por sus únicos intérpretes. Los placeres del amor tan intensos como breves, producen honda sacudida á todo organismo; de ahí que el acto del amor haya sido considerado como una voluptuosa epilepsia. Los que se abandonan inmoderada- mente á sus deseos, experimentan bien pronto un abatimiento excesivo, temblor, debilidad, etc., sus ojos lánguidos, mar- chitos, apenas pueden soportar el más pequeño trabajo. Se dá la vida á costa de la vida, y los más pródigos, son pronto los más pobres. Aristóteles notó que los ojos sufren más en el acto del amor, que los órganos que juegan el principal papel. Se les vé siem- pre después de largos excesos, débiles, hundidos, cubiertos de una especie de niebla é incapaces de sufrir la luz del dia. Háse tratado de reducir la cuestión á números y reglamentar la vida conyugal; tentativa inútil; nuestra debilidad será 108 J. SANTOS FERNANDEZ. siempre mas fuerte que la ciencia; Celso dijo á este propósito, que la regla existe non número sino en las fuerzas del indi- viduo, edad, temperamento, circunstan- cias y estación. Ne quid nimis. Nada con exceso; no satisfacerse nunca para tener siempre apetito; gozar poco para gozar más, abstenerse para poder; tal es la cuestión. Los jóvenes que quieran conservar la vista, deberán huir del culto de Vénus, y sobre todo de los placeres solitarios, más perniciosos cuanto más fáciles. Los casados, principalmante los ner- viosos, débiles y de vida sedentaria, aprenderán á resistirse y resistirlas. En cuanto á los viejos para los cuales el amor apénas tiene más que espinas y sinsabores, deberá bastarles esta máxima de La Rochefoucauld. La vejez es un tira- no que prohibe bajo pena de muerte los placeres de la juventud. Como si el hastío del placer no fuese bastante, para reprimir nuestros deseos; HIGIENE DE LA VISTA. 109 tiene el hombre el triste privilegio de una terrible enfermedad, nacida probable- mente del abuso; esta enfermedad, que nada respeta, ni aún la santidad del ho- gar, es un peligro más para la vista y uno de los más graves; todas las mem- branas del ojo son susceptibles de ser infectadas por este virus, y en muchos casos la ceguera absoluta es su conse- cuencia. |§EE ABUSO DEL TABACO, El tabaco ha preocupado vivamente á todos los higienistas; sobre él se ha es- crito mucho y se ha dicho más; ha tenido encarnizados enemigos y acérrimos de- fensores; probablemente ha habido exa- geración de una y otra parte, pero es indudable que lo hubiera pasado mal en ciertas épocas á no ser en muchos países los Gobiernos, los primeros interesados en generalizar su uso; en cambio no ha faltado un médico que lo proponga, para el uso de las academias y colegios con- siderándolo como excelente medio mora- 112 J. SANTOS FERNANDEZ. lizador (1) ni un legislador que haya pe- dido á la cámara, el tabaco barato para el pueblo, (2) ni un poeta que lo haya cantado en elegantes versos. (3) Sea como quiera la opinión de la ma- yoría es contraria á esta planta y señala con colores más ó ménos oscuros, sus perniciosos efectos, que aunque el hábito pueda atenuarlos, no por eso dejan de producirse en muchos casos. Con tanta más razón parecen bien fundados los que así piensan cuanto que el tabaco pertenece á la misma familia de la belladona, el beleño y otras plan- tas venenosas y natural es suponer que se parezca á los suygs. Respecto á sus efectos en la vista, es- tán demostrados de un modo que no de- ja lugar á duda y son muchos los casos que pudiéramos citar. Sobre 30 casos de (1) El Dr. Desmeaux, Academie des Sciences. Jule 1862. (2) Mr. Glais-Bizoin, Corps legislatif, seance lu 22 Juin 1865. (3) Barthelemy, L’Art de fumer 1845. HIGIENE DE LA VISTA 113 ceguera observados por Hutchinson, 23 eran fumadores apasionados; Woodsworth ha publicado tres casos análogos y nos- otros hemos observado con frecuencia no- tables trastornos de la visión, debidos se- guramente á esta causa. A primera vista parece que el tabaco de mejor calidad debiera ser el menos perjudicial y aún parece confirmarlo, el que en la Habana se observan ménos ca- sos de afecciones de la vista por esta causa que en otros países relativamente, esto, sin embargo, tiene su esplicacion; el tabaco de buena calidad y más estimado como es el de la Isla de Cuba es también el más caro, y esta circunstancia hace que sean ménos las personas que abusan de esta planta; por otra parte en la Isla es muy raro encontrar un fumador de pipa, costumbre muy generalizada en Europa y que parece más perniciosa á juzgar por las observaciones hechas á es- te propósito. No es posible fijar de antemano la 114 J. SANTOS FERNANDEZ. cantidad que cada fumador pueda consu- mir en un dia sin detrimento de la sa- lud en general ó de la vista en particular, puesto que dicha cantidad ha de variar para cada individuo en razón de su edad, temperamento, desarrollo, hábito &, y otra multitud de circunstancias que no pueden precisarse. La moderación es aquí, como en mu- chos otros casos el único consejo racional, pues inútil sería pretender desarraigar una inveterada práctica La costumbre de mascar, estendida entre las clases inferiores de la sociedad, es de las más perniciosas, pues por este medio se llegan á producir peligrosos envenenamientos y por lo menos se origi- nan graves males al aparato digestivo y á todo el organismo. Para mascar se usa comunmente el nérvio de la hoja llamado palito ó la hoja misma prensada en ta- bletas, andullo, ó dispuesta en forma de largas cuerdas, cabulla. De cualquier modo es una cos- HIGIENE DE LA VISTA. tumbre repugnante y altamente perju- dicial. El tabaco en polvo ó rapé, sigue en perniciosidad al hábito anterior, pues también por este medio se absorben muchos de los principios tóxicos de la planta. Esta práctica muy generalizada en el siglo anterior decae por fortuna visiblemente. La pipa ocupa el tercer lugar en pun- to á malos efectos y tiene el inconvenien- te del olor nauseabundo que deja en la boca de los fumadores. El tabaco puro ó los cigarrillos de pa- pel, lo más usual y frecuente entre nos- otros, parece ser también el más pequeño de los males, y la forma más inofensiva en que se puede usar la planta Ameri- cana. Vogel cree haber demostrado la pre- sencia del áccido prúsico en el humo del tabaco por medio del papel Selionbeín que está empapado en sulfato de cobre. Cuidados de da yista ENL DOS PLACERES Y DIVERSIONES, Lo que dejamos apuntado respecto á las profesiones, puede hacerse extensivo á ciertos ejercicios á que nos entregamos, ya con un fin higiénico, ó simplemente como distracción y pasatiempo, con la ventaja á favor de estos últimos de que podemos dejarlos tan pronto como nos perjudiquen. La caza, placer tan antiguo, como rico en emociones, agradable y variado, que indudablemente es una gimnástica ven- tajosa para el órgano de la vista, le ex- 118 J. SANTOS FERNANDEZ. pone á algunos accidentes; los novicios ardientes é impetuosos, cruzan sus fuegos irreflexivamente, sin tener en cuenta que un solo grano de plomo, que apénas in- teresa la piel puede ocasionar la pérdida de un ojo; otras veces se persiguen á ca- ballo por entre espesos matorrales, reses heridas, despreciando imprudentemente las ramas que se cruzan. El juego del billar, moderado y tran- quilo, ofrece para la vista, ocasión exce- lente para desarrollar su agudeza y pre- cisión. La esgrima, que en otro tiempo era el complemento de la educación de los jó- venes, aunque considerada hoy, exclusi- vamente como ejercicio gimnástico, es un medio de adquirir perspicacia y seguridad en la mirada, pero nunca deberán olvidar los que á este juego se entreguen, la careta indispensable, pues si el boton del florete, garantiza bastante el resto del cuerpo, no le impide ser peligrosísimo para los ojos. HIGIENE DE LA VISTA. 119 Los paseos de campo, han sido consi- derados en todo tiempo, como uno de los placeres más gratos al espíritu y más saludables al cuerpo. La escuela de Sa- lerno, habia comprendido ya su utilidad para el órgano de la vista y lo dejó con- signado en estos versos. Fons, speculum, graraen, hoec dant oculis relevamen Mane igitur montes, sub serum invisito fontes. Que traducidos libremente dicen: “El agua de los manantiales y arroyos, y la yerba de los prados, entonan y agra- dan la vista; de mañanita, pues, recorre el monte y por la tarde visita las fuentes.” Los viajes por tierra y por mar son también importantes factores en la higie- ne de la visión, el cambio de horizontes, la limitación y extensión alternativa del campo visual, las diferencias de color de los campos, las montañas y los mares im- presionan la vista de un modo ventajoso sin fatigarla; únicamente en los ferro-ca- 120 J. SANTOS FERNANDEZ. rriles, son necesarias algunas precaucio- nes, para protejer los ojos del humo, del polvo de carbón y de las chispas que sa- len de la máquina; para esto será suficien- te, sentarse de espalda á la locomotora ó hacer uso de gafas protectoras, evitando siempre el mirar en la dirección del movimiento. Uno de nuestros principales recreos, de los que más halagan la juventud y aún la edad adulta, es sin disputa el baile»' sería un ejercicio altamente conveniente si las exigencias de la moda y de las costumbres, no le rodearan de inconve- nientes multiplicados; por regla general estas reuniones tienen lugar en salones, casi nunca proporcionados al número de invitados: si están poco alumbrados per- judican, si lo están mucho también; si las luces son de mala clase influyen así mismo de un modo pernicioso. Los ojos son los órganos que en estos casos, tienen mayor actividad, la tapicería, los ador- nos, los trajes de brillantes colores, la HIGIENE DE LA VISTA. 121 pedrería que deslumbra, todo contribuye á fatigarlos; hay que añadir á esto, el hu mo de los cigarros, el polvo incesan- temente agitado por las expléndidas co- las de los vestidos, el calor excesivo, y los pequeños excesos de las bebidas; así se explica por qué al dia siguiente de un baile tenemos los ojos inyectados y sen- sibles á la luz. Los bailes tienen para los ojos un pe- ligro más, y este es aplicable á todas las grandes reuniones nocturnas; en los pai- ses frios especialmente, todo el mundo cuida al salir de un baile ó un teatro, de abrigar bien el cuerpo y hasta taparse la boca con el pañuelo para evitar la in- fluencia del aire, á una temperatura más baja; esta precaución no puede ser más acertada, pero es el caso que los ojos no pueden cubrirse; para ellos el tránsito de la temperatura elevada del salón á la glacial de la calle, es tan brusco como repentino, y de aquí se originan gran número de oftalmías catarrales y otras. 122 J. SANTOS FERNANDEZ. Este inconveniente solo podría reme- diarse, haciendo el tránsito gradual en cuanto fuese posible, práctica que seria igualmente útil á todo el organismo. Por último el inconveniente mayor, resumen de todos los otros, es el que se refiere á la vigilia prolongada, que como ha sido observado desde tiempos remo- tos, es una de las causas más abonadas de los padecimientos oculares. La escuela de Salerno ántes citada al enumerar las causas que pueden dar lugar á las enfer- medades de los ojos, después de mencio- nar las principales como, la Venus, el vino, el humo, el sol, el trabajo excesivo y otras no ménos poderosas, termina di- ciendo Sed vigilare magis es decir, la mayor la vigilia. fflGIEp DE DA DECTU^A, Que la lectura prolongada dá lugar á la fatiga de la vista es un hecho por todos reconocido y por nadie negado. Nadie, sin embargo, se ha detenido á legislar sobre este punto de higiene de la vista hasta que M. Javal la puso á dis- cusión en la sociedad de Medicina pública é higiene profesional. La necesidad de leer con una asiduidad cada vez creciente, la poca edad de los niños que empiezan á aprender y los caractéres cada vez más pequeños tienden á generalizar la miopía 124 J. SANTOS FERNANDEZ. hasta tal punto que si la higiene no toma cartas en el asunto terminará por invadir la totalidad de la especie humana. Las personas consagradas por profe- sión ó por afición ála educación de la in- fancia y de la juventud, los editores que deseen dar á luz libros irreprochables, bajo el punto de vista de la higiene, los ar- quitectos encargados de construir escuelas y todos los que deseen tener presente cier- tos preceptos para la conservación de la vista no encontrarán de más nuestros es- fuerzos en pro de la higiene de la lectura. Las causas que producen la fatiga du- rante la lectura son de dos géneros, las unas radican en el individuo, las otras en el libro ó en los caracteres que lee. La posición del individuo cuando lee es casi siempre viciosa, el libro mucho más bajo que la cabeza, no solo exige la inclinación de esta sino también de todo el cuerpo, de aquí la congestión de la cabeza que se irradia á los ojos por la acción declive y por la HIGIENE DE LA VISTA. 125 compresión de las visceras del tronco, y como consecuencia los desvanecimientos, el deslumbramiento y el cansancio de la vista. La dirección horizontal de las líneas impresas sobre todo cuando se colocan de tal suerte que la retina es siempre impresionada en el mismo punto por las líneas blancas y negras. La impresión negra sobre el papel blanco que produce cierto deslumbra- miento y molestias que no sobrevendrían si el ojo estuviese dotado del acromatis- mo que el arte tiende á obtener en los aparatos de óptica y que aquel no posee ni anatómica ni fisiológicamente. La aplicación constante de los ojos sin el más ligero intervalo de reposo unido á lo anterior, los obliga á converger tanto que en un momento dado, esta conver- gencia cede y es cuando se borran y con- funden los renglones y nos vemos obli- gados á separar la vista del libro en que leíamos. 126 J. SANTOS FERNANDEZ, Según Javal, la uniformidad de aspec- to de los caractéres de imprenta, es. para los ojos un defecto capital, y propone como más conveniente el volver á las antiguas letras. La uniformidad á que alude se demuestra fácilmente, cubriendo la mitad de un renglón impreso con una hoja de papel; si la mitad descubierta es la superior aún puede leerse alguna pa- labra; si la mitad descubierta es la infe- rior, es muy difícil descifrar alguna por la mucha semejanza que tienen todas las letras en esta parte, (i) Si los caracteres son pequeños * estos inconvenientes son mayores y á esto es debido la miopía accidental en los niños por esfuerzos en fijar la vista. Puede ase- gurarse que todo lector de profesión ter- mina, por pequeña que sea su predispo- sición á la miopía, casi siempre por ha- cerse miope. Un esfuerzo mayor ó menor se realiza para la lectura de cada línea, este esfuer- Jaral,—Progrés Medical, 1878. HIGIENE DE LA VISTA. 127 zo será menor si el libro es ligeramente cóncavo ocurriendo todo lo contrario si es convexo. Sería conveniente según Javal que se imprimiese en papel ligeramente amarillo en lugar del blanco que se usa y que pro- duce deslumbramientos cuando como á manera de espejo refleja la luz que es al mismo tiempo indispensable para la lec- tura. Ninguna cansa más la vista, dice Monlau, que la lectura de esas mag- níficas ediciones de lujo cuyos caracteres muy negros contrastan marcadamente con un papel blanquísimo y lustroso como el raso; sería mucho ménos trabajoso el ejercicio de la lectura si las obras se im- primiesen en papel ligeramente verdoso. Años atrás, dice, se propuso ya en Ingla- terra imprimir los libros en amarillo so- bre papel verde ó sobre azul oscuro con letras blancas y parece llegó á realizarse algún ensayo de esta naturaleza en unas tablas de logaritmos. El Dr. Corminas Canónigo de la Catedral de Burgos ase- 128 J. SANTOS FERNANDEZ. gura que es muy antiguo dar color al papel para imprimir á fin de que no ofenda á la vista; en los archivos de la citada Catedral existe una edición del Concilio de Trento del año 1574 con papel de un azul muy claro. La higiene de la vista añade se tuvo presente anti- guamente en la formación de misales y breviarios; en el dia se desatiende entera- mente. Los caracteres deben ser gruesos y sin detenernos ahora en usar el tecnicis- mo del arte tipográfico, bástanos indicar los que lleva este libro como norma de losque debiéramos emplear habitualmen- te. El libro debe ser pequeño, de este modo los renglones siendo cortos podrán ser dominados con facilidad por la mirada, Será cómodo tenerlo en la mano porque su exiguo peso no nos obligará á colocarlo sobre las piernas ó sobre mesas ú obje- tos no apropiados que obligan á adoptar una posición viciosa para la lectura. Si el libro se abre con facilidad como HIGIENE DE LA VISTA. 129 debe ser, ofrecerá una superficie cóncava para fijar la vista huyendo de los perjui- cios que se siguen y hemos apuntado para el caso de que ocurra lo contrario. Terminaremos recordando lo que he- mos dicho ya en otro capítulo y como sucede siempre en higiene, no nos podre- mos eximir de repetirlo quizás mas ade- lante. Para la lectura prolongada, sobre todo, no debe permanecerse sentado; de pié, nos hallamos en mejores condiciones para que la circulación y demás funciones se desenvuelvan holgadamente. La lec- tura finalmente, debe ser interrumpida por paseos al aire puro y fresco, en ellos se interesan casi todos nuestros sentidos t la inteligencia se ocupa por completo y es indispensable el descanso no tan solo para evitar el cansancio de los ojos sino también para descansar nuestro cerebro que puede en cierto modo embotarse con el egercicio inmoderado de sus fun- ciones. Higiene de da escritura* Los signos manuscritos de que nos servimos hace más de treinta siglos para conservar y trasmitir el pensamiento, han sufrido infinitas trasformaciones; el des- envolvimiento del buen gusto, la habi- lidad creciente de los artistas, el perfec- cionamiento del alumbrado, y la genera- lización del empleo de lentes ó cristales, han contribuido poderosamente á los cambios de los signos que tienen por objeto figurar y perpetuar la palabra. Bajo el punto de vista de la Higiene ocular tenemos que considerar en la es- critura; los materiales empleados, la 132 J. SANTOS FERNANDEZ. posición adoptada y la clase de letra. Respecto á los materiales, hemos dicho ya en el capítulo precedente, que el pa- pel es mejor cuanto menos blanco y brillante; la tinta negra debe ser preferi- da, si bien de un color parduzco que contrasta ménos con el papel y nunca tan clara que cueste trabajo distinguirla; las tintas de color, especialmente la roja y violeta deben desecharse en absoluto, Unicamente la azul pudiera usarse en es- critos de pocos renglones; estas tintas ademas de los inconvenientes que tienen cuando frescas se borran y casi desapa- recen en poco tiempo, lo que hace más penosa la ulterior lectura. Las plumas de puntas finas y entrefinas son las más inconvenientes, por la tenui- dad que dan á los trazados y lo apiñadas que resultan las letras hechas con ellas; en esto como en todo el termino medio es el más aceptable. Respecto á la luz más conveniente lo hemos indicado ya en el capítulo anterior HIGIENE DE LA VISTA. 133 y en el que trata de la luz artificial. La posición edecuada es la que mas se acerque á la vertical; es un hábito tan pernicioso como generalizado, el de escribir apoyando el pecho sobre el bor- de de una mesa, con la cabeza exajerada- mente inclinada hácia uno ú otro lado y á muy poca distancia del papel; con- trayéndonos á los perjuicios que se ori- ginan al aparato de la visión, consigna- remos, las congestiones determinadas por el obstáculo que á la circulación general oponen dichas posiciones forzadas; las convergencias viciosas á que se obliga á los ojos para evitar la oblicuidad de los rayos luminosos y por último el can- sancio y fatiga que esperimentan para apreciar debidamente á una distancia in- conveniente pequeños objetos. No es ménos importante lo que se re- fiere á la clase de letra y manera de for- marla; esto no solo hace relación con el que escribe, sino con la persona á quien vá dirijido el escrito ó ha de leerlo. 134 J. SANTOS FERNANDEZ. La letra Española bastarda ó redon- dilla tiene sobre las otras incontestables ventajas; perfiles y gruesos bien deter- minados, amplitud é independencia de cada letra y una ligerisima inclinación, son cualidades que la hacen de faci- lísima lectura y cómoda escritura por lo que respecta á la vista; tiene el inconve- niente de exigir alguna lentitud en su formación y ocupa más espacio, lo que no se conforma al espíritu de la época presente, avaro del espacio y del tiempo: esta es la razón de su decadencia y de haberla sustituido con las letras cursiva é inglesa, siendo esta última la que do- mina hoy hasta en los documentos oficia- les; estas letras finas, rígidas y uniformes, verdaderamente inglesas, producen ma- yor confusión y exigen más esfuerzos por parte de los ojos, cuyas dificultades aumentan considerablemente si no tienen la perfección que recomienda la Ca- ligrafía. La rapidez con que se escri- be generalmente perjudica en mucho HIGIENE DE LA VISTA á la escritura, las letras se hacen in- completas, se desforman y se ligan de mil modos hasta el punto que uno mismo no entiende después lo que escribió poco antes. Como observa muy atinadamente M. Javal, hay letras que para formarlas de un modo claro y conveniente nos obligan á levantar la pluma y detenernos un mo- mento; por ejemplo es preciso suspender la escritura antes de la a, e, d, g, o, y, á la mitad de las letras, a, g, y y y después de la y y la s. Cuando faltamos á esta regla y es casi siempre, hacemos necesa- riamente oscuro el escrito, convirtiendo la a, en c, ó u, la c, en e etc. Otro defecto de los principales consiste en redondear con demasiado descuido las u y las n hasta el punto de hacerlas iguales; los alemanes suprimen en abso- luto la curva que une los brazos vertica- les, pero tienen el cuidado de hacer muy separadas las letras, único modo de que sean inteligibles en ciertas frases; así 136 J. SANTOS FERNANDEZ. por ejemplo, la palabra commutar, en la escritura corrida, de que hablamos se fi- gura así conmutar, casi imposible de leer, mientras que á la manera alemana resultaría co ni ni litar, más fácil aunque trazada de igual modo. De aquí podemos deducir que toda persona que escriba mal, deberá trazar cada letra independientemente de las otras, pues de este modo será más inte- ligible su escrito y menos perjudicial aún para ella misma. La rapidez obliga tam- bién á hacer las letras tendidas é inclina- das, lo que unido á su uniformidad dá por resultado un empastamiento difícil de descifrar, tanto más cuantos más án- gulos resulten, así como puede observar- se cuando se quiere leer una inscriccion gótica, formada de líneas rectas quebra- das, tan uniformes, tan semejantes y de tan iguales proporciones que más se pa- recen á una greca ó adorno que á una frase hecha para ser leída. Si á lo dicho se agrega, la puntuación HIGIENE DE LA VISTA. 137 defectuosa, los acentos omitidos y las faltas de ortografía, se comprenderá fácil- mente que tanto el que escribe como el que lee deben tener igual interés en la claridad de los manuscritos, y en su me- tódica formación. Se nos objetará tal vez que habiéndo- nos ocupado con estension de la Higiene de la lectura, era innecesario este pequeño artículo, que más parece de caligrafía; á esto diremos únicamente, que creemos de igual importancia uno y otro, te- niendo en cuenta el gran número de personas que pasan su vida escribiendo, como sucede á los comerciantes, enqolea- dos del Gobierno, Notarios, Escribanos etc., y como estas mismas personas se ven obligadas con frecuencia á repasar sus escritos, es indudable la ventaja que pueden obtener, si tienen presentes las indicaciones apuntadas. Luz AfyrmciAk, süs inconvenientes % Y MODO DE EVITADLOS* La elección de la luz que debe servir- nospara el alumbrado, sobre todo, cuando nos dedicamos á la lectura ó cualquiera labor minuciosa, es y ha sido objeto de grandes debates, pues mientras unos conceden gran importancia al color de la llama y por consiguiente á los rayos co- loreados que de ella emanan, otros sin negar esta opinión que es la más gene- ralizada tratan de probar con Zallner que la luz privada de sus rayos amarillos y 140 J, SANTOS FERNANDEZ. rojos no pierde sus efectos perjudiciales, fundándose en que la luz del petróleo es más blanca que la del aceite común y sin embargo daña mucho más. La luz, dicen, ó su radiación va siempre acom- pañada de una emisión de rayos calo- ríficos cuya relación con los rayos lumi- nosos varía considerablemente y á cuya presencia deben atribuirse las perturba- ciones de la vista. Miéntras que en la luz del sol cerca de la mitad de los rayos caloríficos son al mismo tiempo luminosos, en la luz del aceite se hallan cerca de 90 por i 00 de rayos oscuros; y solo 10 por 100 de rayos luminosos. El platino ca- lentado al blanco emite 98 por 100 de rayos oscuros; la llama del alcohol 99, la luz eléctrica 80, la del gas 90, la del pe- tróleo 94, etc. etc., Es por lo tanto nece- sario despojar á la luz artificial de una gran parte de su influencia térmica: los tubos de vidrio que se adaptan á las lámparas realizan en parte esta indicación porque el vidrio diáfano intercepta'gran HIGIENE DE LA VISTA. 141 parte de los rayos caloríficos; si tiene dos ó tres milímetros de espesor detiene de 4t> á 6o por ciento. Cuando los rayos térmicos han atravesado una lámina de vidrio de algunos milímetros de espesor, un nuevo paso por otra lámina no les hace esperimentar sino débiles pérdidas; pero se les puede detener casi comple- tamente haciéndolas pasar la segunda vez al través del alumbre ó de la mica. Sin afiliarnos á uno ni á otro bando, encontramos en ambos mucho de razo- nable y digno de tenerse en cuenta para las investigaciones sucesivas. Por nuestra parte diremos que la luz artificial puede ser nociva por su poca intensidad, sobre todo dedicándola á labores pequeñas, á causa de la necesidad que hay de aproxi- mar mucho los ojos á la labor y de incli- nar por lo mismo exesivamente la cabeza. La luz artificial puede tomar diferentes colores de los aparatos de protección que rodean la llama; el verde y el violeta son los colores que menos tolera el ojo; el 142 J. SANTOS FERNANDEZ. azul es el mejor tolerado de todos. Los perjuicios ocasionados por la luz artificial, dependen ademas del lugar en donde «e hace uso de ella, de la manera como se emplea, así la misma luz que no sería nociva en un sitio abierto lo será en un local cerrado; una luz que se tolera im- punemente si viene de arriba, será daño- sa si se tiene cerca, encima de la misma mesa donde se trabaja. De los esperimentos hechos por Hei- mann sobre las nuevas materias de ilu- minación, para probar hasta que punto ocasionan sufrimientos en los ojos, á sa- ber: sequedad, cansancio y dolor, se deduce que estos están en relación i? con la calidad de la sustancia que se emplea y bajo este punto de vista resulta que el petróleo es el que produce mayor ofusca- ción de la vista; 2? con la clase de ilumi- nación, y bajo este concepto una llama próxima ofusca más que muchas llamas distantes, produciendo la misma cantidad de iluminación; 3? con el grado de luz, la HIGIENE DE LA VISTA. 143 cual perjudica tanto si es demasiado fuerte como si es demasiado débil. Los daños que ocasiona la luz artifi- cial se manifiestan tan insensiblemente, qué las más de las veces no se compren- de la causa que los determinan, sin em- bargo, cuando estos recaen en un gran número de individuos expuestos á la mis- ma luz y esta, se halla en su mayor intensi- dad resulta averiguada aquella y por eso vá cundiendo poco á poco aún éntrelas per- sonasménos instruidas que las luces de gas y de petróleo son perjudiciales á la vista. Las personas que se dedican á labores pequeñas ó á leer y escribir en parajes muy iluminados por estos dos géneros de luces, no tardan en esperimentar una sensación de calor, de sequedad, de ardor en los ojos, dificultad en el movimiento de los parpados, é intolerancia para la luz; la mañana que sigue, se presentan en los bordes ciliares mucosidades, ponién- dose el ojo algo encendido y el agua fría que se emplea para lavarse la cara produce 144 J. SANTOS FERNANDEZ. alivio. Muchas inflamaciones de los ojos se inician de esta manera y muchas que ya están desarrolladas por otras causas se exacerban y perpetúan por dicho mo- tivo. La acción irritante del calor, y la acción química tan nocivas al ojo, ambas se reúnen para hacer per- judiciales á la vista los medios de ilumi- nación que en nuestros dias se han extendido por todas partes. Evítese cuanto se pueda dedicarse de noche á trabajos que requieran el ejer- cicio de la vista, y si no se puede evitar, que sea por poco tiempo; prefiérase una lámpara de aceite al gas y al petróleo, cuidando de no colocarla cerca de la cara; para que la luz no sea demasiado intensa y excitante para los ojos, hágase uso de pantallas de papeles azules, pero de un color uniforme. Es preferible la luz que viene de arriba y colocada á la distancia de un metro lo menos. Tratándose de elegir una de las mu- chas clases de lámparas que circulan en HIGIENE DE LA VISTA. el comercio, dése la preferencia á la del Sr. Cárcel que por medio de un meca- nismo de relojería hace mover una bomba impelente, cuyo pistón obliga al aceite á subir á la mecha. Es perjudicial la lectura estando acos- tado, pues los rayos luminosos pasando cerca del borde palpebral sufren una dispersión que trae consigo la fatiga de los ojos y en muchas personas el insonnio. ¡§E LO QUE DEBE ENTENDERSE POR TEDAD DE VISTA Y VISTA CANSADA. Existen ciertos estados de la visión, ya congénitos ya adquiridos, en los cua- les el individuo sin haber perdido la facultad de ver, pues la conserva á más ó ménos distancia, ó colocando la cabeza en posiciones determinadas, acusa sin embargo molestias y sufrimientos que le afectan de varios modos. Estos estados del ojo, se denominan anomalías de refracción ó ametropías en 148 J. SANTOS FERNANDEZ. oposición al estado normal de este órga- no ó emetropía. No hace mucho tiempo que, no solo entre los profanos al arte de curar, sino también entre los médicos, estas anoma- lías eran designadas simplemente con el nombre de cortedad de vista y vista can- sada. Sin pretender salimos del campo de la higiene, creemos un deber generalizar y divulgar, cuanto la ciencia sabe en este punto, pues con el conocimiento de lo que debe entenderse por defectos ó ano- malías de refracción, combatiremos mu- chos errores vulgares, y creencias equi- vocadas esparcidas entre las gentes y por ende evitaremos el perjuicio que se sigue de recurrir á falsas teorías para in- terpretar estos estados, y los males á que pueden dar lugar en el órgano de la visión. Siempre que un individuo necesitaba anteojos ó cristales para ver de lejos se decía que era corto de vista. No era del HIGIENE DE LA VISTA. 149 caso investigar la clase de anteojos ni otras muchas circunstancias que pudieran concurrir, y como la palabra miope es sinónima de corto de vista, eran tenidos como tales miopes los que no lo eran y aún los que tenían defectos completa- mente opuestos. De la misma manera que cuando veía- mos una persona que necesitaba anteojos para leer deciamos desde luego que tenía la vista cansada, incluyendo en esta ca- tegoría estados muy diversos, aunque semejantes en apariencia. De esta confusión nacía la duda, y de la duda el abstenerse del uso de anteojos personas que los necesitaban realmente, ó bien los usaban los que no debieran ó de distinta clase de la que convenía al estado de sus ojos. Estas dudas y los falsos conceptos arraigados en el vulgo, tienen su funda- mento en las defectuosas interpretaciones científicas de otros tiempos, en que los hombres consagrados á este género de J. SANTOS FERNANDEZ. 150 estudios carecían de los elementos de que disponemos en la actualidad. Con frecuencia se ven niños que sin ser cortos de vista ó miopes no pueden leer sin los anteojos del abuelo que los usa de vista cansada (présbita); en otro tiempo uno de estos niños hubiera sido considerado como un enfermo de los ojos, pues que desde tan temprano se le había cansado la vista tanto como á su abuelo octogenario, que había pasado la vida en asiduos y minuciosos trabajos,dia y noche. La familia, alarmada con semejante des- cubrimiento, consultaba al facultativo, el cual por exceso de previsión aseguraba que el niño no tenia la vista sana y que de- bía bajo todos conceptos prohibírsele el uso de anteojos. Hoy gracias á los progresos realizados en poco más de una década, estos niños no son considerados como enfermos de la vista, conviniéndose en que han nacido con una conformación especial de los ojos, que reclama indispensablemente el HIGIENE DE LA VISTA. 151 uso de anteojos, y que lejos de serles no- civos, les garantizan por el contrario de la fatiga y de los sufrimientos á que se esponen sin usarlos. Esos estados del ojo en que, como he- mos dicho, la visión existe más ó ménos perfecta y solo sufre cambios á distancias dadas, son los que se denominan en la actualidad, anomalías de la refracción y acomodación del ojo. Pueden dividirse en cinco, que son: i?—La miopía ó cortedad de vista; que permite ver bien de cerca, y dificulta el hacerlo de lejos sin cristales cóncavos. 2? La hipermetropía ó hiperopía, en que los individuos casi siempre jóvenes nece- sitan anteojos convexos para leer pudien- do al mismo tiempo ver bien de lejos con ellos ó sin ellos (este estado de la refrac- ción es el que se consideraba comoprebicza prematura ó vista cansada 3? El astigmatismo, más raro y que acompaña con frecuencia á la hiperme- tropia y consiste en ver los objetos de- 152 J. SANTOS FERNANDEZ. formados ó en no poderlos ver de cerca sin fatigarse ó sin usar cristales apropia- dos (convexo-cil índricos) 4? La prebicia ó vista cansada en la que los individuos ven perfectamente de lejos, viéndose obligados á usar anteojos convexos para ver de cerca, y 5? La astenopia ó cansancio y fatiga de la vista; no es propiamente un defecto de la refracción del ojo, y lo prueba el hecho de que se puede leer más ó ménos tiempo sin advertir dificultad alguna, y solo cuando se prolonga la lectura, sobre todo si se trata de personas debilitadas es cuando la vista se nubla y exige la interposición de un cristal ligeramente convexo. En este caso ocurre que la fuerza que emplea el ojo en estado normal está disminuida y el anteojo de que se hace uso viene á servirle como una suma de esfuerzo. o Hechas las anteriores aclaraciones y dada en cuanto es posible una ligera idea HIGIENE DE LA VISTA. de las diferentes anomalías de refracción y acomodación del ojo, nuestro consejo se limitará á recomendar el que llegando las personas á familiarizarse con la exis- tencia de tales estados se proporcionen los medios de corregirlos, no por sí mis- mos, lo cual sería altamente perjudicial, pues se trata quizás de lo más difícil en oculística, sino para que conociendo los errores en que puedan incurrir, recurran con tiempo á personas competentes y se preserven de los males que acarrearía á la vista una mala interpretación de los hechos. Reglas higiénicas de da miopía, La palabra miopía (guiñar el ojo) no indica mas que un síntoma de este estado particular de la refracción. Donders había propuesto reemplazar esta palabra por la de Braquimetropia, que significa corto de medida y que indica mejor el estado de refracción en el miope. La miopía se caracteriza por la facul- tad de ver de cerca los objetos cercanos en tanto que los que están lejos se pre- sentan confusos ó no se distinguen ab- solutamente. Se caracteriza también por 156 J. SANTOS FERNANDEZ. la posibilidad de ver de léjos con el auxi- lio de cristales cóncavos. Existen diferentes grados de miopía; desde la más débil de la cual muchas ve- ces no se dá cuenta el individuo que la padece, hasta aquella que para corregirla son necesarios cristales del número 2. Los grados de miopía se miden por el número del cristal cóncavo más débil, con el cual la persona vé mejor de léjos. Se designa con el nombre de miopía débil aquella cuyo número corrector no pasa de 15 á 16; media cuando aquel está comprendido entre el 16 y el 6, y fuerte cuando requiere números menores que el 6. La división de la miopía por grados no tiene tanta importancia como la ba- sada, en las variaciones que puede sufrir durante la vida, bajo este punto de vista se divide en estacionaria ó estable y pro- gresiva. La miopía estacionaria es aquella que permanece en un mismo grado poco HIGIENE DE LA VISTA. 157 más ó ménos toda la vida, v. g. la que á los 15 años se corrige con el número 24, á los 25 años con el número 20 y á los 60 años por efecto de la presbicia (vista cansada) volverá al 24 y á veces al 30- La miopía progresiva, ó periódica- mente progresiva por que su aumento tiene lugar en ciertos períodos de la vida como la pubertad, &, es peligrosa porque conduce invariablemente á la perdida mayor ó menor de la visión si no se tie- nen en cuenta las reglas -higiénicas de que nos vamos á ocupar. Desde luego podemos calificar de miopía progresiva aquella que exige en un niño de ocho años el número 8 para corregirse; que á los 20 años necesita el número 5 y en época más avanzada el número 3. A medida qué la ciencia en su progre- so ha ido demostrando que la miopía es una anomalía de la refracción, que no de- bemos hacernos la ilusión de curar, la higiene de la vista ha sido cada vez más 158 J. SANTOS FERNANDEZ. útil en lo que se refiere á este punto y más importante su estudio. La miopía pues, no es susceptible de mejorar, pero los cuidados higiénicos que se pongan en práctica, tenderán indudablemente á detenerla en su desarrollo ulterior; dete- nida en su progreso, se evitarán las gra- ves enfermedades á que puedan dar origen y la pérdida de la vista tan fácil en tales circunstancias. La miopía, particularmente cuando existe cierta predisposición hereditaria, aumenta con la civilización; los pueblos más ilustrados son indudablemente los que dan mayor número de miopes. Los alemanes se preocupan hace tiempo, del aumento continuo de este estado, en los jóvenes escolares. La relación entre la miopía y la ilustración general no es de hoy, pues ya en época remota se señaló la rareza de esta afección entre la gente de campo. Todos sabemos que aún en los países donde la instrucción primaria está más extendida, los labriegos consa- HIGIENE DE LA VISTA. 159 gran poco tiempo á la lectura y sus ojos se fatigan pocas veces sobre objetos pe- queños. Esto demostrado, nuestro interés debe ser mayor en propagar el estudio y conocimiento de la Higiene en el mio- pe, pues aunque la miopía es provocada por el progreso en las ciencias y en las artes, á nadie le ocurriría precaverla, oponiéndose á ese mismo progreso que debe ser nuestra constante aspiración, Desde el momento en que una perso- na se encuentra afectada de una miopía fuerte debe procurarse una ocupación apropiada al estado de su vista y aban- donar la que tuviere si pudiera serle no- civa. Si esto no fuere posible como ocurre con frecuencia, tratará de interrumpir el trabajo á cortos intervalos, sobre todo desde el momento en que sobre- venga dolor ó fatiga en los ojos. Aunque estos intervalos han de estar en relación con el grado de la miopía y la naturaleza del trabajo, convendrá siempre exajerar más bien en sentido del descanso, y nun- 160 J. SANTOS FERNANDEZ. ca trabajar muchas horas consecutivas Esta recomendación es tanto más im- portante cuanto que generalmente los miopes se ocupan por instinto de los ob- jetos pequeños, y aunque no tengan ne- cesidad apremiante, se inclinan exajera- damente sobre lo que observan. Las personas afectadas de miopía dan la preferencia para la lectura, á los tipos pequeños sobre los gruesos, se habitúan á una escritura fina y evitan los libros de lineas largas; tan frecuente es verlos in- currir en esta falta como en la de cerrar los párpados para distinguir mejor, aún cuando por medio de los anteojos que llevan puedan hacerlo con bastante per- fección. Si el abuso de fijar la vista puede dar lugar á la congestión del ojo miope, pueden determinarla también la lectura en decúbito supino la astricción y las perturbaciones menstruales en la muger y la insuficiencia del alumbrado que di- ficulta la percepción de los objetos y HIGIENE DE LA VISTA. 161 exige la inclinación de la cabeza, obli- gando á grandes esfuerzos con anteojos ó sin ellos. El miope si quiere huir de estos males, debe leer y escribir de pie y teniendo la mesa ó pupitre á la altura de los ojos; ya en los Bancos y establecimientos de co- mercio, se advierte esta mejora, si bien no todavía en el grado que la higiene tiene derecho á exigir. Con la aparición de la pubertad con- curre en el miope, cierta irritabilidad ocular, que exige el reposo de los ojos y la abstención de cristales, tanto para ver de cerca como de lejos. Cuando la miopía es fuerte suele ir acompañada de ambliopía ó disminución de la vista, estrabismo, moscas volantes, &, &, en cuyos estados, los cristales más fuertes no logran mejorar el estado de la visión. En estos casos es conveniente usar anteojos de color azul pálido, con- servando el número que requiera el gra- do de miopía, pues de este modo se 162 J. SANTOS FERNANDEZ. moderan los trastornos que en los ojos afectados produce la luz viva. La tendencia del miope debe ser la de no acercar los objetos que observa á ménos de 45 centímetros (15 á 16 pul- gadas) pues de este modo convergen poco los ojos y no se esponen á los ma- les que hemos señalado. Si no es posible conservar esta distancia y se hace indis- pensable acercar más el objeto, ántes de hacerlo consúltese á persona competente que autorice el uso de cristales conve- nientes, para poder guardar siempre la distancia prescrita; el olvido de esta re- comendación ocasionaría más perjuicios que el trabajo sin anteojos; es indispen- sable fijarse en este hecho pues el ins- tinto arrastra como hemos dicho á los miopes á acercar los objetos, buscando siempre imágenes más grandes y el ojo se ve obligado á hacer esfuerzos para anular entonces la acción de los cris- tales. ¡§ED USO DE DOS ANTEOJOS EN DOS MIOPES» Es más difícil de lo que generalmente se cree precisar la clase de anteojos que convienen á ciertos miopes. La ciencia no ha legislado aún con absoluta preci- sión, y solo existen preceptos que no pueden lanzarse al dominio público sin cierta reserva. No es de extrañar el esta- do deficiente de nuestros conocimientos en este punto, si se tiene en cuenta el poco tiempo transcurrido desde que se conoce el modo de ser de los vicios de refracción en general, y por lo que res- 164 J. SANTOS FERNANDEZ. pecta á la miopía, bien puede asegurarse que la vida de un hombre no sería bas- tante para observar el ojo miope y re- solver los innumerables problemas que surgen de su estudio. Miéntras que en otros estados de la refracción, en la hipermetropía, por ejem- plo, debemos elegir, el más fuerte de los cristales con que el paciente vea mejor de lejos, en la miopía se correría grave riesgo si obrásemos de la misma manera. Al miope debe ordenársele, de los crista- les con que vea mejor el más débil. Olvi- dado este precepto, provocaríamos lo que justamente tratamos de evitar, los es- fuerzos del ojo, su convergencia y la fa- tiga consiguiente. La tendencia natural en los que tienen necesidad de proveerse de anteojos es, sin duda alguna, ver tanto como cual- quiera cuya vista es normal; en el miope, si bien se consigue por medio de crista- les adecuados, colocarle en condiciones muy semejantes á las comunes, nunca es HIGIENE DE LA VISTA. 165 posible alcanzar la perfección de los ojos emetropes, y si alguna vez se consigue es tan solo en los casos de miopías dé- biles. Cuando el miope necesita para ver de lejos el número 16 v. g. y puede con este leer y escribir cómodamente á la distan- cia normal, no hay inconveniente en que lleve los anteojos constantemente. A ve- ces el uso de cristales en estas condicio- nes es el medio más seguro de impedir que la miopía progrese y de que se acer- que más al estado fisiológico. El indivi- duo que desde la juventud usa cristales en esta forma, por regla general no se ve obligado á cambiarlos hasta los cuarenta ó cincuenta años en que los re- pone con otros más débiles conserván- dolos á una edad avanzada tan solo para ver de lejos, pues llega á no necesitarlos para leer y escribir. En las miopías fuertes no hay inconve- niente en llevar igualmente números fuertes para ver de lejos, pero tratándose 166 J. SANTOS FERNANDEZ. de leer y escribir la misma ley espone á graves contratiempos. Los números fuer- tes disminuyendo considerablemente los objetos, las letras v. g., obligan á acercar mucho el libro lo cual no puede hacerse sin grandes esfuerzos para la convergen- cia de ambos ojos. Cuando la vista está ya afectada, en los casos estreñios de miopía fuerte y progresiva, deben prohibirse terminante- mente el uso de anteojos para ver de cer- ca y aún más, es indispensable abstenerse por completo de la lectura y todo trabajo sobre objetos finos ó pequeños. Cuando se desatiende este consejo la miopía pro- gresa rápidamente y la disminución de la vista se hace sentir como consecuencia forzosa. Cuando en la miopía fuerte llega el caso de que no pudiéndose avenir los dos ojos para la lectura, esta se efectúa con uno solamente, puede permitirse la lectura sin anteojos por corto tiempo y cuidando de alternar el derecho con el izquierdo ó viceversa. En los casos en HIGIENE DE LA VISTA. 167 que la visión todavía no está afectada por más que el grado de miopía sea es- tremado, aconsejamos el uso de cristales que permitan el trabajo, á 36, 42 ó 48 centímetros. Esta distancia varia sin em- bargo en relación al tamaño de los obje- tos sobre los cuales se fijan losojos. Aquí es urgente fijar que los cristales deben ser mucho más débiles que los que se necesitan para neutralizar completamente la miopía. Este cálculo se obtendrá sa- biendo el número que se necesita para corregir la miopía á distancia; así por ejemplo, á un individuo que necesite el número 6 para ver de lejos se le dará para hacerle fijar la vista á 36 centíme- tros un cristal cóncavo número 12, tenien- no en cuenta que no debe acercar el libro más que á 36 centímetros de la cara. Debemos advertir que el uso de crista- les bajo este orden, corrige imperfecta- mente la miopía, es decir que el miope no logra de esa manera ver perfectamente pero se le coloca en condiciones de poder 168 J. SANTOS FERNANDEZ. leer y escribir á una distancia favorable en el sentido de que no hará converger tanto los dos ojos y mantendrá en bue- na posición la cabeza. Si á pesar del consejo de no acercar el libro más que á la distancia que he- mos fijado proporcionalmente en el ejem- plo anterior, el miope lo desoye y lo aproxima exageradamente, los esfuerzos del ojo por vencer la acción del cristal serán inmensos y sobrevendrá lo que tendemos siempre á evitar en la miopía, la fatiga del ojo, el desarrollo progresivo de la miopía y con aquel todos los acci- dentes posibles y perniciosos de que hemos heho mención; puede ocurrir que un miope que en su juventud veia per- fectamente de lejos con anteojos número io y leia con los mismos, á los 35 años esperimente dificultad para la lectura y se queje de los esfuerzos á que está obli- gado para distinguir la fisonomía de las personas con quienes habla; en este caso, podemos obrar de dos maneras, ó bien HIGIENE DE LA VISTA. 169 conservar el número 10, en tanto que le sirva para la visión de los objetos lejanos, haciéndole leer sin anteojos ó con cris- tales muy débiles, ó bien si el individuo no quiere usar dos pares de anteojos, ordenarle cristales que corrijan imper- fectamente su miopía, v. g., el número 20, y que sacrificando algún tanto la visión á distancia, le facilitará esta de cerca sin fatiga ni peligro. La clase de trabajo á que se entrega el miope y la distancia á la cual necesita trabajar, influyen considerablemente en la elección de anteojos; asi, por ejemplo, un miope, que lleva lentes del número io para ver de lejos, pero que lee sin ellos, si quiere tocar el piano sin anteojos ó con los suyos, vé difícilmente y no sin fatiga, siendo preciso que use de los cristales apropiados á la distancia que necesita ver. Así pues, si este indivi- duo pretende leer las notas á 6o centí- metros (20 pulgadas) de distancia, le será indispensable usar anteojos del nú- 170 J. SANTOS FERNANDEZ. mero 20. A un pintor, cuya miopía se corrige completamente por el número 8, si desea trabajar á 60 centímetros (20 pulgadas) de distancia, deberá proveerse de anteojos número 14 y si como suele ocurrir, le es forzoso alejarse por un momento del cuadro para juzgar mejor los efectos, le será indispensable colocar delante de sus anteojos otros del núme- ro 20. Si el miope es de edad avanzada, en este caso, como no tenemos que ocupar- nos del porvenir, elegiremos los cristales, que corrijan al presente su miopía y le permitan leer ó dedicarse á sus ocupa- ciones. En los casos de miopía media, en su- jetos de edad avanzada y cuya agudeza visual está disminuida, puede suceder, que si se quiere, hacerles posible la lec- tura, hayan de escogerse anteojos con- vexos que le permitan acercar el libro á algunas pulgadas de los ojos; como es desagradable mirar de lejos á través de HIGIENE DE LA VISTA. 171 un cristal convexo, sobre todo para un miope, pues se producen dolores de ca- beza, aturdimientos y vahídos, es indis- pensable en este caso que la montura, que soporta estos cristales, pueda bajar- se lo suficiente, para que vea á través de ellos los objetos próximos y por en- cima de ellos los objetos lejanos. Ademas pueden darse á estos miopes cristales cóncavos para ver de léjos. Terminaremos este capítulo recomen- dando nuevamente el uso de cristales ligeramente azules aunque conservando la numeración apropiada, en las miopías progresivas que han producido ya algu- na perturbación en el órgano de la visión. Los cristales asi dispuestos evitan los deslumbramientos que se producen en dichos casos. En resumen, los cristales cóncavos en los miopes les permiten ver con precisión de lejos, de cerca solo sir- ven para ver sin aproximar tanto los objetos. $|e Hipermetropía, La hipermetropía, designada en un principio con el nombre de hiperpresbio- pía ó hiperopía, porque se creía que era tan solo una presbicia exajerada, es como hemos dicho un estado congénito del ojo, opuesto á la miopía y cuyos caracteres se encuentran hoy perfectamente de- finidos. No nos detendremos en demostrar que en la hipermetropía, el foco de los rayos luminosos que entran en el ojo se forma por detrás de la membrana que vé (retina); por esto se ha dado á dicho estado el nombre de hipermetropía, pa- 174 J. SANTOS FERNANDEZ. labra que descompuesta quiere decir más allá de la medida, en oposición á la de braquimetropía con que se designa á la miopía y que significa corto de medida, porque en esta, el foco de los rayos lu- minosos se forma delante de la retina y sin llegar á ella. Es hipermetrope, aquel que en cual- quiera edad no puede leer sin anteojos convexos y vé bien de lejos con ellos ó sin ellos y á veces con ellos y sin ellos indistintamente. Se distingue del miope como vemos, en que los cristales que necesita son convexos, miéntras que los de estos son cóncavos, y también en que la mayor parte de los miopes ven bien de cerca sin anteojos y perfectamente de lejos con ellos. El hipermetrope y el présbita se con- fundirían más fácilmente, en atención á que usan la misma clase de anteojos; pueden distinguirse en que el présbita, por regla general tiene mas de 40 años, HIGIENE DE LA VISTA. 175 vé bien de lejos á simple vista y solo para leer y escribir, ó cualquier otro tra- bajo minucioso, necesita anteojos. Si insistimos alguna vez en el curso de este libro acerca de estas diferencias, es porque de la confusión de estos diver- sos estados se originan algunos males, que tratamos de evitar al divulgar estos conocimientos. La hipermetropía, que como hemos dicho es un estado congénito, puede permanecer oculta ó latente en la niñez y aún en la juventud, pero siempre es capáz de manifestarse desde los prime- ros años de la vida. Cuando los esfuerzos de ojo (acomo- dación) no son suficientes para corregir este estado, empiezan á notarse algunos trastornos, que pueden hacer sospechar la existencia de la hipermetropía. Figé- monos en la lectura, y lo que de ella digamos será igualmente aplicable á cualquier otro trabajo. Al empezar á leer se vé perfectamente con claridad y lim- 176 J. SANTOS FERNANDEZ. pieza, pero á los pocos minutos, se ad- vierte peso en los ojos y las letras del libro parece que se borran y confunden. Suspendida la lectura y después de un pequeño descanso, se empieza de nuevo en buenas condiciones y se repiten pron- to los mismos fenómenos, hasta que la fatiga y el cansancio de la vísta obligan á dejar definitivamente el libro. Estos fenómenos se manifiestan de or- dinario por las tardes, pues durante la mañana, estando los ojos descansados, la facultad de la acomodación se ejerce de un modo más completo. Se ha obser- vado también que los lunes después del descanso del domingo, los ojos están más aptos para el trabajo; lo que se explica del mismo modo. Presentados estos preludios, de un es- tado que no tardará en hacerse evidente, si se pretende oponerle resistencia por medio de esfuerzos que al fin han de ser totalmente inútiles, sobrevendrán dolores de cabeza, congestiones oculares é irri- HIGIENE DE LA VISTA. 177 taciones externas, con lagrimeo é impo- sibilidad de servirse de la vista. El único medio de evitar estas per- turbaciones es el de recurrir oportuna- mente al uso de cristales convexos; estos añadiendo al aparato óptico, la fuerza de refracción que le falta, le colocarán en condiciones, las más aproximadas al ojo normal. Aquí como en la presbicia hay que combatir también el afan de usar anteojos antes que el estado de la vista lo requie- ra; algunos se fundan en que proporcio- nando descanso anticipado al ojo, mejo- rará su estado, pero esto equivale á tomar medicina, estando sano, para preca- ver la enfermedad que puede ó nó pre- sentarse. Si los esfuerzos moderados del ojo bastan para la visión normal, estos es- fuerzos puesto que no son exagerados, servirán para fortalecerle y nunca para cansarle, por eso creemos que el uso de los anteojos anticipado, aún cuando exis- 178 J. SANTOS FERNANDEZ. tiese la hipermetropía (H. facultativa) es completamente irracional. El que padece una hipermetropía, aún cuando sean de las que pueden corre- girse por los solos esfuerzos del ojo, ten- drá necesidad de lentes mucho antes que otro de vista normal al llegar á présbita. Esto que suele ser una contrariedad, es- pecialmente para las señoras, que se es- ponen á representar más edad de la que tienen, está en cambio compensado con la inmunidad á padecer ciertas enferme- dades del interior del ojo que se ligan á la miopía. Tratada ya la conveniencia y opor- tunidad del uso de anteojos para ver de cerca, fáltanos determinar, cuando y en qué condiciones deben usarse para ver de lejos. Si el individuo á pesar de ser hiper- metrope vé con perfección de lejos, no necesita evidentemente de anteojos para la visión á distancia, pero desde el mo- mento en que no puede conseguirlo sin HIGIENE DE LA VISTA. 179 fatigarse es forzoso que los use. Cuando llegue este caso debe escojer de todos los cristales con que vé mejor el más fuerte, así, miéntras los esfuerzos del ojo lo per- mitan esos mismos le servirán para leer (H. manifiesta) hasta que la presbicia le obligue á aumentar su graduación. En el caso de que los esfuerzos del ojo sean totalmente inútiles (H. absoluta) deberán llevarse dos clases de anteojos, unos de más graduación para ver de cer- ca y otros de ménos para ver de lejos. Los operados de cataratas, afectados de hipermetropía artificial, por efecto de la operación se encuentran en las mismas circunstancias y deben usar dos clases de lentes. Antes de terminar este capítulo debe- mos llamar nuevamente la atención, so- bre lo que dijimos del estrabismo en lo- niños, que en ocasiones depende de una hipermetropía poco acentuada; en estos casos el uso oportuno de anteojos, puede evitar aquel defecto y la operación que 180 J. SANTOS FERNANDEZ. Ssi en general no es peligrosa, siempre dá lugar á sufrimientos y no pocas veces es necesario repetirla para conseguir el ob- jeto que nos proponemos. §§BL ASTIGMATISMO, La voz astigmatismo introducida en la ciencia por Whewell significa etimológi- camente que en los ojos afectados de astigmatismo, de la imágen de un cuer- po luminoso no se pinta mas que un punto. Javal dice, con razón, que los defectos de estructura del ojo de que nos hemos ocupado (la miopía y la hipermetropía) no son, hablando en rigor, defectos de refracción, Un ojo, añade, puede ser de- masiado largo ó demasiado corto, sin que su aparato refringente sea vicioso. Pón- gase, por ejemplo, la cámara oscura de 182 J. SANTOS FERNANDEZ. un fotógrafo; si el instrumento es dema- siado largo ó demasiado corto, nos diri- jirémos al ebanista para arreglarlo; pero si á pesar de haberlo puesto cuidadosa- mente en punto no podemos obtener imágenes distintas sobre el cristal deslus- trado, entonces debemos acudir al óptico. Th. Young fué el primero que en 1800 observó en sus propios ojos el astigma- tismo é indicó los cristales cilindricos para combatirlo. La higiene ocular al ocuparse de este estado de los ojos, aún más que en los anteriores, llena su misión con señalarlo someramente, poniendo de manifiesto la manera, si no de reconocerlo, al menos de sospecharlo para evitar los males que se siguen de no ponerle correctivo. Como es indudable que todos los ob- jetos que nos rodean, así como los carac- téres de imprenta están compuestos de líneas verticales y horizontales diversa- mente combinados, ocurre que aquel que padece de astigmatismo, no los distingue HIGIENE DE LA VISTA. 183 distintamente, pues, ó se presenta borra- do lo que está formado por líneas verti- cales ó lo que está constituido por las horizontales. Los que padecen de astigmatismo y no usan los cristales cilindricos que le corresponden guiñan los ojos á manera de los miopes, para ver mejor, y esto les ocasiona dolores de cabeza y fatiga en los ojos, que pueden evitarse neutralizan- do cuanto sea posible el defecto de re- fracción. Con cristales fuertes de aumento ó negativos suelen leer mejor, pero nunca llegan á distinguir con perfección los ca- ractéres pequeños; debe condenarse esta práctica que tiene los mismos inconve- nientes que la de usar anteojos sin orden ni método, cual lo hemos señalado en otro capítulo. Como el astigmatismo que puede ser corregido por el uso de cristales, es por lo general congénito, debe cuidarse de averiguarlo y neutralizarlo en los niños! 184 J. SANTOS FERNANDEZ. el olvido de este precepto puede dar lu- gar al estrabismo unas veces, y otras á que el niño, no ejercitando el ojo que lo padece, termine por embotar su sensibi- lidad y ser de escaso resultado el corregir- lo por medio de cristales posteriormente. ¡§B LA PRESBICIA* Ya dejamos dicho, cuán vago, indeter- minado y hasta contrario á la verdad, es comprender los estados de la refracción y acomodación del ojo, bajo las denomi- naciones de cortedad de vista y vista can- sada; réstanos ahora precisar lo que de- be entenderse por presbicia. Como han sido confundidos con ella otros estados déla refracción, no solo por los profanos sino también por los hom- bres del arte, y aún de aquellos que daban la pauta de los estudios, en época no lejana, debemos detenernos en hacer tal distinción, pues en ella fija la higiene 186 T, SANTOS FERNANDEZ. sus miras preservadoras y sus consejos preventivos. La presbicia ha sido considerada como un estado opuesto á la miopía, tan solo porque en la primera se vé bien de léjos y no de cerca, en tanto que en la segun- da ocurre lo contrario; la vista es perfecta en los objetos aproximados, é imperfecta, insuficiente ó nula para los lejanos. Lo infundado de este paralelo entre la miopía y la presbicia, consiste en que aquella es congénita, el ojo nace con la disposición apropiada para ver de cerca y no de léjos, sin perjuicio de que esta disposición orgánica sea más acentuada unas veces, sea imperceptible otras ó se aumente en determinadas condiciones, como tendrémos ocasión de probarlo. La presbicia no es congénita; no se nace con ella, se adquiere por la edad; todas las personas son présbitas des- pués de los cuarenta años próximamente. Todos los órganos pierden invariable- mente la agilidad que tuvieron en la ju- HIGIENE DE LA VISTA. 187 ventud, y el ojo, parte integrante del organismo, no ha podido evadir esta ley inmutable. Los esfuerzos de que hace uso el ojo normal para adaptar su apara- to óptico á las distancias (la acomoda- ción en fisiología) faltan con los años y entónces éste queda dispuesto solo para ver de léjos, y sin cristales que lo modi- fiquen no se obtiene la percepción de los objetos próximos. La presbicia viene con los años, de la misma manera que la dificultad que no- tamos para saltar y correr. Si á una edad avanzada necesitamos el bastón para apoyarnos, ántes nos exije la vista el apoyo de los cristales para realizar sus fines. Es, pues, indispensable usar de los anteojos cuando llega el momento y no evadirse de ellos ó por vanidad ó por preocupaciones infundadas. Si es una necesidad del organismo como nos he- mos esforzado en probar, perniciosa ha de ser la resistencia á llevarlos que mues- tran algunas personas. ¿Si es una exi- 188 J. SANTOS FERNANDEZ. gencia de la naturaleza será lógico resis- tir á ella, siquiera indirectamente como hacen aquellos que, no pudiendo pasar sin anteojos, se limitan á llevar el núme- ro más débil? Ya es tiempo que la cien- cia se abra paso á través de las falsas tradiciones, y que todo el mundo sepa que una persona que ha tenido la vista normal, cuando llega á cierta edad debe usar anteojos para ver de cerca. El pro- greso de la ciencia y el de la higiene en particular que exige para el organismo cuanto sirve para conservar la salud -y excluye y anatematiza lo que la amenaza, demanda que el présbita lleve en tiempo oportuno anteojos, no del número más débil, sino por el contrario, si es necesa- rio, el más fuerte de todos aquellos con que lea bien á la distancia conveniente. Este es un axioma tan cierto, tratán- dose de la presbicia, como lo es para la miopía el de usar de todos los números con que se puede ver mejor de lejos el más débil. HIGIENE DE LA VISTA. 189 El usar un cristal convexo demasiado fuerte en la presbicia, podrá ser inútil, pero nunca tan perjudicial que dé lugar á enfermedad alguna. Los relojeros, mi- crógrafos y astrónomos, que se encuen- tran en las mismas condiciones que el que usa un cristal muy fuerte, no pade- cen ninguno de los males que sin funda- mento se señalan. Si el cristal fuese cón- cavo, como el qué usan los miopes, en este caso es indispensable aconsejar lo contrario, pues exigiendo dichos crista- les grandes esfuerzos por parte de los ojos, los congestionan y dan lugar á in- numerables accidentes, muy graves al- gunos. El grado de la presbicia no puede me- dirse de una manera tan exacta como el de la miopía é hipermetropía; se fija por el número del cristal convexo que per- mite distinguir mejor á 30 centímetros próximamente, los caracteres más peque- ños de imprenta. El grado de presbicia varía, según la 190 J SANTOS FERNANDEZ. naturaleza de los individuos, enfermeda- des que han padecido, etc., etc., pero no es exacto que sea producida por el tra- bajo constante de los ojos; este puede dar lugar á otro género de perturbacio- nes, pero no á la presbicia que es solo efecto de los cambios que sufre el órgano por el progreso de los años. Para convencernos, basta observar que, individuos cuyo género de vida no les ha obligado jamás á fijar la vista en objetos minuciosos, entran en la presbi- cia mucho ántes que otros, cuyas ocupa- ciones parece que debieran anticiparla. No aconsejarémos tampoco, pues es contrario á la razón, el uso de anteojos ántes de que llegue la época en que de- ban usarse, con la pretensión de evitar de esta manera la aparición de la pres- bicia. Esta se presentará invariablemen- te y sus primeras manifestaciones se harán sentir por las tardes, después de la faena del dia y cuando la luz es escasa. Se advertirá entonces que los ojos se HIGIENE DE LA VISTA. 191 fatigan apénas se prolonga la lectura, que las letras parecen ménos negras y que los objetos pequeños no se ven dis- tintamente, y nos vemos obligados á ale- jarlos para distinguirlos. En estas cir- cunstancias y siempre aferrados á prohi- bir los cristales, algunos aconsejan el uso de anteojos protectores coloreados de azul. Esto es perjudicial, pues solo sir- ven para hacer dificultosa la lectura y todo trabajo minucioso.—Confunden es- tos preludios de la presbicia con otro género de trastornos y el correctivo que les ponen, léjos de ser beneficioso au- menta las dificultades. Esta es la época en que conviene usar un cristal convexo débil, número 6o, v. g. muy especialmente por las tardes; du- rante el dia pueden suprimirse si el tra- bajo no causa fatiga, pues de este modo se reservan para si es necesario por las noches trabajar á la luz artificial. Aunque como hemos dicho no se pue- de fijar el número que deba usarse en 192 J. SANTOS FERNANDEZ. determinada edad, el cuadro que á con- tinuación exponemos, indica próxima- mente el cristal que exije cada uno de los grados de la presbicia. Edad. Número. Distancia á la que se puede leer. A los 48 años. . 60.. de 60 á 10 pulgs- )} >> 50 y y 40-- „ 40 á 10 y y y y y y 55 yy 30- - >» 30 á 10 y y yy yy 60 yy 18-. „ 18 á 12 y y >> >t 65 y y 13-- » 13 á 11 yy y y yy 70 y y 10-. á 10 y y yy yy 75 yy 9-- » 9 y y yy yy 80 yy 7-- >> 7 yy Si los números de los cristales con- vexos indicados en este cuadro pueden servir de norte para los ojos normales, bajo el punto de vista general, debemos hacer notar que en cada caso particular la elección definitiva del cristal debe es- tar en relación con las circunstancias especiales que acompañan la presbicia. Cuando un présbita, por la naturaleza HIGIENE DE LA VISTA. 193 de sus ocupaciones, fija la vista sobre objetos pequeños y por consiguiente á muy corta distancia, se verá obligado á usar cristales convexos más fuertes que los designados para su edad. Por el contrario, las personas que tra- bajan á una distancia mayor que la de la lectura ordinaria (los pintores, los músi- cos) les es permitido el uso de cristales débiles. No debemos dejar de señalar que los números del cuadro solo tienen aplica- ción cuando se trata de ojos normales (emétropes) y que ante todo debemos averiguar si existe algún otro estado de la refracción ajeno á la presbicia (miopía, hipermetropía.) VULGARES ACERCA DE LOS ANTEOJOS* Aunque la fabricación del cristal se conoce desde tiempos remotos, el origen de los anteojos, data solo del año 1,300 próximamente; según las investigaciones hechas á este propósito (1) corresponde la gloria de su invención al caballero Florentino Salvino Armato, como se lee en la Florencia ilustrada de Leopoldo del Migliore. Antes de esta época, los anteojos se sustituían al decir de Séneca por un glo- (i) L’art de conserver la vue par Chevalier, Paris 1869 p. 104. 196 J. SANTOS FERNANDEZ. bo de vidrio lleno de agua, que se colo- caba delante de los objetos para aumen- tar el tamaño de la imágen; en aquellos tiempos cuando la vista se debilitaba, las personas podían considerarse en cierto modo como ciegas; teniendo que servirse de sus esclavos para la lectura, pues así lo refieren Cicerón, Cornelio, Nepote y Suetonio. Los vidrios ó cristales en general, son sales compuestas de ácido silícico y una base de potasa, cal, sosa ó alumina; en el comercio se conocen estas sales con el nombre de crown-glass y de flint- glass si se añade plomo al vidrio forman- do entonces un silicato de potasa y de plomo. Esto por lo que se refiere á los crista- les artificiales, pues en la fabricación de anteojos se emplea también una sustan- cia, en el estado en que se produce en la naturaleza y es el cuarzo hialino ó cris- tal de roca. El crown-glass, puede ser de dos cla- HIGIENE DE LA VISTA. 197 ses, puro ó impuro; con el segundo se fabrican los cristales de uso común en la industria de la vidriería; pocas veces se emplean para anteojos, por las estrías, burbujas y rayas que presenta y que le hacen impropio para este objeto. El puro, debe ser incoloro, brillante, y de perfecta transparencia; fabricado con materias de primera calidad, los ra- yos luminosos le atraviesan sin esperí- mentar otra desviación que la determi- nada por la forma que les dá la talla. E1 flint-glass, más pesado que el crown descompone fácilmente la luz, por su mayor poder de dispersión, y hace que los objetos aparezcan rodeados de círculos irisados; es también más blando y se raya fácilmente. El cristal de roca, muy abundante en la naturaleza, preséntase generalmente en forma de prismas hexaedros; es el más duro de los cristales que examinamos y posee la doble refracción, por cuya cir- cunstancia al utilizarlo en óptica, es pre- 198 J, SANTOS FERNANDEZ. ciso tallarlo perpendicularmente á su eje para evitar este inconveniente. ¿Cuál de estas sustancias debe prefe- rirse para la construcción de anteojos? Una de las preocupaciones más esten- didas entre el vulgo es la de creer que el cristal de roca, no solo es superior á los otros sino el único que debiera em- plearse con este objeto; la mayoría de los profanos, no se cuidan tanto del nú- mero ó clase de anteojos que deben usar como de que sus cristales sean de dicha sustancia, asi es que con frecuencia ve- mos que muchas personas adquieren an- teojos por intermedio de otra, á la cual han recomendado únicamente y como condición indispensable que sean de cris- tal de roca. Otras veces, se hace de los anteojos un objeto de regalo ó de re- cuerdo, porqzie son de cristal de roca y han costado caros, tanto más si la mon- tura es de oro, y no es esto lo peor sino que el que los recibe, los usa desde lue- go aunque no le convengan creyendo HIGIENE DE LA VISTA. 199 que su bondad ha de estar en relación con su precio ó porque pertenecieron á un amigo, un deudo que no existe ú otra persona de su particular afecto que se alababa de usarlos de esa rica clase. Personas hay también, que después de muchos años siguen usando unos anteo- jos, que pudieran convenirles 20 años antes, pero que por efecto de los progre- sos de la edad ó del mal, ya no pueden serles útiles de ningún modo, y si se les hace alguna observación respecto á esto, contestan: “Que la persona que se los proporcionó no pudo engañarse en la ca- lidad, dándoles cristal ordinario por cris- tal de roca!' Esta preocupación como la mayor par- te de las que existen entre el vulgo, tie- ne su origen en una razón científica desvirtuada ó desfigurada por el tiempo y el progreso de la época. El üso de los anteojos de cristal de roca, como tésis general, pudo tener su utilidad tal vez en otra época, cuando la industria en 200 J. SANTOS FERNANDEZ. cristales no estuviese tan adelantada que al arte pudiese competir en cierto modo con la naturaleza, pero hoy que los cris- tales se fabrican con admirable perfec- ción el uso del cuarzo hialino tiene una reducida aplicación. El cristal de roca, cuyas ventajas son, el no rayarse fácilmente, ni empañarse con la humedad, puede ser útil en los países fríos, para las personas que cons- tantemente llevan anteojos y se ven obligadas á pasar de la temperatura ele- vada de las habitaciones, á la atmósfera fria de las calles; en otras circunstancias puede ser sustituido con ventaja por el crown-glass, pues no siempre aquel está tan perfectamente tallado que desapa- rezca la doble refracción, fenómeno mo- lesto y que dá lugar al cansancio de la vista, conocido con el nombre de aste- nopía. El Flint-glass, es el peor de todos los cristales, es pesado, blando, fácil de ra- yarse por consiguiente, y lleno siempre HIGIENE DE LA VISTA. 201 de estrías y burbujas que perjudican su trasparencia. El crown-glass, está reconocido uni- versalmente como el mejor vidrio para la construcion de anteojos; de una dure- za media entre el flint y el cuarzo, re- siste bien todos los roces sin rayarse, es susceptible, de perfecta transparencia, no produce círculos irisados sóbrelos objetos ni está dotado de doble refracción, puede decirse que posee las buenas cualidades de sus antagonistas sin ninguno de sus inconvenientes. En resumen, los buenos anteojos de- ben ser perfectamente trasparentes, sin manchas ni rayas, y tales, que los objetos vistos á través de ellos se perciban con su forma, tamaño y color, con tanta limpieza y claridad como si nada tuvié- ramos delante de los ojos; poco importa, que sean ó no de cristal de roca, pues debe tenerse por cierto que el verdadero valor de los anteojos está en su utiiidad y no en lo que cuestan. ¡§ED MODO DE DOS ANTEOJOS, No es raro que los enfermos afectados de una debilidad de la vista se presen- ten en casa de un óptico, reclamando unos anteojos que remedien su padeci- miento; el comerciante empieza por un número y clase que le parece convenien- te; si el comprador no encuentra venta- ja con los primeros, le presenta otros más fuertes, hasta agotar la serie, pasan en los ensayos de los cóncavos á los convexos, de éstos á los cilindricos, hasta que por fin se convencen uno y otro de que no se encuentra allí, el remedio que 204 J. SANTOS FERNANDEZ. se busca; entonces suele ocurrir al pa- ciente la idea de consultar al especialista, pues se le figura muy extraordinario lo que acaba de sucederle, y después de un exámen conveniente resulta que se trata de una catarata incipiente, de una enfer- medad del nervio ú otra lesión cualquie- ra, cuyo tratamiento de todo exige menos del uso de cristales. En otras ocasiones se trata realmente de una afección que exige el uso de len- tes; nuestro enfermo llega á la tienda, pide, ensaya, compara y se lleva aquellos que mejor le parecen, llega á su casa satisfecho de su adquisición y hasta, de- seando la ocasión de utilizarla, en aquel momento le entregan una carta ó un periódico, saca sus gafas y se encuentra con que para nada le sirven, ¿Cómo ex- plicar este cambio? Es muy sencillo, el óptico generalmente no tiene nociones de la agudeza visual ni los medios de apreciarla, nada sabe, ó al ménos no es de su incumbencia, lo que se refiere á HIGIENE DE LA VISTA. 205 vicios de refracción, ni necesita conocer Cual es la luz más conveniente, etc., etc., á la luz de su tienda y en un impreso de grandes caractéres se hizo probablemen- te el ensayo y cuando variaron las con- diciones dichas, cuando hubo más ó ménos luz ó se trató de caractéres más pequeños, variaron forzosamente los resultados. Otras veces los enfermos, obrando más cuerdamente, se dirijen desde luego al médico, el cual después de un detenido exámen les indica la clase y número de los que deben usar; con estas indicaciones pasan al comercio y al probar los que les entregan advierten que no ven con ellos tan bien, como con los cristales de ensa- yo del oculista; á pesar de esto y como el óptico asegura que son los prescritos por el facultativo, los toman y se presen- tan en casa de este nuevamente para ma- nifestarle que no les sirven; el médico los examina, vé que son los que ha indicado y proceded la prueba,colocando alenfer- 206 J. SANTOS FERNANDEZ. mo á una luz conveniente y en condicio- nes apropiadas y resulta que los que no servían en la tienda sirven en la consulta. Esto se esplica teniendo en cuenta que aún para lo que parece más sencillo se necesita cierta instrucción y la prácti- ca indispensable, á mas de condiciones de lugar oportunas y medios de compro- bación exactos; por esto recomendaremos á todos los que se encuentren en análo- gas circunstancias consulten desde luego á un médico de su confianza en lo cual ganarán mucho tiempo y vista, y evitarán otros males ¡§E DOS ANTEOJOS DE COWHfe Los vidrios de color se emplean en los anteojos con idéntico fin que en las ven- tanas y puertas de las habitaciones; su objeto único es moderar la intensidad de la luz y de ningún modo mejorar ó au- mentar la vista como creen equivocada- mente muchas personas. La diferencia entre estos cristales y los ordinarios con que los hemos comparado, depende únicamente de la igualdad de la tinta, de su perfecta trasparencia y de su mayor pulimento. 208 J. SANTOS FERNANDEZ. Esta clase de anteojos tiene su aplica- ción oportuna en condiciones determi- nadas; en los viajes principalmente, cuando nos vemos obligados á atravesar vastas regiones en medio del dia y es- puestos á una luz fuerte, en los arenales ó en los campos cubiertos de nieve, que la reflejan vivamente, durante la navega- ción, etc., entonces es útil y aún necesario protejer la vista contra una escitacion exa- gerada que la perjudicaría de seguro; mas es preciso no olvidar que el abuso de esta precaución, acarrearía otros males como hacer el ojo tan sensible que cualquiera luz medianamente intensa le fuera mo- lesta, con lo cual nos habríamos creado al ménos una necesidad de usarlos cons- tantemente. Su aplicación continua debe pues reservarse para ciertos padecimien- tos, lo cual es extraño á nuestro asunto. Los anteojos de color se fabrican con las tintas más extrañas y variadas y aún podría decirse las más perjudiciales; aun- que generalmente, su uso esté limitado á HIGIENE DE LA VISTA. tres principalmente, mencionaremos los de diferentes colores, sus ventajas é in • convenientes. Cristales azules.—Teñidos por el óxido de cobalto, reciben también el nombre de vidrio de cobalto. Estos cristales absorben completamen- te los rayos anaranjados y verdes y es- tinguen en su mayor parte los amarillos de la luz solar; el rojo y el violeta pasan en abundancia. De esto resulta que los rayos azules mezclándose á los amarillos debilitados y al rojo producen un tinte blanquecino, que se aproxima á la luz or- dinaria, si bien disminuida notablemente en su intensidad, y esto da razón de la utilidad de dichos cristales. Los pintores y los fotógrafos, guarnecen sus talleres de vidrios de este color por la razón espuesta. El color más ó ménos intenso del vi- drio, debe tenerse muy en cuenta; para nuestro objeto, serán suficientes las tintas más claras. 210 J. SANTOS FERNANDEZ. Las ventajas de este color son: L que, disminuyendo simplemente la intensidad de la luz sin colorear los objetos, apare- cen estos con todos sus detalles, sin más diferencia que la que se observa entre un dia claro y sereno y otro nublado. 2? que es el color que se distribuye con más uniformidad en el vidrio, haciéndole igual en todo su cuerpo. Cristales verdes.—El notable higienista Monlau dio la preferencia á este color para los anteojos, asegurando que el ver- de es el color más amigo del ojo (i) lo que dedujo sin duda al observar la pro- fusión con que se halla en la naturaleza; esta misma opinión está tan generalizada, que parece atrevido sostener no ya lo contrario, sino el indicar los inconvenien- tes del verde en los anteojos. Los inconvenientes ele estos cristales, son, alterar el color de los objetos des- componiendo la luz, ó produciendo colo- (i) Monlau.—Higiene privada—Madrid 1875. HIGIENE DE LA VISTA. 211 res complementarios, y el variar sus efec- tos según el modo de fabricación y las sustancias empleadas en el tinte (óxido de cromo, óxido de cobre, peróxido de uranio y sales de cobalto.) El verde, que no tiene complementario entre los otros rayos solares, necesita para producir la luz blanca acercarse al azul y en este caso variando las mezclas hasta el infinito, no es posible decir nada fijo ni absoluto respecto á este color; ade- más deja pasar los rayos amarillos y ana- ranjados muy excitantes por lo que no tienen la utilidad que á primera vista se le atribuyen. La ventaja más positiva de estos cris- tales consiste en la absorción de los rayos caloríficos, circunstancia que no posee ningún otro color. Esta propiedad le recomienda especial- mente para los obreros, expuestos á la fuerte reverberación de los hornos, los fogoneros de barcos y ferro-carriles, etc. Cristales neutros ó ahumados.—Vicente J. SANTOS FERNANDEZ. 212 Chevalier fue el primero que fabricó an- teojos con estos cristales, cuyo tinte fué imaginado por el abate Rochoux. Sus ventajas son tantas, que hoy apenas se pueden recomendar de otra clase, tratán- dose de la higiene de la vista; disminu- yen la intensidad de la luz sin variar su composición, y son los que menos se ca- lientan después de los verdes. Lo único que debe recomendarse es la calidad de los cristales; en efecto hay muy pocos buenos; el tinte neutro es difícil de obte- ner, así que la mayor parte de los que se expenden, están hechos con la adición* de colores azulados ó amarillo oscuro en cuyo caso son más perjudiciales que útiles; pero desde luego puede asegurarse que los cristales neutros siendo buenos, son tan útiles como los azules para el objeto que nos ocupa. Cristales violeta.—Estos cristales no dejan pasar más que los rayos estremos del espectro solar, el rojo y el violeta, son los peores que pueden usarse en los HIGIENE DE LA VISTA. 213 anteojos; dan un color desagradable y anormal á los objetos y dejan pasar solo los rayos más perjudiciales á la vista. Cristales rojos. —Teñidos por el óxidulo de cobre, dejan pasar los rayos anaran- jados y rojos del espectro cuyos incon- venientes quedan mencionados, así como también son los que absorben mayor cantidad de calórico; ambas circunstancias les hacen impropios, para los anteojos. Los cristales planos son sin duda los más convenientes por su forma, más tratándose de medios de protección, uti- lizables en ciertos momentos, parecen preferibles los que tienen la figura de vidrio de reloj que adaptándose mejor al hueco de la órbita, protejen el ojo la- teralmente y de un modo más completo; estos cristales que aumentan siempre aunque ligeramente el tamaño de los ob- jetos, serian perjudiciales á los miopes ó cortos de vista, que se fatigarían más pronto con ellos. Para estas personas son de más útil aplicación los anteojos llama- 214 J. SANTOS FERNANDEZ. dos de ferro-carril, cuya montura está rodeada de una tela metálica, que ce- rrando completamente la órbita permite la libre circulación del aire. f§E 10 QUE DEBE TENERSE PRESENTE CUANDO EXISTA DIFERENCIA DE VISTA ENTRE AMBOS OJOS*. (ANISOMETROPIA 0 ASIMETROPIA.) Es una opinión muy generalizada la de creer que el ojo derecho y el izquier- do difieren entre sí considerablemente; esto es un error, ó mejor dicho, una exageración, pues más bien existe bajo todos conceptos una gran uniformidad que rara vez se halla interrumpida ó alterada. Del mismo modo que los órga- nos del cuerpo en general, los ojos de- muestran también perfecta simetría á derecha é izquierda, así vemos que no solamente se cumple esta ley en lo que se refiere á su tamaño, color y dimensio- 216 J, SANTOS FERNANDEZ. nes de la niña (pupila) sino hasta en las enfermedades que se presentan frecuen- temente en ambos de la misma manera. Esto no quiere decir que en algún caso no difiera un ojo del otro, principal- mente en lo que se refiere al estacfo de su refracción, pudiendo ser el uno miope y el otro hipermetrope, ó afectados am- bos de igual anomalía, padecerla en dis- tinto grado cada uno. Estas diferencias parecen coincidir según se ha observado con cierta irregularidad de los huesos de la órbita, de tal modo, que la que se advierte en los dos ojos, se refleja en la conformación de la frente y de la cara. No es estraño encontrar individuos en quienes existe una diferencia notable de un ojo á otro y que no se ocupan de po- ner correctivo á este estado, ó lo ponen á su capricho. Semejante proceder en oposición completa con los más elemen- tales preceptos de la Higiene, no puede ménos de acarrear males que debemos evitar. El excluir por completo un ojo HIGIENE DE LA VISTA. 217 del consorcio que les exige la naturaleza para el acto de la visión, es condenarle á una ceguera más ó ménos completa; vése en efecto que cuando el uno no alcanza á la distancia que el otro, la vi- sión se realiza con uno solo, el más débil bizca á derecha ó izquierda y excluido de este modo, termina por no ver á cau- sa de no ejercitarse. Otras veces se obliga al ojo cuya vi- sión es más larga á recojerla exajerada- mente para igualar á la del otro que es sumamente corta. Este proceder lastima- rá al primero, que perturbado estorbará al segundo y ambos se encontrarán en peores condiciones que antes. No falta quien discurre de este modo: “mis ojos son diferentes, por consiguien- te necesito diferentes cristales,” y los que se llaman ópticos, apoyando esta idea colocan sin vacilar en una misma mon- tura los cristales de diferente clase ó núme- ro. Vamos á demostrar la inconveniencia de este proceder: 218 J. SANTOS FERNANDEZ. La diferencia de refracción (asimetro- pía) puede ser congénita, ó adquirida; la primera puede tener lugar, por ejemplo cuando existe una miopía que se ha he- cho progresiva en un ojo quedando esta- cionaria en el otro, y la segunda se presenta no solo cuando hacemos la operación de la catarata unilateral sino también cuando se presenta accidental- mente la miopía monocular á causa de ejercer por mucho tiempo un solo ojo en el trabajo de objetos diminutos. La disparidad más frecuentemente ob- servada, consiste en el diverso grado de miopía que afecta cada ojo, así vemos el derecho corregir su vicio de refracción con el número 5 miéntras que al izquier- do le basta el 10. Ordenar para cada uno el número que estrictamente le co- rresponde, sería curar el mal en cada ojo aisladamente, pero dejarlo lo mismo ó tal vez peor, cuando tratamos de ser- virnos de los dos al mismo tiempo. Debe pues empezarse por buscar el número HIGIENE DE LA VISTA. 219 que necesita el ojo ménos miope que su- pondremos sea el io, averiguamos des- pués el del otro y encontramos que es el 5. Ahora bien, si escojemos el 10 para los dos la vista no será perfecta, si el 5, tampoco, pero haciendo una série de ensayos terminaremos por convencer- nos que la vista será más perfecta orde- nando el número 8 para el ojo más miope y 10 para el que lo es ménos pues tratándese de la miopía al contrario de lo que debemos hacer en otros casos vale más pecar por escojer cristales de un número más débil. Ocurre algunas veces que un individuo joven, de un ojo no vé de cerca y sí de léjos (hipermetropía) miéntras que del otro vé bien á leer pero no distingue las facciones de una persona colocada á io metros (miopía); en este caso hay un ojo que sirve para ver de cerca, leer, es- cribir etc., etc., y otro para hacerlo á lo léjos; pretender corregir esta diferencia tan notable de la refracción de ambos 220 J. SANTOS FERNANDEZ. ojos es inútil, pues la distancia á la cual los objetos se presentan en cada ojo es distinta y ademas porque las imágenes de los dos ojos no son del mismo tamaño. Débese pues renunciar al uso de cristales y seguir instintivamente empleando uno para los trabajos de cerca y otro para distinguir de léjos. Es un hecho indiscu- tible que la vista con los dos ojos es más perfecta porque se ensancha más el cam- po de la visión, nos damos más clara idea de los relieves y juzgamos mejor la dis- tancia, no quiere esto decir que aquellos á quienes les falta un ojo estén privados totalmente de estas ventajas; si la pérdida del ojo ha sido gradual, el otro se educa- rá lenta é instintivamente, si ha sobreve- nido de repente esa educación no tendrá lugar. Cuando ocurre tal disparidad ó antago- nismo de la refracción de ambos ojos debe aguardarse á cierta edad para acon- sejar el uso de anteojos; la presbicia que de ordinario tendrá lugar después de los HIGIENE DE LA VISTA. 221 40 años corregirá la diferencia de re- fracción. De los dos ejemplos que hemos es- puesto el uno es írecuente observarlo, el otro aunque lo es inénos hemos querido llamar sobre él la atención por las difi- cultades que entraña, tal vez dependien- tes de que las personas afectadas de di- cho vicio de la refaaccion quieren á toda costa llevar anteojos por la razón obia para ellos de que encuentran cristal para cada ojo. Si se tratase de un individuo joven, que para ver de cerca, v. g. leer, necesitase para un ojo un número más fuerte que para el otro, debe elegirse para los dos el número más fuerte; lo mismo aconse- jaríamos para un presbiope en iguales circunstancias y como se vé, seguimos una práctica totalmente opuesta á la que hemos recomendado tratándose de los miopes. Si un ojo es normal y el otro miope, hipermetrope ó lo que es más raro, pres- J. SANTOS FERNANDEZ. 222 bita, no hay precisión de usar anteojos y vale más esperar á llevarlos cuando á cierta edad la refracion de ambos ojos se haga uniforme. En resumen, cuando hay disparidad en los dos ojos hay que determinar desde luego si la visión puede llevarse á efecto con los dos ojos (visión biocular ó bino- cular) Ó- si se realiza con uno solo. Con- curriendo los dos al acto de ver hay ordi- nariamente una débil diferencia y en este caso no se debe intervenir hasta que llegue la presbicia en que se puede acen- tuar y perturbar la vista. Cuando la diferencia de refracción en los dos ojos es estremada la corrección de la dispari- dad se hace imposible por medio de cristales. Para escojer estos debe tenerse pre- sente: i? que el tamaño de las letras ú objetos vistos con cada ojo sea el mismo, 2? que los objetos puedan ser vistos á la misma distancia. Urnladura de los anteojos* Creeríase á primera vista, que este ar- tículo es más propio de una obra que se ocupase de la fabricación de estos obje- tos, mas bien que de una higiene de la vista, sin embargo su importancia nos parece tanto mayor, cuanta más es la negligencia que observan en este punto los que tienen necesidad de hacer uso de lentes. Con frecuencia hemos visto personas que habiéndose procurado cristales del número que convenia á sus ojos, se la- mentaban de su inutilidad, y que exami- nados atentamente se encontró la expli- 224 J. SANTOS FERNANDEZ. cacion de esta aparente contradicción, en la clase de montura en que estaban fijos los lentes. No es necesario ser muy observador, para darse cuenta de las dife’ encías tan grandes que existen entre varios indivi- duos, respecto á las dimensiones y for- ma de su nariz á la distancia que sepa- ra ambos ojos y á la que media entre la nariz y la oreja, y esto basta para com- prender desde luego que no á todos pue- den convenir anteojos de igual forma ni de las mismas dimensiones. La moda y el capricho que todo lo in- vaden, no han respetado el campo de la higie ne en esta parte, introduciendo an- teojos que pudiéramos llamar de fanta- sía y que mencionaremos siquiera para contribuir á su total proscripción. Las diferentes clases de armaduras son las que dan nombre a los anteojos. Pueden dividirse en espejuelos ó gafas, quevedos, binóculos, monóculos y conser- vas ó anteojos protectores. HIGIENE DE LA VISTA. 225 La armadura de los espejuelos ó ga- fas se compone de tres partes: U Dos círculos redondos ú ovales llamados ojos en los cuales se encajan los cristales; Una arcada ó puente que reúne estos círculos y descansa sobre la nariz; y 3* Dos ramas laterales que se articulan con dichos círculos y fijan los anteojos en las sienes ó detras de las orejas. Estas diferentes partes, han recibido formas variadas, en relación con las di- ferencias que se observan entre los indi- viduos. Daremos una sucinta idea de las prin- cipales indicando sus aplicaciones. Los círculos, son redondos, ovales ú oblongos. Los primeros, serian sin duda los más útiles, especialmente para los niños. Los ovales que son los más generalizados, se encuentran representados en casi todas las figuras que siguen; serán tanto más convenientes, cuanto más se acerquen á la forma circular; por último los oblongos, 226 J. SANTOS FERNANDEZ. de formas más ó menos caprichosas, no obedecen á ningún pre- cepto formal y apenas merecen mencionarse (véanse las figuras i y2) La arcada ó puente ha recibido varias forrnas. El puente en K (fig- 3) conviene á las personas de nariz ancha y medianamente prominente. El puente enX(fig.4) tiene aplica- ción en los mismos casos que el anterior cuando además es necesario que los cris- tales estén más bajos, para que se en- cuentren en relación sus centros, con los ejes ópticos. El Puente en C (fig. 5) HIGIENE DE LA VISTA 227 conviene á las personas de nariz grue- sa y prominente; puede asegurarse que es el que ofrece más aplicaciones. La arcada ó nariz chi- na (fig. 6) será útil á las personas de nariz delgada ó estrecha. Las ra- maspue- den ser: S im - pies (fig. 7) ias cuales son de poca utilidad porque no dan generalmente á los cristales la fijeza necesa- ria. Dobles (%• 8) que sa- tisfacen mejorólas condiciones mencionadas, y de gancho (fig. 9) que necesitan estar 228 J. SANTOS FERNANDEZ. hechas á la medida del individuo que haya de usarlas y que satisfacen perfectamente todas las exigencias, fijando los anteojos sin oprimir ninguna parte de la cabeza. Los espejuelos ó gafas están indica- dos especialmente en los casos en que es indispensable su uso continuo ó cuando la forma especial de la nariz no consien- te otra clase de montura, Los quevedos se distinguen de los an- teriores en que carecen de ramas latera- les, en que el puente está formado por un resorte de acero y los círculos ú ojos tienen una dirección oblicua de arriba abajo, y de dentro afuera. La armadura de doble resorte (fig. io) será útil á las perso- nas de nariz gruesa, se abre con HIGIENE DE LA VISTA. 229 poco esfuerzo y comprime poco, lo cual ofrece en cambio el inconveniente de la poca fijeza. La armadura parisién ó de espolón, (fig. ii) apli- cable á las na- rices delgadas, se sujeta bas- tante bien. La japonesa, llamada también ameri- ricana (fig. 12) tie- ne especial venta- ja en los casos poco comunes en que el lomo de la nariz es más an- cho que la base. La armadura de resorte móvil, (fig. 13) la más ingenio- sa sin duda es también la de mayor aplica- ción, sus ojos independientes en cierto modo, oueden seoararse ó acercarse 230 J. SANTOS FERNANDEZ. cuanto sea necesario ofreciendo siempre una presión constante, lo que la hace útil en todos los casos y adaptable á todas las formas de nariz. Los quevedos son ventajosos, para las personas que los usan en determina- dos momentos, como algunos présbitas y miopes y también para los que necesi- tan dos clases de anteojos, unos para ver de cerca y otros para ver de lejos, en estos casos se procurará que los de uso más continuo tengan armadura de espe- juelos ó gafas, y los que hayan de usar- se accidentalmente sean los quevedos. Los quevedos tienen sobre las gafas la ventaja de la rapidez en la aplicación y el no exigir caja ó estuche pudiéndo- se llevar colgados de un cordon; y la desventaja de no adaptarse tan bien á los ejes ópticos. El binóctilo, armado como un espe- juelo sin ramas, dispone de un mango que sirve á la vez de estuche y es de ra- rísima aplicación y escasa utilidad, exi- HIGIENE DE LA VISTA. 231 jiendo ademas la aplicación constante de la mano derecha parasos tenerlo (fig. 14.) El monóculo (fig. 15), muy en boga entre los ridículos ele- gantes de otros tiempos, está hoy completamente olvidado; de molesta aplicación, muy inme- diata al ojo y sirviendo tan solo para uno, tiene todos los incon- venientes imaginables sin ven- taja de ninguna especie. Las conservas ' o anteojos protectores, son de varias clases; los que tienen por obgeto preservar los ojos de una luz in- tensa, pueden estar armados de cual- quiera de las maneras descritas pues su utilidad depende mas bien del color de los cristales, asunto que hemos tratado en un capítulo especial. 232 J. SANTOS FERNANDEZ. Los más comunes, después de estos, son los anteojos de ferro-carril (fig. i 6) y los de herradura de caballo, (fig. 17); unos y otros permiten el libre acceso del aire, al mismo tiempo que protejen los ojos del polvo y cuerpos extraños en suspensión en el aire, insectos, etc. Los de ferro-carril rodeados de una tela me- tálica, que se adapta al hueco de la ór- bita, son más resistentes y defienden más completamente los ojos; los de herradura tienen especial aplicación cuando se quie- re evitar el contacto de los ojos con las corrientes de aire, principalmente en el HIGIENE DE LA VISTA. 233 invierno en que á la violencia del viento se une su baja temperatura. Como indicamos en el lugar corres- pondiente los anteojos de mica tienen es- pecialísima aplicación para los obreros en hierro y acero y para los pica-pedre- ros. La materia con que se construyen las distintas armaduras, oro, plata, acero, ca- rey, etc., es completamente indiferente, siempre que reúnan las condiciones de solidez y ligereza indispensables para el uso á que se destinan. ¡§E LOS ANTEOJOS DE TEATRO, Los gemelos ó anteo- jos de teatro, han llega- do á ser de uso universal y de aplicación diaria; instrumentos de positiva utilidad, son el complemento indispensable de todo es- pectáculo; la más hermosa y la más curiosa mitad del género humano no podría pasar sin ellos, ávida siempre de inquirir los detalles de los trajes y adornos y de contemplar de cerca cuanto pasa á su alrededor; en cuanto á 236 J. SANTOS FERNANDEZ. nosotros los necesitamos para admirar su belleza, observar los detalles de la acción en la escena, el decorado, etc., y para distraernos en los intermedios, au- mentando así el placer, á que consagra- mos aquellas horas. Después de lo dicho se comprenderá que no vamos á condenarlos como peli- grosos para la vista sino á dictar algunas reglas para su elección y modo de usarlos, dando ántes una ligera idea de su construcción. El sábio astrónomo Galileo, inventó con objeto de estudiar los astros un pe- queño anteojo portátil, compuesto nada más de dos cristales, uno convexo más ancho, llamado objetivo y otro más pe- queño cóncavo, llamado ocular, por ser el que se aplica cerca del ojo; cada uno de estos cristales está fijo en un tubo; y los tubos entrando uno en otro por suave presión, permiten acercarlos ó separarlos, para hacerlos aplicables á objetos desigualmente distantes. HIGIENE DE LA VISTA. 237 Este anteojo tiene las ventajas siguien- tes; ser corto y portátil como hemos dicho; absorver poca luz por no tener más de dos cristales y dar una imágen recta de los objetos que se fijan; ahora bien, dos anteojos de estos, unidos por un puente metálico, donde se encuentra un tornillo para aproximar ó separar los cristales, constituyen el instrumento que nos ocupa. Con objeto de combatir la aberración acromática ó círculos irisados que suelen producir las lentes sencillas, compónese el objetivo de dos, cuatro, seis y hasta diez lentes, llamadas acromáticas y que dan notable perfección al instrumento sin cambiar sus cualidades; el mayor número de gemelos de teatro contienen seis lentes acromáticas, cuyo número es muy suficiente para su objeto. La forma, y los materiales de que están revestidos varían según la moda ó el gusto del fabricante, pero esto no nos interesa aquí. 238 J. SANTOS FERNANDEZ. Al tratar de adquirir anteojos de tea- tro, procuraremos sobre todo, que los cristales, sean limpios y transparentes, que sean acromáticos, lo que se com- prueba mirando un objeto cualquiera, y observando si aparece ó no festoneado con círculos de colores; que la distancia entre ambos anteojos sea proporcionada á la distancia de los ojos, que no es igual en todos las individuos y por último que el tornillo se mueva fácilmente y con insensible graduación. Los anteojos que no reúnan estas con- diciones deben desecharse desde luego, pues de seguro son perjudiciales. Las imperfecciones y manchas de los cristales dan lugar á nebulosidades, la difracción ó división de la luz y por con- siguiente el deslumbramiento, lo que ocasiona dolores en los ojos y cansan- cio. La falta de igualdad en los tubos ó en sus cristales, puede dar lugar á la per- cepción de dobles imágenes (diplopía) HIGIENE DE LA VISTA. 239 lo cual es incómodo y se presta á fre- cuentes equivocaciones. Si las lentes no son acromáticas, se hace imposible apreciar los objetos en su verdadera forma y color. Si el tornillo no marcha con facilidad, el ojo sigue más tiempo aplicado sobre la imágen aún confusa, haciendo esfuerzos que acaban por fatigarle; cuando la gra- dación del tornillo no es tan pequeña como debe ser, no es siempre posible colocar las lentes á la distancia conve- niente pues ó bien se acercan mucho ó se separan demasiado; dando siempre lugar á imágenes confusas. Si la distancia entre los anteojos no es igual á la de los ojos, la visión no se verifica por el centro de los cristales, entonces se mira con un solo ojo, lo cual á más de presentar ménos distinta la imágen de lo que tratamos ver, fatiga más pronto, al ojo que mira. La fijeza en el anteojo es condición indispensable para ver bien, si lo gra- J. SANTOS FERNANDEZ. 240 duamos para un punto determinado, es claro que haciéndolos oscilar aparecerán en el campo de la visión, puntos á dife- rentes distancias que no pueden presen- tarse con limpieza. Otra condición es la de tener el ocular muy inmediato al ojo, pues es sabido que las lentes cóncavas, dispersan los rayos luminosos y siendo esto así es evi- dente que cuanto más acerquemos al ojo la lente, menos rayos se perderán en la dispersión que sufren á su salida. Debe limpiarse el ocular con frecuen- cia pues la evaporación de las lágrimas en la superficie del ojo, lo empaña más ó menos. El anteojo no debe dirigirse á nin- gún objeto, cuando entre este y el obser- vador hay un foco de luz, por el des- lumbramiento que produce, siempre molesto. El uso de estos anteojos requiere tam- bién que cada persona, tenga en cuenta la naturaleza de su vista á fin de evitarse HIGIENE DE LA VISTA. 241 molestias y hasta de privarse de distin- guir lo que desea. Así un individuo cuya vista es normal y un présbita que aunque no vé bien de cerca, distingue con perfección los obje- tos alejados, podrán servirse fácilmente de los gemelos sin más que adaptarlos á la distancia que se proponen ver; pero un miope que á pesar de ver bien de cerca necesita anteojos para distinguir de léjos, no podrá servirse de aquellos sin ántes tener puestos los lentes con los cuales hace que su vista si no es comple- tamente normal se aproxime todo lo po- sible á ella. Esta precaución la consideramos más útil que la de aumentar la fuerza del ocular según acostumbran algunos mio- pes. El miope si desea conservar su vista en este caso como en otros, debe domi- nar su deseo de querer ver más, pues sirviéndose como sucede de lentes de alta graduación si la miopía es fuerte, 242 j. santos fp;rnandez. terminará por fatigarse sin haber conse- guido ver más allá de lo que permite el aparato óptico irregular con que ha na- cido. El hipermétrope que vulgarmente pasa por miope ó présbita indefinido, debe te- ner en cuenta que si para leer necesita unos cristales y otros para ver de léjos con perfección, no debe omitir estos últimos cuando se sirva de los gemelos de teatro; estos instrumentos construidos para in- dividuos de vista normal, le parecerán defectuosos, si no observa este precepto, y después de fatigarse inútilmente se ve- rá obligado á abandonarlos. Las jóvenes débiles, cuyos ojos se fatigan después de una corta lectura ó cuando se entregan á las labores propias de su sexo, deberán evitar el uso pro- longado de estos anteojos ó proveerse en caso de usarlos, de los lentes de cris- tales débiles que en ocasiones se les or- denan para evitar las molestias que hemos mencionado. HIGIENE DE LA VISTA. 243 Las personas que ordinariamente usan cristales de color, deberán prescindir de ellos al hacer uso del gemelo de teatro. Cuanto hemos dicho de estos instru- mentos puede aplicarse con escasas va- riaciones á todos los que se emplean para ver de léjos. 1§E US PRECAUCIONES QUE DEBEN TENERSE EN DE DOS OJOS AífTIFICIADESx La prótesis ocular ó sea el arte de reemplazar por medio de una pieza arti- ficial, el ojo que ha sido destruido por una enfermedad ó un ac- cidente cualquiera, ó separado del cuer- po por ¿m procedimiento quirúrgico, está bajo el dominio de la higiene ocu- lar no solo porque con ella se corrige una deformidad de la fisonomía, sino también porque tiende á precaverla pér- dida de la vista en el ojo sano y hasta 246 J. SANTOS FERNANDEZ. sufrimientos en el muñón que queda del que se perdió. De la misma manera que la dentadura artificial, sirve hoy más que para satisfa- cer una exigencia de la vanidad, para evitar trastornos que comprometen á ve- ces la vida; el ojo artificial no solo sirve para realzar la belleza de la fisonomía» sino que también puede considerarse co- mo una verdadera necesidad. Si lo primero es un sencillo pero justo deseo de aparecer lo más perfecto posi- ble en el orden físico como instintiva- mente queremos presentarnos en el or- den moral, lo segundo es una exigencia que la higiene no puede pasar desaperci- bida viéndose obligada desde luego á legislar sobre ello. El perfeccionamiento de prótesis ocular es de data reciente. Ambrosio Pareo nos proporciona la primera des- cripción de un ojo artificial de los que se usaban en su época. Fabricados al prin- cipio de oro ó de cobre, pronto se cons- HIGIENE DE LA VISTA. 247 truyeron de marfil. Actualmente la fabri- cación de los ojos artificiales ha llegado á tal perfección que no se puede pedir más, la imitación de la naturaleza es tan perfecta que es necesario estar advertido para que lo reconozcamos en aquellos que los llevan conforme á las reglas del arte. Los nombres de Boissonneau, padre é hijo y el del doctor Desjardins de Mo- rainville están ligados intimamente á tan interesante industria. Un ojo puede perderse de dos modos; ó por una enfermedad, ó por una lesión que en medicina denominamos traumáti- ca, como v. g., un golpe, una herida etc., etc. Cuando el ojo ha sido perdido por una enfermedad, puede no ofrecer deformidad y en ese caso como no afea ni espone á ningún peligro, está fuera de toda inter- vención en lo que se refiere á la higiene; si conservando su volumen y su forma cambia de color y perjudica la estética exige algún correctivo. La ciencia en es- 248 J. SANTOS FERNANDEZ. tos últimos tiempos ha hecho grandes es- fuerzos por restaurar la belleza en tales circunstancias, pero sus esfuerzos no han sido coronados por el éxito. La operación del tatuage que tiene por objeto cubrir de negro por un procedimiento ad hoc la parte que ha cambiado de color simulan- do en el centro la niña ó pupila, no solo ha distado mucho de su objeto, sino que también ha sido calificada de perni- ciosa. Puesto que como hemos dicho la forma del ojo no ha variado y por con. siguiente sus funciones como órgano vivo se realizan sin sufrimiento ni peligro para el otro ojo, somos de opinión que salvo casos escepcionales se le respete sobre- llevando como se pueda esta desgracia. Suele ocurrir y hemos tenido ocasión de observarlo que algunas personas teme- rosas de someterse á una operación para poder llevar un ojo artificial, colocan so- bre el que se encuentra en tales condi- ciones la lámina que constituye el artifi- cial. Esta manera de obrar es en extremo HIGIENE DE LA VISTA. 249 perjudicial, pues aunque el ojo perdido estuviera algo disminuido de volumen, el artificial no quedaría tan holgado como debiera estarlo; si esta falta de holgura en un ojo cuyo volumen no es ya el nor- mal produce pena y puede desenvolver una enfermedad que llegaría hasta el otro, ¿á qué no dará lugar en un ojo que solo se diferencia del sano en su colora- ción y en la falta de vista? Cuando el globo del ojo al perderse cambia su forma y su volumen hasta el punto de sobresalir por entre los párpados requiere cuidados que evitarán algunas ve- ces crueles sufrimientos. Prescindiendo de los que tienen por objeto evitar toda clase de irritación, nos limitaremos en este caso á señalar lo que la prótesis ocular de- manda, pues hemos llegado al punto en que es nuestro deber reclamarla. Léjos de nosotros el pensamiento de recomendar como se ha hecho, procedi- mientos más ó menos dolorosos y hasta el vaciamiento del ojo por medio de una 250 J. SANTOS FERNANDEZ. herida con objeto de disminuir su volú- men para poder llevar el ojo artificial. Antes que dar este consejo está más en armonía con la higiene recomendar una operación, pues un ojo vaciado, sin tener presente ciertas reglas quirúrgicas, puede encontrarse en las condiciones del que se pierde por una herida como hemos hecho observar más arriba. Cuando un ojo ha sido destruido por un golpe ó una lesión traumática cual- quiera, la ciencia enseña que puede dar lugar en época más ó ménos lejana y con mayor ó menor seguridad á la pérdida del otro. Si esto se reconoce como posi- ble no podemos menos que recomendar la necesidad de sobreponerse á todo gé- nero de preocupaciones y prestar oido al facultativo cuando indica como necesaria la operación. Si esta se lleva á efecto cúmplenos re- comendar más paciencia que la que por lo general se tiene haciendo constar que no es conveniente usar la pieza artificial HIGIENE DE LA VISTA. antes de las cuatro semanas que siguen á la operación. Cuando se empieza á llevar un ojo ar- tificial no debe usarse los primeros dias mas de tres ó cuatro horas, aún cuando se esté habituado no es prudente tenerlo entre los parpados más de quince ó veinte horas. Se debe retirar durante la noche y colocarlo no en un vaso de agua fria como generalmente se hace, sino en agua templada á fin de que no se rompa por el cambio de la temperatura. En los niños juzgamos inconveniente la prótesis ocular; esta edad se preocupá bien poco de la deformidad, los juegos á que se entregan con frecuencia pueden romper la lámina de cristal y lastimarlos. La aplicación del ojo artificial, que una vez habituado el que lo lleva es en estre- mo simple,. ofrece al principio grandes dificultades y da lugar á que se rompan con frecuencia. Este accidente que en los grandes centros de Europa es de poca importancia, la entraña entre nosotros 252 J. SANTOS FERNANDEZ. por la dificultad de proporcionarse un ojo que reúna todas las condiciones ape- tecibles. Puede evitarse esta contrariedad teniendo la precaución de no separar la pieza sin colocarse delante de una cama ó colocar á la altura de la cara un pañue- lo ó una toalla á fin de que si se escapa de la mano sea detenido en esta. Para que un ojo artificial llene las exi- gencias de la estética y de la higiene ocular debemos tener presente las reglas que siguen de acuerdo con Hazard-Mi- rantt, Desjardins Galezowski (i) y todos cuantos se han ocupado de la prótesis ocular. i? La prótesis ocular no llenará su objeto si la pieza es muy grande ó muy pequeña, en uno ú otro caso los párpados no encontrarán el apoyo suficiente y no podrán abrirse con regularidad. 2? Un ojo artificial no debe molestar, cualquiera que sean los movimientos á que se entregue el individuo, si esto no (i) Del Toro.—Crónica Oftalmoloquia de Cádiz.—1877. HIGIENE DE LA VISTA. 253 ocurre existe indudablemente alguna irregularidad que debe desaparecer. No debe aparentar más grande, ni más pequeño que el otro y en último caso vale más que sea un poco chico que saliente. 4? Un ojo artificial ligeramente más chico se asemeja al ojo natural cuando sufre alguna dolencia y apenas nos llama la atención. 5? El ojo artificial debe ser lo más li- gero posible sin necesidad de que sea estremadamente delgado, pues se rom- pería con facilidad entre las manos ó con los solos esfuerzos de los párpados" 6? El pulimento perfecto de que deben estar provistos es una cualidad indispen- sable, la menor anfractuosidad en su su- perficie puede irritar los párpados. 7? Debe cuidarse con objeto de bien parecer y para evitar igualmente que no se lastimen los párpados, de cambiarlos desde el momento que se haya gastado la pieza, perdido los colores ó el puli- mento de su superficie. ¡§IBMOGflAPÍAx Monlau (D. Pedro). Higiene priv ada. —1875. Chiralt (D. Vicente.) Higiene de la vista.—Sevilla 1868. Del Toro (D. Cayetano.) Tratado de las enfermeda- des de los ojos.—Cádiz, 1878. Carreras y Aragó. Clínica oflahnológica.—Barcelo- na, 1878. Del Toro. Crónica oftahnológica de Cádiz.—1877. Santos Fernandez. Crónica Médico Quirúrgica de la Habana, V. p. 60. Reveillé Parisse. Hygiéne oculaire.—París, 1845. A. Magne.—Hygiene de la vue.—París, 1866. A. Chevalier. T'Att de conserver la vue.—Paris 1869. A. Chevalier. Hygiene de la vue.—Paris, 1861. Gouliu (J. A.) Hygiene desyeux, ou traitédes vio- 256 J. SANTOS FERNANDEZ. yens d' entreteuiy la vue faible, 2e edit.—París, 1843. Michel Levy. Ty alté d' hygiene publique et privée.— París, 1869. X. Galezowskí. Traité des maladies des yeux,—Pa- rís, 1875. Giraud Teulon. De /’ asil.—París, 1867. ,, ,, De V infiuence sur la foyictioyi vi- suelle binoculaire des verres de lunettes convexes ou concaves.—París, 1860. Delpech. Mem. sur les accideyits que dévelope chez les ouvriers en Caoutchouc l' inhalation du sulfyire de carboyie eyi vapeur (Bull. de V Acad. de yned. 1855, XIX p. 350. Delpech. Industrie du caoutchouc soufflé (Ann d’ hygieyie pub. XIX p. 65, 1863. Bcehm. De la terapeutique de Vceil au ynoyeyi de la Imniére Coloree, trad. París. 1871. Graud. De II hygiene de la vue dans les Travaux appliqués, thése de París, 1874. Sichel. De I influence du tabac á priser sur la pyo- duction de l' aynaurose. (Ann d' oculietique) t. 50 p. 83. Legons cliniques sur les lunettes et les ¿tais patholo- giques consecutifs a leuy usage rationel. - -París, 1848. Desayore. Etude sur les yyialadies des ouvriers de la mayiufactyire chatelerault (Ann. d’ hyg. t. V. p. 60, 1856.) Mélier. De la sanie' des ouvriers eyytployés dayis les mayiufactures de tabac, (Bull. de 1’ Acad, le med, t. X p. 569.) Villermé fils, Note sur la sayité de certains ouvriers eyi aiguilles. (Ann. d’ hyg. 1850 t. X 1. III p. 82.) HIGIENE DE LA VISTA. 257 Bouisson. Ophtalmie des soufreurs de vigne (Con- tes reudus de 1’ Acad. des Sciences, aout 1868 t. L. VII p. 299.) Gleize, Réglementde vie, ou comment doivent se gou- verner cenx qui son affligésdefaiblesse déla vue, avec les moyeus de s’en préserver. Orleans et Paris 1787. Jamin (P. N.) Conside) ations sur les lamieres trop vinespour l'organe de la míe et sur les moyens de s> engarantir. Paris. Dumont. Reche) ches statistiques sur les causes et les efects de la cecité. Paris. 1856. Hutchinson, On leadpoisoninq as a cause of optic, neuritis (ophtalmie hospital reports, V. VII p. 6, 1861.] Arlt. Die PJlege der Augen im gesunden und kran- ken zustande, nebst einem Anhauge uber /tugengla. ser, allgemein, fasttlich dargestellt. Prag. 1846. Wengler, Augendiatetik oaer Pjlege des menscli- chen Auges imgesunden und kranken Zustande, Lei- zig, 1864. Landsberg, Licht und Auge ubersicht. Hannover, 1859. Ritterich, [F. Ph] Anweisung znr Erhaltung des Sehvermogeus und, etc. Leipzig 1847. Ran (W.) Uber die Sinncsorgane ubnhaupt und die Pjlege des Auges insbesondere. Beritf11858. Beer G. F.) Pjlegegesunderundgeschrrachter. Au- gen Wien, 1791. Soemmerrinq (S. th. V.) Uber eitiige wichtige PJli- chten gegen die Augen. Frank, 1819. Randniz (L.) Gesund heitspjlege des Auges oder etc. Prag. 1841. 258 J. SANTOS FERNANDEZ. Horing, Das Auge, das Sehen un die Erhaltung des Auges. Ludwigsburg, 1867. Weller, Das Licht des Auges uud dessen Pflege ni Gesunden und kranken Zustanden, Leipzig.—1864. Índice de capítulos* Páginas. Informe relativo al tratado sobre higiene de la vista :. V Introducción i El primer sentido 7 Del abandono en conservar el órgano de la visión 13 Del cuidado que reclaman los ojos de los recien nacidos 21 Del cuidado de la vista en la puericia ó niñez 29 De lo que debe cuidarse en los colegios y establecimientos de educación con res- pecto á la vista 37 Consejos para conservar la vista en las pro- fesiones y artes liberales 47 Trastornos visuales en los cajistas y modo de evitarlos 53 Consejos higiénicos á los tabaqueros 63 Consejos higiénicos á los obreros en hierro y acero 67 Trastornos visuales de los obreros que tra- bajan el plomo 71 260 J. SANTOS FERNANDEZ. Páginas. Trastornos de la vista en los obreros que tra- bajan cautchuc y telas impermeables.... 75 Consejos á los labradores y artesanos para el cuidado de su vista 79 De la manera de preservar los ojos de los agentes exteriores 85 De los alimentos y bebidas 95 De las pasiones 103 Del abuso del tabaco ni Cuidado de la vista en los placeres y diver- siones 117 Higiene de la lectura 123 Higiene de la escritura 131 Luz artificial, sus inconvenientes y modo de evitarlos 139 De lo que debe entenderse por cortedad de vista y vista cansada 147 Reglas higiénicas de la miopía 155 Del uso de los anteojos en los miopes 163 De la hipermetropia 173 Del astigmatismo 181 De la presbicia 185 Preocupaciones vulgares acerca de los an- teojos 195 Del modo de escojer los anteojos 203 De los anteojos de color 207 De lo que debe tenerse presente cuando exista diferencia de vista entre ambos ojos (Anisometropía ó asimetropía) 215 Armadura de los anteojos 223 De los anteojos de teatro 235 De las precauciones que deben tenerse en el uso de los ojos artificiales 245 Bibliografía 255 Indice alfabético. A Páginas. Abandono en conservar el órgano de la vi- sión n Abuso (Del) del tabaco 112 Aberración cromática 237 Afecciones congénitas del ojo 26 Agua para lavar los recien nacidos 25 Agentes exteriores (Manera de preservar los ojos de los) 85 Agujas (Influencia de su fabricación en la salud de los obreros) 69 Aire (Del) su influencia en la visión 86 Albañiles (Consejos higiénicos á los) 80 Alcohol, su influencia en la visión 100 Alimentos 95 Alucinaciones 97 Ametropia (Qué se entiende por) 147 Amor (Placeres del) * 106 Anisometropia 147 Anomalías de la refracción... 151 Anteojos (Del modo de escojer los 202 Anteojos de los obreros en hierro y acero.. 68 Anteojos de color 207 Anteojos protectores 231 262 J. SANTOS FERNANDEZ. Páginas. Anteojos de teatro 235 Anteojos de Galileo 236 Arcada ó puente de los anteojos 226 Armadura de los anteojos 223 Astenopia acomodativa 152 Astigmatismo 181 Aumento de la miopía en la juventud 41 Azul (Color de los cristales) 209 Azufradores de viñas 80 B Baños de los recien nacidos 24 Bailes, sus inconvenientes 121 Bancos en los colegios 44 Bebidas (Del abuso de las) 100 Billar, utilidad de este juego para la vista. 118 Binóculo 230 Bordados, sus inconvenientes 31 C Cajistas 53 Caractéres de imprenta 57 y 128 Casas gi Cautchuc (Influencia en la vista de su fabri- cación) 75 Caza (Cuidados de la vista en la) 117 Cigarrillos 115 Clase de letra y modo de formarla 133 Colegios (Higiene de la vista en los' 38 Colirio de leche ! 23 Colores, su influencia en la conservación de la vista 142 Color del papel en los libros 127 Composición en la imprenta 56 Composición de los cristales de los anteojos. 196 Cóncavos (Cristales) 156 HIGIENE DE LA VISTA. 263 Páginas. Consejos á los obreros que trabajan el plo- mo 73 Convexos (Cristales) 174 Cortedad de vista (De lo que debe enten- derse por) 147 Creencias vulgares acerca del cuidado de los ojos 14 Cristales en los miopes de edad avanzada.. 170 Cristales de color azul pálido en la miopía. 161 y 171 Cristales cilindricos 182 Cristales de roca 197 y 200 Crown-glass 196 y 201 Cuadro que indica el número del cristal ne- cesario en cada grado de presbicia 192 Cualidades de los buenos cristales 201 Cualidades de los buenos anteojos de teatro. 238 Cuidados de la vista en los recien-nacidos.. 21 D Deberes de las madres después del parto.. 22 Del uso de anteojos en los miopes 163 Defectos de refracción 151 Desviación de los ojos en la asimetropia... 217 Diferencia entre el miope, el hipermetrope y el présbita 174 Diferencia de refracción en ambos ojos 215 Diferencia de refracción más frecuente 218 Distancia á que los miopes deben colocar los objetos pequeños 162 División de los anteojos 224 Dormitorios en los colegios 39 E Emetropía 148 Encajes, influencia de su fabricación en las obreras 72 264 J. SANTOS FERNANDEZ. Páginas. Escritura (Higiene de la) 131 Esgrima, precauciones, etc 18 Estrabismo 199 F Fabricación de anteojos 197 Fabricación de ojos artificiales 246 Forma de los cristales 225 Flint-glass (Inconvenientes de los cristales de) 197 y 200 G Gafas, (Del uso de las) 228 Graduación de la miopía 156 Graduación de la Hipermetropía 178 Graduación de la presbicia 189 H Habitación del niño recien-nacido 25 Habitaciones,, su influencia en la visión 91 Hipermetropía (De la) 173 H. Latente 175 H. Manifiesta 179 H. Absoluta 179 H. Artificial 199 H. Facultativa 178 Hombres ilustres cuyos padecimientos de la vista se han hecho notables 49 I Inconvenientes del uso de cristales fuertes en ciertas miopías 165 Inconvenientes de los cristales de color en los présbitas 191 HIGIENE DE LA VISTA. 265 Páginas. Inconvenientes de la prótesis ocular en los niños 251 Influencia de las grandes ciudades en los padecimientos de la vista 18 Informe de la obra presentada á la Acade- mia de la Habana en el concurso de 1874 * á 75 1 Introducción V Invención de los anteojos 195 L Labradores (Consejos higiénicos á los) 79 Lámpara de Cárcel 145 Lavanderas (Consejos higiénicos á las) 83 Lectura (Higiene de la) 122 Lentes (de las diferentes clases de) 224 Letra española 134 Libro (Tamaño más conveniente del) 128 Limpieza de los ojos en los recien-nacidos.. 27 Luz artificial 139 Luz, influencia en el órgano de la visión 89 Luz solar intensa (Perjuicios de la) 91 M Manchas de la cornea 33 Mascar, [el tabaco] 114 Materiales empleados en la escritura 132 Materiales de iluminación 142 Mesas de estudio en los colegios 44 Menstruación, (influencia en la vista) 105 Mica Utilidad de los anteojos de) 68 Microscopio (De lo que deben tener pre- sente los que trabajan con el) 51 Mineros (Consejos higiénicos á los)~ 82 Miopes (Del uso de cristales en los) 164 Miopía (Reglas higiénicas de la) 155 Miopía (Divisiones de la) 156 266 J. SANTOS FERNANDEZ. Páginas. Miopía (Aumento en la juventud de la) 41 Miopía acompañada de ambliopía 161 Modo de escojer los anteojos 203 Montura de los anteojos 224 N Necesidad de usar anteojos en la presbicia. 187 Neutro (Cristal de color) 211 Niñez (Cuidados de la vista en la) 29 o Obreros en hierro y acero 67 Olvido de los preceptos higiénicos para la conservación de laxista 13 Ojos artificiales 244 p Padecimientos de la vista en hombres nota- bles 49 Pantallas (Color de las) 144 Papel (Color del papel en los libros) 127 Paseos de campo, su utilidad para la vista. 119 Pasiones (Influencia de las) 103 Peligros de la vista en ciertas diversiones.. 117 Pérdida de la vista de un ojo por herida del otro 244 Piano (Anteojos que necesitan algunas per- sonas para ver en él) 169 Pica-pedreros (Consejos higiénicos á los).. 82 Pintura, su influencia en la visión 50 y 71 Pipa (Inconvenientes de fumar en) 115 Posición más conveniente para escribir 133 Posición más conveniente á los miopes para leer y escribir 161 HIGIENE DE LA VISTA Páginas. Preocupaciones vulgares acerca de los an- teojos 195 Presbicia (Qué se entiende por) 185 Presbicia (Del uso de anteojos en la) 188 Primer sentido (El) 7 Piofesiones liberales (Cuidado de la vista en las) 47 Prótesis ocular 244 Q Quevedos (Del uso de) 228 R Ramas de los anteojos 227 Rapé 115 Recien-nacidos (Cuidado de la vista en los) 22 Relojeros, grabadores, joyeros, etc 52 Reglas para el uso de ojos artificiales 252 Reglas higiénicas que deben tener presentes los obreros en hierro y acero 67 Plomo 72 Cautchuc 75 Cajistas 53 Tabaqueros 63 Labradores y artesanos 79 Reglas higiénicas de la miopía 155 Rojo (Cristal de color) 219 s Sacrificio de un ojo para conservar el otro. 248 Salones de estudio en los colegios 40 Segadores (Consejos higiénicos álos) 80 Simulación de ciertas enfermedades 32 Sustancia de que se componen los ojos arti- ficiales 245 268 J. SANTOS FERNANDEZ. Páginas. T Tabaco (Consejos higiénicos á los obreros en) 63 Tattiaje 248 Teatro (Anteojos de) 235 Tristeza, su influencia en la visión 104 V Verde (Cristal de color) 210 Viajes, utilidad, precauciones, etc 119 Vicios principales en el manejo de instru- mentos ópticos 51 Vicios de refracción 151 Vientos, su influencia en los ojos 88 Violeta (Cristal de color) 212 DEl MI3J40 fiUTOY\. Sobre el astigmatismo irregular.—Anfiteatro anatómico español. 1872. Sobre el astigmatismo regular.—Anfiteatro anatómico español. 1872. Algunas palabras sobre la Estrabotomfa.—Recueil d' Ophtalmologíe du Mr. Galezowski, 1873. Accidente provocado por la antropinia en el curso de un abceso de la córnea.—Recueil d’ Ophtalmologíe du Air. Galezowski. 1873. Del empleo de la esearina en el tratamiento de la irritis.—Genio Científico de la Habana. 1873. Escisión del fondo del saco óculo palpebral como tratamiento de las granulaciones crónicas.— An. fiteatro anatómico español. 1873. Embolia de la arteria central de la retina.—Genio médico-quirúrgico de Aladrid. 1973. De la pústula maligna en las enfermedades de los ojos.—Crónica oftalmológica de Cádiz. 1874. Del Pterigion.—Clónica oftalmológica de Cádiz. 1874. Sofá portátil para las operaciones de los ojos.—An- fiteatro anatómico español. 1874. De la operación de la catarata en el ave.—Crónica oftalmológica de Cádiz. 1884. Colirios sólidos.—Siglo Médico de Madrid. 1874. 270 J. SANTOS FERNANDEZ. Juicio crítico del Tratado de enfermedades de los ojos del Dr. Galezowski.—Clónica oftalmológica de Cádiz. 1874, De la eserina en la operación de la catarata.—Cró- nica médico-quirúrquica de la Habana. 1875. Algunas palabras sobre las granulaciones palpe- brales en general y la escisión del fondo del saco óculo-palpebral en particular.—Crónica oftalmológica de Cádiz. 1875. De la iritis y su tratamiento.—Crónica médico-quirúr- gica de la Habana. 1875. De la fotofobia y su tratamiento.—Genio científico de la Habana. 1875. De la eserina en la operación de la catarata (2* par- te).—Crónica médico-quirúrgica de la Habana. 1875. Análisis de la Monografía acerca de la catarata y sus operaciones, por el Dr. Gastaldo.—Crónica mé- dico-quirúrgica de la Habana. 1876. Quistes de la cavidad orbitaria.—Crónica médico-qui- rúrgica de la Habana. 1876. Análisis de la obra titulada: “Estudios oftalmoló- gicos del Dr. Carreras y Aragó.’’—Crónica médico- quirúrgica de la Habana. 1876. Consideraciones sobre las enfermedades de los ojos, observadas en la Isla de Cuba en 1875.—Me- moria leída en la sesión pública del 14 de Mayo de 1875 en la Real Academia de Ciencias médicas, físicas y naturales de la Habana, De la Ambliopía alcohólica en la Isla de Cuba y de un síntoma coadyuvante no descrito para diag- nosticarla.—Memoria dirigida al Congreso oftalmológico de New- York. 18 76. Glioma de la retina.—Crónica oftalmológica de Cádiz. Un accidente no común en la operación de la cata, rata por el método del Dr, Graefe, causa, pronos- HIGIENE DE LA VISTA. 271 tico y tratamiento.—Crónica médico-quinirgico de la Habana. 1876. Análisis de la Memoria titulada: “La Hemeralo pia ” por el Dr. Rodolfo del Castillo.—Crónica mé- dico quirúrgica de la Habana. 1876. Análisis de la Memoria titulada: “De la sífilis ocular y su tratamiento por las fricciones mercu- riales,” por el Dr. del Toro, de Cádiz.—Crónica médico—quirúrgica de la Habana. 1876. Análisis de la Memoria titulada: “Criterio médico- quirúrgico para la aplicación de la iripectomia en el Glaucoma,’’ por el Dr. Luis Carreras y Ara- gó —Crónica médico-quirúrgica de la Habana. 1877. Análisis de la Memoria titulada: “Estudio sobre la medición del campo visual,” por el Dr. D. Enri que Diaz Rocafull.—Crónica médico-quirúrgica de la Habana. 1877. De los cuerpos extraños de la cámara anterior, su diagnóstico, pronóstico y tratamiento.—Memoria leída en la Real Academia de Ciencias. Julio de 1878. De ciertos fenómenos cerebrales como el delirio, &, después de la operación de la catarata.—New- York foutnal. Marzo 1878. Análisis del ‘‘Tratado de Enfermdades de los ojos,” por el Dr. D. C. del Toro.—Crónica médica-quirúrgi- ca de la Habana. Setiembre 1878. Canicie de las cejas y de las pestañas.—Crónica mé- dico-quirúrgica de la Habana. Noviembre 1878. De la hiperestesia de la retina en general y de la observada en algunas personas después del eclipse de Julio de 1878 en la Isla de Cuba.—Cró- nica oftalmológica. Enero de 1879. Contribución al estudio del Pterigion.—Crónica mé- dico-quirúrgica de la Habana. Marzo 1879. De la Ambliopía congénita debida al estado rudi - 272 J. SANTOS FERNANDEZ. mentario de ambas pupilas.—Memoria dirijida al Congreso Regional Andaluz. Junio 1879. Amaurosis congénita curada expontáneamente á la aparición de la época mental.—Memoria leída en la Real Academia de Ciencias médicas. Junio 1879. Enfisema expontáneo de los párpados. (En prensa.) De las enfermedad» s de los ojos por causa cere- bral.—Memoria dirijida al Congreso Regional Andaluz. Junio 1879. Algunas consideraciones sobre las enfermedades de los ojos en las diversas razas que habitan la Isla de Cuba.—Memoria leída en la Sociedad Antropoló- gica de la Habana. 1878. De las opacidades de la córnea en el claustro ma- terno. 1879. (En prensa.) De la filaría en el cuerpo vitreo.—Memoria dirijida al Congreso Regional Andaluz. 1879. De la anestesia en la cirujía ocular.—Memoria escrita en colaboración de los Doctores Artas, Gago y Poreliada. (En prensa.) Análisis de la obra titulada “Clínica oftalmológi- ca por el Doctor Carreras y Aragó —1879. (En prensa.)