/ «. CONSEJOS AL PUEBLO MEXICANO SOBRE LOS MEDIOS MAS SENCILLOS Y FÁCILES DE PRECAVER Y CURAR EL CHOLERA-MORBUS EPIDÉMICO, PUESTO DEL MODO MAS ACOMODADO A SUS USOS Y COSTUMBRES, DE ORDEN DEL SUPREMO GOBIERNO, POR EL ^f,-, PROFESOR DE MEDICINA Y DE CIRUJIA. MÉXICO: 1833. IMPRENTA DEL AOUILA, dirigida por José Ximeno, calle de Medinas nútn. & WCB Yr./tc. J835 i Y EXMO. SEÑOR. Aliste trabajo no tiene por oojeto formar una di- sertación digna de la ilustración de V. E., sino so- lo aconsejar un método sencillo y fácil para preca- ver y curar el Cólera-morbo epidémico; método que esté al alcance de todos y sea principalmente acce- sible al conocimiento de la clase pobre y desafor- tunada, víctima frecuente y de preferencia en que las epidemias se ceban. Por lo mismo no entraré en pormenores histó- ricos, citas y otros aparatos de una vana erudición. Aconsejar como puede curarse el Cólera y los me- dios recomendados al efecto, será el asunto que me ocupe. Sin embargo tocaré, aunque muy ligeramente, algunos puntos precisos, absolutamente indispensables, y que para ser entendidos demandan separación. Primero: medios preservativos 6 de precaución. Segundo: síntomas para conocer el Cólera, y dis- tinguirlo del miserere cómün. Tercero: medios cu- rativos que reclama en su principio. Cuarto: los que convienen en la continuación del mal, á falta de la asistencia de un médico. Quinto y demasiado esen- cial: estado de convalecencia. El primer punto comprende el modo de vestir- se, alimentarse y arreglar el método de vida. Nada es mas perjudicial qué el desabrigo. La ^o-z^io 4 gente de alguna proporción puede usar de las dá- ñelas para camisas y calsoncillos, con medias ó es- carpines de lana: la gente pobre debe llevar sobre el vientre, una faja ancha de lana, de bayeta ó de lanilla, que los cubra desde el estómago al empeine. Lis camisas, cotones ó pecheras que les abriguen desde el cuello hasta la cintura, ya sean de los gé- neros dichos, de jerga ó de frazadas; es la mtjor precaución que puede recomendárseles. Si algunos pueden llevar zapatos ó por lo menos guaraches, ha- rán bien, pues este abrigo aunque pequeño, es me- jor que andar con el pié desnudo. Los operarios que se emplean en las tene- rías ó curtidurías, deben usar de unas botas de baqueta que les cubran toda la pierna, con el revés al interior, y esteriormente embreadas para que no penetre el agua, cuidando de secarse y darse friegas para calentarse, luego que hayan concluido su tarea. Los habitantes de los pisos bcjos, que es gene- ralmente la gente mas pobre y desaseada, no de- ben acostarse sobre el suelo desnudo. La paja, el heno puesto bajo un petate miserable, es capaz de proporcionarles un abrigo compatible con su esca- sez. Es necesario asolear esos petates diariamente, ventilar sus cuartos, asearlos y sacar los escremen- tos fuera para evitar el mal olor y la descomposi- ción del aire. Echar cal sobre los parages en que se note algún mal fetor, quemar leña, con preferen- cia la de ocote, y no usar de la boñiga para co- cer las tortillas y los alimentos comunes. Evitar el aire en lo posible, particularmente cuando llueve, no dejar secar la ropa sobre el cuerpo en caso de ha- berse mojado, y evitar las desveladas y la esposicion al sereno, tanto como los boles urdientes. Las grandes luminarias de maderas resinosas, ta- les comí) el pino y el ocote, puestas en las encruci- jadas de las calles, callejones y patios de las casas, ■en especial las de vecindad, es un excelente medio dé desinfección, usado con el mejor éxito en Europa, par*. ticularmente en la ciudad de Fontainebíeau de Fran- cia, que se salvó de la epidemia. Sería una muy buena medida de policía, exigir á los caseros é in- quilinos el sostenimiento de pequeñas luminarias en los patios de las casas, para purificar el aire y dar- le ciertas propiedades de que parece carece en esos casos. Esa precaución sanitaria podría facilitar otras; tener porción de lumbre á todas horas y por su medio agua caliente ó cocimientos recomendados para curar los primeros ataques de la Cólera, ladrillos calientes, &c, &c. Nada es capaz de acarrear consecuencias mas funestas que los excesos en las comidas y bebidas. Las frutas de todas clases, particularmente tunas, pfá*- tano guineo, zapotes blancos, manzanas, perones y du- raznos, son muy indigestas y dañosas. Las verduras están en el mismo caso, sin poderse esceptuar ninguna de ellas. Por consiguiente las calabacitas, chícharos, ejotes, habas verdes y toda clase de semillas que aun no han llegado todavía á una perfecta madurez, de- ben evitarse. ¿Qué diremos de todas las especies de chile, nopales, verdolagas y hongos? Esto» últimos particularmente son tan nocivos, que aun fuera del caso de epidemia han sido siempre dañosos, indi- gestos y algunas veces venenosos. Las carnes de agua como el juit, er ajolote y el mestlapique, deben desterrarse totalmente; lo mis- mo las cié las aves acuática^ tales como el pato, gayareta, chichicuilote, &c. &c. De las bebidas, el pulque se ha esperimenta> do en Tierradentro ser dañosof lo. mismo es ef chin- 6 guirito ó aguardiente de caña, la chicha y la cer- veza torcida. En resumen, no podemos aconsejar otras se- millas, que arroz, garbanzo, tal cual frijoles, inaiz en atole, trigo en pan y en atole también. Carnes: el camero, gallina y todas sus varie- dades, guajolote, ternera, tórtolas y pichones. Bebidas: solo el vino de Burdeos que no es- té torcido, con mucha moderación; agua muy lim- pia con un poco de yerba buena ó manzanilla en infusión. Los huevos pueden usarse en el almuerzo ó en la comida, escogiendo el condimento mas sim- ple, y solo los de gallina. La leche está admitida por algunos j reprobada por otros, creo que pue- de usarse en el desayuno con té, y de ninguna ma- nera en la cena; ni ninguna de las preparaciones de qneso, mantequilla, &c. En general debe tenerse presente que hay au- mentos indigestos que ciertas personas digieren muy bien, y otros que aunque de muy buena calidad son muy dañosos para otras: en esto no hay me- jor regla que la esperiencia, seguir los hábitos ino- centes, y evitar los escesos. La gente pobre, particularmente la operaría, que por una costumbre muy fatal hacen (como ellos lla- man) la mañana, tomando chinguirito en ayunas, de- ben prescindir de esa costumbre, y aquellos que no puedan vencerse, tomar la menor cantidad y comer al mismo tiempo un pedazo de pan. Ellos en las dos comidas que hacen, si no mezclaran tantos ali- mentos indigestos como el chicharrón, aguacate y otros semejantes, podían metodizarse mejor que las gentes acomodadas. Estas pueden hacer dos comidas también, evi* 7 tando la cena y tomando solo una taza de té al recogerse por la noche. Los pobres que quieran imi- tar este uso, pueden suplir con la yerba buena ó epasole el uso del té que aconsejamos. Los placeres sensuales y los abusos de toda es- pecie deben evitarse escrupulosamente: los primea- ros han hecho considerable número de víctimas en varios países de Europa. SEGUNDO PUNTO: SEÑALES QUE DAN A CONOCER LA CÓLERA. Las evacuaciones y vómitos de materias blanque- cinas, la debilidad en el pulso, y la violenta alte- ración en las facciones del rostro, son las señales clá- sicas del mal. Haremos alguna ampliación. Un desorden inesplicable en todo el cuerpo, y en Jas funciones del entendimiento, marcan en algu- nos el principio del Cóler;»; otros son atacados, súbitamente y siempre de noche, particularmente hacia la madrugada. PRIMER PERIODO, Cansancio general, dolores de cabeza, algunas veces de estómago, vómitos y evacuaciones líquidas de materias blanquecinas, v debilidad en el pulso, son los síntomas que constituyen la invasión ó Colerina. Este signo de las evacuaciones blanquiscas, semeja n- te á copos de arroz molido, es la señal mas inequí- voca é invariable del Cólera-morbo epidémico, pues que en el miserere común, las evacuaciones se pre- sentan constantemente viliosas. SEGUNDO PERIODO. Variación notable en las facciones del rostro, los ojos se hunden y toman un carácter pavoroso, ru- 8 gidos de tripas, aumento de los síntomas del primer periodo, la evacuación se arroja con la violencia se- mejante al impulso de una jeringa, disminución ma- yor del pulso, calambres en los brazos y piernas, an- sias y dificultad de respirar. TERCER PERIODO. Aniquilamiento total de las fuerzas del enfermo,, indiferencia á cuanto le rodea, vahídos, ruido de oidos, deslumbramiento de la vista, cesación total del pulso, enfriamiento de la piel, sin que el enfermo k) sienta, color azulado de ella (cyanosis), tanto mas notable en la cara, al rededor de los ojos, hacia los labios y al cuello, en las manos, pies y hasta en- las uñas, sonido particular de la voz, semejante á si saliera de una bóbeda, enfriamiento y palidez de la lengua, y el aliento también frío. Stn embargo, los enfermos conservan su inteli- gencia y viven mas ó menos tiempo en este estado cadavérico. Algunos, particularmente en el primero ó segundo periodo, se quejan de una sed insaciable, de ardor que- mante que se estiende desde la garganta hasta el ano, y de dolores agudos en la boca del estómago, apete- cen beber frió y debe concedérseles. Su lengua se presenta seca, roja y algunas veces- negra, en estos debe variar el método y seguirse sus deseos, usandn de la nieve y del hielo en trocitos pequeños, sin darle» otra bebida ni alimento. Estos desgraciados sufren mas; los calambres son mucho mas intensos, y todos los demás síntomas. Cuando mueren en este estado, sn muerte es mas agitada, mas congojosa y lastimera. Al contrario de los otros, cuyos últimos instantes son ge- neralmente tranquilos, cesando por la común los vó- 9 mifos y las deposiciones, y aun diciendo* rnaehts ve- ees que se sienten aliviados. ¡Alivios falaces entre tanto el pulso no se reanime y el enfriamiento n© cese! - . . Este periodo que se ha llamado álgido, pasa á una verdadera asíkxia ó muerte aparente, de que mas de uno han vuelto á ver la luz,.Los cadáve- les de estos enfermos resisten por mucho tiempo á la corrupción, y por lo común se encuentran mas calientes después de muertos. Un deber sagrado nos exige no permitir se en- terren hasta que la Corrupción comience á verifi- carse; ,,El postrer infortunio (dice Brandin), y.el mas rapan-foso en un coléricp,_seria el que le enterra- sen en vida. Ya algunos han corrido este peligro. i Y Dios sabe cuanto» de ellos no habrán üiuerto en el sepulcro!" CURACIÓN EN BL PRIMER PERIODO: TERCER PUUTO. No tenemos ya una necesidad rigorosa de ate- nernos á lo practicado ,en. Europa. Debemos adoptar, sí, según convenga, muchos medios preciosos y sen- cillos que se han usado con felicidad, y cuyts no- ticias se nos han trasmitido. Hablaré de los mas sencillos á su vez^ y me-encargaré por ahora de los usados en nuestro suelo. tres legías. Esta composición, así llamada, se prepara defc modo siguiente. Media cucharada común, rasada, de tequesquite limpio. Una idem de cal apagada. 10 TJna idem de cenizas limpias también. < Un cuartillo de agua caliente: mézclese todo en an jarro, déjese alentar, y pasada una hora se cuela por un lienzo bien tupido, y se conserva para usarla. Esta composición ha surtido los resultados mas felices en varios puntos de los Estados del interior, invadidos por la Cólera. Se usa en pozuelos cada cuarto de hora luego que comienzan los vómitos y evacuaciones blanquiscas, hasta que ces8n del todo: si sobreviene sed, se administra á los enfermos un cocimiento de arroz dorado y martajado, goma de mesqnite, y corazones de membrillo, en cantidades mo- deradas, sin dar ninguna'clase de alimento. Este mé- todo se auxilia con el abrigo, las friegas con cepi- llos, bayetas calientes y el reposo. Las mismas legías preparadas médicamente. Carbonato de potasa, seis granos: carbonato de sosa, doce granos: agua de cal, tres onzas: agua muy limpia caliente, trece onzas, ó nueve médicas. Méz- clese y guárdese para usarla como la anterior. HUACO. El método del que usa el Sr. Chaver, se podrá consultar en el Telégrafo del dia 19 de Junio. Del que uso yo, y se vende en las botica* del Sr. Ortiz, Alarcon, Nájera, &c pueden tomarse po- zuelos cada media hora, de la composición siguiente. Cocimiento de linaza, un cuartillo. Tintura de Huaco, detde quince hasta treinta go- tas, según las edades. Mézclese y úsese del mismo modo que en el método anterior. 11 PARA FRIEGA. Tintura de Huaco, cuatro onzas. Alcanfor, media onza. Vinagre fuerte ó destilado, una onza: mézclese y úsese en friegas en el caso de que comience á en- friarse el enfermo, ó á acalambrarse. La tintura de Huaco se prepara poniendo en una botella dos onzas del palo y corteza del Huaco molido, y un cuartillo de aguardiente de caña refino: á los tres dias de in- fundida la tintura, pueden usarse. Las Iabativas de almidón ó de cocimiento de man- zanilla, con diez ódoce gotas de láudano son en to- dos casos eficaces, pero sucede á veces, que á pesar de 1.a sencillez de estos medios no se encuentran ala mano, entonces puede recurrirse á la AGUA CALIENTE. Tazas de agua caliente repetidas cada cinco mi- nutos á promover el sudor y aumentar el vómito, hasta que el enfermo arroja sola la agua. Se le de- ja descansar en la cama abrigándolo cuanto sea po- sible, y en seguida se vuelve al uso de la agua, si los síntomas se presentan de nuevo. Se hacen tam- bién lavativas con ella, y cuando los vómitos y la evacuación han cesado, se dan al enfermo cucha- radas de orchata de pepita de melón cada ocho ó diez minutos, con doce ó veinte gotas de láudano, (1) para cada cuartillo de orchata. Este método usa- do en el Hospital de Judíos de Varsobia, bajo la (V) A falta de láudano se ponen á hervir dos 6 tres adormideras grandes en cuartillo y medio de agua, hasta que quede en un cuartillo, y en este cocimiento se hace la orchata. 12 dirección del Dr. Bernsteinfc, salvó un número con- siderable de ellos. El Sr. Brandin lo ha repetido en París con muy buenos resultados. Una Taza de cocimiento de yerba buena, té, tilo, tnanxanilla y sempasochil, con 4 ó 5 gotas de láuda- no, son también útiles en el principio Pero sucede muchas veces que la enfermedad no cede y pasa al SEGUNDO PERIODO: CUARTO PUNTO. Los medios curativos en este, deben activarse demasiado; si los vómitos contiuúan con tenacidad, puede usarse de una poca de sal deagenjos en agua común, y en traste separado diez ó doce gotas de zumo de limón también en agua. Se toma la sal c inmediatamente, la agua con el zumo de limón. Cuan- do haya proporción puede usarse de la mistura an- ti-emética de Riberio en eu( haraditas de café, ó los polvos de Dower en la forma siguiente. Polvo de Dower diez granos en dos papeles, tómese uno cada diez, minutos en agua de torongií caliente. Con la mayor rapidez suelen pasar los en- fermos a! TERCER PERIODO! ALOIDO. Asi llamado por el enfriamiento general en que se ponen hasta quedarse como un mármol. Entonces creo conveniente el cocimiento de hua*. co interiormente; puesto en una cantidad de media onza de la planta para cuartillo y medio de agua, Á los dos ó tres hervores» debo aparcarse y usar* lo por tazas, aun calientes, cada cuarto de hora. Las Cataplasmas de cal mezclada en proporcio- nes iguales con levadura, ó harina empapada de vi- nagre' aguado, deben aplicarse al estómago, aj cora- 13 zon, á los pulsos, lagartillos, muslos y plantas de pies. Los ladrillos calientes, las friegas con ortiga, y los sinapismos, son medios recomendados en este caso. Espíritu de trementina (agua ras), un cuartillo. Alcanfor, onza y media. Tintura de huaco, dos onzas: mézclese. Se empapa una tira de bayeta en la preparación anterior, que cubra todo lo largo del espinase. Se cubre esta tira después con otra de bayeta también em- papada en agua clara, y sobre esta se pasa una plancha caliente, tantas veces cuantas sea necesario hasta que las bayetas se sequen, repitiendo la operación según la gravedad del caso. El baño caliente y las evacuaciones de sanare, son también grandes recursos, pero necesitan mu- chas precauciones. La mayor parte, ó casi todos los enfermos socorridos en el principio por alguno de los métodos indicados, se salvan. Al contrario los que por falta de auxilios, 6 por una mala dirección lle- gan á entrar en el periodo de enfriamiento, que los médicos llamamos álgido. Estos desgraciados aun cuan- do lleguen por fortuna á obtener una reacción en que el calor ?e reanime y el pulso vuelva á presen- tarse, no siempre es favorable á su existencia. Si lá reacción es defectiva ó escasa, perecen, y si excesi- va, suelen pasar frecuentemente á otra enfermedad no menos grave, que llamamos tifo. La grande habilidad del médico, consiste en ese tér- mino medio lan diticil de lograr, y sobre este se han re- doblado los esfuerzos de todos los prácticos del mundo. El Sr. Brousseais advierte, que lograda la reac- ción, los enfermos manifiestan un apetito voraz, con que importunan á los médicos y á los asistentes. Es necesario no condescender á sus instancias (dice) si no se quiere ver reproducir todos los síntomas, y su- 14 cumbir á los enfermos sin que haya ningún medio que los salve. Concluiremos este trabajo con algunas reglas sobre la convalecencia: quinto punto. En cuanto al tiempo están muy discordes los au- tores que han observado el Cólera en Europa. El Sr. Gravier que lo observó en la India, y curó por el nutodo anti flogistico, dice: ,,Los enfermos así tra- tados entraban ordinariamente en convalecencia des- de el segundo dia y en estado de tomar alimento^ al cuarto habían recobrado su salud." En Francia se ha pensado de diversos modos; pero en nuestro Ter- ritorio, Tula de Tamaulipas, y en Aguas Calientes, donde se han usado de las tres legias, reducen la con- valecencia á once dias. Tres de permanecer en ca- ma y ocho de no salir á la calle. El primer dia comienzan á alimentar los enfermos con medios pozuelos de atole de maiz delgado cada dos horas, aumentando á un pozuelo el segundo dia, y añadiendo desde el tercero alguna sopa de pan frió, hecha en agua simplemente. En general, según lo comunmente practicado y que recomienda la razón, debe alimentarse en los principios con mucha precaución, excitar la docilidad y prudencia de los enfermos y no ceder á sus ins- tancias importunas. Las cremas y atoles de arros, de maiz y de pan muy frió: las infusiones ligeras de yerba buena, manzanilla y té; y la agua de ho- jas de naranjo, es la que conviene á pasto. Luego que él estómago comienza á recobrar sus fuerzas digestivas, deben usarse las carnes asadas sobre cocidas y sin grasa, el arroz guisado en blanco, y alguna corta porción de vino de Burdeos en agua, mezclado en partes iguales. 15 Para ningún caso creemos de mas necesidad la protección del Supremo Gobierno, que para la con- valecencia. Los infelices, objeto xle sus cuidados paternales, jamás podrán estar bien asistidos en sus casas. Salidos del ataque colérico, si les sorprendió en su casa y fué preciso asistirlos en ellas, deben ser de luego á luego, conducidos al hospital de conva- lecencia. Sin este recurso todos los trabajos son per- didos, y las recaidas seguras. ,,Una sola cucharada de sopa tomada inoportunamente, ha bastado para que algunos enfecmos recaigan mortalmente. La vr- da atacada en sus principios mas esenciales, no recobra su dominio sino progresivamente y con laTgos es- fuerzos." El Cólera que tanto seteroe, ha causado menos estragos que las viruelas ó la escarlatina. Los me- dios que quedan aconsejados, son suficientes sin duda para burlar sus primeros ataques, esto es lo interesante; olvidar el peligro para no temerlo, acor- darse de él para evitarlo. Los recreos inocentes, las tareas moderadas capaces de distraer el espíri- tu, son mejores medios de precaución que los pre- tendidos preservativos. Limpieza, sobriedad, tranqui- lidad de ánimo y evitar toda clase de excesos. He procurado obsequiar las filantrópicas ideas (fe V. E. que se sirvió manifestarme hace dos dias> dispen- sándome el honor de confiarme este trabajo. V. E., á quien la facultad médica tiene la honra de contar en el vi 16 número de sus mas distinguidos profesores, sabe bien cuan difícil es el hacer descender el idioma técni- co de ella para acomodarlo á un estilo vulgar; y ha- cer coucisas materias que por sí mismas son muy vastas. Yo he procurado hacerlo comprensible á todas las clases de la sociedad; mas no me ha sido posi- ble escapar de algunas ligeras digresiones y citas, co- mo me habia propuesto al principio. Si logro con- tribuir de este modo á los muy laudables fines que V. E se propone, daré por bien empleada esta pe- queña tarea. Si así no fuere, me quedará siempre el placer de haber exhibido una nueva prueba de mi constante adhesión á la persona de V. E,, y de mi absoluta disposición en servir al Supremo Gobierno que preside. México 6 de Agosto de 1833, EXMO, SEÑOR. &&ro W Vitfa NLM032762094