^"VXX" ¿«d^ v**V«x* "-*..' Jr*..* vixw 'rvr~*'TCv/£ ¡ssMCr; NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE NLM 00100103 M NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE Washington Founded 1836 U. S. Department of Health, Education, and Welfare Public Health Service NLM001001034 TRATADO DE ERAPEUTICA GENERAL Y APLICADA f COJiritENDIEXDO EL ADELANTO REAL DE LOS ÚLTIMOS DIEZ AÑOS ES MEDICINA Y CIRUGÍA T IE¡ O ID O IR, O 1TTJ1TEZ (DE GTTADALAJARA.) MÉXICO OFICINA TIP. DE LA SECRETARIA DE FOMENTO Calle de San Andréi número 15. 1893 c. \ national library of medicine w.oi;.:;ün, d. c. PRIMERA PARTE. EL fin ideal de la Terapéutica teórica es, que el médico cu- re segura y prontamente en la práctica una enfermedad determinada, cualesquiera que sean las circunstancias de lugar y tiempo; mas como para realizarlo se necesitan muchos me- dios que deben ponerse á la vez á contribución, creemos con- veniente mencionarlos aunque sea ligeramente, y dividirlos en tres categorías obsequiando al método: primero, aptitud por parte del médico; segundo, voluntad firme por parte del enfer- mo, y tercero, medios ciertos, eficaces, bien discernidos y bien combinados, en la inteligencia, que de tal modo deben de ir combinados, que cuando alguno de los tres falte se tenga el fracaso por cierto. Nos esforzaremos por que en el ejercicio de nuestra profesión los tengamos siempre, como elementos de éxito, listos para satisfacer todas las necesidades; empero, los dos primeros, á pesar de su importancia, porque son nada me- nos que los factores principales del honor profesional y de la confianza del público no constituyen la materia de un libro, ni •cuando faltan, en un caso dado, se pueden proporcionar ó su- plir; nos queda el tercero, el que constituye el arsenal de me- dios, el que para el éxito supone necesariamente la existencia de los otros dos, el que nos provee de reglas fijas y princi- pios ciertos para escogerlos y combinarlos mejor; en una pa- labra, los medios para conseguir un fin determinado: la salud. Con ellos nos proponemos ocupar estas líneas; á ellos es á quie- nes hemos dedicado nuestros esfuerzos para presentarlos del modo que más utilidad produzcan á mis colegas; y por ellos, estamos seguros, que siempre se obtendrá el mejor éxito de- seado, cuando se manejen con seguridad y discreción. Dividirlos en categorías no sólo es útil para la exposición, sino también para acomodarnos á la naturaleza de ellos, en efecto: la experiencia ha enseñado á los médicos que entre to- dos los agentes que pueden producir la salud, ningunos hay tan enérgicos é incontrastables como los que la naturaleza posee, tal como ella es, ó modificada por la civilización y las costum- bres del hombre, esto es, que los medios higiénicos son los más potentes y los más suficientes recursos con que el médico cuen- ta en primera línea: el suelo, el aire, el calor y la luz; el agua, los alimentos, las bebidas, el vestido, la habitación, por una parte, y por otra, la sociedad, la patria, la raza, la familia, el hogar, las susceptibilidades morbosas y la idiosincracia, obran perennemente en la vida del hombre, desde la cuna hasta el sepulcro, no de otro modo, que como si estuvieran ingertadas en su propia naturaleza para hacerle sentir dulce ó amarga la exis- tencia. Pues aun hay más: todos los médicos de las generacio- nes pasadas y los de la actual, que han encanecido en el ejer- cicio de la profesión, después de haber pasado por todos los desengaños que día con día se cosechan con el empleo de me- dios que no son los de la higiene, han acabado por proclamar altamente el valor eficaz y enérgico de estos últimos: no vacilo, por lo mismo, en poner como primer elemento para obtener la curación de una enfermedad determinada, los medios con que la naturaleza nos brinda á cada instante, y así, el médico, que al acabarse de enterar del estado que guarda su enfermo, olvida poner en cabeza de su prescripción preceptos formales, precisos, inteligibles y practicables, sacados del caudal de la higiene, co- mete grande omisión dejando de prescribirlos. ¡Cuántas veces dejará de ser' útil á su cliente, sobre todo sabiendo que muchas enfermedades no necesitan más que higiene para detenerlas ó para hacerlas desaparecer! Después de los medios higiénicos, sin duda que se colocan por su importancia los medios farma- céuticos ó médicos propiamente dichos, de tal suerte, que prác- ticamente se puede decir que ocupan el término medio entre lo que podemos llamar intervención por la naturaleza é inter- vención por el hombre: la naturaleza obra lenta pero constan- temente, y cuando es en buen sentido, siempre hacia la salud; mientras que el hombre, obra súbita y accidentalmente, siem- pre procurando el bien, pero con resultados inciertos ó desas- trosos ó raramente felices. Los medios farmacéuticos se colo- can naturalmente entre estos dos extremos de suavidad y de violencia, y siendo así, nada extraño es que como especie de tran- sición y de clase intermedia, participen de las dos cualidades sin ser ni de los unos ni de los otros; pero los medios médicos siempre valen menos que los medios higiénicos: en muchos ca- sos se equiparan, y en algunos otros, en determinadas circuns- tancias, en lugar de ser útiles son perjudiciales; mientras que los primeros valen muchísimo más que los medios quirúrgicos, de que hablaremos luego, en gran número de casos que á pri- mera vista y en realidad son del resorte de la cirugía, en la in- teligencia de que en la mayor parte de estos enfermos, aun en los de cirugía pura, jamás son perjudiciales; dos ejemplos ha- rán plástica la idea que acabo de exponer: una gastritis mode- rada, ocasionada por la ingestión de una gran cantidad de al- cohol, sin hábito previo, cura sin duda espontáneamente y por los solos esfuerzos de la naturaleza conservadora, en tres ó cua- tro días, sin que necesite ni medios derivativos, ni sustitutivos, ni tópicos más ó menos emolientes ó aislantes, sino la aplica- cación restringida de un precepto fisiológico prohijado por la higiene, á saber, el reposo del órgano; obrando así, hacemos tratamiento higiénico puro, porque prescribimos al enfermo, después de habernos enterado de su estado actual, que no co- ma ó que coma pocas cosas de fácil digestión, pues esto basta- 6 rá para obtener la salud: y decimos higiénico puro, porque las bebidas alimenticias que prescribimos en el caso, no tienen nin- guna de las cualidades de los medicamentos, es decir, son me- dicamentos negativos, porque habiendo necesidad de alimentar, se dan ellos como los alimentos menos indigestos de que po- demos disponer; en otros términos, la meta que nos hemos im- puesto, es la de poner en reposo al estómago; mas si por una de tantas eventualidades sucede que la reacción gástrica al con- tacto del agente flogógeno va más allá de los límites moderados y necesarios para la curación, conmoviendo al resto de la eco- nomía, entonces, no sólo nos impondremos la tarea de dejar en reposo al estómago; es decir, no sólo haremos higiene, sino que con medios farmacéuticos bien escogidos y adecuados á la indicación auxiliaremos á nuestro enfermo, pero siempre á tí- tulo de ayuda, de segunda parte, siguiendo á la naturaleza cuan- do ella marcha por el camino de la salud, imitando, en cierto modo, los procedimientos de que se vale para lograr el fin, y corriendo en su auxilio cuando ella, vencida pero no cansada, quiere emprender, por su cuenta, un nuevo proceso que la lle- ve á la salud: la naturaleza, pródiga en recursos, jamás se can- sa, jamás deja de hacer un esfuerzo hacia la salud; donde un medio le fracasa, otro interpone: la muerte misma es una mues- tra palpitante de su fecundidad pasmosa, último esfuerzo de la armonía de la forma y de la función hacia la conservación y la vida. El tipo del segundo ejemplo, fácil nos será encontrar- lo para demostrar con él la superioridad de los medios médi- cos sobre los quirúrgicos puros para un caso determinado: todos los días se les encuentra en la práctica y así muy frecuentemen- te nos encontramos enfrente de casos como éste: una hernia estrangulada á punto de ser operada, se reduce gracias á inyec- ciones subcutáneas de morfina ó á la belladona tomada al in- terior, etc. Aquí la ventaja obtenida con estos medios tan sim- ples, puramente médicos, es enorme, porque nosotros nos he- mos evitado todas las peripecias posibles y desagradables de una intervención operatoria por los medios quirúrgicos y evi- 7 tamos á la vez al enfermo todas las consecuencias directa é in- directamente producidas por la operación, y por esto vienen en último lugar tales medios como procedimientos de fuerza, como que pondrán un límite á una evolución localizada nefas- ta, como la última palabra de una discusión, y vienen en últi- mo lugar, no sólo por su naturaleza, sino también porque en la generalidad de casos es á ellos, en último lugar, á quienes debemos ocurrir y ocurrimos de hecho pidiéndoles la solución de un problema terapéutico: por lo demás, creemos inútil decir que aceptamos el hecho de la existencia de casos tales, que desde un principio pertenecen á la cirugía pura y aun aquí, la higiene funcionando limitadamente para llegar al fin deseado, es de capital importancia cuando se la sabe asociar con acierto ya á los medios puramente médicos, ya á los de los que nos veni- mos ocupando, demostrándose su importancia por los resulta- dos funestos á que se'llega cuando se les olvida ó no se les con- cede la importancia necesaria. Habiéndome propuesto recordar antes de entrar en materia el «, 6, c fundamental de la terapéutica general, y habiéndolo hecho ya, aunque sea muy someramente, no puedo dejar de encarecer otra vez el estudio profundo y minucioso de la higie- ne, en la que se hallan los principales recursos del médico, to- da vez que no nos proponemos otra cosa, más que curar á los enfermos segura y prontamente con los medios más eficaces que poseemos; teniendo para este fin á nuestra disposición y en resumen tres grandes grupos que por orden de importancia, son: el de los medios de la higiene, el de los farmacéuticos y el de los quirúrgicos, pero con esta sola y capital nota: que prime la higiene; así se dijo ayer, así se repite ahora, así será siempre y así lo publicamos nosotros, tan enfáticamente como nos es posible, como encabezado de nuestra obra y como primera con- clusión de nuestros estudios. En la ciencia corren separados en volúmenes especiales ca- da uno de los grupos que acabamos de indicar; pero en la clí- nica todos sabemos que no es así: allí, ya dejan de existir las 8 divisiones, se funden las nociones en un solo concepto, que lle- vará bajo pena de nulidad este sello "posibilidad de satisfacer á la indicación puesta:" allí el médico, el cirujano y el higienis- ta se deben fundir también en una sola personalidad que obra- rá y combinará según convenga: allí, el arte debe obrar ante un caso concreto. Presentar al público médico una obra que co- rrespondiera á esta necesidad sería, sin duda, de grande utili- dad, y nosotros con gusto desarrollaríamos este vasto progra- ma en toda su extensión, que la ciencia obliga á recorrer á los médicos para hacerlos hábiles en el ejercicio de su profesión, para presentar así un cuadro completo que comprendiera á la vez los inmensos horizontes del arte de curar; pero por ahora no lo hacemos así porque nos hemos limitado á codificar, si se nos permite el término, una época limitada que sirva como ma- terial de trabajo á otro que tenga la aptitud que á nosotros fal- ta y dé cima así á tan magna obra; por otra parte, cualquier trabajo, para que sea completo, necesariamente ha de abarcar las novedades existentes hasta el día de su publicación, y esto sólo le haría en gran parte resultar estéril, porque en él, áfor- tiori, se habían de comprender nociones incompletas, hipótesis de moda mal concebidas, que viven un año, un mes y hasta un día como engendros no variables ó abandonados. A todos nos consta el prodigioso movimiento científico universal, el nú- mero ilimitado de opiniones, verdades y errores, que mezcla- dos y confundidos en esta Babilonia científica, se dan la mano en una misma nación y en una misma escuela, siendo la con- secuencia natural de ésto, que nadie se entienda: aquí, se pro- duce una voz que conmueve y desquicia al mundo; allí, otro, rodeado de un público frenético, es levantado hasta los cielos; acá se explora, más allá se busca, uno reforma, otro perfeccio- na, y por fin, en todas partes se mina y derriba hoy lo que ayer se levantó con mil afanes y fué saludado con calurosos aplau- sos; mas es preciso entendernos, que cada cual conozca la ver- dad, pues los enfermos no tienen cuenta de las teorías, ni les importa ni poco ni mucho, porque ellos sólo esperan del médi- 9 co que se les cure pronto y bien. Un solo hombre no pudiendo echarse todo ese trabajo á cuestas, es preciso dividirnos la ta- rea y contribuir en la medida de nuestros esfuerzos á que la luz se haga sobre materia que á todos nos interesa, y así, he- mos tomado una parte del campo de nuestro arte para presen- tarlo al público médico listo para utilizarlo, comprensible, fácil; ocurriendo para este fin á numerosas publicaciones científicas aparecidas en los últimos cinco años y en varias de las nacio- nes más avanzadas, de suerte, que nuestra obra, tal como la presentamos hoy, comprende los tres grandes grupos que aca- bamos de señalar, aunque por el carácter mismo de la época no tienen una extensión igual, pues predominan en ella los medios farmacéuticos que se han considerado útiles para determinadas enfermedades; los medios quirúrgicos que han sufrido alguna mejora se exponen en su lugar respectivo, y por fin, los higié- nicos: todo según los avances científicos de estos últimos años. Justo es, pues, advertir que en cada uno no somos completos ni podríamos serlo, pues que en medicina nada hay completo como no lo hay en las obras de los hombres á quienes les fal- ta siempre la parte del porvenir. En este concepto, nuestra obra bien merece el modesto título de "algunos avances cien- tíficos limitados á la terapéutica aplicada." Sin seguir, pues, un método riguroso, sin orden, sin cohesión, expondremos sucesi- vamente cuanto en lo relativo ha estado bajo nuestros ojos, criticadas unas partes, experimentadas y aprobadas otras en el ejercicio de nuestra profesión, todo obedeciendo á un sólo fin, á saber: ocupar nuestros ocios profesionales del modo que más utilidad produzcan al público médico del país. Dar á conocer lo nuevo que pueda ser útil y no lo nuevo porque sea tal, pues hay mucho que es enteramente inútil ó perjudicial páralos que no se han aguerrido en el arte ó son verdaderas herejías cien- tíficas ó utopías que desafían á ios tiempos, nos ha parecido que sería el mejor modo de cumplir nuestro propósito. ¡Oja- lá que el resultado corresponda á nuestras esperanzas y que la 10 benevolencia de nuestros compatriotas nos ponga bajo el am- paro de su protección! Expuesto el programa que nos proponemos seguir, para lo- grar nuestro fin, parécenos de utilidad manifiesta hacer una apreciación general de los avances científicos que se han hecho tanto en la Terapéutica médica como quirúrgica, pues el trabajo incesante y variado al infinito de la generación médica actual que todo lo estudia, reforma y perfecciona, que se encuentra esparcido en inumerables fragmentos en la prensa científica uni- versal, de donde es necesario recoger con juicio lo que pueda ser útil á los que vamos en pos de tan brillante pléyade, ha pro- ducido una multitud de datos que interesa conocer por tratarse nada menos que de la evolución de la ciencia, producida á su vez, por la que han sufrido los grandes procesos morbosos: con tales datos se han allegado precedentes que necesariamente nos han de llevar á una finalidad que ya prevemos. La primera palabra pertenece á los infinitamente pequeños: son ellos la causa de un cambio de fisonomía en la ciencia; en ellos está vinculada una época grandiosa y hanse planteado in- novaciones, que aunque nada tienen que ver con ellos, reflejan de cerca ó de lejos á esta gran época. Un día, un farmacéutico francés, empleado en una refinería de alcoholes, descubrió se- res microscópicos en las fermentaciones preliminares del al- cohol, ya vistos por otras personas y en otras ocasiones; pero en ese mismo día y por el fíat creador del genio surge para la cien- cia un nuevo mundo del fondo de una pipa y el cielo de los in- mortales cuenta con un huésped más, cargado de laureles: el mundo nuevo se llamó bacteriología y el nombre inmortaliza- do fué el del modesto sabio, el Sr. Pasteur. La medicina veía atónita descorrerse un inmenso é impenetrable velo movido por el objetivo de un microscopio: veamos qué fué de cada una de sus dos grandes ramas después que se ratificó el descubri- miento. En cirugía ha habido un verdadero sacudimiento, una revo- 11 lución radical, de donde ha brotado en medio de la discusión más encarnizada una positiva conquista que ha ensanchado enormemente sus horizontes: la asepcia. El número de desas- tres todos los días creciente en las operaciones quirúrgicas, aún no hace mucho tiempo, hizo palpitante la necesidad de una re- forma: el reformador fué Lister y la reforma la antisepcia: el spray se impuso, los protectivos y mackintosch se usaron á pro- fusión, los éxitos brotaron como por encanto, se adoptó el mé- todo; pero ¿esta reforma era racional, era justa, en una palabra, era viable? Lawsson Tait, en el mismo Hospital en que opera- ba Lister, reacciona con fe inquebrantable y sigue con acierto y con tan buen éxito como su contrincante en sus antiguas prácti- cas y sin servirse para nada del arsenal de la inovación: desde allí y desde entonces, las ideas se extendieron por todos los cen- tros científicos del universo y hasta los humildes médicos de las campiñas tomaron, in petto, su parte de acción y se dividieron en bandos más ó menos exasperados: los ánimos se enardecie- ron, trabáronse disputas pueriles y no faltó quien lanzara á la publicidad anatema como este: "quien no tiene placer en prac- ticar el método antiséptico no es un hombre honrado;" tal dijo Danzel, de Hamburgo, citado por Charon y Gevaert en su Ciru- gía infantil. ¿Qué resultó de esta discusión tan larga y enojosa teniendo por teatro al universo? Resultó: 1? que la infección de las heridas apenas puede verificarse por el aire y que en todo caso, las pulverizaciones no tienen tiempo de matar á los mi- crobios sépticos, siendo además aquellas molestas para el ope- rador y ciertamente perjudiciales para el operado y las pulve- rizaciones fénicas cayeron en descrédito; al silk y al mackintosch se les hizo un proceso análogo y también desaparecieron del método; 2? que los accidentes sépticos, post-operatorios, eran producidos principalmente por la conducción de gérmenes por las manos, útiles de curación, etc., es decir, por un verdadero contagio, de donde se vino en conocimiento que para las heri- das asépticas basta el riguroso aseo, probada su eficacia por nu- merosas y convincentes estadísticas, para curarlas, y en tal caso, 12 el aposito sería seco ó casi seco y esencialmente absorbente para hacer que la corriente de los líquidos exhalados en la su- perficie de la herida, en lugar de ser de afuera para adentro, sea, al contrario, de adentro para fuera, de suerte, que el uso de antisépticos, aquí, como tópicos, es inútil por lo menos, su- perabundante y pudiendo ser nocivo, y por fin, que para las heridas sépticas no bastan estos medios simples sino que hay necesidad de emplear desde el principio substancias positiva- mente antisépticas, por cuyo motivo y para tales casos hay que emplear un aposito esencialmente Listeriano, pero sin parecido en la forma que tuvo primitivamente; 3? que la inflamación y sus consecuencias aparece ó se favorece su aparición por el es- tancamiento de los líquidos, por el desarrollo de la tensión que produce su acumulación, por todo lo que pueda irritar, contun- dir ó maltratar la superficie cruenta y por fin, y cosa gravísima, que la inflamación podría desarrollarse siempre con sus conse- cuencias posibles, aun en ausencia de todo microbio y toxina microbiana, de donde, indicaciones muy simples para condu- cirse en un caso dado; haciendo por total estas investigaciones, que condujeron á nociones ciertas, previa demostración de nu- merosísimos casos de accidentes fatales que sobrevinieron por el uso de la curación tópica Listeriana típica, que se viniera en conocimiento, que en cirugía había dos grandes grupos genera- les de casos, á saber, los sépticos y los asépticos, que natural- mente tenían indicaciones diferentes, que a fortiori tenían que satisfacerse de modos también diferentes, y para decirlo de una vez, se creaba para siempre con tal concepción un nuevo tér- mino, la asepcia y una nueva práctica en cirugía, la interven- ción aséptica. A su vez, la primitiva antisepcia se modificaba tan radicalmente forzada por los numerosísimos desastres ob- servados y producidos directamente en el tiempo que los anti- sépticos de Lister se empleaban según las reglas que poco des- pués y desde entonces, hasta la hora actual, ya no era más que lo que es hoy: nada de silk, nada de mackintosch, el spray pasó y hasta el catgut, el más inocente de todo el arsenal Listeriano, 13 ha sido proscrito con razón por habérsele hallado infraganti conduciendo entre sus fibras microbios de toda clase: además, háse demostrado que él no es más valioso que la seda, qué de- cimos, la seda vale más, muchísimo más bajo todos conceptos. Más adelante damos á conocer todas las minuciosidades de la intervención aséptica y antiséptica que esencialmente se re- ducen para una y otra en una sola noción, eme no apegándonos al valor etimológico de aquellas sino al que tienen en la prác- tica, significa, en la primera, aseo y aplicaciones prácticas del conocimiento profundo de la marcha del proceso cicatricial y de las causas que puedan impedirlo, y en la segunda, significa algo más que esto, porque ella implica el empleo, á la vez que se hace asepcia, de substancias antisépticas antes, durante y después de la operación, con el objeto de impedir que la heri- da operatoria sea detenida en su marcha hacia la cicatrización por el proceso séptico, causado en la inmensa mayoría de ca- sos, por la pululación de microbios en su superficie. Si á estas prácticas se agregan las condiciones, que para operar todo ci- rujano debe tener presentes y que en resumen no son más que una asepcia más extensa, si se nos permite la palabra, y una higiene más activa, tendremos el dogma moderno de la inter- vención operatoria aun más leve; pero justo es decirlo, esto no es enteramente nuevo, pues muchos cirujanos en el extranje- ro y en el país, cuidadosos de sus enfermos y de su reputación, intervenían en la época de las septicemias con éxito diario y con asombro y envidia de sus compañeros. Cirujanos hubo en aquel tiempo en la capital de la República que eran llamados afortunados por sus colegas, y no obstante que aquellos no ha- cían un secreto de su conducta, jamás se les llegó á creer que precauciones tan simples tuvieran tan hermoso resultado y por esto los que no las observaban seguían en su nefasta cosecha con gran mengua de su reputación. ¡En aquellos aciagos tiem- pos bastaba ser aseado para cosechar brillantes y repetidos éxitos operatorios! Pero hoy, ya se ha reconocido que algo más se necesita en muchísimos casos para tener la seguridad del 14 éxito, y este algo más, es el rigorismo antiséptico: al llegar aquí, si el mundo médico confiesa paladinamente que cierta e indiscutiblemente existe en la práctica la gran división de he- ridas sépticas y asépticas por los resultados evidentes que se obtienen, pregunta y tiene derecho para preguntar si son los microbios la causa de esta división y de estos resultados, exis- tiendo en unas heridas y faltando totalmente en otras; mas al llegar á la razón científica tanta luz truécase de pronto en si- niestra obscuridad; en efecto, hoy está perfectamente bien ave- riguado que la región más aséptica del cuerpo retiene siempre microbios cuando se la somete á las prácticas antisépticas; que en la herida más cuidadosamente hecha y más aseadamente cu- rada se encuentran microbios ó pueden encontrarse, y por fin, que al microbio se le encuentra siempre y en todas partes á pesar de todos los cuidados, á pesar del aseo y, cosa notable, á pesar de esta coexistencia tan bien demostrada, la herida quirúrgica marcha á cicatrizar por primera intención cuando interviene la asepcia para hacerla! ¿Para qué particularizar, pues, para qué citar á centenares de opiniones en este sentido? ¿Para qué decir que las mucosas jamás exentas de microbios permiten hoy la intervención y dan cicatrices por primera in- tención cuando se ocurre al artificio de la asepcia? ¿Para qué decir que se interviene hoy en el ojo, en la vagina, en el recto, etc., verdaderas cloacas, obteniéndose ordinariamente cicatri- ces perfectas 12, 24, 48 horas después y que las complicaciones sépticas se han ahuyentado tan súbita como misteriosamente? Pero estos resultados ¿son por la asepcia exclusivamente produ- cidos? Al principio así se creyó cuando la palabra asepcia lle- vaba aparejada la creencia que ella privaba de los microbios á la herida; pero después, cuando se supo que los microbios sub- sisten hasta en las uñas del cirujano, á pesar de los más nimios cuidados, vino el desconcierto más radical á enseñorearse de los espíritus, haciendo surgir la opinión: aquí, de que con tales prácticas desaparecían las nociones solamente; allí, en vista de lo insostenible de esta opinión, que sólo disminuían en núme- 15 ro, bastando esto para el buen resultado; allá, que el organismo tomaba su parte de acción, que había un gas deletéreo en la atmósfera, según el Dr. Hayem, y hasta hubo quien juntara to- dos estos elementos como el Dr. Pedro Delbet en su obra me- ritísima "Supuraciones pélvica," págs. 54 y 55, quien dice refi- riéndose á otras cosas, pero esencialmente á las mismas, "Es necesario tener cuenta no solamente de la naturaleza de los microrganismos sino también de su número y sobre todo de su virulencia; es necesario tener cuenta en fin, ele la resistencia de cada tejido, y, para los mismos tejidos, de la resistencia in- dividual. La enfermedad no es más que la resultante de todos estos factores y esta resultante puede ser singularmente varia- ble, puesto que es el mismo agente infeccioso el que, según su grado de virulencia, engendra las infecciones puerperales casi fulminantes y las erisipelas más benignas." Pero todas las opi- niones que he citado son enteramente gratuitas, menos la últi- ma parte de la cita final, pues no hay un solo caso que ponga como demostración, ya no digamos convincente, pero ni siquie- ra como un simple conato de ella. Esto, por lo que hace á opi- niones y por lo que se refiere á investigación microscópicas, oigamos lo que dice el Dr. Koch, nada sospechoso, en su comu- nicación de Agosto de 1890 al Congreso de Berlín: "En el suelo, en el agua, en la atmósfera, se encuentra un gran número de bacilus que semejan al tífico y por esto sólo un bacteriólogo pe- rito puede llegar á discernir, y eso solamente con una certidumbre relativa, cuál es tífico y cuál no: indicios constantes y evidentes nos hacen aún falta." Ahora bien, esta misma nota es corrien- te para la inmensa mayoría de los infinitamente pequeños. ¿Qué diremos, pues, si los stafilococcus y streptocoecus no escapan á esta nota, de todas las teorías que sobre base tan frágil se le- vanten? ¿Qué diremos de la asepcia y cómo nos explicaremos sus resultados? Quien tenga mejores razones que responda, pues nosotros nos limitamos á decir, que para la razón científica de la asepcia y la antisepcia la discusión continúa abierta en las academias; pero que en la clínica, ya se sabe á que atenerse, 16 proclamándose con sobra de razones la verdad de estos dos pensamientos, que por ahora son dos dogmas fundamentales: Hay en cirugía muchos casos que, por su naturaleza, son del do- minio de la asepcia pura y son aquellos en que la región en que se va á operar no es el sitio de supuración, suciedad ó cualquie- ra otra cosa que pueda impedir se consume el proceso de cica- trización normal. Hay en cirugía muchos casos que son del dominio de la antisepcia (á fortiori reforzada por la asepcia), y son todos aquellos que desde antes de la intervención operato- ria son el sitio de supuración, suciedad ó cualquiera otra cosa que pueda impedir se consume el proceso de cicatrización nor- mal; ejemplos: la intervención quirúrgica por un fibroma del brazo, cualquiera que sea su sitio, no habiendo supuración ni suciedad ninguna, es del dominio de la asepcia pura; pero la intervención quirúrgica para una perineorrafia, por más limpia que esté y se conserve la región no podrá hacerse sin el auxi- lio de la antisepcia más rigurosa. Desaparece, pues, el absolu- tismo á que aspiró primero la antisepcia y la asepcia después. Hoy una y otra tienen sus indicaciones y esas indicaciones son justas; inútil es decir que la antisepcia de ayer ya no es la an- tisepcia de hoy y que la creación de Lister está totalmente des- figurada. Empero la reforma proclamada por el ilustre cirujano inglés no fué tan inútil como se llegó á decir, pues á más que por ella venimos á poseer, en fin de cuentas, á la asepcia, es ciertamente útil para una inmensa mayoría de casos que como ya dijimos se comprenden bajo el título de heridas sépticas des- de el principio; aquí es el verdadero triunfo de Lister y aquí nace uno de sus títulos de gloria y reconocimiento más justos por la humanidad; en efecto, una herida puede ser séptica pri- mitiva ó accidentalmente, contusa é irritada á más, los infinita- mente pequeños aquí van á pulular á su sabor y las toxinas se- cretadas por ellos van á invadir solas ó con ellos al organismo; la herida no cicatrizará ó lo hará muy lentamente, se conmoverá más ó menos hondamente la economía, luchará, hasta que por fin vencida ó vencedora, termine la lucha después de mil vici- 17 situdes angustiosas. Para estos casos, lo repetimos, la simple asepcia no basta, es necesario reforzarla con la antisepcia más rigurosa, es necesario hacerlas marchar á la par y por este ca- mino si el éxito no es cierto á lo menos es más que probable. Tal es la última palabra de la ciencia, pero en realidad el pro- blema teórico completo del mejor modo de la intervención ope- ratoria no es tan sencillo como lo presentamos, aún tiene mu- chas incógnitas que el tiempo esclarecerá, pues en uno y otro grupo se observan frecuentes excepciones, obteniéndose por re- sultado un desastre donde se esperaba un éxito y un éxito don- de se temió un desastre, no obstante el rigor extremo en hacer ó no hacer al pie de la letra cuanto está prescrito y se sugiere como más conveniente. En el caso de intervención asépticia á pesar de todo y en un tiempo cualquiera del proceso cicatrical la herida se hace séptica, y en este caso, es decir, herida sépti- ca primitiva ó accidentalmente, los mejores antisépticos pueden fracasar y el caso se pierde más ó menos. Cierto que su fre- cuencia es relativamente rara, cierto que hoy con los poderosos medios de desinfección que poseemos, como el calor bajo pre- sión que se obtiene con la estufa Genester y Hecker, no supe- rada hasta hoy, quitamos casi todas las probabilidades de ver- nos en semejante conflicto; pero no es menos cierto que puede ocurrir y que ocurre de hecho en la práctica un caso como este: una herida hecha asépticamente, curada lo mismo, acaba por hacerse séptica, desafiando después á los mejores tópicos anti- sépticos; mientras que una herida hecha sépticamente, curada lo mismo ó no curada de ningún modo, marcha sin detención á la cicatrización, que no es raro sea por primera intención. Indudable es, que la circunstancia principal que concurre para el mal resultado en el primer caso es ó la inflamación ó la pu- lulación de un microbio más ó menos nocivo; pero y ¿cómo ex- plicar el segundo caso? El estudio de la evolución del proceso cicatricial hace alguna luz en algunos casos, pues se ha supues- to, con cierta probabilidad, que el agente infectante puede que- dar envuelto en la substancia plástica exhalada ó en el espesor Terapéutica.-2 18 del coágulo sanguíneo formado, la capa que forma este coágulo se seca y se constituye así una costra, mientras que debajo de ella las llemas carnosas aparecen fértiles, prosperan y hacen desaparecer la solución de continuidad: la costra cae después; pero todo esto es suposición pura, ¿quién lo ha visto? ¿Siempre hubo cicatrización subcrustácea en todos los casos felices? No, muy lejos de esto, pues los casos que corren en la ciencia son, al contrario, aquellos cuya naturaleza excluye á esta clase de cicatrización, y aunque todo el mundo los conoce, nosotros va- mos á citar á los tópicos por su gravedad ó por las circunstan- cias peculiares en que se verificaron, para ayudar á formar opi- nión á nuestros colegas. En la corriente del año de 1886, el Sr. Dr. D. Francisco Hurtado operaba en el Departamento de In- fancia de la casa de Maternidad de México á una enferma, cuyo principal padecimiento, á lo que me pareció, eran unas bridas vaginales extensas y compactas: se trataba de reconstituir la vagina; mas cuál no sería su sorpresa, cuando en el curso de la operación se convenció que lo que traía entre sus dedos ya no eran colgajos de bridas vaginales, sino al epiplón herniado por una perforación operatoria de la vagina: reconocerlo y re- ducirlo, suspender la operación y despertar á la enferma, todo fué uno. No se había hecho asepcia previa, que yo sepa, ni en- tonces se usaba en los hospitales de México como sistema; se intervenía con una antisepcia Listeriana mitigada, sin esperar el sabio y modesto cirujano, que se vería en tan gran conflicto; total: cavidad peritoneal abierta, epiplón ensuciado con el con- tenido vaginal normal, con la sangre exhalada y con los dedos é instrumentos del cirujano y así reducido: una mecha impreg- nada de solución etérea de iodoformo puesta en la vagina y un vendaje adecuado para la oclusión vulvar constituyeron el pri- mer aposito: la enferma no tuvo más que peritonismo y á los 8 ó 9 días después salía perfectamente bien del hospital, sin ha- ber conseguido lo que deseaba. Este caso, entonces nos admiró por sus felices resultados, mas hoy, que ya conocemos la histe- rectomia vaginal, caímos en la cuenta que ellos fueron verdade- mente mediocres. 19 En el curso del año de 1890, operamos nosotros mismos á una parturienta en las peores condiciones imaginables de mi- seria y suciedad: el niño á término tendría á lo menos 5 días de muerto y de rota la bolsa de las aguas igual número de días: el caso resultó tan típico que por no haber más, se empleó para todas las necesidades del momento una pequeña cantidad de agua que mucho dejaba que desear para que fuera limpia, y por fin, tenemos la conciencia que por entonces nuestro fórceps no era irreprochablemente aséptico y que el aseo de nuestras ma- nos no estaba ni empezado con la lavada insuficiente que les dimos. La intervención fué larga, las maniobras repetidas y más de alguna violencia se consumó necesariamente en las partes blandas para poder sacar á luz, primero al niño y después á la placenta, y ya se comprenderá en qué condiciones saldría aquél: una gran cantidad de gases fétidos ahuyentó á mis ayudantes. Consumado el parto, ni un lavatorio se hizo, ni un antiséptico se aplicó á la enferma y la misma ropa sucia con que salió del parto, con esa misma siguió su puerperio. No la volví á ver sino hasta ocho días después que me la encontré paseándose buena y sana, y sana continuó muchísimo tiempo después hasta que la perdí de vista. Su cama puerperal duró dos días!! ¿Se quiere más? Pues oigamos el caso cuya historia sabemos de memoria todos los que hemos tenido la buena fortuna de oir las admirables lecciones clínicas del eminente partero de la casa de Maternidad de México, el Sr. D. Juan María Rodríguez: se trata de una embarazada á término á quien hizo la opera- ción cesárea una vaca, en la plazuela de San Pablo de aquella capital, en tiempo que aún no se tenía noticia ni de la asepcia, ni de la antisepcia, y asistida luego por el primer médico que pasó. ¡La enferma curó perfectamente!! Ahora bien, agregad cien y cien casos más de esta misma fa- milia, grandes y chicos, positivamente sucedidos y reflexionad. No son casos aislados ni excepcionales, á lo menos entre nos- otros. Examinando, pues, imparcialmente todas las opiniones que 20 se han externado, relativas á la acción de la asepcia y la anti- sepcia, consideradas una y otra bajo el punto de vista científico, no se puede menos que opinar que todas las explicaciones que se han dado son puramente de gabinete y la prueba que nada satisface, la da el hecho de haberse inventado, aún no hace mucho tiempo, la teoría fagocitaria que consiste simplemente, como es bien sabido, en la transformación y multiplicación em- brionaria de las celdillas esparcidas en el tejido conjuntivo, para ingerir, en unión de los glóbulos blancos exhalados, al concu- rrir á la puerta forzada del organismo, á los microbios invaso- res: si los fagocitos al acabar su festín han limpiado á la región hasta del último infinitamente pequeño ó si les han puesto un cerco infranqueable, dentro del cual morirán hasta los últimos intrusos, entonces el organismo se habrá salvado! Teoría tan seductora no duró más que 6 meses, no obstante tener por fun- damento un hecho bien averiguado, cual es la presencia de microbios y partículas sólidas en el interior de los glóbulos blan- cos, multiplicados en la extensión irritada por la inflamación séptica. Así, pues, no obstante el progreso cierto y enorme que ha hecho la cirugía práctica en uno de sus capítulos fundamen- tales, en estos últimos tiempos, aún quedan minuciosidades teóricas por explicar, que no por ser tales, dejan de valer, en un caso dado, tanto como lo más precioso que puede haber, pues en efecto, en el terreno práctico una minuciosidad de es- tas desconocidas puede llevarnos á un enfermo. Para terminar la parte general que consagramos á la cirugía, válganos esta nota que emitimos, en el nombre de muchísi- mos cirujanos de todos los países, apoyándonos en las premi- sas que dejamos sentadas. "Científicamente no negamos que los microbios ó sus toxinas puedan tener alguna influencia en la producción de los accidentes de una herida en vía de cicatri- zación, de la aparición de accidentes generales, etc.; pero tam- bién, justo es proclamarlo, ni son tan maléficos como se les ha presentado, ni su influencia está tan bien precisada como sería de desearse, siendo verdaderamente aleatoria, accidental y su- 21 jeta probablemente á influencias que por ahora nos son entera- mente desconocidas, que ni siquiera sospechamos tal vez." Por lo que respecta á las paticularidades de la cirugía, han aparecido muchísimos antisépticos, sobre todo en Alemania, ahora el emporio de las ciencias médicas; todos se dicen suc- cedáneos del iodoformo y gozando de propiedades maravillosas para muchas enfermedades externas é internas; pero en reali- dad, ninguno ha logrado destituir á dicha substancia del lugar preferente que goza y ha gozado en cirugía y ningunos tienen propiedades tan eficaces al interior como se dice por sus padri- nos: uno solo ha podido sostener su primitiva reputación, el salol, de origen Suizo, más útil al interior para la desinfección intestinal que al exterior, pues lo repetimos, ninguno es succe- dáneo feliz del iodoformo, de suerte que después de reiterados experimentos y ensayos, el arsenal desinfectante quirúrgico con que contamos en la actualidad se reduce y por orden de utili- dad: á la estufa Genester y Herscker que produce calor húme- do bajo presión y grados variables para asegurar la desaparición y muerte de todos los micro-organismos sépticos; al bicloruro de mercurio en soluciones diversamente tituladas desde el uno por mil hasta el uno por diez mil, microbicida cierto en una ho- ra á lo más, según el grado de concentración, pero que no debe emplearse para la desinfección de los instrumentos por alterar- los prontamente; al ácido bórico en solución al dos por ciento para cuando se necesite un antiséptico que debe usarse larga manu y por muchas veces durante algún tiempo; al ácido féni- co, unido siempre y por siempre al ácido tártrico al cinco por mil ó clorídrico al dos por mil, siendo estas las menores pro- porciones para una solución de aquel de título vario, en la in- teligencia que todos los antisépticos, y éste en particular, nece- sitan que sus soluciones sean calientes, porque así, sobre ser hemostáticas, si se llevan á + 50°, son más difusibles, menos tóxicos y más enérgicos, pues que de este modo se necesita menor cantidad de substancia antiséptica para una misma ac- ción: una solución de sublimado al diez mil á 4- 43° es igual- 90 mente enérgica á otra al uno es á quinientos y fría ó á la tem- peratura ambiente moderada, porque está fuera de duda, que el calor goza no pequeña parte en el resultado antiséptico, y tan eficaz es su acción, que si siempre pudiéramos usar sobre la materia viva y enferma, soluciones á temperaturas mayores de -j- 40° podríamos estar seguros de obtener un feliz resulta- do; he aquí una muestra de su actividad: el ácido bórico en so- lución fría no tiene mucha acción sobre el microbio que se dice de la septicemia puerperal y á + 42° le mata seguramente. Como los microbios no son los mismos para todos los casos y como unos son más resistentes que otros á la acción microbi- cida de los antisépticos, habrá en la clínica que ocurrir á uno ó á otro de los señalados para obtener resultados seguros, sin per- juicio de combinarlos cuando se necesite como en esta fórmu- la que se dice activísima, por obrar los cuerpos in statu nascenti: agua 1,000.00, sublimado 0.05, cloruro de sodio 0.25, ácido fé- nico 2.00, cloruro de zinc y sulfofenato de zinc á 5.00, ácido bórico 3.00, ácido salicílico 0.60, timol 0.10 y ácido cítrico 0.10: esta fórmula tiene el sello de la polifarmacia, pero ¿sabemos nosotros positivamente cómo obran los antisépticos? Por fin el iodoformo es sin rival para las curaciones tópicas de las heridas sépticas, teniendo cuidado de observar estas tres precauciones: 1?, de no emplearlo en dosis mayores de ocho gramos por vein- ticuatro horas; 2?, de emplearlo in natura mezclado á la man- teca, pues su poca solubilidad y su forma en cristales hace eme la solución in situ sea muy lenta é incompleta, impidiéndose así lo más que se puede su absorción, y 3?, dejar de seguirle aña- diendo desodorantes de todo género, pues estos perjudican á su acción antiséptica, además de que obran así es una conduc- ta enteramente pueril. Tales son los medios auxiliares del ar- senal antiséptico; pero para que ningún cirujano en su práctica se prive de los benéficos resultados que da la observancia de la asepcia y la antisepcia, no pasaremos por alto al agua hirvien- te para limpiar los instrumentos y los lienzos, y al agua hervida para cubrir todas las necesidades de una intervención operato- 23 ria. Al agua hervida podemos obtenerla más fácilmente que á la estufa: el agente activo de ambas es el calor, se comprende, pues, que sus efectos serán si no iguales á lo menos parecidos. Ahora descendiendo á los perfeccionamientos é inovaciones hechas á algunas operaciones quirúrgicas, no podemos menos que señalar todo aquel grupo que se ha abierto, como por en- canto, con el descubrimiento de la asepcia y antisepcia; las que se practican en las principales cavidades esplánicas, las que se ejecutan en las articulaciones, privadas, hasta el descubrimien- to de estos grandes recursos, ele toda intervención por el temor de la aparición de los accidentes sépticos; y aunque en este sen- tido se ha conseguido mucho é intentado mucho más, no cabe duda que se han proclamado procedimientos operatorios como el de la extirpación de la vejiga, vuelta á proponer nuevamente por un cirujano extranjero, que son verdaderas utopias: en el libro se le dificulta á uno creer que pueda extirparse; pero en el cadáver y enferma no puede uno menos que convencerse que es imposible, inútil y contraproducente; otras hay también que merecen ser borradas de nuestra memoria cuanto antes y así sólo se encontrarán más adelante las que merecen conser- varse, en primera línea, algunas de nuestros mejores ciruja- nos como las que indicaremos en su lugar respectivo. Todo lo dicho no es más que parte de la gran revolución que se ha marcado paulatinamente desde hará veinte años, hacien- do en la ciencia lo que constituye una época, la época micro- biana, tan general, tan conmovedora que sólo halla comparación con la época de Broussais. ¡Ojalá y con el transcurso del tiempo no suceda con ella lo que sucedió con ésta: primero la crítica mordaz é incisiva, luego el desprecio y por fin el olvido, al grado 24 que hoy de ella sólo queda en el arsenal terapéutico una que otra indicación muy menguada, sobre todo ahora,^ después que los microbios intervienen, que minan á la economía á quien por este motivo se necesita en lugar de abatirle la vitalidad, reforzársela vigorosamente. Ya lo dijimos, la asepcia y la antisepcia en el orden de la ci- rugía no son más que corolarios forzosos del descubrimiento de los microbios, y hoy manifestamos que también es corolario forzoso, en el orden médico, la implantación de la medicación antimicrobiana de la antisepcia interna. La invasión de la teo- ría microbiana á la ciencia ha sido lenta, continua, abrumado- ra hasta hacer olvidar por muchos á los dogmas más ciertos que nos legara la antigüedad. Bajo la influencia de las teorías microbianas, en medicina sucedió algo más grave que en ciru- gía: de un a priori conjetural y de una semejanza facinadora se pasó á los hechos y se caminó en esta vía como era natural; al azar. La prensa periódica científica, los libros de la misma cla- se han consagrado inumerables páginas desde que se inició la invasión á difundir las ideas más opuestas, y sucedió así lo que siempre sucede en toda revolución: se cometieron los excesos más lamentables por uno y otro bando y sobre todo, por los jefes de la reforma. En realidad el suceso no era para menos: la vieja ciencia tenía y tiene aún muchísimos puntos no sólo obscuros sino al parecer insoluoles, como es en primer lugar el capítulo del contagio, el de las enfermedades epidémicas y otros muchos de capital importancia para la higiene; pero aunque fue- ra así, en verdad que no se justifican, ni con mucho, muchas tentativas utópicas de los reformistas, ni jamás hallarán discul- pa sus procedimientos que relegaban al organismo, y eso ha- ciéndole favor, al último rango en la patogénesis, marcha y evo- lución de las enfermedades. Grave error fué y ha sido el de los partidarios de los microbios, de relegar al organismo al último rango: los desastres sobrevenidos por esto no se han contado y muchos más habrían sido, si para fortuna de la humanidad, en medio de las reacciones más violentas en las facciones beli- 25 gerantes, el sentido común no se replegara a las masas pacíficas, que animadas por un espíritu misterioso de conservación, con- tinúan tranquilas en sus antiguas prácticas para asimilarse des- pués lo que realmente hubo de útil en aquel cataclismo. Así sucede esta vez: los jefes de uno y otro partido se levantan y contienden en medio de millares de espectadores peritos que adjudicarán á la postre el laurel al vencedor. Estamos en lo más recio de la disputa, y aunque sea prematuro, ya podemos anticipar un juicio, vistas las pruebas emitidas en diez años de discusión formal. La vieja ciencia nos legó el dogma de la naturaleza conser- vadora, dogma que gobierna así el mundo de lo físico como de lo social y de lo orgánico; la naturaleza ama la vida, y este dog- ma en el terreno de la clínica es manifiesto, palpitante y de de- mostración cuotidiana: nosotros, pues, como todo armónico, al ser afectados por las causas intrínsecas y extrínsecas de destruc- ción, debemos reaccionar de algún modo, de suerte que, en la clínica, lo que llamamos proceso morboso, es en realidad com- puesto de dos factores y una resultante: los factores son las causas morbosas y la reacción; la resultante la enfermedad. La concepción dinámica de la enfermedad así lo requiere: toda fuerza tiene un objetivo, todo objetivo reacciona y toda reacción es una resultante: muchísimos médicos creen que la clínica no hace más que demostrar totalmente esta concepción. Las causas morbosas pueden ser súbitas y fugaces ó conti- nuas, es decir, son variables; pero la reacción es continua, su- ficiente, excesiva ó débil, pero siempre reacción, esto es clínico, es de observación diaria. ¿Qué resulta de ésto? Resulta que es una inconsecuencia crasa considerar un solo factor cuando pro- curamos curar una enfermedad determinada: á los dos debe- mos atender previa indicación y no proceder como sucedió en el mayor auge de los microbios; atender sólo á éstos: el médi- co tenía y aún tiene que ir tras del microbio, antiséptico en mano, hasta matar...... al organismo, si para ello estuviera au- torizado; aunque no es difícil que tal cosa haya sucedido sin 2G intención. La antisepcia interna para hacer la desinfección ge- neral se llegó un momento á imponer como soberana, y aún hoy, bien podemos decir que está casi impuesta, testigo la tu- berculosis pulmonar; pero esto es una ilusión, ó irrealizable cuando menos por ahora: experiencias se han hecho, observa- ciones se han recogido, con lo que se demuestra que el mercu- rio, que es el mejor microbicida, es impotente para lograr el ob- jeto; pues que no hace mucho que en una publicación extran- jera vimos que en un sifilítico mercurializado á saturación y desde hacía algún tiempo, se desarrolló una enfermedad para- sitaria interna de las que llamamos contagiosas, no obstante estar mercurializado el sujeto, ¿eme se va á poder, pues, con el mercurio dado algunos días después del principio de la in- fección? Este hecho, confieso que es único, ignoro si tendrá compañeros, pero no por ser único por eso deja de ser demos- trativo irrefragablemente y merecedor del título de demostra- ción completa. Las cosas marcharon así y pasaron con mejores luces á una concepción más justa: los microbios personalmente y per se no debían más ser considerados como malos emigrados porque se dijo que sus productos excretados eran los nocivos, las toxinas de origen microbiana se elevaban al rango de letales, y los mi- crobios, con una poca de justicia por parte de sus abogados, apenas pasaban, como han pasado ya, á un rango muy limita- do, al de simples vehículos; paralelamente á esta conversión viene un cambio en terapéutica: ya no son los antisépticos in- ternos los que debemos administrar en un caso de microbiosis, sino los tónicos, los depuradores, y en fin de cuentas se nos hace echar una mirada retrospectiva á los antiguos tiempos con el pequé en los labios y clamando por la medicina humoral. ¡De exceso en exceso vamos tropezando sin término y sin pie- dad! No nos hacemos los partidarios de tal ó cual sistema, por- que harto sabemos que los sistemas siempre y por siempre son malos, y además porque no somos nosotros quienes debemos presidir á un bando, queremos solamente conservar en todo 27 este libro el carácter de simples cronistas, aplicándonos estas palabras de Soulier, "nuestra historia (la de todos los médicos), aunque no sea más que por los errores del Broussaisismo nos impone la modestia," procuraremos, pues, ser imparciales, jus- tipreciando sin pasión los hechos para poder dar cima á nues- tra tarea, de por sí harto difícil. La proposición los microbios existen, no necesita demostra- ción, sucediendo lo mismo con la de las toxinas: tienen ambas to- dos los caracteres de verdad que es posible en las cosas huma- nas, de suerte que por este lado no tienen ninguna razón los que han ido hasta negar su existencia acordándose de la fábula de La Fontaine; pero tampoco la han tenido los que los han hecho la principal causa de las enfermedades, pues día con día se ha visto que desde que los proclamaron con tales actividades, no se ha hecho más que agregar nuevos puntos de interrogación á su acción etiológica, al grado que hoy son verdaderamente pocos los médicos eme sobre el particular conservan aún su pri- mitiva fe; los más la han abandonado ó modificado profunda- mente en vista de la insuficiencia de fundamento. La misma potencia de causalidad al abandonar á los microbios, se ha he- cho radicar en las toxinas después, y aquellos, como ya lo de- jamos dicho, quedaban reducidos á la categoría de simples ve- hículos en una multitud de casos: la cuestión se ha complicado con esto grandemente, en lugar de facilitarse: ya no son sola- mente los microbios los que aspiran al rango de causa, sino hasta las toxinas vertidas en la circulación, sin contar por su- puesto, que hay una opinión ecléctica que toma á las dos ac- ciones para producir un sindromo clínico. Como se ve, la cues- tión se ha hecho muy complexa, y necesitamos, para orientarnos, tomarla desde su raíz para poder ver primero á los microbios, después á las toxinas y al fin á los dos en acción; pero antes, justo es poner como meta á la expresión más avanzada de la suma de investigaciones micrográficas, experimentales, clínicas, etc., que en este sentido se han hecho para poder explicar la influencia patogénica de ambos. "Es necesario tener cuenta no 23 solamente de la naturaleza de los micro-organismos, sino tam- bién de su número, y también, sobre todo, de su virulencia; es necesario tener cuenta, en fin, de la resistencia de cada te- jido y de la resistencia individual para los mismos tejidos. La enfermedad no es más que la resultante de todos estos facto- res, y esta resultante puede ser singularmente variable pues- to que es el mismo agente infeccioso quien según su grado de virulencia engendra las infecciones puerperales casi fulminan- tes, y las erisipelas más benignas. (Pedro Delbet, supuraciones pélvicas, página 54). Caballo de batalla y campo favorito ha sido para la lucha la tuberculosis pulmonar, el cólera, la dipteria, etc.; la sífilis y otras enfermedades no, justo es decirlo, han sido miradas con des- dén porque desde un principio se ve que asoman más de una espina. Hagamos á un lado la tesis general de la función etiológica de las toxinas, y concretémonos álos microbios en pleno vigor, como agente causal para producir la tuberculosis pulmonar. Veamos qué se ha dicho de esta enfermedad: de un lado que es parasitaria pura y se ha hecho tabla rasa de la organización del individuo antes del contagio; por el otro lado, se ha sido in- transigente apegándose á las antiguas ideas de la tuberculosis orgánica: un campo y otro tienen hombres de positivo mérito. ¿A quién creeremos nosotros que no vivimos más que de la luz que ellos nos envían? Primero, dudar, ya que ellos no nos re- suellen la cuestión; segundo, ocurrir á nuestra clínica para for- marnos opinión, recogiendo datos sin pasión, ya eme no vamos nada en la lucha, y por fin, saber aguardar prudentemente has- ta que con mejores datos tengamos un credo. Esto quiere de- cir que podemos poner los puntos sobre las ies, analizando to- dos los datos allegados: concedamos enteramente la suposición gratuita que han hecho los parasitistas de que la causa en la tuberculosis pulmonar obra poco tiempo antes de la aparición del proceso, y le acompaña toda la vida y no que la precede desde mucho tiempo antes que se inicie la evolución morbosa 29 se refuerce considerablemente con ella al empezar ésta, pero dejando desde luego de obrar como causa este exceso para con- vertirse en síntoma maléfico que imprime sello especial á todas las fases de esta terrible evolución; es decir, concedamos que la causa es concomitante de la enfermedad. Examinemos aho- ra las conclusiones de la discusión: las conclusiones clínicas dicen: 1?, que los hijos de tuberculosos es muy probable que lleguen á serlo á su vez en alguna de las épocas críticas de la vida, por más lejos que se cambien del lugar del foco de infec- ción, cualesquiera eme sean sus hábitos, medios sociales, etc., por esta sola ley general de medicina: una persona colocada en igualdad de circunstancias que otra, padece más bien aque- llas enfermedades para las que tiene aptitud; 2?, eme el hijo del tuberculoso guarda casi siempre una complexión de tubercu- loso: lo han confesado así todos los tiempos y todas las escue- las: enjuto, levantado de hombros, cara pálida, ojo vivo, mal comedor y delicado del pecho; 3?, que en estas personas mu- chísimas veces estalla el tubérculo sin causa aparente, y sabido es el horror con que un candidato á la tuberculosis ve á otro tuberculoso, le huye y no va á su casa; 4?, que hijos de padres indemnes mueren unos en corta edad de la tuberculosis me- níngea pura; y otros más grandes, en la época de la pubertad, del parto, etc., como si todos ó los más hubieran traído de sus padres un germen desconocido, sí, pero activo, uniforme, mor- tal, muriendo de lo mismo los padres al fin; 5? y capital, que entre cónyuges no consanguíneos, cuando uno muere de tuber- culosis, si el otro no tiene desde antes del matrimonio com- plexión de tuberculoso, no la contraerá, y de esto podríamos citar centenares de ejemplos; y 6?, que ha habido úlceras en los vértices pulmonares, no tuberculosas, que tenían bacilus de Koch. Para abreviar trabajo á nuestros colegas, transcribimos íntegro un espécimen de estas úlceras, referido por el Sr. Bou- chard en la sesión vigésima de la Asociación Francesa para el avance de las ciencias, y extractado en la Gaceta de los Hospi- tales del día 1? de Octubre de 1891. "Bouchard ha referido la 30 historia de una enferma de su servicio que ha presentado un ejemplo de fenómenos, constituyendo una entidad morbosa nueva: se trataba de una mujer que padeció cirrosis alcohólica, primero curada por el calomel, después vuelta á entrar de nue- vo en su servicio con un conjunto de alteraciones variadas que no corresponde á ninguna de las entidades descritas separada- mente en la patología; la autopsia ha podido ser hecha y1 se ha notado una serie de lesiones; hé aquí las principales: ventrícu- lo izquierdo notablemente hipertrofiado, normales las otras ca- vidades; ninguna huella de endocarditis; ninguna lesión de ori- ficio; nada de insuficiencia aórtica; nada de ateroma; circunfe- rencia de la aorta 5| centímetros, á 9 centímetros de su origen; sus paredes no estaban alteradas; varis es esofagianas; intestino lleno de sangre; hígado granuloso pesando 2,000.00; litiasis bi- liar; bazo voluminoso; perisplenitis, interior muy ablandado; ríñones lisos, hipertrofiados, nada esclerosos; pulmones ulce- rados en los dos vértices; médula espinal extremadamente du- ra.— Los exámenes practicados en el microscopio por el Sr. Charrin en su laboratorio, han manifestado una cirrosis bi-ve- nosa difusa con degeneración celular; una nefritis puramente epitelial, debiendo notarse que el corazón era el que acompa- ñaba al riñon escleroso, etc. Además, en el hígado existía en el momento de la muerte el bacilus coli communis; en los pul- mones el bacilus de koch. Los dos factores importantes en es- te cuadro son: el hígado obrando sobre la constitución sanguí- nea, por una parte, y la estrechez arterial por la otra." En Europa últimamente la reacción ha formado estadísticas corroborando las seis conclusiones anteriores, haciendo hinca- pié en cada una de ellas y resultando de ésto que la duda se enseñorea todos los días de los hombres que no han abdicado la libertad de pensar, y duda tan razonada como ésta es de mal agüero para los parasitistas. Hé aquí un hecho característico que prima en la evolución de la tuberculosis en general, á saber: toda tuberculosis extra- pulmonar que no está acompañada de la pulmonar, casi siem- 31 pre cura ó puede curar; y al revés, toda tuberculosis pulmonar acompañada ó no de otra extrapulmonar casi siempre mata. Esto nos revela al genio de la tuberculosis que consiste, cosa importantísima, en que ella no es mortal por sí misma sino por accesorios, como el sitio, y otros aún desconocidos, testigo la tuberculosis peritoneal, quien tiene tendencia á la curación es- pontánea; pero que desde luego se puede decir que no mata porque es pulmonar, habiendo averiguado en autopsias bien hechas que en muchos ancianos los vértices pulmonares se en- contraron con las cicatrices testificantes de que en otro tiempo hubo tubérculos en aquel lugar. No mata, pues, por sí misma, y ni aun por el sitio: busquemos otras causas. Ocurre desde luego considerar á la extensión intensidad y tenacidad de las lesiones. Se sabe ahora que hay casos auténticos de curación de tuberculosis pulmonar; de estas tuberculosis, se puede decir en general que han tenido la característica de no ser ni muy extensas ni muy intensas, ni muy tenaces, pues que á posterio- ri, ninguna otra conclusión puede fundarse mejor: sanó tal tu- berculoso, luego su enfermedad no era ni intensa ni tenaz y á fortiori ni extensa. La clínica dice que precisamente son mor- tales todas aquellas que reúnen en su contra las tres particula- ridades mencionadas, y sobre todo la de la extensión, porque ella disminuye el campo de la hematosis con sus consecuencias directas: insuficiencia de oxígeno y estancamiento del ácido car- bónico y del aliento mortal, aún desconocido, pero que está pro- bado exhalamos por la superficie pulmonar (este aliento mortal no siendo el ácido carbónico); porque el enfermo se agota por la tos para expulsar los detritus que finalizan á la evolución tu- bercular, y para expulsar los productos de la inflamación con- comitante; por el insomnio, causado por la tos y por el sudor, éste no siendo sino la resultante de una lucha del organismo contra la aglomeración de los productos excrementiciales; es decir, el sudor es una crisis saludable; de suerte eme bien po- demos sentar como un hecho clínico de capital importancia, el siguiente: la tuberculosis pulmonar es rápidamente mortal cuan- 32 do es muy extensa y cuando á la extensión se une la intensi- dad como en la granulia lo es mucho más rápidamente: á la localizada, en los vértices le basta la tenacidad para que con marcha más lenta produzca á la postre la muerte. Pode- mos decir eme de la tuberculosis pulmonar se muere, no sólo porque reúna todas estas condiciones, sino además, por la adi- ción de las causas siguientes: descuido absoluto desde el prin- cipio por parte del enfermo para atender su enfermedad, si no hubo descuido, sino lo contrario, anhelo de salud; desde el pri- mer instante de la enfermedad bien pudo haber impotencia orgánica radical, impericia ó mala dirección por parte del mé- dico en caso desgraciado; y el fracasar todos los medios en la terapéutica de esta enfermedad, no quiere decir otra cosa, sino que ignoramos del modo que la hemos de tratar, que somos imperitos, no eme la tuberculosis pulmonar sea nece- sariamente mortal, pues sabemos bien, que dicha enferme- dad ha curado muchas veces, no por los recursos médicos interpuestos, sino por la energía que ha desplegado la natura- leza misma para restablecerse. Dígase lo que se quiera, esen- cialmente tan tuberculosis es la del pulmón como la del mal de Pott. ¿Por qué, pues, la primera casi siempre mata mientras que la segunda casi siempre cura? Analicemos sus evoluciones aunque sea someramente y hagamos paralelo de sus síntomas más notables ó mejor dicho de sus consecuencias más frecuen- tes: la tuberculosis pulmonar impide la hematosis y por esto conduce muy rápidamente á la anemia, mientras que la hue- sosa no, la anemia que la acompaña sigue y se explica clara- mente por la falta de locomoción, de sol, de aire renovado, del abatimiento moral, etc.; la tuberculosis pulmonar impide la exhalación del ácido carbónico producido por las combustiones orgánicas forzosas y la de ese aliento letal desconocido, pero demostrado activo y seguramente mortal, mientras que las tu- berculosis extrapulmonares no impiden nada de esto; por la razón anterior, los glóbulos sanguíneos tienen un motivo más para alterar su estructura anatómica y debilitar su función pe- 33 culiar, cosa que no puede suceder tan ciertamente en las tu- berculosis extrapulmonares; por los motivos anteriores se aglo- meran en el organismo los productos excrementiciales dañinos; insuficiencia de exhalación por la superficie pulmonar obstrui- da, insuficiencia ele acción por parte del organismo: sus me- dios para verificarlo estando alterados en su estructura y debi- litados en su función, cuando de la localización pulmonar se trata, mientras que no sucede esto mismo ó ni en la misma esca- la cuando es la localización extrapulmonar; en la tuberculosis pulmonar las fuentes de reparación oxígeno, alimento y sueño están ó cegadas ó reducidas al mínimum de expresión, mientras que en las que no se sitúan en el pulmón ó no sucede así ó está reducido el perjuicio á límites nada exagerados; ni siempre, ni mucho, por donde en éstas la vida es compatible después de una lucha feliz; en la tuberculosis pulmonar todo es perder por parte del organismo, desde el primer fuerte desembolso causa- do por las hemoptisis siguiendo por la secreción catarral pura concomitante, por la secreción morbosa, por la mantención de una úlcera difícil de cicatrizar, dadas las condiciones locales de movilidad continua y la necesidad de que se mantengan se- paradas las paredes de la cavidad por la presión de los gases, hasta el insomnio, el sudor, etc.; mientras que en las tuber- culosis extrapulmonares no sucede esto, ó no sucede en la medida colosal de la primera: en las tuberculosis huesosas mientras no se hace el derrumbamiento que afronta y acerca las superficies para que cicatricen, el enfermo se agrava y em- peora por expoliación pura y neta; consumado el derrumbe la curación ha empezado. Fijémonos al pasar, en este hecho: si una caverna pulmonar no cicatriza no es porque sus paredes estén tapizadas de tubérculos en evolución, sino principalmente, porque sus paredes están separadas: las paredes de la caverna huesosa en el mal de Pott están también tapizadas de tubércu- los en evolución y no obstante esto, basta que se consume el derrumbamiento para que teóricamente comience la cicatriza- ción. Por fin, en la tuberculisis pulmonar se pierde pronto la Terapéutica.- 3 34 moral, mientras que no sucede esto mismo en las extrapulmona- res. Con tanta pérdida ¿qué capital, qué organismo resiste? La tuberculosis pulmonar lo veis, pues, no es mortal por sí misma, lejos de eso, tiene una tendencia notable hacia la cicatrización y hacia la salud, y no sólo, hasta llega á abortar cuando ha co- menzado su evolución: son todas las condiciones que hemos se- ñalado quienes aisladas ó reunidas determinan la gravedad del caso, no la lesión; y es el órgano interesado cufien principalmen- te debe tenerse en consideración, no la lesión: 5.00 de sangre derramados por una arteria de la pituitaria no valen la pena, mientras que 5.00 de sangre derramados por las perforantes ce- rebrales anteriores en la cápsula interna, son la causa nada me- nos que de las tempestuosas y graves peripecias de una hemo- rragia cerebral. ¡Qué consecuencias para la Terapéutica! Nada de bacilus, nada de ptomaínas: la tuberculosis pulmonar no es mortal por sí misma, no son necesarios los bacilus ó las ptomaí- nas para explicar por qué la tuberculosis parasitaria ó no, mar- cha siempre hacia la curación. Vivo ó muerto el bacilus os que- dará una úlcera (si no millares) y esa úlcera es grave por sí misma porque produce nada menos que una asfixia, una intoxi- cación y un agotamiento. Hasta aquí sólo han hablado los que se apoyan en la clínica y creen en la tuberculosis orgánica, oigamos ahora á los que profesan el credo bacilar ó de los bacilus de Koch. Ante todo, creemos que nadie tendrá á mal que pongamos en cabeza del grupo al que más lo merece, al que se dice ha descubierto al bacilus especial y exclusivo ele la tuberculosis, en una palabra, al Dr. Koch: dejémosle hablar en el nombre de toda su escuela. En su comunicación de Agosto de 1890 al Con- greso de Berlín, expone los fundamentos de su credo microbia- no, con relación á las enfermedades que son parasitarias y á la tuberculosis en particular. No es grande; helo aquí en esencia: para que una enfermedad sea microbiana y para que el micro- bio sea especial de la enfermedad se necesita que concurran las tres circunstancias siguientes ó cuando menos las dos primeras: 35 1*, que un microbio determinado se halle constantemente aso- ciado á una enfermedad también determinada; 2% que el dicho microbio sea exclusivo de esa misma enfermedad, y 3?, que por la inoculación de sus culturas el microbio reproduzca la enfer- medad especial de que él es exclusivo. El Dr. Koch dice: la tu- berculosis pulmonar reúne estas tres condiciones, luego es microbiana; dice más: el microbio especial y exclusivo es un bacilus, y como constantemente se encuentra asociado al pro- ceso tuberculoso (esto tenía que ser á fortiori), resulta que la tuberculosis es una, y luego que la causa de toda tuberculosis es este bacilus. La enfermedad es contangiosa y mucho: no hay herencia específica, basta que se introduzcan los microbios al cuerpo por cualquiera parte para que una persona sin más preánbulo se haga tuberculosa, y por fin al principio se llegó hasta el extremo de expresarse de la receptibidad y predispo- sición en términos tales, que no quedaba la menor duda que se les negaba- No había causas predisponentes, ni se necesitaban. ¿Para qué? si bastaba el microbio. Elmundo científico tomó nota de todas estas afirmaciones; se repitieron los experimentos, tan numerosamente como era posible, comprendiendo principalmente los tres fundamentos iniciados primero por Koch y formulados expresamente por él hasta mucho después. América y Europa trabajaron de consu- no y en medio del entusiasmo más irreflexivo allende y aquen- de los mares se elevó al rango de dogma indiscutible al credo bacilar, al grado que después de lo mucho que se ha escrito, después de los miles de experimentos que se han publicado, á cual más concluyentes, parecerá ahora impertinencia ridicula y petulancia irritante aún todo intento, aún todo conato de re- futación de tales asertos y especialmente si la pluma que la to- ma á su cargo es como la nuestra, de la más ínfima clase que se puede encontrar; pero en realidad no es así, ni somos nos- otros quienes hablaremos en este libro, sino autoridades cuyo mérito está fuera de toda discusión: lo repetimos con placer, nosotros no somos más que simples narradores que aspiramos 36 á tener el título de imparciales. Se ha ido en pos de la verdad por caminos no resguardados por la lógica, y ahora que ya fué sancionado el dogma y quedaron en paz los adalides, pongamos los que hemos sido arrastrados por la fuerza de la inercia los puntos sobre la ies. Dejemos á un lado la parte de patología general, que implica la teoría del Dr. Koch y ciñámonos á la tuberculosis pulmonar examinando uno por uno sus fundamentos según los microbio- filos. El primero, que consiste en que un microbio determina- do se halle constantemente asociado á una enfermedad, también determinada, no es aplicable á la tuberculosis pulmonar, porque no es cierto que el bacilus de Koch se encuentre constantemente en la dicha tuberculosis: desde los primeros días del enunciado del Dr. Koch se protestó contra tamaña universalidad, no en una nación sino en muchas, no por hombres de talla dudosa ó media- na sino por todos aquellos que nos son más conocidos en la literatura médica, se siguió protestando y se sigue aún hacien- do lo mismo por muchísimos más: la última protesta de que te- nemos noticia es la vertida por el Dr. Verneuil, en la vigésima sesión de la asociación francesa para el avance de las ciencias, emitida el 28 de Septiembre de 1891; dicho señor, llama al ger- men tuberculoso virus de Villemin y no bacilus tuberculosos, porque dice él, el virus siempre está presente en las lesiones tuber- culosas mientras que el bacilus no. No creáis que lo dicho por este señor tiene algo que ver con las rivalidades internacionales: ha hablado como sabio y en fin, así debemos aceptarlo, porque él no viene siendo en este Congreso más que el eco de una mul- titud que está convencida que el bacilus no se encuentra siem- pre en la lesión tuberculosa. Hoy ya no hay quien discuta si la tuberculosis es una ó doble, pues todos están convencidos que no hay tal dualidad; ya no hay quien haga distinciones en la naturaleza del tubérculo, cualquiera que sea la parte en que se le encuentre, pues tan tubérculo es el de los pulmones como el de los huesos, etc.; ahora bien, ved luego una cita que para nuestro objeto es á más de un espécimen de otras muchas co- 37 rao si hubiera sido confeccionada ad hoc por el número de ob- servaciones, por la variedad de sitio y por las distintas personas que han intervenido; por ella veréis eme lo que se pasa en la tuberculosis pulmonar es lo mismo que se pasa en las demás tuberculosis, relativamente á la no constancia absoluta del mi- crobio. "Los bacilus son en general poco numerosos, excepto conforme á Stemann en los casos en que la tuberculosis de la trompa sobreviene en tuberculosos averiguados y sigue una marcha rápida. Muchos autores que los han buscado no han po- dido demostrar su presencia. Munster y Orthmann los han en- contrado en los núcleos caseosos del peritoneo; pero no han podido verlos ni en la mucosa, ni en el pus. Stemann los ha encontrado en tres piezas sobre cuatro. En un caso eran muy numerosos: la pieza había sido recogida en una joven de lo años muerta de una resección de la rodilla por artritis tubercu- losa y que presentaba lesiones pulmonares avanzadas. En los otros dos casos en que se trataba de tuberculosis primitiva de las trompas, eran al contrario muy poco numerosos. Las culturas hechas con el pus sobre el agar-agar y la gelatina no han dado nada. Sobre las preparaciones coloridas con la fuchsina, el azul de metilo ó por el método de Gram, no se pudo encontrar nin- gún bacilus. Al contrario, las preparaciones hechas conforme al método de Ehrlich ó de Nielsen dejan reconocer bacilus en las proporciones de uno sobre tres. (Pedro Delbet, Supuracio- nes pélvicas, pág. 67). En consecuencia, la aplicación afirm%ti- va del primer fundamento del credo del Dr. Koch es infundada, y siendo así, y hablando en el lenguaje de los microbiófilos, respecto de la presencia concomitante del bacilus, como causa, con la tuberculosis como efecto, no creemos que sea necesario recordar á nuestros lectores el axioma más rudimentario de la lógica, es decir, no hay efecto sin causa: luego si el bacilus que ha sido elevado al rango de causa cierta y evidente, exclusiva y concomitante falta positivamente, ya no digamos mil y mil veces, como ha faltado, sino cien, cincuenta, una sola vez, en- tonces este bacilus no es la causa de la tuberculosis. La afirma- ción relativa á la constancia absoluta del bacilus ha penetrado y se ha deslizado en el mundo científico como otras tantas co- sas que debíamos expulsar, y gracias á que unos adoptan las ideas extranjeras por el prurito de dar el tono extranjero, á que otros realmente son acreedores á que se les aplique la fábula de Lafontaine (no obstante las peculiaridades micrográficas de este bacilus, véase en las páginas anteriores la cita que hemos hecho de las expresiones del Dr. Koch á propósito de la fe que hay que dar á las afirmaciones de los bacteriólogos), y por fin, á que otros habiéndolos buscado con medios y aptitudes sufi- cientes y no habiéndolos encontrado, en lugar de protestar se han limitado á decir para sí: hoy no se halló, seguramente la pre- paración fué mal conducida, es decir, daban por probado lo que iban á demostrar; y á la verdad, tan robusto parecía el axioma que no era para tener otra conducta. Hagamos constar, pues, pura y simplemente que no es aplicable el primer fundamento del credo del Dr. Koch á la tuberculosis pulmonar, porque no es cierto que en ella sea absoluta la constancia del bacilus y por consiguiente, conforme á la digresión anterior, el bacilus de Koch no puede ser la causa de la tuberculosis pulmonar. El segundo fundamento, eme consiste en que el dicho micro- bio sea exclusivo de la misma enfermedad, en que se le encuen- tra constantemente, tampoco es aplicable á la tuberculosis pul- monar, porque ya lo vimos, se le encuentra en úlceras pulmo- nafes que no son de naturaleza tuberculosa como consta por la observación referida in extenso en la sexta conclusión clínica de las que indicamos anteriormente. Creemos que nadie toma- rá por úlceras tuberculosas á las referidas en dicha observación, pues que se ve desde luego que no tienen nada de naturaleza tuberculosa, sino que son producidas por una insuficiencia de nutrición producida esta á su vez por la estrechez arterial y por la alteración de la constitución sanguínea que, como lo dice el narrador de tal observación, son los dos factores importantes de tales lesiones. El microbio se halló en aquellas úlceras del mismo modo que se halla en las propiamente tuberculosas por- 39 39 que él halló también allí las condiciones apropiadas para su re- producción y su vida. Confesamos francamente que no posee- mos otro caso como este á pesar de nuestros esfuerzos para encontrarlo en la literatura; pero sobre que abrigamos la más firme esperanza de que dentro de poco estos ejemplos se mul- tiplicarán, nosotros nos damos por satisfechos con un solo caso, porque un solo caso es bastante para destruir la pretendida exclusión. Las investigaciones futuras nos aumentarán el nú- mero ele observaciones, pero no la vehemencia de la prueba. Así, pues, el bacilus no es ni constante ni exclusivo, ¿qué di- remos ahora de la' teoría que en esos dos fundamentos hace apoyar el Dr. Koch? Él lo ha dicho en su citada comunicación: bastan los dos caracteres, que nosotros hemos discutido, para concluir á la tuberculosis parasitaria y bacilar, dándole á una y otra la aprobación científica. ¿Y por qué el tercer fundamen- to, el que parece irrefragable, el que por la inoculación de la cultura bacilar reproduce al tubérculo, por qué parece ser des- deñado por el ilustre Doctor, para realzar y dar brillo á su de- mostración? .¿Por qué bastan los dos primeros y se hace á un lado al tercero? No lo sabemos, pero esto es más que picante y nos conduce á sospechar, sin temeridad, que á pesar de los mil y mil resultados positivos de las inoculaciones ha habido, si no otros tantos, á lo menos algunos en que procediendo se- cundum artem no se han obtenido más que resultados entera- mente negativos. Además, los resultados positivos publicados sólo se han recogido en animales y jamás, que sepamos, en el hombre: esos casos, están, pues, por eso mismo, fuera de la dis- cusión: tratamos del hombre y no de los conejos y cuyos. Y aunque más adelante damos la explicación de la acción de las inoculaciones, por ahora nos anticipamos á decir, que esos re- sultados positivos en buena lógica no prueban sino esto; á sa- ber: que las inoculaciones de culturas de un bacilus que se en^ cuentra algunas veces en los tubérculos del hombre, producen después de cierto tiempo, cuando se hacen en los animales con resultado positivo, lesiones parecidas ó idénticas á la tubérculo- 40 sis del hombre; pero no que la tuberculosis de éste sea la mis- ma que la verdadera ó falsa de los animales, y sobre todo, no prueban que los resultados sean debidos exclusivamente al ba- cilus, pues que en la inoculación van ciertamente muchos agen- tes, y más adelante veremos que el tubérculo puede producirse por otra substancia contenida en cantidad infinitesimal en la inoculación, no obstante lo dicho en contrario al principio de los experimentos: en todos los datos de la discusión tenida en tan- tos años y en tantas partes, no hay ni una sola premisa que justi- fique á esta conclusión que han sacado los bacteriólogos, y pre- cisamente es esta conclusión la que se ha entregado al mundo médico como dato de prueba, suponiéndola ya plenamente pro- bada, indiscutible. El resultado de tal discusión con tales prue- bas ya se comprende cuál sería; fué falso en el fondo y falso en todas sus partes; el mundo médico recibió irreflexivamente las bases de la discusión, dio por probado precisamente lo que te- nía que probar y llegó como era natural á conducir al Dr. Koch á la cima de la apoteosis. No queremos recargar el cuadro; pero sí no podemos menos que hacer notar lo que todo el mundo parece ignorar y es, que los fundamentos del Dr. Koch no son tales fundamentos, sino el término de sus cavilaciones, el pasa- porte brillante con que sistemaba á la ciencia ¿qué? no una te- rapéutica nueva, no una profilaxia eficaz sino una teoría vieja é insostenible: la del contagio. Las naciones cada vez se alarman más por los avances de4a mortalidad por casos de tuberculosis y hoy, todos los países, y todas las escuelas, y todos los que se consagran á la ciencia de- dican activos esfuerzos para penetrar siquiera un ápice en la solución de problema tan difícil, por la vía bacteriana y del con- tagio, sin reflexionar que tales avances pueden deberse á otras causas que no sean las del contagio. En todas partes cuando de la patología especial se trata, la primera palabra pertenece á la tuberculosis y sin embargo hoy tratamos á los tuberculo- sos casi aun del mismo modo que los griegos y romanos: el va- lle del Nilo y las colonias del Etna son la tierra de promisión 41 de estos enfermos, según unos. En vista de tantos estragos y avances, profanos y no profanos, se han aferrado en creer que la tuberculosis es contagiosa: se ha visto que una familia se extingue por esta enfermedad y se ha concluido al contagio; se han observado tales y cuales casos- más ó menos fáciles de aclararse y se les ha formado como datos de tal tesis; pero díga- senos desapasionadamente ¿quién resolvió el problema del con- tagio de la tuberculosis? ¿El dicho del vulgo? esta no es prueba: ¿los casos discutibles recopilados en tesis que ya lo daban por resuelto? esos no constituyen demostración y sobre todo, ¿ya se dilucidó que los avances de una enfermedad, en general, sólo son debidos al contagio? No, muy lejos de esto, pues que las enfermedades pueden aumentar su extensión, tratándose de una sola enfermedad, sin que esa extensión sea debida sola y exclusivamente al contagio. De suerte que la teoría del Dr. Koch fué creada para responder á una aprehensión vulgar y lo peor del caso, es, que el ilustre doctor comenzó sus investiga- ciones dando por supuesto al contagio, pues á todos nos consta que él iba á buscar su causa sirviéndose del descubrimiento de los microbios por las probabilidades que se tenían de explicarlo con ellos, dado caso que existieran en la tuberculosis. Para que sea verdad, pues, cuanto se dice del contagio, primero es que lo haya prius est esse. Ahora bien, el contagio no existe, luego cuanto toma á él por punto de partida es falso y como la teo- ría del Dr. Koch lo ha tomado por fundamento, luego tal teoría es falsa. Para demostrar que el contagio no existe, véanse las conclusiones clínicas que ya dejamos apuntadas; pero conceda- mos que existe el contagio, la teoría bacilar del Dr. Koch, tal cual él la ha emitido y vista la refutación que con documentos elocuentes hace el mundo científico de cada uno de sus prin- cipales fundamentos, no se puede menos que venir en conoci- miento, que siendo falsos sus apoyos únicos, la conclusión que él saca es triplemente falsa y se redarguye de falsa su teoría con estas otras tres conclusiones: la tuberculosis no tiene cons- tantemente el bacilus que el Dr. Koch ha afirmado existir 42 constantemente en ella (muchísimas pruebas); el bacilus des- crito por.el Dr. Koch como peculiar de la tuberculosis se ha hallado en otro proceso que no es el de la tuberculosis pulmo- nar (observación citada anteriormente); el mismo Dr, Koch no concediendo grande importancia á las inoculaciones, nos- otros no tenemos que insistir sobre este particular; pero aunque él les concediera lugar importante ó preferente no tienen nin- guno porque ellas están fuera de la discusión por referirse á los animales y no al hombre. Pasaron los años y el mejor día el Dr. Koch anuncia al mun- do que, de acuerdo con su teoría, él tenía muchas seguridades de haber hallado ya el remedio de la tuberculosis y consistiendo tal remedio en inyecciones cuya fórmula él se reservaba. Su triunfo parecía completo: él, el descubridor del agente patóge- no, nada más lógico que él fuera el primero en descubrir su te- rapéutica. Desgraciadamente no sucedió así. ¿A qué insistir? Nuestros colegas saben lo demás: tenemos aún que seguir bus- cando el remedio de la tuberculosis. De buena gana pondríamos un fin á estas líneas sobre este particular, si las mismas inyecciones del Dr. Koch no se volvie- ran contra su misma teoría; en efecto, todos sabemos que el fin de las inyecciones era producir una necrosis peritubercular que aislara al bacilus; pero todos sabemos también que si no se lle- gó al fin deseado, sí clínicamente se notó el recrudecimiento del proceso tuberculoso y en las autopsias hechas se demostró que había granulaciones miliares de formación reciente y en cantidad considerable; ahora bien, esas inyecciones no tenían • ni bacilus, ni esporos, ni nada de esto, pues contenían solamen- te lo que el doctor llamó tuberculina. ¿Qué conclusión sacare- mos? Bacteriológicamente diremos, que la tuberculina y no los bacilus es la causa de la tuberculosis, toda vez eme estando aislados los tubérculos, foco de la infección, por el proceso ne- crótico, había nueva producción de tubérculos. En este sentido se hubiera lanzado el mundo médico si por fortuna no tuviera descubierta la retaguardia, faltándole previamente el bacilus 43 generador en muchímas ocasiones para poder contar segura- mente con la producción de la tuberculina patógena,. No nos confundamos con estas ú otras explicaciones arbitrarias: las in- yecciones de tuberculina tienen esos efectos, porque habiéndose inyectado con ella una substancia termógena y fuertemente termógena, pero nada más por ser esto, la persona que la reci- be, ya tuberculosa, sufre con esta nueva pérdida una nueva expoliación que fomenta más ó menos súbitamente el avance del proceso tuberculoso, nada más porque se desarrolla un pro- ceso febril vulgar: esto es comprensible, es clínico, porque bien sabemos lo que significa el elemento fiebre en la evolución del tubérculo: sabemos eme significa gravedad, celeridad, etc. Que la tuberculosis aparezca en los animales después de la inocula- ción de los bacilus ó se avive sirviéndose de la tuberculina, te- niendo en cuenta este otro elemento que acabamos de mencio- nar, nada tiene de particular: se inyecta con los bacilus ó en la inyección de Koch una substancia termógena, cuando en la per- sona ó animal que la recibe concurren ciertas circunstancias: basta la presencia de esta substancia debilitante radicalmente (véase más adelante lo que decimos de la fiebre), que tiene la particularidad de favorecer la aparición de la fiebre, para que en un tuberculoso averiguado ó predispuesto, ó para que en un animal de poca resistencia vital ó debilitado por varias circuns- tancias se desarrolle un proceso de tuberculosis verdadero en el primer caso idéntico y similar en el segundo. Y por último, lo repetimos una vez más, ¿sabemos para concluir del animal al hombre cuál es la resistencia vital absoluta de ciertos animales á la fiebre, á las dosis de los agentes termógenos, á las causas de- bilitantes y el modo con que se muestra en ellos la bancarrota de su organización mediante tales influencias? Los inovadores tienen que probar los medios y los fines y no lo han hecho, tienen que probar que su teoría en cien casos es cien veces cierta: la conclusión rotunda de los animales al hombre es iló- gica, es un argumento de semejanza y los argumentos de seme- janza nada valen. 44 Hemos expuesto ya las opiniones capitales de unos y otros, visto las razones y objeciones que asisten á unos y los funda- mentos deleznables en que se apoyan los otros, hoy sólo falta resolvernos; mas no olvidemos que la tuberculosis parasitaria se escuda en la receptividad, pisotea las más legítimas adquisi- ciones de nuestros antecesores, desdeña la observación y se im- pone, pero sólo por la fuerza de la moda; y que la tuberculosis, según los organicistas, cuenta en su favor con la aquiescencia de los médicos de hoy y de los de ayer que, más prácticos, acep- tan una noción etiológica confirmada por la experiencia é im- ponen una terapéutica activa en concordancia con tal noción. Los que creen en la tuberculosis orgánica se escudan contra los parasitistas en una ley vulgar de biología, á saber, los seres or- ganizados, por ser tales, no pueden vivir sino en los medios que tengan las condiciones apropiadas para su existencia y desarro- llo: ahora bien ¿cuáles son las condiciones apropiadas para la existencia de los microbios en un organismo según los de la teo- ría parasitaria? ellos responden con énfasis: esas condiciones son la receptividad ¿pero qué es la receptividad? Según ellos y según todo el mundo, en el fondo no es otra cosa más que la ap- titud para recibir, pero este término, aptitud para recibir, lleva inbíbitos problemas que seguramente verán pasar muchos siglos antes que reciban una solución satisfactoria, siendo por ahora nada más que términos que ocultan nuestra ignorancia; de suer- te que en fin de cuentas, los parasitistas no saben por qué, á pe- sar de sus microbios y toxinas, la tuberculosis en un caso apa- rece y en otro no, habiendo habido en ambos los medios sufi- cientes para que apareciera según ellos. Los organicistas con la palabra receptividad quieren expresar un conjunto palpable de condiciones indeterminadas, que significa inminencia mor- bosa, predisposición hereditaria ó adquirida, lo cual está más conforme con la práctica, aunque por otra parte no deja de ha- ber alguna ignorancia acerca de estas predisposiciones, menos siempre, muchísimo menos, que con la receptividad de los pa- rasitistas. Por lo demás los organicistas llaman diátesis á lo que 45 los microbiófilos llaman receptividad. Y la diátesis es todo. Dejemos las teorías y vengamos á los hechos, ¿qué resultados prácticos aplicables á la curación de la tuberculosis han dado las investigaciones de los sabios que pohijan á las teorías mi- crobianas? ¿Cuáles son los resultados de la terapéutica bacilar? Cadáveres y más cadáveres con que se llenan los registros de los cementerios, y hoy por hoy, se puede decir, que en los últi- mos tiempos más tuberculosos han muerto por la terapéutica microbiana que por la propia tuberculosis. ¡Con razón se es- panta el mundo del aumento de desastres, por la tuberculosis producidos! Allí están las inyecciones del Dr. Koch acelerando la marcha del preceso, allí están las inhaliciones de ácido fluo- rídrico causando formidables congestiones y abundantes he- moptisis. ¿A qué seguir, si todos sabemos que tratar á los tu- berculosos según las ideas microbianas es inútil, peligroso y con- traproducente? Y aunque fuera debido tratar á los tuberculosos según tales ideas ¿por eso hemos de relegar al organismo el se- gundo término, como se hizo al principio y aún se hace hoy por algunos? ¿Hemos de ir siempre tras del microbio, antiséptico en mano, aunque estropeemos al organismo? creemos que no; mejor dicho, se cree últimamente que no. aun por los partida- rios más convencidos del parasitismo, y si no, ved aquí la con- fesión hecha ante un sanatorio por un médico creyente de la tuberculosis bacilar; pero antes de hacerlo demos la preferen- cia al Dr. Koch, con estas sus propias y pocas palabras, que en el fondo no encierran otro pensamiento distinto del del Dr. Pe- ter, eminente enemigo de la tuberculosis parasitaria, y que po- nemos en el artículo Tuberculosis: "Nosotros no debemos pro- curar matar al bacilus sino modificar al terreno." Verdadera- mente con lo anterior el Dr. Koch ha dado la última palabra en la tuberculosis bacilar. Veamos nuestra cita: "Lo que nos- otros sabemos hoy de la tisis nos conduce á buscar la curación en dos vías: primero, en las medicaciones específicas, y en se- gundo lugar, en el sentido de una mejoría del estado general, que permita al organismo luchar contra la invasión bacilar, y 46 como los medicamentos específicos aún no son conocidos, que- da: la modificación del organismo, del terreno, como se dice, un si es no es impropiamente: lo acabamos de ver: la cura en el reposo, en el aire libre, en un lugar alto, en la sombra, en una región empero bañada por la luz parace uno de los buenos medios, si no el mejor, para combatir todas las insuficiencias y las irregularidades funcionales que constituyen el fondo de la consunción tuberculosa." (Gaceta de los Hospitales de.......) Lenguaje más híbrido no podemos encontrar en la literatura, porque aquí francamente se dan la mano en un solo concepto las ideas antiguas triunfantes y las modernas en eclipse, á saber: el parasitismo y el organicismo; y sin embargo, es un lengua- je en que está toda la verdad que mi generación proclama. Quitad de él lo discutible, lo teórico, el atavío de la moda, ¿qué os queda? Queda lo indudable, lo práctico enseñado por la expe- riencia, lo que ha recibido el pláceme de todos los médicos que nos han precedido, en una palabra, que la solución del proble- ma terapéutico, puesto ante la tuberculosis, la da el organismo reconstituido, vigorizado mediante los recursos de la higiene: esta reconstrucción siendo el mejor específico antibacteriano (?) con que saldremos vencedores. Añadid á estas premisas que real y positivamente se ha logrado curar á la tuberculosis con los solos recursos de la higiene, no una sino muchísimas veces, y jamás con las preparaciones farmacéuticas puras, á título de específicos, pues que sólo Dethveiler con su método, en Falkens- tein, en que los antisépticos específicos se encuentran en el fon- do......de las escupideras, que nada tiene de microbiano, da un tercio de casos de curación por la sola higiene y llegareis á sentir con muchos de nuestros colegas del país y del extranje- ro que vuestra fe microbiana vacila y se siente débil, que no vais por el camino verdadero y que por lo mismo necesitaréis volver sobre vuestros propios pasos. ¡Hermosa es la teoría mi- crobiana, pero es lástima que en la tuberculosis no sea verdad tanta hermosura! Higiene y crepsota, es la última palabra de la ciencia en la te- 47 rapéutica de la tuberculosis; pero el mundo científico va incli- nándose fuertemente hacia la higiene pura como ariete, refor- zada más ó menos accidental y enérgicamente por los agentes farmacéuticos, previa indicación precisa, porque atender á los tuberculosos con medios higiénicos es de razón natural, es clí- nico toda vez que el tuberculoso muere hablando propiamente porque se le acaba la vida, es conveniente y útil además hacer- lo así, porque también es debido que se auxilie al que está en una situación crítica y en este caso el organismo lo está: él ha reaccionado, es indudable que reacciona siempre y que mien- tras no se desembarase de su carga, luchará siempre, aunque sus protestas sean débiles é insuficientes y le conduzcan tam- bién por este gasto, de escalón en escalón hasta el fondo del sepulcro. Cualesquiera, pues, que sean las concepciones que se tengan de la tuberculosis se ha apoderado vivamente de los clí- nicos la necesidad de este socorro, triunfando así la higiene de sus rivales, los microbios, porque al fin, la clínica ha podido abrirse paso al través ele la moda. A satisfacer este objeto con- curren la mayor parte de los tratamientos higiénicos modernos: se acuesta á los tuberculosos en Kalkenstein, se les hace el ga- vaje en otra parte, más allá se les administra aire puro conti- nuamente renovado y por fin, para valerme de una expresión vulgar, por todas partes se apuntala este edificio carcomido y en ruinas de los tuberculosos. La balanza, pues, se ha inclinado ya del lado de las antiguas ideas, y cuenta con que la reacción famélica y rabiosa ha em- pezado á asomar ya en Europa la cabeza, ele suerte que no es difícil que en 93 tengamos la lucha más encarnizada que aho- ra, por ser entonces el momento supremo en que se decida la cuestión. Tocamos el fin1 de estas consideraciones con lo que acaba- mos de decir; más antes de pasar á otro asunto no podemos menos, por vía de accesorio importante, de mostrar un espéci- men, en el que podrá saber cualquiera cómo andan nuestros conocimientos sobre las tuberculosis locales, que se halla en la 48 Gaceta de los Hospitales de 25 de Octubre de 1890, cuando se las explica por la teoría microbiana: allí el lector encontrará siete hipótesis insostenibles y chocantes referentes á la tuber- culosis peritoneal, y la confesión expresa y franca del Dr. Kce- ning, verdadera autoridad sobre el asunto, emitida en estos tér- minos esencialmente: "el mecanismo de la producción y cura- ción de la tuberculosis peritoneal es un verdadero enigma;" y de presentar esta cuestión á los microbiófilos quienes la entien- den con facilidad ¿por cmé cuadrando tan perfectamente con la idea de la tuberculosis parasitaria, su corolario forzoso el de las epidemias de tuberculosis no ha sido señalado hasta hoy por los historiadores y cronistas de la medicina? En una enferme- dad parasitaria ó específica ó contagiosa las epidemias y pan- demias son posibles y forzosas. La tuberculosis no las tiene en su historia. §39 Noción corriente y aceptada es actualmente que el cólera, la difteria, el carbón, la fiebre tifoidea y muchísimas más en- fermedades son microbianas puras: teóricamente ya casi se ha dicho la última palabra de cada una de ellas, y sin embargo, en la práctica se ve que tan brillantes teorías son estériles en fru- tos, como sucede en el cólera pues, aunque este viajero ha po- dido ser contenido, al parecer más ó menos encerrado en su patria durante los últimos años, y díchose que tales resultados eran debidos al mejor conocimiento de las causas de las epi- demias y pandemias, gracias á la bacteriología, en realidad no es así ó está muy distante tal aserto de acercarse al rango de verdad científica; los estragos consumados en este año por es- ta enfermedad y el pánico actual de los pueblos aún no visita- dos, nos excusan de todo razonamiento y dan un mentís á cuanto parecido á lo dicho se diga en ese sentido. Sobre el có- 1 49 lera, movibles y caprichosas han sido todas las opiniones emi- tidas, veleidosas como la fortuna. En cinco años hemos visto nacer y morir muchas teorías y quedar sin resultado muchos recursos bautizados con el nombre de infalibles. La higiene ha ido de aquí para allá bajo el abrigo de las convicciones del día, de suerte que hoy, á pesar de la higiene, al infeliz lugar en que se hospeda tan letal viajero, le toca tan fuerte contribución de vidas como antes de la bacteriología: el prurito de explicar á la ligera ha inculpado á una violación de los cordones sanita- rios, reconocidos hoy perfectamente inútiles, á la traslación de tal ó cual caravana, buque ó persona, todo esto podrá ha- ber sucedido en un caso dado, porque es indiscutible que el cólera viaja con el hombre; pero ¿exclusivamente con el hom- bre? Se afirma del agua, en el sentido positivo, como vehícu- lo, y se teme de muchas cosas más, no obstante lo dicho de la primera últimamente, que se purifica por sí misma en las co- rrientes por las influencias químicas y mecánicas á que ella misma está sometida. En todo caso, es indiscutible que en es- ta enfermedad y en lo porvenir el papel que jugará la higiene será de capital importancia; hoy su función se dice real, eficaz, no ilusoria, hay que creerlo así para practicarlo; pero no hay que recibirla como una adquisición positiva ó absolutamente eficaz para lograr el fin, porque, la verdad, los casos de epide- mias contenidas por tales ó cuales medidas higiénicas son muy discutibles, habiéndose visto además que ha habido lugares en donde á pesar de la escrupulosidad más nimia la invasión se ha consumado. ¿Qué diremos después de esto ele las influen- cias de la bacteriología para curar la enfermedad una vez de- clarada? Obvio es decirlo, de modo que por esta parte bien podemos decir esto: la bacteriología en la higiene del cólera no ha tenido sino una influencia muy discutible y ninguna en la terapéutica. Hemos visto que las teorías microbianas son esté- riles tratándose del cólera; pues bien, ahora las vamos á ver un si es no es desmentidas por la clínica en los resultados ob- tenidos por el tratamiento actual de la fiebre tifoidea y por la Terapéutica.—4 50 observación, en el capítulo referente á la profilaxia de esta misma enfermedad; en efecto, aunque la que más ha ganado en estas investigaciones es, al parecer, la higiene pública y pri- vada, porque hoy está averiguado que uno de los modos de propagación de la fiebre tifoidea, de los muchos que tiene, es el agua que sirve de vehículo al microbio específico; esta ga- nancia no es tan completa porque las aguas contaminadas no son el único medio de propagación de esta enfermedad ó del bacilus de Hebert, pues casos se han dado de epidemias do- mésticas que no tenían por causa aguas contaminadas, como sucedió en la epidemia de Bourg de fin de 88 ,y principio de 89; de suerte que en este particular la higiene ha hecho una adquisición, pero no ha establecido una profilaxia absoluta, por quedarle muchos desiderata que resolver, tales como el capi- tal, constituido por la cuestión de saber si el bacilus colli com- munis es ó no el mismo que se dice específico presentado por Hebert y hecho virulento por condiciones aún indeterminadas. La cuestión sobre este particular parece todos los días más re- suelta en el sentido que es uno mismo el bacilus de la fiebre tifoidea y el que normalmente se encuentra en el intestino del hombre; por lo demás, esta identidad no sólo es afirmada de él en esta enfermedad sino de otros muchos para otras enfer- medades, como sucede con el gonococus blenorrágico, con el diplococus neumonicus, etc., que son en estado patológico los mismos que se encuentran en estado normal, con la sola dife- rencia que su virulencia ha sido despertada ó aumentada, por circunstancias á todas luces fútiles, para constituir de este mo- do el agente causal específico de tal enfermedad. La razón se resiste á dar ascenso á tales hipótesis, y se resiste precisamen- te porque no hay ni un solo hecho favorable que las justifique. Lo dicho es lo que constituye el progreso de la higiene, es de- cir, el avance por lo que respecta á prever, y por lo que hace á curar las conquistas que la terapéutica ha hecho, sólo se han limitado á la antisepsia intestinal con el salol ó naftol sin dis- minuir en nada por este solo medio la cifra de la mortalidad. 51 Es por otros caminos que se ha llegado á este fin, y eso por aquellos que de ningún modo tienen que ver nada con la bac- teriología, sino por los del empirismo nacido de fuentes ente- ramente extrañas al gremio médico: acabamos con esto de nombrar á Priessnitz y á Brand, es decir, á los baños tibios ó fríos que en la terapéutica de la dotinenteria su acción ha sido notablemente eficaz; más adelante nos volveremos á ocupar de este asunto, limitándonos por ahora á decir: que bacteriana ó no, la fiebre tifoidea cura bastante bien por un recurso que ha sido puesto en vigor por convicciones que ya estaban fuera de la concepción bacteriana, que han fracasado todos los medica- mentos sugeridos por las ideas parasitistas, y por fin, que con- forme á la observación referida en la 6? conclusión clínica de la tuberculosis pulmonar y á otros muchos casos análogos se ve que el bacilus de Hebert no es exclusivo de la fiebre tifoi- dea. Total: por lo que respecta á la fiebre tifoidea considerada microbianamente, su bacilus específico preexiste normalmente en el intestino del hombre sano sin causar accidentes; este ba- cilus es el mismo que causa todas las perturbaciones que ca- racterizan á la fiebre tifoidea sin saberse cómo, el bacilus no es exclusivo del sindromo tífico, y por último, todos los medi- camentos puestos con un objeto antibacilar han fracasado, ¡y sin embargo, se dice: la fiebre tifoidea es específicamente pro- ducida por el bacilus de Hebert! De la difteria nada tenemos que decir, pues todo el mundo sabe que las medidas higiénicas tomadas y de resultados no demostrados es lo único que se puede señalar como nacido ba- jo Ja influencia de las ideas de la época: su terapéutica sellada con tales ideas, es tan estéril, ó mejor dicho, tan ineficaz como y más que la antigua. ¿Hablaremos de la rabia? Volúmenes in- mensos se han ocupado para tratar de ella y hoy todos callan; es, pues, cuestión vieja ya juzgada: callaremos también noso- tros, pues nada tendríamos que decir que no supieran ya nues- tros lectores, además de que nada útil les diríamos, y así sólo señalaremos el hecho de que es buena medida profiláctica de 52 tal enfermedad la que se ha encontrado en Londres, ratificada por observaciones y estadísticas rigurosas, y consiste en hacer obligatorio el uso del bozal para todo perro que vague por las vías públicas. Con esta medida tan simple, de cuatrocientos y tantos perros rabiosos que se producían en un promedio anual se llegó á obtener la elocuente cifra del cero; por otros recur- sos aquí también se ha llegado á dominar el germen en su ori- gen, encontrando y poniendo en vigor esta sencilla y eficaz me- dida profiláctica, que á la verdad nada tiene que ver con la bacteriología. A propósito de esta enfermedad, justo es mencionar, aunque sea en pocas palabras, el vastísimo capítulo de las inoculacio- nes é inyecciones preventivas de productos virulentos atenua- dos, que se creen productores específicos de determinada enfer- medad; el objeto ya está dicho, y es impedir el desarrollo de esa misma enfermedad cuando la persona inoculada se encuen- tre en determinadas condiciones que hicieran posible el desa- rrollo de tal enfermedad. Asunto ha sido este que ha motivado discusiones acaloradas y la producción de numerosas publica- ciones, desde que el Sr. Pasteur dio á luz los.resultados obtenidos por sus estudios en la hidrofobia, hasta nuestros días. Todas estas investigaciones tuvieron por fundamento el mismo que domina en la vacunación, á saber: que mediante la introducción al organismo de una pequeña cantidad de una substancia es- pecífica, supuesta atenuada, y la misma que la de la enfermedad que se trata de prevenir, el organismo ya no podría, al recibir después nuevas dosis de la misma substancia, más activa y fuer- temente virulenta, mostrar los elementos del sindromo carac- terístico de la enfermedad. Involuntariamente se recuerda con esto á la vacuna y á la viruela; pero en la viruela y en la vacu- na domina la particularidad de que los individuos que reciben á una ó á otra, por eso mismo llegan á ser refractarios para más dosis de cualquiera de ambas, dentro de determinado tiempo; salta, pues, un hecho en uno ó en otro caso, que consiste en la profilaxia ó en la inmunidad; pero junto al hecho se encuentra 53 una suposición discutida que á sü vez consiste en admitir la iden- tidad de substancia y naturaleza entre los agentes de la vacu- na y de la viruela; unos admiten esta identidad, otros la niegan; en una palabra, la suposición se discute aún; mas es el caso que con esta base, tomada en el sentido afirmativo, y supuesta fue- ra de toda discusión, se lanzó el mundo científico en pos del fin conquistado por Jenner con la vacuna para aplicarlo á otras muchas enfermedades, luego que con los maravillosos resulta- dos de las inoculaciones antirrábicas se conmovió la sociedad; se creyó abierto el camino, todo era seguirlo; pero desde enton- ces á la fecha y después de reiterados experimentos ora en el cólera, ora en la fiebre amarilla, los resultados no han corres- pondido á las esperanzas que se abrigaron. Bajo la influencia de las teorías microbianas, y viendo que enfermedades como la fiebre tifoidea conferían inmunidad, como la viruela, una vez que se había padecido, se supuso, primero: que era microbiana y se descubrió el microbio, después, que el bacilus específico debía secretar una substancia tóxica, la eme era causante de todos los síntomas de la enfermedad; se supuso la existencia de esta toxina y se la encontró; se supuso, además, que esta toxina agotaba á la vez por su presencia en el organismo la sus- ceptibilidad morbosa específica; pero más tarde se vino en co- nocimiento que tal toxina estaba compuesta por varias substan-. cias especiales y aislables, entre las cuales había unas que eran las morbígenas y otras que eran las vacunantes. Hasta aquí se ha llegado en general en esta cuestión cuando se la trata en el gabinete; pero en la práctica, lo repetimos, cuando se emplean tales substancias, todo intento de inoculación y profilaxia ha quedado estéril en resultados; las inyecciones anticoléricas, las preventivas de la fiebre amarilla, practicadas en diversos países con tal fin, no han conducido á un resultado digno de tomarse en consideración; y tan de poca importancia han sido los nume- rosos trabajos que sobre esto hay escritos, que cuando uno tie- ne el cuidado de leerlos desde la primera hasta la última foja, se arrepiente uno de haber perdido tan lastimosaníente su tiem- 54 po: en el curso del libro ó folleto X las demostraciones parecen irrefragables sobre estos asuntos, pero al finalizar la lectura re- cuerda uno, sin quererlo, las célebres palabras de Galileo. En resumen, las inoculaciones preventivas, hijas legítimas de la bac- teriología, también como ella han quedado estériles en frutos. Por otra parte, hay todo un grupo de enfermedades, cuyo tipo es la sífilis, contra el que se han estrellado los esfuerzos mejor dirigidos de los bacteriólogos, y eso que es esencialmen- te contagiosa, y eso que confiere la inmunidad una vez que se padeció. Se ha dicho que en las enfermedades de este grupo hay microbios especiales, ¿pero es esto serio? Lejos de esto, y al contrario, mientras más se estudia este grupo más se convence uno que real y positivamente existen los antiguos virus. No sa- bemos por qué los microbiófilos pasan sobre esto como á vue- lo de pájaro, mirando su causa como si fuera una cosa entera- mente demostrada, cuando que al contrario, este grupo es quien da un mentís cierto á todo lo que trascienda á microbios. A to- dos nos consta el fin que tuvo la sifilización y los medios anti- sépticos proclamados como preventivos de la sífilis. ¡Nueva ilu- sión y nuevos desengaños! Lo repetiremos una vez más: no sostenemos una tesis sino que mostramos una época y por esto no hacemos incapié en este baluarte antimicrobiano del grupo de la sífilis, para hacer ver cuan limitada, cuan incierta y cuan estéril es la concepción microbiana de la época actual: no continuaremos, pues, hacien- do, aunque sea, análisis tan someros como los que hemos he- cho, aunque bien podríamos seguirlos haciendo en otras enfer- medades, para exponer de un modo más completo la esterilidad en resultados prácticos que esta grande época ha tenido, pudién- dosele aplicar con justicia el parturiens mons de Horacio á ella y á sus dos más grandes sucesos, el de las inoculaciones anti- rrábicas y el de la curación de la tuberculosis pulmonar ¡ ilusio- nes del miedo, sueños del deseo, y á pesar de ellos subsiste aun viva y palpitante la desnuda y amarga realidad! Por todo lo dicho, podemos anunciar á nuestros colegas que 55 la teoría de los gérmenes vivos, de los microbios, ni es tan ge- neral, ni tan fecunda, ni tan valiosa como lo pretenden sus abo- gados, ni es tan nula como la justiprecian sus enemigos: hay en ella verdad, pero sólo una parte la contiene y eso y por ahora aún mal conocida, de suerte que es de esperarse que con nue- vas luces quede reducida á los justos límites á que realmente es acreedora, para elevar después, lo cierto, al rango de noción científica: el justo medio le vendrá á ella no por la fuerza de los hombres sino por la fuerza misma de las cosas. Acabamos de esbozar con lápiz grueso esta grandísima épo- ca, en que han trabajado titanes y aparecido las más estupen- das creaciones que jamás el espíritu vio, pero éstas, examina- das con un espíritu imparcial, justo es decirlo, hasta hoy no han dado gran fruto bajo el punto de vista práctico en las naciones muy civilizadas y en la nuestra mucho menos, fácil es decirlo, pues mucho nos tememos que entre nosotros cansados años pasen antes que veamos ser provechosas aun á las pocas que se han reconocido positivamente útiles. Notemos, para terminar, que cumplimentando á la moda, he- mos dado el lugar preferente al capítulo de los infinitamente pequeños, á sus corolarios forzosos y á sus influencias directas é indirectas en higiene y terapéutica: el asunto ciertamente lo merece su alcance en ambos sentidos: higiénico y terapéutico, puede ser trascendental en mejores días, aunque hoy por hoy no lo sea tanto, ni con mucho, como era de esperarse después de tanto trabajo efectuado. Dejémoslos que sigan su evolución y consagremos ya nuestro cuidado á otros asuntos no menos importantes. §49 Sin retroceder con el pensamiento hasta la lejana época en que apareció la primera teoría del proceso febril, y limitándo- nos á nuestro siglo, sumamos ya una cifra respetable de con- cepciones más ó menos seductoras pero no convincentes: cada 56 nación, cada escuela y casi cada hombre prominente ha dejado una en los archivos de la ciencia; exponerlas todas aquí, seria largo y fastidioso, sobretodo, habiéndonos propuesto para todo este libro desplegar un carácter enteramente práctico, haciendo á un lado todo lo que sea de pura erudición, con la que, ade- más, necesariamente tendríamos que llenarlo de fechas, nom- bres y lugares que son enteramente inútiles en la práctica, es- torbo de la memoria y vanidad mal entendida: en el extranjero se ha protestado enérgicamente contra esta nomenclatura y eru- dición especial y nosotros no podemos hacer menos, así es que una sola cosa diremos del proceso íntimo de la fiebre y es que aún no se sabe nada; se sabe sólo que positivamente depen- de de una producción exagerada de calor, pero el modus facien- di se ignora totalmente; se sabe que la fiebre es necesaria en ciertos'procesos, que es la expresión de la debatida reacción or- gánica y que, en consecuencia, es muy posible que todas las fiebres sean necesarias, dada la infección ó tal causa de enfer- medad; así, pues, á fortiori no debe curárselas con medios an- titérmicos sino antifebriles. Pero es indudable que la reacción puede ir tan lejos que se transforme en un verdadero suicidio para el organisno al transgredir éste los límites de lo necesario; esto es precisamente lo que salva de la proscripción á los dichos antitérmicos, porque para estos casos es cabalmente en donde se encuentra su utilidad y aplicación, aunque en una extensión restringida, pues que no deben darse hasta antitérmia comple- ta sino hasta la moderación del exceso, dejando siempre viva y militante á la fiebre, como que es el medio más seguro que la naturaleza interpone para su conservación. Valiosas y no poco son estas adquisiciones, al parecer ya indiscutibles, probadas á saciedad, aunque ellas no sean más que secundarias, quedando como queda aún oculto el modo con que directamente se pro- duce el calor. Una punta del velo se ha levantado con las in- yecciones de Koch, con las toxalbúminas de Gautier y con el descubrimiento de substancias propias y extrañas á nuestro or- ganismo que son termógenas, y con todo, lo que falta por hacer 57 aún es mucho no obstante el descubrimiento, aun no bien cier- to y exclusivo de centros térmicos y moderadores en el sistema nervioso cerebro-espinal, tales como los cuatro térmicos y dos hipotérmicos enumerados respectivamente en el orden que si- gue: térmicos, uno en la parte anterior del cuerpo estriado, otro entre éste y la capa óptica, otro en la parte anterior de esta úl- tima y el último en la decusación de las pirámides; hipotérmi- cos: ambos se sitúan en la corteza cerebral en la extremidad posterior de la cisura de Silvius. La etiología parece, pues, la mas favorecida en las investigaciones novísimas sobre la fiebre y tanto, que á la hora actual ya se han podido confeccionar tres grandes grupos que parecen muy verdaderos ó muy eficaces pa- ra producir el sindromofebril; el primero, lo constituyen las in- fecciones microbianas, los microbios ocasionando la producción de fermentos solubles, alcaloides, ptomaínas, etc.; el segundo, lo constituyen los casos autóctonos como los de las fracturas subcutáneas, el de la anemia perniciosa aguda, etc., que á la postre, no sería en el primer caso, más que la expresión de la reacción franca, inflamatoria del proceso de reparación y apa- recida por una sensibilidad especial y en el otro, no sería más que la expresión de una reacción general, sin localización é im- potente para realizar el fin intentado, y por fin al tercero lo cons- tituyen todos los casos clasificados con el nombre de nerviosos, como el del bosio eroptálmico. Si se toma esta clasificación co- mo punto de partida sólido, naturalmente las aplicaciones tera- péuticas se dividirán á su vez en tres categorías: primera, la de los específicos antisépticos, como las sales de quinina y los sa- licilatos para el impaludismo y reumatismo respectivamente, admitiéndose este último como una microbiosis y no como una enfermedad netamente orgánica; segunda, la de los de la me- dicación celular, es decir, la de los venenos del protoplasma que restringen por este medio la actividad de nuestros elementos y tales son los alcaloides antipiréticos de la serie aromática, en una palabra, todos los antisépticos; y, por último, la tercera, la de los nervinos, con los que se impide que se produzca el calor, 58 como sucede con la antipirina, ó se favorece su desperdicio co- mo sucede con los baños. Además, la medicación antiséptica interna (?) no sólo cuenta con específicos, sino también con otros auxilios más ó menos antisépticos, como son, por ejemplo, al interior el ácido fénico, salicílico, etc., ó que obran dentro del tubo digestivo como el salol y naptol ó eme tengan una influen- cia sobre los productos solubles tóxicos ya absorbidos, bien sea neutralizándolos, destruyéndolos ó eliminándolos, como se dice del ácido benzoico ó salicílico para las dos primeras acciones, para completar la oxidación, y como sucede en realidad con los baños para la tercera, mediante los cuales se eliminan los pro- ductos solubles tóxicos ó, en fin, eme modifique al terreno y to- nifiquen al organismo, como sucede con el alcohol, la digital, la estricnina y los baños. Con todos estos auxilios, si abrimos el capítulo de las pirexias lo encontraremos sumamente mejorado de lo que era'aún no hace mucho y en especial en la fiebre tifoi- dea, cuya cifra de mortalidad en los hospitales ha descendido hasta un mínimum de 8 por ciento de 12, 18 y 25 que era an- tes. Otras pirexias han sido menos favorecidas como el tifo en que seguimos á la hora actual á merced de lo que nuestros an- tecesores llamaron genio epidémico, sin que sepamos que nin- gún tratamiento le haya sido favorable fuera del sintomático. Aquí es donde debemos indicar la tendencia actual restringida de la época, y consiste en conceder para las fiebres un humo- rismo lato, en acordarnos de la cocción de los humores pecan- tes profesada en los pasados siglos: antes se supuso que había una materia pecante y hoy se le demuestra en los fermentos solubles alcaloides y ptomaínas, que se pueden encontrar en un organismo enfermo: la consecuencia de esto es obvia y ya la in- dicamos, á saber, dejar hacer la cocción, favorecerla y regulari- zarla: la fiebre es el remedio de la naturaleza, así se dice hoy; y la fiebre es una reacción que es necesario aumentar, mante- ner ó disminuir, según se necesite; antes las erupciones críticas eran la prueba que se había consumado la cocción, y hoy, por un humorismo más prudente se trata de producir desde el prin- 59 cipio de la enfermedad un movimiento crítico continuo que ha- ga menos fatal su evolución. Curioso es referir á este grupo una serie de casos de otra fisonomía que se imponen como del gru- po humoral; no los reproduciremos, in extenso, pues todos los médicos los conocen y saben que una gota de pus ó un exupto- rio continuo es un recurso eficaz, no digamos para aliviar sino para curar las enfermedades más graves. Después de estos ca- sos no hay que hablar de medicación transpositiva, ni derivati- va, pues que estas son interpretaciones más ó menos plausibles de los fenómenos clínicos, sino de unas cuantas gotas de sero- sidad ó pus exhalado en una pequeña superficie del cuerpo, con lo que basta para mantener á una persona al abrigo de los ac- cidentes más serios que pueden matar y que de hecho se ter- minan por la muerte. Bien entendido se queda que no somos humoristas ni nada de esto, pues exponemos los hechos para aquel que con mejores luces emprenda la tarea de orientarse en estejdédalo del organismo enfermo, que lo haga y nos enseñe cuál es la legítima interpretación que debe aceptarse, para bien de los dolientes; pero mientras esto sucede, nosotros no pode- mos menos que consignar que en el arsenal de la antigua me- dicina, en ese rico depósito que nos legaron las generaciones que fueron, hay teorías que, como la del humorismo y medios que como los depuradores, realmente son útiles y que hoy muchos se apropian su descubrimiento: multa renacetur qucejam cecide- re. Los baños tibios, progresivamente enfriados ó fríos, son un ' ejemplo, en nuestros días, de estas apropiaciones, pues se dice hoy que su modo de obrar no es otro más que favoreciendo por la piel y por el riñon la eliminación de la materia pecante, fer- mentos solubles en la actualidad; son antitérmicos porque aba- ten la temperatura uno ó dos grados y más; son diuréticos, por- que aumentan la cantidad de orina excretada en las veinticuatro horas; y son, en fin, diaforéticos, porque favorecen la transpira- ción, en una palabra, son el remedio, por excelencia, de la fie- bre tifoidea; ahora bien, este recurso terapéutico no tiene nada de nuevo porque está visto que desde remotos años se ha pres- 60 crito su uso; lo único que tiene de nuevo es que se dice ahora científico, pero científico ha sido siempre, cuando lo ha patro- cinado una teoría. Se ve, pues, que hoy se dan como nuevas á una doctrina y á una práctica que son viejísimas. Junto á estas tendencias más ó menos humorales, ha nacido en estos últimos años una teoría más en armonía con la cien- cia, más en armonía con el gran principio que rige al universo físico, en una palabra, con la correlación de las fuerzas físicas: hablamos de la acción de los medicamentos, considerada bajo el punto de vista dinámico; pero no dinámico puro, lo que nos acercaría á la iatromecánica de nuestros abuelos, sino biodiná- mico de tal suerte,, que en esta concepción se encierra la idea de un agente dinámico que se introduce en un organismo más ó menos libre para asimilárselo, en otros términos, á la concep- ción patológica triple: acción, reacción y resultante, se refiere una concepción terapéutica también triple y paralela: agente di- námico especial, apropiación de él por el organismo, variable según la energía y sentido de la nueva fuerza y aptitud de la economía, y cuya única señal del sentido y dosis en que fué, es el éxito ó el desastre, ó sea la resultante, en la inteligencia que hoy por hoy no podríamos decir científicamente, si lo que llamamos efecto de un medicamento es el efecto puro de tal substancia ó agente medicamentoso, ó la reacción del organis- mo ante un cuerpo extraño, ó las dos cosas á la vez, porque estamos enteramente ignorantes de lo que son esencialmente los fenómenos íntimos del organismo; siendo esta una razón más que suficiente para darnos cuenta por qué un experimen- tador interpreta los efectos fisiológicos ó tóxicos de una subs- tancia, de un modo, y otro de otro. Esto es grande obstáculo en terapéutica experimental, en la clasificación científica de un agente y en las aplicaciones precisas de éstos; pero afortunada- mente, lo repetimos, hoy parece que nos acercamos á una con- cepción más justa, ahora que hemos caído en la cuenta, que cuanto nuestras manos palpan y nuestros ojos ven en la haz de la tierra y en los espacios sin fin, no es más que una sola bl clase ele materia cuyo elemento esencial es el átomo, el cual se combina y recombina en el perdurable laboratorio de .la crea- ción, gracias á las leyes de afinidad y evolución que le trazara el supremo fíat del creador.1 El codiciado oro, la pisoteada arcilla, los errantes cometas y la perezosa estrella polar, se dan la mano al través de los in- mensos espacios, porque sus átomos son los mismos diversa- mente acomodados y combinados. ¡No hay en toda la creación más que un átomo, todos los demás son iguales por su natu- raleza! 2 Estamos en la época firmísima de la vibración, del movimien- to y de la conservación de las fuerzas. Las ciencias médicas, hijas legítimas de las demás ciencias, no habían de dejar de ser partícipes de tan bella concepción: así sucedió, ó mejor, ha co- menzado á suceder, al observar más á fondo los efectos de los medicamentos al atravesar el organismo; ejemplo, el sulfato de quinina, que representa determinada acomodación molecular, en cuyas moléculas se conduce toda la energía que se necesitó para agrupar los átomos: pues bien, dado de cualquier mo- do para curar una intermitente palúdica, se elimina al estado amorfo por la orina, después de haber curado de raíz al impa- ludismo, y cosa capital, aunque se le pueden demostrar á este polvo amorfo todas las reacciones de la quinina, ya no tiene, empero, ni las mismas propiedades fisiológicas, ni las mismas propiedades terapéuticas, y aún hay más, parece que cuando cura, pero sólo entonces, desaparece en parte. Se ha desagre- gado al través del organismo, y en el interior de éste ha pues- to con esta desagregación cierta cantidad de energía en acción y que virtualmente llevaba; y sea por acción microbicida, sobre 1 Así tiende á realizarse la profecía científica de Newton, quien dijo que vendría un día en que todos los hechos químicos y vitales se probaría que eran del orden físico y mecánico, resolviéndose, por consiguiente, en movimientos atómicos y en vibraciones moleculares. Soulier. Tratado de Terapéutica. 2 Véase la introducción del tratado de Terapéutica de los Sres. Lauder Brunton. 62 el microbio de Laveran, lo que no es probable, sea porque es- ta fuerza que ella desprende al desagregarse, sea la positiva- mente activa, lo cierto del caso es que el impaludismo cura y que la quinina, eliminada terapéuticamente, deja de ser tal. Junto á esta adquisición positiva creemos que pueden ir los ca- sos de curación del impaludismo agudo combatido muy eficaz- mente por la ingestión de una fuerte dosis de alcohol, me- dio cuartillo por ejemplo, ó por la administración de látela de araña, que nos encomendó el Dr. Lucio como cosa eficaz: en el primero la acción dinámica está palpitante por la trans- formación del alcohol en el torrente circulatorio en ácido car- bónico y agua: la acción nevrosténica resultante es más ó me- nos radical ó fugaz, pero permitiendo, entretanto, la repa- ración del organismo por sus solos recursos vitales ya libres ó vigorizados: su modo de acción en realidad se nos escapa, pero precisamente, á propósito de esto, no podemos menos que recordar á nuestros colegas este pensamiento de Gautier: "la acción de los agentes medicamentosos es más bien dinámica que química." ¿Si apenas comenzamos á saber que los medi- camentos obran por dinamismo, sabremos cómo obran estas fuerzas? En verdad que estamos muy lejos de eso, pero espe- ramos que las investigaciones se multiplicarán en un porvenir no lejano para poder concluir rectamente y con esta concep- ción por base: conocer las causas de los fenómenos primordia- les y su encadenamiento; entonces se nos mostrarán claros y comprensibles muchos detalles que nos explicarán el modo de producción de la fiebre, de la inflamación y de otras muchas cosas más que son tan importantes de conocerse á fondo, por- que todo eso es nada menos que la piedra angular del edificio de las ciencias médicas. En el fin que nos hemos propuesto realizar, al redactar esta prolongada introducción, cabe perfectamente bien eme consa- gremos nuestros cuidados á uno de los capítulos más intere- 63 santes de la patología: lá inflamación. ¿Qué se ha dicho de ella en la época actual? ¿Cómo se la cura? ¿Cómo debe curársela? Veamos lo que hay sobre esto: bajo la influencia de las ideas microbianas se ha dicho terminantemente que ella y el pus no podrían producirse sin la presencia previa de microbios, y lo que es más, de microbios especiales; de suerte que nuestro an- tiguo credo, que consistía en considerar á la una como la ex- presión de un proceso vital, y al otro como la terminación más frecuente de la primera, se encontró de pronto enteramente subvertido, y concomitantemente con esta subversión venía otra para la Terapéutica. ¿Pero tal afirmación, y tan rotunda, ha re- sultado cierta? No, al contrario, pues ha resultado enteramente falsa. En una observación que encontramos en la literatura y es- crita al azar y sin preocupación, se dijo sencillamente esto: "des- pués de minuciosos cuidados en los procedimientos para ana- lizar este pus (el procedente de un flegmón), no se encontraron microbios de ningún género, ni estreptococus, ni estafilococus» sino simplemente pus." Traduzco literalmente al Dr. Soulier, to- mo segundo de su terapéutica, pág. 210...... "la gran distinción que hay que hacer hoy es la de pus no infeccioso y pus infeccio- so, y en este último caso, el piocito mismo sería esencialmente infeccioso encerrando al microbio ó su toxina......pero de las experiencias de los Sres. Bary y Grawitz resultaría que la in- yección en el hipodermo, de aceite de crotón, de eseneia de trementina, producen un pus acéptico; aún hay más, este últi- mo sería suficientemente antiséptico para impedir á la misma acción piógena del Micrococcus prodigiosus y Staphylococcus aureus, introducidos en el mismo tiempo que ella. Por otra parte, los Sres. Bary y Grawitz me parece que admiten que los microbios en cuestión no son piógenos más que por el interme- dio de sus toxinas, aunque estas últimas solas, así como la ca- daverina, aunque piogenas, no engendran más que un pus es- téril; para que el pus producido sea séptico, es necesario, ade- más, el concurso del microbio generador de la toxina. Con la digitoxina se obtiene igualmente una supuración aséptica. No 64 SÍ haremos ningunos comentarios sobre lo que antecede, pero s diremos sin profundizar á los numerosos considerandos clíni- cos quesaltan á porfía, que no es cierto que no hay pus sin microbios; de otro modo, que el pus puede producirse por otra causa que no sea la microbiana, y como es indiscutible que no puede haber pus sin inflamación previa, resulta que también" la inflamación puede producirse por otra causa que no sean los infinitamente pecmeños. Por ahora esta conclusión nos basta para destruir el exclusivismo proclamado: las premisas no dan más; pero es muy probable que lo que es en sí la inflamación esencial, absolutamente no necesita nunca de la presencia de los microbios para desarrollarse. Confiamos en que la solución eme dé el porvenir será en este sentido: la adición de microbios á la inflamación le dará tal ó cual fisonomía; pero nunca le da- rán la fuerza de causalidad para producirse. Schraeder sostiene que hay una forma de peritonitis capaz de generalizarse, que no es infecciosa (P. Delbet, pág. 137). Hé aquí, pues, un anticipo. A ser ciertas esas citas que he- mos hecho, y multiplicándose los casos análogos, el proceso inflamatorio volverá á presentarse como ha sido antes, y reco- nociendo un origen vital, se independerá de la tutela microbia- na para vivir en lo sucesivo como entidad asociable ó no á las causas específicas, para vivir siempre como un recurso natural del organismo contra determinadas causas de destrucción. Tal es la parte teórica actual; pasemos á la práctica. Bajo la influen- cia de las teorías microbianas, y no considerando por ahora más que las flegmasías internas, que son las que más nos inte- resan, para aquellas que se desarrollan en órganos que de nin- gún modo comunican con el exterior, se propuso desde el prin- cipio de la reforma la antisepcia interna ó sea general; pero en vista de que los resultados no han correspondido á las esperan- zas cifradas en la desinfección general interna; en vista de que la mayor parte de los antisépticos enérgicos son sumamente tóxicos; en vista de que su empleo aun á dosis moderada no es seguido de ningún buen resultado, sino de los malos que carac- 65 terizan su acción fisiológica; por último, y cosa grave, en vista de que no pueden impedir eme se consume la infección usados previamente, y larga manu y por mucho tiempo, como sucedió en el caso que ya citamos al hablar de la cirugía, se les ha aban- donado por completo, por la sencilla razón de que si no pueden ser útiles á priori menos pueden serlo á posteriori, relativamen- te á la infección. Si hoy y en esta clase de inflamaciones se dan los mercuriales, es á título de alterantes elementales, de hipo- globulizadores luchando contra la hiperinosis y la inopexia, partiendo para esto último de una concepción teórica que con- siste en dar al glóbulo una de las principales funciones en el proceso flogí^tico y á la fibrina la principal función en el exu- dado. Ahora bien, ¿hay algo más mal definido que la función de las hemacias en la producción y evolución de una infla- mación? ¿Hay algo más claro que la función secundaria de la fibrina en la producción del exudado? Si se da el emético ó los vomitivos es para producir una perturbación que conduce á varios resultados: á la derivación sanguínea del foco morboso, á la diaforesis (depuración!) y en algunos casos produciendo efectos mecánicos como en el caso de atascamiento pulmonar; pero para emplear esta medicación casi es necesario invocar la empolvada y vieja diátesis de stimulus, es necesario acordarnos de Rasori, y en todo caso, ni el mercurio, ni el antimonio, se dan con objeto ó resultado antiséptico. La cuestión del tratamiento general ó interno de las flegmacías internas parece hoy por hoy condenado á una mayor obscuridad, porque nuevas ideas ó nuevas prácticas no hacen sino desarrollar nuevas contradic- ciones: aparece el fagocitismo en la lisa y él proscribe á todos los que paralicen la acción del fagocito: se proscribe, pues, á la quinina, al ácido fénico, etc., etc., mientras que precisamente las ideas de los microbios y fermentos quieren y proclaman, cabalmente, la acción antiséptica del uno y de los otros y en el fondo quieren la acción antifagocitaria, y estas ideas se estre- llan ante las exigencias que ellas mismas imponen: quieren á la vez la acción de los efectos de los medicamentos empleados Terapéutica.-5 66 para este fin, es decir, tiene la acción antivital, antiplástica, y quieren la acción tónica de refuerzo para que el organismo lu- che con ventaja. Así nada se puede entender. Para ser conse- cuente hay que hacer teóricamente restas heterogéneas de accio- nes dinámicas reales y aparentes para cubrir el déficit con sumas dinámicas heterogéneas existentes y aleatorias, como son las fuerzas del organismo, las pérdidas que puede sufrir por la in- fección y las fuerzas eme puede recibir por los agentes dinámi- cos propinados por un fin curativo. Mas los médicos, al través de las hipótesis, han conservado arraigada en sus espíritus la idea de lucha por la existencia, como cosa cierta y averiguada en el organismo, de donde nace esta otra idea de un quantum más acá del cual está el éxito, más allá el desastre: esta idea tan abstracta, tan aleatoria como parezca no lo es tanto, pues al contrario, parece real y hasta se impone enfrente de casos que al parecer son iguales, pero de los cuales unos terminan bien y otros desgraciadamente: esta idea se materializa en la clínica con este ejemplo, el que á la vez no es más que una hi- pótesis, pero á la verdad muy plausible, emitida por un sabio de nota: la sangre ó el organismo no puede soportar sin con- ducir á la muerte un estado de intoxicación, sea por ejemplo representado por el diez por mil de materia tóxica; si en un ca- so dado hay un once por mil, el desenlace fatal será cierto si el caso se abandona á los solos esfuerzos de la naturaleza; pe- ro si por un arbitrio cualquiera ese once por mil se rebaja al nueve ó al nueve y medio, el triunfo será seguro, porque se ha vuelto al quantum dentro del cual el esfuerzo conservador es eficaz ó la materia tóxica está suficientemente diluida, siendo por esto mismo impotente para producir la muerte. Aplicad esta concepción al caso de la uremia por ejemplo, y compren- deréis cómo han pasado las cosas en el caso que vuestros es- fuerzos sean coronados por el éxito: el arbitrio favorable de vuestra intervención, no ha quitado á toda la materia tóxica sino sólo al exceso, y el médico ó el medicamento, al ponerse en acción, han cumplido con su tarea, á saber: de ayudar á la 67 naturaleza, de dirigirla, de sacarla avante; este es el ideal mé- dico y por esto la hipótesis es plausible; ahora sólo falta valo- rizar ese quantum. Clínicamente, en la terminación y caso alu- didos, en el momento mismo en que observáis un movimiento que os llevará francamente á la salud, vosotros mismos no po- dréis menos que afirmar con evidencia que hasta ese feliz mo- mento no habéis hecho otra cosa más que disminuir una cifra temida, y que desde allí bien pueden cesar vuestros esfuerzos sin peligro, pues que el organismo se encargará de la diminu- ción del resto hasta reducirlo á cero. La hipótesis y el ejemplo anterior son plenamente realizados por los efectos de la medi- cación antiurémica, y especialmente por el uso de las sangrías, secundum artem. Por otra parte, una inflamación de un órgano interno, sép- tica, como es de las que estamos hablando, primitiva ó secun- daria, no por el hecho de ser séptica es necesariamente mortal: será grave, será terrible; pero la clínica dice que es posible que cure. Las ideas microbianas han venido á introducir el escepti- cismo y el desaliento en la terapéutica de estos casos, sabida como es la prodigiosa multiplicación de estos infinitamente pequeños, la difusibilidad de sus toxinas y sobre todo, el ago- tamiento que suponen en las fuerzas del organismo, en casos en que esa inflamación séptica es secundaria. Ved lo que dicen los autores del tratado de cirugía publicado bajo la dirección de los Sres. Simón Duplay y Paul Redus, tomo IV, página 48, "el uso de los antiflogísticos recomendados antes ha perdido mu- cho su importancia desde que se sabe que la supuración en estos casos (traumatismos del ojo que es tan supuración como cualquiera otra, según los bacteriológicos) es el resultado de gérmenes infecciosos venidos del exterior." Las ideas reinantes dicen que para un caso de estos, (si se quiere ser consecuente) "hágase medicación microbicida," y si el caso que se tiene que combatir es por ejemplo una meningitis metaneumónica, con tal medicación no queda más que cruzarse de brazos; el hielo, el calor, los revulsivos, los derivativos, etc., ¿qué van á valer? 68 Los de las ideas microbianas los han proscrito, pero lo han hecho sólo en público, sin razón y por moda: se han olvi- dado del quantum aunque éste en realidad sea imposible de apreciarse en cada caso particular y en general; si tal hacen por moda se reservan in petto la facultad de ser inconsecuen- tes para usar de los antiflogísticos en lo privado y para desli- zar y como furtivamente especies como ésta, que encontramos en la obra y lugar que acabamos de citar: "Las aplicaciones de sanguijuelas reclamadas aun frecuentemente por los enfermos, tienen, sin embargo, la ventaja de disminuir el dolor cuando ya se han desarrollado los accidentes inflamatorios." ¿Pero no más el dolor? Este lenguaje en una obra como la que acaba- mos de mencionar es la protesta unánime de la experiencia y de la clínica oprimidas, pero no vencidas por el microbicismo. Los microbiófilos prescriben, en el caso que supusimos, el su- blimado, el salol, el yodoformo, etc., pero estos agentes es indudable que de nada sirven y que pueden ó agravan la si- tuación del paciente, y si alguno de ellos obra favorablemente alguna vez, no es por cierto porque haya obrado microbicida- mente al interior. ¿Qué hacer? Lo repetiremos: cruzarse de brazos mientras que el enfermo, abandonado por el desaliento del médico, ó atendido según la moda, se encamina por la vía más rápida al sepulcro. Esto no es ni ciencia, ni medicina, ni nada: es el olvido de la experiencia, el ultraje de la clínica y la mancilla de la lógica! Y considerar que tanto mal viene de un sofisma que ha hecho felizmente su viaje al rededor del mundo, saludado por todas partes con caluroso afecto por quie- nes menos se pensara, es decir, por los más grandes médicos del universo! La generación actual cree que se ha cometido un error; veamos por qué: díjose que no había inflamación sin micro- bios, clíjose más, que no había pus sin estos seres microscó- picos: la nosología borró de su cuadro á la inflamación, la tera- péutica á su vez ensalzó los antisépticos larga manu y los sa- bios llenaron de pavor á la humanidad: el microbio, ser impal- 69 pable y en prodigiosa cantidad habitaría en el vestido, en las aguas y en los aires. Y bien, hoy volvemos á saber que el pus sólo es producto de la inflamación y que la inflamación puede producirse y de hecho se produce por agentes que nada tienen que ver con el microbio. Un desconsolador empeño ha llevado á los partidarios de los microbios y toxinas á decir, en vista de esta demostración irre- fragable que autonomiza á la inflamación y al pus, que son sólo las toxinas las que deben considerarse como nocivas y pióge- nas, tal por ejemplo, la cadaverina; sí, esto es cierto, pero su pus queda estéril y siendo cierto que la inflamación es autóno- ma y que hoy como antes es provocada por los agentes irritan- tes vulgares, no sorprende que una toxina pueda producir pus, pues que entonces éste es producto de una inflamación ordi- naria. Las toxinas, pues, á su vez han sido vencidas por este otro experimento. Vuelta á la lucha, y se dice entonces que es necesario que el microbio acompañe á la toxina para que el pus pueda ser séptico, pero á esto la clínica responde victorio- samente diciendo que sea cual fuere la septividad del microbio y su toxina, aquel pus no debe ser gran cosa, puesto que las inflamaciones sépticas primitivas ó secundarias no son necesa- riamente mortales por esta terminación purulenta sino por las condiciones del órgano afectado: después de un abceso hepáti- co de cualquier origen que sea, viene y puede venir la salud; pero después de una meningitis supurada la muerte es la regla, y estando demostrada la autonomía de la inflamación y el pus, se viene en conocimiento que si se muere en una meningitis su- purada no es porque sea séptica, sino porque es supurada sola- mente en un órgano de capital importancia, la inflamación res- pectiva. Esto es decir que lo que tenemos que hacer en el caso que la clínica llama inflamación es, primero impedir la termina- ción por supuración, lo cual se consigue con la medicación anti- flogística pura y neta, tal como la comprendió la generación pa- sada. ¿Quién ha negado eme muchos de los casos curados eran microbianos y quién ha demostrado lo contrario? Por aquí el 70 problema es mudo, y siendo mudo y mientras sabemos á qué atenernos debemos ver en toda inflamación sospechosa ó no, ante todo, una inflamación y una inflamación que puede ter- minarse como la clásica, es decir, hasta por supuración y gan- grena: debemos acordarnos que hay un quantum incógnito que puede salvarnos, y por tanto debemos recobrar el antiguo valor y la bienhechora firmeza de los que nos han precedido en el arte para curar un proceso flogístico. No queremos con esto re- cordar á Broussais ni á su sepultada escuela, sino recordar al médico que en la clínica su deber es satisfacer las indicaciones que se presenten sin preocuparse para nada de teorías que aún están pendientes de solución satisfactoria. Esta supuesta derrota tan vergonzosa para las ideas que hoy proclama la moda, es más palpable aún si recordamos el pensa- miento emitido en el año de 1887 por el Dr. Hayem, en el cual supone este eminente facultativo que el factor flogístico infec- cioso puede no ser ni el microbio derrotado ni las toxinas ven- cidas, ni nada de eso, sino un agente etéreo, sutil é impalpable, que diluido en la atmósfera provoca la flogosis ó sobre las he- ridas ó al través de la piel! ¿A dónde vamos á parar? Venga- mos á la razón y si consideramos que los microbios no dan el pus, si consideramos que los microbios y sus respectivas toxi- nas, aun con la asepcia más rigurosa, quedan sin embargo ve- getando en todas partes, si consideramos que ahora se necesita para hacer triunfar á las ideas microbianas la presencia de un agente etéreo y flogógeno esparcido por todas partes, nos con- venceremos que todo lo que de ellos se dice relativo á la infla- mación, no es más eme delirio detestable y perjudicial. Contentémonos con saber que renace la inflamación para la nosografía y dejemos en paz á los bacteriólogos que sigan en su laudable tarea de hacernos conocer la verdad; contentémo- nos con saber que se autonomiza al pus, que la terapéutica re- cobra la antigua fé científica y el médico el antiguo valor escu- dado por la confianza, y por fin, que la amenaza perdurable de los microbios, desapareciendo en esta otra parte de la Patolo- 71 gía, la especie humana ya podrá vivir tranquila. Más antes que el palenque cmede desierto apresurémonos á recoger lo que real- mente tenga utilidad para la terapéutica del gran grupo de en- fermedades agudas y febriles confundidas en uno solo, en la discusión que han tenido los sabios. Afortunadamente algo ha quedado de provecho, y es lo que la clínica de los pasados si- glos enseñó á hombres no preocupados, lo que aun la de los primeros días de la medicina enseñó al anciano de Cos, á sa- ber: que siempre que en el curso de la enfermedad aguda se facilitan todas las excreciones, por este solo hecho la termina- ción favorable es más que probable, y así, los movimientos per- turbadores del principio pueden atenuar la gravedad de la evo- lución (emeto-catárticos, sudación), los depuradores del acmé pueden mejorar las fiebres en general y la tifoidea en particu- lar, tal como el acónito que hace coincidir su acción antitérmi- ca con una diaforesis más ó menos marcada y los exonerado- res del fin favorecen la terminación. Los médicos de ayer y los de ahora han visto que al fin de un proceso agudo abandona- do á los solos esfuerzos de la naturaleza, sucede una de dos: ó se desarrolla un movimiento á todas luces exonerador, cuando la terminación debe ser feliz, como cambio de orina en su can- tidad y calidad, sudación más ó menos profusa, herpes labialis, etc., ó el enfermo muere sin que se haya producido ese movi- miento saludable, sin haber dado una sola gota más de orina, sin que se haya presentado la diaforesis crítica, etc., es decir, que las cosas se pasan-no como si hubiera una materia pecante morbígena tal cual lo comprendió el antiguo humorismo, sino como si hubiera una materia tóxica, acumulable por carácter, no morbígena sino como producto de una evolución morbosa, secundaria, variable en cantidad, pero que debe ser eliminada á medida que se produce para evitar que pasando los días y progresando su acumulación se pase al límite, más allá del cual la curación es imposible: esta materia está formada por las ce- nizas del organismo quemado por la hipertermia, es decir, que no es una materia extraña, ni sutil, sino nuestra propia subs- 72 lancia llegada al último grado de oxidación ó ya inoxidable es- pontáneamente en el organismo, que comenzando á producirse con el principio del proceso morboso, va en aumento todos los días con la energía de él, le acompaña y termina con él esta producción de cenizas; pero la eliminación no, ni siempre, ni necesariamente, porque las secreciones en un proceso normal y abandonado á las fuerzas del organismo casi siempre están disminuidas. Abrir, pues, las fuentes de exoneración desde el principio, hé aquí la gran conquista de la época, hé aquí siem- pre al humorismo, pero no aquel humorismo que pasó, sino al humorismo que nació ayer, que es real tomado así como se presenta, que es científico y que no es sistemático, pues que no quiere abrazar á toda la medicina sino que se limita á un grupo morboso bien caracterizado y bien estudiado. Esto quie- re decir prácticamente que deben darse medicamentos ó pro- vocarse acciones cuyo tipo son los baños fríos que favorecen la oxidación y eliminación de los productos febriles incompleta- mente oxidados y que tienen además las acciones que ya indi- camos en otra parte, sin preocuparnos ni poco ni mucho de la antisepcia interna que se proclamó al principio de la era microbiana para la inflamación y otras muchas enfermedades. En las enfermedades agudas, en las pirexias y con más razón en las flegmasías viscerales, sépticas ó no, debemos, pues, á to- do trance procurar la exoneración del organismo de las mate- rias tóxicas acumuladas y acumulables, abriendo ampliamente las vías de eliminación. Compréndese que por el genio de la clínica la llave que en un proceso abre estas puertas será im- potente para abrirlas en otro; pero esto será cuestión de bus- car y adaptar medios á cada caso particular, quedando la tesis general de la depuración para estos casos como una verdad fundamental, de la cual hay siempre necesidad de partir. Re- vistemos los medios con que contamos ya para conseguir este resultado: en primera línea se colocan los baños; la bal- neación razonada, previa indicación, es el mejor depurador de que se puede disponer en la evolución de la dotinenteria; la 73 sangría en el tratamiento de la uremia y de algunas flegmasías y pirexias como diaforéticas y depuradoras directas, no á títu- lo de antiflogística, no al principio sino al fin y en casos graves para satisfacer una indicación vital. Por lo que hace á la infla- mación, parécenos que muy sabiamente se recomiendan al fin, porque el glóbulo rojo disminuye en número desde el princi- pio del proceso, y sería un contrasentido quererles disminuir más sangrando desde el-primer día con un objeto antiflogísti- co, y con tanta menos razón se procedería cuanto que es muy incierto el papel que gozan las hemacias en los fenómenos pri- mordiales de las flegmasías; empero hay quien recomiende aún la sangría para el principio á título de antiflogístico, con la es- peranza de producir una influencia moderadora feliz y que se dice que ciertamente se ha obtenido. Nada tendríamos que decir ya por lo que respecta á la tera- péutica general de este grupo, si no tuviéramos que justipre- ciar una inovación propuesta por el Sr. Verneuil desde hace algunos años para atender tópicamente á la inflamación, y que él, después de decir que es excelente, ha determinado su modo de aplicación: hablamos de las pulverizaciones fenicadas y ca- lientes, hechas lo menos á veinticinco centímetros de distan- cia, por sesiones de media hora y repetidas dos ó tres veces en el día. Sus efectos son los de todos los antiflogísticos ó con más precisión los del calor húmedo. Nada diríamos de tal pro- ceder si no le encontráramos superabundante, porque ya te- nemos la vieja cataplasma de fécula y caliente, con la que se pueden obtener y de hecho se obtienen todos los resultados de la pulverización. La adición del ácido fénico á la pulveriza- ción parécenos muy propia de la época, porque no le encontra- mos más ventaja en este caso que la de producir un poco de anestesia muy problemática, y esto no es lo que se busca en un proceso inflamatorio, sino la desaparición del estancamien- to de los líquidos y especialmente el de la sangre: con el calor húmedo se hacen más amplias las capacidades de los vasos interesados, desaparace el organismo inflamatorio por medio 74 de este mismo calor húmedo, en una palabra, desaparece la estrangulación y el dolor concomitante; este es, pues, el mejor anestésico, el racional y legítimo, y no el ácido fénico, quien por medio de una anestesia más ó menos real, prefiere sofocar una sensación á extirparla de raíz. No proseguiremos, pues, ocu- pando la atención de nuestros colegas con asunto tan baladí, de suerte que nos concretaremos á decir que las dichas pulve- rizaciones que por el fondo no son más que una cataplasma elegante, espiritual como todo lo de origen francés, pero con la particularidad de que esta cataplasma es más molesta y costo- sa que nuestro antiguo medio clásico. ¿Se le reprocha á este último su septividad? Pues bien, la solución es bien sencilla: póngasele un líquido antiséptico y la dificultad quedará sal- vada. Antes de poner un punto final á este otro grupo de conside- raciones que hemos hecho, plácenos volver á repetir que la reacción por todas partes asoma la cabeza haciendo vacilar á las convicciones más fuertes, y en vista de estas consecuencias no podemos menos que preguntar á nuestros contemporáneos si en la época microbiana actual se ha concedido al organismo ' la parte reaccional que le toca en las párexias ó en las inflama- ciones, como en el caso de una meningitis causada por la in- fección del neumococus del Dr. Talamon, en caso que positi- vamente haya esta infección. Nosotros creemos que no, cree- mos que á la inflamación, como muestra de una reacción legítima, ni sicmiera se le ha dado el segundo lugar que le co- rresponde como efecto. Además, lo que sabemos hoy sobre la inflamación ¿es todo lo que tenemos que saber? no, de ningún modo: sabemos de ella lo que sabemos de la fiebre, es decir, la segunda parte, pero no la primera, la íntima y la única que, en una palabra, nos interesa saber. 75 §6? Vivo está aún en la memoria de todos los médicos el recuer- do de lo que se llamó dosimetría: el mercado se llenó de gra- nulos y en todas las casas aparecieron diminutas boticas listas para cubrir todas las necesidades. No pretendemos exhumar- la para hacerle pos-morten un auto de fé sacrilego, no, sino para mostrar en general las llagas de nuestra Terapéutica ac- tual, porque la dosimetría pretendió curarlas. Vivo está aún el recuerdo de las discusiones de los cuerpos científicos acerca del uso de los alcaloides con exclusión de las materias primas, ó el de éstas con preferencia sobre aquellas. Hoy milita acti- vamente la medicina hipódérmica para que se la admita oficial- mente en el uso general y absoluto, habiendo obtenido ya im- portantes votos en pro; en fin, todo nos dice que nuestra ma- nera actual de formular no está á la altura de las necesidades y de los descubrimientos hechos acerca de las funciones de determinados órganos de la economía y del sitio de elección de los medicamentos para su modo de obrar, y que los espíri- tus de la época actual necesitan y desean una inovación feliz. Como en nuestro programa cabe perfectamente bien que ha- blemos de los avances que se hayan hecho para realizar este fin, por eso nos atrevemos, muy confiados en el éxito, á pro- poner una inovación en nuestra manera actual de recetar, apo- yándonos en esos mismos avances, aunque ella no sea absolu- tamente de la fuerza y alcance de la que se necesita: pero antes de exponerla creemos muy debido hablar de lo que motiva y funda á nuestra inovación. Estudios bien conducidos sobre he- chos bien observados nos han dado á conocer que el hígado es una barrera para la mayor parte de las substancias que se ab- sorven por las radículas intestinales de la vena porta, así pues, las substancias medicinales y los alcaloides son sometidos en el hígado, por el organismo, á una cuarentena más ó menos larga, según el tiempo que éste necesita para deshacerse de la 76 cantidad que traspasó esta barrera viva, derramándose en todo e:i por el torrente circulatorio por la vía de las venas suprahe- páticas. Estudios más perseverantes nos han dado á conocer que lo que antes se llamó y se llama aún acumulación, tiene su lugar real en que se verifica y ese lugar es el hígado, el que eliminando por la bilis una parte de las substancias tóxicas puede determinar súbitamente accidentes de intoxicación, por añadirse tal cantidad vertida á la cantidad ingerida cuotidiana- mente para penetrar otra vez de un golpe al organismo una dosis, ciertamente tóxica, que indefectiblemente ocasionará, se- gún la cantidad, fenómenos más ó menos serios. Casos clíni- cos hay y muchos en que se necesita obrar segura, rápida y enérgicamente con grandes dosis de medicamentos que lleguen lo más pronto que se pueda al sitio á que uno los destina. Casos hay en que no se debe obrar por la vía gastro intestinal, por- que esta vía no sirva ó porque el enfermo ofrezca una renuen- cia viva á que se emplee tal vía. Por otra parte, el mayor nú- mero de substancias medicinales es de gusto desagradable, re- pulsivo y nauseoso; esto, por lo que se refiere á lo general y por lo que se refiere á lo particular, mucho tendríamos que de- cir de la variedad de fórmulas á que se las somete, con el ob- jeto de lograr un fin propuesto y que algunas veces son verda- deramente ilusorias ó perjudiciales: en cabeza de estas fórmulas tenemos las preparaciones extranjeras que nos llegan bajo la forma de granulos, pildoras, vinos, elíxires, etc., que deben des- terrarse para siempre de nuestra memoria. ¿Por qué fracasó la medicina dosimétrica? La respuesta es obvia: porque ade- más de que sus principios de yugulación de las enfermedades eran pura fantasmagoría; porque además de que su terapéutica era una polifarmacia incomprensible, sus armas, como los do- símetras las llamaban, estaban bajo la forma granular, confec- cionados expresamente estos granulos y, defecto capital, al por mayor; todo esto daba por resultado que unas veces eran ac- tivos ó activísimos y otras inertes, verdaderamente inocentes por ser pura azúcar de leche. A propósito de esto, bien po- 77 dríamos referir aquí un caso muy instructivo presenciad opor nosotros en los mejores tiempos de la dosimetría, pero no lo referiremos porque esta es una cosa ya juzgada, y sus granulos calificados como se debe, es decir, inútiles, y son inútiles no más porque son granulos. Por la misma razón ningún granulo extranjero sirve, y en caso de que tuvieran la dosis del título, debían y deben siempre proscribirse por ser de la misma fa- milia de las pildoras; en efecto, éstas en la generalidad de ca- sos no sirven porque son insolubles ó porque se las expele rá- pidamente cuando los movimientos intestinales son vivos, y como no se sabe cuándo estos movimientos serán vivos y cuán- do no, resulta que sólo se podría tener alguna fe en las recien- temente preparadas, que no pasaran de algunas horas de he- chas. Ahora bien, en las preparaciones extranjeras esto no sucede sino lo contrario. ¿Quién va á saber la edad de una pildora procedente del extranjero eme se vende en una botica del país? De los laboratorios pasó á los almacenes, de los al- macenes quién sabe cuantas emigraciones haría hasta llegar á uno de los almacenes de la República ó de las boticas de las capitales de los Estados, hasta que va á parar á una de las bo- ticas de pueblo en donde permanece años y felices días antes de ser despachadas, y cuenta con que puede ser dada para un caso urgente; esta pildora vieja y dura puede no disolverse ó ser expelida desgraciadamente por el intestino que se mueve con rapidez. Pero supongamos el caso que haya necesidad de dar pildoras, ¿cuáles son aquellas que no se puedan confeccio- nar en la botica? Vosotros diréis que á lo menos se salven de la proscripción las cápsulas extranjeras, pero precisamente son las que han de marchar por delante al destierro: las cápsulas de copaiba son de higuerilla, y las de tal otro título lo son del que menos lo pensáis, en razón de la necesidad en que se ven los fabricantes de una nación de falsificarlas para poder com- petir con los de otra que da más baratos los mismos produc- tos; resultado: aquí aplicáis para una blenorragia las doce ó veinte cápsulas reglamentarias, y por más perseverantes que 78 seáis vosotros y vuestro enfermo la blenorragia se eterniza ¿y cómo no? ¡Hasta hoy no se ha dicho que el aceite de castor tenga propiedades antiblenorrágicas! El desastre lo atribuís no á la mala fe de los fabricantes extranjeros, sino á una inefica- cia del medicamento y perdéis así lo mejor que tenéis ¡la fe en terapéutica! Quienes dicen esto no somos nosotros, abrid las publicaciones extranjeras y os convenceréis de que decimos verdad. ¡Perdéis, pues, la fe terapéutica, y otra cosa más grave aún, perdéis al cliente!! Ahora haced lo que os plazca. ¿Qué diré de los vinos fabricados con alcohol de papas ó de otros tantos ingredientes á cual más antihigiénico y baladí? ¿Tenéis necesidad de alcoholes para vuestros enfermos? Pres- cribid entonces de un modo ó de otro tequila, zotol ó pinos, ¡siquiera éstos son más puros aun en el comercio fraudulento! Pues aún hay más por lo que respecta á fórmulas: anuncia- mos arriba que al verdadero médico se le conoce por su pres- cripción, y así es en efecto; el verdadero médico en su receta no ocurre á una botica entera sino á una ó dos substancias á lo más, que él maneja á su sabor hasta efecto suficiente para cubrir la indicación y no hace como muchos y muy renombra- dos que suele haber y á quienes no les basta la superficie de una receta común para una sola fórmula. ¡Cuántos cuerpos nuevos no resultarán en esta mezcla irracional! La indicación ordinariamente es única, rarísima vez doble ó triple, y para es- tos casos basta, sobre todo para los primeros, un sola substan- cia. Realmente el formulario es ó debe ser sencillo y compues- to de substancias ciertamente activas. Un médico francés se ha propuesto curar la tuberculosis por las inyecciones subcutáneas de substancias antisépticas; la cu- rará ó no, pero á su tenacidad y perseverancia se debe que al fin se comience á admitir lo que él recomienda, á saber, la ad- ministración exclusiva de los medicamentos por la vía hipodér- mica. Se le han hecho al método algunas concesiones, pero seguramente no se pasará de ahí, no pudiéndose ser exclusivo en terapéutica como no se puede serlo en nada. Útil procedí- 79 miento es, hay que confesarlo, enérgico, rápido, y que sobre todo, salva la barrera del hígado, que por ahora y en los casos urgentes consideramos inútil y estorbosa para el objeto que nos proponemos; pero mucho tememos que á pesar de la res- tricción prudente que se le ha impuesto, que ni así se le lleve á la práctica entre nosotros, teniendo, como tenemos encima siempre, la mordacidad pública; no sé si esto es la protesta ins- tintiva del pueblo, lo que sí sé es que en una ciudad de las nuestras se le puso por sobrenombre el tábano á un médico que usaba mucho las inyecciones hipodérmicas. Creemos que la dificultad se salvará de un modo, y consiste en ocurrir á las inyecciones hipodérmicas sólo cuando haya indicación de ellas: siempre los justos medios, nada de excesos. Acaloradísimas discusiones se trabaron en las Academias desde la agonía de la medicina dosimétrica, para averiguar cuá- les substancias deberían preferirse en la clínica, si los alcaloi- des ó las materias primas; la discusión ha continuado casi has- ta nuestros días sin que sepamos por qué, apareciendo tan fá- cil la solución precisamente en el terreno de la clínica; hela aquí: si se trata de impaludismo, las sales de quinina se reco- miendan en general, pero distingamos: habiendo dos grandes grupos en el impaludismo formados por los casos agudos y crónicos que esencialmente no deben curarse lo mismo, ¿en cuál de los dos grupos es útil la medicación alcalóidica y en cuál la medicación por la materia prima? Con las sales de qui- nina los dos podrán curar, pero hay una cosa averiguada y es, que para el agudo son soberanas las sales de quinina, y que para el crónico al contrario, las sales no hacen muchísimas ve- ces más que agravar al enfermo y descomponerle el estómago; pues bien, en éste, en el crónico, el polvo de quina in natura es soberano, habiéndose obtenido con él positivas resurreccio- nes después de haber fracasado con las sales aun á dosis enor- mes. Si se trata de la asistolia, como no tenemos una sola di- gitalina sino muchas y diversamente activas, nos atendremos á la maceración de hojas que no tengan más de un año de re- 80 cogidas, por ser la menos variable. En este caso se emplea la materia prima; pero si se trata de curar una parálisis ocurrire- mos á la estricnina que nos presenta libre de otras substancias más ó menos embarazosas al principio activo. Con este medio obtendremos ciertamente los efectos deseados y no otros ex- traños y que ni esperamos. En fin, si queremos anestesiar al ojo, ocurriremos á la cocaína y no á la coca. Todo lo podre- mos usar pero con indicación, siempre indicación y más indi- cación. Pues qué ¿ya olvidamos para ser exclusivistas que an- te todo debemos ser clínicos y que debemos ocurrir con me- dios adecuados para remediar los sufrimientos del organismo? La materia médica está llena de substancias medicinales que tienen formas variadas pero que no se repudian por eso, pues que para cada una de ellas hay indicaciones precisas en la clí- nica. Cualesquiera que sean las inovaciones que se adopten en Te- rapéutica, creemos que ninguna será de tanto porvenir por ahora, como la que haga la introducción de los extractos flui- dos á la Terapéutica corriente; los norte-americanos con el es- píritu práctico que heredaran de sus abuelos, los ingleses, han adoptado desde hace mucho tiempo, oficial y privadamente, esta forma farmacéutica, que me parece para ciertos medica- mentos la mejor, la más sencilla y la más propia para el uso gastro-intestinal, y en algunos casos, como nada inferior, por la vía hipodermica, á las soluciones alcaloídicas. El principio en que se funda la preparación de los extractos fluidos me pa- rece muy razonable, y la aplicación de éstos al uso médico el más apropiado para lograr el fin; el principio es éste: agotar por el agua y el alcohol toda materia prima medicinal á tal grado que de ella sólo quede la parte leñosa: pasar y repasar en el repercolador los líquidos extraídos, de tal modo y en tal pro- porción que un gramo de extracto fluido represente ciertamen- te un gramo de materia prima; añadir glicerina como alcohol que es para obtener los efectos higrométricos y antiputrescibles y por fin, los aparatos están de tal modo construidos que uno 81 tiene la seguridad de que lo que se llama extracto fluido de....... es ciertamente aquéllo: siempre activo dentro ele cierto tiempo, siempre el mismo y sin mezcla de ninguna substancia extraña. Los norte-americanos ya tienen un tecnicismo especial: míni- mas, onzas fluidas, libras fluidas, etc.; nosotros podríamos te- ner el nuestro según un tipo adoptado oficialmente por la Far- macopea mexicana: esto es lo menos que debe preocuparnos, pasemos á la práctica. La primera ventaja que tendríamos es que desaparecerían los hidrolados, estas ilusiones del arte tan imitables para el médico, y las infusiones y cocimientos tan em- barazosas para el farmacéutico, á quien convierten en marmi- tón: los hidrolados son ilusiones, porque si los farmacéuticos los tuvieran siempre listos y almacenados, acabarían como aca- ban, por envejecer, y sabido es que los hidrolados viejos ya no son tales, sino una solución sin duda más ó menos resino- sa que ya no tiene identidad con lo que representa; pero como en la farmacia no siempre están listos á la hora de surtir una receta, el farmacéutico pone unas gotas de la esencia respecti- va en q. s. de agua, y con esto ya queda listo el hidrolado pe- dido, que como veis no es tal hidrolado, sino una mezcla ex- temporánea de agua y esencia: son, por fin, los cocimientos é infusiones, como restos de la medicina galénica, unas prepara- ciones muy inciertas y desiguales por la sencilla razón que su fórmula es arbitraria, y más arbitraria aún al tiempo de prepa- rarse, pues que se prescribe oficialmente un puñado, un haz, etc., peso y medida que en realidad es indigno de nuestro tiem- po y de la precisión á que aspiramos: cuenta además con que la substancia así medida casi siempre se encuentra en las far- macias á la intemperie, y como debéis suponer, con justicia, estas injurias del tiempo no son poca cosa para la variabilidad é inconstancia de los resultados. ¿Tendré necesidad de dete- nerme en probar que muchísimas substancias se alteran con el tiempo, entre otras, y como más importante, el cuernecillo de centeno, que por el solo hecho de su vejez llegan á ser en- teramente inertes? ¿Tendremos necesidad de probar que nues- Terapéutica.—6 82 tra farmacia actual tiene muchísimos defectos de gravísima tras- cendencia que afectan muy directamente al arte de recetar y por ende, á los efectos de los medicamentos sobre el organis- mo enfermo? Creemos que no, creemos más, pues creemos que en favor ele nuestra reforma están todos los médicos que conocen el uso de los extractos fluidos y la totalidad de los far- céuticos, quienes tienen ante sí con esta innovación muy her- mosos horizontes. Muchos años hace que en los Estados Uni- dos del Norte es práctica corriente la de los extractos fluidos, y este uso toma incremento á medida que transcurre el tiem- po, y no obstante la generalización de este uso allende el Bra- vo, muchos médicos mexicanos ignoran á la hora actual que hay una forma farmacéutica de los medicamentos, que es de gran porvenir, ó á lo menos de mucha estabilidad en la cien- cia. Comprendemos que para llevar entre nosotros al terreno de los hechos consumados la innovación que proponemos, se necesitan dos factores principales: primero, el apoyo oficial re- presentado por el Cuerpo que redacta periódicamente la Far- macopea ó por las diversas escuelas de medicina que existen en el país; y segundo, que los médicos en su mayoría comien- cen á pedirlos en las farmacias, pues no hay que olvidar que el farmacéutico es ante todo un comerciante que tiene en su bo- tica sólo lo que se puede consumir: hoy no los tiene en su des- pacho porque no hay quien los busque; pedídselos uno ó más de vosotros y los tendréis como por encanto. Apenas tenemos necesidad de decir, dado el carácter que hemos mostrado te- ner, que por esta vez no nos proponemos nada de exclusivis- mo, sino el uso regular, previa indicación, de un agente inde- terminado que tiene siempre las ventajas siguientes: primera y capital, ser líquido; los líquidos, pasando siempre con extrema facilidad, mejor que otras formas farmacéuticas que se dan ac- tualmente á los medicamentos; segunda y no menos importan- te, que ordinariamente es tan pura y tan nueva, por más vieja que sea, como en los primeros días en que se recogió de su lu- gar de producción á la materia prima; tercera, tener pequeño 83 volumen siempre, y cuando no, hacer fácilmente la ilusión de tal, precisamente por el estado que tiene; cuarta, que siendo real y verdaderamente por transustanciación la materia prima, y por sus efectos debidos á la forma, tenemos: quinta, que al ingerirse se asegura la absorción desde la boca, máxime si se da en pequeño volumen, como puede hacerse; sexta, con esta última condición es imposible su expulsión rápida del intestino, por más rápidos que sean los movimientos de éste, sin olvidar que cualesquiera que sean las cantidades de vehículo ingerido (dentro de los términos regulares), la absorción es siempre fa- vorecida; séptima, se economiza el tiempo de disolución de las cápsulas, pildoras y granulos; octava, el efecto será seguro, inva- riable, rápido, porque lo que se da es realmente lo que se de- sea, es fijo en su título el medicamento propinado y economiza al organismo el trabajo de atacar en el canal gastro-intestinal á la materia prima para sacarle la parte activa; novena, la cua- lidad anterior evita cabalmente que se le hagan reproches á la forma de los medicamentos bajo la de extractos fluidos, porque precisamente para entregarlos al comercio deben ir titulados, y eso bien titulados; con esto no se puede decir, como por ejem- plo se dice de la digital administrada in natura, que los efectos pueden ser variables: nada de esto, aquí sí que verdaderamen- te no cabe objeción; y décima, que pueden emplearse corrien- temente para el uso hipodérmico. Sin duda que somos los primeros en proclamar esta innova- ción para México, sin duda que por esto estamos obligados á indicar y probar las cualidades de lo que patrocinamos; pero lo repetimos, creemos no tener necesidad de esforzarnos mu- cho, porque la demostración la llevan en sí nuestros recomen- dados. ¿A qué continuar? Reflexiónese, consulte cada uno sus intereses y los de sus enfermos, y tómese una resolución, que cualquiera que sea, será simiente que tendrá que darle un fru- to, como ya está dicho, según su especie. Después de los someros análisis que hemos hecho, recapitu- lemos: granulos, pildoras, cápsulas, hidrolados, infusiones y co- 84 cimientos de la corriente farmacia son: ó ilusorios ó engañosos, y siempre perjudiciales: en vista de esto, indicamos una refor- ma que ardientemente deseamos se lleve al terreno de la prác- tica, y consiste en el uso de los extractos fluidos y de la mayor extensión en el uso de las inyecciones hipodérmicas, continuan- do siempre con el uso de las demás formas farmacéuticas de los medicamentos que no han sido criticados en las líneas an- teriores ó que ya han sido perfectamente sancionados por la experiencia. Si al fin conseguimos introducir á la práctica todas las inno- vaciones que acabamos de mencionar, vuestros éxitos profesio- nales serán más seguros, habiéndoos asimilado unas de las me- jores cosas que tiene la medicina norte-americana y europea sobre este particular. Nosotros, como país asimilador, hasta ahora, de todas las cosechas científicas de las demás naciones, debemos no perder de vista á esta gran nación norte-america- na que ha hecho, como en todo, colosales avances en el arte de curar: sus médicos figuran ya en primera línea en el mun- do científico, y sus numerosas publicaciones científicas perió- dicas, más de sesenta, despiertan el interés por donde quiera que van y llevan por delante el honor de su patria. Por ahora ella nos allega un bien proponiéndonos el uso de los extractos fluidos, y debemos abrir de par en par las puertas de nuestra casa para que se hospede y viva entre nosotros tan útil me- jora. §7? Ahora que los economistas han llegado á determinar aproxi- mativamente el valor de un hombre en la sociedad; ahora que la mayoría de las naciones de América anhelan el aumento de brazos en sus territorios para la explotación de sus inmensas riquezas naturales, no está por demás que consagremos nues- tra atención por un momento á una de las muchas causas que llevan en su seno estas naciones para producir el retardo del 85 aumento de su población, y sobre todo, para producir la des- trucción de sus naturales, que es lo que más se necesita impe- dir. Acabamos de invocar á la sífilis, germen cierto de dege- neración de la especie, de inutilización y muerte de los que tuvieron la desgracia de padecerla. Aún esta es la hora de pre- guntar después de cuatrocientos años de trabajos: ¿Curamos realmente á la sífilis? ¿Se ha llegado por la profilaxia, no diga- mos á destruir sino á contener dentro de ciertos límites al vi- rus sifilítico? Ociosas cuestiones parecerán estas, cuando en Europa ya han sido tratadas tan magistralmente, que de las soluciones dadas nada queda que dudar: opínese como se quie- ra, á nosotros nos parece que no es así, y que por más bien tratadas que hayan sido allende los mares, aquí real y verda- deramente es letra muerta cuanto á ellas se refiere, y sobre to- do, se reconoce que ni aun las últimas investigaciones han he- cho avanzar un ápice al problema interesante del tratamiento: poner, pues, la mano sobre la llaga parécenos útil, no para re- petir cuanto se sabe, ni para hacer alarde de una ridicula eru- dición, sino para llevar á los ánimos al fin que nos proponemos y es, á saber: que se manejen de nuevo estas cuestiones en la clínica para aplicar después á la práctica las adquisiciones úti- les que se hagan. Recuerden los médicos los años de su prác- tica y busquen al sifilítico que tuvo la paciencia de aguantar en tratamiento, ya no digamos los tres años reglamentarios, míni- mum que los sifilógrafos más peritos imponen al sifilítico para que se cure, si no un año seis meses á lo menos. Muy afortu- nado será el práctico que cuente veinte personas tan pacientes después de una carrera de muchos años; así pues, tenemos un primer hecho práctico en el tratamiento de la sífilis, y es este: poquísimos sifilíticos se someten á una curación completa co- mo se necesita; de quienes lo hacen en este sentido, su núme- ro es muy limitado, y tanto, que bien se puede decir que nin- guno se cura radicalmente. De otro modo: no curamos la sífilis en la clínica; ciertamente que tenemos medios para hacerlo, pero como si no los tuviéramos, porque no tenemos en quien 86 emplearlos: el sifilítico se enfada prontamente y se va. ¿Des- pués de esta primera conclusión, tendremos necesidad de de- tallar las consecuencias á que da origen este enfado del sifilí- tico? Profundizad las obras especiales y veréis que la sífilis no sólo trasciende al individuo, al matrimonio, á la familia, sino hasta la sociedad, poreme la sífilis es una simiente de maldición. ¿Qué diremos de la profilaxia, que es otra ilusión? nada más que esto, y es que una y otra son perjudiciales más, muchísi- mo más que si no tuviéramos tratamiento ni profilaxia, porque ellas nos dan seguridades falaces y nos hacen descansar tran- quilos cuando precisamente pisamos al peligro más inminente que nunca. El gremio médico ha hecho mucho para cumplir con su deber, puede hacer más, hará sin duda, pero ¿á qué fin? si el Gobierno permanece impávido viendo descender al sepul- cro mexicano tras mexicano, mientras que él gasta sus mejores recursos en solicitar la inmigración. No comprendemos esta anomalía; mejor dicho, comprendemos perfectamente por qué solicita la inmigración con esfuerzos y afanes muy laudables; pero no comprendemos por qué no se pone una barrera enér- gica hasta en el último municipio á la propagación de este vi- rus destructor. Se sabe mucho de la influencia de la sífilis en la sociedad, pero es de sospecharse que no se sepa todo, es de sospecharse que la actual generación europea deba su decaden- cia en gran parte á este funesto azote, y sospechado ó no, está bien averiguado que es muy grave para que en nuestro país necesitado de brazos, exento aún de esas degeneraciones mons- truosas de la especie humana, que se observan en otra parte, se preocupe vivamente de poner un hasta aquí enérgico y efi- caz, cuanto es posible en esta sociedad y en este tiempo, que nos dé seguridad completa. Tentativas infelices se han hecho en Europa en este sentido que á primera vista hicieron concebir alguna esperanza ¡ay! muy pronto desvanecida. La cauterización de la úlcera Hunte- riana ha dado siempre sífilis, aunque tuviera ¡un día! ¡dos ho- ras! de abierta la puerta de entrada. Largiton Parker refiere un 87 , fracaso á pesar de haber intervenido una hora después del coi- to sospechoso. Barkeley Hill cauteriza enérgicamente con áci- do nítrico inmediatamente después del coito infectante, una peladita que notó su cliente, y á pesar de esto, cuarenta y ocho días después aparecía la más hermosa de las roseólas!! La es- cisión precoz ha quedado á su vez tan inútil como el medio anterior, y para esto os remito entre otras muchas discusiones á la tenida el 11 de Diciembre de 1890 por la Sociedad france- sa de dermatología y sifilografía. ¿A qué seguir haciendo citas desconsoladoras? bástenos decir que esos y otros muchos me- dios alternativamente se han abandonado, y con justicia, por- que la úlcera primitiva no represenca la puerta por donde pe- netra el contagio, sino que representa que la inoculación se ha consumado. ¿Qué van á poder, pues, estos medios que van de- trás y no adelante de la inoculación? Nada, y nada, á pesar de estadísticas confeccionadas ad hoc á quienes acabándolas de examinar se les encuentra por sus cuatro lados la inexactitud y la falsedad, tal como sucede con una que tenemos á la vista formada con 584 casos, de los cuales 137 son éxitos dudosos y 447 fracasos palpitantes; y así, hoy, en 1892, nos hallamos en la misma necesidad que Juan Vigo 400 años antes que noso- tros: él, como algunos lo hacen hoy, ocurría á los medios más violentos para destruir á las primeras pústulas del mal francés. La mercurialización in continenti á la demostración del cuerpo del delito, no sólo ha fracasado, sino que á la postre ha resul- tado peor; de suerte que aún ahora, á pesar de nuestros es- fuerzos, tenemos que esperar la aparición de los accidentes lla- mados secundarios. En el primer período estamos maniatados y nada podemos, y en el segundo y tercero necesitamos la co- laboración del tiempo. Para estos últimos períodos se han pro- puesto con bombo las inyecciones hipodérmicas de sales mer- curiales, pero éstas apenas merecen detener nuestra atención, pues que ni son más rápidamente curativas y sí son perjudicia- les: lo son al entrar porque causan con frecuencia accidentes locales, y lo son también al salir por producir aglomeraciones 88 de sales calcáreas en los tubuli renales, cosa que á la verdad no es nada inocente. Pero hagamos á un lado la importancia científica y social que tuviera el descubrimiento de un tratamiento rápido y efi- caz de la sífilis; á nosotros, médicos, nos interesa aún más re- solverlo: en efecto, si el sifilítico se enfada y si es amante de su salud, ¿á dónde es lo más probable que vaya á parar? pues na- da menos que á la casa de los charlatanes y curanderos en don- de se nos hace á nosotros y á la ciencia un proceso á su sabor. Todo esto es bien sabido de nuestros colegas: no continuare- mos, pues, exponiendo los vacíos que presenta á la hora actual el tratamiento de la sífilis, de modo que apareceremos muy justificados, si afirmamos lo dicho más arriba y proponemos para el estudio el siguiente tema: "Investigúese cuál es el me- jor tratamiento de la sífilis, en la inteligencia que ha de llenar estos requisitos: seguridad y rapidez. ¿Qué debe hacerse para obtener una profilaxia cierta y segura? Un estudio nuevo ele esta enfermedad, lo necesita no sólo la ciencia y la sociedad, sino hasta nuestros propios intereses pro- fesionales. Al fin tenemos paz en la República, y encadenado con ella nuestro carácter belicoso y levantisco: encarrilada la nación con tan saludable medio, y encarrilada á la vez nuestra actividad hacia mejores y más provechosos fines, no se podrá menos que comenzar á recoger los frutos de tan precioso bien. Uno de ellos, es, sin duda, la creación en varios puntos del territorio de cuer- pos de sanidad, ó la apertura de establecimientos científicos co- mo el Instituto Médico Nacional ó la consolidación y robusteci- miento de los ya existentes, como la Academia N. de Medicina. Plácenos dar esta nota del progreso científico nacional, que no sólo se manifiesta de este modo sino de otros muchos que no ci- tamos por ser extraños á nuestro objeto, limitándonos á decir 89 que ya apareció el signo de nuestro nacimiento á la vida inte- lectual, como es la publicación de libros científicos que más ó menos buenos van, sin embargo, poniendo los primeros esla- bones de la cadena sin fin ele nuestra actividad intelectual. La cosecha tendrá que ser opima y muy honorífica para los que, como los miembros de la Academia Nacional de Medicina, se han sabido sostener con abnegación al través de tiempos cala- mitosos, ó como los miembros del Instituto Nacional, que con- sagran sus esfuerzos á romper el virgen seno de nuestra flora y fauna para aplicar después los preciosos tesoros que de allí se saquen á la curación de las dolencias del hombre. ¡Adelan- te, pues, la tarea es noble y el galardón os espera al fin de vues- tra jornada! El Gobierno sabia y paternalmente os fomenta y estimula con todo su valer; á vosotros toca, en consecuencia, consumar con tan firme apoyo nuestra independencia científi- ca nacional. Pero este llamamiento que el Gobierno hace en el nombre de la Patria no se limita á determinada colectividad, sino que se hace extensivo, por la mente que encierra, á todos los mé- dicos del país, para que á fuerza de aglomerar trabajo llegue- mos á ser lo que debemos ser, es decir, estimados en el inte- rior y respetados en el extranjero. Ya es tiempo que despierte en nosotros, como médicos, nuestra actividad esencial hasta hoy adormecida y no olvidemos que el inmenso mar está for- mado por la reunión de pequeñísimas gotas de agua. ¡Toda tutela envilece y la peor de las tutelas es la tutela intelectual! Grima da que se nos tenga en tan poco allende los mares, que á la ligera impriman pour VAmérique fórmulas como la de este colirio: agua destilada, sub-acetato de plomo, y para mi- tigar el dolor, asocíesele láudano; ó como el recurso que se nos propone para calmar el dolor que causa la primera curación de un vegigatorio á supuración, que consiste en espolvorear morfina; pues lo primero es nada menos que una ilusión ó una fórmula mal confeccionada, porque se forma un meconato de plomo que se precipita y que al fin, no sabemos qué propieda- 90 des tendrá este nuevo cuerpo, y lo segundo es un absurdo clí- nico, porque el dolor aumenta y exacerba, en no pocas perso- nas, hasta llegar al frenesí. Y baste de ejemplos por ahora, que no nos hemos propuesto hacer en este capítulo el ingrato es- tudio de la medicina extranjera bajo el punto de vista crítico, sino mover los ánimos hacia el avance de la medicina en Mé- xico. Avanzando por nuestra propia cuenta y formándonos opiniones propias, ya sabremos qué crédito debemos dar á las fórmulas y afirmaciones de la prensa médica extranjera, la que trae todos sus artículos con esta etiqueta: "esto es así infalible- mente" "óptima para esto," cuando que ni lo uno ni lo otro es cierto: un ejemplo os hará palpable lo que decimos. Ved ade- lante el párrafo difteria compuesto de fórmulas, métodos y prescripciones opuestas y sin embargo cada cual se dice ópti- ma, infalible, non plus ultra: uno pone el grito en el cielo por- que su colega quita las falsas membranas, otro preconiza su arrancamiento como lo mejor que debe hacerse, éste elogia al mercurio y aquel lo condena y todos proponen lo que se les ocurre con un razonamiento brillantemente........sofístico. Cabalmente así sucede. Un autor X empleó un método en 5, 10, 100 casos de difteria, por ejemplo: de éstos se le salvaron 89 y 11 murieron; con estos datos se levanta una estadística flamante y al calce de ella se ponen diez ó doce conclusiones rotundas que van á correr el mundo hasta que llegan, tales cuales salieron de la mente de su autor, á las manos de un hu- milde médico de las campiñas que vive de las migajas científi- cas que benévolamente le dan los que viven en mejores con- diciones que él. ¿Qué va á suceder? Va á suceder que éste, creído ¿por qué no? hace lo mismo en otra epidemia de difteria, que naturalmente debe presentarse en otras condiciones, y en pago de su credulidad, expone inocentemente su reputación y no obtiene sino derrota tras derrota hasta que la epidemia cesa ó se llenan los últimos lugares vacantes del cementerio del lugar. No podía ser de otro modo: al primer médico se le olvidó ó no pudo decir: primero, cuál fué el genio propio de la 91 epidemia que él presenció, es decir, su tenacidad, extensión y gravedad; segundo, no dijo cuál período de la epidemia com- prende su estadística ó si los comprende á todos á la vez, des- de su aparición, incremento, estado y declive, pues sabido es que una epidemia no tiene la misma gravedad en toda su du- ración; tercero, en la masa total se confunden los sexos, las edades, casi siempre desiguales y lo que es más grave, se omi- te, porque no se conoce, un factor importantísimo, cual es la resistencia ó susceptibilidad individual; cuarto, no se tiene en cuenta la época de la enfermedad en que comenzó el trata- miento y las circunstancias accesorias para cada caso, no obs- tante ser algunas tan decisivas; quinto y último, 10, 100, 1,000 casos no bastan para fundar conclusiones generales, pues que se necesita una cifra mayor para coligarla con otras de otras personas y países, entendiéndose que un mismo método fué empleado, con lo que se obtendrá una cifra que expresará en último resultado ¿qué? una cifra y conclusiones abstractas que en un caso clínico apenas puede servir de algo para el pronós- tico y el éxito. ¿Qué diréis ahora, de esas estadísticas rabonas que la estadísticomanía arroja urbis et orbis para ejemplo y edi- ficación de los demás médicos? ¡Con razón se ha gastado tanto papel inútilmente! ¡Con razón se fracasa más frecuentemente entre nosotros cuando se usan con la seguedad de la fé esas fórmulas y afirmaciones así etiquetadas! Y todo esto sucede ¿por qué? no vacilamos en decirlo: porque no nos hemos to- mado el trabajo de discernir lo bueno de lo malo, por más que nosotros y no los extranjeros seamos los interesados en ha- cerlo. ¡Ellos en realidad han hecho mucho, nosotros somos los que no hacemos nada! Pero hoy que nacemos á la vida intelectual grato es decir que muchos de los esfuerzos de los médicos de la capital de la República ya han sido coronados por el éxito, como es, entre uno de tantos, el conocimiento que hemos adquirido de los ca- racteres y particularidades de la pelvis que tenemos en Méxi- 92 co, y que esencialmente son éstos: mayor extensión de la sín- fisis púbica, mayor inclinación de ésta hacia atrás y abajo, ma- yor estrechez del arco del pubis y en general una diminución de los diámetros, sobre todo del estrecho inferior; dándonos por utilidad práctica esta noción, que aquí la rotación de la ca- beza del niño, para ponerse debajo del arco del pubis, es por lo mismo más laborioso este movimiento, especialmente en las primíparas, en quienes con más frecuencia que en el extranje- ro, se necesita la aplicación del fórceps para efectuar ese mo- vimiento cuando la naturaleza no lo hace. No repetiremos aquí lo que muy adelante tendremos que decir, citando los avances que hemos hecho en cada caso particular, de suerte que por ahora sólo diremos que hemos honrado nuestras páginas con algunos de los procedimientos operatorios y preceptos clínicos de nuestras más legítimas notabilidades. Recurso positivo y natural en Terapéutica, fuente de rique- za nacional por la colosal explotación á que puede llegar y me- dio muy en boga en Europa es el de las aguas minerales aquí enteramente desdeñado: el número de fuentes medicinales en el país es enteramente ignorado por el público médico, ningu- na publicación ha aparecido entre nosotros que trate del asun- to si no es la del difunto sabio el Dr. Oliva, de esta capital, quien con inmensa abnegación y paciencia recogió, en su épo- ca, datos sobrehumanos para poner los cimientos del fecundo ramo de industria de las aguas minerales, que sin duda son un eficaz medio de curación. A la obra que él publicó ocurrimos para suplir con lo del país lo que no podemos haber del ex- tranjero, con la mira de que la actual generación aplique sus aptitudes en este sentido, confesando que las aplicaciones que el Dr. Oliva les dio bien pueden ser infundadas ó inadecuadas, ya que él las recibió tal como se las transmitió el vulgo; empe- ro su obra no por eso es menos meritoria, pues que á más de tan preciosos datos como contiene, notaremos, que hojeando los diminutos volúmenes de que se compone, nos encontramos con una sustancia, muy conocida y abundante entre nosotros, 93 que tiene la rara cualidad de producir la muerte de los epite- lios, hoy tan buscada en Europa para obtener la curación de los tumores epiteliales: esta substancia no se ha ensayado en ningún sentido, pero no obstante nosotros nos hemos tomado la libertad de señalarla á priori para la curación del epitelioma, dada al interior que es como produce su efecto, pues determi- na la aparición de accidentes generales de una fisonomía es- pecial. Quien quiera más datos puede ocurrir á la citada obra al artículo que se refiere á la enfermedad del maíz ó cuerneci- 11o de maíz, que según Decandolle se llama uredo maydis. Si la experimentación la sanciona, la gloria será del finado é ilus- tre médico. Una de tantas malas consecuencias y no la más grave de nuestra falta de actividad intelectual, es la creación y perpe- tuación de rutinas perjudiciales bajo la influencia de las publi- caciones científicas extranjeras, ó bien de teorías y prácticas brotadas á la ligera: asuntos hay que merecen una7 solución rá- pida y segura y que sin embargo á la hora actual aún no la re- ciben, ejemplo, la hora de administración de los medicamen- tos cuando hay libertad para escogerla: después de leer un buen párrafo hicimos este extracto: los amargos siempre han de darse algún tiempo antes de comer, el alcohol puede admi- nistrarse antes de comer y hasta á media comida, la estricnina después de comer, pero nunca pueden darse al acabar este ac- to muchísimos medicamentos, todas las sales metálicas y los alcaloides: la administración de la bilis es indiferente. Con es- ta nota ya creíamos tener un buen precepto práctico firmado como venía con una buena rúbrica; pero es el caso que en otras publicaciones hacemos estas otras: el arsénico no debe darse sino en la comida para evitar su acción irritante tópica, en la inteligencia que dado á esa hora no tiene acción nociva sobre los fermentos digestivos; el arsénico no debe darse á la hora de comer porque rápidamente viene la anorexia y por fin, en otra y otras tenemos que ir haciendo notas que compara- das á su tiempo nos resultan contradictorias, no sólo para un 94 medicamento sino para casi todos. En vista de esto no pode- mos menos que caer en la cuenta, de que á pesar de la nom- bradía de un extranjero éste asienta como ciertas en sus pu- blicaciones cosas que aún no lo son ó que no son susceptibles de afirmación categórica y por ende que procede con ligereza. Pero apesar de que esto es malo, no lo sería tanto si no fue- ran esas obras á servir de norma á los jóvenes prácticos, quie- nes pagan con su reputación profesional las ligerezas que vie- nen de ultramar y lo que es peor aún, que por ellas se apodera de su espíritu cierta duda y desconfianza acerca del valor de su arte. El remedio para este mal es obvio: pongámonos á es- tudiar, á hacer clínica, nazca en nosotros el saludable y pode- roso espíritu de asociación y lo que es mejor todavía, comuni- quémonos los unos á los otros nuestras impresiones profesio- nales por medio de la prensa: procediendo así, sin duda que nos haremos bien y trabajaremos en bien de la Patria, legando á los que nos sigan en nuestra difícil profesión un caudal de conocimientos que ellos perfeccionarán hasta elevarlos en el país á una altura que les dé honra y provecho. ¡La generación médica que nace cuánto habría agradecido á los médicos me- xicanos que la han precedido si algo hubieran hecho para be- neficiarla! El progreso y la felicidad de los pueblos sólo se con- sigue con el sacrificio de los unos por la felicidad de los otros y el sacrificio de hoy es el precio del porvenir. ¡No más imitación! Vivas están aún las desilusiones y catás- trofes que causaron las inyecciones de la linfa de Koch hechas en algunos hospitales de la República: fresco está el ridículo que arrojaron sobre sus partidarios entre nosotros las prácti- cas del Braidismo y todo ¿por qué? por la imitación ciega, por el espíritu de marchar tras los europeos, aunque ellos vayan á un abismo. No quiere decir esto que negamos el valor cientí- fico de las unas y del otro; pero de esto, á llevarlos al terreno de la práctica mal estudiados y peor conocidos hay mucha dis- tancia; por eso nosotros, más adelante, borramos de la lista de adquisiciones prácticas estas dos y otras muchas que son de 95 un valor muy discutible y que no sirven en realidad sino para cansar á la memoria y obscurecer á la ciencia. Hemos llegado al fin de nuestra hojeada por el campo de la Terapéutica en estos últimos años, habiéndonos esforzado para presentar tales como son á las nuevas adquisiciones bajo el punto de vista general, las tendencias de la época y lo que le- gítimamente tenemos que esperar, en el concepto, que cuanto queda dicho y aún tenemos que decir, nada es nuestro, pues que no somos más que humildes médicos que amamos á la ciencia, pero que nada hacemos porque avance entre nosotros: todo es del extranjero, tomado de sus varias publicaciones apa- recidas en los diferentes pueblos más cultos, en una palabra, en este librito va lo que creímos que pudiera ser útil á nues- tros colegas. Cada autor aquí puede encontrar sus fórmulas y pensamientos: tome, pues, cada uno lo que le pertenece y deje para nosotros el mal surcido lenjuage, la desordenada exposi- ción y todo lo malo que pueda encontrarse. Inovaciones y perfeccionamientos hechos á las prescripciones clásicas. Abscesos: El precepto clásico antiguo aplicable á los abscesos ha tomado en los últimos tiempos una extensión absoluta, por- que hoy rige este precepto nuevo "toda colección purulenta debe evacuarse lo más pronto que sea posible cualesquiera que sean las partes en que se sitúe," no sucediendo, aho- ra, lo que aún no hace tiempo, dejaban muchas sin evacuar ó porque no se podía, ó no se sabía, ó no se debía; como era el caso en los abscesos pélvicos del tejido celular de la vaina hipogástrica. Si sus partes fundamentales permanecen ¡guales, no sucede lo mismo con los detalles que se han multiplicado según el sitio que ocupa la colección y las peripe- cias de la evolución natural y tanto y á tal grado se han mul- tiplicado éstos, que hoy para saber tratar debidamente á los 96 abscesos se necesitan conocimientos tan extensos y profundos que no vacilamos en decirlo, ni están en cualquier médico, ni están al alcance de todos. Cosa sencilla de saber es que se ha- ga una abertura precoz en la parte declive, que se vacíe bien la cavidad de su contenido, que se raspen las paredes del foco, que después se hagan ó una compresión moderada ó la canali- zación según el caso y todo esto hecho bajo la más rigurosa an- tisepsia; pero lo que no es sencillo es adaptar todas y cada una de estas nociones á un caso dado si no se atiende la región, las circunstancias peculiares, y en una palabra, la indicación clí- nica. Al confeccionar este artículo no consideramos á los abcesos vulgares sino á los que ofrecen interés ó por su sitio, ó porque cualquier médico puede encontrarse con ellos cuando son de la naturaleza de los graves y que de por sí pueden poner en peligro la vida del paciente. Casi la mayor parte de éstos re- quieren que sean tratados por avezados cirujanos y hasta por especialistas, y aunque no nos hemos propuesto invadir el cam- po de ninguna especialidad, vamos á exponer los detalles opera- torios de muchos, porque es claro que un enfermo no siempre puede ver á un especialista y que el deber de todo médico es atender á su cliente con todos los recursos del arte posibles y eficaces. Abscesos cerebrales: Trépano:1 punción como exploradora y curativa, y si se calcula que no basta ésta, entonces se hará ca- nalización con gasa yodoformada. Intervención antiséptica. El Dr. Keen de Philadelphia ha propuesto tres vías por don- de es accesible uno de los dos ventrículos cerebrales sin inte- resar á los centros conocidos: estas vías ya han sido usadas con éxito. Primera, póstero-anterior ú occipital: trepanación en el occipucio (á derecha ó á izquierda) y punción en la dirección de la parte interna del borde orbitario superior del mismo la- do; el cuerno posterior es alcanzado á la profundidad de dos 1 Todas las veces que indiquemos que una operación clásica debe practicar- se, suprimiremos sus detalles. 97 pulgadas y cuarto ó dos y tres cuartos. Segunda, vía antero-pos- terior ó frontal: trepanación del frontal y punción en la direc- ción de la protuberancia occipital externa; el cuerno anterior es alcanzado á la profundidad de dos pulgadas ó dos pulgadas y cuarto. Tercera, la vía lateral que es la más segura y la me- jor: trepanación á una pulgada un cuarto hacia atrás del con- ducto auditivo externo y á una pulgada un cuarto hacia arriba de la línea basal de Reil (partiendo del borde orbitario inferior para pasar por la medianía del conducto auditivo externo); pun- ción en la dirección de un punto colocado á dos pulgadas y media arriba del meato auditivo del lado opuesto; esta pun- ción que cruza á la segunda circunvolución temporo-esfenoi- dal, permite alcanzar al cuerno descendente del ventrículo á una profundidad de cosa de dos pulgadas á dos pulgadas un cuarto. Estas medidas son exactas para el adulto. Cuando la dura madre es intacta y sana, para puncionarla es necesario emplear un instrumento agudo que se reemplazará en seguida por una sonda hueca ó acanalada que respeta á los vasos. Abscesos del seno maxileír: Operación de elección es la que se efectúa por la vía dentaria en tres tiempos con anestesia local y rigurosa antisepsia: primer tiempo, extracción del primero ó segundo molar; segundo, perforación del seno al través de una de las cavidades alveolares, y tercero, introducción de una cá- nula de metal y lavados de la cavidad, reservándose la raspa del seno para los casos crónicos y rebeldes. Para la perfora- ción del seno se escoge la cavidad alveolar más externa, el per- forador se dirigirá oblicuamente hacia arriba y atrás y se obra- rá con parsimonia y suavidad sea con él ó con un trocar: hecha la perforación se introducirá un perforador de mayor diámetro que permita la colocación de la gruesa cánula, pues que es de rigor que se tenga una comunicación amplia. Esta cánula como va á ser guardada mucho tiempo hasta que des- aparezcan completamente los dolores, la fetidez y la supura- ción, deberá fijarse á permanencia y al través de la cual se ha- rán inyecciones antisépticas muchas veces por día. Terapéutica.—7 98 Procediendo así se llena completamente esta doble indica- ción: dar salida al pus de un modo permanente é impedir su reproducción. Abscesos hepáticos: Esta grave enfermedad que para su diag- nóstico puede hasta necesitar la laparotomía, tiene en su tera- péutica muchísimos procedimientos que no daremos á conocer, pues que nos vamos á limitar á exponer el modus faciendi esen- cial para evitarnos poner aquí un sumario inútil. Muchas pá- ginas pueden escribirse sobre esto y el Dr. Harley ya las ha escrito y bien, teniendo en cuenta todas las particularidades que pueden presentarse. A su obra remitimos al lector. Opérese donde mejor se sienta la fluctuación: adelante, al lado ó detrás. Si es adelante abajo de las falsas costillas ó del borde costal, muchos prefieren ahora la incisión simple en una sola sesión hasta llegar al foco, cauterizando después las pare- des y canalizando luego. Si es en otra parte y se hace la pun- ción exploradora, si ésta da sangre pura hay que dejarla co- rrer, porque sabido es, como muy ciertamente lo recomienda el Dr. Harley, que bastan seis ó siete punciones para hacer desaparecer una congestión crónica del hígado. Esa sangría, produciéndose por la punción exploradora, cuando verdade- ramente hay un absceso, no puede menos que ser útil, ha- biendo como hay positivamente en este caso una congestión casi siempre viva y más fuerte al rededor del foco. Pero antes que entremos en más detalles, vamos á consignar una nota que si la tenéis siempre presente se os evitarán muchos dolo- res de cabeza: la nota es esta: todas las veces que por un abs- ceso hepático propongáis á vuestro enfermo una punción ex- ploradora ó curativa, no le digáis como muy frecuentemente lo hacen los médicos inexpertos, que tal operación es una co- sa simple é inocente, sino al contrario, habladle con franqueza como es de vuestro deber, diciéndole que es grave, sin perjui- cio de decirle á la familia que puede morir en el acto de prac- ticarla. Así ha sucedido entre nosotros después que el médico ha dado seguridades de no existir peligro. A vuestra pruden- cía encomendamos que en un caso dado os salve del ri- dículo más espantoso y de la pérdida de vuestra reputación profesional. La incisión es con antisepcia y cloroformo; la punción ex- ploradora ó curativa se hará sin este último y con la asepcia más rigurosa. La punción exploradora convertida en curativa sólo es efi- caz cuando es única, cuando el absceso es pequeño; mas si éste es de dimensiones un poco grandes (véase para calcularlas el estudio del Sr. Dr. Carmona y Valle publicado en la "Revista Médica de México,") ó los abscesos son múltiples y siempre no chicos, entonces la punción no basta si es única, pues que pa- ra llegar á obtener la salud hay que repetirla por muchos me- ses y no pocas ocasiones, y en otras hay que ocurrir á artifi- cios aún más radicales como es el de la canalización que hoy ordinariamente se practica desde el principio, consiguiéndose de este modo no sólo la retracción de la bolsa, sino también la eliminación continua del pus. Así pues, canalizar es un buen proceder; pero esta canalización debe ser especial, porque si se deja la extremidad libre del tubo flotando en el aposito, por poco grande que sea la cavidad del absceso, á las ocho ó diez horas á lo más la supuración traspasa al aposito por grueso que sea y baña literalmente al enfermo, haciendo todo esto verdaderamente ilusoria la antisepsia; hay que ocurrir por con- siguente á un artificio que me parece el mejor, á saber, úsense tubos largos y sumérjase la extremidad libre de éstos en un recipiente que contenga líquido antiséptico, dando una coloca- ción tal al recipiente, tubo y enfermo que por ella quede cons- tituido un verdadero sifón: así el pus evacúa la cavidad, no en- sucia al aposito, corre hasta el recipiente que ordinariamente se coloca en el suelo y se obtiene pronto la curación. Hecha la punción ó incisión y la canalización como queda dicho, muchos se limitan á dar salida al pus que se obtiene con lo anterior; pero otros á todo esto agregan inyecciones an- tisépticas de alcanfor fenicado, sublimado ó naftol alcanforado, 100 y en nuestro concepto esta última conducta es la mejor, aun en el caso de punción simple seguida de oclusión inmediata, cuando se tiene cuidado de no inyectar una cantidad de anti- séptico eme pueda ser nociva. En todo caso el aposito cuando se hace canalización debe parecerse al aparato Guerin que á última hora ha vuelto á reconocérsele su valor antiséptico. En nuestras notas encontramos ésta: pueden abrirse los abs- cesos por los cáusticos actuales ó potenciales cuando el enfer- mo es pusilánime ó hay temor de erisipela, ó en fin, como se ha hecho desde Recamier en el caso de que la colección pu- rulenta aún esté separada del exterior por el peritoneo; pero ya dijimos que aun en este último caso puede emplearse la in- cisión hasta el abeeso. Las prescripciones higiénicas inclusive las de la higiene ali- menticia son tan capitales como fáciles ele imponerse, supues- ta la elocuencia de las indicaciones del estado general y local. Sin ellas el éxito no es fácil. Antes de concluir estas generalidades de los abscesos hepáti- cos diremos, que cuando uno de ellos se ha abierto por un lugar eme muchas veces es verdaderamente inconveniente, como es el caso en los que se vacían por vómica y que después de pro- longadísimos días de expectoración purulenta el enfermo entra en caquexia ó está amenazado de otra complicación grave, en- tonces no vaciléis en ocurrir á un tratamiento ciertamente ra- dical haciendo abrir y comunicar al absceso por la piel. Peli- groso es el recurso, pero no se debe olvidar que en la genera- lidad de casos de medicina ó de cirugía tan provechoso y heroico es luchar hasta el último instante con medios propor- cionados á la magnitud del peligro, como inútil y ridículo lo es cuando se anteponen recursos mediocres é inciertos, salvo ciertos casos en que lo mejor que hay que hacer es no hacer nada. Abscesos pélvicos del tejido celular de la vaina hipogdstrica. Es- tas colecciones purulentas que cualquier médico puede encon- trarse, han sido perfectamente bien estudiadas por el Dr. Pedro 101 Delbet en su obra "Supuraciones pélvicas en la mujer:" á él, pues, es debido cederle enteramente la palabra en esta parte que trata de los abscesos separados de la gran cavidad perito- neal. "Debe evacuarse toda colección purulenta de esta región y debe evacuarse lo más pronto posible, utilizando la punción pa- ra los muy chicos menores de dos onzas de contenido y la in- cisión para los que se acerquen á este límite ó pasen de él. Las punciones pueden ser solas ó lo que es mejor seguidas de inyecciones yodadas ó antisépticas y aun de una verdadera ca- nalización. En todo caso la punción como exploradora para los de cualquier volumen, cuando su sitio es difícil de alcanzarse ó su diagnóstico difícil de hacerse, se impone como regla y lo que es más aún como curativa, pues que positivamente ha lle- gado á serlo en muchos casos. N Los abscesos pélvicos se dividen en dos categorías bajo el punto de vista de la incisión: primera, la de los que pueden alcanzarse directamente y que pueden ser abiertos por una simple punción; segunda, la de los que no pueden alcanzarse directamente y que no pueden obtenerse más que por una operación previa. Para la primera categoría la regla es senci- lla: ábraseles por el punto por donde sean más fáciles de al- canzarse á menos que no sea por el recto, pues el Sr. Delbet protesta contra toda tentativa de abertura por esta vía hecha bajo los auspicios del arte, aunque el Dr. Byford de Cincinati la recomienda y formula su manual del modo siguiente: primer tiempo, dilatación del ano bastante amplia y si se necesita aún hágase la incisión del esfínter; segundo tiempo, abertura y ras- pa del absceso, pues él dice que la dilatación del ano permite alcanzar y abrir los abscesos que se hallan en las cuatro ó cin- co últimas pulgadas del recto y que la penetración de las ma- terias fecales no tiene importancia cuando la canalización es bien hecha. El Dr. Byford recomienda la raspa como absoluta para todos los casos; pero ya es una cosa bien averiguada que no debe practicarse sino en aquellos que habiéndose enquista- 102 do tienen sus paredes duras, que no tienen tendencia natural á juntarlas y que á la vez no ofrecen probabilidades que en aquel acto sea perforada la pared y se comunique así con la cavidad peritoneal. Los que se presentan por la vagina por allí deben operarse, directamente obrando sobre el tumor en la parte más saliente, ó bien, cuando hay que atravesar tejidos para llegar á él y se quiere, como se debe, evitar herir al uréter y á las arterias co- mo la vaginal, sobre todo, entonces se procederá de un modo especial. La arteria vaginal casi siempre puede sentirse y para evitarlo seguramente basta explorar con cuidado. Ella está transversalmente situada sobre los lados del cuello; cuando se la ha reconocido es preciso incisar hacia atrás de ella para evi- tar al uréter, éste puede ser desalojado de dos maneras dife- rentes, ya está, y yo creo que es el caso más frecuente, recha- zado hacia afuera contra la pared pélvica que recorre para arrojarse en la vegiga pasando por la pared anterior, ó bien está rechazado hacia adentro y acercado al cuello del útero. Como es imposible reconocer en clínica en qué sentido tiene lugar el desalojamiento del uréter, es preciso siempre suponer el caso menos favorable é incisar en un punto en que se esté seguro ele no encontrarle. Esta es la razón por qué es mejor hacer la incisión en la parte más posterior del tumor: esta in- cisión debe ser oblicua hacia atrás y hacia afuera, porque este es el sentido en que marchan los vasos de la región. Inútil es decir que todas estas reglas se refieren á los tumores laterales, es decir, á los flegmones, pues que cuando se trata de una pel- vi-peritonitis que hace abombar al fondo de Douglas se incisa como es natural hacia atrás y transversalmente. El inconve- niente de las incisiones vaginales es que se retraen pronto y fuertemente: las paredes de la vagina muy musculosas extran- gulan al tubo de canalización y la corriente del pus se hace mal. Para paliar este inconveniente es bueno, pues, dilatar la incisión, para lo cual basta introducir una pinza cualquiera y 103 separar fuertemente su extremidad: una pinza de forci-presura un poco larga es bastante para este fin. Como los flegmones pélvicos invaden la pared abdominal de tres modos diferentes y se presentan al exterior también en puntos diferentes, la incisión curativa, según el sitio, variará: los que siguen el estrecho superior y aparecen hacia atrás de la rama horizontal del pubis formando este tumor, que es co- nocido en Francia desde Chomel con el nombre de coraza ó carapacho, y los más raros que siguen al ligamento redondo atravesando con él al canal inguinal para presentarse en la re- gión del gran labio, se abrirán en la parte más fluctuante y sa- liente; pero los que invaden primero la fosa iliaca y se mues- tran fluctuantes y salientes arriba del ligamento de Falopio en un punto inmediato á la espina iliaca, pueden abrirse de dos modos: ó por la incisión iliaca clásica, que canaliza muy mal á estas colecciones purulentas, ó por la que ha propuesto el Sr. Dr. Francisco de P. Chacón con el fin de hacer una canaliza- ción fácil y perfecta aprovechando las favorables condiciones de la región: en efecto, el músculo costurero y el tensor de la facia lata tienen en su extremidad superior una inserción co- mún en la espina iliaca anterior y superior, estando contenidos ambos en un desdoblamiento de la aponeurosis femoral, par- ticular para cada uno de ellos, de suerte que tres ó cuatro cen- tímetros abajo de su inserción se encuentra un intersticio apo- neurótico: después de haber cortado la piel y el tejido celular, este intersticio es el que corresponde á los músculos, divídase con precaución, se tiene entonces á la vista el tejido celular sub-aponeurótico sumamente laxo cubriendo la aponeurosis del psoas é iliaco, que en este punto aún es enteramente celu- losa y mereciendo por esto el nombre de fascia iliaca, que es el que más generalmente se le reconoce: continúese hacia arri- ba, hacia el ligamento de Falopio en la dirección de la escota- dura que media entre las dos espinas, siguiendo la superficie de esta aponeurosis que le adhiere íntimamente por su parte anterior al pasar debajo de él, pero como su constitución es 104 laxa, resulta que basta introducir ó el dedo ó la extremidad de una sonda acanalada para romper estas adherencias y encon- trarse luego en pleno tejido celular sub-peritoneal, que es el asiento de los abscesos pélvicos emigrantes. Hecho esto no que- da más que poner los tubos de canalización y hacer lavatorios tan perfectos como se deseen: el pus sale perfectamente bien porque la incisión se encuentra en un lugar declive, y por to- tal diremos: que sobre ser muy simple la operación, es cuestión para practicarla, de un abrir y cerrar de ojos. Se comprende perfectamente que cuando se trata de abscesos que se sitúan bajo la aponeurosis del psoas, que basta dividir esa aponeuro- sis, caminar entre las fibras musculares como lo hace el pus, hasta llegar á la colección purulenta para que el fin deseado se alcance con una facilidad sin igual. Hemos visto practicar esta operación por su autor y á la verdad nos inspiramos para re- dactar estas líneas en la maestría con que fué ejecutada en una enferma que tenía un absceso iliaco de origen genital y desarro- llado durante el puerperio. La enferma sanó. Para los abscesos pélvicos que se presentan por el abdomen tenemos, pues, estas incisiones respectivamente enunciadas: hipogástrica, inguinal, iliaca y la operación del Sr. D. Francisco de P. Chacón. La canalización abdómino-vaginal no debe ser ele un em- pleo frecuente, pues tiene indicaciones precisas y formales, ta- les como los casos en que el absceso desciende muy abajo en la pequeña pelvis y no está separado de la vagina más que por una delgada capa de tejido: en los casos de este género el foco está muy profundo para que pueda vaciarse bien por la pared abdominal: entonces es necesario hacer una contra-abertura por la vagina sirviéndose de un trocar adecuado, pero con esta condición: que al introducir el trocar romo explorador pueda sentirse bien y superficialmente por la vagina. El Dr. Delbet al trocar prefiere la incisión por la vagina por razones muy justas. Cuando los abscesos se presentan en el muslo en el triángulo 105 de Scarpa se pueden abrir por aquí, pero hay una cosa extra- ordinaria en estos y consiste en que con más frecuencia han curado espontáneamente sin ser abiertos de ninguna parte. La incisión allí es mala. Cuando los abscesos se presentan en la nalga y se hace la in- cisión en este lugar, entonces puede considerarse que nada se ha hecho ó que se ha hecho una cosa mala, pues cuando los flegmones pélvicos se presentan allí, no debe considerarse la simple incisión como suficiente, es necesario ir más lejos y se- guir al absceso hasta la pelvis, ensanchar el punto estrecho de la escotadura ciática y no considerar la indicación como satis- fecha más que cuando se ha puesto un tubo que vaya desde la nalga hasta el fondo de la pelvis y del absceso. La contra-aber- tura vaginal ó abdominal aquí puede ser muy útil. Vamos á dar á conocer la laparotomía posterior ó vía sacro- coxigia que puede emplearse algunas veces para el tratamiento de las supuraciones pélvicas y juntamente con ella las opera- ciones de Kraske y de Bardenheuer y sus modificaciones, advir- tiendo desde ahora que todas son esencialmente iguales: por ellas se obtiene una brecha amplia que permite obrar sobre el recto, la vagina, el útero, etc., etc., cuando los padecimientos se sitúan muy abajo para no poder ser alcanzados por la lapa- rotomía anterior y muy arriba para la extirpación por el ano. "El método consiste en abrir el espacio sacro-isciático desin- sertando al gran glúteo y á los ligamentos sacro-isciáticos, sa- cro-espinoso y sacro-tuberositario; después en agrandar el es- pacio así creado resecando una porción del sacro." El Dr. Kraske procede así: hace una incisión vertical y me- dia que comienza hacia arriba casi á la mitad de la altura del sacro y se prolonga hacia abajo hasta el ano: esta incisión se profundiza hasta alcanzar al hueso; desprende las inserciones del glúteo que se hacen en el borde izquierdo del sacro, reseca al coxis y secciona al ras del sacro los dos ligamentos arriba dichos ó sean al grande y pequeño sacro-isciático; después con la gubia y el martillo reseca la extremidad inferior de la parte 106 izquierda del sacro siguiendo una línea que pasa horizontal- mente bajo el tercer agujero sacro y se encorva formando un arco de concavidad izquierda para venir á terminar al cuerno del sacro; las ramas posteriores de los nervios sacros se sec- cionan lo mismo que las ramas anteriores de las del cuarto y quinto par, respetándose solamente las ramas anteriores del tercero. El Dr. Wiedow ha tratado ele modificarla haciendo la resección temporal como sigue: se hace sobre la cara posterior del sacro una incisión en Y crue comienza á tres centímetros abajo y hacia dentro de la espina iliaca posterior é inferior y acaba en la punta del coxis; el colgajo superior queda adheren- te á la cara posterior del sacro: los músculos y los ligamentos son seccionados sobre el lado del hueso, el recto es desprendi- do de su cara anterior; después el sacro es seccionado con la sierra de cadena según una línea oblicua cuya extremidad de- recha corresponde al espacio comprendido entre el tercero y cuarto agujero sacro y la extremidad izquierda al cuerno sa- cro: el hueso así seccionado es movilizado con la piel y más tarde, cuando la operación se ha terminado, se le vuelve á po- ner en su lugar. El Dr. William Lévy ha propuesto otra modi- ficación que él ha practicado en el cadáver, con el objeto de conservar las inserciones musculares y ligamentosas y por con- secuencia la solidez del piso pélvico. Todas las cuestiones re- lativas á esto aún no son sancionadas por la experiencia por falta de tiempo, pero á una enferma á quien se le practicó la operación de Kraske se le vio parir como normalmente sucede, de suerte que á primera vista la inovación del Dr. Lévy no pa- rece necesaria, hela aquí: "El hace una incisión transversal y horizontal de ocho á diez centímetros sobre el sacro, un dedo arriba del cuerno coxigeo; la incisión penetra hasta el hueso; de las dos extremidades de esta incisión hace partir otras dos verticales dirigidas de arriba hacia abajo, interesando la piel y todo el espesor del gran glúteo; se coloca un gancho en una de estas incisiones verticales para atraer el labio fuertemente ha- cia afuera con lo que se puede entonces, desprendiendo al gran 107 glúteo, desnudar é incisar los ligamentos sacro-isciáticos en el sentido de la incisión transversal; del laclo opuesto se hace lo mismo, en seguida se desprende el tejido conjuntivo de la ca- ra anterior del sacro y se secciona transversalmente al hueso con una pinza; el hueso seccionado queda adherente á la piel conservando aún la mayor parte ele las inserciones de los liga- mentos sacro-isciáticos: tomando con un gancho á este frag- mento se le invierte hacia atrás y hacia abajo. Al acabarse la operación se le vuelve á poner en su primitivo lugar á esta par- te desalojada. Importa señalar con precisión los puntos de reparo mencio- nados anteriormente. "Desde luego, como no es siempre fácil reconocer no solamente antes de la incisión de la piel ni aun cuando ya se está más avanzado en la operación, la situación de los agujeros sacros, voy á indicar cuáles son sus relaciones habituales. En la posición vertical el cuerno del sacro está si- tuado poco más ó menos sobre la misma línea horizontal que las espinas ciáticas de quienes se puede reconocer la situación por el tacto rectal y vaginal: el cuarto agujero sacro se encuen- tra justamente al nivel del ángulo que hace el sacro comenzan- do bruscamente á estrecharse: este ángulo puede fácilmente sentirse en la herida; en fin, de la punta del coxis al borde in- ferior del tercer agujero sacro, límite superior de las secciones permitidas en los huesos, hay una distancia de seis centíme- tros á seis centímetros y medio: esta distancia se mide no si- guiendo el contorno del hueso sino en proyección, es decir, co- locando las dos puntas de un compás de espesor, una sobre la extremidad del coxis y otra sobre el borde inferior del tercer agujero sacro posterior. Prácticamente cuando sobre el indivi- duo vivo ó sobre el cadáver no despojado de sus partes blan- das se aplica una de las puntas de un compás de espesor ó de una regla de ajusfar sobre la punta del coxis, el otro punto re- tirado seis centímetros de la primera se encuentra abajo del tercer agujero sacro-posterior. "Bajo el punto de vista de la operación lo que importa más 108 es tener luz y para tener luz lo que es más importante es la manera de seccionar al hueso. Las resecciones laterales del sacro que permiten obrar fácilmente sobre el recto, no dan más que poco lugar cuando es necesario penetrar más lejos en la cavidad peritoneal; pero tienen la ventaja de no abrir el ca- nal sacro y aun para evitar esta abertura del canal sacro es necesario hacer la incisión vertical un poco lateral, ó si se la hace media deberá tenerse cuidado de no proseguirla hasta el hueso, porque si se fuese sobre la línea media hasta el hueso, se abriría fatalmente este canal, el que á este nivel está despro- visto hacia atrás de pared osea. "La resección transversal da mucha más luz y aunque abre forzosamente el canal sacro, esto no tiene inconveniente por ahora, que no se ha demostrado ningún caso en que fuera per- judicial, pues al contrario, la única vez que se le ha abierto ha sido inocentemente." El Dr. Delbet adopta la modificación de Willian Lévy. "La necesidad de tener luz hace indispensable que se sec- cione lo más alto posible; pero el peligro de destruir nervios importantes hace indispensable á su vez que no se suba mu- cho: se trata, pues, de encontrar un punto que dé bastante lu- gar y que respete á los nervios sacros. El punto que Kraske ha determinado para la resección lateral conviene perfectamen- te para la resección transversal y este punto es el borde infe- rior del tercer agujero sacro: más hacia abajo no se tiene bas- tante luz, más hacia arriba se caería enmedio de las fibras del piramidal, lo que sería embarazoso y obligaría á sacrificar á los nervios que salen por los terceros agujeros sacros anterio- res, lo que tendría, sin duda, inconvenientes notables, porque estos nervios son voluminosos. Al contrario, los nervios que salen abajo del tercer agujero sacro son tan pequeños, que se les puede cortar sin temor. "Cuando se quiere penetrar profundamente hasta la cavidad peritoneal y tener libertrd de efectuar cómodamente las ma- niobras necesarias, lo mejor es, bajo el punto de vista operato- 109 rio, proceder de la manera siguiente, que casi es exactamente lo que Lévy recomienda." Procedimiento operatorio propues- to por el Dr. Delbet: "A 6 centímetros arriba de la punta del coxis, 6 centímetros en proyección, se hace una incisión hori- zontal y transversal ele 10 centímetros de largo; de cada extre- midad de esta incisión se hace partir otra oblicuamente dirigi- da hacia abajo y hacia adentro que terminará entre el ano y el coxis, pero sin alcanzar á la línea media: así, pues, las dos incisiones laterales convergen hacia abajo, pero sin encontrar- se. Estas dos incisiones deben ser profundas hasta alcanzar al gran glúteo y no pasar más allá, siendo inútil por el momento incisar á las fibras musculares. En la incisión horizontal es donde debe trabajarse: en su parte media se corta hasta el hueso y de cada lado se ven las fibras del gran glúteo casi exac- tamente paralelas á la incisión: basta pasar entre sus haces carnosos para llegar sobre los ligamentos sacro-sciáticos: se secciona entonces al ligamento sacro-tuberositario casi perpen- dicularmente á sus fibras y al sacro-espinoso paralelamente á las suyas. Este último ligamento no es, por decirlo así, debili- tado por esta sección; en cuanto al primero ó sacro-tuberosi- tario es completamente seccionado si se lleva hasta el borde externo. Puede uno dispensarse de ir tan lejos desde el prin- cipio, sin perjuicio de hacerlo más tarde, si el lugar no es su- ficiente. Cuando se ha hecho á derecha é izquierda la sección de los ligamentos sciáticos, se tiene de cada lado del sacro un ojal transversal al través del cual se puede fácilmente introdu- cir el índice ó una rugina: este dedo ó este instrumento, des- liza entonces sobre la cara anterior del sacro, despegando y re- chazando hacia adelante todo lo que encuentra de manera de desprender al hueso en su cara anterior al nivel de la incisión transversal, es decir, se le liberta con esta maniobra que le ais- la: hecho esto, queda que seccionar al hueso y esto se consi- gue sea con una pinza cortante, sea con una sierra de cadena, sea con una sierra ordinaria, de atrás hacia adelante, con la condición de deslizar desde luego elelante del sacro un instru- 110 mentó cualquiera destinado á resistir los escapes de la sierra hacia la pelvis. "Seccionado el sacro, éste se deja fácilmente abatir de ade- lante hacia atrás y aunque el gran glúteo y los ligamentos sa- cro-isciáticos no estén desinsertados de sus bordes laterales, se pueden separar las dos superficies de sección hasta 5 centíme- tros y esto es suficiente para la mayoría de los casos: la brecha así abierta tiene las dimensiones siguientes: en el sentido ver- tical 5 centímetros, en el sentido transversal entre las dos es- pinas sciáticas revestidas de las partes blandas de 8 á 9 centí- metros. Si en casos excepcionales esta ancha brecha no fuera suficiente, se la podría aún agrandar en el sentido vertical cles- insertanto los bordes del sacro al ligamento sacro-espinoso, lo que permitiría invertir aún más al hueso: se incisaría á la vez en el sentido transversal incisando en la profundidad y trans- versalmente arriba de las espinas ciáticas, sin olvidar que pro- longando las incisiones transversales se tendría el inconvenien- te grave de exponerse á herir las arterias pudendas internas y las isquiáticas. Se podría penetrar entonces hasta el fondo de las escotaduras ciáticas, lo que daría una separación transver- sal casi de 12 centímetros. Estas dos últimas prácticas tendrían inconvenientes reales, en consecuencia no se ocurrirá á ellas más que bajo la presión de la necesidad. "Separado el sacro se tiene á la vista el recto que es necesa- rio reclinar y generalmente es fácil hacerlo á la izquierda: pro- tegido este intestino es necesario penetrar hasta el peritoneo al través de las facías sub-peritoneales, no teniendo que res- petar más que á los nervios y obrando sobre ó cerca de la lí- nea media no se puede encontrar á otros órganos importantes. Frecuentemente, desde que el sacro es invertido hacia atrás, se ve inmediatamente á las ramas anteriores de los terceros pa- res sacros: entonces nada es más fácil que respetarlos. Pero no se les ve siempre y aunque con ello no se exponga uno á graves peligros pienso que es mejor no usar bisturí, pues eme es tan sencillo y tan cómodo hundir las facías con el dedo, 111 mientras que un tapón colocado previamente ó un ayudante con un dedo introducido en la vagina sostiene al útero y al fondo posterior. Así se llega fácilmente sobre el peritoneo que se incisa con las precauciones habituales: el ojal peritoneal puede ser hecho sea vertical, sea transversal, según lo que se prevé para el curso de la intervención. "Cuando se ha terminado la parte intra-pélvica de la opera- ción se levanta el segmento inferior del sacro que durante to- do el tiempo de la operación ha conservado la mayor parte de sus conexiones vasculares; se coaptan cuidadosamente las dos superficies de sección y se sutura la piel: la sutura ósea parece inútil, pues los ligamentos y las otras partes blandas bastan pa- ra mantener á los huesos en su lugar. "En los casos en que no se tiene necesidad de tanto espacio se puede hacer la resección lateral sin abrir al canal sacro y así el mejor modo operatorio me parece ser el siguiente: se ha- ce una incisión en L invertida, cuya rama horizontal, siempre colocada á 6 centímetros arriba de la punta del coxis, comien- za un poco hacia afuera de la línea media y mide de 5 á 6 cen- tímetros de largo: la rama vertical desciende hacia afuera de la línea media y pasa un poco la punta del coxis: la incisión ver- tical penetra hasta el hueso y la incisión transversal es tratada como en la precedente operación: se desprenden lo mismo los tejidos á lo largo de la cara anterior del sacro y se secciona al hueso siguiendo dos líneas, de las cuales la una transversal pa- sa abajo del tercer agujero sacro y la otra vertical queda hacia afuera de la línea media." Continuaremos ahora con los abcesos que no pueden alcan- zarse directamente. "Ya he dicho que colocaba bajo esta denominación á los abs- cesos que no están en contacto inmediato con ninguna de las paredes del recinto pélvico y que por consecuencia no pueden alcanzarse más que por medio de una operación previa. En esta clase entran: 1?, los flegmones latero-pélvicos que no son probablemente más que adenitis ó peri-adenitis y sobre las 112 cuales Freunol ha atraído la atención: estos flegmones están unidos á la pared lateral de la pequeña pelvis al nivel de la es- cotadura ciática y quedan lejos de la vagina y de la pared ab- dominal; 2?, ciertas formas de pelvi-peritonitis, perisal pingia- nas; 3?, abscesos adherentes del ovario no diagnosticados. "Para alcanzarlos hay cuatro vías: vía vaginal, vía sacra, vía paraperitoneal, laparotomía." La vía vaginal es mala por justas razones, y cuando hay necesidad de usarla es un especialista cmien debe practi- carla. Sin duda que esta tesis emitida por el Dr. Delbet ha sido creada sin conocimiento del nuevo procedimiento del Dr. Pean que tan magníficos resultados ha dado. Para darlo á conocer tomamos del Dr. Terrillon los siguientes detalles: u......Después de haber leído esta comunicación me pa- reció que era de gran interés, porque es cierto que este modo de intervención permite alcanzar á los abscesos pélvicos cuando son inaccesibles por la vía abdominal. La abertura ancha, la canalización fácil, la extirpación ordinariamente completa por este método, me sedujeron porque satisface al precepto más neto de la cirugía, que consiste en dar salida fácil en posición declive á los líquidos patológicos. Por esto me propuse apro- vechar la primera ocasión para practicar esta operación, por la que he podido hacer actualmente doce extirpaciones del útero por fragmentación, con el objeto de tratar los abscesos pélvicos desarrollados en los anexos del útero; pero antes de mostrar los resultados que he obtenido me parece útil describir el ma- nual operatorio que he seguido. "Precauciones antes de la operación: previamente rasurada la vulva debe limpiarse con cuidado la vagina de la enferma: tam- bién es útil colocar la víspera un pequeño tapón de gasa yodo- formada contra el cuello del útero. Dormida la paciente se la coloca en la posición del espejo ó sea en la posición lateral iz- quierda: esta última posición recomendada por el Dr. Pean y que hace grandes servicios en las mujeres fuertes y grasas, 113 consiste en ponerla sobre el lado derecho, las piernas colgando y las nalgas al ras del borde de la mesa de operación. "La pierna izquierda queda colgando, se dobla la derecha sobre el vientre manteniéndose así por un ayudante que se co- loca de pie entre las dos piernas: este ayudante tendrá por mi- sión tener las valvas que sirven para separar las paredes de la vagina: otro ayudante se mantiene apoyado contra el dorso de la enferma. Para obrar con seguridad es necesario que la me- sa de operación esté bastante alta para que el operador, estan- do sentado, tenga las partes genitales de la mujer á la altura de su cara á fin de permitir á la vista explorar fácilmente el fondo de la vagina. Alumbrado perfecto y directo es absolutamente necesario y por esto la operación debe hacerse delante de una ventana grande. Para esta intervención la instrumentación desempeña fun- ción considerable y así jamás podré insistir lo bastante sobre su importancia. El cirujano debe procurarse cierto número de instrumentos indispensables: éstos deben ser largos, fuertes y variados de forma: tijeras largas, rectas y curvasj bisturís de mango largo, rectos y curvos; pinzas-clamp largas y de denta- dura sólida. En fin, los separadores de las paredes vaginales deben ser de modelos variados; las grandes valvas teniendo más de 20 centímetros son muy útiles cuando es necesario ir profundamente en la pelvis á quitar los anexos adherentes. Se necesita gran cantidad de tapones ó de esponjas en el curso de la operación, porque es indispensable no ser jamás embarazado por la presencia de la sangre. En fin, todo debe ser dispuesto de manera de poder hacer en la vagina irrigaciones prolongadas y frecuentemente reno- vadas con un chorro que tenga cierta fuerza. La operación puede descomponerse en muchos tiempos principales y bas- tante distintos. Primer tiempo: con pinza fuerte de erinas toma el cirujano fuertemente al cuello del útero y hace por atraerle lo más po- Terapéutica.—8 114 sible hacia la vulva: esta maniobra raramente se logra, porque el útero en este caso está fijo en la pelvis por adherencias y no puede ser movilizado. Cuando el cuello está fijo así se practica en su parte exterior, á dos centímetros de su extremidad, una incisión circular que no comprenda más que á la mucosa vagi- nal; inmediatamente se toman con dos ó tres pinzas largas los bordes superiores de esta incisión. Si esta incisión circular ha penetrado hasta el tejido uteri- no, se puede, levantando el labio superior, desprender la mu- cosa vaginal siguiendo exactamente al útero: esta maniobra hecha exactamente permite evitar la herida de la vejiga ó del recto. Este primer tiempo de la operación tiene grande importan- cia, porque la vía así trazada permite seguir al útero de parte en parte hasta su fondo y quitarle sin hacer falsas vías. El segundo tiempo consiste en quitar al útero en totalidad por pedazos sucesivos: como este órgano no puede descender á la vulva y está fijo de cada lado por paquetes de tejido fibro- so indurados, resultado de la inflamación de la pelvis, es bue- no comenzar por quitar una parte del cuello; en seguida, to- mando al segmento situado más arriba, se le separa tanto co- mo se puede de las partes vecinas para extirparle á su vez: se llega así después de haber quitado gran parte del órgano á crear un vasto hiatus por el cual la maniobra de los instru- mentos se hace con facilidad: es fácil entonces atraer los últi- mos pedazos del fondo del útero que desciende más fácilmente por esta vía ampliamente abierta. En el curso de esta fragmentación dos preceptos deben guiar al operador. Uno de ellos facilita mucho la operación y con- siste en hender verticalmente el segmento del útero que acaba de ser aislado de las partes vecinas, de modo de crear dos pe- dazos que se quitan aisladamente con tijeras curvas. El otro precepto que es de importancia aún más grande, consiste en cortar los tejidos que retienen al útero y que son los ligamen- tos anchos engruesados, teniendo cuidado de tomarlos con pin- 115 zas cada vez: todo vaso abierto debe ser tomado luego con pinzas, pues sin esta precaución se retrae en los tejidos pro- fundos y frecuentemente se experimenta después y antes gran dificultad para tomarlo. La herida se lava con mucha agua repetidas veces en el curso de estas maniobras. Es raro que durante esta fragmentación no se encuentre al- guna bolsa purulenta ó algún quiste seroso que unidos á los la- dos del útero han sido desgarrados por los instrumentos. Esto es frecuente cuando los anexos supurados han caído en el fondo de Douglas y están situados bastante bajos en la pelvis: todas estas bolsas anfractuosas deben ser lavadas con cuidado y ex- traídas sus paredes siempre que sea posible. Algunas veces se hace irrupción en el peritoneo y entonces es cuando comienza la parte más delicada de la operación. Tercer tiempo: Cuando se llega al segmento superior del útero á la vecindad de uno ó de otro cuerno es necesario au- mentar las precauciones en razón de la abertura del peritoneo y de la presencia del intestino que puede descender á la heri- da. La extirpación de este último segmento del útero es muy importante porque estirando de esta parte que se atrae al pe- dículo que le une á los anexos enfermos: así se hacen descen- der á éstos y se les pone al alcance de las pinzas largas desti- nadas á tomarles y á arrancarles de sus adherencias: se les debe tomar sucesivamente á alturas diferentes con pinzas fuertes, pues sin esta precaución se escapan á la pelvis y llega á ser difícil volverlos á tomar. En este período es cuando se emplean anchas y grandes val- vas para poder separar las partes vaginales y los órganos pro- fundos y alumbrar aun á las paredes más lejanas. Cuando se ha quitado todo el útero y después de él los quis- tes, abcesos, colgajos de senos enfermos que pueden arrancar- se, se tiene á la vista vasta herida en cuyo fondo aparecen fre- cuentemente las asas intestinales: se limpia con cuidado esta cavidad y se le llena literalmente de gasa yodoformada. 116 Es absolutamente necesario que la hemostasis sea absoluta antes de hacer la curación y si existe exhalación sanguínea es útil buscar el punto que sangra y colocar una pinza: las pinzas permanecerán durante 36 horas rodeándoselas de gasa yodo- formada hasta el orificio vaginal á fin de preservar la herida de toda infección. Así terminada la operación ordinariamente ha sido larga y penosa: su duración algunas veces es de más de una hora. Consecuencias inmediatas: ordinariamente es perfecto el re- sultado inmediato de la operación: la fiebre cae: bajo la in- fluencia de esta ancha abertura los líquidos vaginales y perifo- néales encuentran salida fácil al exterior, gracias á la capilari- dad de la gasa yodoformada. Frecuentemente la enferma no puede orinar fácilmente por la compresión de la vejiga, pero se remedia esto aplicando á la enferma una sonda antiséptica después de haber limpiado con cuidado el meato urinario: pre- fiero este medio á la sonda á permanencia que es difícil para vigilarla y que ordinariamente produce la cistitis dolorosa. En general se quitan las pinzas después de 36 horas, lo más se las tolera 48, dejando en su lugar al tapón de gasa yodofor- mada que no se quita sino hasta pasados tres días, á menos que haya indicación especial en contrario. Después de haber^quitado el tapón de gasa se practica abun- dante irrigación con el sublimado al milésimo y ordinariamen- te los lavados se repiten tres veces por día sin volver á poner al tapón de gasa yodoformada. Algunas veces la presencia del yodoformo en la vagina pro- voca agitación y delirio, mas en este caso es necesario supri- mirle inmediatamente reemplazándole por el salol, el que, me- nos útil en semejante caso bajo el punto de .vista de la antisep- cia tiene sin embargo la ventaja de producir más raramente accidentes. Generalmente las operadas están curadas después del vigé- simo día, pues á esta época se demuestra en el fondo de la va- gina una cicatriz radiada anfractuosa que reemplaza al cuello 117 del útero: se la ve rodeada por gran zona de induración que acaba por desaparecer: las enfermas que curan tan rápidamen- te pueden tomar desde luego su vida normal; pero desgracia- damente esta regla no es absoluta, y así, en doce enfermas que he operado tres veces he visto sobrevenir tardíamente acciden- tes que, sin comprometer la vida, han alejado la curación y pro- longado la convalecencia: se trató de fenómenos sépticos debi- dos á la retención del pus en las anfractuosidades situadas más allá de la vagina. Es probable que en la profundidad la cica- trización no había sido tan rápida adelantándosele la superfi- cial. Esta parte última ya estaba casi totalmente cicatrizada no quedando más que un agujerito muy estrecho que hacía co- municar al foco profundo con el exterior. En estas condiciones el pus retenido llegó á ser fétido é inmediatamente aparecieron los fenómenos de envenenamiento agudo. En una de mis enfermas el agujero era tan estrecho que to- do intento de desinfección de la cavidad situada arriba había llegado á quedar sin resultado; mas á la postre fui muy feliz pudiendo introducir en este orificio una laminaria, gracias á la cual obtuve la dilatación suficiente para poder introducir un grueso tubo de canalización: inmediatamente la bolsa fué lava- da, limpiada con cuidado durante muchos días, también inme- diatamente cesaron los fenómenos de intoxicación y la enfer- ma curó. Ordinariamente estas cavidades son más fácilmente accesibles y los lavados vaginales reteniendo el líquido por la constricción de la vulva, bastan para asegurar su asepcia com- pleta. En fin, he visto persistir dos veces en el fondo de la va- gina una induración profunda, dolorosa, dando de vez en cuan- do un brote inflamatorio; sin embargo estos fenómenos han desaparecido después de algunas semanas. Las indicaciones de esta operación son para mí absolutamen- te formales. Todas las veces que existe al rededor del útero una supura- ción ya antigua, con induración considerable envolviendo al útero é inmovilizándole, se debe pensar en ir, por esta vía, á 118 destruir los órganos enfermos; pero la indicación es aún más formal cuando las lesiones residen en el abdomen y forman una coraza (plastrón de los franceses) muy extensa y muy du- ra atrás de la pared del abdomen. En estas circunstancias es cuando la operación por el vientre se hace muy difícil y aun imposible en razón de las adherencias intestinales y epiploicas que impiden quitar sin peligro alas partes-enfermas. Dos veces he tenido la ocasión de practicar una laparotomía con el objeto de quitar los anexos supurados en estas circuns- tancias, pues bien, la abertura del abdomen habiéndome de- mostrado la imposibilidad de no intentar nada por esta vía, me decidí á obrar por la vagina quitando al útero con éxito. La vía sacra es buena pero para los abscesos sub ó extra- peritoneales; "es inútil hacer descalabros y así puede limitarse á pasar á lo largo del sacro al nivel de la grande escotadura ciática y si se quiere hacer una resección ósea es necesario contentarse con la resección unilateral del sacro del que ya he indicado el manual operatorio. La vía sacra puede usarse con ventaja, 1?, en todos los ca- sos de flegmones que tienen tendencia natural á salir de la pel- vis por la escotadura ciática y tales son los flegmones ó adeno- flegmones, los que ocupando la región hipogástrica están di- rectamente unidos á la escotadura ciática; 2?, en los otros casos de abscesos pélvicos topográficamente en relación con la esco- tadura ciática que están muy lejos de la vagina para poder ser abiertos directamente por esta vía y que son muy pequeños para poder ser suturados fácilmente á la pared abdominal en caso de laparotomía. La vía paraperitoneal es para casos muy precisos y por lo mismo debe emplearse raramente y arrojarse para los casos de abscesos limitados á la pequeña pelvis. La indican los fleg- mones pélvicos que salen de la pequeña pelvis subiendo á lo largo del ligamento ovaro-pélvico, que invaden así la parte profunda de la fosa iliaca y que se dirigen de adentro hacia afuera hacia la cresta iliaca sin venir á ponerse en relación di- 119 recta con la pared abdominal. Tal vez la vía paraperitoneal sería también buena para cuando se trata de obrar enucleando los ganglios que están situados al nivel de la bifurcación de la iliaca primitiva. Para estos casos es una operación muy fácil que necesita poco traumatismo y que permite abrir ampliamente al absceso con todas las probabilidades de éxito. A esta operación que consiste en incisar la pared abdomi- nal arriba del pubis ó arriba del arco de Falopio y caminando después en el tejido celular sub-peritoneal levantando el pe- ritoneo, se le ha llamado laparotomía sub-peritoneal muy im- propiamente. En todo caso hay una nota que hacer desfavo- rable á esta vía y consiste en que es cierto eme al rededor de los abscesos pélvicos el tejido celular sub-peritoneal es más ó menos infiltrado, más ó menos engruesado: el peritoneo por esto llega á ser más ó menos adherente y en ciertos casos se le desgarra más fácilmente que desprenderle. La laparotomía es muy útil; pero ella parece indicada en los casos dé abscesos que no pueden alcanzarse directamente, que no pueden ser fácilmente abiertos por la vía sub-peritoneal y que son bastante voluminosos ó bastante favorablemente co- locados para poderlos suturar fácilmente á la pared abdomi- nal: en efecto, el objeto que se propone uno siempre es sutu- rar la pared de los abscesos á los labios de la incisión abdomi- nal para canalizarlos. Técnica de la laparotomía abdominal. Preparación de la operación. Elección del momento: En la pre- paración para la operación se debe proponer dos objetos prin- cipales: 1?, hacer desaparecer los exudados que engruesan al tejido celular sub-peritoneal; 2?, asepciar al útero: estas dos cosas tienen una importancia considerable, pues el engruesa- miento de los ligamentos anchos puede embarazar considera- blemente la operación, porque hace difícil la movilización del tumor su pediculización: puede tener un inconveniente más 120 grave: la ligadura hecha en tejidos atascados de linfa está ex- puesta á ser insuficiente y á deslizar cuando estos tejidos se vacíen. Se puede evitar en parte estos inconvenientes por un tratamiento adecuado: reposo en el lecho, grandes duchas va- ginales calientes y los tapones de glicerina común ó solidifica- da. Asepciar el útero es no menos importante, porque si en el curso de la operación hay que ligar la trompa cerca del útero, si éste no estuviera desinfectado, una infección sería posible consecutivamente, haciéndose por el canal de comunicación, obliterado ó no al parecer, aunque por lo demás en el ma- yor número de casos esta asepcia ya habrá sido obtenida aun antes que la salpingotomía sea decidida, si se intentó primero curar la salpingitis por el tratamiento intra-uterino. Para operar se tiene costumbre de escoger el momento que sigue á la terminación de las reglas cuando éstas han quedado regulares; esta elección sin duda que es sin perjuicio de hacer otra que bien puede recaer en cualquier momento. Asepcia exterior rigurosa. Operación especial para salpingotomías. La incisión hecha en la línea blanca ó á los lados debe ser bastante grande para po- der obrar con facilidad, es decir, mayor que la extensión nece- saria para que puedan caber dos dedos, pues que hay muchos más inconvenientes en obrar á ciegas que en aumentarle á la incisión algunos centímetros. Aquí como en toda laparotomía debe caminarse durante la incisión enteramente á seco, con rigurosa hemostasia hecha con pinzas ó con el termo-cauterio y sin olvidar que el avance debe hacerse previo discernimiento de la capa que acaba de incidirse, pues sólo de este modo se puede tener seguridad de llegar con buen éxito al peritoneo para seccionarlo debidamente. Para hacer esto se confecciona pri- mero un pequeño ojal en la serosa sirviéndose de las pinzas y de las tijeras ó del bisturí; hecho este ojal es obvio decir cómo se termina la sección peritoneal. Abierto el peritoneo, según las reglas ordinarias, se encuen- tra casi siempre al epiplón adherido frecuentemente á la peí- 121 vis y si estas adherencias se hacen á órganos que no han de quitarse como la vejiga, el recto, etc., es necesario empeñarse en desprenderlas; pero si se hacen á la trompa quística y pu- rulenta y si son sólidas, es más prudente no tratar de despe- garlas sino limitarse á seccionar al epiplón entre dos ligaduras un poco arriba de los puntos adherentes. Levantado el epiplón y guiándose por los síntomas anterior- mente demostrados se procede á buscar las trompas: si son movibles y sin ninguna adherencia, la operación se ha acabado en un instante; pero si es voluminosa y adherente ¿es necesa- rio ó no vaciarla antes de comenzar el trabajo de movilización? El Dr. Delbet opina por la punción previa. Las adherencias al intestino, útero, vejiga y peritoneo parietal, por muchas y só- lidas que sean es fácil destruirlas ó seccionarlas entre dos liga- duras; pero es el caso que en las salpingitis las adherencias son extremadamente cortas, lo cual constituye la gran dificultad de la salpingeotomía; además extraordinariamente irregulares. Entre todas, las del apéndice vermiforme merecen una men- ción especial porque son también casi especiales á las salpin- gitis y así las hay que se hacen al rededor del apéndice vermi- forme y le estrangulan hasta romperle, resultando de esto una peritonitis mortal; otras hay que necesitan la canalización del peritoneo ó la resección, previa ligadura, eme es lo mejor que hay que hacer cuando las adherencias son difíciles de romper- se. Después de la ligadura y resección hay que tocar la muco- sa del apéndice con el termo-cauterio, y si todo él estuviese alterado sería más prudente suturarle. Si al desprender las adherencias hay ruptura del intestino, inútil es decir que hay que suturarlo. Si hay adherencias invencibles con el peritoneo parietal, háganse las resecciones de éste seguidas de la sutura de los bordes de la solución de continuidad: esta sutura es in- dispensable. "Cuando hay fuertes adherencias con la cara posterior del ligamento ancho y que por esto no se puede llegar á pedicu- lizar el tumor, entonces se puede pasar un hilo en la base de 122 los ligamentos anchos y quitar á ciegas tocio lo que esté arriba del hilo. "Movilizado el tumor es necesario pediculizarle: los tumores salpingo-ováricos tienen dos pedículos, uno externo ó útero- ovárico y el otro interno ó uterino. El externo es generalmen- te fácil de formar y ligar: el hilo liga solamente al ligamento ovaro-pélvico que comprende á la arteria con las venas útero- ováricas y á la parte externa del ligamento ancho: puede uno sin embargo estar obligado á pediculizar muy cerca de los va- sos iliacos, en cuyo caso es necesario tener mucho cuidado pa- ra no herirlos. No es así el pedículo interno que presenta fre- cuentemente dificultades considerables, pues este pedículo de- be comprender la trompa, la anastomosis de la arteria uterina con la arteria útero-ovárica y la porción interna del ligamento ancho: antes de ligar al pedículo se le toma entre una pinza, maniobra que puede ser peligrosa, pues algunas veces la trom- pa se rompe bajo la pinza y entonces el pus se difunde en el peritoneo. En todo caso, todas las veces que se toma al pedí- culo en una pinza es necesario tener cuidado dé anudar al hi- lo abajo de la pinza de manera de resecar la parte que fué comprendida en ella, pues si se pusiese el hilo arriba de la pin- za, la pared tubaria contundida podría romperse y esta ruptu- ra que es algunas veces producida por el hilo, puede bastar para determinar una peritonitis mortal. Es necesario en tanto como sea posible acercar el pedículo interno al cuerno del úte- ro para poder quitar toda la trompa, pues es peligroso dejar un muñón, supuesto que parece probado que este muñón pue- de llegar á enfermarse por su cuenta. "Formado el pedículo es necesario ligarlo: puede suceder que la ligadura, si quedó muy cerca del útero, determine una des- garradura del tejido uterino, y la muerte por hemorragia: si sucediere esa desgarradura en el curso de la operación sería necesario y debido hacer la sutura respectiva. "Cuando el pedículo es muy ancho y muy corto, la ligadura presenta dificultades considerables y algunas veces invencibles 123 de tal suerte, que en un caso hubo necesidad de poner pinzas en lugar de hilo: esta práctica, á falta ele otra, sin duda que es buena. Para evitar el deslizamiento del hilo en la ligadura, lo que es un accidente grave, es necesario que uno de sus hilos á lo menos pase al través del pedículo y se encuentre así fija- do por los mismos tejidos: esta es condición indispensable y hay varios procedimientos para realizarla, todos buenos, con la particularidad de que sean bien aplicados. La condición ca- pital de ellos consiste en apretar bien los hilos ya puestos, an- tes de hacer el nudo definitivo, y aun hay quien sobre esta li- gadura tenga el hábito de colocar otra puramente circular, pe- ro es claro que si el primer nudo es bien hecho este segundo es inútil. "Ligado el pedículo no queda más que desprender al tumor por el bisturí, las tijeras ó el termo-cauterio: este último tiene el inconveniente de obrar con lentitud; pero cualquiera que sea el procedimiento ele sección que se emplee es necesario tener la precaución de proteger completamente al intestino con esponjas ó con gasa aséptica, de tal modo, que no debe verse más que el tumor reposando sobre un lecho de esponjas ó de gasa, porque la sección de la trompa que se hace en el pedícu- lo interno puede dar un poco de pus por no estar completa- mente obliterada la porción interna de esta misma trompa. Hecha la sección es necesario asepciar al pedículo y ya sabe- mos por qué: pueden emplearse soluciones fuertes de subli- mado ó de ácido fénico, pero en todo caso es necesario aña- dir á la práctica de tocar con esponjas impregnadas con tales soluciones, la otra de tocar cuando menos una vez al pedículo con el termo-cauterio." Hecho esto se sigue uno con el aseo del peritoneo y la ce- rradura del abdomen para dar por terminada la intervención. Por lo que respecta á las suturas, tiende á predominar el uso de las suturas en pisos desechando á la que se hacía en masa para la pared abdominal. Los accidentes de la salpingeotomía son primitivos y secun- 124 darios: los primitivos ó inmediatos son hemorragias y ruptu- ras: para las hemorragias procedentes de los gruesos vasos, ligadura ó taponamiento, y para las capilares procedentes de las destrucciones de adherencias se puede disponer de la com- presión, lavados calientes, líquidos antihemostáticos, fierro ro- jo y taponamiento. La compresión por esponjas dejadas pocos minutos y el termo-cauterio son los dos medios hemostáticos por excelencia y sólo cuando fracasen hay que ocurrir á los otros que no son tan buenos, pues el agua de vinagre es me- diocre y la solución de percloruro puede ser perjudicial. En ciertos casos, como hemostático, se ha ocurrido á la sutura en surjet cuando los tejidos en que se hace son bastante resis- tentes. Las rupturas requieren manipulaciones simples casi siempre eficaces como la sutura para la del recto ó vejiga, ó el lavado y canalización para las de la trompa. Expongamos ahora el tratamiento de los accidentes secun- darios. Después de la laparotomía, sobre todo de las laparotomías graves, hoy es de regla ni hacer vendajes fuertemente compre- sivos con el objeto de evitar las adherencias, ni dar opio por temor de producir la septicemia intestino-peritoneal y sí dar al contraaio laxantes suaves desde el segundo ó tercer día en los casos ordinarios y desde el momento en que aparecen los accidentes en los extraordinarios: purgantes salinos primero, después naftol. Si lo que sobreviene es más grave como una peritonitis aguda, entonces se necesita hacer una nueva la- parotomía y asepciar al peritoneo lavándolo con agua hervi- da ó un líquido antiséptico y desprendiendo las falsas mem- branas. Las hemorragias internas de cualquier origen que sean re- quieren el uso de medios enérgicos como es de la laparotomi- zación. Cuando sobrevienen accidentes intestinales de estrangula- ción ó seudo-estrangulación, después de una laparotomía, hay 125 que volver á abrir el vientre, y como las adherencias perifo- néales tienen una influencia de primer orden para producir á los estrangulamientos verdaderos, para evitarlas se recomien- da: 1?, tratar con los miramientos posibles al peritoneo; 2?, no emplear soluciones antisépticas irritantes y cáusticas, y 3?, pue- de ser bueno lavar al peritoneo con la solución de sal al uno por mil. Aseo del peritoneo. Lavaelo: El aseo del peritoneo es nece- sario en toda salpingotomía: puede hacerse ó con esponjas puramente ó con agua aséptica (hervida), ó con agua ligera- mente antiséptica (solución débil de sublimado): el lavado es una complicación considerable y que aumenta la duración de las laparotomías; pero es necesario cuando al momento de la operación existe un ligero grado de peritonitis no purulenta desarrollada por propagación, cuando en el curso de la opera- ción se ha roto la trompa y que su contenido séptico se ha de- rramado en el abdomen en medio de las asas intestinales, qui- tando primero con esponjas la parte que se pueda; cuando la liberación de las adherencias es acompañada de hemorragia grave, cuando la operación ha sido de larga duración, y en una palabra, todas las veces que se teme un choque operato- rio, en la inteligencia que en caso de ruptura y derrame sép- tico debe hacerse inmediatamente que se haga este último an- tes de continuar en los demás detalles de la operación y lo mismo debe hacerse si en el curso de ésta hay inminencia de choque, pues empíricamente se ha demostrado la utilidad del lavado para disminuir el choque operatorio. Por último, cuan- do el peritoneo está infectado, sea que se opere en plena peri- tonitis purulenta, sea que en caso de salpingitis tuberculosa se encuentren granulaciones en la serosa, el lavado es necesario; pero también es necesario que sea antiséptico con biyoduro de mercurio al veinte mil ó sublimado al cinco mil, pues á más que á esta dosis no son irritantes para el epitelio. Para evitar intoxicaciones al usar estos líquidos es necesario hacer prece- der el lavado con líquido antiséptico de otro de diez minutos 126 de duración con agua salada al siete por mil y hacerle seguir de un tercer lavado con la misma solución para desembarazar al peritoneo del exceso de substancia tóxica. La canalización del peritoneo tiene muchos y positivos in- convenientes, pero en cambio tiene, aunque raras, positivas in- dicaciones y así las adherencias múltiples y extensas no le re- claman, bastando para ellas como basta el simple lavado. Al contrario es útil cuando hay hemorragia capilar, en cuyo caso se hará también la canalización capilar de Mikulicz; en el caso de ruptura de la trompa durante la operación puede también ser útil alguna vez, pues para la generalidad de estos casos basta el lavado; en el caso de persistencia de tejidos morbosos . es indispensable lo mismo que en el caso de peritonitis puru- lenta. La canalización se hará siempre por la pared abdominal abandonándose por completo la vía vaginal. Puede ser de dos modos, ó por tubos ó capilar: los tubos pueden ser de caou- chouc, de vidrio ó de metal, simples ó de doble corriente; pero en todo caso prefiéranse los tubos rígidos y no perforados late- ralmente cuando se adopte la canalización por tubos. La cana- lización capilar es superior á la anterior: puede ser de dos mo- dos, ó poniendo mechas de algodón ó de gasa en un tubo de vidrio que puede ser también de caouchouc ó de metal, ó po- niendo la gasa aséptica directamente en el vientre, empleando un procedimiento cualquiera para poderla sacar fácilmente co- mo es el pequeño saco de Mikulicz ó las tiras regularmente plegadas de otros cirujanos. El primer modo de canalizar ó sea el de los tubos es útil como para una peritonitis purulenta, y el segundo como para cuando hubo tejidos alterados que se de- jaron en su primitivo lugar. Las irrigaciones por el tubo de canalización sólo pueden ha- cerse cuando sobreviene peritonitis purulenta. El momento en que es necesario quitar al tubo es siempre difícil de discernir; pero es necesario esforzarse por quitarle lo más pronto posible para evitar la formación de adherencias: 127 generalmente se guía uno para encogerle ó suprimirle por la cantidad y naturaleza del líquido que se escurre por él. Cuan- do se le quita al cabo de 24 ó 48 horas se le puede quitar de una sola vez; pero cuando ha habido necesidad de dejarle más largo tiempo es necesario tomar más precauciones, y para evi- tar peligros no se puede prescindir de achicar progresivamente al tubo aTites de suprimirle por completo. Hemos terminado de extractar la parte relativa al tratamien- to que el Dr. Pedro Delbet consagra á una parte de las supu- raciones pélvicas, y como habrán visto nuestros lectores, la téc- nica que expusimos para los procedimientos operatorios su- pone conocida á la laparotomía clásica. Más tarde la daremos á conocer nosotros con todos sus detalles: por ahora basta con las peculiaridades que quedaron anotadas relativas al asunto que nos ocupa actualmente. Abscesos ¡álficos espontáneamente abiertos. La abertura espon- tánea en lugar de ser una garantía de buena terminación es al contrario casi siempre una peripecia más que hace necesaria una intervención más eficaz. Para el tratamiento se les divide en dos grupos: 1?, los que se abren en los lugares de elección de la incisión quirúrgica: vagina, pared abdominal, etc., y 2?, los que se abren en las visceras por donde no deben hacerse incisiones: vejiga, intestino, etc. Los abscesos espontáneamente abiertos en la vagina ó en una su- perficie cutánea deben ser tredados como si no fuesen abiertos. Si se demuestra por el examen que el absceso hubiera sido felizmen- te tratado por la incisión hecha en el lugar en que se sitúa la abertura espontánea, basta entonces agrandar esa abertura y hacer una buena canalización; pero si el absceso tiene divertí- culos lejanos y se trata de una de esas vastas colecciones que antes de su abertura espontánea no hubieran sido felizmente tratadas por una sola incisión, entonces naturalmente no bas- ta agrandar el orificio. Además de todo esto, es necesario tra- tar de destruir la parte interna de la bolsa por la raspa, la cau- terización ó la electrólisis, sobre todo cuando la mucosa no 128 está destruida ó la bolsa es muy rígida para poder afrontar es- pontáneamente sus paredes. Los abscesos espontáneamente abiertos en la vejiga son abs- cesos agravados; además la evacuación del pus por la vejiga ó el recto no es una verdadera abertura y tarde ó temprano hay necesidad de incisar al absceso y en todo caso hay tales peli- gros en aguardar, peligro de cistitis, peligro aún más grave de la ureteritis y de la pielitis ascendente, que sin duda es prefe- rible no aguardar mucho. Si la abertura de la vejiga se cica- triza espontáneamente se puede entonces intentar la extirpa- ción por la laparotomía; pero si no hay tal cicatrización más vale en muchísimos casos canalizar y asepciar al absceso. Pue- den seguirse dos vías para lograr estos fines, ó por la pared ab- dominal ó por la vagina cuando no se puede obrar directamen- te por la vejiga sobre el absceso. "La vía vesical se puede utilizar de tres modos diferentes: dilatación de la uretra, talla vaginal y talla hipogástrica. Con la dilatación puede uno proponerse dos objetos: 1?, obtener el escurrimiento permanente de la orina y del pus, y 2? obrar so- bre el absceso para rasparle y canalizarle. La dilatación pura es un mal recurso, y si uno está decidido á emplearlo es nece- sario no hacer más que una dilatación moderada á fin de no exponer á los enfermos á la incontinencia de orina. Mal recur- so también es el de canalizar y raspar al absceso por la vejiga, previa dilatación. Mala es la talla vaginal y óptima y segura la talla hipogástrica, la que no tiene más reproche que se le pue- da hacer, que es una operación ya seria y que para la raspa de la cavidad del absceso necesita el agrandamiento del orificio que precisamente se trata de cerrar. El autor desecha entera- mente á la vía vesical y acepta por completo la incisión hecha por la vagina ó por el abdomen, diciendo: todas las veces que un absceso espontáneamente abierto en la vejiga se puede al- canzar directamente sea por la vagina, sea por el abdomen, por allí es por donde debe incisársele. Si un absceso abierto en la vejiga no puede alcanzarse direc- 129 tamente, se puede intentar, pero sin mucha confianza, la dila- tación de la uretra, y si ésta fracasa ocúrrase á la laparotomía, y no se tome un partido definitivo más que después de haber demostrado de visu el estado de las cosas. Si hay pocas adhe- rencias, si la pared vesical es poco alterada, se puede intentar la extirpación seguida de sutura de la vejiga ó de sutura del orificio vesical á la pared del abdomen. Si el tumor no es ex- tirpable, sea porque hay muchas adherencias, sea porque se trata de un flegmón, dos casos pueden presentarse: si el tumor es grueso, lo mejor es incisarlo y suturarlo á la pared; si el tu- mor es muy pequeño para poderlo conducir al contacto de la pared, entonces es preferible suturar la vejiga á la pared ab- dominal é incisar en seguida, es decir, se haría una talla hipo- gástrica en dos tiempos. Hay una excepción á estas reglas: si el pus ha infectado la vejiga, si existe una cistitis intensa es ne- cesario hacer desde luego la talla hipogástrica para cuidar in- mediatamente á la cistitis y al absceso. Abscesos espontáneamente abiertos en el intestino. La interven- ción variará según que la expulsión del pus es continua, inter- mitente ó de reincidencias lejanas y en todo caso en estas aberturas, que muy frecuentemente son graves, es necesario vigilar mucho á los enfermos si no quiere exponerse uno á creer en una curación que no existe: cuando el escurrimiento parece haber cesado es necesario aguardar muchos días y no proclamar al enfermo curado sino cuando el tacto permite de- mostrar claramente que el tumor no se reforma. "Cuando una salpingitis se ha abierto en él intestino y que el tumor se reproduce después de la cesación del escurrimien- to del pus, si al cabo de quince días pasados sin nuevo escu- rrimiento, no se siente, por el tacto rectal, algún punto delga- do ó levantado, yo creo que se está autorizado para emprender la laparotomía: descubierto el tumor se le incisa y se le vacía: se examina su cara interna tanto como es. posible y si se en- cuentra cicatrizado el sitio de la perforación es prudente no intentar la decorticación en ese punto, pues que es preferible Terapéutica.—9 130 dejar esta parte de la bolsa destruyendo su cara interna, sea por la raspa, sea por la cauterización al fierro rojo ó por el cloruro de zinc. Se quita el resto y en previsión de todo acci- dente es prudente taponar con gasa yodoformada la región de la antigua perforación en donde se deja una parte de la bolsa. Si la perforación del recto se produjese en el curso de la ope- ración es necesario intentar la sutura, que aunque en malas condiciones por efectuarse en tejidos alterados, puede sin em- bargo dar buen resultado: sería prudente aun taponar con ga- sa yodoformada la región de la sutura, pues gracias á la pro- ducción rápida de adherencias, si la sutura fracasara, el perito- neo podría ser preservado de las materias fecales. Se formaría una simple fístula estercoral, tal vez, aun capaz de curar es- pontáneamente. "En estas condiciones lo que justificaría la tentativa de ex- tirpación es la posibilidad muy real de encontrar á la fístula rectal obliterada; pero cuando la salpingitis está en plena co- municación con el recto es muy atrevido intentar la extirpa- ción, pues que es seguramente abrir al recto en un punto in- flamado, alterado, quebradizo y en donde la sutura corre riesgo de fracasar. Sin duda el taponamiento con la gasa podría bas- tar para determinar adherencias rápidas y hacer á la fístula extraperitoneal; pero á pesar de todo no deja de ser un proce- dimiento de necesidad, que por lo mismo está muy lejos de ser procedimiento de elección. En consecuencia, cuando una salpingitis está en comunicación con el recto, yo creo que no debe intentarse la extirpación de aquella, porque entra en la clase de tumores no extirpables que quedan por estudiar. "¿Cuándo debe intervenirse? Es necesario no aguardar que los enfermos hayan llegado á ser inoperables y los abscesos incurables. Es el estado general y el estado local los que de- ben decidir al cirujano, pues si los accidentes sépticos amena- zan la existencia, si el absceso no se vacía más que por rebo- zamiento, si continúa en hacer progresos á pesar de la abertu- ra espontánea, es necesario apresurarse, y al contrario si hay 131 « poca fiebre, si cada evacuación contiene pus, si el absceso se vacía, bien; los peligros son menores y las probabilidades de curación más considerables: es permitido temporizar enton- ces. "Se puede tratar á los abscesos espontáneamente abiertos en el recto por la vía rectal ó por cualquiera otra vía: la pri- mera es preconizada por muchos, pero en verdad tanto es ma- la que debe desechársela siempre; al contrario, cuando un abs- ceso se ha abierto en el recto y puede ser alcanzado por otra vía, es necesario incisar en ella como si no se hubiese abierto y así se les puede incisar por la vagina ó por la pared abdomi- nal sin temor de fístula pío-estercoral. Pero no es siempre fá- cil penetrar en una bolsa que se vacía y por consecuencia que no está tensa. Cuando la abertura en el recto es accesible se facilita mucho la incisión vaginal introduciendo en el absceso un estilete, una sonda, un trocar encorvado que se empuja y hace salir del lado de la vagina. Si se trata de un flegmón que ha invadido al abdomen, es necesario incisar directamente por la pared y aun hacer la canalización abdómino-vaginal si está indicada. En fin, si la bolsa sin estar adherente á la pared ab- dominal es bastante voluminosa para poder ser conducida á su contacto, -es necesario hacer la laparotomía y la sutura de la bolsa á la pared." Tenemos la íntima persuasión que estamos muy lejos de agotar este vastísimo asunto de las supuraciones con las líneas que les hemos consagrado, quedándonos aún el interesantísi- mo artículo de las salpingitis, de las tiflitis, de las supuraciones pleurales, de los abscesos de la coxalgía y tantos más que no ponemos aquí luego porque como esos tienen una individuali- dad y además en muchos de ellos se ve que no son el padeci- miento principal, por eso los dejamos para otro lugar en que se les estudia como una peripecia de otra evolución. Para terminar este artículo, mencionaremos las particularidades generales que dejamos sentadas en nuestra introducción, las especiales de la asepcia y antisepcia de más adelante, y por fin, « 132 la observación capital referente á que el yodoformo no tiene succedáneos, aunque el salol, el yodol y muchos más así se digan: el alcanfor fenicado, tres partes del primero por una del segundo, es igualmente de segunda categoría con respecto al yodoformo; su preparación es fácil, pues basta hacer la mezcla fénico-alcanforada, dejarla reposar por 24 horas y filtrarla des- pués. Regla general: todas las veces que se ha usado la curación al yodoformo y sus succedáneos, tan luego como aparecen las granulaciones, debe cambiarse el aposito por otra clase de cu- ración, pues que en tal caso tales agentes ya no son útiles sino perjudiciales. Se recomienda poner una solución de acetato de alúmina sobre el aposito de yodoformo como muy útil para reforzar la acción antiséptica, bien sea poniendo una compresa impregna- da en esa solución inmediatamente arriba del polvo ó pomada de yodoformo, depositado sobre la superficie supurante ó arri- ba de la primera capa de lienzo delgado que se colocó sobre la dicha superficie. Abscesos fríos: Estos abscesos se tratan bien inyectando va- rias veces en una misma sesión aceite naftolado al 10 por cien- to hasta que salga limpio, luego inyéctese aceite yodoformado al 5*ó 10 por ciento y obtúrese en seguida el agujero de salida del trocar con colodión y tela emplástica ó colodión solo; ade- más, es útil desinfectar el trayecto del trocar para evitar fístu- las. Este tratamiento es muy eficaz aun en los osifluentes tu- berculosos, y debe practicarse antes de intentarse la raspa ú otras operaciones, pero con las condiciones siguientes: hacer una sesión de inyecciones cada ocho días por las semanas y meses (hasta cuatro ó cinco meses) que sean necesarios para obtener la curación; que el yodoformo alcance y toque á la membrana piógena, siendo esta condición, sine qua non, de curación, y por último, saber tener paciencia. En general está proscrito el éter yodoformado y así sólo han 133 de hacerse inyecciones yodoformadas según queda dicho, ó yo- dadas al medio ó al tercio según la indicación. Mientras el absceso aparece y es accesible se producen en muchísimos casos dolores intensos para los cuales la exalgina, la antipirina, etc., son de poca ó ninguna utilidad. En todo caso el estado general merece la mayor considera- ción, en la inteligencia que la primacía pertenece aquí, como en muchas otras enfermedades, á la higiene y con tanta más razón cuanto que estos abscesos casi siempre son de procedencia tu- berculosa. Aborto: Este accidente, al parecer insignificante, merece to- dos los cuidados más exquisitos del médico, tanto por sus múl- tiples peripecias en el presente, como por sus consecuencias remotas. Bajo el punto de vista práctico y del tratamiento hay dos grandes divisiones que hacer en los accidentes de la evolución de un aborto: el conato y el aborto propiamente dicho. Cuando hay tendencia á la producción de abortos repetidos, cuando hay una irritabilidad especial, cuando no hay al pare- cer una causa determinante, se recomienda como útil el repo- so prolongado pqr semanas y meses, el opio, la ausencia de coito, etc. Cuando hay congestiones mensuales, pueden hacer- se sangrías generales de 150.00. Cuando hay muerte habitual del feto en los tres últimos meses, se provocará el aborto al- gunos días antes del supuesto en que se verifique aquella. Cú- rese también la sífilis todas las veces que esté obrando como causa, y lo mismo se hará con todas las intoxicaciones: taba- co, plomo, etc., y con todas las causas que obren como pre- disponentes y determinantes. Cuando la congestión, y sobre todo mensual, es la principal causa, entonces á las sangrías y reposo pueden añadirse los laxantes, y en todo caso ocúrrase á las lavativas laudanizadas (20 gotas) como al mejor medio, sin olvidar que son útiles auxiliares los vestidos flojos, el aire fresco y renovado, el silencio y la tranquilidad del espíritu. Primer precepto capital: mientras no haya ruptura de mem- 134 branas, ni hemorragia, ni síntomas inquietantes, es convenien- te emplear la espectación prudente y con tanta más razón se procederá así cuanto que se ha visto que aún después de la expulsión de un fragmento de caduca, se ha podido por diver- sos medios contener el aborto y prolongar la preñez por algu- nas semanas más. Téngase presente que aun con cuello suma- mente dilatado, es posible calmar la tempestad cuando el huevo procidente aún no franquea al orificio externo. Cuando hay amenaza de expulsión prematura no se opondrá el médico á que se consume, 1?, cuando el niño esté muerto; 2?, cuando haya ruptura del huevo, y 3?, cuando el encajamien- to del huevo en el canal cervical sea muy fuerte, y sobre todo, cuando ese encajamiento sea muy fuerte en el orificio externo? pero cuando se dude de la muerte del niño, se obrará como si estuviere vivo, y se obrará también como si el huevo estuvie- re intacto cuando haya duda sobre su integridad, sobre todo si el niño está vivo; por lo demás, ya sabemos á qué atenernos respecto de la procidencia del huevo. Como succedáneq del láudano se ha recomendado dar 100 gotas en 24 horas, de tintura de viburnum prunifolium, pero es indiscutible que el láudano le es superior. Si por razones del caso el médico ha resuelto no impedir el aborto, si no hay accidentes, hágase expectación prudente con rigurosa antisepcia, pues es de observación que la expulsión del huevo puede verificarse después de muchas horas y aun de algunos días. Durante la expulsión no se estire la parte del huevo que se encaja en el cuello, especialmente cuando el hue- vo es pequeño como de tres meses, y jamás se dé cuernecillo de centeno cuando hay hemorragia, antes de la completa va- cuidad de la matriz. La hemorragia se combatirá por otros medios, que son, co- menzando por los más simples, una solución muy caliente de l litro de agua común en que se pone una cucharadita de sal de cocina, de cuya solución se usarán tres cucharaditas cada 5 minutos; el láudano és aún aquí eficaz, el taponamiento vagi- 135 nal lo es mucho más, pues por regla general al quitarlo á las 6 ó 12 horas, que es su máximum de duración, se viene con él la caduca después de haber hecho el servicio de producir la hemostasia: se le confecciona con gasa iodoformada ó algodón cardado. Si este tapón fracasa, como sucede algunas veces en las multíparas, entonces se puede ocurrir al tapón cervical con el colpeurynter, que aunque no es tan bueno como el otro, pue- de sin embargo prestar positivos servicios. Y por fin, si todo ha fracasado, como sucede algunas veces en los abortos del tercer mes, cuando las membranas son chi- cas y muy adherentes, entonces queda como recurso supremo la raspa uterina. Antes de describirla, señalaremos un caso po- sible, el de un médico que no se atreva ó no pueda hacerla: en tal emergencia, no queda más recurso que el taponamiento cuando hay hemorragia y las inyecciones intra-uterinas anti- sépticas repetidas, cuando sobreviene septicemia, sin olvidar que estos recursos están muy lejos de valer lo que vale la ras- pa uterina. La raspa uterina debe hacerse con la antisepcia más riguro- sa, antes, durante y después de la operación: para la antisepcia preoperatoria de la región vaginal, se recomiendan las inyec- ciones calientes de sublimado al milésimo ó al dos mil, las de ácido fénico, y calientes, al milésimo también dan buen resul- tado; unas y otras, usadas cuando menos dos días antes de la operación. En el caso del aborto, que es lo que nos ocupa, y cuando hay necesidad de hacer la raspa, estas inyecciones ca- si siempre ya están hechas, porque están prescritas durante un aborto común, no sólo por sus agentes antisépticos, sino tam- bién por su calor, que es hoy por hoy el mejor de los hemos- táticos. Completa á la antisepcia vaginal preoperatoria la colo- cación de un tapón de gasa iodoformada por igual número de días. El Dr. Terrillon purga á sus enfermas la víspera de la ope- ración, con el objeto de que la circulación uterina se haga en condiciones más favorables. 136 Es una operación que no necesita la anestesia general por- que es poco dolorosa; pero hay quien la recomienda para este caso para la comodidad del operador. Hay, pues, opiniones so- bre este particular, de suerte que el cirujano tiene amplia li- bertad de optar según la indicación. Lo mismo decimos de la dilatación previa del cuello por la laminaria: casos hay en que el cuello ya está dilatado espontáneamente y casos en que no lo está: satisfágase, pues, la indicación; El Dr. Hegar adopta la posición lateral para la enferma y el Dr. Terrillon la postura dorsosacra: se introduce el espejo en la vagina, se toma el cuello con una pinza de Miseux ó de Braun y se le atrae á la vulva; se levanta entonces la pinza en ángu- lo recto mantenida por la mano de un ayudante que toma un punto de apoyo sobre el pubis, pudiendo la misma mano fijar también al mismo tiempo la cánula de irrigación continua, con cuya irrigación el cuello uterino atraído á la vulva es bañado durante toda la operación (que no pasa de tres á cinco minu- tos) por una solución antiséptica que le aisla, por decirlo así, del aire exterior. Se introduce entonces la cuchara hasta el fondo del órgano, obrando con prudencia á fin de evitar toda contusión ó desgarradura de las paredes; se raspan sucesiva- mente las dos caras, después los bordes, los ángulos y el fon- do de la cavidad, procediendo siempre del fondo del útero ha- cia el cuello: se sacará muchas veces al instrumento para des- embarazarlo de las fungosidades que contiene, mojándole en solución antiséptica (fénica por ejemplo). Pero no hay que ol- vidar que la casi totalidad de las fungosidades queda en la matriz, siendo por esto indispensable quitar todos estos detri- tus, no solamente para evitar todo fenómeno de descomposi- ción pútrida, sino también para permitir que los cáusticos que se van á emplear obren directamente, y así, además de la son- da de doble corriente se podrá emplear para este uso tallos de fierro envueltos en algodón ó el simple escobillón. Se procederá luego á la cauterización de la mucosa: el ácido fénico al trein- ta, al cuarenta; la tintura de iodo; el cloruro de zinc al décimo, 137 etc., dan buenos resultados: estas substancias se llevan hasta la mucosa con un estilete abotonado provisto de algodón ó con una jeringa de guta-perca de Braun: en fin, hay que apresu- rarse á lavar de nuevo la cavidad uterina para quitar el exce- so de cáustico que se haya quedado: después de esto, las pa- redes vienen rápidamente sobre sí mismas y permiten por esto algunas veces difícilmente la introducción de esta sonda. Se quitan entonces las pinzas fijadoras y después de un último la- vado de la vagina, se coloca un tapón de gasa iodoformada en el fondo de ésta para quitarlo tres días después y reponerlo luego con otro semejante, después de practicar una inyección tibia de sublimado al cuatro mil. Si después de la raspa sucediere el caso excepcional de que vinieran hemorragias profusas, se colocará con ventaja un ta- pón de gasa iodoformada en el interior del útero. Las cucharillas que se emplean para esta operación, son de dos tipos: cortantes ó de bordes romos; pero las más emplea- das son la de Récamier, la cucharilla fenestrada de Hégar y la cucharilla de doble hélice del Dr. Terrillon: la elección de la va- riedad de cucharilla será según el estado de la mucosa y aun si ésta es muy blanda, se podría uno limitar á emplear tallos de madera envueltos en algodón. El escobillón que se prefiere es el de Doleris, porque él no maltrata mucho á la mucosa. Para terminar esto de la raspa diremos, que basta indicarlo para evitar el accidente posible de la perforación de la matriz, durante la operación, producida por maniobras un poco bru- tales ó imprudentes. Volviendo á nuestro asunto del aborto, indicaremos como nota final que consumado él por la naturaleza ó por el arte, el médico debe tratarlo en los días que siguen como se trata á toda parida, sin olvidar que la mayor parte de los padecimien- tos de las mujeres tienen por origen un aborto mal cuidado y juzgado como cosa de poca importancia; ahora bien, él nunca lo es, sino al contrario, una cosa muy grave. 138 Muchos y muy peritos parteros acusan al cuernecillo de cen- teno como el principal productor de esas metritis tenaces que se observan en la práctica: será ó no así, nosotros nos limita- mos á decir que el cuernecillo es para las hemorragias, y por tanto, que no habiendo hemorragia, no hay necesidad de em- plearle, como lo hacen muchos, empleándole como preventivo de una hemorragia. Su empleo como preventivo es un abuso, y un abuso de fatales consecuencias. El método higiénico y alimenticio que sistemáticamente se emplea en la casa de Maternidad de la capital de la República, siempre con buen éxito, es el siguiente: La enferma, en los casos normales en que no hubo interven- ción de ningún género, permanece aislada en su celda y rigu- rosamente acostada por ocho días, al fin de los cuales, y si el estado de la matriz lo permite, pasa al departamento de con- valecencia, que es común para muchas enfermas: estando allí se le prescribe un baño del duodécimo al decimocuarto día pa- ra que pueda salir luego ó al finalizar la primera quincena que sigue al parto. Desde el mismo día del parto se hacen inyecciones vaginales bis por tres días, y después solamente una vez al día hasta el octavo: las inyecciones intrauterinas se reservan para los casos graves ó de intervención, en la inteligencia que el antiséptico ordinario es allí el licor de van Swieten, mezclado al agua se- gún indicación. Finalizado el parto se pone á la enferma un vendaje abdo- minal, sobre todo cuando hay hemorragia ó temor de que so- brevenga. Los dos primeros días se da por alimento leche cada 3 ho- ras; al tercero, cuarto de ración, que consiste en leche, caldo, sopa ligera y un pedazo de pan; al quinto, media ración, que consiste en lo anterior, más carne ó pollo y una mayor canti- dad de pan; y por fin, al séptimo día, se le da ración entera, que en el fondo es una alimentación común á todos los enfer- mos hospitalizados: se suprime la leche como alimento predo- 139 minante para poder introducir á la paciente á la vida ordi- naria. Tal es el método implantado por el sabio director el Dr. D. Juan María Rodríguez. Nada hay que quitarle ni ponerle para la práctica hospitalaria, pero para la práctica civil nos permiti- mos recomendar esta otra: si no tenéis seguridad, en un caso común, de que las inyecciones antisépticas han de hacerse con la escrupulosidad con que deben ser, entonces es mejor, ó que las haga el médico, ó que no se prescriban. Los profanos no saben los intereses que se juegan y así os pueden compro- meter muy seriamente cuando menos lo penséis. Acnea rosácea: Varios medicamentos se emplean, cada cual con éxitos en su favor. El que hemos usado con éxito rápido es el siguiente: lavar por la noche con jabón común ó bien con jabón de potasa, lo cual es bastante de por sí para obtener á la larga la curación; después de enjugada la parte, se pone con un pincel la mixtu- ra de flor de azufre 10.00, alcohol alcanforado 40.00: al vola- tilizarse el alcohol queda una fina capa de azufre en polvo: en lugar de esta mixtura otros usan la de azufre, glicerina y agua de rosas ó el barniz de ictiol del Dr. Unna, que se dice es un específico para las personas de piel irritable: ictiol ó sulfoictio- lato de amonio 40.00, almidón 40.00, solución de albúmina 1 ó 1J, agua 20.00: se humedece el almidón uniformemente con el agua, después se tritura el alcohol con la agua almidonada, y al fin se añade la albúmina: para quitar este barniz basta hu- medecerle con agua. Como tópico, en lugar de los anteriores, se pueden usar las lociones de licor de van Swieten, puro, hechas una vez todos los días, ó bien la sal de Boutigny (combinación de proto ybi7 ioduro de mercurio) 0.75, manteca 60.00, debiendo darse á la vez pildoras, al interior, de la misma sal, conteniendo cada una 0.01. El tratamiento por la sal de Boutigny es un tratamiento incendiario, porque la sustitución es enérgica y así no se em- pleará sino con prudencia, previo anuncio al enfermo y en ca- 140 sos de extrema rebeldía. Para estos últimos casos se puede emplear la punción de los troncos venosos dilatados, hacién- dose esta operación dos ó tres veces por semana: las pequeñas heridas se cubrirán con algodón cardado y humedecido. Se recomiendan las lociones con jabón de ictiol, y se pros- cribe en todo caso el uso del agua caliente. Se ensalza como de felices resultados: las lociones de la cara, mañana y tarde, con solución bórica al 1 por ciento, en agua de rosas y perfu- mada, para todas las rubicundeces de la cara; la pomada hecha con la nolina 10.00, manteca benzoinada 20.00, agua destilada 24.00, ictiol 6.00, y por fin la pomada de zinc y azufre confec- cionada así: pomada de zinc 20.00, polvo de óxido de zinc 5.00, azufre 2.00. Inútil es decir que el ictiol se usa ad intus 0.50, en pildoras ó solución, cuando se usa al exterior. Evítense las profesiones, usos y costumbres que calienten la cara y la expongan á los agentes irritantes. Proscríbase al al- cohol y arréglense las vías digestivas. Cuando se use el azufre evítese que el polvo caiga en los ojos. Acneas: Para la varioliforme es muy útil el subcarbonato de potasa con vehículo de manteca; el cold-cream, compuesto de esperma 60.00, cera blanca 30.00, aceite de almendras dul- ces 215.00, agua de rosas 60.00, tintura de benjuí 15.00, esen- cia de rosas diez gotas; ó bien esta otra: lanolina 10.00, man- teca benzoinada 20.00, agua de cal 30.00, y por fin, el glicero- lado de bismuto, que es óptimo, ó el barniz de ictiol del Dr. Unna, ya mencionado en la rosácea, ó los lavados jabonosos con los jabones resorcino salicilado, resorcino-salicílico-sulfu- rado, cuyas fórmulas se encontrarán en el eczema seborreico, y por fin la basorina. Véase eczema. El barniz de ictiol ó el bórax con benjuí y agua de rosas es propio para cualquiera que sea la forma del acnea puntata, in- durata, etc., bórax 4.00, agua de rosas 6.00, tintura de benjuí 15.00; póngase de esta mezcla una cucharada en el agua del tocador, lávese la cara por la tarde y déjese secar. Higiene. 141 Ademitis simples ó específicas, pero no tuberculosas: Dos gru- pos, el de Jas agudas y el de las crónicas; las primeras se tra- tan por los antiflogísticos: sanguijuelas, cataplasmas, fomenta- ciones de alcohol alcanforado, etc.; las segundas con pinceladas de tintura de iodo-iodurado con glicerina, cuando son exterio- res y de naturaleza escrofulosa, con fricciones bis de pomada de óxido negro de cobre al 4:30.00, ó con pomada de ioduro de cadmio 1.00 por 8.00 de manteca, y por fin, con aplicaciones jabonosas de jabón iodado. Véase soriáceas. — Para las cróni- cas exteriores ó interiores, hay necesidad de un tratamiento general adecuado según la causa productora; y como estas ade- nitis casi siempre son escrofulosas de origen, por eso se reco- mienda y es eficaz en ellas el aceite de bacalao usado al inte- rior, las preparaciones de nogal como específicas y los iodados como de acción cierta, especialmente el ioduro de amonio. Cuando las adenitis crónicas han supurado, entonces se re- comienda el uso del iodoformo en polvo ó en pomada, como antiséptico-cicatrizante y anestésico. De iguales propiedades se quiere hacer gozar al iodol, alegándose que ni tiene mal olor, ni es tóxico en alto grado, pero la experimentación le coloca á pesar de eso en segundo lugar. La adenopatía tráqueo-brónquica que sobreviene por la bron- quitis, sarampión, tos ferina, etc., hace necesario que se eviten los enfriamientos, y cuando los niños son estrumosos, que los preceptos higiénicos se apliquen con mucho más rigor. Exis- tente la adenopatía, habrá que aplicar los calmantes, resoluti- vos y revulsivos, los alcalinos y los arsenicales, alternándose de quince en quince días con leche de burra. Se empleará la tintura de belladona y el alcoholado de raíz de acónito, de 5 á 10 gotas bis, ó más de éste, según la violencia de los accesos de tos, y por la tarde se les puede dar jarabe diacodión, codei- na ó cloral. Cada ocho días se suspenderá el medicamento ac- tual para dar quinina, bromuro de potasio ó 5 ó 6 gotas de tin- tura de digital, según la indicación dominante, para volver á administrar el acónito ó la belladona. Los iodados y arsénica- 142 les se darán á las horas de las comidas, alternando cada quin- ce días el ioduro de fierro con el licor de Fowler. En invierno se dará el aceite de hígado de bacalao solo ó asociado al vino. Como en todo tratamiento largo suspéndase éste de vez en cuan- do por ocho ó quince días, durante los cuales se podrá admi- nistrar un purgante. Si el elemento catarral es bastante mar- cado, ocúrrase á la terpina, 0.50, en dos veces al día, ó á el agua de brea, en una palabra, á los balsámicos. Póngase casi constantemente tintura de iodo entre los ho- móplatos, en la inteligencia que siempre que se use ésta, aso- cíesele glicerina y póngase por lo común caliente, pues así se refuerzan sus efectos y se impide, un resfrío. No hay que olvidar al interior las preparaciones iodadas, ar- senicales y sulfurosas, según la indicación. Como uno de los efectos de la adenopatía tráqueo-brónqui- ca es el enfisema, remitimos al lector para más detalles á la parte en que tratamos del enfisema pulmonar. Adenopatía tuberculosa: Su tratamiento higiénico y farmacéu- tico casi está íntimamente ligado con el de la tuberculosis en general, y especialmente con el de la tuberculosis pulmonar. Cuando las adenitis son superficiales lo mejor es la enuclea- ción completa, pues cuando se limita uno á la raspa y á tratar débilmente esta enfermedad, entonces la supuración se pro- longa, y se mantiene al enfermo al borde del peligro. El Dr. Lanelongue ha proclamado como lo mejor las inyec- ciones de 2 ó 3 gotas cuatro ó cinco veces en una sola sesión, alrededor del ganglio, de solución de cloruro de zinc al uno es á diez de agua. Efecto esclerosis. Las inyecciones de naftol B alcanforado, 10.00 del primero por 20.00 del segundo, que es mixible al alcohol, á los aceites fijos y volátiles, al éter y al cloroformo: háganse inyecciones profundas cada ocho días en caso de necesidad y empleando solamente de 7 á 8 gotas de la solución naftolada. Inyecciones intraganglionares de aceite (15.00), creosotado (1.00) ó intralinfáticas de algunas gotas (1 ó 2) de tintura de 143 iodo en los linfáticos, que se dirigen al ganglio enfermo, como es el caso para los ganglios tráqueo-brónquicos. En todo caso es necesario procurar la supuración y que esta corra libremente al exterior, pues la supuración es la base del tratamiento por el masaje, las duchas calientes, la electricidad galvánica, etc. No hay que perder de vista esta noción: todo gangliotuber- culoso es un nuevo centro de infección. Óbrese, pues, con energía. Adenomas: Los de la faringe nasal necesitan la extirpación por la pinza ó con la cucharilla, haciendo después lavados an- tisépticos; recomiéndase después la quietud, á lo menos por dos días, en la inteligencia que no deben hacerse operaciones sucesivas, porque entonces pueden sobrevenir hemorragias: en todo caso se estará prevenido para hacer el taponamiento de las fosas nasales. Los demás adenomas de las otras regiones, perteneciendo á la categoría de los tumores benignos, se tratarán según el ca- so; pero es necesario advertir que los hay, y que se convierten en graves por las hemorragias á que dan lugar, como son los del intestino ó de la vejiga. Los de esta última categoría nece- sitan también una intervención radical. Adherencias pleurales: Véase pleuresía. Aelinamia: Cuando á la adinamia se añade el fenómeno de la taquicardia ó la simple aceleración de las pulsaciones car- diacas, entonces es muy útil dar la quinina, 0.30 cada tres ho- ras como tónico cardiaco, y que por lo mismo disminuye el número de los movimientos de aquel. Se hará uso de este re- medio cada vez que el pulso esté arriba de 120: los efectos len- tos y tardíos en aparecer son permanentes. Las infusiones ca- lientes de café son muy útiles, cualquiera que sea el origen de la adinamia, y recurso soberano son las inyecciones subcutá- neas de éter sulfúrico, por la rapidez con que se desarrollan los efectos excitantes. No hay adinamia sino «dinamias, y en consecuencia el tra- 144 tamiento variará según la causa, la forma y el período en que se halla. Hay adinamias agudísimas y otras que son entera- mente crónicas, y como no es el tiempo quien les da fisonomía sino la causa que las produce, hay que empeñarse en buscar y atacar con vigor á esta última, si se quiere tener éxito. No hay que olvidar las pequeñas dosis de alcohol al inte- rior, bajo la forma de vinos generosos, y las inyecciones sub- cutáneas de aceite alcanforado. Útilísima es la práctica del recalentamiento artificial de los pacientes, por el calor de otra persona, por botellas de agua caliente, por algodón cardado; indispensable es el aseo de las varias partes del cuerpo, y especialmente de la región ano-ge- nital, tan frecuentemente sucia y ensuciada en estas personas; rigurosa debe ser la vigilancia de las partes comprimidas para evitar las escaras del decúbito, teniendo cuidado de poner al- godón en estas partes; en fin, la alimentación substancial y re- paradora y la observancia de los preceptos más rudimentarios de la higiene, componen el fondo de la conducta que debe se- guirse: aire, luz, calor y una oposición constante á los efectos hipostáticos de la enfermedad. Adiposis cardiaca: Degeneración grasosa del corazón. El tra- tamiento está íntimamente ligado con la causa general de que depende; pero en todo caso se puede decir que lo mejor que hay que hacer es la ioduración reforzada en sus efectos por los de la estricnina para oponerse á todo trance al colapsus del corazón. Como la muerte súbita es muy común en esta enfer- medad, hay que oponerse átodo ejercicio que aumente el tra- bajo del corazón, hay que no dar medicamentos que como el cloral, son de efectos funestos; en fin, hay que ayudar en su tarea á esta viscera, haciendo desaparecer los edemas por la administración de los diuréticos, como leche en régimen exclu- sivo, lactosis y glicosis, y todos los tónicos cardiacos y los diu- réticos específicos. En la dieta láctea que hay que imponer, es necesario dar descremada la leche. 145 Cuando se den los ioduros es preciso que esté abierta la puerta de la exoneración renal, y cuando haya necesidad de un hipnagogo hay que dar la preferencia al opio. En las bronquitis frecuentes que sobrevienen en esta enfer- medad acompañadas de fuerte dispnea, se pueden hacer inha- laciones de ioduro de etylo. Toda dosis de cloral será vigilada rigurosamente. Aereopiesismo negativo: Como el mal de las montañas no só- lo es una asfixia sino también una intoxicación por la acumu- lación del ácido carbónico, á quien se añaden los efectos del cansancio, y como el mal de los areonautas es una asfixia pu- ra, hay necesidad de obrar en la terapéutica según sea el caso. En consecuencia, y como profilaxia para lo primero, hay que subir á las montañas con la cabeza baja para disminuir el ori- ficio laríngeo, respirar con la boca cerrada, chupar algún cuer- po inerte que dé saliva para impedir que se resequen las vías respiratorias: se tendrá cuidado de respirar profundamente cuanto lo permita el enfriamiento, de ingerir alimentos frecuen- temente, con regularidad y poco abundantes, como pan, que- so, carnes, huevos, vino, etc., y no andar luego que se acabe de comer. Mientras se sube, se proscribe el aguardiente, la le- che, el agua nevada, y en caso que haya necesidad de tomar agua, se beberá poca. El cola, los cafeicos en general, y á más no poder la cafeína, no sólo previenen la aparición de los ac- cidentes del mal de las montañas y la fatiga muscular, sino que hasta le curan. Declarados los accidentes, hay que acostar á los pacientes, pues el reposo horizontal es óptimo. De iguales buenos resul- tados son las inhalaciones de oxígeno. Contra los accidentes- de los areonautas, lo mejor que hay que hacer después de acostar al enfermo son las inhalaciones de oxígeno, y al efecto se llevará siempre consigo una regular provisión. Como en la producción de estos últimos accidentes tienen mucha parte los fenómenos mecánicos cuando hay una ascensión brusca, resultando la descompresión también brus- Terapéutica.T-10 146 ca, es prudente, ó moderar desde el principio ese modo de as- censión, ó determinar la vuelta á tierra lo más rápidamente que sea posible. Afecciones uterinas: Es término que corre en la literatura, y aunque sinceramente lamentamos esta generalización, no po- demos menos que darle cabida en esta obrita, toda vez que en nuestros apuntes hay algunos medicamentos propuestos para tales dolencias; pero es necesario no desorientarse ni en teo- ría ni en clínica, pues que sólo hay metritis, fibromas, salpin- gitis, etc., y se comprende que siendo así, cada caso tiene in- dicaciones y cada indicación un grupo de medicamentos para satisfacerlas. En todo caso, lo que vamos á mencionar no es contra la enfermedad, sino contra el síntoma, y esto ya es bas- tante cosa para que esta parte tenga en sí muy poca impor- tancia. Sabido es que las afecciones uterinas dan margen á una mul- titud de accidentes que, ya directos, ya reflejos, molestan de todos modos á las pacientes, y también es sabido con cuánta tenacidad resisten éstos á los medicamentos cuando se les tra- ta equivocadamente, como si fueran la enfermedad principal. No es de nuestra incumbencia hacer un trabajo de semeiótica, y así nos limitaremos á exponer sólo aquellos medicamentos que de algún modo puedan ser útiles aquí. El estreñimiento es un accidente muy frecuente y en algu- nas ocasiones hace el todo de la causal; combátasele, pues, con los medios que proponemos en el párrafo Constipación habi-« tual, pero no se olvide que en la generalidad de casos es un efecto de causas mecánicas, como las desviaciones uterinas, los fibromas, etc., y que en consecuencia no desaparecerá en es- tos casos, hágase lo que se haga, si no se hace desaparecer la causa radicalmente. Lo mismo decimos de los desórdenes de la micción. Cuando al dolor se añade el estreñimiento, se tienen buenos resultados de la asociación del extracto de canabis indica y del de belladona, tomada la mezcla al interior y por partes igua- 147 les: se obtienen con ella la sedación del dolor y los efectos laxantes. La asociación de extracto de belladona y podofilino es laxante. De la glicerina todos recomiendan las propiedades exosmó- ticas, pues se dice que así se tienen los efectos de una sangría blanca que desinfarta los tejidos, facilita la circulación y alivia el padecimiento: se le recomienda sólida ó líquida por el recto ó la vagina, y hasta hay una confección especial para ponerse en ó cerca del cuello que recibe el nombre de pericoles hechos con glicerina solidificada: para supositorios se emplean 2.00 y para lavativas 4.00. La anemia y alteración digestivas no se curan con fierro ni con amargos, sino con la curación de la enfermedad genital; sin embargo, uno y otros pueden ser útiles. Cuando por el hecho del padecimiento sobreviene la peripe- cia rara del agotamiento de las fuerzas, entonces se recomien- dan las inyecciones subcutáneas de alcanfor al décimo en aceite de oliva, y todos los medios recomendados en el artículo Adi- namia. El Dr. Oliva recomienda en su obra los baños termales de Salatitán, de Cuincho ó del Peñón; pero se entiende que estos son recursos de convalecencia. Terminaremos esta breve exposición sentando este precep- to de capital importancia: en las afecciones uterinas, cualquie- ra que sea su sitio y naturaleza, no hagáis nada con un fin cu- rativo, si antes no tenéis un diagnóstico hecho tan claro como la luz. Afonía: Es la expresión de muchísimos padecimientos, pe- ro lo más común es que sea causada por una laringitis aguda ó crónica: se tratará, pues, la enfermedad causal; pero si es ca- tarral, advertiremos que se cura bien con los balsámicos cuan- do se dan fuera del estado agudo. Hay una afonía que se produce en las personas histéricas, y que no se cura con balsámicos sino con la gimnasia respirato- ria. Hé aquí el modo de tratamiento propuesto por el Dr. Ga- 148 reí: 1? Se hacen primero respiraciones lentas, profundas, si- lenciosas. 2? Se hacen después inspiraciones siempre silenciosas y expiraciones sonoras muy prolongadas en un tono sumamen- te bajo. 3? Emisión de vocales en un tono tan bajo como sea posible, y siempre durante la expiración. 4? Después de las vocales los monosílabos, y después las palabras deletreando. La voz enucoide y la afonía histérica desaparecen á los diez minutos de ejercicio; pero el punto más delicado en la última, es obtener una expiración sonora, franca y en un tono muy ba- jo: salvada esta dificultad, el éxito es seguro. Por lo demás, hay afonías irremediables, como son todas las que se producen por lesiones orgánicas de la laringe, y en es- tos casos no es ya la afonía la que preocupa ó debe preocupar, sino la enfermedad principal. Agalactia: Entre nosotros parece una cosa hecha que el ca- pomo es el rey délos galactogogos, dado su extracto en grajeas ó en pildoras 1.00 y aun en mayor cantidad hasta efecto, pues bien sabida es su inocencia, toda vez que en la costa la come el ganado como pasto; sin embargo, he visto auna persona bene- ficiada por el capomo, que se queja desde hace más de un año de alteraciones digestivas, y ella dice que no hay otra causa pa- ra su padecimiento más que la ingestión que hizo de la subs- tancia galactógena. En Europa continúan usando el extracto de galega officinalis de 1 á 4.00 por día, ó la infusión de 50.00 de planta por 1,000.00 de agua hirviente, pues se dice que au- menta la leche en una proporción de 35 á 50 por ciento, sin que la parte acuosa sea la más influenciada. Allá continúan re- comendando también el hinojo (fceniculum vulgare), el anís y los carminativos estomáquicos, todas las veces que la agalactia es por dispepsia, gastralgia ó atonía intestinal, pues se cree que son galactogogos porque obran corrigiendo los desórdenes gas- tro-intestinales que impiden el libre funcionamiento de las glán- dulas mamarias. La cerveza, en este sentido, es muy útil. Se ha recomendado la faradización como muy buena para conseguir el fin que nos proponemos aquí: polo negativo deba- 149 jo del ceno, y el positivo se pasea por la glándula: duración de la sesión, 5 minutos. Otros quieren que se usen los polos en sentido contrario, y otros, por fin, que no se use más que el negativo, y lo que nosotros sacamos en conclusión de tanta pro- puesta es que se debe obrar como lo hacen los empíricos en electroterapia, es decir, que si la electricidad es útil para au- mentar la leche, cualquier polo puede llevarnos al fin que de- seamos. La creta, el fosfato de cal ó la magnesia ordinariamente, se asocian á los carminativos, y lo ya dicho hace comprender que razón hay para hacerlo así. Por fin, para no ir contra el objeto, es necesario abstenerse del uso ad intus et extra de las preparaciones alcanforadas, cu- yo efecto regular es la diminución ó supresión de la secreción láctea. No se olviden los recursos higiénicos. A lo menos hasta principios de este año se ha dudado de los galactogogos específicos en el viejo Continente, como se dudó antes de conocerse el jaborandi de los diaforéticos específicos ó verdaderos, pues allá se cree aún que los galactogogos son los diaforéticos, y que éstos son lo primero por ser lo segundo; pero hoy que ingresa el capomo á la terapéutica corriente, tie- ne que cambiarse de opinión, y en todo caso no se comprende ni la razón ni la práctica de los europeos dando diaforéticos como galactogogos y proclamando á aquellos en otra parte co- mo agalácticos, produciendo sus efectos por derivación cutánea. Las ideas y las prácticas tienen que cambiar radicalmente con esta innovación, pues que ni el mal efecto colateral gastro-in- testinal que señalamos arriba, es bastante contrapeso para im- pedir que se muestren los efectos específicos del medica- mento. Aglutinación del cuello de la matriz: Cuando por consecuencia de padecimientos del cuello se ha obliterado éste, después de la concepción hay necesidad de hacer durante el trabajo del parto incisiones profundas y grandes, pues que si se hacen chi- cas, se corre el peligro de que se produzcan grandes desgarra- 150 duras; pero en todo caso hay que cerciorarse primero si no existe aunque sea un conducto insignificante, pues se ha visto que el parto ha podido concluirse felizmente y sin intervención cuando parecía que no había ningún conducto y que se hacían indispensables dos ó más incisiones: la causa de tan feliz resul- tado ha sido en estos casos la persistencia de un pequeño ca- nal imperceptible. Cuando hay obliteración por anomalía de conformación ó por padecimientos especiales antes de la concepción, y se re- tienen las reglas, entonces hay que hacer la puneión por la va- gina, la canalización, y en una palabra, crear un cuello artificial que en todo caso es muy difícil mantener permeable. Si hay que hacer incisiones porque el trabajo del parto se anunció y ya está éste muy avanzado, es necesario retardar mecánicamente la expulsión, porque si no el parto se consuma luego encajándose la cabeza al través de la vía abierta, y es muy inminente así una desgarradura á pesar de las incisiones. Véa- se rigidez del cuello. Ahogados: Es el tratamiento que vamos á exponer un capí- tulo de la asfixia en general y por esto conviene para estos ca- sos la medicación de la asfixia causada por el ácido carbónico; pero es de capital importancia que cualesquiera que sean los recursos que se empleen, sea con fe y constancia, porque se ha visto volver á la vida después del uso perseverante de los medios adecuados á personas que permanecieron bajo el agua un cuarto de hora, media hora y aun muchas horas seguidas: inmediatamente que se saque ala persona á tierra, rómpansele los vestidos con las manos ó córtense con tijeras, cúbrasele su cuerpo con ropa de lana previamente calentada y no poniendo sino solamente una camisa larga ó ropas que no estorben; co- lóquesele en decúbito dorsal, un poco vueltos sobre el lado de- recho; limpíesele la boca y la nariz, lo mismo que la garganta, de las mucosidades que contengan; inclínesele un poco y un instante la cabeza para que corran espontáneamente las muco- sidades de la tráquea, teniendo cuidado de no tomar jamás al 151 ahogado por los pies; se le harán aspirar olores fuertes; se le calentará lenta y progresivamente con ladrillos calientes, con botellas llenas de agua caliente, planchas envueltas en lienzo, sacos con ceniza caliente; las fricciones hechas con franela ca- liente ó impregnada de linimento amoniacal dan el mismo re- sultado, lo mismo que las hechas con líquidos alcohólicos ó etéreos; hágase compresión manual metódica de pecho y bajo vientre para facilitar la entrada del aire; á la vez puede y debe hacerse insuflación de aire en la boca, ó lo que es mejor, en la tráquea. Es útil mandar poner una lavativa purgante: puede sangrarse, dar polvos estornutatorios, como tabaco, pimienta ó rapé. Se han recomendado las inyecciones de humo de ta- baco en el ano, las lavativas de tabaco (4.00 en polvo por 250.00 de agua), solas ó asociadas á la sal marina, el galvanis- mo, la electro-puntura, la urticación, la flagelación; y por fin, se ha propuesto introducirlos á un baño tibio continuo. Todos estos medios se emplearán alternativamente ó á la vez, con una perseverancia y tenacidad que indique claramente que no se ha perdido la esperanza de volver á la vida á los ahogados aun en los casos más desesperados. Sangre fría, paciencia y mucha energía. Ahorcados: Después de cortado el nudo, se hará una san- gría y se luchará como en los ahogados, todas las veces que haya aún la más remota esperanza de éxito. Véase asfixia. Alopesía: Hágase el tratamiento general indicado y téngase- le como base del éxito, y así sólo después de él se ocurrirá á la medicación tópica. Biyoduro de mercurio 2.00, manteca 8.00; tómese de esto una pequeña parte y hágase una fricción enér- gica cada ocho días, bastando sólo una ó dos de ellas para lle- gar al buen resultado, sin perjuicio del paciente. Alcohol á 80°, 80.00; alcohol alcanforado, tintura de cantáridas y gliceri- na áá, 5.00; esencia de sándalo, de Wintergreen, de rosa y de laurel noble áá, cinco gotas; clorhidrato de pilocarpina, 0.50, que es el principio activo de la fórmula: háganse lociones con esta mixtura. 152 El Dr. Oliva dice que las hojas de cuastecomate (crescenáa alata) detienen la caída del pelo y le hacen crecer, porque go- zan de propiedades astringentes. Hay alopecias incurables. Se cree que toda grasa es mala para el pelo. Albuminuria: El método curativo de toda albuminuria casi es único, á pesar de que hay muchas albuminurias, pues sólo en casos raros hay que imponer un tratamiento que en nada se parece al ordinario, como es el caso para las albuminurias palúdicas que curan perfectamente bien por el uso de las sa- les de quinina, como insuperables en sus efectos, aunque últi- mamente se propuso el sulfato de cinconidina diciéndose, ma- lamente, que es mejor que la quinina, menos irritante para el estómago y hasta más barato. No hay que hacerse ilusiones: las sales de quinina son las que deben darse en las albuminu- rias producidas por las congestiones renales de naturaleza pa- lúdica. Toda albuminuria merece una atención muy seria, pero más la merecen las de origen gravídico, pues que significan, nada menos, cuando hay la concomitancia de un embarazo, eclamp- sia futura, y en el post-partum y febril significa septicemia, sin contar con que durante el parto las hemorragias son más que probables. En consecuencia, antes y después del parto, toda albuminuria persistente ó creciente, debe despertar y activar siempre y por siempre la solicitud del médico. Afortunadamen- te, tanto peligro se evita con sólo ocho días de dieta láctea ri- gurosa, y así toda gravídica albuminúrica con medio tan sen- cillo como inocente se ve al abrigo de todas las peripecias de esta enfermedad, cuando se somete debidamente á la curación. Inútil es decir que es aplicable, además, todo el grupo de pres- cripciones que la experiencia ha sancionado en el tratamiento de la albuminuria en general. Para esta última se hace, como siempre, tratamiento causal: se combate la caquexia, la cardiopatía, la afección renal, la ca- lentura, etc., y se impone desde el primer día de curación la 153 dieta láctea rigurosa: la leche es el tratamiento de la albumi- nuria como la quinina lo es del impaludismo. En la literatura, á la vuelta de cada página, se puede hallar un medicamento antialbuminúrico; pero lo cierto de cuanto se ha dicho es que la ciencia no ha encontrado hasta ahora ningún otro medica- mento, ya no digamos que le iguale en excelencia, pero ni si- quiera que de muy lejos se le parezca: leche para los albumi- núricos y leche para la albuminuria; pero en la cura por la leche hay una gran dificultad, y se tropieza con ella á la hora que menos se piensa, y lo peor es que muchas veces la encon- tramos cuando más se necesita el tratamiento por la leche; mas desde hoy lo decimos: para todas las ocasiones, y sobre todo para los casos comprometidos, no hay que ser ni débil ni com- placiente, porque la debilidad ó la complacencia son malas con- sejeras, y así diréis á vuestro enfermo "la leche ó la muerte," no hay medio, y en caso que el enfermo no acepte el tratamien- to lácteo, es preciso no volverle á visitar más, porque obrando así salváis lo último que os queda en aquel trance, y es vues- tra reputación profesional. Por fortuna no siempre hay enfer- mos tan renuentes, y lo común es que la renuencia les venga por verdadera intolerancia del organismo para tal régimen: pa- ra estos casos queda el artificio de mezclar la leche con el agua de Vichi, con el café, el Kirsch, el agua de cal para hacerla so- portar por más tiempo, entendiéndose en todo caso que si la intolerancia viene después que el enfermo materialmente ya no puede soportar la leche, á pesar de esos artificios se renun- ciará temporalmente á obtener los efectos saludables de este recurso heroico. La prescripción de los diuréticos apenas necesita mención por la vehemencia con que se impone; los purgantes entran en la misma categoría, teniendo cuidado de variarlos para evitar la costumbre: alternativamente proscritos y recomendados según las ideas, al fin se les ha adoptado; los revulsivos en la región lumbar han sido tachados de inútiles, pero el Dr. Lucio no opi- naba así, y tan no opinaba así que hasta nos legó una fórmula 154 de emplasto revulsivo, que hemos empleado con éxito (biyo- duro de mercurio 2.00, emplasto simple 8.00) en todos los ca- sos de mal de Bright y de congestiones renales intensas. Él con- feccionó esa fórmula huyendo de los inconvenientes de las cantáridas; pero en nuestros días se ha dicho que hasta estas preparaciones mercuriales determinaban accidentes renales, y así se ha vuelto á recomendar al vejigatorio amoniacal, dicién- dose que éste da los buenos resultados que se buscan, sin nin- gún efecto colateral desagradable. Los diaforéticos son otros medios de valía que no deben ol- vidarse; en particular, la estufa seca. Con el fin de vitalizar á la piel, se recomiendan las fricciones secas, el masaje, etc., y se proscriben, en consecuencia, los baños fríos, los climas fríos, los lugares bajos y húmedos, y en una palabra, todo lo que su- prima ó disminuya las funciones cutáneas. El buen abrigo es de rigor. Hay que acordarse que toda alimentación fuertemente ani- malizada no conviene jamás á los albuminúricos, que se pros- criben los huevos, los vinos y cervezas, y por fin, que en el tra- tamiento de esta enfermedad, prima la higiene á tal grado, que lo que no dé ella no lo dan los medicamentos. El aire compri- mido en aparatos transportables es la última de las prescrip- ciones higiénicas eficaces, pues este recurso, que puede susti- tuirse entre nosotros por la permanencia en un lugar especial de la costa, indudablemente que es de buenos resultados por muchísimas razones. Como alimentación se recomienda el régimen vegetariano. Entre los medicamentos, es al ioduro de potasio, al tanino ó al cuernecillo de centeno á los que más frecuentemente se ocu- rre en las albuminurias bríghticas, á la digital y cardiotónicos en las cardiacas, y así sucesivamente. En los casos graves se ocurre á la sangría, á la depresión ute- rina por el parto provocada, y sobre todo, á la anestesia por el cloral; pero esto ya es el tratamiento de las consecuencias de la albuminuria, y así, antes de cerrar estas indicaciones, propo- 155 nemos estos preceptos de práctica: á la par que la leche, y por razón de la importancia de sus efectos, es indispensable reco- mendar á los albuminúricos el reposo tan completo como sea posible, pues todo albuminúrico que anda no sana. En caso de albuminuria no se dé de mamar al niño en el post-partum. Por el hecho de existir casi siempre en la albuminuria una obstruc- ción renal más ó menos acentuada, se requiere en la adminis- tración de los medicamentos una vigilancia extremada: el me- dicamento no se elimina como debe por la vía renal, y ved que son muchos los que se eliminan por aquí, se acumula en la eco- nomía y causa en breve tiempo los accidentes que caracterizan á la intoxicación. Alcoholismo crónico: Antes de curar los accidentes consecuen- cia del alcoholismo crónico, hay que suprimir el hábito, y si este no se suprime, el fracaso será cierto y el enfermo hasta puede empeorar. El Dr. Weir Mitchell propone su método cu- rativo de la neurastenia y la supresión lenta del alcohol; esto es bueno y racional, pero hay otros que dicen desde hace mucho tiempo que se puede no sólo curar al alcoholismo como lesión, sino aun como hábito, con el empleo de las inyecciones sub- cutáneas de nitrato de estricnina: como lesión, concedido, pero como hábito no; se han alegado casos favorables al método, pero nosotros, á pesar de la autoridad que los presenta, esta- mos muy lejos de dar crédito á tales afirmaciones. El alcoho- lismo es una enfermedad psíquica, y por eso aprobamos la cu- ra del Dr. Weir Mitchell. Justo es decir que la mayoría de los que creen en los buenos efectos de las inyecciones subcutáneas de estricnina, ocurren al expediente de dar por la boca el bro- muro de sodio ó de potasio, y sobre todo al chile, bajo todas sus formas condimentarías, diciendo que éste, por la irritación que causa en el estómago, hace desaparecer satisfaciendo la necesidad de tomar vino, gracias al desarrollo de una irritación intensa. Por lo demás, según muchos, el chile es el mejor me- dicamento de los malos efectos del alcohol, siendo por esto el • 156 medicamento del alcoholismo crónico, del delirium tremens y de lo que vulgarmente se llama cruda. Quien- quiera hacer experimentos con la estricnina (nitrato), haga inyecciones de á miligramo y hasta de á dos miligramos y medio. Liebing dijo desde hace mucho tiempo que el aceite de hí- gado de bacalao es química y fisiológicamente el que mejor ha- ce desaparecer el hábito de los alcohólicos. Todas las grasas tendrían igual propiedad, en la inteligencia que deben proscri- birse los azúcares y recomendarse la leche y lacticinios que obran favorablemente para las alteraciones gastro-hepáticas. Cuando las lesiones nerviosas causadas por el alcoholismo no son irremediables, se recomiendan las corrientes continuas usadas en los centros con mucha prudencia, pues pueden mo- dificarlas muy favorablemente. Para su modo de aplicación, véase hemorragia cerebral. Ordinariamente el alcoholismo crónico produce enfermeda- des muy graves que necesitan un tratamiento especial, y con todo, se puede decir que cualquiera que sea su consecuencia el ioduro de potasio y la estricnina ocupan el fondo de la me- dicación, imponiéndose la leche como el mejor de los ali- mentos. Cuando el alcoholismo es puro, lo que más molesta á los pa- cientes es el insomnio; pues bien, para corregirlo, se dará el cloral hiociamina y bromuro de potasio, y raras veces el opio y los opiados. Inútil es decir que se hará lo mismo cuando hay lesiones tangibles. No olvidar que el alcohólico necesita tres medicaciones: la moral* en primera línea, la higiene en segunda, y la farmacéu- tica en tercera. Alcoholismo agudo: Lo primero que hay que hacer si la per- sona aún no pierde el conocimiento, es dar un vomitivo, y si ya está en el coma, se puede usar la bomba estomacal ó se le titilará la campanilla haciéndole ingerir agua tibia; en fin, se necesita librar á la persona que atendemos, de mayor absor- 157 ción de alcohol, y por eso se evacúa al estómago. Entre noso- tros casi se puede decir que el alcoholismo agudo es una cosa sin muchas consecuencias; pero no sucede lo mismo en los paí- ses fríos, en donde las gentes beben para calentarse y sólo ob- tienen al principio un recalentamiento ilusorio que insensible- mente los lleva aun enfriamiento mortal que sobreviene durante el coma alcohólico: el frío atmosférico, la lluvia y la nieve ha- cen lo demás. Para estos casos, el tratamiento es complexo, porque es el del alcoholismo agudo, y según los casos, el de los congelados. Para la intoxicación aguda, da buen resultado esta fórmula: agua destilada, 160.00; hidrolado ó infusión de menta, 16.00; amoniaco, 12 gotas; para tomar entres veces, una cada cuarto de hora. A la vez pueden darse fuertes infusiones de té ó de café, y ocurrir en los tiempos fríos, cuando no ha* habido con- gelación, al recalentamiento artificial. Dícese que las inyeccio- nes subcutáneas de estricnina, de cinco miligramos cada una y repetidas dos ó tres veces, son excelentes para quitar la borra- chera. Esta dosis nos parece muy elevada, y por esto reco- mendamos no se pase jamás de inyecciones de á miligramo. Se recomienda lo mismo al jugo de limón ó al acetato de amo- niaco, y nosotros notaremos que si el primero es realmente bueno, es á la vez un recurso muy inocente. De acetato se pue- den dar hasta 4 ú 8 gramos con mucha agua. Pasada la embriaguez se recomienda como calmante de la sensación desagradable del estómago, al cloruro de sodio en so- lución, pues modifica muy favorablemente la superficie de la mucosa estomacal. El chile es un remedio vulgar y eficaz, aun- que nosotros no respondemos de su inocencia. Algodoncillo ó mugo: Es un hecho bien averiguado que su pa- rásito muere rápidamente en una solución alcalina, y así cual- quiera de estos es muy útil usado como colutorio; pero lo que debe preocupar no es el mugo sino el estado general que se muestra malo por el solo hecho de la aparición de la enferme- dad. Su aparición en el anciano es un signo casi cierto de muer- 158 te próxima. El ácido bórico en solución, el sublimado al uno por mil, la solución acuosa de ácido salicílico, previa solución de éste en el alcohol; las pinceladas de levadura de cerveza, siendo sus microbios antagonistas de los de mugo, y otros mu- chos medicamentos han sido propuestos y usados bajo la in- fluencia de las ideas microbianas, y sin embargo el medio más sencillo é inocente consiste en una solución acuosa de carbo- nato de sosa. Se ha proclamado específica esta fórmula: ácido bórico y bó- rax áá, 5.00: glicerina, 10.00; uso toques. Higiene de la boca: frotar bien con la solución la mucosa bucal, especialmente en las partes enfermas, hasta levantar la película blanca que se ve sobre ellas; hacer lavados frecuentes; no comer cosas duras ni irritantes tópicamente, y tonificar al estado general, sin olvidar la enfermedad principal. Hé aquí las reglas de conducta que deben seguirse. Alimentación artificial: En el curso del tratamiento de una enfermedad puede uno verse obligado por diversos motivos á suspender toda alimentación por la vía superior. ¿Qué hacer entonces? Muchos de buena fe creen contar con una infinidad de recursos para la alimentación rectal, y si nos tomamos el trabajo de echar una ojeada por la literatura, no sólo partici- paremos de la misma creencia, sino que hasta afirmaremos que la alimentación rectal es un problema resuelto felizmente por cualquier método que se adopte; pero en el fondo no es así, porque casi todas las lavativas nutritivas tienen por base de su recomendación y confección fermentos digestivos, peptonas y preparaciones peptonizadas; ahora bien, con esta etiqueta el quid pro quo es fácil, y el error pasa; en efecto, esos agentes que se dicen digestivos aunque en el principio, si lo fueron en el momento actual ya están muertos y cadaverizados, como lo dice Soulier, ya no son agentes digestivos sino substancias iner- tes: en consecuencia, no es cierto que tengamos tantos medios para hacer lavativas alimenticias, porque está fuera de duda que lo que las haría activas y eficaces es un medio enteramen- 159 te ilusorio por ser inerte. Hé aquí la única fórmula que la ex- periencia ha consagrado, y que realmente es útil; pero no se olvide que, en todo caso, la alimentación rectal jamás puede reemplazar por mucho tiempo á la alimentación por la vía gás- trica: se toman dos ó tres huevos frescos, se añade á cada uno 1.00 de sal marina, pues esta substancia es muy difusible y por lo mismo mezclada íntimamente á los huevos les hace absor- ber por la mucosa rectal; se disuelve la mezcla en un poco de agua común y se toman de ella á lo más 250.00 para inyectar- los en el recto, sirviéndose de un tubo de caoutchouc blando y largo, en conexión con un embudo. Se introduce el tubo en- grasado en el recto, lo más alto posible, después de que se arro- jó la lavativa exoneradora ordinaria; se vacía la mezcla en el embudo, se levanta éste lo más alto que se pueda y se deja obrar á la gravedad. Esta maniobra se repite enteramente la misma tres ó cuatro veces por día, y si se notare que el recto es muy excitable, se tendrá cuidado de agregar una pequeña cantidad de láudano, 10 ó 12 gotas. Se dice que inyectando en la misma vía sangre desfibrinada, y valiéndose del recurso del embudo y del tubo, se obtienen efectos excitantes y nutritivos tan demostrables como los que se obtienen con la lavativa de huevos. Se ha propuesto como succedáneo de la sal marina á la lac- tosis, por tener las mismas propiedades físicas: con una y otra, haciendo la lavativa lentamente, se tiene unajalimentación subs- tancial, no irritante para el intestino y completa y rápidamen- te absorbible. Alimentación de los estudiantes: Como esta clase de personas consumen fuertemente sus fuerzas por el trabajo intelectual, y como además están creciendo y acercándose al límite definiti- vo, es conveniente que el alimento sea de tal naturaleza, que pueda cubrir estas dos necesidades; por otra parte, no sólo es necesario que sea suficiente sino también perfectamente diges- tible y en pequeño volumen, para que no se embaracen las funciones intelectuales y queden expeditas prontamente: 200.00 160 de carne asada ó cocida por persona y por día debe ser la ra- ción como alimento principal y como el mejor que es; las subs- tancias fosfatadas como el trigo y los cereales tienen su utilidad, porque por ellas se reparan las pérdidas de fósforo que se ha- cen en el sistema nervioso; y en una palabra, se prescribirá pa- ra cada caso, valiéndose del conocimiento real del valor alimen- ticio de las substancias culinarias, el mejor método que reúna todas las ventajas apetecidas, teniendo cuidado de variarle opor- tunamente para que las funciones digestivas se conserven bien. Como con tal género de vida el ejercicio muscular es difícil de hacerse, se hace imperiosa la necesidad de que el alimento sea lo más digestible y reparador que sea posible. Se.tendrá cuidado de evitar sistemáticamente las causas que congestionen al cerebro, todas las que consuman y amengüen las fuerzas y todas las que de alguna manera, asociándose á la fatiga intelectual, puedan producir ó una indisposición ó una enfermedad. El resto de las prescripciones de vida se sintetiza en esta palabra: higiene. Alteraciones vaso-motoras: De varia naturaleza y origen ne- cesitan un tratamiento causal, como las que se producen en la elefanciacis, en la histeria y en muchas enfermedades de origen nervioso: empero, hemos visto recomendado en general al per- manganato de potasa á la dosis de 0.30, usado por mucho tiem- po en pildoras y con vehículo de arcilla ó barro, cuando por causa de las alteraciones, vaso-motoras se cianosan y enfrían las manos ó cualesquiera otras partes del cuerpo. Lo que creemos más eficaz para esto, es todo aquello que obre directamente sobre la causa y no sobre el efecto. Alteraciones funcionales del corazón: De estas decimos lo mis- mo que de las anteriores, porque las perturbaciones en el rit- mo, número y energía de las contracciones, no son más que un efecto de causas más ó menos tangibles. Cúrese, pues, la cau- sal, y si por un error de diagnóstico se trata á estas alteracio- nes como si fueran la enfermedad principal, entonces téngase por seguro el fracaso y la persistencia de las molestias que mo- 161 tivaron la consulta. Empero la digital ó el éter podrán encon- trar su aplicación después de asegurarse que se conservan bien las funciones digestivas y nerviosas, y que no son la causa de la enfermedad. Véase taquicardia y bradicardia. Amenorrea: Fuera de los casos de idiosincracia especial, no hay amenorrea esencial, y por tanto no hay amenorrea sino amenorreas. No hay medicamentos específicos para hacer que venga ó vuelva la costumbre fuera de aquellos que curan la en- fermedad, que la retardan ó la suspenden; así pues, las fórmu- las que se dicen propias para la amenorrea, tienen un valor se- cundario y no deben aceptarse como eficaces si no vienen acom- pañadas de las que curen la enfermedad principal. Su uso sólo es seguido del éxito cuando por otros medicamentos ya se ha preparado favorablemente á la economía entera ó se ha curado la enfermedad local que sostiene á este síntoma. Hé aquí los medios propuestos: Sanguijuelas en el cuello de la matriz, en la vulva ó en la ca- ra interna y superior de los muslos, debiendo ponerse muchas cuando por razón de la supresión menstrual alguna congestión intensa en órganos importantes y lejanos se ha producido. Las sanguijuelas en el cuello ó en la vulva son eficaces pero muy molestas, y pueden ser peligrosas por no poderse evitar su pe- netración hasta la matriz, mientras que las que se colocan en los muslos son tan eficaces como las otras, sin tener por su parte los inconvenientes que señalamos. El permanganato de potasa se dice emenagogo directo, á la dosis de 0.15 diariamente en pildoras, y durante muchos me- ses, comenzando á darlo quince días antes del supuesto en que debe aparecer la costumbre. Su mejor vehículo es la arcilla, balus alba. El índigo ó añil 4.00, azúcar 8.00, para una cucharadita ca- fetera ter. de esta mezcla por algunos días: se dice que sus efec- tos son bastante buenos y no sobreviene intoxicación, pues sólo se observa que la orina toma un color verdoso. Galvanum de 0.20 á 1.00 en pildoras, óptimo es. Terapéutica.—11 162 El acetato de amoniaco es un buen emenagogo directo, dán- dose por cucharaditas y hasta 30.00 por día, siempre en los días supuestos de la aparición de la costumbre. Otros le aso- cian en partes iguales con la tintura de azafrán, poniendo como correctivo á las infusiones de canela ó de menta. El ácido oxálico ha sido recomendado como muy eficaz, con la condición de no darse por más de dos días nunca y en nin- gún caso: ácido oxálico 2.00, jarabe 75.00, para cucharaditas ó cucharadas de hora en hora; ácido oxálico 1.00, agua destila- da 120.00, jarabe 30.00, para cucharadas cada cuatro horas. El castóreo ó su tintura, al elécimo, de 0.50 á 2.00; la asafé- tida, en pildoras; el aloe, de 0.30 á 2.00, solo ó mezclado con miel, se cree que es el mejor y que no le contraindican ni las afecciones pélvicas; el azafrán, solo ó asociado al juníperas sa- bina es, además de aperitivo, un excitante que puede provocar el flujo menstrual cuando la amenorrea es por atonía uterina; la sabina es excitante de 0.20 á 1.50 de polvo; el ajenjo arte- misia absinthium, ó el del país que es el estáñate, artemicia la- ciniata, según el Dr. Oliva son también aperitivos, excitantes y emenagogos. En este sentido el extracto de éstos ó el de la ar- temisia vulgaris puede servir para excipiente de pildoras. To- dos los medicamentos indicados tienen su utilidad en la ame- norrea. Las aguas del Peñón, por contener fierro, manganeso y es- tronciana, son muy útiles para acabar y consolidar la curación, lo mismo que las aguas de Cuincho, situadas cerca de Morelia. El sulfuro de carbono, dos gotas al interior en 24 horas, ha si- do recomendado; el fosfato de sosa, de 3.00 á 5.00 en leche, caldo ó agua; pero sobre todo es útilísimo el iodo en las ame- norreicas que conservan buen color en la cara. Hemos emplea- do sin éxito al apiol. El fierro, solo ó asociado al aloe ó al sulfato de quinina, es sumamente útil, especialmente para reconstituir al organismo y hasta para curar la enfermedad principal: se cree además que la asociación del fierro ó del sulfato de quinina al aloe, aumen- 163 ta las propiedades purgantes de éste. Para mayores recursos remitimos al artículo Cloro-anemia, sin olvidar que antes de la cura de la amenorrea hay una multitud de molestias que nece- sitan intervención activa. Confinando ya con la cura de la enfermedad principal, tene- mos en nuestras notas para tratar la amenorrea el recurso de la electricidad, sucediéndonos en esta vez lo que aún nos su- cederá en otras muchas, á saber: que en materia de electrici- dad tenemos que ser netamente empíricos y emplearla como tales, pues no hay lugar á otra cosa cuando oímos que unos recomiendan la electricidad estática al nivel de la región sacra allí recibida, y allí mismo descarda como igual ó superior al fierro, y que otros recomiendan la faradización, el polo negati- vo en el orificio externo del cuello y el positivo en la región lombo-sacra como más excitante que la corriente galvánica. Nosotros decimos con los empíricos: basta emplear la electri- cidad bajo cualquier forma para obtener de ella buenos efectos si realmente los tiene. Amigdalitis aguda: Anginas. El exceso de inflamación local no necesita una intervención operatoria más que cuando el hin- chamiento es suficiente para causar una dispnea ya inminente debida al edema de la glotis. Los adeno-flegmones que resul- tan como complicación especial, se curarán activamente, espe- cialmente los peri-faríngeos, látero-faríngeos y los de la cadena ganglionar externo-mastoidea. Las complicaciones genitales ovaro-testiculares, aunque graves por la atrofia futura de estos órganos, no tienen tratamiento ninguno: la única utilidad que producen es que en vista de su aparición hay que buscar á la angina en los antecedentes. Se ha recomendado el salol de uno á tres gramos diariamen- te como lo mejor, pues se dice que calma el dolor y la calen- tura: no se olvide que este medicamento tiene en su historia accidentes tóxicos aun dado á pequeña dosis. Cualquiera for- ma de angina se beneficia con él, ya sea reumatismal, folicular, parenquimatosa ó flegmonosa. 164 Está recomendada como abortiva una inyección subcutánea de aceite alcanforado al décimo, hecha desde la aparición de los primeros accidentes. En la angina eritematosa ó flegmonosa, y al principio, puede hacerse con éxito una cauterización superficial con el lápiz de nitrato de plata, y dar al interior de 6 á 10 gotas de tintura de belladona repetidas ó no. Cuando la angina gangrenosa evoluciona lentamente, enton- ces es cuando se puede esperar alguna cosa de la terapéutica, y se pueden hacer en ese caso las cauterizaciones que ya men- cionamos ó la de ácido clorhídrico humeante. Se harán á la vez gargarismos antisépticos con permanganato de potasa ó hi- poclorito de sosa, sin olvidar que es una verdadera casualidad que el enfermo sobreviva. En la angina flegmonosa son dañosos los astringentes al prin- cipio, y sí son útiles los gargarismos de substancias antisépticas ó emolientes. En esta forma, cuando el absceso se ha consti- tuido, se le abre por la incisión al bisturí ó se procederá en los enfermos muy pusilánimes á dar un vomitivo para que en los es- fuerzos que hace el paciente se rompa la colección purulenta; pero en todo caso es mejor abrirla con bisturí. Causando la angina accidentes en el oído, y aun cuando no los cause, basta la agudez para que se dé con éxito el acónito ó la aconitina ad intus et extra, pues que este medio en lini- mento tópicamente es muy útil. Pueden hacerse pinceladas de una solución de extracto de acónico. Parece incomprensible pero es lo cierto que está recomenda- do el chile ó la tintura de chile como sumamente útil. Tópica- mente, la tintura de iodo en glicerina, para toques, nos parece que asustará menos á los enfermos, quienes ordinariamente cuando ven al médico ya se han impuesto la dieta del chile. Las anginas, como todos los padecimientos flegmásicos, tie- nen dos períodos principales, el de agudez y el de terminación; pues bien, para el primero y en los casos intensos ó muy inten- sos, los antiflogísticos clásicos tienen aplicación completa, espe- 165 cialmente los gargarismos de agua caliente, la rubefacción de las extremidades, la sudación general por la pilocarpina, etd etc.; casos hay tan ligeros que no merecen la atención, y tan graves, que no tienen ningún recurso positivo: por lo demás, como hay personas particularmente predispuestas para pade- cerlas, no se dejará de la mano al tratamiento causal ó general indicado. En el período de terminación es cuando precisamen- te están indicados los astringentes, como el gargarismo de en- cino (querqus iles), los toques de percloruro, los de iodo en glicerina para partes iguales, y en fin, todo lo que pueda poner un término al proceso local: en caso de supuración, la abertu- ra es lo mejor. Durante la enfermedad, el paciente se abstendrá de cosas duras para la alimentación, y lo más general es que el enfermo no pueda pasar más que los alimentos líquidos. Por fin, hé aquí una fórmula de acónito que debe darse pa- ra tener buen resultado todas las veces que haya fiebre: alco- holado de raíz de acónito 2.00, agua 120.00, jarabe de capua- na 30.00, para que tomen por cucharaditas cada diez minutos los niños. Es un específico que se soporta bien en la infancia. Amigdalitis crónica: Hágase previamente el tratamiento del estado general, y ocúrrase después á la medicación tópica as- tringente por el percloruro de fierro, el alumbre, el encino (quer- cus ilex), ó á la medicación sustitutiva por las pinceladas de tintura de iodo asociada á la glicerina á partes iguales. Si estos medicamentos fracasan, tienen la utilidad de preparar á la an- gina para la amigdalotomía, pues que ciertamente la endurecen. Los toques de creosota tienen igual fin. La amigdalotomía es preferible que se haga con el instrumen- to de Fahnestock ó amigdalotomo, evitando seccionar á las amígdalas blandas y vasculares porque así hay mucha proba- bilidad de que se produzca una hemorragia. El tratamiento pre- vio por los astringentes y por la tintura de iodo, prolongado por tres meses y más, ya lo dijimos, da uno de dos de estos buenos resultados: ó al fin de ese plazo se tiene, con sorpresa 166 del médico, la salud, ó la amígdala se preparó convenientemen- te para la amigdalotomía. La operación todo el mundo sabe de nuevo que es inocente y sencilla, cuando se hace con la pru- dencia y pericia necesarias: no la detallaremos, y así nos limi- taremos á decir que inmediatamente después de practicada, hay que dar hielo continuamente por un día para enfriar la garganta y tener cuidado de no dar por el mismo tiempo más que alimentación líquida. Se practicará rara vez la ignipuntura porque es un método bárbaro, todavía es mejor el asa galvanocáustica. Cuando es lacunar se procede á la dicisión de la amígdala, con un gancho romo como los del estrabismo, cuando el tejido es blando; ó bien con un gancho agudo cuando el tejido es muy resistente: no se necesita anestesia por la cocaína, sino un aba- tidor de la lengua y un elevador del paladar para hacer muchas sesiones, una cada ocho días, seguida cada cual de un toque de tintura de iodo iodurada, adicionada con parle igual de gliceri- na y de gargarismos bóricos al siguiente día de la dicisión. Uti- lizando un buen alumbrado, se introduce el gancho en una cripta para sacarlo en otra ó en la substancia de la amígdala, estirando hacia uno para hacer la ruptura: en algunas ocasio- nes puede emplearse para algunas criptas el gálvano-cauterio; pero ya se dijo que la extirpación á fuego es un tratamiento bárbaro. Para obtener los buenos efectos de la dicisión, es ne- cesario saber esperar, porque es un procedimiento que necesi- ta tiempo para practicarse. Se recomienda el agua de cal segunda para gargarismos cuan- do además las encías están blandas y fungosas. Es muy útil la hidroterapia general. Anacloridria ó hipocloridria: Propiamente hablando, no es una enfermedad con individualidad propia, como no lo es nin- guna de las dispepsias: es un síntoma, y si se quiere un sindro- mo que puede aparecer en muchas circunstancias de quienes se desconoce la mayor parte. Pero hay un hecho bien averigua- do, y consiste en que en esta anomalía de la secreción gástrica 167 puede coincidir con lesiones* irreparables de la mucosa, en cu- yo caso hágase lo que se haga, todo es inútil. Si no hay esas lesiones, es de esperarse que surta bien la solución clorhídrica al 4 por mil, á la dosis de 750.00 en 24 horas, tomados en dos ó tres veces, una después de cada comida, y siempre sirvién- dose de una caña de paja para hacer la succión, con el objeto de que el ácido al pasar por la boca no altere el esmalte de los dientes. Es necesario saber que este ácido en clínica no da siem- pre buenos resultados, sin que se pueda saber por qué; pues que de cuarenta enfermos se logra el buen fin en sólo doce ca- sos. No habiendo lesiones de la mucosa, se pueden dar á la vez los amargos, la nuez vómica ó los alcalinos á débil dosis, antes de comer, pero nunca se dé la pepsina, porque es inútil y hasta dañosa: siempre hay bastante substancia pepsinógena en el estómago; lo que hace falta es el ácido clorhídrico. Algu- nos prefieren en lugar de éste al sulfonítrico, rabelizado en la proporción de 40.00 para 500.00 de agua, y para tomarse por cucharaditas después de las comidas. No hay que olvidar que algunas hipocloridias se curan y me- joran por el uso de los alcalinos, y que las que no se curan por éstos se curan perfectamente bien por los ácidos. Sobre dispep- sias, hiper é hipocloridrias, hay muchos volúmenes escritos; desgraciadamente al pasar de la teoría á la práctica se ve que cuanto se dijo en términos tan precisos, se presenta en clínica con contornos muy obscuros, y tanto que de grado ó por fuer- za hace uno á la postre una confesión tan empírica como la que acabamos de hacer. ¿Por qué se curan tan perfectamente bien las dispepsias hipoclorhídricas por el régimen suave, por los al- calinos y la agua de Vichy, por los polvos absorbentes, por los fermentos digestivos artificiales, aunque cadaverizados por los tónicos y laxantes? No lo sabemos: lo que sabemos es que para estos casos la medicación clorhídrica es muy buena cuando no hay lesiones de la mucosa que sean de la naturaleza de las irre- parables. En las hipocloridrias hay un escollo eme es necesario evitar: por la hipocloridria se desarrollan ácidos grasos y el en- 168 fermo se queja de pirosis; si en estas condiciones dais los alcali- nos, tendréis un efecto maléficamente seductor, y si perseveráis en su uso, acabaréis por caer en un círculo vicioso, porque los al- calinos favorecen la aparición de los ácidos grasos por la serie de transformaciones químicas que ya conocéis. Y sin embargo, las hipocloridrias ligeras sanan con los alcalinos. La indicación de la hipocloridria, como tal, es dar ó hacer que se produzca el ácido clorhídrico que falta: para hacer que se produzca, se recomienda hacer una lavativa de agua ligera- mente salada después de comer, pues se dice que facilita la apa- rición de jugo gástrico activo y en cantidad abundante: igual efecto tiene la corriente galvánica, y al efecto se coloca el po- lo positivo en el dorso y el negativo en el epigastrio, propinán- dose la corriente con intensidad hasta de 50 Miliamperes. La preparación de cundurango administrada después de comer, aumenta la cantidad de pepsina; lo mismo se dice de las sales de estronciana, en la inteligencia que en todo caso debe prohi- birse el uso del tabaco bajo cualquiera forma, porque éste dis- minuye la acidez gástrica. Como régimen alimenticio se ha sancionado el vegetariano, no con el rigor que lo proclamó el Dr. Cheyne, de Inglaterra, el año de 1760, sino muchísimo más mitigado. El Dr. Cheyne dice: "tomo como alimento leche, té, café, pan, mantequilla, en- saladas, queso, frutas y granos de toda especie, papas, rábanos, zanahorias; en una palabra, como todo lo que no goza de la vi- da animal, pues estos alimentos me ofrecen mucha variedad, mucho más grande que la del régimen de la carne: no bebo ni vino ni licor, pues raramente tengo sed, porque estos alimen- tos son en su mayor parte casi líquidos ó suculentos. Me en- cuentro siempre alegre y en buena salud, y mi sueño es más dulce y profundo que lo era antes, cuando me alimentaba con carne, porque con mi régimen actual soy más activo: me levan- to á las seis y me acuesto á las diez." Hé aquí una ración de vegetariano: 169 Ázoe. Carbono. 500.00 de pan de munición contienen.......... 6.00 150.00 500.00 de lentejas, garbanzos Ó frijoles......... 14.74 214.00 500.00 de leche....................................... 3.30 40.00 30.00 de queso de Gruyere....................... 1.65 13.00 1530.00 total de ración, contienen................ 25.69 417.00 Es necesario evitar en este régimen vegetariano que se den los granos feculentos con su envoltura, y en consecuencia se les recomendará bajo la forma de purés, pudiendo confeccio- narse éstos además con zanahorias, rábanos ó nabos. (Dujardin Beaumetz. Boletín de terapéut., tomo 119). La reforma alimenticia propone estas comidas: puré de len- tejas, sopa primaveral, mantequilla, raíces, aceitunas, huevos tibios, brotes de espárrago, macarrones, garbanzos, crema de vainilla, panal amigdalino, queso suizo, compota de papas, con- fitura de fresas, dátiles, naranjas, barquillos, vinos tintos (!), pan. O este otro: harina de avena para confecciones culinarias, papas, habas, lechuga, arroz, pasteles, crema de azahar, com- pota de pina, confitura de grosellas, fresas, naranjas, bizcochos de frambuesa. Según el Dr. Coutaret se proscribirán los baños fríos, los lu- gares húmedos y fríos, el frío del vientre, y se recomendaría el masaje abdominal y el uso de una larga pechera de franela. El tratamiento de la enfermedad principal es indispensable; atiéndase la neurastenia, suprímanse las causas morales, evíte- se la sobrecarga del estómago, y podría permitirse hasta cierto punto el uso de los alcohólicos, toda vez que el efecto final de éstos es la producción de jugo gástrico muy ácido, abundante y activo; se entiende que se hará tal uso del alcohol cuando la hipocloridria no sea de origen alcohólico. En la Gaceta de los hospitales del 4 de Octubre de 1890, el Dr. Mathieu hace decir al Dr. Hayem que se den las aguas minerales excitantes, las cloro-sódicas mixtas, el kéfir por su alcohol y por su ácido lác- tico, comprendiéndose que debe respetarse á una mucosa muy enferma, cuyas glándulas lo más común es que estén profun- 170 damente alteradas, de suerte que en las hipopexias fuertes más vale atenerse al régimen alimenticio suave. Cuando hay fer- mentaciones secundarias, háganse lavados del estómago con lí- quidos antisépticos: clorato de sosa al diez por mil, ácido sali- cílico al uno por mil y el bórico al treinta. El lavado es un buen recurso. Al lado del régimen vegetariano se ha propuesto el régimen lácteo exclusivo, como lo mejor que puede haber en materia de alimentación para el caso. Anafrodisia ó impotencia sexual: Los afrodisiacos son cere- brales, medulares, glandulares y copuladores, según el origen de la anafrodisia: en consecuencia, vista así la impotencia sexual, parece la cosa más clara, y realmente lo es, aunque bajo el punto de vista de la Terapéutica se palpen muchísimas dificul- tades prácticas. Todos hemos visto el gran movimiento que en la ciencia ha producido el líquido testicular propuesto por el Dr. Brown Sequard, y todos sabemos que en las ilusiones de la humanidad se agita perpetuamente el deseo de una juventud interminable. Este deseo sencillamente es una utopía. Noso- tros hemos suprimido en nuestros apuntes las aplicaciones de las inyecciones regeneradoras, porque nos ha parecido que ellas no constituyen un medio serio ni eficaz en la práctica: según las últimas investigaciones, ellas tendrían por principio activo al fosfato de espermina, que es el mismo que se encuentra en el almizcle, castóreo y en los cristales de los azmáticos llamados de Leyden. Si se juzga por analogía primero, y luego por los resulta- dos prácticos, vendremos en conocimiento que los efectos de las inyecciones de Brown Sequard son los que corresponden á los excitantes ligeros, y sobre todo á los antiespasmódicos, y en con- secuencia que ellas no aumentan en nada el fondo de las fuerzas de la vida, y que al contrario, las gastan mediante un derroche momentáneo, viniendo á la postre á producir el hábito, á nece- sitar dosis crecientes, y en una palabra, á ser inútiles. Todo el mundo sabe su modo de preparación que esencialmente con- siste en macerar los fragmentos glandulares en glicerina; en tri- 171 turar, agregar agua en dos ó tres veces su volumen, y por fin, en filtrar la mezcla bajo la asepcia más rigurosa: el líquido re- sultante sirve para hacer las inyecciones. Si alguien quiere repetir los experimentos, que lo haga: en la anafrodisia tendrá un campo extenso para sus investigaciones. Se ha recomendado el almizcle, de 0.50 á 1.00 diariamente; su modo de obrar ya dijimos cual es. En igual caso se halla el castóreo, la mirra y la vainilla. Más radical y activo nos pare- ce el uso de la estricnina ó de la nuez vómica, lo mismo que el de los baños hidro-eléctricos, remitiendo al lector al capítu- lo de las enfermedades nerviosas, en donde encontrará el mo- dus fasciendi de estos últimos. El azafrán es de recomendación vulgar, y aún más lo es el fósforo usado ad intus et extra con las precauciones indispen- sables para la administración de esta substancia. El fosfato de sosa, como tónico y reconstituyente, especialmente de la san- gre y de la substancia nerviosa. El Dr. Oliva recomienda el uso del ioduro de potasio, como perteneciendo á la cuarta clase, ó sea á los copuladores, y en verdad que positivamente causa erecciones enérgicas y frecuen- tes en muchos casos; pero por lo que respecta á nosotros, no podríamos decir si constantemente las produce en todos los ca- sos en que se administra, con tanta más razón cuanto que lo hemos visto en otra parte recomendado como muy propio para combatir el priapismo. La damiana turnera, afrodisiaca ó aphrodisiaca, ha sido po- pularizada entre nosotros por el Sr. D. Lázaro Pérez. No cabe duda que es excelente tónico gastro-intestinal, por cuyo moti- vo aumenta la absorción y la asimilación de los alimentos que con su uso han sido mejor digeridos, gracias á la mayor exha- lación de los jugos digestivos. El ámbar, la marihuana, el datura y la equitación, han sido aprobados por unos y rechazados por otros, ó bien sólo acep- tados para la mujer, especialmente la equitación. El opio á dé- bil dosis se dice da muy buenos resultados. 172 Como vehículo para las preparaciones, se puede emplear el gengibre (úngiber offlcinale) ó la vainilla (vanillaefructus), pues se dice que son excitantes especiales: de la última pueden dar- se 0.50 ó más. En el régimen alimenticio se recomienda vivamente al chile, á la dosis de 0.50, 1.00 y más, cuando no hay contraindicación especial. Entre las anafrodisias hay una que es de origen glandular, como lo es la producida por el varicocele y ensanchamiento ó laxitud con amplificación del escroto: para este caso se ha pro- puesto la resección escrotal, con cuyo medio se cura el varico- cele y la impotencia. Esto nos hace saber que en un caso dado antes de prescribir afrodisiacos, debemos examinar seriamente el aparato genital. Aunque esta resección no es un procedimien- to ó expediente siempre eficaz, vamos á dar su manual opera- torio para que ejecutada entre nosotros, sepamos si debe ad- mitirse ó desecharse, como lo quieren algunos. El Dr. norte-americano Wiley Broome, la practica quitando cosa de tres pulgadas de escroto con el clamp de Fernando King, llevando el instrumento bastante arriba para que sea gran- de la resección, y que una vez hecha la cicatrización, el testícu- lo se apoye sobre un piso sólido: se colocará el clamp bajo la línea según la cual se quiera amputar; se reúnen los labios de la incisión cutánea por hilos de seda, comprendiendo al dartos; además, se pasan hilos de catgut al través de cada uno de los agujeritos que se hallan á lo largo del borde del clamp, y se deja este último hasta la completa cicatrización. Se puede hacer con el bisturí la resección simple del escro- to, y con esto basta, respetándose así las wias y vasos impor- tantes. La impotencia de los ginecomastas es incurable; la de los hombres de gabinete y que se entregan á trabajos intelectua- les, requiere la imposición de un hábito opuesto. En fin, no pasaremos revista á todas las causas y á todos los medicamentos, porque seríamos verdaderamente inútiles en 173 esta tarea para nuestros lectores, teniendo la convicción como la tenemos de que satisfecha la indicación con el medio más adecuado, se ha hecho todo lo que se tiene que hacer. Anasarca: Cuatro métodos pueden ponerse en vigor para ha- cerle desaparecer: el diaforético, el diurético, el catártico y el mecánico; pero en todo caso hay dos grandes divisiones que hacer bajo el punto de vista práctico: la división de los anasar- cas renales y la de los anasarcas cardiacos. En todo caso es el estado del riñon el que rige y preside á la administración de los medicamentos, porque si él está obstruido, se contraindican la mayor parte de los medicamentos, porque su eliminación es di- fícil ó imposible, y es por esto más que probable la acumula- ción con sus peripecias consiguientes. En el de origen renal es la dieta láctea la que prima por sus efectos, y no menos es útil en los de origen cardiaco ú otro cualquiera; es, pues, un medi- camento de capital importancia. Se comenzará siempre con le- che ordinaria, y luego que llegue á repugnar, y sobre todo en los casos en que no hay mucha necesidad de reparar, se le da- rá descremada, pues que así es más soportable y menos in- digesta: se tendrá cuidado de darla desde el principio á dosis refracta, 30 ó 50.00 por vez, pasada á pequeños tragos muy len- tamente, repitiéndose cada cuarto de hora ó cada media hora, sola ó asociada al agua de Vichy, de cal, ó solución clorhídrica al dos por mil y en la proporción de 3 :4, dada esta última po- co tiempo después; en la inteligencia que la leche en todo caso debe darse á la temperatura del cuerpo, sin que aquella haya hervido previamente, ó lo que es mejor, se dará al placer del enfermo. Como corroborante diurético medicamentoso del grupo de los condimentos, se puede dar la cebolla ó el ajo, que son muy eficaces cuando la dieta láctea pura y exclusiva no da todo el resultado que se espera, ó el enfermo quiere alguna otra cosa que no sea la leche sola. No hay que olvidar, por otra parte, que el régimen lácteo sólo se muestra heroico cuando hay la suficiente energía para imponerlo y soportarlo. Cuando el ana- 174 sarca es ._ producido por una cardiopatía y se tiene al enfermo á dieta de leche y se le quieren corroborar á ésta sus efectos diu- réticos, entonces se puede dar la lactosis á la dosis de 100 á 200.00 por día en 2,000.00 de agua, pudiendo darse á la vez el ioduro de potasio á título de antidispneico; pero uno se guar- dará mucho de dar la lactosis en los anasarcas renales, pues en ellos no conviene por ningún título. El régimen lácteo es soberano para los anasarcas escarlati- nosos; pero no se olvidará el reposo y el abrigo, que es de tan capital importancia como el régimen alimenticio. En el anasarca de origen renal se prescribirán como muy eficaces los diaforéticos, como los baños tibios seguidos de en- voltura del cuerpo, baños de aire caliente, baños de vapor y con bastantes precauciones la digital; y en el de origen cardiaco ó pulmonar, la digital en primera línea, pues sus succedáneos no valen la pena, exceptuándose al estrofantus: el acetato de po- tasa sólo debe darse cuando no haya nefritis, es decir, cuando esté libre el riñon, pues este medicamento es irritante-glome- rular. Los catárticos sólo se darán cuando el enfermo no esté muy débil, y el mejor de ellos es el calomel. Este medicamento ha sido propuesto indistintamente para todo anasarca, lo cual no debe ser así, porque es un hecho fuera de duda que está contra- indicado todas las veces que hay padecimientos renales, y no sólo, aun en los casos de anasarca cardiaco, es necesario darlo con extremada prudencia, porque puede venirse una estoma- titis gangrenosa con toda su gravedad. Se le da solo ó asocia- do á la digital, 1.00 de aquel por 24 horas para tomas de 0.10 ó 0.20, y no continuándolo por más de dos días sino cuando se le use á menor dosis por 24 horas, como la de 0.60, en cuyo caso puede usarse por tres ó cuatro días seguidos. Nota: la diuresis puede retardarse hasta ocho días en apare- cer, y no debe darse el medicamento más que cuando la ca- quexia no es muy notable. En el anasarca de origen del que nos ocupa, dan buen resultado estas pildoras: scila, asafcetida 175 y polvo de digital áá, 5.00 para hacer cien pildoras y tomar has- ta cinco diariamente. La scila en polvo hasta la dosis de 0.80, que obra como la digital, sobre el corazón, es también muy bue- na, con la ventaja de que es directamente diurética, y además se le puede asociar al vino, al nitrato de potasa ó al alcoholado de jengibre. Este último, á la dosis de 100.00, asociado á igua- les dosis de scila y de tintura de digital áá 5.00, es muy útil usado en fricciones para el edema de los miembros. La poción de Chopart, en pequeña cantidad (5.00 de copaiba y propor- cionalmente toda la fórmula), es buena diurética. La scila di- gital y escamonea áá 5.00, jarabe de goma q. s. para cien pil- doras, que se tomarán de dos á doce por día, también es muy útil. Cuando el anasarca no es renal ó la orina no contiene más de 1.00 de albúmina por litro, entonces la lactosis da buen re- sultado, pues tenemos placer en repetir que en las nefropatías está contraindicada. Para su administración, véase insuficien- cia aórtica de origen arterial; pero en todo caso notaremos des- de ahora que la dosis mínima de 100.00 es difícilmente sopor- table por los pacientes. Para el mismo anasarca se da como purgante, diurético y co- lagogo la iridina, de 0.06 á 0.30 en pildoras hechas con conser- va de rosas. El método mecánico consiste en hacer incisiones cutáneas que valen más que las punciones con el trocar, aunque son mu- chísimo más peligrosas por predisponer á la erisipela. Lo que se prefiere son las punciones con aguja recta y gruesa, pene- trando hasta el tejido celular subcutáneo: se aceita el miembro en que se van á practicar, se pone debajo de él una tela ence- rada, luego se hacen 20 ó 30 punciones y se pone sobre ellas esponjas impregnadas en solución de ácido salicílico que se ex- primen á la hora de colocarlas. Hechas así, son eficaces é ino- centes; pero cuando se desdeñan las precauciones asépticas ó el enfermo tiene predisposición especial, puede aparecer á pe- sar de todo, una erupción ó una erisipela que la agravará. 176 La diuretina, que es el theobromium-natrium-salicylicum, y que contiene 50 por ciento de teobromina, es diurética, aun- que de última clase, y que no debe darse ni cuando haya gran- des alteraciones epiteliales del riñon, ni cuando haya degene- ración del corazón ó se encuentre muy fuerte la tensión arterial; en otros términos, tiene casi las mismas contraindicaciones de la cafeína sin tener todas sus ventajas, pues que ella es la ho- mologa inferior de esta última. Para más detalles, véase insu- ficiencia aórtica de origen arterial. La phytolacca acinosa, planta del Japón, ha dado buen re- sultado. Véase nefritis parenquimatosa. La cainca, kainca, chiococca rasemosa, es muy útil cuando el anasarca no es escarlatinoso ó sostenido por una causa or- gánica grave y que el estómago no se halle inflamado. Las sales de quinina en los de origen brightico dan algunas veces éxitos inesperados: lo mismo decimos de la estricnina, con tal que no esté muy obstruida la vía de eliminación. La di- gital aquí se encuentra netamente contraindicada por el hecho de la alta tensión sanguínea, de suerte que ella no obra sino cuando hay un abatimiento de la tensión arterial: ahora bien, esta no es la regla en las afecciones renales. En éstas, al con- trario, dan buen resultado las fricciones de aceite caliente se- guidas de envoltura del cuerpo con ropas de lana, pues se pro- voca así una transpiración profusa. Los mercuriales, obrando sobre el hígado, pueden en algunas ocasiones favorecer la diuresis por esta acción previa. La cues- tión es buscar la indicación. Por último, haremos notar que si en el tratamiento de este sindromo se tropieza con graves dificultades para observar el régimen lácteo exclusivo, entonces hay que ocurrir ó al régimen vegetariano que dejamos detallado en la anacloridria, ó bien al alcohol asociado á este último régimen, cuando hay necesidad de producir una diuresis rápida. El alcohol que se prefiere es el que se da en el vino blanco, pues éste obra por su potasa y glicosis, en la inteligencia que no se usará de este vino por mu- 177 cho tiempo. Y se ocurrirá á esta medicación aun cuando se ha- lle interesado el riñon. Obsérvese este precepto: en todo anasarca de origen cardia- co jamás se dé la pilocarpina porque esta tiene una acción no- civa sobre el corazón, y por lo mismo está siempre contraindi- cada en toda cardiopatía. El resto del tratamiento y de prescripciones higiénicas lo dan las enfermedades que causan al anasarca. Deshidratar los te- jidos, hé aquí la indicación; abrir las fuentes de eliminación, hé aquí el medio de satisfacerla; ahora bien, ya lo dijimos, hay cuatro métodos que pueden usarse solos ó combinados, y son, por orden de importancia, los diuréticos, los catárticos, los dia- foréticos y los mecánicos. Anemia aguda por hemorragia: El primer recurso es cohibir la hemorragia, el segundo es el reposo en el lecho y la tran- quilidad moral. Si el caso es muy grave, puede ocurrirse á la autotransfusión, que consiste en ligar los cuatro miembros pre- via expresión centrípeta y en mantenerlos levantados, y aun puede ocurrirse á colgar más ó menos la cabeza, pues habrá casos en que no baste la posición horizontal. Se ocurre gene- ralmente á los estimulantes intus et extra, á la medicación al- cohólica y etérea, á las inhalaciones aromáticas y al calenta- miento artificial délos enfermos. Es necesario suspender todo ruido. El peligro consiste en el abatimiento de la tensión sanguínea y la diminución de la irrigación nerviosa; pues bien, para le- vantar esa tensión y para facilitar la irrigación de los centros cerebro-espinales, se preconizan las inyecciones subcutáneas de agua esterilizada, adicionada de 0.75 de cloruro de sodio por 100.00 de aquella, y haciendo inyecciones hasta de 1,000.00 por vez. (Véase uremia). O la inyección intravenosa de lo mis- mo, y si ella no basta como generalmente sucede, ocúrrase á la transfusión de sangre desfibrinada. Buen recurso es, cuando no se puede hacer ninguna de las recomendaciones anteriores, el de las lavativas de agua sala- Terapéutica.—12 178 da en la proporción indicada; dosis de 24 horas, 1,000.00 y has- ta 2,000.00, teniendo cuidado de hacerlas por cantidades tales que no obliguen al paciente á arrojarlas. Alimentación láctea: champaña para calmar los vómitos. Anemia de los mineros ó anquilostomo duodenalis: Esta anemia, como generalmente es causada por la presencia en el duodeno del anquilostomo duodenalis, se ocurrirá con éxito á la medi- cación antihelmíntica, y especialmente al extracto etéreo de helécho macho. Respecto de este último, se recomienda no usarlo dando después el aceite de higuerilla, con el que se ha- ce más favorable el desarrollo de los accidentes tóxicos; no hay que darlo, pues, sobre todo sabiendo que basta la administra- ción del extracto para producir la eliminación del parásito. Si se fracasa, entonces se puede ocurrir al aceite con la preven- ción debida. Eliminado el parásito, queda que hacer la medicación tónica reconstituyente, pues no haylque olvidar que la anemia se pro- duce por las reiteradas hemorragias intestinales debidas al en- tozoario. Anemia cerebral: Cuando es debida á lesiones aórticas, la morfina á pequeña dosis es muy buen excitante. Rápida y enér- gicamente surten en la generalidad de casos de anemia cere- bral grave las inhalaciones de nitrito de amylo. De efecto más lento pero más sostenido, es la nitroglicerina ó trinitrina que en el fondo parece obrar del mismo modo quelel anterior. Se co- mienza dando una gota de solución alcohólica de trinitrina al centesimo para repetir la dosis al cuarto de hora, y pudiendo darse por total de 24 horas, desde seis gotas hasta la colosal cifra de cien en casos muy raros: sus efectos comienzan á ma- nifestarse á los 15 segundos. Se pueden poner en la cabeza compresas empapadas en agua caliente, y no se olvidará de aplicar los medios que ya dejamos recomendados al hablar de la anemia aguda por hemorragia. Anemia palúdica: Ordinariamente tras de ella se oculta el impaludismo puro, sobre todo el que se contrajo en los países 179 cálidos: no hay que vacilar, pues, en dar las preparaciones de quinina, y especialmente las de quina, porque estas últimas superan con mucho á las primeras en sus buenos efectos sobre el impaludismo crónico. Una vez que se tuvo la seguridad de que el impaludismo quedó curado, entonces se ocurrirá al fie- rro, á la genciana con particularidad, á la hidroterapia metódi- ca, y en una palabra, á los reconstituyentes. Después de curada la anemia y el impaludismo, quedan or- dinariamente como reliquias tenaces las hipertrofias del bazo ó del hígado; pues bien, si después de la administración pru- dente del arsénico ellas no se mejoran, entonces asocíesele á aquel el uso de las duchas locales. Este recurso es soberano. Anemia perniciosa aguda: Esta terrible y grave enfermedad no tiene recursos constantes, y aunque de ellos bien se podría poner aquí una lista muy larga, se vería á la postre que cada uno de ellos habiendo sido ensayado con grandes esperanzas ha acabado por defraudarlas. El fierro es inútil, y esto es cla- ro, porque aquí los glóbulos no están cloróticos como en la clorosis, y hasta se puede decir que en cada.uno de ellos hay un exceso de hemoglobina. El arsénico es quien da mayores esperanzas y mejores resultados cuando se le asocia al reposo físico y moral absoluto, á la buena higiene, á la alimentación suculenta en cuanto es posible y al sueño reparador. El aceite de hígado de bacalao, después del arsénico, es el mejor; y tam- bién se recomienda para el caso el aceite de eucaliptos. Como esta enfermedad es frecuentísima en las embarazadas, hay que proceder en esta emergencia con toda actividad, pro- vocando el aborto ó el parto prematuro, pues no hay otro re- curso; y además, si se contemporiza, puede suceder que cuan- do se quieran.intentar esas operaciones sea ya bastante tarde para que se nos niegue el éxito, pues que abandonada la mu- jer á los solos recursos de la naturaleza, casi siempre muere al fin de la preñez. En la evolución de la anemia perniciosa surgen una multitud de síntomas que es necesario tratar como tales. 180 Por último, casi siempre no se soporta otra alimentación que la leche. Anestesias patológicas: La electricidad bajo todas sus formas ha dado buen resultado, sobre todo la electricidad estática, en la inteligencia que no sólo vuelven las sensibilidades especiales sino aun la general. Localmente se puede poner: tintura de contáridas 10.00, aceite de crotón 0.50, aceite de ricino 50.00, para friegas, ó bien compresas de agua fría por diez minutos, seguidas de fuerte ducha en lluvia horizontal y movible, á la temperatura de 8o y de 2" á 10" de duración, muchas veces por día. Para las anestesias histéricas los imanes usados localmente, los cuales pueden hacer un transfer antitético: no se olvide. La anestesia es en realidad un síntoma cuya evolución de- pende de la de la enfermedad que la origina: anestesia tabéti- ca, elefanciaca, apoplética, etc. Anestesia local artificial: Como positiva adquisición, se tiene la cocaína para producirla; pero desgraciadamente la que en- tre nosotros se entrega al consumo público es ó mala ó adul- terada, porque si hemos de hablar de lo que nos ha pasado á nosotros, diremos que unas veces no hemos podido obtener la anestesia empleando la substancia según el arte, y que otras veces no hemos obtenido sino efectos alarmantísimos que nos han obligado á suspender su empleo, en la inteligencia que he- mos tenido tales percances con dosis excesivamente peque- ñas: 0.005 han bastado para producir accidentes muy serios; otras veces no hemos podido obtener la anestesia en una ex- tensión como de cuatro centímetros cuadrados con dosis has- ta de 0.10; inyectados en el espesor del dermis. Tal vez nues- tros colegas habrán sido más afortunados que nosotros. Siem- pre hemos tenido éxito en oculística. Se emplean soluciones.de cocaína (clorhidrato), desde al 4 hasta al 20 por ciento, para inyectar en el espesor del dermis con jeringa de Pravaz, ó para hacer pinceladas en la superficie de las mucosas; pero ante todo es necesario tener la precaución 181 de no emplearla, manteniendo al enfermo parado ó sentado, en los neurópatas, y ele evitar que la inyección sea hecha en el interior de alguna vena. La contraindican las cardiopatías y están proscritas para cualquier caso dosis mayores de 0.10 en inyecciones subcutáneas. La cocaína artificial vale lo mismo que la natural. En segunda línea vienen los medios siguientes: cloruro de etilo; cúbrase la piel por anestesiar con aceite, vaselina ó glice- rina; tómese entre las manos una ámpula de cloruro de etilo, entonces por el solo calor de la mano sale un chorro gaseoso hasta de 20 centímetros de largo por la extremidad capilar, el cual, dirigido sobre la región por anestesiar, produce un enfria- miento hasta de 30°, pues el cloruro hierve á 10°; cloruro de metilo produce iguales efectos, pero se acompañan de escaras más ó menos extensas y profundas; éter y hielo tienen los mis- mos resultados anestésicos, aunque con menor intensidad; las inyecciones de algunas gotas de alcanfor fenicado en solución aceitosa, producen anestesia por muchas horas. Véase odon- talgia y divieso. Las pinceladas de antipirina al 30 por ciento en solución dan anestesia al tacto y al calor, sumamente durable, especialmen- te cuando se usan en las mucosas. La tintura de canabis indi- ca hecha con extracto, da muy buenos resultados anestésicos locales en la odontalgia. El kava ó piper methysticum es anes- tésico general y local: al principio de su acción estimula y des- pués deprime: obra sobre las extremidades nerviosas y sobre la médula, y por esto sobrevienen las parálisis que se obser- van en sus efectos fisiológicos: en fin, hace desaparecer los re- flejos. Se proclama como excelente anestésico el ungüento cloro- formado por el Dr. Kittel, de New-York: una parte de cloro- formo, otra de cera y tres de manteca. El ungüento se extien- de sobre una tela, y al poco tiempo produce la anestesia; pero si es empleado en mucha cantidad y se deja por mucho tiem- po á la anestesia puede seguir la vesicación. 182 Las inhalaciones de bromuro de etilo son excelentes para producir una anestesia que dura tres minutos á lo más: bastan sesenta segundos de inhalar 10.00 ó 15.00 de anestésico para obtener los efectos. Hé aquí el modus fasciendi: primero se vierten unas cuantas gotas en un pañuelo, que se hacen respi- rar luego, evitando todo ruido é impresión exterior; hecho es- to se vierte en la concha inhaladora toda la dosis, aplicándola luego é impidiendo lo más que se pueda la entrada del aire: cuando el brazo cae inerte la anestesia ya es completa. Esta narcosis es la menos peligrosa que hay, y,tanto que la produ- cida por el éter viene en segundo lugar; pero para que se pro- duzca este efecto sin peligro, dicen los partidarios de él que es necesario que sea puro, porque cuando no lo es produce ac- cidentes mortales, y además, no produce una anestesia tan se- gura. Para esta anestesia se necesita un cornete ó un inhalador ad hoc. Usado tópicamente, sus partidarios dicen que nada hay mejor. En todo caso el descubrimiento de Richardson ó sean las pulverizaciones de éter permanecen siendo, fuera de la cocaí- na, el medio de anestesia local más seguro y más inocente que poseemos. ¿Nuestra bocconina sería igual á la cocaína? No. Anestesia general artificial: Tanto el éter como el cloroformo se administran en la actualidad en el extranjero con el objeto de producir la anestesia quirúrgica. Son tan buenos los resul- tados de uno como del otro, pero la cuestión del triunfo está aún pendiente, y así el éter se lo disputa al cloroformo y éste á aquel: en efecto, al cloroformo se le reprocha últimamente su impureza porque se ha caído en la cuenta que él es el que ha causado los desastres que se registran: este reproche ha des- aparecido ahora que la química nos lo ha entregado despojado de los carburos maléficos: al éter se le reprocha la mayor du- ración de la excitación, que es más repugnante en sus vapores; Itíá en una palabra, se le hacen reproches frivolos. Si á esto se aña- de que cuando se llega á la dosis tóxica es la respiración y. no el corazón el que se paraliza, lo cual constituye una inmensa ventaja sobre el cloroformo que obra precisamente al contra- rio, comprenderemos por qué el triunfo del éter no nos parece lejano. En todo caso, la clave para impedir que se desarrollen los accidentes tóxicos, consiste en que los vapores anestésicos vayan mezclados con el aire en proporción regular y cons- tante. El modo de producir la anestesia por los vapores de cloro- formo es muy vario, pero afortunadamente el manual clásico es enteramente conocido de nuestros lectores, y por esto nos limitaremos á referir el que se emplea con éxito por Stelzner para producir la anestesia por el éter. Se sirven de la máscara de Julliard perfeccionada por Dumont: esta máscara es de alam- bre y se compone de dos partes superpuestas reunidas por una visagra: dejando entre sí un espacio como de medio centíme- tro: la parte exterior está cubierta de tela encerada: entre una y otra parte se acomoda una capa de algodón en rama envuel- ta con un pedazo de franela blanca, que se*cambiará frecuen- temente; la máscara debe cubrir toda la cara; sobre la capa de algodón se derraman 50.00 de éter para los adultos y 25.00 para los niños. Se untan con vaselina ó aceite la cara y el cue- llo del paciente; hecho esto, se acerca lentamente la máscara y sobre ésta se extiende un lienzo para reducir al mínimum la evaporación del éter. En tanto, como no es necesario renovar el éter, es decir, mientras que el enfermo no reacciona, no se quita la máscara, pues que esto sólo, debe hacerse cuando el renovamiento es necesario, en cuyo caso se retira rápidamen- te y se derrama nueva dosis, que jamás será menor de 25.00. Con este manual sobrevienen al principio de la narcosis fenó- menos particulares que parecen peligrosos para los principian- tes, pero que en realidad no valen la pena. Los estudios más favorables que se hacen ahora sobre el cloroformo, le dan la igualdad con el éter, é inútil es decir que 184 los que no le son favorables, y por ahora son los más, trans- portan la superioridad al éter. A pesar de lo que se ha dicho, experimentado y repetido desde hace mucho tiempo, vista la acción fisiológica de la atro- pina y con el objeto de oponerse eficazmente al abrigo de la muerte durante la anestesia clorofórmica ó etérea, háganse an- tes de las inhalaciones inyecciones subcutáneas de morfina y atropina, con el uso de las cuales se obtiene además la aneste- sia mucho más rápidamente: agua destilada 10.00, clorhidrato de morfina 0.10, sulfato de atropina 0.01; disuélvase para diez inyecciones, una ó dos cada vez: ordinariamente se hace una sola inyección. Hoy la cuestión está enteramente juzgada, y en consecuen- cia es del más estricto deber hacer previamente á las inhala- ciones anestésicas inyecciones atropo-morfínicas profilácticas. Aneurisma de la aorta: El tratamiento varía según el sitio que ocupa el aneurisma, así por ejemplo: está recomendada la com- presión con pelotas pesadas cuando se sitúan en la parte de la aorta abdominal, reforzando los efectos de la compresión con los que produce ek tratamiento general de los aneurismas de la aorta. Para los que se sitúan en el callado ó en la aorta to- ráxica ya está erigido en método como superior en resultados á toda intervención quirúrgica el uso al interior del ioduro de potasio á la dosis de 2.00 diariamente. Se impondrá á la vez que el uso del ioduro de potasio, un tratamiento que mucho se parezca al de Valsalva por aquello del reposo absoluto, de las sangrías y de la alimentación debilitante. La electrólisis ó electropuntura parece que si no tiene efec- tos constantemente buenos sí se registran con su uso algunos éxitos, y nuevamente los ha dado, ya curativos ya paliativos: para efectuarla se introducen 4 ó 5 agujas de oro aisladas has- ta muy cerca de su punta, separadas una de otra á lo menos por un centímetro de distancia, que sean bastante finas y de tal modo aisladas, que al hundirlas quede protegido aún el sa- co aneurismático de su acción cáustica local; se conecta cada 185 una con la anoda sucesivamente, poniendo la catoda en la ve- cindad del tumor; se hace pasar la corriente de 10 á 20 ele- mentos durante tres ó cuatro minutos por cada una. Para ha- cer la introducción de las agujas se hace anestesia local con las pulverizaciones de éter, y terminada la sesión, que tiene una duración total de 16 á 20 minutos, se pone en el lugar que estuvieron las agujas un saco de hielo: las sesiones se repiten cada ocho días, en el concepto que en muchos casos, termina- das felizmente, se han necesitado hasta trece sesiones. Nota: Importa esencialmente evitar todo cambio brusco de potencial, de suerte que se llegará á la intensidad máxima muy progresivamente, y del mismo modo y lentamente se bajará al cero, y como durante el paso de la corriente la piel que rodea á cada ajuga normalmente ofrece una zona roja, se debe vigilar atentamente esta zona, porque si llega á ser gris es necesario inmediatamente volver al cero: es que hay amenaza de que se produzca una escara é importa extremadamente evitarla. La causa de semejante coloración es que el aislamiento de la agu- ja es defectuoso. Cuando se saque á la aguja sáquesela haciendo movimiento de espira, y por mínima que sea la dificultad que se experi- mente, para retirarla póngase inmediatamente á esta aguja en relación con el polo ntgativo, con cuyo artificio la extracción es de las más fáciles que puedan imaginarse. Si sobrevienen dolores intolerables durante la sesión, detén- gase luego el operador, y por lo demás, en los casos ordinarios no hay que esperar la detención de las pulsaciones aneurisma- ticas para terminarla, pues que muchas veces no se hace esto por la naturaleza y la intervención, sino hasta muchos días después que pasó la sesión. Aneurismas de la carótida interna: La ligadura de la carótida primitiva puede curarla, aunque en algunos casos ha ocasiona- do la muerte por anemia cerebral ó por pihemia, debida á la supuración del saco. Aneurisma cirsoide: En razón de la gravedad é incertidumbre 186 de los resultados de la intervención quirúrgica, cuando estos aneurismas se sitúan, como es el caso más frecuente, en la ex- tremidad cefálica, la mayor parte de los cirujanos que han te- nido que intervenir recomiendan que se hagan inyecciones de alcohol y se practiquen todos los medios propuestos hasta aquí que no pongan ni puedan poner en peligro la vida del pacien- te; es decir, los medios de suavidad antes de proponer y ejecu- tar los métodos radicales, pues es indiscutible que mientras los primeros medios pueden ser eficaces y son inocentes de hecho, los segundos son inciertos y positivamente peligrosos. Por es- to último la ligadura de la carótida primitiva, muy raramente seguida de éxito y sí frecuentísimamente de desastres, casi se encuentra proscrita por la opinión unánime de los mejores ci- rujanos. Menos peligrosa y más eficaz es la ligadura de la ca- rótida externa, pero como en algunos casos desgraciadamente ha faltado el cirujano, se ha visto obligado á correr los peligros de la ligadura de la primitiva para poder atacar esencialmente al aneurisma, ó bien á ligar aisladamente todos los vasos efe- rentes, lo que es una operación larga, difícil y no siempre de buenos resultados. Muchas ocasiones hay necesidad de hacer la ligadura de la carótida externa de ambos lados. Por último, llegamos á la extirpación, previa compresión temporal suficientemente prolongada; pero no hay que olvidar que con ella vienen aparejados dos grandes peligros: las he- morragias y la septicemia; en consecuencia, hay que poner á contribución los medios más eficaces con que contamos para oponernos á estas dos temibles peripecias. Hay un recurso que ha dado felices resultados y consiste en la electrólisis, y que exponemos con todos sus detalles en el artículo nevi. Aneurismas espontáneos: Como en nuestros días se tiende á establecer la idea que son la consecuencia de la sífilis, del al- coholismo y del reumatismo, juntamente con la de que es ne- cesario extirpar al saco aneurismal en muchísimas ocasiones, por las malas consecuencias que se observan cuando se le de- 187 ja intacto después de la ligadura, aun en el caso que se trate de aneurisma de los miembros; por eso creemos debido reco- mendar que se instituya en todo caso un tratamiento adecuado y en conformidad con estas ideas, que todos los días aumentan el número de sus partidarios. Hoy se sabe que pueden curar todos los aneurismas que se sitúan en los miembros con la sola extensión continua, con la flexión forzada cuando se sitúan en el ángulo de flexión y sobre todo se llega á un feliz resultado para los de cualquiera clase con el método de la presión digital continua. La cuestión es, pues, de elegir un método según las circunstancias, ó ensayar alternativamente algunos de los que se compone en la actuali- dad nuestro arsenal terapéutico. Aneurisma traumático arterio-venoso del seno cavernoso: Ha cu- rado perfectamente bien por la ligadura de la carótida primi- tiva. Aneurisma espontáneo del tronco braquio-cefálico y de la caró- tida primitiva á la vez: La ligadura según el método de Brasdor ó sea fuera del saco, entre éste y la periferia hecha en la caró- tida primitiva ó en la subclavia, ha dado muy buenos resulta- dos operatorios, pues en la generalidad de casos operados no ha habido accidentes sino sumamente ligeros, como aumento de las pulsaciones cardiacas, insomnio y delirio, que han cedi- do al sulfonal. A pesar de esto el éxito terapéutico apenas se obtiene en un 41 por ciento de casos, según las últimas esta- dísticas de Walther y Winolow. Angina gangrenosa: Véase amigdalitis aguda. Angina folicular: Véase amigdalitis aguda. Angina herpética: En la aguda adminístrense pociones de acó- nito como en la amigdalitis aguda; pero en las formas crónicas, como es lo ordinario, háganse toques de tintura de iodo y gli- cerina áá, ó bien de glicerina 30.00, con tanino 4.00. En las formas tórpidas háganse cauterizaciones de ácido crómico di- luido en agua áá ó al 4:30, teniendo cuidado cuando se em- plee este ácido de no asociarlo á la glicerina para evitar una 188 mezcla detonante y de emplear palitos en lugar de pinceles pa- ra hacer los toques. Instituyase tratamiento general adecuado, no se fume, evíte- se dormir con la boca abierta y proscríbase todo lo que pueda irritar y mantener la angina. En los casos sumamente tenaces puede ocurrirse al sedal, colocado en alguna parte del cuerpo. Angina membranosa amigdalo-faríngea: Como pertenece á la escarlatina ó á la difteria, remitimos al lector á estos artículos; pero desde ahora indicamos que puede ocurrirse con éxito á las inyecciones subcutáneas de pilocarpina, al medio mili- gramo. Angina de pecho: Tiene de característico esta enfermedad de necesitar apremiantemente el tratamiento del acceso y el de la causa que lo produce, y como el acceso es de variado matiz por su intensidad, y la causa muy variable por su naturaleza y si- tio, se comprende desde luego que no hay ni puede haber un solo tratamiento de la angina de pecho, sino muchos tratamien- tos como hay muchas anginas, por su causa, sin contar con las formas falsas de esta enfermedad. El acceso de la angina de pecho es el dolor, y como este do- lor puede terminarse por la muerte, urge que se le trate con energía. Según una idea patogénica y según lo que enseña la experiencia, nada habría mejor que las inhalaciones de nitrito de amylo: esta es la medicación racional y rápidamente eficaz. De igual eficacia, pero más lenta en obrar y más sostenida en su acción es la trinitrina en solución alcohólica al centesimo: 30 gotas para 300.00 de agua destilada, de cuya mezcla se to- man de tres á seis cucharadas por día, pudiendo aumentarse la dosis de gotas al doble. Se puede dar esta medicina bajo la forma de gotas, 12 á 15 por día, tomadas cada vez con agua. De menor valía que la trinitrina es el nitrito de sodio, 1.00 pa- ra 300.00 de agua destilada, de cuya mezcla se tomarán una ó dos cucharaditas al día, pues que el nitrito es más reductor de la hemoglobina y más tóxico; empero para el dolor, los tres son buenos en orden decreciente. 189 La exalgina, á la dosis de 0.30 por vez y hasta 1.50 por 24 horas; la antipirina, 1.00 por vez y hasta 5.00 en 24 horas han sido preconizadas como eficaces cada una, lo mismo que la tin- tura de coronilla varía á la dosis.de 3 á 4.00 por día, que es muy útil para todas las afecciones dolorosas del corazón; pero es claro que el médico sólo ocurrirá á estos tres últimos recur- sos, cuando le hayan fracasado los tres primeros ó quiera re- forzar su acción. Por último, en los casos desesperados se puede ocurrir á los vejigatorios puestos en la región precordial, aun cuando no padezcan ni el corazón ni los vasos, al uso de bromuro de po- tasio en leche por la vía rectal, todas las veces que hay un ner- vosismo manifiesto, y á las preparaciones de quinina cuando hay vehementes razones para sospechar que el impaludismo es el que ha producido aquella seudo-angina. En todas las anginas de pecho, pero más en las influencia- das por un estado dispéptico y nervioso concomitante, hay que reglamentar severamente la alimentación que puede llevarse hasta dieta láctea, en la inteligencia que tal es la influencia de este precepto en la curación del angor pectoris, que muchísi- mas veces con la observancia de él, eso sólo ha bastado para curarlas ó cuando menos para aliviarlas; en consecuencia, y sobre todo, cuando el angor es de origen estomacal dispépti- co, se darán á los enfermos preparaciones adecuadas, como be- lladona, magnesia, subnitrato de bismuto y las diversas com- binaciones que á uno se le ocurran como propias del caso. Si hay atonía estomacal, se ocurrirá á la electrización localizada, con mucha esperanza. Basta saber que la angina tiene por cau- sa al reumatismo, al alcoholismo, á la sífilis y á todas aquellas que directa ó indirectamente conduzcan al organismo por la vía de la arterio-esclerosis, para que vengamos en conocimien- to sobre cuál debe ser el tratamiento más eficaz y la higiene más adecuada. Entre los recursos farmacéuticos más eficaces y bajo un pun- to de vista general, contamos en primera línea con el ioduro 190 de potasio, aunque algunos, sin razón sólida, optan por el io- duro de sodio, con el arsénico y con el régimen seco que deta- llamos en la^arterio-esclerosis, pues no debe olvidarse en todo caso que en las enfermedades en que domina la hipertensión arterial, se impone con mucha exigencia la abstención de los líquidos. En general, es de rigor el reposo, ponerse al abrigo de las corrientes de aire frío y proscribir todos los alimentos que dejun modo ó de otro introduzcan al torrente de la circu- lación una cantidad más ó menos considerable de toxinas. Hoy se repite en todos los tonos imaginables que la medica- ción iodurada es el tratamiento de las anginas de pecho que dependen de la arterio-esclerosis; pero en la inteligencia que es- ta medicación debe prolongarse por años hasta tres y cuatro con sus respectivas suspensiones, y dando del ioduro de pota- sio hasta 20.00 por día, y del de sodio una cantidad un poco menor. En las suspensiones de esta medicación se dará la ni- troglicerina, continuando estrictamente con el régimen higié- nico y alimenticio que se haya puesto. El mejor vehículo del ioduro es la leche. Ano contra natura: El Dr. Chaput opina contra la práctica de la mayoría de los cirujanos, diciendo que la resección con enterorrafia no debe aceptarse como tratamiento de elección y necesidad, sino como de complacencia y cuando el enfermo exija una operación rápida: que jamás está formalmente indi- cada y que siempre se la puede evitar. Él divide á los anos contra natura en tres categorías: accesibles, inaccesibles y com- plicados, y propone, en consecuencia, tres, tratamientos ade- cuados. Los primeros, es decir, los hechos por el cirujano con sutura de los dos extremos á la piel, presentan ordinariamen- te un espolón largo, delgado, accesible, y que importa tratar por la enterotomía: poco más ó menos, después de seis sema- nas se tomará con el instrumento, el de Dupuytren por ejem- plo, casi cinco centímetros de espolón; tomando ciertas precau- ciones complementarias, la pinza cae poco después, en cuyo evento se harán lavativas para hacer funcionar al extremo in- 191 ferior, y una vez conseguido esto se procederá á la obliteración del orificio, siguiendo los procedimientos de Malgaigne, Czer- ny, Trelat ó Chaput. Este último consiste en disecar al intes- tino en una extensión como de dos centímetros, después en quitar la mucosa que rodea al orificio en una altura como de un centímetro, luego se hacen poner en contacto las superfi- cies musculares avivadas: la ligadura en masa se preferirá á la sutura de puntos separados que da fístulas. Como en los anos inaccesibles establecidos especialmente después de la eliminación del esfacelo, el trayecto intraparietal está reducido á algunos milímetros, y además, como el espo- lón es divergente y expone por eso á morder con el enteroto- mo á alguna asa intestinal interpuesta, se tendrá cuidado de aplicar el instrumento con precaución, y en caso de necesidad, se hará esto en muchas sesiones: establecido una vez el curso de las materias, se procederá á la operación de la destrucción, ó como dicen los franceses, á la abrasión, en la inteligencia de que aquí la abertura del peritoneo es inevitable, y que la des- trucción no ha dado más éxitos hasta aquí. Los anos complicados requieren tratamientos diferentes, se- gún que se trata del intestino grueso ó delgado. Cuando es este último, se buscará el extremo inferior, se le regularizará para suturarle en seguida á la piel al lado del extremo superior, con lo cual se le convierte en un ano simple. El Sr. Chaput pien- sa que la resección que tanto se ha recomendado para estos casos es irracional y peligrosa. Si la lesión se sitúa en el ombligo sobre el colon transverso, el mesocolon se encuentra atrofiado y retraído, así como el ex- tremo inferior, de suerte que atraerle á la piel es imposible y peligroso, y así se aconseja renunciar á atacar directamente la lesión, y que se prefiera anastomosar el fin del intestino del- gado con la S iliaca para obtener una derivación de las mate- rias. En caso de alejamiento muy considerable de los dos extre- mos ó de orificio múltiple, se concibe, con lo dicho, el modo 192 cómo podrá convertirse en uno de los casos precedentemente estudiados. Anorexia: Al llegar en la práctica á tener que resolver el problema de la inapetencia, es cuando se conoce al verdadero médico; pues cuando la inapetencia domina al parecer, ella no es más que la expresión tangible de un estado morboso que se oculta y que generalmente es grave; y bien, si en estas condi- ciones se empeña el médico en tratarla por los medios que se recomiendan como aperitivos, seguramente que se estrellará. Para nosotros el mejor aperitivo es aquel medicamento que cura ó alivia directamente á la enfermedad que produce á la anorexia. Dicho esto, hé aquí una serie ele medicamentos y fórmulas que han sido* recomendados como especiales para despertar al apetito. El extracto de canabis indica ó su tintura en emulsión go- mosa, cuando la inapetencia es consecutiva á la diarrea cróni- ca, á la disenteria ó á la tuberculosis, es muy eficaz. En igual caso se halla la consecutiva á las fiebres continuas. Dosis de extracto hasta 0.05 con cuidado y durante 24 horas, en la in- teligencia que no ha de darse en pildoras porque casi siempre se hacen éstas notablemente duras: se preferirá, pues, darlo mezclado con polvos inertes. El clorhidrato de orexina en cápsulas de 0.30 á 1.00, segui- das de la ingestión de una regular cantidad de agua, porque es muy irritante, ha dado en algunos casos muy buenos resulta- dos aperitivos; pero es necesario no olvidar que en muchas ocasiones ha producido accidentes muy serios, y que en el fon- do es tan aperitivo como cualquier otro. Se dice que aumenta la asimilación de las substancias azoadas. Como ultra eficaz se recomienda la preparación de glonolu- bus cundurango. (Véase gastralgia). La misma recomendación tiene el jugo de limón á pequeña dosis, ó la asafcetida en emul- sión de almendras ó en pildoras. La infusión de anthemis nobilis al 5 por mil, la quassia ama- 193 ra en polvo 1.00, ó en infusión 4.00, la quina en tintura como estomáquica y aperitiva, la cerveza como amargo aperitivo pep- tógeno, la quassina de 0.025 á 0.10 en pildoras cada media ho- ra ó cada hora, el extracto acuoso de quassia de 0.20 á 0.50, ó la tintura hasta 5.00, el ruibarbo de 0.05 á 0.25, como tónico amargo, estomáquico y aperitivo, que debe darse sobre todo en los casos de gastritis crónica, teniendo cuidado de no pro- longar mucho su uso por temor de producir oxaluria; el colom- bo chasmantera palmata en tintura y jamás asociada á la de quina, debiendo preferirse el cocimiento de aquel á la macera- ción, que no es más que una solución amarga; la genciana ó la absinthina, cuyo modo de administración detallamos en la clo- ro-anemia, pueden encontrar en cada caso aplicaciones útiles. El vino antes de comer solo ó con quina, ó con ios diversos amargos, es sumamente útil aun dado al principio de las comi- das, en el concepto que el vino tinto debe desecharse por com- pleto como aperitivo. La mostaza al interior es una prepara- ción culinaria que no debe olvidarse. En fin, el Dr. Oliva recomienda las aguas del Peñón. Utilidad ninguna hay en recomendar por ser noción corrien- te que los aperitivos deben administrarse siempre antes de comer. Anosmia: La electricidad bajo todas sus formas ha dado éxi- tos magníficos; pero las anosmias congénitas ú orgánicas son incurables. Anquilosis: Se ha propuesto nuevamente para las anquilosis que resultan de la esclerosis de las vainas tendinosas ó de los tejidos periarticulares, la movilización con constancia, y si es posible, á viva fuerza, pues aun en este último caso una ma- niobra prudente es sin peligro si se llega á conseguir hacer la ruptura de los tejidos que hacen la anquilosis, pues esta es la condición sine qua non del éxito. Quedan exceptuadas de esta maniobra las de osteo-artritis tuberculosas y todas aque- llas que supongan una cicatrización huesosa. Autoplastía de las grandes pérdidas huesosas del cráneo: Hé Terapéutica.—13 194 aquí el procedimiento propuesto por el Dr. Kónig ó Kcenig, practicado con éxito por él, por Schcenborn y por Wolff en oca- siones y lugares diferentes, tomado del tomo 119 pág. 466 del Boletín de Terapéutica. "Se trata de una operación autoplástica practicada en un hombre de 30 años, que tenía en la región temporal izquierda una depresión de 5 centímetros de ancho por 8 de longitud, producida por una pérdida de substancia huesosa: esta lesión, que se acompañaba de accidentes cerebrales, se produjo en una caída. Kónig se propuso reparar la pérdida de substancia con un colgajo vecino que comprendiese la piel, el periostio y una delgada capa huesosa superficial con pedículo que no encerra- se más que la piel y el periostio para asegurar la movilidad, y operó de la manera siguiente: sobre el borde huesoso de la pér- dida de substancia, incisión circular, no dejando intacto en la parte inferior é interna arriba del borde orbitario más que un puente cutáneo de un centímetro y medio de ancho destinado á constituir el pedículo del colgajo necesario para cubrir la pér- dida de substancia que resultará de la confección del colgajo ósteo-perióstico principal. Hecho esto, este último colgajo es dibujado hacia la línea media con pedículo colocado á la altu- ra superior y posterior de la pérdida de substancia huesosa, y se le circunscribe por una incisión que penetra hasta el hueso, dejando un pequeño espolón en la parte que avecina á la pér- dida de substancia huesosa. Después de la retracción natural, Kónig quita con un cincel una delgada capa huesosa extendién- dose ésta bajo todo el óvalo del colgajo de quien ella tapiza la cara profunda: se entiende que esta capa se rompió en muchos pedazos durante su confección. Se procede entonces á la di- sección del revestimiento cutáneo de la pérdida de substancia, revestimiento destinado á cubrir y reparar el lugar del colgajo ósteo-perióstico. Entonces es fácil reemplazar mutuamente á los dos colgajos, disppniendo sobre la pérdida de substancia huesosa al colgajo de capa huesosa, y sobre el lugar de origen de este último al colgajo dado por los tegumentos que cubrían 195 normalmente la pérdida de substancia huesosa: después se ha- cen suturas superficiales y profundas y una curación compre- siva. El resultado fué excelente, tanto bajo el punto de vista au- toplástico como bajo el punto de vista de la amejoración de los fenómenos cerebrales. En los otros casos en que ha sido practicado este procedi- miento, el resultado ha sido feliz. El Dr. von Eiselberg, de Viena, ha reparado una pérdida de substancia del cráneo del tamaño de un peso y procedente de una caries, por medio de una delgada placa de celuloide, conforme al método de Frsenkel: la curación de la herida fué por primera intención, y el resultado muy satisfactorio. Sema- na Médica, 1891, núm. 18." Ántrax: Háganse inyecciones profundas de solución alcohó- lica ó aceitosa de naftol alcanforado: naftol B 10.00, alcanfor 20.00; pulverícense finamente para facilitar la combinación, que una vez efectuada, se mezcla al alcohol ó al aceite en las pro- porciones queridas. Sus efectos últimos son anestésicos prime- ro y antisépticos después. Igual efecto tienen las inyecciones intersticiales de ácido fénico confeccionadas así, cuando se les agrega alcanfor: alcanfor 3 partes, ácido fénico 1.00; repósese la mezcla por 24 horas y fíltrese: este fenato es miscible al acei- te y al alcohol, y se preferirá como vehículo al primero. Si se resuelve uno á emplear el ácido fénico puro, puédese ocurrir á las soluciones de ácido fénico en agua destilada ó esterilizada al 2 por ciento. El Dr. Verneuil ha recomendado que se hagan pulverizacio- nes fénicas varias veces en el día con un pulverizador de vapor, cuando más lejos á 25 centímetros de distancia y empleando soluciones al 2 por ciento. Ya dijimos que se pueden sustituir perfectamente con una cataplasma antiséptica caliente, y pu- »diendo emplearse como lo quiere este señor aun cuando haya erisipela. Se ha recomendado poner ácido salicílico hecho masilla por 196 su mezcla con el agua y extendido en la superficie del ántrax en capa delgada; encima se pone ouate salicilado y se sostiene el todo con una venda. Las pinceladas de tintura de iodo iodurada, adicionada de áá de glicerina, que favorece los efectos de la tintura son su- mamente eficaces. Si por cualquier motivo no surte buen efecto ninguno de los medios propuestos, en ese caso no se vacile para ocurrir al tra- tamiento clásico. Antisepcia: Es general ó local, interna ó externa, y como por la acción antiséptica el médico trata de oponerse con vigor á la conservación y prosperidad de los micro-organismos nocivos en cualquier parte del cuerpo, resulta que son antisépticos en su sentido lato todos aquellos agentes que por su acción espe- cial se oponen de algún modo á la penetración de los microbios al organismo, á su vida y reproducción en él aun cuando esté en condiciones de receptividad: la luz,, el calor, la curación de Guerin, el iodoformo, etc., son microbicidas, ó más propiamen- te hablando, son antisépticos; pero ya lo dijimos en nuestra in- troducción, jamás espere el médico librarse absolutamente de su presencia, porque el microbio subsiste á pesar de la inter- vención más enérgica, y subsiste sobre todo en las superficies mucosas: una superficie mucosa jamás es aséptica. Esto quie- re decir que si en la piel ó en el exterior se necesita uno como tiempo y energía para producir la antisepcia, en las mucosas ó en el interior se necesitan diez y aun más para obtener el mis- mo resultado. ¡Y qué resultado! También tenemos dicho que cuando se habla de antisepcia, se supone la asepcia como acción previa ó concomitante, mas como de ésta tenemos que ocuparnos con especialidad, por es- to y por el momento sólo nos limitaremos á exponer los agen- tes que han sido reconocidos como antisépticos. El Dr. Miquel, á semejanza de otros muchos médicos, ha te- . nido la paciencia de hacer una tabla de antisépticos y una cla- sificación según su energía, y así los divide en extremada, muy 197 fuerte, fuerte, mediana, débil y muy débilmente antisépticos;pero este trabajo parécenos que no tiene ningún valor por la senci- lla razón de que cada microbio requiere para morir ó, menguar su vitalidad una substancia especial que en un caso dado es el sublimado, en otro es el agua oxigenada y en un tercero se de- be dar la preferencia al iodoformo, al nitrato de plata, etc. Re- petiremos que no queremos hacer un trabajo de erudición, y por eso mejor remitimos al lector á la tabla del Dr. Koch, á la del Dr. Constantino Paul y á la de diez más que le pondrán al corriente de muchas minuciosidades de gran interés. Por ahora creemos de utilidad á las substancias siguientes: el calor en primera línea. Sublimado en solución desde al 1 : 1,000.00 hasta el 1:10,000.00. Aplicaciones breves y rápidas, quedando entera- mente proscrito para limpiar los instrumentos. Acido fénico en solución al 5 por ciento para lavado del cam- po operatorio, y en algunas ocasiones hasta para mantener en esta solución los instrumentos. Es de uso comente lavar la herida operatoria con esta solución antes de hacer las su- turas. El mismo, en solución al 2| por ciento para el uso externo prolongado, teniendo cuidado de vigilar siempre sus efectos. El mismo, en solución aceitosa al ^, para la desinfección de las sondas y otros instrumentos. El ácido bórico en solución al 2 por ciento, para usarse con profusión en el paciente. El naftol alcanforado preparado con los cuerpos componen- tes finamente pulverizados, en la proporción de 10 del prime- ro por 20.00 del segundo. Este naftol es soluble en aceite ó en alcohol. El salol empleado en polvo, ó sobre las heridas ó sobre Ma gasa, con preparación especial. El iodoformo es sin rival fuera del bicloruro, con la condi- ción de emplearlo en polvo fino y nunca en dosis mayor de 10.00 por 24 horas, cualquiera que sea la extensión de la su- 198 perficie que se tenga que curar. Jamás se le añadan desodo- rantes. El permanganato de potasa en solución acuosa al 1 por cien- to es el rey de los desodorantes. Algunos ocurren, aunque no con tanta utilidad, al hipoclorito de sosa en solución acuosa al 2 y al 4 por ciento. El algodón hidrófilo, la gasa antiséptica y las esponjas anti- sépticas pertenecen al arsenal de medios con que contamos pa- ra la antisepcia de una región, y cuya preparación ordinaria- mente es especial. La curación de Guerin entra de lleno en el uso de los anti- sépticos. La estufa Genester es una necesidad. Por último, hay agentes que se preconizan como especiales para determinadas regiones y enfermedades, como es el agua oxigenada ó el nitrato de plata para la oftalmía purulenta; el ácido bórico para oculística y enfermedades de la boca, el tani- no en solución para la ozena y otros más, en cabeza de los cua- les y por la generalidad de su uso viene el agua hervida y ca- liente, de suerte que se recomienda su uso al fin de todas las operaciones cruentas, procediendo como sigue: al finalizar la operación se hace un gran lavado con el agua hervida y á 50° en lugar de las soluciones fénicas ó mercuriales; sin embargo, como el agua á 50° viene pronto á 37°, es bueno antes de po- ner el aposito hacer una irrigación fénica ó mercurial, también caliente, en la inteligencia que cuando se emplea la primera, se puede ocurrir después de ella al uso del iodoformo para ase- gurar el éxito. Si cuando se va á levantar el tópico se encuen- tra adherido á la piel y á la cicatriz, el mejor medio para des- pegarlo es usar agua caliente. Con el uso del agua caliente, al concluir la operación se tiene la seguridad de emplear un agen- te aséptico, antiséptico, hemostático, detergente, anodino, exci- tante y cicatrizante por esto último. Hoy por todas partes se hace necesaria la antisepcia; pero sin duda que se hace mayor uso de ella en la cirugía uterina, por ser en esta parte más frecuente la intervención operatoria. La sola antisepcia genital se puede decir que constituye un ca- pítulo largo de la cirugía moderna: su formulario es muy ex- tenso, aunque empleando las mismas substancias que dejamos consignadas, y su modus faciendi muy variado, según el gusto de los ginecólogos. No entraremos á los detalles, y así sólo ex- pondremos un esquema sumamente lato para que por su elas- ticidad pueda acomodarse á la múltiple variedad de casos de la clínica. La antisepcia genital es preoperatoria, operatoria y post-operatoria: estas dos últimas partes no nos darían nada nuevo á conocer porque su formulario es el vulgar, quedándo- nos, pues, la primera y la más importante, porque en realidad se puede decir: "tal fué hecha, tal será el resultado." Hay cirujanos tan exigentes que no se conforman con unos cuantos días de antisepcia preoperatoria, sino que reclaman para poder intervenir cuando menos un mes. Parécenos mu- cho pedir, porque ó el estado de las partes es muy malo por su suciedad, en cuyo caso la antisepcia es imposible, ó se pre- senta en condiciones que se parecen á las del estado normal, y bastan entonces unos cuantos días de prácticas preparatorias para realizar una antisepcia ordinaria según el arte. Las prác- ticas consisten en hacer todos los días una ó dos veces, según el caso, inyecciones vaginales calientes de solución de sublima- do ó en poner supositorios de iodoformo en la vagina, sin de- jarse de ocurrir á los desodorantes cuando hay necesidad. Dos ó tres días antes de la operación lavativa purgante, ó purgante per os para hacer después lavativas anaftoladas. Los baños de aseo y generales se hacen necesarios como medio higiénico; pe- ro no deben prescribirse, y mucho menos fríos á las personas que están muy debilitadas ó á las puertas de la caquexia. Para laT antisepcia intrauterina, se recomienda la mezcla de iodoformo, glicerina, agua y goma tragacanto para supositorios, ó las pinceladas de creosota, 20.00 en 60.00 de glicerina. En la literatura corren por lo que respecta á la antisepcia ge- nital, preceptos como este: "En todo caso de preñez hágase antisepcia genital por lo menos una "quincena antes del parto." 200 Pues bien, este precepto ni es práctico ni debe practicarse sino estos otros: Todas las veces que el médico es consultado en caso de preñez algunos días antes del parto, y encuentra á la vía genital siendo el sitio de flujos excesivos ó de mala natu- raleza, debe hacer que se moderen esos flujos por los medios adecuados, entre los cuales se cuentan los baños, ó bien prac- ticar la antisepcia con los recursos más eficaces, y en uno y otro caso no dejará de hacer inyecciones antisépticas durante el tra- bajo del parto. Al momento de la expulsión se tratarán al niño y á la madre con las precauciones debidas. Por cada vez que el médico introduce á la vía genital la mano ó los instrumen- tos, debe contarse una probabilidad más para la infección, sea cual fuere el grado de asepcia y antisepcia que se ponga á con- tribución. La antisepcia interna ó del tubo digestivo cuenta entre sus agentes más eficaces á los purgantes en primera línea, y al sa- lol y naftol en segunda. El salicilato de bismuto puede darse para el mismo fin, solo ó asociado á los dos anteriores. Las so- luciones de ácido clorhídrico como profilácticas del cólera, jun- tamente con la agua hervida. Como se ve, tanto en la antisepcia externa ó quirúrgica, co- mo en la interna ó médica, encuentra aplicaciones el calor: en la primera, para obrar tópicamente ó en las manipulaciones previas de una operación, y en la segunda, para esterilizar los líquidos que tienen que ingerirse; en una palabra, sin el calor no podríamos contar á la hora actual con la antisepcia. Para terminar este artículo tan somero sobre antisepcia qui- rúrgica y médica, comunicaremos á nuestros lectores el sabio pensamiento del Dr. Lawson Tait: "siempre y por siempre té- mase á la materia orgánica muerta que pueda descomponerse en la superficie ó en el interior de la economía." Con este prin- cipio tan lleno de verdad se abren inmensos horizontes á la asepcia por uno de los más autorizados médicos del extran- jero. Apoplegía placentaria: Todas las veces que haya habido abor- 201 tos repetidos, y durante cada embarazo congestiones mensua- les, se puede creer que estas últimas han sido la causa produc- tora de apoplegías placentarias, las cuales á su vez han deter- minado el aborto; en consecuencia, en el caso actual, se pueden y deben hacer sangrías de 150 á 200.00, como profilácticas de la apoplegía y del aborto cuando no hay lugar á duda que exis- te congestión genital. Apoplegía pulmonar: Véase hemoptisis. Arenilla renal: Véase diátesis úrica. Argirismo ó argiria: Para hacer desaparecer la coloración bronceada de la piel que caracteriza á este efecto colateral te- naz, se recomiendan al interior el ioduro de potasio ó de sodio, pues que ya sabemos que los iodurados son los medicamentos eliminadores de los metales haciéndolos salir por la vía renal, aun á aquellos que como la plata, se fijan tan tenazmente en nuestros tejidos. Se recomiendan para lo mismo las lociones de una solución acuosa de iodo formulada así: iodo metálico 2.00, ioduro de potasio 10.00, agua 100.00. Baños calientes y prolongados, y los baños rusos son útiles auxiliares. La profi- laxia consiste en no dar por mucho tiempo los preparados de plata ni en mucha cantidad, porque á pesar de la energía de los medios que acabamos de exponer, la coloración bronceada per- siste mucho tiempo con tenacidad desesperante. Arterio-esclerosis: En primer lugar, para tratar debidamente á esta enfermedad, se necesita el tratamiento y supresión de la causa y el concurso del tiempo. Por lo que respecta á lo pri- mero, creemos que será de mucha utilidad para nuestros lec- tores el párrafo siguiente, que tomamos del Boletín de Terapéu- tica, tomo 121 pág. 419: "La multiplicidad de las causas de la arterio-esclerosis y de las cardiopatías arteriales, dan cuenta de la mucha frecuencia de estas enfermedades, pues fuera de las causas infecciosas co- mo viruela, escarlatina, fiebre tifoidea, y de las causas diatési- cas como gota, reumatismo crónico, sífilis, etc, aortismo here- ditario, es necesario hacer gozar gran papel á las causas tóxicas 202 como tabagismo, saturnismo, impaludismo, etc., y sobre todo á una causa que jamás ha sido señalada y que son los errores ó los vicios de alimentación; en efecto, la alimentación excesiva de carne ó la alimentación con carnes oreadas y podridas poco cocidas y de mala calidad, arroja al organismo gran número de tomainas que, incompletamente eliminadas, producen efectos tóxicos hasta aquí malamente atribuidos al corazón (ciertos vértigos, delirios y dispneas tóxicas). Estos accidentes tóxi- cos son favorecidos por un estado de insuficiencia renal, que puede, reteniendo en el organismo gran número de principios tóxicos, llegar á ser causa de arterio-esclerosis y de cardiopa- tías arteriales, y si estos últimos enfermos han llegado á ser muy numerosos, es en razón de las modificaciones profundas sobrevenidas en el régimen alimenticio. El rico y el habitante de las ciudades comen mucha carne, comen carne trasnochada y poco cocida: el pobre y el campesino comen menos, pero el resultado es el mismo porque las carnes de que hacen uso no son frescas, y que por consiguiente encierran muchas tomainas. Contrariamente á la opinión de Gubler, quien piensa que el ate- roma arterial es el resultado del abuso de la alimentación ve- getal, creo al contrario, que el mejor preservativo de las dege- neraciones vasculares y de las cardiopatías arteriales es el uso de esa alimentación. Así pues, en los predispuestos es necesa- rio prescribir la carne moderadamente: una vez por día, fresca y bien cocida, acompañada de legumbres y lacticinios. (Hu- chard)." Tenemos entendido que lo dicho basta para imponer la pro- filaxia racional y la dieta adecuada, cuando ya han aparecido los accidentes que caracterizan al sindromo, pues se ve desde luego que el régimen lácteo y vegetariano se imponen con exi- gencia en la cura de este proceso morboso, y que debe pros- cribirse el uso del té y de todos los cafeicos, caldos, confeccio- nes grasosas, pescados, carnes asadas, quesos y todo lo que tiene toxinas y tomainas. Pero es accidente casi constante en los casos de arterio-esclerosis la elevación de la tensión arte- 203 rial y tanto que algunos le han hecho la causa del sindromo, y con este nuevo dato salta nueva indicación que debe satisfacerse desde luego, como medida radical, con la abstención ó dieta de los líquidos que nos señala el régimen seco y con la sangría ge- neral, que especialmente está indicada cuando la vida está ame- nazada por accesos de seudo-asma ó dispnea del tipo de Chey- ne-Slockes, pues que con la sangría se baja la tensión vascular y se depura la sangre de las toxinas producidas por la insufi- ciencia renal y hepática, pues no hay que olvidar que las alte- raciones físico-químicas de la nutrición y aun las alteraciones funcionales premonitorias de la arterio-esclerosis, se corrigen por el racionamiento de los líquidos, por el régimen lácteo, por la cura de uvas, y más rápidamente por las pequeñas dosis de ioduro de potasio; en una palabra, por todo lo que regularice la diálisis de los líquidos, por todo Ib que disminuya la insuficien- cia renal, el retardo de los cambios nutritivos y de las oxida- ciones orgánicas. A pesar de la frecuencia de la hipertensión arterial en la ar- terio-esclerosis, casos hay en que sucede todo lo contrario, y entonces es la hipotensión la que domina; pero precisamente entonces es cuando está indicado dar cuernecillo de centeno como medicación arterial, y cafeína y cardio-tónicos con extre- mado cuidado y prudencia, porque puede decirse que la hipo- tensión es la señal cierta de la degeneración cardiaca. Debemos guardar en la memoria que el doral está proscrito en la arterio-esclerosis, cualquiera que sea la forma que se ten- ga que curar, pero especialmente está proscrito cuando hay di- minución de la presión arterial. En consecuencia, si alguna vez se llega á necesitar como hipnagogo, désele con extremada pru- dencia. Como medicamento, es al ioduro de potasio al que debernos ocurrir cuando se trate de intervención radical farmacéutica; á la estricnina, con moderación y en alguna parte hemos visto recomendado para el primer período, al veratrum viridis en tintura alcohólica, á la dosis de 10 á 20 gotas diariamente. Si 204 se quiere ensayar este último medicamento, puede consultarse el artículo palpitaciones. Inútil es decir que deben curarse á la vez las enfermedades concomitantes ó las lesiones principales, sin olvidar que el re- poso físico y moral es un excelente recurso higiénico. Artralgías: Como ordinariamente es un síntoma la artralgía de una enfermedad general ó situada lejos del lugar en que ha- ce su aparición el dolor, se comprende que el tratamiento de éste está subordinado del todo al de la enfermedad que lo pro- duce. Las hay incurables por el arte, como las de los tabéticos, que sólo se produce un ligero alivio en ellos con el uso de la antipirina y de los analgésicos aromáticos, y las hay también como las de los saturninos, que realmente son metalgías que pueden curarse en el momento como síntomas con el opio y la belladona mezclados, y radicalmente con la mezcla de miel y azufre como purgante, dando 15.00 del último y con los ba- ños sulfurosos y el ioduro de potasio. La artralgía como síntoma es susceptible de ser curada por la medicación del dolor; pero es claro que en cada caso debe- rá tomarse en cuenta la causa y el estado general para instituir el tratamiento racional. Artritis aguda: Linimentos, pomadas, cataplasmas bellado- nadas para calmar el dolor inflamatorio. La curación ouate, compresión y reposo, concurren al fin curativo. Últimamente se ha propuesto la faradización como eficaz an- tiflogístico y sedante del dolor, aun cuando haya fiebre. Véase más adelante reumatismo articular agudo y reumatis- mo blenorrágico; pero si la artritis aguda ha sobrevenido en el curso de una crónica y específica, obvio es decir que tratándo- sela como aguda, no se descuidará el tratamiento específico ge- neral ó local que esté indicado. Artritis crónica: Se aplicará empíricamente la electricidad, es decir, que se ocurrirá á la electricidad estática, galvánica y fa- rádica, pues se ha reconocido que á más de ser antiflogística es sedante enérgica del dolor. A la vez deben hacerse pincela- 205 das de tintura de iodo, siempre adicionada ésta de glicerina en partes iguales. Al interior dése ioduro de potasio. Artritis fungosas ó tuberculosas: De la abundante literatura que sobre este particular hay depositada eiTlos archivos de la ciencia contemporánea, extractamos lo que sigue por creerlo de notoria utilidad; pero antes diremos que la autorizada firma del Dr. Lanelongue debe servir de guía á todas aquellas personas que quieran profundizar el asunto y tomar la razón del trata- miento que se impone en esta larga y terrible enfermedad. El tratamiento de suavidad por el reposo y la extensión continua que este sabio francés ha impuesto para los casos en que aún no se producen las fístulas, ha llegado á ser clásico y tan va- lioso como el de las inyecciones de solución de cloruro de zinc hechas en las inmediaciones de los tejidos tuberculosos con ob- jeto esclerógeno y aislante, aunque ya en el Congreso de la aso- ciación francesa para el avance de las ciencias, reunido en Sep- tiembre de 1891, es decir, en el primer Congreso siguiente á la proposición de las inyecciones por este eminente cirujano, se presentaron conclusiones en el sentido de que ni es un méto- do general ni definitivo muchas veces, porque en no pocas oca- siones ha habido necesidad de practicar otras operaciones ó de imponer otros recursos y medicamentos. El tratamiento de la artritis tuberculosa es muy vario, según las diversas épocas de su evolución, según su sitio y según otras circunstancias que se imponen al médico á su pesar: afortuna- damente bajo el punto de vista práctico y de la intervención, hay un punto de reparo por el que se dividen en dos grupos todos los medios propuestos como más eficaces, y este punto de reparo lo da¡n la aparición de las fístulas, ó con más gene- ralidad las colecciones purulentas periarticulares: antes de la aparición de las fístulas están colocados todos los medios de suavidad y algunos recursos cruentos^ enérgicos y radicales; después de las fístulas sólo hay lugar á ocurrir á medios ente- ramente radicales, si se quiere tener alguna esperanza de éxi* 206 to. Como tipo de una ú otra intervención, se toma por todos ó la articulación de la rodilla ó la articulación coxofemoral. Hoy está fuera de duda que este padecimieuto es de natura- leza tuberculosa, y siendo así, nosotros apenas tenemos nece- sidad de decir que á la vez que se hace tratamiento local apro- piado, debe hacerse tratamiento general estricto, calcado con poca diferencia sobre el tratamiento de la tuberculosis pulmo- nar, ó exactamente sobre el tratamiento de la tuberculosis en general. La higiene y la farmacia son las mismas. En toda artritis es de precepto el reposo, tan absoluto y tan prolongado como sea necesario para la curación y lo exijan las drcunstancias: inmovilizar la articulación, es, pues, lo primero que' hay que hacer. A la inmovilización el Dr. Lanelongue ha añadido con felices resultados la extensión continua, aun cuan- do para realizarla haya necesidad de hacer la extensión forza- da con el cloroformo ó por medio de secciones tendinosas: la primera se consigue poniendo al miembro en una gotera de alambre suficientemente acojinada; hecha la inmovilización si- gue inmediatamente la extensión continua, que tomando por tipo á la rodilla se realiza así: se fijan tiras de esparadrapo an- chas y largas en ambos lados de la pierna, de modo que una tira empezando en un lado termine en el otro á la misma altu- ra, dejando en la planta del pie un pequeño estribo ó asa, de donde se colgará el peso que va á hacer la extensión; se fijan las tiras que se creen necesarias, se sostienen éstas por dos ó tres circulares de lo mismo, aisladas y colocadas en varias al- turas de la pierna: hecho esto, se procede afijar la parte supe- rior del tronco, de manera que pueda realizarse la contraex- tensión, y ordinariamente es en la ingle en que se toma punto de. apoyo, mejor dicho, en el pliegue génito-crural: terminado esto, no queda después de haber acostado al enfermo en un le- cho á propósito, sino poner el peso que hará la extensión y que puede variar de 4 á 12 libras y más, según la edad y la tenden- cia de la articulación á colocarse en flexión. El aparato conoci- do entre nosotros con el nombre de americano, podría usarse 207 con el mismo fin, aunque con más gasto y molestias, y no sien- do al fin tan sencillo como el que acabamos de detallar. La ar- ticulación queda libre y lista para que se hagají en ella los de- más recursos que siguen durante todo el tiempo que debe du- rar el aparato, que ordinariamente no pasa de 40 á 60 días. Se han propuesto camas de ruedas para poder sacar fácilmente á \ los enfermos al sol y al aire, tan necesarios, pero creemos que entre nosotros no se necesitan tales accesorios, pues que tene- mos bastante aire puro y suficiente, y hasta sobrante lumino- sidad. Basta este recurso local para obtener una buena curación, pe- ro si se nota dentro de un tiempo prudente que ella tarde en aparecer, entonces se puede ocurrir á los puntos de fuego, re- chazándose por completo la ignipuntura profunda que facilita y provoca la aparición de las fístulas, á la compresión con al- godón, al masaje, á los revulsivos: vejigatorios, rayas de fuego; á las tres electricidades que indicamos en el tratamiento del reumatismo articular agudo, y por fin, á lo que parece mejor, á las inyecciones de cloruro de zinc en solución al décimo; ha- ciéndose la inyección ni subcutánea ni intra-articular, sino en donde toman origen los vasos sinoviales, es decir, hacia los fon- dos de éstas y alrededor de la articulación, poniendo cada vez 2 ó 3 gotas y pudiéndose repetir en la misma sesión 4 ó 5 veces en diversas partes: desde poco después se produce aflujo de nuevos elementos en la parte enferma, que fué donde se hizo la inyección, y la evolución de éstos producen la esclerosis ais- lante y saludable. El Dr. Verneuil ha propuesto como medio curativo al siguien- te: se envuelve en ouate la parte afectada del miembro y luego se la somete localmente á una temperatura de 110°, disponien- do una bóveda de ladrillos muy calientes alrededor, debajo de la cual se pone la artritis. Por fin hemos visto recomendadas á las inyecciones de so- lución de naftol alcanforado para las tuberculosis de los huesos, de las articulaciones y de las vainas tendinosas: la solución se 208 hace en alcohol ó aceite, y el naftol se prepara con 10.00 de és- te por 20.00 de alcanfor, ambos finamente pulverizados. Pero todo lo anterior puede fracasar y conducir insensiblemente á la formación de abscesos y de fístulas, en cuyo caso es del todo inútil insistir en lo que acabamos de mencionar, porque cierta- mente sólo se conseguirá procediendo así á hacer más palpable el desastre. Entonces hay lugar á los medios cruentos que ya dijimos pueden usarse aun antes del establecimiento de las fís- tulas: estos medios son de variada fisonomía é intensidad, se- gún los cirujanos. Se sostiene por muchos cirujanos que la resección de la ro- dilla hecha con oportunidad permite curar á la mayor parte de los enfermos afectados de tumor blanco. "No solamente me- jora el estado general, sino que retarda la evolución del proce- so tuberculoso, le hace desaparecer ó impide entonces su ge- neralización. Conforme al Dr. Bceckel, conserva en los nueve décimos de los casos un miembro útil que puede servir indis- cutiblemente en las profesiones más variadas...... Pero como una de las causas que han impedido hasta aquí que la resec- ción de la rodilla tome en la práctica quirúrgica el rango que le es debido, es la dificultad del tratamiento post-operatorio, y habiéndose vencido ésta con la práctica de Olier, que consiste en dejar á las extremidades huesosas en la inmovilidad abso- luta durante todo el tiempo necesario, para que se cumpla el trabajo adhesivo, para impedir los desalojamientos consecuti- vos, es de creerse que desde ahora y ayudada la operación con los procedimientos antisépticos, entrará de lleno este recurso á la práctica quirúrgica. El Dr. Olier deja la primera curación por 40 y aun 50 días sin tocar al miembro, y cuando después de dos meses se llega á deshacer la curación operatoria se en- cuentra á los huesos muy sólidamente reunidos, y tanto que hasta dan completa seguridad que no se desalojarán en lo por- venir. "El Dr. Bceckel, de Strasburgo, da las siguientes indicaciones operatorias: operar antes de la aparición de las fístulas, cuan- 209 do el estado general declina y que las lesiones locales progre- san ó en casos dudosos; operar cuando después de algunos meses de inmovilización la anquilosis tarda en producirse, pues generalmente si no se ocurre á la operación, los destrozos se hacen más considerables. Esta práctica tiene el medio entre la resección preventiva y la contemporización que se abandB'na más y más todos los días, y á mí me parece que es prudente y lógica; porque se puede afirmar que entre los individuos ope- rados preventivamente, que tal vez algunos habrían curado sin operación. En cuanto á aquellos que se inmovilizan muy largo tiempo y que se operan muy tarde, ó bien sucumben ó bien no pueden ser salvados más que por la amputación, sólo la ínfima minoría se beneficia con la resección. El Dr. Bceckel hace la resección oportunamente á todas las personas que padecen tu- mores blancos practicando primero la artrotomía exploradora, la que le pone en buena vía para escoger sea la artrecto- mía, sea la resección si hay al mismo tiempo lesiones hueso- sas. "Es necesario restringir mucho las indicaciones de la ampu- tación del muslo; aun en los casos en que las lesiones huesosas sean muy avanzadas y aun cuando la afección hubiera invadi- do al canal medular no vería contraindicación de la resección, pues basta saber que por la raspa y la cauterización del canal medular por la punta del termocauterio de Pacmelin se han ob- tenido éxitos maravillosos. "Intervengo cuando los tratamientos usuales, la inmoviliza- ción ante todo, la cauterización (puntos de fuego) por medio del termocauterio, la compresión ouate, el aparato inamovible, el masaje, un buen clima y un tratamiento y régimen tónicos continuados durante un tiempo suficiente no dan la esperan- za de curación próxima. Cuando la afección tiende á curar, el estado general se mejora desde luego, los dolores y el hincha- miento disminuyen bien pronto y la anquilosis se establece al cabo de un tiempo variable. Obtenida ésta, se está en condi- ciones de poner un pronóstico favorable sobre las consecuen- Terapéutica.—14 210 cias probables de la enfermedad y para desechar la intervención quirúrgica. "Pero desgraciadamente este caso no sucede con frecuencia, pues la curación real de la artritis fungosa es, en efecto, una excepción, á despecho de los tratamientos mejor dirigidos, por- que es necesario no hacerse vanas ilusiones y considerar como curados á individuos cjue simplemente se han perdido de vis- ta, que es lo que sucede ordinariamente. La verdad es que en gran número de enfermos la afección reincide en el mismo lu- gar cuando se la creía extinguida. "Cuando se hace el diagnóstico aproximado de los destrozos intra-articulares y se contemporiza hasta la formación de las fístulas, se tiene mala conducta y se puede hacer responsable al médico de las consecuencias ulteriores, siempre malas, eme comprometen no solamente la vitalidad del miembro, sino tam- bién la vida por la invasión de la tuberculosis pulmonar ó me- níngea. "Los casos más embarazosos bajo el punto de vista del tiem- po oportuno de la intervención, son aquellos en que la enfer- medad es tórpida y en quien los destrozos articulares se hacen de una manera silenciosa, sin gran manifestación exterior, sin dolores, y por decirlo así, sin repercución notable sobre la sa- lud general. Cuando se decide uno á intervenir después de ha- ber vacilado largo tiempo, se asusta uno mucho de los destro- zos existentes, precisamente porque nada hacía prever ni la extensión ni la gravedad. "Muchos cirujanos desdeñan operar á individuos que no son jóvenes, y yo creo eme se pueden operar enfermos de más edad de los que se tiene costumbre, pues los éxitos obtenidos ya con tal conducta la justificarían: en herida aséptica la formación de buen callo tiene tantas probabilidades en un hombre de 40 años como en otro de 20; sin embargo, es bueno no exagerar, pues más allá de los 50 años sólo se deben operar los casos favora- bles, y eso no por razón de los peligros inherentes ú la opera- ción y á la dificultad de la formación del callo, sino por causa 211 de la necesidad de la larga permanencia en el lecho, mal so- portada, como se sabe, por todos aquellos individuos eme no son jóvenes. "En los tuberculosos averiguados no hay contraindicación absoluta para la resección de la rodilla (!); sin duda que lo me- jor es no tocar á los individuos que tienen grandes cavernas y están en plena eticidacl; pero se puede operar atrevidamente si sólo ha demostrado que los vértices están indurados y que los estertores son poco numerosos, dando un poco de atención á la cloroformización, que puede acompañarse de fenómenos de asfixia y algunas veces de hemoptisis. A pesar de esto se ve siempre á la resección seguida de una mejoría general extraor- dinaria, pues los enfermos engordan y las alteraciones pulmo- nares pueden hasta desaparecer. "Por regla general una operación completa bien hecha en un tuberculoso, disminuye las probabilidades de tuberculosis ge- neral en lugar de aumentarlas; pero para practicar la resección se entiende que no es necesaria una gran supuración con fístu- las, porque desde el momento en que hay mucha supuración, han cambiado las condiciones de reparación, la economía se al- tera y la operación local, en lugar de desviar á los accidentes lejanos, los favorece. "Es necesario no olvidar que las probabilidades favorables de la resección son mucho más completas cuando no ha habi- do supuración abierta al exterior. Por esta razón considero á la,ignipuntura recomendada por el profesor Richet, hecha con la punta del termocauterio ele Paquelin en el fondo de la articu- lación, no solamente como operación sin resultado definitivo, sino aun como comprometiendo la probabilidad del éxito de una resección ulterior por causa de la destrucción de la piel y de la producción de fístulas. "En algunos casos de supuración articular crónica, el miem- bro se reduce casi al estado de esqueleto, sobre todo cuando el enfermo fué tratado mucho tiempo por la inmovilidad y la compresión. En estas condiciones, la atrofia del tríceps es fre- 212 cuente en las artritis de la rodilla, atrofia de tal modo tenaz á la electricidad y á los otros medios, que llega á ser uno de los grandes obstáculos al éxito de las resecciones muy tardías, te- niendo el miembro, á pesar de la operación, tendencia á doblar- se en ángulo, lo que sucede sobre todo en los niños. "Los resultados lejanos de la resección no concuerdan siem- pre con los inmediatos que parecen tan brillantes, pues confor- me á la última estadística hecha por el Dr. Bceckel en 1885, el acortamiento del miembro resecado es tanto más notable cuan- to que el operado fué más joven, sobre todo en los niños, y cuanto que la resección quitó mayor cantidad de hueso. El acor- tamiento puede llegar hasta diez centímetros. "La resección completa de la rodilla puede practicarse en todas las edades, aun en las de sesenta y setenta años. En los niños la resección completa puede practicarse con éxito inme- diato y lejano, guardando la precaución religiosa de no cortar más eme pequeñas láminas huesosas superficiales. La resección completa es preferible á las otras operaciones de la articulación: artrotomía, sinovectohiía, ósteo-artrectomía, que frecuentemen- te dan lugar á la producción de falsa anquilosis, mientras que la resección completa asegura para la articulación una anqui- losis sólida y completa. "La resección bien hecha, sin extender la sección huesosa hasta el cartílago de conjugación, no produce acortamiento del miembro: algunas veces es lo contrario lo que sucede, y así, en lugar de acortamiento hay alargamiento del miembro, como consecuencia de la irritación del cartílago de conjugación por el hecho operatorio. En este concepto, la resección completa hecha de una manera parsimoniosa, no se contraindica en los niños que padecen ósteo-artritis, y si después de la resección se produce acortamiento del miembro, es más bien por conse- cuencia de la enfermedad misma, que había influenciado é in- teresado al cartílago de conjugación y provocado la atrofia del miembro. Es necesario, pues, examinar previamente al miem- bro enfermo bajo el punto de vista de la longitud y de la atro- 213 fia para poder tener idea exacta del resultado ulterior de la resección. "El ideal de la resección de la rodilla es hacer todo el trata- miento con una sola curación antiséptica operatoria y sin ca- nalización. "Después de la curación de la resección de la rodilla los en- fermos, y sobre todo los niños, deben tener durante años rodi- lleras de silicato de potasa para sostener la rodilla y prevenir las consecuencias muy malas de la flexión de la pierna. "La resección de la rodilla debe practicarse oportunamente para prevenir los malos resultados locales; por ejemplo, la atro- fia del miembro, las pérdidas considerables de la articulación, que podrían comprometer para siempre la vitalidad del miem- bro y dar lugar á todas las consecuencias de la infección gene- ral tuberculosa. "Hé aquí el manual operatorio seguido por el Dr. Christo- vitch en el caso siguiente: abertura de la articulación por el procedimiento de Mac Kensie: abierta la articulación, aparecen las fungosidades tapizando todo el fondo de la articulación y raídos los ligamentos cruzados: los meniscos interarticulares se encuentran desprendidos, fungosos y de aspecto grasoso; sólo estaban raídos el cartílago y el hueso del cóndilo interno del fémur; nada de foco extenso de caries, y en consecuencia, en el caso, se trata de la forma sinovial. Los ligamentos latera- les se encuentran sanos y tapizados de algunas fungosidades; pero no obstante, se les corta para tener más luz y para poder doblar más completamente la rodilla. Desde luego se extirpa á la rótula con el fondo sinovial posterior, pues para despren- derlo habría sido necesario ir más arriba y prolongar la inci- sión cutánea de cada lado para poder llegar á limpiar bien el foco. Sirviéndome de las tijeras, de la cuchara cortante de Wolkmann y de la rugina, desembaracé á la superficie de todas las fungosidades que la tapizaban: raspo y extirpo á los liga- mentos cruzados y á los meniscos, y con cuchillo muy afilado reseco dos centímetros del cóndilo interno del fémur que en- 214 contré cariado. Por esto me vi en el caso de resecar los otros cón- dilos del fémur y de la tibia para igualar las superficies hueso- sas, hacer así el contacto más seguro, y por lo mismo, para evitar las desviaciones ulteriores del miembro que se hubieran producido por el cruzamiento irregular de las dos extremida- des huesosas, si no se hubiera hecho más que la resección de un sólo cóndilo. "Regada abundantemente la herida con la solución de su- blimado, desinfectada también con la solución ele cloruro de zinc al 5 por ciento y expolvoreada con iodoformo, fué canali- zada superficialmente por dos tubos laterales y uno superior, pasado por la pequeña incisión que se hizo en la base del col- gajo. La sutura de la piel se hizo con hilos de plata, después de haber cortado tres centímetros de piel excedente en forma de banda circular para tener afrontamiento exacto. Se hizo la tenotomía subcutánea de los tendones de los músculos poste- riores del muslo, para facilitar el contacto de las extremidades huesosas de la articulación. La línea de la sutura cutánea fué expolvoreada con iodoformo, así como los extremos exteriores de los tubos, se aplicó curación antiséptica iodoformada, des- pués se hizo compresión con bandas enyesadas en todo el miem- bro hasta la raíz del muslo, para evitar la hemorragia difusa que puede sobrevenir después de quitar el aparato de Esmarch. En seguida se puso la férula de Bceckel, que se contuvo con vendaje en ocho, enredado en la rodilla y en el muslo. "Se aplicó en la rodilla otra curación antiséptica fenicada, y se cubrió á todo el miembro desde la punta del pie hasta la raíz del muslo de capas dé algodón fenicado; encima de la úl- tima se puso un gran cuadro de gutaperca y se sostuvo al todo con vendas enyesadas, poniendo al miembro en posición ele- vada y quitando por último el tubo de Esmarch. "Muchas semanas después, cuando se quitaba á la primera curación, se necesitó emplear en abundancia la solución de su- blimado, con la cual se humedecía capa por capa de esta cu- ración, que se encontraba enteramente seca, sin contener la 215 menor gota de pus; al quitar los tubos, aplicmé en su lugar abundante polvo de iodoformo. Se hizo luego curación anti- séptica con aparato enyesado inamovible, no empleándose más la férula. Se permite desde luego que el enfermo comience á anclar muy poco, sirviéndose de muletas. "Dos meses después de la operación, el acortamiento del miembro operado no era más que de 4 centímetros, compara- do con la longitud del miembro sano. El enfermo, que ha en- gordado mucho, puede andar sin muletas, conservando una rodillera muy suave de silicato de potasa para sostener las ex- tremidades huesosas consolidadas y para impedir la flexión de la pierna, que tiene tendencia á doblarse aun después de la completa consolidación. "Cuatro meses después, el acortamiento sólo era de un cen- tímetro. "Si no se pone el último vendaje enyesado que hace com- presión, puede hacerse hemorragia difusa cuando se quita el aparato de Esmarch; si se hiciera tal omisión y sobreviniera este percance, hágase la compresión de la arteria femoral en la ingle, y póngase el vendaje de yeso. "Si hubo abscesos periarticulares que se curaron durante la operación, y si se nota á los pocos días que la temperatura su- be hasta 39° y más, entonces quítese la curación, reconózcase la causa de la elevación de la temperatura, limpíense los abs- cesos con solución de sublimado al 1:1,000.00 y lléneseles de gasa iodoformada, quítense las suturas y los tubos de la rodilla, y en fin, póngase la herida en las mejores condiciones posibles, haciendo lo eme esté indicado. "La primera curación puede durar hasta dos meses. (Chris- tovitch, Boletín de Terapéutica, tomo 120 pág. 215)." Hacemos á continuación el extracto de una sesión de la So- ciedad de Cirugía, cuie encontramos en la Gaceta de los Hospi- tales del 29 de Noviembre de 1890, á propósito ele artrectomía y de la resección en las artritis tuberculosas: "El Sr. Richelot entiende por artrectomía la operación cjue 216 tiene por objeto destruir todas las partes enfermas de la arti- culación sin tocar á los huesos, pues para practicarla es nece- sario que éstos estén sanos, si no. es necesario no vacilar en ocurrir de preferencia á la resección; pero precisamente lo di- fícil es saber de antemano si están sanos ó enfermos los hue- sos. La operación que propone el Dr. Richelot, tal como él la comprende, permite obtener este dato para obrar en conse- cuencia. "Manual operatorio: comienza el cirujano por seccionar la rótula, después practica la dislocación para poder hacer la sec- ción de los ligamentos, se examina entonce» al hueso, y según su estado, se decide por la artrectomía ó por la resección; si se hallan sanos los huesos, se decidirá por la artrectomía aplicán- dose entonces á destruir todos los fondos y todos los tejidos articulares; se persiguen así todas las fungosidades, y cuando ya se tiene la seguridad de haber destruido todas las partes en- fermas, se practica la reconstitución de la articulación, después de haber desinfectado cuidadosamente toda la región. Se hace la sutura de la rótula con gruesos hilos de catgut y numerosos hilos periféricos; hecha la sutura, la articulación queda recons- tituida. "La conclusión del Dr. Richelot: la artrectomía merece la preferencia sobre la resección en el caso que se ha menciona- do, es decir, cuando los huesos están sanos. "Expuesto lo anterior, enterémonos de la discusión, que es sumamente interesante en todos conceptos. "El Sr. Lucas-Championiére encuentra la defensa del Sr. Richelot en favor de la artrectomía, y sus críticas de la resec- ción un poco exageradas, pues en el principio presenta la ar- trectomía con sus ventajas, que consisten en no quitar más que lo que es indispensablemente necesario; pero en materia de tratamiento quirúrgico de las enfermedades tuberculosas, es de la más alta importancia traspasar los límites de la enferme- dad, en la inteligencia que el orador no trata de condenar ab- solutamente á la artrectomía, toda vez que él mismo la ha prac- 217 ticado con cierto éxito; pero contrariamente á lo eme dice el Sr. Richelot, encuentra que las consecuencias de esta opera- ción son mucho más complicadas que las déla resección;ade- más, no tiene gran confianza en la artrectomía, que no es, para él, más que la misma resección, pero incompleta; en muchos casos le parece ventajoso conservar los ligamentos laterales, asegurando así cierta movilidad á la articulación. "Richelot, conforme á los hechos que cita, parece admitir que la tuberculosis huesosa, complicando las sinovitis fungo- sas, no es tan frecuente como se le dice: tal no es la opinión del Sr. Championiére, quien conforme á lo que ha visto, admi- te al contrario, que de una manera general se encuentran mu- chas más lesiones huesosas de lo que se cree al principio en cada caso. Examinando atentamente á los huesos se encuen- tran alteraciones dudosas que sí se les deja exponer á las re- incidencias. Para el opinante, la tuberculosis huesosa es la re- gla, y la tuberculosis limitada á la sinovia!, la excepción. (Nos- otros advertiremos al pasar que esta es la tesis absoluta del Doctor Lannelongue sobre el origen de la tuberculosis arti- cular.) "No admite que la anquilosis sea el ideal, y cree que se de- be tratar de obtener otro resultado más satisfactorio. "Después de la artrectomía el miembro debe ser inmoviliza- do, mientras que después de la resección el Sr. Championiére no le toca: también hay gran diferencia en el andar, pues el Sr. Championiére no admite que se busque cierto grado de flexión, porque un miembre ligeramente doblado es para él un miembro detestable. El tratamiento post-operatorio consecu- tivo á la resección no dura más de cinco meses, y los enfer- mos andan después de dos. Bajo este punto ele vista no se tie- nen mejores resultóos con la artrectomía, y en fin, en esta operación se expone uno á dejar focos tuberculosos y se expo- ne á las reincidencias á los enfermos. La resección es mucho más segura en sus resultados definitivos: en suma, la artrecto- mía puede estar indicada en ciertos casos, pero como conse- 218 cuencias operatorias y resultados definitivos es inferior á la resección. "El Sr. Verneuil observa que la operación propuesta por el Sr. Richelot es más bien sinovectomía que artrectomía propia- mente hablando: recuerda cjue Letievant, Olier y otros, habían propuesto la extirpación de la sinovial; pero haciéndola parcial é incompleta, lo cual hacía mala á la operación por dejarse for- zosamente tejidos enfermos; además, en la elección de la ope- ración, es necesario tener mucha cuenta de la edad de los en- fermos, y establecer mucha diferencia entre los niños y los adultos. "El Sr. Verneuil recuerda haberse opuesto frecuentemente contra la opinión que quiere que las artropatías estén siempre acompañadas de osteítis, pues que es errónea, y en particular por lo que concierne á la coxalgía; añadiendo coie la curación es la regla en las sinovitis fungosas sin osteítis y tratadas des- de el principio por la inmovilización y los revulsivos, y aún más, la existencia de las lesiones huesosas no implica la curabilidad misma para las coxalgías, dando por prueba los resultados ob- tenidos por la cirugía conservadora. "Por lo que se refiere al diagnóstico precoz de estas lesiones •huesosas, el Sr. Verneuil no cree que sea tan difícil como se le dice, pues el dolor á la presión al nivel de los puntos enfer- mos y la dificultad de ciertos movimientos de extensión ó de flexión, permiten muy fácilmente darse cuenta de la existen- cia de estas lesiones huesosas, y aun cuando ellas existan, es necesario no desesperar de la curación: en el mal de Pott, por ejemplo, en donde las lesiones huesosas son tan manifiestas, se sabe que la curación es frecuente. "El Sr. Verneuil reconoce que la operación practicada por el Sr. Richelot, operación consistiendo en abrir la articulación, en quitar todos los puntos sospechosos, en examinar los hue- sos y respetarlos si parecen sanos, es una operación que pue- de recomendarse como tentativa de eclecticismo, de selección operatoria que merece la atención de los cirujanos. 219 "El Dr. Quénu dice que en semejante caso importa, sobre todo, reconocer si existen ó no lesiones huesosas, y aunque el Sr. Verneuil dice eme el examen clínico permite ordinariamen- te reconocerlas, tal no es la opinión del Sr. Quénu, que ha exa- minado numerosas piezas anatómicas, y que ha adquirido la convicción que no es posible hacer el diagnóstico preciso de las lesiones huesosas antes de la abertura de la articulación. Ha practicado once resecciones de rodilla, y en tres casos ha hecho la artrectomía: en dos la superficie cartilaginosa parecía sana; en uno ha raspado la tibia y ha encontrado núcleos ca- seosos que nada había hecho sospechar su existencia: algunas veces ha encontrado sanas á las articulaeiones con núcleos ca- seosos en las epífisis, y en consecuencia, cree que hay focos tuberculosos independientes de la sinovial, ¿cuál dato puede servir para descubrirlos? Es necesario ser cauto: el Sr. Ver- neuil añade que estas lesiones pueden curar sin operación, lo que es verdad, pero desde el momento en que se abre la arti- culación, ¿no es más prudente dejar de hacerse ilusiones? "El Sr. Quénu ha tenido diez éxitos en los once enfermos en que ha practicado la resección, habiendo tenido necesidad en uno de ellos de practicar consecutivamente la amputación del muslo, y en suma, el Sr. Quénu se adhiere enteramente á la opinión emitida por el Sr. Lucas-Championiére, y cree, co- mo él, que la resección es preferible á la artrectomía. "El Sr. Berger ha practicado 25 resecciones, antes de las cua- les frecuentemente ha tratado de hacer la artrectomía y jamás encontró la indicación, pues siempre demostró lesiones hueso- sas que necesitaron la resección; sin embargo, admite que hay casos en que sólo es invadida la sinovial, haciendo notar que casi siempre existen lesiones centrales huesosas que pasan des- apercibidas: ha seccionado huesos que parecían sanos, y en ellos ha encontrado tubérculos centrales, como le sucedió en parti- cular en un caso de resección ortopédica por tumor blanco, curada por anquilosis angular. Desde el momento en que se opera, hay mucho interés en operar completamente. 220 "Todo lo eme se puede obtener fuera de la resección se ob- tiene por el tratamiento, conservador, y si se decide uno á una intervención, es bueno hacer la resección. Las lesiones que no pueden curarse por los medios ordinarios, son susceptibles de la resección, operación simple en sus consecuencias y eficaz en sus resultados...... La anquilosis es una condición de la cu- ración, y cuando no se obtiene esa anquilosis, hay reinciden- cias; sin embargo, el Dr. Berger aplicaría de buena gana la ar- trectomía á los jóvenes en quienes es necesario hacer alguna cosa más que el solo tratamiento médico." El Sr. Dr. Duplay procede así para la resección: la incisión más cómoda es la incisión curva partiendo de un cóndilo, des- cendiendo sobre la tibia hasta la inserción del ligamento rotu- liano y subiendo otra vez al cóndilo del lado opuesto: se diseca en seguida el colgajo y se extirpa la rótula, cuya conservación sería más dañosa que útil; se raspa enérgicamente la sinovial, se acaba la desarticulación y se reseca una parte del fémur y en seguida otra de la tibia. En las destrucciones muy exten- sas, para evitar el acortamiento que probablemente será enor- me, se puede no hacer más que la resección de la mayor parte de las extremidades huesosas invadidas, y completar esta re- sección parcial raspando y escarbando á los focos restantes. La sutura huesosa es casi siempre inútil, salvo en los casos de adaptación difícil de las superficies, pues en estos últimos las suturas aun metálicas deben ser perdidas, porque estas sutu- ras perdidas no tienen inconvenientes cuando se ponen con estricta antisepcia y se tiene cuidado de aplastar, de amartillar el nudo del hilo de plata como si tratáramos de hundirle en el hueso. Las suturas superficiales deben dejar lugar para la ca- nalización, y la curación y la gotera de inmovilización deben ponerse siempre con los cuidados más minuciosos que ya de- tallamos. Es opinión unánime de todos los cirujanos desechar para la generalidad de los casos la amputación, reservándola para ca- sos extremadamente raros. Cualesquiera que sean las circuns- 221 tancias, hay que tener presente antes de toda intervención el precepto conservador de la cirugía. En medicina, como en ci- rugía, es inútil decir que sólo debe obrarse cuando hay nece- sidad, y tomando siempre el camino más corto y el más senci- llo y eficaz. Conforme á lo que llevamos dicho hasta aquí, debe conde- narse como ineficaz y peligrosa la opinión que quiere que se haga sólo la artrectomía sin destruir completamente todos los focos tuberculosos. Sus partidarios dicen que ha dado resulta- dos; pero la experiencia universal la condena con sobra de ra- zones. Como tratamiento paliativo y remotamente curativo, reco- mendamos las inyecciones de solución aceitosa de iodoformo con preferencia á las de éter iodoformado, que quedan proscri- tas por completo para todos los casos de trayectos fistulosos periarticulares. Aceite, 100.00, iodoformo 10.00. Se inyectan por vez 10, 20 y hasta 30.00, en dos ó tres piquetes, y hacien- do que la solución llegue hasta la llamada membrana piogena: inútil es decir que si hay pus se le extraerá primero. En suma, cuando hay fístulas, el tratamiento por las inyecciones de so- lución aceitosa de iodoformo apenas merece el nombre de pa- liativo, y cuando no las hay, muchos dicen que puede lograrse el éxito curativo aun cuando haya abscesos periarticulares, con la condición que éstos aún no se hagan camino al exterior, pues en tal virtud quedan reducidos á los casos de la primera categoría. "Las inyecciones de iodo!, hechas como las de iodoformo, cada ocho días, se dicen, falsamente, succedáneas de las de aceite iodoformado, pues lo repetimos, el iodoformo aún no tie- ne succedáneos. La intervención quirúrgica la terminaremos diciendo que siempre que se haga una operación conservadora en cualquie- ra articulación, hay que hacerla ampliamente quitando sólo el astrágalo para el pie, todo el carpo para el puño, aun cuando haya huesecillos que parezcan sanos, y así sucesivamente para 222 las demás, teniendo cuidado de intervenir cuando la artritis está dormida, es decir, fuera de los brotes agudos. Intervenir fuera de los estados agudos, indudablemente que es lo mejor; pero también se puede ocurrir con éxito á la intervención aun cuando la tuberculosis no se detenga ni la fiebre caiga. Quitar todo el astrágalo en las tuberculosis articulares del cuello del pie, es igualmente una conducta buena, porque de ese modo se cría una vía amplia que permite buscar á todos los tejidos tuberculosos. El astrágalo, en efecto, á pesar de las objeciones que se le han hecho á esta conducta, es uno de los huesos que se puede sacrificar más fácilmente, conservando la parte exte- rior de la muesca natural, en lugar de quitar á la mesa tibial y á los maleólos. No se olvide que todas las veces que se hace en estos ca- sos una operación incompleta y se dejan focos tuberculosos intactos, se expone al enfermo á todos los peligros de una re- infección aguda. La compresión ouate que mencionamos como eficaz, puede hacerse aún más enérgica usando como venda en luger de gé- neros de algodón la banda de caoutchouc. Se propone, y se dice que se obtiene éxito, añadir á los efectos de la compresión los baños arsenicales generales, el buen clima, el tratamiento y régimen tónico. Ascárides lombricoides: El que parece más eficaz para expul- sar á estos entozoarios es el calomel, solo ó asociado á otra substancia purgante que obre mucho más rápidamente que él: la dosis para el niño son 0.05 por cada año. La naftalina entre las nuevas adquisiciones se recomienda como eficaz: naftalina de 0.30 á 0.50, aceite de ricino 15.00, esencia de bergamota(citrus limeta) 2 gotas; mézclese páralos niños y varíese según las edades. A los adultos se les da 1.00, é inmediatamente después 30.00 de aceite de higuerilla. El me- dicamento se tomará en ayunas y en regla general para cual- quiera substancia que se emplee, se preparará á los enfermos 223 durante dos días, alimentándolos con substancias saladas, aci- das ó picantes. La santonina ó el semen contra, que surten bien, no deben ciarse jamás en ayunas, sobre todo á los niños, debiendo seguir en esto la práctica de West, que da la santonina por la noche y un purgante oleoso á la mañana siguiente, en la inteligencia que jamás deben darse 0.05 en los niños menores de tres años. Es igualmente buena la práctica de administrar en el día la san- tonina, de 5<á 0.20, ó el semen contra de 1 á 6.00 en obleas; no se olvide que siempre y por siempre debe darse un purgan- te después. También se recomienda el musgo de Córcega. Véase oxiuros vermicularis. Ascitis: De vario origen y naturaleza, se la cura de muchos modos, y el éxito de los medios empleados depende del que se obtenga en la enfermedad que la produce. La punción es el soberano recurso que en pocos minutos y directamente acaba con ella algunas veces para no volverse á reproducir más; pero se tendrá cuidado de no ocurrir á este medio cuando haya anasarca fuerte, pues en estas condiciones la ascitis se volverá á reproducir casi inmediatamente; empe- ro si está realmente indicada, no hay más que practicarla. Há- gasela exactamente en el lugar de elección ó en la línea blan- ca, un poco abajo del ombligo, quedando siempre bastante arriba de la vejiga y no olvidando que á los lados corre una ar- teria voluminosa. En el lugar de elección, la arteria pasa en la unión del tercio medio con el interno. Manual operatorio, el conocido. Cuando la ascitis no es de origen renal, se recomienda el ca- lomel, 0.20 ter., solo ó asociado á la digital ó al estrofantus, te- niendo presente que no debe usarse más de dos ó tres días, que la diuresis puede retardarse hasta ocho días y que en caso de ascitis renal debe proscribirse su uso, ó en casos extremos no emplearlo sino con prudencia y moderación, estando siem- pre alerta. 224 Cuando es producida por atrofia del hígado, entonces ocú- rrase á más á la copaiba. Véase cirrosis atronca. La phytolacca acinosa, planta del Japón, ha dado buen re- sultado. Véase nefritis parenquimatosa. La escila en fomentaciones ó cataplasmas del cocimiento, so- la ó asociada á la digital, es muy útil y sin inconveniente; pero el efecto se obtiene más pronto y más intenso si se le añade cicuta manchada, poniendo de ésta un puñado en el agua tibia de la escila, pues en general no hay que elevar mucho el calor para las preparaciones de cicuta. La cainca, kainca chiococca racemosa, es muy útil á la dosis de 1.00 á 1.50 dé polvo en cocimiento para la ascitis en gene- ral, pero especialmente para la forma esencial, teniendo cuida- do que no haya inflamación en el estómago. La faradización ha dado buenos resultados, cualquiera que sea el origen de la enfermedad. Si durante el embarazo la ascitis dificulta mucho la respira- ción, puede hacerse la punción porque es inocente para la ma- dre y para el engendro. La ascitis de este último, en el mo- mento del parto requiere igualmente la punción. Asepcia: La asepcia es el conjunto de medios destinados pa- ra evitar la inoculación de las heridas operatorias por los gér- menes infecciosos: la asepcia consiste en el aseo minucioso no solamente del campo operatorio, sino también del cirujano, de los ayudantes, de los instrumentos, de los objetos de curación, etc. Los agentes asépticos, tales como el agua hervida emplea- da en la cirugía abdominal, están privados de^productos sép- ticos pero no tienen ningún poder microbicida, que es lo que los distingue de los agentes antisépticos, que sí lo tienen. La asepcia es preoperatoria, operatoria y post-operatoria: la primera supone á las dos últimas; ella es la más importante, y comprende la asepcia del campo operatorio, de los instrumen- tos, del cirujano y de sus ayudantes. Preparación del cirujano y de sus ayudantes: es necesario que ni uno ni otros hayan manejado cadáveres, ni el día ni la 225 víspera de la operación; lo mismo se dice de las enfermedades similares de la fiebre puerperal, erisipela, infección purulenta, etc., y si alguna de esas cosas ha sucedido, es necesario, si fué en el mismo día que tenía que hacerse la operación, suspen- derla, y si fué la víspera, entonces es de rigor un baño general simple, seguido del cambio de ropa limpia y de asepcia de las manos, repetida en los dos días dos ó tres veces. El aseo de las manos se hace como sigue: 1?, se limpian las uñas con limpia-uñas; 2?, se hace en ellas y en las manos, por un minuto, jabonadura con agua caliente, restregando con un cepillo áspero; 3?, otro minuto se las mantiene en alcohol á 80°; 4?, inmersión en solución de sublimado al 2:1,000.00 ó de áci- do fénico al 3 por ciento en agua destilada, empleando á la vez y con vigor el cepillo; 5?, se dejan las manos humedecidas con las soluciones dichas. La misma operación se hará hasta el co- do, que permanecerá descubierto, teniendo cuidado una vez terminado el aseo de no ensuciar ni á la bata protectora, ni á los paños, ni á ningún objeto seco inmediato: durante la ope- ración es necesario mantener constantemente humedecidas las manos por una solución antiséptica. Los ayudantes harán estrictamente lo mismo. Igual es el manual operatorio de la región en que se va á operar, añadiéndose el acto de razurar y el aislamiento del cam- po operatorio por compresas impregnadas en solución antisép- tica, cuando hay necesidad. Se entiende que la asepcia de ciertas regiones, como la de la ocular, sufre modificaciones profundas y que por otra parte la simple razón natural indica. Los antisépticos oculares son el ácido bórico al 2 y 4 por ciento, y las sales de mercurio sufi- cientemente diluidas. Ni se razurará la región ni se frotará con cepillo, etc. Las brochas para lavar se esterilizarán antes de la operación por el vapor de agua ó por la ebullición en solución de sosa, por 20 minutos, y se las conservará después en solución de su- blimado al \ por ciento. Terapéutica.—15 226 Los instrumentos previamente limpiados mecánicamente, se les esteriliza por el vapor de agua de una caldera, por el aire caliente ó por la ebullición, añadiendo al agua en este último caso, para elevar la temperatura que destruya hasta los espo- ros por ejemplo, un poco de cloruro de calcio. El vapor de agua ha de ser producido bajo presión y á 110° para que sea eficaz. Los instrumentos se limpian primero con brocha y agua calien- te jabonosa, luego se les hace hervir por un cuarto de hora en solución de carbonato de sosa al 1 por ciento, y por fin, des- pués del enfriamiento y durante la operación quirúrgica, se les coloca en solución hervida ele carbonato de sosa al 1 por cien- • to, ó de ácido fénico en la misma proporción. Los materiales del aposito se esterilizan con la corriente de vapor de arriba á abajo por tres cuartos de hora y en cajas agu- jereadas, que luego se tapan y no vuelven á abrirse sino hasta que de ellas se vuelva á hacer uso. Se entiende que estas cajas se colocan mientras reciben la corriente de vapor en otra caja apropiada para el caso. Hay otras prácticas para cada operación y que detallaremos cada y cuando llegue su oportunidad; por ahora sólo diremos que antes de. la operación se le hace al enfermo, si no está su- mamente debilitado, un baño al sublimado con solución al mi- lésimo y qu'e la agua que se emplea durante la operación debe ser filtrada pero de preferencia hervida bajo presión ó adicio- nada de sal marina al 7 por mil antes de la ebullición. La sala de operaciones debe tener luz meridiana ó lateral, ser ad hoc, mantenida con la más estricta limpieza; no se debe permitir la asistencia en ella más que de las personas indispen- sablemente útiles, y por fin, y si es posible, no debe formar parte de un hospital. La sala de operaciones debe inspirar admiración por su co- modidad, por su orden y por su aseo. Asfixia: La producida por el ácido carbónico requiere que se aleje inmediatamente la causa, que se exponga al enfermo al aire libre, que se le desvista ó se le aflojen los vestidos, en 227 la inteligencia que en todo caso debe mantenerse descubierto el pecho, empléese el decúbito dorsal ó supino, manténganse á la cabeza y al pecho en posición elevada, háganse afusiones en la cara y en el pecho con agua fría, agua de vinagre, líqui- dos alcohólicos, ó con meliza ó colonia: una vez hechas, se en- jugarán las partes con toallas calientes y se harán luego fric- ciones secas con franela ó brocha: se irritará el tabique nasal con tabaco, con las barbas de una pluma, con vapores de azu- fre, de ácido acético, éter ó vinagre radical: háganse entretan- to lavativas de agua fría adicionada de un tercio de vinagre, y algunos minutos después otra de agua fría adicionada de 60 ú 80.00 de cloruro de sodio y 30.00 de sulfato de magnesia. Se insuflará aire con la boca, con la sonda laríngea ó con el tubo de Chaussier, con cuidado, pudiendo hacerse á la vez la electriza- ción de los intercostales y del diafragma, y la elevación y aba- timiento rápido de los brazos con el fin de dilatar el pecho. Expelida la última lavativa, se hacen inyecciones rectales y subcutáneas de oxígeno un poco tibio, pues parecen muy efi- caces para tonificar el corazón é impedir el colapsus pulmonar. Dosis, 50 centilitros cuatro veces en una hora. Si á pesar de esto continúa el sueño, hágase la sangría de la yugular ó del pie, y si el enfermo va á mejor, se le pondrá en un lecho caliente y se le darán pociones cordiales calientes, en la inteligencia que se hará todo esto con fe y perseverancia aun cuando el paciente parezca muerto, pues se han visto as- fixiados volver aún 12 horas después á la vida. De igual modo se atenderá la que es producida por el gas de alumbrado ó por otras causas. La que es producida por el hidrógeno sulfurado, como la que sobreviene inhalando los gases de los comunes, requiere ade- más de lo anterior el uso de compresas cloro-vinagradas colo- cadas bajo las narices (cloruro de cal impregnado de vinagre); de lociones de las narices con solución de cloruro de sosa ó de cloruro de cal. Por fin, ocúrrase á los sinapismos, á las san- grías, á las fricciones, etc. 228 Si la asfixia se produjo por la inhalación del hidrógeno sul- furado puro, hágase uso del agua clorada al interior y en com- presas colocadas debajo de las narices. Se hará lo mismo para la producida por el hidrógeno arse- niado. A los congelados se les desviste y se les pone en agua fría, que después se calienta gradualmente hasta convertirla en ti- bia, tratándoseles, por lo demás, como á los ahogados y á los asfixiados. Si la congelación es parcial, se localiza el tratamiento y se dan sudoríficos al interior. Cuando la asfixia sobreviene en la mujer que está en traba- jo de parto, causada por lesiones cardiacas ó pulmonares, está indicado terminar el trabajo del parto lo más rápidamente que sea posible. La de los recién nacidos se combatirá tomando al niño des- pués de cortado el cordón, cuando ya no late, pues cuando suce- de lo contrario es bueno no cortarlo, por la región cérvico-acro- mial con la mano izquierda, apoyando uno ó dos dedos debajo de la axila, mientras que la derecha toma al resto del cuerpo: así tomado, se le hacen inmersiones hasta el cuello en agua fría y caliente alternativamente, se le mece lo más extensamente que se pueda, se le hace insuflación cuidadosa de boca á boca, flagelación, respiración artificial, fricciones secas hasta en la planta de los pies, duchas de agua fría en la región precordial, lavativas ligeramente irritantes, etc., pero en la inteligencia que el primer acto del partero fué procurar quitar las mucosidades buco-faringes y nasales del recién nacido. Es de capital impor- tancia no seccionar el cordón mientras late, limitándose en tal caso á maniobras menos enérgicas, entre las que se cuenta el recalentamiento artificial por el agua tibia ó por lienzos calien- tes. Si no late desde el momento del nacimiento, se le cortará inmediatamente para hacer sin demora lo que dejamos reco- mendado. Si un niño asfixiado no vuelve á la vida después de una ho- 229 ra de maniobras perseverantes, puede reputársele muerto; pe- ro se abstendrá el partero de hacer tal juicio si el niño está dando muestras de que vive, aunque éstas sean muy débiles, y en este caso su obligación es perseverar hasta mucho rato después que se perdió la última esperanza. No se olvidará la faradización y el baño continuo de agua ti- bia á 38°. Asfixia local de las extremidades: Salicilato de sosa, alternán- dolo con la agua regia, cuando la asfixia coincide con la hemo- globinuria. Asfixia de los recién nacidos: Véase asfixia. Asma: Por ahora se cree que como sus causas son muy va- rias, vario debe ser también el tratamiento, teniendo éste pre- cisamente por la noción etiológica, y en este sentido, si se quiere curar radicalmente esta enfermedad, se combatirá previamen- te ó á la vez la causa ó enfermedad nasal, amigdaliana, farín- gea, gástrica-cutánea, ó el saturnismo, la uremia, el impaludis- mo, el herpetismo, la sífilis, la neurastenia y todas las causas y enfermedades que irriten primitiva ó secundariamente al bul- bo, sin dejar de hacer por esto la cura del clima, que consiste en mandar á los enfermos á los lugares más bajos de la tierra, en donde pueden hacer natural y constantemente la cura del aire comprimido que es tan útil para curar el enfisema consi- guiente: con esto está dicho que en la cura general están pros- critos los lugares de altura y el aire enrarecido. Se tendrá cuidado de prohibir el uso del café, la concurren- cia á las grandes aglomeraciones como á las iglesias, teatros y bailes en donde á la acción maléfica de los cambios de tempe- ratura se añaden casi constantemente los efectos de la viciación de la atmósfera. El Sr. Dr. Oliva recomienda los baños de Salatitan, el buen abrigo y que se eviten las corrientes de aire frío. Verdaderamente embarazados nos encontramos ahora que estamos hablando de la higiene alimenticia, por lo que respec- ta al lugar que debe darse al café: lo acabamos de proscribir 230 porque así se ha convenido; pero es el caso que hay médicos que no sólo dicen que es inocente, sino que hasta le recomien- dan como útil y curativo de la diátesis úrica, de quien depende casi siempre el asma en su parte de fondo y en su origen pri- mitivo. Nosotros cumpliremos con nuestro deber si nos limi- tamos á exponer, como lo hemos hecho, las opiniones que so- bre esto se han emitido. Véase diátesis úrica. En materia de medicamentos es al ioduro de potasio al que se le tiene más confianza, dado siempre en leche y en el inter- valo de los accesos. El fosfato de sosa, de 3 á 5.00 diariamen- te, como euneico y siempre dado en leche, caldo ó agua, se di- ce muy útil, aunque realmente su utilidad sea muy discutible ó tal lo parezca. El extracto fluido de grindelia robusta, de 0.10 á 0.20, repe- tido muchas veces por día, primero cada hora y después cada 3 ó 4 horas, teniendo cuidado de no darlo mucho tiempo por- que viene diarrea, anuria, resequedad de la faringe y bronquios, se recomienda como propio para esta enfermedad; pero espe- cialmente para el momento del acceso. (Vale menos cuie la lo- belia). La medicación del acceso es á la vez la más importante y la más variada, queriendo significar esto último que no hay has- ta ahora un meclicamento que pueda reputarse antiasmático eficaz. Venido el acceso, es necesario ayudar á la naturaleza dando aire puro y fresco tan largo tiempo como se necesite, y evitan- do toda aglomeración de personas, sobre todo en lugares pe- queños. Se puede ocurrirá las inyecciones subcutáneas de mor- fina, como que es el medicamento umversalmente aceptado, y al hidrato de doral al interior, dado en jarabe, pues este últi- mo es de tanta reputación como la primera. Algunas personas asocian á 0.01 de morfina para inyección subcutánea 0.001 (un miligramo) de atropina, pues se dice que ésta, por su acción tónica y excitante sobre el centro respiratorio, calma con cer- teza á un acceso de asma. Las inhalaciones de éter acético tie- 231 nen la misma recomendación que la atropina, y cuando se tra- ta del asma pura no sintomática, las inhalaciones de o á 10 go- tas de ioduro de etilo, muchas veces por día, son eficaces. La faradización, mejor que el galvanismo, puede cortar un acceso de asma é impedir que se desarrolle cuando ya es inminente: cada electrodo se coloca hacia atrás del ángulo del maxilar de cada lado, un poco arriba del cartílago tiroides, empleando co- rriente fuerte que dure hasta por media hora: primero se hacen sesiones bis, después una diariamente y al fin se las separa más y más hasta la completa curación. Empleada la faradización durante el acceso, se dice que le calma como por encanto. Se pueden hacer inhalaciones de oxígeno (véase lencemia), dar doral por la boca ó en lavativas, poner ventosas en el pe- cho ó en la espalda, administrar extracto fluido de gelsemium semper virens, como que es excelente antiespasmódico (véase pleuresía); la tintura alcohólica de lobelia por gotas y pudien- do darse hasta la enorme cantidad de 15 á 30.00, siempre con sumo cuidado, y la lobelina en inyecciones hipodérmicas, 0.03 (tres centigramos) en los niños y hasta de 0.30 en los adultos, han parecido muy útiles y sin malos resultados generales, en la inteligencia que estas dos últimas son útiles no sólo en el acceso sino hasta fuera de él. Como vehículo en infusión pue- de emplearse también la lobelia. La cocaína, en inyección subcutánea al 5 por ciento emplea- da durante el acceso, se dice que le calma, y cuando es de ori- gen nasal, se pueden hacer con éxito pinceladas de la misma solución en las cavidades nasales; igual nota tienen las inhala- ciones de 4 ó 5 gotas de piridina, ó bien se hacen virtiendo 4 ó 5.00 de la misma en un plato de poco fondo, y colocando á éste y al enfermo en una pieza chica: respirados sus vapores por media hora y tres veces en el día, se dice que son sus efec- tos superiores aun á los de la misma morfina. Durante el acceso puede ocurrirse á los vomitivos de ipeca, que son muy útiles en todas las edades: además, como la ipe- ca es incisiva, se usará de ella fuera del acceso á pequeña do- 232 sis. El nitrato de sosa de 0.20 á 0.25 solo, ó cuando hay insom- nio asociado á la hiosciamina, se considera como el mejor an- tiasmático; lo mismo decimos del extracto de canabis indica (véase jaqueca); de la trinitrina en solución al centesimo, 30 gotas en 125.00 de agua destilada para cucharadas; de la resor- cina 1.00 como propia para contener un acceso; después estra- monio fumado, y por último, el doral, que á su acción calman- te añade su acción hipnagoga: dicen buenas autoridades que hasta el asma cardiaco puede atenderse con él, no obstante es- tar proscrito en la totalidad de los casos de asistolia: si alguna vez se llegare á usar en estas condiciones, será bueno estar pre- venido conservándose sobre aviso. Como medicamento de fin del acceso y de la enfermedad en el tiempo de calma, tenemos la goma amoniaco, que puede usar- se hasta á la dosis de 8.00 para obtener sus efectos ordinarios, que son fluidificar y agotar la esputación. Usado perseverantemente por mucho tiempo el polvo de es- cila á la dosis de 10 á 0.50, se le considera como específico cierto, y lo mismo se dice de las inyecciones subcutáneas de estricnina (dos ó tres miligramos de sulfato), pura ó asociada al sulfato de atropina (de cuatro á diez miligramos), usadas dia- riamente si hay mejora, y si ésta se sostiene, entonces se sus- penden. La dosis indicada es la total máxima de 24 horas, que se repetirá en varias inyecciones. Asistolia: Cualquiera que sea el grado y origen de la asisto- lia, hay una cosa que prima sobre todas las demás cuando se intenta imponer el tratamiento de este sindromo, y es el esta- do del corazón: si hay degeneración grasosa y degeneración muy extensa y acentuada, entonces el uso del mejor cardio- tónico no sólo fracasa sino que añade un nuevo peligro á la vi- da del enfermo, porque pasada su acción, siempre, en estos casos, fugaz é incompleta, se puede venir cuando uno menos lo piensa, un colapsus mortal. Si la fibra cardiaca ó cardio-vas- cular, para hablar con más propiedad, está intacta, entonces bien puede uno tener no sólo la seguridad de que cualquier 233 tónico de los de este grupo será eficaz absolutamente, sino tam- bién de que será inocente. Al hablarse de asistolia, la primera palabra pertenece á la di- gital en polvo, con tal que no tenga más de un año de recogi- da, pues sus efectos cardiotónicos y diuréticos aparecen con la mayor rapidez y facilidad, no necesitándose para obtener estos resultados más que el conocimiento aproximado del estado del corazón, y el preciso y profundo del modo de obrar de este me- dicamento, que entre paréntesis, según algunos, es disminu- yendo el volumen del corazón y obrando más enérgicamente sobre el del lado derecho. Si hay intolerancia gástrica desde el principio, puede hacerse una de dos, ó se da la maceración de hojas en lavativas, ó se da por la boca, añadiéndole una peque- ña "cantidad de opio; además, al indicarse por la enfermedad la digital, pueden darse estos, casos: tensión arterial muy baja y el corazón responde mal á la acción del medicamento, asocíe- sele entonces, el cuernecillo de centeno; tensión arterial muy elevada, entonces para prevenir los peligros de la hipersistolia añádasele nitroglicerina ó dése la preferencia sobre la digital á la cafeína: si el asistólico es un tuberculoso con fiebre y próxi- mo á un colapsus fatal, entonces también se dará la preferen- cia sobre la digital á una vejiga de hielo colocada en la región precordial, que también es buen tónico cardiaco. La digital entra en muchas fórmulas para conseguir los mis- mos fines; hé aquí dos de ellas: digital, escila y escamonea áá, para tomar bajo la forma pilular: sus efectos son la diuresis y la diarrea, desingurgitando al sistema venoso general; citrato de potasa 9.25, jarabe de enebro compuesto 30.00, tintura de digital 9.25, infusión de buchu q. s.; ajústense 180.00 y tómese de la mezcla 3 ó 4 cucharadas por día para producir efectos diuréticos. Como succedáneos de la digital se han propuesto, y con re- sultado: la escila hasta 0.80 del polvo, en la inteligencia que no sólo es diurético sino también cardiotónico eficaz; el extracto fluido de cactus grandiflora, á la dosis de 10 á 30 gotas, ó la 234 tintura á la dosis de 120 gotas por día; el cuernecillo de cente- no y la ergotina, que elevan la tensión arterial; la tintura de coronilla varía, pues, desde 120 gotas hasta 4.00, del mismo modo que el extracto fluido de cactus no se acumula y produ- ce además saludables efectos en las funciones digestivas, la ele- boreina, de 1 á 2 centigramos, hasta 5 veces por día, de acción cardiotónica variable y con efecto colateral caracterizado por una fuerte irritación gastro-intestinal; el adonis vernalis, en 150.00 de infusión preparada con 8.00 del medicamento y adi- cionada de 30.00 de jarabe, ó bien la adonidina á la dosis de 0.02, repartidos en pildoras de 0.005, que tienen la misma nota que el anterior por lo que respecta á los accidentes gastro-in- testinales; la estrofantina, á la dosis de medio miligramo, es pre- ferible al estrofantus y á sus preparaciones, y se dice que á esa dosis, en 24 horas, no sólo es el medicamento de la asistolia, sino que es superior y con mucho á la misma digital. La medicación iodurada, por sus efectos sobre el corazón, también tiene lugar entre los cardiotónicos, pues parece demos- trado por ahora que el ioduro de potasio disminuye el volumen del corazón, y que el ioduro de estroncio, obrando lo mismo, favorece á la vez las funciones digestivas. La medicación bro- murada, y especialmente el bromuro de estroncio, se ha reco- nocido que es de buenos resultados. La esparteina, que no es diurética, tuvo sus tiempos de bo- ga, y ahora tiene en muchos casos sus indicaciones como re- ductor del volumen del corazón y excelente cardiotónico. Hoy por hoy no se puede concebir tratamiento científico de la asistolia, sin que la leche como régimen exclusivo no forme el todo de la alimentación, porque aquí el régimen lácteo es so- berano. Durante el tratamiento se puede emplear el alcohol á pequeña dosis, con el mismo fin de tonificar al corazón. A pesar de lo que se ha dicho, parece que los nuevos estu- dios no han hecho más que obscurecer el modo de obrar de la cafeína: unos la hacen tónico cardiaco, otros diurético espe- cífico, y los más convienen en que tiene acción depresora sobre 235 el sistema nervioso general y sobre el corazón; en consecuen- cia, en vista de esta incertidumbre y considerando que tiene detractores que la proscriben en el tratamiento de la asistolia, y panegiristas que la ponen arriba de la digital, procuraremos al emplearla como diurético corrector de la insuficiencia urina- ria, emplear las mayores precauciones para evitar cualquiera emergencia desagradable, y sin olvidar que es irritante por la vía estomacal y muy dolorosas las inyecciones subcutáneas pa- ra no dejar de alternar las vías de introducción cuando hay ne- cesidad de emplearla mucho tiempo. Cafeína 1.00, benzoato de sosa 2.00, agua destilada 7.00; disuélvase al calor para inyec- ciones subcutáneas. Como vehículo de las posiciones antiasistólicas, es bueno em- plear el hinojo fceniculum dulce. Las inyecciones subcutáneas de aceite alcanforado al décimo dícese que sustituyen los efectos de la digital ó los corroboran. Cuando en un cardiaco haya necesidad de ocurrir á un anal- gésico, ocúrrase á la morfina ó á la antipirina. Cuando hay conngestión pulmonar, apoplegía del mismo ór- gano ó asfixia inminente, puede ocurrirse á la sangría local ó general; la local, haciéndose en el tercer espacio intercostal de- recho, entre el raquis y el homóplato, en la inteligencia que los efectos de una ú otra sangría son verdaderamente maravillo- sos, ó bien vigilando los efectos al alcoholado de acónito pre- parado con la raíz: dosis, 2.00. Como diuréticas y tónicas puede ocurrirse á las fricciones de veratrina (veratrina, 0.15; manteca, 30.00) hechas en la región precordial: así su absorción es más enérgica que por el intesti- no y se producen más rápidamente sus efectos. La estricnina al interior eleva muy ciertamente la presión arterial, y es por esto excelente ayudante en la mayoría de los casos de asistolia. La diuretina, á la dosis de 4 á 6.00 por 24 horas, da exce- lentes resultados aumentando la orina. En Caso de embarazo y agravación del proceso existente, se 236 amenaza la vida del niño y en consecuencia debe provocarse el trabajo del parto lo más pronto posible si el niño ya es via- ble; pero esta maniobra ya no tendría objeto si se ha iniciado el trabajo. Todas las veces que se repute cierta la próxima muerte de la enferma, debe procederse á provocar el trabajo si el engendro aún está vivo ó es viable. Todo cardiaco debe dormir con la ventana entreabierta y te- ner por el día constantemente aire fresco y renovado, guardar el más estricto reposo y privarse de toda impresión moral fuer- te. Su alimentación en el período agudo será de leche pura, pudiendo alternarse ésta, cuando sobrevenga la repugnancia, con el uso del café con leche, y después, cuando sobrevenga la mejora puede dársele más latitud á la alimentación. Se proscribe con todo rigor y para toda emergencia el uso del clora! y el saco de hielo puesto en la región precordial pa- ra los casos de diabetes, nefritis, asistolia en su fin y degene- ración grasosa manifiesta. ¿Puede bañarse ún cardiaco que está fuera de la asistolia? sí, con la condición que el agua sea tibia y progresivamente enfriada en la misma sesión. Puede decirse aún que el efecto del baño siempre es saludable cuando se le hace en estas condiciones. Ataxia locomotriz: Es desconsolador anunciar que en una es- tadística de 500 casos sólo curó cinco veces, y no siempre con el mismo remedio, pues una vez fué por el tratamiento especí- fico antisifilítico, otra por el nitrato de plata al interior, dos por la electricidad galvánica, no indicándose el remedio de la últi- ma; y aun más desconsolador es haber adquirido estas dos no- ciones, que quitan mucho de su valor á los más eficaces.medios con que en una vez se lograra la curación, á saber: la curación espontánea de la enfermedad en algunas ocasiones, y la no completa ciencia de las seudo-tabes, que muchas veces pueden simularla por completo, que curan con recursos higiénicos y farmacéuticos, y que por lo mismo conducen á falsas aprecia- ciones sobre la ataxia verdadera. No es, pues, aventurado de- cir á la hora actual que el tabes clásico no cura. 237 El hipnotismo, la suspensión y el jugo testicular son medios de los que nadie se acuerda si no es para condenarlos. Como medio farmacéutico, obrando radicalmente, se lleva la palma el arsénico sobre la estricnina y la plata, pues ésta últi- ma en realidad no cura. Se le prefiere para las formas doloro- sas, y se le da bajo la forma de licor de Towler. El bromuro de potasio encuentra uno que otro partidario. El dolor es lo más importante en la ataxia; pues bien, para combatirlo, se cuenta en primer lugar con la morfina, teniendo cuidado de evitar la morfinomanía: á satisfacer este segundo fin, se recomienda la exalgina ó methylacetanilida, 0.25 por dosis y hasta 1.50 por día, con mucha prudencia; la solanina, 0.05 por dosis en obleas, y hasta 0.40 por 24 horas; la antife- brina ó acetanilida; ■ el extracto de canabis indica, que detalla- mos en la jaqueca; la fenacetina disuelta en alcohol, á la dosis de 1 á 2.00; las inyecciones subcutáneas loco dolenti de solu- ciones de cocaína; las de napelina, ó bien las de antipirina, que tienen el defecto de producir dolores de estómago, que es ver- dad que se quitan ó impiden dando al enfermo un trago de coñac. Como las crisis gástricas parecen debidas á una hiperclori- dria pasajera, es bueno dar en el momento del acceso ó en los pródromos las preparaciones alcalinas diluidas en mucha agua tibia ó algunas tazas de infusión débil de té. Para disminuir las alteraciones sensibles y motoras, háganse inyecciones subcutáneas de estricnina reforzando su acción con las preparaciones arsenicales. La electricidad estática se recomienda como sedante dePdo- lor y curativa de la enfermedad; se la utiliza por medio de las puntas para producir excitación local, pues por ella se mejora la excitación patológica, la incoordinación y la infensibilidad. Iguales efectos da la galvanización. Regla general para la electrización en las enfermedades me- dulares: cuando es la lesión en foco, debe colocarse un polo en él y otro en el esternón, y según que las lesiones sean más ó 238 menos antiguas y las personas más ó menos irritables ó sensi- bles, se aplicará la anoda ó la catoda sobre la médula, tenien- do cuidado de hacer aplicaciones cortas de 2 ó 3 minutos al principio, y de 6 á 8 minutos más tarde; de que la corriente varíe de 2 á 5 miliamperes; de poner en todo punto doloroso el polo positivo, y de galvanizar con precaución al gran simpá- tico. En la parálisis ocular se pondrá el polo positivo en la nu- ca y el negativo en el ojo, empleando corriente de intensidad de medio á un miliampere: en las parálisis de la vejiga se pon- drá el polo positivo en la médula y el negativo en el perineo, empleando una intensidad de dos miliamperes. En la faradización se empleará la brocha ó el pincel, paseán- dolos por la columna vertebral y por los miembros, al nivel de los puntos dolorosos: con esta maniobra la piel enrojece y se pone de manifiesto que su acción es derivativa y propulsiva. Los baños tibios y prolongados (23° ó 25°) son muy útiles en todas las personas que padecen mielitis crónicas. Las lavativas de agua caliente á 45° ó 48°, siempre que el enfermo pueda soportarlas, son muy buenas para disminuir y aliviar el tenesmo rectal ó vesical. El masaje es útil asociado á la electricidad, pero aisladamen- te sin duda que esta última le es superior. La sífilis hereditaria ó adquirida necesita un tratamiento enér- gico, precoz y tenaz, teniendo siempre presente que en la ataxia hay remisiones largas y engañadoras para no ceder á la prime- ra muestra de alivio. Como medidas higiénicas se recomiendan el abrigo, el repo- so y la temperancia. Ateroma arterial: Véase artero-esclerosis. Atetosis: La solanina en obleas, conteniendo 0.05, es muy útil, sobre todo en las posthemiplégicas; la dosis en 24 horas es hasta de 0.40. También es de buenos resultados el baño hidroeléctrico. Atonía rectal: Muy buenos resultados han dado los suposito- rios de glicerina solidificada á 2.00, ó las lavativas de glicerina 239 líquida de 4.00 cada una, y se dice que el efecto es tan enérgi- co y eficaz, que supera y con mucho á los del masaje y la elec- tricidad; inútil es decir que en caso de fracaso se puede ocurrir á estos dos últimos medios. Si es muy fuerte que produzca prolapsus, se puede ocurrir al cuernecillo de centeno, á las inyecciones subcutáneas de er- gotina ó de estricnina, á las lavativas de substancias taníferas ó astringentes, como las de cocimiento de cascara de encino (quercus ilex), de alumbre, etc.; alas duchas rectales ascenden- tes (véase prolapsus de la vagina) ó á esta mezcla: tintura de nuez vómica y de belladona áá 5.00, aceite ele manzanilla al- canforado 15.00; mézclese para hacer unciones en el pro- lapsus. Si se quiere ocurrir á la electricidad, que sea bajo sus tres formas indistamente. En los muy tenaces se puede ocurrir á los medios quirúrgi- cos, y hé aquí uno de ellos, ó sea la rectopexia: incisión del ano al sacro, disección de los bordes, liberación del recto, for- mación de pliegues transversales y fijación del recto así acor- tado á los tejidos fibrosos sacro-coxigeos. Intervención anti- séptica bajo el cloroformo. Puede ocurrirse al estrechamiento quirúrgico del ano por la resección de su circunferencia, que también da buenos resul- tados. Atonía vaginal ó prolapsus de la vagina: Háganse inyecciones de substancias taníferas ó astringentes como en la atonía rec- tal, recomendando á la paciente mantenga elevada á la pelvis por relación á su cabeza durante la inyección, y que guarde esa postura durante cinco minutos; así el astringente obra con más tiempo y eficacia. Se recomiendan las duchas rectales ascendentes de agua co- mún ó caliente á 38° y 40°, lo que es mejor, pues son antiflo- gísticas, tónicas y excitantes; pero tienen el inconveniente de causar desfallecimientos ó síncopes, ó á lo menos pueden pro- ducirlos. 240 Si en el momento del parto es marcado el prolapsus, se ex- pone á la gangrena la parte saliente, sobre todo si la cabeza comprime el otro segmento hacia arriba: con el objeto de evi- tar esto, sosténgase con los dedos el repliegue vaginal y termí- nese el parto á necesidad por el fórceps ó por la extracción ma- nual. Si no se realiza con estos medios el deseo del médico, en- tonces puede ocurrirse á los recursos quirúrgicos, que ya per- tenecen á la especialidad ginecológica; pero que esencialmente consisten en la resección de un fragmento más ó menos exten- so de la mucosa vaginal, y en la sutura metálica de los bordes de la superficie cruenta resultante. Atrecia: Véase diarrea infantil. Atrecia del cuello de la matriz: Para dar salida á la menstrua- ción hágase punción, agrándese con cuidado esta brecha, man- téngasela canalizada y opóngase tenazmente á la cicatrización. Véase aglutinación del cuello de la matriz. Atrofia atáxica del nervio óptico: Véase ataxia locomotriz y si la causa es la sífilis, hágase inmediata y tenazmente el trata- miento antisifilítico. Atrofia simple del nervio óptico: Fricciones mercuriales, iodu- ro de potasio á dosis progresiva, hasta llegar á dar fuerte dosis. Inyecciones subcutáneas de cianuro doble de oro y de potasio, 0.005, progresando en la dosis hasta llegar á dar 0.01, tenien- do cuidado de diluirlo mucho y de hacerlas en las regiones me- nos sensibles; de pilocarpina para producir diaforesis; revulsi- vos en las sienes. Los resultados favorables de esta medicación sólo se obtie- nen con mucha probabilidad en las atrofias que no son de na- turaleza atáxica. Atrofia muscular progresiva: Lo que da mejores resultados es la aplicación local ordenada y sucesiva de la faradización en los músculos atrofiados, procediendo del mismo modo que en la parálisis espinal del adulto, electrizando con prudencia á los músculos y con mucha más á la médula, haciendo sesiones cor- 241 tas con un interruptor ó vibrador cjue se mueva lentamente, pues se dice por algunos que la degeneración se agrava en lugar de curar empleando interrupciones rápidas; empero hay quien prefiera á estas últimas y las recomiende aún más rápidas que las ordinarias, asociadas á la corriente continua débil para ob- tener así el máximum de acción en la nutrición. Es necesario evitar siempre la excitación de los centros enfermos de la mé- dula, y en este sentido debe proscribirse la electricidad estáti- ca que generalmente los excita. Avulsión traumática del ojo: Cuando parezca que el ojo no ha sufrido gran cosa por el traumatismo, puede intentarse lo más pronto que se pueda su reposición, pues algunos experi- mentos practicados trasplantando ojos dan algunas probabili- dades de éxito. Ausencia del ano y del recto: Cuando el cabo superior del in- testino está muy alto, practíquese la colotomía ó sea el ano ar- tificial, mas para esto es necesario estar bien seguro de que el extremo del intestino no es accesible por la región anal. Ausencia de cerilla ó resequedad del oído externo: Como casi siempre es debida á una otitis media ó externa, hay que aten- der á estas enfermedades primero, y después tópicamente á la resequedad del oído. Para este último fin se emplea la gliceri- na, 1:4 de agua, que es muy útil para humedecer el conducto y reblandecer los tapones de cerilla: el linimento de acónito ó aconitina, puesto en el oído, también tiene buenos resultados. La pilocarpina al interior ó como tópico tiene muchos partida- rios. Inyecciones de agua tibia. Se impide la vuelta de la enfermedad haciendo inyecciones astringentes. Extraído el tapón de cerilla hay que proteger el oído del frío y de los ruidos exteriores, porque pueden causar el desarrollo de violentas inflamaciones del oído. Un tapón de algodón basta. Balano-postitis: El dermatol ó galato básico de bismuto, 5.00 Terapéutica.—16 242 con agua, gelatina y glicerina áá 30.00 ha dado muy buen re- sultado. En la mayoría de casos se ocurre á las fomentaciones de so- lución bórica, de agua de vegeto, y de soluciones astringentes, teniendo cuidado de hacerlas siempre á una temperatura su- perior á 38°. Se necesita además poner un aposito aislante y guardar el más estricto reposo. Blefaritis ciliar: Debe ponerse tratamiento higiénico, local y general. Se evitarán los polvos, el calor, la luz muy viva: lo primero y lo último se corrige perfectamente empleando anteojos obs- curos; se evitarán los aires viciados y calientes, sobre todo car- gados de humo de tabaco; los excitantes, como el vino, café, té, salazones, pescados, crustáceos, y se lavarán frecuentemen- te los ojos con agua tibia boricada para desembarazar á los pár- pados de las costras, concreciones, etc. El precepto es este: el aseo es ayudante de valor inestimable; los enfermos evitarán tocarse sus párpados, raspárselos, y en la mañana, en particu- lar, al despertarse se ejecutará cuidadosamente la limpia metó- dica de los bordes palpebrales, después de haber reblandecido previamente las costras por la aplicación, durante un cuarto de hora á lo menos, de una capa de algodón hidrófilo impregnada de solución antiséptica. En algunos casos puede ser de utilidad dejar aplicada esta capa por toda la noche, teniendo la precau- ción de cubrirla con un pedazo de tafetán impermeable soste- nido por una venda ligera, en la inteligencia que ha de ser re- novado á lo menos una vez durante la noche. Como curación tópica se emplea óxicjo rojo de mercurio en pomada al 5 por ciento, aplicada en los párpados por la tarde y sirviéndose de un pincel: la cantidad de pomada que se po- ne en el borde de los párpados sin penetrar al ojo, es un peda- zo del tamaño de un grano de trigo. Si existen pústulas en la base de las pestañas, evacúeselas previamente con aguja de catarata, y las ulceraciones resultantes se modifican felizmente por ligeras cauterizaciones con la punta del lápiz de nitrato de plata. 243 Cuando las pestañas se desvían hacia la córnea es necesario hacer la depilación aun sirviéndose de la lente. Viniendo la cicatriz, es necesario poner frecuentemente com- presas tónicas y continuar por la noche el uso de la pomada al precipitado rojo, pues no hay que olvidar que esta pomada es seguro excitante y rápido cicatrizante. Buen succedáneo de la pomada anterior es la de iodoformo, pero de éste no lo es el iodol, y así si disgusta el empleo del iodoformo sólo puede ocurrirse al óxido rojo ó al amarillo de mercurio. La pioctanina ó violeta de metilo en solución ha dado bue- nos resultados, aun superiores á los del galvanocauterio: ade- más es substancia antiséptica. Cuando hay ulceraciones profundas y costras muy adheren- tes, lo primero que se hace es poner compresas calientes de ácido fénico al 1 por ciento ó de sublimado al 1:3,000.00 du- rante media hora cada vez y por tres veces en el día. Desem- barazados los párpados de las costras, se les toca con el nitra- to de plata en solución ó en lápiz, y se pone después el tópico de pomada que se haya escogido. Cuando la blefaritis es crónica y ha determinado la caída de las pestañas, es muy útil ocurrir al uso de la trementina al in- terior, dada en pildoras de á 0.20 cada dos horas, pues cura á la blefaritis y hace salir á las pestañas. Casi siempre el linfatismo ó la escrófula se encuentra como estado constitucional, y por esta razón hay que dar el bacalao, el ioduro de fierro, los arsenicales y las preparaciones de no- gal, que son de eficacia indisputable, reservándose el uso de los arsenicales para los adultos. La puramente eritematosa que se produce en los astígmatas, se cura con lentes cilindricos, y si es causada por la estrechez de los conductos lacrimales, se hará el cateterismo regular de éstos, haciéndose además todas las mañanas, durante un cuar- to de hora, compresas tibias de solución de sulfato de zinc al 1 por ciento para violentar la curación. 244 Estas mismas compresas se pondrán en caso de pitiriasis, y además, por la tarde, se pondrán, se harán unciones en el lu- gar enfermo de vaselina y lanolina áá; de vaselina con óxido amarillo de mercurio al décimo, ó con óxido rojo del mismo al 5 por ciento. Si la pitiriasis es pruriginosa, puede emplearse vaselina con resorcina al décimo, ó vaselina fenicada al 5 por ciento. No hay que olvidar el uso de anteojos protectores. Blefarospasmo: Cuando no es causado por afecciones infla- matorias del ojo, ó por la presencia de cuerpos extraños en la conjuntiva, debe combatirse por los medios que ordinariamen- te se oponen á las neuralgias rebeldes: inyecciones de morfina, electrización por las corrientes continuas y cauterización ígnea, convienen como primer recurso. La electrización se practicará aplicando el polo positivo en el músculo contracturado y el negativo en la nuca, no debien- do pasarse en general más que de diez miliamperes, y haciendo sesiones de 3 á 5 minutos con algunas interrupciones. La cauterización ígnea se hace con el termocauterio ó con el galvanocauterio, haciendo en lugar de cauterizaciones puntifor- mes múltiples una cauterización lineal, paralela al borde de los párpados, distante de éste medio centímetro y comprendiendo todo el espesor de la piel. Inútil es decir que al hacer ésta de- berá ponerse entre el ojo y el párpado una escama de carey. El masaje forzado del músculo orbicular ha sido propuesto por Abadie: después de haber untado la piel de los párpados con vaselina, se hacen con las pulgares fricciones divergentes tan enérgicas como es posible, de manera de alargar las fibras del músculo: las sesiones deben durar siete minutos y el trata- miento debe prolongarse por muchas semanas. Se ha recomendado la dilatación forzada del músculo orbi- cular con separadores de mano, después de hecha una instala- ción de solución de cocaína. No se tema hacer tracciones enér- gicas, aunque determinen un poco de desgarradura de la piel al nivel de la comisura externa. 245 La sección de esta comisura por instrumento cortante llena las mismas indicaciones que la dilatación forzada; se incisa la piel con el bisturí desde el punto de partida del ángulo exter- no hasta 15 ó 18 milímetros más allá: se puede hacer la sección con tijeras romas, colocando la punta de una rama en el fondo conjuntival, completándose en todo caso la sección de las par- tes blandas. Se deja en seguida que se efectúe la cicatrización. Esta sección ha dado buenos resultados en el blefarospasmo de las queratitis de los niños escrofulosos. La sección del nervio supraorbitario y el alargamiento del mismo, se han practicado para los blefarospasmos dolorosos: hay algunas reincidencias para uno y otro recurso; pero se re- comienda el alargamiento ó distensión como superior á la sec- ción. Haya ó no fracaso, es bueno ocurrir á las corrientes con- tinuas después de estos recursos operatorios; pero se deberá tener entendido que no se ocurrirá á ellos sino después de la determinación precisa de los efectos de la compresión en las ramas nerviosas que emergen del contorno de la órbita. Hágase tratamiento general médico é higiénico, según lo re- comienden las circunstancias para obtener el éxito. Blefaroptosis: El tratamiento varía según que es esencial ó sintomática, congénita ó adquirida. El tratamiento de la sintomática y adquirida se impondrá se- gún la causa de la parálisis ya sea sifilítica, saturnina ó diabéti- ca. La de origen atáxico se mejora por los bromuros alcalinos; la reumatismal por el salicilato de sosa, por las friegas estimu- lantes, revulsivos y vejigatorios alrededor de la órbita, y por fin, por las corrientes continuas. Si el tratamiento médico fracasa, háganse secciones tendi- nosas de los músculos no paralizados que sean antagonistas. Sin ocurrir á los medios quirúrgicos, se puede, sin embargo, atenuar los efectos de las parálisis musculares, neutralizando los efectos tan embarazosos de la diplopia por lentes prismáti- cas correctoras que producen la fusión de las imágenes; pero cuando la parálisis muscular se acompaña de vértigos ordina- 246 ñámente, es preferible suprimir el uso del ojo enfermo ponien- do un vendaje, ó mejor por el uso de anteojos provistos de un vidrio opaco correspondiente al ojo paralizado. La oclusión per- manente obtenida por las suturas de los párpados podría ha- cer servicios en casos de este género, reconocidos como incu- rables. El tratamiento de la esencial y congénita puede ser paliativo ó curativo: el paliativo consiste en el empleo de la pinza de ptosis, que es una especie de garra fina especial que mantiene fijo un pliegue del párpado superior y cjue reemplaza ventajo- samente á la pequeña barrita de marfil propuesta por el Dr. Mackensie. El Dr. Constantino Paul ha tenido la idea de fijar esta pinza á la montadura de los anteojos para asegurar su es- tabilidad. Un procedimiento curativo del orden quirúrgico y aplicable á limitado número de casos, consiste en la escisión de un re- pliegue transversal de la piel del párpado, y en la sutura de los labios de la herida elíptica producida así. Todas las veces que hay laxitud anormal del dermis ó mucho tejido célulo-adipo- so, esto basta. Se ha propuesto y dado muy buenos resultados en manos del Dr. Panas el procedimiento que lleva su nombre, y que con- siste en hacer la escisión transversal de un fragmento del or- bicular hacia el límite superior del tarso, en hacer antes de los extremos de esta excisión otras dos un poco curvas hacia arri- ba y dirigidas hacia las comisuras á quienes no interesan; he- cho esto, se introducen separadamente en puntos ecmidistantes tres agujas provistas de hilo en la parte media del borde infe- rior de la escisión superior,ry una en cada uno de los extremos de las escisiones oblicuas; cada aguja se hace salir en el centro del espacio de la escisión respectiva para hacerla caminar lue- go debajo de la piel hasta muy poco arriba de la ceja: los cabos inferiores de los hilos armados de agujas se hacen entrar y sa- lir muy cerca de los primeros orificios, siguiendo el mismo tra- yecto subcutáneo. Por los orificios superiores se estiran estos 247 hilos de catgut, se anudan y se aprieta más y más el nudo to- dos los días, de manera de poder asegurar la unión cicatricial del párpado con el músculo frontal. Cada aguja deberá intro- ducirse como dos milímetros, lejos del borde libre de las esci- siones inferiores y lo mismo se hará en la superior. Este procedimiento se reserva para la parálisis total ó para la ausencia congénita del elevador. Blenorragia aguda y crónica: Lo primero que se ocurre es el tratamiento abortivo en la forma aguda; pues bien, no se in- tente éste si el meato está sumamente inflamado ó se forma una gruesa gota de pus en dos horas poco más ó menos: la apa- rición de estos dos fenómenos clínicos quiere decir que ya es muy tarde para intervenir con éxito y procurar el aborto del padecimiento; sin embargo, ha habido algunos casos raros en que se le ha logrado cuando ha habido condiciones al parecer muy desfavorables. Por ser clínicos estos fenómenos les damos más importancia para formarnos una resolución que al tiempo que ha transcurrido desde que aparecieron los primeros sínto- mas, pues que aun la fijación del tiempo es variable según las opiniones de los médicos: unos quieren que no hayan transcu- rrido más de 48 horas para intervenir con fruto, mientras que otros dicen que aun pasados siete ú ocho días puede no negarse el éxito. Regla: todas las veces que se intente el tratamiento aborti- vo de la blenorragia, que sea lo más precozmente que se pue- da por relación al principio del padecimiento, absteniéndose en todo caso de intervenir con tal designio en la faz aguda. Regla: todas las veces que se hagan inyecciones intrauretra- les en la blenorragia aguda ó crónica, es 'necesario que el en- fermo haya orinado momentos antes de hacerlas. Es á las inyecciones de nitrato de plata á las que se ocurre para realizar el tratamiento abortivo, haciendo soluciones de título muy vario, pues mientras unos recomiendan con juicio las soluciones del 3 al 5 por ciento, otros cmieren que se hagan hasta el 25 y 30 por ciento, lo que nos parece innecesario sobre 248 ser imprudente. Adoptada la solución se introducen 5 ó 10 go- tas de ella, se les deja unos cuantos segundos, que es lo que ordinariamente la soportan los enfermos, aunque algunos quie- ren que la mantengan hasta 3 y 10 minutos, lo cual es innecesa- rio también, y si la solución es á más del 5 por ciento, induda- blemente que causará muy serios trastornos: poco rato después se hará otra inyección del mismo título y duración. Es necesario en estos casos, antes de hacer la inyección, com- primir la uretra como á 5 ó 6 centímetros atrás del meato pa- ra que al hacerla el líquido no pase más allá; es necesario tener cuidado de apretar bien con los dedos el pico de la jeringa en el meato urinario, sirviéndose del índice y pulgar de la mano izquierda, y por fin, es necesario no hacer la inyección con mu- cha fuerza. Transcurrido el tiempo fijado para guardarla, se la deja salir; pero es de capital importancia al acabar de inyectar la cantidad prescrita, y después que se sacó la jeringa, no com- primir el meato con los dedos mientras se la conserva en la uretra, sino que entonces deberá dejarse de hacer esa manio- bra cambiándola por esta otra, á saber: sacada la jeringa de- berá taparse con el pulpejo de un solo dedo el meato urinario, facilitando de este modo la acción del líquido cáustico en la fo- seta navicular; quitado el dedo, el líquido sale. Si se olvida es- te precepto, el virus se conserva en la foseta y se fracasa en el resultado. Hay que agregar á las maniobras anteriores la compresión y fricción de la uretra comprendida entre los dos límites fijados mientras se conserva la inyección. Escurrido una vez el líqui- do cáustico intrauretral, hay que instilar libremente en el mea- to 2 ó 3 gotas de la misma solución para asegurar y reunir to- das las probabilidades de éxito. Si la última inyección abortiva es seguida de escozor conti- nuo acompañado de sensación de quemadura, el éxito es pro- bable á los cuatro días, pues hecha la inyección aparece un flujo purulento inflamatorio que se aumenta rápidamente y que desaparece al cuarto día poco más ó menos; pero si el escozor 249 es intermitente acompañado de punzadas, es probable que se fracasará. En todo caso, al cuarto día, puede no haber más que una so- la gota de pus, por lo que se esperará aun doce horas más: vencido este plazo, si el flujo es blenorrágico aumentará en can- tidad, y si es inflamatorio simple, desaparecerá ó disminuirá considerablemente. Si es lo primero, hay que abstenerse en- tonces de repetir la inyección porque se fracasaría, y de dar los específicos ad intus, por lo mismo, y porque al momento de la terminación éstos ya habrían gastado su fuerza curativa y no obrarían tan eficazmente; en consecuencia, hay que abstener- se de los balsámicos, que no se darán sino hasta el momento útil, y se dejará correr á la blenorragia. Durante los cuatro días indicados, puede sobrevenir reten- ción de orina por el hecho de la inyección, especialmente cuan- do no se comprimió la uretra hacia atrás ó hubo necesidad de hacerla más profunda: en este caso se introducirá una sonda blanda para dar salida á la orina, y se dice que este recurso en estas condiciones es enteramente inocente; pero séalo ó no, es más prudente ocurrir primero á los otros medios menos deci- sivos pero más inocentes que poseemos. Como tratamiento abortivo se proponen las inyecciones de soluciones débiles de nitrato de plata ó de sublimado al 5 es á diez mil y guardadas por media hora ó más, pues por casuali- dad se ha demostrado que tal conducta, sobre ser inocente, es enteramente eficaz. Cuando no hay lugar para prescribir el tratamiento abortivo ó ha fracasado éste, entonces es necesario no hacer nada radi- cal hasta que haya pasado la faz aguda y se vea claramente que la supuración ha empezado á disminuir, contentándose con pres- cribir baños, tisanas y los medios que se necesiten como en el caso de la llamada purgación de garabatillo: para este acciden- te se prescriben el lupulino, de 2 á 4.00, por fracciones de 0.25 ó más; el extracto tebaico en pildoras de á 0.01, el alcanfor en emulsión hasta 0.50, ó estos dos últimos asociados; la morfina 250 ó el bromuro de potasio ad intus ó en supositorios, lo que es mejor; compresas heladas en el miembro, ó una bolita de hi- las impregnada de cloroformo, tenida 1 ó 2 minutos en el pun- to más doloroso; unciones de pomada de cloroformo 3 : 20.00, ó estas otras: alcoholado de cicuta, de 4 á 8.00, ioduro de po- tasio 4.00, y manteca 30.00. Ni vinos ni cervezas; alimentación suave. Pasado este período viene el de las inyecciones curativas, el de los balsámicos, etc., suspendiéndose desde luego todo baño ó tisana, menos la de mático, pues en principio, en el período de declive ó sea en éste, debe beberse poco. El específico de la blenorragia es la copaiba, pero entre nos- otros 'sólo puede serlo realmente con la condición de no usar las cápsulas por ningún motivo, y en este concepto, el médico que persista en prescribirlas, sepa que de diez veces que las use tendrá el fracaso también diez veces. Se usará, pues, la repugnante pero eficaz poción de Chopart, de 4 á 6 cucharadas por día, ó la opiata antiblenorrágica compuesta así: bálsamo de copaiba 100.00, cubeba en polvo 150.00, catecú 50.00, esencia de menta 3.00; para tomar en el día tres pedazos del tamaño de una nuececilla. La cubeba, que soporta mejor el estómago que á la copaiba, vale como curativo tanto como ésta á la dosis de 15 á 20.00, repartidos en tres partes en el día, teniendo siempre cuidado de deber poco. Es cosa bien averiguada que la copaiba cura la blenorragia antes ó después del período agudo, pero jamás cuando está en él. Algunos médicos asocian actualmente el salol á la copaiba, al sándalo ó á la trementina, dándole hasta la dosis de 4.00, di- ciendo que jamás falta la acción analgésica de éste, y que la enfermedad se cura con esta asociación á los doce días poco más ó menos. Se le recomienda hasta para inyecciones, pero nosotros diremos que la dosis es enorme, siendo peligroso el 251 salo], y c{ue según muchas probabilidades es un recurso me- diocre. Como tópico se recomiendan las inyecciones; pero es útil sa- ber y tener bien presente que jamás deben hacerse durante el período agudo, porque se dice eme procediendo en contrario se lleva mecánicamente al virus blenorrágico más allá de donde se ha situado, y aunque está probada la resistencia del esfínter uretral en el estado de salud, es posible que bajo la influencia de las acciones reflejas producidas por las inyecciones, siempre más ó menos dolorosas, se produzca una relajación que favo- rezca ó permita la penetración del virus á partes más peligro- sas; más vale, pues, no hacer inyecciones en este período, aun- que algunos las recomiendan simplemente astringentes de áci- do fénico al 1 por mil; esta inyección no tiene ninguna utilidad y sí puede ocasionar peligros serios. Se recomiendan también las inyecciones frías, las calientes, etc.; pero lo repetimos, no se hagan inyecciones durante el período agudo. En el período de declive se hacen las inyecciones de subni- trato de bismuto al 2 por ciento, como aislantes y astringentes; las de tanino al 1 por ciento en vino rojo, repetidas unas y otras cuatro ó cinco veces por día; las de acetato de plomo ó sulfato de zincal, J por ciento, pudiendo asociársele á este úl- timo para que resulte aislante óxido de zinc; las de sublimado al 20,000.00 y á la temperatura de 45 á 48°; y por fin, las in- yecciones de nitrato de plata al 1 por ciento; las de doral, co- mo antiséptico y ligeramente cáustico, al 2 por ciento ó más; las de sulfoictiolato de amoniaco en solución al 1 por ciento, repetidas tres veces en el día para obtener la curación, del 4? al 20? día; las de resorcina al 3 por ciento, hechas cada dos ho- ras y á lo menos dos veces en la noche, que se dicen tan efica- ces que hasta son abortivas; y las confeccionadas así para usar- se tres veces en el día: agua oxigenada al 10 por ciento y agua destilada áá 30.00, sublimado corrosivo 0.15. A la vez que se haga esta inyección se dará al interior el percloruro de fierro. El retinol, como excipiente antiséptico de los específicos, es 252 muy útil; es además aislante y acelerador de la curación. Se dice del stiracol que es antiséptico y antiblenorrágico. Como último y eficaz agente inyectable tenemos el ácido bó- rico. El agua sola á 48° es eficaz. Cuando en el curso de la blenorragia hay disuria, estrangu- rria, y aun retención urinaria, el alcanfor es ineliscutiblemente el medicamento de elección. Para las reliquias blenorrágicas, para los escurrimientos im- perceptibles, viene la esencia de sándalo como agente verdade- ramente heroico; dosis de 4 á 7.00. En la mujer la vulvitis será tratada por el reposo en el lecho, por las compresas heladas y por la cauterización de las erosio- nes con solución de nitrato de plata al 5 por ciento. Se cura- rán como de ordinario los abscesos de las glándulas vulvo-va- ginales. Se harán además irrigaciones vaginales bis con solución de biyoduro de mercurio al 10,000.00, haciéndose pasar en ca- da lavado dos litros de líquido; después de cada uno de éstos se pondrá á la mujer en postura de inyección y se le hará una nueva de lo mismo al 1: 4,000.00, dejándosela que permanez- ca algunos minutos, y por fin, luego que se escurrió esta otra inyección, se le pondrá un taponcito de algodón impregnado en glicerina iodoformada cuando la enfermedad está muy al principio: más tarde á este tapón se le añadirá un poco de ta- nino. Curación á los quince días, en la inteligencia que se cu- rará la metritis concomitante con alguna de las inyecciones que ya se mencionaron y especialmente con las de nitrato de plata. Es práctica vieja inyectar en la vagina la orina copaibizada recientemente eliminada. La blenorrea crónica cura muchas veces, pero hay ocasiones que con ningún medio se puede obtener el feliz resultado: no aseguréis, pues, la curación á vuestros clientes, si en algo esti- máis vuestra reputación profesional. Como medios más adecuados se proclaman las inyecciones de 5 ó 6 gotas de solución de nitrato de plata al 2 por ciento ó 253 al 1 por ciento; mas no se olvide que en estas formas lo que importa combatir es la uretritis posterior, y para satisfacer es- te fin, se utilizan las instilaciones de las mismas soluciones lle- vadas directamente con artificio hasta el punto deseado; las inyecciones de alumbre calcinado, las de los tánicos krameria, monesia, etc., y las de ergotina muchas veces por día: ergotina 0.30, agua 300.00. La creosota al interior en emulsión ó en inyecciones se ha recomendado como muy útil. Y no menos útil es el paso de bugías gruesas untadas con pomada bórica. Jamás se hagan inyecciones pastosas ni blandas. Como recurso colocado entre el fin de la faz aguda y la cró- nica, está el uso de las inyecciones de vino tinto, pues tienen muchos partidarios porque realmente dan muy buenos resul- tados. Para todos los períodos indistintamente, pero especialmente para el fin del período agudo, se recomienda la tisana de hojas de mático al 20 por 1,000 de agua, ó la tintura alcohólica á la dosis de 8 á 10.00 (piper angustifolium). En el curso de la blenorragia, y especialmente al principio, puede ocurrirse á los purgantes ligeros si hay necesidad. La higiene de esto pertenece á lo clásico y por eso no la de- tallamos: el reposo, el cuidado de los ojos, el suspensorio, etc., son medios que todos sabemos ya de memoria; guardemos só- lo para nosotros esta noción: la blenorragia, por sus consecuen- cias lejanas, es causa de la muerte en el hombre por la infla- mación simple ó específica del aparato urinario; y en la mujer, por las consecuencias directas de la salpingitis y de los padeci- mientos de los anexos, engendrados por la inmigración del vi- rus blenorrágico. Bocio exoftálmico: Su etiología es muy obscura y por lo mis- mo muy varia, pero él se encuentra muy frecuentemente liga- do con la histeria, y es un hecho que cura: esto es bastante pa- ra ser tenaz en su terapéutica y para no desmayar buscando 254 nuevos medios curativos que tengan la característica cualidad de curar siempre. Hé aquí algunos que se han recomendado como dando bue- nos resultados: inyecciones hipodérmicas de sulfato de duboi- sina, comenzando por un cuarto de miligramo hasta llegar á los muchos días á inyectar de 1 á 3 miligramos (véase enfermeda- des mentales); el cáñamo cultivado ó extracto de cannabis in- dica, que ha llegado á producir verdaderas curaciones; téngase cuidado de no pasar de 0.05, de darlo cada vez á pequeña do- sis y de no usar la forma pilular; la tintura de estrofantus, de 8 á 25 gotas tres veces' en el día durante la comida, ha produ- cido no sólo mejorías sensibles sino hasta positivas curaciones: no se vaya á dar por analogía la digital ó el ioduro de potasio, que son malos medicamentos; la tintura de eléboro verde (ve- ratrum viride) preparada con alcohol, dando de 4 á 6 gotas tres veces en el día durante dos meses, se dice por buenas autori- dades que produce curaciones sin los inconvenientes que tiene la digital de aumentar la presión arterial; además, la pomada preparada con 0.15 de veratrina para 30.00 de manteca, que se absorbe mejor por la piel que por el intestino, ha sido re- comendada como muy útil para el temblor; el cuernecillo de centeno como vaso-constrictor ha dado buenos resultados; los baños tibios prolongados á 25° ó más, como útiles ayudantes, y el picrato de amoniaco, de tanta valía como el estrofantus. Hoy estos dos últimos agentes se dividen los éxitos con el acó- nito y los bromuros, c[ue son excelentes calmantes. Se cree que no hay necesidad de guardar cama, pero indis- cutiblemente es necesario prescribir el reposo: se impondrá ré- gimen lácteo, se evitarán las excitaciones y los esfuerzos, se darán los tónicos y los amargos, se prescribirá el arsénico y el fierro, que son muy útiles; se permitirá tomar pan, mantequi- lla, pollo en pequeña cantidad y se prohibirá el alcohol. Si el pulso es muy frecuente dése el acónito, si no, entonces ocúrra- se á la digital, á la espártenla y al estrofantus, pues es cosa ave- riguada que los cardiotónicos aceleran el pulso si está retarda- 255 do y lo retardan si está acelerado. No se olvide la nota justa que dejamos consignada en las líneas de arriba sobre la di- gital. Los baños tibios por tres cuartos de hora y más, disminuyen la gran presión sanguínea en las partes superiores, y así debe- rán usarse cuotidianamente: se recomendará el uso de ligas elásticas con alguna prudencia para impedir la circulación de vuelta. Algunos hacen aplicaciones de colodión elástico sobre la glándula tiroides, y aplican con regulares intervalos la co- rriente galvánica, poniendo el polo positivo sobre la glándula, teniendo cuidado de humedecerlo con tintura de iodo y de ha- cerlo tan grande como ella, y el negativo en la nuca. De estas aplicaciones de electricidad se harán dos en el día durando 25 minutos cada una, y se persistirá en su uso durante mes y medio. Es un hecho reconocido que la preñez es favorable á este bocio. Cuando se llega á la asistolia hay que ocurrir á los diuréti- cos, y nosotros remitimos al lector á lo que dejamos dicho en la insuficiencia urinaria. La lactosis proclamada como diuréti- ca ya dijimos lo que vale: ni el enfermo la soporta, ni siempre es muy diurética; sin embargo, habrá casos en que sea útil. Se ha recomendado como medio curativo del bocio la fara- dización carotídea, y se procede para hacerla poniendo el polo positivo de 7 á 8 centímetros de diámetro en la parte infero- posterior del cuello, y el polo negativo plano en oliva ó botón y siempre angosto, como de un centímetro de superficie, hacia adentro del externo-cleido-mastoicleo, al nivel del ángulo del maxilar, apoyado con bastante fuerza para sentir los latidos ca- rotídeos: se pone una corriente fuerte para producir contrac- ciones enérgicas del dicho músculo si se le toca su punto de excitación; sin embargo, es necesario que sea fácilmente sopor- tada, de suerte que se puede decir que el límite de intensidad es cuando empieza el peligro: duración de la aplicación, 1J mi- nutos. En el lado simétrico se hará lo mismo. . 256 Se hará á la vez la faradización del orbicular de los párpa- dos, del frontal y ele los diversos ramos del facial superior, exceptuándose los sub y supraorbitarios: la faradización del cuerpo tiroides poniendo un electrodo plano de cuatro centí- metros aplicado en la parte inferior del tumor, teniendo cuida- do de aumentar la corriente tanto como se pueda y de pasear el electrodo apoyándose en los puntos más salientes, provocando contracciones de los músculos sub-ioideos, y por fin, de hacer la faradización de la región precordial con el polo positivo, es •decir, que para esta región se invertirá la dirección de la corrien- te. La electrización de la región precordial se hará durante 2 ó 3 minutos, apoyando el polo positivo en el tercer espacio in- tercostal izquierdo hacia el esternón, empleando corriente dé- bil, de modo que apenas se produzcan contracciones fibrilares del gran pectoral. Estas diversas faradizaciones se harán-en una sola sesión, que durará 12 minutos cada dos días. Unos creen que la galvanización es mejor que la faradización, y otros que es precisamente el revés; y nosotros recordaremos que en materia de electricidad hay que ser empírico y aplicar por esto las tres electricidades, pues cabalmente ofros reco- miendan al baño hidroeléctrico como de muy felices resultados (véase enfermedades nerviosas). Algunos creen que la atonía intestinal es la causa del bocio exoftálmico, y consecuentes con su idea recomiendan la fara- dización del vientre. Hay que ensayar, pues, todos estos recursos con paciencia y con fe. Bocio simple ó quístico: El tratamiento^del bocio es profilác- tico, médico y quirúrgico. El primero consiste en el empleo de buena agua potable y en la expatriación temporal ó permanente. El tratamiento de eficacia notable en ciertos casos, se funda en el empleo del iodo en solución acuosa, sirviéndose del iodu- ro de potasio para facilitar la solución; y desde algunos años en el iodoformo, á la dosis de dos pildoras diarias de la fórmula siguiente: iodoformo 2.00 para treinta pildoras. 257 El tratamiento quirúrgico es paliativo y curativo. El paliati- vo sólo cuenta con la traqueotomía, que ordinariamente es muy difícil por las desviaciones de la tráquea y por el volumen y la vascularización del istmo del cuerpo tiroides y con la laringo- tomía intercrico-tiroidea que es más fácil; pero es necesario es- tar advertido que ella necesita cánulas largas para poder pasar con certidumbre el punto comprimido. El tratamiento curativo comprende los métodos siguientes: inyecciones intersticiales irritantes, la ligadura atrofiante de las arterias aferentes y la tiroidectomía con sus diversos procedi- mientos, intracapsular, extracapsular, total ó parcial, y en esta última se encuentra un procedimiento especial, que es la enu- cleación intraglandular. ¿Cuáles son exactamente estos proce- dimientos y su manual operatorio? Es lo que voy á estudiar someramente, al mismo tiempo que voy á tratar de exponer á qué indicaciones terapéuticas generales debe obedecer un ciru- jano llamado cerca de un buchón. Indicaciones terapéuticas: En presencia de todo bocio debe intentarse la medicación iodada cuya eficacia es maravillosa, teniedo presente que el iodo ejerce acción manifiestamente atro- fiante sobre los senos, sabiendo que entre los buchones son las mujeres jóvenes las que dominan. ¿Cuáles son los casos en que se pueden fundar esperanzas reales en esta terapéutica? Esto depende del estado anatómico del bocio, y por consecuencia, la indicación terapéutica se su- bordinará al diagnóstico anatómico exacto, y así en la hiperpla- sia glandular, en los bocios difusos y blandos de marcha rápi- da esta medicación es omnipotente; pero una vez constituida la esclerosis es enteramente sin acción; empero en este último caso aun se debe intentar y comenzar por la medicación ioda- da, porque alrededor del quiste el proceso adenomatoso no siempre está del todo extinguido y allí precisamente es donde tiene acción el iodo. Si ha fracasado del todo la medicación iodada aun teniendo Terapéutica.—17 258 en cuenta esta última consideración, entonces hay que pensar escrupulosamente en las indicaciones operatorias. Desde luego la buena estética no es de desdeñarse para la región cervical anterior, en la mujer sobre todo, y más aún cuando están jóvenes, con tanta más razón cuanto que este bo- cio, primero inocente, puede llegar á ser peligroso: una enfer- medad infecciosa le hará supurar, y una preñez ó una conges- tión brusca podrán causar la muerte por asfixia ó imponer un tratamiento de urgencia. O bien se dejará la esclerosis hacerse alrededor de la tráquea gravemente comprimida alrededor del esófago, ó en fin, el adenoma sufrirá la evolución maligna. Más vale prevenir y no ser muy avaro del bisturí; hé aquí los medios de que se puede disponer: Para los sólidos los me- dios ya mencionados arriba y para los quísticos las punciones, las inyecciones modificadoras, la incisión y la extirpación, en la inteligencia que de estos cuatro métodos propuestos, para los quísticos sólo los dos últimos son utilizables. Se incisa el quis- te, se suturan los labios de la bolsa á los de la herida cutánea, haciéndose vegetar esta cavidad bajo un tapón antiséptico, ó bien se extirpa por completo el quiste exactamente, como lo diremos luego tratando del bocio sólido nuclear. Pero estos dos métodos no se excluyen, pues el segundo será empleado por todo el mundo cuando se reconozca la posibilidad de la enucleación á falta de la cual se obrará sobre la incisión cana- lizando ampliamente. Cuando los quistes no son muy gruesos, muy antiguos, cuando los viejos brotes inflamatorios no los ha- cen muy adherentes, ordinariamente es posible la enuclea- ción. En los bocios sólidos se distingue el parenquimatoso y el fibro- so; contra el primero se asociarán á la medicación interna las inyecciones intersticiales hechas á intervalos variables con je- ringa de Pravaz. Esta intervención es preciosa. Ordinariamen- te se ocurre al alcohol, al arseniato de sosa y principalmente á la tintura de iodo; pero este método, aunque es eficaz, es len- to, doloroso y cuando no se ocurre á la antisepcia dolorosa pue- 259 de hasta hacerse supurar la glándula; además, se han observa- do casos de muerte súbita por síncope y masas de productos esclerosos retráctiles, induraciones y adherencias que necesitan quitarse y que hacen más difícil la tarea del cirujano. La ligadura de las dos tiroideas del lado enfermo, si el bocio es unilateral, ó de las cuatro si es lateral, se practica á distan- cia según los procedimientos operatorios.clásicos, y sólo es po- sitivamente útil en algunos casos para los bocios vasculares, pues los fracasos no son raros, y además, el acto quirúrgico es- tá lejos de ser fácil por ser difícil y peligroso encontrar la tiroi- dea inferior, de suerte que en regla general y salvo indicaciones especiales, cuando se quiera intervenir quirúrgicamente, debe- rá preferirse la tiroidectomía, y sólo la tiroidectomía parcial. Dos son los procedimientos aceptables. Habiéndose puesto á descubierto el cuerpo tiroides como en la tiroidectomía total por la incisión media ó lateral en T, en V, en H ó en cruz, se extirpa por fragmentación la parte superior y anterior y en el fondo de la herida con una ligadura en ma- sa se deja todo el cuerno inferior, respetándose así al recurren- te y dejando un fragmento de cuerpo glandular que salvará al enfermo de la caquexia cretinoide. La enucleación intraglandular es el otro de los procedimien- tos, pues es sabido que el bocio anatómicamente está compues- to de nodulos de volumen variable, enquistados en una concha de donde son enucleables; puesto que se ha descubierto el cuer- po tiroides, es necesario hacer una sección neta con el bisturí, primero de la cápsula fibrosa de la glándula, y segundo, de la concha glandular más ó menos engruesada, teniendo cuidado de continuar tanto tiempo cortando cuanto sea necesario para acabar de atravesar todo el tejido rojo y que no se ha llegado al núcleo tiroideo gris y duro, porque si se trata de comenzar el desprendimiento antes de haber llegado exactamente al nú- cleo morboso, se dilacera al tejido glandular y resulta una he- morragia terrible. Después de hecha la incisión cierta y com- pleta de la concha del núcleo enfermo, la enucleación se hará con la espátula ó con los dedos. 260 Este último procedimiento conviene para la forma nuclear, y el anterior á la hipertrofia difusa. En el bocio sofocante se ha hecho la sección media del cuer- po tiroides con lo que ha bastado para hacer cesar la dispnea y para producir la atrofia de los lóbulos laterales, obteniendo por fin y por esto último la completa curación. Empero no hay que contar siempre con este procedimiento, y en estas condi- ciones después de un ensayo de él, silos accidentes no son muy apremiantes, se podrá intentar la tiroidectomía total dejando ó no fragmentos glandulares, pues no hay que olvidar que en es- tos casos se trata de satisfacer una indicación vital, y que mu- chísimas veces la urgencia es tal, que no hay tiempo ni de practicar la traqueotomía y ni aun de que llegue el cirujano. Hecha la traqueotomía de urgencia, se tratará de atacar al bocio y hoy es la única circunstancia en que se permite la tra- queotomía preliminar, porque la traqueotomía es casi incom- patible con la asepcia que se necesita en la herida cervical. Con lo que se ha recomendado, la reincidencia es posible, pe- ro muy ordinariamente también el proceso es definitivamente desviado, no solamente por una acción obscura sino frecuen- temente porque el proceso morboso es menos difuso de lo que se creía antes, terminando espontáneamente por núcleos ais- lados. % En todo lo dicho la tiroidectomía parcial se ha reconocido como lo mejor que hay que hacer. A lo anterior dicho por los Sres. Duplay y Reclus tenemos que agregar que el Dr. Oliva recomienda la cura por cuarenta días en los baños de la Laja de la hacienda de la Labor, de Ri- vera, en jurisdicción de Teuchitlán, la cual se hace tomando dia- riamente tres vasos de la agua del manantial, absteniéndose del uso de los picantes y poniendo como tópico en el bocio la lama ó cristalizaciones que allí se encuentran y que contienen sulfito de cal; empero, parece que de ellas es el sulfuro de so- dio el que cura. ¿Cuál es la época y forma más favorable del bocio, en que son aplicables las aguas con éxito? El Sr. Oliva 261 no lo dice pero es de suponerse que serán todas aquellas en que el tratamiento médico dé buen resultado. Por lo demás, como el bocio de la pubertad, de la preñez, del parto, esporádico, endémico, epidémico y simple, tiene mar- cha é indicaciones especiales, no podemos menos que decir en general que se atienda la indicación que reclame cada uno de ellos, aunque algunos, como el de la preñez, casi no reclaman ninguna. Últimamente se han propuesto para el bocio parenquimato- so las inyecciones de iodoformo según la fórmula siguiente: io- doformo 1.00, éter y glicerina áá 7.00, pero nosotros recorda- remos que deben preferirse las inyecciones de aceite iodofor- mado á las de éter. Se hace cada tres ú ocho días una inyección intraparenquimatosa, teniendo cuidado de no emplear solucio- nes viejas ó rojas, y se dice que el éxito se obtiene con 5 ó 10 inyecciones; no hay que olvidar al hacer la inyección que debe ponerse á contribución con todo rigor la antisepcia. Por último, el bocio sofocante, que es enfermedad mortal, ya sabemos de qué manera debe curarse, yendo hasta el ex- tremo algunas ocasiones de quitar toda la masa glandular, em- pero siempre es bueno procurar dejar una parte, cuando no hay indicación en contrario, para evitar la aparición de los acciden- tes de la caquexia estrumipiva: la tetania, la asfixia por reblan- decimiento y el aplanamiento de la tráquea, limitando la ope- ración sólo á la parte degenerada. En todo caso el tratamiento es sencillo; lo que es difícil es acertar cuando hay accesos de sofocación mortal con que ellos son debidos á un bocio sofo- cante, cuando precisamente nada ó casi nada llama la atención del lado del cuello. Cuando el diagnóstico no se hace el enfer- mo muere y el médico queda hundido en las más hondas per- plejidades sobre la causa de la muerte por una enfermedad en que todos los órganos, al parecer, se conservaron en estado normal: un bocio pequeño y oculto detrás del esternón, fué la causa de la catástrofe, y sin embargo, pasó desapercibido. Bocio sofocante: Véase el simple ó quístico. 262 Bradicardia 6 lentitud del pulso: Ante todo es necesario tener bien presente que hay personas que no sólo tienen normalmen- te su pulso lento, sino que hasta le tienen irregular, y que á pesar de todo esto apenas se puede decir que experimentan al- guna molestia digna de ser consultada con el médico. Desgra- ciadamente no siempre es así, pues sabemos que por lentitud del pulso pueden venir accesos cuasi epileptiformes producidos por un vértigo; síncopes y estados comatosos, convirtiéndose así en un estado verdaderamente grave. Adecuadamente á la intensidad de la enfermedad deben ser nuestras prescripciones, y así, cuando no hay accidentes, basta la higiene bien dirigida para mantener al enfermo en un esta- do satisfactorio: se proscribirán, pues, los esfuerzos, los excesos, todo lo que pueda conducir al ateroma y á la fatiga del cora- zón y del sistema nervioso. La atropina, por su acción inhibitoria sobre el nervio neu- mo-gástrico, debe emplearse, sobre todo cuando á la lentitud del pulso se añaden vértigos cuasi epileptiformes ó en las for- mas sincópales graves, pues este medicamento acelera el pul- so, abate la tensión y obra sobre las raíces del nervio. En la lentitud permanente se recomienda el uso diario de uno ó dos miligramos de trinitrina en solución, tomada por cu- charadas: solución de trinitrina al 1 por ciento, treinta gotas; agua destilada 125.00. Muy útil cabalmente en las formas gra- ves; pero no por eso deja de serlo en las benignas, en la inte- ligencia que siempre puede empleársela con éxito y sin incon- veniente bajo la forma de inyecciones subcutáneas, poniendo dos ó tres cuartos de jeringa por día de la solución, confeccio- nada así: agua destilada 10.00, solución alcohólica de trinitrina 40 gotas, con la preparada al 1 por ciento. Las inhalaciones de nitrito de amilo tienen el mismo valor y la misma indica- ción. Al momento del acceso, á más de hacer lo anterior, se acos- tará al enfermo y se le excitará diversamente: inyecciones sub- cutáneas de éter, etc., según la gravedad y forma del acceso; ■Ztiá pero se tendrá cuidado de instituir rápidamente el tratamiento causal apropiado: antisifilítico, antiateromatoso, antipaquime- ningítico peribulbar y haciendo conforme á este último la re- vulsión de la nuca, la colocación de un sedal, etc. Si por el hecho de la bradicardia viene el anasarca y la insu- ficiencia urinaria ó una débil oliguria, se impondrá el régimen lácteo y se darán los diuréticos que ya mencionamos en el ana- sarca, en la inteligencia que han sido recomendadas para este caso la lactosis y la glicosis; pero recordamos que á propósito de ésto ya tenemos hecha una nota en aquel artículo; mas si alguno quisiere emplearlas, le remitimos al artículo de la insu- ficiencia aórtica de origen arterial, en donde detallamos su mo- do de administración. Si sobreviene la degeneración grasosa del corazón, se reco- mienda la cafeína ad intus ó en inyecciones subcutáneas (véase la nota que tiene este agente en la asistolia), la esparteina, la nuez vómica, la estricnina y los opiados, sin olvidar que la di- gital en estos casos tiene precisamente efectos paradojales, y que en consecuencia se le puede administrar para que aumen- te el número y energía de las contracciones y la presión arte- rial. Bronco-neumonía: Aquí, como en toda la terapéutica, es de capital importancia la profilaxia, que es la higiene práctica, y en consecuencia, teniendo presentes las causas que producen esta enfermedad, se podrá evitar su aparición. Precaverse de los enfriamientos bruscos en la convalecencia de las fiebres eruptivas, es precepto que jamás debe olvidarse: igual'nota se hace para los enfriamientos durante la convalecencia de las en- fermedades agudas en general. En el tratamiento de esta enfermedad debe observarse des- de el principio hasta el fin este otro precepto: el tratamiento de la bronco-neumonía debe ser siempre y por siempre tóni- co, jamás debilitante ó contra-estimulante, en el concepto que no deberán dejarse de la mano los tónicos luego que aparezca la primera remisión de la enfermedad, porque aquí las remi- 264 siones son engañadoras. En consecuencia, la medicación alco- hólica, especialmente bajo la forma de poción de Todd, deberá instituirse desde el principio, cualquiera que sea la edad del pa- ciente, y se harán inyecciones subcutáneas de cafeína en las primeras muestras de la debilidad del corazón, ó estas otras: clorhidrato de quinina 0.10, glicerina y agua áá 1.00, para una inyección, que puede repetirse dos ó tres veces. En los adultos se puede hacer lo mismo, ó bien dar cada tres horas por la bo- ca 0.30 de sal de quinina, pues está recomendada como tónica del corazón y propia para disminuir la taquicardia, que tan fre- cuentemente se halla aquí durante la faz aguda de la enferme- dad; pero advertiremos que hemos observado que cuando las sales de quinina se administran cerca del colapsus cardiaco, en lugar de impedirlo lo aceleran, y acerca, á nuestro parecer, el desenlace fatal: si nuestros colegas corroboran esta observación, ya sabremos definitivamente á qué atenernos. En los casos de sofocación no se olvidarán los clásicos veji- gatorios volantes y pequeños, las ventosas, los sinapismos y hasta la sangría moderada. En el mismo caso un vomitivo de ipeca es muy útil; pero se tendrá cuidado de vigilar sus efectos hipostenizantes y de no dar los de emético, que los producen más fuertes. Si no se quiere ocurrir al vomitivo de ipeca, que es el de elección, échese mano del de sulfato de cobre con pre- ferencia sobre el de sulfato de zinc, y dándolo á la dosis de 0.50 á 0.80, que es la misma dosis del último, revuelto en polvo de almidón para diversas tomas. Como medicación de fondo se puede ocurrir siempre con éxi- to al alcoholado de acónito y á las sales amoniacales; pero del mismo modo están recomendados los baños fríos, que se dice tienen efectos, y aun superiores á los del vomitivo y á los de la revulsión. Las afusiones frías ó la sábana mojada aplicada por pocos segundos, producen abatimiento de temperatura y expectoración abundante siempre saludable; en consecuencia, se les repetirá tantas veces como la hipertermia y la dispnea lo exijan. 265 Están recomendadas las cataplasmas de ajo mezcladas á la linaza y puestas loco dolenti como irritante local, y no sólo, si- no que al absorberse su aceite esencial se elimina por el pul- món, y al hacer ésto excita fuertemente á la fibra muscular de las ramificaciones brónquicas: este es un recurso racional y excelente. A la vez dése al interior. Si hay delirio es bueno ocurrir al almizcle y no al doral, que ha sido recomendado además como hipnagogo, pues no hay que olvidar que este medicamento abate mucho la tensión ar- terial. En la secuela del proceso pueden tener su aplicación las in- halaciones de oxígeno. Véase leucemia. Por último, no hay que confiar en las remisiones y tener cui- dado de evitar todo enfriamiento brusco y cambio de local du- rante la enfermedad, "porque una y otra cosa es de fatales con- secuencias. Bromismo: El naftol B 4.00, mezclado con 2.00 de salicilato de bismuto y dado en las suspensiones regulares de la medica- ción brómica, no sólo corrige los accidentes brómicos, sino que hasta permite aumentar las dosis de bromuro: se recordará que la forma farmacéutica que se da á esta mezcla es la de obleas, y que el naftol puede provocar la aparición de hemo- rragias vesicales y cistalgía. Se recomienda el uso de las gotas arsenicales como propias para impedir la aparición de las erupciones brómicas; pero si éstas aparecen échese mano de este recurso: ioduro de azufre 1.00 ó 0.50, manteca 20.00, para unciones. Se añaden como corroborantes los baños ordinarios ó sulfu- rosos, los diuréticos y los purgantes. Bronquitis fétida, bronquectasia y broncorrea: Continúan con sus tratamientos clásicos, que consisten en los balsámicos que disminuyen la expectoración; en las cauterizaciones con fierro rojo, que disminuyen la fetidez del aliento y de la esputación; en el ioduro de potasio, los sulfurosos, arsenicales, etc.; pero se dice que dos ó tres cápsulas de á 0.15 de mirtol, tomadas 266 varias veces en el día y repetidas á la misma dosis, son muy útiles para corregir la fetidez de la expectoración y del aliento. Las cápsulas de trementina de á 0.20, tomadas cada dos ho- ras, suprimen la broncorrea y modifican la fetidez. Véase bron- quitis crónica. La copaiba y todos los aceites esenciales tienen la misma re- comendación, porque el aceite esencial se elimina por el pul- món y modifica así las superficies con las que se pone en con- tacto. Bronquitis crónica: Sin descuidar el tratamiento general ó higiénico que las circunstancias indiquen, prescribiendo la sus- pensión de tales ó cuales profesiones y el uso de las prepara- ciones arsenicales, iodadas ó sulfurosas, atenderá enérgicamente á los síntomas tos y esputación, y tendrá cuidado en ciertos casos, como es en los niños estrumosos, de redoblar las pre- cauciones higiénicas, á fin de evitar ó corregir el desarrollo de la adenopatía traqueo-brónquica. Como tratamiento general se recomienda el uso de las pil- doras de Morton, así compuestas: polvo de cloportes 18, de go- ma amoniaco 9, de flores de benjuí 6, de azafrán 1, bálsamo de Tolú 1, bálsamo de azufre anisado (azufre 1.00, esencia de anís 4.00) 6.00, para hacer pildora de 15 á 0.20 y para tomar hasta diez por día; el uso del ioduro de potasio á pequeña dosis an- tes de comer (0.30 en 15.00 de agua) se dice que cura en po- cos días; pero que si se le da después de la comida, el enfermo no sanará nunca (!); la gimnasia pulmonar por la reglamentación de los dos actos de la respiración, como medio ciertamente efi- caz; y según el Dr. Oliva, los baños de Salatitán serían suma- mente buenos para curar la enfermedad principal y la provo- cada. Tipo de los medicamentos para la tos son los siguientes: pe- ro advertiremos que el mejor de ellos es el que cura la bron- quitis, y que en todo caso los medicamentos recomendados tienen una acción complexa por obrar á la vez, en su mayoría, sobre el elemento de secreción. 267 La belladona como béquico, por su acción sedante sobre las extremidades brónquicas de los vagos, asociada al opio y me- jor á la codeina, sería lo mejor que tenemos para la tos; empe- ro á la belladona se prefiere el beleño ó su principio activo, la hiosciamina á dosis mitad menor que la atropina y pudiendo usarse en inyección hipodermica: extracto de belladona 0.025 y extracto tebaico 0.01 para una pildora, de las cuales se pue- den usar hasta cuatro en el día y se dice que son tónicas y anexosmóticas. La codeina en polvo puro ó asociada al Dower y al lactuca- rio, es muy útil cuando son muy violentos los accesos de tos. Véase bronquitis á frigore. Como expectorantes tenemos al licor amoniacal anisado: al- cohol rectificado 24.00, aceite volátil de anis 1.00, amoniaco puro 5.00, para tomar de la mezcla 10 gotas cuatro veces en el día en medio vaso de agua; la goma amoniaco como excelente expectorante, á la dosis hasta de 8.00, pues la agota aun cuan- do sea considerable la esputación; el clorhidrato de amoniaco á la dosis de 1 ó 2.00, llevando como correctivo el jugo de oro- zuz ó de hinojo, pues que el jarabe le da muy mal sabor; el polvo de orozuz compuesto: polvo de raíz de orozuz 2.00, pol- vo de hojas de sen 2.00, azufre depurado 1.00, semillas de hi- nojo 1.00, azúcar blanca 6.00, para tomar dos ó tres cuchara- ditas por día; la trementina en pildoras de á 0.20 repetidas cada dos horas, ó las cápsulas de terpinol de cinco á diez diariamen- te; el bálsamo de copaiba y la cubeba; el extracto fluido de co- cilana ó cocillana, repetido cada tres ó cuatro horas hasta efec- to nauseoso, límite en el cual debe uno detenerse, teniendo cuidado de no darlo cuando el enfermo está muy débil ó tiene una expectoración abundante; en una palabra, tiene la misma contraindicación que la ipeca á la dosis refracta ó que el car- bonato de amoniaco: dosis, de diez á quince gotas; el bálsamo de gurjun, ó sea del dipterocarpus turbinatus, se recomienda como mejor que el bálsamo de copaiba por no tener los incon- venientes de éste, aunque por lo demás vale tanto como él, co- 268 mo expectorante; el liquen de Islandia, cetraria islándica, á la dosis de 1.00 para cocimiento, dejándole su principio amargo, pues así es muy útil como toni-nutritivo y como béquico; el hisopo del país, salvia axilaris, á la dosis de un puñado para infusión, está en el mismo caso que el anterior, porque fluidi- fica las mucosidades; la raíz de ínula, ínula helenium, de 2 á 8.00 al interior, y para cocimiento hasta media onza, como su- dorífica, expectorante, tónica y diurética, ó cuando menos como vehículo; el ajo (véase bronco-neumonía), excelente modifica- dor y excitante bronquial; el ácido benzoico, á la dosis de 1 ó 2.00 disuelto en alcohol, es muy útil en los ancianos cuando hay bronquitis atónicas y focos de atelectacia, como expecto- rante, pero advirtiendo que la calentura contraindica su admi- nistración, empero si hay tendencia al colapsus ó sofocación ó realmente los hay, entonces se dará, no obstante la existencia de la calentura, y por último se recomienda el uso de la grin- delia robusta cuando hay dispnea; 1.00 de ácido bórico al in- terior quita el color verdoso del esputo. Véase asma. Tópicamente se recomienda en las agudas ó crónicas el em- plasto estibiado, que es de acción muy enérgica; el uso de la tintura de iodo asociada á la glicerina y tibia la mezcla para ha- cer pinceladas, y por fin, los excitantes cutáneos puestos en al- guna parte de la pared toráxica. Muchas ocasiones tiene indicación un vomitivo, y en este ca- so se prefiere la ipeca, con la que se produce la expulsión de las mucosidades brónquicas á la administración del emético, que puede prescribirse así: emético, 0.10 para tres tomas, una cada diez minutos, dando mucha agua tibia y titilando la cam- panilla. Recordaremos que la ipeca puede darse también á do- sis nauseosa para producir la hipersecreción gástrica y brón- quica; pero en este caso, que es el de las formas crónicas, y muy pocas veces en las agudas, se prefieren los antimoniales y el kermes en particular. Véase enfisema pulmonar. En la bronquitis crónica surgen dos indicaciones por rela- ción á la expectoración: ó ésta es muy abundante, y en este 269 caso caben los balsámicos y los opiados, ó es muy escasa, y en- tonces se recomiendan los incisivos como la ipeca, los antimo- niales, el kermes y los amoniacales. Si no se ha hecho la cura del endurecimiento es necesario evitar todo enfriamiento, porque en estas condiciones su reali- zación sería de muy malas consecuencias. Higiene, la vul- gar. Bronquitis aguda ó áfrigore: En el principio, en el período de crudez, se prescribe con éxito un sudorífico de pilocarpina, ó los pediluvios calientes puros ó sinapisados, el acetato de amo- niaco al interior, el alcoholado de raíz de acónito y ordinaria- mente el reposo en el lecho. El alcoholado de acónito, á la do- sis de 2.00, surte mejor cuando hay calentura: si la tos es muy viva puede darse el extracto fluido de gelsemium sempervirens. Véase pleuresía. La acetanilida, 0.25 cada dos horas, repetida, puede desviar el acceso de bronquitis en 24 horas. Las inyecciones subcutáneas de aceite alcanforado al déci- mo, únicas ó repetidas, y prolongadas por cuatro días, son su- mamente útiles, pues los esputos aumentan al principio para desaparecer después; pero es de advertirse que los niños no las toleran. La belladona, y mejor el beleño, solo ó asociado al extracto tebaico, es muy útil como sedante de la tos. Véase bronquitis crónica. La codeina, á la dosis hasta de 0.15 en tomas de 3 á 4 cada cuatro horas, no sólo es útil para atenuar eficazmente los ac- cesos de tos, sino hasta para facilitar la expectoración, con la ventaja que no estriñe. Se la puede asociar al lactucario y al polvo de Dower con excelente resultado. El ioduro de potasio, 0.30 para 15.00 de agua, para tomarlos de una vez antes de comer, todos los días, se dice que cura per- fectamente la enfermedad en 4 días. En el período final, cuando existe esputación grasa y tenaz, dése la escila en polvo, de 0.10 á 0.50 todos los días. 270 Nota: Los balsámicos sólo se darán al fin de la enfermedad, ó sea en el período de cocción. Bubón: Cuando ya está en supuración, sifilítico ó no, el io- doformo en polvo ó en pomada es muy útil, pues es en el caso cicatrizante, antiséptico y anestésico: de iguales propiedades se quiere hacer gozar al iodol (véase lupus); pero aunque ni tiene mal olor ni causa fenómenos tóxicos tan intensos como los del iodoformo, no puede igualarle terapéuticamente en el sentido propio de la palabra. El dermatol ha sido reconocido muy útil, y sin embargo, decimos lo mismo de él: dermatol y óxido de zinc áá 2.00, vaselina 20.00. Combinación feliz es la de la brea con el iodoformo, pues aquella quita enteramente á éste su mal olor, dejándole siem- pre sus buenas propiedades. Empero véase la primera parte en donde hablamos de la terapéutica quirúrgica en general. Para los bubones de cicatrización tórpida, recomendamos los lavatorios hechos con cocimiento de huaco ó guaco, mika- nia guaco. Téngase muy presente al confeccionar el tópico, que si se des- cuida la antisepcia, puede llegarse á muy malos resultados, y que si el bubón es chancroso (del chancro blando) no deben usarse grasas para su curación, procurando no irritar jamás su superficie. A la primera muestra de decaimiento del estado general, se ocurrirá á los tónicos y reconstituyentes, y se redoblarán los cuidados antisépticos en la solución de continuidad. Bulimia ó gazuza: |Opio, cocaína ad intus en solución, ó me- jor la infusión de hojas de coca. Como es un síntoma de una enfermedad general, es indis- pensable imponer el tratamiento general adecuado. La de la convalecencia de las enfermedades graves no nece- sita remedios, sino que se la sobrelleve; pero la que subsiste con las enfermedades largas, crónicas, y particularmente con las del intestino, necesita que se la corrija con vigor, porque hay que saber que por ella se entregan los enfermos á los más re- 271 prensibles excesos, haciendo de este modo, no sólo que su en- fermedad se prolongue sino que aun se agrave. Para la diabética, véase diabetes. Calambres: Los de las embarazadas, masaje enérgico, posi- ción horizontal, compresión moderada y aun corrientes conti- nuas, descendentes, paseando el polo negativo sobre el nervio contracturado y el positivo sobre el punto doloroso; además, es útil no sólo en los de esta procedencia hacer localmente apli- caciones antiespasmódicas como en el caso de cólera epidémi- co ó no, y aplicaciones de calor. Iguales recursos son aplicables á la mayor parte de calam- bres. Muchas veces hay necesidad de ocurrir á la medicación general. Calambres ó temblor de los escritores: El primer recurso con- siste en suspender todo ejercicio, durante el uso del cual apa- reció el temblor en las manos, de suerte que el escribiente de- jará de escribir, el pianista de tocar, y así sucesivamente; pero es de rigor que no se vuelva á hacer ningún ejercicio manual ni á intentarlo sino hasta que el médico lo crea conveniente, y ' eso ocurriendo á ciertos artificios, porque de lo contrario el tem- blor reincide. Las mejores prescripciones que pueden hacerse son: el ma- saje local metódico, comprendiendo hasta á los músculos del antebrazo y haciendo ejecutar, durante la sesión, movimientos precisamente opuestos á los que fueron la causa de la aparición de la enfermedad; la electricidad, bajo todas sus formas, desde el baño hidroeléctrico de felices resultados, hasta la electricidad estática, aplicada como es costumbre, y hasta las corrientes con- tinuas poniendo el polo positivo en los músculos contractura- dos, haciendo ejecutar á la vez movimientos semipasivos y se- miactivos. Parece que la electricidad obra como un tónico. El sulfato de estricnina como se da en la corea, es decir, á dosis masiva, ha sido constantemente recomendado; lo mismo se ha hecho con el amianto, que obra del mismo modo que la estricnina. A la atropina se prefiere el beleño ó su alcaloide, á 272 la dosis de medio miligramo: para inyecciones subcutáneas, es- te último. Cuando existe alguna discracia, son de manifiesta utilidad las fricciones de veratrina: veratrina 0.15, manteca 30.00. En la mayor parte de los casos se puede prescribir el fósfo- ro y los fosforados, dándole al retinol como vehículo al pri- mero. La hidroterapia, la permanencia en el campo y sobre todo la abstención de todo ejercicio manual ó local, asegurarán la so- lidez de la curación; mas tan luego como se crea necesario en- tregar al paciente á la vida ordinaria, se le recomendará una serie de artificios adecuados para que comience su profesión; hé aquí un espécimen para los escritores: el porta-plumas se- rá ligero y por esto se le confecciona con corcho; se hará bas- tante grueso de abajo para mantener separados los dedos en el casquillo ó convergencia, y por último, se le recomendará no usar plumas nuevas, y que la pluma que use tenga bastante tinta para que la mano no tenga necesidad de apretar para cum- plir su función en el acto de escribir. Hecho lo anterior, es bueno instituir un método adaptado al estado general. Cálculos biliares: Cuando se ve que determinan otros acci- dentes que los del cólico y se sospecha que su número es gran- de, entonces puede hacerse la colecistotomía con ó sin estable- cimiento de fístula cutánea, por la fijación de los labios de la incisión de la vesícula á los labios de la incisión cutánea; ó la co- lecistectomía, que sólo es practicable y debe practicarse en muy raras ocasiones. Una y otra operación necesita la laparotomía previa, supe- rior y lateral ó media, y con decir esto, creemos que decimos que son operaciones de la alta cirugía, que necesitan todo el rigor de la asepcia y antisepcia, y por fin, que dadas nuestras condiciones sociales y operatorias, es de creerse que rara vez se las verá ejecutar entre nosotros. Empero en su parte capi- tal ó anatómica, la sencillez que presentan no puede desearse 273 mayor: incisión de la pared ventral cerca ó sobre de la región biliar, efectuada con todas las condiciones de la laparotomía; investigación de la vesícula, que más ó menos dilatada es siem- pre fácil de encontrar aun cuando no lo esté; aislamiento de la vesícula enmedio de una atmósfera de esponjas antisépticas; punción, incisión, sección de la bolsa cística; extracción de los cálculos y sondeo prudente del canal cístico y colédoco, obran- do sobre el campo del modo que se crea más prudente y efi- caz: ligando, suturando, cauterizando, etc.; todo esto es fácil, pero lo que no es, es obtener el éxito operatorio y terapéu- tico. Cuestión es de oportunidad, de manos, de conocimientos ana- tómicos y del carácter mismo de la enfermedad. Véase cólico hepático. Cálculos renales ó de la pelvis del riñon: Como lo más difícil es reconocer con precisión que realmente se trata de un cálcu- lo renal, y como no es probable con la pura exploración me- diata que se llegue á obtener este conocimiento, por eso vamos á exponer luego el modo y condiciones con que se practica la exploración directa del riñon, y porque además confina esta última con el tratamiento curativo; "pero es necesario, sin em- bargo, no decidirse sin madura reflexión á ejecutar esta opera- ción, que es seria, y creemos como Recamier que, para autori- zarla, es necesario que este modo de diagnóstico presente uti- lidad incontestable y que su gravedad no sea tal, que haga correr al enfermo riesgos desproporcionados con el bien que se inten- ta sacar: el autor coloca en cuatro clases el caso en que esta intervención es legítima. "En primer lugar está indicada cuando el diagnóstico de un cálculo renal queda dudoso, sobre todo cuando se vacila entre la presencia de una piedra y una pielitis tuberculosa, pues las piedras del riñon son ordinariamente difíciles para reconocerse: los síntomas que provocan son algunas veces vagos, el dolor se toma por lumbago, por dolores periuterinos, intestinales, por nevralgía del ovario, y tanto que recientemente un cirujano in- Terapéutica.-18 274 glés quitó los dos ovarios á una mujer que, más tarde, fué cu- rada de sus dolores por la extirpación de un cálculo del riñon. Además provocan dolores vesicales reflejos: se cree entonces en la cistitis, en un cuerpo extraño; pero la dificultad llega á ser más grande cuando se trata de decidir si es la tuberculosis renal primitiva ó cálculo de lo que se trata en el caso actual, y Morris se apoya casi siempre en la apreciación del estado ge- neral del enfermo, pues tanta analogía presentan los síntomas de una y otra afección. De todos modos, conforme á Morris, los signos que autorizan para efectuar una incisión explorado- ra son los siguientes: dolor en una de las regiones renales, ex- tendiéndose por momentos hasta la ingle y el testículo, sobre todo si es paroxística exacervado por los movimientos, y si ade- más provoca vómitos y sudores; presencia de sangre ó de pus en la orina aun en pequeña cantidad y apareciendo por inter- mitencias; ausencia de todo estado morboso de la vejiga ó de la próstata, que pueda explicar estos signos; frecuencia de la micción, signo que ordinariamente no hace más que corrobo- rar los síntomas ya recogidos. En estos casos concluimos como Recamier: cuando los signos funcionales hacen probable la existencia de un cálculo primitivo del riñon, está justificada la exploración directa porque ordinariamente es el único me- dio de hacer un diagnóstico exacto. "En la anuria calculosa está indicada la exploración directa y lo ordinario es que produzca inmediatamente la desaparición este síntoma; se sabe que éste tiene por móvil las dos siguien- tes causas: ya habiéndose atrofiado uno de los dos ríñones ó degenerado desde un tiempo variable el uréter, del lado sano se obstruye por un cálculo; ya la anuria es de causa refleja cuan- do un cálculo se aboca en un uréter y le tapa ú obstruye; el riñon del lado opuesto, aunque sano, deja" de funcionar; en el primer caso, la incisión hecha en el riñon que se explora, permite quitar el obstáculo en las condiciones que estudiare- mos más lejos, y en el segundo, enfrente de una anuria refleja, las maniobras operatorias, efectuándose en el riñon enfermo, 275 han devuelto al funcionamiento al órgano normal, y muchas veces también ha podido realizarse esto durante la sesión ope- ratoria. "Más especial y menos frecuente es la tercera categoría de los hechos siguientes: se trata de ía utilidad de la exploración renal, para reconocer el estado del otro riñon: esta operación preliminar no se practica más que cuando se intenta hacer una operación en uno de los ríñones y que quiere tenerse seguridad del estado del riñon opuesto. Se han propuesto otros procedi- mientos, en particular el cateterismo del uréter. Esto no quie- re decir que siempre que se quiera operar en un riñon se ne- cesite explorar previamente á su congénere; pero cuando hay dudas de su integridad, cuando se intenta practicar de una vez una extirpación y que no se tiene ningún indicio de la existen- cia ó integridad del riñon opuesto, tal operación preliminar se impone. En las contusiones graves del riñon la conducta que debe observarse aún no está definitivamente fijada: unos quie- ren que se incise desde el principio, desde que se tiene certi- dumbre de la existencia de un foco sanguíneo bastante impor- tante; otros proclaman la expectación hasta que aparezcan los signos de supuración, pues existe gran número de casos en que las rupturas del riñon abandonadas á sí mismas han curado espontáneamente, con la condición, sin embargo, de que se in- movilice la región, y sobre todo, que no se haga el cateterismo de la vejiga. La conducta que debe observarse depende, según nosotros, de la importancia del derrame de la reacción térmica y de la violencia de los dolores. "En resumen: está probado por los hechos que hay gran in- terés en intervenir precozmente de una manera efectiva en los cálculos del riñon al principio, en la tuberculosis renal al prin- cipio, en los casos de anuria calculosa, en fin, en los trauma- tismos subcutáneos del riñon en que el órgano parece desga- rrado. La incisión exploradora permite alcanzar directamente al órgano, y por esto es el único medio de hacer el diagnóstico en estos diferentes casos. En segundo lugar hay grande interés 276 para el cirujano que va á quitar un riñon enfermo de tener co- nocimientos exactos sobre el estado del riñon opuesto. "Se sabe que el cirujano puede escoger dos vías para llegar al riñon; pero se prefiere la vía lumbar, que es una de las dos: para esta vía las líneas de incisión varían, según los diversos cirujanos; pero pueden llevarse á dos tipos: el uno vertical, si- guiendo el borde externo de la masa sacro-lombar; el otro obli- cuo, más ó menos oblicuo y paralelo á la última costilla: este último, de un modo general, debe ser preferido porque da más luz y permite alcanzar al riñon cuando está muy alto: la inci- sión vertical no parece tener ventajas sino cuando se intenta buscar un riñon atrofiado cuyo borde externo apenas se ve por la parte externa de la masa sacro-lumbar. "Una vez que se ha llegado al riñon, se le explora con el de- do la cara posterior, las gibas y las diferencias de consistencia; no se debe detener uno aquí, sino que decorticando al órgano, con la mano se explora la cara anterior de la misma manera y tomando al riñon entre el pulgar y los otros dedos, se apre- cian las modificaciones patológicas que haya. A pesar de esto, los cálculos pueden escapar á las investigaciones, y por eso, cuando se tienen razones para creer en la existencia de un cálcu- lo renal, es necesario no temer interesar al parenquima de es- ta glándula para buscar al cuerpo extraño. La acupuntura es un medio inocente, pero que raramente da resultados positi- vos, siendo una verdadera casualidad que la aguja encuentre al cálculo aun haciendo un centenar de piquetes. No es bueno, pues, ocurrir á este medio, sino á la incisión del riñon á lo lar- go de su borde convexo, como lo hacen Morris Belfield y Le Dentu para practicar una abertura bastante grande que permi- ta explorar con el dedo á la pelvis renal. Esta incisión expone poco á la hemorragia si se tiene cuidado, como lo recomienda Tuffier, de hacerla exactamente en la línea media y de dividir al riñon en dos mitades tan iguales como sea posible. En fin, si esta exploración quedara negativa, se la podría completar ha- ciendo el cateterismo retrógrado del uréter. El Sr. Recamier 277 estima que esta maniobra se hace fácilmente y sin peligro, con la condición de que se levante el borde inferior del riñon para hacer desaparecer la curva que hace el uréter antes de embo- carse en la pelvis del riñon. "Se supone que tal exploración no queda exploradora más que cuando es negativa, pues desde que se encuentra al cálcu- lo está indicado extraerle, y en consecuencia el cirujano debe- rá prepararse para esta eventualidad, que es muy sencilla si el cuerpo extraño es pequeño, redondo, de bordes romos, aun cuando se encuentre un gran número; pero la operación se ha- ce más laboriosa cuando el cálculo es voluminoso, quebradizo y ramificado, pues frecuentemente en semejante caso parece preferible quitar al órgano entero y hacer, en una palabra, una nefrotomía primitiva. "La nefrotomía da una fístula por cada dos operaciones." (Boletín de Terapéutica, tomo 118, pág. 84). Cálculos vesicales: Las innovaciones hechas se refieren á los detalles y no á los procedimientos, y en consecuencia no ten- dremos gran cosa que decir. Hé aquí el perfeccionamiento de los detalles de la litopalaxia, hecho por el doctor norte-americano Chismore: La anestesia general, necesitada raramente, se hace con el éter, según quedó dicho: la anestesia local, tan necesaria, se realiza con la cocaína, procediendo así: después de lavada la vejiga, se inyectan de 15 á 30.00 de solución de clorhidrato de cocaína al 4 por ciento, y se la abandona hasta que la insensibi- lidad se haya producido: después se inyecta una cantidad sufi- ciente de solución boricada, á la cual se añadirá, si es necesa- rio, un poco de cocaína. Es indispensable saber que la cocaína se precipita al contacto de una solución, en la composición de la cual ha entrado el borato de sosa, fenómeno que no se pro- duce si el ácido bórico se emplea puro. En muchos casos en que se ha empleado la cocaína se han observado alteraciones más ó menos marcadas: náuceas, palidez, palpitaciones; pero ningún caso de intoxicación mortal: el grado de insensibilidad 278 ha variado desde ligera diminución del sufrimiento hasta anes- tesia completa: los fenómenos de intoxicación nunca han teni- do relación con el grado de anestesia. En la mayor parte de sus últimas operaciones, el Dr. Chis- more se ha servido de un litotridor aspirador, que ha presen- tado hace seis años y que principalmente facilita la evacuación de los últimos restos, maniobra que constituye el tiempo más delicado y más importante de la operación de Bigelow, pues estos fragmentos caen y se acumulan en la parte más baja de la vejiga, al nivel de la pared póstero-inferior; y bien, conforme á Chismore, las maniobras son peligrosas en este punto, porque las paredes de la vejiga no están separadas del esqueleto de la pelvis más que por una delgada capa de tejidos, y todo contac- to puede llegar á ser ofensivo: es necesario, pues, tratar de as- pirar los fragmentos desde que se producen. El instrumento de Chismore consiste en una combinación de litotridor de Bi- gelow y de una sonda evacuadora, habiéndose confeccionado una cavidad suficiente entre las dos ramas del litotridor: un as- pirador cualquiera puede adaptarse á este instrumento. Su au- tor le encuentra las cualidades siguientes: el calibre del catéter es ancho y da paso á fragmentos gruesos, permite tomar mejor las piedras lisas; la simplicidad de su construcción hace que sea fácil desmontarlo y limpiarlo; se puede proceder desde la primera trituración á la evacuación, sin hacer introducciones repetidas que hieran al canal; gracias á él se puede, en fin, evi- tar la inversión de la parte dentada, que es siempre peligrosa. La maniobra es sencilla: se saca primero la rama macho pa- ra untarla de jabón, que facilita el deslizamiento; después se adaptan las dos piezas del instrumento, se las introduce adap- tadas á la vejiga: hecho esto, se hacen movimientos débiles de aspiración, y acercando las extremidades dentadas, casi siem- pre de ordinario se toma la piedra; efectuadas una vez las pri- meras trituraciones y desde que las prehensiones de la piedra llegan á ser un poco difíciles, se ejecutan movimientos de as- piración: procediendo así, la vejiga es desembarazada y se hace 279 más fácil el resto de la operación. Se continúa así hasta que la aspiración no haga sentir ningún fragmento y que no los en- cuentran en la vejiga los extremos dentados. Ordinariamente penetra cierta cantidad de aire en la vejiga, y determina las contracciones de ésta. Como el cirujano debe vaciar muchas veces á este órgano, se aprovechará de esta opor- tunidad cada vez que lo haga para inyectar nueva cantidad de cocaína. El tratamiento consecutivo consiste en la inmovilidad en el lecho, á la cual se sujetará al enfermo durante muchos días. Esta precaución es sobre todo importante en los casos de hi- pertrofia de la próstata y de alteraciones renales. Fuera de los cincuenta casos referidos, el autor no ha tenido que practicar la talla más que tres ocasiones: una en un niño de ocho años, y las dos restantes en caso de próstata volumi- nosa. Por la aspiración simple, pequeños cálculos han podido extraerse diez y siete veces. Jamás ha habido terminación fa- tal por consecuencia de la operación, pues que sólo sucumbió un enfermo cinco meses después de ella por una nefritis supu- rada. En los dos casos citados se trataba de próstatas muy gruesas, y no sólo la litotricia fué impracticable en ellos, sino que aun la talla perineal, con canalización de Harrison, no permitió des- cubrir al cálculo, de suerte que la talla hipogástrica fué practi- cada y ella permitió encontrar á un cálculo disimulado atrás de una próstata enorme é irregular. La litopalaxia puede hacerse no sólo en cálculos blandos ó fosfáticos sino aun éh los duros, como son los de oxalato y de ácido úrico. Indicaremos como último detalle que este tratamiento de los cálculos vesicales sólo es aplicable, ó como recurso de necesi- dad, ó bien cuando la vejiga y el resto del aparato urinario su- perior no es el sitio de flegmacías crónicas graves, pues en ca- so contrario, los efectos de la litotricia serían ó malos ó fu- nestos. 280 El Dr. Kobson ha practicado diez y ocho veces la cistotomía suprapúbica ó talla hipogástrica, sin una sola muerte en enfer- mos de dos á setenta y un años, empleando los procedimientos ordinarios con ligeras modificaciones. Introduce un globo en el recto y le dilata con 85.00 de líquido en el niño y 225 ó 280 en el adulto: inyecta solución bórica en la vejiga 140.00 en el primero y hasta 500.00 en el segundo. En diez casos de sutura inmediata una sola vez ha habido salida de la orina; pero el tubo colocado entre la vejiga y la he- rida abdominal impidió toda infiltración. Las suturas se hacen con catgut crómico 00, y pasando solamente al través de las túnicas externas, evitando la mucosa. Debe colocarse siempre un pequeño tubo entre la vejiga suturada y la pared abdomi- nal, igualmente suturada. Se contraindica la sutura vesical si hay cistitis ó si los bordes de la herida vesical han sido contundidos por las manipulacio- nes exigidas por la extracción de un cálculo grueso ó por la prostatectomía. La talla hipogástrica es más fácil en el niño y más favorable, porque en él la orina generalmente es normal, las paredes ve- sicales están poco alteradas, y por último, se alcanza con faci- lidad con vejiga. El Dr. Alexandrow da la víspera el clásico purgante y man- da darse un baño al enfermo: en la mañana del mismo día de la operación, prescribe una lavativa ordinaria y lava la veji- ga con solución de sublimado al tres mil. No pone en el niño para hacer la operación el globo rectal, fija la vejiga antes de abrirla con dos hilos de seda; extraído el cálculo, lava la cavi- dad vesical con solución de sublimado, en la inteligencia que él no rechaza la inyección preoperatoria de la solución bórica al 3 por ciento. La sutura inmediata la hace dando la preferen- cia á la seda, y dice que bastan cinco puntos separados para una herida vesical de dos y medio centímetros; pero antes de hacer la sutura pone en la uretra una sonda de Nelatón que ñja al prepucio con una ligadura de seda: hecha la sutura, se 281 lava el espacio prevesical con solución de sublimado y se sutu- ra á su vez la herida cutánea, pues la canalización que se reco- mienda en el procedimiento anterior, este último señor dice que es inútil y que retarda la curación cuando menos siete días; se espolvorea totalmente con iodoformo la herida cutánea, se la cubre en seguida con un pedazo de protectivo, con gasa io- doformada y ouate. Veinticuatro horas después se saca la son- da y raramente se hará esto á los tres días. Cálculos uretrales: El procedimiento de extracción es de cir- cunstancias: por su volumen y sitio varía el modo de hacer la extracción, pues mientras que unas veces ésta es sumamente sencilla, como cuando se sitúan cabalmente en el meato, otras es muy difícil, como cuando se detienen más allá de la porción membranosa. Para los casos difíciles hemos visto recomenda- do un procedimiento que consiste en anudar un hilo á la ex- tremidad olivar de una sonda muy delgada, en introducir hilo y sonda, cuando se puede hasta más allá del cálculo; en intro- ducir un mandrín resistente, al que se hace contener en su cen- tro á la sonda y al hilo; hecho esto, se estira fuerte pero lenta- mente del hilo, por cuya maniobra se dobla la extremidad olivar de la sonda, haciendo asa detrás del cálculo, y se facilita así obtener el fin deseado. Se han inventado pinzas especiales para hacer la extracción, no sirviéndose del artificio anterior. Calvicie: Cuando no es de familia ni incurable, puede pres- cribirse alguna de las fórmulas que siguen; pero advertiremos que el tratamiento racional de la calvicie se funda en hacer desaparecer previamente las enfermedades parasitarias del ca- bello y de la piel del cráneo, las enfermedades generales como el herpetismo, la sífilis, etc., en hacer uso de buenas aguas pa- ra el tocador (agua simple), y hecho todo esto, en excitar con- venientemente á los bulbos pilosos cuando no han sido des- truidos por la enfermedad, en la inteligencia que si, venga ó no venga al caso, se prescribe alguno de los recursos que vamos á indicar y no se atiende positivamente á la causa, entonces será aquí, como siempre, una verdadera casualidad el acierto. 282 Fricciones de biyoduro de mercurio bajo la forma de poma- da: biyoduro 2.00, manteca 8.00; basta hacerlas una ó dos ve- ces con intervalo de 8 á 15 días para obtener un éxito seguro. Ténganse las precauciones debidas. Para las de origen parasitario puede emplearse también la anterior y estas dos siguientes: 1% alcohol y cloroformo áá 10.00; aceite de ricino 4.00, tintura de benjuí 10.00: mézclese; 2?, la- vado de la cabeza por diez minutos con jabón de brea, quítese éste con agua tibia primero, y después con fría haciendo cho- rro, enjugúese y hágase en seguida una fricción con: bicloruro de mercurio 5.00, agua 150.00, glicerina y agua de colonia áá 50.00; después de un rato se hará otra fricción, pero esta vez con alcohol absoluto adicionado de naftol al \ por ciento; y por fin, fricción termal prolongada con: ácido salicílico 2.00, tintu- ra de benjuí 3.00, aceite de patas de buey 100.00. Otra: para la calvicie no parasitaria, tintura de cantáridas 6.00, agua de colonia 50.00, esencia de romero y de lavanda áá 10.00, también para fricciones. Pomada modificada por Guibout: médula de buey 30.00, bál- samo nerval 30.00, aceite esencial de rosas pálidas 4.00, ex- tracto alcohólico de cantáridas 0.40. El bálsamo nerval se com- pone de médula de buey, aceite de almendras dulces, manteca de moscada, esencias de romero y de clavo, alcanfor, bálsamo de Tolú y alcohol. Cáncer encefaloide del ojo: En el niño casi es la única forma que toma el cáncer del ojo, y en esta edad, como en cualquie- ra otra, no hay más recurso paliativo enérgico que la extirpa- ción con el termocauterio, y si se han comenzado á invadir las paredes de la órbita, como sucede en el segundo período, en- tonces hay que hacer la raspa enérgica de ellas, bajo pena de verle reincidir allí. Esta raspa puede producir por casualidad una curación radi- cal ó cuando menos un retardo de la nueva aparición del cán- cer, que puede ser hasta de 14 años. Sabido es que los cánceres del ojo en general se dividen en 283 sarcoma melánico del tractus uveal, sarcoma blanco del mismo y glioma de la retina; pues bien, para todos se puede decir que en el primer período basta la enucleación para impedir la rein- cidencia; pero que en el segundo y con más razón en el terce- ro no basta esto, y que es necesario raspar la órbita para reu- nir así las mayores probabilidades de que no reincidirán. El cundurango, vivamente recomendado, apenas nos mere- ce muy poca confianza. De un estudio muy instructivo, referente al carcinoma ocu- lar y publicado por el Sr. F. Lagrange en la "Gaceta de los Hospitales," números 54 y 55, del 7 al 16 de Mayo de 1891, tomamos las conclusiones siguientes: "El más grave de los cánceres del ojo es el sarcoma meláni- co del tractus uveal; á éste le siguen el sarcoma blanco em- brionario, el sarcoma blanco de celdillas pusiformes, y por fin, viene el glioma de la retina. "Los tumores malignos infraoculares se propagan precozmen- te en la órbita, y esta propagación explica la gran frecuencia de las reincidencias locales. "En la terapéutica de los tumores malignos infraoculares, la raspa de la órbita debe ser la regla, y aun en el primer perío- do de las dos primeras variedades debe hacerse tal interven- ción. Esto quiere decir que en general, pasado el primer perío- do, deberá hacerse sistemáticamente la raspa de las paredes orbitarias, cualquiera que sea el tumor. "La enucleación conviene solamente á los leucosarcomas fu- siformes del tractus uveal, y á los casos raros de glioma endó- fito al principio." Establecida como práctica quirúrgica buena la enucleación del ojo, creemos de oportunidad poner en seguida sus indica- ciones y contraindicaciones precisas, y que son corrientes á la hora actual: 1? Para los cuerpos extraños y los parásitos del ojo, es pre- ferible enuclear cuando las lesiones producidas son considera- bles y que las tentativas de extracción han fracasado, cuando 284 el órgano está perdido, doloroso y amenazante para su congé- nere; pero la extirpación del ojo es sobre todo urgente cuando estallan las alteraciones simpáticas. En los otros casos la enucleación está contraindicada. 2? En los traumatismos y en las heridas del ojo hay lugar de enuclear cuando la herida es tan grave que se ha perdido toda esperanza de conservar un ojo útil; cuando la visión es- tando abolida encierra el ojo un cuerpo extraño, persiste en ser doloroso y determina la aparición de la oftalmía simpática; pe- ro uno deberá abstenerse rigurosamente de hacer la enuclea- ción todas las veces que por un tratamiento antiséptico, enér- gico (desinfección, cauterización, inyección infraocular de su- blimado, etc.), es posible conservar el ojo y la visión. 3? Los ojos perdidos por irido-coroiditis, glaucoma grave, hidroftalmía, estafiloma opaco, leucoma cicatricial adherente, etc., deberán enuclearse cada vez que no se lleguen á calmar os dolores de que son asiento; cuando están deformados ó son estorbosos y que determinan repercusión simpática en el ojo sano; pero la enucleación está formalmente contraindicada cuan- do es posible conservar al órgano y á la función por medio de una operación parcial, esclerotomía, iredectomía ó iridocapsu- lotomía. 4? En la panoftalmía la enucleación debe practicarse desde el momento en que las tentativas hechas para desviar la infec- ción, han fracasado y puede hacerse en plena panoftalmía y aun con propagación al tejido celular de la órbita, con la condición que la supuración no se haya extendido más lejos; pero debe desecharse la enucleación todas las veces que haya una infec- ción generalizada del organismo ó que exista un estado discrá- sico grave. 5? Como tratamiento curativo de la oftalmía simpática es excelente operación la enucleación, que en este caso puede con- siderarse como radical y aplicable á todos los ojos perdidos, deformados, dolorosos y amauróticos; pero como tratamiento curativo no puede emplearse más que con la condición de que 285 los accidentes estén aún al principio y que el ojo, que es causa de la oftalmía simpática, esté privado de toda visión. En caso contrario, debe ceder el lugar al tratamiento antiséptico gene- ral y local (fricciones mercuriales, desinfección de la herida, in- yecciones intraoculares de sublimado). 6? La enucleación está contraindicada para los tumores be- nignos del ojo á menos que su extirpación sea imposible, que existan dolores vivos y una pérdida irremediable de la visión. También hay contraindicación para las tuberculosis curables por el tratamiento médico ó por la escisión simple, y aun para ciertos tumores malignos de la superficie exterior del globo cuando son pequeños, limitados y que el estado general es bueno. , En el caso contrario se deberá ocurrir á la enucleación, en ^to como no haya generalización; pero la operación no pue- dt ser eficaz más que con la condición de ser completa y de ser hecha desde los primeros estados del desarrollo del neo- plasma, pues en el tercer período no puede ser más que con un fin enteramente paliativo.—Dr. Face. Cáncer del estómago: El tratamiento paliativo es el que tiene ante nosotros más valor, porque el curativo no cuenta más que con un remedio generalmente ilusorio en sus efectos, como es el cundurango, y con una intervención quirúrgica inconmensu- rablemente grave, y que sin embargo vale muy poco ó casi na- da, muchísimo menos que el cundurango, bajo el punto de vista de la curación radical. Con operación tan grave, ¿d cáncer de- ja de reincidir? esta es la cuestión. Se dice que se mejora á los enfermos y que se les prolonga su existencia: si esto es cierto, es dos casos sobre ocho, que sucumben durante la operación pocas horas ó pocos días después de ella, ó por la reincidencia misma del cáncer en el lugar primeramente afectado ó en otro distante. ¡Y qué alivio y qué remisión en los dos casos de éxi- to operatorio! De los seis meses de la sobrevida máxima ob- servada, cuatro se pasan en rigurosa convalecencia y dos, los 286 restantes, en la preparación del nuevo cáncer, que irremisible- mente agotará las últimas fuerzas del enfermo. Vamos á dar á conocer la parte quirúrgica para cumplir con nuestro deber, pero formalmente confesamos que jamás la pro- pondremos á ninguna persona afectada de cáncer en el estó- mago. "El tratamiento quirúrgico del cáncer del estómago compren- de dos géneros de intervención: 1?, extirpación con resección total ó parcial del órgano, y 2?, operaciones paliativas diversas dirigidas contra la estenosis pilórica. No me ocuparé en el mo- mento más que de la gastrectomía, que puede ser total ó par- cial, según la extensión del cáncer. La gastrectomía total de- mostrada posible en los animales por F. F. Kaiser, ha sido intentada en el hombre por Connor, de Cincinnati, el 3 de Di- ciembre de 1883 para un cáncer extendido á todo el estómago, pero no fué acabada porque el enfermo sucumbió durante la operación de shok. Es inútil añadir que tentativa semejante no encontrará imitadores, y así nosotros no nos ocuparemos de ella. La gastrectomía parcial puede ser típica ó atípica. Típica consiste en la extirpación del píloro canceroso y abocamiento del duodeno al estómago: pylorectomía. Un cáncer limitado á una de las paredes del estómago, será quitado por la resección de un segmento más ó menos extenso de éstas, seguida de la sutura de las paredes estomacales: esta es la gastrectomía par- cial atípica. En fin, en los casos de cáncer demasiado extensos del píloro, que impidan el abocamiento del duodeno al estóma- go, Billroth ha propuesto resecar el píloro, cerrar el duodeno y el estómago y establecer en la misma sesión una fístula gas- tro-intestinal: pilorectomía combinada con la gastro-enteros- tomía. Describiremos la técnica operatoria de estas interven- ciones. "Pilorectomía: Tratamiento preoperatorio. Comprende: 1?, la evacuación y la asepcia gástrica por los lavados del estómago, prolongados y repetidos hasta poco antes de la operación. Se les hace con el agua tibia (Billroth) ó con una solución antisép- 287 tica tibia: solución salicilada al milésimo (Rydygier), al dos al millar (Ratimoff), al tres al millar (Kocher), al décimo (Czer- ny), solución bórica (Heinecke). Novaro se sirve de una solu- ción de bicarbonato de sosa pura, tibia: el estómago se lavará una ó dos veces por día durante los ocho cjue preceden á la in- tervención, y hasta una hora ú hora y media antes de la ope- ración. Conforme á Cari Lanenstein de Burgos, los lavados del estómago, aparte de su acción local (asepcia gástrica), disminu- yen el peligro del colapsus intra ó postoperatorio, provocando diuresis abundante por la penetración de la grande cantidad de líquido absorbido por el estómago en el sistema vascular; pero Novaro jamás ha observado esta diuresis aun después de lavados muy abundantes (20 litros de líquido), y Caselli preten- de que predisponen al skoc. Sin ir más lejos, Gregorio Beatson cree que deben proscribirse en las personas nerviosas y muy débiles, y Buchanan propone abstenerse de ellos, al menos du- rante algunas horas antes de la operación. Tredelenburg los reemplaza por la limpia cuidadosa de la cavidad gástrica, una vez abierta durante la operación. De cualquier modo que sea, los lavados del estómago prolongados y metódicos, nos parecen una de las precauciones más útiles y por esto las recomendamos vivamente. "2? Evacuación tan completa como posible del tubo intesti- nal por laxantes y lavativas repetivas, aun en el mismo día de la operación. "3? El régimen alimenticio debe ser cuidadosamente impues- to durante los días que preceden á la intervención: alimentos líquidos por la boca (caldos, huevos, jugo de carne y leche pan- creatinizada, etc.) y lavativas nutritivas repetidas. Es necesario tener conocimiento de los alimentos que sean más fácilmente digeridos por los enfermos, para continuar su administración en los primeros días que siguen á la operación; añadiendo que, gracias al régimen alimenticio bien impuesto, se tendrá proba- bilidad de levantar las fuerzas de los enfermos y de hacerlos 288 capaces de soportar una operación tan depresora como la re- sección pilórica. "Antisepcia preoperatoria. No hablaré de la asepcia instru- mental ni de la personal, pues son estas reglas bien conocidas y que serán indispensables aquí como en toda intervención que se haga en la cavidad abdominal, de suerte que diremos solamente que la asepcia no puede bastar, porque la infección del campo operatorio puede producirse en el transcurso de la intervención, por consecuencia del derrame gastro-duodenal, y así, es preciso rodearse de todo lo que es necesario para ase- gurar, en caso de tal eventualidad, la antisepcia de rigor. La operación se hace en sus tiempos más difíciles, y por conse- cuencia más peligrosos afuera de la cavidad abdominal: se sa- can las visceras por la herida parietal, haciéndoselas reposar sobre la pared abdominal, que á su vez también será aislada cuidadosamente, y con este objeto Rydygier emplea una tela impermeable, hendida en la extensión de la incisión abdominal y la cubre de compresas antisépticas; pero puede uno limitarse á poner por todo lienzos antisépticos calientes. "Anestesia. Siendo siempre larga la operación y los enfer- mos muy débiles, no es raro ver que sobrevenga el colapsus durante la intervención, y que frecuentemente se atribuye á la anestesia clorofórmica. "En la clínica de Berna, Kocher después de haber obtenido la insensibilidad por el cloroformo, continúa la anestesia por el éter, pues procediendo así se evitaría el colapsus cardiaco. No- varo trata de conjurar el colapsus por las inyecciones de éter y lavativas excitantes (alcohol 20.00, agua 80.00, cloruro de so- dio 0.50), y si la operación se prolongara más de una hora, de- tiene la cloroformización, pues ha observado, en efecto, que gracias á las inyecciones hipodérmicas de clorhidrato de morfi- na que se hacen antes de la anestesia, persiste después de la cesación de la acción del cloroformo un largo período de anal- gesia, suficiente para permitir que se termine la operación sin provocar vivos dolores. 289 "No se bañe á los enfermos antes de la operación, y duran- te ella manténgase en la sala de operaciones una temperatura media de 20° á 24° ó rodéese á los enfermos de sacos de are- na caliente, porque se tendrá presente que estas personas son muy débiles, y tienen, por lo mismo, gran tendencia al enfria- miento general, que es precursor del colapsus. "Operación. La divido en siete tiempos: 1?, laparotomía; 2?, exploración del tumor y de las regiones vecinas; 3?, aislamien- to del tumor y su extracción de la cavidad abdominal (destruc- ción de las adherencias normales ó anormales, extirpación de los ganglios tumefactos ó degenerados); 4?, pilorectomía; 5?, gastrorrafia y gastro-duodenorrafia; 6?, reposición de las visce- ras; 7?, oclusión de la cavidad abdominal. "Primer tiempo. Laparotomía. Hé aquí desde luego las in- cisiones propuestas: 1? y la mejor, incisión en la línea blanca, de 10 á 15 centímetros de longitud, hecha entre el apéndice xifoides y el ombligo; 2?, incisión transversal ú oblicua de once centímetros de longitud, pasando sobre el tumor, comenzando á dos dedos arriba del ombligo y dirigida en seguida paralela- mente al arco costal derecho ó izquierdo, á tres dedos abajo del mismo; 3?, incisión combinada: de la medianía de la inci- sión vertical hecha en la línea blanca se hace partir Una segun- da incisión dirigida transversalmente á la derecha; 4?, incisión vertical siguiendo el borde externo del músculo recto del lado derecho. ¿Cuál es la incisión que debe elegirse? La primera, sostenida por Rydygier y empleada por Czerny, Kocher y otros muchos, parece la más recomendable, aunque se le ha repro- chado por Wcelfler, que predispone á la eventración; y Kocher ha observado bien en un caso una ligera hernia de la línea blanca, apareciendo dos años después de la operación en la ci- catriz, pero esto es un hecho excepcional. "Es la incisión en la línea blanca que nos parece la que de- be preferirse, y si no da bastante luz se le podrá añadir una incisión transversal de 5 á 6 centímetros de longitud, perpen- dicular á la primera y dirigida á la derecha, de suerte que las Terapéutica.—19 290 demás se desechan porque militan fuertes razones para hacer- lo así. "Segundo tiempo. Exploración del tumor y de sus conexio- nes. No es más que después de haber abierto el vientre y des- pués de la exploración directa del tumor y de sus conexiones, que ordinariamente se podrá decidir de la oportunidad de la intervención, y en consecuencia se deberá: 1?, descubrir el tu- mor que ha podido en ciertos casos substraerse á la exploración indirecta; 2?, determinar su extensión; 3?, asegurarse de la exis- tencia ó no existencia de las adherencias; y en el primer caso, si son de naturaleza tal que puedan permitir la extirpación del tumor, ó si al contrario, contraindican la pilorectomía, como es el caso cuando son cancerosas _y que el neoplasma se infiltra en la musculatura abdominal; 4?, explorar los órganos vecinos bajo el punto de vista de las metástasis viscerales ó gangliona- res. Para que la exploración sea completa, no debe uno limi- tarse al examen de la cara anterior del píloro y de las conexio- nes que puede tener hacia adelante, sino que es necesario, sobre todo, examinar las paredes posteriores del órgano y precisar sus conexiones profundas, á las que se puede llegar abriendo la cámara posterior délos epiplones por una doble abertura he- cha en los ligamentos perifonéales que la cierran hacia adelan- * te. Von Hacker propone incisar á estos ligamentos (pequeño epiplón y ligamento gastro-cólico) perpendicularmente á las curvaturas del estómago en los lugares vasculares de ellos. Notaremos que la incisión es inútil, pues es preferible y sufi- ciente la desgarradura con los dedos ó con una sonda acanala- da. Jamás se insistirá bastante sobre la importancia de estas exploraciones, pues que de ellas depende el éxito de la opera- ción. En algunos casos, sin embargo, la exploración aún más atenta podrá dejar escapar las conexiones profundas del tumor, y por esto al continuar la operación bien pronto se encuentran obstáculos imprevistos: ocurrido esto último, deténgase si aún es tiempo, haciendo en suma una operación incompleta, pues está probado que semejante intervención puede ser absoluta- 291 mente inocente en algunos casos, aunque desgraciadamente ha habido otros en que ha sido lo contrario: los enfermos han muerto muy pocas horas después. "Por lo que ha sucedido hasta hoy se puede decir que la ex- ploración completa del tumor y de sus conexiones, es suma- mente difícil y que sólo en raras ocasiones se la podrá hacer tan completa como se desea para ilustrar al cirujano é inspi- rarle la conducta que debe observarse. Si el tumor no es ex- tirpable (muy extenso ó muy adherente), ó que exista una ge- neralización extensa del cáncer y que el píloro sea aún permea- ble, se cerrará el vientre y así se habrá hecho con esto una simple laparotomía exploradora que es absolutamente inocen- te, como lo prueban los resultados de las numerosas interven- ciones limitadas á este estado. "Si el tumor inextirpable se acompaña de fuerte estenosis pilórica, se hará en la misma sesión la gastro-enterostomía de Woelfler; pero si el tumor es extirpable, aunque muy extenso, dificultando por esto el abocamiento duodeno-estomacal, se ocurrirá á la operación de Billroth, combinación de la pilorec- tomía con la gastro-enterostomía, de que hablaremos más le- jos. En fin, se continuará la pilorectomía típica si lo permiten la extensión del tumor y de sus conexiones. "Tercer tiempo. Aislamiento del tumor. Comprende este tiempo: 1?, la separación del píloro de sus inserciones epiploi- cas normales; 2?, el desprendimiento de las adherencias anor- males; 3?, la completa extirpación de los ganglios degenerados ó tumefactos, y 4?, la sacada del tumor de la cavidad abdo- minal. »X—Separación de las inserciones epiploicas. Un ayudante toma al píloro con los dedos ó con una pinza de Museux, y le atrae hacia la herida abdominal: luego se procede á la separa- ción de sus dos ligamentos (pequeño y grande epiplón), comen- zando siempre por desprender al inferior; pero la sección que para ello se necesita, puede hacerse de diferentes maneras: 1?, Billroth secciona con el bisturí los puntos transparentes, vas- 292 culares, mientras que los cordones vasculares, tomados por dos pinzas hemostáticas, son divididos por el termocauterio entre dos ligaduras; 2?, Rydygier arranca simplemente las partes vas- culares y secciona con el bisturí, entre dos ligaduras, las partes vasculares; 3?, Lucke, aisla con sonda acanalada los cordones del epiplón, del ancho del dedo, que corta después con tigeras en- tre dos ligaduras; 4?, Kurz trata de abreviar este tiempo ope- ratorio, disminuyendo el número de ligaduras, y así, después de haber tomado á los tractus epiploicos con dos pinzas hemos- táticas, pone ligaduras solamente del lado cólico del epiplón, quita las pinzas de este lado y deja en su lugar á las eme están del lado del tumor: en seguida secciona el tractus entre las pin- zas y las ligaduras. Las pinzas que se han dejado del lado del tumor se quitarán con este último, y de esta manera se ha evi- tado toda una hilera de ligaduras (de 15 á 20 en algunos casos). Para no ser embarazado durante la operación por la presencia de las pinzas, Kurz emplea pequeñas pinzas especiales, de las cuales se puede quitar el puño; 5?, Rawdon pediculizá las co- nexiones epiploicas, las transfixa y las liga por una ligadura en cadena para seccionarlas en seguida; 6?, otros, en fin, hacen con una aguja de aneurisma muchas ligaduras dobles en masa, y cortan entre ligaduras los tractos así aislados. "El procedimiento que debe adoptarse es el segundo, ó de Rydygier. "Después de haber separado el tumor del ligamento gastro- cólico, se procede de la misma manera para desprender al pe- queño epiplón, pero aquí, algunas veces, son más difíciles de hacerse las ligaduras. "Una regla absoluta de la cual es necesario no desviarse, es de no separar los epiplones más que en la extensión de la región duodeno-pilórica que uno se propone quitar. Si el desprendi- miento sobrepasara estos límites, podría producirse gangrena y la desunión de la línea de sutura duodeno-estomacal, privada de sus vasos de nutrición. "Mientras más se avanza en el desprendimiento de los liga- 293 mentos perifonéales, más el estómago puede atraerse afuera del abdomen, de suerte que se puede terminar este tiempo ca- si afuera de la cavidad abdominal, y una vez" completamente aislado el tumor, si no existen otras adherencias, la salida de la viscera se obtendrá con facilidad. Madelung propone para aislar aún mejor el campo operatorio de la cavidad peritoneal, disminuir la herida abdominal, una vez sacadas las visceras, por algunas suturas provisorias. Hecho esto, se deslizan deba- jo del tumor compresas antisépticas calientes que le levantan y le aislan de los tegumentos abdominales; en fin, se rodea al duodeno y al estómago de las mismas compresas. El tercer tiempo se ha acabado. "Así es como se procederá para el tumor ideal, para el que no presenta ninguna adherencia anormal y que no se complica de metástasis cancerosa: veamos ahora cómo se obrará en los casos que estos últimos existen, que son por lo demás los más frecuentes. UB.—Destrucción de las adherencias. Entre las adherencias es necesario distinguir las que se hacen por intermedio de trac- tus bastante largos y las íntimas. Las primeras, no importa donde se encuentren para ser fácilmente destruidas seccionán- dolas entre dos ligaduras, sea con el termocauterio, sea con el bisturí, ó mejor con las tijeras: las adherencias íntimas, por el contrario, frecuentemente mostrarán muchas dificultades cuando se las intente destruir. Por lo demás, su gravedad y sus dificultades operatorias son variables según el órgano con el cual unen el tumor, y así, las distinguiremos en parietales, epiploicas y viscerales. "a. Las adherencias parietales serán en general fácilmente destruidas, pero si son de naturaleza cancerosa y se complican de infiltración de la pared abdominal anterior, se verá uno obli- gado á resecar una porción de esta última. "6. Las adherencias epiploicas, uniendo el tumor al grande y pequeño epiplón, algunas veces son tan extensas y tan es- trechas que se hace muy laboriosa la separación del tumor. 294 "c. Las adherencias viscerales son muchísimo más impor- tantes: estudiaremos sucesivamente las hepáticas, las pancreá- ticas y las intestinales. "1? Adherencias hepáticas. La separación del tumor íntima- mente adherente al hígado, ordinariamente es muy laboriosa; muchas veces hace necesaria la resección de un fragmento de viscera y muchas veces este acto es seguido de las consecuen- cias más funestas: afortunadamente estas adherencias son raras. "2? Las adherencias pancreáticas, al contrario, son muy fre- cuentes y su gravedad es tal, que para la mayor parte de los cirujanos ellas deben contraindicar la operación. Conforme á las dificultades operatorias que puede ofrecer su destrucción, las dividiremos en tres grupos: 1?, el de aquellas que se pueden destruir sin interesar el tejido pancreático; 2?, el de aquellas que no pueden deshacerse sin herir al tejido glandular, y 3?, el de aquellas que necesitan la extirpación de una parte de la glándula. "1). Es inútil insistir sobre las adherencias cuya separación puede hacerse sin herir la glándula; pero es necesario saber, sin embargo, que ellas pueden ser algunas veces muy vascula- res, y que necesitan la sección entre dos ligaduras y aun hecha con el termocauterio. "2). Ordinariamente no se puede separar el tumor del pán- creas más que después de haber interesado al tejido glandular; pero la herida del páncreas puede tener consecuencias graves (derrame del jugo pancreático, peritonitis, etc.) que estudiaremos más tarde. Sobre todo, dan lugar á una hemorragia intersticial del tejido glandular, que no se puede uno enseñorear de ella sino por la aplicación de ligaduras numerosas hechas en la substan- cia glandular misma. Estas ligaduras son difíciles para aplicar- se: los hilos deslizan, y á pesar de las cauterizaciones con el termocauterio, la hemostasis puede ser imperfecta; la sangre se derrama, se puede derramar el jugo pancreático, viene la pe- ritonitis y el enfermo muere; y todo esto sucede cuando se in- 295 teresa al parenquima glandular. Así pues, ¿eme es necesario hacer? La mejor conducta consiste en aplicarles una operación paliativa y abstenerse de resecar á los tumores de este género, aunque una hemorragia debida á la herida superficial de pán- creas podrá ser dominada en algunos casos. "3). En cierto número de casos no se puede obtener la libe- ración del tumor más que quitando una porción del páncreas, pero aunque se tiene noticia que se salvó un enfermo cuando se resecó una capa de tres milímetros de espesor de la glándu- la pancreática, deben hacerse valederas con mucha más razón las consideraciones que acabamos de hacer en el segundo ca- so, pues está probada por muchas intervenciones cjue tal resec- ción es fatal casi constantemente. "Veremos en otra parte que estas adherencias son de tal na- turaleza que contraindican ipso facto la resección pilórica en este caso. "c?. Adherencias intestinales. La adherencia á una asa del intestino delgado no se ha encontrado más que en dos casos; la separación del tumor np presentó dificultades, pero los dos enfermos murieron rápidamente de una diarrea profusa. "Las adherencias con el colon transverso ó con su mesoco- lon, adquieren grande importancia por su frecuencia y su gra- vedad. Siempre que se han quitado estas adherencias y se ha priva- do de su mesocolon al colon, ó se han hecho resecciones de colon, se ha visto sobrevenir la muerte dentro de las primeras horas siguientes á la de la ejecución de la operación. "Un desnudamiento del colon de su mesocolon, mayor de 6 á 9 centímetros, produce infaliblemente la gangrena del prime- ro y consecuentemente la muerte cierta del enfermo. "El autor, después de una discusión muy interesante, llega á estas conclusiones: 1* si se puede separar al colon del pílo- ro canceroso, resecando una parte del mesocolon transverso cerca de su raíz, se puede continuar la operación porque la li- gadura de la arteria cólica media será bien soportada; y 2*, si se 296 ve uno precisado á desprender al mesocolon muy cerca del co- lon, en lugar de hacer la resección de éste, que es operación grave, abandónese la pilorectomía y reemplácesela por una ope- ración paliativa: la gastro-enterostomía. "(7.—Extirpación de los ganglios degenerados ó núcleos can- cerosos, Los ganglios tumefactos ó degenerados podrán fácil- mente quitarse si se sitúan á lo largo del píloro ó en los epi- plones; pero los ganglios profundos retro-peritoneales, ordina- riamente son muy difíciles para extirpárseles; su extirpación puede producir hemorragias mortales y además pueden pasar enteramente desapercibidos por más que se les busque. Por el solo hecho de la extirpación de los ganglios degene- rados, se aumenta el ya terrible número de muertes. La últi- ma nota, y no la más grave de esta terrible operación, le ins- pira á uno la idea de que lo que se hace desde el principio hasta el fin del acto quirúrgico no es más que una vivisección inútil. "Extensión visceral. Hemos hablado de la extensión del cán- cer al colon transverso; se pueden encontrar grandes dificulta- des por consecuencia de la extensión del cáncer al pequeño epiplón. Baikoff se vio obligado á poner cien ligaduras para ais- lar al cáncer infiltrado en el pequeño epiplón. La extensión al hígado puede conducir á la resección de una parte de la visce- ra, como lo hemos dicho. En fin, Rossander quitó un tumor del volumen de una pequeña lenteja del tejido pancreático, y la hemorragia tenaz que se produjo no cedió más que á la ligadu- ra en masa del páncreas: el enfermo murió al cuarto día. Los núcleos cancerosos del epiplón son fáciles de quitar, y por esto no insistimos. En fin, vastas infiltraciones cancerosas de la re- gión retro-peritoneal alrededor de los gruesos vasos y en el hígado han podido pasar desapercibidas. "Como para practicar con seguridad esta operación se necesi- ta tener conocimientos exactos y precisos de la región anató- mica en que se va á operar, y como han sido modificados con- siderablemente éstos en los últimos tiempos, remitimos al lector 297 á la Caceta de los Hospitales de fecha 23 de Mayo de 1891, en que se hace una exposición magistral que nada deja que de- sear. Con gusto los expondríamos aquí, pero indudablemente nos saldríamos de nuestro propósito." Dijimos al empezar que el tratamiento paliativo era el único de valor; pues bien, éste se funda en el régimen alimenticio, en el uso de los analgésicos y en la antisepcia gastro-intestinal: los percances de la evolución cancerosa se atenderán como es costumbre. El régimen racional y que mejor soporta la viscera enferma es, ó el régimen vegetariano ó el régimen lácteo, pues con uno y otro se satisface la gran ley de patología que consiste en po- ner en reposo al órgano enfermo para poder obtener el éxi- to terapéutico. Mejor que ley de patología es ley de terapéu- tica. La antisepcia se consigue con la solución de resorcina al 1 por ciento ó más, en vehículo de cundurango y para tomarse por cucharadas; con el salicilato de bismuto solo ó asociado al salol ó al naftol B, ó al carbón ó al bicarbonato de sosa, usan- do en la asociación partes iguales para confeccionar obleas de 1.00 de mezcla que deberán tomarse siempre antes de las co- midas. Si el cáncer está en el píloro, el lavado del estómago es uno de los más grandes recursos que se pueden poner á contribu- ción para el uso diario; pero si está en el cardias el sondaje re- petido ó la entubación temporal ó permanente harán los más grandes servicios. Es de precepto que la alimentación sea líquida ó semilíqui- da cuando se trata del cáncer del cardias. La medicación analgésica cuenta como con heroico recurso con la morfina y opiados, pues además, la primera se ha reco- nocido como muy eficaz para los vómitos. Como analgésica y antiemética se recomienda esta fórmula: cocaína, chlorhydrato y extracto thebaico áá, 0.01 para una pildora, y de las cuales se podrán tomar hasta 5 ó 6 diariamente, procurando adminis- 298 trarlas cuando menos diez minutos antes de las comidas. No se olviden las sotaneas. En el canceroso, no hay que temer ni evitar la morfino- manía. Todos los analgésicos de la serie aromática han sido ensaya- dos con éxito: la exalgina hasta la dosis de 1.50 por día y pro- porcionada en tomas de á 0.20 y 0.30; la antipirina, etc. Los recursos médicos radicales se limitan en el cundurango, que aunque ha sido y es recomendado como un específico, lo más probable es que no sea tal. Sin embargo, la preparación de cundurango es lo más útil que hay que administrar en esta enfermedad, pues se dice que hasta previene las hematemesis. Véase gastralgia. Terminaremos diciendo que la parte quirúrgica, gastrosto- mía para el cáncer del cardias, gastrectomía y pilorectomía pa- ra el del estómago, propiamente dicho, y para el del píloro, cualquiera que sea el método que se siga, hasta el de la inos- culación con el duodeno ó el intestino en general, es muy me- diocre, muy peligrosa, y por tanto, casi muy inútil. Véase es- trecheces del esófago. Y que la parte médica tomó una importancia considerable desde que el Dr. Dujardin Beaumetz emitió estos dos concep- tos: "Es necesario no desesperar jamás de la cura de un can- ceroso; si tenéis éxito, es que estabais engañados, y si fracasáis, es que vuestro diagnóstico era verdadero." Otras veces este diagnóstico del cáncer del estómago era, por decirlo así clásico, y parecía, en efecto, que nada era más fácil que separar de las otras afecciones crónicas del estómago el cáncer de este órgano. Hoy estamos lejos de tener la misma seguridad, y se puede decir que, en gran número de casos, es no solamente difícil diagnosticar el cáncer, sino que es casi im- posible hacerlo. (Tercera conferencia del año de 1890). Cáncer en general: Queremos consagrar esta parte á la expo- sición del tratamiento higiénico que conviene en general para las personas que tienen herencia ó diátesis cancerosa y de al- 299 gunos recursos médicos y quirúrgicos que se han propuesto para la cura radical, según las regiones de tales y cuales cán- ceres. El cáncer, enfermedad general y hereditaria, á pesar de lo que han dicho los evolucionistas, que le hacen partir localmen- te de una inflamación ordinaria, y de lo que han dicho ó mejor pretendido los microbiófilos, necesita un tratamiento general adecuado no para curar, pues está visto que no cura, sino para oponerse en lo posible al desarrollo del proceso en las perso- nas que ciertamente tienen la herencia especial. Y bien, si en principio esto es así, quiere decir que tenemos necesidad de ocurrir al tratamiento más enérgico, más constante y más efi- caz para poder modificar suficientemente á la economía, de manera que haya una positiva resistencia en ella para la inicia- ción y conservación del cáncer. Y como energía, como cons- tancia y eficacia, nada hay mejor que el tratamiento higié- nico. El cáncer no es enfermedad de raza sino de localidad, de me- dio social y físico y de herencia. Esta convicción le viene al médico cuando á semejanza de los antiguos Asclepiades, va de región en región y de pueblo en pueblo recogiendo datos para formar sus conocimientos en el arte de curar: poblaciones hay en donde se puede conocer al cáncer en todas sus evoluciones, á las afecciones artrítico-herpéticas en todas sus variedades y á la tuberculosis en todas sus localizaciones como enfermedades dominantes y asoladoras, y esto sucede aunque la distancia de una á otra parte en que se acentúan tales especializaciones no sea muy grande y aunque la raza permanezca la misma. Es evi- dente que el medio físico social es la principal de las causas del cáncer, y esta opinión no es sólo nuestra, pues que en el Con- greso de Marsella de la Asociación Francesa para el avance de las ciencias, verificado en el año de 1891, el Sr. Verneuil dijo: "El cáncer, ó para hablar de una manera general, la neoplasia aumenta de un modo colosal, y este aumento me parece en re- lación con el aumento y el abuso de la alimentación azoada." 300 Por otra parte, el Sr. Réclus ha hecho notar que los pueblos que sobre todo tienen una alimentación vegetal, son aquellos en los cuales el cáncer es menos conocido ó frecuente; en con- secuencia, para la neoplasia, como para la arterio-esclerosis, es bueno poner un término al abuso de la alimentación de carne. Es evidente que la alimentación y el régimen pueden tener al- guna influencia para facilitar la evolución de nuestros elemen- tos anatómicos hacia el cáncer ó en un sentido contrario, pero también es evidente que ellos no son el todo, sino la parte de una cura en que se pone como primer factor la extirpación ó cambio de clima. Impuesto, pues, el régimen vegetariano, hay que recomen- dar inmediatamente el cambio de lugar y que suprimir ó vigi- lar la alimentación de carne. Empero, en materia de regímenes andamos muy poco precisos, porque unos,'eon Freund, quieren la alimentación antidiabética, según la fórmula de During, que luego daremos, y otros, con Beneke, la quieren antiplástica (precisamente como si viviéramos dos siglos atrás), pues este señor quita de la alimentación todas las substancias que pare- cen más especialmente capaces para servir á la formación de celdillas: albúmina, colesterina, ácido fosfórico, cal, fierro, com- puestos potásicos; evita todo lo que pueda activar el hígado, y en consecuencia, manda abstenerse de la carne, de los huevos, de las leguminosas, de las plantas ricas en materias azoadas y fosfatadas, y se usan las aguas minerales que puedan disminuir la supractividad funcional del hígado, en particular las aguas sulfato-magnésicas. El principio de During es este: "el diabético no hace la azú- car de lo que come, sino de lo que no digiere, y si el organismo no consume la azúcar producida, es porque hay insuficiencia respiratoria causada por la inspiración de aire viciado y por la supresión de las funciones cutáneas." Esta es la teoría de este señor, que llevada á la práctica, forzosamente da esto: se deben usar los alimentos amiláceos, evitar todo lo que no pueda di- gerirse, y se debe prescribir además la hidroterapia y el ejercí- 301 ció. No daremos en todos sus detalles este régimen ahora que ya emitimos el principio en que se funda y el esquema de su aplicación, pero el que los quiera mayores, puede ocurrir al Tratado de Terapéutica del Dr. Soulier, tomo 2? pág. 440, en donde hallará á este régimen y á todos los que hemos citado, y por esto nos limitamos ahora á decir que proscribiéndose en él todas las grasas, menos la mantequilla fresca, se permite el uso de los feculentos con la condición de que sean llevados al su- mum de digestibilidad, gracias á los cuidados de su prepara- ción. El Dr. Soulier, en su obra y parte citada, se decide por el ré- gimen vegetariano, que forma parte de la cura seca de Schroth, el que además disminuye muchísimo el uso de las bebidas, aplicando aquel dicho régimen según el precepto y práctica de During, es decir, tomándole los principios culinarios que ase- guren la digestión perfecta de los alimentos sacarígenos para corresponder en lo posible á las indicaciones de Freund y Be- neke, quienes creen que la sangre de los cancerosos tiene siem- pre un exceso de azúcar y de glicógeno. Todo esto es difícil de ejecutar; el método es, además, tem- poral, insuficiente y hasta infundado, y en este concepto, nos parece más claro decir que las recomendaciones higiénicas que deben hacerse á los cancerosos son: que usen el régimen vege- tariano, como lo dejamos detallado en la albuminuria é insufi- ciencia urinaria; que de iguales resultados puede ser el régimen lácteo, en la inteligencia de que como es un método de vida, se tendrá cuidado de recomendar el no usar uno ú otro por largo tiempo, sino que se les alternará o asociará, según las circuns- tancias. A esto se añadirá como de capital importancia el cam- bio de clima, y mejor si es por toda la vida. Por sí ó por no, será bueno proscribir la azúcar. Como hay mucha similaridad de composición entre el tejido cutáneo y el canceroso, es bueno hacer perseverantemente la renovación epitelial de la piel y de las mucosas, y en conse- cuencia se curará la constipación, se procurará perennemente 302 la libertad de vientre, se recomendarán los baños, las fricciones secas excitantes, el ejercicio, y sobre todo los sudoríficos. ¿Hay que proscribir los alcohólicos, con razón científica, del régimen de los cancerosos? No lo sé y no puedo comprender cómo quiere el Dr. Soulier el método de During con el de Schroth en combinación, cuando el primero quiere un estado perfecto de las vías digestivas, y el segundo recomienda el uso del alcohol, aunque es cierto, lo quiere en pequeña dosis y bas- tante diluido. Por lo demás, sería muy útil conocer á fondo las relaciones favorables ó adversas del alcohol, que es escleróge- no y calcarizante con el cáncer, que esencialmente es vegetante y ulceroso. Por último, en el régimen de los cancerosos no hay que ol- vidar, como lo ha hecho Beneke, que el organismo forma cán- ceres, no porque tenga un exceso de materiales plásticos, sino porque la dirección de las fuerzas nutritivas de los elementos anatómicos han sido dirigidas morbosamente en un sentido de- terminado y maléfico, que hace que su evolución venga á ter- minar en un cáncer. Cuando" el organismo está en aptitud de formar productos patológicos, los forma á más no poder con y á expensas de elementos normales. Hoy estamos muy le- jos del tiempo en que nació y vivió la opinión que asignaba un origen heterogéneo á los cánceres en su constitución anató- mica. Como procedimientos curativos últimamente recomendados tenemos la catálisis, que se practica así: anestesia general del enfermo por el cloroformo; húndanse finas agujas en el tumor y aun más allá, previo aislamiento de ellas, cuando tienen que hacerse pasar al través de tegumentos sanos; sírvase de una pila de 70 elementos representando 150 volts; elévese la inten- sidad gradualmente de 10 miliamperes hasta 600; háganse, du- rante la sesión, de 50 á 100 inversiones violentas vigilando el pulso y la respiración: el tumor se endurece y cura, mientras que los tejidos sanos quedan normales cualquiera que sea el sitio que ocupe la neoplasia. Se dice que la inoculación de la 303 erisipela ha mejorado y curado á los cánceres. Las inyecciones intersticiales en el tumor, de solución de violeta de metilo ó pioctanina al uno es á quinientos ó á mil, inyectando 5 ó 6.00 de la solución, se dice que han dado buen resultado en los tu- mores inoperables, aun cuando fueran exteriores. Recuerdo que en la primera parte dejé recomendado á prio- ri al uredo maidis. Para el cáncer de la lengua, hé aquí un procedimiento fácil del Dr. Rubio, de Madrid, que no necesita la anestesia cloro- fórmica. Se toma la lengua con una pinza fuerte y se la saca de la cavidad bucal lo más que se puede; entonces, con un cu- chillo largo, se penetra por la cara inferior en la línea media, haciéndose salir la punta en la base de la lengua por la cara superior hacia adelante de la campanilla; vuelto el filo hacia los labios, se le trae hacia la línea media, seccionando así en dos mitades al órgano enfermo. Este tiempo de la operación produce á la vez inhibición de la sensibilidad y de la circulación. Así dividida la lengua, se toma la mitad derecha que se estira fuertemente, y con un cuchillo especial, en forma de cuña, se hace en la base una sección transversal que tiene cosa de dos centímetros de profundidad. La arteria lingual, normalmente profunda en este punto, lo es aún más en los cancerosos por el hecho de la infiltración caseosa: se puede, pues, practicar la última incisión sin temor de herir la arteria lingual. Escisada esta primera mitad de la lengua, se aplica uno en seguida á bus- car esta arteria. Del lado izquierdo se hace lo mismo. Para el cáncer del ciego se recomienda la laparotomía y la extirpación del neoplasma, haciendo en el intestino las opera- ciones que se necesiten: resección, inosculación, etc. Para el cáncer del seno se recomienda la extirpación, y á propósito de ésta, hé aquí las conclusiones que el Dr. Terrillon saca de un trabajo publicado por él en la primera mitad del año pasado: 1? La gravedad de la operación es casi nula. 2* La reincidencia parece ser la regla cuando después de ha- 304 ber quitado al seno se ha visto uno obligado á extirpar igual- mente á los ganglios de la axila. 3? Esta reincidencia es ordinariamente más común en los primeros años después de la operación, y en los primeros años de la vida. La sobrevida no pasa de 6 á 7 años. 4? Todos los tumores malignos y los tumores mixtos del se- no deben quitarse completamente; es decir, que se debe hacer la extirpación total de la glándula mamaria. Se hará lo mismo con los ganglios de la axila cuando existan. 5? Las reincidencias locales pueden operarse una ó muchas veces, sobre todo cuando es posible practicar la reunión inme- diata de la piel. Esta operación alivia á los enfermos, hace desaparecer du- rante algún tiempo las ulceraciones que dan algunas veces una gran cantidad de líquido; y en fin, las operaciones sucesivas parecen tener una influencia feliz en la marcha ulterior de la enfermedad. Está probado que la coexistencia de un tumor de la mama y de ganglios sospechosos en la axila, indica una malignidad casi fatal, y que cuando viene una reincidencia en personas jóve- nes, la evolución del nuevo tumor tiene ordinariamente una extraña rapidez, de tal suerte, que se puede enunciar como un principio que la rapidez de la reincidencia, para aparecer y pa- ra evolucionar, está en razón inversa de la edad. Por lo demás, hé aquí algunos detalles importantes de la téc- nica operatoria: Los ganglios de la axila no deben quitarse en los tumores sospechosos más que cuando estén manifiestamente alterados. Cuando se quitan los ganglios es necesario quitar al seno en totalidad y á la aponevrosis del gran pectoral. Deben quitarse los tegumentos hasta el grado de producir una gran pérdida de substancia, pues es necesario no temer ejercer con los hilos de sutura tracciones enérgicas sobre ellos para acercarlos. La hemostasis debe asegurarse de un modo perfecto antes de cerrar la herida, y así, todos los coágulos que se encuentren en 305 las anfractuosidades se quitarán con cuidado: las suturas de la piel se harán con crin de Florencia. Se hará canalización sólo cuando se haga la extirpación com- pleta del seno y de los ganglios axilares á la vez; al efecto, se empleará un tubo grueso y corto, que se quitará precisamente á las 48 horas. Deberá hacerse sobre los colgajos una compresión enérgica con ouate ó esponjas al colocar el aposito; se recomendará la inmovilidad correspondiente del brazo, y por fin, en caso de ca- nalización, se quitará el dicho aposito á la hora indicada; advir- tiendo que en ese caso y á esa hora se le encuentra empapado por la exhalación sero-sanguinolenta que ha tenido lugar al grado de hacer creer en una hemorragia. Antes de colocar el aposito se untan los tegumentos adya- centes con vacelina boricada para impedir el desarrollo del eri- tema producido por la acción irritante tópica de los agentes an- tisépticos de que van impregnados los materiales de él. Es necesario no confundir al cáncer del seno con las masti- tis difusas, que tanto le simulan y que curan con el masaje y con las pulverizaciones fénicas calientes. Para el cáncer de la vejiga se ha propuesto la extirpación de la viscera; pero quien crea que es posible realizarla, que la in- tente en el cadáver para que se convenza que materialmente no es más que una vivisección á la que sigue la muerte en un espacio de tiempo muy breve. Se ha practicado una vez y el enfermo ha muerto. Cáncer del recto: Cuando es de los que duran muchos años sin repercusión general y no determinando rápidamente la obs- trucción intestinal, entonces en lugar de ocurrir á los medios cruentos, échese mano de los paliativos siguientes, que en ver- dad los suplen con ventaja en muchísimas ocasiones. Régimen vegetariano (véase albuminuria), es necesario que el enfermo haga del cuerpo todos los días á satisfacción del médico, y así, se darán aguas ó polvos purgantes, cascara sagrada y cualquie- ra otro laxante, según se juzgue necesario; localmente se harán Terapéutica.—20 306 irrigaciones diarias con 1 ó 2 litros de agua naftolada con 0.25 de naftol por litro; para haceriase empleará un tubo núm. 2 de Devobe provisto de embudo, pudiendo conservarse ó devol- verse el líquido. Con igual fin puede ocurrirse al salol puro ó asociado al salicilato de bismuto, al bicarbonato de sosa, ó co- mo mejor se quiera hacer la antisepcia intestinal per os velper anum. La indicación de la intervención cruenta se pone desde el momento en que hay obturación completa del intestino y últi- mamente se han propuesto y perfeccionado mucho algunos pro- cedimientos operatorios. Véase abscesos pélvicos para la lapa- rotomía sacra. Cáncer del útero: El tratamiento es paliativo ó radical y qui- rúrgico; se pondrá el primero todas las veces que no se pueda hacer nada y se establecerá con los medios y recursos ordina- rios: solución de permanganato de potasa al \ por ciento para lavatorios; iodoformo como desinfectante y analgésico, usado tópicamente, teniendo cuidado de sujetarse en todo á lo que ya dejamos dicho en la primera parte para su empleo, en la inteligencia que aquí puede emplearse en polvo ó en pomada; cuernecillo de centeno y ergotina para las hemorragias, etc. El tratamiento quirúrgico comprende la raspa uterina, la his- terectomía con el bisturí ó con la galvanocaustia térmica. Cuando está en el cuerpo, es endométrico y no hay padeci- mientos de los anexos aun cuando ocupe el fondo la raspa ute- rina será muy útil, sobrentendiéndose que el estado del cáncer no será tal, que por el acto de la raspa se pueda producir una perforación de la matriz. El manual operatorio queda consig- nado en el artículo aborto. Cuando sólo ocupa el cuello, se hará la amputación de éste con la galvanocaustia térmica, aunque hay quien en estos ca- sos recomiende la histerectomía total, que en todo caso parece mejor. El del cuello propagado al útero y limitado sólo á esta visce- ra, sin tocar ó tocando poco á la vagina, histerectomía vaginal 307 completa, previa antisepcia rigurosa, efectuada ésta por inyec- ciones calientes de sublimado en solución, hechas durante mu- chos días en la vagina y en el cuello, poniendo á la vez tapones de iodoformo y aun haciendo previamente la raspa en los cán- ceres vegetantes. En la víspera de la operación se da un pur- gante salino y se ponen después lavativas naftoladas. La mor- talidad operatoria da un 5 por ciento, mientras que el resultado terapéutico de la operación es casi nulo porque la reincidencia es infalible, y por tanto segura la muerte. Remitimos al lector al artículo abscesos pélvicos, en donde encontrará el manual operatorio de la histerectomía parcial ó total hecha por la vía vaginal. Según el Dr. Schwartz, cuatro condiciones se consideran co- mo esenciales para poder intentar en los cánceres del útero la extirpación radical: 1% limitación del mal; 2?, integridad de la vagina, del recto y de la vejiga; 3?, integridad del ligamento ancho; 4% ausencia de toda generalización y movilidad comple- ta de la matriz. Con estas condiciones y previa evacuación de la vejiga y del recto se procede á la operación. El cáncer uterino provoca el aborto en la tercera parte de los casos, con tanta mayor facilidad y probabilidad cuanto que es más vegetante y extenso; además, si la mujer llega al fin de la gestación, debe tenerse por seguro que de dos mujeres en trabajo de parto muere una durante él ó poco después, y que las dos terceras partes de niños están condenados á morir; em- pero, la expectación activa será la conducta del médico al prin- cipio, es decir, durante la preñez, para intervenir tan luego co- mo la madre esté amenazada de muerte próxima si el niño está vivo ó viable, practicando el parto provocado ó la operación cesárea ante ó post-morten. Durante el trabajo, mientras la dilatación progrese, mientras no haya indicación de obrar, debe y puede esperarse todo el tiempo que la dilatación necesite para hacerse, en la inteligen- cia que puede esperarse que se haga hasta durante meses; pe- ro si la dilatación queda estacionaria y urge obrar, óbrese, pero 308 nunca se hagan incisiones, pues en tal caso es preferible la ope- ración cesárea. En regla general esta última operación debe practicarse hacien- do la incisión cabalmente sobre la línea media de la matriz, y li- mitando su extensión á lo estrictamente necesario; de tal suerte, que más vale, al sacar al niño, verse obligado á dar un tijerazo ensanchador que hacer una incisión primitivamente grande. Es importante, además, hacer la expulsión gradual del útero al tra- vés de la herida abdominal, á medida que se cumple la extrac- ción del feto: operar fuera del vientre le parece al Dr. Gueniot una excelente condición de éxito, porque por este artificio no se ensucia al peritoneo, se economiza tiempo, y se puede, sin trabajo, en caso de hemorragia, apretar con las manos al pe- dículo uterino de un modo más eficaz que con una cuerda de caoutchouc. Veamos cómo se ejecuta esta maniobra. Con las dos manos muy bien aplicadas en los tegumentos, de cada lado de la herida el ayudante ejerce presión de ade- lante hacia atrás, y de afuera hacia adentro: bien hecha esta presión, da por resultado que el globo uterino se asoma más y más por el ojal abdominal: á medida que el órgano se vacía, se dobla hacia adelante y así bien pronto se encuentra completa- mente expulsado de la cavidad peritoneal á la manera de un tumor enquistado que se enuclearía de su envoltura. Haciendo esto al pie de la letra, es enteramente inútil el aseo peritoneal inmediato y de ordenanza: no se le hará, pues. Para la sutura de la herida uterina y abdominal, se emplea la seda aséptica: en los dos casos, los puntos de sutura se pu- sieron á un centímetro de distancia; pero en el útero se pasa- ron los hilos en el espesor mismo de los labios de la sección, sin penetrar en la cavidad del órgano, mientras que en la pa- red abdominal se hicieron penetrantes las suturas, es decir, que interesaron al peritoneo de uno y otro lado: á los prece- dentes se añadieron algunos puntos de sutura superficial según la necesidad, en la inteligencia que no se hizo ninguna resec- ción del tejido uterino, pues que los labios de la herida fueron 309 simplemente afrontados y mantenidos con las suturas en un caso. En la sutura abdominal se pone superficialmente colodión iodoformado y el aposito ordinario. Cansancio cerebral: Reposo intelectual, entregarse á trabajos manuales, paseos en el campo como medios higiénicos, tenien- do cuidado al servirse de éstos de evitar los ruidos muy inten- sos ó muy prolongados. Como medios farmacéuticos tenemos al bromuro de potasio, á la coca en infusión y á la cocaína. Cansancio común físico ó lánesismo: Como antídotos específi- cos el reposo y el sueño, y como favorecedores de la crisis eli- minadora de los cuerpos no totalmente oxidados, tenemos á los diuréticos y á los purgantes salinos como el sulfato de sosa. Pueden hacerse inhalaciones de oxígeno y administrarse al in- terior la esencia de trementina y aun las sangrías, como en los casos graves que pueden presentarse con cierto parecido con el golpe de sol. Si viene hipertermia hágase la refrigeración por el baño frío ó por las pulverizaciones generales de agua común muy fría. Por fin, se puede ocurrir localmente á la pomada de bella- dona y á las ventosas escarificadas ó no. Cansancio de la matriz: Véase inercia de la misma. Capsulitis ó tenonitis: El mismo tratamiento de la ósteo-pe- riostitis orbitaria, pues muchos no la consideran más que como epifenómeno de esta última. Se ha aconsejado el calomel, el opio y el ioduro de potasio: se han reconocido muy útiles el salicilato de sosa ó de litina á la dosis de 2 á 3.00 diariamente. En el mismo tiempo se instalará atropina entre los párpados y se harán escarificaciones para disminuir la intensidad de las quemosis: para esta última también es útil la compresión con ouate. Caquexias: Tantas cuantas enfermedades crónicas é incura- bles hay, tantas caquexias se cuentan, y en consecuencia hay 210 que poner un tratamiento para ellas, -que esté en relación con las enfermedades que las producen en cada caso; pues es claro que aunque para todas puede decirse que conviene un mismo tratamiento por el fondo, se puede decir también que no convie- ne para todas ni un mismo método ni un mismo medicamen- to; ejemplo: hemos visto recomendada la cocaína al interior, á la dosis de 2 á 0.03, ó la coca en infusión para las caquexias en general, y en particular para cuando hay edemas y se quiere reforzar la acción del corazón. No cabe duda que tales medi- cinas podrán convenir en alguna caquexia, pero también es in- dudable que la caquexia cardiaca las contraindica por el hecho mismo de que acelerarían la aparición del desenlace fatal. Otra' cosa es la medicación alcohólica recomendada en gene- ral y para las caquexias cardiaca y cancerosa en particular, porque en efecto el alcohol tiene hermosísimas cualidades que nada las contraindica: es tónico, dierético, aperitivo, hipnago- go, excitante, etc. Por supuesto que se cuenta la medicación sintomática en el tratamiento de la caquexia, y así por ejemplo, en la cancerosa se recomiendan las inyecciones subcutáneas de cloroformo aso- ciado ó no á la atropina ó morfina, como analgésico preferible al éter. En la misma se recomienda la preparación de cundu- rango, cualquiera que sea el sitio del cáncer, pues se dice que alivia muchísimo á los enfermos. En la palúdica, sean ó no curables las lesiones, es indudable que lo mejor que hay que hacer es dar la corteza de quina en polvo, pues sus efectos son maravillosos. Y así sucesivamente se atenderán todas las caquexias, reco- mendando el aseo, evitando que no se produzcan las escaras del decúbito, sosteniendo las fuerzas, etc., etc. Hay una sola caquexia que se puede evitar, y es la estrumi- priva, procurando dejar al momento de hacer la operación del bocio un fragmento de parenquima glandular; mas si por una ú otra circunstancia se produce, entonces se harán inyecciones subcutáneas de jugo glandular preparado con el cuerpo tiroi- 311 des del borrego. Este medio es de felices resultados, aunque enteramente paliativos. Carbón ó pústula maligna: Al tratamiento clásico hay que añadir las inyecciones intersticiales de ácido fénico en solución aceitosa ó de vaselina, solo ó asociado al alcanfor (véase divie- so); las inyecciones también intersticiales de solución de per- cloruro de fierro ó de éste solo, poniendo dos ó tres gotas en cada piquete y haciendo éstos alrededor del tumor; las inyec- ciones subcutáneas, mejor dicho profundas, de 2 ó 3 gotas de tintura de iodo pura, y haciendo muchos piquetes en el centro y alrededor de la zona invadida. En lugar de la tintura puede emplearse esta solución: tintura de iodo un volumen, agua des- tilada dos volúmenes, y háganse seis ú ocho piquetes, como queda dicho, muchas veces por día y muchos días seguidos has- ta la completa retrogradación del mal. Puede emplearse, por fin, una solución iodo-iodurada fuerte para usarla del mismo modo. Se recomienda tomar al interior dos ó tres gotas de tintura de iodo por dosis, y hasta 20 por día con vehículo de leche, ta- nino ó café. Las cataplasmas de hojas de nogal cocidas tienen un empleo tópico que goza de alguna recomendación como específico. En igual caso están las cataplasmas de ajo ó de ipeca, pues gozan de la misma reputación; pero no hay que olvidar que al exte- rior son muy irritantes estas últimas, sobre todo las del prime- ro. Tanto el ajo como la ipeca se recomiendan al interior, á la vez que se les usa al exterior. Caries dentaria: La profilaxia de esta enfermedad tan grave es bastante sencilla, pues en el principio consiste en mantener alcalina la reacción de la saliva y del contenido bucal. Si la ca- ries ha sobrevenido, esto basta para contenerla. Y á este fin se harán lavados cuotidianos de la boca con jabón ordinario y ce- pillo, que se terminarán con grandes colutorios de ácido tímico al 1:2,500.00. Hé aquí una fórmula de la que se tomará todas las mañanas 312 una cucharadita para diluirla en un vaso de agua y hacer gar- garismos con la mezcla: tanino 5.00, tintura de iodo 2.50, tin- tura de mirra 2.50, ioduro de potasio 1.00, y agua de rosas 180.00. Es bueno tocar al diente cariado en la parte enferma con un pincel impregnado en creosota y teniendo cuidado de dejar en la cavidad un algodoncito impregnado de la misma substan- cia. Se dice que cuando la caries produce dolor, éste muchas ve- ces desaparece instantáneamente cuando se pone en ella un poco de clorato de potasa. Cuando la pulpa está afectada, el ácido arsenioso solo ó adi- cionado de morfina ó de cocaína, es el mejor con que se la des- truye cuando se quiere hacer la obturación de la caries por los dentistas sin producir dolor, y se dice que cuando aún no está afectada y se aplica la mezcla anterior, entonces el ácido arse- nioso provoca la hipergénesis de la dentina y puede hasta re- pararse por ella la pérdida de substancia. Hoy parece que se emplea como succedáneo del anterior, con buen éxito y sin pe- ligros, el ácido fénico; pero debe tenerse entendido que aquí se emplean los ácidos dichos á título de cáusticos y de irritantes, pues que si obraran de otra manera habría necesidad de pros- cribirlos, porque nada hay más malo en terapéutica dental que el uso de los ácidos, sobre todo el del láctico, que procede de las fermentaciones sacarinas porque se destruye el esmalte. Así pues, quedan proscritos paralas fórmulas de la terapéutica bu- co-dental los ácidos y los sacarinos y en pie esta advertencia: todo sólido medicamentoso ó higiénico debe ser empleado en polvo impalpable para que no se altere el esmalte con su frotei porque si tal sucede, el marfil es puesto á descubierto y al al- cance de la acción destructora de los ácidos, que facilitan la evolución de la microbiosis bucal. Caries de los huesos: Si no se puede hacer una intervención radical como la raspa, resección, amputación, etc., se pueden hacer como tratamiento paliativo que puede dar resultado: in- 313 yecciones de aceite de olivo esterilizado (100.00) y iodoforma- do (10.00). Para más detalles remitimos al artículo tuberculosis hueso- sas, pues la caries es un proceso tuberculoso. Carro ó atrepsia: Es del dominio de la tuberculosis y de la diarrea crónica infantil, y por tanto, su tratamiento completo lo detallamos en ambos artículos y en la tuberculosis ganglio- nar; pero advertiremos desde ahora que se ha recomendado al interior el uso del fosfato de sosa y de los fosforados y al ex- terior las fricciones, en las paredes del vientre, con pomada de óxido negro de cobre en la proporción de 4.00 de óxido por 30.00 de manteca. Como enfermedad de origen tuberculoso, no cuenta con más recursos enérgicos que con los de la higiene: si ella no puede nada, puede considerarse el caso como perdido. Catalepsia: Síntoma de la histeria, se cura con los recursos de ésta; pero en el momento del acceso se puede echar mano de las aspersiones de agua fría en la cara y parte superior del pe- cho, del almizcle ad intus y aun de las fumigaciones de plumas quemadas, en los casos graves. Catarata congénita: El tratamiento debe ser precoz y según la variedad de que se trate, á menos que haya complicaciones graves del lado de las membranas profundas: las blandas, por discisión; y se puede, en las líquidas, ocurrir á la aspiración. Cuando la opacidad es extensa, se practica la extracción, y si es solamente zonular y muy circunscrita, la iridectomía ó la simple sección pupilar bastan para permitir que los rayos lumi- nosos lleguen hasta el fondo del ojo. Para más detalles, remi- timos á los párrafos siguientes. Catarata traumática: Cuando la cápsula sólo ha sido intere- sada en muy pequeña extensión, entonces hay que atenerse á la espectación pura, limitándose á asegurar por lociones anti- sépticas la cicatrización de la herida de la córnea cuando exis- te y á hacer una compresión moderada con un vendaje. Para disminuir la tensión intraocular se recomiendan las instilacio- 314 nes de colirio de eserina, pero en los jóvenes, para observar los cambios que sobrevengan en la trasparencia del cristalino, y para prevenir las adherencias del iris, se prefieren las insti- laciones de atropina. Se practicará la iredectomía preventiva como moderadora de los accidentes flogísticos que traen consigo las grandes aber- turas de la cápsula y el hinchamiento de la masa del cristalino. Si se desarrollan los accidentes glaucomatosos, quiere decir que se le hará mucho más rápidamente. Cuando existe un cuerpo extraño en el cristalino ó ha caído el núcleo de éste en la cámara anterior, está indicada la extrac- ción precoz con iridectomía. Cuando no hay desalojamiento de la lente ni herida de la cápsula, se diferirá la extracción para una época en que toda huella de inflamación haya desaparecido. Para el tratamiento de la catarata de origen traumático, pe- ro de fecha antigua, se toman las indicaciones operatorias por la edad del enfermo, por la existencia ó ausencia de complica- ciones de las membranas profundas. La catarata de los jóvenes se tratará por discisiones repeti- das, pero en el adulto se ocurrirá á la extracción con iridecto- mía. Y si la catarata ha tomado, como sucede, la forma árida silicuosa, hay que esperar dificultades particulares. Cataratas capsulares: En ciertos casos, sobre todo si existen adherencias del iris, se practicará la iridectomía para estable- cer una pupila artificial y prevenir la aparición de los acciden- tes glaucomatosos. Si se practica la extracción, después de la salida del cristalino es necesario tomar con pinzas especiales la porción opaca de la cápsula y extraerla aisladamente con sumo cuidado. La iridectomía es el primer acto. El método de David, modificado por GalezoAvski, combinado con la iridectomía, les conviene á estas cataratas. Si por las tracciones inmoderadas que se practiquen se lle- gare á romper la zónula y se provocase la salida del cuerpo vi- 315 treo, entonces se suspenderá toda maniobra para practicar la capsulotomía, cuando todo se hubiere apaciguado. En las cataratas adherentes es necesario desconfiar de las complicaciones y no decidirse á extraerlas más que después de un examen minucioso del campo visual, de la percepción lumi- nosa, del grado de consistencia del globo ocular, etc., y hasta después de la desaparición completa de toda huella de inflama- ción y de irritación, y en pleno conocimiento de percepción lu- minosa es cuando se intervendrá, haciendo previamente una amplia iridectomía, y aunque ésta no siempre impide la neofor- mación de exudados, tiene la ventaja de modificar la nutrición del ojo y de hacer la circulación más libre alo menos; más tar- de se hará la extracción de la catarata, y si después de ésta se reproducen los exudados, entonces se practicará una iridecto- mía que pueda permitir alguna percepción luminosa. Catarata glaucomatosa: La incisión de Daviel modificada; ex- tracción é iridectomía á la vez, aunque algunos prefieren hacer primero la iridectomía, y dos ó tres meses después, cuando to- da huella de inflamación desapareció, la extracción de regla- mento. Cataratas luxadas: Si se acaban de producir, entonces ex- tráigaselas inmediatamente, y si son antiguas y producen ac- cidentes, más vale hacer la enucleación, pues toda otra tenta- tiva de extracción, aun cuando se haga cuando ya pasó la irritación, es ó resulta infructuosa. Cataratas secundarias: Se tratan por la discisión cuando son poco considerables, y por la extracción si son más extensas. A las cataratas falsas constituidas por depósitos plásticos que han producido la oclusión de la pupila, se les trata por la iridecto- mía; pero cualquiera que sea la operación que sé intente y se indique, debe tenerse como regla no operar sino hasta que ha- yan pasado enteramente todos los accidentes inflamatorios. Operación de la catarata. La víspera de hacerla se prescribe un purgante, y que se hagan instilaciones de solución de atro- pina (0.02 :10.00), porque si se hacen éstas algunas horas an- 316 tes el mismo día de la operación, entonces hay el inconveniente de que después de ésta continúan los efectos paralíticos que tienen como consecuencia la producción de las hernias del iris Además, parece que las instilaciones de atropina no sólo faci- litan la salida del cristalino, sino que hasta parece que impiden la aparición de las inflamaciones consecutivas; pero debe te- nerse cuidado al hacer tales instilaciones de no pasar de una gota al día á lo más, pues bien sabido es que ellas á su vez pue- den provocar la aparición de oftalmías especiales. Dijimos que el procedimiento que más se recomienda es el de Daviel, modificado, que consiste en hacer una incisión se- mielíptica á dos milímetros del borde esclerotical, de extensión proporcional al volumen del cristalino, sin penetrar en la es- clerótica, para no exponerse á la desgarradura de la zónula de zinc, á la salida del cuerpo vitreo y á la hernia del iris. Con el mismo cuchillo con que se hace la incisión de la cór- nea y en el mismo acto antes de consumarla, se hace la cap- sulotomía: se suprimen los blefarostatos y se reemplazan con los dedos; se suprime la pinza fijadora y el quistectomo y se re- comienda no se haga la iridectomía en los casos ordinarios, si- no en aquellos en que haya indicación precisa. Así pues, para las operaciones comunes no se puede pedir ya ni más simpli- cidad instrumental, pues que consiste en un solo cuchillo, que es el de Graeffe, ni más inocencia operatoria, pues que durante *a operación puede decirse que no hay más que un solo trau- matismo, que es el de la córnea. Si por uno ú otro motivo hubiere necesidad, al finalizar la operación de hacer inyecciones antisépticas infraoculares en la cámara anterior, etc., prefiérase la solución saturada de áci- do bórico, que es la mejor; empero las de sublimado al 4 ó 5,000.00 no son detestables. El Dr. Bourgeois ensalzó la quistectomía total en la opera- ción común de la catarata, en un trabajo publicado por él en la segunda mitad del año de 1890, en el Boletín de Terapéutica. Sus razones son muy insinuantes, y según muchas probabili- 317 dades, su innovación es feliz. Hé aquí algunos fragmentos úti- les tomados de su trabajo: "Se llama quistectomía á la extirpación de una parte ó de la casi totalidad de la cristaloide anterior. Se la puede practicar con ó sin iridectomía, y aunque es más fácil para el primer ca- so, sin embargo se la preconiza para el segundo. "Por ella se hace una puerta más grande para la salida fácil del cristalino: esta abertura permite que las masas corticales se escapen sin trabajo; impide que se realicen los enclavamientos capsulares y la aparición de cataratas secundarias." El autor después de haber descrito un instrumento de su in- vención con el que se obtiene la extracción de la cristaloide por torción, expone el modo operatorio de la manera siguien- te: después de haber seccionado la córnea en su parte superior, se dirige el ojo ligeramente hacia abajo; tenido el quistectomo entre el pulgar y el medio de la mano derecha (el índice se em- plea en mantener y hacer evolucionar al instrumento), se in- troduce de perfil ó sea por su parte plana, como el quistectomo ordinario; cuando se llega al centro de la pupila, se voltea al instrumento de modo que los dientes se dispongan á interesar á la cristaloide, pero sin apoyarse en esta membrana. Acercan- do al pulgar y al medio el quistectomo, se abre una cantidad igual al diámetro de la pupila y aun en este momento se pue- de forzar la abertura del esfínter irídeo, dando á los tallos su máximum de separación (6 milímetros). Entonces es cuando se ponen las garras en contacto con la cristaloide por una pre- sión ligera pero suficiente, y después se dejará á las pinzas ce- rrarse á voluntad para que automáticamente tomen un colgajo de cápsula. Para quitar este colgajo se hace sufrir al instrumen- to un movimiento de torción de manera de volverlo á colocar como quedó al fin de la introducción, es decir, viéndosele su parte plana; luego se le saca de la cámara anterior. Con este movimiento se ha extraído una partéenla de cristaloide obran- do á la vez por pellizcamiento y torción, y al momento en que el quistectomo abandona á la pupila el colgajo ya ha sido qui- 318 tado; de suerte que la extirpación no se hace cuando se saca del ojo al instrumento sino cuando se voltearon las pinzas, y en consecuencia, no hay arrancamiento. El arrancamiento es malo. Es necesario no apoyarse con el instrumento en el cristali- no, ni hundirlo en éste antes, durante y después de la torción de la cristaloide, y aumentar las precauciones cuando se trata de cataratas blandas. Para uno y otro ojo el cirujano debe colocarse detrás del en- fermo, y se manejará el quistectomo siempre con la mano de- recha. Este procedimiento ha sido ensayado ya muchísimas veces con éxito. Catarro intestinal: Véase enteritis. Catarro purulento del antro de Migmoro: Véase abscesos del seno maxilar. Catarro sofocante: Véase bronquitis capilar. Cefalalgia: En la histérica los medios de la histeria. En las periódicas tenaces é intensas úsese el extracto alco- hólico de canabis indica á la dosis de 0.06 y más, siempre con mucho cuidado y sin vacilar, dándolo por mucho tiempo cuan- do se necesite, pues es muy eficaz aun cuando la cefalalgia sea palúdica, artrítica, reumatismal ó gotosa; empero si es franca- mente palúdica, se ocurrirá á la quina ó quinina, según el caso. El salicilato de sosa es óptimo, y no menos eficaz es la ca- feína. Cuando es congestiva se recomiendan los pediluvios de agua fría que hacen contraer á los vasos encefálicos por acción refle- ja, teniendo cuidado de no hacer manilubios á la vez, y al in- terior se dará también de 3 á 10.00 de ácido bromhídrico al décimo en una poción adecuada. En este mismo caso convie- ne cabalmente el uso de la cafeína á la dosis de 1 á 2.00, ó de las infusiones de café. Cefalea de crecimiento: En las cefaleas y cefalalgias, bajo el punto de vista terapéutico, no se puede dar un solo paso segu- 319 ro sin la noción etiológica y ésta no es de nuestra incumben- cia, de suerte que dejando á cada médico que cumpla con su deber en cada caso, nos limitaremos en esta vez, como en to- das, á cumplir con la tarea que nos hemos impuesto. Múltiples formas reviste la cefalea de crecimiento y múltiple es su origen; y bien, para cada una de ellas encontrará el lec- tor en las líneas que siguen algún medicamento útil. Como los primeros factores en la producción de la cefalea del crecimiento son un crecimiento rápido y la fatiga física é in- telectual, y á quienes se añaden la alimentación inadecuada, insuficiente é imperfectamente elaborada, aire insuficiente ó confinado, hay que imponer como primera medida terapéutica ó profiláctica, precisamente lo contrario de lo que acabamos de mencionar; es decir, reposo físico é intelectual ó sea abstención de ejercicios violentos, de sustos, de impresiones, etc., y para asegurar á uno y á otro la realidad, hay que confinar al enfer- mo en la cama en un departamento apropiado, pues hasta la luz muy viva es verdaderamente nociva, y junta con las cau- sales, viene favoreciendo la aparición de la oportunidad mor- bosa. En concordancia con la idea expresada, hay que dar siem- pre los alimentos bajo sus formas más suaves y más fácilmente digestibles, después de haber tenido la precaución de escoger á los materiales alimenticios más ricos en fosfatos, como leche, huevos, pescados, pan y leguminosas (frijoles, garbanzos, len- tejas). La alimentación por la carne se instalará lentamente, según la mejoría que se observe, y no llegará á ser predomi- nante sino hasta que haya una salud absoluta. Por la misma razón hay que abstenerse de la hidroterapia fría. En una palabra, como profilaxia y como tratamiento, aquí debe predominar la higiene, y entre los recursos de ella el pri- mero es el reposo en el lecho. Con esto está dicho que se sus- penderá toda instrucción del niño y ésta no se permitirá sino hasta mucho tiempo después que se obtuvo la salud. Como medicamentos, se da el bromuro de potasio, que guar- 320 da como eficacia el segundo lugar relativamente al reposo. No se olvidarán los tónicos, los ferruginosos ni los quínicos, pues cada uno puede encontrar su indicación. Cuando se note mejoría se puede permitir un poco de ejer- cicio al aire libre, teniendo cuidado de limitarlo según las cir- cunstancias. Por la misma época se comenzarán á aplicar duchas tibias y sólo hasta más tarde se permitirán las frescas, pues ya lo diji- mos, la hidroterapia fría está enteramente proscrita aquí. El fosfato de sosa es un medicamento que conviene para to- das las enfermedades de crecimiento. Si la cefalea se acompaña ó no de palpitaciones debidas á la misma causa, se recomienda la digital ó el uso de las corrien- tes continuas. El extracto alcohólico de canabis indica, de 0.02 á 0.04 dia- riamente y con cuidado, sin darlo bajo la forma pilular, se re- comienda especialmente para el fenómeno dolor. Ceguera: Bajo el punto de vista'terapéutico no han recibido ningún beneficio, con excepción de la histérica, que se cura pronto con instilaciones diarias de una gota de colirio de atro- pina así formulado: sulfato de atropina 0.02, agua destilada 10.00, pues dilatando á la pupila se excita por la luz más viva- mente á la retina, con lo cual es muy probable el éxito. Inútil es decir que si este medio fracasa, puede ocurrirse con fe á los otros medios antihistéricos de que disponemos. Celulitis ó flegmón periuterino: Antiflogísticos, y como tales, analgésicas y resolutivas, se recomiendan las inyecciones de agua común á 45 ó 50°. Se pueden aplicar lavativas á la misma temperatura y con el mismo objeto. Ciática: Como neuralgia le conviene el tratamiento que se recomienda para ellas, pero como muy frecuentemente fracasa, por eso se recomienda alguno de los medios siguientes, en la inteligencia que la multiplicidad en que se les va á ver prueba precisamente que todos ellos pueden fracasar y que hasta hoy no tiene tratamiento especial: 321 Pulverizaciones de éter, baños de vapor, puntos de fuego, vejigatorios, aplicaciones prudentes de cloruro de metilo, inyec- ciones subcutáneas de aceite cloroformado á partes iguales, in- yecciones subcutáneas de atropina á fuerte dosis, hasta 3 y 5 mi- líg., previos tanteos, pero se pueden hacer hasta producir efectos tóxicos que se combatirán por la morfina; fricciones: por un cuarto de hora ó media hora en el trayecto del nervio con po- mada de veratrina (0.15 : 30.00 de manteca), con bálsamo acé- tico alcanforado de Pelletier (jabón 4.00, éter acético 30.00; di- suélvase al baño de María y luego añádase alcafor 4.00, esencia de tomillo 0.40), con pomada de ácido sulfúrico (4:30); hechas estas últimas hasta enrojecimiento de la piel del punto dolo- roso. Se dice que lo mejor que hay que hacer es aplicar corrien- tes continuas descendentes durante veinte minutos en cada se- sión, empleando grandes electrodos y hasta 60 miliamperes, elevando y abatiendo lentamente el número: los electrodos hu- medecidos en agua caliente y salada se colocarán, el positivo en la escotadura ciática, y el negativo abajo del punto doloro- so; al fin de la sesión se hacen cinco ó seis interrupciones brus- cas y se desaloja al primer electrodo hacia las primeras vérte- bras lombares. Con este recurso cura mejor la ciática nevritis que la ciática simple. Al interior se recomiendan la trementina en perlas, el salol, la veratrina, el acónito, la belladona, el salicilato de sosa, el aceite de bacalao, la solanina hasta 0.40 en 24 horas y hasta 0.05 en obleas, para tomar en una vez cuando la ciática es in- veterada; pero es indudable que ninguno le es superior á la belladona y sus alcaloides ad intus et extra y á las preparacio- nes de quinina. Por fin se recomiendan los analgésicos aromáticos, en parti- cular la exalgina, á la dosis en veinticuatro horas hasta de 1.50, para tomar 0.30 y 0.40 cada vez. Continuado su uso por mu- chos días se comienza á decrecer. Cicatrices viciosas: Tómense garras epidérmicas hasta de diez Terapéutica,—21 322 centímetros de largo por uno de ancho, evitando el dermis y sobre todo el tejido adiposo, porque entonces no surte el in- gerto. La superficie á que se trasplanten no ha de estar cruen- ta ni vegetante, y ha de estar raspada cuando así se necesite. Téngase cuidado de que el aposito no adhiera á las garras. Cuando las cicatrices son recientes y en vía de retracción, se emplean aparatos erectores como las minervas; y ayudarán á combatir la retracción: las duchas, las fricciones y el masaje. Este tratamiento deberá continuarse mucho tiempo mantenien- do á la cabeza en buena posición, hasta que se haya agotado completamente la retractilidad de la cicatriz. Cuando las cicatrices son antiguas, duras y fibrosas, enton- ces son del dominio de la cirugía. La escisión, seguida de ga- rras epidérmicas, y la autoplastía, son los métodos que han da- do mejores resultados. Cuando en la vagina hay bridas ó diafragmas cicatriciales y sobreviene el embarazo, entonces se estará á la espectativa al principio, ó en los casos graves se harán inyecciones calientes prolongadas, aplicaciones de globos dilatadores de caoutchouc, masaje vaginal para terminar rápidamente el parto, y si á pe- sar de esto éste se dificulta, entonces se harán desbridaciones, extracción manual ó se aplicará el fórceps; pero fuera de ésta emergencia y en un parto normal, es bueno esperar prudente- mente á que la cicatriz ceda, pues se han visto casos juzgados dignos de la intervención quirúrgica, que han terminado feliz- mente por la sola expectación. Ciclitis: Tratamiento antireumatismal: salicilato de sosa é inyecciones subcutáneas de solución de nitrato de pilocarpina. Tratamiento antisifilítico: mercurio y ioduro, y si es producida por la presencia de un cuerpo extraño, hágase la extracción de éste. Para los dolores, antipirina, y para los fenómenos flegmási- cos, compresas heladas y mejor calientes de agua bórica. En la forma supurativa y al principio, conviene la paracen- tesis; en la cerosa conviene ésta en todos los períodos. Pero 323 ordinariamente se prefiere á la paracentesis de la cámara an- terior, la iridectomía, que es cierto presenta dificultades parti- culares en razón del estado anterior del iris, y por esto de Graeffe ha aconsejado unirle la extracción del cristalino en la forma plástica; entonces es necesario pasar hacia atrás del iris con el cuchillo estrecho para desprenderle de su inserción eje- cutando la sección de la córnea. Se hará la enucleación cuando la irido-coroiditis supurativa ha invadido todo el ojo, en la inteligencia que se la puede prac- ticar aun durante la existencia de los fenómenos agudos. Cirrosis atrófica del hígado: Está recomendada la resina de copaiba y no el bálsamo, para producir efectos diuréticos útiles y prolongados, propinándola á la dosis de 4.00 diariamente, advirtiendo que apenas son de temerse los efectos congestivos del riñon. En todo caso es bueno vigilar este efecto colateral. Para las complicaciones de la uremia, anasarca, etc., véanse estos artículos. El régimen lácteo ó vegetariano se ha recomendado con ra- zón para la marcha ordinaria de la enfermedad, y con más razón el primero para el momento de la insuficiencia de la depura- ción orgánica. Cirrosis hipertrófica del hígado: La administración del calomel á la dosis de 0.06 cada hora, continuada hasta efecto purgante, se ha recomendado para hacer uso periódico después del cual se continúa con las medicinas indicadas. El hipurato básico de cal parece que ejerce cierta acción es- pecífica curativa al principio de la enfermedad administrado á la dosis de 1.00 tres veces, repetido en el día bajo la forma de poción, que puede endulzarse con sacarina y no con jarabe. En general parece que las sales solubles de cal tienen acción espe- cífica sobre el hígado. Cistalgía calculosa: Sin duda que su mejor tratamiento es el quirúrgico, pero mientras éste se realiza, se recomienda servir- se del licopodium clavatum triturado con azúcar de leche y di- suelto en alcohol, dándose al interior. Al interior el agua de 324 cal ha gozado de propiedades calmantes muy notables, al gra- do de hacer creer á los mismos médicos en la desaparición de los cálculos, ¡tanto así corrige el dolor y los otros fenómenos vésico-pélvicos! Para el licopodio véase cistitis purulenta. Cistitis agudas: Como de acción muy eficaz, como sedante rápido y enérgico, se ha recomendado una cucharada cada cua- tro horas de la poción siguiente: ácido oxálico 1.00, agua des- tilada 120.00 y jarabe 30.00. Igual recomendación tiene el clo- rato de potasa á la dosis de 5 á 8.00 al interior, tanteando con cuidado la susceptibilidad del enfermo. La cistitis del embarazo se corrige bien con el uso de baños tibios prolongados, con inyecciones de soluciones boricadas al 3 por ciento, hechas en la vejiga, y se darán á la vez hasta 20 perlas de 0.20 de trementina repartidas en el día; sólo muy excepcionalmente se ocurrirá á la inyección intravesical de so- lución de nitrato de plata al 2 por mil. El reposo, la dieta y los antiflogísticos completan el trata- miento. Cistitis blenorrágica: El salol, al interior, á la dosis de 4 á 6.00 diarios; las perlas de trementina de 0.20, repetidas cada dos horas, y especialmente el sándalo, con preferencia sobre la cu- beba y la copaiba, han dado muy buen resultado. Se obtiene una mejoría rápida haciendo inyecciones intrave- sicales de 150.00 sulfoictiolato de amonio al 1 por ciento, dos veces en el día y dejadas por cinco minutos: es bueno conti- nuar usándolas cuando menos ocho dias. De iguales ó mejores resultados han sido las inyecciones bis intravesicales continua- das por doce días ó más y hechas con solución de pioctanina ó violeta de metilo al 1:500.00 ó 1,000.00; pero se debe decir que tienen efectos constantemente buenos las inyecciones tam- bién intravesicales de 15 gotas de solución de nitrato de plata al J ó 1 por ciento llevadas hasta el lugar que se desea que obren por una maniobra especial. Como excelente analgésico y eficaz antiflogístico se recomien- da el semicupio á la temperatura de 25° á 30°, preparado con agua común. 325 Cistitis purulenta ó crónica no específica: El clorato de potasa al interior de 5 á 8.00, tanteando la susceptibilidad del pacien- te, y los lavatorios vesicales con solución de lo mismo; las per- las de trementina de 0.20, cada dos horas; el salol, á la dosis hasta de 4.00, vigilando sus efectos; el ácido gálico; laarbutina, de 2 á 8.00 de esta última, y mejor las pingüicas ó manzanillas (arctostaphilos pungens), que contienen á los dos últimos, da- das bajo la forma de cocimiento, de infusión de hojas ó de ex- tracto, dado muchas veces por día este último, mezclado al azú- car de leche y á la dosis de 1.00. Si hay dolor al sondear dése el licopodium clavatum disuelto, según lo dijimos en la cistal- gía calculosa y en la proporción de 15.00 para 150.00 de agua, de cuya mezcla se hará cocimiento. El ácido canfórico al interior á la dosis de 0.40, repetido tres ó más veces en el día, estando recomendada la solución del mismo al ^ por ciento para lavados vesicales, advirtiendo que esta solución no debe hacerse más fuerte porque entonces se- ría irritante. La copaiba como balsámico es muy útil; pero es de segundo orden la terpina junto á la trementina. El ácido bórico, tam- bién al interior, á la dosis de 1 ó 2.00 en poción endulzada con- venientemente, está recomendado como muy eficaz para hacer desaparecer las fermentaciones amoniacales; y la limonada ní- trica es muy útil á su vez para disminuir el sedimento fosfá- tico. La uva ursi, otro arctostaphilos, á la dosis de 30.00 para in- fusión, vale lo mismo que las pingüicas, pues obra por su tani- no, por su ácido gálico y por su arbutina. El estiracol es antiséptico muy útil en el caso, y hasta puede llamarse curativo, pues impide la putrefacción y fermentación. El naftol alcanforado ad intus et extra también es muy útil, teniendo cuidado de dar al interior sólo unas cuatro ó cinco gotas. Hé aquí una fórmula de inyección intravesical que parece muy buena: iodoformo 50, glicerina 40, agua 10, goma traga- 326 canto una cuarta parte, no de la fórmula sino de la unidad: mézclese y tómese media cucharadita para un cuarto de litro, con el que se hará la inyección. Transcurridos algunos días puede aumentarse la dosis hasta obtener la cura. Los baños tibios á 25° ó las lavativas calientes á 40° y más, son excelentes sedantes del dolor. Combátase la causa, evítense los enfriamientos, procúrese traer caliente el vientre y prescribir un régimen suave. Cloasme, efélides, paño: En las manchas pañosas de la cara se recomienda el siguiente lavatorio: bórax 4.00, agua de rosas 6.00, tintura de benjuí 15.00; mézclese y tómese una cuchara- da para ponerla en el agua del lavatorio: lavatorios todas las tardes sin enjugarse después. Otro lavatorio se compone así: bórax 10.00, agua de colonia 50.00; háganse lavatorios con cuanto baste de agua. Es muy útil la loción de Gouland para cualquiera parte en cjue se encuentren las manchas; contiene agua, almendras amar- gas, sublimado, sal amoniaco, alcohol y agua de laurel cerezo: téngase cuidado de agitar la mezcla al ir á usarla. En el mismo caso está la siguiente: sublimado 0.50, sulfato de zinc y acetato de plomo áá 2.00, alcohol q. b., agua destilada 235.00. Las del embarazo no merecen consideración; pero las de cual- quier otro origen necesitan siempre que se combata la causa. Cloralismo: Para el crónico, extracto de canabis indica 1.00, extracto de ruibarbo y de aloes q. s., para 50 pildoras, de las cuales se tomarán de tres á diez por día, según los efectos. Es- tá recomendado no se haga la supresión brusca sino lenta del mal hábito; haciendo esto á la vez que la cura de Weir Mit- chell. En el agudo hay que sostener al corazón, principalmente para que no se paralice, y en todo caso no se descuidará la res- piración. Cloro-anemia: Según el grado de intensidad de la enferme- dad, así se la atenderá; y según la causa, así se escogerán y combinarán los medicamentos, remitiendo al lector á lo dicho 327 por los Sres. Trousseau y Pidoux, Hayem y diez más, para to- do lo relativo á las consideraciones científicas. El Dr. Barnes, en su tratado de enfermedades de las muje- res, formula un esquema de tratamiento en estos términos: pri- mero, acetato de amoniaco diariamente á pequeña dosis, luego se deja éste y se toma el ioduro de potasio, también á pequeña dosis, hecho lo uno y lo otro para apaciguar al estómago y pa- ra hacer que sean bien soportadas las preparaciones marciales, que son las que deben darse como medicamentos de fondo por un tiempo variable de seis meses á un año, con sus respectivas suspensiones y recomendando al enfermo al fin de la cura que no abandone jamás las preparaciones ferruginosas durante to- da su vida, porque nada hay tan fácil para reincidir como la cloro-anemia; en una palabra, en la cura de la cloro-anemia deberá uno sujetarse estrictamente al método prescrito por los Sres. Trousseau y Pidoux en su tratado de Terapéutica, en to- do lo que se refiere á los preparados de fierro. Sin duda que el Dr. Barnes sólo ha tenido en consideración una sola de las formas de la enfermedad, pues el Dr. Hayem opina que no sólo existe la forma dispéptica á que hace alusión el primero, sino que existe otra forma, colocándose bajo el pun- to de vista general, y esta forma es la simple ó no dispéptica; es decir, que en esta forma no hay necesidad del tratamiento preparatorio que hemos indicado. Sea ó no así como se dice, lo cierto del caso es que no toda cloro-anemia se cura con fierro, y que no siempre éste es bien soportado desde el principio por algunos pacientes; que aun cuando convengan los ferruginosos, se debe escoger por tanteos las combinaciones que más se soporten, sin que se pueda, por esto mismo, decir en general que tal combinación es muy efi- caz y tal otra no; y por fin, que cuando la preparación ferrugi- nosa es mal escogida, en lugar de aprovechar perjudica. Aún no hace mucho se decía que el tratamiento heroico de la cloro-anemia era el que se hacía con los ferruginosos; pero hoy, según las constancias científicas, debemos decir sin depri- 328 mir al fierro, que la cloro-anemia tiene muchos tratamientos heroicos; pues es muy cierto que muchas anemias dependen de una falta de azufre en la economía, ó de una constipación habitual ó de una miseria en la alimentación. Cierto es que el hecho fundamental es la pobreza de la sangre en oxihemoglo- bina; pero conforme á lo que llevamos dicho, también es cier- to que el impulso asimilador y regenerador, para que nazca y sea eficaz, necesita á su vez un impulso adecuado á las nece- sidades orgánicas: este impulso primitivo lo dará una vez el fierro, otras el arsénico, el azufre, los eccopróticos, el aceite de hígado de bacalao, etc., cada uno obrando con exclusión ó en combinación con los otros, y elevándose en cada caso al rango de tratamiento específico y heroico. Si es claro que estos medicamentos deben hacer el fondo del método que se prescriba, no es menos claro que ellos de por sí no podrían dar todo lo que se apetece, porque necesitan, como útiles coadyuvantes al régimen alimenticio, á los preceptos de una higiene bien dirigida, á los tónicos, amargos y reguladores; se necesita, en una palabra, cuando de la cloro-anemia se tra- ta, ordenar el presente y prever el porvenir. La cloro-anemia, que es otro Proteo como la histeria, por sus múltiples manifestaciones aisladas ó sucesivas, no debe por sus síntomas extraviar al médico: hecho el diagnóstico, hay que ir al fondo del tratamiento de la enfermedad; hay que des- deñar á los síntomas del cortejo, á menos que sean graves, en cuyo caso se les tratará como de paso, sin hacer á un lado el tratamiento principal, porque si el médico se detiene en ellos con detrimento de la medicación general, á más de que perde- rá el tiempo inútilmente, sólo conseguirá agravar el estado del paciente, comenzando por las alteraciones gastro-intestinales, que causa la ingestión más ó menos repetida de los medica- mentos. Lo dicho nos excusa de muchas consideraciones particula- res verdaderamente de poca importancia y que se le ocurren al menos perito en el arte, y así, sólo diremos en general que 329 las preparaciones ferruginosas son soberanas cuando están in- dicadas; pero que hay una multitud de desiderata y contradic- ciones en los detalles de esta medicación: según los países, es- cuelas y gustos, varía la substancia ferruginosa empleada, de- biendo ser según la indicación, y por eso no se puede decir más que ésto: hagamos clínica, demos preparaciones y dosis que soporten los enfermos; procuremos la libertad del vientre, aña- diendo como corroborantes el arsénico en primera línea, el manganeso, etc., substancias que como el ruibarbo y el aloe, son á la vez tónicas, aperitivas y laxantes, la higiene, la alimen- tación y un buen clima. Hé aquí un método de ferruginosos para la cloro-anemia sim- ple: 0.10 bis de protoxalato de fierro al empezar las comidas, y si se soporta bien, puede aumentarse la dosis á 0.40 ó 0.50 al cabo de algunos días, sin que haya necesidad de pasar esta dosis. Interrúmpase con regularidad este tratamiento, según el estado de las vías digestivas. A la vez se recomendará un cli- ma de altura, como en la tuberculosis pulmonar, y se proscri- birá toda permanencia en el mar ó en sus playas; que el enfer- mo habite un departamento bien ventilado y orientado; que duerma con las ventanas abiertas según el arte; que en las for- mas leves haga ejercicio moderado, aumentándolo progresiva- mente sin caer en el exceso, pues toda fatiga es perjudicial, y en las formas graves, el reposo físico y moral absoluto procu- rando un buen sueño reparador á los enfermos; que se absten- ga de todo alcohólico y dé preferencia á la cerveza antes de co- mer; que tome pocos sólidos, pocos líquidos; que se restrinja el uso del pan y de los feculentos en general; que puede hacer uso cuotidiano del agua de brea preparada con agua no selenitosa, y sobre todo, que se tenga cuidado en toda clorótica de no querer- la llenar de vinos y carnes al principio del tratamiento porque además de imprudente es inconveniente tal conducta, de suer- te que se comenzará por echar mano del régimen lácteo mode- rado. Después de cada toma de preparación ferruginosa es útil 330 dar un gramo de éter, pues que él obra sobre el estado local y general de un modo muy favorable. Considerada la cloro-anemia como enfermedad de nutrición, se comprende que la hidroterapia debe formar parte de la base del tratamiento, pues se dice á más que en esta enfermedad, como la atrofia del hígado tiene no pequeña parte para produ- cirla, que deben hacerse duchas locales. Al fierro y á la estric- nina, como medicamentos de acción general, pertenece la re- constitución de la sangre; y á la hidroterapia, como de acción principalmente local así aplicada, regularizar la actividad de los cambios. Es precioso el concurso de la hidroterapia tibia en las formas graves. Se ha recomendado para unas y otras el aire comprimido que obra especialmente por el exceso de oxígeno que propor- ciona, la electriddad bajo sus tres formas, el fósforo disuelto en retinol (véase raquitismo), el azufre bajo la forma preferible de sulfuro de zinc en pildoras de á 0.02, para tomar dos diaria- mente, ó esta mezcla: azufre lavado 10.00, azúcar de leche 20.00, para tomar tres veces al día media cucharadita; las in- yecciones subcutáneas de salicilato de fierro, de arseniato de estricnina, de pirofosfato puro, de citrato ó de pirofosfato de fie- rro citroamoniacal para inyectar de este último 3.00 de solución al 5 por ciento, y teniendo cuidado de hacer las inyecciones con aguja larga para que sean más profundas, y de hacer una sesión de masaje en el lugar en que se les hizo. Para cuando hay de- presión profunda se recomiendan las inyecciones de aceite al- canforado al décimo ó las inhalaciones de oxígeno. Para éstas véase lencemia. Para las formas leves ó para la convalecencia de las graves, se recomiendan las aguas del Peñón de México, que contienen fierro manganeso y estronciana; las de Valparaíso en Zacatecas; las de la fuente de Santa Cecilia en el Distrito Federal y la de los baños de Alonso ó de Llamas, situadas en los suburbios de esta ciudad. Cuando la cloro-anemia se acompaña de amenorrea no hay 331 que preocuparse de ésta sino de sus causas productoras, y en este concepto, no se darán los emenagogos sino en el caso en que la naturaleza intente el acto menstrual y no pueda consu- marlo: en toda amenorrea cloro-anémica sólo hay que preocu- parse de la causa y de la sangre buscando la reconstitución de ésta, pues lo demás se nos dará como por añadidura; empero^ hé aquí un tratamiento que se ha propuesto para la forma ame- norreica y menorrágica: acetato neutro de cobre 0.01, fosfato de sosa cristalizado 0.05, polvo de orozuz y glicerina q. s., para una pildora, que se tomarán antes de comer y cenar hasta dos por vez solas ó acompañadas de 0.05 ó 0.10 de polvo fresco de cuernecillo de centeno, haciéndose esta última asociación cuan- do hay menorragia. En regla general, si fracasa el fierro por la vía estomacal, en- tonces se puede ocurrir á las inyecciones subcutáneas de car- bonato y de lactato ó de albuminato de fierro, advirtiendo que los ferruginosos son más útiles al principio de la enfermedad, y que si se fracasa aún, entonces se abandonará á los prepara- dos de fierro para echar mano del arsénico, que cura más fre- cuentemente que el azufre y que vale tanto como el fierro y más, sobre todo en las formas dolorosas. A semejanza del mer- curio, los efectos reconstituyentes del arsénico siempre son á posteriori, es decir, cuando ha pasado la curación de que de- pendía la cloro-anemia. En cualquiera forma de la clorosis siempre es muy útil dar después de las comidas una limonada clorhídrica sola ó asocia- da á la menta. Como tónicos y aperitivos se recomiendan, antes de comer, las preparaciones siguientes: tintura de genciana, de canela, de ruibarbo, de cascarilla y de colombo áá 5.00, tintura de nuez vómica 1 ó 2.00 para tomar de la mezcla diez ó más gotas en una cucharada de vino; el vino de quina ó de genciana; la pre- paración de cundurango, que es muy útil haya ó no padecimien- to estomacal (véase gastralgia); la absinthina en pildoras de á 0.10, que es además laxante, advirtiendo que ésta se puede 332 sustituir ventajosamente con el estáñate del país, y que es pre- ferible á la cuasia y al colombo por sus efectos fisiológicos y la inocuidad de su principio activo. El extracto de ajenjo puede sustituir á la absinthina, pero él no puede ser sustituido con el llamado ajenjo de las cantinas. Es de uso corriente la cor- teza de Winter. Durante la comida es de recomendarse la mostaza, el chile, la canela, etc. Cuando hay constipación, á más de los agentes mencionados se puede emplear la cetrarina á la dosis de 0.10 por día, pues aumenta los glóbulos rojos y blancos, eleva la presión arterial y disminuye la constipación, ó bien se ocurrirá á la fórmula si- guiente: tintura de ruibarbo 10.00, tintura de belladona 5.00, tintura de nuez vómica 1.00, para tomar ele la mezcla 10 gotas ó más antes de comer. En las cloro-anemias graves se recomiendan las lavativas de sangre desfibrinada (véase alimentación artificial). El mismo recurso es para las anemias post-hemorrágicas bastante útil. Para las anemias de la insuficiencia de la alimentación, se prescribirá el aceite de hígado de bacalao, como que es el me- jor de los reconstituyentes; además, es realmente un buen ali- mento. Durante todo tratamiento de cloro-anemia es de ordenanza, sobre mantener constantemente la libertad de vientre, dar pe- riódicamente purgantes suaves que regularicen las funciones digestivas: por supuesto que se les administrará en los períodos suspensivos de toda medicación. En la clorosis dispéptica se comenzará por tratar la dispep- sia, por aliviar ó suprimir la gastralgia, la flatulencia, la intole- rancia gástrica, instituyendo un régimen preparatorio como es- te: régimen lácteo no severo, lacticinios, carne cruda en pequeña cantidad, alcalinos ó el método propuesto por el Dr. Barnes, que ya dejamos indicado. Mejorado el estado dispéptico se po- drán permitir nuevas especies de alimentos y se comenzará fir- memente con el tratamiento ferruginoso, dando los marciales 333 a pequeña dosis sin cambiar gran cosa en las ideas generales que dejamos consignadas relativas á alimentación. Los marciales se darán al empezar la comida, y al fin de és- ta se propinará al paciente un vaso de solución clorhídrica al gusto, recomendándole permanezca en reposo horizontal cuan- do menos 20 minutos después de cada una de las principales comidas. Muchas veces la dispepsia puede depender de un estado ca- tarral de la vía gastro-intestinal, y. si en un caso dado tal suce- de, se comprende la utilidad que tendrá la administración de un emeto-catártico y del emético en particular (0.10 con 1.00 de almidón para tres tomas). Es bueno saber que después de algún tiempo de tratamien- to cura más ó menos bien la cloro-anemia, pero muchas veces sucede que aun curada ésta, persiste con tenacidad la dispep- sia si antes la hubo; pues bien, en este caso hay que abando- nar completamente al fierro, al ácido clorhídrico, etc., y que echar mano sin demora del ácido láctico para darlo después de comer, á la dosis de 1 ó 2.00, y está probado que semejante cambio no tiene más que buenos resultados. Por fin, guardemos como regla general que cuando en un cloro-anémico el ejercicio causa fatiga desproporcionada, náu- ceas y malestar, entonces hay que proscribirlo y recomendar el reposo. Cocaino-morfinomanía: Cuando se intente curar la morfino- manía debe ponerse como primera condición sine qua non la secuestración, durante la cual se aplicará la cura de Weir Mit- chell. un poco modificada por tratarse de morfinomanía, y que detallamos en el artículo neurastenia; la segunda es suprimir el hábito tomando un temperamento medio entre los que quieren la supresión brusca y los que reclaman la supresión lenta, y se procederá al momento de empezar la cura por suprimir la mi- tad de la dosis, á los cinco días siguientes la mitad de lo que queda, y por fin, á los otros cinco el resto; y la tercera es dar fierro, fosfatos, café, vino viejo un poco, tres comidas por día, 334 leche en los intervalos y prescribir reposo prolongado en la es- tación sentada, y duchas tibias seguidas de masaje. La expe- riencia ha enseñado que bastan dos meses de practicar estric- tamente este método para obtener la curación. Si al ir haciendo la supresión lenta ó casi rápida de la mor- fina experimentase el enfermo los síntomas indicadores de la no satisfacción de su hábito, entonces se le harán inyecciones con fosfato de codeina, las cuales á su vez también se van su- primiendo paulatinamente hasta llegar á cierto límite en que se suprimen de un golpe, pues la codeina no cría hábito y además no estriñe. A la vez que se da la codeina, se puede administrar el bro- muro de sodio, el doral ó la tintura de valeriana. En igual tiempo se puede dar el bromuro de alcanfor á la dosis de 0.10 á 0.15 por vez, y hasta 4.00 en el día, siempre asociado á los cuerpos grasos, porque así se absorbe mejor: este agente es un excelente hipnagogo. La galvanización de los centros puede modificar favorable- mente como lesiones no irremediables á las lesiones nerviosas que produce el hábito. Véase hemorragia cerebral. Téngase cuidado de dar á los niños nacidos de morfinómanas un poco de morfina al momento del nacimiento. Por último, es necesario no descuidar la administración de ios tónicos cardiacos y generales y de una alimentación gene- rosa. Cuando en el hábito interviene la cocaína, ó es sólo la cocaí- na la que lo produce, entonces se procederá del mismo modo que acabamos de indicar. Colapsus: Es necesario satisfacer rápidamente en este caso una indicación ad vitam, y para satisfacerla nada hay mejor que las inyecciones subcutáneas de éter sulfúrico, porque su acción, aunque rápida en pasar, también es rápida en aparecer y además es incontestablemente poderosa; pero se tendrá cui- dado de hacerlas lejos del lugar en que pasan los nervios, por- que si no y el nervio se toca, vienen después neuritis y paráli- 335 sis que amenguan el éxito: una ó dos de á 1.00 por hora bastan ordinariamente. Pero si se quiere tener un resultado comple- to, es necesario no limitarse sólo á ésto, sino que es indispen- sable propinar al enfermo pociones alcohólicas calientes y ge- nerosas, pues en este caso su valor es inapreciable; es necesa- rio, además, procurarles un buen abrigo, un departamento calentado artificialmente, rodearles de botellas llenas de agua caliente y hacerles fricciones excitantes y aromáticas. Buena mezcla inyectable es la solución de aceite alcanforado al déci^ mo, solo ó acompañado de éter, que aumenta la solubilidad, del alcanfor y hace más activos los efectos, advirtiendo que los ni- ños no toleran estas inyecciones: las inyecciones subcutáneas de nitroglicerina en solución alcohólica al 1 por ciento, ponien- do cada vez una ó dos gotas ó dando al interior uno ó dos mi- ligramos de substancia activa, siempre bajo la forma de solu- ción en una poción apropiada. Las inyecciones rectales ó subcutáneas de oxígeno cuatro veces por hora con 50 centilitros cada una, son muy útiles aun cuando el colapsus sea debido á una fiebre, pues sostienen al corazón é impiden al colapsus pulmonar. Cuando después de una operación viene el colapsus ó cho- que operatorio, deben hacerse rápidamente inyecciones subcu- táneas de morfina, pues está probado que ellas son un medio eficacísimo. Para impedir el colapsus fatal en los tuberculosos y febrici- tantes, Vasistolia. Cólera: La intervención del médico en el cólera es de dos modos: ó como higienista, para impedir la importación y pro- pagación de la enfermedad, ó como médico, propiamente di- cho, para curarla en un caso determinado. Como higienista, dos grandes funciones pueden exigírsele y de hecho se le exi- gen: las de la higiene pública y las de la privada; para cumplir con las primeras necesita el concurso eficaz y enérgico del Go- bierno, para que puedan dar buenos resultados los medios científicos que se sugieran como más eficaces; de estos dos, en 336 principio, son los que deben servir de punto de partida: uno, el mejor, sería suspender toda comunicación con el país infes- tado, pero no es práctico ni realizable y se favorece así á la in- vasión por la internación clandestina de personas y objetos; otro, el menos bueno pero más práctico, que impide en lo po- sible que se consume la invasión, es el de la inspección de to- do lo que llega y quiere internarse, puesto en vigor por la Fran- cia para impedir la propagación del cólera, que hacía muchas víctimas en España en la epidemia de 1890. Se dice que el procedimiento fué tan eficaz que no hubo más que un solo caso de una persona que murió, habiendo pasado en el período de incubación, y de otra que habitaba la casa en donde se hospedó el recién venido, pero como gracias á la ofi- cina inspectora la autoridad política del lugar tenía ya conoci- miento de la llegada de aquella persona, pudo sofocarse la pro- pagación de la enfermedad prontamente, á pesar del silencio que se guardó por los contaminados. Hé aquí el resumen de las prácticas recomendadas: 1? Declarar administrativamente que sólo tales y cuales pun- tos de la frontera ó litoral son lugares de tránsito para las per- sonas ú objetos procedentes de un lugar infestado. 2? Establecer en las zonas declaradas intransitables, en esta frontera ó litoral, inspecciones ambulantes para hacer efectiva la prohibición. 3? Declarar que los buques, trenes ó personas procedentes de lugares ciertamente no infestados, tienen entrada libre por tales y cuales zonas, que se especificarán en general en el de- creto de las medidas prohibitivas efectivas para tales y cuales países, siempre que no pasen por los puntos declarados de trán- sito para las personas y equipajes procedentes del país donde está la epidemia. 4? El simple hecho de que un tren, buque ó persona haya tocado en un país infestado, aunque sólo haya permanecido unas cuantas horas, comprende á tal tren, buque ó persona, como procedente de países infestados. 337 5? Conminar con fuertes y efectivas penas á los contraven- tores de estas disposiciones. 6? Establecer en cada lugar declarado de tránsito para las procedencias de la región infestada, una oficina inspectora com- puesta de: a, departamento de inspección general para todos los pasajeros; 6, departamento de cuarentena para todo caso sospechoso; c, departamento de desinfección de ropas y equi- pajes, con los accesorios respectivos para la desinfección de las personas; d, hospital especial lejos de estas oficinas y en país infestado ó islote internado en el mar, para las personas ver- daderamente enfermas; y e, oficina especial para anotarla pro- cedencia y dirección del pasajero, especificando exactamente su domicilio en el punto final de su viaje. 7? Toda persona sospechosa será detenida por todo el tiem- po de la incubación; son sospechosos todos los afectados de diarrea por ligera que sea; los que de alguna manera acusen padecimientos recientes de los órganos digestivos, y por fin aun los que tienen padecimientos crónicos de los mismos órganos. '8? Toda persona declarada limpia ó libre se dejará pasar pre- via desinfección de ella y de sus equipajes. 9? Dése aviso á la autoridad política del lugar del paradero ó escala de cada pasajero, que dentro de tantos días ú horas llegará tal persona que ha sido declarada limpia ó que ha cum- plido su tiempo de incubación. 10? La autoridad política así avisada, vigilará á aquella per- sona y á todas las personas de la casa ocupada por el recién venido, de manera que en caso de aparición del cólera en al- guna de ellas, se procederá inmediatamente á practicar las me- didas sanitarias que se recomienden por la autoridad supe- rior. 11? Todo pasajero declarado libre, por consiguiente está obli- gado á presentarse, á su llegada, á la autoridad política de su localidad. 12? Se prohibe la introducción de vegetales y animales. Tal es el mejor conjunto de medidas que deberán proscri- Terapéutica.—22 338 birse en un caso de amago de epidemia, en la inteligencia que las adoptamos por tres razones: 1% bajo la fe de los sabios ex- tranjeros que así lo proclaman, demostrándolas prácticamente de un modo al parecer irrefragable; 2?, porque en su conjunto domina esta idea liberal de no hacer ninguna prohibición: la experiencia, habiendo demostrado que toda prohibición lleva consigo aparejada la transgresión posible, y la transgresión, en este caso, significa perderlo todo; por esta práctica se tiene el más exacto conocimiento de los casos de cólera y de la direc- ción y residencia del hombre y de los objetos importadores de la epidemia; se atrae así al cólera eficazmente para aniquilar al germen en la puerta de un país ó para seguirlo con certeza en el territorio, cuando por una ó por otra causa se ha internado con algún pasajero, y 3a y última, porque económica y política- mente resuelve el difícil problema de no suspender las relacio- nes internacionales. Fuertes penas por una parte, y libertad latísima por la otra, hé aquí el medio más poderoso para evi- tar las infracciones: inspección activa, cuarentena justa y pru- dente, desinfección eficaz, proscripción razonada y un sistema riguroso de policía, hé aquí los factores que resuelven y que prácticamente han resuelto ya el difícil problema de impedir que el cólera invada un país á pesar de las relaciones interna- cionales tan imposibles de suspender en cualquiera emer- gencia. Para la desinfección, véase el artículo de la desinfección. Pa- ra las cuarentenas, véase el Código sanitario de la nación. Cuando un país ya está invadido por la epidemia, entonces sucede una de dos, ó quedan fracciones de él indemnes en las que pueden aplicarse las prescripciones anteriores, ó ya está enteramente invadido, en cuyo caso las medidas de la higiene pública limitada y las de la higiene individual, encuentran su más urgente aplicación; las primeras se dividen á su vez en: 1?, las vulgares que todo médico sabe y debe saber; y 2?, las especiales de esta epidemia que confinan ya en gran parte con las de la higiene individual. Nosotros sólo hablaremos de estas 339 últimas porque las primeras ordinariamente son prescritas pol- los consejos de salubridad instalados para este ñn, limitándo- nos aquí, en consecuencia, á enumerarlas simplemente: incine- ración de cadáveres, dispersión de las grandes aglomeraciones, .y aseo público, consumo público de agua esterilizada, instalacio- nes de desinfección de las ropas y útiles ensuciados ó sospe- chosos, promoción de fiestas populares honestas y temperantes, dar abrigo al desnudo, remediar la miseria, disminuir la cares- tía de las materias de primera necesidad, etc., etc. La higiene privada en todo caso es de capital importancia, dada ya la presencia de la epidemia: observando sus preceptos se hace profilaxia, es decir, se prevé, se impide el desarrollo de la enfermedad, y como hoy por hoy podemos tener por se- guro que el cólera sólo se propaga por las deposiciones de los coléricos y que el bacillus muere en los líquidos ácidos, excep- to en el del ácido málico, por esta razón las medidas profilác- ticas son sencillas, á saber: evítese todo lo que pueda causar una gastritis ó indigestión, como los excesos alcohólicos, y ha- cer que los alimentos previamente esterilizados no pasen rápi- damente al intestino todo, con el objeto de que el jugo gástri- co puro, activo y ácido obre suficientemente sobre el microbio para matarlo con seguridad y se impida así su vegetación en el intestino: para realizar, pues, esta otra parte, habrá que comer poco y en general seguido. Se ha demostrado que las solucio- nes alcohólicas in vitro obran lo mismo que las soluciones aci- das y así se ha recomendado su uso; pero nosotros no pode- mos menos que hacer notar que la acción inmediata de los alcohólicos es disminuir ó suprimir la secreción gástrica, cierto que es para aumentarla después; pero en todo caso queda siem- pre el temor de un exceso en las libaciones con su gastritis sub- secuente y hasta que se pasen las personas hasta la intempe- rancia, lo que en nuestro concepto sería fatal; así pues, no obstante la demostración in vitro que ya de por sí no es una demostración completa, creemos que deben proscribirse los al- cohólicos en las prescripciones que puedan llegar á oídos del 340 pueblo; en otros términos, prescríbanse soluciones clorhídricas y bajo la forma de receta, en caso que se quiera las soluciones alcohólicas débiles y en pequeña cantidad. Otro precepto que se deduce de lo que ya dejamos dicho es usar el agua esterilizada en aparatos especiales ó simplemente hervida y filtrada después: toda substancia ingerible que ha si- do sometida á una temperatura de más de 75°, puede consi- derarse como estéril; además, hay que evitar cuanto se pueda el uso de las frutas. Lávense frecuentemente las manos con so- luciones de bicloruro ó de sulfato de cobre, y sobre todo pro- cúrese sin cesar tener valor y confianza y conservarse siempre en buena disposición de ánimo. El cambio á las regiones frías parécenos una de las cosas me- jores que hay que hacer, porque entre nosotros y por la tradi- ción que tenemos de Perote, Mazamitla y de todos los lugares altos, se sabe que en estas regiones se gozó de completa inmu- nidad en las dos epidemias pasadas. ¿Sería el clima el que obró? Inútil creemos repetir aquí los demás preceptos higiénicos, pues aunque son importantísimos, su -conocimiento es ya del dominio del vulgo, de suerte que sólo nos referimos á la profi- laxia buscada por el uso de algunos medicamentos. Las inoculaciones de tintura de cuasia en el brazo, se dice que han salvado centenares de personas; del virus atenuado del upas antiar, que es un neurosténico, y del ácido cianhídri- co, dícese también lo mismo cuando se usan estas substancias al interior. Llegamos ya al caso de tener que curar á un colérico: más antes de poner las prescripciones más recomendadas, creemos necesario indicar que hay tres grupos de medicaciones, según la idea que de la naturaleza del cólera se forma cada médico, haciendo notar que no obstante los estudios modernos de la naturaleza bacteriana del cólera, hay quienes crean en que es- ta enfermedad es una nevrosis, y lo más notable es que la me- dicación antiespasmódica dícese que ha dado excelentes resul- 341 tados: será ó no, nosotros nos contentamos con decir que en nuestros días, en diversos países y por distintos médicos, al pa- recer de cuenta en el mundo científico, se han proclamado se- mejantes ideas y recomendado tales prácticas. Según el mó- vil y los medicamentos, hay, pues: 1?, medicación antibacteria- na; 2?, medicación neurótica; y 3?, medicación sintomática ó ad vitam. La primera sólo cuenta con el salol, que á priori se propuso con grandísimas esperanzas, pero al ensayarlo se le encontró inútil: así pues, unos le llamaron precioso en obleas de 1 á 4.00, mientras que los más dijeron, previa experimentación, que era sin efecto. ¿En principio, pues, la antisepcia intestinal es inú- til? Las ideas microbianas dicen que no, pero la experiencia ha demostrado que sí lo es. En el grupo de antisépticos bien po- demos colocar esta inyección profunda, puesta arriba del gran trocánter, que se dice que ha dado buenos resultados: clorhi- drato de amoniaco 0.85, bicloruro de mercurio 3.06, agua des- tilada 60.00; tómense diez gotas de esta solución para una in- yección profunda. La segunda, la medicación antineurótica, cuenta por su par- te con éxitos numerosos; así se dice cuando se usa alguno de los medios siguientes: aplicación de licor epispástico en el cue- llo sobre los neumogástricos y detrás de la oreja, en la apófi- sis mastoides, como que ha dado resultado aun en las formas más graves; hé aquí una fórmula inglesa de licor epispástico: polvo de cantáridas 150.00, éter acético 90.00; póngase el todo en percolador por 24 horas y añádase después más éter para sacar 600.00 y para usarse ad libitum; pero los franceses dicen que es mejor esta otra fórmula: cantáridas recientemente reco- gidas y reducidas en polvo grueso 100.00, éter sulfúrico 150.00, ácido acético cristalizable 20.00; mézclese el éter y el ácido y con la mezcla humedézcase en aparato de desalojamiento el polvo de cantáridas, y después de doce horas de contacto se le trata por desalojamiento con el resto del líquido operado len- tamente: la tintura obtenida es abandonada al aire libre en una cápsula y á la temperatura ordinaria hasta que haya perdido el ^ de su peso; en seguida disuélvase algodón fulminante ofi- cinal á la dosis de 2.25 por 100.00 de tintura, añádase una go- ta de aceite de ricino y 0.50 de trementina ele Venecia. Si se quiere obtener una vesicación débil, úsese el líquido anterior poniendo una capa delgada por una vez; pero si se le quiere fuerte y profunda, pónganse algunas capas sucesivas. En los casos muy urgentes podría excitarse el neumogástri- co por la electricidad galvánica, sobre todo el derecho, por el martillo de Mayor. En el momento de la algidez pueden hacer- se con gran ventaja unas inyecciones subcutáneas de éter. Algunos rusos han propuesto el siguiente antiespasmódico: sumbul de 0.50 á 1.00, y se agrega que ha dado excelentes re- sultados. Los ingleses que han experimentado en la India in- glesa han ensayado este otro: opio 0.05, assa fcetida 0.10, piper nigrum 0.15 para una pildora, debiendo tomarse muchas de éstas lentamente desde el principio de los accidentes: sus efec- tos serían tales que no sólo se les consideraría á ellas como di- rectas anticoléricas sino hasta como excitantes poderosas del organismo paralizado, por cuya excitación se restablecería ade- más la secreción gástrica en que, como es sabido, sucumbe el microbio. Acéptese, como lo quieren muchos, en cabeza de ellos el Dr. Harkin, ó no, como lo quieren otros tantos, la opinión de que el cólera es de naturaleza espasmódica, lo cierto del caso es que como durante el período diarreico aparecen ordinariamen- te manifestaciones espasmódicas, deben darse las preparacio- nes que recomendamos y poner los vejigatorios en la región cervical, en la inteligencia de que siempre se tendrá buen re- sultado. La tercera, ó medicación sintomática, comprende muchas y escogidas fórmulas, que racionalmente van á satisfacer á una indicación vital. Contener la diarrea es una indicación urgente: los medica- mentos que para esto se han propuesto y ensayado con éxito 343 son: arseniato de cobre 0.0006 en 180.00 de agua, para tomar una cucharadita cada diez minutos, después cada media hora, y por último cada hora: se cree que es un estimulante enérgi- co del intestino; grandes enteroclisis de tanino al 1 por ciento y de á litro ó más para poder pasar la válvula de Bauhin, obran- do como astringentes tópicamente y como hidratantes cuando se hace su absorción; opio ó láudano con acetato de amoniaco ó jarabe de éter, ó bien estas pildoras de Gravez: acetato de plomo 1.30, extracto de opio 0.06 para doce pildoras, una ca- da media hora, ó bien el salicilato de bismuto con opio. Para los vómitos es excelente la cerveza ó la champaña he- lada, que por su alcohol obran además como estimulantes á pequeña dosis, y en general está recomendado que se den to- das las bebidas gaseosas. En el período de algidez se harán es- pecialmente inyecciones subcutáneas de alcohol ó éter ó de ambos á la vez, se darán pociones vinosas calientes envolvien- do á los enfermos en ropas también calientes, se les rodeará de botellas llenas de agua caliente y se les harán fricciones ca- lientes y excitantes, en la inteligencia que desde ese momento se dejarán de administrar los opiados y todos los hipostenizan- tes; pero, en todo caso, hay que ser muy cauto para no desper- tar una reacción tumultuosa que, sin duda, sería más fatal que la misma algidez. Desde hoy queda, pues, establecido este prin- cipio: temer y no despertar una reacción más fuerte que la ne- cesaria y moderar á toda aquella que vaya más allá de los jus- tos límites. Hay en el período de vehemencia de las deposiciones á la llegada del período asfíxico, cuando va á aparecer el colapsus, es decir, al fin del ataque colérico, un gran peligro que consis- te en la concentración de la sangre y en su reacción acida, pues por esto el corazón deja de recibir su estímulo natural, se pa- raliza y por fin viene la muerte: Ja indicación parece por esto muy clara, hidratar la sangre y devolverle su reacción; y para este fin se han propuesto muchísimos medios: el primero y más activo es la inyección intravenosa de 500 á 1,000.00 y más de 344 líquido salino al 6 por mil, repetidas una ó más veces con al- gunas horas de intervalo, por no bastar casi siempre una sola: se les confecciona de agua hervida ó filtrada con soluciones va- rias, pues unos usan la ya mencionada, otros le asocian á ésta algunos centigramos de carbonato de sosa, otros añaden á todo esto un 5 por mil de azúcar con el objeto de hacer el suero menos trasudable,-y otros, en fin, en lugar de carbonato ponen 10 ó 12 por mil de sulfato de sosa; en una palabra, la fórmula varía pero el principio no, principio que no vacilamos en decir es tan lógico como infundado, el de la transfusión sanguínea completa propuesta para esta enfermedad, pues en este caso no es la sangre la que falta sino el agua y la alcalinidad; ade- más, la clínica ya ha levantado estadísticas favorables que no hacen más que sancionar la teoría, y que consiste, á su vez, en considerar todo esto como un envenenamiento que puede ma- tar, como ya se ha demostrado en los envenenamientos, no por la cantidad de principios tóxicos circulando en la sangre, sino por su concentración; diluirlo, es, pues, una tentación irre- sistible para que las paredes cardiacas puedan seguir siendo ó ser otra vez excitables. En el caso, no hay tal envenenamien- to demostrado, pero sí hay una concentración formidable de la sangre que constituye el peligro. Para hacer la inyección intravenosa, se comenzará por ligar el brazo para dilatar la vena basílica; se punciona un centíme- tro abajo de la ligadura sin traspasar la vena, que se comprime luego por debajo; se introduce la cánula horizontalmente en la abertura hecha, y listo todo para hacer la inyección, el agua á 38° ó 39°, se comienza lenta y continuamente, sin sacudida, á hacer la infusión, de suerte que se inyecten 50.00 por minu- to, teniendo cuidado de levantar la ligadura del brazo. Si se quiere, podría ocurrirse al sistema de sifón, y en todo caso pue- den repetirse cinco ó seis veces con algunas horas de interva- lo, en las formas lentas en que la concentración del liquido he- mático se va haciendo lentamente también: de este modo se restablece la tensión arterial y se hace desaparecer la reacción 345 acida anormal de la sangre. Pero no sólo es útil para estas for- mas, sino hasta para las fulminantes, excitando á la pared car- diaca á la contracción, haciendo desaparecer así el debilitamien- to agudo y el desfallecimiento de esta viscera, en la inteligencia que en las formas graves el ocurrir á las inyecciones aún es útil, porque^si no puede decirse que la mejoría que producen conduzca ciertamente á la salud, sí puede decirse que son muy favorables al estado del paciente prolongándole la existencia. El límite clínico de las infusiones saladas será, por fin, hasta que el pulso sea fácil de contar y el enfermo haya recobrado el conocimiento. El segundo medio consiste en la hipodermoclisis, que es igual- mente buena, pues que bastan quince minutos para hacer pa- sar hasta 3| litros de solución salina así compuesta: carbonato de sosa 5.00, cloruro de sodio 6.00, para mil gramos de agua hervida y filtrada; otros le agregan á la anterior 3.00 de sulfa- to de sosa, sosa cáustica una gota ó carbonato de potasa; la in- yección se hará á 40° en varios puntos del tejido celular del abdomen, desde el principio de la diarrea, cuando" las venas aún pueden absorber, precedida y seguida de un baño sinapi- sado general y de un amasamiento de las regiones en que se hizo. Basta usar una aguja fuerte en conexión con un tubo, el cual á su vez está haciendo sifón ó simple substracción de un depósito colocado á un metro ó más de altura. En tercer lugar vienen las grandes bebidas de agua salada al 6 por mil, de cloruro de sodio, con el objeto de hacer la hidra- tación y lavado del organismo, dando á tomar hasta 5 litros de solución. Tenemos en cuarto lugar las grandes enteraclisis cuando pue- den ser retenidas. Se ha propuesto la autotransfusion con el vendaje y elevación de los miembros; pero debemos recordar que aquí no se trata de anemia sino de deshidratación, y en consecuencia, nos parece peligroso el procedimiento por razo- nes fáciles de comprender. En fin, se han propuesto las inyec- ciones subcutáneas de agua de mar filtrada, adicionada de | 346 por ciento de sulfato de sosa, repetidas cinco ó seis veces en el día; las de sulfato de sosa al ^ para inyección, también sub- cutánea, de 5.00 de solución cada vez, repitiéndose el mismo número de veces que las anteriores, y las soluciones salinas adicionadas de cierta cantidad de morfina para hacer inyeccio- nes subcutáneas que en realidad deben proscribirse por conte- ner morfina, cjue es no sólo inútil sino hasta francamente no- civa. Regla general para toda inyección subcutánea de gran can- tidad de líquido: limpiar bien la piel de modo cjue quede lo más aséptica posible, y concluida la inyección se cubrirá el orificio hecho con colodión. Quédanos, para terminar nuestra intervención médica en la época más aflictiva del colérico, señalar la emergencia posible de que el enfermo sea una mujer embarazada: si en este caso la naturaleza • intenta francamente la expulsión prematura ó aborto del engendro, hay que ayudarla eficazmente, pero guar- dándonos de tomar la iniciativa provocando el trabajo. Si el enfermo se ha salvado de la algidez, le aguarda aún el período de reacción tan terrible y mortal, como lo es el perío- do que le ha precedido: regularizarlo por los medios comunes, que ciertamente son eficaces, será pues, nuestra conducta, no teniendo para esto más que echar mano de nuestro arsenal hi- giénico y farmacéutico conocido; tan grave es un período como otro, pero como el último de que hemos hablado es más acce- sible á los medicamentos y á la higiene, por eso, atendido de- bidamente, es menos mortífero que el anterior ó es muy rápi- do y no da tiempo, ó los medicamentos no surten; pero en todo caso no se olvide que él, en el cólera normal, es el que más pe- ligros ocasiona al enfermo. Toda deposición debe ser desinfectada por la solución de sul- fato de cobre, pudiendo servirse de esta misma solución para asear al enfermo, á sus asistentes y á las manos, cara, ropa y cualquier otro mueble del uso común. El departamento ocu- pado por el colérico se desinfectará por los vapores de ácido V 347 sulfuroso; los muebles, objetos, pavimentos y muros serán des- infectados con la solución de sublimado, y los objetos que no deban someterse ni á una ni á otra desinfección, serán desin- fectados por la estufa, y especialmente por la estufa Genestes. La alimentación que se prescriba al enfermo consistirá, so- bre todo, en café con leche, que es estimulante y tónico, leche helada, hielo, bebidas gaseosas y feculentos in natura ó previa ebullición como atole, sagú, etc. Si el enfermo muere, lo mejor que hay que hacer es la cre- mación, ó enterrarlo profundamente en un lugar seco, imper- meable y que no sea cementerio común, porque si se hace lo contrario, es posible la reaparición de la epidemia con la sola remoción del terreno en los años.siguientes. Esto escribimos antes de que la epidemia del corriente año cubriera de luto á la vieja Europa; mas hoy, sin empacho con- fesamos que se ha apoderado de nosotros el escepticismo tera- péutico más desconsolador en todo lo que se refiere al cólera. Con efecto, el simple buen sentido basta para que vengamos en conocimiento de que en la pasada epidemia se han de haber usa- do á profusión aun otros recursos tal vez más recomendados que los que dejamos detallados. ¿Y cuáles fueron los resulta- dos obtenidos? ¡La mortalidad que daban los cablegramas de Hamburgo llegó á ser hasta de 50 por ciento!! ¡Y sin embargo, se usó el agua hervida! ¡Y sin embargo, en una población de ciento y tantos mil habitantes caían enfermas diariamente de mil á dos mil personas! La prensa profana publicó los experimentos de un hombre que dormía entre dos cadáveres de coléricos, que bebía en el mismo vaso de los enfermos y que hasta llegó á pormenores verdaderamente asqueroso, ¡y sin embargo, no le vino ni la muerte ni la enfermedad! ¡Inglaterra, según el Financiero Mexicano, no puso cuarente- nas en sus puertos, ni se preocupó ni poco ni mucho de la epi- demia reinante en ultra Mancha, y sin embargo, se dice que ningún caso de cólera tuvo que registrar en su mortalidad! 348 En 1890 Francia se ufanó délas medidas tomadas por el Dr. Proust cuando reinaba el cólera en España, porque gracias á las estaciones de desinfección ¡no tuvo más que dos casos de cólera! ¡Hoy, en 1892, Francia se afligió y se convenció de cuan poco valieron en esta vez los recursos que en otra ocasión pu- dieron salvarla! ¡Pasó la ilusión! ¡Y pasó al corazón de nues- tros vecinos del Norte, quienes han de estar muy satisfechos de haberse librado del terrible viajero con sus prácticas cuaren- tenarias! Si es bueno conocer á fondo el pasado para prever mejor el porvenir, nunca sería mejor esto ahora que se trata del cólera: el cólera es un viajero que no tiene prisa en caminar, porque sabe que su vida es perdurable, su dominio el planeta, y que donde quiera encontrará buena hospitalidad. El cólera de 1833, tardó para invadir á la América menos de cinco años, y más de una década para dejar tranquilo al mundo. Hoy se le ha visto la misma fisonomía invasora é igual á la de todas las epi- demias pasadas: primero viaja por mar y se limita á la parte oriental del Mediterráneo; después, flotando sobre las aguas, descansa en tierra y se asoma á la Francia y á la Europa ente- ra por entre las crestas de los Pirineos y de los Alpes; y por fin esta vez, marchando por la Persia, invade la Rusia y de im- proviso se presenta en París, para hacer desde este lugar cor- tos paseos y mandar una avanzada hasta las playas de Améri- ca! ¡Si Dios no lo remedia, el cólera nos invadirá en lo futuro, y lo que es peor, en un futuro próximo! ¡Y si la ciencia sigue siendo tan desafortunada con respecto á él, como hasta ahora, entonces nos salvaremos, no aquellos que tengamos la fortuna de ingerir tal ó cual droga, sino los que padezcamos las formas leves de la enfermedad; es decir, que nos salvaremos, no por el arte, sino por las circunstancias de nuestra organización y por las fortuitas del germen morboso. ¿Quiere decir esto que llevemos nuestro escepticismo hasta proscribir los recursos higiénicos? No; y al contrario, estamos muy lejos de eso, porque precisamente nuestra ignorancia so- 349 bre la naturaleza del cólera nos hace concebir grande esperan- za en los recursos higiénicos, que por lo demás son un lugar común á que ocurrimos para ocultar ante el vulgo nuestra im- potencia pericial. Además, la experiencia ha enseñado que pre- cisamente los lugares que no llenan las mejores condiciones higiénicas, son aquellos que más sufren en tiempo de epidemia, y última prueba de ello es la infortunada Hamburgo, que situa- da en las márgenes del Elba y con numerosas habitaciones subterráneas que ha dado un contingente de cadáveres verda- deramente aterrador. En este concepto, nos adherimos ente- ramente á la opinión expresada por el Dr. Samuel Morales Pe- reira, en su trabajo que dedicó al infortunado General de Divi- sión D. Ramón Corona, que textualmente dice: "De todos los y países en que ha penetrado esta grave enfermedad, las ciuda- des y los pueblos más privilegiados han sido^ aquellos que más han observado las reglas de la policía y la higiene pública; donde los ricos han sido templados, humanitarios y compasivos, y donde los pobres han sido moderados, limpios y no viciosos; buena conducta, mucho aseo, tranquilidad de espíritu, suficien- te abrigo y templanza en los alimentos y bebidas, son los úni- cos y mejores presevativos contra la epidemia que nos amaga: en una palabra, si todas las enfermedades más ó menos son hijas de nuestros desórdenes, en ninguna se observará más clareimente que en el cólera morbus, epidémico, esta verdad, según los datos que tenemos.*' Esto quiere decir que la higiene pública y privada serán nues- tra mejor salvación, y que por consecuencia, debemos asirnos de ellas con el orgullo del despechado y con la rabia del que deseándolo todo no puede nada. Aquí en Guadalajara sería ele muy felices resultados que se procediera á canalizar á los pantanos del Sureste y á secar en- teramente el riachuelo de San Juan de Dios, antes que pres- cribir cualquiera otra medida higiénica, porque se sabe por tra- dición, y el simple buen sentido bastaría para afirmarlo, que 350 precisamente en sus inmediaciones es donde han hecho mayo- res estragos las epidemias pasadas y que lo harán las epidemias del porvenir. Con tales medidas como base, bien podemos los jaliscienses evitarnos el trabajo de inundar nuestras calles, como sucedió en Marsella, ó de tomar las indigestas aguas hervidas de las calderas de Hamburgo para preservarnos del cólera. Y no ha- gamos más al ser visitados por la futura epidemia sino excla- mar ¡Dios salve á los mexicanos! Cólera infantil: Para las grandes indicaciones y para los re- cursos recomendados, remitimos al lector al artículo cólera asiático, de suerte que por ahora nos limitaremos á exponer algunas recomendaciones particulares que por lo demás son aplicables al cólera del adulto esporádico ó epidémico. Es muy útil el calomel como purgante y desinfectante intes- tinal. Ocúrrase á la dieta láctea, y si se está haciendo la lactancia artificial, entonces suprímase ésta y vuélvase á dar al niño el seno materno ó el de la nodriza. Al interior se podrá prescri- bir la siguiente mixtura: solución gomosa endulzada 120.00, subnitrato de bismuto 4.00, creta preparada 2.00, láudano de una á dos gotas y más, Málaga de 15 á 30.00, melisa 10.00, y tintura de canela 1.00, para tomar por cucharaditas cada cuar- to de hora. Los Sres. Rilliet y Barthez recomiendan en lugar de la poción anterior, la de solución de nitrato de plata (de 1 á 0.03 para 60.00 de agua), para tomar por cucharaditas cada hora. En fin, otras personas recomiendan la ipeca en lavado. Es muy útil prescribir por agua de uso un poco de agua de arroz con alcohol en pequeña dosis, ó mejor con Málaga. Si la situación empeora, prescríbase un baño sinapisado, lo- ciones cada tres horas de vino caliente, envoltura del cuerpo en algodón sinapisado ó sea adicionado con polvo de mostaza y cubierto el todo con tela emplástica ó con tela de salud con el objeto de mantener el calor. Después de la crisis aguda son muy útiles las lavativas de 351 almidón cocido; pero no se descuidará poner en esta crisis agu- da ó peligrosa un vejigatorio volante en el epigastrio. Si la mejoría viene, entonces puede prescribirse alcohol, ca- fé ligero, pollo, etc., advirtiendo que como á los tres días ter- mina la faz aguda ordinariamente, y como es seguida ésta por uno ó dos septenarios de diarrea común, por eso es necesario no dejar luego la severidad en la alimentación y el uso de los medicamentos antidiarreicos; mas si esta diarrea persiste más allá del plazo fijado á pesar de todos los tratamientos, enton- ces se puede echar mano, con éxito, de la conserva de damas, recomendada por Trousseau (conserva de rosas, polvo de azú- car y carne cruda bien picada, áá). Cólera nostras,cólera esporádico, colerina: Véase cólera asiático. Cólico espasmódico: Buenos recursos son las fomentaciones calientes puestas en todo el vientre y preparadas con agua co- mún ó con el agua de cocimiento de manzanilla; las unciones de pomada de belladona, las lavativas de agua caliente á 45° ó 48°, las unciones con aceite de manzanilla alcanforado, adi- cionado ó no de láudano y el baño general caliente. Ad intus se recomienda la manzanilla en infusión, el almiz- cle ó el castóreo, dándose de éste de 0.50 á 2.00 uno ú otro, solo ó asociado á la infusión de azahar, de tila ó de epazote (chenopodium ambrosioides) y endulzada con jarabe de éter. El agua cloroformada es muy útil. Calmado el dolor es bueno administrar un purgante, y en los casos graves, aun cuando no se calme. Véase oclusión in- testinal. Cólicos hepáticos ó biliares: Hay que hacer el tratamiento del acceso y el tratamiento radical. Hoy está reconocido que el mejor tratamiento del acceso es el aceite de olivo dado á grandes dosis, 300 ó 400.00 á la vez, ó bien á dosis fraccionada durante muchos días cuando se quie- re prevenir un acceso temido; mas debe tenerse bien presente que el uso del aceite, de uno ó de otro modo puede producir dispepsias rebeldes, y que jamás debe darse belladona cuando 352 se propine este medicamento. El efecto casi mágico es la su- presión del dolor y se cree que tan feliz resultado se obtiene primero por acción refleja, y después por la glicerina que re- sulta de la descomposición del aceite, pues se ha demostrado que la glicerina provoca, facilita y regulariza la contracción de la fibra lisa: los ácidos resultantes de la descomposición no tie- nen parte ninguna en el buen resultado. El aceite de ricino á dosis mucho menor también calma el cólico y favorece la expulsión de los cálculos; pero los que te- men el efecto colateral de uno ó de otro aceite, optan por la lipanina, que dicen que es mejor soportada. A la vez que se da cualquiera de dichos medicamentos, se pue- de propinar un baño general caliente ó mandar aplicar fomen- taciones calientes en el vientre y principalmente en la región elel dolor. Las lavativas calientes preparadas con agua común á 45° ó 48°, son de un efecto casi instantáneo. La antipirina al inte- rior, ó el salol ó el salicilato de sosa, por sus efectos analgési- cos comunes, por su efecto antiséptico el segundo, y por ser el tercero una y otra cosa, á la vez que colagogo, se han recomen- dado en estas circunstancias, y especialmente el último para la concomitancia de la fiebre, que casi siempre es indicadora de que hay una angiocolitis ascendente: la dosis á que se puede proporcionar cada uno es hasta de 4.00, vigilando los efectos del segundo. Las inyecciones subcutáneas de morfina (0.01) ó de éter (1.00) hechas loco dolenti son muy eficaces. Las lavativas de doral (siempre en leche adicionada ó no de una yema de huevo) son muy recomendables por sus efectos analgésicos, y sobre todo hipnagogos. La mixtura de Whytt ósea el remedio de Durande (éter sul- fúrico 30.00, esencia de trementina 15.00, jarabe diacodión y una yema de huevo) tomada á la dosis de 18.00, por fraccio- nes en el momento del acceso, es muy útil; pero también pue- de darse como preventivo tomando 5 ó 6.00 diariamente. 353 A la vez que la mixtura anterior puede propinarse por la bo- ca ó en inhalaciones el éter ó el cloroformo. Antes de entrar á otras consideraciones diremos, como es natural suponer, que el tratamiento de fondo ó sea el aceite, puede fracasar en el caso menos pensado, y que entonces hay necesidad de ocurrir á alguno de los otros medios que vamos á exponer en seguida; pero es bueno indicar que cuando se quiere dar el aceite como profiláctico de un acceso temido, en- tonces es bueno darlo por la tarde, á la dosis de 50.00, repeti- dos todos los días 5 ó 6 horas después de la última comida. Hé aquí un método muy recomendado: mercurio con creta 0.40 (mercurio una parte, creta dos), polvo de ruibarbo 0.20 y magnesia 1.50, para un purgante, que será la primera diligen- cia que satisfaga el médico, advirtiendo que en lugar de esto puede darse un vomitivo ordinario. Mientras opera el purgan- te, coloqúese al enfermo en un baño tibio y hágansele respirar vapores de: alcohol 4.00, cloroformo 8.00, éter sulfúrico 12.00. Hágase uso larga manu de la belladona ad intus et extra, y aun- que puede asociársele la morfina, mejor será no emplear esta última substancia sino en caso de indicación precisa. Háganse fricciones suaves con la mano caliente, de derecha á izquierda y no al revés, y fricciones de arriba hacia abajo, dirigidas de la vesícula biliar hacia el ombligo: aunque hay algunos médicos que lo rechazan, hágase masaje de la región biliar con la punta de los dedos, ó sea la maniobra del Dr. Harley, que es muy efi- caz. En todo caso, como primer recurso, puede intentarse dar una cucharada de bicarbonato de sosa en agua ó en leche muy tibia, pues esta mezcla alcalina es muy útil: es muy calmante disminuye la irritabilidad del estómago y facilita el vómito y la secreción de la bilis. Al principio de este método complicado se ha visto que se recomendó el calomel; pues bien, éste puede darse de otro mo- do, á saber: calomel 0.06 repetidos cada hora hasta efecto pur- gante, en cuyo caso se suspenderá su uso para continuar ha- ciendo otra cosa. Terapéutica.—23 354 Obvio es decir que un cálculo enclavado y bien enclavado en alguno de los canales excretores no curará por ninguno de estos medios, y que en consecuencia, por las molestias que ocasione, puede necesitar hasta los recursos quirúrgicos, lapa- rotomía, colecistectomía, fístula colédoco-duodenal ó cualquie- ra otra que esté indicada; haciendo notar para tal eventualidad que cuando al momento de hacer la operación no se tiene se- guridad absoluta de que están libres las vías biliares y de que ya no existe otro cálculo, entonces es preferible establecer pro- visoriamente una fístula biliar ó practicar eventualmente la co- municación artificial entre la vesícula y el intestino, teniendo cuidado para cualquiera operación de éstas de no hacer tapo- namiento con gasa iodoformada y sujetándose á abandonar sim- plemente el todo en la cavidad abdominal. (Küster, Behu, Wi- niwarter en el vigésimo Congreso de la Sociedad Alemana de Cirugía). Curado el acceso, hay que proceder á modificar el estado ge- neral, dando medicamentos que obren sobre la diátesis úrica ó artrítica, ó para hablar en un sentido aún más general, sobre la causa que produce el retardo de nutrición. Buen modificador local y general es el régimen vegetariano ó moderado, el uso de los alcalinos en el manantial y buena precaución es la de exonerar al intestino diariamente con regularidad. En el régi- men que se instituya, si intervienen los purgantes que sean de preferencia, ó el agua de Carlsbad dada s. a., ó el sulfato de so- sa de 15 á 30.00 bajo forma muy concentrada, es decir, en cuan- to baste de agua para su solución, en la inteligencia que la pre- ferencia de que hablamos es con relación á los otros purgantes y no con relación á los colagogos. La proscripción de las carnes del régimen alimenticio, ó cuan- do menos de su abuso, trae como consecuencia la diminución de la acidez gástrica, y por esto mismo la mejora de la gastro- duodenitis. La vida al aire libre será de felices resultados. Prohíbase el corsé en las señoras, cómase á hora fija y procúrese una bue- 355 na respiración abdominal. Pueden hacerse cuatro comidas al día de alimentos no irritantes, que se masticarán cuidadosa- mente: toda libación alcohólica será suprimida. En el método de vida se pueden prescribir los colagogos pa- ra usarse diariamente ó cuando menos por temporadas: hé aquí unos: evonimin y jabón medicinal áá 0.20, para dos pildoras que se tomarán por la noche; solución de salicilato de sosa en agua al 6 por ciento para cucharadas después de las comidas, hasta efecto moderadamente laxante; grandes irrigaciones rec- tales. La gimnasia respiratoria, el ejercicio y el masaje, completan el tratamiento general; en la inteligencia que puede agregarse la hidroterapia para satisfacer la indicación de tonificar. Cólicos nefríticos: Como en el anterior, hay necesidad de ha- cer tratamiento del acceso y tratamiento radical, con la parti- cularidad de que uno y otro, y aun por muchos de sus deta- lles, son semejantes á los del cólico hepático; en efecto, en los dos es la misma diátesis la que hay que combatir y en las dos es la misma indicación la que hay que satisfacer. Y suprimien- do la medicación por el aceite, se puede decir en verdad, que son enteramente iguales: baños calientes, fomentaciones calien- tes, exalgina, antipirina, morfina, inyecciones subcutáneas de cocaína en solución al 2 y al 5 por ciento, lavativas de agua ca- liente á 44° ó 50°, etc., en una palabra, la misma medicación del dolor; empero, creemos necesario detallar el modo de ha- cer las lavativas de agua caliente: generalmente se emplea uno ó medio litro de agua inyectado muy lentamente, se retiene cinco minutos é inmediatamente que se arroja se hace otra más grande y luego otra del mismo tenor en las mismas condicio- nes, advirtiendo que la postura que se adopta es la de Sim; es decir, que se pone á la persona acostada, del lado izquierdo, y si durante el acto de aplicar la lavativa viniere gana de arro- jarla, entonces se suspenderá el acto, se volteará al enfermo boca abajo y se continuará haciendo lo que tuvo necesidad de suspenderse. La segunda lavativa produce ordinariamente la 356 sedación del dolor, y la tercera produce efectos diuréticos muy notables y muy útiles. Cólico saturnino ó de los pintores: El antiguo tratamiento de la caridad, que consiste en el uso diario de purgantes, sudorí- ficos, vomitivos y opiados, debe modificarse en este sentido: como lo que domina en el cólico es la constipación, y como el uso de los opiados no haría más que aumentarla, por eso deben sustituirse con el uso de la belladona y la atropina, que ade- más de analgésicas son laxantes; pero debe tenerse entendido que si las preparaciones tardan en dar resultado, ya sea que se emplee la belladona ó bien la atropina, se deberá ocurrir sin demora á las inyecciones subcutáneas de morfina ó á los opia- dos en general. Precisamente para no verse obligado á ocurrir á estos últimos, es necesario tener cuidado de dar los bellado- nados á dosis alta, por ejemplo: extracto de belladona 0.01, polvo de hojas 0.01, para confeccionar una pildora y dar de ellas hasta 10 y 20 al día gradualmente. Tratamiento de la Caridad: lavativa purgante como primera diligencia (sen 8.00, agua hirviente 500.00; infúndase y pásese) y purgante al interior (jalapa pulverizada 4.00, diafenis 30.00, jarabe de nerprun 30.00); después de pasado su efecto, lavativa de malvabisco (250.00 de cocimiento con 0.60 de láudano de Sydenham), y pasada esta lavativa dése al interior: triaca 4.00 y opio 0.05. En el segundo día agua bendita (emético 0.30, agua 250.00); pasado su efecto, tisana sudorífica y opio por la tarde después del sudor. En el tercer día, laxante por la mañana, luego tisana sudorífica, después la poción purgante de arriba, y en la tarde la lavativa opiada ya dicha y opio al interior. El cuarto día, como el tercero, más agua bendita. El quinto día tisana sudorífica por la mañana, lavativa purgante en la tarde, lavativa opiada á las seis y el opio á las 8 p. m. Si el cólico no ha cedido con esto, se volverá á empezar siguiendo el mismo orden. Como agente purgante puede emplearse esta mezcla, toman- do de ella dos ó tres cucharaditas en veinticuatro horas para 357 producir un efecto ligeramente laxante: polvo de hojas de sen y de raíz de orozuz áá dos partes, polvo de semillas de hinojo y azufre lavado áá una parte, y polvo de azúcar seis partes. O es- te otro puede usarse con mucho mejor resultado: flor de azu- fre 15 ó 20.00, miel cuanto baste para una toma; en la inteli- gencia que puede asociarse ó alternarse su uso con el de la be- lladona. Para calmar rápidamente el cólico, se recomienda una lava- tiva rectal de éter puro con 1.00 ó 1.50, que tiene' además la ventaja de favorecer la acción purgante de los otros medica- mentos. Igual efecto y muy rápido tiene la corriente continua aplicada en el plexo celíaco, poniendo el polo positivo en la médula y el negativo arribita del apéndice xifoides. Las lavativas de agua caliente son muy eficaces para poner un límite al dolor. Véase cólico nefrítico. En el régimen alimenticio se hace predominar la leche y los alimentos suaves y no especiosos. Para efectuar la curación radical, nada hay superior al uso de los iodurados, porque bien sabido es que éstos favorecen y aumentan la eliminación de los metales introducidos á la eco- nomía, y en este sentido se instituirá lo más pronto posible el tratamiento por el ioduro de potasio y los bromuros alcalinos. Desde que los cólicos han cesado, se instituirán en método los baños frecuentes de agua ordinaria y mejor de aguas sulfu- rosas naturales. Colitis: Antisepcia intestinal, purgantes y régimen vegetaria- no. Cuando hay mucosidades abundantes ó es seudo-membra- nosa, pueden hacerse lavativas naftoladas y que se pueden sus- tituir con las iodadas, preparadas con 10.00 de tintura de iodo por 1,000.00 de agua. Véase cáncer del recto. Son muy recomendadas las lavativas de ácido fénico (0.05 por 180.00 de agua), que deben guardarse lo más que se pue- da para conseguir el buen resultado. Véase diarrea crónica y disenteria. Los anexosmóticos, los astringentes, el reposo, el abrigo del vientre, etc., ayudarán muy eficazmente. 358 Color bronceado de la piel por la plata: Véase argiria. Coma: En principio el coma se tratará según la causa que lo produzca: diabetes, uremia, intoxicación biliar, etc., aunque es verdad, pocas veces será uno tan feliz que pueda obtener el éxito. El coma diabético es incurable, y en él y en los casos semejantes más vale no hacer nada, pues, á lo que sabemos, nadie ha podido hacer volver á la vigilia á las personas que es- tán en el coma diabético. En geneíal se recomiendan las inyecciones de aceite alcan- forado al décimo, solo ó asociado al éter, pues está visto que este último agente, á más que aumenta la solubilidad del al- canfor, tiene efectos estimulantes preciosos. Se ocurre además á los diversos excitantes del sistema ner- vioso, al martillo de Mayor, etc.; pero debe tenerse cuidado de suspender su empleo desde que aparezcan las primeras mani- festaciones de vigilia para volverlos á emplear si esta vigilia no se realiza. Si el coma sobreviene en el momento del parto, hay que ter- minar éste lo más pronto posible. Compresión del intestino: Si es muy fuerte, intervención qui- rúrgica; pero si no lo es mucho, y es causada por un tumor ó por la consistencia demasiado gruesa de los excrementos, en- tonces es muy útil colocar en el recto supositorios de glicerina solidificada que pesen lo menos 2.00. Menos buenas son las lavativas de glicerina líquida á la dosis de 4.00; sin embargo, en caso de que falte la primera se puede ocurrir á ella. Compresión medular: Cuando un traumatismo ha producido hematorraquis, desalojamiento de láminas vertebrales, etc., es bueno practicar lo más rápidamente posible la trepanación del raquis para salvar al enfermo de una muerte cierta ó del des- arrollo de las esclerosis secundarias, pues esta operación, aun- que formidable, es más útil que la espectación pura y simple. Congestión medular: Al interior cuernecillo de centeno, bro- muro de potasio, belladona, etc. Congestión prostáiica: Véase prostatis crónica. 359 Congestión pulmonar: Para las de cualquier origen, sangrías locales, sanguijuelas, ventosas secas ó escarificadas y aun la sangría general. La medicación interna como la ordinaria. Congestión renal: Lo mismo que lo anterior, pero en la inte- ligencia que la gravídica necesita la sangría local, como el me- jor medio para impedir que se realice el aborto, que es tanto más inminente cuanto que tal congestión es producida por una plétora general anterior y concomitante. Si no hay embarazo, bastan las ventosas, reposo, calenta- miento general y régimen lácteo. Congestión cerebral: La sangría hecha en el ángulo del maxi- lar, por haber probado la experiencia que hecha en este lugar se tiene la seguridad de hacer la depleción de los senos cere- brales, es lo mejor que hay que hacer en general; pues hay ca- sos particulares en que sería desastrosa, como en la congestión alcohólica ú opiada de los niños, ó en la de la neumonía ó im- paludismo en los mismos sujetos, y así, en los dos primeros casos se procurará la depleción cerebral de algún otro modo, y en los dos últimos se dará respectivamente y de preferencia sobre los otros agentes, el alcohol en el primer caso y la qui- nina en el segundo. Es de capital importancia curar lo más pronto que se pueda á esta enfermedad, sobre todo cuando es la consecuencia de accesos epilépticos ó de otras neuropatías, pues que si no se la cura se verá desarrollar bien pronto el cortejo de síntomas de la esclerosis cerebral. Inútil es decir que no es sólo al fenóme- no congestión al que debemos atender, sino que iremos direc- tamente al tratamiento causal y así daremos los drásticos en la fluxión compensadora, la digital en los casos de asistolia, y el bromuro de potasio en caso de hipertrofia cardíaca, pues está admitido que este medicamento no sólo retarda los movimien- tos cardíacos, sino que es además vaso-constrictor de los vasos capilares encefálicos. Lo dicho nos excusa de confesar que hay dos formas de con- gestión, á saber: la aguda y la crónica. 360 En la aguda de los niños se recomienda la envoltura del cuer- po en algodón sinapisado, según la expusimos en el cólera in- fantil; los sinapismos, y si hay mucha necesidad, vejigatorio en la nuca. A la vez se harán lavativas de aceite, de salinos, de sen, etc., y diariamente ó cada dos días, si persiste el estado congestivo ó su causa, se dará maná, magnesia, calomel, y co- mo medicación de fondo, sulfato de quinina, acónito ó bromu- ro. Se recomendará tener la cabeza en postura elevada, que se pongan compresas de agua fresca en la cabeza, y aun se po- drá ocurrir á las sangrías si el niño es robusto y ya no mama. En la del adulto se recomienda poco más ó menos lo mis- mo, en la inteligencia que en él se puede ocurrir además á la envoltura húmeda general, á los lienzos mojados puestos alre- dedor del cuello ó al semicupio primero tibio, é inmediatamen- te después al semicupio frío, pues se ha reconocido que estos semicupios hechos así tienen acción vaso-constrictiva de los vasos encefálicos. En los mismos sujetos las inyecciones rec- tales ó subcutáneas de oxígeno, repetidas cuatro veces por ho- ra y á la dosis de cincuenta centilitros son muy útiles. Véase asfixia. En la forma crónica, especialmente en los niños y cuando no hay irritabilidad, revulsivos en la nuca, bromuro, polibro- muros en vehículo, estos dos últimos de tila, azahar ó laurel cerezo, teniendo cuidado de evitar todo lo que pueda irritar al cerebro excitándolo de algún modo; se vigilará el intestino, en invierno se traerá bien abrigada la cabeza y en verano no se la expondrá á los rayos del sol. En general, á estos enfermos no les conviene ni el mar ni las playas marítimas, y á los niños mucho menos. Conjuntivitis catarral: Hoy se dice que es una enfermedad enteramente local, y consecuentes con esta idea los médicos modernos, suprimen todo tratamiento general y apenas admi- ten raras veces á las sangrías locales. Para las medidas profilácticas ó higiénicas, en caso de enfer- medad declarada, véase conjuntivitis hiperhémica ó seca. 361 Reconocida la afección, es necesario intentar el tratamiento abortivo, si aún es tiempo; á este fin se empleará la solución de nitrato de plata al 2 por ciento para hacer pinceladas en to- da la conjuntiva, teniendo cuidado de invertir los párpados pa- ra que la cauterización sea más completa; pasada ésta se harán amplias irrigaciones de ácido bórico en solución; repitiendo és- tas cada hora durante el día, y la primera al finalizar las vein- ticuatro horas. Es inútil emplear después de la cauterización la solución neutralizante de cloruro de sodio. En la forma crónica se harán toques con nitrato de plata en lápiz ó en solución, pero en todo casó su empleo no debe ser muy prolongado. Para los lavatorios se emplea en lugar de la solución bórica el sulfato de zinc en solución al 1:300.00. El estado hipertrófico de la mucosa se corregirá por el uso del lá- piz de sulfato de cobre y aun por las escarificaciones. Cúrese el astigmatismo si lo hay. Higiene, estación en el campo. Prefiéranse siempre los anteojos á los vendajes. Cuando hay dolores supraorbitarios intensos, la sangría, el salol al interior ó las fomentaciones de agua caliente en los párpados, son los mejores sedantes del dolor. Para todos los períodos de la enfermedad, se recomiendan las instilaciones de petróleo bruto (véase conjuntivitis granu- losa) y el colirio seco de iodol (iodol y polvo de azúcar áá). En el período de declive son muy útiles los colirios del Dr. Carmona, de las fórmulas 1 ó 2, preparadas con aceite de ba- calao y calomel la primera y con aceite de bacalao y óxido ro- jo de mercurio la segunda: algunas veces se le añade aceite de cade á esta última. Conjuntivitis diftérica: El Dr. Abadie dice, en Agosto de 1891, proscribiendo al nitrato de plata, á las cauterizaciones y esca- rificaciones en general: aconsejó cauterizar la conjuntiva con jugo de limón, no tímidamente como lo hacían Fieuzal y Coppez, promotores del método, sino atrevida y frecuentemente poco más ó menos cada cinco horas, día y noche, durante el perío- 362 do amenazante y peligroso que dura hasta cuatro días, pues este cáustico es inocente para la córnea. Una vez pasado feliz- mente este primer período, se pueden hacer las cauterizaciones cada ocho horas y después cada doce hasta la curación comple- ta. El jugo de limón debe ser exclusivamente empleado desde el principio hasta la terminación de la enfermedad, aun cuan- do sobrevenga el período de purulencia que pertenece al de- clive del proceso. Este tratamiento es muy eficaz y por eso es el único que se admite entre los de esta enfermedad, no obstante que el prin- cipio activo obra por cauterización. El colirio seco de iodol de que hablamos en la anterior con- juntivitis, ó la solución ó la pomada de iodol, han dado buenos resultados. Terapéuticamente podemos considerar tres períodos en esta enfermedad; en el de difteria se emplearán los lavados antisép- ticos frecuentes boricados ó de sublimado, que se prolongarán hasta los otros períodos; compresas de agua helada, prudente- mente empleadas para disminuir la tensión dolorosa de los pár- pados, sin olvidar que pueden obrar desfavorablemente en las lesiones de la córnea, de suerte que es necesario no abusar de este recurso. Desde el principio se usará en instilaciones el sul- fato de eserina en solución al centesimo para disminuir la ten- sión infraocular y prevenir las perforaciones de la córnea, las cuales cuando son inminentes se benefician de la paracentesis de la cámara anterior. Al interior calomel á dosis refracta, y al exterior, en la región temporal, las fricciones mercuriales, pues se ha visto casi cons- tantemente que vascularizan la conjuntiva y que por lo mismo son curativas. Para el segundo período ó de purulencia, véase conjuntivi- tis purulenta. Para dirigir la cicatrización en el tercer período ó de simple conjuntivitis, ocúrrase al lápiz de nitrato de plata ó de sulfato de cobre. 363 Como profilaxia se recomienda el aislamiento del enfermo ó el aislamiento del ojo que está aún sano. Conjuntivitis folicular: Hay que corregir previamente la hiper- metropía, miopía, presbicie, astigmatismo, según sea el vicio de refracción, y que suprimir las causas que fatiguen al aparato ocular, como la permanencia en un medio confinado y alum- brado con luz artificial, etc. Si es producida por el uso del co- lirio de atropina, se comprende que debe suspenderse el em- pleo de esta substancia, y si hay necesidad de emplearla, enton- ces es preferible hacer unciones belladonadas en las sienes. Localmente se pueden hacer lociones diarias con solución caliente de ácido bórico al 2 por ciento, y cauterizaciones del saco conjuntival inferior cada dos días con cristal de alumbre tallado en punta y embotada ésta por la frotación previa en un lienzo húmedo. Esto basta para obtener la cura á los quince días; pero en general es necesario estar advertido de que no se han de hacer cauterizaciones enérgicas, de suerte que hay mé- dicos que recomiendan que se toque la mucosa con acetato de plomo y agua á partes iguales ó con solución de sublimado al milésimo. En el período de declive es muy útil el petróleo bruto. Véa- se conjuntivitis granulosa. Conjuntivitis flictenular: El polvo de calomel bien insuflado entre los párpados, haciéndose inmediatamente el masaje del órgano ó bien la pomada de óxido amarillo de mercurio (óxido amarillo de mercurio 3.00, vaselina 30.00), poniendo entre los párpados una pequeña cantidad del tamaño de un grano de tri- go haciendo luego también una sesión de masaje, es lo que ha dado mejor resultado, y tanto que se les reputa medicamentos curativos, porque en pocos días hacen desaparecer á la flictena y á la conjuntivitis concomitante. Hoy se dice: todo otro trata- miento que no sea éste, debe proscribirse. Profilaxia: como la dificultad real de llegar á una curación radical consiste en no poder impedir la reproducción de la en- fermedad, tan frecuentemente acaecida, por eso los principales 364 esfuerzos se han dirigido á impedir primeramente esto, y con este fin hay que instituir un tratamiento general adecuado, que oponerse á las manifestaciones impeliginosas de la cara y que tratar á la rinitis infecciosa siempre que la haya. Para esta úl- tima se han propuesto las insuflaciones en las fosas nasales de un polvo compuesto de partes iguales de ácido bórico, subni- trato de bismuto y alcanfor pulverizado. Conjuntivitis granulosa: Tomamos de los Sres. Duplay y Re- clus el tratamiento que sigue, para hacerle luego las amplifica- ciones que se han recomendado: "Todo individuo afectado de conjuntivitis granulosa deberá ser aislado lo más pronto que se pueda, ya sea que la haya con- traído en una comunidad, como en cuartel, escuela, prisión, etc., ya sea que la haya contraído sin formar parte de alguna de ellas, y además, todos los medios que sirvan para hacer cu- raciones á los ojos enfermos deberán quemarse luego que ha- yan servido, y por esto se recomienda no echar mano, para tales usos, más que del algodón hidrófilo, pues está probada la contagiosidad de esta enfermedad. "El aseo del cirujano es por cuenta de su propio interés, y en principio se considerarán los instrumentos con el mismo grado de contagiosidad, como los que han servido para la curación de la pústula maligna. Ellos sólo servirán para un solo enfermo, y si es posible, que no sirvan más que una sola vez. "Aunque esta enfermedad es enteramente local, tiene mala influencia sobre la salud general, y aunque no hay necesidad de instituir una medicación interna especial, es bueno, sin em- bargo, emplear los tónicos y prescribir los recursos higiénicos generales: cambio de medio y de clima, permanencia en el cam- po, etc. "El tratamiento local de las granulaciones cuando no hay complicaciones, consiste en el empleo de glicerolado de sulfato de cobre al décimo, aplicándolo con un pincel en el párpado invertido y en los fondos de la conjuntiva. Las cauterizaciones 365 se repetirán cada 24 ó 48 horas, según que la reacción produ- cida después de cada sesión sea más ó menos viva. "Cuando las granulaciones son poco numerosas y bien aisla- das, se puede sustituir al glicerolado la cauterización con el lá- piz de sulfato de cobre, cuya acción es más fácil de limitarse; empero, no se debe olvidar que el resultado de las cauteriza- ciones debe ser, ante todo, provocar la vascularización de las granulaciones, que violente su organización en tejido conjun- tivo. "Puede suceder que después de haberse mejorado el estado de los párpados, las cauterizaciones cúpricas lleguen á ser ine- ficaces; pues bien, entonces se les sustituye con las cauteriza- ciones de glicerolado de tanino al décimo, ó con la solución de acetato de plomo en las mismas proporciones, evitando, sin embargo, el empleo del acetato de plomo cuando hay descama- ción epitelial de la córnea. "En el intervalo de las cauterizaciones, harán frecuentes lo- ciones délos párpados los enfermos, ó aplicaciones de compre- sas impregnadas en solución bórica al 4 por ciento. "Cuando las granulaciones se acompañan de vegetaciones muy notables, ordinariamente debidas á la hipertrofia papilar, se harán preceder las cauterizaciones por escarificaciones: toda escisión se desecha. "Los polvos de iodoformo ó de ácido bórico proyectados con pincel en los fondos de la conjuntiva, son útiles ayudantes de los medios indicados más arriba. "Costomiris ha recomendado el masaje de los párpados com- binado al empleo del ácido bórico esparcido en polvo impalpa- ble en la conjuntiva palpebral. "El naftol, ensayado en el tratamiento de las granulaciones, no parece haber dado buenos resultados. "Cuando las granulaciones han desaparecido en parte, se re- tardan las cauterizaciones; pero no se las interrumpe brusca- mente por temor de la reincidencia. "Haus Ader ha empleado con éxito la destrucción de las gra- 366 nulaciones por la punta del gálvano-cauterjo: se toca aislada- mente á cada granulación, y el empleo de la cocaína hace in- dolora esta cauterización. "Si existen complicaciones, debe modificarse el tratamiento como sigue: las erosiones de la córnea y la existencia de un pa- nus ligero no requieren terapéutica especial; pero si existe panus considerable, se ocurrirá á la peritomía, es decir, á la escisión de la conjuntiva alrededor de la córnea, ó bien á la cauterización con el gal vano-cauterio, proponiéndose en estos dos casos des- truir los vasos que cubren á la córnea. Para estos casos se ha propuesto y practicado la inoculación de pus blenorrágico fe- lizmente reemplazada hoy por la maceración del Jéquirity cuya acción es menos peligrosa y provoca sin embargo la purulen- cia. De Wecker, que ha introducido en Francia el empleo de este medicamento, sustituye algunas veces el polvo á la mace- ración y le proyecta con un pincel en la conjuntiva. La mace- ración, para ser buena, debe durar 24 horas y contener el prin- cipio activo de 10.00 gramos de polvo para 500.00 de agua. La solución que se obtiene se emplea para pinceladas en la con- juntiva, hechas tres veces en el día, hasta que se desarrolle una conjuntivitis purulenta que se tratará entonces como conjun- tivitis purulenta ordinaria. "Cauterizaciones con el gálvano-cauterio ó colirio de eserina, dos ó tres veces por día para los abscesos intersticiales y para las ulceraciones de la córnea. "Si hay perforación de la córnea se cauterizará con el gálva- no-cauterio para destruir la porción enclavada del iris é impe- dir el desarrollo de un estafiloma. Las complicaciones se tra- tarán debidamente. "Es bueno saber para hacer eficaces los recursos higiénicos de las grandes comunidades como las de las escuelas, etc., que muchas veces la conjuntivitis granulosa, antes de causar aún pequeñas molestias vive al estado latente en los fondos palpe- brales, y que en consecuencia, en una visita á tales aglomera- ciones humanas, practicada con el objeto de inspeccionar el 367 estado sanitario, se deberán examinar perfectamente todos los rincones de la conjuntiva aun en aquellas personas que se di- cen buenas y sanas. Y bajo el punto de vista terapéutico es bueno saber también que ordinariamente las formas leves de esta enfermedad curan perfectamente sin el auxilio de los me- dios cruentos. "El Dr. Darier, jefe de clínica del Dr. Abadie, dice: todos los tratamientos antiguos, y el que se puede considerar como el mejor y más universalmente aplicado, las cauterizaciones con sulfato de cobre, requieren meses y algunas veces años para efec- tuar la producción del tracoma. Hoy proponemos curar esta enfermedad temible por una ope- ración, una sola, que podríamos llamar radical. En los cuatro meses pasados veinticinco enfermos han sido completamente curados, tanto por nosotros como por nuestro maestro el Sr. Abadie, y en todos, las granulaciones se han convertido en po- cos días en tejido cicatricial liso y flexible. "En cuatro ó cinco días los enfermos tienen alivio muy gran- de, abren fácilmente los ojos y ya no tienen la menor fotofobia. Prontamente se reparan las ulceraciones córneas, y el panus desaparece; en una palabra, en ocho ó quince días se obtiene lo que se obtenía en muchos meses en los casos favorables por los tratamientos clásicos. "Hé aquí el procedimiento operatorio tal como lo practica- mos, y cuya primera idea nos la ha inspirado la maniobra que hemos visto hacer en la clínica del profesor Satler de Praga. "Anestesia clorofórmica: inversión de los párpados dos veces sobre sí mismos con pinzas especiales, de modo, y este es el punto capital, que se presente á la vista la superficie conjunti- val: entonces escarificamos generosamente la mucosa para des- cubrir al tejido granuloso infiltrado profundamente en la con- juntiva: procedemos en seguida á raspar enérgicamente á toda la superficie conjuntival con una cucharilla filosa; después, sir- viéndonos de una brocha muy dura y pequeña, humedecida muchas veces en solución fuerte de sublimado al 5,000, frota- 368 mos y lavamos cuidadosamente toda la superficie cruenta. Es- ta operación es larga, requiere mucha atención para no dejar escapar ni la más pequeña parte de puntos enfermos; pero re- compensa grandemente al operador y al enfermo por resulta- dos que ningún otro procedimiento ha dado hasta aquí en tiem- po tan corto. El porvenir nos instruirá si este procedimiento nos pone, mejor que los tratamientos antiguos, al abrigo de las recaídas, desgraciadamente tan frecuentes en los granulosos." Bullet. de Terap., tomo 119 pág. 547. Si-después de la operación anterior se ve cierta intensidad en la enfermedad, y sobre todo alguna complicación de la cór- nea, háganse instilaciones de cocaína, y si ni esto basta para hacer desaparecer á la fotofobia, entonces puede hacerse la cau- toplastía para remediar todos esos accidentes. Hé aquí, por lo demás, algunos detalles operatorios que no ha dado el Dr. Darier: primer tiempo, agrandamiento de la aber- tura palpebral por un tijeretazo dado en el ángulo externo del ojo; segundo tiempo, inversión de los párpados; tercer tiempo, escarificaciones profundas y muy acercadas, hechas paralela- mente al borde palpebral: estas escarificaciones tienen por ob- jeto respetar á la superficie conjuntival, relativa y ordinaria- mente sana, para descubrir al tejido subconjuntival profunda- mente infiltrado; cuarto tiempo, raspa con la cucharilla de Volkmann, reservándola para los casos raros en que se trate de tejido duro y escleroso, pues para los casos ordinarios la brocha basta; quinto tiempo, brochaje y lavaelo enérgico con solución de sublimado, hecho en toda la superficie escarifica- da: este tiempo de la operación debe hacerse con sumo cuida- do hasta que no queden elementos granulosos apreciables. La curación es muy sencilla, se hace con sublimado y se continúa por ocho ó quince días. Este tratamiento no es para los casos benignos, sino para los rebeldes á toda medicación. Ya dijimos que algunos prefieren los polvos del jequiriti (abrus precatorius), tratados previamente por el éter y puestos en las 369 granulaciones por uno ó cinco minutos. Por lo demás, ellos ó la maceración se dicen contraindicados por unos y no contra- indicados por otros cuando hay ulceraciones de la córnea. En todo caso se debe tratar la estrechez lacrimal por el ca- teterismo, procurando hacer en los conductos lacrimales irriga- ciones antisépticas y aun algunas veces en las cavidades nasales, cuando haya afecciones crónicas en ellas, con el fin de que no entretengan á la estrechez y á las granulaciones. Concomitan- temente se combatirá, contrariamente á lo que dicen los Sres. Duplay y Reclus, el reumatismo, la escrófula, la tuberculosis; se remediarán los vicios de refracción y se evitarán las conges- tiones cefálicas ú oculares. Para la enfermedad reciente y para las formas leves se re- comienda este método: frótese el borde libre de los párpados todas las noches al acostarse con vaselina al precipitado rojo (4:30) tomando un pedazo del tamaño de un grano de trigo: por la mañana se ponen en cada ojo cuatro ó cinco gotas de colirio de subacetato de plomo líquido, preparado con agua á partes iguales, teniendo cuidado de lavar luego el ojo con agua salada: al día siguiente se pone colirio seco de polvo de iris ta- nino y calomel áá, teniendo cuidado de alternarlo en lo suce- sivo con el colirio líquido. Se hará una raspa cada tres ó cua- tro días, previa cocainización si las granulaciones son antiguas, en el concepto de que después de usar el colirio líquido debe- rá quedar el enfermo en la obscuridad con los ojos cerrados y sin moverlos. Siguiendo el método se obtiene á los dos meses no sólo la curación de la enfermedad, sino aun la del panus traslúcido y la de la queratitis vascular que le acompaña, en la inteligencia que respecto al subacetato de plomo no debe olvidarse lo que dicen los Sres. Duplay y Reclus. En Egipto que es donde más frecuentemente se observa es- ta enfermedad, da muy buenos resultados el uso del nitrato de plata en solución. Toda práctica dolorosa debe ser hecha previa cocainización, Terapéutica.—21 370 y por consiguiente, lo que atrás recomendó el Dr. Costomiris, debe hacerse así. En esta enfermedad, el petróleo bruto ya fracasa, ya es de eficaces resultados; mas en todo caso, impregnando á la mu- cosa, la prepara para la acción de los otros medicamentos, im- pide la pululación y reproducción de los microbios purulentos, y puesto en pinceladas, no es irritante ni doloroso, y sobre to- do es recurso de primera mano en las personas pusilánimes: pinceladas dos ó tres veces por día en los párpados volteados y en los fondos de la mucosa. Las pulverizaciones de sublimado, repetidas tres veces en el día por cinco minutos, son muy eficaces, lo mismo que las de iodo á dosis creciente: iodo 1.00, ioduro de potasio 4.00, agua destilada 200.00. Un pulverizador de Richardson basta, y si provocan accidentes serios, suspéndaselas para volverlas á usar. En los períodos últimos de la conjuntivitis da buen resulta- do el iodol y mejor el iodoformo en polvo con azúcar ó en po- mada á partes iguales. Véase lupus. Conjuntivitis pw^ulenta: Seguiremos la misma conducta que en la enfermedad anterior, y así, primero expondremos el tra- tamiento adoptado nuevamente y haremos después las anota- ciones más convenientes. Tratamiento preventivo. Indíquese á un enfermo el peligro que tiene en caso de blenorragia, y durante la curación de la oftalmía no se usen lienzos ni esponjas, sino pinceles de algo- dón hidrófilo, que se quemarán una vez que hayan servido. Cuando un ojo ya está enfermo, el otro se encuentra por es- to mismo particularmente expuesto al contagio; en consecuen- cia, como medida de rigor y la más eficaz, se procederá al ais- lamiento del ojo sano, sirviéndose de un vidrio de reloj encas- quillado en esparadrapo. Cuidadosamente se lavará mañana y tarde á este ojo con solución antiséptica, y quedará protegido así durante toda la enfermedad del otro ojo. Desinféctense cuidadosamente los instrumentos y las manos 371 del cirujano, y éste y sus ayudantes tengan cuidado sobre todo al momento de la curación, porque algunas veces al instante de hacerla, la secreción purulenta salta en chorro. La profilaxia de la oftalmía purulenta de los recién nacidos, se obtiene por las inyecciones antisépticas vaginales practica- das en la madre antes y durante el parto, y sobre todo por la- vados de los párpados y de la conjuntiva de los niños inmedia- tamente después del nacimiento y en los días que le siguen. En Alemania Credé ha inaugurado el sistema de instilaciones preventivas en todos los niños, en el momento del nacimiento, de dos gotas de una solución de nitrato de plata al 2 por cien- to. En Francia se limitan ordinariamente á lavar los ojos du- rante los primeros días con solución de sublimado al uno por dos mil. Tratamiento curativo. En el tratamiento de la conjuntivitis purulenta es necesario no tener confianza más que en el em- pleo de los medios locales, y tópicamente, lo que debe hacer- se es: 1? Cuando no hay complicaciones córneas se debe hacer in- mediatamente la cauterización de la cara interna de los párpa- dos y de toda la superficie de la conjuntiva, con solución de nitrato de plata al 2 ó 3 por ciento, según la gravedad del caso. Se voltearán completamente los párpados para teñera la vista la conjuntiva palpebral; mas si el espasmo del orbicular hicie- se difícil esta maniobra, se dará entonces un tijeretazo en la comisura externa, y hecho esto se mantendrán separados los párpados con elevadores. Después de haber quitado el pus que cubre la conjuntiva con un pincel de algodón hidrófilo, se pa- sea otro impregnado de solución de nitrato de plata en toda su superficie y hasta en los repliegues de los fondos. Es necesa- rio que blanquee la superficie de la conjuntiva para que se con- sidere que la cauterización ha sido suficiente; mas una vez pro- ducida esta coloración, se neutraliza el exceso de cáustico con un pincel impregnado en agua salada, y se deja luego que los párpados tomen su posición natural. 372 Si los dos ojos han de ser cauterizados, hay que servirse de un pincel diferente para cada ojo. Quedará acostado el enfermo después de la cauterización, renovándose sobre los párpados, tan frecuentemente como sea posible, compresas impregnadas en solución saturada de ácido bórico, mantenida fría con pequeños pedazos de hielo. Se harán cada hora lavados con la misma solución, ó con solución de sublimado al 1: 2,000.00, á fin de expulsar cons- tantemente á la secreción purulenta subpalpebral, y para esto basta exprimir un poco de algodón hidrófilo impregnado en es- ta solución en la comisura interna de los párpados^ y de ser- virse en seguida del mismo algodón exprimido como de una esponja para limpiarlos. En lugar del sublimado puede em- plearse el naftol en un litro de agua hervida (0.20). Las cauterizaciones con. nitrato de plata deberán renovarse cada doce horas, y sólo en los casos ligeros ó en el declive de la enfermedad se pueden hacer cada 24. Son inútiles las sanguijuelas sobre los párpados, pero se pue- den hacer escarificaciones conjuntivales después de la cauteri- zación y no antes, cuando hay quemosis muy notable. Se alivian los dolores oculares, tensivos y lancinantes apli- cando algunas sanguijuelas en la región temporal. 2? Cuando existen complicaciones córneas, se practicarán también las cauterizaciones, como se acaba de decir; pero en este caso deben llenarse nuevas indicaciones: si existe infiltra- ción purulenta de la córnea, se empleará cada tres ó cuatro ho- ras el colirio de sulfato de eserina al centesimo para disminuir la tensión infraocular, y en lugar de compresas heladas se pon- drán calientes, preparadas con la misma solución. Se vigilará atentamente toda ulceración córnea que se desa- rrolle, y una vez desarrollada se empleará el colirio de eserina, tratando además de modificar la superficie de la úlcera por cau- terizaciones con la punta fina del termo-cauterio, ó con el gal- vanocauterio. En el caso en que sea inminente una perforación, es prefe- 373 rible hacer esa perforación sirviéndose del mismo instrumento; una vez hecha, se continuarán las instilaciones de eserina y se pondrá en el ojo un vendaje compresivo, teniendo cuidado de quitar frecuentemente á éste para evitar los inconvenientes del estancamiento del pus. Cuando la perforación no es central, ordinariamente se complica de hernia del iris, en cuyo caso de- berá resecarse ó destruirse por la cauterización la porción her- niada; pero es preferible respetar la hernia cuando es conside- rable la pérdida de substancia de la córnea. Con este método, aplicable al niño y al adulto siempre del mismo modo, si no hay complicación córnea en el momento en que se le instituye se tendrá buen resultado; mas cuando las complicaciones existen ya en el momento del primer exa- men, hará bien el cirujano en prevenir al enfermo ó á su fami- lia de los resultados que puede haber, á pesar del tratamiento más regular. Cuando por el tratamiento se ha llegado á detener el pro- greso de la conjuntivitis purulenta, se retardarán las cauteriza- ciones 24 y aun 48 horas, en la inteligencia que deben reno- varse tanto tiempo como persista la secreción del pus, aun en mínima cantidad. Se disminuirá á la vez la proporción de ni- trato de plata, y así, no se empleará más que una solución al medio por ciento. Más tarde, cuando ha desaparecido toda hue- lla de secreción purulenta, puede emplearse ventajosamente una solución de sulfato de zinc al 2 por mil para lociones re- petidas hasta que haya desaparecido toda hiperhemia conjun- tival. Si la conjuntivitis pasa al estado crónico y toma la aparien- cia granulosa, entonces se instituirá el tratamiento de esta úl- tima. Tal es el tratamiento clásico que, como se ve, es de lo más racional que tenemos, de suerte que por él pocas cosas tendre- mos que decir. Bajo el punto de vista profiláctico, rechazamos completa- mente la práctica que quiere que se hagan en los blenorrági- 374 eos lavatorios antisépticos preservadores, pues es claro que es posible que en una de las maniobras necesarias para efectuar- los, se haga lo suficiente para que aparezca una enfermedad, que de otro modo, ó absteniéndose, no aparecería, y aproba- mos en los recién nacidos de madres sospechosas las medidas profilácticas recomendadas, más esta otra que es inocente y que consiste en tocar los ojos con jugo de limón ó espolvorearlos con polvo de iodoformo; Jamás se añada láudano á los colirios metálicos. En esta enfermedad se ha recomendado la copaiba al inte- rior. Antes de echar mano de las caterizaciones de nitrato de pla- ta, se ha recomendado servirse del agua clorada (chlorum aqua solutum) en solución concentrada no alterada y que no tenga más de diez días de preparada. El galato básico de bismuto puesto á pasto al exterior es, se dice, excitante, astringente y antiséptico.' Algunas gotas de solución al milésimo de violeta de metilo instiladas en los ojos han dado buen resultado como antisép- ticas. En el período de declive es muy útil el petróleo bruto. Véa- se conjuntivitis granulosa. Conjuntivitis simple, hiperhémica ó catarro seco: Como profi- laxia se suprimirán todas las causas determinantes: atmósferas viciadas por polvos, humo de tabaco, etc.; supresión del traba- jo en la luz artificial; corrección de la hipermetropía ó del as- tigmatismo por lentes adecuados; curación de las enfermedades de las vías lacrimales, del entropión y de los infartos de las glándulas de Meibomius: estos últimos se abrirán con la aguja de catarata ó la punta del gálvano-cauterio. En caso de enfermedad declarada se tomarán las mismas precauciones higiénicas, y además se emplearán soluciones as- tringentes exclusivamente y pulverizaciones de agua á la tem- peratura ambiente, pues cuando la forma es aguda, esto basta para obtener la curación en dos días. Podrían emplearse para ÓÍO estos mismos casos y para las formas supra-agudas compresas de solución bórica al 4 por ciento, durante un cuarto de hora ó más, mañana y tarde, y haciéndose en el intervalo lociones oculares de lo mismo. En las formas crónicas se ocurre á la solución de sulfato de zinc al 1 por 300.00 ó á la de sublimado al 1 por 5,000. Por fin se usarán con ventaja anteojos niebla de Londres. Constipación habitual ó estreñimiento: Es de grande importan- cia curarla en los ancianos y en los predispuestos á congestio- nes cerebrales; pero ante todo es necesario investigar su causa para poder poner un tratamiento adecuado, y en este concep- to, si el bolo fecal es pequeño, seco y debido á una alimenta- ción exclusivamente azoada, el régimen debe primar; en con- secuencia, restrínjase la proporción de los azoados, cómanse pocos feculentos y pan, instituyase el régimen vegetariano vi- goroso ó mitigado, haciendo uso de uvas, legumbres, etc., re- comendando de preferencia la mostaza blanca, como eccopró- tico: si es debida ala sequedad del intestino por la insuficiencia de las secreciones digestivas y del moco (ellas, y principalmen- te la bilis, arrastran á las materias residuales y excitan á la muscularis), entonces ocúrrase al aceite de higuerilla, teniendo cuidado de no darlo muchos días seguidos porque son malos sus efectos locales, y de no dar más que un poco de agua des- pués de su ingestión, á la miel, á los hipercrínicos, y cuando hay poca bilis á los colagogos: podofilino, belladona, etc.; si es debida la constipación á la pereza intestinal, aislada ó concomi- tante con la flacidez de las paredes del vientre, entonces ocú- rrase al ejercicio moderado después de comer, á la equitación, sobre todo en las personas flacas; al hábito de presentarse al común á una hora fija, con lavativa previa ó no (al principio deben usarse lavativas, después no), á beber agua fría en ayu- nas, haciéndose en seguida un paseo; á la hidroterapia, á las duchas perineales; á las ascendentes intrarectales, al masaje del abdomen, á la electricidad de las paredes abdominales, á las pildoras de belladona y nuez vómica, al sen, al café puro ó 376 con leche, al suero, á la lactosis, y por fin, si es debida al es- pasmo, como en la histeria y el saturnismo, ocúrrase á la be- lladona; pero si el espasmo es debido al dolor, entonces el in- dicado será el opio. Hé aquí un método que vimos formulado en la Gaceta de los Hospitales: 1? Beber á pequeños sorbos al levantarse ó al acostarse, in- giriendo lentamente ¡de 125.00 á 250.00 de agua fría ó ca- liente. 2? Al levantarse háganse lociones frías ó tibias con una es- ponja, é in continenti hágase una fricción general. 3? Vestidos calientes y amplios, evitando el corsé, serán de reglamento en el paciente. 4? Se vigilará la alimentación evitando los condimentos pi- cantes ó irritantes, las salazones, las conservas, los pasteles, los quesos, las frutas secas, las nueces y el té muy fuerte. Pa- ra el régimen vegetariano, véase albuminuria. 5? Ándese una hora ó media hora todos los días. 6? Se evitará el trabajo sentado ó en una postura que com- prima al vientre. 7? Solicítese al intestino diariamente y con perseverancia después del desayuno. Si el intento no surte el primer día, re- pítase con fe el mismo acto en los siguientes á la misma hora, pudiendo en caso de necesidad echar mano de algún ayudante el cuarto día, y el más sencillo y mejor es una lavativa de acei- te de olivo y agua á partes iguales. Si aun así no sé tiene re- -sultado, échese mano de los medios artificiales, que son: masa- je de derecha á izquierda al levantarse, aceite de olivo al fin de la principal comida y los laxantes en general. La gimnasia y la electroterapia son de preciosos resultados. Hé aquí el mo- do de hacer la galvanización: se pone previamente una lavati- va de agua común; introdúzcase una cánula de caoutchouc portadora de un mandrín que sirve de polo negativo, ó bien se coloca una esponja mojada en el recto, mientras que el otro electrodo se pasea en el vientre durante diez minutos, en la 377 dirección del grueso intestino. Puede hacerse la electrización percutánea, bastando para ella poner un grande electrodo en el vientre y otro igual atrás, mas en uno y otro caso es nece- sario, para el éxito, que se añadan las fricciones, el masaje, etc., etc. Como laxante precioso tenemos esta fórmula para producir efectos á voluntad: podophilino 0.30, extracto de belladona 0.15, para quince pildoras, tomando dos al acostarse, ó más ó menos, según la necesidad. Insuflaciones de ácido bórico á la mucosa rectal, al principio cada dos días y después más retiradas: la constipación desapa- rece. Con los detalles anteriores relativos á la constipación ya po- dremos aplicar con acierto alguna de las fórmulas que siguen, y que hemos encontrado en la literatura con esta dirección va- ga: "para la constipación habitual." El rhamnus purshiana, ó sea la cascara sagrada, que aunque provoca cólicos fuertes, puede sin embargo dar buen resulta- do: para los niños se ha empleado la tintura y el jarabe simple á partes iguales, 10.00, ó bien para los adultos el extracto flui- do 20 gotas y más en un poco de vino. El principio activo del liquen de Islandia (cetrarina), 0.10 por día, pues aumenta el peristaltilismo intestinal. El suero como laxante y diurético, la flor de azufre de 10 á 30.00 con miel (siempre debe preferirse la vieja), ó el café con leche, pues una y otra mezcla son laxantes. La asa fcetida es eficaz bajo la forma pilular hasta para los fenómenos dispépticos concomitantes. Laxante es el jabón amig- dalino hasta la dosis de 0.30 ó más: en todo caso se le puede emplear como vehículo. Puede ocurrirse á alguna de las fórmulas que siguen: extrac- to de haba del Calabar 0.25, glicerina 10.00, para tomar cuatro gotas cuatro veces por día; agua 250.00 y azúcar de leche de 3 á 5 cucharadas, y se utiliza la mezcla para endulzar más de me- dio vaso de leche descremada y hervida, que se tomará aún 378 caliente; la cantidad de lactosis tomada será poco más ó menos de 15.00; polvo de folículos de sen pasados por alcohol y azu- fre sublimado áá 6.00, polvo de hinojo y anís estrellado áá 3.00, crema ele tártaro pulverizado 2.00, polvo de orozuz 8.00 y azúcar 25.00. La resina de guayacán 0.50 en 3.00 de miel vieja, repetida tres ó cuatro veces por día, es laxante y purgan- te pero tiene el inconveniente de producir rash como la copai- ba, y sensación de quemadura en la garganta. La resina de es- camonea, de 0.25 á 1.00 en leche endulzada, conviene perfec- tamente en la constipación del anciano. Los pediluvios, lavativas y duchas ascendentes de agua fría son muy útiles, pero no de- be olvidarse que las últimas pueden producir desfallecimientos y síncopes. Las lavativas de vinagre, uno con cuatro de agua, son suficientemente purgantes. Los supositorios de glicerina solidificada 2.00, ó las lavativas de la misma, pero líquida 4.00, se recomiendan como superiores al masaje y á la electricidad. En el tratamiento de la constipación siempre es bueno co- menzar por los eccopróticos, es decir, por los que hacen obrar al paciente como es natural, y en este concepto se dará una cucharadita mañana y tarde de mostaza blanca, la miel vieja después de las comidas, el aceite de olivo al acostarse, tenien- do cuidado de prescribir en la alimentación pan de salvado, de centeno ó de soja, y de que frecuentemente se realice el decú- bito ventral. Terminaremos lo relativo á la constipación recordando el precepto clásico que sirve ele base en la terapéutica de esta en- fermedad, á saber: que los purgantes deben proscribirse de una manera general, reemplazándoseles en ciertas ocasiones con lavativas y supositorios, y estas palabras del Dr. Kogerer: "La terapéutica racional de la constipación crónica está contenida ante todo en el cumplimiento de las indicaciones causales; el tratamieato sintomático no viene más que en segunda línea, y no se debe ocurrir á él más que en los casos en que la causa principal de la enfermedad escape completamente á nuestra acción, como por ejemplo en las enfermedades cerebrales ó 379 medulares, en la atrofia primitiva de los músculos del intesti- no, etc." Contracciones espasmódicas de la matriz: Cloral ó mejor inha- laciones de cloroformo, cjue son muy eficaces. Véase dolores expulsivos de la matriz. El extracto de canabis índica está recomendado como sedan- te de ellas, y se dice que abrevia el tiempo de duración del par- to normal á la mitad de lo que es, disminuyendo á la vez la intensidad del dolor, en la inteligencia que debe comenzarse á administrar el medicamento luego que el cuello ya permite la introducción del dedo. Si el espasmo se sitúa en el cuello, entonces el cloroformo aún es soberano y preferible á esta fórmula, que se dice pro- duce hemorragias ó las favorece, relajando el segmento infe- rior: extracto de belladona ad libitum, polvo de hojas de lo mismo, cantidad suficiente para secarlo, tomando de la mezcla un pedacito del tamaño de un frijol para untarlo en el cuello. Si la contracción de la matriz_es irregular, siempre el cloro- formo es el que nos sacará de apuros. Contracturas: Su tratamiento más eficaz varia según la causa. Los baños á 38° ó 39° prolongados por una hora en las reu- matismales con hinchazón de las coyunturas, son muy útiles. Puede ocurrirse al mismo medio si la contractura no es de ori- gen reumatismal. Apliqúense corrientes continuas descendentes aun en las de naturaleza histérica; pero en estas últimas se puede ocurrir al medio sencillo del transfer, aplicando un imán en el lugar en- fermo con el objeto de evitar las consecuencias orgánicas de la contractura. En general para las crónicas se ha recomendado la electri- cidad estática. Contusión y heridas contusas: Es excelente anodino á la vez que antiséptico el aposito siguiente: infusión de valeriana ofi- cinal al 40 por mil, adicionada de un 10 por ciento de solución 380 de ácido fénico al 5 por ciento: el dolor cesa luego, y si hubo herida leve, la cicatrización nace y avanza sin estorbo. Convalecencia: En general se puede decir que todo enfria- miento ó exceso de régimen puede ser perjudicial: ejemplo de lo primero lo tenemos en las fiebres eruptivas, y de lo segun- do en la fiebre tifoidea. Por lo demás debe desconfiarse de to- da convalecencia en que no hay apetito, y á éste debe sobre- llevársele cuando exista en exceso. En la convalecencia de las enfermedades graves que han al- terado las funciones digestivas se recomienda la absinthina (véase cloro-anemia), y si hubiere anaclorhidria ó fermentacio- nes estomacales, sería de muy felices resultados el empleo, des- pués de la comida, de la solución clorhídrica al 4 por mil, dan- do en 24 horas hasta 750.00 de solución en dos ó tres dosis y teniendo siempre la precaución de chuparla con una caña de paja. De uso vulgar son los vinos blancos y rojos, pero es prefe- rible la cerveza cuando la mucosa gástrica es irritable; empero en la de las fiebres graves, conviene bien la medicación alco- hólica, en la inteligencia que si hay perezas musculares ó sim- ple debilidad, puede ocurrirse con éxito á la tintura de nuez vómica, como que es tónica y estomáquica, al elixir de damia- na, á la quina, á la genciana en polvo, dándolo de 2 á 4.00, y siempre unido á substancias alcohólicas ó aromáticas. Se pueden dar en una cucharada de vino diez gotas de la mixtura siguiente: tintura de cascarilla, de genciana, de colom- bo, de ruibarbo y de canela áá 5.00, y tintura de nuez vómica 1 ó 2.00. Convulsiones: Inútil es decir que siendo un síntoma, su mejor medicamento será el de la enfermedad que las produce. Cuando vienen en los niños causadas por entozoarios ó afec- ciones gastro-intestinales, hay que curar la afección; y si per- siste el habitus convulsivus, se darán los bromurados. En general son preferibles las inhalaciones clorofórmicas á las de éter. 381 Para las convulsiones epilépticas los bromuros; para las his- téricas los propulsores olorosos, auditivos y visuales, la flage- lación, la compresión ováricay el acto de derramar una peque- ña cantidad de éter en la boca; y para las tetánicas, eclámpticas y coreicas, el doral. Para la mayor parte, pero especialmente para las histéricas, se puede emplear la tintura etérea de vale- riana para fricciones en la frente y para inhalaciones, poniendo algunas gotas en el hueco de la mano; el almizcle (véase neu- monía) y todos los antiespasmódicos. Cuando sobrevienen en los niños, hay que informarse bien si no hay nada fuera del cuerpo que pueda provocarlas, hay que ponerlos en un departamento fresco, hacerles lociones frescas y darles un baño tibio ordinario ó con mostaza. Se puede dejarles caer un chorro de agua fría prolongado en la fontanela ante- rior, y si hay alteraciones digestivas, se les puede dar un eme- to-catártico; pero si hay hiperhemia cerebral, se practicará una sangría en la región mastoidea ó en el muslo. Se han recomendado las cataplasmas de ajo y linaza en la columna vertebral, en los muslos ó en los pies. Cuando las convulsiones se prolongan se ocurre al óxido de zinc, de 5 á 0.40, solo ó asociado al beleño. Corea: El tratamiento varía según que la corea es grave ó moderada; pero en uno y otro caso conviene ceñirse á este es- quema, reservándose administrar medicamentos enérgicos cuan- do la intensidad del mal así lo requiera. Al empezar el tratamiento es bueno administrar un purgan- te de calomel ó de magnesia; se instituirá el régimen lácteo si es bien soportado, prescribiendo desde el principio de la afec- ción reposo absoluto en el lecho, silencio, semiobscuridad, ven- tilación y temperatura regular de la cámara; se practicarán cuotidianamente lavativas tibias de borato de sosa si se acep- tan sin repugnancia, y prohibiendo el caldo, el alcohol y todo movimiento colérico del niño. Si con el salicilato de sosa ó con cualquier otro medicamento hay mejora á los doce días, se co- menzará á alimentar al enfermo de otro modo, y se tendrá cui- 382 dado de enviarlo al campo ó de recomendarle que haga ejer- cicio moderado. Si aún después de ésto el enfermo sigue mejor, se ensayará el baño tibio, la alimentación más rica y substan- cial, la hidroterapia, la gimnasia y mejor los ejercicios rítmicos con la cuerda, pues el concurso de todo esto es tan precioso cuando está indicado, como desastroso cuando es impertinen- te. Ahora bien, hé aquí los medicamentos que han sido reco- mendados como teniendo felices resultados en la enfermedad. El doral, como que es el medicamento de la convulsión co- reica, por ser un hipnagogo eficaz: en la mañana, después del desayuno, 3.00 de una vez; en la comida y en la cena se hace lo mismo. Como este tratamiento se funda en el sueño prolon- gado, otros prefieren dar dar una poción en 24 horas, tenien- do cuatro gramos en solución láctea adicionada ó no de una yema de huevo. Muchas veces es preferible administrar el me- dicamento en lavativa, pero en todo caso la dosis debe ser siem- pre proporcional á la edad del paciente. El nitrato ele estricnina, según el método de Trousseau; es decir, á dosis masiva hasta llegar cerca del efecto convulsivo, pues en un caso una niña de sólo doce años pudo tomar en vein- ticuatro horas hasta 23 miligramos (0.023). Ordinariamente se cree, y sin razón, que las convulsiones siempre son producidas por irritación de las fibras y de las celdillas nerviosas, cuando que en realidad lo son por su aplasia, atrofia y alteración de la nutrición. El resultado que con la estricnina se obtiene en la corea no es, pues, paradojal. El amianto puede emplearse como la estricnina, pues sus efectos y resultados son iguales. El salicilato de sosa es muy eficaz cuando el riñon está libre. La exalgina cura en 18 días, dándose diariamente hasta 0.30 y más en niños de ocho años. La antipirina ha sido ensayada con éxito, especialmente en el Brasil, llevándola pronto á la dosis masiva de 6 y 8.00, se- gún los casos, pues debe saberse que niños de seis á quince 383 años toleran por semanas tales dosis sin consecuencias graves, salvo ciertas erupciones como el eritema escarlatiniforme ge- neralizado con exantema bucal y faríngeo; la roseóla con ede- ma de la cara, pies, manos y sin albuminuria, y por fin, el eri- tema polimorfo exudativo de la cara y de la mucosa bucal. La curación se obtiene á los 45 días cuando la antipirina no es in- tolerable desde el principio. Las inyecciones subcutáneas de arsénico (13 ó 14 gotas de solución, equivalentes á 36 de Fowler), pero debe saberse que son muy dolorosas y hasta cáusticas, de suerte que cuando uno se resuelva á emplearlas es necesario que el medicamento va- ya bástanse diluido en agua. Se recomienda mucho que se administre á la vez el bromu- ro de potasio, cualquiera que sea la medicación que se adopte, porque á más de que él puede dar resultado de por sí (no cons- tantemente), se cuenta positivamente con su efecto útil, que evita los accesos congestivos del cerebro, que sin duda son de graves consecuencias, sobre todo cuando la corea es de larga duración. Como muy útil, se recomienda en el período agudo el calor y los baños de aire caliente en el lecho; y en el período esta- cionario ó de declive, el valerianato de amoniaco (que no vale más que por el amoniaco y no por el ácido valeriánico), las pil- doras de Meglin, etc. Hemos visto recomendada la vexicación en la cuarta y quin- ta vértebra dorsal, como un recurso infalible (Harkin). La apomorfma, á dosis nauseosa, se dice muy útil (véase his- teria). El sulfato de cobre amoniacal 0.40, agua de menta 100.00, jarabe simple 30.00, tintura de opio 8 gotas: para dar á los ni- ños de seis años sólo dos cucharaditas repetidas cuatro veces en 24 horas; pero si hay tolerancia, se aumentará rápidamen- te la dosis hasta llegar á dar en el día toda la fórmula. Cuando en esta enfermedad vienen espasmos de tipo epilep- toide, es bueno dar los tónicos y el extracto de canabis índica. Véase jaqueca. 384 Cuando ha sido histérica se ha curado con el simulo (cappa- ris simulo), fruto de un capparis, en tintura, á la dosis de 3 ó 4.00 por día, y hasta la de dos cucharaditas repetidas tres ve- ces en el día. El epazote (chenopodium ambrosioides) es un excelente tó- nico y antiespasmódico que no es de desecharse dándolo en infusión, solo ó como vehículo. Curativo de la corea es el beleño, ó su principio activo la hyosciamina, á dosis mitad menor que la de atropina y superior á ésta. La hyoscinapor la boca, dos ó tres miligramos, y á cuar- to ó medio miligramo por la vía hipodermica, vale lo mismo que la hyosciamina. En la forma grave han dado buen resultado las inhalaciones de cloroformo ó el emético dado así: el primer dia se adminis- tran 0.10, y desde el segundo se comienza á subir la cantidad de medicamento de diez en diez centigramos, hasta llegar á dar un gramo diariamente en cucharaditas cada hora, teniendo cui- dado de hacer descansos cuando menos de tres días. El emé- tico cura por la parálisis muscular que produce la intoxicación. En la gran corea ó corea eléctrica, todas las electricidades son útiles como de efectos tónicos, pues en la actualidad hay muchos médicos á quienes se les ha hecho creer que la corea es infecciosa. Para los baños hidroeléctricos, véase enfermeda- des nerviosas. Cinco ó seis sesiones de corrientes continuas ascendentes bastan para obtener una curación, poniendo el polo positivo en la extremidad de los miembros ó en la parte inferior de la mé- dula, y el negativo en la superior. Igual efecto se tiene con la electrización cerebral: el polo positivo cubre toda la cabeza, y el negativo se coloca en el cuello. Empléense las corrientes descendentes para las parálisis post-coreicas, paseando el polo negativo sobre los músculos paralizados. Coriza agudo: Como abortivas se han recomendado las in- yecciones subcutáneas de aceite alcanforado al décimo. 385 Se dice que bastan tres inhalaciones hechas el el modo que sigue, para obtener la curación: en un vaso más bien profundo que ancho, se vierte agua hirviente hasta ponerlo á medias; luego se vierte allí una cucharadita cafetera de polvo de alcan- for, se le disuelve luego y se cubre el vaso con un alcatraz agu- jereado en su vértice, para meter las narices por allí y hacer respirar al paciente aquel vapor, durante 5 ó 10 minutos, cua- tro ó cinco veces en el día. Con este artificio se produce sudor abundante en la región naso-faríngea, que no puede ser más que saludable. Para las corizas rebeldes es infalible la vexicación en la cuar- ta y quinta vértebra dorsal. La glicerina en pinceladas es muy buena, pues es hidrófila y descongestionante, y por lo mismo antiflogística. En muchas personas la atropina al interior es un medica- mento abortivo, y en las formas graves es muy útil el salicilato de sosa al interior hasta zumbido de oídos. En la coriza de los niños prescríbanse baños tibios, purgan- tes, é introdúzcase en la nariz un pincel impregnado de glice- rina y tanino, ó háganse inyecciones astringentes de sulfato de cobre al 3 por ciento ó de nitrato de plata al tres por mil; pero en los muy niños, como en los recién nacidos, basta hacer un- ciones repetidas con la mano caliente con bálsamo tranquilo, en toda la parte exterior de la región nasal. Se dice que en las formas agudas con fuerte cefalalgia es muy útil masticar hojas secas de eucaliptus y pasar la saliva que se produce. La cocaína es buen descongestionante, y así se le puede em- plear en pinceladas su solución ó en polvo, según esta fórmu- la: clorhidrato de cocaína 0.15, mentol 0.25, polvo finísimo de café tostado 0.50, polvo de ácido bórico 2.00. Puede además asociársele á la morfina, que es feliz asociación, ó al alcanfor. Algunos recomiendan hacer inhalaciones de ácido fénico y amoniaco áá 5.00, agua 10.00, alcohol 15.00; pónganse algunas gotas en papel secante é inhálense luego sus vapores. Terapéutica.—25 386 Coriza crónico: Hé aquí el tratamiento que hoy es clásico: La primera condición del éxito del tratamiento es desemba- razar á las fosas nasales de todas sus secreciones por irrigacio- nes repetidas muchas veces en el día, sirviéndose de agua tibia á 25 ó 30°, adicionada de bicarbonato de sosa, de sal gris ó de ácido bórico. Los cáusticos pueden á la larga modificar el estado de la mu- cosa. Bregsen ha recomendado el nitrato de plata en polvo mezclado al de almidón, comenzando por las mezclas más dé- biles (| por ciento) para llegar en seguida gradualmente hasta las dosis más fuertes (10 por ciento). El cloruro de zinc y el ácido crómico tienen acción más enér- gica, pero de todos los modificadores locales el más activo es el gálvano-cauterio: con él se trazan lentamente una ó muchas líneas, teniendo cuidado de pasar hacia adelante y hacia atrás los límites de la concha inferior, porque sin ésto se producen fácilmente en este punto las reincidencias. Es bueno saber que después de esta operación viene fiebre, cefalalgia y muchas al- teraciones locales, y para evitar las complicaciones que vienen por ella (erisipela, etc.) es indispensable hacer irrigaciones de las fosas nasales con solución bórica, y prescribir que el enfer- mo se acueste durante los dos ó tres días siguientes. Las hipertrofias parciales que constituyen verdaderos tumo- res se tratan por la extirpación con la asa gálvano-cáustica, quitando por fragmentos á las partes gruesas y procediendo de adelante hacia atrás, advirtiendo que la extremidad posterior hipertrofiada de la concha inferior es difícilmente accesible, y que para destruirla completamente se necesitan muchas cau- terizaciones. Y si mientras se practican estas maniobras ope- ratorias se produce una hemorragia, se hará el taponamiento de las fosas nasales con gasa ó algodón antiséptico. Al catarro de la faringe nasal es aplicable el mismo trata- miento, y Moldenhaner aconseja hacer pinceladas en la cáma- ra posterior de las fosas nasales con aceto-tartrato de alúmina, 387 con glicerina iodada (iodo metálico, ioduro de potasio áá, de 0.50 á 1.00, glicerina 25.00). Instituyase el tratamiento general que convenga, recomién- dese una cura termal y la permanencia en las atmósferas hú- medas, en las riberas del mar y en las inmediaciones de las sa- linas. En el estado avanzado del coriza hipertrófico las mismas irrigaciones dan resultados menos aparentes, aunque muy. rea- les y ciertamente eficaces, cuando se unen á los de los cáusti- cos de que ya hicimos mención. Las irrigaciones, por sus pro- piedades sedantes, hacen desaparecer y permiten evitar las alteraciones reflejas que ordinariamente acompañan al proce- so hipertrófico. Además son antiflogísticas y cicatrizantes. Coroiditis plástica diseminada: El tratamiento de la coroidi- tis consiste esencialmente en el empleo de los sudoríficos y de- rivativos cuando se trata de la forma simple. Las inyecciones subcutáneas de clorhidrato de pilocarpina y los purgantes re- petidos son prescritos en estos casos. Si el reumatismo es la causa, se da el salicilato de sosa al interior. Como medio local se han aplicado las ventosas á las sienes. Su eficacia no ha si- do demostrada. Giraud-Teulon y el profesor Panas han hecho uso de corrientes continuas débiles, aplicadas de una sien á otra ó de la frente al occipucio. , En el caso de coroiditis sifilítica, se prescribe inmediatamen- te el tratamieuto específico bajo la forma de fricciones mercu- riales repetidas en el día. Se administra al mismo tiempo el ioduro de potasio, á la dosis de 2 á 5 gramos por día. Este tra- tamiento debe ser repetido cada vez que se produce un brote nuevo. Costra de leche: Véase eczema. Cosagia tuberculosa: En el primer período, inmovilización, y á la vez compresión, lográndose una y otra cosa por medio de la extensión continua durante 40 días y el aparato de Guerin, en la inteligencia que la primera debe durar tanto tiempo cuan- to sea necesario para producir un alivio notable del estado lo- 388 cal y una anquilosis por formación de bridas fibrosas que in- movilicen. Si se tuviera la felicidad de contener los accidentes en este período por cualquier recurso, pero dejando al miembro en una dirección viciosa (lo que se impide por la extensión continua), entonces casi á raíz de la obtención de este efecto habrá que .destruir la anquilosis por uno de tantos procedimientos que se conocen, aunque ordinariamente el que se emplea es el de vi- va fuerza, aun á riesgo de producir fracturas, pues sucedan ó no estas últimas, la práctica ordinaria es que, terminada la co- rrección, se prescribe el reposo en la gotera de Bonnet. Si la anquilosis es algo laxa, se llegará á corregir la acción viciosa del miembro haciendo movimientos graduados. Inútil es decir que el aparato de Guerin comprime uniformemente, inmoviliza en buena dirección, y por fin que llena la indicación capital del reposo. Para este período se han propuesto todos los medios que ya dejamos recomendados en el artículo artritis tuberculosas, in- clusive el de las inyecciones periarticulares ó mejor perisino- viales, de 2 ó 3 gotas de solución de cloruro de zinc, propues- tas por el Dr. Lannelongue. Para el segundo período, cuando los abscesos se han forma- do, se tiene como único recurso la intervención quirúrgica, se- guida inmediatamente de corrección é inmovilización, hecho todo esto bajo la antisepcia más rigurosa. Obtenida la salud, como durante los primeros períodos, se dará el aceite de hígado de bacalao, el jarabe de rábano ioda- do, el jarabe de fierro de Dupasquier, las preparaciones de fos- fato de cal, todos los tónicos, y se tendrá cuidado por una hi- giene metódica, de excitar lo menos que se pueda á la articu- lación que acaba de curar, cuando se llega á este fin, y aun se la protegerá con una coraza ó aparato de cuero. Pero á la vez que se observa el precepto anterior, será bueno no dejar pasar mucho tiempo sin ocurrir á los baños y duchas que modifiquen la atrofia y obren como medio profiláctico para impedir la de- 389 tención del desarrollo. Se remediará la cojera producida por la diminución que sufrió el miembro utilizando una zuela grue- sa con alma de plomo para que el peso de esta última se opon- ga á la elevación de la parte afectada, como es el caso, cuando lo fueron los extremos inferiores. El masaje y la gimnasia, empleados con ciencia y prudencia son de notoria eficacia para remediar los desperfectos resi- duales. Cuando haya necesidad de intervenir en la articulación coxo- femoral quirúrgicamente, el procedimiento de elección, en lugar del clásico, muchas veces será el que sigue, pues es indu- dable que reúne las mejores condiciones exigidas por la ciru- gía: esencialmente consiste en acercarse á la articulación por la parte póstero-interna y superior del muslo; incisión de la piel, del tejido celular subcutáneo, de la aponevrosis femoral en la línea correspondiente á la rama ascendente del isquión, en casi toda su extensión; partiendo de la tuberosidad isquiá- tica se reconoce el borde saliente de la línea mencionada, al- / canzándose de este modo la inserción de todo el músculo gran abductor, que se despegará con el desprende-tendones: hecho esto, el agujero oval queda á la vista, abajo y adelante de la articulación coxo-femoral, que ya es fácil de reconocer. La ar- teria y nervio obturadores son los únicos que se encuentran por este camino, y sabiendo que existen allí, se comprende que es fácil evitarlos (Dr. Lavista). Coxalgía histérica: A continuación ponemos íntegra la tra- ducción de un tratamiento tan completo como es posible de la coxalgía histérica, que hemos visto recomendado en la Gaceta de los Hospitales de 6 de Junio de 1891: "1? En el tratamiento de la coxalgía histérica el tratamiento moral desempeña tal vez la parte principal, y en este concepto, las probabilidades de curación dependen, sobre todo, de la confianza que el médico inspire á su enferma y del ascendiente que tenga en ella, y luego de la condición del medio en que se encuentre colocada: si queda ociosa y sin distracciones, presa 390 de contrariedades y de ideas tristes ó rodeada de indiferentes, ó circunstancia más mala aún, de personas nerviosas como ella, su enfermedad corre gran riesgo de prolongarse indefinidamen- te. Pero al lado de estas reglas generales nada variará más que los medios morales que darán el éxito en cada caso particular: en tal enferma no se llegará á buen resultado más que al pre- cio de prodigios de dulzura y de paciencia; en tal otra deberá el médico asistente saber usar de su autoridad. "En el fondo de este tratamiento moral puede ser la mayor parte del tratamiento médico propiamente dicho, no obrando más que por sugestión indirecta: toda sugestión directa queda proscrita formalmente, porque si en un caso puede ser útil, en los más puede no tener más resultado que el de empeorar la situación de la enferma. "El tratamiento local tiene recursos muy variados, como su- cede en todo caso de histeria: las corrientes continuas ó fará- dicas, los imanes, la metaloterapía, las unciones de belladona, las inyecciones subcutáneas de atropina, el masaje, etc., todo esto ha tenido en unas veces felices resultados, y desastres com- pletos en otras; mas es necesario saber que se proscriben las aplicaciones frías, los revulsivos enérgicos en la coyuntura, y que son mal soportados los diversos aparatos de inmovilización, sobre ser, según el Dr. Charcot, verdaderamente perjudiciales. Cuando se les quiera usar es necesario hacer la erección del miembro con el cloroformo, apegarlos estrechamente á todo el miembro enfermo, de manera que lo inmovilicen completamen- te: estos aparatos, que pueden ser de yeso, se guardan cuando menos 19 días, y al quitarlos no debe empezarse la locomoción sino de un modo progresivo. "En principio el reposo es malo, y bueno todo movimiento, aunque sea forzado y bajo el cloroformo; empero por mínima que sea la sospecha que se tenga sobre la existencia de una ar- tritis, el reposo es de rigor. "Inútil es decir que se proscribe toda intervención cruenta, y que en todo caso debe uno atenerse á las prácticas morales y 391 al tratamiento general. Este último comprende los diversos me- dios de la medicación tónica y antiespasmódica: fierro, quina, iodo, aceite de hígado de bacalao, por una parte; valeriana y bromurados por la otra. El Dr. Brodié recomienda particular- mente el -sulfato de cobre usado por mucho tiempo á peque- ña dosis: el sulfato de quinina en ciertas formas de síntomas intermitentes ha hecho también positivos servicios. La alimen- tación será abundante y variada, se combatirá enérgicamente la tendencia que los enfermos verdaderamente tienen de limi- tarse y preferir los alimentos puramente líquidos; el sueño de- berá ser prolongado, y se recomendará también el sueño du- rante el día, pero á todo precio y á pesar de los dolores, se evitará el empleo de los narcóticos. El calor local general y del clima es muy útil, y al contrario el frío, es nocivo bajo todas sus formas. "A la vez que se efectúa todo esto, se tendrá cuidado de bus- car y curar las afecciones concomitantes: uterinas, renales, gás- tricas, etc., porque su tratamiento ha bastado en muchos casos para obtener la curación." En una palabra, en el tratamiento de la coxalgía histérica, como en toda histeria, el médico deberá sujetarse á esta fór- mula: moral, higiene y pocos medicamentos. Coxigodinia: Recordaremos que como síntoma de las afec- ciones pélvicas, no tiene tratamiento especial sino el que corres- ponde alas afecciones causales; empero, la electricidad emplea- da empíricamente, es decir, indistintamente bajo sus tres for- mas, se dice que ha dado buen resultado: un polo se aplica en el sacro y el otro en el recto ó la vagina, ó bien se sacan chis- pas de la región sacro-coxígea. Crup: Véase difteria. Cuello tapiroide de la matriz: Hemos visto recomendada la galvanocaustia térmica cuando no se quiera ocurrir á los pro- cedimientos ya clásicos, pero cuando se la utilice, es bueno efectuar lentamente la sección para evitar las hemorragias; y para sintetizar esta parte del acto operatorio, diremos que el 392 asa no debe constreñir únicamente sino separar las partes cau- terizadas. Cuerpos extraños del conducto auditivo externo: Todo cuerpo extraño de la oreja debe ser extraído con las mayores precau- ciones posibles, sirviéndose de un buen alumbrado y del espe- jo de oídos, teniendo siempre la precaución de no encajar más al cuerpo extraño con las maniobras que se ejecuten. El primer recurso, el más sencillo y eficaz, consiste en hacer con cierta fuerza inyecciones de agua tibia en el conducto au- ditivo, aun cuando haya necesidad de repetirlas si el cuerpo extraño no sale en las primeras tentativas: la pericia del ciru- jano indicará, en cada caso, á qué pequeños artificios se debe ocurrir. Obvio es decir que estas inyecciones pueden quedar sin re- sultado cuando el cuerpo vextraño se hincha ó cuando en las maniobras se le arrojó en el oído medio, previa ruptura de la membrana del tímpano, y entonces es precisamente cuando está indicado echar mano de los instrumentos. Habiendo fracasado en las maniobras, pueden darse tres ca- sos: ó el cuerpo extraño no determina accidentes, y en ese caso hay que insistir en los medios sencillos tan largo tiempo como sea necesario, ó el cuerpo extraño puede extraerse por instru- mentos especiales, pero sin determinar accidentes, y en ese ca- so se puede echar mano de las pinzas recomendadas para la extracción de los cuerpos extraños; ó bien, por fin, determina su presencia accidentes muy intensos que justifican cualquier intervención operatoria hecha aún bajo la influencia del cloro- formo. El Dr. Troltsch propone modificar la intervención de Paul d'Egine haciendo la incisión de la piel en la parte superior é interna del pabellón de la oreja, en su punto de unión con el cráneo, de modo de hacer el despegamiento de la oreja y caer así tan cerca como se pueda del fondo del conducto audi- tivo externo. Esta operación es irreprochable y sumamente fá- cil en los niños. Cuerpos extraños del estómago: Gastrotomía; pero si son re- 393 cientemente introducidos, entonces es peligrosa, pues es nece- sario que la viscera se habitúe á su cuerpo extraño para que resienta menos los efectos del traumatismo operatorio. La ope- ración da 11 por ciento de mortalidad. A tal extremo podemos vernos obligados cuando por ningu- no de los medios inocentes que sugiere el buen sentido (pur- gantes, vomitivos) se ha podido lograr la expulsión del cuerpo extraño. Manual operatorio: por una incisión paralela al borde costal izquierdo y terminándose poco más ó menos al nivel de la ar- ticulación de la novena y de la décima costilla, se va guiándo- se por la cara inferior del hígado á buscar el estómago. Gene- ralmente se cae en la región vecina del píloro, lo que se explica por el hecho de que está más vecina de la pared anterior del abdomen, pues el cardias se encuentra profundamente coloca- do contra la columna vertebral. Para incisar la pared estoma- cal, Ordinariamente se escoge una parte no declive de la gran tuberosidad: se rodea esta parte con una corona de esponjas antisépticas, se extrae el cuerpo extraño, se ponen suturas en la pared estomacal, no penetrantes, se hace el aseo visceral si es necesario, y se cierra el abdomen como en una laparotomía ordinaria. Cuerpos extraños de la laringe: Laringotomía bajo el cloro- formo, cuando es posible administrar* este anestésico. Manual operatorio: incisión de las partes blandas externas en la línea media, comenzando abajo del hueso hyoides y deteniéndose algunos milímetros arriba del punto de elección de la traqueo- tomía; incisión de la parte inferior del cuerpo tyroides, incisión de la membrana crico-tyroidea y del cartílago cricoides: des- pués no queda más que extraer el cuerpo extraño y hacer las suturas convenientes; mas si en el curso de la operación hu- biere alguna hemorragia, hágase la hemostasis debida. En un caso la solución de analgesina dio un buen resultado, en pin- celadas, como agente hemostático. Esta operación supone la traqueotomía previa. 394 Cuerpos extraños de las vías respiratorias en general: Aunque la inversión de la persona que los tiene ha bastado para pro- ducir la expulsión de una bala y demás cuerpos extraños re- dondos y pequeños que habían penetrado hasta la tráquea y bronquios, es bueno, cuando fracase esta maniobra sencilla, ocurrir á la traqueotomía ó á cualquiera otra operación cruenta para satisfacer lo que ordinariamente es una indicación ad vitan. Para ilustrar la cuestión, tomamos de un trabajo publicado por el Dr. Gouguenheim las siguientes conclusiones: 1% de los hechos que acabamos de citar, resulta que la traqueotomía es medida de prudencia que debe emplearse siempre cuando un accidente de este género se produce, ya sea que el cuerpo ex- traño esté fijo, ya sea que esté movible, y cualquiera que sea el sitio ó el punto en que esté ó se le suponga; 2?, no deberá uno con- tentarse con poner una cánula■ después déla traqueotomía, pues que será necesario hacer lo posible por provocar esfuer- zos de tos que favorezcan la salida del cuerpo extraño, y cree- mos que si los signos están en favor de una localización tra- queobrónquica, que sería mejor suturarla tráquea á la piel que colocar una cánula. En todo caso, para asegurarse de que el cuerpo extraño se sitúa en la laringe, será bueno hacer la ex- ploración digital directa é introducir una pinza adecuada por la herida traqueal para sacar al cuerpo extraño por el orificio laríngeo, cuando él se ha detenido en este lugar. Se entiende que la exploración digital será hecha después de la traqueoto- mía; 3?, es variable el sitio en que se hace la traqueotomía: unos lo quieren alto, otros bajo; pero todos quieren que la herida traqueal sea grande y amplia; 4?, cualquiera que sea la dura- ción del tiempo que haya transcurrido entre el accidente y la observación del enfermo, la traqueotomía es siempre necesidad ineludible, porque es la única que permite la salida del cuer- po extraño y la desaparición de los accidentes graves. Cuando se resuelva uno á dejar una cánula, será bueno que ésta sea de gran diámetro. 395 Nada hay nuevo en la terapéutica de los cuerpos extraños de las fosas nasales. Cuerpos extraños del iris: Si son chicos y no producen acci- dentes, déjeseles enquistar, pues que pueden aun desaparecer cuando son oxidables, y al contrario si producen accidentes ó son de los que pueden producirlos, extráegaseles por la inci- sión de la córnea, siempre que su existencia se hubiere demos- trado de un modo irrefragable. En todo caso será una cosa ex- cepcional dejar un cuerpo extraño á permanencia en el iris. Cuperosis: Véase acnea rosácea. Chancro blando: Es de precepto no irritar jamás por ningún medio á la superficie del chancro, y proscribir los cuerpos gra- sos para las curaciones tópicas; y en este concepto, no se harán cauterizaciones con nitrato de plata ó con cualquier otro cáus- tico, porque sobre ser nocivas son inútiles; empero, algunos médicos dicen que es permitido y útil hacer cauterizaciones con el ácido crómico ó con la solución de ácido fénico al décimo, pues se dice que ésta es superior aun á la de cloruro de zinc á partes iguales. Como líquido de lavatorio, es formalmente recomendada por un sifilógrafo de nota la solución de tartrato férrico potásico al 10 por ciento, preparada con agua destilada ó el agua caliente á la temperatura de 39 ó 40°, pues bacteriológicamente se di- ce que si se pudiera mantener en la superficie del chancro una temperatura igual ó superior á la dicha, por mucho tiempo, en- tonces se podría tener la seguridad de la extinción de la viru- lencia del germen chancroso. Una vez lavada la superficie ulcerada, unos se contentan con poner en ella hilas impregnadas con la solución férrica men- cionada; otros, utilizándola, expolvorean primero iodoformo, ó calomel, ó bismuto y quina á partes iguales; mas no falta quien proponga que hecho el lavatorio se toque al chancro con agua oxigenada. Después de recordar lo que sobre el iodoformo ya dijimos al principio, diremos ahora que es combinación feliz y nada irri- 396 tante la de éste y la brea vegetal, pues á más de que ésta le quita su mal olor, parece que el fin de la curación es acele- rado. Como polvo tópico se ha recomendado el ácido salicílico, y como buena solución local para lavatorio la de creolina al 12 ó 20 por mil, dejando en la parte enferma una vez hecho el la- vatorio un pedazo de gasa iodoformada impregnado en ella. En principio la curación tópica del chancro ó el aposito de- be ser lo más sencillo y menos irritante que se pueda. Si viene fagedenismo háganse toques de percloruro de fierro. Véase fagedenismo. Chancro duro ó úlcera hunteriana: Véase sífilis. Nada acepta- ble es lo nuevamente propuesto. Choque nervioso ó traumático: Inyecciones subcutáneas de morfina ó de alcohol y éter á pequeñas dosis: bebidas calien- tes, calentamiento artificial; mas si al choque propiamente di- cho se añaden los efectos de una anemia morbosa ó quirúrgi- ca, entonces será de buenos resultados la transfusión, la auto- transfusión y sus derivados. Desinfección: Para determinar la muerte de los bacilus ó mi- crobios que se encuentren en la ropa ó en una pieza, basta que- mar 60.00 de azufre por metro cúbico del departamento en.que se hace la desinfección, teniendo cuidado de cerrar á éste per- fectamente y de dejar expuestos en él los objetos durante 24 horas. Con esta fumigación mueren los microbios de la tuber- culosis, de la fiebre tifoidea, del cólera asiático, de la difteria, del muermo yfarcín del buey. Las deposiciones de los coléricos se desinfectan con solucio- nes de sulfato de cobre al 50 por mil, y se sirve de una solu- ción al 12 para los usos del aseo. Bacteriológicamente las le- trinas serían el mejor desinfectante del virus colerígeno por la reacción acida que tienen y en que mueren tales gérmenes. El bacilus tuberculosus pierde su virulencia en las casas al cabo de dos meses y medio, por la sola acción de la luz, y por esta razón los departamentos de los tuberculosos deben tener- 397 se abiertos siempre, y con razón de más si el enfermo ya murió. Como el vibrión séptico y el del carbón sintomático y bacte- riano resisten á la acción del azuíre, de tal suerte que ningún tiempo de exposición ni dosis de vapor los mata, por eso se re- serva para ellos el uso del calor bajo todas sus formas, ó del sublimado cuando los agentes patógenos están en objetos en que puede realizarse la acción de éste. Como ejemplo de desinfección natural tenemos la que se efec- túa en las aguas corrientes, tan sólo por la influencia de los agentes y fuerzas naturales: calor, luz, presión, choque y aun la misma lucha por la vida; en efecto, estudios más recientes nos han venido á dar la explicación de por qué no se ha extin- guido la raza humana, teniendo que absorber diariamente cada uno de sus individuos muchos millones de estos infinitamente pequeños en los movimientos inspiratorios de las 24 horas, en la ingestión de los líquidos, etc., etc, pues es cosa bien sabida á la hora actual que los microbios, como los hombres, también luchan por la existencia, y que unos viven de los despojos de los otros. Es decir, los microbios, como todo lo creado, tienen que vivir dentro de cierto equilibrio neutralizante de sus acti- vidades, y más bien conservador de sus especies vecinas en el orden natural. Tal es el destino de los microbios en el exterior del organismo, y en cuanto al que tienen en el interior de és- te, ya es otra cosa, porque allí les resisten las fuerzas vivas con que nos ha dotado la naturaleza para nuestra conservación y realización de sus fines. Nuestra existencia, como raza, sería incomprensible si fuera de otro modo, y aun más incompren- sible sería nuestra existencia como individuos. Por lo demás, la fisonomía clínica de los procesos morbosos, en la generali- dad de los casos, y específicamente, no es dada por la causa si- no por el estado de las fuerzas del organismo y por su reacción y modo de reacción en presencia de ella. Volvamos á nuestro asunto. La estufa Geneste y Herscher es un aparato indispensable en toda ciudad y en todo hospital. 398 El mejor destructor de la difteria (del virus) es el agua hir- viente. El sublimado en solución se emplea para la desinfección de los suelos, paredes, muebles, etc. Cuando se trata de la desinfección de una herida, puede ocu- rrirse al anterior ó á los agentes antisépticos que mencionamos en el artículo antisepcia, ó á esta fórmula: esencia de canela en solución ó en emulsión, sola ó acompañada del ácido bórico, es un buen desinfectante, menos enérgico que el sublimado, pero también menos peligroso. Es irritante. Cuando se trata de la desinfección en una operación quirúr- gica, sobre todo de la desinfección abdominal en el curso de una laparotomía, debe ocurrirse al agua salada al siete por mil después de haber hervido la solución, pues con ella se pueden hacer lavados abundantes sin causar los dolores que causa la toillete ordinaria. La ebullición, para que produzca la asepcia del líquido, debe prolongarse por una hora. Sabemos además que la ebullición en esta agua, durante 10 ó 15 minutos, de todo objeto infectado, mata ciertamente á to- dos los microbios dañosos, y en consecuencia, en ella deben hervirse todas las piezas sospechosas ó los materiales de un aposito cuando se les va á usar, advirtiendo que los instrumen- tos no pueden lavarse con esta agua porque serían atacados por ella, sino que se les expondrá cuando se les quiera desin- fectar después de bien lavados, como queda dicho en el artícu- lo asepcia, á los vapores naturales que da la trementina al vo- latilizarse; así pues, toda la noche, víspera de la operación, se someterán á estos vapores los instrumentos que se van á utili- zar y el aposito que se va á poner. Se prefiere el sulfato de cobre por no dar origen á emana- ciones butíricas y valeriánicas en la desinfección común sobre la solución de cloruro de zinc al 5 por ciento, que es á la vez desinfectante y desodorante. Difteria: Todos los días parece más vigorosa la idea de que la difteria es una enfermedad primitivamente local de donde 399 parte la infección general, por cuyos accidentes, asociados á los locales, viene el sindromo diftérico grave que ocasiona la muer- te; lógicamente, pues, se propone el tratamiento local como el más adecuado y el más enérgico, sin que se desdeñe por esto el tratamiento general que las circunstancias indiquen. De con- formidad con esto, se ha propuesto un método cuyos resulta- dos clínicos, inútil es decirlo, son de lo mejor que se puede obtener hasta la fecha, según los autores y padrinos de la in- novación. Hé aquí sus tres partes constituyentes: 1* Quitar las falsas membranas con un escobillón de crin, y mejor, con el fin de traumatizar lo menos que se pueda á la membrana afectada, con uno confeccionado de algodón, de- biendo emplearse tantos de éstos como se ensucien en el mo- mento de quitar las seudo-membranas faringo-bucales. Nota- remos al pasar que este tiempo es efectuado por algunos con toda la energía posible, de manera que la raspa deje limpia la superficie enferma. 2? Cauterizar enérgicamente la mucosa así descubierta con esta solución: ácido fénico 5.00, ácido tártrico 1.00, alcanfor 15.00 ó 20.00, alcohol 10.00, aceite de ricino ó de almendras de 10 á 20.00, teniendo cuidado de repetir la cauterización dos ó tres veces en una sola sesión. 3? Hacer, diez minutos después de cada cauterización, gran- des irrigaciones de agua hervida, empleando en cada vez hasta dos y tres litros, y teniendo cuidado de proyectar el líquido con cierta fuerza, á manera de ducha. Tal es el líquido irriga- dor que se emplea cuando el paciente es de muy poca edad y puede pasar por lo mismo algunos tragos de líquido; mas si se tiene seguridad de que el agua de la irrigación no será pasada, entonces pueden emplearse las soluciones fénicas al 1 ó 1J por ciento, las boricadas, las naftoladas, etc. Detalles.—Manual operatorio del escobillonaje: Se envuelve bien al niño para impedirle los movimientos, se le abre la bo- ca y se le mantiene abierta por un tapón de corcho envuelto en algodón y encargado á un ayudante; se le abate y extrae la 400 lengua con la mano, de preferencia á los abatidores, que ya han causado lesiones muy graves, y si no se quiere utilizar la ma- no, puede servirse uno del mango de una cuchara; se le tapan las narices y se comienza el escobillonaje. Toques: para éstos se desecha el bicloruro de mercurio, por- que aunque es muy útil, puede ser tóxico; se desechan también el ácido salicílico, el bórax y el timol, porque en el caso no son tan valiosos como el ácido fénico; no se emplea como vehículo de este último la glicerina porque como ella es miscible al agua, - la solución in situ es menos estable y se proscribe también como vehículo al ácido sulforicínico por tóxico y porque su potencia diluyente real no se necesita, una vez que se ha declarado útil la solución cáustica ya descrita. Los tres actos que constituyen este método deben repetirse en 24 horas, tantas veces como • haya falsas membranas que quitar; es decir, poco más ó menos cada cuatro horas en el día y cuando menos dos veces en la noche. Por último, todo tópico ya inútil deberá ser quemado sin demora. Mucha utilidad se tendrá haciendo en los intervalos de los actos anteriores pulverizaciones fénicas ó bóricas en la parte enferma. Al lado de los raspadores tenemos á los abstencionistas, los que quieren que no se toquen, es decir, que no se quiten las falsas membranas porque, dicen ellos, se provoca una nueva infección que se caracteriza por nueva elevación térmica y ma- yor volumen de los ganglios infartados, haciéndose la infección por las mil bocas que abrió el traumatismo del escobillonaje; hé aquí su práctica: purgante ligero; nutrición apropiada y su- culenta; cucharadita cada dos horas de solución de sulfato de quinina al 1 por ciento; hasta tres obleas diariamente de naftol y salicilato de bismuto, con 5 ó 0.07 de cada cosa; inyecciones intersticiales en los ganglios, en el velo del paladar y en las amígdalas, de 4 ó 5 gotas de solución de sublimado al uno por mil, sin alcohol, ó al uno por dos mil pero adicionadas de mor- fina: sublimado 0.10, morfina de 5 á 0.10, agua 60.00 para ha- 401 cer diariamente una inyección en cada parte de las que men- cionamos; pinceladas de tintura de iodo, caliente y con gliceri- na, en las regiones submaxilar y parotídea, y hasta en la región traqueal y laríngea, repitiéndose todos los días para disminuir el infarto; inyecciones nasales diariamente con agua caliente bórica, espolvoreando después en las mismas cavidades un po- co de iodoformo; toques diariamente desde el principio, en las falsas membranas, con tintura de iodo; y por fin, gargarismos cada media hora con agua hervida y caliente, en que se ponen dos cucharadas de solución de sublimado al milésimo, y si los gargarismos son de solución fénica, siempre es bueno añadir- les una cucharadita de la solución mercurial. Se entiende que si no pueden hacerse gargarismos, deberá ocurrirse á las pul- verizaciones. Del mismo grupo de prácticos son los que ocurren á las fric- ciones de ungüento doble hasta estomatitis con el objeto de disminuir la cantidad de exudados plásticos, reservándose ha- cer después como correctivos de la estomatitis y curativos de la enfermedad los consabidos buches de clorato, y los que re- comiendan el uso del ioduro de potasio al interior, á la dosis de 2.00 á 4.00, para los adultos, en 24 horas; y de diez centi- gramos para los niños, multiplicados por tantas veces como años tengan, añadiendo á unos y á otros el uso de los mercu- riales á la vez, sin quitar las falsas membranas ni hacerles nin- gún toque, pues que precisamente el límite de tal medicación se tiene cuando se desprenden espontáneamente los exudados diftéricos, que ordinariamente es al cuarto día. Cuando se sigue esta práctica, si hay debilidad se dan los tónicos y se instituye la medicación alcohólica. Por último, hé aquí una fórmula que se recomienda como non plus ultra: cianuro de mercurio 0.05, alcohol á 80° 8.00. agua destilada 192.00, para tomar una cucharadita cada hora, Pero el mercurio en la difteria no puede tener más que dos fines: uno, antiflogístico; otro, antibacilar: ahora bien, la infla- mación existe porque existe la difteria, y no existe la difteria Terapéutica.—26 402 porque hay inflamación ¡y qué inflamación! Esta, pues, real y aparentemente es de segunda importancia, y en consecuencia, el empleo del mercurio en la difteria, por esta sola considera- ción, no vale lo que se dice. Por otra parte, es un hecho ave- riguado el desarrollo de enfermedades infecciosas y parasita- rias en un hombre sifilítico, mientras se le hacen desde hace mucho tiempo fricciones mercuriales, es decir, que no obstan- te la saturación hidrargírica se consuma la infección, ¿qué se podrá esperar, pues, de un tratamiento mercurial establecido á posteriori? lo más probable es que no resulte provecho; digo mal, lo más probable es que no se consiga más que aumentar la debilidad del enfermo y agravar su estado. El mercurio tam- bién, por esta otra consideración, nada vale; y en una palabra, el mercurio en la difteria está contraindicado. Por fin, hé aquí varios tratamientos recomendados en la dif- teria. Gargarismos de infusión de hojas de tabaco en la proporción de 1 por ciento, y á la vez se dan pinceladas con solución de extracto de jugo de tabaco, obtenido por la limpia de las pipas ó boquillas: extracto 2.00, alcohol 40.00; macérese por 24 ho- ras y fíltrese después. En la angina diftérica nada habría me- jor que esta práctica. Con igual recomendación tenemos al jugo de limón, como cáustico de las pseudo-membranas. Teóricamente se dice que los ácidos ósmico y arsénico pue- den cada uno sustituir al sublimado en las inyecciones in- traparenquimatosas, porque con ellos no prosperan las cul- turas. Expolvoreando esta mezcla, mentol 2.00 y azúcar 20.00, des- pués de quitar las falsas membranas cuidadosamente, se tiene á los tres días una superficie enteramente limpia cuando se efectúa frecuentemente la postura de este tópico. Sin igual sería la esencia de trementina al interior, en pin- celadas y pulverizaciones, lo mismo que los vapores de clorhi- drato de amoniaco (véase para este agente laringitis estridulo- 403 sa), y la copaiba ó las cucharadas de cubeba pasadas ambas muy lentamente: cubeba 12.00 y jarabe simple 240.00: uso, ca- da dos horas. De reputación antiséptica y específica son los toques de do- ral repetidos cada dos horas, pues que se les ve el buen resul- tado á más tardar á los tres ó cuatro días: doral de 15 á 30.00 y glicerina 100.00. Esta práctica da la curación en 48 horas: pinceladas de tani- no en glicerina,* é incontinenti se expolvorea azufre en las par- tes afectadas; durante un cuarto de hora después de la postura de este tópico, el enfermo no debe ni escupir ni tragar, advir- tiendo que se harán sesiones cada tres ó cuatro horas. Se han propuesto estas pulverizaciones, cuya solución pue- de emplearse á la vez en gargarismos, advirtiendo que el bicar- bonato de sosa disuelve el moco y deja así expedito el camino al biborato de sosa para que obre directamente sobre la super- ficie de la mucosa: bicarbonato de sosa y biborato de sosa áá 2.50, agua 30.00. De reputación clásica es el percloruro de fierro ad intus et extra, pues dos gotas cada dos horas administradas siempre en un poco de caldo se ve que producen, poco después de su ab- sorción, efectos dinámicos muy notables: percloruro de fierro y glicerina áá para toques, que se pueden alternar con los de áci- do salicílico ó de limón, etc. Como cáusticas antisépticas se proponen las pinceladas é in- halaciones de bromuro de potasio y bromo áá 0.40, agua 200.00, hechas primero cada media hora, después cada hora y por úl- timo cada dos horas, empleando para las últimas un tubo es- pecial que evite la irritación de la mucosa bucal y ocular que produce el desprendimiento de los vapores. Puede ocurrirse al bromuro de potasio solo y en polvo, á título de cáustico li- gero. Se han propuesto como específicos los gargarismos, cada cuarto de hora ó media hora, hechos con agua de cal segunda, pues además de ser astringente es el único agente capaz de di- 404 solver la falsa membrana por su acción sobre la mucina; por lo demás no es cáustica. Concomitantemente con las gárgaras se pone una vejiga de hielo en el cuello. Ya que hablamos de disolventes de las falsas membranas, recordaremos al petróleo y á la papaina, en pinceladas repeti- das cada cinco minutos hasta que la falsa membrana se disuel- va, aunque con la papaina no es fácil se logre la destrucción de la parte intersticial del exudado: papaina 0.10 y agua 200.00. Se ha propuesto la levadura de cerveza como antídoto mi- crobiano, y nosotros recordaremos, para proscribirlas, que se han hecho y recomendado las inoculaciones de erisipela en la difteria: dícese que con estas últimas se obtiene casi una cura- ción instantánea, pero aunque ciertamente fuera así, jamás de- be ocurrirse á ellas. El Dr. Simón en su tratado de enfermedades de los niños, formula uñ esquema de tratamiento con la medicación alcohó- lica y los tónicos, recomendando se hagan toques ligeros en los exudados con vino aromático, jugo de limón, etc., pero al principio él opta por los alcohólicos, porque les halla que son antisépticos, tónicos, cardiacos y medicamentos ó alimentos de ahorro, dándoles á dosis fuerte hasta de medio cuartillo y más en un día, entendiéndose que siempre se estará en los límites de lo prudente, no llegando á las dosis colosales que son hi- postenizantes. Por lo demás, se pueden hacer también inhala- ciones de alcohol caliente. La galvanocaustia térmica se ha propuesto como el mejor medio antiflogístico y antiséptico con que se pueden tocar las placas difteríticas. En general, cuando la difteria es escarlatinosa se le aplicará el mismo tratamiento, aunque sea debida á un estreptococus y no á un bacilo. Llegamos ya al caso de tener que hacer que recomendar las inhalaciones de oxígeno para la asfixia inminente y la traqueo- 405 tomía como recurso soberano, en la inteligencia que aun cuan- do haya ligera cianosis, se puede administrar el cloroformo pa- ra hacerla, recomendando sin embargo las debidas alertas, que siempre, y aquí más que nunca, son de rigor: con estas condi- ciones la soportan perfectamente aun los niños de dos años; pero antes de hacerla no está por demás decir que un vomiti- vo de ipeca puede ser de felices resultados, particularmente cuando la obstrucción es mínima. La ipeca, además de desobs- truyente, es incisiva, y por esto se comprende que su empleo tiene utilidad aun en todos los períodos, cuando se hace con las debidas precauciones. Las instilaciones de una solución de clorato de sosa hechas por la cánula después de la traqueotomía, se recomiendan co- mo muy propias para favorecer la eliminación de las falsas membranas que existan en la tráquea: 4.00 por 30.00 de agua. Como recurso preventivo de la traqueotomía, se ha propues- to la entubación de la laringe, pero en caso que se resuelva á hacerla, debe practicarse con extrema reserva y prudencia pa- ra evitar los muchos peligros que tiene y aprovechar todas sus ventajas, entendiéndose que en el caso que fracase esta ma- niobra y se resuelva á la traqueotomía, no deberá sacarse el tubo sino hasta que se haya consumado ésta. Por lo demás, hé aquí lo que parecen las indicaciones formales de una y otra: entubación para la difteria, ocupando la laringe y la parte su- perior de la tráquea: traqueotomía para la difteria difusa de la laringe, tráquea y bronquios. _ Nosotros no debemos entrar en los detalles de un estudio en este lugar sobre las ventajas y desventajas de la entubación y de la preferencia que en un caso dado debe tenerse por ésta ó por la traqueotomía, de suerte que nos limitaremos á decir que la entubación tiene muchos peligros y muy pocas ventajas, y por fin, que la traqueotomía le es superior casi siempre. Quien quiera más detalles, vea el Boletín de Terapéutica, tomo 121 pág. 188. Como recursos accesorios y del medio se han recomendado 406 las fumigaciones hechas en el departamento ocupado por el en- fermo y con un fin no sólo curativo sino hasta profiláctico. Es- tas pulverizaciones y fumigaciones pueden ser de mostaza, ajo, sulfuro de alilo, tomillo, lavanda, eucaliptus, esencias, y hasta se ha propuesto la cubeba, que se ha utilizado con muchísima ventaja del modo siguiente: en una vasija de barro calentada al rojo se arroja la cubeba, que luego comienza á vaporizarse; sus vapores pueden ser inhalados directamente por el en- fermo. Nosotros no optamos por los gargarismos antisépticos pre- ventivos, pero sí estamos por el aseo de la boca del convale- ciente de difteria aun cuatro semanas después de la alta efec- tiva, con el fin de impedir el desarrollo del noma. Todo departamento acabado de ocupar por un diftérico de- berá ser desinfectado muy escrupulosamente, porque nada hay tan tenaz y contagioso como el bacilus de la difteria, y á este propósito recordaremos que el mejor destructor de éste es el agua hirviente. Diabetes: El tratamiento debe satisfacer tres indicaciones cau- sales: higiene alimenticia, tratamiento nervioso y tratamiento diatésico. La primera parte se divide en dos: higiene alimenti- cia é higiene general. Todo tratamiento que disminuye el apetito del diabético es un tratamiento peligroso. En el alimento del diabético se pres- criben los huevos, los quesos, las legumbres verdes, las carnes, las almendras frescas y las nueces: suspéndase de tiempo en tiempo el uso de la sacarina para evitar los calambres de estó- mago que vienen por su uso repetido ó por una predisposición. Hágase bastante ejercicio prudentemente, pues el mucho, es más peligroso que el reposo completo, porque la hiperglicemia produce depresión, á pesar de que muestre lo contrario algu- nas veces la fisonomía del enfermo, y se comprende que tal depresión, aumentando por la fatiga, tendrá funestos resulta- dos. La hidroterapia es importante por el aseo de la piel, y en este concepto, las lociones de agua caliente adicionada de agua 407 de colonia, seguidas de fricción seca y enérgica, ayudan pode- rosamente. Es de ordenanza el aseo genital con agua simple ó naftolada para impedir la aparición del prurito ó de las erupciones ecze- matosas. El tratamiento nervioso comprende el uso del opio, del bro- muro de potasio, del sulfato de quinina, que es muy eficaz; aunque infringe el precepto de arriba, quitando el apetito al diabético por la irritación gástrica que produce la antipirina, que obra como los anteriores, disminuyendo la excitabilidad de las partes superiores de la médula, en la inteligencia que debe evitarse á todo trance, si se quiere obtener el éxito, el cansan- cio intelectual, el pesar, las emociones vivas, etc. El tratamiento diatésico es el del artrítico ó del artritismo, pues es un hecho que los ascendientes del diabético son ó han sido gotosos ó padecientes de arenilla úrica; conforme á esto, se emplearán los alcalinos solos ó asociados con el lactato de estronciana, que es tan útil en los albuminúricos; el licor de Fowler, las curas termales bicarbonatadas sódicas ó arsenica- les, etc. Debe tenerse entendido que contra la diabetes grave, todo fracasa y es grave toda aquella en que á pesar de los recursos ordinarios y extraordinarios, no disminuye ó disminuye muy poco la cantidad de azúcar arrojada en 24 horas. Hay que dar, pues, á estos enfermos cierta libertad de sacarinos y frutos, porque está visto que con ó sin régimen, la muerte llega antes de los cuatro años. Por lo demás, hay ciertas diabetes de me- diana intensidad en que no hay que forzar la restricción alimen- ticia porque sobreviene la inapetencia, y en consecuencia, de- berá tenerse bastante tacto con estas diabetes. Las consecuencias de esta enfermedad, como son la tuber- culosis; la esclerosis renal, fin mortal de una diabetes larga; las gangrenas, y sobre todo el coma, se tratarán por los medios ya recomendados; pero en las gangrenas locales, como se ve en los ántrax, no hay que hacer grandes incisiones mientras no se 408 haya tonificado el organismo y disminuido á 10.00 en 24 horas la azúcar excretada, sino que se limitará uno á hacer curacio- nes antisépticas ó pulverizaciones subcontinuas de ácido fénico al 2 por ciento; las grandes incisiones sólo son útiles cuando la azúcar está abajo de 10.00 en 24 horas, de suerte que si se hacen cuando está más alta la cifra, sólo se consigue acelerar el desenlace fatal. Los reblandecimientos cerebrales y medulares se atenderán como es de costumbre cuando se les puede atender. En el diabético albuminúrico hay que dar legumbres verdes, huevos y leche, á todo trance, y según la dominante así serán las preferencias. Se pueden permitir los quesos frescos, pero se tendrá cuidado de proscribir á los moluscos y ala caza ma- yor. Háganse inyecciones subcutáneas de cafeína y lactato de estronciana é inhalaciones de oxígeno, que tan útiles son en las dos enfermedades, teniendo cuidado de hacerlas desde lue- go que aparezcan los síntomas de la insuficiencia renal. •Hay que saber que si en una diabética sobreviene el emba- razo, la muerte de madre y engendro es muy probable, verifi- cándose casi siempre y naturalmente la expulsión prematura. Conforme á esto es de capital importancia la distinción entre la glicosuria normal del embarazo y la diabetes verdadera. Es muy favorable en la alimentación del diabético el empleo del té, café y nuez de cola, que obran por su principio cafeico y que la sacarina facilita su uso. Se> atenderá debidamente la boca, ya por un dentista, ya fric- cionando las encías después de cada comida, con la solución siguiente: bórax 25.00, ácido fénico 1.00, timol 0.25, agua 1,000.00, tintura de anís 10.00, esencia de menta 10 gotas, al- cohol 100.00; colórese con carminato de amoniaco ó cochinilla y tómese de la mezcla una parte para otra igual de agua para el uso indicado. A la gimnasia se puede añadir la jardinería, la equitación, etc. El masaje es útilísimo. Puede darse como agua de uso la gaseosa alcalina de Vals, 409 Vichy ó Carlsbad, con 0.30 de carbonato de litina y 2 ó 3 gotas de licor de Fowler que es, según varios, excelente asociación, aunque muchos proscriben el último de los componentes de esta mixtura. Esta agua se tomará antes de comer. Cuando hay dispepsia pútrida concomitante, se hace la antisepcia intestinal añadiendo al agua de uso cucharadas de agua sulfocarbonada, preparada según la fórmula que sigue: sulfuro de carbono 25.00, agua 500.00, esencia de menta 50 gotas, de esta mezcla se to- marán cucharadas sin agitar el vaso y teniendo cuidado de re- poner el agua á medida que se consuma. La adición de esta mezcla al agua común, da muchas veces resultados admira- bles. Cuando se use alguno de los medicamentos que menciona- mos arriba, antipirina, sulfato de quinina, etc., es preciso saber que en el caso no se trata de una poliuria debida á esclerosis renal, porque entonces la antipirina y sus homologas, exalgi- na, fenacetina y acetanilida, serían de funestos resultados, cosa que no sucedería si se tratara de una poliuria esencial. Trazado este esquema, vengamos sobre algunos detalles im- portantes. Y desde luego advertiremos que como no hay un credo cien- tífico exclusivo sobre la naturaleza de la enfermedad, y que como las últimas investigaciones sobre la diabetes pancreática han venido á complicar más la cuestión arrojando en la lisa al fermento glicolítico, por esa razón hoy militan en la ciencia una multitud de opiniones que consecuentemente traen aparejadas una diversidad de prácticas que desgraciadamente la clínica ha rechazado, haciendo flotar sobre este mar de opiniones y prác- ticas al régimen alimenticio de Bouchardat, que considera todo el mundo como la única cosa práctica que sabemos en tratán- dose de esta enfermedad. Todos sabemos que el método no es de eficacia universal, y por esto y por otras razones todos es- tamos cayendo en la cuenta de que la diabetes es un sindromo y no una enfermedad, y que en consecuencia ni tiene una cau- sa exclusiva ni un tratamiento especial: los sindromos jamás han tenido ni una ni otra cosa. 410 ¿Qué va á valer, pues, tal y cual práctica exclusiva en ali- mentación y en medicamentos? Fuera del valor relativo, nada. El régimen de During se rechaza por exclusivo y anticlínico y no le consideramos más bondad que la de preocuparse del buen estado de las vías digestivas, no dando alimentos indiges- tos ó en exceso y administrando de tarde en tarde algún pur- gante que, como todos sabemos, son los más seguros desinfec- tantes intestinales, y el diabético necesita todo esto porque los purgantes tienen una acción general palpable sobre los cambios moleculares. Como purgantes, prefiérase el agua de Carlsbad dada s. a., ó el sulfato de sosa diluido en pequeña cantidad de agua. El creofagismo estricto también cae por tierra por la misma razón; pero debe tenerse entendido que él se hace necesario en los primeros quince días de prueba de toda cura diabética y en las complicaciones graves de la diabetes, de suerte que fue- ra de estos casos no vale gran cosa como método ordinario, y así, muchos le agregan grasas (sin aceptar el método de Can- tani), pan, papas, raíces y legumbres verdes, y de este modo, paso á paso, se van acercando al método de Bouchardat. Todo el mundo sabe que este último se funda en la supre- sión brusca de alimentos amiláceos y sacarinos, haciendo algún uso de las grasas. En materia de pan se admite el de gluten, preparado con cuidado y recomendando al enfermo que mejor tome la costra tostada que la miga, porque así comerá menos por el hecho de no poderla comer. Como succedáneas del pan se dan las papas cocidas, á la dosis máxima de 100.00, pues que en tal cantidad sólo va un 8 por ciento de feculentos. La legumina, la fromentina y el pan de soja no han sido más que hermosas ilusiones, mas si la industria llega á privar de su acei- te á la glycina hispida ó soja, entonces será otra la situación de los diabéticos. Es necesario evitar un escollo que hay en la higiene alimen- ticia de los diabéticos, que consiste en el uso del alcohol, por- que hay que saber que los diabéticos ordinariamente son gran- 411 des bebedores sin embriagarse jamás; pues bien, proscríbanse los alcoholes, y si no se puede realizar la supresión de estos lí- quidos, entonces puede tolerarse con prudencia el vino rojo cortado; mas será uno inexorable con las cervezas y las malto- sis por las sacarificaciones que facilitan. Al diabético no hay que prohibirle el agua. Como medicamentos, hé aquí otros que se han recomenda- do: el hipurato básico de cal, 1.00 ter., en solución endulzada con sacarina; el salicilato de sosa, solo ó asociado á la nuez vó- mica y á la genciana; la estricnina, empleada sistemáticamen- te, puede decirse que encuentra siempre su indicación en la diabetes, sola ó asociada al arsénico y al tanino; la eugenia ó syzygium jambolana, que puede darse á la dosis de 2 á 6.00 y más, que no vale gran cosa y que en las formas graves es con- traproducente, y además que no obra más que por su tanino ó ácido gálico que contiene el nitrato de uranio, etc. ¿Hablare- mos de las inyecciones de Brown Sequard, que han sido em- pleadas hasta para el coma diabético? Creemos que no; limi- tándonos á decir que son muy dolorosas, y que á pesar de la asepcia más estricta pueden producir reacción local con todas sus consecuencias. No hay que olvidar que los bromurados producen á veces muy fuerte depresión, y que casi siempre sólo son útiles en las diabetes de origen nervioso; que los opiados casi han sido aban- donados á pesar de su utilidad tan grande cuando ya el régi- men higiénico disminuyó la cantidad de azúcar excretada, por- que fácilmente producen alteraciones digestivas; que por esto último puede ocurrirse á la codeina ó á la morfina con las mis- mas ventajas, y casi con tantos inconvenientes; que la ergotina ó la valeriana, recorhendadas cada una para la diabetes, real- mente sólo son útiles para las poliurias simples y no para las sacarinas, y que en el mismo caso está el cuernecillo de cen- teno. Se ha recomendado como de felices resultados el aire com- primido, sobre todo el que se usa en aparatos transportables, 412 pues á más de su acción general, se tiene la ventaja de intro- ducir más materia comburente. La glicerina puede servir como tónico y sacarino; calma la sed cuando se da mezclada con agua y en pequeña cantidad para guardarse en la boca, no se transforma en azúcar, parece que retarda el enflaquecimiento, y por fin debe tenerse la pre- caución de no darla sola porque se aumenta la sed. Llegamos por fin á la peripecia que ordinariamente termina la evolución de la diabetes: hablamos del coma. En principio, en el coma no debe hacerse nada, ¿por qué? Porque el coma no cura jamás. Empero si hubiere necesidad de tratarlo, es ne- cesario hacerlo desde el principio, cuando aparecen los sínto- mas premonitores para reunir el mayor número de probabili- dades de éxito; y así, desde luego que aparezcan ellos, acuéstese al paciente, adminístresele un purgante, y pasado éste, comién- cesele á dar cada hora 0.30 de citrato de potasa, haciéndole beber copiosamente leche, limonadas, té ó sencillamente agua: cuatro litros en 24 horas es la dosis mínima. Las inyecciones intravenosas de agua salada, adicionada de bicarbonato de sosa y de cloruro de potasio, prescritas en el coma diabético, es cierto que hacen desaparecer momentánea- mente el coma, pero no impiden su vuelta rápida y la muerte próxima: se las puede hacer subcutáneas, con la condición de que sean profundas, porque si no dan origen á flegmones y continuadas hasta que la orina tenga reacción alcalina. Estas inyecciones han sido propuestas conforme á la teoría que su- pone que el coma diabético es producido por el amoniaco y el ácido butírico que se demuestra en las orinas (este último) por el percloruro de fierro. La transfusión y sus derivados durante la inminencia ó cur- so del coma, han sido propuestos para satisfacer la indicación de la renovación de la constitución sanguínea. Terminemos lo relativo á esta enfermedad con este precep- to: todo diabético que por una ú otra circunstancia ha mejora- do mucho, requiere por eso mismo un cambio en la alimenta- 413 ción concediéndosele más libertad en el régimen, pues tal con- ducta es de las más racionales y convenientes. Como puede ser útil al instituir un tratamiento en esta en- fermedad, tener conocimiento cierto del estado del páncreas, diremos que hemos visto recomendado se haga una inyección subcutánea de 0.01 de clorhidrato de pilocarpina, pues se dice que ésta aumenta la cantidad de fermento glicolítico, y por tan- to, si el páncreas está sano, se verá disminuir luego la cantidad de azúcar excretada; en consecuencia, si ésta no disminuye, puede deducirse que el páncreas está enfermo y que la diabe- tes es grave, rápidamente mortal. Diarrea crónica: Sencillamente podríamos decir de ella, evi- tándonos mucho trabajo: atiéndase la causal y propínense los astringentes, absorbentes y anexosmóticos, toda vez que el fe- nómeno es una resultante de tan variadas causas que, aun sa- liéndonos de nuestro propósito, difícilmente podríamos enume- rar: la tienen los tísicos, la tienen los que padecen la atrofia celular del hígado, la tienen los que sufren una enteritis cróni- ca simple, y en fin, la tienen cien más que se pueden contar en cada 'caso particular. Por eso nosotros, al recorrer la lite- ratura, no podríamos menos qué preguntarnos cuando encon- trábamos esta dirección: para la diarrea crónica, que de cuál diarrea se trataba. Muy luego vamos á ver muchas fórmulas y medicamentos recomendados para este síntoma, pero nosotros nos permitimos opinar que no serían tantos si se hubiera sabido adaptar desde un principio el medicamento á la indicación causal. En princi- pio tiene la ciencia: que cuando para una enfermedad se pro- ponen muchos medicamentos, sin que prácticamente, den re- sultados satisfactorios, es que sucede una de dos, ó las dos á la vez: que, ó la enfermedad es incurable hasta el día, ó que no se ha sabido adaptar el medicamento á la indicación cuando es curable la enfermedad. Y bien, en materia de diarreas crónicas, las hay de todas cla- ses, desde la forma más benigna hasta la más tenaz. Es nece- sario, pues, no confundir las diarreas. 414 Diarrea de los tísicos y diarreas diatésicas: Son excepcional- mente curables, y cuando se llegó á este buen resultado, es que previamente se ha llegado á curar la diátesis causal. El trata- miento radical, no pudiendo hacerse, queda el sintomático ó paliativo, para el cual tenemos la histerionica baylahuen, plan- ta del Brasil propinada bajo la forma de infusión, 1: 60.00, ó de extracto fluido á la dosis de 6 á 10 gotas; la solución acuo- sa de tanino, que ha sido preparado por el alcohol, confeccio- nada al 2 por ciento; el agua de cal segunda, á la dosis de 20.00; y por fin, las preparaciones de diascordio y de triaca, porque se dice que siendo menos solubles, recorren casi todo el intes- tino produciendo la deseada astricción sin la colateralidad so- porífica de los otros opiados solubles. Diarrea blanca de los trópicos, ó sea la llamada diarrea endémi- ca de Guadalajara: En sustitución de las preparaciones opia- das que no deben darse en esta enfermedad mortal, se reco- mienda el extracto de cannabis indica, por sus propiedades constipante y aperitiva. Calomel, absorbentes y astringentes. Diarreas crónicas simples ó sea curables, y producidas por en- teritis simple: En toda diarrea crónica lo que prima es el régi- men, porque fuera de él no hay curación posible, y como régimen alimenticio ninguno es mejor que el lácteo. Leche des- cremada ó leche adicionada de agua de cal, tomada á peque- ños tragos y á dosis de 125.00 ó menos, repetida cada tres ho- ras, es lo mejor que hay que hacer: algunos la recomiendan tibia para que sea más soportable; pero en todo caso es mejor darla al gusto del enfermo. Si no puede ser soportado este ré- gimen exclusivo, entonces los americanos dicen que, terapéu- ticamente, su crema es un buen succedáneo: dos yemas de huevo batidas con polvo de azúcar y Kirch. Si el enfermo va á mejor con la ayuda de medicamentos, entonces se puede pasar al régimen vegetal, que calma la irritación intestinal, dando á comer al enfermo purés de papas, de lentejas, de frijoles, y ato- les de trigo, de arroz, de cebada, de maíz, de avena, pudiendo • 415 dar el arroz bajo todas sus formas, lo mismo que las harinas: macarrones, fideos, etc.; después de esto sígase con las legum- bres verdes, siempre en puré si se puede; con las zanahorias, nabos, chícharos ó guisantes, y por fin, cuando se llegue á las fronteras de la salud, permítanse las carnes cocidas ó asadas para consolidar la curación. Más justo es advertir que habrá ocasiones en que se tengan que proscribir á las grasas, farináceos y azúcares, como cuan- do se les ve francamente ser contraproducentes; el Dr. Redes, de Londres, grande autoridad en el asunto, proscribe absolu- tamente todo esto. Antes de pasar más adelante, diremos que está perfectamen- te indicado el régimen vegetariano en las diarreas pútridas. En las diarreas de los niños y adultos -se ha visto dar buen resultado á la carne cruda, y nosotros suponemos que será así en las procedentes de las hipersecreciones digestivas, y con es- pecialidad de las del estómago. Es probado que una ó dos cucharadas de caldo común, da- das antes de la ingestión de la leche, cuando ya repugna el ré- gimen lácteo, favorecen á título de peptógenas la continuación de este régimen, que con su ayuda parece ser continuado por los enfermos hasta con gusto. Fué opinión del Dr. Oliva que las diarreas colicuativas de las personas muy débiles ó procedentes de la supresión de algún exantema, se mejoran mucho con el uso del pulque y del joco- qui, y nosotros comprendemos perfectamente esta medicación por el pulque, sabedores como somos de las opiniones que so- bre este particular tuvieron el Dr. Lucio en México y los Sres. Trousseau y Pidoux en el extranjero. El Dr. Lucio decía: to- das las veces que en una diarrea crónica simple fracaséis con los medicamentos más recomendados y la dieta más severa, dad libertad alimenticia á vuestro enfermo, porque entonces la diarrea la sostiene la atonía intestinal que ha producido vues- tra severidad dietética: una comida de chile y de alimentos irritantes, en este caso, es un recurso salvador. El Dr. Oliva 416 decía: con la condición de que estén apaciguados los acciden- tes inflamatorios; y los Sres. Trousseau y Pidoux nos han ha- blado de la medicación sustitutiva. Si tales prácticas se adoptan como recursos del arte, se com- prende que no se pondrán en vigor más que uno ó dos días, porque si se pasare de este límite, se pasaría y se iría más allá de la medicación racional. En todo caso, en la diarrea crónica estamos más por la hi- giene que por la farmacia; que estamos muy lejos de desdeñar: masaje, abrigo del vientre, privación de la humedad, lugares secos para habitación, etc.; hé aquí las prácticas que pueden conducir á la salud. Siempre es muy útil, salvo indicación en contrario, comen- zar por administrar un purgante, que variará según las circuns- tancias. Si se Ve que la diarrea es francamente pútrida, se im- pondrá con rigor la antisepcia intestinal, dando alguna de estas fórmulas: salol 3.00, aceite de ricino 15.00, jarabe de ruibarbo 30.00, agua destilada de canela 120.00, goma arábiga q. s., de cuya mezcla se tomará una cucharada sopera cada hora has- ta efecto laxante, vigilando los del salol; agua sulfocarbonada, según la fórmula ya dada en el artículo diabetes, y por fin, el salicilato de bismuto, solo ó asociado apartes iguales con el car- bón de Belloc, con la magnesia inglesa, creta, fosfato de cal, naftol, salol, etc., según sea el caso, en la inteligencia que de carbón puede darse hasta una onza. Se han recomendado las limonadas sulfúrica, nítrica y clor- hídrica. La infusión de Dorstenia contrayerba es un excelente tó- nico. Diarrea infantil: Véase gastro-enteritis. Diarrea estival: Aplicaciones de licor epispástico en la región de los neumogástricos (véase cólera), y calomel, salol, etc., al interior. Dilatación del estómago: Lavado del estómago con soluciones antisépticas de bórax, de naftol, salol, etc., es la recomenda- 417 ción capital que hay que hacer por ahora asociándolo al régi- men seco ó al vegetal (véase diarrea crónica), y teniendo cui- dado de hacerlo en ayunas y seguido de otro de agua fría este- rilizada. Se han recomendado los lavados con agua cloroformada suficientemente diluida, haciendo notar sus efectos analgésicos y antisépticos. El agua sulfocarbonada está en igual caso. Combátese la hiper ó anaclorhidria por los medios conocidos. Hágase la cura del Dr. Mitchell. Últimamente hemos visto recomendados al bromuro de es- tronciana ó de cal. Es necesario no descuidar el uso de los tónicos al interior y un buen régimen de vida. Disentería: Siempre es muy útil comenzar su curación por la administración de un purgante de calomel, y seguir con el uso de medicamentos antisépticos propinados por la boca ó in- troducidos por lavativas, recomendando para éstas que se em- pleen siempre grandes cantidades de líquidos: los antisépticos más recomendados son el bicloruro de mercurio, el ácido féni- co, el salol, naftol, etc. Como es verdaderamente bárbaro el tratamiento clásico por la ipeca, que por lo demás no es de resultados constantes, re- comendamos esta fórmula, que siempre nos ha dado resultado dentro de las primeras doce horas siguientes á la administra- ción de la primera pildora: goma guta 0.40, extracto thebaico 0.10 ó 0.12, para hacer con la mezcla cinco pildoras y tomar de ellas una cada dos horas. Los efectos hemostáticos son ma- ravillosos, y lo ordinario es que al día siguiente no persista más que una ligera diarrea de aspecto seroso: entonces no queda más que combatir ésta por los absorbentes y anexosmóticos, bajo el régimen lácteo más severo. Ocho ó diez días después todo ha terminado favorablemente. Hemos visto recomendado entre muchas innovaciones, al parecer inútiles, al siguiente método: satúrese de sal de Epson hasta medio cuartillo de agua, ó sea un cuarto de litro; añádan- se 30 gramos de ácido sulfúrico diluido y tómese de la mezcla Terapéutica.—27 418 una cucharada cada hora en un vaso de agua hasta efecto pur- gante: dos días después los síntomas disentéricos han desapa- recido, no quedando más que una ligera diarrea que se com- bate por los opiados y astringentes. Cualquiera que sea el medicamento que se emplee, es de ri- gor el régimen lácteo más severo. Divieso: Inyecciones intersticiales de alcanfor fenicado, con- feccionado así: alcanfor tres partes, ácido fénico una parte; repósese la mezcla por 24 horas, fíltrese y disuélvase en alco- hol, éter ó aceites: han sido recomendadas como excelentes anestésicas y antisépticas, que tienen además la ventaja de dis- minuir la cantidad de supuración. Se han recomendado las pinceladas de tintura de yodo con parte igual de glicerina y á una temperatura superior á 4- 38°; las pulverizaciones fénicas hechas á lo más á 25 centímetros de distancia y con soluciones preparadas al 2 ó 5 por ciento, aña- diéndose en este caso.los efectos antisépticos del calor á los del ácido fénico. Como abortivo, tenemos este emplasto: ácido salicílico y em- plasto de jabón, partes iguales, 1.00; emplasto de aquilón 2.00; confecciónese un emplasto que se colocará sobre el divieso. En los diviesos de repetición ha dado muy buen resultado el sulfoictiolato de amonio al interior y al exterior, mas en to- do caso es de primera recomendación el uso del sulfuro de cal- cio al interior. Eclampsia: Durante el absceso coloqúese un pañuelo ó com- presa transversalmente entre los dientes, para impedir que sea mordida la lengua; coloqúense á la vez los pulgares ó la mano bajo el mentó, sosteniendo la compresa é impidiendo la luxa- ción posible del maxilar inferior. Con estas precauciones se comienza á dar el doral, que es el agente específico cuando so- breviene esta enfermedad en una gravídica, en la inteligencia que importa poco la forma morbosa, pues lo mismo obra en la convulsiva que en la delirante, etc.; según los microbiólogos, el doral es agente específico del microbio: sea ó no, lo que hay 1í\) de cierto es que jamás debemos atenernos en la vía rectal, sino que introduciremos el medicamento por la boca aun sirvién- donos de la sonda y empleando siempre grandes dosis en 24 horas, de manera de poder dar 3 y 4 gramos repetidos muchas veces. Se pueden emplear á la vez los bañds de agua caliente, á 40 ó 42° prolongados por una ó media hora: como el calor es el que obra en este caso, es de mucha utilidad calentar el depar- tamento ocupado por el enfermo, y emplear ropas calientes pa- ra envolver al salir del baño, en la inteligencia que estos baños se harán aun cuando la paciente esté en el coma ó no se haya terminado el trabajo del parto. Durante la sudación que les si- gue, es bueno abstenerse de cualquier otro diaforético, y sólo se permitirán ad libitum bebidas frescas ó refrigerantes. Estos baños aun son profilácticos de la eclampsia en las gra- vídicas albuminúricas. Como regla general no se deben hacer inyecciones subcutá- neas de pilocarpina, porque sus efectos nocivos son superiores á los beneficios que producen. Pueden hacerse con ventaja, pero siempre en segunda línea, inhalaciones de cloroformo. En las formas muy graves, y según las circunstancias, deben hacerse sangrías muy copiosas hasta de 500 gramos y aun más, pues en ocasiones se han sacado en una sola vez y con feliz re- sultado, nada menos que 1,500 gramos, porque en esta enfer- medad y en todas las que se le parecen, por el predominio de hipertensión arterial, sólo con copiosas sangrías puede lograrse el objeto, que en el caso es abatir esa hipertensión. No enumeraremos las diferentes medicaciones propuestas, pero sí nos limitaremos á transcribir el siguiente extracto que hemos hecho. La anestesia por el doral, á alta dosis, solo ó ayu- dado por el cloroformo, de suerte que la enferma, durante to- da su enfermedad, esté bajo la anestesia, es el tratamiento real- mente eficaz. De igual fuerza es la sangría cuando hay plétora, cuando las convulsiones son violentas y cuando el coma se 420 acompaña de accidentes asfíxicos, haciéndola de 500 á 1,000.00; excepcionalmente más. De igual fuerza es la depleción uterina: obténgasela lo más pronto que se pueda, pero jamás por me- dios violentos; y así, si el trabajo no se inicia, espéresele pru- dentemente hasta que perdida la esperanza se vea uno obliga- do á ocurrir al parto provocado. Si la dilatación cervical ha comenzado, evítese el parto for- zado, á menos que un peligro inminente amenace comprome- ter la vida de la madre; sin embargo, los medios de suavidad capaces de violentar la dilatación, tales como los sacos de caoutchouc, la penetración suave de los dedos y de la mano, etc., no se deberán desechar, pero se les reservará para los ca- sos relativamente graves. Una vez completa la dilatación, no hay que vacilar para intervenir, terminando el parto por el fór- ceps, la versión ó extracción manual según el caso. La expulsión de las secundinas se activará en los límites que prescriba la prudencia. Pueden emplearse á la vez, ó alternándose con los anterio- res, los siguientes medios de importancia secundaria, pero que el médico no debe olvidar porque es posible que le presten úti- lísimos servicios. Purgantes: 20.00 de aguardiente alemán, ó en caso que se trate de hepatemia, es decir, que predominen los síntomas hepáticos, como ictericia y calentura, se preferirán los colagogos; diuréticos: leche, digital, etc., y por la diaforesis tal como queda dicho. El edema de los miembros inferiores y de la vulva, que pue- de dificultar al parto, se corrige pronto con la compresión pro- longada ó con las punciones asépticas. Cuando amenace suspenderse la vida se harán las inhalacio- nes de oxígeno y la respiración artificial. La profilaxia de la eclampsia gravídica consiste en observar atentamente la orina y en corregir la albuminuria por el régi- men lácteo exclusivo, súbita ó lentamente establecido, y pro- longado ó repetido tenazmente mientras haya albúmina en la orina; mas si el régimen lácteo no puede establecerse ó conti- 421 nuarse, entonces los resultados serán inciertos con las sales de estronciana, con los antisépticos intestinales en caso de intes- tinhemia, con las sangrías en caso de plétora, con las sangui- juelas y ventosas escarificadas en la región lombar, y por fin, con los diuréticos, fricciones secas, baños de vapor, etc. El ca- pítulo más cierto de la profilaxia es el del parto provocado, aunque es verdad, queda como recurso excepcional. En la eclapsia infantil hay que comenzar por suprimir desde los vermes intestinales hasta el más pequeño traumatismo físi- co ó moral para instituir la medicación bromurada y los baños tibios. Cuando aparece en un niño que ya padecía de diarrea lien- térica, se ha recomendado se hagan lavativas con gran canti- dad de agua, y aun en caso de necesidad se las puede hacer purgantes: sulfato de sosa 10.00, folículos de sen 8.00, miel de mercurial 20.00, agua 150.00, debiendo emplearse esta fórmu- la en niños de 18 meses á 2 años, pues abajo de esta edad se puede ocurrir á la siguiente: glicerina y aceite, partes iguales, para 150.00 de agua, ó bien al sulfato de sosa solo y diluido. Si las deposiciones son sero-mucosas ó biliosas, como sucede en la enteritis catarral, puede darse primero un emeto-catárti- co seguido de una poción de bismuto laudanizada, de lavativas almidonadas, de aplicaciones de algodón sinapisado y de fric- ciones excitantes en el vientre. La dieta láctea es también de rigor. En segundo lugar, y cualquiera que sea la diarrea, hay que combatir los accidentes cerebrales haciendo, por ejemplo, in- halar éter; mas si las convulsiones persisten, se hacen baños sinapisados "hasta rubefacción de la piel, repetidos dos ó tres veces en las 24 horas; se propina bromuro de potasio y éter en solución cada cuarto de hora, alternando esta poción con la de bismuto. Por último, si los accidentes no se detienen no hay que vacilar en ocurrir al vejigatorio puesto en la nuca. Inútil es decir que se necesita ausencia de ruidos, semiobs- curidad, etc. 422 Envenenamientos en general: Lo primero c[wc debe hacerse en todo envenenamiento, cuando así esté indicado, es extraer del tubo gastro-intestinal la substancia venenosa: este precepto es de rigor momentos después de la ingestión del tóxico, y aun- que hubiere pasado algún tiempo, esta práctica no puede tener más que buenos resultados. En general, el tratamiento de los envenenamientos es físico, antidótico y sintomático. El tratamiento físico comprende: quitar de las heridas el ve- neno por compresión, lavado, succión ó cauterización; sacar del estómago el veneno, valiéndose de la bomba estomacal, como en el envenenamiento por los ácidos, por lavados consecuti- vos y por los vomitivos, advirtiendo que si no se puede usar nada de esto se hará beber mucha agua caliente y se titilará la campanilla, y que en todo caso no hay que olvidar que una ó media jeringa de Pravaz con solución acuosa de apomorfina al centesimo, es muy eficaz aun en el estado comatoso. Cuando aún existe el conocimiento, se puede emplear el emético, 0.10, y la ipeca, 1.00, repartidos en tomas muy seguidas, ó la solu- ción de sulfato de cobre al 1:60 por cucharaditas en vasos de agua tibia. Regla general: todas las veces que haya cauterización de las vías superiores, deben proscribirse los vomitivos y recomen- darse el lavado por la bomba estomacal. Si no se puede disponer de ningún vomitivo de los que aca- bamos de indicar; y si no hay gastritis producida por el tóxico, como es el caso en la morfina y atropina, échese mano de 15.00 de polvo de mostaza común diluido en un vaso de agua tibia, pues que este vomitivo, á más de ser casi seguro, es el más con- veniente en los envenenamientos por los alcaloides, que dis- minuyen mucho la excitabilidad vulvar. Pertenecen también á los medios físicos: sacar el veneno del intestino por los evacuantes; hacer la respiración artificial y la tracción de la lengua cuando amenaza la parálisis de la respi- ración, sin contar con la traqueotomía cuando hay edema in- flamatorio de la laringe; la calefacción del cuerpo, si el veneno, 423 como todos los narcóticos, provoca diminución de la tempera- tura y enfriamiento de las extremidades, utilizando para esto las fricciones en los miembros, el masaje y los movimientos pasivos; las afusiones frías, especialmente en la cabeza, para desarrollar la vigilia; la posición declive de la cabeza en caso de amenaza de síncope; las pildoras de hielo para atenuar los procesos inflamatorios, las bebidas mucilaginosas administra- das al principio; la sangría y la transfusión, cuando se trata de un envenenamiento de la sangre; y las infusiones intravenosas de sal marina, como las detallamos en el artículo cólera, y la electricidad, utilizando la corriente inducida para excitar al fré- nico si la respiración es suspirosa é irregular y el pincel farádi- co para excitar la piel y despertar los reflejos. El tratamiento antidótico comprende sólo al químico, porque no hay que contar con el fisiológico: ácidos para álcalis y álca- lis para ácidos. En el envenenamiento arsenical se dará el hi- drato de óxido de fierro recientemente preparado, y en el de las sales de plata el agua de sal marina. En los envenenamien- tos por los álcalis vegetales se dan los tánicos, ó con menos probabilidades de éxito el agua iodada, preparada con algunas gotas de tintura de iodo, ó el agua iodurada. Para las sales mer- curiales ó que dan precipitados con la albúmina, las soluciones albuminosas y la leche; y por fin, para el veneno de las ser- pientes, los lavados con soluciones de permanganato de pota- sa, que están recomendados como positivos antídotos: se pue- den hacer inyecciones subcutáneas de lo mismo alrededor de la mordida. El tratamiento sintomático es muy importante, pues que en realidad tiene gran función en todos los envenenamientos, pero es variable con cada uno de ellos. Todo antídoto ó contraveneno deberá darse en mayor dosis de la que se juzgue, según el supuesto de la cantidad de tóxi- co ingerido, siempre que la naturaleza del remedio lo permita y se hará así para neutralizar químicamente, para formar com- puestos insolubles, envolver por todas partes á la substancia 424 nociva ó producir efectos generales contrarios y saludables, sin olvidar este axioma: se puede paralizar á un órgano excitado, pero es más difícil y peligroso excitar á un órgano paralizado, Muchas substancias venenosas tienen la característica de pro- ducir fuertes trastornos al principio, los cuales pasan poco tiem- po después; el organismo se aquieta y se cree en la cura, pero pocas horas después reviven, se agravan y producen la muer- te: es, pues, indispensable vigilar al enfermo, aún muchas ho- ras después de sano, para evitarnos equivocaciones y disgustos. Se ha recomendado con bastante autoridad un antídoto ge- neral para los venenos metálicos, alcalóidicos y plantas tóxicas, compuesto de partes iguales de magnesia, de carbón animal y de hidrato de peróxido de fierro recientemente preparado: si se exceptúan los venenos ciánicos, este antídoto es ciertamente útil. Tenemos otro antídoto general en el protosulfuro de fierro hidratado y un buen antídoto de los ciánicos en la mezcla de sulfuro de fierro, proto-óxido de fierro hidratado y de magne- sia en cuanto baste de agua. Jamás se empleen los sacarinos en los envenenamientos de arsenicales. Para el momento que sea amenazante el colapsus, se pres- cribirán las inyecciones subcutáneas ó rectales de oxígeno. Y por lo demás, á continuación exponemos la práctica seguida en cada envenenamiento en particular, no obstante estar bien de- tallada en una multitud de libros; pero advertiremos que para evitar repeticiones omitiremos en cada caso todo lo concer- niente á prácticas generales, y que uniformemente debe hacer- se en cada caso, según como lo acabamos de referir. Envenenamiento por el ácido acético: Magnesia ad libitum; le- che, aceite, inyecciones hipodérmicas de morfina y de éter. Envenenamiento por el acónito: Estimulantes ad libitum; al- cohol, sal volátil (sal amoniaco 2.00, carbonato de potasio 3.00), y si no son retenidos por el estómago, es necesario diluirlos para inyectarlos en el recto; inyecciones hipodérmicas de atro- 425 pina ó gotas de solución de sulfato ó de tintura de atropina y belladona respectivamente, para administrarlas por la boca ó en lavativa, y si el enfermo se mejora, y especialmente del pulso, se debe insistir en esta medicación; y si no, se ocurrirá á los antiflogísticos y cafeicos, cuando hayan pasado los síntomas alarmantes. Envenenamientos por el amoniaco y álcalis minerales: Vinagre diluido en agua, jugo de limón ó de naranja ad libitum, ácido acético ó algún otro ácido diluido en gran cantidad de agua, y si la deglución es imposible, se hacen inhalaciones de ácido acé- tico ó de vinagre, derramado en un pañuelo. Es muy útil dar á la vez bebidas emolientes y albuminosas, y hacer inyecciones hipodérmicas de morfina para calmar los dolores con estas úl- timas. Además se pueden dar pociones aceitosas, aceites puros, mu- cha agua caliente, y aplicar cataplasmas y sanguijuelas si no hay mejoría. *Por último, -cuando todo se ha conjurado, pres- críbase dieta láctea y después bebidas y alimentos feculentos, caldos grasos, etc. Envenenamientos por la anilina: El mismo tratamiento que el de los opiados. La anilina da lugar á los síntomas del envenenamiento del arsénico ó del bicloruro de mercurio con que se la prepara, ó á los de los ácidos clorhídrico, arsénico, arsenioso y pícrico, con los que ordinariamente está combinada. Envenenamiento por los antimoniales: Propínense soluciones dé tanino al 2 por ciento, repetidas tantas veces como se vo- mite; háganse inyecciones hipodérmicas de morfina y dense lí- quidos emolientes y albuminosos y los cafeicos en general. Com- bátanse los vómitos con agua azucarada, adicionada de opio, jarabe diacodión ó cocimiento de cabeza de adormidera; y los dolores estomacales por aplicación de sanguijuelas en el epi- gastrio. Después de calmado el malestar general, se interviene como en los envenenamientos por los ácidos. Como nota particular diremos que la magnesia debe darse 426 en soluciones azucaradas, ó mejor endulzadas con miel de abe- ja, porque así se precipita y se reduce mejor la base metálica. Envenenamientos por los arsenicales: Es necesario no emplear como vomitivo el emético. Fierro dialisado cuando menos á la dosis de 30.00, repetidos muchas veces por día sin temor de dar grandes cantidades, porque así es como se necesita para formar los compuestos in- solubles que se eliminarán á medida que se formen, mediante los esfuerzos de vómito, que se continuarán provocando para hacer lugar á nueva cantidad de antídoto. Dése á pasto, si no se puede dar el anterior, el sesquióxido de fierro preparado, precipitando la tintura de percloruro de fierro por el carbona- to de sosa y filtrando luego la mezcla al través de un pañuelo, en el concepto que este medicamento debe darse en agua ca- liente en cantidad ilimitada. En general, cuando el antídoto es ferruginoso, pueden darse uno ó dos kilogramos y aun más. No hay que temer la presencia del arsénico eñ el fierro an- tidótico, porque estando bajo la forma de arsenito de fierro é insoluble, no es peligroso. Puede decirse que 0.10 de ácido arsenioso son neutralizados perfectamente por 30.00 de antídoto ferruginoso, tomando por tipo al fierro dialisado. En lugar de los ferruginosos anteriores, puede darse el aza- frán de Mars aperitivo, el hidrato de sesquióxido de fierro se- co ó el persulfuro de fierro hidratado, y por fin, el acetato de peróxido de fierro, y si aún aconteciere que no se puede echar mano de nada de esto, dése agua de cal pura ó mezclada á la leche, al aceite ó al carbón en polvo, previamente diluido en agua sin endulzar. En igual caso se puede ocurrir á las bebidas mucilaginosas, á las pociones aceitosas preparadas con aceite de olivo ó de al- mendras, á la leche pura y cuerpos grasos, pues en general las grasas son útiles porque retardan mucho la dilución del arsé- nico. Envenenamiento por el arum maculatum: Aceite de higuerilla 427 al interior y cataplasmas de linaza al vientre cuando haya do- lor fuerte. Envenenamiento por las sotaneéis (belladona, atropina, etc.): El pronóstico de este envenenamiento es casi siempre benigno por dos razones: la primera porque los síntomas de alarma apare- cen muy pronto, y la segunda porque la evolución de los efec- tos tóxicos es sumamente larga, de modo que da tiempo para obrar y evitar los fenómenos graves que sólo aparecen al úl- timo. La congestión cerebral se corrige con el uso de antiflogísti- cos enérgicos: compresas frías, afusiones frías, emisiones san- guíneas, sinapismos é inyecciones subcutáneas de 0.01 de pi- locarpina repetidas hasta que se humedezca "la boca, en la inteligencia que la eserina puede darse para corregir las altera- ciones visuales; pero debe tenerse como norma que la eserina sólo se puede dar como antídoto en último extremo. El alcohol está recomendado como antagonista de las sota- neas en general, lo mismo que el carbonato de potasa junto con el amoniaco, que da la sal volátil: se puede usar también el éter clorhídrico. Es necesario recalentar al enfermo, hacer duchas alternas calientes y frías, y aun se puede ocurrir á las corrientes inte- rrumpidas en los miembros y al masaje. Respiración artifi- cial. Dijimos hace poco que se podía ocurrir á la pilocarpina has- ta humedecer la boca; pero es necesario tener presente que los efectos tóxicos de ésta y de la atropina son iguales, mientras que sus efectos terapéuticos son antagonistas, es decir, que só- lo se humedecería la boca con buen resultado cuando se hu- bieran ingerido una y otra á dosis terapéuticas. Envenenamientos por la barita y sus sales: Morfina como emé- tico puede ser útil. Sulfato de sosa á la dosis ele 30.00, disuelto en leche ó en agua; sulfato de magnesia á la misma dosis, y por fin el alum- bre á la dosis de 3.00 y aun más: el ácido sulfúrico diluido, á 428 la dosis de 2.00, puede añadirse á estos medicamentos, sin ol- vidar que el sulfato de sosa es tal vez el verdadero antídoto de la barita. Calefacción artificial. Envenenamiento por la benzina: Todos los estimulantes deben emplearse, inclusive las inhalaciones de amoniaco, y se harán, además de la respiración artificial, practicada con mucha tena- cidad, las duchas alternas calientes y frías, proyectando á la vez un poco de agua en el pecho del envenenado. Inyecciones subcutáneas de atropina y corrientes interrum- pidas aplicadas en la región precordial completan el trata- miento. Envenenamiento por'el bicromato de potasa: Fuera del lavado continuo y metódico del estómago, nada es útil; puede emplear- se para hacerlo el agua sulfurosa que instantáneamente redu- ce el ácido á óxido de cromo. Todos los compuestos de cromo son tóxicos aun aplicados al exterior. Se puede aplicar además el carbonato de magnesia ó de cal en leche, y recomendar que se hagan libaciones con aguas al- buminosas ó emolientes. Calefacción artificial. Envenenamiento por la cafeína: La indicación principal es la de estimular por todos los medios posibles á los envenenados. Háganse inyecciones hipodérmicas de morfina y atropina á la vez. Envenenamiento por el haba del Calabar (eserina): Deberán hacerse continuamente inyecciones hipodérmicas de atropina, hasta que la pupila esté dilatada ó se aumente la tensión arte- rial; mas si el medicamento fracasa, ocúrrase pronto al doral en lavativas ó por la boca. En ciertos casos extremos han da- do buen resultado los preparados de estricnina. Estimulantes. Respiración artificial. Envenenamiento por las cantáridas: Conviene administrar co- mo vomitivo el sulfato de cobre disuelto en la proporción de 1:40, dando luego la mitad de la solución y la otra mitad cin- co minutos después: las inyecciones subcutáneas de apomorfina son de preciosos resultados. 429 En principio debe tenerse que todo cuerpo graso ó aceitoso se encuentra por eso mismo enteramente proscrito de la tera- péutica del envenenamiento por las cantáridas. Hé aquí una buena poción antidótica: poción gomosa 300.00, tintura de opio 10 gotas, alcanfor raspado 3.00; para tomar ca- da diez minutos una cucharadita. Ulteriormente se inyectan en la vejiga líquidos mucilagino- sos, y se hacen en las piernas, muslos y vientre fricciones con aceite alcanforado, si persisten el ardor de la vejiga y la dificul- tad para orinar. Envenenamiento por el doral: Es indispensable hacer la esti- mulación cutánea y provocar la vigilia del envenenado por to- dos los medios posibles, á cuyo efecto se harán inhalaciones de nitrito de amilo, lavativas de café; y en los casos graves es con- veniente aprovecharse de la acción de los estrícnicos y del fa- vorable resultado de la respiración artificial, en la inteligencia que esta debe hacerse tan tenazmente como lo requieran las circunstancias. Envenenamientos por el cloro: Póngase al enfermo en un de- partamento bien ventilado, y hágansele inhalaciones de cloro- formo ó de éter, de amoniaco ó de hidrógeno sulfurado, y por fin inhalaciones de vapor de agua. Hay que dar mucha agua, y especialmente agua albumino- sa, cuando el envenenamiento fué causado por los cloruros de óxidos. Envenenamiento por la cicuta: En principio son los estimulan- tes el calor y la respiración artificial á que debemos ocurrir con perseverancia, sin contar con que tienen que darse como antí- dotos los tánicos y que hacerse inyecciones hipodérmicas de atropina. Envenenamiento por el cólchico: Aquí se ocurre de preferencia á las bebidas mucilaginosas y albuminosas, sin dejar por eso el uso de los estimulantes al interior y al exterior; pero haremos notar que cuando la dosis es fuerte son inútiles el café, el ta- nino, el láudano, el hielo y aun el éter, y que sólo alivian un 430 poco las inyecciones subcutáneas de clorhidrato de morfina, pues en todo caso no se impide la venida de la muerte, por re- querirlo así las alteraciones gastro-intestinales producidas. Después de pasados los síntomas alarmantes antiflogísticos é infusiones de café fuerte, opio, agua albuminosa. Por lo demás, en el fondo es el mismo tratamiento que el del anterior. Envenenamiento por el crotón: Como indicación principal te- nemos á la diarrea, y por consiguiente al colapsus y al enfria- miento, de suerte que para satisfacerla ocurriremos á las inyec- ciones subcutáneas de morfina, á los estimulantes de todo gé- nero, á las cataplasmas de linaza en el vientre y á las bebidas emolientes y albuminosas. El alcanfor, disuelto primero en alcohol, y luego la mezcla vertida en una poca de leche, es un buen recurso propinado al interior y repetido hasta efecto. Envenenamiento por las sales de cobre: La acción de los cúpri- cos es admitida por algunos como puramente local, de suerte que niegan el envenenamiento agudo por acción general, pre- via absorción. Se hará lo mismo que en el envenenamiento por los prepa- rados de mercurio, lavando el estómago con tenacidad. La azúcar, y mejor la de leche, se considera como el antído- to de estos tóxicos. Al interior se dará el agua albuminosa azucarada, la leche, el carbón, la magnesia, una mezcla de polvos de zinc y fierro, el fierro reducido por el hidrógeno, el fierro porfirizado, la lima- dura de zinc, el persulfuro de fierro hidratado húmedo, el pru- siato amarillo de potasa, el sulfato de fierro hidratado, ó esta otra fórmula: polvo de fierro 14.00, azufre lavado 8.00; méz- clense bien y añádanse 60.00 de jarabe, para tomar cada cinco minutos, después de agitar el todo, una cucharadita, que se mez- clará con una solución magnesio-albuminosa como esta: mag- nesia una cucharada, agua albuminosa 100.00, agua y jarabe cantidad bastante. 431 Cualquiera de los agentes que acabamos de mencionar pue- de tenerse como un seguro antídoto. Envenenamiento por el ácido cianhídrico y ciánicos en general: Las inhalaciones amoniacales y clorhídricas son contravenenos engañadores, porque los compuestos ciánicos del cloro ó amo- niaco aún son muy tóxicos. Es muy útil poner al enfermo en un baño tibio, y estando en él, hacerle afusiones de agua muy fría en la cabeza, nuca y raquis, ponerle hielo en la cabeza, ó bien aplicarle á la vez sanguijuelas en la región mastoidea ó pa- rotídea, que es mucho mejor: se le pueden hacer aun fricciones en las sienes con tintura de cantáridas y amoniaco. Lo ante- rior ni es infalible y casi siempre llega tarde; empero si se pue- de ocurrir á ello, ocúrrase, pero debe saberse que el verdadero antídoto es alguna de las fórmulas que siguen: sulfato ferroso y férrico áá, bicarbonato de sosa media parte: tómese ad libi- tum. El siguiente puede ser ayudado por la acción del cloro, lo mismo que el anterior: azúcar 60.00, sulfato ferroso 55.00, sulfato férrico 90.00, agua 250.00, y por fin, carbonato de sosa. Hé aquí otro: sulfato de fierro 0.50, agua azucarada 200.00, car- bonato de sosa 15.00. Estimulantes, electricidad, respiración artificial. El alcohol es buen antagonista. Parece que el mejor contraveneno del cianuro de potasio son las sales de sesquióxido de fierro. Envenenamientos por la digital: Debe conservarse estricta- mente el decúbito dorsal aún mucho tiempo después que ha desaparecido hasta el último de los accidentes. Háganse inyecciones hipodérmicas de aconitina ó dése al in- terior la tintura de acónito, por la boca ó en lavativa, hasta que haya mejoría sensible en la acción del corazón, entendiéndose que sean administrados los tánicos y que se ha procurado la estimulación por la boca, la nariz, el recto y la piel. El alcohol es buen antagonista. Envenenamiento por el cuernecillo de centeno: Ocúrrase á las inyecciones subcutáneas de éter, que en este envenenamiento 432 no son dolorosas por haber insensibilidad general y sí son evi- dentemente útiles. Las inhalaciones de lo mismo están en igual caso. ' Al interior da buen resultado el doral ó el café; pero se en- tiende que como primera providencia se ha administrado un purgante como el aceite de ricino ó el sulfato de magnesia y que se han dado los tánicos. Están recomendadas las inhalaciones de nitrito de amilo ó las cucharadas de solución de nitroglicerina de esta fórmula: solución alcohólica al centesimo 30 gotas, agua 250.00. El decúbito dorsal es de ordenanza. Envenenamiento por el gas de alumbrado: La primera provi- dencia que hay que tomar es poner á estas personas en un de- partamento bien ventilado para hacerles inmediatamente la respiración artificial, la sangría general seguida de transfusión y las inhalaciones de oxígeno, teniendo cuidado de excitar la pituitaria por el amoniaco, el recto por pedacitos de hielo, y la piel por los medios conocidos. Envenenamiento por el gelsemium sempervirens: Hemos visto recomendadas las inyecciones subcutáneas de estricnina; pero otras personas dan la preferencia á las de atropina, acompaña- das de la respiración artificial y de las inhalaciones de éter cuan- do el corazón ha dado señales de debilidad. Los estimulantes cutáneos y generales tienen aplicación con buen resultado en el período comatoso. Envenenamientos por el iodo y iodurados: Hágase uso sin me- dida del agua de almidón y de la de todos los feculentos, te- niendo cuidado de añadir el antídoto químico, que es el bro- muro de sodio. Están prescritas las inhalaciones de nitrito de amilo, y las inyecciones hipodérmicas de morfina. Envenenamiento por el iodoformo: El de mediana intensidad cura sin ningún recurso; pero el grave necesita el uso del bro- muro de potasio, que es el antídoto reconocido. Cuando viene por una curación, entonces quítesela, limpíese todo iodoformo y dése carbonato de sosa, alcohol como tónico 433 y en general diuréticos y diaforéticos, contando entre estos úl- timos á la envoltura húmeda. Hemos visto recomendada la sangría hasta de mil gramos por vez, sola ó seguida de trans- fusión sanguínea ó de infusión de agua salada. Véase cólera. Pueden hacerse inyecciones subcutáneas de atropina. Envenenamientos por los opiados, y en particular por la morfi- na: Tomamos enteramente el tratamiento que da el Dr. Sou- lier en su tratado de Terapéutica de 1891, porque nos parece que ha agotado la cuestión. Desde luego es necesario provocar los vómitos, insistiendo más bien en el cosquilleo de la garganta que en los vomitivos, pues en principio todos los vomitivos deben ser desechados, inclusives las inyecciones subcutáneas de apomorfina, porque todos son capaces de aumentar el colapsus, de suerte que sólo en caso de necesidad se podría ocurrir, por ser menos peligro- sos, al sulfato de zinc ó de cobre á la dosis de 0.50, diluidos en 50.00 de agua; pero es á la bomba estomacal á la que se debe ocurrir para hacer el lavado, si decididamente los vómitos son imposibles, en razón de la parálisis del centro vomitivo. No hay que descuidar el uso del tanino á la dosis de media cucharadita en medio vaso de agua, aunque aquí está menos indicado que en el envenenamiento de los otros alcaloides. Las infusiones fuertes/de café ó de té y los vinos generosos, obran en parte por el tanino que contienen y en parte como excitantes. No deben ser abandonados un solo instante los excitantes cutáneos de todas .clases: flagelaciones, sinapismos, fricciones excitantes, etc.; pónganse compresas y háganse afu- siones frías en la cabeza: es excitante en grado superlativo la introducción de un pedazo ele hielo en el recto; pero debe pre- ferirse una lavativa fría que no obraría como él precipitando el abatimiento de la temperatura, pues precisamente es á lo que hay que oponerse. Pero ante todo, insistamos en la respiración artificial, á la que es necesario ocurrir desde que se retardan los movimientos respiratorios, y en las inyecciones subcutáneas de atropina. Terapéutica.—28 434 El procedimiento más simple de respiración artificial, me pa- rece ser la insuflación de boca á boca al través de un lienzo ó no combinado con los movimientos rítmicos del tórax, toman- do al método llamado de Sylvester, la elevación de los brazos para favorecer la inspiración, es decir, insuflar al mismo tiem- po que se elevan los brazos, luego bajarlos al mismo tiempo que se comprime el tórax, entendiéndose que se deja de hacer la insuflación. Existen muchos métodos de respiración artificial por movi- mientos rítmicos del tórax y del abdomen: se les podrá alter- nar ó combinar. Schüller recomienda como maniobra inspira- toria para ensanchar la caja toráxica, colocarse hacia la cabeza del enfermo y abrazarle con las dos manos el borde inferior del pecho elevándoselo. Recuerdo también el procedimiento de Flashar, que se re- fiere, al contrario, al tiempo de la expiración, y que consiste en poner un lienzo al derredor del pecho, cruzando adelante las dos extremidades y confiando cada una de ellas á una persona, ó bien se inmoviliza á una de las puntas: la tracción produce una compresión expiratoria del tórax. En el procedimiento de Marshall-Hall se propone remediar la oclusión del orificio superior de la glotis por la epiglotis y á la retrocesión de la lengua: se coloca boca abajo al paciente, lue- go se imprimen á todo el cuerpo movimientos de semirrotación lateral, oscilaciones del tronco alrededor de su eje longitudi- nal: al mismo tiempo se comprimen los miembros de la perife- rie al centro, como si se fuera á exprimir hacia el corazón la sangre para excitarle á la continuación de sus funciones. Acabo de indicar las preocupaciones de Marshall-Hall, de impedir la oclusión de las vías aéreas por la epiglotis ó más bien por la caída de la lengua hacia atrás; y en efecto, es nece- sario pensar en mantenerla fuera de la boca, aunque para ello hubiera necesidad de atravesarla con un hilo. El Sr. Benjamín Howard censura, por otra parte, esta maniobra, pues el solo medio, conforme á él, para mantener libre el orificio superior 435 de la laringe, sería la extensión forzada de la cabeza hacia atrás. La electricidad farádica es también gran recurso para provo- car la respiración, sea porque produce dolor vivo, especialmen- te en el pecho, en su cara anterior, porque de allí parecen par- tir con preferencia las excitaciones capaces de despertar los movimientos normales de la respiración; sea, sobre todo, para excitar directamente los nervios ó los músculos inspiradores, y principalmente los primeros; pues en efecto, es la faradización del frénico la que parece más apta para producir efectos útiles. Se practica colocando un electrodo haciayatrás del borde pos- terior del externo-cleido-mastoideo, un poco arriba de la par- te media, y el otro en la fosa subclavicular, pudiendo excitarse á la vez los dos frénicos: Es necesario interrumpir la corriente tan pronto como se produzca la contracción del diafragma pa- ra ayudar á producirse á la expiración por la compresión de las paredes abdominales. También se puede excitar directa- mente el diafragma colocando los electrodos en la base del pecho. No señalaré aquí sino el tubo de Chaussier, la cánula de Pía, la sonda laríngea para insuflar más seguramente de boca á bo- ca el aire directamente en el pulmón. Recuerdo la acupuntu- ra cardiaea y diafragmática de Carrero que se puede transfor- mar en electro-puntura. El Sr. Binz insiste en la indicación de recalentar, porque la diminución de temperatura es un hecho notable en el cuadro del morfinismo agudo, pues el calor es además excitante enér- gico de los centros circulatorio y respiratorio. Liebermeister recomienda el baño caliente hasta1 de más de 39°, con afusio- nes frías en la cabeza, hechas con 2 ó 3 litros de agua, debien- do permanecer el enfermo en el baño hasta seis horas y ha- ciendo cada 10 ó 15 minutos una afusión: sería mejor ocurrir á este medio desde que es insuficiente la respiración. Pero ha- blemos de la atropina antagonista y contraveneno fisiológico del opio en inyecciones subcutáneas. 436 En el estado avanzado del envenenamiento por el opio, cuan- do ha llegado el momento en eme la muerte amenaza, se dis- minuye mucho la presión sanguínea; pues bien, algunos mili- gramos de atropina inyectados en el tejido celular, pueden en algunos minutos levantar la presión, al mismo tiempo que la parálisis momentánea del neumogástrico por la acción de la atropina triplica las pulsaciones cardiacas, pues en efecto, se sabe que la acción de la atropina en el vago consiste en para- lizar sus extremidades cardiacas, substrayendo de su acción al corazón, librándole, por decirlo así, de la esclavitud en que es- te nervio le tiene: los neumogástricos son los frenadores de la acción cardiaca. "Los resultados que da la atropina son maravillosos, á menos que haya coma profundo, cuando ya se han ensayado inútil- mente todos los otros recursos. Se la administra en inyeccio- nes subcutáneas á la dosis de quince miligramos á tres centi- gramos por día, y se las recomienda en casos aun en apariencia ligeros, si quedan contraídas las pupilas, porque entonces sigue necesariamente el coma. Aun en casos terminados por la muerte la atropina produce mucho alivio. En todo envenenamiento por los opiados es de rigor no de- jar dormir á los enfermos.1' A lo que acaba de decir el Dr. Soulier no agregaremos más que estas tres cosas: 1% que el té, como tánico, es mejor que el café; 2% que como la morfina se elimina por la superficie es- tomacal en grandísima cantidad, á más tardar dos y medio mi- nutos después de absorbida; por eso es indispensable hacer frecuentemente el lavado del estómago ó la simple aspiración; y 3? y última, que hemos visto recomendadas las inyecciones subcutáneas de arseniato de estricnina hechas de hora en ho- ra hasta que haya mejoría sensible. Envenenamiento por los hongos: El verdjadero contraveneno es la belladona ó su principio activo; pero mientras que apare- 437 ce el buen resultado, es necesario estimular vivamente el or- ganismo, según las circunstancias, y hasta ocurrir á la calefac- ción artificial. Un purgante oleoso será prescrito como primer recurso. Para calmar los dolores se da la infusión de hojas de naran- jo con 2 ó 3.00 de éter, ó bien se prescribirá: poción gomosa 130.00, aceite de almendras y éter áá 10.00, para tomar según la necesidad. Emolientes al interior, calaplasmas al vientre, baños genera- les tibios, etc. Envenenamiento por el nitrato de plata: Su antídoto es la sal de cocina, y si se llega pronto, sería de preferirse el vomitivo, favorecido por el agua tibia y las titilaciones de la campanilla al lavado estomacal. Hecho esto, se debe dar agua albumino- sa y emoliente. ■'Envenenamiento por el nitrato de potasa: Tratamiento común, más, inhalaciones de nitrito de amilo é inyecciones hipodérmi- cas de atropina para vigorizar al corazón. Además de las po- ciones excitantes y de todos los excitantes en general, hemos visto recomendadas las inyecciones intravenosas de solución de cloruro de sodio al 5 por mil. Véase cólera asiático. Envenenamiento por el ácido nítrico: Hay que ser activísimo para intervenir, porque en este caso la muerte puede venir rá- pidamente en una ó dos horas por la fuerte tumefacción de las mucosas, que causa el paso del ácido. Propínense agua jabo- nosa en grandes dosis y todos los alcalinos, bien diluidos en agua, sin olvidar la magnesia y el agua de cal. Los mucilaginosos y emolientes están perfectamente indica- dos, lo mismo que las inyecciones hipodérmicas de morfina; advirtiendo que generalmente no puede emplearse con éxito la bomba estomacal. La traqueotomía si está muy interesada la laringe, efectuán- dose con rapidez. Envenenamiento por el nitrito de amilo: Aire fresco abundante, posición horizontal y respiración artificial. 438 Envenenamiento por la nitrobencina: Estimulantes é inhala- ciones de amoniaco, duchas alternas calientes y frías, inyeccio- nes hipodérmicas de atropina, respiración artificial tenaz hasta que dé señales de vida el corazón, y electricidad farádica en la región precordial y en todo el pecho: tal es el tratamiento. Envenenamiento por la trinitrina: La posición horizontal es de rigor aplicando en tal postura sacos de hielo en la cabeza, y haciendo inyecciones subcutáneas. de atropina y de éter. Cuernecillo de centeno al interior, lo mismo que todos sus pre- parados. Envenenamiento por el ácido oxálico: Está recomendado que se dé al interior la cal, el agua de cal y mejor el sacarato de lo mismo, dando de este último tres gramos repetidos muchas veces; en la inteligencia que no deben darse como antídotos la potasa, la sosa, el amoniaco, ni sus carbonatos. Es bueno dar un purgante aceitoso, y si el caso lo requiere, se harán inyecciones intravenosas de solución de cloruro de sodio al 5 por mil. Véase cólera. Envenenamiento por el ácido fénico: Aparte de los vomitivos é inmediatamente después de ellos se puede hacer el lavado del estómago con grandes cantidades de soluciones tibias de sulfa- to de sosa, de magnesia ó de sacarato de cal, hasta que ya no se perciba el olor del ácido; advirtiendo que terminado el lava- do, debe quedar bien lleno el estómago de la misma solución lavadora para continuar administrando dichos antídotos, es de- cir, la sal de Epson ó de Glauber, con el fin de formar sulfofe- natos inocentes; pero es de rigor que estos agentes sean admi- nistrados en grandes cantidades de líquido. Si no se hubiere á la mano lo que recomendamos, entonces puede usarse el agua de cal segunda ó la creta preparada. Es bueno dar una onza de aceite de higuerilla ó el aceite de olivo, á la dosis hasta de 200.00. Inútil es decir que los estimulantes de todo género entrarán en función, sin perjuicio de ocurrir en caso de necesidad á las inhalaciones de nitrito de amilo ó de oxígeno, á las inyecciones 439 subcutáneas de atropina y hasta á la sangría y transfusión y sus derivados, en los casos verdaderamente desesperados. Envenenamiento por el fósforo: Como vomitivo, que á la vez se cree ser antídoto, se recomienda el sulfato de cobre á la do- sis de 0.50, diluido en 250.00 de agua destilada, advirtiendo que para la acción emética pueden bastar 0.25. En igual caso está el sulfato de zinc, á la dosis hasta de dos gramos; mas cual- quiera que sea el vomitivo empleado, se procurará ayudar su acción por las titilaciones de la campanilla, etc. El antídoto que dijimos, ó sea el sulfato de cobre, se conti- nuará dando por cucharadas cada 5 minutos, ó á la dosis de 0.05 cada cuarto de hora, asociado con la morfina en caso que continúen los vómitos. La esencia de trementina en poción gomosa ó en cápsulas, á la dosis de 2.00 cada media hora, es muy útil para destruir los efectos tóxicos del fósforo, y se advierte que pueden darse de este antídoto hasta 15.00 y aun más. Puede purgarse al enfer- mo con sulfato de magnesia. Cuando no se halla á la mano alguno de los antídotos dichos, se puede dar la magnesia calcinada en suspensión en el agua hirviente y administrada en gran cantidad, sola ó asociada á las bebidas mucilaginosas preparadas con agua bien hervida, á fin de privar á ésta de todo su aire. El carbón animal en polvo es también muy útil. Debe tenerse como regla general no administrar para curar este envenenamiento ningún cuerpo oleoso porque disuelven el fósforo, ni dar á la vez trementina cuando se dé magnesia, ni ésta cuando se dé aquella, en razón de sus afinidades mu- tuas; pero sí se puede dar bicarbonato de sosa en pequeña can- tidad, como correctivo de las agruras que produce la ingestión de la trementina. Envenenamiento por la picrotoxina: Está recomendado se ad- ministre el doral á la dosis de 1.00 y más, según la necesidad, y el bromuro de potasio cuando aparezca el tétanos; pero no se suspenderá el uso del primero: la dosis del segundo es de 6.00 cada cuarto de hora. 440 Envenenamiento por las sales de plomo: Se ocurre de preferen- cia á la bomba estomacal, sin perjuicio de ocurrir á los otros vomitivos. Como antídoto se recomienda el sulfato de sosa ó de mag- nesia, solos ó asociados al ácido sulfúrico diluido, y siempre en pociones endulzadas de preferencia con miel, especialmente vieja, porque por ella se precipita mejor el metal y se reduce la base metálica. Se puede ocurrir también al persulfuro de fierro hidratado húmedo, á las aguas calcáreas ó sulfurosas y á los electuarios de azufre, sin perjuicio de usar las inyecciones hipodérmicas de morfina y las cataplasmas emolientes en el vientre. Si hay mucha necesidad, se pueden hacer inyecciones intra- venosas de solución de cloruro de sodio al 5 por mil. Véase cólera asiático. Después llega el tiempo del yoduro de potasio. Envenenamiento por la trementina: Se ha dado con mucho éxi- to la uva ursi y el cuernecillo de centeno. Inyecciones subcutáneas de éter y tratamiento general de los envenenamientos. Sulfato de magnesia al interior, bebidas emolientes é inyecciones de morfina. Envenenamiento por los mercuriales: Se reconoce como el mejor antídoto la albúmina en solución acuosa, preparada así: Claras de huevo núm. 6, agua 1,000.00; pero es de advertirse que los mercuriales redisuelven su precipitado en un exceso de albú- mina. Si el envenenamiento se consumó con una sal, es bueno seguir el tratamiento con el del envenenamiento por los ácidos, según sea el ácido de la sal. Cuando el envenenamiento es por el calomel, se dará el agua helada, la leche fría, y con cierta prudencia el opio, pues en verdad que la necesidad de estimular y no de deprimir se ha- rá sentir bien pronto si la cantidad de tóxico ingerida fué con- siderable. La estimulación se hará según lo tenemos dicho en el artículo envenenamientos en general. El protocloruro de estaño es tenido como contraveneno in- 441 falible, con tal que se le dé precozmente; pero no se olvidará que él mismo es un cuerpo peligroso, de suerte que si fué el sublimado la causa de los accidentes, será mejor dar la prefe- rencia á la magnesia, al persulfuro de fierro hidratado, al pro- tosulfuro de fierro también hidratado, á la mezcla de polvos de fierro y de oro, diluida en líquido mucilaginoso ó acídulo, y por fin, á la mezcla de polvos de zinc y fierro; advirtiendo que el fierro reducido por el hidrógeno no tiene ninguna acción be- néfica. Si se tiene á la mano el gluten de Taddei, puede empleárse- le, en el concepto de que 26.00 reducen 1.00 de sublimado, propinados en cualquier vehículo acuoso. Hé aquí la fórmula: gluten fresco 300.00, jabón medicinal 60.00, agua 625.00; di- suélvase y seqúese en cápsulas, y pulverícese el residuo. Por fin se puede dar el electuario de azufre así compuesto: miel blanca y azufre sublimado y lavado áá. En caso de necesidad tenemos las inyecciones intravenosas de solución de cloruro de sodio al 5 por mil. Véase cólera. Envenenamiento por la resorcina: Agua albuminosa en gran cantidad, lavados del estómago con agua de sosa ó sacarato de cal, ó de ambos á la vez, teniendo cuidado que la solución sea tibia; pero á la vez que se hace esto, pueden darse grandes can- tidades de vino tinto caliente. Estimulación bajo todas sus formas é inyecciones hipodér- micas de atropina para sostener el corazón. Envenenamiento por la sabina: Es bueno dar después del vo- mitivo un purgante oleoso, poner cataplasmas emolientes y hasta hacer inyecciones hipodérmicas de morfina en caso de necesidad. Envenenamientos por la estricnina: Es necesario obrar muy rápidamente para producir el vómito antes de que aparezca el tétanos; de suerte que la primera diligencia la constituirá la aplicación de la bomba estomacal de preferencia; pero es claro que si no puede usarse este recurso nos serán muy útiles los vomitivos ya conocidos. 442 Hay que aplicar sin demora uno de los agentes que van á seguir y que se consideran como antídotos: nuez de agalla en dosis 25 veces mayor á la de la estricnina ingerida; las tinturas de yodo ó de bromo, seguidas de vomitivo; el carbón animal ' ad libitum; el bromuro de potasio á dosis muy alta, de mane- ra que puedan ingerirse 15.00 ó 20.00 solo ó asociado al doral, pudiendo dar de este último, que está reconocido como el an- tagonista más serio porque ha dado mejores resultados, hasta 0.60 cada quince ó treinta minutos. Se pueden hacer inyeccio- nes intravenosas de doral, ó subcutáneas, según esta fórmula, para las segundas: hidrato de doral 0.30, agua destilada 0.90, para una inyección cada media hora: estas inyecciones se han reconocido muy eficaces, pues en un caso en que se hicieron hasta 120 en el término de diez días, dieron un éxito comple- to. Habrá casos en que á pesar de todo se tendrá necesidad de introducir el doral por las vías digestivas, valiéndose de la son- da esofagiana. Es de capital importancia hacer efectiva la respiración arti- ficial y perseverar en ella con tanta tenacidad como fe, pues se ha visto que con ella se han soportado impunemente dosis cien veces más. fuertes que las terapéuticas. Se dice que la antipirina ó la paraldehyda pueden colocarse en segundo lugar respecto del doral, y tenemos entendido que sólo se puede ocurrir á la tintura de haba del Calabar en caso enteramente extremo, porque sobre ser peligrosa es entera- mente incierta en sus resultados. Hemos visto recomendadas las inyecciones hipodérmicas he- chas con 0.20 (centigramos) de solución de curara, preparada al 12. Inhalaciones de nitrito de amilo. Las inhalaciones de cloro- formo, á la vez que las pulverizaciones de éter en la columna vertebral, han dado muy buen resultado. Envenenamientos por el tabaco: Véase envenenamiento por las solaneas. Envenenamiento por la veratrina: Cafeicos, tánicos, estimulan- 443 tes y posición horizontal estrictamente conservada. El opio al interior y las pociones mucilaginosas y emolientes son muy úti- les para calmar la gastro-enteritis producida, teniendo cuidado de dar á la vez los compuestos potásicos como bromuro y ace- tato, como antagonistas de la acción muscular y como diuré- ticos. Estimulación bajo todas sus formas é inyecciones de atro- pina. Epididimitis blenorrágica: En las formas ligeras y medias bas- ta la compresión pura moderadamente enérgica, realizada con el algodón cardado sostenido por una capa de tela impermea- ble y una venda común. Algunas veces al quitar el aparato se ven algunas exulceraciones producidas por la enérgica sudación local favorecida por el aposito. Para los casos graves es de rigor se haga una sangría antes de poner el aparato, y si hay derrame en la vaginal será pro- vechoso hacer también antes una punción con la jeringa de Pravaz. El método curativo por la compresión, tal como la acabamos de exponer, es el medio más sencillo y eficaz que sustituye ventajosamente á las antiguas pomadas y fomentos, en la inte- ligencia que con tal cura puede 'el enfermo entregarse á sus ocupaciones desde el día siguiente, siempre que al poner el aparato se hayan realizado estas dos condiciones: compresión y elevación. Erisipela: Ácido fénico y alcohol áá 3.00, agua destilada 94.00 para hacer inyecciones subcutáneas con una jeringa en- tera 10 ó 15 veces repetida en una misma sesión, teniendo cui- dado de dar 3 ó 4.00 de sulfato de sosa al interior, ó cuchara- das soperas de solución de lo mismo al 3 por ciento, con el fin de evitar la intoxicación. Manual operatorio: se pica dos ó tres centímetros más allá de la mancha; horizontalmente se dirige la aguja hacia ella y de modo que alcance á las capas más profundas del dermis; á los 5 ó 6 centímetros sobre la periferia se hace otro piquete y se 444 continúa así hasta terminar la sesión, de suerte que cuando la mancha es grande puede hacerse su circunvalación hasta en dos ó tres días; pero justo es advertir que no deben hacerse estas inyecciones á menos que el caso sea extremadamente gra- ve cuando la erisipela se sitúe en la cabeza, porque en esta re- gión son muy posibles los abscesos con todas sus consecuen- cias. Superficialmente se ha recomendado como específica, por muchísimas autoridades, la esencia de trementina en pincela- das y fomentaciones; la cerusa, que disminuye los dolores, cir- cunscribe el proceso, destruye.los microbios é impide su repro- ducción; las fomentaciones de sublimado al 1 por mil, cubriendo luego el lienzo con gutta percha, lavando al punto de partida lo- cal, incisando si hay necesidad y advirtiendo que si este punto está en alguna mucosa, que la solución que se emplee para el lavatorio deberá ser mucho más débil; las pinceladas de éter sulfúrico con alcanfor, especialmente cuando la erisipela se si- túa en la cara; las unciones de ungüento napolitano belladona- do, cuando es flegmonosa; las pinceladas de sulfoictiolato de amoniaco, solo ó bajo la forma de barniz, que se compone de: ictiol ó sulfoictiolato de amonio 40.00, almidón 40.00, agua 20.00, solución de albúmina cuanto baste: se humedece el al- midón uniformemente con el agua, después se tritura el ictiol con el agua almidonada, y al fin se añade la albúmina. Para quitar este barniz basta humedecerlo con agua. Las pulverizaciones de solución de sublimado al centesimo repetidas dos ó tres veces por día, mitad sobre la parte enfer- ma y mitad en la parte sana, especialmente cuando la erisipe- la se sitúa en la cara, pero con la condición de hacerlas suma- mente rápidas para evitar la vexicación, han sido recomenda- das como muy eficazmente curativas. Su proponente dice que basta una pulverización para llegar al buen resultado. Como medicamentos internos tenemos la aconitjna, á la do- sis de un miligramo diariamente en pildoras que contengan un décimo de miligramo, ó mejor al alcoholado de raíz de acónito, 445 á la dosis de 2.00; y si como ordinariamente sucede coexiste un estado saburral, es bueno dar previamente un emeto-catártico, pues toda esta medicación suprime el elemento fluxionario y doloroso, sin contar con que mejora el estado de las vías di- gestivas y disminuye la fiebre. El sulfato de quinina, como bien lo sabemos, está recomendado como un excelente antidiape- désico. Como medicación general esquemática podemos poner esta: baños fríos útiles para la taxia é hiperpirexia, aun cuando ha- ya complicaciones bronco-pulmonares; y cuando se quiera cal- mar la intensidad de la flecmasía y del dolor concomitante de las erisipelas cefálicas, póngase una vejiga de hielo en la frente. Jamás se usen cáusticos potenciales en ninguna parte y mucho menos en las de la cara; aquí advertiremos que por esta razón se contraindican las pulverizaciones de sublimado corrosivo, de que hicimos mención anteriormente. La tintura de coronilla varía á la dosis de 120 gotas, y hasta de 4.00 ha dado buen resultado, usada perseverantemente pa- ra curar la diátesis erisipelatosa. En todo caso es bueno administrar al interior tónicos que sostengan las fuerzas, y sudoríficos y antitérmicos, como el ben- zoato de sosa y el ácido salicílico, que mejoren el estado gene- ral, dando del primero de 4 á 8 gramos y del segundo hasta 4 gramos. Se han recomendado para las erisipelas de los miembros los baños continuos á 38° ó 40°, y para las de los niños los baños de ácido bórico. Como anteriormente indicamos que el específico externo de la erisipela hoy más comunmente admitido es la esencia de tre- mentina, bueno es dar á conocer ciertos detalles: se lava pri- mero la parte por una sola vez con una mezcla de alcohol ab- soluto y éter, y una vez bien aseada se comienzan á hacer fric- ciones de lo sano hacia lo enfermo con la supradicha esencia, en la inteligencia que éstas se pueden repetir hasta cinco veces en las 24 horas. 446 Honramos nuestro trabajo con la fórmula del Sr. Farmacéu- tico D. Antonio Gutiérrez Esteves, que ha sido ensayada con éxito en varios hospitales de la República: ácido tánico 3.00, alcoholatura de cicuta 6.00, vaselina 30.00, bálsamo del Perú 0.50: disuélvase el ácido en la alcoholatura, incorpórese la ter- cera, agregúese el cuarto s. a. y úsese la mezcla en pinceladas cada tres horas. La alimentación que ordinariamente se prescribe es de cal- do, leche, vinos generosos y dé bebidas acídulas, y se tiene cuidado siempre de conservar la consabida libertad del vien- tre. Bueno es saber que la expulsión del huevo en caso de em- barazo es la regla, y aunque se dice que tal coincidencia en la generalidad de casos es una cosa sumamente grave, no lo ha sido así las dos ó tres veces que hemos tenido oportunidad de presenciarlo; pues al contrario, parece que obra de una mane- ra favorable sobre la evolución de la erisipela. Terminaremos estos breves apuntes diciendo que si la erisi- pela fuere ya de muchos días, hubiere vesículas y grande tu- mefacción inflamatoria, entonces sería de buen resultado cortar éstas vesículas, hacer incisiones de medio centímetro de pro- fundidad hasta más allá de los límites de la erisipela y usar en todo esto la antisepcia más rigurosa. Escarlatina: No tenemos nada que añadir á lo clásico, pues bien sabido es que el acetato de amoniaco á la dosis hasta de 40 gramos como excitante y diaforético, solo ó asociado á la pimienta (eugenia pimenta), es muy útil para hacer aparecer la erupción que se retarda especialmente en las formas malignas, y que en el mismo caso están los baños sinapisados generales cuando se quiere atraer á la piel una erupción desviada. Como medicamentos al interior y en segunda línea de la re- frigeración por el agua, tenemos el sulfito de sosa á la dosis de 2 á 5 gramos, según la edad; á la pilocarpina para el anasarca; á las inyecciones subcutáneas de solución de sublimado corro- sivo, que introducen hasta un centigramo de principio activo 447 en las 24 horas, prolongando su uso hasta por ocho ó nueve días, al fin de los cuales se tiene el buen resultado; y por últi- mo, esta fórmula para los casos malignos: ácido salicílico 0.90, agua destilada 7.00, alcohol c. b., jarabe de corteza de naranja 30.00; tómese una cucharadita cada hora en el día y cada dos en la noche, y es tal su resultado que á los tres días hay 68°, y al décimo (si el enfermo no ha muerto) 36°. Esta fórmula es- tá de tal modo recomendada, que se dice que si la persona no tiene enfermedades crónicas ó congénitas importantes, y que si fué empleado rigurosamente desde el principio, evita las com- plicaciones y hace desaparecer á las ya existentes. Por lo que respecta á la hidroterapia, no tenemos más nota que hacer que esta: todas las veces que haya adinamia dése la preferencia al baño tibio y añádanse invariablemente los alco- hólicos y tónicos excitantes. Es indispensable hacer grandes y constantes irrigaciones en la cavidad bucal con soluciones naftoladas ó bóricas, para evi- tar la penetración por la boca ó faringe del estreptococo pro- ductor de las complicaciones, y al efecto se harán además to- ques bóricos en las amígdalas, mas si á pesar de todo aparecen depósitos diftéricos en ellas, se procederá inmediatamente á quitarlos y á hacer pinceladas con solución fénica al décimo, reservándose para los casos graves las inyecciones de solucio- nes de este mismo ácido, en el interior de las amígdalas y gan- glios é intersticiales en el paladar. La coriza y la otitis media se tratarán con precaución haciendo para la última la paracen- tesis precoz del tímpano. En la convalecencia, cuando reaparece la fiebre, que casi siempre es señal de la afección del riñon, se recomienda dar el alcoholado de acónito; mas con fiebre ó no, es bueno no dejar el aseo tenaz de la boca con un fin profiláctico de la aparición del noma. Es bueno estar prevenido en caso de embarazo para la ex- pulsión posible, aunque rara, del producto de la concepción. Las complicaciones no han sufrido ninguna innovación en 448 su terapéutica, de suerte que realmente podemos decir que á la hora que estamos no ha sufrido ningún cambio el tratamien- to de la escarlatina. Estrangulamiento hemiario: Recordamos que son muy útiles los clásicos baños tibios y las vulgares inyecciones subcutáneas de morfina hechas hacia el anillo estrangulador, pues con la ayuda de unos y otras puede obtenerse al cabo de media hora la entrada del intestino herniado á la cavidad abdominal. Es muy útil la belladona ad intus et extra, pero no se esperen de- masiado tiempo sus efectos cuando hay razones que nos induz- can á intervenir quirúrgicamente, después de haber dado la cantidad suficiente y el tiempo prudente para guardarlos. Co- mo corroborantes de los anteriores, pueden hacerse lavativas con 0.50 ó 1.00 de tabaco, dar café por la boca y por el ano y aun pulverizaciones de éter se pueden hacer en el lugar de la estrangulación. Si todo esto fracasa, nos queda aún el recurso soberano de la anestesia clorofórmica, que puede ser para un nuevo taxis ó preliminar de la intervención quirúrgica: con el auxilio del sueño clorofórmico, ayudado del taxis, se reducen muchísimas hernias; pues es de vulgar cirugía no proceder á una operación cruenta y radical, si no es después de haber in- tentado un nuevo taxis bajo la anestesia quirúrgica, ó de haber invertido al paciente una ó más veces. Estrecheces del esófago: Diferente es la suerte de los enfermos que las tienen cancerosas ó simplemente cicatriciales: á los pri- meros les aguarda una muerte cierta, mientras que á los segun- dos, mediante la dilatación del Dr. Le Fort, aún les quedan in- contables y prolongados días de existencia: en efecto, cuando el canceroso tiene su mal en la parte más alta de la vía, puede hacérsele la esofagotomía externa, dejando progresar su cán- cer; ponerle una sonda á permanencia antes que la estrechez sea infranqueable, sacando el tubo por la nariz, cuando la es- trechez es baja, ó bien por fin, y en este último caso, practicar- le la gastrostomía para alimentarle en todo caso por el tubo ó por la boca estomacal, pero entretanto su cáncer tiene que evo- 449 lucionar cuando el paciente tuvo la no envidiable fortuna de sobrevivir á la operación. Poca cosa nos parece la gastrostomía hecha para que la muer- te sorprenda al enfermo enmedio de las esperanzas más lison- jeras, porque está fuera de duda que es muy probable la muer- te por la operación y cierta por la enfermedad; entre morir de cáncer y morir de inanición, no tocamos la diferencia; y cinco meses de máximum que da de vida la gastrostomía nos pare- cen también muy poca cosa cuando tienen que pasarse entre las peripecias de la caquexia cancerosa. A nuestro deber de narradores cumple decir que en el cáncer del esófago ha sido propuesta y realizada la gastrostomía con resultados muy poco favorables, dejando que el público médico acepte ó rechace es- ta intervención, que da una mortalidad de 86 por ciento. Las estrecheces cicatriciales del esófago y tratadas por la di- latación, son otra cosa bajo el punto de vista terapéutico cuan- do la estrechez está muy abajo, pues que cuando es alta y se la trata por la esofagotomía externa, entonces da la enorme mortalidad de un 75 por ciento. Para las estrecheces bajas se ha propuesto la electrólisis, que aún no está enteramente juzgada, y la esofagotomía interna, que es buena pero que requiere el paso previo de una bugía y del conductor, y necesitándose esto, se comprende que en estas condiciones es preferible la dilatación simple. Por último, tam- bién para estas se ha propuesto la gastrostomía, que en reali- dad tiene tantas probabilidades de dar la muerte como la sa- lud; advirtiendo que cuando da la salud es porque el esófago se ha hecho permeable espontánea ó artificialmente para per- mitir cuando menos el paso de la saliva, que tan útil parece mostrarse no ya para la digestión sino para la nutrición en ge- neral, pues se ha visto que los enfermos operados que no po- dían hacer llegar su saliva al estómago morían generalmente de tuberculosis, ó cuando menos presentaban mayor suscepti- bilidad para las otras enfermedades. En un operado de gas- trostomía por cicatriz esofagiana se veía con grande asombro Terapéutica.-^ 29 450 que contra lo ordinario prosperaba en su salud; y bien, la cau- sa de esto era que masticaba bien sus alimentos, y una vez mas- ticados, él mismo los introducía por la fístula estomacal. ¡La causa de este estado maravilloso era la insalivación previa! Por lo demás, la gastrostomía en las estrecheces puramente cicatriciales da un 52 por ciento de mortalidad. De todo lo dicho sacamos esta conclusión: es necesario es- forzarse por todos los medios posibles para restablecer la per- meabilidad esofágica antes de intentar cualquiera otra opera- ción, pues que si en todo caso nos vemos precisados á hacerla después, muy prudente es intentarla y hacerla antes, con lo cual se economizará tiempo y peligros de muerte al paciente. Estrecheces uretrales: Cuando la estrechez es infranqueable, no hay fístulas, la orina se retiene y el enfermo se agrava in- toxicándose; entonces hágase la punción hipogástrica aspirado- ra, y sin sacar la cánula, inyéctese con cierta fuerza una solu- ción de bórax, tibia, que á su vez se vuelve á aspirar hasta que salga limpia, aunque en caso que no se tenga seguridad de la antisepcia de rigor, más valdría limitarse á la aspiración pura cuantas veces se juzgue necesaria, ó bien á lo que es mejor, es decir, á ésta y á la inyección de una pequeña cantidad de so- lución bórica, que se dejará á permanencia. En todo caso es de rigor la vigilancia más activa, pues aparte de que no debe sa- carse toda la orina para evitar las hemorragias exvacuo, mu- chas veces se producen éstas á pesar de las precauciones, por haber ateromasia, como en los prostáticos, ó fuertes congestio- nes en los estrechos aún jóvenes. Y aunque clínicamente las prácticas mencionadas surten bien, teóricamente, es de creerse que no se logra una asepcia completa de la vejiga. La catálisis es recurso relativamente nuevo, por medio de la cual se emplean altas tensiones y fuertes intensidades para des- truir los tejidos morbosos y dejar sanos é ilesos á los norma- les. La acción cáustica parece innecesaria para la curación, y más bien debe considerársela como complicación; sin embar- go, parece que todo está en el modo de emplear la electricidad 451 pues hay procedimientos en que interviene una de dos: ó hay una verdadera galvanocaustia térmica ó química activa, ó hay una catálisis indiscutible, como cuando no se emplean más que in- tensidades débiles con la idea de producir la absorción del te- jido cicatricial de la estrechez, ó como cuando se emplean in- tensidades fuertes y altas tensiones con inversiones violentas, y evitando toda acción cáustica, térmica ó química, con el mis- mo fin. Por lo demás, sigue siendo el mismo el tratamiento clásico. Fagedenismo: A la vez que se instituye un tratamiento gene- ral, tónico y reconstituyente, poniendo á concurso á las prác- ticas higiénicas más eficaces, se instituirá un tratamiento local enérgico y perseverante con alguno de los recursos que vamos á enumerar: las aplicaciones de agua caliente á 55° durante.un cuarto de hora mañana y tarde, por muchos días, se reputan de eficacia, de primer orden y de igual valía que el termocau- terio, que las lociones de agua oxigenada, que no sólo matan instantáneamente todos los gérmenes, sino que aun activan la vitalidad de las celdillas vivas, favoreciendo por esto al proce- so cicatricial; pero debe advertirse que en tratándose del ter- mocauterio, es necesario pasearlo bien por todas las anfractuo- sidades. Son muy recomendadas las substancias siguientes: al- canfor en polvo, mezclado á la quina y vigilando sus efectos cáusticos; carbón vegetal asociado á los anteriores, forma una mezcla antiséptica enérgica y á la vez irritante local; doral en cristales, espolvoreado en polvo fino en la superficie ulcerada y evitando un exceso de acción cáustica; el iodoformo, espol- voreado en cristales, para que pueda disolverse lentamente; el ácido crómico en toques, no asociado á la glicerina; las lociones de solución acuosa al décimo, de cloruro de sosa ó de calcio; los lavatorios con cocimiento de guaco, como excelentes vul- nerarios (mikania guaco); el limón, bajo la forma de rebanadas ó exprimido su jugo en la superficie; y por fin, la trementina ad intus et extra. Fibromas: jEngeneral el fibroma debe ser tratado por la ex- 452 tirpación, empleándose para ella procedimientos varios, según la región y órgano en que se encuentren; pero para los fibro- mas externos, basta el bisturí bajo la antisepcia de rigor. Entre los fibromas tenemos á los uterinos, que por sus peri- pecias y gravedad son dignos de llamar siempre la atención, contándose entre las peripecias más temibles las hemorragias, y entre las consecuencias más graves los fenómenos de com- presión: todo se cura por la extirpación cuando se la puede ha- cer, pero como antes de llegar á este caso, muchas veces, muy probablemente tendremos necesidad de combatir á la hemo- rragia, por eso no creemos sin utilidad el trabajo de detallar algunos medios hemostáticos recomendados como muy útiles, tales como las inyecciones subcutáneas de clorhidrato de hi- drastinina en la mañana y en la tarde, continuadas por muchos días: clorhidrato de hidrastinina 1.00, agua 10.00; disuélvase y sígnese para veinte inyecciones; las inyecciones subcutáneas de ergotina, hechas como las anteriores, en la pared abdominal, y alternándolas con la ergotina al interior, detienen mucho la apa- rición de las hemorragias, las moderan y hasta curan el tumor cuando es intraparietal y blando, mas se debe tener cuidado de prepararlas con agua y glicerina ó ácido salicílico; las inyec- ciones intrauterinas de solución de percloruro de fierro, en la proporción de dos de él por tres de agua, cuando la hemorra- gia es profusa; la infusión de raíz de algodonero, previamente macerada y preparada con 10.00 de raíz, para tomarse de una vez, sería tan hemostática y atrofiante como el cuernecillo de centeno; la colocación de un tapón vaginal ordinario ó de uno intrauterino, preparado con algodón impregnado en solución de percloruro; y por fin, el reposo, el frío local, las lavativas frías, las inyecciones de agua y vinagre, etc., etc. El mejor de los hemostáticos, aunque sin duda nada inocente, es la inter- vención quirúrgica por el vientre ó la vagina, con ó sin extir- pación del útero ó de los anexos. Se ha propuesto la extirpación exclusiva de estos últimos como operación curativa, y en verdad que con ella curan bien 453 muchísimos fibromas cuando se la ha efectuado completa y perfectamente, que es en la única circunstancia en que da se- guridad casi infalible de curación, pues que si no fué completa y perfecta ó hubo error de diagnóstico, el fracaso es casi pro- bable. Se le ha reprochado causar alteraciones mentales, aunque en realidad no sea así, porque, ó ya las había aún antes de la operación ó había predisposición, ó son por fin el resultado del cloroformo: más bien la experiencia ha demostrado que dichas alteraciones desaparecen después de la operación, aunque fue- ran preexistentes á la enfermedad, de suerte que se puede de- cir que la operación tiene sobre ellas una influencia muy favo- rable. Empero, haremos notar que sólo es eficaz antes de los 40 años, porque entre éstos y los 45 los tumores sólo disminu- yen poco, y mucho más poco entre los 45 y 50, entendiéndose en todo caso que aún tiene su menstruación la paciente, por- que es claro que desde el momento en que no menstrua ya na- da se tiene que hacer con los anexos. Con este medio curan hasta los miomas edematosos en un espacio de tiempo que varía de seis á once meses, que se cuen- tan desde el día en que se hizo la operación. Mortalidad en ma- nos de buenos cirujanos, 2 por ciento. Si la menstruación ha cesado y aún existen fibromas enor- mes con ó sin crecimiento, entonces habrá que practicar la his- terectomía abdominal ó vaginal como recurso eficaz. Temiéndole á esta operación se ha recomendado la catálisis, que es verdad también ha dado buenos resultados en algunos casos: como es bien sabido, para ellas se emplean altas tensio- nes y fuertes intensidades; advirtiendo que la acción cáustica, más bien que útil, es una complicación innecesaria para la cu- ración. Véase estrecheces uretrales. Manual operatorio: electrodo positivo de platino ó un simple tapón aislado é impregnado de agua salada; protegiendo siem- pre la vagina, se coloca, cuando hay hemorragias, adentro de la matriz, y si no las hay basta ponerlo sobre el cuello, advir- 454 tiendo que si se da la preferencia para este lugar al polo nega- tivo, que se debe emplear una corriente débil: el otro electrodo lo constituye una placa grande de arcilla y la corriente que se emplea es estable. Puestos los dos electrodos se hará pasar sin sacudida una corriente que se eleva en un minuto ó dos á 100 y hasta 250 miliamperes; se la mantendrá cinco minutos y se repetirá la sesión cada seis ú ocho días, en la inteligenda que algunos creen que se puede llegar á iguales resultados con in- tensidades muchísimo menores y sin penetrar en el útero, pe- ro1 haciendo al fin de la sesión inversiones no bruscas sino gra- duales, llegando cada vez al cero para partir luego de él.. Fiebre puerperal: Profilaxia, asepcia rigurosa en el post-par- tum después de haber puesto en vigor en el parto los recursos antisépticos de más valía: la asepcia y antisepcia comprende á la enferma, al partero, álos ayudantes y á los instrumentos. No dejar fragmentos de secundinas en la matriz; y capital, no visi- tar á la parida después de haber visto en el mismo día otro ca- so similar, consultando con un erisipelatoso ó haber manejado cadáveres en alguna parte. No encontramos nada que añadir al tratamiento clásico, por las grandes irrigaciones continuas ó casi continuas de substan- cias antisépticas; por los baños fríos; por las indicaciones ope- ratorias del easo, como raspa uterina, abertura de abscesos pél- vicos, etc.; por los tónicos y en cabeza de ellos la medicación alcohólica, usada con fe y perseverancia, etc., etc., porque todo esto es de conocimiento vulgar; pero sí creemos debido indicar, aunque nos salgamos de nuestro propósito, que enfrente de un caso de fiebre puerperal se pueden poner siempre estos pro- blemas, que deben resolverse categóricamente, sea ó no grave la marcha de la enfermedad. ¿Han existido blenorragias en el barón durante la vida marital? ¿Hay razones en los anteceden- tes de la enferma para creer en una salpingitis anterior ó con- comitante al embarazo? ¿Hay en el momento actual un pio- salpinx ó sea una salpingitis supurada? Si de los datos que se recojan resulta que los tres problemas anteriores se resuelven 455 afirmativamente, ó cuando menos los dos últimos, entonces hay que proceder sin demora á la abertura del vientre, porque lo probable es que el sindromo clínico lo está produciendo un piosalpinx: si el diagnóstico se encuentra confirmado al abrir el vientre, entonces la enferma se habrá salvado, y si; al con- trario, resulta negativa la exploración, nada se habrá perdido y sí -se habrá cumplido con el deber. Fiebre tifoidea: En cada estación, en: cada año y en cada epi- demia, tiene esta enfermedad lo que los antiguos llamaron ge- nio, ó sea su fisonomía ó letalidad: ellos ignoraron en qué con- sistía ese genio; mejor dicho, cuáles eran sus causas productoras, y nosotros, á la hora en que estamos, casi ignoramos tanto como ellos, pues en verdad que decir que la gravedad de la fiebre de- pende del terreno orgánico en que aparece, de la debilidad del organismo, del cansancio^ de la insuficiencia de la alimentación, etc., etc., es práctica y útilmente no decir nada de provecho para cada caso en particular, por la sencilla razón de que se- mejante juicio sólo puede producirse á posteriori, es decir, cuando ya para nada nos necesiten los enfermos. Que la fiebre tenga genio morboso quiere decir que no tiene tratamiento es- pecial, y que por lo mismo en muchos casos, á pesar de nues- tra negligencia ó torpeza, tendremos buenos resultados, y que en muchos otros, á pesar de la¡ energía y pericia con que se in* tervenga, no se tendrán más que desastres sobre desastres; en consecuencia, y hasta mejores días, no debe aceptarse ni prac- ticarse ningún tratamiento sistemático. La fiebre tiene indica- ciones, y deber del médico es satisfacerlas al través de toda la evolución morbosa. Distinta cosa es decir esto otro: en toda fiebre tifoidea exis;- ten siempre estas tres grandes indicaciones: desinfectar al in- testino, exonerar al organismo de los productos de desasimila- ción, especialmente por los ríñones y por la piel, y por fin, po- ner en vigor á la higiene más exquisita. Con este esquema invariable y confiando en los conocimien- tos de cada médico, nos creemos dispensados de entrar en más 456 profundos detalles, pues, en efecto, inútil es decir que en la ge- neralidad de los casos, al empezar el tratamiento, puede hallar- se la indicación de un purgante, y que este purgante será el calomel, para que por doble acción inaugure la desinfección in- testinal; que durante toda la enfermedad se dará el salicilato de bismuto ó el salol, solos ó asociados; que el régimen lácteo es de rigor: que se deben dar al enfermo limonadas vinosas á dosis colosales; que se pueden hacer lavativas simples ó táni- cas, frías ó calientes y siempre copiosas, con el fin de producir astricción ó limpieza intestinal, y por medio de la. diuresis con- siguiente la depuración orgánica; que se deben dar tónicos y sostener las fuerzas; y por fin, que se debe hacer lo clásico, dan- do el sulfato de quinina á la dosis de 0.30 cada tres ó cuatro horas como antitaquicárdico y cardiotónico, ó á dosis alta en las formas intermitentes; el alcanfor ó el almizcle, en las formas ataxo-adinámicas, y sobre todo, los baños metódicamente apli- cados, etc., etc. Todo esto es bien sabido de nuestros colegas, y por eso no insistiremos sino en lo más importante. El baño tibio hasta 35°, que es el llamado punto indiferente, es preferido por algunos que desechan los baños frescos ó fríos, para el caso que la fiebre revista la forma hiperpirética ó ataxo- adinámica, pues si se puede decir que en general los baños son útiles en la fiebre tifoidea, es en estas formas en donde están especial y casi exclusivamente indicados. Técnica del baño: entrará el paciente á un baño de tina que pueda cubrirle todo el cuerpo, menos la cabeza; se sentará en él inclinando su cuerpo hacia atrás, hasta que el agua le llegue al cuello; permanecerá así un cuarto de hora ó un poco más, pero si se trata de un niño ó de una forma verdaderamente adinámica, la duración será menor; durante su permanencia en el líquido se le hará caer sin fuerza ún chorro de agua fría en la cabeza para evitar las congestiones encefálicas, tomando pre- cauciones para que su cara se mantenga libre, y en el entre- tanto, una persona se ocupará de hacer una sesión de masaje 457 que estimule á la piel, con el fin de facilitar ó provocar la apa- rición de la reacción. Al salir del baño se le envuelve; ya en su cama, cubierta de un impermeable, se le enjuga, y si calosfría mucho, se le da vi- no ó cordial y alimento; en la inteligencia que es de rigor que el médico asista al primer baño para que observe lo que haya que corregir, así en el modus operandi como en la reacción del paciente. En regla general se tiene que hacer un baño todas las veces que la temperatura pase de 39°5; de suerte que se pueden aplicar hasta cuatro ó cinco en el día, sin perjuicio de que en caso de necesidad se apliquen uno ó dos por la noche, que, á decir verdad, pocas veces se llega á tener. En el intervalo de los baños, si hay cefalalgia, delirio, etc., se aplican compresas frías en la cabeza; si hay diarrea, dolores ó fuerte meteorismo y amenaza perforación, se pone una vejiga de hielo á perma- nencia en el vientre; si hay constipación, se hacen lavativas de agua pura; y por fin, ordinariamente es útil poner, en tales in- tervalos, compresas ó cataplasmas frías en el vientre, renova- das cada cuarto de hora. Toda neuralgia tífica no debe curarse por los revulsivos sino por el baño, que en regla general es mejor aplicarlo no á tal ó cual temperatura sino á la que se soporte, por el tiempo dicho, sin calosfriar y procediendo siempre por tanteos hasta llegar á la más agradable y prudente. En los casos ordinarios bastan las simples lociones, pero en los casos graves hay que ocurrir á la balneación, que sobre to- dos sus buenos efectos tiene el de tonificar al corazón, dismi- nuyendo por esto mismo la muerte por esta viscera, que es lo habitual. Si á pesar de los baños no se mejoran los fenómenos atáxi- cos, se recomienda dar el bromuro de potasio ó la quina en vehículo de tila, azahar, laurel cerezo, ó se le administra en la- vativas el primero: la envoltura mojada por 20 segundos es re- comendada por el Dr. Dujardin Beaumetz; pero se dice que el 458 cuernecillo de centeno, en estos casos, ha hecho positivas re- surrecciones, no obstante que teóricamente se ha dicho que es- tá contraindicado en esta enfermedad. Recordaremos al alcanfor como excitante y al almizcle como antiespasmódico; hé aquí unas fórmulas: alcanfor 1.00, goma 2.00, yema de huevo núm. 1 y cocimiento de linaza 250.00 pa- ra una lavativa: percloruro de fierro una ó dos gotas cada dos horas para cohibir no sólo las hemorragias, sino para levantar omnipotentemente la fuerzas, porque este medicamento en la adinamia obra verdaderas maravillas, sobre ser con el alcohol y el. láudano y las ventosas escarificadas la medicación exclu- siva ó casi exclusiva de la perforación intestinal. Hablemos de la fiebre en particular: la fiebre no debe ser tratada por los analgésicos aromáticos, porque sobre que no cu- ran realmente á la fiebre, tienen la desventaja de disminuir la cantidad total de orina de las 24 horas, lo que es malo:, por lo demás,, en principio debe tenerse que la fiebre, como calor, es una reacción necesaria y saludable. La hipertermia, dice el Dr. Dujardin Beaumetz, en la doti- nenteria no es más que la manifestación del estado general del enfermo, y creer que disminuyendo la temperatura se hace des- aparecer la gravedad de la enfermedad y su intensidad, es pro- fundo error. Dicho esto, creemos innecesario decir más sobre el asunto. Obedeciendo al principio de provocar la diuresis, están las inyecciones subcutáneas de agua salada. Véase cólera. En las formas sudorales tienen utilidad real los antisudo- rales. El Dr. Stepp dice que dando en veinticuatro horas, muchos días seguidos, el agua cloroformada (1:150.00) y la quinina, se mejoran los principales síntomas ó cura la enfermedad; y otros dicen que dando los tónicos generales y cardiacos y 0.01 de emético cada hora, se acórtala duración de la enfermedad, por- que el emético se reputa como específico (?). Aún más especí- fico sería la levadura de cerveza, por ser antídoto microbiano. 459 Está recomendada la trementina al exterior ó al interior co- mo muy útil para el meteorismo, dando por esta última vía hasta 3.00 en poción gomosa, asociados á 0.20 de bicarbonato de sosa, que evite los agrios consecutivos. Antes de que hablemos de recursos higiénicos y profilácticos recomendaremos como excelente tónico útil, durante toda la fiebre, á nuestra contrayerba (Dorstenia contrayerba)^ y á las tinturas de colombo y de canela; y para los casos de profunda adinamia, baños de vino tibio ó sinapisados, fricciones aromá- ticas, etc. Si la enferma está embarazada y sobreviene el. aborto, como es la regla en la mitad de los casos, quiere decir que la fiebre es extremadamente grave, y que por lo mismo hay necesidad de redoblar los cuidados: por lo demás, el hecho del aborto no agrega ninguna gravedad á la ya existente. Es de precepto que durante toda la fiebre se mantenga re- gular ventilación del departamento ocupado por el enfermo, que se duerma con la puerta abierta s. a., y que sólo se cierre k puerta durante el acto del baño, para evitar corrientes de ai- re que pudieran ocasionar accidentes. Es de precepto igualmente que se desinfecten las deposicio- nes por soluciones de sulfato de cobre al 50 por mil, y que se tenga mucho aseo con las manos de los ayudantes, desinfec- tándolas con soluciones de lo mismo al 12 por mil. Es necesario evitar las aglomeraciones de gente, la estancia en las grandes ciudades cuando las personas están recién lle- gadas y no son nativas de allí; es necesario evitar el uso de aguas sucias, y por fin, todo lo que pueda empobrecer el orga- nismo. Todo exceso de alimentación en la convalecencia predispone á una recaída. Como profiláctico del noma, se recomienda el aseo de la bo- ca durante y después de la enfermedad. Galactorrea: Para suprimir ó disminuir el fluego lechoso, tan molesto en ocasiones, se ha recomendado la belladona ad intus 460 et extra como el agente más eficaz y como el más cierto anti- flogístico (que previene la flogosis) tópico para prevenir y curar las inflamaciones que aparecen por la retención láctea, cuando no ha habido dirección científica para suprimir la dicha secre- ción. Úsese ó no belladona, puede emplearse con éxito la en- voltura y compresión realizada con algodón cardado, y las vie- jísimas fricciones alcanforadas tópicas, como antilechoso senci- llo, inocente y eficaz. Se han recomendado también los opiados al interior y al exterior: el aceite morfinado al milésimo parece que no tiene malos efectos. Hé aquí unas buenas fricciones: clorhidrato de amoniaco y extracto de cicuta áá 4.00, manteca 30.00; que son poderosas resolutivas. Se ha recomendado la antipirina á la dosis de 3.00 diarios, prolongado su uso por muchos días; los diuréticos, y entre ellos el rizoma de carrizo, como de acción específica; y por fin los recursos que según los extranjeros, con la inconsecuencia más crasa, son lechosos y antilechosos: nos referimos á los sudorí- ficos, que es más posible que sean antilechosos que galacto- gogos. Gastralgia: Á la medicación por los revulsivos y vejigatorios, por las pulverizaciones de éter, por los anestésicos, tónicos ó antiespasmódicos, sólo tenemos que añadir á la resucitada pre- paración de cundurango, por haberse preconizado formalmen- te en estos últimos tiempos, como lo que podría curar con más eficacia á esta enfermedad; pues el gonolubus cundurango es muy útil tanto bajo el punto de vista local como general, espe- cialmente cuando se emplea el blanco en polvo y bajo la for- ma de preparaciones alcohólicas, pues que los preparados por la ebullición no sirven por coagularse por ella la cundurangui- na: polvo 2 ó 4.00; tintura al cincuenta, 10 ó 20.00; jarabe al 20 por ciento preparado con tintura alcohólica, dos á cinco cu- charadas. Pero la forma clásica y que los alemanes emplean corrientemente por haberla sancionado la experiencia, es esta: 15.00 se maceran en 360 de agua durante doce horas; esta ma- 461 ceraciónse cuece y reduce por la cocción á 180.00; el producto se filtra aún caliente con expresión, que para que sea bueno es condición indispensable que sea moreno, un poco turbio, de gusto débilmente característico, ligeramente amargo y aromá- tico: es mala toda preparación que no tenga estos caracteres. Dosis, 2 ó 3 cucharadas por día. La nuez vómica en polvo usada por mucho tiempo es de muy felices resultados, pues que á lo más á los dos meses se cura de raíz el padecimiento; pero es bueno saber, para utilizarla co- mo paliativo en la cura, que el mejor anestésico local é instan- táneo es la menta al interior, dada bajo la forma de infusión ó de esencia, suspendida en un líquido, que para mayor efecto será caliente, como lo son las infusiones recientemente prepa- radas. Gastrectasia: Véase dilatación estomacal. Gastro-enteritis de la infancia: Merece atención especial por- que es la primera etapa de una serie de padecimientos que or- dinariamente terminan por la muerte: la aparición de los pro- cesos ulteriores no es necesaria pero es muy posible bajo la influencia de la enfermedad, y semejante sucesión se compren- de bien cuando recordamos que la diarrea es el síntoma prin- cipal, cuando sabemos que semejante estado puede prolongar- se por mucho tiempo aun no teniendo terreno específico, y por fin, que puede provocarse por este último ó asociarse á él. Lo dicho nos evita repetir que puede haber ó no concomitancia de causa específica, y por consiguiente, que el tratamiento va- riará según estas circunstancias. No consideraremos más que á las formas simples. Después de haberse asegurado de la etiología, patogenia y estado de la enfermedad, casi siempre es necesario satisfacer estas tres indicaciones: desinfección del intestino y supresión de la diarrea, calmar la flegmasía gastro-intestinal, y por fin, tonificar el organismo. En las formas benignas de la enfermedad casi siempre tene- mos resultado favorable con este esquema de medicación: pri- 462 mer día, purgante al calomel asociado al jarabe de ruibarbo; segundo día, absorbentes: bismuto, creta, etc., y anexosmóticos, asociados álos tónicos y carminativos: canela, anís,menta, cuan- do hay necesidad por lo inveterado de la enfermedad ó su re- beldía al tratamiento; pues no es raro que con gran sorpresa nuestra suceda una de dos: ó el purgante de calomel dado el primer día no produce ni una sola deposición á pesar de haber- las habido antes y el niño queda curado desde luego, ó produ- ce deposiciones y hasta vómito, pero pasado el efecto emeto- catártico, el niño queda bueno. Si la forma reviste cierta rebeldía se continúa en el uso de los absorbentes y del polvo de dias- cordio, unido á los tónicos y carminativos como los que men- cionamos, ó á otros, y en cabeza de losíjcuales podemos men- cionar á la dorstenia contrayerba, en infusión ó cocimiento: las circunstancias hacen necesaria la desinfección gastro-intestinal por el salol, salicilato de bismuto y hasta por el lavado del es- tómago, especialmente cuando hay dilatación estomocal ó es esta viscera la única que padece desde hace mucho tiempo: es decir, el lavado del estómago sólo es útil para las formas cró- nicas de padecimientos estomacales graves. Modo de hacerle: se emplea una solución de salicilato de so- sa al 3 por ciento, tibia; en ayunas se introduce una sonda de cuatro milímetros deprimiendo cuidadosamente la epiglotis; se vierte y se saca el agua alternativamente hasta que sale ente- ramente limpia, y se termina la sesión, que puede ser mañana y tarde, con otro lavado de agua fría y aun con una lavativa de aseo. Después de todo, es de capital importancia conocer la reac- ción de las deposiciones, pues las diarreas neutras ó alcalinas requieren el empleo de los ácidos, y especialmente del láctico, en solución al 1 ó 2 por ciento para cucharaditas, ó del clorhí- drico; y las acidas requieren el empleo de los alcalinos, como el agua de Vichy ó de cal segunda, ó las soluciones de carbo- nato de sosa. Hay otros agentes recomendados, como el nitrato de plata 463 en solución; la solución de resorcina al 200 ó 300, tomada en cucharaditas cada dos horas; la solución de antipirina, que fer- vientemente se recomienda un cuarto de hora antes de cada mamada, y pudiendo dar de principio activo hasta un gramo en 24 horas, en niños mayores de seis meses; y por fin la creoli- na, en cucharaditas cafeteras, cada dos ó tres horas, según la fórmula que sigue: creolina 3 gotas, hidrolado de menta ó de canela 75 gramos, jarabe 30 gramos. Las precauciones higiénicas son de rigor comenzando desde la supresión de la causal, que ordinariamente es la ingestión de comidas indigestas ó de leche de mujer grávida: es necesa- rio evitar todo enfriamiento protegiendo los miembros y el vien- tre con buenos abrigos, advirtiendo que los baños tibios no es- tán contraindicados. Como agua de uso en estos niños tan sedientos, es de ma- ravillosos resultados el cocimiento de flores de gordolobo, por- que parece que tiene acción calmante en la vía gastro-intes- tinal. El régimen lácteo es de rigor, pero cuando el niño es gran- de, la diarrea rebelde y tal régimen insoportable, entonces se sacará gran ventaja de la carne cruda ó de la conserva de da- mas de Trousseau, que como todo el mundo sabe, no se com- pone más que de carne cruda con conserva de rosas. Gota: Sobre esta tenaz enfermedad se ha escrito mucho y prescrito muchos regímenes, desgraciadamente sin resultado; mejor dicho, el único resultado que se ha sacado de tan repe- tidos tanteos es que debe dejarse que la gota marche: cada na- ción puede contar un especialista, pero un especialista no pue- de entenderse con otro porque uno recomienda lo que precisa- mente otro proscribe; y siendo así, nos creemos excusados de meter la mano en la cuestión, limitándonos á poner en seguida lo que realmente creemos de utilidad. La gota requiere dos tratamientos: el del acceso y el de la enfermedad, en la faz crónica; para el primero se ha recomen- dado poner tópicamente este linimento: colodión y éter sulfú- 464 rico áá 5.00, ácido salicílico 4.00, clorhidrato de morfina 1.00, m. y s. para pinceladas. Al interior se ha recomendado dar pri- mero un colagogo, que puede ser la evonimina, que facilite la expulsión del agua de la urea y del ácido úrico, para adminis- trar en seguida, siempre que la vía renal esté libre, el salicilato de sosa, que se considera como verdadero depurador sobre ser analgésico; la antipirina, el cólchico, otro específico universal- mente aceptado; y por fin, el sulfato de quinina ó el acónito, aun cuando la vía renal no dé muchas seguridades: se entien- de que en este último caso se tomarán las precauciones debi- das. Hé aquí algunas fórmulas, no sin advertir antes que por algunos, tanto se considera específico el cólchico en el momen- to del acceso, como pernicioso una vez que pasó. Polvo de semillas de cólchico 1.00, sulfato ele quinina 3.00, extracto de digital 0.40, para veinte pildoras, de las cuales pue- den tomarse de cuatro á ocho, según las necesidades; tintura de semillas de cólchico 2.00, para una poción que puede repe- tirse pero sin llegar hasta efecto muy drástico, en la inteligen- cia que pueden tomarse todas las preparaciones de cólchico aun en la emergencia de un embarazo. Régimen lácteo, como que es práctica y racionalmente útil durante y fuera del acceso, en la inteligencia que si en general se proscriben las grasas y los azúcares y se recomiendan los al- calinos, con más razón se pondrán tales prácticas en vigor du- rante este último. Si en el curso de un acceso agudo ó por metástasis se afecta el corazón, propínense al interior grandes cantidades de éter, porque con él se han visto verdaderas resurrecciones y desa- parecer toda inminencia de muerte; y también, si hubiere ne- cesidad de un hipnagogo, jamás se da el doral, porque no sólo está contraindicado por la enfermedad, sino que aun aviva los dolores, de suerte que se preferirán los alcalinos, y si el riñon está sano, se podrá emplear el salicilato de sosa. Los medicamentos que se han recomendado para el estado crónico, son los siguientes: benzoato de cal ó de litina, de 20 465 centigramos á 2 gramos continuados por mucho tiempo, con sus respectivas interrupciones, se cree que es la medicación ra- cional; el ácido láctico tomado por veinte días cada mes, á la dosis de 2 gramos en un vaso de agua endulzada y en ayunas, atenúa la intensidad y duración de los accesos futuros, ele mo- do que sobreviene mucha mejoría en el estado general por el solo uso de este medicamento; la genciana, cuotidiana y perse- verantemente usada, aún la reciben los modernos bajo la re- comendación de Boerhave; el bromuro de litio, á la dosis de 0.50 como hipnagogo, sedante y anticonvulsivo por excelencia, y por fin la electricidad, usada bajo la forma de corrientes vol- taicas, farádicas ó de baños hidroeléctricos. Experimentalmen- te se ha probado que se hacen desaparecer los topis, poniendo la parte sana en una solución de cloruro de sodio, y la enfer- ma en otra de cloruro de litio, que respectivamente son estas soluciones el polo negativo y positivo de la corriente, que pue- de ser de 4 á 20 miliamperes durante toda la sesión, que puede prolongarse por 2 y 4 horas cada ocho días, ó si hay mucha ne- cesidad, cuotidianamente. Hemos visto recomendado para cuando no se soporte en el estado crónico el régimen lácteo, al régimen vegetal. Conviene saber para todas las enfermedades de la diátesis acida, pero especialmente para ésta, todas estas cosas: que ha- ciendo mucho ejercicio se pueden obtener efectos contrapro- ducentes; que haciéndose poco, tal vez no sea probable que se disminuya la cantidad de ácido úrico formado y naciente; que conforme á esto, el ejercicio vale bien poco como recurso cu- rativo; que lo mismo se dice de los regímenes, pues si el en- fermo confía mucho en el flaco, puede sobrevenirle una hipos- tenización peligrosa, y por fin, que como en todas partes, pero más aquí, son malos los exclusivismos, en consecuencia nada de teotallers ni de vegetarianos, ni nada de eso, sino clínica y más clínica para satisfacer todas las indicaciones: hé aquí nues- tro deber. Terapéutica.- 30 466 Grandes pérdidas óseas del cráneo: Véase autoplastía de lo mismo. Grandes pendidas de las partes blandas: Cuando son de con- sideración y están en los miembros de modo que la cicatrización sea larga, difícil ó imposible, ha dado buen resultado la resec- ción de la diáfisis en forma de muezca en un cabo y de macho en el otro, haciéndola en tanta extensión como se necesite: se hace la sutura ósea con hilos de plata cuyos extremos se rema- chan bien para dejarlos á permanencia, y se atiende lo restante como de ordinario. Cuando la pérdida se limita á la piel y la cicatrización se re- tarda, da buen resultado hacer cuotidianamente bis, por un cuar- to de hora, aplicaciones de agua caliente á 55°, pues de este modo, haciéndose vegetar las yemas carnosas velozmente, se repara con facilidad la pérdida de substancia, en el concepto de que si esto fracasa se ocurrirá sin demora á la garra epidér- mica ó á los procedimientos autoplásticos. Téngase especial cuidado en evitar las cicatrices viciosas. Hemoglobinuria: Está probado que el régimen lácteo da muy buenos resultados usado durante el acceso y en los primeros días siguientes; pero lo mejor que hay quehacer es impedir su reaparición, por eso se instituirá lo más rápidamente que se pueda el tratamiento causal antipalúdico, antisifilítico, etc. Ca- liéntese al enfermo durante el acceso. Como medidas de higiene se recomiendan evitar todos los enfriamientos y las fatigas. La hidroterapia, comenzando por duchas tibias para acabar á los muchos días, haciéndolas frías, ha dado buen resultado, sobre todo cuando se le asocian los tónicos y los ferruginosos. Hemoptisis: Esta peripecia, que dista mucho de ser inocente, no sólo por lo relativo al momento presente sino aun por el futuro y futuro muy próximo é incierto, requiere toda la aten- ción del médico; primero porque en sí es un accidente grave, y segundo porque no se sabe cuándo repetirá la hemoptisis que se está conjurando ó se conjuró, ni cuánta será su intensidad; 467 en consecuencia se tendrá cuidado que el medicamento que se propine no sólo obre en los fenómenos del momento sino que aun prolongue su acción al próximo futuro, tan incierto siem- pre. La hemoptisis futura puede ser mortal. Todos estos medicamentos han sido ensayados con éxito: carbonato de fierro 2.00, polvo de canela como principal medi- camento 4.00; m. y háganse cuatro papeles para lomar dos se- guidos, uno cada media hora, y los otros dos en el resto del día; acetato de plomo en pildoras de á 0.05, una y aun más ca- da dos horas; sulfato de atropina en inyecciones subcutáneas de á medio miligramo, como insuperables; inyecciones subcu- táneas de clorhidrato de hidrastinina, una ó dos diariamente de á 0.05; el cuernecillo de centeno, solo ó asociado al sulfato de quinina, dando del primero hasta 4.00; el ácido pirogálico en pildoras de á 0.05, repetidas algunas veces; los vomitivos de ipeca, seguidos de los agentes astrictivos; el percloruro de fie- rro como hemostático y dinamóforo positivo; solución de dos ó tres cucharaditas de sal de cocina tomada á pequeñas dosis se- guidas; agua hemostática de Lechelle; la digital, que obra siem- pre, aunque á la larga, pero es más útil en las hemoptisis car- diacas; y por fin, para los casos graves, las inyecciones subcu- táneas de aceite alcanforado al décimo, advirtiendo que los ni- ños no las soportan. A la vez se procurará aire libre y puro, se pondrán sinapis- mos en las extremidades, ventosas simples ó escarificadas en el pecho, y se podrán recomendar también los manilubios fríos y no calientes, porque serían contraproducentes estos úl- timos. Hemorragia cerebral: A lo clásico sólo tenemos que añadir que en esta enfermedad debe proscribirse la sangría en el mo- mento del ataque: 1?, porque se ha visto sobrevenir la muerte mientras se la hacía, y 2?, porque la diferencia de la hemorra- gia con el reblandecimiento es verdaderamente difícil y la san- gría está contraindicada en el reblandecimiento. Sólo en dos casos se puede hacer sangría general: 1?, cuando hay hiperhe- 468 mia cerebral general, pulso duro y lleno é impulsiones cardia- cas enérgicas, y 2?, cuando se quiere despertar la excitabilidad cerebral, en caso que tarde en aparecer, Si durante el acceso se piensa en los hemostáticos, se puede echar mano de las inyecciones subcutáneas de ergotina. La medicación de la hemorragia cerebral continúa lo mismo fuera de lo anteriormente dicho. Hemorragias puerperales: Son antes, durante y después del parto. No nos ocuparemos más que de las últimas, que como es bien sabido, se dividen en primitivas durante las primeras doce horas siguientes á la expulsión, y en el post-partum pa- sado este tiempo; pero cualquiera que sea la división y trata- miento que se adopte, téngase bien presente que el mejor hemostático es la completa vacuidad del útero, y que en con- secuencia la primera indicación que hay que satisfacer es des- embarazar á esta viscera de los coágulos que contenga cuando se sospeche que existen y que ellos la producen. Regla absoluta: cualquiera que sea el peligro que amenace no se dé cuernecillo de centeno ni ningún otro de sus simila- res antes de la completa vacuidad de la matriz (J. M. Rodrí- guez). Si ya se verificó la expulsión de las secundinas, el diagnós- tico y el tratamiento debe hacerse á la vez en este orden. He- morragias de mediana intensidad: coloqúese una mano sobre el útero al través de la pared abdominal para indagar si hay inercia; ¿la hubo? con la misma mano hágase compresión enér- gica, de manera que se vacíe la matriz, y prolongúesela para impedir que se siga derramando la sangre, sin dejar de hacer á la vez el masaje é irrigaciones de éter en el vientre; inyeccio- nes subcutáneas de ergotina é inyecciones intrauterinas, anti- sépticas y á la temperatura de + 50° que es el grado hemos- tático: el taponamiento útero-vaginal es el último recurso. ¿No hubo inercia? Busquese la causa y combátasela por medios apropiados: ligadura, sutura, compresión, taponamiento útero- vaginal, agua caliente, ergotina, etc., según que la mano, la vis- 469 ta ó el dedo nos hayan enseñado que el útero, la vulva, la va- gina ó el cuello padecen. Cuando la hemorragia es fulminante y cuantiosa, indudable- mente que es debida á la inercia de la matriz, y en tal caso no se vacilará en colocar la mano en el fondo del útero, al través de la piel, para comprimirlo y amasarlo con el fin de contener la hemorragia, en introducir una mano en su cavidad para va- ciarle y excitarle, en hacer el taponamiento utero-vaginal, y en fin, en hacer todo lo que ya mencionamos. Muchos parteros ocurren á las inyecciones intrauterinas de percloruro de fierro en solución al tercio, de alcohol, de tintura de iodo, de vina- gre, y por fin, hasta á las corrientes farádicas ó galvánicas. Si la hemorragia es por retensión placentaria y si el orificio del cuello ya está muy retraído no hay que vacilar en dilatarle de nuevo para poder extraer los fragmentos remanentes. Las inyecciones de ergotina sean de á 1.00, pues éste equi- vale á otro de p^lvo de cuernecillo de centeno; pero las de er- gotina de Tauret no sean más que de cinco gotas, pues á esta dosis se tiene la equivalencia anterior. Cuando consecutivamente á la hemorragia se desarrolla un estado sincopal grave, ocúrrase á las inyecciones subcutáneas de cafeína como cardiotónicas, á la dosis de 0.20, repetidas dos ó tres veces, á las de éter, á las de aceite alcanforado al déci- mo, á las de agua salada (véase cólera), á la transfusión y sus derivados, etc. Como las inyecciones intrauterinas calientes son muy efica- ces, diremos que es necesario que se hagan lentamente, de ma- nera que en un cuarto de hora apenas se haya hecho pasar un litro ó poco más. Inútil es decir que se darán pociones calientes, que se calen- tará á la enferma, que se guardará silencio, etc., etc. No tienen nada nuevo las hemorragias del post-partum. Hemorroides: En todo hemorroidico es necesario mantener la libertad del vientre utilizando la acción de los laxantes, co- mo la del tamarindo (fructus tamarindi) ó del azufre con miel 470 áá, de 10 á 30.00: la glicerina como tópico en supositorios (so- lidificada) ó al interior está recomendada como laxante hidró- filo, que especialmente obra en las hemorroides fluentes (15 á 30.00 en medio vaso de agua); pero el que especialmente está recomendado para esta última circunstancia es el crémor so- luble ó tartrato bórico-potásico. En el estado agudo ó sobreagudo de esta enfermedad se han empleado con mucho éxito las lavativas de agua caliente á + 45° ó + 48°; y cuando el enfermo las puede soportar, se lo- gra contener la hemorragia, calmar la turgencia y hacer desa- parecer la estrangulación: por este medio se liberta al enfer- mo de que sea sometido á operaciones más graves. En una ocasión desapareció una hemorragia persistente con un semi- cupio á -f 45°, prolongado por un cuarto de hora en que se ocurrió al artificio de poner previamente al enfermo un espejo en el ano para que ampliamente comunicara con la cavidad rectal el líquido caliente. En el mismo caso se recomienda tomar el chile á la dosis de 0.50 ó 1.00 en pildoras, que además es calmante de la cefalal- gia concomitante de la fluxión, é igualmente se prescriben apli- caciones anales de una esponja impregnada de agua á + 60°, después de cada defecación, que pueden hacerse varias veces en el día hasta la cesación de cocimiento vivo y penetrante: después de cada aplicación se limpia la parte con un lienzo sin frotar, y con el fin de evitar las comezones que pueden apare- cer, se hace una unción con esta pomada: ungüento doble 1, vaselina 5. Remedio ya vulgar es, para calmar el dolor fluxionario, el extracto de belladona solo ó en pomada, junto con el ungüen- to de populeón. Clásico es el tratamiento por la dilatación forzada, una vez que se ha entrado á la faz crónica ó cuando han fracasado los medios anteriores y urge hacer desaparecer la estrangulación del estado agudo; por eso no diremos nada de ella, sino que al hacerla, debe precederse con mucha suavidad para no despren- 471 der coágulos que vayan á causar embolias graves, y que si des- pués de hecha queda algún prolapsus de la mucosa, un mes ó dos después se le tratará por el Paquelin. Heridas del intestino: Todas las veces que habiendo herida ventral se sospeche que ha sido interesado el intestino, se pro- cederá sin demora á la laparotomía, que es el único recurso eficaz; no se usarán las inyecciones intestinales de gas inocen- te que se han propuesto muy recientemente. La laparotomía, á menos de herida accidental muy grande, se hará siempre en la línea media, porque sólo así se pueden explorar cómodamente todos los órganos y obrar con seguri- dad donde se necesita. Para no dejar una sola asa sin explo- rar, se practicará el método siguiente: tómese la primera asa que se presente, extráegasela, perfórese su mesenterio con una sonda acanalada, y mediante ésta se la pone á caballo sobre la incisión abdominal; véase toda la parte de intestino delgado si- tuada arriba de la sonda y luego toda la que está abajo; y des- pués que una asa de 15 centímetros poco más ó menos ha si- do explorada, redúzcasela y explórense las partes inmediata- mente siguientes en el mismo sentido, hasta que se llegue al duodeno ó al ciego; en la inteligencia que el cirujano y sus ayu- dantes harán todo esto con el mayor cuidado posible para eme no se vaya á pasar una asa ó una herida sin examinar. Si se encuentra una perforación es necesario obliterarla temporal- mente con pinzas especiales para continuar luego con el resto de la exploración ó suturarlas de una manera definitiva. Aseo peritoneal nimio. Heridas penetrantes de vientre: En toda herida penetrante de vientre, si no hay accidentes graves desde el principio, es ne- cesario conducirse en la curación tópica como si no lo fuera; pero es necesario poner desde luego al herido á dieta rigurosa, reservándose el derecho de intervenir á la hora eme se mani- fiesten las primeras señales de hemorragia interna, de perfora- ción ó de peritonitis, y no se olvide, á propósito de síntomas sospechosos, que aun las heridas del vientre puramente mus- 472 culares pueden producir vómitos y aun otros síntomas inquie- tantes que ponen á prueba la prudencia del cirujano: tacto y prudencia, hé aquí la.base, pero no hay que ser vacilante ni remiso. En toda herida penetrante de vientre es útil no dar opio des- de el principio, porque ordinariamente sucede una de dos: ó hay herida del intestino ó visceral en general, ó no; si no la hay es inútil, y si la hay es perjudicial darlo desde luego porque oculta la aparición de los fenómenos peritoneales, que son los que han de determinar si se hace ó no la laparotomía: inútil es decir que si hay indicación de ésta, debe procederse sin tar- danza. Toda hernia del epiplón debe resecarse. Todas las veces que haya duda y á la vez interés en conocer el estado que guardan las visceras abdominales, después de una herida, es permitido, mediante la asepcia de ordenanza, intro- ducir una sonda acanalada por la herida primitiva para agran- dar á ésta y demostrar de visu el estado de los órganos in- ternos. Hernias: Las hernias de la línea blanca infra ó supra-umbi- licales reductibles y no muy voluminosas, pueden curar en los niños mediante el uso de un vendaje; y lo mismo se puede de- cir del adulto, aunque tal vendaje se sostiene con dificultad: las pelotas convexas se emplean para las hernias reductibles, y las cóncavas para las que no lo son; mas es justo decir que en la generalidad de casos basta un corsé bien hecho. En los niños no debe intentarse la cura radical de las her- nias porque generalmente curan con el auxilio de un vendaje, pero si hubiere necesidad extrema de hacer tal operación, en- tonces debe uno limitarse á reducir el contenido de la hernia, á desprender el saco seroso hasta el cuello hemiario ó anillo inguinal interno, etc., y á ligar simplemente el cuello después de torsión: antes de cerrar las suturas superficiales se tapona- rá con gasa iodoformada durante 24 horas la herida operato- ria, dejando desde luego un tubo de canalización á permanen- 473 cia por algunos días. Siguiendo este método no se expone al paciente á la septicemia. Tonas las hernias de la mujer joven, especialmente cuando son de pequeño volumen, deben operarse sin excepción de sitio con el fin de realizar la curación radical, porque en ella á esa edad todas curan; son sin accidentes las operaciones y supri- men todas las grandes y pequeñas molestias inherentes, actua- les ó posibles. El Sr. Dr. Lucas-Championniére, que constan- temente ha sido feliz en sus intervenciones, quita en las ingui- nales, con el saco hemiario, el ligamento redondo, pues dice él: "esta práctica me asegura la destrucción completa del pla- no seroso y la reparación perfecta de la pared en donde ningún órgano remanente mantendrá grieta." Se desprende á tal liga- mento desde el fondo del gran labio. A continuación exponemos la práctica del Dr. Billroth sobre curas radicales de las hernias: se han hecho 93 operaciones de cura radical, de las cuales 53 fueron por hernias libres é irre- ductibles y 40 por hernias estranguladas: el saco fué ligado y extirpado en 40 casos, pero como su extirpación total sin la castración sería imposible, por eso ordinariamente sólo se ex- tirpa la parte superior. Billroth ha observado que la curación por primera intención es más fácil de obtenerse cuando se limi- ta uno á hender el saco sin extirparlo, y que las consecuencias de la cura radical de las hernias crurales son más sencillas que las de las hernias inguinales. En las 53 operaciones hechas por hernias no extranguladas, ha habido tres muertes por perito- nitis. Refiriéndose á los resultados finales y no contando más que á los operados de más de dos años contados desde el día en que se hizo la operación, ha demostrado once curaciones com- pletas en 34 enfermos que ha vuelto á ver, sea un 32 por cien- to; advirtiendo que todas las reincidencias se han contado sólo en las hernias gruesas. Las hernias inguinales en las mujeres, en primera línea, después las de los hombres, dan los mejores re- sultados cuando se sutura el orificio hemiario; las hernias cru- 474 rales, al contrario, cuando no se sutura el orificio hemiario. El Dr. Billroth no ha aplicado la cura radical más que á las her- nias no mantenidas por vendaje ó irreductibles que causaban dolores y alteraciones serias, pues en las hernias gruesas y es- pecialmente en las de los ancianos, lo mejor es abstenerse en razón de la gravedad de la operación. Aunque muchas curas pretendidas radicales han sido seguidas de reincidencia, no por eso los enfermos han dejado de beneficiarse por la operación, porque las hernias reincidentes son reductibles, pequeñas, fá- cilmente mantenidas por un vendaje, y no determinan por lo demás ninguna molestia. Por lo que respecta á la cura radical de Ja hernia inguinal en el hombre, el Dr. von Bergmann emitió con justicia esta opi- nión en el vigésimo Congreso de la Sociedad Alemana de Ci- rugía: "cualquiera que sea el método que se emplee en la ope- ración radical de la hernia inguinal en el hombre, pecará ine- vitablemente por el hecho que el espacio necesario para el paso del cordón espermático, persiste siempre y esta es la verdade- ra razón por qué se corre siempre tras de un método mejor, sin alcanzarle jamás.1' Empero el Dr. Landerer, en el mismo Congreso presentó un método ó procedimiento que tiene esto de característico, que se moviliza el pilar externo por una in- cisión paralela á la dirección de sus fibras, para acercarle al pilar interno y suturar á los dos sin dificultad, y que dice que le ha dado buenos resultados. Cuando se trata de hernia estrangulada, el Dr. Lockvood opina que, en ausencia de contraindicaciones formales, tales como la debilidad extrema del paciente, el mal estado del in- testino estrangulado, etc., es necesario completar siempre por la cura radical la operación de la hernia estrangulada, ligar y quitar el saco y reconstituir la pared abdominal, cualquiera que sea la hernia, porque la cura radical no añade peligros á la ope- ración y sí evita todas las peripecias posibles de la continua- ción de una hernia en estas condiciones; pero debe tenerse presente que toda operación de cura radical debe realizar la 475 obliteración absoluta del saco sin dejar depresión en el orificio intraperitoneal, y debe igualmente reconstituir la pared abdo- minal. Estas condiciones las realiza bien el procedimiento de Macewen; pero cuando no es posible replegar el saco en la for- ma de cojincillo, como lo recomienda este cirujano, aconseja el Dr. Lockvood transfijarle y rodearle con ligadura de seda bien anudada, pasándose separadamente los dos extremos del hilo á la distancia de una pulgada el uno del otro, al través de la pared abdominal, muy arriba del ligamento de Poupart, de suerte que ligándolos se sube suficientemente el cuello del saco; en seguida se reúnen por suturas el ligamento de Hey y la porción pubiana de la fascia lata, y se cierra la herida des- pués de haberla lavado con sublimado en solución. Más arriba, hablando de los medios paliativos, dijimos que bastaba en la generalidad de casos un corsé bien hecho; pero es necesario saber que este corsé en las hernias irreductibles es insoportable, y por tanto malo, como todos los medios pa- liativos que vienen obligando á la postre á ocurrir á medios cruentos para obtener la curación radical y libertarse así de muchísimas molestias. Si se resolviere el paciente por una intervención quirúrgica radical, hé aquí un esquema muy utilizable: Descúbrase la her- nia por una incisión suficiente; cuando exista el saco, hiénda- se; examínese cuidadosamente el contenido; despréndanse las adherencias eventuales; en caso de necesidad, agrándese el ori- ficio hemiario; ligúense y escísense el epiplón, y ocasional- mente los lipomas subserosos; redúzcase el intestino, así como el muñón peritoneal; sutúrese con catgut ó seda el orificio her- niario y después las partes blandas, teniendo mucho cuidado de no hacer canalización y de observar la asepcia rigurosamen- te. Se deja al operado en postura horizontal, se le da opio y se le somete á dieta líquida; en el concepto que si la temperatura queda normal, se levantará la primera curación hasta los ocho ó catorce días siguientes. Después de la cura sólo queda que 476 recomendar que el enfermo lleve por cierto tiempo un venda- je adecuado. Con el fin de la cura radical mediante la esclerosis, algunos han propuesto las inyecciones subcutáneas á 2 ó 3 centímetros lejos del anillo hemiario, de 3.00 de alcohol diluido al 20 y 70 por ciento. Terminaremos dando á conocer el procedimiento de Bassi- ni, que es mejor que el de Wood y el de Czemy, porque recons- tituye el canal y da paso al cordón por entre el tejido cicatri- cial nuevo; empero recordaremos que no hay que olvidar la opinión del Dr. von Bergmann. Manual operatorio: 1?, incisión de los tegumentos de la re- gión inguino-escrotal; descúbrase la aponevrosis del grande oblicuo en la parte correspondiente del conducto inguinal, des- cubriendo á la vez los pilares del anillo subcutáneo y ligando los vasos necesarios; 2?, incisión de dicha aponevrosis desde el anillo inguinal externo hasta el interno, y disección de ella por arriba y por abajo, formando dos colgajos; después, levántese totalmente el cordón y el cuello del saco, separándolos con instrumentos romos y procurando aislar el cuello hasta su des- embocadura en el abdomen; esto es, hasta dentro de la fosa iliaca: después de aislado el cuello, procédase á aislar el cuer- po y el fondo del saco hemiario, y así aislado el saco, replie- gúesele hacia el exterior, ábrasele para ver si tiene adheren- cias, que se separarán ó escindirán: tuérzase el saco en su cuello y aplíquesele una ligadura, y hecho esto, ábrase lo restante del saco cortando á medio centímetro arriba de la ligadura; y 3?, desvíese el cordón ya aislado, haciéndole ligeramente arriba, hacia la pared abdominal, y si se necesita, desvíese también el testículo sacándole del escroto: con ganchos agudos y largos se desvían los colgajos aponevróticos, el superior hacia arriba y el inferior hacia abajo: de este modo es fácil disecar el conduc- to formado por el ligamento de Poupart, hasta su borde poste- rior: un centímetro más allá del punto por donde sale de la fo- sa iliaca el cordón, despréndase por disección de la aponevrosis 477 del grande oblicuo y del tejido conectivo subseroso, el borde externo del músculo recto y además la triple capa formada por el músculo oblicuo menor, el transverso y la fascia verticalis de Cooper, á fin de que las tres capas reunidas puedan unirse fácilmente al borde posterior aislado del ligamento de Poupart. Cósanse estas dos partes con sutura anudada, en una exten- sión de 5 á 6 centímetros desde la espina del pubis, por fuera, hasta el cordón espermático, que sale como á un centímetro de la espina iliaca anterior y superior. De esta manera termi- na la tercera parte y se completa la abertura interna ó abdo- minal y la parte posterior del conducto inguinal. Por fin se colocan en su sitio al cordón y al testículo, se reú- ne la incisión aponevrótica y se termina por la sutura de la piel; en la inteligencia que pueden hacerse modificaciones á es- te excelente procedimiento, según que la hernia sea directa ó indirecta, congénita ó adquirida. Hernia estrangulada: Véase estrangulamiento hemiario. Herpetismo: Es uso general y malo recomendar los arsenica- les al primer herpético que se presenta; éste los usa bajo tal recomendación y los resultados no pueden menos que ser in- ciertos, porque á decir verdad los arsenicales sólo dan resulta- do cuando se reúnen estas dos condiciones: que la forma mor- bosa sea seca y que la dosis de medicamento sea, á cierto tiem- po, bastante alta; como por ejemplo, 60 ó 70 gotas de licor de Fowler. No pasaremos revista por cierto á la serie de medicamentos que han sido recomendados como antiherpéticos, antiprurigi- nosos, etc., porque sobre ser larga la tarea sería inútil, pues en verdad que á la hora en que estamos no se podría decir, fuera del arsénico, que tal ó cual medicamento es positivamente efi- caz en esta diátesis; pero sí haremos notar que en el arsenal del humorismo se ha encontrado la terapéutica con un recur- so eficaz é inocente; en efecto, el sedal lo es. Expliqúese como se quiera el herpetismo, reinen en la ciencia tales y cuales teo- rías exclusivas, no importa, el hecho clínico es este: todas las 478 veces que la diátesis se manifiesta con formas graves, cualquie- ra que sea la fisonomía clínica que adopten, puede tenerse por seguro que si se establece un exutorio más ó menos permanente, que no sólo desaparecerá la gravedad de la evolución sino que aun se hará dormir perdurablemente al estímulo morboso ini- cial; en consecuencia, en toda enfermedad crónica, visceral ó no, grave ó tenaz, producida ó sostenida por el herpetismo solo ó asociado á otras enfermedades, de modo que es indiferente que la evolución actual sea pura ó híbrida, se procederá, sin pér- dida de tiempo, á poner un sedal que desde luego será con la intención de que sea llevado por toda la vida: el sedal produ- cirá dos ó tres gotas de pus diariamente; ignoraremos aún mu- cho tiempo cuál sea el poder de este pus que tan preciosos re- sultados da; pero con todo, veremos renacer á las pocas sema- nas la salud de nuestro enfermo: si con dos ó tres gotas de pus sacadas diariamente á una persona tenemos la satisfacción de sanarla, qué digo, de arrebatarla del camino del sepulcro, bien vale que llevemos el título de humoristas del que, por otra par- te, nos inquietamos bien poco. Por el sedal se puede tener la seguridad de ser útil á su clien- te y de que en caso que tal medio no dé resultado, que no se le ha hecho ningún perjuicio y de que no se le ha echado á per- der su estómago con el uso de medicamentos siempre más ó menos irritantes de la mucosa estomacal. Se entiende que el enfermo portador de un sedal, está por eso mismo eximido del uso de cualquier medicamento al inte- rior con un fin antiherpético propinado. Hiperclórhidria, gastroxia, etc.: Aunque la hiperclorhidria es casi continua y la gastroxia, por sus accesos, ordinariamente intermitente, tienen sin embargo el mismo tratamiento ambas, porque se trata en una y otra de un exceso de ácido gástrico: hé aquí la indicación. Para impedirse el desarrollo de un acceso de gastroxia que se inicia, nada hay más eficaz que tomar algunos vasos de agua tibia ó una infusión débil de té; empero se ha propuesto la so- 479 lución clorhídrica al 7 por mil, porque ha parecido que los áci- dos orgánicos son la causa del acceso. Durante el acceso doloroso se dará la antipirina, los alcali- nos, el bicarbonato de sosa á pecjueña dosis en solución aro- mática, y en tanto cuanto se pueda alejado de las comidas: la magnesia carbonatada puede suplir al bicarbonato de sosa. Lo mismo se dice de las aguas gaseosas de Vichy ó de Carlsbad y de la mezcla siguiente, de la cual se toman tres cucharaditas cada dos horas y antes de las principales comidas: sulfato de sodio 30.00, de potasio 5.00, cloruro de sodio 30.00, carbonato de sodio 25.00, biborato de sodio 10.00, m. Es de capital importancia dedicarse á curar de raíz esta en- fermedad, y para hacerlo rectamente, nada más justo que di- rigirse á la noción causal. Entre los diversos medios de que se puede disponer con el fin indicado, tenemos el lavamiento del estómago, que no sólo es paliativo y curativo, sino que hasta conviene para los casos en que hay dilatación estomacal: mu- chos dicen que esta última circunstancia es la única indicación de tal maniobra. En todo caso es útil hacerlo sólo por la no- che para dejar reposar ala viscera por todo el tiempo de la per- manencia en el lecho, advirtiendo enie apenas han transcurri- do dos ó tres sesiones cuando ya se dejan sentir los buenos efectos de este proceder. Antes de comer es de ordenanza que se den limonadas de ácido sulfúrico ó nítrico ó de ambos á la vez, que siempre han probado tener acción muy favorable. Como alimentación, se da la preferencia en este orden al ré- gimen lácteo, al régimen vegetal y al polvo de carne á alta do- sis, asociado á los alcalinos, de quienes se pueden dar hasta 15 y 20.00 por día, mezclando á partes iguales la creta con el bicarbonato. A la hora del dolor, es decir, cuatro horas des- pués de comer, inútil es decir que deben darse los alcalinos sin medida ni temor. En esta enfermedad el bromuro de estronciana obra muy favorablemente en las vías digestivas: neutraliza el ácido, su- 480 prime el gas y cura á la larga. Tiene la misma recomendación el bromuro de calcio. Como laxante, hé aquí un polvo muy útil: magnesia, crémor de tártaro y azufre á partes iguales; como higiene, se proscri- ben los alimentos muy condimentados, y en los casos rebeldes, cuando á fuerza de luchas se ha atenuado la irritación funcio- nal del estómago, se ocurrirá á la hidroterapia y á la climato- terapia. En todo caso es necesario procurar la tranquilidad moral de los pacientes. Hipertensión arterial: Véase aterioma arterial. Hipertrofia prostética: Como la misma causa que produce es- ta enfermedad produce á la vez la esclerosis y la atonía vesi- cal, y siendo debida la prostatitis á tumores fibrosos en diver- sos grados de evolución, de donde salen las distintas formas, claro es que los procedimientos cruentos sólo se practicarán cuando la prudencia haya pesado el pro y el contra con deten- ción: por lo demás, puede operarse por la vía hipogástrica co- mo por la perineal; advirtiendo que cuando se escoja la prime- ra, debe usarse el globo de Peterson para levantar la próstata. Cuando hay hipertrofia en masa, la vía perineal es de elec- ción. La prostatectomía suprapúbica conviene en las formas si- guientes, según el Dr. Vignard: prominencia del lóbulo medio en forma de mamelón ó de tumor pedicular; hipertrofia uni- formemente concéntrica y prominente en la cavidad vesical; hipertrofia en media luna, en herradura, de modo que el orifi- cio interno de la uretra sea reducido á grieta estrecha, y por fin, hipertrofia aislada de uno de los lóbulos laterales, promi- nente hacia atrás en la cavidad del cuello. La prostatotomía perineal conviene á las hipertrofias en ma- sa bajo la forma de levantamiento de la base de la glándula, más bien que á los tumores de uno de los lóbulos laterales. Se abre la porción membranosa por el perineo y sobre el conduc- tor uretral; el dedo penetra en la uretra prostática; con un bis- turí abotonado se divide la parte hipertrofiada en la línea me- 481 dia, y después se acaba la división con el dedo, que funge de divulsor: cuando la abertura es suficiente para admitir el índi- ce, se introduce un tubo de canalización de curvatura especial destinado á adaptarse al fondo vesical, de suerte que es nece- sario poseer muchos tubos de formas y dimensiones variadas; además, este tubo es doble; el tubo exterior fijo está dotado de una placa que se aplica al perineo; mas el tubo interior, como las cánulas de traqueotomía, puede sacarse y limpiarse, pero es condición esencial para el éxito que permanezca allí muchas semanas y mucho tiempo, porque esa interposición impide que los labios de la herida se acerquen y cicatricen. Es necesario saber que los prostáticos están expuestos á cri- sis de retención completa, que duran muchos días y aun mu- chas semanas y que cesan espontáneamente; y por fin, que considerando el conjunto de operaciones practicadas por hi- pertrofia prostática se cuentan más fracasos que éxitos. De cierto número de autopsias ó demostraciones hechas en el vivo, resulta que la división del tejido prostático no tiene ninguna utilidad, porque la reunión de los dos labios de la he- rida es muy rápida, y que aun después de la escisión de una porción más ó menos grande de la glándula, se ha visto hacer- se la reproducción del tumor, aunque dentro de ciertos lí- mites. Resulta de estas verdades terapéuticas que por diversos me- dios deben separarse las partes cruentas, variando estos medios así como la vía operatoria, que hay que seguir para cada forma de hipertrofia. Si se trata de obstáculos que salen á la vejiga, de barras ó de una de estas formas que ya señalamos, la talla hi- pogástrica dejará verlas y escisarias mejor; desgraciadamente es difícil interponer entre los labios de la herida un cuerpo ex- traño que se oponga á su reunión, pues es insuficiente una son- da á permanencia. Si la próstata sola es la causa, muchos enfermos sacan ven- taja de la operación quirúrgica; pero desgraciadamente hay en este sindromo clínico otro factor, que es la vejiga, pues los tra- Terapéutica.—31 482 bajos del profesor Guyon y de Launois han demostrado que la hipertrofia prostática no es más que una parte de la afección general, la esclerosis del aparato urinario; la vejiga es invadida, pues, en el mismo tiempo, ordinariamente en mayor grado, y afectada de inercia, de suerte que si esta última es muy acen- tuada, será nulo el beneficio de la operación dirigida contra la hipertrofia prostática, porque siempre faltará la fuerza de im- pulsión, y en consecuencia la retención persistirá, como lo prueban las observaciones de los prostáticos sin próstata grue- sa, cuya vejiga retiene algunas veces enormes cantidades de orina: empero es necesario convenir en que las lesiones no siem- pre están igualmente avanzadas en la vejiga y en la próstata, y que ésta puede haber sufrido aumento considerable cuando la vijiga apenas está invadida por la esclerosis: en estos casos es donde la prostatotomía dará muy buenos y durables resul- tados. Por lo demás, es claro que como esta enfermedad tiene tres períodos, diferentes han de ser los medios que se emplearán para atenderla debidamente. En el primer período, ó conges- tivo, se evitará la constipación, pues como en él viene poliuria con tenesmo vesical, ella no haría más que aumentarla; no se permanecerá mucho tiempo acostado y se ordenará á los en- fermos que se levanten una ó dos veces entre la noche; no se tomarán alimentos indigestos ni condimentados, ni latas, ni vi- nos, ni cervezas; se guardará higiene severa, se evitará el frío y se recomendarán las lavativas tibias á 55° y los amargos al in- terior, especialmente la nuez vómica. Son muy útiles las fric- ciones secas en la región lombar y en los muslos y de felices resultados los excitantes cutáneos; pero es malo permanecer sentado mucho rato, viajar por ferrocarril y dar calmantes nar- cóticos, en la inteligencia que es inútil ó perjudicial toda inter- vención local por pequeña que sea. En este período es muy útil el ioduro de sodio á pequeña dosis. En el segundo período en que hay evacuación incompleta se hará el cateterismo para tener seca la vejiga, advirtiendo, 483 que como esta operación, por pequeña que sea, pertenece á la cirugía, y en la cirugía son de rigor la asepcia y antisepcia, por eso aquí se las pondrá en vigencia, tanto en el enfermo como en el médico, ayudantes é instrumentos: aquí el olvido del pre- cepto moderno de la cirugía puede ser de fatales consecuen- cias. Si hay supuración y aún no se afectan las vías superio- res, se harán lavados con soluciones bóricas, y si la supuración es más inveterada se pueden hacer aun con soluciones de ni- trato de plata, añadiendo á cada lavado, cierta acción mecáni- ca, como el masaje hipogástrico, para que sean más útiles. , En el tercer período, ó período grave, es de precepto la ali- mentación é higiene, como en el primero, y además se dará vino, coñac, etc., amargos: quina, colombo y tónicos cuando no se haga bien la insalivación. En vista del caso sé practicará ó no el cateterismo, pues que siempre es peligroso; en la in- teligencia, que es mejor no hacer ningún tratamiento general cuando hay insuficiencia renal, pues en este período están me- jor los enfermos cuando se les abandona á su suerte; empero, si el cateterismo es hecho con mucho cuidado, puede verse con placer que la enfermedad retrograda al segundo período: cada cateterismo requiere que sea hecho introduciendo á la vez so- lución bórica al 5 por ciento y tibia. La faradización ha dado muy buenos resultados cuando los pacientes han llegado á esta altura: un polo se introduce en la uretra prostática y el otro ó ambos en el recto. Las retenciones urinarias del primero ó segundo período se combatirán bien por los baños tibios, que tienen la ventaja cuando menos de ser un primer recurso, porque tales reten- ciones ordinariamente son causadas por un espasmo de la ure- tra ó congestión prostática. En las retenciones urinarias del último período puede ocu- rrirse á la punción hipogástrica con cánula á permanencia. Véase estrecheces uretrales. Como ya sabemos que los iodurados pueden emplearse en el primer período y también que pueden propinarse por la bo- 484 ca ó en lavativa, damos la siguiente prescripción de iodofor- mo, á título de succedáneo de los iodurados, no irritante tópi- co, mejor absorbido por el aceite y calmante cierto, en algunas semanas, de los síntomas penosos de la enfermedad: iodofor- mo de 0.50 á 1.00, disuélvase en c. b. de aceite de almendras dulces, añádase manteca de cacao y háganse 10 supositorios. Pueden emplearse con cuidado mayores dosis de principio ac- tivo. Hipoclorhidria: Véase anaclorhidria. Histerectomía abdominal: Véase asepcia, antisepcia y absce- sos pélvicos. Manual operatorio: de la parte más interesante; sección de los ligamentos anchos hasta cerca de su parte infe- rior en que penetran las arterias; sección trasversal del perineo vésico-utérino; separación con los dedos de la vejiga y del úte- ro hasta el labio anterior del hocico de tenca; abertura del lí- mite superior de la vagina por un ojal practicado longitudinal- mente sobre la línea media de la pared anterior; transfixión de la vagina, según el eje antero-posterior, con una sonda aca- nalada sólida que se hace salir en el fondo de Douglas; hemos- tasia antes de la exéresis por dos pinzas chlamp,yporfin, enu- cleación. Este procedimiento es muy bueno, pero hé aquí lo más importante de saber, es decir, lo que se refiere á la liga- dura del pedículo: hoy se adopta el pedículo intra-abdominal previa ligadura elástica, según el método de Kleeberg. La liga- dura elástica se hace con un cordón ó tubo elástico. El útero adherido á sus fibromas se saca por la herida ventral; se pone el lazo constrictor alrededor del segmento inferior, abajo de los ovarios, y tomando el borde superior del ligamento ancho; se asegura la hemostasia y se quita entonces la masa fibrosa con el bisturí ó con la enucleación; luego se aprieta más la ligadu- ra si es necesario, aun se unen sus cabos con hilo de seda para mayor solidez, y se quita el chlamp: se excisanlas ultimas por- ciones del fibroma, que generalmente no invaden al segmento inferior, de tal suerte que la sección definitiva practicada á pe- queña distancia del lazo elástica deja ver el tejido del cuello, 485 y en su centro á la mucosa uterina. Sin embargo, si el fibro- ma desciende hasta el segmento inferior, parece que se puede siempre enuclearlo excarvando el pedículo y adelgazando á la vez á éste. Punto esencial es no tomar la vejiga con la ligadura, pues ella adhiere al segmento inferior y sube con el útero cuando se estira á éste; de suerte, que es buena precaución introducir una sonda por el meato, de modo de poder reconocer con su punta el límite superior de aquella: con todo, la ligadura puede colocarse cerca de la vejiga sin perjuicio alguno, y si se le viere tendencia á deslizarse sobre ésta, se puede desprender sin in- conveniente, mediante una incisión, la capa peritonial subya- cente. Puede escaparse excepcionalmente de abajo de la ligadura el borde superior del ligamento ancho, de modo que al hacer la sección de los vasos ováricos aparezca la sangre; por esta ra- zón es bueno pasar á derecha é izquierda á través del pedículo, un hilo de seda, que penetra oblicuamente bajo la ligadura pa- ra salir arriba y fijar al borde superior del ligamento ancho, aunque otros ocurren á cortar este ligamento apretándole con un hilo antes de colocar al cordón elástico. La superficie de sección exige tratamiento particular, pues es necesario destruir la parte de mucosa uterina que sobresale de la ligadura, con la punta del termocauterio, para en seguida pasar el cuchillo enrojecido sobre la capa de tejido uterino. Es bueno disponer el intestino de modo que una asa no sea tomada y comprimida detrás del muñón, y por esto es útil ex- tender el epiplón y ponerle hasta sobre el corte uterino, sepa- rando así á éste de la masa intestinal. La ligadura se enquista ó tardíamente se elimina por la va- gina. Cuando hay pólipos procidentes en ésta, conplicados con inversión uterina de cualquier grado que sea, el mejor proce- dimiento para quitarlos sin acercarse al gran peligro, que con- siste en la comprensión del útero en la sección, es sin duda el empleo de instrumentos cortantes, porque es más rápido, me- 486 nos ciego, y porque con él se va paso á paso al encuentro de la matriz, que se sospecha ó se sabe que está invertida; pero hay que distinguir dos casos muy diferentes, según que el pe- dículo es visible y tangible, ó que se presenta en condiciones opuestas, y ante todo deberá discutirse bien sobre si conviene ó no administrar el cloroformo, necesitándose precisamente esto por el estado en que dejan las hemorragias alas enfermas. Pedículo accesible: busquese el surco de separación del fi- broma y del útero aun valiéndose de ligeras tracciones, y lue- go hágase la escisión más bien en pleno cuerpo fibroso que sobre los límites de los dos tumores: los últimos pedazos del fibroma, en seguida serán enucleados con la mayor facilidad. Pedículo inaccesible: hay que suponer al útero en inversión, y para respetarlo hay que hacer la enucleación, como el mejor modo de encontrar á esta viscera sin peligro alguno. Manual operatorio: Anestesia clorofórmica, posición dorso-sacra ó la- teral izquierda; introducción de las valvas de Sim entre la va- gina y el tumor; tracción de éste con pinzas de Museux, tomado fuertemente; incisión de éste, mediana y en toda su extensión, pero poco profunda, y luego precédase á la enucleación con una espátula, con ó sin enucleador, ó con los dedos, despren- diendo á la mucosa del fibroma; mas si se encuentran adhe- rencias, es necesario cortarlas prudentemente cuando no se puedan extirpar por el enucleador. Al llegar á la raíz ó pedícu- lo positivo hágase la sección como es de ordinario. Pero si el fibroma está esfacelado no se haga la enucleación como prime- ra maniobra, sino la fragmentación de su totalidad ó el mor- cellement, sin perjuicio de acabar la operación por verdadera enucleación; en la inteligencia, que durante la fragmentación hay que explorar seguido con el dedo la clase de tejidos que se cortan para no pasarse de los justos límites: al llegar á la envoltura uterina del fibroma hay que seguir sólo con la enu- cleación. Las hemorragias que se presenten en el curso de la excere- sis se combaten con agua caliente, ó bien sirviéndose de pin- 487 zas, y las de después de la operación con el taponamiento va- ginal. Si hay perforación uterina empléese el aparato de Perier ó hágase la histerectomía. Inútil es decir que para las fibromas sésiles conviene per- fectamente la enucleación, que practicada convenientemente carece de mortalidad. Antes de terminar esta parte de los fibromas procidentes, diremos que con el objeto de evitar la más mínima pérdida de sangre á las enfermas durante la operación, se ha echado mano de un artificio que consiste, si el pólipo tiene pedículo, en po- ner en éste la ligadura elástica, y si no lo tiene, también, aun cuando para ello haya necesidad de colocar dicha ligadura en el cuerpo mismo de la matriz más ó menos invertido, espon- tánea ó provocadamente, como en el caso en que el fibroma aun no traspasa al cuello del todo, que es precisamente cuan- do están justificadas las tracciones, y si entonces sucediere que el fibroma y la matriz forman un solo cuerpo; puesta la liga- dura, hay que hacer la enucleación, que es lo único que pone al abrigo de las perforaciones accidentales. Los fibromas uterinos que estén inclusos en el ligamento ancho no pueden curarse de otro modo más que con la laparo- tomía, y en este caso se discute con especialidad si se debe ó no proceder á la extracción de los anexos: esta cuestión es de todos los fibromas uterinos, y aún no está bien resuelta; pues mientras que unos, y son los que están más en razón, reco- miendan tal extirpación como profiláctica de un embarazo po- sible, que sería malo con un útero alto, otros se abstienen de tal intervención, dejando que el tiempo y los hechos resuelvan en cada caso esta cuestión tan delicada: parece que estos últi- mos no andan tan desacertados. Como los fibromas, sobre todo los látero-superiores del úte- ro, predisponen á la esterilidad, rara vez habrá necesidad de recomendar la abstención del matrimonio ó de la fecundación, pues debe tenerse bien presente que toda gestación de útero fibromatoso es grave, pero especialmente cuando se trata de fi- 488 broma previo. ¿Y qué haremos cuando tengamos que atender á una gestante con fibroma? Si éste es de volumen medio ó grande, pero que se sitúa fuera del útero, y que parece desa- lojarse fácilmente bajo la presión del dedo en la dirección del estrecho superior, se estará á la espectación hasta el fin de la preñez; pero si por su volumen ó fijeza se juzga que opondrá obstáculo serio al trabajo del parto, entonces habrá que resol- verse á practicar la extirpación del tumor, cuando el pólipo procide en la vagina, ó bien que interrumpir la preñez por abor- to ó parto prematuro, sin olvidar que el solo hecho de la ex- tirpación del tumor predispone al aborto, aunque no de un modo infalible; mas si se resuelve á dejar marchar la preñez á su término se comprende que entonces tendrá que vigilarse cuidadosamente la presentación y posición, y que se tendrán que preferir las mejores. Si se nos llama durante el trabajo, cuando hay un fibroma procidente ó no, hay que saber espe- rar pacientemente, pues tal conducta dará sorpresas muy agra- dables, entendiéndose que el límite de la espera lo constituirá el principio del peligro de la vida del niño ó de la madre; de suerte que si se ve que, á pesar de la espera, es imposible el parto se ocurrirá sin vacilar: primero, al fórceps, y en segundo lugar á la versión ó extracción manual; pero si se fracasara en estas maniobras, entonces precédase á hacerla extirpación del tumor, el rechazamiento de los fibromas, la embriotomía ó la operación cesárea: lo primero se podrá hacer con el bisturí, con el lazo constrictor, con la asa galvánica ó por la torsión del pedículo; lo segundo se efectuará con ayuda del cloroformo; pero no habrá probabilidad de éxito sino en la variedad sub- peritoneal y que ocupa el fondo de Douglas; lo tercero, si el niño está muerto, ó si habiendo una vía suficientemente an- cha para el empleo cómodo de los instrumentos, se fracasa en lo primero y segundo por no ser practicables; y por fin, lo cuarto se empleará como recurso decisivo y de necesidad. Si con alguno de los recursos anteriormente propuestos se llega al buen resultado, no se olvide que durante la expulsión 489 de las secundinas se está expuesto á las hemorragias, y en el puerperio á la septicemia. Lcteria: Tratamiento etiológico como lo mejor y como ayu- dantes útiles los vomitivos, colagogos y alcalinos. Régimen lác- teo y uso á pasto de agua de limón ó de limonada de agua re- gia como lo mejor que se puede prescribir cuando la icteria es de origen catarral. Reposo. Entre los purgantes hay que dar la preferencia al calomel so- lo ó asociado al ruibarbo, al aloe, á la esamónea, á la jalapa, etc., según la indicación. El calomel puede darse á dosis re- fracta sin opio, á dosis alta para producir un efecto purgante. Las lavativas de agua á + 15° de 1 ó 2 litros, aumentando progresivamente en los días siguientes la temperatura hasta llegar á + 18°, dan muy buenos resultados en un máximun de tiempo de seis días. La pilocarpina por la boca en inyección sub-cutánea hace desaparecer rápidamente el prurito y los demás fenómenos mo- lestos. En una palabra, en la icteria simple hay sólo dos indicacio- nes que satisfacer: impedir que siga penetrando la bilis á la sangre, lo cual se logra por la antisepcia intestinal, por los al- i calinos que disuelven el moco y abaten la tensión biliar, etc., y favorecer la eliminación de la bilis aún existente en la san- gre por medio de los diuréticos, diaforéticos, etc. No olvidar que por esta enfermedad es muy frecuente el aborto. Icteria grave: Sólo diremos que el purgante de elección es el sulfato de sosa, y que debe preferirse como colagogos el sa- licilato de sosa, el benzoato de lo mismo y la evonimina, que son bilio-secretores; de esta última se pueden dar de 0.05 á 0.10 sola ó asociada al podofilino en cantidad de 0.02 á 0.04. En esta enfermedad los vomitivos de ipeca obran de dos mo- dos cuando es debida á una obstrucción: a fronte, disminuyen- do la consistencia del moco, y á tergo, estimulando la secre- ción hepática. 420 Notaremos que en el estado puerperal se la toma como va- riedad de eclampsia y que casi siempre provoca la expulsión del engendro. En la icteria grave hay cjue luchar con tenacidad con los me- dios conocidos, pues ya se sabe cuál es la gravedad de esta en- fermedad. Ictiosis lingual, queratosis, meletnotriquia: En esta tenaz enfer- medad que algunos consideran como la primera faz del epite- lioma, se prescriben los irritantes de todo género, sobre todo cuando son continuos como el alcohol, tabaco, raigones, etc., y háganse prudentemente después de raspar con cuidado la superficie lingual: pinceladas de solución alcohólica de ácido salicílico al 5 y 10 por ciento, como desqueratinizantes, era^ pleando las soluciones fuertes especialmente cuando la hiper- trofia epitelial es muy intensa; cauterización con el nitrato áci- do de mercurio, con el ácido crómico al décimo no disuelto en glicerina y repetidas cada 4 días; gargarismos de borato de so- sa ó de soluciones alcalinas para combatir la acidez local de la placa y para atenuar las sensaciones desagradables que causan las pinceladas, y por fin, como recurso soberano, ocúrrase á la galvanocaustia térmica. Córtese con el bisturí todo núcleo duro que aparezca y eví- tese en general cualquiera irritación. Por último, se han recomendado las pinceladas hechas con bálsamo del Perú puro. Incarceración de la matriz: La profilaxia, cuando ya haya su- cedido lo mismo en los embarazos anteriores, consiste en ha- cer ligeras presiones con el dedo en el fondo posterior de la vagina, á fin de reponer al útero en su lugar, recomendando á la vez, diariamente y por muchos días, 20 minutos mañana y tarde de posición genu-pectoral. Cuando empieza la incarceración puede uno limitarse á la expectación acompañada del cateterismo de la vejiga repetido tres veces en el día y del cuidado de mantener la libertad del 491 vientre. Con sólo estos medios, como primer recurso, puede obtenerse la corrección á los 8 ó 15 días. Cuando la incarceración es vieja, y por consiguiente cuando el útero ya está bastante voluminoso, hay que proceder á la reducción manual ó digital, vaginal ó rectal, ó por ambas vías á la vez, precediendo y siguiendo á esta maniobra un baño ti- bio general, y efectuándola casi siempre con el auxilio del clo- roformo, en la inteligencia que en las multíparas está permiti- da la introducción de la mano en la vagina. La postura que hay que recomendar después de la reducción es indiferente; sin embargo, se prefiere la genu-pectoral. Sino surtióla maniobra anterior entonces se ocurrirá,como á recurso soberano, á poner por 24 horas un globo de caouchouc en el recto; mas es de advertirse, ya se tenga éxito con este ó con el anterior, que después no debe introducirse pesario al- guno y que, por lo menos, durante los primeros quince días siguientes al éxito, deberá conservarse la mujer en postura la- teral ó en la genu-pectoral ya dicha. El recurso decisivo es el aborto, y si el partero se resuelve á efectuarlo, puede ventajosamente hacer primero la punción capilar del huevo, sirviéndose del trocar con el fin de hacer al cuello más accesible. Incontinencia de orina (sintomática ó esencial de los niños): Después de haber revisado y atendido cuidadosamente sus cau- sas locales como anomalías del prepucio, fímosis, balanitis, ure- tritis crónica, vulvitis, oxiuros, etc., ó generales como dipteria, epilepsia, mal de Pot, corea urticaria crónica é idiocia, la hi- giene debe intervenir con actividad, y así se prescribirán ali- mentos sólidos por la tarde y pocos ó ningunos líquidos á esta hora; se recomendará que se duerma en lecho duro, que se orine con regularidad, que se usen baños fríos y en el verano baños de aguas corrientes, y por fin, se combatirán pronto qui- rúrgicamente las anomalías génito urinarias. El masaje es úti- lísimo. Se han recomendado: el extracto fluido de rhus aromática 492 dado mañana y tarde á la dosis de 5 á 15 gotas en una taza de leche, y prolongando su uso por 3 ó 4 semanas; la belladona ad intus et extra, los preparados de nuez vómica, el cuerneci- llo de centeno, la antipirina de 0.50 á 1.00 y más, según la edad; el bromuro de potasio, y por fin, el licopodium clavatum triturado con azúcar de leche y luego disuelto en alcohol. Es- te último medicamento estimula al hígado, disminuye el traba- jo eliminatorio de los ríñones y es, en una palabra, sumamen- te útil para la incontinencia que se desarrolla rápidamente á consecuencia de choques datando de mucho tiempo. La faradización directa del esfínter uretral constituye el me- dio más seguro que debe oponerse ala enuresis; pero hay otro modo de hacerla, helo aquí: se practica de tal modo eme la anoda queda aplicada á permanencia en la columna vertebral á la altura de las últimas vértebras dorsales ó de las primeras lumbares, mientras que la catoda se pasea en toda la región de la vejiga; el número de sesiones varía de 20 á 30 y cada una no debe durar más de uno ó cinco minutos. La electrización, según el modo del Dr. Guyon, consiste en introducir en la uretra, hasta su parte membranosa, una sonda metálica que ya tiene una bola igualmente metálica y que re- cibe á uno de los electrodos; en colocar el otro electrodo en el pubis ó en el perineo, y una vez colocado el aparato en hacer pasar una comiente que al principio naturalmente debe ser muy débil. El sulfato de atropina, 0.05 en 25.00 de agua, dando cuoti- dianamente á las 4 y á las 7 p. m. tantas gotas como años ten- ga el niño; pero la condición especial de la curación es que se dé el medicamento hasta que se produzcan algunos de los sín- tomas tóxicos como resequedad de la boca y garganta, rubi- cundez de la piel, etc., pues la midriasis en los niños no es constante; además, la atropina sólo está indicada cuando hay hiperestesia ó irritabilidad vesical, pues que si sólo hay debili- dad muscular entonces no es ella la que conviene sino la es- 493 tricnina. En algunos casos se han llegado á dar hasta 0.005 de sulfato de atropina sin que sobreviniera la intoxicación. Por otra parte, es muy útil conocer la reacción de la orina, pues que si es muy acida se verá desde luego que están indi- cados los alcalinos, especialmente el acetato de potasa y las frutas. La misma indicación que la estricnina tienen el cuernecillo de centeno y la ergotina. El Dr. Harkin recomienda como recurso específico los veji- gatorios en la nuca. Por lo que respecta á la antipirina agregaremos que debe darse en dos dosis al día, en cantidad total hasta de 4.00, y dando la última de ellas á las 10 ó á las 11 de la noche para tener la seguridad del efecto. En fin, en todos los casos ele incontinencia de orina, estimú- lese al sistema nervioso por la estricnina y el jarabe de Dupas- quier. Insomnio: Todos sabemos que los opiados son los hipnago- gos clásicos, pero también sabemos que el insomnio puede ser muy prolongado y que si se usaran tanto tiempo como se les necesita indudablemente conducirían al hábito y al vicio; los opiados necesitaban un succcedáneo y afortunadamente hoy lo poseemos ya en el sulfonal, que es hipnagogo por excelen- cia por obrar directamente en el centro cerebral del sueño. La dosis aún no está bien precisada, pues mientras que unos di- cen que la inicial debe ser de 1 á 1.50, otros quieren que sea de 3 á 5.00; lo prudente será, pues, comenzar por una cantidad no mayor de 0.75 para una sola vez, teniendo cuidado en todo caso de disolverlo en agua caliente y de servir medio tibia la solución. Por lo demás, es necesario saber que su acción no es constante, que el medicamento tarda en obrar en algunas ocasiones, mientras que en otras aparece el sueño muy rápi- damente y se prolonga mucho; su acción en las hemacias es aún mucho más mala que la del doral. Si al día siguiente hubiere necesidad, que casi siempre no Ja 494 hay, de emplear nuevamente al somnífero;mencionado bastará dar una cantidad mucho menor para obtener el mismo resul- tado. Por lo demás no debe usarse mucho tiempo. A conti- nuación del sulfonal viene el hipnal ó doral antipirino á la do- sis hasta de 1.50 en líquidos alcoholizados, pero es de advertir que al tiempo de preparar á esta substancia puede resultar un isómero inerte y que si se da á este último no se tendrá nin- gún resultado. El somnal á la dosis de 1.50 ha hecho su debut con poca fortuna, de suerte, que en su lugar ponemos al sulfato de du- boisina á la dosis de uno á tres miligramos en inyección sub- cutánea para los casos de excitación é insomnio, haciendo no- tar, que si sobreviene la costumbre bastará suspenderlo ó aumentar la dosis y que parece superior á la hioscina sobre todo cuando hay afecciones cardio-vasculares. Buen ayudante es dormir con la puerta abierta s. a. Aunque en lo referente al bromuro de potasio las opiniones son enteramente variables le colocamos entre los hipnagogos al lado del bromuro de calicio, que á la dosis de 1.50 ha sido recomendado para el insomnio producido por la fatiga intelec- tual. Siempre dense altas dosis de bromurados. El azafrán á la dosis 0.50 á 1.00 es muy útil cuando hay erec- tismo cerebral y la misma recomendación tienen los predilu- vius de agua, fría porque hacen contraer los vasos encefálicos; á la vez no se hagan maniluvios fríos. Sólo haremos mención como de cosa de poco valor de la cloralamida de von Mering, 1.50; del bromal, 0.10 á 1.00 y de la paraldeida. Las inyecciones sub-cutáneas de estricnina pueden encon- trar su indicación y ser muy útiles en los insomnios debidos al exceso de trabajo intelectual. Recordaremos que el café es muy eficaz en los insomnios nerviosos tenaces y que el mejor soporífico de los niños es una cucharadita de jarabe de beleño: los preparados de solaneas son bien soportados por ellos. Pero para que en estos sujetos surta radicalmente cualquier hipnagogo es necesario saber que 495 el insomnio en ellos se produce por el hábito de cenar mucho, porque son dispépticos ó porque les van á venir convulsiones, de suerte, que quitando la causa se dará el bromuro de pota- sio, el doral, uno y otro por la boca ó en lavativas, el opio, el láudano, el jarabe de codeina; advirtiendo que la mejor pre- ventiva de las convulsiones es la emulsión de doral sola ó adi- cionada de alcanfor ó almizcle. El doral es otro tipo de hip- nagogos. He aquí la bromidia cuyo principio activo es el doral conte- niendo en cada cucharadita y en partes iguales con el bromuro de potasio 1.00, extracto de cáñamo y de beleño á 0.01 reco- mendada para los insomnios producidos por fatigas intelectua- les y pesares. Cuando el doral esté contraindicado, cuando el corazón esté débil, el pulmón atascado y funcionando mal el riñon y por fin cuando con todas estas coincidencias haya la contraindicación del opio, puede ocurrirse á la mezcla de doral bromuro y ex- tracto ó tintura de cannabis índica, pues como hipnótica es de muy buenos resultados, sobre todo si el insomnio es causado por reblandecimiento en los ancianos y acompañado de fenó- menos delirantes. Por lo demás el cáñamo sólo ó asociado á los opiados puede emplearse con éxito en los insomnios ele los paralíticos generales. Cuando el insomnio, por fin, es inveterado se ocurre á la electricidad: en la aplicación de la estática se le sacan chispas con excitador de bola al enfermo vestido de lana; en la faradi- zación cuando hay enfriamiento de las extremidades y debilidad general es bueno respetar la cara y la nuca ó emplear corrien- tes débilísimas y por último en la galvanización, que es la pre- ferible por la rapidez de sus efectos, se emplean las corrientes débiles de 3 á 5 miliamperes, poniendo la anoda (polo positivo) húmeda y ancha en la nuca y la catoda en el dorso. Se puede faradizar cuidadosamente al simpático. Insuficiencia urinaria: Véase albuminuria, anasarca y asistolia. A lo dicho en aquellos artículos añadiremos que el mejor 496 diurético, á la par que la leche, es el agua al interior, y que co- mo la insuficiencia se ha de juzgar por la de los sólidos orgá- nicos y no por la del agua, para conocer la de aquellos multi- pliqúense por 2.33 las dos últimas cifras de la densidad y el producto por el volumen tomando por unidad al litro: el pro- ducto total expresará la cifra de materiales sólidos de la orina. También en aquellos artículos ya dijimos que este es el princi- cipio que debe servir de norma en el tratamiento de la insufi- ciencia urinaria: sacar de la sangre las toxinas y productos só- lidos é impedir que lleguen á ella por la alimentación ó por cualquiera otra vía. Inversión de la matriz (aguda y crónica): Cuando es reciente. en el momento del parto, se reduce, la matriz invertida, con el auxilio de los dedos, pero las de primer grado requieren la in- troducción de la mano y el auxilio de la otra por el exterior, en el concepto de que si fracasa esta maniobra, hay que atraer el cuello á la vulva para intentar de nuevo la reducción. En las crónicas se recomiendan las inyecciones de substan- cias taníferas ó astringentes en general (alumbre, quercus ilex etc.); las duchas rectales ascendentes; las lavativas calientes y el tapón vaginal de gasa iodoformada puesto al rededor del útero, seguido en el acto de la colocación de un pesario esféri- co como el colpeurynter de Braun que haga presión paralela- mente al eje viceral. La histerapexia es el último y supremo recurso con que se logra la contención á que se aspira siempre, pero esta opera- ción, aún no del todo bien juzgada, criticada por unos, por sus consecuencias en caso de embarazo, y defendida por otros ha recibido el siguiente voto. "Resulta por otra parte de los he- chos comunicados por Klotz, Leopold, Kalsembach, Jacobs, Gottschalk que la histeropexia es operación útil, que corrige la retrodesviación uterina y alivia á las enfermas, que no impide ni la concepción ni la preñez y que puede principalmente con- servarse como operación de retroflexión simple sin adheren- cias." Bollet. de Terapeut. tomo 121, pág. 410. 497 Cuando la inversión es producida por pólipos uterinos, se obrará después de la operación que se practique para quitarlos, del mismo modo que en la puerperal, es decir, que el trata- miento puede ser paliativo ó curativo. Con el primero, ya men- cionado, se reduce el útero espontáneamente en cuatro ó cinco días ó semanas, con la particularidad que casi siempre lo hace de un modo brusco de un día al otro y sin que la enferma ten- ga conocimiento de ello. El curativo comprende al taxis y á la histerectomía, que son eficaces y sin consecuencias dañosas: el taxis puede ser ma- nual ó instrumental, empleando para este último un tapón an- cho montado en una pinza para disminuir las probabilidades de perforación, especialmente cuando se tiene que ver con una pared débil, delgada y enferma; mas si el fibroma, causa de la inversión estaba esfacelado, más vale no hacer la reducción, li- mitándose á los medios paliativos por haber infección de la ma- triz. Cualquiera cosa que sea lo que se haya hecho para conseguir la reducción, si después de muchas sesiones de tentativas infruc- tuosas se halla que el útero está invertido, que vienen hemorra- gias, que la paciente es joven y que hay razones para creer que así seguirán las cosas, entonces se procederá al taxis bajo el cloroformo, á la histerectomía por el procedimiento habitual, ó á colocar la ligadura de Perier, pues que la extirpación del úte- ro parece ofrecer en estos casos de inversión pura mucha me- nor gravedad que en cualquiera otra circunstancia. Si el útero invertido está lleno de fibromas, no hay que es- perar en la reducción, sino al contrario, en que aparecerán he- morragias, de suerte que no quedará más recurso que la extir- pación simultánea de la viscera y de sus fibromas. Impaludismo crónico: Es de precepto dar en él la quina y no la quinina y desterrar al paciente, porque cualquiera cosa que se haga sin el auxilio de la climatoterapia, es enteramente sin provecho: con ella todo, sin ella nada. Impotencia: Véase anafrodisia. ; Terapéutica.—32 498 Jaqueca: En el momento del acceso, si no es congestiva, dan muy buen resultado las inhalaciones de nitrito de amilo, la tri- nitrina al interior, 30 gotas de solución al uno por ciento en 125.00 de agua tomada por cucharadas, la fenacetina á la do- sis de uno ó dos gramos, la antipirina hasta efecto, las obleas de cloruro de sodio que aún fuera del acceso tienen utilidad, la aconitina ó el alcoholado de raíz de acónito á la dosis de 2 gramos; este último solo ó asociado á 4 ó 0.06 de extracto al- cohólico de cannabis índica, pues uno y otro se consideran co- mo específicos, con la condición, para el cáñamo, de darlo por mncho tiempo en tintura ó en polvos inertes, pero jamás en pildoras, que se endurecen mucho; y por fin la exalgina, á la dosis hasta de 1.50, repartida en tomas de á 25 ó 0.30. La salbromalida ó salicilbromanilida ó antinervina, á la dosis de 0.30 ó 0.40 de una sola vez, ha probado dar buen resultado no sólo en esta enfermedad sino en todos los estados neurál- gicos, ya se encuentren solos ó en las pirexias, pues ya sabemos que este medicamento, á más de que abate la presión arterial, es antitérmico é hipnótico y precisamente por lo primero es por qué debe darse con precaución en los cardiacos. La veratrina ad intus et extra, recomendando se hagan fric- ciones de lo mismo en la región supraciliar, ha dado buen re- sultado, lo mismo que la cafeína y el sulfato de quinina al in- terior, cuando se trata de las formas congestivas. El cuernecilk> de centeno á la dosis hasta de 4.00; los pediluvios de agua fría, guardándose de hacer manilubios de lo mismo; la faradización, y por fin, la compresión de la carótida, colocándose el médico detrás del enfermo y apoyando la pulpa de sus dedos de ade- lante hacia atrás, y los pulgares en la nuca hasta sentir las pul- saciones carotídeas, desde cuyo momento se comprime sobre las apófisis transversas; están en el mismo caso recomendados como muy útiles. Para la jaqueca en general hemos visto elogiar los buenos resultados del jugo de limón tomado en una taza de líquido, 499 de las compresas calientes en la nuca que dilatan la pupila y de las lavativas de agua á + 45° ó + 48°. Como curativos continúan gozando de favor el arsénico y la electricidad; mas no se olvidará el tratamiento causal, y espe- cialmente el de los vicios de acomodación ocular, como el as- tigmatismo, etc. Kinesismo: Véase cansancio. Lactancia: La tuberculosis y la constitución tuberculosa, la histeria, la impresionabilidad excesiva, la anemia pronunciada y la debilidad, cualquiera que sea su origen en la madre, es motivo suficiente para impedir formalmente la lactancia. Por lo demás, en cada caso de cualquiera otra enfermedad que se comprenda que la lactancia materna debe ser perjudicial para la madre ó para el hijo, se tendrá buen'cuidado de recomen- dar la abstención; pero es claro que la lactancia materna es obligatoria todas las veces que exista la sífilis en la madre ó en el niño, ó en ambos á la vez, anterior al parto, aun cuando se manifieste algún tiempo después de éste. A menos de indicación, no se dé el cuernecillo de centeno en "el parto ó pocas horas después si se ha de efectuar la lac- tancia materna, porque semejante medicamento disminuye la secreción láctea ú obra muy desfavorablemente en ella. En la lactancia pueden darse tres casos: ó la madre no dará de mamar á su hijo, y en tal circunstancia será desempeñada por una nodriza, ó si cumplirá con sus funciones maternas por tener aptitud para ello. Si la madre no ha de efectuar la lactancia, entonces ocúrra- se á los agalácticos, de que ya nos ocupamos, teniendo cuida- do de dar un purgante salino, ó mejor oleoso, y de poner un vendaje de cuerpo en ambos pechos, previamente rodeados de algodón y echados fuertemente hacia la línea media, pues lo l que más molesta á las paridas es la invasión de la axila, más que la tensión glandular. Tómese luego una buena nodriza, de preferencia multípara, é instálece la lactancia sujeta á este pre- cepto, salvo indicación en contrario: el niño, durante los prime- 500 ros seis meses, no debe tomar más que leche; ésta y feculentos durante los seis siguientes, y por fin, de los doce en adelante se ensayará la alimentación mixta de toda la vida; empero al- gunos, y al parecer con más razón, recomiendan que se vaya hacienda la alimentación según el orden de aparición de los dientes, pues dicen que sólo así puede marcharse bien en el régimen, permitiendo á cada aptitud de la naturaleza el cum- plimiento de sus funciones: anticiparse á las aptitudes natura- les es forzarla, y retardarse es privarla; forzarla ó privarla es malo, de suerte que debemos seguir el justo medio. Si es la madre la que ha de hacer la lactancia, recomienda el Sr. Dr. Rodríguez que se dé de mamar poco rato después del nacimiento, pues en su concepto el calostro tiene propie- dades purgantes que facilitan la expulsión total del meconio; pero en Europa se recomienda nuevamente que se dé de ma- mar sólo hasta las ocho horas siguientes, y aunque estas dife- rencias son de poco valor porque en uno y otro caso es el ca- lostro el que se toma, nosotros nos apegamos á la concienzuda práctica del eminente partero de la Casa de Maternidad de Mé- xico, y á decir verdad, no tenemos por qué arrepentimos de seguir esta práctica. En todo caso es bueno saber que la duración normal de una mamada son veinte minutos: más larga significa falta de leche, y más corta inapetencia del niño; en el primer trimestre debe- rá darse el pecho después del cuarto día, sólo cada dos horas, en el segundo cada tres horas, y así prosiguiendo hasta la sus- pensión completa, en la inteligencia que las mamadas de la no- che deberán tener dobles tiempos de intervalo. Toda nodriza deberá abstenerse del uso del ajo, de la col, de los espárragos, cebollas y zanahorias, porque ellos alteran la composición de la leche y facilitan por lo mismo la aparición de los accidentes gastro-intestinales de la infancia. El bienestar del espíritu y de las vías digestivas, lo callamos porque es bien sabido. Lentitud del pulso: Véase bradicardia. 501 Leucemia: Hemos visto recomendadas las inyecciones intra- parenquimatosas en el bazo, de soluciones de licor de Fowler al centesimo ó de ergotina, como produciendo buen resultado en el estado local de la viscera; pero es de advertirse que para hacer tales inyecciones, se requiere el auxilio de un ayudan- te que contenga el órgano al través de las paredes abdomi- nales. Continúa gozando de mucho favor el arsénico, como que es el agente más propio para disminuir el número de glóbulos blancos; mas últimamente se ha ensayado el cuernecillo de cen- teno, al parecer con muy buenos resultados, pero sin excluir por supuesto el uso del arsénico. Para mejorar las oxidaciones elementales y favorecer la nu- trición, se han propuesto las inhalaciones de oxígeno cuyo ma- nual operatorio es bien conocido, empero creemos deber repe- tir que el frasco lavador debe ser caliente, que la inhalación debe hacerse por la boca teniendo las narices cerradas, y que una vez terminado el acto, deben tenerse cerradas una y otras por lo menos 10 ó 15 segundos. Lupus: Después de perdidas las esperanzas que dio el Dr. Koch á la humanidad, no nos queda sino continuar la enume- ración, tal vez estéril, de las nuevas prácticas que se van pro- poniendo como más eficaces para esta enfermedad. Desgraciadamente el desastre de la terapéutica del doctor alemán no será el último que se tenga que presenciar antes de llegar al tratamiento verdaderamente eficaz, y así, en esta par- te, cumpliremos con nuestro deber de narradores, pero justo es decirlo, que lo haremos sin fe y sin entusiasmo. El ácido láctico pertenece á la historia de lo que se ha em- pleado sin éxito, de suerte que poniendo aquí lo que encontra- mos en la literatura con la recomendación de más útil, diremos que se aceptan por la mayoría la raspa y las escarificaciones, seguidas de aplicaciones antisépticas primero, y secantes des- pués, y en este concepto, se ocurre al sublimado en solución, al ácido salicílico, al pirogálico, á la creosota ó al arsénico, co- 502 mo antimicrobicidas, y al aristol, iodol ó iodoformo, como ci- catrizantes. Hé aquí un método» Aplicaciones de aceite fenicado y de re- sorcina para mejorar el aspecto de las úlceras, y conseguido esto, hay que hacer aplicaciones de pomada de aristol en vase- lina al décimo. Se ha empleado con buen éxito la galvanocaustia química, hecha con puntas de zinc, para formar tópicamente un cloruro de este metal, que como es sabido es cáustico, y que por lo mismo refuerza la acción de la galvanocaustia: las sesiones se hacen cada tres días, durante 15 ó 20 minutos, procurando destruir en ellas los nodulos lúpicos. Otros emplean placas de plata con caoutchouc en sus bordes, para evitar la acción exce- sivamente cáustica donde no es necesario, y corrientes de 5 á 8 miliamperes por ocho ó diez minutos; pero es claro que sien- do ésta una enfermedad general, dígase lo que se quiera, que fracasará cualquier recurso que descuide ó desdeñe el trata- miento general; y bien, para éste sólo contamos á la hora ac- tual con el arsénico ó con el aceite de bacalao, solos ó aso- ciados. Por último, se han propuesto tópicamente las inyecciones subcutáneas de cloruro de oro al centesimo. Luxaciones en general: Bajo el punto de vista del tratamien- to, se dividen en dos grandes grupos, indefinibles en la prácti-r ca pero muy precisos en teoría, á saber: el de las recientes y el de las antiguas. Para las primeras se emplean los métodos de suavidad, no cruentos, valiéndose de maniobras especiales en cada caso, según la articulación interesada y el sentido en que se hizo la luxación, así como de otras muchas circunstancias que en una nota general no pueden ser indicadas; pero es im- portante saber que estas luxaciones son tanto más fáciles de reducir cuanto que se interviene lo más pronto posible después del accidente. Para las segundas, antiguas ó irreductibles, pa- ra las que se llaman así porque el estado anatómico de las par- tes interesadas se opone á la reducción por los medios más 503 simples de reducción metódica ó de tracción violenta, hay mu- chos modos de proceder; mas antes de indicarlos, hagamos men- ción del artificio de cjue la naturaleza se vale en caso de luxa- ción no reducida, es decir, de las neartrosis, que algunas veces son tales y tan perceptibles ó ya perfectas, como lo son frecuen- temente las del hombro, que hace que cualquiera intervención sea imprudente, intempestiva y, en todo caso, no de tan bue- nos resultados como los que ya se han obtenido por el solo es- fuerzo de la naturaleza; mas como ésta no siempre llega á tan felices resultados y su intento queda, no pocas veces, solamen- te bosquejado, produciéndose así: impotencia funcional abso- luta ó relativa, dolores intermitentes ó continuos, actitudes vi- ciosas, y sobre todo, las que se oponen á la utilización fisioló- gica del miembro, por eso es necesario intervenir para hacer lo que está indicado, es decir, para reducir la luxación. Quede, pues, consignado este principio de grande utilidad: toda neartrosis debe ser respetada cuando deje un miembro útil, y la intervención sólo se justificará, en consecuencia, cuan- do concurra alguna ó algunas de las circunstancias que ya in- dicamos; en la inteligencia que las alteraciones consecutivas vasculares y nerviosas de vecindad producidas por compresión, y sus concomitantes, las alteraciones tróficas músculo-cutáneas no son de tal naturaleza que hagan inútil la intervención ope- ratoria. Por lo demás, su fisonomía puede, al contrario, hacer urgente dicha intervención. Después de todo, hay circunstancias accidentales que con- traindican la operación ó la intervención: 1?, cuando la edad del enfermo es muy avanzada, ó que sin serlo él presenta algu- na lacra patológica grave que le equipara á un anciano, bajo el punto de vista de la intervención quirúrgica; 2?, cuando la le- sión es muy antigua y que se ha desarrollado una neartrosis útil, pues en este caso la cabeza se ha deformado para adap- tarse á una nueva articulación y ya no se halla, por consiguien- te, fisiológicamente conformada para la antigua superficie arti- cular, que á su vez puede haberse borrado ya; 3?, cuando el 504 estado de enflaquecimiento de los músculos, las degeneracio- nes huesosas, etc., han comprometido la integridad del miem- bro y hacen peligrosas las maniobras ó amenazan restablecer en sus relaciones á un miembro impotente; en otros términos, cuando las lesiones tróficas han llegado á su máximum. Antes de ahora era indicación que se hubiera borrado la cavidad y deformado la cabeza articular, aun cuando no hubiera neartro- sis; pero hoy, al contrario, es precisamente cuando está indica- do obrar, aunque es cierto, es necesario que sea de un modo más radical y aun más largo para poder tener éxito. Los métodos empleados para las luxaciones irreductibles ó antiguas son: 1?, los no cruentos ó de suavidad; 2?, los no cruen- tos de violencia, y 3?, los cruentos; pero cualquiera que sea el método que se emplee, priman las cuestiones de la antisepcia y de la anestesia quirúrgica, porque por lo que se ha visto no es posible el éxito sin la primera, y es una cosa muy frecuen- te, durante la operación, la muerte producida por un mecanis- mo en el que sin duda el reflejo toma no pequeña parte; mas afortunadamente parece ya una cosa cierta que empleando el éter en lugar del cloroformo, ó dando cloroformo primero y continuando después con el éter, se aumenta el número de pro- babilidades favorables, es decir, que es probable, y mucho, que el enfermo correrá menos peligro con el éter que con el cloro- formo. Los precedimientos del primer método son por los que debe empezarse á tratar una luxación antigua, especialmente por el procedimiento que Kocher ha propuesto, pues con ellos se han logrado reducir numerosas luxaciones hasta de cuatro meses, de las que son del grupo de las más graves, como lo son las sub ó intra-coracoideas, pues ya se sabe que éstas son conver- tibles rápidamente en antiguas; empero al emplearlos hay que tener por más cierto el fracaso que el éxito. Se les emplea por prudencia. Los procedimientos del segundo método son varios; pero hay uno que ha suplantado á los demás, y es el que se ejecu- 505 ta con el aparato de carruchas de Sedillot, modificado por Hennequin, aunque sólo es aplicable á ciertas articulaciones como la del hombro. En todo caso, aun con estos procedimien- tos, que en cada enfermo pueden emplearse hasta tres y cua- tro veces, el fracasar es frecuente, además de que no pocas ve- ces se producen accidentes gravísimos por el solo hecho de la enérgica fuerza que se despliega. Quedan, pues, los procedimien- tos del tercer método, pero su empleo lleva esta nota formal, que quedan siempre como recurso de necesidad, indicado por el fracaso previo de todos los otros métodos de suavidad ó de fuerza, previa y concienzudamente ensayados muchas veces. Los procedimientos aquí comprendidos son: sección subcutánea, ar- trotomía, refección de las superficies articulares después de la artrotomía, resección y osteotomía. El primer grupo cede el paso á la artrotomía que ha sido practicada con éxito, sobre todo en la luxación del hombro por diversos procedimientos especiales, según la variedad y según el caso: hé aquí un procedimiento empleado por el Dr. Lister, que salvó el obstáculo que presenta, hacia atrás de la cabeza luxada, la antigua cápsula articular retraída y gruesa que pro- tege á la cavidad glenoidea y que frecuentemente le adhiere: puesta á descubierto la cabeza por una incisión que parte de la apófisis coracoides, y que se prolonga hacia abajo siguiendo el surco péctoro-deltoideo, se desprende de la cápsula hacia den- tro y hacia fuera, hasta las superficies de inserción de los múscu- los rotadores externos; el desprendimiento de las inserciones humerales de la porción posterior de la cápsula, transforma á la bolsa capsular en colgajo flotante que la cabeza puede en- tonces separar para tomar su lugar, probando todo esto que para obtener resultado satisfactorio, que es la parte posterior la que el cirujano debe separar del húmero y de la cavidad, y que es hacia atrás de la cabeza desalojada que se debe ruginar y no hacia adelante, así como se ha hecho generalmente. Otros cirujanos agregan á la incisión vertical otra horizontal, forman- do con ella L invertida: la nueva rama recorre el borde clavi- cular. 506 La resección.ó la osteotomía es preferible á la artrotomía en la luxación del codo: en las luxaciones metacarpo-falángicas del pulgar y del índice, en general, después de la artrotomía, quedan rigideces que no se hacen desaparecer, y por fin en la coxo-femoral, que reciente es de las más difíciles de reducir, tornándose rápidamente en irreductible, se ha fracasado con la artrotomía por dos razones: porque se ha abierto la articu- lación por la vía retrotrocanteriana, que no permite libertar al cotilo cerrado por la cápsula aplicada sobre él, y así, los que han obrado por la vía anterior han sido más felices, y creemos que si se aplica la operación que el Dr. Lavista ha propuesto, obrando por la parte interna y superior del muslo, el éxito se- rá mucho más probable, porque, precisamente el cotilo es por aquí más accesible; y la otra razón es porque han tenido los ci- rujanos que luchar contra un encogimiento tal de los múscu- los que rodean á la articulación, que no ha permitido volver la cabeza desalojada al punto de su cavidad: contra el primer obs- táculo, ya está dicho el remedio; y contra el segundo, no que- da más recurso que obrar luego que se ha adquirido el conven- cimiento de que la luxación es irreductible. Para los casos en que habiéndose hecho la artrotomía resul- tare, por ejemplo, hablando de la articulación coxo-femoral, que la cabeza es irreductible y que la cavidad ha desaparecido, se ha practicado con éxito la refección de las superficies arti- culares por la resección de la cabeza, acomodando el muñón huesoso resultante á la cavidad morbosamente llena, pero que luego se la ha cincelado, raspado, y por fin modelado según su tipo normal. La resección, inútil es decirlo, como procedimiento precon- cebido, entra bien en los casos en que como el anterior no bas- ta la simple artrotomía. Por lo demás, es á la resección á la que ocurren los cirujanos cuando no es posible de otro modo restaurar las funciones perdidas de un miembro por luxación antigua. La osteotomía y osteoclasia se ha empleado con éxito, mo- 507 vilizando luego los fragmentos para obtener una seudo-artro- sis que venga á suplir lo que de otro modo no se puede reme- diar. Por último, cuando nos encontremos con un enfermo pusi- lánime que rehuse la intervención cruenta, procuraremos imi- tar á la naturaleza valiéndonos de los medios que produzcan una neartrosis lo más perfecta posible, poniendo á concurso el masaje, la gimnasia, la electricidad, las duchas, y recomenda- remos á la vez al enfermo que ponga de su parte la paciencia, única contribución con la que se llegará á resultado si no bue- no, á lo menos el menos malo posible. Precepto: en la cirugía articular la antisepcia rigurosa es la primera condición del éxito. Luxaciones sub-coracoides del hombro: El procedimiento de suavidad de Kocher, tan frecuentemente citado, y que lo ordi- nario es que dé resultados positivos, no sólo en las luxaciones recientes sino hasta en las relativamente antiguas, es como si- gue: muchas veces se hace necesario el cloroformo cuando se fracasa sin él, pues la regla es que la maniobra se practique sin anestesia general, con el objeto de evitar al paciente los peli- gros consiguientes á ella: primer tiempo, acercar el codo al tron- co y dirigiendo á aquel un poco hacia atrás, doblando el ante- brazo en ángulo recto sobre el brazo; segundo tiempo, asegu- rada esta posición, se imprime un movimiento progresivo, pero bastante enérgico de rotación hacia fuera, haciendo mantener al tronco y á todo el enfermo por un ayudante, con el objeto de impedir que siga aquel el movimiento de rotación impreso al brazo: consumada esta rotación, se le mantiene un minuto; tercer tiempo, estando el brazo en rotación hacia fuera y pe- gado al tronco, se lleva el codo hacia adelante y hacia arriba progresivamente y tan lejos como sea posible; cuarto tiempo, cuando este movimiento ha llegado á sus extremos límites, se hace un poco más bruscamente esta vez un movimiento de ro- tación hacia adentro, reemplazando con esto la rotación hacia afuera: al acabar este movimiento la reducción queda hecha, 508 aunque es verdad, tal sucede durante el tercer tiempo. Como se habrá comprendido, la base de estas maniobras, que á la vez también es su fin, es poner la cabeza humeral enfrente de la desgarradura capsular. En las luxaciones sub-espinosas, el tercer tiempo se modi- fica así: elevación del codo con propulsión del brazo hacia atrás. Durante toda la maniobra y en los principales tiempos, so- bre todo es de mucha utilidad distraer al enfermo. Luxación unilateral congénita de la articulación coxo-femoral: Como esta luxación muchas veces es dolorosa, basta el simple reposo para aliviar esta molestia. El tratamiento quirúrgico, único aplicable, comprende la te- notomía de todos los tendones que se insertan al cuello del fémur después de haber abierto la cápsula articular: luego, por fuerte tracción ejercida en la pierna se hace llegar la cabeza fe- moral á la cavidad cotiloide, y si ésta tiene ya grande exósto- sis, habrá que ocurrir á la gubia. Cuando el muslo está muy doblado sobre la pelvis, entonces se hará con ventaja la teno- tomía del facia-lata. En este método, en que para nada se to- ca el fémur, han sido brillantes los resultados. Sobre este particular el Dr. Kcenig recuerda que se puede es- coger entre estos tres procedimientos cuando se intente el tra- tamiento radical: acortamiento de las inserciones, fijación de la cabeza del fémur á la pelvis por resección, y en fin, forma- ción de una cavidad articular artificial. El procedimiento ope- ratorio que él ha adoptado se parece más al último de los que acabamos de indicar: incisión en arco á 3 ó 4 centímetros arri- ba del trocánter, división de toda la masa muscular hasta el periosto de la pelvis, división del periosto según la misma línea de la piel y de la musculatura; después, sirviéndose de cincel fuerte, levanta en forma de colgajo y le reclina hacia abajo, de modo de aplicarlo á la cápsula articular por algunos puntos de sutura. Aparato de Bonnet y extensión continua. En los casos en que se ha aplicado este procedimiento, se 509 ha visto que realmente se ha reformado la cavidad articular á expensas del periosto. Cuando no se acepte la intervención operatoria, queda este recurso: extensión prolongada por diez ó quince años, todas las noches, asociada á los cuidados higiénicos, teniendo cuidado de perseverar en el masaje, en las afusiones frías, en las fric- ciones alcohólicas, en la electricidad, gimnasia y supra-alimen- tación para ocurrir á su debido tiempo á las muletas y á las corazas de tejidos elásticos ó de cuero. Mal de Bright: Se ha marchado siempre con tanta desven- tura en la terapéutica de las nefritis crónicas, que se han ensa- yado con poco ó ningún resultado casi todos los recursos de la farmacia y la mayoría de los recursos higiénicos; empero son estos últimos los que conservan á la hora actual todo el favor de los médicos, al grado que en el mal de Bright muchos se li- mitan á las puras prácticas higiénicas, haciendo primar la hi- giene alimenticia, pues en efecto, si alguna cosa hay positiva- mente útil en el tratamiento de la enfermedad que nos ocupa, es la leche instituida como alimentación exclusiva y como el mejor medicamento que se puede propinar. Véase anasarca, albuminuria, asistolia, etc. Fuera de la leche, en el tratamiento que nos ocupa, no hay 'medicamento de quien se pueda emitir afirmación razonada, inclusives las sales de estronciana propuestas en el año de 1891, pues estas últimas, como curativas, no valen nada: ayudan, sí, muy favorablemente, pero hasta allí se limita su acción. En consecuencia, tendremos más fe en la higiene que en la farmacia, en el concepto que aquí la higene debe ser tanto ge- neral como alimenticia. Cuando el régimen lácteo exclusivo no pueda ser soportado, tendremos entendido que se prohiben los huevos, los pesca- dos, las carnes, y especialmente el caldo, por ser solución de sales potásicas, de substancias azoadas incompletamente oxi- dadas y de tomainas y leucomainas, es decir, solución de vene- nos orgánicos é inorgánicos. En esta circunstancia se ha reco- 510 mendado el régimen vegetal, que nos parece bueno á más no poder, pero desechamos completamente el régimen seco ó de Schroth que hemos visto propuesto, por no convenir de ningún modo al tratamiento que nos ocupa. Tenemos entendido que al adoptar en este caso el régimen vegetal, se permitirá el uso de algunas carnes y de vinos rojos adicionados de aguas alca- linas. A estos enfermos conviene perfectamente el reposo, y á tal grado conviene, que el más mínimo ejercicio siempre es segui- do de un aumento proporcional de la eliminación de albúmina. Se tendrá cuidado de escoger para domicilio los climas calien- tes y de temperatura constante, desechando sistemáticamente los húmedos y fríos. Es necesario procurar á estos enfermos un abrigo excelente, así de casa como de vestido, poniendo á su disposición una re- cámara de buena temperatura y vestidos de lana ó sus simila- res, teniendo entendido que es indispensable excitar constan- temente la piel por el masaje ó por las fricciones secas, abste- niéndose, antes de la aparición de la hidropesía, de prescribir baños calientes, porque son depresores que además provocan la aparición de la uremia. La hidroterapia fría es aún peor. La sangría general ó en el triángulo de Petit, de 200 á 300.00, única ó repetida, no sólo es buen paliativo sino hasta curativo de mucho valor cuando se está aún en los primeros brotes se- cundarios, pues por regla general debe tenerse no sangrar en la faz crónica aunque haya hipertensión, sino en el caso de ame- naza cierta de uremia: quedamos, pues, entendidos que en es- ta última y en la aparición de los brotes secundarios (primeros brotes inflamatorios) es cuando sólo se permite la sangría. En los niños bastan las ventosas escarificadas, aplicadas en la re- gión lombar y repetidas muchas veces. Por lo demás, hé aquí los otros medios á eme se ocurre con un fin y resultado más ó menos paliativo: inhalaciones de oxí- geno (véase leucemia), ioduro de potasio aplicado con más es- peranza en la nefritis intersticial que en la parenquimatosa, por 511 estar obstruida en ésta la puerta de salida del iodo; advirtien- do que en aquella los resultados no son ciertos, pero pudieran serlo cuando en su producción interviene la sífilis ó alguna otra causa corregible por los iodurados. El Dr. Sémola, según sus teorías, emplea esta poción á pas- to y diariamente: ioduro de potasio 1.00, fosfato de sosa 2.00, cloruro de sodio 6.00 y agua potable 1,000.00. El lactato de estronciana, comenzando por 3.00 ó 4.00 hasta llegar á 8 y 10.00, favorece la nutrición general, excita el ape- tito, aumenta el peso, y en fin, facilita los fenómenos de asimi- lación y desasimilacióm no es diurético. Por contener este principio activo las aguas del Peñón, asociado al fierro, las cree- mos muy útiles para esta enfermedad. El Dr. Lucio nos recomendó que cuando tuviéramos necesi- dad de emplear un vejigatorio en un bríghtico, ocurriéramos á esta fórmula, que es como sigue: emplasto simple 8.00, biyo- duro de mercurio 2.00, para extender y dar la forma de veji- gatorio, pero notaremos que los mercuriales, cuando no se eli- minan bien, como en esta enfermedad, tienen mucha probabi- lidad de provocar la aparición de la gangrena bucal, y en este concepto, mejor sería ocurrir á los vejigatorios de amoniaco ba- jo la forma de pomada de Gondret. La hipertensión arterial se corrige con la nitroglicerina en solución alcohólica al centesimo y á la dosis de 30 gotas, dilui- da en agua y tomada por cucharadas. En general podemos decir que, llegada la hidropesía, debe ocurrirse mejor que á los baños de aire ó de agua caliente, que son diaforéticos útiles á las incisiones y punciones que directa- mente sacan la serosidad y la urea, y que la diaforesis y la diu- resis no pueden extraer del todo. No se empleen como diuré- ticos el calomel, por la razón dicha, ni la escila, porque irrita; pero sí pueden darse la digital ó la cafeína, y aun las sales de quinina, que en los casos, desesperados se les ha visto dar buen resultado. En el estado de cronicidad se recomienda la sal de cocina á 512 la dosis de 1.50 en tres obleas, y continuada por quince días ó más; lo mismo que la limonada nítrica, que se dice ha dado muy buen resultado todas las veces que se tiene cuidado de no darla en los brotes agudos inflamatorios. El tanino y el cuernecillo de centeno son los que, al parecer, como recursos farmacéuticos, se llevan más votos para el tra- tamiento curativo. Llegada la uremia se recomienda á más de lo dicho en ésta el uso de los baños á + 40°, durante una hora, la envoltura perfecta del enfermo al salir del baño, y la calefacción de la re- cámara para facilitar la transpiración del paciente. Hemos vis- to proscritos estos baños para las formas anémicas, ¿pero cuá- les no lo son? Terminaremos diciendo que el medio más seguro para im- pedir la aparición de la uremia, es vigilar la depuración uri- naria. Mal de las montañas: Véase aereopiesismo. Menorragia menstrual: Ordinariamente para este caso se re- comienda el cuernecillo de centeno, sin recordar que este me- dicamento es hemostático porque obra sobre la fibra muscular uterina, y no mucho que digamos sobre la muscularis de los vasos, es decir, que fuera del estado puerperal su acción he- mostática es casi dudosa; de suerte que es mejor ocurrir, espe- cialmente en las menorragias congestivas, á las inyecciones subcutáneas de clorhidrato de hidrastinina, empleando una dia- ria ocho días antes de la costumbre, y hasta dos luego que lle- ga ésta: clorhidrato de hidrastinina 1.00, agua destilada 10.00, para veinte inyecciones; pero entre los medicamentos presen- tados últimamente como heroicos para esta emergencia, tene- mos las inyecciones subcutáneas de atropina: por lo demás, véase la que sigue: Metrorragia: Inútil es decir que debe atenderse primeramen- te la causal, y es bueno hacer recuerdo que antes de los vein- tisiete años no puede ser producida por fibromas; que no los hay antes de esta edad sino por aborto, salpingitis ó metritis 513 hemorrágica. Una vez hecho el tratamiento causal, prescríbase el reposo, disponiendo á la paciente de modo que tenga la pel- vis más levantada que el tronco, y no sería malo que este re- poso se hiciera á los rayos del sol, poniéndole ala enferma un vestido negro y protegiéndola de la intemperie con un quita- sol: en aquel lugar puede comenzarse el tratamiento farmacéu- tico que indicamos en el anterior artículo, ocurriendo cuando haya fracaso á las inyecciones vaginales ó intra-uterinas con agua á + 50°, hechas con un litro y muy lentamente, de suer- te que en un cuarto de hora pase esta cantidad por sesiones interrumpidas en cada sesión principal. Si este medio queda sin resultado, ocurriremos al taponamiento hecho con el espe- jo y la gasa iodoformada previa desinfección de la vagina, ha- ciendo á la vez inyecciones y lavativas de morfina y de láuda- no respectivamente con el fin de paralizar la fibra uterina, guardándonos de propinar á la vez los alcohólicos, porque és- tos irían en los momentos más críticos á despertar ó á produ- cir una excitación inconveniente. Poca fe merecen, aunque se puede ocurrir á ellos, el extrac- to de canabis índica al interior, el percloruro de fierro y otros hemostáticos al interior y al exterior, y los sinapismos, ligadu- ras y el hielo, para el uso externo; y al contrario, son muy acep- tables el ácido oxálico al interior, empleado sólo uno ó dos días á la dosis de 2.00 en poción; el hidrato de alúmina, que se di- ce ha dado muy buen resultado en las que preceden á la me- nopausia, con la condición de darlo á dosis alta, hasta de 2.00 y más; la infusión ó tintura alcohólica de mático, que al inte- rior es un buen astringente general; las sales de quinina, que según los ingleses serían sin rival; y por fin, la limonada cítri- ca, que corre con la recomendación de que ella sola bastaría para cohibir la hemorragia. Terminaremos diciendo que la ergotina y el cuernecillo de centeno no deben desecharse en todo caso de un modo rotun- do en la terapéutica de las metrorragias, porque si los opiados son útiles para calmar la excitación morbosa, el centeno y sus Terapéutica.—33 514 productos lo son para excitar á la atonía patológica: tiene, pues, el centeno, como todos los otros medicamentos, su indicación precisa. Por lo demás, este agente es de uso diario para las metrorragias que aparecen en la evolución de los" miomas ute- rinos. Mxedema por tiroidectomía: El único recurso que ciertamen- te mejora, en el espacio máximum de tres ó cuatro días, es la inyección subcutánea del jugo del cuerpo tiroides, inyectando en cada vez con asepcia rigurosa, y cada semana, al principio, 25 gotas de tal jugo. Preparación: se limpia de su grasa y teji- do celular una glándula tiroides recién sacada del borrego ó de cualquier otro animal; se la corta en pedacitos; se añade un centímetro cúbico de glicerina pura y otro de solución fénica acuosa al \ por ciento; se guarda todo en un vaso tapado con algodón y en lugar fresco, durante 24 horas, al cabo de las cua- les se exprime la mezcla al través de un lienzo fino, que fué sumergido primero en agua hirviente: el producto son cosa de 50 gotas, y de él se toma la mitad para inyectarlo luego, guar- dando la otra convenientemente para usarla en la próxima se- mana; pero es necesario advertir que tal solución debe inyec- tarse siempre sobre caliente. Los efectos saludables y maravi- llosos de estas inyecciones se prolongan por tres semanas, de modo que para mantener al enfermo en buenas condiciones, es necesario hacer periódicamente sesiones terapéuticas. Hemos visto que el simple injerto de la glándula tiroides del borrego en la región intramamaria ó en cualquiera otra del hom- bre, ha bastado para mejorar mucho todos los accidentes: la glándula se divide en dos partes sin terminar la división, y es- to es bastante para tenerla lista para el injerto. Muerte por el rayo, electricismo, ó muerte por la electricidad in- dustrial: En el primer caso los efectos pueden ser puramente catalépticos, de donde parte la necesidad de aplicar el trata- miento de ésta. Si la muerte es por acción directa de la electricidad, nada tendremos que hacer; mas si es por acción refleja, como se pa- 515 raliza la respiración, hay necesidad de practicar la artificial, porque si se prolonga la apnea, la muerte vendrá luego por as- fixia. Pónganse, pues, en vigor todos los procedimientos de respiración artificial que ya consignamos en el envenenamien- to por los opiados, y hágase, á más, para esto mismo, la elec- trización del frénico y la del neumogástrico (véase el envene- namiento citado y la asfixia), y al efecto se aplicará una corriente farádica á los lados de la laringe, en la piel húmeda ó superfi- cialmente cortada, en la inteligencia que la faradización no de- be ser muy enérgica porque sería contraproducente y ocasio- naría la parálisis del corazón, entendiéndose que se hará antes una inyección subcutánea de atropina que impida que la acción del vago detenga el corazón: lo que debe preocuparnos son es- tas dos grandes funciones: respiración y circulación. Necrosis por el fósforo: Intervención precoz es lo que reco- mienda el Dr. Ried, de Yéna, por haberle dado siempre buen resultado: su práctica consiste en hacer la resección sub-pe- rióstica aun antes de la limitación de las partes necrosadas, y quitando á la vez los osteofitos poco adherentes al periosto pa- ra evitar su necrosis ulterior. Todas las operaciones parciales hechas en el maxilar supe- rior han sido efectuadas por la vía bucal, y sólo en las resec- ciones extensas se han seguido los procedimientos ordinarios; y siempre en unas y otras ha habido resultados tales, que só- lo se han tenido que contar seis muertos en veintidós opera- ciones. El método intrabucal no es aplicable, cuando se trata del maxilar inferior, más que en los casos en que las partes necro- sadas están casi completamente desprendidas, de suerte que las resecciones siempre se han hecho por incisiones cutáneas practicadas á lo largo del borde inferior del hueso, sin prolon- garlas más allá del ángulo maxilar con el fin de no tocar el ner- vio facial; advirtiendo que en algunos casos se ha seccionado y abandonado la apófisis coronoide. Después de la resección del segmento medio, para oponerse á la inversión de la lengua, se 516 pasa un hilo en el frenillo y se obliga á los enfermos á perma- necer sentados en su lecho, con la recomendación de que in- clinen la cabeza hacia adelante ó hacia los lados. Jamás se ha intentado conservar los dientes sanos implan- tados en partes enfermas. A pesar de estas operaciones precoces ha habido siempre re- generación huesosa, aunque poco menos abundante en las ra- mas ascendentes. La mortalidad para el maxilar inferior es de 6 por ciento. Nefritis agudas: Se ha recomendado la sangría local en el triángulo de J. L. Petit, no sólo como paliativa sino aun como excelente curativa, única ó repetida, y de 200 ó 300.00, en el concepto que lo dicho se refiere aun á las nefritis escarlatino- sas, que son las que tomamos como tipo de intervención. En los niños bastan las ventosas escarificadas y repetidas en la re- gión lombar. Vejigatorios de amoniaco. Véase mal de Bright. Hágase todo lo posible por impedir su paso al estado cróni- co, y así, cualquiera que sea el origen de la nefritis, pondremos como principales recursos para conseguir ese fin el régimen lácteo puro, ó mezclada la leche con el agua de Seltz y el re- poso en el lecho, que es lo mejor que conduce á la curación completa, con la condición de que sea absoluto y prolongado por más de tres meses, porque por él se impide la fatiga y el enfriamiento. Durante ese tiempo, y por sesiones, se dará al interior el ta- nino, que se ha reconocido agente curativo de las nefritis en esta faz, y aun con más ventaja se puede propinar el extracto fluido de cuernecillo de centeno, que es especial, además, para los brotes agudos y hemorrágicos. Cuando empieza el movimiento febril en la convalecencia de la escarlatina, como iniciación de la nefritis, puede darse con ventaja el alcoholado de raíz de acónito á la dosis de 2.00. Puede ocurrirse con cuidado y con ventaja á la sudación lo- cal, aplicando por dos horas este aposito: háganse primero fríe- 517 ciones con pomada de pilocarpina al uno por mil ó dos mil, luego póngase una capa de algodón, y por fin una tela imper- meable. Nefritis crónicas (intersticial y parenquimatosa): Véase mal de Bright. La sudación local que acabamos de indicar es muy útil, pero recordamos que en general debe emplearse con cuidado la pi- locarpina en toda nefritis. En la nefritis parenquimatosa es donde principalmente está indicado el régimen lácteo, y un si es no, es contraindicado en el principio de la intersticial, de suerte que en esta última pue- de darse la preferencia al régimen vegetal, que en realidad no se soporta bien si no es asociado con la carne: por lo demás, él solo no es de gran utilidad. Afortunadamente es en ella don- de pueden dar más resultado los iodurados cuando, como ya lo dijimos, interviene la sífilis ú otra enfermedad cualquiera que pueda ser curada por ellos. No debe olvidarse en el tratamiento de la nefritis intersti- cial crónica el de la arterio-esclerosis, y que en este caso la in- dicación capital la da el sistema cardio-vascular que deberá ser constantemente vigilado: diríjase bien el corazón. Si la pre- sión arterial disminuye, dése digital, escila ó estrofantus; y al contrario, si es excesiva, dense laxantes ó háganse sangrías pe- sando el pro y el contra para esto último. Combátase la con- gestión cerebral por la aplicación local de sanguijuelas, y dése alimentación nutritiva bajo pequeño volumen para no cansar á la vía gastro-intestinal. Si hay vómitos repetidos, corríjase- Íes por el uso interno de la tintura de iodo, por las inyecciones de morfina y por el jugo de carne helado que es bien soporta- do. Y por fin, en esta forma no se den aguas minerales, por- que su carbonato obra desfavorablemente en la circulación, y absténganse los enfermos del régimen lácteo todas las veces que haya poliuria excesiva. En las formas parenquimatosas es de rigor el reposo en el lecho, prolongado por meses y hasta por años, porque se le ha 518 visto dar resultados inesperados. En los brotes agudos el re- poso en el lecho es á fortiori, conforme á lo dicho, lo que debe prescribirse y en particular en las mujeres, en los días de la menstruación, haya ó no brote agudo renal; pero cualquiera que sea la circunstancia que domine, lúchese contra los efec- tos dañosos de reposo tan prolongado con el masaje, las fric- ciones secas y la gimnasia sueca, en el concepto que cuando no se pueda conseguir este reposo anhelado, puede tolerarse el ejercicio moderado, evitando nimiamente los cambios bruscos de temperatura y advirtiendo al enfermo que en esas condicio- nes es mas difícil ó menos probable su curación. Neumonía fibrinosa: En el tratamiento de esta enfermedad casi nos pasa otro tanto que en el de la gota, porque podemos decir que cada médico tiene su tratamiento, y que lo ordinario es que el de uno no se parezca al del otro, y no sólo, sino que las más de las veces están en completa contradicción, sin per- juicio de que cada práctico diga que el suyo es el mejor. Hemos tenido la paciencia de ver uno por uno de los métodos actua- les, y apenas hemos encontrado conformidad en la mayoría para adoptar la espectación como norma de conducta, con la condición de interrumpirla para hacer medicación sintomática á la hora de la necesidad; en consecuencia, tendremos por se- guro que si adoptamos en un caso dado alguna de las prácticas que van á seguir, no faltaría quien las desaprobara en el mis- mo caso. Desde luego tenemos las sangrías: la sangría, previa indica- ción, es excelente; pues bien, sus indicaciones son, cuando hay contracciones cardiacas morbosamente enérgicas, y cuando se trata de neumonías de la preñez, pues en este último caso la sangría es menos nociva que la misma neumonía. Puede de- cirse que conviene bien en la mayoría de las neumonías, al prin- cipio, especialmente en los pletóricos, y cuando hay dispneai hipertermia, éxtasis cerebral ó congestión pulmonar fuerte, y que está contraindicada en niños, ancianos y débiles. El lugar de elección para hacerla es el tercer espacio intercostal dere- cho, entre la columna vertebral y el homóplato. 519 Al lado de los que practican las sangrías, tenemos á los que proponen la digital para llenar la misma indicación cardíaca, y en verdad que bajo cierto aspecto tienen razón. Este medica- mento ha sido propuesto para usarlo desde el principio, en de- terminadas circunstancias, con la esperanza de que á la hora que quiera desfallecer el corazón sea más fácil sostenerlo, y además, con un fin antitérmico y casi específico; pero ella no es ni lo uno ni lo otro, sobre ser una pura ilusión lo primero, porque las veces que la hemos empleado con tal fin siempre ha sobrevenido la muerte (se entiende que no la hemos em- pleado más que en los casos graves y previa indicación) del ter- cero al quinto día por colapsus del corazón. Nada diremos de su efecto mediante la presión arterial, que se dice hace desa- parecer los éxtasis. En seguida tenemos la balneación, que parece ser muy efi- caz siempre cuando se la hace con agua tibia ó caliente, advir- tiendo que el baño fresco + 22° ó frío + 15°, sigue siendo el recurso de la ataxia. A ella, es decir, á la balneación, podemos referir, aunque sólo bajo el punto de vista tónico y antitérmi- co, á la práctica de poner una vejiga de hielo en la región pre- cordial al través de una hoja de papel, que se dice en sus efec- tos igual á la digital, cuando se atasca la pequeña circulación y cansado el corazón quiere paralizarse. Aunque muchos proscriben formalmente los vejigatorios, y con razón, cuando hay hipertermia, debemos tener entendido que sólo son útiles muy al principio ó muy al fin, es decir, cuan- do la enfermedad es movilizable ó no quedan más que exuda- dos tórpidos y que en el acmé están proscritos por necesitarse el reposo; en una palabra, aquí debe seguirse la misma conduc- ta que en toda inflamación. Regla general: toda revulsión de que se reciente el organismo enfermo es mala. Hay prácticos que sistemáticamente rechazan el empleo de los vejigatorios. Hé aquí, por lo demás, los diversos medicamentos que gozan de más favor: se ocurre al extracto fluido de gelsemium sem- 520 pervirens como al más precioso de los antiflogísticos; se emplea la quinina como tónico cardiaco, á la dosis de 0.30 de sulfato, cada tres ó cuatro horas; se echa mano de la sin rival poción de Todd para todas las adinamias, de cualquier origen que sean, y para todas las hiperpirexias, teniendo cuidado de elevar tan- to más la dosis cuanto más suba la temperatura: aguardiente 40.00, tintura de canela 5.00, agua destilada 75.00 y jarabe sim- ple 30.00. Además, esta poción conviene bien en los alcohóli- cos en los que es prudente no suspender brutalmente el hábi- to. En general, en la pulmonía, y previa indicación, son muy útiles todos los tónicos. Recordando lo que dijimos en el tifo respecto del doral, di- remos que se le ha propuesto para la flegmasía pulmonar que nos ocupa, para el caso de insomnio, tos fuerte é hipertermia; solo ó asociado á la digital y á la dosis hasta de 7.00, pues se dice que á esta cantidad es antitérmico, hipnótico y analgésico. En verdad no le tenemos mucha simpatía. En la neumonía de los tuberculosos ó candidatos se ha reco- mendado el acetato neutro de plomo para combatir la hiperhe- mia y disminuir las secreciones y la duración del proceso. De vieja reputación antiatáxica es la tintura de almizcle á la dosis de 10 á 50 gotas, empleando tintura al décimo. En la neumonía de los diabéticos sabido es que no se ocurre á la postura de vejigatorios, pero en cambio pueden hacerse ventosas secas y escarificaciones, propinando la cafeína al inte- rior mejor que en inyecciones subcutáneas. En la forma adinámica y en los ancianos se ha ocurrido al ácido benzoico, que es soluble en el alcohol, para combatir la atelectacia pulmonar, aun cuando haya hipertermia, pues mu- chos dicen que está contraindicado todas las veces que es fuer- te el movimiento febril. El acetato de amoniaco es muy útil durante la enfermedad como antitérmico y estimulante, y al fin de ella como diaforé- tico, solo ó asociado al Dower, que también lo es. El oxígeno presta muy buenos servicios en los casos graves 521 en inyecciones rectales ó subcutáneas á la dosis de 50 centili- tros por vez y repetidas cuatro ó cinco veces en el día, en los casos en que el pulmón está próximo al colapsus ó el corazón á punto de desfallecer. Las anteriores valen tanto como el li- cor amoniacal anisado ó como las inyecciones subcutáneas de aceite alcanforado al décimo; pero justo es advertir que los ni- ños no toleran estas últimas. En las mismas circunstancias se tiene la indicación de las inyecciones subcutáneas de éter. Si el caso no se ha de terminar por la muerte, pero mani- fiestamente se ve que la resolución tarda en hacerse, entonces puede echarse mano del cuernecillo de centeno, que induda- blemente conducirá á buenos fines. En todo caso, es la depuración urinaria la que será vigilada muy atentamente, porque hoy cada día tiene más partidarios semejante práctica, y siendo así, nada es más justo que insti- tuir el régimen lácteo. Buena medida higiénica es mantener una ventilación apro- piada y prudente en la recámara ocupada por el paciente, y tanto que hasta está recomendado se duerma con la ventana abierta, según el arte. Terminada la crisis favorable, empieza la indicación de los balsámicos. Es de importancia que recordemos que si la neumonía so- breviene en mujer embarazada, que casi en la mitad de los ca- sos viene el aborto y que la peripecia es tanto más grave para uno y otro ser cuanto más avanzada está la preñez. Si en esta circunstancia el parto se inicia espontáneamente, no se tendrían más ventajas que terminarlo lo más pronto posible. Neuralgias en general: En ninguna parte se puede decir con más justicia que aquí, que es indispensable el tratamiento cau- sal, y tanto y á tal grado lo es que el mejor antineurálgico fra- casa con seguridad cuando al instituir el tratamiento no se tu- vo esta noción por base y punto de partida; y que se tiene re- sultado tal vez con el menos poderoso de los medicamentos recomendados, en un caso dado, cuando se ha sabido adaptar 522 la naturaleza del remedio al origen de la enfermedad. En este concepto, creemos que los recursos que vamos á indicar en se- guida son para las neuralgias rebeldes ó para cuando anda uno desorientado en el diagnóstico etiológico. En las neuralgias reumatismales y con más precisión en las mialgías, da buen resultado el uso de este linimento compues- to: cloroformo, éter, alcohol alcanforado, tintura de mostaza, trementina, amoniaco y esencia de menta, poniendo de esta última unas 5 ó 10 gotas, según la cantidad que de los otros componentes se quiera emplear. Todas las veces que lo hemos empleado nos ha dado resultado rápido y excelente. En las neuralgias verdaderas se ha empleado con éxito lo que se ha llamado estipaje, ó sea la aplicación tópica de algodones impregnados de cloruro de metilo ó de etilo, líquidos; las pul- verizaciones de éter; las friegas de: manteca 12, cloroformo 2.00, aconitina 0.20, usando en cada sesión una cantidad igual al ta- maño de un garbanzo, que es lo bastante para provocar pica- zón y escozor en el lugar en que se las hace; las fricciones con pomada de veratrina, 0.15 : 30.00; las de bálsamo acético al- canforado ó las de bálsamo tranquilo cloroformado; estas dos últimas se emplean para las de origen reumatismal; las viejas inyecciones subcutáneas de éter ó de morfina, ó las de cloro- formo solo ó asociado á la morfina ó atropina; en las invetera- das, cloroformo y aceite áá para inyectar 5 ó 10.00 de la mez- cla en 24 horas; las de nitroglicerina, preparadas con tres gotas de la solución alcohólica al centesimo, diluidas en agua de lau- rel cerezo; y por fin al interior se ha empleado el carbonato de fierro á alta dosis, según el método inglés, cuando se sospecha que la neuralgia es de origen anémico; el alcoholado de raíz de acónito 2.00, ó la aconitina 0.001, cuando parece causada por el frío y se presenta con la forma congestiva; la veratrina á la dosis hasta de 0.003 al interior, aunque siempre es preferible emplearla al exterior, como quedó dicho; y por fin las solaneas, bajo cualquier forma, se dividen los éxitos con los analgésicos aromáticos. 523 La electricidad, bajo sus tres formas, ha dado siempre muy felices resultados en todos los casos, aunque algunos dicen que sólo es útil en las neuralgias periféricas, ó que el galvanismo debe preferirse para las verdaderas y la faradización para las falsas, dando como criterio para conocer á unas y á otras la reacción á la presión, y así, si la presión es dolorosa, quiere de- cir que se ha de echar mano del galvanismo. No importa que intervenga la histeria. Recordando los buenos efectos del aceite esencial de menta,, especialmente en las neuralgias del tronco, cualquiera que sea su origen, de los vejigatorios para todos los casos y del extrac- to de canabis índica (véase jaqueca), que no debe emplearse cuando son de naturaleza histérica; terminamos este articulito dando por supuesto, como lo dijimos al principio, que se ha he- cho previamente medicación causal, dando salicilato de sosar sales de quinina, etc., etc. Neuralgia facial: Aplicando á su tiempo los medicamentos anteriores, puede echarse mano de los siguientes cuando in- tentemos el tratamiento de esta neuralgia, á veces tan tenaz. Específico es el acónito y sus preparados, de modo que con él hace siempre el médico su primera receta, casi con seguri- dad absoluta de éxito, cuando para producir esta enfermedad no interviene el paludismo. Con igual recomendación hemos visto á la vexicación en la cuarta y quinta vértebra dorsal, y aun diciéndose que el dolor se calma instantáneamente cuando se instilan en el oído cua- tro ó cinco gotas de solución de cocaína al centesimo. El sulfato de quinina puede emplearse solo ó asociado al acó- nito ó al salicilato de sosa, siempre con buen resultado sea ó no de origen palúdico la neuralgia. La solanina, á la dosis hasta de 0.40 en obleas de á 0.05, ha dado buen resultado, lo mismo que el extracto fluido de gelse- mium sempervirens, á la dosis de una á tres gotas muchas ve- ces por día hasta efectos tóxicos, como rubicundez conjuntival, pesadez de párpados, etc., sin olvidar que este agente es prin- 524 cipalmente antiflogístico. Es muy útil tomar de esta mezcla 10 gotas tres vec,es en el día: tintura de gelsemium y de cólchico áá, 10.00. Puede ocurrirse al sulfato de cobre amoniacal, bajo esta for- ma: agua destilada 100.00, jarabe de azahar ó de menta 30.00, sulfato de cobre amoniacal 0.10 ó 0.15, para tomar en las 24 horas á la hora de las comidas. Por fin, el ioduro de potasio y el aceite de bacalao serán em- pleados en los casos inveterados, tan largo tiempo como se ne- cesite para la curación. Neuralgia intercostal: Aquí el acónito, sin perder su eficacia, cede el lugar á las sales de quinina y á las solaneas. Neuralgia occipital: Vexicación en la cuarta y quinta vérte- bra dorsal y las lavativas de agua caliente. Véase cólicos nefrí- ticos. Neuralgia ovárica: Extracto de belladona y de canabis índi- ca por la boca ó en supositorios son no sólo sedantes del do- lor, sino hasta laxantes, siendo esto último de verdadera uti- lidad. Extracto fluido de gelsemium. Véase neuralgia facial. Neurastenia: Basta saber que sobre desarrollarse en terreno nevropático adquirido ó hereditario, que esta grave enferme- dad aparece siempre después de los desastres de la lucha por la existencia, y que es precedida ó acompañada de alteraciones funcionales y hasta orgánicas, las más variadas, para que ven- gamos en conocimiento de que no es posible que haya tra- tamiento exclusivo en su terapéutica, con tanta menos razón cuanto que la misma enfermedad se presenta con diferentes sindromos, así en su intensidad como en su forma y duración. Pero si esto es así, basta saber también, que siendo la lucha por la existencia el principal factor que la produce, para que caigamos en la cuenta de que tales pacientes sufren más del espíritu que del cuerpo, y por consiguiente, que necesitan im- periosamente para conseguir su salud aislarse de la sociedad, vivir, si fuera posible, en otro mundo menos infeliz que el núes- 525 tro y rodearse de otro panorama ante nuevos y risueños hori- zontes, i Desgraciadamente en la faz de la tierra no tenemos á nuestra disposición, como lo mejor, más que las calladas y en- negrecidas paredes de un hospital! Pues bien, hay que ir allí. Acabamos de decir que por la complexidad y variedad de formas de esta enfermedad y por su múltiple origen y evolu- ción, no hay ni medicamento ni medicación especial, ni cura determinada que tenga influencia completa, cierta y eficaz en ella. Se puede fracasar con los más racionales y perfectos mé- todos en un caso en que las prácticas más sencillas, como su- presión de medicamentos y las duchas, reposo, cambio de cli- ma ó de alimentación, etc., etc., dan resultados tan maravillo- sos como inesperados. La cura del Dr. Weir Mitchell es el tipo de estos recursos tan sencillos, y aunque al principio fué propuesta para todas las formas y modalidades de la enfermedad, ya sabemos hoy que ha quedado limitada para las especiales en que morbosamente se exalta la sensibilidad y el funcionalismo medular, acompa- ñándose todo esto con marasmo y agotamiento indefinible. Sabemos que al lado de esta forma hay otras muchas, entre las cuales podemos citar aquella en que sobrevienen alteracio- nes profundas de la nutrición probadas por el examen de la orina, que es tenaz, y en la que es importante obrar; pues bien, aquí la electricidad, con exclusión de cualquier otro medica- mento, usada bajo todas sus formas por un tiempo de cuatro á cinco meses, comenzando con mucha suavidad, continuando de un modo gradual y prudente por sesiones de cinco minutos cada dos días, y empleando de preferencia la faradización ge- neral sobre la local cuando no se pueda hacer el baño electros- tático general, que es lo que da mejores resultados, es la que debe preferirse. En general se practican algunas sesiones de baño electros- tático puro, al fin de las cuales se comienza por sacar chispas, por producir viento, etc., con cuya práctica desaparece la tota- lidad de los fenómenos morbosos y se les alivia así en unos 526 cuantos minutos: la constipación cede á las chispas sacadas de la fosa iliaca; las pérdidas seminales se curan con las fricciones eléctricas limitadas á la mitad superior del cuerpo, y se agra- van con las chispas, etc., etc. La faradización general de inte- rrupciones lentas es más factible, pero más molesta y menos eficaz; los electrodos son anchos, y más el positivo que es fijo y que se coloca en los pies ó en las nalgas, debiendo ser el po- lo negativo, que es movible, más chico y como de treinta cen- tímetros cuadrados; es decir, adecuado para tocar con él las partes del cuerpo que lo necesiten. Para cualquiera electricidad que se piense adoptar, es nece- sario saber que los enfermos son muy impresionables para ha- cer lo posible en calmar su impresionabilidad; y es necesario saber también que desde que se empieza la cura no se marcha directamente á la salud, sino que aparecen exacerbaciones que pueden desmoralizar al enfermo: basta prevenirle que tal cosa es posible que suceda para evitarnos este escollo. Hágase en estos enfermos tratamiento causal por recursos higiénicos, y para esto basta saber que casi siempre son artrí- ticos; mas hay que guardarse bien de darles cualquier clase de medicamentos y de no hacer sesiones de electricidad durante el período menstrual de la mujer. En todo caso no hay que olvidar que la faradización local empleada algunas veces para curar algunos síntomas, no da re- sultado si no es acompañada por la electrización general. Observando las prescripciones anteriores, hay que aguardar buen resultado, y rápido, del tratamiento eléctrico, todas las veces que haya dispepsia flatulenta, pues está probado que real- mente así sucede. Hemos visto recomendada la franklinización, bajo todas sus formas, para las neurastenias en que hay erectismo puro, pues al decir de algunos prácticos, se contraindica en formas depre- sivas, en las que es preferible la cocaína ó la infusión de hojas de coca. La franklinización conviene indiferentemente en la ■ forma cerebral ó espinal. 527 El clima de altura, la hidroterapia y la metaloterapia han si- do ensayados á su vez con éxito. Todas las veces que hay hiperclorhidria y crisis gástricas do- lorosas, deben prohibirse los alcohólicos ó alimentos excitan- tes, y al contrario, recomendarse el régimen vegetal, y mejor el régimen lácteo. Cuando la anemia es muy notable, deben administrarse las preparaciones ferruginosas, tales como el carbonato de fierro en agua gaseosa, el citrato ó el pirafosfato solo ó citroamonia- cal en inyecciones subcutáneas. Véase cloro-anemia. En la neurastemia vascular opinan algunos prácticos que la debilidad cardiaca y nerviosa contraindican el uso de la elec- tricidad y de la hidroterapia, y que al contrario, requiere el em- pleo de los bromuros, del fierro, de la quina, de la ergotina, y sobre todo de la cocaína, á la dosis de 0.02 á 0.03, repetidos dos veces en el día; pero cuando no es así, sino cerebral, espi- nal ó universal, entonces sí las electricidades dan buen resul- do por su cuenta; empero, algunos prefieren la voltaica, po- niendo el polo positivo en la nuca y el negativo en el epigastrio para modificar de una vez el aparato cerebral, gastro-intestinal y simpático. Si predomina la forma espinal, se pone el polo positivo á lo largo del raquis y de la columna lombar, advir- tiendo que las altas intensidades han parecido las mejores, em- pleadas con las precauciones que indicamos antes. Es también buena en los mismos casos la galvanización y faradización general; pero también se la puede usar localmente, como por ejemplo en la masa encefálica, poniendo sucesiva- mente en cada ojo el polo positivo, fijando el negativo en la nuca; mas es justo advertir que al hacer esto se enturbia la vis- ta por unos cuantos momentos, y que por consiguiente este percance es sin peligro. Si en el mismo lugar quisiere em- plearse la galvanización, es de rigor que se proceda con mucho cuidado. En la neurastenia se ha empleado con éxito el baño hidro- eléctrico, y nosotros, á propósito de él, cfeemos útil dar á co- 528 nocer el siguiente extracto que hemos hecho: el baño es de materia aislante como la madera, el agua debe ser salada y la sesión puede ser uniómono ó dipolar; en el primero se hunde un polo en el agua, mientras que el otro toca la parte del cuer- po del enfermo no sumergida; y en el segundo se hunden los dos polos en el agua, teniendo cuidado que no toquen las pa- redes de la tina; el baño recibe el nombre de positivo ó nega- tivo, según el polo hundido que tiene; para estar uno seguro de que el cuerpo no está en derivación sino dentro del circuito principal, se preferirá el baño monopolar, empleando para el gal- vánico pilas de fuerte tensión, y para el farádico la espiral se- cundaria, si es monopolar, y la primaria para el bipolar. Estos baños se emplean por cinco ó diez minutos como nevrosténi- cos, y por treinta como sedantes, teniendo entendido que sólo los contraindican la histeria, la histero-epilepsía y las cardio- patías; que pueden emplearse las dos electricidades ala vez en un solo baño, y que su acción terapéutica es feliz para toda la serie de enfermedades en que de un modo ó de otro padece el todo ó la parte del sistema nervioso, pues aparece el sueño, se aumenta el apetito, se favorecen los movimientos excrementi- ciales de todos los órganos secretorios, se ve manifiestamente que obran en el sistema nervioso vascular, que excitan débil- mente la piel, que influencian de un modo favorable la nutri- ción, que aumentan las fuerzas y que hacen cesar el temblor. Su influencia en el estado psíquico de los hipocondriacos y me- lancólicos es notable, porque se ve aparecer un cambio casi radical. Por lo demás, son tónicos y calmantes. Hemos hablado de la cura del Dr. Weir Mitchell como muy eficaz, especialmente en la forma mielasténica y cerebrasténi- ca, cuando hay vértigos; pues bien, para empezar esta cura se comienza por buscar un clima de altura, en donde haya aire fresco y puro; mas antes de entrar en los detalles de esta cura es bueno advertir que lo capital de ella, es decir, el reposo pro- longado y absoluto en el lecho desde el principio, no es acep- tado por la mayoría sin restricciones, pues algunos médicos 529 permiten á los enfermos ciertos movimientos en la cama, como por ejemplo, comer por su mano. El neurasténico que está gordo, es sometido preliminarmen- te y mediante el uso continuo de la romana, á un régimen fla- co en que interviene la leche descremada, para llegar en el peso hasta un límite que la experiencia enseña en cada caso cuál es el mejor; hecho esto, por supuesto con el auxilio de la leche, después de haber determinado por tanteos cuál era la cantidad de alimentación láctea necesaria para sostener el peso inicial: hecho esto se comienza á disminuir gradualmente la leche has- ta el límite que se desea, para poner al gordo en las mismas condiciones físicas del flaco. Cuando el neurasténico es ané- mico y gordo, la leche puede ser sustituida por el caldo. El neurasténico flaco, y el gordo llegado al grado querido de enflaquecimiento, parten de aquí uno y otro con alimentación láctea, tomando 90.00 de ella cada dos ó tres horas, de mane- ra que puedan tomarse dos litros todos los días: se obtendrá la exoneración albina dando á tomar por la mañana en ayunas una taza de café sin azúcar; si no surte se dará el aloe por la tarde, y por fin, si la constipación es obstinada, se dan en una pildora 0.015 de extracto de aloe con 0.12 del de hiél de buey seca; pasados cuatro ú ocho días se permite tomar desayuno ligero; dos días después un poco de carnero, y después de otros dos, pan y mantequilla á discreción en tres veces diariamente, de modo que al décimo día hay tres comidas completas, en las que se ingiere uno y medio ó dos litros de leche; entre las co- midas y antes de ellas se pueden dar 60.00 de extracto de malt líquido. El enfermo no ha de moverse ni para comer, es condición sine qua non, y así, será movido y atendido por servidumbre especial é inteligente. Al fin de los primeros diez días ó de la primera semana, se da una libra de carne cruda preparada expresamente así: car- ne 500.00, píquesela muy fina y póngasela en una botella con 500.00 de agua y cinco gotas de ácido clorhídrico, déjese todo Terapéutica.—34 530 en hielo por la noche, y por la mañana sométasele en el baño de María á + 48°; al fin fíltrese y tómesele en tres partes, pero se advierte que si la carne cruda ó así preparada repugna al paciente, se la puede asar un poco. En el invierno se puede dar el aceite de hígado de bacalao ad intus ó en lavativa, y se pueden permitir algunos gramos de alcohol ó de champaña por día, con la restricción que ya deja- mos indicada. Puede ocurrirse al fierro, y cuando el enfermo empieza á levantarse, puede ocurrirse también al sulfato de es- tricnina. Durante este método alimenticio pueden depositarse uratos en la orina: indica esto que debe restringirse la alimentación hasta que desaparezcan, aunque para ello fuere necesario limi- tarse á poca leche. En caso de diarrea se tiene cuidado de hervir la leche. Todos los días se harán sesiones de masaje, pero al levan- tarse el enfermo serán suspendidas; advirtiendo que en regla general se tendrá que, siempre que él produzca diminución de temperatura, la cura anterior fracasará. El masaje se practica primero en sesiones de media hora, después en sesiones de ho- ra, pero en los primeros días sólo se hará una sesión y dos en los últimos. Al cabo de algunos días se tiene la piel casi siem- pre cubierta de aceite de coco. En toda parte en que se acabó de hacer el masaje se pondrá luego un abrigo, teniendo cuida- do de razurarla previamente para evitar la aparición de divie- sos que se producen por el amasamiento; y por fin, antes de levantar al enfermo, se le ejercita algunos días por prácticas adecuadas para la locomoción, limitándose á hacer las sesiones de masaje cada dos días, para abandonarlas tan luego como de- je el lecho el enfermo. En una palabra, la cura del Dr. Weir Mitchell consiste en el aislamiento, en el reposo absoluto en el lecho, en la supra-ali- mentación ordenada, en el masaje y en la electricidad, para ha- cer de un ser morbosamente flaco otro fisiológicamente gordo, 531 valiéndose para ello del artificio de hacer predominar la vida vegetativa sobre la vida animal ó de relación. (Soulier). Algunos prácticos, á más, ocurren al aire comprimido, á las inhalaciones de oxígeno, etc., etc., es decir, á todo lo que pue- da aumentar la hematosis. No falta, por fin, quien adopte el régimen seco de Schroth, que como es bien sabido, consiste en adoptar el régimen vegetal corroborado por los alcohólicos, y en privar regular y periódicamente de las bebidas á los pa- cientes. Obesidad: En el tratamiento que se imponga en la obesidad no se olvidará que esta enfermedad es un eslabón de una se- rie morbosa en que podemos encontrar á la diabetes, al artri- tismo, al asma, etc.; que la herencia morbosa casi siempre existe bien definida, homogénea y del grupo; y por fin, que el orga- nismo ha sido influenciado patentemente por la vida sedenta- ria, por la alimentación suculenta, etc., etc., sobre sus disposi- ciones morbosas. Además, el tratamiento no deberá desarrollarse á pesar de la protesta del organismo, sino con su tolerancia y ayuda; de- berá ser higiénico sobre todo, alimenticio, antes que farmacéu- tico; lento, gradual, teniendo por punto de partida, como siem- pre, el elemento causal, y por meta la satisfacción de la indi- cación. En este sentido hay que adoptar preceptos encontrados como el de hacer beber regular ó privar de las bebidas hasta darlas una sola vez en el día, en pequeña cantidad y como tres horas después de la comida, haciendo esto último cuando haya lesiones cardiacas ó vasculares; empero, la mayor parte de los médicos quiere la supresión de los líquidos, con razones al pa- recer fundadas, de suerte que en este sentido estaremos por la práctica de (Ertel, dando líquidos una vez al día y en peque- ña cantidad. Del uso del alcohol no diremos más que esto: no es necesa- rio para la cura y su uso puede ser ciertamente nocivo, sin contar con que él de por sí es un líquido; en una palabra, que respecto de él no adoptamos la práctica de Banting. Los más 532 suprimen ó restringen el uso de las grasas: restringirlas es lo mejor, de suerte que también por esta parte se desecha la prác- tica de Ebstein. Y sin embargo, cada método alimenticio pue- de tener sus indicaciones formales, de manera que su uso se imponga con exclusión. La hidroterapia es proscrita por unos y adoptada por otros, pero creemos que si en general se puede dudar de su utilidad, no sucede lo mismo respecto de afirmar que ciertamente es nociva, especialmente cuando hay altera- ciones cardio-vasculares, de suerte que en caso de resolverse á emplearla, deberá ser con la condición de discernir cuidado- samente en cada caso la indicación y la contraindicación; es de- cir, que habrá que conducirse como siempre. Por lo dicho, se verá que de cada método se puede tomar una parte para la confección de otro de aplicación general; helo aquí: carnes ro- jas, pocas; blancas, más; hidratos de carbono, pocos; grasas menos, y agua una sola vez y en cantidad de medio cuartillo; café y té sin azúcar para un total de comida, oscilando entre 300.00 diarios; á la vez se puede emplear el arseniato de estric- nina como tónico del sistema nervioso, solo ó alternado con pequeñas cantidades de ioduro de potasio y con los purgantes salinos, como la limonada de magnesia, usada cada tres sema- nas. Es necesario dormir en cama sin colchón, hacer ejercicio moderado, gimnasia metódica, procurando siempre dormir po- co, de manera que resulte un todo en que se vea que se ha eje- cutado este principio: mucha higiene y poca farmacia. •No perdiendo de vista que el sistema nervioso necesita ser regularizado en su acción trófica, bien podemos desechar toda práctica exclusiva. El uso de los alcalinos en la terapéutica de la obesidad tie- ne dos escollos: si se dan á alta dosis, dañan á la salud gene- ral, y si á pequeña avivan el apetito, lo cual es lo que no se de- sea, de modo que más vale abstenerse de ellos; y por lo demás, el simple buen sentido basta para curar la obesidad, pues todo se puede permitir al obeso con tal que se haga el masaje, el ejercicio y la gimnasia. A este propósito, recordaremos que 533 comprendiéndose á esta enfermedad en el grupo de las que se llaman por retardo de nutrición, nada es más lógico que ocu- rrir al régimen vegetal. Vale mucho la electricidad bajo la forma de corrientes inte- rrumpidas, porque activa la circulación pélvica y da fuerza tó- nica al músculo uterino cuando hay esterilidad. Por lo demás, es útil, exista ó no esta última. El masaje está en el mismo caso. Deberá recomendarse á todos los enfermos que hagan sesión de gimnasia abdominal, y que consiste en pararse junto á la pared muy pegado el cuerpo al muro, y en levantar luego los brazos, haciendo movimientos ascendentes y descendentes con ellos. Cuando se trata de un niño no debe ocurrirse al empleo del iodo, porque además de sus efectos malos que le son propios, causa anemia y produce la atrofia del testículo ó del seno. Por fin se han recomendado las inhalaciones de oxígeno. Nota: durante el parto, la obesidad predispone á la inercia y á las hemorragias consiguientes. Oclusión intestinal: Fuera de las oclusiones por procesos or- gánicos del intestino ó de su vecindad, tenemos como recursos' sin contar las clásicas lavativas gaseosas de bicarbonato de so- sa, ocho á treinta gramos, y ácido tártrico de cuatro á catorce gramos, que han causado rupturas* intestinales; la inversión del paciente, prolongada por uno ó dos minutos, ó semi-inver- sión por una ó dos horas; la ingestión hasta de 450 gramos de mercurio ó más, que es inocente aun retenido muchos días, y ayudada por la acción de un baño tibio general durante el cual se harán sacudidas al enfermo; las corrientes continuas ó fará- dicas, exclusivas ó alternas, poniendo el polo negativo en el recto previamente, lleno de agua salada y protegido debidamen- te, mientras que se pasea el otro por la superficie del vientre por 20 minutos y repetidas tres veces en el día, prefiriendo las galvánicas porque provocan contracciones locales; la belladona ad intus et extra, empleada prudentemente para no perder, de- 534 jando pasar la oportunidad quirúrgica; las lavativas de 0.50 á 1.00 de polvo de tabaco; el licor de Hoffman, 20.00 en lavati- vas de á 250 de agua; los baños tibios prolongados; el lavado del estómago para cuando hay mucha distensión estomacal y supresión de los vómitos ó vómitos fecaloides; las grandes irri- gaciones intestinales, que son tan útiles al principio; y por fin las inyecciones subcutáneas de clorhidrato de morfina, hechas cada vez con 1 ó 3 centigramos. Cuando haya estrangulación y obliteración aguda, debe pro- cederse rapidísimamente á la intervención, porque en este caso la grangrena aparece también con mucha rapidez, de suerte que sólo en las fórmas crónicas se permite la contemporización. El signo de la intervención rápida es la ausencia de ruido hi- droaérico espontáneo; es decir, la parálisis intestinal, que sólo se observa precoz y constantemente en la oclusión aguda, ó sea en la estrangulación. Ozena: Tres indicaciones tendremos que satisfacer estricta- mente: 1? Desembarazar completamente las fosas nasales de las cos- tras acumuladas en ellas. 2? Obrar en esta mucosa con antisépticos poderosos que pro- duzcan á la vez la antisepcia y ligera irritación de la pituitaria. 3? Oponerse á la sequedad ya que se sequen la mucosa y las secreciones, conservando á la vez al enfermo la posibilidad de respirar por ambas narices. Para expulsar las mucosidades que se han concretado, se ha ocurrido á la irrigación naso-faríngea, empleando un líquido compuesto de agua tibia adicionada de bicarbonato de sodio, ó bien agua simplemente salada ó soluciones de clorato al 4 ó 5 por ciento adicionadas con 10 por ciento de glicerina. Se han empleado igualmente las soluciones de ácido bórico al 2 por ciento ó las soluciones de permanganato de potasa al 1 por 3,000.00. Si no basta la irrigación para desprender las costras, es ne- cesario quitarlas completamente con un pincel, con una pinza ó con un estilete. 535 Para la antisepcia de la mucosa se ha recomendado el naftol alcanforado, compuesto así: naftol a, una parte; alcanfor, dos partes; aceite de vaselina, proporción variable, según la toleran- cia de los enfermos, para hacer pinceladas ligeras en todos los puntos de la mucosa; advirtiendo que esta operación es segui- da de fuerte sensación de escozor con irradiaciones nerviosas en la región sub-orbitaria y hacia los dientes correspondien- tes. Por lo demás, se pueden hacer en la mucosa pinceladas previas de solución de cocaína. Otros emplean como antisépticos el ácido fénico, la resorci- na, el timol y el sublimado en soluciones muy débiles, especial- mente el último, que ha de ser al diez mil. Se han recomendado las insuflaciones de ácido bórico, fina- mente pulverizado, y el aceto-tartrato de alúmina. Para impedir que se sequen la mucosa y las secreciones, se ha usado el aceite de vaselina, cuerpo graso inoxidable que substrae á la mucosa de la acción de las corrientes del aire ex- terior, pero se puede asociar la vaselina á un antiséptico como el fenol, el salol alcanforado, el naftol, en la proporción de 0.10 por 1,000.00. Se proyecta en la mucosa el aceite de vaselina con pulverizador especial. El mismo tratamiento debe hacerse á la faringe nasal y á la tráquea, y si existe laringitis seca, hacen grandes servicios las inhalaciones de benjuí hechas mañana y tarde. Para oponerse á que se sequen y á que se descompongan rápidamente los productos de secreción, se introduce un peda- cito de algodón hidrófilo en la parte superior de cada fosa na- sal: este tapón tiene doble acción, se opone al acceso del aire y provoca ligera irritación sustitutiva de la mucosa. Este tapón se reforma mañana y tarde diariamente. Las cauterizaciones químicas con la tintura de iodo pura, re- petidas cada cuatro ó cinco días y por un número de veces no superior de diez en total, han sido recomendadas por Tillaux. Es necesario no descuidar el estado general del enfermo: el mar, el aire puro, los baños de aguas cloro-sódicas, la alimen- 536 tación reparadora y el aceite de hígado de bacalao nos darán un concurso eficaz. Últimamente se ha recomendado la raspa de la mucosa co- mo excelente y radicalmente curativa, pero debemos advertir que se proscribe toda intervención quirúrgica porque inútil- mente se producen lesiones irreparables, de suerte, que más vale limitarse al empleo de otros medios que, aunque de ac- ción más lenta, son menos perjudiciales. Hé aquí uno de ellos: Pinceladas de tintura de iodo semanariamente en las partes accesibles, usando como rapé y cuotidianamente una mezcla á partes iguales de carbón, quina y yodoformo después de hacer lavados con agua de nogal ó fenicada, advirtiendo que el yo- doformo puede cambiarse á la larga por el tanino, calomel ó alumbre con la precaución de no hacer mezclas detonantes y que los lavatorios dichos pueden sustituirse con soluciones de sulfuro de potasa, de sales de zinc ó de cobre al 1 : 300.00. Panadizo: La mejor práctica que debe adoptarse consiste en poner napolitano, belladona y fomentaciones calientes á -f 55° por 2 ó 3 horas y repetidas dos ó tres veces en el día, te- niendo cuidado al interrumpir las sesiones, de envolver al de- do con un lienzo impregnado de licor de van Swieten tibio y de cubrir al todo con impermeable. Obrando así dentro de las primeras horas puede llegarse hasta á la yugulación de la en- fermedad, mas si no se tiene resultado ó se llegó tarde, ya sea que el panadizo se sitúe en la palma de las manos ó en la cara palmar de los dedos, háganse incisiones dentro de las prime- ras 24 horas que son muy útiles para suprimir la extrangula- ción, para impedir la invasión de los tejidos adyacentes y para evitar las catástrofes á que expone esta enfermedad. Más tar- de, cuando la inflamación ya ocupa la vaina de los flexores ó hay periostitis supurativa, aún son útiles las incisiones con tal que sean profundas; pero es de advertirse que en caso de que la periostitis determine la formación de secuestros, no deberá extraérseles sino hasta que hayan transcurrido tres ó cuatro 537 semanas para que modelen la forma del nuevo hueso que re- producirá el periosto. Si por la supuración de la vaina tendinosa ó de la cavidad articular se sospecha que por anquilosis ha de quedar rígido el dedo, entonces será necesario tener cuidado de dejarlo me- dio encorvado y no recto, porque no sirve para nada en esta última posición; pero hecho esto, hay que utilizar en la conva- lecencia, con el fin de corregir la desviación, el masaje, los mo- vimientos activos, los baños calientes, las fricciones excitantes, etc., etc. El resto es como de ordinario. Parálisis infantil: Al principio de la enfermedad hay que ocurrir á los revulsivos no dolorosos, como ventosas secas, cataplasmas sinapisadas, baños de aire caliente y aun vejigato- rios volantes; haciendo á la vez fricciones calientes en la región dorsal con el bálsamo tranquilo ó linimento de Rosen, pues manifiestamente se ve que en este período, congestivo ó infla- matorio, son de mucha utilidad. Además, se tendrá cuidado de envolver al cuerpo del niño con algodón, poniendo encima de éste y prudentemente una capa de esparadrapo, por su- puesto que se quitará esta envoltura para hacer los baños de aire caliente de que ya hicimos mención, primero dos veces en el día, después una sola vez, y por último cada dos días. Cuando hay dolores, lo que es excepcional, es bueno propi- nar calmantes, como por ejemplo este: tintura de acónito y de cicuta áá 5 ó 10 gotas para niños mayores de dos años, pues la cicuta hoy tan olvidada, es buen descongestivo del sistema nervioso. Por lo demás, aun se pueden aplicar localmente los calmantes. El bromuro ó el doral á alta dosis, solos ó asociados, son muy útiles para hacer desaparecer la agitación nocturna. Cuando comienzan las localizaciones paralíticas, es decir, 8 ó 10 días después, debe lucharse contra el enfriamiento local haciendo fricciones enérgicas, dos veces en el día, como si se fuera á barnizar un mueble; empleando el linimento amonia- 538 cal, el bálsamo opodeldoch, el alcoholado de lavanda, el agua de Colonia; haciendo presente que tales fricciones han de ser lo más persistentes que se pueda. Hé aquí una fórmula para fricciones: agua de Colonia 80.00, tintura de nuez vómica y de chile áá 10.00, ácido acético 5.00, esencia de mostaza 0.25. En esta misma época comienzan las sesiones de masaje y de electricidad; pero para inaugurarlas es bueno tener cuidado de que haya desaparecido el estado agudo. Ordinariamente al empezar se da la preferencia á las corrientes continuas poniendo el polo positivo en la primera vértebra dorsal, el negativo en la parte enferma y empleando cuotidianamente 5 ó 6 miliamperes durante 5 ó 10 minutos, en el concepto de que es mejor hacerlas más breves, como por ejemplo, durante tres minutos. Pocas semanas después se sus- pende el uso de las corrientes para continuar con el masaje solo, ó mejor reforzando su acción con el uso de los baños sulfurosos ó salados, sin dejar á un lado á las fricciones exci- tantes. A la vez que se hace esto, ó poco tiempo después, se inaugura la faradización de interrupciones lentas, observando estrictamente el precepto de no hacerla enérgica jamás, por- que así se podría robustecer á los músculos antagonistas y obrar desfavorablemente en la lesión medular; pero si, como es debido, se emplean corrientes débiles y se ve que durante algún tiempo no se obtiene contracción alguna, no hay que admirarse ni desesperarse por ello, entendiéndose que se aban- donará completamente la faradización cuando se convenza uno que se ha perdido la contractilidad farádica. En tal emergen- cia y aun sin ella, se recomendarán la gimnasia, los baños de mar, en caso que no haya temperamento nervioso, pues como los baños de arena producirían excitación muy intensa y des- favorable, los baños minerales, los duchas de agua salada, la estricnina ó la tintura alcohólica de nuez vómica, dando de esta última una ó dos gotas, con el fin además de aumentar el apetito; ó bien esta otra con la misma mira: tintura de gencia- na 5.00, tintura de nuez vómica 1.00. 539 La alimentación será substancial, reforzada por el uso de vinos generosos; más, durante las comidas se darán las prepa- raciones arsenicales alternadas con las fosfatadas y iodadas, sin perder de vista en todo caso que la revulsión espinal debe continuarse aún por muchas semanas durante el segundo pe- ríodo. Relativamente á la estricnina diremos que su uso debe ser paralelo con el de la electricidad, es decir, que está contrain- dicada en el período agudo. Es de capital importancia la observación de este precepto higiénico durante toda la enfermedad y aun mucho tiempo después: Evítese por todos los medios posibles el frío, y especial- mente el frío húmedo, con particularidad en las partes afectadas, pues como la enfermedad está sujeta á reincidencia, nada fa- vorece más su reaparición que semejante causa. Para las deformaciones consecutivas, diremos para terminar, que como después de la artrodesis la principal dificultad estri- va en que las superficies huesosas no tienen tendencia á reu- nirse, por eso se ha propuesto el medio siguiente que ya ha dado excelentes resultados. Esencialmente consiste en poner los extremos huesosos en las condiciones de una fractura sub- cutánea: helo aquí. Después de quitar los cartílagos articula- res se hacen surcos en las superficies huesosas; para el fémur, paralelos á la fosa intercondiloidea y transversales para la tibia, después los huesos se suturan con hilo de plata y la herida exterior con catgut, ó mejor con seda, y luego se quita la ban- da de Esmarch para que la sangre corra y se derrame en los surcos y al derredor de las extremidades huesosas reunidas. Suturada la herida y quitada la banda, se aplica un aposito an- tiséptico y sobre él un aparato de yeso para obtener la anqui- losis que ordinariamente se produce á las 8 ó 10 semanas. Añadiremos como complemento útü, que sólo se ha conside- rado el caso de la articulación de la rodilla que, por la fre- cuencia con que se afecta, por su complexidad y volumen, ha- ce necesarias tales y cuales maniobras que, una vez conocidas, 540 se pueden fácilmente generalizar á las otras articulaciones en llegando el caso. Estas maniobras son, además de las ya men- cionadas, abrir la articulación por incisión transversal anterior, extirpar la rótula y quitar una delgada capa huesosa en la ti- bia, limitándose á escisar el resto del cartílago en las partes más prominentes: se quita totalmente la cápsula sinovial y luego se hacen los surcos de que ya hablamos. Parto gemelar: Estese ala espectativa encaso de que todo marche sin novedad y dentro de los fenómenos fisiológicos, optando siempre por presentaciones de vértice, y á falta de és- tas, por las de nalgas, y consecuentemente haciendo correccio- nes por maniobras externas, internas ó mixtas. Después de la expulsión-del primer niño, es de rigor poner dos ligaduras al cordón, una fetal y otra materna. Cuando un feto ha sido expulsado antes de término con sus anexos y el segundo no se presenta al fin del primer cuarto de hora, es bueno esperar hasta que salga espontáneamente éste, aun cuando sea mucho el tiempo que falte para el fin normal de la preñez, á menos que haya indicación en contrario. Excepcionalmente, los anexos del primer niño pueden ser expulsados antes del segundo parto, y así no deberá provocar- se ó favorecerse esta expulsión más que en el caso en que la placenta se encuentre encajada en la vagina y ocupando el trayecto que debe seguir el segundo niño. En caso de distocia materna, eclampsia, hemorragias, etc., ¿cuánto tiempo se debe esperar después de la expulsión del primer niño para la expulsión espontánea del segundo ó que este segundo niño tenga en peligro su vida (retardo de pulsa- ciones cardíacas, etc.)? Ni un solo instante más: y se interven- drá con el fórceps ó con la mano. En caso que no haya inmi- nencia de peligro, pero sí peligro positivo, entonces aguárdese una hora; si la presentación es de vértice ó de nalgas y si el cuello aún no se cierra, pues una hora es buen tiempo para que se repose la naturaleza y obre espontáneamente, de mo- do que si al fin de este tiempo el parto del segundo niño aún 541 no se verifica, no hay más que ventajas para la madre y el niño en intervenir. Por lo demás, se exceptúa el caso ya men- cionado anteriormente, á saber: primer huevo expulsado com- pletamente, expulsión prematura de él, mujer sana y niño sa- no, pues en este caso es posible la continuación ulterior de la vida intrauterina del segundo, estando, como es cierto, intacto su huevo hasta el fin del embarazo. Cuando hay presentación de ambos vértices y alternativa- mente quiere encajarse uno de ellos, es bueno favorecer el en- cajamiento del que está más abocado y alejar al otro ó impe- dir que se acerque. En el caso en que la presentación sea de nalgas en ambos fetos, cuando se quiera hacer la extracción manual, procúrese no extraer más que un solo pie. Cuando uno se presenta de vértice y de nalgas el otro, si este último va á salir es posible el acuñamiento de ambas ca- bezas, y así, para "quitar este obstáculo, una vez realizado, se rechazará la cabeza del segundo feto de manera de poder ha- cer la extracción del primero; si esto no se puede hacer, en- tonces se aplicará el fórceps en la cabeza del segundo feto (?) ó se hará la craneotomía en la cabeza del segundo feto sola- mente en el caso de que se le suponga muerto, ó por fin, si el segundo niño está vivo, como la existencia del primero está muy comprometida por la situación en que está, ocúrrase á la craneotomía ó á la decapitación del primer niño, con lo que se podrá extraer vivo al segundo." (Auvard). Cuando están en T invertida, extráigase al primero por ver- sión ó embriotomía; mas si el segundo es fácilmente accesible, puede intentarse extraérsele primero antes de realizar cual- quiera maniobra en el primero; pero parécenos que esto últi- mo no debería intentarse sino cuando uno de los dos fuera notablemente chico y el primero aún no se hubiera encajado. Cuando el segundo niño se insinúa entre el útero y el pri- mero y se presenta de vértice, el hombro del segundo puede ser detenido por el cuello del primero, de suerte que se liber- 542 tara al hombro, si es posible la introducción de la mano; se extraerá con el fórceps al niño que se presente por el vértice, ó bien se hará la craneotomía ó la degollación del que se pre- sente, sea más fácil ó tenga menos probabilidades de vida, pa- ra poder extraer al otro, y vivo, por maniobras internas; mas si la presentación es de nalgas, entonces puede engancharse la cabeza de éste en el cuello del primero; pues bien, en esta emergencia, trátese de libertar la cabeza del feto encajado, va- liéndose de la mano, ó bien, si no se tiene resultado, hágase la decapitación del uno ó del otro niño, y á menos que el feto que quede en el útero no esté muerto, se preferirá la decapi- tación del niño que está á medio salir, en razón de la más grande facilidad de la operación y de la remota probabilidad de extraer vivo á este niño. Trátese por la versión interna al niño colocado transversalmente. Parto agripino: La profilaxia consiste en hacer la corrección necesaria antes del trabajo ó al principio de él. Regla general: el mejor tiempo para las correcciones es en las multíparas la última quincena, y en las primíparas el último mes. Iniciado el trabajo, es indispensable que la mujer permanez- ca acostada á fin de retardar en lo posible la ruptura de las membranas y la salida brusca del líquido amniótico. La conducta ulterior estriba en estos tres preceptos: colocar á la mujer en la posición obstétrica, no intervenir jamás para la salida del ovoide córmico, á menos que haya complicación, y por fin, intervenir siempre para la salida del ovoide cefálico pues en la salida de esta parte fetal estriba uno de los más grandes peligros del parto agripino, en la inteligencia que la intervención puede ir hasta hacer la aplicación del fórceps pa- ra hacer la extracción de la cabeza cuando han fracasado las operaciones manuales después de haberlas ejercitado por un tiempo prudente. El fórceps conviene cuando hay contracción espasmódica del cuello, detención del mentó arriba de la sín- fisis y desproporción entre el volumen de la cabeza y la capa- cidad de la pelvis. Puede aún aplicársele en la pelvis. 543 Al estar detenida la cabeza se pueden introducir uno ó dos dedos ó un tubo en la boca del niño con el fin de dar aire é impedir la muerte durante la operación (!). Parto distócico: No vamos á agotar la materia, sino á recor- dar algunos preceptos. Hay lugar á la aplicación urgente del fórceps cuando hay eclampsia, hemorragias genitales graves, enfermedades graves produciendo asfixia ó asistolia, procidencia del cordón, expul- sión del meconio ó retardo de los latidos del corazón fetal. Puede igualmente necesitarse el fórceps en la inercia ó pereza uterina, en la desproporción entre el feto y el canal que tiene que recorrer, y en fin, en alguna anomalía de alguno de los tiempos del parto, especialmente en el de rotación del occipu- cio ó del mentó cuando estas partes están situadas atrás y que su rotación hacia adelante es necesaria ó indispensable para la terminación feliz del parto. En general se puede decir que la aplicación del fórceps de- be, en ausencia de contraindicaciones, ser hecha todas las ve- ces que, después de la dilatación completa, la parte fetal que se presenta ha quedado más de dos horas en el canal genital en el mismo punto, ó bien que la parturienta tiene elevación de temperatura arriba de 4- 38°. Para toda aplicación de fór- ceps se necesita un cuello dilatado ó dilatable. Toda distocia hace indispensable el uso de la antisepcia ge- nital más rigurosa; además, cada tres ó cuatro horas se hará una inyección de bicloruro mientras duren las maniobras. Las tracciones para la evolución del producto, lo mismo que para la progresión de la mano, no deben efectuarse más que en el intervalo de las contracciones uterinas cuando se trata de hacer la versión. Cuando el niño está muerto y la pelvis tan estrecha que ha- ga inútil la versión, hágase la embriotomía, y si está vivo, pre- fiérase la operación cesárea, sin perjuicio de que en caso de que no se acepte, se decida uno por la embriotomía. Para intentar una versión es necesario que esté indicada, 544 que sea posible sin peligros y que sea útil, en el concepto, que siempre se han de encontrar juntas estas tres condiciones. La menos peligrosa es la versión externa, le sigue la mixta y luego la interna, que es la más seria. Todas las veces que hay necesidad de ocurrir á los antisép- ticos, el sulfato de cobre al centesimo es preferido por algunos sobre el sublimado y el ácido fénico. Según la distocia, se usarán ó no las inyecciones intrauteri- nas desde luego; pero las vaginales son de rigor y no admiten discusión. Como la distocia puede ser por lo fuerte de los dolores ex- pulsivos, recordaremos que para salvar esta dificultad tenemos las inhalaciones de cloroformo á la reina ó sea á la anestesia obstétrica que es eficaz para suprimir el dolor y sin perjuicio para la expulsión de la secundinas y para el post partum; ad- virtiendo, que no tiene ninguna influencia para la producción de las hemorragias y que jamás ha producido accidentes mor- tales; empero la contra-indican, la cloro-anemia, las lipotimias los síncopes, ó bien cuando no produce ningún alivio su admi- nistración, cuando los dolores del parto son débiles y cuando una mujer ha tenido hemorragias después de sus partos, aun- que no está probado que el cloroformo dé lugar á la inercia; pero las afecciones agudas y crónicas de los pulmones, del ri- ñon, del corazón y del sistema nervioso no deben impedir su realización. El bromuro de etilo, el protóxido de ázoe, la amilena, el bi- cloruro de metileno, el éter y la antipirina no valen lo que el cloroformo, y aunque últimamente se han recomendado el do- ral, el extracto de cáñamo y la cocaína, parece que él siempre guarda la supremacía, pues el doral á la dosis que se necesita puede causar, aunque es cierto suprimiendo el dolor, una gas- tro-enteritis (0.50 cada 20 minutos); el extracto de cáñamo no tiene este defecto, y aunque se dice que abrevia á la mitad la duración del parto natural, comenzando á darlo desde luego que el cuello comienza á dilatarse, parécenos que su efecto no 545 es constante ni tan favorable; y por fin, la cocaína que se ha propuesto emplearla de distintos modos: en inyecciones inters- ticiales en cada labio, arriba de la horquilla, poniendo 5 ó 10 minutos antes del parto media jeringa de solución al 20 por ciento en cada labio, pues se dice que así se suprimen los atro- ces dolores expulsivos que acompañan al paso de la cabeza; en pomada al 4 por ciento puesta en el cuello de la matriz, pero debe advertirse que se descompone el principio activo si se usan á la vez las inyecciones de sublimado, y por fin, las pinceladas de solución al 5 por ciento, dejando el pincel á per- manencia en la vagina, después de haber tocado el cuello, los fondos vaginales y las paredes de esta vía; poniendo después de un pincel, otro y aun otro más, hasta atenuar los dolores, de modo que el esfuerzo de la enferma sea mayor y más eficaz para producir la aceleración del trabajo en medio de cierto placer. Nosotros no diremos nada más de esta última, sino que su empleo ni es tan eficaz, ni tan constante, ni tan ino- cente, y especialmente no es esto último, localmente, fuera de su acción general, cuando se la emplea en inyecciones inters- ticiales, porque las inyecciones hechas así pueden ser la puer- ta de entrada de los agentes infecciosos. Por todo lo dicho se ve que el cloroformo es sin rival. Parto natural: Cuando se quiera suprimir durante él el do- lor, véase lo que acabamos de decir del parto distócico. Cuanto más se pueda evitar antes, durante y después de él, el tacto ó cualquiera otra operación manual será tanto mejor; pero se advierte que si hay necesidad de introducir el dedo ó la mano, que sea con la antisepcia más estricta. En el parto natural es bueno no usar el opio ni sus prepara- dos, porque puede suspenderse ó retardarse el trabajo. En el parto natural en que no se introdujo la mano ni el de- do, ni se quedó en el interior del útero ningún fragmento ovu- lar, lo mejor es no hacer ninguna inyección después de que se consumó, y así, nos limitaremos á poner un poco de algodón salicílico sobre la vulva, haya habido ó no antisepcia, ó cuan- Terapéutica.-35 546 do no se tenga ningún temor de la aparición de accidentes ul- teriores, porque es posible la infección por el dedo ó por los instrumentos que sirvan para hacer tales inyecciones. No ha- blamos, se entiende, de la práctica hospitalaria. Cuando por uno ú otro motivo haya necesidad de emplear soluciones antisépticas, tendremos presente que la solución de sublimado al 5,000 se emplea para todo como soberana, menos para inyecciones intrauterinas, temiendo un envenenamiento; de modo que las inyecciones vaginales cuotidianas con ella, son el límite de su uso como profilácticas, cuando haya sospecha. Si la sospecha se ha realizado, entonces hay que transgredir el límite puesto para hacer con ellas un uso prudente. Las soluciones de permanganato al medio por mil ó de sul- fato de cobre al 1 por ciento ó de ácido bórico al 2 por ciento, se reservan para las inyecciones intrauterinas todas las veces que se necesita obrar con mucha energía; cierto que ellas no valen lo que las de sublimado, pero como son eficaces, son preferibles por no correr con ellas el peligro de una intoxica- ción. Su indicación es la infección puerperal. Por último, cuando hay razón para sospechar que quedaron fragmentos ovulares dentro de la cavidad de la matriz, para evitar ó curar la infección pútrida debida al vibrión séptico, se ocurrirá de preferencia á la solución de ácido fénico al 2 por ciento para usarla larga manu en inyecciones intrauterinas, he- chas en diez minutos cada una y teniendo cuidado de no hacer luego una inyección que quite el resto de ácido fénico, pues que se necesita que el contacto sea lo más largo posible. La curación del cordón umbilical hágase con aceite puro ó boricado, en el concepto de que nunca se hará fuertemente an- tiséptica porque retarda la caída del dicho cordón, pero tam- bién nunca se la hará sucia porque expone á la erisipela y á la flebitis umbilical é icteria grave. En el post-partum, al hacer cada visita, hay que hacer la palpación del vientre para cerciorarse de si existe ó no reten- sión de orina, sobre todo si el parto fué distócico. Siempre el intestino debe mantenerse en libertad. 547 Pérdidas huesosas del cráneo: Véase autoplastía. Pérdidas de las partes blandas: Véase grandes pérdidas de las partes blandas. Peritonitis tuberculosa: Se han recomendado las fricciones de ungüento napolitano con belladona, pero en general las prepa- raciones mercuriales están contraindicadas para la tuberculo- sis, así es que á lo más se las utilizará en los brotes agudos y siempre en la inteligencia que la tuberculosis está localizada en el peritoneo. La invención quirúrgica descubierta por casualidad ha dado muy buenos resultados para las formas ascíticas, especialmen- te en el concepto que esta intervención se limita á la simple laparotomía y lavado peritoneal, en las tuberculosis generali- zadas á todo el peritoneo, haciendo tal lavatorio con agua her- vida simple, pues que la adición de antisépticos en lugar de ser útil es nociva. La punción simple, como medio inocente, es de intentarse, con tanta más razón cuanto que la curación definitiva es muy posible después de ella; pero si á esta punción se hacen seguir incontinentemente inyecciones saturadas de ácido bórico, he- chas con dos ó tres litros á + 37° ó -f- 40°, y dejando un po- co de líquido dentro de la cavidad peritoneal, parece que se pierden todos los beneficios de la punción, y no sólo, sino que hasta ha sido juzgado este método como muy inferior á lo que ya dijimos arriba. Jamás al hacer la laparotomía se deben romper las adheren- cias ya establecidas, porque obrando así es posible realizar la perforación del intestino; pero sí se quitarán cuando se pueda, cuidadosamente y con esponjas, las falsas membranas. Si la peritonitis es enquistada, circunscrita y localizada, se hará so- bre ella la incisión, y si al hacer la abertura se encontrase al- gún absceso, se puede tocar la superficie de éste, después de vaciado, con solución de cloruro de zinc al 10 por ciento y has- ta canalizársele con gasa iodoformada, pero nunca con tubos. Pueden resecarse todas las partes del epiplón que contengan 548 masas caseosas, y deben buscarse tubérculos en las asas intes- tinales. Cuanto más precozmente se intervenga con los recursos qui- rúrgicos, tanto más probable será el éxito. No deben operarse las formas fibrosas porque curan solas, ni las generalizadas á otras visceras porque no curan ó porque el enfermo siempre se muere de la misma tuberculosis. Terminaremos diciendo que aún se discute si la infección se hace ó no por el intestino, y que es bueno, en resumidas cuen- tas, cualquier método operatorio que se adopte para abrir el vientre con el fin de curar esta enfermedad, porque ¡cosa ra- ra! el éxito terapéutico no depende del modus faciendi opera- torio, sino del acto mismo puro y neto. Pico de liebre: No vamos á detallar todos los métodos ope- ratorios ya conocidos, sino á exponer algunas generalidades de capital importancia. Para el pico de liebre simple nunca se opere más allá del primer año y medio de la vida, porque operar como á los cin- co años ó más, siempre ofrece dificultades y favorece el fraca- so; y al contrario, siempre es útil operar dentro del primer tri- mestre si las fuerzas del niño y las circunstancias lo permiten. Si el pico de liebre es doble y hay que hacer una queiloplas- tía complexa ó hacer alguna resección huesosa, será mejor es- perar hasta que hayan pasado uno ó dos años, haciendo en el inter la alimentación por la cuchara, y si á la hora de la con- sulta ya ha empezado la dentición, habrá que aguardar á que concluya la aparición del aparato dentario. Mas, en general, se puede decir que no hay épocas fijas para operar, pues que así como se puede operar al día siguiente del nacimiento, cuando el niño es robusto, habrá que esperar más tiempo si no lo es, si se teme una regular pérdida de sangre ó si hay que operar un pico de liebre complexo y grande. Cualquiera que sea la operación que se adopte como curati- va, el cirujano tendrá cuidado de hacer completo y perfecto el avivamiento preliminar, sobre todo hacia el vértice de la V, ba- 549 jo pena de tener que lamentar después cuando menos la per- sistencia de una fístula y de movilizar bien los labios por sec- ciones de las bridas que los unen al arco alveolar; en la inteli- gencia que los mejores hemostáticos en el caso, son: 1?, la forcipresura en masa durante la postura de las suturas, las cua- les cuando se concluyen de hacer son también hemostáticas; y 2?, una compresa como taponamiento detiene la sangre en al- gunos segundos. Precepto: cualquiera que sea la edad en que se practique cualquiera operación es indispensable economizar sangre durante ella, porque en estos casos lo grave es la hemo- rragia. En el pico de liebre complexo ya se dijo que por tener que practicar operaciones huesosas, lo mejor es esperar uno ó dos años en caso que haya debilidad, sin olvidar á la vez que mien- tras más precoz es la reunión labio-alveolar más pronto se ob- tiene una influencia feliz para estrechar la hendidura palatina, y también que mientras más precozmente se opera, más se ha- ce vulnerable el organismo del niño por las influencias patoló- gicas ulteriores. De los 5 á los 7 años y aún más tarde, se practicará la ura- no-estafilorrafia, y parece que esto es lo más justo. Pie zambo: En los pies zambos pueden establecerse tres ca- tegorías bajo el punto de vista terapéutico: 1% esta comprende á aquellos pies cuya erección es posible por simples maniobras nada cruentas, como es el caso en los niños recién nacidos; 2% se forma con aquellos en que no bastan ya las maniobras an- teriores y que necesitan la tenotomía del tendón de aquiles y de la aponevrosis plantar, como sucede en los niños de más de seis meses; y 3% constituida por todos aquellos en que ni unas ni otras de las prácticas de las categorías anteriores bastan, y que por lo mismo se necesita practicar operaciones más ó me- nos graves, como acontece en los niños que ya tienen años de edad. En todo caso y cualquiera que sea la edad de los pacientes, discútase si conviene ó no en el caso presente poner en vigor 550 las prácticas de la primera categoría: si son convenientes y fa- vorables, instituyaselas y practiqueselas con fe: por lo demás, los procedimientos que interesan el esqueleto huesoso, cada vez se les ve más y más proscritos en la cirugía de los niños y relativamente en la del adulto, tanto más cuanto que ya se cuenta en la actualidad, para algunas formas de pie zambo, con procedimientos menos enérgicos que ciertamente dan re- sultados en cualquiera edad en que se les use, como sucede con la operación de Phleps, que consiste en hacer una tenoto- mía á cielo abierto en los tiempos siguientes para las formas varus-equin congénito, que han resistido á las maniobras de las dos primeras categorías; es decir, para los casos compren- didos en la tercera: cloroformo, antisepcia, tenotomía subcutá- nea del tendón de aquiles para hacer con ésta la corrección del equinismo y luego incisión en el borde interno del pie, perpendicular á la planta á la que interesa en la extensión de un centímetro, partiendo de la mitad del espacio que separa á la punta del maleólo interno de la tuberosidad del escafoides, debe ser perpendicular al pie y hacer con el eje de la pierna un ángulo más ó menos abierto hacia arriba, según el grado de equinismo; debe interesar el borde interno del pie y llegar ba- jo la planta, en donde se detendrá precisamente en el borde saliente de la aponevrosis plantar; su longitud total es, pues, de 3 á 4 centímetros y su profundidad de poco más ó menos que la misma extensión. Sepárense los bordes de la herida para apercibir fácilmente el ancho tendón del músculo tibial posterior á quien se seccio- nará: más abajo se encuentra el músculo corto abductor del grueso ortejo, que se seccionará también y profundamente se buscará y cortará el tendón del flexor propio del grueso ortejo: en suma, se incisa el tendón del tibial posterior y las partes blandas que están contenidas en la celda lateral interna de la planta del pie, recordando sin embargo que la arteria plantar interna se sitúa en el tabique intermuscular para evitar herirla tanto como sea posible. 551 Por último, se secciona el tendón del largo flexor de los or- tejos, aunque es bastante difícil alcanzarlo sin grandes destro- zos, pero como para toda la operación puede servirse de la banda de Esmarch, ellos resultan ser los menos que se pueden obtener gracias á este artificio. Cúbrase la herida con gasa iodoformada y procédase incon- tinenti á la erección, que es en estas circunstancias enteramen- te fácil conseguir, y mucho más lo es contenerla, sirviéndose de una gotera de yeso que se quitará quince días más tarde, al fin de los cuales las heridas están cicatrizadas ó muy avanza- das en la cicatrización: la inmovilización en el aparato se con- tinuará por dos ó tres meses, no quedando después más que usar uno de tantos aparatos ortopédicos propuestos para el ca- so, sin olvidar el masaje y las demás manipulaciones que ne- cesita la nutrición y el funcionamiento del miembro. Algunas veces, pero sin necesidad, se ha hecho para los zam- bos-varus de la primera categoría una incisión solamente en la piel del borde anterior del maleólo interno, que llega hasta la punta del hueso; se dividen el tendón del tibial posterior, los ligamentos peroneo-astragaliano anterior y peroneo-calcáneo; es decir, se hace una artrotomía de la articulación tibio-tarsia- na. Incontinente se hacen la erección y contención respectivas y se procede en lo demás como lo acabamos de decir. Para los zambos-varus del adulto se hace la extirpación to- tal ó parcial del astrágalo, y si después de ella persiste el en- rollamiento del pie, entonces ocúrrase ala operación de Phleps y se tendrá un éxito completo haciendo la incisión más adelan- te para poder penetrar en la articulación medio-tarsiana. Pero es claro que no hay necesidad de intervención opera- toria, si se atiende el caso desde el momento del nacimiento, porque en este tiempo los huesos son cartilaginosos ó casi car- tilaginosos, de modo que las malaxaciones, los movimientos regulares y la contención por la noche con un pequeño apara- to pueden dar resultados inesperados. La erección manual bas- ta casi siempre, pues la experiencia dice que el tratamiento 552 precoz es la clave y condición del éxito, y que deben preferirse los métodos nada cruentos, consistentes en la simple erección hasta postura natural y contención ulterior é inmediata con venda y férula, tanto tiempo como sea necesario. Los métodos cruentos son inútiles y peligrosos, ¿y cuáles son los no cruen- tos? helos aquí: los métodos no cruentos impuestos precoz- mente, efectuados aun á viva fuerza y aun después de la teno- tomía del tendón de aquiles y hasta de la aponevrosis plantar. Bien podemos, pues, emplear en lugar de no cruentos ó cruen- tos, la expresión de graves ó no graves, para decir que los que llegan hasta la sección de la aponevrosis no lo son, y que sí son, los no graves, los que tienden á predominar por su utili- dad indiscutible, cuando menos como primer tratamiento para todos los casos, pues es de rigor comenzar siempre la interven- ción con los medios más sencillos é inocentes. Cuando en el equino-varus fracasen los procedimientos no graves, puede intentarse el procedimiento que sigue, y que se funda en que se cree que la principal causa de la deformidad no es el astrágalo, sino un exceso de crecimiento de los huesos del dorso del pie; esencialmente consiste en la escisión de las partes huesosas excedentes; 1?, sección del tendón de aquiles; luego se hace una incisión que comienza abajo del maleólo ex- terno á la altura del calcáneo, y que se dirige hacia adelante, hacia la base del quinto metatarsiano, interesando todo el es- pesor de las partes blandas, menos el tendón del largo peroneo lateral que debe quedar intacto; 2?, incisión vertical partiendo del punto dorsal más prominente que generalmente es el lado externo de la cabeza del astrágalo, viniendo á caer á la mitad de la primera incisión: se diseca el colgajo así formado pasan- do con cuidado bajo de los tendones de los extensores y partes blandas del dorso del pie: se atrae hacia abajo con un separa- dor el tendón del largo peroneo-lateral: se aplica un cincel an- cho en la cara externa y borde del calcáneo abajo del maleólo externo: se conduce atrevidamente por martillazos bien dirigi- dos hacia arriba y hacia adentro, hacia el punto más saliente 553 del dorso del pie. Se produce otra sección huesosa análoga ade- lante de la precedente, á una distancia suficiente, de manera de sacar una cuña que comprenda la región dorsal más promi- nente. Se vencerán las dificultades que ofrezca la extirpación de esta cuña, cortando con tijeras de puntas remas los ligamen- tos-plantares, siempre muy resistentes. Lávese la herida, lim- píesela de los restos huesosos, quítese la banda de Esmarch, hágase hemostasis rigurosa y procédase en seguida á la aplica- ción de las suturas y del tópico. En fin, se dispone el miembro con la rodilla ligeramente doblada sobre una férula posterior provista de una plantilla. La edad propicia para esta operación es la de cinco años. Sus resultados son brillantes. Más vale quitar una cuña ancha que angosta, de manera de comprender en ella segmentos del calcáneo y cuboides con la cabeza del astrágalo y escafoides. Piosalpingitis y salpingitis en general: La mayor parte de los cirujanos de nota están por operar toda salpingitis una vez que se la hubo diagnosticado, aunque no pocos dicen, y con más justicia, en verdad, que las salpingitis sólo deben operarse en estas dos condiciones: dolores, ó persistencia de estos dolores, á pesar de un tratamiento paliativo bien dirigido, después de haberlo hecho cuidadosamente por 12 ó 18 meses, y que nin- gún fruto ni alivio ha podido producir, teniendo bien presente que no hay que apresurarse, salvo en ciertos casos; que es ne- cesario, antes de operar, agotar toda la serie de tratamientos paliativos, y que antes de decidirse por la extirpación, no debe olvidarse que no suprime siempre todos los dolores; es decir, que puede ser estéril. Por lo demás, es indiscutible que las salpingitis pueden curar espontáneamente ó por un tratamiento paliativo, y tan perfec- ta puede ser esta curación que hasta sea posible la preñez, en el concepto que semejante afirmación se hace extensiva aun á los mismos piosalpinx, porque se les ha visto vaciarse por el úte- ro ó sufrir in situ modificaciones que les hacen inocentes, aun- que es verdad que tales acontecimientos son raros. De esto se 554 deduce que las salpingitis que deben operarse casi siempre son las supuradas, porque ofrecen muy pocas probabilidades de cu- ración espontánea y muchos peligros, si se les deja continuar en el vientre cuando son voluminosas ó con muchas adheren- cias. ¡Lástima que no siempre sea posible diagnosticar un pio- salpinx! Empero el Dr. Lawson Tait da esta triada de indica- ciones, mejor dicho de síntomas que producen la indicación de la intervención: enflaquecimiento con pérdida de apetito, ele- vación vesperal de la temperatura y sudores nocturnos. Si es- tos tres síntomas se realizan, la indicación operatoria es neta é improrrogable. Tratamiento paliativo: A lo clásico añadiremos los suposito- rios rectales con diez centigramos de sulfoictiolato de amonio; las fricciones del bajo vientre con pomada de lo mismo al 20 por ciento, preparada con lanolina; las pildoras del mismo sul- foictiolato de á diez centigramos, repetidas tres ó cuatro veces en el día y continuadas por diez y ocho días, y los tapones ó pinceladas en el cuello uterino con solución del cuerpo dicho, al 5 por ciento en vaselina. Empleando todas estas cosas á la vez, se han visto desaparecer exudados enormes, dejando sólo pequeños núcleos, de los que el masaje y los baños dan buena cuenta; mas justo es advertir que por enérgico que sea este tra- tamiento fracasa algunas veces. El simulo que es el fruto de un capparis, pulverizado y en pildoras de á 0.25 repetidas hasta cinco veces por día y conti- nuadas por una semana ó dos (excipiente, miel), ó bien su tin- tura, á la dosis de 3 á 4.00, ha dado admirables resultados. Como el mejor de los analgésicos tenemos el calor loco-do- lenti en compresas, lavativas ó inyecciones de agua á -f 45° ó + 48°, pues son tan útiles estos medios que á más de que cal- man el dolor son, en general, resolutivas de los exudados pél- vicos y relajantes y suavizadores de las adherencias. Se ha reconocido que las tres electricidades son muy útiles, aelvirtiendo que cuando se emplea la faradización se pone el 555 polo negativo en el orificio externo del cuello uterino y se pa- sea por el vientre el positivo. Aunque hoy se sabe que las salpingitis agudas son suma- mente raras y que debemos entender con tal término más bien salpingitis crónicas con brotes agudos que salpingitis agudas propiamente dichas, se recomienda no dejar pasar una salpin- gitis aguda al estado crónico; en otros términos, que enfrente de una salpingitis se debe ser tenaz y enérgico en la terapéuti- ca médica, y en consecuencia se emplearán los antiflogísticos, los resolutivos, los purgantes, los vejigatorios, que son exce- lentes, los baños simples ó termales, la hidroterapia bajo todas sus formas, y por fin las sangrías. El cuernecillo de centeno, las sales de oro y la cicuta no han dado buen resultado. Que una salpingitis aguda pase al estado crónico, es lo peor que puede suceder, y en consecuencia hay que ser tenaz has- ta que desaparezca la enfermedad. Por fin, el tratamiento paliativo tiene por base estas dos con- diciones capitales: reposo y asepcia uterina, considerándose to- do lo demás como de utilidad secundaria. Tratamiento curativo por la intervención operatoria: Es pre- ferible no intervenir en el período agudo de una peritonitis sintomática, de suerte que se la debe dejar pasar tratándola como de ordinario; pero desde que la calmase ha restablecido, una vez que se tiene resolución de obrar, es bueno apresurar- se á intervenir para no dejar á las adherencias el tiempo sufi- ciente para organizarse. Es buen tiempo para la intervención toda la primera quincena consecutiva á la última peritonitis; mas en el caso en que la peritonitis se prolonga indefinidamen- te ó que los ataques son ó se hacen sub-intrantes, de modo que no dejan ninguna remisión en su intervalo, hay más in- convenientes en aguardar que en operar, y así, el cirujano de- be intervenir á pesar de la peritonitis y por el hecho mismo de su duración. En las salpingitis tuberculosas no se contraindica la opera- 556 ción más que por los motivos procedentes de las otras lesiones tuberculosas concomitantes y del estado general de los en- fermos. Los métodos de tratamiento de las salpingitis se dividen en dos grandes clases: 1? Los métodos indirectos en los cuales se trata de obtener la curación sin obrar en la trompa misma; y 2?, los métodos directos en que se obra en la trompa; estos úl- timos comprenden las variedades siguientes: a. Cateterismo de la trompa. b. Punción simple seguida de inyección. c. Incisión simple. d. Incisión en dos tiempos de Wiedow. e. Descubrimiento del tumor por una de las tres vías posi- bles. a). Laparotomía vaginal. b). Laparotomía sacra. c). Laparotomía abdominal. (P. Delbet). En los procedimientos curativos que no obran en la trompa tenemos sobre los medios paliativos ya mencionados, y para los piosalpinx, la dilatación forzada del útero seguida de raspa y de canalización, con el fin de obtener quince ó veinte días después de la operación la evacuación del contenido purulen- to de la trompa por la cavidad de la matriz, de suerte que cuan- do se trata de salpingitis que se vacían espontáneamente por el útero, se debe, antes de ocurrir á otra intervención, tratar de obtener la asepcia del útero. Mas en los casos de piosalpingitis cerradas, cuando el tumor no es muy voluminoso ni muy adherente, cuando no hay pe- ligro inmediato, se puede, sobre todo, si queda alguna duda de la naturaleza del contenido, ensayar dicho método de tratamien- to por la vía intrauterina, en la inteligencia que todas las veces que se haga la dilatación, la raspa y la canalización del útero con el fin de curar una piosalpingitis, es necesario tratar el útero con mucho miramiento y que se debe renunciar á bajarlo por- que podría producirse la ruptura de la trompa. 557 No debemos ocuparnos del cateterismo de las trompas por- que es imposible, peligroso é ineficaz. La punción, si no es imposible, sí tiene los mismos defectos que el anterior, de suerte que se la reservará para el caso en que una enferma portadora de una salpingitis supurada rehuse la intervención radical más eficaz, si se tuviese la certidumbre que el tumor está adherente al fondo vaginal, porque la pun- ción evacuando el líquido impide la ruptura de la bolsa en el peritoneo; y por otra parte, si la punción se hace en satisfac- torias condiciones de asepcia, puede no tener ningún inconve- niente notable. Sin olvidar que no curará á la enferma pero sí le evitará un gran peligro, puede hacérsela. Traducimos íntegramente del Dr. Delbet lo relativo á la in- cisión simple: "La incisión, como tratamiento de las piosalpingitis no es un método de elección sino de necesidad, pues sólo se la hace en dos circunstancias diferentes, y mucho la una de la otra. Ordi- nariamente se la practica como la punción, al través de tejidos adherentes, sea en la pared abdominal, sea, y es lo más frecuen- te, en uno de los fondos de la vagina, advirtiendo que algunas veces se ve uno obligado á ocurrir á ella como á más no po- der, después de haber hecho la laparotomía, cuando se ve que la extirpación es imposible por la extensión y la resistencia de las adherencias; mas en uno y otro caso, la abertura de la bol- sa purulenta es siempre la que debe producir la curación, y el modo de acción es el mismo; en el concepto que el modo de obtener el mismo resultado es muy diferente, y cuando se ha- ce la laparotomía la importancia de esta última operación es tan considerable que llega á ser la nota dominante, y si á esto añadimos que en los casos de incisión transperitoneal se pue- de, después de haber abierto la bolsa y antes de suturarla, re- secar una parte más ó menos considerable, se tendrán las ra- zones que me determinan á no hablar de este procedimiento más que en el capitulo consagrado á las laparotomías. "En cuanto á la otra categoría de hechos de aquellos en que 558 se practica la incisión directa por la pared vaginal ó abdominal adherente al tumor, no comprende más que los casos que se han presentado muy tardíamente ala observación médica y or- dinariamente la incisión no ha sido más que un medio para evitar la abertura espontánea, quedando imposible el diagnós- tico exacto.1' La incisión en dos tiempos de Wiedow es un procedimiento muy excepcional, y por lo mismo de poca importancia. No es así con la vía transperitoneal, que es siempre la vía de elección. Véase el artículo abscesos pélvicos. Placenta previa: Durante el embarazo, cuando la hemorra- gia es ligera, no se pase de la simple espectación, mas si es se- ria, hágase el taponamiento vaginal, que si queda sin resultado, hará resolver á uno por la ruptura de las membranas, precedida ó no de la aplicación de un saco de Barnes. Para el tapón vaginal lo más sencillo es el pesario de Gariel que se llena de aire ó de agua hasta donde la mujer lo sopor- te y dejado allí alo más por doce horas; advirtiendo que si des- pués de quitada la hemorragia continúa, se le debe volver á poner cuando haya transcurrido una hora, que es el mínimum de tiempo que se necesita para evitar la producción de escaras y de fístulas. Si no basta este taponamiento vaginal extempo- ráneo ó provisional, entonces se hará el clásico. Regla: Ningún tapón debe permanecer más de doce horas, entendiendo que harán quitarlo antes de tiempo la aparición de calentura ó de dolores fuertes expulsivos, indicadores de la próxima terminación del parto; empero hay opiniones y prác- ticas aún sin conformidad, pues mientras que unos le quitan en el momento de la expulsión, si el niño está agonizante y se ve que las contracciones son débiles, otros le dejan si el niño ya está muerto, con tal que las contracciones sean enérgicas. Inútil es decir que, quítese ó no el tapón verdadero, se quitará el vendaje y la capa de algodón supra-vulvar. Ruptura de las membranas: con membranas accesibles y pre- sentación de vértice ó de nalgas, natural ó artificial, se puede 559 proceder á romperlas con la uña: si es la cabeza la que se pre- senta, ella hará la hemostasis, y si hay necesidad de acelerar el trabajo, puede aplicarse con ventaja un saco de Barnes: si el niño se presenta por las nalgas, entonces estírese una pierna. Pero relativamente á este período del parto hay una opinión exclusiva que recomienda la versión mixta por encontrarle las ventajas siguientes: obrar á tiempo, evitar el taponamiento, li- bertad para esperar tranquilamente la marcha del trabajo, ap- titud para fortalecer á la enferma si se la encuentra débil, con el fin de prepararla para las operaciones ulteriores, disminuir las probabilidades de la hemorragia post-partum é impedir la desgarradura del cuello, porque por ella se puede hacer lenta- mente la extracción. Por la versión mixta mueren un 6 por ciento de mujeres, y de niños un 56 por ciento. Tan luego como esté suficientemente dilatada la porción su- pracervical del cuello, y si se trata de una primípara, pueden hacerse incisiones profundas en el cuello de la matriz, pero si se resuelve uno á hacerlas, es condición indispensable que sean profundas, porque superficiales son eminentemente no- civas. Si las membranas no son accesibles, como en las primípa- ras, ó en la placenta central ó parcial, entonces se comenzará por dilatar el cuello con un saco de Barnes, para lo cual pue- de necesitarse la introducción previa del dedo para abrirle pa- so al globo; se le dejará permanecer por algún tiempo, y si al sacarlo ya son accesibles las membranas, se procederá luego á romperlas como en el caso anterior; mas si la abertura del cue- llo es insuficiente, no hay que vacilar en poner otro globo de mayor calibre, aplazando la ruptura para cuando lo permita la dilatación. Cuando las membranas son inaccesibles á pesar de la dilata- ción del cuello, entonces se despegará la placenta en una di- rección dada hasta encontrarlas, aunque este modo de proce- der sea enteramente aleatorio. Durante el trabajo no habrá lugar á intervenir sino en el 560 caso de hemorragia, que puede ocurrir en las condiciones si- guientes: 1?, en la presentación de vértice; terapéutica: rómpan- se las membranas como lo mejor que hay que hacer, y hágase luego la aplicación de un saco de Barnes, cuando la dilatación del cuello es inferior á dos dedos; mas si las membranas fue- ran inaccesibles, sería preciso comenzar por la aplicación del saco de Barnes; y 2% en las presentaciones que no sean las de vértice; si es el asiento el que se presenta, se procurará sacar un pie, y si no, después de la versión podálica por maniobras mixtas, se terminará siempre por estirar el pie, dando por su- puesto, todo esto, que se ha hecho la ruptura previa de las mem- branas. Cuando la dilatación es insuficiente ó las membranas inaccesibles, se aplicará previamente el saco de Barnes. Si durante el trabajo nada da resultado y la vida de la mu- jer inspira serias inquietudes, hágase el parto forzado sin vaci- lar, aplicando el fórceps en el vértice, tan pronto como la dila- tación del cuello lo permita, para dejar pasar las cucharas, es decir, cuando dilatado ó dilatable permita el paso de tres de- dos; ó bien hágase la extracción manual después que se ha po- dido sacar un pie á la vagina, sin olvidar en todo caso que el parto forzado es una cosa grave. Después del parto, y si la anemia es grave, propínese el al- cohol al interior, solo ó en bebidas calientes; el éter en inyec- ciones subcutáneas, repetidas hasta veinte veces en dos horas; y por fin, hágase la calefacción artificial (véase envenenamien- tos). Pero en casos aún más graves, hágase la autotransfusion, que consiste en comprimir uniformemente con una banda de caoutchouc los miembros hasta su raíz y en mantenerlos ele- vados desde luego, pues se sabe que cada uno derrama de este modo 150.00 de sangre, cuando menos, en la circulación del tronco: con 600.00 más ya no puede paralizarse el corazón. Las inyecciones subcutáneas de agua salada están en el mismo ca- so. Véase cólera. Pleuresía aguda con derrame: En el estado agudo, á más de los recursos clásicos, se recomienda hoy el extracto fluido de 561 gelsemium sempervirens, de una á tres gotas muchas veces por día, como antiflogístico, dado hasta efectos tóxicos, como rubi- cundez conjuntival y pesadez de los párpados. Para los derrames que no son hemáticos ni purulentos, se recomienda el uso del salicilato de sosa al interior ó del alco- holado de raíz de acónito ó bien de la antipirina, advirtiendo que esta última, sin provocar diuresis ni diaforesis, rápidamen- te, cuando se la da á la dosis de 5 á 6.00, hace desaparecer todos los fenómenos físicos; mas es necesario para que el de- rrame no se reproduzca, continuar su uso por muchos días. Es bueno proscribir el uso de la pilocarpina. Los baños generales de aire comprimido es lo más eficaz que hay para combatir los efectos de las adherencias pleurales. El fin de la enfermedad pertenece enteramente á la hi- giene. Podredumbre de hospital: Véase úlceras fagedénicas. Poliencefalitis aguda superior: Véase el artículo sueño de los negros. Preñez extrauterina: Debe operarse, cuando se diagnostique una preñez ectópica, antes que el quiste se rompa, para evitar la hemorragia consiguiente, que puede ser mortal; advirtiendo que cuando hay adherencias múltiples, se quitará en la opera- ción sólo lo que se pueda, se hará luego el taponamiento por veinticuatro horas, y al fin de las cuales comenzará la canaliza- ción tan prolongada como sea necesaria para hacer desaparecer el escurrimiento. La operación preferida es la laparotomía, por- que el Dr. Reed dice que la electricidad, que es adoptada por otros como medio feticida, que esto último no lo es con certi- dumbre, que no está exenta de peligros, que sus efectos se manifiestan bastante tarde, que pueden aparecer accidentes graves antes que se obtenga el resultado terapéutico, y en fin, que los casos citados como éxitos no están al abrigo de toda crítica. Mas si la consulta se hace entre el quinto y sexto mes, hay que adoptar la conducta de Duncan, el que opinaba que era Terapéutica.—36 562 bueno dejar marchar á término á los casos de preñez que hu- bieran pasado del quinto ó sexto mes, vigilandolos mucho, em- pero, para intervenir luego que se juzgue necesario. Parece que es prudente, cuando se opera una preñez extra- uterina, quitar los anexos para suprimir la probabilidad de un nuevo embarazo ectópico. Por lo demás, hé aquí las opiniones expuestas por un parte- ro clásico: Pueden emplearse como medio feticida las corrien- tes continuas ó interrumpidas, colocando un polo en el vientre y otro en el recto ó en la vagina, durante diez minutos y repe- tidas cuatro ó seis veces, pues en el primer trimestre producen muy probablemente la muerte del feto. En el segundo trimestre, si la peritonitis ó el hematocele pro- ducido por la ruptura del quiste es de poca intensidad, se ha- rá tratamiento médico; pero si se amenaza la vida de la madre, entonces está indicado el tratamiento quirúrgico por la elitro- tomía ó de preferencia por la laparotomía. Si no ha habido ruptura, pueden aplicarse, previo discernimiento, los tratamien- tos del primero ó del tercer trimestre. En el tercer trimestre deberá hacerse la laparotomía con su- tura de los labios del quiste á los de la herida abdominal con perforación y canalización de la vagina, teniendo cuidado de cerrar bien el quiste por el lado peritoneal y de suturar la he- rida abdominal; ó bien previa antisepcia rigurosa, después de extraído el contenido quístico, se sutura la bolsa y se aguarda la absorción de la placenta cuando no sobreviene supuración; y por último, cuando el quiste es perfectamente aislable, como si fuera quiste ovárico, se procederá como en la ovariotomía, pero se advierte que el primero de estos tres que hemos, ex- puesto es el que se adopta como clásico. La elitrotomía sólo se hará, cuando el quiste sea muy acce- sible, por el lado vaginal. En todo caso la época máxima de la operación en el tercer trimestre se fija en el séptimo mes. En el falso trabajo se propinan los calmantes, se realiza al- 563 guno de los tratamientos anteriores ó se adopta el del período de retención. En el período de retención, si el quiste es chico, se estará á la espectativa, pero si es grande y se teme la ruptura, en ese caso intervéngase como en el tercer trimestre. Presentación de nalgas: Véase parto agripino. Presentaciones occípito-iliacas-posteriores: Además de los me- dios clásicos, maniobra de Velpeau, introducción adelante del sacro de dos dedos, ó atrás del pubis, para efectuar con ellos la rotación, palanca introducida y llevada hacia atrás y fórceps, contamos hoy con un procedimiento nacional presentado por el Dr. Carbajal, y consiste, una vez reconocida la presentación, en dar cloroformo para hacer durante la anestesia una correc- ción por maniobras mixtas: uno, dos ó más dedos, sin que sea toda la mano, se introducen en el ano para imprimir con ellos movimientos al occipital, en el sentido en que se desea y en armonía con los que hace otro ayudante en las paredes abdo- minales: contención ulterior. Esta maniobra, que ha sido criti- cada desfavorablemente por algunos, no es en el fondo más que una variante ligera de lo que ya se ha propuesto, empero es una maniobra individual. Terminaremos diciendo que para efectuar esta maniobra, lo probable es que no siempre se necesitará la anestesia clorofór- mica y que casi siempre se la debe intentar en la primera vez sin el auxilio de la anestesia. La anestesia general siempre es una cosa grave. Prúrrigo: Hágase tratamiento causal y á la vez ó después de él puede usarse el salicilato de sosa, el alcoholado de raíz de acó- nito ó la aconitina ó la antipirina, según la edad, entendiéndo- se que se ha puesto desde el principio el tratamiento local más adecuado. En el prurito nervioso se ha recomendado el bro- muro de potasio al interior y para el formicans el arseniato de sosa, pero notaremos que este último medicamento casi siem- pre está indicado en los padecimientos cutáneos. 564 La trementina en cápsulas de á 0.20 cada dos horas, es muy útil en el prúrrigo de la vulva ó del escroto. Por fin, como medicamento interno tenemos á la dulcama- ra, que aun se le considera como depurativo. Como tópicos, tenemos: la traumaticina (gutaperca 1.00, clo- roformo 10.00) con crisarobina, para pinceladas, pues se le ha visto muy frecuentemente hacer cesar en el acto todo estado prurriginoso; el cocimiento de mikania guaco, que también está recomendado como buen antiprurriginoso; y por fin el mentol, en pomada al 10 por ciento, preparada con aceite de almendras dulces, para los pruritos nerviosos y para los que preceden y siguen á las varias erupciones; teniendo cuidado, como siem- pre, de asociarlo al tratamiento curativo directo ó específico. En la cara, en la vulva y en la piel escoriada, se empleará una pomada más débil, y en todo caso se avisará á los enfermos que ella causa al ponerla dolores muy fuertes seguidos de mu- chísimo frío, y tanto que aun puede hacerse difícil el recalen- tamiento. Hé aquí una fórmula de ácido fénico que últimamente he- mos visto muy recomendada para el uso interno: ácido fénico de 3 á 10.00, glicerina c. b. para disolverlo, y jarabe de corte- za de naranja 400.00; el adulto puede tomar hasta 1.00 de principio activo diariamente, y el niño una cantidad propor- cional. Púrpura: Dieta láctea, medicación alcohólica y uso sin lími- tes de limonada sulfúrica rabelisada, fosfórica, cítrica, fénica, etc., etc. Al interior se usa con muy buen resultado la tintura de iodo en gotas, junta con jarabe de genciana, de quina, de rábano, etc., siempre antes de las comidas, á pequeña dosis y teniendo cuidado de aromatizar la poción, por ejemplo con esencia de anís. En las partes infiltradas se recomienda el vinagre aromáti- co con agua caliente, 1:3 para fomentaciones. A la vez se ha- cen gargarismos tánicos ó bóricos si están indicados. 565 Permítanse huevos, carne asada, etc., cuando la leche no pueda ser soportada.- Reposo, abrigo é higiene. Pústula maligna: Véase carbón. Quemadas: En toda quemadura hay necesidad de hacer in- mediatamente la antisepcia local, siempre que se juzgue que es curable sin ocurrir á la cirugía, con el fin de facilitar la cicatri- zación é impedir la aparición de complicaciones; hé aquí un esquema de curación: lávese la parte quemada con solución de ácido fénico ó salicílico al 3 por ciento, vacíense las bulas ó flic- tenas por punciones capilares, espolvoréese luego polvo fino de subnitrato de bismuto, de dermatol ó de salol y talco mez- clados, ó bien pónganse linimentos como el clásico óleo-calcá- reo, ó como este otro: salol 10.00, aceite de olivo y agua de cal áá 60.00, ó por fin como el compuesto con aceite, lanolina, agua de cal y manteca benzoinada. Encima de este tópico se pone una capa de algodón hidrófilo, para renovarla luego que se en- sucie. Los dolores cesan pronto y la cicatrización es muy rá- pida. Pueden emplearse los glicerolados de almidón ó de bismuto ó bien las fricciones con glicerina pura, que dan tanto mejor resultado cuanto que se les emplea más pronto: acabada la fric- ción viene un escozor muy fuerte seguido de anestesia, de suer- te que hasta que aparece ésta se tiene el primer resultado*fa- vorable. Éstas, que en los casos graves pueden repetirse, evi- tan la inflamación, facilitan la eliminación epitelial que se hace poco á poco y producen una cicatriz poco aparente. Termina- da la fricción se pone un vendaje protector. Hé aquí otro tópico: glicerina y agua áá para empapar un pedazo de gasa iodoformada que se aplica sobre la parte que- mada: gutaperca y vendaje encima. Pronto y seguramente se hace la cicatrización debajo de este aposito. Nunca se empleen el ictiol ó la resorcina, que son excelen- tes, cuando las bulas estén abiertas, sino cuando éstas estén cerradas. Cuando las quemadas son muy extensas y graves se reco- 566 miendan los baños continuos, renovando el agua que será á + 40°; el enfermo penetra al baño y no sale sino hasta que la cicatrización es completa. Si el estado general se agrava, há- ganse inhalaciones de oxígeno. Las quemadas del ojo requieren tratamiento especial: lava- do inmediato con mucha agua bórica ó no, extracción de cuer- pos extraños y luego se hacen lavados antisépticos de sublima- do al 2,000.00 ó de ácido bórico al 2 por ciento; si hay fuerte reacción inflamatoria, los saquitos de hielo la calman; si la que- mada fué por la cal, se impide la aparición de las opacificacio- nes consecutivas, empleando la azúcar para formar sacarato soluble: si la córnea se ulcera, háganse instilaciones de colirio de eserina para disminuir la tensión ocular, y si hay amenaza de perforación, toqúese el fondo de la úlcera con el gálvano-cau- terio para que se produzca mediante el arte, y por fin hay que oponerse enérgicamente á que se produzca el simblefarón, po- niendo una capa aislante entre el ojo y el párpado, haciendo cauterizaciones con el lápiz de nitrato de plata ó poniendo la garra epidérmica. Las consecuencias se iratarán como de ordinario. Queratitis simple y fiictenular: El tratamiento debe ser á la vez local y general: el primero, en caso que la reacción infla- matoria no sea muy viva, requiere el empleo de la pomada de óxido amarillo de mercurio al 1: 20, tomando de ésta una can- tidad del tamaño de un grano de trigo para ponerla una vez por día entre los párpados. Puede emplearse también el polvo de calomel al vapor, puesto en una sola vez con un pequeño pincel en la superficie de la córnea, á la vez que se hacen la- vatorios frecuentes en la conjuntiva con solución de ácido bó- rico, advirtiendo que las soluciones fenicadas deben ser pros- critas, sobre todo en los niños. Sólo en caso de complicación por padecimiento del iris se pueden usar las instilaciones de colirio de atropina, de suerte que si en la queratitis el dolor es muy fuerte, más vale ocurrir á las instilaciones de colirio de cocaína. 567 Cuando la ulceración se profundice, se instilará colirio de eserma al 1 por ciento, ó mejor la pilocarpina á la misma pro- porción. A la vez se aplican sobre los párpados y cada tres ó cuatro horas compresas calientes de solución bórica. Se hará lo mismo cuando se formen abscesos. Para corregir el blefarospasmo se pondrá al enfermo en un cuarto obscuro, pero si tiene necesidad de salir, entonces se hará uso de anteojos obscuros; mas si el blefarospasmo es in- tenso, se hará la sección de la comisura externa de los párpa- dos mediante un tijeretazo ó el gálvano-cauterio, ó bien se op- tará por la dilatación forzada con separadores. En todo caso tendremos entendido que estos recursos pueden quedar sin re- sultado. Al interior propínense los tónicos y antiescrofulosos: aceite de hígado de bacalao, fierro y jarabe de Dupasquier, ó la solu- ción iodo-tánica. Queratitis vesicular: Procúrese romper las vesículas con un instrumento ó proyectando polvo de calomel en el ojo, y há- ganse á la vez lociones antisépticas. Para calmar el dolor se recomienda el bromuro de potasio, el sulfato de quinina ó las inyecciones subcutáneas de morfina en la parte anterior de la región temporal. Queratitis vascular: Suprímase la causa tal, por ejemplo las granulaciones, y con el fin de disminuir el frote de los párpa- dos con la córnea, se puede seccionar la comisura externa, co- mo lo dijimos en la flictenular, ó hacer la cantoplastía. Si la reacción es muy fuerte, pónganse compresas calientes sobre los párpados durante 15 ó 20 minutos y repetidas muchas ve- ces por día. Con el objeto de favorecer la desaparición de los vasos, se ocurre á los astringentes y á los cáusticos ligeros, como los gli- cerolados de tanino ó de sulfato de cobre; pero se evitará el uso de las sales de plomo y de plata porque producen depósi- tos metálicos en la superficie de la córnea. Muy buenos resultados han dado los toques con el perclo- 568 ruro de fierro de Pravaz ó el uso de la pomada de óxido ama- rillo de mercurio puesta en las partes enfermas, tomando siem- pre para el uso una pequeña cantidad igual al tamaño de un grano de trigo. En el panus sarcomatoso todo lo anterior es inútil, de suer- te que se ocurrirá á la peritomía, hecha después de la cocaini- zación del ojo, para quitar una capa de conjuntiva alrededor de la córnea, de 2 á 3 milímetros de ancha, sin temor de inte- resar el tejido celular subconjuntival: el instrumento necesario es la tijera. En la misma circunstancia puede ocurrirse á la maceración ó al polvo de jequiriti. Véase conjuntivitis granu- losa. Queratitis supurativa: Tónicos y con especialidad el sulfato de quinina, y como el tratamiento tópico es igual al de la que- ratitis flictenular, por eso no detallaremos aquí más que ciertas particularidades. Cuando el pus se ha reunido en absceso, se le da salida in- cisando oblicuamente las láminas de la córnea con cuchillo triangular; pero como en general el pus muy espeso sale mal, por eso es mejor, sobre todo, si hay hipopión, hacer la para- centesis de la córnea para obtener un alivio, y ya sabemos que si la perforación de las láminas anteriores de la córnea es in- minente, se puede abrir el absceso con la punta del termo ó gálvano-cauterio. En los casos graves ocúrrase á la operación de Saemisch, que consiste en incisar transversalmente la córnea con cuchillo de Graefe, que debe penetrar y salir fuera de los límites de la úl- cera, cuyo fondo es seccionado en toda su extensión; se asegu- ra así la evacuación de la cámara anterior y parece que es por el lavado incesante de los bordes de la úlcera, por el humor acuoso, que se tienen los felices resultados de esta operación; em- pero, tiene el inconveniente de dejar una cicatriz muy grande y opaca en el campo pupilar cuando éste se conserva. Después de puncionada la cámara ó la cavidad del absceso, se pone iodol, iodoformo ó salol y un aposito compresivo. 569 En la forma difusa empléese el colirio de eserina y el mismo tratamiento anterior. Queratitis intersticial: Tratamiento antisifilítico é higiene ri- gurosa. Localmente insuflaciones de calomel, duchas de vapor, pomada de óxido amarillo de mercurio en cantidad como en las otras queratitis; instilaciones de colirio de atropina para pre- venir las complicaciones del iris que lo empañado de la córnea no permite reconocer, y por fin, compresas calientes á + 40° en los párpados, durante dos horas cuotidianamente, cuando haya vascularización de la córnea. Queratitis puntuada: Si es consecutiva á la blenorragia darán mucha utilidad los balsámicos al interior, cuando el tratamien- to de ésta aún no ha sido hecho, y el salicilato de sosa si es pro- ducida por la diátesis reumatismal. Colirio de atropina si el iris está enfermo, pero si no lo está, entonces conviene emplear el de eserina para disminuir la ten- sión infraocular; el vendaje compresivo es de mucha utilidad, en la inteligencia que rara vez se necesitará ocurrir á la pun- ción de la cámara anterior. Quistes hidáticos del hígado: Hé aquí una lista de los resulta- dos que se han obtenido por la práctica de las operaciones pro- puestas: El método de Simón da una mortalidad de....... 48 por ciento. La punción simple....................................... 36 ,, Los cáusticos potenciales, potasa, etc............... 34 ,, El método de Lindemann ó incisión en un solo tiempo (cuando se hace la sección toráxica)... 29| ,, La cánula á permanencia.............................. 26J „ La punción con aspiración consecutiva............ 18 ,, El método de Lindemann (sección abdominal).. 10 „ En general la punción simple no basta en un 40 por ciento de casos para curar, y puede ser seguida de muerte súbita, aun- que en otras circunstancias sea inocente. Las punciones con inyecciones antisépticas son de influencia discutible y hasta no- civas. 570 El método de Lindemann es, pues, el que se adopta hoy y consiste en hacer una incisión en la pared abdominal en la parte donde es el tumor más prominente y paralelamente á su grande eje: abierto el abdomen, se explora cuidadosamente el tumor procurando determinar su punto de partida, se fija la bolsa á los ángulos y á los bordes de la herida y se le abre. No se cierre el vientre sin tener la seguridad de que no hay más quistes. (Kcenig). En un caso de quistes múltiples y bien localizados, el Dr. Te- rrillon procedió así con éxito completo: "después de haber he- cho con el termo-cauterio uno ó dos surcos en la línea limí- trofe que separaba á la aglomeración quística del hígado sano, apliqué un tubo de caoutchouc de 2 centímetros de diámetro, restirándole muy fuertemente y uniendo sus dos cabos con li- gadura de seda: este tubo no tardó en producir por la acción de su elasticidad- un verdadero surco que le impedía deslizarse, aislando así, con precisión, el segmento hepático enfermo, que bien pronto se hinchó, se puso tenso y saliente, y dándome se- guridad, por lo mismo, que la ligadura no cedería, y sobre to- do, que no deslizaría: el lóbulo ligado tenía el volumen de un puño de adulto, y su circunferencia en la ligadura podía medir hasta 18 ó 20 centímetros. Era necesario para terminar la ope- ración impedir que esta parte aislada volviera á entrar al ab- domen, de modo que para realizarlo cerré la herida por sutu- ras profundas, aplicando exactamente los bordes de la herida abdominal al surco hecho por el caoutchouc, quedando con es- to el tumor sólidamente contenido en el exterior. "Si esto no hubiera bastado, habría puesto en el pedículo un broche, como en el tratamiento del pedículo uterino cuando se le deja al exterior, pero no hubo necesidad de esto. "Se terminó la operación colocando gasa iodoformada alre- dedor del pedículo, sin hacer ninguna resección en la parte aislada del hígado, temiendo que al disminuir el volumen des- lizara el caoutchouc, de modo que el todo fué cubierto con ga- sa iodoformada y mantenido con un vendaje de cuerpo. • 571 "La operación duró tres cuartos de hora, y cinco días des- pués se escisaba el pedículo esfacelado sin novedad." Hemos detallado esta operación porque no habiendo para tal caso procedimiento que valga ni lucha que no fracase, aun la del termo-cauterio y del percloruro de fierro, creemos que podrá ser de utilidad alguna vez á nuestros colegas siguiéndo- la al pie de la letra. Terminaremos diciendo que pueden ser muy peligrosas las punciones aun hechas con la jeringa de Pravaz, cuando los quis- tes se sitúan en alguna parte de la cavidad abdominal. Quistes hidáticos en general: Está recomendado el uso del io- duro de potasio al interior, porque se cree que el iodo pasa al líquido quístico, pero muchos afirman que el iodo no pasa ja- más. En esta disputa interviene el Dr. Sémola, diciendo: de- mos el ioduro de potasio, y si á los pocos días después de su uso nos convencemos por una punción de que no hay iodo en el líquido quístico, entonces suspenderemos el uso del medica- mento; pero es el caso que las punciones no siempre deben hacerse. Véase quiste hidático del hígado. Los quistes hidáticos del epiplón si se tratan por la pura pun- ción son muy peligrosos (peritonitis, difusión de equinococus), y si por la laparotomía y sutura de las paredes del quiste á los labios de la herida expone uno al paciente á las hernias y á las estrangulaciones, de modo que sólo se hará esta última cuando sea muy peligrosa la enucleación ó que forzosamente tenga que quedar incompleta. La enucleación es lo mejor, pues es la cura radical que no predispone á hernias ni á estrangula- mientos. Cuando ocupan alguna región del cerebro, es lícito hacer la trepanación, que es enteramente sin peligro cuando la herida se mantiene aséptica en caso que se ocurra á la canalización. Quistes del ovario: Laparotomía, cuanto más pronto mejor, sin olvidar que los tales quistes pueden alterarse pronto ó tro- carse en tumores malignos, aunque ellos ya son de por sí epi- teliomas mucoides que pueden generalizarse, de modo que sólo 572 será detenido uno para no hacer la operación cuando haya al- buminuria ó alteraciones renales, enfermedades graves del co- razón y que sea maligno el tumor ovárico, pues en todos estos casos, si se tiene éxito operatorio, siempre muere el enfermo al muy poco tiempo. Cuando se efectúa la torción brusca con sus accidentes posi- bles, hemorragia interna, peritonitis, choque, gangrena del quis- te, etc., etc., está indicada la ovariotomía de urgencia. Manual operatorio.—Preparativos: esponjas gruesas y blan- das tratadas sucesivamente por el ácido clorhídrico diluido al cincuenta para quitar las materias calcáreas, después por el permanganato de potasa al 5 por ciento y blanqueadas por el áci- do sulfuroso producido por la reacción del ácido clorhídrico sobre el bisulfato de sosa; tarlatana aséptica, cordoncillos de seda para la ligadura, crines de Florencia, etc., etc.; veinte li- tros de agua hervida y filtrada puestos en botellas perfectamen- te cerradas y preparadas la víspera de la operación. En los mo- mentos antes de la operación se ponen los instrumentos en agua hirviente previamente filtrada, de modo que estén en ebu- llición por diez minutos, se les saca luego y se les desinfecta con solución fénica al 2f por ciento. Cuando se puede se baña á la enferma en los días anterio- res, pero es de rigor administrarle un purgante la víspera de la operación: en el día se hace el aseo del campo operatorio (véa- se asepcia) empleando la brocha, el jabón, el éter, y al fin una solución de sublimado. Es de rigor vaciar la vejiga y el recto, llenar la vagina con tapones de gasa iodoformada y tener en la sala de operaciones una temperatura constante de + 22° á + 24°. Se entiende que el campo operatorio está bien razura- do y aséptico. Cuatro ayudantes: uno para el cloroformo, dos para el vien- tre y uno para los instrumentos. La mesa de operaciones debe estar en el acto operatorio un poco inclinada, de modo que el extremo cefálico sea el más bajo. La operación debe hacerse á seco y ni un paso ha de darse 573 si la sangre corre, especialmente á la hora de hacer la abertu- ra del peritoneo: el termo-cauterio ó la forcipresura serán, pues, manejados con destreza por los ayudantes á la hora de la ne- cesidad. Si en el curso de la operación hiciere hernia el intestino, no se le reduzca, pero sí manténgasele envuelto con lienzos impreg- nados de agua caliente: lo mejor es evitar este contratiempo siempre que se pueda, y al efecto los ayudantes ya saben de antemano que deben hacer presión lateral para mantener aplicados los labios de la herida operatoria á la superficie del quiste. Es necesario que en el acto operatorio cada uno de los que intervienen no se preocupe más que de sus propias funciones: en ese momento el cloroformador nada tiene que ver con el cirujano ni los ayudantes con aquel, y sólo el cirujano es el úni- co que puede hablar. Y para que esto pueda efectuarse con puntualidad, y por otros motivos, en la sala de operaciones no debe haber más personal que el estrictamente necesario para lo que se va á hacer. Operación: incisión sub-umbilical según el tamaño del quis- te, pero que casi siempre comprende toda la línea blanca que se extiende de este punto hasta dos ó tres centímetros arriba del pubis, advirtiendo que para abrir el peritoneo se hace pri- mero un pequeño ojal para hacer la incisión, sirviéndose de la sonda. Se procede siempre incisando capas completas para no equivocarse á la hora de llegar á la capa peritoneal. Sigue lue- go la punción del quiste, después de haber reconocido si hay ó no adherencias perifonéales. Puede decirse que estas son las que deciden si se ha de continuar ó no en la ovariotomía, por- que si son extensas y muy vasculares, más vale cerrar el vien- tre en el acto; si no son ni lo uno ni lo otro, entonces hay que continuar sirviéndose, principalmente para la hemostasis, del termocauterio, entendiéndose que la punción es anterior á es- te acto de liberación. 574 Cuando hay adherencias muy extensas,\ muchos cirujanos, en lugar de cerrar el vientre proceden luego á la canalización suturando las paredes del quiste á los labios de la herida ab- dominal. Liberado el tumor y desencajado de la pelvis cuando lo es- tá, hay que destorcer su pedículo y sacar la masa quística pa- ra confiarla á un ayudante ó ponerla sobre las paredes ventra- les. Hecho esto hay que proceder al examen de los anexos, que será tan minucioso como sea posible, para hacer en el ac- to lo que esté indicado y seguirse luego con la parte más deli- cada de la operación, como es la constitución del pedículo, y que nosotros omitimos aquí; su descripción, por haberla expues- to ya en el capítulo de los fibromas, con la diferencia empero de que allá casi siempre se le deja adentro del vientre, mien- tras que aquí es la regla dejarle afuera, sosteniéndole bien por la sutura profunda de la herida abdominal y con el auxilio de un broche ó chlamp. Tópicamente es un aposito antiséptico en toda la extensión de la palabra el que debe ser puesto. Dos ó tres días después puede darse un purgante oleoso, y por lo demás, toda laparo- tomizada debe atenderse conforme á los preceptos clásicos. Ranilla sub-lingual: Hé aquí un procedimiento que se pro- pone evitar las reincidencias: inyéctense doce gotas de solución de cocaína al vigésimo en el interior del tumor; luego, con el objeto de hacerlo más prominente, se hacen inyecciones de agua bórica; en el acto se procede á la incisión de la mucosa sin in- teresar el quiste, el cual inmediatamente hace hernia; ya des- cubierto, se le punciona, se le vacía y se le incisa, se toma ca- da uno de sus bordes con pinzas hemostáticas para rellenar la cavidad quística con una pequeña esponja que le transforme en un tumor sólido fácil de desprender y de enuclear: llegado al pedículo, se le retuerce y se obtiene así el tumor en su tota- lidad. Raquitismo: Sólo diremos que cuando el raquitismo aparece en un niño aún en la lactancia, debe continuarse ésta por tan 575 largo tiempo como se juzgue necesario oque debe hacerse uso de una leche que se parezca á la de mujer, tal por ejemplo, la de burra; que la leche más rica en materias calcáreas que se co- noce es la de perra; que deben proscribirse las azúcares, y que al administrar el específico se debe tomar todo género de pre- cauciones para impedir la aparición inesperada y mortal de la intoxicación fosfórica, que puede realizarse dentro de los pri- meros cinco días del tratamiento, aun con dosis terapéuticas. Se ha propuesto el retinol como el mejor disolvente del fósfo- ro, que tiene además la cualidad de no oxidarle. El aceite de bacalao, el clima marítimo, los baños de mar y la medicación alcohólica, continúan siendo los grandes recur- sos del raquitismo. Retención placentaria: Cuando es por espasmo uterino son muy eficaces las inhalaciones de cloroformo; mas cuando la re- tención es por adherencia orgánica, entonces se procederá á la fragmentación total ó parcial, á la raspa y á la antisepcia ute- rina. Esta poción tiene la misma indicación que el cloroformo: infusión de epazote (chenopodium ambrosioides) 150.00, cas- toreo hasta 1.00, jarabe de éter c. b. Cuando una hora después de la expulsión del niño no salen las secundinas, es lícito practicar el tacto ó intervenir; mas pa- ra esto último deben tenerse en cuenta dos elementos: estado del orificio interno reconocido por el tacto y situación de la placenta determinada del mismo modo. En vista de estos da- tos, si la placenta está en el orificio interno, cualquiera que sea el grado de permeabilidad de éste, ya desprendida, entonces se podrán hacer la expresión ó algunas tracciones ligeras, y sobre todo se esperará. El éxito es cierto pero necesita de la pacien- cia, advirtiendo que sólo hay una excepción á esto, y es el ca- so de placenta previa en que hay que conducirse como si fue- ra inaccesible y adherente. Si no se toca en el orificio interno es que el desprendimiento aún no se hace ó aún no es comple- to, y en este caso la intervención variará según la permeabili- dad del orificio interno: si es suave y abierto, aguárdese prac- 576 ticando el masaje y la expresión, y sólo fracasando con esto, empleado por un tiempo prudente, hay que obrar como en el caso que sigue: si el orificio interno comienza á cerrarse y se teme que se cierre aún más, hágase la extracción artificial con ó sin cloroformo, advirtiendo que si hay dificultades para tras- pasar tal orificio, se hará la introducción de la mano con len- titud y paciencia é indispensablemente con anestesia quirúrgi- ca. Si á pesar de este recurso aún resiste y queda infranquea- ble, entonces se colocará un globo de Barnes para renovar las tentativas dos horas después. ¿Hay nuevo fracaso? aguárdese más y háganse rigurosamente lavados antisépticos, pues así la placenta puede salir espontáneamente después de cincuenta horas por un nuevo trabajo, por supuesto, que la resolución de aguardar no se tomará sino juiciosa y sagazmente. Tal es la intervención para la retención total; veamos ahora la de la parcial, que en verdad es muy sencilla, pues si el ori- ficio interno lo permite, se sacarán los cotiledones remanentes, y si no, entonces habrá que aguardar, como en el caso anterior; pero si sobrevienen accidentes septicémicos, entonces se harán sin demora inyecciones intrauterinas antisépticas, y si no bastan, aún queda la raspa como recurso soberano. Reumatismo articular agudo: Todos sabemos que el medica- mento del dolor es el salicilato de sosa, y que hasta cierto pun- to se le podría considerar como el curativo del acceso, con la condición de darlo á alta dosis y precisamente por un tiempo no menor de quince días, porque si no se hace así es posible la recaída; advirtiendo que á más de la forma farmacéutica de obleas se le puede dar la de solución en aguas alcalinas ó en agua de saponaria adicionadas de iguales partes de jugo de oro- zuz, que es el mejor correctivo del salicilato de sosa. Los ac- cidentes del salicismo se combaten por el uso al interior de la belladona, del centeno y de preferencia por el bromuro de po- tasio, que no sólo es eficaz para esta colateralidad, pues que por su acción analgésica obra favorablemente en las articula- ciones invadidas, de modo que cuando se suspenda completa- 577 mente el uso del salicilato y haya aún indicación de analgési- cos, se le puede dar solo ó asociado al cólchico. El salicilato necesita del bienestar renal. Plácenos recordar que en la evolución del reumatismo agu- do no deben prescribirse opio, ni alcohol ni sangrías, porque se favorecería la aparición de la encefalopatía reumatismal, y que el salicilato de sosa, por su acción menorrágica y abortiva, no debe darse durante el embarazo, de suerte que si en tal cir- cunstancia sobreviene el reumatismo poliarticular vulgar, el monoarticular ó el puerperal ó el reumatismo uterino, etc., se prescribirán la inmovilización, los calmantes locales ó genera- les, los revulsivos, etc., y sólo en caso de gravedad ó hiperter- mia se echará mano del salicilato, escogiendo entre dos males el menos. Últimamente se han recomendado como ocupando el segun- do lugar después del salicilato, la antipirina, que sólo conviene para los casos ligeros y con la condición de darla á la dosis de 8.00 y más, porque á menor dosis es enteramente inerte; la exalgina ó methylacetanilida, á la dosis hasta de 1.50 reparti- da en pequeñas tomas; el fenocollo, á la dosis hasta de 5.00, que es además antipirético; el salol, ala dosis de 0.50 cada dos horas, que es analgésico y antitérmico y medicamento de elec- ción cuando se afecta el endocardio ó hay tendencia á que su- ceda así, como en los niños; el feniluretano (phenyluretano) en poción gomosa y disuelto en alcohol á la dosis de 1.00 á 1.50, que tiene los mismos efectos é indicaciones que el anterior; y por fin, se dice que es superior á todo analgésico reumatismal la fenacetina, ala dosis inicial de 3.00, repartida para pasar po- co después á 6 y á 7.00, cuya dosis se mantendrá por una se- mana para disminuirla gradualmente en la siguiente. Esta úl- tima substancia ha sido propuesta considerando que muchas veces el salicilato es intolerable aun desde el principio, y que en caso contrario registra muy frecuentemente en su cargo dis- pepsias saliciladas tenaces, y que también la antipirina puede no ser soportada por el estómago aun á dosis terapéutica, sin Terapéutica.-37 é 578 contar con los fenómenos consecutivos de cianosis y colapsus; pero es el caso que lo mismo se puede decir de ella con la adi- ción de que en los ancianos arterio-esclerosos puede hasta pro- vocar la aparición de accidentes urémicos. Tópicamente se han recomendado las inyecciones subcutá- neas de ácido fénico al décimo, como de efectos maravillosos (véase reumatismo blenorrágico); las fricciones fuertes con sa- licilato de mentol y parte igual de aceite de olivo; el colodión salolado, que no debe ponerse en toda la articulación porque ejercería compresión enérgica y dolorosa de mal efecto: colo- dión simple 30.00, salol 4.00, éter 4.00 y mucho más: veratri- na, belladona, etc. En los niños se prefiere el salol al salicilato: la fiebre reuma- tismal se combate con éxito por la tintura de quina á la dosis de 1.50, repetidos tres veces en el día, y por fin, para las hiper- pirexias tenemos el baño frío; advirtiendo que no hay que va- cilar en aplicarlos en estos casos, porque se ha visto sobrevenir la muerte con temperaturas inferiores á +40°. Puede aplicar- se el acónito. En el reumatismo monoarticular se puede aplicar un vejiga- torio tan grande como sea la articulación ó un vendolete epis- pástico arriba y abajo de ésta, de superficie total igual á la de la articulación cuyo padecimiento se trata de combatir. Proscribiendo las azúcares se recomienda como soberano el régimen lácteo, como alimentación exclusiva durante el acce- so. Para más detalles sobre el uso del salicilato, véase reuma- tismo cerebral. Reumatismo crónico: El medicamento que aquí se prefiere al salicilato de sosa, que también es útil como analgésico, es la tintura de semillas de cólchico (colchicum automnale) corrigien- do ó no sus efectos drásticos por el opio, aunque no se le da hasta este límite sino hasta efecto simplemente purgante. Or- dinariamente se le asocia como buen analgésico el bromuro de potasio, aunque muchos, sin cuidarse del dolor, van al fondo y propinan los iodurados á alta dosis, asociados con él y con 579 la zarzaparrilla, dafne (dafne laureola), etc., dando de este últi- mo de O.Ol á 0.05, porque es estimulante y diaforético. El cól- chico en el reumatismo crónico es más valioso como curativo radical que el salicilato en el agudo, pues está bien demostra- do que la acción de éste es puramente analgésica. Se ha recomendado con fin curativo el uso vesperal y por mucho tiempo de una oblea de esta mixtura: azufre precipita- do y lavado 10.00, crema de tártaro 2.00, para 40 obleas. Cuando el reumatismo es crónico, sin brotes, se recomien- dan los baños arsenicales, pues aunque está probado que el ácido arsenioso no se absorbe por la piel, se insiste en tal prác- tica porque clínicamente es útil, y siendo así, importa poco que vayan y vengan experimentos y teorías: arseniato de sosa, de 1.00 á 20.00, carbonato de sosa 150.00 para un baño tibio. Cuando hay brotes inflamatorios y son excitables los enfermos, entonces los baños tibios á + 35° serán puramente gelatino- sos y se les hará prolongados por tres cuartos de hora ú hora y media cada dos días, al principio, para hacerlos cuotidianos en seguida, teniendo cuidado de que al salir el enfermo del ba- ño entre luego en el lecho para proteger la hipercrinia cutánea. Cuando por efecto de estos baños aparecen ó se exacervan los dolores, se prescribe con éxito el polvo de semillas de cicuta á la dosis de 0.05 ó 0.10, solo ó asociado á los polvos de Dower, ó en caso de insomnio, la masa de cinoglosa. El arsénico al exterior es, pues, bueno; pero al interior es enteramente sin efecto, de modo que algunos prescriben, á la vez que los baños y entre las comidas ó antes de comer el io- duro de potasio, 1.00, junto con el extracto blando de quina, 0.50, recomendando para el exterior y loco dolenti este lini- mento: aceite 100.00, extracto de belladona, de cicuta, de opio y de beleño áá 3.00; en el concepto que se puede añadir un poco de alcanfor. El linimento de salicilato de mentol que ex- pusimos en el reumatismo articular agudo, se podría aplicar aquí con el mismo fin. Si se persevera y se tiene un alivio notable, no queda más 580 que seguir con el masaje, con la gimnasia metódica, con los ba- ños termales de Salatitán, del Peñón ó de Cuincho, con las du- chas sulfurosas y termales en general, con las envolturas de agua fría, con los movimientos activos y pasivos; prolongando el uso de todo esto por mucho tiempo, sin olvidar un régimen seco como el de Schroth y las regiones secas y abundantes en luminosidad. En este grado avanzado de salud convienen per- fectamente bien las tres electricidades y el uso al interior del bromuro de estronciana, aunque en verdad este último puede emplearse desde antes. Para terminar, expondremos un tratamiento que da buen re- sultado en los niños; pero advertiremos que en el fondo es el mismo que el del adulto: inmovilización, tintura de iodo en las articulaciones ó emplasto de cicuta, ó ambas á la vez en tintu- ra; envoltura local con algodón, muy bien hecha, para que si- mule un baño de vapor también local, y por fin, al interior, cól- chico y iodurados alternados por quincenas. Reumatismo cerebral y visceral: La medicación clásica la cons- tituyen los baños fríos prolongados por 25 ó 30 minutos y el almizcle; pero hay que saber que no debe darse salicilato de sosa en el reumatismo agudo cerebral, porque sobre ser inútil y perjudicial impide la localización articular, de suerte que en la terapéutica de las localizaciones viscerales se procurará atraer el reumatismo á las articulaciones, se prescribirán sangrías con bastante cuidado, se aplicarán revulsivos y se echará mano del emético á dosis refracta ó de la digital. En general no debe administrarse el salicilato de sosa cuan- do el reumatismo ú otra enfermedad se localice en el pulmón, en el corazón ó en el riñon, porcjue aumenta la congestión en el primero, porque se favorece la aparición de la muerte cuan- do se trata del segundo, y por fin porque se desarrollan acci- dentes tóxicos cuando no hay integridad anatómica y fisiológi- ca en el tercero. Reumatismo blenorrágico: La exalgina, de 0.20 á 1.50 con cui- dado, la fenacetina comenzando por 3.00 para llegar en una 581 semana á 6 ú 8.00 y descender de aquí lentamente, y el salol, han sido ensayados con muy buen resultado, y tanto que se les tiene por superiores al salicilato de sosa y al ácido salicílico: igual recomendación tienen el bromuro y el ioduro de potasio y hasta la antipirina y las tres electricidades, pues se dice de éstas que son antiflogísticas, calmantes y tróficas. Localmente se ha visto dar. resultados maravillosos á las in- yecciones subcutáneas de ácido fénico, teniendo cuidado de que no vayan á penetrar á la articulación, sino que queden alrede- dor de la sinovial; dosis: hasta 0.10 ó 0.15. Por fin se ha usado al interior la esencia de Wintergreen, co- menzando por 40 gotas y llegando hasta 80. Con teorías ó sin ellas está recomendado que se suprima el uso de la copaiba al interior. Reumatismo muscular: Véase reumatismo agudo. Entre nosotros ha dado muy buen resultado el uso de unas fricciones cuya fórmula variable en cantidades se compone de: cloroformo, éter, alcohol alcanforado, aceite esencial de tre- mentina, tintura de mostaza, amoniaco y algunas gotas de esen- cia de menta. Polifármaca y todo, es sumamente buena para el estado agudo. En el crónico es muy útil el masaje por dos ó tres semanas, aun cuando el enfermo no lo pueda soportar; mas á la vez se puede recomendar la solanina al interior hasta 0.40 en obleas de á 0.05. Rigidez del cuello de la matriz: Como puede ser espasmódica, patológica y anatómica, hay que intervenir según el caso: para la primera bastan las inhalaciones de cloroformo; para la se- gunda hay que quitar la causa si se puede; y para la tercera, siendo absoluta y no relativa, baños tibios prolongados hacien- do á la vez inyecciones de lo mismo durante el baño, irrigacio- nes en el cuello por uno de tantos métodos, aplicaciones de glicerina ó vaselina boricada directamente en el cuello y en gran cantidad, y lavativas de doral para atenuar el dolor y dar tiempo: el globo de Barnes introducido en el cuello, la dilata- 582 ción con instrumentos metálicos y las incisiones completan el tratamiento, sin contar con la extracción manual ó con el fór- ceps, suavemente hecha, aun cuando la dilatación no sea com- pleta cuando el caso urja. En general puede simplicarse el tratamiento poniendo toda la prudencia posible á contribución, pues en caso de oblitera- ción por rigidez anatómica del cuello, si no hay urgencia de terminar rápidamente el parto se puede hacer la dilatación ma- nual, y si ésta no surte y la bolsa de las aguas no se ha roto, se pueden practicar incisiones superficiales; pero otra será la conducta si urge terminar el parto, pues entonces está indica- do hacer incisiones profundas que lleguen hasta la inserción vaginal sirviéndose de las tijeras de Siebold ó de un bisturí abotonado, manteniendo al cuello con los dedos índice y me- dio de la mano izquierda, ó si se desliza de éstos, entonces se le mantendrá con las pinzas saca-balas, ad virtiendo que estas incisiones no predisponen á las desgarraduras uterinas sino las superficiales, que no hay lugar á hemorragia y eme no se nece- sita el espejo para hacerlas: después del parto sólo puede ne- cesitarse algunas veces practicar la operación de Emett. Pro- cediendo así, no hay peligros que temer sino ventajas que apro- vechar, pues que se acelera el parto, se evitan las rupturas y hay libertad para intervenir con cualquiera otra operación. Mas justo es advertir que en las multíparas no hay necesidad de esto, porque en ellas casi siempre basta la dilatación manual. Rinitis atrófica crónica: Véase ozena. Riñon movible, ectopia renal: Si el riñon está sano, nefrorra- fia; si está degenerado, nefrectomía; y si sólo se le encuentra calculoso, nefrotomía y nefrorrafia. Una vez reconocido el riñon movible deberá hacerse el ciru- jano las siguientes preguntas: ¿está sano ó alterado el órgano? ¿es reduCtible ó está inmovilizado por adherencias perifonéa- les? ¿cuál es la causa de la caída del riñon? y según las contes- taciones obtenidas de la clínica, se empleará el tratamiento pu- ramente paliativo y médico, se resolverá á la extirpación del 583 órgano ó en fin, se practicará solamente una especie de inter- vención mixta y seductora desde á primera vista, conocida con el nombre de nefrorrafia. En los enfermos que presenten alteraciones dispépticas acen- tuadas con dilatación de estómago y congestión dolorosa del hígado, se intentarán empero, con ventaja, los recursos médi- cos, y aun se esforzará uno porque todos aquellos que padecen de riñon flotante, cuya causa no ha sido bien establecida, usen una cintura abdominal destinada á contener el tumor, pues se ha visto que estos recursos han dado resultados inesperados; de suerte que sólo en caso que no se tenga éxito con ellos ó que tenga uno noción cierta de que el riñon está muy degene- rado, se puede proceder á una operación cruenta. Manual operatorio de la nefrorrafia: se acuesta al enfermo por el lado sano, de modo que el campo operatorio mire direc- tamente hacia arriba, colocando en la región opuesta un cojín bastante grueso para hacer más prominente el lado que debe operarse: previa asepcia de la región, se hace una incisión de 7 á 8 centímetros que parte de la última costilla y que termi- na en la cresta iliaca, conduciéndola en toda su dirección sobre el borde externo de los músculos de la masa sacro-lombar, es decir, como á 7 centímetros de las crestas de las apófisis espi- nosas de las vértebras lombares: mientras que el cirujano in- cisa por capas las partes blandas hasta la aponevrosis profun- da del músculo transverso del abdomen, hay una maniobra importante que guía seguramente á la dirección del bisturí y consiste en que un ayudante rechaza por presión enérgica so- bre el abdomen al riñon que debe ir á encontrar á la incisión, y de este modo, cuando el dedo introducido en la herida sien- te que el riñon empuja á la región lombar, se incisa la apone- vrosis profunda y la cápsula adiposa, siendo este el momento en que se decortica ó monda una parte de la cápsula adiposa, para poder, con la mano introducida en la herida, palpar el ór- gano desalojado, darse cuenta de su volumen, de su consisten- cia, de su dirección, y asegurarse, en fin, que no tiene lesiones orgánicas graves. 584 Cuando se ha asegurado uno del estado del riñon ectopiado, que se ha puncionado si se sospechaba la existencia de cálcu- los, que se ha reconocido la inutilidad de una operación más completa, tal como la nefrectomía; en una palabra, si el órgano está sano, es necesario fijarle á los labios de la herida lombar. Después de haber desnudado cierta extensión de la superficie del riñon, se toma, en la asa del hilo, no solamente la cápsula fibrosa sino también una parte de la substancia propia del pa- renquima renal para fijar al riñon en su celda con irreprocha- ble solidez; en el concepto que la herida del órgano por la agu- ja de suturas no produce ningún accidente, salvo el caso de que se pique alguna pequeña arteriola y que se produzca el trom- bus consiguiente, el que á su vez también es sin consecuencias: de este modo, por 5 ó 6 hilos dispuestos á intervalos variables, se une el borde convexo del riñon á los labios de la incisión lombar: ordinariamente bastarán 7 ú 8 puntos de sutura con seda fenicada aséptica. Si no puede uno tomar la envoltura propia del riñon, que es lo infaliblemente eficaz (?), habrá que contentarse con tomar la cápsula célulo-adiposa. Se termina la operación suturando profundamente la herida con crin de Florencia y poniendo por 48 horas un grueso tu- bo canalizador que llega hasta tocar al riñon. (Terrillon). Ruptura de la matriz: La profilaxia es simple pero capital y consiste en suprimir todas las causas productoras de las des- garraduras ó en provocar el parto antes de término, etc., según ellas. Cuando hay un obstáculo invencible que dificultará el parto á término, el tratamiento preventivo consiste en provocar la expulsión prematura. Si durante el trabajo á término se realiza una desgarradura completa con paso parcial del feto á la cavidad peritoneal, se hará sin vacilar la laparotomía y el parto completo por el ab- domen; mas si habiéndose efectuado la desgarradura el niño permanece en el interior de la matriz en su totalidad, entonces 585 se hará el parto manual ó instrumental. Si la desgarradura so- breviene antes de la expulsión de las secundinas, se extraerán éstas por el abdomen ó la vagina, según que haya sido hecha ó no la laparotomía. Los cuidados consecutivos consisten cuando se hizo la lapa- rotomía en todos los de ésta, añadiendo tónicos al interior y haciendo antisepcia vaginal rigurosa. Hielo en el vientre para la reacción inflamatoria, etc. Cuando hubo ruptura completa y extracción manual ó ins- trumental ó expulsión natural del niño, no se hará la laparo- tomía para suturar la herida uterina porque las suturas no son indispensables para obtener la curación, y sí se la hará cuando haya hemorragia grave ó ruptura complicada con la de algún órgano vecino, y así, en el primer caso se contentará uno con hacer un lavado intraperitoneal por la herida uterina, tan com- pleto como sea posible, acabando este lavado de las partes pro- fundas á las superficiales. Sabañones: Puede prescribirse lo siguiente: 1?, lociones con solución de cloruro de calcio al décimo, con solución de bora- to de sosa, de alcohol alcanforado ó de agua simple caliente; ó bien, y lo que es mejor, con cocimiento de hojas de nogal, pues así se tiene además la acción tánica; 2?, se enjuga la parte y se hace una fricción con alcohol alcanforado cuando éste no se em- pleó en el primer acto; 3?, después que se secó la anterior, se espolvorea salicilato de bismuto; y 4?, protección tan comple- ta como sea posible, utilizando el algodón y los cuerpos malos conductores. Si hay mucha comezón, especialmente por la tarde, se harán friegas de glicerina y agua de rosas áá 5.00, tanino 1.00, y ter- minadas éstas se vuelve á polvear la región enferma con sali- cilato de bismuto. Si hay ulceraciones se cubre á éstas con ho- jas de nogal previamente hervidas, y si no hay mejoría, siem- pre continuando con el uso cuotidiano de lo anterior, se hacen en la superficie ulcerada aplicaciones cateréticas ó puramente astringentes, utilizando el nitrato de plata, el iodo, el ácido fé- 586 nico, el licor de van Swieten, el alumbre ó el tanino. Se pre- fiere el ácido bórico en las partes delicadas. Salpingitis: Véase piosalpingitis. Sarampión: Una de las peripecias más graves de la evolu- ción de esta fiebre eruptiva, consiste algunas ocasiones en que la aparición de la erupción se dificulta; pues bien, si el saram- pión no muestra mucha malignidad en el caso ó en la epidemia, á los cordiales con acetato de amoniaco, solos ó adicionados de pimienta (eugenia pimenta), se limitará la medicación, porque en la casi totalidad de casos ella basta para hacerla aparecer; pero si es maligno, entonces hay que ocurrir á la hidroterapia, como que es el recurso soberano con que aparecerá la erup- ción. Desde el momento del diagnóstico se hace indispensable el reposo en el lecho por benigna que aparezca la sintomatología, y no menos indispensables se hacen el régimen lácteo y la me- dicación alcohólica. Hemos visto recomendada como abortiva (!) la mezcla de polvo de Dower, 0.03, y de fenacetina, 0.10, para un papel re- petido cada dos horas: de fenacetina puede emplearse aun ma- yor dosis. Es necesario hacer de la convalecencia un largo secuestro en buenas condiciones higiénicas y tonificando al enfermo pa- ra evitar de este modo las consecuencias lejanas de la enfer- medad ó la aparición de otras enfermedades ligadas ó no con el sarampión. El noma está en este caso, porque muy frecuen- temente aparece después de esta fiebre eruptiva; de suerte, y en regla general, debe tenerse para todas las enfermedades in- fecto-contagiosas, que hay necesidad de mantener en la enfer- medad y en la convalecencia un aseo riguroso de la cavidad bucal. En todo tiempo hay que evitar los enfriamientos, que son funestos. Si el sarampión se desarrolla en una mujer embarazada, se recordará que en la mitad de los casos sobreviene el aborto, especialmente cuando el sarampión es grave. 587 Conforme á las ideas microbianas, se propuso como profi- laxia de la bronco-neumonía, que complica ó sigue al saram- pión, el aislamiento como cosa debida y racional; pero es el ca- so que esta medida resultó ser peor que la misma aglomeración! En verdad y á pesar de los números no creemos en esta acer- ción y opinamos que se concluyó así en tal ocasión, como se concluye siempre en la estadisticomanía; en consecuencia, es bueno el aislamiento y el aseo, sin preocuparnos gran cosa de la antisepcia del medio. Sarna: Se deben distinguir dos casos, especialmente en los niños: cuando hay irritación ó dermatitis y cuando no las hay, pues en el primer caso no deben prescribirse los antisóricos desde el principio, sino los emolientes y calmantes cutáneos,. para continuar con el uso concomitante de los insecticidas, ó más propiamente de los paraciticidas, haciendo notar que en tal ocurrencia deben ir éstos mitigados, por ejemplo: pomada azufrada 1, manteca 2, ó bien esta otra: aceite de manzanilla alcanforado 100.00, bálsamo de estirax puro 20.00, esencia de menta 5.00, para usar por la noche; y en la mañana inmedia- ta se hará un baño emoliente ó no, seguido de polveada de al- midón. Han sido recomendados fuera de los lavados jabonosos con jabón negro los de jabón de creolina al 5 por ciento prepara- do con jabón fundamental, y como curativos el petróleo ó la creolina. Hé aquí la fórmula de la creolina: creolina 5.00, va- selina 100.00; se dice que es mejor que la pomada de Helme- rich. Inútil es decir que hay que cambiarse de ropas y alejarse del foco del contagio. Saturnismo crónico: Como profiláctico se emplea el ioduro de fierro, solo ó asociado al fosfuro de zinc. El ioduro de potasio, el masaje, el baño galvánico y las tres electricidades son muy útiles para curar los accidentes del sa- turnismo crónico; pero en todo caso no se olvidará que la in- toxicación profesional causa muy frecuentemente el aborto d 588 el parto prematuro, y que es más enérgica la influencia de la madre que la del padre. Para el baño galvánico véase neuras- tenia, y para el cólico, véase cólico de los pintores. Septicemia gangrenosa de las extremidades: Como recurso ul- timo y soberano puede practicarse la amputación de alguno de los miembros, aun cuando ya esté afectada la parte en que se va á hacer; empero se procurará realizar la asepcia y antisep- cia más rigurosa, teniendo cuidado de no intentar la reunión por primera intención, pues se ha visto que á pesar de tales circunstancias se han obtenido éxitos admirables. Septicemia puerperal: Véase fiebre puerperal. Sudores fétidos: Se palian perfectamente por el uso periódi- co de una ó dos sesiones del siguiente método: lavado con ja- bón de creolina al 5 por ciento, preparado con jabón funda- mental ó simplemente con jabón ordinario; este lavado es se- guido de una fricción hecha con solución alcohólica de tanino al 1 por ciento, y ésta á su vez es seguida por una polveada de la siguiente mezcla: talco de Venecia una parte, ácido salicílico y óxido de zinc dos, finalizando la sesión con la envoltura de la parte. Otros han recomendado se haga, cuando las extremidades son frías, una jabonadura con jabón de ictiol, seguida de loción de agua adicionada de vinagre, alcanfor y mostaza: se enjugan las partes y se hace una undón con ictiol y trementina áá 5.00, y pomada de óxido de zinc 10.00; no queda después de esto sino poner en los calcetines por ejemplo, un poco de polvo com- puesto de mostaza 1 y talco pulverizado 30. Si la parte enfer- ma es caliente, entonces se suprimen todos los excitantes an- teriores, y se limita uno á hacer jabonaduras de ictiol seguidas de unciones con lanolina 20 partes, ictiol y agua áá 50 partes. Cuando hay ulceraciones se recomienda hacer cuidadosa- mente y con un palito cauterizaciones con solución de ácido crómico al 5 por ciento, no en glicerina; sin olvidar que este ácido es tóxico aun aplicado al exterior: se usa una vez por se- mana. 589 Se pueden hacer baños locales de ácido tártrico al 10 por ciento, ó tánicos más ó menos concentrados. Las inyecciones subcutáneas locales ele 0.01 de nitrato de pilocarpina por una acción enteramente desconocida, han dado muy buenos resultados para hacer desaparecer la hipercrinia y la fetidez. Sudores profusos: Véase tuberculosis pulmonar. Sueño de los negros, ó poliencefalitis aguda hemorrágica supe- rior: Medicación antiflogística enérgica. Tuberculosis pulmonar: Tenemos que hablar de esta cruel en- fermedad y nos vemos precisados á pasar revista á una serie de medicamentos inútiles para cumplir con nuestro deber: pues bien, sea así, pero no sin que antes digamos que la tuberculo- sis no tiene cura especial. La tuberculosis es curable porque ha curado, pero se ignoran totalmente las condiciones en que se ha hecho tal vuelta á la salud; se sospecha que la higiene tiene mucha parte en tan fe- liz resultado, pero se ignora casi totalmente el modo con que debe dirigírsela; se afirma que el organismo tiene la principal función para influir en la evolución del proceso morboso, pero fuera del más ó menos clásico, no sabemos nada de cómo actúa positivamente, y por fin se conviene que los medicamentos no han de ser extraños para detener y curar á esta enfermedad,. pero en la actualidad estamos en espera de esos dichosos me- dicamentos. Nosotros creemos que si algún medicamento ha de curar á la tuberculosis, ha de ser precisamente por su acción previa so- bre el estado general, sin que importe ni poco ni mucho que obre á la vez localmente, porque para nosotros la tuberculosis, á pesar de lo que se ha dicho, es ante todo una enfermedad general con manifestaciones locales, y que á semejanza de la sífilis, se perdería lastimosamente el tiempo consagrando aten- ción preferente á estas últimas con descuido y á pesar del es- tado general. Allende los mares, cuando se habla del mejor tratamiento de la tuberculosis, se dice: higiene y creosota, por- 590 que una y otra han hecho sus pruebas; pero no está por demás, en este lugar, que digamos que la palabra higiene significa en el caso tonificar y vigorizar á un organismo menguado y desfa- lleciente. Todo medicamento ó práctica debilitante, es inútil de- cir que con lo anterior está formalmente contraindicado. Por fin decimos con el eminente Dr. Peter: "nosotros, médicos, no debemos procurar matar al bacilus sino hacer vivir al tubercu- loso, "y con Koch," debemos modificar el terreno." ¡Cosa rara! Hoy los partidarios más convencidos de la natu- raleza parasitaria de la tisis son los que menos hacen medica- ción antibacilar y los que se apegan más á las prácticas higié- nicas. Medidas higiénicas.—En nuestros apuntes nos encontramos con este extracto: cuando no hay fiebre, diarrea ni tendencia á las hemoptisis; cuando se ha producido la tuberculosis por la vida sedentaria ó el aire contaminado; cuando las personas son jóvenes y la enfermedad está en el primer período, entonces el aire marítimo es sumamente útil. En verdad que no sabe- mos donde habrá dado buen resultado tal práctica, aunque en la tuberculosis no bien diagnosticada todas las prácticas son buenas; pero lo que sí decimos con experiencia es que en la tuberculosis verdadera y en nuestros climas, ninguna práctica puede ser peor. Ya el Dr. Lucio en su enseñanza de la Escuela de Medicina de México, nos decía: á los tuberculosos el clima de las alturas es el único que les conviene, y hoy en Europa muchos años después del precepto de este sabio médico es casi la única prác- tica que se adopta uniformemente; en consecuencia, á todo tu- berculoso lo primero que se le recomendará será la permanen- cia en un clima de altura, sin temor de las hemoptisis, que al contrario, haciendo esto, desaparecen ó no se presentan. Un lugar colocado á mil doscientos metros sobre el nivel del mar, resguardado de los vientos del Norte, seco, sin neblinas y á las inmediaciones de un bosque de coniferas, basta para la insta- lación y para obtener todas las ventajas que de hecho dan los 591 climas fríos: la pureza del aire, la diafaneidad de la atmósfera, la sequedad relativa del aire sin vientos del Norte, todo es par- te para que se viva mejor y se respire más amplia y más fre- cuentemente: allí el oxígeno es más activo, más ozonizado y más oxidante, pero menos que en las alturas inferiores, y por todo ello tiene mayor expansión el pulmón, permitiendo éste que el aire le llegue hasta sus últimos repliegues ocupados por los bacilus y por los tubérculos. Hecha la instalación hay que recomendar se guarde el repo- so más completo, como que es el mejor de los antitérmicos; y á propósito de éstos expondremos esta regla: nunca se pida de los antipiréticos la apirexia completa, sino simplemente la mo- deración de la calentura, y la razón es que el antipirético po- dría ó puede dañar á alta dosis y compensar así con males los beneficios de la refrigeración. Hay que recomendar se duerma con la ventana abierta, se- gún el arte, y se habite siempre un departamento bien venti- lado. En el transcurso del día se hará transportar á los enfer- mos á un lugar inmediato bastante iluminado por el sol, porque la luz es el primero de los antituberculosos más ciertos. Como régimen alimenticio, se dice, en este caso, que la die- ta láctea vale al estómago lo que el aire puro al pulmón: la le- che de vaca puede sustituirse con leche de cabra ó de burra; mas en todo caso no se la dé descremada, y téngase cuidado de añadir diariamente á la ración láctea 3.00 de sal marina cuando sea bien soportada. Por lo demás, hé aquí la alimenta- ción de un día, según la práctica de Davos, en la alta Engadina. A las seis de la mañana se da á beber una taza de leche á pequeños tragos; luego se hará una loción con agua fría, veri- ficada así: se frícciona fuertemente con un lienzo áspero la parte anterior del pecho; luego que la piel enrojece, se pasa rápida- mente cuatro ó cinco veces una esponja exprimida, previamen- te impregnada de agua fría, y luego hay que secar rápidamen- te la parte humedecida. Se puede ocurrir á la ducha. Primer desayuno entre ocho y nueve de la mañana: café con 592 leche, mantequilla, miel, huevos, sardinas, jamón, carnes frías, teniendo cuidado de durar mucho tiempo en este acto de comer. A las diez se da una taza de leche. A medio día comida copiosa en el comedor común ó en el bosque. Reposo después de comer. Nueva taza de leche á las cuatro. Otra comida á las siete de la noche, y según aquellas cos- tumbres esta es la comida principal. A las diez el enfermo se recoge en el lecho. El que tiene calentura vesperal, es locionado al medio día como en la mañana, toma en el día hasta 60.00 de coñac, y debe reposar durante las horas que preceden á la fiebre. Puede pasear el enfermo con el bastón debajo de ambos brazos, cuando no hay calentura desde hace muchísimos días. En una palabra, en Davos se hace reposo y supra-alimenta- ción, y nosotros aquí debemos hacer poco más ó menos lo mis- mo, según nuestras costumbres, y aun hacer el lavado del es- tómago para prepararle á la digestión. Si con las fricciones cuotidianas con agua á 0o no basta para calmar los principales síntomas, ó si al cabo de algunos días de usarlas no se nota mejora alguna, entonces se las reemplazará con las afusiones de lo mismo empleando 8 litros; y aun puede ocurrirse á un baño entero instantáneo á + 7o y durando dos ó tres minutos. Esta sola práctica ha curado muchos tubercu- losos, y en general, las lociones frías ó tibias dan mucho alivio á los febricitantes. La carne cruda in natura, es óptima, lo mismo que el caldo de Bouchardat, preparado así: para producir un cuartillo de caldo, se toma una libra de carne sin tendones ni grasa, se pi- ca, se muele en su propio jugo y luego se echa en el cuartillo de agua que ya ha de estar hirviente; se compone el caldo con los condimentos ordinarios (sal, aromas, etc.), se le deja hervir por cinco minutos, se saca, se deja medio enfriar, se cuela, se exprime y se da á tomar luego, pero debe tenerse entendido 593 que los residuos de la carne deben ser al mínimum posible. Este caldo es excelente; es carne líquida y cruda. En regla general decimos: cuando á un enfermo le repugne un alimento que nosotros comprendemos que necesita, reco- mendaremos que se le tapen las narices y se le venden los ojos, pues de este modo desaparece el asco ó repulsión cerebral. Contamos aún con otro medio y es el del gavaje, ó sea supra- alimentación por la sonda: hé aquí los potages de una comida ó sesión en que se utiliza el tubo de Faucher: tres ó cuatro cu- charadas de aceite de bacalao, tres ó cuatro cucharadas de pep- tonas (en principio: peptonas y fermentos digestivos están con razón proscritos de la terapéutica y de la alimentación artifi- cial, y por esto más valdría dar en el caso una solución clorhí- drica), 150.00 de carne cruda, cuatro huevos completos, un li- tro de leche como excipiente; y después de pasado todo esto se vierte aún un poco de leche para limpiar el tubo. Algunos han aumentado la ración de huevos hasta 10, y la carne hasta 200.00. Si al enfermo le llega á repugnar la carne cruda, puede ocu- rrirse á los polvos de carne, confeccionados así: carne fina sin tendones, grasa ni aponevrosis, bien picada y secada á la estu- fa, á una temperatura inferior á + 100°, cuanto baste. Por fin dense muchos feculenlos; pero en todo caso no se olvide que el alimento sea digestible y asimilable. Queda entendido que cuando se trata de un candidato á la tuberculosis, tales medidas, ó menos severas, juntas con la gim- nasia respiratoria del grito, canto, respiración metódica, etc., serán sumamente útiles, pues los efectos mecánicos, químicos y de nutrición que producen, son eminentemente favorables para impedir la aparición de la enfermedad y corregir enérgi- camente á la constitución tuberculosa. Recursos farmacéuticos: el aceite de bacalao es el agente de que mejor podemos disponer con un fin curativo en la tuber- culosis pulmonar, con la condición de que no haya diarrea ni descompostura de estómago ni fiebre; teniendo cuidado de em- Terapéutica.—3S 594 plearlo cuando se tolere á dosis progresivamente creciente, de suerte que puedan darse en un día hasta 300.00. El arsénico, recomendado desde la más remota antigüedad, aún se emplea ahora bajo sus diferentes formas farmacéuticas, y principalmente bajo la de licor de Fowler: este agente está recomendado como antitérmico radical; pero debe tenerse cui- dado de no darlo cuando haya cólicos ó diarrea; porque en ese caso puede producirse una diarrea incoercible. Tómese á la hora de comer en agua gaseosa adicionada de 1.00 de bicarbo- nato de sosa. El arseniato de estricnina en inyecciones subcutáneas ó por la boca, es uno de los medicamentos que merecen más fe por su propia naturaleza. En general y recordando á los europeos, es á la creosota á la que se ocurre con más frecuencia: todos los elementos de la creosota: paracresol, florol, gayacol y cresol están reconocidos como menos eficaces que ella y su ineficacia es decreciente se- gún el orden en que quedan indicados; es decir, según el or- den de su toxicidad. Hé aquí los diversos modos y las diversas vías que se utili- zan para propinar este precioso medicamento: inyecciones sub- cutáneas de aceite creosotado (creosota 1.00, aceite de olivo 15.00), teniendo cuidado que la creosota sea de la mejor cali- dad y que el aceite sea previamente esterilizado; advirtiendo que no son dolorosas, y que al contrario, producen una zona anestésica bastante manifiesta; atmósferas creosotadas y bajo presión; inhalaciones de alcohol, creosota y cloroformo á par- tes iguales, ó inhalaciones de creosota pura; lavativas de creo- sota, que contrariamente alo que se podía suponer no produce ninguna irritación local: creosota de 2 á 4.00, aceite de almen- dras 25.00, vitelus 1.00, agua 200.00; antes de acostarse se ha- ce una lavativa de agua común tibia para lavar el intestino, é inmediatamente que se arroje ésta se pone la medicamentosa; y por fin, las fricciones cutáneas hechas con esta mezcla: acei- te de bacalao 10.00, creosota 1.00. Pero es fácil comprender 595 que se ocurre á estas vías cuando no se puede ó no se quiere servirse de la vía gástrica, que es la mejor de todas, ó cuando menos la más fácil y accesible: creosota 10.00, polvo de jabón medicinal secado á la estufa 25.00, para hacer cien pildoras y tomar diez diariamente. Como tomando este máximum de pil- doras no se ingiere más que 1.00 de principio activo, y como está recomendado que se emplee de él cuando menos 2.0Q, por eso se ocurrirá á alguna de las vías suplementarias que dejamos mencionadas para introducir la cantidad sobrante; pero no de- berá olvidarse jamás al obsequiar la recomendación de los que quieren que se introduzcan grandes cantidades de creosota: 1?, que no se la debe administrar cuando haya albuminuria ó pa- decimientos renales en general; y 2?, que todavía hay mucho que decir de su acción sobre si es eficaz ó no, ó sólo aperitiva y modificadora de la secreción pulmonar. Por lo demás, fácil es comprender que se pueden emplear todas las vías á la vez cuando se desea hacer un tratamiento intensivo. Como en la evolución de la tuberculosis pulmonar lo que más molesta á los enfermos cuando por ningún recurso han podido ser mejorados es la sudación profusa, por eso es debi- do que se les atienda con alguno de los medios que siguen: re- poso aún más vigoroso, porque prácticamente se le ha visto dar buenos resultados; forzar aún más la supra-alimentación, y no abandonar las lociones frías ó tibias, locales ó generales, simples ó medicamentosas; en la inteligencia que estas últimas pueden ser de vinagre y agua ó de solución de acetato de alú- mina. Como antihidróticos de segundo orden, tenemos: el acetato de plomo (acetato de jflomo 0.30, opio 0.30, azúcar 2.00, para doce pildoras, una en la mañana y otra en la tarde); el tanino (2.00 por la tarde); el agárico (boletus laricis), de 0.15 á 2.00, en la inteligencia que si se llega á la dosis de 3.00 vienen efec- tos drásticos; la atropina; el beleño ó hyosciamina, que vale lo mismo que la atropina, con la ventaja de que son excelentes 596 béquicos estos últimos; la picrotoxina, que tiene el mismo va- lor á la dosis de 2 á 3 miligramos, sin colateralidad perjudicial, y que de preferencia se emplea en inyecciones hipodérmicas; el sulfato de duboisina, también por la misma vía, á la dosis de 2 á 3 miligramos (véase enfermedades mentales); el telurato de potasa á la dosis de 0.02 á 0.05; el ácido canfórico, de 2 á 5.00, que se dice tiene la ventaja de servir de reactivo, pues que cuando no surte quiere decir que la tuberculosis es grave: su mejor vehículo son las obleas; y por fin, las sales de quini- na, que además, á la dosis de 0.30 repetidas cada tres horas y en los estados muy avanzados, tienen la ventaja de tonificar el corazón y por lo mismo de disminuir la taquicardia. En igual grupo colocamos el ácido agaricínico, dado á la dosis de 0.04 de una sola vez bajo la forma pilular,' y dos horas antes de la supuesta sudación; los vejigatorios volantes colocados en los vértices y los puntos de fuego que hacen revulsión enérgica sin efectos expoleadores. Estos dos últimos recursos son además excelentes antitérmicos por el hecho mismo de ser revulsivos y descongestivos. Cabalmente como descongestiva y que combate felizmente el erectismo peritubercular, se recomienda una poción en que van asociados el bromuro de potasio, el ioduro de potasio (!) y el cloruro de sodio. Combatir la congestión y el erectismo es combatir la fiebre, y en la tuberculosis toda fatiga provoca con- gestión, de donde se sigue que el mejor antitérmico es el repo- so; pero fuera de éste, aún se puede contar con las lociones de que ya hicimos mención, y en último lugar con la antipiri- na, que tiene el grandísimo inconveniente de aumentar la su- dación. Veinte años después del precioso descubrimiento de Har- vey, es decir, hace algunos siglos, se intentó reformar la sangre; pues bien, ahora, después de tantos años, aún hay quien pro- ponga semejante cosa. No entraremos en detalles, no hablare- mos de las inyecciones de sangre, ni de las de suero, porque creemos perder lastimosamente el tiempo. 597 Pasaremos en silencio una multitud de recursos propuestos con dos ó tres éxitos (?) al calce, como las inhalaciones de clo- roformo, las inyecciones de licor de Brown Sequard, la cura- ción por el bicarbonato de sosa, por el mentol, por el eucalip- tol, gaiacol, etc., y cien más que se preconizan diariamente con esta recomendación "curación antiséptica," porque precisa- mente tal etiqueta es y debe ser el pasaporte de su proscrip- ción. Para las tuberculosis tórpidas hay quien recomiende el fos- fato de sosa y los hipofosfitos de sosa ó cal á la dosis de 0.25, tres veces en el día, por cinco ó seis semanas; en tisana de co- lombo, prefiriéndose ePúltimo para los casos en que hay dia- rrea, transpiración abundante y esputación considerable, te- niendo cuidado de darlo en glicerina ó en jarabe de Tolú. Los hipofosfitos favorecen la degeneración grasosa y la absorción de los tubérculos. Cosa importante es corregir el insomnio en los tuberculosos, para lo cual contamos con muchos hipnagogos, en cabeza de los cuales se pone el sulfonal á la dosis de 0.50 ó 1.00, bien disuelto en agua caliente de tila ó de menta, confeccionándose la poción del modo siguiente: se vierte el sulfonal en la vasija que contiene agua hirviente en pequeña cantidad, se le disuel- ve bien y luego se le agrega agua fría hasta que quede á una temperatura agradable para poderse administrar sin malos re- sultados: este agente, además de hipnagogo cierto, es antidia- forético de mucha actividad, pues este último efecto se ve aún muchos .días después de la administración de este medicamen- to. Las inyecciones de aceite de olivo alcanforado, al décimo, que aunque fracasan cuando hay diarrea, se dice que son bue- nas hipnóticas, aperitivas, dinamógenas y antidiaforéticas. Por fin la esparteina, también por la vía hipodermica, está recomen- dada para el insomnio, acompañado ó no de fiebre y palpita- ciones. Para los dolores pleuríticos se recomiendan, á más de los ve- jigatorios y puntos de fuego, las pinceladas tibias de tintura de 598 iodo con partes iguales de glicerina, y las preparaciones de be- lladona al exterior, que ya dijimos son excelentes antihidró- ticas. La belladona en la tuberculosis tiene muchas aplicaciones útiles, pues ella á mayor abundamiento forma con la cocaína y la poción de Riviére la triada antiemética más feliz. Si con alguno de estos agentes no se tiene buen resultado, puede ocu- rrirse como medicamento de segunda línea al bromuro de po- tasio, y como recurso extremo al lavado del estómago. La diarrea y las demás complicaciones se tratarán por los recursos clásicos que poseemos. Últimamente hornos visto recomencMla como cardiotónica, superior á la digital y antitérmica eficaz, la práctica de poner después de media hora del último calosfrío una vejiga de hielo \ en la región precordial con interposición de una hoja de papel. A este último recurso, sin el correctivo anterior, se dice que se debe ocurrir en el estado febril de los enfermos próximos á un colapsus fatal, con más esperanza que á cualquier otro cardio- tónico. No hay que olvidar que en los niños el iodo en pinceladas y en extensión mayor de ocho centímetros se absorbe, y que aparte de que por esto causa frecuentemente congestiones re- nales, albuminuria y fenómenos de iodismo, tiene la funesta propiedad, como es sabido, de producir congestiones pulmona- res: Esta es la razón por qué se ha de emplear con discerni- miento el iodo en la tuberculosis infantil ó proscribirle del for- mulario habitual: haciendo esto último, positivamente se gana mucho. Por lo demás, cuando se le propone en los niños mayores de dos años, es para estimular el movimiento orgánico perezo- so de las tisis tórpidas, y conforme á esto se comprende que debe suspenderse su uso desde el momento en eme aparecen las primeras manifestaciones de la estimulación. Terminemos esta fastidiosa exposición con este precepto tan bello como utópico. Para una tuberculosa ó para un candida- 599 to averiguado, nada de matrimonio; si éste se realiza, nada de hijos; y si llega á ser madre nada de lactancia. El hombre en su línea se sujetará alas restricciones correlativas. Si este pre- cepto con temeridad se infringe completamente, téngase por seguro que la muerte sobrevendrá por la enfermedad dentro de un plazo siempre corto. Taquicardia paroxística: En el momento del acceso se pres- cribirá el reposo físico y moral, se acostará al enfermo en el lecho y de preferencia sobre el lado derecho, teniendo cuidado de poner la cabeza en posición declive ó cuando menos horizon- talmente, previendo un síncope. Inmediatamente se procede- rá á hacer la compresión cervical ó carotídea de ambos neumo- gástricos, un poco hacia arriba del cartílago tiroides, teniendo cuidado de que la compresión no sea muy enérgica y de que no comprenda á la carótida, pues está probado que es el recur- so mejor y más rápido: muchos quieren que se haga la com- presión especialmente en el lado izquierdo. Si esto no surtiere, pueden hacerse en el acto inyecciones subcutáneas de morfina, repitiéndolas á necesidad; ó cuando hay hipotensión se comenzará á dar la tintura de coronilla va- ira, á la dosis de 120 gotas y hasta de 4.00, que es muy útil y no se acumula; ó la digital, ó esta otra fórmula: sulfato de qui- nina y extracto acuoso de cuernecillo de centeno áá 4.00, ex- tracto alcohólico de nuez vómica 0.10, para cuarenta pildoras, de las cuales se tomarán dos bis ó ter por 15 ó 30 dias, y pa- sado este tiempo hay que continuarlo aun por dos meses más usando el arsénico. Por fin, se ha visto dar resultado instantáneo á las inspira- ciones profundas, á las pulverizaciones de cloruro de metilo ó etéreas en la región precordial ó en la parte posterior del cue- llo, es decir, en la nuca. • Como profilaxia se recomendará la abstención del café, té, licores, tabaco, alimentos excitantes y de la fatiga del cuerpo y del espíritu, que parece la principal causa. Tétanos: Póngase al paciente en un departamento obscuro, 600 tápensele los oídos con algodón y cera, suprímase todo ruido y no se den más que alimentos líquidos: á la vez que se hace esto se da al interior la belladona y el centeno para calmar los dolores. En muchos casos esto es bastante para obtener la cu- ración. Las inyecciones subcutáneas de 0.01 de pilocarpina, repeti- das cada dos horas á titulo de depuradoras del virus, han cu- rado varios tetánicos; en la inteligencia que esta medicación debe continuarse por muchos días y darse á grandes dosis, pues en un caso se administraron hasta 0.70 de nitrato ó clorhidra- to de pilocarpina en un espacio de tiempo de 15 días. La paraldeida, por la boca ó en lavativa, administrada du- rante muchos días, también ha dado buenos resultados curati- vos en el niño y en el adulto; pero con la condición de que se ' dará á dosis muy alta, pues que se necesitan en el último has- ta 15.00 de medicamento para 24 horas. La acetanilida, á la dosis máxima de 0.50 por vez y de 2.00 en el día, administran- do concomitantemente el alcohol ó el elixir de Gáruz, está en el mismo caso. Muy formal recomendación tienen los baños tibios á + 30°, pues que disminuyen la irritabilidad central y las compresas de agua caliente, tanto como se puedan soportar en el occipucio y columna vertebral; á la vez se da la antipirina. Se ha propuesto la administración simultánea de la atropi- na y eserina á pequeñas dosis, repetidas como paralizantes de los nervios motores; mas si se ocurre sólo á la eserina, debe continuarse su uso aún mucho tiempo después del efecto para- lizante para no perder la costumbre ó tolerancia adquirida, de- biendo en todo caso preferir el sulfato al extracto. Se ha propuesto el bromuro, que es inferior al cloroformo; pero éste á su vez lo es al doral, que es el medicamento de elección, por la boca ó en lavativa, y tanto que hasta para los casos graves se han propuesto las inyecciones intravenosas de lo mismo, repetidas tres ó seis veces por día, con la solución acuosa al vigésimo, hechas lentamente y vigilando mucho el 601 corazón, la respiración y la orina: este agente es un perfecto anestésico, que aunque puede no curar muchas veces, tiene empero la ventaja de impedir las crisis espasmódicas. La tintura preparada con el extracto alcohólico de cannabis índica á grandes dosis y por mucho tiempo, calma las convul- siones y facilita el sueño del tétanos traumático, pero es ente- ramente inerte en el espontáneo. Por último, se han propuesto las inyecciones subcutáneas de ácido fénico al 5 por ciento, repetidas hasta ocho veces, y se ha dado este mismo ácido al interior. Los opiados y la morfina en particular, por la boca ó en in- yecciones hipodérmicas, y siempre á grandes dosis, tienen sus partidarios convencidos. El traumático requiere una curación tópica enérgica. liflitis: Adoptando por completo las ideas que el Dr. Treves emitió en el Congreso de Londres de la Asociación Médica Bri- tánica, reunimos bajo el título de tiflitis, las tiflitis peri y para- tiflitis, antiguamente admitidas, y como regla de conducta adop- tamos también esta otra: en las formas ligeras y medias, que son las más comunes, ordinariamente debidas á la acumula- ción de materias fecales, basta el tratamiento médico para lle- gar hasta la resolución completa. Esta es también la opinión del Dr. Reclus, emitida en la sesión de la Sociedad de Cirugía del 28 de Octubre de 1890, quien dice: la primera crisis de la apen- dicitis no necesita de la intervención quirúrgica. ¿Por qué? Por- que ordinariamente es benigna. Para estos casos benignos un especialista recomienda el re- poso del cuerpo, del espíritu y del intestino; la abstención de los movimientos del muslo, de toda intervención terapéutica y hasta de las palpaciones repetidas para ratificar el diagnóstico: no acepta los purgantes ni las lavativas, ni aun al principio. El extracto de opio á grandes dosis es lo único que debe darse por muchos días sin interrupción, á la dosis de 0.03 á 0.06, á intervalos suficientemente separados para no producir el nar- cotismo, como por ejemplo, de hora en hora al principio, des- 602 pues cada dos horas, y por fin más separadas; advirtiendo que aún se continuará la medicación opiada (!) si viniere,meteoris- mo y colapsus, siempre que se tenga el cuidado de añadir in- yecciones subcutáneas de alcanfor ó de éter y el champaña al interior. Durante toda la faz aguda de la enfermedad la alimen- tación será líquida y en pequeña cantidad, dando trocitos de hielo como calmantes de la sed. Por lo visto, el fin que se propone este método es suprimir el peristaltilismo intestinal. Otros prácticos siguen en el caso la medicación de la perito- nitis, y recomiendan se haga la aplicación de sanguijuelas en el ano. Nota general: Cuando súbitamente y sin motivo justificado sobrevienen ciertos síntomas de mejoría en una afección abdo- minal grave, pero que están contraindicados, como debe suce- der por otros que indican el choque, como enfriamiento de las extremidades, narices y orejas, facies anciosa y pulso y respi- ración en desacuerdo con la temperatura, conservándose dolo- rosa alguna parte del vientre, es que ha sobrevenido una cosa aún más grave, y cuando de tiflitis se trata, es que se ha efec- tuado una perforación. Sucedido esto y hecho un diagnóstico tan exacto como sea posible, no queda más que la laparotomía como único recurso de salvación; pero advertiremos que la in- tervención operatoria es indicada para muchos cirujanos aun desde las primeras horas de la aparición del mal, cuando se tra- ta de formas graves, como lo es la tiflitis de repetición. Hé aquí la opinión formal del Dr. Berger: En los casos lige- ros es necesario abstenerse; en los casos medios no se puede intervenir en las primeras 24 ó 48 horas, en razón de los nu- merosos hechos de resolución espontánea, de suerte que se im- pondrá la espectación limitada; mas cuando hay peritiflitis ver- dadera, si después de 48 horas hay agravación de los fenóme- nos locales y generales, es necesario no vacilar para intervenir en el segundo ó tercer día, porque si se interviene hasta el quin- to ó sexto, será ya ordinariamente muy tarde. La intervención 603 quirúrgica en este caso debe ser atrevida y precoz, aun cuan- do se sitúe el dolor á la izquierda. El Dr. Reclus opina lo mismo. Por lo que respecta al sitio en que debe practicarse la ope- ración, varían las opiniones, mejor dicho, varían las indicacio- nes: si se trata de accidentes localizados, es la incisión lateral la que debe preferirse; pero si se trata de una peritonitis gene- ralizada, entonces deberá ocurrirse á la laparotomía media, y es bueno hacer presente que cualquiera que sea la vía que se escoja, debe irse directamente á la busca del apéndice, punto de partida de los abscesos, de los cuales ordinariamente se en- cuentran dos, uno anterior y otro posterior. Operación ordinaria.—Manual operatorio: Debiendo alcan- zarse el pus por el camino más corto, se hará una amplia inci- sión oblicuamente de arriba hacia abajo y hacia adentro, afue- ra de la arteria epigástrica y terminando un poco arriba y afue- ra de la mitad del ligamento de Poupart; es decir, siguiendo la dirección general de la incisión practicada para la ligadura de la iliaca externa en su parte superior. Esta incisión no debe abrir la cavidad peritoneal sino solamente el enquistamiento peritoneal del pus, poniendo ampliamente á descubierto las partes enfermas para hacer un examen cuidadoso bajo el pun- to de vista de las concreciones fecales, de los cuerpos extraños y del estado del apéndice. Se harán con precaución estas investigaciones, no olvidando la poca resistencia de las paredes del absceso y de las adhe- rencias recientes, porque la introducción brutal del dedo pue- de romperlas, causar perforación de la cavidad peritoneal ó despojar de su cerosa á la porción descubierta del ciego; en la inteligencia que mientras más delicadas son las maniobras que se efectúan, más probabilidades se tiene de buen resultado: se evitará, pues, la raspa de las paredes del absceso, contentán- dose con lavar la cavidad con solución antiséptica caliente y con introducir un tubo ancho de canalización ó una buena ti- ra de gasa iodoformada. 604 Si durante la operación se descubre el apéndice perforado ó gangrenado, se ligará á éste con catgut ó seda, arriba de las partes enfermas, que se escisan en seguida.- Si está perforado el apéndice, cerca de su origen, en el ciego, ó enteramente gan- grenado, es preferible no tocarle; y cuando es muy adherente, debe uno guardarse bien de movilizarle por disección ó trac- ción, á menos de que se pueda obrar en él fácil y simplemen- te: en resumen, la regla general es no preocuparse del apén- dice ileo-cecal, pues procediendo así se disminuye mucho la gravedad de la operación y es muy satisfactorio el resultado terapéutico. Ordinariamente el pus del absceso es fétido y si contiene ma- terias fecales es indudable que ha habido una perforación. Si sucedió esto, es más prudente no tratar de cerrar inmediata- mente la perforación en la profundidad de la herida, pues la fístula fecal se cierra sola ordinariamente; sobre todo, si el abs- ceso es bien canalizado y frecuentemente irrigado; por lo de- más, los bordes de la perforación están en condiciones muy desfavorables para una operación plástica inmediata y para la oclusión por sutura. En las tiflitis de recaídas, unos, y el Dr. Treves con ellos, quitan el apéndice ileo-cecal; mientras otros, entre los que se cuenta el Dr. Lawson Tait, prefieren dejarle y canalizar el abs- ceso después de haber extraído los cuerpos extraños, causas de la recaída. En general, se la opera en un período de calma después que han desaparecido los síntomas inflamatorios agudos. Operación del Dr. Treves: Después de haberse dado buena cuenta de la posición del apéndice, se hace en la región cecal una incisión oblicua de arriba hacia abajo y hacia adentro, ter- minándola justamente al lado externo de la arteria epigástrica, teniendo cuidado de no colocarla directamente sobre el apén- dice ó sobre la región mate para evitar el estorbo de las adhe- rencias, pues el ciego ó el apéndice pueden estar adheridos á la pared abdominal anterior. Después de haber descubierto es- 605 tos órganos, se aisla el campo operatorio de la cavidad abdo- minal por medio de esponjas, para impedir todo derrame de sangre y de materias infectas. Se dividirán por incisión, jamás por desgarradura, las adhe- rencias que parezcan aptas para causar un daño ulterior, par- ticularmente las del epiplón ó del intestino delgado. Tomado y cerrado el apéndice, cerca del ciego, por una pinza ó champ, se le desprende cerca de este intestino. Hecha la extirpación se cierra la abertura intestinal por suturas de pisos: un plano de suturas de puntos separados ó continuos une los labios de la mucosa, y un segundo plano reúne las túnicas externas. Es im- posible unir los labios de la túnica serosa, y para asegurar la cerradura de la solución de continuidad, se fija el pedículo "á la superficie adyacente del peritoneo. Cuando el apéndice está íntimamente unido al uréter, á las circunvoluciones intestina- les y á la pelvis, está rodeada de grandes dificultades su extir- pación; y así, con cada cirujano variará la conducta operatoria. Terminada la operación, se cierra la pared abdominal sin hacer ninguna canalización. La mayoría de los cirujanos no hace la extirpación del apén- dice ileo-cecal, como se recomienda en el procedimiento ante- rior, y opta por la canalización, cuidadosamente hecha. Profilaxia: Como esta enfermedad es precedida y muy pro- bablemente causada por una constipación tenaz que data casi siempre desde la infancia, se comprende que lo mejor que hay que hacer es el tratamiento de la constipación, propinando los laxantes oleosos, la belladona, el beleño, etc. En la alimenta- ción se dará preferencia á las carnes y purés, proscribiendo los alcohólicos y cafeicos. La estercorhemia y neurastenia, consecuentes, se combatirán por las fricciones excitantes hechas con guantes de crin, con lociones de agua de Colonia, etc. Tifo exantemático: A la hora en que estamos su tratamiento es enteramente sintomático, y muy poco nuevo tenemos que indicar. 606 Continúa gozando de favor el almizcle, en la forma atáxica en que predominan los accidentes cerebrales, no en relación con la intensidad aparente del proceso. En general, en todos los delirios de las pirexias dan muy buen resultado los opiados y especialmente el láudano, á la dosis de 5 á 10 gotas cada dos horas; en la inteligencia que mientras más intenso es el delirio, más fuerte y más seguida debe ser la administración de este agente. En las formas ataxo-adinámicas, obra muy favo- rablemente sobre la circulación cerebral una poción con estos agentes: tártaro estibiado 0.01 ó 0.02, láudano de Syden- han 2.00. Cuando al delirio se añade el insomnio, se recomienda el sulfonal disuelto en leche caliente y á la dosis hasta de 4.00; pero en el caso de insomnio, como regla general tendremos no dar el doral, pues que este agente en esta y en todas las pi- rexias puede ocasionar la muerte precedida ó no de convul- siones. En generaj, el alcohol es el medicamento de las pirexias, pe- ro debe tenerse cuidado de no darlo solo porque se dice que disminuye la cantidad de los excreta, sino acompañado de al- gún diurético ó depurador que compense; ahora bien, el mejor depurador es el baño frío, aunque en el tifo la experiencia no ha sancionado tal práctica sino la de las lociones con agua de vinagre, con líquidos aromáticos y aun con líquidos antisépti- cos. Estos últimos han sido recomendados (sublimado al mi- lésimo) porque se ha supuesto, con algún fundamento, que el agente del contagio se elimina por el exantema: siendo cierto esto, nada es más legítimo que las lociones cutáneas antisép- ticas locales ó generales, frescas ó tibias. De práctica corriente son las limonadas, comenzando por la de jugo de limón que se recomienda como óptima; la sulfúrica, preparada con el agua de Rabel; la clorhídrica al 4 por mil y á la dosis de 500 y 700.00, repartida en tomas para después de comer; y por fin la fosfórica, que se dice verdaderamente anti- térmica. Advertiremos una vez más que siempre que se den 607 limonadas de ácidos minerales, sea sirviéndose de un tubo de paja con que se hará la succión. La profilaxia consiste en el aislamiento, porque la propaga- ción sólo se hace por el contagio directo en la desinfección de todos los objetos por la solución de sublimado al milésimo, y por fin en la incineración de todo lo que pueda quemarse. Tos ferina, espasmódica ó coqueluche: Entre las preparaciones que mejores resultados han dado tenemos las siguientes: jara- be de azahar y de codeina áá 60.00, jarabe de belladona 30.00, éter 15.00, bromuro de potasio 4.00, almizcle 0.25. Las sales de quinina, á pequeña dosis, como la de 0.01 ó 0.02, repetida cada cuarto de hora ó á dosis fuerte, como de 0.15, repetidos tres veces en el día, asociadas á los bromuros que corrigen los efectos cerebrales de aquellas y son corroborantes, han dado resultado muchísimas veces. Como puede fracasar la belladona, que es el recurso clásico, se recomienda se hagan pulverizaciones media hora antes de comer y de acostarse, con la mezcla de: esencia de eucaliptus de trementina áá 6.00, alcohol rectificado 45.00; teniendo cui- dado de que las reciba directamente el enfermo. Puede y de- be darse al interior la trementina, suspendida con magnesia y asociada á la tintura de alcanfor: adminístresela cada tres ho- ras y espérese la curación dentro de los primeros quince días. Últimamente se han puesto en boga los vapores de naftali- na, cuando se pone ésta á la temperatura de fusión (+ 70°), difundidos en el departamento una ó dos veces todos los días, como curativos en dos ó tres días: en cada vez basta aspirar los vapores, que producen 15 ó 20.00 al fundirse. Se ha recomendado el extracto fluido de nuestra grindelia robusta á la dosis hasta de 0.90 en las veinticuatro horas; el de gelsemium sempervirens, de una á tres gotas muchas veces por día hasta efectos tóxicos, como rubicundez de la conjuntiva y pesadez de los párpados: es excelente antiespasmódico; el de ouabaío, carissa schimperi, que es sudorífico y diurético; y por 608 fin la ouabaina, á la dosis de un vigésimo de miligramo cada tres ó cuatro horas, en los niños de cinco años. Excelente es la tintura etérea de valeriana, al interior y al exterior, como calmante de los accesos, y que puede impedir las convulsiones que puedan desarrollarse. Se ha recomendado el oximel escilítico dado después de una comida ligera á la dosis de una cucharadita cada diez minutos, en niños de ocho años, en los que se pueden dar hasta siete ú ocho en el día. El azufre sublimado y lavado entra en esta fór- mula que prácticamente es muy útil: azufre 3.00, iris y azúcar de leche pulverizada áá 6.00; para 30 papeles y para tomar de una á tres diariamente. En quince días da buen resultado esta fórmula: agua desti- lada ó solución de goma 100.00, resorcina y antipirina áá 1.00, jarabe simple ó de pino marítimo 30.00; se pueden añadir 30 gotas de ácido clorhídrico, para tomarse de tres á cinco cucha- radas por día. Las inhalaciones de una á seis gotas de bromo- formo, repetidas tres veces y más, según la edad; las de gotas de cloroformo en número igual al de los años que tenga el ni- ño, repetidas también tres ó cuatro veces, curan en el mismo espacio de tiempo. Puede usarse una cucharadita, cada dos horas, de la poción siguiente: ácido fénico y alcohol áá 1.00, tintura de iodo diez gotas, tintura de belladona 2.00, infusión de menta 50.00 y ja- rabe diacodión 10.00. Como excelente nervioso se ha usado la antipirina, y como útilísima ayudante de cualquiera medicación, la cicuta y sus preparaciones. Es necesario no olvidar que en los casos de bronquitis in- tensas los vejigatorios son de utilidad real y que en cualquier caso y período, se sacará grande ventaja de la ipeca como vo- mitivo y como incisivo. Como prácticas accesorias se recomiendan las fumigaciones sulfurosas hechas en el mismo departamento ocupado por el enfermo con sólo 10.00 para una capacidad cúbica hasta de 18 609 metros y repetidas dos veces en el día. Otros médicos hacen la fumigación reglamentaria durante el día, hacen dormir al enfermo por la noche en aquel departamento así fumigado, y repiten esta operación como en el caso anterior, durante mu- chos días. Igual práctica es la de espolvorear iodoformo en las almohadas de los niños y muchos creen que es hasta rápida- mente curativa. Como vehículos específicos tenemos las infusiones de tomi- llo ó de epazote (chenopodium ambrosioides) y la de flores de gordolobo, pues todos los prácticos creen que son moderadoras del espasmo y del erectismo. Para las formas graves (accesos repetidos, vómitos tenaces, etc.) y para las complicaciones (bronco-neumonía, etc.) se pue- de ocurrir con confianza al método de Currie, ó sea á las afu- siones frías, porque estas últimas mejoran el estado de las vías digestivas, abaten la hipertermia y tonifican los músculos bron- quiales: se las hace á + 14° y se repiten en el día tantas veces como lo exijan la temperatura y la dispnea. Aquí son útiles el almizcle ó el ácido cianhídrico. Durante la enfermedad evítense con cuidado todos los en- friamientos, y aunque en general se recomienda.el cambio de clima como cosa sumamente útil para las formas rebeldes y envejecidas, es bueno que se escoja el más apropiado por su temperatura, exposición, humedad y dirección de los vientos; y por lo demás, claro es que si esto debe pedirse del clima, con más razón se pedirá lo mismo de la habitación. Terminaremos diciendo que últimamente hay, en tratándo- se de los bromuros, notable preferencia por el de amonio; que el mejor de los hipnagogos, en caso de necesidad, es el doral; que el tratamiento enérgico de esta grave enfermedad es, en los niños, profiláctico de muchos padecimientos cerebrales que son su consecuencia; y por fin, que pudiéndosele considerar tres períodos (catarral, espasmódico y de terminación), se ve que respectivamente hallan su indicación los vomitivos en los primeros quince días de la evolución del proceso; los anties- " Terapéutica—39 610 pasmódicos, desde el término de esta primera quincena y el cambio de clima ó el uso de los reconstituyentes cuando decli- na ó envejece. Tinas: Como es bien sabido, bajo este nombre genérico se comprenden la tina favosa, la tricofitia y la pelada, y justo es que ahora que hablamos de las tinas hablemos de las tres en particular, recordando una vez por todas que la tricofitia com- prende al herpes circulado, al tonsurante, á la mentagra, á la sicosis y al herpes iris de Biett, que es muy distinto del de Ba- teman. Tratamiento del favus: 1?, pónganse cataplasmas para hacer caer las costras; 2?, córtense los cabellos lo más cerca que se pueda de su raíz, por medio de las tijeras; 3?, póngase aceite de cade, que es anestésico, parasitida y reblandeciente de los bulbos, y por esto mismo es un ayudante para efectuar la epi- lación completa; 4?, aplicación de solución de sublimado al 2 ó 5 por mil, epie en caso que no se quiera emplearla, se limitará uno al anterior ó á las pinceladas de tintura de iodo en los ni- ños, con las precauciones debidas, en razón de la frecuente ab- sorción del principio activo y de la gravedad de sus consecuen- cias en el órgano eliminador. Al día siguiente se hacen las mismas aplicaciones y al tercero las de pomada de turbit ó de resorcina, como lo prescribe esta fórmula: resorcina 4.00 y la- nolina y vaselina áá 8.00, ó bien las de pomada pirogálica al 10 por ciento. Tal es el tratamiento que surte bien en las formas benignas de las tinas, pues no hay que olvidar que se fracasa frecuentemente en las formas graves ó tenaces, como en la tricofitia ó tonsu- rante, en las que es discutible la cura por el arte, al grado de poder decir de ellas que curan por envejecimiento del proce- so, como en las blenorragias inveteradas. Si se llegare á reco- nocer la tenacidad de la enfermedad, es de mejores resultados no irritar las superficies y limitarse á los cuidados de aseo, á cortar con tijeras el pelo alrededor de las placas y en su pro- pia superficie, á poner vaselina bórica mañana y tarde, y á la- 611 var con agua de salvado antes de poner este tópico. En lugar de la vaselina bórica puede emplearse cada dos días la poma- da de protocloruro de fierro al 10 por ciento, después de ha- ber hecho en cada sesión una pulverización caliente. Hé aquí algunos detalles y modificaciones del esquema an- terior. El aposito epilatorio se confecciona así: unción de aceite de cade, inmediatamente arriba se coloca un lienzo impregna- do con solución mercurial, luego sobre el lienzo se pone una capa delgada de manteca-, y por fin se extiende una capa uni- forme de algodón ó de esparadrapo: este aposito puede dejar- se de 12 á 24 horas, y es muy útil porque por él se quitan las costras con mucha facilidad. Al levantarse este aposito se hace una loción jabonosa, y luego una unción de aceite ele cade, pa- ra proceder á la epilación cuando ha transcurrido por lo me- nos una hora: se hace ésta por sesiones cuotidianas de media hora, arrancando dos y tres cabellos á la vez, teniendo cuida- do de tomar el pelo lo más cerca que se pueda de su raíz; bas- tan 4 ó 5 sesiones de epilación para desnudar toda la piel del cráneo. Consumada ésta, se hace una loción con solución sa- turada de ácido bórico, que obra como antiséptica y como cal- mante de la irritación que se produjo, reservándose para hacer dos ó tres horas después otra loción á título de curativa, con esta mezcla: biyoduro de mercurio 0.20, bicloruro de mercu- rio 1.00, alcohol 40.00, agua destilada 250.00; alternándola ca- da dos días con el uso de una compresa de gasa impregnada con ácido monocloracético en la proporción de 1 á 5 gramos por cien de agua destilada. De tarde en tarde se empleará la pomada al turbit, no olvidando que el aseo es la parte radical de la curación. Recordaremos, por lo que pueda interesar, que el aristol, ó sea ditimol biyodado, ha sido recomendado en esta enferme- dad por considerársele como un agente que no puede causar irritación local, suspendido en goma ó en aceite. Parece que la tricofitia es la que se beneficia más con él. Tratamiento de la tricofitia: advirtiendo desdé luego que muy 612 pocas veces cura por los recursos del arte, expondremos los medios más recomendados: córtense los cabellos lo más al ras que se pueda, empleando siempre las tijeras; rugínense las pla- cas grises cubiertas de esporos con el fin de quitarlos, porque se sabe que existen, sobre todo en la superficie de la piel; ade- más, el acto de ruginar es muy útil por la irritación que pro- duce, pues se ve que disminuye la vitalidad de los gérmenes y que ya no vegetan con tanta facilidad. Poco después se hace una loción con la solución mercurial,^uya fórmula ya dejamos consignada: reposo por cinco días, al fin de los cuales se vuel- ve á hacer otra sesión de rugina y lavado mercurial; inútil es decir que todos los días se harán lociones jabonosas. Parece que este es el mejor tratamiento, porque al cabo de algún tiem- po los esporos que existen en la superficie de la piel y los in- filtrados en el pelo desaparecen, de suerte que se le ve mejor que á la epilación que, sin embargo, en muchos casos no debe desdeñarse, especialmente cuando se demuestra la existencia de esporos en las partes profundas del pelo, advirtiendo que el mejor tiempo para ocurrir á ella es al fin del primer mes de práctica del tratamiento anterior; es decir, cuando el pelo ya ha renacido y no es quebradizo con la pinza, en la inteligencia que debe ser completa y absoluta para que su resultado, uni- do al vigor que ya habrá adquirido el cabello, sea de los más favorables. Cuando haya desaparecido el tinte gris de la piel del cráneo, cuando ya no haya el estado granuloso y cuando los cabellos broten con su brillo y paralelismo normal, déjese de hacer la epilación, pues ordinariamente se ve que bastan dos epilacio- nes seguidas de dos ó tres ruginaciones efectuadas en los tiem- pos ya dichos para que la cura sea casi completa en los casos favorables. Cuando se tiene seguridad de haber hecho desapa- recer los esporos superficiales, se abandonan las ruginaciones y se hace uso cuotidiano de esta pomada: ácido crisofánico, sa- licílico y bórico áá 2 gramos, vaselina 100 gramos, para untar- la en toda la piel del cráneo: hecho esto se cubre la cabeza con 613 un bonete de caoutchouc, que se liga en la base del cráneo con el fin de impedir la llegada del aire ó que escurra la pomada; a las 24 horas, sin asear el cráneo, se vuelve á poner la poma- da y el casquete; á las 48 horas loción jabonosa, teniendo cui- dado de continuar sin interrupción lo menos 25 días este tra- tamiento y de alternar cada 3 días el uso de la pomada y de la loción mercurial. Tratamiento de la pelada: en los niños muy pequeños se pre- fiere el bálsamo de Fioraventi con la tintura de cantáridas á partes iguales para pinceladas. Otro procedimiento: se cortan al ras los cabellos hasta 3 cen- tímetros más allá de la placa enferma, y un poco más largos el resto de los cabellos de la piel del cráneo; se hacen lociones jabonosas bis y lociones cuotidianas con esta mezcla: biyodu- ro de mercurio 0.20, sublimado corrosivo 1.00, alcohol 40.00i agua 250.00; cada ocho días se hace, para evitar el hábito de la excitación, una loción con la solución siguiente: amoniaco, 6.00, alcohol alcanforado y bálsamo de Fioraventi áá 100.00, pudien- do sustituir el amoniaco en esta fórmula con la tintura de pi- retro, de romero ó de nuez vómica á la dosis de 10.00. Una vez por semana se pondrá la pomada de ácido pirogálico, bó- rico, etc., ó la loción monocloro-acética, con el fin de impedir la germinación del parásito. Otro remedio: tiene por base el aceite de crotón asociado al aceite de olivo en partes iguales, con cuya mezcla se unta la placa, teniendo cuidado de que no escurra á las partes sanas: se tiene como señal de la curación la aparición de vesículas; empero, éstas aparecen con dificultad. Se ha recomendado se haga cada cuatro días una sesión de inyecciones intersticiales de solución de sublimado al 4 por mil y poniendo en cada placa de 3 á 5 inyecciones, previa aneste- sia por la cocaína. Como pertenecientes al tratamiento mercu- rial están las fricciones con la pomada de biyoduro, en la pro- porción de 1:4. Ha dado buen resultado esta práctica: ictiol 10.00, lanolina 614 100.00; háganse con esta pomada fricciones cuotidianas, enju- gúese luego con un lienzo áspero y cúbrase la superficie con colodión. Son muy útiles las pinceladas de colodión iodado, 1:30, vi- gilando la dermatitis que pueda sobrevenir; las mono-cloro- acéticas cada quince días, precedidas ó no de la acción de un sinapismo común, y seguidas estas últimas de la aplicación de: ácido salicílico 1.00, azufre precipitado 5.00 y vaselina 20.00, teniendo cuidado de hacerla por la tarde y de lavar bien al día siguiente. Están prescritas las duchas sulfurosas locales y generales, y el uso al interior de los arsenicales, de los fosfatos de sosa ó de cal, de los cuerpos grasos, especialmente del aceite de hí- gado de bacalao, y sobre todo, que se tenga perseverancia en el tratamiento tópico é interno hasta que la enfermedad cure. Como profilaxia, de la pelada se impone el aislamiento y la desinfección; de la tricofitia se impone lo mismo, más el lava- do de los objetos durante veinte minutos en agua, á la tempe- ratura de -f- 50°, porque no la resisten los esporos, advirtien- do que no deben emplearse los antisépticos para la desinfección de esta forma, fuera del calor, porque en realidad no hacen más que retardar la germinación. Se hace necesaria la desin- fección de la ropa del enfermo durante el tratamiento para evi- tar las reinoculaciones posibles. Lo mismo se hará para el fayus. Está probado que en las sicosis (tricofitia) es enteramente perjudicial el uso de cataplasmas, porque con ellas no se hace más que favorecer la vida del tricofito. Se entiende que se ha- bla de la sicosis parasitaria. Cuando el herpes circinado aparece en regiones poco bellu- das basta usar la pomada de ácido crisofánico al 2 por ciento. Ulceras atónicas (con especialidad la de los miembros inferio- res): Para esta singular enfermedad, que se habitúa á la acción de los medicamentos más enérgicos, hay que tener como prin- cipio de conducta, que desde luego que se vea que una úlcera 615 no avanza en su cicatrización, después de un uso prudente de tal ó cual medicamento, ó se vea que se ha detenido después de haber marchado muy favorablemente bajo la influencia de un agente determinado, se debe cambiar el tópico medicamen- toso lo más rápidamente que sea posible, porque ya su acción se ha gastado; de suerte que si se persistiera en su uso no se avanzaría ni una línea más en la cicatrización, aun cuando se le usara mucho tiempo, y sí se vería á la úlcera agrandarse pau- latinamente. Es clásico en esta enfermedad que no se instituya tratamien- to genera], y así apenas se ve á uno que otro práctico reco- mendarlo fundándose en que la sífilis hereditaria, el alcoholis- mo, el artritismo, la miseria, las posturas inconvenientes y las neuritis periféricas tienen influencia decisiva para su produc- ción. Nosotros también opinamos por el tratamiento general en la inmensa mayoría de casos, porque ciertamente, aquel pro- ceso trófico, por local que parezca, tiene causas más íntimas y más persistentes. Por lo que respecta al tratamiento tópico, haremos notar que es muy vario, y que aun suprimiendo, como nos lo hemos propuesto, los trece procedimientos ya clásicos y utilizables que los Sres. Follín y Duplay dan en su obra de cirugía, podremos contar todavía como novedades muchísimos más; helos aquí: se pone al miembro enfermo en un baño tibio y se sube pro- gresivamente la temperatura á + 50° y + 55°, teniendo cui- dado de que sea corto este baño; hecho esto se pone simple- mente una venda elástica ó este aposito: se espolvorea una mezcla de polvo de iodoformo de carbón y quina gris á partes iguales, se pone encima un poco de algodón cardado, y por fin, la venda, que puede ser elástica; recomendando antes de ter- minar esta curación que se tenga elevado é inmóvil el miem- bro. Cuando la úlcera está en una parte que no puede ser ba- ñada, el baño se sustituye con compresas de agua caliente á la temperatura indicada, y cuyas compresas pueden renovarse mu- chas veces al día. 616 Buen tópico es el siguiente, empleando siempre el agua ca- liente: solución de fuschina preparada con 0.60 de ésta y 240.00 de alcohol y agua á partes iguales: con esta solución se satura la úlcera y se pone encima de ésta un pedazo de gasa impreg- nada de lo mismo. Otro procedimiento que tiene por agente activo el calor, con- siste en poner sobre la úlcera una compresa impregnada de agua bórica al 3 por ciento, y sobre ella un saquito de caout- chouc lleno de agua, tan caliente como el enferma pueda sopor- tarla, renovado cada hora, continuado por ocho días sin las no- ches, al fin de los cuales se suspende para volverle á tomar ó no, según el estado y marcha de la cicatrización. Este método tan sencillo, ordinariamente es infalible, y el máximum de tiem- po necesario para el buen éxito no pasa de un mes. Como modificaciones á la parte fundamental de este méto- do, podemos decir que unos hacen las aplicaciones calientes sólo por un cuarto de hora, dos veces en el día; que otros, en lugar de agua común emplean el agua de especias aromáticas, adicionada de solución fénica, finiendo cuidado de suprimir es- ta última desde que las yemas están fértiles, y por fin, hay quien deje á permanencia toda la noche la última compresa del día. Hemos visto recomendadas como muy útiles las lociones he- chas en la úlcera con solución al décimo de cloruro de calcio; las incisiones circunferenciales que comprendan la piel deján- doselas sangrar; advirtiendo que si en el caso se trató sin re- sultado de una úlcera varicosa, puede ocurrirse á las ligaduras múltiples, á la ligadura de la safena y aun á la excisión de al- gunos de sus segmentos. La solución acuosa de doral para toques, la raspa de las ye- mas y postura de garra epidérmica, las cauterizaciones con el lápiz de nitrato de plata, el emplasto de Canet, el de Diapalmo, las aplicaciones de aloe en tintura ó en polvo, los bandeletes de estaño con vendaje antiséptico, el masaje de los bordes de la úlcera seguido de vendaje caliente, los lavados jabonosos 617 con jabón de yodoformo preparado así: jabón fundamental 95, yodoformo 5, y por último, el galato básico de bismuto ó der- matol como polvo tópico excitante, antiséptico y astringente, han sido recomendados como muy propios para curar esta te- naz enfermedad. En las úlceras atónicas de la piel de la nariz nos hemos servido constantemente con éxito rápido de la pasta de Viena, haciendo con ella cauterizaciones superficiales y cuidadosas; el resto de la curación lo hace cualquier polvo ó pomada se- cante. Ulcera del estómago: Hemos visto algunas innovaciones sobre este particular, y muy seriamente recomendadas, tales como por ejemplo la cura por el bicarbonato de sosa ó la cura por las lavativas alimenticias; pero nosotros no aceptamos esta úl- tima por estar llena de peligros, aunque parece la única racio- nal por el hecho de poner en reposo absoluto el órgano enfer- mo; lo mismo podríamos decir de algunos otros procedimientos curativos recientemente propuestos, de suerte que á la hora actual el régimen lácteo queda como soberano fuera de los ca- sos en eme es insoportable, á pesar de las modificaciones más bien conducidas. El bicarbonato de sosa se ha recomendado para el caso en que no se tolere el régimen lácteo ó que haya gastrectasia; se procede así: lavado el estómago, aunque no es de rigor, an- tes de la comida se da una oblea conteniendo 2.00 de bicarbo- nato de sosa; la comida se compone de 25.00 de polvo de car- ne diluidos en leche ó en agua aromatizada y adicionada de: magnesia calcinada 1.00, creta preparada 2.00, sacarato de cal 1.00; un cuarto de hora después de la comida se dan 4 gramos de carbonato. Se prohibe la ingestión de grandes cantidades de líquidos y se recomienda que en el curso del día se haga uso cuando menos de litro y medio de leche adicionada con 4 ó 6 gramos de sacarato de cal. Pero este método falsea, porque tiene á la leche, que precisamente ya es insoportable, cuando así sucedió en el primer intento de cura: el enfermo ya no quie- 618 re la leche, ¿qué hacer? Las lavativas de sangre desfibrinada están recomendadas para esta emergencia, y ya que tratamos de lavativas alimenticias, bueno es repetir que jamás se usen en ellas los fermentos digestivos (pepsina, pancreatina, etc.), porque éstos ya están cadaverizados. Como nota general hemos visto la siguiente: todas las veces que en la úlcera del estómago no se soporte bien el régimen lácteo, es muy probable que no se trata solamente de una úl- cera. La medicación del dolor comprende á los analgésicos aromá- ticos como la exalgina, antipirina, etc.; al agua cloroformada, 1: 50, para tomarla en tres partes; á la solanina en obleas de á 0.05, pudiendo dar en las 24 horas hasta la dosis de 0.40; á los vejigatorios, y por fin al doral; pero advertiremos que como éste es ante todo hipnagogo, por eso se le aplicará más espe- cialmente cuando se quiera satisfacer esta última indicación. Respecto al doral se ha formulado esta regla: todas las ve- ces que hubiere necesielad de un hipnagogo en los procesos ul- cerosos de la parte superior del tubo digestivo y especialmente del estómago y el agente somnífero escogido fuere el doral, nunca se le dé por la boca sino en lavativas. El Dr. Hertzka, de Buela- Pesth, cree sin embargo, que administrado por la boca obraría muy favorablemente como cáustico y modificador local. A propósito de tópicos cáusticos tenemos el nitrato ó cloru- ro de plata en poción y á la dosis de 5 á 25 centigramos; si se adopta la forma pilular úsese la arcilla como vehículo (balus alba). Como la hemorragia es uno de los accidentes más temibles de la úlcera estomacal, por eso hay necesidad de preverla cu- rando el proceso principal ó de combatirla enérgicamente to- das las veces que aparezca; advirtiendo que los astringentes per os pueden ser y son de hecho en muchas circunstancias verdadera ilusión, porque no llegan al sitio en que se produce la hemorragia y puede decirse en general que su contacto siem- pre es mediato. El reposo físico y moral, junto con los narco- 619 ticos por la vía hipodermica, es el mejor medio de producir el trombus salvador. Es muy útil colocar además una vejiga de hielo en el epigastrio y dar trocitos de hielo al interior. Los astringentes sólo pueden tener ligera utilidad usados por la vía hipodermica. Durante los tres primeros días consecutivos á la producción de la hemorragia no se dará alimento alguno, ni sólido ni líqui- do, y sólo hasta el tercer día se permitirán la leche helada, los caldos feculentos y las cucharaditas de champaña. En caso de constipación no se pueden usar los purgantes sino simplemen- te las lavativas laxantes. La preparación de glonolubus cundurango se reputa como curativa. Uremia: La indicación que se trata de satisfacer en este ca- so, aunque variada por la forma, en el fondo es única y ad vi- tam, porque cualquiera eme sea la opinión que se adopte, es claro que lo que constituye el peligro es la existencia y circu- lación en la sangre de un principio tóxico, no bien precisado hasta hoy; y sobre este particular no creemos inútil decir que, según algunos, la somnolencia de la uremia es debida al me- tano, que es extremadamente narcótico. Diluir el líquido sanguíneo, disminuir su cantidad, favorecer la diuresis, ó por el uso de medicamentos oponerse á la sinto- matología morbosa, hé aquí los recursos con que puede llenar- se la indicación, por supuesto que tendremos poca cuenta de las divisiones clásicas: uremia aguda, crónica ó convulsiva, co- matosa y delirante, toda vez que nosotros hemos recogido los recursos que se han propuesto para la uremia de un modo ge- neral. Por lo demás, bien sabido es eme no hay más que una uremia, y que las formas anteriores no son más eme modalida- des de una sola evolución; cierto es que con distinta gravedad, como sucede en la localización gastro-intestinal, que es relati- vamente benigna, ó en la forma comatosa, que es realmente grave. Recursos diluyentes: cuando esta complicación viene en los 620 bríghticos, se recomiendan las inyecciones subcutáneas en la pared abdominal anterior de 1,000.00 bis de solución acuosa de cloruro de sodio al J por ciento. Manual operatorio: tómese un globo de Erleumeyer con tu- bo de caoutchouc, y una aguja gruesa como las que sirven pa- ra hacer medias; viértase en él el líquido á la temperatura de + 38°, y hágase la inyección en un tiempo que no pase de 5á 10 minutos. Estas inyecciones, que pueden repetirse á necesi- dad, tienen por efecto llenar los vasos y elevar la tensión arte- rial, dar el agua necesaria en caso de deshidratación, diluir los líquidos del cuerpo y las substancias tóxicas; en una palabra, lavar el organismo privándole por la diuresis de los productos tóxicos; pero es justo advertir que no deben hacerse cuando haya edema pulmonar incipiente ó una hidropesía general. La operación se hará con antisepcia de la piel, el líquido de la in- yección será previamente esterilizado, y por fin se obturará con colodión el orificio hecho. Medios que disminuyen la cantidad del líquido sanguíneo: La sangría local en el triángulo de J. Le Petit, ó general en el brazo, que es depuradora y derivativa, repitiéndola varias ve- ces, cualquiera que sea la forma de la uremia, menos en la cró- nica, porque en ella, aunque útil, realmente no se consigue más que retardar el fin funesto. Inútil es decir que se pueden em- plear á la vez las dos especies de sangrías. Los purgantes pueden considerarse como perteneciendo á este grupo, lo mismo que las inyecciones subcutáneas de 1 cen- tigramo de pilocarpina, advirtiendo que no debe de pasarse de esta dosis por temor de producir accidentes tóxicos, y que de- be tenerse cuidado de asegurar bien la corriente de la saliva al exterior, porque de lo contrario la acumulación de esta última puede producir la asfixia. Cuando no hay lesiones materiales del cerebro, es muy útil obrar en la piel y en los intestinos, como quedó dicho, y cu- briendo además al enfermo con cobertores calientes, rodeán- dolo de botellas de agua caliente, haciéndole baños de aire ca- 621 líente ó de vapor, y aun si es posible dándole á tomar líquidos calientes. En las formas convulsiva y delirante se podrá emplear con ventaja el doral al interior ó las inhalaciones de cloroformo. Hemos visto recomendada la morfina como antiespasmódi- ca y anestésica, que ha dado buen resultado á Washburn en la uremia crónica y aguda, especialmente en la convulsiva y dispneica, y este señor dice que la morfina en el caso es hasta diurética (!). A este mismo agente lo hemos visto recomenda- do para el insomnio en esta enfermedad, y nosotros haremos notar que hay mucha tendencia hoy para aceptarlo en la me- dicación de la uremia, porque la mayor parte de los médicos dice que siempre ha dado buenos resultados clínicos; se puede, pues,. ocurrir á él con las precauciones debidas y pudiendo sustituir- le ventajosamente con el extracto tebaico. Los diuréticos, en cabeza ele ellos la digital, al interior ó al exterior, en cataplasmas en el vientre; usando cuatro onzas ó un poco más de ésta han dado buen resultado. El estrofantus es de la misma categoría. Hé aquí una fórmula de diuréticos y á la vez de hidragogos: digital, escila y escamonea áá para pildoras, que se tomarán hasta efecto. Con esto terminamos los dos últimos grupos que nos propusimos exponer; pero aún se puede contar con la trans- fusión y sus derivados, y con las inhalaciones de oxígeno como recursos de lugar incierto. Urticaria: Como primer recurso se puede recomendar la an- tisepcia intestinal, y sobre todo cuando es consecutiva á la pun- ción de un quiste hidático; pues puede decirse en el caso que es causada por una infección aguda, ya sea procedente del quis- te abierto ó del derrame en el intestino de bilis retenida é in- fecta. Cuando no hay alteraciones digestivas en las personas adul- tas se recomienda la antipirina; cuando es intermitente, están indicadas las sales de quinina, asociadas al arsénico, que pue- de darse bajo la forma de licor de Fowler, y por fin, en las per- 622 sonas nerviosas, puede hacerse una inyección subcutánea de | de miligramo de atropina, y en el momento de la erupción otra de J miligramo de aconitina. Para las formas crónicas se recomiendan el arsénico, el yo- duro de potasio y los alcalinos. Todo calor es muy útil y todo frío perjudicial, de suerte que se proscribe la hidroterapia fría. Viruela: El Hipócrates inglés, gran autoridad de esta fiebre eruptiva, consideró que la limonada sulfúrica es un específico modificador de la constitución sanguínea, cuando se da á pas- to desde la aparición de los botones de la viruela, y como en nuestros días nadie ha contradicho semejante aserción, es de creerse que hoy valga tanto como en los mejores días de la vi- da de Sydenham. Pero es claro que no es esta toda la medica- ción de la viruela, sino que el médico tiene coie aplicar los me- dicamentos varios de que se dispone en los casos ordinarios, según el período de la evolución morbosa. Y desde luego en los primeros períodos podemos emplear la medicación etero- opiada de Ducastel, con un fin abortivo ó detenedor de la en- fermedad, con grandes esperanzas de éxito, cuando la viruela no es negra ó sea hemorrágica. Hé aquí tal cual es dicha me- dicación. Alternativamente en las 24 horas se darán 10 ó 0.15 de ex- tracto tebaico y 8 ó 12.00 de éter, por la boca ó en inyecciones subcutáneas, ó bien se darán ocho ó doce cucharadas de jara- be de éter, y como no hay accidentes inquietantes y es nece- sario dar á uno y otro medicamento á la dosis suficiente para producir los efectos deseados, por eso es necesario darlos lar- ga manu y sin temor, con tanta más razón cuanto que se sabe de positivo que, ó la enfermedad aborta ó se impide la trans- formación purulenta de las vesículas. Puede asociársele á tal medicación la alcohólica, tan útil en todas las fiebres eruptivas, y cuando de la viruela negra se trata, no se tendrán más que ventajas si se añade el percloruro de fierro al interior, á la do- sis de 20 á 25 gotas, ó la quina y sus preparados. Por lo de- 623 mas y en todo caso, el análisis cuidadoso de las orinas dirá qué es lo que debe hacerse y seguirse haciendo. Cuando no se quiere ó no se puede hacer abortar, y al con- trario se pretende una erupción franca, entonces puede ocu- rrirse al acetato de amoniaco, que es un buen excitante, solo ó asociado á la pimienta (eugenia pimenta) á la dosis de 0.50 y más, especialmente cuando es maligna. Como en la viruela lo que casi siempre prima es la fiebre, los fenómenos nerviosos y la supuración, y como para todo es- to nada hay mejor que la hidroterapia bajo todas sus formas, por eso hay necesidad de ocurrir á ella con fe y constancia, porque ciertamente es útil. En la forma maligna nerviosa é hiperpirética, los baños á 4- 23° en los niños y á 4- 20° en los adultos, de 5 á 10 minu- tos de duración y repetidos cada tres ó cuatro horas, son de brillantes resultados. Las afusiones frías hacen desaparecer la adinamia, y el baño tibio á 4- 30° seguido de afusión fría en la cabeza, añadiendo el doral en poción ó en lavativa, sobre que corrigen la hipertermia y favorecen la erupción hacen desapa- recer las convulsiones. Basta para hacer antiséptico al baño añadirle jabón de potasa ó 30.00 de sublimado en solución, en la inteligencia que al baño nada le contraindica, ni la conges- tión pulmonar, ni la bronco-neumonía, ni nada; y que al con- trario, tibio, es útil para el aseo y para disminuir el dolor; frío es eficaz para la ataxia, y en todo caso antiséptico para la su- puración. Hemos visto recomendados como muy útiles los ba- ños de agua tibia común. Para finalizar la medicación interna diremos que se ha pro- puesto el salol y ensayado, al parecer, con buenos resultados; y el azufre bajo las fórmulas siguientes, cuando la viruela no es grave: azufre 1.00, glicerina 0.50, para una oblea que se re- petirá cada hora, según la gravedad del caso; glicerina é hidro- lado de azahar 60.00, azufre sublimado y lavado 10.00, jarabe simple 30.00, para usar en los niños una cucharadita cada ho- ra; y por fin, podrán las personas grandes tomar la misma fór- 624 muía á dosis cuatro veces más alta, en la inteligencia que siem- pre es bien soportada y eme obra favorablemente sobre la su- puración, en el caso eme se la haya empleado desde antes de la erupción. Como el mayor cuidado de todos es impedir la formación de cicatrices defectuosas, por eso hoy podemos exponer algunas fórmulas y prácticas adecuadas á la necesidad: no se forman pústulas en la cara, ó si se forman, sus cicatrices son planas y aun casi papulosas cuando se emplean con tiempo estas pul- verizaciones en la cara: sublimado 1.00, éter sulfúrico 100.00. Con el mismo fin se pone una máscara con emplasto mercu- rial de Vigo, agujereada convenientemente, y se dice que nada hay de mejores resultados como el empleo de la pomada que sigue, tres veces en el día desde que se ven las pápulas: un- güento gris 4.00, jabón de potasa 2.00, glicerina 1.00. Por último, se recomiendan el glicerolado de ácido bórico para curar las pústulas de la cara y faringe, confeccionándolo en la proporción de 4 : 50.00, y á los lavatorios de solución sa- turada del mismo ácido y tibia. Vómitos de la preñez: Los ordinarios se mejoran mucho con la infusión de colombo, preparada con 4 ó 6.00 de éste; con el agua cloroformada; con la iridina, 0.20 en conserva de rosas pa- ra una pildora, que se tomará por la tarde; con la buena cer- veza, el champaña ó el alcohol; y por fin, con la infusión de menta, pues su esencia goza de propiedades antieméticas; de suerte que cuando menos se la puede emplear como ve- hículo. Los incoercibles requieren que se haga primeramente el tra- tamiento etiológico con energía y perseverancia, y sólo cuando no surta puede ocurrirse á alguno de los medicamentos que va- mos á enumerar, advirtiendo que cuando uno fracasa otro pue- de dar resultado, y que en todo caso no se contemporice mu- cho con ellos sin practicar el aborto, porque ya se sabe que los accidentes tienen una marcha generalmente muy precisa, pues cada día que pasa, es un día menos que tardará en llegar la caquexia. r Variación de alimentos, alcalinos, alcohol, hielo al interior, régimen lácteo, purgantes, vomitivos, bismuto, ioduro ó bro- muro de potasio, el valerianato de cerio en pildoras, lo mismo que el oxalato, del que puede darse hasta 3.00 porque es in- soluble. Lavado de estómago, gavaje, lavativas alimenticias, cambio de clima y viajes forzados, algunas veces han hecho desaparecer los vómitos. La solución de resorcina al 2 por ciento adicionada de opio, para cucharadas, ó bien la poción siguiente, que también ha dado buen resultado: agua destilada 120, jarabe de corteza de naranjas amargas 30.00, bicarbonato de sosa 3.00, bromuro de amonio 1.00, bromuro de potasio y de sodio áá 2.00, para to- mar 15.00 de la solución cada dos horas. La vexicación en la cuarta y quinta vértebra dorsal está re- comendada como recurso infalible. Muchos son los medicamentos propuestos, pero en realidad pocos merecen fe; y por esto, cuando no da resultado ninguno de los medios anteriores y visiblemente se agrava el estado de la paciente, no hay que retardarse en ocurrir á la provocación del aborto ó á recursos enérgicos que, como la dilatación digi- tal por el método de Copeman, permitan obtener la suspensión de los vómitos y la continuación del embarazo. El Dr. Cope- man recomendó atraer el cuello á la vulva, hacer en él la dila- tación digital, é incontinenti la maniobra del desprendimiento parcial de las membranas sin romper el huevo, ejecutando to- do esto con la extremidad del dedo operador. El medio m4s sencillo para provocar el aborto es la intro- ducción de una sonda en la cavidad de la matriz, teniendo cui- dado de efectuar esta operación con las precauciones debidas. Advertiremos, por último, que aun efectuado el aborto con- tinúan los vómitos dos ó tres días más por el solo hábito mor- boso; conociendo ya esta marcha del proceso clínico, hay que tener cuidado de demostrar bien la presencia del huevo á la hora de su expulsión, para evitarnos las perplejidades consi- guientes. Terapéutica.—40 626 Xerostomia ó sequedad bucal: Como síntoma se hará bien en atender su causa; pero se ha recomendado para él el uso dia- rio del calomel á la dosis de 0.05, la cubeba de 0.50 á 1.00, que además favorece la digestión; y por fin, aunque sólo se elimi- na la más pequeña parte por la mucosa bucal, el clorato de po- tasa y mejor el yoduro de potasio. En todo caso la pilocarpina es el medicamento de elección. Yctyosis: Efecto de una enfermedad general, se la tratará, por consiguiente, después de haber puesto el tratamiento ge- neral más adecuado. Para el caso hemos visto recomendada la dulcamara al interior, como el mejor depurativo que se po- see, las preparaciones sulfurosas ad intus et extra con la con- dición de que sean á dosis fuerte, y así, se emplea el azufre al interior ó el sulfuro de calcio ó de zinc con vehículo de goma, orozuz ó arcilla (0.003 para una pildora, pudiendo darse hasta 0.03 en 24 horas). Baños cortos ó prolongados con solución caliente de cloruro de calcio, cuando se quiere obtener una acción profunda, son muy eficaces. Es bueno hacer lavados jabonosos con jabón resorcino-sali- cílico. Véase eczema seborreico. Zona oftálmica: Durante el período de erupción se espolvo- rean las partes afectadas con polvo absorbente de arroz, de óxido de zinc, de subnitrato de bismuto, etc., y en proteger las superficies cubriéndolas de una capa de algodón sostenida por una venda. Los dolores neurálgicos se calmarán con inyeccio- nes hipodérmicas de clorhidrato de morfina, y las neuralgias persistentes se calmarán por la pomada de veratrina al exte- rior (0.15 por 30.00 de manteca), ó bien por las corrientes con- tinuas débiles y aun por la sección, ó mejor por la alargacion de los filetes nerviosos en que se sitúa la neuralgia. Cada una de las complicaciones se tratará como se nece- site. En todo caso, como se cree que es debida á una neuritis pe- riférica, y ésta á su vez lo es á la diabetes y á las enfermeda- des generales, se procurará curar la causa. 627 Últimamente se han recomendado el ictiolato de amoniaco al interior, en solución al 50 por ciento y á la dosis de 10 go- tas tres veces en el día; el fósforo disuelto en retinol (véase ra- quitismo), con las precauciones debidas á este peligroso medi- camento, y por fin los purgantes salinos, con especialidad el crémor de tártaro. La antipirina se emplea hoy como el medicamento del dolor. Zumbido de oídos: Los de Meniére está hoy bien probado que se alivian por el uso del sulfato de quinina al interior; pero en general los zumbidos de oídos se tratan según su causa. Hemos visto recomendada la electricidad estática de tensión débil, para producir también débiles descargas, como muy efi- caz, procurando hacer uso de un excitador intra-auricular. FIN. IlsTIDICIE. PRIMERA PARTE. Páginas. Importancia de la higiene............................................................ 1 Influencia y resultados de los microbios en la terapéutica general y apli- cada.................................................................................... 10 Avances en la terapéutica de la fiebre............................................. 55 Rectificaciones del credo actual de la inflamación.............................. 62 Defectos de nuestro formulario: innovaciones útiles........................... 75 Revisión de la cuestión de la sífilis y su profilaxia.............................. 84 Aguas minerales: estadística y avance nacional................................. 88 SEGUNDA PARTE. A Abscesos.................................................................................... 95 ,, cerebrales..................................................................... 96 ,, del seno maxilar............................................................ 97 ,, hepáticos...................................................................... 98 pélvicos del tejido celular de la vaina hipogástrica............... 100 ,, espontáneamente abiertos en la vagina.............................. 127 ,, espontáneamente abiertos en el intestino............................. 129 „ fríos............................................................................ 132 Aborto...................................................................................... 133 Acnea rosácea............................................................................. 1^9 Acneas....................................................................................... 140 Adenitis simples ó específicas, pero no tuberculosas........................... 141 n Págiaaa Adenopatía tuberculosa................................................................ 142 Adenomas.................................................................................. 143 Adherencias pleurales.................................................................. 143 Adinamia................................................................................... 143 Adiposis cardiaca........................................................................ 144 Aereopiesismo negativo___........................................................... 145 Afecciones uterinas...................................................................... 146 Afonía...................................................................................... 147 Agalactia................................................................................... 148 Aglutinación del cuello de la matriz............................................... 149 Ahogados................................................................................... 150 Ahorcados................................................................................-., 151 Alopecia.................................................................................... 151 Albuminuria.............................................................................. 152 Alcoholismo crónico.................................................................... 155 Alcoholismo agudo..................................................................... 156 Algodoncillo ó mugo.................................................................... 157 Alimentación artificial.................................................................. 158 ,, de los estudiantes...........•................................................. 159 Alteraciones vaso-motoras............................................................ 160 „ funcionales del corazón................................................... 160 Amenorrea................................................................................. 161 Amigdalitis aguda....................................................................... 163 ,, crónica........................................................................ 165 Anachlorhydria ó hipoclorhidria.../..........!..................................... 166 Anafrodisia ó impotencia sexual..................................................... 170 Anasarca................................................................................... 173 Anemia aguda por hemorragia...................................................... 177 ,, délos mineros............................................................... 178 ,, cerebral....................................................................... 178 ,, palúdica....................................................................... 178 ,, perniciosa aguda............................................................ 179 Anestesias patológicas.................................................................. 180 „ local artificial................................................................ 180 ,, general artificial............................................................ 182 Aneurisma de la aorta.................................................................. 184 ,, de lacarótida interna...................................................... 185 ,, cirsoide........................................................................ 185 ,, espontáneos.................................................................. 186 ,, traumático-arterio-venoso del seno cavernoso..................... 187 „ espontáneo del tronco braquio-cefálico y de la carótida primi- tiva............................-,............................................ 187 III Pígintts. Angina gangrenosa...................................................................... 187 ,, folicular....................................................................... 187 ,, herpética...................................................................... 187 ,, membranosa................................................................. 188 ,, de pecho......................,................................................ 188 Ano contra-natura....................................................................... 190 Anorexia.................................................................................... 192 Anosmia.................................................................................... 193 Anquilosis...............................................................................,. 193 Autoplastía de las grandes pérdidas huesosas del cráneo..................... 193 Ántrax...................................................................................... 195 Antisepcia................................................................................. 196 Apoplegía placentaria................................................................. 200 ,, pulmonar..................................................................... 201 Arenilla renal............................................................................. 201 Argirismo.................................................................................. 201 Arterio-esclerosis........................................................................ 201 Artralgías.................................................................................. 204 Artritis aguda............................................................................. 204 ,, crónica........................................................................ 204 ,, fungosas ó tuberculosas................................................... 205 Ascárides lombricoides.................................................................. 222 Ascitis....................................................................................... 223 Asepcia...................................................................................... 224 Asfixia....................................................................................... 226 ,, de las extremidades........................................................ 229 „ de los recién nacidos....................................................... 229 Asma....................................................................................... 229 Asistolia.................................................................................... 232 Ataxia locomotriz........................................................................ 236 Atonía rectal.............................................................................. 238 Ateroma arterial................•......................................................... 238 Atetosis..................................................................................... 238 Atonía vaginal........................................................................... 239 Atrepcia.................................................................................... 240 Atresia del cuello de la matriz....................................................... 240 Atrofia atáxica del nervio óptico..................................................... 240 „ simple del nervio óptico.................................................. 240 ,, muscular progresiva...................................................... 240 Avulsión traumática del ojo.......................................................... 241 Ausencia del ano y del recto.......................................................... 241 de cerumen................................................................... 241 IV Páginas. Balano-pcstitis........................................................................... 241 Blefaritis ciliar........................................................................... 242 Blefarospasmo............................................................................. 244 Blefaroptosis............................................................................... 245 Blenorragia aguda ó crónica.......................................................... 247 Bocio exoftálmico........................................................................ 253 ,, simple ó quístico................,.................«........................ 256 ,, sofocante..................................................................... 261 Bradicardia................................................................................. 262 Bronco-neumonía........................................................................ 263 Bromismo.................................................................................. 265 Bronquitis fétida.......................................................................... 265 ,, crónica........................................................................ 266 „ aguda.......................................................................... 269 Bubón....................................................................................... 270 Bulimia.................................................................................... 270 c Calambres de los escritores............................................................ 271 Calambres................................................................................. 271 Cálculos biliares.......................................................................... 272 ,, renales......................................................................... 273 ,, vesicales...................................................................... 277 ,, uretrales...................................................................... 281 Calvicie.................................................................................... 281 Cáncer encefaloide del ojo............................................................. 282 ,, del estómago................................................................. 285 „ en general..................................................................... 298 „ del recto....................................................................... 305 „ del útero...................................................................... 306 Cansancio cerebral.;..................................................................... 309 ,, común........................................................................ 309 ,, déla matriz.................................................................. 309 Capsulitis................................................................................... 309 Caquexias................................................................................... 309 Carbón ó pústula maligna............................................................. 311 Caries dentaria............................................................................ 311 ,, délos huesos................................................................. 312 Carro......................................................................................... 313 Catalepsia.................................................................................. 313 V Páginas. Catarata congénita....................................................................... 313 ,, traumática.................................................................... 313 „ capsulares..................................................................... 314 „ glaucomatosa.........,...................................................... 315 ,, luxadas........................................................................ 315 ,, secundarias................................................................... 315 Catarro intestinal........................................................................ 318 ,, purulento del antro de Higmoro....................................... 318 „ sofocante...................................................................... 318 Cefalalgia.............................................;..................................... 318 Cefalea del crecimiento................................................................. 318 Ceguera.................................................................................... 320 Celulitis ó flegmón periuterino...................................................... 320 Ciática...................................................................................... 320 Cicatrices viciosas........................................................................ 321 Ciclitis....................................................................................... 322 Cirrosis atrófica del hígado............................................................ 323 ,, hipertrófica del mismo.................................................... 323 Cistalgía calculosa.. .................................................................... 323 Cistitis agudas............................................................................. 324 ,, blenorrágica................................................................. 324 ,, purulenta no específica................................................... 325 Cloasma.................................................................................... 326 Cloralismo................................................................................. 326 Cloro-anemia............................................................................. 326 Cocaina-morfinomanía.................................................................. 333 Colapsus................................................................................... 334 Cólera....................................................................................... 335 „ infantil........................................................................ 350 ,, nostras......................................................................... 351 Cólico espasmódico....................................................................... 351 Cólicos hepáticos......................................................................... 351 ,, nefríticos...................................................................... 355 Cólico saturnino.......................................................................... 356 Colitis....................................................................................... 357 Color bronceado de la piel por la plata............................................. 358 Coma......................................................................................... 358 Compresión del intestino............................................................... 358 „ medular.................................•..................................... 358 Congestión medular..................................................................... 358 ,-, prostática..................................................................... 358 n pulmonar..................................................................... 3^9 VI PlSgSuas. Congestión renal.......................................................................... 359 „ cerebral........................................................................ 359 Conjuntivitis catarral................................................................... 360 ,, diftérica....................................................................... 361 „ folicular....................................................................... 363 ,, flictenular.................................................................... 363 ,, granulosa..................................................................... 364 ,, purulenta..................................................................... 370 ,, simple.......................................................................... 374 Constipación habitual.................................................................. 375 Contracciones espasmódicas de la matriz...................................;...... 379 Contracturas............................................................................... 379 Contusión................................................................................... 379 Convalecencia............................................................................. 380 Convulsiones.............................................................................. 380 Corea........................................................................................ 381 Coriza agudo.............................................................................. 384 ,, crónico........................................................................ 386 Coroiditis plástica diseminada........................................................ 387 Costras de leche........................................................................... 387 Coxalgía tuberculosa.................................................................... 387 „ histérica....................................................................... 389 Coxigodinia............................................................................... 391 Crup......................................................................................... 391 Cuello tapiroide de la matriz......................................................... 391 Cuerpos extraños del conducto auditivo externo................................ 392 ,, extraños del estómago..................................................... 392 ,; extraños de la laringe..................................................... 393 ,, extraños de las vías respiratorias en general........................ 394 ,, extraños del iris..^.......................................................... 395 Cuperosis................................................................................... 395 OH Chancro blando........................................................................... 395 „ duro............................................................................ 396 Choque nervioso.......................................................................... 396 D Desinfección...........................'.................................................... 396 Difteria...................................................................................... 398 Diabetes.................................................................................... 406 Diarrea crónica........................................................................... 413 VII Páginas. Diarrea de los tísicos ó diatésicas.................................................... 414 ,, blanca de ios trópicos..................................................... 414 „ crónica simple............................................................... 414 ,, infantil........................................................................ 416 ,, estival.......................................................................... 416 Dilatación del estómago................................................................ 416 Disenteria.................................................................................. 417 Divieso...................................................................................... 418 E Eclampsia.................................................................................. 418 Envenenamientos en general......................................................... 422 Envenenamiento por el ácido acético............................................... 424 ,, por el acónito................................................................ 424 ,, por el amoniaco y álcalis minerales................................... 425 „ por la anilina................................................................ 425 ,, por los antimoniales.....................................'................... 425 ,, por los arsenicales......................................................... 426 ,, por el arum maculatum..........................................t........ 426 ,, por las solaneas.............................................................. 427 ,, por la barita y sus sales................................................... 427 ,, por la benzina............................................................... 428 ,, por el bicromato de potasa............................................... 428 „ por la cafeína................................................................ 428 „ por la haba de Calabar................................................... 428 ,, por las cantáridas........................................................... 428 ,, por el cloral.................................................................. 429 ,, por el cloro.................................................................. 429 ,, por la cicuta.................................................................. 429 „ por el cólchico............................................................... 429 ,, por el crotón................................................................. 430 ,, por las sales de cobre...................................................... 430 ,, por el ácido cianídrico y ciánicos en general........................ 431 ,, por la digital................................................................. 431 ,, por el cuernecillo de centeno............................................ 431 ,, por el gas de alumbrado.................................................. 432 ,, por el gelsemium........................................................... 432 ,, por el iodo y iodurados................................................... 432 ,, por el iodoformo............................................................ 432 por los opiados y en particular por la morfina..................... 433 ,, por los hongos............................................................... 436 ,, por el nitrato de plata..................................................... 437 VIII Páginas. Envenenamiento por el nitrato de potasa.......................................... 437 ,, por el ácido nítrico......................................................... 437 ,, por el nitrito de amilo.................................................... 437 ,, por la nitro-benzina....................................................... 438 ,, por la trinitrina............................................................ 438 ,, por el ácido oxálico........................................................ 438 ,, por el ácido fónico......................................................... 438 ,; por el fósforo................................................................. 439 ,, por la picrotoxina.......................................................... 439 ,, por las sales de plomo..................................................... 440 ,, por la trementina........................................................... 440 ,, por los mercuriales......................................................... 440 ,, por la resorcina............................................................. 441 ,, por la sabina................................................................. 441 ,, por la estricnina............................................................ 441 ,, por el tabaco................................................................. 442 ,, por la veratrina............................................................. 442 Epididimitis blenorrágica.............................................................. 443 Erisipela.................................................................................... 443 Escarlatina................................................................................. 446 Estrangulamiento hemiario........................................................... 448 Estrecheces del esófago................................................................. 448 ,, uretrales....................................................................... 450 F Fagedenismo.............................................................................. 451 Fibromas.................................................................................... 451 Fiebre puerperal......................................................................... 454 ,, tifoidea........................................................................ 455 G Galactorrea................................................................................ 459 Gastralgia.................................................................................. 460 Gastrectasia................................................................................ 461 Gastro-enteritis de la infancia........................................................ 461 Grandes pérdidas óseas del cráneo................................................... 466 ,, pérdidas de las partes blandas.......................................... 466 H Hemoglobinuria.......................................................................... 466 Hemoptisis................................................................................. 466 Hemorragia cerebral.................................................................... 467 IX Páginas. Hemorragias puerperales............................................................... 468 Hemorroides............................................................................... 469 Heridas del intestino.................................................................... 471 ,, penetrantes del vientre................................................... 471 Hernias...................................................................................... 472 Hernia estrangulada..................................................................... 477 Herpetismo................................................................................ 477 Hipercloridria............................................................................. 478 Hipertensión arterial.................................................................... 480 Hipertrofia prostática.................................................................... 480 Hipocloridria.............................................................................. 484 Histerectomía abdominal............................................................... 484 I Icteria....................................................................................... 489 ,, grave........................................................................... 489 Ictiosis lingual............................................................................ 490 Incarceración de la matriz............................................................ 490 Incontinencia de orina.................................................................. 491 Insomnio.................................................................................... 493 Insuficiencia urinaria................................................................... 495 Inversión de la matriz.................................................................. 496 Impaludismo crónico................................................................... 497 Impotencia................................................................................ 497 J Jaqueca..................................................................................... 498 K Kinesismo................................................................................. 499 L Lactancia...........................•....................................................... 4" Lentitud del pulso....................................................................... 500 501 Leucemia................................................................................... Lupus...................................................................................... 501 Luxaciones en general............................................................•..... Luxación sub-coracoide.......................................................•....... unilateral congénita de la articulación coxo-femoral,........... 508 M Mal de Bright............................................................................. m Mal de las montañas...............................................•...............'..... X Páginas. Menorragia menstrual.................................................................. 512 Metrorragia................................................................................ 512 Mixedema por tiroidectomía.......................................................... 514 Muerte por el rayo ó muerte por la electricidad industrial................... 514 N Necrosis por el fósforo.................................................................. 515 Nefritis agudas........................................................................... 516 ,, crónicas........................................................................ 517 Neumonía fibrinosa..................................................................... 518 Neuralgias en general.................................................................. 521 Neuralgia facial.......................................................................... 523 ,, intercostal..................................................................... 524 ,, occipital....................................................................... 524 ,, ovárica........................................................................ 524 Neurastenia............................................................................... 524 O Obesidad.................................................................................... 531 Oclusión intestinal....................................................................... 533 Ozena........................................................................................ 534 P Panadizo................................................................................... 536 Parálisis infantil.......................................................................... 537 Parto gemelar............................................................................. 540 „ agripino....................................................................... 542 ,, distócico....................................................................... 543 Pérdidas huesosas del cráneo......................................................... 547 ,, de las partes blandas...................................................... 547 Peritonitis tuberculosa.................................................................. 547 Pico de liebre.............................................................................. 548 Pie zambo.................................................................................. 549 Piosalpingitis y salpingitis en general............................................. 553 Placenta previa........................................................................... 558 Pleuresía aguda con derrame......................................................... 560 Podredumbre de hospital............................................................... 561 Poliencefalitis aguda superior........................................................ 561 Preñez extrauterina..................................................................... 561 Presentación de nalgas................................................................. 563 Presentaciones occipito-iliacas-posteriores........................................ 563 XI Páginas. Prúrrigo.................................................................................... 563 Púrpura................................................................................... 564 Pústula maligna.......................................................................... 565 Q Quemadas.....................................................,....................... 565 Queratitis simple y flictenular........................................................ 566 ,, vesicular..........................................................;........... 567 ,, vascular....................................................................... 567 ,, supurativa.................................................................... 568 ,, intersticial..................................................,................. 569 ,, puntuada..................................................................... 569 Quistes hidáticos del hígado........................................................... 569 ,, hidáticos en general........................................................ 571 ,, del ovario..................................................................... 571 R Ranilla sub-lingual..................................................................... 574 Raquitismo................................................................................ 574 Retención placentaria.................................................................. 575 Reumatismo articular agudo.......................................................... 576 Reumatismo crónico..................................................................... 578 „ cerebral y visceral........................................................ 580 ,, blenorrágico.................................................................. 580 ,, muscular...................................................................... 581 Rigidez del cuello de la matriz.................. ................................... 581 Rinitis atronca crónica................................................................. 582 Riñon movible, ectopía renal......................................................... 582 Ruptura de la matriz.................................................................... 584 s Sabañones..................................................•................................ 585 Salpingitis........................................................•........................ 586 Sarampión................................................................................. 586 Sarna.......................................................................;_................ 587 Saturnismo crónico....................................................•................. 587 Septicemia gangrenosa de las extremidades....................................... 588 „ puerperal..................................................................... 588 Sudores fétidos............................................................................ 588 ,, profusos....................................................................... 589 Sueño de los negros ó poliencefalitis aguda hemorrágica superior......... 589 XII T Páginas. Tuberculosis pulmonar................................................................. 589 Taquicardia paroxística................................................................ 599 Tétanos...................................................................................... 599 Tiflitis....................................................................................... 601 Tifo exantemático........................................................................ 605 Tos ferina, espasmódica ó coqueluche............................................. 607 Tinas......................................................................................... 610 u Ulceras atónicas (con especialidad la de los miembros inferiores).......... 614 Ulcera del estómago................................,.................................... 617 Uremia...................................................................................... 619 Urticaria................................................................................... 621 V Vómitos de la preñez................................................................... 624 X Xerostomia ó sequedadde la boca.................................................. 626 Y Yctyosis.................................................................................... 626 z Zona oftálmica................................................;........................... 626 Zumbido de oídos........................................................................ 627 ERRATAS. 8.............. 22.............. variables.................... viables. 8.............. 35.............. importa..................... importan 14.............. 34.............. nociones..................... nocivos 15.............. 17.............. que ponga.................. que se ponga 18.............. 10.............. tópicos...................... típicos. 2o.............. 5.............. satisface..................... satisfacen 22.............. 29.............. obran........................ obrando 32.............. 27.............. acompaña y sigue se..... acompaña, sigue y se 40.............. 22.............. sistemaba................... internaba 45'."'"'.'....... 4.............. pohijan...................... prohijan 57.............. 24.............. eroptálmico................. exoftálmico mZZZZZ.... 1.............. tiene.......................... quieren 68_ ....... 17.............. pueden ó agravan........ pueden agravar ó agravan 73 ........ 35.............. organismo.................. orgasmo ■ji''.'.'.'.'.'....... 21.............. parexias..................... pirexias 71"[ ...... 22.............. despachadas................ despachada Si"'.'.'.'.'.'.'.'.... 10............. imitables................••• inútiles mZZZZZZ'. 25.............. dejaban..................... que se dejaban 105"^ 24.............. sacro-isciáticos............ sacro-ciáticos 136"........'..".'. H.............. Miseux....................... Mouseux 24j 9.............. soriaceas.................... soriasis U7"" 12"............ alteración................... alteraciones 149 ......... 1.............. ceno.......................... seno 154.........._. 32.............. depresión................... deplesión 154........... 33.............. provocada.................. provocado 156...........Z 30.............. higiene...................... higiénica 16............ ha faltado, el cirujano .. ha faltado el cirujano 15"'*........... exponer..................... exponen 186 217 225.............. 17 ensuciar..................... tocar 2z7Z'.'.'......... 6.............. Towler....................... Fowler 244. 2.............. se pondrán.................. (*) (*) Las dos palabras están de sobra. ^ Terapéutica.—41 Pagina. Lino». Dice. nebedecir. 258..."......... 35.....7........ dolorosa..................... rigurosa 259.............. 6.............. lateral....................... bilateral 266.............. 22.............. pildora...................... pildoras 274.............. 25.............. desaparición............... desaparición de 274.............. 28.............. variable el.................. variable, el 280.............. 22.............. con........................... la 282.............. 14.............. termal....................... terminal 283.............. 15.............. pusiformes.................. fusiformes 284.............. 17.............. os............................. los 285.............. 28.............. si esto........................ sí, esto 300.............. 10.............. extirpación................. expatriación 303.............. 23.............. caseosa....................... cancerosa 309.............. 30.............. instalará.................... instilará 310.............. 16.............. dierético..................... diurético 330.............. 28.............. leucemia..................... leucemia 335.............. 35.............. estos dos, en............... estos, dos en 341.............. 34.............. operado..................... operando 345.............. 29.............. enteraclisis................. enteroclisis 360.............'. 23.............. últimos de.................. últimos, de 361............. 32.............. aconsejó..................... aconsejo 364.............. 3.............. impeliginosas.............. impetiginosas 368.............. 13.............. cautoplastía............... cantoplastía 407.............. 9.............. prodúcela,................. produce, la 413.............. 21.............. podríamos.................. podíamos 418.............. 20.............. de aquilón.................. diaquilón 418.............. 26.............. absceso....................... acceso 419.............. 1.............. en la.......................... ala 447.............. 6.............. 68°............................ 38° 448.............. 12.............. guardarlos.................. aguardarlos 453.............. 28.............. ellas.......................... ella 4115.............. 13.............. topis.......................... tofus 469.............. 18.............. Tauret....................... Tanret 473.............. 3.............. donas........................ todas 489.............. 9.............. esamonea.................... escamonea 496.............. 25.............. histerapexia................ histeropexia 499.............. 23............. tres........................... dos 499.............. 25.............. si.............................. sí 503.............. 5.............. perceptibles................ perfectibles 528.............. 3.............. uniomono................... uni ó mono 547.............. 10.............. invención.................. intervención 574.............. 12.............. aquí;......................... aquí 603.............. 29.............. cerosa........................ serosa 0©.- NLM DG1GG1D3 M KR1 w ■ ».- ■ I >V -* :f * **• ■ «-* *»'» ■K.tM S*Jl2"«'ü-.*2i.*¡Ír I S*'?í?5 \~X£--?'.V¿ ^^H i**.' *-"¿S ■ ¿C.DX. ^^^M M 53595^9591358 M ^^^H wrvw ■S BHB89 ^v « ,V.XVVASC.":A% ÍCgWjgCC MQQflfl raJUMM NLM001001034