, , , , la tercera edición, que de ella se hizo el año de 1841 por mi tio el Br. D. Luis Venegas; movido yo de los mismos sen- timientos de humanidad que él tuvo para aquella edición, me he resuelto á solicitud de muchas personas respetables que desean peseer la obra, tanto de México como de fuera, á hacer una cuarta edición de este tratado: va como en la segunda edición con el suplemento, obra postuma del autor que dejó escrita para dar el lleno y complemento á la obra toda, que sin esa circunstancia habia sido tan bien aceptada, no solo en México, sino aun en el Norte América donde ha sido reimpresa. El mérito de esta obra parece inútil lo encarezca yo, por- que los beneficios que de ella ha recibido la humanidad, han sido notorios, particularmente en esta América Septentrio- nal, pues los remedios medicinales lodos que contiene son bastante útiles, é hijos de la larga esperiencia de su autor, mi legítimo abuelo, que por sus vastos y profundos conocí- mientos"o^)idos a su constante estudio y observación, tan- t£ entfo facultad como en el clima, logró fácilmente llegar i ññ qiieie proponía, que era conocer las enfermedades y el modo de combatirlas con remedios adaptables á esta re- gión de América. El Editor no quiere omitir poner á esta edición como en las anteriores las aprobaciones originales del Tribunal del Proto-Medicato y son como siguen. Aprobación Ae\ Uea\ Tribunal del íroto-Me- d'icato %fl£!g&L Real tribunal del Proto-medicato obedeciendo el precep- to de V. A. de doce de Abril de este presente año, acerca del reconocimiento de un libro que compuso el Br. D. Juan Manuel Venegas, Médico en esta corte, y lo intituló: Compendio de la Medicina, ó Medicina práctica, en que se declara lacónicamen- te lo mas útil de ella, que el autor tiene observado en estas regio- nes de Nueva-España, para casi todas las enfermedades que aco- meten al cuerpo humano. Hemos visto esta obra con todo cui- dado, y no hallando cosa que se oponga á nuestra Santa Fé y buenas costumbres, ni á las regalías de S. M. (que Dios guar- de) antes sí medicinas proporcionadas para conseguir los efec- tos que promete, con abundancia de regla que los dirija, no po- demos decir menos, sino que aprobamos dicha obra, pues den- tro de esta capital ú otros lugares que tengan médicos, estos es- tenderán su laconismo; y en los parages donde no los haya, se- rá tanta su utilidad, que casi pasará á necesidad, por ser de los mejores de su especie, pudiéndose llamar su antor el Proto--Mé- dico de los campos, y su Obra el Monte-pío para alivio de los enfermos. Este es nuestro parecer; el superior juicio de V. A. hará como siempre lo mejor. México 10 de Junio de 1785. Dr. y Miro. José Giranl. Dr. jubilado Juan José Matiat ' ^ déla Peña y Brixuela. Dr. y Mtro, José Ignacio García Jove. Parecer del Br. D. Pablo Antonio Peñuelas, cate- drático de filosofía en el real y primitivo Colegio de San Nicolás, Obispo de Valladolid, traductor general de letras apostólicas. N obedecimiento del superior decreto de V. S. he visto la Obra, que con el título de Compendio de la Medicina compuso el Br. D. Juan Manuel Venegas, profesor de Me- dicina, y la bondad de V. S. se dignó remitir á mi censura para que le esponga si en sus espresiones se envuelve al- guna doctrina contra nuestra Santa Fé, y loables costum- bres del cristianismo. Y habiéndola leido con todo el cui- dado y atención que demanda la gravedad de la materia y el respeto de V. S., no encuentro cosa alguna contra la pu- reza de nuestra Santa Fé, buenas costumbres, ni regalías de S. M. (que Dios guarde.) Por lo cual podrá V. S. (siendo de su agrado) dar la licencia que se solicita. Este es mi dictamen, firmado en México á 25 de Junio de 1783. B. L. M. de V. S. su mas humilde subdito y capellán. tjaóu i^vnteni» B^enueáxd. ADVERTENCIAS AL, QUE LEYERE ESTE LIBRO. u ERSUADÍDO desde que comencé á ejercitar la Medicina, á que esta depende de la esperiencia, he procurado conservar en la memoria las observaciones ocurrentes, y cotejándolas con las succesivas, sacar algunos juicios verosímiles, tanto acerca del origen, diferencias, signos y pronósticos de las enfermeda- des, cuanto por lo que mira á la eficacia y oportunas ocasiones de aplicar los remedios. Una observación sola de estas, comu- nicada al público, puede interesar la vida ó salud de muchos hombres. Por esto juzgué ser una como especie de injusticia defraudar á la sociedad de unos conocimientos, que aunque pa- rezcan despreciables por su autor, son recomendables por las utilidades que á ella puedan producirle. Los incontestables derechos á que por la naturaleza, religión, civilidad y patriotismo es acreedora la humanidad á todas nues- tras fatigas y desvelos, habrán de contener la censura de algu. nos críticos, que quieren se oculten á los pueblos con el título de arcanos ó secretos, (nombres enemigos de la sociedad) aque- llos remedios eficaces que pueden aliviarles sus dolencias. ¿Qué corazón podrá sufrir ver á los hombres acometidos de una fie- bre, poseidos de un dolor, convelidos, ansiosos, sofocados, y en- tre las angustias de una grave enfermedad, rodeados de otras miserias, fluctuando en una cama, gritar ó implorar (muchas veces con una muda retórica) el socorro que tan fácilmente pue- den los demás hombres ministrarles? ¿No se conmoverá núes- tra carne, siquiera á imitación de los brutos? Horroriza la consideración de estos males; pero sin embargo suceden en el mundo, y principalmente en nuestra América, en donde lo dilatado de sus poblaciones, la estension prodigiosa de XIII sus tierras, lo inaccesible de sus montañas, y la diversidad de sus climas, hacen imposible la abundancia de médicos peritos, y embarazan el acceso á los mas diestros facultativos. En la Gaceta del 18 de Enero del año de 85, se nos decia que la ciu- dad de Guanajuato, cuyo vecindario es de los mas numerosos de esta república, vivia desconsolado por hallarse solamente con tres médicos, convidando á otros á disfrutar sus riquezas. ¿Po- drá con tan corto número asegurarse la suficiente asistencia de los enfermos? Y si esta necesidad se ha esperimentndo en una ciudad de las mas abundantes; ¿qué debemos creer de los demás lugares, habiendo muchísimos que están precisados á caer en manos de un barbero? No hay cosa tan ordinaria ni tan fácil, como el recetar me- dicamentos, porque no se oye en la boca aun de la ignorantísi- ma plebe cosa mas común, que prescribir remedios para todo. Mas en llegando el caso de haberlos menester, se hallan los en. fermos comunmente engañados, no esperimentando el alivio que por ellos esperaban, ignorándose el método y las ocasiones de su uso. Por eso dijo Boerhaave (*): Si pannacéa datur, me- thodus est illa medendi. Si se hiciera ver á la sociedad, en especial á los de esta vas. ta república, en un cortó volumen las descripciones de las mas comunes enfermedades, sus diferencias, causas, signos y pro- nósticos, con las mas claras curaciones, cautelas y remedios, no agregativos, sino los mas eficaces y esperimentados, ¿no fuera este un gran servicio hecho á la humanidad? No hay por qué du- darlo. Mas aunque yo me conozco incapaz de esta empresa (sin embargo de haber peregrinado con este objeto muchos años por varias provincias de esta república,) me esfuerzo en esta obrita á que el público tenga en un pequeño tomo, no solo lo mas útil que se halla esparcido en muchos libros, sino también lo que tengo observado en nuestra América, declarando con franque- za todo lo que he esperimentado ser mas provechoso á los en- fermos. No es siempre la sutileza y facilidad de discurrir acerca de los objetos de la medicina lo que decide de la bondad del médi- co. Todos sus conocimientos serán estériles, si á la teórica ó ciencia especulativa, no se le junta una grande esperiencia ad- (*) InPraefac. Aphor. Med. IX quirida por una continua y juiciosa observación. La falta de ésta hace muchas veces el que médicos de una literatura con- sumada no acierten á la curación de sus enfermos, cuando un empírico, ó guiado del acaso, ó dirigido por el gran magisterio de la esperiencia, logra los aciertos que se ocultaron á su gro- sera especulación. Si la naturaleza se dibujara en los gabinetes de los sabios, ó en los entusiasmos de los hombres, los Salgados hubieran des- lumhrado á los Rebeques, y las lagartijas tuvieran el primer lu- gar entre loa remedios anticancerosos. Por brillante y grande que parezca el número de libros filosóficos, quimistas y botáni- cos que adornan las librerias; y por esquisitos y de buen gusto que sean los discursos de los doctos médicos, á pesar del apa- rato de voces pomposas en las juntas y de disertaciones erudi- tas, una infeliz vieja, un pobre paisano 6 un estúpido indio, se burlan mucha veces de ellos con el uso feliz de una droga des- preciable. Si á los mas consumados botánicos les presentamos una plan- ía estraña, jamas nos darán con los sistemas la menor luz para la seguridad de los usos á que debamos aplicarla. No hay du- da que la Botánica es parte útil en la medicina; pero su estudio según el gran Boerhaave (*), solo es necesario en cuanto se di. rige al conocimiento de las virtudes de los vegetales. Los principios de la física, destituidos de lu dirección de la esperiencia, no bastan para convencernos de muchas cosas que acaecen cada dia en la naturaleza. Lo mas ordinario es racio. cinar sobre el fenómeno después de sucedido, y entonces todas las observaciones se contraen al sistema. Luego que nacemos arrastra nuestros afectos la hermosura de la luz que despide la llama: y pareciéndonos objeto capaz de ponerlo en nuestras manos, arrójamenos con una gustosa ansia á cojerla, mas no repetimos la esperiencia, porque lo que creía- mos seria deleitoso y suave al tomarlo, hallamos que es áspero é intratable. De esta observación, continuada por frecuentes esperiencias, asentamos por principio, que hay en la llama un movimiento perenne y veloz de partículas pungentes. Los tratados Médicos que se eeshiben al pueblo, pecan, ó por los:discursos demasiadamente estensos y prolijos, que cansan (*) Meth. stud. M. part. 6. tom 1. pág. 156. X comunmente á los lectores, haciéndolos brevemente abandonar- los; ó por su especulación dificultosa de acomodarla en los ca- sos prácticos; ó por las descripciones confusas y atropada copia de remedios con que se llenan los libros, quedando frustradas las esperanzas de los enfermos que piensan hallar en ellos alivio de sus males. Las Obras de Madama Fauquet son un confuso amontona- miento de recetas, sin las mas necesarias nociones, faltándolas todo aquel método que oportunamente se contrae á los casos mas particulares. ¿Y de qué nos sirven unos libros de este género? Hacen tal vez mas daño que provecho; pues cuando no acaban con el enfermo los mal aplicados remedios, embarazan los sa- ludables movimientos de la naturaleza. Esto es como el que pro- pone normas para fabricar una estatua, sin dar las debidas ins- trucciones para usar del escoplo con preferencia á la sierra, ó de ésta cuando ha de anteponerse al escoplo. Juan Esteinefer y Gregorio López que moraron muchos años en nuestra América, hasta el fin de su peregrinación, arrebata- dos del hervor de su caridad hacia la salud de los pobres, no habiendo profesado la medicina, compusieron sus libros que an- dan en manos de todos, estremamente destituidos de aquellos principios menos inciertos de esta facultad. El ingles Buchan, autor de la Medicina doméstica, sin embar- go de que se caracteriza de un juicioso práctico, útil patriota, claro y espresivo eu la higiene, ó en aquella parte de la medici- na que mira á conservar la salud y evitar las enfermedades, se esfuerza á recoger en muy estrechos límites el dilatado campo de[la medicina, no obstante que los traductores de su obra, Du. planil y Sinnonl, prolijamente la adicionaron y estendieron, fal- tándola aquel cúmulo de medicinas indígenas y de reglas redu- cidas que necesita el pueblo para utilizarse. El Aviso al pueblo del famaso médico Tissot, aunque se fun- da en los conocimientos de los sabios, es difuso mas de lo que puede comprender la plebe en algunas materias, estando del to. do falto de las otras. Pero el Diccionario de la Salud, compuesto por dos médicos de París, es un abultado cuerpo en dos tomitos, con poca alma, pues no habiendo casi enfermedades que en ellos no se lean, la mas se tratan como en el lienzo de aquel pintor, que quiso da XI á conocer la grandeza prodigiosa de un gigante, delineando so- lamente un dedo desmesurado. Y aunque estos reparos que hago de las principales obras mé- dicas que corren para el pueblo en nuestro continente, no jus- tifican los defectos de la mia, la hago cuanto debo, popular, con- cisamente abundante y metódica, vistiéndola de aquellos auxi- lios que son en él generalmente recibidos. La Providencia siempre desvela en sostener y conservar la humanidad, ha vertido abundantes tesoros en nuestra América; ofreciéndonos en los tres reinos, vegetal, animal y mineral, co- piosísimos adminículos con que remediar los quebrantos de la naturaleza, aunque con tal discreción, que muchos de ellos tie- ne reservados á los salvages de las montañas, los cuales por su retiro é indigencia, se hallan incapaces de aprovecharse de los medios civilizados, ó de aquellos que tiene en uso la gente cul- ta y de gusto mas delicado. No hay duda que entre los campos de nuestra América se han descubierto algunas drogas que superan en virtud á las conoci- das; pero acaso no serán tantas como se cree. En efecto muchas que se recomiendan con mil elogios, se ven á cada paso no cor- responder á la eficacia que se les atribuye. Por lo cual no se estrañará en esta obra la falta de aquella multitud de plantas con que los miserables paisanos hallan que la Misericordia en sus mayores necesidades les socorre á manos llenas. Sin em- bargo, no omito aquellos medicamentos regionales, que esperi- mentados en mi práctica, hallé deber comunicar á la sociedad. La América es la bolsa de la Omnipotencia, y el paraíso ter- renal que enriquece ala Europa, no solo con sus preciosos me- tales, sino también con muchos de sus nobilísimos vegetales, en palos, raices, plantas, frutos, gomas, bálsamos &c, que se con. ducen al otro trópico, en donde algunos de ellos tienen usos mas acomodados que en el nuestro, por lo bien que prueban las especies calientes en los climas templados y fríos. Ejemplo sea la quina y la jalapa. Estas indígenas drogas, cuya preferencia es innegable en muchos casos á los mas preciosos remedios, no esplican tan generalmente sus virtudes en su propio suelo ame- ricano, como lo experimentan las reg¡o:¡es Septentrionales y paí- ses fríos de la Europa. Y así, no habiéndome propuesto escri- bir la historia natural de esta república, dejando esta empresa para otros hombros mas robustos que los mios, me contento con XII proponer las mas eficaces medicinas, que he esperimentado ser provechosas en esta nuestra América. Fuera de esto, la obra es casi general, metódica y conci- sa. En ella se verán las enfermedades descritas con la mas po. sible claridad, y algunas nuevas diferencias de ellas; las causas reducidas átres: inmediatas, antecedentes y proca[árticas, de to- das las cuales algunas de nuevo se descubren ó se hacen ver con menos confusión; apurados los signos y pronósticos; los sis. temas abandonados; las curaciones espresivas; los remedios efi- caces, y por la mayor parte esperimentados por mí mismo. En fin; este tratado de Medicina Práctica se funda sobre la obser- vación y la esperiencia, Eí estilo aforístico con que casi toda la obra está concebida, es de doctrina de los príncipes, como nota Baglivio en su Praxis Médica, cap. 9, imped. 6. por estas palabras: Quam obrem pru- dentes fecisse videtur maiores nostros. . . .quidquid diulurna ob- servatione in morbis delegehant, describebant illud aphoristicé, si- ve per sententias brevas, et contractas. El método alfabético me pareció el m?s oportuno para re- gistrar la obra con menos trabajo, y poder brevemente hallar la enfermedad que se buscare. Después de los nombres faculta- tivos latinos de la enfermedad, pongo los castellanos y vulgares para que todos puedan percibirlos. Habiéndome propuesto el método alfabético de los nombres latinos y griegos recibidos en la Medicina, para tratar esta obri- ta con alguna propiedad, en el índice general los escuso, valién. dome de las voces vulgares castellanas, con que pueda el pueblo con menos embarazo registrarla. Sin embargo, no omito en éste aquellos términos latinos que por estar desparramados en el cuer- po de la obra no han tenido preferencia. Se pone la materia médica al fin de cada enfermedad, con sus notas por números, para hacer el título legible sin confusión, mas perceptible y llano, y para no repetir los medicamentos que quedan apuntados. En el título Morbi se hallarán, como en Su- plemento, varios remedios generales para distintas enfermeda. des, y otros particulares que no traen en sus respectivos títulos. Las fórmulas ó composiciones de remedios que no se encuentran descritas en esta obra, es porque son comunes en las fármaco. peas. Las cantidades que comunmente prescribimos, debe en- tenderse que son para las personas consistentes: XIII La libra médica es de doce onzas. La onza se compone de ocho dracmas. La dracma consta de tres escrúpulos. El escrúpulo tiene veinticuatro granos. El grano es del peso de un grano de alberjon. Por puñado se entiende lo que cabe en la mano. Por tomada, lo que cojen las puntas de los tres dedos. Por un vaso, medio cuartillo. Y por una cacharada media onza. OE LA = ==- = - = == L - = =-^ ■== i ^==. 2£ai <7*¿e se declara lacónicamente lo mas útil de ella, que el autor tiene observado en estas regiones de Nueva-España, para casi todas las enfermedades que acometen al cuerpo humano. ■^^bcesus intekni.—Los Apostemas ocultos unos son verda- deros y otros impropios. Los primeros son los acumulamien- tos de puses en cualquiera entraña del cuerpo. Origínanse de las grandes inflamaciones que no se resolvieron con sangrías, ni terminaron por alguna otra sensible evacuación. Las seña- les que los demuestran son la calentura que de noche acomete, habiendo precedido enfermedades inflamatorias, los frecuentes calofríos, y lo viciado de alguna entraña. Los abcesos del vientre se conocen asi por lo dicho, como por los retortijones que se sienten en tiempo de mucho calor, juntamente con algunos dolores que inclinan al vientre bajo, con elevación y meteorismo, siguiéndose alguna fiebre. Los abcecos del hígado se manifiestan por los comunes sínto- mas, acompañados de dolores agudos en las piernas y en los muslos. Los signos de haberse roto y desparramado por el vien- tre son la elevación de esta entraña y la calentura que se sien- te al caer del sol, con muchos dolores y abundancia de sudor. Si los apostemas verdaderos se conservan mucho tiempo sin procurarles la salida, corrompen las partes y originan fístulas; ó disipado lo mas delgado, resultan cirros; ó finalmente, absor- vido el humor en la sangre, consume los cuerpos y se declara la hectica. Los abcesos ó apostemas impropios son congestiones de una tin- ta, pútrida y proscrita por las acrimonias de este humor, acidas, alcalinas, escorbúticas, escrufulosas, venéreas, artríticas &c, precediendo por lo común, una fiebre lenta. Se demuestran por los signos que denotan dichas enfermedades, accediendo los de una lenta supuración. HTOffiMD IPMMM(0)o Curación de los apóstenlas internos. Cuando se temen los abcesos legítimos, es necesario sin pér- dida de tiempo, sangrar suficientemente al enfermo, y hacerle los remedios de las inflamaciones. Mira el título Injlammatio. Mas en hab;éndose ya formado, se establecerá la cura que pro- pondremos del empiema, abceso en el pulmón, tísica, ó fiebre hec- tica, según el carácter que vistiere, menudeando por bebida la emulsión del caldo de pollo aperitivo. En los apostemas del hí- gado, véase el título hepar morbosum. Para impedir la formación de los abcesos impropios, han de curarse con tiempo las enfermedades que los originan, según sus indicaciones. Que verificada su ecsistencia, se combinarán los evacuantes con los remedios que son propios á las enferme- dades de donde nacen. Los de las entrañas del vientre se es- tirpan con las purgas fuertes y continuadas. Las siguientes son propias. Pildoras que destruyen los apostemas impropios del vientre. Toma de estracto de Jalapa quince granos, de diagridio cin- co, de trociscos de alhandal cuatro: con jarabe de fumaria há- ganse pildoras pequeñas, y doradas se tomarán con atole, de no- che, ó en ayunas vacío el estómago. En los intervalos se usará en ayunas una onza de ojimiel ci- fótica, tomando encima una taza de infusión de flores de saúco. Pasado este tiempo, han de ministrarse en cuatro dias succesi. vos las siguientes. — 3 — Pildoras febrífugas antipioticas. Toma de polvos sutiles de la corteza del Perú seis dracmas, de sal armoniaco dos dracmas: con jarabe de cinco raices fór- mense pildoras, divididas en ocho partes iguales á tomar una en ayunas y otra al caer el sol. Banalmente, usará el enfermo, durante algún tiempo, por be- bida ordinaria, el cocimiento de la pulpa del guautecomate y si- miente de acocote. Ahortus, arorsus.—El mal parlo es la salida del feto sin tiempo, no estando en su legítima sazón. Las causas son, pri- meras: movimientos graves del cuerpo, contusiones ó compre- siones fuertes del vientre. Segundas: pasiones violentas, anto- jos y pesadumbres. Terceras: fiebres, pujos, diarreas, flujos de sangre y copia de humores, Los verdaderos dolores del parto comienzan en los lomos, no son continuos, y por tiempo se aumentan; en lugar que los del mal parto empiezan en todo el vientre y se estienden al empei- ne y rabadilla. Los signos que anteceden al aborto son los si. guientes: Los dolores dichos acompañados de algún frió ú hor- ripilación; repentino flujo de sangre ó de agua, precedido de al. guna sangre, caimiento ó debilidad de todo el cuerpo; estenua- cion de las mamas; dolor de peso en la matriz, y decidencia del preñado al empeine. Pronostican la muerte en el aborto las molas carnosas que en la preñez se hubieren arrojado, «1 color del rostro rojo, mu- dado repentinamente en aplomado, la inflamación de las partes naturales, y convulsión, que sobrevienen al écsito; y las enfer- medades agudas que son causas del mal parto y traen alguna erupción de sangre, como la disenteria, pulmonía, dolor de cos- tado, &c. La epilepsia que suele resultar al aborto, indica ha- berse este procurado con remedios. Los mal partos aprove- chan á las cloróticas y á las que padecen supresión de meses. Comunmente se esterilizan sin tiempo las que paren con fre- cuencia. Las constituciones australes del aire, en ocasión que deben tenor fresco los lugares, causan muchos abortos ó partos dificultosos. 2 _4 — NUMERO SEGUNDO. Curación del Aborto. Se pondrá en mucho abrigo y quietud á la enferma, se cura- rán las causas por sus propias indicaciones y se practicarán los siguientes: Restringenfes que contienen el aborto. Toma dos trociscos de tierra sellada tres dracmas, de láudano cinabarino cinco granos, de jarabe de corales media onza, de agua de lantén cinco onzas, mézclalo. Tomará la enferma una cucharada de tiempo en tiempo. ítem: Los ausilios del número 57, ó los diluentes restringen- tes del número 78. En el caldo se echarán unas gotas de la tintura de grana. Por agua del tiempo podrá usarse el coci- miento de lantén ó el de llave de venado quemada. Se frotará el vientre bajo, caderas y empeine con la siguiente: Untura que detiene el mal parto. Toma de ungüento de la condesa dos onzas, de aceite rosa. da onfancino una onza, de láudano líquido un escrúpulo, méz- cíalo. La abundancia de sangre se remedia con hacer cortar eva- cuaciones de este líquido mediante las sanguijuelas ó sangrías dadas en los brazos, desde concluido el tercero mes de la pre- ñez hasta el séptimo. Que en habiendo necesidad de purgar á la enferma, se usará la siguiente: Minorativa para las preñadas. Toma de ruibarbo gruesamente quebrantado dos dracmas, de agua cuatro onzas. Hágase tintura y endúlcese con miel rosada. Bebida contra el flujo de sangre uterino. Toma las cortezas de cuatro naranjas entre verdes y madu- ras. Háganse menudos pedazos y pónganse á cocer con quin- ce tazas calderas de agua, á que consuman las dos partes: cué- lese y tómese luego una taza. Que durando ó repitiendo el flu- jo se tomará otra, y así de las demás. En los sustos han de ministrarse las bebidas cordiales antie- pilépticas, con los calmantes. — s — Mistura en los sustos y miedos de las preñadas. Toma de polvos de guteta y bolo arménico, de cada cosa un escrúpulo; de ambir fino una dracma, de agua de peonía com- puesta y canela hordeada, de cada cosa cuatro onzas; de láuda- no líquido un escrúpulo, mézclalo y endúlzalo con jarabe de ro- sa seca. Tomará Ja enferma de tiempo en tiempo una cucha- rada. Acida.—Los Agrios. Los escrementos variegados ó de dis- tintos colores arguyen muchos agrios en el vientre. El agrio es enemigo de la sangre, detiene la operación del vómito si no se corrige con los absorventes atenuantes, y no cede á los pur- gantes si primero no se doma con testáceos. No debe tomar vino, el que eructa agrio. Los agrios tomados con inmodera- cion adelgazan los vasos de la digestión, esta se perturba, pro- ducen cuagulaciones, causan obstrucciones, y mantienen las fiebres intermitentes. Los estómagos détilea y los cuerpos pe- rezosos están sujetos á padecer agrios de estómago, principal- mente si usan de alimentos.vegetales. Mira el título siguiente. Acrimoniak.—Las Acrimonias son irritaciones salinas de la sangre. Cuando esta se halla cargada de muchos materiales acres, manifestándolos las comezones y granos que brotan por el cuerpo, le dá el vulgo el nombre de sangre salada. Divíden- se las acrimonias en alcalinas ó sulfúreas y acidas. Las pri- meras nacen de comidas abundantes, grasosas y aromáticas, como el mucho chile y eseeso en el chocolate, tomar con fre- cuencia tabaco y bebidas acres y espirituosas, retenciones de escrementos, ejercicios muy trabajosos, desvelos, pasiones vio- lentas &c. Estas acrimonias alcalinas tienen cuatro grados. En el primero se llama la acrimonia oleosa; en el segundo empi- reumática; pútrida en el tercero; y en el cuarto muriática. Los efectos del primer grado son desgano de comer, sed, es- treñimiento, calor acre, fiebre, daño por el escesivo calor, enfla- quecimiento del cuerpo, comezones, ronchas, hemorragias, diar- reas, disenterias, callos ó clavos, irritaciones en la orina, en el pecho ó en la piel &c. Si á mas de esto hubiere estraordina- rio calor en el estómago, y la cutis se pusiere seca, negra y quemada, se llama la acrimonia empireumálica. Mas si con los antecedentes síntomas vinieren eructos de hedor de huevos em- pollados, amargor y suciedad en la lengua, vómitos biliosos, do- — 6 — lores cólicos, diarreas muy fétidas, pútridas ó malignas, con erupciones pustulosas, entonces se nombra esta acrimonia pútri- da. Que si el gusto de la boca es muy salado, hay sed, mucha comezón en la cutis, y ésta se mira sembrada de manchas rojas, estando bien espesa la orina, ya es la acrimonia muriática. Las acrimonias acidas son contrarías á las antecedentes, por- que sus principios son empachos, crudezas, debilidad del estó- mago y aparatos cacbecticos. Los efectos que producen son: dolor de estómago, particularmente á las madrugadas, eructos agrios, pulso débil y tardo, color amarillo del cuerpo, sarna, em- peines, elevaciones del vientre, diarreas crudas, &c. NUMERO TERCERO. Curación de la a acrinjoaatas alcalinas. Por principio de la curación han de evitarse las causas. Que en habiendo alguna destemplanza, suele no escusarse el hacer una ó dos sangrías. Después se pasará al uso de las Bebidas diluenles. Cuando no hay calentura y el estómago está fuerte, son bue- nos diluentes la agua nevada y la fria usada en ayunas por algu- nos dias. Por lo demás se elegirán de las siguientes las que fueren mas á propósito. Los sueros de leche de cabras ó de va- cas, solos, destilados ó tamarindados: las orchatas de las cuatro simientes frías: el cocimiento de cebada con tamarindos: las aguas destiladas, ó en cocimientos de chicorias, lechugas, pim- pinela, escorzonera, tiaiíguispepetla, espinosilla, lengua de cier- vo, mirto cimarrón, cortezas de cañaristola &c. La Tisana fresca y aperitiva. Toma de cebada limpia y bien lavada cuatro onzas, de pol- vos de salitre puro dos dracmas, de miel virgen dos onzas, de agua común tres libras. Cuezase todo junto y despúmese De este cocimiento se tomará un vaso á mañana y tarde. Lavativa fresca y anticonmhha. Toma de cocimiento de mirto cimarrón ó de malvas, y de azúcar med.a hbra, de manteca de coco y de aceite rosado de cada cosa una onza, mézclalo. Amalgama de Solano. Toma de estaño cuatro onzas: fúndase en un crisol, y aparta- do de la lumbre mézclesele otra tanta cantidad de azogue. En estando frío el misto, se vaciará sobre un metate y molerá mu- chas veces con agua y sal, hasta que salga el agua clara. Se recocerá la masa en una pella para cocer la agua usual. Se pingará después el enfermo con alguna de las siguientes Minorativas frescas. Toma de maná dos onzas y media, de suero una libra, méz- clalo. ítem: De sal policresta media onza, de suero una libra: méz- clese, y endúlcese con azúcar. ítem: De jarabe de flores de duraznos dos onzas. Úsese en ayunas, bebiendo encima un vaso grande de cocimiento frío de cebada con tamarindos. ítem: De hojas de sen dos dracmas, de sal prunela una drac- ma: hágase infusión con cuatro onzas de agua, y cuélese. ítem: De pulpa de tamarindos dos onzas, de leche de tierra dos dracmas, de agua de chicoria cuatro onzas: mézclalo. Item^El caldo para los resecos biliosos, que pondremos en el título Purgantia. Después se pasará á el uso de los caldos de ranas, tortugas, pollos, carne magra y fresca de vacas, ó de carneros tiernos, hechos de modo común, agregándoles por vituallas, lechugas, borrajas, pimpinela y cebada mondada. Han de tomarse por bebida ordinaria. Últimamente se establecerá el uso de los ba- ños v leche de burras. NUMERO CUARTO. Bebidas contraía acrimonia empireumatica. Toma de vinagre cocido en vasija de barro vidriado, tiasta que quede como miel espesa, dos cucharadas, de miel virgen cuatro cucharadas, de agua destilada de tianguispepetla media libra, mézclalo. Tómense dos cucharadas á mañana y tarde. ítem: La pulpa de tamarindos, la limonada, y los sumos agrios tomados en cortas cantidades. ítem: Las bebidas diluentes, agriadas con los espíritus de vi- triólo, sal, azufre ó nitro. NUMERO QUINTO. Curación de las acrimonias pútridas, 6 crudezas nidorosas. Se sujetará el enfermo por algunos dias á una abstinencia casi total de alimentos, sosteniéndose con migas de pan tostado, sopas simples de carnero ó de aves tiernas, atole, poleadas de harina de trigo tostada. &c, desterrando el chocolate, particu- larmente sobre tarde: se le ministrará un vomitorio: usará con moderación de las bebidas del número cuarto', y hará ejercicio á pié ó á caballo. NUMERO SESTO. Remedios contra la acrimonia muriatica. Se evitarán las carnes saladas, duras y grasosas; se tomarán las suaves y de noble digestión, los vegetales tiernos y las fru- tas agrias, teniendo un régimen severo en el uso de las cosas no naturales. Los medicamentos son los Polvos absorventes. Toma de polvos de madre de perlas, cristal montano y ojos de cangrejos, un escrúpulo de cada cosa, mézclense y háganse tres partes iguales, á tomarlas tres veces en el dia en una poquita de agua tibia. Continúense por algunos dias. ítem: Las bebidas del número cuarto. NUMERO SÉPTIMO. Curación de las acrimonias acidas, ó de los agrios del estómago. Ei enfermo abandonará toda suerte de frutas v lacticinios y hará una sola comida parca en las veinticuatro horas del dia manteniéndose lo restante del tiempo con algunas ligeras sorbi! ciones, cuales son los caldos de carnero ú aves de la tierra bien condimentados, el chocolate, cha, café, &c. Generalmente loa — 9 — alimentos han de ser escasos, nobles y específeros; y los reme- dios, digestivos, carminantes, y evacuantes. Polvos antacidos, digestivos, y evacuantes. Toma de polvos de ojos de cangrejos, ruibarbo y sal de ajen- jos, dos escrúpulos de cada cosa. Háganse seis porciones igua- les, á tomarlas en tres dias á mañana y tarde, con alguna infu- sión estomacal. ítem: De leche de tierra seis dracmas. Háganse seis partes, á tomarlas de la misma suerte. Los vomitorios y las lavativas comunmente no se escusan. Los agrios simples del estómago se curan tomando ojos de cangrejos, ó frecuentando una cucharadita de la agua de cal asentada. Alvus adstricta.—El estreñimiento se origina: Primero, de las durezas tónicas del vientre: Segundo, de las complecsiones resecas y adustas: Tercero, de artazgos. Cuarto, de flemas pe- gajosas. Quinto, de copia de flatos por frialdades. Sesto, de escasez de humor bilioso en los intestinos, lo cual sucede á los ictéricos, en quienes este fluido se desparrama por la piel. Sép. timo, de purgas fuertes recien tomadas, vómitos frecuentes, su- dores copiosos, y orina abundante. Octavo, por falta de comi- da ó de bebida. Noveno, de ingestos estraños, astringentes, ó benéficos. Décimo, por embarazos, rupciones ó apretamientos de las entrañas del vientre. La constipación del vientre es dañosa en las fiebres, en los males de cabeza y de hipocondrios, y en las hernias, llenuras y estancamientos; y causa embaramientos, endurecimientos, con- gestiones, irritaciones y corrupciones. NUMERO OCTAVO. Curación del estreñimiento nacido de durezas tónicas del vientre, ó por constituciones resecas de los cuerpos. Se harán los remedios diluentes, calmantes, y lacsantes que fueren mas á propósito de los números tres, cuarenta y ocho, cincuenta y uno, ú ochenta: se darán baños generales de agua tibia, ó medios baños con cocimientos de yerbas emolientes; y «e chinaneará al enfermo. Las Chinanas son unas evolucione» — 10- que practican comunmente las viejas, introduciendo el dedo ín. dice en el intestino recto, volteándolo muchas veces, y aplican- do después una cala, con cuya operación se confiere una espe- cie de revulsión al movimiento antiperistaltico de las entrañas del vientre, calmándose con esto la convulsión de los intestinos, y facilitándose la espulsion de los escrementos. Sin embargo de esto, en las tiesuras del vientre no se escusa muchas veccd el hacer una sangría. Lavativas emolientes. Toma de caldo común sin especies una taza, de sal común media cucharada, de mantequilla dos onzas, mézclalo todo. ítem: De leche aguada una taza, de azúcar una onza, de sal de Colima una dracma, mézclense. ítem: De miel de azúcar una taza, de polvos de jabón una onza, de manteca de puerco dos cucharadas, mézclalos. ítem: De cocimiento común emoliente y cañafistola media li- bra, de miel prieta cuatro cucharadas, de sal una tomada, méz- cíense. Bebidas que facilitan el vientre. Toma de caldo blanco de carnero una taza, de maná dos on- zas. Deshágase en la lumbre y cuélese. ítem: De leche de tierra media onza, de agua tibia una taza, mézclense. ítem: De cocimiento espeso de tamarindos con una dracma de sen, un vaso. Bébase tibio. NUMERO NOVENO. Curación dul Hartazgo. Se tendrá una abstinencia total en los alimentos; se tomarán unas cucharadas de alguna bebida digestiva, como cha, café, oré. gano con sal de ajenjos, miel rosada con aguardiente; infusión de las yerbas del Ángel, del Paraguay, de estáñate, cortezas de cidra &c. Se frotará el estómago y vientre con el ungüento de Agripa, Osorio, ó corroborante, mezclándoles un poco de aceite rosado: se harán las lavativas purgantes: y si el vómito instare, se ayudará ó estimulará con los vomitorios suaves ó activos, si la materia estuviere muy emplastrada. — 11 — NUMERO DÉCIMO. Curación de?, estreñimiento por flemas pegajosas. Se instituirá la cura del título Hidrops; y se menudearán las lavativas ó supositorios purgantes. Lavativas purgantes. Toma de aguamiel de magueyes ocho onzas, de azúcar prie- ta dos onzas, una tomadita de flores de manzanilla, y cuatro ho- jitas de las que llaman de S. Pedro. Cuezase todo junto hasta que la azúcar se deshaga, y cuélese. ítem: La lavativa del título Purgantia. Supositorios ó calas fuertes. Toma de melcocha media onza, de polvos sutiles de trocis- eos de alhandal y de acíbar, un escrúpulo de cada cosa, méz- clense y háganse dos pelotillas. ítem: Tómese una almendra de hueso de ItJamei, ásese, pís- tese, y amásese con unto de puerco para formar calas. NUMERO UNDÉCIMO. Tópicos en los embarainientos por frialdades. Toma de ungüento de Así media onza, de aceite carminativo una onza, mézclalos. ítem: Se frotará el vientre con cenizas calientes, ó con tria- ca disuella en aguardiente. Que si la frialdad naciere de irritación, se curará como apun- tamos en el número octavo. Bebidas carminantes, ó que arrojan los flatos. Toma de sal de ajenjosun escrúpulo, de agua de manzanilla compuesta dos onzas, de jarabe de cortezas de naranjas una on- za, mézclalos. ítem: De aguardiente y miel rosada una onza de cada cosa, mézclense. ítem: La infusión de orégano con sal de ajenjos: un posillo de cha ó café: el chocolate batido en cocimiento de poleo: siete granos de pimienta tragados como pildoras en ayunas: media — 12 — cucharada de la tintura ó bálsamo, que llaman Guatemala: el vino mescal tibio, el colonchi, el tepachi, el vino de tunas; ó unas gotas de los espíritus carminativos en caldo de gallina ó de carnero. ítem: Los cocimientos de las raices de contrayerba, gencia. na, agengibre, Paraguay ó yerba del indio; cortezas de chichi- caguel, cidras ó naranjas, yerbas del Ángel, estáñate, poleo, salvia ó manzanilla: semillas de aniz, hinojo, eneldo, acocote, pimienta, cubebas, carda momo, &c. Mistura anodina, aperitiva, y carminante. Toma medio cuartillo de espíritus de vino, cinco gotas de esencia de cortezas de naranjas, quince de láudano líquido, y una onza de jarabe de cinco raices. Bátase muy bien todo, á tomar una cucharada de tiempo en tiempo. Supositorio carminante. Toma de polvos sutiles de salvia, romero, rosa, cominos, y acíbar medio escrúpulo de cada cosa, de melcocha cuanto bas- te. Fórmese una cala. En la timpanites, ó tumor ventosa del vientre, han de mez- ciarse les remedios carminantes con las bebidas diluentes, ó fres. cas antifebriles, menudeando los medicamentos suaves aperiti- vos y los lacsantes. Las. demás causas del estreñimiento tie- nen manifiesta su cura. NUMERO DUODÉCIMO. Remedio para los estrellidos ictéricos. Tómense dos rábanos con sus cortezas, bien nutridos, rebá- nense, coloqúense sobre una cama de palitos en un plato, y pon- ganse al sereno toda la noche á que despida el caldo en el fon- do del plato: y tómese en ayunas, continuando su uso por al- gunos dias. Aneurismata, etvarices.—Aneurismas y venas retorcidas. Por aneurismas se entiende un tumor duro del color de la piel que con la presión (en no siendo estremadamente grande) se desvanece, indolente, y que pulsa, aunque si es antiguo co- munmente no se percibe la pulsación, á causa de la resistencia que hacen las concreciones sanguíneas y poliposas que se for- — 13 — man. Divídese el aneurisma en verdadero y falso; interno y es- temo. El primero es un saco que se forma de la rupcion de unas túnicas de arteria, y de la dilaceracion de otras, derramán- dose la sangre por todas estas partes. Las causas son: golpes grandes, violentos esfuerzos, movimientos desordenados, abce- sos vecinos á una arteria, (cuyo pus corroe sus túnicas) puntu- ras, y acrimonias muriáticas. El aneurisma/aZso es aquel, en el cual no precediendo las causas sobredichas, se sienten repentinas pulsaciones en una ar- teria, las que acostumbran ser muy fuertes. Origínase de ub material acre y flatuoso, que irrita é intercepta el círculo, par- ticularmente en las inflecsiones ó tortuosidades que forman las arterias. Kl aneurisma esterno es el que está patente á la vista. El in. temo se conoce por los perpetuos hormigueamientos del cuerpo, latidos, torpeza é impotencia al movimiento, palpitaciones del corazón, frecuentes desmayos, sufocaciones, &c. El que pade- ce este aneurisma muere las mas veces de repente, y escupien- do sangre. Las varices tienen el mismo génesis en las venas, que en las arterias los aneurismas. Son unos sacos comunmente amora- tados, que se forman en dichas partes. Lo dormido y embara- zado de las manos indica haberlo?; en el pecho. Las causas co- munes son tumores y compresiones interiores. NUMERO DÉCIMO TERCIO. Remedios en íes aneurismas. La cura de los aneurismas verdaderos, ó es radical ó paliati- va. La primera que solo puede hacerse en los estemos, es obra de un diestro cirujano. La segunda se consigue: arreglando al enfermo á una vida quieta y sobria, curando las causas, hacien- do con frecuencia sangrías revulsivas, y aplicando al caso al- gunos tópicos restrictivos y nada inflamantes, cuales son: el es- tracto vegeto en compresas; el papel de estraza mascado; la goma ocuje, amasada con babaza de linazas, en parche menstrual, rupcion de un apostema formado en las fauces; ó por sangrías ú otra ova- cuacion. La esquilencia convulsiva es de sumo riesgo. La lin- fática trae también peligro, y ordinariamente termina por espu-, to ó por sudor. La edematosa no es de cuidado. NUMERO DÉCIMO CUARTO. Curación de la angina inflamatoria. En esta enfermedad es muy importante sangrar sin dilación al enfermo, de suerte qne siendo el mal ejecutivo, en un mismo dia deben hacerse dos ó tres sangrías, comenzando por el pié del lado enfermo; que cuando no puedan hacerse ó continuarse, se sajarán ventosas en las espaldillas, al rededor del cuello y detras de las orejas. A mas de las sangrías son útilísimos los baños de agua tibia en las piernas. Fuera de esto, aspirará el enfermo lo mas aden- — 16 — tro que pudiere, los vapores de infusión de flores de 6auco y ro. sa, hecha en agua común, agregándole un poquito de vinagre; y se practicarán en gárgaras, colusiones, inyecciones, succio- nes ó insuflaciones los siguientes Remedios para las faitees en las anginas inflamatorias. Toma de estrado vegeto media onza, de agua rosada media libra: endúlcese con jarabe violado ítem: De sai prunela media dracma, de jaiabe de granadas agrias onza y media, de las aguas de lantén y alfilerdlo media libra de cada una: mézclense. ítem: De miel rosada una onza, de cocimiento de cebada ocho onzas, de vinagre de saturno una cucharada: mézclalos. ítem: De pulque y cocimiento de cebada partes iguales: en- dúlcense con jarabe de limones. ítem: Se chuparán «nos gajos de limón revolcados en sal mo lida. ítem: Se soplarán á las fauces por un cañón de papel los pol- vos sutiles de hojas de lantén, ó de pata de león. Tópicos ó remedios alo estertor de la garganta. La miga de pan en leche, amasada con polvos de vívora. ítem: La yerba llamafla coronilla, ó la siempreviva, molidas y amasadas con unto de puerco. ítem: Los polvos de albogreco en aceite de yemas de huevo. ítem: La jabonadura con polvos sutiles de tequesquite y acei- te violado. ítem: Jas cataplasmas de yerbas emolientes con polvos sutiles de nido de golondrinas, esperma de ballena y aceite de almen- dras dulces. ítem: Toma una onza de ungüento populeón, dos dracmas de estrato vegeto, una dracma de espíritus de cuerno de ciervo, y hágase nutrido. Todos los remedios que se tomaren ó aplicaren, han de usar- se tibios. Si la inflamación no fuere violenta, pueden omitirse las sangrías; pero entonces han de menudearse los baños de piernas y los demás remedios apuntados. En las anginas inflamatorias linfáticas se hará la cura délas fiebres er-yp+ivas, no escusándose las mas veces el hacer una Bangria, procurando el esputo, mediante el siguiente — 17 — Lamedor en la angina linfática. Toma de ojimiel cilítica dos onzas, de espíritus de cuerno de ciervo una dracma: chúpese con un palito de orozuz. Igualmente se promoverá el sudor, frecuentando las bebidas alecsifarmacas diluentes. Que si el mal fuere rebelde, se apli- cará un caustico á la nuca. Remedios en las anginas inflamatorias de los infantes. Se aplicarán sanguijuelas detras de las orejas y á las espal- dillas: se les untará la garganta á menudo con mantequilla y aceite de yemas de huevos, y se les hará chupar un lamedor compuesto de miel prieta y polvos de albogreco. NUMERO DÉCIMO QUINTO. Remedios para la lengua y fauces resecas de los calenturientos. Este síntoma es una especie de angina inflamatoria; y así, á mas de los ausilios generales, se harán gargarismo con sumo de yerba-mora é igual cantidad de leche; ó se hará chupar al pa- ciente un lamedor, compuesto de las babazas de goma de alqui- tira ó de semilla de lino, con polvos sutiles de azúcar candi. NUMERO DÉCIMO SESTO. Medicamentos que maduran y hacen reventar el apostema de la angina. Si después de hechos los remedios apuntados, calmada la eje- cución se sintiere un tumor blando en las fauces, se practicarán los gargarismos de leche cocida con malvas, y endulzada con miel prieta: se lamerá con frecuencia la pulpa de cañafistola, ó la miel virgen con polvos de lechuzas ó de golondrinas tostadas: se aplicarán á los lados del cuello dos sapos frescos abiertos por el medio, ó los testículos de un cachorrillo. Finalmente, no reventando espontáneamente el tumor, se abrirá con un bis- turí, usando después los remedios abstergentes. — 18 — NUMERO DÉCIMO SÉPTIMO- Remedios en el cirro, ó durezas de las fauces que resultan de la angina. Pasados catorce dias de haber comenzado la esquilencia, no habiendo ya fiebre, y sintiéndose durezas en las fauces, debe creerse que ha degenerado en cirro. En este caso se aplicará á toda la garganta una cataplasma compuesta de higos pasados, raiz de calabacilla del cerro, semilla de alholbas y hojas de mal- vas, cocido todo junto en agua, hasta la consistencia espesa. Y se harán frecuentes gargarismos con el cocimiento de la yerba del pastor, que vulgarmente llaman del cáncer, y raices de mal- vabisco. NUMERO DÉCIMO OCTAVO. Curación de la asgáaa convulsiva. Esta angina convulsiva es laque vulgarmente llaman garro- tillo: siendo tan precípite y peligrosa, se harán sin pérdida de tiempo los remedios oportunos. Cuando resulta de una infla- mación ardentísima, se sangrará repetidas veces al enfermo, primero del pescuezo, después de los brazos, y luego de los pies: se sajarán ventosas detras de las orejas en la nuca, y al rededor del cuello: y se harán inyecciones á las fauces mediante una jeringuilla, con los gargarismos del número catorce. Que si esta angina fuere maligna ó ectimática, se instituirá la cura del múmero sesenta "y siete. NUMERO DÉCIMO NONO. Curación de la sngina edematosa. Se aplicará al cuello la miga de pan en aguardiente, con pol- vos de flores de saúco; ó se untará con manteca de azahar, con flores de manzanilla: se harán gárgaras frecuentes con coci- miento fuerte de pelitre y malvas, ó con aguardiente aguado y sal, y se ministrarán purgantes activos. Anorexia: el fastidio á los alimentos Disorexia. La poca ga- na de comer. Estos males comunmente nacen de las siguientes causas: indigestión ó mal cocimiento del estómago; enfermedades graves ó agudas; flatos histéricos ó hipocondriacos: pasiones gran- des del ánimo; y relajaciones, aparatos indigestos y debilidades del estómago. De la indigestión escribimos separadamente. Mira el título Bradipepsia. Las otras causas son bien conocidas. Las relajaciones del estómago se originan de los escesos en el agua, ó de que esta se use tibia por costumbre; de andar las gen- tes desfajadas y espuestas al frió, particularmente las que están hechas al abrigo; y de evacuaciones inmoderadas, como diar- reas, pérdidas grandes de sangre, escesos en la Venus &c. Conócense las relajaciones por el daño que infieren las cosas húmedas, por la frialdad esterna del estómago, y por el consue- lo que recibe éste en apretándolo. Los aparatos indigestos del estómago vienen ordinariamente por obstrucciones de esta entraña, calor estraño, cóleras, flemas y empachos. La obstrucción se barrunta en siendo antiguo el des- gano y atareándose y vomitando el enfermo, por poco que se esceda en los alimentos; como si se enflaquece, padece calentu- ras lentas, dolores vagos en el cuerpo, diarrea habitual, caque- jia, hidropesía &c El calor estraño del estómago se manifiesta por la sed, calen- tura, sequedad de la lengua y fauces, estreñimiento &c. Las cóleras traen sed, dolor de estómago, amargos en la lengua, y vómitos amargos. Las flemis, nauseas, ahilamientos, vómitos y llenuras de estó- mago. Y el empacho, embarazo, desconsuelo y dolor de esta entraña; sequedad de la boca, horror á las carnes, y estreñi- miento ó diarrea. La debilidad del estómago nace de inedia, evacuaciones co- piosas, y males habituales. La gana de comer repentinamente perdida en los cuerpos sa- nos, anuncia la diarrea. Si acabándose la fiebre dura el des- niuea. Luego que se presentare un apoplético, sea por la causa que — 23 — fuere, por poca llenura que se advierta en el pulso (salvo que las fuerzas estén muy débiles) se le hará una sangría del brazo; mas en siendo la apoplegía puramente sanguínea (descubierta la cabeza, situándola en alto, y desembarazados el cuello y pe- cha) se le harán ligaduras á las piernas, y se le pondrán unos sinapismos á las plantas dy los pies, é inmediatamente se hará una larga y ancha sangría, repitiéndola las veces que fuere ne- cesaria. También se menudearán las lavativas emolientes y las minorativas frescas. La bebida será abundante de agua co- mún agriada con vinagre, limones, timbiriches, zoconozcles &c. El alimento debo ser tenuísimo. Y se escusarán las friegas, concusiones y remedios calientes, volátiles, y estimulantes. NUMERO VIGÉSIMO CUARTO. Curación de la apoplegia serosa. Hecha una sola sangría, si se hallare ser oportuna, se apela- rá á los siguientes remedios estimulantes, y evacuantes. Polvos que han de insuflarse á las narices. Toma de polvos sutiles de heleboro blanco un escrúpulo, de los de euforbio medio escrúpulo, mézclalos. ítem: De polvos sutiles de cebolleja y de salvia partes igua- les, mézclales. ítem: Los polvos sutiles de U yerba que llaman chupes en la Huasteca, y es la Ptarmica mayor, ó los de cebadilla, rosilla, agengibre, tabaco, contrayerba &c- ítem: Los Polvos de Sandoval. Toma de polvos sutiles de cebolla albarrana y da rosa partes iguales, mézclalos. Aguas espirituosas para la frente, sienes, nuca, narices y co- yunturas de los insultados. Toma de agua cefálica dos onzas, de espíritus de cuerno de ciervo succinado dos dracmas, mézclalos. ítem: Deshágase media onza de triaca magna en dos onzas de agua de la reina de Ungría. — 24 — ítem: De espíritus de vino triacal dos onzas, de espíritus de •al armoniaco urinosos dos dracmas, mézclalos. Bebidas para usar en cucharadas. Toma de ambir fino una dracma, de agua espirituosa de ca- nela dos onzas, mézclalos. ítem: De polvos sutiles de comejé una onza, de vino blanco una libra, mézclense. El comejé es un panal de piedra á ma- ñera de tezontle, que labran los mosquitos para su habitación en los campos de la Huasteca. ítem: Las aguas de peonía, ó de brionia compuestas, la del Carmen, la de golondrinas con castor &c. Tópico eficaz. Toma de cera de campeche dos onzas, de aceite de ruda una onza. Mézclense á la lumbre, y con dos huevos batidos y un puño de hojas de salvia, fórmese una tortilla, que se dividirá en tres partes, para aplicar á la nuca y ambas quijadas, polvo- reándolas de castor. Vejigatorios. Toma de levadura agria dos onzas, de cantáridas gruesamen- te molidas dracma y media, de polvos de eufrobio media drac- ma. Amásese todo junto con un poquito de vinagre, y fórmen- se dos parches, untados por encima de aceite de beto, y estién- dase en badanas, para aplicarlos á las piernas, brazos y espal- dillas, manteniéndolos pegados ocho horas, ó hasta que levan- ten competentes ampollas, procurando conservar las llagas por algunos dias, mediante los ungüentos digestivos. Lavativas para los afectos soporosos. Toma media onza de levadura fuerte y cuezase con un cuar- tillo de orina común, hasta que consuma la tercera parte: cué- lese, y mézclese una dracma de sal de Colima. ítem: De chichicamole media onza, de ruda un puñado, ce malvas dos puñados. Hágase cocimiento con la suficiente can- tidad de agua, á que queden ocho onzas; y colado, mézclense- le dos onzas de manteca de puerco. Ítem: De miel prieta y agua-miel de magueyes cuatro onzas de cada una. Cuezanse, y mézclense dos onzas de aceite de ru- da y una tomada de polvos de hojitas de San Pedro, ó de tabaco. — 25 — Vomitorios fuertes. Toma de tártaro emético seis granos. ítem: De hígado de antimonio seis granos. ítem: De vidrio de antimonio cuatro granos. Cualquiera droga de estas se hará polvos sutiles, y se batirá con una taza caldera de agua tibia, para ministrar al enfermo las cucharadas que fueren menester, hasta que se le provoque competentemente el vómito, ayudándolo después con vasos de infusión de salvia. Purgas activas. Toma quince granos de polvos sutiles de trociscos de alhan- dal y bébanse en vino blanco. ítem: De resina de Jalapa quince granos. Muélanse con una poquita de yema de huevo, una almedra despellejada y tres cu- charadas de agua, para una toma. ítem: De raices de Jalapa quebrantadas y hojasen dos onzas de cada una, de estafiate dos puñados, y tres tomadas de anís. Pónganse en infusión con tres cuartillos de aguardiente; cuéle- se, y hágase tomar al enfermo una cucharada cada media ho- ra, hasta que se consiga competente efecto. Cuando el insulto trae su origen de evacuaciones suprimidas ó de humores transportados al cerebro, ha de procurarse la de- rivación á las partes correspondientes, mediante los ausilios in- dicados; se aplicarán sinapismos á las plantas de los pies y ve- jigatorios á los muslos, y se tendrá libre el vientre. La apo- plegía que resulta de otros males se cura como la convulsión. Finalmente, la que nace del uso ó irrupción de cosas narcóti- cas, pide prontamente vomitorios. Aptiiae.—Las úlceras ó el fuego de la boca, es una aglome- ración de Magüitas que brotan por dentro ó fuera de la boca, las cuales algunas veces se estienden al tragadero, estómago é in- testinos. La causa inmediata es un depósito de materiales acres é inflamados en el estómago, y glándulas de estas partes. Las antecedentes son, la copia de linfa y de humores crudos en el cuerpo. Las procatárticas son todas las de las acrimonias pútridas y alcalinas, las causas de la inflamación; y los movi- mientos críticos, con que la naturaleza se desembaraza de estos materiales. Si las aptas renacen después de una grave enfermedad, como — 26 — diarrea, disenteria &c, son muy malas; como también si sobre. viniere hipo. Las costras negras, gruesas ó duras, amenazan gangrena. En sintiéndose ardores y dolores en el pecho, estó- mago ó intestinos, ha de creerse que las aptas -¡e han estendí. do á dichas partes. NUMERO VIGÉSIMO QUINTO. £ara curar las erupciones de la piel, como caspas, empei- nes, tinas, sarnas, úlceras, granos, comezones antiguas &c. Los comunes, que solamente han de practicarse en los que se han acostumbrado á ellos, y en los cuerpos robustos, sirven para rao. derar el escesivo ardor de la sangre, y el desenfrenado moví- miento de los espíritus en los cuerpos adustos, furiosos, mania- cos ó hipocondriacos, y en las histéricas. Los baños naturales calientes se llaman Termas. Los mas co- muñes son los ferruginosos, azufrosos, calcíferos, nitrosos, y ací- dulos, ó aluminosos. De todos tenemos abundancia en estas di- latadas regiones, produciendo cada especie distintos efectos. Porque \osferruginosos aprovechan á los obstruidos, hipocon- — 28 — driácos, é histéricas. Tales son en esta capital la fuente que llaman de Santa Cecilia, los de Cuincho en las cercanías de Valladolid, y los de Valparaíso hacia Durango &c. Los baños de azufre son buenos en la gota, lúe venérea, contracciones de miembros, úlceras de linfa abundante y corrosiva, y en las re- sultas de heridas y lujaciones. Estos son los de San Bartolomé y Chichimequillas en las inmediaciones de Querétaro;s estenuados es destruir las causas que impiden el acceso de! jugo nutricio á las partes, para ministrarles con fruto los alimentos, los cuales deben ser de fácil digestión, no. bles y en cantidad moderada. Por lo cual en las primeras causas se hará toda la curación que propusimos en el número tres, y las de los títulos Ebrietas ó Passiones animi, procurando al mismo tiempo la quietud y el sueño. Las demás causas deben curarse por sus propias indi- caciones. Los cuerpos secos han de humedecerse con baños de agua tibia; usar de las legumbres y bebidas diluentes, como leche de burras, caldos frescos de pollo &c, y escusar las purgas. La tabes, que nace de una habitual gonorrea, y llaman dorsal, se cura con dieta láctea, con hacer ejercicio á caballo, y con los remedios restrictivos, evitando los purgantes. La tabes nervio- sa es aquella que trae mucha flaqueza de nervios, fastidio á loa alimentos y aparatos mesentéricos. Remediase con el buen ré- gimen; uso constante de los marciales, aperitivos y gotas esto- macales del título Anorexia, después de los vomitorios, si fue- ren oportunos, y con ejercicio largo á caballo en aires libres. La que se origina de hemorragias, pide baños de agua fria, pri- — 37 — vacion de purgas, uso de la quina y remedios restringentes, in- crasantes y opiados. Los cuerpos consumidos por apostemas, necesitan de medi- camentos balsámicos y antigálicos. lia atrofia venérea, después de los antigálicos, ha de combatirse con los caldos de vívoras, leche de burras, jalea de cuerno do ciervo,y abriendo dos fuen- tes anchas bajo de la nuca. En el marasmo de los muchachos son útiles los baños de yerbas nervinas, el régimen, el abrigo, las bebidas digestivas y aperitivas; y en las diarreas el ruibar- bo tostado y el uso del diascordio. La tísica y hectica tienen sus títulos separados. Los alimentos propios para los cuerpos débiles y enfermos son las leches, principalmente la humana, los caldos de aves y camero, las poleadas de maiz con canela; las de arroz, pan ó harina tostada de trigo &c, y los siguientes. NUMERO VIGÉSIMO NONO. Pucheros de fácil y noble digestión que pueden variar ios enfermos. PANATELA. Remójese por un rato el migajon de un cuarterón de pan frío, deshágase perfectamente en la agua necesaria á que quede una orchata espesa, é incorpórensele des yemas de huevos, las que se agitarán muy bi*n hasta estraerle todas las hebritas. Pón- gase á hervir á fue»o lento con un pedazo de canela martajada y la azúcar necesaria, meneándola continuamente, hasta que que- de de mediana consistencia. Almendrada de pechuga. Se molerán en un metate limpio media pechuga de gallina asada, un puño de niztamal, doce almendras despellejadas, una tomada de culantro seco y el peso de un real de canela; se des- hará todo en agua, á que quede un cuerpo ralo. Cuélese por una servilleta, y con la azúcar necesaria póngase á la lumbre, cebándolo algunas veces con agua, para que quede bien cocido, y déjese en mediocre consistencia. Migas de Jesús María. Han de hervirse tres tazas calderas de agua con un ramito de — 38 — yerbabuena, un cascaron de cebolla y un dedo de manteca. Después de algunos hervores se sacarán la cebolla y yerba- buena, echándola azúcar necesaria y unos granitos de sal, Apártese el misto déla lumbre, y pasados algunos instantes. batiendo con un molinillo, se le mezclarán poco á poco dos biz- cochos duros martajados, cuatro ó seis almendras gruesamente molidas, un puñito de ajonjolí entero, y otro tanto de canela hecha polvos. Vuélvase á la lumbre hasta que tome mediano cuerpo (mejor ralo que espeso) habiéndole echado antes una poquita de agua de azahar y de azafrán Separadas las migas de la lumbre, se echarán en tazas, hermoseándolas por encima con unos trocitos de azitron, pastillas de azúcar, ajonjolí y pol- vos de canela. Migas batidas. Se pone á hervir agua con azúcar y unos granitos de sal; lue- go se le desmorona el migajon de pan necesario, batiendo con un molinillo á que se forme una poleada delgada: después se le mezcla media cucharadita de manteca en que se hallan frito dos dientes de ajos. Hervirá hasta que espese y quede como atole y echándolo én platos, se polvoreará con canela. Hormiguillo. Cuezase una taza de agua con dos terrones de azúcar, unos granos de sal y un dedo ne manteca; incorpóresele poco á poco bizcocho duro gruesamente molido, de manera que quede el misto aguadito para que tenga lugar de cocerse. Apar. tado de la lumbre se le mezclarán unas almendras rnartajadas, y vertido en la taza se polvoreará de ajonjolí y canela. Gigote. Piqúese menudamente una pechuga de gallina asada y pón- gase á cocer con dos ó tres tazas de caldo simple de carnero ú ave, seis tomates y tres dientes de ajos fritos en manteca, bien picados, un clavo de especia y una tomada de canela en polvos. Hervirá hasta que quede en mediana consistencia, antes es- peso que aguado para que apartado de la lumbre se le mezclen un poco de vino blanco y unas gotas de vinagre. Aurium morbi. — Las enfermedades de los oídos mas comu- nes son las siguientes: el dolor, el zumbido, las purgaciones y la introducción de cuerposestraños. El dolor de los oídos se orí- — 39 — giaa las mas veces de una tenacidad emplástrica que adquiere el humor de la cerilla por causas internas ó esternas; de princi- pios convulsivos ó inflamatorios en la membrana del tímpano, ó en el conducto de! oído, ó de la introducción de cuerpos es- traños en esta cavidad. NUMERO TRIGÉSIMO. Curaeion de los males de ios oídos. En la primera causa aprovechan las instilaciones del aceite de almendras frito en un cascaron de cebolla, de la tintura de ingo, ó de la de castor, ó del aceite de almendras de albarico- ques sacado por presión: los vapores tomados por el oído del cocimiento de manzanilla, y el ungüento de Zacarías con espí- ritus de cuerno de ciervo, frotado por encima y detras de las orejas. En las segundas causas las sangrías y ventosas saja- das suelen ser útiles, y aprovechan las instilaciones de leche de pechos, aceite de yemas de huevos, espíritus de azufre por cam- pana, orina de muchachos &c, ó los fomentos tibios á la ore- ja de la infusión de flores de sanco, veleño y amapolas con un poquito de vinagre rosado. A mas de esto, se frecuentarán las lavativas y bebidas diluentes y lacsantes. Si á pesar de estos remedios subsistiere el dolor, se instituirán los baños de agua tibia, cuya duración será de tres á cuatro horas. En las terceras causas han de practicarse los remedios que propone- mos abajo. El finito ó zumbido comunmente resulta de otros accidentes. En los males agudos es muy peligrosa esta enfermedad: si en los viejos nace de afección histérica ó hipocondriaca, es difícil de curarse. En los cuerpos resecos y acrimoniosos se instila- rán los espíritus do azufre ó los de trementina con aceite de chia; y se darán muchos baños y bebidas diluentes. En el an- ticuo zumbido son útiles los sumos de betónica ó ruda, cocidos con una corteza de granada, ó el aceite de olivos con polvos de euforbio, heleboro blanco, ruda, castor y almendras amargas. La sordera en siendo antigua no se cura: la que resulta en las liebres, después del séptimo dia, regularmente es buena; pero en vini'en.lo antes, por lo común es mortal: la hemorragia de na- rices suele curarse: en la antigua se traerán los oídos cubiertos; — 40 — se practicarán los remedios fundentes y mercuriales, y se insti- larán á las orejas unas gotas de la leche que brotan los higos verdes, la sal volátil de succino, el licor de los huevos de las hormigas bravas, ó la siguiente: Mistura para la sordera. Toma de jabón de Venecia raspado, dos onzas; de raspadu- ras de alcanfor, dos dracmas; de aceite esencia! de romero, media dracma. Hágase digestión á fuego manso agitando la mistura. Apártese y guárdese bien tapada. También aprovecha muchas veces instilar á las orejas el aceite que naturalmente estila el mirto, poniendo unas ramas frescas dentro de una redoma, de suerte que no tormén el fondo. Mas si la sordera nace de materiales biliosos trasportados á la cabeza, las lavativas continuadas, las bebidas diluentes y los caldos purgantes para las complecsiones biliosas y resecas que ponemos en el título Purgantia, son remedios oportunos. NUMERO TRIGÉSIMO PRIMERO. Remedios para las purgaciones y úlceras de los oídos Cuando se arroja sangre por las orejas, se llenarán por un rato de sumo de ortigas ó de lantén, de agua aluminosa, ó del cocimiento fuerte de agárico. Si las purgaciones fueren puras humedades, se instilirán unas gotas de aceite de escoria de fier- ro. Las úlceras antes de curarse se han lavar con orina de muchachos, ó con el cocimiento de cebada, mediante un hiso- pillo ó jeringuilla, para introducir después unas mechitas moja- das en hiél de toro, con unas gotas de bálsamo católico, ó en la de puerco con miel rosada. Kn siendo la llaga antigua, con- viene mojar las mechas en ungüento egipciaco. Para desinfla- mar y secar, se usará del aceite de escoria de fierro. NUMERO TRIGÉSIMO SEGUNDO. Remedios para hacer salir los cuerpos estraños de dentro de los oídos. Los gusanos salen con el cocimiento de cebadilla, ruda y malvas. Las garrapatas salen igualmente, llenando las orejas — 41 — de aceite de olivos ó de manteca de puerco derretida, poniendo- se el paciente á que le bañe el sol por dentro del oído hasta que se vea nadar el insecto. Las sanguijuelas se desprenden con las inyecciones repetidas de agua salada. Si algunas gotas de agua hubieren penetrado al oído, se harán frecuentes succiones con un cañoncillo, estregando al mismo tiempo las orejas. Los cuerpos duros en no pudiendo atraerse con el limpia-oídos ú otros instrumentos, se les procurará la sa- lida haciendo estornudar al enfermo con los polvos estornutato- rios del número veinticuatro, inclinando el esfuerzo del estornu- do hacia el oído enfermo (habiendo humedecido antes todo el canal del oído con aceite de almendras dulces) y tapándose las narices. Finalmente, si habiendo precedido abundantes purga- ciones se sintieren los oídos demasiadamente embarazados, se reblandecerán con el cocimiento fuerte de cebadilla. Azogamiento.—Es aquella enfermedad en que la boca por dentro se escoria, las encías y fauces se hinchan, abunda la sa- liva, la respiración se dificulta, se debilita el estómago, hay do- lores vagos en el vientre, vascas y algunas veces vómitos, pu- jos y diarrea: tiemblan los miembros y se vuelven paralíticos; los cuerpos se consumen &c. Las causas son las congestio. nes de partículas mercuriales combinadas con otras mas ó me- nos vitriólicas en las entrañas del cuerpo, y mezcladas con la sangre, dimanadas del manejo continuo de azogues y metales corrosivos, y de las ecshalaciones que se reciben, cuando estos metales llegan á fundirse. Siendo el azogue una especie de menstruo, que mezclado con los cuerpos salinos, se hace mas eficaz para disolverlos, los que trabajan continuamente en el beneficio de los monto- nes batiéndolos é incorporándoles la sal, el magistral y el azo- gue; los que hacen frecuentes tentaduras, los que lavan dichos montones, y los que de cualquiera otra manera contrectan con frecuencia el azogue, el bermellón, el solimán, la agua fuerte, y toda composición en que entra el azogue; ó finalmente, los que reciben las evaporaciones de dicho metal, incurren común. mente en esta enfermedad, la cual es muy rebelde para su per. fecta curación, quedando lacrados los enfermos si llegan á cu- rarse. — 42 — NUMERO TRIGÉSIMO TERCERO. Curación de los azogados. Cuando el azogue introducido en el cuerpo se manifiesta por vascas continuas y dolores fuertes de estómago, se comenzará la cura haciendo tomar al paciente muchos vasos de agua tibia para procurarle el vómito. Después se frecuentará la orchata calmante y los tópicos anodinos, que pondremos en el título Có. lica. En los dolores del vientre, en los pujos y en la diarrea, han de menudearse las lavativas calmantes y los tópicos del tí- tulo Tenesmus. En las encías hinchadas y dolores de la boca, es muy útil el siguiente: Gargarismo para los azogados. Toma de leche y cocimiento de cebada, de cada cosa una li- bra, cuezase con una onza de oro hasta que queden tres partes del agua y leche. Endúlcese con miel rosada. A mas de estas atenciones, ha de p roe ararse el sudor. El específico en estos casos es el oro fulminante. Puede tomarse en la forma siguiente: Pildoras para hacer sudar á los azogados. Toma de oro fulminante un escrúpulo. Háganse veinte y cuatro pildoras con jarabe de fumaria, á tomarlas en cuatro días sucesivos metido el enfermo en la cama, á saber: tres a la nía. drugada, y otras tres al empezar la noche, bebiendo encima un vaso de cocimiento fuerte de gaayacán. Después se le minis- trará una purga. Finalmente, se pondrá al régimen de media leche con infusión de cha, y se escusará cuanto pudiere de Jas humedades y de los malos alimentos. Bilis.—La cólera es un humor caliente, amargo y amarillo- verdioso, que se deposita en el hígado y vejiga de la hiél. Cuan. do abunda, se desparrama por el estómago é hipocondrios, cau- sando desgano de comer, eructos rancios, vascas, ardores y do- lores de estómago, misereres, disenterias, cólicos, &c.,&c. &c. 6 se estiende por el cuerpo, siendo entonces el origen común de las tiricias, erisipelas y calores acres. Los continuos calo- frios indican la suma acrimonia de este humor. La cura en lo general se hace con los vomitivos suaves, reme- dios lacsantes, bebidas aperitivas y diluentes un tanto agrias v — 43 — con las unturas anodinas, accediendo un régimen de alimentos nobles, frescos y nada irritantes. Las sangrías comunmente son perniciosas, igualmente que los fuertes evacuantes, princi- palmente en habiendo alguna destemplanza. De distintos colores suele vertirse la cólera. Cuando está encrudecida, se hace pálida y pone pajizos á los cuerpos, como sucede en la chlorosis: en abundando y atenuándose mucho, re- sulta la bilis flava: mas habiendo muchos agrios en las prime- meras vías, nacen las cóleras vi telina, eruginosa y porracea. Es- ta es amarilla, de color de cobre, ó verdiosa. Si este último co - lor fuere constante en las evacuaciones de los adultos, poseídos de algún accidente crónico, éste, ó no se cura, ó es mortal. Fi- nalmente, en llegando á corromperse y espesarse la cólera, se pone negra,y entonces se llama atrabilis, como sucede en la hi- pocondría é ictericia negra. Pero la bilis irritada de la irascible, origina desgano de co- mer, sequedad de la lengua, nauseas, amargores de la boca, án- sias, vómitos, dolores de estómago y vientre, temblores, delirios, dolores de cabeza, sed, fiebre, desvelos é¿c. Para curar este accidente, se harán luego pasar al enfermo unos tragos de agua fria: se le desahogará el pecho: se le apla- cará el ánimo con blandas palabras; y si el vómito instare, se le ministrará mucha agua tibia para conseguirlo. Después to- da la curación estriba en frecuentar los remedios suavemente lacsantes y las bebidas agrias templadas. Si la garganta y pe- cho se cerraren, se tomará por algunos dias la agua de limas con sal. Quedando indispuesto el estómago, es útil usar por bebida el cocimiento de tamarindos, cortezas de cidra, toronjil y acederas. Bradvpepsia.—La indigestión ó el mal cocimiento del estóma- go. Son casi innumerables las causas de esta enfermedad. No- sotros las reduciremos á tres clases, á saber: vicio en los inges- tos, en el estómago y en el agrio digestivo. Los ingestos pecan por abundancia, calidad, y modo de tomarlos, esto es, si se to- ma la cantidad que no puede digerir el estómago, ó la que le es estraña, de mala caudado de difícil digestión; si las comidas no tienen el debido sazón ni condimento, se toman sin mascar- se, sin orden, con frecuencia, fuera de hora, bebiendo mucha agua encima ó haciendo después de ellas mucho ejercicio cor- poral ó mental. — 44 — El estómago peca en la digestión por estar relajado, débil, obstruido ú ocupado, como sucede en los resfriados, húmedos, flemáticos, hipocondriacos, venéreos, borrachos, glotones, bebe- dores, en los consumidos de largas enfermedades, en los que hacen vida sedentaria, y en los que padecen inflamaciones, apostemas ó cirros en el estómago, ú otra entraña vecina. El agrio digestivo se vicia porque se consume, como aconte- ce en los grandes calores, en las fiebres, diarreas y otras eva. cuaciones; ó porque se deprava, lo cual sucede en las irritacio- nes de cólera, en la pica y malacia &c. Esta enfermedad en durando mucho, es la fuente mas común de las caquejias, hidropesías, obstrucciones, menstruos deteni- dos &c. NUMERO TRIGÉSIMO CUARTO. Curación de la IBradipepsin. Lo primero que suele presentarse en esta enfermedad son las crudezas ya acidas, ya nidorosas, cuya curación tenemos asen- tada en los números cinco y siete. Pero como estas vienen por lo común con aparatos de humores corrompidos en el estóma- go, se ministrará a~.te todas cosas el siguiente: Vomitorio en las indigestiones del estómago. Toma de ojimiel cilítica dos onzas, de polvos sutiles de hipe- cacuana un escrúpulo, de sal de ajenjos medio escrúpulo: méz- clense y bébase este jarabe con una poquita de agua de manza- nilla, esperando el vómito. Hecho el primero, provóquense loa demás, tomando muchos vasos de agua tibia. Después se ha- rán los remedios oportunos y se pondrá el enfermo al régimen de las gotas estomacales que prescribimos en el título anorexia. Bubo.—El encordio ó potro es un flemón ó tumor duro infla- matorio, que brota en los emuntorios del cuerpo, principalmen- te en las ingles y en las arcas. Conviene no equivocar el bu- bón con la hernia llamada enlerocele, que sale también en la in- gle, porque este tumor es redondo, cede á la compresión, aun- que prontamente se levanta, contiene mucho aire y causa vó- mitos, estreñimiento y cólicos; mas el bubón comunmente es ovalado y duro y acompañado de dolor, rubor, ardor, pulsación y algunas veces calentura. Los encordios son de tres maneras, á saber: simplemente in- flamatorios, venéreos y pestilenciales. Las causas son las ge- nerales de la inflamación, las del gálico y las de la fiebre pes- tilencial. Los efectos que los hacen distinguir unos de otros se deducen de las mismas causas. En la peste el bubón es de monos riesgo que el carbunco, y éste, que las petcquias. Los potros pestilenciales, que salen el dia once de la fiebre, son buenos. Mas peligrosos son los que brotan en el cuello, arcas y detras de las orejas, que en las in- gles. En montándoles un carbunco son mortales, como tam- bién si les rodeare un círculo amoratado. Los que embarazan la degluticion, brevemente quitan la vida. Los que nacen de- tras de las orejas y los de las fauces, en creciendo mucho y po- niéndose blandos, son mortales; lo que no sucede en siendo du- ros, largos, y abultándose poco á poco. Si son muchos los en- cordios en la peste, es buena señal, á la contra los carbuncos. NUMERO TRICÉSIMO QUINTO. Curación de ¡os encordios. Tres tiempos han de distinguirse para ¡a curación de los po- tros. El primero, en que son recientes y aun no se ponen ru- borosos: el segundo, en el que crecen las pulsaciones ó latidos y el tumor se mira muy encendido. Y el tercero, en el cual, mitigándose las punzadas, el bubón se pone blnncc, ó disipado el dolor, se endurece enteramente, ó haciéndose muy doloroso se vuelve amoratado y varicoso. En el primer caso de este úl- timo tiempo se descubre el apostema, en el segundo el cirro, v el cáncer en el tercero. Los encordios simplemente inflamatorios, como también los venéreos, estando en el principio, deben resolverse mediante las sangrías, bebidas diluentes y remedios lacsantes, aplicando al tumor los Medicamentos que deshacen los potros. Toma de ungüento de azogue una onza, de polvos de raiz de lirio una dracma, mézclalos. ítem: El ungüento de Zacarías ó los de Agripa y cuajo de cabrito con injundia de gallina y aceite de manzanilla. También es útil caldear el tumor con las pencas del nopal de — 46 — tuna tapona, suasada y abiertas por el medio, ó se pegará un parche del emplastro mercurial irino, ranas, gálbano, ó diaqui- lon gomado, polvoreándoles los polvos sutiles de mercurio dulce. En el segundo estado de los bubones, cuando estos están muy ruborosos ó encendidos, han de sajarse profundamente, hasta deprimirlos; que si no se hubieren competentemente ele- vado, se les aplicará antes una ventosa, curándolos después con los remedios desinflamantes, así internos como estemos. Mas si el potro inclinare á supurarse, ya es necesario el uso de los Madurativos para l>s encordios. Toma de hojas de malvas dos puñados, de flores de manzani- lla medio puñado. Cuezanse en leche hasta la consistencia de cataplasma: apartado el misto do la lumbre, se le mezclarán dos llemas de huevos, el peso de dos reales de polvos sutiles de tequesquite y un poco de aceite rosado. ítem: Mezcla de levadura y unto de puerco, dos onzas de cada cosa, dos yemas de huevos y el peso de dos reales de po/. vos sutiles de chichicamole. Ítem: Los colorines ó frutos del patol, hechos polvos y ama. sados con unto de puerco; el ungüento da altea con raspaduras de jabón: el de cuajo de cabrito: el de diaquilon gomado: el es- cremento humano &c. Estos remedios se han de aplicar calientes á mañana y no- che, hasta que madure perfectamente el tumor para hechar ma. no de los supurantes. Que si el tumor degenera en cirro ó cáncer, se hará la cura que propondremos en sus títulos. Los encordios pestilenciales deben curarse deade el principio por la via supurativa, mezclando triaca á todos los remedios. Buliíiia.—La hambre canina es un constante apetito á los alimentos, aun estando lleno el estómago. Esta enfermedad y la inclinación á comer cosas estrañas, vienen de agrio cor- rompido en el estómago, que resulta en los males habituales, en que se vician el agrio digestivo, la saliva, la bilis y el jugo del páncreas; lo cual sucode muchas veces en la cacoquilia: hipocondría, chlorosis, menstruos detenidos, lombrices del estó- mago, y en las preñadas. Comunmente no engordan los famé- lieos por la acrimonia que contraen sus humores. Cúrase la bulimia á fuerza de vomitorios y remedios absorventes, atendien- — 47 — do siempre á la acrimonia dominante. Para lo cual mira el tí- tulo Acrimoniae. Caquiojia, Cacochilia, Cacochimia.—Es aquel mal, en que hs cuerpos se ponen descoloridos, débiles, de carnes blandas, comunmente entripados, y medio hinchados, que se ahogan al an- dar, de mal cocimiento en el estómago, y á veces con una lenta ca- lentura. Siendo la sangre una masa compuesta de partes ru- bia, fibrosa y suerosa, cuyo enlace es preciso que sea esacto pa- ra las funciones del cuerpo, sucede muchas veces que perdida esta estrecha unión, resulta la sangre cruda ó como cortada, causa inmediata de esta enfermedad. Porque el suero innundando el tegido celular, origina palide- ees en la piel, blandura de carnes, hinchazones edematosas <&¿c. La parte/¿'¿rasa atolondronada en los vasos, producen obstruc ciones, concreciones, pólipos, ahogamientos &c. Y la parte rubia enferma y mal acondicionada, es el manantial de las acrimonias ya acidas, ya alcalinas, que acompañan á esta en. fermedad. Las causas antecedentes de la caquejia son la quilificacion y sanguificacion dañadas. Las procatárticas son los vicios de la digestión; las excreciones naturales sanguíneos suprimidas; la circulación lenta y la debilidad de los pulmones y vasos de la sangre. Este accidente en sus principios es remediable; pe- ro si se omite el impedirle los progresos, degenera en una gra- ve hidropesía. NUMERO TRIGÉSIMO SESTO. Curación de la caquejia. Es absolutamente necesario para curar la caquejia arreglar el régimen del enfermo ante todas cosas, desterrando los inges- tos que encrudecen, principalmente los laticinios, yerbas, fru- tas, escesos en el agua, bebidas frescas, caldos frecuentes &c. Fuera de esto, se hará mucho ejercicio, principalmente á caba- llo y en aires puros: se escusarán del todo las evacuaciones de sangre, y se establecerá por algunos dias el uso de los remedios digestivos del número veinte y uno. La cena será una ligera y noble refacción, escusando las carnes. Por agua común se usará la siguiente. Agua marcial. Toma cuatro cuartillos de agua limpia de pozo, ó la misma cantidad de la de rio, fuente ó llovediza, cocidas, y mezcla á cualquiera de ellas una dracma de la tintura elástica para to- mar por agua del tiempo. Las cloróticas, ó personas que tie- nen alguna evacuación de sangre natural ó puesta en costum. bre, suprimida, podrán usar las bebidas diuréticas y aperitivas del número ochenta y tres, y frotaise al vientre el ungüento cío. rótico. Pasado algún tiempo del uso de los remedios digestivos, se purgará el enfermo con las siguientes: Pildoras purgantes en la caquejia. Toma una dracma de la masa de pildoras de ruibarbo de la farmacopea de Madrid, y fórmense pildoras doradas, tómalas ü las once de la noche en atole. Después se pasa al uso de las pildoras atenuantes aperitivas, y de las gotas antihidrópicas del número ochenta y tres. En esta curación ha de insisíirse recomenzando los remedios has- ta la perfecta curación de la caquejia. Que si el pecho estu' viere enfermo, ó los pulmones débiles; si la complecsion fuese ardiente ó hubiere alguna calentura, se escusarán los remedios marciales y calientes, y se usará á todo pasto el caldo de pollo aperitivo, ó la agua común cocida con el amalgama de Solano. Calculus urixak, litiasis.—El mal de piedra en lu orina. De las arterias emulgentes, primeros ramos de la aorta, (que es la primera arteria del corazón) luego que parten del pericar- dio, se cuela la orina en los ríñones. Estos son Uíias sustan- cias glandulosas por fuera, y por dentro tubulosas, que trans- fieren este líquido escretnenticio por medio da otros mas anchos tubos, llamados cuerpos papilares á la pelvis, depósito común de dicho humor para que por los uréteres se descargue á la vejiga. La procsimidad de esta oficina al corazón, que es la fuente de la sangre; las escreciones cruentas de la orina que se obser- van frecuentemente en la litiasis; las deyecciones de humores muy calientes, que preceden comunmente á esta enfermedad; y sus causas antecedentes y procatárticas, que son: compresio- nes sanguíneas, vida sedentaria, uso continuo de las aguas re- lajantes, agitaciones violentas de los cuerpos &c, junto con — 49 — observarse que los cálculos de la orina, por muchas capas de distintos colores que tengan, siempre en el fondo son rubios, me hacen creer que el origen de la piedra en los ríñones es la parte rubia de la sangre detenida en estas partes y nutrida por la aposición continua de los sábulos de la orina. Los signos que demuestran estar la piedra en los ríñones son: dolor fijo, continuo, obtuso y gravativo en los lomos, vómi- tos muy frecuentes, misión de sangre después de algún movi- miento violento del cuerpo, y espulsion de piedrecillas, puses ó hilachas por la orina. Hallándose el cálculo en los uréteres, el dolor es mas intenso, el cuerpo está incapaz de doblarse, hay continuo ardor en los lomos, se adormecen las piernas, se retraen los testículos, y la orina unas veces es sanguinolenta y otras muy clara y escasa. Pero estando el mal en la vejiga se manifiesta por estos efec- tos: orina blanca con mucho asiento espeso y graveolente; do- lor intenso antes y después de orinar; comezón y pujo en el es- tremo de las pudendas y en el ano, y dificultad para andar, pu- diéndose solamente hacer con piernas abiertas. La litiasis generalmente es de muy difícil curación; los que la padecen comunmente mueren disvariando, convelidos y ulce- rarlos. Las mugeres están menos espuestas á esta enfermedad, asi por la amplitud de sus vasos, como por la facilidad que tie- nen en arrojar sangre. NUMERO TRIGÉSIMO SÉPTIMO. Curación del nial de piedra en Sa oriua. La cura de esta enfermedad se hace en dos tiempos, á saber: en el mayor vigor de los dolores y cuando estos se hallan mo- derados. En el primer caso se harán los remedios del número ortavo: las lavativas del caldo de tripas de carneros con aceite de almendras dulces; ó de leche, miel y aceite: las inyecciones por la uretra de aceite de coco, amapolas, linazas, ó de almen- dras dulces, y los redaños al vientre en cocimiento de leche y veleño, con los aceites calásticos. Si la. piedra se hubiere atra- vesado en el cuello de la vejiga, se repelará con la tienta. Bebidas para suavizar los dolores fuertes del mal de piedra. Toma de jarabe de cinco raices una onza, de agua de cerra- — SO- jas cuatro onzas, de láudano cinabarino dos granos, de espíri- tus de nitro dulce un escrúpulo: mézclese todo y tómese en re- petidas cucharadas. Ítem: De infusión mucilaginosa de linazas un vaso, de jara. be de mucilagos una onza, de láudano líquido ocho gotas: úse- se de la misma suerte. Minorada la fuerza del eretismo, toma de cocimiento de las cortezas de cañafistola, interior y esteriormente raspada, media libra, de jarabe de cinco raices dos cucharadas, de espíritus dulces de vitriolo una dracma: mézclalo todo, y bébase una vez. Remedios litontripticos, ó que espelen la piedra de la orina. Pasada al accesión hará el enfermo algún moderado ejerci- cio á pié ó á caballo y usará alguna de Jas siguientes medici- nas: el cuerpo de un grillo sin pies, alas ni cabeza, se cocerá con una taza de agua hasta que quede en media; colada, se to' mará en ayunas por quince ó veinte dias. ítem: De cebolla y parietaria de cada una media libra, de pulque ocho cuartillos. Destílense tres libras, que se tomarán en seis mañanas. ítem: De cocimeinto de linazas media libra, de jarabe de cinco raices una onza, de lejía de jabón dos dracmas: bátase muy bien todo, y tómese de esta agua dos ó tres cucharadas en el dia. ítem: De los aceites de palo, enebro y linazas, de cada uno partes iguales: mézclese y disuélvase un escrúpulo á mañana, tarde y noche en agua de grama. ítem: De polvos sutiles de mirra una dracma, de los de co- chinillas media, de esperma de ballena dos escrúpulos: méz- clese todo y hágase seis papeles, á tomar uno en ayunas y otro al caer el sol. ítem: Los polvos de hollín de chimenea tomados en vino blanco. Por agua común se usará el cocimiento de la corteza de ca- ñafistola ó de raices de la yerba de la golondrina. Cataplasma al empeine y perineo en la litiasis. Toma de cebolla cruda menudamente picada media libra, ve- leño fresco dos puñados: muélanse juntos en un metate, y amá- sense con aceite de escorpiones y de almendras dulces. — 51 — Linimento para lo mismo. Toma de aceite fétido de lombrices una onza, del de succino media, de espíritus de sal amoniaco alcanforado, de los de ho- llin y de láudano líquido, de cada uno dracma y media: méz- clalo todo. Los últimos recurses son la dilatación de la uretra, la puntu- ra y litotomia. Calli, ef clavi.—Los callos y los clavos son unos tumores nerviosos que nacen en cualquiera parte del cuerpo, principal- mente en los pies y manos, originados del continuo ejercicio, ó de acrimonias alcalinas. Tres aspectos tienen, á saber: de in. flamacion, de cirro, ó de cáncer. El primer estado lo manifies- tan el dolor constante, calor, rubor y comezón. El segundo se conoce po¡j la mucha dureza é indolencia, mientras no se to- can con algún esfuerzo. El tercero lo demuestran las señales del cáncer. NUMERO TRIGÉSIMO OCTAVO. Curación de los callas y clavos. En estas enfermedades han de menudearse los baños, los au- silios del número tercero, y los tópicos que pondremos en el tí- tulo inflammatio. Mas si fueren muy antiguos, se frotarán con el cebo de las candelas bien caliente, ó con las pencas de závila asadas y untadas de aceite rosado. Si dichos tumores estuvie- ren en los pies, se les dará respiración á los calzados, hacien- do una incisión en cruz por la parte correspondiente. Habiéndose endurecido demasiado, se procurará reblandecer- los, aplicando un parche del emplastro de meliloto, del de mu. cílagos ó de cera de Campeche; que en sintiéndose ya blandos, se cortarán en capas delgadas sin llegar al centro, volviendo á aplicar los emplastros, hasta que las raices se disipen. En el grado carcinomatoso se practicará la cura del título siguiente. Canckk, ©arciinoma.—El cancro 6 zaratán es un sarcoma ó cirro inflamado ó ulcerado. Si á algún tumor carnoso ó cirro- so acontecieren causas inflamantes, como son contusiones, ejer- cicios violentos, sangre detenida, medicamentos repercusivos, bebidas espirituosas &c., resulta que dichos tumores se po- 5 — 52 — nen tiesos, dolorosos, varicosos, amoratados y con mucha come- zon. En este estado se llaman cancros ocultos. Mas en llegan. do á reventar, se origina una ulcera horrorosa, cuyos bordes volviéndose lo de dentro fuera, se dejan ver negros y.duros, ro- deados de venas gruesas que destilan un licor delgado, negro, pútrido y graveolente, causando sumos ardores. Estos tumores ulcerados se llaman cancros abiertos; pero los que se andan ó se escapan de entre los dedos, se dicen cancros movibles; que manteniéndose en un lugar fijo, les nombran adherentes. El cáncer interno se conoce por los signos de una inflama- ción gravísima en enfermedades principalmente habituales, co- mo hidropesías, escorbutos, obstrucciones, dolores fijos antiguos, cirros &c. El cáncer es una enfermedad sujeta muy pocas veces á una cura radical, pues solo el movible, en siendo superficial y cir- cunscripto, logra esta felicidad mediante la amputación. El ad. herente, así oculto como ulcerado no tienen otra cura comun- mente que la paliativa. El interno frecuentemente es mortal. NUMERO TRIGÉSIMO NONO. Curación de los cangros« Luego que se declare el cancro, si fuere movible, se le pro- curará la estirpacion; mas en siendo adherente se harán algu- ñas cortas sangrías, repitiéndolas de tiempo en tiempo, se mi- nistrarán los remedios del número tercero, y se aplicarán loa Tópicos que calman los dolores y ardores de los cancros. Las carnes recien muertas de vaca, ternera, cachorros, pi- chones, pollos, tortugas &c, y las cocidas y hechas pasta de ranas ó ajolotes. ítem: Las lombrices molidas en almirez de plomo; la sangre de tortugas; la penca del nopal cimarrón é¿c. ítem: Él nutrido de sumo de yerba-mora, aceite de yemas de huevos y azúcar de Saturno; las compresas mojadas en agua de veleño con trociscos blancos de Rhasis, y los tópicos del tí- tulo Inflammatio. En el cancro ulcerado si la putrefacción se aumentare, es preeiso usar con prudencia de los detergentes balsámicos, como — 53 — son las tinturas de mirra ó de acíbar, ó los fomentos contra la erisipela del núimio sesenta y tres, polvoreando después el azar. con, albayalde, greta ó plomo quemado. La yerba del cáncer ó del pastor, primero en lociones, y luego polvoreada en la úl- cera, es útilísima. Pero es ¡nescusable procurar la mayor lim. pieza á la llaga. En el cáncer interno han de alternarse los re- medios diluentes, con los fúndenlos, interrumpiendo el uso de estos últimos luego que la fiebre creciere. Cartíunculus, carbo, ántrax.—El carbunclo, landre opio- jo, es un tumorcillo mas ó menos grande, maligno, doloroso, ar- doroso, entre rojo y aplomado, elevado en punta, (en donde brota tana escara ó costra negra rodeada de muchas vejiguillas) y cir- cundando por la cutis que le ciñe de un rubor inflamatorio. La causa de este maligno tubérculo es una despumación ó crisis de humores virulentos, acompañada de tan violenta inflamación, que parece tira ó gangrenar las partes. Las carbunclos son simplemente malignos ó pestilenciales. Estos últimos si salen en los ojos, manos, estómago, ó vejiga de la orina, ó se andan desapareciendo, anuncian la muerte. El inal en lo general es peligroso. NUMERO CUADRAGÉSIMO. Curación de los carbunclos. La cura de esta enfermedad es interna y esterna. La inter- na se hace con los remedios del número sesenta y siete. La cu- ración esterna pide la estirpacion ó la supuración que es la mas corriente y segura. Para conseguirla es preciso reblandecer antes la escara con el cocimiento de malvas en leche, ó con un i solución de almendras en agua tibia, sin insistir mucho tiempo en ello, para echar cuanto antes mano de los supurantes. Cataplasma supurante en los carbunclos. Toma de levadura una onza, de sal de ajenjos, truca y un- güento de isis cuanto baste á que tome consistencia. Apliqúe- se por algún tiempo; y concluyase la cura con el ungüento de isis, mezclándole un poquito de aceite de palo. Cardialgía.—El dolor de estómago se origina, primero: de iras violentas, ingestos dañosos por su cantidad ó calidad, cru- — 54 — dezas, lombrices ó materiales acres y pegajosos. Segundo, de acrimonias alcalinas. Tercero, de inflamación, apostema, ó cirro en el estómago. Cuarto, de flatos hipocondriacos ó histé- ricos. Quinto, de durezas tónicas del vientre. Sesto, de tras. piracion detenida, frialdades recibidas por fuera del estómago ó en los pies, y materiales catarrosos, venéreos, escorbúticos, artríticos, de viruelas, sarampión &c. Séptimo de debilidad. El dolor de estómago que acomete con desmayos es peligro- so. El antiguo termina en supuración. En el tenaz y habitual, las vejiguillas ó tubérculos que aparecen en las piernas anun- cian la muerte. NUMERO CUADRAGÉSIMO PRIMERO. Curación de la cardialgía. La cura de esta enfermedad se consigue combatiendo las cau- sas. En las primeras es importantísimo usar de los vomitorios suaves ó fuertes, según estuvieren indicados; y después los re- medios calmantes interpolando los digestivos y atenuantes cuan- do fueren oportunos. Para las lombrices se usará del mercurio dulce con jarabe de flores de durazno, ó los remedios antelrnín- ticos. En las acrimonias alcalinas se tomará mucha agua fría ó li- monada nevada; se ministrarán los polvos absorventes del nú- mero sesto, y se frecuentarán los baños y bebidas diluentes, ape. ritivas y laceantes. Las terceras causas se curarán como las in- flamaciones y cirros inflamados, no faltando los calmantes; ó con los atenuantes y evacuantes en siendo por abcesos. En los flatos hipocondriacos é histéricos, se frecuentará la sin-uierite: Minorativa contra el dolor de estómago por causa vaporosa. Toma de hojas de sen (bien limpias de sus vainas) tres drac mas, de pulpa de tamarindos media onza, de agua común cua. tro onzas. Póngase todo junto al fuego á que dé un hervor y apartado de la lumbre, déjese en infusión toda la noche, para que á la mañana se le deshagan dos onzas de maná. Colada la infusión se le echarán tres gotas de esencia de anis para usarla tibia. Las bebidas diluentes y calmantes que sean un tanto cuanto carminativas, alternadas con los remedios lacsantes, v tal vez con los suaves vomitivos curan estas causas. — 55 — Las tiesuras ó durezas tónicas del vientre han de curarse co- mo las cólicas convulsivas, insistiendo en los medios baños con yerbas emolientes. En las sestas causas son muy útiles los termas azufrosos, y los remedios diaforéticos y roborantes, no dejando los calman- tes. Un emplastro de triaca fina, ó de ambir con un poco de láudano líquido y aguardiente, satisface esta indicación: que no bastando estos remedios, se abrirán unas fuentes en los muslos. En las viruelas y sarampión se echará mano de los sudoríferos, anodinos y estomacales. Últimamente, en la debilidad del es- tómago se aplicará á esta entraña una gallina abierta por el es- pinaso, menudeando los remedios roborantes. Generalmente es útil en la cardialgía pegar una ventosa con mucha llama á la boca del estómago. Cascadura, engrasamiento.—Es una incipiente ó declara- da tísica, acompañada de inapetencia, mal cocimiento del estó- mago y dureza, elevación, embaramiento, sofocación y consti- pación del vientre, no habiendo las mas veces calentura. Ori- gínase del acumulamiento de materias corrosivas y terreas en el pecho y vientre, lo cual proviene de las continuas inspiracio- nes de metales vaporosos. Las gentes que trabajan en las minas ó en las oficinas en que se funde y manejan los metales, á mas de que respiran forzosa- mente un aire cargado de partículas terreas y vitríólicas, se ven usar con esceso de los licores que embriagan y llenan de fle- mas el estómago, creyendo por este medio consolar dicha entra- ña, avivar el apetito, y sostenerse en el trabajo; otros por el contrario, en sintiéndose abochornados, se tiran sin precaución á la agua fría. De estos principios resultan las indigestiones, caquejias é infartos, ó llenuras de materias pegajosas y acres, que constituyen la cascadura. Esta enfermedad puede en sus principios curarse, no siendo las personas que la padecen muy avanzadas de edad; pero se dificulta ó se hace totalmente imposible el remediarla cuando el enfermo no deja prontamente el ejercicio, mudando de clima, ó es desarreglado, viejo, y el mal es antiguo. — 56 — NUMfilRO CUADRAGÉSIMO SEGUNDO. Curación de los engrasados. Para curar esta enfermedad, han de combinarse los remedios digestivos, roborantes, atenuantes y evacuantes, con los diluen- tes, calmantes, balsámico detergentes y obtundeníes. Si el des- gano de comer fuere grande, los conatos á vomitar frecuentes, el vientre se pusiere duro y abultado, y la phlisis no estuviere muy avanzada, se darán uno, dos ó mas vomitorios con la oji- miel cilítica, y se hará la cura de la hidropesía, continuando en toda ella la untura antihidrópica y los remedios del número veintisiete. Mas estando ya declarada la u'sica, se practicará lo que asen. taremos en su título, sin dejar de atender al estómago y vientre con los digestivos, atenuantes, y suaves evacuantes. MI régi- men de alimentos ha de ser noble, escusando los vegetales hari- nosos, agrios, frutas, lacticinios y la mucha agua. Remedios específicos contra lu cascadura. Se hará tomar al enfermo por tres mañanas en ayunas, una cucharada de injundia de lagarto: ó en su lugar se usará ei aguardiente refino, con igual cantidad de aceite común. ítem: Se comerán frecuentemente los chiltipiquines masca- dos con pan y sal. ítem: Se establecerá el uso del jarabe para los afectos as. máticos, que prescribimos en el titulo Morbi; ó las pildoras ape- ritivas y atenuantes de] número ochenta y tres. Cetaeepsis, catociius.—La suspensión, el arrobamiento, e3 un mal repentino que deja al enfermo inmoble y sin sentidos, en la postura en que estaba sano, con la respiración y pulso casi naturales. Las causas son aquellas que poniendo tiesos los vasos y telas del cerebro, detienen la sangre y la vuelven pega- josa. Estas son: los cuidados graves, sustos repentinos, humor melancólico, intensas meditaciones, y vicio particular en los fluidos. Esta enfermedad es ejecutiva, y en las fiebres continuas peligrosísima, aunque no tanto en las accesionales: mas en no acabándose prontamente, degenera en epilepsia ó apoplegía. Algunas veces espontáneamente se quita, pero deja al pacien. te muy debilitado, y no pocas con demencia. — 57 — NUMERO CUADRAGÉSIMO TERCERO. Curación de ios catalepticos. Se hará primero una sangría en los pies; después se echará una lavativa de las del número veinticuatro; luego se sangrará el otro pié; se ministrará un vomitorio, y se practicarán las me- dicinas mas oportunas del mismo número veincuatro. Para mover las narices se insuflarán los polvos de vitriolo blanco. Pero si este mal aconteciere á alguna fiebre, se escusarán los medicamentos calientes, y se menudearán las sangrias de los tobillos y las bebidas antipútridas. Catarrhus.—El catarro es aquel quebrantamiento del cuer- po que viene con frecuentes estornudos, dolor de cabeza, dolo- res vagos del cuerpo, y destilación ó sequedad de las narices, y algunas veces calentura. La causa inmediata es la linfa abundante encrudecida y á ve- ees inflamada. Las antecedentes son: los temperamentos fle- máticos, caquécticos, húmedos, y enfermizos. Las procatárticas son: comidas abundantes y de mal jugo; bebidas copiosas y frías; demasiado ejercicio en aires libres, camas, casas ó vestidos húmedos; entradas del verano, otoño é invierno, y mucha quietud, abrigo ó sueño, aconteciendo estas causas en ocasión de un aire ventoso, húmedo y frío. El catarro es simplemente fluente, constipado, ó inflamado. El primero es aquel, en el cual, sin la mayor alteración del cuerpo, fluye de las narices, y á veces de las fauces, una linfa delgada, copiosa y encrudecida. Nace de la transporacion impedida. Llámase constipado el catarro, que no teniendo corriente por la boca ó narices, se acompaña con fiebre, dolores de cabeza, cer- ramiento de poros, aspereza y sequedad de las fauces &c; originase del retroceso de la transpiración. Mas si el catarro, tapando ó resecando las narices, causare ardores, escozores, pérdida del olfato, destilación de serosidades muy acres, dolores de cabeza, tos grave, ronquera, angina, fiebre &c, ya es el catarro inflamado, cuyas causas son todas las de la inflamación, accediendo las generales del catarro. El catarro simplemente fluente, comunmente es provechoso: el que viene á los escorbúticos, sospechoso: el epidémico peli- groso; y el que ocurre á los pulmones de los viejos, malicioso. — 58 — NUMERO CUADRAGÉSIMO CUARTO. Curación del catarro. En el catarro generalmente ha de evitarse el viento frió y hú- medo, procurando con abrigo hacer moderado ejercicio, la bebi. da será tibia y en muy corta cantidad; y se escusarán los ali. mentos ventosos y abundantes. A mas de esto, en el simple- mente fluente, abundando las flemas, se hará vomitar al enfermo con frecuencia, ó se le ministrará un purgante. Para el roma- dizo, se usarán los sahumerios de café ó de succino, y los sua- ves estornutatorios, evitando los fuertes. En la tos y cerramiento del pecho, se chupará el jarabe de jojovas. Por bebida en este catarro es útil el cocimiento de sasafrás. Mas estando constipado el catarro, se hará sudar al enfermo, haciéndolo una friega por el cuerpo con cenizas calientes, ó con aceite de laureles, y dándole á tomar una taza de infusión de flores de saúco, ú amapolas, ó de atole bien caliente. En este romadizo se inspirarán por las narices los polvos sutiles de flo- res de saúco. La agua usual será la de cortezas de limones. En siendo inflamatorio el catarro, es preciso el hacer una sangría y tomar algunos vasos de limonada tibia. En el roma- dizo se untarán por dentro las narices con aceite de almendras dulces. Para suavizar la tos se chuparán limas ó soconozcles asados, polvoreados de azúcar-candi, ó los alfeñiques. Que si la tos fuere convulsiva, se ministrará medio escrúpulo de piído- ras de cinoglosa, frecuentándolas en las ejecuciones, ó una hor- chata de las simientes de adormideras blancas, melones y al- mendras, con cuatro ó cinco gotas de láudano. Finalmente, en la ronquera se usará la siguiente bebida en cucharadas: Toma de agua de lantén cuatro onzas, de espíritus de vitriolo media dracma: mézclense. Por agua del tiempo se usará la infusión de amapolas rubias. Causae morborvm.—Las causas de las enfermedades.—La medicina se hace mas impenetrable por la doctrina común y confusa de las causas. Todas las causas de las enfermedades pueden reducirse á tres, á saber: inmediatas, antecedentes y pro- catárticas. Las causas inmediatas ó esenciales son las que dan el será todos los males: las antecedentes, previas ó dispo- nentes, son aquellas disposiciones que tienen los cuerpos parji — 50 — producirlas; y las procatárticas eficientes ú ocasionales, los vi- cios ó errores en el uso de las seis cosas* no naturales, ú otras enfermedades que pueden enjendrarlas. Cuando las causas antecedentes ó procatárticas se ocultan, han de rastrearse por la complecsion, secso ó edad del enfermo; por el ejercicio ó modo de vida en que se ha ocupado; por el uso que hace ó ha hecho de las cosas no naturales: por la re- gión y lugar en que habita; por las pasiones que le dominan; ¡por las constituciones de sus padres; por la estación actual del año; por los males á que está sujeto; por las cosas que le alivian ó le agravan; por las mutaciones que hace la enfermedad; por los signos que le anteceden ó acompañan y por la parte que padece. Cepiialalgia.—El dolor de cabeza. La causa esencial de esta enfermedad es la estension ó tiesura de los vasos del cere- bro. La antecedente es la delicadeza de nervios, de que resul- ta la mas ó menos fácil congestión de sangre, y vibratilidad de las fibras de las telas del cerebro. Las procatárticas son, pri- meras: detenciones de sangre periódiea, fiebres, insolaciones, desvelos &c. Segundas: hartazgos, ebriedades ó indigestiones del estómago. Terceras: humores trasportados á la cabeza. Cuartas: encarbonamiento ú ecshalaciones muy fuertes. Quin- tas: frialdad, humedad ó viento recibidos, estando caliente el cuerpo. Sestas: debilidades de la cabeza ó del estómago. Cuando esta enfermedad se estiende por toda la cabeza, re- tiene el nombre cefalalgia si ocupa solamente las sienes, ha- biendo nausea é indisposición de estómago, le llaman jaqueca: si medio lado, hemicrania: y si es antigua, cefalea. Los dolores graves de cabeza con fiebre son muy peligrosos, y si vienen con modorra, amenazan convulsión y parótidas; que si resultare diarrea de un humor de color de ladrillos zon mor- tales. Los que se acompañan con fiebre aguda y orina cruda, traen delirio, convulsión y la muerte. El dolor fuerte que de- repente se quita sin haber precedido una grande evacuación por cualquiera parte del cuerpo, es mortal. NUMERO CUADRAGÉSIMO QUINTO. Curación de los dolores de cabeza. En las primeras causas se procurarán las evacuaciones de sangre por sangrías en los pies, brazos y pescuezo, frente y sie. — SO- nes, según la urgencia del mal; sanguijuelas aplicadas al ano, nuca, pescuezo ó detrás de las orejas, y ventosas sajadas en las espaldillas; se harán baños tibios en las piernas; se tendrá el vientre libre con las lavativas del número octavo, ó las de agua fría, se ministrarán las bebidas frescas y diluentes, y se aplica- rán á la cabeza loa Tópicos frescos en los dolores de cabeza. Los bofes de carnero menudamente picados, cocidos en leche con flores de cantueso, y aplicados á toda la cabeza. Ítem: El aceite de siete flores; los ungüentos de populeón y alabastro; el rosado con polvos de almidón; la flor que llaman floripondio revolcada en unto de puerco; las hojas de la vellosi- lla, que llaman tepozán; las de zumpantle ó las del tabaco ci- marrón, las láminas de cuerno de ciervo quemadas entre pajas ad nigredinem (que nombran piedras de ponzoña;) las rebana- das de ule; el vinagre rosado; la leche de mugeres con agua rosada &c. La Embriaguez se cura como diremos en su títu- lo Ebrietas. En las segundas causas convienen los vomitorios suaves, las purgas y los remedios roborantes y estomacales. Para curar las terceras causas se abrirán fuentes en los brazos ó se aplicará un cáustico á toda la cabeza, dejándola purgar por algunos dias, se institulián frecuentemente baños de las rodillas abajo con el cocimiento de yerbas nervinas, como el laurel, rosa, hojas de na- ranjos &c.; en las histéricas se menudearán los baños genera- les de agua tibia, y se usarán los remedios confortantes cefáli- cos osociados del láudano. Finalmente, en las enfermedades agudas los cinapismos, y en las crónicas los frascos sudoríferos y las purgas hacen muy buenos efectos. Pildoras purgantes capitales. Toma de masa de pildoras católicas y succinadas, y de tro- ciscos de alhandal, de cada cosa quince granos. Háganse pil- doras con jarabe de cantueso. Que si el dolor no cediere, se aplicarán con alguna frecuen- cia sanguijuelas al ano, ventosas á las sienes, cuollo, hombros y detras de las orejas. En las cuartas causas se espondrá al enfermo á un aire libre puro y fresco; se le echarán algunas la- vativas de agua fría; se le hará beber mucha limonada, y se procurará que haga sorbetorios con vinagre rosado. — 61 — En las quintas causas se aplicarán lienzos doblados mojados en aguardiente alcanforado ó en agua cefálica ó de la reina de Ungría, ó un papel con cebo bien caliente y polvoreado de azu- fre; ó si fuere tenaz el dolor, se traerán pegados unos parches de cera católica, simbron ó tecomahaca. En las debilidades se pondrán al estómago los socorros del título üeliquium, y s e ha rán los siguientes: Remedios que confortan la cabeza. Toma de las aguas de peonía compuesta y rosada, de cada una dos onzas, de la apoplética media onza, de espíritus de cuer. no de ciervo succinado veinte gotas: mézclalo y hágase to. mar en dos ó tres veces. ítem: De polvos de raiz de valeriana silvestre veinte granos, de los de guteta medio escrúpulo, de vermellon nuere granos, de láudano opiado un grano, de agua rosada cuatro onzas, de jarabe de peonía media onza: mézclese todo y bébase en una vez. ítem: Se tomarán en el caldo diariamente quince ó veinte go- tas de lo? espíritus de cuerno de ciervo succinado. ítem: De aceite de verbena una onza, de espíritus de sal aminiáco una dracma: mézclense y frótese la cabeza con este li- limento. ítem: Cuatro camuesas frescas cuezanse en vino, y estraíga- se la pulpa para aplicarla á las sienes y á la nuca. Ítem: La piel de una vívora ceñida á la cabeza. ítem: Las hojas de mastuerzo ó unas obleas mojadas en el licor de cuerno de ciervo succinado, puestas á las sienes; ó unos parches de tecomahaca con polvos de ingo, ó el emplastro con- fortativo de vigo. ítem: Una cataplasma hecha de miga de pan, aguardiente y vinagre rosado, aplicado tibio á toda la cabeza. ítem: El de clara de huevo con polvos de cominos y sal co- mún. Ciilukosis.—El color pálido verdioso de las mugeres. Es una enfermedad particular á este secso que acomete en los años de sus menstruos, si debiendo estos venir han faltado ó escasea- dose. Las causas comunes son las de la caquejia, de lo cual resultan los vicios de la quilificacion y sanguificacion que tenemos apuntados: el estómago se daña, la gana de comer se — 62 — pierde, el apetito se deprava; los pies, cara y párpados de loa ojos se hinchan y ponen de color amarillo-verdioso; el cuerpo se siente pesado, la respiración se dificulta, hay continuas mo- dorras, y muchas veces una lenta calentura. Este mal raras veces por sí solo se quita, si no se ayuda á la naturaleza, principalmente en durando el desorden en los in. gestos. NUMERO CUADRAGÉSIMO SESTO. Curación de la clorosis. Se ha de comenzar la cura por un régimen de vida muy ar- reglado. Los medicamentos son los mismos que tenemos pres. critos en el número treinta y s¿is. Al fin se usará la siguiente: Mistura aperitiva y desobstruente que hace venir el menstruo á las cloróticas. Toma de agua de poleo y de cardosanto media libra de ca- da una, de elicsir de propiedad sin agrio una onza, de azúcar de Marte dos dracmas: mézclese todo, y tómense dos cuchara- das diariamente dos horas antes del desayuno, haciendo algún ejercicio á pié ó á caballo. El vientre se untará todos los dias con el ungüento clorótico. Cholera morbus—El miserere común es una enfermedad en que de golpe y á un mismo tiempo se sienten dolores en los in- testinos y estómago, eructos agrios ó rancios, ansias, vascas, vómitos corrompidos con materias biliosas de todos colores, diarreas violentas, fétidas, amargas, suerosas &c, el rostro se pone pálido, los estremos se enfrian, las fuerzas se abaten, el pulso se retrae, y vienen convulsiones y calambres. La causa inmediata es una violenta irritación del estómago é intestinos. Las antecedentes son los líquidos acrimoniosos en dichas entrañas. Las procatárticas son ingestos estraños, abundantes, crudos, opuestos entre sí, fermentecibles ó corrom' pidos; causas de las indigestiones, aparatos de humores biliosos, histéricos ó hipocondriacos, debilidad del estómago y algunas crisis. El mal es ejecutivo y debe remediarse prontamente. — 63 — NUMERO CADRAGÉSIMO SÉPTIMO. Curación del común miserere. Omitido ó procurado el vómito en esta enfermedad, si el mal naciere de indigestión, se ministrará la sal de ajenjos, en agua de orégano, el aguardiente refino con miel rosada, la triaca en cocimiento de estáñate, la tintura de Guatemala ó alguna de las siguientes:] Bebidas que dan cocimiento al estómago y suspenden los vómitos y diarrea. Toma de infusión de flores de zempazuchil, que es la calen- dula, dos onzas, de sal de Colima una dracma: mázclalos. ítem: de infusión de rosa una taza, de polvos sutiles de íe- quesquite y de lana quemada, de cada cosa media dracma: méz- clalo todo. ítem: De agua espirituosa de ajenjos y rosada una onza do cada una, de láudano líquido cinco gotas, de jarabe de cortezas de cidras media onza: mézclese todo. Si la causa fuere algún veneno, se curará como diremos en su título. En los vómitos y diarreas espontáneas que nacen sin cau- sas manifiestas, debe condescenderse á la salida de los humo- res, calmando después las irritaciones con alguno de los Remedios frescos que contienen el miserere. Una clara de huevo batida en ana taza de infusión de rosa. ítem: Un vaso de limonada nevada. ítem: Un vaso de agua serenada, habiéndole antes desleído un pedazo de adobe ó de almagre, ítem: De sal de ajenjos una dracma, de zumo de limones on- za y media, menéese y comenzando á hervir tómese. Bebida que calma el miserere en las histéricas. Toma de agua rosada dos onzas, de carmelitana una, de láu- daño líquido quince gotas. Minístrese en cucharadas. A los hipocondriacos aprovecha usar en tomas cortas el co- cimiento de raices de hepasote y cortezas de cidras, con unas gotas de láudano. En las debilidades se aplicará al estómago una gallina recien muerta, abierta por el espinazo. — 64 — Cuando los vómitos son amargos, acres y fétidos, los cona. tos para vomitar horrendos, el pulso está lleno ó convulsivo, el vientre tieso, y hay muchos bochornos y dolores tensivos so de- be hacer sin dilación una sangría, y curar el mal como el le. gítimo miserere. Mira el título convolvulus. En los misere. res críticos solo se ha de cuidar del estómago con los roboran. tes. Cólica.—El dolor cólico es un dolor fuerte en los intestinos, principalmente en el colón, de donde toma el nombre acompa. nado de estreñimiento, y muchas veces con vómitos. El intes- tino colón rodea todo e\ vientre comenzando desde el riñon de. recho, y subiendo por el mismo lado, pasa por debajo del híga- do, estómago y vaso, de donde desciende al ileon, y tornando á subir á lo alto del hueso sacro en forma de S, termina en el rec to: está lleno por dentro de muchas rugosidades y celdillas, pa. ra que detenidas las heces por este largo giro se acabe de apu. rar la sustancia quilosa que tuvieren. Si por cualquiera causa qu« ocurriere, cuya virtud sea irritar y suspender el curso de los humores en los intestinos, particu- larmente en los parages que ocupa el colón, se detienen con violencia los fluidos que deben atravesar estas partes, resulta ti dolor cólico. Y así la causa esencial de esta enfermedad es la contracción convulsiva de los intestinos. Las eficientes mas comunes son las imflamaciones de los intestinos; las acrimonias biliosas; las glutinosidades muy tenaces en las túnicas del es. tómago, y en los pliegues y celdillas del colón; las indigestio- nes; el frió ó aire recibidos, estaado caliente el cuerpo; las lombrices, abcesos internos burra, mezclada con claras de huevos. Dolor.—El dolor generalmente nace del embarazado influjo del jugo nérveo por cualquiera causa que comprima, inflame, rompa ó irrite las partes. Los dolores con calentura en desa- pareciéndose de repente, son mortales: los de los hipocondrios con fiebre y diarrea, son maliciosos: son moríales los que acó- meten cuando una úlcera repentinamente se desaparece. De los dolores en particular hablamos en el discurso de esta obra, NUMERO SESENTA. Císe-.'ad'iíía «2 j aigafiESíJS a!Lisies. En los dolores fijos con hinchazón, habiendo calofrió y calen- tura, sen necesarias las sangrías. Los que acometen á horas determinadas, so curon con la cor- teza de! Perú, ministrando primero antes de la accesión una purga. En los dolores tónicos del vientre, ó que se acompañan con íiezura.. estreñimiento, ansias, calofríos y pulso acelerado se aplicarán sangrías en los piés, se darán medios baños de agua tibia, se echarán lavativas do miel, aceite y leche, y se aplica- rán en redaños las unturas anticólicas anodinas. Los dolores tenaces sin c '.¡entura, siendo inútiles los remedios indicados, se alivian aplicando un cáustico á la parte. Los dolores antiguos del vientre con ecsacerbaciunes y sin fiebre, se remedian con medicamentos aperitivos y anodinos, y con ptir- gas fuertes tomadas cada dos ó tres dias. Un dolor fijo y sin fiebre en los lomos, se quila aplicando ¡as cebollas de las azucenas fritas en unto de puerco. Los entuertos ó dolores que sobrevienen al parlo, se remedian tomando doce ó quince granos de sal volátil de succino en u!eutos, flujos de sangre, palpitaciones del corazón, línodorras y otros muchos males, según el esceso ó calidad de los picores que han tomado, y la complecsion de sus cuerpos. c¡ Los infelices que se abandonan á este vicio, jamás pueden — 98 — ocultarlo, aun en los tiempos libres do la borrachera, porque quedan mas ó menos insensatos, padecen comunmente del es- tómago, se vuelven temblorosos, son pesados para andar con aire, les brotan gomas, granos ó rubores en la cara, se hinchan poco á poco, y tienen una vida corta y enfermiza. Tomados ios licores espirituosos acres ó abundatcs, se susci- ta un movimiento impetuoso en la sangre, elevándose esta en mas copia á la cabeza, y una desordenada alteración en los ner- vios que provocan abundantemente la saliva, de cuyas causas nacen la sed implacable, calores, comezones, enronchamientos, furores, ansias, erupciones sanguinolentas, procacidades, per- grecacione:.', balbuciencias, vómitos, temblores, ojos centellan. íes, escotomias, desmayas, letargos, apoplejías ¿oc. El impulso violento y desordenado de la sangre, desune sus partes rubia, fibrosa y suerosa, de (pao se originan las palpitado. nes, rubores, gomas, granos infl im ítorios, hinchazones adema. tosas &c. El continuo embate y estímulo de los sólidos es causa de que estos se aflojen, resultando entonces la insensatez y torpeza da sentidos: minorándose la oscilación faltan los cocimientos, cau. sas comunes de la pesadez de los cuerpos, acumulamientos li. fanticos, caquejia» é hidropesías, ayudando á producir estos efec- tos el abuso de la agua que se hace en esta enfermedad: de la circulación lenta^de esta sangre cortada, acre é inflamada, nace la viscidez espontánea de este líquido, fuente de la gangrena, íi6tiomeno, parálisis y marasmo. NUMERO SESENTA Y UNO. Curación de la embriaguez. Para curar esta enfermedad han de distinguirse dos tiempos, á saber: el de la embriaguez, y el de la apirecsia. En el pri- mer tiempo en que la bebida está ejercitando su furia, se moja- rán con frecuencia los estreñios del cuerpo y las pudendas, cor agua fria: se procurarán el vómito y la evacuación del vientre: se escusará todo alimento; y se concillará el sueño, con cuyas diligencias termina ordinariamente esta locura. Después, si la sed, bochornos y ansias ejecutaren, hubiere alguna destemplan- «a, y el pulso estuviere vigoroso, se sangrará al enfermo y sele ministrarán muchas bebidas diluentes. — 99 — Pasado el tiempo de la embriaguez, si los pacientes fueren to- davía candidatos de esta indigna y pesada complacencia, deben absolutamente abandonarla, reduciéndose á un régimen fresco y frugal. Mas en siendo habitual la borrachera, se establecerá el método curativo siguiente: habrá la mayor abstinencia en las frutas, yerbas, agua y comidas indigestas; se comerá una sola vez en las venticuatro horas del dia, sosteniéndose con caldos de sustancia ó chocolate; se ministrarán alguuos vomitorios; se usarán los remedios roborantes y aperitivos; y se hará todos los dias mucho ejercicio á pié ó á caballo. En los resecos se es- tablecerá el uso frecuente de los baños. Empiema.—El apostema de dentro del pecho es un amontona- miento de puses en lo interior de esta cavidad. Cuando el do- lor de costado, pulmonía, esquilencia, ú otro accidente inflama. torio en estas partes, no terminan con perfectas crisis, ó no ha- hiendo sangrado suficientemente al enfermo, se esperimenta que ha quedado con una lenta calentura, la cual se aumenta de noche, con calofríos, ansias y dificultad de respirar, debe creer- se que está formado el empiema. Mas, si pasado algún tiempo acometiere nuevo dolor, mayor dificultad en la respiración, tos seca y continua, y se sintiere peso acia abajo, ruido en el pecho, fiebre hectica, decubito de un lado solo tolerable; la cara se pusiere hipocrática y pustulo- sa, y los piés se hincharen, es señal de haberse ya desparra- mado el apostema. Esta enfermedad es mortal en no procurando con brevedad darles salida á las puses. La diarrea saniosa con sudores noc- turnos, es precursora de la muerte. Luego que se verifique este mal, se pondrán en uso los reme- dios atenuantes é incindentes del número ciento diez: que si el esputo estuviere muy delgado, se echará mano de los Remedios incrasantes. La infusión de amapolas: el jarabe de diacodion: las pildoras de cinoglosa: los mucilagos de las gomas de Sonor, mangle y nopal, las poleadas de almidón ó arroz: las almendras &c Mas en no consiguiéndose la cura por este medio, se hará, sin pérdida de tiempo, la operación de la parasentésis, debien- do concluirse el écsito de las puses dentro de quince ó viente 8 — 100 — días; tomando en todo este tiempo el enfermo, á todo pasto, las aguas de cebada ó de la yerba del pollo, con miel virgen, ó el cocimiento del cuautecomate ó cirial. Pero si el empiema fuere antiguo, hubiere diarrea colicuati. va, y las fuerzas estuvieren muy postradas, la parasentésis ace- lerará la muerte. Si en dicha operación las puses se echaren todas de una vez, ó salieren nigricantes icorosas, ó como ama- sadas con hebritas, hay mucho peligro de que muera el enfer- mo ó quede tísico. Las purgas fuertes son perniciosas en la empiema. Cuando hubiere necesidad de evacuar el vientre, se usarán las lavativas emolientes, ó se ministrarán las minorativas frescas, el cocimien. to fuerte de pasas deshuesadas, la mantequilla con jarabe viola- do.ó una onza de maná en caldo. Son útiles en esta enfermedad los remedios diuréticos suaves, como los polvos de ojos de can. grejos ó de pepitas de tejocotes, los cocimientos de raices ape- ritivas &c. Epilepsia, morbus-caducüs, íiorbus-herculuus, mokbus- comitialis.—La epilepsia, gota coral ó mal de corazón, es una repentina y eccesional privación de movimientos y sentidos, acompañada de convulsiones ó movimientos convulsivos. La causa inmediata es la presión ó irritación de los nervios y va- sos sanguíneos del cerebro. Las procatárticas ó eficientes son, primeras: herencia de los padres, mala configuración de la cabeza, y tumores duros en el cerebro. Segundas: apostemas y humores acres ó estraños, en- tre la pía y dura madre. Terceras: aparatos de flemas en las primeras vías, obstrucciones graves del vaso en la adolescencia, y lombrices. Cuartas: incendios de la sangre, por escesos en ios licores que embriagan; y abundancia ó supresión de las eva- cuaciones acostumbradas de este líquido. Quintas: transpira- ciones detenidas, erupciones retrocedidas y úlceras; loquios y otros humores suprimidos, Sestas: pasiones de ánimo intensas, estudios profundos, evacuaciones copiosas, dolores graves, y va- pores histéricos. Séptimas: meconio detenido, leche enferma de las nutrices, dentición, lombrices, y agrios en el estómago de los infantes. En una palabra, esta enfermedad proviene de todo aquello que espesando, ó moviendo impetuosamente los líquidos, é irri- tando, comprimiento, ó tapando los vasos y nervios, hacen ir — 101 — deteniendo la sangre sucesivamente en el cerebro, de que nacen: Primero: zumbido de oídos, bamboleo de cabeza, hebetud de la memoria, torpeza en los sentidos, balbuciencia, tristeza y adormecimiento de todo el cuerpo. Segundo: caidez del cuer- po, gritos esforzados, deyecciones de espumas por la boca, mor- mohos, apretamiento de I03 dientes, contorsiones &c, lo cual todo dura comunmente una hora ó algo mas; pero pasando de dicho tiempo, (aunque suele repetir con frecuencia el insulto) so vuelve apoplético el enfermo, y muere inamisiblemente; ó quedando por tres ó cuatro huras aturdido, resulta ciego, estul- to y baldado. Concluida la accesión, jamas se acuerda el en- formo de lo que le ha sucedido. La epilepsia heredada no se cura, como tampoco la muy an- tigua: la de los niños al comenzar los diez y seis años de su odad, y la de los adolescentes á los veinte y cinco, suele aca- barse: la que nace de hipocondría, degenera en locura: laque acomete al caer el sol tiene su nido en las primeras vías, ó en el útero. Cuanto mas repetidos y prolongados fueren losiusul- tos, tanto mas peligran los enfermos. Los niños, cuyas cabe- zas se cubren de unas costras duras, difícilmente incurren en este mal. NUMERO SESENTA Y DOS. Curación elt» Ja epilepsia. La epilepsia se cura en dos tiempos, á saber: en la accesión y cuando el enfermo está libre del mal. En el primer tiempo, ptra volver al paciente á sus sentidos, se practicarán los reme- dios del número cincuenta y dos; se le llenará la boca de sal; y si la causa fuere vaporosa, ó furiosa la accesión, se le fomen- tará el cuerpo con lienzos doblados, mojados en agua fria. Mas la cura principal se hace fuera de las accesiones. Es preciso conocer la causa de la epilepsia para saber gober- nar la cura. Las primeras causas no la admiten. Las segun- das se ausilian con purgas, fuentes, sedales, vegigatorios y re- medios errinos ó que purgan por las narices. Las terceras se curan con vomitorios, digestivos, estomacales, régimen de ali- mentos, ejercicios y baños de agua tibia; ó con los atelmínticos ó medicamentos que matan las lombrices. Las cuartas piden — 102 — vomitorios, lavativas, sangrías revulsivas, y muchos baños. En las quintas están indicados los cordiales, diaforéticos, los diuré. ticos, atraentes, vegigatorios y supurantes. Las sestas, quita- das las causas que irritan, se remedian con los antiepilépticos, asociados con el láudano cinabarino, y con los roborantes y loa baños. Las séptimas causas se curan como diremos en el título infantium morbi. En todos los remedios deben mezclarse los antiepilépticos. Remedios antiepiléplicos. Háganse partes iguales de polvos de peonía y de castor, y tó. mese un escrúpulo dos ó tres veces al dia en infusión de salvia. De la misma suerte se usarán los polvos de guteta, raiz de va- leriana silvestre, ó del Marqués. ítem: Toma un escrúpulo de láudano cinabarino y otro de asafétida, y con jarabe de peonía forma veinte y cuatro piído. ras, que tomará el enfermo en doce dias, á saber: una en ayu- ñas, y otra al acostarse. ítem: Toma de polvos sutiles de hojas de naranjo dos onzas, de los de raices de valeriana silvestre una onza, de cinabrio de antimonio media onza, de jarabe de peonía lo que basta para hacer una conservita espesa, á tomar todos los dias en ayunas media cucharada, bebiendo encima unos tragos de la infusión de poleo. item: Se traerá aplicado del estómago al ombligo el amuleto del número ochenta y cinco. ítem: Se usasá en el puchero la carne de loba, ó en su de. fecto la del macho. Atiepilép/icos roborantes. Toma de espíritus de romero, y cuerno de ciervo succinado y de tintura de castor, media onza de cada cosa, de sal volátil oleosea dos dracmas: mézclense. Se tomarán quince gotas en caldo tres veces al dia. ítem: La bebida contra las convulsiones del número cincuen- ta y dos. ítem: De ambir una dracma. Disuélvase en agua de peonía compuesta ó cefálica, para dos tomas, mezclando una poquita de agua rosada ítem: La tintura de Guatemala en medias cucharadas. — 103 — Pésima anüepUéptica calmante. Toma de corteza peruana onza y media, de raiz de Valeria. na silvestre media onza. Quebrántense y cuezanse con un cuartillo de agua, á que consuma cerca de la mitad, Cuélese, y mézclesele dos onzas de jarabe de adormideras. Háganse tres cantidades iguales á tomarlas antes de la accesión. A los niños después de los evacuantes indicados, es provecho so hacerles tomar el sumo de perejil, endulzado con azúcar can- di. Mira el número cincuenta y dos. Pildoras antiepilépticas purgantes. Toma de masa do pildoras succinadas, diagridio, trociscos de alhandal, sal volátil de cuerno de ciervo y polvos de lombri- ces medio escrúpulo de cada cosa. Con jarabe de ajenjos fór- mense pildoras menudas, á tomarlas á media noche en atole. Eiusipklas, igxis sacek.—La erisipela es un tumor rojo, amarillo, incircunscripto ó estendido, acompañado de dolor y calor, y algunas veces de unas pústulas que degeneran en ve- giguiilas. La causa inmediata es el derrame de la parte roja de la sangre, mezclada con la gordura fundida de las partes. La antecedente es una acrimonia biliosa que predomina en la sangre. Las procatárticas son: primera: inflamación de la mem- brana adiposa. Segunda: corrupción de las linfas en este inte- gumento, provenido de humores caquécticos, escorbúticos, ve- néreos, artríticos, escrufulosos &c. Tercera: el libre curso de los líquidos transpirables, icorosos ó purulentos, impedido. Si la inflamación fuere grande, y la apoyare un tumor reni- tente y circunscripto, se nombra la erisipela flecmonosa, mas amontonándose la linfa y gordura en un tumor blanco y blando, sirviendo de pedestal á la erisipela, se dice adematosa. Las eri- sipelas vagantes, ó que mudan distintos lugares; las que se acom. pañan con fiebre muy aguda ó con diarrea; las que sobrevienen á las heridas, úlceras y fracturas; y las muy dolorosas, son de mucho peligro: las que se desaparecen traen riesgo sobrado; y son mortales en resultando delirio ó invadiendo los pulmones. — 104 — NUMERO SESENTA Y TRES. Curación de la erisipela, En esta enfermedad han de escusarse los alimentos picantes y grasosos, las bebidas espirituosas, las cóleras violentas, el ambiente libre y los remedios actualmente fríos: han de frecuen- tarse los remedios lacsantes y bebidas diluentes, un tanto sudo- ríferas, sin faltar los ausilios indicados por las causas. Las sangrías aunque con moderación, comunmente no se escusan. Si hubiere aparato en las primeras vías, son indispensables los suaves vomitorios. Tópicos en las erisipelas. En el principio se aplicarán las compresas en infusión de flores de saúco ó de manzanilla, ó en vino aguado, bien calien- tes, mudándolos con frecuencia. En el progreso, se añadirá á estos defensivos una parte de aguardiente alcanforado. A los niños y á las personas débiles se les aplicarán lienzos delgados, mojados en vino alcanforado. En las erisipelas do1 lorosas, se mezclarán á los tópicos los trociscos blancos de Rha- sis; en las inflamatorias, el agua vejeto-mineral; y en las ede- matosas, la de cal, con sal amoniaco. En las erisipelas cirrosas han de aplicarse las compresas, mojadas en cocimiento de raices de altea, flores de manzanilla, y simientes de alholbas y linazas; y en las escorbúticas, los su- mos de las plantas antiescorbúticas con la agua vejeto mineral. Si las erisipelas se desaparecieren, se echará mano de las be- bidas cordiales que hacen sudar, ventosas arrastradas, sinapis- mos y vegigatorios. En las erisipelas de ía caro, á mas délas purgas, si fueren antiguas ó estuvieren pasmadas, conviene frotarlas con el sebo de las cándelas bien caliente, ó con ori- na de personas sanas. Faciei morbi.—Las enfermedades de la cara mas familia- res á estas partes son: flucciones, color estraño, efelis, paño,pe- cas, gota rosada, varros, verrugas, y manchas heredadas. Las flucciones son: primero inflamatorias, que vienen con punzadas, hinchazón, calor, rubor y calentura. Pueden hacerse erisipe- latosas, cirrosas ó cancrosas. Segundo: edematosas, las cua- les traen grande hinchazón, poco dolor, y ninguna fiebre. Ter- cero: mistas de inflamación y edema, y acometen con mucho — 105 — dolor, tumefacción, (aunque poco ruborosa) salivación y fuego en la boca. Cuarto: de acrimonias alcalinas, y nacen en cuerpos resecos, con muy poca intumescencia y graves dolores. Quinto: de constipación, y se verifican cuando la flucsion ha durado muchos dias, y no está demasiadamente abultada ni ruborosa la cara: los dolores son fuertes, no hay calentura, y se siente mucho daño con el frió, viento y remedios untuosos. Las causas de las cuatro primeras se deducen por sus títulos. Las constipadas se originan de una inflamación lenta, proveni- da del cerramiento de los poros de la piel, por alguna intensa frialdad ó viento recibidos. El color del rostro amarillo y sub- tumido, demuestra la caquejia. La cara bien encendida es muy sospechosa en las fiebres; y si estando abultada la frente se arrugase, amenaza el frenesí. La efelis es una mancha negra, que comprende toda la cara en algunas preñadas, y aun en las doncellas, cuyos menstruos se hallan supridos ó escasos. Ejpaño son las manchas verme- jas ó fuscas, mas ó menos grandes, que se estienden por algu- ñas partes de la cara. Las pecas son pringas, á manera de lentejas, vermejas ó negras, desparramadas en la cara, y en muchas otras partes del cuerpo. La causa inmediata de estos males es una despumación de la sangre viciada. La anteceden- te es el mal cocimiento de este líquido, ó una innata ó heredada disposición. Las procatárticas son: el mal cocimiento del es- tómago y las destemplanzas del vaso, por desarreglos en la dieta, abusos y escesos en el agua, frutas y agrios; tristeza y climas muy frios, húmedos &c. La gota rosada es una eflorecencia rubia, subtumida, y mu chas veces pustulosa, que tienen el génesis, y las terminaciones de la erisipela, en la cual comunmente se halla la sangre in- fecta de un virus gálico. Los varros son unos tubérculos pe- queños, duros, rojos, y comunmente inmaduros, los cuales na- cen por congestiones de la sangre venosa. Las verrugas, sien- ^ do estendidas se llaman mirmecias, y si penden acrochordones. Son de la prosapia de los callos. Las manchas heredadas ó nuevos maternos, son lunares que sacan los infantes del vientre de su madre. Lo que hay que saber de ellos es la admirable correspondencia que demuestran tener las partes. Porque al lunar de la frente corresponde — 106 — otro en el pecho ó en las espaldas: los que están junto á las sienes, señalan otros en los hombros: los de las narices, mani- fiestan haberlos en el pene ó en la vulva: el lunar que está en- tre las narices y los ojos, tienen su compañero en el escroto ó en el miembro viril, el del párpado superior del ojo trae su so. ció en el escroto; y el del párpado inferior por debajo de él: el de las mejillas tiene su sodal en las piernas: el que está bajo de los ojos se acompaña con otro en las áreas: al que está en la oreja ó un poco mas abajo, corresponde otro en el brazo; pero distando tres dedos de ella, ocupa su correspondiente los lados de las nalgas: el lunar que está sobre el labio superior, jun. to á las narices, indica haber otro en el perineo ó entre las dos vias: el que ocupa el fin de la barba, designa á su compañero en el empeine. NUMERO SESENTA Y CUATRO. Curación de los males de la cara. Las flucsiones inflamatorias se curan con sangrías mas ó me- nos repetidas, según la urgencia del mal; lavativas frescas be- bidas diluentes, baños de agua tibia á las piernas, y con los Tópicos para las flucsiones inflamatorias. Los ungüentos de Dolores simple, altea, Zacarías y resunti vo, con los aceites de almendras dulces, linazas, yemas de hue- vos ó violado, y con la esperma de ballena. ítem: El unto de puerco, frito, con flores de manzanilla, unas gotas de injundia de gallina, y un poquito de vino blanco. ítem: Los tópicos que pondremos en el título Inflammalio. En las flucsiones edematosas. Se harán baños en las piernas con los cocimientos de laurel, « hojas de naranjos, manzanilla, afrecho, ú otros semejantes; y se frotará la hinchazón con manteca de azahar; agregándole alguna agua espirituosa, como la de la reina de Ungria, apo. pléctica, cefálica, espíritus de vino alcanforado, aguardiente re- fino &c. En las mistas. Se harán los baños referidos: se procurará la salivación) — 10? — mascando pelitre ó tabaco, ó usando otros apoflegmatizantes: y se untará la cara con pomada de Valencia, mezclada con es- píritus de sal amoniaco y aceite de yemas de huevos; con el ungüento compuesto de Dolores; ó aplicando un papel de estra- za mojado en sebo, con aceite rosado y polvos sutiles de azú- car. Las sangrías suelen no escusarse. En las de acrimonia alcalina. Se harán muchos baños generales de agua tibia y se frotará la flucsion con el ungüento simple de Dolores, ó se aplicará una flor de floripondio asada, y mojada en manteca de puerco. También se harán los remedios del número tres. En las constipadas. Se frecuentarán los baños de piernas con los cocimientos de las drogas calientes que hemos dicho en las flucsiones edema- tosas: se recibirán vapores de orines en la cara; y se aplicaran pencas de závila asadas, enjugadas y roceadas de aceite rosa- do, lo mas caliente que puedan aguantarse. Los sudores anti- gálicos son específicos en estas flucsiones- El paño, la efelis y las pecas, después de curadas las causas, se ausilian con los siguientes: Remedios cosméticos, ó que quitan las manchas del rostro. El fruto del árbol del Perú. La pulpa de chiles anchos. La agua asentada de levadura bien agria. La hiél do vacas con polvos sutiles de vidrio. El aceite de mirra por deliquio. La horchata espesa de almendras amargas en agua de hojas de calabaza. El vinagre cilítíco. ítem: Toma de pomada de jazmines media onza, de alumbre quemado dos dracmas, de mercurio precipitado blanco una drac- ma: mézclalo. ítem: De almidón tres dracmas, de azogue media onza. Muélanse juntos en un almirez hasta que se deshaga perfecta- mente el azogue, mezclando después seis dracmas de pepitas de melón descortezadas. Este misto se amasará con saliva toma- da en ayunas, á que quede una pasta de mediana consistencia. — 103 — Con cualquiera remedio de los dichos se frotará de noche la cara, y á la mañana se lavará con las aguas destiladas de fio- res de habas y de saúco, o con la agua vejeto-mineral alcanfo. rada. Cosméticos para las asperezas de la cara. Toma de aceite de almendras dulces sin fuego dos onzas, de cera blanca cinco dracmas, de esperma de ballena dos drac- mas. Hágase ungüento, y lávese tres ó cuatro veces con agua de lechugas: mézclensele después dos dracmas de talco de Ve- necia, de atincary perlas preparadas una dracma de cada cosa, de azúcar candi dracma y media. Agítese todo ad albedinem, ítem: El aceite de mirra por deliquio, ó la saliva untada en ayunas. ítem: Báñese la cara con orina recien salida del caño. ítem: Hágase una mezcla de claras de huevos con polvos de alumbre quemado, unos granos de alcanfor y de sublimado cor. rosivo. En los botones de la cara se ministrarán interiormente los re- medios fundentes, aplicando por afuera el mucilago de simiente de membrillos hecho en vinagre, y amasado con polvos de azu- fre, ó el emplastro de diaquilon mercuriado. En las pústulas rebeldes, toma tres onzas de espíritus de vino alcanforado, una de vinagre de Saturno, y media de aceite de tártaro; mézclese todo muy bien, y úntese de noche la cara, lavándola por la mañana con la agua de mirra. En los herpes y pústulas de la frente, toma de cera cuatro on. zas, de esperma de ballena una, de alcanfor un escrúpulo, de mercurio dulce dos dracmas, de afincar y alumbre quemado media dracma de cada uno; mézclese todo, y hágase un cerato para aplicarlo. En la gota rosada es necesario el uso de las sangrías, diluen- tes y fundentes, para aplicar con utilidad el ungüento rosado cou azúcar de Saturno, ó los fomentos de agua rosada, ó el co- cimiento de salvado en vinagre A los varros, á mas de las sangrías, diluentes, fundentes y dieta fresca, se harán los siguientes: Tópicos para los varros. Se estregarán todos los dias con limas asadas, ó con los gra- nos de yerbamora. —109 — O se untarán con el aceite de tártaro, ó con ungüento rosado, con flores de azufre y sal de Saturno; ó con el citrino alcanfo- rado. Las verrugas pensiles se curan ligándolas y apretándolas de dia en dia mas, hasta sufocarlas. Las manchas maternas no admiten cura; sin embargo, algunas veces se deprimen, y otra? enteramente se disipan por la edad, mutación de climas y arre- glo en la dieta. Fubris.— ha fiebre ó calentura es un frecuente, constante y preternatural mo truniento de la sangre. La causa inmediata es la fuerza constrictiva del corazón aumentada. Las proca- (árticas son todas aquellas que imprimiendo continuamente ó por intervalos un estraño movimiento en la sangre, ocasionan al corazón frecuento;.- contracciones, de donde resulta la mas ge- neral división de las fiebres, que es en continuas y accesionales. Las fiebres continuas son aquellas que sin cesar un instante mo- lestan al enfermo en toda su duración, Las accesionales son las que por tiempo so aument n ó acometen, dejando al pacien- te con poca ó ninguna calentura. Los autores dan nombres particulares á algunas fiebres, res- pecto á los ¡síntomas con que se acompañan, como elodes, por lo mucho que sudan los enfermos: asod.es, por las ansias y vas. cas que tienen: cpiala, por el mucho calor interno y frialdad esterna que perciben: lipiria, en habiendo calor intenso en el cuerpo y frialdad en los estreñios: fricodes, por las repetidas horripilaciones y sentimientos de frío: hemitritéaó semitreciana siendo en la fiebre continua las ecsacerbaciones diarias. Última- mente, llaman sincópales, á aquellas fiebres que acometen con desmayos. El síntoma esencial que acompaña á todas las fie- bres es la frecuencia constante del pulso. Los mas comunes síntomas febriles son el sudor copioso que nace de la vehemencia del círculo, ó de la debilidad y caimien- to de los vasos: las ansias resultan del atropellado movimiento de la sangre, por el cual deteniéndose en los vasos pulmonales, sufocan ú oprimen la respiración; ó de la tensión del vientre que igualmente dilata los vasos del mesenterio y del pulmón. El calor sumo por dentro quedándose fria la piel, se origina de aquella inflamación de las entrañas, que crispando fuertemente el sistema vasculoso, hace que la sangre aglomerada en los va- sos mayores, desampare los últimos y menores. — 110 — Los frecuentes calofríos tienen su génesis en un material tan estraño á la sangre, que insinuado en ella repetidas veces, la obliga á moverse con tal furia, que irrita al mismo tiempo los nervios, estrechando éste los vasos capilares, lo cual sucede co- munmente en el principio de las fiebres malignas, accesionales, constipatorias, supuratorias, histéricas, mesentéricas, y catar- rales. Los parosismos ó accesiones, tienen su nacimiento en una de. terminada cantidad de levaduras febriles, que de otras partes, en especial de las primeras vías, ocurren á la sangre. Los desmayos se originan de uoa circulación lenta en los vasos del cerebro, ó de la debilidad aparente ó positiva de los nervios, y acontecen muchas veces en las fiebres malignas, aparatos de humores é imbecilidades. Las inquietudes, conocen por causa una erupción que ame- naza, ó materiales acres en el estómago. El dolor de cabeza, tiene por principios generales el encuentro de ia sangre impe- tuosa en los vasos de la dura madre, por su abundancia, por las frecuentes contracciones del corazón, ó por los envíos ú opre- siones que causan las crudezas é infartos de las primeras vías. Las vigilias, vienen por falta de reposo en el jugo nérveo. El delirio lo ocasionan las vibraciones continuas de la dura y pía madre, presentando á la idea con estos irregulares movimien- tos, especies estrañas y confusas. El/no nace de inmovilidad déla sangre en los ramos capila- res, por la coagulación de este líquido ó constipación de sus vasos. El calor, uno es acrimonioso y otro, inflamatorio. El primt-ro nace de un movimiento intestinal en los fluidos, que ti- ra á resolverlos, y se produce de las sales estimulantes de que abundan; acompañan á este calor un pulso pequeño, frecuente y muchas veces convulsivo. El calor inflamatorio resulta de un movimiento rápido y de proyección, provenido de la pegájo- sidaddela sangre, y trae comunmente un pulso duro, fuerte, lleno y febril. La sed, proviene de la espesura ó consunción de los líquidos; de la sequedad de los vasos ó de acrimonias, particularmente en las primeras vías. En el principio de las fiebres son de mal anuncio la palpita. clon del corazón, el pulso semejante al de los sanos, la debili- dad del cuerpo, modorras y desmayos. Las convulsiones son muy malas en naciendo después de grandes evacuaciones ó — 111 — acompañándose con un continuo disvarío. La. pesadez del cuerpo es ominosa, igualmente que los cardenales y los dolores en los lomos. Empezando el calofrió por los lomos, en señal de al- gún oculto apostema; mas si comenzare en la cabeza, es signo de muerte. Los frecuentes calofríos indican suciedad ó apara- to de humores en el estómago y vientre. Cuanto mas sanas y suaves estuvieren las primeras vías, tanto menos peligran las enfermos. Mientras mas se suda, mas delgada y sin sedimien- to sale la orina; y cuanto mas encendida se arrojare ésta desde ol principio, tanto mas breve terminará la fiebre. Lwganaue comer perdida y de repente escitada, amenaza pronta muerte. El hipo y la tiricia en las fiebres malignas son funestos. Lo negro de los dientes y el rostro abultado, señalan la gravedad de la» fiebres. El ruido de las orejas es pésimo, así como los dolores é inflamaciones de estas parles. La sordera con orina cruda indica un grande disvario. Los dolores conti- nuos y fuertes de cabeza son nuy sospechosos; en pasando del dia vigésimo anuncian apostema ó sangre de narices: los que comienzan después del tercero ó cuarto dia, pronostican la hemorragia de narices: son muy malos los que empezando on la fiebre, crecen cada dia: los que traen modorra, amenazan convulsión y parótidas; los que se acompañan con diarrea san- guinolenta, son mortales. Las señales del disvario futuro son: orinas blancas y delga- das, ojos turbados y lengua balbuciente. En estando el pulso fuerte y regular, aunque amenacen convulsiones y disvaríos, no hay mucho peligro; á la contra sucede si estuviere el pulso débil, vacilante y muy presuroso. Mira los pronósticos del pulso en su título. Los ojos iracundos y fijos en un objeto indican el prócaimo de- lirio; si involuntariamente lloran y huyen de la luz es malo: si solo lo blanco de ellos apareciere, es señal mortal, como tam- bién oscureciéndose la vista en las enfermedades del pecho. La lengua fria es signo de muerte: como esta se hallare está el es- tómago y la sangre. La falta de voz siempre es funesta en las enfermedades del pecho si resultaren tumores inflamatorios. En los muslos es buena señal: así como detras de las orejas en el empiema. La respiración parva y frecuente demuestra inflama. cion en las entrañas: la grande y rara es indicio de convulsión y delirio; y la rara y corta es signo mortal. La tos impide cu, — 112 — rar perfectamente la fiebre. El esputo constante siempre quita el peligro en las fiebres. Si teniendo fuentes el enfermo, luego en el principio se seca. ren, anuncíale la muerte. El sudor que causa sueño en lo rigo. roso del mal, es muy proficuo. La postura supina ó boca arri. ba del enfermo, por lo común es fatal. Las hemorragias que no curan las fiebres, las mas veces son mortales. Las crisis de las fiebres so hacen mejor en el verano, estío, y en aires puros: las de poco humor son de mal agüero: cuando ellas empiezan deben cesar los remedios. Los dias llamados críticos, intercalares, é índices, (esto es, los septenos de las fiebres, los que inmediatamente les preceden, y los cuartos anteriores inclusivamente á las crisis) son preocu. paciones de los viejos, en cuyos tiempos, por un engaño mani. liesto, esperaban los anuncios y decisiones del sangriento cho. que emprendido entre la naturaleza y enfermedad. Loque mas usombra, es la inacción con que se mantenían, mirando en di- chos días morir sin remedio los enfermos, dejándolos antes pere- cer, que quebrantar las reglas de este su proclamado sistema. Veían las indicaciones, y se suspendían, esperando que la diosa incógnita (esto es, la naturaleza) en un septeno les diese sin trabajo la victoria. Observaban, por ejemplo, en una fiebre mesentérica, presión, gravamen, ruido en los intestinos, elevación del abdomen y re. yecciones de flatos por el vientre, indicios de una futura diarrea. Entonces se imponía una quietud severa á los enfermos y asis- tentes; se evitaba con cuidado hasta el mas ligero ruido; cesa ban lodos los remedios, aun las mas suaves lavativas; y se sen- taban á esperar el dia séptimo inmediato, en cuyo tiempo, y no otro, á esfuerzos únicamente do la naturaleza, debían prorrum- pir las evacuaciones. Esperimentaban también que las fiebres se estendian á mu- chos dias (sin embargo de haber curado ai enfermo) y que si en adelante se insistía en ello con empeño, se precipitaba á los enfermos las mas veces á una ruina inevitable. Por otra parte, veían á otros escapar sin el ausilio de los remedios; de donde in- ferían que la naturaleza sola curaba las enfermedades. Pero es imponderable loque hizo errar en los pasados siglos la autoridad succesiva ciegamente sostenida de los hombres pa- ra hacerse creer de los demás, con cuya manera de apoyar sus — 113 — discursos, no atendían á los mas sólidos principios para inves- tigar la verdad, Y siendo la doctrina de las crisis el fundamen- to de la medicina antigua, se propagó desde los primeros maes- tros como dogmas incontrastables, por una numerosa serie de varones ilustres, á cuyos testos no podía negárseles el ascenso- Todo el rnund.. sabe el proceder lento de las cosas naturales, que para haber de llegar al colmo han de sufrir muchas tritu- raciones, fermentaciones y otras mutaciones, con. que la mate- ria se pone en aptitud de recibir otra forma; como también la necesidad de que los agentes estén bien acondicionados, ó no se hallen oprimidos, enfurecidos, debilitados ó enervados. Sien- do esto así, ¿quién dudará que habiéndose mezclado íntimamen- te con la sangre algún material estraño, no sean necesarios muchos embates y revoluciones, para que tomando la forma or- dinaria de los humores se haga adoptable á los comunes emun- torios, siendo inexcusables muchas veces para conseguirlo, los ausilios de la medicina, que contengan los precipitados movi- mientos, ó los estimulen en estando sofocados, postrados ó im- pedidos? Véase lo que dejamos dicho en el título Crisis. Todas las fiebres reduciremos á cinco títulos. En el prime- ro pondremos las agudas simples; en el segundo las agudas gra- ves; en el tercero las pestilenciales; las lentas en el cuarto; y en el quinto las intermitentes. Los nombres de fiebre pútrida y ma- ligna se han hecho equívocos en la medicina. MUMERO SESENTA Y CINCO. £,' ura cíosí general de las fiebres. Lo primero que debe hacerse en las fiebres es remover el fómes ó destruir las causas procatárticas. Segundo: espurgar y tener limpias las primeras vías. Tercero: cumplir las indica- ciones particulares. Cuarto: conservar en un justo equilibrio el movimiento de la sangre, deprimiéndolo si inmoderadamente se ecsaltare, y ejecutándolo si estuviere remiso. La primera indicación se satisface con vomitorios, lacsantes, lavativas, sudores, sangrías &c. La segunda con lavativas v alimentos tenues y nada irritantes, ni pesados, cuales son los caldos de carnero, vaca ó pollas, el atole y las almendradas. La tercera se cumple con los remedios indicados en lo particular — 114 — por cada fiebre. Y la cuarta, habiendo irritaciones de vasos y hervores en la sangre, con sangrías, crurilubios, sinapismos y remedios frescos antifebriles; mas en estando remisos los mo- vimientos y espesos los humores, con los vegigatorios y reme- dios alecsifarmacos descoagulantes. Bebidas frescas antifebriles. Toma un puñado de pimienta fresca, ó de mirto cimarrón; y con un vaso de agua muélase una ú otra yerba en un metate. Cuélese la agua y endúlcese con azúcar. ítem: Los sueros de las leches de cabras ó de vacas con es. píritus de nitro dulce. ítem: El cocimiento del palo mulato, endulzado con jarabe de manzanas. Ítem: Las aguas de borrajas, cerrajas, indivias, tomates, man- zanas, lechugas, tianguispepetla, malvas, espinosilla, cebada, yerba del oso, cortezas de cañafistola, tamarindos, tiasbirichos, &c. Pero todas estas bebidas frescas deben ministrarse tibias, Iiavativas antifebriles. Un vaso del cocimiento de mirto cimarrón, ó de malvas, ca- ñafistola, palo mulato, tianguispepetla, yerba del oso &c, con dos onzas de miel de azúcar y un pedazo de mantequilla. Bebidas antipútridas frescas. Toma los gajos de cuatro limones, limpios de sus pellejitos y cuécelos con cuatro cuartillos de agua hasta que esta se ponga agria: cuélese y tomes» á pasto. ítem: Desháganse unos tomates crudos en el cocimiento de tianguispepetla, á que quede agrio; y colado, úsese por bebida, ítem: El suero de leche de vacas cortado con vinagre, ó coo ¡os sumos de limones ó naranjas. ítem: Las aguas de tamarindos, zoconozcles, coyonozcles, timbirichos, manzanas agrias &c. ítem: Toma cuatro libras de cocimiento de cebada y mézcla- le dos dracmas de los espíritus agrios de vitriolo, nitro y azufre; y úsese por agua del tiempo. Mas si el pecho estuviere enfer- mo, se escusarán los espíritus agrios. Sinapismos. Toma de levadura bien agria dos onzas, de mostaza o-ruesa- — 115 — mente molida dos dracmas, de hojas de ruda dos tomadas: méz- clese todo con un poquito de vinagre, y estiéndase en dos plan- lillas para aplicarlas á las plantas de los piés. Cordial antiséptico. Toma una onza de la corteza del Perú gruesamente molida y cuécela en libra y inedia de agua á que quede una libra. Co- lada, endúlcese con jarabe de limones, á tomarla en medios po- zuelos, mas ó menos frecuentados, según la urgencia del mal. Tópicos alecsifarmacos, descoagulantes y estimulantes. El aceite de .Mateólo untado al corazón, á la nuca, á las ar- cas y á las ingles. Las gallinas recien muertas^ y abiertas por el espinazo; ó las cecinas de vacas sancochadas y untadas de aceite rosado aplicadas á todo el vientre. Los pichones á las plantas de los piés. Y los vegigatorios del número veinte y cuatro. Bebidas ale csifar macas descoagulantes. Las aguas de contrayerba, viperina, escorzoneras, chicalote ó cardo-santo, lengua de vaca &c, hechas sangria con vino blanco y sumo de naranjas, y endulzadas con azúcar. ítem: De cocimiento fuerte de xocoyoli cuatro libras, de ja- rabe de manzanas agrias cuatro onzas. Tómese en vasos re- petidos, mezclando á cada toma unas gotas de espíritus de cuer- no de ciervo alcanforado. ítem: De horchata de pepitas de melón cocidas hechas en agua de tomates, una libra, de polvos do alcanfor una dracma. Endúlcese con azúcar para.usarla en frecuentes cucharadas. Agua mineral á pasto en las fiebres agudas graves. Toma de antimonio diaforético usual, crémor do tártaro y polvos da cuerno de ciervo, dos dracmas de cada cosa. Cue- zanse con seis cuartillos de agtu, y alborótese para tomarla. Los síntomas febriles tienen sus particulares remedios. En el sudor copioso, en no siendo crítico, se cubrirá el cuerpo del paciente con la simiente de lino, y tomará dos ó tres veces al dia media dracma de los Polvos absoroentes en las acrimonias febriles. Toma do polvos de cristal montano, (que e.-i el chichique blan- 9 — 116 — co de las minas) y de salitre puro partes iguales: mézclalos. ítem: Se usarán las bebidas antipútridas frescas. En las ansias están indicadas las sangrías, vomitorios ó lac- santes, según la causa que las produjere. En el calor escesivo de las entrañas y frió esterior del cuerpo, se harán cortas y re- petidas sangrías; se darán suaves vomitorios; se aplicarán siria. pismos á las plantas de los piés, y se ministrarán las bebidas antipútridas frescas. En los frecuentes calofríos se atenderá á las causas para hacer los remedios convenientes. Por lo co. mun son útiles las lavativas y aun los suaves vomitorios, me- nos en algunos casos de supuración iniciativa. Las accesiones y ecsacerbaciones, se curan limpiando las pr¡. meras vías; escusando todo alimento, y apelando después al uso de la quina. A los desmayos se ocurrirá con los remedios ade- cuados del número cincuenta y cuatro. Las inquietudes, sí Ira jeren por principio una prócsima erupción, véase lo que deci- mos de las fiebres eruptivas; pero si nacen de acrimonias pútri- das, se curarán con los remedios del número cinco y treinta y cuatro. En los dolores de cabeza, y en los disvarios, mira los títulos Cefalalgia é Insania. Los desvelos se curan con los remedios frescos del número cuarenta y cinco; con las camuezas cocidas en leche de muge- res y puestas á las sienes; con el frontal anodino de la Farma. copea matritense; con los fomentos á la cabeza del cocimiento de las semillas de veleño ó amapolas; ó con aplicarle las hojas de álamo blanco, zumpantle ó tabaco cimarrón. E\frio, se combate con las bebidas alecsifarmacas descoagu- lantes, y frotando el cuerpo con paños ó cenizas calientes, ó con la unturas nervinas. El calor inflamatorio pide sangrías di- luentes, crurilubíos y bebidas lacsantes; pero el acrimonioso se cura con suaves vomitivos; lavativas, bebidas antipútridas, y re- medios absorventes. A la sed se le han de acomodar los reme dios aportunos; porque la pegajosidad de los humores pide los di- gestivos y estimulantes; la sequedad, los diluentes; y las acrimo> nias los remedios indicados en sus títulos. En las fiebres colicuativas y biliosas, los agrios son los verda- deros antídotos: en las ardientes é inflamatorias, las sangrías y bebidas frescas antifebriles: en las de acrimonia pútrida, los di- gestivos, vomitorios y purgantes, interpolando los frescos anti- febriles: en las de acrimonia acida, la moderación en el agua, y — lió- los evacuantes del vientre, con los digestivos: en las d'e resfrio, los sudoríferos: en las catarrales, el cocimiento de sasafrás y las infusiones de llores de amapolas y cortezas de limones: en las que nacen por pasiones de ánimo impetuosas, los opiados: en las malignas, los vomitorios, bebidas antipútridas frescas, y reme- dios alecsifarmacos descoagulantes: en la lipiria vertiginosa, y en la asodes con cardialgía, los eméticos: y en las sintomáticas los ausilios que indican las enfermedades que las originan. Fkukis acut.v simplex. — La fiebre aguda simple es aquella calentura que sin intervalo alguno se estiende hasta su fin, por algunos dias es sintomática ó esencial. La primera es la que pro- cede de lo 3 accidentes iuflamatonos. La esenciales la que no na- ce de otra enfermedad, y se llama efémera en durando solamente un dia ó dos, que si llega á prolongarse por seis, ocho, ó diez dias, es la cinocal; y continúa simple, eslendiéndose hasta el quin- ceno ó vigésimo dia. Las causan procatárticas son: primeras: ingestos acres, cru- dezas, empachos ó vicios en las primeras vías-. Segundas: es- cretos retenidos, en espeeial la transpiración. Terceras: cau. sas inflamantes é irritantes. Las señales que manifiestan esta fiebre son, calofríos, pulso acelerado, duro y lleno; calor y se- quedad grande de la piel, inapetencia, sed, inquietudes y dolo- res de cabeza; y en las primeras causas los signos de crudezas, acrimonias pútridas ó empachos. En el principio comunmen- te se amodorran los enfermos; pero en el incremento son tena- ces las vigilias. Estas fiebres, tratándolas bien, comunmente no son peligrosas. NUMERO SESENTA Y SEIS. Curación de las fiebres agudas simples. En las primeras causas se ministrará un vomitorio, algunas veces un* purgante suave, y los remedios de la acrimonia acida, empacho &c, interpolando los diluentes. En las segundas s« promoverán las evacuaciones detenidas; y si la fiebre fuere de constipación, se harán los medicamentos que apuntamos en el número cuarenta y cuatro. En las terceras son necesarias las sangrías mas ó menos repetidas, y las bebidas y lavativas fres- toas antifebriles. Por lo demás, se curará la fiebre con el mé- todo común que tenemos prescrito. — 118 — Fe mus acuta gravis.—La fiebre aguda grave, es aquella calentura que á mas de correr por algunos dias basta el fin sin intervalo ó periodo, tiene efectos graves que la distinguen (li- las simples. Divídese en tres especies, á haber: ardiente, ma- ligna, y ectimálica. La fiebre ardiente, llamada también causón, es aquella que acomete con un calor ardentísimo, continuas ecsacerbacioiies, sed implacable, mucha sequedad en la pie!, lengua seca y ne- gra. La causa antecedente es una inflamación violenta en toda la masa de la sangre. Las procatárticas son las inflamantes; accediendo acrimonias alcalinas que fomentan las primeras vías. Esta fiebre es muy peligrosa, y raras veces pasa del séptimo dia, principalmente si se declara la epiala ó la lipiria: termina comunmente por sangre de narices; si el esputo y la orina se arrojaren sanguinolentos, y esta fuere escasa, oscura y delga. da, las mas veces es mortal: son señales perniciosas la infhíma- cion de las fauces, los grandes disvarios, el tudor y rubor de la cara, y la diarrea que no alivia. La fiebre simplemente maligna, es aquella en que repentina- mente se abaten las fuerzas, el calor esíerno es poco, el pulse se halla oprimido, la lengua negra, y las evacuaciones todas ca- si se detienen: la orina ordinariamente sale encendida, hay mu- chas ansias, inquietudes, temblores, modorras, y otros graves síntomas que denotan la causa que la produce, que es un vene- no narcótico engendrado en la sangre, ó trasferido de otias par- tes. Se engendra en la sangre, por aparato de humores cor- rompidos, retenidos, mal fermentados v de ruines principios; ó por falta de muchas bebidas frescas en las fiebres ardientes: vie- ne de otras parles por los vapores que se reciben en los luga- res poco ventilados, encharcados, húmedos, sucios ó de ma¡ olor; por alimentos estraños y de mala digestión, ó ingestos be- néficos. Esta fiebre es de .sumo riesgo. La diarrea que no*al¡via,e! dolor fijo en cualquiera parte del vientre, la sangre á gotas e> casas por las narices, y la sordera en el principio del mal, or- dinariamente son moríales, así como el pulso trémulo y la m"' danza estraña de los ojos. La fiebre eclimática, es aquella en que se aparecen erupciones por la superficie del cuerpo, las cuales son de tres maneras,e/lo- recentes, esantemáticas, y pustulares. Las erupciones eflorecen — 119 — tes son las manchas que nacen después de comenzada la fiebre lo cual acontece en la Purpurada, Petequial, Miliar, Porcelana Escarlatina, y Sarampión. Los esa.nt.emas, son unas pequeñas elevaciones que se despar- raman en varias partes del cuerpo, como sucede en las viruelas. Las erupcionespustulares son los tumores grandes inflamato- nos, que durante la fiebre so aparecen, como parótidas, aposte- mas, bubones, carbluncos, érc. La fiebre purpurada, es la calentura que acompañada de ca. lofrios y ecsacerbacioiies, arroja algunas rosetas ó pringas en- carnadas en varias partes del cuerpo. Nace de humores cor- rompidos en las primeras vías. Ordinariamente no es peligro- sa esta fiebre. La petequial, llamada vulgarmente tabardillo, es aquella gra- ve calentura en que se aparecen muchas pequeñas manchas co- mo piquetes de pulgas, que llaman petequias, y se originan del desprendimiento de la parte roja de la sangre: las señales que demuestran su futura erupción son las ansias y opresiones del pecho, poco después de haber comenzado la fiebre. Deben sa- lir al cuarto dia, ponerse rosadas, después poco á poco hacerse pálidas y desvanecerse. Mas en saliendo mas tarde, ó ponién- dose acardenaladas ó negras, ó desapareciéndose repentinamen- te, anuncian la muerte. La fiebre miliar se caracteriza por una erupción de granitos blancos, á manera de mijo, que destilan una materia amarilla y corrosiva, son síntomas ordinariamente de una fiebre malig- na, los cuales no admiten la supuración. La porcelana trae sobre el pellejo varias vetas largas, que co- munmente son críticas. K\ sarampión es una fiebre que acomete el primer dia con re- petidos calofríos; en el segnndo crece por momentos la calentu- ra, con to? molesta, estornudos, modorras, dolores de cabeza, hinchazón de garganta y destilación de ojos y narices; en el ter- cero dia comienzan á brotar unas manchas rojas, como piquetes jo pulgas juntas en racinos, primero en la cara, de ahí en el pe- cho, vientre, piernas y demás partes del cuerpo. Dura la sali- da dia y medio cuando mas, y se disipan ó convierten dichas eflorecencias en pequeñas y delgadas escamas al cabo de dos ó mas días. Pocas veces peligran los enfermos de esta enferme- dad, sino es cuando se junta la fiebre maligna. — 120 — La.fiebre escarlatina es aquella en cuyo fin, y algunas veces en el principio, se descubren sobre el pellejo muchas manchas rojas, que tienen el génesis de la erisipela. NUMERO SESENTA Y SIETE. Curación de las fiebres agudas graves. Es importantísimo poner el mayor cuidado en descubrir y distinguir estas fiebres, para acertar á curarlas. Todo lo que interrumpe la transpiración, como son los aires fríos y húme- dos, la agua fria intempestivamente tomada, y la vida poltrona y sedentaria en los cuerpos bien nutridos, junto con lo que agita demasiadamente la sangre, vuelven al suero de este hu- mor glutinoso, y ponen los vasos en un grande eretismo, de lo cual nace que las cscreciones se minoran, la parte sutil de los fluidos se disipa, la sangre se hace correosa, y resulta \afiebre ardiente. La falta de alimentos, la mala nutrición, el uso de comidas y bebidas ácros y volátiles, y los aires estivos poco ventilados ó acrimoniosos, vuelven las sales de nuestros humores álcali- cas y corrosivas, capaces de separar les glóbulos rojos de la sangre que son las causas de las ejlorecencias. El origen de las fiebres simplemente malignas hemos ya esplicado. De to. do lo cual se deduce la diversidad de métodos curativos con que deben tratarse estas fiebres. Y así en las calenturas ardientes se menudearán las sangría?, bebidas antipútridas frescas, y las lavativas antifebriles; res-pi- rará el enfermo un aire puro y fresco, y se le aligerará de ropa. En las simplemente malignas, la primera atención ha de ser el tener limpias las primeras vías con vomitorios y lavativas lac- santes, descargando el cuerpo de los malos humores que domi. nan. Que si la malignidad trajere su origen del defecto ó es- casez de bebida en las fiebres ardientes, se usarán en abundan- cia las aguas triacal de Salas ó cordial templada, acompañadas de las frescas antifebriles. Después, todo el cuidado se ha de poner en animar los líquidos espesos, con los remedios alecsi- fármacos descoagulantes, y sinapismos, escusando cuanto sea posible los cáusticos. En las fiebres ectimáticas ó eruptivas, se desahogarán en el — 121 — principio las primeras vías, con vomitorios y lavativas emolien- tes; y si el movimiento de la sangre estuviere muy impetuoso, se harán en el principio una ó dos sangrías. Por lo demás, se corregirá la alcalecencia de los humores con las bebidas anti- pútridas frescas y cordial antiséptico, menudeando este en las petequias. Verificada la erupción, ha de irse con gran tiento en las lavativas, ó generalmente pueden omitirse por temor del re- trocedo, cn¡cuyo caso se echará mano de los alecsifarmácos des- coagulantes, y de los siguientes: Polvos ex las erupciones dificultosas. Toma de antimonio diaforético usual, de sal de cardo-santo y polvos de raspaduras de cuerno de ciervo, partes iguales de cada cosa: mézclense y tómense dos escrúpulos en agua de flores de saúco las veces que se hubieren menester. En la fiebre purpurada, la indicación es cuidar del estómago y tener limpias las primeras vías. El sarampión ha de tratarse como las viruelas benignas. La escarlatina tiene la misma cura que la erisipela. Fhbuis i'kstilextiales, pestis, epidemia. La peste ó epi- demia es una calentura infestísima á la humanidad, que inun- da todas las regiones por tiempos indefinidos. Nace de un veneno invisible, que comenzando en el aire, particularmente austral, se propaga comunmente hasta encontrar con el bóreas, que enteramente lo deprime y sofoca, en cuyo medio, insinua- do en los cuerpos por inspiración, ingestión, ó contrectacion, destruye los espíritus y corrompe los humores, causando des- mayos, modorras, convulsiones, efiorecencias, esantémas, tumo- res malignos, tiricias, hemorragias, y otros infinitos males. Esta constitución del aire las mas veces se origina de las ecshalaciones corrompidas, escasez de lluvias, vapores por lar- go tiempo encerrados, frutos podridos, uso de alimentos estra- ños en el pueblo, humedades estancadas, lugares venenosos, suciedades detenidas, y egestiones de cuerpos mal nutridos. NUMERO SESENTA Y OCHO. Curación de la peste. La epidemia ó fiebre pestilencial, que caracteriza el pueblo con los nombres de matlazagualt, cocolistli, alfombrilla, tabardi- — 122 — lio, y otras cosas semejantes, según los síntomas que prevale. cen en ella, generalmente ha de curarse con el siguiente mé. todo. Luego que acometiere el mal, se ministrará un vomito. rio, y si la calentura fuere ardiente, se harán una ó dos san. grias, usando á consecuencia un sudorífero; mas en siendo ma. ligna la fiebre, después del vomitorio (omitidas del todo las sangrías) se darán las bebidas alecsifarmacas descoagulantes. El uso constante de estas bebidas, de los sinapismos, y de los tópicos alecsifarmacos del número sesenta y cinco, hacen en el progreso la curación de estas fiebres. Las lavativas (escep- o en el principio, ó en tal cual caso muy urgente) aun están. do estreñido y duro el vientre del enfermo, comunmente son dañosas. Generalmente debe creerse que Ja continuación de ías ayudas en las fiebres manchadas, es el duende estermiiia- dor de la humanidad en las epidemias, sin embargo de ser muy favorable su frecuencia en otras calenturas. En los retrocesos de las erupciones grandes, coagulaciones, postración de fuerzas y afectos soporosos, se aplicarán cáusti- cos á las piernas, brazos, nuca, ó espaldillas; se ministrará el cordial antiséptico, y se hará que huela el enfermo con frecuen- cia vinagre alcanforado. Para supurar los grandes tumores, se aplicará la miga de pan en leche, con flores de manzanilla, ce- bolla cruda menudamente picada, y manteca de puerco. Abier- tos los tumores se curarán con el siguiente: Ungüento detersivo en los abcesos malignos. Toma dos onzas de ungüento de Isis, dos dracmas de triaca, y media onza de bálsamo de azufre trementinado: mézclalo todo. La cura preservativa de la peste, estriva principalmente en huir de los lugares infestados. Mas el método de curar los pueblos ya apestados es: limpiar las calles, plazas, albañales, carnicerías, establos, y otros sucios semejantes parages, arro- jando lejos las inmundicias; impedir la entrada y comunicación de los enfermos con los sanos: enterrar los muertos en el canr po, y quemar mucha leña gruesa en todas las casas y edificios: las casas se regarán con vinagre y se poblarán de sauces y ro- sas. Y las gentes se fomentarán á menudo las sienes, frente, boca y narices con vinagre. Febris lenta.—La calentura lenta es una fiebre suave, con- tinua y crónica, á veces con edemas en el cuerpo y disposício- — 123 — nes caquécticas; otras con sequedad en la piel y un aire de consunción. La causa inmediata es el hervor del jugo de los nervios. Las antecedentes son: debilidad de los nervios; san- gre sucia ó mal complccsionada; y crudeza ó espesura de la linfa. Las procatárticas son: Primeras: acrimonias acidas, nacidas en los vasos de la digestión, y después mezcladas con la sangre. Segundas: acrimonias alcalinas en las primeras vías. Terceras: abcesos ó úlceras, principalmente en el pulmón. Cuar- tas: cscreciones detenidas, y humores venéreos, escorbú'icos, escrofulosos ó semejantes. Los signos de la primera procatársis son: mal cocimiento del estómago (sin embargo de la mucha hambre que suele escitar- se, efecto do las lombrices que á veces causan estas acrimo- nias) pulso frecuente, disposiciones caquécticas, lienteria ó ce- liaca &c. Las segundas causas se conocen por el pulso febril, calor acre, tención y sequedad de la pie!, vicio en la digestión, ecsacerbacioiies después de haber comido, ansias, tos seca y consunción de las carnes. Las terceras se descubren por las señales que apuntamos en sus títulos. Y las cuartas, por la intempestiva supresión de los monstruos, sudores, diarreas, lo- quios, gálico y otros humores detenidos que acrimonian la sanare. El pronóstico se saca de las causas y del grado en que se halla la enfermedad. Si la causa fuere antigua ó alguna ptisis declarada, habiendo supuraciones ó depósitos grandes en las entrañas, el mal es irremediable. Los sudores nocturnos cons- tantes, la diarrea colicuativa, los ojos hundidos, las uñas encor- vadas y la atrofia, son signos mortales. NUMERO SESENTA Y NUEVE. Curación de las fiebres lentas. Para curar estas fiebres, es preciso combinar varias indica- ciones, porque la fiebre por sí ecsige los remedios frescos an- tifebriles, y las causas se curan muchas veces de distinta mane- ra. Y así en las acrimonias acidas se instituirá un régimen de alimentos nada indigestos ni irritantes, como sopas de car- nes tiernas y blancas, cremas de arroz, poleadas &c: se minis- trarán uno ó mas vomitorios con la ojimiel compuesta, ó la — 124 — simple con polvos de contrayerba: se tomarán las veces quo fueren menester las minorativas del número tres: se entablará el Uso del suero de mostaza, ó solo ó con triaca y polvos de con- trayerba, y por bebida común los caldos de pollo aperitivos: se hará ejercicio á caballo; y si el mal fuere rebelde se aplicarán cáusticos á las pantorrillas, brazos ó espaldillas, dejándolos purgar por mucho tiempo. En las acrimonias alcalinas se ministrarán repetidas veces las minorativas frescas, y se instituirá la cura de la fiebre hec- tica que vamos á proponer. Esta calentura se caracteriza por una estenuacion febril habitual, sudor pegajoso, ó suma seque- dad y calor que abraza. Tiene dos grados: el primero es en ti que simplemente acometen los síntomas referidos; y el se- gundo, cuando habiendo estos llegado á lo sumo, resulta la diar- rea y los sudores cualicuativos. En el primer grado, se establecerá un régimen tenue y fres- co; se combatirán las causas, no perdiendo de vista la fiebre; se harán una ó dos sangrías; se ministrarán algunas suaves mi- norativas; se tomará por largo tiempo la leche de burras ó la de vacas mediada con el cocimiento de raspaduras de cuerno dn ciervo ó los caldos de pollo y las bebidas antipútridas frescas; se darán baños de leche, de agua fria, ó con los cocimientos do yerbas frescas; ó ai el enfermo estuviere muy obstruido, con orina da muchachos; y se frotarán á las espaldas las Unturas antihécticas. Toma iguales partes del sumo ó babaza de las pencas del nopal cimarrón, ó de tuna tapona, de leche de vacas y unto de puerco. Cuezase todo junto hasta «píese consuma la hume- dad, y mézclese después un poco de aceite de almendras. ítem: De tútanos de ternera, bien limpios de sus pellejitos y lavados en agua rosada, dos libras; de aceite violado, leche y agua rosada, media libra de cada cosa; de polvos de diatraga- canto frío dos dracmas, mézclese bien todo. ítem: De aceite de almendras sin fuego dos onzas, de sumo d8 limones media onza: mézclalos. ítem: El ungüento de maravillas blancas, ó los jitomates ó tomates reventados. ítem: La sangre de tortugas recien muertas, untada al espi- nazo y arcas. — 125 — ítem: Se hará un cocí mentó de rosa y ninfas, que son los tos- tonsitos de las acequias, y se le echará una pella de unto, de- jándola á que se acítronc. Sacada y enjugada, se revolcará en los aceites rosado y violado, con la cual se cald eará al enfermo desdo la nuca á los talones. Que si el mal fuere rebelde, se instituirán los baños de jhierra poniendo á los enfermos enteramente desnudos diariamente den- tro de hoyos nuevos, en tierra virgen, seca y sombría, y cubrién- dolos por una hora hasta el pezcuezo; sujetándose el paciente al régimen de vejetales tiernos, media leche y carnes de ajo- lotes. En el grado segundo de la hectica y en las úlceras internas, fuera de lo dicho, chupará el enfermo en frecuentes cucharadas el mucilago de la goma mangle, usando al mismo tiempo la me- dia leche con el cocimiento de cala uala y los restringentes frescos roborantes. Mira el título Phtisis. Las cuartas causas de las calenturas lentas se curan según sus indicaciones, con el ejercicio á caballo ó con el régimen fresco. Febris ir-íTiumiTKXs. — Los fríos, es aquella calentura que repite por períodos. Divídese esta fiebre en errática y constan- te. La primera es la que no guarda orden alguno en las acce- siones; y la segunda, la que las tiene teguladas. Llámase dia- ria la fiebre en que todos los dias repiten los parosismos; tercia- na, cuando al tercero; y cuartana, cuando al. cuarto &c. Estas mismas pueden ser dobles, en doblándose los accesos (como si en la diaria repiten dos ó tres veces en el dia; v en Ja terciana, correspondiendo el primero al tercero, el secundo al cuarto &c.) Finalmente, llámase subintrante aquella liebre in- termitente cuyos parosismos se alcanzan, esto es, si apenas concluido el primero invade inmediatamente al segundo. La causa inmediata de la liebre intermitente, es la afluencia de acrimonias tenaces alcalinas ó acidas, en una sangre infició- nada do semejantes materiales. Las antecedentes sonlastrans. píraciones detenidas y las sangres pegajosas. Las procatárti- cas son: Primeras: abusos en los alimentos-, bebidas y frutas in- digestas. Segundas: humores biliosos y espesos, emanados del hígado y primeras vías. Terceras: humedades recibidas ó vien tos frios y húmedos. invade ordinariamerte el ii sulto de la fiebre intermitente coa — 126 — bostezos, quebrantamientos del cuerpo, amarillez y frialdad en los estremos, calofríos, temblores, ansias, orina cruda y pulso frecuente y concentrado: entran después los efectos de una fie- bre ardiente, sed escesiva, sequedad de la lengua, mucho calor; pulso lleno, orina encendida &c. Termínase la accesión con un sudor copioso. Fuera de estos tiempos la orina sale del co- lor de los ladrillos. De lo dicho se infiere, primero: el vicio previo de la sanare para suscitar los parosismos. Segundo: que estos no se veri- fican mientras no se acumula toda la cantidad necesaria. Ter. cero: que dichos materiales sou pegajosos y entran de golpe en la sangre, pues interceptan el círculo, causando los efectos del frío. Cuarto: se deduce que en el hervor de la fiebre se funden las materias, hasta convertirse en sudores copiosos y orinas lac tericias. Ninguno peligra de este accidente sino en el tiempo del frió. Durando mucho los fríos, resultan tiricias, hidropesía y otros males graves. NUMERO SETENTA. Curación sle las fiebres intermitentes. En estas calenturas siempre ha de atenderse al estómago: las purgas hacen mas fuertes y dobles los fríos: pasada la acce- sión, ha de hacerse mucho ej jrcicio por tierras secas y calien- tes. El fresco esterior en las tercianas es dañoso; en los cuer. pos secos y cálidos son necesarios los remedios diluentes y hu mectantes; en la terciana esquisita, pasada la segunda accesión comunmente aprovecha una sangria; la terciana doble pide loa remedios suaves aperitivos; durante el parosismo debe escusar- se el alimento y tomarse mucho suero cortado con agrio de na- ranjas. Los fríos generalmente so curan de la manera siguiente: se pondrá el enfermo al régimen de alimentos nobles y de fácil digestión, evitando siempre el esceso eu la bebida, y procuran- do que esta sea una infusión de 3'erbas estomacales y aperiti- vas; se le ministrará el siguieute vomitorio: toma una taza cal dera de sumo de naranjas, y mézclalo con dos cucharadas de sal común. Bébase, é instando el vómito, se ayudará con seis 6 6iete vasos de agua tibia. Después tomará el enfermo tres ve- ces en el dia, fuera de la accesión, un escrúpulo de los siguientes: — Í27 — Polvos digestivos y aperitivos. Toma de polvos sutiles de flores de manzanilla una onza, de sal de agcnjos media onza, de antimonio diaforético dracma y media: mézclese todo muy bien. En el intermedio de tiempo que se usaren estos polvos, se dará otro vomitorio, compuesto de un escrúpulo de hipecacua- na y diez granos de sal de agenjos, ayudando al vómito con el siguiente: Cocimiento contra los fríos. Toma i-eis naranjas con sus cortezas, que estén medias ver- des; hazlas menudos pedazos, y cuécelas con veinte libras de agua á que queden trece. Si el mal durare, eu amenazando el frío, se frotará al espina- zo con la .siguiente: Untura contra los fríos. Toma de aceite de olivas y vino blanco una libra de cada uno; de hojas tiernas de ruda y estaíiate, de flores de romero y rosa un puñado de cada cosa: cuezanse á fuego lento hasta la con- sunción de la humedad: colado el acuite, se le derretirá un pe- dazo de cera blanca para formarlo ungüento. Comenzando el frío, se tomará media dracma de sal febrífu- ga disuelta en agua libia, ó un cocimiento fuerte do contrayer- ba con seis pinacates vivos. En los fríos diarios se tomará tres veces al dia un vaso de me- dia leche de mugeras con agua de cebada; y luego que empie- ce el frío, se aplicarán sin intermisión á todas las coyunturas del cuerpo ¡as flores del floripondio. Si á pesar de estos ausilios se mantuvieren los frios, podrá ministrarse ti gran remedio de la quina. El modo de usarla, previas las diligencias referidas, es el siguiente: Pildoras de quina contra los fríos. Toma seis dracmas de polvos sutiles de quina y media de flo- res de sal amoniaco. Con la babaza de la goma de alquitira ó del nopal, fórmense pildoras doradas para tomarlas en tres ve- ces distintas, antes que acometan los frios, ó se tomará la si- guíente: Conservilla para lo mismo. Toma de polvos sutiles de quina una onza, de sumo de naran- — i2a — jas y miel rosada lo que bastare á formar un electuario para usarlo en tres tomas. Los que fueren de complecsion cálida y reseca pueden tomar la quina en suero, ascendiendo (en distintas veces) su cantidad á seis dracmas. En el tiempo de la quina, y aun algunos dias después, se beberá mucha limonada nevada. A los niños se lea hará y repetirá la siguiente: Lavativa en los frios de los infantes. Toma de polvos sutiles de la corteza una dracma, do agua fria tres onzas: mézclalos. Finalmente, muchas tercianas se curan sin mas medicamen. tos que mudar de c'imas, usar el tepachi por bebida ordinaria, y abstenerse de! agua y las frutas Flatus.—Los flatos son unos vientos que se engendran en lo interior ó en el hábito del cuerpo, produciendo eructos, dolores repentinos, cmbaramientos, tensiones timpaníticas frialdades, movimientos convulsivos &c. La causa inmediata es un airo encerrado en materia espeso y fermentada. Las anteceden- tes son debilidades ó embarazos de las entrañas del vientre. Las procatárticas, crudezas acidas, caquejias, acrimonias alca- linas, obstrucciones y convulsiones del vientre, humores histé- rico s ó hipocondriaco?, y vientos o frialdades recibidas, estan- do caliente el cuerpo. Esta enfermedad, aunque no es mortal por sí sola, pero mu. chas veces se hace muy proíerva, dificultándose su curación complenta, particularmente en los viejos, en los hipocondriacos v en las histéricas. NUMERO SETENTA Y UNO. ILa curación «le los flatos. Para curar los flatos, es preciso atender á la procatársis ó á las causa eficientes que los origina: Y así en las crudezas aci- das se hará lo que propusimos en los números siete y once; so dará un vomitorio, si se hallare conveniente, y se echará la si- guiente: Lavativa carminante ó contra los flatos. Toma una taza de caldo común de enfermos, cocido con tres — 129 — tomadas de flores de manzanilla y una de semilla de eneldo: cuélense y mézclensele cuatro cucharadas de miel prieta, En las caquejias se establecerá la cura del número treinta y seis, y el uso de las siguientes: Golas carminantes y anodinas. Toma de elicsir de propiedad y de espíritus carminativos una dracma de cada cosa; de espíritus de cuerno de ciervo succina- do media dracma, de láudano líquido un escrúpulo: mézclese todo muy bien, á tomarse diariamente quince ó veinte gotas en caldo, ó en alguna infusión estomacal. Las acrimonias alcalinas se curan como dijimos en ol núme- ro tercero. Lo mismo ha de practicarse con las demás causas que producen los flatos. Mira sus títulos correspondientes. En los dolores sin fiebre repentinamente suscitados, aires vio- lentos ó frialdades recibidas, se abrigará al enfermo; se le ha- )á pasar una taza de la infusión bien caliente de flores de saú- co ó manzanilla, ó de la simiente de anis; frotándola las partea enfermas con las unturas nervinas ó los siguientes: Tópicos carminantes. El ungüento de altea con el aceite carminativo, aguardiente alcanforado y polvos de semilla de acocote. ítem: Las pencas de závila asadas y abiertas por el medio. ítem: Los redaños de carneros revolcados en los aceites car- minativos, con agua de la reina de Ungría, ó aguardiente. ítem: Baílelas mojadas en cocimiento de orines con manza- nilla. ítem: Paños calientes zahumados con romero, salvia ó alhu- cenia. ítem: Saquilios llenos de salvado, sal y flores de manzanilla, bien calientes. Que si el flato venciere la fuerza de los carminantes, se apli- carán ventosas con mucho fuego. Fmjon :.iulikuris, leucokrhoea.—YA flujo blanco délas mu- geres es una evacuación por la boca de la madre, mas 6 me- nos crasa, abundante y lactigínosa ó amarilla. Las causas son: primeras: acrimonias acidas y disposiciones caquécticas. Se- fundas: acrimonias alcalinas. Terceras: aglomeración ó peso de la sangr; en los vasos uterinos. Cuartas: dilaceracion, las- — 130 — timadura, relajación ó irritación de los vasos linfáticos, que se desparraman en el centro del útero y cuerpo de la vagina. Las señales que demuestran las primeras causas son: color amarillo del cuerpo, carnes blandas y algo hinchadas, debilidad, caimiento, malas digestiones y menstruos descoloridos. Las se- gundas se caracterizan por sus signos generales; por el ardor, calor y comezón que se sienten en las partes naturales; y por lo recocido, amarillo y acre del humor. El profluvio que nace de las terceras causas, se conoce porque los cuerpos están car- uosos, pletóricos ú obesos; la sangre menstrual es escasa, y el flujo copioso y glutinoso, y nada graveolent-". Las cuartas cau. sas se barruntan por la escrecion muy delgada y por los dolo- res de caderas, habiendo precedido golpes, lujaciones, congre. sos improporcionados, abortos frecuentes, partos difíciles &c. El flujo blanco se distingue de la gonorrea, en que ésta no se para durante el curso de los menstruos, lo cual no sucede en el flujo blanco; á mas de la inflamación, ardor de orina y puru- lcncias que acompañan comunmente á la gonorrea. Las pur- gaciones originadas de úlceras en nada se equivocan con el ña- jo blanco, porque salen siempre saniosas, purulentas y fétidas, acompañadas de grandes dolores, ardores y fiebre lenta. El flujo blanco es accidente, que prolongándose mucho se hace difícil de curar, vuelve estériles á las mugeres y causa prolapsos, debilidades, enflaquecimientos y caquejias graves. Si se detiene sin tiempo, produce hidropesías, flujos copiosos de orina, convulsiones &c. NUMERO SETENTA Y DOS. Curación de! fíajo Sí3:asico de Sas ¡mugeres. Para curar esta enfermedad, es necesario abstenerse de la venus, del demasiado ejercicio, y de las cosas acres y flatulen- tas, junto con moderarse en el uso de los baños y remedios pur- gantes y diuréticos. La curación debe rodar sobre los cuatro órdenes de causas que hemos apuntado. En las primeras se instituirá la cura de la Chlorosis, y se practicarán los remedios aperitivos, junto con el diario uso de la siguiente: Lavativa conrla el flujo blanco de las mugeres. Toma media libra de miel de azúcar hecha en cocimiento de — 131 — manzanilla, betónica y torongil, y dos dracmas de polvos de agárico: mézclalos. Pasados algunos dias, se darán uno ó dos temazcales, y se harán friegas ásperas por todo el cuerpo con cenizas comunes ó con paños calientes, tornando por bebida ordinaria la agua de cal destilada, ó la termal calcífera. En las segundas causas se establecerá la dieta fresca necesa- ría en las acrimonias alcalinas, y se harán algunas sangrías y baños, procurando que los diluentes sean un tanto restringen. tes, como la capitaneja, rosa, xocoyoli &c, y tomando á todo pasto las aguas termales de alumbre. Las terceras causas piden mucha moderación en las comidas y bebidas, sangrías, purgas, y el uso constante de los marcia- les. Las cuartas so curan con los medicamentos vulnerarios y restringentes roborantes; como son las yerbas de ortiguiila y capitaneja, la leche do ovejas; el magisterio de corales, ó los polvos de la goma de Sonora en agua espirituosa de canela y claras de huevos &c, y los emplastros confortativos y restrin- gentes á las caderas. Sin embargo de lo dicho, ha de advertirse, que el flujo ordi- nanamente no cesa mientras no se suspenden los remedios. No quiero decir que estos son inútiles, sino que pasado algún tiem- po de su uso, se haga un largo paréntesis en la curación, para que aquietados los fluidos puedan ocuparse en sus destinos; y sosegadas las vibraciones de los vasos, se proporcionen estos á fungir sus resortes naturales. Las mugeres que adolecen fácil- mente de esta enfermedad, deben sujetarse á los alimentos se- cos, abandonando las frutas y cosas jugosas. Ganos.-ve.ya.—L i gangrena es aquella enfermedad en que las partes se ponen mas ó menos sensibles, amoratadas, negras y con hedor de cuerpos muertos. Sphacklus, eltiomenus, si- dkkatio necrosis, os la total mortificación ó inanimación de alguna parte. La causa inmediata de estos males es, la inicia- tiva ó entera destrucción de los tegidos naturales. Las antece- dentes son: carnes blandas y humores mal nutridos y espesos; ó carnes secas y complecsiones viliosas ó adustas. Las eficien- tes son: primeras: remedios repercusivos, venenos narcóticos, estancamientos de humores, y fiebres malignas. Segundas: in- flamaciones, contusiones, ó compresiones graves, así internas 10 — 132 — como esternas; erisipelas, quemaduras, cáusticos, venenos di. solventes y corrosivos, y fiebres ardientes. Terceras: frios in. tensos. La gangrena es interna ó esterna. La primera se conoce por- que precediendo las causas mencionadas, sin señales de supu. ración ni resolución, se abaten las fuerzas, entran desmayos, el pulso se pone intermitente, resultan petequias amoratadas ó ne. gras, estertores, convulsiones, dolores graves, ó vómitos perti. naces negros, verdes &c. ha. gangrena esterna se manifiesta, porque con las causas di. chas se levantan algunas vejiguillas, cuyo cimiento comunrnen- te es negro; ó las partes hinchadas se ablandan demasiado, y es la gangrena húmeda; ó se resecan y hacea pegajosas, lo que constituye la gangrena seca; y en las causas terceras se ponen ruborosas y con mucha comezón. Que si después de estos sín- tomas llegan del todo á morirse las partes, destilando algunas veces un licor amarillo y fétido, ya es el esliomeno. La gangrena es enfermedad peligrosa, y pide pronto socorro: en los hidrópicos y tísicos es mortal: las evacuaciones negras la anuncian en los males habituales: lo morado, negro, seco, 6 lodoso de las úlceras lo indican. El círculo rojo que rodéala parte gangrenada significa que lo malo está separado de lo sano, El esfacélo no tiene cura, y solo con la amputación hay es- peranza de escapar la vida: el de los estremos del cuerpo en los viejos, pronostican la próesima muerte. NUMERO SETENTA Y TRES. Caseación de sa gangrena. Luego que la gangrena esterna re manifestare (no habiéndo- se originado por haberse helado los miembros) se harán inci- siones en toda la parte dañada, ecsimiendo todo lo proscrito, lo cual de nuevo debe hacerse, siempre que la curación 'se repita. Después si la causa fuere cuagulatoria ó maligna, se aplicarán repetidas veces fomentos á la parte, del cocimiento de la cor- teza peruana, mezclándole unas gotas de espíritus de vitriolo, nitro ó sal dulce; ó con los cocimientos de yerbas amargas sa lados: también se ministrará cada cuatro horas una dracma de quina en alguna bebida elecsifarmaca. Mas en siendo la infla- — 133 — macion ardiente, se curará como la erisipela, tomando la cor. teza en bebidas antipútridas frescas, y fomentando la parte con el cocimiento de la yerba de! pastor (llamada con otro nombre dul cáncer) con eslracto de Saturno. Si el esfacélo se temiere, se enjugarán las sajas con la agua triacal y sal amoniaco: en apareciéndose alguna mancha negra, se aplicarán compresas mojadas en la tintura de mirra, sola ó con la agua fagedenica; ó un lienzo con bálsamo de copaiva. Dichos medicamentos de- ben continuarse, hasta que comiencen las purgaciones. Los do- lores que originan son bien útiles para reanimar y supurar las partes. Si no obstante esto, la enfermedad no cediere, se harán man profundas las incisiones, aplicando después unas planchuelas con el siguiente: Ungüento supuratorio en el esliomeno. Toma dos onzas de ungüento egipciaco, de los aceites de pa- lo y de trementina media onza de cada uno, de la agua fagede- nica ires dracmas: mézclesele todo. Conservándose aun rebelde el mal, se curará con la mante- ca de antimonio; que en no valiendo, se apelará al cauterio. Luego que en los bordes de la escara apunte la supuración, se menudearán las incisiones, y la úlcera se curaiá con los di- gestivos animados y balsámicos, concluyendo con el ungüento Isis mezclado con bálsamo de copaiva. La amputación es da- ñosa, mientras no se declarare el esfacélo. Y en llegando este caso, ha de hacerse la incisión hasta lo vivo, estableciendo la cura quo hemos propuesto, menudeando el cordial antiséptico del número sesenta y cinco. Los perniones ó zabañones son aquella gangrena de piés y manos, que nace del mucho frió. Cúrase comunmente con la cataplasma de na vos cocidos. Mas si fuere grave, se aplicarán lienzos mojados en la agua vejeto-mineral, añadiéndole poco á poco aguardiente alcanforado, hasta que venga este á quedar solo, con loque se perfecciona la cura, no faltando interiormen • te los cordiales. La gangrena interna se cura como las fiebres pestilenciales, ó tabardillos. Giygivarum morbi.—Las enfermedades de las encías. Como estas partes son glandulosas, y consiguientemente muy hume- das, se ha de escusar en lo posible la supuración, porque esta — 134 — muchas veces pasa á cancro, gangrena, ó úlceras pertinaces. Por la misma razón prueban bien los remedios que son algo se. cantes y restringentes. NUMERO SETENTA Y CU vTRO. Duración de los niales de las encías. En la párulis ó inflamación de estas partes, se instituirá la cura del número noventa; se alimentará el enfermo con leche v lacticinios, y tomará frecuentes buches de agua rosada, ó de le- che cocida con rosa; se aplicarán alan encías lienzos delgados, mojados en una conservita, compuesta de babazas de semilla de membrillos, azúcar candi y polvos sutiles de flores de malvas ó de violetas; ó se frotarán con jitomates ó tomates reventados, Estos remedios convienen igualmente en las escoriaciones. Mas si éstas nacieren de acrimonias empireumáticas, se tomarán bu. ches de vinagre, agua rosada y polvos de alumbre. En lo fo- fo ó esponjado de las encías se harán los remedios que fijan te dientes del número cincuenta y cinco, ó se untarán con miel rosada amasada con polvos sutiles de capiraneja, de encino co- lorado ó de salvia con alumbre quemado. El tabaco mascado preserva de putrefacción las encías. Linimento para las úlceras y disposiciones cancrosas de las encías. Toma partes iguales de polvos sutiles de las gomas de ma- gueyes, mesquites y nopales, ce-adrada pura, capitanejo, capar- rosa y alumbre quemados. Amásalo todo con sumo de raices de lirios, y déjalo secar al sol para hacerlo polvos. Toma una dracma de estos polvos, y mézclalos con una onza de miel ro- sada para untar á menudo las encías. La capitaneja sola en co- cimiento ó hecha polvos, es también útil para estos males. ítem: El ungüento egipciaco,compuesto &c. En el mal de loanda y en el gálico se ha.an los remedios que prescribirnos en sus títulos. Gonokhhoea.—La gonorrea ó purgación, es una escrecioa por el caño de la orina, de humor blanco y algunas veces ver- de, espeso ó delgado, mas ó menos abundante. Las causas que anteceden son las inflamaciones, irritaciones ó debilidades de las próstatas ó glándulas que están situadas en el cuello déla vejiga déla orina. Las proca árticas son: primeras: humor ve- — 135 — néreo, por el congreso impuro en tiempo de los menstruos ó con persona infecta. Segundas: bebidas, comidas ó ingestos alca. leceníes. Terceras: acrimonias acidas, disposiciones caquéc- ticas ó relajaciones de las próstatas. La gonorrea que nace de la primera causa, llamada vulgar- mente de garabatillo, se conoce porque hay sumo ardor en la orina, la glande se inflama, la purgación de blanca pasa á ser verde, y el pene se erige y encorva con mucho dolor y priapis- ino. En las segundas causas los efectos dichos son moderados: l'hi las terceras, el flujo es acuoso, blanco y habitual, sin dolor, ardor ni inflamación; el estómago está débil, y hay señales de ' crudezas y caquejias. La gonorrea que sin tiempo se detiene, acarrea muchos daños. I NUMERO SETENTA Y CINCO. Curación sle ¿a gonorrea. | En las primeras y segundas causas, si el mal fuere muy vio- ciento, se harán una ó dos sangrías mas ó menos copiosas, según 1(lo ejecutivo del mal, lavativas y minorativas frescas, inmersio- .nos y fomentos anodinos á las pudendas; como del cocimiento de leche con adormideras, ó de linazas con raices de malvabis- co &c; unciones á las ingles, empeine, hígado y ríñones con lü'el ungüento diurético, ó el del nopal del número sesenta y nue- ¡p;ve; y se ministrará con frecuencia la horchata fresca ó la pósi- „ mi para suavizar los ardores de la orina que ponemos abajo. (EI alimento será tenue y nada irritante, como leche, atole y al- |mendradas. Que si el mal siguiere, se tomarán uno ó dos pur- gantes mercuriales; y se concluirá Ja cura con baños de agua .;tíbia y la emulsión restríngeme de abajo. t Mas en no siendo muy ejecutiva la enfermedad, después del uso de los diluentes y frescos, se tomarán los # Remedios que consumen la gonorrea. El cocimiento de la raiz de pegape^a, que también llaman jaz- e'rnin cimarrón, tomado en ayunas y al caer el sol. rít ítem: La agua miel de magueyes cocida con raices de pere- ;*gil y malvas, usada del mismo modo. *: ítem: El cocimiento de la yerba del zapo, endulzado con ja- |f rabe de raices de malvabiscc, ó las — 136 — Pildoras que quitan la purgación. Toma de aceite de palo (esto es, de bálsamo de copaiba) co- cido hasta que espese, una onza; de polvos sutiles de sangre do drago una dracma. Fórmense pildoras, á tomar en ayunas una dracma todos los dias. Por agua común se usará el cocimiento de las cortezas de ca- ñafistola. En el uso de estos remedios se insistirá por algunos dias, obsteniéndose de todo ingesto acre y ventoso, del vino y de las mugeres. Mas si resultaren bubas, úlceras en la boca, fimósis, parafi. mósis, ronquera, dolores en las coyunturas &c, se hará la cura de la lúe venérea. En suprimiéndose la gonorrea, muchas veces se hinchan los testículos; entonces se usarán los remedios anti venéreos aplican- do repetidas veces compresas mojadas en cocimiento de raices da malvabisco y simiente de linazas; ó se pondrá una cataplas- ma de cebollas de azucenas blancas y hojas de veleño y mal- vas, cocidas hasta la espesura, añadiéndole harina de linazas y aceite de lombrices, ó la siguiente: Cataplasma resolutiva en los tumores del escroto por gonor- rea suprimida. Toma de harinas de alholbas, cebada y lupinos dos onzas de cada una; de polvos sutiles de cominos inedia onza. Cuezan- se en agua á que quede espeso el misto. Apartado de la lum- bre, se le mezclará un poco de aceite de lombrices. Acontece muchas veces que los epididimos, llamados vulgar- mente binzas, después de esta enfermedad, quedan endurecidos. En este caso se aplicarán los emplastros de diabotano, mercu- rial irino ó diaquilon gomado; mas si el tumor-inclinare á supu- rarse, se repetirán las sangrías y se usarán los madurativos, que en no reventando por sí solo, se hará una incisión profunda) se curará con los digestivos. En las terceras causas, se arre- glará el enfermo á tomar por veinte ó treinta dias el siguiente; Electuario para la gonorrea caquéctica Toma de triaca y azafrán de Marte aperitivo iguales partes; mézclense. Disuélvase una dracma en agua libia á tomar en ayunas, y la misma cantidad al caer la tarde, haciendo mucho — 137 — ejercicio. Por lo domas se tratará esta enfermedad como la ca. quejia. Si destruidas las causas, todavía subsistiere la gonorrea, se apelará á los remedios restringentes y restrictivos roborantes del número cincuenta y siete, ó se usará la leche de ovejas, ó la siguiente: Emulsión restringente en la gonorrea. Toma un puñado de capitaneja fresca: muélase en un metate con una libra de agua. Cuélese y endúlcese con jarabe de cora- les, añadiéndole siete granos de azúcar de Saturno. Ose usará el elecluario restringente del número cincuenta y seis. Las termas de alumbre igualmente son útiles en estos casos; como timbien las inyecciones de agua de lantén con la piedra medicamentosa. Horchata fresca en la gonorrea. Toma de la simiente de melones, calabazas y adormideras una onza de cada una; de agua de pimpinela ó de lechugas una libra. Hágase horchata, que se endulzará con jarabe de mus- cílagos, echándole veinte gotas de espíritus de nitro dulce. Pózima anodina que suaviza los ardores de la orina. Toma de cocimiento de raiz de malvabisco, cortezas de ca- ñafistola y simiente de linazas una libra: endúlcese con el jara. be de adormideras. El jocoqui aguado refresca los caños de la orina. Pildoras mercuriales purgantes. Toma de masa de pildoras católicas y mercurio dulce un es- crúpulo de cada uno. Háganse pildoras con jarabe de culan- trillo para una toma. Graviditas.—La preñez es la fecundación de uno ó mas hue. vesillos maternos en el fondo de la matriz, creciendo comunmen- te por espacio de doscientos y ochenta dias, hasta formarse un perfecto y maduro infante. La causa inmediata, es la penetra- ción de la aura seminal por los filamentos ó estambres de dichos huevesillos. La antecedente es, la buena disposición de lageni- tura, pene y útero. La procatártica es, Ja proyección del semen viril al fondo del útero, mediante no solo el concurso similitudi. — 138 — nario, sino también la eyaculacion simultánea ó el derrame de ambos secsos á un mismo tiempo. Verificadas las causas an- tecedentes y la procatártica, el espíritu masculino llega á los ovarios diestro ó siniestro: uno, dos ó mas huevesillos se hinchan, según la virtud y disposición de los agentes: las tubas falopia- ñas se contraen, sus bocas se ensanchan, reciben los huevesi- llos, estos entran en el útero, se pegan á sus paredes: el cuerpo se horripila, la matriz se contrae, el menstruo se detiene, la san- gre gruesa regurgita á las partes superiores, la delgada se espri- me é insinúa en el huevesillo, éste se desenvuelve (delineado en él primordialmente el feto) y se manifiesta cubierto con dos membranas. La túnica que inmediatamente cubre al feto, es la mas delga- da; llámase amnion. La otra es la mas gruesa, y lo nombran chorton; toca la concavidad del útero. Está pendiente el felo de las parias, las cuales son un cuerpo redondo y esponjoso, uni. do al útero por la parte convecsa, interviniendo los vasos uteri- nos, y por la cóncava al ombligo del mismo feto, mediante el funículo, llamado por eso umbilical, que es un cordón compues- to de una vena ancha y dos arterias de doble amplitud menor. Establécese el círculo mediante la sangre mas delgada que lar arterias uterinas depositan en las parias, las cuales por la vena umbilical la infunden en el feto, volviendo por las arterias del cordón otra vez á la placenta, y de ahí á las venas del úte- ro, continuándose este movimiento circular entre la madre y el feto: éste va succesivamente creciendo hasta su perfecta madu- rez, que es cuando tiene ya necesidad de respirar, lo cual suee. ce ordinariamente á los nueve meses. Los signos que demuestran la preñez son los siguientes: falta de menstruos sin otra causa conocida; horror, displecencia y pesantez del cuerpo, en especial en la cabeza; ojeras ó hundi- miento de los ojos ; náuseas, vómitos, desgano de comer, impa- ciencias continuas y apetito á tomar cosas estrañas; orina citri- na, clara, estrellada, nubeculosa y con descenso y ascenso de corpúsculos como los átomos del aire, particularmente en los primeros meses; elevación redonda del abdomen, de dia en dia mas aumentada; movimiento como adherente en medio del vien- tre desde pasado el tercero mes; y como cerramiento de la vagi- na á la contrectacion de la comadre. Los antiguos creian que el feto másculo se criaba en el lado — 139 — derecho, y el femenino en el izquierdo; lo contrario suele obser- varse, aunque en esto no hay regla fija. Las señales que hacen sospechar el haberse concebido varón, son las siguientes: color del rostro manchado y apagado; movi- miento del feto, cuando mas tarde, pasados los tres meses pri- meros; sumo aborrecimiento al congreso, y calor grande que suele sentirse en el ludo del vaso. Presúmese el estar en cinla de muger por la suavidad de los efectos del preñado, por las po. cas manchas de la cara, y porque los meteorismos del vientre no cesan hasta los cuatro meses. Indican haberse muerto la criatura en el vientre, la espulsion de aguas por muchos dias, sin verificarse el parlo; si dichas aguas salen de mal olor, inmovilidad del feto, conversión de és- te al lado que se vuelve la madre; y en esta desmayos, calofríos, pujos, aliento fétido, peso y frialdad del empeine &c. Los sig. nos que pronostican la muerte de la preñada en el parto son, el color del rostro rojo, repentinamente mudado en aplomado há- cia los últimos meses, y las molas carnosas que en la misma pre- ñez se hubieren arrojado. Las molas, á las que vulgarmente llaman congelos, son un con- cepto mal formado. Las viejas, las que celebran el concúbito instando ya los meses, ó con el actual flujo de ellos, y las que padecen frialdades y humedades en la matriz, están espuestas á esta enfermedad. Las señales que la distinguen de la preñez verdadera son, la falta de movimiento propio en la mola, siendo común que el feto á los tres ó cuatro meses comience espontá- neamente á moverse; la dureza que siente la preñada y pesantez por el lado que se inclina, y el antiguo embarazo del vientre, siendo regular que el preñado legítimo no pase de nueve meses. Las molas ventosas, que tanto equivoca el pueblo con la pre- ñez verdadera, tienen su génesis en un semen impuro, amurco- so y tartáreo, se conocen por el perpetuo meteorismo de la ma- triz y dolores terebrantes; por la esterior frialdad del vientre, y por la orina que se arroja, como seminal y esírigmentosa. NUMERO SETENTA Y SEIS. Régimen de las preñadas y curación de sus mas comunes enfermedades. Lis que están en cinta deben bañarse con alguna frecuencia, no desarreglarse en la dieta y abstenerse del vino. Según el — 140 — sentir de Hipócrates, las preñadas pueden sangrarse y purgar- se desde el cuarto hasta el sépiimo mes; pero las sangrías han de hacerse solamente en los brazos ó partes superiores, habien- do mucha necesidad ó abundancia de sangre: instando ya el parto, son comunmente dañosas. Al tercero ó cuarto mes suelen prorrumpir en sangre las preñadas, lo que dá sospechas de haber congelos; mas por cual. quiera causa que esto venga, en no siendo escesiva ó acompa- ñada de graves síntomas, no debe suspenderse, contentándose la enferma con estar fajada, en quietud y con régimen. Los antojos en las preñadas han de cumplirse, en siendo raciona- les y asequible1-, que no siéndolo, se les engañara la idea con los succedáneos. En los últimos meses harán mucho y cons- tante ejercicio á pié, escusado el hacerlo á caballo; estando cercanas al parto, si hubiere aparato de humores en el vientre ó mucho estreñimiento y flatos, seles aplicarán lavativas emo- jientes. Gotas en las accesiones histéricas de las preñadas. Toma de 'as tinturas de castor y de laca, de cada una dos dracmas; de sal volátil oleosa dos dracmas y media; de láudano líquido media dracma: mézclense, y tómense doce gotas de cuando en cuando en caldo ó infusión de torongil. Untura para las inflamaciones de la vulva y almorranas. Toma de los ungüentos populeón, rosado y manteca de Sa- turno, de cada cosa partes iguales: mézclense. La diarrea ha de remediarse cuanto antes con los anodinos y restringentes roborantes. Los vómitos se irritan mas con los astringentes, y así han de tratarse con los roborantes estomaca- les, y alguna vez con los anodinos: el café ó cha, la sal de ajenjos en sumo de limones, la agua de yerbabuena compuesta, el jarabe espirituoso de cortezas de cidra, ó la agua de canela hordeada con unas gotas de láudano, satisfacen esta indicación. Si la criatura se hubiere muerto en el vientre, se harán al- gunas lavativas; se aplicarán al vientre gallinas abiertas por el espinazo, y un sudadero de bestias á las caderas, cocido antea en orines; se hará pasar á la enferma la infusión de esparto, de hojas de sen, el estiércol de caballo deshecho en vino, la ngua de embrión, ó la bebida para facilitar el parto que pondré — 141 — mos en su título: los fuertes estornutatorios, vomitorios, semicu- pios y la operación manual, han de ser los últimos recursos. En las molas convienen las bebidas, unturas y lavativas apc rientes; las termas calcíferas, remedios diuréticos y emanagogos, bebidas lacsantes, vomitorios, e-sternutatorios, sangrías en los tobillos, vapores de ingo, y pezuñas de asno, recibidos por la vulva y los pesos compuestos de cera, amasada con polvos de asafétida, castor y trociscos de alhandal. La operación debe hacerse solamente cu estado de mola abocada en la vagina. Gutturis morbi.—Los males de las fauces. Los vocalisí- mos, esto es, los que tienen sonora y muy alta la voz, padecen d« la garganta por tener las fraucet. relajadas. Las asperezas de estas partes nacen comunmente del mucho chupar tabaco, ó por el tiempo frío. L-is anginas del invierno regularmente se agravan con sangrías y gargarismos; cúranse comunmente con los remedios pectorales, y que promueven la saliva. En to- das las enfermedades del gaznate, dañan por lo común los acei- tes y ungüentos, usados por dentro. En las úlceras venéreas es gran remedio el babeo; en las demás, prefieren los abstergentes rostringentes. NUMERO SETENTA Y SIETE. Ausilios para los accidentes de las fauces, y lamedor en las anginas linfáticas. Toma de miel rosada cuatro onzas; de aceite de palo media onza; de estrado de orozuz dos dracmas; de polvos de alcanfor un escrúpulo mézclalo todo, y chúpese con una cuchara. También os útil mascar las raices de pelitre ó el tabaco. Habiendo muchas huqiedades, se harán gárgaras con orines de personas sanas. En los catarros, se chuparán los alfeñiques, ó se aspirará por un embudo el humo de salvia. En la ronque- ra de esta causa, aprovecha chupar la azúcar quemada en aguardiente. Paralas inflamaciones, escoriaciones, ronquera y úlceras de la campanilla, es útil ei gargarismo de agua de lantén con miel rosada y unas gotas de es-píritus ácidos de vitriolo. Gargarismos para las úlceras del gaznate. Toma de capitaneja, rosa seca, cortezas de granadas, cua- chalaiate y calancapatle, de cada cosa partes iguales: cuezase todo según regla, y endúlcese en miel rosada. — 142 — ítem: De cocimiento fuerte de capitaneja una libra; de acei- te de escoria de fierro onza y media: mézclalo. En el prolap. so ó caída de la campanilla, se insuflarán los polvos de nueces de ciprés, capitaneja, lantén, pata de león, alumbre quemado, ó cascaras de granadas; se instilarán unas gotas de aguardien- te en los oídos, tapándolos después con algodones; se harán gargarismos con vinagre; y se elevarán los cuerpos, tirando con esfuerzo de los cabellos de la coronilla. Gargarismo en las durezas del gaznate. Toma de raices de apio y de malvabisco una dracma do ca. da una; de guinari (que es el pan y quesillo, ó la bursa pasto- ris) un puñado; de pasas deshuesadas dos onzas. Cuezase to- do en agua de cebada á que quede una libra; colado el coci- miento, se endulzará con jarabe de cinco raices. En el cancro se harán gárgaras con los sumos de lantén, siempreviva, y yer- bamora, ó con el cocimiento de la yerba del pastor y leche de burras. Cuando un cuerpo estraño llegare á detenerse en el gaznate, han de practicarse las siguientes diligencias: se pro- curará primero esíraeilo con los dedos, pinzas, ganchos, ó te- nazas; en no pudiéndose, se irritarán las fauces con unas plumas, lubrificándolas antes con el aceite de almendras dulces, ó to- mando este mismo aceite en porciones repetidas: no siendo asequible la espulsion, se impelerá al estómago el cuerpo atora- do, mediante una bujía de cera muy delgada, se darán puñados á las espaldas, ó se harán pasar al enfermo licores grasosos. Mientras estos ausilios se ejecutan, se atenderá á precaverla inflamación que acontece muchas veces, dando algunas sangrías, y haciendo que trague el enfermo mucha leche ú otros demul- centes. La broncotomia, siendo operación muy temerosa sue- le llegar ya tarde. En dando alguna cosa en el galillo, esto es, si se atravesare un cuerpo estraño en la laringe, ó cabeza del canal de la res- piración, se darán muchos puñados al pecho yá las espaldas; se tomarán unos tragos de agua fría, ó se procurará el vómito. Haemopthysis, haemoptok.—El esputo de la sangre es la escrecion de sangre por la boca, venida de los pulmones ó de la áspera arteria. La causa inmediata es la apercion, rupcion, erosión, ó corrupción de dichas partes. Las antecedentes son: testura floja y delicada de los pulmones; abundancia, turgcs- — 143 — cencía ó raridad de la sangre; estrechura natural ó accidental de sus vasos, y acrimonias del humor bronquial. Las procatárticas son: Primeras: llenuras, presiones del pul- món, hemorragias espontáneas ó naturales suprimidas, san- grías omitidas, fiebres y convulsiones. Segundas: heridas, con- tusiones, pthisis, tos, tubérculos del pulmón, pulmonía y dolores de costado. Terceras: inspiraciones acres ó metálicas, vocife- raciones altas, ejercicios graves, grandes esfuerzos, suspensio- nes de la respiración, y proyecciones violentas del aire en la espiración. Cuartas: pasiones impetuosas, desvelos continuos, vomitorios ó purgantes fuertes, uso demasiado del vino, cosas acres, y causas de las acrimonias alcalinas. Los signos de la sangre hemoptoica son: tos, espectoracion de sangre espumosa, y dificultad de la respiración. Cuando la sangre se arroja como gargajeando, es señal que s-alc de las fauces; si solo escupiendo, es del paladar; si con vómito, del estómago; pero la que viene con tos, es del pulmón. Siendo la sangre abundante, es in licio de que las arterias grandes del pulmón se han abierto ó rompido; que si fuere poca, y con tos profunda, el daño está en las celdillas últimas de dicha estraña. Las mas peligrosas hemoptises son aquellas que no naciendo de una causa violenta, como pulmonía, golpes, .sangre deteni- da &c, se acompañan con dolores en el pecho, dificultad en la respiración, esputo de sangre continuo con tos molesta por al- gunas semanas, accediendo la testura seca y macilenta de los cuerpos, porque indubitablemente degenera en pthisis. NUMERO SETENTA Y OCHO. ruracion de Ea hemoptisis. Los remedios generales para el esputo y flujo de sangre por la boca son: sangrías, ligaduras en los brazos y piernas, bebidas diluentes y remedios incrasantes anodinos, y á lo último restrin- gentes; inmersiones ó fomentos de agua he.adaen las pudendas, mucha quietud y alimentos frescos, nobles y ligeros. Si la causa fuere sangre de almorranas ó menstruos deteni- dos, se harán las sangrías en los piés; mas si fueren otras, han de hacerse en los brazos. Generalmente en un flujo violento hemoptoico, el primer remedio debe ser una sangria copiosa en el brazo. — 141 — Lamedor pectoral incrasanle. Toma del mucilago de la goma mangle cuatro onzas; de láu- dano líquido un escrúpulo; mézclense, y chúpese en medias cu- charadas de cuando en cuando. Pastillas incrasanles Toma del mucilago dicho dos cucharadas; de polvos sutiles de simiente de veleño dos dracmas; de azúcar cuanto baste. Háganse pastillas para traerlas en la boca chupando. Anodinos pectorales. Toma de conserva de rosas y amapolas de cada una una on- za; de diascordio media onza. Tómese una cucharada tres ó cuatro veces al dia. ítem: De polvos sutiles de goma de Sonora dos escrúpulos; de masa de pildoras de cinoglosa un escrúpulo; de jarabe de diacodion cuanto baste. Fórmense pildoras de á grano para usarlas de tres en tres, en almendrada. Ítem: Del mucilago de la goma de tragacanto y linazas dos onzas; de jarabe balsámico una onza; de láudano líquido medio escrúpulo. Chúpese como lamedor. ítem: Dv.l mucilago de la goma del nopal media onza; de agua de amapolas una libra; de jarabe de diacodion una onza: mézclense, y tómese tibia esta bebida en tres veces distintas. Remedios restringentes en la emoptisis. Toma de quina media onza; de raiz de tormentila una onza; de hojas de lantén tres puñados. Hágase cocimiento con cuan- to baste de agua, á que queden tres libras, para hacer horchatii común, á tomar en medios pozuelos repetidos. ítem: Las soluciones de las yerbas frescas de capitaneja ó del pollo en agua fria. ítem: Los cocimientos fuertes de la raiz de nopalillo, suelda con suelda, ó agárico. ítem: La tintura de rosas vitriolada. El suero de alumbra con polvos de goma de Sonora. Los sumos de ortiga ó de lantén &c, en cucharadas frecuen- tes. Debe advertirse que los remedios narcóticos y astringentes usados con continuación, son perjudiciales, porque cuagulan la — 145 — sangre en los pulmones y obstruyen esta entraña, origen de loa tubérculos, asma, tisis y otros malos graves; y así corregida la ejecución del flujo, s'* establecerá el uso de los remedios balsá- micos, pectorales, como son las mulsas y cocimientos pectora- les; la leche de burras, y la goma mangle en lamedores, ó tra- yéndoli chupando en la boca. Los alimentos propios en la hemoptisis son: las leches de ca- bras ó de vacas; los caldos comunes ríe carnero y vaca con ar- roz, panetela^ atole blanco de maiz, poleadas de ajonjolí, arroz ó almidón; almendras con semilla do adormideras y otras seme- jantes. También es preciso que el enfermo se mantenga en silencio y con quietud, y se abstenga de las cosas acres y del vino. Finalmente, bí en la hemoptisis se advirtiere el hígado irritado, se aplicarán á esta entraña unas compresas mojadas en vinagre rosado, frecuentando el siguiente: Purgante fresco. Toma de hojas de sen, muy limpias, tres dracmas. Cuezaso de dos hervores con una taza de agua, y á la una ó dos horas de infusión se colará, mezclándole después una onza de pulpa de cañafistola y otra de tamarindos. Aemorkh agía. - El flujo de sangre'' es la salida copiosa de este líquido por alguna parte del cuerpo. Divídese en artificial, natural, espontánea y preternatural. La hemorragia artificial es la de las sangrías, mutilaciones, heridas, incisiones, y otras se- mejantes operaciones La espontánea es aquel flujo crítico con que la naturaleza se desembaraza déla sangre superflua. Tal es la sangre de almorranas y la de las narices. Hemorragia natural e s la evacuación desangre que por tiem- pos viene en los cuerpos sanos, como es el menstruo de las mu- geres. Finalmente, preternatural se llama la hemorragia que uaciendo de las cosas generales de la hemoptisis, es inmodera- do é incongruente su flujo. La hemorragia que no alivia la fiebre, las mas veces es mor- tal. Para que sea crítica, deben preceder calofríos; mas en succediendo estos al flujo, son de mal anuncio. Si la habitual se suprime, resulta epilepsia. Las hemorragias copiosas debilitan los cocimientos y originan caquejias, hinchazones, hidropesías y otros males graves. — 146 — NUMERO SETENTA Y NUEVE. Curación «le i~s nessíOíTasias. Las hemorragias espontáneas y críticas deben dejarse al ar. bitrio de la naturaleza, suspendiendo los remedios que puedan detenerlas ó ejecutarlas; que si no corrieren bien, se suplirán con sangrías. En la ro ura de una arteria se hará lo que diré- mos en el número ciento once. En los flujos de sangre preternaturales se instituirán las san- grías revulsivas, practicando al mismo tiempo, según la calidad, estado ó condición de la hemorragia, los remedios diluentes, in. crasantes, anodinos y resíringerites del número setenta y ocho; los del cincuenta y siete, ó los estípticos internos y esterno3. Estípticos internos. Toma de agua rosada cuatro onzas, de espíritus de vitriolo agrios un escrúpulo: mézclalos. Tómese en una vez. ítem: De raiz de tormsalila dos onzis, de hojas de lantén diez onzas, da agua cuatro libras, llágase cocimiento según arte. para ministrarlo en medios pozillos. ítem: De polvos de coral rubio y goma de Sonora medio es- crúpulo de cada cosa, do jarabe do rosa seca media onza, di agua rosada cuatro onzas, de láudano liquido seis gotas: méz- clese, y bébase ea una toma. Estípticos estemos. El vinagre de Saturno, los polvos de alumbre, ó del nopalillo con clara de huevo; la caparrosa en agua rosada. ítem: Toma de pal vos de escoria de fierro dos onzas, de acei- te de vitriolo cuatro onzas: mézclense hasta que cesen de her- vir, y con veinte onzas de agua póngase en digestión por vein- te y cuatro horas: cuélese y añádase media onza de polvos de alumbre. Estos licores han de aplicarse con lienzos ó algo- dones. ítem: El agárico" machucado y hecho planchuela, sostenién- dolo en la parte con una venda. Para que mas fácilmente se contengan las hemorragias, no han de removerse los grumos que se formaren en el cana! del flujo. En los vómitos de sangre mira el número ciento treinta y cuatro. — 147 — IÍaemorriioides.—Las almorranas son cuatro venas situa- das en la estremidad del intestino recto, una interna y tres es- ternas, que por el paraje y postura perpendicular en que se ha- llan colocadas, están sujetas á padecer prolapso, inflamación, flujo de sangre y otros muchos males. El prolapso, ó salida de las almorranas nace: primero: de las causas de las hernias, especialmente por los esfuerzos violentos y grandes conatos que se hacen en la espulsion de los escre- mentos y del feto. Segundo: por los impulsos de la sangre abundante ó espesa en dichas venas, nacidos de las causas de la hipocondría. Tercero: por las causas irritantes, como son, comidas y bebidas abundantes, calientes, picantes, aromáticas y espirituosas; purgas violentas, humeres acres, pujos y escrotos retenidos. Conócese el prolapso por los tumores varicosos é indolentes que se perciben por dentro ó fuera del ano. Si precediendo causas inflamantes se sintieren en la estremi- dad del recto, tumor, ardor, rubor y punzadas, es señal de que están las almorranas inflamadas. Mas si el volumen ó presión de la sangre venciere la resistencia de los vasos, abriéndose estos, resultan las almorranas fluentes, las cuales, en todos tiem- pos, ó por periodos mas ó monos dilatados, muchas veces arro- jan este líquido en abundancia: origínase este mal de las causas del prolapso ó de las de la hipocondría, de movimientos críticos ó por menstruos suprimidos. Esta evacuación de segundas cau- sas regularmente es saludable, en especial al principio y fin de las fiebres, y en los hipocondriacos; pero generalmente en du- rando mucho, debilita ó vacia la digestión causando otros mu- chos males. El flujo puesto ya en costumbre, si llega á supri- mirse, causa dolores en las piernas, brazos y vientre; embarazo en los hipocondrios, ansias, delirio, caquejia, obstrucciones de hígado &c. NUMERO OCHENTA. Curaoiosi de las almorranas. En las primeras causas del prolapso se hará la reducción co- mo en las hernias, procurando la quietud; y se practicarán los remedios restringentes de abajo. En las segundas, se frecuen- tarán las minorativas frescas, diluentes aperitivos y baños de 11 — Í48 — t gua tibia. En las terceras aprovechan el purgante fresco del número setenta y ocho; el uso de la leche y remedios frescos restringente's, y la horchata diluente y anodina. En las almor- ranas inflamadas se tendrá libre el vientre; se darán sangrías en los brazos; se pegarán sanguijuelas al ano; se harán los re- medios del número noventa; se tomará la horchata diluente y anodina, y se aplicarán los tópicos desinflamantes. En las fluen- tes se tendrá libre el vientre; que siendo escesiva la sangre, se apelará á los remedios del prolapso. Para restablecer el flujo, escusando las sangrías, se menudearán los medios baños con agua bien caliente; tomará el enfermo diariamente al entrarse en la cama una dracma de acíbar en pildoras, y se le frotarán las almorranas con hojas de morales ó de higuera. Remedios restringentes en las almorranas. Los polvos sutiles de arrayan, del pedernal, del nopalillo ó de bellotas lanuginosas de los encinos, amasados con claras de huevos al orificio. ítem: Toma de polvos sutilísimos de alumbre una onza. Der. rítanse en un plato de plata; mezclando en la fusión dos drac- mas do polvos sutiles de sangre de drago. Fórmense pildoras, recalentando la masa en endureciéndose. La dosis es una drac- ma, usando esta cantidad una vez al dia en el prolapso; y en la ejecución de una hemorragia, cada cuatro horas. Horchata diluente y anodina. Toma de las simientes de adormideras y melones, de cada cosa media onza; da cocimiento de gordolobo una libra. Hága- se emulsión según arte, y endúlcese coa azúcar, mezclándole seis gotas de láudano líquido. Tópicos desinflamantes anodinos. Toma de aceite de yemas de huevos cuanto baste, bátase en un bote de plomo, hasta que adquiera el color de este metal. ítem: De manteca do jamón rancio dos onzas; de cera blan- ca un pedazo: mézclalos en la lumbre, á que se haga ungüento. ítem: Do sumo de siempreviva y vinagre de greta una onza de cada uno; de manteca de puerco dos onzas: mézclalos. ítem: De mantequilla lavada en muchas aguas, sumo de to- mates v aceite rosado partes iguales: mézclalos. — 149 — Ítem: De ungüento simple de Dolores una onza; de láudano líquido un escrúpulo: mézclalos. Siendo la inflamación antigua, toma de ungüento de populeón dos onzas; de aceite de yemas de huevos una onza; de bálsa- mo negro, aceite de succino, y láudano líquido un escrúpulo de cada cosa: mézclalos. Tópicos en las inflamaciones pasmadas. Toma de ungüento de populeón dos onzas; de aceite de suci- no dos dracmas, de bálsamo católico un escrúpulo: mézclalos. Ítem: El unto de puerco en que se halla dejado embeber la trementina que destila una raja de ocote encendido. ítem: La mantequilla frita con pazcle. ítem: Las pavezas de candelas de cebo, amasadas entre los dedos. ítem: Las pencas do sávila asadas, y untadas de aceite ro- sado. Ítem: Las compresas mojadas en agua de cal, ó en aguar- diente refino. Cuando las almorranas interiormente se sientan inflamadas, se les aplicarán los remedios, mediante una bujía delgada, ó derretidos los linimentos, se harán inyecciones por medio de una geringuilla, ó se introducirán algunos supositorios frescos, como de unto de puerco, manteca de cacao, y otros semejantes. El estreñimiento que comunmente acompaña á la inflamación, se vence tomando con frecuencia los Ecoproticos, ó remedios que facilitan el régimen del vientre. La mantequilla fresca con miel virgen ó melado: la ensalada de lechugas cocidas, ó de espinacas; el cocimiento espeso do tamarindos: una onza de electuario lenitivo en agua tibia: una onza de maná disuelto en caldo: el suero cocido con cañafisto. la: dos dracmas de crémor de tártaro en agua tibia, ó una de leche de t'erra, ó de leche de Michoacán, ó la leche de burres tomada tres ó cuatro voces al dia. Confúndense muchas veces el depósito de humores corrosivos que suele hacerse en las carvenas del intestino recto con las almorranas; pero se distingue, porque en habiendo dicho mal, no so sienten varicosidades en el orificio, y destilan de este unos licores acrimoniosos, con ardor y comezón; en cuyo caso con- — 150 — viene aplicarlos ungüentos frescos metálicos, cuales son el an tihérpetíco, el de almártaga, el blanco, ó los fomentos con la agua vejeto-mineral. Hepak jiorbosum.—El hígado enfermo. Esta entraña, asi por su tegido flojo, como porque es receptáculo de la bilis, esiá sujeta á padecer muchos males. Cuando se sienten bochornos, ansias, destemplanza febril, náuseas, vómitos, embarazo, y ele- vación del hipocondrio ó lado derecho del estómago, y dolor tensivo en él, que se agrava al tocarse, es señal de haber resul. tado la hepatísis ó inflamación del hígado, cuya causa inmediata es la congestión do sangre en los remates de las arterias hepá- tica, mesentérica superior, y difracmáticas, y en los délos ra- mos de la vena porta, que se desparraman por el hígado. Las antecedentes son las complecsiones hipocondriacas, histéricas, resecas ó biliosas; calores inmoderados, y abundancia de san- gre. Las causas procatárticas son las generales de la inflama- ción, particularmente los apretamientos grandes, aplicación de ventosas, y aprocsimacion del hígado á los braseros y lugares de mucho fuego; falta de bebida en los incendios de la sangre; purgas y vomitorios violentos; cirros ú obstrucciones del híga- do: supresión de sangre de almorranas, ó menstrual &c. Si la inflamación no se resuelve, resulta la tiricia, obstruc- ción y apostema, enfermedades ordinarias de esta entraña. Tam bien suelen engendrarse cálculos en la vegiga de la hiél, efec- to de la espesura de este líquido: conócense por las ansias con- tinuas y dolores graves de estómago en los cuerpos resecos 6 ictéricos, despidiéndolos continuamente por la orina. NUMERO OCHENTA Y UNO. Curación do las enfermedades del hígado. Las inflamaciones del hígado, así como las del estómago, dia" fracma, intestinos y demás entrañas del abdomen, causan co- munmente náuseas, vómitos y aparatos de humores en las pri- meras vías, lo que engaña á muchos médicos para ministrar vo- mitorios y purgantes, los cuales ocasionan indubitablemente la muerte á los enfermos. El método de tratar estas inflamaciones es el siguiente: se harán sangrías en los brazos mas ó'menos ó repetidas según la —151 — violencia del mal; se aplicarán incesantemente al hígado, esto mago y vientre ios tópicos de abajo: se menudearán las lavati- vas entiflogísticas; se ministrarán las bebidas diluentes aperiti- vas ó la leche de burras; y se instituirán los baños de agua tibia. Tópicos en las inflamaciones del vientre. Toma de ungüento de altea simple una onza; de manteca de coco dos onzas; de esperma de ballena inedia onza; de láuda- no líquido un escrúpulo: mézclalos. ítem: De ungüento populeón y aceite violado una onza de cada uno; del mucilago de las simientes de lino y membrillos media onza; do bálsamo anodino una dracma: mézclalos. ítem: Los redaños de puerco cocidos en leche y untados con las unturas anticólicas anodinas. ítem: De ungüento simple de Dolores dos onzas; de los bál- samos de González una onza: mézclalos. ítem: De ungüento compuesto de Dolores dos onzas; de acei- te de yemas de huevos una onza; mézclalos. Lavativas antiflogísticas. Toma de media leche con agua de malvas ocho onzas; de crémor de tártaro dos dracmas; de aceite violado dos onzas: mézclalos. ítem: De sumo de siempreviva y miel rosada cuatro onzas de cada cosa: mézclalos, ítem: De manteca de coco y de cocimiento de palo mulato cuatro onzas de cada cosa: mézclalos. Bebidas diluentes aperitivas. Toma una libra de suero destilado con la yerba de lengua de ciervo, y endúlzalo con julepe rosado. ítem: De jarabe violado una onza, de espíritus de nitro dul- ce un escrúpulo, de agua de borrajas una libra: mézclalos. ítem: De agua destilada de la yerba del pollo una libra, de miel rosada una onza: mézclalos. ítem: La infusión de las cortezas de cañafistola y la leche de burras. ítem: El jocoqui ralo y aguado, usado á todo pasto. Si no obstante el uso de estos remedios, los síntomas crecen, el hígado se eleva, (sintiéndose mayor tensión y peso en él) la tiricia se declara, y hay dolores graves en las piernas, señales — 162 — del futuro abceso, aun se ha de insistir en ellos; que en no pti. diendo esta fatal resulta evitarse, se aplicará á todo el librado la miga de pan en leche, con los aceites de manzanilla y viola- do, ministrando cada hora tres cucharadas del cocimiento de pasas y raices de altea ó de malvas y linazas, endulzados con el jarabe de cinco raices, continuando estos remedios hasta ha- berse formado y madurado perfectamente el apostema, para es. tirparlo después con Jas purgas, las cuales no han de ser de. masiado irritantes, ministrando en los intervalos la media leche con la infusión de flores de saúco. Mira el título Abcesus in- terni. En las durezas del hígado y en la tiricia mira los títu- los obslructio é ictericia. Tópicos en los calores é irritaciones simples del hígado. Las compresas mojadas en vinagre rosado ú orina de mucha- chos, ó en los sumos del lantén, chicorias, siempreviva, lechu. gas &c. Los ungüentos rosado, de calabaza &c. Bebida que destruye las piedras del hígado. Toma de sumo de grama media libra; de jarabe de cinco rai- ces una onza; de espíritus de nitro dulce un escrúpulo: méz- clense y úsese por muchos dias. Hernia, cele, ramex, crepatura.—La hernia ó quebradu ra es un tumor preternatural en cualpuiera parte del abdomen, (inferior, anterior ó lateral) nacido de la relajación del perito- neo, admitiendo éste en los sacos que forma al redaño ó á los intestinos. Las causas antecedentes son, las constituciones de- masiadamente húmedas y las carnes blandas. Las procatárti- cas son: primeras: el uso continuo de legumbres y comidas gra- sosas. Segundas: saltos y movimientos desiguales, estando el vientre holgado por alguna parte. Terceras: hidropesías, in- digestiones del estómago, golpes en el vientre, caídas de lo al- to, toses y estornudos fuertes, vómitos, gritos, peso y proíuve- rancia del abdomen, pujos, conatos fuertes para deponer las he- ces, y todo aquello que comprimiendo el vientre, hace que las entrañas ocupen los lugares en que hallan menos resistencia. Los diferencias son las siguientes: hernia inguinal. Nace de la relajación de los anillos que tiene el abdomen en una y otra ingle, para dar salida en los hombres á los vasos espermático? que van á los testos, y en las mugeres á los ligamentos redon- — 153 — dos que bajan á los muslos, los cuales son conducidos mediante las prolongaciones que forma el peritoneo. Si en estos para- ge3, por las causas referidas, se embocare algún intestino, á sa- ber, el ciego en el lado derecho, y en el izpuierdo el ileon (por ser estos intestinos los mas capaces de deslizarse) resulta la hernia llamada enterocele, la cual será incompleta, mantenién- dose solamente en los anillos; pero descendiendo al escroto ó vulva, ya es completa la hernia. Si el redaño fuera el salido, no solo en las ingles, sino en cualquiera otra parte del abdomen, se nombra la hernia epiplo- cele. La quebradura en el ombligo y línea alba, se llama ec- somfalos. La de los lados del vientre, ventral. La del escro- to, oscheocele &c. La hernia inguinal tiene también el nombre de bubonocele, por parecerse al bubón. Véase el título Bubo en queso ponen los signos que distinguen estas dos enfermedades. Las señales que demuestran el prolapso de las tripas, son la decidencia del tumor, resupinado al cuerpo, acostado ó puesto en quietud, y el ruido que en el retroceso se percibe; pero en la salida del redaño el tumor es permanente, sin crecer ni decre- cer, desigual ó áspero, lúbrico y blando, y el incremento es muy tenue aun en los mayores impulsos del diafracma y músculos intercostales. La dificultad que encuentran los fluidos en los vasos flojos, tortuosos ó comprimidos; la inversión, irritación ó diminunion del movimiento peristáltico de los intestinos; los flatoso inflamacio- nes, y la falta de abrigo y compresión en las hernias, producen en estas la detención de escrementos, las convulsiones, frialda- des, durezas, dolores tensivos y ventosos, rubores, gangrenas y otros muchos males. Las hernias en los muchachos y personas tiernas, son mas fá- ciles de curarse, que en los grandes y robustos. La anterocele es mas peligrosa que la epiprocele. La antigua, y aquella á la quo jamas se le ha procurado la reducción, ordinariamente es incurable. La que se ha tenido siempre sujeta, no volviendo á salirse, casi nunca ó con gran trabajo se reduce. La enteroce- le completa es mas fácil de reducirse que la incompleta. La her- nia gangrenada comunmente es mortal, aunque se le haga la operación. — 154 — NUMERO OCHENTA Y DOS. Curación de las bernias. Luego que se verifique la quebradura, es preciso procurarle la reducción; para lo cual, si el paciente fuere adulto, se le ha. rán una, dos ó mas sangrías en los brazos, según la plenitud de sangre y fuerzas del enfermo; se le echarán algunas lavativas lacsantes, y se aplicará incesantemente al tumor la Cataplasma desinflamante en las hernias. Toma de hojas de malvas dos puñados; de flores de manzani. lia un puñado: cuezanse en leche hasta que se ablanden: mué. lase el misto en metate, para conseguir una masa, que se hade mezclar con igual cantidad de ungüento de Dolores. Los alimentos han de ser ligeros, escusando los ventosos é irritantes. El enfermo se mantendrá de espaldas con las pier- nas levantadas. Que si hechas estas diligencias, no se verifica, re la reducción (resupinado siempre el paciente y elevados los muslos) se le meterá por debajo una almohada, y entonces él mismo ú otra persona puede hacerla suavemente, poco á poco y con tesón constante. Esta operación se llama taxis. En los niños frecuentemente es escusada, porque en durmiéndose se les desaparece comunmente el tumorcillo. Reducido el intestino, se le aplicará al anillo ó lugar de la relajación un emplastro restrictivo, como el contrarotura, el ule, la goma de acuje, el bálsamo de María &c, y apoyándole un botón, se afianzará todo con un braguero, ó venda retentiva. Si la reducción no pudiere hacerse de una vez, se procurará en varias, menudeando las sangrías, lavativas y cataplasmas emo- lientes. Subsistiendo en su mayor fuerza la inflamación y el dolor,es perniciosa la taxis, y lejos de conseguirse, crece el tumor y so dispone la gangrena. En la epiplocele incompleta muchas ve- ces no es necesaria la operación, siendo suficientes para depri- mirla (después de corregida la inflamación) el botón y el ven- dage. Las hernias antiguas, y las que han adquirido algunas adhe- rencias, no pueden reducirse; sin embargo, deben sujetarse siempre con bragueros. Por falta de esta precaución padecen mucho y aun peligran los enfermos, porque se introduce mucha — 155 — frialdad y aire, ó se estienden las hernias á un grande volumen, causas frecuentes de las sumas durezas, resistencias al ingreso, dolores muy vivos é irremediables gangrenas. En estos casos se aplicarán sin cesar paños calientes, sahumándolos con alhu- cema, cominos, salvia, romero, succino y semejantes; mas sien- do aguda la intlarnacion, se eseusarán los remedios irritantes, y se pondrán los redaños de puercos mojados en las unturas de- sinflamantes. Finalmente, dificultándose por todos medios la reducción, y temiéndose la gangrena, se hará la operación de ¡a bubonocele. Hidrops, aqua intekcus.—La hidropesía es una hinchazón del mismo color de la piel, blanda, blanca é indolente, que ocupa todo el cuerpo ó alguna parte de él. La causa inmediata es la colección de flemas ó parte linfática de la sangre en el tegido celular ó en alguna cavidad particular. Las antecédenos son, Jas complecsiones húmedas y flemáticas, disposiciones caquéc ticas, carnes blandas, rlebilid d y poco resorte de los vasos, y contusiones, compresiones, ejercicios violentos, ó males suma- mente acrimoniosos, capaces de romper los vasos delicados de la linfa. Las causas procatárticas son: Primeras: acopio de flemas y mal cocimiento de estómago. Segundas: obstrucciones, cirros, preñez y causas que impiden el libre curso de la linfa. Terce- ras: debilidades, males habituales, y todo aquello que minoran- do las oscilaciones de los vasos, hace que los líquidos se concre- ten y espesen. Cuartas: estreñimiento, escasez ó supresión de la orina y del sudor. Quintas: ingestiones inmoderadas de agua, frutas y cosas humectantes. Sestas: escreciones copiosas y aquellas causas que debilitando los nervios ó consumiendo los espíritus vitales y animales, originan el estancamiento de los fluidos. Los siguos generales de la hidropesía son: la mucha sed, la escasez de ía orina y del sudor, y las hinchazones del cuerpo que fácilmente ceden á la compresión. La hidropesía es enfer- medad que necesita desde luego el impedirle los progresos: Ja recaída es mal desesperado: en la diuturnidad de este acciden- te, sobreviniendo dolor repentino á alguna entraña, con destem. planza febril, cerca está la muerte. Las mas comunes hidropesías son las siguientes, edemas, leu- coflemacia, anasarca, hidrosefalo, hidropesía del pecho, la del túe- — 156 — ro, la ascites, la de los testes, y la embolsada, que llaman comun- mente enkistada. Los edemas son unos tumores en los piés, piernas, cara ó par. pados de los ojos, blandos, transparentes é indolentes, que en la parte que se impelen con el dedo, se deprimen y dejan por al- gun rato sus señales. La causa inmedia es, la colección de se- rosidades en el tegido celular, comunmente son resultas de ca. quejias ú otros accidentes, que dejan el cuerpo débil y lleno de humedades. Los edemas recientes y que no nacen de enferme. dades habituales, ó que se originan de tener los piés colgados, ó del continuo ejercicio, no son de cuidado; pero son malos si provienen de diarreas ú otras escreciones crónicas, particular- mente en los viejos. La jfnasarca es aquella hinchazón que ocupa ordinariamente las piernas, muslos y vientre (aunque otras veces se estiende á todo el cuerpo) algo mas dura que el edema y comunmente do. lorosa. La causa inmediata es la acumulación de las partes sue- rosa y fibrosa de la sangre. La antecedente es la abundancia de sangre en personas desarregladas. Las procatárticas son: Primeras: ingestos glutinosos y abundantes. Segundas: sangre menstrual de almorranas, de narices, del pecho, ó cualqniera otra evacuación sanguínea intempestivamente suprimida. Los signos de esta hidropesía son el color del rostro encendi. do, pústulas rubias en la cara, comezones, sed ardiente, ansias, toses convulsivas, embaramientos, inquietudes, ahoguíos, ede. mas renitentes, pulso oprimido &c. Comunmente no se cura la anasarca, aunque en traíándose bien, se conservan mucho tiempo los enfermos; las inundaciones del pecho y la gangrena son síntomas fatales. La leucofleemacra es una edema universal, que estendido por la cara, brazos, pecho, abdomen, lomos y espaldas, causa los efectos siguientes: color pálido, difícil respiración por cual- quiera leve ejercicio, accesiones asmáticas, destemplanza febril, estreñimiento ó diararrea, lintérica ó cehaca; orina cruda, sed implacable y elevación del abdomen, lomos y espaldas. La cau- sa inmediata es Ja colección de aguas en toda la tela celulosa. Las antecedentes son, indigestiones, obstrucciones, debilidades y relajamientos de los vasos. Las procatárticas son, los esce- sos en las frutas y bebidas frías. En esta enfermenad los cir- ros, la hidropesía del pecho, la ascites, los cardenales en la« — 157 — piernas y la diarrea colicuativa, indican que eí mal es mortal: la gangrena es precursora de la muerte. Si la cara y manos se pusieren demasiadamente blanda.1-, sobreviniendo comezón, cer- ca está la muerte: la diarrea que no consume las fuerzas, y la orina abundante, curan esta hidropesía. El hidrocéfalo es aquella hinchazón hidrópica de la cabeza, que está entre los integumentos y el cráneo, ó entre éste, el ce- rebro y sus meníngea. Las cuasas son: primeras, las comunes. Segundas: golpes? de cabeza, vómitos continuos por ingurgitacio- nes, particularmente de agua, y contusiones internas y esternas. Los signos del hidrocéfalo estenio son los generales del ede- ma, á distinción de que el tumor no cede fácilmente á la impresión de la mano, por la poca gordura que tiene en esta parte la membrana celulosa. El interno tiene aus señales particulares, porque en la unión de las suturas coronal y sagital, se siente tal transporacion acuo- sa, que parece estar abiertos los huesos: la cabeza se pone muy abultv.da y cuadrada: los enfermos son pesados y estúpidos, v los ojos y párpados se hinchan; la vista se minora, el pecho se fatiga, hay ansias, y dificultad en la respiración. Los infantes así dentro del útero como fuera de él, son los mas propensos á incurrir en esta hidropesía, ya por la blandura de sus huesos, ó ya por las humedades de que abundan. El hidrocéfalo ester- no es curable; pero el interno, habiendo derrame á los ojos v al pecho, es mona!. La hidropesía del pecho es una agregación de aguas en toda es- la cavidad, ó en alguna parte de ella, conviene á saber, entre la pleura y los pulmones. Las causas son. Primeras, las genera- les. Segundas, tubérculos, durezas ó embarazos de los cana- les del pulmón, que comprimiendo la sangre, le hacen esprimir sus sueros. Las señales son: dificultad de respirar, principal- monte queriendo el enfermo reclinarse; llenura y peso entre el estómago y pulmones, decúbito solo tolerable por el lado ma- cargado, tos seca, edemas en los piés, manos y cara, y ansias, que en estando cerradas las puertas, oprimen á los enfermos. Esta hidropesía jamas puede curarse con perfección. La hidropesía delúlero es un amontonamienio de aguas den- tro de la matriz, en los ovarios, ó en el ámbito esterior de dicha entraña, formándose las lúdati.des, que son unas vegiguillas producidas de la estension y llenura de la túnica celulosa y va- — 158 — sos linfáticos que la cubren. Las causas son. Primeras, las co- muñes. Segundas, los loquios y menstruos detenidos, y los con. gresos venéreos frecuentes, sin resultas de gravidacion. Los signos son: elavacion del útero, abultamiento de la vulva, obs- trucciones, díspnéas, caquejias, edemas en las piernas &c. Es mal pernicioso, y con el tiempo pasa á una peligrosa ascites. Las ascites es aquella hidropesía que ocupa toda la cavidad del abdomen. Nace de las obstrucciones del vientre, que de- teniendo y forzando la sangre, la hacen despojar de su serosi- dad, la cual se vá insensiblemente acumulando y estravesando en las duplicaturas del peritoneo, y en todo el cabo abdominal. La sangre reseca se vuelve acrimoniosa, de lo que resulta el ca lor, la fiebre lenta, la sed y el enflaquecimiento de las restan- tes partes del cuerpo; ó se aglomera en algunos vasos de don- de se origina la llenura estraordinaria de otros miembros. La dispnéa nace del impedido movimiento de los pulmones y mus culos, pectorales y abdominales por la elevación del diafracma. La salida del ombligo, que es común en esta hidropesía, vs efec- to del volumen, y acopio de los líquidos. Mas la fluctuación del vientre es un signo muy propio de es. ta enfermedad. Percíbese tocando con una mano un lado del abdomen, después de haber impelido el otro con la otra mano. Esta hidropesía mientras mas antigua es mas peligrosa, porque se corrompen las entrañas de que están las aguas encerradas. Las ascites que nacen repentinamente por haberse tomado mu- cha agua, y escaseádose la orina, es la mas curable. La con- suncion del cuerpo, la calentura y las durezas cirrosas del vientre, avisan ser incurable la hidropesía. La hidropesía de los testículos, es de tres maneras, á saber: hidrocele, escrotaUy vaginal. La primera es aquel tumor de fi gura farciminal, ó de salchichón largo, que en una ingente as- cites por las ingles al escroto se deriva, minorándose muchas veces con solo la presión, quietud ó resupinacion, y estendién- dose otras á un grande volumen. Tiene su origen en la relaja- ción de los anillos abdominales, siendo los principios que la componen, una hernia verdadera, junto con las aguas conteni- das en el peritoneo. La hidropesía escroto! es aquella tumorosidad transparente de la bolsa, en la cual impelida ésta con los dedos, quedan co- mo en los edemas, impresas las señales. La causa inmediata — 159 — es la abundancia de serosidades en la membrana adiposa. Las procatárticas son: Primeras: hidropesías generales. Segundas: humedades esternas, que embebidas en el escroto, hinchan laa celdillas do dicha membrana adiposa, lo cual sucede frecuente- mente en los infantes. La hidropesía vaginal es aquel utrículo ó bolsa que forma el escroto (las mas veces de una magnitud enorme) fluctuante, duro, y que no cede al tacto. La causa inmediata es, el der- rame de aguas en las túnicas vaginal y albugínea. Las proca- tárticas son: Primeras: las comunes. Segundas: contusiones y esfuerzos violentos. La hidropesía enkistada ó capsular, es aquella en que las aguas están como en un saco ó bolsa encerradas. Esto sucede de dos maneras, ó amontonándose en las celdillas del omento por las obstrucciones de sus vasos escretorios, ó en las duple- caturas del peritoneo, por los cirros que en él se forman; ó con- servándose ñor la glutinosidad do la linfa en los vasos linfáticos, desparramados por toda la superficie de los intestinos y entra- ñas del abdomen, los cuales, dilatándose con elpeso dejas aguas forman las hidatides. Las señales que demuestran esta hidro- pesia son las siguientes: elevación mayor en una parte del vien- tre, dureza mas renitente que en la ascites; falta de fluctuación las mas veces; elevación insensible del abdomen, y poca alte- ración en las funciones naturales. Esta hidropesía es menos susceptible de curación que la ascites, principalmente si se ha dejado aumentar demasiado. NUMERO OCHENTA Y TRES. gOCnracion de la hidropesía. Generalmente en las primeras causas convienen los reme- dios del número veintiuno. Las segundas tienen sus indicacio- nes particulares. Las preñadas comunmente sanan en parien- do. En las terceras se establecerá el uso de los digestivos y atenuantes, alternando los evacuantes. Las cuartas se curan con purgantes, diuréticos y diaforéticos. Las quintas necesi- tan los ausilios del número veinte, y los remedios diuréticos y diaforéticos. Las sestas se vencen con los roborantes restrin- gentes. Los ausilios oportunos, y generales en la hidropesía son: el ejercicio constante á caballo ó a pié, en aires libres; la — 160 — abstinencia en la agua: la comida de fácil y noble digestión y parcísima; y los remedios atenuantes, evacuantes y aperitivos. En las hidropesías con diarrea, se tomarán por quirico ó mas dias. á mañana y tarde, los polvos de ruibarvo en cantidad de un escrúpulo. En la sed y tos importunas, se usarán los espí. ritus de azufre, nitro, vitriolo, ó sal dulce en ha bebidas suaves diuréticas. En los edemas se practicarán los remedios digestivos y din. réticos, y en siendo generales, los" diaforéticos; los tópicos, con- tra los edemas; la dieta seca; la escasez de bebida, fruta y co- sas jugosas; y la quietud, abrigo, y^posiciGii de los piés en luga- res altos, apoyándolos tumores con fajas compresivas. En la leucofleemática se alternarán los eméticos, atenuantes, purgantes, aperitivos, digestivos y diuréticos, procurando mu- cha sobriedad, particularmente en la agua y en las comidas indi- gestas y ventosas, y haciendo mucho ejercicio. Que si las hinchazones hubieren llegado á lo sumo, ponién- dose el cuerpo vidrioso, se harán unas incisiones repitiéndolas cada tres ó cuatro dias, (que no pasen de los primeros integu- mentos, cutícula y cutis) en el escroto, bajo de los muslos, y á los lados de las choquezuelas, á fin de conseguir una evacua- ción lenta y sin peligro de gangrena. La anasarca si se acompañare con alguna destemplanza fe- bril, no podrá curarse, si primero esta no se coriigiere; para lo cual se instituirá una dieta tenue, y se ministrarán los diluentes suave3 diuréticos y blandos diaforéticos, evitando los sudorífe- ros y aperitivos fuertes Desterrada la fiebre, se reducirá el en- fermo á un régimen de alimentos; de noble digestión; evitando las comidas glutinosas y grasosas; la bebida lia de ser escasa; hará mucho ejercicio; se le frotará diariamente el vientre por media hora con aceite de olivas bien caliente, frecuentando cada semana (permitiéndolo las fuerzas) un vomitorio y purgante: y se usarán en los intervalos los remedios atenuantes, diuréticos y aperitivos. El hidrocéfalo interno no tiene cura, por lo cual se le impedi- rán los progresos con los aperitivos, atenuantes, vejigatorios á la nuca, errinos, y purgantes. En el esterno se practicarán los comunes remedios, fomentos discucientes y confortantes, em- plastos atenuantes y termas calcíferos. En la hidropesía del pecho, se escusarán todos los irritantes, ó — 16T — á lo menos sé asociarán á lús diluentes; se frecuentarán las mi- norativas frescas, aperitivos, y suaves diuréticos; pasando á los atenuantes luego que la tos se halla minorado, menudeando en este tiempo las bebidas diluentes. La paracentesis comunmen- te llega tarde ea esta hidropesía. La hidropesía del útero siendo esterna, se cura con los ate- nuantes, purgantes, eméticos, diuréticos y aperitivos; haciendo mucho ejercicio, y usando de la dieta seca. En la interna, á mas de esto, so darán semicupios: se harán inyecciones con los cocimientos de las yerbas emolientes y emenagógas: y se intro- ducirá por la vulva una cala larga de lana, en que se hayan en- vuelto los polvos sutiles de heléboro blanco, en cantidad de una dracma. Últimamente, se hará recurso á la sonda curva. En la ascites reciente, quR invade á los jóvenes, ó consistentes, cu- yas fuerzas están constantes, las entrañas sin corrupción, y el vrsntre tenso y bien abultado, no habiendo otra enfermedad que lo embarace, debe hacerse cuanto antes la paracentesis, Pero faltando dichas condiciones, comunmente no aprovecha esta operación. La cura farmacéutica ha de procurarse con loa aperitivos purgantes, escusando las muchas bebidas, caldos y alimentos jugosos. Las friegas al vientre de una hora por la mañana y otra á la tarde, con aceite de olivas bien caliente, son muy útiles. La lúhrocele, como sea una hernia prevenida de la ascites, á mas de los remedios indicados, necesitan de los suspensorios. La hidropesía escrotal, que nace de las primeras causas, fuera de los ausilios generales, requiere las incisiones que dejamos dichas en la Icucofiegmacia. En las segundas convienen los fomentos de agua de cal con aguardiente. En Ja hidropesía vaginal ha de instituirse la paracentesis. La hidropesía enkistada rara vez se cura con los remedios fundentes, ni menos con la paracentesis, ya porque el líquido encerrado se halla fuera de las vías comunes, ya por estar el humor muy glutinoso, y apoyado comunmente sobre un cirro, ó ya porque frecuentemente son varios loskistes ó bolsas que com- ponen esta hidropesía. Y así es fuerza hacer en ella una profun- da y ancha incisión mediante la cual no solo se vacia el kiste, si- no que se consigue que tenga corriente laherida por algún tiem- po, aplicando los supurantes, mientras interiormente se combate el cirro. — 162 — En la hidropesía generalmente no aprovechan las lavativas, y dañan los remedios inpetuosos en habiendo mucha sequedad tos y fiebre. Remedios para la hidropesía.—Digestivos. Los remedios del número veintiuno. ítem: La orina de personas sanas tomada en ayunas. Atenuantes. Un escrúpulo por dosis de las cenizas de zapos, tomadas dos veces al dia: quince granos de azafrán de fierro azucarado, ó de flores marciales de sal amoniaco, ó de tártaro variolado: ó un grano de turpeto-mineral, mezclado con azúcar. ítem: Tres ó cuatro cucharadas de miel de magueyes, toma- da diariamente en ayunas, con una poquita de agua de manza- nilla. Ítem: Las Gotas antihidrópicas. Llénese una botella de vino blanco, y mézclesele una onza de polvos sutiles de vidrio de antimonio. Póngase al sol por quin- ce dias, y después cuélese el vino por un lienzo tupido, sin al- borotar los asientos, y guárdese bien tapado. Tomará el en- fermo veinte ó treinta gotas, dos ó tres veces en el dia, en caldo ú otra bebida apropiada. Pildoras atenuantes y aperitivas. Toma iguales partes de polvos sutiles de goma amoniaco, ce* bolla albarrana y jabón de Castilla; y con el mucilago de la go- ma arábiga, y un poquito de jarabe de cinco raices, háganse pil- doras doradas, á tomar el peso demedio escrúpulo en ayunas y sobre tarde, por algunos dias. ítem: El Ungüento antihidrópico. Toma una libra de raices de manzanilla del cerro, hechas pe- dazos pequeños, y otra de rábanos machucados con sus corte- zas y hojas, media libra de polvos de lequesquite, y seis libras de orina de personas sanas. Pónganse en maceracion por ocho dias; después hervirá todo por un rato, y colada la infu- sión se volverá á la lumbre, echándole una libra de cera de campeche, hasta que esta se derrita. Apártase de la lumbre, — 163 — y en comenzando á cuajarse, sele incorporará lo siguiente, ba- tiendo bien el misto con una espátula: de los ungüentos desobs- truentes de sumos, artanita, marciaton y cuajo de cabritos me- dia libra de cada cosa; de los aceites de azafrán y almendras amargas cuatro onzas de cada uno, y otras cuatro onzas de polvos sutiles de acibar. Enfríese y guárdese el ungüento pa- ra frotar el vientre todos los dias por espacio de media hora, Diuréticos suaves. Los cocimientos ó infusiones de las raices de apio, peregil, carrisos, corazones de zanahorias, chía, espárrago, grama y malvas; las yerbas del pollo, cabezona, lengua de ciervo, parie- t.iria, doradilla y culantrillo; bagazos de cañas de azúcar, cor- tezas de cañafistola &c. ítem: Los polvos de huesos de tejocotes, cenizas de casca- rones de huevos, ojos de cangrejos &c. ítem: La horchata de pepitas de chicos zapotes ítem: El atole endulzado con miel virgen. ítem: Los rábanos molidos con sus cortezas, polvoreados de azúcar, serenados y tomados en ayunas. ítem: El jocoqui ó la cuajada. Diuréticos mediocres. Los cocimientos de las raices de butua y cocolmeealt; de las cortezas de fresnos, taray y cacalosuchil; de las yerbas del zapo y canchilagua; de la semilla de cardo-santo <&c. ítem: La agua miel de magueyes cocida con cochinillas. ítem: El tepachi de pina, el colonchi y la chicha. Diuréticos fuertes. El cocimiento de raices del árbol del tejocote y del cuajilote morado: la agua común cocida con zapo seco: media libra por dosis de la agua destilada de raices de saúco: un escrúpulo de la tintura de cochinillas: cinco granos de polvos sutiles de ce. bolla albarrana, ó una dracma de espíritus de nitro dulce en un vaso del cocimiento de la yerba del pollo. ítem: Las golas antihidrópicas. Linimento diurético. Toma de ungüento diurético y aceite de alacranes una onza 12 — 1G4 — de cada uno; de bálsamo de copaiva dos dracmas: mézclese bien todo, para untar el empeine, los lomos é ingles. Cataplasma diurética. Toma de cebolla asada y machucada dos onzas; de raspadu- ras de jabón una onza; de cochinillas molidas dos dracmas, de sal de succino un escrúpulo: amásese todo con aceite de alacra- nes, y apliqúese al empeine. Aperitivos suaves. Los diuréticos suaves y mediocres: los cocimientos del palo mulato, chicoria amarga &c. Aperitivos fuertes. Los remedios atenuantes: los diuréticos fuertes: los marcia- les: las aguas termales ferruginosas: el suero de mostaza RiAcua morbus.—La hipocondría es aquel mal, en que se quejan los enfermos de dolores en varias partes del cuerpo (principalmente en el vientre) de flato*, estreñimiento, esputos y orinas abundantes; y asorada continuamente su ima- ginación, se entristecen, lloran, ponderan inconsolablemente sus achaques, no osando salir á fuera, y á todo le conciben mucho horror. La causa inmediata es la congestión en el hígado de la vi. lis viscida, tartárea y amuicosa, así cistica, como hepática. Las antecedentes son sequedades del temperamento melancó- lico, obstrucción del hígado y mesenterio, y estreñimiento, ó retención de los escrementos. Las procatárticas son: Prime- ras: cuidados graves, atenciones profundas de la mente, estu- dios continuados, y vida sedentaria. Segundas: indigestiones y uso de las cosas acres, agrias, austeras, glutinosas, durase saladas. Siendo antigua esta enfermedad, y en sugetos de edad avanzada, solo admiten una curación paliativa: tomando incre mentó, degenera en melancolía: en las mugeres se combina con "\ mal histérico. Las crisis comunes de la hipocondría non: flujo de almorranas: precipicios de humores por ambas vías: (amarillos, verdes, negros ócc.) sarna universal y varices, re- pentinamente aparecidas en cualquiera parte del cuerpo. NUMERO OCHENTA Y CUATRO. Casraeioxa úc la h¡£:-;:€ondria. En esta enfermedad se ha de escusar el mucho chocolate, los lacticinios, la repetición de alimentes, la inedia, la replesion, la venus, la quietud, la tristeza, el sueño sobre las comidas, el uso de los agrios, acres, salados, austeros, indigestos y bebidas espirituosas; Jas comidas han de ser húmedas y nada fermente- cibles; los vomitorios, purgas fuertes, y los sudoríferos son da- nosos; las lavativas suaves son provechosas; los remedios ca- lientes ecsacerban el mal. Se abstendrá, pues, el enfermo de todo lo indigesto, sujelái). —167 — doso á tomar con moderación el chocolate quemado, la sopa de caldo simple, el puchero de vaca, ternera, carnero sin grasa, ó aves de la tierra; y por cena unas lechugas cocidas: la agua común se macerará con unas hojas de borrajas; y usará el.sue- ro de leche, destilado con esta yerba. Hará mucho ejercicio, aunque sin fatigarse; y se les suscitarán, inconsulto, negocios graves de honor. Se purgará á menudo con alguna minorativa fresca, y esta- blecerá el uso de los baños y remedios aperitivos suaves, prefi- riendo los líquidos. La borraja es específica en cualquiera for. ma que se tome. Si durante la cura el flato ejecutare, se mi- nistrará un simple cocimiento de anís ú otro suave carminante, y se liarán algunas lavativas. Las sangrías en lo general son dañosas, salvo en caso de detención de menstruos, que se harán en los tobillos; ó de sangre de almorranas, que se aplicarán sanguijuelas al ano. Finalmente, se entablará la cura de las obstrucciones insensibles y renitentes. Mira el título Obslruc- ti.o. En las naturalezas vibrátiles y resecas se usará por bebi- da común la agua del pozo, macerando en ella unas hojas de borrajas. Hysturica passio, uriiui sufpocatio. Los vapores, el histé- rico, latido, mal de madre <$?c, es aquel accidente en las muge- res, y algunas veces en los hombres, acompañados de eructos, ideas tristes, enagenamientos, procacidades, contracciones de miembros, abundancia de orina clara del color de la agua, su- dor frió, esputos copiosos, sentimiento de una bola subsultante en el vientre, punzadas de cabeza, cólicas ventosas, convólvu- los, palpitaciones de corazón, apretamientos de la glotis, sufo- caciones, vapores calientes, rubores de la cara, desmayos &c. La causa inmediata es la convulsión de los intestinos, volvién- dose el movimiento de est03 semi-antipiristáltico, mediante el cual, impelidas por todas partes las materias corrompidas, for- m;in una masa que late, de cuyo origen nacen los síntomas men- cionados. Las causas antecedentes son: debilidades ó delica- dezas de las complecsiones. Las procatárticas son: Primeras: ímpetus de la sangre menstrual que está para establecerse ó que se halla detenida. Segundas: pululaciones de las materias seminales, abundantes ó corrompidas. Terceras: causas de la hipocondría. Cuartas: indigestiones del estómago. Quintas: obstrucciones, inflamaciones, apostemas ó cirros del vientre. — 168 — Sestas: vida ociosa, deliciosa, y sédenla lia. Séptimas: sustos y pasiones violentas. Octavas: debilidades del estómago. El histérico asusta mas que trae peligro, sin embargo que en las personas de edad avanzada no se cura. NUMERO OCHENT\ Y CINCO. SJnracion d¿! inaB liisSeB*3e«. Para curar esta enfermedad se han de llevar dos miras, á sa. ber: destruir la causa procatártica y combatir los síntomas que le acompañan. En la primera procatársis conviene el régimen en las comidas, las sangrías de los piés y los remedios emena- gogos: en la segunda son provechosas las nupcias y dañan los medicamentos calientes: en la tercera se instituirá la cura déla hipocondría: cu la cuarta habrá una esacta dieta en los alimen- tos, y se ministrarán los remedios digestivos, y aun los vomiio- rios: las quintas causas se han de curar por sus títulos: en las sestas es necesario hacer mucho ejercicio, principalmente á ca- ballo, y en el campo, instituir una vida laboriosa y tomar loa medicamentos marciales. Para las séptimas mira el título Pa. themata animi, En las octavas se harán los remedios roboran- tes antihistéricos. La segunda atención que ha de tenerse en la cura del histé- rico es, corregir los síntomas que le acompañaren, para lo cual se combinarán los remedios indicados con los antihistéricos. Convienen generalmente en todos los males histéricos la sobrie- dad y el arreglo en las comidas; el ejercicio (especialmente ú caballo por las mañanas y en aires librea:) los aperitivos mar cíales: los antiepilépticos roborantes y menos irritantes, marida- dos con los opiado : los baños continuados, las nupcias, la ale- cria moderada y el trabajo; y dañan comunmente los olores, y en las preñadas los hedores. El método con que se atenderá al insulto ó privación de senti- dos en las histéricas, es el siguiente: se introducirá un supositorio ó cala purgante, con polvos de ingo; se apretará el estómago, bajando con ambas manos el latido, desde los hipocondrios ó vacíos, para el estómago, sacudiendo el cuerpo de rato en rato; se aplicará una ventosa ú olla medianita abajo del ombligo, con mucho fuego; al estómago se pondrá media naranja entre ver- — 169 — de y madura, ó una tortilla de huevos polvoreada de polvos de castor y de rosa; se harán pasar á la enferma, de tiempo en tiempo, unas cuchardas de la bebida roborante antihistérica: se procurará que huela pajuelas de azufro encencidas, ó las hojas del árDol del Perú, estregadas entre las manos; se le llenará la boca de sal; se lo harán ligaduras en las piernas, le untarán el linimento antihistérico á la cabeza y coyunturas; y á los piés se le harán cosquillas, ó se le aplicarán pichones abiertos por el medio, ó ladrillos calientes, roseados con aguardiente. Habiendo inflamación ó erisipela en el útero, lo cual denotan la complecsion cálida y macilenta de la enferma, bochornos, destemplanzas febriles, y violentos síntomas, se ocurrirá á las sangrías, lavativas frescas, baños, diluentes, remedios contra los vapores y dieta láctea; los cn'ihistéricos serán suaves y na- da irritantes. Emenagogos ó remedios que hacen fluir la sangre de los me- ses.—Bebidas. Toma de elicsir proprietatis y bálsamo católico, diez gotas de cada uno; de agua de poleo, altamisa, ó betónica, cuatro on- zas: mézclalo todo, y endúlzalo con jarabe de peonía. La agua común se macerará con la piedra cuadrada. Para las cálidas y secas, toma nueve pellejos de almendras, y cuécelos con una taza de agua. Bébase, y repítase las veces que fuere menester. En las frías y húmedas, toma de cocimiento de cortezas de ta- rai, raices de peregil y corazones de zanahorias, una libra. Há- ganse dos partes, á tomarlas á las horas acostumbradas. ítem: El vino mezcal tibio, el tepachi de pina, el colonchi &c. Polvos. Toma de azafrán de Marte azucarado cinco dracmas. Di- vídase en veinte y cuatro papelitos, para tomar uno en ayunas, y otro á las cinco de la tarde, en cocimiento de chicalote, ha- ciendo ejercicio. Epítima. De cocimiento de peguame, mariola, altamisa, mejorana, ru- da, poleo, tomillo y hojas de sabino, cuanto baste. Foméntese todo el vientre y las caderas con paños de algodón. Unturas. El ungüento antihidrópico, — 170 — ítem: El clorótico con aceite de azafrán. Úntense á menudo desde el ombligo hasta las ingles. Medicamentos anlihisléricos—Bebida roborante y calmante. Toma de las aguas compuestas de torongil, peonía y brionia, una onza de cada una; de la rosada dos onzas; de tintura de castor dos dracmas, de espíritus de cuerno de ciervo succinado una dracma, de láudano líquido media dracma, de jarabe de ca- nela, media onza: mézclense. Se tomará de tiempo en tiempo una cucharada. Toma suave. De agua de canela bordeada dos cucharadas, de la de la vida de las mugeres media cucharada, de tintura de castor media drac- ma, de láudano líquido siete golas: mézclese todo, y endúlcese con jarabe de peonía. Para una vez. Pildoras. De láudano cinabarino dos granos, de polvos de ingo y de castor, cuatro granos de cada cosa: con jarabe de peonía há- ganse pildoras, y tómense al entrarse' en la cama. Bolo. De conserva espesa de flores de borrajas una dracma, de pol- vos de castor diez granos, de láudano opiado un grano. Uña- se todo, y envuélvase en oblea, para tomarlo en atole. Polvos contra los vapores. Toma de sal de estaño dos escrúpulos. Háganse doce par- tes iguales, á tomar en seis dias, una por la mañana y otra so- bre tarde. Untura para lo mismo. Toma dos onzas de aceite do coco, media del de succino, y un escrúpulo de láudano líquido: mézclalo todo, y frótese el latido. Muñeco para el ombligo y estómago. Toma un puñado grande de las ramas tiernas del árbol del Perú, y envuélvelas en un lienzo ralo: apliqúense del estómago al ombligo en forma de muñeco compresivo. Amuleto. De azogue dos onzas, de polvos gruesos de ingo, poponaco —171 — V mirra, media onza de cada cosa, de alcanfor una dracma. Métase todo en una bolsita, que suspendida al cuello por un cordón, rematará en el omblitro, en donde se afianzará con una faja. Lavativa purgante antihistérica. De chichicamole y tacopatle, una onza de cada uno; de mal- vas, ruda, manzanilla, poleo y hojas de árbol del Perú, un pu- ño de cada cosa. Cuezase todo en una libra de agua hasta que quede una taza. Cuélese y mézclesele media toza de miel. Linimento para las coyunturas. De los aceites de castor y lombrices una onza de cada una; del de succino dos dracmas, de espíritus de cuerno de ciervo una dracma: mézclalos. Linimento en los dolores vagos. De aceite de almendras dulces dos onzas, de láudano líquido quince gotas: mézclense. Remedio para los dolores graves de cabeza. Se menudearán los baños tibios por muchas horas. Remedios en las debilidades del estómago. Se usará en ayunas el julepe de canela; se aplicará al es- tómago una pasta de carnero sancochada en vino, y polvorea- da de castor, canela, culantro y rosa; ó una rebanada ancha de ule asado; y se frecuentará la bebida roborante y calmante. Finalmente, si el histérico se combinare con el humor vené- reo, se ministrará reginiinalmente el cocimiento de guayacán. Remedios generales antihistéricos. La carne de loba ó lobo usada diariamente en el puchero, ó los polvos del corazón de este animal tomados en caldo: el sahumerio de asafétida recibido por la vulva; las ramas del ár- bol del Perú aplicadas y afianzadas al ombligo y estómago; los baños tibios de dos ó tres horas; el ejercicio á caballo, y los re- medios roborantes y atitiepiléplico-calmantes. Ictericia, icterus, morbus regius. La tiricia es aquella enfermedad en que la piel y los ojos se ponen amarillos, Uñién- dose del mismo color los lienzos que se mojan en la orina de estos enfermos. La causa inmediata es el derrame del humor — 172 — bilioso por todo el tegido celular. Las antecedentes son: abun. dancia de materiales sulfúreos atenuados en la sangre ó espe- sura de la bilis en los poros biliarios, vejiga de la hiél y con- ductos que llevan este humor á los intestinos. Las procatárticas son: Primeras: fiebres ardientes, malignas ó pestilenciales; in- flamaciones. cirros, apostemas ó cálculos del hígado, y afectos convulsivos. Segundas: venenos tomados, mordeduras de fie- ras y algunas crisis. Terceras: escesos en el vino y en lasci- leras; frios, y causas de la hidropesía. Los síntomas comunes de la tiricia son: color amarillo del cuerpo; comezón, especialmente en las espaldas; orina crasa y azafranada, y algunas veces blanca; ansias, torpeza de miem- bros, opresiones de pecho, dolores de cabeza, sueños turbados, náusea, inapetencia á losalimentos, heces blancas y escasas &c. Tres son las diferencias de este mal, á saber: tiricia delgada, espesa y mista. La primera se caracteriza por los síntomas co muñes, agregándose la fiebre; la segunda por la ausencia de ella; y la tercera que comunmente resulta á los locsicados, se constituye por la sed, cardialgía, ardores de estómago y cuerpo, vista turbada, amargores de boca, vómitos, y pulso concentrado. La diutumidad de la ictericia hace que se espese la bilis, de que resulta el color fusco de la piel áque los antiguos llamaron ictericia negra. La tiricia que sobreviene á las fiebres ya juz- gadas, comunmente trae su origen, del vicio de las primeras vías: en las fiebres ardientes, acompañándose con hipo desde el principio, es mortal: los que recaen de esta enfermedad, or- dinariamente no se curan, y tienen p:edra en la vegigadela hiél: la tiricia en los vinosos degenera en hidropesía: la antigua termina en timpanitis: la que antecede ó succede á la hidrope- sía, y la que se acompaña con cirro en el hígado ó bazo, son incurables. Los ictéricos muchas veces mueren de repente; los sudores que tiñen la ropa son buenos, el color amarillo re- pentinamente mudado en blanco, indica cirro en los hipocon- drios. NUMERO OCHENTA Y SEIS. Curación de la tiricia. En esta enfermedad generalmente son dañosas las sangiias, La cura debe comenzar por vómito; y así, en la ictericia delga- — 173 — da se ministrará la ojimiel, ó el jarabe de rábanos; en la espe- sa, el turbith mineral ó el tártaro emético, uno y otro en canti- dad de tres ó cuatro granos: mezclados con un poquito de ere- mor de tártaro; en la mista, si su origen fuere algún veneno di- solvente ó corrosivo, convienen los vomitorios de aceite y leche; pero en cualquiera otra causa se preferirá la hipecacuana. Después de los vomitorios, se instituirá un largo uso de diuré- ticos y aperitivos suaves, en forma líquida, pira pasar después á los purgan tes. En la ictericia delgada se menudearán las minorativas del número tres; y en la espesa, las purgas del número ochenta y tres; ó toma: de polvos sutiles de Jalapa y ruibarbo, media drac- ma de cada cosa: mézclalos, y tómese encima mucha agua fria. Mientras mas espeja fuere la tiricia, mas activos deben ser los purgantes; pero han de interpolarse los aperitivos suaves v los diluentes. En la antigua se menudeará el siguiente: Purgante anti-ictérico. Toma de crémor de tártaro dos dracmas, de agua termal azufrosa media libra. Cuezase, hasta que se consuma la mi- tad del agua, y endúlcese con dos onzas de jarabe de flores de duraznos. Después se beberá de la misma agua termal fria cuanta se pudiere. t'e pasará al uso de los baños con el cocimiento de malvas, raices de grama y flores de saúco, procurando el sudor, para lo cual se tomarán al mismo tiempo los polvos de vívora. Fi- nalmente, en esta enfermedad lian de combinarse los remedios indicados por las causas, con los específicos propios, cuyo uso se establecerá por algún tiempo. Remedios ant/.-ictéricos.—En sustancia. Lo blanco do los escrementos de las gallinas, palomas, pája- ros, guajolotes, hecho polvos y tomados en las bebidas: nueve piojos ministrados diariamente eti agua de chía ó en huevos tí- bios, inconsulto el enfermo: los polvos de vívoras, lombrices, azafrán, cenizas de retama, antimonio diaforético marcial, y los aperitivos del número ochenta y tres. En los infantes prueba bien el bozoardico mineral. Pildoras. Toma de jabón de Venecia rayado V polvos de goma amo- — 174 — niáco, década cosa media onza. Háganse pildoras con jara. be de cinco raices, de á dos granos cada una, á tomar seis en ayunas, y otras seis al caer da la tarde, por muchos dias. ítem: De polvos sutiles de acíbar, ruibarbo y jabón de Cas- tilla partes iguales. Háganse pildoras con una poquita de miel virgen, y dórense. Se tomará todos los dias el peso de medio escrúpulo en atole. Bebidas. La orina humana, la agua rosada con claras do huevos, el cocimiento de raices de grama, peregi!, culantrillo y cuerno de ciervo; el de hojas de rábanos, endulzado con jarabe de culan- trillo; ó la agua de borrajas con el jarabe de rábanos: el airo. pe de saúco ó el sumo de marrubio con las bebidas aperitivas; las aguas termales; los espíritus agrios de sal amoniaco &c, En las tiricias críticas se menudearán las remedios lacsantes, Imi'etiüo, pectkx, lichen. El empeine, vitiligines, mok. I'HOea. Los sisiotes. porrico. La caspa, tixea. Latina, scabies, psora. La sarna, fiilycienae. Los mezquinos, ser. pigo. El empeine que cunde ó brinca á otras partes, herpes. El herpes, prtjritus pertitíax. La comezón rebelde, ele- piiantiasis, lepra aeaeum, El mal de San Lázaro. lepra graecokum. El mal de San Antón. Todas estas enfermeda- des comprendemos en este título por originarse de unos mismos principios, variando solamente en las circunstancias y en la mayor ó menor intensidad de las causas. Porque la causa inmediata de los empeines, sisiotes, caspa, Uña, sarna y mezquinos, es un humor acrimonioso, mas ó menos corrosivo que escupe la sangre en varias partes del cuerpo; 6 por mejor decir, es una despumación crítica de este líquido. El mismo material, si sin embargo de haber hecho algún depó- sito en la piel, prevaleciendo en la sangre, hace sus "batimien- tos é impulsos en las mismas partes; intentando traspirarse, produce el serpígo, herpes, y las comezones graves. Mas si di- cho humor subiere almas alto grado de acrimonia y los lí- quidos y sólidos llegaren á corromperse, poniéndose la piel in- eencíble, áspera, dura, gruesa, escamosa y escoriada, cayéndo- se el pelo de la cabeza, barba y cejas, resulta el mal de San Lázaro ó lepra de los árabes: que si aconteciere perderse la configuración de las partes ó el cuerpo se pusiere deforme, ga- — 115 — fo occ, naciendo en varias parles, principalmente en las nari- ces, úlceras depacentes y carcinomatosas, con sumos ardores interiores ó esteriorcs, ya es el mal de San Antón, ó la lepra de los griegos. Las causas procatárticas de todas estas enfermedades son, errores graves en la dieta; humedades corrompidas; suciedades y comercios impuros, do donde nace que estas acrimonias siem- pre están animadas de un humor venéreo. Sin embargo, todos estos males también pueden contraerse por el contagio sin pre- ceder las causas mencionadas. La /¿ña tiene su etimología de linea; que significa polilla, por parecerse á este animalillo en los efectos que causa, sembran- do la cabeza de pequeños agujeros. Empieza por unas costras blancas y secas que cubren la cabeza, y en su mayor grado se manifiestan muchas úlceras sórdidas, que despiden sanguazas, esto es, materiales saniosos. Esta enfermedad es propia de la infancia y puericia: en los niños de pecho es de mucho peligro su estirpacion. Generalmente en todas edades causan gravea daños ¡as erupciones que se disuelven ó que prontamente se disipan. El herpes es de dos maneras, miliar y corrosivo. El primero es una aglomeración de pústulas ó granitos muy menudos, vi- vos, dolorosos é inflamados, con comezón y muchos ardores. ELsegundo, quo llaman también cscedenle, es aquel grado de in, llamacion, en que las pustuliilas llegan á ecsulcerarse y á desti, lar un humor acre y delgado. Todos los accidentes eruptivos si de repente desaparecen son mortales. La lepra es mal incurable, sin embargo de que suelen impe- dirse los progresos, y aun casi del todo remediarse, estando Jo, enfermedad bien á los principios. NUMERO OCHENTA Y SIETE. Curación de los empeines, sisiotes, sarna, mezquinos, caspa, tina, herpes, come- zones fuertes y ambas lepras, El régimen de alimentos, nobles y de fiicil digestión; el aban- dono de las cosas acres, saladas, glutinosas, fermenlicibles y li- cores espirituosos, y la limpieza en los cuerpos y vestidos deben hacer el preámbulo ala curación de estos males. Para la cura — 17b — farmacéutica < s preciso indagar si la acrimonia dominante ci acida ó alcalina. Por falta de esta precaución, siendo como es tan esencial, se cometen mil yerros en la práctica. Mira el tí. tulo Acrimoniae. Fuera de esto, como dichas enfermedades».' tinturan con el virus gálico, es necesario combinar los remedios. Pondremos un catálogo de ellos para usarlos según las indica- ciones. Bebida antigálica en las acrimonias alcalinas. Toma de cocimiento de leños antivenéreos cuatro libras. Tó- mese en cuatro dias á mañana y tarde, mezclado con otra tan- ta cantidad de leche. Polvos fu.ulentes mercuriales. Toma de polvos sutiles de antimonio crudo dos dracmas; de calomelanos dos escrúpulos. Háganse diez partes igualo-, mezclando á cada una un grano de polvos de alcanfor. Tome. se un papel en ayunas y otro al acostarse, dos horas despucs du haber cenado, bebiendo encima un vaso de cocimiento de guaya- can, en siendo las acrimonias acidas, mas si fueren alcalinas, se tomará la misma cantidad de media leche con agua de ceba- da ó de caldo de pollo aperitivo. Electuario atenuante en las ucrbnonias acidas. Toma de antimonio diaforético marcial y de flores de azufre una onza de cada cosa. Con jarabe de cardo sanio hágase conservilla espesa, á tomar una dracma á mañana y noche. Polvos estomacales antioenérea en las acrimonias acidas. Torna de oleo-sacaro de cidra media onza, de antimonio dia- forético marcial y sal de agenjos dos dracmas de cada cosa, da mercurio dulce una dracma: mézclalos para hacer diez y ocho papelitos, que se tomarán en nueve dias, á mañana y tarde. Tópicos en las erupciones acrimoniosas. Los ungüentos de Alderete, defecatorio, ad acoras, contra-sea- biem, de mercurio, contra formicam. O toma de ungüento al ■ canforado una onza, de flores de azufre dos dracmas, de salde tártaro una dracma: mézclalos. Ungüento antiherpético. Toma de ungüento blanco simple una onza, de mercurio pre- cipitado blanco, dracma y media: mézclalos. — 177-- Ungüentos que desinflaman y secan los granos. Toma de pomada de vejeto-mineral y ungüento contra-sea- biem partes igmiles: mézclalos. ítem: El unto de puerco revolcado en ceniza fria. ítem: De estrado de vejeto mineral media onza, de aceite ro- sado una onza: bátanse, a que se e-pese el misto. ítem: Las unturas para los granos de los niños, del número ochenta y nueve. En les antiguos y pasmados, son útiles los fomentos con el cocimiento fuerte de cal ncapatle, ó con agua primera de cal; y las frotaciones con limones asados, polvorea- rlos de carmín y pólvora. Misturas en las escoriaciones venéreas. Toma de polvos de albayalde media onza, de mercurio pre- cipitado blanco dos dracmas, de agua rosada media libra: méz- clalos. Itern: De agua de cal y aceite de chía, dos onzas de cada cosa, de polvos de precipitado blanco una dracma: bátase todo junto. Tópicos para las comezones graves. Las misturas dichas; los fomentos con el cocimiento de ca- lancapatle ó de cebadilla, el ungüento antiherpético &c. Purgas mercuriales. Toma de polvos cornaquinos una dracma, de mercurio dulce veinte granos: mézclalos. ítem: De masa de pildoras católicas media dracma, de calo- melanos veinte granos, de resina de Jalapa siete granos: con jarabe de fumaria fórmense pildoras, á tomarlas en atole, dos horas después de una cena, ligera. La sarna por contagio, comunmente se cura con el unto do puerco, amasado con flores de azufre, así como los mezquinos. Los sisiotes, con el ungüento antiherpético. En la caspa de acrimonia alcalina, se lavará la cabeza con el cocimiento del guiñan y cebadilla; ó de rosa y calancapatle; y en la de acri. monia acida, con la orina rancia, ó con ei cocimiento de calan- capatle solo; frotando después, en ambas acrimonias, el ungüen- to antiherpético. La liña se tratará con el común método, ose harán frecuentes y fuertes lociones con el cocimiento de chi - — 176 — chicamole, ccdidonia, estáñate y malvas. Después se untará la cabeza con la siguiente: Untura para la liña. Toma de trementina, aceite común, polvos sutiles de cebadi- lla, y sal de hollín, partes iguales de cada uno: mézclalos. Que haciéndose tenaz, se practicará el siguiente remedio: Dispóngase un engrudo ó peleada espesa con el sumo de hepa. *ote, polvos de cebadilla y harina de trigo; y se amasará con otro tanto de pez derretida: en estando este misto medio frió, se estenderá en un lieczo grueso, para cubrir la cabeza, después de haberla rapado á navaja, y se dejará pegado dos dias. Lúe- go se arrancará con violencia, fomcnmndo el paraje con una legía hecha de cenizas y tequesquite Generalmente en to- dos los males mencionados, cumplidas las indicaciones, se es- tablecerá el uso constante de los termas ó baños azufrosos. Mas si los remedios referidos no curaren estos accidentes, se instituirá la cura de la lúe venérea, que pondremos en su título. Que si no obstante las enfermedades no se corrigieren, resulta la lepra. Esta, como hemos visto, es de dos maneras: lepra arabum, 6 la enfermedad de los lazarinos; y lepra graecorum, 6 el mal de San Antón. A cada paso vemos confundir estas dos lepras; pero es esencialísimo saberlas distinguir, porque muchas veces se pueden curar, ó á lo menos impedirles los progresos. El mal de San Lázaro como tenga su origen en la espesura linfática, pegajosidad inflamatoria envejecida y cuagulacion ve- liérea de los líquidos, á mas de los efectos que hemos referido, enerva las fuerzas, oprime el pulso, retira el calor de las partes, la lengua se pone soca, las escreciones se minoran, y hay an- sias, tristezas &c. Los medicamentos propios son: los caldos, sal volátil y polvos de vivaras; el chocolate antiveneréo del núme- ro noventa y seis; los polvos fundentes mercuriales, el electua- rio atenuante, los frascos sudoríferos, los termas sulfúreos y los remedios atenuantes del número ochenta y tres- El mal de San Antón, por el contrario, enrareciendo la san- gre, produce mucho calor, ardor, destemplanzas febriles, seque- dad en la piel, sed clamorosa, salivaciones colicuativas &c Los ausilios adecuados son: los remedios diluentes del número ochenta y tres; los lacsantes; los baños tibios; y el uso constan- te de la media leche, ó leche de burras. — 179 — En las lepras han de evitarse los frios estemos, y las san- grías continuadas. Los empeines de la cara indican los medi- camentos aperitivos y las purgas. Finalmente, cuando en es- tas enfermedades los sólidos llegasen notablemente á corrom. perse, se abandonarán los pacientes, como deplorados. ÍNCUHUS, F.Í'HIALTES, NOCTURNA STRANGULATIO.--Las pesadi- lias. Esta enfermedad es aquella intercepción de la respiración y movimientos, en que los que duermen sienten sofocarse, re- presentándoseles que tienen un peso insuperable sobre el pe- cho. La causa inmediata es el tránsito impedido de los espíri- tus animales por el principio de la médula oblongada. Las an- tecedentes son: vapores crasos, frios, viciados y narcóticos, de- tenidos en el cerebro, y dimanados de las primeras vías. Las procatárticas son: crudezas, crápulas y supinas recubaciones. Esta enfermedad si no se remedia con tiempo, pasa á epilepsia. NUMERO OCHENTA Y OCHO. Curación «le las pesadillas. En la actual accesión se despertará al enfermo, apre- tándole el estómago, y llenándole la boca de sal: se le harán pa- sar unos tragos de agua fria; le darán friegas por todo el cuer- po con paños ásperos; y lo acostarán de lado con la cabeza alta y las manos retiradas del pecho. Fuera de la invasión, se su- jetará el enfermo al régimen de vida, cenará frugalmente, res- pirará un aire puro, y se le hará la cura que prescribimos de la epilepsia. Infantum morbi.—Las enfermedades de los niños. Las cau- sas ordinarias de sus padeceres son el meconio ó escremento re. tenido, que ya nacidos deben espeler; los agrios del estómago; los retortijones ó cólicos; la. fontanela demasiado blanda; el chin- cuali; la quebradura; la salida de los dientes; los empachos; la ectica, y las lombrices. De todo lo cual les resultan las fiebres, alferecías, granos, erupciones pustulosas, diarreas, vómitos, em- baramientos, llantos continuos &c. Los granos, si se procuran destruir con empeño, originan muchos daños. Los aceites y licores espirituosos ministrados 'por dentro, y las unturas y fomentos aplicados con repetición al ^hígado, son perniciosas. 13 — 160 — Cuando la leche llega á agriarse en el estómago tierno de los infantes, les nacen vómitos, cólicos, durezas de vientre; diar- reas, alferecías, y la muerte. Esto viene comunmente por cul. pa de las nodrizas, sorprendidas de cuidados, sustos, enojos, pe. sadumbres &c; ó porque se esceden en los agrios y son desar. regladas en las comidas, que si tuvieren frecuentes comercios con el otro secso, estuvieren infectas de mal venéreo, ó resul- taren grávidas, comunican por la leche á los párvulos muchísi. mos males. Las cólicas se conocen así por lo duro de su vientre, como por las contorsiones, é interminables llantos que les ocasionan. , La fontanela, si llegare á pulsarles demasiado, es señal de que está muy abierta: las mugeres llaman á esto la mollera caida-A en cuyo caso, pendrándoles el frió, se les originan calenturas,/ diarreas, vómitos, y algunas veces alferecías. I Pasado el séptimo mes de nacidos los infantes, si la baba nol les abundare, ó los dientes no empezaren á manifestarse, se hanl de esperar muchos males. Habiendo diarrea en el tiempo de la erupción, menos peligro corrre de padecer alferecía. EneJ Otoño brotan con mas facilidad: la tos hace difícil la salida: la sequedad de la boca en el tiempo de la erupción es muy funesta. Las lombrices se dan á conocer por estos signos: desgano de comer, ó suma apetencia álos alimentos, eructos agrios; vascas, vómitos, cólicas, diarreas crudas, fiebres remitentes, comezón,}! sangre de narices; livores en los ojos, rechinido de dientes,pal pitaciones de corazón, sustos, desmayos &c. En la estremidad del recto suele brotar á los niños unaespe cié de empeine, que caracterizan las mugeres con el nombre di chincuali, el cual los hace estar demasiado inquietos. NUMERO OCHENTA Y NUEVE. Curación de las enfermedades de ios niños. Luego que nacen las criaturas, es común el escusarles 4 pecho en tas primeras veinticuatro horas, haciéndoles chupa! en este tiempo miel virgen ó rosada con yema de huevo, estos hace con el fin de docilitarles la salida del meconio; pero los ti lostros en pudiendo ministrárseles, sonel mas natural purgad Que si no obstante, la evacuación se retardare, se les frotará vientre con el ungüento antihidrópico, ó se les inducirá un •' — 181 — positorio de melcocha, ó de raspaduras de jaban, amasadas con un poquito de sebo. Los polvos sutiles de la leche de Mechoa- cán, en cantidad de un escrúpulo, por la suavidad con que ope- ran y su gusto grato, mezclados con una poquita de almendrada ó leche de sus nodrizas, son muy útiles para purgará los infantes. Pero cuando [a leche llega á agriarse en el estómago, produ- ciendo los efectos que arriba esplicamos, se purgará el enfermo con los dichos polvos; ó con uno ó dos granos de resina de Ja- lapa en leche de almendras; con el peso de medio de leche de tierra en miel de azúcar, ó con una onza de jarabe de rui- barbo: se hará vomitar con cinco ó seis granos de hipecacuana, deshecha en miel rosada: se le untará el vientresito con esper- ma de ballona en ungüento de cuajo de cabrito: se le hará pasar de tiempo en tiempo, el cocimiento de yerbabuena: se procurará que tome unos bolitos de madre de perlas en agua de canela, ó de cortezas de cidra: se ministrarán diaria. mente una ó dos cucharadas de miel rosada, con cinco gotas del vino atenuante del número ochenta y tres: ó se le echará la siguiente: Lavativa en la leche agria de los infantes. Toma de miel rosada media onza, de hiél de toro onza y me- dia, de agua destilada de yerbabuena dos onzas: mézclalos. Es" ta misma cura podrá hacerse en los embaramientos; empacho9 y aparatos del estómago y vientresito. En las fiebres aprove- chan los remedios absorventes y lacsantes. En los dolores có" lieos se les frotará el vientre con aguardiente tibio ó con la si- guiente: Untura anticólica en los infantes. Toma de ungüento de altea una onza, de polvos sutiles de si- miente de acocote ó de flores de manzanilla media dracma, de tintura de castor un escrúpulo, de láudano liquido seis gotas: mézclalos. En la mollera caida se aplicará una hoja de lantén mojada en clara de huevo y polvoreada de los polvos de suelda con suelda, arrayan, ó del nopaliilo y peonía, ó el emplastro del número veinte. Para ayudar la salida de los dientes, se ministrarán unas cu- charadas de cocimiento de peonía ó torongil con unas gotas de espíritus de cuerno de ciervo succinado: se tendrá el vientre li — 182 — bre: se untarán las quijadas, sienes y parte posterior de la cabe- za, con el ungüento de Dolores, ó se aplicarán tras de las ore- jas unas sanguijuelas: se frotarán las encías con miel virgen, aceite de almendras sin fuego, unto sin sal, ungüento de Dolo- res, sesos de liebre, ú otros semejantes emolientes; ó en estan- do muy dificultosa la erupción, con el lamedor del número se- tenta y siete; y se ofrecerá frecuentemente á la mano una cabe- za de ceboya, mamaderita de cristal, cabo de vela ó pedazo de. cecina de vaca. Finalmente, el abrigo no se escusa. En el chincuali se practicarán primero los remedios de los granos; que haciéndose rebelde, se calillará á los enfermos con un alcartaz de papel mojado en sumo de limones, con hollín de chimenea; ó se les harán los remedios del número ochenta y sie- te. La curación de las lombrices pondremos en su propio título Mucho cuidado debe tenerse en que no retrocedan losgranos y pústulas que suelen brotar á los infantes, causa de muchas al. ferecías y de muertes arrebatadas. Si los granos fueren sim- ples y recientes, se harán pasar á los niños algunos bolitos de madre de perlas ó de ojos de cangrejos desleidos en leche de pechos; se bañarán con frecuencia, y se les untará la mantequi- lla lavada con agua rosada y amasada con polvos de albayalde ó de litargirio y unas gotas de limón; ó el ungüento blanco, el de almártaga, la manteca de Saturno ó el unto de puerco revol- cado en ceniza fria. Mas estando pasmados las granos, se curarán, aplicando unas compresas mojadas en agua de cal. Que siendo antiguos y rebel- des se procurará la mayor dieta á los pacientes, se purgarán con frecuencia; se les ministrará diariamente tres granos de mercu- rio dulce con azúcar, y se hará la curación que prescribimos en el número ochenta y siete. En casos graves se pondrá un cáus- tico á la nuca ó espaldillas, manteniendo por algún tiempo la su- puración. En el catarro sqfocativo, se les darán baños tibios á las pier- nas: se les aplicarán sanguijuelas á los tobillos, se les echará varias veces la lavativa aniiasmática de! número veintisiete; y se les frecuentará la toma de mercurio dulce en cantidad de tres granos, haciéndoles chupar encima algún jarabe purgante, En \as fiebres por empachos, se unirán á los remedios del número veintidós las bebidas frescas antifebriles. Las diarreas antigua se curan con los astringentes, absorventes y estomacales; el vi- — 183 — no carlon tomado diariamente en cortas porciones es muy útil. En la alferecía mira los números cincuenta y dos y setenta y dos. Mistura para la tos convulsiva de los niños. Toma do polvos sutiles de cochinillas, flores de azufre y an- timonio diaforético un escrúpulo de cada cosa, de sal de agen- jos medio escrúpulo, de agua de Salas ocho onzas, de jarabe de mangle una onza: mézclalo todo, para ministrar una cuchara- dita de tiempo en tiempo. Polvos para el estertor febril en los infantes. Toma de polvos de madre de perlas media dracma, de pie- dra bezar occidental diez y seis granos, de kermes mineral dos granos: mézclalo todo. Háganse cinco partes iguales á tomar una todos los dias en almendrada. En la hidrocele se aplicarán lienzos mojados en tres partes de H^ua de cal y una de aguardiente. En el exomfalos ó hernia del ombligo, después de la reducción (que ordinariamente se consigue en durmiéndose los niños) se polvorearán los polvos de suelda con suelda, aplicando encima el emplastro de contra- rotura de goma de ocuge ó de bálsamo de María. L\KLAJUiATio.--La inflamación es un dolor tensivo, ó con punzadas en cualquiera parte del cuerpo, interna ó esterna, acompañado de calor, rubor, hinchazón, fiebre ó destemplanza febril. La causa inmediata es la mayor ó menor congestión de san- gre en los remates de las arterias. Las antecedentes son, se- quedades de los vasos, copia de sangre y humores calientes. Las procatárticas son: Primeras: las cosas que comprimen fuertemente, como los apretamientos, pesos, opresiones, ligadu- ras v golpes. Segundas: las causas de las vibraciones de los fines ó remates de las arterias. Tales son los cuerpos estraños que se mezclan con la sangre; los depósitos acrimoniosos de es- te líquido en varias partes del cuerpo, por sus continuos bati- mientos; las úlceras así internas, como esternas, heridas, puncio- ues lujaciones, picaduras, fracturas, quemaduras y cosas acres aplicadas; ó lo que interiormente tomado, corrompen los fluidos é irrita los sólidos, como los venenos, licores espirituosos é in- cestos acres. Terceras: todo lo que consumiendo la parte sue- rosa de la sangre, mediante los incendios escitados en los líqui- — 184 — dos, ó por lo que abunda la parte fibrosa, la inclinan á conden- sarse, tales son las insolaciones, iras, desvelos, ejercicios vio- lentos, calores demasiados, ó los ingestos glutinosos y mal tra- bajados en el estómago. No hay parte en el cuerpo que no esté sujeta á padecer este accidente, el cual vistiéndose de aquellos síntomas que nacen de las acciones que se dañan, toma el nombre conforme á la par. te inflamada. La inflamación del estómago se acompaña con ansias gravísimas, calentura, dolor fijo y vómitos, principal- mente en tomando alimento. Que si los vómitos por cualquiera leve ingesto se ecsacerban, las ansias y dolores se hacen insu- fribles, y hay hipo, dispnéa, estertor &c, es señal de que han nacido el cirro y lo gangrena, (resulta las mas veces de los vo- mitorios y purgantes que acostumbran á dar los incautos, enga- ñados de los conatos frecuentes al vómito con que miran á los enfermos sorprenderse.) Las inflamaciones terminan por resolución, supuración, cir- ro, gangrena ó esfácelo. De estas últimas enfermedades ha- blamos separadamente en otros lugares. Aquí trataremos sola- mente de la resolución, que es su legítima curación. NUMERO NOVENTA. Curación de las inflamaciones. En esta enfermedad el régimen ha de ser fresco y nada irri- tante; el aire templado; el abrigo y la quietud moderados; las evacuaciones libres, y las pasiones suaves. Se sangrará el en- fermo mas ó menos veces, según la violencia del mal; tomará con frecuencia las bebidas antiflogísticas, ó que resuelven los humores inflamados; se aplicarán calientes los tópicos desinfla- mantes, y se menudearán las lavativas antiflogísticas del núme- ro ochenta y uno, ó las lavativas y minorativas frescas y pur- gantes. Bebidas antiflogísticas. — Tisanas. Toma de cebada, de un hervor cocida tres onzas, de agua tres libras: cuezanse, y al fin mézclense de polvos de cristal montano dos dracmas, de miel virgen dos onzas; despúmese el cocimiento, y en habiendo reventado la' cebada, apártese y cuélese. — 185 — ítem: De escorzoneras media libra, de agua seis libras: haga- se cocimiento, á que consuman dos libras de agua, y antes de apartarse de la lumbre, infundánsele dos puñados de flores de borrajas: tápese la infusión hasta que se enfrie, y cuélese. Bebidas. Toma de polvos de nitro puro un escrúpulo, de jarabe viola. do una onza, de agua de chicorias y cardo santo media libra de cada una: mézclense. Ítem: De jarabe de borrajas una onza, de agua de borrajas y de endivias, media 'libra de cada una: mézclense. ítem: El suero endulzado con jarabe de amapolas; la hor- chata de semillas frías, hecha en agua de flores de saúco; las bebidas frOscas antifebriles, &c: Tópicos desinflamantes.—Cataplasmas. Toma de migajon de pan blanco media libra, de leche laque baste. Hágase poleada espesa, y apartada de la lumbre, méz- cíensele de flores de manzanilla dos tomadas, de babaza de lina- zas dos cucharadas. ítem: De pulpa de guautecomate ó cirial, cuanto baste: cue- zase en leche, y apliqúese tibio el emplastro. ítem: De hojas tiernas de malvas cuatro puñados: cuezanse con bastante agua, hasta que se forme una pasta blanda, que apartada de la lumbre, se le jevolverá de harina de alholbas y de linazas, una onza de cada una, de aceite de siete flores on- za y media. Agua de vegeto-mineral. Toma de vinagre de greta media onza, de aguardiente alcan- forado seis dracmas, desagua una libra: mézclese todo, agitan- dolo, hasta que se ponga blanca la agua. Se aplicará mojando lienzos repetidos. Unturas.—Pomada de vejeto-mineral. Toma de agua de vejeto-mineral cinco cuartillos, de estrac- to vejeto-mineral dos onzas, de jabón raspado libra y media. Bátase todo junto, hasta la disolución, y mézclese después una onza de alcanfor desatado en aguardiente. Ungüento de Dolores simple. Toma de la babaza de raices de altea y semillas de lino y al — 186 — holbas, (hecha en leche, cocidas con flores de manzanilla) y de unto de puerco derretido partes iguales. Cuézanso, hasta que se consuma la humedad: cuélese el misto, é incorpórese á la lumbre con un pedazo de cera blanca. ítem: Los ungüentos de Zacarías, altea, resuntivo &c, con esperma de ballena y con los aceites de siete flores, violado, li. nazas, almendras, de ranas, yemas de huevo &c. Lavativas purgantes y frescas. Toma de tamarindos una onza, de cebada y hojasén limpión media onza de cada uno, de agua ocho onzas. Hágase coci- miento, cuélese, y desátesele una onza de diacatoheón. ítem: De suero ó de cocimiento de cebada, media libra, de leche de Mechoacán media onza, de miel blanca una onza: mézclalos. Insania, decipientia, dementia, delirium.—La locura ó el disvario, es aquel mal, en que los enfermos trabucando las es- pecies, piensan, maquinan, hablan ó hacen despropósitos, que no concuerdan con su raciocinio. La causa inmediata es la presión ó la sequedad de los vasos del lugar del común senso- rio. Las antecedentes son: la espesura de los líquidos del ce- rebro, ó la mala conformación de estas partes. Las procatár- ticas son: Primeras: disposiciones heredadas, contusiones, heri- das, y cuerpos estraños dentro del cerebro. Segundas: irrita- ciones ó vibraciones fuertes de las meninges ó telas del cere- bro, por fiebres, ó afectos inflamatorios. Terceras: dolores graves y accidentes convulsivos, y histéricos. Cuartas: irrup- ciones venenosas en el cuerpo por tocsicos ó bocados y morde- duras de animales ponzoñosos, ó rabiosos. Quintas: tristezas, cuidados, sustos, soberbia, avaricia, lujuria, ¡ra, y escesos déla hipocondría, que esplicamos abajo, ú otras pasiones, maquinan- do eficazmente los pacientes sobre un objeto. Sestas: traslacio- nes á la cabeza de humores acres ó ¡corosos. Séptimas: debí- lidades graves de los cuerpos. Las primeras causas fácilmente se perciben. Las segundas se anuncian en los accidentes febriles por la vista turbada, ha- bla valbuciente, continuos desvelos, orina cruda y delgada &c. Las terceras, cuartas y quintas, se conocen por sus causas. Las sestas se barruntan por los dolores graves y pesadez de la cabeza, con algunos incendios febriles, desvelos, sueños turba — 187 — dos, intercepción del oído ó de la viata, estupor, insensatez 6¿c. Las séptimas se siguen á las fiebres, estenuaciones, convalecen- cias, flujos de sangre inmoderados, y enfermedades que han con- sumido los cuerpos. Pero cuando con esta enfermedad adquieren los enfermos una inmensa y estraña robustez, por repetidos ó largos perio- dos, haciendo cosas asombrosas en las fuerzas y manteniendo se sin dormir, y aun sin comer muchos chas, ya es la manía, cu- ya causa inmediata es la irritación de las membranas del cere- bro, por el aflujo violento ó abundancia de materiales acres ó ¡corosos. En las fiebres, la sangre espontánea de narices cura el deli- rio; pero es señal funesta, cuando se quejan los enfermos de do- lores «n la nuca. La insania heredada lio tiene cura, y la an- tigua rara vez la admite. La apetencia enteramente perdida en los locos habituales, y las úlceras en la.cara y piés, anun- cian su próesima muerte. Si á los maniacos sobreviniere disen- teria, hidropesía, hemorragia, ó fiebre intermitente, es henal da que se les acaba la furia, NUMERO NOVENTA Y UNO. dia'acion de la Eocura. En esta enfermedad, por cualquiera causa que viniere, ha de procurarse el abrigo, evitando los aires libres, y se ha tener el vientre en corriente. Los alimentos serán ligeros y nada irri- tantes, prefiriendo los vegetales. En las primeras causas, fue ra de los remedios particularmente indicados, son útiles las san- grías y las purgas. En las segundas se practicarán los ausi- lios siguientes: se cortará el pelo de la cabeza; se hai'án baños 6 fomentos frecuentes á esta parte, con la leche de mugeres, ó con la de burras y agua rosada; se aplicarán sinapismos á las plantas de los piés; se sangrarán los tobillos, ó brazos, las ve- ces que fuere menester; y se menudearán las lavativas y bebi- das antiflogísticas. En las terceras, se combinarán los reme- dios anodinos con los antiepilépticos, ó antihistéricos; y se prac licarán los baños tibios, las lavativas de agua fria, las bebidas diluentes, y á la cabeza las lociones de agua tibia, y los tópi- cos frescos confortantes y anodinos. Los cáusticos son daño- — 188 — sos. Las cuartas causas se curarán como diremos en el título Venenum. En las quintas inconsulto el enfermo, se sumergirá y engol- fará en lo mas caudaloso y profundo de las aguas, repitiendo esta operación con frecuencia; se le mudarán y removerán n cada paso los objetos, particularmente aquellos que lo tieneá pervertido; se persuadirán ó disuadirán con prudencia; y se le ministrarán los cordiales frescos, ó calientes, según la acrimo- nía dominante. En las sestas causas convienen los vomito- rios, lavativas suaves, lacsantes repetidos, vejigatorios á las es. paldillas, sedales, fuentes en el espinazo, ó abajo de la nuca; y remedios derivantes y roborantes cefálicos. En las séptimas causas convienen los alimentos buenos, la libertad del vientre, la quietud, los remedios roborantes, esto- macales, y un tanto anodinos. Si el oríg3n de e^te mal fuere hipocondría se caracteriza con el nombre de melancolía. Sus principios son materiales hipocondriacos, calientes ó crudos, que del hígado pasan á la sangre y á los intestinos, de que resultan eructos comunmente rancios, flatos, corrupción de alimentos, peso en el estómago, ansias, estreñimiento, salida de almorranas, ictericia, tristeza, timpanitis, temores continuos, amor á la soledad, delirios coas- tantes &c. Luego que se declarare esta enfermedad, estando los humo- res calientes, se aplicarán sanguijuelas al ano; ó si el enfermo fuere mozo, sanguíneo y robusto, se le hará una sangria: se le ministrarán las bebidas di uentes, cordiales y aperitivas que son propias, cuales son las aguas de escorzonera, torongil, fumaría, borrajas, lengua de vaca, palo mulato, y otros semejantes; se le frecuentarán las minorativas frescas, y suaves vomitorios; y se establecerá el uso de los baños repentinos de agua fria. Que si los líquidos estuvieren gruesos, frios y flemáticos, se moverán y evacuarán con los remedios del número ochenta} tres, no faltándolos marciales, procurando al mismo tiempo que el enfermo haga mucho ejercicio. Tópicos frescos, confortantes, y anodinos para la cabeza. Los baños con el cocimiento de malvas, culantro, veleño, ro- sa y violetas, aplicando después el bagazo de estas yerbas, mojado en leche de mugeres, en forma de cataplasma. — 189 — ítem: De agua rosada y aceite rosado cuatro onzas de cada cosa, de vinagre rosado una onza; mézclalos, para fomentar toda la cabeza. ítem: De cabezas de amapola blanca con semilla, y de rosa, una onza de cada cosa; macháquense muy bien, y con agua ro- sada fórmese cataplasma. Epítima para fomentar la cabeza á los furiosos. Toma de agua de ninfas una libra, de salitre puro una onza, de alcanfor media dracma. Disuélvase todo. Epítima roborante caliente. Toma la infusión de alhucema, romero, torongil, salvia, ru- da y flores de rosa y de cantueso; y apliqúense paños mojados en ella, á toda la cabeza, teniendo cuidado de repetirlos antes que se enfrien. Electuario roborante caliente. Toma de triaca magna y de ambir, media onza de cada una, de jarabe de poenía una onza, de los aceites esenciales de ro. mero, cidra y nuez moscada, medio escrúpulo de cada uno: mézclese, todo, para tomar el canto de una cuchara, dos ó tres veces al dia. Conserva fresca, cefálica. Toma de polvos de guteta media onza, de jarabe violado una onza: mézclalos. Úsese como el antecedente. Bebida diluente en la melancolía. Toma una onza de tamarindos, media de palo mulato, y un puño de simiente de adormideras blancas. Cuécelo todo en una libra y media de agua, á que quede una: colado el coci- miento se les deshará dracma y media de tártaro variolado, v se endulzará con jarabe de cinco raices, para usarlo en conti- nuas cucharadas. Purganle en la melancolía. Toma de hojas de sen una dracma, de epítimo, torongil y flores cordiales, un puñado de cada cosa. Hágase infusión con cuatro onzas de agua: cuélese, y mézclesele de julepe rosado media onza, de polvos sutiles de heleboro negro un escrúpulo, Tómese en ayunas. — 190 — Mistura anodina en los delirios habituales. Toma de leche de Mechoacán dos dracmas, de sal volátil oleosa una dracma, de láudano líquido media dracma, de jara- be de diacodion media onza, de agua de ruda media libra; méz- clense, y minístrese de tiempo en tiempo una cucharada. Vino destilado para purgar á los locos. Toma de raiz de heleboro negro una libra, de las semillas de anís y de hinojo una tomada de cada una. Quebrántese to. do, é in fúndase por dos dias en cuatro cuartillos de vino blan- co. Destílese cuartillo y medio por el baño. La dosis son dos cucharadas. Finalmente, manteniéndose la insania, se establecerá el uso constante de los baños de agua fria, los cuales mientras mas descuidados cogieren á los pacientes, y su frialdad fuere mas intensa, son mas útiles, particularmente en la manía. Isciiuria urinae sutj'Kesio.—La detención de la orina es la falta de escresion de este humor por sus vías naturales. La causa inmediata es la escasez, ó defecto de orina, ó la oclusión del esfínter de la vejiga. Las antecedentes son: la orina mez- ciada con la sangre, ó lo que inhabilita á los vasos para la es- pulsión. Las procatárticas son: Primeras: accesiones febriles ó fiebres muy agudas, las cuales espesando la sangre, impiden la secresion. Segundas: dolores graves, pasiones histéricas y accidentes convulsivos, que aprietan, ó estrechan los vasos. Terceras: sudor, diarrea ú otra evacuación abundante, debilidad y poco resorte de los vasos de la orina. Cuartas: aparatos de hu- mores, flato-?, caquejias, hidropasías, humores que engruesan la orina, ó retenciones voluntarías para esperlerla. Quintas: in- flamaciones, cirros, cálculos, úlceras, carnosidades, y tumores en los meatos ó conductos urinarios. Los signos so deducen do sus causas. La inflamación su percibe por los dolores agudos y tensivos, fiebre, tumor y de- mas efectos inflamatorios. En las úlceras la orina se arroja fétida y glutinosa, con pujo y ardores gravísimos. Las carno- sidades s« conocen porque sale la orina por un lado de la ure- tra, ó en forma de horquilla, con escesivo ardor y pujo, pre- cediendo algunas gotas de pus delgado; por haberse padecido ó mal curado la gonorrea virulenta, ó porque con la sonda se — 191 — encuentran obstáculos invencibles, originando esta, al mas le- ve tacto, destemplanza, pujo, y alguna efusión de sangre. La indolencia del hipogastrio y de los canales de la orina, indi- can el caimiento ó flojedad de estas partes. La supresión de la orina es de mas ó menos riesgo según su origen, duración y medios de curarla: en la antigua caquejia y en la edad decrépita, las mas veces es anuncio de la muerte: la que nace de úlceras, carnosidades y perforaciones de la ure- tra, jamas se cura perfectamente. NUMERO NOVENTA Y DOS. Curación de la incuria Generalmente los diuréticrs fuertes agravan esta enfermedad. El mas pronto remedio que en toda suprt sion do orina debe rentarse, es la sonda; pero en los casos de inflamación, no ha de practicarse este ausilio sin que precedan los medicamentos que prescribimos para esta enfermedad, los anodinos, y los re- medios del número treinta y siete. En las primeras causa» se sangrará con brevedad al enfermo y copiosamente: se le ha- rán al perineo, lomos, empeine y pudendas, fomentos repetidos con los cocimientos emolientes ó caldos de tripas de animales; ó se aplicarán á estas partes vejigas de puerco mediadas de le- che caliente, ó las cataplasmas y unturas del número noventa: se harán semicupios de agua tibia: se menudearán las lavativas frescas con cañafistola: se ministrarán las minorativas del nú- mero tres: se darán con repetición, y en cortas cantidades, los diuréticos suaves del número ochenta y tres. Las segundas causas piden los ausilios del número cincuen- ta y dos. En las terceras es necesario que las evacuaciones se minoren, y se gasten buenos alimentos, y remedios confor- tantes, nervinos, y ácido—austeros. Las cuartas se curan con los atenuantes, aperitivos, evacuantes, y demás socorros pres- critos en el número ochenta y tres, accediendo las lavativas, y no faltando el uso de la sonda. En las quintas causas deben practicarse los ausilios indicados. Que si apuntare la supura. cion, se aplicará al empeine y perineo la siguiente: Cataplasma emoliente y madurativa. Toma la pulpa de un cirial, de malvas dos puñados, de cebo- — 192- llas de azucenas onza y media. Quebrántense y cuezanse en leche, hasta que el misto quede espeso. Apartado de la lum- bre, se le mezclarán dos yemas de huevos y dos onzas de acei. te rosado. Estiéndase el misto en un lienzo. En los cirros se usarán los remedios que prescribimos en el número treinta y nueve. En los cálculos los del número treinta y siete. En las úlceras los dol número cincuenta y nueve. En las carnosida. des convienen los remedios mercuriales, suaves, asociados con los diluentes, y el uso de las candelillas, en cuya composición no debe entrar irritante alguno. Las mas seguras son las si. guientes: Candelillas que dilatan el caño de la orina. Toma de cerato de vejeto-mineral y babazas de linazas, una onza de cada cosa; de esperma de ballena onza y media; de aceite de almendras sin fuego lo que bastare. Derrítanse, y mójense unas primas de violin, ó lienzos, para hacer candelillas según arte. Impelentes de la orina. Toma de los sumos de cebollas y limones, una cucharada de cada uno. De polvos sutiles de lombrices medio escrúpulo, de tintura de cochinillas nueve gotas: mézclalos para una toma. ítem: De polvos sutiles déla raiz de pegapega una onza. Háganse ocho partes iguales, á tomar una todos los dias, vacío el estómago. ítem: Toma una cabeza de cebolla, picada menudamente, y amásala con media onza de cochinillas quebrantadas, y una onza de injundia de pato. Apliqúese al empeine. ítem: Frótese la región del empeine y perineo con la mante- ca de coco frita con cochinillas, ó con el ungüento diurético. ítem: Los remedios atenuantes diuréticos y aperitivos del nú. mero ochenta y tres; ó las bebidas aperitivas del número ochen- ta y uno. Lac La leche, si se hallare convenir á los enfermos, aun- que al principio cause algún daño, no hade abandonarse; al pecho le es familiar; es dañosa en los males de los nervios, do= lores de cabeza, vértigos, fiebres agudas é intermitentes en las enfermedades del bazo, en los que abundan de agrios en las pri- meras vías y en los que padecen diarrea originada de crudezas de estómago; si tomándola se agriare, se suspenderá su uso por — 193 — dos dias, en los cuales se tendrán continuamente en la boca chupando, unos bolitos de cal, ó de ojos de cangrejos; después se seguirá tomando, mezclada con un pequilo da los polvos de di- chas drogas: la yerbabuena impide el que se corte en el esto- mago: mientras se tomare leche han de evitarse las cosas agrias y vinosas: el propio tiempo de usarla es el verano ú otoño. To- da leche es leniente y anodina, y cada una tiene su eficacia particular. De las usuales las mas humectantes son la huma- na y la de burras, las cuáles también son lacsantes: la de cabras es secante, y la de borregas incrasaute: la leche humana es ali- mento seguro para los niños, viejos, débiles* y enfermos, y medi- camento para las inflamaciones, particularmente de los ojos; la de burras aprovecha á los resecos, hipocondriacos, tísicos y hé- ticos, y en los grandes incendios de la sangre; la de vacas con. viene en la disenteria, en los desvelos y flucsiones acres de las entrañas, en las inflamaciones así internas como esternas, y á los que han tomado venenos y remedios corrosivos é irritantes: la de cabras es útil en los estenuados de diarreas; y la de ove- jas en las destilaciones acres y en los flujos blancos de las mu- geres. Lktíiargus.—El letargo es una modorra ó continua propen- sión al sueño, en que los enfermos se olvidan de todo, febri- citan ligeramente, y las acciones se entorpecen. La causa in- mediata es la espesura de las partes fibrosa y suerosa de la san- gre, derramada mucha porción de esta última, por toda la sus- tancia medular del cerebro. Las antecedentes son: tempera- mentos demasiado flemáticos, disposiciones caquécticas, faltade ejercicio, edad avanzada y aires muy espesos. Las procatárti- cas son: Primeras: fiebres malignas, evacuaciones suerosas ó icorosas suprimidas y algunas pasiones de ánimo, con tristezas celos, cuidados &c. Segundas: uso escesivo del opio y de los remedios ó venenos narcóticos. Esta enfermedad es muy peligrosa, principalmente en pasan- do el dia séptimo ú octavo, ó sobreviniendo fiebre; á los que es- capan suelen resultarles abcesos en el pecho: lafrenitis es fa- vorable; si el pulso de reconcentrado se dilatare, es señal mor- tal; como si las fuerzas por momentos se abatieren y sobrevi- niere sudor frío á la cabeza. Dan esperanzas de vida las pa- rótidas y las purgaciones de oídos y narices. — 194 — NUMERO NOVENTA Y TRES. Curación del letargo. En las primeras causas, si el pulso estuviere lleno y las fuer- mas constantes, se dará una sangria en los tobillos, Id cual se omitirá en faltando estas circunstancias, ó se sustituirán con ventosas sajadas á los lados del cuello y tras de las orejas. Des- pués se echarán las lavativas del número veinticinco; luego se ministrarán los vomitorios y purgantes de dicho número, ó los del número óchenla y tres, mezclando en los intervalos loa diu- réticos y aperitivos suaves, con algunos granos de polvos de castor. En estos remedios ha de insi-tirse; mas no surtiendo efecto, se pegará un caustico á las espaldillas ó á toda la cabe. za, aplicando al mismo tiempo sinapismos á las plantas de los piés. No se omitirán las aguas espirituosas á las narices; los espíritus de sal amoniaco urinosos son apropiados. El letargo y daños causados por el opio, y remedios narcó- ticos, se curan de la manera siguiente: tornará el enfermo cada inedia hora una cucharada de sumo de apio con seis ú ocho go- tas de espíritus de cuerno do ciervo succinado, ó el cocimiento fuerte de contrayerba con tintura de castor; se aplicarán vegi- gatorios á los brazos y muslos; se pondrán á la cabeza una ca- taplasma de yerbas nervinas, cocidas en vinagre y vino; se fro- tarán al espinazo las unturas nervinas; la lengua se humedece- rá frecuentemente con agua tibia; se harán friegas suaves en todo el cuerpo con paños ásperos, y de cuando en cuando se procurará que pase el enfermo algunas cortas porciones de vi- nagre. En los venenos narcóticos mira el título Venenum. Lienis moriii.—Las enfermedades del bazo. Como el bazo es una entraña fria, fofa y llena de celdillas, está dispuesto á retener y á aglomerar muchos materiales acuosos y acrimo- niosos, de donde resultan destemplanzas dolorosas, flucsiones acres, obstrucciones, y durezas cirrosas. También suele infla. marse. Los dolores comunes del bazo son constantes, y enfrian de- masiado el siniestro hipocondrio, has flucsiones acres se acom- pañan con dolores vivísimos, aunque accesionales y sin calentu- ra. Las obstrucciones se conocen porque se siente ruido de fluctuación en el bazo, y el dolor es obtuso y gravativo. Las — 195 — durezas cirrosas al taclo se perciben. La inflamación origina dolor tensivo, ardor, hinchazón, y alguna fiebre. NUMERO NOVENTA Y CUATRO. Curación de las enfermedades del E>a%o. Para curar el bazo es necesario ante todas cosas abandonar los agrios, frutas, lacticinios, la mucha bebida y las comidas de viernes; y escusar las frialdades y humedades de los piés. Tópicos en los dolores y frialdades del bazo. Toma de manteca de azahar media onza, de aceite de almen dras amargas una onza, de polvos sutiles de tacopatle una dracma: mézclalos. ítem: Los ungüentos de rábanos, clorótico, antihidrópico, marciaton, de Agripa, de Osorio, desopilativo &c, con flores de azufre ó cenizas de tarai. ítem: La flor do la caléndula, que es el sempazuchil, frita en sebo. ítem: Un encerado, mojado en aceite de abeto y copal, der- retidos. ítem: Un redaño de carnero, revolcado en aceiie de yerba- buena. ítem: Los emplastros de azufre, diaforético, carminativo, te- comahaca &c. ítem: Tómese marrubio fresco, muélase en un metate, y há- ganse bolas, á manera de tamales, que se cocerán en agua, y después de esprimidas, se aplicarán bien calientes al bazo. Polvos desobstruentes del bazo. Toma de sal policresta y de oleo-sacro de cidra, media on- za de cada cosa: mézclalos. Háganse quince papeles, á tomar- los tres veces al dia en alguna infusión estomacal. Gotas en las opilaciones del bazo. Toma de vino antihidrópico del número ochenta y tres, y de elicsir proprielatis partes iguales; mézclense, y tómense veinte erotas tres veces al dia. 14 — 196 — has flucsiones acres necesitan de vomitorios antimoniales, do larativas carminantes, y de remedios aperi ivos. Pósima aperiente del bazo. Toma de las raices de espárrago, apio, borrajas y doradilla una onza de cada una, de cortezas de tarai dos onzas, de hojas de chicoria silvestre, ^que es la cerraja) y de fumaria, dos pu. nados de cada una, de epítimo y hojasén limpio, media onza de cada cosa, de sal de tártaro seis dracmas. Hágase cocimiento según atre, con la agua necesaria, á que queden cuatro libras, para tomar todos los dias medio cuartillo por la mañana, y otra tanta cantidad á la tarde, haciendo ejercicio. En las durezas cirrosas, el cocimiento de cocolmeealt y palo mulato, es muy útil para bebida ordinaria. Mira los títulos, Obs. tretio y Scirrhus. En las inflamaciones se instituirá la cura del número noventa. Pero los remedios con vinagre comunmente son dañosos al bazo. La sangria mas conveniente es la de ia vena cubital izquierda, la mas interna del brazo. Lochia.—Las purgaciones de las paridas. Después del flu- jo de sangre que ocasionaron los primeros dias el parto, ó el mal parto, los bazos uterinos reducidos á su primer estado, des- piden por algunos dias aquellos escrementos que sobran de su nueva nutrición ó consolidación, los cuales toman el nombre de loquios ó purgaciones. Estas comunmente no pasan de cuaren- ta dias, y algunas veces duran muy poco tiempo, de donde na- ce, que muchas mugeres engañadas por la escasez de esta eva- cuación, hacen creer á algunos médicos incautos, que la tienen suprimida, siendo por este hecho, ocasión de verse reducidas al peligro de contraer nuevos accidentes, con los remedios impe- tuosos que les prescriben. Las señales dehabcise detenido los loquios son: dolores tere- brantes en el hipogastrio que vulgarmente se llaman entuertos, ansias, opresión del pecho, diarrea, dolores de cabeza &c. Las causas son: Primeras: inflamaciones del vientre ó de la matriz Segundas: grumos de sangre detenidos, ó frió repentinamente recibido. Terceras: debilidad de las paridas ú omisión en com- primirles suavemente el abdomen. Cuartas: pasiones de ánimo ó accidentes historíeos. Quintas: desarreglo en los alimentos, diarrea, uso de astringentes ó defecto de bebidas suaves diu- réticas. — 197 — Las inflamaciones de ta mitriz traen su origen eomunmcnle de poner á parir sin tiempo á las mugeres, haciéndolas pujar de- masiado; de los apretones ó magullamientos, con que las parte- ras las maltratan; de las causas del parto dificultoso y de la de- tensión larga de las parias, ó de alguna parte de ellas. Conó- cese que hay inflamación, porque el vientre se pone duro, tieso y muy caliente; y por la fiebre aguda, dolor de cabeza, desve- los, mucha sed, loquios fétidos é ¡corosos, ardor de orina, pu- jos &c. El riesgo de las purgaciones suprimidas se ha de medir por las causas y síntomas que le acompañan. La inflamación, la fiebre aguda, los letargos, las convulsiones y los dolores graves de cabeza indican el sumo peligro en que se hallan las paridas. NUMERO NOVENTA Y CINCO. f-siracion :ls* los loquios suprisnidos. En los primeros dias del parto y del mal parto, es necesario el régimen, abrigo y uso de las bebidas suaves aperitivas. Ha- biendo inflamación en la matriz ó en las pudendas, han de me- nudearse las lavativas emolientes del número ocho, y las bebi- das y tópicos del número noventa. En las segundas causas con- vienen los fomentos emolientes y carminantes; y las bebidas ro- borantes y aperitivas, como el patachi de pina, el colonchi, el vino mezcal, el pulque cocido con raices diuréticas &c, y el remedio que pusimos en el número sesenta. Las terceras se curan con gallinas abiertas por el espinazo y aplicadas al vien - tre; con fajar bien á las paridas, con procurarles el silencio v ministrarles algunas cucharadas de vino generoso. En las cuar- tas causas se echará mano de las bebidas antiepilépticas, acom- pañándolas siempre con el láudano. En las quintas, son nece- sarios los remedios digestivos y aperitivos. La diarrea se cura con el abrigo y con las bebidas roborantes, aperitivas y diuréti- cas, ó con un cáustico en las caderas. En la antigua supresión dañ:1^ los fuertes diuréticos, mientras no precedan los digestí- vos y purgantes. Lúes vi.nerea.—Elmal venéreo ó el gálico, es aquella enfer. medad que se presenta con algunos ó los mas de los síntomas siguientes: gonorrea chordata (llamada vulgarmente purgación — 198 — de gafabalillo) fimósis, parafimósis, úlceras fungosas, escrecen. cias, verrugas y carnosidades en las obcenas, nombradas sindi. cuas ó bubas; heridas que se enconan fácilmente, encordios en las ingles, llagas en la boca, ronquera, úlceras rebeldes y redon- das, azules en el fondo, y fiebre lenta con dolores accesionales en cualquiera parte del cuerpo, ecsacerbados particularmente de noche. En una palabra, todas las enfermedades que se re- sisten á los remedios con el debido método administrados, se ha de sospechar que estén implicadas con el gálico. La causa inmediata es un veneno particular acre, pegajoso y corrosivo, depositado en el humor linfático, mediante el cual es conducido á todo el cuerpo. Si alguna parte llegare á penetrar on la sangre, esta se enardece y pone de un color amarillo, can- sando en las partes calor urente y dolores sumamente inflama. torios. La causa antecedente es la sangre nutrida de alimen- tos acres y estraños, de licores espirituosos y en climas hume dos y calientes. Las procatárticas son: congresos impuros ó en tiempo de los menstruos, contactos do las personas infectas ó de sus utensilios, y propagación del dicho veneno, mediante la ge. neracion ó lactación. El virus venéreo se suele conservar mucho tiempo oculto; pe- ro si oportunamente no se cura, corrompe los sólidos y caúsala lepra. NUMERO NOVENTA Y SEIS. Curación del mal venéreo; Muchos autores graves, en especial el erudito y claro Aslruch, nos da una idea estensa de esta enfermedad y de su curación, mediante las unciones mercuriales, las cuales siempre han te- nido mucho séquito en estas regiones. Pero habiéndome pro puesto dar al público las observaciones que tengo hechas en el discurso de veinte y siete años que he ejercitado la medicina en varias partes de este vasto continente, no se estrañará, que me desvie no pocas veces en esta obra del parecer de muchos lite- ratos. El mercurio indubitablemente es el mayor arcano que se ha descubierto para curar el mal venéreo; mas el modo de minis- trarlo siempre ha sido vario. Loa cadáveres de los uncionados cuyos huesos friables y lleno? de azogue, manifiestan la indiso- — 199 — lubilidad de este metal en los ungüentos, lo que en las prepara- ciones químicas no se ha averiguado; las convulsiones y los graves síntomas que al romper la haba se esperimentan con las unturas; la indeterminable cantidad de azogue que se consume en estas para conseguir «1 tialismo; las reincidencias y anoma- lías que se observan en los que han sido untados; la prohgidad en el abrigo, que para semejante curación se necesita; el fre- cuente tránsito que hacen los uncionados del mal venéreo á la lepra; y lo que es mas, el feliz, pronto, perfecto, y seguro efec lo que siempre se esperimenta con el mercurio tomado por la boca, mediante el método que voy á proponer, me hace preferir esta curación á la de las unciones. Como sea constante que el humor venéreo inflama las partes y suscita muchas alteraciones en los fluidos, al mismo tiempo que el mercurio los enrarece y agita, es necesario antes de to- mar este medicamento, docilitar, humedecer y refrescar el cuer- po, para lo cual se darán una ó do6 sangrías en los brazos; se darán muchas bebidas diluentes, se ministrará un purgante, y á lo ultimóse instituirán baños tibios de yerbas emolientes, mas ó menos repetidos, según la sequedad y fuerzas del enfermo. Concluido todo esto, se pondrá al enfermo en la cama en cuarto bien seco y abrigado. Entonces se le dará cada seis ho- ras una toma de los siguientes polvos en una cucharadita de al- mendrada, teniendo cuidado de que no se asienten, por su peso, en el fondo de la cuchara, y se meterá todos los dias en un ba- ño de agua tibia, hasta que suelte bien la baba, durando una ho- ra en él. Polvos mercuriales que hacen prorrumpir la baba. Toma de polvos sutiles de alcomelanos una dracma: háganse doce parte iguales, mezclando á cada una un grano de turbit mi- neral, y medio grano de polvos de alcanfor. Si durante el uso de estos polvos se soltare en evacuaciones el enfermo, se sus- penderán las tomas y se le ministrarán las bebidas diluentes maridadas con el láudano. Contenida la diarrea, se volverá al uso del mercurio. Los vómitos, las hinchazones de la garganta y cara, el adormecimiento y tumorosidad de la lengua y de loe labios, y lo escocido de la boca, anuncian el próesimo tialismo. Mas si el ocurso de la baba fuere mucho, y las hinchazones de la garganta y cara, el adormecimiento y tumorosidad de la — 200 — lengua y de los labios, y lo escocido de la boca, anuncian el prócsimo tialismo. Mas si el ocurso de la baba fuere mucho, y la hinchazón de la boca grande; el impedimento para tragar bien considerable; si escupiere sangre el enfermo; le sobreviniere fiebre aguda ó le acometiere convulsión, se interrumpirán las tomas, se san- grará, se le ministrarán muchas bebidas diluentes y se le conti- nuarán los baños de agua tibia. La baba no ha de bajar de tres á cuatro libras en las veinte y cuatro horas del dia, debien- do durar su corriente mas de diez y ocho dias, y menos de trein. ta y cinco. Desde que comience el enfermo á prepararse para tomar el mercurio, ha de tener régimen en los alimentos, evitando las cos-as acres, espirituosas y fermentadas. En soltándose la ba ba, se mantendrá con ligeras sorbiciones de alimentos nobles v seguros, como son los caldos simples de carnero, gallina, polla ó ternera; las poleadas de rhaiz, arroz ó pnn; las almendradas, el hormiguillo, los huevos tibios, el sumo de uvas y otros seme- jantes. La bebida ordinaria, será una horchata ligera en coci- miento de cebada, el suero, la agua db chía ú otro diluente: que siendo la eomplecsion reseca, podrá usarse la media lecho con agua de cebada. Se tendrá cuidado de lavar á menudo la boca con los diluen- tes abstergentes. Concluido el tialismo, se purgará el enfer- mo preservándose por algún tiempo de llegar á las mugeres, de la humedad, del sereno, de las malas comidas y de los licores que encienden. Muchas veces no es necesario en esta enfermedad apelar al rigor del babeo; porque si las bubas fueren recientes y superfi- ciales ó no hubieren penetrado á lo-interior del cuerpo, se ins- tituirá el buen régimen de vida: se sangrará y purgará el enfer- mo dos ó tres veces, con las purgas del número ochenta y sie- te ó con los polvos del número ciento diez y seis; se le minis- trarán muchas bebidas diluentes y se lavarán las úlceras dos veces al dia con los cocimientos de calancapatle, yerbas del manso ó cortezas del cuachalalate, teniendo cuidado siempre que se repitiere la cura, de remover las escaras y suciedades, y de polvorear las úlceras, con los polvos sutiles de dichas dro- gas ó de piedra lipis quemada, alumbre, cardenillo ó mercurio, precipitado rojo, que llaman polvos de Juanea. — 201 — Que si el virus se hubiere estendido por la piel, arrojando en ella muchos granos ó empeines, y produciendo úlceras, dolores articulares &c., es muy proficua la cura por sudores; paralo cual después de purgado el enfermo se le ministrarán los si- guientes: Frascos sudoríferos. Toma de zarzaparrilla quebrantada una libra, de guayacán escofinado media libra. Macérense en una arroba de agua por espacio de veinte y cuatro horas: Después se hará cocimiento, hasta la consunción de la mitad de la agua: entonces se le echa- rán dos onzas de hojas de sen y cuatro de flores de saúco, se apartará el cocimiento de la lumbre; se dejará enfriar; después se colará y se pondrá en paraje fresco, para usarlo de la mane- ra siguiente: Se meterá el enfermo en la cama, dentro de un cuarto bien abrigado y tomará por cinco dias continuos á mañana y tarde, una buena taza caldera, arropándose hasta la cabeza, mante- niéndose en esta postura por dos horas, con la mayor quietud, con lo que sudará y tendrá algunas ligeras deposiciones. En estos dias, sin salir de la cama, se mantendrá con carne asada y pan tostado, ó con un puchero, en que se echará un pedazo de vívora. La bebida ordinaria será un ligero cocimiento de zarzaparrilla. Después se purgará el enfermo con las pildoras del número ochenta y siete, repitiéndose otra, ú otras dos ve- ees, si el mal fuere rebelde, esta misma cura, hasta la perfecta curación. Pasados algunos dias, se conducirá al paciente á los termas ó baños de aguas sulfúreas. Si este accidente invadiere á sugetos muy débiles y estenua- dos de una lenta calentura, no pudiendo sufrir el tialismo ni los sudores, se les ministrará algunas mañanas en ayunas una libra de suero, en que se haya infundido la noche antes, media onza de zarzaparrilla quebrantada. Siendo las acrimonias al- calinas bien considerables, se dará á mañana y noche la si- guiente: Bebida antigálica y antialcalina Toma del cocimiento de leños de arriba, ó frascos sudorífe- ros, y de leche, media libra de cada cosa. Endúlcese con azú- car. Después se purgará el enfermo con las píldoras.mercuria- les del número ochenta y siete. — 202 — El gálico en los niños comunmente se remedia, haciéndoles tomar las poleadas de zarzaparrilla tostada en horno, pulveri. zada y después cocida en agua, hasta que quede en forma de atole. Últimamente espongo un gran remedio, que es útil en los gálicos rebeldes. Chocolate antivenereo. El esqueleto de una vívora, limpio de todas las partes blan. das; piel, carne, entrañas &c, se hará polvos sutiles, los cua. les se batirán en una taza grande de agua, con dos tablillas de chocolate. Se pondrá el enfermo desnudo al sol, hasta que el cuerpo se haya calentado mucho. Entonces se meterá en la cama, toma. rá el chocolate bien caliente y se abrigará cuanto pudiere, con. servándose en la mayor quietud per algunas horas, en cuyo tiempo prorrumpirán las babas y el sudor copiosamente. Curado este mal, suelen quedar muchas remanencias. En las erupciones se elegirán los tópicos que fueren convenientes del número ochenta y -iete. Las úlceras se curarán con el un- güento antiherpético: el fimósis con la agua rosada, cargada de polvos de alumbre: el parafimósis con los fomentos constantesy repetidos, del cocimiento fuerte y baboso de raices de malvabii. co, alholbas y linazas. Las bubas, si no se estirparen con los remedios que arriba propusimos, se untarán con la Manteca mercurial. Toma de azogue disuelto en espíritus de nitro, una onza; de manteca de puerco una libra: mézclalos. Agua para lo escocido de la boca. En un cascaron de huevo, dejándole el aceite que despide la clara, se echará medio escrúpulo de polvos sutiles de piedra li- pis quemada: se llenará de agua y pondrá al rescoldo. Al pri- mer hervor se apartará de la lumbre y se decantará, esto es, se vaciará por inclinación, sin alborotar los asientos, repitiendo sobre los mismos polvos otras dos aguas. Se tomarán frecuen- tes buches de esta agua, manteniéndola algún tiempo en la boca. Linimento para las contracciones de los miembros y dolores en las coyunturas. Toma de los ungüentos de Aragón y marciaton, una onza do — 203 — cada uno; del de mercurio compuesto media onza, de los acei- tes de guayacán y ladrillos una dracma de cada uno: mézclalo todo. Lumborum dolores.—hos dolores de los lomos, comunmente nacen de aparatos del vientre. Los continuos y fijos suelen terminar en nefríticos. Los periódicos y erráticos paran en ciática. Los que sin causa esterna manifiesta, ciñen la cintu- ra y se acompañan con dolor de costado derecho, traen tiricia. Los que invaden de repente irín causa couocida, y con alguna pulsación, anuncian sangre de almorranas; que en llegando és- ta y permaneciendo el dolor, será abundante el flujo La pe- sadez en las preñadas anuncia debilidad del feto; y el frió, pe- ligro de aborto. En las fiebies agudas es mala señal el dolor de los lomos, y mucho mas en habiendo modorras. La grave- dad en los caquécticos é hipocondriacos se cura con purgantes. Fomentos en los dolores artríticos de los lomos. Toma de agua triacal compuesta dos onzas, de bálsamo ne- gro dos dracmas: mézclalos. Mira el número sesenta. Lumbrici.—Las lombrices son aquellos gusanos que nacen en el estómago é intestinos de muchas personas, especialmente niños adolescentes. La causa inmediata son los huevesillos de moscas que vagan por el globo, tomados con los alimentos. La antecedente es, la digestión ó putrefacción de alimentos en los estómagos húmedos y calientes. Las procatárticas son: el abuso de ios ingestos húmedos y encrudecentes, particularmen- te de la agua, dulces, lacticinios, agrios, y frutas inmaduras. Cuatro especies comunmente se observan, á saber: redondas y largas, anchas y grandes; redondas y chicas, y anchas y cortas. Las dos primeras son comunes al estómago é intestinos. Las redondas y chicas, que se llaman ascárides, moran frecuente- mente en el ano; y las anchas y pequeñas, entre los escre- mentos. Las lombrices largas y redondas producen náuseas, vómitos, halientos fétidos ó agrios, desgano de comer ó mucha hambre, retortijones, diarrea, pujos, calofríos, fiebres y convulsiones. Las anchas y largas causan ordinariamente lasitudes generales, palidez y debilidad del cuerpo, cansancio después de las comi- das, oetortijones de estómago, dolores en el hipogastrio dere- cho y esputos frecuentes, principalmente en ayunas. — 204 — Las ascárides se conocen por el tenesmo ó pujo é ingente comezón que se siente en el ano. Las anchas y chicas, que también se llaman cucurbitinas, acometen con frecuencia dolores de estómago á las madrugadas (los cuales se estienden á la re. gion del hígado y á las espaldas) saliva abundante, é intercep- ción muchas veces de la habla. Esta enfermedad suele poner á los enfermos en grandes sus- tos de perder la vida. La fiebre que nace de lombrices, se aumenta después de las comidas. Muchas veces se anuncian con una estraña calentura. NUMERO NOVENTA Y SIETE. Curación de las lombrices. Es necesario para curar esta enfermedad evitar los e3cesosen la a°ma, principalmente estancada y corrompida, en el dulce, frutas agrias y lacticinios, y en todo aquello que puede encru- decer el estómago, debiendo usarse de alimentos nobles, yde fácil digestión, los cuales han de tomarse con mucha sobriedad. Los medicamentos que impelen las lombrices no han de con- tinuarse sin alguna interrupción, porque su impulso incesante suele arrojarlas á las glándulas conniventes del colon; y enton- ces escondidos estos animalitos en dichos parajes, se dificulta su esterminio y causan gravísimas daños. Son también de mu- cho riesgo en esta enfermedad la inedia ó el dejar de comer, y los sustos repetidos. La cura ha de comenzarse con los remedios digestivos; hie- rro se ministrará un vomitorio; después un purgante con mercu- rio dulce, y al último se usarán los remedios antelmínticos, en- iré los cuales el específico principal es la cebadilla. En las ascárides, á mas de esto, se introducirá diariamente un suposi- torio de los que ponemos abajo, ó se harán lavativas con igua- les partes de aceite, de comer y de cocimiento de chichicua- güelt, pegüame, contrayerba, agenjos ú otras semejantes yer- bas amargas, agregando para las personas adultas una dracma de polvos de cebadilla. Remedios antelmínticos ó que destruyen las lombrices.—Aposito, Una tostada ancha de pan, mojada en aguardiente y polvo- reada de cebadilla y flores de manzanilla, aplicada al ombligo- — 205 — Untura. Toma de ungüento de artanita, hiél de toro y sumo de závila dos onzas de cada cosa, de polvos de cebadilla inedia onza: méz- clalos. Purga al mismo tiempo. Bebidas suaves. Se tomará en ayunas medio pocilio de las aguas cocidas de hepasote, yerbabuena, flores blancas de cacalozuchil, cascaras de chichicuagüelt, de tintura hecha de lo amargo de las naran- jas ó dos cucharadas de agua de azahar, mezclando á cual - quiera de ellas la tercera parte de aguardiente. Bebida fuerte. Toma el peso de medio real de polvos sutiles de cebadi- lla y mézclalos con media taza de infusión de flores de manza- nilla, para tomarla en ayunas. Purga específica contra las lombrices. Toma de estrado de cebadilla, y masa de pildoras de rui- barbo, un escrúpulo de cada cosa: de resina de Jalapa siete granos, de calomelanos medio escrúpulo. Con jarabe de agenjos háganse pildoras y tómense en atole, tres horas después de la cena. Pelotillas. Toma de cebadilla, acibar, trósiscos de alhandal y raspadu. ras de jabón, hecho todo polvos, un escrúpulo de cada cosa. Con miel espesa de panocha prieta fórmense dos calas. Lüxiatio.—La dislocación ó salida de los huesos, en su sepa- ración ó el apartamiento que hacen de las articulaciones ó lu- gares naturales. Divídese en completa é incompleta. La pri- mera es la entera salida de la cabeza del hueso, y la segunda, la remoción de una parte de él. Las causas eficientes son: contusiones, cablas, movimientos violentos y aparato de humores en el cuerpo. Conócese este mal por el hoyo que se percibe en la parte que se llenaba con el hueso, ó por la pretuberancia dura ó elevación preternatural de los miembros, y por falta del movimiento y estension ó acortamiento de las partes. Las lujaciones son de mas ó muios riesgo, según su dura- ción y los accidentes que las acompañan. Generalmente las anticuas y las que nacen de causa interna son difíciles de curar; — 206 — pero las de las vértebras, en siendo completas, son mortales dal todo. Para curar este accidente es preciso antes, desinflamar las partes con los remedios que apuntamos en el número ochenta y dos. Después si el hueso de la cadera se hubiere salido por delante; colocado el paciente boca-arriba, se le ceñirá en lo bajo del muslo, sobre la rodilla una faja ancha, y afianzado el cuer. po con ayuda de gente, por todas partes, el operante, metiendo ambas manos en la faja, tirará con fuerza la pierna, para que durante la esteusion pueda acomodar la cabeza del hueso en su lugar. Mas si este protuberare por un lado ó acia atrás, ase- gurado el enfermo boca-abajo, se hará déla misma suerte la re. duccion; aunque estas operaciones se hacen con mas facilidad mediante los polipastos. Para hacer entrar en su lugar los codos, rodillas, muñecas,to- billos y dedos de los piés y de las manos, tirarán con fuerza, así el oficial como el operante; conviene á saber: el primero,des- de arriba del hueso dislocado y el operante de abajo, haciendo éste los movimientos oblicuos que fueren menester, á fin de po- ner con la mano el hueso en su lugar* Para procurar reducir el cuello desencajado, se pondrá al en- fermo tendido boca-arriba y afianzadas en sus hombros las rodi- llas del operante, metidas las manos por debajo de la barda ti- rara acia sí con esfuerzo, dirigiendo suavemente el movimiento al lado necesario para introducir el hueso. La quijada inferior, que solo puede dislocarse, se reduce, poniendo en asiento bhjq al enfermo; y estando firme por de- tras el operante, (apoyada y afianzada la cabeza del paciente sobre sú pecho) meterá st'^s dos pulgares en la boca, aseguran. do los demás dedos por debajo de la barba, y tirará con esfuer- zo para sí y para abajo, hasta conseguir la reducción. En las costillas sumidas, se colocará al paciente boca-abajo, sobre una ancha y redonda viga, de manera que queden el dor- so y lomos levantados, para que el operante pueda mover con fruto las partes, haciendo recíprocos sacudimientos á fin de conseguir !•:. reducción. Pero si estuvieren salidas las costillas colocado boca-abajo el paciente sobre una tabla estenderáelbra- zo del lado enfermo, afianzándolo en alto, para que el operante pueda hacer entrar las cabezas dislocadas en sus cavidades, El hueso del homhro desencajado necesita para reducirse del — 207 — oficial y operante; colocado el paciente en bajo, el oficial debe afianzarlo, abrazándolo de espaldas y atravesado al cuello del enfermo por debajo de sus áreas un lienzo abultado: el operan- te tomará el brazo por el lagarto, y tirándolo acia sí con esfuer- zo, moviéndolo á un lado ú otro, hará la reducción. Muchas veces no se escusa en estos males ei hacer una ó dos sangrías, según la gravedad de la lujación, y tratar al enfermo con el régimen de las mas ejecutivas inflamaciones. Dichas operaciones hechas con aliento, caridad y alguna aplicación, son mas fáciles de practicarse que de escribirse. Conseguida la reducción, sa aplicará el siguiente: Tópico para los huesos dislocados. Tómense unas planchuelas de algodón escarmenado y em- papadas en claras de huevos, polvoréense de incienso blanco, rociándoias después con un poco de aguardiente. Pero un miembro simplemente torcido se fomentará al instante con aguardiente ó se caldeará con una penca de závila asada, se abrigará y se tendrá medianamente comprimido y en quie- tud por algunas horas. Que si hubiere fractura ó hueso que- brado, curada la herida, inflamación y demás accidentes, se en- tablará el miembro con unos cartones mojados en la agua de vejeto-mineral, afianzándolos flojamente, ó se le aplicarán los emplastros restrictivos de las hernias, abdicando el doliente euanto pueda, el movimiento propio de esta parte, mientras no se la sienta vigorizada. Mammarum morbi.—Los males de las manos ó pechos de las mugeres son: Primeros: inflamaciones, cirros, cancros, úlceras y grietas. Segundos: coagulación, destemplanza, copia ó es. casez de la leche. Las causas de los primeros males son las que apuntumos en sus títulos: y el volumen, peso, ¡contusión o compresión demasiada de los pechos. La coagulación de la leche nace de su abundancia, retención ó espesura. La leche delgada, que el vulgo de las mugerea llama gatuna, se origina de que so asienta ó no tiene salida; ó de debilidades, sustos y escesos en la agua y en los agrios. La acre y delgada, tiene su génesis en ti predominio de acrimo- nias rnuriáticas. La escasez viene comunmente de pesadum- bres, falta de alimentos, mal cocimiento del estómago, obstruc- ción de los vasos lácteos y preñez. Finalmente, la copia de — 208 — este líquido resulta de la lacsa disposición de los Vasos y de la abundancia do nutrimento. NUMERO NOVENTA Y OCHO. Duración de las enfermedades más comunes que acontecen á los pechos de k mugeres. Para curar los tumores, inflamaciones, cirros y úlceras dees. las partes, es preciso el traerlas sostenidas. Los emplastros inflaman, y los grandes resolutivos, atraen, abultan y endure- cen los pechos. En la cura de las partes blandas, húmedas y glandulosas, como son las mamas, los remedios deben ser ano. dinos ya restríngentes. Para los primeros accidentes que he- mos mencionado, á mas de los medicamentos indicados en sus títulos, apuntaremos algunos que son propios á estas partes. Cataplasmas en las durezas inflamatorias de las mamas. Toma de hojas tiernas de malvas dos partes, de flores de man- zanilla una: cuezanse en leche á que quede espeso el misto. Estiéndase en lienzos delgados y doblados, echándole por enci- ma harina de linazas, polvos de jabón y aceite rosado, para apli- carlo tibio, teniendo cuidado de removerlos siempre que se en- friare. Ítem: Toma un cuartillo de miel virgen, otro tanto de vino blanco doce yemas de huevos: bátase todo junto y póngase á co- cer, sin cesar de menearlo, hasta que despegue de la vasija. Se aplicará en papel de estraza ó lienzos delgados. ítem: De flor de harina de habas una paite, de agua dos par- tes, y un poquito de vinagre de Saturno: cuezase todo junto á que quede una poleada espesa. Apliqúese, renovándolo á me- nudo. Cataplasma anodina y resolvente. Toma de migajon de pan blanco cuatro onzas, y una libra de leche, llágase cocimiento hasta que espese; apartado déla I lumbre, se amasará con dos yemas de huevos, dos onzas de aceite rosado, una dracma de polvos de azafrán, y dos escrúpu- los de láudano líquido. Apliqúese tibio. — 209 — Cataplasma en las durezas linfáticas. Toma de las harinas de raiz de brionia y alholbas cinco on- zas de cada una, de flores de saúco dos puñados, de miel vír- gen cuatro onzas, de vinagre una onza, cuezanse en agua, has- ta la consistencia espesa, y apliqúese tibio. Ungüento para las úlceras de los pechos. Toma de los ungüentos de calabaza, litargirio y atutia una onza de cada uno, de aceite de escoria de fierro media onza: mézclalo todo. Tópicos para madurar y recentar los apostemas medianos de las parles glandulosas. Apliqúense las hojas de güinari, mojadas con saliva ó la flor del floripondio; renovándolas siempre que se secaren. Remedios para las grietas. Los polvos sutiles de alquitira, de mangle ó de azúcar blan- ca, polvoreados á menudo, lavando antes las grielas con vino blanco. ítem: El aceite de mirra por deliquio, el de cera ó el de ye- mas de huevos, ó el mucilago de la goma de mangle, con unto de puerco. ítem: Las películas internas de los ajos, aplicadas con fre- cuencia. Luego que empiecen los pechos de las paridas á endurecerse y calentarse, se les procurará la succión; se ministrarán mu- chas bebidas diluentes; se minorarán las comidas; se tendrá'el vientre en corriente, y se les aplicarán lienzos delgados, dobla- dos, mojados en el cocimiento de leche con yerbabuena, repitién- dolos á menudo. Para curar la leche gatuna es preciso remo- ver las causas y usar de buen régimen y comidas secantes. .^Si la,leche estuviere acre y salada; es necesario purgar á las^no- tlrizas y hacerles que tomen por algún tiempo los polvos absor- ventes del número diez. La escasez de leche, no estando en cinta las mugeres, se cura con alimentos nobles y jugosos; con los remedios estomacales y aperitivos, y con los siguientes: .lusilios para hacer venir la leche á las mugeres. Se usará con frrcuencia la horchata de las nueces grandes, — 210 — hechas en cocimiento de las semillas de hinojo y de cardo-santo. ítem: Las poleadas de garbanzos tostados, mezclándoles en el cocimiento una poquita de manteca; ó las de harina de ce- bada, hechas en leche. Ítem: Se frotarán las mamas, arcas y espaldas, con el un- güento desobstruente de sumos ó con agua tibia, disolviéndole un poco de lequesquite. ítem: Una dracma de polvos sutiles de estiércol de ratones, tomado diariamente en atole de maiz prieto. ítem: De cocimiento de las cinco raices aperitivas, raiz de chicalote blanco y tres granos de pimienta, una libra: endúlce- se con jarabe de culantrillo y tómese la mitad por la mañana y la otra mitad á la tarde, continuando la torna por algunos dias. Para desterrar la leche han de acortarse los alimentos, ceñir- se los pechos y escusarse las succiones (menos en el caso de estar muy cargados, pues entonces han de vaciarse de una vez.) También se practicarán los siguientes: Remedios para secar la leche. Toma cuatro naranjas agrias, entre verdes y maduras, llo- cllas menudos pedazos, de aceite común un cuartillo: cuezanse, basta que se consuma la humedad; cuélese el aceite úntense á menudo los pechos. ítem: Se aplicarán lienzos mojados en aguardiente ó en la agua primera de cal Menstrua nimia.—Las reglas de las mugeres abundantes. Esta enfermedad es aquella copios.i evacuación de sangre ute- rina, acompañada de vahídos, desmayos, debilidad, palidez, frialdad é hínehaz »n de los estremos del cuerpo, caquejia y otros síntomas consecuentes á falta de este líquido. Las causas son: Primeras: iodo lo que abunda é irrita grandemente la san- gre, como la plétora, los alimentos acres, las bebidas calientes y espirituosas; pasiones vivas, saltos, contradanzas, lucubracio- nes, pergrecaciones, y las evacuaciones de sangre acostumbra- das, suprimidas ú omitidas. Segundas: la estraña ubicación de la matriz, llamada de Hipócrates, complicación délos úteros,) por las mugeres, la madre desparramada. Origínase de los es- fuerzos y ejercicios violentos, que no son en costumbre hacer á esto secso. Las primeras causas se conocen por el régimen de vida ó — 211 — relación de la enferma. La segunda, por los graves dolores del vientre, latidos y crugidos de las caderas, abultamiento mayor en un lado del hipogastrio y prolapso del útero. En este acci- dente es señal funesta cuando disvarian las enfermas ó les acó- meten convulsiones. Si á las preñadas acontece este mal, abor- tan. El color del rostro pálido contraindica la sangria. NUMERO NOVENTA Y NUEVE. Curación «leí flujo de sangre uterino. Dos tiempos han de distinguirse en esta enfermedad para su cura, á saber: cuando la avacuacion acaba de nacer ó está en su actual flujo, y cuando es antigua y corre por intervalos. En el primero, se hará lo siguiente: se pondrá en la mas posible quietud á la enferma, acostándola de espaldas, con la cabeza un tanto levantada: se le darán sangrías copiosas en los brazos, mas ó menos repetidas, según la plenitud del pulso y el estado de las fuerzas: (ejecutadas con distancia solamente de algunas horas, sin embargo de los desmayos, pues estos, supuesto el pul- so vigoroso, lejos de causar mayor peligro á las enfermas, mi- noran el ímpetu de la sangre, y por consiguiente su flujo; fue- ra de que las sangrías, repetidas hasta el otro dia, destruyen las fuerzas y el mal queda en pié.) A mas de esto, se le ministrarán las bebidas diluentes, que sean algo restringentes, como el suero cortado con alumbre ó con sumo de naranjas; la agua rosada; los cocimientos de suel- d« con suelda, blanco, de hojas de lantén &c. Los alimentos han de ser tenues y frescos. Para la agua común puede cocerse una naranja agria, entre verde y madura, hecha pedazos con su cascara. El estómago se tendrá fajado ó medianamente apretado. Los remedios demasiadamente as- Iringentes, y los frescos esteriores, comunmente son dañosos. Pero creciendo el mal ó no bastando lo dicho á contener la sangre, se recurrirá por grados á los restringentes mas eficaces, cuales son: los sumos depurados de lantén ú ortigas; los coci- mientos de capitaneja, raíz de nopalillo, ó el del número dos &c. Soletas contra el flujo de sangre uterino. Toma de pasta común de soletas lo que baste. Fórmense so- 15 — 212 — letas, polvoreando á cada una dos granos de hipecacuana, me- tánse en el horno después del pan. Tomará la enferma una to. dos los dias con el chocolate. Pildoras para lo mismo. Toma de polvos sutiles de alumbre quemado, una onza, de goma de Sonora media onza. Háganse pildoras con jarabe de rosa seca, y lómese diariamente el peso de medio real en atole 6 almendrada. Cuando el flujo es habitual, se procurará la mayor quietud á la enferma; escusará los congresos venéreos y las comidas y las bebidas acres, calientes y espirituosas; el alimento será noble y escaso, tomando por algunos dias la leche de cabras aurada y la bebida será un tanto restringente, como la termal de alumbre ó los cocimientos de capitaneja ó lantén. También se ha de acostumbrar la naturaleza á algunos ligeros lacsantes, para lo cual es muy útil la leche de burras, mezclándole una cucharadita de agua de cal asentada. Que si la caquejia se declarare, se ministrarán los sueros acerados, cocidos con agen. jos y se hará la cura que propusimos en su título. Pero si la matriz estuviere desparramada, se ocurrirá á la operación, la cual se reduce á esplorar con el tacto el paraje en que el útero se halla mas abultado á manera de carne hui- da de su sitio. Entonces se procurará deshacer este embarazo, desenvolviendo y colocando la matriz en su figura y sitio natu- ral, para lo cual, se sobará con constancia el vientre con ambas manos, sacudiendo algunas veces el cuerpo; después se aplica- rá una ventosa de boca ancha á la raiz del empeine y el em- plastro de tecomahaca á las caderas. Últimamente, se fajará á la enferma como si estuviera parida, minteniéndola en mucha quietud por algunos dias. Que si hubiere prolapso del útero, ó éste, relajado sus liga- mentos, se hubiere embocado en la vagina, manifestando por fuera de la vulva la figura de un pichel, se invertirá á la enfer- ma sacudiéndola por los piés, mientras la comadre la soba de las caderas, ingles é hipogastrio acia el ombligo, en cuya situa- ción, sin cesar de operar, se mantendrá el tiempo que fuere mes- nesíer, hasta conseguirse la reducción, aplicando después al om- bligo un pedazo de piedra imán, fajando últimamente á la en- ferma y poniéndola en quietud. Finalmente, se le harán inyec- — 213 — ciónos por la vagina con el siguiente: Cocimiento en el prolapso del útero. Toma de cortezas de timbre y granada, de alumbre y rosa seca, partes iguales de coda cosa. Cuezase todo en la suficiente cantidad de agua á que consuma la tercera parte. Luego, mediante un cañón de papel, se insuflarán los si ■ guíenles: Polvos que mantienen en su sitio á la matriz. Toma de las drogas antecedentes y de bellotas lanuginosas de encino partes iguales. Háganse polvos sutiles. lista cura debe repetirse, sosteniendo la vulva con un bra- guero. Gotas contra las procidencias y hemorragias uterinas. Toma de espíritus de vino refinado dos onzas, de aceite de vitriolo cinco dracmas, del de trementina dos dracmas, bátase todo junto, hasta la perfecta mezcla. Se tomarán veinte ó trein- ta gotas tres veces al dia en cualquiera infusión vulneraria. Menstrua retenta.-Lafalta de reglas en las mugeres. Cuan- do pste secso está ya capas de concebir ó de dar frutos á la hu- manidad, brota sus flores rubias, que se llaman menstruos, los cuales no son otra cosa, que aquellas porciones de sangre que la naturaleza tiene destinadas para la nutación del feto. El tiempo en que comiemzan no es igual en todas, pues unas veces vienen temprano y otras tarde. Esto nace de la buena ó mala disposición de sus órganos; sanidad ó enfermedad; complecsio- nes robustas ó débiles: climas calientes ó frios, ejercicios masó menos laboriosos, y comidas lautas ó de poco nutrimento y sus- tancias. Comunmente empiezan la erucion á los catorce ó diez y seis años de edad. Mas si pasado este tiempo, aun no se asoma, ó ya establecido se suprime, no habiendo preñez ó lactación, re- sultan muchos daños, ansias, embaramientos, desmayos, dolores de cabeza, esputos cruentos, evacuaciones de sangre por otras vías, vapores histéricos, caquejias y otras mil enfermades. Las causas de la supresión de los menstruos pueden reducir- se á cuatro. Primera: Lo que cuaja la sangre ó comprime las fibras y vasos uterinos, como son la agua fria, la fruta, los agrios y lacticinios, ú otro cualquier fresco tomado ó recibido, estando — 214 — los meses en corriente, de todo lo cual resulta comunmente el pasmo; la abundancia de sangre, en que los vasos mayores com- primen á los menores, y estos á los mínimos; y los ingestos y remedios astringentes y narcóticos. Segunda: lo que se atravie- sa en dichos vasos ó los tapa, como son las obstrucciones, la preñez, la sangre caquéctica &c. Tercera: lo que minora el mo- vimiento de la sangre, de cuya clase son los sustos, tristezas y desmayos; ó lo que crispando los vasos intercepta el círculo, co- mo son las iras violentas, el histérico y la convulsión. Cuarta: lo que disminuye la cantidad de este líquido, lo cual suceda en las viejas y lactantes, y en las que padecen inedias, debilidades ú otras evacuaciones. NUMERO CIENTO. Curación de la supresión, ele Sos ¡menstruas. Los remedios emenagógos ó que facilitan la sangre de las mugeres se dividen en suaves, e irritantes. Los primeros convie- nen en las sanguíneas, cálidas, secas, iracundas, histéricas y en las que tienen recien suprimidos los meses. Los segundos son útiles en la frias, húmedas, pasmadas, caquécticas y osbtruidus. Los errores en la dieta se curan. Primero: con la abstinencia y régimen. Segundo: con los remedios digestivos}' evacuantes. Si la detención proviene de algún frió tomado ó recibido en el actual flujo de los menstruos, beberá la enferma la infusión de flores de manzanilla ú otro carminante tibio, y se le dará un semicupio bien caliente, de cocimiento de alhucema ó de yerban de altamisa, poleo, malvas y hojas de sabino. El pasmo se co- noce por el frió esterior que se siente en el vientre y doloresac- cesionales en el hipogastrio, ecsacerbándose estos con las cosas húmedas y frescas. Origínase de las frialdades que han pene- trado la matriz por el poco abrigo, baños frecuentes en agua fría y desarreglos en la agua, agrios, frutas y vegetales. Se reme- dia con el uso de alimentos nobles y secantes y remedios car- minantes, diaforéticos, baños del temascal, termas de cal ó azu- fre, ó con la siguiente: Untura para el pasmo de las mugeres. Toma de ungüento de marciaton dos onzas, de así y sebo de macho media onza de cada uno; de aceite de almendras amar- — 215 — gas onza y media; de polvos sutiles de mariola una dracma: mézclato todo. Se frotará todo el vientre con esta untura bien caliente. Si la supresión naciere por plétora ó copia de sangre, se ha- rá una sangria en el brazo y después en el tobillo. Mas no sien. do demasiada la abundancia, se dará solamente una sargria en el tobillo al tiempo quo acostumbran venir los menstruos; y en uno ú otro caso se menudearán las bebidas y emenagógas sua- ves y las baños de agua libia. Si los narcóticos y restringentes hubieren suspendido el curso de los menstruos, se apelará á los remedios nervinos y antiepilépticos resolutivos. La segunda pro. catarsis tiene sus indicaciones particulares. Si los sustos hubieren causado la interrupción de la sangre, se hará pasar ala enferma un vaso de vino mezcal tibio con in- fusión de toronjil, ó de vino blanco con un escrúpulo de sal vo- látil de cuerno de ciervo, ó las bebidas cefálicas antihistéricas y roborantes, repitiendo la toma según la necesidad. Cuando la debilidad originare este accidente, á mas de los alimentos no- bles, usados con moderación, conviene tomar algunos vasos de vino generoso con polvos de canela y succino. Que si el his- térico retardare el flujo, se echará mano de las bebidas antihis- téricas suaves; acompañadas del láudano, y se establecerá el uso de los baños de agua tibia. Cuando la procacidad se va abatiendo, y las mugeres por la edad pierden sus menstruos, comunmente padecen bochornos é irritaciones de sangre. Es preciso entonces sangrarlas cada tres ó cuatro meses, y privarlas de! vino y de la carne abundante y grasosa, haciéndolas tomar de tiempo en tiempo algunos purgan. tes antihistéricos. Remedios suaves que mueven los menstruos. La infusión de flores de la mercadera ó de las túnicas ó pe- llejitos de las almendras: los cocimientos de las yerbas de chi- calote blanco, celidonia, poleo, altamisa, mejorana, mariola, rai- ees de manzanilla, pegname, y cinco aperitivas &c. ítem: La manteca de coco con aceite de azafrán, untada en el'vientre y en las caderas. ítem: Diez ó doce gotas de petróleo, tomodas con vino ó una dracma de polvos de achote. ítem: Los termas calcíferos. — 216 — Emenagógos ó remedios fuertes que empujan las reglas en las mugeres. El tepachi de pina: el vino mezcal tibio: los cocimientos de cortezas de taray, con raices de peregil y corazones de zana. horia: las gotas antihidrópicas del número ochenta y tres: los emenagógos del número ochenta y cinco: los temascales: los termas sulfúreos: el ejercicio contantes á caballo ó las siguienles: Pildoras emenagogas. Toma de azafrán de Marte azucarado, trociscos de mirra é ingo quince granos de cada uno, de castor medio escrúpulo. Há- ganse polvos sutiles, y con jarabe de ajenjos fórmense pildoras á tomar la mitad en ayunas y la otra mitad de noche al acos- tarse, continuándolas por algunos dias. Morbi.—Las enfermedades tienen su asiento en los sólidos 6 en los fluidos. Los males á que están sujetos los primeros son: debilidad, rigidez, irritación, inmobilidad, solución, relajación y corrupción de las partes. Los padeceres de los fluidos son: abun- das, inflamaciones, crudezas, acrimonias acidas y alcalinas, alte- raciones estrañas y corrupciones. La debilidad trae caimiento de fuerza, impotencia para los movimientos y acción voluntarias, ahilamiento de estómago ina- petencia, latido sofocación, tos, afectos reumáticos, dolores de cabeza, pulso tardo y frialdad de los estremos. Se cura con ali- mentos nobles y de fácil digestión, ministrados en el principio en muy cortas y repelidas cantidades; con friegas y ejercicios vectorios; con compresiones ligeras del estómago y suaves liga- duras; con tópicos restringentes y roborantes, y con medica- meutos espirituoso-austéros, tomados con grande moderación y prudencia. La rigidez de los cuerpos se conoce por el aspecto severo, vi- da laboriosa, sequedades de la piel, interrupción de los escretos, ansias, concreciones y sofocaciones. Se cura con sangrias diluentes, lacsantes, baños, quietud y moderación en los ali- mentos. La irritación produce efectos convulsivos, contracciones, du- rezas tónicas, evacuaciones violentas, colicuaciones, pujos, fie- bres irritativas, dolores tensivos y estreñimientos espásticos. Se remedia, con sangrias, diluentes, baños tibios y remedios cla- mantes y antiespasmódicos. — 217 — La inmobilidad é insensibilidad de los nervios, como nacida de concreciones humorosas, inundaciones y compresiones del ce. icbro, ó interrupciones del. fluido nérveo, origina sopores, ena- genamienlos, letargos, epilepsias, apoplegías, parálisis, ú otras semejantes enfermedades, las cuales se curan con los remedios irritantes, atenuantes, fundentes, evacuantes, sudoríferos, nervi- nos, atraentes &c. La solución de las partes infiere las heridas, lujaciones, frac- turas, hemorragias, contusiones, mutilaciones y úlceras, que piden la reposición, los ausilios roborantes astringentes y los desinflamantes, digestivos, supurantes y balsámicos. La atonía ó flojedad de los vasos causa encrudecimientos, diarreas, hinchazones edematosas, caquejias, hidropesías y otras mil enfermedades. Sus remedios son: la abstinencia en el agua, el uso de alimentos nobles y secantes, el ejercicio, y los reme- dios digestivos y roborantes. La corrupción de los sólidos resulta de la gangrena y esfacé- lo. Repárase con los medicamentos que animan las partes, cuales son los alecsifarmacos, acres espirituosos, y fuertes su- purantes, maridados con la quina; ó en no consiguiéndose, con estirpar las partes muertas. Los fluidos pecan porque su volumen se aumenta mas de lo que es justo, y entonces resultan atracamientos, congestiones, plétoras, hidropesías, apoplegías, afectos reumáticos, catarrales &c, que se curan con vomitorios, purgantes, sangrias, funden- tes, estimulantes y evacuantes. De la inflamación ligera ó ma- yor atracción de los fluidos, nacen los calores grandes, bochor- nos, ansias, incendios y destemplanzas febriles. Pero de las grandes inflamaciones resultan pústulas, diviesos, flemones, ab- cesos, fístulas, llagas, cirros, cancros, dolores agudos, y fiebres ardientes y sintomáticas. Estos males en lo general se curan con sangrias diluentes, resolventes, relacsantes, y régimen té- nue. Las crudezas producen entripamientos, vascas, vómitos, lien- terias, ecliácas, anóreegias, obstrucciones, colores pálidos, blanduras de las carnes, hinchazones, caquejias, hidropesías y otras semejantes enfermedades. Para curar estos accidentes, es necesario reducirse al uso de alimentos escasos, secantes, nobles y de fácil digestión; al mucho ejercicio, particularmente á caballo y en aires libres; y á tomar reginiinalmente los reme. — 218 — dios digestivos, aperitivos, eméticos, atenuantes y purgantes, en cortas cantidades, y á lo último los estomacales roborantes. Las acrimonias acidas originan en el estómago é intestinos cardialgías, cólicos, flatos, ailamientos, eructos agrios, &c; en lo restante del cuerpo, comezones, granos, llagas, destempl an- zas, color amarillo, obstrucciones &c. Los ausilios son: pri- mero: la mucha abstinencia, principalmente en las comidas agrias y fermentecibles. Sugundo: el uso de los digestivos, estomacales amargos, vomitorios &c. De las acrimonias álcali. ñas nacen eructos nidorosos, amarguras, sequedad y fetor de la boca, desgano de comer, diarreas biliosas, calores grandes, fie. bres &c. Los medicamentos para estas indisposiciones son: abstinencia, diluentes, vomitorios suaves, lacsantes y baños. Las estrañas alteraciones de los líquidos, como emanadas de la afluencia de cuerpos ecsóticos, venenos, miasmas venéreos ó aires escesivamente frios, calientes, impetuosos, corrompí. dos, endémicos, epidémicos ó pestilenciales, originan todo gé- nero de fiebres, enfermedades venéficas, venéreas, &c, cuya curación se verá en sus respectivos títulos. La corrupción de los fluidos resulta de la violencia de aque líos males que destruyen la testura de las partes así firmes com- fluidas. El modo de tratarla es el mismo que el de la gangre na, esfácelo, escorbuto, y petequias malignas. Pero la prudencia médica y el tino práctico para el acierto de las curaciones, estriba en saber combinar las indicaciones para poder satisfacerlas; que cuando á un mismo tiempo no puedan cumplirse, se hará succesivamente, comenzando por las mas ejecutivas. Las enfermedades crónicas tienen tres ausi- lios generales, á saber: vida arreglada, traslación á climas di- ferentes y ejercicio prolongado. Remedios para distintas enfermedades.—Bebida que rompe los apostemas interiores. Toma de cocimiento de pulpa de cirial, por otro nombre guautecomate, una libra; de jarabe de cimiente de acocote dos onzas, de polvos sutiles de cebolla albarrana dos escrúpulos: mézclalo todo, y tómese en dos veces, frecuentando su uso si fuere menester. Polvos que revientan los apostemas en la angina. Toma de diagridio y mercurio dulce quince granos de cada — 219 — uno: mézclense y suérbanse én una cucharada de atole. Mistura para las obstrucciones del vientre. Mezcla partes iguales de legía de jabón y de arrope de sau- co, y minístrese media cucharada todos los dias, vacío el estó- mago. Jarabe en los afectos asmáticos y viscosidades del estómago. Toma cuatro onzas de polvos sutiles- de azufre, y pónlos en una cazuela grande vidriada al fuego, meneándolos continua. mente, hasta que se ponga rojo el azufre y quiera pegarse en la vasija; entonces mézclale poco á poco dos cuartillos de aguar- diente ó de vino mezcal; y después que haya suavemente her- vido el misto, cuélalo por un lienzo tupido, y vuélvelo á la lum- bre con una libra de azúcar en polvo, á que lentamente cocién- dose tome la consistencia de jarabe. Enfriado que sea, guár- dese bien tapado, para tomar en ayunas y al caer de la tarde una cucharada, por algunos dias. Jarabe de flores de duraznos, que purga y es propio en las obs- trucciones y lombrices. Muélanse en metate dos libras de flores frescas de duraznos y póngase en una olla de barro con ocho cuartillos de agua hir- viendo. Déjese en infusión un dia entero: hervirá un poco, se colará, y se repetirán otras dos infusiones en la misma agua. Con esta infusión y la azúcar necesaria hágase jarabe: enfríese y guárdese. La dosis para personas adultas es de cuatro cu- charadas. Comida para los que tienen el estómago frío y encrudecido. Piqúese cebolla cruda y polvoréese de sal. Tómese con pan frió. Bebidas en las tiesuras ó dolores tónicos del vientre. Toma media onza de jarabe de diacodion, de agua de toronjil media libra, de las tinturas de succino, castor y láudano líquido cinco gotas de cada una; mézclalo todo. Vino mezcal ó mingarrote, que es útil para las crudezas del estó- mago, desgano de comer, histérico, accesiones asmáticas y menstruos detenidos. Ásense en barbacoa las pencas del maguey cimarrón, y bien — 220 — machacadas entre unas piedras, échense en tinas ó cueros gran- des abolsados, hasta la mitad, llenando el vacío que queda de pulque tlachique, fermentado con timbe ó raicilla. Déjese el misto en fermentación hasta la decidencia del bagazo, y destí- lese. Vino de tunas ó malvasía de la América, comparable con los mas generosos, suaves y sanos vinos que sacan délas uvas. Se pondrán á cocer las tunas mondadas en peroles grandes á fuego mediocre, meneándolas continuamente, hasta que se funda: cuélense por unos canastos ó chiquigüites grandes á fin de que salga el sumo depurado. Hágase el arrope bien espeso de manera que veinte arrobas de sumo queden en el cocimien- to reducidas solamente á cinco. Tómese el sumo caliente, y en una tina grande hágase la mezcla, regulando por cada dos ollas de sumo una de arrope: échese este misto antes que se enfrie, en barriles ó pipas, y déjese fermentar hasta que aclare la infusión. Coloncki ó colorado, que promueve las purgaciones de la orina y regla de las mugeres, y aprovecha en la diarrea, latido, debi- lidad y crudezas del estómago. Se desharán con las manos (en bateas) las tunas mondadas' se echarán en ollas grandes, mezclando á la infusión un peda- zo de timbe machucado, y una hoja mediana de mazorca tosta- da: déjese fermentar, y á las veinticuatro horas cuélese y úse- se. Sobre un poco de este caldo fermentado se repiten las in- fusiones de tunas machucadas para hacer nuevo colonchi, sin necesitarse ya del timbe ni de la hoja de mazorca. Tepachi ó charape, cuyas virtudes convienen con las del colonchi. Toma de pulque dos libras, de miel espesa en consistencia de arrope, cocida con unos granos de anís, y hecha con panocha, de medio color una libra. Póngase todo junto en infusión, con media hoja de mazorca tostada. Déjese cuatro horas fermentar y tómese. Chicha ó cerveza de maíz, para los mismos fines. Toma de lo que cabe en ambas manos juntas de maiz prieto y otra cantidad de cebada, tostadas ambas cosas en cornal, y martájense en un metate. Muélase aparte una pina con sus — 221 — cascaras: estos simples mézclense con seis ú ocho cuartillos de agua y póngase todo junto al sol en una olla vidriada, por cua- tro ó seis dias ó hasta que se perciba su fortaleza: cuélese la in- fusión y añádasele un vaso de agua en que se hayan desleído de canela, clavos de especia y nuez moscada el peso de dos reales de cada cosa, y endúlcese con azúcar. Suero de mostaza,fundente en la chlorosis, reumatismo, pará- lisis ófC. Toma de leche y agua una libra de cada cosa. Pónganse juntas á la lumbre en una olla vidriada, y en comenzando á hervir, mézclensele dos onzas de mostaza martajada; déjese cortar bien la leche y cuélese por un cedazo. Suero de alumbre restringente en la diabetes y en el flujo inmo- derado de los meses. Se hace de la misma suerte que el de mostaza, mezclando á cada libra de leche y de agua, media onza de polvos de alum- bre. Estrado de vejeto-mineral ó vinagre de Saturno. Toma de polvos sutiles de greta de oro cuatro libras, de vi- nagre de vino ocho. Pónganse en una cazuela de barro vi. dríada á fuego regular por una hora, meneando continuamente el misto con una cuchara de palo: apártese y déjese asentar por otra hora, para filtrarlo tres ó cuatro veces por un lienzo tupido. Caldo de pollo aperitivo para las durezas renitentes del vientre, escorbuto, lazarino y enfermedades habituales del hígado y del pecho. Rellénese un pollo mediano, libre de entrañas, piés, cabeza y plumas, con verros, yerba del pollo y semilla de cardo-san- to: póngase en una olla con diez cuartillos de agua, y cuezase hasta que queden doce tazas de caldo: cuélese por un cedazo y tengase en el sereno toda la noche; por la mañana volverá á colarse por una servilleta mojada y doblada á que quede un caldo ligero para usarlo por bebida ordinaria. Remedios para las convulsiones, baldamientos apopléticos, epilep- sias habituales y antiguos temblores de los miembros. Póngase á macerar en medio vaso de agua una tomada de la — 222 — yerba muitle, que es una especie de las que se saca el añil, y déjese por tres ó cuatro horas, ó hasta que se ponga la agua de un color morado; decántese y échese nueva agua sobre el resi- duo, repitiéndolas infusiones, hasta que la agua deje de tinturar- se. Esta bebida ha de tomarse, sin calentarla varias veces al dia en cantidad de tres ó cuatro cucharadas. En los actuales ac cesos de epilepsia, alferecía, apoplegía y otras semejantes afee- ciones convulsivas, son provechosos los sahumerios del comejé. Conservilla contra el flujo blanco de las mugeres y gonorreas ha- bituales. Toma iguales partes de polvos sutiles de la cascara del Pe- rú, goma de Sonora y alumbre quemado, y amásalo todo con miel de azúcar blanca á que quede una confección espesa. La dosis es una cucharada á mañana y noche. Bebida para la tos y sequedades del pecho. Toma media onza de la goma de tragacanto y una libra de agua: hágase cocimiento á que se ponga la agua mueilaginosa, y usése en sorbetorios tibios. Sinapismos para las plantas de los piés en las fiebres y ac- cidentes graves de cabeza. Toma cuatro onzas de pan seco molido, dos de polvos de mostaza, un puñado grande de hojas de ruda: amásalo todo con vinagre á que quede una poleada espesa. Polvos diuréticos. Tómense partes iguales de la goma del nopal y salitre puro y háganse polvos sutiles. La dosis es el peso de medio real. Ungüento diurético, que es útil para promover la orina y en la timpanites, gonorrea y tiesuras del vientre. Toma una pella de unto de puerco y pónla á cocer con dos cuartillos de pulque, hasta que esté perfectamente derretida: apártese de la lumbre, cuélese, déjese enfriar y guárdese. Se untará todo el vientre, empeine, ingles y caderas. Linimento para resolver las secas y tumores linfáticos. Toma de injundia de vívoras una dracma, de espíritus de sal — 223 — amoniaco un escrúpulo: mézclalos y frótense las partes. Linimento para los miembros reventados y pasmados de frió. Torna iguales partes de bálsamo de saúco y aguardiente y mézclese á la lumbre, para untar los miembros pasmados. Bálsamo de saúco para las convulsiones, miembros frios, gota y perlesía. Toma de alhucema, ruda, romero, salvia y manzanilla un puñado de cada cosa, de aceite de comer y sumo de saúco una libra de cada uno: cuezase todo hasta la consunción da la hu- medad y cuélese. Bálsamo de maguey para las heridas. Toma de sumo de pencas asadas de maguey cuatro libias, do flores sacas de romero una libra: cuezanse juntos, hasta la consistencia espesa, y déjese enfriar el bálsamo para colarlo. Bálsamo para las heridas y llagas antiguas, cancrosas y gan- grenosas. Toma cuatio onzas de aceite de trementina y dos de sal de Saturno. Póngase al fuego meneando el misto á que se vuel va roja; entonces mézclese media onza de alcanfor, hecho pol- vos: apártece y déjese enfriar. Bálsamo de Genevieve para las heridas, úlceras gangrenosas y mordeduras de animales venenosos. Toma de agua rosada y de cera amarilla hecha pedasitos, media libra de cada una, de aceite fresco de comer tres onzas, de vino tinto tres libras, de polvos de sándalo rubio dos onzas: cuezase todo junto en una olla grande vidriada, por espacio de media hora, meneándolo continuamente con una espátula de pa- lo, y mézclesele al fin una libra de trementina blanca: aparta- do el misto de la lumbre y estando ya casi frió, incorpóresele dos dracmas de alcanfor. Déjese cuajar y viértase la agua que hubiere en el fondo del vaso y guárdese el bálsamo en un bote de barro bien tapado. Bálsamo para las úlceras cancerosas. Toma seis onzas de aceite de linazas fresco, y dos de cera blan- ca derretida, é incorpórense fuera de la lumbre: en estando frío el misto, se vertirá sobre una tabla lisa, y mediante la tritura. cion se le mezclará esactamente una onza de tintura de opio. Emplastro para las durezas glandulosas. Toma de los sumos de amapola, veleño y yerba mora, cuatro onzas de cada uno; de cera blanca media libra, de pez blanca una onza, de aceite rosado dos onzas. Hágase emplastro se- gún arte. Ungüento contraformicam, en las picaduras de animales, sar- na, empeines y mezquinos. Toma de polvos sutiles de sublimado corrosivo dos dracmas, de vermellon dos onzas, de manteca de puerco cuanto baste: mézclese todo á que quede en consistencia de ungüento. Ungüento chlorótico, para el color pálido de las mugeres y su. presión de sus reglas. Toma de cocimiento compuesto de an'omonio dos libras, de los sumos de poleo, apio y raices de calabacilla del cerro tres libras de cada uno, de cera media libra, de aceite de azafrán cuatro onzas. Cuésase todo junto, hasta que se consuma la humedad; apártese de la lumbre y en estando casi frió, mézclese lo si- guiente: de polvos sutiles de goma amoniaco, ingo, trociscos de alhandal, trociscos de mirra, antihectico de Poterio y sangre de cabrito, una onza de cada cosa, de alcanfor dos dracmas. Ungüento de las llagas. Toma de trementina blanca pura y de aceite rosado dos li- bras de cada cosa: incorpórense á la lumbre, y en estando el misto casi frió, se le mezclará lo siguiente, hecho polvos suti- lísimos: de albayalde media libra, de cendrada cuatro onzas, de greta y capitaneja, dos onzas de cada cosa; de alcanfor, alum- bre quemado, antimonio crudo y acíbar, media onza de cada uno. Ungüento de rábanos, útil para las obstrucciones, hidropesías, aparatos del vientre y menstruos detenidos. Tómense tres libras de cortezas de rábanos y dos de sus hojas; muélanse en un metate, y con cuatro libras de orina de perso- nas sanas mézclese el misto y déjese podrir por algunos dias al suave calor de la lumbre: esprímase, y en la coladura revuél- — 225 - vase una libra de sebo de cabrito y otra de manteca de puerco, media libra de raspaduras de jabón, tres onzas de aceite de al- mendras amargas y dos de hiél de toro: cuezase todo á fuego manso á que consuma la humedad, y apartado de la lumbre, mézclensele cuatro onzas de ungüento de Agripa. Remedio que facilita el régimen del vientre y conviene á las histéricas, obstruidos, hipocondriacos y reumáticos, y en los enfermos de fibra tiesa y sangre correosa. Toma de leche de Mechoacán dos onzas. Háganse diez y seis partes iguales, á tomar una cada tres dias, vacío el estó- mago, en un vaso de caldo de pollo aperitivo. Remedio en el ahoguío. Toma de ungüento de altea dos onzas; de aceite de linazas frito con cochinillas, una onza; de esperma de ballena dos drac mas: mézclese todo; y úntese el pecho con esta untura bien ca- liente, polvoreando, lamo de maiz sobre la unción y estendien- do á manera de lienzo por encima unas telarañas. Agua para emblanquecer la cara. Toma dos onzas de azogue y cuatro de agua clara. Haga- se la solución, y añádanse dos libras de sal blanca de Colima y dos dracmas de sal de tártaro, disueltas ambas en agua lim- pia. Déjese alentar el misto, y decántase muchas veces para frotar la cara, humedeciendo un lienzo. Muertií aparéate, ó sofocación, es u.i estado de amorteci- miento, en que los cuerpos quedan por algún tiempo privados de las acciones animales y vitales, cuales son los movimientos y sentidos, pulso, respiraciou y escretos naturales, teniéndose en el común sentir por muertos. La causa inmediata es la sus- pensión de la fuerza vital, ó natural contractilidad del corazón y vasos de la sangre. Las antecedentes son la falta de resis- tencia en los sólidos para mantener su irritabilidad, y en los lí- quidos su flecsibilidad. Las eficientes son las sofocaciones: Primero: por las causas de las apoplegías, histéricos y desma- yos. Segundo: por anegaciones ú aliogamientos de agua. Ter- cero: por apretamientos estemos de la garganta. Cuarto: por humos de cosas quemadas Quinto: por vapores vinosos. Ses- to: por ecshalaciones de parages corrompidos, como minas, se- pulturas, pozos y lugares subterráneos. Séptimo: por rayos. — 226 — Octavo: por el frió intenso. Noveno: por el nacimiento difi. cultoso ó de madres trabajadas. A los anegados se les hincha notablemente el pecho, lo que proviene del aire interno enrarecido, faltando la gravitación del atmosférico. También se les pone la cara abultada y amora- tada y la lengua gruesa, y muchas veces salida de la boca, por la opresión de los pulmones, de lo cual resulta la llenura y di. latacion de los vasos superiores. Esto último se observa muy frecuentemente en los ahorcados. En los infantes se ven tam- bién la cabeza y cara amoratadas por estos mismos principios. La sofocación por humo ó ecshalaciones corrompidas, nace de la constricción que se induce en los canales espirituales ó res- piratorios. Los rayos causan muertes aparentes, asustando, golpeando, sofocando ó hiriendo. El susto se origina del im. previsto y violentísimo ruido: el golpe de la impresión que ha- ce el aire fuertemente empujado. La sofocación de las partí- culas salmo-azufrosas de que se carga el aire que se respi- ra; y las heridas de la perdición y penetración violenta que hace el rayo en los cuerpos. Finalmente, el frió escesivo, es- trecnando y apretando los vasos, y condensando los líquidos, causa muchas veces esta enfermedad. Cuando el cuerpo que es tenido por muerto, mantiene sus miembros flecsibles; los tomates de los ojos están llenos y re- dondos, y no despide olor cadaveroso (precediendo las causas violentas que hemos apuntado) ha de creerse que no está eesá- nime ó verdaderamente muerto. Mas en siendo la muerte re- sulta de una larga ó poderosa enfermedad, en que se conoce haberse destruido ó corrompido la armonía, enlace y natural tegido de los sólidos y fluidos; si el cuerpo tiene un olor de muerto; si los ojos se aplanan, empeñan y unden; si el vientre adquiere una elevación timpanítica (efecto del aire que se des- prende de los humores por su mucha y grande putrefacción) y el cuerpo todo va adquiriendo una succesiva inflecsibilidad ó tiesura, poniéndose por grados pálido, amarillo, oscuro, cárdeno y verdioso, no debe dudarse de la muerte. Medios generales para hacer volver á los cuerpos que son tenidos por muertos. Primero: Háganse friegas generales y constantes por muchas horas con paños calientes sahumados de alhucema, salvia, ro- — 227 — mero, estoraque átc; y en los piés, con cepillos de cerdas. Se- gundo: sóplense constantemente y con esfuerzo, boca con boca, ó mediante un ancho canuto, los pulmones del paciente, tapán- dole primero las maricos (habiendo mascado antes el artífice ambir, salvia, poleo, ú otra droga picante y nervina.) Terceros insúflense á las narices los polvos errinos cefálicos. Cuarto: apliqúense por dentro y fuera de las narices los espíritus de sal amoniaco urinosos, ó el aguardiente refino. Quinto: foménte- se el cuerpo con las aguas espirituosas del número cuarenta y dos; ó háganse los sahumerios del comejé; pero escúsese el ha- cer pasar al enfermo cosa alguna bebida. Sesto: electrícese al paciente, ó cauterícensele la nuca y las plantas de los piés con fierros calientes ó encendidos. Séptimo: practíquense las chi- nana',, aplicando después una cala fuerte. A los desmayados, apopléticos é histéricas se hará la cura que propusimos en sus títulos. Los anegados se desnudarán con brevedad y pondrán en abri. go; se cubrirán con cenizas, arena ó sal, calientes; se les intro- ducirá humo de tabaco por el ano, en formado lavativas; se les harán los soplos por la boca; se sangrarán las venas del pes- cuezo, y se practicarán los demás medios comunes. Que en habiendo señales manifiestas de vida, se usarán las bebidas del número veinte y cuatro, y los lamedores discucientes del nú- mero ciento diez. A los ahogados por lazo ó ahorcados, se les darán fomentos emolientes á la garganta; sangrías (sin venda) en las yugulares, 6 en no pudiéndose, en los brazos y piés; (precediendo frota- ciones con paños ásperos y calientes al parage que ha de san- grarse) los soplos por la boca, y los remedios de la apoplegía sanguínea. Los sofocados por humo ó ecshalaciones venéficas, se sacarán del parage infestado á un aire libre y sano; se les hará la insu- flación por la boca, y se practicarán con ellos los ausilios que propusimos para el encarbonamiento en el título Cefalalgia. A los eesánimes por vapores vinosos, se hará la cura de la em- briaguez. Los sofocados por ecshalaciones corrompidas en para- ges subterráneos, se curarán como los encarbonados. Para pre. servarse de la sofocación en semejantes lugares, ha de purifi- carse el aire, quemando pólvora, y después se cubrirán las gen- — 228 — tes la cara y cabeza con balletas mojadas en vinagre, para de- terminarse á entrar á dichos parages. En la muerte aparente que causan los rayos, por puro susto, so instituirá el método curativo del catalepsis y miedo: el golpe se cura corno las grandes contusiones: la sofocación, como los aho- gados por ecshalaciones corrompidas: y las heridas como las graves quemaduras. Pero en todos estos casos no han de fal- tar los cordiales antipútridos, ni los remedios comunes que he. mos apuntado. A los que se hallan yertos por sumo frío (retirándolos primero del aire frío y libre) se les cubrirá todo el cuerpo de nieve has- ta que den señales de revivicencia. Entonces se les darán frie- gas con paños levemente calentados; se les ministrarán algunas cucharadas de vino generoso; y so procurará suavemente el su- dor, frecuentando en bebida la infusión de flores de saúco con polvos de contrayerba. Los lujantes que nacen sofocados so bañarán con vino tibio; se envolverán en lienzos doblados: se les darán friegas cons. tantos y largas por todo el cuerpesito con paños sahumados de salvia; se les untarán por dentro de las narices y boca con am- bir deshecho en aguardiente; y sobre todo se practicarán los soplos por la boca, Narium morbi.—Las enfermedades de las narices mas comu- nes y propias á estas partes son: tapazones, inflamaciones, úlce- ras, pólipos, daños del olj'alo, y estornudos. La tnpazon nace: del encrudecimiento de la linfa, que para humedecer estas par- tes separa ía túnica pituitaria, lu cual sucede en la coriza: déla consunción, escasez ó tenacidad de dicho humor, como aconte- ce en los temperamentos seco y bilioso, calentamientos de ca> beza, inflamaciones &a: de lo que impide la salida del moco y hace detenerlos en ios poros del etmoides, como es la relajación de la membrana pituitaria, lo que es común en losip.io frecuen- tan el tabaco y los estornutatorios: de la estrechez natural 6 ad. quirida de las ternillas nasales: do pólipo.--, úlceras y cuerpos estraños; y de las causas del estertor, que son la espesura del humor bronquial, y la flojedad y debilidad de los pulmones, co- mo sucede en los asmáticos, moribundo?, y en los que duermen boca-arriba. Las causas mas ordinarias de la inflamación de las nance* son la evulsion radical de los pelos, el catarro, escorbuto, gá»- — 229 — co y lepra inveterados, y el abuso de los estornutatorios, corrosi- vos inspirados, y do los licores espirituosos. Los granos infla- mados de las narices suponen mucho calor en las pudendas. Estando las narices rubias se ha de creer que padecen el higa- do ó los pulmones. L;n escoriado íes y las úlceras resultan de las causas infla- mantes, como golpes, pólipos, acrimonias antiguas de la sangre &c. Si la úlcera resultare muy fétida, se llama ozena. Loa pólipos son unas escrecencias carnosas en la membrana pitui- taria, cuyo origen inmediato es el aumento del jugo nutricio de- prava lo en esta parte, nacido de las causas irritantes é inflaman- tes. Llegando á inflamarse el pólipo (lo que sucede muchas veces por los remedios corrosivos) resulta el cancro. El olfato se pierde ó se m.nora por heridas, golpes, catarros, inflamaciones, úlceras, pólipos, se-¡uedades, oclusiones é impre- siones fuertes de los olores. El felor se origina del moco cor- rompido, escoriaciones antiguas ó úlceras cariosas. El estornudo es una esplosion del aire espirado. La causa inmediata es la convulsión del diaíVacrna y de los músculos in- tercostales, escitada por los acres internos ó estemos que vi- bran las fibras de la túnica pituitaria. Los estornudos anuncian los catairos; alivian los sopores, y á las quo tienen los meses y loquios suprimidos; ayudan á las parturientas, y son de buen agüero en hi>5 ñ .ores; pero e:i siendo escesivos, dañan á los hor- niosos y agravan ¡as enfermedades de los ojos, pulmonías, do. lorca da costado y males del pecho. NUMERO CIENTO UNO. l'arucioadc los ni:: ley «le Jas narlees. Las n.irices secas y el moco verde, piden baños y sotbetorios humectantes particularmente en ios cuerpos biliosos y resecos. En los flemáticos, estando el moco duro y pegajoso, se sorbe. rán los errinos atenuantes. Para sacar loí cuerpos estraños, se practicarán los ausilios del número se'.enta y siete- Los que roncan dormidos, deben acostarse de lado, teniendo un tanto abierta la boca, y las manos fuera del pecho. La inflamación, á mas de los remedios generales, se cura con el ungüento rosado, manteca de cacao aceite de yemas de hue- — 230 — vos, y con los saturninos y lenientes. Las úlceras han de tra. tarse con los detergentes suaves, consolidantes, antifépticos blandos y saturninos. Que si la sangre estuviere acrimoniosa, venérea ó escorbútica, se ministrarán los medicamentos inter- nos que son propios á estas causas. Los pólipos se curan con los suaves corrosivos, ligándolos lo mas inmediato que se pueda á su raiz, ó estirpándolos. Pero la ligadura siempre ha de preferirse, la cual se ha de estrechar mas y mas, á proporción que su cuello fuere adelgazándose. Los remedios rodentes ordinariamente vuelven cancrosu la es- crecencia, en cuyo caso se practicarán los remedios que apun- tamos en el título Cáncer. En el olfato perdido ó depravado, se remediarán las causas para hacer los ausilios que ponemos abajo. Si los estornudos fueren escesivos, se harán cosquillas á las plantas de los piés y friegas secas de la frente al cuello; se darán baños de agua ti- bia en los brazos y piernas: se fomentarán las narices con le- che tibia; se procurará que huela el enfermo con frecuencia la flor de floripondio; el paciente suspenderá por algunos ratos el aliento, se le instilarán en las orejas unas gotas de aceite de al- mendras sin fuego; se le harán ligaduras en brazos y piernas; se le suscitarán sustos repentinos, ó se instituirá la cura del nú- mero cincuenta y uno. Sorbetorio humectante. Toma de suero de leche cuatro onzas, de miel rosada una onza: mézclalos. Errino atenuante y nervino. Toma de sumo de raiz de lirio y agua de canela espirituosa una onza de cada cosa, de sumo de mejorana dos onzas: méx- clalos. Saturninos y lenitenles en las narices. Toma de aceite rosado dos onzas, de polvos de atutía, greta de oro y piorno quemado, dos dracmas de cada uno: agítense en un almirez de plomo á que se haga linimento. ítem: De agua destilada de yerba-mora dos onzas, de pol- vos sutiles de azúcar medio escrúpulo, de sal de Saturno un escrúpulo, de alcanfor siete granos; mézclalo todo. ítem: La manteca de coco, la de cacao, el ungüento de atu- — 231 — tía, el aceite de yemas de huevos y los tópicos del número trein- ta y nueve. Mantequilla para las encoriaciones, y úlceras recientes de las narices. Torna de mantequilla fresca, batida con aceite de comer, una onza; de polvos sutiles de azúcar una dracma; de alumbre que- mado un escrúpulo: mézclalos. Errino suave detergente y secante. Toma de cocimiento de cebada, lantén, centaura menor, es- táñate y rosa seca una libra, de miel rosada de cirujanos dos onzas: mézclense. Antisépticos suaves. Toma de las tinturas de mirra y acíbar y de agua rosada par- tes iguales: mézclalas. ítem: De polvos sutiles de almaciaga, mirra y trementina co- cida partes iguates: mézclense para polvorear las úlceras. Secante para las úlceras de las narices, boca y oídos. Toma de cocimiento de incienso blanco, flores de hipericon y de granadas una libra, de eceite de escoria de fierro onza y media: mézclalos para lavar las úlceras. Aceite de escoria de fierro. Toma de vinagre fuerta libra y media, de polvos sutiles de escoria de fierro media libra: pónganse en digestión por veinte y cuatro horas. Decantado el licor, se mezclará con otro tan- to de mistela de anís, y se hará estracío según arte. Polvos secantes en las úlceras venéreas. Toma de polvos sutiles de lupinos, cuachalalate, calancapa- tle, rosa, capitaneja, y cortezas de granadas partes iguales: mézclense. Se lavarán las úlceras con el cocimiento de estos simples, y después se polvorearán los polvos teniendo cuidado de remover las escaras y suciedades, siempre que la cura se repitiere. Corrondenles suaves en las escrecencias de las narices. Toma del agua primera de cal una libra, de mercurio dulce una- dracma: mézclalos. — 232 — ítem: De agua rosada dos onzas, de vinagre do Saturno me- dia onza: mézclense. ítem: De polvos sutiles de alumbre quemado una dracma, de mercurio precipitado blanco media dracma, de vinagre de Sa- turno media onza, de agua rosada una onza: mézclese todo. Ungüento detergente en las bubas. Toma de ungüento de Isis una onza, de mercurio precipita- do rojo una dracma: mézclalos. Erriuos para el olfato perdido. Toma de los sumos de relices de brioniay lirio, y de las yer- bas de marrubio, mejorana, poleo y salvia una onza de cada uno; de polvos de taLacp, hele boro blanco, clavos de especia, castor, é ingo media onza de cada uno; de almizcle y ámbar seis granos de cada cosa: mézclalo todo. ítem: La tintura de castor, hecha en vinagre cilítico. ítem: Los humos de mejorana ó de succino, tomados por em- bodo. Remedios contra elfetor de las narices. Toma de los polvos compuestos de ámbar ó de almizcle una onza, de vino de Canarias una libra: mézclalos. Háganse sor- betorios. Ítem: Se untará con unas plumitas lo de dentro de las nari- ees con los aceites de canela, clavos ó alhucema. Poicos estornutatorios de Sav.doval. Toma de polvos sutiles de cebolleja media onza, de rosa una onza: mézclalos. Nephritis.--E1 dolor nefrítico es un dolor pungitivo en la cavidad de los lomos, acompañado de los síntomas siguientes: fiebre continua con irregulares ecsarr rbaciones, apretamiento de la cintura, retracción del testículo y adormecimiento de la pierna del lado del dolor; pujo de orina, saliendo ésta al princi- pio encendida, y aumentado el mal, clara y acuosa, y eructos, vómitos, tensión y constipación del vientre. La causa inmediata es la inflamación de los ríñones. Las procatárticas son: Piedra atravesada en estas partes, imríonde las entrañas vecinas, ingestos acres, diuréticos fuertes, violen- to ejercicios, heridas, golpes, y tumores inmediatos. Esta en- — 233 — fermedad, como todas las inflamatorias, terminan por resolución, supuración, cirro ó gangrena. Conócese haberse resuelto el dolor, por el uso de las medicinas, especialmente de las san- grías, legítimamente administradas; por el écsito libre déla ori- na, siendo esta espesa y abundante; y por la cesación de los síntomas referidos. La supuración se rastrea por lo que dijimos en el título Abce- sus interni, y por la orina fétida y purulenta. Demuestran el cirro la debilidad, adormecimiento y consunción de la pierna del lado del dolor; la falta de señales que hacen conocer la re- solución 6 supuración; el peso en la vejiga, y la orina aquea, escasa y forzada. La gangrena se manifiesta por los signos que apuntamos en su título. Finalmente, la nefritis deja las mas veces lo» ríñones débiles, obstruidos y con semillas de cal- culos, por los grumos sanguíneos que suelen adherirse á la sus- tancia tubulosa. NUMERO CIENTO DOS. CiEraeion «leídoJor nefrítico. Luego en el principio han de escusarse en esta enfermedad los remedios que mucho enfrian, las comidas irritantes, abun- dantes, agrias y saladas; las camas muy calientes, y el decúbi- to de espaldas. Generalmente este dolor se cura como las grandes inflamaciones. Se dará en el brazo una sangria, la cual se repetirá dentro de pocas horas en el pié, se hará tomar cada cuarto de lim-a, medio pozuelo de alguna de las siguientes: Bebidas antinefrílicas. La infusión de ¡as flores de tunas mansas. ítem: Toma de las raices de chía y de grama una onza de cada una, de semillas de melones onza y media. Quebrántese todo junto, hágase cocimiento con libra y media de agua, hasta que quede una libra: cuélese y endúlcese con jarabe violado. O se menudearán las bebidas diuréticas suaves, y se instituí- rán los medios baños con los cocimientos de parietaria y almen- dras, ó de yerbas emolientes. Se untará la parte enferma con la siguiente: Untura para el dolor nefrítico. Toma de los aceites de siete flores y yemas de huevos, una — 234 — onza de cada uno; de láudano líquido un escrúpulo, de alcanfor raspado medio escrúpulo: mézclese todo. Se frecuentarán también las lavativas de miel, aceite y leche olas de caldos de tripas; y se pasará al uso de leche de bur- ras. Obstructiones.—Las opilaciones. Entendemos en este tí- tulo por obstrucciones, aquellas sofocaciones ó embarazos en las entrañas del abdomen, que vienen sin fiebre y duran mucho tiempo. Tres son sus comunes diferencias, á saber: edemato- sas, insensibles y renitentes. Las causas inmediatas son el acumulamiento de flemas en el estómago é intestinos, ó el amon- tonamiento del suero de la sangre ó de su parte fibrosa, ó de algún otro líquido escreticio en los vasos y conductos de la di- gestión. Las procatárticas son, los alimentos viscosos, grasosos y abundantes; las acostumbradas evacuaciones de sangre intcr- rumpidas; lo que encrudece á este fluido y hace separar la parte fibrosa de la suerosa, como son las ingurgitaciones de agua in. moderadas, el quilo mal elaborado por las indigestiones del es- tómago, y el uso frecuente de los agrios, dulces, grasas, tierra y otros semejantes; las causas que producen el cirro, las'que espesan el ^sudor, la bilis, la saliva, y los jugos mesentéricos; las que minoran el movimiento de la sangre, cuales son las de- bilidades, tristezas, relajamientos, el mucho frió, la falta de ejercicio, las evacuaciones copiosas, y las enfermedades habi- tuales; las cosas que apretando los vasos, hacen que se están. quen los humores, tales son las convulciones, contusiones, pre- siones, inflamaciones y biliosas constituciones de los cuerpos, y la falla de humedad en los fluidos, como acontece á los rese- cos, á los hipocondriacos y á las histéricas. Las obstrucciones edematosas tienen su origen en la conges. tion y abundancia de la linfa ó del suero de la sangre. Se per- ciben por la blandura, palidez y frialdad de la piel, crudezas del estómago, hinchazones de los piés y síntomas generales de la caquejia, y leucaflegmacia. Las opilaciones insensibles se producen comunmente de la espesura de los jugos abdominales. Barrúntanse por la ten- sión del vientre, desgano de comer, estreñimiento y algunas veces diarrea, enflaquecimiento ó repentino abultamiento del cuerpo, calentura lenta, dolores flatosos, ahogam'entos al andar — 236 — ó al hacer ejercicio, pesadez y elevación del abdomen, atraca- miento por cualquier esceso en las ingestos, y aparatos de hipo- condria ó anasarca. Las opilaciones renitentes ó durezas circunscriptas del vien- tre, nacen de la acumulación de la parte fibrosa de la sangre, ó de la viscosidad de i Igun humor escreticio. Se conocen por el bulto lapídeo ó dureza cirrosa que al tocarse el abdomen se siente en lo interior de las entrañas, y por los signos del cirro. Las obstrucciones son el origen de las mas enfermedades crónicas, y comunmente terminan en hidropesías, atrofias, cir. ros y cancros. Las renitentes en el principio suelen curarse; pero ya envejecidas no tienen remedio, sin embargo de que con el buen régimen viven mucho tiempo los enfermos. La diar- roa, estando flaco el enfermo, avisa del próesimo peligro. NUMERO CIENTO TRES. ILa cura de las obstraaecioaeíi, Decía un práctico que primero se desfruye que se desobstru- ye, aludiendo á las purgas con que generalmente se pretende curar las obstrucciones. Por las causas que hemos referido, se vendrá en conocimiento de la diferencia de medicamentos con que deben combatirse. Generalmente la curación ha de empe- pezarse por la sobriedad en las comidas y bebidas, escusando ¡as que fueren de mucho y depravado jugo, y la repetición de caldos, sustuncias acuosas, lacticinios, agrios, &c. Las san- grias son dañosas, mientras no hubiere inflamación, y aun en este caso se harán con cautela y en cortas cantidade-. La cura farmacéutica de las obstrucciones insensibles y re- nitentes, se hará de la manera siguiente: Temará el enfermo todos los dias, dos horas después de un ligero desayuno, una dracma de leche de Mechoacán ó de la tierra, y encima un va- so de caldo de pollo aperitivo, continuando este por bebida co- mún: hará ejercicio á caballo: no se omitirán los baños de agua templada: al vientre se le frotará diariamente el aceite de oli- Vas cocido con peregil, mezclándole después de colado, los pol- vos sutiles de tequesquite. En las osbstrucciones linfáticas se comenzará la cura por los — 236 — Digestivos desobstruentes. Toma de sal de taray ó de tártaro soluble, media dracma. ítem: De tártaro vitriolado veinte granos. ítem: De miel de magueyes dos cucharadas. Cualquiera de estos remedios se tomará en ayunas y al caer de la tarde en una poquita de agua tibia, continuando su uso por una semana. Al vientre se untarán las Unturas desobstruentes. Toma de ungüento saponario dos onzas, de niel de toro me. dia onza, de trociscos de alhandal un escrúpulo: mézclalos. ítem: Los ungüentos desobstruentes desunios de agripa, de rábanos, clorótico, antihidrópico, artanita, cuajo de cabrito &c. Después se ministrará un purgante fuerte, suave ó modera- do, según los grados de dureza. Para lo cual y para el uso de los demás remedios, ha de lltvar-e esta regla: mientras las opilaciones fueren mas duras ó cirrosas, mas suavemente deben tratarse, esto es, con los lacsantes, baños, aperitivos suaves y diluentes, escopto las del bazo, que necesitan de algunos me- dicamentos impetuosos y calientes, según dejamos dicho en el título Lienis morbi. Últimamente, se establecerá el uso de los marciales y atenuantes, repitiendo de tiempo en tiempo, los di- gestivos y las purgas, haciendo mucho ejercicio, particularmen- te á caballo y en aires libres. Oculorum Mosnr.—Las enfermedades de los ojos.—Todas las partes que componen este órgano, así continentes como conte- nidas, están sujetas á padecer muchos males. Los mas frecuen- tes y peculiares á dichas partes son los siguientes: Grando, es un tumorsillo del tamaño de un garvanzo, ó por mejor deci •, es un cirro pequeño, nacido por encima del párpa- do superior. Originase de la espesura del humor linfático por la rupcion de una glandulita. Eüropion, es la inversión de la palpebra inferior. Lagopthalmia la constricción de la superior. Las causas de una y otra enfermedad son la convulsión ó pará- lisis de estas partes. Trachomates, es la asperidad, ó granulen- cia, ó herpes miliar de lo interior de los párpados. Epífora,es un flujo continuo é involuntario de las ligrimas. Nace de la re- lajación ú obstrucción del saco y puntos lacrimales. Encanthis, es la escrecencia de la carúncula lacrimal. JElgi- lops, la úlcera del canto interno del ojo. Fístula lachrimaHs,h — 237 — úlcera honda q;;e ha penetrado hasta el taco lacrimal, la cual en apretánd.uli, despide muchos puses. Anchylops, es el abceso que se forma en la carúncula lacrima!. Anchiloblepknron, el cer. ramieuto de los párpados. Dimana de las lejanas ó lágrimas espesas quo se enredan en las pestañas. Hordeolvm, la perrilla, es un tumorcillo inflamatorio en las márgenes de las palpebras. Unguls, launa, es una excrecencia ó película que nace sobre la adnata por uno ú otro ángulo del ojo, la cual va creciendo po- co á poce; que en llegando á cubrir la pupila, se nombra paño. Sugüalio, la mancha azul, negra ó encárnala que está sobre la cornea. Tiene el génesis de los cardenales. Phllctínac, las pus. tufillas ó vcjiguillas sobre los ojos. Hlpopion, li supuración. Mió, ceplnlon, s¿aphi.'o;na,el clavo ó la procidencia de la uvea, es un grano prieto que sobresale en la cornea, correspondiente á la ni- ña de los ojos. Nace de la escidencia do la uvea por la misma prunela y rotura de la cornea. Resultas comunes de íos abce- sos, úlceras, golpes, heridas ó espinas clavadas en los ojos. Es- trabismas, lu viseara, es aquella enfonnedad en que los pacien- tes no miran rectemente sino por un lado. La causa es la re- moción de la pupila del medio del ojo, por la convulsión ó per- lesía de los músculos que mueven el tomate. Catarata, Hipochima. Sufifusio, la Catarata es una imbécil la que sa observa en la pupila ó detras de ella, comunmente blan- ca, la cual en llegando á comprender todo el iris, adquiere va- rios colores. La causa inmediata es la densidad ó disolución del humor cristalino ó la opacidad y escrecencia de la túnica arag. noides, que le sirve de involucro. Leucoma, Albugo, la película plana ó prominente en el fondo, en figura de perla, situada en- tro las membranas esclerótica y coroidea, por delante de la pu- pila. Nace de la concrecencia del humor aqueo. Glaucoma, la tela entre verde y blanca que se aparece tras de la uvea. Ori- gínase de la espesura d — En el Estrabismo, siendo reciente, so acostumbrará el onfer. mo á mirar por unos cilindros teñidos por dentro do negro, piles. tos rectamente amanera de alpargatas, ea los 0J03. Quo sien- do el mal convulsivo, se aplicarán á las sienes unos parches de ambir en hojas de naranjo, y se usarán interiormente los ato. nuantes cefálicos. La Catarata, Leucoma y Glauco ¡na, estando maduras las telas, se curan coa la depresión ó con la estraccion, Mas en no siendo muy antiguos estos males, se probarán los re- medios que descargan la cabeza tomados por las narices; el babeo, las fuentes y los atenuantes cefálicos. En la Gola seré. na se practicarán las fuentes, los sedales, los atenuantes cefáli. eos, los remedios que descargan las narices y los que aguzan la vista. El Emnndilamienlo se remedia con esiaroe el pacien- te por un rato dentro de un cuarto oscuro. Tópicos para la vista empaña La. Se lamerán los ojos con la lengua de una porso:;a sana en ayunas. ítem: Toma de polvos sutiles de atútia y de íiu¿so de gibi.i un escrúpulo de cada uno, de vino blanco una onza: mézclense. Escúrrase un poquito en los ojos de tiempo ea tiempo. La ¡Sictalopla se tratará con los optálmicos que aguzan la vis- ta. La Miopa y Presbiopa se curan con anteojos. En la pri- mera han de ser cóncavos, y en la segunda coriveesoa. Leu vidrios conveesos vuelven los rayos visuales convergentes, esto es, los acercan, y los cóncavos los hacen divergentes ó los se- paran. La debilidad de la vista, siendo gravativa, se cura con evacuantes; mas e:i siendo positivo, con los remedios que acla- ran la vista. En la Optalmia ó inflamación reciente de los ojos, se harán las evacuaciones de sangre que fueren necesarias; se ministra- rán las minorativas frescas; se aplicarán cada cuarto de hora loa tópicos que desinflaman y suavizan los dolores, y se menudea. rán los pediluvios, lavativas y bebidas frescas. Pero la infa- mación venosa so cura con los optálmicos que desempañan los ojoa. En la antigua optalmia se divertirá el humor con los sé- dale; y las fuentes, y se combatirá por dentro con atenuantes cefálicos. Los remedios que son propios á los ojos, se llaman generalmente optálmicos. — 241 — Optálmicos nervinos antisépticos-reslringentes. Toma de aceite rosado onfancino una onza, del de manzani- lla media onza, de poivos sutiles do rosa dos dracmas, y una chira de huevo: mézclese todo y úntese con plumas, ítem: De pepitas de membrillo un escrúpulo, de goma do tragacanto medio escrúpulo, de lus aguas rosada y de toronjil dos onzas de cada una. Hágase infusión mucilaginosa, y co- lada estílese en les ojos. Optálmicos desinflamantes metálicos. La agua de vejeto-mineral; los polvos de albayalde y atútia, ó el: Ungüento santo. Toma de ungüento rosada una onza, do polvos de atútia una dracma, de alcanfor siete granos: mézclalos. Optálmicos restringentes. Toma de agua de lantén dos onzas, de polvos sutiles de alum- bre una dracma: mézclalos. Ítem: De vinagre de Saturno una onza; de espíritus de vino media onza, de agua rosada cuatro onzas: mézclense. ítem: De rosa seca un puñado, de vino carlon medio cuarti- llo, fiábase infmuon ítem: De polvos de alumbre una dracma y una clara do hue. vo. Cuezase medianamente en una cazuela vidriada para apli- car la pasta á los ojos. ítem: De polvos sutiles de vitriolo blanco una dracma, de alumbre un escrúpulo, de agua rosada media libra: mézclalos. Oftálmicos astringentes, suavemente rodentes. Toma de ácibar cuatro grano*, de cardenillo dos granos, do las aguas de lantén y rosada y de vino blanco dos cucharaditas de cada cosa: mézclese todo muy bien. ítem: El sumo de los garambullos verdes: las vainitas del yondiro asadas: Toma de azúcar candi y vitriolo blanco, unes- crúpulo de cada cosa: métanse en una clara de huevo cocida; y macérese el todo en media tasa de agua rosada. Deshága- se y esprímase por un lienzo, para lavarlos ojos. Ítem: Los polvos sutiles de cateáronos de huevos. Miel optálmica rodente. Toma de sumo de limas cuatro onzas, de azúcar candi doa — 242 — onzas, de polvos sutiles de romero y de alumbre media onza do cada uno. Cuezase todo junto hasta la consistencia de miel. Cuélese y guárdese, para echar unas gotas á mañana y noche en los ojos. ítem: La sal amoniaco en agua rosada y los optálmicos ros. tringentes. ítem: La Piedra divina. Toma de polvos sutiles de'salitre puro, piedra lipis y altim- bre, media onza de cada cosa. Póngase en un crisol al fue^o de fusión En estando el misto derretido se le mezclará una dracma de alcanfor raspado, y se apartará inmediatamente do la lumbre. Ya frió, se sacará del crisol y se guardará entre papeles para usarla, deshaciendo unos granos en agua rosada. Optálmicos que limpian y secan. Los astringentes suavemente rodentes; los restringentes; o' cocimiento ó los polvos do capitaneja. Bálsamo para las fístulas recientes de los ojos. Toma de polvos sutiles de incienso, mirra y acibar dos drac- mas de cada uno; de aceite de hipericon cuatro onzas. Cue- zase todo junto, y apartado da la lumbre, mézclesele una yema de huevo. Esprímase la fístula dos ó tres veces al dia y me tase una mechita mojada en este bálsamo. Siendo la fístula callosa ó muy profunda, no se escusa la incisión. Madurativo en los tumores de los parpados. Toma de cebolla asada y pistada, de harina de linazas par- tes iguales. Cuezanse en unto de puerco á quo se han-a cata- plasma. Optálmicos emolientes. Toma el mucilago de simiente do membrillos, hecho en agua de esperma, de ranas, y lávense los ojos de tiempo en tiempo. Lo mismo puede hacerse con el cocimiento baboso de linazas, ó con el tercero de alholbas. Optálmicos que ablandan y deshacen. La piedra divina en leche de mugeres; la sal amoniaco des- hecha en agua de esperma de ranas; los polvos sutiles de co- — 243 — chimilas, batidos con mantequilla; el sumo de navos con azú- car candi. Optálmicos que desinflaman y suavisan los dolores. Los sumos de yerba-mora y siempreviva con agua rosada; los tomates frescos; la miel virgen; el cocimiento de linazas con un poquito de vinagre de Saturno. ítem: De cabezas de amapola blanca con semilla, y de flo- res de violetas, dos tomadas de cada cosa. Cuezanse en leche á que se espese el misto, para aplicarlo en forma de cataplasma. ítem: Toma la pulpa de camuesas, cocidas en leche y amá- sala con un poquito de aceite y vinagre rosados. Apliqúese tibia en lienzos delgados. ítem: De leche de pechos dos onzas, de trociscos blancos de Rásis media dracma: mézclalos. ítem: En la optalmia catarral, toma: de trociscos blancos de Rásis sin opio un escrúpulo, de azúcar de Saturno medio escrú- pulo, de las aguas de hinojo y manzanilla una onza de cada una, de espíritus de vino alcanforado media onza: mézclalo todo. Polvos que descargan la cabeza tomados por las narices. Toma de azúcar candi un escrúpulo, de turbit mineral dos granos. Para una toma. ítem: De polvos sutiles de alhucema tres dracmas, de cebo- lleja una dracma, de rosilla un escrúpulo, de vinagre rosado veinte gotas: mézclalo bien todo. ítem: De polvos sutiles de cebadilla media onza, de aceito de salvia medio escrúpulo: mézclense. Optálmicos que limpian la vista. Toma de polvos sutiles de azúcar candi una dracma, de atútia media dracma, de hueso de jibia un escrúpulo, de vitrio- lo blanco medio escrúpulo: mézclalo todo. ítem: De polvos sutiles de rosa una dracma, de vitriolo blan- co media dracma, de alumbre un escrúpulo; mézclense. Pol- voréense los ojos á mañana y noche con un poquito de cuales- quiera de estos polvos. ítem: La azúcar candi en sumo de navos. ítem: De polvos sutiles de piedra divina un escrúpulo, de agua rosada, una onza: mézclense. — 244 — Optálmicos que aclaran la vista. Toma de polvos de incienso y de succino, media onza de ca- da uno; de benjuí dos dracmas: mézclense y quémense un po- quito de estos polvos para recibir su humo en los ojos. ítem: Los polvos de hueso de jibia en vino blanco. ítem: Toma cojollos de ruda, y métanse en una redoma, echando encima vino blanco, á que sobrepuje un dedo. Pon- gase al sol por ocho dias, para estilar á mañana y noche en los ojos. ítem: El Bálsamo de romero. Toma flores de romero y ponías en una redoma, dentro de estiércol, por muchos dias, hasta que nade el licor. Sepárese por inclinación y guárdese en un vaso bien tapado, para echar de noche unas gotas en los ojos. Remedios que desempañan los ojos. Toma estafiate fresco, y cuécelo en orines áque se haga ca- taplasma, para aplicarlo bien caliente, envuelto en un lienzo delgado, rociando por encima un poquito de aguardiente. ítem: La leche del chicacolote frotada á los párpados. ítem: Una raja de ocote encendido se derretirá sobre un po- quito de unto de puerco para untar los ojos con plumas suaves: el vino mezcal tibio: la infusión de las flores de S. Juan: el Vitiji. Toma de cocimiento de cojollos tiernos del árbol de mezqui- te prieto, y de miel virgen partes iguales: cuezanse, á que se haga conservita espesa, para desleir una poquita en agua tibia y escurrir en ios ojos. Optálmicos atenuantes cefálicos. La infusión del muitle que apuntamos en el título Morbi. ítem: Un escrúpulo por dosis, de los polvos estornutatorios de rosilla, tomados en infusión de semilla de hinojo ó de flores de manzanilla. ítem: Las golas antihidrópicas del número ochenta y tres. Es de advertir, que los remedios atenuantes, fundentes, ape- ritivos, diluentes &c, indicados en los males habituales, deben continuarse con paciencia por mucho tiempo. Faltando esta, — 245 — comunmente se abandonan los mas eficaces y oportunos ausilioa como inútiles. Oris Morbi.— Las enfermedades déla boca, que no están comprendidas en otros títulos, son varias. Afonía, es la priva- ción de la habla. Su causa inmediata es la convulsión ó la parálisis de las cuerdas vocales. Comunmente es el resulta- do de otros accidentes. En las enfermedades agudas y en los graves dolores, las mas veces eí mortal. La que sobreviene al dolor cólico nace de cólera: en los ebrios siendo geneal la convulsión, es mortal. El tartamudeo es de dos maneras, á saber: biesidad y balbu- ciendo. La primera es aquel defecto de loquela, por el cual se sustituye una letra por otra, como cuando se dice Malla por Ma- ría. El origen es la blandura, ó imbecilidad de la lengua, no pudiendo esta competentemente dilatarse. La balbuciencia es cuando alguna letra se incluye ó se duplica en la voz, como Pe- do, en lugar de Pedro; didigo, por digo. Las causas son: mo- vimientos convulsivos ó temblores que suceden comunmente á los que están poseídos de una intensa frialdad ú ocupados de un gran miedo, á los ebrios, febricitantes y delirantes: la corte- dad de la lengua dificultándose con esto , la presión contra los dientes ó la crasicie, lumorosidad, sequedad, ó relajación de esta parte, lo cual impide sus evoluciones: el frenillo recogido ó demasiadamente suelto; y la división, mutilación, inversión, abultamiento ó dureza de los labios. Los balbos frecuentemen- te son iracundos. El felor de la boca nace de las corrupciones de la saliva y humores bronquial y esofágico: del calor demasiado en el híga- do ó pecho, y de las indigestiones del estómago. La Ránula, llamada así por parecerse al vientre de la rana, ei un tumor capsular, situado en las glándulas sublinguales y dividido ordi- nariam3nte por el frenillo, en parte diestra y siniestra. Ori- gínase de la concreción de la saliva, mezclada con mucha san- gre venosa. La lengua negra y áspera, resulta de la espesura de los líqui- dos del esófago y primeras vías: la áspera y seca, del fuego de los precordios; y la rajada y dolorosa, de humedades acrimonio- sas. La blanca denota sarros y pegajosidades en el estómago. La lengua manifiesta el estado de las primeras vías: en las fie- bres dice como se halla la sangre. La fria en las enfermeda- — 246 — des agudas es mortal. El que duerme con la boca abierta, suele en dispertando, hallarla muy reseca. El labio leporino ó pico de liebre, es una abertura natural ó provenida, en alguno de los labios semejante á la división que tiene la liebre en el superior. Las causas son, las malas dis. posiciones adquiridas en el útero y heridas ó contusiones. Las grietas ó fisuras son resultas de inflamaciones que resecan las partes nervinas y glandulosas. NUMERO CIENTO CINCO. Curación de algunos niales de la boca. La pérdida repetina de la habla, viniendo con rechinido do dientes, rubor do cara, apretamiento de quijadas &c, pide sin dilación las sangrias. Hipócrates sangraba en estos casos de la vena interior del brazo. Ha de inculcarse la causa para saber acomodar los remedios. En todos casos prueba bien el si- guíente: Linimento para la lengua en la aphonia. Toma de ambir deshecho en licor de cuerno de ciervo dos dracmas. de los aceites de succino, salvia y alcanfor una drac- ma de cada uno; de los espíritus de lombrices tres dracmas: mézclalos. Úntese con unas plumas. En el tartamudeo, después de los socorros indicados, son úti- les los ausilios siguientes: el vino generoso, tomado con modera- ción: las golondrinas asadas y comidas; la mudanza de climas, complecsiones, comidas y bebidas: y las frecuentes conversa. ciones. Domóstenes, siendo tartamudo, causaba irrisión á los atenienses; pero el continuo ejercicio en el hablar, y el uso de unas piedresillas, que en lo privado se acomodaba sobre la len- gua, se la soltaron de suerte que después fué el príncipe de la elocuencia. Si el frenillo tuviere atada la lengua, se cortará con tigeraa romas. Cuando el hedor de la boca nace de la incuria en lim- piársela después de las comidas, se mascará frecuentemente pe- litre con clavos de especia, ó romero fresco con sal. Si el/e- lor proviene de crudezas de estómago, á mas de los digestivos y vomitorios, se hará tragar todos los dias al enfermo un bolo de triaca 6 se mascará continuamente canela ó nuez moscada. — 247 — Que si la graveolencia de la boca se originare del mucho calor del hígado ó del pecho, se usarán las ensaladas y los remedios aperitivos frescos, fomentando el hígado con orines ó untando los pulmones con las unturas antihécticas. En la Ránula ha de tentarse la resolución, ya con los remedios fundentes y ate- nuantes, ó ya con los siguientes: Tópicos resolventes en la ránula. Toma de raices de lirios y de ortigas, cuatro onzas de cada una; de pelitre dos onzas, de caparrosa común media onza, de sal marino dos dracmas. Quebrántese todo y cuezase con seis libras de agua, hasta la consunción de la mitad. Tómense buches repetidos y ténganse largo tiempo en la boca. ítem: De polvos sutiles de alumbre quemado, sal amoniaco y pelitre, parres iguales: mézclense y polvoréese continuamen- te la ránula. ítem: De miel rosada una onza, de aceite d prorrum- pir en esputos, cesacerbándose cuando el enfermo se acuesta de un lado, mas que do otro; los esputos son linfáticos, gluti- nosos, viscosos y del color de las claras de huevos; hay sed, sequedad en la boca, anorecsia, y revolvimiento de estómago, después de haber comido: la voz un poco se enronquece, el pe- — 270 — cho se oprime, la respiración se dificulta, principalmente en haciendo algún ejercicio, y los hipocondrios se gravan. Cuando ya está confirmada la tísica, se aumentan dichos síntomas, se declara la fiebre hectica, acompañada de dolor en el pecho; (el cual se minora al paso que crece el mal, por fal- tar la tensión de las partes, habiéndose fundido, ó desmenuza- do muchas en la supuración) los esputos son mas espesos, vi. ciados, sanguinolentos, purulentos, cenicientos, é morosos, quo echados en el agua, se van á fondo, y puestos en la lumbre dan olor de carne asada; la orina sale encendida y espumosa; hay flujo de vientre colicuativo, y sudores pegajosos; el eníla- quecimiento del cuerpo es grande, y la debilidad estreñía; ¡a voz se enronquece, los cabellos se caen, los ojos se hunden, las uñas se encorvan y la cara se pone hipocrática. Todos estos efectos fácilmenie se comprenden por las congestiones, presiones, flogoses, inflamaciones, supuraciones, fusiones, rup- ciones y corrupciones, que succeden en esta enfermedad. La causa inmediata es la úlcera, ó llaga que se forma en loa pulmones. Las antecedentes son las constituciones delicadas v secas de los cuerpos: los pulmones estrechos y débiles; las complecsiones acrimoniosas y desarreglos en las comidas y bebidas acres, espirituos-as ó demasiadamente frías, particular- mente estando el pecho muy caliente. Las procatárticas son: Primeras: dolores de costado, pulmonías, anginas, contusiones, inflamaciones ó supuración del pecho. Segundas: esfuerzos violentos de la respiración, flujos de sangre por la boca, inspi- raciones acres, toces continuas y graves, y todo aquello que de- bilita los pulmones ó hace estancar la sangre en este lacso y fofo parechímu. La tísica es de las enfermedades de mas difícil cura, princi- palmente si poco á poco se formare, y el enfermo hubiere vivi- do desordenadamente, porque en este caso los pulmones se ha- Man corrompidos. El esputo delgado y ceniciento manifiesta la gangrena. El hipo y la diarrea colicuativa ó desenfrenada son precursores de la muerte. Hay otra phlisis espuria, que nace de haberse supurado al- gunos tubérculos ea el pulmón: de estos hacemos título separa- do. Finalmente, la vómica suele traer todos los aparatos de una tísica verdadera. Mira el título Perimneumonia. — 271 — NUMERO CIENTO TRECE. Curación de la tísica psiissaosiai. Luego que empiece á declararse esta enfermedad, se ha de poner el mayor empeño en detener sus progresos. Para lo cual se tendrá libre el vientre; se darán las sangrias suficientes á minorar las congestiones del pecho; se untarán las unturas sua- ves pectorales al pecho, y las antihécticas á las espaldas, ó se darán fomentos al hígado y espaldas con orina de muchachos; se menudearán las bebidas diluentes; ¡se darán muchos bañoa generales con los cocimientos de rosa y yerbas frescas; y t>e procurará un régimen severo en las comidas y bebidas?-. Creciendo el ma!, se acortarán los alimentos reduciéndose el enfermo á una dieta tenue y fresca, usando la media leche con agua de cebada; chupará tres veces en el dia media cucharadi- ta del mucilago de la goma mangle ó del aceite de semilla blan- ca de amapolas, sacado por presión, ó del de almendras dulces sin fuego; ó se ministrarán repetidas veces unas tomas cortas de la siguiente: Bebida en la tísica insipiente. Toma de cocimiento hirviendo de linazas una libra, de flores de amapolas rubias y de rosas, dos puñados de cada una. Há- gase infusión según arte y endúlcese con el jarabe de mangle. En la pthhis confirmada, declaman los autores contra los purgantes. No hay duda que las purgas irritan generalmente y hacen un millón de daños en los afectos inflamatorios, en com- poniéndose de las drogas ó medicamentos que llaman drásticos; pero los ccopróticos ó aquellos purgantes que ablandan, Jacsan ó docilitan suavemente el vientre, limpiando las primeras vías, minorando la cantidad de líquidos calientes y consumiendo el pábulo de las inflamaciones, lejos de peijudicar á esta enferme- dad, son necesarios muchas veces, siendo constante que e:i las fiebres lentas no falta saburra en las primeras vías, Otros alaban el ejercicio á caballo, las aguas minerales, co- cimientos de leños y remedios antimoniales y calibeados. Pe- ro verdaderamente todo esto hace mas deplorable este acciden- te, crispando los sólidos y aumentando los incendios de la sangre. Los ausilios'que se esperimentan útiles en la tisis declarada, — 272 — son los siguientes: las lavativas y minorativas suaves; el régi- men de caldos simples de carnero, vaca ó volátiles; jalea do cuerno de ciervo, almendras, y poleadas de maíz, arioz ó almi- dón; el uso de la leche de burras ó de la de vacas, primero mediada con agua de cebada, después entera, ó si hubiere diar- roa, la de cabras con polvos de goma de Sonora, coral rubio, bolo armónico, cuerno de ciervo quemado, ú otros semejantes absorventes restringentes; la toma de las drogas traumáticas ó pectorales medianamente restringentes, cuales son las infusio. nes de rosa, amapolas y lantén; las soluciones en agua común de las yerbas del pollo y capitaneja; los cocimientos de calagua. la, linazas, y flores de saúco; y las succiones del mucilago déla goma mangle; ¡as unturas anliliécticas á las espaldas; y el uso moderado de los remedios pectorales, y balsámico-detergente?, como son la goma mangle, el jarabe de diacodion,la azúcar can- di, los bálsamos de tolú, Perú, copaiva, azufre tremeníinado &c. Lamedor para los tísicos. Toma de polvos de bofes do coyote dos dracmas, de balsa- mo de azufre trementinatlo media dracma., de jarabe de goma mangle cuanto baste: mézclalos. Chúpese á menudo con un palito de orozuz. Conserva antiiísica. Toma del mucilago de la goma mangle y estrado de orozuz una onza de cada cosa, de flores de azufre media onza, de azú- car rosada dos onzas Con jarabe de malvabisco hágase elec tuario á chupar dos veces en el dia una cucharada. Pili.—Los pelos del cuerpos padecen varias enfermedades. En la ursuela, ladillas y piojos se frotará el ungüento de mer- curio ó se polvorearán las camas con los polvos sutiles de ce- badilla. En la decidencia, que llaman alopecia, es provechoso lavarse con el cocimiento del jara y rosa, con el de mirto cimar- rón, ó con el de vervena, culantrillo y sauz, usando interior- mente los remedios aperitivos y fundentes mercuriales. Untura para ennegrecer los pelos. Toma de cerusa y litargirio di oro una onza de cada uno, de lejía fuerte una libra. Cuezase, hasta que metiendo un be- llon de lana se ennegresca. — 273 — Agua para lo mismo. Toma media dracma de plata copella en limaduras, y dos dracmas de agua fuerte: pónganse en digestión á que se disuel- va la plata; y mézclesele tres onzas de agua rosada. Se mo- jará una escobetilla en esta agua para peinarse. También es útil lavarse diariamente la cabeza con el coci- miento fuerte do las pencas de órgano. Ungüento depilatorio. Tom i de polvos sutiles de cal viva tres onzas, de sandáraca tres dracmas, y una clara de huevo. Muélase todo junto en una piedra lisa, con cuanto baste de lejía de jabón á que tome consistencia espesa. Usase untado el paraje con unas plumas, y al cuarto de hora se lavará con agua tibia, reiterando la ope- ración las mas veces que fuere menester. Pllíukitis.—El dolor de costado es una punzada en cual- quiera parte interior del pecho, principalmente en los costados, aimientada en Ja inspiración y recuhaciou d.\ lado sano, quo empieza comunmente con calofríos, y sigue acompañada de fie- bre aguda, los dolorosa y continua, espulo libre ó forzado, y pulso duro y como sofocado del lado del dolor. La causa esencial es ía inflamación déla pleura. Las antecedentes son: complecsioues sanguíneas y fogosas; comidas y bebidas calien- tas y abundantes, y debilidad, delicadeza ó estrechez délos va- sos del pulmón. Las ocasionales pon, primeras: beoidas frías, ó aire frió violentamente recibido en un cuerpo abochornado. Segundas: trasportaciones de materias inflamadas entre la pleu- ra y mediastino. Tercero: constituciones del aire endémicas, epidémicas ó austrinas, volviéndose repentinamente aquilona- res, ó constantemente nordestales. Los efectos de la pleuritis se comprenden por los de la pul- monía, pues ambas tienen un mismo origen y unas propias ter- minaciones. Cuanto mas pronto y copioso fuere el esputo, tan- to mas breve se acabará la enfermedad. La que pasa del dia. undécimo, regularmente termina en abceso. Si el dolor de re- pente se quitare, y aumentándose la fiebre, faltando la crisis, el pulso se pusiere intermitente, anuncia luego la muerte. Es- tando todo malo, también es mortal el pulso convulsivo. Los esputos verdes, negros, y cenicientos son nuncios de gangrena. — 274 — La pleuritis de recaída es muy peligrosa, y bien mala la que pasa á pulmonía. Hay otro dolor de costado, que se llama espurio, el cual tie- ne el mismo género que la pulmonía falsa, impide al enfermo reclinarse del lado del dolor, y por ratos se ecsacerba. La pleitrilis vaga es una avenida de dolores acres en cual- quiera parte del pecho, con tos mas ó menos fuerte y esputos, (alguna» veces cruentos) los cuales acometen á personas débi- les, secas, fogosas y desarregladas. Ongínanse de ecshalacio- nes acres, congestiones do humores acrimoniosos, y disposicio- nes tuberculosas. Otros dolores vagos acometen al pecho, que aunque fuertes, no se acompañan con tos, sin embargo de que traen algunas ye. ees calentura. Las causas comunes son: aires colados y frios, flatos y ecshalaciones crudas de las primeras vías. NUMERO CIENTO CATORCE. Csaraeiosa tlei «loíor de costado. La pleuritis legítima, como hemos visto, tiene el mismo ori- gen que la pulmonía inflamatoria, y así debe curarse de la mis- ma suerte que ésta. Tortilla de huevos para el dolor de costado. Bátanse dos yemas y una clara con un puño de estiércol fres- co de caballo; frianse con aceite do linazas, hasta que «e forme la tortilla. Después se rociará con los bálsamos de González y polvoreará de polvos de cochinillas. En la pleuritis espuria se practicará el método curativo que tenemos igualmente prescrito para la pulmonía falsa. Fuera de eso se liarán las siguientes: Unturas para el dolor de costado espurio. Toma dos pinacates quebrantados y una dracma de sal co- mún; y con una onza de cebo de macho, y otro tanto de unto sin sal, cuezase todo, y cuélese. ítem: De polvos sutiles de simiente de acocote una dracma, de aceite de almendras dulces dos onzas, de injundia de gallina medio escrúpulo: mézclese todo. En la pleuritis falsa se frecuentarán las minorativas y bebi- — 275 — das diluentos: y se establecerá el uso de la leche de burras ó los caldos de pollo aperitivos. Que si el mal trascendiere á los pulmones, se harán los lemedios adecuados del número ciento diez. Los dolores vagos del pecho que acometen sin tos ni fie- bre, se curan con los remedios digestivos, evacuantes y carmi- nantes. Pudi:xdoru.m morbi.—Las enfermedades de las pudendas se comprenden debajo de varios títulos. Aquí hablaremos solamen- te da aquellas, que por razón del lugar en que se hallan, mere- cen alguna particular atención. El Fimósis es aquella coalescencia de la glande y el prepu- cio, tan estrecha, que éste no puede retraerse ó aquella desnu- darse. La causa inmediata es una úlcera inflamatoria que na- ce en alguna do estas partes, las cuales, (aumentando su volú- men y espesándose las podres) se adhieren una á otra tenaz- mente. Las antecedentes son: Primeras: naturalezas fogosas é irritadas. Segundas: constricción natural ó cerramiento del prepucio. Terceras: longitud del miembro viril estraordmaria. Las procatárticas son: Primera: irrupción de materiales vené- reos en el comercio imparo. Segundas: gonorrea ú orina sofo- cada. Tercera: gangrena iniciativa en los que han acostum- brado los licores espirituosos. El fimósis que resulta á los va- letudinarios y á los antiguos bebedores, si no nace de gálico, es aviso de su cercana muerte. El parafimósis es el descubrimiento entero de la glande, re- tirado al prepucio acia el empeine. La causa inmediata es un anillo que forma en el cuello del viril la estremidad del prepu- ció, hinchándose por esto la corona de la glande. Las antece- dentes son las del fimósis. Las procatárticas son las retraccio- nes espontaneas ó artificiales del prepucio hasta el cuello, es- lando el balano inflamado ó ulcerado. Las durezas de los testículos y labios de la vulva son resultas de congestiones sanguíneas ó linfáticas en estas partes glandu- losas, que por su lacso tegido ceden á los impulsos del líquido estancado. El priapismo es la convulsión ó eretismo del pene, efecto co- mun de la venus irritada, ó de los estreñimientos, flatos, ingés- tos acres ó úlceras de esta parte. t Las gomas- nacen de la fusión de la gordura por el virus gá- lico. — 276 — Las bubas son escrecencias viciosas, que produce la activi- dad y eficacia del humor venéreo. Las escoriaciones de las pudendas, se originan de las hume- dades acrimoniosas de estas partes, ó de algún principio infla- matorio. La comezón, ordinariamente viene por falta de limpie- za y depilación, de que resultan la urzucla y las ladillas, ó por humor venéreo. La relajación y escidencia del clíloris hacen parecer á algunas mugeres semi-hombres, conocidas con el nombre de herinafrodil as. Las causas son: Primeras: impulsos venéreos. Segundas: las de las hernias. Estas últimas causas dan nacimiento á las procidencias del útero y ano. NUMERO CIENTO QUINCE. Cairacioai «le iu§ iiís'í's «le \'.\<* pEisIeesílas. Para remediar el fimósis y parafimósis, siendo resultas del hu- mor venéreo, se instituirá la cura que propusimos en el núme- ro noventa y seis. Mas sea la causa que fuere de estas dos en- fermedades, primero ha de atenderse á la inflamación con que ordinariamente se acompaña, para lo cual mira el título infiam- matio. Destruidas las procatárticas en el fimósis, se circularán con algún esfuerzo, entre el prepucio y la glande, unas plumas sua- ves, mojadas primero por algunos dias en el ungüento rosado, y después en el de mercurio; se aplicarán las cataplasmas emo. lientes; y se harán inyecciones, primero-detersivas, luego abs lersivas, después vulnerarias, y á lo último secantes. En el parafimósis, se pegarán los emplastros atenuantes, co- mo el diaquilon gomado, meliloto, gálbano crocade, diabotano, mercurial irrino ó el de ranas con mercurio, esforzando siem pre la reducción. Pero muchas veces así en el fimósis como en el parafimósis se hinchan las pudendas, en cuyo caso deben aplicarse los remedios estípticos, cuales son la agua aluminosa, la rosada con polvos de alumbre, ó los vapores de los cocimien- tos de rosa, cascaras de granadas, bellotas lanuginosas de en- cinos &c. Inyecciones detersivas. Toma de cocimiento de cebada cuatro onzas, de miel rosada una onza, de bálsamo católico dos dracmas: mézclalos. _ 277 — ítem: De cocimiento de raices de malvabisco ó de alholbas y linazas una libra, de miel virgen dos onzas, de elicsir pro- prietatis media onza: mézclalos. Inyecciones abstersivas. Los cocimientos de calancapatle, yerbas del manso, cortezas de cuachalalate &c. Inyecciones vulnerarias. Los cocimientos de la raiz del nopaliüo ó de las yerbas del pollo, capitaneja, lantén &c. ítem: De infusión de rosa y simiente de membrillos una li- bra, de polvos sutiles de bellotas lanuginosas de encinos media onza: mézclense. Inyecciones secantes. Toma de agua rosada cuatro onzas, de polvos de albayalde una dracma, de mercurio precipitado blanco media dracma: mézclense. ítem: De agua de lantén media libra, de vinagre de Saturno media onza: mézclalos. Las durezas de los testículos y labios de la valva, por poco do- torosas que estén, piden las mismas atenciones generales: san- grias y remedios diluentes y desinflamantes, y aun antigálicos si el ma! hubiere nacido de alguna gonorrea suprimida. Des- l'uos se aplicarán las cataplasmas resolutivas con la precaución do que sean un tanto restrictivas, porque la blandura de estas partes necesita el que se les reanime frecuentemente su elater. Cataplasmas en las durezas de los testículos y partes bajas. Toma lo que quisi r. 5 ds la polcada espesa, hecha en vina- gre, con las harinas de cebada, habas y lupinos: mézclensele polvos sutiles de cominos tostados, flores de manzanilla y un- güento rosado. Apliqúese tibio, renovándolo siempre que se en- fria re. ítem: De tútanos de vacas limpios de sus películas, cuatro onzas, de polvos de flores de manzanilla y de harina de habas una onza de cada cosa, de aceite rosado cuanto baste. Hága- se emplastro á la lumbre, para aplicarlo tibio. ítem: El arroz cocido, mezclado con los aceites de manza- nilla, lombrices y violado. — 278 — ítem: La cataplasma resolutiva del número cincuenta y sie- te, incorporándole un poquito de estrado de Saturno. Para que hagan mas eficazmente su efecto estos remedios, han de traerse supendidas las pudendas. Que si no obstante, la dureza estuviere proterva, se aplicaran los emplastros atenúan- tes. En el priapismo, á mas de los ausilios del número ciento dos, se sumergirá el pene repetidas veces en agua tibia. Las gomas y bubas, se curan con los remedios prescritos en el número no- venta y seis. Si las escoriaciones provinieren de las humeda- des que los caños desparraman, las frotaciones con el sebo ca- liente ó los fomentos de agua de cal las disipan; mas en na- ciendo de inflamación, se untará el ungüento antiherpético ose harán fomentos repetidos con la agua de vejeto-mineral. Remedios para las inflamaciones de las úlceras de las partes bajas. Toma de hojas de lantén secas ó de paía de león cuanto quieras. Háganse polvos sutiles para polvorear las úlceras, después de fomentadas con el cocimiento de las mismas hojas, teniendo cuidado de limpiar las partes siempre que se repitiere la cura, ó se aplicarán los ungüentos que prescribimos en el número ochenta y siete. ítem: Se aphc rá una planchuela de algodón, mojada en el orin prieto que despide el tronco del mezquite, deshecho en agua tibia. El cocimiento fuerte de cebadilla ó el ungüento de mercurio son medicamentos propios partí matar las urzuelas y ladillas, La comezón, á mas de los medicamentos mercuriales, pide los fomentos con la agua de vejeto-mineral ó con las misturas del número ochenta y siete. En las procidencias, hecha la deduc cion, se aplicarán esponjas mojadas en cocimientos astringen- tes, con vinagre rosado. Al ano se afianzará una pelota de la. na suelta empapada en aceite de arrayán. PuiiSus.—El pulso de los niños como propende á dilatarse, es vivo, frecuente y blando. El tío las mugeres se acerca" mas al de los niños y tiene sus graduaciones, según la edad en que se hallan. El de los adultos va perdiendo poco á poco la blan- dura, vigor y frecuencia, conforme se acercan á la vejez. El de los viejos es mas ancho ó dilatado que todos los demás, da- — 279 — ro y tardo. El de los adultos bien complecsionados, tiene las pulsaciones fáciles, libres, iguales y fuertes sin aspereza, sensi- bles sin demasiada plenitud, ni mucha blandura. La igualdad y desigualdad de las pulsaciones son el origen de la diferencia de los pulsos. De doi maneras se desordena el pulso natural de los adultos, estrechándose, endureciéndose, acelerándose y adquiriendo unas modificaciones parecidas á las del pulso de los niños, aun sin perder algunas veces su igualdad, ó dilatándose, haciéndose mas alto, fuerte, frecuente, lleno y por lo común desigual. El primer pulso se llama convulsivo, y el segundo crítico, porque precede á las escreciones con que terminan las enfermedades. Dividen generalmente los Salanianos, el pulso crítico en su- perior ó inferior. El primero designa las evacuaciones crí- ticas superiores ó que se hacen del estómago arriba, y el se- gundo manifiesta las escreciones que han de hacerse desde el diafracma por abajo, líl pulso superior, se conoce por una re- duplicación precipitada en las pulsaciones, la cual admite de tiempo en tiempo sus intervalos pero con dilación, la que de- biendo hacerse naturalmente en un tiempo, se hace en dos- Tres "son estos pulsos superiores, pectoral, gutural y capital. Ei primero anuncia y acompaña las escreciones del pecho. El se- gundóse halla al fin de la mayor parte de los accidentes febri- les de la garganta, á que siguen esputos. Y el tercero, que se llama capital ó nasal, precede á las evacuaciones que se hacen por las narices. El pulso pectoral es dilatado, Heno y blando: sus pulsaciones rson iguales: en cada una de ellas se percibe una ola, esto es, ja dilatación de la arteria se hace en dos veces, con facilidad, blandura y fuerza. El gutural simple es muy raro, porque se halla ordinariamen- te complicado con el convulsivo ó combinado con el pectoral ó capital, es un medio entre el pectoral y capital. El capital ó nasal, á quien Solano de Luque llama con los antiguos, dicroto ó bis pulsante, es de tres maneras: hemorragia!,, mucoso y capital. El hemorragia! es, cuando el pulso está lleno, duro y bispulsan- te con viveza, que manteniéndose algún tiempo, denota flujo de sangre de narices; el que falta, en viniendo junto con el con- vulsivo. Si el pulso es menos duro, menos lleno y bisputeante, con niucha menos vehemencia y constancia, eselmwcoío; anua. — 230 — cia una escrecion mucosa, pituitosa, ó como purulenta por las narices. Que si hubiere mucha revolución en los humores, ilu rante este pulso nasal, nacen erisipelas en la cara, sangre de orejas ú optalmia. Mas si de repente deja de ser nasal y se ha- cen convulsivos, resultan afectos soporosos. El pulso inferior, tiene sus pulsaciones desiguales entre sí v con intervalos desiguales: estos son tan considerables algunas veces, que forman una verdadera intermitencia, según la espe- cié del pulso. Háilanse con frecuencia en este pulro una es. pecie de saltos en la arteria, que sirven para caracterizarlo. El pulso estomacal, es el menos dilatado de todos los pulsos críticos, y menos desigual que todas las otras especies del pul- so inferior. La arteria parece que se embara y tiembla deba- jo de los dedos. Hállase fiecuentemente harto saltante. Las pulsaciones son aceleradas y con intervalos bastante iguales. La tensión de la arteria, junta con la intermisión, en este caso, anuncia evacuación inferior al mismo tiempo. El pulso intestinal, es mucho mas dilatado, que el que pronos- tica vómitos: sus pulsaciones son como orbiculares, fuertes, v sobre todo desiguales en su fuerza ó en sus intervalos, lo cual es muy fácil de distinguir, pues sucede casi siempre que des- pues de dos ó tres pulsaciones, bastante iguales y fuertes, suce. den otras tantas que son menos dilatadas, mas prontas, mnsin. mediatas unas á otras y como subintrantes, délo cual resalta una especie de saltos en la arteria, mas ó menos regulares. A las irregularidades de este nul.-o se juntan frecuentemente in- k-rmitencias muy notables. No guarda orden notable en sus in. termitencias. Por lo cual la intermitencia con irregularidades anuncian las crisis del vientre. El pulso que denotan las menstruaciones de las mugeres es or. dinariamente mas dilatado y elevado, que en el estado natural; sus pulsaciones son desiguales y tieren también bispulsaciones, aunque menos constantes que el pulso capital, pero bastante sen- sibles á cada tercera ó cuarta pulsación. Este pulso es mucho mas fácil de conocerse en las doncellas, que están en vísperas de sus reglas en la primera vez, porque entonces viene acom- pañado de un movimiento febril. Sin embargo, por las impre- siones de que fácilmente se ocupa este secso, es menester tocar el pulso repetidas veces. El pulso hepático, es el que acompaña á la ictericia y aun la — 281 — anuncia cuando comienza á formarse en el hígado algún movi- miento crítico, se descubre con mas claridad en el lado derecho. No hay pulso tan concentrado después del estomacal, no tiene dureza, ni embaramiento; es desigual de esta manera: á tres pulsaciones desiguales e>:tre sí, succeden otras dos ó tres per- ledamente iguales. Es menos fueite y áspero, que el que anun- cia las reglas de las mugeres, y menos irregular y vivo, que el intestina!. Jamás i-e encuentra con bispulsacion por sí solo. El pulso que indica el flujo de las almorranas guarda este ór- den, poco mas ó menos: á tres ó cuatro pulsaciones algo recon. centradas, vivas, embaradas y casi iguales, succeden dos ó tres un poco dilatadas, como orbiculares y menos iguales; las tres ó cuatro siguientes vienen con bispulsacion. Mas estas diversas pulsaciones convienen entre sí, en que se halla en ellas una es- pecio; de temblor constante y mas frecuencia y retracción, que en las otras especies de pulso inferior. El pulso crítico de las orinas, tiene muchas pulsaciones me- nores unas que otras, y van en diminución hasta desvanecerse, repitiendo con este orden, de tiempo en tiempo. Las pulsacio- nes de estos intervalos son mas desembarazadas, bastante igua- les y algo saltantes. Al sudor crítico, precede un pulso lleno, suave, dilatado y fuerte, juntándose tal desigualdad en estas pulsaciones, que se elevan algunas sobre las ordinar;as y van en aumento hasta la última, que se hace distinguir por una dilatación y blandura maa notable que en las otras. Solano llama á este pulso inciduo. Hállase este pulso, con corta diferencia, en las erupciones fa- vorables del sarampión y viruelas, á escepcion de que no tiene el mismo grado de blandura y que siempre parece que bispul- sa. En acompañándose el pulso inciduo con dureza, general- mente anuncia las erupciones. Los pulsos compuestos son mas ordinarios que los simples. Llámase pulso compuesto aquel que resulta de la unión de dos ó mas pulsos simples, succediéndose alternativamente. Pulso compuesto de pectoral y capilal v. g., es aquel, en que algunas pulsaciones tienen la bispulsacion y blandura que son propias del pectoral, y otras la bispulsacion y embaramiento que son co- munes al capital ó nasal. Según la preferencia de estas pulsa. ciones; así será mas abundante la evacuación indicada. Há- llánse con mas frecuencia la combinación de pulsos superiores — 282 — con el intestinal, que pronostican igualmente las evacuaciones correspondientes. El pulso compuesto de intestinal y del de la? menstruaciones en las paridas, anuncian algunos cursos y los loquios. El pulso convulsivo que se llama también de irritación, es muy peligroso á proporción que se estiende mas allá del pri. mer tiempo de la enfermedad. Impide el cocimiento de los humores y las evacuaciones críticas. Nada se puede esperar con este pulso sino un suceso funesto. Suele complicarse con el crítico, y entonces debe juzgarse de la terminación, según que el pulso prevalece. Si el pulso que estuvo convulsivo en los principios, se dilata un poco, con embaramiento considera- ble de la arteria, y persevera por algunos dias en este estado, s.e debe temer una supuración. Cuando la supuración empezó á hacerse, se halla el pulso como indeciso, entre crítico y con- vulsivo. Si el pulso después se declara crítico, el pus se des- carga por los órganos que el pulso manifiesta. Cuando el pul- so habiendo estado convulsivo, durante los primeros tiempos de una enfermedad, se hace dilatado, es siempre, ó casi siempre, muy buen indicante. En la preñez el pulso es de ordinario como febricitante: en los dos primeros meses, embarado y variable, y como suelen acompañar vómitos y otros desórdenes en las entrañas, partí. cipa del estomacal y del convulsivo: dilátase á proporción que se adelanta la preñez: se hace mas ó menos bispulsante ó capi- tal; pero no se mantiene siempre en este estado, de manera que se siga hemorragia de narices. Hácese después irregular, du- ro, áspero, y á los últimos meses es lleno, duro, irregular y con algunas bispulsaciones de tiempo en tiempo. Poco antes del parto se hace como en cualquiera otra evacuación forzada, mas 6 menos convulsivo, frecuente é intermitente. En los que padecen flatos y lombrices, se hace irregular el pulso. En los flatos algunas veces se pone intermitente. El pequeño es propio en los débiles del estómago. El duro siem- pre arguye algún daño en las membranas. En los fuertes dolo- res, comunmente se pone parvo y convulsivo. En las enfer- medados graves, la mano en el pulso interiormente temblorosa, es signo de muerte. Purgamtia.—Las purgas irritantes son dañosas instando las crisis, ep las inflamaciones, en las fiebres, principalmente agu- — 263 — das, y en las accesiones de las intermitentes, en los hervores de la sangre, en los muy sanguíneos, en los ecsangües, en las hidropesías secas y en las evacuaciones colicuativas. Con cau- tela deben ministrarse á los cuerpos sanos y mal nutridos, á los artesanos de fibra fuerte y dura, á los cacoquímicos y á Jos mu- chachos, particularmente estando marasmódicos. Las mugeres que han sido muy fecundas, cuando por razón de la edad dejan de parir, deben á menudo purgarse. Las pur- gas han de aeomodarse no solo á las enfermedades, sino tam- bién á las complecsiones y disposiciones de los cuerpo*. A loa secos y flacos hacen daño los fuertes purgantes; y los suaves á los húmedos y gruesos. La cañafistola perjudica á los débiles de estómago, y el ruibarbo á los obstruidos. En no siendo las purgas resinosas ó irritantes, es bueno tomar sobre ellas mu- cha agua fría. Las horchatas minoran la fuerza de los purgantes. La tria. caes remedio para los traspurgados. Las purgas ligeras en el invierno suplen la falta de traspiración. Las pildoras purgan- tes para las enfermedades de la cabeza han de hacerse mayo- res que las que se acostumbran dar en los males del estómago; pero menores que todas deben ser las que se componen de drogas muy violentas. El que después de purgado queda estreñi- do usará del tamarindo, y de los baños. NUMERO CIENTO DIEZ Y SEIS. Caído purgante para los secos y biliosos. Un pollo detruncado y limpio de plumas y tripas, se rellenará con las drogas siguientes: de hojas de sen onza y media, de semi- lia de cártamo quebrantada (que es la del azafrán de teñir) una onza, de pimpinela, rosa y borrajas un puñado de cada cosa. Con la agua y sal necesaria háganse dos tazas de caldo á tomar una á la madrugada; y si el efecto fuere escaso, se repetirá la otra á las nueve del dia. Purga para los antiguos dolores de cabeza y gálicos enveje- cidos. Toma de polvos sutiles de zarzaparrilla una dracma, de los de palq santo y hojas de séu media dracma de cada uno, de mer- — 284 — curio dulce quince granos, de diagridio nueve granos: mezclen- se y tómense, continuando su uso por mas ó menos dias segui. dos, según la resistencia del enfermo. Purgas suaves antiflogísticas. Las minorativas del número tres ó la leche de Mechoacán, on cantidad de una dracma. Purga para los cuerpos húmedos y recios. Las del número ochenta y tres. Purgas comunes para los adultos. Toma de polvos conarquinos dos escrúpulos, de tártaro vi- triolado un escrúpulo: mézclense. ítem: De polvos sutiles de pastillas de Mechoacán tres drac mas. ítem: Una onza de sal catártica, que llaman vulgarmente do la higuera, desleída en agua tibia. ítem: De polvos sutiles de Jalapa treinta granos, de sal de tártaro un escrúpulo: mézclense. Estos polvos han de tomarse co:x una poquita de agua tibia, en ayunas. ítem: De estrado de Jalapa diez granos, de jarabe violado una onza: mézclense muy bien. ítem: De agua angélica cuatro onzas. Entibióse para usarse. ítem: La almendra de una haba mediana do Guatemala ó media de las grandes, mascada. En ayunas han de tomarse las purgas, y hasta las dos horas se desayunará el encamo con un pozillo de chocolate, preser- vándose del aire y usando por comida un simple puchero. Lavativa purgante. Toma de cocimiento de malvas con raices, manzanilla y me- dia almendra de mamey asada taza y media; y mézclense con un pozuelo de miel rosada, media onza de polvos de jabón y una dracma de sal de Colima. Raucedo.—La ronquera es la forzada ó sumisa prolacion da la voz. La causa inmediata es la inmovilidad de la glotis. Las antecedentes son la debilidad ó el demasiado calor de loa órganos de la respiración. Las procatárticas son; Primeras: — 285 — acrimonias alcalinas. Segundas: inflamación de los músculos de la laringe. Terceras: concreción ó espesura de la linfa que riega las fauces por las causas del asma, principalmente por el agua y aires frios tomados, estando calientes el pulmón y la garganta, lo cual se llama pasmo ó resfrio del pecho, ó por el humor gálico, cuando llega á depositarse en las fauces. En las enfermedades graves es bien peligroso este mal ó muy re- belde. NUMERO CIKNTO DIEZ Y SIETE. Cura&iou que es la serpentaria virginiana; el de poleo del monte; y el de hepasote, con espíritus de cuerno de ciervo y unos granos de alcanfor. En las picaduras de sabandijas son útiles los siguientes: Tópicos para las picaduras de animales ponzoñosos. Se aplicarán lienzos repetidos mojados en aceite común, bien calientes. ítem: Se hará una incisión superficial en la parte, para po- nerle un tiesto de barro de Guadalajara, ó una lámina de cuer- no de ciervo quemada en fuego de pajas, ad nigredinem. ítem: Se frecuentarán vapores repetidos con aguardiente al- canforado. ítem: Se aplicarán cataplasmas de cebolla cruda, picada y amasada con triaca; de ajos y hepasote; ó la raiz de la yerba apintle, machucada. En la picadura de vívoras es muy conve- uiente untar la niel de estos reptiles. Generalmente para las picaduras de animales ponzoñosos es útil el ungüento contra for inicam; y para las mordeduras de ani- males venenosos el bálsamo de Genevieve, y la manteca de co- co con polvos de palo manungal. Las niguas son unos insectos muy menudos, á manera de liendres, que producen algunas tierras demasiadamente calien- tes y húmedas, los cuales introduciéndose por entre las uñas 6 en las plantas de los piés, y multiplicándose prodigiosamente en poco tiempo, causan insufribles comezones, ardores, enron- chamientos de las partes, tumores, apostemas y gangrenas. Luego que se advirtiere este accidente, ha de procurarse la es- tirpacion, escarbando las partes dañadas con un fistol ú otro instrumento semejante, á fin de ecsimir lo dañado, y estracr perfectamente todos los animalillos, observándose comunmente — 321 — su regeneración en faltando esta cautela. Concluida la opera- ción, se llenará el agujerillo de polvos de cebedilla ó cenizas de tabaco. Para preservarse de este mal, los que tuvieren ne- cesidad de viajar por dichos parages, se lavarán todos los dias los piés con un cocimiento fuerte de cebadilla ó de hojas de ta- baco, y hiél de toro, teniendo cuidado de traerlos bien cubiertos. Vüntriculi morbi.:—Las enfermedades del estómago son des- gano de comer, mal cocimiento, dolor, inflamación, vómitos, obstrucciones, lombrices, flatos, debilidades &c, las cuales han de esplorarse por sus propios títulos. Los escesos en las cosas dulces, húmedas y grasosas, enervan la digestión. Los que tie- nen los dientes sucios, prietos y pegajosos, y los que ecshalan un calor estraño de las manos, comunmente son débiles de es- tómago. Los pticocolos, ó aquellos cuyos estómagos se hallan cargados de humores superfluos, deben hacer en el dia una so- la comida. Los famélicos, y ios que tienen lombrices en el es- tómago, igualmente que muchos hipocondriacos y histéricas, es preciso que coman á menudo. En las enfermedades agudas, el aventamiento con otros signos malos, es mortal. En las infla- maciones del estómago, el ruibarbo daña, los remedios atenuan- tes son malos, los opiados perniciosos, y pésimos los vomitorios y purgantes. Generalmente los estómagos débiles piden medicamentos ro- borantes y un poco astringentes. En los estómagos frios son útiles el abrigo, compresión y abstinencia en el agua y licores que embriagan; aprovecha igualmente el uso moderado de la triaca, chocolate, cha, café y chiltipiquin. A los muy estenua- dos, no teniendo agrios en el estómago, conviene de ordinario la leche de cubras. La inapetencia se agrava con la repetición de alimentos, mucho mas en habiendo calentura. En los dolo- res antiguos del estómago, con inapetencia, debilidad y aparato de acrimonias alcalinas, es saludable el uso de la agua miel de magueyes. VlíSICANTIA, VESICATORIA, CAUSTICA.--LoS VejlgUlorioS ó cáusticos son indicados en todas las enfermedades )' en las fie- bres de cuagulacion y linfáticas. Cuando se presume que hay convulsión ó principio de ella, deben escusarse: en los biliosos, hipocondriacos y de grácil contestura, con mucha cautela han de prescribirse; y en las colicuaciones, fiebres ardientes y acrimonias alcalinas, son del todo perniciosos: dañan de ordi- — 322 — nario, en no habiendo precedido alguna evacuación de sangre: regularmente suprimen las deyecciones del vientre é inducen ardores en la orina: las úlceras que originan en los gálicos, es- corbúticos, escrofulosos é hidrópicos, fácilmente se gangrenan: en habiéndose aplicado, se menudearan las bebidas diluentes: antes de ponerse, principalmente en estando frios los cuerpos, se frotarán las partes hasta calentarlas, con paños de lana. Los mas comunes vejigatorios apuntamos ya en el número veinte y cuatio. Ulcera.—Las llagas son las supuraciones abiertas de las partes. La causa inmediata es el desmenuzamiento de las par- tes inflamadas por los batimientos ó pulsaciones de las arte. rías. Las antecedentes son: abundancia de humores superfluos en el cuerpo, acrimonias acidas ó alcalinas, y todo lo que infla- ma. Las procatárticas son las inflamaciones locales que no ad- miten la resolución. Las diferencias se sacan de las causas antecedentes y de los accidentes que les acompañan. Por razón de las primeras, las úl- ceras son gálicas, impetlginosas, escorlúticas, escrofulosas, caco- químicas, de evacuaciones suprimidas, de simples inflamaciones, edematosas, erisipelatosas, cariosas, cirrosas, cancrosas y gangre- nosas. Respecto á los accidentes, ellas son comunes, cavernosas, sinuosas, fistulosas, redondas, callosas, jungosas, sórdidas, húme- das, secas, icorosas y verminosas. Las úlceras por sus causas tienen sus signos conocidos. La caries es la erosión ó abrasión de las láminas compactas de los huesos. Nace de todas las acrimonias internas ó de las graves contusiones. Conócese por la rebeldía de la llaga, por las car- nes superfluas que cria, por los icores que despide, y porque metiendo la tienta se sienten asperezas en el fondo. Las úlce- ras edematosas sa manifiestan por el edema en que están apo. yadas; ó por la blandura, frialdad, disposiciones hidrópicas y humedades de los cuerpos. Las úlceras cavernosas se originan délos grandes y antiguos apostemas ó de Jas heridas profundas. Lláinanse úlceras sinuo- sas aquellos acumulamientos de puses ó icores, formados en la túnica celulosa, que abiertos por una estrecha boca, comprimi- da la parte inferior que los contiene, despiden mucho humor. Las redondas se forman por la estraccion de cirros, clavos ó kistes, ó por el humor venéreo. Las fístulas son unas úlceras — 323 — profundas, cuyas bocas son estrechas y callosas: resultan de un abceso formado entre las partes blandas. Las llagas fungosas y callosas vienen del jugo nutritivo, acre y reseco, amontonado en las partes nerviosas y carnosas ulceradas. Las sórdidas na- cen de la fusión y tenacidad de la gordura. Las húmedas de la abundancia de serosidades. Las secas de la irritación, ó su- ma tensión de los vasos. Las icorosas de acrimonias, y las ver- minosas de un quilo crudo y mal trabajado, ó de la diuturnidad de las úlceras saniosas. El pronóstico de las úlceras se saca de las causas; y de la mayor ó menor duración y corrupción de las partes. NUMERO CIENTO TREINTA Y TRES. CíaraeSon ele las wieeras. Como el intento de la naturaleza en la formación de las lla- gas no sea otro, que el de abrirse unas puertas por donde dar salida á todo aquello que es capaz de turbar su economía, las miras que han de llevarse en esta cura son las siguientes: estir- par las causas; remover los impedimentos locales; moderar las irritaciones; ayudar á la proscripción perfecta del humor, y dar apoyo á los vasos pura la regeneración de las carnes. Lo primero se consigue con aquellos remedios que destruyen las enfermedades, de cuyo origen han dimanado las úlceras: sangrias, purgas, sudoríferos, anligálicos, aperitivos, fundentes, antiescorbúticos &c. Las irritaciones hacen muy dolorosas las úlceras, y ordinariamente las inflaman y resecan; y así es pie- ciso el suavizarlas con los calmantes, diluentes y desinflaman- tes, y con ei uso de alimentos moderados, nobles, frescos y de fácil digestión. Para dar apoyo á las partes en su nueva nu- tricion, han de practicarse los remedios metálicos secantes y los restrictivos. La proscripción entera del humor, ó la legítima supuración se consigue, primero: aplicando aquellos tópicos que desnatu- ralizan enteramente los líquidos y sólidos, comenzando á cor- romperse, convirtiéndolos en un pus igual, blanco y espeso, los cuales se llaman digestivos. Segundo: poniendo á las lla- gas aquellos medicamentos sugentes, ó que traen mucho bu- — 324 — mor, y tienen el nombre de detersivos. Los impedimentos lo- cales, ó los embarazos preternaturales de las úlceras son: in- flamaciones, durezas cirrosas, escrecencias callosas y carnosas, sinuosidades, fístulas,rotundidades, sordisíes, erisipelas, empeines, frialdades, gusanos, caries, cancros y gangrenas. En habien- do los referidos accidentes ó complicaciones, han de combinar- se los ausilios particulares de estas indicaciones. En las inflamaciones se aplicarán los tópicos del número no. venta. Que si el abceso no estuviere bien formado, se echará mano de los sueves supurantes y madurativos del número cien- to veinte y nueve. En las darezas cirrosas, se usarán los emplas- tros atenuantes del número ochenta y tres, practicando el méto- do que propusimos en el número ciento veinte. En las escrecen- cias callosas y carnosas han de elegirse Jos tópicos para des. truir las carnes fungosas del número ciento veinte y nueve. Para curar las úlceras sinuosas, se hará una abertura en la par- te inferior del seno, y se tratarán como las comunes. husfis- tulosas y redondas se descubrirán hasta el fondo, haciendo pa- tentes sus cabernas-, y dándoles otra figura amplia y dilatada, por medio de las incisiones, mas ó menos profundas, aplicando después los detersivos balsámicos. En las carnosas debe es- foliarse el hueso del enfermo y cauterizarse todo lo dañado. Las úlceras sórdidas piden los digestivos animados y deter- sivos balsámicos. Las frialdades de las llagas se curan con el vulnerario despasmante que pondremos abajo, y con los ter- mas de cal y azufre. Para las úlceras verminosas son propios los detersivos balsámicos y los mercuriales. Los empeines, erup- ciones corrosivas de la piel, cancros, erisipelas y gangrenas tie- nen sus curaciones particulares, de las cuales hemos hablado en sus títulos. En las úlceras cancrosas es muy útil el bálsa- mo que pusimos en el título Morbi; pagina 216. Digestivos simples. Toma de trementina, aceite rosado y yema de huevo partes iguales: mézclalos. ítem: De bálsamo de arcéo una onza, de aceite de palo una dracma: mézclalos. ítem: De manteca de vacas una onza, de algodón quemado ad ingredincm una dracma: mézclalos. — 325 — Digestivos animados. Toma de unto sin sal y ungüento amarillo, una onza de cada uno, de polvos de Joanes dos dracmas: mézclalos. Ítem: De los ungüentos de apio y gumi elemi, media onza de cada uno, de elicsir propietalis una dracma: mézclalos. Detersivos comunes. Toma de ungüento isis dos onzas, de aceite de trementina media onza: mézclalos. ítem: El ungüento mundificativo de apio: el de cinabrio: el emplastro de betónicas la trementina blanca de ocote, cocida cu consistencia de emplastro. Detersivos balsámicos. Toma de ungüento de los Apóstoles dos onzas, de polvos su- tiles de cebadilla dos dracmas: mézclalos. ítem: De ungüento isis y trementina de ocote una onza de cada uno, de polvos sutiles de osa fétida dos dracmas, de elic sir propietatis una dracma: mézclalos. Ítem: De polvos de mirra, acíbar, incienso, ingo y cebolle- ja una dracma de cada cosa, de miel rosada dos onzas: méz- clalos. ítem: El ungüento egipciaco compuesto, el bálsamo álcali zado, el emplastro de azufre &c. Tópicos metálicos secantes. El ungüento secante en las úlceras de los pechos dol núme- ro noventa y ocho. ítem: El antiherpético del número ochenta y siete. ítem: El ungüento de las llagas y los emplastros negro, di- vino, y manus Dei. Estos últimos hacen primero el oficio de supurantes. Tópicos desinflamantes y secantes. Tómese un puño de hojas de nogal, dos onzas de azúcar y una libra de leche: cuezase todo junto, y cuélese para fomen- tar las úlceras á menudo. Tópico despasmante. Toma de sebo y manteca de vacas una onza de cada uno, de hojas de capitaneja un puñado. Fríase todo junto ad nigre- dinem y cuélese por espresion. — 326 — Tópicos en las úlceras erisipelatosas malignas. Se lavarán primero con el cocimiento de la yerba del cán- cer; y despaes se aplicarán unos lienzos delgados, untados de mantequilla con polvos sutiles de la yerba que llaman pata de león. Vómitos.—El vómito es la escrecion por la boca de cualquie- ra cosa contenida en el estómago. La"causa inmediata es la inversión del movimiento peristáltico de esta entraña. La an- tecedente es la docilidad <;e sus fibras musculares. Las pro- catárticas son: Primeras: cosas estrañas contenidas en el es- tómago: ingestos indigeribles, crudos, acres, y de mala calidad; saburra, aflujo de sangre, linfa, bilis, jugos mesentéricos, pus, icor, baba, ú otro humor natural ó preter—natural í dicha en- traña; retrocesos de materiales cutáneos ó traslación de humo- res ai estómago, que por otros conductos debinn arrojarse; ve- nenos, vomitorios, purgas, inflarm.ciones, tumores, úlceras y cancro?. Segundas: lo que comprime el diafracma y múscu- los abdominales: replosioii de alimentos, copia de escrementos. preñez, hernias, hidropesía.--., tumores del vientre, menstruos detenidos, durezas tónicas &c. Terceras: vibraciones y con- tracciones inferidas de lombrices en los intestinos, piedra en los ríñones, cólicos, convólvulos, dolores nefríticos, cefalalgias graves, heridas grandes, contusiones fuertes, vapores histéri- cos é hipocondriacos, ahilamiento del estómago, toses, mareos, olores fuertes, horrores de la imaginación, é introducción vio- lenta de cualquiera cosa éu ias fauces. Los vomitorios son peligrosos en los afectos inflamatorios, hemotises, cefalalgias idiopáticas, lipotimias, enfermedades del pecho y de los ojfs; en los tábidos, nauseabundos, consumidos, y en los duros de estómago ó que jamas han podido vo- mitar. Son pésimos los viliosos que en la fuerza del mal agra- van la disenteria, y aquellos á quienes sigue el hipo. Per© del todo son mortales los negros que resultan en las enfermedades crónicas, y los que se procuran con vomitorios fuertes, en las inflamaciones interiores. Si los vómitos hreituales se contie- nen sin procurarles constantemente la n vulsion, por medio de las ayudas, corren mucho nesgo los enfermos: los continuos que por cualquiera ingesto se suscitan, indican cirro en el es- tómago. Los vomitorios en los vicios de las primeras vías son — 327 — mas útiles que las purgas. El chocolate enerva la fuerza de Sos eméticos. NUMERO CIENTO TREINTA Y CUATRO. Curación «le los vosuitos. En esta enfermedad han de llevarse dos miras, á saber: la de la escrecion y la de la causa. La escrecion por sí sola in- dica los ausilios que suspenden. Pero para curar el mal en su origen, es necesario estender la vista por todo aquello que pue- de escitar el vómito, y acomodar los remedios según pidieren ¡as causas. Generalmente en no siendo estraña la materia que se espe- le, ó siendo pertinaces ó muy impetuosos los vómitos, han de usarse los remedios calmantes y estomacales. En los simpáti- cos, ó cuya causa procatártica ecsiste en otra parte distinta del estómago, se combinarán las indicaciones, mezclando los cal- mantés con los remedios que ecsige la enfermedad. En la sa- burra y flemas del estómago se ministrarán los vomitorios ac- tivos; en los humores delgados y acrimoniosos los suaves; y los grasosos en los ingestos corrosivos. La inflamación pide san- grias, lavativas antiflogísticas y remedios diluentes y calman- tes. Las evacuaciones suprimidas deben promoverse por sus lugares convenientes. Para contener los vómitos, no faltando la atención á las pro- catárses, se procurará aplacar la irritación del estómago, es- cusándose el enfermo de beber agua, cuanto le fuere posible (absteniéndose aun de los alimentos muy líquidos y grasosos) agriando la poca que debe usar á pasto, con unas gotas de es- píritus de vitriolo, ó cociéndola con unas rebanadas de limones; ee frecuentarán las lavativas emolientes; se ministrarán tosta- das en vino tinto ó carlon; y se practicarán los remedios opia- dos y restrictivos roborantes del número cincuenta y siete, ó las siguientes: Bebidas estomacales pora contener los vómitos. Dos cucharadas de sumo de limones con un escrúpulo de sal de agenjos: una cucharada de tiempo en tiempo de sumo de — 328 — agrás: medio pozillo de la agua de yerbabuena compuesta, en- dulzada con jarabe de diacodion Tópicos al estómago para suspender los vómitos. Toma una yema de huevo y dos onzas de aguardiente. Pón- ganse á fuego lento en una vasija de barro hasta que se endu- rezca la yema, y amásese con lo siguiente: de polvos de rosa, culantro y canela media dracma de cada cosa; de aceite rosado onfancino lo que baste. Estiéndase el misto en un lienzo, y apliqúese al estómago. ítem: De tecomahaca una onza, de almáciga media onza, de triaca magna dos dracmas. Derrítase á fuego manzo, con loque bastare de aceite de membrillos, á que^se haga emplastro; y estiéndase en una gamusa para aplicarlo al estómago. ítem: Un vellón de lana mojado en los aceites de castor, al- máciga y esencial de agenjos. Vomitorio para personas adultas. Toma de polvos sutiles de hipecacuana un escrúpulo, de agua tibia una onza: mézclalos. ítem: De raiz de hipecacuana quebrantada una dracma, de sal de tártaro un escrúpulo: cuésanse con un vaso de agua á que consuma la mitad, y cuélese. ítem: De vino emético onza y media, de ojimiel cilítica una onza: mézclalos. ítem: De sal de agenjos medio escrúpulo, de tártaro emético dos óranos y medio, de miel rosada una onza, de aguardiente media onza: mézclalos. ítem: De sal de la mar una dracma, de polvos sutiles de ce- bolla albarrana medio escrúpulo. Desháganse en una taza de agua tibia. ítem: Los vomitorios fuertes del número ochenta y tres. En empezando el vómito, se ayudará la operación, tomando mucha agua tibia. Vomitorios suaves. Toma de aceite común una onza, de sumo de naranjas dos onzas, de sal de Colima una dracma: mézclalos. ítem: De aceite de almendras dulces dos onzas, de cocimien- to de manzanilla cuatro onzas: mézclalos. ítem: De caldo común blanco una taza, de ojimiel simple dos onzas: mézclalos. — 329 — ítem: De sal común media onza, de agua tibia una libra mézclalos. El vómito prieto, (que es común en muchos climas ardientes nace de la suma alcalescencia de la bilis, que tira á gangrenai el estómago y los intestinos, causando dolores intolerables en estas entrañas, modorras, fiebres agudísimas, estertores, con- vulsiones &c. Se cura como las calenturas ardientes, menú- deando las lavativas y bebidas frescas antifebriles, con el coci- miento de palo mulato, maiz prieto, suero nitrado ó tamarindo, y remedios diluentes. En los vómitos de sangre, se pondrá al enfermo en la mas po- sible quietud, manteniéndolo^sentado, para que si tuviere emba- razado el estómago, se procure que vomite, haciéndole pasar algunos jarros de agua tibia; y se le ministrarán las bebidas diluentes agrias. Que si no obstante, continuare la escrecion, se apelará por grados á los restringentes de los números seten- ta y ocho y setenta y nueve. Después se purgará el paciente con dos ó tres onzas de maná, disuelto en suero, y usará por al- gún tiempo la leche de burras. Polvos en los agrios y antiguas relajaciones del estómago. Toma de coral rubio y madre de perlas una dracma de cada cosa, de nuez moscada un escrúpulo. Háganse polvos sutiles, y fórmense ocho papeles, á tomar á mañana y tarde en agua de yerbabuena destilada. Polvos para los vó?nitos verdes habituales. Toma de polvos de ojos de cangrejos y de raiz de genciana una dracma de cada uno: mézclalos. Háganse seis papeles, que se tomarán en tres dias, á mañana y tarde, en agua de ro- sa. A estos polvos deben preceder los evacuantes. Urina.—La orina que tuviere muchos sábulos, está en dis- posición de hacerse calculosa: en los males de la linfa sale casi natural: la espesa, negra y ¡fétida es crítica muchas veces; la acuosa (no siendo la orina potus) siempre denota eretismo y convulsión: la que es del color de los ladrillos significa la fie- bre intermitente: si después de un escalofrió se suprimiere en las fiebres, la enfermedad es mortal: la que varia de colores en los accidentes agudos, indica que el mal ha de prolongarse; igualmente que la que es constantemente tenue ó muy encendi- da: en la delgada habiendo calentura son perniciosas las purgas, — 330 — La orina que se asemeja á la de los asnos, indica debilidad ó amenaza males de cabeza; la que se suprime por aparato de humores en las primeras vías, no se cura con diuréticos, sino con digestivos, evacuantes y atenuantes. La simple inconti. nencia y la supresión que resulta después de la incontinencia se curan con nervinos. Cuando sale muy encendida la orina, dañan los remedios calientes y los impetuosos. En la orina cru. da son perniciosas las sangrias. En habiendo humores grue. sos en las fiebres suele salir la orina cargada de sedimentos. Uteri morbi.—Las enfermedades de la matriz tenemos des- critas en varios títulos de esta obra. Esta entraña es autora de muchos padeceres. Se ignora en las mugeres muchas ve- ees el principio de estos males, por no saber ó no querer espli- carse. Las mugeres vinosas padecen enfermedades dificultosas. I Las descoloridas con tiento deben sangrarse. Las que hu- bieren sido muy fecundas han ds purgarse á menudo, en cesan- do de parir. En los dolores uterinos aprovechan comunmente ¡os remedios calmantes y nervinos. Los diluentes en el deli- rio son escelentes. El descenso del útero suele confundirse con la ciática. La matriz desparramad >, ya repuesta, debe asegurarse con fajas compresivas. En el prolapso, al tiempo de los menstruos, han de removérselos remedios restringentes. Vulnus.—La herida es lo. solución ó violenta descontinua- ción de las partes blandas del cuerpo, inferida por causas pura. mente esternas, cuales son los instrumentos que cortan, pun- zan ó golpean. Las diferencias deducen los autores: Primero: por razón de su dimensión. Segundo por su figura. Tercero: por las partes que se dañan. Cuarto: por los instrumentos con que se hacen. Quinto: por las enfermedades que las acompa- ñan. Y sesto: por los efecfos que se siguen. Nosotros gene- raímente las dividiremos en sitnples y graves. Llamamos heridas simples á las recientes; á las que se hacen con instrumentos cortantes,- que no son muy profundas: en que no hay estravasacion de sangre en alguna cavidad interior; y á aquellas, cuyos labios son capaces de reunirse. Por heridas graves, entendernos las que se han dejado sin abrigo ni curación algún tiempo considerable; son profundas, inferidas por instru. mentos envenenados, pungentes ó sin punta; hechas en cuer- pos mal humorados ó enfermizos; con derrame de sangre ó de otros humores por dentro de las entrañas, y aquellas en que las — 331 — partes están hinchadas, inflamadas, quemadas, gangrenadas, golpeadas ó dilaceradas. Son muy peligrosas las heridas del cráneo con efusión de sangre, porque estas se ausilian con la operación del trépano; las de la t;equea arteria, estómago, intestinos delgados y entra- ñas, en que se necesita de un diestro cirujano; las que cortan los tendones, que no pueden consolidarse, y las de los vasos mayores é intercostales, cuando no so ocurre prontamente á los mas generosos restrictivos, ó á las prudentes compresiones, impidiendo en los unos la escrecion abundante de la sangre, y en los otros el derrame ó estrava«acion de este líquido en el pecho. Pero son del todo mortales las que tocan la médula oblongada, las de la parte superior de la espinal y las profun- das del cerebro y cerebelo; las penetrantes del hueso ciribroso y órbita osea de los ojos; las profundas del corazón; las de las entrañas, cuyos vasos mayores se han abierto, ó porque han infundido sus líquidos en algunas cavidades en que se dificulta mucho la salida; las del esófago, y Jas anchas en la parte ten- dinosa del diafracma. NUMERO CIENTO TREINTA Y CINCO. Curaciosi de írs laerislas. Luego que se verifique la herida, sea simple ó grave, se le ha de evitar el ambiente: remover los embarazos, quitando los cuerpos estraños que se hubieren pegado: limpiar con hilas se- cas ó esponjas mojadas en vino tibio ó cocimiento de romero ú otra yerba nervina, sondeando las cavernas, si fuere menes-' ter, con dichos licores, (aunque la sonda raras veces debe usar se, ó muy de tarde en farde) y esprimiendo con los dedos los libios de la herida: si estaño estuviere bien descubierta, hade ampliarse con las mechas dilatables ó con el bisturí, (sin embar- go, las incisiones en no habiendo mucha necesidad deben escu- sarse) han de curarse también sin dilación, los accidentes eje- cutives, cuales son las hemorragias, inflamaciones, quemaduras fice, con los remedios que las son propios: deben usarse los se. dales cuando la herida atraviesa de parte á parte el miembro, quitándolos pasado algún tiempo de la supuración, ó cuando ésta va disminuyéndose, aplicando en su lugar una planchuela — 332 — de hilas en cada boca: se reunirán los labios de la herida me. diante las suturas y suaves ligaduras; las curaciones han de ha- cerse blandamente, escusando cuanto pueda ser, los dolores al enfermo, y no mas de dos veces en el dia, salvo en tal cual ocur- rencia indispensable, limpiando muy ligeramente la llaga, á fin de no destruir la cicatriz incipiente; en las heridas del vientre es muy común el que se salgan los intestinos, en cuyo caso se fomentarán con brevedad y sin intermisión con los cocimtentoa de yerbas emolientes, carminantes y nervinas, previniendo el que se cierre ó inflame la abertura, para poder meterlos con los dedos y palmas de las manos, por el orden que tuvieren, prece- diendo la sutura cruenta, en caso de haberse roto alguna de es- tas entrañas, siendo lo último que deba introducirse el redaño, y proscribiendo las partes de este que se advirtieren dañadas. Que si el foramen de la herida estuviere angosta, se acomoda. rá el bisturí por debajo del índice estendido, apoyando su punta con la estremidad del dedo, á fin de no lastimar los intestinos; y se ampliará el agujero cuanto fuere menester. Las inflama- ciones, dolores graves y tiesuras del vientre, piden sangrías, la- vativas antiflogísticas y remedios diluentes y emolientes. Final- mente, desde el principio de la herida debe prescribirse un ré- gimer tenue, noble, fresco y nada irritante, procurando al mis- mo tiempo la mas posible quietud á la parte enferma. Las suturas son de dos maneras, secas y cruentes. Las pri- meras consisten en el aparato de hilas y lienzos suaves, secos y delgados; y en la aplicación de bálsamos tenaces, aglutinan- tes y antisépticos. Las suturas cruentas son las puntadas que se dan en las heridas, á fin de aprocsimar los labios que no pue- dan acercarse mediante las suturas secas, ó para afianzar las entrañas dilatables. Entendidas bien estas sucintas instrucciones, pocas personas habrá de caridad y aplicación que no puedan curar las mas he. ridas, que con tanto estrago de la humanidad se ven abandona. das ó tratadas indistintamente y sin método, cuando no puede rconseguirse un diestro cirujano. Porque las heridas simples cu- bados los accidentes, después de la depuración y aducción, de- cen cubrirse inmediatamente con unas planchuelas de hilas se- aas, apoyándolas por encima con un lienzo delgado, majado en alguno de los bálsamos tenaces, aglutinantes y antisépticos, y afianzándolo todo con una suave ligación, por medio de las fa- — 333 — jas anchas y delgadas. Las heridas graves, cumplidas las in- dicaciones, se curan por ia vía supurativa, aplicándolos diges tivos suaves del número ciento treinta y tres, ó el bálsamo de Genevieve, que traemos en el título Morbi. Minorada la supu- ración y comenzando la úlcera á cicatrizarse, se apelará á los secantes metálicos del mismo número ciento treinta y tres, con lo que se concluye la cura. Bédsamos tenaces, aglutinantes y antisépticos. La cola espesa y los bálsamos de María, Maguey, Perú, Co- paiva, &c. ADICIONES. Las sangrias después del uso de los remedios opiados, han de hacerse con cautela. Las hemorragias ó evacuaciones de sangre espontáneas en los que padecen tiricia, comunmente son mortales. En la reciente sordera son útiles los vapores, tamados por los oídos, del cocimiento de salvia en vinagre. En las flucsiones acres y dolores de las muelas es muy con- veniente provocarla baba, mascando tomates y tener la cara abrigada. En la perlesía, aprovecha bañar las partes enfermas con el cocimiento de los frutos de tejocote. Y en el mal ie ojos, con el de las hojas de membrillos. En las indigestiones del estómago se usará por alimento el atole, con solución de hepasote y unos granos de sal común. FIN. NUiVi. 1.—Abortus. Para impedir el aborto, úntese todo el vientre bajo, empeine y caderas con esta untura: De ungücn- to de populeón una onza, de láudano líquido una dracma: méz- clese. Ar,-cnssus ijsterni. En los internos apostemas del vientre, cuando se encontrar la pulpa del guatecomalt, llamado también cirial, se tomará por b.bida común la infusión de flores de sau !-o avinagrada. La j ósima mas eficaz para precaver los apos- temas que originan las contusiones, es el cocimiento de cala- guala, endulzado con ojimiel cilítica. N. 2.—Acíoa. En los agrios de los niños y de los cuerpos s co;? y estreñidos, úsese diariamente la leche de tierra, en can- tidad de un escrúpulo para los primeros, y de una dracma para los segundos. N. 3.—Ai/sus adstricta. En el habitual estreñimiento, di- suelve dos granes de tártaro emético en medio cuartillo de agua, para que tome el enfermo una ó dos cucharadas en el agua co- mún, siempre que bebiere. A los adultos minístrenseles ocho granos de polvos católicos jalapinos, en miel rosada; y á les in (antes tres ó cuatro. N. 4.—Angina. En las esquílencias inflamatorias linfáticas, son útiles los vapores de leche tomados por la boca, y los gar- garismos del cocimiento de las raices de malvabisco, endulza- do con arrope de moras. ítem: cuezanse en agua un nido de golondrinas despedazado, dos ó tres cabezas de bellotas asadas — 2 — y picadas, y un buen puño de flores de saúco; y en el cocimien- to colado, con pan desmigajado, hágase miga en forma de ca. taplasma, para aplicarlo á la garganta. Cuando frecuenten es- tas anginas, deben abrirse fuentes en los brazos, ó aplicarse un vejigatorio á la nuca, procurando mantener la supuración por muchos dias. N. 5.—Anorecsia. En la antigua inapetencia ó desgano de comer, y males crónicos de la digestión, es muy útil tomar en ayunas y antes de comer, medio pozuelo del cocimiento fuerte del costomate, estáñate ó yerba del indio; ó el vino mezcal ti- bio, ítem: medio escrúpulo de polvos de ruibarbo, con otro tan- to de azafrán de marte aperitivo y de sal de agenjos. El jara. be de cidra con espíritus carminativos en agua de manzani- lia, es remedio digestivo y carminante. En el empacho, tome. se el cocimiento de yoquiltiqui, por otro nombre yerba de S. Nicolás, ó el de la yerba del ángel con sal de la mar, ó la in. fusión de rosa con unos granos de añil y tequesquite, ó el peso de medio real de albayalde en orines de criatura. A los niños se les sobará á menudo el vientrec.to con el ungüento de rába- nos, ó se les aplicará frecuentemente al estómago una penca de zabila esada. Los preserva de empacho y alferecía el uso de unos granos enteros de mostaza en las comidas. N. 6.—Acoi'lkgía. En la apoplegía serosa es muy conve- rúente aplicar á las narices polvos de vitriolo blanco, ó los de Oviedo que traemos en este suplemento. También es útil mez- clar á las lavativas los vomitorios antimoniales, y la infusión de cinco ó seis hojitas do S. Pedro. N. 7.—-Ai'thae. Para el fuego de la bo^a gargaricen el co- cimiento de nabos, ó frótense estos machucados. Mira el títu- lo Oris morbi. N. 8.—Agua. Los baños de Jocotillan, de la jurisdicción de Ixtlahuaca, y los de Tasidó que están en las inmediaciones de Tecosaulla, los de Aguas-buenas por Guanajuqto, Cuiceo de los naranjos y S. Gregorio hacia írapuato. Como sulfúreos, los de Comanjilla y Lodos de Munguía son igualmente calcíferos. Los baños de agua común bien caliente constantes y por muchas horas, igualmente que los de cocimiento de marrubio, si se to. man sin mojarse la cabeza, curan los mismos males que los termas azufrosos. La agua caliente tomada en ayunas y antes de comer, diría. — 3 — mente y en cantidad de un posillo, deshace las piedras de'la orina y los apostemas interiores; cura Ls cólicas, fiebres malig- nas, hécticas inflamatorias y de acrimonias alcalinas; las toses fe- rinas, hidropesías, tiricias antiguas, obstrucciones y apostemas de los hipocondrios. La agua de nieve helada ó la serenada, tomada en abundan- cia vacío el estómago, cura las indigestiones nidorosas ó acedos del estómago, caicas y vómitos amargos; el histérico, la hipocon- dría, las diarreas y cólicas biliosas, berrinchis, rabias, manías, gálicos ardientes, fiebres intermitentes diarias, escorbuto caliente, lempanítis, tiricia jlava, convulsiones, y todas las enfermedades de los temperamentos secos biliosos, ardientes, y que tienen la boca amarga. N. 9.—Arthritis. Generalmente en la gota debe abstener- se el enfermo de las comidas y bebidas glutinosas, agrias, sala- das y artientes, tener la parte abrigada, frotarse el cuerpo dos veces al dia con cepillos grandes de cerda. En la gota vaga es útil tomar por algunos dias, al acostarse y en ayunas, un vaso del cocimiento de cojollos de pino. En la fija, apliqúese un era. plastro compuesto de dos onzas del de cominos, tres dracmas de polvos de alcanfor, y dracma y media de los de opio. En la gota nacida por muchas frialdades recibidas, úntese el aceite de mateólo con injundia de león, ó la manteca de azahar con polvos de tacopatle, ó recíbanse vapores de cal ó del cornejo. En la gota que ha retrocedido, á mas de los cordiales y sinapis- mos, frecuéntense los crurilubios con agua bien caliente. N. 10.—Astmy. En las accesiones del ahoguío son útiles los ausilios siguientes: Minístrese en cucharadas una solución de cochinillas en agua de poleo, mezclada con igual cantidad del cocimiento lactiginoso de la goma archipin. ítem: tómese en frecuentes sorbicioues calientes el cocimiento de raiz de car- dosanto con esperma de ballena, ó el vino blanco con polvos de la goma de amoniaco. También aprovechan el jarabe de taba- co usado en cucharadas, los vomitorios antimoniales, y las ven- tosas sajadas en las espaldas. N. 11.—Atrophia. En la Hectica con diarrea (ausente to- da crudeza) úsese la media leche con el cocimiento blanco. En la que se acompaña con humor gálico, aprovechan la media leche con el cocimiento de guayacán y polvos de víboras. En la de acrimonias alcalinas son útilísimos los baños de leche, tomados al pié de la vaca. La que nace por indigestión, con ch-roción del vientre, se cura con dieta, vomitorios y ejercicios ó caballo; y en los infantes, con baños del cocimiento de piés de carnero y arroz. N. 12.—áurium morbi. En las flucsiones infamatorias de los oídos, principalmente en los climas y estaciones frías, las sangrias, diluentes, lavativas y algunas purgas, son remedios oportunos, teniendo el enfermo tapadas las orejas. Que si el mal siguiere, se aplicará un cáustico á la nuca. Ei> la repen- tina sordera, comunmente aprovechan los vapores de salvia,co- cida en vino blanco. En la antigua, tráigase el oído tapado con cera de campeche, ó con un algodón revolcado en algalia, que es el zibeto. ítem: apliqúese, un pan abierto por el medio, re- cien sacado del horno, amasado con poivos de la semilla de hi- nojo. Si la sor.lera viniere por sangre derramada en la mem- bra ti a del tímpa 10, lo c.ial se cunbee-por el rubor de la cara y aparatos sanguíneos en cuerpos acrimoniosos,'son útiles las.san grias y los fomentos á los oídos con la agua de la reina de Un gría. Generalmente en la antigua sordera, aprovechan Jos ba- ños constantes de agua común bien caliente; igualmente que el sumo de cebollas con e.^iíriius d.i cuerno-de ciervo, echando diariamente unas gotas en el oido. N. 13.—Bradvi'epsia. En las indigestiones del estómago, comunmente son de mucha utilidad la abstinencia ó parsimonia en comidas y bebidas, igualmente que los repetidos suaves vo- mitorios; las infusiones de calancapntle, estáñate ú orégano, con un poquito de la ye¿ba de. la Puebla, tomadas diariamente en teiformes sorbicioues; y la miel rosada con aguardiente, y unas gotas de zumo de naranja. N. 14.—Calculus uuinab. En la orina forzada por piedras, flemas ó arenas, tómese en cucharadas frecuentes la siguiente bebida: toma una dracma de bálsamo de copaiva, un escrúpu lo de sal de agenjos y una onza de jarabe de cinco raices, y mézclalo todo con un cuartillo de ; dracma de polvos de jabón en miel virgen, ó la infusión de peregíl á soplo y sorbo, ó las aguas destiladas de parietaria y frutillos, que son los alkekenjos, en cantidad de una onza, con — 5 — unas gotas de espíritus de nitro dulce, ó tómense dos onzas en el dia do las siguientes pildoras: á ocho onzas de jabón de Ve- necia, mézclale una onza de polvos sutiles de cal apagada y una dracma de sal tartarí á formar pildoras con el jarabe de cinco raices. N. 15.—Calli et glavi. En losclavosy callos no se escu- san los baños continuados de agua tibia, igualmente que las ga- muzas suaves, á fin de impedir la frotación contra el calzado. En siendo muy antiguos, apliqúese el emplastro magnético ar- senical. N. 1G.—Cancuk. En el cancro adhcrente, menudéense los fomentos de agua de lantén, con polvos de atútia, ó los de agua de ranas, con azúcar de Saturno. En el ulcerado es buen de- tergente y balsámico el ungüento de e toraque con espíritus de treoientina. N. 17. — Carbúnculos. En el carbunco ó piojo, hágase una mistura espesa de legía de jabón, ó de cal viva y lequesquite, con sumo de limón y vinagre, para aplicar frecuentes defen- sivos á la parte. N. 18.—Cardialgía.—En el dolor de estómago por indiges- tión, es útil tomar en so.-bicioues teiformes, el cocimiento de ca - laucapalle, yerba del indio ó yerba blanca, que es la raiz de la iu jjor contrayerba. N. 19.—Catarrus. En el abromamienlo de las narices por catarro, recíbanse vapores de vinagre, rociado en un fierro ar diente, ó los de los polvos siguientes, quemados en unas brazas: toma el peso de dos reales de polvos de flores de saúco y otra tanta cantidad de azúcar y una dracma de maíz tostado y cerní- do, y mézclalos. En el catarro de los niños minístrenseles dos veces en el dia siete ú ocho gotas antihidrópicas, frecuéntese- les la toma de polvos absorvenles, y procúreseles el abrigo. N. 20. — Cui'halalgia. En los dolores de cabeza, por in- soiaciones, desvelos, ebriedades ó humores calientes, comun- mente aprovechan las sangrias hechas en los tobillos; saugui- judas aplicadas en el ano ó tras de las orejas, lavativas y fo- mentos de agua fria á la cabeza, y la nieve tomada. ítem: apli- qúense las hojas del membrillo, mojadas en ungüento rosado á las sienes. En un dolor vehementísimo, lómense los polvos de guleta, en cantidad de una dracma. En los dolores de cabe 23 — 6 — za de histérico ó periódicos, tómese antes de comer un vaso del siguiente vino: de polvos de quina dos onzas, de vino carlon tres cuartillos, mézclense y póngase el misto al sol por ocho dias, y cuélese. En las antiguas jaquecas, conviene el uso día. rio de los amargos, cuales son el acíbar, la quina, el ruibarbo &c, y las purgas frecuentadas; y la abstinencia en los agrios, leche, alimentos viscosos &c. N. 21.— Chlorosis. En la caquejia de las mugeres, son iu. dispensables las purgas epicráticas, la dieta seca, el ejercicio corporal y la abstinencia en los agrios, leche y vegetales. N. 22.—Cólica. En el dolor cólico que viene por piedras atravesadas en las vías de la orina, convienen el ejercicio en co- che pero muy moderado, el régimen de vegetales, y el uso de la chicoria, fumaria, verros y agua fria á todo pasto. En la cólica piclonum dispóngase primero una lavativa do iguales cantidades de miel aguada y aceite fresco de olivas. Después se hará y repetirá varias veces la siguiente: tómese una libra del cocimiento de yerbas emolientes con una calaba- cilla del cerro, partida en rebanadas y colado, mézclensele dos onzas de las gotas antihidrópicas. O se ministrarán vomito- rios, hasta el número de cuatro, en dias alterados. El siguien. te es de una bondad suma: toma el peso de real y medio do raices de hipecacuana, y doce granos de sal de agenjos; cuéce- lo todo en cuatro onzas de agua, hasta que consuma la mitad. Colado el cocimiento, mézclale una onza de agua de flores de manzanilla y endúlcese. Pasados los vomitorios, son convenien- tes las siguientes pílderas; pero rara vez por no convenir á to- dos aunque sean consistentei: toma media dracma de masa de pildoras católicas, quince granos de polvos de mercurio duice, cinco de estrado de castor y un grano de láudano, Háganse pildoras pequeñas, y tómense vacio ei estómago, que en pasan- do dos horas, se ministrarán dos ó tres onzas de maná, disuel- to en agua de lechugas. Las dosis que generalmente ponemos, debe entenderse, como lo dejamos advertido en el prólogo del com- pendio, que son para las personas consistentes. Si después de todo, el dolor no cediere, se apelará á los fomentos emolientes, hechos en leche, á los semicupios, á los suaves sudoríferos. Las sangrias en esta cólica, comunmente dañan. Para desbaldar los miembros, especialmente las piernas, que suelen quedar pa- — 7 — ra.íticas, úsense los crurilubios de yerbas nervinas y tómense los sudores antigálicos. En la cólica ventosa es útil la siguiente bebida tomada en cu- charadas: machúcense media libra de nueces con sus cascaras y el peso de dos reales de canela, infúndanse con dos cuartillos y medio de aguardiente al calor suave, por mes y medio, bullen- do la infusión de tiempo en tiempo, cuélese y endúlcese con el jarabe de cortezas de naranjas. N. 2'h—Co.ntiusTro. En las quemaduras con destrucción del pellejo, toma una onza de cera virgen, derrítela á fuego manso y mézclala con dos yemas de huevos cocidos. Amásalo iodo con tres cucharadas de aceite de chía, para untar con plumas la parte. N. 24.—Contussio. ,Eu losgolpes, para precaver los apos- temas, tómese el cocimiento de calaguala, un poco avinagrado. N. 25.—Convulsio. En los temblores repentinos del cuerpo 6 movimientos convulsivos que no se acompañan con calentura, principalmente en las naturalezas, secas y ardientes, convienen las frotaciones y fomentos á la cabeza, nuca y garganta y aun á las coyunturas del cuerpo, con ramas de ruda mojadas en vi. nugre; aplicar nieve frecuentemente á la boca, aunque no siempre y seguu las causas que la producen, y el vitriolo blan- co á las narices, y las plantillas, ventosas, crurilubios y reme- dios revulsivos. Pasado el acceso son útiles las sanguijuelas al ano, los baños de agua corriente y las lavativas de agua fria. Una bebida compuesta de agua destilada de hojas de naranjos con un escrúpulo de licor anodino mineral, tomada diariamen- te es muy provechosa. Eu habiendo calentura se puede minis- trar dicho licor, la sal sedaliva ó el nitro nitrado, todo en canti- dad de quince o veinte granos, en horchata ó en alguna otra agua diluente. Eu las convulsiones del vientre, háganse lava- livas de caldo de tripas de carnero, con infusión de linazas y aceite de cocos. En las-convulsiones que vienen después del parto y de la supresión de loquios, minístrese á cada cuatro ó seis horas, y esto no continuado por mucho tiempo, medio grano de láudano cinabarino. Eu las antiguas contracciones de los ner- vios, son útiles las frotaciones con la injundia de oso. En los calambres háganse friegas ásperas con paños de lana, y únten- se las partes con ungüento populeón, agua de la reina de Un- gría y láudano líquido. — 8 — N. 26.—Cordis palpitatio- El) las histéricas las palpita- ciones ds corazón piden remedios diluentes, calmantes, sinapis. mos y lavativas. En habiendo caquejia son apropiados los mar- ciales y los sueros de leche con infusión de yerbas auticbcorbú. ticas. En las debilidades se asociarán á los diluentes los robo rantes. Generalmente en esta enfermedad es preciso usar el régimen calmante. N. 27.—Deliquium. Los desmayos en los males agudos se curan con vomitorios, aunque no siempre, pues habrá casos eu que los vomitorios sean perniciosos en los deliquios. En los que no se acompañan con fiebre, sensata la agua fria cu asper- siones, gárgaras, fomentos, baños de piernas y lavativas. Los olfatorios de vinagre con cebolla son bien útiles. N. 28.—Dentium morbi. En la difícil salida de los dientes es útil frotar las encías con mantequilla, y jeringar la boca con leche tibia, aplicando frecuentemente á las manos del infante una raicesita de malvabisco depilada y machucada. Que si to das las diligencias no bastaren, es muy conveniente hacer eu las encías unas suaves sajas con lanceta. Eu lis jlucs Iones y dolo- res ardientes de la cara, dientes y ríatelas, aprovechan los reine- dios siguientes: Póngase á freír un pedazo de unto de puerco, dos cucharadas de aceite de almendras y una onza" de ungüento de uhéa. Colado el misto, se volverá á la lumbre para ¡acor porarle una dracma de esperma de ballena, do? cucharadas de vino blanco y treinta gotas de injundia de gallma. Déjese ti- biar, y úntese á menudo con plumas* la flucción. El ungüento populeón eos el aceite de yemas de huevos, ó violado, es pro- pio para el mismo fin. En las flucsiones secas, báñese la caru con agua común ó de malvas, Lien caliente: á los dientes se aplicarán algodones mojados en aceite de yemas do huevos; se harán gárgaras con agua tibia, ó se tomarán buches de vino blanco cocido con ranas. En los dolores de dltnies por estar estos podridos, es conveniente quemar el agugtro con un fierre ardiente, fregarle con un hueso de sapo, ó aplicarle unas hilns ó algodones mojados eu el aceite esencial de orégnno:á las sie- nes se pondrán dos emplastros de almaciga, cada uno con dos granos de opio y unas gotas de aceite succino. Si las fluccio- nes y dolores de dientes y muelas nacieren de mucho frió ú ocur- so de flemas, gargarícese una parte del siguiente elicsir, mez- clado con cuatro partes de agua común caliente: toma dos on- — 9 — zas de pelitre gruesamente molido y una dracma de sal amo- niaco, infúndelos por veinte y cuatro horas en un cuartillo de aguardiente, cuélalo y guárdalo para el uso, N. 29.—Diarrea. En las evacuaciones del vientre, nacidas por indigestiones frías del estómago, es conveniente que el enfer- mo se prive de mascar carne y beber agua, debiendo usar por bebida el atole tibio tinturado de hepasote. En las irritaciones biliosas, después de los suaves vomitorios, es útil fomentar el hígado con el sumo de lechugas mezclado con vinagre rosado. Entre las bebidas frescas restringentes es provechosa la siguien- te: Toma una onza de raspaduras de cuerno de venado, me- dia onza de raices de tormentila, y dos de pan blanco desmiga. jado; cuécelo todo con seis libras de agua á que consuma la mitad, cuélala y endúlzala. Una cataplasma para todo el vien- tre en estas evacuaciones, se compone de polvos de pan tosta. do y bolo armónico, amasados con aceite de membrillo?. En las diarreas antiguas de simples irritaciones, tómese todos los dias de tiempo en tiempo una cucharada de la siguiente tintu- ra, bebiendo encima un vaso de agua fria: mezcla una dracma de polvos de ruibarbo fino con un escrúpulo de sal de ajenjos, y con un pozuelo da agua bien caliente, hágase infusión por ocho horas, y cuélese. N. 30. — Disentí7 ría. Una lavativa calmante en la disente- ria se compone del cocimiento baboso de linazas con aceite de ajonjolí. Para el mismo efecto es la siguiente bebida: Toma de las aguas destiladas de lantén y yerbabuena, cinco onzas de cada una, dos del jarabe de diacodion, y una dracma de polvos de coral rubio. Mézclalo todo, á tomar por dosis cuatro cucha- radas. N. 31.—Disuria. Generalmente en los ardores de la orina, son útiles los siguientes polvos: toma de polvos sutiles de raices de malvabisco y de azúcar candi partes iguales. Mézclalos á tomar el canto de una cucharada muchas veces al dia. N. 32.— Dolor. En los dolores acrimoniosos del vientre, úsen- se las horchatas, caldos de pollo aperitivo, yerbas frescas diu- réticas, y fomentos emolientes. En el dolor de hijada con reten. cion ó escasez de menstruo, es útil bebida un vaso de agua de gra. ma, desatándole el peso de un real de filónio romano. Los do» lores estemos que no ceden á los remedios, se quitan con quemar la parfe, ó aplicar un cáustico compuesto de una onza del em- — 10 — plaslro de diaquiltm gomado y dos dracmas de vejigatorio (na siendo en parte noble.) En lodo dolor csferno convienen los re- medios untuosos, mezclados con los espirituosos. En los dolo- res de congestiones duras acrimoniosas, es muy provechoso el em- plastro magnético arsenical. En el cáncer y caries prescríba- se el láudano, en dosis de dia en dia mayor, usando de tiempo en tiempo de las sangrias y de los diluentes. En las frialda- des y dolores de la madre, apliqúese á la rima menor una luna, mojada en aceite común frito con asi; úntese también el vientre con sebo frito con cominos, y póngase al ombligo un parche del emplastro promatrice. En estos dolores son úrílew los remedios diuréticos y emenagógos. N. 33.—Epilepsia. Para curar el mal de corazón, mírese lo que dijimos arriba rn el título Convulsio. Las infusiones del mohuilt, llamado vulgarmente muitle, tomadas por mucho tiempo, son bien antiepilépticas. En los insultos apliqúense á las narices los polvos de vitriolo blanco, cebolleja ó estornuta- torios de Oviedo, y á la boca nieve, procurando la trague el enfermo. Se harán sangrías en los tobillos, si el enfermo fue- re seco y tuviere sangre detenida, sinapismos á las plantas de los piés &c. Si el mal naciere por tumor variz ó replecsiones del cerebro, son útiles las fuentes, sedales y vejigatorios. Kn las sufocaciones hágase pasar al enfermo la infusión de flores de romero, ó dos dracmas de leche de tierra. N. 34.—Erisipelas. En la erisipela háganse fomentos con la agua de flores de saúco, disolviendo á fuego lento, en medio cuartillo, dos onzas de polvos de jabón blanco. N. 35.—Faciei morbi. En las flucsiones de la cara, mira lo que dijimos arriba en el título Dentium morbi. En la cara que- mada por la fuerza del sol, háganse fomentos tibios con infusión de flores de saúco, mezclando á cada libra una dracma de pol vos sutiles de oropimente. O úntese el ungüento antiherpético. A los empeines del rostro, es útil frotar la masila que deja el zumo de limón, echado un dia antes en una concha de nácar. También conviene el ungüento antiherpético. Para las man- chas, paño y pecas, es la siguiente untura: toma de ungüento de mercurio y pomada vegeto-mineral, una onza de cada cosa, de polvos sutiles de sublimado corrosivo, una dracma: mézclalo todo; pero para aplicarlo, que sea con parecer de facultativo, pues podrá estar contraindicado. En el simple rubor de la — 11 — cara, en siendo antiguo, convienen los fomentos del cocimien. to fuerte de cebollas de azucenas blancas. Que si fuere recien. te, se fomentará á menudo el rostro con la agua vegeto-mine- ral. Para hermosear el rostro ahuilado por las viruelas, es bue- no el ungüento blanco alcanforado con esperma de ballena. Las manchas en las que menstruan, supuesto el régimen en co- mida y bebida, se disipan frotándolas el zumo de las raicea de lengua de vaca. N. 38.—Febris. En las fiebres manchadas, malignas y pes- tilenciales, es útil aplicar al corazón, una vez al dia, y uo por mucho tiempo, una cataplasma de cortezas de cidras, que ha- yan estado desde el dia anterior en infusión de agua rosada, rociándolo de zumo de limones. Al vientre y plantas de Jos piés, se aplicarán todos los dias por dos horas, unas planchuelas de carne de vaca fresca, untadas de aceite rosado. En el progreso de las fiebres continuas, es muy útil el uso de los siguientes polvos: toma de leche de tierra dos dracmas, de piedra bezar y nitro nitrado, una dracma de cada cosa. Méz- cíese y háganse doce papeles, á tomar tres cada dia. En el aumento de la fiebre, comunmente aprovecha una cataplasma de malvas y tianguispepetla, cocidos en unto de puerco y ro- ciado de vinagre, aplicado á todo el vientre. En los raptos á la cabeza, pesantez, delirios, dolores, sopores, y letargos, es útil aplicar con frecuencia pichones abiertos por el medio á la ca. beza y plantas de los piés. También convienen los epispásti- eos á las pantorrillas, ventosas sajadas en los hombros, y mu- chas veces un cáustico entre las espaldillas. En \as fiebres de las recien paridas, es útil usar por bebida el cocimiento de escorzonera y raspaduras de cuerno de ciervo. Si la leche hubiere suprimídose, gástense las bebidas aperiti- vas y los lacsantes frescos; que si se hicieren letárgicas, será muy conveniente aplicar un vejigatorio grande á la nuca. En las fiebres hécticas, nerviosas, lentas, sin sospechas de úl- cera en el pulmón, apliqúense vejigatorios tras de las orejas, minístrese un vomitorio y úsese los remedios atenuantes, prin- cipalmente las gotas antihidrópicas. Mira el título Atrophia. En Y'.oain!'!;$á ......... . * * ; ; lo'ni^x111"^1» .ao> ^ >» >-> >» ^ >» >> J !T* * ^ g -S -| .© „ § » § o » ^ = .2 8 .2 ^ g « -s 'S -5 "S » "S "S "5 £ 2 £ £ £ 2 OeSOoOCOOOOOOOoCOOOOOoOOOOOOOOOOO flccscseaacaccccaaoca'Sac'SGac e nace 00C0í'^L0 01rHC0Ot^O-^0iC00DC?iOGlO-^t-^-^íí5t-.Q0^f*0Dr-i-<*0SC0iO NKinrjK)CQ^^-^^,lOu'5lO(í)tOt-l^l>QOa)OCi050303ffl0300iHiH(M«IC<: r^rtrHr^^rHrHrH^r^rH^rHrHi-H--lv-I^H>-(r-lr-ll-H^-lf-l1-lrHCQOJC» F>> >> >> >> >^ cí ed efl rt crt rñ a a C5 13 fl a 0) o 0) CU « 03 D > >> |>, -.-.-.^^^^^ encorace cfla>o)0)03So3030>a)03 cócórtnijj ai cá cd cS K5 es es ce a a O) o > > o o wwkÓÓÓÓÓÓÓOÓOSí^^ c5'o1a:ü|yuyyüUÜ?JO P*» >> >~> >> >> >-> >-, S (j (d tí (3 c3 Cj O?030>0303o03*i >>>t*t>>>a ooooooo.S ¡z¡ fc !z¡ £.& £ & o O w ra C O cu O O o a a c 03 0) 0) ÜÜÍ3 índice copioso DE LAS MATERIAS ©©OTEOTDAS » MM OTIPMMMf ®, QUE SE CITAN POR SUS NÚMEROS. —-— Mifi —i mm—" A. Agrios..............núm. 2 Agua................. 8 Ahoguío................ 10 Alferecías.............. 51 Almorranas............ 43 Ano salido..........,... 79 Baba abundante......... 84 Bálsamo de Saturno..... 60 Baños................. 8 Baso enfermo........... 54 Boca escaldada......... 67 Cabello arruinado........ 78 Caquejia de las mugeres.. 21 Cacofonía.............. 67 Calambres.............. 25 Callos................. 15 Callosidades de /agota... 87 Cancro................ 16 Cantidades de los reme- dios.,............... 22 Cara enferma........... 35 Carbunclo.......,..... 17 Apoplejía............. 6 Apostemas internos...... 1 Aposlemillas de la boca... 67 Ardor de la orina...... 31 Aire que tuviere la boca... 67 Azúcar rosada......... 60 •Escoriada........ ib. ----Hedionda......... ib. Bocios................ 90 Bubas................ 56 Carne esponjosa......... 90 Carnosidades de los ojos.. 66 Catarros.............. 19 Clavos............... 15 Cólica................ 22 Coma................. 88 Comozones............' 50 Comezones de los ojos.... 66 Convulsione!........... 25 Cursos............... 29 c. D. Delirios............... 52 Depilación............. 78 Descensos............. 45 Desgano de comer...... 5 Desmayos............. 27 Diarrea.............. 29 Dientes enfermos....... 28 Diluente bueno......... 85 Disenteria............ 30 Dolor cólico............ 22 Dolor de cabeza......... 20 Dolor de costado........ 77 Dolor de estómago 18 y 03 Dolor de ahijada....... 55 Dolorde muelas......... 28 Dolor nefrítico......... 62 Dolores particulares .... 32 Dolores reumáticos...... 83 Dosis de los remedios .... 22 Durezas de la gota..... 87 Durezas de las llagas.... 90 Durezas de los pechos.... 57 Empacho.............. Empeines............. Emphisemas........... Encantis.............. Encías enfermas...... • Enfermedades crónicas ac- tivas ................ ----Pasivas........... Entuertos............ Erisipela.............. Escorbuto............. Escrófulas............ Fauces ásperas.......... Fiebres ............... ----Sus accidentes..... Fístulas............... Flucsiones de la cara 28 y ----,De los ojos........ Flujo blanco....... 37 y 38 72 76 4 Gálico... Gangrena. E. 5 Esfácelo...»........j 50 Espanto............ 16 Esputó de podre...... 66 Esquilencia......... 39 Estertor.............. 61 Estómago adolorido...... 18 60 —-Débil............. 93 ib. Estornudos abundantes.. 61 55 ----Procurarlos....... ib. 34 Estravismo............ 66 86 Estreñimiento.........» 3 87 Evacuaciones del vientre. 22 F. 41----Desangre.....42 y 85 36 Frenesí.............. 75 ib. Frios................. 36 95 Fuego de la boca........ 1 35----Pérsico........... 50 66 Fungo................ 90 99 G. 56 Golpes............... 24 38 Gonorreas............ 40 A Gota................. 9 Gota coral............. 33 Gota serena........... 66 Granos del cuerpo.. 1... 50 Hectica.........• Heridas de los ojos. Hernias......... Herpes......... Hipocondría..... Hidropesías ..... II. 11 Hígado irritado........ 44 66 Hinchazones.......... 90 45 ----De las pudendas.... ib. 50 ----De los ojos........ 66 47 Histérico......,....... 48 46 I, Inapetencia á los alimen- tos................. Indigestión del estoma. 13 6 Jaqueca Lavativa purgante....... Latido de las mugeres... • Lengua seca............ Letargo............60 y Leche escasa de las muge- 5 Insulto J. 20 li. 81 res...........,..... 57 48 ----Gatuna..........». ib. 67 Linimento mdrito.*..... 60 92 Locura............... 52 Madre fria ... ----Inflamada ----Salida ... Mal de corazón. ----De ojos... Narices con destilaciones. ----Inflamadas...... -.. ----Secas............. Nephritis.............. Nervios débiles......... 99 Manía................ 52 ib. Menstruos abundantes ... 58 ib. Detenidos............. 59 33 Mordeduras de víboras ... 92 66 N. 61 Niños, sus enfermedades. 51 ib. Noctambulación........... 64 ib. Nudos de la gota........ 87 62 Nubes de los ojos........ 66 63 o. Obstrucciones del vientre. 63 Oidos enfermos...-...... 12 Ojos enfermos.......... 66 ----Lagañosos......... ib. Opio, sus daños........ 92 Optalme............... 66 Orina ardiente......... 31 ----Con flemas........ 48 ----Forzada........... 14 ----Sanguinolenta....... 98 Palpitación del corazón.. Parálisis.............. Parótidas.............. Párpados pegados...,.. ----Trémulos.......... Parto difícil........... Pecho oprimido........ Pechos duros de las muge- res................ Pelo enfermo........... ----Phimosis.:......... ----Phlemones ........ Piedra en la ovina...... Pildoras capitales....... Piojo.................. 26 Piojos................... 78 69 Piquetes de animales.... 92 70 Piquetes de yerbas...... 50 66 Polvos cornatinos......... 60 ib. ----De Oviedo........ ib. 71----Fundentes......... 87 73 Presbiopia............ 66 Pulmones calientes........ 80 57 Purgación............. 40 78 Purgaciones de las pari- 56 das.................. 55 90 Purga del zorrillo........ 56 14 Para los hidrópicos...... 81 81----Suave............. ib. 17 Quebraduras............ 45 Quemaduras, 23 Rabia................. 82 Reumatismos ............ 83 Rija de los ojos. Sal amoniaco artificial... 60 Sangre disuelta......... 85 Sangre espesa é inflama- da.................. ib. Sangre salada.......... 50 Sangría, sus accidentes.. 74 Sarna................. 50 Sequedades de pecho.... 91 Sordera................ 12 Sudor copioso.......... 89 ----Escaso.....•....... ib. ----Hediondo.......... ib, Sueño escaco....... ----Estraor diñar io. 88 Supurantes remedios.... 80 ib. Sustos................ 72 Telas de los ojos........ Temblores áe los miem- bros. . .............. Timpanitis............. Tintura de rosas vitriola- da ............... 66 Tina............_____ 50 Tiricia................ 49 25 Tísica del pulmón....... 76 49 Tos.................. £1 Tumores.............. 90 60 u. Ulceras....... ----De los ojos. ----Gálicas.... Unciones............. Ungüento de azogue..... ----De cuajo de cabrito. 95 66 56 95 ib. 90 ----De la maravilla.... 60 ----De López.........• ib. Untura contra la tiesura de los nervios........ ib. Uñeros................ 08 Útero elevado....,...... 99 V, Vapores.......... Varices de los ojos. Veneno tomado.... Verrugas........ -De los ojos. Vejigatorio, emplastro. Viscura.. c......... 48 66 92 90 66 94 66 Vista corta............ ib. ----Débil____......... ib. -----Empañada........ ib. Vomitorios............. 97 Vómitos de sangre....... ib". Voz apagada........... 67 Zabañones............. 38 . uia oflüai «oí: LIBROS QUE SE HALLAN DE VENTA EN LA. ALACENA DE DON PEDRO CASTRO sita en la esquina'del portal de Mercaderes y Plateros. -------- wrníXKWnii --------- Alma al pié del Calvario, considerando los tormentos de Je- sucristo y hallando al pié de la cruz el consuelo de sus penas, 1 v. con lámini, 1 peso.—Arte de prolongar la vida, 1 v. 2 pe- sos.—Amor del alma, ó reflecsiones, afectos y prácticas devo- tas sobre la pasión de Jesucristo por San Alfonso de Ligorio, 1 vol. con lámina, 1 peso.—Anuario de María, ó el verdadero esclavo de la Virgen Santísima, 1 vol. 12vo. con láminas, 2 pe- sos 4 reales.—Año cristiano, ó ejercicios devotos para todos los dias del año, por el P, Croiset de la Compañía de Jesús, nue- va edición adornada con láminas finas, 18 vol. 40 pesos.—Ar- co-iris de paz, meditaciones para rezar el Santísimo Rosario de Nuestra Señora, por Ulloa, nueva edición 1 vol. con lámina,j3 pesos.—Armonía de la razón y de la religión, por Almeida, 2 vol. 2 pesos 4 reales.—Avisos de la Providencia en las calami- dades públicas, por San Ligorio, 1 vol. 6 reales.—Avisos pa- ra tranquilizar las almas tímidas en sus dudas, por Cua- drupani 1 vol. 6 reales.—Balmes, El criterio, 1 vol. 2 pe- sos.—Balmes, Filosofía fundamental, 2 vol. 5 pesos.—Balmes, Protestantismo (el) comparado con el catolicismo en sus rela- ciones con la civilización europea, 2 vol. 5 pesos-Balmes, es- critos postumos, 11. 2 pesos.—Biblia de Scio, traducida y ano. tada por el Illmo. Si\ D. Felipe Scio de San Miguel, 5 volúme- nes adornada con muchas y finísimas láminas, 40 pesos.—Bou- vier, I^Institutiones Filosophicae, 1 vol. 3 pesos—Bouvier, Ins. titutiones Thacologicae et Fhilosophicae &c: novísima edición de 1850,8 vol. 15 .pesos.—Breviarum Romanum. Edición hermosísima con rúbricas coloradas y muchas láminas finas, que contiene^los santos americanos, 4 vol. 20 pesos.—Camino del cielo, ó consideraciones sobre las máximas eternas &c, 1 vol. con doce láminas, 1 peso.—Catecismo esplicado, por D. S. García Mazo, ó esplicacion del Aslete, que conviene tam- bién al Ripalda, con estampas y el retrato de Pió IX, 1 vol. 12 rs.—Catecismo de los Padres Ripalda y Astete, adornado con 154 láminas finas, 4 vol. 8 pesos.—Catecismo para los Parro- eos, ordenado por San Pió V, en lalin y castellano, 1 vol. 4 to. 5 pesos.—Católico, obra dedicada al clero mexicano y á todas las personas piadosas, un hermoso volumen, 4to. mayor, con 52 láminas finas, 5 pesos.—Cavalario. Instituciones del dere. cho conoideo, por D. J. B. Guim, doctor en leyes, y licencia- do en cánones, 1 volumen 4 pesos.—Compendio de la reli- gión por Pintón 2 tomos 4 pesos.—Cermonial de Obispos 1 to- mo de lujo, 3 pesos.—Centellas. Práticas de visitar á los en- fermos y ayudar á bien morir, etc., 1 vol. con láminas, 1 pe- so 2 reales.—Coloquios con Jesucristo en el Santísimo Sacra- mento 1 vol. 1 peso:-Compendio de Higiene pública y privada, por Deslandes 4 vol. 4 pesos.-Compendio de la historia de la reli- gión, sacada de los libros santos, ó sea historia para leer el cris- tiano desde la niñez hasta la vejez, per el Lie. D. Santiago J. Gar- cia Mazo, con 120 láminas, 2 volúmenes gruesos 5 pesos—Co- mulgador Agustiniano que comprende varias oraciones sagra- das de las obras de N. P. S. Agustín, y las meditaciones del P. B. Gracian, 1 vol. con lámina 1 peso.—Comulgador gene- ral, ó recopilación de oraciones para recibir los santos sacra. mentos de la Penitencia y Eucaristía. 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Edición notablemente aumenta- da con los descubrimientos de Arago, Gay-Lussac, Reynault, Pouillet, Lame, Person, &c, 6¿c, 4 vol. con muchas láminas, 10 pesos.—Devoti. Instituciones canónicas. 1 vol. 3 pesos. —Diccionario de cocina, ó nuevo Cocinero Mexicano, obra que contiene las recetas esperimentadas por buenas del antiguo Cocinero Mexicano y Cocinera Mexicana, consta de un tomo grueso mayor con láminas, 8 pesos.—Diccionario francés-es- pañol y español-francés, por Martínez López, 1 vol, 6 pesos. —Diccionario inglesa-español y español-ingles, portátil, 1 vol. 3 pesos.—Diccionario italiano-español y español-italiano, por- tátil, 1 vol. 3 pesos.—Diccionario latino-español, de Valbuena, reformado por Martínez López, y aumentado de mas de 20.000 voces, lleva ademas un vocabulario español-latino, 1 t. grueso 7 pesos.-Diccionario infernal 2 t. láminas 10 ps.-Diccionario de la lengua castellana, compendiado por D. Cristóbal Pía y Tor- res 1 vol. última ediccion, 3 pesos. — Diccionario nuevo de la Iongua castellana, que comprende la última ediccion íntegra, muy mejorada y rectificada, del publicado por la academia es- pañola, y unas veinte y seis md voces, acepciones, frases y lo- cuciones, entre ellas muchas americanas que faltan en dicha ediccion, 1 vol. de 1200 páginas, 12 pesos.—Diccionario de le- gislación civil, penal, comercial y forense, por J. J. Escriche, con citas, notas y ediciones por el Lie. J. Rodríguez de San Miguel. 1 vol. 4to. mayor de 1,500 páginas; edición de 1852, 18 pesos.—Dios inmortal padeciendo en carne mortal, por P. Stanihursto, 2 vol. coi láminas 12 reales.—Doble ordinario de la misa, en latin y castellano ¿¿c , 1 vol. 1 peso.—Doble idem pasta de hijo 2 peso*.—Doble idem de mas lujo 20 reales.-Don Quijote de la Mancha, nueva edición mexicana, adornada con estampas finas, 2 vo!. 4 pesos 4 reales.—Ejercicio cotidiano: aumentado del quinario de la pasión de Cristo, &c. 1 vol. con láminas, 1 peso.—El nuevo escribano instruido l t. última edi- cion muy aumentadada, 7 pesos.—Ejercicio cuaresmal 2 t. 3 pesos.—Elemento de práctica forense, por D. Lúeas Gómez y Negro 1 vol., 2 pesos 4 reales.—Entretenimientos del corazón devoto del Santísimo Corazón de Jesús por Almeida, 1 vol. con lámina, 1 peso.—El Nuevo febrero Mexieano 4 t, última edi- ción muy aumentada, 35 pesos.—Familia regulada, con doc trina de la sagrada escritura y santos padres de la iglesia ca- tólica por Fr. Antonio Arbiol 1 vol. con lámina, 3 pesos.—Fi- lidor, Arte del juego de ajedrez con muchas láminas, 1 vol., 2 pesos.—Finezas de María con los pobres pecadores, ó sea la Salve Regina, 1 vol. con lámina. 1 peso.—Fundamentos de la fé por el P. Aymé, 16 2 vol., 2 pesos.—Filosofía de Várela 3 lomos con láminas, 5 pesos.—Genio del cristianismo, por Cha- teaubriand, 4 vol. con láminas, 6 pesos.—La misma obra en un tomo, 3 pesos.—Glorias de María, por San Ligorio: obra útil para leer y practicar, 1 vol. con tres láminas finas, 3 pesos. —Gradus ad parnasum, obra indispensable á ios que estudian latin 2 tomos 5 pesos. Heinecio. Resitaciones del derecho civil, según el orden de la Instituía 3 vol , 6 pesos.—Historia de la compañía de Jesús por Cretineau Joly, 4 vol. 8 pesos.—Historia de Gil Blas de Santillana, 2 vol. con muchas láminas. 10 pesos.—Historia an- tigua de la alta y baja California 1 t., 20 reales.—Historia de los tres siglos de México, por el P. Cava 1 t., 28 reales.-Hora- bre apostólico, instruido para el confesonario, ó sea práctica é instrucción de confesores, por San Ligorio; va añadido el tra- tado de la santa cruzada 3 vol., 6 pesos.—Hombre feliz (el) in- dependiente del mundo y de la fortuna, por D. T. J. de Almei- da; nueva edición adornada con 25 estampas finas 2 vol., 28 reales.—Horae diurnae con los santos americanos 1 vol. l2vo. con láminas, pasta negra, cortes dorados, 3 pesos,—Hufeland. Manual de medicina práctica, fundada en la esperiencia de ein- cuenta años, 2 vol. gruesos, 6 pesos.—Historia de la Iglesia desde su fundación hasta el pontificado de Ntro. Smo. Padre Gregorio XVI, continuándose la historia hasta el actual ponti- ficado del Sr. Pió IX, 5 t. con estampas, 32 pesos.—Imitación de Jesucristo, por Tomas Kempis, edición con seis láminas fi- nas 1 v., 1 peso.—Imitación de la Santísima Virgen, bajo el modelo de la imitación de Jesucristo 1 vol., 1 peso. —Importan- cia de la oración para alcanzar de Dios todas las gracias y la salud eterna, por S. Ligorio, 1 vol., 6 reales.—Instrucción al pueblo sobre los diez mandamientos y los sacramentos, por San Alfonso Ligorio 1 vol., 1 peso.—Instrucciones para vivir cris- tianamente en el mundo, por Cuadrupani, 1 vol., 1 peso.—Ins- trucciones sobre las principales verdades de la religión y sobre los principales deberes del cristianismo, 1 vol., 12 reales. a. 3 r-X^ ^x-^-c <^xf___ ¿2~ %, a ■;0V' O - ^O^M-O — -O -:>A.- .V * W&3Ü&' .^fé&ái£^ $&-v r-l '.' ",-iX