t'VÉ >f o*** a. ü- *#fv .-* ^.*%- \v **t¿,* .♦ -V *>£-. ^ wmm % ***&&■■ 3HB7Zi'IB<0SI0inB8 KHKB1BAS» OBSERVACIONES SOBRE LA FIEBRE AMARILLA, Hechas ea Veracruz de orden del Supremo Gobierno d? La Federación Mexicana. Año de 1826. REFLECSIONES OBSERVACIONES SOBRE LA FIEBRE AMARILLA, Hechas en Veracruz de orden del Supremo Gobierna %le la Federación Mexicana, y redactadas en Francés, / Por JUANLUISCHJ\BERT, Dr. en Medicina de la facultad de Montpelier: medico en gefe antiguo de varios hospitales he. Protomedico antiguo y miembro de la junta de sanidad y consejo de salubridad pública del Estado de laLuisiana &c. &c. Socio de la academia de medicina practica de México: de la academia medico quirugica de la Puebla de los Angeles', de la sociedad de medicina de Nueva Orleans, y d<í la de Nueva York: de la sociedad medica quiru- gica de Cádiz: de la sociedad de medicina de Parts: de las de Burdeos, y de Caen: de la sociedad de me* dicina, cirujia y farmacia del departamento del {Eure Evreusl de la sociedad de ciencias, bellas letras y artes de Orleans; de la sociedad de ciencias natu- rales y medicas de Bruscelas; de la sociedad jdje. medi- tina de Hamburgo; de la sociedad de ciencias naturales de Leipzig. &c. &c. -r\\\ ■■■■'-■ "----------------------------------------~-----------% TRADUCIDAS AL ESPA5T0L , \ \T por \ykfi/ff CASIMIRO LICEAGA Dr. en medicina y errttdmtico.de. vísperas en la universidad de México; Protomedico deca- no del nacional Protomsdicalo; socio de.las aa demias de medicina de México; de Puebla; y del departamento del Eure y de la de legislación y economía política del Dis- trito Federal. IMPRENTA DEL GOBIERNO SUPREMO, EN PALACIO Al Ecsmo. Sr. Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, ciudadano Guadalupe Victoria, (bcimo, ' uando, en 1821^ estendí por escrito mis Re- flecsiones sobre la fiebre amarilla, no pretendí en modo alguno hacer un libro; mi intención fué únicamente fijar algunas ideas, que créi nue- vas sobre un asuntó tratado mil veces y siem- pre con una discordancia de opinión que deses- pera al Médico filósofo, coma aflige al amigo de la humanidad. Haciendo imprimir, en dicho año, aquellas reflecsiones, no tube otro objeto que mí pro- pia instrucción. Pensé que para estar al alcan- ce de solicitar los consejos de mis comprofeso- res era necesario comunicarles mi memoria, lo que no podia harerse sin multiplicar las copias y por consiguiente sin darla á la imprenta. Me atreví á lisongearme de la esperanza de que después de haber observado algunas nuevas epi- demias de fiebre amarilla, y haberme ilustrado con las luces de mis compañeros quienes, des- pués de haberse tomado el trabajo de leerme, ee hubieran obligado á comunicarme su opi- nión, podría yo atreverme á publicar, sobre di- cha enfermedad, las reflecsiones que me hubie- ran 6¡do sugeridas por mi esperiencia, mi lec- tura y loe consejos con que se me honrase. 1 c II A pesar de que aquella mimoria, hecha con ▼iolencia en una época en que yo habia vi^ío poco la enfermedad, haya sido imperfecta bajo todos aspectos, ha tenido m a acogida favorable por diversas sociedades labias, principalmente en los Estados Unidos, en España, en Alemania, y en Francia; y la mayor parte de mis compañeros á quienes pedí consejo, no me han dirigido mas que espresiones de política y elogios poco me- recidos: á pesar de esto, jamás me he envane- cido pues &é muy bien que los elogios y las re- compensas académicas, concedidas por la indul- gencia, nada añaden al mérito de una obra tan imperfecta como el débil trabajo de que he he- cho mención. Me abstendré por tanto de entrar en algún detal sobre este punto, y me limitaré á referir que el Sr. Dor. Brussais en el sescto cuaderno de sus anales fisiológicos, y el Sr. To- mas ex-cirujano de un corsario de la marina fran- cesa, en un ensayo sobre la fiebre amarilla, se han ocupado de mi memoria de 1821. El Sr. Doctor Brussais, no es partidario de mi opinión: pero este ilustre Médico, cuyos tra- bajos han hecho tan eminentes servicios al Arte de curar, y á la humanidad, jamas ha visto la fiebre amarilla; asi que si estoy admirado es de la indulgencia con la que ha tratado mi débil trabajo de 1821. El Sr. Brussais, en lo que ha tenido la ofi. ciosidad de decir con respecto á mis reíleciio- nes de 1821 (que refuta) refiere los síntomas que yo indico como característicos de la fiebre amarilla y añade, "si la fiebre amarilla consiste ,,en esto, será una enfermedad del coiazon y „del aparato nervioso." Me someto á este juicio III con tanto mas placer, cuanto el no hace otra cosa que confirmar mi propia opinión. El Sr. Brussais, finalmente termina la refu- tación de mi memoria con estas espresiones li- eongeras: "esta obra no es un tratado com- „plelo de la fiebre amarilla, y Jo anuncia sufi- cientemente su título: mas los que puedan ha- „berla á las manos encontrarán en ella muchos „hechos preciosos sobre las condiciones locales ,,que concurren al desenvolvimiento de la fiebre „amarilla en la Luisiana, en donde nuestro au- „tor ha estado al alcance de observarla, asi ,.como hallarán en la misma obra reflecsiones de ..un alto interés. Sentimos que el Sr Chabert, „que nos parece un hombre delicado.y de un ta- „lento juicioso, no haya estudiado la medicina „fisiológica, y que su obra no esté enunciada en una librería en donde nuestros compatriotas pu- diesen adquirirla. Confieso francamente qne no merezco el sen- timiento que el Sr, Brussais manifiesta de que mi obra no esté enunciada en una librería; y siento mucho no haber sido bastante feliz para encontrarme al alcance de seguir su clínica y de estudiar de un modo mas particular su me- dicina fisológica. A pesar de esto, no m? es tan desconocida que no «epa apreciar los servicios que el ha hecho á la ciencia y á la humanidad. Tam- bién estoy convencido que al redactar mis re- flecsiones de 821 me dejé dominar inaensible- mente por una prevención involuntaria á favor de su opinio. Me atrevo á creer que las reflec- iiones siguientes, que son el resultado de nu- merosas observaciones que he hecho en Vera- cruz, darán de lo dicho una prueba inatacable. * 0 IV Pido perdón al Sr. Brus?ais si me toma la licencia de unir á su nombre caro á la ciencia que honra por sus brillantes y útiles trabajos, el del Sr. Thomas cirujano de la Nueva-OrU ans. Si este Sr. se hubiera limitado en su en»»yo íobre la fiebre amarilla de América, publicada en Paria en 823, de atacar mi memoria de 821 con respecto á mi opinión médica y á mi estilo, me ab«- tendria de toda reflecsion sobre ese punto, pues que estoy bien persuadido que para juzgar de di- cho autor y de su libro basta leerlo: pero el Sr. Thomas, pretende (pag. 59 de la que lla- ma su obra) que yo "desmiento formalmente á „casi todos los Médicos que han observado por „8Í mismos la fiebre amarilla y han hecho ins- 5»pecciones cadavéricas" (Va: que en otro3 mu- yenos lugares de mi obra defraudo con tan p«- „co respeto las opiniones de mis comprofesores „sín eeseptuar al Sr. Tommasini (cuyo tratado „sobre la fiebre amarilla, se lee aun con tanto ,,interés por los Médicos que practican en los lu- gares en que egerce sus estragos) quien es fuer- temente criticado por mi." Como quiera que leyéndose este parágra- fo del ensayo del Sr. Thomas, las personas que no conozcan ni mi carácter, ni mis principios, ni mi memoria de 821, podrán suponerme ca- paz de emplear contra los médicos, cuya opi- nión no adopto, las espresiones indecentes y gro- seras del Sr. Thomas, Me limitaré á citar I vs espresiones de mi memoria que terminan mi no- ta relativa á la doctrina del fcr. Thomassini: esto será suficiente para juzgar de la urbanidad y de la buena fé del Sr. Thomas...,. „No es admirable, pues, (digo pag* 152) • V «haya ecsperimentado la pena mas viva al «ver los comisarios de la sociedad médica „de Nueva Orleans, de la que soy miembro' «adoptar la opinión de un autor (que preconi" „sa &c.) y cuya obra nos parece tanto mas «peligrosa cuanto ella anuncia una erudición in- ciensa y los mas vastos conocimientos en el arte « a oca- sión de estudiar una enfcrmadad que muchos años ha era el objeto de mis meditaciones, y sobre cuyo carácter habia una gran discordan- cia en las opiniones, apresuré mi marcha á Ve- racruz adonde llegue el tres de junio. El 5 del mismo visité los hospitales, en donde mis ojos buscaron en vano un enfermo que me mostrase los caracteres tan sorprendentes de la fiebre Amarilla. El 17 del mismo mes, pedi los estados de situación del hospital de San Carlos, (bajo la relación medica) que datasen desde el Io de abril hasta el Io de junio, y los de dicho mes hasta el 19. Juzgúese mi admiración, viendo (según es- tos estados) que desde el 1.° de abril hasta el 1. ° de junio habían entrado 1278 enfermos atacados de la fiebre amarilla, de los que so- lo habian muerto 245! Viendo que desde mi llegada, es decir, en una quincena, durante la cual habia yo hecho vanos esfuerzos para re- conocer nn caso de dicha fiebre, habian en- trado al hospital 331 atacados de esta enfer- medad, de los que solo habian muerto 25! Seguramente, si estas descripciones fueran esactas, y si estos resultados fuesen reales, era preciso complacerse de que el médico que los obtiene ha podido llegar á conocer medios tan favorables de combatir i i a plaga tan horroro- sa; pero luego me comenci de que estos re- sultados eran imaginarios, y que dependían de la costumbre^, adquirida hace mucho tiempo per los médicos del hoBpital de Veracruz, de 3 anotar, en sus estados de situación, coa-;o atid- eados de la fiebre amarilla, á todos ios enfer- mos que presentándose por la primera vez á su ecsamen, declaran ser nacidos en tierra fria y no haber estado jamas enfermos en Vera- cruz...... A fin de junio, teniendo á la mano un estado de situación del mismo dia, que indicaba 55 casos de fiebre amarilla, entrados en li última semana, recorrí de nuevo las camas y ecsami- né atentamente los enfermos de los qu o unos creyan estar en el segundo dia de la ñeb~e amarilla, y otros en el tercero, cuarto ó quinto, contados desde el momento de la invacion. í?l resultado de mi ecsamen sobre estos diferentes individuos, fué, que no solamente no tenían la fiebre amarilla, sino que, ni habían presentado alguno de los síntomas vagos que algunas ve- ces, aunque raras, la preceden y que en el pri- mer momento alarman al médico contra su pro- pio juicio y le determinan á quedar en reser- va hasta que apareciendo síntomas bien carac- terizados lo ilustran y quitan su incertidurabre. Ligeras subecsitaciones gástricas, con fiebre ó sin ella, con ó sin saburra en las primeras vías; mas de una vez la sola necesidad de quietud* he aqui las insignificantes indisposiciones que se decoran, en los estados de situación, con el nom- bre espantoso de fiebre amarilla. Afecciones gástricas: muchas catarrales del pulmón y de sus dependencias; algunas disen- terias crónicas,..... hé aqui las únicas enferme- dades que se encuentran en esta fecha (Junio de 1826) en el departamento de medicina, del hospital nacional de Veracruz. 4 Lejos de mi la idea de acusar, por esto, al médico titular de e6te establecimiento de fal- ta de talento, de atención y dedicación al cum- plimiento de sus obligaciones. El ret-petable Dr. Ferrer, al contrario, reúne á su insuuccion una larga csperiencia, una grande havitud en el4 servicio de hospitales, y consagra todos los momentos al ejercicio de 6U3 deberes. El Dr. Ferrer no hace en aquello, sino seguir la an- tigua costumbre, por cuyo medio se tenia la satisfacción de manifestar en los estados de si- tuación, curada la mayoría de los enfermos a- tacados de la fiebre ¡..manila, aunque en reali- dad esta enfermedad haya siempre cortado el hilo de la vida, en Veracruz como en otras partes, casi á la totalidad, ó al menos al ma- yornúuaero de aquellos que eran atacados de ella. Cuando noto lo que pasa, con respecto á lo dicho, en el hospital de Veracruz (la mis* ma cosa ha tenido lugar en este íiño en la ciudad) no pretendo establecer que la fiebre amarilla no habia aun ecsietido en dicho año: lo que quiero demostrar es, que las impresiones desagradables que resultan de estas lellecsíones ecsageradas, son dirijidas á dañar al comercio y á la prosperidad de la mas importante de las ciuda» des maiítimas de la unión mexicana, propagando al estrangero el sentimiento de terror que inspira esta horrorosa enfermedad; confirmando la opinión general establecida ya, á saber, que Veraciuz es uno de sus principales foces; y en fin, impresionan- do de ante mino, y de una manera desventajosa, el moral de los eslrangeros cuyos negocios los ponen en la necesidad de venir á dicha ciudad en donde serán luego victimas de la mas li- gera indisposición. ñ Mas, ¿por que en lugar de aterrorizar á I03 pueblos con la suposición de una epidemia ima» ginaria, cuando la enfermedad no se manifiesta Bino de tarde en tarde y de un modo espo- rádico, no ocuparse con cuidado de las causas locales que la producen, indicarlas á las auto- ridades, hacer conocer su importancia, y no des- cansar en solicitar en favor de esta interesan- te ciudad y de la humanidad que lo reclama, la ejecución de medidas sanitarias que tanto el Gob erno general, como el del estado y la au- toridad municipal adoptarán á porfía cuando se demuestre que de su adopción depende la sa- lubridad de esta interesante ciudad; que su eje- cución tendrá por resultado hacer á Veracruz (á quien tanto su insalubridad real como los informes ecsagerados hacen considerar como el lugar mas temible y peligroso de tolos los puertos de la República Mexicana), de hacer, repito, á aquella ciudad tan salubre como el puerto mas favorablemente situado de las dos Amé ricas? ¿Por que? porque hasta hoy ecsiste la mas deplorable discordancia entre los médicos so- bre la naturaleza de la fiebre amarilla y so- bre las causas que la producen. Por que unos creen en el contagio y en la importación de la enfermedad, y por consiguiente no consideran como medios preservativos, sino los lazaretos, las cuarentenas y todos los medios rigorosos que están en uso para repeler las enfermedades contagiosas y cuyo principal resultado, es, ve- j.r á los comerciantes, perjudicar el comercio exterior y en consecuencia á la prosperidad pú- blica, y muchas veces determinar la esplocion 6 del mal sobre los desgraciados estrangeros que hubieran quiza escapado de esta plaga ti una medida, que por ser llamada sanitaria no deja por eso de ser barbara, no los hubiera preci- sado á prolongar su permanencia en una embar- cación en donde son privados de ^ todos los recursos de reparar los perjuicios que una larga travesía hace frecuentemente sufrir ai individuo mepr constituido: y en donde que- dan constantemente espuesto6 á la acción casi- direcla de un sol ardiente; y bajo fl cor- riente inevitable de miasmas deletéreos que los vientos de tierra impelen sobre la bahía duran- te la noche. Por qne otros consideran, ú pesar de la evidencia, al calor y á la humedad de la at- mosfera como la causa de la fiebre amarilla; y á esta como una sobre ecsilacion gástrica coloca ia en primer rango entre las enfermeda- des conocidas vulgarmente con el nombre de afecciones biliosas; como una gastritis aguda en lin.... y en consecuencia de esta creencia svpnnen que las precausiones individuales serán dirijidas á moderar la pretendida acción irritante que el calor húmedo ejerce sobre el estomago, y que el uso finalmente de los antiflogísticos es cuan- to el médico puede indicar para prevenir, com« batir y curar esta espantosa enfermedad. Mas, hay otra clase de módicos, y yo me felicito de ser partidario de ellos, que creen que la fiebre amarilla no es una enfermedad con- tagiosa en el rigoroso sentido de esta palabra porque mil y mil observaciones prueban que jamas un enfermo atacado de dicha fiebre la haya comunicado, á menos que el aiie, estraíio 7 á su atmoafera propia, se encuentre impuro por una alteración estrangera á los miasmas que se ecsalan de su cuerpo &c. frc. Que creen que el calor húmedo no puede en ningún caso producir la fiebre amarilla; y menos si se quiere considerar esta enfermedad como una gastritis: por que, si es cierto que la acción de un calórico ecsesivo estimula de una manera enérgica los capilares sangineos, agusa la suceptibilidad de las papilas nerviosas, pre- cipita mucho la química viviente, y hace por lo mismo la superficie interna de las vias ali- mentarias muy suceptibles de ser inflamadas á presencia del estímulo de los irritantes estraños; es igualm ente cierto que la humedad hace mas insoportable al calórico, favorece el sudor, y debe por consiguiente apresurar el periodo de la debilidad ó del agotamiento que succecle siempre al aumento de energia en los que es- tan espuestos mucho tiempo á la impresión del aire caliente, saliendo de una atmosfera mas templada; y que la acción del calor húmedo es tal, que bajo su imfluencia las enfermeda- des inflamatorias generales son muy raras, y que las flogosis parciales no empiezan sino con los caracteres de cronicidad. Dichos médicos saben bien que los países calientes y húmedos son mas insalubres que los calientes y secos; pero creen, que esto es por que la agua de que se impregna la at- mosfera libre jamas es pura, á menos que no se forme una atmosfera artificial como la délas estufas; que siempre el aire húmedo está im- pregnado de cuerpos estraños tantos mas abun- dantes cuanto mas caliente es aque!. 8 Ellos creen que los cuerpos estraños, pro- ductores de la fiebre amarilla, suspensos en una atinsiera caliente por efecto de la humedad, soa cni'iacion-, efluvios ó miasmas que resultan de la fermentación píílri la de diversos cuerpos del reino animal y vejetal: creen que el calor hú- medo favorece dicha fermentación, el despren- dimiento y la combinación de los gaces dele- téreos que resultan de aquella. Creen en fin, que el calor húmedo es el agente modificador de la causa ó de las causas que dan origen á la fiebre amarilla, pero que en ningún caso el calor puntúente húmedo, sea cual fuere su gra- do, pueden producir la enfermedad espresada, E&tos Médicos creen pues, y yo con ellos que para que la fiebre amardla se desenvuelva en una ciudad, en un puerto, en un navio se necesita que la atmósfera esté no solamente ca- liente y húmeda, sino también impura por la presencia de una cierta masa de emanaciones deletéreas; y en consecuencia que exista en el lugar mismo, ó en el viento y no lejos de di- cho lugar un foco cualquiera de materias actual- mente sometidas á la fermentación pútrida. Me ocuparé, por tanto, muy particularmen- te de estos focos y de todas las otras causas apreciables de la alteración del aire que dan origen, en mi concepto, á la fiebre amarilla en Veracruz: señalando aquellos, tendré cuidado de indicar los medios que me parecen mas propios á disminuirlos, y á destruirlos. Mas, como hay algunos Médicos que ase- guran que la fiebre amarilla es el resultado del calor y de la humedad: que ésta enfermedad no es otra cosa que una gastritis aguda de la mas 9 grande intensidad; dominados, sin saberlo, por la autoridad de autores famosos, no profesan esta creencia, sino porque la estiman conforme á la doc- trina de Brousais á quien me atrevo á comba- tir sobre este punto, después de haber sido yo mismo arrebatado por la simplisidad y la verdad de su doctrina; me permitiré algunas reflecsio- nes cortas para probrar que la fiebre amirilla no es el resultado del calor puramente húmedo; y que ella no es una gastritis aguda. Al efecto me aprovecharé de mis observaciones de este año; y haré enfin algunas reflecsiones con re- lación á los síntomas de la enfermedad, á las al- teraciones orgánicas que he encontrado en los cadáveres, y á los resultados que he obtenido por el uso de ciertos medicamentos, antes de entrar á la interesante cuestión de las cau- sas locales de la enfermedad en Veracruz, y 4e los medios de destruirlas. mm^®& 3 11 REFLECSIONES MEDICAS, Y OBSERVACIONES SOBRE LA FIEBRE AMARILLA. flechas en Veracruz de orden del Supremo Gobierno de la Federación Mexicana, €APSTU&© X. Meflecsiones que prueban que la fiebre amarilla no tg el resultado de la humedad y del calor. _Ji se insiste en querer sostener que esta en- fermedad puede ser el resultado del calor hú- medo, yo preguntaré ¿por qué en la Luisiana, que ofrece una superficie considerable, al nivel 12 mismo del mar, é igualmente pantanosa y ca- liente, los estrangeros no aclimatados no pueden entrar á Nueva—Orleans, en la época de la en- fermedad, sin ser atacados de ella; mientras que ellos son preservados de la fiebre amarilla fiján- dose á menos de un cuarto de legua distantes del centro de la ciudad, ó solo algunas toesas fuera de los arrabales? ¿Por qué los criollos de dicha ciu- dad han sido victimas déla enfermedad en 1796 y 1799, que son las" épocas délas dos primeras epidemias, y han sido libres de todas aquellas que después han egercido alli sus destrozos? ¿Por qué los criollos habitantes del campo, aque- llos mismos que han vivido á menos de una le- gua del punto que es abitualmente diezmado por esta plaga, se ven atacados de ella como los es- trangeros, si tienen la imprudencia de entrar á la ciudad en la época de los grandes calores? ¿Por qué finalmente ésta horrorosa enfermedad, que en casi todos .los lugares en donde ella es endémica, se desenvuelve siempre, ó aumenta de intensidad y acumula sus estragos bajo la influencia del viento Sur, no comienza ordina- riamente en Nueva-Oríeans sino después de un soplo de Norte, y que siempre ella redobla alli su intensidad, bajo la influencia ó en consecuen- cia de este viento que, por otra parte, lleva con- sigo, á otros puntos, la fuerza y la salud. Que se me diga ¿por qué en las ciuda- des del Norte-América, para hacer cesar brus- camente la epidemia é impedir los progresos de la fiebre amarilla, en los diverses cuarteles de la ciudad que tiene la desgracia de ser in- fectada, basta forzar la emigración instantánea al campo, ó diseminar en los otros cuarteles de 13 la misma ciudad, á los individuos que habitan actualmente el lugar en que la enfermedad ha tenido origen; cerrar las calles, impidiendo to- da comunicación con los habitantes de otros cuarteles, como también la vuelta de aquellos que han sido momentáneamente espelidos de ellos, antes de la época de los grandes frios?. Que se me diga ¿por qué la fiebre ama- rilla que jamas habia sido observada en Pan- sacola, hizo en dicho lugar los mas grandes destrozos en 1822 á pesar de que ciertamente su atmósfera no se hizo bruscamente ni mas hú- meda, ni mas caliente.? Que se me diga finalmente ¿por qué en Ve- racruz, en donde reina casi perpetuamente, la fie- bre amarilla, desaparece de un modo comple- to cuando las lluvias son extremadamente abun- dantes, ó que los calores se hacen alli exesivos? ¿por qué la parte de la ciudad que e^tá situada al Este de la plaza del Palacio, cuenta habitualmen- te (con proporción á la masa de la población) mayor número de enfermos, cuyo mal tiene un carácter mas grave, que en la parte de la ciu- dad que está situada al Noroeste de la misma plaza. Cuidadoso de hacer desaparecer, de ante mano, toda suposición de subterfugio, y siempre pronto á referirme á razones mas sólidas que aquellas que han fijado hasta hoy mi opinión, en este punto, me tomo la libertad de dar á co- nocer con respecto á las preguntas anteriores, las respuestas que en mi juicio, resultan de los hechos, del raciocinio, y de la experiencia; y diré.... Si la fiebre i marilla egerce sus estragos en 14 ^ Kueva-Orleans, no es solo porque la atmosfera de esta ciudad es al mismo tiempo caliente y hú- meda, porque entonces aquella enfermedad debe- lia hfteer sus estragos igualmente en la población de este vasto bajío; sino porque las autoridades y los mismos habitantes, extraviados en sus opiniones, por una parte, por los Médicos que no ven otra cosa, en Vía fiebre amarilla, mas que un mal contagioso y Siempre importado; y por otra, por aquellos que se afanan en propagar la opinión que la humedad y el calor bastan para producirla; las autoridades y los habitantes, repito, han descuidado ó despre- ciado prescribir ó egecutar las medidas de salubri- dad necesarias para prevenir ó para destruir los innumerables focos de fermentación pútrida de que se encuentra como rodeada esta ciu- dad. Si antes del año de 1896 no se había apa- recido, en Nueva-Orleans, la fiebre amarilla, con- siste en que antes de esta época era poco nu- merosa su población; los Suburbios estaban cu- biertos de árboles, y los pantanos contenían la agua suficiente á no ser calentada y corrompi- da por la acción solar. En 1796 y 99 hizo alli sus primeras apariciones la espresada fiebre, no porque la temperatura se hubiese hecho ni mas caliente ni mas húmeda (esta sería en mi juicio una acersion ridicula); sino porque en una de estas épocas se habia ahondado una concha pro- pia para recibir barquillos y otras pequeñas em- barcaciones, y se ahondó en el lugar mismo que hasta entonces habia servido de Cementerio!. .. y que, en la otra época, se habia abierto un ca- nal (conocido con el nombre de canal de Caron- delet) el cual, destinado á escurrir los terre- Í5 nos vecinos, ha sido ahondado en un terreno bajo y pantanoso! De suerte que, en cada una de estas dos épocas, la atmósfera fué accidentalmen- te alterada por las emanaciones que resultan del movimiento de las tierras, en los países calien- tes y pantanosos, como también por aquellas que son el producto de la fermentación pútrida. Y si desde entonces los antiguos habitantes de di- cha ciudad no han sido presa de la enfermedad, mientras que este privilegio no se ha hecho es- tensivo á los criollos que viven en los alrede- dores, no consiste en que su atmósfera interior haya sido menos caliente y menos húmeda, si- no porque las causas que he señalado como pro- ductoras de la enfermedad en 1796, y 1799 se han mutiplícado con el aument® de la población, y que dichas causas, poco mas ó menos, han persisti- do siempre después. Si al contrario de lo que noto, en casi todos los lugares en donde reina la fiebre amarilla, ésta enfermedad se desenvuel- ve ó aumenta sus estragos, en la Luisiana, ba- jo la influencia del viento del Norte, es porque se encuentran colocados en esa dirección mis- ma, terrenos pantanosos, cementerios, la concha y el canal de que hemos hablado, el depósito de inmundicias, y en fin mil focos de emana- ciones deletéreas; y demás, que el viento norte que sopla ordinariamente en Septiembre, en lu- gar de la acción biem-hechora que egerce gene- ralmente en los países ardientes, derrama sobre la ciudad, con la masa de miasmas que levanta de los diferentes focos de emanaciones de que se ha habíalo, el luto y la consternación. En las ciudades de Norte-América y par- ticularmente en Nueva-York, en donde la fie bre / 16 amarilla se aparece con bastante frecuencia, se propagaba antiguamente en los diversos cuarte- les, y se estendia sin intervalos al modo de las enfermedadpj contagiosas. Esta circunstancia me pa.rccc un argumento que no podra atacarse por los Médicos que pretenden que la fiebre amarilla, asi cerno las enfermedades constitucionales, es produ- cida por el calor y la humedad, y pone en 1.a nece- sidad absoluta de elegir entre la opinión de íps con- tagionntas, y la de aquellos que, como yo, creen en la existencia necesaria de un foco de infec- ción. Asi que, yo repetiré aqui lo que hé escri- to en 1821 vSi no hay medio alguno entre la eons- titucionalidad y el contagio de la fiebre ama- rilla, sin duda que esta enfermedad debe ser con- siderada como contagiosa,... Con todo eso, esta opinión, sobre la cual no hay mas que una guer- ra de palabras, es reprobada por los hechos; y debe convatirse solamente, porque ella tiende por una parte, á hacer que se adopten medi- das de precausion, cuyo resultado es perjudi- car notablemente al comercio, y favorecer el de-* sarroyo de la enfermedad que se cree recha- zar; y, por otra, conduce á despreciar la adop- ción ó la egecucion de medidas sanitarias pro- pias á destruir ó á lo menos disminuir las cau- sas locales que la producen. Si he dicho que para contener los estragos de la fiebre amarilla en las ciudades del Norte-Ame rica, basta desertar del cuartel en que ella ha hecho su primera aparición, cortar la comuni- cación a las calles, y deseminar la población infectada, y colocar á los mismos enfermos en los campos vecinos y en los otros cuarteles de la ciudad, no es porque ésta medida á hecho 17 bajar el Termómetro, .y. ha, disminuido la hume- dad; sino porque los miasmas que se despren- den del foco de infección,, que siempre ha po- dido señalarse, no estendiendose sino aun espa- cio muy corto, nof..han egercido mas su influen- cia, desde el momepto que se ha prohibido, á to- dos los seres vivos, permanecer y también pasar instantáneamente en este lugar infectado. Si Pansacola, que jamas había sido visitado de la fiebre amarilla, ha sido presa de, ella en 1822, no fué porque su atmósfera se ha hecho mas caliente y mas húmeda, sino porque los Ame- ricanos del Norte se han transportado alli en mul- titud y han estado precisados á alojarse de un modo tal, que su respiración era suficiente para alterar notablemente el aire que debia entrar en sus pulmones; y finalmente debe atribuirse á que en la misma época arrivó un navio car- gado de carnes y de pescado salado medio cor- rompido, cuyo cargamento ha sido arrojado so- bre la playa, siendo conducidas las, emanacio- nes de aquel á la ciudad, las que han determi- nado el desenvolvimiento de la fiebre amarilla que atacó, como primeras yíctimas, á la mayor parte de los hombres que se ocuparon en des- cargar el Navio antes dicho, él cual no habia en verdad introducido materialmente la fiebre amarilla, (porque las emanaciones producidas por las carnes y por los pescados corrompidos no hubieran desenvuelto esta enfermedad en un pais frió ó templado) pero si fué la principal causa que determinó su explocion, Si en Veracruz, finalmente, la enfermedad se acaba cuando son exesivos y prolongados los calores, no quiere decir que la huiaedad sea me» ñor; porque la grande concha est ?iempr<- »Hi,fc v todos saben que la evaporación es tanto ma- yor cuanto es mas intenso el calor; y que cuan- to es mas considerable la evaporación, tanto mas abundante es el roció de la noche; Mas la en- fermedad se acaba bajo la influencia de un ca- lor exesivo, porque'la acción"de un calórico in- tenso evaporando, en pocos dias, todos los enar- ceos de agua no renovada, y quitando casi instantá- neamente tanto á las substancias ferméntesibles Como á los cuerpos organizados privados de Vi- da la humedad que ellos contienen no tie- ne lugar la fermentación pútrida; y ademas es- ta misma agua, que vuelve á caer en forma de roció, durante la noche, no estando cargada de substancias deletéreas, no tiene otro resultado que humedecer la atmósfera, refrescar el aire y ha- cer á este fluido mas propio para egercer su acción bienhechora y concervatriz sobre los cuer- pos organizados. Si la enfermedad se acaba cuando son abun- dantes y frecuentes las lluvias, no es porque el calor sea meaos fuerte: todos saben que du- rante los diasde intermitencia, q ie tiene lugar en los países calientes en la estación de lluvia?, el calor es vivo y sofocante. Mas, la enfermedad cesa porque las masas de agua estancada son muy conciderables para que fuesen corrompidas en pocos dias, y ademas que siendo dicha* ma- sas renovadas, con frecuencia, no llegan al gra- do de fermentación necesaria ád desprendimien- to de miasmas; La enfermedad cesa, porque las lluvias abundantes y renovadas contribuyen po- derosamente á sostener en la ciudad y sua con- tornos una limpieza saludable, y hacen nula la 19 •ccion de una multi'ad de causas qre reunidas tienden á Uebar ia alteración del aire u un gra- do tal que pocas personas pueden escapar de bu acción desorganizadora. Si en todas las epidemias, se há notado en Veracruz, que siempre y con proporción á la po- blación, hay mas enfermos, y que las enferme- dades toman un carácter mas grave, en la parte de la ciudad que está situada al oriente de la pla- za del Palacio; no és porque en esta parte de la ciudad sea el sol mas ardiente, y la humedad mas considerable; porque el viento de este so- pla casi constantemente durante la estación de jos calores, de manera que esta parte de la ciudad recibe directamente la acción bienhe- chora de una brisa, sin la cual seria imposible vi- vir en Veracruz en el estio: no es repito, por- que el calor es mas grande y la humedad mas considerable, sino porque, en primer lugar, el hos- pital, las casernas, las galeras, él matadero, la pez- queria y el cementerio, en fin, (este ultimo asi- lo de los muertos, que pude ser considerado aqui, como el principal foco de donde parten las ema- naciones mortíferas que arruinan á los vivientes,) están colocados al viento de Veracruz en la direc- ción del esle, ó en el cuartel mismo; en segun- do lugar, porque la parte de la playa al este del muelle es una cloaca infecta, un depósito inau- dito de inmundicias, que parecen colocadas alli, de propósito, para derramar ó esparcir sobre aque- lla ciudad sus exalaciones mal hechoras, aguar- dando que los vientos de Norte vayan á lim- piar aquella playa que la imprudencia vendrá de nuevo á transformar cuanto antes en un gran fo- co de emanaciones pútridas; como si ol hombre prevaleciese, á costa de luchar contra los mis- 20 mas elemento?, á fia de :'cumular á su rede- dor lodos los medios de d estruccion; En tercer lu^ar, porque en esla [arte de la ciudad están mas mal limpiadas í ts calles, mas reunida la pobla- ción y en muchas casas acumulada de un modo de no tener en ellas la cantidad de aire necesaria al libre egercicio de las funciones delcuerpo vivo. Finalmente el desenvolvimiento de la fiebre amarilla en Veracruz, no es el resultado del ca- lor puramente húmedo, sino mas bien de diversos focos de emanaciones pútridas, que alli ee en- cuentran, del defecto de limpieza, de la falta de agua corriente en las calles, de los obstácu- los que el arte, ha querido pouer á una comple- ta ventilación, á la preí-encia de los montes de arena que cercan la ciudad del lado sur, los que por una parte son un obstáculo para que la bri- sa, de cabo acabo, pudiera Ilebar alo lejos las emanaciones que so desprenden de la ciudad; y por otra, reflectan la acción solar y concentran el calórico, sobre Veracruz, á la manera de un espejo ustorio; como también, contribuyen á la formación de un gran núumero de charcos de agua, estancada por el obstáculo que aquellos ponen á su corriente; cuyos charcos, calentados y corrompidos por la acción solar, dan origen á una clase de emanaciones dañosas, que son lie- badas sobre la ciudad, por la brisa de tierra que reina regularmente todas las noches. Repetiré, pues, hoy, lo que escribí ya en 1821. Asaber, que, „los efluvios que se desprenden del hombre vivo, y de sus deyecciones ventrales, y los que se desprenden de las substancias anima- les en putrefacción, solas, de consono, ó convi. nadas con los efluvios y gazes de los pantanos son la causa material de la fiebre amarilla." 21 CAPITULO XX. Reñecsiones que prueban que la fiebre amarilla no es una gastritis aguda: que cuando ecsiste la flogosis del estomago, no es mas que tina complicación. esde que el célebre Doctor Broussais, cu- ya doctrina fisiológica, considerada de un modo general, ha hecho grandes servicios á la huma- nidad, y á la ciencia medica, ha dicho que la fiebre amarilla (que jamas ha visto) era una gas- tritis ó una gaslro-enteritris aguda; que era una enfermedad análoga á las afecciones biliosas or- dinarias, de las que no se diferenciaba sino por el grado de intensidad, algunos médicos que no han estado jamas al alcance de observar esta enfermedad, ó que no la han visto sino al pa- so, proclaman á porfía el carácter flogistico de la fiebre amarilla; y quieren que se vea con ellos en esta enfermedad, todos los síntomas de una inflamación aguda de la mucosa digestiva, y que se reconosca también sobre los cadáve- res de aquellos que sucumben, señales mani- fiestas de una vehemente inflamación. Yo mismo, antes de mi llegada á América, admirador del Sr. Broussais cuya historia sobre D *2 la? flegmasías crónicas, yo habia meditado; y leído el primer ecsamen médico de I8l6, creía de buena fr, que la fiebre amarilla y la ^l' liosa no se diferenciaban entre sí sino en el grado. Estaba vo tan penetrado de cía ciccn- cía. que li.bia 'persistido en ver, en el primer caso de fiebre amarilla que tube ocasión de ob- servar, en Nueva-Orleans en 1817, una smoca biliosa, hasta que la calma del segundo periodo, y sobre todo, los accidentes que la siguieron, vinie- ron á desconcertar mis cálculos, y á precisar- me a convenir que la enfermedad que estaba á mi vista, nada tenia de análogo con las en- fermedades que, hasta entonces, había tenido oca- sión de observar. Desde ese momento entró la duda en mi alma, y con ella la mas grande des- confianza de mi mismo, y lo diré francamente de los autores que habia leido, particularmente de la sabia obra del ilustre Tomasini. Reflecsionando en seguida 6obre los casos que tube ocasión de observar: comparando sus diversas opiniones, y uniendo los hechos refe- ridos por los autores, acabé deduciendo con- clusiones diferentes, que esplicasen en mi opi- nión descripciones aparentemente contradictorias, y juicios, en apariencia, muy discordantes en- tre sí. Me persuadí, como lo publiqué en 1821 y lo repito hoy "que la fiebre amarilla era una enfermedad del sistema nervioso, y secundaria- mente de la circulación, la cual era en verdad profundamente alterada, mas no de la manera que suponen los que consideran esta enferme- dad como una afección inflamatoria. La altera- ción profunda que se nota en la circulación, me 23 parece que es el resultado del defecto de otsi- ágenacion de la sangre, y de la imperfecta^mez- cla de los materiales que componen este flui- do animal, lo que lo hacen impropio á soste- ner la vida &c. Mas, yo estaba, aun entonces, dominado de tal manera por la prevención que resultaba de mi entusiamo por los principios de Broussaia que, forzado á convenir, por el ecsamen de los hechos, que la inflamación del estomago no era primitiva en la fiebre amarilla, (pues que en la mayor parte de los casos, después de la reac- ción en los primeros momentos de la invacion, veía á los enfermos sin agitación febril; sin ca- lor en la piel; con la lengua espaciosa, blanca, húmeda, y sin alteración: con bastantes fuerzas para andar, y bastante libertad de juicio para hablar de negocios, morir en el momento que menos lo aguardaba) la suponia ligada á la en- fermedad de una manera secundaria, y daba al segundo periodo el nombre de fiegmazico, que hoy repruevo. Si yo no hubiera estado dominado por una estrema prevención, habría visto entonces, co- mo he visto después en un gran número de in- dividuos, que cuando en los casos presitados, aparecía la lengua animada durante la calma engañadora del segundo periodo, no adquiria aquella ni el color rojo, ni la for na que per- tenecen á las sobre-ecsitaciones gastrinas de na- turaleza inflamatoria; tuno q'ie ella era, ancha, entumecida y de color de violeta: que este co- 1 >r y esta tumefacción, eran las misaias, y se desenvolvían al mismo tiempo que las de las en- cías: que como estas últimas, la lengua terminaba 21 por resudar, en toda su superficie, una sangre flui- da, #^ra y corrompida. Habría yo visto, que al tiempo de observarse estos fenómenos, se cu- bría la piel de equimosis, y terminaba algunas veces por trasudar también sangre; que al mis- mo tiempo tenían lugar los vómitos negros, y que en general las materias vomitadas eran de sangre negra mas ó menos alterada; que duran- te ésta pretendida inflamación, el pulzo no da- ba mas que cincuenta, cuarenta, y aun treinta pulsaciones por minuto; que la respiración era trabajosa, y el aire espirado bastante frío, al grado de hacer sentir á la mano, colocada á al- gunas pulgadas de la boca, la impresión del ye- lo; que la piel estaba helada y se tenia de mo- mento en momento de un color violeta mas es- presado; que después de ocho, diez, doce ó vein- te y cuatro horas y aun mas, de este estado, el enfermo concluía muriendose, ya con sopor; ya de una manera brusca y con una violenta convulsión; y que en fin, á pesar de este apa- rato mortal, á pesar de esta reunión desespera- da de síntomas, que, si pertenecieran á una in- flamación, y sobre todo á una inflamación agu- da, serian evidentemente los caracteres de un estado casi general de gangrena: á pesar repi- to de ese aparato de muerte, se ve con bastan- te frecuencia al enfermo vuelto á la vida, y res- tablecido el orden en pocos dias, con tal que el médico sea entonces bastante prudente pa- ra no contrariar, por una terapéutica inconsi- derada, los esfuerzos conservadores por los que la naturaleza sabe volver la vida á una vícti- ma que parecia ofrecida á la muerte. Sin aquella estrema prevención hubiera quj- 25 jea sostenido desde entonces, asi como lo ha- go hoy, que no solamente no es necesaria la in- flamación del estomago para caracterizar la fie- bre amarilla; sino que, en los casos numerosos de que acabo de hablar, los vestigios de pre- tendida intian»cci« n que se encuentran en el es- tomago de los individuos que han muerto de la fiebre prcdicha, Fon ilusorios, asi como no son signo1-' de flogosis los equitnosés de la piel, el color violado, y la tumefacción de la lengua, de las cosías &c y que aquella estravasacion y aquella estasis de sangre negra que se encuen- tra en todos los puntos del sistema capilar genend y el de los pulmones, debe mas bien hacer aprocsimar la fiebre amarilla á cierta* «sfigias, que á la flogosis de las mucosas di- gestivas, Apenas acababa yo de publicar mi memo- ria de 1821 cuando tube ocasión de observaí detalladamente, durante la epidemia de 822 (en Nuera-Orl^au*?) un i úmero muy grande de en- fermos atacados de la fiebre amarilla. Estas ob- servaciones causaron modificaciones importantes á mis reflecsiones de 1821, y el reconocimien- to de un error capital en la terapéutica que habia yo propuesto. El ecsamen de una grande serie de he- chos, la meditación de los síntomas, y de los efectos aprecíenles de diversos medios curati- vo*, me persuadieron que la inflamación del es- tomago no era la fiebre amarilla, y que esta in- flamación (que cuando eceistia Mmultanenmenle era indicada por simonías que desnaturalizaban ha^ta un cierto punto la marcha de la enfer- medad) que ebta inflamación, repito, era una 2(3 1 ,* complicación agravante, y no la enfermedad m imii a. Me convencí enfin de que la fiebre ama- rilla era una enfermedad miasmática; que los miasmas ó gazes deletéreos que la producen, llevan su acción primitiva sobre el sistema ner- vioso, por conducto de todas las superficies, y sobre todo por medio de la- respiración; que el resulta lo de esta acción era desde luego la so- bre-ecsitacion, y en seguida el entorpecimiento v aun la parálisis mas ó menos completa de los neivios del octavo par; la sobre irritación, fre- cuentemente intimatoria de los grandes focos de U potencia nerviosa principalmente de la medula espinal y de sus tegumentos; una ne- brosis de los órganos digestivos; la lesión de las funciones de diversos órganos en los que se distri- buye el pneumo gástrico, es decir, del corazón, del estomago, y sobre todo del pulmón; y enfin de la disminución de la hematosis, el defecto de ocsigenacion de la sangre, y por consecuen- cia las alteraciones y los accidentes que resul- tan del defecto de sanguificacion. Asi que, como he dicho en 1821 "la cau- sa de la ti íbre amarilla me parece producir un envenena uiento y que lleva primitivamente su acción sobre el sistema nervioso." Li exaltación de este sistema, considerada de un modo general, es la causa del eretismo que se hace notar en el principio de la enfer- medad: de e-ta ecsaltacion y de la irritación del órgano pulmonar, resulta la reacción febril, que tiene lugar en los primeros dias, ó eu los primeros instantes de la enfermedad. La irntuoio.i del pulmón es causa de la sen- 27 sncion quemante y dolorosa que los enfermos resienten en toda la capacidad pectoral. La cesaron de este síntoma; el dercaíci- miento del movimiento circuí ¡tone: la depresión progresiva y frecuentemente muy rápida, del puU zo; la disminución progresiva de i calor animal, son causados por la acción deletérea de los miasmas que han dado origen á la enfermedad, y coya acción secundariamente sedativa, de-vi- lita la acción y aun parausa el órgano pulmo- nar; incompleja la respiración, con respecto á la9 funciones quí nicas, y priva por consiguiente á la sangre negra de una parte del ocsigeno que le es necea sria para obrar la conversión en sangre ro- ja; de donde resulta que esta no adquiere, en su Irá sito por el pulmón, las cualidades in- dispensables al sostenimiento del libre ejercicio de los órgano?, y á su nutrición; y que ella no lleve al organismo sino un débil calor, una in- suficiente vitalidad, hasta que privada absolu- tamente de la presencia del ocsigeno, y circu- lando negra por los dos órdenes de vazos, ata- ca de debilidad y de muerte á aquellos órga- nos de que ebtaba encargada para sostener la fuerza y la vida; ó bien, que sea por los es- fuerzos de la naturaleza, sea por los de una te- rapéutica conveniente, las funciones del pulmón, se restablezcan en toda su integridad. De la irritación del cerebro, y .de la es- pina, resultan los dolores de cabeza, el gesto, semblante, el sentimiento de temor que domina al enfermo, la raquialgia, la fueiza particular que se nota en la acción de los músculos vo- luntarios, la cual se sostiene ordinariamente hasta el ultimo momento de la vida, y hace contraste * 28 eon la situación del enfermo, qne está entoncei helado, y algunas veces sin movimiento alguno aparente en la circulación. La irritación de la espina 6 de sus mem- branas se eleva al estado inflamatorio, y enton- ces se encuentran las membranas distendidas por una colección de agua que se manifiesta especialmente en la parte mas declive, y algu- nas vece9 en »a región del cuello. El aumento de la irritación de la espina coincide con el abatimiento de los nervios del octavo par; de suerte que la lesión de las fun- ciones de los órganos en que se distribuye el pneumo-gastrico, es tanto mas grande, cuanto es mas elevada la irritación cerebral y sobre todo la raquidiana. De esta doble circunstancia resulta que todo método curativo que no com- prenda los medios propios á desviar y hacer cesar la irritación de los grandes focos de la potencia nerviosa, no tendrá buen suceso, á no ser que la naturaleza lo obtenga por sus es- fuerzos conservadores. La irritación de las mucosas digestivas ea la causa de los diferentes dolores que se ha- cen notar, ordinariamente desde el principio de la enfermedad, en la región gástrica y hacia el ombligo; esta irritación contribuye á los calam- bres al estado de anciedad y de agitación que esperirnentan los enfermos, Esta irritación es puramente nerviosa; ella es, no una inflamación, sino una nebrosis: ella es probablemente analcga á la irritación primi- tiva que constituye la colera morbus; con esta diferencia que en este mal, cuando la enfer- medad no mata bruscamente, y la irritación se 29 prolonga varios dias, toma ordinariamente el ca- rácter inflamatorio: mas no puede suceder asi en la fiebre amarilla, por que desde el segundo periodo de esta enfermedad, se trastorna üe tal modo la respiración en sus fenómenos químicos y se altera de tal manera la sangre, que se ma- nifiesta una serie de fenómenos que prueban el contacto de sangre negra en todos los órganos: de suerte que, me parece absolutamei te impo- sible que, desde este momento, la irritación de los órganos digestivos pueda aumentarse y reves- tirse del carácter de una verdadera inflamación; asi que, todo lo que se observa en los últiaios periodos de l'a enfermedad, relativamente á es- tos órganos, es solo I03 fenómenos espasmodi-» eos y hemorragias de sangre negra. Si se me dice con el Sr. Broussais que las C09as no pasan del modo referido: que los mias- mas que producen la fiebre amarilla no eger- Ct*n su acción primitiva sobre el sistema ner- vioso; (pie la impresión primitiva de los miasmas tieae bigar sobre la mucosa gástrica, y que esta impresión es una inuaaiacion; y enfin, que los síntomas declaran la inflamación del estómago, ci.ya ecsistencia se encuentra probada despueS| por I is alteraciones de h mucosa de este ór- gano que siem" f encuentra reja, violeta ó morena en 1<>- *-> muertos de la fiebte amatiila; me p.; ! hacer algunas refleccio* nes de las que mayor pule serán tomadas del mi-mo Sr. i>r-; -sais, y dwé... La-» caiivif! '-Motoras de la fiebre ama- riH 1, egerecn. ó a as bien, no pueden egercer, t>u acción ¡n- ci.va -ino sobre el sistema ner- viu.»u; porque ^!:uu¿o dice el Sr. Broussais, pág. 30 44fl de su ecsamen &.c- de 1816.) .,Nadie sa- vbrá negar que el aparato icrvioso, conductor ,.d,' toda sensibilidad, y promotor de todo u o- ,.vimiento no sea el primer depositario de la ,,irntacion, y que conservándola en sos estio- ,,midadcs que son entrelazadas y confundidas „con los ditcrentes capilares, no pueda hacerla ,,pif'dominai en diferentes grados, unas >cces .,en anos, otras en otros, y determinar con mas „ó menos prontitud y con mas ó icmios cncr- ..^ia todos los modos posibles de irritación en „la economía." „fcd aire que lleva á los pulmones un aji- „menlo tan necesario á la vida: (dice el mis- mo autor pág. 12.3 y 421 de la misma obra) ..¿está cargado de corpúsculos estraños y dá- dnosos? puede resultar de ellos la irritación de ,das vías de la respiración, efecto inmediato: la ^irritación de los tegidos que están mas rela- cionados con U superficie sensible del pulmón, ,.á saber, las vias gástricas; efecto simpático. De „nia y otra m: derriban una multitud do lesio- „ru qu>í se vuelven prontamente generales en ,.io ipales ví-ceras." ..Siendo recibida la impresión irritante en „el si tema nervioso, (dice aún el autor pág. ,,110 del mismo eesárann) he aquí la suerte que „esperimenta. O que(U en el espresado sistema , pro luciendo en él mismo los fenómenos m»r- ..biticos, y resultan entonces las nevrosis: ó eger- .,< e su acción -obre el sistema capilar Bangui* .,ueo y determina las flegmácias." 31 Ya vemos que según la opinión del mismo Sr. Broussais, ninguna impresión puede llegar á los óiganos sino por el conducto del sistema ner- vioso: que cuando el aire está alterado, los cor- púsculos deletéreos, egercen su acción directa sobie el pulmón, y la indirecta ó simpática so? bre las vías digestivas: que los Tifos enfin, á lo9 que reúne la fiebre amarilla, son enferme- dades en las que la lesión nerviosa está sola ó reunida á una flegmásia. Lungo, sí ninguna impresión puede llegar á los óiganos sino por medio del sistema ner- vioso, es imposible que la causa de la fiebre amarilla llebe su impresión primitiva sobre la mucosa digestiva,- y menos, que esta impresión sea de^de el principio una inflamación. Luego no es ridiculo sostener que la inflamación del estómago no es una "ondicion sine qua non déla ecsistencia de la fiebre amarilla, y que estaño es una gistritis agu la de la mas grande intensi- d td, sü.au isto q-ie dichi fi°bre, segnn confies i el Sr. Broussais, es producida por causas cuya im- presión se dirige á irritar directamente el pul- món y solo par simpitia las primeras vías, ec- sistiendo ademas, sola, algunas veces, la lesión nerviosa. Mas, suponiendo cierto que se encontrase siempre la inflimacion del estómago en la fie- bre amarilla, no por eso debe inferirse, seiun 1 »s citas que acabo de hacer, que esta inflt- mjcio'i sen primitiva, sino secundaria; y sola- mente por la razón de que una ir.itacion ner- vio.a na puede durar mucho tiempo en un órgano si.i convertirse en irritación inflamatoria. . Si'los médicos que quieren absolutamente 32 que la fiebre amarilla sea una inflamación pri- mitiva «leí estómago, una gastritis aguda no <•**- tan Convencidos aún de que la afección i i\u>ha precede aquí á la ¡¡feccíon inflamatoria, ' ' '■' *- to que esta ecsista algunas veces en duna «■„ fennedad, yo les preguntaré ¿por qué si la ini- cien de les venenos narcóth os, y de 'h-s ; < reí, produce la nevrosis antes que prodez' i la in- flamación, romo se pueden »• firmar lev nido la pág. 53.3 del ecsamen de Ifi2l ni donde el cr, Broussais hablando de estos vnenos d;eo. ¡^To- dos estos modificadores obran ; ndo* , ndo S.i nevrosis, y mas tarde concluyen pe nec -aiia- mente obrar por el inte; u.t dio cel Btbten.a ner- vioso, producirá mas bien mi a infia.Macion pri- mitiva, que los venenos doy taados sob¡e aque- lla membrana? Les preguntaré,; pe i que, aun admitiendo ís inflamación de las vías iiigt>¡!vas, como presen- tes siempre en el envenemimic »o miasmático, conocido con el nombre ci os que tie- nen lugar en el envener aunec o, de ordin;>iio miasmitieo, al cual se le de i nombre de rí- hra? Pur* que, el Sr. Brcu*s-. habla lo de es- ta ú'lima enfermedad (páj, l Lid del n. -m'> cc- Bámen de 10*21.) Dice: „En ia tí- cal ata ob- servada por (l Sr. Deville y lo de la tercera edición de su historia de las flegma- sías (ño de 1822), después de haber enume- rado las causas numerosas de la inflamación del estómago, á saber: „Qne los temperamentos „vigorosos pueden burlarse mucho tiempo de sus „fuerzis digestivas; que el vigor es uno de los me- „dios de escaparse de esta inflamación; que esta „perdona á los sanguíneos cuyo cuerpo es ancho y „bíen desarrroyado á pesar de la actividad de „su circulación y la vivacidad de sus pasionc?; „que hace gracia también á los hombres gor- „do=f, atléticos en los que los movimientos son ,„lentos y fuertes, sobre todo si aquellos son blan- „cos &c-": y que yo hubiera hecho notar que estas condiciones, esta clase de individuos que según el Sr. Broussais, son los mas propios pa- ra resistir á la gastritis; y son casi siempre li- bres de esta inflamación, sean cuales fueren las causas á las que se espongan, que esta clase de individuos repito es precisamente aquella que do preferencia ataca la fiebre amarilla, es contra la cual se seva con mas vigor; si después de ha- ber dicho esto, vuelvo á repetir, quedan en el espíritu de algunos de mis compañeros dudas re- lativas á esta interesante cuestión, les diré que 37 vayan, como yo lo he hecho, á observar de nne- bo esta enfermedad á la cabecera del enfermo en uno de sus principales focos; y como yo es- toy persuadido que serán de buena fé, estoy per- suadido también que ellos confesarán que, co- mo yo, estuvieron en herror; que como yo fueron arrastrados por la autoridad de nuestros amados en la ciencia; que como yo finalmente, después de haber c ei lo como los Sres. Tomasini, Brous- sais y otros que la fiebre amarilla era una en- fermedad análoga á las fiebres biliosas, se con- vencieron de que las causas de esta temible en- fermedad egereen su acción primitiva sobre el apáralo uervioso; que de est \ acción resulta un trastorno particular en las funciones de los prin- cipales órganos, sobre todo en el pulmón: que las huellas de pretendidas inflamaciones, las he- morragias, el vómito negro, los diferentes gra- dos de color de la piel y de las membranas son el resultado de una hematosis incompleta, y de que la sangre no pudieudo ya adquirir en su tránsiío por el pulmón, las cualidades que le son necesarias para sostener la vida, y circulando negra por los dos órdenes de vasos, se estanca sobre todos los puntos del sistema capilar, y no lleva á los órganos otra cosa que la debilidad y la muerte. Antes de mi viage á Veracruz, antes de ha- ber hecho las observaciones que motivan estas refecciones, antes de haber yo misma pregunta- do á los cadáveres de aqaelas que han sucum- bido á esta o.rible enfermedad, esta teoría (que me parecía tan símpl? que me admiraba y me admiro aún, que después de tanto tiempo no ha- ya sido adoptada,) era el resudado de aproe- BÍmaciones hechas por el razonamiento, y de la comparación de los hechos observados | «n* u.i, así como de inspecciones cada\ ericas hechas por otios. Se me podía, pues, oponer que yo no ha- bia visto las alteraciones orgánicas que asegu- raba debían cesislir; y esla « bjecion que me hacia yo mismo, hacia nacer en mi espíuiu una dula de donde i-exultaba necesariamente una terapéutica tímida ó incierta. Tara dk ¡paresia duda; para convencerme por mis propios ojo^; para aclarar si era posible, las cuestiones di- ficiles que se presentaban aun por n solver, lu- ce callar la necesidad que se e-perimenta en mi edad, de pasar una vida dulce y pacífica; el interez de mi familia; solicité la protección del Gobierno para poder dedicarme en Veracruz á investigaciones penosas y peligrosas en verdad, pero propias á ilustrar mi conciei cia, coi ven- cer mi razón, y propia ei fin á darme mate- riales que me pusiesen en el caso, sino de ser útil á la ciencia, á lo menos en el de provarmi amor á la profesión que egeiso, y mi ardiente deseo de ser útil á la humanidad. Los hechos han correspondido á mis espe- ranzas. Los síntomas observados; los sucesos que he obtenido con el uso de ciertos remedios he- roicos; las alteraciones orgánicas que he encon- trado, en los cadáveres de treinta y nueve in- dividuos que han muerto, ya en mi departa- mento, ya en las salas del Doctor Ferrer, me han dado por resultado, el convencimiento ín- timo y la prueba material de que la fiebre ama- rilla no es una inflamación del estómago, to á las 10 de la noche, al cuarto dia de la en- fermedad, con vómitos ivgros, y una respiración es- r.ecivamcnte penosa: ademas estuvo sin conocimiento tnuchas horas. Autopsia hecha el dia 8 de Agosto, á las sets de la mañana, ocho horas después de la muerte. Aspecto estertor: formas atleticas: la piel casi enteramente color de hez de vino. Los músculos contraidos de tal modo que formaban una salida gibosa sobre todo el cuerpo y particularmen- te en los brazos, piernas y nauseólos; los ante- brazos pegados con tanta fuerza sobre el pe- cho que se necesitaba pujanza muy grande pa- ra separarlos; las estremidade3 inferiores alar- gadas, el talón muy atirantado hacia atrás, la punta del pie contraída de tal suerte que todo el formaba una ctir.ba, y su dorso arredondado y saliente; la región lombar contraída hasta el punto de dejar un vacío considerable hacia atrás; el vientre no estaba contraído. Cerebro y espina: derrame de sangre negra en la base del cráneo, y de agua en los ven- trículos; los vasos muy inyectados, peso mucho menos que en las otros individuos; del canal de la espina se escapaba sangre por el ahu- g«ro occipital, y por lo mismo una porción de ao-aa c color de h-z de vino neg;o; la piel enteramente teñida d<* ama- ráío: ayunos equimoüiu; li a tierna uobiade,: los te . dedos cerrados fobrc si mismos, como contraí- dos; ja mano y el carpo doblados: todos los músculos contraídos y el vientre hundido. Gordura: tegido celular abundante y ama- rillo: músculos colorados, lodos los vasos llenos de una sangre líquida y negra que corría bajo el instrumento que los dividía. Cerebro y sus dependencias: quitado el cráneo salia la sangre como de una criba al través de las membranas: el cerebro inundado de sangre: habia en su base una colección considerable de di- cho fluido: todos los vasos engurgitados y dilata- dos de un modo notable. Quitado él cerebro y ce- rebelo salia en abundancia sangre fluida y ne- gra parecida á la brea diluida. El canal de la espina contenia sangre en su parte lombar; los vasos y membranas muy inyectados, sin embar* go no habia derrame de agua. Pecho: los pulmones tenían en general pu aspecto natural: su raiz era negra: cortada dicha entraña dejó escapar por algunas brújulas de ai- re una sangre negra del mismo color que la que corría por la base del cráneo. El pericardio contenia como de cinco á seis onzas de una agua rojisa y untuosa: el corazón estaba vacio de sangre, y los gruesos troncos contenian po- ca. Todo el tejido celular que separa al es- ternón del pericardio era de color de hez de vino, y habia un derrame de sangre negra en la parte superior. Vientre bajo: el estómago era de una dimen? sion mediana, un poco hundido: la mucosa en» teramente color de hez de vino, y algunos pun- tos de un color mas vivo: habia en dicho ór- gano como de cinco á seie onzas de Ja mate-? 65 fia del vómito negro parecida al hollín dislui- do; los intestinos ofrecían sobre muchos puntos el mismo color que el esto nago, y contenían tam- bién materia negra aunque en menor cantidad; Su aspecto esterior era sombrío y muy inyec- tado: el epiploon intacto, pero amarillo: el te- jido celular de dos pulgadas de grueso, amarillo; mas el resto estaba natural como si el enfermo hubiese muerto de un accidente repentino. El hígado en su estado natural, sin alteración de co- lor ni de tejido: la begiga de la hiél distendi- da, de un aspecto muy negro, con placas menos obscuras y conteníalo menos tres onzas de una bi- lis muy negra. Los ríñones sin lesión aparente, sino era una inyección que se hacia notar sobre to- das las superficies. La begiga contraída y no contenia una gota de orina. PECIMA OBSERVACIÓN. Desmayos en el principio del ma l: rapidez de pulso, vómitos negros: dolores violentos en el brazo cfsrecho: aire atontado: muerte setenta y dos horas des* pues de la invacion. Francisco Javier, presidario de 28 años, tem- peramento bilioso, fué atacado repentinamente en la noche del 1.° al 2 de Agosto de un vio- lente calofrió, con fiebre, desmayo y rompimien- to general. Agosto 2, primer día de la efermedad alas Cuatro de la tarde, sintió un violento dolor en 10 66 la región lombar, uno mas vivo en la frente y en los temporales: un trastorno general: la cara es- taba como escaldada, animada, como aceitosa, es- presion de admiración y de tormento: el ojo llo- roso y la conjuntiva inyectada: lengua ancha, entumecida, mucosa, húmeda; piel caliente y se- ca; pulso lleno, y con ciento veinte pulsaciones por minuto, respiración dificel. Vexigatorio en la nuca; lavativa emolien- te, dos pildoras sudoríficas, tisana de cebada melada, dieta. Segundo dia á las siete de la mañana: se- guía el dolor de cabeza y de los lomos, espresion de tormento profundo, sin inquietudes: ojo mas inyectado; piel caliente y seca, pulso Heno, ba- tiendo ochenta veces por minuto: respiración di- fícil. Emulsión purgante, dos pildoras sudoríficas, una lavativa emoliente, A las cinco de la tarde: alguna cosa de en- torpecimiento en la vista: dolores fuertts en los brazos, particularmente en el derecho: pulsóme* nos desenvuelto, dando ciento ocho pulsaciones: respiración corta, anciosa. Friegas aceitosas alcanforadas, en todo el cuerpo. Tercer dia: pulso insensible; piel helada; vómitos negros; espresion de espanto; ojo muy inyectado, formando como un círculo de san- gre; la lengua entumecida, resudando san- gre, lo mismo que las encias; respiración muy difícil. J Lavativas de Masdeval: limonada sulfúri- ca: friegas de aceite alcanforado. Muexte en la noche del 4 al 5 de Agosto 67 72 horas después de la invacion de la enfer- medad. Autopna cadavérica, cinco horas después de la muerte. Aspecto esterior: toda la piel cubierta de an- chas equimosis color de hez de vino negro, con fondo amarillo: dobladas las estremidades: todos los músculos contraidos de un modo estraordi- nario: el vientre pegado al dorso: pecho bon- beado: la parte lombar de la columna vertebral arqueada hasta el grado de dejar un vacio bas- tante grande para pasar por él un puño: todos los músculos, de la cara convelidos de suerte de dar al semblante la esprecion de una son- risa boba. Tegido celular muy abundante. Cerebro y dependencias: sangre negra escapán- dose como de una criba al través de las mem- branas: todos los vasos dilatados y llenos de sangre; inyección: agua en los ventrículos; agua escapándose del ahugero occipital. El vacio que resultaba de las incisiones profundas que eran necesarias para poner á descubierto las apofisés espinosas de las vértebras, se llenaba incesan- temente de sangre negra. Las membranas esta- ban inyectadas: una colección de agua compri- mía la medula espinal en su parte lombar y en la región del cuello. Pecho: el pulmón, de un aspecto enteramen- te negro, no ocupaba la sesta parte de la ca- bidad pectoral: contenia sangre negra: el cora» zon era muy boluminoso y contenia también una # ¿rran cantidad de sangre negra y fluida: no ha- bia cuajaron alguno. Vientre b^j»: todas las superficies inyectadas: el higado presentaba manchas violetas en su parte convecsa: ninguna alteración de texido ni de color: dividido el texido dejó escapar mucha sangre negra: 11 begiga biliar muy p^qmTn y con- tema cerca de media onzi de una bilis verde. El estómago parecia muy inyectado: casi negro en lo esterior (la serosa intacta); su dimencion era natural: estaba lleno de la materia del vó- mito ne^ro; la mucosa de \m rojo violeta en apariencia, no concerbaba mas, después de la- bada, que un débil grado originado de la inyec- ción que ecsistia á mas profundidad, desuerle que la mucosa en 6Í misma no tenia alteración real; el grado de color aquí, como en casi to- dos los otros casos, no és el resultado de la infl unacíon, sino mas bien de una irritación he- morragica análoga á la que se encuentra or- dinariamente en el escorbuto. Los otros órga- nos no ofrecían cosa alguna notable, sino és la begiga, que estaba estraordinariamente contraída. UNDÉCIMA OBSERVACIÓN. Desfallecimientos en el principio de la enferme- dad: vómitos negros continuos; movimientos como en- cálmalo.: agitación: suspiros: hipi: ad)renacimiento: im..; labilidad; y al mismo tiempo quejidos continuos. Muerte á Us cincuenta y seis horas de la enfermedad. Antonio Santiago, presidario, de edad de 69 38 años: temperamento bilioso, esperimentó en el principio d¿ la noche del 2 de Julio, des- fallecimiento y una fiebre violenta sin calofrió, con trastorno general; dolor violento en la región lombar: dolor de cabeza. Dia 3 de Julio, segundo de la enfermedad, á las cinco de la tarde, se presentó á mi ec- samen. El pulso estaba desenvuelto, blando, y da- ba cien pulsaciones por minuto: la piel caliente y «eca; la cara casi descolorida y espresabí la fatiga y U admiración: el ojo lloroso y fijo: las miradas inciertas, manifestando el temor; la len- gua ancha, húmeda, hinchada: sus bordes vio- letas, asi como las encías y los labios; dolores de cabeza y de la región epigástrica, sed viva. Algunas dosis de mistura salina, dadas al enfermo antes de mi visita de la tarde, ha- bian producido algunas evacuaciones de materias líquidas. Lavativa emoliente: agua gomosa aci- dulada. Dieta. Tercero día. La noche fué agitada: el en- fermo vomitó continuamente todos los líquidos, lo mismo que una materia negra; todos sus movi- mientos eran como encadenados: no tenia dolor apreciable: el semblante manifestaba la mas vi- va inquietud, y el mas profundo dolor: el ojo marchito: la conjuntiva muy inyectada: la piel casi fría y amarilla en su totalidad: el pulso pequeño, lento y huyendo bajo el dedo. Bebida Etherer por cucharadas: pildoras al- canforadas nitradas: sinapismos en las piernas. A las cinco de la tarde. Todos los sínto- mas estaban esasperados: despertados con vio- lencia los dolores de los lomos y del estómago: 70 la* vómitos continuaban: el enferma estaba abi- tado: suspiraba: tormento en la respiración: hi- po: i'ulso pequen >, huyendo bajo el dedo y casi inseneible: la piel fia y de color citrino. Pildoras alcanforadas: linimento alcanforado sobre el vientre y sobre los ríñones. El enfermo se amodorró muy luego: acos- tado sobre el dorso parecia inseneible y sin em- bargo suspiraba y continuaba vomitando. Espiró después de una corta agauia á las dos de la mañana, cincuenta y seis horas después de la lavación del mal. Autopsia cadavérica á las siete de la marianat cinco horas después de la muerte. Aspecto eslerior: facciones fruncida*!, ojos de un amarillo obscuro: toda la piel citrina, con pla- cas violetas; los músculos contraidos: la región lombar arqueada hacia adelante. Vientre bajo: el estómago y los intestinos es- taban llenos de una materia negra y muy di- luid i, como emputrecida, y no obstante, casi sin olor; toda la mucosa del estómago era de una tez violácea, y la grande curbatura de un vio- leta negro; los intestinos inyectados, y su muco- sa presentaba de en trecho en trecho anchas equimosis. El hígado voluminoso, duro, de un amarillo de ruibarbo mas jaspeado: la begiga bi- liar muy pequeña, casi vacia, un poco de bilis negra. Los ríñones voluminosos, pero sin altera- ción apreciable. La begiga contraída, del grosor de un pequeño huevo de gallina, y contenia cer- 71 ca de una cucharada de una orina amarilla co- mo purulenta. Pecho: el pulmón obstruido de sangre negra: aderencias antiguas: tubérculos no supurados: nin- guna inflamación. El pericardio lleno de unagran- cantidad de serosidad rojisa: el corazón abso- lutamente bacio de sangre. Cerebro y dependencias. Ni el cerebro, ni las membranas tenían alteración alguna aparente, so- lo los vasos y los senos longitudinales estaban llenos de sangre. La espina presentaba una co- lección considerable de agua en la parte lom- bar; las membranas estaban inyectadas. DUODÉCIMA OBSERYACÍON. Vómitos casi continuos: oprecion como mecánica: dolor violento de riñones y de cabeza: atiruntamiento de todo el dorso: svprecion de orinas: vuelta de ra- pidez en el puho el último día de la enfermedad: adormecimiento; delino violento: muerte después de cin- co dias de la enfermedad. José María Soto, de edad de 33 años, tem- peramento bilioso, fue atacado repentinamente de un calofrió seguido de una violenta fiebre, con piel caliente y seca, y trastorno general, la noche del 2 al 3 de Julio. Lo visité la primera vez á las siete de la mañana del dia 4. Tenia vómitos espontáneos de materias amarillas y verdes: tenia dolores pro- fundos en todos los miembros: un violento dolor en la región lombar: la piel ca'iente'y seca: pul- so lleno, blando y batia ochenta y cuatro veces por minuto: la cara como escaldada, manifes- tando el asombro y la fatiga: los ojos húmedos, la conjuctiva inyectada: lengua ancha, blanca, hinchada y violácea en sus bordes. Lamedor aceitoso purgante, por cuchara- das: lavativas emolientes alcanforadas: agua de cebada con miel y acidulada; dicta. El mismo dia á Lis cinco de la tarde: dolor violento de cabeza, ojos muy dolorosos: pulso desenvuelto, blando, batiendo secenta veces per minuto: respecto á lo demás, el mismo estado anterior. Una lavativa purgante: un vexigatorio al- canforado en la nuca. Cinco de Julio á las siete déla mañana. La noche fué agitada: sueño no reparador. Por la mañana presentaba el semblante la admiración, el temor y el dolor: las conyuntivas mucho mas inyectadas: el dolor de la cabeza había calma- do: los vómitos eran mas raros: esperimentaba un dolor en la región epigástrica y en la lombar: el pulso daba secenta y cuatro pulsaciones por minuto. Una pildora alcanforada de tres en tres ho- ras; dos lavativas emolientes alcanforadas; agua de cebada acidulada. El mismo día a las cinco de li tarde: ab. solutamente el mismo estado, áescepciou de ha- ber desaparecido repentinamente lo» dolor *s, y haber tenido algunos vómitos: el pul«o daba re- centa y cuatro pulsaciones, nieno* desenvuelto y cedía á la presión. Los mismos remedios. 73 Seis de Julio á la siete de la mañana. Pul. so deprimido, dando secenta y cnatro pulsacio- nes por minuto: respiración dificel, postración* temor de la muerte: el semblante manifestando el dolor, el temor y una gran fatiga: hinchadas* la lengua, los labios y las encías: el cuello y contorno de los labios con un color amarillo; piel casi fría y seca; ningún dolor. Una bebida ecsitante por cucharadas: li- monada ligera, vino.. f El mismo dia á. las cinco de la tarde. Piel fiia y amarilla sobre todo en la cara y en el ciielío: las conjuntivas presentando como un ro- dete de, sangre: opresión: dolor en la región del estómago: el pulso casi insensible, dando sé- cenla y cuatro pulsaciones por minuto, Bebicja calmante acida. Siete de Julio á. las siete de las mañana. El pulso profundo, deprimido, uyendo bajo del dedo, y con secenta y cuatro pulsaciones. El en- fermo se. quejaba de. un tormento violento en el flecho: sensación, de opresión mecánica y de un atírantamiento en el dorso: piel fría, casi toda amarilla, equimosada: el semblante descompues- to, espresando un sentimiento de terror: las mi- radas estraviadas: la lengua parecia pronta á trasudar sangre: ella es color de hez.de vino, Jo, mismo que¡ las encías y los labios. . Friegas aceitosas alcanforadas; lavativa emo- liente: limonada ligera. El mismo dia á las cinco de la tarde. El semblante descompuesto, de un color violeta mo- reno; el ojo es espantoso y ensangrentado: la respiración estimadamente anciosa: la piel ama- rilla y sembrada de anchas equimosis color de- hez de vino; pulso deprimido, huyendo bajo el dedo y tornando á la rapidez de cien pulsa- ciones por minuto: no habia vómitos: las ori- nas estaban suprimidas hacía algunos dias; las lavativas casi no habian producido evacuación alguna, lo mismo que el Loock purgante: el en- fermo se levanta, sin embargo me pide un pa- dre, y le parece ver á su lado la muerte. Muy luego perdió el conocimiento: fué ata- cado de un delirio bastante violento, al grado de necesitarse asegurarlo en su cama; desde lai diez de la noche la respiración se embaraza- ba mas y mas, y espiró á las dos de la ma- ñana, cinco dias después de la invacion del mal. Autopsia cadrvéttca á las siete de la mañawt, winco huras después de la muerte. Aspecto csterior: la cara de un amarillo obs- curo moreno; el íesto de la cabeza, el cuello y el dorso color de hez de vino obscuro: te- do el cuerpo amarillo con placas violetas: todos los músculos contraidos: el vientre pegagado al dorso: la región lombar de la espina encorna- da hacia adelante, y el vacio hacia atrás. Pecho: inyectada toda la cavidad torácica: el pulmón completamente infartado de sangre negra, algunos puntos como macerados en san- gre pútrida. El pericardio contenia algunas on- zas de una serosidad amarilla: el corazón pre- sentaba un tinte negro: el ventrícnlo derecho, es« taba dilatado y contenia una grande cantidad de sangre negra y fluida, y un pequeño cuajaron alargado parecido á la gelatina y de on color de ámbar; el ventrículo izquierdo vacio de san- gre y contenia un cuajaron amarillo voluminoso y penetrando la arteria. Bajo vientre: todas las superficies inyecta- das de un modo notable. El estómago distendi- do, y contenia á lo menos un azombre de una materia morena. La mucosa inyectada y de un color violeta en la mayor parte de su super- ficie, y el resto de un color moreno de lodo: los intestinos contenian en corta cantidad mate- ria morena mas obscura que la del estómago: el duodeno participaba de la inyección y del color del estómago: el resto del tubo intestinal no presentaba rastro alguno de inyección. El híga- do voluminoso, duro y de un amarillo de rui- barbo: la begiga de la hiél muy pequeña y con- tenia una pequeñisima cantidad de bilis negra. La s 4rosa que cubre al hígado estaba inyecta- da al grado de dar á este órgano un aspecto casi negro. Las incisiones hechas en su texido dejaron salir mucha sangre negra. El vaso de un muy pequeño volumen. Los riñones y la be- giga sin señal alguna manifiesta de alteración. Cerebro y espina; quitado el cráneo salia la sangre negra como de una criba, la inyección de las membranas era tal que la masa cerebral parecia absolutamente negra. Dividas las mem- branas se escapó el agua que comprimía al ce- rebro; todos los vasos, así como el seno longi- tudinal, dilatados por una sangre negra que los llenaba. Quitada enteramente la masa encefáli- ca se notó una porción de agua que se escapa- ba por el ahugero occipital. Una colección con- siderable de este líquido distendía las membra- * T6 ñas raquidianas en la parte lombar de la co- lumna t spiual que comprimía la médula sobre Cote punto. EEC1MA TERCIA OUSERBACION. Violentos dolores de piernas: hinchazón de la ca- ra-, lengua por zonas: oprecion- hipo: ademan bobo: adorm cimiento, y al mismo tiempo epilación y i;>rr.. gtdob: muerte después de cuatro días de enjamulad. Pablo Pedro, presidario, de diez y ocho años, *le temperamento bilioso, esperimentó fiebre con calofrió y dolor violento en la región frontal, en la madrugada del 16 de Julio. ,/ El 17 del mismo, á las-siete de la mañana, sin- tió una cefalalgia violenta y dolores en las pier- nas: el semblante poco animado esplicaba la fa- tiga y la admiración: sus ojos estaban fijos, do- lorosos; las conyuntivas inyectadas: la lengua an- cha, húmeda, mucosa por zonas, el fondo anU mado, lo mismo que los bordes: ninguna sed: la piel caliente y seca: el pulso daba noventa y •seis pulsaciones por minuto. Bebida aceitosa purgante, por la mañana: bebida calmante acida, por la tariit: ¡avativa emoliente: limonada; dieta. La tarde del mismo día á las cinco. El mis- mo estado: la lengua seca y no obstante no te- Ma sed: pocas orinas: casi ninguna evacuación. El la de Julio á las siete de la mañana. -El. mismo estado, á escepcion que se habia oai* madola cefalalgia, así como I03 dolores de las piernas; y con el agregado qae la respiración era difícil, y había sensación de opresión. El pul- so daba setenta y seis pulsaciones. Bebida aceitosa, por la mañana: bebida cal- mante acida, por la tarde: vino aguado, atole. El mismo dia á las cinco de la tarde. Pul- bo pequeño, fugitivo, con setenta pulsaciones por minuto; el semblante abatido, abotajado, espre- sando la -admiración y el tormento: miradas bo- bas: los ojos rodeados de un círculo saliente y en sangrentado; los labios, encías y lengua en- tumecidos, violetas, filtrando sangre: la piel ama- rilla, sembrada de grandes equimosis, fría y se- ca; el bipo fatigaba singularmente al enfermo. Un sinapismo sobre el estómago: dos piído» ras alcanforadas. El 19 de Julio, el mismo estado, y los mismos remedios. El 20 á las siete de la mañana. La noche fué mala; adormecimiento y quegidos: respira^- cion difícil: agitado aunque adormecido. Por la mañana estaba frío, sin pulpo, completamente amarillo ó hinchado: un círculo moreno en él cuello: placas violetas en el cuerpo: respiración casi insensible; moribundo. Espiró sin agonía á las diez de la maña- na, cuatro dias después de la invacion de la en- fermedad. Autopsia cadavérica á las cuatro déla tarden seis horas después ds la muerte. Aspecto esferior: toda la piel amarilla: el sern» blonte de on hermoso amarillo de junquillo: con- velidos los músculos de la cara, á modo de es- presar una sonrisa boba: un círculo moreno al rededor del cuello: las orejas de un violeta ne. gro: algunos equimosis sobro las estremídades y en el dorso; las manos cerradas; todos los mús- culos contraidos: el vientre retractado, y la re- gión lombar arqueada hacia delante. Cerebro y espiuai quitado el cráneo, se esca- pó la sangre como altraves de una criba: la inyec- ción era tal que hacia negro el aspecto de las membranas: el seno longitudinal y todos los va- sos, estaban dilatados por la sangre, que1 en to. das partes era negra y fluida: dividida la masa cerebral, daba paso á la sangre de una mane- ra notable, circunstancia que ha sido común en todas las inspecciones cadavéricas de los indi i- viduos muertos de la fiebre amarilla, que hemos abierto. Los ventrículos laterales contenían una pequeñísima cantidad de agua. Quitada la masa encefálica; se escapaba agua por el ahugero oc- cipital. La columna espinal nada presentó no- table á no ser la dístencion de las membranas en la parte lombar, por la agua que era ahí acu n dada. Pe^ho: toda la 3uperficie torácica estaba in- yectada: el aspecto del pulmón era negro: es- taba esta entraña obstruida de una sangre negra que corría en abundancia luego que se dividió su texido. El pericardio no contenia mas que una corta cantidad de agua rojisa: los vasos del co- razón estaban tan inyectados que hacían su as- pecto negro: ésto era lleno de una sangre ne» gra, y fluida, que escapándose dejó un cuaja- ron amarillo alargado en cada uuo de loe ven- trículos. 73 Vientre bajo: loua» *u~ »-r--*-?~-;nVof.'tfldas: tiene sombrío en general. El hígado natural; iaa insiciones hechas en su texido dieron paso á mu- cha sangre fluida y negta. La begiga biliar era muy pequeña, y contenia a penas una cuchara- da corta de bilis verde botella. El estómago de una dimencion mediana, su color amarillo: su mu- cosa no presentaba sino algunas líneas violetas y ayunos débiles equimosis, el resto era ama- rillo° y contenia solo algunas mucosidades. Los intestinos estaban muy inyectados por fuera; su mucosa uo presentaba cosa alguna notable. El vaso y los riñones en buen estado: la begiga dilatada y contenia un azumbre de una orina muy amarilla; su mucosa no estaba inyectada; su aspecto esterior color de hez de vino. DECIMA CUARTA OBSERVACIÓN. Coma profundo: semblante convelido: relajados ¡os músculos de las estremidades: insensibilidad com- pleta: muerte ocho horas después de mi primera y única visita. Pedro Faustino, de cerca de treinta años de edad, fué sometido á mi primera y única visita el 14 de agosto á las cinco de la tarde. Seme refirió que éste estaba enfermo desde la víspera: que habia estado soporoso casi en todo este tiempo, sin haberse quejado. Cuando lo visité, estaba él soporoso, acos- tado sobre el dorso; la cabeza hcchada Jiácia i,u . , ,.i rol ira- i,W* reírmelo- ((.;.¡o; fe, ™r¿fv■ cnire re.,,c. fá'So: la cara combelida; los parpados entrea- biertos; la rj upda oculta bojo el parpado su- perior; la conyuntiva singularmente inyectada; los labios I duchados y do un violeta oh curo: la piel amarilla y tibia: el pulso lleno,blando, ba- tiendo ochenta y cuatro veces por minuto. El enfermo estaba absolutamente insensible: sacudido con fuerza, entreabre los. ojos, me fija la vista con un aire incierto, abre la boca pa- ra sacar la lengua, mas sus ojos se cierran á medías, su boca queda entreabierta sin dará su lengua el menor movimiento para sacarla: fué preciso lebantarle la mandíbula inferior para cerrarle aquella. La lengua estaba hinchada, an« cha, color de hez de vino; ella dejaba filtrar san- gre por toda 6U superficie. Un vexigatorio en la nuca:} sinapismos en las piernas: lavativas irritantes y purgantes no le hicieron cambiar de estado. Fl enfermo es- piró sin agonía á la una de la mañana, ocho ho- ras después de mi primera visita. —— v Autopsia cadavérica hecha el 1/3 de Agosto ó las 7 de la mañana seis horas después de la muerte. Aspecto eslerior: piel amarilla: los labios, los parpados, el cuello y los brazos color de hez de vino, lo mismo que el dorso: el vientre ba- jo ligeramente tenso: los músculos, flojo-,: el la- bio superior solamente estaba conlruido. hacia arriba sobre un lado. 81 Cerebro y espina: se encontraron tan inyec- tadas las membranas de aquel órgano que su as- pecto era negro: la masa encefálica estaba com- primida por una cantidad estraordinaria de agua que se derramó luego que fueron divididas las membranas: el seno longitudinal y los basos dis- tendidos y llenos de sangre. Quitado el cere- bro, se derramó por el ahugero occipital una cierta cantidad de agua. Descubierta la espina en toda su longitud, no ofrecía otra particulari- dad que una corta cantidad de agua en la re- gión cervical, é inyectadas las membranas. Pecho: la mitad superior del pulmón estaba negro, y dividido se derramó mucha sangre: el pericardio, eslremadamente inyectado: el cora- zón vacio de sangre, lo mismo que los gruesos troncos. Un cuajaron amarillo en el ventrículo derecho. Bajo vientre: ninguna alteración de color ni de tejido habia en el higado tan natural así estaba: la bexicula de un grosor mediano, lle- na de una bilis de un ver,de sombrío. El estó- mago ligeramente distendido contenia los líqui- dos ingeridos: su aspecto esterior dejaba veer bajo la serosa una inyección bien clara: la mu- cosa no presentaba sino ligeros vestigios de un tez animado; algunos puntos parecían prontos á trasudar sangre: comprimidos bajo el dedo, se escapaba la sangre, y aquella membrana asi es- primida, recobra su color natural. Los intestinos nada presentan notable, á ecepcíon de los grue- sos los que tenian algunos puntos negros. Sobre cada uno de estos puntos había una corta co- lección de sangre negra: algunas lombrices vivas 12 82 pe encontraron s^bre uno de estos puntos in- yectados. DECIMA QUINTA OBSERVACIÓN. Supresión de orinas; opresión violenta: hipo el primer din; bntia el pulso 76 veces por minuto; el res- to de la enfermedad di 51 á 56: muerte al quinto dia. José de la Cruz, presidario, de veinte años de edad, de un temperameuto biüoso-sanguii eo, fué atacado repentinamente de un calofrió seguido de fiebre, con dolores generales, con sensación de rompimiento general, en la noche del 17 al Id de Julio. Fué sometido á mi ecsamen el mismo dia á las cuatro de la tarde. La piel estaba ca- liente y seca: el pulso pequeño y blando con 76 pulsaciones por minuto; el semblante mani- festaba la admiración y la fatiga; la tez de la cara como escaldada; los ojos llorosos, doloro- sos y fijos; la conyuntiva inyectada: los labios hinchados y violetas: se quejaba de una violen- ta cefalalgia, y de un dolor menos fuerte en la región lombar: la bngua ancha, húmeda, entu- mecida, y los bordes de un rojo violota. Vexigatorio alcanforado á la nuca: bebida aceitosa purgante; bebida calmante acida: limo- nada: lavativa emoliente: dieta. El 19 de Julio á las 7 de la mañana. El dolor de cabeza se habia calmado, el pulso da- ba 56 pulsaciones: lo dema3 en el mismo esta- 83 do. No habia tenido evacuación alguna: poca orina. Bebida aceitosa purgante: bebida acida cal- mante, gna lavativa purgante: atole: vino. Julio 20 á las 7 de la mañana. El mismo estado, á ecepcíon del pulso que estaba aun menos desenvuelto y batía 52 veces por minuto: la lengua saburrosa. El enfermo se sentja muy débil. Bebida aceitosa: una pildora tónica de cua- tro en cuatro horas: una lavativa emoliente en la tarde: vino aguado, cierna de maíz. El mismo dia á las 5 de la tarde; el en- fermo dice que está débil, y sin embargo, se le- vanta: su respiración es difícil; se quejaba de opresión; el pulso casi imperceptible, batia 51 veces por minuto: la piel apenas estaba tibia. Los remedios indicados, y ademas sinapis- mos ambulantes. El 21 de Julio: el pulso apenas puede to- carse, daba 52 pulsaciones por minuto: la piel fría, amarilla: la lengua ancha, mucosa, entume- cida, filtrando sangre; las encías y labios hin- chados y violeta: Ja cara descompuesta, estirada, y espresando el tormento: el ojo cercado con un circulo de sangre. El enfermo estaba opri- mido y atormentado por el hipo: nada de ori- nas, ni de evacuación. Un sinapismo sobre la región del estómago; bebida etérea: pildoras alcanforadas: lavativas de masdeval. El 22 de Julio. El semblante estaba des- compuesto.- el ojo espantoso: vista entorpecida: sonrrisa boba: opresión: piel amarilla, con placas violetas y absolutamente helada: nada de pulso. El enfermo estaba próesimo á la muerte y sin em- 81 bargo se sienta en su cama y me asegura que está bueno, y apenas podía articular los sonidos por la estrema pena que tenia. Bebida etérea: lavativas de mnsdeval: sina- pismos ambulanles: friegis de vinagre caliente alcanforado. En este estado permaneció el enfermo has- ta ecsalar el último suspiro en la noche del mis- mo dia: el murió sin tormento y sin embargo el sistema muscular estaba convelido. Autopsia cadavérica hecha el 23 de Julio á las seis de la mañana, de tres á cuatro horas después de la muerte. Aspecto esterior: la piel enteramente amarilla, á ecepcion de algunas anchas equimosis de un violeta mas ó menos obscuro; los labios estaban contraidos al grado de formar un rodete circu- lar que dejaba descubiertos todos los dientes y las encías. La mano derecha, cerrada, el pulgar dentro de ella, de suerte que era imposible abrirla: todos los músculos especialmente los de las es- tremilades, contraidos de tal modo que se se- ñalaba de una manera estraordinaria su parte carnosa, bajo la piel: el vientre pegado al dor- so: la región lombar arqueada hacia adelante, dejando hacia atrás, (esteudido el cadáver sobre el dorso) un vacio considerable. Cerebro y dependencias: los basos y el seno longitudinal distendidos y llenos de sangre flui- da y negra: dibidida la Bub-tancia se cubre lue- go de un roció de sangre que reunido en go- 85 las toma un tinte negro: quitada la masa cere- bral se derramó, por el ahujero occipital, una can- tidad bastante grande de serosidad. La espina presentaba los mismos fenómenos, es decir, la inyección de las membranas y una colección de serosidad en la parte lombar. Pecho: los dos tercios superiores del pul- món estaban negros, y dicho órgano, obstruido de sangre negra. El pericardio contenia algu- nas onza3 de una serosidad rojisa: el corazón tenia un aspecto livido casi negro; parecia vo- luminoso; estaba lleno de una sangre negra y fluida, lo mismo que los gruesos troncos; ningún bestigio de cuajaron. Abdomen: el hígado natural, teniendo sin em- bargo un ligero tinte amarillo: las incisiones he- chas en su tejido daban salida á una gran can- tidad de sangre. El baso y los ríñones no pre- sentaban cosa notable: la bexiga estaba disten- dida: vista esteriormente era inyectada; conte- nia cerca de un azumbre de una orina color ci- trino: la mucosa descolorida. El estómago de una dimencion mediana; contenia un liquido musila- ginoso: la mucosa natural, sino és una línea de cerca de una pulgada de largo sobre seis líneas de ancho que estaba como picoteada de viole- ta. Raida la mucosa con el escalpel aparecieron inyectados todos los basos. Los intestinos pre- sentaban también poca alteración en el tinte de su mucosa: su esterior tenia el aspecto muy in- yectado. 8(3 DECIMA 9ESTA OR'riRVAClON. El enfermo murió sincucrJa y dos horas des-* pu(s de la inva.cion: abatimiento general: gran debi- lidad en las piernas y músculos: dolor bastante d{- bil en la cabeza y en la región lombar: suprecion de crinas: lengua hendida, como partida. Luis Antonio Jiménez, presidario, de 25 años, temperamento bilioso, fué atacado en la maña- na del 12 de Julio de un calofrío seguido de fiebre, con dolor de cabeza y de dorso. El 13 de Julio á las siete de la mañana, sintió un abatimiento general: se quejaba de un dolor en la frente, y de una pesantes en la re- gión lombar, tan ligeras, con todo eso, que la primera respuesta del enfermo era „que nada tenia", si no era un estado general de fatiga y de abatimiento, como molido: la cara estaba co- mo escaldada, poco animada, y con espresion de fatiga: el ojo lloroso, animado y doloroso: las miradas como de admiración y temor: la len- gua ancha, húmeda, ligeramente mucosa, entu- mecida, y como rajada; nada de sed: piel sin calor; pulso pequeño, profundo, batiendo ochen- ta y cuatro veces por minuto- Lavativa purganle: cáustico en la nuca: be- bida purgante aceitosa: bebida calmante acida, por \\ tarde: agua de cebada con miel. Dieta. A las cinco de la tarde, el mismo esta- do: el pulso con ochenta pulsaciones. Remedios i; dicay'os; agua vinosa. 87 El 14 de Julio á las siete de la mañana. La noche habia sido tranquila aunque sin sue- ño. Por la mañana dijo el enfermo que nada tenia; con todo eso la cara estaba hipocrática, el ojo marchito, la respiración penosa, la piel casi fría, amarilla y sembrada de anchas equi- mosis?; el pulso imperceptible, con setenta y dos pulsaciones por minuto. Lavativas de Masdeval: una pildora tónica cada tres horas: agua vinosa: friegas oleosas ca- lientes. A las cinco de la tarde, el enfermo esta- ba helado; sin pulso; con respiración penosa; el semblante hipocrático, sin espresion; el fondo de la cara color violeta; el cuello, los labios y los parpados del mismo color: el resto de la piel amarilla y sembrado de algunas anchas equi- mosis. En ese estado, se sentó el enfermo ase- gurándome que estaría enteramente bueno sino sintiera una gran debilidad en los muslos y piernas. El murió sin agonía, ó mas bien, él se estínguió á las ocho de la noche, cerca de cin- cuenta y dos horas contadas desde el momento de la invacion. Autopsia cadavérica hecha doce horas después de la muerte. Aspecto esterior: el aspecto del sueño. La-piel amarilla, sembrada de anchas equimosis, color de hez de vino, un círculo mas obscuro en el cuello, los parpados casi negros: todos los mus- culos no contraidos á escepcion del vientre que 88 estaba hundido y la región lombar un poco ar- queada. Cerebro y espina: apenas acerrado el crá- neo en un punto, se encapó de lo interior de la bóbeda huesosa, una gran cantidad de sangre negra: arrancado dicho craír o la sangre conti- nuo saliendo como de una criba: todos los va- sos inyectados singularmente: nada de agua se encontró en los senos. Descubierta la medula es- pinal, parecia como abetajada en toda su es- tension divididas las membranas, dio paso á una poibion de agua que se escapó sobre todo de la parte lombar en donde estaba acumulada. Pecho-, el pulmón natural; solo ofrecía en su raíz un aspecto negro. El pericardio contenia al- gunas onzas de una serosidad amarillenta: tan- to el corazón como los gruesos troncos, esta- ban llenos de sangre: ningún cuajaron: en todas partes la 6angre es negra y fluida; por todas partes corre en abundancia bajo el instrumen- to que divide los texidos: cortando profunda- mente los músculos del dorso y de los lomos, se escapa la sangre en tal abundancia, que las canales que resultan de aquellas incisiones pa- ra poner á descubierto la espina, se llenan con tanta rapidez, que se crería á primera vista que habia habido de ante mauo un derrame. Esta circunstancia ha sido común á casi todos los ca- dáveres que he inspeccionado en este año: de- bo esceptuar de esta circuns'^'da, ios cadá- veres de aquellos que han muerto de otras en- fermedades y no de la ficb.e amarilla. Vientre bajo: el hígado en su estado natu- ral, sin alteración de texido ni de color: la be- giga biliar contenia cerca de eos cucharadas de 89 una bilis verdi-negra; el vaso de un volumen muy pequeño: los riñones sin alteración notable. La begiga contraída, y no contenia mas que una cucharada de orina revuelta. El epiploon y to- das las superficies inyectadas; una parte de los intestinos con un aspecto violeta. El estómago contenia cerca de dos onzas de materia negra: la mucosa color de hez de vino. Los intestinos contenían materia negra en los recodos* de los delgados. NOTA' Todos los cadáveres rque he a- bierto, me han presentado en lo interior un grado de calor notable, aunque siempre la piel haya estado helada 12, 18, 24 horas antes de la muerte En el individuo que motiva esta ob- servación, dicho calor era mas notable aún, á pe- sar que pasaron doce horas desde su muerte hasta el momento de la inspección de su ca- dáver. DECIMA SÉTIMA OBSERVACIÓN. Dolores poco decididos en la cabeza^ en el es» tómago, en los riñones y en los muslos alternativa- mente; indiferencia estrema; dolor en el pecho: supre* cion de o ninas: muerte á los quince dias de la en- fermedad. José Antonio Cúmel, presidario, de edad de 25 años, de temperamento bilioso, poltrón; entró al 13 hospital el t de Julio, diciendo haber tenido lie, bre la víspera, con calofrió: él uo presentaba síntoma alguno notable, si no era un débil do- lor en la región del estómago: su semblante es taba fatigado, espresion de simpleza. jui< 10 ob- tuso; la lengua ancha, húmeda, de un blanco apagado; pieL tibia; el pulso daba cuarenta pul- saciones, desenvuelto, pero flojo y cediendo á la menor presión. Una lavativa purgante: dos cucharadas de mistura salina cada dos horas; agua de ceba- da con miel: crema de maíz. A las cinco de la tarde, ligero dolor en la región lombar, el pulso con treinta y seis pul- saciones: el mismo estado. Friegas aceitosas alcanforadas sobre los rí- ñones: remedios los ya indicados. Del 5 de Julio al 15 del mismo, no pre- sentó el enfermo diferencia alguna notable en su estado; un aire indolente; un mirar admira- do y bobo: las conyuntivas medianamente in- yectadas: una sensación de rompimiento con li- geros dolores en la cabeza, en la región lom- bar, en la epigástrica, alternándose y aun dis- cipándose enteramente.... he aquí todo lo que pude notar. Durante este intervalo, la piel per- maneció tibia, la lengua ancha y descolorida, el pulso batiendo siempre de treinta y seis á cua- renta y cuatro veces por minuto. Después de al- gunos días, él comía con placer, no esperimen- taba cosa alguna, si no era que las fuerzas no se reponían, y ademas tenían, no sé que deja- dez. Repentinamente, y el 15 de julio se quejó- de un dolor en el pecho, sin otro síntoma no- table, ni aun de alteración del pulso, que ba- 01 tía el mismo dia cuarenta veces por minuto. El 16 de Julio, la piel estaba caliente; el pulso batía noventa y seis veces por minuto; el ojo mas inyectado: la cara como escaldada sin estar animada: la lengua ancha, como entume- cida, fondo color violeta, y mucosa. Bebida oleosa purgante; bebida acida cal- mante, en la tarde: dieta. El 17 de Julio, pulso pequeño y flojo, con ochenta pulsaciones por minuto; tuvo una he- morragia nasal que cesó luego espontanemente: una pesantez en la región epigástrica, en los rí- ñones; opresión, respiración penosa; el resto en el mismo estado. Bebida oleosa purgante, por la mañana: be- bida calmante, en la tarde: agua vinosa. El 18 de Julio, el ojo muy inyectado: la lengua trasudando sangre: piel amarilla, apenas tibia: pulso pequeño y con sincuenta y dos pul- saciones por minuto. Bebida oleosa: bebida acida calmante: vino; limonada. El 19 de Julio, el mismo estado, con dife- rencia que la debilidad era mayor. El pulso da- ba cincuenta y dos pulsaciones por minuto. Dos pildoras tónicas: bebida acida calman- te: caldo: vino: limonada. A las cinco de la tarde, pulso casi inper- ceptible: piel tibia, casi fría; la sangre se tra- suda por toda la mucosa de la boca. El enfer- mo muy débil, acostado, sin movimiento, sin do- lor, sin inquietud, con una indiferencia notable:, opresión: dificultad de tragar. Un vexigatorio á la nuca; lavativa de Mas- devaj: limonada mineral* # 92 El enfermóse puso soporoso, la rrspiraeion embarazada, y se estinguió á las cinco de la mañana sin haber tenido vómitos, ni dolor bien decidido; las orinas suprimidas hacía algunos dias, y sin haber notado efecto alguno sensible de los medicamentos empleados. Autopsia cadavérica, á las cinco de la tarde, doce horas después de la muerte. Aspecto estertor: de una magrura estrema: el vientre contraído: la piel amarilla paja, sembra- da de equimosis violetas; el cuello, Jos labios, y los parpados de un color moreno casi negro: la espresion del gesto, el mismo que tenia antes de la muerte. NOTA. En general, los cadáveres que tie- nen los ojos abiertos, ó medios cerrados, con- cerban la misma espresion que tenían pocas ho- ras antes de morir: así que se ha procurado asegurarse si han cesado de respirar, á pesar de que hayan pasado seis y aun doce horas des- pués que han ecsalado el último suspiro. Cerebro y espina; nada notable en el cere- bro, si no és la inyección de los vasos y la flui- dez de la sangre que llenaba el seno longitu- dinal. Quitada la masa cerebral, se escapó una gran cantidad de agua por el ahugero occipi- tal: la espina presentó mucha sangre en el ca- nal, y una colección de este líquido que com- primía la parte lombar. Pecho; pulmón marchito, dejando un vacio considerable en la cavidad torásica; su raiz ne- 93 gra, el pericardio contenia agua amarilla en pe quena cantidad. El corazón de un aspecto lívi- do-negro: este órgano estaba desenvuelto, lleno de sangre negra lo mismo que los gruesos tron- cos: ella es muy fluida y se escapa ó se der- rama tan luego como se hace en sus paredes la menor avertura; lo que es común á todos los que han muerto de la fiebre amarilla. Vientre bajo; todas las superficies y texidos estaban inyectados: el hígado poco voluminoso, en buen estado, mas escapándose sangre negra en abundancia por las incisiones hechas en s" texido: la begiga biliar, desenvuelta y llena de una bilis casi negra. El vaso muy gruezo, loque ha sido una cosa rara. Los ríñones no tenían cosa alguna notable. La begiga contraída y ba- cía absolutamente. El estómago contenia á Jo me- nos un azumbre y medio de sangre que tenia la mas perfecta semejanza con la que llenaba el corazón y los gruezos troncos; con la sola di- ferencia que el estómago contenía cuajraones que reunidos eran del grueso de un huevo de pava; toda la superficie mucosa estaba unida, li- sa, morada: quitada esta membrana se percibió una inyección fuerte, y todos los vasos desen- vueltns y llenos de sangre. Los intestinos equi- mosodos, sobre todo en los codos, qne eran mo- rados, contenían una gran parte de sangre que era tanto mas disuelta y se parecia tanto mas á la materia negra ordinaria, cuanto mas se ale- jaba del estómago. 94 CECI.MA OCTAVA OBSERVACIÓN. La enfermedad comenzó por desmayos; un esta- do de embriague:: dolores ge< erales: rj>igüstrtu¡¿?uia ti i(t(f!¡"lxriiia violentas: irismo; irr.potibi/idad de trabar: .*casación eh estrangulación: vienlte contraído: pecho bombeado. Alverte en cuarenta y scit horas. José Macsimo, presidario, de edad de 20 años, temperamento bilioso sanguíneo, esperi- mentó en la noche del 2 al 3 de Agosto un violento calofrió seguido de fiebre con desva- necimientos, desmayo, estado de embriaguez, do- lores generales. El 3 de Agosto, piel caliente y seca: pul- so lleno, flojo, y con ciento veinte pulsaciones por minuto: rompimiento general; dolores en las estremídades, hacia la región epigástrica, y pro- fundamente en la región lombar: dolor mas vio- lento de cabeza, especialmente hacia la nuca: tez como escaldada, oleosa; espresion de admi- ración, como atontado; ojo lloroso y adolorido: inyectada la conyuntiva: lengua ancha, hincha- da, mucosa, húmeda, y una zona seca y sin mu- cosidad en el medio. Cáustico á la nuca: bebida oleosa purgan- te: dos pildoras sudoríficas, por la tarde; lava- tiva emoliente: agua de cebada con miel. Dieta. El 4 de Agosto, la cara hipocrática espre- sando el espanto; algún estravio en el ojo, la conyuntiva muy inyectada; |a lengua estena- namente hinchada, sin poderla salir de la boca 95 por la imposibilidad de abrirla: trismo; dificul- tad de tragar, sensación de estrangulación y di- ficultad de respirar: suspiros profundos y frecuen- tes; el vientre contraído de un modo estraordi- nario; el pecho como bonbeado, la piel fría y amarilla; el cuello, los labios y los parpados de un tinte violeta; equimosis sobre diversas par- tes del cuerpo: pulso absolutamente insensible. Lavativas de Masdeval, opiata del mis- mo, limonada, friegas oleosas alcanforadas. El enfermo murió á las ocho de la noche, cua- renta y seis horas después de la invasión de la enfermedad, sin haber tenido vómitos,ni eva- cuaciones, ni hemorragias. Autopsia cadavérica hecha el 5 de Agosto á las siete de la mañana, once horas después de la muerte. Aspecto csterior: piel amarilla jazpeada de violeta. El cuello, los labios, los parpados, ¡la mitad posterior de las megillas, las orejas, to- do el cuero cabelludo y el dorso de un vio- leta obscuro. La ulcera del vexigatorio negra, y el trapo impregnado de sangre negra. Los músculos de la cara convelidos, y espresando el espanto. Los ante-brazos doblados, sobre el pecho. Las manos cerradas, los dedos impre- sos sobre el tórax. Las piernas dobladas. Todos los músculos contraidos, la parte lombar de la columna espinal, encorbada bácia adelante en forma de arco. El vientre menos contraído que durante la enfermedad. El pecho como bombeado. Cerebro y espina; arrancado el cráneo, cor- 96 ría la sangre al trave6 de las membranas, co- mo de una criba: el aspecto de estas, casi ne- gro: divididas las mismas, corrió mucha sangre que estaba derramada: no había agua en los ventrículos. Cortando los músculos dorsales y lombares, 6alio sangre en tanta abundancia, que fué preciso haber recurrido á una esponja, y luchar algunos minutos, antes de poder sacar las apofisés espinosas: el eanal vertebral lleno de sangre: las membranas inyectadas: casi nada de agua debajo de ellas. Pecho: pulmón absolutamente negro: obstrui- do todo de sangre negra. El pericardio conte- nia de cinco á seis onzas de un líjuido ama- rillo: el corazón tenia casi un aspecto negro, es- taba desenvuelto y lleno de una sangre negra de una fluidez notable; contenia ademas un gran cua- jaron de un hermoso amarillo ámbar. Nota: la sangre es menos negra, menos es- pesa, mas líquida que en todos los otros indi- viduos inspeccionados hasta aquel dia. Vientre bajo; todas las superficies inyectadas y de un color sombrío. El hígado sin alteración dte tejido, ni de color; dividido dicho tejido sa- lió m cha sangre; la bexiga biliar muy peque- ña. Todo el tubo intestinal parecia inyectado en lo esterior: estaba inflado por los gaces que contenia, y su mucosa sin alteración apre- ciable. El estómago de una dimensión ordinaria: no contenia mas que mucosídades y Jos líqui- dos bebidos: la mucosa sin grado sencible de color y sin alteración alguna: arrancada, ó raí- da esta membrana se notó debajo una red vas- cular cerrada y completamente inyectada. E- baso era pequeño: los ríñones fcin alteración aprel 97 ciable: la bexiga absolutamente contraída, y ab- solutamente vacia. TERCERA CLASE. -----»0~í¿#«s.----- Enfermos asistidos por mi, y que han sanado, después de haber presentado diversos síntomas de la mas grande gravedad. DECIMA NONA OB3EV ACIÓN. Dolor profundo en la región umbilical y en la lomba); sentimiento de presión mecánica sobre el tórax: opresión; voz alterada; suspiros profundos; supresión de orinas. Antiespasmódicos; emolientes estertores: revulsivos: lavativas purgantes. Convalesencia al décimo dia de la enfermedaeJ. N. de edad de 30 añcs, nacido en provin- cia, alto, magro, de un temperamento bilioso- nervioso, esperimentó en la noche del 14 de Ju- lio un violento calofrió, seguido de fiebre, con abatimiento general, dolores poco decididos en la frente, en los riñones, en la región umbili- cal &c. El 16 de Julio, época de mi primera visita, me presentó los síntomas siguientes. Piel seca, 14 98 apena? caliente: la cara con espresion de fatiga y de dolor, descolorida; los ojos húmedos, y co* mo escaldados por l.i acción solar; la vista in- quieta y triste: los parpados de color ceniciento; la lengua blanca, húmeda sin mucosidad: sed grande; dolor muy vivo en la frente; dolor vio- lento, profundo, refiriéndose á la región del co- lon: intolerable en la región lombar: grande agi- tación: insomnio: constipación; opresión: dolor de pecho con una sensación de presión mecánica sobre el tórax: inspiraciones profundas, suspiros; voz ronca: pulso blando, poco desembuelto, y con 70 pulsaciones por minuto. Baño de pies, cotí mostaza y caliente: frie- gas sobre el bajo vientre y sobre los lomos, con aceite saturado de alcanfor: dos lavativas emo- lientes alcanforadas, mistura salina para tomar el dia siguiente por la mañana. El 17 de Junio: la noche fué muy agitada: todos los dolores ecsasperados: el estomago ar- rojó la mistura salina; con todo no estaba do- loroso ni sencible á la presión. Los dolores de los riñones y del ombligo desaparecieron por algu- nos minutos; pero volvieron con la misma violencia después de cada esfuerzo de vomito: tuvo tres pequeñas evacuaciones: muy pocas orinas. La cara mas fatigada: la piel apenas tibia, de un color ligeramente citrino. El pulso daba por la man ina 6 J pulsaciones y algunas menos por la tarde. Dos lavativas purgantes con la adición del aceite alcanforado: embrocaciones alcanforadas,- pediluvio caliente: una gran cataplasma emolien- te sobre el vientre, y por bebida agua de cebada melada. 99 El 18 de Junio: el dia anterior se calma- ron loe dolores á consecuencia de las evacua- ciones purgantes, mas volvieron muy luego. La noche fué agitada y sin sueño. Por la ma- ñana la cara es la misma; ningún dolor de cabeza: Ja lengua de un blanco descolorido: ninguna sed: el dolor de pecho apenas sensible; la voz me- nos alterada. Los dolores de vientre y riñones continuaban, pero con menos fuerza: la piel en el mismo estado. El enfermo estaba siempre agi- tado; experimentaba fatiga, y un estado de aba- timiento: nada de orinas. El pulso daba 52 pul- saciones por la mañana y 46 por la tarde. Infusión diaforética en pequeñas dosis: dos lavativas purgantes; una gran cataplasma emo- liente sobre el vientre: embrocaciones alcanfor- radas: un poco de crema de maíz. Por la tar- de una bebida compuesta con la agua de yer- babuena, y la de flor de naranjo, 30 gotas de éter, $0 gotas de láudano líquido y un jarave, para tomarla en una dosis. El 19 de Junio: el enfermo estaba mejor; habia tenido algunos momentos de sueño: la piel mas amarilla, mas caliente y húmeda: el pulso mas desenvuelto y con 52 pulsaciones por mi- nuto: todos los dolores se disminuyeron por ja mañana, y se estinguieron enteramente en el dia, en la tarde solo estaba fatigado, y deseaba co- mer; una ligera sopa de fideos suscitó un pocp de ancia. Agua de cebada con miel por bebida, ca- taplasmas emolientes: embrocaciones alcanfora- das; lavativa purgante; otra emoliente con adi- ción del aceite alcanforado, y la bebida con éter y láudano, para la tarde. 100 El 20 de Junio: la noche habia sido bu«. na; todos los dolores desaparecieron; habia con todo, menos aptitud para moverse: deseo de re- poso: apetito. Durante tres dias aun, continuó con las embrocaciones oleosas, las lavativas emo- lientes, y la agua de cebada con miel; no se le hizo al enfermo mas que caldos, cremas, so- pas ligeras, y estubo en plena convalesencia el 24 de Junio onceno dia de la enfermedad. VIGÉSIMA OBSERVACIÓN. Dolores violentos en la cabeza, en la región um- bilical, y en los riñones: adormecimiento de muslos; sensasion de presión mecánica en el tórax. Vomitorio: purgantes, cuyo afecto se ausilio con lavativas numerosas. Convalesencia al cuarto dia de la enfermedad. En los primeros dias de Julio, el Sr. Doc- tor.. . N. del estado de Mariland (Norte Amé- rica) de edad de 32 años, estatura alta, bien musculado, fuerte, sanguíneo; fué atacado repen- tinamente por la tarde, de un violento calofrío, con fiebre, dolores violentos de cabeza, riñenes, j de la región umbilical; un abatimiento gene- ral; un fuerte adormecimiento de la mitad su- perior de los muslos; y un estado de ansiedad indefinible^ y qne el no podía dominar. La misma tarde, tomó el enfermo por dis- 101 posición suya, un vomitorio, y se mandó hechar algunas lavativas, haciéndole arrojar el primero una gran cantidad de materias biliosas á lo que siguió un sudor abundante que pareció calmar un poco los síntomas. Me hizo llamar al dia siguiente á las 9 de la mañana. Lo encontré con un pulso flojo, po- co resistente, dando 80 pulsaciones por minuto: la piel un poco caliente y húmeda: la cara co- mo escaldada: los parpados cenicientos: el ojo lloroso, adolorido é inyectado: la parte superior de la cara muy animada, como color de viole- ta: espresion de admiración, y de inquietud. JRespiracion penosa: sentimiento de presión so- bre el tórax; los dolores en general menos vi- vos, aunque persistía el de la región lombar que era mas violento, y el adormecimiento de los muslos, ííntoma que inquietaba visiblemente al enfermo. La lengua nada presentaba notable; ella era húmeda y mucosa: la sed casi nula. Los evacuante?: las lavativas emolientes v las purgantes: las bebidas acidulas, y una die"- la absoluta fueron suficientes á dicipar en po- cos dias todos los síntomas. El enfermo fié es- traordiHariamenle evacuado: el pulso que habia disminuido el número de sus pulsaciones hasta 5o por minuto, subió hasta 90 después de ocho dias de convalesencia. VIGÉSIMA PRIMERA OBSERVACIÓN. Dolor atroz en la región epigástrica cstendien- 102 , jj % ¿ose hasta e¡ emlh'/ro, y hütta la mitad del pcch* Raquialguia y cefalalgia violadas: vovntvsi hemorra- gias considerables por el ano &c. Vexi«alorios: topantes: lavativas ionices irritan- tes: sulfato de quinina. Comvalesencia al décimo dia oU la enfermedad. El Sr. Julio Lacher de S. Vicente, de Pa^ ríe: de 22 años de edad, sanguíneo, robusto, lle- gado de Francia hacia pocos días: fué atacado repentinamente, en la noche del 22 al 23 de Ju- lio, de un calofrío violento seguido de fiebre, y acompañado de un dolor viólenlo que se es- tendia desde la parte media del pecho hasta el ombligo, y que se hacia resentir profunda-* mente en el dorso. Este dolor que se redobla- ba por momentos, era entonces intolerable y acompañado de vómitos que dieron al enfermó la idea de que estaba envenenado, lo que tu- vo á lo menos la ventaja de remover de su es- píritu la idea de la temible enfermedad que empezaba con tanta violencia. El 23 de Julio a las 8 de la mañana, lo en- contré en un estado estremo de agitación, an- ciedad, terror de la muerte, sin dudarse del ca- rácter de su enfermedad. Se quejaba de dolo- res atroces, que ocupaban, como lo he dicho una parte del pecho y toda la región epigás- trica: se quejaba también de un violento dolor de cabeza: estaba el muy oprimido: su cara era coaio escaldada: los ojos fijo3, húmedos y. ado- loridos, espresando el espanto. La piel húmeda 'íd3 y caliente: el pulso desenvuelto, flojo, con 100 pulsaciones por minuto. Variaba continuamente de lugar; suspiraba profundamente y se levan- taba como por un movimiento involuntario v maquinal. Bebida calmante acida, en pequeñas cucha- radas: friegas generales con el aceite alcanfora- do caliente; lavativas emolientes, con adición del dicho aceite: agua de tilia. Al medio dia: habian calmado un poco los dolores, mas esperimentaba una sensasion de tor- mento y de embarazo, como si una presión mecá- nica impidiese el libre uso de los órganos y de los movimientos esteriores. El pulso batía 90 veces por minuto. Tres lavativas dadas en la mañana, no fueron espelidas. Dos lavativas purgantes: look oleoso pur- gante, por cucharadas. A las cinco de la tarde, habia tenido al- gunas evacuaciones: los dolores no habian ce- sado, pero no aparecían las crisis por vómitos; habia embarazo y pesantes: el pulso con 70 pul- saciones; mucha inquietud. Los mismos remedios. El 24 de Julio á las cinco de la mañana: el enfermo en caima: el semblante fatigado, me- nos animado: los parpados cenicientos, su fon- do amarillo: el pulso con 54 pulsaciones, flojo y sin resistencia. La piel tibia, cubierta de pe- quen ts placas violetas semejando á las picadu- ras de mosquitos. La lengua ha estado siempre y estaba entonces anchi, humada, blanca rnar- chit i, y nada roja: el dolor de cabeza habia desaparecido: la región diafragmatica y la epi- g «otrica sin djlor, pero con la sensación de un 101 pe*o. Durante la noche, nad - qnW* tomar, y era casi nula la sed, que . babia siuo viva. r . Mistura salina: friegas oleotas aicanloraüas: lavativas; dieta absoluta. A las 7 tuvo un vomito bilioso con una poca de sangre, lo que asustó por un momen- to al enfermo. Habia tenido, antes de medio dia, tres evacuaciones que contenían mucha sangre, circunstancia que fue ignorada por el enfermo, que se siente bien, se admira que se tenga cuidado de el, y quería levantarse. En la sies- ta hubo otro vomito de un líquido amarillo y amargo. A las 6 de la tarde, el enfermo se siente aliviado: su cara es descolorida, frente ama- rilla, parpados cenizo obscuros; ojos fatigados, no inyectados: lengua húmeda, ancha, como in- diada, sus bordes un poco animados: piel ti- bia; pulso blando y ¿>in consistencia, con 60 pul- saciones por minuto. Friegas oleosas: lavativas emolientes: mag- nesia calsinada á pequeñas dosis, (teniendo el enfermo una repugnancia invencible á la mistu- ra salina y al look purgante.) El 25 de Julio á las 5 de la mañana: fi- sonomía faigada al estrema: ojo inyectado, par- pados cenísos, fondo de la piel en el cuello y en las comisuras de los labios, amarillo: piel tibia, pulso con 52 pulsacianes: dolores de ca- beza y de riñones: bastante tranquilo; lengua an- cha, húmeda, como marchita; decía que tenia sed y no bebía. Continuaron los mismos remedios. A las 10 de la mañana; eluifermo estaba muy 705 ancioso se quejaba de un dojor intolerable en la región lombar, que iba en aumento y lo hacia gritar: suspiros frecuentes y profundos: opresión: calambre en las pantorrillas. A las cuatro no tenia el enfermo postura alguna permanente: su senblante espresaba el do- lor y la admiración; los ojos muy inyectados: se quejaba de mucha sed, y no obstante no quería beber: el pulso daba 60 pulsaciones. Un vexigatorio ancho en la región lombar; friegas amoniacales sobre toda la espina: friegas oleosas alcanforadas en todo el cuerpo: la mis- ma bebida: lavativas de ¡Vlasdeval de tres en tres horas: bebida con éter hecha tónica con tres gra- nos de sulfate de quinino para tomar una tercera parte cada dos horas. A las seis de la tarde; muy abatido. A las 9 de la noche era mucho menos vivo el dolor lombar; menos agitación; sin abatimiento: tuvo dos evacuaciones muy abundantes cargadas de sangre; los calambres continuaban en piernas y muslos que estaban adormecidos: la lengua mas densa, mas cargada, como obsura é hinchada: una faja en el medio mas obscura que el res- to- Piel Jibia: pulso lleno, con 70 pulsaciones por minuto. Se continuó la hebida etérea tónica; Jas la- vativas de masdeval: las friegas amraomacales: l^s embrocaciones oleosas generales; repetidas estas sobre las partes adoloridas calmaban al enferma. Limonada simple, y agua de cebada con miel, por b^bila. El 26 de Jujio: la agitación era continua, lo mismo que los calambres; hubo tres evacua- ciones copiosas durante la noche; cada evacua- 15 106 cion contenia lo menos de 16 á 18 onzas de Sangre clara, pero bastante viva; el pulso con 70 pulsaciones: la piel mas caliente; la cara co- mo hinchada y sembrada de placas violetas: el ojo inyectado. El enfermo esperimentaba una sensación inesplicable de ansiedad interior que quisiera y no puede difinir, pero que le fati- ga estraordinariamente. Tenia los ojos cerrados porque según se esplicaba no podía fijar sus miradas sobre ningún objeto sin que se le pre- sentase un aspecto horrible que lo espantaba. Estaba en calma el dolor de la región lombar, la cefalalgia continuaba; sed: lengua muy han- cha, hinchada, dispuesta á filtrar sangre que sa- lia ya por la parte posterior de la boca: las orinas suprimidas desde el dia anterior. El vexigatorio habia obrado bien. Bebida etérea hecha tónica con seis gra- nos de sulfate de quinina: pildoras alcanforadas nitriadas de dos en dos horas: agua de cebada con miel y acidulada: lavativas de masdeval y emolientes- friegas o leosas alcanforadas casi con- tinuas. Al medio dia: habia un poco mas de cal- ma, á ecepcíon del dolor de la frente que es- taba aumentado. El vexigatorio levantó una gran ampolla que contenía por lo menos ocho onzas de una serosidad muy amarilla. Continuaban las evacuaciones de sangre; y el pulso permanecía con 70 pulsaciones, lleno y desembuelto: la piel mas caliente. Continuaron los medios prescriptos. Se le aplicó un vexígatario en la nuca á las 5 de la tarde. A las 10 de la noche, el mismo estado; se 107 suspendieron las lavativas; mandé darle dos pil- doras sudorífica-: una cucharada de bebida aci- da calmante: continuaron las friegas oleosas, y la bebida tónica. El 27 de Julio á las cinco de la mañana. Hubo un vomito en la noche y otro en la ma- ñana: durante la*noche no hubo ni evacuación, ni orina: menos inquietud: lengua saburrosa, den- sa, ancha y húmeda: se quejaba de sed, y be- bía rara vez: semblante y miradas abatidas: pul- so blando, sin consistencia y con 60 pulsacio- nes por minuto. Bebida oleosa: tisana de cebada: friegai oleosas. Al medio dia, habia tenido el enfermo tres evacuaciones bilisiosas y sin sangre: no habia dolor de cabeza ni de ríñones: menos calam- bres: se sentía débil y no obstante se-leba li- taba para todas sus necesidades; la piel húme- da; el pulso con 56 pulsaciones, blando y sin consistencia. Al levantar el vexigatorio de la nuca (el cual dio poca serosidad) se desmayó el enfer- mo y vomitó bilis verde mezclada con algunos grumos de sangre negra. Se suspendió la poción oleosa: volvió á to- mar la bebida tónica: se le hecharon lavativas de Masdeval: continuo la bebida y las embro- caciones oleosas. A las 9 de la noche estaba en calma: ha- bía tenido una evacuación sin sangre: estaba fatigado pero sin dolor alguno: el pulso con 58 pulsaciones: la lengua menos ancha y menos gruesa, húmeda: nada de sed. # loa Lo? mismos medios tónicos y las mismu frieses. El 28 de Julio á las 5 de la mañana. El emfeimo estaba tranquilo y sin dolor alguno: la lengua volvió á tomar su dimencion ordina- ria y sin pro^encion á las hemorragia?; el pul-*- so con 56 pulsaciones, mas consistente: durmió un poco: tuvo dos veces orína; alguna vasca, pero no vomitó desde las once de la noche. Sentía un peso en la región epigástrica. Esta última circunstancia fué el Solo sínto- ma que persistió: desde dos dias antes habia «na pesantes de estomago que aumentaba con- tinuamente y que acabo por causar un disgus- to insoportable, y un principio de desmayo, vi- íiiendo¿ por fin á disipar todo esto, un vomito que se repitió cada 4, 5, ó 6 horas. Continuo la bebida tónica: las lavativas de Masdeval; las friegas oleosas y la bebida sim- ple. Al medio día: el pulso con 56 pulsaciones: el enfermo estaba bien, pero continuaba la nau- sea y vomitó dos veses después de mi visita hecha por la mañana Suspensos todos los remedios interiores, le mandé por toda bebida, la agua azucarada y aromat:za Ja con la agua de flor de naranjo: los demás medios continuaron. Habiendo manifestado el enfermo después de medio dia, deseo de tomar alguna bebida caliente, le hice dar algunas lasas de una in- ilición de ojas de naranjo: desde ese momento *e disipó la nausea; á las lavativas siguieron eva- «■Urfcrmes abunlames de blh diluida: orinó al- onas veces; el pulso batía üJ veces por miim- 109 to: el enfermo estaba en calma, se sentía débil y deseaba caldo. infueion de ojas de naranjo: agua con azú- car y aromatizada con la de ojas de naranjo: una lavativa emoliente; una toma de caldo co- lado. El 20 de Julio á las cinco de la mañana. La noche fué tranquila: durmió. Una lavativa que se le aplicó en la noche produjo una abun- dante evacuación biliosa. La piel suave, tibia: el pulso consistente y con 60 pulsaciones por minuto El enfermo se quejaba solo de los cáus- ticos; estaba contento y pedia de comer. Los mismos medios; caldo: crema de ar- ros. Al medio dia el enfermo estaba de#mal hu- mor, se volvió caprichoso: tan pronto y i se sen- taba, yaestab* muy abatido. El pulso daba 56 pulsaciones; en suma, continua el alibio. Los mismos medios: bebida tónica de dos en dos ho.as. A las 8 de la noche el pulso daba 60 pul- saciones: el enfermo estaba agitado, incomodo, exigente: se enfadaba con el que lo cuidaba. Tu- vo mu'ha orina: á cada lavativa seguía una co- piosa evacuación. Los cáusticos le hacen pade- cer mucho. Pedia caldo á todo momento. Para la noche no se le prescribió otra co- sa mas que agua azucarada por bebida. El 30 de Julio: el enfermo ha dormido bien: estaba tranquilo: no habia orinado en la noche: la lengua siempre mucosa, sin irritación. No te- nia fuerzas musculares. El pulso con 60 pulsa- ciones. Cada tres horas un grano de sulfate de quinina 110 y Bia pildora alcanforada nitrada; en los intervalos un caldo; una taza de crema de arroz ó de maíz: una taza de infusión caliente de ojas de naran- jo. Por bebida común agua con azúcar y aro- matizada con la agua de flor de naranjo. Una lavativa emoliente por la mañana y otra por la tarde. El 31 de Julio, el 1 ° 2 y 3 de Agosto el enfermo continuo con los mismos medios; el pul- so dio en esos dias 50. 4b. 40. 48 pulsaciones. Progresivamente se mejoró el enfermo, y final- mente el 3 de agosto ya estaba en pie, tomando alimentos sólidos. El estaba perfectamente bien, A medio dia leyó por entero un volumen de cerca de 400 páginas. Se aconto á buena hora siptíendo la cabeza pesada: á las 9 de la noche fué atacado bruscamente de un calofrió violento acompañado de caler febril y de un atroz dolor de cabeza, cuyos eíntomas calmaron con apositos fríos 6obre la frente, y calientes á los pies, y ademas con lavativas; con todo eso la noche fué mala. El dia siguiente (4 de Agos- to) la cabeza volvió á agravarse: la lengua se car^ó, y habia un absoluto disgusto para los ali- mentos. Infusión de ojas de naranjo: lavativas: sopa: caldos. Desde esta época hasta fines de Agosto en que se diríjio á México el Sr. de San Vi- cente no hubo un perfecto restablecimiento. Cuan- do se sentía aliviado, alguna imprudencia hacía retroJadar la convalecencia: esta circunstancia lo determinó partir á México en donde hoy goza de una eeseiente salud. 111 Nota; pocos dia3 después de su llegada á México tuvo dicho Sr. de San Vicente, algunos accesos de una fiebre terciana que destruía rá- pidamente sus fuerzas. Le prescribí con inten- ción de estinguirla, doce granos de sulfate de quinina para seis tomas; la enfermera se equi- vocó, le dio toda la cantidad de una vez, de que resultó que el enfermo esperímentase mucho calor en el estómago, y acceleracion en el pul- so cuyos síntomas duraron ese dia solamente. La fiebre fué estinguida irrevocablemente y la salud no ha sufrido después alteración alguna. VIGÉSIMA SEGUNDA OBSERVACIÓN. Estrangulación con riesgo tan grande de sofo- cación que la cara era de un color violeta negro, y la lengua del color de hígado y de un volumen enor- me: afonta y después, una ronquera persistente de la voz. Revulsivos: sanguijuelas: sulfate de quinina. Con' valecencia el 26 de Julio: salió ^el hospital el 29. José María Reyes, de 22 oños y de tem- peramento bilioso, fué atacado, en la noche del 28 al 29 de Junio, de un calofrío seguido de fie- bre, con cefalalgia violenta y abatimiento gene- ral. Entró al hospital en la mañana del 2 de Julio, en cuyo dia lo vi por la primera vez, á las diez de la mañana. 112 Estaba dicho enfermo en calma: su semblan- te manifestaba fatiga: el ojo húmelo, y lloroso: lengua anchi, blanca, húmeda, y bus bordes de. un rojo violeta: piel tibia y seca; pulso blando y con 60 pulsaciones por minuto: comprimida fuertemente la región epigástrica, no le h tcia es- perimentar sensación alguna apreciable. ^ Tres cucharadas de mistura salina, cada ho- ra: agua de cebada con miel: lavativas emolien- tes; tres pequeñas lazas de crema de maíz por único alimento. A las 6 de la tarde; el mismo estado: el pulso con 48 pulsaciones: el enfermo habia te- nido algunos vómitos y algunas evacuaciones de materias vinosas. Una lavativa emoliente. Limonada por la noche. El 3 de Julio á las 6 de la mañana: el mis- mo estado. La noche fué buena. Dos-cucharadas de bebida salina cada ho- ra: agua de cebada: lavativas emolientes: treí tazas de crema de maíz; ningún otro alimento. A las 5 de la tarde: calma; tuvo algunos vómitos y deyecciones de materias amargas. Be- bida calmante. El 4 de Julio á las 7 de la mañana: el mis- mo estado; durmió en la noche; pulso con 50 pulsaciones. Agua de cebeda con miel: lavativa emo- liente alcanforada: crema de maíz. A las 5 de la tarde: el enfermo estiba sin dolor alguno, pero vomitaba continuamente ma- terias de color moreno: la piel iíl»ia; el pul-o con 48 pulsaciones»: ei color de la cara amuri- 113 lio terroso: el ojo inyectado: la lengua y encías hinchadas y violetas. > Mistura acida calmante: limonada nítrica: una lavativa purgante. El 5 de Julio: la noche fué agitada, mas en mi visita de la mañana habían cesado los vó- mitos, y el enfermo no tenia mas que fatiga: es- taba en calma: su pulso 48 pulsaciones por mi- nuto. Por la tarde el mismo estado. Limonada nítrica: bebida calmante acida: dos lavativas emolientes y alcanforadas: dos ta- zas de crema de maíz. El 6 de Julio: el enfermo estaba bien: la noche fué buena: mejor estubo en todo el dia; el pulso daba cincuenta pulsaciones por la ma« ñuna, y cuarenta y ocho en la tarde. Agua de cebada acidulada: vino aguado; cuatro tazas de crema de maíz. El 7 de Julio: el mismo estado; el pulso con cincuenta pulsaciones por minuto. Sopas: cierna de maíz: vino aguado por to- da bebida. El 8 de Julio: el mismo estado: pulso con cuarenta y ocho pulsaciones por la mañana, y cincuenta y seis por la tarde. Ningún remedio: vino: media ración. El 9 de Julio: continuó bien; pulso con cuarenta y ocho pulsaciones; vino aguado por toda bebida: media ración. El mismo dia a las cinco de la tarde: el pulso dio sesenta y o -ho pul-aciones: el enfer- mo estaba disgustado y se quejaba de un lige- ro dolor de garganta. Suprecion de alimentos: fri^gis oleosas ca- lientes al cuellc: lavativa emoliente. JO El 10 de Julio: solo por la mañana hubo un ligero embarazo en la gargant; : pulso con sesenta pulsaciones; agitación. Gargarismo emoliente: friegas oleosas calien- tes: bebida calmante acida: limonada mineral: crema de maíz. A las cinco de la tarde; dolor de gargan- ta; sensación de estrangulación: respiración difí- cil: piel caliente; y pulso con ochenta y cuatro pulsaciones. Baño de pies con mostasa: sinapismo en la nuca: lavativa emoliente: limonada. El 11 de Je.lio: el mismo estado, y los mis- mos remedios; ademas una pildora sudorífica en la larde. El pulso continuó con ochenta y cua- tro pulsaciones por la mañana, batiendo en la tarde noventa y seis veces por minuto. El 12 de Julio: la noche fué agitada; el dolor de garganta era apenas sensible: por la mañana el pulso con noventa y seis pulsacio- nes. La sensación de estrangulación que era dé- bil, á las seis de la mañana, se aumentó pro-« gresivamente tanto, que á medio día amenasaba una sofocación hasta tal grado, que la cara se puso de color violeta negro; los ojos salientes; el pulso rápido, pequeño y desigual: la respiración Casi imposible: las estremídades violetas y frías: la lengua que desde el 10 estaba hinchada, se puso en un grueso enorme, retractada, y llenan- do la boca, Un baño de pies muy caliente y sinapisa- do: friegas oleosas calientes: doce sanguijuelas en el cuello: cáustico en la nuca; dos lavativas purgantes. Por bebida, agua de cebada nitrada y caliente. A las tres horas se discipó solamen- te el riesgo de la sofocación. 115 Una circunstancia curiosa hubo, que es dig- na de notarse, y es que todas las sanguijuelas aplicadas, después de haber chupado algunas go- tas de sangre solamente, se replegaron sobre si mismas, y cayeron muertas; ninguna de ellas ha- cían el menor movimiento. El 13 de Julio á las seis de la mañana: la respiración difícil: embarazada la garganta: la voz ronca: sonidos mal articulados. La lengua permanecía en el estado anterior; labios hincha- dos y violetas: piel caliente: pulso con ochen- ta pulsaciones. Una pildora de sulfate de quinina de dos en dos horas: de cuatro en cuatro una lavati- va de Masdeval; gargarismo tónico ácido; limo- nada. Dieta. El mismo estado habia á las cinco de la tarde: el pulso tenia ciento diezy^eis pulsaciones. Friegas al cuello con linimento volátil, y continuaron las demás medicinas. El 14 de Julio por la mañana: pulso con setenta y dos pulsaciones: la lengua retractada, é hinchada singularmente: continuó la respiración difícil, la sensación de estrangulación: la voz mas alterada: casi habia una afonía completa. Bebida oleosa, por la mañana: los demás medios continuaron. A las cinco déla tarde: pulso pequeño, tré- mulo y con ciento veinte pulsaciones; la lengua aumentada en volumen, verdaderamente enorme y del color rojo obscuro del texido del hígado. E!. 15 d? Julio; respiración un poco-n is li- bre: menos violenta la sensación de estra-^ ila- ción- lo demás era ío mismo que el estado an< tenor: el pulso daba setenta y seis pulsaciones. 116 Los mismos remedios: á caber» los tónico* y los revulsivos. Caldo. El 16 de Julio: el pulso batía cetenta y dos veces, y era blando. El mismo estado; les mismos remedios curativos: y adt mas crtma de maíz. El 17 de Julio: el pulso con célenla y dos pulsaciones, lleno, desenvuelto, y ma* consis- tente: la lengua disminuida: la respiración mas libre; la voz continuaba ronca, pero los sonidos podían ser articulados. Los mismos remedios: caldos: crema de maíz. El 18 de Julio; la mejoría se aumentó: el enfermo estaba menos triste: el pulso daba ochen- ta pulsaciones. Los mismos remedios: caldo: crema de maíz: vino. El 19 de Julio; pulso con sesenta y cua- tro pulsaciones: la garganta absolutamente li- bre: ninguna dificultad para tragar: la respira- ción casi natural: la lengua volvió á su grosor na- tural, con todo estaba him hada y color viole- ta; ella filtraba sangre, lo mismo que las encías. Los miamos remedios; crema de maíz; cal- do; vino. El 20 de Julio: pulso con cincuenta y seis pulsaciones; piel tibia, completamente ama;ill;<; la lengua ecsalaba sangre; el enfermo estaba ale- gre, se quejaba de un fuerte dolor en las ro- dillas. Una pildora tónica de cuatro en cuatro ho- ras: dos lavativas emolientes: friegas oleosas al- canforadas al cuello y rodillas; tisana pectoral. Sopa de fideos: caldo: vino aguado por be- bida. 117 El 21 de Jubo: piel muy amarilla, húmeda; pulso con cincuenta puleaciones y lleno; la len- gua ecsalaba sangre: el enfermo no se quejaba mas que de las rodillas: decía que tenia ham- bre: estaba alegre y hablantín; su voz era aun ronca; tuvo muchas veces orinas abundantes: eva- cuaciones naturales. Una pildora tónica de en cuatro en cua- tro horas: dos pildoras sudoríficas en la tarde; dos lavativas emolientes: tisana pectoral. Sopa de fideos: caldo: vino aguado. El 22 de Jiilio: la lengua casi no filtraba la sangre; la rodilla derecha solo estaba ado- lorida; pulso con cincuenta pulsaciones: conva- lecencia. Tres pildoras tónicas para todo el dia; dos pildoras sudo incas: una lavativa emolien- te: friega de linimento volátil alcontbrado sobré la rodilla derecha. Vino aguado: sopa, caldo. En el 23. 24 y 25 se restableció el enfer- mo, concertando la ronquera que disminuyó con mucha lentitud, á si como el dolor de la rodi- lla derecha. En cada día, dos pildoras tónicas: una pil- dora sudorífica en la tarde: emplasto dé cicuta en la rodilla derecha. Media ración y vino. r 1 26, 27 y 23 de Julio, dos pildoras tóni- cas cadn dia. Ración y vino. Ei '¿9 de Julio, alta. NOTA. El mismo dia de la salida, dicho K ves tenia aún la voz ronca y su pulso haba cincuenta veces por minuto. Sí salud fuera de esto, estaba perfectamente restablecida. 118 VIGÉSIMA TERCIA OBSERVACIÓN. Dolor violento en la región umbilical: raquial- guta; cefalalgia; vómitos de materias color moreno; Hemorragia por la mucosa bucal: hipo; supresión de orinas; &tc. Los purgantes; los revulsivos; los tónicos, prin- cipalmente el sulfate de quinina. Convalesenda cl2ide Julio: salida del hospital el 31 del mismo: doce dias de enfermedad. Juan Bautista Celis, de veinte y cinco años, bilioso, esperimentó en la noche del )1 de Ju- lio, cortamientos, dolor frontal, lombar, y en la región umbilical, fiebre sin calofrió. El 12 de Julio, sengundo de la enfermedad; el semblante estaba como escaldado y grasoso. Los ojos húmedos, llorosos, poco animados, y es- presando el temor. Lengua ancha, húmeda, muco- sa y animada en sus bordes. Piel calípnte y se- ca. Pulso lleno, blando y con noventa y seis pul- saciones; cortamiento general: dolor en las re- giones umbilical y lombar: dolor mas vivo en la región frontal, Vexigatorio en la nuca: mistura oleosa pur- gante por la mañana: bebida calmante acida por la tarde; dos lavativas emolientes. Dieta. A lis cinco de la tard : el puho batía o- caenla ve, c- FeíMstia t\ dolor de cabeza: el (.olor de ombligo.mas ligero, y adolorida L re- 119 gion epigástrica. Continuaron los medios pres~ critos por la mañana. El 13 de Julio: piel tibia: pulso con se- tenta y dos pulsaciones; la lengua filtrando san- gre, aquella estaba hinchada, como también las encias: ojos inyectados. Bebida oleosa por la mañana; bebida acida por la tarle; friegas con aceite alcanforado: li- monada nítrica: lavativa emoliente: dieta abso- soluta. En la tarde, daba el pulso ochenta y ocho pulsaciones. El 14 de Julio: pulso blando y profundo, con noventa y seis pulsaciones por minuto: do- lor violento de cabeza; vómitos de materia co- lor moreno: filtración de sangre por la lengua; suspiros profundos y frecuentes; quegidos invo- luntarios; el semblante con espresion de dolor. Los mismos remedios y ademas un sinapis- mo sobre la región epigástrica. El 15 de Julio: por la mañana el pulso da- ba ochenta y ocho pulsaciones, y por la tarde ochenta; el és blando y pequeño; quegidos con- tinuos; vómitos; dolor en la región epigástrica; semblante muy postrado, espresando el dolor y el temor; ojo muy inyectado; la lengua y toda la mucosa filtraban sangre corrompida. Bebida oleosa; bebida calmante acida: fríe-» gas con aceite; labativas purgantes: tres pildoras tónicas; limonada nítrica. Dieta. El 16 y 17 de Julio: el mismo estado. Los mismos remedios; crema de maíz. El 18: piel tibia, amarilla y con equimo- sis violetas: pulso pequeño fugitivo y con ochen- ta pulsaciones; hipo; ojo muy inyectado; parpa- dos cenizos brunos; lengua filtrando sangre; vó-g 120 mitos de cuando en cuando, como por rebo- sadura. Bebida eteroa por cucharadas: pildoras tó- nicas de tres en tres horas; sinapismo sobre la región epigástrica: tres livativas de Masdeval; limonada nítrica: crema de maíz: vino. El 19 de Julio: pulso con setenta y seis pulsaciones: el mismo catado y los miamos reme- dios: crema de maíz; vino. El 20 de Julio: pulso con sesenta y cua- tro pulsaciones; todos los sí, tomas se han me- jorado, durmió un poco; tuvo orina y algunas evacuaciones; piel amarilla y un poco mas que tibia; cesó el vómito y el hipo; la lengua con- tinuo filtrando sangre. Los mismos íemedios: sopa: crema de maíz: vino. El 21 de Julic: siguió la mejorip. el en- fermo se tranquilizó: tenia menos aptitud á los movimientos; estaba en reposo, con placer y di- jo hallarse perfectamente. Durmió: orii.ó con abun- dancia, y evacuó. Cuatro pildoras tónicas: una lavativa emo- liente en la tarde. Sopa: crema de mu/; vino. El 22: siguió el pulso con sesenta y cua- tro pulsaciones, y tenia fuerza: lengua mucosa, poco animada; solo las encías filtraban sangre; no tuvo otra evacuación desde el dia aiiteiioi; la cabeza pesada: y ningún apetito. Bebida oleosa por la mañana, y calmante acida por la tarde. Tres pildoras tónicas; agua vinosa; 6opa; crema de maíz; vino. El 23 de Julio: la víspera tuvo algunas eva- cuaciones de materias primero parduzc< * y lue- go amarillas; arrojó orina color citrino, en abun- 121 dancia; durmió casi toda la noche; se sentía bien por la mañana; quizo comer; el pulso era consistente y batía sesenta y cuatro veces por minuto; su semblante era sereno; el ojo siguió inyectado; la piel amarilla. Dos pildoras tónicas: agua vinosa: mediara» cion y vino. El 21 de Julio: convalesencia; cesaron los remedios: e' enfermo continuo bien: la piel se limpió: las fuerzas se restablecieron: quedó á media ración hasta el 30 de Julio incluso. Salió completamente bueno el 31. El día de su sali- da tenia el pulso sesenta y cuatro pulsaciones, VIGÉSIMA CUARTA OBSERVACIÓN. Dolor violento en la cabeza y en la región lom- bar; calambres en las piernas; sensación penosa en el epigastrio, y de presión mecánica sobre el pecho kc. Purgantes; anitespasmódicos; tónicos, particular- mente el sulfate de quinina. Convalesencia el 4 de Agos- to, décimo de la enfermedad. Salida del hospital el 8 del mismo mes. Ildefonso Torres, de 26 años, sanguíneo, fué atacado en la noche del 26 al 27 de Julio de un calofrío violento, seguido de fiebre, con gran dolor en la región lombar y en la frente. El 27 de Julio: piel caliente y húmeda; pul- so con noventa y seis pulsaciones; el semblan- 17 122 te como escaldado y espresando la inquietud: el ojo lloroso, animado, inyectado, adolorido: las miradas indicaban admiración; lengua ancha, mu- cosa, húmeda, abultada y con el fondo violeta: sed; cortamiento; dolor violento en la cabeza y en la región lombar;* calambres en las piernas. Bebida oleosa purgante: dos lavativas pur- gantes; friegas oleosas generales: caustico en la nuca; agua de cebada con miel. El 28 de Julio: setenta y seis pulsaciones; la piel caliente; la lengua ancha, hnmeda, hinchada yfiltrainlo casi la sangre: el ojo muy inyectado; el semblante espresando la fatiga; discipado el do- lor de la cabeza, y mas violento el de la re- gión, lombar: dolor y calambres en las piernas y muslos; sensación penosa en el epigastrio, y de presión *obre el pecho. Bebida oleosa purgaute: friegas amonia- cales sobre la espina, y oleosas alcanforadas sobre el cuerpo: dos lavativas purgantes; dos pildoras sudoríficas por la tarde; agua de ce- bada. Dieta. El 29 de Julio; setenta y nueve pulsacio- nes; el mismo estado: inquietud mas grande. Los mismos remedios. El 30: setenta y dos pulsacianes y poco re- sistente la arteria; el ojo muy inyectado; el s< m- blante explicando el tormento y la inquietu I; la lengu i t asudando saigr ; la respiración penosa; los sai»piros frecuentes y profundos: el dolor de ríñones mas vivo, y tanto que el en- fermo se levantaba al grado de formar un arco; la piel apenas tvia, color amarillento en elcue- llo y en ios labios Una píldoia tónica de tres en tres horas: 123 tres lavativas de Masdeval en la mañana: frie- gas ammoniacales sobre la espina; oleosas so- bre todo el cuerpo; limonada nítrica; dos pildo- ras sudoríficas por la tarde. El 31 de Jubo: calmaron los síntomas. El día anterior hubo evacuaciones abundantes, y algunas orinas, la piel húmeda y un poco de sue- ño en la noche: los dolores notablemente dis- minuidos con todo eso, la lengua filtraba sangre; respiración difícil; piel amarilla; el pulso con se- senta y seis pulsaciones. Los mismos remedios; crema de maíz: vino aguado. El 1.° de Agoito; el mismo estado. Los mismos remedios: crema de maíz: vino aguado. El 2: pulso con sesenta pulsaciones; los do- lores desaparecieron, menos los de las piernas y los de la región lombar; las fuerzas musculares disminuidas; lengua cargada; peso en la región epigástrica, y disgusto para los alimentos. Bebida oleosa purgante que produjo numero- sas evacuaciones viliosas: en la tarde una lavativa emoliente: dos pildoras sudoríficas: infu>i >n de manganilla, por bebida; crema de maíz: caldo. El 3 de ídem: mejor. Dos pildoras tónicas por la mañana: dos sudoríficas por la tarde: la- vativa emoliente: sopa: crema de maíz; vino aguado. El 4: cincuenta y dos pulsaciones el pulso, y lleno; la piel enteramente amarilla; el en- fermo siente una mejoría completa. Convale- sencia. Tres pildoras tónicas; una pildora sudorifi. ca por la tarde: una lavativa emoliente. Sopa: crema de niuíz: vino. # 124 El 5, 6 y 7 de Agosto: el pulso quedó c« cuarenta y ocho pulsaciones. El enfermo ve sen- tía mejor cada dia; tomaba dos pildoras tóni- cas por la mañana: una cucharada de bebida calmante por la tarde; media ración por ali- mento. Finalmente el dia ocho de Agosto, de- cimo cuarto de la enfermedad, salió del hospi- tal teniendo aun la piel completamente amari- lla, pero disfrutando de una salud completa. VIGÉSIMA <*U1KTA OBSERVACIÓN. Dolor en el ombligo con sensación de torcijón; senpacion de presión mecánica sobre el pecho: esputo de sangre corrompida: palpitaciones violentas en la región epigástrica &¿c. Purgantes: antiespasmodicos: sulfate de quinina. Salida del hospital el 8 de Agosto, décimo tercio di la enfermedad. Ignacio Echaverria, de 28 años, tempera- mento sanguíneo, fué atacado en la noche del 26 al 27 de Julio, de fiebre sin calofrío, con dolor en la región umbilical y sensación de pre- sión en el pecho. El 28 de Julio: la cara como escaldada, ma- nifestando la fatiga; ojos húmedos, sensibles es- traordinariamente á la luz, fijos, t-doloridos, é ¡inyectados: la lengua ligeramente mucosa: n .da de sed; ningún dolor si no era una sensación dr 125 torcijón en el ombligo: pesada la cabeza; y una presión sobre el pecho que obligaba al enfer- mo á hacer frecuentes y grandes inspiraciones; el pulso pequeño y blando, con ochenta pulsa- ciones por minuto. Bebida oleosa purgante: calmante acida por la tarde: lavativa emelienle; agua de cebada con miel. El 29 de Julio: calma: pulso con cincuenta y seis pulsaciones: lengua hinchada: erutos fre- cuentes, sin naucca: seguía la pesantes del es- tómago; sensación de magulladura en la región del ombligo y en la lombar. Bebida oleosa purgante: dos pildoras sudo- ríficas por la tarde; lavativa purgante: friegas oleosas alcanforadas: agua de cebada con miel: crema de maíz. El 39: pulso con cincuenta y seis pulsa- ciones: lengua filtrando sangre: tuvo algunos vó- mitos de mucosidades teñidas de sangre: la re- gión epigástrica esperimentaba por momentos un sentimiento de astricción; y todo el pecho una sensación de presión como 6Í fuese mecánica; la piel apenas tivia: el ojo muy inyectado: un li- gero grado de amarillez se manifestaba en el cuello y hacia los labios. Bebida etérea, hecha tónica con seis gra- nos de sulfate de quininina, para darla en seis dosis cada dos horas: dos lavativas alcanfora- das: friegas oleosas alcanforadas: dos pildoras sudoríficas por la tarde; agua de cebada con miel: crema de m&íz. El 31: cincuenta y seis pulsaciones. El mii- mo estado: les mismos remedios; evacuaciones; un poco de suelio. 126 El 1.° de Agosto: cincuenta y dos pulsa- ciones; hubo (mík unciones, pero su estado era el misn.o: tuvo agitación; uo hubo sueño; es- perimentaba antes y en aqu< l dia palpitacio- nes violentas en la región epigástica; esputaba mucha sangre corrompida, que tenia origen de la boca y de su fondo: la piel amarilla y tibia. La bebida etérea tónica; lavativas emolien- tes y fuertemente alcanforadas: embrocaciones oleosas alcanforadas en todo el cuerpo. Infusión de mansanilla: crema de maíz. El 2 de idem; la lengua cantinuó filtran- do sangre: las palpitaciones cesaban y volvían; dolores vagos en las estremídades: menos opre- sión; una simple pesantes en los riñones y en el ombligo: el pulso con cuarenta y cuatro pul- saciones. Una pildora alcanforada de dos en dos ho- ras; una tónica cada tres horas: una lavativa pur- gante y alcanfoiada de cuatro en cuatro horas: limonada nítirica; crema de maíz. El 3: mejoría: tuvo evacuaciones abundan» tes y biliosas: algunas abundantes emisiones de orina: un poco de sueño. La lengua continuaba filtrando sangre: la p>el mas amaríila: tolos loa dema!- síntomas apenas se indicaban: pulso con cincuenta pulsaciones. Los mismos remedios que el día anterior; sopa. El 1: mas debilidad; pulso mas desenvuel- to y mas fuerte, cuicuei.it>* y seis pulsaciones. El apetito se hizo s^utsr. La piel entórnente am'rílh»: la lengua filtra aun un poco de san- gre; lo demás estaba \e fectumente bn n. Tres pildoras tónicas: una lavativa caioüen- 127 te por la tarde: agua vinosa. Medía ración. El 5, 6, y 7 sigió el enfermo de mejor en mejor: el pulso bajó á cincuenta, cuarenta y cin- co pulsaciones. Tomó cada dia de estos, tres gra- nos de sulfate de quinina: comió la media ra- ciom El 8 de Agosto, décimo tercio de la en- fermedad, salió del hospital á pesar de que te- nia necesidad de reposo; pero hubiera estado mal, si hubiera continuado respirando el aire pú- trido que se respira en aquel lugar. VIGÉSIMA SESTA OBSERVACIÓN. Raquialguia: adormecimiento de músculos: sen- sación general de abatimiento: opresión: tumefacción tstraordinaria de los labioi; hemorragia bucal; kc. Purgantes; antiespasmódicos; tónicos, especiolmm* te el .sulfate de quinina. Salida del hospital el 20 de Julo, décimo octavo de la enfermedad. Jo-é Mauuel Oriíz, de 22 años: de tempe- ramento bilioso nervioso, fué atacado de un vio- lento calofrío, con abatimiento general y fiebre, en la noche del 2 de julio. El dia 3 á las 5 de la tarde: piel calien- to y seca: pulso desenvuelto, poco consistente, con cincuenta y dos pulsaciones por minuto: la cara como escaldada: ojos lloroso^ é inyectados; miradas de admiración; leogua ancha, blanca, hu- 128 rneda, lez animad i, violeta sobre los borde?; las encías y labios violetas: dolores en la región lum- bar y en la cabeza: abatimiento gencrnl. Algunas dó-is de poción salina dadas al enfermo antes de mi visita, produjeron alguna* evacuaciones. Una lavativa emoliente: agua do cebica con miel. El 4 de Julio: fatiga general; el semblante; espresaba inquietud, fatiga y admiración: ojo hú- medo, fijo, adolorido: los labios lí'¡:thados y vio- letas; piel caliente y húmeda; pulso febril: sen- sibilidad en el estómago: nauceas: dolores gene- rales muy vivos. Bebida etérea, una cucSiarada de dos en dos horas: una pildora alcanforada nítrica, de cuatro en cuatro horas. Dieta absoluta. El mismo día, á las cinco de la tarde: ra- quialguia violenta: adormecimiento de muslos: ojo mas inyectado: pulso con ochenta y cuatro po- taciones. Embrocaciones, con linimento alcanforado, so- bre los riñones y muslos. El dia 5, á las seis de la mañana: síntomas disminuidos: piel ligeramente amarilla; pulso con sesenta y cuatro pulsaciones. Una cucharada de bebida etérea cida tres horas; dos lavativas emolientes: friegas oleosas alcanforadas; dos pequeñas tazas de crema de maíz. A las cinco de U tarde del mismo dia; pul- so con sesenta y cuatro pulsaciones: ojos muy inyectados: calma general: Bensacion de lacsi- tud. A las seis de la mañana del 6 de Julio; 129. el mismo estado: pesantes de cabeza; ligeros do- lores en el bajo vientre: lengua mucosa: pulso con ncti:■' ta pulsariones. Una cucharada de bebida oleosa purgante de dos en dos horas: agua de cebada con miel: dos pequcñ-is tazas de crema de maíz. A las cinco de la farde: pulso con sesenta y cuatro pulsaciones: el msimo estado. Una lavativa emoliente: friegas alcanforadas. Tuvo algunas evacuaciones de materias de color moreno. ' • A las seis de la mañana del 7 de Julio: nubo un poco de sueño: se sentía bien: y sin- embargo esperimentaba una sensación de pe- sadez general, y tormento en la respiración: la piel amarilla y casi fría: pulso blando, peque- ño, con sesenta pulsaciones: cara descolorida, fondo amarillo, equimosada, esprecion de dolor y cíe tristeza: los ojos presentaban un cerco de sanare: los labios hinchados al grado de pre- sentar, un volumen tres veces mayor que el or- dinario, cuya circunstancia era mayor en el ¡n- feríor..aque en el superior: dichos labios eran de un violeta obscuro, lo misino que las encías. Bebida aciila calmante, una cucharada de dos en dos horas: dos lavativas purgantes: li- monada nítrica; fiegas oleosas alcanforadas: cre- ma de maíz: vino. El mismo estade había á las cinco de la tarde y el pulso tenia sesenta y cuatro pulsaciones. A las seis de la mañana del 8 de Julio. El mismo estado; la lengua hinchada, filtrando sanare; sordera; pulso con sesenta pulsaciones: evacuaciones negras: emisión de orina. Una píldoro tónica de dos en dos horas: be- bida calmante acida por la tarde: dos lavativas 18 130 purgantes; friegas oleosas alcanforadas. Sopa; caldo: vino. El 9 de Julio: el puUo por la mañana con cincuenta j dos pulsaciones, y cincuenta y seis por la tarde, pequeño y profundo: el enfermo en calma; no sufría ni temía, mas el semblan- te espresaba el dolor y la desesperación: sen- tía un embarazo interior que lo incomodaba sin inquietarlo: la lengua muy indiada, y con el mismo aspecto que el texido del hígado; filtra- ba por su superficie mucha saugre disuelta: las encías, el paladar y el fondo de la lengua filtra- ban también sangre. El vientre fuertemente re- tractado, cuya circunstancia ha sido común á todos los enfermos. Una pildora tónica de dos en dos horas; tres lavativas de Masdeval: limonada sulfúrica; poción calmante acida por la tarde. Dieta ab- soluta. En el dia tuvo algunas evacuaciones y mu- cha orina El 10 de Julio: pulso con cincuenta y seis pulsaciones y menos miserable: continua, aun- que en minoría, el trasudamiento de sangre; me- nos esputo; un gesto de confianza; sordera: el resto lo mismo. Los mismos remedios que el día anterior. En la tarde, el pulso daba cuarenta pulsa- ciones. El 11 de Julio: cincuenta y dos pulsacio- nes por la mañana, y cuarenta y cuatro á la tarde. El mismo estado por la mañana; un po- co de mejoría en la tarde. Los mismos remedios, y dieta absoluta. El 12 de Julio; el enfermo durmió: su pul- 131 io adquirió cierta amplitud, y tenia durante el sueño cuarenta y cuatro pulsaciones y por la tarde en estado de vigilia, el mismo número: la sordera era menor: los labios volvieron á su gruesor natural y su piel estaba plegada: la len- gua casi volvió á su grueso natural, mucosa; so- lo sus bordes eran violetas, lo mismo que las encías: ya no habia en ella trazas de sangre: piel amarilla y menos fria: la espreison del semblante tranquila; el ojo menos encarnado de sangre: debilidad; mas no sentía aquel tormen- to interior que singularmente le fatigaba. Los mismos remedios. Una pequeña taza de crema de maíz. El 13 de Julio: durmió el enfermo: cada la- vativa fué seguida de evacuaciones. Los mismos remedios. Dos tazas de crema de maíz: vino aguado. El 14: pulso con cuarenta pulsaciones por la mañana, y cuarenta y ocho por la tarde; mas vigor: pidió de comer. Una pildora tónica cada cuatro horas: la- vativa emoliente por la tarde: agua vinosa por bebida; sopa: crema de maíz: vino. El 15: pulso fuerte, desenvuelto, con sesen- ta y cuatro pulsaciones. El enfermo estaba cora' pletamente bien: satisfecho: lengua saburrosa. Bebida oleosa purgante por la mañana: tres pildoras tónicas en el dia; lavativa emoliente por la tarde. Sopa: crema de maíz: vino. El 16, 17, i 8 y 19, el estado del enfer- mo mejoró progresivamente: pulso con sesenta á sesenta y cuatro pulsaciones. Cada día tomó dos pildoras tónicas: ha comido media racien; vino aguado por bebida. *■ 132 Salió el 20 de Julio, décimo oetnvo dia de la enfermedad; completamente restablecido, des. pues de haber cor;ido el mas inminente peligro. V1GECIMA SÉPTIMA OBSERVACIÓN. Epigastrio}\ria y vám'tos: raquialgr'a y cntorpe» cimiento de musl)\: cefalalgia violenta; (p'csu,n: sen- sación de estrechamiento en el pecho: espectoracion de una mneobidad cargada de sangre. Los rexigatorios y una úlc.ra situada en el pie derecho, dan sangre ne- gra: frc. Anliespasmódicos: purgantes: revulsivas: tóm'tos principalnnlc el sulfate da quinina: canvakcináa el 23 de Julio, decimu octavo de la enfermedad. Miguel Reinoso, de 25 años, temperamen- to bilioso: llevaba diez dias en el hospiíal con motivo de estar-e curando de una úlcera recien- te, cituada en el dorso del pie dcrc< h<>. cuan- do fué atacado repon 'idamente el 6 de Julio, después de medio dia, de una violenta fiebre sin calofrió, pero acomp ñ ida de dolores con- tusos en todo el cuerpo y de uní e i po- sibilidad de la sanguifieaei »!i, de suerte que cuan- 22 162 to ante?, biene á juntarse á este movimiento ge- neral de ecsaltacion (de t.l modo estreñía que por si sola podría quitar la vida,) la acción so- bre todos ios órganos, del corkxlo de la. san- gre negra, la sofocación y la muerte. 2. ° ó que la iiritacion nerviosa producida por la i ¡«;ac- sion del veneno miasmático reum? su acción so- bre los centros principales de la potencia ner- viosa y determina en tquellos,' congestiones que son rápidamente funestas. PRIMERA VARIEDAD. En el primer caso se observa, como en el' individuo de la observación 7 p, un estado de dolor profundo cuya espresion es impresa en la vista y en toda la fisonomía del enfermo: un es- tado de anciedad, de inquietud estrema que no permite al enfermo un instante de tranquilidad y de cuyo estado no puede dar la razón: dolo- res vivos unas veces en los ojos, en los temporalea, en la frente; otras en el estómago, en las estremí- dades, en los lomos; algunas veces en todas partes á un tiempo; pero sobre todo una opresión siempre creciente que impide al emfermo estar acostado, que le precisa á tocer, á suspirar profundamen- te: la disminución rápida del calor animal: la caída del pulso cuya lentitud es siempre cre- ciente, que no da luego mas que 60, 50, 40, 36 pul- saciones y que cesa de batir algunas horas an- tes del término fatal: que al mismo tiempo «¡ue la piel se enfria y el pulso se hace mas peque- ño y mas lento, los labios, las encías y la len- gua se hinchan, y se ponen de color violeta; 163 la piel se tifia de amarillo, se jaspea, y está sembrada de a adías equi nosís: la cara está co- mo abotagada y de color violeta: los ojos in- yectadoi y como He ios de saiur?; el enfermo muere, en el téimino de 35, 4b", 60 horas, evi- dentemente sofocado. En la inspección anatómica del cadáver se encuentra la sanare en los dos órdenes de va- sos; el pulmón está infartado: el corazón no es- ta bacio: sus dos ventrículos contienen sangre y alguaas veces en muy grande cantidad: todos los basos están llenos", como distendidos por la sangre que es negra en todas partes: se pue- den encontrar algunos vestigios de alteración en el cerebro, en la espina, en las viceras del vien- tre bajo; pero el fenómeno notable, el principal que se observa por todas partes del cadáver es el infarto de los basos por una sangre fluida y negra: esta obstrucion es tal que en cualquiera parte que se introduzca el cuchillo, sea divi- diendo las membranas del cerebro, sea cortan- do un cuerpo muscular, ó haciendo una inci- sión profunda en el tejido del pulmón, en el tejido mismo del hígado, siempre y en todas par- tes se observa que una sangre negra y disuel- ta se escapa en abundancia bajo el cuchillo que divide las partes. En fin, la inspección de los órganos inte- riores acusaría una simple asficsia por defecto de ocsigenacion de sangre, si el aspecto este- rior del cadáver no probase el estado violento eil que se encuentra el aparato nervioso. En efecto, los rasgos de la cara están convelidos y parece que manifiestan aun una sonrisa en que hay al¿una eos^a do dolor y de simpleza: # ln'l todos los músculos contraidos, y como bombea- da la parte carnosa: las estremídades superiores dobladas y lo mas ordinario cerradas fuertemen- te contra el pecho. El dorso arqueado li cía adelante; el vientre retractado: el pecho como bombeado. La piel en su superficie cubieita de grandes equimosis violetas ó negras, y amarilla en el fondo. SEGUNDA VARIEDAD. En el segundo caso, es decir, cuando la ir- ritación nerviosa producida por las ímprcsíonef del veneno miasmático concentra su acción so- bre el cerebro y la espina, como en ir.s obser- vaciones número íí, 9. 10, 11,12, 13 y 11, se no- tan bastante los fcr.óinenos que resultan del de- fecto de oesigenacion de la sangre, y después de la muerte se encuentra que" la smigrc llena también los basos, obstruye el pulmón, oprime el cerebro y que esta sangre siempre ts ne<;ra y de una fluidez notable; pero á los fci.emt nos nerviosos ya notados se reúnen todos los sínto- mas que c;\r ¡eterizan la inflamación de las mem- branas del cerebro y de la espina, y puede ha- ber u:i convencimiento después de la muerte que los enfermos han sucumbido á los desorde- nes que han tenido lugar en lus centros r>rín- ciuales de la potencia nerviosa, y á les derra- mes que han sido consecuencia de diehoá de- sordenes. En todos los casos qus se pr!-\len reunir ó reí ti;- á eda variedad, ¡a cara inarxiesía la admi:\.c!oa:, la inquietud, el doler <1 ojo es fi- jo, Ir.'^cüo y doloroso: ecsiste tiemple i;a vio- 165 lento dolor frontal mas ó menos profundo, en- tendiéndose de ordinario á los temporales y re- pitiéndose algunas veces en la región occipital. í.l enfermo espenmenta algunas veces desde el principio, desmayos, desvanecimientos, ver ligios; dolor violento en la región lombar; atirantamien- to en el dorso y en los muslos; adormecimien- to y dolor en los muslos; calambres en las pan- torrillas: dolores en los brazos, principalmente en el derecho; dolor en la región epigástrica: sen- timiento de presión mecánica sobre el tórax, y dificultad en la respirador: hundimiento de las paredes del bajo vientre; en general, costipacion; algunas veces evacuaciones de materias verd-.-s ó amarillas: nauceas y vómitos, en el principio de materias verdes ó amarillas: insomnio con agi- tación é inquietud; modorra con quejidos y sus- piros profundos, con espresion de dolor y mo- vimientos convulsivos; ó coma profundo é insen- cibilidad completa; cuando no hay ni coma ni sopor, la vi=da del enfermo espresa la admira- ción, tiene el aire atontado, el juicio es incier- to, tardio, obtuso: el semblante espresa el te- mor y el dolor aun cuando el enfermo no lo esperimeula: el pulso queda rápido ó se afloja para volver á tomar antes de la muerte una ra- pidez muy notable; en pocos casos de esta va- riedad el pul-o cae abajo del estado fisiológico, para no volver á tomar una cierta rapidez. No tengo necesidad de decir que algunos d' los Retomas que acabo de enumerar predo- minan sobre los otros según que la concentración de la irritación se hace primitivamente de un modo mas activo sobre uno ú otro de los grandes fo- cos de la potencia nerviosa; es decir, que cuan» 1G6 do la concentración principal y primitiva se ha- ce particularmente sobre el cerebro, el dolor de cabeza predomina sobre la raquíalgía; el dolor del brazo derecho, la agitación y el trastorno de la respiración, predominan sobre los dolores de piernas y sobre el entorpecimiento de mus- lo-: hay desde el principio nauccas y vómitos: las facultades intelectuales son trastornadas in- mediatamente y muy lucio sobrebienen el so- por y el coma. Si la concentración primitiva de vitalidad se hace mas particularmente sobre la espina entonces se ve predominar la raquíal- gía, los dolores y entorpecimiento de muslos &; entonces el pulso es menos rápido, y las facul- tades intelectuales no son trastornadas: el sopor no sobrebiene sino en una época avanzada de la enfermedad, cuando la irritación del cerebro se ha elevado hasta cierto punto: en uno y en otro caso las alteraciones orgánicas bienen á jus- tificar los accidentes diversos que han sido ob- servados durante la vida; á las alteraciones ya indicadas y que se encuentran siempre a un gra- do nías ó menos sencible, se junta en estos ca- sos derrames de serosidad en el cerebro y en la espina, y que son mas considerables en uno ó en otro de estos focos según que la muerte ha sido presedida de síntomas que caracterizan mas particularmente la irritación mas decidida de uno de los dos. -^#2-^=— 167 C¿LF2TXJSi© VI- Segunda CLASE. TERCERA T CUARTA VARIEDAD. Modificaciones vitales. Síntomas característicos. Al teraciones orgánicas. ^yuando la sobre-irritacion general no es bas- tante violenta para matar por el espasmo y el dolor, como también por la imposibilidad de la hematosis, resultando del trastorno mecánico que el espasmo lleva al acto de la respiración. Cuando las concentraciones de la irritación no se hacen de una manera brusca sobre el ce- rebro y se bre la etoina; y que los enfermos no sucumben en muy pocos dias en consecuencia de coogestiones y d* rrames ce tienen lugar en estos grandes focos de la vid ¿. Cuando la causa prodmariz de la fiebre ama- rilla no mata bruscnmenio ó no concentra su acción sobre los grandes focos de la potencia nerviosa al gra^o de producir accidentes rapi- 168 damenle funestos, digo, osla cansa no lleva me- nos su acción primitiva sobre el sistema ner- vioso: no 6e obseiva menos una sobre-eesitncion manifiesta de este sistema; la cara del enfermo, no indica menos un trastorno evidente de las fun- ciones de la vida animal; roas los efectos son funestos con menos rapidez; los accidentes pue- den ser combatidos con mas ventajas, por que la irritación llevada sobre un número mayor de órganos se encuentra, por decirlo asi, dividida; de donde remita qce las congestiones mortales rx! tras lentas, y que ellas dejan al arte el tiempo de convalírlus y algunas veces de pre- venirlas. En esta clase que es la mas numerosa y que aunque caracterizada por una multitud de síntomas muy graves, no deja menos al arte me- dios de convr.tirios, y á la naturaleza recursos que bien dirigidos terminan comunmente por tiiunfir del mal: en esta clase, digo, el gas de- letéreo lleva su acción directa sobro todo el apa- rato nervioso que irrita; pero mas directamente sobre los nervios que animan el pulmón, de don- de resulta la irritación directa de este órgano y la irritación simpática de las vías digestivas. Si en este estado, el pulmón se encuentra con anterioridad sobre-irritado, síntomas directos, la continuación del estado febril, anuncian una liiera inflamación de este órgano, como en la cb-ervacion número 27; mas á pe-ar de estos caso- poco numerosos, la irritación se desenvuel- ve, sobretodo, en las t: ucosa-* xastrua». En estos casos que sxi lo- mas comuecs, h la mucosa gástrica, se. encuentra sobre irritada con anterioridad, la irritación puede ser llevada des- 169 de el principio de la enfermedad al estado de inflamación, y los síntomas que la caracterizan, lo mismo que la elevación sostenida del pulso, la harán reconocer: y la muerte no dejará de ■er el resultado de ella tan luego como la san- gre negra en contacto, venga á reunirse al tras- torno de las funciones, (véanse las variedades 5.* y 6.») Mas, siempre (y esto es lo ordinario) que las vias digestivas no están sobre irritadas con anterioridad, la irritación simpática de estas su- perficies, resultado de la acción de las causas de la fiebre amarilla, es puramente nerviosa y se eleva difícilmente al estado inflamatorio, en razón que muy luego sucede á la irritación pri- mitiva del pulmón, la debilidad y aun la pará- lisis mas ó menos completa de los nervios que animan dicho órgano, y por consecuencia un tras- torno mas ó menos grande en sus funciones ani- males ó químicas, y la imposibilidad mas ó me- nos completa de la sanguíficacion; de donde re- sulta que el corazón no despache luego á las arterias que una sangre negra, fluida, impropia á sostener largo tiempo la vida; de suerte que la irritación de las mucosas gástricas puede ser- vir bien á llamar en su tejido una mayor can- tidad de sangre, pero el contacto de esta san- are poco ocsigenada dirigiéndose mas bien á so- focar la vida que ha lebantar la irritación al gra- do inflamatorio, se escapa luego de los capila- res distribuidos en la superficie mucosa y cons- tituye la hemorragia de sangre negra que se observa durante los 2. ° y 3. ° periodos de la fiebre amarilla, como se ha notado en los in- 23 170 dividios que han motivado las observaciones nú- mero 10. 21. 23. 25. 26. 27. 29. Ea los numerosos casos que se refieren á esta clase, á la reacción febril que tiene lugar durante los primeros dias ó las primeras horas de la enfermedad, sucede luego una calma ma» ó menos completa que ordinariamente se dcLxna como el secundo periodo del mol, ; r¡ que pro- piamente hablando no sea sino una intermiten- cia entre el primero y último periodo. La expe- riencia ha probado que cuanto mas súbita es es- ta calma, inesperada, completa y procríma al principio de la enfermedad, tanto mas eminente es el peligro; asi que en los caeos menos graves, esta calma que constituye el segundo periodo, casi no es indicada: los síntomas se íueceden, se dibiíxn y la enfermedad se termina favora- blemente en el primero ó segundo septenario, sin crisis npreciable. En esta grande clase, después de la reac- ción f:bril de los primeros momentos, ó de los primeros dias, el pulso vuelve á su ritmo fisio- lógico y cae progresivamente á 60. 50. 40 pul- saciones por minuto, sea que el enfermo su- cumba, sea que el se escape de la mué; le. Aun en este último caso, el pulso queda con bas- tante frecuencia mas abajo del estmlo í\ -io/ogi- .co antes de la convalesencia y en esta misma. Dorante la calma que constituye el scun- dn periodo, es cuando los nervios del octavo par pierden su acción de un modo mas ó menos com- pleto; y se hacen las consecraciones de vitali- dad en el cerebro y particularmente en la es- pina, cuando la enfermedad toma una direc- ^ cion molesta y que el resultado de ella sea fu- nesto. 171 Durante la misma calma engañosa, es cuan- do se ven los resultados del defecto de sanguí- ficacion, y algunas veces los fenómenos que prue- ban qu* los ramos del pneumo gástrico que se distribuyen en la glotis y ea la laringe, son los que especialmente han perdido su energia; de suerte que el trastorno de li respiración" es so- bre todo el resultado de un obstáculo como me- cánico, como ■ lo he visto en los individuos que han motivado las observaciones número 1 y 22: 1» que se ha hecho evidente por li tumefac- ción de la lengua y de los labios: por la afo- nía ó la ronquera de la vez, y finalmente por una sensación de estrangulación, y por la difi- cultad estrema de respirar referida á la gargan- ta y no á una sensación de presión en el pe- cho, como lo tengo antes indicado. He dicho, y creo haber probado que la fie- bre amarilla no es una gastritis aguda, mas he dicho también que no solamente la irritación de las vías digestivas no era precisamente inflama- toria, sino que en el mayor número de casos, esta irritación era una circunstancia favorable contribuyendo á impedir las consentraciones de vitalidad que tienen lugar en los grandes focos de la potencia nerviosa, en los casos rápidamen- te fe.nestos, y que aquella irritación parecía ser un medio de revulsión que la naturaleza em- pleaba en favor de la vida. Para probar esta aserción que parecerá qui- zá atrevida, diré, que todos los individuos que he visto escaparse de la enfermedad, habían acu- sado dolores mas ó menos violentos en la re- gión umbilical, y en la epigástrica: que esta eir- cunsiancia me ha conducido á usar lus medios 172 prn-píos á proppgar y tr: reportar la irritación' sobre la paite menos irritable del tuvo intesti- nal, á fin de obrar revulsivamente, y de des- viar por esa pavte, no la ir; ;tacn n del cxtúiungo,. sino mas bien la de la espina ó la del cer< bro, con el objeto de que e-ta última no se elevase al grado de !a infla-noción, 3' en fin que por es- tos medio*, combinados con el mo del sulfate de quinina llevado sobre el mismo estómago (lo que ciertamente no era propio á calmar la irri- tación inflamatoria de dicho órgano si en elec- to el estubiese inflamado), I ¡ó tenido la felicidad de salvar un gran número de individuos que co- mo aquellos que son marcados con los números 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27, 2íi y 2i), ha- bían experimentado síntomas de la mas grande gra- vedad. CUARTA VARIEDAD. Finalmente: hay otra clase de individuos» sobre los que, sea que la acción de las causas de la enfermedad sea menos activa; sea que por su temperamento ó predisposición sean mas pro- pios á soportar sus ataques: hay otra clase de sujetos, repito, en quienes la enfermedad corre sus periodos de un modo bien caracterizado, mas obscuro; sin sacudimiento violento, y sin hacer te- mer funestos resultados, que cuando tienen lu- gar, son mas bien el efecto de imprudencias co- metidas por el enfermo ó por el médico, que por la enfermedad que en estos casos se termi- na casi siempre de un modo favorable si se tra- baja en ayudar á la naturaleza en sus esfuerzos concervadores. Los simples dulcificantes* los la* 173 xantes 'suaves, los sedativos, los ligeros tónicos, son los únicos medios que deben ser emplea- dos en estos casos; y estos medios bien simples bastan de ordinario para obtener la resolución de la sobrecsitacion que ecsiste, para restable- cer las funciones de los órganos, y para obte- ner el retorno á la salud. Pero si en esta clase una terapéutica pu- ramente dulcificante, y aun la misma naturale- za abandonada á sus propias fuerzas, bastan para la curación, no sucede lo mismo en las in- dicadas anteriormente. En los muy numerosos ca- sos que deben referirse á las variedades ante- riores en donde se observa la enfermedad ba- jo sus mas terribles formas, un médico que se limítase á una medicina especiante, ó una me- dicina puramente antiflogística, seria espectador benévolo del dolor y de la muerte de la ma- yor parte de los enfermos que se le confiasen. 174 CAPITUI.O VXX. TERCERA CLASE. Q.UINTA T SESTA VARIEDAD. Modificaciones vitales, síntomas característicos. Alte- raciones orgánicas. _ iebre amarilla complicada de gastritis, sin con- gestión cerebral. He sostenido, y creo haber probado, que no solo la inflamación del estómago no es la alteración orgánica que constituye la fiebre ama- rilla; sino también que la irritación de las vías gástricas en esta enfermedad, es puramente ner- viosa, que difícilmente se eleva al grado infla- matorio, y que ella es en el mayor número de casos una circunstancia favorable, ¡ues la iiri- yí . cion encontrándose asi dividida, su resolución ^- es mas fácil y el peligro de las congestiones ra- 175 qúidianas y cerebrales mucho menos ¡inmi- nente. Sin embargo, esta inflamación no es impo- sible, y cuando cusiste en la fiebre amarilla se hace una circunstancia agravante que arrastra casi sitmpre una terminación funesta. No es imposible observar á un tiempo en un mismo individuo la gastritis y la fiebre ama- rilla, en razón de que la sobreirritación del es- tómago no pone al abrigo de las causas que producen la fiebre espresada, y por consiguien- te un individuo que afectado ya de la gastri- tis fuese impresionado por el gaz deletéreo que determina la fiebre amarilla, podria muy bien ser atacado de esta enfermedad y ofrecer aun tiempo, al observador, los síntomas de estas dos afecciones. Al contrario, es natural pensar que aun en la suposición que no hubiese gastritis aguda, bastaría que el estómago fueee el asiento de un cierto grado de irritación, cuando se desenvuel- ve la fiebre amarilla sobre un individuo, pa- ra que dicha irritación aumentada por la sim- pática que se reflecta del pulmón sobre aquel órgano, se encontrase llevada al estado inflama- torio, y adquiriese un grado de intensidad tal, que los síntomas de la gastritis se confundiesen con los que son propios á la fiebre amarilla, en cu- yo caso sería fácil confundir dos modificaciones vitales ordinariamente muy distintas: lo que po- dria muy bien persuadir á aquellos que no llo- viesen visto sino esta variedad de dicha fiebre, que en efecto esta enfermedad es una gastritis de la mas grande intensidad. Una vez admitido es- to, no es estraordinario verlos proclamar cora* 176 ba*e dp un principio general, los resultados de « at-o* que hacen cm.si una ccepcion, en una en- í:'r«T.iedttd < ivas variedades son tan numerosas que h 'o coi * idt r.da tamo un proteo por médi- tuo ia*«i.•-tables c ilustrados. Cua,.'Jo la irritación inflamatoria del estó- rrtoro ■• e. xuentie precaiatir á la íiebre am a i- }.\ ee obs x*vara « I rímenle ia mayor jarle de los sín'oinas que he indican a antes; pero la len- r;!:i en lu vu ie ser micha, húmeda é india- da berá i inliaguda, deígixa, limpia y animada, ó «saburral y roja sobre los bordos, seca por lo ordinario, con sed considerable: el alíenlo será mas ó menos fétido; las materias vomitadas mas ó menos acres; el dolor en la región epigás- trica será acompañado de un sentimiento de ar- dor interior: el vientre no estará retractado: los vómitos serán continuos, dolorosos, y no aliviarán al enfermo que referirá todos sus dolores á la región del estómago; y en efecto, en los casos que componen esta variedad, la irritación del estómago aumentada luego por la irritación sim- Í>ática que sobre biene del pulmón y atrae al i a irritación de otros órganos, los ríntomas de la gastritis deben predominar á aquellos que en las variedades precedentes indican la irritación sea del cerebro, sea de la espina: de suerte que las fuerzas musculares serán casi nulas; la ce- falalgia, la raquíalgía, los entorpecimientos y los dolores de los miembros, la opresión misma, se- rán como absorvidas por el estado de dolor del estómago, cuya inflamación podrá papar á la gan- grena y determinar la muerte, tan luego como la sangre negra, que en el segundo periodo empieza á correr por los dos órdenes de vasos, 177 llegue á su texido'y venga á obstruir la #e& de capilares sanguíneos de su mucosa cuya vi- talidad destruirá. SESTA VARIEDAD. ]>. Fiebre amarilla complicada de gastritis con com ion cerebral consecutiva. En los casos en que • las mucosas no son sobrecsitadas sino hasta cierto grado, con an- terioridad á la esplocion de dicha Jiebre, esta irritación puede muy bien ser elevada al gra- do que constituye el modo inflamatorio, aumentán- dose por la irritación que le llega simpática- mente del pulmón: pero la irritación general del aparato nervioso que tiene lugar primitivamen- te en la fiebre predicha, y el movimiento bien manifiesto de concentración que siempre tie- ne lugar en el cerebro y en la espina, persis- te hasta un cierto punto, á pesar de la irritación precsistente del estómago: de aquí resulta, que cuando este último órgano se encuentra infla- mado, es de un modo tan lento, .que permite una reacción simpática de la inflamación sobre el ce- rebro, que ya irritado, es cuanto antes presa también de la inflamación. En estos casos (que afortunadamente son poco numerosos así que los que componen la variedad presedente,) se observan los síntomas que de onlinario acompañan á la inflamación pri- ., mitiva del estómago en la fiebre amarilla, y que */? 24 178 he enumerado en la variedad que precede: pero á estos síntomas vienen á reunirse muy luego la postración muscular, el delirio, el sopor con quegidos y suspiros profundos, y el enfermo en lugar de morir con todo su conocimiento écha- la su último suspiro en un coma profundo que es ocacionado tanto por la acumulación de san- gre negra en los vasos del cerebro como por el derrame que produce la inflamación. En estas dos variedades el pulso concerva siempre una cierta rapidez: en la variedad pre- Eedente es posible no obstante que el pulso cai- ga rápidamente, para no volverse á levantar, lo que tiene lugar en los casos en qu e la lle- gada de sangre negra al texido de la mucosa gástrica, determine en él la gangrena. En la variedad de que me ocupo, si sucede alguna vez que el pulso pierda de su rapidez, durante la calma engañosa del segundo periodo, siempre se eleva antes de la muerte encima del rithmo ficiológico, en cuanto á la frecuencia de las pulsaciones. 179 capitulo vni* Descripción y curación de la fiebre amarilla eonsidera^ da de un modo general. jara hacer conocer los medios jle donde ha sacado los mas ventajosos resultados; para in- dicar los que en mi concepto son mas útiles; y para trazar finalmente el modo de curación que creo debe ser el mas apropiado á la enferme- dad, consideraré á ésta de una manera gene- ral, distinguiéndola con la mayor parte de los autores, en tres periodos, aunque el segundo no «ea, á mis ojos, sino un corto intermedio, al- gunas veces inapreciable entre el primero y el último estado déla enfermedad. Tendré cuidado de esplicar los motivos que me han conducido á preconisar hoy, los medios que habia proscripto de la curación de esta enfermedad en mi memoria de 1821. Los numerosos casos de fiebre amarilla que he tenido ocasión de observar en Veracruz du- rante los meses de Julio y Agosto de 826, me han ofrecido, con poca diferencia, los mismos caracteres que las epidemias de esta enferme-*^ f* lf>0 dad que habii tenido ocision de observar pre- sedentemente en Nueva Orleans. A pesar de que en algunos casos la ci fer- medad se haya desenvuelto de un mod ) bas- tante obscuro para inspirarme algún temor como en la observación 17: que el peligro no se ha- ya mostrado sino pocas horas antes de la muer- te como en la observación 1: y en algunos oti-i el principio haya 6¡do precedido de incomodi- dad, de lacsitudes, de morosidad y de otros eí:i. tomas comunes á otra porción do enfermedades, casi siempre aquella ha ero pesado de una ma- nera brusca, sin prodromc3 y de ordinario en el instante mismo en que el indivi uo que- ella sor- prendía se felicitaba de su.bucnadalu I. Aunque en algunos casos la marcha de las enfermedad ha- ya sido tan rápida que haya sido imposible mar- car sus periodos, co.üo en las observacinocs í# 7, 8, 11 y 13, casi siempre se han podido dis- tinguir tres, caracterizados por los síntomas si- guientes. Primer periodo: calofrío con ó fin horripí. lacion, seguido de un calor estremo, con pulso rápido y vehemente, empesando casi siempre du- rante la noche, y algunas veces precedido ó acompañado de desmayos, dolor intolerable de cabeza,,ordinaríamente circunscripto, y no ocu- pando mas que la frente y los temporales, al- gunas veces propagándose ó repitiéndose en I« región occipital: raquialguia con ó sin atiranta- miento ó adormecimiento de mu-Ios; el dolor lombar algunas veces circunscripto, otras pro- pagándose sobre todo el trayecto d I canal ra- quidiano: calambres mas ó meno-; doiuro-m*: do- lor en las articulaciones: sensación de presión 181 mecánica en el pecho: dolor masó menos vio- lento en la región del estómago, y mas ordi- nariamente en la región umbilical: en el primer caso sensación de uua barra como aplicada trans- versalmente y algunas vece3 de una presión vio- lenta como mecánica que abraza el pecho y la re- gión epigástrica: en el segundo caso sensación d« torcion en el intestino ó simulando un fierro ar- diendo que se hubiera introducido en la re- gión umbilical. La respiración quemante; la piel caliente y seca, algunas veces cubierta de un sudor que no alivia. La cara mas ó menos animada, con espresion de fatiga y de admiración; el ojo húmedo, cen- tellante, lloroso, fijo, coa alguna cosa de estra- vio en las miradas: el globo doloroso, la con- juntiva estraidade sangre. La esprecion del sem- blante de un individuo atacado de la fiebre ama- rilla, me parece tener mucha analogía con la que se notaría sobre una persona cuyo moral profundamente afectado de una idea aflictiva y dolorosa fuera repentinamente atacado de un sentimiento de espanto, después de haber da- do una carrera rápida pero corta, espuesta la cara á la acción del sol y que se le sorpren- diese después de algunos minutos de reposo. Casi siempre se observa una lengua natu- ral, ancha, blanca, húmeda, ligeramente saburral y en este caso no hay alteración: otras ve-es di- cha lengua es mucosa, coa zonas color m rena, los bordes y la punta rojos; y en esie caso hay sed mas ó menos viva. Disposición al vómito: algunas ve ees vi ni- to^5 de materias verdes, y después amarillas fla-, jto3idades, nauseas; constipación; las paredes d*; 182 bajo vientre blandas de ordinario: otrns veces retractadas, casi nunca tensas ni dolorosas al tacto. (1) Estado de anciedad estrema: suspi- ros profundos: inquietud llevada algunas veces hasta el terror. Este estado de inquietud que el enfermo no puede dominar y de que no puedo dar razón, ha sido un síntoma casi constante. Segundo y tercrr periodos: En muchos ca- sos y sobre todo en los mas graves el segudo periodo se anuncia por una sesacion súbita de todos los síntomas: un bien estar inesperado y casi inesplicable succede bruscamente á un es- tado intolerable de dolor; la esperanza al tert ror: el enfermo se regocija de su próesimo ali- vio, y se admira de la asistencia que se le conti- nua... pero el ojo tiene alguna cosa de huraño; la fisonomía una espresion y una sonrrisaá la vez boba y siniestra; los labios toman un color vio- leta, lo mismo que las encías y la lengua que se hinchan: la piel pierde su calor y ya se co- lora de amarilla y también se cubre de placas vipletas; el pulso es blando, pierde de su fre- cuencia; cae al rithmo fisiológico, y muy luego el tercer periodo se anuncia por la vuelta de to- dos los síntomas que reviven ordinariamente con una intensidad estrema: las hemorragias se de- [I] La fiecsibilidad y el hundimiento del bajo vien- tre, han sido para mí una circunstancia tanto mas notable que Lind, Makitlrik, Bruce, Rouppe, Mo- seley, Pugnet, Mr. Devesc y los Sres. Four nier y Vaidy indican como síntomas constantes de la fiebre amarilla, sea el calor y la clavacion: la tención dolo. \>sa y la dureza: la tención delorosa de toda la i c- g'on epigástrica. 183 claran, las encías, la lengua, toda la mucosa bucal permiten trasudar la sangre negra y di- suelta: aparece el vómito negro, el enfermo se fatiga por el hipo, lo mismo que por Sos do- lores musculares y una violenta raquialguia: al- gunas veces hay tristno y sensación de estran- gulación, é imposibilidad de tragar. El pulso cae progresivamente: las estremídades se enfrian: la tiricia se propaga: las placas violetas, ó morenas se estienden, se desenvuelven y se amontonan: el ojo se hace espantoso y ensangrentado; el en- fermo esperimenta una opresión siempre presien- te y muere entre dolores horribles; ó bien es- pira sin agonia, unas veces con la mas grande indiferencia, y otras previendo y aguardando con espanto el instante de la muerte; otras veces en el coma ó el delirio, (en estos casos se no- ta aquella circunstancia particular en la fiebre amarilla, á saber, que el pulso que después de haber sido muy rápido ha caído mas abajo del estado fisiológico, vuelve á tomar algunas ho- ras y aun un dia antes de la mueite, una ra- pidez muy notable); lo mas ordinario en fin, con bastantes fuerzas musculares, para poderse lebantar y andar hasta el instante mismo de su muerte. En otros casos, aunque raramente, la me- jora facticia del segundo periodo apenases in- dicado; todos los dolores persisten; el de la re- gión epigástrica se aumenta: la lengua se infla- ma, el pulso permanece febril con ecsacerba- cion manifiesta: el delirio sobreviene, ó aumenta y ya no cesa; las fuerzas musculares son nulas; los vómitos continuos: los otros síntomas se ec- •asperan, y esto3 enfermos mueren en lo gene- 181 ral en el coma, pero casi siempre en un esta- do de delirio que les priva del conocimiento de su situación. En otros capos finalmente, la mejora facti- cia que caracteriza el segundo periodo se anun- cia por una diminución en las fuerzas muscu- lares y se acompaña de un estado de lacsitud: el enlermo no esperimenta aquel bien estar es- traordinario y falas de que he hablado, el cual es tanto mas completo cuanto es mas imminen- te el peligro: el moral se asegura: los ríntomos del tercer período, despiertan con menos intensi- dad; ellos se calman; la piel se humedece: las orinas fluyen y se coloran; las evacuaciones ali- vian al enfermo; hay sueño; el apetito se hace sentir: las fuerzas disminuyen: el pulso se levan- ta sin recobrar por mucho tiempo su rapidez; y en fin la salud se restablece después de una convalecensia mas ó menos larga. Hay que notar que, á escepcion de los ca- sos poco numerosos, en los que los síntomas del primer periodo han anunciado un predominio de- cidido de irritación de parte del cerebro, y un riesgo imminente de congestión en este órgano, en cuyos casos el pulso desde luego muy rá- pido, baja al rithmo normal para volver á to- mar muy pronto una rapidez mas grande; Esceptuando los casos mucho mas raros aun, en que el estado de la lengua y otros di- versos síntomas indican una irritación precsis- tente del estómago, y la inflamación de este órgano, en cuyos casosos el pulso ha conserva- do durante la enfermedad una rapidez febril. En la muy grande mayoria de casos en fin, sea cual fuere la intencidad de los dolores en 185 la región lombari en el ombligo, en el estóma- go, en el pecho; siempre el pulso que desde el principio ha sido mas ó menos rápido, ha perdido muy luego su frecuencia, y se ha re- tardado progresivamente, ha caido á 60, 50, 40 y aun á 30 pulsaciones por minuto; y todos los individuos que han curado han conservado du- rante mucho tiempo una lentitud estrema en la circulación, como también un sentimiento par- ticular de lasitud, y una peresa de espíritu, es? tremadamente notable. Como las variaciones que he introducido á ta terapéutica, simplemente dulcificante y seda- iva, que habia yo preconisado en 1821 y 22, han sido el resultado de mis inspecciones ca- davéricas, resulta de ellas, que con los prime- [ ros individuos que be tenido que asistir, no ha- ya yo obrado sino de una manera tímida; y que quizá ellos han sido víctimas de esta misma ü* mídez que hace incierta y hace perder los dias en una enfermedad que cuenta por horas sus estragos; y en donde, en muchos casos, no se puede concebir esperanza alguna de salud si no se aplica una medicina estremada- mente activa; si no se emplean los revulsivos mas enérgicos; si alguna vez también no se ocur« re á medios perturbadores, para romper el es- pasmo que encadena todas las potencias vitar les y que destruye rápidamente la vida animal, v de donde resulta la suspencion y muy luego ^ el aniquilamiento de todas las funciones de la vida orgánica, y la muerte misma. Aunque haya yo tenido la felicidad de sal- var los dos tercios de los enfermos que tuve oca- sión de asistir el año de 26 en Veracruz, rio 25 irt6 ha habido uno sobre el cual haya yo podido observar una marcha regular que pueda 6er pre- vista, ni solución alguna muy notable. Los ac- cidentes aumentan de ordinario ó se multipli- can, sean cuales fueren los medios que se pon- gan en nso para combatirlos: y el enfermo muc- re sin que se haya tenido efecto alguno apre- ciable de los medicamentos sobre la intensidad de los síntomas, á escepcion de los vejigato- rios de que he hecho un uso casi constante, con el fin de desviar el movimiento de concentra- ción que tiende casi siempre á hacerse en el ce- rebro y especialmente en la espina. La aplica- ción de un gran vexigatorio en la región lom- bar y en la nuca ha tenido siempre por resul- tado, moderar de un modo notable ya la ra- quíalgía ya la cefalalgia violenta que en los casos mas graves son de una estraordinaria intensidad. El conjunto de curación que he empleado ha sido el resultado de la nueva opinión que me he formado de la fiebre amarilla. Creyen- do que en todos los casos ecsisle una irritación en el sistema nervioso y en todos los órganos que dependen directamente de la vida animal, he empleado las friegas oleosas alcanforadas so- bre toda la superficie cutánea, teniendo cuidado de multiplicarlas sobre los puntos adoloridos; he prescripto laxantes oleo-musilaginosos; lavativas emolientes, hechas laxantes con la adición del jarave de melote, del aceite de almendras, ó de una sal neutra: he dado ligeros diaforéticos, y he prescrito sobre todo por las tardes, en pe- queñas dosis, una bebida calmante cuya base nadan el opio y el alkool nítrico. Al mismo tiempo combatía la raquíalgía y la cefalalgia 187 por medio de vexigitorios y de friáis amiit-2 ni-acales sobre todo el trayecto del canal raqui- diano: empleaba como derivativos las lavativas irritantes y purgantes y los sinapismos en las extremidades inferiores. Luego que el pulso perdía de su frecuen- cia, que la lengua parecia incharse y tomar un color violeta, lo que me parecía indicar un prin- cipio de alteración de la sangre, y un princi- pio de impresión de este fluido animal desnu- do de las calidades que le son necesarias para sos- tener la vida de los órganos, usaba los tónicos, especialmente el sulfate de quinina, que h^ ele- vado á muy fuertes dosis sin haber notado ac- ción alguna irritante sobre el estómago; cuyos resultados, aunque inmediatamente poco apre- ciables, han sido evidentemente ventajosos, pues que casi todos los enfermos que han escapado de la enfermedad han sido tratados por estos medios: que una porción de dichos enfermos han presentado los síntomas mas graves, como he- • morragias, vómitos negros, supresión de orina, hipo, &c; y que la mayor parte de los que han mueito han sido asistidos por un método puramen- te dulcificante, ó han sucumbido de un modo muy pronto para que fuese posible prometerse algún resultado favorable del empleo de los medios ordinarios, y sobre los que no he ensayado los que debían usarse, por la razón de que mi jui- cio no estaba ilustrado aún, por la luz que se desprende de la inspecion de los cadáveres á Jos ojos de aquellos que quieren preguntarles de buena fé y sin prevención. Si me encontrase de nuevo al alcanse de curar enfermos atacados de la fiebre amarilla. # 188 crerh deber recurrir, según la grnvedad de los ca*os, á los medios (pie voy hacer conocer, in- dica i lo separadamente los medios curativos (pie me parecen deber ser mas particularmente ven- 11josos, según el grado de intensidad de acción de las caucas que hubieren desenvuelto la en- fermedad. » ^SCOJfrg» ># 189 CAPITULO IX, Curación de la fiebre amarilla distinguida en seis variedades. CURACIÓN DE LA PRIMERA VARIEDAD. j/%_pesar de que, en consecuencia de la creen- cia en que yo estaba que la irritación de las vias gástricas aunque no fuese primitivamente inflamatoria, podía fácilmente ser elevada al gra- do que constituye la inflamación; á pesar reci- to, de que haya proscripto de la curación de la fiebre amarilla casi de un modo absoluto en mi memoria de 1821, los vomitorios, yo recur- riría inmediatamente á este medio, al cual uni- ría una substancia purgante, con la intención de procurar sacu.litnientos fuertes y repetidos en todos los órganos y principalmente en el órga- no pulmonar; con la intención también de favo- recer un movimiento diaforético háeía la piel, y de producir una revulcion de la irritación, so- bre la estencion del aparato digestivo: recurri- r a inmediatamente á este medio evidentemen- te perturbador, siempre que el enfermo sometí* iflo do a mi er^ámen me presentase aquel estado de eretismo nervioso, de espasmo general, de pre- sión rnecánica del tórax, y otros síntomas que prueban que todas las fuerzas y particularmen- te las potencias inspiratrises están engrilladas por el espasmo y por el dolor, como en \aprt- viera variedad de la fiebre amarilla: cuando la ac- ción del deletéreo productor de la fiebre ama- rilla, ha sido de tal modo activa que la vi la Be encuentra incesantemente amenasada, sin que la naturaleza, como vencida de antemano, pue- da hacer esperar reacción alguna faborable ni esfuerso alguno concervadpr. Estoy de tal modo convencido de que los dulcificantes, los antiflogísticos, los ligeros eva- cuantes &c. serian insuficientes en todos los ca« bos de fiebre amarilla, que pueden referirse á esta primera clase ó variedad, que por aquietar mi conciencia hábria mas bien recurrido á la vomipmga de Le roy, antes que limitarme á pres» ciíbir los medios ya indicados. Ninguna duda que el enfermo muere si no se le cambia, sin perder un instante, el e.-tado ac- tual de la economía; y un sacudimiento violen- to, un medio perturbador y activo, es el solo dej que puede aguardarse aquel resultado: es el que, en este peligro ilumínenle, puede per considera- do como último medio de salud. Sin duda este medio, que encontrará mas de uno que lo desapruebe, no será siempre segui- do de suceso, m>s aunque no hubiese, en tal re- curso, sino débiles probabilidades en su favor, será del deber del médico de haber ocurrido á él, á menos que no tenga el bárbaro valor de ser espectador benévolo é inactivo de los do- 191 lores y de la muerte de los desgraciados que fuesen confiados á su cuidado. Si este medio tiene por resultado disminuir la violencia del espasmo y del dolor, de dar mas juego á las potencias inspiratrises, y de fa- borecer las funciones orgánicas, yo sostendría las evacuaciones por el uso de los laxantes, por el de las lavativas purgantes, á fin de deribar sobre las vias gástricas la irritación que en es- ta enfermedad tiende siempre á consentrarse so- bre los grandes focos de la potencia nerviosa.* prescribiría las embrocaciones oleosas alcanfo- radas, los baños tibios emolientes para calmar la irritación morbífica del aparato nervioso; re- curriría á los ligeros opiados para favorecer al sueño; á las friegas secas, á las sinapisadas, á los sinapismos, á los apositos calientes para com- batir la disposición al enfriamiento esterior y para mantener un cierto grado de calor en la piel, &c: en fin emplearía los tónicos, especial- mente el sulfate de quinina si la caida del pulso, la tumefacción de la lengua, de las en- cías, de los labios &c. indicasen que el órga- no pulmonar está dañado en su vitalidad; que la ematosis es incompleta, que el corazón em- bia á los órganos una sangre que no está do- tada de las cualidades que le son necesaria* para sostener mucho tiempo la vida. CURACIÓN DE LA SEGUNDA VARIEDAD A pesar de que, en consecuencia de aquel er- ror que me agrada confesar, haya proscripto tam- 102 bien de la curación de la fiebre amarilla, en mi memoria de 821, los purgantes, los cáusticos, y los mercuriales, á estos medios principalmente recurriría en todos los casos que puedan refe- rirse á la segunda variedad de la fiebre ama- rilla, á saber, en los individuos sobre los cua- les la acción deletérea de las causas de la enfermedad haya sido bastante violenta para ha- cer temer la concentración de la irritación so- bre los principales focos de la potencia nervio- sa, y en consecuencia congestiones rápidamen- te funestas. A sí que, en todos los casos en que los enr fermos me presentasen desde el principio sín- tomas que me hiciesen temer la próesima infla-; macion del cerebro ó de la espina y de sus membranas, tales que, por una parte, los des- mayos, un estado de embriaguez, una cefalalgia arrancando gritos por su inlencidad: en donde la fisonomía espresase un dolor interior perma- nente y profundo con no se que de cstravio ó de estupidez en la vista; el ojo huyendo de la impresión de una luz viva; ningún sueño y sin embargo una especie de somnolencia, un ador- mecimiento durante el cual el enfermo ccsala suspiros y gemidos espresando el dolor: destrui- do el apetito; el aliento sin fetidez; constipa- ción: náucea y vómitos de materias verdes y amarillas y al mismo tiempo el abdomen hundi- do y aplastado &c-, como en las observaciones 9, 10, II, 14 y 16; por otra parte una raquial gia violenta, limitada á los lomos ó propagán- dose en todo el trayecto del canal raquidiano; atirantamiento en el dorso y en los muslos: uua opresión como mecánica &c., como en las oh- 193 •ervaciones 8, 12 y 13 emprendería n*»ar todoi los medies que me parecieran mas convenien- tes para resolver la iafl imaciou y para desviar sobre puntos lejanos y poco importantes l*con- sentraeion de una irritación que acumulada en los principales centros nerviosos amenaza qui- tar rápidamente la vida que ataca en su origen. En el a caso que notare la primera de las dos series de síntomas que acabo de enumerar recurriría al instante á las lavativas purgantes solas ó hechas tónicas por la adición de la qui- na y sobre todo de la valeriana; y en los ca- sos mas graves, á las lavativas compuestas de las irritantes mas activos. Haría aplicar un amplio Vexigatorio en la nuca, compresas empapadas de agua asidulada y fria sobre la frente; em- plearía desde el principio interiormente, el uso del muríate de mercurio dulce, en dosis mas ó menos elevadas; mas ó menos refractas; solo ó unido á una substancia purgante, según la ur- gencia del caso y la mayor ó menor dificultad de hacer cesar la co^tipacion. Este medio tan preconizado por los Médicos ingleses ó ameri- canos especialmente por Ruch, Carey, Hodge, Carzon, Clarke, Chilsome, Currie &c. &c. y cu- yo u«o no he admitido, sino de un modo insu« ficiente X tímido, en mi memoria de 1821; etde medio, repito, obrará como revulsivo, casi sin ínitar; obrará también como específico, pues que en e*ta variedad la enfermedad no es mortal si- no en consecuencia de los derrames que han tenido lugar en el cerebro ó en la espina, y que no hay médico alguno que no haya tenido ocasión de usar el muríate de mpr- cu.io dulce con ventaja contra el hidrucé- 26 194 falo crónico y aon contra el agudo. Yo haría en* volver los pies, las piernas mismas en sina. piemos, y mas bien en cataplasmas sinapisadas y calientes. Ordenaría, bebidas emolientes y laxan- tes: embrocaciones oleo-as alcanforadas sobre todo el cuerpo; y en fin recurriría al uso de loa tónicos que ya hé indicado, y sobre todo al sulfate de quinina si biera disminuir los sínto- mas de irritación cerebral, y aparecerse aquellos que caracterizan la alteración particular que la sangre adquiere siempre, en una época mas ó menos abalizada de la fiebre amarilla. Mi conducta seria la misma en la suposi- ción del predominio de los síntomas que < arac- terizín mas particularmente la concentración de la irritación en la espina: solo añadiría á los me. dios ya indicados algunos eroicos y mas directos, tales como las embrocaciones ammoniacab's, los cáusticos, las moxas, la agua hirviendo aplicada sobre los puntos mismos de laespina que son mas ordinariamente el sitio de un dolor violento, y que la inspección cadavérica hace siempre recono- cer como sitio principal de los derrames u.asó menos considerables que se encuentran siempre en la espina, és decir, en el cuello y bobre to- do en la región lombar. CURACIÓN DE LA TERCERA VARIEDAD. Así como he tenido ocasión de decirlo ya, en los numerosos casos que considero como for- mando la tercera variedad de la fi, bre amari- lla, la causa de esía enfermeda l no llrva me- nos su are ion muy manifiesta en las fuer- zas de la vida; los órganos de la vida animal no 195 Son con mfthosi evidencia sobre irritados por di- cha causa; Jas facultades intelectuales y I03 sentidos ecsaltados, á lo menos eu el principio: pero como aquella acción cuanto menosrapida, se generalisa mas, y cuanto menos rápidas son las- congestiones, tanto mas regular es la marcha de los síntomas; es fácil de . notar, independiente- mente del estado general de irritado i de la vi- da animal, la irritación primitiva del pulmón por la acción directa del veneno miasmático sobre los nervios del octavo par; y la irritación sim- pática de las vias gástricas. Es fácil juzgar que la irritación de los órganos digestivos no es una circunstancia agravante pues que los individuos que han presentado los síntomas que caracte- rizan dicha irritación son sobre todo los que se han escapado de la muerte; y que esta irritación no és ordinariamente inflamatoria, por que casi en todos los casos, los medios curativos de que he sacado las ventajas menos equivocas han si- do de la clase de los ecsitantes y no han ma- nifestado aumentar ó ecsasperar aquella irritación. Cuanto antes el trastorno de las funciones del estomago, del corazón y del pulmón bienen á probar que la acción inmediata de los mias- mas sobre los nerbios del octavo par, no han producido sobre el órgano pulmonar sino una irri- tación instantánea que ha hecho lugar en segui- da al entorpecimiento y á la parálisis mas ó me- nos completa de los nervios que animan esta vis- cera importante: lo que se há hecho evidente por un sentimiento particular de estrangulación, por la afouia, la ronquera, por la dificultad de res- piran*, y el abatimiento de la ematosís de don- ^|e resuita la serie de síntomas que se hacen i!r> observar durante el segundo y tercer periodo de la fiebre nm trilla, y que se dirigen todos apro- bar que la sangre que es llevada á los órga- nos no es ya propia para sostener las fun- do nes &c. Asi es que, para combatir la fiebre amarilla en los casos numerosos que pueden referirse a la tercera variedad, yo tendría cuidado de lle- nar una triple indicación; primera, calmar la so- bre irritación general del aparato nervioso. Se- gunda des prevenir ó de desviar la disposición que ecieste á las concentraciones de la irri- tación sobre el cerebro y sobre la espina. Ter- cera, de restituirá la eangie hs elemntos de vida de que parece despojada. Para llenar la primera indicación, recurriría á los baños tibios, á los apositos emolientes, á las friegas oleosas alcanforadas generales ó par- ticulares; á las bebidas diaforética^ á las mu- 6¡Lginos8s: á los calmantes en dosis refractas; á las lavativas emolientes simples ó. echas laxan- tes por la adición de miel, de azúcar pura, de un aseite, de una sal neutra. Para llenar Ja segunda, emplearía los ve— x'gatorios en la nuca, en la espina; las friegas ammoniacales- sobre todo el trayecto de la co- lumna vertebral: las rubefacientcs: los baños ca- liente» en las estremídades inferiores; las laba- tivas purgan'es.* el uio interior de una emulcion compuesta con el azeite de ricino y la goma en dosis laxantes, y mejor aun, el uso del muria- to mercurial dulce en dosis refractas, solo ó unido á una substancia purgante, dado siempre de ma- nera que produzca evacuaciones, sin producir el tealismo. Para llenar la tercera, es decir, para res- tituir á la sangre los elementos que le faltan para poder sostener la vida, yo ocurriría á la opiata de Masdeval; á las diversas prepara- ciones de quina: á las bebidas ligeramente aro- máticas; al vino, y sobre todo al sulfate de quinina, que me ha hecho importantes ser- vicios en dicho año de 26. Emplearía aun en esta clase, asi como en las otras, como medio accesorio y doblemente ventajoso las fumiga- ciones nítricas, y el uso del alcool nítrico interior- mente. CURACIÓN DE LA CUARTA VARIEDAD. Hay aun todavía, como he dicho antes, una cuarta variedad compuesta de individuos que, sea que las causas hayan sido mas débiles ó su acción menos activa, sea que por su tempera- mento ó por el defecto de predisposición sean mas propios para soportar sus ataques: hay su- getos, repito era quienes la enfermedad corre sus periodos de un modo bien caracterizado, pero obscuro, sin sacudimientos violentos, sin aquella reunión de síntomas espantosos que tras- ornan por su presencia el juicio del hombre mas familiarizando con la observación de la3 miserias humanas. Cuando la enfermedjd se presenta con *=>&• te carácter de benignidad, se terne poo una terminación funesta: li medicina triuufi ca-i siem- pre por el s'nnple uss* de los medios mas sua- ves, en estas circuuiuncias és cuando la natu- 1Í)8 íaleza sola, triunfa del mal, reetoblese el orden y la salud con tal que una terapéutica per- turbadora muy activa ó muy debilitante, no ven- ga por sus sacudimientos intempestivos, á con- trariar sus movimientos saludables, y destruir la vida á pesar de 6us esfuerzos concerva- dores. En esta clase que se compone de casos bastantes numerosos, los baños tibios, las em- brocaciones oleosas, las lavativas emolientes, las bebidas diaforéticas, las musilagiuosas, los la- xantes dulces, tales como una emulcion hecha con el aceite de ricino; el calomel en dosis refractas: nna mistura salina laxante y diurética en dosis pequeñas y tod jS las tardes una be- bida calmante compuesta con el opio, el alcool nítrico, y una »gua endulxuia, en dosis conve- niente?, para obtener una acción calmante poco activa y propia solamente para favorecer un po- co el sueño, serian los únicos medios que yo usaría durante el primer periodo del mal; y du- rante los periodos ulteriores no haría otro cam- bio, no haría otra adición á los medios ya in- dicados que la de algunos ligeros tónicos, de bebidas acidas ó ligeramente aromáticas, del vi- no, de algunas cremas en clase de alimento, y continuaría el uso de los Iónicos durante la con- valesencia hasta que las fuerzas se restablecie- sen enteramente. Como en esta enfermedad sea cual fuese su grado de intensidad, el estómago esta eviden- temente dañado en su vitalidad, y es inabil á llenar sus funciones, sea que se considere como el asiento de una irritación inflamatoria, ó de una irritación puramente uciviosa, he creído inü> 199 tjl hablar del régimen délos alimentos. Es muy natural pensar que no hay médico que esté dis- puesto á querer que se confie alimento á un esto- mago actualmente incapaz de hacer la digestión de el.,.. CURACIÓN DE LA QUINTA VARIEDAD. Si en la variedad que precede, la natura- leza se basta de ordinario á si misma: sí siem- pre triunfa el arte con seguridad, con tal que se empleen medios suaves, no sucede lo mismo en los casos de fiebre amarilla que compmen la quinta variedad; en los casos en que dicha fiebre se desenvuelve en un individuo cuyo es- tómago esté actualmente atacado de inflamación. El aumento de irritación que tiene lugar sobre e*te órgano, foco principal de la vida orgánica; la rapidez de los accidentes que son conse- cuencia de aquella; la imposibilidad de recur- rir á medios heroicos cuyo efecto sea bastante pronto para domar la gravedad del mal, conte- ner su marcha rápida y prevenir sus funestos resultados, no dejan al arte sino débiles recur- sos, y al médico el dolor de ver ordinariamente sucumbir á los enfermos á la violencia del mal. A pesar de esto, en estos casos desgracia- dos, la casi certidumbre de ser vencido no le impedirá combatir: el se acordará que la infla- mación del estómago es entonces la lesión mas grave, aquella de que el debe triunfar muy lue- go, si quiere poder esperar el salvar los dias del enfermo. 200 El hará pnr«, aplicar, desde el primer ins- tante de l.t enfermedad, sobre la región epigás- trica \m número de sanguijuelas, bastante con- siderable para obtener una nbundante sangría local; el miutendrá cataplasmas emolientes 6o- bre iodo el abdomen: ordenará han >s tibios que prolongará todo lo posible: prescribirá friccio- nes aci las sobre las estremídades; lavativas emo- lientc<; bebidas musd tginosas, acidulada* y frías, en dosis refractas, pero repetidas con frecuen- cia: una dieta severa que el hará eo dinuar sea cual fuere la debilidad aparente ó real que pue- da sobrevenir. En el capo que el tenga la felicidad de destruir I > inflamación de 1 ie vias gástricas, po- drá entonces recurrir á los laxantes, á los tó li- eos suaves, á los calmantes unidos al alcool ní- trico; á las lavativas laxantes: el poJrá permi- tir las cremas de pan, de arroz, y de maíz co- ligo alimento. Mas, en tesis general, en los casos que pue- den reunirse á esta variedad, |os alimentos, Jos purgantes aun los mas suaves, los tónicos aun ligeros podrán ser perjudiciales; asi pues del método flogi tico solo, es del que en mi juicio •e puede e-perar el arrancar alguuas victimas de la muerte. CURACIÓN DE LA SESTA VARIEDAD. En los individuos cuyo estómago se encuen- tra el sitio de una sobre-irritaeion manifie^a, pero que aun no ecsiste una inflamación, en la 20» época de la invacion de la fiebre amarilla, y de los que formo la sesta y ííltima variedad, el médico tiene mal ecsito, y la naturaleza ayuda poco: con todo, una curación prudente y jui- ciosa, puede triunfar del enemigo que amenaza la vida cuando se ocurra á dicha curación, des- de el principio de la invacion. La irritación que ecsiste en el estómago en el momento en que la fiebre amarilla se decla- ra no siendo inflamatoria, ni pudiéndose elevar al grado que constituye la flogosis sino por la irritación simpática que biene del pulmón, ó por el uso intempestivo de substancias irritantes, á las que deben reunirse todos los tónicos, por que estos obran como irritantes siempre que son llevados sobre una superficie sencibje sobre-ec- wtada: la irritación primitiva del estómago no siendo inflamatoria, repito, es probable que, al- gunas veces á lo menos, se logrará moderarla lo que baste á que no pueda llegar á la infla- mación, y para evitar la reacción que tiene lu- gar en el cerebro, y que, cuando aquella se pro- nuncia no es menos mortal aunque sea secundaria. Los medios que he indicado en lá variedad' que precede, tales como las cataplasmas, los ba- ños, las friegas, las lavativas, los mucilaginosos, y ai se quiere, aun la aplicación de sanguijue- las sobre la región epigástrica, podrán ser empleados en el principio: se podrán dar tam- bién durante el primer- periodo algunos laxan- tes, ó purgantes suaves, ¿or ejemplo, una eraul- cion oleosa, una mistura salina en cortas dosis, y mejor aun, el muríate mercurial dulce tan lue- go como se calmen los síntomas de una muy viva irritación. 27 En los c*so§ en que el cerebro se presen- ta embaraza ío, no se deberá hesitar en hacer u-o ríe este último medio, como también en acu- dir á las lavativas irritantes, tónicas, purgantes: ft los sinapismos en las estremídades inferiores: a los vexigatorios en la nuca. Por último, se recurrirá al vino, á los Ióni- co", á los alimentos lijeros, si se pasa el segun- do periodo sin que la • naturaleza de los vómi- tos, el dolor, el estado de la lengua indiquen un aumento de la irritación gástrica. En los individuos que pueden ser referidos á esta ó á la antecedente variedad, la convale- cencia será mas larga* mas penosa: las recaídas mas fáciles, por que las mucosas gástricas ha- biendo sido presa de una irritación violenta, con- cerban mucho tiempo una susceptibilidad que las hace mas aptas á ser de nuevo el asiente de. la sobre irritación. Será pues de la mas alta importancia en es- te caso, si se quieren evitar recaídas, siempre graves, considerar la convalecencia como una con- tinuación de la enfermedad, y no abandonar al enfermo asi mismo, sino cuando se hayan res- tablecido las fuerza, y el pulso haya recobra le su energiay su ritmo fisiológico, por iltitno, y cuan- do la salud eaté consolidada» 205. CAPITULO 22. INSPECCIONES ANATÓMICAS. Alteraciones orgánicas probadas á justificadas en bs cadáveres muertos de la fiebre amarilla, en Veracruz^ en los meses de Julio y Agosto de 1826. Aspecto esterior. La piel siempre de un amari- llo mas ó menos espresado, me ha parecido cons- tantemente sembrada de placas mas ó menos es- tensas, y de un violeta mas ó menos obscuro; algu- nas veces negro. Estos equimosis se han presenta- do sobre todas las partes del cuerpo; pero particu- larmente en jlas estremídades superiores, en el cuello y en la cara, aun mas particularmente en los parpados, en las orejas, en el contorno de los bivios y en el cuello, que ha presentado ca- si siempre un ligerosemisirculo simulando la im- presión de una cuerda que hubiera servido á ahorcar al individuo sometido á la inspección. Ca^ si siempre, la inyección de la9 conjuntivas ex- traordinaria, frecuentemente se disipaba en su 201 totalidad y no dejaba otra huella que un eolor amarillo y un punto sanguinolento en el ángulo interno del ojo. De treinta y nueve inspecciones cadaveri» cas que hice sobre individuos muertos de la fie- bre amarilla, treinta y ocho me presentaron to- dos los músculos en un estado de contracción violento; la región lombar arqueada hacia ade- lante: el vientre bajo, achatado y singularmente retractado. En todos, el semblante espresaba la riza y algo de boberia. La espresion de la cara después de la muerte era en lo general la misma que en la ultima época déla enfer- medad, de manera que si lo6 ojos se dirigieran solo á ver la cara, estaría tentado cualquiera & preguntar si halli habia un sueño ó la mu- erte. Ninguna parte de la piel me ha presentado señales de hemorragia; con todo, he observado muchos individuos en quienes habia habido un trasudamiento de sangre por el prepucio: otro por las conjuntivas: en todos las ulceras de los cáusticos 'estaban cubiertas de sangre y de un color violeta ó "negro, que me ha parecido el resultado del engurgitamiento que se encuentra generalmente -en los 'capilares, y no de la gan- grena como aseguran muchos autores. JSDTA. íEn casi lodos los casos, sea que los individuos hayan muerto ó se hayan curado, la sangre se ha escapado «de las superficies des- nudas por los vegigátorios. Un enfermo que te- jiia una ulcera en la parte superior del pie de- recho, tubo una hemorragia por este punto. Di- cho enfermo se ha curado. Las inspecciones anatómicas se han echo 205 en intervalos diferentes desde cuatro hasta do- ce ó catorce horas después de la muerte, y en un 60I0 caso, me pareció que el cadáver exa- laba un edor muy incomodo, y tomó *in prin- cipio de putrides. Alteraciones del cerebro y de sus dependencias. En todos los casos, los basos han parecido tan cngurgitados de sangre negra y fluida que arran- cada la calota del cráneo, 6e escapaba dicho liquido en abundancia como al través de una criba, siendo negro, en muchos casos, el aspec- to esterior de la dura mater: el seno longitu- dinal siempre lleno de una sangre muy fluida: lodos los basos ya de las membranas, ya del cerebro, inyectados de un modo notable: cor- tada la sustancia de dicho órgano se cubría pron- tamente de un rocío de sangre que, dígase lo que 6e quiera, era mas abundante que en los individuos muertos de otras afecciones, si debo juzgar de esto, teniendo aun tiempo á la vista individuos muertos de la fiebre amarilla, é in- dividuos muertos de otras enfermedades. Se no- tan finalmente colecciones considerables de san- gre, ya entre el cerebro y las membranas, ya entre las laminas de la aracnoides. No me atrevo á afirmar rastro alguno evi- dente de inflamación de las membranas, ni del cerebro, pero debo decir que en todos los in- dividuos que durante la enfermedad habian ma- nifestado síntomas que me habian parecido in- dicar la irritado 1 de estos puntos, he encontra- do una colección mas ó menos grande de agua en los ventrículos y en la base del cráneo, y algunas vec^s inundando al cerebro al punto de tcscaparse dicho liquido en abundancia á la menor 206 insidon hecha á las membranas, aun en la par- te convecsa del cerebro. Casi siempre, levantando la masa entera del cerebro ó del cerebelo, he visto escaparse por el aliu¿ero occipital, una cierta cantidad de agua algunas veces considerable; y algunas ocasiones de sangre, que entonces parecia haber sido der- t amada, en el canal entre la superficie hueso- ba y la dura mater espinal. Algunas veces tube ocasión de observar que la sangre queso derramaba del cerebro tomaba muy luego sobre el suelo el mismo color que la materia que de ordinario se encuentra en el estomago. Descubierto el canal raquidiano me há pre- sentado algunas veces una" colección bastante considerable de sangre negra, fluida, cubierta de pequeñas gotas como aceitosas. Creo deber ha- cer notar no obstante, que estos derrames san- guíneos no me parecen siempre presistentes, pe- ro si son el resultado actual de la san- gre que se escapa por todas partes bajo el cu- chillo, al grado de hacerse indispensable al- gunas veces el suspender la inspección: este fluido se introduce en el canal á medida que se cortan las apofices y las vertebras con ob- jeto de ponerlo á descubierto. A ecepcion del cadáver de un individuo, muerto como si hubiera sido sofocado en conse- cuencia de una opresión mecánica (observación 7.p), hé encontrado siempre en el saco de la arachnoides, una colección mas ó menos con- siderable de agua en la parte declive del ca- nal. Las membranas me han presentado una in- yección análoga á la que se encuentra en todas 207 partes, y que tanto alli como ,en todas partesj me há parecido mas considerable que ía que se encuentra en los individuos muertos de otras afecciones, sino es, en los asfixiados por el va- por del carbón. Pecho. Alteraciones de los órganos de la respi- ración y de la circulación. Quitado el esternón, se me ha ofrecido or- dinariamente un derrame de sangre poco con- liderable en el tejido celular que lo separa del pericardio. Este, algunas veces inyectado de un modo estraordinario, conteniendo una cantidad mas ó menos grande de serosidad rojiza, cuya cantidad ascendía algunas veces á mas de seis onzas. El corazón casi siempre de un aspecto oscuro, como lívido; el tegído celular, amarillo; conteniendo dicha viscera casi siempre sangre, algunas veces en gran.cantidad y en los dos ven- trículos; otras veces, un cuajaron de un hermo- so amarillo ámbar; la sangre contenida en la es- presada viscera, y que siempre llena los grue- sos troncos, de una fluides muy notable. El pul- món casi siempre de un aspecto negro: su mi- tad superior obstruida de una sangre muy ne- gra que corre bajo el escalpel que divide su tejido: algunas veces está marchito, como atro- fiado: unas veces no llena una sezta parte de la cavidad pectoral cuya armason huesosa está como bombeada; en algunos casos aderencias evidentemente antiguas. Las paredes del pecho y la parte superior del diafragma sin rasgo no- table de alteración, si no es una inyección que. como lo he dicho ya, es mas considerable en estos casos que en los individuos que han mu- erto d« otras enfermedades, reflecciun que de- 208 be estenderse ni grado de obstrucción del pul- món, y á la plenitud y á la distensión de los grue- sos troncos, asi como á la cantidad de sangre que se encuentra en los dos ordenes de basoí y que evidentisimamente circula negra en ellos, después de que los órganos rehusan admitirla para llenar sus funciones; a6¡ es que solamen te asi me parece posible esplicar la cantidad de sangre que se encuentra en los basos de un cierto calibre, sea cual fuere la parte, ú órga- no, ó superficie á donde 6e dirija la vista, y que corre en abundancia bajo el instrumento, ■ea cual fuere la parte que se divida; y esto acontece aun en los individuos á cuya muerte bán presedido hemorragias considerables. Abdomen. Alteraciones de los órganos conteni- dos en el bajp vientre. En la mayor parte de los casos, es decir cuando ha habido durante la enfermedad exuda- ción sanguínea por la mucosa bucal, esta mem- brana esta cubierta (la lengua particularmente J de una cubierta de una sangre pútrida: la mucosa es de color violeta ó cquímosada: placas violetas mas ó. menos estensas se] encuentran algunas ve- ces en la faringe y mas ordinariamente en ef rsofago. El estomago se há encontrado algunas veces sino huellas de alteración en el color, casi siem- pre su membrana mucosa há parecido equimo- sada en diferentes puntos; algunas veces ente- ramente color de hez de vino. En este caso, la mucosa há estado como inflada por la sangre que ■e exprimía de ella, lavándola ó comprimiéndola ligeramente, como de una esponja. Cualquiera que fuese el grado de alteración de color de esta membrana mucosa, quitada, se veia profunda- 2G9 mente el tejido bascular muy desenruelto y lleno de sangre. La diferencia que alli habia en el grado de alteración de color de la membrana mucosa del estomago, ya fuese vista abriendo esta viscera, ó después de haberla lavado, prueba que una parte era siempre el resultado de la impresión del liquido contenido en el estomago- En el mayor número de casos, ha sido negro este liquido, sea que les enfermos hubiesen tenido vómitos de materias negras, ó no: algunas veces era de san- gre pura: una vez s*í há encontrado á lo menos azumbre y medio de sangre, estando una parte de esta en forma de pequeños cuajarones; en este último caso, la mucosa era completamente de co- lor de hez de vino. En algunos individuos se há encontrado una materia parda, como musilagi- nosa, en pequeña cantidad. Es de notarse que en estos casos la mucosa no há estado ni v io- leta ni roja; sin rastro de equimosis. En uno de estos casos aquella membrana era de color pardo de lodo, y cedia á la comprecion como un mu- cilago. Creo deber hacer notar que en ningún caso hé encontrado el estomago retractado: que siempre há presentado la dimencion ordinaria. Lo mas común su aspecto esterior nada ofrecía de particular; alguna vez era de color amarillo, lo mismo que el epiploon. No suce lia asi en los intestinos, pues estos presentaban ordinariamente en lo csterior una inyección considerable, un aspecto sombrío, y de ordinario puntos mny es- tensos decididamente negros, al punto de hacer creer un esfacelo; pero abriendo el tubo intes- tinal, era f»cil convencerse que el color negro era el resultado de las materias contenidas; la 28 210 mucosa no obstante presentaba puntos equimo- sados mas ó menos multiplicados, mas ó menos estensos: estos puntos eran mas raros á propor- ción que se aprocsimaban á los intestinos grue- sos: algunas veces se ha encontrado en ellos sangre pura; mas ordinariamente materia negra parecida al hollis, tanto mas obscura y tanto mas espeza cuanto mayor era la distancia del esto- mago. En un solo individuo se han encontrado algunas lumbrices vivas. Si el color animado, color violeta; sí los equimosis- las ecsalaciones de sangre que evi- dentemente te hacen sobre la mucosa del es- tomago, y algunas veces también sobre diferen- tes puntos de la mucosa intestinal, deben ser con- siderados como pruebas suficientes de la infla- mación de estas partes, nadie duda que ea i siempre se encuentran rastros de ella en la fiebre amarilla: mas si se considera que muy ordina- riamedte el medio de contener una hemorragia activa, es elevar la irritación de la parte que deja escapar la sangre al grado que constituye la inflamación; que las emorragias que tienen lu- gar en la fi 'bre amarilla no pueden referirse ra- zonablemente sino á las hemorragias escor- búticas (pie no son ciertisimamente el resultado de una irritación inflamatoria, aunque fuese ci- erto que una hemorragia pueda en algún ca«o manifestarse en una parte n rilada,'sin que est> i;-ritación que habrá contribuido á llamar la san- gre, pero que na es inflamación, disminuya de su intensidad, y permita debilitándose, el re- lajamiento indi-pensable á dar lugar al derrama- miento de sangre. Eo la fiebre amarilla Crdas he- monagids se presentan en la época en que el 21 f fmlso lejos de ser febril está muy abajo del es- tado fisiológico, y son evidentemente el resultado de la impresión de sangre negra que no solo obs- truye todos los basos, sino que debilita su acción vital, de tal suerte que la irritación de los te- jidos adonde aborda, en lugar de poderse elevar al grado inflamatorio, esta notablemente abatida; que esos tejidos pierden su fuerza reactiva, se rela- jan y dejan salir sin esfuerzo la sangre de que estaban obstruidos; que el sulfate de quinina es el medio á cuyo uso han seguido los mas ven- tajosos resultados; que cuando las hemorragias tienen lugar se observan simultáneamente las equi- mosis en la piel,el engurgitamiento de las encías, el abultamiento de la lengua, y lo que es mas ordinario, el trasudamiento de sangre por toda la superficie bucal; se observa también este tra- sudamiento en las ulceras ya presistentes, ya causadas por los vexigatorios; se creerá con mi- go, según me parece, que las gradaciones de co- lor de la mucosa del estomago y la sangre que se escapa de ella, no son el resultado de la in- flamación, lo mismo que tampoco lo son las gra- daciones de color de la piel, las exalaciones de sangre de esta última membrana, de las en- cías, de la lengua &c. Añadiré en fin que habiéndome proporcio- nado, la casualidad, la ocasión de abrir el ca- dáver de un hombre que estando sano se aho- gó en el mar, he podido convencerme y con- vencer á todos los que se encontraban enton- ces en el hospital de Veracruz, que la mucosa gástrica de este desgraciado, cuyo estómago se encontró lleno de alimentos no digeridos, estaba tnas alterada en su color y mas animada que * 212 la mucosa gástrica de los individuos muertos de la fiebre amarilla en quienes esta membrana ha- bia aparecido mas alterada. (Véase la trigési- ma observación.) El hígado, considerado por algunos médicos, particularmente por el sabio T»masini, como el cr ntro de la pretendida inflamación que cons- tituye I i fiebre amarilla, no me ha presentado rastro alguno evidente de alteración, sino es el color amarillo mas ó menos pronunciado, que ha presentado dicha entraña, á ecepcion de dos individuos; haciendo una incisión profunda en su tejido ha dejado siempre encapar una can- tidad considerable de sangre ricura y muy fluida. La vejiga de la hiél ha presentado d lerendas notables de color y de volumen; la bilis conte- nida, del mismo i olor que < -la luisa, y mas or- dinariamente de un ve, de botella; algunas vecen negra. Dicha vejiga, be ha encontrado una \.z muy distendida, de un a-pecio pardo, y conte- niendo á lo menos tres onzas de un líquido de un paulo moreno y revuelto. El panr r« as, y el mesenterio jamas han presentado stnales de al- teración: lo mismo que el baso que siempre ha parecido muy sano y de un volumen muy pe- queño. Los ríñones, nunca me ha parecido que Eresentan huella alguna apreciable de alteración. ia vejiga de la orina ha estado algunas veces distend da, y llena de una orina cetrina: lo mas ordinario, contraída y absolutamente vt cia. Cuan- do se ha encontrado llena, ha presentado 6u as- pecto esterior muy inyectado, y su mucosa in- tacta; algunas veces aunque raras, dicha mem- brana ha sido equimosada: solo una vez estaba ^213 eom pintamente 9e un rojo violeta, y su tejido tle tal modo obstruido de sangre que los bordes de un pedazo que se arrancó con el cuchillo dejó salir la sangre por todos los puntos de la insi- cion. Esta vez única, se ha encontrado dicha mu- cosa evidentemente alterada en su color; conte- nia cerca de tres ó cuatro onzas de una sangre líquida y muy obscura. En las primeras inspecciones anatómicas, hé ereido haber encontrado sangre derramada en la cavidad abdominal: mas cuando he notado la facilidad y abundancia con que se escapa la sangre y se reúne en masa, siempre que se cor- tan los basos de cierto calibre, he temido ha- berme engañado. No noto esta circunstancia sino por aquietar mi conciencia. Fuialmenle dos fenómenos notables, que me parece no se encuentran reunidos en ninguna en- fermedad, se encuentran constantemente en la fia bre amarilla, cuando el enfermo no ha sido invadido como por un rayo, A saver, primero: un derrame mas ó menos considerable de sero- sidad en la espina, particularmente en su par- te mas declive y algunas veces en el cerebro. Segundo: una alteración particular de la Sangre, de cuya alteración, que es evidentemente secunda- ria á la lesión del aparato nervioso, resulta que este fluido es negro, como privado de la fibrina; que no se coagula, ni se separa en una parte ro- ja y otra seros ; que no parece propia á sos- tener las funciones de los órganos; que dicho fluí to obstruye el sistema capilar general, y el del pulmón; que se escapa con facilidad de to- das las -uperficies, y llena de tal modo los basos de un cierto calibre, que después de la muerte corre en abundancia bajo el fierroí ya pea di- vidiendo un cuerpo muscular, el tejido de un órgano, ó la piel im-ma; circunstancias que de- berían conducir á referir la fiebre amarilla á una en ría clase de a-fiesias, si el estado de los mus- culos, si las lesiones constantes de los centros nerviosos, si diversos síntomas, y por último c ¡or- tos chío« de curación no probaran que la acción de las causas que producen la fiebre amuríllase dirige primitivamente sobre el aparato nervioso, y tiende siempre á concentrarse sobre los gran- des focos de la potencia nerviosa, y particular* Diente sobre lu espina. »■ #;«&:€Sc05. •€ 215 CAPSTUXiO XH. DEL CONTAGIO. ís contagiosa la fiebre amarilla? Los hechos qwThe numerado precedentemente para esta- blecer la no constituciona'idad de la fiebre ama- rilla, prueban en mi concepto, de una manera tan clara el no contagio de dicha enfermedad, que me abstendré de reproducir aqui alguno de aque- llos que he referido, en apoyo de mi opi- nión, en mi memoria de 1821. No, no es contagiosa la fiebre amarilla; y aunque hoy algunos autores, por otra parte muy respetables, sostengan aun, la opinión del con- tagio y aunque ellos se complacen en ridiculi- zar á tms compañeros que han adoptado la opi- nión de los focos de infección; esta opinión que. se quiere ridiculizar, no dejará por eso de re- comendar al reconocimiento de los pueblos, los nombres de Devere y Vríxnio, los primeros que h manifestaron eu lo* pai.es en donde aquella temible enfermedad bacía graudí-imos destrozos, v cuando los médicos y las autoridades la cou- sUíeraban como contagia, mientras que hoy, 2ie gracias á las luces que han resultado de la opi- nión emitida por casi todos los médicos instrui- dos de los Estados Unidos de América, opinión enteramente conforme á la de los Srcs. Valentín y Derezc; gracias á estas luces repito, y ni en- tusiasmo con que la autoridad adopta y hace ejecutar las medidas que lo son popue.-das, se ven las epidemias contenidas en su marcha, des. truirse la enfermedad repentinamente no ya se- cuestrando á los enfermos, no ya cercando las ciudades y no permitiendo á los habitantes co- municar con la población esterior, sino hacien- do abandonar el cuartel ó sitio de infección y deseminando á los habitantes y á los mismos en- ft linos, ya en las poblaciones vecinas, ya culos cuarteles de la ciudad en donde no ha pene- trado aun la enfermedad, como se ha h* cho en Nueva-York en 1822, lo que ciertisimamente si la enfermedad fuera contagiosa 6ería el medio mas cierto de propagarla. Pero, forzados en adoptar la opinión casi unánime de los médicos que han tenido ocasión de observar muchas veces la fiebre amarilla en América, convienen todos aun los contagionistas que ella no es alli contagiosa, pero sostienen que tal enfermedad no contagiosa en estos vastos dominios, que son el foco principal de la mis- ma, lo es en Europa á donde siempre es trans- portada. ¿Es verdad que la fiebre amarilla que nunca es contagiosa en la parte del globo en que ejerce perpetuos destrozos, se comunica por contagio en los paises en que no ha sido ob- servada sino de t rde en tarde, y solo en los lugares que se refieren, bajo muchas relaciones, á aquellos en que reina casi constantemente? 217 Yo e?toy por la negativa: rr^s como en algu- nas cortas reflecsiones reí divas á la fie bre ama- rilla considerada solo bajo la r ív.on de los estragos que hace en Veracruz, me e- imposi- ble desenvolver los motivos qae me conducen á no adoptar la opininn del c.nv.gio por la fie- bre amarilla observada en Europa, asi como por la misara eufer nedad observada en Améri- ca, me limitare á hacer observar lo que ya he tenido ocasión de decir en 1821 relativamente á las primeras epidemias observadas en Nueva- Orleans. Es decir: que en 1796 y 1799 los an- tiguos habitantes de dicha ciudad no fueron me- nos atacados que los estrangeros; mientras que después de dicha época han quedado aquellos invulnprables enmedio de las epidemias mas mor- tíferas; privilegio que no se estiende á los crio- llos de los alrededores de la ciudad; prueba evidente de que ecsiste en su recinto una cau- sa permanente con la que están aclimatados los primeros; que en ningún caso los enfi runos trans- portados de la ciudad al campo aunque fuese a la distancia de un cuarto de legua y á la es- tremidad misma de los arrabales, no se ha pro- pagado el mal. mientra? que el hace frecuen- tes estragos en los Natches capital del estado de Mississipi á cien leguas de la Nueva-Orleans, ale- jándose del mar: lo que prueba que la mencio- nada enfermedad no se desenvuelve sino bajo la infidencia de las caucas locales. Haré también notar lo que dije en 1821 con respecto al Norte-América en donde los an- tiguos habitantes no han sido libres en las últi- mas epidemias como en las primeras que allí se notaron: lo que me parece probar que las 29 21* cansas de la enfermedad pueden ser destruíto es lo que con-tituye la aclima- tación en lo* países en que estas causas fcon per- manentes, como en los países havitualmente hú- medos y calientes. Haré notar igualmente que en Veracruz en donde la fiebre amarilla ha reinado en todos tiem- pos, la desaparición cu I7b0 de ciertos monte. dllos de arena que pribaban de las ventajas que resultan de una constante ventilación, hizo de- saparecer la enfermedad por el espacio de treinta años que han sido necesarios á los vientos del Norte para elevarlos de nuevo. Haré notar que todos los años, un gran número de personas sa- liendo de Veracruz ya enfermas, ó á lo meno.» impresionadas por las causas de la enfermedad, van á morir á Jalapa, ó en el camino, sin que iamas se haya propagado la fiebre: mientras que casi todos los años, dicho mal se desenvuelve y hace estragos mas ó menos grandes, en Cór- dova pequeña Villa situada á 25 ó 30 legua.* del mar, cuyo clima es delicioso, pero cuyo sue- lo es llano y pantanoso: prueba evidente, aun que la enfermedad se propaga bajo la influencia dJ ciertas causas de insalubridad local, y no por el efecto de un principio contagioso. Pero se dirá, que siempre que la fiebre ama- rilla 6e ha, aparecido en Europa, se ha podido señalar el navio que la ha transportada; y siempre se ha observado que la enfermedad ha elegido sus primeras victimas entre los individuos que ha- bían comunicado los primeros con el barco con* tagíado, ó que habían sido empleados en des- cargarlo. Los hechos de esta naturaleza son nu- merosos, auténticos, referidos por hombres de un mérito reconocido y de una veracidad indispu- table: querer negarlos, por que no se eré en el contagio, no sería destruirlos, sino al contrario aumentar su valar y dar mas peso á los argu- mentos de sus adversarios. Ninguna duda que. en una ciudad que contenga todas las condi- ciones propias al desenvolvimiento de la fiebre, la llegada de un navio cuya atmosfera interior este impregnada con una cierta masa de mias- mas deletéreos, no pueda hacerse causa deter- minante á la esplosion de la enfermedad; pero en este caso, no es la enfermedad la que ha sido introducida, sino un suplemento de las cau- sas que faltaba aun, y que quiza no se hu- biera desenvuelto dicha fiebre sin la cucun stancm accidental de la arrivada del navio infestado. Supongo que, en un local dado, el desen- volvimiento de la fiebre amarilla no pueda te- ner lu^ar sino cuando el aire atmosférico sea alterad"» co no diez; que en la época del año mas favorable al desprendimiento y á la mas gran- de virulencia de los miasmas (sean los que fue- ren) que la producen, no sea alterado el aire s no como nueve, y. que la estación se haya abaa. zvio ya al grado que esta alteración atmosférica no pueda aumentarse; ninguno duda que la fiebre amarilla no se desenvolverá de una manera es- pontanea; pero qieen este estado de cosas, ar- riba á aquel lugar un navio infestado por una cierta, masa de emanaciones pútridas, ¿no es posible que este nuevo foco de putrefacción ele- ve casi bruscamente á diez el grado de altera- * 220 cien de la atmosfera, y determine la explosión de la fiebre amnlla? Asi lo creo; la fiebre ama- rilla no será importada; mai bien un suplemen- to de causas, que en los casos analagos al que he snpuesto, será la causa determinante. Como esta opinión, rer basada aun por casi todos los médicos, me parece ser verdadera: co- mo la creo propia para reunir de buena té á los médicos que sostienen doctrinas diversas, peio igualmente ecsageradas, pues que unos quie- ren esphcarlo todo por un contagio que no ec- siste; y otros niegan hechos muy patentes que no pueden rechazarse, recordaré aquí algunos pa- sages de mi memoria de 1821 época en la que esta opinión, no habia sido emitida por alguna sociedad sabia, ni por algún otro médico. En mid reducciones médicas publicadas en Nueva-Orleans en 1821 dije, página 82 y si- guiente. „No negamos que un navio que haya to- mado cargamento en un pueito en que la fiebre amarida ejercía sus destrozos, al momento de su partili, no pueda ( á su llegada á otro puerto en donde no rey» a, pero que posea todas las condiciones necesa.ias para su desenvolvimiento) hacer causa determinante de la explocion de la enfermedad. No t^n^mos duda, (al contrario) que las mercancías esportadas de un país en que la fiebre amarilla reina actudmente de un modo epidémico, no puedan ser impregnada de ema- naciones, eíl ivios ó miasmas produc'or s de es'a enfermedad, de que el air»* atmosfe.iro se en- cuentra impregnado: que estos miasmas, hechos mas temibe-s por J» permanencia do aquellas mercancías en lu estrecua atmosfera de un na- 221 vio puedan hacerse causas de enfermedad para los individuos que desembarquen ó desenfar- den las mercancías: mas en estos casos, suce- derá á losíndíviduos, lo mismo que sí ellosestu- bieran espuestos á respirar un aire impregnado de cualquiera otra emanación que resultase de sustancias vegetales ó animales en putrefacción. La fiebre amarilla no sera consiguiente si el lugar del desembarque no esta bajo una latitud bas- tante caliente, para que el termómetro de reau- mur pueda notar al menos veinte grados, y sino ecsisten causas locales de alteraciou del aire, propias á producirla." „Si el puerto en el que se haya el desem- barque de las mercancías importadas durante el calor, reúne las condiciones que hemos dicho ser necesarias para la posibilidad de la ende- mia de la fiebre amarilla, estas mercanciaspo- dran hacerse causas determinantes á la esplo- cion de la enfermedad, sin embargo de que el lugar de partida se encuentre bajo una latitud tal que fuese imposible suponer alli la ecsisten- cia de la fiebre amarilla, con tal que el aire de lo interior del navio haya sido alterado por la infección que resulta da la putrefacción de carnes, legumbres ó peces sálalos, asi como de la agua de la cala, durante una . nave- gación prolongada, bajo una latitud ardiente. En este c\so, también, la alteración del aire es- tancado y humólo del navio podra ser llega- do al estado le hacer aparecer espoat; neameute la fiebre amarilla ea los individuo* que com- ponen el equio.je, e:i alta m ir, y sm haber de aate mauo comunicado con alguna tierra ame- ricana." 222 En las páginas 101 y ?Iguicntc3 de \\ mí*"1 ma memoria decía aun..... ,.En los lugares en que las causas de alteración del aire que emos in- dicado presedentemente coincida con un calor inlenso, y una constante humedad, su acción ?o- bre la economía animal determinará las modi- ficaciones de vitalidad que constituyen la fiebre amarilla." „Para que dicha enfermedad se desenvuelva, prrá necesario que la alteración del aire se eleve á un cierto grado. Cuanto mayor sea enta alte- ración será mas general esta enfermedad y tanto mayor el rigor que ogersa." „No teniendo lugar la alteración del aire sino de un modo progresivo, las personas que tienen su domicilio en los lugares en que se en- cuentran las causas de infección, de que emos hablado, se havituan á re-pirar este aire impu- ro, del mismo modo que podrían havituarse al oso de otro veneno, comenzando por dosis es- trena idamente pequeñas: y no son atacados de la enfermedad sino cuando el aire se encuentra, por decirlo asi, saturado de los miasmas deleté- reos." „Asi que aunque sea incontestable que to- dos los años, en la época de los grandes calo- res, la atmosfera de las ciu 1 ules que reúnen la* cualidades reconocidas por suficientes para la endemia está notablemente alterada, hay año* en que la fiebre arnarilla.no se desenvuelve si- no en uu pequeño número de individuos y otro* años en que aquella no se desenvuelve sobre ninguno." „Mas que en tal año en que la alteración del aire, aunque muy grande, no baya tocado 223 e! grado que determina la esplocion de la fiebre amarilla, apesar del imperio neutralizante del hávko, llega un navio cuyo equipaje esté infes- tado, y se verá muy luego propagarse la fieore amarilla, por la razón que los individuos ata- cados de la enfermed.id, siendo ellos mismos nuevos focos de infección, arrojarán en el aire una cantidad mas ó menos considerable de mias- mas deletéreos, y contribuirán á llevar la alte- ración de este fluido, primer alimento de la vi- da, al grado necesario para que la enfermedad pueda desenvolverse, en tales personas que qui- zá no hubieran sido presa de tal enfermedad, tin esta causa determinante estraña." „En las mismas circunstancias, y á pesar del buen estado de salud del equipaje, llegando un navio de un pais en que la fiebre amarilla rei- ne epidémicamente en la época de partida, po- dra hacerse también causa determinante de la enfermedad, porque las mercancías que com- ponen su cargamento podían ser impregnadas de los miasmas deletéreos hallándose impura la at- mosfera de la embarcación; y que estos miasmas aumentarían la alteración del aire en el lugar en que fuesen desembarcadas dichas mercan- cías." „El cargamento de un navio (sea cual fue- re el lugar de su procedencia) que haya es- tado mucho tiempo en el mar bajo una latitud muy caliente, y que haya tenido á su bordo, legumbres, carnes, ó peces salados en putrefac- ción, podría determinar la esplosion de la fie- bre amarilla en el lugar en que dichas mer- cancías fuesen desembarcadas, si tal lugar reu- niese las condiciones de la endemia; porque las 221 emanic'onpq que se desprenden de estos focos de u fcccion. bastante activos algunas veces pa- ra ba. er nacei la enfermedad durante la na- vegado ■ , impregnarían aquellas mercancías las que ferian, cerno en el «aso precedente, cansa accesoria de alteración del aire, y causa deter- minan e de la enfermedad." Convencido por una partes que los miasma* prodm tures de la fiebre amarilla, aquellos tam- bién que se desprenden de los individuos ata- Ctdo' de aquella enfermedad, podrían contri- buir mucho á producirla, pero jamas la deter- minarán de uua manera necesaria; que cual- quiera que sea la parte de donde se importen, podrán hacerse causa de la enfermedad, pero jamás produci án por si mismos y sin aucsiliar la enfermedad de que ellos be desprenden, lo que deveria suceder siempre y necesariamente si la enfermedad fuese contagiosa. Convencido de que es imposible referir un hpeho, un solo hecho bien probado que esta- ld*jsea que esta cfeimedad ha sido comunicada de indiv.duo á individuo sea por el contacto real, sea por l i absorción de I s emanaciones que se desprenden de un enfermo, que haya sitio trans- pori do Ibera de la atmosfera en que aquel ha- y,i sido impregnado. Convencido qu * estas emanaciones, que se pned mi hace.se peiju liciales en el f>co de in- fecon, añidiendo á las causas que han dado orge» á l« eafermedad, no son suficientes pa- ra llevar la alteración del aire al grado que de- termina la esalocion de la enfermedad, »i ya es- te aire no se encuentra impuro por emana- ciones pútridas estrañas al individuo infectado. 225 Convencido por otra parte, que en los lu- gares que reúnen las condiciones de la ende- mia de la fiebre amarilla, la llegada de un na- vio cuyo equipaje estubiese atacado de aquella enfermedad, ó cuyas , mercancías que componen su cargamento fuesen impuras por algunas ema- naciones ó miasmas pútridos, podrían determi- nar la esplocion de la fiebre amarilla; que qui- za no se habría manifestado sin esta causa de- terminante. Concluyo sosteniendo que la fiebre amari- lla no es contagiosa. Que las medidas relativas á la cuarente- na son en cuanto á dicha enfermedad, inútiles en todos los lugares que no reúnan las funestas con- diciones de la endemia, y que aquellas medi- das que hacen un perjuicio considerable al co- mercio, estriban en este caso sobre un temor imaginario. Que en los lugares en que la fiebre amarílla se desenvuelbe espontáneamente y reina de un modo endémico, el medio de pre- venir su esplocion y de disminuir sus estragos, no consiste en las cuarentenas, en los cordones sanitarios, en la secuestración, sino en las me- didas de policía sanitaria aplicadas á las lo- calidades y que consistirán en desinfeslár los na< vios sospechosos, por medio de cloruros: en di- seminar á los enfermos en las campiñas: en prohi- vir la llegada ó á lo menos la permanencia du- rante la estación de los calores, á todos los es- lrangeros no aclimatados: en destuir cuanto sea posible los focos de emanaciones pútridas: fi- nalmente en alejar y diseminar, si se puede, fuera de la atmosfera infectada á todas las per- 30 22G sonas que por no estar aclimatadas, se expon- drían ft ser presa de este azote. Sin duda, no se podrán lomar contra la .fiebre amarilla dema- siólas precausioncs, pero be verán aumentar sus destrozos, siempre que se c»ea poder pre- servarse de ella, convalirla con ventaja, toman- do las medidas de mucho tiempo adoptadas pa. ra rechazar ó impedir la propagación de las enfermedades contagiosas; y siempre, en fin, que siga la obstinación de considerar esta enfermed.id como importada, en lugar de ocuparse seria- mente en destruir las causas locales, puramente locules, que la desenvuelven y la propagan. $&• i«g -fr.~3Bfe¿ ;v-Ci» <* 227 cájpstbxo aaax* V}na<-'-* tobre la ciudad de V^-acr.-*; y sobre m ter- r na. C.xx.5 focales de la fiebre amarilla. Medios pi-jclos pare destruirla:; o á lo frenos de disminuir í'tv intensidad. JL^a ciudad comercial mas importante de los Estados Unido3 Mexicanos: el punto principal de comunicación de las provincias que compo- nen dicha república con los Estados del Nor- te de América, como también con los diversos estados de la Europa; Veracruz (1) esta ci- [I] La Veracruz actual es la tercera ciudad de ale nombre. La primera conocida beijo el nombre de Vieja ó Villa rica de Veracruz, fue construida cu el año de 1519 á tres leguas de Zempoala cu. Un litfrar habitado por los indios Totonacos en los alrededores dq un pejueño puerto llamado Quiabis- lau, que ya na ccsisls. Aquüla primera ciudad fué pronto aon ilonada, á eonsecuencia de haberse cons- . iruido en 1522 una segunda mas hacia el Sur, en la, embocadura del va llamado de lt Anticua, y cuija andad es conocí.la con el nombre de la. r.ntigu-a Ve- 228 tuada en la parte Oriental de México, sobre el golfo de este nombre, sea la parte norte de los mares que bañan estos bastos y ricos países, á los 19.° 11.' 52." de latitud boreal, y 98. ° 87.'6." de longitud Occidental; en una llanura Ári- da y arenosa, frente del tuertede S.Juan de Ulua, en el mismo lugar en donde desembarcó Cor- tés el 21 de Abril de 1519. Aunque esta llanura esté privada de agua corriente (1) y casi de vegetación, está de tal modo ventilada y de tal modo refrescada por los vientos del norte y del este que vie- nen del mar y que soplan casi perpetuamente; que á primera ogeada el medico filosofo se pre- gunta ¿en que consiste que una playa abierta dilectamente á todos los vientos, menos al del 6ur, y cuyo suelo es puramente arenoso, pueda ser un foco perpetuo de las mas graves enfermeda- des?.....Pero después de haber corrido la Ciu- tacruz. La fiebre amarilla, enyos estragos aumentaban cada dia, y terminaron en robar, en la época de los graneles calores, los dos tercios de las tropas que lie gabán de Europa, contribuyó ha hacerla aban- donar; mas ella lo fué entereimente á consecuencia de un incedio que la destruyó. En el lugar en donde ce • siilió, se encuentra hoy un pueblo llamado Antigua [1] En esta bahía no se encuentra otra agua cor. redisa que el rio Tenoya colocado al Este y muy cerca de la ciudad, el cual contiene tan poca agvn. que se seca una parte del año, cuando escasean las llu- vias. Hay ademas, el desagüe de la laguna de Ber- gara situada á la parte del O. N. O. á 3000 va- sas de la ciudad hacia el camino de México. 229 dad, después de haber dado una mirada obrer- vadora al rededor de su recinto cesa su sor- presa, y se pregunta entonces ¿como pueden vivir los hombres en un lugar en que ellos mismos han acumulado á su rededor tantos fo- cos de muerte, y tantos medios de destrucción?. Se me objetará quisa que el gran número de lagunas que se encuentran en los alrededo« res de Veracruz bastan para dar la razón de insalubridad de aquella playa, y que ellas con- tribuyen poderosamente al desenvolvimiento de las enfermedades graves que acometen casi en todos los estíos, la pobladon de la espresada ciudad. Éstas lagunas, es verdad forman, por de- cirlo así, un semicirculo que rodea la bahía,ir no se separan de la llanura 6Íno por una por- cion de montes de arena que la cercan, de los que los mas procsimos á la ciudad, contribu- yen poderosamente á su insalubridad, como ten- dré ocasión de manifestar después; mas, estas numerosas lagunas que voy á enumerar, con- tienen en general bastante agua, para que las plantas y pequeños animales que viven en ella no sean destruidos y sometidos á la fermenta- ción pútrida: dichas lagunas están ademas si- tuadas de manera, que los montones de arena que las separan de la llanura de Veracruz, sir- ven de barrera, y son en mi concepto, un obs- táculo suficiente para que los miasmas ó eflu- vios que se desprendan de aquellas no puedan verterse sobre la ciudad, lo que, como veremos después, no podrá en efecto tener lugar; sino és para las emanaciones que te elevan de los char- cos de agua que se acumulan accidentalmente to- . 230 dos los años en las excavaciones que se encuen- tran cnt e los montes de arena que casi tocan á la ciudad, cuyas aguas se corrompen carí á medida que se acumulan en dichas excava- ciones Las lagunas de que acabo de hablar son en la pane O. N. O. la canocida con el nombre de Vergant, cuyas aguas sobre abundan'es se derraman dilectamente al mará la distancia de 3000 varas de la ciudad. En la parte O. S. O. á distancia de 50f 0 varas las lagunas del Plantón V.v.i cuales se se- can durante el Estío. A distancia de tíOOO va- ra.* la laguna de Bucnavista cuya* aguas se der- raman en el mar, forman la en su carrera la la-xna llamada la Juana Camac^t situada en 7500 varas al Oeste, m¡ el arroyo llamado Rio d¿ewnedio á distancia de 3500 vara- hacia el N. O. iva la parte S. S. O. la Ciénega de Isidro, y les Tcmbliduras á distancia de (3500 vaias;á igual distauda y á la misma dirección se en- cuentra también la laguna de Arjona. \i Sur finalmente las lagunas de Mauírar., la Hormig'i, el Currisal, Boticaria, el Espinal, y el Ce yol. Las aguas de la primera en tiempo de lluvias se vierten por el Rio de Tenoya que to- ca á la ciudad, y cesan de derramarse tan Inc- oo como empicsan los nortes: dicha la.a.na e;;. ta á distancia de 1500 varas, lai otra3 están situadas á 3 ó 4000 varas: las aguas que las forman se comunican, y las que sobre-a!.mndan pa.va de una á otra al Estero de Moreno el cual nace de ir, la::\v.\:\ del mismo nombre á 12000 varas' y que línva ?us agur.3 al ría de Medcllin, muy cerca de la barra. En la. llanura de Veracruz, como tengo di- cho, no se encuentran otras aguas corrientes mas que el rio de Tenoya al Este de la ciudad, y * n5°j VQraS de k muralla'' y al Nor{e el ar- rollo de Bergara formado por la superabundan- cia de aguas de la laguna del mismo nombre; y alejándose mas de la ciudad, al rumbo del .norte, se encuentra el Rio de enmedio de que ■hé hablado ya; el Rio grande, á 12 mil va- ras; el arroyo del Hatillo cuyas aguas se con- funden con las del Rio de la Antigua muy cer- ca de la barra que dista cuatro leguas. Del lado del Este, se encuentra independiente del Rio di Tenoya, el Rio de. Medellin que tiene su embocadura en el Pueblo Boca del Rio situado á 10 ó 11 mil varas de Veracruz. La llanura de dicha ciudad es, ciertamente, casi desprovista de vegetación: no ofrece aquella á la vist-a entrístesida sino una superficie are- nosa y anda, limitada por una parte por él mar, y por otra por los montes de arena que rodean la bahía del lado de la tierra, mas por poco que uno se aleje de esta parte de la costa, sea cual fuere el rumbo, se encuentra que el terreno produce espontáneamente y con profucion el ca- cao, la baínilla, la pimienta, el ixtle ó pita, la zarza parrilla, la Jalapa, la cebadilla Src. todos Jos frutos de las Antillas tales como el sapote, sa- potillo, el palto, naranjas, ginicuiles, guayabas &c. menos el coco que seria fácil naturalisarlo en dichos terrenos. Se encuentran finalmente en •estos, multitud de plantas y de maderas pre- ciosas. Cuando se admira aquella variedad de ri- cas produciones se gime veer que el defecto 232 de población, la falta absoluta de industria, y la pereza de los pocos habitantes que alli 6e encuentran, sea la causa de que esta tierra tan feítil en produciones preciosas, que C3 la ver- dadera y primera funde de la riqueza de los pueblos, este por decirlo asi abandonada y sin cuhívo. L>e las mil y mil produciones de que es pródigo dicho terreno, solo se cultivan en b»n alrededores de Veracruz y en el Estado de es- te nombre, el algodón, la caña de azúcar, to- das las especies de plátano, las Papayas, Ca- labazas, Chayóte, las abichuelas, el arroz y el maís que da dos y aun tres cosechas al uño. Si el gran valor de alguna de las produ* dores indicadas, tal como la baínilla, llama á .'d,xxx poblaciones á que se ocupen en su co- secha, es siempre destruyendo la planta cuto fruto se quiere beneficiar; ¡que rica y que fe- liz será la población de este suelo privilegiado el dia en que tus conocimientos industriales y agrícolas puedan ponerla al grado de laborear con método, y de aprovechar de un modo jui- cioso todas las ventajas innumerables que la naturaleza lehá prodigado.! Hasta aqui nada que pueda justifícale, ter- ror que inspira el cielo de Veracruz; para que se le acuse de un azote desvastador que des* trosa habitualmente su población: solo se co- noce acercándose á eu recinto ten donde se en- cuentran acumuladas como en un foco las ¡nu- merables causas á que debe atribuirse, en mi- concepto, estas enfermedades despobladoras, cu- yo nombre 6olo lleva á lo lejos el terror, y que acaba anualmente con una gran parte de los 233 eetrangerosvque son llamados por sus iefnreees ?. venir á Veracruz, y con los mismos Mexicano* que van á dicha ciudad (en la estación de los calo- res) conducidos por sus intereses ó per susdeberes. Veracruz está situado de manera que to^ da su parte: S. S. E. está cercada ^or mon- tesillos multiplicados bastante elevados, forma- dos de las arenas que son anualmente llevadas de las playas por la violencia de los vientos Norte N. O. que soplan casi constantemente desde el mes de Octubre hasta Abril, Dichos montesillos están colocados á me- nos de mil varas de la Ciudad, haciendo fren- te al Mar. Tales montes, perjudican la salubri- dad de Veracruz por diversos motivos que de- senvolveré dentro de poco. Estos están mucho mas elevados que los quo están situados al O. N. O; que ademas están demasiado lejanos de la Ciudad (3000 varas) para poder egercer alguna influencia malhechora. Frente á la Ciudad hacia el Norte se en- cuentra situado el Islote de Ulua enteramente cubierto por el fuerte de este nombre, que protege la rada: está separado de la tierra por Una especie de concha, ó fondeadero formado por arrecifes que al N. O. se elevan casi al nivel de la agua, que hacen difícil la llegada y el fondeadero peligroso en la estación de las borrascas. Vearcruz es una ciudad bonita, bien cons- truida, pero de una figura irregular. El plan es carí orizontal: en su mayor anchura que es de 750 varas de S. O, á, N. E. no tiene mas que una pendiente de 2 y media varas: su longitud total desde las casernas que están situadas en, 31 . 231 la parte S. E. hasta el vahiar'e déla e nr»p. cion que está en su cstrcmidad N. O Sus ca- lles son bastante anchas o nnedr id > ., v ni es ri- tan un deble plan inclinado hacia el medio oim está ahondado de manera que forma uo can I que sirve al curo de Jas a^uns v al cu al van á terminar todos las pequeños can; le~ (¡ue nili conducen las aguas que han servido para el uso inteii.r de las casa* &c. Di.dns chiles c>- tan trazad is sobre una líaca recta de N. E. á S O. y de N. O. á S. E. Son dies las primeras, cuatro la* segundas, y ademas algunos callejones. En «1 centro hay una bonita pinza, que és la rl zi de armas, y muy cerca de e ta, una segunda que rírve de mercado público; en lin oíims d< s plazuelas, y cinco pilas ó fuentes públicas. M defecto de inclinación del suelo, ás¡ como el ^efecto de policía son la causa de que la »¡rua s- flanea y coi rompe en las calles. Las agimg que ab-nenian dichas fuentes tornan origen de un resorvorio en el quese recogen las agui< (jae filtran al través de las arenas y vienen de U laguna hormiga. Estas aguas contienen pal ma- rino, son malsanas, y solo la necesidad puede de- terminar que se haga uso de ellas. La agua de algún alodve es la única potable. Las cisas son construidas con solidez y belleza: ca^i todas ellas están e¡« alto, cómo- damente distribuidas y recubiertas cu forma d í terraplén: la mayor parte tiene algives para re- cojer las aguas Hovedisas, lo que es muy íu- portante en una ciudad en que no se «■m-ucu- tía a¿ua alguna de manantial, y que n > tiene para llenar sus necesidades mas que la» cin- co fuentes* de que hé hablado, y un rezo cu- 235 ya a^na está igualmente cargada de sal y no puede bevci>e sino por necesidad. Estas casas, no obstante que en la apa- rieicia sean bellas, están construidas sobre un suelo impsegnado de rgna, sin que se haya tenido el cuidado de dejar entre la tierra y el piso un interbalo mas ó menos grande para sostener alli una cierta ventilasion; tienen pa- tios interiores tan estrechos generalmente que no son vichados por el Sol: tienen letrinas construidas de tal manera que las materias fecales, las in- mundicias, las aguas cargadas de javon y otras que se arojan en ellas diaramente, permane- cen parte en las mismas, ó no salen sino por conductos que atraviesan el piso y van á de- senvocar á la calle, de manera que en la es- tación de los calores la mayor parle de estas casas son otros tan o focos de humedad pú- trida de donde se ecsalan los miasmas mas peligrosos; y esta causa casi desapercibida, aun- que tan general y poderosa, adquiere una gran intensidad siempre que á una lluvia accidental se sigue un calor violento: pues que en e6tos casos, muy comunes en Estio, las materias fe- cales diluidas sin ser llevadas á lo lejos se en- cuentran diseminadas y puestas en el estado mas favorable á la fermentación pútrida. Dicha ciudad tiene tres hospitales, el de San Sebastian, ú hospital del comercio; el d« Loreto en donde no se reciben mas que muge- res; y el de San Carlos ú hospital nacional des- tinado á log militares, marinos, y de galeras. De estos tres hospitales, el de S. Sebastian es el único que por *u situación al N. O. no es notable- mente perjudicial á la salubridad de Veracruz: 236 lo? otros do* Minados al S. E. y préa simo a ín muralla aumentan evidentemente las causas nu- merosas de insalubridad que se encuentran rn dicha ciudad, con la circunstancia que durante la primavera y el estío, épocas del año en que la fiebre amarilla hace ordinariamente los rnaü grandes estragos, casi siempre soplan los vientos, de una manera mas ó menos directa, hacia este rumbo; de suerte que dichos vientos vierten en la ciudad las emanaciones deletéreas que se elevan de su resinto. De los tres hospitales, el(de Lorcto ú hos» pital de mugeres es el único que merece este nombre. E^tá bien ventilado, tiene una suma lim- pieza, y hace verdaderamente un contraste con el de «S. Carlos que le es contiguo.....Me absten- dré de entrar en detalles sobre este interesante asunto: diré sin embarco que dicho hospital es muy suceptible de convertirse, sin grandes gas- tos, en un establecimiento que llenase las mi- ras paternales del Gobierno en favor del ejér- cito y de la marina, y que sea digno de la pri- mera ciudad marítima de la República; y ana- dié que el "Gobierno conoce tanto los iiume- re-o- defectos de dicho hospital como los medios de repararlos: es decir que cuanto antes dicho hospital militar, cuya vista admira é indigna hoy al medico estrangero que lo vi-dta, podra riva- lizar con los hospitales de aquella clase conque se honran las ciudades mas ricas de los Es- tados de Europa y del Norte. En la parte oriental de la Ciudad y cer- ca de la muralla se encuentran la carniceria y la pesquería: estos dos establecimientos que serian por si soloa un foco suficiente demias- 237 mías deletéreos que diesen origen á las mas temibles enfermedades, sea cual fuese el cuartel de la ciudad en que estubieran situados, es<.an precisamente bajo la corriente directa déla brisa que en la estación de los calores sopla diaria- mente sobre Veracruz; de manera que este viento bien hechor, destinado á moderar la acción solar, á refrescar el aire, á llevar á lo lejos las emanaciones mal hechoras que se ecsalan en la ciudad, encuentran, llegando á su recinto, ma- sas de miasmas pútridas que disemina sobre la ciudad, y que lleba á los habitantes, en lugar de un soplo bien hechor, propio á sostener la sa- lud y la vida, un aire casi saturado de elemen- tos deletéreos propios á atacarlos de muerte. La ciudad está rodeada de una muralla que tiene tres puertas del lado de tierra, y una del lado del mar ó puerta del muelle. Las diferentes casernas y las galeras están construidas de ma- nera que forman una parte de dicha muralla; y aun todavía al S. E. es en donde se en- cuentran colocadas, como si se hubiera querido absolutamente que la ciudad estubiese bajo el viento de todos dos establecimientos públicos ca- paces de alterar su atmosfera local..... Ya he hecho observar que el defecto de pendiente de las calles y la falta de policía eran la causa de que las aguas se estancasen sobre todos los puntos de la ciudad. El poco cuida- do que se lene cH quitar la arena que se acu- mula al pie de V muralla de parte de la cu- dad, hace que en lugar de ver un plan inch - nado hacia el mar, se nota una pendiente bs- tatúe decidida de la muralla hacia las casas y que sobre la especie de ante mural que s,¿m¡,. las ca«as de la muralla t^e errtten,',a un» por- ción de pequeñas cloacas de donde se ce-a' guarda, un »o- lo facionarío abrazaría de uaa *■ la ¡nifyla tod* la playa, siendo entonces imposible haaer me~ 239 fimiento alguno que no fuese visu». Mas si los motivos de utilidad actual de la mencionada muralla son absolutamente ilusorios, no es por desgracia menos perniciosa su in- fla encía sobre la salubridad de Veracruz, y so- bre la vida^ de sus habitantes. Ella intercepta (la muralla) las corrientes de aire: aumenta la con centradon del calórico: favorece la perma- nencia de los miasmas: impide el derrame de las aguas y de las materias fermentesibles: pa- rece que ella está alli colocada espresamente para privar á los habitantes de las ventajas incalcu- lables de la brisa: para hacer de la ciudad una estrecha prisión; y lo qae es peor para trans- formar á Veracruz en una cloaca, sobre que la acción del eol ardiente que sucede siempre á las lluvias abundantes de la estación de las en- fermedades, obra como el fuego bajo una cal- dera, y de tal suerte, que, en muy pocos dias el aire que se respira en la ciudad está impre- gnado de un vapor quemante y pútrida que lleva á la economía animal la desorganisacion y la muerte. Cmno por otra parte, como ío hé dicho ya, en lugar de haber alli un plan declive de la ciu- dad al mar, hay una inclinación de la muralla á las casas, resulta que las aguas llovedi-as, co- mo también las que han servido para el uso do- mestico y que se vierten de las casas, se es- tancan y se corrompen en una porción de luga- res; y como también se arroja imprudentemen'e ■obre muchas puntos u"a gran cantidad de in- mundic as y de materias propias á la fermenta- rlo i patridi, resulta que la ciu 1 id se encuen- tra rodeada por un doble recinto igualmente 210 perjudicial; el primero es la muralla; el segundo que es interior, se compone de una serie de pe- queñas cloacas que contienen materias animales y vejetales en putrefacción, y que por la acti- vidad del calor dan origen á las emanaciones mas temibles, y á los miasmas mas peligro- sos. Después de haber enumerado las muchas cau sas de la insalubridad del aire que se respira en Veracruz y que están encerradas en su re- cinto, parece casi imposible que el habito pueda familiarizar los órganos con su fatal impresión; y lejos de estar admirados de los destrosos que la fiebre amarilla egerce en dicho lugar, casi constantemente, sobre los individuos no aclima- tados, mas bien estamos tentados de preguntar^ como es posible que se encuentre un ser, or- ganizado favorablemente al grado de escaparse de su funesta influencia? con todo, no es esto lo maso....por cualquiera parte que 6e transiten las calles de la ciudad, se encuentran otras causas de insalubridad, otros elementos de enferme- dades que resultan, no de vicios de localidad» 6¡no de la impericia ó de la negligencia de los, hombres..... ¿Se lleva la vista sobre la playa? se le ve llena de inmundicias y de pequeñas cloacas que corresponden á la estremidmd Je cada calle: ¿se quiere uno acercar á aquellas?, se hiere el olfato de un modo vivo y desagradable por las emanaciones pútridas que se desprenden de to- das partes. Si 6e andan los rededores de la ciudad, sin separarse de la muralla que forma su re- cinto, se encuentra luego al N. E. que forma la 241 parte de la playa situada á la derecha del ob- servador saliendo de la ciudad por la puerta del muelle, un conjunto de basura y de inmun- dicias de toda especie sometidas á la vez á la acción de un sol ardiente y á la de la hume- dad que resulta mo tiempo un reglamento severo imponga multas y penas á los habitantes que arrojen en la calle ó procsimamente á la ciudad, tea cual fuere el pretesto, materias susceptibles de fermentación: que el lugar destinado a ser el deposito de las inmundicias, se situé lejos de la ciudad y al po- niente ó al N. O; que dichas inmundicias sean 25 3 quemadas de cuando en cuando, teniendo el cui- dado de elegir dias en que el viento sople del este: Que se limpie la playa, y se prohiva es- presamente llevar á ella de nuevo, bajo algún pretesto, nuebas inmundicias ó otros materiales. Que los alrededores de la ciudad se nivelen, se cubran de bcrdura; y se castigue á la persona que ponga en dicho lugar cadáveres de anima- les, ó depositen en el inmundicias; Que la po- licía bele escrupulosamente los mercados de fru- tas, la carnicería y la pesquería, á fin de re- coger é impedir que se venda á los habitantes aquello que sejuzge perjudicial á su salud. Como quiera que la carnicería y la pes- que rh están situadas de manera que puedan dañar la salubridad de la ciudad con las ema- naciones que se desprenden de sus alrededores, es necesario que aquellas sean mudadas y lie- badas al N. O. de la ciudad, coacervando en di- chos establecimientos la mayor limpieza, y s"e pro- hiva espresamente el dejar permanecer en sus contornos algún despojo sea de carnes, ó sea de pezeadoi No siendo posible rjor ahora mudar las caser- nas, las galeras y los hospitales, que Se hagan en lo .posible en sus contornos planteles de arboles: que los corredores, las salas, y los di^ ve reos pasad isos que atraviesan estos estableci- mientos sean frecuentemente lavados y purifica- dos por medio del cloruro de cal conveniente- mente estendido en una porción de agua; que eobre todo se desinfecten por el medio indica- do tas leí riñas; que seproscriban las fumigacio- nes de sustancias aromáticas, reprovadas hoy ñor la razón ilustrada con la luz de la verda* 254 O era quimica, y se Templasen con las fumiga- ciones de morvcau, ó de Miguel Smith, y mejor aun por los cloruros en evaporación, ó espar- cidos en el suelo después de haberlos, para este último caso, convenientemente disueltos en agua. Teniendo el cimenterio una cortísima es- tención, y estando situado sobre el punto mas desfavorable á la salubridad de la ciudad, bas- taría aquel para llevar la alteración de la atmos- fera al grado de poder ser por solo esto la causa de las enfermedades mas graves; que este cimenterio digo, se cierre inmediatamente: que toda la su- perficie que ocupa 6ea cubierta de una capa de cal; y que un local mas amplio, mas lejano de la ciudad, en una situación tal que los vientos de E. ni los de Sur puedan verter sobre la ciu- dad los miasmas que se desprendan, se consagre para recibir á los muertos: que este local sea rodeado de un bailado profundo; que se planten alli arbustos: que con ningún pretesto se escabe un sepulcro antes de que se haya pasado tiempo bastante para la descomposición completa del ca- dáver que se haya depositado antes; que se to- men en fin sobre este triste é interesante obje- to todas las medidas, todas las precauciones ne- cesarias, para que esta mansión de la muerte no sea un foco pestilencial capaz por si solo, lo repito, de diezmar de un modo constante la parte no aclimatada de la población. En fin que una junta de sanidad compues- ta de médicos instruidos, se encargue de sobre vi- gilar la ejecución de los reglamentos de salu- bridad publica. Haciendo todo eso, la autoridad municipal habrá cumplido todo lo que está eu 25¿> B'i poder, y se habrá recomendado al recono- cimiento de la población actual como al de las venideras. Mas quedan aun dos puntos muy impor- tes en la cuestión que nos ocupa, y que no pue- den en mi concepto resolverse sino por la au- toridad del estado y las supremas de la Fede- ración. Quiero hablar de la muralla que cerca ■á la ciudad y de los montesillos que se levan- tan tras de ella, no lejos de su recinto y que parecen dominarla. Nadie duda que abatiendo la muralla y aplanando los montes se habrá com- pletado el sistema sanitario de Veracruz; y que se habrá estirpado quizá para siempre una plaga que perjudicará cada dia mas y mas una pros- peridad que . sin este obstáculo iría siempre en aumento, asi como las relaciones comerciales que unen hoy las bastas y ricas provincias Me- xicanas con todas las naciones civilizadas., Hé establecido ya, que la muralla que cer- ca á la ciudad, á mas de no tener una uti- lidad real, perjudica efectivamente á la salu- bridad de Veracruz, de la que hace una ver- dadera prisión. Dicha muralla purjudica eyiden- temente su engrandecimiento que resultaría ne- cesariamente del aumento de su comercio: y en esto, la mencionada muralla es un obstáculo ma- terial á su prosperidad futura. Si en lu^ar de una muralla inútil se agran- dase el recinto de Veracruz: si se empleasen los materiales que resultarían de su destrucción en prolongar el muelh de manera que permi- tiese á los navios acercarse á el para el desem- barque de las mercancías, resultaría un doble i :i56 beneficio para la salud de los habitantes y para la prosperidad dd comercio. Mi- en el caso de que yó esté en el error de creer que la muralla es inútil; y en el caso de que el Gobierno crea no deber ha- cerla destruir, x;r motivos que no puedo cono- cer, y qiii» no puedo rii debo permitirme juzgar, ha:o por lo menos votos ó suplicas á fin de que en ínteres de Ja umanidad, se consienta hacer, en cada punto correspondiente á las estremí- dades de las calles, unas averturas sin dea- txir c¡ resinto actual y cuyos fragmentos destrui- dos podran suplirse con uua pausada que ser- virá de medio de unión, sin impedir las co- rrientes de aire. Dichas averturas, como lo he dicho, son de \)n^. entidad tan grande que sin su ccrístencia es imposible establecer un sis- tema de salubridad local, cuyos resultados se- an tan ciertos y tan favorables como debe de- searse* El hecho ya citado de la desaparición de la fiebreamarilla de Veracruz tan luego como se des- truyeron los monlecillos de arena que ecsistian en au vecindad,y ia vuelta de dicha enfermedad des- de que los vientos del norte amontonaron de uuebo las arenas que levantan de las llanuras y del mar, lo que no tubo lugar sino después del largo espacio de 32 años; este hecho, re- pito, habla con mas energía que todos los ra- sonamientos para provar la influencia de esos montecillos, sobre la salubridad de la atmos- fera de ia espresada ciudad; y tobre el beneficio que resultaría de un trabajo que tubiera por objeto hacerlos desapaiecer y aplanarlos de nuebo. A primera vista, este trabajo parecerá di- 257 fidl, mas el és á lo menos posible pues que ya se ha ejecutado. Digo mas. por medio de los presidarios podría ser hecho sin muy grandes gastos; en ningún caso podrit,n ponerse en ba- lanza con los resultados ventajosos que produ- cirían al comercio y á la población, y en con- secuencia á la riqueza que se seguiría en el Es- tado de Veracruz. Que una parte de dichos montecillos sea destruida sobre el envés y que sirva á tapar los hoyos qne alli se encuentran; que la otra parte sea estendida sobre un plan ligeramente inclinado hacia la ciudad: que se abran canales para el derrame de las aguas y que se consoliden con tablones que impidan la degradación; que toda la parte de la llanura y de la superficie que resultará de la destruc- ci mde los montecillos, que los montecillos mismos en el caso qoe se ju-ge imposible su destrucción, se cu a de bej a< o ó de plantis rastreras semejan- tes á aquellas con que la naturaleza cubre los alre- dedores de Veracruz y casi todos los montones de arena que «e encuentran cerca de la isla de sa- criftcior: que sobre toda aquella superficie y •obre toda la llanura se si« mbre, ya sea de trébol, ya de alfalñ; que se hagan en el mismo lugar plantíos sombríos, electos entre aquellos que cresen sobre los montes ó lomas mas le- janos d* la costa. Por este medio no solo se devolve án á Veracruz todas la, ventajas que deven resultar de una constante ventilación, sino que se prevendrá la formación ulterior de di- chos monte* y se transf rmará aque.la super- ficie tan desnuda, tan ardiente y tan peligrosa pava la salir., en un tapia de verdura que ca- sándose durante la noche de un rocío viviü- '* 34 cante, hecho libre este por las mañanas con la acción del sol, una inmensidad de gotas de agua serán descompuestas per su acción y producirá el desprendimiento de una masa con- siderable de oCftígeno, que llevará á la atmos- iera vecina su acción ecsitanle y vivificadora Por este medio los al rededores de Veracruz pre- sentarán cuatdo antes en lugar de aquella llanura árida que entristece la vista, como perjudica á la salud, una pradera alegre que, indepen- diente de su efecto bienhechor sobre la sa- lud y la vida de los hombres, ofrecerá una pastura propia para nutrir los ganados útiles. Ninguna duda que por la ejecución de es« tos trabajos, y la construcción de una calsada desde el baluarte de la concepción hasta bergara, no se obtenga la estirpacion com- pleta del azote destructor de los trópicos; ninguna duda que por un reglamento sanitario sabiamente concebido y religiosamente observado no se im- pida también de que vuelva á diezmar la po- blación de Veracruz, y que rechace por el te- rror á los comerciantes que son llamados en mul- titud, á aquel puerto, por el comercio es- terior. Pero.- cuantas victimas se sacrificarán aun, antes de que se ejecuten aquellos trabajos, an- tes de que la salubridad de la atmosfera de aquella ciudad no llegue al punto de h .cer ce- sar enteramente lo* justos sentimientos de temor de que se encuentran involuntariamente d-ami- na 'o-> cni todos los estrangeros, y los Mexi- canos de las provincias interiores que son alli llamados por * ;-■ deberes ó por sus intereses!..... Terminaré pues este capítulo por indicar 259 las precesiones que me parecen propias á po- ner I«>« órganos de las personas no aclimatadas en la disposición mas favorable para poder so- portar, bin un sacudimiento viólenlo, la acción de las causas productoras de la fiebre ama- rilla. Los medios mas ciertos de preservarse de dicha enfermedad, cuando no se esta aclimata- do, y que no se puede dejar, durante la estación de enfermedades, los lugares que reúnen las funestas cualidades que se consideran como cau- sas condicionales, son: no esponerse á la acción de las causas ocasionales: de salir lo menos po- sible, antes de salir y después de ponerse el sol: tener la precausion de vestirse bastante para no resentir la imprecion agradable pero fu- nesta de la húmeda frescura de la noche/ y sobre todo de no dejarse dominar del te- mor. Para aquel que tiene miedo, todas las pre- causiones son inútiles: la fuga solo puede es- caparlo del azote*é impedir con ella el ser vic- tima. Por causas ocasionales entiendo todas aque- llas que se dirigen á reconcentrar las fuerzas vitales de la periferia en lo interior, principal- mente el enfriamiento de la piel: á hacer nacer concentraciones de vitalidad sobre los órganos internos, ó de commover el sistema nervioso, ta- les como los estrados en el régimen: los ali- mentos salados, humados, especiados: las bebi- das fuertes: los escesos venéreos; el trabajo de gabinete, sobre todo durante la noche: la tristeza, J mucho mas el terror que inspira la enfermedad. Asi que, la calma de la imaginación y de 260 ios sentidos: un régimen igual, rín ecscso de al- gnn genero, pero sin separarse mucho de lo.- há- bitos í. Iqu-ridos: el uso de los b ños carí frio«; el de las fe tientes babadas frías de la cara y de h * roano1: el de las bebidas aciduladas y lige- ramente aleolisadas: sobre todo el u^o del aguar- diente de Ginebra aguado: el uso de la frane- la sobre la piel, con el cuidado de mudársela con frecuencia, lo mismo que la camisa: la pre- caución de labarse la boca, por la inafnua y después de comer, con agua y vinagre; de no salir por la mañana, como también no ir á visitar algún enfermo, sin tomar de antema- no algunos tragos de uní bebida tónica: de no tragar la saliva durante el tiempo que se pa- se cerca de un enfermo: de suspender la res- piración en el momento que se descubra el en- fermo: el uso de lavativas emolienies y de al- gunos laxantes cuando sean indicados: un eger- cido moderado: distracciones: el reposo duran- te la noche. Tales son los medios de conjurar la influencia deletérea de los miasmas, cuya ac- ción sobre la economía animal determina la fie- bre amanilla. Hay médicos que recomiendan un régimen estreñidamente rigoroso; no soy partidario de su opinión. Creo que los no aclimatados, no deben cometer imprudencias, ni entregarse á nin- gún género de eesesos; pero opino que haciendo uso de baños, de lavativas emolientes, de be- bdes acidas, no deben abstenerse de bebidas tó- nicas, de bebidas alcolicas aguadas, como tam- bién no alejarse bajo cualquiera relación, de su modo de vivir havítual. 261 CAjprruZíO xin. Formulario de los medicamentos de que se ha he- cho uso en las observaciones precedentes. TISANAS. Tisana eo- Cocimiento de cebada endulzado mun. con miel. Id. amarga. Cocimiento ligero de manzanilla. Id. tónica. Cocimieuto ligero de quina. NOTA. Para leilularlas, se añaden diez gotas del ácido que iudka el facultativo, para una botella de tisana. Limón. c um- Agua con sumo de limón. pie. Id. sulfúrica. Una botella de asma con veinte gotas de ácido sulfúrico Id. nítrica. Una botella de agua con veinte go- tas ácido nítrico. Oxícrato. Limonada con vinagre y agua. Vino aguado. Tres partes de agua y una de vino blanco. 262 P0C1CNKS O MISTURAS. Poción salina Sulfate de mngnecia, ?mlfa(e de ?.. Int-Oiliiccio» ,,,,,,,,,,,,,,,, CaíITULO í Reíleccioncs que prueban que la fiebre ::ma- rilh no es el resultado de la humedad y fiel calor , 11. CAdJJTUL"'> ÍL Re [lecciones que prueban que la fiebre ama- rilla no es ur.a gastritis aguda; que cuando ecsisíe ia floglosis del esíom'go, no es mas que una ccropli'-acion;, 21 CAPITULO III. historias particulares de liebre a.-} aiiüa, observadas en Vei\icrnz ,,.,,,,,,,, 40. Observaciones: 1. rt Observación: muerte al cuarto dia de la enfermedad: estrangulación; sofocación, , , , , , 41, 2. * Obserraeion: hemorragia por la boca: opresión viq- lenta: muerte al cuarto dia de la enfermedad , , , , 43. 3. ^ Observación: hemorragias nasales ecsccivas: vómitos de sangre negra: supresión <¡e orina: muerte al sesto dia. 46, 4.70 Observación: opresión: dolor violento en b cabfza y en los rihonsí: delirio furioso: muerte & los dos. dias .de la enfermedad >>,,,,,,.,,, "» Tj. * Observación: vómitos negros, opresión, coma, muerte al cuarto dia de la enfermedad ,,,,,,,, g. - Observación; vómitos negros: opresión violenta: coma: muerte al cuarto d¡a de la enfermedad ,,,,,, 53 7, ^ Obisrvacioü: dolor vivo en la región epigástrica: opre- sion como mecanira y siempre creíante: muerte des- pués de 60 horas de enfermedad, ,,,>,,,, 34, S. =» Observación: raquulgia violenta; supresión de todas las ¡secreciones: opresión en aumento: muerte después de £0, horas de la enfermedad ,,,,,,,,,, 55. 9.' Observación: vómitos negros: facultades intelecto-des, •btusas: aire atontado: ansia, suspiro;: muerte después de tres dias de enfermedad, ,,,,,,,,, y §2. 10.92 Observación; desmayes en el principio del mal: ra- pidez de pulso: vómitos negros: dolores violentos en. el ¿razo derecho: aire atontado; muerte T¿ horas después de la invacion, ,,,,,,,,,,,,,,, 63. 11. * Observación: desfallecimientos en el principio Je !,i fnfermcditd; y o miras ne^fjs continuos; HíJvím.íc-hLos cq- 3S 50. ■ío ríimoeíifidr?:: Rotación, tucpiron, tipo; s^«r*»f r in;?r r.f#. insenrihiiidad; y al nnsmo tiempo quejidos tontinuoi. muer- to 6 Ir* 56 ora* de la eiteimtda'l »,,,», i 12.ff Observación; \oniitos «^si continno*; oprenon cnrno mecánica: doler violento de riíones y de «abe/a; ati- ranííimiento de todo el dorso; suprecton ile onnas; vuelta de rapidez en el pulso el íiltimo dia de la mfernudad: edormen'mientr.: delirio violento: mneite dei-jiití de cinco «Xs déla enftimedad ,,,,,,,,,,,, lo. * bsírvfii ¡un; viólenlos dolores de piernas: hincharon de la c-iia: lengua por zonas: oprecim: hipo: ademan bobo: iu¡< rmecimiento y al mi«mo tiempo agitación y que- gidos. muerte dopues de cuatro dias de enfermedad , *4. ~ Olse:vacion: roma piofundo: semblante convelido: majados íes músculos de las estremida ¡es: insencibilidad rnapleta: muerte 8 horas dtspues mi primera y única lisita ... i- » ni. • ' ' ! ' , ' '. ' ' ' » ' ' * ' ),>. UD^crvacson: supresión de orinas: opresión \iolenta: hipo: el primer dia b^tia el pulso 16 veces por minuto: ti resto de la enfermedad de 52 a LCr. mueite al quinto dia , , .- „ ' ' ' . ' > » . » ' ' » » í » i • 5 > J ID. terias color moreno: hemorragia por la macosi bucal: hipo: supre- sión de orinas: &c, Los purgantes: los revulsivos: los tónicos principal- mente el sulfate de quiniui. Convalecencia el 24 de ju- lio: 12 dias de enfermed.id ,,» , ,,.»>» 118 24." Observación: dolor violento en la cabeza y en la región lombar: c d tmbres en las piernas: sensación pe- nosa en el epigastrio, y de presioa mecánica sobre el pecho &c . Purgantes: anti-eapa-modicos: tónicos, particular- mente el°sulfate de quinina.. Convalecencia el 4 de agos- to, 10 de la enfermedad ,,,,»#»»»»• 131. 25 * Observación: dolor en el ombligo con sensación de torcijón: sensación de presión mecánica sobre el pecho: esputo de sangre corrompida: palpitaciones violentas en 1» región epigrastica &c. Purgantes: antiespasinodicos; sulfate de quinina, ha- Hda del hospital el 8 de agosto, U de la enfermedad, 134 9ñ * Observación: raquíalgía: adormecimiento de muslos: sans»ci«a general de abatimiento: opresión: Wmefaccio* cst:artrt¡inr¡r!r> de l.-.s labias: Inncrra'gia bucal &c. Tufíjanics: nr.ticspar.tm dicos: Iónicos, c-| eeialtr.fpie rl Fllllate- de ei:ini: a. Salida del hespiLl el 5.0 de ju- lio, 18 de la enfermedad ,,-,,.,,,,,, )27, ^ 01 '-ervaeinn: epigastinigia y \oniiíot.:: raquiíti^in v «■rYto:'¡'?c¡n;Ki]io de indios: cefalalgia \iolenta: rprr.sion: «er.^i.cion de estrechamiento en el pecho: f-speetnr icicn de una mucosidad cargada de sanare. Los vexigaioiios y una ulcera wtuada en el pie derecho, dan Mingrc negra: ¿ve. Antiespasmodicos: purgantes: revulsivos: tónicos, piiucip límente el sulfate de quiuioa: cenvaksencia el 10 dia de la enfermedad >,>■>•,> y .,,, , 28.* Observación: untimiento de toreion en la región pre- cordial: dolor de c \hvvn, de riñoms y de vientre: sen- sación de uua bola que subía <'el ombligo se detenía en el corazón v producía desmayo: tención viokníu y dolorosa de loe músculos rectos del \ icnlre bajo: temor profundo: calofríos repetidor á lo largo déla espina dor- sal &c. Antie5pi?modicos; revulsivos: ecsiiantes: tónicos, prin- cipalmente el sufaíte de quinina. Salida del hospital a los 13 dias de la enfermedad, >»>>>,,,, 29.* Observación: calambres violentos: 1¡< n.otragia con- siderable por las superíicies de la lengua y del f< n io de la bo'.:a: delirio: movimientos nerviosos ii reculares: temblor convulsivo gcreial ciando e! enfermo se lev un- taba: filtración de sai.gre pur la conyut.üva: desmayo: piel helada. &.c. LVsit utos: purgantes: tónicos, principalmente d sul« f.xto de quinina. Salida del hospital á los ÍM) dits de la e:x ¡ u;í Ou.ii, ,,,,,,,,,,,,,,, 30. rt Y ultima observación: ó sea inspección anatómica de un individuo que estando en perfecta salud se ahogó en ti mar. csic, ?»*.>»]>>•>)>'>,,} CAí-TIULO. IV. reflecciones para ¡robar que la causa de la tkbre amarilla Ucva su acción primitiva directa- mente al sistema n: i ■.\<.v¿m . ,,,,,,,,,,, CAPITULO V: primera ei; se: 1.* y 2. « variedad: mo- dificaciones vitales. Síntomas característicos. Alteracio- nes oí g nicas, ,,,,,,,,.,,,,, CAIT11LO \ i: si^wndn cla«e: 3. " y 4. "* valiedad; mo« dificnclones vitales. Síntomas característicos. Alteraciones orgánicas ,,-,,,,,,,..,,, , , , , 16?. CAPITULO VII: tercera clase: 5. rt y 6. * variedad: mo- dificaciones vitales. Síntomas característicos. Alteraciones _ ?LS™\C;S >>>>>.>.>,,,,,,,,>> 174. •CAPITULO VIH: descripción y curación do la fiebre ama- rilbi considerada de un modo general, ,,,,,, 179. CAPÍTULO IX: curación de la fiebre amarilla distinguida en seis variedades.—Curaoion déla 1.a variedad, ' , 189. Curación de la 2. " variedad, »-,,,,,*>, \01. id.de la 3.rt id, -,,-, 9 ,,,.,,,, , 194. id. de la 4.™ id, , , , ,,,,,,,,,, 197, id. de la 5. id, ,,,,,,,,,,,, , 199. id. de la 6. * id, ,,,,,,,,,,,», 199. «CAPITULO X: inspecciones anatómicas- Alteraciones or~ ganicas probadas ó justificadas en los cadáveres de los sujetos mueitos de la fiebre amarilla, en Veracruz, en los me*es de Julio y Agosto de 1826, , , , -, , , 100, CAPITULO XI Del Contagio, ,,,,,,,,, 203. ■CAPITULO XII. Ojeada sobre la ciudad de Veracruz y sobre su. territorio. Causas locales de la fiebre amarilla, medios p-opios para destruirlas o a lo menos de desminuir su int^ncidad ,,,,,,,,,,,,, y , tez!. CAPITULO XIU Forra ilario de las medicinas que se han -u*ad» por el autor, , + , , , , > ■? > , > * 261. ■'■oai^stMi^ FE DE ERRATAS. Lín. D ice. Léate. 23. 5. 4. 25. 11. 11. 21. 34. 35. - 7. 14. 4. 15. 4. 16. cquimoses , , , , , 6 bien que . , , . , orina, veinte y cuatro cadavéiaca , , , , Sará consignada , conyuctiva , , , , cnatro pnlsacioncs lasmañana. , , , marava, , , EEcima ,,,',', \ espiua: ,,,,,, tiene sombrío , , , mucosa uo , , , , hipo el primer dia; bat: el pulso , , , , , violeta. -,,,,,, ambulanles: , , , , músculos: , , , , , purganle: ,,.,,, tensión ,,,,,, espotanemente , , cu jeaones , , k > t >>,,,, , apzel ,,,,,,, obsevacion , , , , cuyo afeeto , , , , Lepantes , , , , , quiniuo ,,,,,. ojas ,,,,,, , , . «leí color de hígado equimosis ó bien que orina, veinte y cuatro cadavérica Será consignada conjuntiva cuatro pulsaciones la mañana. mañana Decima terci* espina: tinte sombrío mucosa no hipo: el primer dia ba- tía el pulso Violeta ambulantes; muslos: purgantes; tensión; espontáneamente cuajarones El apre observación cuyo efecto Laxantes: quiuint flor de color del Jugaflt Pág. Lí%. Dice. Leas'. 11. 18 y 19. convalecencia el 26 do Julio: ,,,,,,,, convalecencia el 26 <'• Julio, JS de la t».' fcn. t ('id 19-2. 26. 'pídsncí-nes ,,,,,, puUuii nes K5. ~H. q.iininin.t ,,,.,,, quinina 126. J¿. cantinoó , ,,,,.,, ce.ijtiii!)» 127. 13. i.; mii!o.«: , , , , , , , nr..*l"-- liS. '.Ah peíp:.fn¡iM ,,,,,,, p;'''¡e as 1-í9. £K. estado ,,,,,,,,, oslado "í. t. 19. pnL-icto-ne? ,,,,,, p dsa ionefr 1.2. 1. i'mn ,,,,,,,,», b-u 'i03. 25. eminer.temou'.c ne>\ ii;.so, y taíübieu de co , , eminentf menlo «c>- \ioio, y también da Ci' H'*. *3. emfermo ,,,>>,> enfcm-i 1 ü. 15. buenadalud ,',,,,, bnena^ salud. Id. 16. las enfermedad , , , , la enfcrmcd-.i-:' 181. 17, Cítrailla ,,,,,,,,. estrilada 182. 9. segudo ,,',,,,«» segundo 1.96.. 1L des prevenir , , , , , de prevenir Id. 12. cci< íte ,,',,,,,, ecsi.Mo Id. 14. f.Iematos ,,,,,,, elemeníos 197. 23y24. tra-.forman , , , , , , trastornar JOS. 4. t. 1. capítulo X1L , , , , , capitulo Xíl Id. 19. De?ero ,,>,,,,, Levcze 216. 8. opidtmias ,,,,,,, epedémias 224. 15^ de la enfermedad, , , de enferme dad* 227. 1. capitulo XIII. , , , , capitulo XI. 230- 7. eanocida ,,,,,,, conocida 232. 26. justifícale. ,,,,,, justificar, el Jfl*. $. la ignorancia délas le* ye» t * « > » ♦ i > * las lcycu Pág. Lín. Dice. Léase. 243. 24. lo cual 248. 25. rasgos , , 249. 6. desvastador 251. 25. el euro , , 256. 6. umanidad , , 257. 19. cubra , , , i 261. 10. que indica . 263. 6. el ectuarios 264. 5. plíldoras. , . lo que rayos devastador el curso humanidad cubran que indica electuarios pildoras. % u * } i ./' L» (¡I .,*. 1*6 r-\ -