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IMPRENTA DEL ESTADO POR J, E. DEL CAMPO 1867. "La Ilustración" ^ librería Económica j C»lie de Carabaya \ Coca 56 | Compra y venta de libros. "Otiles de l! Escritorio, Artícu- ) los de fantasía, Se- V líos de jebe, Mono- ;) ñamas, Lectura a \ domicilio por sus- II cric.on, Periódicos de modas par» se- II ñoras, etc etc. etc.^ 4A 7" / MEMORIA 9j <*%, SOBRE LA PROFILAXIS ¿¡x POR EL DOCTOR JUAN COPELLO »> • ...... ... De Chiavari, de la Facultad Médica de Genova y de Lima, Socio corresponsal de las sociedades Médico-Quirúrgicas de Bolonia, y de Genova, de la Academia Fisio-Médico-Estadistica de Milán, de la Academia de Ciencias, Letras y Artes de los Quirjtes de Roma, y de la d« Terni, del Instituto Médico de Valencia, de la Sociedad Econó- mica de Chiavari.de la Freno-pática de Aversa, déla Real Academia de Ciencias Médicas, y del Instituto Bandiera de vacunación de Palermo, y de otras sociedades literarias de Italia; Y AUTOR DE LA NUEVA ZOONOMIA. Esta es la única memoria médica que se ha presentado al Concurso cientí- fico creado por el supremo decreto de 28 de Julio de 1866; y no ha sido juzgada digna del premio por una comisión de la Facultad Médica de Lim¿J Se mandó publicar de orden .del Supremo Gobierno del Perú. LIMA. IMPRENTA DEL ESTADO POR J. ENRIQUE DEL CAMPO. 1867. 3349 "U " WFA mr ffl^ 8/?f 2*~n> j A SU EXCELENCIA EL SEÑOR CORONEL PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DEL PERÚ. Exmo. Señor : * Vuestro Gobierno ha tenido una inspiración segu- ramente feliz y patriótica cuando ha decretado un Concurso Científico anual, para que en los dias en que la Nación solemniza su independencia y autono- mía, premie las obras del estudio y del talento, que impulsándola por la senda de la ilustración y del progreso, consolidan, enaltecen y honran esta mis- ma independencia y autonomía. He respondido gustoso á vuestro llamamiento es- cribiendo esta memoria sobre la Profilaxis de la Tisis Pulmonar Tuberculosa, y me he considerado feliz de consagrar mis desvelos al servicio en parte de la hu- manidad y de la ciencia, en parte al servicio de vues- tra noble iniciativa. Pero estos desvelos hubieían salido estériles en ambos sentidos si Vos no hubie- seis interpretado dignamente la munificencia nació- _4— nal mandando publicar mi memoria. Así me habéis acordado el premio mas grande á que puede aspirar el que trabaja para la humanidad y para la ciencia: que el admirable invento de Guttemberg y de Pan- filo Castaldi conserve mis pensamientos, los difunda, los someta al juicio imparcial del mundo científico; y si hay algo bueno sirva para la aplicación, y si hay errores, y vacíos, sirvan para la discusión, el descu- brimiento de la verdad, y el desarrollo de la ciencia. Acaso con este paso mas habéis hecho Vos mismo para el porvenir del Concurso Científico, que el pre- mio pecuniario, porqué la discusión que sin duda pro- vocará mi memoria será útil para la ciencia médica y para el arte; útil para estimular al t¡ abajo cientí- fico. Es justo, pues, que á Vos» la consagre y dedique en señal de mi gratitud y de mi respeto: deseando que mi trabajo tenga bastante mérito y fortuna que conserve para siempre asociado el recuerdo de vues- tro nombre y de vuestro memorable decreto. Y es- pero que Vos aceptareis con bondad mi respetuosa dedicatoria no solo como un hornenage*á vuestra ilustración y munificencia, sino como una prueba de la especial simpatía que os tenemos los Italianos. Con esta esperanza tengo el honor de suscribirme de V. E. Muy obediente servidor, JUAN COPELLO. Lima, 20 de Agosto de 1867. MARIANO I. PRADO, jefe supremo provisorio de la república. considerando: I. Que los premios concedidos á las produccionesin telec- tuales, han contribuido en todas partes á estimular el talen- to y enriquecer el país con trabajos útiles á las ciencias y*á las letras: II. Que ninguna época es mas adecuada para otorgarlos, que aquella en que se celebra el aniversario de la indepen- dencia nacional. decreto: Art. 1 p Se establecen pai'a el 28 de Julio de cada año, cuatro premios de 1,000 soles cada uno, qne se adjudicarán á los autores nacionales de las mejores memorias ó trabajos sobre cualquiera de los ramos pertenecientes á las facultade¿ universitarias. Art. 2 ? Los Decanos y Profesores de las facultades de Eerecho, Medicina, Ciencias y Letras de la Universidad de iraa, se reunirán en sesiones, con la antipacion debida, pa- ra designar los puntos que deban servir de materia á las me- morias. La designación de los puntos, se hará precisamente el 31 de Agosto de cada año y se publicará en los periódicos por espacio de quince dias. Art. 3 ? Las memorias serán remitidas á la respective, fa- cultad hasta el 31 de Mayo de cada año sin poderse admitir después de esa fecha. Cada memoria, cerrada y sellada, contendrá una contra- seña que sirva, al repartirse los premios, para conocer y de- —6— signar al autor. Un duplicado, al menos de la contraícíía, se remitirá cerrado al Ministerio de instrucción pública, Art. -i p El 1 P de Junio se reunirán los Decano? y Pro- fesores de las referidas facultades, presididos por el Rector de la Universidad, con asistencia de un encargado por el Ministerio de instrucción, y se procederá á la apertura y comprobación de las memorias, sentándose la respectiva acta. Verificada la comprobación, cada facultad procederá á examinar, y calificar las memorias remitidas, debiendo el Ministerio nombrar dos ó tres personas idóneas que se asó- cien á cada facultad, para el examen y calificación. Art. 5 ? El dia 25 de Julio se reunirán en jurado, los Decanos y Profesores de las facultades y los adjuntos desig- nados, y procederán, bajo la presidencia del Re?tor de la Universidad ala lectura de los dictámenes. Terminada la lectura cada facultad con sus adjuntos, apro- bará ó reprobará, por mayoría relativa de votos públicos, el respectivo dictamen, y con la constancia, se entregará al Ministerio de instrucción pública. Art. 6 ? El 28 de Julio, el Presidente de la República, si lo tuviere ábien, ó el Ministerio de Instrucción, procede- rá á proclamar las memorias calificadas y á adjudicar los premios. Art, 7 ? Si ninguna de las memorias mereciese premio, á juicio del respectivo jurado, se renovará el concurso para el próximo año sin perjuicio del concurso ordinario. Si el premio rezagado no tuviese aplicación en la segunda vezx la cantidad se acumulará para servir de fondo al gran premio de que se encarga el artículo siguiente: Art. 8 ? Se establece un gran premio de 20,000 soles pa- ra adjudicarlo el 28 de Julio de 1876 al autor nacional ó ex- trangero qrte presente la mejor historia social, política y li- teraria del Perú. Las obras de Historia serán remitidas á la Universidad de Lima, y se recibirán solo hasta el 1 ? de Julio de 1875, con las precauciones deque habla la 2.a parte del artículo 3.° El gran jurado de calificación para este premio, se com- pondrá de todas facultades de la Universidad de Lima, las que nombrarán una comisión de su seno, compuesta de pro- fesores propuestos por el Rector y Decanos, y de cinco indi- viduos mas, de notoria competencia, que designará el Mi- nistro de instrucción pública. _7- "El dictamen se presentará el 10 de Julio de 1876, y se ca- lificará por la Universidad y los adjuntos nombrados por, el Ministerio. El Presidente de la República proclamará el 28 de Julio, la obra que merezca el premio y lo adjudicará á su autor. El Secretario de Estado, en el despacho de Instrucción pública, queda encargado del cumplimiento de este decreto. Dado en la casa de Gobierno en Lima, á 28 de Julio de 1867.—Mariano I. Prado.—J. Simeón Tejeda. Lima, Setiembre 29 de 1866. Publíquese en el periódico oficial la serie de proposicio- nes correspondientes á las Facultades Universitarias, para los premios á que se contrae el Supremo Decreto de 28 de Julio último y prevéngase á los Prefectos de los demás De- partamentos, que dispongan su inserción en los respectivos periódicos por el término fijado en dicho decreto. Tejeda. FACULTAD DE DERECHO. "Investigar los medios mas oportunos y eficaces para es- timular á los habitantes del Perú, según su situación social, al trabajo mas ordenado y provechoso." FACULTAD DE LETRAS. "Apreciar el influjo de las creencias religiosas y de los es- tudios filosóficos en el estado social, político y literario del Perú." FACULTAD DE MEDICINA. "Profilaxis de la tisis pulmonar tuberculosa." FACULTAD DE CIENCIAS. .-*Aplicaciones de la electricidad como fuerza motriz." MEMORIA SOBRE LA PROFILAXIS DE LA TISIS P0LMOWAR TI18EHCÜLAGSA. liad the labour and research that have been wasted in fmitless experiment to cure 8>n irremediable condition of the lungs, been directed to the discovery of the causes and na- ture of tubercolous disease, with the view of deducing rules for its prevention and treate- ment, consumption would be regarded in á light very diférent from that in wich it is looked upon at the present period James Clark on Tubercular Pldhisis, tiie Cy- clopasdia of Practica! medicine. CAPITULO L INTRODUCCIÓN, Y PLAN RAZONADO DE LA PRESENTE MEMORIA. Importancia social que tiene el tema de la tisis pulmonar tubercu- losa—Su profilaxis es el tema mas útil y mas difícil del tratado— Este tema abraza los medios de prevenir la aparición de la tisis, y su desarrollo consecutivo—La profilaxis preventiva ó etiológi- ca exije que se conozcan bien su historia y sus causas (nosografía): y se penetre á fondo su naturaleza (patogenia)—Pero esta noso- grafía y patogenia, bases de la profilaxis, están muy lejos de ser una doctrina clara completa y concorde: luego es preciso descifrarla ó juzgarla ó completarla—Estado actual de la patología déla tisis pulmonar tuberculosa: Borsieri que reasume la medicina clásica —Escuela localizadora ó anatómica; Bayle, Laenec, y Louis— Escuela diatesista: Bufalini, Clark, Graves—Puntos ó proble- mas de la patología de la tisis que son el fundamento de la pro- filaxis; y plan de esta memoria que trata de resolverlos. El Supremo Gobierno del Perú ha tenido seguramente una idea feliz, y que puede ser fecunda de grandes resulta- •10 INTRODUCCIÓN dos, cuando ha decretado solemnizar los días festivos de la patria, premiando cuatro trabajos científicos salidos del cri- sol de un libre y solemne concurso. Con eso ha demostrado íio solo su decisión en protejer la ciencia, sino que cifra en ■el culto de la ciencia el mismo porvenir de la patria, cuando *esta en Jos días de su mayor regoeijo, se inclina con respe- to ante los triunfos' del saber como si confundiese en un mismo afecto, en una misma admiración, en un mismo cul- to, la ciencia y la patria. Lps que creen que saber es poder, y que en la marcha de las sociedades humanas mas influ- ye la pluma que la espada, aplauden el pensamiento gene- roso, y consideran que si apenas sacudido el yugo de Espa- ña, semejante decreto se hubiese dado y religiosamente cum- plido, en estos cuarenta y cinco años la impulsión dada al genio y al estudio, la emulación en las obras del talento, el desarrollo de las ideas en los varios ramos del saber, el pú- blico homenaje á los que cultivan la ciencia, todo eso hu- biera dado una dirección tan noble y tan diversa al desar- rollo y educación intelectual y política de la nación, que otra quizás hubiera sido su historia, otro el curso de los aconte- cimientos: y de todo modo la nación poseyera hoy un cú- iiulo de trabajos científicos importantes, testimonio de su ilustración y de un glorioso pasado, semilla y fundamento de un porvenir mas brillante todavía. La ilustre Facultad Médica de Lima ha interpretado dig- namente la idea del Supremo Gobierno, cuando ha propues- to para el primer concurso de 1867 la gran tesis: Profilaxis de la tisis pulmonar tuberculosa^ ya por la urgencia de ocu- parse con preferencia de una enfermedad insidiosa y terri- ble que diezma las poblaciones, y escoje víctimas que por el sexo, la edad, la cultura en unos, la miseria en otros, excitan mas nuestra compasión y simpatía; ya porque está probado tme es mas fácil prevenirla que curarla; y porque, en sus resultados prácticos y sociales la profilaxis es mas impor- tante que la terapéutica, y abraza también la terapéutica; ya finalmente porque no pudiera tratarse ese tema en apa- siendo que en ese caso la clasificación versa sobre heehoa Y PLAN DE ESTA MEMORIA. 15 completos, no así cuando toma por base elementos abstrac- tos; sea el etiológico, ó el semeiótico, ó el prognóstico, ó el te- rapéutico. Para la nosografía ó s^meiótiea, ó anatómica, ó sistemática la unidad del hecho clínico ó es costituida por la forma morbosa dolor, fiebre, emaciación c&a. abstracion he- cha de la causa próxima con laque se coliga; o por la lesión anatómica Lpertrofia, ulceración, cangrena &a. abstracion he- cha de la causa próxima que la produce, de los antecedentes que la enjendran, y de los síntomas que la manifiestan; ó por la lesión ipotética de los sólidos ó de los fluidos: flogosis, ipos- tenia,iperstenia, plastollia &a. abstracción hecha de los datos clínicos que debieran manifestarla, siendo mas bien una con- dición ipotética que indutiva, mas derivante de una supo- sición teórica que de la observación clínica. La clasificación nosológica pues que tenga por base,no hechos clínicos com- pletos, sino atributos abstractos de estos mismos hechos, ó los síntomas, ó las lesiones anatómicas tfea. nada extraño tiene que sea una coordinación artificial de hechos espurios, in- completos, sin verdadera comunidad de naturaleza y de ge- nio, y deprincipios diagnósticos prognósticos y terapéuticos. Inspirado Borsieri por. ese falso método de la nosología sintomática reportó á un mismo grupo enfermedades diver- sas de asiento, de índole, de causas, y de curación, con tal que tuviesen el carácter semeiótico de la emaciación, ó tabes o consunción/ asi que para Borsieri el concepto general de tisis comprende la tabes dorsal, la epática, la atrofia, la ra- quiti?r la tab.es mesentérica, la laríngea, la pulmonal, la es- plénica, la renal, la senil, la nerviosa etc., y las comprende constituyendo un hecho general como fuese una realidad de la práctica, mientras no es mas que una abstracción de la mente. Teniendo siempre á la vista el carácter semeiottico de la consunción Borsieri define la tisis pulmonar verdadera,— Est ea totius corporis lenta consuntio quce pulmonum ulcus, assiduamque inde ortam febriculam consequitur. Sin em- bargo aunque limite el concepto de la enfermedad al perio- do fatal en que hay consunción, fiebre lenta, y ulceración pulmonar,haciendo abstracción del período morboso que lo precede, cosa que nosográficamente ni puede ni debe hacer se, no por eso considera la tisis pulmonar una enfermedad un tipo clínico único, sino que ofrece formas y diferencias 16 INTRODUCCIÓN clínicas de mucha importancia, porque la distingue en ver- dadera y falsa, primaría y secundaria, aguda y crónica, tu- berculosa, ulcerosa, incipiente, confirmada, traqueal, flori- da,pituitosa etc. Es remarcable su división de la tisis en ver- dadera y espuria pues la llama espñria ó imperfecta: Quan- do vero ex quaqunque alia pulmonum afectione aut labe corpus contabescit, uti quando atonia, vngenti flacciditate, marcare, tubérculis, strumis, scirris, infarctibus, calculis, aliisque lapidéis concretionibus, vomicis aut empiemate thoracis similíque alio vitio pulmones laborant et cont«r minantur, tumquoque phthisim pulrnonarem adesse cum Fracastorio et Willis credimus, non quidem Mam veram et exquisitam quam defmivimus sed quodammodo notham et imperfectam. Nam etsi in hac deficiat vera pulmonum exulceratio, effecta tamem et simptomata adeo veros phthi- $i sunt consentanea ut quammaxime eam mmulentur aut saltem expeditissimam in eam [quod Junckerus etiam con- cedif\faciat transitum. Admitiendo pues que todas esas for- mas pueden convertirse en la tisis verdadera, significa clara- mente que para fijar las diferencias clínicas de la tisis el su- mo clínico italiano se remonta al periodo mismo que prece- de la tisis y á la enfermedad que el representa. Y á esas di- ferencias clínicas evidentemente alude cuando trata de si causa próxima y de sus causas remotas, pues dice: p?'óxi?nii causee ideam complectitur quidquid pulmones, adnexasqui partes obstruit, dístendit, laxat, irritat, erodit, inrfammai aut lacerat,unde demum ulcus purulentum consequatur. Ej to equivale manifiestamente á decir que la ulceración tisú? puede derivarse de enfermedades en origen diferentes, y «rpi si bien todas se confunden en una lesión común [ulcus pul- monum] en su último periodo ó desenlace, son esencialmen- te diversas en el periodo que lo precede. Y para que no quede duda de que Borsieri considera la tisis pulmonar co- mo atributo y desenlace de males muy diversos véase la serie de causas remotas que indica, que es imposible se refie- ran á un proceso morboso único, sino á varios y muy diferen- tes, fd vero, non itafacile consequitur [el desenlace tísi- co y ulceroso) nisi causee, próegumence, et procatherticai una conspirent. Proegumenarum precipue sund estas intra de- cimun octavum et trigesimum quintum annum speciatim cémprehensa, tenella pulmonum totiusque corporis constir tutio, mala pectoris conformatio, temperamentum sangui- Y PLAN DE ESTA MEMORIA. 17 iwum et cholericum, plethora, cachoquwiia multiplex, va- rias humor uní acritates, atque hereditaria labes. Procatharticas exhibent graviora anvmipaihemata, s{h- ília inmoderata, in primi-s nocturna, vigilia',protracte,pra- va victu-s raiio, eorporis taosse eumnon ommispolmonarisphthisis co tuberculis jiat,'etsi es hís quidem frequentissimos oriatur; ideoquenec eamdem cum incijñendifumprogrediendi rationem servet. Ademas para la anatomía patológica la enfermedad co- mienza y consiste en el desarrollo tuberculoso; para el pa- , tólogo comienza con la diátesis tuberculosa, condición vital connexa ella sola con la etiología y con la profilaxis de la tuberculosis. Luego la naturaleza del mal no es orgánica ni irritativa sino dinámica y plástica, no es local sino dia- tésica, el tubérculo en suma no es la causa sino el efecto de la enfermedad. Respecto á la cuestión nosológica es fácil suprimir con una plumada no solo las diferencias clínicas de Borsieri, sino las anatómicas de Bayle: pero si es cierto que la tisis est ea totius corporis lenta consuntio quos pul- monum ulcus assidaamque inde ortam febriculam conse- quítur, si es cierto que tanto la tuberculosis como otras en- fermedades pulmonares conducen al mismo éxito ulceroso y forma tísica externa, insanable, y que el diagnóstico de todas ellas no pertenece solo al último estadio, ni se hace con el solo criterio de la anatomia patológica; sino con la os tervacion ó síntesis práctica de todos los datos clínicos, si es cierto ademas que tanto la profilaxis como la terapéutica no tienen relación con la lesión anatómica sino con la le- sión vital que la precede, y que es diferente y especial en las varias enfermedades pulmonares, se comprenderá que esta supresión es absqrda, y que no solo importa renegar los trabajos de la observación pasada, sino confundir en\m'ti- po cb'nico ficticio los elementos clínicos de enfermedades mo causa de la tisis pulmonar, y en ese camino lo han seguido Bennet, Mor- ton, Wcpfer,_ Gíieirist y mas todavía elDesaultde Burdeos en 1733 cuyos estudios siguieron los mas distinguidos patólogos del siglo pasado Pringle Fothergllt. Stark, Haller, Dupré de l'Isle, Morgagni, Reli, Duppe, Borsieri, y hasta fines del siglo Raulin, Rían, Carmacael Smith, Moseley, Salvatori, Rusa, May, Beddqes, Bush. ' Y PLAN DE ESTA MEMORIA. 21 diversas, y dar una dirección falsa á la observación futura. Esto es lo que puede decirse de la monografía del célebre Louis que si bien recomendable por haber estudiado la tu- berculosis en nuevas relaciones patológicas y anatómicas, y por los estudios anatómicos y estadísticos que presenta, nos deja sin embargo perplejos sobre el valor práctico de estos mismos estudios ó hechos, no sabiendo si pertenecen áün ti- po morboso ó á muchos. Louis siguiendo el impulso de Lae- nec considera la tisis sinónimo de tuberculosis, suprimiendo las diferencias clínicas de la tisis pulmonar,y tan solo admi- tiéndola forma aguda y larcrónica; y dos periodos: el prime- ro desde la aparición de los tubérculos hasta su reblandeci- miento, y el segundo desde el reblandecimiento hasta la muerte ó la sanacion completa ó el alivio de los enfermos, quedando asi olvidado y sin estudio el período previo de la diátesis tuberculosa por ser inaccesible á la observación anatómica, aunque sea la llave de la etiología y de la profi- laxis, de la patogenia y déla terapéutica. Louis lamenta la imperfección de la etiología, no porque falten aserciones si- no porque faltan pruebas; y para conseguirlas seguras invo-; ca el testimonio de la estadística. Coloca en las causas pre- disponentes el sexo, la edad, la constitución, el tempera- mento, el raquitismo, la herencia, el desorden de la mes- truacion, la influencia de la profesión, del vestido, del cli- ma y temperatura, circunstancias todas que discute con el apoyo de cifras estadísticas. Coloca en las causas exitantes, y del mismo modo discute la influencia de ¡la pneumonía y de la pleurisia, del catarro pulmonar, de la exitaeion íiisÓt lita ó extraordinaria de los pulmones, la emoptoe, y el frió. En otra parte discutiré esta etiología de Louis pero desde ahora no puedo abstenerme de advertir que la estadística á la que dá tanta importancia, y con la que se alucinaron los patólogos contemporáneos; nada realmente concluye si no está resuelto el problema nosológico de la tisis pulmonar, y porque hay hechos tan complejos que no pueden prestar- se al criterio de la estadística. Hay en efecto dos opiniones en lucha; la de Louis y de Laenec que no admiten mas tisis que la tnberculosa,y la de Borsieri que hay otras tisis aunque la mas frecuente es la tuberculosa. Este punto disputado por la anatomía ha sido'acaso resuelto por la ciencia clínica? no. Por observación anatómica ó clínica acaso se ha demostra- do, que el frecuenúsime de Borsieri representa el 90, el SO, ¿¿ INTRODUCCIÓN i el 70 por 100? nó. Luego que valor tienen las cifras estadísti- cas relativas á tísicos que no se sabe hasta que número eran tuberculosos? Se dice que cierta edad predispone al desar- rollo del mal; pero, si se considera que esta circunstancia tan solo es relativa á los que tienen una predisposición eredita- ria ó congénita á la tisis, cosa que no siempre puede saber- se como lo confiesa el mismo Louis, es claro que poco ó nin- gún valor tienen las indicaciones estadísticas sacadas de he- chos ó dudosos ó complejos, y que antes de someter los he- chos al crisol de la estadística es preciso someter la estadís- tica al crisol de la filosofía (1) y tener presente la sentencia de Baglivi.—Inductio namque que fit per simplicem enu- merationem nullis additis cautionibus rebus dubiis, et ana- logian habentibus con phenomenis alterius morbi std) cuya specie illudunt vel reyectionibus falsarum et omnino in- constantium, imperfectas concludit (2). La escuela anatómica tiene por cierto el mérito de haber comenzado el estudio de la tuberculosis, pero no ha con- cluido ni podido concluir haciendo abstracción, como ha hecho, de la observación clínica, y de la inducción patogé- nica^ Tiene el mérito de haber estudiado la tuberculosis en relaciones nuevas, pero la ha generalizado demasiado tra- tándose de la tisis pulmonar, y ha destruido tipos morbosos que son el fruto de observación clínica tan sólida como fe- cunda. Ella ha comenzado y circunscrito la historia de la tisis al tubérculo considerándolo como causa y carácter de la enfermedad, sin remontarse á su patogenia, sin pregun- tar que relación tiene su producción con ciertas causas remotas y con cierta profilaxis. Ella ha confutado Brous- sais y Lombard que derivaban el tubérculo de la flogosis ó de la congestión, y si ha supuesto que procede de una per- versión especial de la asimilación orgánica, no la ha deter- minada, ni estudiado en relación con las causas remotas, ni con la profilaxis, ni con la terapéutica del proceso tuber- culoso. Por eso es que la escuela anatómica" no tiene casi profilaxis, porque tiene una etiología muy vaga y mezquina, no tiene fó-en el arte aunque confiesa la cicatrización de la ulceración tuberculosa operada por la naturaleza, y solo propone una curación sintomática y paliativa. Ella-ha (1[ Nuova Zoonomia v. 2. v. 60, 52. j (2) Praxis médica L. 2. c. 3. i ¿ Y PLAN DE ESTA MEM0RI.A. '23 prestado grandes servicios á la patología, pero los hubiera prestado mayores si no hubiera sido esclusiva, si hubiera asociado al criterio anatómico los demás criterios diag- nósticos, si no hubiera dividido el hecho clínico en dos par- tes, y presentádblo trunco, todo buscando en la lesión ana- tómica, y nadaren la lesión biológica. Si en lugar de supri- mir ó disimularlas diferencias clínicas de la tisis pulmonar que brotan de la medicina antigua, hubiese averiguado si tienen ó no intermedia la tuberculosis; ó si como tienen especiales causas, síntomas, curso, efectos morbosos, é indi caciones curativas, también tienen especiales lesiones ana- tómicas; y de este modo contribuir á formar los tipos clíni- cos de que la doctrina de Borsieri contiene el jérmen. La escuela anatómica trastornaba, acaso atrazaba la pa- tología de la tisis pulmonar, pero adelantaba el estudio de la tuberculosis. Pues resultaba de las observaciones de Lae- nec, Barón, Delpech, Andral que la producción de la ma- teria tuberculosa es absolutamente independiente de toda inflamación previa; resultaba aun por estudios histolóji- cos y químicos que esta materia no acusa exceso de acción plástica sino mas bien deficiencia y una elaboración incom- pleta, que esta secresion no es de origen local sino que es el resultado de una Gondicion mórbida costitucional. Que es- ta condición costitucional representa una perversión y una íJeficiencia en los poderes de la vida plástica, y debe consi- derarse la causa próxima dinaniea y profunda de la produc- ción tuberculosa. Surgía pues la idea de la diátesis tu- berculosa patrocinada por Bufalini, por Clark, por Parola, Carswell, Graves y otros patólogos modernos; y con'esa.idea se podía descubrir la incógnita del problema, se podía declarar que la tisis pulmonar tuberculosa no es enferme- dad local sino diatésica, en cuanto el tubérculo causa de la ulceración pulmonar, es efecto de la diátesis tuberculosa; que lejos de ser el tubérculo urna producción accidéntalo fortuita [como dijo Laenec] es connexo por las leyes inmu- tables y eternas de la vida á ciertas y' especiales causas no- civas que pervierten }r debilitan profundamente los pode- res y los actos de la asimilación orgánica; que lejos de te- ner la tuberculosis dos periodos como indica Louis, ambos al alcance déla anatomía patológica; tiene un periodo pre- vio enteramente vital, y no del dominio de la anatomía y é& la química, sino de la ciencia biológica, no sujeto á un 21 INTRODUCCIÓN diagnóstico físico, sino á un diagnóstico médico. Con e»*s doctrina de la diátesis tuberculosa la historia de la enfer- medad era completa, su tipo dejaba dé ser trunco, la no- sografía de la tisis no comenzaba con el tubérculo sino cor» las cansas nocivas especiales que enjendran la diátesis tu- berculosa, luego conocidas estas cansas especiales, la tuber- culosis podia tener su doctrina profilática y terapéutica. Sin embargo aunque este concepto prometiese una base só- lida á la doctrina profilática de Ja tisis pulmonar tubercu- losa, surgían %ó habían graves dificultades que embaraza- # ban, y hacían difícil su aplicación. Algunos patólogos ya no eran dispuestos á considerar los desórdenes gástricos co- mo los efectos de la tuberculosis gastro-entérica sino como causa por lo mismo que reponían la origen de la diátesis in- dicada en un desorden de la vida plástica, luego atribuían! un gran papel profilátieo á la higiene de las funciones di- gestivas. Otro3 patólogos del mismo modo consideraban la condición pletórica y congestiva. Otros patólogos como Graves y Bufalini consideraban la diatesistuberculosa tan parecida al vicio escrofuloso, que consideraban los tubércu- los como el producto y una forma especial de la diátesis es- crofulosa, indicando naturalmente las cansas remotas y los medios profiláticos que á ella corresponden. Era pues difícil meterse de acuerdo sobre la naturaleza de la misma diátesis. tuberculosa, qnizás principalmente por la razón que la etio- logía que es la fuente de la patogenia^ se hallaba confusa, imperfecta, discorde, y porque mas se habia estudiado pol- los modernos el lado anatómico que el etiológico de la ti- sis, ni tampoco era fácil ó posible improvisar ó descifrar la etiología de la tisis sin completar la obra de Borsieri, es decir, determinar nosográficamente las diferencias clínicas de la tisis pulmonar. Demostrado así que la moderna patología déla tisis pul- monar se halla todavía imperfecta, oscura, discorde, es de- mostrado igualmente que su profilaxis es un problema muy difícil. La patología es la base de la profilaxis, porque no &e sabe prevenir un mal del que no se conocen las cansas y la naturaleza: y es claro que si la patología de la tisis tuber- culosa fuese bien establecida, y exenta de dudas y de con- troversias, también su profilaxis sería clara, firme é invaria- ble, pues serían bien conocidas, y admitidas generalmente sus causas y su naturaleza. Pero siendo controvertida y- é& Y PLAN DE ESTA MEMORIA, 25 versa su nosografía, ó la historia de su origen y de sus cau- sas, y la interpretación patogénica de los hechos, sucede que unos consideran la flogosis como el efecto, otros oomo la causa del tubérculo, unos inculpan la plétora y la conjestion y la emoptoe, otros los consideran ó efectos ó complicacio- nes del desarrollo tuberculoso; unos creen prevenirlo con los medios, con que se previenen los desórdenes gástricos ó di- gestivos; otros creen estos ya efectos de la tuberculosis; uros recomiendan las cautelas transpiratorias con que se previe- ne toda afección reumática de los bronquios; otros las des- preciar, y recomiendan un réjimen tónico, frotaciones y ba- ños frios, buen alimento, ejercicio, aire libre, unos proponen los medios con que se previene la escrófula, otros los medios con que se previene una inflamación. Eesolver pues el pro- blema profilático de la tisis pulmonar tuberculosa importa el resolver el problema patológico; y de consiguiente es cla- ro que la Facultad Medica de Lima al proponer el tema de la Profilaxis de la tisis pulmonar tntbeiysutosa lia im- puesto también la tarea de sacar de la confusión, déla anar- quía, y de la oscuridad la misma doctrina patológica de la tisis, siendo la profilaxis un extricto corolario de sil histo- ria nosográfica y de su interpretación patogénica: si la res- puesta al tema que ha propuesto ha de ser un progreso pa- ra la ciencia y para el arte, silla de presentarlos resultados exactos y fecundos de la razón y de la experiencia medica, y no ha de ser una triste rapsodia y un estéril y vano^eco de. opiniones discordes, de hechos dudosos, de datos estadísticos inconcluyentes, y de preceptos higiénicos, vagos, y comu- nes. Ahora si tratar en modo satisfactorio el grantema práctico de la profilaxis importa no solo- el poseer sino el descifrar, juzgar, y aun reformar la patología de la tisis pulmonar tuberculosa, supuesto que no está todavía biea clara y bien definida; é importa hacerlo con todos los datos que presenta la razón patológica y la experiencia clínica, he aquí los problemas que conviene resolver, y por consi- guiente he aquí el plan razonado de la memoria que prén- sente '. 26 INTRODUCCIÓN PLAN- RAZONADO DE ESTÁ MEMORIA. I. Aunque la patología antigua conocía el tubérculo y aun lo consideraba como la causa próxima mas común y . frecuente de la tisis pulmonar, sin embargo el estudio de la tuberculosis es enteramente moderno. La nosología sinto- mática representada por Borsieri y por Hufeland habia fun- dido la tisis tuberculosa en el concepto abstracto, y tipo general de la tisis, es decir con todas las demás enfermeda- des pulmonares que acaban con la consunción tísica. De con- siguiente quedaba estéril y difícil su estudio, ya porque sus datos clínicos, especialmente el etiológico, quedaban con- fundidos con los datos clínicos de las otras tisis pnlmonares, ya porque el concepto mismo de la tisis tuberculosa no com- prendía el período mórbido que enjendra el tubérculo, que lo precede, y que constituye la condición patológica de la enfermedad. Yino la escuela anatómica, que si tiene el mé- rito de haber estudiado la tuberculosis en nuevas relaciones; cayó en el mismo error de la nosología sintomática, de co- menzar la historia de la enfermedad por donde acaba, ó al menos por donde einpieza la lesión anatómica, haciendo abs- tracion del periodo vital que la precede, aunque es el único que decide de la profilaxis, de la patogenia, y de la tera- péutica; y suponiendo quiméricas las demás formas de tisis, ó confundiéndolas en el tipo único de la tuberculosa, falseó su etiología porque falseó su formación nosográfica, é hizo imposible su patogenia, y su racional terapéutica. Pues bien, para resolver el problema práctico de los ver- daderos medios profiláticos de la tisis tuberculosa, la prime- ra condición es la de conocer sus verdaderas y especiales cau- sas. Y para conocer esas causas es preciso apelar á la histo- ria exacta, fiel, y completa de esta enfermedad. Para que esta historia sea completa es preciso que no trunque la uni- dad del hecho clínico en dos partes, sino que comprenda to- do el proceso morboso desde que se inicia hasta su último de- senlace; para que esta historia sea fiel es preciso que por me- dio de la observación clínica é inducción diagnóstica descu- bra las relaciones empíricas que existen entre los elementos áe k enfermedad, es decir el etiológico, el semeiótico, el pronóstico, el anatómico, el profilático y el terapéutico que Y PLAN DE ESTA MEMORIA. 27 pertenecen á la condición patológica interna tuberculosa; en modo que no refiera al tipo tuberculoso mas que los da- tos clínicos que le son propios, no los que pertenecen á otras tisis ó enfermedades pulmonares. Hasta que no se resuel- va el problema nosográfico, y se demuestre que esas rela- ciones empíricas de todos los datos clínicos con la coadicion patológica interna constituye la verdadera unidad ó indivi- dualidad de un tipo morboso; y que la tuberculosis conside- rada como condición patológica, tiene especiales causas, sín- tomas, efectos, lesiones anatómicas, y remedios así como las otras tisis pulmonares tienen un especial y respectivo conjunto de datos diagnósticos, no podrá saberse cuales son las causas especiales que le son propias y las medidas profi- láticas relativas. Luego es preciso resolver previamente el problema nosográfico en el terreno de la filosofía módica, para resolverla en seguida respecto á la historia de la tisis pulmonar tuberculosa. II. Kesuelto el problema nosográfico ya tenemos una norma segura pava resolver el problema nosológico: es decir para descifrar la patología de la tisis pulmonar, y reconocer á cuantas y distintas enfermedades pulmonares se liga lo que en razón del período tísico ó consuntivo se ha fundido y circunscrito en el tipo abstracto y genérico de la tisis pul- monar. De este modo no solo llegaremos á completar la obra de Borsieri y determinar las verdaderas diferencias clí- nicas de la tisis que en su obra clásica se encierran como en jérmen;sino también á establecer el diagnóstico comparati- vo ó diferencial de la tisis tuberculosa en relación con las otras formas de tisis; no solo llegaremos á colocar en su pues- to todos los materiales que nos ofrece la ciencia clínica, si- no también á rectificar las pretensiones sistemáticas tanto de los anatómicos como de los demás patólogos. Y enton- ces tendremos la certeza que solo ciertos hechos ó etiologicos ó semeióticos ó pronósticos, ó anatómicos, ó profiláticos, ó terapéuticos pertenecen á la sola tuberculosis pulmonar, y otros no le pertenecen, y tendremos el derecho como los me- dios de resolver el problema profilático de la tisis pulmonar tuberculosa. III. Pero la profilaxis tiene dos fines, prevenir la apa- rición de la tuberculosis pulmonar; y prevenir (caso que el mal estalle) su continuación,' su desarrollo consecutivo, sus desastres. Para el primer fin puede bastar á la profi- 2S INTRODUCCIÓN laxis el conocimiento empírico de las causa9 nocivas, es de- cir la simple etiología-de la tisis tuberculosa. Para el segun- do fin la sola etiología no basta, porque una vez desarrolla- do el mal, vá adelante por fuerza^ propia, aun cuando se aparten las causas nocivas, y se mejoren los hábitos higiéni- cos; y si bien sea cierto que los hábitos higiénicos influyen poderosamente en la curación del mal, sin embargo no bas- tan las mas veces; y si administrados antes que el mal pro- duzca lesiones insanables mucha ó alguna influencia salutar tienen ciertos auxilios de la terapéutica es decir de la far- macia; es evidente que para ese segundo fin es preciso conocer la naturaleza ó patogenia de la tuberculosis pul- monar para comprender de que modo operaron las causas nocivas en producir el proceso tuberculoso, y de que modo operan los medios ó higiénicos ó terapénticos que influyen ó bien ó mal, ó á precipitarlo ó á contenerlo. Para resolver pues la segunda parte del problema profilático es preciso resolver él problema patogénico por cuanto sea oscuro y di- fícil. Sin embargo si se considera que el estudio patogénico de una enfermedad no es otra cosa que la interrogación de los hechos que le son relativos, se comprenderá fácilmente la ventaja grande que resulta del método nosográfico que he proclamado, que consiste en buscar los hechos que per- tenecen á la sola tisis tuberculosa, y aparten aquellos que lo son extraños: origen los unos de luz fecunda y de inducio- nes seguras, origen los otros de embarazo, de confusión, y de induciones falaces. Este estudio patogénico tendrá otra ventaja. La profilaxis preventiva ó nigiénica fundada en el mero conocimiento empírico délas causas nocivas, siempre seria útil y aplicable aun cuando la ciencia no llegase á co- nocer el modus operandi de estas causas; pero seria una doc- trina empírica no tan segura en la mente de los médicos, ni tan fecunda en sus recursos como si conooiera la razón de los hechos. El estudio patogénico pues de la tuberculosis pulmonar no solo tendrá la ventaja de dictar y de hacer ra- cional la profilaxis terapéutica, sino también de hacer racio- nal la profilaxis preventiva é higiénica, y de consiguiente mas persuasiva, mas firme, y mas fecunda. I Y, Resueltos los problemas nosográfico, nosológico, y patogénico que constituyen la patología de la tisis tubercu- losa, están puestas las bases de la doctrina profilática tanto , preventiva como terapéutica, porque ya están bien conocí- Y PLAN DE ESTA MEMORIA. 29 <5.as tanto las causas como la naturaleza de la enfermedad; No hay mas que desenvolver esos principios, es decir apli- carlos en relación con los hechos etiologicos que presenta la ciencia clínica para conocer y fijar los principios de la pro- filaxis preventiva; ó estudiarlos en relación con los patoló- gicos para conocer y fijar los principias de la profilaxis te- rapéutica. ' La profilaxis preventiva considerada como ciencia ó teo- ría resuelve los problemas etiologicos para darse cuenta co- mo se adquiere y como se transmite) como se conserva y co- mo se borra, y en que consiste la predisposición á la tisis: sea ella ó creditaria ó congénita ó adquirida; porque ciertas causas eventuales y cierta combinación de ellas puede actuar esa predisposición funesta. Considerada como arte tiene que enseñar el modo de llenar laá indicaciones que son el corolario de los problemas resueltos, es decir 1 ? En qué modo se impide que se adquiera la predisposición á la tisis 2 ? En qué modo se impide que se transmita por via de la generación 3.° En qué modo se obtiene modificarla ó borrar- la en los que la tienen ó hereditaria ó congénita 4.° Dado que no sea posible borrarla en qué modo hacer que sea inofensiva, es decir, cual es el réjimen higiénico ó terapéu- tico que conviene y cuales causas alejar para prevenir su ac- tuación. Estos son los fines prácticos que debe llenar la pro- filaxis preventiva sostenida por las luces de la teoría, y los hechos de la experiencia. Y. La profilaxis terapéutica considerada como ciencia ó teoría debe señalar las indicaciones distintas que llenar, y que resultan de un estudio nosográfico y patogénico severo de la enfermedad—Considerada como arte, y consecuente con el conocimiento exacto del mal, debe proponerse el fin de prevenir el consecutivo desarrollo de la tuberculosis, lle- nando con los medios de la higiene y de la terapéutica es- tos distintos fines del arte. 1 ? Influyendo con un buen ré- jimen tónico y corroborante sobre la diátesis tuberculosa en cuanto es cierto que ese réjimen influye en todas las fa- ses de la enfermedad aunque incompletamente, especial- mente en los últimos períodos por ser un proceso idiopático y conexo en estos con una condición orgánica diferente. 2? Procurando la escrecion, ó el asorbimiento ó la asimi- lación de la materia tuberculosa. 3 ? Alejando ó limitando el embarazo de la flogosis pulmonar y de toda complica- 30 INTRODUCCIÓN cion ó flogística ó congestiva ó gástrica en cualquier estadio» de la enfermedad. 4 ? Sosteniendo las fuerzas de la vida en la tarea de la reparación de la condición ulcerosa y depu- rativa, y en la simultánea diátesis tuberculosa. Estos tam- bién son los fines prácticos" de la profilaxis terapéutica apo- yada en las luces de la teoría patogénica y en los hechos de la experiencia llamados á confirmarla ó desmentirla. • YI. Expuesta la doctrina profilática que resulta de la noso- logía diagnóstica y de la patogenia indutiva de la tuberculo- sis pulmonar, tanto lapreventiva como la terapéutica, y de- mostrado ser en armonía tanto con los principios de la razón médica como .'con los hechos de la experiencia clínica, me queda demostrarlo con la contraprueba que resulta de la comparación de la profilaxis inérvente á la nosología semeió- tica, ó anatómica, ó flogística, ó sistemática de la tubercu- losis pulmonar. Si queda así demostrado que la patología de la tisis que confuto, tiene por corolario una profilaxis estéril, incompleta, errónea, desmentida por la razón y por la experiencia, tendremos un criterio nuevo y poderoso, que la doctrina profilática derivante de mi estudio de la tisis, está en armonía con las dos bases de la medicina: ratio tt observatio. De este modo trataré la doctrina nosográfica de la tisis pulmonar tubercu' >sa en relación ásus propios hechos, y en relación con otras tisis pulmonares, para determinar las causas especiales que le pertenecen. Trataré la patogenia indutiva de la tuberculosis para descubrir su especial é ín- tima naturaleza. Con esta doctrina nosográfica y patogéni- ca, la profilaxis sea preventiva ó terapéutica, tendrá princi- pios ciertos, claros, .y racionales; y podrá fácil y útil- mente aplicarlos, ya para prevenir la funesta predisposición á la tisis ya para borrarla, ya para impedir el desarrollo del mal, ya para contenerlo y limitarlo. No faltará quizás quien diga que el plan de esta memoria que ofrece nuevos estudios, y constituye un tratado crítico de la tisis tuberculosa, excede en mucho el fin-que ha tenido la Facultad módica de Lima al poner en discusión el solo te- ma de la profilaxis, siendo que en tan cortó tiempo no ha podido exijir tanto. Pero si la Facultad médica puso en de- bate la doctrina profilática de la tisis pulmonar tuberculosa, es porque la consideró imperfecta y discorde; y si no igno- raba que la proü laxis de una enfermedad corre la suerte de Y PLAN DE E3TA MEMORIA. 31 su patología, y si sabía que la patología de la tuberculosis es casi nueva, imperfecta, y discorde, es claro que ella-ma exíjido ó supuesto que se resolviese el problema profilático, resolviendo el problema patológico de la tisis pulmonar tu- berculosa. • .32 DOCTRINA NOSOGRÁFICA CAPITULO II. DOCTRINA NOSOGRÁFICA DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA. i Principios de nosografía racional que conducen á encontrar la uni- dad é individualidad del hecho clínico completo, y á su diagnós- tico práctico, y que guian á formar los tipos de la nosología diagnóstica—En fuerza de elfos es inexacto el concepto, y el nombre de tisis dado á la Tuberculosis pulmonar—Definición ó concepto de la enfermedad—Por qué razón comprende la forma granulosa—La enfermedad preseKta dos fases ó partes: la diá- tesis tuberculosa, y la presencia de los tubérculos—Luego com- prende un período previo el mas oscuio y difícil, el mas decisivo y menos estudiado—La diátesis tabereulosa domina todos los períodos de la enfermedad—Relación .que tiene con ciertas cau- sas remotas—Sus relaciones semeióticas, pronosticas y anató- micas— Sus relaciones profil-áticas y terapéuticas—Dudas que quedan sobre la etiología de la tuberculosis, y de qué modo pue- den resolverse Es un punto de filosofía patológica de capital importan- cia la cuestión de saber sobre cuales criterios prácticos se funda la unidad y la individualidad de un tipo clínico ó del hecho enfermedad, si sobre la forma morbosa exclnsiva- jnente, si sobre la lesión anatómica, si sobre la lesión vital que la precede, ó supuesta á priori teóricamente, o juzgada prácticamente por la acción de las causas y de los remedios; ó si en el conjunto de todas ellas; y si admitiendo que un proceso mórbido tiene fases diferentes, estas fases ó actos di: ferentes deben considerarse .otras tantas entidades ó enfer- medades distintas é independientes por la razón que les cor- responde cierta especial lesión vital, cierta especial lesión orgánica, y especiales indicaciones terapéuticas. Estos pun- tos no han sido ni siquiera discutidos por la patología gene- ral, aunque son estos k base en que descanza la observación y descripción nosográfica, y la clasificación nosológica de las enfermedades, y depende de su solución ó que adopte- aios en práctica el método de la Escuela Hipocrática, ó lo ' DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA. 33 perdamos de vista con mengua de la ciencia y del arte. El solo patólogo que los ha puesto en discusión ha sido mi ilus- tre compatriota el Profesor MauricioBufalini,quesi bien ha propuesto un criterio nuevo ó importante para individuar una enfermedad ó tipo morboso, y es el conjunto de sus da- tos ó elementos empíricos, cual es la correspondencia entre las causas, los síntomas, y el efecto de los remedios; sin embargo ha negado el valor diagnóstico de estos mismos datos clínicos, no ha tenido una idea exacta de lo que es caus i próxima en patología, y enredado en la distinción analítica de la crotopotía y de la cinopatía, y en la doctrina de los elementos mórbidos, no ha podido concebir la unidad de los procesos morbosos [1], Yo en el segundo volumen de la Nueva Zoonomía, acep* té esta discusión llevándole ideas nuevas, y arribando á re- sultado bien diferentes de los que tocaron al sumo clínico de Florencia. Pues en la nosografía racional trató de las causas, de los síntomas, de los efectos de la enfermedad, f de los efectos de la curación, no en gener-al y en abstracto, sino con el fin de determinar su valor diagnóstico. Amplié el concepto de la Pa.tos'iniesis [ó unión y correspondencia de los datos clínicos y diagnósticos de una enfermedad, cau- sas, síntomas tfca»] considerado como criterio diagnóstico agregándole el lado pronóstico, y demostrando que la cau- sa próxima es él centro al que todos se reportan, y que las relacione? empíricas y especiales dé cada cinto diagnóstico con la causa próxima explica el valor práctico ,de la pato- síntesis. Por consiguiente consideré la causa próxima ó cen* dícion patológica interna como el centro y el eje del tipo clínico, y que puede descubrirse por inducción práctica en* virtud de las relaciones empíricas de sus causas, sínto- mas cta. ó de la patosíntesis; luego inferí que esta pato-sín- tesis ó conjunto de datos diagnósticos bien observados cons- tituye la unidad del tipo clínico. Quise hacer revivir la doctrina del gran Boerhaave; que quiere que se estudie la forma morbosa, en relación con su causa próxima, que se estudie y se conozca la enfermedad no en lo que tiene de general sino en lo que tiene de particular exactamente el opuesto de lo que enseña desde Gaubio á nuestros dias la [1] Fundamenti di Patología analitica--Instituzioni di patología analí- tica y. 2. ° rol. de In N. Zoonomia la 2. * y 3. * Sesione. 3 34 DOCTRINA NOSOGRÁFICA patología general. Cum morbussit effectus á sua causa pefi- dens, ens est singulare ab omnialio distincíum, ideoque in sua propria singulari natura aecurate conoscendum, v¡t cu- rari queat. Mediante estos principios es claro que la causa próxima ó condición patológica interna es la base de la nosografía;, porque es el fin de la diagnosis práctica, y el medio seguro- de formarla unidad del tipo morboso con la observación de los datos clínicos que le corresponden. Es la base de la cla- sificación, nosológica, porque los tipos, ó entidades, ó hechos individuos de la nosografía diagnóstica siendo hechos com- pletos en virtud de haberse descubierto la causa próxima que los rije, la clasificación de estos tipos es coordinación de hechos individuos y completos- por identidad ó analogía de la causa próxima que forma su fondo, es en suma la no- sología diagnóstica. Finalmente es la base de la patogenia cuyo fin siendo la interogacion de los hechos para descubrir la génesis y la naturaleza de toda enfermedad, y la razón dialética de la etiología, de la profilaxis, y de la terapéuti- ca,, no pudiera conseguir esos grandes fines de la ciencia y del arte, sino estudiase, no de un modo práctico sino racio- nal é indutivo la misma causa próxima ya declarada ser el centro de la enfermedad, el objeto del diagnóstico, de la profilaxis, del pronóstico, y de la terapéutica. ítespeoto al concepto de la causa próxima volví á las ideas de Baglivi, Boerhaave, 'Gaubio,y Cullen de las que se habían desviado mucho los patólogos modernos, demostrando que aquel con- cepto es realmente práctico y solo especulativas las argu- cias modernas con que se habia malogrado aquella patolo- gía; combatí el error de la patología anatómica que consi- dera sinónimos causa próxima y sede morbosa, ó lesión ma- terial, demostrando que por causa próxima debe entender- se la condición morbosa inmediata é interna, el fondo cu- rable, el genio, la iniciativa déla enfermedad [ó forma mor- bosa externa]; causa y condición gua oblata et ipse morbus aufertur; y no una sede orgánica alterada, sino el modo co- mo está alterada. Toqué de las condiciones diátésicas con- sideradas como causa próxima de males locales, y adopté la idea de Híldembraud que la diátesis es una constitución mórbida, p>roj>i?.c y especial que produce efectos patológicos inmediatos. Y entre las condiciones diátésicas, coloqué tam> bicn la tuberculosa; probé que los datos diagnósticos no tic- DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA. 35 &en relación con la sede anatómica, sino con el modo de su alteración, es decir con la causa próxima; que también á ellos debía referirse el genio y el carácter epidémico de las enfermedades; qaeá ellos debia reportarse el concepto prác- tico de la especificidad, no ala sede anatómica, ni á las for- mas morbosas. Y por último propugné la unidad nosográ- fica de los procesos mórbidos, aunque compuestos de fases ó actos vitales diferentes, cuando entre ellos hubiese una conexión necesaria (1). Los resultados á los cuales me parece haber llegado con estos principios de filosofía patológica, han sido, si no me engaño,el de volver al método de la escuela hipocrática en- señado particularmente por Sydenam y por Baglivi, méto- do al que debemos los mejores tipos ó materiales de la no- sografía diagnóstica, modelos de observación clínica atenta sagaz y completa; y por otra parte el de renunciar el falso camino que en nosografía, en nosología, en patogenia abrió la patología general, filosofía de la análisis y de la abstra- cion, así cómoda doctrina patológica propuesta ó restaura- da por mí, puede definirse la filosofía de la síntesis y de la inducción. Para que se vea la diferencia de estas dos filosofías y cuanto importan á la ciencia y al arte los principios que aquí rápidamente expuse, y en mi obra he ampliamente de- sarrollado; veamos de que modo se ha tratado y de que mo- do debe tratarse la patología de la tuberculosis pulmonar es decir: de queynodo la filosofía 'patológica puede influir bien ó mal, sobre la historia misma de la enfermedad. JSTo es estraño que la medicina antigua (que es la infancia del arte) diese equivocadamente el nombre de tisis pulmonar que suena consunción á una enfermedad quejes y debe lla- marse Tuberculosis pulmonar. Djgono es estraño, porque es natural que el arte en su infancia comenzase por el diag- nóstico de Informa para venir después al diagnostico de la causa interna; y rijase su atención en el síntoma mas pro- ' mínente y extraordinario. Pero digo también equivocada-i mente, ya porque el síntoma consumcion aun con elpid- monar que indica la sede orgánica, expresa un atributo co- mún á varias enfermedades pulmonares, y señala el perio- [1] Nuova Zoonomia 2. ° volúm. 3. " Sezione- Principii de la Nosografía razionale. 36 DOCTRLNA NOSOGRÁFICA do último, no la parábola total de cada unu de ellas. Es claro pues que el concepto de la tisis pulmonar de los anti- guos se desviaba del^sublime pensamiento de Boerhaave cum ■morbus sit efectus á sua causapendens, pues tomaba de mira el efectWs, y apenas el asiento pero no ei sua causa; comenzaba el diagnóstico de la forma y no lo completa- ba con el diagnóstico de la causa, ó si llegaba hasta el ulcus pulm,onum no se remontaba al proceso morboso del que se deriva; comenzaba la monografía fijándose en el último es- tadio y no en los estadios que lo preceden. Si la medicina antigua hubiese sido fiel al pensamiento de Boerhaave no hubiera limitado el sentido del efectus, no diré al estadio de la consunsion, fiebre lenta, y ulceración sino al prime- ro de Louis en que se desarrolla el tubérculo, pero en que faltan los fenómenos de la tisis, y se hubiera remonta- do al periodo de la diátesis tuberculosa latente, en la que no hay tisis ni tubérculos pero si la" condición morbosa que preparados unos y la otra. Entonces hubiera abrazado to- dos los actos del proceso tuberculoso en la unidad nosográ- fica que le corresponde, y estudiado esos actos en sus im- ' portantes relaciones nosográficas y patogénicas. Este pa- so era conducente también á descubrir el á sua causapen- dens, es decir: la causa próxima del proceso tuberculoso; per c¡ue remontándose á los preludios del mal lo hubiera estudiado prácticamente en relación con las causas eventua- les que lo provocan; y el hecho empírico.de estas causas y su constante resultado la tuberculosis le hubiera hecho coni- - prender que se ligan con esta y no con otra tisis pnlmonar. Todo eso conducía á recoger el fruto déla doctrina de Boer- haave estudiando la enfermedad no en lo que tiene de gene- ral sino en lo que tiene de singular, en lo que la distingue á fundo de todas las demás, en su particular naturaleza para poderla curar bien conforme á ella.En una palabra si ía pa- tología^ antigua hubiera observado descrito, estudiado la ti- sis mediante el método de la síntesis empírica, hubiera ve- nido fácilmente al tipo clínico de la tuberculosis pulmonar con la guia del criterio semeiótico, etiológico, pronóstico, profiláctico, anatómico y terapéutico, todos conexos no al síntoma y effectus tisis,sino á la condición diatésica ó causa interna la tuberculosis. Habiendo-circuscripto la idea de la enfermedad á su último periodo tanto por la forma (c>n- suncion y fiebre lenta) como por el fondo ó causa próxima DE LA TISIT PULMONAR TUBERCULOSA (ulcus pulmonum)pero haciendo abstracción de los periodos anteriores y délas cansas remotas con qué se íiga,qué ha su- cedida? Que ha confundido en una esencia ó tipo _ común /arias enfermedades pulmonares tan solo porque vienen a parar en el mismo y común desenlace, la tisis con el ulcus pulmonum,y ha aglomerad», en la misma monografía las ob- servaciones relativas á causas, síntomas, pronóstico, profi- laxis, y terapéutica de taparte previa que se refieren a' ti- pos clínicos diferentes, y que por ser asi confundidos no tie- nen casi valor ni diagnóstico ni patogénico. La escuela anatómica al formar la monografía de la tisis tuberculosa se ha desviado en varios modos del método que resulta del sublime pensamiento de Boerhaave. Aun para la escuela anatómica el efectus es la forma morbosa (con- sunción, fiebre lenta, y ulceración pulmonar;) y el sua causa pendens es el tubérculo que se supone la causa y el carácter de la enfermedad. Pero cuan equivocado es el concepto de la escuela anatómica! La tuberculosis aun por lo que confiesa ella misma, tiene dos periodos; uno conexo ala presencia del tubérculo en que no hay ni consunción ni fie- bre ni ulceración, es decir en que no hay tisis, y el otro en que hay todo eso, cuando junto con tubérculos crudos y otros maduros hay cavernas ulcerosas dejadas por tubércu- los ya fundidos. Luego es claro que la presencia del tubér- culo no es la causa inmediata del último estadio, sino la le- sión ulcerosa que produjo y dejó en los pulmones^ Es cla- ro además que el primer estadio de Louis anatómicamente y semeyóticamente es diverso del segundo, pero laescíiela anatómica no se atreve á levantar un muro de división en- tre el primero y segundo periodo, éntrela formación del tu- bérculo y su reblandecimiento,y este y la ulceración pulmo- nar: confiesa pues que hay una coneccion vital entre el tu- bérculo causa y la ulceración efecto, y forma de los dos pe- riodos tan diversos el tipo clínico de la tisis tuberculosa. Es decir que empieza y acaba la historia déla tisis,^ donde empieza y acaba la observación anatómica del tubérculo y de sus efectos. Pero si esta monografía asi empieza y acaba para el ana- tómico asi no empieza para el biólogo y para el médico. La producción d^l tubérculo es sin duda alguna un fenómeno morboso supuesto que una constitución sai a jamás produ- cirá tubérculos, no es una producción expontanea porque 38 * DOCTRINA NOSOGRÁFICA ya pasó el disparate de las creaciones espontáneas, no eg una producción fortuita casual accidentelle como con tanta lijereza afirmó Laenec,cuando á esta producción preside una serie de causas nocivas como lo demuestra la experiencia clínica de todos los siglos; luego si es un fenómeno morboso, si deriva con leyes vitales constantes de ciertas causas noci- vas, es claro que es un efectus á sua causa pendens, y que si esta causa no la puede descubrir la anatomía, la puede des- cubrir la patogenia biológica. Pues bien si la diátesis tu- berculosa es la causa que produce el tubérculo, si á ella se liga la acción morbosa délas causas remotas peculiares á la tuberculosis, si á ella también se connete la eficacia de los medios profilácticos, es claro que la historia de la enferme- dad no empieza con el tubérculo, y que la monografía de la tisis que nos dala escuela anatómica es trunca éincompleta y sin duda alguna carece de la parte mas importante y ínas decisiva. Y porque es trunca é incompleta la monografía de la, ti- sis que nos dala escuela anatómica,asi como es trunca é in- completa la nosografía que nos dá la nosología sintomática? Por el método del análisis y de la abstracción que divide y separa lo que debe estar unido, y groseramente amalgama lo que debe estar separado, que no estudia los hechos en to- das sus relaciones empíricas,que desprecia la concatenación • de los hechos, que en lugar de estudiar la enfermedad en el conjunto de sus partes y en las mutuas relaciones empíricas de sus elementos, la fracciona en varias partes; en lugar de estudiarla en lo que tiene de singular la estudia divagando en lo que tiene de general, olvidando el sublime consejo de Boerhaíwe cum morbus sil efectus ásua causa pendens ens est singulare ab omni alio distinetun ideoque in sua propia singulari natura conoscendum cet curari queat; é ignorando que tampoco puede conocerse en su naturaleza especial sino con la síntesis y con la inducción. Con la sín- tesis que abraza el conjunto, y las relaciones verdaderas y constantes de los datos diagnosticos,con la síntesis que es la imagen de la observación sagaz y perfecta de la naturaleza morbosa; con la inducion que descubre la causa próxima in- terna que constituye su centro y al que se refieren el cri- terio etiológico, semeiótico, prognóstico , y el terapeú- tico/las simples y sólidas bases de la observación hipocrati- ca, con la inducción que interroga y coteja los elementos del DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA. 39 necho clínico para descubrir su causa interna, que coteja ios hechos de la práctica con los tipos de la ciencia para el diagnostico diferencial, que interroga y coteja los hechos to- dosáe la ciencia clínica, para coordinarlos, para interpretar- los y fijar sus verdaderas y prácticas diferencias, y descubrir su intima naturaleza. Consiguiente con los principios de nosografía racional que yo he proclamado, siguiendo el método de la escuela griega, y haciendo revivir los consejos inmortales de Ba- glivi, de Sydenam, y de Boerhaave contra la corriente de la patología general y de las semiciencias que ha enjendra- do, propongo cambiar el nombre de la tisis pulmonar tur- beculosa y mas bien denominarla Tuberculosis* pulmonar; y propongo ademas definirla: aquella forma de consunción pulmonar que deriva de la presencia de los tubérculos y gueespor consiguiente el efecto de la diátesis tuberculosa que los produce. Y para que se comprenda cuanto importa esta reforma, haré notar que la palabra tisis significa el último estadio de la enfermedad, al paso que la palabra tu- berculosis significa toda la enfermedad desde su iniciarse hasta su último desenlace; tisis significa un posible y leja- no efecto de la tuberculosis, esta significa la misma causa próxima que rije todo el proceso morboso, y que produce el éxito tísieo y consuntivo. Tisis aun llamándola tuberculo- sa espresa una condición orgánica y local, al paso que la tuberculosis significa, una condición vital y diatésica. Tisis significando el periodo último y ulcerativo de la tubercu- losis se confunde semeyotica y anatómicamente con otras tisis que se derivan de otras enfermedades pulmonares, al paso que tuberculosis escluye el peligro de toda equivocación y de toda, confusión nosográfica y patogénica. Tisis espresa una condición orgánica que ya no está al alcance de me- dios profiláticos y terapéuticos, tuberculosis espresa una condición dinámica que por lo mismo que es dinámica está al alcance de la profilaxis y de la terapéutica. Tisis espre- sa una condición mórbida tan orgánica y tan distante de su periodo decisivo, tan vaga y tan confusa porque represen- ta tipos clínicos diferentes, que sus relaciones etiologicas son obscuras é inciertas, por consiguiente muy difícil el diagnóstico clínico y el patogénico. Tuberculosis espre^a suda condición mórbida bien definida, cuyos primeros pasos ge conocen, cuyas causas remotas especiales pueden deter- 40 DOCTRÍNA NOSOGRÁFICA minarse, cu}vos efectos ulteriores y formas anatómicas y condiciones de prevención y de curación pueden también fijarse mediante la observación clínica y anatómica. Final- mente tuberculosis espresa una causa próxima interna. una condición patológica tan cierta parala inducción diag- nostico-práctica como . lo es la Condición flogística y la periódica. Poco importa que ella no esté al alcance de la observación anatómica ó clínica ó química; basta que lo es- té de la inducion médica y biológica. Las causas próxi- mas ó condiciones patológicas internas, no son- materia de óbservation sino de inducion, y cuando esta inducion de- riva de la observación de los datos diagnósticos que le son propios tiene la mas grande solidez para la ciencia y para el arte. Nadie pone en duda la existencia de la con- dición flogística como base de ciertas flemmasias, cuan- do concurren á manifestarla [no al ojo sino á la mente] ciertas causas que la preceden, ciertos síntomas que la acompañan, ciertos efectos que produce, y ciertos medios del arte que previenen estos efectos, y pueden por consi- guiente modificarla. Nadie ha visto en modo anatómico, ó» químico, óistologico la alteración orgánica que corresponde á la que llamamos condición periódica. Sin embargo nadie duda de su existencia cuando es la base de ciertas ó fiebres ó formas intermitentes, cuando se manifiesta con ciertos sín- tomas particulares, cuando produce especíales efectos en el humano organismo, cuando cede á ciertos y especiales au- xilios del arte. Asi también la diátesis tuberculosa existe para el clínico y para el biólogo aunque nadie haya descu- bierto anatómica y químicamente á que lesiones finísimas é invisibles del organismo sea connexa, por ser en relación eticlogica con ciertas causas nocivas que la incitan, por ser en relación semeiotica con ciertos desórdenes funcionales ó fenómenos que la manifiestan, por ser en relación pronos- tica con ciertos efectos que produce [los tubérculos y sus consecuencias] por ser en relación profilática ó terapéutica con ciertos medios capaces ó de prevenirla ó de contenerla, ó de curarla. Asi pues la, tuberculosis ó la diátesis tuber- culosa tiene todas las condiciones nosograficas de un tipo clínico completo é individuo, y sus diferentes fases ó esta- dios ó actos morbosos deben considerarse no como enferme- dades distintas, sino como actos diversos de un mismo pro>- ceso ó función morbosa. Luego es claro que su definición DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA 41 asi como su historia abraza un periodo que precede al de- sarrollo tuberculoso, que persiste en todos los estadios y do- mina toda la enfermedad, y que sin embargo no ha sido» estudiado por la escuela anatómica aunque sea el eje de to- do el tipo, de su etiología y patogenia, de su profilaxis y terapéutica. Me parece pues que mi definición contiene los estremos y los caracteres especiales del hecho clínico, señala el tubér- culo como el carácter, pero no como la causa de la enferme- dad, y remontándose ala diátesis tuberculosa- no solo abra- za todas las fases del proceso morboso (caquesia, tuberculi- zación, y ulceración) sino que fija la condición patológica interna que dala iniciativa, y domina toda la enfermedad en sus fases diferentes. Hace mas todavía, reconoce que esta condición patológica interna es de carácter dinámico y constitucional, que si por una parte es responsable de las lesiones orgánicas consecutivas é insanables, es por otra parte en relación con las causas nocivas especiales, y por consiguiente es la parte de la enfermedad que está al alean- ce de los medios profilaticos y terapéuticos. ' Eate concepto de la tisis que consiste en abrazarla en su conjunto, conduce quisas á resolver fácilmente una cues- tión nosográfica importante, es decir: si la forma de tisis granulosa es una enfermedad especial y distinta, ó consti- tuye simplemente una fase ó una forma anatómica de la tuberculosa. Los adictos al método de la nosografía anató- mica han negado la identidad de naturaleza entre la formr de granulación grisa y la amarilla ó tuberculosa comun;'y Bayle ha dicho que la tisis granulosa alguna vez se pre* senta sola pero que casi siempre se complica con la tisis tuberculosa: lo que conduce á admitir que son dos especies distintas de tisis. Pero estudiando la historia de la tisis tu- berculosa no del solo lado de la alteración anatómica, sino del conjunto de todos sus elementos diagnósticos, se ha ve- nido á establecer una doctrina, muy diferente. Se ha veni- do á reconocer que si la forma granulosa tiene un éxito fatal antes que se convierta' en tuberculización común, eso deriva de la rapidez con que invade el tejido pulmonar en tanta estonsion que produce la sofocación y la muerte por la ematotis interrumpida, antes que tenga lugar la trans- formación de la materia grisa en la amarilla del tubérculo 42 DOCTRINA NOSOGRÁFICA común. [1] Se ha venido á reconocer que varía mucho el modo y el tiempo de esta trasformacion, y que á veces es muy lenta y á veces es muy rápida. Y por consiguiente se pudo llegar ala conclusión que la forma granulosa ó grisa, no es mas que una forma ó fase de la tuberculización co- mún. (2) Si en efecto tina variedad en el elemento ana- tómico bastase á autorizar que se establezcan dos ó tres di- ferencias clínicas de la tisis, también la variedad que se advierte ó en el elemento etiológico ó en el semeiótico, ó en el pronóstico relativo al curso y la duración de la tisis se- ría razón suficiente para establecer otras diferencias clíni- cas; y así se tuviera derecho p. e. á distinguir la tisis tuber- culosa que deriva de disposición hereditaria, de la adquiri- da, la que se manifiesta con cierta forma morbosa, de las que se presentan con otras, la que tiene un curso rápido y galopante de la que tiene una marcha lentísima y dura mu- chos años; y asi la patología de la tisis tuberculosa se vol- vería un caos. Bayle pues anatómicamente hablando (es decir consi- derada la sola lesión anatómica en abstracto) tenia razón de distinguir la forma granulosa de la forma tuberculosa co- mún; pero nosograficamente hablando (es decir considera- da la lesión anatómica en todas sus relaciones) no la tenia; y lo que llamaba complicación, no es mas que una prueba anatómica del curso que tiene la enfermedad. En efecto, asegura Laenec que en los tísicos estremamente crónicos se encuentra alguna cavidad vacia, ó casi vacia de materia tuberculosa" et entierement tapiseé par une membrane car- tilagineuse, mais on trouve au memc temps d'autres esca- vations dont la membrane cartilagineuse est plus molle, oun'estpastoutáfait complete, et qui contiennent une assez grande quantité de matiere tuberculeuse. On trouvc quelquesfois egalement descavites ulcereuses dont les parois nepresententpresquedans aucunpointla membranedemi- cartilagineuse, et qui sont encoré á demi-pleines de matie- re tuberculeuse puriforme; et enfin presque toujours on ren- cóntre en outré des tubercules ramollis á divers degrés, des tubercules crus, et meme des tubercules ádemi- trasparents [1] Graves lessons de clinique medícale. (2) Esta es la doctrina de Laenec y de Carswell que atribuye ademas a a naturaleza del tejido el prevalecer y el persistir de la granulación grisa DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA 43 et miliaires. Cette reunión de tubercules dans tous leurs degrés de developpement campareé á la marche lente de la 'maladie, prouve ce me semble jousque á la evidence, que chez ees sujets le developpement des tubercules c'est fait áplusieurs epoques diferentes, et gue les plus ancicns c5 está diré ceux qui on'donné lieu á la formación des cavités ulcereuses vides et tapiseéspar la membrane cartilagineuse parfaite, se sont develloppés souvent plusieurs anneés avant les derniers.—Y á renglón seguido dice:—La forma- ción de la membrane cartilagineuse sur la surface des ul- ceres tuberculeuses meparait devoir etre consideré comme un effort de la nature medicatrice. Estas observaciones y sabios reparos de Laenec son de grande importancia para la patología déla tisis; y de la mis- ma anatomia patológica salen estas reflexiones:—1. ° Si en el mismo enfermo aparecen lesiones anatómicas diferen- tes, y tubérculos de varia forma, progreso, y estado, es ab- surdo pensar que allí se reúnen varias formas de tisis (gra- nulosa, tuberculosa, ulcerosa, &a.) sino que la misma en- fermedad ha producido todas esas formas ó lesiones, y que una es la tisis tubercular; luego no es la lesión anatómica [que es el efecto] sino la diátesis morbosa (que es la causa) que decide de la unidad nosográfica de la enfermedad; 2. ° Si en el mismo enfermo aparecen tubérculos incipientes y miliares, crudos, amarillos, unos rablandecidos con caver- nas en ulceración, otros con cicatrización, venidos á dife- rente época, es claro que en la tisis tuberculosa hay algo mas que tubérculos y ulceración (condiciones orgánicas); y que ese algo es la diátesis tuberculosa (condición dinámica invisible] que produce el t/ubérculo, y que domina todo el largo curso de la enfermedad, y tiene la inisiativa de esa producción y desarrollo consecutivo. 3. ° Si en el mismo enfermo aparecen tubérculos incipientes y otros acabados con la cicatrización, es absurda la división de Louis de los dos periodos de la tisis en tuberculización y ulceración, que es justa respecto á cada tubérculo, no lo es respecto á toda la enfermedad. 4. ° Si tiene lugar la cicatrización de la caverna á pesar de las condiciones desgraciadas del enfermo y si la muerte es debida al consecutivo desarrollo tubercu- loso, ulceración y agotamiento relativo del enfermo: eso Í»ruebados cosas la curabilidad déla ulceración pulmonar, a responsabilidad de la diátesis tuberculosa de los desastres 44 DOCTRINA NOSOGRÁFICA del mal, 5. ° Si tiene lugar la sanacion expontanea por las solas fuerzas de la vida, mejor tendrá lugar si su¿ fuer- zas son cuidadas ppr el arte: luego la tisis no es insanable en modo absoluto, será sanable cuando acaso sea mejor co- nocida. He aquí pues que apoyándome en la misma anatomía estoy autorizado á emitir el concepto que he emitido de la tisis tuberculosa que tiene«sin duda alguna la ventaja de presentar reunidas las dos fases, las dos partes, las dos con- diciones patológicas distintas del hecho clínico: 1. ° La diátesis tuberculosa causa próxima del tubérculo. 2. ° La presencia de los tubérculos causa próxima de la ulceración pulmonar. 1. ° La diátesis tuberculosa que deriva de es- peciales causas remotas, que constituye una lesión dinámi- ca ó funcional, inacesible á la anatomia patológica, que se manifiesta sin embargo con un conjunto especial de signos ó desórdenes funcionales, lesión interna de todo el sistema plástico que produce el desarrollo de la materia tuberculo- sa en varias partes del cuerpo y especialmente en los pul- mones, y que puede modificarse Ó con medios higiénicos ó terapéuticos, antes que ocasione sus tristes efectos, y que de consiguiente es el principal objeto y campo de la profi- laxis. 2.° La presencia de los tubérculos en los pulmones que se deriva de la diátesis indicada, que se manifiesta con fenómenos y desórdenes propios, que se reconoce con la auscultación, y otros datos diagnósticos, que produce en los parenquimas y membranas ulceraciones y emoragias con fiebre ética, ect; alteraciones orgánicas que á veces se con- tienen, y casi siempre son infrenables por todos los medios del arte, es decir, que están fuera del alcance de la profila- xis y de la terapéutica. En efecto ya los patólogos no consideran la tisis tubercu- losa como al tiempo de Broussais, un estado de ulcerado* óinflamation sub-aguda que procede de la presencia de los tubérculos, sino que remontando á la origen del mismo tu- bérculo lo consideran no como causa local de la enfermedad sino como el efecto local de una enfermedad constitucional, como el producto de una condición'morbosa anterior, y de un genio no solo constitucional y diatesico, sino enteramen- te distinto [y casi opuesto] de la sub-inflammation que acompaña la presencia de los tubérculos; siendo como ve- remos despr.es, un estado de debilidad, y de aberacion en DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA 45 los actos de la assimilacion orgánica. Asi es que hoy día los nosografos admiten esta diátesis tuberculosa, que prece- de siempre ó mejor dicho que produce el desarrollo de los tubérculos, como una causa precede y produce su propio y relativo efecto; diátesis que puede existir largo tiempo co- mo una caquesia ó alteración dinámica ó funcional sin pro- ducir todavía la materia tuberculosa; diátesis que se mani- fiesta al médico y al enfermo con un conjunto de síntomas tan imperceptibles y al parecer insignificantes, que dan mas bien el aspecto de una salud imperfecta que de una forma morbosa propiamente dicha, y mas tienen valor por su conjunto que por la gravedad de cada uno, y mas alar- man al médico que al enfermo. [1] Esta diátesis tuberculosa es una condición mórbida cons- titucional y funcional que se deriva en parte de una dispo- sición viciosa del sistema, ó provenga de herencia ó tras- misión de otro tipo orgánico viciado, ó de una desgraciada conformación conjenitasin la imitación ó trasmicion gene- rativa, ó de una disposición adquirida por el concurso de * influencias nocivas que operan lenta y obscuramente sobre el sistema: disposición digo ó hereditaria ó conjenita ó ad- quirida, que quizás seria inofensiva sin el concurso de otras causas nocivas eventuales. Y por consiguiente esta diátesis tuberculosa en parte está preparada por semejante situa- ción orgánica de todo el sistema, en parte está actuada y desarrollada por el concurso de influencias nocivas ocasio- les como son los malos hábitos higiénicos. Pero esta diáte- sis tuberculosa puede quedar mucho tiempo al estado de desorden dinámico y funcional de todo el sistema, mani- festándose con los fenómenos de salud inperfecta, antes que producir el desarrollo de la gatería tuberculosa, y por con- siguiente sin que la auscultaciou y otros medios diagnósti- cos acensen la presencia de tubérculos en los pulmones ó en otras partes. Persistiendo los malos hábitos higiénicos, ó la influencia de las causas remotas, ó acaso combinándose algunas de ellas, como yo pienso, es como esta diátesis se agrava, se pronuncia mas, y procede á elaborar en varias partes del cuerpo y especialmente en los pulmones la fatal materia materia tuberculosa, á su vez causa próxima de nuevos desordenes consecutivos. (\) Clark monografía citada 46 DOCTRINA NOSOGRÁFICA Es muy Sensible que los patólogos no se hayan dado una cuenta de lo que es y debe entenderse por diátesis tuber- culosa. Pues algunos ni han pensado en ella, para otros es una caquesia secundaria de la misma tisis, para otros es la disposición misma á desarrollar la enfermedad cuando con - curren las causas ocasionales, pero que es inofensiva é inar- pesebida sin ellas. Y en prueba de ello algunos han consi- derado por primer estadio de la tisis, la elaboración o se- creción de la materia tuberculosa, por segundo estadio cuan- do los tubérculos se ablandan, pasan á supurar con fiebre ética ect; y por tercero estadio ó coliquativo cuando le su- ceden alteraciones insanables. Otros lo han dividido en dos periodos; el uno desde la aparición del tubérculo has- ta su reblandecimiento, el otro desde la ulceración pul- monar hasta sus tristes consecuencias. Yo creo que la diá- tesis tuberculosa que precede la formación de los tubércu- los, es ya un modo, un grado, una fase de la enfermedad, y debe considerarse su primer, estadio, ó periodo de incuba- ción, ya por que se manifiesta con relativos fenómenos ó de- sórdenes funcionales, ya porque en ese periodo con los me- dios profilaticos se puede prevenir el desarrollo del mal, es de ¿ir la producion misma de los tubérculos. Creo pues que el total proceso ofrece tres fases diversas, caquesia, tuberculización, y ulceraeiou; pero que la misma diátesis tuberculosa que precede, que produce los tubércu- los preside á su evolución consecutiva y domina toda la en- fermedad hasta su último y fatal desenlace. Y volviendo á la producion del tubérculo, al principio se trata de una granulación grisa que después se convierte en amarilla que es el tubérculo común; y como persistiendo la misma di^osicion diatésica sucede que nascan nuevos tu- bérculos con forma grisa cuando otros están madurándose con forma amarilla, así se comprende lo que ha dicho Bayle que la tisis granulosa alguna vez se presenta sola, pero que casi siempre se complAca conla tisis tuberculosa, lo que es conforme á las observaciones citadas de Laenec y de Gra- ves, y de otros patólogos. En general los patólogos han creí- do que cuando aparece la materia tuberculos'a, y sobre-todo cuando vienen los ^ fenómenos de la sub-inñainacion y ul- ceración supurativa, ya la enfermedad ha procedido á otro que llaman el segundo estadio, como quien dice que el pri- mero estadio de la diátesis tuberculosa ha pasado, y que ya DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA 47 Be trata de una condición morbosa de genio diferente, y que exige diversos medios terapéuticos. La historia de la ti- sis tuberculosa demuestra que ellos han padecido un gran- de error, y si es cierto que tanto con el mejorar los hábitos higiénicos, cuanto con modificar en modo terapéutico la condición patológica de la tuberculosis ó se puede prevenir ó limitar el desarrollo de los tubérculos y procurar la cica- trización de las cavernas, y por consiguiente prevenir los efectos consecutivos del mal, se deriva una inducion clíni- ca importante, y que es la llave de la profilaxis de la enfer- medad: á saber que la diátesis tuberculosa no constituye so- lo el 1.° estadio (caquessia) ni preside solo al 2.° estadio (tu- berculización) sino que domina toda la • enfermedad desde su primero y mas imperceptible crepúsculo (que es cuando todavía no hay tubérculos) y durante la aparición de los tubérculos, en forma grisa ó amarilla, y durante el reblan- decimiento de los tubérculos, y la ulceración pulmonar has- ta su último y coliquativo decenlace. A mi modo de ver la diferencia entre nn estadio y otro de la tisis no es patoló- gica ni terapéutica, sino tan solo pronostica. En el perio- do de incubación la diátesis tuberculosa es al estado de al- teración dinámica ó funcional, y no ha producido todavía tubérculos ni grisos ni amarillos, luego es grande todavía, sino la certeza, la esperanza de prevenir los unos y los otros con mejorar los hábitos higiénicos. En el 2.° estadio la diá- tesis tuberculosa ya está produciendo sus efectos, ó con gra- nulación grisa ó con tubérculos amarillos, pero los produ- ce poco á poco, raramente en forma rápida y galopante: luego cabe la esperanza ó al menos la indicación de limitar el desarrollo de la enfermedad mediante los medios, profi- laticos y terapéuticos que solo pueden tener eficacia si se- rán relativos á las causas y á la naturaleza del mal es decir, de la diátesis tuberculosa. En el 3. ° estadio en que la diá- tesis tuberculosa no solo ha producido tubérculos, sino que los tubérculos ya han producido cavernas, destruciones del parenquima, secreciones de pus, obstáculos á la ematosis y á la circulación, hay dos series de fenómenos ^ mórbidos y de condiciones patológicas: producion consecutiva de tubércu- los que se liga á la condición diatesico-tuberculosa; ulce- raciones, cavernas con los desórdenes fatales consiguientes, que se ligan á la presencia ó lesión dejada por los tubércu- los. También en ese periodo la indicación profilática y te- 48 DOCTRINA NOSOGRÁFICA rapeutica es la misma que en los periodos que lo preceden, aunque la esperanza del suceso es mínima ó nula, en virtud de las alteraciones orgánicas insanables, independientes ya de la condición dinámica que sola es sanable. De esta discusión nosográfica resulta, me parece, demos- trado, que el concepto ó el tipo clínico de la tisis í uberculo- sa es trunco é incompleto porqué no comprende todas las fases del mal, y no espresa la verdadera causa y eJ fondo del mal: pues el tubérculo es el carácter pero no la causa de la enfermedad [apenas es causa de su último periodo] siendo cierto que deriva el mismo déla diátesis tuberculo- sa. Al contrario el concepto y el tipo clínico de la tubercu- losis pulmonar aparece completo é individuo porque com- prende todas las fases y actos del proceso morboso, é im- porta el diagnóstico de su causa próxima, la diátesis tuber- culosa. Esta condición patológica interna aparece ser la causa próxima, el centro y el eje de todo el proceso morbo- so, porque domina toda la enfermedad, desde la incubación ó lesión dinámica hasta las lesiones orgánicas insanables. Pues bien esa condición patológica, esa diátesis tubercu- losa aparece ademas ser la causa próxima, el centro y el eje del mal, la causa intima del tipo clínico porque á ella se conneten y se ligan ciertas causas nocivas que la favore- cen y producen, cortos síntomas que la manifiestan, ciertos efectos que produce en la vida y en la organización, ciertos medios ó higiénicos ó terapéuticos que pueden ó prevenirla ó modificarla. Es claro pues que estos datos clinicos y diag- nósticos tienen relación, no con la tisis ó ulceración pulmo- nar, ni tampoco con los tubérculos, sino con la diátesis tu- berculosa ó condición vital que los produce; y que es pre- ciso estudiar estos datos en estas relaciones en el interés de la profilaxis y de la terapéutica: las cuales en tanto pue- den prevenir y curar el mal, que se conozcan las causas ver- daderas y la naturaleza del mal. Es un principio evidente que la etiología es la llave y el fundamento de la profilaxis porque si es cierto que la apa- rición de la tuberculosis pulmonar (y eso puede decirse tam- bién de todas las enfermedades) depende de la acción y del concurso de ciertas influencias nocivas que llamamos causas remotas, es cierto también que podemos prevenirla alejando esa acción y ese concurso, y que no podemos ha- cerlo si ignoramos esas mismas causas remotas; y con razón DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA 49 dijo e~ gran Yerulamio— Quod in contempla t i one instar causas est, ial in oper'alione instar regula* est. La etiología no conduce solamente á la profilaxis, sino á la terapéutica ya qac conduce á la dotrina patogénica de la enfermedad. En efecto no se alcanza á imaginar una terapéutica racio- nal de una enfermedad cualquiera, sin haber determinado previamente la naturaleza que le es propia, ni es posible ■detenoinarla, es decir, saber de que modo operaron las can sas ee producirla, en que cosa consiste esta lesión produ- cida, y pe iue enjendra ciertos efectos, y en que modo ope- ran eos i en - dios especiales que la curan, si se ignora el hecho empírico de las causas que le son especiales. Funda- do ea esta reflexión no será estraño que empieze la forma- ción diagnóstica de la tuberculosis pulmonar por su etiolo- gía, y que para determinarla someta á minuciosa y severa crítica ios hechos etiologicos que nos suministra la ciencia nosográfica. Las causas morbosas, como he dicho en la nosografía .ra- cional, son un elemento, una parte indivisible, son un dato diagnóstico muy precioso de la enfermedad, porque son ellas que la enjendran. Y sin embargo cómo es que los patólo- gos en general tan pocafé, tan poca importancia diagnósti- ca y patogénica dan á la etiología? Cómo es que en los tra- tados nosográficos no diré solo de la tisis sino de todas las enfermedades, tanta vaguedad, contradicción, obscuridad, incertidumbre existe respecto á las causas morbosas? La respuesta no es difícil. Las causas morbosas no están en relación empírica con un síntoma ó una forma morbosa va- ga y genérica, sino con la condición patológica especial que es la causa de esta formasemeiotica (con mus los signos que le son peculiares) no están en relación empírica con las le- siones anatómicas, sino con la reacción morbosa que las produjo. Luego es claro que el valor diagnóstico de las cau- sas nocivas esgrande y precioso pero ala condición quesean observadas, descritas, estudiadas no en relación á esa for- ma que puede reconocer causas próximas diferentes, no en relación á un tipo clínico incompleto y trunco, ó á una le- sión anatómica también vaga, y genérica cuando puede ser atributo de enfermedades diversas, no en relación á^ una alteración ipotética ó especulativa sino en relación á una enfermedad nal, aun tipa clínico bien definido, completoé individuo, á una causa próxima cierta y prácticamente 50 DOCTRINA NOSOGRÁFICA descubierta por la fuerza de todos los datos diagnósticos que le corresponden. >■ *• .. Siendo evidente todo eso, es evidente también que no se ha podido ni se podrá nunca sacar <■■•_ (es causas morbosas la luz diagnóstica y patogénica que pue ¡en dar, sin haber determinado previamente las diferencias prácticas de las enfermedades, y formados los tipos ee>v -hitos y perfectos de la nosología diagnóstica. Para llegar :-, ia formación per- Iccta de esos tipos clínicos, á la historia general completa de las enfermedades particulares, ál diagnóstico práctico de la causa próxima que es el centro de cada tipo, y de ca- (" dapato-sintesis correspondiente, el método que conviene es el que heredamos de la escuela hipocrática, que consiste en la observación ó síntesis empírica, é inducción etiedégica: porque la observación de los fenómenos deja de serlo si no los observa en sus mutuas relaciones, y si la guia da esas /mutuas relaciones no conduce á la unidad de los hechos y al descubrimiento inductivo délas causas internas. Pues bien, á pesar de los.principios inmortales de la es- cuela clásica, la nosografía en general, y especialmente la nosografia.dela tisis no sfe ha tratado con el método de la sin tetas práctica y de la inducción, que conduce á obser- var y á describir bien, á formar hechos individuos, y tipos completos de nosografía diagnóstica, sino con el método del análisis y de la abstracción, que conduce á observar mal, á notar los hechos no las relaciones de los hechos á formar tipos truncos é incompletos, los tipos de la nosolo- gía metódica, sintomática, anatómica, sistemática.'Las con- secuencias de ese falso método son verdaderamente mons- truosas y desastrosas "para la ciencia patológica y para eí arte clínico, como eii parte lie demostrado ya tratando del anemia idiopática (1) y como extensamente demostraré en la crítica nosográfica y en la nosología racional ijue-¿al- drán en el tercero volumen de la >Tueva Zoonomía. Y ya he indicado en mi Introducción tocando de la patología an- tigua representada por Borsieri, relativa á la tisis, que la nosología sintomática ha hecho de la tisis pulmonar-un ho- clío espurio, por lo mismo que lo ha circunscrito á su últi- mo período, que *ha hecho abstracción ele los períodos que lo preceden, es decir de las'enfermedadés diversas (de ce.u l'i; Della la transfusione del sangue come.rimedió della anemia idioqáíiaa. I DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA, 51 sas, de genio, de profilaxis y de curación entonces] y que pueden tener ese mismp éxito tísico y ulcerativo: de suerte que la historia, el diagnóstico y el tipo de la tuberculosis pulmonar se halla en ese tipo genérico confundido y casi perdido. Que estraño es pues que siendo, ese tipo genérico no una realidad de la práctica, sino una abstracción de la mente, no un tipo clínico único y natural por tener tam- bién una causa próxima única revelada por sus datos diag- nósticos especiales, sino un tipo espurio y artificial, siendo la mezcla y amalgamadle muchos tipos diversos de causa pró- xima y por consiguiente de origen, de causas remotas, de curso (en sus períodos previos) tipos que se han confundi- do en un tipo ó ser común, tan solo porque tienen un éxito comuu la tisis y ulceración pulmonar, que estraño es, digo, que la etiología de Borsieri sea estéril de valor diagnóstico y patogénico, precisamente porque so ignora á que tipo, á que enfermedad pulmonarias dichas causas se refieran? Las mismas reflexiones inspiran la etiología de la tisis de Hnfeland que citaré para demostrar que un método noso- gráfico erróneo inspirado por una filosofía falaz puede ha- cer estériles los.trabajos nosográficos y el mismo genio práctico de los hombres mas eminentes. El célebre médico prusiano aunque moderno y contemporáneo de Bayle, de Louis. Laenec, Andral, Carswell, Clark, día seguido el método nosográfico de Bor&ieri, y después de reportar la tisis al grupo nosológico de las Emaciaciones, trata de la tisis pulmonar en general, admitiendo que ''La causapró>- ximade la tisis pulmonar es un estado mórbido de los pul- mones dinámico ú orgánico que los hace incapaces de ejecu- tar sus funciones, es decir la elaboración y la vivificación déla sangre. Y agrega después que la enfermedad pulmonar misma sobre quesefunda la tisis puede ser una crónica in- flamación,una adinamia, una tuberculosis, ó una supura- (tion, lo que equivale al confesar que ademas de la tubercu- losis'hay otras'condición es mórbidas del pulmón que pue- den considerarse cansas próximas de la tisis, es decir, que no se vacila en emalgamar en un tipo clínico común, ó en una persoi/al' bul nosográfica idéntica enfermad-ules pul- monares ó tq»os clínicos diferentes. Se admite el tipo de la tisis pnlmenar como fuese siempre idéntico, y de una especial naturaleza al mismo tiempo que se confiesa que tiene diferencias profundas en su naturaleza y que repre- •52 DOCTRINA NOSOGRAFICA. senta enfermedades distintas! Pero si la tisis pulmonar tie- ne diferencias profundas, es decir, si es el atributo común de varias enfermedades pulmonares, porque no biiscar y no determinar la causa próxima de esas singulares y dis- tintas enfermedades deduciéndola de su respectiva pato-sín- tesis, ó del conjunto nosográfico y diagnóstico relativo á cada una? Porque buscar la causa próxima del último pe- ríodo que por lo mismo que es una condición orgánica é in- sanable, por lo mismo que es un atributo de enfermedades diversas, nada significa, nada importa, porque él cono- cerla nada influye sobre la práctica, es decir sobre la profi- laxis y sobre la curación de ese mismo período, de ese mis- mo común atributo? El autor trata en seguida de las cau- sas predisponentes y ocasionales en general, y habla o,o la cosntitucion y arquitectura tísica ó conjénita ó hereditaida, de la edad, del desarrollo precoz, del aire, del clima, del géne- ro de vida, de los esfuerzos de los pulmones, señala la ve- nus prematura ó exesiva, los partos frecuentes, la lactación prolongada, la disposición catarral, la escrofulosa, los vicios orgánicos ó raquíticos de la espina y del tórax, las bron- quitis, emoptoes, pulmonías, conjestiones mal curadas, la inspiración dematerias acres ó irritantes, las heridas y con- tusiones del pecho, las metástasis, el sarampión, el contagio tísico. Ahora cpiién puede creer ó admitir que este cúmulo de causas tan diversas pertenece á la sola tuberculosis, y no á las demás tisis pulmonares? O quién no tiene derecho á dudar que respectivamente corresponden y se relacionan con alguna forma crónica de inflamación, ó de adinamía pulmonar, ó supuración; es decir á enfermedades distintas de origen y de genio? Y el mismo Hufeland acaso no auto- riza estas dudas cuando tocando á parte de la tisis tubercu- losa limita sus causas á, la enfermedad escrofulosa elseram- pion, lá peumoni^, las emorragias, la debilidad y bleunorea de los pulmones, las metástasis, Es evidente pues que esta etiología de Hufeland carece de valor diagnóstico y pato- génico, ya por que se refiere á un tipo espurio y genérico, la tisis pulmonar, ya porque el mismo tipo especial de la tisis tuberculosa no tiene todavia para Hufeland los datos diagnósticos tan claros y tan ciertos que permitan distin- guirlo de los otros tipos, y considerarlo uno especial efec- tus á sua causa pendens. La doctrina nosográfica de la tuberculosis pulmonar es DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA 53 demasiado nueva y moderna para que podamos exijir, y aun encontrar en los nosógrafos contemporáneos una etio- logía satisfactoria. Como hemos visto, esta etiología no la dio ni pudo darla la medicina antigua dominada por la no- sología sintomática, por lo mismo que el tipo especial de la tuberculosis nos lo,presenta confundido con el tipo ficti- cio y general de la tisis pulmonar. Yeainos ahora si podia darlo y si lo dio realmente la medicina moderna, es decir la escuela anatómica que empozó su estudio llegando hasta el tubérculo, ó la escuela diatesista que lo hizo progresar has- ta la diátesis tuberculosa. La escuela anatómica, es decir, la escuela patológica que considera las alteraciones materiales del organismo como la causa próxima é inmediata de los desórdenes funciona- les y de las formas morbosas, como el objeto supremo del diagnóstico y del tratamiento curativo, como la base de la clasificación nosológica, y como el último término de la in- vestigación patogénica, la escuela anatómica digo tiene el » mérito de haber comenzado la monografía y el estudio de la tisis tuberculosa, fijándose en un carácter cierto, constan- te, específico al alcance de la observación clínica y anatómi- ca, como es la producción tuberculosa; tiene el mérito de haber hecho la historia y descripción de sus formas, desarro- llo, transformaciones y efectos, y de haberla estudiado en relaciones nuevas, es decir en diversas sedes orgánicas, y como la crisa inmediata de formas morbosas de que antes no se so: ; echaba siquera su derivación. Con este paso en- tró, sin caberlo quizás, en el camino trazado* por Sy den am y por Bagiivi, dejando y aun descomponiendo un tipo fic- ticio y general, una abstracción de la mente, para buscar, pa- ra formar un hecho ó tipo clínico particular, y verdadera- mente iiu'viduo, una realidad de la práctica. Pero la escuela anatómica, como escuela esclusiva, como escuela que se funda sobre un principio noéográfico funda- mental erróneo [1] ya que considera las lesiones orgánicas y materia.-es como causa próxima délas enfermedades cuan- do son awes con frecuencia efectos de procesos morbosos ó de cause próximccs dinámicas y diátésicas, la escuela ana- [1] Defeque mis lectores que quieren las pruebas de mis acusaciones y á quie; :; no puedo esponerlas aquí lean el pái-rafo 86, 129,130 y 168 del 2. ® vi lumen de la Nueva Zoonomia. 54 DOCTRINA NOSOGRÁFICA tómica digo, no ha hecho ni acaso ha podido hacer la histo- ria y la patología completa de la tisis tuberculosa. Ella em- pezó la monografia de la tisis con el tubérculo, y la acabó con los efectos del tubérculo, es decir que empezó y acabó su monografia donde empieza y donde acaba la lesión ana- tómica, y declaró que el tubércxdo constituye el carácter y la causa de la tisis., Evidentemente esto es absurdo, esto es incompleto porque el tubérculo es un fenómeno morboso y debe tener una causa, y origen morbosa; pero mas absur- do todavía seria el pretender que la escuela anotómica que forjaba su monografía sobre el cadáver y consideraba toda lesión funcional como secundaria, y todo razonamiento etio- lógico como una vana metafísica, renegase sus principios al punto de remontarse á una lesión vital é invisible, inaccesi- ble al ojo y á la lente anatómica, y la considerase como cau- sa próxima de la producción tuberculosa. Habiendo pues ó ignorado, ó disimulado la condición dinámica y constitu- cional como causa interna del tubérculo, habiendo conside- rado esa producción como casual, accideñtelle, y pero des- pegada de causas constantes, era natural que ignorase y des- cuidase el estudio de las causas remotas que la favorecen; pues ellas se ligan, no al tubérculo á quien no producen di- rectamente, sino ala condición morbosa permanente de los sólidos que produce los tubérculos. El tipo pues de la tisis- que formó la escuela anatómica siendo incompleto, y care- ciendo del período previo, careciendo del diagnóstico de la condición patológica que enjendra el tubérculo, y de la que el tubérculo es un efecto característico, carece tam- bién de la etiología que se liga al primer período; que se liga ala diátesis tuberculosa. Tan cierto es eso que la étio* logia de la tisis de Louis, de Andral y de otros de esta escuela en nada se parece á la de Borsieri y de Hufeland, á pesar de la pretencion que no hay mas tisis que la tuber- culosa. Estos hechos etiologicos da la medicina antigua no po- dian despreciarse ni disimularse, pero que estraño es que no se ocupase de hechos que están al alcance de la observación clínica, y no de la anatómica? Suponiendo aún que la escue- la.anatómica hubiese invocado el vitalismo, para llegar has- ta la diátesis tuberculosa, eso no bastaba para decifrar la etiología antigua, y separar ele ella las solas causas morbo- sas que tienen relación con la tuberculosis pulmonar. Pa- DE LA TISIS PULMONAR TUBTÜIíCULOSA. 55 ra e^o era menester: 1. ° resolver la cuestión nosográfica y decidir si no existía otra tisis que la tuberculosa, ó si habían diferencias prácticas y esenciales de la tisis pulmonar mas bien indicadas vagamente y bosquejadas que con decisión marcadas por Borsieri y por Hufeland: y esta gravo cues- tión no podia resolverse por cierto con un solo dato ó crite- rio [el anatómico] sino con todos los datos ó criterios diag- nósticos. 2. ° Suponiendo que hubiese resuelto en su favor la cuestión nosográfica, y demostrado que no hay mas tisis que la tuberculosa como pretenden Louis y Laenec, (y que las formas á las eme se refieren muchas causas de Borsieri no son tisis) debía rehacer la esperiencia clínica relativa á las causas para demostrar: ó que todas las causas señaladas tienen relación con la tuberculosis, ó que ha sido un error de la observación antigua, y que solo algunas se la tienen. Ella no ha hecho ni una cosa ni otra. Con una plumada, y por solo el valor del criterio anatómico, ha destruido las diferencias clínicas de la tisis que debemos á la medicina antigua, pero su decisión carece de autoridad, no solo por- que no hubo discusión, sino principalmente porque su prin- cipio nosográfico fundamental carece de verdad y de filoso- fía. Tampoco se ha ocupado á decifrar la etiología de la ti- »?is, para eso era preciso remontarse hasta la causa vital" del tubérculo, y declarar el alterado .dinamismo, causa de la le- sión anatómica, y renegar así su mismo sistema nosográfi- co y patogénico; era preciso discutir ó marcar las diferen- cias clínicas de látisis invocando noel solo criterio anató- mico, sino todos los criterios diagnósticos, renegando asi sus principios en el terreno de la filosofía nosográfica y de la esperiencia clínica; sobre todo era preciso invocar la ob- servación clínica, ,sola competente por los hechos etiologi- cos, y dejar de un lado la observación anatómica, también renegando en eso sus pretensiones exageradas, y finalmente para una verificación tan compleja y tan delicada y de tan- Xa importancia necesitaba tiempo y mucho tiempo, siendo mas fácil haoer la historia anatómica del tubérculo, que la historia etiológica de la tuberculosis. La escuela anatómica pues no ha pasado la etiología antigua al crisol de la crítica nosográfica, ni de la esperiencia clínica, no la ha improvisa- do tampoco, porque la etiología no se improvisa; solo ha invocado el testimonio severo y árido de la estadística. Pe- ro si esta crítica tiene valor absoluto, si los datos que en 5$ DOCTRINA NOSOGRÁFICA ella se han obtenido tienen validez para la etiología y par» la profilaxis, ya lo he indicado (1] y lo veremos en lugar distinto de esta memoria. Demostrado que la escuela anatómica desde su punto de vista no ha podido darnos, y no* ha dado la etiología de la tuberculosis pulmonar, veamos si podía darla, y cual valor tiene la que ha dado la escuela diatesista. Ya he dicho que la misma anatomía patológica si por una parte trastornaba y acaso atrasaba la patología de las tisisqmlmonares, por el otro adelantaba el estudio de la tuberculosis: pues de sus hechos resultaba: que el tubérculo es una producción sui géneris, que no tiene origen flogístíeo, mas hien acusa un es- tado de deficiencia en los poderes plásticos del organismoy que nada tiene de local, ni de provocado por causas locales^ sino que deriva de una constitución mórbida de todo el sis- tema. Es curioso observar que á esa inducción patogénica no han venido los mismos campeones de la escuela anató- mica, Andral, Laenec, Louis &a.; aunque ellos dieron lo» hechos para hacerla. De todo modo es cierto que los pató- logos diatesistas Bufalini, Clark, Graves &a. dieron un pa- so muy importante en la patología de la tuberculosis, pues el concepto de esta diátesis completaba el tipo clínico que ms anatómicos habían dejado incompleto, importaba el diag- nóstico de la causa próxima á lia que reanudar no solo la producción tuberculosa, los síntomas, y demás efectos del proceso morboso, sino la acción de las causas nocivas, la profilaxis y la terapéutica. El mismo carácter iposténico y plástico que se suponía en esta diátesis era un precioso cri- terio para buscarlas causas remotas que le corresponden, en medio del caos de la etiología antigua. Los modernos pues, que han atribuido á una diátesis es- pecial la génesis de la materia tuberculosa no han inven- tado una palabra nueva, sino que han descubierto un hecho clínico importantísimo, y lo han expresado también con un concepto y una frase hábil y feliz. La diátesis tuberculosa á laque han atribuido la génesis del tubérculo, es una en- fermedad dinámica y constitucional: es deeir de todo el sis- tema viviente ó de la vida asimilativa que tiene efectos 6 manifestaciones mórbidas locales y secundarias así como la diátesis sifilítica respecto á las úlceras y bubones y esós- [1] Nuova Zooáomia, vol. 2, ° p. 50, 51t 52, DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA. 57 tosis secundarias; así como la diátesis escorbútica respecto á las llagas y emoragias, ó congestiones locales y secundarias; así como la diátesis gotosa respecto á los tofos ó cálculos 6 alteraciones locales y secundarias; así como la diátesis es- crofulosa respecto á las alteraciones locales y secundarias de las glándulas y demastejidos blancos. El concepto de la diátesis tuberculosa daba razón de la predisposición ó here- ditaria ó congénita, de la producción de los tubérculos simultánea en diferentes partes del cuerpo sin que preceda ningún grado ó forma de inflamación ó lesión local, de su desarrollo consecutivo cuando se combinan y persisten cier- tas circunstancias capaces de favorecerlo; explicaba la na- turaleza nada flogística y mas bien poco plástica de la ma- teria tuberculosa, de los síntomas que la acompañan en su período de incubación, y daba razón de ciertos medios ó hi- giénicos que pueden prevenir su aparición, ó terapéuticos que pueden precaver ó limitar sus fatales trabajos; en una palabra constituye la causa próxima de toda la enfermedad, y por consiguiente podía y debía considerarse como el foco y el centro al que reportar sus causas remotas, sus sínto- mas, sus fases, sus efectos, sus remedios. _ Es sensible, pero es preciso confesarlo, la escuela diate- sista que tenia en su mano una idea tan magnífica y tan fecunda con que perfeccionar la patología de la tisis tuber- culosa, no ha dado los fructos que eran de esperarse. Ella se ha dividido en el modo de apreciar la individualidad y la naturaleza de esa misma diátesis, y si bien patólogos dis- tinguidos como Clark, Carswell y otros han considerado pri- maria y específica la diátesis tuberculosa, hombres del ta- lento y de la autoridad de Bufalini y de Graves la han con- siderada una forma de la diátesis escrofulosa: lo que im- porta confundir dos tipos nosográficos acaso distintos; y aplicar los datos clínicos especialmente el e' iológico y,el pró- filátieo de la escrófula á la patología del tubérculo, por cierto con atraso déla ciencia y del arte, si la supuesta iden- tidad entre ambos no existe realmente. Para formar de la diátesis tuberculosa un concepto claro y exacto era menes- ter considerarla no solo como la causa específica de una producción también específica como lo es el tubérculo, co- mo la iniciadora y el eje de todo el proceso morboso, sino también distinta de toda otra condición patológica con la que parece confundirse, ó asemejarse. Convenia pues insti- ¿S DOCTRINA NOSOGRÁFICA tuir un diagnóstico diferencial de la tuberculosa con las oteas tisis, pulmonares, y para eso invocar no un solo dato diagnóstico sino el conjunto de todos, y especialmente estu- diarla diátesis tuberculosa, cuya relación pronostica y ana- tómica ya era conocida, en sus relaciones etiologías cpie son la llave para conocerla en sus relaciones profiláticas, pa- togénicas, y terapéuticas. Nada de esto ha hecho la escuela diatesista, y pam demostrarlo me sea permitido recorrer rá- pidamente' la interesante memoria del ilustre Clark, en los puntos mas prominentes, y especialmente en la parte etiológica que es la llave como he dicho de la patogenia y de la prefilaxis. Este distinguido patólogo aprovecha ios interesantes tra- bajos sobre la tisis tuberculosa de Portal, de Bayle, de Louis, de Laenec, de Carswell, de Andral, en una palabra de toda la escuela anatómica, y acepta su principio nosográfico que consiste en afirmar que no hay mas tisis pulmonar que la tuberculosa, y lo acepta sin discusión como se aceptan aque- llas verdades evidentes que nadie pone en duda. Eso lo in- fiero de la circunstancia que apesar de ser un trabajo muy minucioso y acabado, sin embargo prescinde casi de la pa- tología antigua sobro la tisis, y todo se circunscribe á los trabajos modernos, y clínicamente hablando si bien admite ciertas variedades de forma de la misma tisis tubercular, no establece ni discute lo que se llama diagnóstico diferencial entre la tuberculosa y otras tisis pulmonares, que tan solo admite, en el aspecto de meras'complicaciones. Sin embargo el no se para al hecho anatómico del tubérculo, sino que propone el concepto vited de la diátesis ó caquesia tubercu- losa como condición constitucional y específica, como con- dición discrásica, y como el manantial dinámico y funcio- nal de esta producción mórbida. Y no solo la admite como causa del tubérculo sino como estadio que precede el tu- bérculo, en estado de caquesia ó de enfermedad latente, y describe con aduanable finura y magisterio el cuadro de los desórdenes funcionales que manifiestan esa caquesia al ojo sagaz del clínico. - Cierto que es de mucha importancia el haberse remonta- do á la diátesis ó á la causa del tubérculo, pero es de impor- tancia mucho mayor el remontarse á las causas remotas de la diátesis tuberculosa, ya porque el conocerlas conduce á la profilaxis, conduce á penetrar la naturaleza y patogenia DE LA'TISIS PULMONAR TUBERCULOSA. '59 del mal por aquella relación empírica y dialética que sin duda existe entre la causa remota y la próxima. Y no solo es mas importante sino también mas difícil y a.porque si el tubérculo deriva de una condición mórbida del sistema, la diátesis se deriva del concurso de algunas: ó ciertas causas predisponentes, y ciertas cansas ocacionales, ya porque no habiéndose resuelto la cuestión nosográfica, es difícil deter- minar cuales pertenecen á la tisis tuberculosa y cuales á otra tisis pulmonar. El autor exponela etiología de la tisis tuberculosa en tres series diversas de circunstancias, morbosas: 1 ? Presenta la historia estadística de la tisis reproduciendo los datos de la patología francesa, para demostrar la influencia del sexo, de la edad, de ciertos oficios, del clima, á desarrollar la en- fermedad 2 ? Expone una serie dé causas remotas ó las que inducen la predisposición constitucional, modificando mor- bosamente todo el sistema: y coloca, en primera línea la tras- misión hereditaria, y luego tratando de las causas que ori- ginan la caquesia tuberculosa en individuos no predispuesr tos por herencia, señala la dieta indebida ó mala alimenta- ción, el aire impuro, la falta de ejercicio, el trabajo execivo, el vestido impropio, falta de limpieza, abuso de licores es- pirituosos, estudio execivo, y paternas deprimentes, aguas pesadas y calcáreas como la de Keim3, y por último el con- tagio tísico. 3 ? Expone una serie de causas incitantes que determinan el depósito local de materia tuberculosa después de establecida la predisposición: es decir qus unas (las pre- disponentes) obran modificando todo el sistema, las otras (ó las incitantes) determinando en un sistema así modifica- do la acdon mórbida particular que produce materia tu- bercidosa: y señala ó enfermedades pulmonares como la bronquitis, la pneumonía, la emoptoe, la tos convulsiva; ó enfermedades piréticas como las fiebres ya continuas ya in- termitentes, la remitente infantil, el sarampión, la escarla- tina, la viruela. Pone en dúdala ocasión del reumatismo, de la sarna, de la sífilis. Veamos ahora si esta etiología que cier- tamente es hábil y rica de datos, es también rica de luz pa-« togénica, y si está en armonía con la razón médica y con la experiencia clínica. Ya he dicho hablando de Louis que la estadística á nada conduce cuando versa sobre hechos complejos ó inciertos. En efecto no sabemos si la edad, el sexo, el clima, la profe- 60 DOCTRINA NOSOGRÁFICA sion han influido de por sí en producir tisis en cierta pro- porción, ignorando si se trataba de individuos predispues- tos ó no á la enfermedad, y si realmente han caido enfermos de tisis tuberculosa ó de otra tisis pulmonar. Lo que dice respecto á la influencia de ciertos oficios es para mí una prueba contra-producente. Nadie duda que la inspiración de principios extraños ó irritantes: carbón, sílice, fierro &a. continuada y perenne como en ciertos oficios produce la ti- sis pulmonar y la muerte prematura; y si no bastase el tes- timonio de Lombard, de BenoÍ6ton, de Chateauneuf, de do- sier, de Alison, de Thackrah, "Wepfer, Jonston Knight, Hasting, citaría el hecho de la tisis que puede llamarselapi- dea que destruye los mineros de ardesia en las cavas (1) de Lavagna (inmediata á mi ciudad natal, Chiavari) obligados á respirar un aire preñado de moléculas de ardesia. Lo que importa saber es si la tisis que resulta de esta inspiración continuada es una tuberculosis, ó si es una tisis pulmonar de causa irritativa y traumática. Pero si se considera que esta forma ha sido prevista y distinta por Borsieri y por otros patólogos, que estas concreciones lapídeas contienen la ra- zón suficiente de la etisiay de la muerte, como lo probó res- pecto á la tisis de la ardesia el ilustre Profesor Mongiardini mi querido maestro'de Clínica en Genova, este mismo da- to estadístico, prueba la falacia de la estadística; y que los datos estadísticos, pueden servir, pero juntos con otros y no aislados, condicionalmente y no absolutamente. En l-i segunda serie que versa sobre las causas predispo- nentes confieso que encuentro un vacío que no me permite formarme no a idea completa déla diátesis tuberculosa ni de las causas que la enjendran. Convengo que la trasmicion hereditaria de un tipo imperfecto predispone á la tisis tuber- culosa, pero ésa predisposición hereditaria no es ni una forma ni un g,*¿do :-e- enfermedad como lo es la caquesia tubercu- losa; y ey o i. . o que hay niños y adultos que han recibido tan funeste re. creía, y gozan sin embargo hasta cierta época de la salueí n-v perfecta, y,carecen de los síntomas con que el autor na .-■]•<-■ i-neado el cuadro déla caquesia tuberculosa. Llega -ne'i-ta íqjoca de la vida y se combinan ciertas causas ó ciertos de.p.erdenes higiénicos, y entonces el mal estalla, y pa- sa en ¡o'-íuc-ís al período caquético, y en otros rápidamente [1] At: vi llaman las minas de ardesia o pizarra. *. / * DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA. Gl al período tuberculoso. También creo que hay predisposición congénita á la tuberculosis sin que sea hereditaria; es decir que hay padres que nunca han sufrido ni heredado tuber- culosis, sino padecido discrasias ó caquesias sifilíticas, escor- búticas, escrofulosas €4 DOCTRINA NOSOGRÁFICA Causas determinantes del desarrollo tuberculoso, e oben considerarse como efectos eventuales que también ^ompli- can-y agravan la producion tuberculosa; siendo que una condición discrasica y adinámica como la tuberculosis solo puede producirse y agravarse por las causas remotas que la enjendran también de carácter discrasico y adinámico cuan- do llegan á mayor grado de intensidad ó de combinación decisiva: ó deben considerarse como connexas á otras tisis pulmonares. Discutidas las causas de la tuberculosis pulmonar, y to- cadas con maño las dificultades, la impor uicía, y los me- dios de determinarlas, y los vacíos que existen en esa parte de la ciencia clínica, queda examinar la enfermedad en to- das las demás relaciones diagnosticas. Entre ellas tienen una capital importancia las relaciones seíneioticas pues los signos de la enfermedad que son los desórdenes de las fun- ciones son los que deciden al enfermo á invocar'los auxilios del arte, son los que bien estudiados en relación no solo con el asiento sino con la naturaleza del mal, conducen al mé- dico á un recto diagnostico, á distinguir bien un mal de otro que se le parece, y á curarlo bien según su naturaleza. Creo pbder afirmar que la tuberculosis pulmonar, no tomada en el periodo último y consuntivo, sino en el conjunto de toda su forma y de todas sus fases tiene una sindrone semeiotica, una fisonomia propia que la distingue cíe todas las demás enfermedades pulmonares que'acaban con el éxito consun- tivo, que esaparte de su historia es todavía imperfecta ya por ser casi naciente el estudio de la tuberculosis, ya por no haberse definido todavia las diferencias clínicas de la ti- sis pulmonar, y finaleiente que no es tan difícil como pare- ce el fijar estas relaciones semeioticas, y antes es posible y hasta fácil con el método nosográfico que he proclamado. Por cierto que si queréis delinear el cuadro semeiótico de la tisis tuberculosa fijándoos sobre su último periodo en que hay totius corporis l-.nta consuntio febrícula etulcus pulmo- n\l''JlJ prescindiendo de los periodos que lo preceden , será difícil y aun imposible que no la confundáis con las demás tisis pulmonares. Pero si estudiáis la forma semeiotica no solo del periodo ulcerativo sino la del periodo tuberculoso que la precede; y la de la caquesia tuberculosa que prece- de el uno y el otro, y en cuyo diagnostico á nada os sirve la auscultación sino el atento examen de las funciones, si os DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA ' 65 fijáis bien en las relaciones y en la fisionomía de estas fa- ses diversas de la enfermedad, formareis un cuadro semeió- tico que distingue la tuberculosa de todas las tisis pulmo- nares. Pero este cuadro quizás no se ha formado, bien to davia aunque se han hecho esfuerzos grandes y laudables para formarlo. He aquí las causas de este notable vacío en la ciencia clínica:—1.® Que .es difícil el- estudio se- meiótico del primer periodo tanto en los hospitales civiles como en las familias privadas, pues los enfermos des- precian los preludios del mal é invocan los auxilios del ar- te en el periodo de la tuberculización y á veces de la ulceración. 2.° Los cambios en las funciones son tan leves y casi insignificantes, que aisladamente no tienen valor diagnostico para un médico vulgar, y que si lo tienen para un médico atento es porque los observa y estudia en su conjunto y en relación no solo con los antecedentes del en- fermo sino con los fenómenos del 2.° estadio. 3.° Se ha es- tudiado, es preciso confesarlo, mas la anatomía que la semeiotica de la tuberculosis, mas los periodos de la lesión orgánica que el periodo de la les'ion vital; mas importan- cia se hadado ala diagnosis física de la tisis pulmonar, que á la diagnosis médica ó fisio-patologica de la tubercu- losis pulmonar; mpsseha buscado indicios patognomonicos en algún síntoma que en el conjunto de todos. Que estraño es pues que la semeiotica de la tuberculosis sea imperfecta y naciente como lo es la misma patología de la enfermedad? Sin embargo me parecen muy recomendables los esfuerzos que se han hecho para ese grande objeto, y merecen gran- des elogios Clark por lo que respecta al diagnostico de la diatesistuberculosa; Laenec y Louis por el diagnostisco de su segundo y tercero periodo. Estoy persuadido que se llegará á establecer bien las relaciones semeiotiqas de la tisis tuberculosa cuando se haya resuelto bien la cuestión nosológica, y fijadas las diferencias practicas de la tisis pul- monar, cuando se estudie la forma morbosa en sus relacio-. nos con la condición patológica, y con los caracteres espe- ciales que revelan esas mismas relaciones y en modo que comprenda todas las fases del proceso morboso: que en su- ma se observen los principios de los que depende el valor diagnostico de los síntomas. (1) (l) V. Nuova Zoonomia vol 2 o párralbl35. 146 y 149 5 60 DOCTRINA NOSOGRÁFICA 1 Llamo relaciones prognósticas los efectos que produce una enfermedad, especialmente los consecutivos, y el víncu- lo que liga los varios actos ó fases de un procese morboso: de este modo dado el primer periodo de una fiebre ó conti- nua ó periódica ó de una condición flogística ó tuberculosa ó cancerosa etc. ya se puedepresagir cual será el segundo ó el tercero ó las succeciones mórbidas debidas á cierto grado, siento, estencion de la enfermedad, precisamente por la razón que entre estos actos de la vida morbosa hay una re- .) loción empírica. Por ese lado la nosografía de la tisis tu- berculosa ofrece caracteres muy marcados que la distinguen de las otras tisis pulmonares pudiéndose fijar prácticamen- te el carácter y la influencia que tiene el primer periodo de la caquesia sobre el de la producción tuberculosa, y esto so- bre el de la ulceración pulmonar y sus desastrosas consecuen- cias. Llamo relaciones anatómicas los efectos que produce la enfermedad en los tejidos y que están al alcance de la ob servacion anatómica; y afirmo que si esta observación ha tenido y tiene una grande importancia en la patología de la tuberculosis es ala condición de que los hechos que descubre, los estudie en relación con los otros datos diagnósticos de la enfermedad. No hay duda que grandes servicios lia pres- tado la anatomiaá la historia de la tisis tuberculosa, ella ha reparado lo que tiene de especifico esta producción orgáni- ca, ha notado sus varias formas, ha estudiado su composi- ción química, ha sorprendido la vida en todos los pasos que dá para desarrollar la materia tuberculosa, y para escrear- la y aun cicatrizar el filtro mprboso, ó sucumbir en la empre- sa de reparar las ulceras que se han producido, Pues bien sus hechos,sus resultados son casi estériles y mudos si ais- lados, son fecundos, son llenos de luz, de vida, de elocuencia si estudiados en relación con los demás hechos ó elementos de la enfermedad. Lo que tiene de especifico esta produc- ción mórbida es un carácter importante conexo á la condi- ción morbosa y diatésica que lo prodnce,tambien especíüca ya por la forma morbosa que la representa, ya por la clase de acciones nocivas que la promueven. Estudiando estas. acciones en relación con los caracteres histológicos de esta materia tuberculosa, y vice versa esta producción mórbida en relación con el estado especial del cuerpo viviente,la cien- cia descubre y viene á la inducción patogénica deque no es DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA. 67 un producto de la flogosis ó de otra condición parecida, sino de una plasticidad deficiente de todo el sistema; y entonces llega á comprender porque deriva de ciertas causas nocivas. En un caso la anatomía descubre una tuberculisacion tan rá- pida y tan extensa que mata al enfermo en el estado de cru- deza; y este hecho quedaría estéril si no lo estudiara en re- lación con las necesidades urgentes de la ematosis: en otro descubre que durante una larga enfermedad hay tubércu- los de varias formas y periodo, miliares, grisos, amarillos, grandes unos, fundidos otros con cavernas ulcerosas, otras cavernas cicatrizadas; y este hecho quedaría estéril sin re- montarse ala condición diatésica que preside á esta produc- ción consecutiva. Los mismo-: desastres que la anatomía descubre en el cadáver quedarían sin fruto profiláctico y te- rapéutico, si la ciencia clínica no asociase la forma morbosa de ese último periodo ala del segundo á la del primero,la con- dición orgánica insanable á la condición vital que la prece- de,que la produjo, y que está al alcance déla etiologia,de la profilaxis.)- de la terapéutica. Los hechos pues de la ana- tomía sin sus relaciones semeioticas, prógnosticas, etiólogi- cas,y patogénicas serian estériles de luz diagnostisa y pato- génica y de aplicación práctica. La tuberculosis pulmonar tiene hechos anatómicos, cier- tos, muchos, é importantes, pero á la condición de ser refe- ridos á la causa próxima llamada diátesis tuberculosa, y por consiguiente á los demás datos diagnósticos ó elementos em- píricos de esta misma condición patológica; las causas espe- ciales que la excitan, los especiales síntomas que la mani- fiestan, los especiales efectos que produce, los especiales au- xilios del arte que exije. También tiene hechos profilácti- cos y terapéuticos que son validos é importantes, pero á la condición misma de ser referidos á la diátesis tuberculosa, ya manifiesta al clínico y al patólogo por los demás carac- teres ó criterios semeioticos, etiologicos, pronósticos,^ y ana- tómicos. De que modo la profilaxis ó preventiva é higié- nica ó patogénica y terapéutica adquiere la certeza de ha- ber podido o prevenir, ó contener el desarrollo taberculoso y sus desastres ulcerosos? Ciertamente por las relaciones pronosticas y seméióticas que ligan un periodo del mal á loa demás, y" forman de todo el proceso mórbido una indi- vidualidad'in-ri visible. Luego también los hechos, debí profilaxis y de la terapéutica tienen sus relaciones empíri- 68 DOCTRINA NOSOGRÁFICA cas con la tuberculosis pulmonar y la tienen con las cansas especiales del mal,y con la naturaleza especial del mal. Lue- go la exacta monografia de la enfermedad debe también espresar y estudiar las relaciones profilácticas y terapéuti- cas. He aquí pues que siguiendo los principios normales de la nosografía racional que he formulado y proclamado, y con- sultando los archivos de la experiencia clínica con la crítica que inspiran los mismos principios, se llega no eliré en mo- do fácil, pero seguro claro y práctico á formar de la tuberculosis pulmonar un tipo clínico completo, un hecho individuo, un ens singulare ób omni alio dístinctum, un verdadero modelo de nosografía, y pero de nosología diag- nóstica. A formar un hecho clínico completo porque abraza la forma y la causa, completo porque importa no solo la diagnosis de la forma, sino la diagnosis de su causa interna, completo porque comprende todas las fases del proceso mor- boso desde el crepúsculo de la caquesia latente hasta las ca- vernas ulcerosas, completo porque comprende todos sus la- tos y elementos clínicos, el etiológico, el semeiótico, el pro- nóstico, el anatómico, el profilático, el terapéutico, en sus mutuas relaciones; completo y también modelo de nosogra- fía diagnóstica, porque siguiendo el consejo de Boerhaave in sua propria et singulari natura conoscendum, porque estos datos diagnósticos han sido observados y descritos en sus mutuas relaciones, y con la fisionomía y particularida- des que tienen siendo especiales á una dada causa próxima interna. Es cierto,que en este tipo nosográfico hay una par- te ipotética una parte racional ó indutiva, y-esa parte ea el centro el alma misma del hecho,, es decir la diátesis ó na- turaleza tuberculosa, condición interna, invisible, dinámica, inacecible á los sentidos y á la observación anatómica. Pe- ro estaparte invisible é ipotética la hay en todos los hechos «completos de la nosología, diré mas, en todos los hechos de la experiencia. Lo mismo puede decirse de la condición si- filítica, variolosa, inflamatoria, periódica, escorbútica, ti- foidea &a. que apesar de ser invisibles é ipotéticas son pero ciertas y distintas en la mente del clínico y del patólogo por el observado conjunto de sus datos diagnósticos. Lo mismo puede decirse de las fuerzas de gravedad, coesion, afinidad con que los físicos expresan las propiedades'de los cuerpos ó causas íntimas de los fenómenos observados cuando entre DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA. 69 causa y efecto han notado una relación empírica constante. Este modo de definir la enfermedad, y de formar su tipo nosográfico es nuevo seguramente, y contrasta con el méto- do de la nosografía sintomática que ha circunscrito ese tipo á su último período en que hay consunción, fiebre, y ulceración pulmonar, y contrasta con el método de la escue- la anatómica que lo ha circunscrito á sus últimos períodos tu- berculización, y tdceracion pulmonasr: ambas escuelas pres- cindiendo del período vital que los precede, y ambas confun- diendo quien mas quien menos en un tipo común y espurio tisis, ó enfermedades pulmonares en origen diversas solo porque terminan en un estado patológico común el ulcus pulmonum. Ese período vital que ambas escuelas han des- cuidado es el mas oscuro, el mas difícil, el mas importante porque decide de la etiología y de la profilaxis, de la pato- genia y de la terapéutica; decide de lqs diferencias clínicas de la tisis pulmonar supuesto que, ó sea cierto, ó tan solo que sea dudoso que enfermedades en origen diversas en su condición dinámica, pueden rematar y pero confundirse en su último período en su éxito orgánico la ulceración pulmo- nar. Y esa idea no solo brota de la verdad incontrastable de los principios nosográficos que he proclamado, sino de la etio- logía de Borsieri y de Hufeland, y de las mismas vagueda- des de la escuela anatómica sobre las causas de la tisis tu- berculosa. Hay mas todavía: todos los hechos clínicos rela- tivos á la tisis nos vienen presentados por la patología sin- tomática ó por la anatómica, cuyo punto de partida noso- gráfico hemos visto que es equivocado y erróneo. Luego es evidente que para descifrar esos hechos, para colocarlos á su lugar, para obligarlos á darnos la luz patogénica que sola- mente colocados á su lugar pueden darnos, es preciso resol- ver de una vez la cuestión nosológica examinando si los da- tos clínicos que se han reportado ala tuberculosis deben re- portarse á otras tisis pulmonares, y cuales son realmente las causas remotas que á la sola tuberculosa pertenecen, exa- minando sí existen y cuales las diferencias prácticas de la tisis pulmonar, para que de ese modo sea posible su diag- nóstico diferencial, y comparativo, no para Ja época en que todas se confunden sino en aquella en que so distinguen épo- ca preciosa para la etiología y la profilaxis, para la patoge- nia y la terapéutica. 70 DOCTRINA NOSOGRÁFICA Este estudio nosográfico me permite formular estas con- clusiones: 1 ? Por lo mismo que la profilaxis se propone prevenir ó limitar al desarrollo de la tisis tuberculosa; por lo mismo que esta significa no la causa sino el efecto de la enfermedad, una fase, una parte lejana y última de la enfermedad; por lo mismo qne la profilaxis no puede tener efecto y eficacia si- no sobre la causa íntima de la enfermedad, y en los perío- dos que preceden y producen el período ulcerativo ó tísico, así es manifiesto que el mismo nombre de tisis es inexacto porque expresa un tipo clínico trunco é incompleto, y que su concepto verdadero debe expresarse con el nombre de tuberculosis pulmonar. 2 ? La tuberculosis pulmonar es un tipo clínico comple- to é individuo, porque importa el diagnóstico práctico' de la causa próxima interna ó la diátesis tuberculosa, la que domina todo el proceso morboso: caquesia latente, tubercu- lización, y ulceración: porque esta causa próxima se halla en relación empírica con ciertas causas nocivas, ciertos sín- tomas, ciertos efectos del mal, la eficacia de ciertos medios profilátieos y terapéuticos para prevenirla ó limitarla. 3 ? Si pues el tubérculo (como condición local y me- cánica) produce la tisis ó ulceración pulmonar; «1 es produ- cido á su vez por la diátesis tuberculosa [condición mórbida de todo el sistema] diátesis que á su vez también es produ- cida por las causas remotas ó higiénicas que alteran la ar- monía y el vigor de todo el sistema plástico. Luego la etio- logía es la llave de la profilaxis, é influir sobre las causas re- motas es influir sobre la caquesia, la tuberculización, la ul- ceración pulmonar tísica. Luego el período previo y diná- mico de la caquesia tuberculosa es de suprema importancia profilática ya que precede y produce el tubérculo, y está casi en poder de los medios profilátieos. 4 ? Hay una relación empírica entre las causas remotas y la próxima: y si resulta de la inducion clínica y patogéni- ca que la condición tuberculosa es un desorden adinámico en los poderes de la vida plástica, también parece cierto que las causas remotas que la favorecen debilitan paulativamen- te el vigor de las funciones plásticas, y cuando el organis- mo necesita mayores medios de ieparacion fisiológica. Lue- go la combinación de estas causas ó circunstanci is nocivas es mas importante todavía para la profilaxis y 1? patogenia DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA. 71 que las_ mismas causas aisladas; luego hay razón de excluir de su historia ciertas causas remotas si parecen referirse á otras ytísis pulmonares formadas por la nosografía diagnós- tica. 5 ? La tuberculosis tiene relaciones ó caracteres semeíó- tieos, y anatómicos que si tienen algún valor para la profi- laxis, es porque lo tienen para el diagónstic®, y para descu- brir sus relaciones etiológicas: base de laprofilaxis, de la pa- togenia, y de la terapéutica. Luego la formación nosográfi- ca exacta de todo el tipo clínico importa conocer sus cau- sas, sus síntomas, su eurso, sus efectos, su curación, en suma su historia; importa distinguirla de otras formas de tisis que tienen distinta naturaleza, importa la posibilidad de inter- rogar los hechos y los solos hechos que se refieren á la tuber- culosis, para descubrir sus causas, su patogenia, su natura- leza, guia y luz racional para la profilaxis y para la tera- péutica. 72 DOCTRINA NOSOLÓGICA CAPITULO III. DOCTRINA NOSOLÓGICA, O DIAGNOSTICO DIFERENCIAL DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. La doctrina profilática exije Ja base de la nosografía y de la pato- genia—Se opone á la una, como á la otra un grave obstáculo, y es la duda ó el problema nosológico de sí hay una sola ó varias formas de tisis pulmonar—Esta duda,deriva de la imperfección de la patología antigua, y de las pretensiones absurdas de la mo- derna—Importancia del diagnóstico diferencial bsjo el punto de vista profilático—Este diagnóstico diferencial importa determi- nar las diferencias clínicas de la tisis pulmonar, ó la individua- lidad de las enfermedades pulmonares que acaban en tisis—Y su- pone una nosología general práctica, ó diagnóstica—Estado actual de la ciencia, respecto á la nosogralia y á la nosología—Por qué la ciencia patológica es imperfecta actualmente en la una y en la otra—Principios normales de filosofía patológica que conducen á la nosología diagnóstica—Importancia práctica de que un tipo clínico sea completo y comprenda todas sus fases, y también el diagnóstico ele su cau^a próxima—:Consecuencias nosológicas res- pecto á la tisis que se derivan de estas dos ideas normales—Di- ferencias prácticas, es decir profiláticas y terapéuticas de la tisis pulmonar—La tuberculosis es la mas frecuente, puede complicar- las todas, y por qué—Criterios clínicos ó diagnósticos en que aquellas se fundan—Déla división de los estadios, cuan diferente en las diferentes tisis—Respuesta á una objeccion—Rcfleceiones que inspira el cuadro propuesto respecto a la nosología diagnós- tica—Consecuencias que se derivan respecto á la tisis tubercu ■ losa—Conclusión. No podemos fundar una doctrina profilática de la tisis pul- monar tuberculosa verdaderamente sólida y eficaz, sin cono- cer exactamente sus causas y su naturaleza; ni podemos co- nocer sus causas y penetrar su naturaleza sin haber podido formar con los elementos que nos suministra la ciencia, la historia nosográfica y la doctrina patogénica de la enfer- medad. Es preciso confesarlo: estos elementos son bien lejos de ser claros descifrados concordes, y de ser capaces á cou- Ó DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ECT. 73 ducirnos á trazar una historia completa y luminosa, y una doctrina ó interpretación, patogénica fecunda de esta cnfer-1 medad, cuyo estudio puede decirse ha comenzado en nues- tra época, y que por lo mismo es muy distante de ser com- pleto y perfecto. Eso he demostrado en la introducción, y en el estudio nosográfico que antecede, en el que á fuerza de crítica, y en medio a graves dificultades he podido encon- trar los elementos clínicos de este tipo morboso. No por eso he renunciado al propósito y,á la esperanza de resolver el problema profilático que la Facultad módica ha propuesto; al contrario he pensado que si para resolverlo es preciso re- hacer la nosografía y patogenia de la" tuberculosis, debo ha- cer ó tentar ambas cosas aunque sea un peso superior á mis fuerzas. La profilaxis como he dicho, tiene dos fines y dos partes: 1 ? ¡Se propone prevenir la aparición de la erferme- dad; y para éso le basta conocer las causas remotas que la enjendran ó favorecen; 2 ? Se propone prevenir su desar- rollo consecutivo, y como ese desarrollo ya no depende de las causas remotas sino de la alteración que han producido en el organismo, que es la causa próxima ó condición.pato- lógica, así no le basta conocer las causas remotas sino la naturaleza de la enfermedad y de su condición patológica. Para conseguir el primero objeto de la profilaxis era preci- so determinarlas verdaderas causas remo as de la enferme- dad, y para conocer esas causas era preciso formar el tipo clí- n'co de la tuberculosis pulmonar con el fin de saber que so- lo ciertas causas y no otras le corresponden. Para conseguir el segundo objeto de la profilaxis me será preciso investigar la patogenia y la naturaleza de la tuberculosis para com- prender en que modo operan las causas mórbidas en produ- cir esa accio o. innormal de la vida, en que esta consiste, y en que modo operan los medios delartejque la contienen. Y para llegar á ese conocimiento patogénico por medio de la inducción que se funda en los hechos, evitando vanas supo- siciones ipotética., me es preciso interogar los m' mos he- chos relativos á la tuberculosis, y especialmente las crusas nocivas en relación con las leyes fisiológicas que se han vio- lado, y con los efectos morbosos que se han producido. Es pues, de suprema importancia el conocer las causas reales que producen la tuberculosis y se relacionan solo con ese ti- po bien definido; pues si el patólogo se equivocase, y atribu- yese á la tuberculosis causas que pertenecen á otra tisis pul- 74 DOCTRINA NOSOLÓGICA monar, é ignorase las verdaderas causas que la enjendran, %us inducciones de profilaxis ó preventiva ó terapéutica tam- bién serían vanas y equivocadas. Historia nosográfica y doctrina patogénica: he aquilas grandes bases de la profilaxis, para formar las cuales es pre- ciso valerse de los materiales que suministra la ciencia. Mas para utilizar esos materiales, para conseguir la una y la otra tropesamos con un obstáculo muy fuerte, y es la duda ó el problema nosológico de: Si hay una sola tisis ó la tubercu- losa, como pretende la escuela francesa, ó si, hay varias for- mas de tisis pulmonar, diferentes de la tuberculosa, como resulta de la patología de Borsieri, pues ignoramos hasta que esta duda no está resuelta á cual tipo real debemos re- portar los datos etiologicos, semeióticos, pronósticos, anató- micos y terapéuticos que se hallan confundidos, y de signi- ficación diagnóstica incierta en los códigos de la ciencia clí- nica. Ett efecto para formar la historia general, la descrip- ción, el diagnóstico práctico, el tipo en suma de la enferme- dad, lie pedido consejo, luz, hechos, ideas, á la medicina an- tigua que representa coacérvala sapientia, et multorufn viro- rum mens in unum quasi colecta, y he encontrado los ele- mentos clínicos, y el tipo especial de la tuberculosis confun- didos y casi perdidos en la historia y tipo general de la tisis pulmonar que reasume evidentemente nosografías diver- sas; de modo que se hace muy difícil encontrar allí su histo- ria espeaial, sus eausas, sus síntomas, las fases de su proceso, sus efectos, su anatomía, su profilaxis, su terapéutica. He pedido consejo, luz, y hechos á la medicina moderna que tie- ne el mérito de haber iniciado el estudio especial de la tu- berculosis; y encontré que la escuela anatómica había hecho tabula rasa de la patología antigua sin aprovechar tampoco délos elementos clínicos de toda clase que encierra el tipo complejo y genérico de aquella, y que poco contando con la observación clínica, y todo con la anatómica, presentó un tipo que carece del período previo, del diagnóstico de la cau- sa próxima, y del elemento etiológico; y con la pretencion todavía que no hay mas tisis pulmonar que la tuberculosa. Encontré que los diatesistas habían llegado hasta al perío- do previo, hasta al diagnóstico de la causa próxima dinámi- ca constitucional y discrásica; pero que divididos en la apreciación de esta causa próxima, vacilaron y divagaron cuando se trató de estudiarla en relación con sus causas re- Ó DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ECT. 75 motas; pues lejos de buscarlas en la patología antigua con la luz de la crítica y de la filosofía nosográfica, se equivocaron al punto de considerar predisponentes ó indirectas las cau- sas directas de la tuberculosit, y directas y excitantes las que son indirectas, y admitiendo algunas causas remotas de la patología antigua que se refieren á tisis pulmonares diver- sas de la tuberculosa. El problema al que aludo no ha sido resuelto ni por los anatómicos, ni por los diatesistas. Que digo resuelto? ni aún discutido. Diré mas todavía: ha sido resuelto sin discusión echando al olvido y al desprecio todo lo hecho por la medicina antigua en nombre de un solo cri- terio diagnóstico la anatomía patológica. Si la patología mo- derna hubiese discutido y resuelto el problema al que alu- do, hubiera completado sin duda la obra de Borsieri deter- minando las diferencias clínicas de la tisis pulmonar; el tipo de la tisis tuberculosa tuviera los elementos que le corres- ponden, sería posible su diagnóstico diferencial verdadera- mente práctico, las causas que la producen serían descifra- das y conocidas, la profilaxis dejaría de ser un problema. Luego es cierto que esta duda y el no haberla resuelta ha sido un grave obstáculo á la nosografía de la tisis tuber- culosa. También ha sido y lo será á su interpretación patogénica, pues si es cierto que ella por ser eficaz y lucífera debe ser inductiva, debe fundarse sobre los solos hechos relativos á la tuberculosis pulmonar, no sobre hechos dudosos y que pueden referirse á tisis diversas de causas y de genio, es evidente que las inducciones patogénicas no serian seguras si no lo fuesen también los hechos especialmente etiologicos sobre que deben fundarse. El problema al que aludo ha derivado tanto del modo confuso y vago con que la medicina antigua ha tratado el tema de la tisis pulmonar, como de las pretenciones incon- pletas de la moderna, que inició el estudio de la tisis tuber- culosa. El antigua conduce á suponer que la tisis pulmonar ofrece algunas diferencias no de forma sino de naturaleza, es decir prácticas y especiales; pero no llega á delinear esos tipos diversos que presenta confundidos en el tipo ó historia común de la tisis pulmonar. La moderna rompe con el pasado y declara ex abrupto que no hay mas tisis qne la tubereulo- sa. Es preciso pues que la crítica tome su partido, que re- mueva ese obstáculo á la nosografía y patogenia de la tuber- 76 DOCTRINA NOSOLÓGICA culosis, resolviendo el problema ó indicándolos arbitrios que conducen á resolverlo. Ya lo he indicado: la patología an- tigua representada por Borsieri tiene eso de erróneo que circunscribe el concepto de la tisis á un período caracteriza- do por consunción, fiebre, y ulceración pulmonares. Separán- dolo de los períodos que lo preceden, y de este modo con- fundiendo, en un tipo artificial y esencia común enfermeda- des diversas del pulmón que y por qué tienen ese común h final resultado lo que importa confundir en una monogra- fías diversas; como lo manifiesta la noción general de las causas próximas de la tisis, y la aglomeración de datos clí- nicos que evidentemente se refieren á enfermedades pulmo- nares diferentes de origen y de genio. Pero esta confusión nosológica, esta aglomeración tiene para el clínico y para el patólogo algún correctivo en la misma definición de la tisis pulmonar, pues ella equivale al declarar que estos datos clí- nicos tan divergentes, se refieren y deben referirse á causas próximas ó enfermedades del pulmón diversas de origen y de naturaleza. En esta patología pues á pesar del método nosológico erróneo, los fueros de la verdad práctica queda- ban salvos, y el clínico encontraba allí los datos aunque esca- sos de un diagnóstico diferencial importante; y el nosógrafo que quería impulsar la ciencia en la via del progreso, no te- nia mas que fijar esas diferencias clínicas de la tisis [que no detallaba, sino que presentaba como en. germen) y encontra- ba allí los datos clínicos como individuarlas y formarlas. Esta doctrina de la tisis pulmonar se podia desenvolver, comple- tar^ perfeccionar [si tenia errores de método]; pero no ee podia abandonar, desechar, y renegar si es cierto que es ri- ca de todos los materiales prácticos que debemos á muchos siglos de observación. La ley pues del progreso científico y práctico imponía el deber de descomponer el tipo artificial y complejo de la tisis pulmonar en las especiales, ó enferme- dades distintas del pulmón de las que la tisis es un común y final éxito y atributo: en suma, fi'ar las diferencias prác- ticas y especiales de la tisis pulmonar. No ha sucedido así, la patología moderna en lugar de de- satar el nudo lo ha cortado; no conociendo el valor de todos los criterios diagnósticos no he. tenido fé que en la observa- ción anatómica; fia hecho la historia anatómica del tubércu- lo descuidando la clínica de la tuberculosis, y renegando la doctrina nosológica antigua de la tisis pulmonar; pues sien- Ó DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ECT. 77 do la tuberculosa la mas frecuente, no ha vacilado en afir- mar que no hay mas que esta forma. Y sin embargo es evi- dente que esta proposición de Laenec y de Louis es prácti- camente absurda pues si es cierto que por tisis pulmonar se ha entendido siempre y se entiende aquel estado patológico* en que hay consunción, fiebre, y ulceración pulmonar, bas- ta el solo ejemplo de la tisis por herida para desmentirlos, y llegar á estas consesuencias: 1.° El de negar que no es tisis porque no hay tubérculos ni tuberculosis, lo que seria una pueril cuestión de palabras. 2. ° O de afirmar que la le- sión pulmonar causada por la herida si bien ulcerativa, tie- ne el carácter de la ulceración tu.. erculosa, lo que debe de- cidirse todavía no solo por la anatomía sino por todos los datos diagnósticos. Igual desmentida darán á esa pretencion (como veremos) otras formas de tisis pulmonar, y la dará la misma anatomía patológica. La patología moderna ha no- tado es cierto algunas variedades de forma de la misma ti- sis tuberculosa; pero ese diagnóstico diferencial ningún va- lor profilático ó terapéutico tiene supuesto que se trata de una idéntica condición patológica, mientras que estableci- das ciertas diferencias clínicas de la tisis que tienen di- ferentes causas y naturaleza el diagnóstico ■ diferencial im- porta diferente profilaxis y terapéutica relativas á esas mis- mas tisis diversas en su período vital, y que antecede el pe- ríodo orgánico. Esta reflexión cuya importancia veremos entre poco, y el hecho de que el tipo nosográfico de la tisis de la escuela anatómica es trunco, carece del período pre- vio, de la diagnosis esencial y de la etiología, probaran, no lo dudo, que en una ciencia de observación como es la cien- cia clínica, no se viola impunemente la tradición y conti- nuación científica, que no es solo un deber de gratitud y de justicia respetar ios trabajos de la medicina antigua, sino deber de conveniencia, pues una ciencia de observación no se improvisa, y nadie tiene eLderecho de suprimir los he- chos que aparecen el fruto de la experiencia sin discutir el valor de ellos. En efecto, una de. dos, ó la patología dé Borsieri y de Hufeland es errónea, y no hay mas tisis que la tuberculosa, y en ese caso es preciso probar, que todo en ellos es una "ilusión y equivocación desde el concepto gene- ral de la tisis pulmonar hasta el cúmulo de datos clínicos que evidentemente pertenecen á tisis diversas, y sobre todo conviene demostrar que todos y especialmente los etioíógi- 78 DOCTRINA NOSOLÓGICA eos son aplicables á la tuberculosis pulmonar [cosa que no han hecho ni anatómicos ni diatesistas]. O la patología de Borsieri y de Hufeland no es errónea, y es cierto que hay varias tisis pulmonares distintas de la tuberciflosa, no de forma sino de naturaleza, y por consiguiente de causas re- motas, de genio, de profilaxis y de curación; y entonces es evidente que ese diagnóstico diferencial tiene una importan- cia práctica inmensa, y que debe hacerse supuesto que ni anatómicos ni diatesistas no solo no lo han hecho sino que t han negado que debe hacerse. Yeamos ahora lo que es el diagnóstico diferencial bajo el punto de vista profilático y terapéutico. Ya hemos visto que la tuberculosis tiene tres períodos distintos, caquesia, tuberculización y ulceración. Dadme pues un caso de tuber- culosis en el estadio de ulceración colicuativa: en vano re- conozco la naturaleza tuberculosa, ya por las cavernas y demás síntomas, ya por los antecedentes del enfermo: mi diagnóstico no tiene valor, ni profilático, ni terapéutico, siendo insanables los éxitos consumados. Dadme un caso en el estadio de tuberculización incipiente ó limitada, y entonces mi diagnóstico tiene un valor terapéutico y aún profilático, porque mi diagnóstico me inspira los medios para limitar el desarrollo del mal. Dadme un caso en el estadio de caquesia tuberculosa, y mi diagnóstico me ins- pira los medios profiláticos que conducen aprevenir la tu- berculización, y con ella el éxito ulceroso. Ahora acordad- me por un momento que hay varias enfermedadespxdmo- nares que pueden acabar en tisis, ó tener el común y final desenlace de la tisis pulmonar, es decir—'corporis lenta consuntio, febris, ulcus pulmonum. Permitidme también que suponga (lo que probaré bien pronto) que esas varias > enfermedades pulmonares tienen como la tuberculosa un período que precede y produce el éxito ulceroso, período que es dinámico y diverso del estado orgoynico que consti- tuye el último período, y tomo el ejemplo de una pulmonía ó bronquitis porque abuno disce omnes. Es cierto pues que hay una gran dificultad en distinguir un tipo de otro, si solamente el diagnóstico versa sobre el último período, pues todas se confunden en los mismos sig- nos y caracteres comunes de consunción, fiebre y ulceración; y aun cuando ese diagnóstico diferencial fuese posible, seria inútil para la profilaxis y la terapéutica pues ya el caso es Ó DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ECT. 79 insanable, y la profilaxis y la terapéutica nada tienen que prevenir ó que curar. Pero dadme un caso de bronquitis ó pulmonía en el estadio que precede el éxito ulceroso, y ya mi diagnóstico diferencial tiene un gran valor terapéutico y profilático, porque me inspira los medios particulares de prevención y de curación aptos á prevenirlo, y que son bien diversos de los que pertenecen á la tuberculosis. Bien pre- veo el triste sofisma la bronquitis no es tisis, sino una cau- sa eventual de la tisis: pues yo digo á mi vez, la tuberculo- sis no es tisis sino una causa eventual de la tisis, si es cier- to que esta puede prevenirse. Y si el verdadero diagnósti- co de una enfermedad bajo el punto de vista profilático y terapéutico debe versar sobre la parte previa del mal, la parte vital del mal [como resulta del ejemplo de la tisis tu- berculosa ó inflamatoria) es evidente que también el diag- nóstico diferencial de unas enfermedades que en su período vital y previo se distinguen, y en su período final y orgá- nico se confunden, ei de suma importancia profilática y te- rapéutica, y precisamente debe fundarse en los caracteres de ese mismo período vital y.previo. El diagnósti«o diferencial pues de que trato aquí no ver- sa sobre las variedades de forma, de fase, de asiento y de estension de la misma tuberculosis pulmonar; sino de las varias clases de tisis pulmonar, es decir que este diagnóstico importa determinar las diferencias clínicas de la tisis pulmo- nar inclusas en la patología de Borsieri y de Hufeland, ó de- terminar cuales y cuantas enfermedades del pulmón verda- deramente distintas pueden tener el desenlace común y fu- nesto de la tisis pulmonar. Luego ese diagnóstico diferen- cial no conduce á comparar una fase con otra fase, una forma con otra forma, sino una enfermedad con otra enfermedad pulmonar, teniendo el sumo cuidado de tomar cada tipo clínico, ó enfermedad ó entidad nosográfica en el conjunto y unidad indivisible de todas sus fases, y en su íntima causa próxima, como las dos circuntancias supremas que revelan la individualidad de su ser y su distinta naturaleza. Este diagnóstico pues no lo forma el clínico á la cabecera del en- fermo y con el auxilio del palito acústico con el fin de esta- blecer un prognóstico y una curación paliativa las mas ve- ces, sino que lo forma la ciencia misma con el auxilio de to- da la nosografía completa, y con los principios de la nosolcj- gía diagnóstica con el fin de determinar las diferencias olí- DOCTRINA NOSOLÓGICA nicas, de la tisis pulmonar bajo el punto de vista profilá- tico y terapéutico. He dicho que la ciencia misma llegad ese diagnóstico diferencial, por medio déla nosografía com- pleta y de la nosología diagnóstica, y quiero probarlo, En efecto yo no pudiera distinguir bien el tipo de la tisis tuberculosa del tipo de la tisis inflamatoria, si no poseyera íntegro en mi mente el tipo de la una y de la otra: y si por efecto de una filosofía nosográfica errónea truncara el tipo déla tuberculosa como han hecho los anatómicos, ó le atribuyese una naturaleza que no tiene, ó truncara el tipo de la flemmassica cortando sus relaciones empíricas solo por que curado bien el período ííojístico puede prevenirse el éxito ulceroso, yo careciera del diagnóstico esencial de la diátesis tuberculosa en un caso, de la flojística en el otro, y no fuera capaz de comprender cuanto difiere una de otra por la condición patológica interna, y que estas condiciones internas tan diversas en su período vital y previo, y que admiten especial y distinta profilaxis y terapéutica, son res- ponsables sin embargo del idéntico resultado orgánico la ulceración pulmonar. Todo eso no es otra cosa que haberse ya formado poruña perfecta observación y recta induc- ción clínica tipos exactos y completos de una nosografía que bien pudiera llamarse diagnóstica. Este diagnóstico diferencial de la tisis pulmonar de que trato y que auguro á.la ciencia clínica, no fuese mas que con el fin por ahora de hacer un cuadro nosográfico fiel de la tisis tuberculosa, no solamente supone ó importa que existan ó se formen tantos tipos perfectos de nosografía de cuantas enfermedades pulmonares tienen por éxito final y común la ulceración tísica, supone ó importa también que exista ó que se forme un cuadro general un plan de noso- logía médica, ó clasificación de las enfermedades humanas, mejor que¡los ensayos de nosología metódica que hasta hoy se han propuesto, plan que corriga en modo racional y práctico los graves inconvenientes de la nosología sintomá- tica y anatómica, que en su lugar reparamos en ese mismo tema de la tisis pulmonar tuberculosa. Con esos dos méto- dos ya hemos visto que se ha conseguido abstrayendo y sepa- rando una fase de la enfermedad de las fases que la preceden, formar un tipo abstracto artificial y espurio, confundiendo en una monografías di versas, con el resultado que los datos clínicos.asi aglomerados no tienen casi valor ninguno diag- ü DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ECT. 81 ¿vostico ni patogénico. Disolver y descomponer esos tipos espurios para reportar sus elementos á los tipos naturales de la observación olí nica, es una operación nosológica tam- bién aunque inversa y opuesta á la doctrina nosológica que debe reformarse, y de resultados también opuestos: porque así como sintomáticos y anatómicos han formado de mu- chas enfermedades pulmonares el tipo vago y espúreo déla tisis, asi conviene, destruir ese tipo genérico, y remontarse á las varias y distintas enfermedades del pulmón de las que el tipo tisis es un vago y común atributo. Pero ese diagnóstico diferencial que supone ó importa una perfecta y completa nosografía, ó la historia diagnóstica de las enfermedades pulmonares, que supone ó importa una clasificación ó nosología diagnóstica'general, es una solem- ne utopía, dirán muchos, porque en el estado actual de la ciencia ni una ni otra cosa existe, acaso dirán también, no pueden existir. Y para demostrar cuanto hay de novedad y de audacia en el mero pensamiento de lasóla nosogra- fía completa y diagnóstica, citaré las palabras de mi emi- nente compatriota el Borsieri. Placuit etiam morbospo- tius dcscribere quam definiré, quod ecrum causas próxi- mos plerumque ignorantur, atque ideo rectius ex phenome- nis quam ab essentia nt Zimmermanus, Lockius, Nitc- hius, iudicant, deducuntur [1]. Afirmar pues y enseñar que un tipo clinico no es válido ni completo si á la desericion de los fenómenos no reúne la inducción diagnóstica ó prac- tica de su causa próxima ó esencia les debe parecer una heregía, aunque eso, por el lado filosófico sea conforme á las ideas de los filósofos citados por Borsieri, y del sumo Yico, y por el lado patológico sea el voto sublime de Boerhaave que él dijo: cum morbus sit effectus a sua causa pendens , ens est singula/re ab omni alio distinctum ideoque in sua propria singulari natura conoscendum ut curari queat. Mas absur-, da y mas herética todavía debe parecerles la doctrina que esa causa próxima ó condición patológica que yo considero como el centro y el eje de todo tipo clínico, como ei objeto de todo diagnóstico práctico y eficaz, causa; próxima que si bien resulta de la observación' de los fenómenos es sin embargo un juicio inductivo, ésa causa próximajinternadjgo, la con- sideró ademas la base, y la base única de una nosología ge- (1) Inst. Med. Pract. v. 3. Proef. 6 82 DOCTRINA NOSOLÓGICA neral verdaderamente práctica. Y en prueba de que ni k¿- nosografía ni la nosología diagnóstica que yo auguro á la^ ciencia no existen (y que acaso no pueden existir) me cita- ran el hecho de que todos los códigos de nosografía médica y quirúrgica los. mas clásicos, los mas modernos, los mas acreditados, no tienen mas trama racional que el principio de la nosología sintomática y de la nosología anatómica; se proponen describir ó formas mórbidas que son lesiones fun- cionales, ó lesiones orgánicas en relación á las formas mór- bidas, dejando al clínico la tarea del diagnóstico de la cau- sa próxima inferna á la cabecera del enfermo. Me citaran también el hecho que desde Sauvages hasta nuestros días se- llan presentado á la faz de la ciencia como unos cincuenta y dos ensayos de nosología metódica, unos que tienen por básela forma morbosa, otros que tienen por base la lesión anatómica, otros una lesión -hipotética, con tales variedades de formas y distribución de tipos que manifiestan la falta absoluta de prineipios nosológicos- ciertos; pero hasta ahora no se ha visto un solo ensayo de nosología ó clasificación diagnóstica de las enfermedades humanas, es decir que- tenga por base la identidad ó la analogía de la causa próxi- ma prácticamente descubierta. Y si es, dirán que en me- dicina, ni hechos, ni principios pueden improvisarse, de que modo emprender el diagnóstico diferencial de la tisis tuberculosa ola doctrina nosológica délas tisis pulmonares, si la nosografía completa y la nosología diagnóstica general que son las condiciones de su efectuación, todavía no exis- ten? Si todavía no son admitidos y practicados generalmen- te los principios-normales ele filosofía patológica que condu- cen á la una y á la otra, aunque sean los principios de Hipó- crates, de Boerhaave, de Sydenam y de Bagiivi, cuando la patología igeneral hoy dominante,en todas las escuelas de Europa y de América, enseña el contrario de aquellos? Afirmar que si la nosografía completa y la nosología diag'- nóbtica no existen, pueden existir mediante la actuación práctica de ciertos principios normales; que si no existen por-culpa de una fisólofía errónea,, ese inmenso obstáculo debe y puede removerse; que si no existen, hay pero en la cien (da los elementes para formarlos,, y que estos elementos soniaverdadera riqueza de la medicina practica: afirmar digo todo eso parecerá otro cúmulo de paradojas y de pro- posiciones absurdas; y sin embargo estoy en el caso de de~ Ó DIAGNÓSTICO DIFERENCIAD ECT. 83 mostrarlas precisamente porqué me allanan el camino á la dotrina nosológica de la tisis pulmonar que es necesaria á . la tratación queme he.propuesto. El mismo estudio nosográfico de la tisis pulmonar tuber- culosa que antecede, nos ha hecho comprender el porque la ciencia módica carece actualmente de la una y de la otra. Los que afirman ó creen que la nosografía médica es la me- ra descricion é historia positiva y empírica de los hechos observados, y que nada tiene ni debe tener de racional, que- darán sin duda asombrados en notar que en esos códigos del empirismo clínico hay siempre una trama racioncd buena ó mala; que si es buena eso importa tipos clínicos comple- tos, si es mala eso importa tipos incompletos y espurios. La trama racional de la patología de Borsieri es el princi- pio fundamental de la nosología sintomática que considera el síntoma ó forma morbosa mas prominente como carácter tan clínicamente importante que á ese debe subordinarse toda enfermedad que lo tenga. Así la tabes es el carácter general ó clasico de todas las tisis ó consunciones ó ema- ciaciones, asi la tisis ó consunción con fiebre y ulceración es el carácter genérico do todas las tisis pulmonares. Que esa traída raciona! sea errónea y equivocada lo demuestra el resultado que consiste en haber separado del periodo tísico de la tuberculosa, los periodos que la preceden, y en haber confundido en una, tisis ó enfermedades diversas de la tuberculosa. La trama racional de la patología fran- cesa es el principio fundamental déla nosología anatómica que considera la lesión orgánica como el carácter y la cau- sa esencial de la enfermedad. Que esa trama racional sea - equivocada y errónea respecto al tipo de la tuberculosis re- sulta del hecho que su tipo,clínico carees del periodo pre- vio, del diagnóstico de la causa vital del tubérculo, y do su elemento etiológico. La patología diatesista de la tuber- culosis tiene también su trama racional que consiste en con- siderar la lesión vital invisible y constitucional como -eleje del tipo clínico y la causa déla producción tuberculosa; y si de todas mas se acerca á la verdad, eso^ prueba .pie se ha inspirado á los mejores principios de filosofía nosográfica, •porque abrazó en su concepto todas las fases del proceso , morboso, y se ha remontado ala causa próxima del proce- so mismo. Si ella ha vacilado en la apreciación detesta día- tesis, sino la ha estudiado bien en relación con las causas 84 DOCTRINA NOSOLÓGICA remotas, eso probará las dificultades de su tarea, ola impa* ' ciencia dellegar, pero no arguye que nohaya tomado el buen camino. De estos tres ejemplos pues se desprende que el método que ha influido siniestramente sobre la historia y el diagnóstico de la tisis tuberculosa es el método inspirado por la patología general: Filosofía de la análisis y de la abstracción, que separa loque debe estudiarse reunido en sus mutuas relaciones, y revine lo que debe separarse: y que por consiguiente el método opuesto que ha podido y puede completare] tipo y la historia diagnóstica de la tisis tuber- culosa, resulta de la patología racional quejo he'proclama- do, y que es la Filosofa de la síntesis y de la inducción, porque considera-las relaciones empíricas y racionales de los hechos como la guia segura.de la ciencia y del arte. La importan cía de estos principios me impone el deber de es- ponerlos para epue se vea que si alguna vez se han observa- do}'seguido ó por deferencia á los clasicos ó por instinto, y eso ha sido con el resultado ó de monografías completas ó de hechos é ideas quec;onducen á formarlas: es útil que se proclamen y se formulen, cuando hay que luchar contra la corriente de la patología general que domina en medicina, y cuando el fruto del abandonar un malo camino será una reforma completa y fecunda de la nosografía y de la medi- cina práctica. Es tanta y tan profunda la confusión en la filosofía de la medicina que hombres eminentes como Cullen (1) han afirmado que la idea de la clasifcacion nosológica de las enfermedades que primero puso en planta el ilustre Sauva- ges. le ha sido inspirada por Sydenam y por Baglivi., Pues bien, examinando atentamente las obras clásicas de esos hombres inmortales, y particularmente los pasajes'que die- ron mérito á esta afirmación, se llega uno á convencer que la idea de clasificar las enfermedades no pasó ni siquiera porlainmaginaciondelgran Sydenam, ni del Hipócrate ro- mano, y que solojhan recomendado la empresa déla nosogra- fia médica es decir la historia general de las enfermedades particulares, la formación de los sin gulas tipos clínicos mediante una completa y fiel observación y de- cies revocentur, eadem prorsus diligentia qua id factun videmus á Botanícís [1] Y también dijo Baglivi: Et sane ínter precipua artis nostros desiderata illud mérito re- ponimus ut scilicet singuli quique morbi in tot species sub- distingantur quot sunt morbiprimarii á quibus foventur aut cause veémentes constantesque á quibus producuntur: et singularum specierum proponantür signa characterisiica eum historia prima earumdem, necnon mcedendi melhodus quilibet oportuna et stdbilis. [2] Basta conocer el caos déla nosogrrfia antigua, las divi- siones y sub-di visión es infinitas y discordes de las entida- des mórbidas, el amalgama de otras en tipos artificiales y y espúreos, basta reflexionar que de semejante confusión é imperfección resultaba una obscuridad, una incertidumbre una anarquía, una esterilidad profunda para el diagnóstico y la terapéutica, es decir, para la práctica: para compren- der toda la filosofía, toda la grandeza, toda la soberana im- portancia del plan que consiste en poner un orden y un término á esa anarquía y á ese caos; y comenzar por la historia exacta y general de cada enfermedad, reportando á ciertos tipos ó especies los materiales confusos ó disper- sos de la ciencia clínica. Pero y con cuales normas, con cual método hacer semejante especificación? Con la norma de la causa próxima ó condición patológica interna: morbi primarí á quibus foventur, et cause veémentes constantesq ue a quibus producuntur; con los datos ó caracteres históricos ó diagnósticos ó terapéuticos relativos á cada especie ó tipo clínico singularum specierum proponantür signa characte- rística cun historia prima earumdem necnon mcedendi mé- thodus quilibet oportuna et stabilis. Y todo eso es la histo- ria general de las síngulas enfermedades y nada mas: Es la historia sive morborum omnium descriptio quoad fieripo- test graphica et naturalis. La empresa de clasificar en un cuadro nosológíco general los tipos asi formados es cosa evi- (\) Prefatio [2] labro 2 ° Cap. 9 Prax. Med. $6 DOCTRINA NOSOLÓGICA dentemente muy diversa, y sobre todo debe ser muy poste- rior á la empresa de formar los tipos clínicos ó la historia general de cada enfermedad. Es muy distinto p. e. que del "caos nosográfico en que se hallan las fiebres yo saque al- gunos tipcs y forme la historia diagnóstica de la sinoca, de la tifoidea, ect. ó que sin" esta previa operación me meta á clasificar ó coordinar las fiebres en órdenes, géneros, espe- cies, variedades ect. Formando las especies como han pro- puesto Sydenam y Baglivi, yo formo individuos, y hechos particulares que podre cotejar y clasificar después con ven- taja; formando las clases, órdenes, géneros, especies, como ha propuesto la nosología metódica, yo formo abstracciones y hechos generales [que no es otra cosa la clasificación, es decir, que si Clasifico las fiebres antes de haber hecho la historia diagnóstica de cada una lo hago sin saber si son exactos y bien observados, bien formados é individuos los hechos particulares que son la materia de la clasificación. Por eso la nosología metódica ha sido clasificación de sín- tomas, de datos anatómicos, de lesiones hipotéticas, en su- ma de palabras y no de hechos clínicos completos, como lo demostraré ampliamente en el tercer volumen de la Nue- va Zoonomia. Estos principios de filosofía patológica estos gérmenes de verdadero progreso para la medicina práctica que nos legaron los dos campeones déla medicina moderna, Syde- nam y Baglivi, continuadores y maestros déla escuela Hi- pocrática, han sido tan desatendidos ó mal entendidos que desde Sauyages hasta nuestros dias no hubo patólogo que no clasificase á su modo las enfermedades, añadiendo á las anarquías antiguas anarquías nuevas, pues se clasificaron hechos antes de haberlos formado bien, es decir, sin una previa historia graphica et naturalis de los hechos clasifi- cados; se clasificaron ó formas seméióticas, ó lesiones anató- micas, ó entidades hipotéticas, no los hechos completos de la observación clínica; y el mismo Pinel malograba el pro- pio nombre de la nosografía médica que significa descri- cion histórica aplicándole el sentido de la clasificación no- sológica. Acaso de lo haberse desviado de esos simples y grandes principios de Sydenam y de Baglivi los modernos que fundáronla patología general, se ha derivado que la ciencia módica ha entrado en un falso camino, se han per- dido casi dos siglos en vanos estudios ó vanas formas de Ó DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ECT, 87 -ciencia, y que sea permitido repetir hoy con vergüenza las palabras de Baglivi—Jfactenus medicina curiosa ét nimia fiuit in inanibns, stupensct austera, in contení plañáis co- mentá-ndisque paucorum hominum operibus, lusciosa at- que hebes in investigandisnaturas et morborum effectibns.- Quamóbrem quid mirum quod antiquis adhuc cohíbita Ji- nibus, nil certi pronunciare raléatele^ consúmala morbo- rumhist-oria, necnon de ináicationihns, remedias, et pre- ceptis cuilihet illorum necesariis: sed magi-s magisque con- fundatur decrescat et quasi herealf [1] Pues bien, es tanta ia fuerza de la filosofía en medicina como en,todas las cieneias y artes, tan cierto es que los hechos de la observación son la base délos principios de la clasificación que la nosografía es la base de la nosología, que los hechos clínicos deben observarse y formarse bien antes de clasificarlos, que las ideas que proclamaron Sydenam y Baglivi como fundamentos de da nosografía médica, como eondueentesá formar los tipos clínicos, esas mismas ideas •■conducen á coordinar esos tipos clínicos según sus caracte- res especiales y propios de la causa próxima interna, con- ducen pues á formar los grupos naturales de la que en mi Nueva Zoonomía he llamado Nosología diagnóstica; es decir, conducen á bien elasifiearlos. Estableciendo en efec- to que la causa próxima interna, es el eje y el centro del tipo clínico, pues á ella se refieren las causas remotas parti- %\ex)\9>xe%\veheinentes constantesque á quibus producuntur] los signos diagnósticos [signa characierística cum historia prima earumdem?]; y las exigencias terapéuticas (masdendi methodus oportuna et stabilis) establecido que una especie ó tipo clínico debe distinguirse de otro en cuanto pertene- ce á distinto morbo primario es decir, á causa próxima dis- tinta, dps corolarios nosológicos, se siguen:—1? Que al formar un grupo nosología, un hecho general, un morbo primario, es preciso coordinar en ese mismo grnpo cuantas enfermedades ó formas morbosas tengan común la causa próxima interna p. e, naturaleza flogistica, irritativa, pe- riódica, tuberculosa ect. es decir que la causa próxima es el carácter verdadero y la base para clasificar dos morbos. 2? Que pudiendo una forma morbosa pertenecer á mor- bos primarios diferentes, debe distinguirse en tantas espe- JF, Praxis medica Lib. Io C. XI. 88 DOCTRINA NOSOLÓGICA cíes ó individuos, cuantas son las causas próximas que pue- den tener por base: p. e. flogosis, irritación, períodesís^ tu- berculosis, ect. (que son los morbi primarii de Baglivi); tanto en efecto vale el decir: Singuli quique morbi in tot species subdistinguantur quot suni morbi primarii á qui- bus fovuntur. Mi lector comprenderá muy bien que no es- este el lugar en el que yo esponga un plan general, un cua- dro nosoíogico de clasificación diagnóstica de todas, las en- fermedades humanas. Esto pertenece á la Nueva Zoono- mía en la que después de haber expuesto los principios que presiden á la formación histórica de los tipos clínicos, me valdré de la crítica nosográfica para escojer, depurar, comple- tar los que ofrece la experiencia agena y la nuestra para el fin'del diagnóstico práctico. Después de poder contarasí con tipos exactos deformación nosográfica procederé á la obra de clasificarlos, discutiendo previamente los princi- pios que presiden á la clasificación de los hechos, clínicos práctica y diagnóstica; presentando como aplicación de es- tos principios un cuadro general de nosología diagnóstica. Allí demostraré que todos los ensayos de nosología metódi- ca han resultado vanos precisamente por la r-azon de que anatómicos ó sintomáticos ó sistemáticos han tomado por base de su respectiva clasificación no el tipo clínico com- pleto, no el hecho individuo con la diagnosis práctica de su causa próxima interna,y que resulta clel conjunto de.todos los datos diagnósticos y atributos elementares de la enfer- medad, observados en sus mutuas relaciones; sino algún atributo aislado de la enfermedad, ó la causa remota, ó el síntoma mas prominente, ó la lesión anatómica, ó la fisio- lógica ó la patológica observada ó supuesta. Allí demostraré ademas que si noseha presentado todavía ensayo alguno de nosología diagnóstica es precisamente por la razón que hasta ahora han prevalecido en medicina los principios de filoiofía médica que la contrarían, y que conducen á los en- sayos vanos de la nosología metódica Allí demostraré fi- nalmente que los mejores materiales de la ciencia clínica, pertenecen á la nosografía y á la nosología diagnóstica cu- yos' principios han sido seguidos por tradición ó por instin- to por los mejores maestros; y que en los códigos del arte y en el campo de la experiencia podernos encontrar con que formar la una y la otra, guiándonos con la luz déla crítica nosográfica que deriva de la filosofía patológica antigua de* Ó DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ECT. 89 Hipócrates, de Boerhaave, de Sydenam y de Baglivi; y7 emancipándonos de las vanas vaguedades, indagines curio- sas, y cavilaciones sofísticas de la patología moderna, que mas conducen á disputar que á conocer y curar bien los morbos, así que hoy también diria el granSydenam:— lin- de est ut que hodie exercetur á logodedalis conficta confa- bulandi magis sit ars quam masdendi. (1) La sola cosa que puedo hacer- aquí, tratándose de des- componer el hecho complejo, genérico y espurio de la tisis pulmonar [porqué en él se confunden diversas enfermeda- des del pulmón] para reconocer cuales son los morbi_ pri- marii á quibus fovuntur, consiste en valerme del criterio diagnóstico de la pato-sintesis para reportar los elementos clínicos que se hallan confundidos en el tratado general de la tisis, á las causas próximas internas á las cuales pertene- cen como resulta de la nosología general diagóstica. Si s'on válidos los principios en virtud de los cuales he formado el tipo clínico de la tuberculosis pulmonar, este es un tipo completo porqué abraza todas las fases del proceso morboso, porque comprende la forma externa y la causa interna, por que descubre esa causa mediante las relaciones empíricas que tiene <¡pn todos sus datos diagnósticos, causas, sínto- mas, efectos morbosos, hechos terapéuticos. Si en virtud de los mismos principios descubriré que la tisis (ó periodo consuntivo) asi como es atributo y término de la tubercu- losis, puede serlo también de otras enfermedades pulmona res diversas de la tuberculosis por causas, síntomas, méto- do curativo y profilático [antes del periodo ulcerativo;] ha- bré fijado las diferencias clínicas de la tísispulmonar. So- lo asi demostraré que hacer el diagnóstico diferencial de la tisis tuberculosa con las demás tisis pulmonares notando los caracteres diagnósticos de cada enfermedad _ pulmonar no por un dato solo, no por un periodo solo, _ sino por el conjunto de todos, importa también el determinar las cau- sas'especiales de la tuberculosis, una vez que habremos vis- , to á cuales diferentes tipos se refieren las varias causas no- civas de la patología antigua. Prescindiendo de discutir por ahora los principios de no- sología racional con los cuales he formado los grupos de la nosología diagnóstica, y reservándome al tercer volumen de [1] Prefatio Op. Omn 90 DOCTRINA NOSOLÓGICA mi obra el campo en que probar que los grupos nosologl- cos asi formados tienen su-validez y su base en la experien- cia clínica, me limito aquí á afirmar que él estudio nosográ- fico de la tuberculosis pulmonar me dá derecho á conside- rarlo un tipo completo y distinto de los dema3 tipos de la nosología diagnóstica general en virtud de dos condiciones muy importantes que han sido desatendidas hasta,aquí tan- io en la formación nosográfica, que en la clasificación noso- lógica no diré solo déla tisis sino de todas las enfermedades humanas: es decir porque abraza todas, las fases del proce- so morboso, porque comprende el diagnóstico de la causa próxima resultante de los datos clínicos que le son peculia- res. La historia de la tuberculosis nos ha enseñado que ella tiene un periodo previo y dinámico, intermedio á la acción de las causas nocivas, y ala producción tuberculosa, periodo profilatico porque está todavía al alcance de las causas, pe- riodo patogénico porque decide de las fases consecutivas. Siá la historia de la tuberculosis quitamos ese periodo pre- vio y vital, le quitamos el periodo profilático y patogénico, el periodo que decide de los medios preventivos, el que nos descubre las eausas y la naturaleza del mal. La historia de la tuberculosis nos ha enseñado que el tubérculo es el ca- rácter pero no la causa de la enfermedad, y que hay una al- teración particular dé todo el sistema plástico favorecida y causada por ciertas circunstancias higiénicas, la que pro- duce el tubérculo. Y que esta diátesis sea una condición especial no resulta ya de una suposición gratuita sino de la eireunstancia empírica de tener ciertas causas remotas que la producen, ciertos síntomas-que la manifiestan, cier- tos efectos ya vitales, ya anatómicos, ciertas relaciones ya profiláticas, ya terapéuticas. Estas dos condiciones como se vé, tienen una importancia práctica inmensa porque al in- cluir en la historia de una enfermedad, el periodo previo, el periodo etiológico y profilático decide de la profilaxis y de la luz patogénica de que necesitan los periodos consecu- tivos. El incluir en \& historia de una enfermedad el diag- nóstico de su causa próxima especial, importa el valorizar ios datos diagnósticos que han conducidc á descubrirla, im- porta y conduce á determinar los medios terapéuticos su- geridos por la experiencia, y sancionados por la razón pa- togénica. Ahora de estas dos ideas normales brotan consecuencias Ó DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ECT. 91 muy graves respecto ala nosología diagnóstica en,general, y aquí mismo particularmente respecto al diagnóstico di- ferencial de la tisis tuberculosa: 1 ? Asi como no es per- mitido en el caso de la tisis tuberculosa decapitar ese tipo clínico quitándole el periodo previo dinámico y profilático, y comenzar su historia desde el hecho anatómico del tubér- culo, asi tampoco es permitido en el caso de la tisis infla- matoria decapitar ese tipo clínico quitándole el periodo de la flemmasia bronquial ó pulmonar, que mal curada decide del éxito tísico y ulceroso, y cortar la historia de la bron- quitis cuando empieza una fase eventual y condicional de la misma: y comenzar la historia de la ulceración pulmo- nar haciendo abstracción de la fase que la precedió y pro- dujo. 2 ? Asi como el periodo previo en la tuberculosa decide de la profilaxis especial y del éxito tuberculoso asi el periodo previo en la flogística decide de la profilaxis es- pecial y del éxito ulceroso, luego en todas, ese periodo pre- vio no es solo de capital importancia práctica sino que con- duce á medios profiláticos particulares. 3 ? Asi como la naturaleza dinámica del periodo previo en la tuberculosa, no impide que tenga si es descuidado efectos orgánicos, así también la naturaleza dinámica en el periodo previo, déla flogística no impide que descuidada tenga igualmente efectos orgánicos. 4? Asi como la naturaleza especial de la diáte- sis tuberculosa terapéuticamente hablando no se reconoce y no se cura cuando hay alteraciones orgánicas insana- bles, sino cuando está en sus primeros periodos fque ó son dinámicos ó de alteración orgánica incipiente ó circuns- crita; asi también la naturaleza especial de la diátesis in- flamatoria no se reconoce y no secura cuando ya hay altera-' ciones orgánicas insanables, sino en los periodos que las pre- ceden. Luego esos periodos previos son desisivos para la profilaxis como para la terapéutica; y si la terapéutica de esos periodos previos es diversa, porque relativa á causas próximas diferentes, esa diferencia terapéutica importa una diferencia nosológica de los morbos cuyo resultado común y final puede ser la ulceración pulmonar. El método nosográfico inspirado por la patología general {filosofía delanálísisy déla abstracción) ha conducido los pa- tólogos 1? á separar el estado orgánico de la tisis del esta- do vital que la precede: 2 ? á prescindir de la causa próxi- ma á la que se ligan todos los datos diagnósticos, y que es 92 DOCTRINA NOSOLÓGICA responsable del mismo éxito orgánico y ulceroso: 3 ? á con- fundir en un tipo espurio y común enfermedades que si bien tienen el mismo final y común desenlace la lesión or- gánica ó la tisis, difieren en el período vital y previo, y en la causa próxima que á ese corresponde, difieren en las can- sas remotas relativas, difieren en la profilaxis y terapética de ese período vital, previo y desisivo. El método nosográ- fico que yo he proclamado siguiendo los principios inmor- tales de Sydenam y de Baglivi se inspira auna filosofía me- dica que puede llamarse de lasintesis y de la inducción: de la síntesis, porque hace depender la validez ó integridad -de un hecho ó tipo clínico del comprenderlo en todas sus par- tes, y observar sus elementos en sus, mutuas relaciones, y en su conjunto: de la inducción, porque de esas relaciones empíricas, y de ese conjunto característico procede el diag- nóstico practico de la causa próxima ó naturaleza de la en- fermedad. Ese método conduce á tres resultados opuestos: 1 ? A considerar la fase orgánica y final de la tisis insepa- rable de la fase previa y vital, y formante una unidad un tipo clínico individuo: 2 ? A penetrar la causa próxima no de la lesión orgánica, que es un atributo y una fase de la enfermedad, sino de la lesión vital que precede y produce la lesión^ orgánica: y penetrarla con la guia délos datos diagnósticos que le pertenecen, sintomas, causas &. 3 ? A distinguir las varias tisis pulmonares, ó descomponer el tipo genérico de la tisis pulmonar en tantos tipos cuantas son las causas próximas relativas al periodo vital y previo que pre- cede y produce la lesión orgánica ó el ulcuspuhnonum. V ea- mos ahorasi este método es fecundo de útiles resultados pa- ra la doctrina nosológica de las tisis pulmonares, y el diag- nóstico diferencial profilático de la tuberculosis pulmonar. Si el ulcus pulmonum está connexo en vía de sucesión á á una bronquitis ó pulmonía franca pero desenfrenada y mal curada ó por descuidada sangría ó método calefaciente é ino- portuno, tendremos una forma de tisis pulmonar fiemmási- ca cuyas causas remotas son las que corresponden á la pul- monía ó bronquitis, y cuya profilaxis relativamente á la fle- inásia consiste en d alejamiento de las causas remotas; y re- lativamente á la tisis es la curación misma de la inflamación' ó pulmonar ó bronquial. Si el ulcus pulmonum ó tisis pulmonar es el producto de una irritación bronquial causada por la presencia de 0 DIAGNOSTICO DIFERENCIAL ECT. 93 cuerpos estraneos inspirados poco á poco, tendremos otra forma de ti sis pulmonar irritat iva ó traumática cuyas cau- sas remotas son la inspiración, depósito, y presencia'de estos cuerpos estraneos, y cuya profilaxis única consiste en no es- ponerse á ella, ya que una vez alterado el pulmón con su presencia en cierta extensión, no hay remedio. Si el ulauspídmonum ó tisis pulmonar deriva de la pre- sencia de los tuberculosos, tendremos la forma de la tisis pulmonar tuberculosa cuyas causas remotas son las que fo- mentan la tuberculosis, y cuya profilaxis consiste en alejar esas causas, y modificar terapéuticamente la condición mór- bida que es causa de la incesante y consecutiva producción de los tubérculos. Si el ulcus pulmonum ó tisis pulmonar es connexa á la diá- tesis ó vicio escrofuloso tendremos la tisis pulmonar escro- fulosa, cu}-as causas remotas son las de la diátesis estrumosa, y cuya profilaxis respecto á esa diátesis consiste en alejar las causas, y respecto á la títis consiste en la curación de la misma condición escrofulosa. oí el ulcus pulmonum ó tisis pulmonar está ligada á una condición sifilítica [venga con forma de tisis traqueal, la- ríngea,© pulmonar, poco importa] tendremos la tisis pulmo- nar sifilítica, cuyas causas son las propias de la sífilis, y cu- ya profilaxis consiste no tanto en alejarlas, cuanto en la cu- ración que corresponde á la condición sifilítica. Si el ulcus pulmonum, ó tisis pulmonar es el eventual desenlace de la diátesis escorbútica, tendremos la tisis pul- monar escorbútica cuyas causas remotas son las del escorbu- to, y cuya profilaxis consiste no solo en alejar las causas, cuanto en la curación específica de la diátesis escorbútica. Si el ulcus pulmonum ó la tisis pulmonar es la conse- cuencia ó de vicio orgánico inefente á la raquitis, ó de le- siones mecánicas inferidas al tórax, tendremos la tisis pul- monar orgánica ó ístrumental cuyas causas remotas son las relativas á la fisica conformación del tórax y libertad del aparato pulmonar, y cuya profilaxis, si alguna cabe, consis- te en prevenir ó curar esos vicios de conformación oi'gánica. Si el ulcus pulmonum ó la tisis pulmonar aparece ser el efecto [no la causa] de emoptoe,bien sea de congestión idio- pátiea, bien sea vicaria de alguna emorragia suprimida, ten- dremos la forma de la tisis pulmonar emorragica cuyas cau- sas remotas son las relativas á la emorragíá pulmonar ó 94 DOCTRÍNA NOSOLÓGICA idiopática ó sintomática, y cuya profilaxis consiste en ale- jar dichas causas y modificar sus consecuencias en el órgano pulmonar. . Si el ulcus pulmonum o 1# tisis pulmonar es coanexa con la condición psorica ó con la erpética,tendremos la tisis pul- monar escabiosa ó la erpética cuyas causas remotas son las relativas á esas condiciones mórbidas, y cuya profilaxis es también relativa á la prevención y á la terapéutica dehesas dos enfermedades distintas. Si el ulcus pulmonum ó la tisis pulmonar aparece el re- sultado de una innervacion pervertida como en el histeris- mo, la hipocondriasis, la clorosis, la nostalgia, tendremos va- rios tipos de tisis pulmonar nerviosa cuyas causas remotas son las relativas á esa innervacion pervertida, y cuya profi laxis consiste tanto en alejarlas cuanto en curar la nevrósis á la que está connexa. Si por último el ulcus pulmonum ó la tisis pulmonar apa- rece el resultado de alguna metástasis umoral ó funcional ó de alguna impetigo cutánea, ó de algún esantema agudo, sarampión, viruela, escarlattina, &. tendremos varios tipos de tisis pulmonar metastática y discrasica, cuyas causas re- motas corresponden á los especiales morbos primarii. cuya profilaxis preventiva y terapéutica es también relai á cada uno de ellos. De todas las formas de tisis que figuran en ese prospec: la tuberculosa es sin duda la mas frecuente en la práctie no ya porque eso resulte de la observación anatómica, sino de la razón y de la experiencia clínica; pues las causas re- motas (ó las violaciones mas comunes de las leyes de la vi- da) son las q'rte enjendran la diátesis tuberculosa, y las menos comunes son las que enjendran las demás formas de tisis pulmonar. Hay ademas otra razón por la que la tisis tuberculosa ó sea ó aparezca la mas frecuente,y es cpue puede complicarlas todas. En efecto, dada una predisposición ó hereditaria ó congénita ó aun adquirida á la tuberculosis, y que por la insistencia de ciertas causas nocivas ya se desar- rolle el estado dinámico y latente que llamamos diátesis ó caquesia tubercular, si sobrevienen otras causas nocivas ca- paces de ofender el pulmón ó con la flogosis, ó con la irrita- ción, ó la sífilis, ó vicio orgánico &. no es extraño ni para la razón ni para la experiencia que por una parte tenga lu- gbr la enfermedad particular que es propia de la flogosis, Ó DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ECT. 95 irritación, &. con el resultado final y orgánicoyde la ulce- ración pulmonar, como sucedería en todo individuo libre de semejante predisposición á la tuberculosis; y que por otra parte se precipite el proceso tuberculoso y se complique, manifestándose así tanto por la complicación de los sínto- mas, como por las dificultades déla curación, como por las alteraciones anatómicas. Quizás esta idea esplique el enig- ma que muchas Veces se presenta en la autopsia de un tísi- co: que las alteraciones anatómicas ó no son las que corres- ponden á la sola tuberculosis ó no dan una suficiente razón de la marcha de la enfermedad, de las causas,, de los sínto- mas, de la muerte. Es preciso dejar al tiempo, á la expe- riencia, al progreso de la nosografía y de la misma anato- mía patológica, estudiada en relación con tipos clínicos bien caracterizados, la tarea de confirmar quizás de fecundar esa idea. Lo que si conviene y se puede desde ahora es bus- car los criterios que sirven de fundamento á las diferencias prácticas de la tisis pulmonar que he presentado, y que con- sidero desnudas de toda complicación tuberculosa. Qué cosa es la tisis pulmonar flegmásica? ó la que pro- cede de la bronquitis, traqueitis, pulmonía, pleuritis mal cu- radas, aunque fi-ancas, y en persona sana y nada tubercu- losa? Es una lesión pulmonar debida a flogosis previa exe- siva que consiste en induraciones, eoalitos, ulceraciones, que alteran profundamente la ematosis y la circulación, y que acaban con la vida sin que la anatomía descubra tubérculos, ó quesi.á veces descubre algunos pocos como complicación, no pueden dar razón del éxito infausto. Y tan cierto es que á esa flogosis previa exesiva es debida esta lesión pulmonar 1 ? Que á la verdadera pulmonía corresponden solo las causas remotas indicadas por Borsieri y por Hufeland, y no las demás, como el frigus calore repente suCedens, ictus, con- tusiones, vulnera, estranea in asperam arteriam delapsa todas causas de la tisis en cuanto lo son de la pulmonía. 2 ? Que la misma tisis depende de la pulmonía mal cura- da por frecuentís-simain hispostremis vence sectionis ommis- ■ sio 3 ? Que la anatomía descubre en estos casos las lesiones que hé indicado y no la presencia de los-tubérculos. 4 ? Que si la flogosis pulmonar exesiva/ es decir un proceso vi- tal previo es responsable del éxito infausto, la profilaxis higiénica y terapéutica tiene relación con los medios higié- nicos y terapéuticos propios de la inflamación pulmón ai*- 96 DOCTRINA NOSOLÓGICA Luego es claro que por el conjunto de los datos ó criterios etiologicos, semeióticos(relativos al proceso previo y flogís- tico, no á los del 3 ? estadio); pronósticos, y anatómicos; y al fin terapéuticos y profiláticos [relativos al proceso vital y previo] es Claro digo que la tisis flegmásiea es un tipo dis- tinto de las demás enfermedades ó tisis pulmonares. Qué cosa es la tisis writatíva ó eteropática producida por la presencia de substancias extraneas, polvos de ardesia, de fierro & ? Es una lesión permanente del órgano pulmo- nar por eteropatía, por concreción y presencia de cuerpos extraños é irritantes [1] que si bien se parece á las otras tisis por los signos del último estadio, es pero grandemente diversa en sus causas, éxitos, y medios profilátieos. Esta forma nada tiene que hacer con la tuberculosis, y ataca los individuos por sanos que sean, y acaba con «u vida á una época vital prematura, siempre que el organismo, se expon- ga á esta inspiración funesta y continuada de cuerpos ex- traños; ni es posible sanarla porque no es posible despojar el parenquima,pulmonar de esas concreciones innaturales, al paso que es posible prevenirlas; y por último la anato- mía que descubre en estas lesiones suficiente causa de la tisis y de la muerte, no encuentra tubérculos. Qué cosa es la tisis pulmonar tuberculosa? Considerada en su tercero y aun en su segundo estadio se parece á la tisis flegmásiea y álairritativa porque depende de la presencia y ulceración de los tubérculos, y por consiguiente de una le- sión análoga en el tejido pulmonar, es decir local, orgánica, y mas ó menos incurable. Pero considerada en el conjunto de toda la enfermedad, en relación con el proceso mórbido vital que la precede y la enjendra, es decir con la diátesis tuberculosa, es una enfermedad inmensamente distinta de la una y de la otra, por causas, curso, índole, método profi- lático y terapéutico, y resultados anatómicos. En efecto, el [1] La presencia de estos cuerpos extraños en las cellulas pulmona- res puede dar el aspecto de tubérculo á lo que no es tubérculo, como lo advierte Craigie diciendo: ''Thus Dr. Home mentions that á speci- "men of this kind of tubercle ocurríng in á hewing-mason, -.vas pre- "sented en 1838 to the Anatomical Society, in wich it was found that "in the centre of each tubercle was contained á grain of sand o** ear- i!thy matter, asertained to consist of silica and carbonate of lime, and '•wich had nodoubt been, inhaled, and gave rise by mecanical irrita- ción to cronic inflamation in the end of bronquial tubes. Practice of Phisic. Ó DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ETC. 9? «estado fiogístieo que pertenece á la pulmonía es local por asiento, causas, síntomas, y alteraciones anatómicas, apesar de la reacción febril, y de la diátesis inflamatoria de la san- gre [que son secundarias, como en toda flemmasia;] y de la. eficacia de la sangría, y de remedios dichos generales. Local también es la tisis irritativa si se atiende á sus causas, síntomas, y lesiones anatómicas, á pesar de los síntomas ge- nerales consecutivos emaciación y fiebre lenta. Pero el pro- ceso vital que enjendra los tubérculos es bien lejos de ser local, pues la diátesis tuberculosa que precede y produce el desarrollo de los tubérculos es un desorden costitucional de todo el sistema assinñl^tivo; las causas remotas que lo afec- tan no atacan al pulmón en particular sino toda la vida de nutrición, los signos que lo manifiestan aunque oscuros no se refieren al pulmón sino á todas las funciones de la vida plástica: y con frecuencia sus efectos [la creación de tubér- culos] tienen lugar no en e! pulmón solamente sino en el hígado, en el mesenterio, en el cerebro, en todas partes. Y este desorden de la vida plástica que se llama diátesis tu- berculosa lejos de tener un genio flogístico parece tener un genio opuesto, es decir, falta de buena asimilación, y de plasticidad por falta de buenos elementos orgánicos sumi- nistrados por él conjunto de alimentos, aire, calor, y acaso defecto de acciones escrementicias. Y ese carácter de debi- lidad y de impotencia en los actos de la vida plástica, esa ausencia y negación de carácter flogístico no lia sido atri- buido por los clínicos solamente^al estadio latente y previo de la tuberculosis, pero el sumo Graves lo atribuye también al mismo segunde y tercero estadio. Y tanta es la concordia de los clínicos en ese punto importante de patogenia que ademas de convenir tocios en la influencia de las"causas re- motas que he indicado arriba, y en la profilaxis higiénica que inspiran, todos también proponen ahora un tratamien- to que corresponda á la idea de mejorar y restaurar la assi- milacion orgánica como lo demostraré en otra parte. Qué cosa es la tisis pulmonar escrofulosa7: Es una flogo- sis pulmonar con ulceración inerente á la diátesis estrumo- sa, asi como la lesión de los tubérculos es inerente á la día tesis tuberculosa. Luego entre ambas existe una grande ana- logía, y tanta que no causa admiración que algunos patólo- gos como Turnbull, Graves, Contin consideren la una como forma de la otra; es decir la misma cosa, hasta al punto que 7 • 98 DOCTRINA NOSOLÓGICA Graves asegura que une despremieres manifestations deltó censütution scrofuleuse o'est laformation déla matiere tu- berculense, sino también que toutes les formes dephtisie de- pendent de Üinfiammatíon scrofuleuse des poumons [I]. Y la analogía es muy grande si se considera que tanto la una tisis como la otra es la manifestación secundaria y local de un vicio, de una diátesis, de una condición mórbida cons- titucional, que también "la disposición escrofulosa es here- ditaria, que es manifiesta por cierto tipo visible y cierta r imperfección de las funciones de la vida, que también deja fuerte sospeeha de propagación por contagio; y que parece consistir en un profundo desorden de la vida asimilativa.* Sin embargo, si se compara el cuadro de las causas remotas que por testimonio de los mejores patólogos corresponden á la diátesis escrofulosa y á Ja tuberculosa; (2) si se considera que el asiento especial del morbo escrofuloso es el sistema linfático y la linfa; que Se manifiesta con los caracteres no tanto de una discrasia cuanto de una flogosis específica y pertinaz, que asume ''as formas de las varias flegmasías; splénitis; epatitis, etc. de los tumores"glandulares, de ofla- mías, otitis, bíennoreas crónicas, enfermedades cutáneas, fis- conias, tabes mesentéricas, induraciones, escirros, ulceras in- dolentes, espina ventosa, caries, y finalmente el cretinismo; si ce considera que el método curativo propio de la escrófu- la p'r ©filático y terapéutico en todas estas formas no es el que es propio ele la tuberculosis; si se considera finalmente lo que afirma el mismo Graves que cuando la flogosis escro- fulosa, ó con forma de bronquitis ó de pulmonía produce la ulceración y la muerte, el anatomía jamás descubre rastro de tubérculos, si bien tiene causas, síntomas, éxitos especia- les y diversos de la bronquitis y pulmonía común y since- ra; uno adquiere el convencimiento de que una diátesis di- fiere mucho de la otra, y que puede haber una tisis ó lesión pulmonar incurable por vicio ó diátesis escrofulosa. A su lugar, es decir, tratando de la patogenia déla tuberculosis tocare de nuevo ese punto importante: sin embargo haré notar desde ahora, es decir después de haber constituido el tipo distinto de la tisis flegmásiea, y déla irritativa,c{\\el& opmion de Graves cpie la escrófula es la base de todas las. ti] Op citada, i , £2] Hufeland, Monteggia, Gintrae, Puccínotti etc. \ 0 DIAGNOSTICO DDTERENCIAL ETC. 99 tisis, aparece sistemática y no el producto de una imparcial apreciación de los hechos. Si lo que he dicho respecto á varías formas de tisis no bastase para confutar esa singular doctrina de Graves, ven- dría en buen punto el hecho de la tisis pulmonar sifilítica, tipo clínico que no han admitido solamente los antiguos Morgagni, Sauvages, Svediaur, Morton, Portal, Gravy, Sto- kes, el Musitano, Astruc y el Saucerotte: sino los modernos Sediliot, Lemire, Gulierier, Lameau, Bard, Mackcharty, Lebert, Kicord, Yigla, Demarquay, Gibert, Galligo [1] Delpunta. y otros muchos. Si pues es cierto que una condi- ción mórbida tan especial como la sifilítica, tan diferente (en su naturaleza, causas, síntomas, éxitos, remedios) de la diátesis escrofulosa, puede producir una lesión ó tranqueal, ó laríngea,- ó bronquial, ó pulmonar que llegada á cierto punto tiene todos los caracteres de la tisis pulmonar; si es cierto que eota íbr.na de tisis sifilítica cede al mercurio y otros medios anti-sifilíticos y no á otro método curativo; si es cierto que la anatomía ha descubierto en esos casos gomas, induraciones, infiltraciones mujT diferentes de los verdade- ros tubérculos, y mas bien propios de la sífilis, tenemos la certeza de que la tisis pulmonar sifilítica por causas remo- tas, por síntomas [se entiende del proceso morboso previo,] por resultados anatómicos, por intima naturaleza del mal, y por tratamiento, constituye un tipo clínico enteramente distinto de todos. Asi como la diátesis"escrofulosáó la sifilítica pueden tener, por condiciones especiales del pulmón el desenlace de la ti- sis pulmonar,, asi mismo puede tenerla la diátesis escorbú- tica y producir la tisis inherente á la úlcera escorbútica de los pulmones. Por consiguiente, esta forma será análoga á la escrofulosa, á la tuberculosa, y á la sifilítica, en cuanto la tisis ó lesión pulmonar, es local y secundaria, ó ligada á Una condición diatésica ó constitucional; pero tan diversa de todas en cuanto la diátesis escorbútica, por causas, por síntomas, por éxitos, por tratamiento, en suma por íntima naturaleza es un tipo especial, y se diferencia de todos, y por consiguiente exije medios profilátieos y terapéuticos particulares. El ulcuspulm,o?ium ó tisis pulmonar puede derivar tam- (1[ Trattato teórico práctico delle malattie verteree. 100 DOCTRINA NOSOLÓGICA bien de vicio orgánico ó por congénita y desgraciada cotí" formación del tórax que comprima estreche el órgano pul- monar, ó por vicio raquítico que conduzca áese mismo re- sultado, ó por heridas ó lesiones mecánicas que causen un desorden en la estructura ó relaciones funcionales del pul- món. En el caso de la raquitis es acaso materia de duda y de futura verificación si la tisis es de genio tuberculoso, ó deriva de crónica flogosis común hecha insanable por la material disposición cíe la caja torácica. En los casos de he- T ridas ó lesiones que hayan afectado en modo mecápico la estructura de los pulmones y la libertad de sus actos y re- laciones, no hay que ir á buscar en la tuberculosis la expli- cación de la inflamación crónica, ulceración, tisis, y muer- te. Pues tratándose de un órgano de tanta importancia vi- tal como el pulmón, al que está entregada la ematosis, y en parte la depuración de la sangre por la exhalación bron- quial; y por cuyo parenquima circula toda la sangre para rehacerse, no es estraño que un vicio orgánico, una falta en su integridad y continuidad, tenga por resultado la infla- mación crónica que representa una protesta impotente, una tentativa incesante del proceso flojístico de subsanarla y quitarla. El aforismo hipocrático á sanguinis sputu puris spu* tum malumiio siempre ha sido interpretado en el sentido que el emoptoe sea ya el efecto de aquella misma condición tuberculosa que se manifiesta después con la secreción pu- rulenta. Jso han faltado patólogos que han pensado que alguna vez la tisis pulmonar es el efecto de la emoptoe mis- ma, es decir de aquella congestión vascolar [sea cual fuere el origen de ella) que ha producido una desenfrenada emor- ragíá, ó de la lesión permanente que ha dejado en la muco- >■ sa bronquial la congestión ó la roctura de muchos vasos ca- pillares. De este concepto ha derivado el tipo clínico de la tisis pulmonar emorrágiea que si tiene alguna importancia en patología es por la parte profilática relativa á su primer estadio: es decir el deber que impone de enfrenar el estado pletórico, de prevenir las congestiones bronquiales y las emorragias con oportuna sangría, dieta, derivaciones, y so- bre todo impedir que sean vicarias de la mestruacion y de otras emorragias abituales. lío es cuestión de humorismo ó de dinamismo de si la mu- cosa pulmonar puede enfermarse con síntomas de bronqui- 0 DIAGNOSTICO DIFERENCIAL ETC. 101 tis crónica ó ulceración á consecuencia de un esántema cu- táneo, retropulso, como la sarna, ó el herpes: es cuestión de observación clínica; y si es cierto el hecho, cierto el hocpost hoc, cierto que, sea cual fuere la causa de la metástasis, la enfermedad pulmonar tiene lugar, y toma el carácter de ti- sis, que previniendo la metástasis prevendremos también el desarrollo de la tisis, que solo con atender á la causa «¡ psórica ó herpética podremos prevenir su desarrollo, y sus funestas Consecuencias, tendremos el derecho de admitir los tipos clínicos de la tisis pulmonar psórica, y de la herpe- tica. Ciertamente no faltará quien ponga en duda si existe ó si puede existir el tipo clínico de la tisis pulmonar neuró- tica, y diga que si bien es cierto que los nosógrafos citan la hipocondriasis y el histerismo como causas remotas de la tisis pulmonar, estas pueden serlo de la simple tuberculosis; ó que la nevropatia si es idiopática puede complicar la tisis, sea cual fuere; ó si es sintomática puede solo observarse en algunos casos, es decir con individuos histéricos, é hipocón- dricaos; y que se hace difícil comprender como un vicio en La innervacion puede causar en la vida plástica del pulmón la lesión propia de la tisis pulmonar. Yo estoy muy lejos de despreciar estas dudas, y antes creo cpie deben someterse á nueva observación clínica y anatómica los casos de tisis pulmonar que parecen tener por base el testimonio de los antiguos, y del mismo Laenec que mientras borra todas las diferencias clínicas de la tisis pulmonar dice: Jepense (que Vonnedoit admétre aucune autre espece dephthisie pul- monairesi cen^ est la phthisie nerveuse. ou le catarho simu- ^ lant la phthisie tuberculeuse. Creo ademas que la misma ra- zón patológica conduce sino ácomprender almenes á admi- tir el hecho de la tisis pulmonar nevropática. Las relaciones simpáticas entre el sistema plástico pulmonar centro de la ematosis y de la circulación y el sistema nervioso son tan grandes, que asi como se observa alguna vez un tremendo delirio desarrollarse en medio de la consunción de los tísi- cos, asi pervertida en ciertos casos profundamente la inner- vacion animal como en la nostalgia,la hipocondriasis, la herotomanía, y el histerismo, se resiente en especial modo el órgano pulmonar y presenta los caracteres de la bronqui- tis crónica, y de la tisis. Acaso por análogo mecanism o vi- tal y por razón de consenso [quizás del concurso tam bien r 102 DOCTRINA NOSOLÓGICA de la falta de nutrición, de sueño, y de fuerzas] acontece la tisis pulmonar por lactación muy prolongada desproporcio- nada y violenta, por venus prematura y exesiva, ó mastur- bación, ó por crónica inflamación en los brazos; sin que por eso pueda asegurarse que se trate de tisis tuberculosa. En efecto, asi como Zimmermaan asegura haber visto disipar- se la tisis en un joven nostálgi o, tan luego se le dio la es- peranza de volver á la patria querida, asi como se disipa la tisis en un infeliz erótico -ó en una histérica que llega ársa- tisfacer su pasión, asi se ha visto suspenderle y disiparse sus síntomas en la mujer 5que'ir¡':,< rrumpe una lactación im- prudente, ó en eljóvcr. que atiere.no retrocede del templo de Yenus, y desvanecerse una tisis ya iniciada, tan luego se amputó el brazo an.uilozado. y asiento de ulceración cró- nica. (Eso lo he visto yo en Genova siendo estudiante de medicina.] Y si estos hechos son ciertos, y si la tisis en es- tos casos puede precaverse y curarse con alejar una causa consensual y nerviosa de ella, no solo queda en ellos exclui- da la idea de complicación tuberculosa, sino que resulta puesto en evidencia el tipo clínico de la tisis pulmonar ne- vropática. Asi como en el tipo clínico que acabo de indicar, la en- fermedad aparece el efecto de una difusión simpática, hay el otro tipo de la tisis pulmonar meíasiática ó discrasica que parece derivar de un consenso inverso ó de antagonis- mo; pues comienza el trabajo mórbido en el pulmón cuan- do ha acabado en otras partes consensientes. Por cierto que aun en esta forma de tisis pulmonar que aparece á conse- cuencia de la viruela, serampion, miliar, escarlatina que no han tenido su esternacion y terminación regular, cabe la du- da de si la irritación producida por los respectivos conta- gios, y difundida al pulmón bajo la forma de una bronqui- tis ^ sub-aguda, haya despertado el desarrollo de la tubercu- losis en individuos acaso predispuestos á'tenerla [ en cuyo caso los esantemas á que aludo no serian mas que causas ocasionales de la tuberculosis); ó si constituye una inflama- ción específica, una especie de esantema interno de difícil sanacion ó derivación, y con el triste desenlace de la ulce- ración tísica y de la muerte. Iguales consideraciones, son aplicables á la tisis connexa con la tos conyulsiva ó coque- luche. Esta reflexión y las que la preceden, y ese mismo diag- > O DIAGNOSTICO DIFERENCIAL ECT. 103 nóstico diferencial de la tisis tuberculosa, ó el cuadro que he trazado de las diferencias clínicas y profiláticas de la tisis pulmonar, nuevo en medicina como es nueva ó renovada la filosofía patológica que he proclamado, manifiestan que si la patología de la tisis se halla en la mayor confusión gra- cias al método nosográfico inspirado por la patología gene- ral, que ha fundido^en un tipo clínico común artificial y es- purio muchas enfermedades muy distintas, hay una impe- riosa necesidad de salir de ese caos, y que cabe una grande, noble, difícil é inmensa tarea [sumamente útil á la ciencia y á lahumanidad) á la Sociedad Nosográfica que yo he au- gurado á la Medicina y á la Italia. [1] Si ya en tres oca- siones, ó tratando de las diferencias chuicas de la disente- ria [2]; ó tratando de la patología de la anemia hidiopática f 3], y ahora tratando la doctrina profilática de la tisis pul- monar tuberculosa, he demostrado que en los tratados no- sográficos se hallan confundidos en tipos complejos y espú: ríos, los elementos clínicos y diagnósticos de enfermedades distintas, y casi sin valor diagnóstico y patogénico y por consiguiente profilático y terapéutico; y simpara salir de esta confusión he demostrado no haber otro camino que el tra- bado por Sydenam y por Baglivi, que es el método clínico de la escuela hipoerática, espero que mi voto tarde ó tempra- no será cumplido. Entonces todos los materiales de la me- dicina práctica serán sometidos al crisol de la crítica noso- gráfica, los hechos serán observados y verificados nueva- mente, y las dudas que he indicado tendrán una solución satisfaetoria mediante una severa y oportuna observación clínica y anatómica* De este prospecto nosológico délas diferencias clínicas de la tisis pulmonar brota una reflexión mas importante to- davía, y que toca á la doctrina profilática de todas esas for- mas de tisis, y especialmente de la tisis tuberculosa. Los no- sógrafoshan admitido aunque en modo vago y perplejo esas diferencias clínicas como lo demuestra el quidquidpulm,o- (1) En el 2. ° volumen de la Nueva Zoonomia, y** particularmente en el 3. ° en el que suministraré los elementos para llevar adelante una idea que el mismo gran Baglivi había propuesto envano. [2] De la naturaleza y diferencias clínicas de la disenteria para deter- minar el uso del calomelano: tesis propuesta por la Sociedad Médica de Lima. [3] Della trasfusione del sangue considerata come eroico rimedio dell'ane- Biia idiopatica. 104 DOCTRINA NOSOLÓGICA nes adnexasque parles obstruit, distendít, laxaí, imtaL inflammat etc. del inmortal .Borsieri, es decir el concepto- de la tisis en general. Sin embargo de confesar así que este concepto abraza enfermedades diversas de origen, de cau- sas, y de genio, han hablado de sus periodos, primero, se- gundo y tercero como fuese un tipo clínico siempre idéntico y único. Ahora trazado este prospecto es permitido pre- guntar: cual es el primer período de cada una de esas enfer- medades pulmonares de las cuales la tisis es el resultado co- mún y final, período previo en el cual tiene alguu valor- práctico la profilaxis y la terapéutica? Acaso» también es idéntico en todas asi como lo es el segunde y el tercero? Un examen riguroso de ese mismo prospecto nosológico-- nos conduce á dos consecuencias importantes. 1.a Nos con- duce á establecer que el primer periodo de la tisis debe en- tenderse aquel que prepara la lesión insanable de los pul- mones, pero que todavía dá margen á los medios profiláti- cos y terapéuticos: 2.a Que este primer período no es idén- tico en las diferentes formas de tisis pulmonar; sino «nulti- forme y exije especiales medios profiláticos y terapéuticos en cada una de ellas. En la tisis flegmásiea en efecto podemos considerar co- mo primer estadio la condición fiogística del pulmón o de los bronquios que prepara é inicia la lesión insanable ulce- rosa y orgánica de la tisis, y es por cierto resolviendo y curando bien la condición fiogística que podemos prevenir el triste desenlace de una ulceración insanable. En la tisis irritativa ó producida por la aspiración y depósito de cor- púsculos estraneos, podemos considerar como primer esta- dio aquel principio ó primer grado de irritación pulmonar que acaso puede limitarse ó contenerse con variar de hábi- tos higiénicos y de oficio, y abstenerse de aspirar corpúscu- los irritantes. En la tisis tuberculosa podemos considerar como primerestadío lo eme se llama de la caquesia ó diáte- sis tuberculosa, es decir aquel estado mórbido de la consti- tución que prepara y que produce la materia tuberculosa: diátesis que puede existir sin todavía ese producto mórbi- do, y que aun puede limitarse cuando ya^ha comenzado, y está circunscrita esta producción tuberculosa. El hecho es que en ese primer estadio ó de caquesia sin tubérculos, 6 con tuberculización incipiente caben los medios profilátieos? Ó DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ECT. 105 aptos á prevenir los pasos ulteriores y funesíos de la enfer- medad, y esos medios son como veremos muy diferentes de los que corresponden á la forma flegmásiea y á la irritativa. Las mismas reflexiones son aplicables á latisis escrofulosa, pues podemos considerar su primer estadio aquella diátesis escrofulosa que prepara el desarrollo fatal de la lesión tísi- ca, y curando la cual en tiempo oportuno, y con los medios profilátieos y terapéuticos que le son relativos, también se puede prevenir el desarrollo del mal; si no nó. Es la tisis si- filítica podemos considerar su primer estadio la época de la enfermedad en que se inicia la lesión pulmonar, pero que todavía puede dominarse con los medios anti-sifilíticos, Lo mismo exactamente podemos decir respecto á la tisis pulmonar escorbútica pues si tanto en ésta como en la sifi- lítica, ya han surgido ulceraciones y desorganización^ in- sanables, y rebeldes á los medios específicos de curación, tendremos el segundo y el tercero estadio, sinónimos de la consunción coliquativa y de la muerte. En la tisis orgánica por vicio instrumental casi puede decirse que no hay pri- mer estadio si se eceptúa el caso de la raquitis en que toda- vía una curación oportuna del mal puede prevenir las ma- las conformaciones del tórax que de él se derivan. En la tisis pulmonar emorrágica podemos considerar su primer esta- día la época en que las causas remotas todavía están ope- rando y no se han efectuado lesiones vasculares insanables en el pulmón, y todavía el mal está al alcance de los medios profiláticos relativos. Lo mismo podemos decir respecto á la escabiosa y ala h&rpética, y á los varios tipos de la tisis metástatica y discrásica y nevropática. He aquí pues que las diferentes formas de tisis pulmonar que en su segundo y tercero estadio se confunden casi en una forma común y uniforme, porque tienen también por base una lesión común y uniforme la ulceración y desorga- nización del pulmón, en su primer estadio, en el estadio mas precioso porque es curable y es al alcance de los medios pro- filáticos y terapéuticos y en que no se trata de lesión orgáni- ca todavía sino de lesión dinámica que la prepara, y que descuidada conduce á la lesión orgánica, en su primer esta- dio digo se diferencian inmensamente. En efecto mientras el primer estadio en la flegmásiea está circunscrito á pocos dias preciosos y decisivos en losque ó se opera ó no se opera. la resolución de la flogosis; en la escrofulosa y en la tuber- 106 DOCTRINA NOSOLÓGICA enlosa representa á veces años enteros de una condición mórbida que puede modificarse y retroceder, ó puede con- vertirse en una lesión insanable. Mientras en la flegmásiea lo que puede prevenir la lesión orgánica es el método anti- flogístico relativo, en lu tuberculosa y en la escrofulosa ese mismo método sería inconveniente, pues és notorio que los medios higiénicos, aire puro, buen alimento, ejercicio, lim- pieza, abrigo, templanza es lo que conviene á la^diatesis tu- berculosa, y que todo esto por desgracia no basta en la diá- tesis escrofulosa. Mientras el primer estadio de la tisis irri- tativa casi no puede definirse, y su profilaxis consiste en ale- jar la inspiración de corpúscolos irritantes, en la sifilítica y en la escorbútica tiene una época definida y ya es indepen- diente de las causas remotas, y solo puede prevenirse la le- sión orgánica con los medios específicos ó antisifilíticos ó an- tiescorbúticos que ninguna relación tienen tampoco con la flegmásiea ó tuberculosa ó extrumosa. Las mismas refleccio- nes son aplicables á las demás formas de la tisis, y permiten establecer que en cada una el primer estadio es distinto y especial por el euadro semeiótico, por las relaciones etioíó- gicas, por el cuadro pronóstico, es decir, el curso, duración y efectos de la enfermedad; y finalmente por los medios pro- filátieos y terapéuticos que le pertenecen. Todas las formas i de tisis pulmonar tienen si se quiere tres"estadios: el prime- ro representa una condición dinámica en cada una distinta de síntomas, de curso, de causas, y de genio, y que de con- siguiente exije especiales medios profiláticos y terapéuticos. El segundo representa el iniciarse de una lesión orgánica que el arte á malas penas puede limitar, y queavansando con- duce á una desorganización insanable. JÉ1 tercero estadio re- presenta este último y fatal desenlace, y el agotarse de las fuerzas vitales en esta lucha suprema. Es remarcable que todas las tisis pulmonares llegadas á ese término el segundo y tercero estadio que representan los primeros y últimos pa- sos de una lesión orgánica, todas digo se parecen y casi se confunden en un cuadro común. A donde no se confunden, adonde se distinguen por causas, por síntomas, por la mar- cha, por los medios profiláticos y terapéuticos es en el pri- mer estadio: así que puede establecerse que el primer perío- do déla tisis, el período dinámico, el período que precede y que produce la lesión orgánica, eí período que está en rela- ción con las causas remotas y con los medios profilátieos, ese Ó DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ECT. 107 período dá derecho al patólogo de fijar las diferencias clíni- cas ó profiláticas de la tisis pulmonar. Aunque el diagnóstico diferencial de la tisis pulmonar que he trazado, tenga su base en lapatología de Borsieri, y sirva en cierto modo á dar cuerpo á ideas practicas qué allí se en- cierran como en jérmen; aunque indique claramente el mé- todo quizás único con que podemos salir del caos nosográfi- co en que nos ha metido lapatología general, y llegar auna distinción verdaderamente práctica de las enfermedades hu- mabas, y á una historia diagnóstica tan verdadera como fe- cunda de cada una de ellas; aunque finalmente el diagnós- tico diferencial que he trasado no solo se funda sobre dos ideas buenas sino que tiene una importancia real en la prác- tica porque importa que las medidas profiláticas y terapéuti- cas no sean vagas y generales sino especiales y relativas á las diferencias esenciales que he indicado: preveo sin em- bargo la objeccion con que ó clínicos ó anatómicos intenta- rán rechazar la doctrina nosológica que he presentado. Die- ran los clínicos que el médico se le llame á curar no á preve- nir, y que obligado á ocuparse del diagnóstico y curación de la tisis pulmonar debe circunscribirse á la tisis misma, á la. lesión ulcerativa independientemente de la causas que la han producido. Dirán los anatómicos que sea cual fuere la génesis déla lesión orgánica, esta es el punto de partida es- perimental que nos queda y que á ella debe circunscribirse la patología para no entrar en el caos de un vitalismo oscu- ro é insondable. Que aunque sea cierto que dé un bronqui- tis, por ejemplo puede derivar la ulceración tísica anatómi- camente distinta de la tuberculosa, la bronquitis no es tisis, y esta es una sucesión de aquella; y de consiguiente toda en- fermedad debe considerarse en su ser patológico y anató- mico independientemente de sus relaciones patogénicas. A esta objeccion que bajo el pretesto de un positivismo esperimental conduce á truncar los hechos de la ciencia clí- nica, y despojarlos de su eficacia práctica debo contestar. Envano la higiene ha sido separada de la patología, son ta- les y tan importantes las relaciones de los hechos que cuan- do la nosografía asegura que el delirium tremens deriva del prolongado abuso de los licores alcohólicos, que el reu- matismo deriva de la impresión del frió que trastorna la traspiración cutánea, estos hechos etiologicos son una lección de higiene y de profilaxis, al paso que Birven al clínico de 108 DOCTRINA NOSOLÓGICA guia para el diagnóstico práctico, y al patólogo para inves- tigar la íntima naturaleza de la una y de la otra. La misión del médico es la de prevenir y curar los males; y en la mis- ma práctica de la tisis acontece que los consejos profiláticos que ya son vanos para el padre son de vital importancia pa- ra los hijos predispuestos. Para eso la nosografía debe ser completa: y no solo para el lado profilático sino para el lado diagnóstico y patogénico. Es un sofisma nosológico que la bronquitis y la tisis son dos entidades distintas. Si la tisis puede ser la eventual terminación y fase de una bronquitis mal curada, entre ambas existe una relación empírica déla que ni se puede ni es útil desentenderse. La bronquitis gra- ve y mal curada está á la tisis como la causa está al efecto, luego atender al efecto independientemente de la causa bron- quitis, es un error de lógica y de práctica. Semejante tisis se- ría un tipo incompleto haciendo abstracion de su parte etio- lógica y del período patogénico de la bronquitis; como sería incompleto el tipo de la bronquitis sin el elemento pronós- tico déla eventual ulceración tísica. Esta abstracion sería con daño manifiesto de la práctica porque ignorando la parte pronostica de la bronquitis ó que la ulceración tísica es co- nexa á cierto grado de la flogosis, el clínico puede dejar de prevenirla con la curación antiflogística que le corresponde; y viceversa ignorando la parte etiológica y patogénica de la tisis, no tiene un criterio para prevenir ese infausto desen- lace. Luego es evidente que así como es conforme á la ver- dad y á la eficacia práctica que la unidad de nw tipo mor- boso comprenda todas sus fases y sus elementos clínicos, y el diagnóstico de la causa interna, así es contrario á launa y á la otra contemplar aislados los períodos diversos de* una en- fermedad cuando entre todas sus fases, entre la parte vital y previa y la parte orgánica y última hay un vínculo indis- soluble. Del diagnóstico diferencial de la tisis que he presentado, se desprenden otras reflecciones relativas á la nosología diag- nóstica. Ya hemos notado que la patología antigua forman- do de la tisis pulmonar un tipo general y complejo, ha pre- sentado mezclados en la parte etiológica las causas remotas y las próximas; es decir los morbos primarios con algunas causas remotas de ellos. Pues bien la ventaja del prospecto que presento consiste en considerar la tisis como un simple atributo de distintos morbos primarios del pulmón, de indi- O DIAGNOSTICO DIFERENCIAL ECT. 109 viduar esos morbos primarios teniendo en vista la causa próxima relativa á cada uno, y los datos diagnósticos espe- ciales que la descubren, y finalmente reportarlas causas re- motas no á la tisis en abstracto, sino á los síngulos morbos pri- marios, con quienes parecen tener una relación empírica. He aqni pues que no es tan difícil como parece descubrirlos tipos de la nosología diagnóstica, y encontrarlos con un po- co de sagacidad y de crítica en los inmensos y dispersos ma- teriales de la nosografía médica. El afirmar y probar que hay una tisis pulmonar cuya cansa • próxima puede ser una inflamación de los bronquios ó del pulmón; otra conexa á una irritación producida por cuerpos extraños; otra que procede de una condición tuberculosa; otra que lo es de la diátesis escrofulosa; otra conexa á la condición sifilítica; otras derivantes de ciertos desórdenes ó vasculares, ó ner- viosos, ó discrásicos: importa el afirmar y probar no solo que la tisis ofrece diferencias prácticas muy graves bajo el punto de visto profilático y terapéutico, sino que la condi- ción flogística, irritativa, tuberculosa, escrofulosa, sifilítica •Ara. son morbos primarios constituidos tales por cierta es- pecial causa próxima á la que corresponde cierto especial conjunto de datos diagnósticos, y per consiguiente ciertas y especiales causas remotas. Importa pues el probar que los tipos de la nosología diagnóstica ya existen en la ciencia desde Hipócrates hasta nuestros días; y que mediante los principios normales que he proclamado es posible y hasta fácil encontrarlos. Bien sé las cavilaciones con que algunos querrán destruirla autoridad clínica de estos tipos ó morbos primarios de la nosología diagnóstica. Unos dirán que la flo- gosis no es una condición simple y que se compone de ele- mentos diversos; otros dirán que la condición irritativa aun en el sentido Italiano de mi maestro Tommasini, y de mi amigo Guani, eme ha sido el primero en ilustrarla, es una teoría; otros pretenderán que la condición tuberculosa es una forma de la diátesis estrumosa &a. Para todos tengo la misma respuesta: si es probado por la experiencia clínica que la condición flogística, irritativa, tuberculosa, escrofulo- sa, sifilítica oca. tienen respectivamente una patosíntesis de causas remotas, de signos patogénicos, efectos, morbosos, y exijencias profiláticas y terapéuticas, es evidente que son morbos primarios. Si es cierto que respectivamente pueden ser la base de la tisis pulmonar, y de otras formas mórbidas. 110 DOCTRINA NOSOLÓGICA es evidente que son hechos generales y morbos primarios. Sí es cierto que la tisis pulmonar puede derivarse de todos ellos, y admitir una profilaxis y curación diversa porqué relativa al período previo ó á las enfermedades indicadas, es evidente que ellas son morbos primarios, y tipos prácticos de la no- sología diagnóstica. Del prospecto aosológico que he presentado se desprende otro corolario clínico importante relativo á la patología de la tisis tuberculosa. Si es cierto que el tipo general de la ti- sis pulmonar es un atributo de varias enfermedades del pul- món;, si las muchas causas remotas que figuran en la patolo- gía antigua de la tisis, pueden y deben reportarse á las cau- sas próximas ó morbos primarios que he indicado: flogosis, irritación &a., es cierto también que mediante una elimina- ción semejante, queda clara y firme la verdadera etiología de la tisis tuberculosa, y reducida ya á pocas causas: predis- posición hereditaria ó conjénita, ó también adquirida en vir- tud de la paulatina y perseverante influencia de ciertas ac- ciones nocivas; y dada esa predisposición aparece que la de- sarrollan el aire impuro, la mala y escasa alimentación, fal- ta de aseo, de calor, de traspiración, vida sedentaria o ejer- cicio parcial y violento, paternas de ánimo deprimentes, el estudio excesivo, la venus prematura: todo eso combinándo- se y operando sobre el organismo cuando mas necesita de la integridad de sus fuerzas para su fisiológico desarrollo. He acu- pues que conocidas las verdaderas causas de la tu- berculosis, la profilaxis preventiva ya no tiene que divagar, y puede dar consejos y. reglas seguras. Y la patogenia que se prepone interrogarlos hechos para descubrir la natura- leza de la tuberculosis ya no'puede equivocarse y perder su tiempo en interrogar causas de otra enfermedad pulmouar, sino que teniendo asegurada la etiología de la tuberculosis, tiene me permite formular estas conclusiones. 1 ? Por lo mi mío que el concepto nosográfico de la tisis pulmonar está cu- .'i:;3crito á su período orgánico caracterizado con la consunción, fiebre, y ulceración; el es el atributo común y final de varias enfermedades del pulmón que son diversas en su período vital y previo. 2 ? Para que un hecho ó tipo clínico ¡íéo individuo y cqhipleto debe comprender la enfer- 0 DIAGNOSTICO DIFERENCIAL ETC. 111 medad en todas sus fases, en todos sus datos prácticos, y en el diagnóstico de su causa próxima, en suma debe ofrecerla historia diagnóstica; y por consiguiente tanto su parte vital y previa, como su parte final y orgánica: luego si es prácti- camente cierto que hay varias enfermedades del pulmón que en su período final se confunden en una lesión orgánica co- mún, pero que se distinguen en su período vital y previo^ es cierto también que hay entre ellas una diferencia esen- cial y práctica. 3 ? Si es cierto que el período vital y pre- vio de esas enfermedades pulmonares que acaban ó pueden acabar con el éxito tísico, es distinto en cada una de ellas por causas remotas y relativa profilaxis, por íntima natu- raleza y relativos signos y efectos, y relativa curación, si es cierto que ese período que decide de la profilaxis y de la te- rapéutica, decide también del pronóstico, es cierto igual- mente que el diagnóstico diferencial de la tisis que he bos- quejado tiene una eficacia y valor práctico realy pues impor- ta fijar las diferencias profiláticas y terapéuticas de la tisis pulmonar. 4 ? El método de la nosografía diagnóstica no solo conduce afijarlas diferencias prácticas de la tisis pul- monar, y á demostrar que la historia diagnóstica de la tuber- culosis pulmonar es distinta de los demás tipos de tisis pul- monar, sino también á constatar que en la medicina prácti- ca antigua y moderna existen realmente los materiales y los; tipos de la nosología diagnóstica. 2,12 DOCTRINA PATOGÉNICA CAPITULO !V. DOCTRINA PATOGÉNICA DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR, La historia diagnóstica no basta para la profilaxis preventiva y la -p terapéutica—Es necesaria la doctrina patogénica y por qué— Objeto é importancia grande de la patogenia, que con la noso- grafía y la nosología, forma el trípode de la ciencia—Ella es siem- pre ipotética si no es inductiva—Del fin y del métod > de la pa- togenia inductiva—Aplicación de estos principios'á la patogenia de la tuberculosis—Ventajas del estudio nosográfico y del diag- nóstico diferencial—Cuestiones patogénicas que quedan elimina- das—Cuáles hechos debe interrogar la ciencia, y con qué orden —Evidencia de los asiomas etiologicos propuesto* demostrada con la historia de la tuberculosis—En cuál modo la Fisiología puede ayudar á descubrir la génesis y naturaleza de los morbos —Inducciones patogénicas que derivan de la etiología de la tu- berculosis pulmonar—Resumen nosográfico, y Juicio patogé- nico de la tuberculosis—Crítica patogénica ó problemas que con- viene resolver relativos al 2.° período: la producion .tuberculosa -—Si es fortuita—-Si es etiopática ó idiopática—Si procede de una ipostenia browniana—Si de una flogosis común ó específica —Y como la flogosis sea la ocasión no la causa de la tuberculi- zación—Estudios modernos sobre el tubérculo á qué inducción patogénica conducen—Del quimismo orgánico como intérpre- te de la tuberculosis—Si el tubérculo es una forma de la diáte- sis escrofulosa—Si es efecto de los desórdenes gástricos—Inter- pretación autocrática de los tres estadios de la tuberculosis— indicaciones que se derivan para la profilaxis preventiva y la te- L rapéutica—Conclusión relativa: contraste éntreles resultados del . materialismo experimental, y los del vitalismo restaurad© bajo los auspicios de la patología racional. No dudo que habrán patólogos que opinan que para las exijencias de la práctica, es decir de la profilaxis y de la te- , rapéutica baste el haber llegado á la historia diagnóstica de la enfermedad; pues con ella se determinan las causas mór- bidas que le son peculiares, y la causa próxima especial tam- bién que rije la enfermedad. Aun dirán que es cosa de pu- ro lujo el diagnóstico diferencial de la tisis, que sirve tan DE LA "'firnERCULOSIS PULMONAR. 113 Solo para descifrar la patología antigua y reconocer en mo- do indirecto cuales son los elementos clínicos verdaderos y ciertos que á la tuberculosis corresponden; pero que tenien- do por resultado de apartar de su patología ciertas condicio- nes mórbidas, como por ejemplo la inflamación, laescrófula, la congestión cÉ'a. que han sido consideradas ya como la ba- se y causa interna do la enfermedad tuberculosa, ofrece la ventaja también de suprimir las discusiones é ipotesis rela- tivas: y de consiguiente simplificar la patología de la enfer- medad declarándola constituida por una condición específi- ca: la diátesis tuberculosa. Sin embargo esa historia diag- nóstica no basta para la profilaxis preventiva y la terapéu- tica, y conviene qu mo, sino estudiando en modo racional los hechos de la vida morbosa, no la hace con los elementos de un tipo singular, sino con una masa de hechos análogos constituyentes un he- cho genera], un grupo nosológico de enfermedades análogas, y no para constatar que los tipos que forman un grupo tie- nen común por ejemplo la flogosis [lo que toca decir á la no- sología] sino para investigar cual es el mecanismo vital, la naturaleza de la flogosis; es decir saber por qué ciertas cau- sas la producen, por qué ciertos efectos la acompañan, y por qué ciertos medios del arte pueden ó contenerla ó pre- cipitarla; tener en suma un conocimiento no empírico sino racional del estado morboso interno, lo que siempre coinci- de con el sublime pensamiento de Boerhaave: in suapropria singulari natura accui'ate conoscendum ut curari queat. Mi lector fácilmente comprende que ejemplos desemejan- tes teorías, de semejantes interpretaciones patogénicas de un morbo primario tenemos en la ciencia, y nos vienen de los hombres menos teóricos, y que gozan la reputación de su- mos clínicos. Y para citar pocos pero elocuentes ejemplos, Borsieri no se'contentó de trasar la nosografía de las enfer- medades médicas, sino que se ocupó con especialidad de la doctrina patogénica y general de la inflamación y de las fiebres, como lasepie consideraba las mas frecuéntese impor- tantes en la práctica de la medicina. Hufeland en una obra tan práctica como es su inmortal compendio, se ocupa déla doctrina patogénica en cada grupo nosológico, y en cada ti- [1] Nuova Zoonomia Vol. 2. ° párrafo 117, 118 y H9. 118 DOCTRINA PATOGÉNICA po clínico. Y el Graves que es sin duda uno de los clínicos mas serios de la época, no vaciló en ocuparse de la teoría de la congestión y de la inflamación en medio de sus lecciones de medicina clínica. Tenía pues, yo razón de afirmar [1] que la formación de los hechos clínicos particulares es por cier- to un medio seguro y necesario para el fin de coordinarlos ó elevarse ápos hechos generales; pero que esta coordinación nosológica tampoco es el fin supremo de la medicina, ha- biendo otro mas elevado todavía (al que esta coordinación conduce) que es la interpretación patogénica de los hechos clínicos, que es una necesidad de la mente porque lo es del arte. Si es verdad que quod in contemplatione instar causas est, id in operatione instar regidos est, que no se puede obede- cer é imitar la naturaleza sino después de haberla bien com- prendida, es claro que el solo diagnóstico práctico no basta, y que es preciso penetrar con la mente en el íntimo de la vi: da morbosa hasta donde los hechos dan paso á la inducción, é interrogar la naturaleza hasta donde es permitido esperar que nos conteste por medio de los hechos. He dicho que la observación clínica nos conduce á constatar la existencia de una causa próxima, flogosis, tuberculosis (fea. y nada mas: y que el razonamiento patogénico nos conduce á penetrar la naturaleza de esa causa próxima, flogosis^ tuberculosis (fea. Este conocimiento ó diagnosis patogénica si se obtiene es por medio de un proceso intelectual mas largo, mas com- plicado, mas difícil, que exije un número mucho mas grande de datos, de hechos, de cotejos, de raciocinios. Pero simella la práctica se reduce á un empirismo ciego, á una imitación servil de lo que otros médicos han hecho; con ella conoce- mos las leyes de la vida morbosa, el porque son nocivas las causas mórbidas, y útiles los agentes profiláticos y tera- péuticoSj entramos en las1 ideas mismas de la naturaleza, y podemos inventar nuevos medios para socorrerla y obede- cerla. No hay duda que la teoría patogénica ó interpretación de los hechos clínicos, ó bien general, y aplicada á todo el cuadro nosológico; ó especial, y aplicada á cualquier hecho general, inflamación, fiebre etc, ha sido el ideal, el deside- rátum de los médicos y clínicos mas eminentes de nuestra historia. Pero también es cierto que esta parte de la cien- (1) .Vol. 2° párrafo 68. DE LA TUBERCULOSIS PURMONAR 110 vía, mas obscura complicada y difícil que la observación y clasificación de los hechos, ha sido tratada en todo tiempo <1 apaso y con el falso método de las hipótesis ápriori, ó tomando por punto de partida una hipótesis fisiológica [y esto ha sucedido en los grandes sistemas] ó tomando por base hechos clínicos mal observado, v mal coordinados, y premitiendo alguna hipótesis patolójgw-^ y renunciando á la luz que podía darle la fisiología- (esto ha sucedido con las doctrinas parciales). Se olvidó por ventura que nonfin- gendum aup excogitandum quid natura faciat, sed inveni- endum (1) y que si este descubrimiento ofrecía mayores dificultades, obstáculos y tinieblas, era preciso un mayor número y concurso de medios científicos, y mayor severi- dad y potencia en el método filosófico conducente ya á di- minuir los obtáculos, ya á aumentar los auxilios para lle- gar en modo seguro é induttivo á la interpretación de las leyes de la vida morbosa. Que módico sensato pues se ad- mira si la patogenia ha sido hasta hoy estéril de buenos re- sultados cuando ha sido vana é hipotética en su método? Si nunca ha sido induttiva? Y si escogitando el método de la patogenia indutiva podemos llegar á sólidos resultados para la patogeniay doctrina profilática déla tisis tubercu- losa? He aquí las reglas ó principios normales del método que he propuesto para hacer induttiva la interpretación pato- génica de los hechos clínicos. (2) 1 r Partir de los tipos clínicos bien formados por medio -de la patosintesis para evitar el peligro de tener por base y por guia hechos incompletos-ó bastardos, ó simples atribu- tos ineptos á tocia útil y eficaz coordinación, á toda útil y eficaz interpretación. 2 ? Coordinar los tipos clínicos en ciertos grupos ó por tener naturaleza idéntica, ó analogía de leyes patológicas, habiendo en vista la cansa próxima á la que conduce ei conjunto ó patosistesis de los datos diagnósticos; lo que importa formar hechos generales que tienen comunes los principios diagnósticos y terapéuticos. 3 ? Estudiar á pártela patogenia de todo grupo nosoló- gico, porque si hay naturaleza idéntica ó analogía de le- J1J Bacone. (2) Vol. 2. ° de la Nueva zoonomia par. 15, 16,17 18, 120 DOCTRINA PATOGÉNICA yes en las especies que lo componen, es preciso admitir que las mismas leyes patológicas presiden á su formación . Es- to impide la confusión, y que se busque luz de los hechos que por ser estraños no pueden darla. 4? Sentado eso es preciso partir de tres axiomas etiolo- gicos esperimentales: A. Qae no hay enfermedad espon- tánea sino que todas proceden de alguna causa nociva: B* Que las causas nocivas en tanto han producido la enferme- dad que han violado algunas y especiales leyes de la vida normal: C. Que han producido mas bien una enfermedad que otra en cuanto han violado algunas y especiales leyes. déla vida normal*. 5 ? Sentado eso es preciso que la fisiología racional ha- ya fijado previamente aquellas condiciones, y leyes genera- les déla vida normal observándolas cuales resulta la salud y la vida, el armonía de las partes y de las funciones, vio- lando las cuales resultad desorden de las uaas y de la» otras: 6 9 Con la luz de esta ciencia el patólogo esclarece en- tonces los hechos de aquel grupo nosológico cuya patogenia va estudiando; interoga las causas nocivas, y examina en cuales circunstancias de la vida operaron;, encuentra que aunque diversas operaron en el mismo modo porque viola- ron las mismas- leyes de la vida normal. 7? Entonces comprende porque dado el mismo modo- de operar de las causas nocivas siempre tiene lugar el mis- mo efecto ó la misma reacción morbosa; comprende- cual es' el fin de la naturaleza en su reacción innormal el que cono- ce eual es su fin en. el funcionamiento fisiológico. He aquí como la Fisiología ayuda y aclara la patología pero no le- impone sus ideas: , 8 ? Pero el patólogo no se contenta de tomar luz de la etiología y déla fisiología, no se contenta tomarla de la naturaleza de los síntomas que son los actos mismos del es- tado morboso; sino que estudia la naturaleza,, la concatena- ción, y sucesión de aquellos mismos actos, estudia los pro- cesos morbosos, los efectos que produce el morbo en las- partes que ofende, estudia los modos de espontánea solu- ción, estudia las condiciones i n eren tesa una feliz, ó funesta solución del mal, estudia la influencia que tiene sobre ella ó la profilaxis, ó el tratamiento considerado en la calidad, fuerza, y oportunidad de los medios empleados: y del cou- DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR 121 junto de esos datos etiologicos, pronósticos, profiláticos y terapéuticos desumelos criterios para convalidar el juicio patogénico sobre la condición mórbida que estudia. Este juicio que tiene los hechos clínicos ciertos por base, su cla- sificasion por guia, que tiene la luz de la fisiología racio- nal, que se apoya sobre el cotejo-de todos los datos-diagnós- ticos, causas, síntomas, efectos de la enfermedad y de los remedios bien merece el nombre de patogenia indutiva. Estos son los principios del método para hacer la patoge- nia indutiva que yo primero en medicina he propuesto, no solo para que fuesen aplicables á una clase natural ó hecho general, sino á todo el cuadro nosológico, como lo cumpliré en el 4 9 volumen de la Nueva Zoonomia. Mientras tanto estoy en el derecho de hacer uso de estos principios norma- les para con ellos llegar á la patogenia indutiva de la tu- berculosis que sea útil y fecunda para la profilaxis; y para demostrar, supuesto que consigua este importante resulta- do la validez de mis principios normales. He cumplido la primera de estas condiciones con el estudio nosográfico que he propuesto de la tuberculosis y del que resulta su historia diagnóstica, sus particulares cau- sas^ y su distinta naturaleza. El mismo diagnóstico diferen- í-ial que he bosquejado ha venido á convalidar esa historia diagnóstica, y demostrar que el tipo de la tisis tuberculosa es distinto é individuo á mérito de la causa próxima ó con- dición diatésica que lo informa y gobierna. Todo patólogo compréndela fundamental importancia de esta condicionr pues si la patogenia para salir á inducciones seguras y que iluminen la origen y naturaleza del mal, debe interogar los hechos relativos al mal mismo, es claro que así como los verdaderos hechos y causas relativas á la tuberculosis pue- den dar luz, los hechos falsos ó dudosos,, ó causas sujmestas que pueáen resultar de una nosografía ó incompleta ó con- fusa, ó son tan contradictorias que á nada conducen; ó inspi- ran inducciones patogénicas falaces. En dos modos he cumplido la 2.a condición, ya descompo- niendo el hecho complejo y genérico de la tisis pulmonar,. y demostrando que ea virtud de los principios nosográficos proclamados no es un tipo individuo sino un atributo de enfermedades distintas del pulmón, ya demostrando con el remontarme á la condición patológica de la tuberculosis,. que la tuberculosis mismamocs un tipo clínico ó hecho par- • 122 DOCTRINA PATOGÉNICA ■iieular %mo un hecho general como la flogosis, la irritación^ etc; que puede ser y es la base nosológica de varias formas morbosas. Y aunque no me tocaba examinarla en ese as- pecto, sin embargo la historia anatómica y clínica de la tu- berculosis me dá derecho á considerarla un hecho general, una condición mórbida, una clase nosológica distinta por la patosintesis de causas, síntomas, efectos del mal, y exi- gencias terapéuticas,' cualquier que sea la forma morbosa que presenta, y la sede anatómica del desarrollo tubercu- loso. Con la historia diagnóstica de la tuberculosis pulmonar, y el diagnóstico diferencial de la tisis, he procurado cum- plir la 3.a condición que consiste de ocuparse solamente de los hechos relativos á la tuberculosis, y excluir aquellos que le son estraños; y ya de estos dos pasos me parece que ha resultado la ventaja que queden eliminadas ya ciertas cuestiones patogénicas que embarazan la historia no menos que la teoría de la tisis tuberculosa. En efecto demostran- do en via nosográfica que la condición flogística, ó la escro- fulosa, ó la emoragica pueden conducir á la tisis pulmonar, sin que tenga el carácter tuberculoso; que ciertos desórde- nes gástricos pueden ser el efecto no la causa de la tuber- culosis [y asi se diga de las otras formas de tisis pulmonar[ ya queda despejado el terreno en que debe discutirse la etio- logía no menos que la patogenia de la tuberculosis., Sentada la historia diagnóstica de la enfermedad, y cono- cidosdos hechos nosográficos que la forman, tenemos la ba- se de la interpretación patogénica, sabemos las causas que la producen, los síntomas y los efectos de la enfermedad, y cuales eircuntancias pueden ó prevenirla ó contenerla. No hay duda que estos hechos nosográficos debemos' estudiar- los e interrogarlos en el orden con que se ligan, con que se producen con que se suceden; y por consiguiente debemos interogar en primera línea las causas morbosas, luego los datos semeioticos, luego los hechos pronósticos'y anatómi- cos, y finalmente los hechos profiláticos y terapéuticos. En' efecto si para el clínico y aun para el nosografo la historia de una enfermedad empieza por la forma morbosa, para el patólogo que estudia ó indaga su origen y el modo de for- marse y de ser, empieza por las causas eme la producen.— Mientras tanto es notable que la historia diagnóstica de la tuberculosis pone en evidencia la verdad de los tres axío- DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR 123 mas etiologicos que incluyo en el 4? principio. Pues"re- sulta de ella que la producción tuberculosa cuya, etiología acaso era desconocida en la patología antigua, y que Laenec llamaba accidentelle, tiene causas conocidas y par- ticulares, como es particular la diátesis y característica la materia tuberculosa. Resulta también que tanto las cau- sas predisponentes como las ocasionales constituyen cier- ' tas deviaciones del organismo del tipo normal, ó ciertas vio- laciones de las leyes higiénicas ó fisiológicas de la economía viviente, como el aire impuro, descaso y malo alimento, & Y resulta finalmente que es conforme á la razón y á la ex- periencia que dichas causas violen en cierto y especial mo- do las leyes de la vida y las condiciones orgánicas, si pro- ducen mas bien la tuberculosis que otro proceso morboso. Si pues es una verdad que la tuberculosis no es una en- fermedad espontánea, sino que tiene causas morbosas, cier- tas, y constantes, si esotra verdad que ^stas causas morbo- sas fío son otra cosa que deviaciones üe i.i vida del orden normal y violaciones de las leyes que presidan á la armonía de la salud y de la vida, es claro que la fisiología es una po- derosa lumbrera para que descubramos el origen y el modo • de formarse y de ser de la enfermedad, no siendo posible concebir las condiciones esenciales del desorden orgánico- vital sin un previo y comparativo conocimiento de las con- diciones del orden que han sido violadas. Y tan cierto es eso que en todo tiempo los médicos han considerado y estu- diado la fisiología como un auxiliar poderoso de la patolo- gía, tanto para alumbrar y esplicar los detalles de la noso- grafía corrió para penetrar los misterios de la patogenia. Y el mismo Bufalíni que afirmó ser la vida fisiológica consti- tuida en una particular física, y la patológica en una parti- cular química, admitió sin embargo que sus fenómenos po- dían ser aclarados en gran parte por la fisiología. Mas bien los patólogos han discordado sobre el modo y la forma con que la fisiología podía servir de guia y de antorcha á la pa- tología; si en la forma de una ciencia descritiva y experi- mental, ó una descricion histórica de los hechos fisiológicos, ó en la forma de una doctrina racional que coordine é in- terprete estos hechos y se eleve á las leyes y condiciones generales de la vida: si la fisiología podia directamente dic- tar las diferencias esenciales del estado morboso, ó sola- mente ser invocada á iluminar cada grupo nosológico for- 124 DOCTRINA PATOGÉNICA mado por la observación clínica y por la nosología di agnós- tica. Puntos tan graves como estos no puedo discutirlos aquí, sino que es preciso haberlos discutido y resuelto pre- viamente, admitido que me propongo emprender la doctri- na patogénica y profilática de la tuberculosis. Y mi lector recordará que tanto en el 1 9 como el 2? volumen de la Nueva Zoonomia he demostrado que la fisiología podia ser- vir de antorcha á la patología solo tomando la forma de síntesis tacional de las leyes generales de la vida normal, que aun asi debía acompañar no preceder ni dictar la noso- logía; recordará queyó disiento profundamente de mis con- temporáneos en eso que para mí la fisiología no es un ór- gano patogénico porque considere el estado patológico exa- geración del estado fisiológico, y las deviaciones morbosas, meras1 evoluciones de las formas y de los poderes fisiológi- cos: sino cuando descubre el porqué de estas deviaciones en las ofenclidas leyes de la vida, por culpa de las causas mor- bosas, admitiendo antes una diferencia modal entre una vi- da y otra debida precisamente á la observancia ó violación de las leyes fisiológicas, ó condiciones de la vida normal. Recordará que no contento con estas indicaciones de mera filosofía médica, he emprendido mi ensayo de fisiología racional no solo destinado á dar una síntesis biológica á los hechos de la fisiología y déla higiene, sino á servir de ór- gano para la teoría patogénica; ensayo que ha obtenido aplausos de mis compatriotas antes aun que se vieran sus aplicaciones ala.patogenia indutiva. Hace diez años que he publicado ese ensayo, y á pesar de propugnar allí el au- tocracia vitabeontra la corriente de las doctrinas físico-quí- micas y dinámicas dominantes en medicina; á pesar de ha- ber combatido allí las doctrinas biológicas de los unos y de los otros abierta y minuciosamente; apesar que mis ideas tuviesen ó pai eciesen tener una directa influencia sobre la patología y la práctica; á pesar finalmente que me atreví aplicar estas ideas á la doctrina patogénica de la anemia idiopátiea (1); nadie ha recojido el. guante, y todos han disimulado el reto. Eso digo no para ofender mis contem- poráneos sino para justificarme si invoco las ideas de mi fi- siología racional en el trabajo patogénico que me he pro- puesto. Asi está visto de que modo me propuse cumplir [1] Pella trasfusione del sangue etc; y DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR 125 fcon la 5.a de las normas de la patogenia indutiva, si con buen resultado ó no los juzgaran los médicos pensadores. En cumplimiento de la 0a norma debo hacer sentir la dife- rencia que corre entre el modo con que los sistemáticos de to- dos los tiempos sé han valido para aplicar la fisiología á la pa- tología y el,modo con que melle propuesto aplicarla yo mismo Los sistemáticos h?n admitido ápriorí que ciertas fuerzas ó elementos orgánicos son los agentes, los factores, las condicio- nes generales de la existencia vital, y han pretendido en se- guida que las varias formas del estado morboso resultasen del exeso ó defecto ó desorden deesas mismas ó fuerzas su- puestas, ó condiciones fisiológicas inmaginadas. De esta suer- te ha sucedido que llevados de una hipótesis fisiológica han establecido ápriori la naturaleza y diferencias esenciales del estado morboso, y les han adaptado los materiales de la nosografia, antes que deducirlas de la observación clínica, y de la inducción nosológica. Yo he tomado otro camino, pues he creído que para formarlos tipos de la nosografia ó los grupos de la nosología, no se debía partir de la fisiolo- gía racional sino de la observación clínica que forma los ti- pos clínicos ó hechos particulares, y dé la inducción noso- lógica que los compara, que los clasifica, y forma los he- chos generales. Pero he creído también que si la formación, y la clasificación de los hechos son dos' pasos fundamentales y distintos de la ciencia, no son toda la ciencia, que si son la condición previa de la interpretación patogénica; esta es necesaria como complemento de la ciencia, como guía del arte. Por lo mismo que he creído esta parte de la patología la mas obscura y la mas difícil, he pensado necesario aso- ciarle la luz de la fisiología racional; pero cuando ya fuesen formados los tipos déla observación clínica, y los grupos de la nosología diagnóstica, y cuando establecidas las leyes ge- nerales de la vida normal fuese permitido encontrar las re- laciones entre las dos ciencias de la vida. De este modo en lugar de partir de los principios de una fisiología hipotéti- ca para forjar hechos espurios de nosografía,- y principios también hipotéticos de nosología, he partido de la base em- pírica de la nosografia y nosología diagnóstica, para aplicar á cada grupo nosológico la luz que deriva de la fisiología racional. Consecuente Con mi programa me cabe el deber de inte- rogar las- causas de la tuberculosis pulmonar, y reconocidos 126 DOCTRINA PATOGÉNICA los hechos etiologicos mas culminantes, venir á las induc- ciones patogénicas que unidas á las que derivan de los otros datos clínicos, nos permiten formar un concepto claro y se- guro de su-naturaleza. Es un hecho etiológico cierto que una condición sinequa non al desarrollo del mal, es la pre- disposición especiaba resentirse de ciertas cansas eventuales y efectuar la producción tuberculosa; y que esta predispo- sición ó bien se recibe por herencia ó es congénita por con- diciones poco normales délos padres, ó se adquiere en vir- tud de ciertas influencias nocivas, clima, hábitos higiénicos ect También es cierto que las causas eventuales se reducen ala falta de aire puro, al alimento escaso ó malo, falta de . aseosde calor, de traspiración, vida sedentaria^estudio exe- sivo, egercicio violento, paternas de ánimo tristes, venus prematura, etc; y esas causas no solo operante1 en combina- ción mutua, sino en la época del desarrollo orgánico, y cuando sean favorecidas por una predisposición previa á resentiréis. Examinados estos hechos etiologicos á la luz de la doctrina biológica se llega á estas inducciones patogéni- cas: 1 9 Toda predisposición á la tuberculosis aunque se tras-, mita después por herencia, es primitivamente adquirida, y deriva ó de enfermedades que alteraron profundamente el sistema plástico de los padres en unos, ó de la lenta y per- severante influencia Se ciertas causas que alteran la vida plástica en otros. Luego ella consiste en cierta inperfeccion fisiológica, en cierta deficiencia en los poderes de la vida asimilativa, ya que las enfermedades progresas que lian for- mado la disposición congénita sofr" de aepieílas que ofenden profundamente el vigor y el armonía.de la vida plástica; y también las influencias nocivas quedan la disposición ad- quirida son de aquellas que obran debíliíando el sistema plástico. Si la fisiología enseña que la vitalidad no es un fac- tor supremo de la vida sino que resulta del cumplimiento de las leyes anatómicas de relación fisica ó plástica, [1] no es extraño que violadas profundamente esas leyes, la vitali- dad se modifique .y se altere, ,y tenga lugar un tipo orgáni- co imperfecto ó un individuo predispuesto á la tisis. 2,~ Sinembargo esta predisposición, esta imperfección fisiológica no es enfermedad; representa el resuHado de una [1] N. Zoonomía vol. 1 par. .4 y, 7 K DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR 12 T lucha obscura en que la economía vital conserva cierto or- den de las funciones apesar de su restringuido poder plásti- co, y un cúmulo de desviaciones higiénicas pequeñas en su grado pero perseverantes y diversas y que conspiran al in- sultado de debilitar los poderes plásticos, y por consiguien- te modificar el organismo material en que ellos residen. Ella pasa del estado de vitalidad imperfecta, de salud incomple- ta y aparente al de enfermedad abierta tan luego que las mismas desviaciones higiénicas pasan ciertos límites ó cabe cierta combinación etiológica. La Biología enseña que la naturaleza ha dispuesto las fuerzas de la vida para conser- var los modos y las layes de relación vital, y que si esas le- yes se oL-ervan perfectamente, también resulta perfecta la vitalidad délos óiganos, y la normalidad de las fruiciones, y viceversa: no es extraño pues que dadas, ciertas causas oscuras la vida luche en modo obscuro, y del que resulte mas bien una salud incompleta que una enfermedad abier^- ta, [2] , ' ■ 3 9. Las causas eventuales de la tuberculosis son de va- rias clases y dan el resultado de la enfermedad por su com- binación etiológicamnas influyen con malos y eseasos elemen- tos orgánicos, como el aire impuro, el malo y escaso alimento, el frió y oJ desaseo que trastornan la'traspiración; otras de- bilitando la innervacion como la vida sedentaria, el estudio- exesivo, la venus prematura,el trabajo'violento, los paternas deprimentes; y todo eso combinándose y cuando el desarro- llo del organismo exije mas riqueza de buenos materiales, mas vigor y armonía en la innervacion para que ese desar- rollo se cumpla normalmente. Luego las causas de la tu- berculosis son todas directa 6 indirectamente debilitantes relativamente á las exigencias fisiológicas de la vida, pero no debilitantes en el sentido dinámico ó browniono, sino en el sentido de coagentes y condiciones déla vida plástica y de la composición orgánica diminutas y mezquinas. Si la Biología enseña que las vidas particulares de los órganos no son acciones simples sino funciones complexas, que la vida general consta de la unión de las vidas particulares, nada extraño tiene que satisfechas las muchas condiciones del ar- monía fisiológica, el resultado sea uno y simple, el armonía de las síngalas funciones y la de la vida general;, y que vio- [2] N. Zoonomia vol. 1 par. 43, 45, 51,, 54. i 12$ DOCTRINA ^PATOGÉNICA, ladas algunas de estas condiciones el resultado sea multi- forme, es decir, los varios estados mórbidos que resultan de las combinaciones etiológicás. [1] 4 9 Las causas eventuales de la tuberculosis no tienen relación fisiológica ó funcional con el pulmón ú otro órgano cualquiera, sino con todo el sistema, con toda la vida asimi- lativa; no operan sobre los poderes sentientes ó motores de esa misma vida sino sobre los poderes plásticos ó lo que lla- man la química vital; no operan en modo violento de pro- vocar una reacción flogística: luego la tuberculosis que pro- ducen no significa no representa una enfermedad local sino general, no de la vida sensiente ó motora sino de la vida plástica, no de un carácter flogístico sino de un carácter dis- crasico. Ahora si la Biología enseña que la misma vida ge- neral plástica depende de las vidas particulares de los ór- ganos, que representa el ejercicio de tres poderes vitales dis- tintos, que exije ciertos agentes cósmicos como materiales y condiciones de la composición orgánica, que exije la inte* gridad de otros órganos consensientes como condición de su innervacion normal; si enseña que la reacción morbosa déla vida es proporcionada al grado, al modo á la sede orgánica en que operau los agentes fisiológicos, nada extraño tiene que de esta combinación etiológica tan especial también resulte un efecto mórbido distinto como es la tuberculosis de carác- ter diatésico y discrasico, y que significa deficiencia, en los materiales y poderes de la vida plástica. [2] Interogadas las causas mórbidas estudiándolas en relación con la verdadera tuberculosis en sus relaciones mutuas ó en su combinación etiológica, en relación con las ideas de la fisiolo- gía racional ó las escogitadas leyes de la vida, he venido á la inducción patogénica que estas causas operan. debilitando todo el sistema plástico, y que por consiguiente la índole lanaturalezadeladiatesis tuberculosa consiste en un desorden general de la vida de nutrición, de un carácter plástico, costitucional édposténico. Pero esta inducción seria una sos- pecha sin pruebas y 6Ín confirmación si yo no cumpliese con la 8 f norma de la Patogenia racional, si no interrogase los demás datos clínicos de la enfermedad producida, sus dife- rentes estadios, sus síntomas, sus efectos, sus exigencias {1) N. Zoonomia vol. 1 par. 26 y 27. [2] N. zoonomia vol. 1. ° par. 25, 26, 27, 51, 52, 53. DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR 129 ^'cfilátieas y terapéuticas. Mas si todos estos hechos de la tuberculosis, estudiados también en sus mutuas relaciones -á la luz de la etiología y de la Biología dan la misma res- puesta y confirman el mismo juicio patogénico, entonces es- te juicio es seguro porque es inductivo, porque de los hechos ha salido, y por los hechos se confirma, ese juicio hará la práctica racional, porque importa haber conocido afondo las causas y la naturaleza del mal, condiciones por decirlo con Clark *fi hisprevention and traitement. Para llegar á ese punto importante me sea permitido presentar como en un golpe de vista el resumen nosográfico, y el juicio pa- togénico que me viene inspirado siendo así que constituye la historia racional ó dialéiica de la enfermedad misma: pues ese resumen impide extraviarse en los detalles del ra- zonamiento patogénico. Toda la nosografia de la tisis pulmonar tuberculosa re- ducida á mínimos términos se reasume en es-tos hechos. Puede la economía vital por cierta imperfección' orgánica 6 hereditaria ó congénita ó adquirida prestarse mal á los ac- tos de la asimilación: y favorecida esa mala disposición por el concurso eventual de ciertas causas nocivas, escaso y ma- lo alimento, aire impuro, falta de calor y de aseo que tras- tornan la traspiración, vida sedentaria y ejercicio violento, estudio exesivo, ó paternas tristes, ó venus prematura, puede digo el concurso de todas estas causas debilitantes determi- nar el sistema plástico á la producción de la'materia tuber- culosa en las membranas mucosas ecsernentes y esalantes. Esta producción como cuerpo extrangero tiene su evolución con fenómenos de irritación ulcerosa, y las consecuencias funestas proporcionadas á la importancia vital de la ema- tosis y de la circulación estorbadas secundariamente. La extencion y desarrollo de la secreción tuberculosa varia se- gún la influencia de las causas, y siempre es gradual, lo que esplica las diversas formas, y las diversas fases de la enfer- medad, y porque la influencia de los medios profiláticos sea relativa, y grande en el período dinámico del proceso mor- boso, muy escasa en el período posterior y orgánico; nula cuando la lesión orgánica ha llegado á un punto que no per- mite el ejercicio de la vida, y esplica finalmente porque cier- tos medios terapéuticos son también profiláticos, en cuanto previenen el desarrollo del mal y otros se limitan á curar sus consecuencias, 9 1S® DOCTRTNA- PATOGÉNICA; De este resumen, y del estudio patogénico de las causas- me parece que brota esta inducción general ó juicio ó doc- trina patogénica de la tuberculosis. La disposición á la en- fermedad no es otra cosa que una falta de energía vital una. deficiencia del sistema páralos actosde la asimilación nor- mal. Esta disposición, esta deficiencia é imperfección del sistema queda inofensiva hasta que las circunstancias higié-' nicas son buenas; pero si á ella se combina un conjunto de causas higiénicas [las causas eventuales] contrarias é insufi- cientes á una buena y normal asimilacion,ó por falta de ele- mentos materiales^, ó por causas que impiden la depuración de la sangre, ú otras que debiliten y pervertan la inervación; entonces el sistema plástico. es provocado á la secreción y acomnlacion en tubérculos de una materia poco asimilada ó imperfecta. Acaso esta materia sale del ouerpo organice por las vías escretorias y esalantes cuando es poca y conne- xa solo al estado caquetico del primer periodo, pero cuan- do aximenta el grado de la diátesis tuberculosa por.la inten- sidad de las causas, cuando hay obstáculo á esta escreccion semi-'fisiológica y salutar, entonces esta materia se acemula en pequeños tubérculos en varias superficies exalantes es- pecialmente en los pulmones, que son las vías de una escre- menticia depuración de la sangré. Esta formación á'veces es muy extensa y subitánea, como en la tisis asfittica, pero ordinariamente es limitada al principio,- y aumenta poco á poco á, medida que aumenta la intensidad de la diátesis. Una vez formados los tubérculos crecen, se transforman, y como cuerpos extraños constituyen una causa local irritante con flogosis y ulceración purulenta, con desórdenjde la ema- tosis y de la circulación, fiebre ,ética, consunción, muerte. Por consiguiente, dadas ciertas causas que son directa ó in- directamente debilitantes de la vida plástica, esa vida reac- ciona morbosamente con un desorden ;que esprime una defi- -, ciencia en las funciones plásticas; y aunque luche en el es- tado de la misma predisposición, en el período previo, y has- ta en el 2 9 período de la secreción tuberculosa, sineínbar- go llegado á cierto punto el concurso de las causas remo- tas, los obstáculos á la depuración de la sangre, y el grado de la diátesis provocada, pq^arece, se aumenta, se avanza la secreción de la materia morbosa, y ¡así de dinámica que era. basta entonces la enfermedad, y al alcance de la profilaxis» se convierte en orgánica. Y si aun en ese. steado lucha 1&, DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. 131 vida sea con la absorción de la materia, sea con la cicatri- zación de las cavernas, sin embargo en esa lucha las mas ve- ces sucumbe ya par el agotamiento que dan las pérdidas purulentas, y el desorden en la ematosis y la nutrición, ya por lo que importa la reparación de las úlceras, yá porque al lado de las cicatrices salen nuevos tubérculos, lo que indi- ca que persiste agravada la diátesis tuberculosa, ya porque acaso las úlceras son un inútil filtro de una depuración in- terminable. Aunque este concepto de la tisis tuberculosa en sentido discrásico hiposténico, y autocrático parezca resultar del mismo cuadro nosográfico de la enfermedad, no solo nece- sita fuertes pruebas para llegar al grado de una verdadera inducción, sino que para admitirlo serán un fuerte obstácu- lo las opiniones y problemas patogénicos que ha inspirado . ese mismo tema á los patólogos especialmente modernos: [ problemas tanto mas dignos de discutirse, de resolverse, y' " de eliminarse que sirven de estorbo á la patogenia inducti- i va, y conducen á principios profiláticos muy diversos de los que resultan de la historia diagnóstica y de la patogenia in- ductiva que propongo. He aquí los problemas patogénicos á que aludo, cuya crítica es una necesidad de mi presente memoria. 1. ° Acaso la producción tuberculosa (que es el hecho culminante y característico del morbo) es fortuita: como ha dicho Laenec, y como inspira el anatomismo?—En ese caso es evidente que la tuberculosis carecería de etiología y de profilaxis, de patogenia y de terapéutica. 2. ° Acaso la producción tuberculosa es connexa-á la ac- ción inmediata de las causas remotas, sin una lesión inter- media, hidiopática, permanente del sistema?—Es evidente que si asi fuese, la enfermedad seria superficial, la profilaxis seria fácil, la parte terapéutica seria casi innecesaria. 3. ° Acaso la producción tuberculosa deriva de una diá- tesis general hiposténica como supone el dinamismo brow- niano?—Si asi fuese es claro que la profilaxis y la terapéu- tica serian fáciles, pues el método general estimulante ser- viría para todo ni seria menester estudiar las causas especia- les de la enfermedad. 4. ° Acase la producción tuberculosa deriva de una in- flamación bronquial, ó pulmonar, ó de sus causas, ó de un estado conjestivo, como supone la escuela flogística y ens 132 DOCTRINA PATOGÉNICA parte la anatómica?—En ese caso los medios profilátieos J terapéuticos serian no solo diversos sino opuestos á los que supone la historia diagnóstica déla tuberculosis. ' 5. ° Acaso la-produccion tuberculosa deriva de un obs- curo y específico desorden del quimismo orgánico [idiotrofía ó nutrición especial y pervertida del Bufalini] como afirma Ja escuela físico-química?—No hay duda que con esa idea se indica la dificultad pero no se resuelve, y la tuberculosis queda en la oscuridad sin etiología y sin profilaxis, sin pa- togenia y sin terapéutica. 6. ° Acaso la producción tuberculosa es una mera y sim- ple forma de la diátesis escrofulosa, como opina Graves, Bu- falini etc.?—En ese caso es evidente que la etiología y la profilaxis, la patogenia y la terapéutica serian exactamente aquellas que pertenecen á la diátesis escrofulosa. T. ° Acaso la producción tuberculosa deriva de un pri- miti 70 hidiopático desorden de las funciones digestivas co- mo opinan algunos patólogos?—En ese caso es claro que la profilaxis y la terapéutica serian circunscritas al régimen délas funciones digestivas. Si estas opiniones tan divergentes no se discuten, si estos problemas patogénicos no se resuelven, como será posible evitar la anarquía en la práctica? Y convenir en una doc- trina profilática no solo uniforme sino segura y corolario claró de su historia diagnóstica y de su doctrina patogéni- ca inductiva y severa? 1 que derecho tendría á proponer una profilaxis propia [que entiendo haber .sacado del estudio ri- guroso de la tisis, para responder dignamente al problema propuesto], que esperanza de hacerla aceptar cuando que- dasen en pió doctrinas profiláticas tan diferentes? Debo pues discutir esos problemas, debo resolverlos, debe elimi- nar esas dudas y opiniones, aunque el hacerlo no sea fácil, y equivalga al propósito de demostrar que todas las escue- las biológicas ó patogénicas hoy dominantes en medicina no han dado ni pueden dar una interpretación patogénica de la tuberculosis que sea en armonía con la razón y con. la es- periencia. El primer problema es decir si la producción tuberculo- sa es fortuita ha sido inspirado y propuesto por la escuela anatómica, cuya estrella polar siendo la lesión material vi- sible y tangible, era natural que no se ocupase dé la parte invisible y ^dinámica de la enfermedad, y de consiguiente DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. 133 declarase fortuita ó accidental una producción de la que renunciaba á estudiar la origen y las causas. Luego es claro que definiendo el tubérculo la causa y el carácter de la tí- sis no solo truncaba el tipo clínico de la tuberculosis, qui- tándole el periodo previo, etiológico. dinámico y profiláti- co, para ocuparse de la sola parte orgánica y anatómica, si- no que renunciaba al derecho como á los medios de ser doc- trina patogénica cuando no quería ó no podia remontarse á la condición dinámica é invisible que es causa de la condi- ción orgánica y visible; que es el pufito de contacto entre kis causas remotas y la producción tuberculosa, lesión diná- mica que domina la enfermedad en todos sus periodos, y es el objetivo mismo de la profilaxis y de la terapéutica. De- clarar'pues fortuita la producción tuberculosa es renunciar á toda profilaxis preventiva ó terapéutica tanto empírica como racional porque es renunciar á conocer las causas Ver- daderas y constantes del mal, es cortar el hilo precioso que de las causasmos guia á penetrar su naturaleza. El anatomía ha hecho mucho por estudiar la tisis, ha sorprendido la vida en las varias fases de su trabajo mórbido, ha buscado el tu- bérculo en nuevas sedes orgánicas, lo ha seguido en sus transformaciones, ha estudiado su materia, ha suministrado luces á la patogenia vitalista, le ha dado armas contra to- do sistema rival. Sin embargo como doctrina patogénica nada ha hecho, nada ha podido hacer; afirma hoy lo que en 1679 afirmaba Silvio de la Boé, y en 1733 Deseault que el tubérdulo 'es la causa de la tisis, y que es una producción fortuita. Es decir que ha llegado hasta el hecho anatómico del tubérculo! Ademas de afirmar una absurdidad desmen- tida por toda la historia natural, ya que nada hay de acci- dental en la naturaleza, siendo que todo se gobierna por leyes y causas ciertas y constantes, es evidente que la es- cuela anatómica carece de etiología y de profilaxis, y que ignorando las causas del mal, tampoco puede comprender su naturaleza y la razón de los medios terapéuticos.* El 2. ° problema será propuesto por aquellos que admi- ten sí la acción especial de las causas remotas, pero # no la intermedia é hidiopática lesión vital que llamamos diátesis tuberculosa. Pues bien, la historia diagnóstica de la enfer- medad resuelve la cuestión en este sentido, que si bien es cierto que la diátesis tuberculosa desciende directamente de las causas remotas ocasionales, y de consiguiente Jos me- 134 DOCTRINA PATOGÉNICA dios profiláticos pueden modificarla, también lo es que has- ta cierto punto, y cuando ha llegado al grado de producir tubérculos, es independiente ya de las causas remotas, y la simple remoción de esas causas no basta á modificarla, si- no que son necesarios medios terapéuticos mas positivos y directos. Y á esta conclusión conducen de acuerdo la razón y la esperiencia clínica: la razón, porque si las causas remo- tas operan lenta y paulatinamente, y modifican el mas pro- fundo de los actos asimilativos, no es creíble que un cambio repentino en los hábitos higiénicos borre prontamente la modificación ya consumada: la esperiencia clínica que ense- ña que ó bien se trate del fíeriodo previo, y aun de la mera predisposición, es preciso que los medios profiláticos sean muy prolongados y constantes para que sean eficaces; ó bien se trate del 2. ° periodo y los medios profiláticos no bastan, y es preciso que, concurran los terapéuticos. El 3. ° problema de que el tubérculo deriva de una diáte- sis hiposténica se liga al dinamismo Browniano; lo que me obliga á juzgarlo eomo doctrina patogénica déla tuberculo- sis. El dinamismo moderno ó como lo espresaron Brown y Darwin, ó como lo modificaron Tommasini ó Broussais, pa- rece á primera vista que admirablemente se presta á la in- terpretación patogénica del periodo característico de la tu- berculosis, porque esta escuela biológica mas estudia en la vida morbosa la lesión vital que la lesión orgánica, mas as- pira á constatarla con la observación clínica que con la anatómica, y sobre todo parece haber encontrado la rela- ción dialética entre el carácter debilitante de las causas re- motas^ y el carácter hiposténico de la diátesis producida. Sin embargo el que haya meditado y conozca á fondo la estruc- tura y el espíritu de esta escuela biológica se convencerá fácilmente que está muy distante del poder interpretar el proceso tuberculosa. El dinamismo en efecto que considera la vitalidad en el aspecto de una fuerza motriz y pasiva. disimula una forma muy distinta de esa vitalidad misma: la serie entera de los poderes plásticos y actos de la vida asimilativa; y sobre todo disimula que la vitalidad ó con for- ma de poder sensiente, ó motor, ó plástico, lejos de ser pa- siva es activa, y autocrática (1). Por lo tanto seria un gra- ve error considerar los agentes internos y externos como me- tí] N Zoonomia v. 1. par. 20,21, 22. DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. VS6 Tos estímulos ó deprimentes de una reacción motora; crian- do son muchos* de ellos (y es propio el caso de las causas de la tisis) ó materiales ó condiciones de la composición plás- tica de los líquidos y de los sólidos, y aun cuando él dina- mismo consintiera que todas las causas remotasdeda tisis tienen un carácter^ hipostenico (que lo dudo, pues algunas son hiposténicas indirectamente], «e equivocaría si-ese ca- rácter hipostenico lo diera á la diátesis tuberculosa que no representa ya una debilidad dinámica sino una debilidad plástica, una lesión, un desorden en la química vital no en el grado de la eccitabilidad. ó reacción motora. El dina- mismo explicaría, hasta cierto punto la dependencia de la diátesis tuberculosa de las causas remotas, pero no con"- prendería jamás ni porque esa diátesis pudiese surgir de cierta1 combinación etiológica de algunas causas morbosas ni de alguna soda de ellas aunque llevada á un gradcextre- mo, ni porque una vez formada sea hasta cierto punto in- dependiente de las eausas remotas, ni sea curable con el mero método estimulante,sino con cierta combinación ¡profi- ■lática, y de carácter restaurativo de la asimilación orgáni- ca, ni porque se manifieste con la secreción tuberculosa, ni "porque snrga la reacción iufiamatoria, y agrave el fondo adinámico del mal lejos de neutralizarlo con la reacción ex- cesiva de la flogosis, y finalmente porque acabe con una condición ulcerosa, orgánica, insanable. El dinamismo pues no pudiera darse cuenta ni del modo de formarse del mal, ni de su?, fases Consecutivas, ni de sus efectos, ni de su plan profilático ni de sus indicaciones terapéuticas. Resuelto así el 3. ° problema queda á examinar el 4. ° propuesto por la escuela flogística. Si el dinamismo ortódo- jo no puede dar una interpretación patogénica satisfactoria de la tuberculosis, menos lo puede el dinamismo refor- mado en Italia y en Francia; dinamismo que avergonzán- dose de tanta hipostenia, ha visto y soñado en toda parte la irritación y la flogosis, y la ha invocado para explicar la gé- nesis del mismo tubérculo. En efecto, ya hemos visto que el carácter de las causas morbosas no eonduce á la idea de un efecto inflamatorio, ya por tratarse de acciones debili- tantes ó falta de materiales nutritivos, ó de su modo de ac- ción lento y gradual que no permite pensar en una reacción violenta como acontece' en ciertas depresiones súbitas y vio- * lentas del moto vital. También resulta .por el testimonio 13g DOCTRINA PATOGÉNICA concorde de Bavle, Laenec, Louis, Delpech, Barón y cuan- tos se ocuparon -de esta enfermedad que los tubérculos era su estado primitivo ó que llaman de crudeza, jamás se pre- sentan con indicios de flogosis ó como efectos de flogosis pre- ■ cedida, y que esta mas bien viene en las partes que rodean el tubérculo cuando se "madura, como un efecto manifiesto del desarrollo 6 irritación mecánica del tubérculo. Y basa- do notado por Laenec que en los mismos muertos de tisis- pulmonar, los tubérculos se encuentran en otras partes en el orden siguiente: en las glándulas bronquiales y del me- diastino, después las cervicales, luego las mesentéricas y de toda parte del cuerpo, después el hígado, la prostrafca, el pe- ritoneo y las pleuras, el epidídihm, el condueto deferente,. los testes, el vaso, el eorazon, el útero, el cerebro y el cere- bello, la sustancia de los huesos del cráneo, los cuerpos de las vértebras y sus ligamentos, la sustancia de las costillas: y finalmente los músculos del moto voluntario,, es decir se iiotan tubérculos en partes que no han tenido ni las causas ni los síntomas de la flogosis. Ademas se ha notado que el tubérculo por grados aumenta, y poco á poco su materia se ablanda, y viene absorbida por los linfáticos, ó saliendo de la periferia tubercular deja tras de sí las cavernas ulcerosas. Y sin contar que en el mismo órgano se encuerítran tubér- culos á diferente periodo, es notable que el aspecto del tu- bérculo, y de la materia tuberculosa es lo minino cualquiera que sea la sede orgánica del tubérculo, cosa que no sucede seguramente de los productos de la' inflamación. Y final- mente la observación química é histológica de la materia tuberculosa ha demostrado [como lo espondré muy luego] que lejos de tener naturaleza'flogística revela falta- de plas- ticidad, es decir un carácter plástico-orgánico sino opuesto diverso délas producciones flogístieas. Asi es que hoy en Ja mente de los médicos y anatómicos se ha formado la idea que la, flogosis puede ser su efecto pero jamas su causa, que la flogosis tan solo puede servir de ocasión para que se de- sarrolle el proceso tuberculoso, pero que este proceso por si misino es un proceso específico cíe la vida plástica que nada tiene de la naturaleza fiogística. (1) 1] Buf alini Fondamenti di patología analítica cap. 26---Leanec traite' de P auscultation mediate2a. partie 3a. sección art. 2a. —Louis,'Reches.- ches sur la. phthisie 2. c. JV, 5—-Grisolle traite de la pneamoaie atc>. DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. 137 Sin embargo de estás reflexiones tan graves hay un nef- elio cierto admitido y confesado.por todos los prácticos que las flegmasías pulmonares son una causa, una ocasión muy frecuente y funesta del desarrollo tuberculoso: y este hecho es tan contradictorio que si no llegásemos á penetrar la ra- zón del fenómeno, y,resolver ese nuevo problema, queda- ría la duda en la mente de muchos si realmente la tubercu- losis tiene índole inflamatoria. Para resolver ese importan- te problema necesito invocarla circunstancia de que el éxi- to tuberculoso de una flegmasía pulmonar no acontece en todos sino en los que ya son dominados por la diátesis tu- berculosa en estado dinámico y latente. Asi como dada una constitución escrofulosa ó sifilítica ó escorbútica, una enfer- medad que sobrevenga aun por causas dichas comunes, ad- quiere el carácter y el genio que le dá la constitución dia- tésica dominante; asi dada una diátesis tuberculosa nada tiene de estraño que esa combinación ó complicación de el impulso á una tuberculosis que hubiera quedado todavía latente. Pero, y de que modo una condición flogística y lo- cal que esprime un exceso de vida plástica dá el iniciativa^ y el impulso á una condición adinámica y general que es- prime deficiencia en los actos de la vida plástica?- Es preci- so no perder de vista que el estado de imperfección y defi- ciencia vital cpie constituyela diátesis tuberculosa tiene por resultado una elaboración incompleta de los líquidos, una reparación incompleta de los sólidos, unaoxhalacion de prin- cipios escretorios mal elaborados y con poco grado de carác- ter orgánico. Hasta que esta;e]aboracion. es escasa, y se vá por vía de traspiración ó escrecion habrá diátesis tubercu- losa pero no formación de tubérculos ó depósito de esta ma- teria morbosa en las superficies exhalantes y en las glándu- las. Es preciso no perder de vista tampoco que la vasta pe- riferia del órgano pulmonar no sirve solo á la ematosis y at portentoso comercio del aire atmosférico con la crasis sam guinea, sino que sirve también á la exhalación incesante de los principios inconvenientes de la sangre. Ino cabe pues duda que el organismo constituido en el estado de diátesis tuberculosa se descarga principalmente por la via de la ex- halación pulmonar de los principios inconvenientes que ela- bora la misma diátesis tuberculosa. Quizás esta idea espli- ca la gran frecuencia de los tubérculos en los pulmones; y otras superficies exhalantes, y también en las glándulas dea- 138 DOCTRINA PATOGÉNICA •tinadas á modificar los humores recrementícios. Pues bien, que es lo que hace una flegmasía bronquial ó_ pulmonar en un individuo tuberculoso ó dispuesto á semejante diátesis Impide la exhalación ó esudacion de una materia que con- centrada en pequeños nudos ó tubérculos constituye la cau- sa material de la tisis mediante sus fatales evoluciones. Así es que el mismo individuo caquético que hubiera vivido quizás años y años exhalando principios inconvenientes á medida de formados por una asimilación imperfecta, si le „i sobreviene una flogosis en ese filtro tan precioso, ya su -na- turaleza mórbida no tiene el desahogo que necesita, y de una flegmasía que ya pasó, tiene origen una tuberculización pul- monar que io conduce £ la tumba. Hay pues en el hecho qae contemplo situaciones morbosas y épocas muy diferen- tes, una situación de diátesis tuberculosa, al estado dinámico y latente con aparente normalidad de las funciones. Esta situación no se cambia, ni se suspende, ni adquiere carácter Jlipersténico porque sobrevenga una flegmasía en el órga- no de la respiración. Lejos de eso se agrava porque se ago- tan las fuerzas, porque se empobrece la sangre con el de- sorden de la ematosis y de las funciones digestivas, y la flegmasía pulmonar que disminuye ó paraliza (aunque tem- porariamente la exhalación pulmonar, sirve de ocasión para que se aumente la materia tuberculosa. Se disipa pu^s la flogosis eventual y pasagera para dar lugar al trabajo tuber- culoso que descuidado confunde los síntomas del mal que empieza con los del mal que acabó, pero con la diferencia de que la flogosis y la fiebre lenta que sobrevienen no son primarias, ó la espresion de una pulmonía franca, sino secun- darias de una ulceración tuberculosa. lío ignoro el último argumento de la patogenia flogística / La tuberculosis es una inflamación específica ó sui generis '(1) Advertiré desde luego que admitirla en esa forma en ca- si negarla, pues también se dice que la sífilis es una infla- mación específica; mas si causas, síntomas, efectos del mal, método curativo se refieren á la condición sifilítica, y de la flogosis no hay mas que cierta máscara con que se presenta, es claro que el fondo de la pretendida flogosis sifilítica es la (1) Ahidoála obra recién publicada por el Pr. Sangalli de Pavia:- •-Della tuberculosl e dei suoi rapporti colla scrofola e colla infiamazione 1866 de la que he leído un corto resumen del Dr. Schivardi en los Anualea Uni- «eosaks'de Medicina de Milán Dic. 1866. DÉLA TUBERCULOSIS PULMONAR, 139 sífilis, es decir'un morbo distinto de la flogosis por ese con- junto ó pato-sintesis de datos clínicos y diagnósticos. Lo mismo y algo mas puede decirse del pretendido jéaio flo- gístico de la tuberculosis. En efecto, contemplemos un ins- tante la flogosis en sus relaciones con la tuberculosis: ó co- mo causa ocasional, ó como efecto de la acción irritante y mecánica del tubérculo, ó como constituyente el jénio del mismo proceso tuberculoso. En ninguno de estos tres casos ó aspectos puede, me parece, admitirse la flogosis come for- ma específica, ni la tuberculosis como forma específica de la, .flogosis. En efecto, si se trata de una flogosis pulmonar que es indirectamente causa del desarrollo tuberculoso poi las razones que he indicado, ella es tan franca que exije la san- gría, y todo el rigor del método anti-flogístico, y acaso el omitirlo es causa de tisis, como advierte Borsieri; ni la tu- berculosis que le sucede es la forma crónica de la pulmonía mal curada, sino una enfermeead nueva, preparada por cau- sas anteriores, en individuos predispuestos como lo advier- te Laenec [1] y otros clínicos. No cabe pues alia método es- pecífico en la flogosis que procede el tubérculo, ni régimen anti-flogístico á menor grado ó modificado en la tuberculo- sis que se desarrolla después, sino el plan cultivo propio de la tuberculosis misma. Si se trata de flogosis efecto de la irritación tuberculosa tampoco cabe régimen específico, si no (en el caso que tome una forma alarmante] el anti-flo- fitístico común, limitado por la complicación, y desanima- o por el pronóstico, ya que en vista de una condición or- gánica de la que la flogosis es un efecto secundario, y de una diátesis tuberculosa que producirá nuevos tubérculos, falta valor para hacer muchas sangríasy dar fuertes deprimentes. Separada así la flogosis como causa ú ocasión, y la flogosis como efecto, queda á examinar si el mismo proceso tuber- culoso tiene los caracteres de una inflamación específica. Pues bien examinada en sus causas, en su asiento; en su curso, en sus síntomas, en sus efectos, en sus éxitos, en sus remedios, nada tiene que se parezca á las leyes y á los ca- racteres de la flogosis, y ofrezca la menor analogía, y justi- fique la idea de una forma específica de la inflamación. Las causas son debilitantes y no irritantes como en una flogosis cualesquiera; su sede es general en todo el sistema, ¿1] Obra citada. 140 DOCTRINA PATOGÉNICA no local en un órgano como en la inflamación; su curso es lento, dinámico al principio agudo, y orgánico en su desen- lace, mientras en la flogosis sucede el contrario agudez al principio y estado crónico al fin; los síntomas son de de- presión al principio, de reacción febril al último, pero con- nexa con la flogosis secundaria, los efectos no son locales como en la flogosis, sino generales y en varias asedes orgáni- cas, la materia tuberculosa no es multiforme como los pro- ductos de la flogosis sino idéntica (*n todaparte^ y acusa de- ficiencia no exceso de plasticidad como en la inflamación; finalmente no es con medios minorativos que se previene la tuberculosis sino con un régimen tónico y restaurante, mientras lo contrario sucede en la flogosis^ y si la terapéu- tica propone remedios específicos para modificar la_ tuber- culosis como' son los eméticos, los restaurantes, el iodo, el fierro, el bacalao, los tónicos, cascarrilla etc., no veo en vir- tud de que principio se han de llamar anti-flogísticos espe- ciales y relativos. Cuando la patogenia flogística no se dá por vencida, y después de 40 añonen que se estudia la tisis en el aspecto diatésico introduce una idea que conduce á falsear la profi- laxis no menos1 que la terapéutica de latpis, me será per- mitido invocar los estudios de clínicos contemporáneos muy eminentes que apoyan las ideas que yo defiendo, é ínvocar la autoridad de la misma Histología moderna de la que re- sulta que la materia del tubérculo no acusa un exceso de vida plástica, sino mas bien un estado de deficiencia, vital. En esta opinión importante han coincidido todos los que con atención han estudiado la patogenia del tubérculo: San- tiago Clark en efecto reconoce "que el depósito de la mate- . "ría particular del tubérculo en cada uno de los tejidos y "óiganosdel cuerpo, solones elresultado de préyios cambios "en el sistema general, que se reconocen por la condición "física del enfermo, y del deísórden de varias funciones, con- "clicion enteramente distinta de la pura debilidad, y que "no se explica con la idea de una diferencia en el tono 6 "fuerza del sistema." Admite pues "que la caquesia tuber- "culosa aparece serla consecuencia de asimilación imper- "fecta de la materia nutritiva recibida en la economía, de "consiguiente su influencia no se limita á una parte sola, á "un solo órgano, sino que invade todo el sistema y modifica "todo el organismo." No es pues un estado solamente de, DB LA TUBERCULOSIS PULMONAR. 141 debilidad sino de desorden, debilidad y desorden en toda la vida plástica, es decir en sus actos mas íntimos, y que no es incompatible, dice Clark, con el excesivo desarrollo, y ac- ción desordenada departes especiales, ni con notable fuer- za física del sistemu. Y agrega que ''en el estado normal "de la función nutritiva cada parte separa los materiales "convenientes á su propio sustento, las convierte en su par- "ticular tejido y estructura, y los varios órganos secernen- "tes segregan sus fluidos particulares en su debida calidad, "y cantidad normal, unos para aplicarse á los fines de la •'economía animal, otros que sirven de veículos para elimi- "nar del sistema la materia escrementieia é inútil. Por eso "es que la imperfecta asimilación de una parte, y la defecti- "va secreción y eliminación del otra pueden dar origen á "la caquesia tuberculosa." Todd ha tenido un concepto de la tuberculosis muy análogo habiendo atribuido la forma- ción de los tubérculos al depósito de lalinfa coagulable im- p>erfectainente organizada. Carswell en su interesante mo- nografía del tubérculo dice:—"El hecho mas importante ''connexo con la composición química de la,materia tuber- culosa es que ó por la naturaleza de las partes constitu- ientes, ó por el modo con que son combinadas, ó por las "condiciones en que son puestas, no es susceptible de orga- nización, y por consiguiente de dar origen á un compues- "to mórbido capaz de sufrir alguna mutación que no sea "en ese inducido por los agentes externos. [1] También ese "patólogo considera la tuberculosis como enfermedad sui generis; como condición diatésica y derivante de un profun- do desorden de toda la vida plástica, excluyendo enteramen- te la idea de una condición flogística, como causa ó circuns- tancia directa que produzoa el tubérciüo, y concluye—"la "etiologia de la enfermedad tuberculosa suministra las prue- "bas mas fuertes [además de otras que hemos aducido] de "la certeza de su origen, bajo la influencia de circunstan- "tancias que efectúan un cambio general, acaso mas espe- cialmente en la nutrición en general, y que se manifiesta '•por la presencia de un producto mórbido especial por me- "dio de la secreción....La producción délos tubérculos en los "conejos cambiando las condiciones de su existencia, oblígán- "dolos á vivir de un alimento inconveniente á su especie, en- [1] Enciclop. prat. Ingl. art. tubérculo. 142 DOCTRINA PATOGÉNICA "cerrándolos en lugares fríos, obscuros, húmedos, y estrechos: "ilustra fuertemente la influencia de aquellos agentes físicos, "á los que la generalidad de los patólogos atribuye la origen "del tubérculo en la especie humana." Graves también aun- que considere los, tubérculos no como» el producto de uYia diátesis especial sino como una forma de la diátesis escrofu- losa, lo cree sin embargo una de aquellas producciones que no pasan de un cierto inferior grado de organización. "Quant aux tubercules (él dice) quant á la infiltración tuber- "culense ce sont tout simplementles resultats' d'une nutri- "cion pathologiquement pervertie par la scrophule: ce sont *'des effets, ce ne sont pas des causes." (1) Hugues Bennet, clínico d'Edimburgo también opina que "la tisis pulmonar "reconoce por causa inmediata una nutrición imperfecta, y "que los tubérculos son ya los resultados secundarios de "esos desórdenes nutritivos." Acaso inspirándose á las ideas de Sthal, de Hofímann, de Kaempf, Koch, Hebert, Faber, Brotek, Wilson Philip y Portal atribuye la iniciativa de esa .nutrición imperfecta á los desórdenes digestivos, y cree que de ellos proviene el empobrecimiento de la sangre, y con él la esudacion tuberculosa con el consecutivo ablanda- miento del tubérculo y ulceración pulmonar. Análoga doc- trina profesa el Dr. Turnbull que admitiendo idéntica la constitución escrofulosa y la tubereular, pregunta "cuál es "pues ese estado déla constitución que conduce á la forma- "cion de esos cuerpos tuberculosos? Pienso que consiste en "una nutrición imperfecta, un estado en el que los órganos "digestivos son incapaces de extraer de lop alimentos una "sangre perfectamente normal, esta á su vez se hace impo- "tente á alimentar todo órgano sin dejar escaparse al mis- "mo tiempo algunas molécolas mal formadas. La tisis es "pues una enfermedad esencialmente de la nutrición, y to- "das las causas de esta enfermedad obran con impedir di- lecta ó indirectamente una digestión y una asimilación per- fecta de los alimeutos, y su conyersion en una sangre bien "formada y vital.", Finalmente conviene en esta doctrina mi ilustre compatriota L. Parola según infiero de una rápi- da revista de mi querido amigo Dr. Turchetti, no habiendo tenido la fortuna todavía de leer esa obra magistral en cua- tro volúmenes que honra mucho la medicina Italiana, y ha 1 Leccons do clinique......trad. par Trouseau 1862. DS LA TUBERCULOSIS PULHONAR. 143"= rsído premiada en 1849 por la Real Academia de medici- na de Turin. Y el mismo egregio P, Sangalli en parte con- siente en estas ideas, ya que si opina que la tuberculosi sia affine alia infiamm,azione, esi tanto da doverlasi riguarda- re per mía infiammazione specífipa dice también que. le con- dizioni eheprovocano la malattia sonó di un? altra sfera e accennano ad un pervertimiento della nutrizione déW orga- nismo. Sin embargo la palabra inflamación envuelve na equivoco que he querido desvanecer. Con estas ideas van de acuerdo los estudios de la histólo- fia moderna sobre él tubérculo: en efecto el Pr. Eokitans- i, declara "que el tubérculo es caracterizado de la falta evidente de actitud á una organización superior, y por su tendencia á la degradación con la destrucción consecutiva del tejido." Wirchow declara también que "el tubérculo "es siempre una producción pobre, una neoplasia miserable "desde su principio." Y Lebert citado por Louis coincide en las mismas ideas sobre la histologia del tubérculo. Disipadas así enteramente las ilusiones de la patogenia flogística examinemos el 5. ° problema para ver si la pato- logía orgánica puede darnos una interpretación patogénica satisfactoria de la tuberculosis. La escuela biológica rival del dinamismo, el quimismo orgánico del Bufalini ha pues- to en honor los actos déla vida asimilativa disimuladas por los dinamistas, y dado un impulso grande á los modernos trabajos de la química orgánica. Este sistema que conside- • ra toda la vida morbosa constituida en una lesión profunda y oscura de los actos incomprensibles de esta química vi- tal, este sistema digo, parece á primera vista el masa pro- pósito para darse cuenta del modo oscuro con que se forma el tubérculo, de sus transformaciones consecutivas y de las lesiones orgánicas é insanables que se producen, y sobre to- do de la relación entre el carácter plástico de las causas re- motas, y el carácter también plástico-químico-vital del pro- ceso tuberculoso. Y no es estraño que Brou&sais y Laenec hayan buscado en las ideas del quimismo orgánico alguna luz alo-un consuelo en medio déla oscuridad profunda del anatomismo y del dinamismo. Sin embargo es permitido preguntar- puede el quimismo Bufaliniano encontrarla re- lación dialética entre las causas de la tisis, y el carácter de la diátesis tuberculosa? Puede dar razón de la ougen, del cur- so, de Ios-síntomas, de los efectos, de la profilaxis, del trata.- 144 DOCTRINA PATOGÉNICA Vniento de la tuberculosis? El mismo Bufalini dá la respüea* ta á semejantes cuestiones. "Abbiamo veduto, dice, turbarsi "lo stato assimilativo per aumento ó diminuzione di plastb "cita fra le partijorganiche, per eccesso e difetto di principi "nutritivi, e infine per varietá, ordine o proporzione fra i "prodotti dcll' assimilazione medesima. Niuno di qnesti "mutamenti forma lo stato esenziale delle afiezioni che ora "siamo per considerare: esse ripongonsi in una condizione "affatto ocultae specifica della assimilazione orgánica como "che possano ancora consociarsi con alcuna delle predette "alterazioni. Chiameró dunque questa maniera d'affezioni "del proceso assimilativo col nome d' idiotrofía che vuol "diré: nutrizione propria e speciale." [1] Debe notarse que á esta idiotrofía el autor refiere la diátesis escrofulosa, (de la que considera una simple forma, la misma diátesis tu- berculosa), la diátesis escirrosa y cancerosa y ciertos tu- mores malignos, la diátesis herpética y ciertos males cutá- neos. He aquí pues que el mismo Bufalini está muy distan- te del considerar la diátesis tuberculosa constituida ó en di- minución de plasticidad ó deficiencia de principios nutriti- vos; y el decir que consiste en una condición enteramente oculta y específica de la asimilación orgánica (tan «scura como la diátesis cancerosa y la herpética] equivale al decla- rar que renuncia á la esperanza de encontrar la relación pa- togénica y dialéctica entre las causas remotas y el fondo ó naturaleza de la tuberculosis; y que se queden empíricas y' • sin base racional tanto la profilaxis como la terapéutica. Todo el mundo conviene con Bufalini que la diátesis tuber- culosa es oscura, que es una perversión especial de la vida de nutrición; no por eso sabe el jénio y la naturaleza de esa perversión; y porque ciertas causas la producen, y porque ciertos medios del arte ó la previenen ó la curan: y esto es precisamente lo que busca la ciencia para ser el antorcha del arte, y que el quimismo orgánico por desgracia no ha encontrado. # El 6 9 problema patogénico es decir la cuestión de saber si la tuberculosis es una forma de la diátesis escrofulosa, es por cierto de grande importancia y de difícil solución si se piensa á las afinidades que hay entre estas dos caquesia* el tubérculo y la escrófula, que también hay una forma de []1 Fuadamenti di Patología analítica cap. 26. DÉLA TUBERCULOSIS PULMONAR 145 tisis pulmonar que directamente deriva del vicio escrofulo- sa sin tlibérenlos, como lo he probado con el testimonio de Graves, y finalmente que esta opinión es sostenida por pa- tólogos eminentes como Bufalini, Graves, Turnbull, Cu- mia, SaRgalli. Esta controversia en fondo es mas nosográ- fica que patogénica pues aunque estos patólogos tan distin- guidos demostrasen que el tubérculo y la escrófula son nnuw.-et Ídem y que se confunden por identidad de cansas, de síntomas, de efectos morbosos y áaotómicos, y de medios profilátieos y terapéuticos; no por eso pudiéramos decir que tenemos una patogenia de la tuberculosis, si tampoco la tenemos de la diátesis escrofulosa."Oin efecto en el esta- • do actual de la ciencia veo que hay varias opiniones y muy discordes sobre la origen y iiaturaleKa de la escrófula, pero no veo un juicio induMiv-o que resulte de la severa inter- rogación de los hechos. Mead la atribuye á cierta acrimo- nia déla sangre, Wiseman á vicio hereditario á veces, y á veces al acididad del suero sanguíneo, Fordice y Fothergill, á debilidad general de los sólidos, Henning á mía materia especial que los linfáticos cutáneos absorven del aire atmos- férico, Hufeland á una-especial debilidad del sistema linfá- tico, y alteración de ía linfa que tiene formas y graduacio- nes diversas, Puccinotti que rechaza la patogenia sifilítica y herpética, la debilidad, ,y la misma pervercion de los ac- tos asimilativos, repone la naturaleza de la escrófula en un exeso de fosfatos calcáreos ó aislados, ó combinados con la fibrina. Graves que atribuye el tubérculo á la diátesis es- crofulosa, Sangalli que considera la tuberculosis como una" inflamación específica, y que entre el tubérculo y la escró- fula hay mas bien diferencia de grado que de esencia, no ^ veo que hayan emitido un juicio patogénico sobre la natu- leza de la diátesis escrofulosa; y finalmente Bufalini *cuya doctrina biológica parecía prestarse á interpretar bien las" caqnesias y todos los misterios de las lesiones plásticas, solo llega hasta la idiotrofía, es decir á un concepto tan vago que le permite confundir la tisis y la escrófula, el cáncer y el herpes en una misma esencia morbosa! Causa admiración que en medio de tanta oscuridad y anarquía sobre la patogenia de la escrófula, los patólogos hayan creido adelantar mucho para la patogenia del tubér- culo con hallar-afinidades entre el tubérculo y la escrófula, Como si conocieran claramente ya la naturaleza de la es- 10 í¡4'6 DOCTRINA PATOGÉNICA'] erofula. Quizás mas hubiera ganado la patología del tubér^- culo y de la escrófula', sien lugar de buscar lo que ellas tie- nen de común hubieran buscado lo que tienen de especial y diverso* y llevado de esta reflexión me complazco formar un cotejo de estas dos enfermedades no solo para desvane- cer la opinión patogénica que el tubérculo es hijo ó forma de la escrófula sino por la esperanza que de esa compara- ción resulte alguna luz que aclare la una y la otra. Ciertamente que la escrófula y el tubérculo vistos de le- jos ó á la superficie enfundándose sobre algún carácter ais- lado tienen puntos de contacto; pero vistos de cerca y estu- diados á fondo y en el conjunto de sus caracteres diagnósti-- eos respectivos, tienen diferencias profundas que conducen á la idea que son dos tipos clínicos distintos é independien- tes. El tubérculo y la escrófula tienen cierta analogía porqué ambas son caejuesias o enfermedades crónicas constituidas por un idiopático y profundo desorden de la-vida aslimila- tiva, ambas producidas por causas q\ie operan debilitando los actos de la vida plástica, ambas con cierto especial des- orden de los linfáticos de las glándulas,, y superficies esa- lantes, ambas con cierta ó secreeion ó acumulación de ma- teria tuberculosa, ambas de difícil profilaxis y de difícil cu- ración en mucha, parte análogas, ambas-de éxitos anatómi- cos y orgánicos con, frecuencia- funestos. Pero si consulta- mos la historia diagnóstica del tubérculo y de la escrófula encontramos diferencias profundas. ~No hay duda que el vicio escrofuloso es hereditario y congénito como la tuber- culosis, y que se manifiesta con las formas esternas del tipo orgánico de los predispuestos. Pero póngase á cotejo este tipo escrofuloso que Bufalini .describe conBáumés y Hu- feland, que Cumin .[1] delinea y cuantos tratan de la escrófula, con el, tipo y arquitectura délos tísicos del mismo Hufeland, y de todos los nosógrafos, y se notará una gran diferencia. Y respecto á las causas ocasionales que-ó pre- paran la predisposición adquirida ó precipitan el desarrollo de» mal, es cierto que hay alguna analogía entre las que se atribuyen á la escrófula, y las propias de la tuberculosis; pero también la hay éntrela etiología de ambas y la del es- [1] Enciel. Ingl art: Escrófula. DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR 147 corbuto; y sin embargo que el escorbuto tenga cierta afini- dad y analogía con la una y con la otra, tanto por las cau- sascomo por la naturaleza del mal nadie dirá ove es unum et idem con el tubérculo y con la escrófula, ÍT debe haber tanto respecto al escorbuto comoá la escrófula, como al tu- bérculo combinaciones etiologicos poco advertidas ó apre- ciadas hasta hoy, que son el secreto móbii déla especial na- turaleza deseada una. Y esto deduzco aun de las controver- sias etiológicas de los autores, y de hechos contradictorios. Henning en efecto asegura que la escrófula, común en los cli- mas fríos, i ara en los templados, es desconocida entre los trópicos; pues bien eso mismo no se observa respecto al tu- bérculo. Pucektotti afirma que la escrófula infesta tanto en los valles y llanos como en las sierras ó montes: pues bien el tubérculo es descocido en los alpes y en los andes; atribn- ye también la escrófula á las aguas calcares, como otros la atribuyen á los ácidos gástricos y lombrices intestinales: pues bien no veo que patólogo •alguno antiguo ó moderno haya atribuido jamás á estas causas la tuberculosis. Tam- bién la escrófula asi como el tubérculo parecen inerentes á la evolución del tipo orgánico: pero hay entre las dos ésta singular diferencia que la escrófula según advierte Hufe- land llega en las principales fases de esta evolución, la den- tición, desarrollo, puberd-¿A, pero se ve también, cuando ellas se cumplen felizmente, disiparse por ellas la enferme- dad. Lo mismo acaso sucede respecto á la tuberculosis que amenaza de 18 á35 años? La escrófula se presenta confor- mas seméióticas y anatómicas de tumores glandulares, de flegmasías crónicas, oftamia, etc. de profluvios, blennoreas, deimpetigines y otros morbos cutáneos; de obstrucciones v fisconias adominales, induraciones, escirros; de bronquitis y pulmonías y tisis pulmonares en las que no hay tubérculos, de úlceras obstinadas que no dan pus sino una sanie acre y corrosiva y sanan en unaparte para reaparecer en otra, de osteotitis, espina ventosa, y carie, y finalmente el cretinis- mo: en suma ataca varas sedes orgánicas y conformas di- versas y varios éxitos y productos morbosos. La tuberculosis no produce que tubérculos seacual fuere la sede orgánica y la forma semeiotica correspondiente. La escrófula tiene gra- dos muy diversos, benigna y aun dócil en unos acaba en otros con éxitos bien tristes, la tabe mesentériea, la tisis, la idro- pe aacitis y el idrocefalo, acaso la cirrosis, el cáncer es- 148 ' DOCTRINA-PATOGÉNICA crofuloso de los labios y de la cara. Lo mismo no sucede de la tuberculosis que no retrocede asi, pero que tampoco tie- ne los éxitos de la escrófula. La escrófula según advierte Hufeland ofíece muchas variaciones en su curso: á veces desaparece, aveces acompaña el individuo toda la vida, á veces es enfermedad de la infancia, y cesa á la puberdad, á veees aparece á la puberdad, ó se oculta en todo el periodo de la virilidad para aparecer después de los cincuenta años. Acaso ^sucede eso de la tuberculosis? ]Sro hay duda que hay cierta analogía entre la profilaxis y terapéutica de la escró- fula y la profilaxis y terapéutica de la tuberculosis: pero basta leer con atención los códigos del arte para conven- cerse que tienen indicaciones especiales, y deferencias pro- fundas. Se ha visto cierta analogía entre la materia escro- fulosa y la del tubérculo, y se ha invocado la química para que haga sentir la diferencia de la sangre y de otros pro- ductos morbosos. Pero cuando pienso que un carácter ais- lado y abstracto no sirve en patología para nada, cuando pienso en las tinieblas insondables de la qnímiea orgánica, en la distancia inmensa que hay entre la crasis química y la crasis vital, que el veneno ele la víbora se parece casi á la goma arábica, la materia del cáncer á un poco de albúmi- na; que opio, estricnina, digital, acónito tienen en último análisis los mismos elementos químicos, que la diferencia química entre la sangre venosa y la arteriosa es casi im- perceptible,confieso que me inspiran mas pena que esperan- za, mas gratitud que admiración los pacientes trabajos de la química orgánica. Y ya que hablamos de crasis química, veo^que Mead supone en la sangre del escrofuloso una es- pecial acrimonia, que Hufeland cree en los escrofulosos vi- ciada la linfa, con tendencia á condensarse hacerse acida y perder la facultad de nutrir; que el mismo Hufeland lo ar- guye del color verde de los escrementos, del olor ácido del aliento y de la traspiración; que eso mismo han advertido Bousquet y Alibert, que lo notó muy pronunciado en las salas clínicas, que esa acrimonia Hufeland la observó tan fuerte que las lágrimas de la oftalmía escrofulosa se han vis- to inflamar la cara y los dedos que tocaban: asi que el mis- mo Bufalini declara que estos hechos nos prohiben de colo- car la diátesis escrofulosa en la simple atonía___Xada de nodo eso nos ofrece la historia diagnóstica de la tuberculo- sis en la que todo nos conduce mas bien á la idea de una DE LA TUBERCUlOSIS PULMONAR. 149 profunda atonía en los actos de la asimilación que á una discrasia irritante y acrimoniosa. Comparada pues la escrófula con el tubérculo en cada uno de sus datos diagnósticos, y en el conjunto de todos, se parecen mas bien dos tipos distintos que dos formas diver- sas de un tipo mismo; hay mas razones para distinguirlos que para confundirlos; aunque la materia del tubérculo fue- se idéntica á la de la' escrófula no seria una razón ¿para con- fundirlos, asi como la osificación ,de los vasos y la inflama- ción son dos enfermedades distintas aunque tengan un efec- to idéntico la cangrena. Pero aun cuando la escrófula y el tubérculo se confundieran yo no veo que luz patogénica v que ventaja resultase del considerar el tubérculo una forma o filiación de la escrófula. "Si las causas y naturaleza de la escrófula fuesen claras y bien determinadas, y las del tu- bérculo no lo fuesen, esa analogía pudiera servir siendo ver- dadera; pero cuando veo que la etiología del escrófula es mas incierta obscura y discorde quizás que la del tubérculo, que la nosografia de la escrófula difiere mucho de la del tubér- culo, que la patogenia de la escrófula es tan obscura y dis- corde que ningún patólogo ha podido fijar en que consiste, y por que tiene ciertas causas y ciertos efectos, y ciertos re- medios, encuentro que admitir esa hipótesis patogénica, es admitir un embarazo mas para la historia y la patogenia del tubérculo, y un pretesto casi para no emprender un es- tudio patogénico serio con los datos que la tuberculosis misma presenta. No menos importante bajo el punto de vista profilático es el 7. ° problema ó la cuestión patogénica de si la tuber- culosis deriva directamente de los desórdenes de las funcio- nes digestivas. No hay duda que en el periodo previo y vi- tal de la tuberculosis es decir: antes qne se forme el tubér- culo ya esa diátesis se manifiesta con desórdenes de los ac- tos -digestivos. Pero creo que esta no es una razón para ad- mitir que estos desórdenes tienen la iniciativa de la diáte- sis tuberculosa. Por desgracia la tisis tuberculosa es una enfermedad común y frecuente; pero mas frecuentes son los desórdenes gástricos y digestivos, saburras gástricas y biliosas, acedías, indigestiones, verminación, flegmasías gastro-epaticas y entéricas, fiebres biliosas, fisconias, etc; y si el desorden de los actos digestivos que necesariamente conduce al empobrecimiento de la sangre, fuese la causa a 150 DOCTRINA PATOGÉNICA motora de la condición tuberculosa, puede afirmarse sin pe- ligro de exagerar que la tisis daría los dos tercios de morta- lidad general. En mi humilde 'opinión los desórdenes di- gestivos no son causa iniciante sino uno de los efectos-y manifestaciones de la diátesis tuberculosa. Una vez consti- tuido todo el sistema plástico en un estado de imperfec- ción y difidencia vital en virtud de las causas que han en- jendrado y fomentado esta diátesis, ios órganos digestivos que son una parte de ese sistema plástico participan de al- gún modo á ese desorden general y al principio poco per- ceptible, asi como de algún modo participan todos los de- mas tejidos y órganos del sistema. Tan cierto es eso que no existe esta pretendida relación de causa y efecto entre los desórdenes digestivos y la diátesis tuberculosa, que estos desórdenes digestivos vienen de un modo no conocido, y se diría subbiectwo, que aun cuando no se curen del mejor modo ó no cedan, o aunque cedan no por eso se desarro- lla menos la diátesis funesta, y por último, que echando ma- no á los medios ó profiláticos ó terapéuticos de la tisis tu- berculosa, estos mismos desórdenes digestivos se disipan. Con esta crítica patogénica me parece haber llegado á dos demostraciones y conclusiones importantes:—1 9 he demostrado que los patólogos que se han ocupado de la tu- berculosis, todos han querido investigar su naturaleza va- liéndose de todos los medios que ofrece la ciencia, anatomía histología, química, ideas biológicas y patológicas; y que todas las doctrinas médicas se han aplicado ó podido apli- car, á su estudio patogénico para un fin práctico, ó sea pa- ra tener la llave de la profilaxis y de la terapéutica; pues cada doctrina patogénica conduce á una práctica especial y diversa ^ero práctica sin embargo: luego es claro que la investigación patogénica no deriva de vana y estéril curio- sidad sino que es una necesidad de la ciencia y del arte, por que quod in contemplatione instar causas est id in opera- twne instar regula) est. 2 9 He demostrado que ningún sis- tema biológico, ninguna idea ó hipótesis patológica ha po- dido hasta hoy dar una interpretación satisfactoria de la tu- berculosis, y hacernos conocer su íntima naturaleza en mo- do que separaos porqué ciertas causas la producen, porqué tiene ciertos efectos, y porqué ciertos medios del arte ó la previenen ó la curan: luego es claro que aunque mediante la historia diagnóstica tuviésemos una profilaxis y terapia DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR ffll empíricas, careciendo, de una buena doctrina patogénica, carecemos de una profilaxis racional y de una racional te- rapéutica: luego el tentar una válida patogenia importa el completar la ciencia para completar el arte. _ Sentado pues que la doctrina patogénica de la tuberculo- sis es una necesidad de la ciencia y del arte, y que sin em- bargo no ha sido satisfecha, debo hacer notar que el solo sistema biológico que no lia sido aplicado á la interpreta- * cion patogénica de la tuberculosis es el Vitalismo hipocra- tico tanto el antiguo, como el moderno ó restaurado. La escuela hipocrática como es conocido, presenta dos partes ó aspectos, el principio biológico del autocracia vital, y el mé- todo de la observación clínica: ambas inspiraciones de un jénio poderoso y extraordinario. Esta escuela es la que siempre ha tenido mas prestigio y autoridad en medicina, y ■á la qae pertenecen los?hombres mas eminentes del arte [1] y ha sucedido que en medio del fluctuar de los sistemas, del estenderse y variar las ideas de la ciencia, los mismos • que tomaban parte en las luchas de la teoría, eran hhpocra- cos en la prática, como lo prueba Sydenam campeón del humorismo, Baglivi el iniciador del sólidismo Yanhelmont de la escuela química, Boheraaveel gran maestro de la me- dicina eeleetica. El vitalismo hipocrático diré con Gianni- ni, [2] tantas veces desterrado de las escuelas con desden, otras tantas ha sido invocado nuevamente con respeto como •el único y sublime intérprete de la vida normal y morbosa, y en mi clásica Italia, cuandoel dinamismo browniano, y el quimismo orgánico tenían mas prestigio, y en nombre del método esperimental hacían de la economía viviente un au- toma, ó de fibras que se deja mover, ó de moléculas que se deja formal-; Francisco l^uccinotti convidaba -á mis compa- triotas al templo de Coos, [3]; y hombres de talento como Derenzi, Franceschi,Bonucci, Bosi, Monti, Betti, Belli,Tur- chetti, Tommasí, Caggiati, Santi, Griffini, Gerolami y otros muchos, restauraban la escuela hipocrática en Italia (4) Era £1) Puccinotti della sapienza di Hipocrate, De-Benzi, Hufeland, Nueva Zoonomia, introduzione. (2) Dottrina delle febbri. (3) Della sapienza di Hipocrate. (4) Annali TJniversali di Medicina Agosto 1858—Liguria médica, Eacco- ^tlitore Médico di Paño 1859. 152 DOCTRINA PATOGÉNICA una tarea inmensa en medio de los progresos de fas eww- eías físieas y fisiológicas, y en tanta atníósfera de mate- rialismo recomendar una biología antigua desopinada co- mo una metafísica estéril y un vano idealismo; sin embar- go se ha emprendido en la tierra de la iniciativa científica^ y la lucha sigue, si con buen resultado lo dirá la historia del arte. Cada uno de mis compatriotas ha contribuido á sis modo y con sus ideas propias á levantar el nuevo edificio de la Restauración hipoerátiea: no es pues estraño que yo» también con mi Nueva Zoonomia haya coneurridoá mi mo- do y con mis ideas al mismo fin, y considere de buena fó mis estudios como conducentes á restaurar ambas partes del hipoeratismo antiguo. Tampoco es estraSo que nadie haya aplicado todavía la biología autocrátic» á la interpre- tación patogénica de la tuberculosis, cuando yo mismo qu*e la he aplicado á ios hechos de la Fisiología y de la Higie- ne, antes de ocuparme de-la patogenia inductiva, he tenide que emplear dos volúmenes» para fundar la ciencia del mé- todo, y convidar á la reforma, de ía medicina práctica sóbre- los principios inmortales de Sydenam y de Baglivi (1). Es- toy cierto pues que en el estado actual de la opinión en me- dicina, y euando todavía el público no conoce "el 3? y 4-? volumen de mi obra, será juzgado paradosal y quimérico el propósito al que aludo: es deeir que invoque el principio biológico de la autocracia vital como Dens in machhia pa- ra interpretar un proceso morboso en que insidiosas son las causas, falaces y vagos los síntomas, los actos- de hi vida son mas propios para destruir que para reparar, la naturaleza y el arte á porfía impotentes; proceso morboso digo quepaye- ee el mas propio para desmentirlo. Sin embargo diré como Gal ileo cppur si muove, y fiel-ala lógica y consecuente con mi promesa, así como invoqué las ideas de mi ensayo-bio- lógico para interpretar las causas de la tuberculosis, ío haré para interpretar los efectos es decir lastros fases del pro- ceso morboso, sus síntomas, su curso, sus productos, su pro- filaxis, su terapéutica con el fin 'de determinar su íntima na- turaleza. ^ La historia diagnóstica de la tuberculosis pone en eviden- cia la verdad de las ideas biológicas que he presentado en. mi ensayo. 1 ? Resulta de ella que deriva déla violación de [1] El 3C volumen está pronto para 1» prensa, El 2 o ha salido-,en. 180* DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. 153 las leyes fisiológicas, y consiste en un desorden de las fun- ciones ] lásticas. Pues bien: he dicho que como una acción fisiológica y normal provoca una reacción normal, así una acción nociva provoca una reacción morbosa; luego el estado morboso no es un grado mayor ó menor delectado fi- siológico sino nuevo y modalmente diverso, y ligado á la violación de las leyes fisiológicas así como el estado normal es ligado á la observación de esas mismas leyes [1]. 2? Las- cansas remotas de la tuberculosis ofenden las condiciones fisiológicas no de un órgano sino de todo el sistema, no de la vida animal, sino de toda la vida asimilativa. Luego na- da extraño es que produscan una lesión morbosa en todo el sistema de la vida plástica. 8 ? Estas cansas »o ofenden el sistema plástico en sus relaciones anatómicas de continuidad ó de forma como lo harian los agentes mecánicos ó químicos; ni en sus relaciones cósmicas de gratas ó ingratas al sentía do orgánico, y ocasiones de moto vital ó violento ó deprimi- do, ó perturbado como lo harian los agentes disafines ó los estimulantes ó deprimentes*: sino como material es de compo- sición y de crasis, y agentes de las funciones plásticas es de- cir de la asimilación de los líquidos y nutrición de los sóli- dos. [2] Luego es natural que el modo de reacción morbo- sa sea proporcional al modo de acción nociva, no solo dia- tésico por la sede orgánica, sino funcional y plástico por el genio de la función morbosa, y en el sentido de deficiente reacción asimilativa, porque también ha sido de deficiencia vital el carácter y el modo de operar de las causas mor- bosas.- Así pues se comprende como á la acción de las cansas mor- bosas en la tuberculosis lo que sucede no es aumento ó de- cremento de acción fisiológica úm\ desorden; y desorden en los actos de la vida plástica, y con fenómenos nuevos y mor- bosos propios de la vida plástica, en cuyo caso se hállala producción ó secreción de la materia tuberculosa, que pre- cisamente significa deficiencia de acción vital para formar los materiales de Ta assimilacion, y escrear oportunamente los de la disamilacion como lo veremos muy luego. Predis- puesta ó no predispuesta l'economía viviente ala tisis, resis- [1] Nuova Zoonomia Vol. 1. °'párrafo 51. [-,'] Nuova Zoonomia, vql. 1, ° párrafo 20, 21 y 22,. 154 DOCTRINA PATOGÉNICA te menos en un caso, j mas en el otro á las causas nocivas que operan lenta é incesantemente sobre ella, y lucha con ellas tomando una diagonal, que ni es la salud completa y enérgica, ni la enfermedad decidida, sino una salud imper- fecta, una costitucion mas bien débil que enferma. Diré mas: la misma predisposición á la tisis ó bien sea heredita^ ria ó congénita ó adquirida, es ya un estado sino morboso al menos de imperfección orgánica; inerente al temple mis- terioso del tipo individual, imperfección que también se de- riva de causas morbosas que alteran las leyes anatómicas dé relación plástica ñindamento de la organización vital, nor- mal y perfecta [1]; de consiguiente es ya una prueba de la tendencia conservadora del sistema viviente si á pesar dete- ner una mala trama orgánica, y los gérmenes de un desarro- llo imperfecto, sinembargo se mantiene en estado normal, y todo lo aguarda del régimen higiénico, y cede á la fuerza de las causas nocivas, cuando se combinan varias acciones de- bilitantes en 1-a época que mas necesita de vigor plástico pa- ra el desarrollo -del tipo orgánico. Solo así puede esplicarse el hecho etiológico de que la tisis tuberculosa algo rara en la primera edad, (en que quizas hay un lujo de vida plásti- ca) sea mas común entre los 18 y 35 años (observación del gran viejo de Coos, que ningún médico ha desmentido nun- ca) época vital del completo desarrollo orgánico, y en que la vida esplica y emplea y ostenta todas sus fuerzas de com- posición plástica para fabricar y completar la máquina; épo- ca de. esuberancia vital en que se complétala armoni a y per- fección de las formas orgánicas, el vigor de las fuerzas y de las funciones; esuberancia vital que la naturaleza destina á la procreación de seres nuevos. Solo así puede esplicarse co- mo en esta época decisiva del desarrollo y complemento or- gánico, el organismo cede á la combinación infausta de va- rias causas morbosas, todas debilitantes pero en modo di- verso del vigor y armonía de la nutrición general ó vida asi- milativa. Es decir el organismo (aun predispuesto) que ha resistido á la sola falta de buen aire, ó de buen alimento ó de moderado ejercicio &\; cuando ó tenia suficiente vigor plástico, ó no necesitaba un grado mayor para su situación fisiológica, cede agoviado y vencido y arrastrado á reacción morbosa, por el conjunto de causas nocivas: por una parte, £1] N". Zoonomia vel. 1. °par. i y 7. DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. 155 falta de buenos materiales orgánicos 9 condiciones plásticas, aire, luz, alimento; por el otro falta de buena innervacion por vida sedentaria, ejercicio violento, estudio excesivo, ve- nus prematura ó masturbación, paternas deprimentes, en- fermedades ó remedios debilitantes; falta en las funciones digestivas y esalantes que suministran buenos productos or- gánicos, ó eliminan los escrementicios ó por culpa del régi- men dietético, ó del frió ó desaseo que estorba la traspira- ción cutánea: y todo eso cuando el organismo necesita mas vigor en sus poderes plásticos y mas armonía en todas las funciones déla vida. Hay pues en la tisis tuberculosa dos hechos etiologicos que prueban la verdad de la interpretación autocrática, y es el hecho de resistir y el hecho de ceder. Nadie dirá que un organismo predispuesto á la tisis sea un organismo perfecto, y «i es cierto que esta imperfección que aun se manifiesta por las formas, ha venido de la violación de las leyes fisiológicas, nadie dirá que la enfermedad es expontanea, ó dará la culpa al Autor supremo de la creación si violadas las leyes de la vida, la vida se altera, y aun sucumbe. Sinembargo, si aun dada esa imperfección en la trama orgánica, el organismo trabaja ocultamente para mantenerse en estado normal, y se con- serva mucho tiempo, es evidente que esta resistencia deriva de su tendencia á conservarse. Por otra parte si es cierto que esta misma imperfección orgánica es inofensiva, y que para desarrollarse la diátesis tuberculosa no basta tampoco una sola causa morbosa, sino que es preciso el concurso de muchas, y que el sistema vital cede cuando está agobiado por ellas, es claro que las causas morbosas [que son violacio- nes de las leyes fisiológicas] son responsables de la reacción morbosa. Será censurable el Autor supremo de la vida si es- ta reacción morbosa es tan insidiosa y tan súbdola como las causas morbosas? Si es de un orden plástico y general como son de un orden plástico y general las causas que la exita- ron? ISTó y mil veces nó: y hay un orden admirable y provi- dencial que á la naturaleza de las causas nocivas se relacio- ne la naturaleza de la reacción morbosa; eso lo vemos en la inflamación, en el escorbuto, en las intermitentes, en todos los morbos primarios, y no es extraño que lo veamos en la tuberculosis. Está pues en el orden autocrático de la vida, que dadas ciertas violaciones de las leyes fisiológicas en ciertos órganos 156 DOCTRINA PATOGÉNICA y funciones, tenga lugar la reacción morbosa en esos mismos órganos y funciones, y con caracteres semeióctieos que reve- lan al medico intérprete de la naturaleza morbosa el asiento y la índole del mal. Qué se. diría si dadas ciertas acciones nocivas, la reacción fuese fisiológica? O fuese morbosa pero genérica y vaga, y no específica, y no relativa á la natura- leza especial del mal ligada á la naturaleza especial déla» causas nocivas? Pues bien la reacción morbosa en la tuber- culosis es específica como lo es su naturaleza, y la de sus cau- sas nocivas; se manifiesta en el período previo ó de la ca- quessía con la imperfección y lesión superficial no de algu- na sino de todas las funciones plásticas; se manifiesta en el .segundo período, el de la secreción tuberculosa, con signos que indican el asiento del tubérculo y la intensidad de la diátesis que lo enjendra. Toca al clínico comprender la sig- nificación semeiotica del primer período para encarrillar el sistema en un régimen higiénico capaz de prevenir el desar- rollo tuberculoso. Toca al clínico comprender la significa- eion semeiotica del segundo período para que apurándose con esa voz de alarma, ocurra con los medios profiláticos y los terapéuticos, y prevenga la continuación del mal. Pero toca al patólogo después de haber interpretado el período previo, y la lucha oculta que lo constituye investigar la razón déla secreción tuberculosa, y si está en el orden autocrátioo de la vida, y si es apta á revelar la naturaleza de un mal tan os- curo y tan funesto. La reacción morbosa en la tuberculosis, se traduce en una assimilacion imperfecta y deficiente de los líquidos, por con- siguiente en cierta impotencia de formar buena crasis délos unos y de los otros; en cierta inercia de los linfáticos y de las glándulas de exportar y modificar los principios escre- menticios; cierta inercia de las superficies exalantes de ex- crearlos, y con eso dificultad de conservar el equilihrio y el armonía de las funciones plásticas. Luego no es .extraño que llegada á cierto punto la influencia de las causas morbosas, y si sufrimiento de todo el sistema plástico, se manifieste ese desorden con la creación y acomulacion de esa materia mal organizada y escrementicia, y tenga lugar principal- mente en las vías pulmonares, que son como saben los fisió- logos, no solo las vias de la ematosis y de la circulación si- no de la esalaeion y de la depuración de la sangre, y que aumentado mas todavía el grado de la diátesis tubérculos?* DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. 157 se presenten tubérculos en otras superficies exalantes y en las glándulas en el orden observado por Laenec. Esta cir- cunstancia hace comprender el porqué una enfermedad de un genio tan distinto como es la flogosis pulmonar ocasione en los predispuestos el desarrollo tuberculoso como la que interrumpe por algún tiempo una exalacion depurativa ne- cesaria á impedir que la materia escrementicia se concentre en tubérculos. Y es manifiestamente en el orden autocrático de la vida que ese desarrollo se haga por grados, tanto por el número de los tubérculos, que [si se esceptúa la tisis galoppante y asfitica ] vienen poco á poco; como por la lentitud con que van aumentando en tamaño y trasformándose: como si la naturaleza que ya ha dado el alarma con los síntomas va- gos del período previo, diese'un alarma mas apremiante to- davia, con los dolores torácicos, la tos seca y molesta, la emoptoe y la dificultad del respiro ó del decúbito, y convi- dase al médico, que es el intérprete de la. vida, á estudiar el carácter de un mal que ya se manifiesta mas claro, y revela serios peligros. La historia diagnóstica de la tuberculosis nos dice que en muchas ocasiones esta voz de alarma no es en- vano, y que los auxilios de la profilaxis y de la terapéutica ó conducen á prevenir el desarrollo de nuevos tubérculos ó la cicatrización de las úlceras que han dejado los primeros. Pero si la vida morbosa por una parte invoca los auxilios del arte, no'se queda por eso inerte y ociosa á contemplar sus ruinas sino que es operosa ó para resistir á las causas ó para modificar sus efectos, y cede sí pero luchando, y muere pero con las armas en la mano. Confiesan los patólogos que la materia tuberculosa ó viene absorbida por los linfáti-, eos [que el grande Hunter llamaba el cirujano interno] lo que acaso esplica los depósitos tuberculosos en las glándulas que la naturaleza destina á modificar los materiales recre- mentícios (1) ó se trasforma y se hace mecánica ó química- mente irritante como el pus (2) para abrirse paso, y vaciar- se por los bronquios y acaso dejar una caverna que es un fil- tro de una excresion y exalasioh depurante. También ase- guran lo que consta de la observación anatómica la mas [1] >7. Zoonomia v. 1. par. 58. I_2] Graves asegura que la flogosis consecutiva al tubérculo no es tan pronta como se cree; y parece que llega cuando es muy grande la distensión «ausada por el aumento del tubérculo. 158 DOCTRINA PATOGÉNICA vulgar y común que se encuentran en el mismo pulmón al lado de cavernas cicatrizadas, tubérculos maduros, y ofros de nueva formación, lo que conduce á dos importantes in- ducciones ambas autocráticas: 1 9 Que en el pulmón délos tísicos hubo un proceso de reparación vital producido por la misma flogosis [1] provocada y secundaria del tubérculo: proceso que solo inspiró á Laenee la esperanza y aun la cer- teza de sanar la tisis, proceso pero que importa un grande expendio de fuerzas vitales, proceso que si es limitado apo- ca extensión es conciliable con la vida ó con la suma general de las fuerzas vitales; proceso quesi es muy extenso es inconci- 1 liable con la vi da,no porque sea menos reparador en su fin sino porque carece de medios proporcionados al fin como suce- de en todos los casos de reparación patológica: 2 9 Que si« apesar de cicatrizarse las úlceras que dejaron los primeros tubérculos, hay otros masen estado maduro, y otros nuevos, es evidente que la misma lesión vital que produjo los pri- meros, ha persistido y persiste; que no ha sido modificada .porel arte, quizas ha sido agravada por la ematosis y la di- gestión alteradas. Luego ambos fenómenos tienen una sig- nificación autocrática*: en un caso de reparación patológica del úlcera, en el otro de depuración patológica de un estado diatésico: luego la diátesis tuberculosa objeto de la profi- laxis y de la terapéutica domina todo el proceso morboso; sola y leve en el período previo, mas intensa y con una con- dición irritante en el 2 9 período, mas intensa todavía y co- nexa con unacoudicion orgánica en el período ulceroso. El vitalismo autocrático que invoco para interpretar la tuberculosis y conocer su naturaleza, no es la hipótesis de un calor innato, de un arqueo, de un ánima, de un genio be- néfico que interviene en medio del estado morboso con el fin- de oponer acciones buenas á otras malas del morbo, y con- servar y medicar en modo oculto y misterioso la economía amenazada. Es una disposición providencial del economía viviente de conservarse no ya en el estado normal sinopoi* medio del estado normal, es decir observando las leyes y con- diciones fisiológicas de la vida normal; v así también no ya en el estado morboso, sino por medio del estado morboso: _ [1] En el 3. ° y 4. ° volumen de la líueva Zoonomia, demostraré ser fe inflamación una función reparadora: pero me ¡complazco encontrar que loa nosógrafos de la tisis lo reconocen, como puede verse en Laenec, en CrayS T OtrOS Que SP.na líiro-n nifo* C ' «"-«v, cai v^iu^tí y otros que seria largo citar. DÉLA TUBERCULOSIS PULMONAR. ÍW siendo ese una reacción morbosa necesariamente conexa & toda acción nociva, á toda violación de las leyes fisiológicas*: reacción benéfica y con eficacia conservadora cuanto malé- fica es la accion.de las cansas nocivas: benéfica como función patológica y terapéutica porque asume varias formas ó pa- ra evitar loa males 6 para repararlos, y porque manifiesta al medico interprete deda vida morbosa de que medios se vale para llegará un feliz desenlace, cuales son sus exijencias y relaciones ó profiláticas ó terapéuticas. Esta interpretación vitalista me conduce á determinarlas indicaciones de la profilaxis ó preventiva ó terapéutica, que si serán conformes, como veremos á los hechos de la expe- riencia, eso 3erá el sello de que mi patogenia de la tubercu- losis, merece el título de inductiva. Las causad morbosas no son que violaciones de las leyes fisiológicas: unas influyen en modificar profundamente el tipo orgánico y prepararlo & predisponerlo: otras influyen en mantener y reproducir es- ta predisposición funesta; otras en completarla y desarrollar el mal mediante ciertas combinaciones etiológicas; y no so- lo influyen hasta que estalle sino durante todo el proceso tu- berculoso. He aquí trazadas las indicaciones y el plan déla profilaxis preventiva. La patogenia inductiva conduceá con- siderar la tuberculosis como un estado de deficiencia en los poderes de la vida plástica; luego inspira estas indicaciones muy distintas de la profilaxis, terapéutica: remoción de las causas morbosas y cumplimiento de las leyes fisiológicas,que significa aire puro, método nutriente &a; y eso en todo el curso del mal, y con masesperanza en el período prévio,-fa- vorecer los procesos exalantes y la acción asorbente y mo- dificante del sistema linfático—contener con mucha mode- ración la flogosis si sirve de embarazo—sostener las fuerzas yitalea con réjimen corroborante ya para prevenir el desar- rollo tuberculoso, ya para la reparación del proceso ulceroso. Estas indicaciones que debo desenvolver en los capítulos que siguen, demuestran desde ahora la grande importancia de la doctrina patogénica que presento, para la práctica del arte, y cuanto sea necesaria la crítica para eliminar opinio- nes patogénicas que conducen á doctrinas profiláticas y te- rapéuticas diferentes como las que no están en armonía con los hechos de la práctica, y no presentan un concepto ver- dadero de las causas y de la naturaleza de la tuberculosis,. ?.$0 DOCTRINA PATOGÉNICA Él alcance práctico de la patogenia inductiva y autocrátb •ca que presento, me permite concluir esta parte de mí mé~- xnoria con una reflexión inesperada, un singular contraste entre el materialismo moderno y el vitalismo restaurado* El tipo clínico de la tuberculosis parece á los médicos su- perficiales el triunfo de la escuela anatómica como la que ha formado su historia desconocida á la medicina antigua, el triunfo de la escuela físico-química que ha propuesto un nuevo criterio diagnóstico el istrumento de Laenec, y que mediante la química y el microscopio ha podido descubrir lo que significa la materia tuberculosa: se presenta pues como la derrota del vitalismo autocrático, declarado incapaz á co- nocerlo en la práctica, y á descifrar su historia y su natura- leza; en suma se presenta como el triunfo del materialismo experimental y del método analítico- Pues bien un estudio detenido y profundo de la tisis tuberculosa obliga á formar una opinión opuesta, y considerar la tuberculosis la derrota del materialismo anatómico y físico-químico, y el triunfo déla medicina filoso tica y del vitalismo autocrático. En efecto el materialismo anatómico y físico-químico llega hasta el tubér- culo,y deja al vitalismo autocrático la parte mas preciosa del tipo clínico el período profilático, la diátesis tuberculosa ob- jeto de la, profilaxis em todas las fases del mal, objeto de la terapéutica en sus últimos períodos. El presenta la historia anatómica del mal pero no la interpreta, y los hechos que presenta serían sin valor sin la interpretación biológica. El dá á la auscultación la importancia diagnóstica que el bio- logísmo dá á los síntomas funcionales. Pero estos conducen á prevenir los desastres que la auscultación descubrirá mas tarde. El materialismo ufano con su método analítico cree haber descubierto la América cuando ha encontrado 'algu- na relación acústica con el asiento preciso, la extensión la forma de las lesiones tuberculosas, cuando ha notado dife- rencias químicas ó histológicas, ó en la materia del tubér- culo, ó en la sangre, ó en los tejidos enfermos. Miéntres tan- to desconoce las diferencias clínicas déla tisis pulmonar y su importancia profilática, y mas que todo desconoce los cri- terios con que determinarlas. Confunde en un tipo espurio tipos clínicos diferentes, se priva de la etiología, v por con-. siguiente de una sólida profilaxis, y su terapéutica es vaci- lante y empírica porque carece de patogenia. El vitalismo que propongo que mas confia en la observación clínica que DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. 161 "«n la anatómica, mas en el método sintético qué forma y oonstrnye que en el analítico que disgrega, que no se para á la lesión^orgánica, sino quevá bástala lesión vital, que bus- ca la unidad del tipo morboso, é indaga la causa próxima que lo forma, mediante sus relaciones empíricas, ese vitalis- mo digo, puede formar el tipo completo y la historia diag- nóstica de la tuberculosis, puede hacer su( diagnóstico dife- rencial, y establecer las diferencias clínicas de la tisis pul- monar, puede determinar en modo exacto las causas verda- deras y la profilaxis preventiva de la tuberculosis, puede in- terrogar los solos y verdaderos hechos relativos á la tuber- culosis, y alumbrarlos con el antorcha de la fisiología racio- nal, y conocer su íntima naturaleza hallando así el segreto de la profilaxis terapéutica. Puede hacer todo eso el mate- rialismo médico con los medios experimentales, y el método analítico de que hace alarde? Dejo á los medios pensadores é imparciales la respuesta. '11 lo2 LA TEORÍA Y LA PRACTICA CAPITULO V. EA TEORÍA Y LA PRACTICA DE LA PROFILAXIS PREVENTIVA DE LA TUBERCULOSIS- PULMONAR, El tema propuesto es la profilaxis preventiva y terapéutica de la tí si* tuberculosa: es toda la práetica—Esta puede y debe ser ra- cional y no empírica—De la profilaxis preventiva; ella tiene dos fundamentos, la historia diagnóstica y la doctrina patogénica— Necesidad'de completar la interpretación patogénica de los he- chos etiologicos y profiláticos—Hechos etiologicos y problemas profiláticos que presenta la ciencia—De la predisposición á la tuberculosis en general—En qué consiste—De la predisposición adquirida—De la predisposición hereditaria—De la predisposi- ción congénita—Puede la profilaxis y con qué medros borrar la~ predisposición hereditaria y congénita?—Puede la profilaxis ha- cer inofensiva la predisposición alejando las causas morbosas?— Por qué el-efecto de la profilaxis preventiva es tardío y lento?— Práctica de la profilaxis preventiva y fines distintos que se pro- pone—Como se impide que la predisposición se adquiera—Co- mo se impide que se trasmita y se haga hereditaria—Como se impide que se forme la predisposición congénita—Con qué me- dios se llega á disminuir ó boivrar la predisposición hereditaria y eongéuita—Con qiíé medios higiénicos ^ó precauciones terapéu- ticas se impide su actuación ó el desarrollo déla tuberculosis— Tres series de causas morbosas-y de reglas higiénicas relativas— Del contagio tísico—De las combinaciones-etiológicas. Con los tres estudios que anteceden he querido formarla- historia diagnóstica.y la doctrina patogénica de la tubercu- losis con el fin de conocer sus causas y su naturaleza. Si por venturado he conseguido habré logrado también reconocer los medios de prevenir la enfermedad' y de curarla oportu- namente; y resolver dignamente el tema propuestoí Este tema es teda la. práptica, porque la profilaxis se propone pre- venir la aparición del mal, y lo consigue removiendo ó mo- dificando sus causas es decir lo consigue con medios higié- nicos: se propone prevenir su consecutivo desarrollo ys.ua. DE LA PROFILAXIS PREVENTIVA 163 efectos funestos, y lo consigne no solo removiendo las cau- sas que influien sobre ese desarrollo, sino también operan- do sobre la enfermedad ya formada y emancipada en gran parte de estas cansas: es decir lo consigue con medios hi- giénicos y terapéuticos. Pero esta doble profilaxis que es toda la practica, puede ser un empirismo mesqnino incierto y aun falaz, ó una práctica iluminada y racional, según Conosca bien ó mal las causas y lanaturaleza de la enfermedad. Por eso he dicho que resol- ver el problema profilático era resolver el problema patoló- gico de la tuberculosis. La ilustre facultad Médica de Lima . no ha querido por cierto una profilaxis empírica; que pol- la parte preventiva aglomerase las causas supuestas de ésta tisis sin dicernirlas, sin interpretarlas, sin conocer su ver- dadera relación con la tuberculosis: que por la parte tera- péutica aglomerase los consejos tan diversos, tan vao-os, y tan discordes de los prácticos, sin poderlos^uzgar, dicernir' y colocar, sin tener una idea exacta de las verdaderas cau- sas y naturaleza de la enfermedad. Eesolver pues (como me propuse) el problema patológico de la tuberculosis no era para llegar á una profilaxis incierta, mesquina, empírica; si- no á una doctrina profilática segura, completa, racional y fecunda, como Corolario de una patología de la tisis desci- frada y perfeccionada. Así he interpretado el problema pro- puesto.y la mente de la Facultad médica, y he querido la historia diagnóstica como base y medio seguro de lograr la doctrina patogénica; y también he querido la doctrina pato- génica, es decir que he querido conseguir completa y segura la historia y la teoría, conocer las causas y la naturaleza de la tuberculosis para que fuese sólida, segura y racioncd tan- to la profilaxis preventiva cómoda terapéutica. Ahora para que la profilaxis preventiva salga de la esfera de un árido]incierto y mesqnino' empirismo, para que sea una doctrina lucífera, segura y fecunda, y al mismo tiempo práctica y racional, de acuerdo con las ideas de la ciencia y con los hechos de la observación, y los mejores preceptos del arte, necesita tener dos fundamentos: lahistoria diagnóstica y la doctrina patogénica. La una que determine las verda- deras causas de la tuberculosis por medio de una exacta y rigurosa observación, y crítica nosográfica, apartando aque- llas que una confusión nosológica le ha atribuido. La otva. que determine swverdadera naturaleza con la guia de ima 164 LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA rigurosa interpretación de los hechos, de una inducción se- vera, apartando mediante la crítica las interpretaciones er- róneas, y las patogenias ipotéticas que no son en armonía con los hechos. De este modo la profilaxis preventiva no so- lo conocerá las verdaderas causas y sus relaciones empíricas con la tisis tuberculosa, sino que conocerá el modo de ope- rar de estas causas y sus relaciones racionales con la enfer- medad producida, y tendrá las dos guias las dos antorchas del arte médico: ratio et observatio. He hecho cuanto he podido, ya en la doctrina nosográfi- ca ya en la nosológica para trazar la historia diagnóstica de la tuberculosis, y determinar sus verdaderas y exclusivas causas. He hecho cuanto he podido para determinar el mo- dus operandi de estas causas, y la naturaleza de la enfer- medad, en la doctrina patogénica déla tuberculosis tanto en la parte crítica como en la interpretación biológica que he ensayado: sin embargo confieso que la necesidad de ocupar- me, de tantos y tan distintos objetos, y de tratar la doctri- na patogénica en modo rápido y ordenado, en manera de no distraer y de no cansará mi lector, y de abrazar toda la doc- trina casi en un solo golpe de vista, no me ha permitido tra- tarla en todos sus detalles, y dar una interpretación especial délos hechos etiologicos y profiláticos mas culminantes que tienen sin embargo una grande importancia para la ciencia y para la práctica, es decir para la profilaxis preventiva y la terapéutica. Pero ahora que la historia diagnóstica está ase- gurada, ahora que la síntesis patogénica está bosqueiada en su rápido pero unido conjunto, ahora que se trata de acom- pañar ja profilaxis ó preventiva ó terapéutica en los diversos fines, indicaciones y detalles del arte, ahora digo es preciso resolver estos problemas etiologicos y profiláticos, y resol- verlos con la misma guia de la patogenia inductiva ya for- mada, y en modo que los hechos mismos sirvan cíe apoyo y de contra-prueba á la doctrina destinada á interpretarlos. Por lo que toca á la profilaxis preventiva la historia diag- nóstica ha preparado hechos importantes: 1 9 Que la tisis tuberculosa se desarrolla por el concurso de dos circunstan- cias esenciales: cierta predisposición orgánica, y ciertas cau- sas nocivas eventuales: 2. ° Que esta predisposición ó bien puede ser hereditaria, ó ser congénita, ó ser también adqui- rida en virtud de ciertas influencias nocivas: 3. ° Que esta predisposición sería inofensiva sin el concurso de ciertas can- DE LA PROFILAXIS PREVENTIVA. 165 sas nocivas eventuales, así como estas serían inofensivas sin aquella: 4. ° Que estas causas nocivas Operan todas debili- tando, pero en modo diverso, la vida de nutrición, y no pro- ducen la tisis tuberculosa sino en» virtud de cierta combina- ción etiológica: 5. ° Que la diátesis tuberculosa que resulta .de esas causas remotas en parte depende déla acción de ellas, en parte es independiente y constituye una condición idiopá- tica. Ya en la interpretación patogénica de estos hechos he afirmado y casi demostrado que la predisposición á la tuber- culosis constituye un estado de imperfección orgánica en el sentido de haber deficiencia en los poderes déla vida plásti- ca, y que también las causas eventuales que combinándose con ella desarrollan el mal, operan en vario modo debilitan- > do la energía de las funciones plásticas. Pero en presencia de la necesidad de darse cuenta de las medidas profiláticas que la razón y la experiencia aconsejan, conviene interrogar de nuevo estos hechos, y discipar las dudas y resolver los problemas que encierran para que el arte sea enteramente seguro de lo que hace, y la ciencia lo sea de lo que aconseja. He aquí las dudas y los problemas á que aludo: 1, ° Que cosa es y en que consiste la predisposicon ala tisis tubercu- losa? Si es una imperfección de los sólidos y del tipo orgáni- co, como es que se adquiere por la influencia de las cansas eventuales externas? Y como es activa la vida si cedeá esta influencia, y dá por resultado una organización imperfecta? Cuál es pues el origen y el mecanismo vital de la predispo- sición adquirida^ Y puede el arte y con qué medios'preve- nirla? 2. ° Qué cosa es la predisposición hereditaria^ Y có- mo sí es autocrática la vida, repite y trasmite una organiza- ción imperfecta? Y puede el arte y con cpié medios prevenir esta trasmisión funesta? 3 ° Qué cosa es la predisposición congénita? Cuál es la origen y el mecanismo vital de esta inesperada y funesta herencia? Y cómo es autocrática la vi- da si el resultado de sus actos es una imperfección orgánica? Puede el arte prevenir este infausto resultado? 4. ° Y su- poniendo que el arte no haya podido prevenir la predispo- sición hereditaria ó congénita, puede acaso borrarla y con qué medios en los varios períodos del desarrollo orgánico? 5 9 Y suponiendo finalmente que nada la naturaleza, nada el arte hayan hecho para borar ó modificar esta imperfección del tipo orgánico en la época mas preciosa, será posible, y con qué medios, y per qué razón fisio-patológica impedir que 166 LA TEORÍA Y,LA PRACTICA estalle la tuberculosis? Podrá el arte prevenir el mal con impedir la combinación etiológica de varias causas morbo- sas? 6.° Y si la reacción morbosa de la tuberculosis es idiopáti- ca, es decir independiente de las causas morbosas, podremos siempre contar con la eficacia de la profilaxis preventiva?— Mi lector que comprende la gravedad de estos problemas, y que de la solución de estos depende la dirección de los me- dios profiláticos, me permitirá que los discuta rápidamente, siendo así que me propongo determinar los medios raciona- ^ les y prácticos de la profilaxis preventiva, es decir los que aconseja la razón y confirmada experiencia. Es uVprincipio pasado en autoridad de cosa juzgada que no hay enfermedad sin el concurso de dos circunstancias: cierta especial disposición del organismo á resentirse de cier* tas causas nocivas, con el resultado de cierta reacción b efec- to morboso; de modo que es inofensiva la predisposición sin las causas ocasionales, y viceversa. Este principio que es .general en patología tiene una evidencia especial' en la pa- tología de la tisis tuberculosa, siendo notorio que causas morbosas que son.indiferentes [ó causas también de otra en- fermedad] son el inicio de una tuberculosis al desgraciado que está predispuesto á ella, y viceversa que aun teniendo esa funesta predisposición puede el organismo conservarse largos años y toda la vida con un buen réjimen higiénico, y alejando las causas que pueden actuarla. Es pues un tema de grande importancia profilática la predisposición á la ti- sis como la que constituye una condición sine qua non á la aparición del mal; y destruyendo la cual son indiferentes las mismas causas ocasionales que serán dañinas pero no para producir la tisis. La historia diagnóstica de la tuberculosis nos enseña que « en unos les viene de herencia es decir de padres tísicos; que en otros esta predisposición es congénita, es decir les viene de padres enfermisos pero de otra enfermedad caquética y discrásica, mas no de tisis tuberculosa; que en otros final- mente es adquirida en virtud de la lenta y continuada ac- ción de ciertas influencias nocivas. Que cosa es pues esta predisposición á la tisis que la profilaxis se propone ó de impedir que se forme, ó borrarla si está formada, ó parali- zarla al menos si no ha podido destruirla ó borrarla? La ra- zón y la observación nos persuaden que ella consiste en cier- ta imperfeccionen el temple de los sólidos y en el modo de DE LA PROFILAXIS PREVENTIVA. 167 ver del tipo orgánico, pues no «e concibe que un organismo 'eda mas fácilmente que otro á la acción de ciertas causas nocivas, y se desordene en cierto sentido, ó funciones, si por alguna razón no hubiese decaído de la perfección del tipo hu- mano originario. Y por otra parte esta imperfección que re- side en la fina organización (base de los poderes vitales) se manifiesta aun en cierta asimetría de las formas externas, que se observa en la extructura ó tipo ó arquitectura de los tísicos. Ella es pues permanente porque adhiere ne á la cra- sis de los líquidos sino á la trama de los sólidos, no es pro- pia de un órgano sino de todo el sistema, como lo revela la fisionomía externa, y el carácter diatésico tanto de las cau- sas como de la condición tuberculosa. Esta imperfección no es un grado ó modo alguno de la enfermedad, sino una ac- titud fisiológica á resentirse de ciertas causas, en cierto mo- do ó con cierta reacción morbosa. -La predisposición es un modo ó grado de imperfección fisiológica en la fina organi- zación y en su imperscrutable dinamismo, inacceeible á la anatomía y á la química, que solo se reconoce por el tipo ex- terno, por los antecedentes del individuo, y por las efectos de las causas remotas de la tisis. El grado y el modo de es- ta imperfección no es igual en todos los tipos tísicos, por eso no es igual la época con que las causas ocasionales vienen á completarla eficacia de esta predisposición funesta. Pues si esta imperfección es muy pronunciada, aparece la tuber- culosis aun cuando estas causas sean pequeñas ó poco inten- sas: y viceversa si lo es menos se difiere su desarrollo ó para cuando las causas morbosas sean mas intensas, ó hasta cuan- do el sistema plástico se halla en trabajo "porque entra en otra fase de la vida que exije un grado mayor de energía. Esto explica que la tuberculosis que en unos se desarrolla en las primeras edades, ei< los mas estalla entre los 18 y los 36 años, (es decir la época del mayor desarrollo orgánico pa- ra el cual la vida necesita todo el vigor de las funciones plásticas) eomo con Hipócrates convienen todos los prác- ticos. Ahora cual es el carácter de esta imperfección fisiológica que constituye la predisposición á la tuberculosis en gene- ral? Si consultamos la razón y la observación podemos con seguridad juzgar que consiste en cierta falta de energía en los poderes de la vidaplástica. Esta inducción resulta tanto de las causas ó influencias nocivas que enjendran la predis- 16S LA TEORÍA y la práctica posición, como de los caracteres que la manifiestan, como de la prepotente influencia de las causas ocasionales de> la tisis, como déla naturaleza misma iposténica de la reac- ción tuberculosa. En efecto la predisposición adquirida se deriva, como veremos, de las mismas causas ocasionales de la tuberculosis operantes en modo lento y continuado: y sí todas estas son debilitantes el sistema plástieo, es natural; queda modificación que sufre el sistema sea también en este sentido. La congénita representa como veremos, el resulta- do de causas que también debilitaron profundameute la vi- da plástica.' La hereditaria no significa mas que ha trasmi- sión de una imperfección en el tipo orgánico ó adquirida ó congénita. Además la falta de energía en los poderes de la vida plástica se manifiesta en los predispuestos á la tisis,. porque carecen de aquel desarrollo físieo, y perfección de formas externas, buen color y energía de toda3 las funciones que son propias de una constitución sana, robusta y perfec- ta. .Respecto alas causas ocasionales de la tuberculosis,está probado que son todas, aunque en modo diverso, debilitan- tes respecto ala vida de nutrición: luego si la economía vi- tal se resiente de estas, si sufre es precisamente porque ca- rece de aquel grado de vigor fisiológico en los mismos po- deres plásticos que en individuos íntegros y perfectos im- porta el no sentirlas ó resistir á ellas y vencerlas, Respecto finalmente al carácter iposténico déla reacción tuberculosa creo que no existe duda alguna; luego si cansas debilitantes producen fácilmente una reacción iposténiea es porque en- cuentran- un organismo en estado de depresión fisiológica que lo hace incapaz de resistir y vencer las circunstancias debilitantes que lo rodean y lo impresionan. Yo no ignoro que esta debilidad fisiológica, este restringuido margen de las fuerzas vitales predispone también á las enfermedades fe- briles inflamatorias y congestivas que no tienen por cierto un carácter iposténico, cuando en todas ellas hay una exu- berancia de vida morbosa y son verdaderamente tipos de la reacción reparadora, como lo demostraré bástala evidencia en el 3 9 y 4 ? volumen de mi obra. Pero es de notarse que no hay contradicción alguna en estos hechos y leyes de la vida morbosa. Pues si es cierto que causas deprimentes pue- den exitar la reacción flogística y febril en todo organismo humano débil ó fuerte, sano ó enfermiso, también es cierto que esto acontece cuando operaron en modo violento^ y no DE LA PROFILAXIS PREVENTIVA. 169 gradual y paulatino. Si es cierto que los individuos mas en- debles y finos son también los mas propensos alas inflama- ciones por cualesquiera causa violenta y especialmente por causas deprimentes, también es cierto que esto acontece cuando estas causas deprimentes operaron en modo violento, es^ decir violando las leyes biológicas de la capacidad orgá- nica, ó de continuidad, ó de la gradación. Pero si resulta de la historia diagnóstica déla tuberculosis que las causas oca- sionales de esta tisis operan en modo lento, continuado, gra- dual, no exesivo y violento, se disoipan todas las dudas que pudieran abrigarse ya sobre el carácter iposténico de las mismas causas, el carácter iposténico de la predisposición or- gánica á resentirse, y el carácter iposténico de la reacción tu- berculosa. Como en la naturaleza nada hay casual, sino que todo se rije por leyes constantes; y los efectos mas incomprensibles tienen su causa en las leyes de la existencia orgánica ó vio- ladas ó cumplidas, así puede asegurarse que toda predispo- sición especial (que es sinónimo de cierta imperfección or- gánica) ha sido en origen adquirida: es decfc* que ó ha pro- tenido de las causas higiénicas eventuales que han modifi- cado poco á poco el modo de ser del organismo, ó de enfer- medades que han modificado también profundamente las condiciones orgánicas. Una vez modificado así el organismo, ó por la acción lentamente nociva de las causas higiénicas, ó por el quebranto que dejaron en ciertas funciones y apa- ratos orgánicos enfermedades lentas y profundas capaces también de cambiar el temple del organismo, la modificación ó imperfección sufrida se repite y se trasmite por el medio de la generación, que no es otra cosa que la imitación y óon- tinnación del tipo orgánico generante. El Creador Supre- mo ha dado al hombre un tipo orgánico de belleza, de ar- monía, de vigor y de perfección fisiológica; pero á la con- dición que obsérvaselas leyes de la vida que son la condi- ción de esa misma belleza, armonía, vigor y perfección fisio- lógica. Si pues, estas leyes no se observan, nada extraño tie- ne que el tipo orgánico decaiga de su perfección primitiva, y queá pesar de su istintiva tendencia á conservarse en su ser originario, pierda algún tanto, y quede así degradado fí- sicamente. Una vez verificado ese decaimiento y esa degra- dación, nada extraño tiene que la generación destinada, no á mejorar la especie sino á continuarla y conservarla,, re- 1-7-0 LA TEORÍA Y LA PRACTICA produsca, repita y continúe los tipos algún tanto imperfec- tos ó modificados por las causas ó las situationes morbosas. Solamente así puede comprenderse el origen de las enferme- dades ó mejor dieho de las predisposiciones hereditarias, y también congénitas, raras en los pueblos rudos, y en la gen- te sencilla y rústica, temperante, moral y laboriosa; fre- cuentes en los pueblos civilizados y en la parte mas culta de las naciones ó por la mala educación física, ó por los vicios y miserias que acompañaq el estado de cultura de un pue- blo. En efecto si comparamos la constitución física de cier- tos pueblos con la de otros; y en una misma nación la de la población rural con la de la población urbana, y observamos que la robustez el armonía de las formas, ía energía de la sa- lud, la rareza de las enfermedades, y la longevidad en unos van paralelos con la sencillez de las costumbres, los hábitos higiénicos conformes á las verdaderas leyes de la vida; y que en otros la desarmonía y mezquindad de las formas, la debi- lidad de las funciones, y la frecuencia de las enfermedades, 3a facilidad á las recaídas, la vida media¿mas corta, van pa- •ralelos con habaos de ociosidad y de molicie, de malos ali- mentos, ó interperancia, aire impuro, matrimonios precoces, abusos de venus, pasiones de ánimo ingratas y violentas, falta de luz, de calor, de ejercicio, de aseo, trabajo exesivo, falta de sueño y de orden en todas los actos de la vida, en suma violaciones continuadas desde el principio hasta el fin de las leyes de la vida: no debe parecer extraño que en estos pueblos el organismo se desvíe poco á poco de la simetría y del temple del tipo primitivo, y adquiera en virtud de estas influencias nocivas y permanentes cierta imperfección que lo disponga á cierto género de enfermedades. Acaso depen- de de ciertas combinaciones etimológicas que en uno aparesca la gota, en otro el escorbuto, en uno la escrófula ó la raqui- tis, en otrp la manía ó el histerismo. Pero es digno denotar- se una circunstancia importante; que las enfermedades here- ditarias como la tisis, la escrófula, la manía, la epilesia, la gota son de apuellas para producir las cuales se necesita cier- ta acción continuada de las causas morbosas relativas capaz de modificar poco á poco y profundamente el estado orgá- nico. Puede asegurarse que la predisposición á la tubercu-. losis ha sido en origen adquirida por la acción lenta y per- manente de las causas ocasionales que le son peculiares: ai- re escaso é impuro, mal alimento &a. y estas cansas son res- DE LA PROFILAXIS PREVENTIVA. 171 ponsables no ya solo de la aparición del mal, sino de &vl pre- paración, y de haber minado sordamente el organismo des- viándolo de la perfección de su temple primitivo. Con estas ideas no es difícil resolver el primero de los problemas etiologicos que he formulado. Es precisamente porque la combinación etiológica que produce la tubercu- losis, es la mas frecuente en la vida humana [porque sé en- cuentra por razones diversas tanto en las clases acomoda- das como en las pobres de lá sociedad] que también la pre- disposición á esta tisis es mas frecuente, y mas común que la relativa á la gota, á la manía, a la epilesia, histerismo, bron- cocele, raquitis, cardiapatías. Las causas especiales de la tuberculosis son todas debilitantes la vida plástica. Ahora si es una ley vital (lo que he probado en mi ensayo Bioló- gico £1] "que los poderes de la vida plástiea no se consumen uy no se agotan, como loe poderes de la vida animal, con la "acción de los agentes relativos, sino que se esaltan y ro- bustecen; y que no son restaurados por otras funciones, "como sucede en los poderes de la vida aniímd, sino direc- "tamente por los mismos agentes relativos^} fácilmente se comprende el por qué sometida la vida de nutrición á cau- sas debilitantes permanentes, necesariamente disminuye el vigor de estos poderes plásticos. Se comprende también por que en ese caso no hay enfermedad sino imperfección de los poderes fisiológicos; y porque la vida por lo mismo que es activa y autocrática, ó tiene el instinto de conservarse, se adata á la nueva situaron fiosiológica, y sigue una diagonal que no es salud completa porque no puede serlo, tampoco una enfermedad, porque la evita adatándose, sino un esta-' do de mal estar, de salud incompleta y de imperfección fi- siológica. (2) También se comprende que esta situación fi- siológica creada por ciertas causas nocivas, se resuelve en una actitud á resentirse de esas mismas causas cuando;pasan los limites déla capacidad y tolerancia'físiológica. Finalmen- te admitido que este sea el mecanismo-vital de la predisposi don adquirida, se comprende que un buen régimen higié- nico [que respecto á todas las predisposiciones morbosas es- peciales consiste en observar todas las leyes de la vida que puede prevenirlas todas) que respecto á la tuberculosis eon- (!) Nueva Zoonomia, t-il^ par. 25. (2) Nueva Zoonomia, tomo 1 par. 47 hasta par, 5á, 172 LA teoría y la práctica siste en alejar las cansas especiales de esta tisis, no solo pre- viene la aparición del mal en los que tienen una previa disposición ó hereditaria ó conjénita, sino también impide que se forme la predisposición adquirida. Las ideas expuestas conducen á resolver el segundo pro- blema y á conocer que cosa es la predisposición hereditaria, porque se trasmite una imperfección adquirida ó congénita, y si la profilaxis puede y con que medios impedir esa tras- misión funesta. Si las reglas déla higiene que son las leyes ' supremas de la vida normal se observasen todas en todos, raras serian las enfermedades, y nunca surgieran las com- binaciones etiológicas que dan lugar á las enfermedades lla- madas hereditarias, es decir á las imperfecciones orgánicas respectivas que las preparan. Es de la violación de las leyes vitales, y de especiales combinaciones etiológicas que deri- van'especiales enfermedades,gota p. e. escrófula, tuberculo- sis, inania etc. especiales imperfecciones relativas del tipo orgánico [aun cuando la enfermedad no se presenté] solo por el mero Mecho de la lenta y prolongada acción de las causas nocivajl O también ese decaimiento y degradación del tipo orgánico acontece, como veremos luego, en el hecho mismo de ciertas enfermedades crónicas y tenaces que pro- fundamente inmutaron las condiciones íntimas y el modo de ser del organismo. Una vez inferida una imperfección dada en el tipo orgánico, se repite ó transmite por la vía de la generación destinada á continuar el tipo generante, y conservar así la especie. Acaso también se agrava y se exa- gera cuando se violan las leyes fisiológicas que presiden á la armonía y buen orden délas funciones sesuales, y'cuan- do con imprudentes enlaces lejos de temperar ó compensar, como con mucha sagacidad insinúa el sumo Testa (1) la im- y perfección de uno con la vigoria de otro generante, se jun- tan dos individuos ó tipos imperfectos en el mismo sentido. _ Siempre pues son las causas morbosas, siempre son las violaciones de las leyes vitales responsables del desorden morboso, é sea temporario como en toda enfermedad, ó per- manente como en la imperfección del tipo orgánico, ó cir- cunscrito al individuo como en la predisposición aiquirida, o estensa á la especie como en la hereditaria. Luego si la trasmisión hereditaria de un tipo imperfecto tiene causas 5.| Giuseppe Testa delle Malattie del Cuore. DE LA PROFILAXIS PREVENTIVA. 173 distintas y conocidas, estas son otras tantas reglas para im- pedirlo. La razón y la esperiencia universal nos enseñan que estas reglas ó indicaciones se reducen á tres. 1. ° Im- pedir que se forme una imperfección cualesquiera en el ti- po orgánico mediante el cumplimiento general dejas leyes higiénicas ó terapéuticas. 2. ° Impedir que se trasmita por la vía de la generación, ó al menos que se agrave, ya prohi- biendo en ciertos casos el uso de la generación, ó en otros el enlace de tipos imperfectos. 3. ° Impedir que decaiga el tipo orgánico de su perfección primitiva con el abuso de las funciones sesuales. De lo dicho también se comprende la origen y la natura- leza de la predisposición congénita á la tuberculosis. Aun- que no siempre sea fácil ó posible asegurarla paternidad verdadera de un tísico, sin embargo es un hecho general- mente admitido, que hay individuos predispuestos á la ti- sis y que enferman y mueren de tisis aunque sus padres ó abuelos nunca la hñn tenido. Pero investigando los antece- dentes de esos mismos padres se encuentra que se trata de individuos ó que han sido sifilíticos, ó escrofulosos, ó raquí- ticos, ó de algún modo discrásicos, ó hijos de los que lo han sido, ó que han provenido de enlaces premaduros de edad ó desiguales por la constitución física. Esto quiere decir que aun en estos casos se han violado ciertas leyes de la vi-' da con el enlace de individuos caquéticos [en que ya ha- bían los rastros de condiciones morbosas) ó con el enlace de individuos débiles por la edad ó la constitución, contra lo que exije, la naturaleza para la perfección de los actos se- suales y los productos de la generación. Ademas dejjeso quien sabe cuanto influye sobre la predisposición congénita y también hereditaria [tratándose de una deficiencia en los poderes de la vida plástica) el abuso de una función que no puede dar frutos perfectos sino cnando es perfecta ella mis- ma, es decir en armonía con las fuerzas vitales, con la mode- ración de los concúbitos, el concierto de la gestación y de la lactación. Estas reflexiones no solo demuestran que las causas morbosas son solas responsables de estas predisposi- ciones, ó imperfecciones congénitas en el tipo orgánicp, sino que la profilaxis puede prevenirlas mediante el cumpli- miento de todas las leyes fisiológicas. Hay sin embargo en esa parte un vacío notable: pues tratándose de predisposi- ción hereditaria el arte tiene datos para saber que existe, 174 LA teoría y la practica tratándose de la congénita no los tiene, y puede ser que'la* conozca cuando ya es tarde. Es útil querel arte profilátícc» guiado ó iluminado por la ciencia admita la# posibilidad y aun la frecuencia de la predisposición congénita no solo por darse cuenta del desarrollo de la tisis en casos independien- tes del vicio hereditario, sino también por aplicar á todos, especialmente á los individuos cuyos antecedentes pater- nos son sospechosos, las reglas de la¿higiene que son las re- glas de la vida normal. « Las mismas reflexiones conducen á resolver el 4 9 pro- blema. Si la predisposición, á la tuberculosis, ó hereditaria, ó congénita consiste en cierta imperfección y deficiencia en lo6 poderes de la vida plástica, la profilaxis debe, la pro- filaxis puede [y la razón lo indica y la experiencia] hasta cierto punto borrarla, mediante la educación física especial- mente de la primera edad, qué como ha dicho Hufeland es. iftia segunda generación, en el sentido de corroborar y deJ sarrollar esos mismos poderes con un régimen higiénico que aleje todas las causas debilitantes de da tisis, que mejore y fortalézcala constitución débil, con mas ahinco y mas espe- ranza de buen éxito aplicando ese régimen desde la cuna, y siguiéndolo Con hábil perseverancia, y con los mediosrela- tivos á las varias fases del desarrollo órgánico.^Y es digno de notarse que casi todas las medidas profiláticas que aconseja la ciencia, mas dirigidas parecen á borrar esta predisposi- ción funesta, que á prevenir el desarrollo mismo del mal conuexo con la acción inmediata de las causas ocasionales. Está en la conciencia de todo médico que obteniendo for- mar una constitución robusta ya mediante las precauciones que asegura unajsana y válida generación, ya mediante una buena educación física del individuo en que suponemos dis- posición hereditaria ó congénita, no tendremos tuberculo- sis aun cuando los individuos asi preparados por la higie- ne sufran después la eventual influencia de ciertas causas nocivas. Las mismas reflexiones conducen también á resolver el 5.° problema. La profilaxis que no se ha invocado para borrar esta predisposición funesta, que nada ha hecho para dar una constitución sana y robusta al que laheredó débil, enferinisa y caqué tica, se le invoca sia embargo con frecuen- cia para prevenir el desarrollo de un mal cuya condición mas peligrosa es 1 a predisposición descuidada. Su tarea es mas DE LA PROFILAXIS PREVENTTVA. 175 difícil, pero le está demarcada por la historia diagnóstica de* la tuberculosis que enseña cuales son las causas especiales' déla condición diatésica, el aire impuro, mal alimento etc., y cuales son las ocasiones ó circunstancias que paralizando en los predispuestos la esalacíon escrementicia pueden de- terminar el desarrollo de los tubérculos, como son las fleg- masías, pulmonares^ y las fiebres. No siempre la profilaxis puede remover todas las causas y ocasiones, y satisfacer to- das las exijencias higiénicas de la vida, pero no por eso de- be perder la esperanza de un buen resultado, contando con las ventajas de la compensación, y del hecho práctico de las combinaciones etiológicas que ambas son prueba de la autocracia vital, al paso que son guias para el arte. Y para que se vea la importancia de las combinaciones etiológicas [concepto acaso nuevo en patología) se me permita una cor- ta digresión. Hasta hoy la patología general ha enseñado que dos son los elementos ó condiciones etiológicas dé toda enfermedad, predisposición y causas ocasionales; que la una es inofensiva sin el concurso de las otras, y vice-versa: y que predisposición especial, y causas ocasionales también espe- cificas contienen la razón de las especialidades morbosas. Recorriendo el vasto campo de la- nosografia se encuentra que estos principios son exactos para ciertas enfermedades, pero no lo son para todas. Son verdaderos para las conta- giosas, peste, viruela, cólera-morbus etc., en las que sin una predisposición especial (que se borra por el hecho mismo de la enfermedad sufrida] y sin el concurso de una causa re- mota especial, no estalla la enfermedad que es también una enfermedad específica. Pero tratándose de un número gran- de de enfermedades, el efecto morboso no es tanto en razón compuesta de una simple y desnuda predisposición, y de una causa remota determinada, cuanto del vario modo de aplicación de esa misma causa remota y sobre todo de cier- tas combinaciones etiológicas. El mismo frió* produce efec- tos y enfermedades muy distintas, según el modo como se aplica, su duración é intensidad, los órganos á que se apli- ca y las circunstancias en que se halla el organismo: ahora produce una simple fiebre reumática, ó catarral, ahora un artritis grave ó una pulmonía violenta, ahora un cólera es- porádico, ahora un tétano formidable, ahora una emoptoe vicaria, ú otras formas secundarias de la mestruaciun supri- mida, ahora larisipola y la cangrena. Las grandes ciudades 176 LA TEORÍA Y LA PRACTICA x> centros de'grande población en que se hace una vida arti- ficial, y donde se quebrantan todos los dias y en varios mo- dos las leyes de la naturaleza nos presentan una prodi- giosa variedad de males debidos á la diversa combina- ción y modo de acción de las causas mórbidas ocasionales. La intemperancia p. e. con el exeso de licores alcólicos; si violenta nos dá las congestiones apopléticas, las emmorra- gias, si prolongada y habitual nos dá el delirium tremens, las parálisis, la epatitis potorum, la gastro enteritis, hemor- roides etc. si acompañado de intemperancia alimenticia fa- vorece las indigestiones, si diuturnay combinada con alimen- to animal, vida sedentaria, mucho sueño, abuso de venus fa- vorece la gota y los cálculos renales. La raquitis, el escor- buto, la escrófula, ía tuberculosis, y la anemia clorótica, aca- so son favorecidas por causas análogas y de carácter debi- litante la vida plástica, pero hay combinaciones etiológi cas diferentes. También en el escorbuto hay como eri la tuberculosis falta de aire puro, hay |malo y escaso alimento, hay absorción de emanaciones animales, ó falta de exalacion de principios eterogéneos de la sangre; también allí la falta de luz, la humedad, el frío, las pasiones tristes influyen so- bre la gravedad del mal y su desenlace. Sin embargo así como es diversa la combinación de estas causas nocivas, así es diverso el carácter de la diátesis escorbútica, y de la tu- berculosa por el asiento del mal, fenómenos, curso, prognós- tico, y tratamiento. La diátesis tuberculosa puesjio se de- sarrolla en virtud solamente de una predisposición dada, y del concurso de cierta cansa ocasional nociva, sino de cierta combinación etiológica de muchas causas nocivas eventua- les, es decir cierto grado de aire ó escaso ó impuro, con fal- ta de luz, cierto insensible desorden en la alimentación gás- trica ó escasa ó mal sana, cierto habitual desorden en la traspiración cutánea favorecida por el húmedo frió, falta de abrigo, de aseo, de ejercicio y todo eso en combinación con circunstancias que tocan la inervación, ejercicio muscular parcial, disarmónico y violento, venus prematura, paternas de ánimo tristes; y también á veces en combinación con otras causas debilitantes: pérdidas 6'jüe pus, ó de semen, ó de sangre, óde saliva exesivas y prolongadas, diarreas cró- nicas^ lactación desproporcionada, abuso de purgantes, de sangrías, y de la dieta, mal régimen de la convalescencia. Este idea enteramente práctica de las combinaciones etioló- DE LA PROFILAXIS PREVENTIVA. 17T ** i -jtcas nos hace comprender como á pesar del'concurso de sus-causas reifiotas en los grandes centros de población, la tuberculosis se desarrolla con cierta limitación, y en dadas ¿pocas de la vida, y con el concurso solamente de ciertas e;- peciales circunstancips. Esta idea inspira á la profilaxis preventiva el deber y la esperanza de prevenir el desenlace tuberculoso con impedir esas combinaciones etiológicas aun cuando no pueda alejar todas laS'Causas nocivas. Respecto al 6, ° problema diré que ciertamente la reac- ción morbosa que constituye la tuberculosis es una condi- ción ídiopática, que en parte está coniiexa con las causas remotas, y en parte es independiente. Ésta idea manifiesta la dificultad de un completo ó pronto suceso de los medios higiénicos, y la necesidad de los terapéuticos para prevenir ó disipar esta diátesis tuberculosa. El estado de predisposi- ción es ya una imperfección profunda y permanente en las condiciones orgánicas que no puede quitarse sino poco á poco. Si las causas remotas han inducido la diátesis tuber- culosa es porque han gradualmente modificado el modo de ser profundo de los poderes y de los actos de la vida plásti- ca; y esta lesión vital tiene sus grados, superficial en el pe- riodo previo y caquético, mas pronunciado en el 2.° pe- riodo ó de la producción tuberculosa. Lasóla consecuencia que resulta del hecho de la tuberculosis ídiopática es que el resultado de los medios higiénicos sea lento, difícil y tar- dío; pues solamente con la continuación de medios acerta- dos se puede poco á poco modificar la profunda imperfec- ción y mutación ocurrida en las condiciones orgánicas de la vida asimilativa. Disipadas así estas dudas y resueltos los problemas etio- logicos que son el punto mismo de partida de la profilaxis preventiva, ya podemos determinar las indicaciones y los fines que ella puede y que ella debe proponerse. Me pare- cen estos; 1. ° impedir que se adquiera la predisposición a la tuberculosis por la influencia de las causas ocasionales: e impedirlo por medio de las medidas higiénicas relativas. 2. ° Impedir que se transmita la predisposicion¡adquirida y se haga hereditaria por la vía de la generación, é impedir- lo influyendo sobre las relaciones sesuales. 3. ° Impedir que se forme la predisposición congénita, influyendo sobre la higiene de las funciones sesuales. 4. ° Dada la predisposi- ción, ó hereditaria, ó congénita, impedir que se conserve y IT8 LA.teoría y la practica fue se agrave, y tentar de borrarla mediante un hábil go- bierno higiénico de todas las fases del desarrollo orgánico, 5.° Suponiéndola vigente y en nada modificada, impedir su actuación ya mediante los medios higiénicos y alejando las cansas ocasionales, ya evitando las ocasiones patológicas ó con'el buen gobierno terapéutico de ellas. 1. ° Una vez admitido el hecho que la predisposición adquirida deriva de las mismas causas ocasionales que eñ los predispuestos por razón gentilicia suelen determinar la aparición de la tuberculosis, es admitido también que las mismas- reglas higiénicas que sirven ó-para borrar la pre- disposición congénita ó hereditaria, ó para hacerla inofensi- va alejando las causas peculiares que pueden actuarla:,, las mismas reglas higiénicas digo sirven para impedir que- uu individuo adquiera esta imperfección en sú organismo que dispone ala tuberculosis. No hablaré de ellas porque me toca discutirlas á su lugar,, solo diré que consisten: en alejar las causas que debilitan la vida- plástica especialmente en la época del desarrollo orgánico; Admirable sabiduría de la¿ Naturaleza! Pocas y sencillas son las leyes todas- de la hi- giene odas condiciones de la vida normal, casi que el Au- tor supremo hubiese querido convidarnos á cumplirlas fá- cilmente. También sencillo es el resultado de este cumpli- miento: el armonía y el vigor de las formas orgánicas, de los poderes vitales, y de las funciones. Pero si estas leyes no se cumplen, sí en vario modo se quebrantan, son enton- tónces multiformes los efectos ó los desórdenes mórbidos,. por ser multiformes las combinaciones etiológicas', si todas se cumplen, no tendremos imperfección orgánica alguna que disponga ni á la tuberculosis, ni á la gota, ni á la escrófula,. ni á cualquier otra enfermedad gentilicia. 2. ° La predisposición ala tisis tuberculosa generalmen- te se reconoce por el tipo especial del individuo, y la into- lerancia á las causas especiales de esta tisis. Entonces tam- bién se reconoce que ese tipo orgánico desgraciado é imper- fecto ó le ha sido trasmitido por padres tísicos,, ó cuya orga- nización ha sido modificada por las causas de las-tisis, Ó por padres caquéticos, pero de otra caquesia, sífilis,, escrófula etc., y no de tuberculosis. Una- vez realizada la predisposi- ción á la tisis, es decir la imperfección orgánica relativa, ella se trasmite y se hace hereditaria en virtud de tres cir- tunstauciasj 1. c Por no haber hecho nada para borrarla:. DE LA PR0FILAXI8 PREVENTIVA. I79 2. ° Por las relaciones sesuales con personas también im- perfectas en el mismo sentido: 3. o por no haber observad las leyes fisiológicas relativas al uso de las funciones se- suales. 1 res fines pues debe proponerse la profilaxis para impedir que esta imperfección se conserve, se agrave se trasmita y se haga hereditaria y permanente 1 © Debe proponerse de borrar la predisposición de cualquier modo que sea adquirida, medianteda educación fisica [de la que hablare muy luego]: de este modo conseguirá que aun cuan- do los individuos que ella ha educado desde la cuna se es- . pongan á tener sucesión, está será menos predispuesta de lo que hubiera sido sin la educación física á que aludo* 2 c Debe influir á que las personas fuertemente .predispuestas o renuncien á una paternidad desgraciada, imitando en mo- do mas suave la sabiduría y el valor civil de Esparta ó evitando enlaces con personas también predispuestas á esta tisis. De este modo podrá conseguir ó que estos tipos tan pronunciados desaparezcan, oque al menos la imperfección se atenúe y se haga ó mas rara ó mas débil. 3. °* También debe y puede influir en el gobierno de las funciones sesua- les para que evitando la venus prematura ó senil, ó el en- lace de personas enfermisas ó débiles, se evite que sea dé- bil ó imperfecto el fruto de estas funciones. Así logrará prevenir la predisposición congénita, y que la hereditaria sea menos fuerte y pronunciada. £n efecto coherente con esto* principios y con estos fines la Higiene aconseja que los infelices que han tenido esa triste herencia, no se espongan á trasmitirla á otros infeli- ces, ó si no pueden renunciar al placer de ser padre, eviten al menos el enlace con personas también predispuestas á la tuberculosis, ó débiles y caquéticas, y por eso mismo bus- quen decrusarse con personas, vigorosas y con quienes no tengan consanguinidad como lo mandan las leves divinas y humanas (1) coordinadas ciertamente á ese gran fin hi- giénico y social, ó á prevenir la trasmisión de los vicios or- gánicos: siendo fuera de cuestión ''que los matrimonios en- "tre los ramos colaterales de la misma familia concurren "mas que cualquiera otra cosa [como lo afirma el Dr. Ma- "sonGood) afijar, á multiplicar, y agravar la predisposición "hereditaria." Ademas la higiene aconseja que no lo hagan es- (1) Levitico cap. XVIII. 180 LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA tando enfermos aunque sea en estado de diátesis tuberculo- sa latente, esponiéndose á una muerte prematura ellos mis- mos; y prescribe que cumplan su enlace, y hagan uso de las funciones sesuales no á una edad inmadura ó ya avanza- da, sino en el vigor déla virilidad y déla vida, y cuando acabado el desarrollo orgánico, la economía vital tiene un sobrante de fuerza que puede impunemente emplear para la propagación de la especie. Que( si para una generación sana y vigorosa en general la higiene prescribe templanza y moderación en los concúbitos, con mas rigor la prescribe á personas en qxfienes hay falta de vigor y de armonía en la trama orgánica, y en,los poderes vitales que le son inhe- rentes. , 3 9 Si es un hecho cierto que hay una predisposición ala tisis congénita, pero que no deriva de padres tísicos sino de padres que han sufrido de otras caquesias ó enfermedades discrásicas, que han alterado profundamente la perfección y el temple del tipo orgánico, parece que la profilaxis tiene tres fines ó'tres series de medios para impedir orne se forme. 1 ? Que la medicina, práctica conozca y cure bien estas ca- quesias en modo que sea mas reducido el número de estos seres desgraciados que llevan bajo un aparente salud los ras- tros profundos de una enfermedad mal vencida: 2 9 Que aleje estos tipos orgánicos patológicamente degradados de un enlace que repetiría una imperfección permanente, ó al- menos aconseje cruzarse con un tipo sano, y evitar que laim perfección se agrave con un enlace también caquético: 3 9 Influir también sobre el uap de las funciones sesuales, para que al inconveniente de xin tipo imperfecto no se reúna el de un matrimonio precoz ó senil, ó de la intemperancia y abuso de una función que no dará frutos perfectos sino sien- do perfecta ella misma. 4 9 Pero no siempre se invocan ó se aprovechan los con- sejos déla profilaxis para los fines que he indicado; para im- pedir que se adquiera, que se trasmita, que se forme esta imperfección fatal en el tipo orgánico que dispone á la tu- berculosis. Sucede al contrario muy á menudo que á impul- so ó de una pasión amorosa noble é irresistible, ó por bru- tal lujuria, ó por torpe avaricia de un rico enlace, ó por ne- cia vanidad aristocrática, el tuberculoso ó el caquético se ex- pone á ser padre, y entonces invoca los consejos del arte pa- ra borrar en sus hijos esta disposición funesta. Entonces la DE LA PROFILAXIS PREVENTIVA. 181 profilaxis fundada sobre la razón biológica y sobre la expe- riencia, propone tina educación fisica del nuevo viviente desde el útero materno y desde la cuna hasta la época desú mayor desarrollo orgánico. RÉJIMEN DE LA PREÑEZ. Sea que el vicio tuberculoso pertenezca al padre ó á la madre, es preciso no perder de vista que el período de la gestación es un período de vida plástica esuberante, ■ en el que la naturaleza recoje y multiplica sus fuerzas para la creación de un nuevo viviente; que acaso á esta circunstan- cia es debido que los mismos fenómenos de la tuberculosis se suspenden durante la gestación, casi que la energía de la vida uterina se difundiese á todo el sistema, y lo sacase de la condición hiposténica que constituye el fondo de la diá- tesis tuberculosa. En virtud de esta idea el réjimen de la preñez no debe ser neciamente estimulante por el peligro de exitar irritaciones y conjestione% cuya curación debilitaría la madre, y baria mas mezquino el producto de la función uterina, sino que debe ser conduceute á la buena, moderada y regular alimentación, abstinencia, ó prudentísimo uso de baños, purgantes, y sangrías ó emolientes, moderado ejerci- cio, y. calor, aseo, aire puro, si es posible campestre, y orden en todas las funciones, é impresiones morales agradables que influyen útilmente sobre la innervacipn de la madre. DE LA LACTACIÓN Y RÉJIMEN DE LA INFANCIA. SI el vicio tuberculoso pertenece solo al 'padre, y la ma- dre es tuerto y vigorosa debe mamantear sus hijos ella mis- ma, pudiendoesa alactacion que es'uña segunda generación [como ha dicho Hufeland] no solo ser útil á la madre, sino correjir el vicio paterno asi como lo hace en parte con esta condición la primera. Pero én el caso que el vicio tubercu- loso sea materno, y cpie ademas la escacez y la calidad de la leche comprometan tanto la salnd>y la vigoría de la ma- 1S2 LA TEORÍA Y LA PRACTICA dre, cuanto la costitucion y vigor del, niño entón?es se debe entregar auna buena y vigorosa nodriza el recien nacido no solo con el fin de prevenir la tuberculosis en la madre, cuanto de hechar las bases de una constitución robusta en el hijo, y correjir la desviación orgánica que le trasmitieron sus padres. No solamente conviene buscar una sana y vigo- rosa nodriza, cuando tal no sea la madre (libre se entiende de toda sospecha de constitución estrumosa ó tuberculosa) sino que conviene que ella se níantenga en estado normal evitando la intemperancia en el alimento, y las bevidas con que algunas creen robustecerse, conservando esa serenidad moral que tanto influye en la buena secreccion de la leche, evitando la ociosidad que debilita su constitución y contri- buye junto con otras causas á hacerlos enfermisos. Convie- ne que en estos niños la lactación se prolongue de doce á diez y ocho meses, es decir durante el peligroso periodo de la dentición, y que en los seis meses primeros se alimente con la leche de la nodriza, y después se le agregue en pro- porción muy moderada otra clase de leche ó de otro lijero alimento. És de mucha importancia para el réjimen de la niñez, el aseo, la traspiración cutánea, y el gradual abituar- se á una temperatura moderada y aun fria. Para eso con- vienen los baños diarios al principio tibios, pero pocoá poco menos tibios, y después aun fríos: evitando el error de aque- llos qae exponen la tierna niñez al idrocéfalo (1) y agudas enfermedades del pulmón con la falsa idea de darles tono y vigor con la brusca aplicación del frió; y evitando también el error de otros que se abstienen de bañarlos, y aun los so- focan con mucho abrigo por la falsa idea de prevenir los ma- les catarrales y febriles. La cual idea es particularmente fu- nesta á los niños predispuestos á la tisis, porque el descuido de la traspiración cutánea, y la facilidad á resentirse dé las impresiones atmosféricas los expone al desarrollo del mal, ó á enfermedades pulmonares que precipitan el desarrollo del mal. Mucho y muy particularmente importa que la res- piración sea libre y abundante/y el aire sea puro, por con- siguiente las fajas muy estrechas tanto al tórax como al ab- domen, disminuyen la respiración y la ematosis condiciones supremas é incesantes de la vida plástica, atrofizan de al- gún modo el desarrollo del pulmón, perjudicando tanto á la [1] J. P. Eran*. De curandis hominum morbis—del Idrocéfalo. DE LA PROFILAXIS PREVENTIVA. 18:1 rmáiósis comoá la traspiración pulmonar, y por eso prepa- ran condiciones favorables á la tuberculosis. Y si el aire ha íeserpuro debecuidarse queeleuarto dedormirsea.grande,y evitar que allí se acumulen muchas respiraciones y luces en- cendidas, y emanación de flores y otras exalaciones; evitar -el cortinaje de las camas y cunas, cuidar de la ventilación, y de pasear también los niños al aire libre evitando las horas de calores fuertes y de vientos húmedos y frios: prefiriendo además que se crien si es posible mas bien al aire puro de 3a campiña que en el inmundo de las ciudades. Y para que se vea si la profilaxis preventiva puede conseguir el fruto de estos cuidados tan atentos, óigase lo que dice el citado Clark. "Poniendo el niño predispuesto en circunstancias las mas •'favorables á la salud por lo que respecta al aire, al alimen- "to, al ejercicio <&*; quitando los desconciertos funcionales "^cuando vienen, y especialmente manteniendo en buen ór- **den los órganos digerentes, podemos mejorarla costitucion "en modo de superar la predisposición hereditaria. Median- ■"te las medidas citadas estamos persuadidos que muchos de ■"estos niños se pueden salvar, aunque no sea quizas exaje- "rado decir que cinco sextas partes perecen bajo el sistema ^presente de réjimen". (1). EDADES. Si las edades representan ciertas fases del desarrollo or- gánico, la infancia comprende el primer período de la vida liasta los dos años, y la llamamos niñez (pueritia de los latinos) que comprende dos períodos algo diverso3,es decir el de la primera hasta la segunda dentición (siete años); y el desde esta á la puberdad (catorce años], y que puede lla- lli arse.adolescencia; lo-que llamamos juventud comprende el período de la vida desde 14 hasta 21 años; lo que llamamos virilidad es decir el completo desarrollo orgánico comprende ■al período desde los 21 hasta 35 años. No me ocuparé de la edad madura, de la vejez, y de la decrepitud, ya porque el (1) .Clark, op, cit. edades. 184 LA TEORÍA Y LA PRACTICA desarrollo de la tisis parece ligado al desarrollo mismo de la economía viviente; y por consiguiente el problema profíláti- eo se resuelve en los primeros períodos de la vida. RÉJIMEN DE LA NIÑEZ, Y DE LA ADOLESCENCIA. 1 El primer período de la niñez exije los mismos cuidados respecto al alimento, aire, baño, aseo, abrigo, con la dife- rencia' respecto al alimento que debe tener mas sustancia á medida que crece la energía dijerente, siendo notorio que la. • , misma leche, y los alimentos muy sencillos y de poca sustan- cia favorecen no menos la escrófula y la raquitis, queda ca- quesia tuberculosa; que ademas deben evitarle los alimen- tos pesados, crudos, azucavinos, como que favorecen las indi- gestiones, la verminación, y las enfermedades gástricas de donde resultan mala quilificacion, mala asimilación, y por consiguiente una de las principales causas de la tuberculo- sis. En ese período merece una atención especial el réjimen de la vida animal que tiene dos desarrollos y manifestacio- nes diversas, es decirla vida inteleetual'y la vida muscular: dos series de funciones que si bien andan hasta cierto punto paralelas, tienen también entre sí cierta relación de antago- nismo; y/sucede que si mucho se- dá á la vida muscular esto se hace á espensas de la vida intelectual; y viceversa sí mu- cho se dá á la vida intelectual eso se hace á espensas de la vida muscular. Para la educación física de un organismo predispuesto á una deficiencia vital es evidente que mucho se debe cuidar el desarrollo de la vida muscular con ejerci- cios variados, paseo, gimnástica,natación &\ tanto mas que á eso se coliga la buena traspiración, el aumento de la ener- gía digerente y circulatoria, y el sueño que favorece todos los actos de la vida plástica; y por es&razon debe evitarse de ' condenar los niños á ocupaciones mentales, á estudios pesa- dos, múltiplos, prolongados que con frecuencia recompensan la vanidad de los padres con la constitución raquítica, y la prematura tisiquez de los niños. Las mismas reflecciones son aplicables al período de la adolescencia no solo respecto á las medidas higiénicas que convienen á la vida plástica, y á las que convienen á la vida animal,, sino también que en \o& DE LA PROFILAXIS PREVENTIVA. 185 predispuestos á la tuberculosis, es preciso que la educación moralimpida que sea precoz al desarrollo sesual, y con él los. funestos hábitos de la masturbación y de la venus prema- tura. RÉJIMEN DE LA JUVENTUD. El período de la juventud tiene una grande influencia en el desarrollo de la tuberculosis, porque la tiene en el desar- rollo del organismo. En esta edad la naturaleza completa y perfecciona las formas del tipo orgánico, desarrolla los ór- ganos y las funciones sesuales, acuerda en un maravilloso concierto los poderes de la vida plástica, de la vida sensien- te y de la vida sesual, para que resulte el armonía y la per- fección délas formas y de las funciones, y con eso proceda la economía viviente á la fase de la virilidad ó (Je la organi- zación acabada. Este período envuelve grandes y especiales peligros para los predispuestos á la tuberculosis y exije es- peciales precauciones. Pues si en esta fase de la vida en que la economía vital no solo pide el'empleo de todas sus fuer- zas sino el concierto de ellas, las leyes de la vida se quebran- tan, la tuberculosis que resulta manifiesta por lo mismo la deficiencia y la imperfección de las formas y de los actos or- gánicos inerentes á este desconcierto. En este período se de- sarrolla la vida sexual que si recibe su impulso de la vida sensiente y de la vida, plástica, también influye bien ó. mal sobre ambas. Por consiguiente nada, extraño tiene que la mujer predispuesta á la tisis tenga un imperfecto desarrollo sexual, y que esa misma imperfección influya siniestramen- te sobre el desarrollo de la tuberculosis, y que sea una gra- ve imprudencia el prematuro matrimonio que importa un ejercicio violento de las fuerzas sexuales, antes que el orga- nismo sea bien constituido, y tenga el sobrante de vids que es preciso; y por consiguiente importa aquella deficiencia en la vida, plástica que constituye la diátesis tuberculosa. Así eirel varron la puberdad tardía es ya en el predispues- to á la tisis un indicio de una constitución débil y defi- ciente, pero al mismo tiempo influye siniestramente sóbrela perfección del desarrollo orgánico. Por lo mismo la púber- 186 LA teoría y la práctica énd abusada ó con la masturbación ó con la venus prema- tura ó exesiva importa una debilitación y agotamiento tan- to en los poderes sensientes como en los de la vida plástica. Es claro pues que esta fase de. la vida exije por lo que res- pecta la vida sexual las medidas físicas y morales que con- ducen á su desarrollo normal, y á ponerla en ejercicio cuan- do ese ejercicio no sea á espensas de la vida plástica y del entero desarrollo orgánico. Estas medidas son en gran par- te el mismo cuidado que se merecen los actos de la vida ani- mal y los de la vida plástica. Y si es cierto que el mucho desarrollo de la vida sensiente, el -abuso del estudio especial- mente si combinado con la vida sedentaria, y las pasiones eróticas, y los paternas de ánimo deprimentes, concurren á desarrollar la tisis por la debilitación que inducen en la vida plástica, no solo se comprende la influencia de causas tan diversas, sino también el porqué en esa fase tan peligrosa de la vida convenga (en los predispuestos especialmente) que el estado ó acción cerebral sea en justa armonía con las fuer- xas de la vida plástiea;que con el fin de que el justo equiH- bio se mantenga es preciso el ejercicio muscular, el buen ali- mento, el sueño reparador, el aire puro, el abrigo que favo- rece la traspiración y todo cuanto concurre al orden de la vida plástica. También se comprende porque esa fase de la vida decide del desarrollo tuberculoso no solo por la influen- cia de la vida sensiente y déla vida sexual sino también de la profesiou á laque se consacra el joven. Porqué [especialmen- te si es en combinación con causas influyentes sobre el vigor y armonía de' las funciones plásticas] es evidente que si al predispuesto se le destina á un oficio que exije el movimien- to exclusivot, de los brazos [sastre, costurera, zapatero, ó ca- jista impresor, ó escribiente ó dibujante] ó se le obliga á res- pirar un aire malo ó preñado de gases, ó vaporea, ó corpús- culos irritantes; ó hacer ejercicios violentos del tórax con el canto, con instrumentos de música, con la corsa ó baile que mucho apura la circulación, estas disarmonías lo conducen ■á la debilitación que es el fondo de la tuberculosis. Por eso es claro que el réjimen higiénico de éste período importante en los predispuestos, debe evitarles una ocupación que los exponga á una vida sedentaria, á un ambiente úmedo y frió, é, un aire impuro ó escaso de osígeno, á un ejercicio monóto- no, parcial, violento, á un trabajo demasiado intelectual ó ¡ingrato; y debe recomendar un estudio bien equilibrado con DE LA PROFILAXIS PREVENTIVA 187 el ejercicio muscular con la gimnástica, con el sueño, los ba- ños, los viajes marítimos, la campiña, la variedad de los ali- mentos y de las ocupaciones, todo en suma lo que concurre á dar vigor al cuerpo y al alma, y á mantener ei armonía de las funciones. RÉJIMEN DE LA VIRILIDAD. Las mismas advertencias profiláticas son aplicables á este período de la vida que representa el cumplemento de la ju- ventud ó del desarrollo físico y moral de la economía vivien- te. Y tan cierto es que el peligro del desarrollo tuberculoso anda paralelo por las razones que he expuesto con el desar- rollo orgánico, que es antigua observación del sumo Hipó- crates qué han confirmado todos los prácticos, y que confir- ma también la estadística, que si bien la tuberculosis no res- pecta época alguna de la vida, sin embargo prevalece y do- mina desde los 18 hasta los 35 años [1], Del que resulta que si la Higiene pudiese dirijir con acierto y con eficacia la edu- cación física de los predispuestos hasta superar esta época remarcable, conseguiría quizás de borrar enteramente la pre- disposición funesta bien sea hereditaria ó congénita; de im- pedir la predisposición adquirida, y no solo prevenir el mal «turante ese largo período ó mitad de la existencia, sino tam- bién para el período ó mitad consecutiva. CAUSAS OCASIONALES. 5 ? Pero no siempre es dable á la profilaxis (aunque esta sea su misión y su deseo) acompañar al ser viviente desde el crepúsculo de la vida hasta el apogeo de la virilidad: y hay por desgracia infinitos cuya generación, cuya infancia, cuya niñez, cuya juventud han sido completamente descuidadas, y en quienes ó la predisposición hereditaria ó congénita se [1] Tabes máxime fiunt ab anno octavo décimo husque ad quintum et tri^simum—Af. 7 Sect vm—ínter cetatcs illae demum ostentant perículum phtisis, quae sunt ab auno décimo octavo ad trigesimum «quintum' — Coac. lib. 11 f 1S8 LA TEORÍA Y LA PRACTICA mantuvo, ó se ando formando por esta continuación y acción incesante de las causas morbosas especiales y triste conjunto 1 de hábitos higiénicos malos. Es para estos casos que la sociedad pregunta á la ciencia—"con que medios higiénicos ó precau- ciones terapéuticas puede impedirse la actuación de una dis- posición orgánica; que ha quedado intacta y vigente, y como "impedir que estalle la tuberculosis cuando la pólvora (se me "permita esta analogía) de la predisposición ha quedado tan "seca y tan bien preparada; en suma cuales son las chispas que "conviene alejar ó apagar para prevenir el incendio?" Es muy remarcable que las mismas causas remotas de la tuberculosis que amoldan el organismo y le dan la predisposición adqui- rida son las que mantienen la hereditaria ó congénita, y las que determinan el desarrollo del mal cuando el organismo está predispuesto; y por consiguiente que las mismas reglas higiénicas que conducen á prevenir la predisposición adqui- rí ia, ó borrarla hereditaria ó congénita, son lasque condu- cen en los predispuestos •% prevenir la actuación de ella, y la aparición de la reacción tuberculosa. Estas causas mor- bosas como resulta de la historia diagnóstica son todas ao - ciones debilitantes [pero en modo diverso] de la vida plás- ; tica: estas reglas higiénicas consisten en alejarlas é impedir su combinación etiológica, y su coincidencia con ciertas fa- ses del. desarrollo orgánico, fases que son situaciones fisioló- gicas tanto mas peligrosas y aptas á sentir su influencia, que exijen cierto grado de energía plástica que las causas mor- bosas concurren á quitarle. Y ya tratando del réjimen hi- giénico de estas mismas fases de la economía vital para el fin de borrar la predisposición, no solo he indicado cua- les son estas causas, sino también el por qué son dañinas, y dan el resultado de la condición iposténico-plástica de la tu- berculosis. No me queda pues que reasumirlas, clasificarlas y presentarlas en su conjunto para que la profilaxis preven- tiva tenga sus reglas tan claras, y tan sencillas como lo ins- pira y lo exije la razón biológica y la experiencia clínica. Las causas remotas y ocasionales que en el predispuesto hacen estallar la tuberculosis pueden dividirse en tres sé- ' ries. 1 9 Unas influyen debilitando y acaso pervertiendo la nutrición como es el escaso ó malo alimento, las malas diges- tiones ó cacoquilias, el aire pobre de ossigeno ó impuro, las pérdidas exesivas de sangre, de pus, desaliva, de esperaría, DE LA PROFILAXIS PREVENTIVA. 189 de leche, y otros profluvios &a. 2 9 Otras influyen debili- tando y acaso pervertiendo la inervación como es la vida se- dentaria, ó los ejercicios musculares violentos parciales, ó el estudio exesivo, ambos sin la reparación del descanso y del sueño, y los paternas de ánimo deprimentes. 3 9 Otras in- fluyen sobre el orden de la vida plástica, y acaso sobre el mecanismo mismo de la producción tuberculosa, desorde- nándola denutricion, y la crisis fisiológica de la nutrición, como es el frió húmedo ó la falta de abrigo, las afecciones gastro-intestinales, las eventuales flegmasías pulmonares, acaso el contajio.—La profilaxis fijando su atención en la pri- mera serie de cansas morbosas prescribe á los predispuestos que el alimento sea sano y nutritivo, y tal sea el orden de la función digestiva que se oponga á tpdo desorden gástrico, in- digestión, cacoquilia, verminación y gastro-entéritis; permi- te el uso moderado del vino, pero prohibe el uso de los li- cores espirituosos no solo porque acarean estos desórdenes, sino porque es probado que el que toma licores cómeme- nos, y la falsa fuerza que dan los estímulos difusivos no com- pensa la falta de materiales orgánicos de que necesita la asi- , niiíacion de un tipo orgánico deficiente. Y si la higiene á to- dos prescríbela temperancia como el medio de evitar males relativamentevinsignificantes, á los predispuestos la prescri- be como un medio de evitar un peligro inmenso; si en todos combate estos desórdenes digestivos que en si valen poco, los combate en los predispuestos con sumo empeño porque los teme el primer paso de una caquesia formidable. Si en otros poco teme la dieta tenue, los alimentos pesados, las be- bidas deprimentes, y algún desvío en el orden de las diges- tiones, en los predispuestos recela que puedan tener malos resultados. También les aconseja un aire puro y salubre, y profesión que le permita gozarlo cuando eso mismo conside- ra de menos importancia á los que no son predispuestos. En el terreno de la patología tiene para los predispuestos conse- jos y cautelas que no tiene para otros: no permite que la pre- dispuesta tenga emorajias ó mestruaciones abundantes, o su- dores, ó diarreas, ó agote sus fuerzas en la lactación muy pro- longada, se opone en los predispuestos á la pérdida exesiva de la saliva, del semen, de la sangre, del pus. Aun cuando sean enfermos de verdadera flogosis, no abusa de la sangría, de los purgantes, de los baños,, de los otros deprimentes; porque este abuso que en otros tiene consecuencias relativa- 190 LA TEORÍA y la práctica mente insignificantes, puede en los predispuestos tener por resultado la tuberculosis. La profilaxis fijando su atención en la segunda serie de causas morbosas prohibe á los predispuestos la vida sedenta- ria y toda profesión conexa con ella, ya porque la falta de ejercicio muscular disminuyendo la inervación y el desar- rollo de la vida animal, influye á disminuir la energía de la vida plástica coordinada á restaurarla, ya porque á ese ejer- cicio muscular circunscrito á sus límites fisiológicos es co- nexo el orden de las demás funciones, el apetito, la buena di- gestión, el sueño, la traspiración, las demás secreciones, que son á su vez todas condiciones de orden y de energía en los poderes de la vida plástica. Prohibe á los predispuestos el ejercicio muscular violento ó parcial, y mas si se trata de los brazos cuya inervación es conexa á la de los pulmones, ó porque hay agotamiento no reparado, ó un desarrollo y vi- gor muscular que se hace á espensas de la energía de otras series del sistema -motor, ó de la vida general asimilativa. Aconseja á los predispuestos ejercicios que permitan al tórax ensancharse y desarrollarse, (1) para que así se corjia el vicio orgánico y se haga mas fácil la ematosis, la circulación y la traspiración pulmonar; pero les'impone que sea gradual, mo- derado, y nada violento, temiendo que la pena de un réji- men imprudente sea el mal mismo que busca de evitarse. Les prohibe estudios severos y prolongados ó ingratos, y mas si en combinación con vida sedentaria, falta de sueño re- parador, ó de buen réjimen alimenticio, ya porque importa un agotamiento y un trastorno en la inervación animal, ya porque se le coñete el agotamiento y el trastorno de la vi- da plástica destinada á repararla. Kecomienda álos predis- puestos la serenidad moral y las impresiones morales del áni- mo gratas; porque las pasiones violentas ó los paternas depri- mentes iio solo importan una perturbación directa en la ac- ción nerviosa de todo el sistema animal y plástico, sino tam- [1] Acaso por esta razón se ha recomendado el ejercicio al aire li- bre, y sobre todo la equitación que obliga á ejercer todo el aparato mo- tor del tórax, y que se ha considerado un profilático especial de la tí- as. Acaso también por esta razón se ha propuesto por Autenrieth el ejercicio délos órganosrespiratorios.por medio de frecuentes y profun- das inspiraciones, y aun la lectura en voz alta, y no falta quien cree que Cicerón dispuesto á la tísir en la infancia, debe á ese ejercicio de público lector el haber escapado á la enfermedad. DE" LA PROFILAXIS PREVENTIVA. I9Í n ífien porque ese estado de violencia importa falta de sueño,. falta de buena digestión, condiciones á su vez que debilitan; el vigor y el armonía de un tipo orgánico' en esa parte ya imperfecto, .Finalmente prohibe á los predispuestos un in- moderado ó intempestivo uso de las funciones sesuales no solo por las pérdidas materiales que le son conexas sino por el gasto de las fuerzas vitales y el desorden de la inervación que se presenta hasta en los tipos sanos con las formas del histerismo, del ipocondríasís, de la tabe dorsal,.y deba epi- lessia. N La profilaxis fijando su atención en la tercera serie de causas morbosas recomienda á los, predispuestos el abrigo y el aseo como condición de la traspiración cutánea normal,. condición á su vez de la denutricion, ó crisis general fisioló- gica de la vida plástica. Para ese fin recomienda el baño, y el acostumbrarse á las variaciones atmosféricas, notante pa- ra meter en salvo una crisis tan importante cuanto para pre- venir funciones vicarias que rematan en bronquitis, 6» pul- monías, ó diarreas, ó disenterías. Para esemismofiu prescri- be que el vestido 6ea conforme á la estación y á las necesi- dades d^l individuo, pero no mesquino ni muy pesado, ni que quite la libertad de la circulación,, y de la respiración. Aconseja al sexo débil el buen réjimen de la función mes- trual y loquial aun como un medio de depuración fisioló- gica. Queda en los predispuestos la regnlaridad de las escre- ciones alvinas como condición de la denutricion normab En el terreno patológico la profilaxis tiene atenciones par- ticulares para los predispuestos. Se apresura dé curar y de resolver prontamente toda flogosis bronquial ó pulmonar, por que sabe que á la vida normal de ese órgano es conexa la exalacion, es decir una parte importante de la denutricionc general, y que las flegmasías pulmonares la suspenden. Se apresura'de obtener la crisis completa de enfermedades fe- briles, ó esantemáticas, ó discrásicas que en dos predispues- tos pueden ser el principio de una catástrofe por la razón in- dicada. Finalmente es con ese fin que teme la absorción de principios animales, los de la traspiración ajen a, y desaprue- ba que muchos vivan y duerman en un mismo cuarto: y acá- IBO teme el contagio. Sin embargo la cuestión del contagio es muy lejos de es- tar resuelta; y hay razones fuertes para admitirlo como pa- ra negarlo. Por una parte aunque sea oscura la doctrina de 192 LA teoría y la PRÁCTICA los contagios, es admisible que en ciertas condiciones mor"-1 foosas extraordinarias del organismo pueda jenerarse un prin- cipio contagioso especial como ha sucedido respecto al cóle- ra-borbus de la India en 1817, que endémico hasta enton- ces, se hizo contagioso, é invadió el mundo entero. Que si hombres como Morgañi, Borsieri, y otros nosógrafos han ad- mitido la posibilidad del contagio tísico, y esta opinión ha cundido en naciones enteras, es probablemente por la obser- vación que la enfermedad ha parecido comunicarse á otros predispuestos por la via del contagio. Por otra parte la, tisis tuberculosa es tan frecuente tanto en las familias privadas como en los hospitales, y tan grande es el número de los predispuestos, que si el proceso ulceroso que se supone en- jendrar el contagio tísico, lo generase realmente, la enferme- dad sería mas común de lo que se observa. Ademas si ad^ mitido el contagio, ese no ofende que los predispuestos á la tisis, esta opinión carece de pruebas como de aplicación. Carece de pruebas porque dada la predisposición hay un co- ralillo de causas ocasionales que pueden despertar esta tisis sin necesidad de invocar el contagio, y el mismo hecho de que el predispuesto ha perdido el padre, ó el hermano, ó el primo, hace suponer paternas de ánimo, y angustias domes- ticas las mas propias para despertar la tuberculosis. Carece de aplicación porque si el supuesto contagio tísico no ofen- de que los predispuestos, la teoría del contagio nada impor- ta por los que no son predispuestos que nunca serán tísicos, ni por los que lo estén, porque pueden caer en la enferme- dad por las causas especiales de esta tisis, hayan ó no tocado enfermoso cosas de ellos. Quizás esta idea es una ilusión qui- mérica como la de los temperamentos (que lejos de ser un hecho práctico es una idea teórica) (1) y es dañina en prácti- " ca, pues mientras conduce á quemar muebles y ropa, aleja del tomar medidas mas serias y mas racionales. De lo expuesto claramente resulta que tienen una gran- de importancia las combinaciones etiológicas; luego la tiene para la profilaxis preventiva el proposito de impedirlas. Nunca despierta ó desarrolla la tuberculosis, ó la sola pre- disposición, ó imperfección previa del organismo sin las cau- sas ocasionales, ó estas sin aquella; nunca la despierta ó de- sarrolla una sola causa ocasional sino el concurso de algunas* II] Nuova Zoonomia Vol. l.o párrafo 46. DE LA PROFILAXIS PREVENTIVA. 193 La misma predisposición se completa y se pronuncia en ciertas fases especiales del desarrollo orgánico, ca3Í que la naturaleza diese al arte el tiempo de modificarla. Acaso el alimento impropio, ó las digestiones pervertidas son una circunstancia dañina cuando se combinan con mal aire ó con circunstancias que hacen imperfecta la ematosis; acaso ambas causas serían dañinas, pero no por el resultado fatal de la tuberculosis si la inervación pervertida (por cuales- quiera de las circunstancias que he indicado) no quitase ó disminuiese á los poderes plásticos aquel grado de vigor necesario para formar buen quilo, buena linfa, buena san- gre, buena nutrición, buenas secreciones; y para escrear los residuos de la asimilación por las-vias naturales escretorias. Acaso todo eso seria dañino pero no suficiente para el de- sarrollo del tubérculo si esfas vias fuesen expeditas, y si el frk-, la humedad, el desaseo, las afecciones bronquiales ó fe- briles no estorbasen la traspiración cutánea ó la pulmonar. Esta consideración que brota de la historia diagnóstica déla tuberculosis, mientras descubre los fines autocráticos de la naturaleza, índica también cuales son los recursos y los debe- res del arte. Que la profilaxis preventiva pues, que es el arte, intérprete de estos hechos- y de los fines de la natu- raleza impida estas combinaciones etiológicas, que aleje al- gunas causas ó circunstancias morbosas, ai no puede alejar- las todas; y siempre habrá conseguido el triunfo al que as- pira, prevenir que estalle el mal eoh sus tristes consecuen- cias si no ha podido borrar la imperfección orgánica que la prepara. 13 194 LA TEORÍA Y LA PRACTICA CAPITULO VI. £A TEORÍA T LA PRACTICA DE LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. T Cual es el fin y cuales son los medios de la profilaxis terapéutica de ^la tuberculosis—Por qué debe ser racional y no empírica— La historia diagnóstica y la doctrina patogénica son el funda- mento y la guia de la profilaxis terapéutica racional—Hechos é ideas de la una y de la otra que inspiran las indicaciones y las re- glas de la profilaxis terapéutica—^Réjimen del período previo ó* de la caquesia tuberculosa—Del cambio de hábitos-higiénicos y del clima, y de las indicaciones terapéuticas—Réjimen higiénico y terapéutico del 2.° período en. sus diversos grados, formas y momentos—Delaformaasfitiea—De la sangría, de los eméticos, y de los vejigatorios en la forma aguda, y medios higiénicos re- lativos—Réjimen higiénico y terapéutico dé la forma crónica— Remedios diversos que convienen—Del clima, del réjimen higié- nicO) y dedos setones y cauterios—Si el tratamiento del período ulcerativo, ó tisis confirmada forma parte de la profilaxis tera- péutica—Tres indicaciones relativas aí réjimen terapéutico de la tisis confirmada: es decir relativas á la condieion iposténica, dis- crásica, y lento-flogístiea—Ideas-sobre- la naturaleza reparadora. del proceso flogístico en relación con la tuberculosis. Fiel á mi programa he- tratado la teoría y la práctica de la ^ profilaxis preventiva de la tuberculosis en ralacion con las condiciones meramente fisiológicas deh organismo, en rela- ción con los medios capa<*es deprevenirla aparición del mal, no en relación con el grado el mas mínimo de la enferme- dad tuberculosa. Quizás algún médico superficial ó caviloso creerá que aquí debe terminar mi tarea,, es decir la tarea de la profilaxis, ó el alcance rigoroso del tema propuesto, por- que dirá: la terapéutica no es la profilaxis. Sin embargo fun- dándome no solo sobre la definición que dá la ciencia de la profilaxis, sino sobre las inseparables relaciones de la profi- laxis preventiva y de la terapéutica, y sobre todo sobre las exijencias de la práctica, digo y sostengo á mi vez, hay ea DE LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 195 la patología de la tisis una profilaxis preventiva para pre- venir la aparición del mal, y hay y debe haber una profi- laxis terapéutica para prevenir su desarrollo, su continua- ción, sus secundarios efectos, y sus funestos resultados. La ciencia como he dicho arriba (Cap. 1 ? ) prescribe estas dos formas de la profilaxis, y. la prescribe ei sentido común, por- que si con medios terapéuticos el arte previene la extensión del mal comensado, sus períodos consecutivos, sus éxitos de- sastrosos, no deja de ser profilaxis respecto á estos resulta- dos consecutivos, aun cuando los medios de que se ha vali- do, no sean higiénicos sino terapéuticos. La razón y la ex- periencia demuestran que entre estas dos formas no se pue- de establecer un muro de división, y ya en efecto he demos- trado que aun en la profilaxis preventiva, es decir para pre- venir la aparición de la tuberculosis la profilaxis debe emplear medios terapéuticos. Ahora demostraré fácilmente que también para el fin de la profilaxis terapéutica, es decir para prevenir el desarrollo, la continuación, los éxitos del mal entra el empleo de los medios higiénicos. Y si todo eso no bastase para demostrar que hay y debe haber una profilaxis terapéutica, ó que la terapéutica forma una parte esencial de la profilaxis, y que la profilaxis sería trunca é incomple- ta sin la terapéutica, veamos lo que nos pasa en la práctica. Es bien raro que se nos consulte ó para borrar la predispo- sición hereditaria y congénita dirijiendo la educación física de los que la tienen, q para alejar las causas'ocasionales que pueden actuarla, ó para impedir que se trasmita y se agrave por via de las relaciones sesuales. Ordinariamente se invo- can los consejos de nuestro arre ó cuando ya hay signos de la formación tuberculosa, aunque muy circunscrita, es decir cuando ya estamos en el 2 r período de la enfermedad, ó á lo sumo cuando ya hay signos de la caquesia tubercular, es decir cuando ya estamos en el período previo que llamé pro- filático. Es en estas dos circunstancias que los enfermos o las familias alarmadas ó por el decaimiento y maí estar indefi- nible del individuo, ó cierta imperfección é irregularidad de las funciones [si se trata de la mera caquesia]; ó por al- gunos síntomas pulmonares, tos, emoptoe, dolores torácicos, dispnea, aunque todo á grado muy leve [si se trata del se- gundo período] que se invoca nuestro auxilio para cortar el mal y prevenir su desarrollo y continuación. Y entonces el arte alarmado á su vez ya por la constitución visible del 196 LA TEORÍA y LA PRÁCTICA individuo, ya por los antecedentes gentilicios, ya por los sín- tomas que preluden, ya por las causas pregi'esas, se apresu- ra á aconsejar el cambio de clima y de hábitos higiénicos que han preperado ú ocasionado la aparición del mal; y tam- bién los medios terapéuticos que sujiere la razón y la expe- riencia pava prevenir la extensión y el consecutivo desarro- llo del mal y sus funestas consecuencias. Esto quiere decir que en la práctica de nuestro arte el uso de la profilaxis pre- ventiva es raro, y que el mas común y frecuente es el uso de la profilaxis terapéutica: quiere decir que esta se vale tan- to de medios higiénicos como de terapéuticos, y que tiene lugar tanto en el período previo ó de lá mera caquesia, co- rno en el período de la formación tuberculosa; y también [como veremos] á enfermedad ya avanzada, aunque su efi- cacia que es relativa al estado dinámico disminuye en pro- porción que la enfermedad se avanza al estado orgánico^ Hay pues y debe haber una profilaxis terapéutica cuyo fin es prevenir el desarrollo consecutivo del mal y sus funes- tas consecuencias, y cuyos medios son á la vez higiénicos y terapéuticos. Y esta profilaxis terapéutica debe ser racional y no empírica: es decir que para que sea eficaz segura y fe- cunda debe conocer bien las causas del mal, porque este co- nocimiento influye en la dirección de los medios higiénicos, y debe conocer bien la naturaleza del mal porque este cono- cimiento influye sobre la dirección de los medios terapéuti- cos. Una profilaxis terapéutica que fuese empírica, cpie tu- viese una idea vaga y equivocada de las causas y naturale- za del mal, que aceptase y repitiese las opiniones y los expe- * rimentos propuestos, sin crítica, si:1 otra razón de escojerlos que la moda dominante, y ¡a necesidad de hacer algo, y apro- vechar lo hecho: fórmicas maree, que congerunt et utuntur. (Bacone): una práctica semejante digo que fuese empírica, sería vacilante, insegura, porque falta de indicaciones preci- sas, y prejuzgada por preceptos'discordes. El que quiera ver la importancia de una terapéutica racional que toma por ba- se y por guia el conoci-idcnlo patogénico de las enfermeda- des, asista á las consultas médicas, ó eche un mirada á los tratados de medicina práctica. En las consultas ordinaria- mente los primeros conflictos ruedan sobre el diagnóstico pi'áctico; pero cuando se han discipado, y sobre esto los mé- dicos te han puesto de acuerdo, y se trata de las indicacio- nes terapéuticas, entonces empiezan nuevos conflictos y di- DE LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 197 ficultades sobre el diagnóstico patogénico, siendo el plan te- rapéutico de cada cual relativo á la idea de la íntima natu- raleza del mal y del modo de operar de los remedios: y en- tonces con frecuencia se descubre todo el vacío de la ciencia, y toda el anarquía del arte. En los tratados de Medicina prác- tica se hace mucha parte á la historia semeiotica, anatómi- ca, y aun diagnóstica d« cada enfermedad, se habla de sus causas, de sus formas, de su curso, de sus éxitos: pero cuan- do se trata de precisar las indicaciones terapéuticas, enton- ces [bien ó mal] se invocan las ideas patogénicas relativas á la naturaleza del mal que se combate, iíi es creíble tam- poco que la ilustre Facultad Médica de Lima al proponer el l^roblema de la profilaxis de la tuberculosis, que como he di- cho tiene dos formas la preventiva y la terapéutica (prácti- camente mas útil esta última que la primera) haya tenido el pensamiento de que el discutir y resolver el tema pro- puesto, diese por resultado una profilaxis terapéutica empí- rica. Esta ya la tenemos, y para alcanzar una nueva edición de este empirismo no había necesidad de un concurso cien- tífico. Y es precisamente para que fuese racional tanto la profi- laxis preventiva como la profilaxis terapéutica que yo he bosquejado la historia diagnóstica de la tuberculosis y la doc- trina patogénica con el fin de que la una manifestase las verdaderas causas de la enfermedad, excluyendo las que corresponden á otras tisis pulmonares, y con e¿ fin también que la patogenia interrogando estas verdaderas cansas y los demás hechos de este tipo morboso, descubriese y determi nase la naturaleza déla enfermedad, dando así la razón dia- lética del por qué ciertas causas la producen y la agravan y ciertos medios ó de la naturaleza ó del arte la previenen ó la curan; lo que hace qiíe el arte sea racional y no empírico. Y ya he demostrado que la profilaxis preventiva para que sea racional debe tener estos dos fundamentos, la historia diag- nóstica y la doctrina patogénica, la una que señala las ver- daderas causas, la otra que enseña su modo de operar en la economía de la vida. Ahora me es fácil demostrar que la profilaxis terapéutica para que sea racional, debe tener es- tos dos fundamentos: la historia diagnóstica que manifiesta no solo las causas sino los hecjios mas culminantes de este tipo clínico y proceso morboso, la doctrina patogénica que descubre su modo de formarse y de ser, su íntima natnrale- 198 LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA za, su vital mecanismo para que comprenda y que enseñe en que modo operan las causas que lo producen^ en que modo operan los medios que lo previenen lo modifican o lo agra- van, que cosa es que la naturaleza pide al arte en los diver- sos conflictos y distintos, momentos del proceso morboso.^ Consultando Ó mejor dicho reasumiendo la historia diag- nóstica y la doctrina patogénica de la tuberculosis, podemos fijar estos hechos y estas ideas que son á propósito para ins- pirar las indicaciones y normas distintas de la profilaxis te- rapéutica racional. 19 El proceso tuberculoso se compone de tres distintos períodos unidos con los vínculos de sucesión y de causación:^ es decir del período puramente dinámico de la caquesia ó diátesis tuberculosa, previo á la formación de tubérculos, que puede durar un tiempo indefinido, manifestándose con cierto desorden ó imperfección de la funciones plásticas, y puede llamarse profilático, porque puede disciparse con ale- jar las causas y con buen réjimen higiénico; del segundo pe- ríodo ó el de la aparición de tubérculos hasta su reblandeci- miento, en el que no solo la diátesis productura es mas in- tensa, sino que se manifiestan fenómenos de la lesión local ó en los pulmones ú otras sedes del tubérculo, y se presenta lá complicación flogística como el efecto de la presencia ir- ritativa del tubérculo; finalmente del tercer período, ó de la condición ulcerosa hasta la resolución ó la muerte, del enfer- mo; en que l§, diátesis no solo es mas intensa todavía y se manifiestan tubérculos de nueva formación é infiltraciones tuberculosas, sino que á los fenómenos de complicación flo- gística, se agregan los de la tisis secundaria, fiebre, supura- ción, y emaciación. 2 9 La condición patológica que por una parte está en relación con las causas morbosas, por la otra con los fenó- menos todos del proceso mórbido, es la diátesis tuberculosa que domina toda la enfermedad, ó todo el proceso morboso. Esta diátesis es á menor grado y sola en el período profiláti- co, mas intensa en el segundo, y complicada ya con la con- dición irritativa y flogística como es la presencia de los tubér- culos; es mas intensa todavía, y conexa con condiciones orgá- nicas, en el 3.°, necesidad de reparación, y falta de medios pa- ra efectuarla: esta diátesis es la causa próxima délos desórde- nes funcionales propios del período previo, es la causa próxi- ma de la producción tuberculosa, domina también el perío- Dí! LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 199 do ulceroso, acaso mantiene el filtro purulento, y no ha de- saparecido con la flogosis consecutiva si aparecen tubércu- los de nueva formación. 3 9 La diatesis tuberculosa es una. -condieionidiopátieo: es decir que la mutación ocurrida en el modo de ser de todo el sistema plástico por la continuada y combinada influen- cia de las causas remotas, aunque pueda mantenerse y agra- varse por la persistencia de las mismas causas remotas; sin embargo tiene ya algo de independiente y de permanente que no se discipa tan pronto con alejar dichas causas, y aca- so puede tener los efectos que le son propios si no hay mu- cha energía en los medios profiláticos. 4 9 El carácter y el genio de la diátesis tubercidosa es una falta de energía en los poderes y actos de la vida plás- tica ag enerad. Y esa idea patogénica resulta tanto del carác- ter de las causas remotas ya sean predisponentes ó ocasiona- les, ya de los ¿síntomas del periodo previo, ya del carácter de la materia tuberculosa, ya de los efectos críticos de la en- fermedad, ya de la naturaleza de los medios .profiláticos y terapéuticos. 5? El periodo de Ioj formación de los tubérculos es un período de crisis depurante de los productos de la reacción diatésica Es por eso que el tubércul© es el carácter y no la causa de la enfermedad, sino el efecto local de una condición morbosa ó diátesis general. La acción impotente del siste- ma ¿plástico ha producido una materia mahorganizada [la materia tuberculosa] que tampoco los órganos ó-sistemas escernenteá tienen el vigor suficiente para escrear, y depu- rar el sistema: de allí resulta su aglomeración en las super- ficies exalantes, y en las glándulas destinadas á modificar los umores recrementicios. 6 9 El período de la formación de los tubérculos repre- senta dos actos distintos de la vida morbosa; la diátesis que produce la secreción tuberculosa, el tubérculo que con su presencia produce la irritación y la flogosis del parenqui- ma pulmonar. Tan cierto es eso, que esta secreción tiene tres formas, la granulación miliar, la tuberculización amari- lla á varios grados, y la infiltración tuberculosa; tres formas ó mejor dicho tres grados progresivos del desarrollo tuber- culoso; y que cuando el volumen de los tubérculos llega á 200 LA TEORÍA Y LA PRACTICA cierto punto, provoca la inflamación y la supuración que ar^ rastra la materia misma reblandecida. 19 El tercer período ó el ulceroso de la tuberculosis re- presenta la crisis no de la enfermedad sino de cada tubér- culo. En efecto la naturaleza llega á reparar los efectos del tubérculo ó mediante la ulceración cavernosa, y la cicatri- zación mas ó menos difícil, ó la absorción, y la conversión del tubérculo en un- tumor quistoso y calcáreo, á cuya presencia el parenquima se adata. Esto sucede cuando ó la diátesis tu- T berculosa es poco intensa, ó ha sido modificada por el arte, ó los tubérculos son tan pocos que las fuerzas vitales repa- radoras han podido vencer la lesión orgánica á que aludo. Pero si la diátesis es muy intensa, si nada ha hecho el arte para modificarla, ó mas bien la agravó, si el número y la ex- tensión de las cavernas es mas grande que el margen de las fuerzas vitales necesarias á repararlas, entónees;aparecen sin remedio los fenómenos, de la consunción tísica, que son lo* de una lucha desigual y suprema en la que la vida sucumbe. Tan cierto es todo eso que la anatomía ha descubierto ca- vernas cicatrizadas en tuberculosos pue han sanado,' y muer- to después de otro mal: lo que prueba que tuberculosis no es. sinónimo de tisis, y viceversa. Es cierto ademas que los casos de verdadera cicatrización y sanacion observados por Laenec, han sido los que tenían pocos tubérculos y circus- criptos. Es cierto finalmente que en los casos de tisis tuber- culosa terminada con muerte, siempre se encuentran tubér- culos de varia y nueva formación, y muy extensos. Luego la sola la verdadera circunstancia que decide del éxito con- suntivo y seguramente funesto es esta: Que la extensión de la lesión tuberadosa exeda el grado de las fuerzas vitales necesarias á repararla. **• De estos hechos nosográficos y de estas ideas patogéni- cas resultan algunas indicaciones para la profilaxis terapéu- tica que formularé rápidamente, reservándome á tratar de- su aplicación en los diferentes estadios del proceso tubercu- loso, siempre apoyándome sobre la razón biológica y la ex- periencia clínica: 1 9 Si el período ulceroso deriva del período tuberculo- so, y este deriva del período-caquético; y este á su vez está; en relación con las causas morbosas: es de suprema impor- tancia conocer y remover las causas morbosas desde su prin- cipio. OE LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 201 29 Si la diátesis tuberculosa es la causa próxima de to- dos los fenómenos y fases del proceso morboso; si campea y domina en todos sus períodos, á ella debe mirar la terapéu- tica con la misma energía en todos los estadios. 3 ? Si la diátesis tuberculosa es una condición Ídiopática ligada en parte á la influencia de las causas morbosas, en parte no; la profilaxis no solo debe remover las causas, sino que debe esperar un cambio favorable solo de la mucha y perseverante insistencia en los medies higiénicos opuestos á ellas, y aun aplicar los terapéuticos. 4 9 Si el genio y el carácter de la diátesis tuberculosa es una deficiencia en los poderes y actos de la vida plástica, la profilaxis debe aplicar los medios higiénicos y terapéuticos capaces de quitar esta deficiencia y esta falta en los materia- les orgánicos, y eso en todos los períodos del proceso tuber- culoso. ñ 9 Si la formación de los tubérculos es una crisis depu- rante de los productos de la reacción diatésica, la profilaxis debe combatir su origen y cu causa, y al mismo tiempo im- pedir que tome esta forma, ó al menos limitarla. 6 9 Si el periodo de la tuberculización representa dos ac- tos diversos déla vida morbosa: es decirlos efectos de la diá- tesis, y los efectos del tubérculo: la profilaxis tiene dos de- beres, el réjimen de la condición diatésica, y el réjimen de la condición flogística. 7 9 Si el período ulceroso de la tuberculosis representa un período de depuración, de reparación, y de crisis; si el pe- ligro de este período depende de la extensión de la lesión orgánica, la profilaxis tiene en ese período supremo dos de- beres diversos: el réjimen de la condición diatésica, el réji- men de la condición flogístico-supurativa. Ordinariamente se invoca la profilaxis terapéutica ó en el período de la caquesia tuberculosa, que á veces es muy largo y se manifiesta, como he dicho, en los predispuestos con cierta imperfección y desorden tanto en las formas ex- ternas del tipo orgánico como en las funciones plásticas: ó al principio de la tuberculización, es decir cuando los sínto- mas pulmonares y la auscultación descubren que ya empie- zan á formarse tubérculos pocos, pequeños y en estado de crudeza. En ambos casos la profilaxis terapéutica puede y debe emplear medios á la vez higiénicos y terapéuticos, y lo hace con grande probabilidad y aveces certeza de buen éxito. ■§02 LA TEORÍA Y LA PRACTICA ( En ambos casos la profilaxis intenta de alejarlas cansas oca- sionales que son todas (aunque en modo diverso) debilitan- tes, y aconseja un réjimen tónico y corroborante en todas las funciones plásticas digestión, ematosis &a. cuanto es ya 'mas pronunciado el grado de la diátesis tuberculosa, es de- cir la condición iposténica que la constituye. No se conten- ta con proponer un aire puro y campestre, con prohibir las moradas estrechas, mal ventiladas ó en las que lacoabitacion de muchos gasta el aire, sino que aconseja á los enfermos un cambio de clima y los envía en los altiplanos de los al- pes y de los andes, ó en largos viages marítimos, ó en las risueñas playas del mar. No le basta el proponer vagamen- te un buen alimento y un buen réjimen, sino que insiste con vigor sobre el buen victo animal y sabroso, el buen vino ó cerveza, los baños de mar, el ejercicio, el abrigo suficiente^ la equitación; y tampoco se contenta de este réjimen higié- nico sino que emplea como veremos, el bacalao, los marcia- les, la cortesa peruana, y otros medios para llenar otras in- dicaciones. La influencia del clima sobre las enfermedades, y espe- cialmente sobre la tuberculosis es muy grande por cierto, sin embargo es muy controvertida: y es muy controvertida porque es un hecho etiológico y profilático muy complejo: y es muy complejo porque el clima comprende la conside- ración del aire ó denso ó rarefacto, seco ó mas ó menos hú- medo, ó puro ó inquinado de principios orgánicos ó extrá- ñeos; ó con osígeno electrizado [que llaman ozono] ó sin el, ó combinado todo eso con frió ó con grados diversos de tem- peratura, ó con ventilaicon ó variaciones diversas, ó mucha uniformidad. Y no es solo un dato etiológico y profilático incierto por estas circunstancias sino por otras relativas á las estaciones y á los hábitos higiénicos délos habitantes. Con razón pues ha dicho Clark ''Nuestros conocimientos " sobre la influencia del clima á producir tuberculosis son "" todavía muy imperfectos, y su acción como causa predis- ;i¿ ponente y exitante no ha sido todavía bien determinada" (op. cit.') En efecto mientras generalmente se cree buen me- dio pronlático el aire puro y rarefacto de las altas rejiones, Kossiere de la Chassagne citado por Borsieri pone eso mismo en duda; y si es cierto que en los andes del Perú colocados en una alta elevación del nivel de la mar la tisis tuberculo- sa es casi desconocida, también es cierto lo que ha hecho no- DE LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 203 tar el joven médico Doctor Fernandez [en una luminosa thé- sis sobre la profilaxis de esta tisis] que el réjimen higiénico general dejos indios respecto al alimento, vestido, ejercicio, pasiones &a. es el mas conveniente para evitar la tubercu- losis (1), Lombard y Landrin aseguran que en las mesetas ele- vadas de los alpes hay pocos tuberculosos; lo mismo el Dr. Encausse respecto á S. Luis Potosí, el Doctor Nicol respec- to á la Paz en Bolivia, el Doctor Nottou respecto á Bogotá, y otros respecto á Méjico y Quito, todos colocados én grande elevación del nivel marino. Pero aunque esta cir- cunstancia sea de suprema importancia tratándose de un agente como el aire respirable que opera incesantemente so- bre la ematosis y la traspiración pulmonar, sin embargo no es sola: y yo que también en mi juventud he visitado los Ape- ninos he visto que los hábitos higiénicos de los habitantes concurren poderosamente á ese precioso resultado. Y tan cierto es que no es el solo aire raro y puro y el frió externo que influyen útilmente, que íosmism>>¡- Lombard y Landrin confiesan que la tisis es muy común en los pueblos del Nor- te, en Snecia, Rusia y en la misma Siberia; y Guillermo Qrickton asegura que "la tisis es infinitamente mas frecuen- "te en la GranBretaña é Irlanda que en las partes seten- " trionales de Rusia, á pesar que el clima es infinitamente " mas frió y mas rudo; y allí es mas frecuente la escrófula " en sus formas externas" (2). Los resultados déla Estadís- tica son tan contradictorios, que nada puede absolutamente determinarse sobre la influencia del clima en los diferentes puntos del mundo. Para darse cuenta de estas contradiccio- nes es preciso fijarse en otras causas de la tisis, ó condicio- nes higiénicas que son diversas y especiales en París á Lon- dres, á Madrid, á Yiena, á Ñapóles, á Genova- á Malta &a. Y con razón dijo el citado Fernandez "Si el indio cambia de " localidad para ir á establecerse en un país cálido [Lima " p. e.^pierde su inmunidad y paga como el resto de la hu- " inanidad abundante tributo á la tisis. Se debe atribuirla " causa de esto al cambio de clima? De ningún modo. En " este caso el indio se pone tísico, no por estar ya bajo lain- [1] Profilaxis de la tisis—thésis para el Doctorado en medicina, pre- sentada á la Facultad de Medicina de Paris por Manuel Rosa Fer- nandez de Lima. [2] Clark op.cit. 204 LA TEORÍA T LA PRÁCTICA " fluencia de un clima natal, sino porque se coloca en' eír- " cunstancias favorables al desarrollo de la enfermedad..... " La nostalgia, la anoressia, la influencia déla alimentación,. " y otras causas ya anumeradas llegan á ser las verdaderas " procatárticas de la tuberculización". Para que la profilaxis aproveche las lecciones de la experiencia respecto al clima, creo que conviene que introduzca en la ciencia la idea de las combinaciones etiológicas, y en la práctica la idea de las combinaciones profiláticas. No basta que aconseje á los en- fermos del período previo se vayan a Jauja ó en rejiones ele- vadas de la siefi'a á respirar un aire puro mas raro y mas se- co, pero que el abrigo, el alimento, el ejercicio concurran de consuno 1í ese poderoso¿resultado. Que si de una partees cier- to que la persuaden de sanar Con el cambio de cielo, ayu- da á conseguir el fin, también la nostalgia, la tristeza que dá el aislamiento y la distancia del hogar querido, son obs- táculos, y conviene temperar la amargura del destierro con la compañía, las ocupaciones gratas; así como no conviene confiar solo en el clima sino en las demás reglas higiénicas evitando la humedad, el frió, los cambios repentinos &a. Estoy convencido que si algún día la locomotora pudiese 11&- gar á Jauja, desaparecería la tisis tuberculosa en Lima, no so- lo por la facilidad de llevar en ese Edén del Perú los enfer- mos del primer período, sino por la animación que daría al país, y los consuelos de toda clase que llevaría á los pobres enfermos; esa sería la Niza de América. (1) El cambio de clima es por cierto de capital importancia en este principio de la tuberculosis; pero saben los médicos que este cambio equivale con frecuencia á un cambio en el réjimen higiénico, es decir impresiones nuevas y gratas, dis- tracciones, ejercicio, novedad en el alimento &a. sostituidas á un alimento monótono, vida sedentaria, impresiones ó re- cuerdos ingratos &a. De todo modo ese cambio lo aconseja (1) Esta que hoy es una utopia llegará á ser una realidad impor- tante si el Perú llega á tener un poco de paz que permita emprender la obra con la aplicación del sistema del Italiano AgudiO; que consiste pasar la locomotora por plano3 inclinados sin necesidad de galerías. Mis compatriotas han resuelto los primeros en Europa los dos grandes problemas relativos á ferro-carriles.—1. ° Oradar los alpes con gale- nas de 12 quilómetros, y 2. ~ pasar sobre las alturas con el sistema del Ingeniero Agudio, con la mayor seguridad, prontitud, y baratura* tanto de la ejecución que del tránsito. DE LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 205 la universal experiencia, y el dicho de Celso que no hay peor aire que el que dá origen á la enfermedad, y la sentencia de )a Escuela Salernitana/^e coslvm in qvo osgrotaris son con- firmados por todos los nosógrafos. [1] Los antiguos médicos enviaban los tísicos á lugares cálidos como el Egipto y la Si- cilia, así como hoy se mandan á Niza ó ájMadera ó al medio- día de la Francia, ó á las orillas del mar ó al campo, acaso porque el clima dulce é igual previene la bronquitis precur- sura de la tuberculosis; en el Perú los enviamos á la Sierra ó al campo acaso por la bondad del aire mismo ó el tono que da el trio externo. Esto prueba que al pioponer el cambio de clima debemos tener en vista varias circunstancias, ó com- binaciones profiláticas, y que el clima mejor sería aquel que reúna las mas felices, aire puro y seco pero nb demasiado, en evitar los países pantanosos pues no existe el pretendido antagonismo éntrelas intermitentes y la tisis; que la tempe- ratura sea suave y sin transiciones violentas, ó si fria que no falte el abrigo al enfermo, ni el ejercicio que dá la traspira- ción y el apetito y el sueño, ni escasee el bueno y variado alimento, ó las comodidades ó distracciones que dan vigor al cuerpo como al alma. Estas ideas relativas al clima conducen, á valorizar la efi- cacia de los viages de mar que unos ponderan como reme- dio, otros pregonan como un peligro. Someter en efecto un enfermo á un viage de mar es con frecuencia someterlo aun entero cambio en todos sus hábitos higiénicos, alimento, ejercicio, sueño &a.: y si se trata de escursiones cortas y agradables, ó con ciertas comodidades aunque los viajes sean largos, no es'extráño que sean muy útiles. Si se considera por otra parte los trabajos durísimos y causas morbosas alas que es sometida la jente de mar, alimento á veces escaso ó malo, aire poco ó mefítico, frió, humedad, nostalgia,mal tra- to &a. no se admira uno de las conclusiones de Rochard que mueren tísicos mas marinos que soldados. En los viajes de mar también debe considerarse el mareo que puede ser útil al principio de la tisis (como son los eméticos) pero que tam- [1] Refiere Hopkins Ramadge el hecho de un distinguido pariente suyo que habiendo perdido dos nietesitos de tisis [era una familia píe. dispuesta] se fué á vivir á Tours con los hijos que le quedaron- Vuelto al cabo de cinco años tuvo el dolor de perder dentro de dos años pre- maturamente otros tres miembros de su familia. 206 LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA bien es peligroso ó en enfermos muy débiles, ó á tisis confir- mada. Así los viajes de tierra pueden considerarse muy úti- les en ese período previo porque importan casi siempre un cambio de hábitos higiénicos, impresiones nuevas y gratas, ejercicio, alimento variado. En vista pues de dar fuerza en varios modos á la inervación, convienen los viajes á pió, si es posible, y con las precauciones debidas, empeñando la atención del enfermo ó con las ecaenas naturales, ó con gra- tos ejercicios de botánica y de geología como sabiamente aconseja el citado Clark. Ademas de estos medios higiénicos han sido propuestos en este período como terapéuticos algunos alterantes, los purgantes, y los tónicos, cuyos efectos es preciso examinar rápidamente, para reconocer cuales indicaciones han llena- do, y cuales deben llenar realmente. Clark coloca en> los al- terantes el mercurio, el tarásaco,la zarzaparrilla, el antimo- nio, el asufre, las aguas termales, los alcalinos, el agua de cal, los muriatos de cal y de barite. Ahora todo médico que admite la mayor buena fé en los que han pregonado seme- jantes remedios, y que conoce al mismo tiempo las relacio- nes que tienen algunos de estos con la diátesis estrumosa, y que otros llenan indicaciones especiales á la tuberculosis, comprenderá también lo que vale el diagnóstico de las va- rias tisis, y la doctrina patogénica de la tuberculosis. En efecto la especie de vacilación con que tanto Clark pomo Wilson Philip hablan del uso del mercurio, manifiesta ó que consideran sus beneficios relativos tan solo á una complica- ción epática, ó á una condición estrumosa, ya que confiesan que pueden hacer daño á los verdaderos tuberculosos. El tarásaco parece tener menos inconvenientes, y mas venta- jas, y se le supone la eficacia de disminuir la plétora abdo- minal, y una especial influencia sobre la secreción biliar y urinaria. Pero por lo mismo que Hufeland lo recomienda para la escrófula, que-Kaemps y otros lo ponderan en las fis- conias que complican las- intermitentes, ó que rematan en la tabe mesentórica de los niños, es dudoso sí, y porque corres- ponde con la verdadera diátesis tuberculosa. Lo mismo pue- de decirsedelazarza que si conviene en algunas discrasias, puede- quizás en la tuberculosis ser útil como diaforético, cuando la traspiración hace allí un rol muy importante. Acaso por esta razón el antimonio tiene una indicación se- ria, así como ha gozado de la fama de anti-ético en el reme- DE LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA 20T dk> de Potterio compuesto de óssido de antimonio y1 de esta- ño; y acaso por eso mismo conviene en la diátesis estrumo- sa según el testimonio de Hufeland. El asufre y los baños sulphufeos y marciales mas tienen relación con la escrófula que con el tubérculo; y lo mismo puede decirse de los alca- linos, especialmente el agua de cal, y los muriatos de cal y de barite. Cuanto al uso de los purgantes son muy dignos de estudio las advertencias del Doctor Stokes de Dublin que enseña que así como es útil su empleo moderado y ocasio- nal, es dañina su repetición y su abiiso. Esto quiere deeir que habiendo cierta inercia eB las vías ecsernentes, ó com- plicaciones intestinales, el purgante es oportuno porque pro- voca la crisis depurante fisiológica; pero su abuso agrava el mal ya que la diátesis tuberculosa persiste, y la debilitación inoportuna del purgante no hace mas que agravarla. El uso finalmente de los tónicos, el fierro^ la cascarilla, los bal- sámicos (es famosa la combinación del Doctor Grifith, la mirra con. el sulphato de fierro) corresponden al fondo ipos- ténico déla diátesis tuberculosa, Pocos son pues los medios terapéuticos que corresponden á esta caquesia; pero si tanto los medios higiénicos que los terapéuticos corresponden al primer estadio y pueden prevenir el desarrollo délos tubér- culos merecen el título de profiláticos. El segundo período que es el característico de la enferme- dad, y comprende la aparición del tubérculo hasta su re- blandecimiento y fusión, ofrece formas, grados, y momentos diversos. Si el desarrollo tuberculoso se hace en grande ex- tensión en modo simultáneo, produce la forma astitica y so- focante, aunque la forma anatómica sea la miliar, "pues el obstáculo que se opone á la respiración y ala ematosis es tan grande y violento que el enfermo sucumbe antes que el tu- bérculo griso se convierta en amarillo, cresca, se ablande, se funde, se hagan infiltraciones y cavernas. Acaso esta forma es de todas la mas violenta é intratable, no ya solo por estar comprometido de un modo tan serio la ematosis y la circu- lación, sino porque el mismo hecho de una tuberculización tan vasta indica que la diátesis tuberculosa está á un grado muy intenso si estalla con una forma tan rápida y tan gene- ral. En esta forma pues por cuanto la esperanza de buen éxito sea muy reducida, parecen indicados: 1 9 Los eméti- cos y los vegicatorios: 2 ? La sangría ó general ó local, cuan- do la exijan los signos de congestión pulmonar: 3 9 Los me- SOS LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA dios higiénicos corroborantes y tónicos'una vez que el orga- nismo salga de la violencia del estado asfitico. Si el desarrollo tuberculoso se hace á menor extensión aparecen las síntomas de reacción flogística cuando la tras- formacion y ablandamiento del tubérculo llega al punto de provocarla. Así es que han sido admitidas por los prácticos dos formas de tisis: la de aguda cuando la violencia de los síntomas exije el uso de medios enéigicos; también la de cró- nica, cuando el desarrollo tuberculoso es mas circunscrito, succesivo, y á ciertos intervalos tiene lugar el ablandarse y vaciarse de algún tubérculo connexo con la exaserbacion de la condición flogística. Para comprender mas fácilmente la distinta naturaleza ya de esas formas diversas y momentos del proceso morboso, ya las indicaciones diversas que la consideración de estas formas y los síntomas que la acompañan, dictan al médico práctico, será útil dirijir nuestra atención á los medios qui- zás mas poderosos del arte que han tenido siempre mas re- putación en este período decisivo de la tuberculosis [tanto en la forma aguda que en la crónica] pues tratándose de agentes terapéuticos de acción conowida como, la sangría ge- neral y local, los eméticos, y los vegióatorios: su reconocida eficacia en ciertas formas ó momentos de la enfermedad ayu- dará á descubrir la naturaleza de las condiciones morbosas á las que corresponden: siendo un admirable efecto del estu- dio de las relaciones en patología, que la idea patogénica conduce á los hechos terapéuticos, y estos á su vez condu- cen á la idea patogénica. Si consultamos la experiencia de los prácticos sobre el uso de la sangría, encontramos: 1 9 Que.ha sido usada siempre con gran suceso en la forma aguda, y cuando hay indicios ó de congestión pulmonar .ó de pulmonía, ó de emoptoe acti- va: 2 9 Que ha sido encontrada útil á la condición casi siempre de hacer pequeñas sangrías, y repetirlas después de cierto intervalo, y á veces de hacer sangrías locales. Morton usaba la sangria generosa en el principio del período agudo con el fin de prevenir la emoptoe y la supuración pulmonar consuntiva; Dovar la repetía con mas severidad que en la misma pulmonía; Mead, aprueba esta práctica y confiesa ha- berla vista útil en casos que parecían sin esperanza; Prin- gle hacia pequeñas sangrías de ocho en ocho días al princi- pio del mal y cuando el enfermo se quejase de dolores tora- *>E LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. '20$ SMcesyde opresión al pecho, de calor*, y pervijilio nocturno. >íonro, Fothergill, Vansvienten, Ludwig, Cohausen, Biset, llosak, lo aconsejan en el mismo modo y en las mismas cir- cunstancias; Hopkins Ramadge hace grandes ^elogios de las pequeñas y repetidas sangrías y de las sanguijuelas, en las mismas circunstancias. Esta practica es conforme a los con- sejos del gran Borúeú.-~Sangume7n parca manii sed ite/'a- tis vid bus, prmsertim quando supurationis timor adver- tendus est eubinde detraeré [quodnon solumpkthisi future aut inciptenti, veram etia-m in confi-nnatam migrare mi- nanti (remedia esse, eo^perientia clarorum -virorum demos— travit........] ¿Ahora pues que significan 'estos hechos y estes consejos tan graves y tan concordes de los clínicos? Acaso significan que el primer estadio de la tisis pulmonar tuberculosa (se- gundo, para mi modo de ver) es una flegmasía común? Que deja de ser cierto el fondo iposténico de la diátesis tubercu- losa á la que es debida la forma aguda de la tisis incipien- te?..,. Pues bien los hechos que nos ocupan lejos de contra- decirse, mutuamente se ayudan y se aclaran. La utilidad de la sangría rara vez generosa, casi siempre parca, mas repe- tida á prudentes 'distancias, siempre pero al principio de la tisis, y cuando hay síntomas de inflamación y de emoptoe í»guda, significa que -se trata ó de aquellas flegmasías pul- monares ^que en los predispuestos preceden la formación tu- berculosa [en cuyo caso la flogosis es la causa ú ocasión del tubérculo]-ó de aquella flogosis pulmonar que "provocan los tubérculos -llegados al estado de reblandecimiesto y tamaño irritante [en cuyo caso la flogosis os el efecto de la irritación mecánica del tubérculo]. En el primer caso la utilidad de la sangría no corresponde sino al hecho de una pulmonía común en un subjeto predispuesto á la tuberculosis, y si es justa la advertencia'etiológica de Borsieri que la tisis deriva in hisé vencesectione neglecta, se comprende como pudo ser feliz la práctica de Dovar aunque pareciese muy atrevida.,' En iel segundo caso, es decir en el caso qne la flogosis sea el efecto de la irritación tuberculosa, también se comprende co- mo la complicación flogística sea perjudicial si exesiva, como lo son todas las complicaciones; y porqué la persistencia de una condición iposténica [como -qüb han v'sto efectos muy buenos, y se admi- ra que esta practica se-haya en gran parte abandonado, atri- buyéndolo ó á la repugnancia de los enfermos, ó á la poca fé de los médicos por filia le una doctrina patogénica de la tisis qv¿ dé. razón de edos admirables resultados. Con- viene pues interrogar de n<;c?o estos hechos de profilaxis te- rapéutica; acaso lo? eméticos operan en la tisis incipiente como la sangría, es decir co. o anti-flogísticos ó deprimen- tes? ¿Acaso puedeu ser su -,< ¡aneos ala sangría general y local, ó llenan indicaciones especiales? ¿Y cómo es que sien- do tan contro-estimulan'tas ó deprimentes, pueden convenir en una diátesis á fondo iposténico? Las ideas que he-, expuesto tratando de la sangría son en parte aplicables á la acción de los* eméticos. O se trata de una bronquitis ó pulmonía causa ú ocasión de la tubercu- losis, ó efecto ya de la presencia y secreción de la materia tuberculosa. En el primer caso todos saben de que beneficio son los eméticos antimoniales ó hipecaeuana. ó combinados con la sangría si la flegmasía es fuerte, ó solos si es mas su- perficial; y si es cierto también que el efecto de los eméticos es el de establecer y aumentar la secreción bronquial, fácil- mente se comprende que en la bronquitis que amenaza los predispuestos por la suprimid'! depuración en la forma de traspiración pulmonar, los eméticos en dos modos son útiles, ya como remedios de la flegmasía bronquial, ya1 como me- dios de promover la traspiración pulmonar, cuya interrucion importa el depósito de la materia rnbercnlosu. Por otra par- te suponiendo que la flegmasía bronquial sea el efecto ya de la materia tuberculosa que se aglomera y estorba varios puntos de las superficies bronquiales, esa aglomeración pre- cisamente tiene lugar no solo por la influencia funesta de la diátesis generante sino por la falta de vigor excernente de las superficies bronquiales. Y por consiguiente es fácil com- [1] Annali Universali di Medicina di Milano. Diciembre d« 1832. 212 LA TEORÍA Y LA PRACTICA prender que si los eméticos tienen la virtud de sacudir estas superficies de su inercia exalante, son particularmente útiles no ya porque hagan vaciar los tubérculos, sino porque impi- den que se formen. Mi interpretación está en armonía con la observación anatómica de Carrswell que la materia tuber- culosa se deposita en las superficies mucosas y biliares; y si la razón persuade que no se deposita sin alguna inercia de es- tas superficies, y que el emético tiene virtud de incitarlas, se comprende no solo esta relación terapéutica del emético, si- no la ventaja que resulta de su repetición hasta que la fun- ción traspir^toria se haya enteramente restablecido. Esta interpretación parece tan conforme ala verdad que poruña parte, primaria ó secundaria sea la flegmasía bronquial, los prácticos aconsejan no descuidar la sangría si ella es fuerte; por otra parte prescriben los eméticos cuando la naturaleza de los síntomas no exije ó no permite sangría; luego es evi- dente que su modo de acción es diversa y llena una indi- cación distinta: y el mismo hecho que es útil repetir el emé- tico cada dos cada tres ó cuatro dias, mas conduce á la idea de una depuración que se establece en el modo que indico, que ala idea de una acción ipostenizaute continuada. Bien sé que á la interpretación que propongo se opone la teoría del controstímolo, que admite ía acción diatésica y niega la acción mcdal délos remedios; y sé también que para hechar abajo un entero sistema de ideas fisiológicas, patológicas, y terapéuticas, no bastan pocos hechos ni pocas pajinas; pero confio de llegar á este importante resultado en el 3 9 volu- men de mi obra en el que trataré la crítica patológica, ó de las doctrinas médicas dominantes. Allí espero demostrar que el tártaro emético es siempre irritante, esplicaré su mo- do de acción en las flegmasías, y como hay una condición de crisiadinámia á la que conviene, condición que puede muy bien acompañar las flegmasías y las fiebres á pesar de su naturaleza ipersténica, y ser útil el tártaro por lo mismo que es inafine é irritante. IVÍientras tanto me sea permitido ob- servar que en la tisis incipiente en vano se darían eméticos para suplir las sangrías, y estas para suplir los eméticos; ni tampoco son útiles en la forma alterante ó deprimente como lo son en la forma emética; que la digital, el ácido idreciá- nico, la segalacornuta, y una multitud de agentes contro-es- timulantes propuestos y experimentados en nuestra época á título de deprimentes para suplir ó la sangría ó el emético, DE LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 213 ó no han conseguido fama permanente, o deben alguna re- putación efímera á diagnóstico equivocado. No ha sucedido lo mismo respecto á los vegicatoríos que tienen un crédito merecido en la tisis incipiente. Pero si se pone atención de una parte á la patogenia de la enferme- dad y á Jas circunstancias en que suelen y deben emplearse, y por la otea al acción admirable de este poderoso remedio: se comprenderá qne también llenan indicaciones propias de este proceso morboso. Por una parte desvian la acción infla- matoria de su asiento pulmonar, y lo reducen al grado en que puede reparar sin destruir, por el otra operan alterando y estimulando todo el sistema plástico y modificando la cra- sis de los humores, es decir que operan directamente sobre la misma condición diatésica. Pero por lo mismo que operan en este sentido la experiencia aconseja su empleo cuando la violencia de la acción inflamatoria ha sido modificada ya por la sangría ú otros medios anti-flogísticos. El régimen higiénico de la forma aguda debe adaptarse á la violencia de esta situación violenta: ni puede ser el que conviene á la simple predisposición, ni al período de la ca- quesia tuberculosa. Bien está que se alejen si las hay las causas morbosas, pero no es tiempo de pensar ni en régimen tónico ni alimentos corroborantes, ni en cambio de clima, ni equitación, ni baños, ni ejercicios de ninguna clase. La situa- ción es tan violenta que solo exije los medios terapéuticos, y estos son los verdaderos profiláticos para prevenir la conti- nuación del mal, el desarrollo de los tubérculos, y su termi- nación ulcerosa, y el éxito consuntivo.^ Si el desarrollo tuberculoso se hace á mayor extensión to- davía como quizas acontece las mas veces, entonces tiene luo-arla forma crónica: forma que tiene causas, aparencias, y momentos diversos por las razones que iré exponiendo. La forma crónica connexa á la limitación del^ desarrollo^ tuber- culoso, ó se deriva ya de la poca fuerza é intensidad de la diátesis, ya de las causas remotas que pueden actuarla, es decir por condiciones fisiológicas ó higiénicas relativamente buenas y favorables, ó se deriva de la forma aguda limita- da y casi vencida por el arte, es decir por condiciones,tera- péuticas favorables. En ambos casos por lo mismo que hay limitación del trabajo tuberculoso, los síntomas generales y locales son pocos y poco violentos, la enfermedad tiene el as- pecto ó de mera caquesia tuberculosa ó de simple bronquitis 314 LA teoría y la practica casi; el aumento de los pocos tubérculos se hace lentamen- te: cuando llegan á cierto punto y se ablandan, se provoca la flogosis secundaria y la supuración, que por lo mismo que circnmscrita á poca extensión, ni causa mucha reacción flo- gística, ni mucho desorden en las funciones del pulmón, ni la consunción y la fiebre ética propias de una supuración vasta. Persistiendo no \-encida la condición diatésica, ó por ser hereditaria ó conjénita, ó porque el réjimen higiénico ó terapéutico no ha sido ó no pudo ser radical, se presentan f nuevos tubérculos, cuando otros ya han percorrido todas sus fases hasta la cicatrización definitiva, exijiendo naturalmen- te el nuevo desarrollo la eventual curación del estado flogís- tico y supurativo. Acaso esta forma crónica es mas digna de atención y de estudio que la forma aguda, no solo por ser la mas común en la práctica, sino porqué depende de las ideas patogénicas que gobiernan su tratamiento, que tenga un fe- liz ó funesto desenlace. Si el médico práctico llamado á tra- tarla no tiene una idea patogénica bastante clara y firme de la naturaleza de la tuberculosis, corre acaso el peligro de precipitar en la tisis un enfermo que otro hubiera quizas y fácilmente sanado. Si por desgracia olvida que tras de una flogosis secundaria y efimera, y 6obre todo eventual y cir- cunscrita hay una condición diatésica mas ó menos profun- da, pero permanente, y que tiene un genio ó fondo curable sino opuesto á la flogosis diverso, y que la severidad inopor- tuna del método antiflogístico puede agravarla; si llevado de un sistema patológico erróneo cree que la misma tuber- culosis no es mas que una forma del proceso flogístico, ó si aun admitiendo que es una condición diatésica y discrasica supone que tiene el jénio de la diátesis escrofulosa; insistirá en un caso en el rigor de la curación antiflogística, atribu- -> yendo la consunción tísica y la muerte á flogosis obstinada y no combatida con bastante energía; y en el otro caso ocur- rirá al iodo y otros remedios buenos para la escrófula, cau- sando quizás enfermedades y muertes terapéuticas ó artifi- ciales. La importancia de este punto patológico nie obliga á ci- tar un hecho del cual he sido mas bien testigo que médico en 1855 en Lima: lo mismo que mi respetable amigo el Dr. D. Tomas Young. La estimable esposa del Señor D. W. ÍL Ingles, señora como de 30 años de edad, de una estructura fisica evidentemente propia de los tísicos, cayó enferma de "TJE LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 2T5 Tina afección bronquial febril, y el medico llamado á su asis- tencia, probablemente con la idea de prevenir el desarrollo de la tisis tuberculosa, á la que parecía tener una irresisti- ble tendencia, la-trató con método anti-flogístico, que llaman esquisito—Tártaro cstibiado no en forma emética sino en forma continuada alterante y deprimente, sanguijuelas, die- ta rigurosa de muchos dias, nitro, acónito, bebidas emolien- tes ctE. Por supuesto que bajo ese método los pocos síntomas bronquiales casi se dissiparon, y quedó cierto frémito vascu- lar que los imperitos llaman fiebre; pero la enferma cayó rá- pidamente en un estado tal de emaciación que parecía haber tenido muchos meses de supuracion'tísica. Entonces la vio el Dr. Young y la vi yo mismo, llamados mas para dar nues- tro juicio prognóstico que para ocuparse de una ^curación que parecía imposible. Sinembargo no ha sido imposible: un Dr. Smith, médico Americano, anciano y de grande expe- riencia, traneeunteentonces en Lima, vio ala enferma, juz- gó ser poca é insignificante la afección bronquial, profunda y grande la ipostenia del sistema plástico, la sometió á un réflmeníalimenticio animal á poco á poco mas generoso, y tal que la rutina se asustaría por cierto, administró cerveza y después vino, aumentando en proporción la energía dige- rente y las fuerzas generales: la enferma poco á poco sanó, dejó las formas de esqueleto que tenia, y vive buena y sana ahora mismo en Lima. Confieso que esta curación me llenó -de asombro: pero este asombro se dissipa ahora cuando pien- so que en el caso descrito 6e trataba por cierto de una diáte- sis tuberculosa, pero ál estado dinámico y sin casi manifes- tación local, diátesis que presentaba ya los signos de la ema- ciación por el método inoportunamente debilitante: por consi- guiente se trataba de una enfermedad artificiales decir de una diátesis tubereulosaimpruden teniente agravada. Y, oh anar- quía presente del arte! Si esta pobre señora hubiese muerte el primer médico hubiese dicho que se trataba de tisis la- tente; que atendida su constitución delicada no habia podido soportar todo el rigor del método contra-estimulante que la tenacidad de la condición lento-flogística exigía. Si la enfer- ma hubiese sido sometida al uso del iodo, del bacalao, y de otros específicos ó de la escrófula, ó de la tuberculosis, ó á -dosis fuertes ó débiles, pero con una mezquina dieta láctea ó calditos insignificantes, es cierto que la enferma hubiese -miCerto también ó con signos de enfermedades terapéuticas^ 216- LA TE0RTA Y LA PRACTICA ó con los de la emaciación establecida; y se hubiera díeñ^ que siendo en la señora la tisis hereditaria era insuperable,- y si la autopsia hubiese descubiertomno que otro tubérculo^ quien sabe que graves sentencias para explicar la.consunción tan rápida y la muerte, hubiera pronunciado^ la Anatomía/ Patológica!. Ahora pues la Anatomía Patológica presenta hechos que- demuestran que la tuberculosis cuando esoircumserita se sa- na mas por medio déla naturaleza gne del arte; y cuando- es muy. extensa acaba eonel éxito eonsuntiayo.. El Am atomía» ha sid*o quizás tanto-útil á lapatología del-tubérculo cuando» lo encontró- sin buscarlo, como cuando lo- buscó expresamen- te. Ya los antiguos, y expeeialmente los easi-modernos fun- dadores de la Anatomía Patológica,, habían encontrado ea los pulmones concreciones cretáceas ó- calcares y á veces- oseas que acaso consideraban» expontáneas. Pero las inves- tigaciones de Bayler de Laenec, de Andral, de-Lonis, de Cars- wel, y de otros, hechas en relación con la tuberculosis, han obligado á considerar estas- concreciones, tubérculos- endure- cidos. Desde que se estudia eon especialidad la tisis tuber- culosa quizas no hay médico-que al abrir cadáveres no repa- re con frecuencia rastros de tubérculos endurecidos en per- sonas muertae de otro, malí [reparo que antes de esta época. no hubiera hecho];. Y leo- en Boy er que Rogée sobre 100 ca- dáveres de mujeres viejas autopsiadas-á la Salpetriere, encon- tró 51 que presentaban tubérculos endurecidos. Estas muje- res habían sido enfermas cuando jóvenes, de tubérculos pul- monares que habían endurecido, y ahora habían muerto de toda otra enfermedad. Natalis Guillot asegura que á Bice- tre los cuatro quintos de los viejos de quienes examinaba el pulmón en el cadáver, ofrecían rastros de afección tuberculo- sa muy antigua; y M. Beau de 160 mujeres autopsiadas á la. ¡Salpetriere dieeque 157 ofrecían cavernas cicatrizadas (1). De estos hechos que han pasado por tanto tiempo casi de- sapercibidos, brotan dos inducciones, muy importantes: 1? Que si la tuberculosis diffusa Mega al grado de tisis;.y tam- bién en ese grado, pero raramente sana; la tuberculosis cir-- cumscrita no llega al grado de tisis, y con mucha frecuencia^ sana. 2 ? Que la forma con que sana es la induración ere [1] Guerison de la Phthisie pulmonaire et de la bronpkite crcauque á. 1' av*~ del' un traiteaient nouyeau de Jules Boyeix I>E LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 217 tacea del tubérculo ó la cicatrización de las cavernas. Am- bas inducciones son enteramente favorables y conformes á la doctrina patogénica que he propuesto'. La tuberculosis difu- sa indica que hay mucho fondo diatésieo que la produce, di- fícil de vencerse tanto por la naturaleza que por el arte, in- dica que hubo mucha lesión orgánica y superior alas fuerzas reparadoras de la naturaleza y á los auxilios del arte. Vice- versa, la tuberculosis circumsorita indica que hubo poco fon- do diatésieo que la produjo, mas fácil á vencerse tanto por la naturaleza qi-e por el arte; poca lesión orgánica producida, fácilmente reparable por la naturaleza y por el arte. La in- duración del tubérculo» indica que para hacerlo inofensive y conciliable con la fuaaeion pulmonar y con la vida, bastó la¡ reacción fisiológica/ de la absoreion que lo hace desaparecer en parte y lo convierte en una cistk La cicatrización de 1» caverna circumscrita indica que la rm-ecion patológica de la, flogosis reparó porque pudo, reparar una lesión limitada. Establecido así que la forma crónica es la mas-corau», y que* es la mas común en su resultado por tratarse allí de tuber- culización ci'rcumscrita: y establecido' también cuales son las condiciones del feliz desenlace: menor intensidad de la diá- tesis tuberculosa,, eficacia reparadora para endurecer é in- cistar el tubérculo, eficacia reparadora de la flogosis-para cica- trizar las cavernas: están bosquejadas también las miras ó las reglas que debe tener el práctico en su réjimen higiénico y te- rapéutico;: los límites qwos ultra citrra nescit c&nsistere rec- ium. Si por desgracia se preocupa mucho de la parte flo- gística, y usa medios deprimentes inoportunos y violentos, eorre riesgo de agravar una diátesis que no era intensa (co- mo ha sucedido en el caso que he descrito) y producir una tisis que no hubiera estallado,- sucederá entonces que se for- men nuevos tubérculos, y falte la eficacia fisiológica para que desaparezcan sin fusión y sin flogosis los primeros; ó que si los primeros ya habían, llegado á vaciarse y formar cavernas,. ia reparación de estas úlceras cavernosas sea mas difícil y tra- bajosa: y empiese la lucha ó del estado consuntivo, fiebre lenta, sudores, diarreas &a. Si al contrario está convencido que fuerte 6 débil sea la tuberculosis, la flogosis hace allí un papel secundario, y que la diátesis tuberculosa es la verda- dera estrella polar del clínico; y que en la forma crónica es acaso donde mas tiene la esperanza de dominarla como que. es menos intensa, así observará un método muy diversa del :!21S La teoría t la práctica que conviene en la forma aguda. Se guardará casi éiempre de la sangría, y solo usará las sanguijuelas, y aun con mas acierto el vegicatorio, y siempre en la eventual inflamación del tubérculo ó infiltración aislada; dará casi siempre la pre- ferencia al emético á poca ó mucha distancia según la natu- raleza del-caso ó del enfermo. Dissipada esta eventualidad tendrá presentes las indicaciones supremas que son propias de la diátesis tuberculosa, réjimen tónico y corroborante con que prevenir la formación del tubérculo, y medios también de procurar la depuración fisiológica, para prevenir la aglo- meración de la .materia tuberculosa. Es pnes en esta forma «que hace un papel importante el aceite de hígado de bacalao ó 6olo, ó compuesto con el fosfato de fierro como lo ha combi- nado sabiamente mi distinguido amigo el Dr. Aquiles Za- oietti, Farmacéutico de Milán. Todos saben la influencia grande que tiene este precioso aceite en la nutrición, y si del análisis químico resulta que el fósforo le dá casi solo la eficacia terapéutica, se comprende que es muy bien calcula- da y científica la preparación del Zanetti, preparación que yo y algunos colegas hemos experimentado en Lima con buen éxito. La pequeña cantidad de iodo que se encuentra en el bacalao, y mas que todo su relación terapéutica con la escrófula han inducido los médicos á experimenterlo en la tuberculosis; pero las afirmaciones del Americano Morton no han sido confirmadas en Inglaterra por Barón y Bardsley, y Boyar y Gonieys aseguran que las ventajas de los preparados ' de iodo interna y esternamente aplicados, no son que aparen- tes, y que al contrario: "Eiode favorisela formación des cavernes, g¿ sapresence dans les escavations loin de determi- ner leur cicatrization active la desorganization du pou- mon.—[1]—Es esta una prueba mas para mi critica patogé- -* nica y el diagnóstico diferencial de la tisis pulmonar. En esta forma parecen mejor indicados los preparados de fierro, la corteza peruana y'sus preparados, la genciana, y otros tónicos, y aun el fosfato de cal propuesto por Boyer: medios todosque parecen poder mejorarla crasis sanguínea. Quien sabe si la coca, que nadie ha propuesto todavía, pu- diera Henar una indicación fundamental en este período y forma del mal, la coca que parece un alimento especial del sistema nervioso, y por consiguiente parece capaz de dar £11 Boyer op. cit, BE LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 21§ Traeva vida al sistema gangliar déla vida plásíica abatido en la diátesis tuberculosa: y quien sabe finalmente si la inmu- nidad del indio á la tuberculosis deriva en parte del uso cons- tante y délos misteriosos efectos de este singular alimento! [1] Dejo á los patólogos meditarlo, y recomiendo á los clí- nicos experimentarla: presintiendo que el Perú que ha dado al arte médico y ala humanidad el mas poderoso remedio de la periodesis, dará quizás también al mundo el mas podero- so remedio de la diátesis tuberculosa! En esta forma crónica que tiene momentos diversos, y sa- naciones alternadas ó seguidas de eventuales aunque novio- lentos ataques, merecen mucho rauestra atención el clima, el. método higiénico, y el uso de los exutorios. Por lo mismo que en esta forma ,annque constituida y dominada por la, diátesis tuberculosa, ha ocurrido, ó causa ó efecto, ó fuerte ó leve Hna condición flogística, parece racional que sea útil un cam- bio de climadondeel aire sea mas puro pero de suave tempera- tura evitando lugares frios ó expuestos á variaciones bruscas y vientos, y también lugares calienten A raso es por esta ra- zón que para estos casos gozan una notable reputación el cli- ma de Madeira, de las Canarias, las Bermudas, las Islas Hyeres, y en Italia, Niza, Pisa, y Boma, y aquí los campes- tres alrededores de Lima. Que la alimentación sea sana ó introduzca buenos elementos orgánicos, pero evitando estí- mulos que acaso eran indiferentes ó útiles en el período pre- vio. Que la cantidad y el orden de los alimentos sea mas ri- goroso y mas medido; que el ejercicio sea mas moderado, preferible el pasivo de á caballo ó en coche, al ejercicio per- sonal, y que el sueño, el estado del ánimo todo concurra ala reparación fisiológica y gradual de las fuerzas vitales. En e6ta forma han sido encontrados muy útiles los exuto- rios, es decir los fontíeulos ó sedales: y es fácil comprender mediante la patogenia propuesta porque son iitiles tanto en esta forma como también en el período previo; y como en el período último ó ulcerativo son acaso insuficientes porque llegan tarde. En efecto ó bien se trate de la mera caquesia en que la materia tuberculosa se elimina mediante la traspi- ración fisiológica, ó de la forma crónica en la que se agloine- (1) Nada diré de la historia y efectos de la coca desde que Mantegazza, De-Marze, Kossier, y otros médicos la han hecho conocer al mundo científico. Solo agregaré por lo que pueda valer en medicina que los indios suelen mas- carla mezclada con un poco de caL 220 LA TEORÍA Y LA PRACTICA ra en tubérculos, y se elimina en parte por una caverna ó fistola semi-cartilagiuosa mezclada con pus; el hecho es que el organismo tiene la necesidad de depurarse de una mate- ria morbosa á medida que se forma. Por eso advierte muy ábilmente Clark, "que las fuentes pueden ser muy útiles en "el estado de caquesia, antes del depósito de materia tuber- culosa en los pulmones, y aun después estos espurgos pue- "den tener algún efecto en contener los efectos ulteriores de "la enfermedad; cuando al mismo tiempo se emplean medios "que mejoren la salud general". "Y citando la autoridad de "Mudge, agrega, dice este médico juicioso". "Enestasítua- "don crítica y peligrosame atrevo ádedr fundado en una ularga experiencia, que junto al cambio de clima, y sangría» ude cuando en cuando, el enfermo hallará su mayor segu- uridad en el desahogo de una vasta fuente escaptdar jun- "to con leche de burra y vegetales."'=Graves aconseja estos medios con mas vigor todavia diciendo: "Toutesles ibis que "vous avez á craindre une phthisie hereditaire je vous re— "commande espressement les cauteres et les setons sur la "poitrine........Je suis fermement convaincú que si vous "etiez consultes avant que la maladie fut developpeé vous "reussiriez á la prevenir por ce moyen........Je regards "les cauteres et les setons comme 1' un de moyen profídáti- "ques les plus eficaces........je prescris toujours en píeme "temps un régimen sustanciei toutes les fois que F econo- "mié doit faire les frais d' un ecoulement prolongeé. Lor- "que la phthisie confirmée est encoré á son període de de- "but je commence toujours le traitement en placant aumoins "un seton au dessus do chaqué clavicule"........Que si es- tos medios alcanzan á contener el desarrollo tuberculoso, á limitarlo á pocos puntos, á retardar ó prevenir la formación de nuevos tubérculos, y lograr ó que se queden cncistados y endurecidos, ó que si llegan á supurar se trate de una fistola depuratoria muy circumscrita, bien mereeen el nombre de profiláticos respecto al éxito de la tisis confirmada y de la muerte. Es digno de observación que los medios terapéuticos de que hasta aquí he tratado, han sido todos propuestos por los prácticos como convenientes para curar la tisis pulmonar tu- berculosa, y para prevenir su funesto desenlace: y sinembar- go ninguno de estos tiene relación con la verdadera tisis confirmada caracterizada por Borsieri— Totius corporü DE LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 221 lenta consumtio quos pulmonum ulcus, asiduamque inda ortam febriculam consequitur;=todos, se emplean, y todos tienen relación con lo que llaman el principio de latíais ó el estado patológico que precede la. tisis: luego es evidente 1 9 Que tengo derecho de considerar todos ellos como profiláti- ticos de la tisis, si mas bien la previenen y no la curan. 2 9 Que la tuberculosis á la que corresponden no es la tisis, sino el camino que conduce á la tisis. Estas reflexiones me auto- rizan á considerar como concluida mi tarea, y contestada la thesis ó resuelto el problema propuesto: la profilaxis de la tisis pulmonar tuberculosa. Porqué si profilaxis se entien- de prevenlir la aparición del mal, y prevenir su desarrollof continuación, y resultados funestos; y si mediante el plan preventivo he probado que puede prevenirse la aparición del mal, y mediante el plan terapéutico he probado que 6e puede prevenir que incremente, que se extienda, que llegue al grado y lesión orgánica que es insanable, evidentemente he cumplido con el programa que me he impuesto. Sinem- bargo hay una parte del problema que aun no está ó aun no parece resuelta. La tuberculosis llegada ásu tercero estadio, es decir al período ulcerativo, y cuando hay el tremendo con- junto del totius corporis lenta consumtio, quam pulmonum ulcus, assiduamque inde ortam febriculam consequitur, llegada digo á ese extremo es sanable ó no lo es? Si es sana- ble como algunos aseguran (y naturalmente lo seria con cier- to plan terapéutico), quien no vé que ese plan será el medio profilático para prevenir la muerte, ó el triste desenlace del mal? Y aun cuando fuese insanable, pero si un plan terapéu- tico pudiese siquiera prolongar la vida del enfermo, ó miti- gar la enfermedad, no mereciera el título de profilático res- pecto á ese éxito funesto y definitivo? Parece pues conve- niente ocuparse también del período ulcerativo bajo el pun- to de vista de todos los deberes y exijencias de la profilaxia. Hay otras reflecciones todavia que convidan á ocuparse de este último periodo,en el estado actual de la ciencia clínica y patológica son conocidas las fases de la tuberculización, ee decir su origen, sus formas, su trasformacion hasta la ulce- ración y cicatrización, pero no son bien demarcados los esta- dios de la enfermedad misma, pues depende no tanto del es- tado de la fase tuberculosa, cuanto della extensión del mal, y de la situación general del enfermo que el mal mismo sea sa- nable ó insanable. Y si tanto la manifestación sintomática j 222 LA teoría y la práctica cnanto el éxito fatal depende en parte de la extensión te, difícil, y trabajosa. Por la condición discrásica, por qué cuando es cierto que el sistema plástico tiene una exuberan- cia de materia tuberculosa, es natural que el mismo filtro supurativo sirva de veicolo ó de medio á esta depuración discrásica del sistema. Hay pues dos indicaciones evi- denes en el período ulceroso., ó tisis confirmada [sea cual fuere la esperanza y los medios de satisfacerlas) la indica- ción de sostener las iúerzas vitales, mejorar la nutrición mediante buenos alimentos y tónicos que restauren el vi- gor y la armonía de las funciones plásticas: la indicación de hacer una depuración artificial para deviarla del filtro ulceroso. Existen pues aqui las mismas indicaciones que en la forma crónica de que he tratado ya, con la diferencia que hay mayor urgencia, y mayores dificultades en cum- plirlas, y menor esperanza de suceso. Hay mas urgencia porque el estado iposténico y discrasico es mas profundo, hay mas dificultades por que si de una parte la naturaleza abatida exije mejorar la alimentación, por otra parte la misma debilidad del estómago, la diarrea, la fiebre, ó el miedo de oxitar el estado flogístico, impiden de dar mano á mejores alimentos, ó á remedios tónicos^ finalmente hay menor esperanza de suceso no solo por la intolerencia de los medios terapéuticos,sinopor que la estencion misma de la lesión hace temer que la ematosis que queda no baste á las necesidades de la vida. En este periodo, acaso para llenar ambas indicaciones, no solo se han propuesto los medios que he indicado exe- lentes para la forma crónica, es decir nutrientes, y tónicos, exutórios, y eventualmente anti-fiogisticos, sino también el medio extraordinario de la transfusión de la sangre [1]. Y yo también convengo con mi ilustre colega el Dr. Polli, que realmente el poderoso medio de la trasfusion homogénea puede mejorar tanto k «calidad como la cantidad de la sangre, y dar nuevo vigor al sistemaplásticodepauperado y abatido; y que en suma está en armonía con la buena pato- genia de la tuberculosis. Sin embargo á pesar de haber yo lo mismo que el Dr. Polli, propugnado con toda mi energía el valor de la trasfusion en la anenia Ídiopática, confieso (1) Glorie é Sventure della trasfusione del sangue. Memoria delDr Gie- Vanm P©lli annali Universali di Medicina-Nov. 1866. I)E LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 225 ingenuamente que veo razones que me harian trepidar en proponerla en lances tan graves. Si se tratase de la forma crónica á lesión circumscripta, no hay duda que la tras- fusion homogénea está bien indicada, como lo está el méto- do corroborante y recostitniente": |pero quien sé atrevería á proponerla cuando fuesen expeditas las vias digestivas pa- ra un buen alimento y los tónicos que he indicado? Aun cuando la práctica de la trasfusion, ó hecha con el método del Dr. Polli ó con el mío, fuese tan conocida, practicada, y común como la práctica de la sangría, y hubiese recoiido muchos laureles no solo en la anemia Ídiopática, sino en otras enfermedades á fondo anémico, ó hipostenico, ó dis- crásico (como acaso sucederá un día) no por eso se propon- drá en la forma crónica sino en el caso ciertamente raro pero posible, qne los obstáculos ala alimentación gástrica fuesen serios pero transitorios, y al mismo tiempo el diagnóstico de la lesión pulmonar diese casi no diré la esperanza sino la certeza de una sanacion ó reparación posible. Pero si se tratase de una tisis confirmada con ulceración muy estensa, y con la pérdida de materiales orgánicos, y de fuerzas vita- les que le es inerente, qnien se atrevería á proponer un re- curso tan extraordinario como la trasfusion déla sangre pa- ra cu3ra ejecución se necesita el concurso y la fé de otros, y que convendría repetirlo muchas veces, cuando el mismo médico proponente asustado por el diagnóstico, no pudiera tener una entera fé sobre su buen resultado? Por estas ra- zones pues, y por lo mismo que tengo una grau fé en este poderoso remedio, no me atrevo á exponerlo á un descrédi- to casi cierto, proponiéndolo enla tisis confirmada; y mien- tras lo creo bien indicado y permitido en el caso que indico, no lo propondría si nó como un experimento dudoso; y eso cuando ya la trasfusion fuese mejor conocida, estimada, practicada, y no temiese que el tentarla en vano pudiese desacreditarla para aquellos casos en que tiene una sobera- na é indisputable importancia. Los exutorios tienen en la tisis confirmada una indicación muv clara ciertamente no solo como medios depuratorios de una discrasia diatésica, sino como contro-irritantes de una flegmasía local; pero su práctica ofrece mayores dificul- tades que aplicarlos en los periodos que la preceden: ya que si su benefieio depende de la condición que el desahogo sea abundante y decidido, y si eso importa una pérdida consi- 226- LA TEORÍA Y LA PRACTICA derable de fuerzas y de materiales orgánicos, tanto que fes prácticos aconsejan un simultáneo régimen corroborante pa- la sostener las fuerzas, es evidente que si ó por efecto del vómito ó dispepsia ó diarrea las fuerzas digestivas no pu- diesen sostenerse, se agregaría una nueva causa de destruc- ción antes que de alivio al enfermo. Luego es claro que con la condición que indico constituye todavia una fuerte ancla de vida. Me queda ahora tocar del última indicación en la tisis con- > firmada,.ó del tratamiento del estado flogístico supurativo; y para ese fin necesito determinar la naturaleza de esta for- ma ó fase del proceso flogístico, y acaso de la inflamación em general'. En efecto en el estado actual de la opinión en me- dicina no faltará por ventura quien crea ó que la fase ulce- rativa de la flegmasía pulmonar es una condición ispostóni- ca y no pertenece alproceso inflamatorio; ó que, siendo una fase de este proceso no admite otro método curativo que los medios deprimentes ó centro-estimulan tes. Quizás ambas opiniones ó dudas que son bastante generalizadas,, é influyen siniestramente sobre el réjimen terapéutico de las flegmásias en general, y particularmente de la fase ulcerativa, derivan de la doctrina patogénica de la inflamación, que lejos de con- siderarla un desorden de la vida plástica lo pretende un me- ro aumento desordenado del movimiento* vital; lejos de consi- derarlo una función reparadora y dentro ciertos límites ne- cesaria respecto á ciertas lesiones de los sólidos que lo pro- vocan, lo consideran un proceso enteramente destructor, y absolutamente, y á cualquier grado, ó forma, ó fase nocivo.. Mi lector comprende fácilmente que yo considero la flogosis desde mi.punte de vista biológico y autocrático; es decir co- mo unafunción patológica reqjaradóra de los sólidos así co- mo considero el proceso febril idiopátieo una función pato- lógica reparadora dé los líquidos ambas necesarias relativa- mente á la lesión ocurrida, en un caso en.los sólidos,, y en el otro caso en los líquidos. Pero comprende-también que la demostración de esta tesis no puede tener lugar en ese escri- to comO) materia que. abraza tanta paite de lapatología, y de- la práctica; y que importe la discusión minuciosa y paciente de las doctrinas dinámieo^brownianas.y fisico-químieas que hau querido establecer una interpretación ó doctrina pato- génica diferente. Me permitirá pues que yo. me refiera á las-, ideas que sobre esta grave materia tengo expuestas en eL3,° DE LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 22T volumen de la Nueva Zoonomia, que está pronto para la pren- sa, y á las que expondré en el 4? destinado principalmente á mis estudios de Patogenia inductiva. Yo comprendo la obligación que tengo no solo de sacar de todos los hechos de la patología mis principios patogénicos sobre la flogosis, sino la de^demostrar la verdad de estos principios con los hechos á la mano, y esto antes de aplicarlos á lo& detalles de la ex- periencia clínica. Pero es tan íntima la relación de los prin- cipios y de los hechos en patología que si estudio una parte especial de ella como es ahora la tisis tuberculosa, me es im- posible no sacar de esta parte alguna luz para mis principios, y no aplicar mis principios á esta parte déla ciencia clínica. Es pues para mí un deber, un derecho, una necesidad inter- pretar los actos que ocurren en la tuberculosis según mis ideas patogénicas, y de quedar satisfecho si á las ideas de la teoría son conformes los hechos y los consejos déla experien- cia clínica. Lo que pasa en la tuberculosis manifiesta claramente cual- es la naturaleza de la flogosis ;'ó el papel que hace esta fun- ción morbosa en la economía de la vida y cuales son/sus re- laciones con la diátesis tuberculosa. El estado puramente dinámico y caquético de esta diátesis precede siempre (y persiste aun por mucho tiempo) la producción y aglomera- ción de la materia tuberculosa que se presenta en- las mem- branas mucosas, y duetos biliares, y luego en las glándulas linfáticas,, y otros tejidos del cuerpo á medida que crece en intensidad la diátesis productora; y siempre empiesa con la forma miliar para trasformarse en tubérculo amarillo,, aumen- tando de volumen y reblandándose. Llegado á cierto punto el aumento del tubérculo obra como cuerpo mecánico-é irri- tante en el delicado parenquima que ocupa, y provoca una reacción fiogística en las partes que distende, cómodo haría cualquiera acción mecánica y violenta. Y si por desgracia la tuberculosis es algo, extensa, estas parciales distenciones si- multáneas encienden una reacción pulmonar tan decidida,, que á moderarla, y á prevenir sus rumas la práctica ha en- contrado á veces necesarias aquellas sangrías que emplea en la pulmonía común. He aquí pues que la irritación que produce el tubérculo es la que dá la iniciativa, y constituye el primer paso del proceso flogístico; y acaso es por eso que si la terapéutica llega en tiempo de determinar mediante la perturbación-del emético la escrecion de la materia morbosa, 228 LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA se previene con la congestión los demás pasos del proceso fio* gístico y tuberculoso. Esa misma irritación constituye tam- bién el primer paso de la inflamación en todas las flegmasías: irritación que si el arte descuida, es seguida mas ó menos prontamente por el estado congestivo proporcionado á la vio- lencia de aquella, y á la disposición con que se resiente el "* enfermo, y ala sede de la irritación sufrida. Es pues eviden- te que las sangrías generales y locales, los vejicatorios, la dieta &a. en suma los medios antiflogísticos, tienen relación con el estado congestivo y tienden á contenerlo en ciertos lí- mites, entre los cuales la flogosis repara y no destruye, y afnera de los cuales'destruye produciendo adesiones, indu- raciones, ademas supuraciones, cangrenas ife\ Tan cierto es eso que el arte propone el método antiflogístico solo para el estado congestivo, advirtiendo de economisarlo en vista de la complicación diatésica, y de la necesidad de insistir de nuevo en él para las sucesivas esacerbaciones provocadas por aquella. Pero seria un grande error el creer que en estos ca- sos de tanta energía antiflogistica, el arte lo ha hecho todo, y que este incendio flogístico ha sido envano. Que digan los cirujanos si han visto nunca repararse lesiones graves, frac- turas, heridas, contusiones & f sin el medio de la inflama- ción ó leve ó intensa, ó de fácil ó de dificil solución, según el grado y la naturaleza de las lesiones que la provocan. El grande Hunter decia que los vasos linfáticos son el cirujano interno, porque hacen desaparecer efusiones de varios líqui- dos, tumores & f3; y yo digo á mi vez que Ja inflamación es el médico y el cirujano interno, porque no solo repara las le- siones que competen á la práctica quirúrgica, sino las qne competen" á la práctica médica. Ella es como el riego que contenida en sus canales fecúndalos campos, desenfrenada y salida de ellos los descompone, y destruye las siembras, que- dando unos revueltos, otros áridos y sin vida. Y no porque en las flegmasías internas ó médicas, Bean invisibles los efec- tos de este riego, y mas bien se conozcan ó se vean sus rui- nas, por poco que la inflamación exeda, es Una razón para afirmar que este riego es siempre maléfico, ó que no tenga lugar aquella reparación que la flogosis lleva [y que palpa- mos] en las flegmasías quirúrgicas. No: pues la naturaleza no cambia el carácter y el uso reparador de la flogosis, sea cual fuere su sede orgánica. La analogía, la observación, y la razón patogénica conducen á pensar que un proceso tan DE LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 229 poderoso cual es la flogosis, que enjendra la diátesis inflama- toria de la sangre, que despierta y fomenta la fiebre secun- daria, que interrumpe los hábitos higiénicos, y hace abstra- cion de la debilidad fisiológica y de las funciones normales, para crear nueva sangre, nuevas fuerzas, nuevos vasos, fibras y tegidos, que forma adesiones y coalitos, efusiones, indura- ciones y aun destrucciones cangrenósas, según las causas que influyen sobre su intensidad y su curso; proceso tal que el cirujano siempre lo encuentra si hay lesiones violentas, que lo contiene si exede, que lo anima si es lánguido y no al- canza á reparar; este proceso digo en las flegmasías internas hace reparaciones mas importantes y delicadas aunque me- nos visibles; porque repara órganos mas nobles, y lesiones mas finas y mas profundas. Quien sabe si las tuberculosis pulmonares curadas con el método anti-flogístico audaz de la sangría & f8 y en que el arte creé haber hecho todo direc- tamente; hubieran acabado con el enfermo mas tarde bajo la forma de tisis crónica, si la reacción flogística no hubiese modificado al mismo tiempo la lesión pulmonar, y acaso la misma condición diatésica! Esta duda bien se juzgará una paradoja hoy que se vé la flogosis bajo el prisma del dina- mismo browniano, ó del quimismo orgánico. Pero el dia en que desaparezcan las ideas y el método y hasta el lenguaje de estas doctrinas automáticas que han querido sostituirun estéril y falso materialismo á la fecunda autocrasia de la me- dicina Ipocrática, ese dia volverán en honor, y se aplica- rán con franqueza á la práctica las ideas á las que aludo so- bre el oficio reparador de la flogosis, y el oficio reparador y depurador de la fiebre ídiopática: ideas que hoy apenas se presentan aislada y tímidamente, casi sofocadas por el ruido y las pretensiones experimentales del materialismo anató- mico, dinámico, y fisico-químico. Entonces se dirá no ya va- gamente como quien dice un lugar común, sino como conse- cuencia de estudios profundos sobre las funciones morbosas. Medicus curat,natura enim sanat morbos: y los sana [entién- dase bien] con las mismas fuerzas y actos de la vida mor- bosa. Xo es pues la resolución de la flogosis un hecho negativo, no es la pura y simple diminución ó cesación de un movi- miento vital excesi vo,y absolutamente dañino por ser exesi vo, como erróneamente ha creido la patología automática: sino que es un hecho positivo, un acto, un efecto, un resultado "230 LA teoría y la practica útil y necesario de la inflamación misma, es un trabajo in- visible que tiene lugar en el más íntimo de la trama orgáni- ca, es una reparación recóndita que no puede hacerse con los actos de la vida fisiológica, y que se efectúa con cierto grado de la acción patológica y extraordinaria de la inflama- ción. La flogosis no se resuelve porque ha disminuido ó ce- sado el exeso de la acción vascolar: mas cuando se resuelve, ha disminuido ó cesado el exeso de la acción vascolar por- que la acción plástica con la que estaba conexa la energía de la acción vascular ha reparado la lesión que provocó la flogosis, ha concluido su obra. Si queréis convenceros de esta gran verdad patogénica, reparad en lo que pasa en la infla- mación' cuando las lesiones que la han provocado son muy graves y violentas. Entonces la resolución no se obtiene por una reparación fácil como es p. e. la adesion, ó un simple derrame de linfa plástica que constituye la induración de ciertos tejidos; sino que tiene lugar en la parte inflamada una trasformacion de la sangre en verdadero pus (y que el Bufalini llama período de digestión) conexa auna lesión mas fuerte, á una inflamación mas violenta, á una reparación mas profunda. Esta trasformacion purulenta de la sangre tiene lugar en las flegmasías internas, sin derrame purulen- to cuando se resuelven, ó mejor dicho cuando se reparan bien; y cuando la flegmasía (sea externa ó interna) es mas violenta todavia, hay derrame purolento que exporta los res- tos de la nutrición patológica de la flogosis, acaso para im- pedir que pase por la circulación, constituyendo la causa de la crisis que sería extraordinaria y violenta. Y esta crisis que es la excreción depuratoria del sistema por algún emun- torio excernente [urina, sudor, esputo, diarrea efe °?] de los materiales que han salido de la reparación patológica, tiene lugar en las flegmasías internas cuando se resuelven bien, y cuando la acción inflamatoria [y la lesión que la provocó] no ha sido exesiva. Veamos ahora lo que pasa en la flogosis tuberculosa. Aca- so contenida entre ciertos límites ha reparado la lesión in- ferida por algunos tubérculos, ha hecho desaparecer muchos mediante la absorción aumentada de la materia tuberculosa; pero cuando la lesión ha sido muy grande por la vasta aglo- meración de materia y formación de infiltramientos y ca- vernas, entonces la reparación flogística ha tomado la for- ma y el grado de supuración ulcerosa. Condición difícil si ©TE "L A PROFILAXIS TERAPÉUTICA. 2o"í ts muy extensa, ya porque la necesidad de la reparación es mayor que el grado ó suma délas fuerzas vitales y materia- les orgánicos que deben efectuarla; condición difícil porque complicada'y contrastada con una condición rposténica y discrásica cómodo es'la diátesis tuberculosa, diátesis adver- sa á esta reparación por lo mismo que es iposténica y discrá- sica; condición difícil .finalmente porque el mismo filtro xúcp- Nroso cjue en otras circunstancias, y-enfermos-serviría deme- dio dé ñná mera reparación patológica, en el tuberculoso sir- ve de veículo depuratorio de la materia morbosa que se for- ma en la sangre. El período ulceroso pues de la^tuberculo- sis constituye la última fase de un proceso flogístico compli- cado, pero que representa una acción reparadora que lucha con circunstancias contrarias, y que agota las fuerzas de la -vida,-'en el intento de reparar la lesión que en-él pulmón ha ocurrido. Tan cierto es eso que si esta-lesion es circunscrita -y las condiciones generales ó diátésicas del enfermo son bue- nas favorables y suficientes a la reparación necesaria, ó han sido ayudadas por el arte, ocurren las cicatrizaciones com- -pletas ó las fistolas semi-cartilagéneas observadas y descri- tas por Laenec, y cuantos patólogos han estr;diado la tisis; ■si al contrario la" lesión es muy extensa, las condiciones diá- tésicas graves, y él arte nada ha hecho para mejorarlas, en esa lucha suprema la vida se agota y sucumbe. No por eso debe creerse qne esta fase de la enfermedad sea menos una fase del proceso flogístico,- ó que siéndolo con- - venga pensar en medios deprimentes y controstimulantes como insinúa él dinamismo reformado, y sea -un delito en -echar mano á auxilios tónicos, analéticos, y corroborantes. Al contrario la razón patológica, es decir la patogenia de la flogosis qué propongo, y la experiencia clínica enseñan de acuerdo que en esta tremenda fase deben usarse. En efecto Monteo-gia hablando de la supuración ,en casos quirúrgicos dice: la cura durante il corso della suppurazione, qiuiu- do questa sia giudicata inevitabile, non será piú efica- zmente antiinfiammatoria senza una particolare necces- sita' Perché il continuare á quesf época nel método an- tistenico oltre aW inútilmente indebolire, non farebbe che nrolrmgare il processo della suppurazione, o anche sos- venderlo, ríntuzzando mole á proposito quel superstiie arado dinflammazione che abbisognava.... Advierte que jwrdemaciada acción antiflogística se suspende la inflama- 232 LA TEORÍA Y LA PRACTICA cion, el tumor queda inerte hasta que después de algún tiem- po ó tiene lugar una lenta resolución, ó una supuración tar- día, que por consecuencia la curación local debe procurar la formación del pus, y agrega—Che se Vinfiammazione sia cessata, ó sia troppo tenue é insuficiente, si cercherá di susdtarl&, e di accrescerla cogli stessi cataplasmijpiú cal- di che sia possibile, colle fregagioni, col moto... |_1] Vea- mos, ahora lo que dice el sumoífersieri [2] Rano (naturam) ergo medicus imitwri debet, vel auiescendo^ ubi ipsa per se sufficii, velfébrim leniter excitando ubi rnotus langu- eant proritandique srunt. Tumorum quorumdam Índoles et suppwrationis doctrina moderatam inflammationem adeo- que febrim sospe utilem ostendit requiritque. Id etiam i?i vulneribus, in abscessibus aliisque similibus morbis non raro necessarium est. Sed multo loculentius id usui erit in morbis lentis et diuturnis, in quibus, quia mór- bida materies iners est aut lentescit, aut hceret, t concita- dores sanguinis motus, sive ab interna causa, sive ab ex- terna orti adeo salubriter cedunt. De estos principios en que todos los prácticos eonvienenr resulta que el mismo método analético y corroborante qne conviene para la condición iposténica de la tuberculosis, conviene también para la fase ulcerosa de la enfermedad. Lo mismo puede decirse de los exutorios que si son indica- dos respecto á la condición discrásica de la diátesis tuber- culosa, lo son también como derivantes de la condición len- to-flogístiea del pulmón y depuratorios de la crisis que siem- pre es inerente á un proceso supuratorio. Luego es claro que á pesar de la complicación que he advertido en esta úl- tima fase, existen las mismas indicaciones terapéuticas: si el cumplirlas no tiene buen éxito deriva eso de lesiones orgá- nicas, que pueden limitar en parte, prolongando al menos la vida. El] Instituzioni chirurgiche di Gio Battista Monteggia. 2] De febri in generat. párrafo 42. 233 CAPITULO VIL PROFILAXIS COMPARADA PREVENTIVA Y TERAPÉUTICA DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. La profilaxis es el corolario de la patología de la tisis, es decir de- su historia diagnóstica y de su doctrina patogénica—Carácter diagnóstico y vital ista de la patología propuesta—Carácter de completa, racional, autocrática, y eeclética de la doble profilaxis— Ventajas que resultan del comparar las doctrinas profiláticas ine- rentes á las varias patologías de la tisis, con la profilaxis que pro- pongo—De la patología antigua ó sintomática de la tisis y de la profilaxis relativa—De la patología anatómica de la tisis tuber- culosa considerada del lado nosográfico, patogénico, profilático, y terapéutico—Crítica de la práotica de Louis y de Laenec—Pa- tología flogística considerada del lado nosográfico, patogénico, profilático, y terapéutico—Patología diatésica de la tisis tuber- culosa en el sentido de una condición iposténica—De la patolo- gía diatésica en el sentido de una aberacion químico-orgánica — De la patología diatésica de la tisis en el sentido de una con- dición escrufulosa, y de la doble profilaxis relativa—Por qué la doctrina profilática de Clark es la mas conforme á la que yo he propuesto. He cumplido con mi programa: he afirmado que la profi- laxis, que es toda la práctica, porque se propone prevenir la aparición del mal, y prevenir su desarrollo, continuación y consecuencias funestas; que la profilaxis digo: es un coro- lario de la patología de la tisis, es decir que desciende del conocimiento de sus causas y de su naturaleza. He conside- rado pues que la historia fiel, completa y diagnóstica, y la doctrina patogénica severamente inductiva serian los sólidos fundamentos de una profilaxis á la vez racional y práctica, á la vez preventiva y terapéutica. Para conseguir la una y la otra he tenido que formar el tipo clínico de la tuberculo- sis pulmonar con los elementos que ofrece la ciencia, pero mediante la crítica nosográfica, que es la expresión de Ja fi- losofía médica que he proclamado, he tenido que formar una 1<Í34: PROFILAXIS COMPARADA «doctrina nosológica que permita fijarlas diferencias clínicas -de la tisis pulmonar, y hacer el diagnóstico diferencial délas varias tisis en su período decisivo y especial, el período pre- vio y profilático, lie tenido que interrogar los hechos que son propios déla enfermedad, y verlos ala luz de mi doctri- na biológica, es-decir la nueva doctrina autocrática de las relaciones orgánicas; apartando previamente mediante la crítica patogénica las opiniones o doctrinas :sobre la natu- raleza del mal, que servían de obstáculo á fundar una pato- genia verdadera y fecunda. Los frutos que'me parece haber conseguido deestos estu- dios, son de dar áda,patología de la tisis un carácter diag- nóstico y vitelista; y ala doble profilaxis un carácter de com- pleta, racional, autocrática y eclética. En efecto llevado de mis principios, no solamente he reportado al tipo morboso de la tisis tubercular el período pnevio y dinámico de la ca- • quesia que preoede la formacioa del tubérculo; sino que he reportado ala diátesis tuberculosa todas las fases, todos los actos y fenómenos y elementos elínieos; das causas, los sín- tomas, los efectos del mal, y los efectos también de los me- dios profilátieos y terapéuticos; y he probado que esta diáte- sis como eauBa próxima 'dominatodo el proceso morboso desde el principio hasta él fin, y es el objeto supremo del diagnóstico, del pronóstico, de la profilaxis, y del tratamien- to. Luego es cierto que la historia que presento, tiene y me- rece el título de diagnóstica. Llevado también de mis prin- cipios no solamente he interpretado la tuberculosis como una lesión funcional y primitivamente dinámica y diatési- ca, déla cual la lesión anatómica es el efecto no la causa, sino que he considerado la misma génesis primitiva y la misma continuación de la diátesis tuberculosa como el re- sultado necesario de las violadas leyes de la vida ó de las condiciones supremas y generales de la vida fisiológica y normal. Luego es cierto que la doctrina patogénica que presente, merece y tiene el título dé vitalista. \ respecto á la doble profilaxis que he propuesto me pa- rece que es corhpleta por lo mismo que es doble, por lo mis- mo que abraza la parte preventiva ó higiénica,y la parte te- rapéutica, por lo mismo que es á la vez racional y práctica. Me parece que es racional si tanto la una como la otra se fundan no solo sobre la historia diagnóstica ó el conocimien- ,to nosográfico exacto de sus verdaderas causas, sino sobre el PREVENTIVA Y TERAPÉUTICA. 2 35 conocimiento patogénico de su naturaleza, ó del modo ver- dadero de operar de estas causas; y si cree necesario saber el porqué ciertas causas producen el mal, ciertos efectos se de- rivan del mal, y ciertos medios ó de la naturaleza ó del arte, los modifican y los curan. Me parece que es autocrática porque conocido el modo como violando las leyes de la vi- da, se forma la disposición y luego la diátesis morbosa, co- nocido el objeto y el mecanismo de la reacción vital en la tuberculosis, conduce á obedecer la naturaleza y observar las leyes de la vida, tanto las fisiológicas que deciden de la salud, como las patológicas que deciden de la prognosis y de la curación. Finalmente me parece eclética no solo por- que en la parte preventiva1 dá colocación á todos los conse- jos de la experiencia, sino porque en la parte terapéutica abraza todos los hechos de la experiencia clínica, reportán- dolos á la parte iposténica, discrásica, y flogística de la en- fermedad mediante la guia de la doctrina patogénica, y de la observación de los prácticos. Sin embargo esta patología y esta profilaxis de la tisis que me parecen buenas, tienen el inconveniente que no van y no pueden andar de acuerdo con la patología y con la profi- laxis de otros patólogos inspirados por un método nosográ- fico, y doctrina patogénica muy diferentes, es decir guia- dos por una filosofía médica que yo combato tanto del lado nosográfico y diagnóstico como del lado interpretativo y pa- togénico. La doble profilaxis que presento me parece sin du- da alguna en armonía con los hechos de la universal expe- riencia, pero al mismo tiempo es un corolario dialético ri- goroso del concepto patológico que ofresoo sobre el tipo, las causas, y la naturaleza de la tuberculosis pulmonar. Las doc- trinas patológicas que he discutido, la sintomática, la ana- tómica, la flogística, la diatésico-iposténica, la diatésico-es- crofuiosa ofrecen un concepto patológico de la tuberculosis bien distinto del mió, y diabéticamente inspiran un especial, diversa, y relativa doctrina profilática y terapéutica. Si es- ta doctrina profilática, que es la práctica, que las diferentes escuelas admiten, resultará de un rápido examen é imparcial comparación que es ó no es en armonía con su mismo respec- tivo concepto del mal, ó siéndolo discorda de aquella que es fruto de la universal experiencia; ó es incompleta ó estéril ó del lado preventivo ó terapéutico; resultaría también que los conceptos ó doctrinas que he juzgado ya del lado y en 236 PROFILAXIS COMPARADA el terreno de la nosografía y de la patogenia, "serán fácil- mente juzgados también y casi inapelablemente del lado y en el terreno de la práctica. Hay pues ventaja para la cien- cia y para el arte en comparar la profilaxis de las varias es- cnelas que he indicado, con la profilaxis conexa con la doc- trina que presento. He probado ya que la medicina antigua representada por Borsieri, inspirada por el erróneo método de la nosología sintomática, ha confundido el tipo especial de la tisis tuber- culosa en el tipo clínico artificial abstracto y genérico de la tisis pulmonar, es decir que ha oonfundido en uno, hechos distintos, y al mismo tiempo ha excluido de ese mismo tipo la parte previa y dinámica de la misma tuberculosis por lo mismo que no tiene los caracteres semeióticos y pronósticos y anatómicos de la tisis. Siendo cierta como lo es esta con- fusión nosológica, y esta exclusión del período previo y pro- filático, es cierta también la confusión de las causas remo- tas, y estados patológicos diferentes, que son la base y la guia de la profilaxis preventiva y terapéutica. Luego es evi- dente que con semejante confusión y exclusiva, en la pato- logía antigua de la tísisr no hay ni puede haber verdadera profilaxis preventiva y terapéutica, ni racional ni práctica: porque nos falta la guia de las relaciones empíricas y racio- nales. Y en efecto en esta patología general de la tisis hay hechos etiologicos preciosos y ciertos pero que tienen una significación profilática para otras tisis pulmonares y no pa- ra la tuberculosa; hay también preceptos ó hechos terapéu- ticos verdaderos pero que no se refieren á esta tisis ó á sus períodos decisivos y distintos. La escuela anatómica parecía llamada á poner uir^órden en ese caos, por lo mismo que buscó en esta confusión \el ti- po espeídal de la tisis tuberculosa, y lo estudió con el seVero criterio de la observación anatómica, como quieu dice: hay otras tisis que no son tuberculosas, después de esta estudia- remos las demás. Pero no ha sucedido así; tomando por pun- to de partida nosográfico la lesión material, descuidando la parte biológica y adinámica, limitando el concepto mismo de la tisis casi al último período de la tuberculosis, ha ve- nido a parar casi en los mismos inconvenientes de la noso- logía sintomática 1 9 Porque ha escluido de su concepto nosogranco el período previo y dinámico, el de la caquesia cüatesica que produce el tubérculo, y que es precisamente el PREVENTIVA Y TERAPÉUTICA. 237 campo de la profilaxis 2 9 Porque no ha llegado hasta la diagnosis de la diátesis tuberculosa, como á la causa próxi- ma que domina toda la enfermedad, y ha considerado el tu- bérculo como la causa y el carácter de la tisis mientras es el efecto de la diátesis, y solo concausa del éxito consuntivo. 3 9 Por qué ha generalizado tanto la tuberculosis que la ha hecho sinónimo de tisis así que ha confundido en ese tipo, y por consiguiente ha suprimido las diferencias clí- nicas de la tisis pulmonar incluidas como en germen en la patología de Borsieri: luego amalgamando los ele- mentos etiologicos, nosológicos, profiláticos, y terapéu- ticos relativos á morbos diferentes del pulmón. Es por esta razón que la escuela anatómica carece de profilaxis preven- tiva, ya porque está excluido de su concepto nosográfico el período dinámicoy previo en que principalmente esa profi- laxis tiene lugar, y porque faltándole la estrella polar de la condición diatésica como causa próxima de toda la enferme- dad, no sabe á que reportar la acción de las causas remotas. También carece de profilaxis terapéutica, porque haciendo astracion de la diátesis tuberculosa, y considerando el tubér- culo mismo la causa próxima de la enfermedad, tiene de la naturaleza de esta una idea patogénica tan equivocada que no le permite calcular ni la parte iposténica, ni la parte dis- crásica, y apenas tiene en cuenta la parte flogística, lo que cierto no explica ni las dificultades ni los resortes diversos de la profilaxis terapéutica. Es cierto que Laenec, Louis, Andral admiten el elemento de la diátesis, pero sin repor- tar á esta la acción délas causas morbosas, la iniciativa de la producción de los tubérculos, y pensar que esta domina todo el proceso morboso. Y á demostrar que la escuela anatómica carece de profi- laxis preventiva y terapéutica, y cuanto sea grande la incer- teza, la vaguedad, la pobreza de su practicarse me permita juzgarla con sus mismas palabras, e6 decir citando las con- clusiones de Louis y de Laenec qne pasan por campeones de esta escuela. Louis antes de exponer sus ideas sobre el tra- tamiento, crítica la administración del protoioduro de fierro, del cloruro de sodium, del sub-carbonato de fierro, sal amo- niaco, del cloruro de cal, del gas cloro, de la digital, del áci- do prúsico, del creosoto, del iodo: desconfiando de todos por considerarlos en relación con la tisis confirmada, y no como parece mas lógico y mas práctico con las varias eventuales 238 PROFILAXIS COMPARADA formas y grados de la tuberculosis. Con el mismo, método Louis podia excluir también todos los remedios de la profi- laxis terapéutica, la sangría, el emético., ios vejicatorios, los- exutorios y tenia razón y no la tenia. Dejando al tiempo ó estudios mejor dirijidos el cuidado de encontrar un agent efleace á oposer á la phthisie une fois developpeé Louis tra- ta de la cura preservativa y de la paliativa: Le traitement preservatif á defaut de une esperience rigoureuse, ne peut s^ap uyer que sur la oonnoissenee des causes predisponantes- de la phthisie; etsous ce rapportla medicine est, comme on Va vúplus haut, dans Venfence. Pero aquí hay una omi- sión grave: no son las solas causas predisponentes responsa- bles de la aparicion.de la tisis, sino también las que nues- tros padres llamaban procatártícas, y los modernos llaman ocasionales; exitantes y determinantes.. Ademas, si la tisis tuberculosa e3 sinónimo de tisis, y comprende las formas que Borsieri ha incluido en el tipo genérico de la tisis pul- monar, y si es cierto que Borsieri en su etiología ha expues- to la experiencia de muchos siglos,, como puede decir Louis que esta etiología se halla en la infancia?—Ce que nous sa- vohs de plus positif á cet egard e'est que Ver edite et le tem- perement linfatique forment realment une predisposición au developpement de la phthisie, en sorteque e'est sur tout auz enfants liniphatiques et á ceux qui sont neés depa- renís phthisiques que le traitement prophilatique doit bire apliqué. La predisposición pues á la tisis no se adquiere, y seguros de no tener herencia tísica, ni temperamento linfá- tico, también estamos seguros de la inmunidad*, pero el sur tout significa que el autor duda de lo que afirma, y que tam- bién sin herencia y sin temperamento linfático se puede tro- pesar en la tisis. Y en efecto sus mismos conacionales An- dral y Laenec y otros patólogos, habían advertido que pue- de haber disposición congénita y adquirida (y el mismo Louis había manifestado la dificultad grande de investigar y de conocer la disposición gentilicia); y además que tam- bién los temperamentos sanguíneos y biliosos ofrecen fre- cuentes ejemplos dé tisis, y que se ven personas de una cons- titución muy robusta caer en la tísir>, siendo que el orden y la energía de las funciones musculares no excluye la debili- dad y la imperfección en las fuerzas y actos de la vida plás- tica. Apesar de eso el autor hace responsable el tempera- mento linfático del desarrollo tísico, y aunque afirma que es- PREVENTIVA Y TERAPÉUTICA. 289 difícil la obra de modificarlo, dirije sin embargo todas las- armas de la profilaxis para lograr ese intento difícil. Es pre- ciso convenir que ese pobre temperamento linfático ha sido muy calumniado! Las formas infinitas de la escrófula, el broncocele, el cáncer, los tumores fríos, la tisis, las tabes di- versas, el diabetes, el cretinismo, la raquitis, la anemia, la clorosis, muchas nevroses, muchos profluvios, todas las ea- quesias, todas las formas á fondo iposténico ó discrásico han sido atribuidas al temperamento linfáticol Si aun las enfer- medades agudas: flegmasías, fiebres continuas, ó exantemas- no se resuelven bien ó pasan á éxito crónico, también tiene- la culpa el temperamento linfático! Casi toda la nosología han echado sobre sus espaldas!. Pero si este temperamento tiene tanta parte en la formación patogénica de las enferme- dades hiimanasrbneno era preguntar,, bueno era saber si real- mente existe,, y si tiene realidad práctica la misma doc- trina de los temperamentos, ó si es una quimera teórica he- redada de la medicina galénica, y repetida, continuada, aña- dida, comentada servilmente por la rutina y la pedantería/ de las escuelas médicas. Pues bien, esta pregunta no se ha hecho, esta investigación no se ha emprendido, y creo que- yo he sido el primero (hace ahora once años)que en mi en- sayo biológico he demostrado que la teoría de los tempera- mentos no es una realidad de la práctica, sino una quimera de la teoría [1]. Louis propone el tratamiento paliativo (es decir que no piensa en sanarla jamás) con estas desolantes palabras*. Si dans Vetát actuelle de la science on ne peut nourrir Vespoir de guerir la phthisie, on peut au moins esperer en ralentir leí marche á Valide des soins bien entendús. Tenia yo ra- zón al decir que la-palabra tisis tuberculosa encierra un equívoco, un mal entendido que es funesto á la ciencia y ai arte. En efecto si por tisis-entiende Louis elperíodo ulcero- so de una tuberculosis muy extensa es-decir la tisis confir- mada-: el- tiene plena razón: pero admitido-eso, debemos ad- mitir también que los hechos terapéuticos que he citado no se refieren á esa tisis confirmada,, y no por eso dejan de ser remedios que sanan la tuberculosis, y. previenen el éxito fu- nesto é insanable de la tisis confi*mada: luego hay una gran diferencia entre la tuberculosis y la tisis;. Pero admitido que- yi V. Libro l..c della Nuo*va Zoonomia párrafo 4fi. MO PROFILAXIS COMPARADA la tisis confirmada es insanable, no creo que las formas ÚQ aguda y de crónica qne describe, sean tan caracterizadas de poder representar esa tisis confirmada, y que los medios que propone para ambas, sean meramente paliativos. Para esa demostración sería menester que Louis desmintiese los hechos terapéuticos que he citado, cosa que no hará jamás; ó probase p. e. que los exutorios que Clark, Mudge, Graves encontraron útiles en la ulceración circunscrita, son paliati- vos porque el (Louis) los encontró inútiles en la ulceración ex- tensa. Advertiré de paso que los medios paliativos que pro- pone, ó Son sintomáticos, ó relativos á complicaciones even- tuales; y que sin una patogenia de la tnberculosis (que la es- cuela anatómica no tiene) estos medios paliativos, lejos de frenar el curso de la tisis lo precipitan. Pero vamos á la otra parte: si Louis entiende por tisis, no el último acto del dra- ma tuberculoso sino toda la enfermedad, entonces no vacilo en afirmar que el estado de la ciencia lo desmiente. Y sin poner en cuenta los hechos terapéuticos que he citado, que representan la experiencia clínica de médicos muy estima- bles antiguos y modernos, y contra los cuales tiene poca fuerza la sólita objeción sofistica del diagnóstico equivoca- do, me limito á citar la autoridad de un hombre que el es- tudio de la tisis ha hecho célebre—Dice Laenec, Nous avons prouvé ci dessui que la guerison de la phthisie tuberculeu- se n'estpas au dessus des forces de lañature, mais nous de- vons avouer en meme temps que Vari ne possede encoré au- cun moyen certain pour anver á ce but. El mismo LouÍ8 dice: ilfaut se rapeller que dans un certain nombre de cas cette maladie s) arrete di elle meme dans sa marche, ne montre aucune tendence á une terminaison funeste; que di uní autre cote aprés etre resté stacionaire pendant un> espace de temps quelque fois consjderable, elle peut mar- cher ensuíte avec beaucoup de rapidité, sans mC on puisse se rendre compte d*un cmngement siprofond.Fnes, bien si las fuerzas de la naturaleza que son las fuerzas de la vida pueden sanar completamente la tisis ó la tuberculosis como confiesa Laenec, y temporariamente como confiesa Louis, por qué razón el arte, cuya misión es la de explorar, imitar, obe- decer la naturaleza, no tiene medio alguno de hacer lo mis- mo, es decir de ayudar la vida para que lo haga? Por qué razón el arte no se sabe dar cuenta ni de cuando el mal se suspende, ni de cuando se esaspera /precipita á un fin fu- PREVENTIVA Y TERAPÉUTICA. 2-il Yiesto? La contestación es un poco dura pero merecida, y la dá el ilustre Clark y es: que en lugar de ocuparse de la tisis confirmada era mejor ocuparse de las causas y de la natu- raleza del mal, relativas al período que precede la tisis; causas y naturaleza que no resultan de la historia anatómi- ca del tubérculo. La etiología exacta conexa á una nosogra- fía completa, la patogenia qué descubre la naturaleza del mal son los medios para llegar á una profilaxis preventiva y terapéutica veraz y fecunda de la tuberculosis. La escuela anatómica ha tenido, ha podido tener la una y la" otra? Laenec no expone otro plan profilático que el que se des- prende de su etiología, sabiamente considera la bronqui- tis y la pulmonía mas ocasión en los predispuestos que co- mo cansa del desarrollo tuberculoso, discute la influencia d,el frió, del emoptoe, de- los patemas de ánimo deprimentes (á los que dá un gran peso); de las fiebres continuas é intermi- tentes graves, y aquí expone uh hecho muy importante: II est ineoniparablemeni plus rare de voir la phthisie pul- moríaire se developper á lasuite aVune fierre continué ou in- termitiente, qu'il ne Vest de trouver des tubercules á Vóuver- ture des corps desfievreux. Discute el contagio, la heren- cia, la edad, la influencia del reblandecimiento tuberculoso á enjendrar los tubérculos secundarios, atribuyendo erró- neamente á los primitivos tubérculos la influencia causal que pertenece á la misma diátesis tuberculosa; y aquí hace una singular confesión: II est impossible de ne pas ad,metyre alors au moins une abberracion de la nutrición, une veriiablc alteration des liquides, et une alteration de un genrepar- ticulier, car elle ne produirá pas des encephaloides, des kistes, des produccions fibreuses et osseuses mais des tuber- cules. Luego la producción primitiva del tubérculo est acci- dentelle, luego no viene de una diátesis, luego la diátesis misma es secundaria al reblandecimiento de los primeros tubérculos! Es pues porque Laenec carece da este diagnós- tico fundamantal, que señala al tratamiento estas dos indi- caciones supremas: 1 ? Prevenir las emociones secundarias de los tubérculos. 2 9 Eavorecer el reblandecimiento, y la evacuación ó absorción de los tubérculos existentes. He aquí pues que la profilaxis terapéutica de Laenec no toma de mi- ra el período previo y simplemente dinámico y nada anató- mico, el período de la caquesia tubercular [en que no hay tubérculos]; sino la primera aparición de ellos para prevé- 242 PROFILAXIS COMPARADA mirla secundaria. Es decir que nada hace cuando el hacei*" es mas fácil, y propone de hacer cuando el reusires mas di- fícil. Y tratando de la primera indicación Laenec no índi- ca ya los medios que deben tentarse en armonía con la idea patogénica de la tuberculosis [lo que prueba que no la tie- ne] sino los que ha ensayado en todo tiempo el empiris- mo clínico: las sangrías,, y cita Stoll y Broussais, concluyen- do que la sangría no puede prevenir que se formen los tu- bérculos, ó sanarlos cuando Son formados, y que solo sirve para una complicación inflamatoria ó congestiva del pul- món, y nada mas. Así considera Pameñorrea efecto no cau- sa de la tuberculización; dice que los cauterios y exutorios son medios derivantes mas racionales [sin decir por qué lo son] y conviene qne ese método se remonta á Hipócrates y a Celso. Sin embargo afirma que nunca ha visto ventajas se- rias sino alivios temporarios, tanto queha renunciado á usar- los. Mismas conclusiones respecto á los vexicatorios y fontículos permanentes: solo excluye el casoow des ecoule- ments habituéis suprímeos, ou un' exaniheme repercute'" Qnt parú etre la cause occasionelle de la moladle. He aquí: pues que los medios terapéuticos para prevenir el' desarro- llo de los tubérculos, secundarios según Laenec se reducen casi á nada. Pero si son ciertos los hechos que he citado res- pecto á las ventajas directas de la sangría repetida, y del emético* y de los vijicatorios; y si también es cierto que los autores los encomian en la tisis incipiente, que mas cono- cían por los signos racionales que por la auscultación, es pre- ciso convenir ó que el diagnóstico racional ó biológico de aquellos es superior al diagnóstico adistico si ha inspirado el .uso de esto» medios poderosos en tiempo útil; ó que latan ponderada auscultación tiene valor diagnóstico cuando ya las lesiones son insanables. Hablando de los medios que lle- nan la segunda indicación es decir que procuran el ablandar- se, la fusicn,y absorción de los tubérculos, señala no los que deben emplearse sino \os> que se han empléadóró como funden- tes, los alcalinos,, el agua de cal, las aguas sulphureas, la sai amoniaco, el nitro, la sal común &a.; ó como vulnerarios los antiscorbúticos, las plantas aromáticas,Jos purgantes, los balsámicos, el alcanfor &a. ó las atmósferas artificiales emo- lientes, balsámicos, brea&a. concluyendo que sus ventajas son ilusorias y fundadas sobre diagnostico equivocado, ó tan. solo paliativas ó sintomáticas; y solo admite que la quina,- PREVENTIVA Y TERAPÉUTICA. 243 quina, los balsámicos, y antiscorbúticos pueden racionalmen- te ser útiles con su acción irritativa apurando, el cartílago artificial que ha de formar la cicatriz de las úlceras. Tam- bién pasa en revista olgunos medios empíricos, y los juzo-a del ínismo modo ineficaces y solo pone su esperanza en el clima suave á la orilla del mar, y viages marinos. No exage- ro pues si digo después de examinada la práctica de Louis y de Laenec, que la escuela anatómica carece de profilaxis preventiva y terapéutica, ya racional ya práctica. V arios datos diagnósticos dan cierto aire de verdad á la patologíaflogística de la tisis tuberculosa; como son las cau- sas, los síntomas, la marcha, el éxito ulceroso, y el método curativo. En efecto nadie duda que la presencia misrna del tubérculo obra como potencia mecánica, y provoca una reac- ción flogística, nadie duda que la reacción suscitada tenga los síntomas y caracteres de la flogosis, el curso de la flogo- sis, y también el éxito de la flogosis, ó con la resolución que hace desaparecer los tubérculos, ó con la sucesión, ulcerosa, que es propia de otras flegmasías, y finalmente que en cier- to período admite el uso del método antiflogístico común mas ó menos decidido; y si al beneficio de la sangría gene- ral y local se agregan los encomios que se han dado á los ve- jicatorios, á los exutorios, á la digital, af ácido idrociánieo, al tártaro emético, al segale cornuto, tenidos todos en fama de remedios controstimolantes, hay de sobra para justificar la idea que ese proceso no es mas que un proceso flogístico. Sin^ embargo si este tipo morboso se le considera bien en su conjunto nosográfico,en su historia diagnóstica, y en su ver- dadera patogenia, se encuentra que esta patología fiogística es incompleta y falax, y que la doble profilaxis que deriva de esta patología no es la que concorda con, la mejor expe- riencia y observación de los hechos. En efecto el ti i o noso- gráfico que de la tuberculosis forma esta' escuela ño sería completo si comensase su historia con la irritación que pro- duce el tubérculo siendo cierto que hay una condición an- terior la diátesis tuberculosa que prodace el tubérculo, que domina toda la enfermedad en todas sus fases, y que enjen- dra tubérculos nuevos hasta en el último período de la tisis. 1 no solo no es completo su tipo clínico porque no com- prende el período previo, sino que es falaz la diagnosis déla causa próxima, porque considera que sea tal la condición ir- ritante del tubérculo y la reacción fiogística que provocó,,. 244 PROFILAXIS COMPARADA mientras olvida la condición iposténica y discrásica que pro- dujo la una, y se complica con la otra. De allí resulta que la profilaxis preventiva y terapéutica no solo sea equivo- cada y falaz, sido que no tenga armonía con los hechos de la experiencia. Bien sé que no faltan médicos que han hecho consistir la profilaxis preventiva en pequeñas san- grías de cuando en cuando, en la dieta tenue y abstinencia de todo alimento ó bebida estimulante y corroborante, pri- varse del aire libre, del ejercicio, del baño frío, y cuidar el abrigo para precaverse de la bronquitis precursora de la ti- sis, Pero es claro que esta es mas bien una doctrina teórica que practica, ó que los que de buena fé abusaron de la eru- dición clínica, han creído preventivas las sangrías y otras medidas antiflogísticas, que fueron usadas en relación con la flogosis, y de consiguiente eran terapéuticas: si se conside- ra que la inmensa mayoría de los clínicos aconseja todo lo contrario, ya para borrar la constitución tuberculosa, ya pa- ra evitar que tenga lugar el período caquético, ya para cu- rarlo é impedir que se formen los tubérculos, y que estos se desarrollen y se multipliquen. Y respecto á la profilaxis te- rapéutica bien sé que la escuela flogística, que dá á ciertos remedios una acción diatésica y controstimulante y niégalas acciones modales, considera de acción idéntica la sangría, el emético^ el vejicatorio, los purgantes, los exutorios, la di- gital, el ácidd prúsico &a. Pero si se considera que no se cu- ra y que no se puede curar la flogosis tuberculosa como una pulmonía ó bronquitis común; que el emético, los purgan- tes, el^ vejicatorio, la sangría se usan en momentos diversos y con indicaciones diversas, y con efectos di versos en esta en- fermedad como en toda otra flegmasía, y que su empleo no argumenta tampoco rigorosamente la flogosis; y que la di- ferencia profundaban to en el éxito como en la curación pro- cede de la complicación funesta de una condición á la vez iposténica y discrásica, se convencerá uno fácilmente que el plan de profilaxis terapéutica que conviene á una flegma- sia común no es el que conviene al proceso tuberculoso. No han faltado patólogos que han visto en la tuberculosis un fonck simplemente iposténico, y han considerado la par- te flogística del mal como una mera complicación eventual; 7 Por consiguiente lejos de creerla y curarla como una en- fermedad local del pulmón, efecto cíe una condición diató- mica, todo han considerado [exepto la flegmasía eventual] de PREVENTIVA Y TERAPÉUTICA. 245 fondo enteramente iposténico. Y esa idea patológica no ca- rece enteramente de base si se atiende al genio debilitante de las causas remotas, álos síntomas de debilidad fisiológi- ca que aparecen en los mismos predispuestos, y en el pe- ríodo previo, y en el principio de la evolución tuberculosa; en la contra-indicación que forma esa misma debilidad para combatir con franquesa la flogosis complicada y secundaria; y finalmente la utilidad de los tónicos y corroborantes, aun en el último período de la enfermedad misma. Sin embargo ya hemos visto que si bien este concepto patogénico tiene la ventaja de abrazar el tipo morboso en todas sus fases, no olvidar el período previo y profilátieo, señalar el fondo y la naturaleza de la causa próxima; este concepto digo no es enteramente verdadero: pues las causas morbosas de esta ti- sis no se relacionan ya al movimiento vital, sino á la vida plástica,; no consisten solo en la diminución en la cantidad de los agentes plásticos, sino en la calidad y perversión, no causau solo una diminución, sino una perversión en los ac- tos asimilativos, no producen solo una lesión superficial y etiopática, sino profunda é ídiopática, en suma producen una reacción plástica y discrásica, cuyo efecto cuya forma es precisamente la materia tuberculosa, que el sistema arroja después ó deposita en las vias secretorias. Luego es claro que una profilaxis preventiva que se inspirase á la idea de una simple ipostenia, sería equivocada en gran parte. Pero mas equivocada y mas falsa sería la profilaxis terapéutica, inca- paz de explicar la condición discrásica y la flogística, obli- gada á disimular la indicación suprema de escrear la mate- ria morbosa ya mediante el gobierno higiénico de ciertas funciones, ya mediante remedios debilitantes; obligada casi á renegar o á favorecer la complicación flogística por consi- derarla como compensación de la ipostenia dominante; indu- cida á ignorar ó á negar los beneficios relativos ycondicio- nales de esa misma flogosis; tentada ademas á poner en du- da los efectos decisivos de la sapgría, del emético, del veji- catorio, de los exutorios, no como remedios de complicacio- nes eventuales sino déla misma condición tuberculosa. Estas razones que limitan y combaten las pretenciones de la patología iposténica, dan vida y fuerza á la patología or- gánica que considera la tisis tuberculosa como el efecto de una particular aberración del quimismo orgánico. Y no hay duda que los hechos de la profilaxis preventiva se prestan 24:3 PROFILAXIS COMPARADA en gran parte á semejante interpretación, como que ense- ñan á mejorar las fuerza.; y los actos de la asimilación orgá- nica. Pero admitir en la tuberculosis una aberración en los actos de la vida plástica, no es probar que esa misma aber- ración depende de alteraciones químicas de los humores ó de los materiales orgánicos introducidos en el sistema. Y si- no como exolicar la iniciativa patogénica que tiene una cons- titución tísica hereditaria ó congénita, y que se manifiesta por un tipo orgánico imperfecto? Como explicar la influen- cia morbosa de los patemas deprimentes, y de otros desór- denes de la inervación sobre el desarrollo de la tisis? Luego su profilaxis preventiva no es enteramente racional, y me- nos lo es todavía su profilaxis terapéutica: pues no pndiend© su concepto patogénico explicar las relaciones de la condi- ción diatésica con la inflamación, no tiene tampoco una guia para llenar las varias indicaciones de la práctica, no sirvien- do evidentemente el vago concepto de la aberración quími- co-vital y específica, que á sujerir algún ensayo terapéutico acaso quimérico, y meramente ipotético y empírico. De todas las doctrinas patogénicas de la tisis la que mas se acerca al tipo que he propuesto, es sin duda la doctrina diatésica en el sentido de la condición escrofulosa, y también la doble profilaxis que resulta de este concepto le es muy análoga precisamente porque también la enfermedad escro- fulosa ofrece reunidas ia condición iposténica, la discrásica, y la flogística. Esto pero de ser semejantes no quiere decir que son idénticas, y que el tubérculo y la escrófula sean unúm et ídem, y que las reglas profiláticas y terapéuticas de la escrófula sean exactamente aplicables á la enfermedad tuberculosa. Y ya he manifestado las razones porque am- bas difieren nosográfica y patogénicamente: repito ahora que también las causas remotas de la escrófula ofenden las fuer- zas y los actos de la vida plástica, y operan como agentes iposténicos y discrásicos, de esta misma vida. Pero debe de- pender de alguna combinación etiológica distinta de estas mismas causas, si, resulta un mal considerablemente diver* so, y que también exije un método curativo ó combinación terapéutica diferente y peculiar á la escrófula. Y en prueba de lo que afirmo puedo citar la muy notable monografía de la tisis tubercular del ilustre Clark que si bien ha perdido en aceptar todas las ideas de la escuela ana- íjómica, y especialmente la de confundir todas las tisis en un PREVENTIVA Y TERAPÉUTICA, '247 tipo común, tiene sin embargo la preciosa ventaja que la diá- tesis tuberculosa se le considera como la causa próxima y el alma de este tipo morboso. Y aunpue aparecen confundidos la escrófula y el tubérculo, y este es considerado como un efecto ó forma'de la diátesis estrumosa, sin embargo en vir- tud de la analogía que he notado, traza un plan de profi- laxis preventiva á la vez racional y práctico que puede casi aplicarse á las dos-condiciones morbosas. Y así también res- pecto á la profilaxis terapéutica, aunque el autor toma en consideración la paite iposténica, la-discrásica, y la flogísti- ca^ señalando las principales indicaciones que yo he tratado, sin embargo propone indicaciones y remedios que solamente serían aplicables á la escrófula. Así es que si Clark hubiese separado de su concepto nosográfico hechos que á mí pare- cen referibles á otras tisis pulmonares, y de su concepto pa- togénico hubiese separado lo que pertenece á la escrófula hubiera coincidido exactamente eon mi historia diagnósti- ca y con mi doctrina patogénica, y también con la doble pro- filaxis que forma su corolario. 24S CONCLUSIÓN CAPITULO VIII. CONCLUSIÓN DE ESTA MEMORIA SOBRE LA PROFILAXIS. DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA. La doble profilaxis, era el fin de la tesis propuesta—En dos modo* podia esta tratarse: ó aceptando el estado actual de la patología,. y exponiendo un plan profilático superficial y empírico; ó tentan- do mejorarla, y exponiendo un plan mas racional y mas prácti- co—Para determinar las causas y la naturaleza, del mal em- prendí la historia diagnóstica y la doctrina patogénica, con la. guia de mis principios—Razones que he tenido para valerme de mi filosofía médica y de mi síntesis biológica—Resultados que me he propuesto, y que acaso he conseguido. Concluidos los trabajos con que me he propuesto resolver el problema profilático déla tisis pulmonar tuberculosa, siento la necesidad de darles, como se dice, una mirada retrospec- tiva, para justificar el plan que me he trasado, y los medios que he usado para ejecutarlo. Confieso que resuelto á ocu- parme de este tema importante, he tenido muy presentes las notables palabras del ilustre Clark que le sirvende epí- grafe. Si los trabajos é investigaciones que han sido gas- tados en inútiles experimentos para curar una insanable condición de los pulmones, hubiesen sido dirijidos á des- cubrir las causas y la naturaleza de la enfermedad tuber- culosa, con, el fin de deducir las reglas para su profilaxis y curación, la tisis sería hoy en una luz muy distinta de la en que se le vé actualmente. He pensado que en la opinión del patólogo Ingles no solo son inútiles los experimentos terapéuticos sino los estudios patológicos circunscritos á la condición orgánica ulcerosa, extensa, es decir á la tisis con- firmada; que esta fase fatal puede prevenirse pero no cu- rarse; y que la profilaxis y tratamiento al que alude no es otra cosa que la doble profilaxis preventiva y terapéutica; relativa esta última al principio de la tisis, es decir al es- tado dinámico, y todavía curable que ó muy grave ó des- cuidado conduce á la tisis confirmada, no mereciendo el nom- DE ESTA MEMORIA. 249 bre de tratamiento una curación empírica, sintomática, y pa- liativa. He pensado además que en su opinión los medios no aire mas importantes sino únicos para alcanzar un fin tan seno cual es esta doble profilaxis, que es la sanacion com- pleta del mal, consisten en estudiar bien las causas y la na- turaleza del mal es decir su historia diagnóstica y su doctri- na patogénica, es decir estudiarlos en los mismos períodos que preceden la tisis confirmada: períodos previos y vitales, y que son todavía al alcance de los medios profiláticos y te- rapéuticos. He pensado finalmente que en la opinión del patólogo Ingles esta parte importante ó la historia diagnós- tica y doctrina patogénica del estado morboso que precede la fase fatal de la tisis confirmada, se ha estudiado poco y mal, cuando asegura que al haberse estudiado mucho y bien, la patología de la tisis sería á un punto y en una luz muy diversa de la en que actualmente se encuentra. Creo pues que la ilustre Facultad Médica de Lima al proponer la tesis sobre la profilaxis de la tisis pulmonar tuberculosa, estaba penetrada de este noble pensamiento de Clark. Ser la profi- laxis á la vez preventiva y terapéutica—y relativa á los pe- ríodos que preceden la tisis confirmada é insanable. Esta doble profilaxis está intimamente connexa á la pa- tología de la tisis, es decir, á su historia diagnóstica y doc- trina patogénica, y forma su corollario inevitable: luego es claro que al resolver el problema propuesto se presentaban dos caminos: ó aceptar la patología de la tisis tal como se halla en el estado actual de la ciencia, dado que esta pato- logía sea buena y completa; ó suponiendo que esta patolo- gía sea mala, imperfecta, oscura, incompleta, discorde, ten- tar de mejorarla, completarla, aclararla, perfeccionarla. Que la patología de la tisis sea imperfecta, no solo resulta de las palabras de Clark, sino de la misma tesis propuesta; porqué si la doctrina patológica de la tisis fuese verdaderamente clara, decifrada, concorde; también lo sería la doctrina pro- filática, ni habría necesidad de un concurso científico para establecerla; y sería chocante suponerla un problema. Acep- tar pues la patología de la tisis tal como se halla, no solo me obligaba á aceptar y proponer una profilaxis anárquica y empírica, y formar una rapsodia pesada y sin crítica, [y mas estéril en proporción de ser mas rica y mas erudita] de hechos y de preceptos vagos infundados y discordes, sino que me desviaba del fin mismo que la Facultad médica tuvo- -250 CONCLUSIOH HICE DE LAS MATERIAS. CAPITULO I. INTRODUCCIÓN, Y PLAN RAZONADO DE LA PRESENTE MEMORIA Importancia social que tiene el tema de la tisis pulmonar tu- berculosa__Su profilaxis es el tema mas útil y mas difícil, del tratado—Este tema abraza los medios de prevenir la aparición de la tisis, y su desarrollo consecutivo—La profi- laxis preventiva ó etiológica exije que se conozcan bien su historia y sus causas (nosografia): y se penetre á fondo su naturaleza (patogenia)—Pero esta nosografía y patogenia, bases de la profilaxis, están muy lejos de ser una doctrina clara completa y concorde: luego es preciso descifrarla ó juz- garla ó completarla—Estado actual de la patología de la tisis pulmonar tuberculosa: Borsieri que reasume la medi- cina clásica—Escuela localizadora ó anatómica; Bayle, Lae- nec, y Louis—Escuela diatesista: Bufalini, Clark, Graves- Puntos ó problemas de lapatología de la tisis que son el fundamento de la proSlaxis; y plan de esta memoria que trata dé resolverlos.........• • •..............-..... 262 índice de las materias. CAPITULO II. DOCTRINA NOSOGRÁFICA DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA. Principios de nosografia racional que conducen á encontrar la unidad é individualidad del hecho clínico completo, y á su diagnóstico práctico, y que guian á formar los tipos de la nosología diagnóstica—En fuerza de ellos es inexacto el con- cepto, y el nombre de tisis dado á la Tuberculosis pulmo- nar—Definición ó concepto de la enfermedad—Por qué ra- zón comprende la forma granulosa—La enfermedad presen- ta dos fases ó partes: la diátesis tuberculosa, y la presencia de los tubérculos—Luego comprende un período previo, el mas oscuro y difícil, el mas decisivo y menos estudiado— La diátesis tuberculosa domina todos los períodos de la en- fermedad—Relación que tiene con ciertas causas remotas— Sus relaciones seméióticas, pronosticas y anatómicas—Sus relaciones profiláticas y terapéuticas—Dudas que quedan sobre la etiología de la tuberculosis, y de qué modo pueden resolverse......................................... 32 CAPITULO III. DOCTRINA NOSOLÓGICA, Ó DIAGNOSTICO DIFERENCIAL DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. La doctrina profilática exije la base de la nosografia y de la patogenia—Se opone á la una, como á la otra un grave obs- táculo, y es la duda ó el problema nosológico de sí hay una sola ó varias formas de tisis pulmonar—Esta duda deriva de la imperfección de la patología antigua, y de las preten- siones absurdas de la moderna—Importancia del diagnósti- co diferencial bajo el punto de vista profilático—Este diag- nostico diferencial importa determinar las diferencias clí- nicas de la tisis pulmonar, ola individualidad délas enfer- ÍNDICE DE LAS MATERIAS. 2(!3. ■wiedades pulmonares que acaban en tisis—Y supone una no- sología general práctica ó diagnóstica—Estado actual de la ciencia, respecte ala nosografia y á la nosología—Por qué la ciencia patológica es imperfecta actualmente en la una y en la otra—-Principios normales de filosofía patológica qne conducen á la nosología diagnóstica—Importancia práctica de que un tipo clínico sea completo y comprenda todas sus fases, y también el diagnóstico de su cau?.a próxima—Con- secuencias nosológi cas respecto á la tisis que se derivan de estas dos ideas normales—Diferencias prácticas, es decir profiláticas y terapéuticas de la tisis pulmonar—La tuber- culosis es la mas frecuente, puede complicarlas todas, y poi- qué—Criterios clínicos ó diagnósticos en que aquellas se fundan—Déla división de los estadios, cuan diferente en las diferentes tisis—Respuesta á una objeccion—Reflecciones que inspira el cuadro propuesto respecto a la nosología diagnóstica—Consecuencias que se derivan respecto á la tisis tuberculosa—Conclusión......... .....___. .„........ 72 CAPITULO IV. DOCTROíA PATOGÉNICA DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. La historia diagnóstica no basta para la profilaxis preventiva y la terapéutica—Es necesaria la * doctrina patogénica y por qué—Objeto é importancia grande de la patogenia, que con la nosografía y la nosología, forma el trípode- de la ciencia—Ella es siempre ipotética si no es inductiva—Del fin y del método de la patogenia inductiva—Aplicación de estos principios á la patogenia déla tuberculosis—Ventajas del estudio nosográfico y del diagnóstico diferencial—Cues- tiones patogénicas que quedan eliminadas—Cuáles hechos debe interrogar la ciencia y con qué orden—Evidencia de los asiomas etiologicos propuestos demostrada con la histo- ria de la tuberculosis—En cuál modo la Fisiología puede ayudar á descubrir la génesis y naturaleza de los morbos —Inducciones patogénicas que derivan de la etiología de la tuberculosis pulmonar—Resumen nosográfico, y juicio • 201 índice de las materias. RAOt. patogénico de la tuberculosis—Crítica patogénica ó proble; mas que conviene resolver relativos al 2.° período: la pro- ducion tuberculosa—Si es fortuita—Si es etiopática ó Ídio- pática—Si procede de una ipostenia browniana—Si de una flogosis común ó específica—Y como la flogosis sea la oca- . sion no la causa de la tuberculización—Estudios modernos ' sobre el tubérculo á qué inducción patogénica conducen— Del quimismo orgánico como intérprete de la tuberculo- sis—Si el tubérculo es una forma de la diátesis escrofulosa —Si es efecto de los desórdenes gástricos—Interpretación autocrática de los tres estadios de la tuberculosis—Indi- caciones que se derivan para la profilaxis preventiva y la te- rapéutica—Conclusión relativa: contraste entre los resulta- dos del materialismo experimental, y los del vitalismo res- taurado bajo los auspicios de la patología racional......... 112 CAPITULO Y. Í-A TEORÍA y la práctica de la profilaxis preventiva DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. El tema propuesto es la profilaxis preventiva y terapéutica de la tisis tuberculosa: es toda la práctica—Esta puede y debe ser racional y no empírica—De la profilaxis preven- tiva: ella tiene dos fundamentos, la historia diagnóstica y lá doctrina patogénica—Necesidad de completar la interpre- tación patogénica de los hechos etiologicos y profiláticos— Hechos etiologicos y problemas profiláticos que presenta la ciencia—De la predisposición á la tuberculosis en general —En qué consiste—De la predisposición adquirida—De la predisposición hereditaria—De la predisposición congénita —Puede la profilaxis y con qué medios borrar la predispo- sición hereditaria y congénita'?—Puede la profilaxis hacer inofensiva la predisposición alejando las causas morbosas? —Por qué el efecto de la profilaxis preventiva es tardío y lento?—Práctica de la profilaxis preventiva y fines distin- tos que se propone—Como se impide que la predisposición. ÍNDICE DE LAS MATERIAS. 265 PAG. se adquiera—Como se impide que se trasmita y se haga hereditaria—Como se impide que se forme la predisposi- ción congénita—Con qué medios se llega á disminuir ó borrar la predisposición heredLaría y congénita—Con qué medios higiénicos ó precauciones terapéuticas se impide su actuación ó el desarropo de la tuberculosis—Tres series -> de causas morbosas y de reglas higiénicas relativas—Del contagio tísico—De las combinaciones etiológicas........ 162 CAPITULO VI. LA TEORÍA Y LA PRACTICA DE LA PROFILAXIS TERAPÉUTICA DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. Cual es el fin y cuales son los medios de la profilaxis tera- péutica de la tuberculosis—Por qué debe ser racional y no empírica—La historia diagnóstica y la doctrina patogé- nica son el fundamento y la guia de la profilaxis terepéu- « tica racional—Hechos é ideas de la una y de la otra que inspiran las indicaciones y las reglas de la profilaxis tera- péutica—Réjimen del período previo ó de la caquesia tu- berculosa—Del cambio de hábitos higiénicos y del clima, < y de las indicaciones terapéuticas—Réjimen higiénico y te- rapéutico del 2.° período en sus diversos grados, formas y momentos—De la forma asfitiea—De la sangría, de los eméticos, y de los vejigatorios en la forma aguda, y me- dios higiénicos relativos—Réjimen higiénico y terapéutico de la forma crónica—Remedios diversos que convienen— Del clima, del réjimen higiénico,-y de los setones y caute- rios—Si el tratamiento del período ulcerativo, ó tisis con- firmada forma parte de la profilaxis terapéutica—Tres in- dicaciones relativas al réjimen terapéutico de la tisis con- firmada: es decir relativas á la condición iposténica, discrá- sica, y lento-flogística—Ideas sobre la naturaleza reparadora del proceso flogístico en relación con la tuberculosis....... 194 266 ÍNDICE DE LAS MATERIAS. CAPÍTULO VIL PROFILAXIS COMPARADA PREVENTIVA Y TERAPÉUTICA DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR. La profilaxis es el corolario de la patología de la tisis, es de- cir de su historia diagnóstica y de su doctrina patogénica —Carácter diagnóstico y vitalista de la patología propues- ta—Carácter de completa, racional, autocrática, y ecclética de la doble profilaxis—Ventajas que resultan del comparar las doctrinas profiláticas inerentes á las varias patologías de la tisis, con la profilaxis que propongo—De la patología antigua ó sintomática de la tisis y de la proolaxis relativa —De la patología anatómica de,la tisis tuberculosa consi- derada del lado nosográfico, patogénico, profilático, y tera- péutico—Crítica de la práctica de Louis y de Laenec— Patología flogística considerada del lado nosográfico, pato- génico, profilático, y terapéutico—Patología diatésica de la tisis tuberculosa en el sentido de una condición iposténica —De la patología diatésica en el sentido de una aberacion químico-orgánica—De la patología diatésica de la tisis en el sentido de una condición escrofulosa, y de la doble pro- *filaxis relativa—Por qué la doctrina profilática de Clark es la mas conforme á la que yo he propuesto............... 233 CAPITULO VIII. CONCLUSIÓN DE ESTA MEMORIA SOBRE LA PROFILAXIS DE LA TISIS PULMONAR TUBERCULOSA. La doble profilaxis era el fin de la tisis propuesta—En dos modos podia esta tratarse: ó aceptando el estado actual de la patología, y exponiendo un plan profilático superficial y empírico; ó tentando mejorarla, y exponiendo un plan mas ÍNDICE DE LAS MATERIAS. 267 PAG. racional y mas práctico—Para determinar las causas y la naturaleza del mal emprendí la historia diagnóstica y la doctrina patogénica, con la guia de mis principios—Razo- nes que he tenido para valerme de mi filosofía médica y de mi síntesis biológica—Resultados que me he propuesto, y que acaso he conseguido............................ 248 FE DE ERRATAS. PÁGINA LÍNEA Nota 30 DICE G-;ieirist Fotbergllt LÉASE 20 38 Gilcríst. Fothergill. Cum morbus sit effec- tus á sua causa pen- dens ens est singulare ab omni alio distinc- t\im, ideoque in sua propia singulari na-tura conoscendum ut curari queat, 39 12 Turbeculosa Tuberculosa 119 Añádase á la nota (2) §68 219 Nota De-Marze De-Marle Hay otros pequeños errores que correjirá fácilmente el buen sentido de mi lector. 7 loRARY OF MEDÍ Cl NE N A T I O N A l l I B R A R Y O F M E D I C I N E N A T I O N A l l I B R A R Y O F M E D I C I N E N IBRARY OF MEDICINE NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE NAT a \ 3 LIBRARY OF MEDICINE NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE NAT C O A» Vi 9 II TVNOIIVN 9NI3I0ÍW dO U»I8M TVNOIIVN 3NI3IQ3W dO UVIII1 IVNOUVN 1NI3 as. ■' /^I¿fó^ ¿ ¿y *■* \ - c IBRARY OF MEDICINE NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE NATH 1NI3IQ3W dO ADVaaiT TVNOIIVN 3NI3IQ3W dO A o V II a I T TVNOIIVN 3NI3I01W dO iUVÍlll 1V N < > .- c NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE NATIONAL LIBRARY OF MED 3NIDIQ3W dO ADVialT TVNOIIVN 3NI3IQ3W dO A e V o a I T IVNOUVN 3NI3I03W dO A II V II a I T TVN' A • L NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE NATIONAL LIBRARY OF MED ** NLM045160667