DICCIONARIO DE MEDICINA Y CIRUGÍA. Se hallara en la librería de Pascual y Compañía, calle de los Preciados, frente á la de la Zarza* DICCIONARIO DE MEDICINA Y CIRUGÍA, o BIBLIOTECA MANUAL MÉDICO-QUIRÚRGICA. POR D. A. B, TOMO QUINTO. H-M ,,— .,, MADRID EN LA IMPRENTA REAL ASO DE 1807. w 1)52. / %(■■ 7 t,5~ DICCIONARIO DE MEDICINA Y CIRUGÍA. JlT ABIT ACIÓN. {Hig.) [Una habitación es el lugar que los hom- bres han elegido para su morada, y al que se retiran para estar al abrigo de las influencias del ayre, de las estaciones, de los animales feroces y de los malvados. Es fácil de conocer que los hombres deben tener mucha prudencia y cuidado en la elección de sus habitaciones; una de las principales miras debe dirigirse sobre la naturaleza del ayre que han de respirar. Como este ayre está diversamente com- binado , debe examinarse relativamente á la elevación, á lo baxo de los lugares, relativamente á su sequedad y humedad, á los vapores ó á las exhalaciones que contiene , y así puede transmitir á los indivi- duos que respiran en las atmósferas diferentes qualidades venta- josas ó perjudiciales, que siempre serán relativas á todas estas dife- rentes circunstancias. El ayre de los lugares en que se quiere habitar siempre debe ser sano y puro, esto es, seco, templado y exento de vapores per- judiciales, ó de exhalaciones pútridas &c. El ayre de las montañas, ó las colinas lejanas de las aguas detenidas de los estanques y las la- gunas , es ordinariamente seco y agradable; las habitaciones que se fixan en estos lugares son muy sanas, porque en general el ayre se- co comprime la fibra sin disminuir la evaporación del cutis, por- que aumenta la acción de los cuerpos, y al mismo tiempo disminu- ye la tendencia de los humores á la descomposición; porque este ayre es menos molesto quando es caliente, corno el ayre húmedo lo es menos penetrante quando es frió; así la experiencia nos ense- ña que los habitantes de estos parages por lo común disfrutan de buena salud; son vigorosos y de buena estatura, mientras que los que habitan en sitios baxos, húmedos y pantanosos por lo regu- lar presentan un aspecto contrario. No obstante, debemos advertir que el ayre muy seco no conviene igualmente á todas las constitu- ciones , y que en qualquiera parte en donde las fibras nerviosas es- tan descubiertas ó quasi descubiertas, pueden acontecer accidentes que una viva impresión puede ocasionar; por esta razón las per- sonas que se hallan sentidas del pecho, con propensión á la pulmo- nía, deben elegir sus moradas en los parages mas baxos ó en los llanos. Las habitaciones sobre las montañas deben siempre mirar al oriente y al nordeste, porque los vientos que vienen de estos pun- tos , son casi siempre mas favorables que los del norte sueste, ó los TOMO V. A 2 HAB del norte que penetran los cuerpos con mas energía: en el invierno se eligirán los quartos que miran al mediodía ó al sudeste, y para el estío los que caen al oriente y al nordeste. Las habitaciones que por su posición se hallan en las montañas, entre ellas, ó pequeños valles que forman estas, están expuestas á grandes vientos; son mas ó menos perjudiciales, según los vientos que reynan: los vientos del poniente ó del mediodía son húmedos y muy peligrosos; por lo re- gular no se podrá casi preservar de ellos si no levantando paredes, ó plantando árboles en los parages en que bate mas fuerte, ó va- liéndose de otros medios, que eviten las impresiones violentas y fu- nestas de este ayre perjudicial. Para que el ayre de las habitaciones sea sano es preciso alejarlas cuidadosamente de todos los sitios que con facilidad puedan ser pe- netrados por los vapores húmedos. Se sabe que la humedad, aflo- xando las fibras, las ablanda, cierra los poros del pellejo; contribu- yendo tal vez á dañar la fuerza absorvente, concentra la frialdad del ayre, dispone los humores ácorromperse, y sobre todo la bilis; de aquí los reumatismos, las gotas, los romadizos y las calenturas inter- mitentes de todas especies. Las habitaciones que son húmedas, sea por la naturaleza del suelo, como los terrenos en los que el hielo retiene al agua en su superficie, sea por su situación en un lugar ba- xo dominado de montañas, rodeado de bosques, lagunas, estan- ques , ó de aguas cuya corriente es muy lenta, son muy perjudicia- les , como los castillos ó casas de campo que están rodeadas de agua, en las quales hay que temer todos los males que pueden producir la relaxacion de los sólidos, el vicio escorbútico de los humores, la transpiración suprimida &c.; difícilmente se crian los niños, y se ha- llan sujetos á las obstrucciones del vientre, infartos de las glándulas y otros tumores, y á las calenturas. Crecen poco, tienen el color pá- lido, y casi siempre hasta que se casan; las mugeres abortan con facilidad, siendo su preñez incómoda &c. La Sociedad de Medici- na ha pedido á todos los Médicos de los departamentos de Fran- cia una descripción topográfica de todos los lugares habitados y ha- bitables para reconocer las situaciones ventajosas, en las que se pueden construir casas, y las que presentan inconvenientes, para ha- cer ver á las gentes poco instruidas los peligros que pueden correr, formando establecimientos en semejantes parages, de destruir poco á poco los que sin conocimiento han sido formados, ó de ha- llar medios de corregir las localidades, y de hacer que sean mas sanos y mas habitables; pues se ha notado muchas veces que se han hallado sitios muy sanos á muy corta distancia de los que no lo son. ] En el artículo atmósfera hemos manifestado las malas qualida- des que adquiere el ayre por los pantanos y rios de poca corriente, HAB 3 rincipalmente si están situados al oriente, y que valdria mas des- acer muchas poblaciones, que por su mala situación hacen genera* ciones enteras desgraciadas, perdiéndose quando mas algunas casillas de tierra mal formadas; convidamos á todos los Profesores á que griten contra este abuso, para que sus voces lleguen de todas partes al Gobierno y dé disposiciones, como ha principiado ya , para ce- gar pantanos, dar corriente á las aguas detenidas, y proporcionar todas las mejoras de que son susceptibles las poblaciones; para que active también la sabia ley del establecimiento de cementerios, que la preocupación detiene los progresos, impidiendo algún tanto que realice tan saludable y religioso proyecto. [ Existen terrenos arenosos, que son muy dañosos quando rey- nan grandes calores acompañados de sequedad: en estos lugares los cuerpos experimentan una aridez extrema, los sólidos se secan, los fluidos se espesan y toman una naturaleza acrimoniosa; de aquí pro- ceden las enfermedades biliosas é inflamatorias. Muy poco era me- nester para corregir estos defectos, que por otra parte no exis- ten sino en pocos días del año. La posición, que por otra parte e.s favorable, podrá ser guardada de los ardores del mediodía, plan- tando por este lado y por el del oriente árboles que puedan defen- der de los rayos del sol y de los vientos del mediodía y de orien- te , abriendo las puertas de las habitaciones hacia el norte y al poniente, cerrando exactamente las otras, usando de una dieta diluyente y refrescante , y empleando todos los demás medios rescritos contra los grandes calores. Las habitaciones que están en ondonadas, y mas baxas que el terreno que las rodea, ó que se hallan apoyadas de algún lado contra un terreno elevado, son mal sanas; tales son muchas veces las que se hallan en lo baxo de las co- linas, las que hacen que las casas sean húmedas, sobre todo si', co- mo se practica comunmente, no están empedradas ó embaldosadas; el agua que se derrama, las suciedades, el agua que filtra de los terrenos, sobre los quales están apoyados, el estiércol &c.; todas estas circunstancias contribuyen á que al ayre de estas casas sea mal sano. Con facilidad se conoce la demasiada humedad, porque los techos se destruyen, las maderas se pudren, el pan se enmohece, la sal y el azúcar se ablandan, el hierro y el acero se enmohecen. El habitador robusto no siente ni conoce desde luego las influencias malignas de esta humedad; pero sin duda obran con el tiempo, y se ven efectos los mas sensibles en las enfermedades de los niños &c: la policía de cada pueblo deberla cuidar con vigilancia particular toda esta alase de habitaciones, reedificar las que pueden ser mal sanas, ó construirlas en otra parte á costa del departamento, an- tes que dexar perecer familias enteras. Todos conocen los malos efectos que se siguen de entrar á vivir en una habitación recien he- l I cha, y no es necesario mas para producir estos efectos funestos que una casa sea nueva. Basta que la pieza que se ocupa esté recien blanqueada con yeso, sobre todo si se habita sin haberla calentado, ni haber renovado el ayre. / # Hombres de todos estados, ricos y pobres, han sido victimas de estas imprudencias. ¿Quántas gentes han tenido reumatismos, dolores vagos internos y externos, dolores de pecho, escorbuto, gota y calenturas intermitentes, por haber trabajado ó dormido en los quartos cuyo yeso no estaba bien seco ? Es difícil fixar el tiem- po necesario para que una casa recien construida esté perfectamen- te seca de toda su humedad; esto depende de la situación, de la cantidad y del grueso del yeso que han empleado; las casas que del todo están construidas de piedra exigen menos; no obstante la prudencia quiere que se les dexe aun un año á lo menos sin habi- tar. El único medio de impedir los funestos acontecimientos de los imprudentes de esta clase, es impedir que se habiten las casas nuevas antes que pasen tres años, como lo habían determinado los romanos; es menester á lo menos antes que un inquilino pueda en- trar en una casa nueva ó revocada, que los inteligentes hayan he- cho ver que las paredes están bien secas, y que no hay ningún ries- go en ir á habitarla. Sin esta precaución, un propietario codicioso de disfrutar las rentas de sus casas se apresura á alquilar sus quartos, y muchas veces no está acabada quando ya han puesto los papeles para alquilarlos, ó mas bien un inquilino imprudente, ó que ignora el peligro, se apresura á adquirir estos nuevos alojamien- tos para distribuirlos y acomodarse en ellos. Mejor le seria obtener seguridad que placer. Otra causa mas aun para agravar lo que aca- bamos de decir de las habitaciones nuevamente construidas es el luxo excesivo de la pintura; las personas acomodadas hacen pintar sus quartos con barnices compuestos de aceyte de trementina y de diversas resinas, y de espíritu de vino: el populacho hace pintar sus tiendas con aceytes de un olor fuerte, y muchas veces rancio: todas estas substancias son acres é irritantes; y antes que hayan te- nido tiempo de secarse suficientemente, han producido los mayores accidentes. Como todo ayre cargado de una exhalación fuerte, sea qual fuese, es en general contrario á la respiración de los animales, se ve que es menester alejar interiormente de las habitaciones los miasmas odoríferos de toda naturaleza; por lo que no se debe formar un es- tablecimiento al lado de un hospital, de una carnicería, de un ce- menterio, de un mercado lleno de yerbas, de cuerpos de animales, que muchas veces se dexan podrir &c. Es menester aun alejarse de las tenerías, de fábricas de velas quanto sea posible. y aun de los perfumadores, cuyo trabajo hace que se renueven continuamente HAB 5 emanaciones, que aunque agradables, al cabo no dexan de obrar sobre los nervios, y causar accidentes. El ayre que ha pasado por nuestros pulmones, y que sale car- gado de ácido carbónico, luego ha perdido su elasticidad , si no es fácilmente renovado por el ayre de la atmósfera; por esta razón los edificios que deben recibir un gran concurso de personas, deben ser sus techos muy altos como las salas de los espectáculos, y los lu- gares destinados á numerosas concurrencias. No debemos habitar quartos cuyas paredes débiles y abiertas por varias y pequeñas partes, fácilmente dexan penetrar el frió del invierno y el calor del verano, cuya estrechez y la poca elevación son causas de que volvamos á recoger por la inspiración todos los miasmas heterogéneos, que eran los residuos de la transpiración. Entre los romanos la forma de los grandes edificios públicos, y las habitaciones de los ricos particula- res, donde se juntaban en común, y sobre todo las piezas destina- das para comer, eran grandiosas. Estos edificios muy altos eran ter- minados por una cúpula, cuyos lados estaban abiertos, y muchas veces el medio ó término de la cúpula. Los vapores emanados de los cuerpos de los convidados salian fácilmente, y daban lugar á otro ayre mas puro. (V. el artículo ayre y atmósfera.) Después de todas estas reflexiones y las observaciones que pre- ceden, ¿qué casa debemos elegir? La mas sana sin contradicion al- guna será la que se halle construida sobre un terreno arenoso ó pe- dregoso, lejana de bosques, lagunas, estanques y minas, expuesta al poniente ó al mediodía, y que presente un aspecto alegre. Estas mismas observaciones sirven también para decidir sobre la elección de las habitaciones en el campo ó en el pueblo. En el campo, quan- do se toman todas las precauciones indicadas, tiene mil ventajas de las que no se pueden disfrutar en los pueblos. Serenidad del ayre, aspecto divertido ó alegre, paisages agradables, paseos fáciles, liber- tad y comodidad para la vida, todo concurre á conservar la paz del alma y la salud del cuerpo, particularmente si se verifica con algunos amigos, ocupándose en pasar los dias deliciosos. En las ciudades, particularmente en las capitales, el ayre está cargado de mil exhalaciones mal sanas, producidas por la transpira- ción considerable de la muchedumbre de hombres y de los animales; por la proximidad de los lugares donde las artes trabajan toda suerte de substancias que producen los mas malos olores; donde los cuerpos enfermos ó en descomposición causan mil alteraciones, y también por los humores de todas especies. Si á estos inconvenientes se añade la ambición, el molesto ceremonial de las sociedades, las intrigas, los placeres que fomenta la ociosidad de las ciudades, ¿quántos moti- vos hay para preferir la vida campestre? Pero como no es permiti- do á todos entregarse á las delicias de esta especie de vida, y que 6 HAB hay estados y artes que exigen una continua residencia en las ciu- dades; entonces es menester disminuir quanto sea posible las inco- modidades, procurándose una habitación al mejor ayre, aspecto mas agradable; evitando las circunstancias peligrosas de que hemos hablado, recorriendo la mayor parte de las ciudades, se ve que los que las han fundado ó aumentado han consultado poco la conser- vación de sus habitantes, por la posición en que se hallan muchas, por la estrechez de las calles, y por la elevación de los muros que las cercan ; las que se han construido después de un siglo no se ha- llan sujetas á estos inconvenientes: se ven los exemplos en Ber- lín, Nanci y Petersburgo, donde el alineamento y la anchura de las calles permiten que el ayre limpie todos los vapores y exha- laciones que se levantan perpetuamente. Debemos esperar que se arreglarán en lo sucesivo sobre estos modelos, que las principales calles anchas y derechas estarán siempre en la dirección del nordes- te al sudoeste: siempre seria menester colocar fuera de la ciudad y del lado de lo baxo del rio todas las oficinas que se hallan en el ca- so de exhalar malos olores, tales como las tenerías y carnicerías. Los cementerios y los hospitales deben colocarse fuera de la ciu- dad. Las plazas deben ser grandes, los mercados capaces, y las fuentes en abundancia para limpiar las calles en todo tiempo. Ext.] HÁBITO. (Hig.) [ Llamamos costumbre á la repetición de unos mismos actos, y á la propensión ó facilidad que adquirimos para ciertas cosas, con esta repetición de actos llamamos habito*. como esta facilidad no puede adquirirse sino en virtud de alguna alteración ó novedad en nuestra máquina, resulta de ahí que el hábito considerado médicamente no es otra cosa que una altera- ción de nuestra máquina ó de nuestra conformación, ya relaxándo- se ó fortificándose nuestra fibra, ya variando la naturaleza de los humores, ó ya tomando estos una nueva dirección; pero por esto se dice que el hábito es una segunda naturaleza. Efectivamente lo que llamamos naturaleza no es mas que la conformación de nuestros órganos; y como estos hasta cierto pun- to pueden variar por la fuerza de la costumbre, resulta de ahí que variará también nuestra naturaleza; de aquí procede la mudanza de nuestros gustos, de nuestras inclinaciones, de nuestras pasiones, y hasta de nuestro modo de pensar; pues todo quanto existe en no- sotros depende de nuestra organización física. Es doloroso cierta- mente que nuestros gustos se funden muchas veces en el capricho mas bien que en una utilidad real; y que la repetición, por exemplo, de los placeres, se nos convierta en una triste y helada monotonía, ó que nos haga víctimas de su exceso. El hábito de unas mismas pasiones nos hace perder muchas veces aquella agradable variedad que hacia las delicias de nuestra niñez, y al cabo nos hace abando- HAB 7 nar á unas impresiones habituales, á que nos entregamos mas bien por instinto que por verdadero placer. Habituados con unos mismos alimentos, con una misma temperatura, un mismo clima, y unos mismos usos; un poco mas de trio nos hiela; un nada de calor nos seca; los manjares diferentes nos alimentan mal, y el hábito, suje- tándonos á sus leyes, parece que triunfa en nosotros de la naturale- za y del arte. Sin embargo, si por una parte el hábito debilita la naturaleza, también podemos decir que bien dirigido mantiene el equilibrio de nuestra salud, midiendo los alimentos con nuestras fuerzas, dándo- nos á conocer lo que puede sernos útil ó perjudicial. Es cierto que el hábito nos pone muchas veces en gran peligro; pero también nos liberta de muchos males: así es que el hombre, exercitado á una vida dura y penosa, hace llevaderos los mayores trabajos, se ali- menta con qualquier cosa, á todo se acostumbra, y llega, digá- moslo así, á hacerse invulnerable en medio de los mayores peligros: el hábito le llega A hacer casi insensible á las impresiones del calor, del frió, del trabajo, de la intemperancia, y hasta del dolor mis- mo. La experiencia tiene demostrado, que los que se han acostum- brado desde su niñez á sufrir las intemperies del tiempo, de la po- breza , y hasta de la disolución, aun siendo de temperamento deli- cado, pueden resistir mejor á qualquiera exceso, y son realmente mas fuertes que los que están habituados á una vida regular. De lo dicho resulta que es siempre peligroso querer mudar de hábitos, teniendo ya una cierta edad, y que solo en la niñez po- demos hacer lo que queramos de nuestra naturaleza. No hay nada mas fácil que habituar á los niños á todo lo que queramos; y po- demos fácilmente hacerles mudar de clima sin temer los inconve- nientes que trae á los hombres ya formados la mutación repentina de ayre, de temperatura y de alimento. Es muy interesante ir acos- tumbrando á los niños á todas las vicisitudes del frió y del calor, mientras que esto se haga poco á poco, y á proporción de sus fuerzas individuales. Sin embargo, no apruebo la moda que se ha introduci- do de pocos años á esta parte de lavar á los niños con agua fría, ni con agua muy caliente, como acostumbran otros, pues creo que el agua templada es la única que puede convenir á nuestro clima. Mr. Macquart dice que ha visto morir muchos niños cuyos padres se obstinaban á criarlos según los principios del Emilio, metiéndo- los diariamente en agua muy fria, y haciéndolos ir desnudos todo el dia. No hay nada mas peligroso que esta continua desnudez, pues la impresión fuerte de la atmósfera continuada en los cuerpos de los niños cierra los poros y hace refluir el humor de la transpiración. Aunque debemos guardarles de la impresión muy viva de la atmósfera, es preciso también evitar todo extremo, mayormente el 8 HAB del calor, para libertarles de la relaxacion que les causaría una de- bilidad general, que no los dexaria crecer, y convertiría la transpi- ración en una excreción excesiva y perjudicial. Lo que podia ha- cerse era ir acostumbrando poco á poco á los niños á aguantar el frío y el calor, llegando á bañarlos en agua fría después de haber principiado por agua templada; pero siempre es menester atender á la fuerza y á la delicadeza particular de cada uno; este es el punto mas esencial. Por esto es menester con mucha circunspección ir acostumbrando los niños á todas las intemperies, con lo que se les hará menos sensibles á la influencia del ayre en los diversos climas á que puede destinarles la suerte. También es bueno acostumbrarles á usar de todo alimento re- conocido por digestible, ya sea cada uno de por sí, ó bien mez- clado con otros, y no habituarles á comer á horas determinadas; sobre todo no debemos forzar jamas el gusto de los niños, que manifiestan una grande repugnancia á ciertos alimentos, sino hacer que se vayan acostumbrando poco á poco á ellos si su repugnancia no es invencible, como sucede alguna vez. El hábito de beber es menos freqüente en los niños que en las personas grandes, porque su temperamento es menos húmedo; sin embargo se les debe habituar á beber en la comida algunos vasos de agua, y no darles nunca vino, porque el agua es la mas saludable de todas las bebidas, porque esta será la última cosa que les faltará en qualquier circunstancia que se hallen; y últimamente porque to- do licor vinoso y fermentado puede perjudicar á su salud y estor- barles el crecer: el vino y los licores presentan al paladar un atrac- tivo seductor, de que conviene preservar á los que ignoran las funes- tas conseqüencias que puede traer este hábito. Es casi inútil recomendar el exercicio en aquella edad inclinada naturalmente á hacer mucho movimiento; al contrario mas bien es necesario moderar en esto á los niños demasiado activos y ardien- tes, para que no se debiliten demasiado: sin embargo debemos ha- bituarles con moderación á todas las especies de exercicio como correr, baylar, saltar, nadar &c., pues esto les hará fuertes y vi- gorosos. También es bueno acostumbrarles á usar indistintamente de ambas manos. En qualquier edad es generalmente nocivo el hábito del reposo y el del mucho sueño; este último sobre todo trae muchísimos per- juicios , pues ademas de acortar nuestra existencia, y hacernos per- der un tiempo precioso para la sociedad, y para nosotros mismos; da á las diversas partes del cuerpo una especie de estupor y de de- bilidad sumamente perjudicial. El hábito de hacer del cuerpo todos los dias es necesario generalmente para la salud; aunque hay expe- riencia de varias personas que pasan muchos dias sin semejante exer- HAE 9 cicio, y están sin embargo muy sanos y robustos. Estos son los hábitos principales á que debe acostumbrarse el físico del hombre; y vemos que en el equilibrio de todas las fun- ciones es esta la única ventaja de los hábitos que la naturaleza le hace contraer, y que no debemos perder momento en darles la re- gularidad ó la irregularidad conveniente. La parte moral del hombre contrae también sus hábitos, y es- tos pueden ser sumamente peligrosos si no son dirigidos por el buen sentido y por la experiencia propia , ó bien la de los demás; es me- nester precavernos de los atractivos de la ilusión, mientras no co- nocemos los de la sabiduría; pues muchas veces el hombre no halla mas que dolor y amargura donde pensaba hallar el placer, porque ha tomado hábitos que la prudencia y la razón no han combinado. La educación es la única que debe formar nuestros hábitos, de mo- do que no tengamos luego que arrepentimos. El de la ocupación será siempre la barrera mas poderosa á las impresiones seductoras de aquella edad en que las pasiones se desenvuelven en razón de los órganos físicos. El hábito de unas mismas pasiones no puede menos de ser per- judicial tanto al cuerpo como al espíritu, y al contrario dexando obrar las que son antagonistas", resulta de ahí una lucha, que las de- bilita mutuamente, y nos dexa mas fuerza para vencerlas. El que se ha habituado constantemente á la cólera, á la borrachera, á la glotonería, al libertinage ó á la pereza, difícilmente podrá vencer la energía que tomarán estos gustos violentos, y que suelen traer las mas funestas conseqüencias; al contrario los hombres que están habituados á ciertas ocupaciones útiles y variadas, aunque se entre- guen algunos momentos á aquellos gustos, nunca se dexan dominar por ellos, y los gozan sin embrutecerse ni aniquilarse: con esto se ve que el hábito constante de una sola pasión es mas peligroso que el de varias juntas. Esto no tiene la menor duda: el hábito de las mismas pasiones y de los mismos placeres es el que ha dado origen á los vicios mas vergonzosos de la humanidad. Sin embargo, es preciso convenir en que hay pasiones que rara vez traen perjuicio: el gozo y la alegría habitual nos preservan del odio y de la envidia, y el amor propio bien dirigido es el origen de todas las acciones bue- nas. Últimamente podemos decir que el hombre mas feliz ó menos infeliz será el que se acostumbre á todo sin habituarse á nada exclu- sivamente.] Ext. f HAEN. (Antonio de) (Bioz.) Primer Profesor de Medicina práctica en la universidad de Viena, en Austria; uno de los mas célebres discípulos de Boerhaave en la escuela de Ley den, de don- de era Doctor; después pasó al Haya, en donde exerció su profe- sión con mucho crédito. Vanswieten le llevó á Viena, y le destina TOMO V. B 13 HAL en la cátedra, que después le dio tanta reputación, y mucho mas las obras sabias que sucesivamente fué publicando: i.a Historia anatómica medica morbi incurabilis médicos passim fallentis: 2.a De cólica pictorumdisertado: 3.a Dedeglulitione, vel deglu- titorum in cavum ventriculi descensu impedito: 4.a Questiones su* fer methodo inoculandi variólas: 5 .a Theses pathologice de he- morroidibus. Viena 1749, en 8.°: 6.a Refutación de la inocula- ción, que sirve de respuesta d Condaminey á Tisot. Viena 1755» en 8.°: 7.a Ratio medendi in Nosocomio practico. Vindobonae 1759» ¡n 8.°: 8.a Theses sistentes febrium divisiones. Id. 1760, in 8.° 9.a Difficultates circa modernorum sistema, de sensibilitate et irritabilitate corporis humani. Vienae Austrae 1761, in 8.°: 10.a Vindicia difficultatum circa modernorum, sistema de sensibili- tate et irritabilitate corporis humani. Vienae 1762, in 8.° Ade- mas ha escrito otras varias disertaciones y cartas sobre varios puntos de Medicina, y entre ellas se celebran dos trataditos, que son: Ma- guía examen, publicado en 1774, y de Miraculisliber. Franc- fort 1776, en 8.° Este célebre Médico murió en Viena en 1776. HAGUEMBOT (Juan) ó Cornarius. (Biog.) Médico ale- mán , de Zwickau, buscó con gran cuidado los escritos de los me- jores Médicos griegos, y empleó cerca de quince años en traducirlos al latin: sobre todo se dedicó á los de Hipócrates de Aetio de Egi- neta, y á una parte de los de Galeno. Estas versiones son bastante imperfectas. Cornarius conocia medianamente la lengua griega, é ignoraba la finura de la latina. Sus trabajos literarios no le impedían de ningún modo la práctica de la Medicina con reputación en Zwic- kau , Francfort, Marpurg, Northausen y Jena, donde murió de apoplegía en el año de 1558, á los quarenta y ocho de edad. Su preceptor le hizo mudar su nombre de Haguembot en el de Cor- narius, baxo del qual es mas conocido: á mas de sus traducciones hay de él i.° algunos tratados de Medicina: 2.0 de ediciones de al- gunos poetas de los antiguos sobre la Medicina y sobre la Botáni- ca: 3.0 poesías latinas: 4.0 traducciones de algunos escritos de los Padres de la Iglesia, entre otros al sacerdocio de S. Crisóstomo, de las obras de S. Basilio, y de una parte de S. Epifanio: 5.° theologia vitis vinifera, impresa en Heidelberga, año de 1614, en 8.°: 6.° frceceptionis de re rustica, impresa en Basilea,año de 1508, en 8.° HALLER. (Alberto) (Biog.) Célebre Médico de Berna, su patria, murió en 1777: fué miembro del Consejo soberano de esta República, y caballero de la Estrella Polar; desde la edad de nue- ve años era un prodigio de saber: su genio y afición al estudio no se pudo formar por la mala educación de un pedante que le die- ron por preceptor; el natural feliz del educando tenia aun mas vi- gor que simpleza é ineptitud el pedagogo. Principió por ser poeta; HAL n y tuvo valor para exponerse al fuego por salvar sus versos; y el año inmediato tuvo aun mas valor para arrojar al fuego estas mis- mas producciones que antes habia salvado. Los espectáculos sensi- bles y magníficos que la naturaleza ofrece en los Alpes, reanimaron su musa, y de tiempo en tiempo dio pruebas de sus talentos poéti- cos; pero cultivando ciencias menos agradables, pero mas útiles1; su reputación hizo que le llamasen á Gotinga, donde le hicieron Presi- dente de la Academia. La de las Ciencias de Paris le a-gregó en el año de 1755, á imitación de la mayor parte de las Sociedades de Europa. A Haller, de vuelta de su patria, le colocaron en el número de sus Magistrados, y en ella hizo lo que en Gotinga, que fué el formar establecimientos los mas ventajosos á las ciencias, y sobre todo á la Medicina y á la Anatomía. Miembro de un estado libre, no quiso admitir el título de Barón del Imperio, con el que otro hubiera lisonjeado su vanidad. Hasta los últimos momentos de su vida fué hombre de gabinete y estado. Su actividad y su ardor pa- ra el trabajo era tan grande, que teniendo roto el brazo derecho, aprendió á escribir medianamente en una noche con la mano izquier- da; estaba siempre ocupado, y hacia que lo estuvieran quantos le rodeaban. Quando conoció que se aproximaba su fin, observó este espectáculo con tranquilidad, tomándose el pulso en sus últimos instantes, y diciendo á su Médico en el momento mismo que espi- ró: amigo mió, la arteria no bate mas. Habia tenido tres mugeres* las hizo felices, y lo fué con ellas. Ha dexado un hijo, el qual ha trabajado en la Enciclopedia de Iverdum. La vida de Haller fué muy arreglada. El impio La-Metríe quiso atraerle por medio de alabanzas insidiosas á sus principios de Materialismo; pero desprecia con horror los elogios de este incrédulo. Se mostró siempre igual- mente enemigo de la impiedad y del fanatismo: su filosofía era dulce y sabia; deciaque la tranquilidad vale mas que la gloria, y se felici- taba por estar oculto en un rincón del mundo; su caridad tierna y activa le hizo hallar medios y recursos para aliviar á los desgracia- dos. Sus obras poéticas están llenas de imaginación y filosofía; sin embargo se las moteja de que tienen mucho estilo oriental. La ma- 1 El Diccionario histórico de quien hemos tomado este artículo no hace men- ción de los principales pasages de la vida de este célebre Médico, y así es que no odemos omitir a lo menos el que Alberto Haller filé discípulo del gran Boer- aave, y que nació en 1708 en Berna; tomó la borla de Doctor en Medicina en la universidad de Leyden el año de 1727. Pasó á Gotinga en 1736, donde hizo servicios importantes en aquella universidad, y en donde adquirió con el conti- nuo trabajo en las disecciones y en la lectura Jos grandes conocimientos que ador- naban a este hombre celebérrimo. El mal estado de la salud le hizo dexar la uni- versidad de Gotinga, y retirarse á Berna su patria en 1753. Ademas de las obras que hemos indicado , que son las principales, hay otras impresas en varias len- guas, que aunque pequeñas son de mucho mérito. Véanse las obras de Eloy y la Enciclopedia fice, adonde se enumeran prolijamente, y adonde aos reraitúnoj. I 12 HAM yor parte de sus producciones en este género se han traducido en francés, y se publicaron en el año de 1775, en 8.° Se distingue en ellas la oda intitulada los Alpes, y otra muy sensible que Haller hizo á la muerte de su esposa. Sus obras de Medicina y de His- toria natural, que ha publicado, son las siguientes: i.a La forma- ción del Pollo, traducida en francés en 12.0, y la irritabilidad de los nervios, también traducida, dos tomos en 12.0: este último li- bro es muy estimado. Los demás escritos suyos están en latin: i.° Stirpes Helvetice, impreso en Gotinga año de 17-42, en folio: 2° Opuscula minora, tres tomos en 4.0: 3.0 Disputationes Ana- tómica , ocho tomos en 4.0: 4.0 Disputationes de mor bis, siete to- mos en 4.0: 5.0 Disputationes Chirurgica, cinco tomos en 4.0: 6.° Bibliotheca medicina theoricee et practica, quatro tomos en 4.0: 7.0 'Elementa Phisiologia, ocho tomos en 4.0 Se ha hecho un compendio en francés: 8.° Hippocratisoperagenuina, año de 1770, quatro tomos en 8.° &c. (véase Maquart y Alexandro Trallien.) Todos sus escritos contienen verdades bastante claras, y también algunos errores. Confiesa él mismo que se habia engañado alguna vez; y así es que puso al principio de una de sus obras un lema con estas palabras: Fidem non abstulit error: Q).° Ficciones ingeniosas, tales como Alfredo, Fabio y Usong: esta ha sido traducida al fran- cés en 12.0 Estos romances morales contienen verdades útiles á los gobiernos. D. H. HAMBRE. (Fisiol.) Los nombres de hambre y de sed signifi- can dos sensaciones que nos advierten de la necesidad que tiene nues- tro cuerpo de reparar las pérdidas continuas que induce el movi- miento vital. Los efectos de una abstinencia prolongada son la dimi- nución del peso del cuerpo, diminución que ya se conoce al cabo de veinte y quatro horas, el enmagrecimiento por la pérdida de la gordura, la falta de color en los fluidos, y sobre todo en la sangre, el abatimiento de las fuerzas, una grande sensibilidad con insomnio, y una tirantez dolorosa en la región epigástrica. A proporción que es qualquiera mas joven y mas robusto se muere mas pronto de hambre. Por eso aquel padre desventurado, cuya espantosa historia nos ha transmitido Le Dante, estando con- denado á perecer de inanición, y encerrado con sus hijos en un ló- brego y horrible calabozo, fué el último que murió á los ocho dias, después de haber visto perecer en medio de las convulsiones de la rabia y délos gritos de la desesperación á sus quatro hijos, víctimas desgraciadas de la venganza mas execrable que ha subsistido en la memoria de los hombres. Haller ha recogido en su grande Fisiolo- gia muchos exemplos de una larga abstinencia. Si hemos de creer á los autores de estas observaciones , algunas de las quales carecen del grado de autenticidad necesaria para que podamos darles crédito, HAM 13 se han visto algunas personas pasarse sin tomar ningún alimento en diez y ocho meses, y en dos, tres, quatro , cinco, seis, siete y aun diez años. En las Memorias de la Sociedad de Edimburgo se halla la historia de una muger que vivió cincuenta años solamente con suero. La mayor parte de los sugetos de estas observaciones son mugeres débiles y delicadas, que vivían en la obscuridad, entrega- das á una inacción absoluta, y en las quales la vida, casi extin- guida, se manifestaba por un pulso casi insensible, y una respira- ción rara y poco notable. Es un hecho digno de atención el que los músculos y las visceras de algunas después de su muerte brilla- ban con un resplandor evidentemente fosfórico '. ¿Seria acaso el fosforo el producto del último grado de animalizacion? Se concibe fácilmente que manteniéndose en algún modo de su propia subs- tancia estas personas, los humores han sido expuestos con freqüen- cia á la acción de las causas animalizantes y asimilativas, que les han hecho sufrir la mayor alteración de que eran susceptibles. Se ha buscado sucesivamente la causa próxima del hambre en el rozamiento de las papilas nerviosas del estómago unas con otras quando está vacía esta entraña; en la irritación producida en sus paredes por los xugos gástricos acumulados; en la lasitud que nace de la constante contracción de sus fibras musculares; en la compre- sión y enredo de sus nervios durante esta contracción permanente; en la tirantez que hacen en el diafragma el hígado y el bazo, quando estando vacíos los intestinos y el estómago, dexan de estar sostenidas aquellas visceras; tirantez que es mas considerable, porque se verifica otra especie de circulación en las visceras, cuyas arterias vienen del tronco celiaco, y porque recibiendo menos san- gre el estómago, debe aumentarse el peso y volumen del bazo y del hígado como que reciben mas. Los que quieren que el hambre dependa de los frotes de las paredes del estómago vacío se apoyan en elexemplo de las serpientes, cuyo estómago es puramente mem- branoso, y la aguantan mucho tiempo; mientras que los galináceos, cuyo estómago musculoso y robusto puede fruncirse fuertemente, la sufren con dificultad. Pero sobre haber una grandísima diferencia entre la actividad vital de que están dotados los órganos de una ave, y la de los de un reptil; el estómago que se va aplastando, á me- dida que se vacia, puede comprimirse tanto, que se desvanezca su dilatación, sin que en sus paredes, tocándose, se verifique por eso ningún frote, de donde pueda depender la sensación del hambre. En efecto, para que obren estas paredes, es preciso que sean excita- das por la fuerza de los alimentos; pero mientras está vacío el es- tómago, nada las obliga á salir de su estado de inmovilidad. Los I ..Nitidissima viscera sunt animalium fama; erectoiura, et argentei fibrarum fasciculj." Haller, Eleni. Ph. tomo 1, pag. 183. 6 14 HAR que piensan que el hambre consiste en la tirantez que el bazo y el hígado hacen en el diafragma, el qual dexa de sostenerse por estar vacío el estómago, dicen que se la mitiga momentáneamente, sos- teniendo las víceras abdominales por medio de un ancho ceñidor, y que se apaga el hambre al instante que está lleno el estómago, y antes que los alimentos hayan podido suministrar ningún princi- pio reparador. En esta hipótesis puramente mecánica, así como en la que atribuye el hambre á la irritación que producen los xugos gástricos, ó la lasitud de las fibras contraidas, ó á la compresión que experimentan los nervios, ¿cómo se ha de explicar el por qué, si se pasa la hora acostumbrada de comer, se mitiga el hambre por cierto tiempo? ¿No se la debe considerar mas bien como una sen- sación nerviosa, que existiendo en el estómago, sé extiende simpá- ticamente por todas partes, y manteniendo un excitamiento vivo y sostenido en el órgano, donde tiene su asiento principal, llama allí los humores de todas partes? Este fenómeno, así como todos los dependientes de la acción nerviosa, está sujeto á las leyes del hábito, al influxo del sueño y de las pasiones de ánimo, cuyo imperio es tan grande, que se han visto literatos, embebecidos en una meditación profunda, olvidarse enteramente de que tenían necesidad de alimentos. Todo lo que despierta la sensibilidad de un modo directo ó simpático, aumenta el apetito, y ocasiona el hambre. Así la bulimia depende á veces de la continua irritación fomentada por una tenia en los órganos di- gestivos. La impresión del frió en la piel, aumentando simpática- mente la acción del estómago, ha producido algunas veces el ham- bre canina, según refiere Plutarco en la vida de Bruto. Las bebi- das espirituosas, los manjares sabrosísimos excitan el apetito, aun- que el estómago^sté lleno mas de lo justo. Richerad. HARMONÍA ó ARMONÍA. (Anat.) Es una especie de ar- ticulación que corresponde á la sinartrosis (V. articulación.) HARRIS. (Biog.) Fué Médico ingles, y miembro del Colegio Real de Londres. Exercia su profesión con mucha reputación hacia el año de 1680, y vivía aun en el de 1710: fué Médico de Gui- llermo Príncipe de Orange, después Rey de la Gran Bretaña, Te- nemos de él un tratado muy estimado: De morbis acutis infan- tium, que dio á luz á instancias de Tomas Sidenham , famoso Mé- dico de Londres: este tratado le dio el nombre de Médico de los Niños. D. H. HAR VEO. (Guillermo) (Biog.) Harveus. Nació en Folks- ton, en el Condado de Kent, en el año de 1578, y murió en el de 1657, á los ochenta de edad; fué Médico de Jacobo y de Carlos 1, y profesor de Anatomía y Cirugía en el Colegio de Medicina de Londres. A este sabio Profesor parece que se debe el descubrimicn- HEI 15 to de la circulación de la sangre. Luego la enseñó en sus lecciones, la demostró después por las experiencias, y la publicó en una obra intitulada: Exercitatio Anatómica de motu cordis et sanguinis, impresa en Leyden año de 1737 , en 4.0 Los Médicos se opusieron vigorosamente á esta opinión, y trataron á Harveo de visionario; queriendo perderle y ponerle mal con los Reyes Jacobo y Carlos 1, se defendió, replicó y repitió las experiencias, y la verdad se mani- festó. No obstante, le persiguieron aun de otro modo. Quando co- municó sus ideas á sus contemporáneos, dixéron que eran absurdas y nuevas; y como no pudieron excusarse de aplaudirlas y recibirlas, pretendian que era muy antigua la circulación. (V. este artículo.) Los envidiosos debieron confesar á lo menos que no se habia ense- ñado antes sino de un modo muy obscuro; pero no se le puede dis- putar la gloria de haber sido el primero que la ha dado á conocer, probando este descubrimiento con experiencias incontestables. Por otra parte, dice Mr. Hume, que su tratado de circulación de la sangre está expuesto con aquel nervio y nobleza que acompaña naturalmente el genio de la invención. Carlos 1 honró á este,grande hombre con un favor distinguido , y le concedió la libertad de los gamos de sus Reales bosques, para perfeccionar sus descubrimientos sobre la generación de los animales. Hay de este ilustre Médico otras obras muy estimadas. Las principales son, ademas délas que hemos hablado: 1.° el tratado De circulatione sanguinis, impre- so en Roterdam en el año de 1649: 2° otra De generatione ani- malium, impresa en Londres en el año de 1651, en 4.0: 3.0 otra De ovo: 4.0 un libro en ingles intitulado Nuevos principios de Fi- siología &c. Estos diversos escritos han sido impresos en colección en Londres en el año de 1666, en 4.0 D. H. Harveo. (Gedeon.) (Biog.) Médico de bastante reputa- ción del último siglo. Es conocido principalmente por dos tratados curiosos, que no son comunes: i.° Ars curandi morbos expecta- tione: 2.0 De vanitatibus, dolis et mendaciis Medicorum, en 12.0, impreso en Amsterdam el año de 1695. Estas dos obras son bastan- te buscadas; están por lo regular ambas juntas. D. H. HEISTER. (Lorenzo) (Biog.) Célebre Médico del siglo pró- ximo pasado , natural de Francfort sobre el Mein, en donde hizo sus primeros estudios de Humanidades; luego siguió su carrera médica en Giessen, y después pasó á Leyden y Amsterdam, donde recibió las lecciones de Ruischio y Rau, y por último las del célebre Boer- haave y Albino. Fué nombrado á instancias de Ruischio Catedráti- co de Anatomía y Cirugía; pero la guerra del Continente le hizo preferir el empleo de primer Médico del exército; pero como tenia un gusto decidido por la Cirugía, se dedicó infinito á la execucion de las grandes operaciones de ella. Concluida la guerra volvió á i6 HEI Amsterdam á continuar la enseñanza de la Anatomía y la Cirugía; pero en breve le ofrecieron una cátedra en la universidad de Altorf, la que aceptó; pero antes de ir á tomar posesión de ella, quiso ha- cer un viage á Inglaterra para perfeccionarse y recibir las luces de aquella nación; después pasó á Altorf, donde explicó por espacio de diez años la Anatomía y la Cirugía con general aplauso; pero después, á instancias del Duque de Luneburg, pasó á explicar la Cirugía y la Anatomía á la universidad de Helmtadt, en donde ex- plicó después la Botánica y la Medicina práctica: su reputación fué creciendo sucesivamente en todo el Norte, pues de todas las escue- las le buscaban para Maestro; el Czar Pedro i le quiso llevar á Pe- tersburgo; pero este zeloso patricio no quiso dexar la Alemania. La mayor parte de las Academias de Europa le recibieron por uno de sus individuos. Las obras que conocemos de este sabio escritor son 1.a De renuntiatione vulnerum, Amsterdam 1710, en 8.°: 2.a El curso de Cirugía de Dionis, traducido al alemán: 3.a De túnica choroidea: 4.a De hypothesium medicorum fallada et pernicie. Altdorfii 1710, en 4.0: 5.a De dificúltateveritatis invenienda in Physica et Medicina. Ibidem 1710, en 4.0: 6.a De cataracta> glaucomate et amaurositractatio.Tbldem 1710, en 4.0: 7.a De en- tero et gastroraphe. Altdorfii 1713, en 4.0: 8.a Chirurgia nova adumbrado. Ibidem 1714, en4-°: 9.a De nova methodo sanandi fístulas lacrymales. Ibidem I7i6,en4.°: 10 Compendium ana- tomicum, recentorumque observationes brevissima complectens. Altdorfii 1717 in 4.0, y en otras muchas partes: 11 Apología et uberior illustratio sistematis sui de catar acta, glaucomate, et amaurosi VVoolhousi cavillationes et objeciones , itemque Paris- siensis eruditorum diarii iniquam censuram. Altdorfii 1717 in 8.°: 12 De válvula colli dissertatio anatómica. Ibidem 1718, in 4.0: 13 Oratio de incrementis anatomía in hoc sáculo xviii. Wolffem- buttelas 1720, in 8.°: 14 Desuperfluis et noxis quibusdam in Chi- rurgia. Altdorfii 1719, in 4.0: 15 Vindicia sua, sententia de ca- tar acta , glaucomate et amaurosi adversus ultimas animadver- siones, atqueobjectiones. Woolhousii, ibidem 1719, in 4.0: 16 De óptima cancrum mammarum extirpandi ratione, Altdorfii 1720, in 4.0 17 De anatomes subtilioris utilitata, prasertim in Chi- rurgia. Helmstadii 1728, in 4.0: 18 Programma de estudio rei herbaria emendando. Ibidem 1730,^ 4.0: 19 Cathalogus planta- rum horti academia julia, 1730: 20 De medicamentis germania indigenis sufficientibus. Helmstadii 1730, in 4.0: 21 Observatio- nes medica miscellana. Helmstadii, 1730, in 4.0: 22 De aquis mineralibus pirmontanis. Ibidem 1732, in 4.0: 22 De Chirurgia cum medicina necessario conjungenda. Ibidem 1732, in 4.0: 23 Apología pro medicis. Amstelodami 1736, in 12.0: 24 Compendium HEL 17 institutionum medicarum. Helmstadii 1736, 1745, in 4.0: 25 De anatomse majori in Chirurgia, quam in Medicina necessítate. Helmstadii 1737, in 4.0: 26 De Medicina mechanica prastantia. Ibidem 1738, in 4.0: 27 Oratio de hortorum academicorum utili- tate. Ibidem 1739, in 4.0: 28 Institutiones chirurgica. Amstelo- dami 1739, 1750: 29 Compendium Medicina practica. Amstelo- dami 1743 , in 8.°: 30 De Lithotomia celsiana prastantia et usu. Helmstadii 1745, in 8.°: 31 Systema genérale plantarum ex fruc- tificatione, cui adnectuntur regula de nominibus plantar um a ce.' leb* Linnei longa diversa, Helmstadii 1748 , in 8.° HELÉBORO ó ELÉBORO. (V. eléboro.) HELIS. ( ant.) Se da este nombre á uno de los cartílagos que forman la oreja. (V. oreja. ) HELMONT. (Juan Bautista Van-) (Biog.) Gentilhombre de Bruselas, nació en el año de 1588: adelantó tanto en los conocimientos de la Física, la Medicina y la Historia natural que llegó á sospechar- se que los sacaba de la Magia: la Inquisición, adoptando esta idea, le puso preso ; pero después que salió de la prisión Van-Helmont fué á buscar la libertad á Holanda, donde murió en el año de 1644. Este hombre no era nada superior á un Empírico. Su remedio universal era una quimera, que no pudo libertarle de la muerte. Executó no obstante curas extraordinarias, empleando en las enfermedades cró- nicas remedios violentos, que le salieron bien en los hombres de cons- titución fuerte. Tenia la vanidad de un noble Alemán. Sus obras han sido impresas en colección en folio en Leyden año de 1667, y en Francfort año de 1707. Las producciones de este Químico son por la mayor parte postumas, las que se estiman poco; pero se tienen con alguna estimación las que él mismo publicó. Todos sus escritos son ó de Física ó de Medicina: los principales son: 1.° de Magnética cor por um curatione. 2.0 Febrium doctrina inaudita. 3.0 Hortus Medicina. 4.0 Paradoxa de aquis Spadanis &c. En todas estas obras se advierten muchos caprichos y contrariedades. D. H. HELVECIO. (Adriano) ( Biog.) Médico Holandés, fué á Pa- rís sin designio alguno de fixarse allí, y solo sí por ver las curiosi- dades de esta capital, ó por mejor decir, por vender los polvos que componía su padre. No hallando mucho despacho de este remedio, un Droguista le dio cinco ó seis libras de raiz del Brasil, asegurándo- le que era un específico para la disenteria. El joven Helvecio pasó al hospital á hacer algunos ensayos> y después de haber experimentado la eficacia de su remedio, fixó carteles. Todos los enfermos atacados de la disenteria se dirigían á él, y curaba á todos. Luis xiv le man- dó publicase el remedio que producia efectos tan maravillosos, y de- claró que era la ipecuacuana, por lo que le dieron mil luises de oro de gratificación. Habiendo conocido que su mérito era sobresaliente, tomo r. c iS HEM llegó á ser Inspector general de los hospitales de Flandes, y Médi- co de Mr. el Duque deOrleans, Regente del Reyno. Este Médico murió en el año de 1721 á los 65 de edad, dexando algunas obras; la mas apreciable es su tratado de las enfermedades mas freqüentes y de los remedios específicos para curarlas, impreso en el 31101724; dos tomos en 8.° , de la qual se han hecho muchas ediciones. D. H. helvecio. (Juan Claudio Adriano) (Biog.) Consejero de Estado , primer Médico de la Reyna, Inspector general de los hos- pitales militares, Miembro de las Academias de Ciencias de Francia, Inglaterra, Prusia, Florencia y Bolonia, nació en el año de 1685: curó á Luis xv de una enfermedad peligrosa, de la qual este Prín- cipe fué acometido á los siete años de edad ; después mereció todo el aprecio y confianza de la Reyna su esposa, y en Versalles era muy estimado de todas las casas principales. Murió en el año de 1755 á los 70 de edad. Este Médico fué tan respetable por su pro- vidad como por su saber: la dulzura de sus costumbres y la tran- quilidad de su alma estaban pintadas en su semblante. Tenemos de él: i.° Idea general de la economía animal en 8.°, impreso en Pa- ris en el año de 1722. Esta apreciable obra se halla enriquecida de observaciones muy extensas sobre el modo de curar las viruelas. 2.0 Principiaphisico-medica in Tyronum Medicina gratiam cons- cripta , dos tomos en 8.°: libro compuesto para los alumnos de la Medicina, que no seria inútil á los Maestros. D. H. HFXODESó ELODES. (Calentura) (Med.) (V. en el artículo calentura el orden segundo.) HEMATEMETESIS. (Med.) Se da este nombre á una enfer- medad que consiste en náuseas ó conatos á vomitar con expulsión de materias sanguinolentas, que constituye el género iv de la clase de fluxos de la Nosología de Sauvages. (V. fluxos.) HEMATITIS. (Mat. Méd.) [Se llama así uno de los mejores minerales de hierro: su forma exterior es amamilada ó protuberada á modo de riñones, ó estriada; presenta siempre una superficie con- vexa, y sus agujas forman en el interior un pirámide irregular. Hay pedazos que brillan, y están configurados á modo de madera algo podrida: por esto se le ha dado el nombre de hierro excisil. Este mineral brilla por adentro y por afuera; es duro, compacto, y no lo atrae el imán ; el hierro que se saca de él es agrio y quebradizo, de modo que no se le puede hacer dúctil ó maleable sino mezclándolo con otro mineral de hierro blando y floxo; en la fundición suele pro- ducir desde quarenta á sesenta, y aun á ochenta libras de hierro por quintal. En Galicia es donde se hallan las mejores piedras de hema- titis, y en laCoruña se hace un gran comercio con ellas, pues este mineral es muy estimado por su dureza, y por la propiedad que tiene de pulir los espejos, el oro en panes, el acero y los demás me- HEM 19 tales. Considerándolo únicamente por la parte que tiene relación con la medicina, advertiremos que se le ha atribuido la propiedad ads- tringente, por lo qual se ha empleado para las hemorragias del úte- ro y la hemoptisis: ha entrado en la composición de los colirios que se emplean en las enfermedades de los ojos ulcerosos ; pero consi- derando la naturaleza, los principios y las variedades de que es sus- ceptible este mineral, vemos fácilmente que es imposible fixar la dosis de este remedio, y por lo mismo será mejor que le substitu- yamos otros adstringentes mas seguros y mas susceptibles de una de- terminación exacta.] HEMATOCELE. (Cir.) * Se da este nombre á un tumor pre- ternatural en el escroto, formado por la presencia de la sangre der- ramada en las celdillas adiposas de aquella parte. Esta enfermedad suele provenir de una caída ó de algún golpe violento, que amor- teciendo la parte, ocasiona la abertura de los vasos sanguíneos que bañan la parte lastimada. El tumor es encarnado y fuerte, y se cura lo mismo que las demás contusiones. El enfermo debe sangrarse mas ó menos según su edad, su temperamento y la fuerza de la contusión: los fomentos espirituosos con aguardiente alcanforado, las compresas mojadas en aquel licor , y sostenidas por un vendaje llamado suspen- sorio , deben formar la curación de los primeros dias. Si la contusión amenazase gangrena, y los socorros que acabamos de exponer no pudiesen precaver aquella terminación, será preciso escarificar el tumor para desocupar la parte de sangre derramada que ahoga el principio vital: se aplicarán remedios antipútridos, tales como el ungüento de estoraque, y encima una cataplasma aromática: la quina pulve- rizada puede ser muy útil mezclada con los polvos de escordio, de ruda , de salvia, de axenjos, de manzanilla &c. de que se compo- nen las cataplasmas antigangrenosas. Bertrandi, Cirujano del Rey de Cerdeña, refiere en una memoria inserta en el tomo tercero de la Academia de Cirugía de París la observación de un Médico amigo suyo á quien se le hizo una gangrena en el escroto: se dexó esca- rificar , hizo poner polvos de quina sobre las incisiones, y se hizo en- volver el escroto con unas compresas mojadas en el cocimiento de aquella droga. Por este medio se detuvo la gangrena, y las partes que habia atacadas se desprendieron, quedando únicamente una úl- cera simple que fácilmente se cicatrizó. El Dr. Pringle ha hecho ex- celentes observaciones sobre la virtud antipútrida de la quina en su uso exterior: en una infusión de quina hecha simplemente con agua de fuente metió un pedazo de carne podrida, la que se restableció de tal modo á su primitivo estado, que la conservó sin corrupción por mas de un año entero metida en el mismo licor. (V. lo que se ha dicho del uso interior de la quina en el art. gangrena. ) La linfa que forma el hidrocele es á veces tan acrimoniosa que 20 HEM ulcera los vasos sanguíneos, y produce con esto un hematocele: su- cede también que la sangre derramada por causa de una herida en el escroto, degenera en el hidrocele quando la sangre ha sido desalo- jada por la acción de los tópicos. Sin embargo vemos al abrir aque- llos tumores que entre el agua que sale de ellos hay algunas porción- citas de sangre cuajada. Los autores no se sirven comunmente de la voz hematocele. Ingrassias lo usa en sus comentarios sobre Avicena en el tratado de los tumores preternaturales. Bertrandí lo ha usado en las memorias de la Academia Quirúrgica de Paris. Sobre todo la razón debe adoptarlo, pues expresa una enfermedad particular que hasta ahora no tiene otro nombre propio. * HEMATURIA. (Med.) Se da este nombre al fluxo de sangre d el de orina , ó semen sanguinolento por la uretra en ambos sexos: esta enfermedad constituye el género v de la clase de fiuxos de la Nosología deSauvages. (V. flukos.) HEMERALOPIA. (V. enfermedades del globo del ojo. ) HEMICRANIA. (Med.) Se da este nombre y el de xaqueca á un dolor agudo y periódico que acomete á los lados de la cabeza, y principalmente hacia las sienes y los párpados: constituye el géne- ro xiii de la clase de dolores de la Nosología de Sauvages. ( V. do- lores. ) HEMIPLEGIA. ( Med.) Se llama así una enfermedad que con- siste en la debilidad ó supresión del movimiento muscular, y aun del sentido de la mitad del cuerpo; esta afección constituye el gé- nero xix de la clase de debilidades de la Nosologia de Sauvages. (V. DEBILIDADES.) HEMITRITIS. (Calentura) (V. el artículo calentura en el orden de las remitentes. ) HEMORROIDES. (Cir.) * Las hemorroides, que en castella- no llamamos almorranas, son unas hinchazones varicosas que provie- nen de la estancación de la sangre ó por su lentitud en dar la vuelta por la vena hemorroidal en las ramas merseráicas ó en las de la vena porta. Las venas hemorroidales están mas sujetas á aquellas dilata- ciones preternaturales que todas las demás venas del cuerpo , pues no hay en ella músculo ninguno que por su acción procure ó facilite el corriente de la sangre; al contrario la detención de los excremen- tos en el recto, y los esfuerzos del diafragma y de los músculos del abdomen para expeler las materias estercoráceas contribuyen ala pro- ducción de las almorranas, pues impidiendo que la sangre vaya ha- cia el ano, se detiene en las venas hemorroidales, que por precisión han de extenderse y producir entonces esta molesta enfermedad. Las diferencias de las hemorroides ó almorranas son muy sensi- bles: los autores las han llamado uvales, verrucales y vesicales, se- gún las diversas figuras que representan. Sean de la figura y tamaño HEM 21 que fueren, siempre las distinguimos de las demás excrecencias si- tuadas en las cercanías del ano, en que estas confinan menos con el borde de esta parte; que solo la piel está afectada con él, sin ne- grura ni hinchazón de vena alguna como en las hemorroides. Las almorranas están sujetas á inflamarse, y algunas veces se su- puran y causan una fístula, y aun en algunas personas de mala cons- titución suelen degenerar en úlceras cancerosas. La curación de esta enfermedad se ha creido imposible, ó á lo menos sumamente difí- cil, por algunos autores; sin embargo en el dia, aunque muchas veces, nos tenemos que contentar con entablar una cura paliativa, otras veces se verifica su curación radical. La cura paliativa de las hinchazones hemorroidales se hace por medio de sangrías y por un régimen que humedezca y refresque. Exteriormente aplicamos po- madas y ungüentos anodinos, como el populeón, el aceyte de hue- vo &c. No hay autor que no cite una multitud de fórmulas exte- riores que pueden convenir en semejante caso. Quando los dolores son muy violentos, se puede aplicar sobre la parte una cataplasma anodina, ó unas compresas mojadas en un cocimiento de plantas emolientes; el medio baño con este cocimiento, con leche, ó con cal- do de tripas de carnero, es excelente, y lo mismo el vapor de estos fomentos. Después de los anodinos, en caso que el dolor sea muy grande, pasamos algunas veces á la aplicación de los narcóticos. Los purgantes aumentan el dolor causado por las hemorroides, y se necesita mucha circunspección para administrarlos; pero los que tienen menos inconvenientes son el cocimiento de la caña ó caslafís- tula ó su pulpa. Si á pesar de los remedios indicados no se apaci- guase el dolor , será preciso vaciar aquellos tumores por medio de sanguijuelas, ó quando no con una lanceta. El alivio sigue indefec- tiblemente ala evacuación de las hemorroides, pues esta hace cesar la tensión; sin embargo, muchas veces queda un derrame continuo por aquellas aberturas sumamente incómodo y muy difícil de cor- regir. # La cura radical consiste en quitar enteramente los sacos hemor- roidales ; y para practicar esta operación es preciso preparar antes al enfermo con remedios generales, como para la operación de la fís- tula en el ano. El modo de practicar esta operación es como sigue. Se coloca el enfermo arrimado á su cama boca abaxo y los pies eri tierra; dos ayudantes separan entonces las nalgas; el Cirujano toma las bolsas varicosas con unas espinzas que tiene en la mano izquier- da , y las extrae enteramente con unas tixeras, procurando sin em- bargo dexar una de las mas chicas para conservar una libre salida á la sangre, y procurar con esto el fluxo hemorroidal. El aparato con- siste en poner unas hilas secas sostenidas por medio de compresas y un vendaje semejante al que aplicamos para la operación de la 22 HEM fístula del ano. Muchas veces se hace absolutamente precisa esta ope- ración quando las hemorroides no pueden volverse á meter adentro, y principian á ponerse negras, pues entonces están muy expuestas á gangrenarse. Las curas deben ser muy sencillas: primeramente se aplican planchuelas cubiertas de digestivos; luego se emplean unas lociones detersivas, y después unas desecantes. Conviene que mien- tras dura la cura, y aun después de la curación, el enfermo guarde un buen régimen, y se haga echar de quando en quando algunas la- vativas para que los excrementos duros no lastimen una cicatriz tier- na y poco consolidada. Mr. Suret, Catedrático de Cirugía en Paris, inventó un venda- je para remediar la caída ó procidencia del ano, que contiene las hemorroides exteriores, afirmando las interiores, y sujetándolas quan- do el enfermo excrementa. El cuerpo de este vendaje es un botón de marfil hueco: para que sea mas ligero, está calado para que faci- lite la salida de las ventosidades y humedades estercoráceas que acom- pañan muchas veces la salida de las hemorroides. Su configuración debe variar según la figura de las bolsas ó tumores hemorroidales, la gordura de los sugetos, el volumen de los músculos &c. Las hemorroides de las mugeres preñadas deben mirarse con mu- cha circunspección; pues se han experimentado efectos muy funes- tos de la curación repentina de estas almorranas por la aplicación in- considerada de los remedios repercusivos. La muger que se halle en aquel estado no debe alterarse porque las hemorroides que no han fluido jamas echen un poco de sangre, pues muchas veces aquella evacuación es saludable; y quando no, una sangría suele contener el dolor que trae consigo el fluxo hemorroidal: si las almorranas cie- gas están inflamadas, duras y muy dolorosas, ademas de la sangría, se hace una inyección con un cocimiento de yerbas emolientes ó con leche caliente , ó bien con estos mismos fluidos se da un fomento á la parte. Las mugeres preñadas que padecen de hemorroides están casi siempre con detención de vientre, y por lo mismo deben tener cui- dado en tenerle corriente 'por medio de algunas ayudas, ó por me- dio de bebidas laxantes, y usando habitualmente aguas minerales. Conviene ademas que el régimen sea diluyente, humedeciente y atem- perante. * HEMORRAGIA. (Med.) [Se suele dar este nombre á toda sa- lida ó derrame de sangre (sanguis jluxus)que sale de una parte ex- terna ó interna del cuerpo de un animal. Algunos Médicos, y prin- cipalmente los Nosologistas, sin embargo han dado mas ó menos ex- tensión á la idea que expresa esta palabra. Sauvages, siguiendo á Hi- pócrates , la ha limitado á la epistasis. ( V. este artículo.) Cullen al contrario ha comprehendido en esta denominación todas las hemor- ragias activas, de las quales ha formado un orden particular, sepa- HEM 23 rando las hemorragias pasivas que ha comprehendido en el orden de las apocenosis....] (V. en la clase de Jluxos los géneros dejluxos sanguinolentos.) hemorragia. (Cir.)* Los medios que ha suministrado la Ci- rugía en todos tiempos para detener las hemorragias pueden redu- cirse á los absorventes, á los astringentes simples, á los estípticos, á los cáusticos, al hierro ardiendo, á la ligadura y á la compresión. Los absorventes y los astringentes simples solo pueden servir para las hemorragias de poca consideración: su insuficiencia en la abertura de los grandes vasos ha hecho usar el alumbre, el vitrio- lo, toda clase de aceytes y aguas estípticas ó escaróticas. Los Ci- rujanos antiguos se valian también de los cauterios, del aceyte hirviendo, del plomo derretido y del hierro ardiendo; han com- plicado la quemadura de tantos modos diversos, que para ellos era un gran descubrimiento el inventar un nuevo modo de quemar; y esto lo hacian para fruncir los vasos por medio del encogimiento que causa la quemadura. Los Cirujanos mas ilustrados fueron menos crueles, é inventaron la ligadura de los vasos. Por este medio disminuyó la timidez de los Cirujanos: la amputación de los miembros fué una operación mas segura y menos dolorosa , y la curación fué mas pron- ta. Hasta hoy se usa universalmente de la ligadura para detener la sangre, no solo en la amputación de los miembros, sino también en la operación de la aneurisma, y en las heridas acompañadas de gran- des hemorragias. Mr. Petit demuestra en una disertación publicada en 1731 sobre el modo de detener la sangre en las hemorragias, que ninguno de los medios de que se habían valido hasta entonces para detener la sangre hubiera tenido efecto sin la compresión : siempre ha sido necesario, hasta en la aplicación de los cáusticos, poner unas compresas que estuviesen sujetas y sostenidas por medio de vendas bastante apretadas para que pudiesen resistir el impulso de la san- gre de la arteria, y oponerse á la caida demasiado pronta de la es- cara que hacen los estípticos, el fuego, ó la separación prematura de la ligadura ó de la escara; sin esta precaución siempre hay peligro de hemorragia, como sucede muchísimas veces de resultas de la li- gadura ó de la escara , á pesar de las precauciones que se toman para evitarla. Mr. Petit, después de haber observado que la compresión, se- gún todas las apariencias, ha debido estar conforme con la primer idea que los hombres han tenido para detener la sangre, le da en lo perteneciente á las amputaciones todo el mérito de la novedad, ya respecto al modo de comprimir los vasos, ya respecto al uso exclu- sivo que le da, desechando en lo posible la ligadura ; observó que la yema del dedo, levemente apoyada sobre el orificio de un vaso, es un medio suficiente para detener la sangre, y que no se necesita- ría otra cosa si fuese posible tener siempre el dedo en aquella acti- 24 HEM tud , y si el muñón de un enfermo agitado pudiese permanecer mu- cho tiempo en la misma situación ; pero esto es imposible, y Mr. Pe- tit ha procurado remediarlo inventando una máquina, que segura é invariablemente hace el oficio del dedo: su descripción se hallará en las Memorias de la Academia de Ciencias de Paris del año de 1731. En las Memorias del año siguiente se hallarán varias observaciones del mismo autor, que confirman las razones y hechos apuntados en su pri- mera disertación: los facultativos podrán consultarlas para sacar de ellas la instrucción necesaria en esta materia. Mr. Morand después de adoptar la doctrina de aquel autor sobre la formación del coágulo que contribuye á detener la sangre, añade que la constricción y el achatamiento del conducto tienen también mucha parte en él; que los agentes externos que empleamos para detener la sangre se dirijen siempre á achatar y fruncir el vaso , y que son mas ó menos eficaces, según disminuyen mas ó menos la cavidad de aquel vaso. El coágulo, tan necesario para la cesación de la hemorragia, examinado en su formación , no hace mas, según Mr. Morand, que seguir la impresión que ha recibido de la arteria que lo amolda; y jamas se detendria la hemorragia si supiésemos que la arteria se con- serva en el mismo estado que tenia antes de su sección, sin haber mu- dado de forma ni de diámetro. Mr. Morand cita las observaciones mas favorables que parecen atribuirlo todo al coágulo, y presenta otras al mismo tiempo con las que prueba que la achatacion sola del vaso puede detener la hemorragia. En el artículo ligadura se hablará del método de detener la san- gre de la arteria intercostal, y en el artículo pólipo se hablará de la hemorragia que sigue á la extirpación de un pólipo. Basta observar en general, que para las hemorragias comunes la simple aplicación de las hilas, sostenidas por algunas compresas sujetadas por medio de una venda, basta para procurar la formación del coágulo, y detener la sangre. Un tal Brosardo propone cierto tópico para detener la san- gre de las arterias, el qual no es otra cosa que una escrecencia fun- gosa que llamamos agárico, del qual se hace la yesca. El modo de aplicarla es en seco sobre el orificio del vaso, sujetándole con una compresión suficiente. El agárico se introduce en la circunferencia del vaso por medio de la sangre, y en realidad es un excelente medio para detener la hemorragia, que en muchos casos nos dispensará del uso de la ligadura. (T^. agárico.) Cristóbal Encelio dice que el medio mejor y mas pronto para de- tener qualquier hemorragia son los polvos de la uva quercina, que es, según aquel autor, una especie de hongo que se forma al pie de las encinas. Concluiré este artículo copiando la doctrina de Lanfranc, famo- so Cirujano de MUan, que vivió á los últimos del siglo xm. A poco HEM 25 que se observe, dice aquel facultativo, se conocerá que la sangre viene de una arteria, pues sale á chorros, según la dilatación ó la constricción de la arteria. Pues apliqúese el dedo á la herida sobre el orificio del vaso, y téngase allí algo mas de una hora; con esto se formará un coágulo , y después se podrá aplicar con mejor suceso el medicamento conveniente, que deberá ser preparado con dos drac- mas de incienso pulverizado y una de aloes: con estos polvos sella- rá una masa de consistencia de miel con clara de huevo, añadiéndo- le una porción de pelo de liebre cortado muy menudo. Este es el mejor astringente que hay, y es muy preferible á los cáusticos, que tienen el riesgo de que se renueve la hemorragia al caerse la es- cara ; pero este consolida el vaso después de haber detenido la san- gre. Es preciso tener cuidado quando se levante el aparato de no ti- rar con fuerza el medicamento si es adherente al vaso ; al contrario, es menester volver á poner otro algo mas líquido, y esperar que cay- ga por sí mismo. Si algún obstáculo se opusiere á la aplicación ó al efecto de aquel remedio, seria preciso acudir á la ligadura del vaso. Este es el resumen de la doctrina de Lanfranc sobre las hemorragias; y me parece que ni los modernos han dicho nada mejor, ni el agá- rico puede igualarse al remedio vulnerario y astringente que pro- pone aquel antiguo. El método de tener la yema del dedo sobre el orificio del vaso durante un cierto tiempo es excelente, y no tiene duda que con esto habrá efectivamente pocas hemorragias que no detengamos con seguridad y con buen éxito. Nadie ha prescrito mejores precauciones para esta clase de curaciones; en sus observa- ciones citadas por él mismo se ve que no quitaba el aparato hasta los quarenta dias, que no tocaba el cosido de la herida, y que aguar- daba que la naturaleza misma hiciese caer el medicamento que ha- bia detenido la sangre. Nuestra vida es muy corta para proporcionar la experiencia necesaria, y seremos siempre muy limitados si no nos socorremos con la experiencia de los que han vivido antes que nosotros. La práctica presenta á veces casos muy singulares, y en que no hay mas recurso que el Ingenio y la presencia de espíritu del facultati- vo. Es facilísimo detener la hemorragia causada por el arranque de una muela, llenando únicamente el alveolo con unas pocas hilas se- cas ; y haciendo con unas compresas graduadas un punto de apoyo suficiente, que la acción de las muelas opuestas contiene con fuer- za; sin embargo este medio sale fallo en un caso particular, que es quando ha saltado la porción del hueso maxilar que forma la pared del alveolo: en un caso semejante Air. Belloit se valió de un pe- dazo de cera ablandada con los dedos, y con la qual masticó, por decirlo así, el alveolo, y logró detener una hemorragia que princi- piaba á dar cuidado, pues no habia cedido á ninguna de las tenta- TOMO V. D 26 HEP tivas mas conocidas. En el tomo tercero de las Memorias de la Aca- demia Quirúrgica de Paris se halla descrito y grabado un instrumen- to muy ingenioso que se ha inventado posteriormente para abra- zar el borde albeolar en caso que sobrevenga alguna hemorragia después de haberse arrancado una muela. Siendo difícil detener la sangre en una parte que favorece tanto la compresión , ¿quan temible no será la hemorragia que se haga en un vaso abierto en el grueso de una parte que no tenga un punto de apoyo, y que se halle en un movimiento continuo? Mr. Belloit observó una hemorragia después de la operación de la paracentesis: al retirar el trocar, la sangre sa- lía de la herida como si saliese de una gran vena abierta con la lan- ceta. El aparato le empapó inmediatamente de sangre, y no hubo compresión que pudiese detenerla, y fué preciso introducir una es- pecie de tapón de cera. Aunque esta especie de hemorragia sea muy rara, es sin embargo muy bueno estar informado de su posibilidad v del medio de curarla, pues no todos los hombres nacieron para inventar; y muchos Cirujanos, aunque hábiles, podrian tener el disgusto de ver morir un enfermo de resulta de una operación que debía serle saludable. *. HEMOLISIS. (Med.) Se da este nombre al fluxo de sangre que sale por la boca en las afecciones del pecho con tos &c. Esta enfermedad constituye el género n de la clase de Fluxos de la No- sología de Sauvages. (V. fluxos.) HENDIDURA. (Cir.) Especie de fractura muy estrecha, y algunas veces tan fina que casi es imperceptible: en tal caso se lla- ma hendidura capilar. (V. fisura.) HEPÁTICOS. (Mat. Med. y Terap.) Dexando á un lado la analogía quimérica que se creia hallar entre ciertos remedios, y los órganos destinados á preparar la bilis, tales como el hígado y el bazo; solo nos proponemos dar á conocer con el nombre de reme- dios hepáticos algunos medicamentos celebrados por los antiguos en las enfermedades de estas visceras, y cuyas propiedades útiles ha confirmado hasta cierto punto la experiencia. Reflexionando que la mayor parte de las enfermedades del hígado y del bazo, ó de las que dependen de sus afecciones, tales como la ictericia, la caque- xia , la hidropesía, los infartos y la tumefacción del vientre, las ca- lenturas intermitentes &c. dependen casi siempre de la espesura y estancación de los fluidos, que pasan por sus diversos canales, y de las obstrucciones que se forman en ellos, se ve claramente porque la mayor parte de los aperitivos, incisivos, diluyentes y estomaca- les pueden convenir en tales casos. A estas clases debemos referirlos medicamentos hepáticos. Los principales remedios, conocidos vul- garmente con este nombre, son las raices de paciencia, de acebo} de rubia, de diente de león y de cúrcuma, las hojas de chicoria, HEP 27 de agrimonia, de escolopendra, ó cien pies, de palomina, de hom- brecillo, y también el áloes &c: se añaden á veces los aperiti- vos salinos, tales como la sal de Hepson, ó sulfate de magnesia, los álcalis dulces, ó los carbonates de potasa y de sosa, los mismos álcalis puros ó cáusticos, el xabon, la tierra foliada de tártaro ó acetite de potasa &c. Como la mayor parte de estos remedios obran con bastante fuerza, se deben dar á una dosis muy moderada, ó mezclarlos con los diluentes y los atemperantes, que por sí solos han curado muchas veces las enfermedades de que se trata en este artículo. F. hepáticos. (Mat. Med. y Terap.) Este nombre se daba á to- das las preparaciones que tenian azufre combinado, tales como las aguas sulfurosas, y los sulfuretos antimoniales &c. Hoy dia debemos abandonar estas denominaciones erróneas, y servirnos de las que ha adoptado la nomenclatura metódica de la Química. (V. sulfu- retos.) F. HEPATITIS, (calentura) (V. el artículo calentura en el orden de las remitentes.) HEPATÓNFALO. (Cir.) * El hepatónfalo es una hernia del hígado hecha por el anillo del ombligo. Algunos autores han refe- rido casos particulares de tumores formados en el ombligo por una porción del lóbulo pequeño del hígado; y Mr. Luis, Secretario de la Academia Quirúrgica de París, dice que vio uno en un niño re- cien nacido, y que era un vicio de conformación. El tumor dice que abultaba poco mas que un huevo de gallina, que era de color de sangre cubierto por una membrana, que efectivamente era la mem- brana exterior del hígado. La base del tumor abultaba la mitad me- nos que su masa. El niño parecía que no sufría el menor desarre- glo en sus funciones por la presencia de aquel tumor. Quando al cabo de algunos dias el cordón umbilical, que salia por debaxo de aquel tumor fué separado, la comadre quiso hacerlo caer cortando el pedículo por medio de una ligadura: el niño manifestó con sus gritos el dolor que le causaba aquella operación, por lo qual cor- taron la ligadura: al cabo de algunos dias dice que le presentaron el niño; que el tumor le pareció sarcomatoso, indolente, y que no producía accidente ninguno, por lo qual les aconsejó que no le hi- ciesen remedio ni operación ninguna. Otro Cirujano creyó notar fluctuación en el centro de aquel tumor, y lo picó con el instru- mento cortante; pero la sangre pura que salió de él en bastante can- tidad , no le dexó pasar adelante , y tuvo bastante que hacer para detener la hemorragia que habia hecho. Aquel niño murió algunos dias después; su cadáver se abrió, y las partes fueron presentadas á la Real Academia Quirúrgica de Paris; y se vio que por un vicio de conformación de aquel niño, el hígado, por una porción de su 28 HER lóbulo pequeño, formaba el tumor del ombligo. *. HEREDIA. (Pedro Miguel de) (Biog.) Catedrático de Me- dicina en Alcalá, y Médico de Cámara de Felipe iv: escribióOpe- rum Medicorum, quatro volúmenes, á saber: Primum, in duas partes divisum, universalem continet doctrinarn de febribus. Secundum, historias epidémicas Hippocratis elucida. Tertium, de acutis tractat morbis. Quartum, p articular iítm aliquot affec- tutim tractationes perlustrat, ac de morbis mulierum, et utero- gerentium disserit. Al fin del tomo tercero se halla un tratado De somno et vigilia, necnon de natura delirii, et eius causis. León de Francia 1665, en folio. HERIDA. (Cir.) * Se llama así una solución de continuidad ó división de las partes blandas, reciente y sanguinolenta, hecha en dichas partes blandas por alguna causa externa; y así es que todas las cosas exteriores, capaces de hacer qualquiera división, pueden ser causa de las heridas. Estas causas unas obran punzando, otras cor- tando , otras contundiendo, y otras en fin cauterizando ; las que son hechas con una espada, bayoneta y otros instrumentos punzantes se suelen llamar punturas. (V. este artículo.); las que son hechas con un sable, cuchillo ú otro instrumento cortante se llaman incisiones. Los instrumentos contundentes, como los palos, las piedras y otros cuerpos duros &c., y también los cascos de granada, bomba, las balas de fusil &c. producen las heridas contusas. Las roturas hechas por medio de la mordedura de animales venenosos ó rabiosos for- man las heridas venenosas, y por último el fuego y toda especie de cáusticos produce las heridas que se conocen con el nombre de quemaduras. Estas diferencias son por razón de sus causas; pero se diferencian también por razón de su magnitud, su figura, direc- ción , y por las partes que interesan. Por razón á su figura y á la dirección, se llaman las heridas anchas, largas, profundas en figura de T, X, en la de cruz &c.: su dirección es recta, obliqüa ó transversal, entendiéndose siempre según la línea vertical del cuer- po, ó según la dirección de las fibras de los músculos; hay otras heridas en fin que están acompañadas de pérdida de substancia. Las heridas que se diferencian, según las partes en que se hallan y exigen mas consideraciones, estas ó se hallan en el tronco, en la ca- beza, el cuello, el pecho ó el vientre; de todas estas hay unas que pueden penetrar hasta las partes internas, y otras limitarse á las ex- ternas; las de las extremidades, y las que ofenden solo las partes ex- ternas del tronco, pueden interesar los tegumentos, los músculos, los tendones, los vasos, las glándulas, las articulaciones &c. Todas estas diferencias no son sino accidentales, pues las que son esencia- les consisten en la simplicidad de las heridas en su composición y en su complicación. La herida simple no es mas que una solución HER 29 de continuidad de las partes blandas hecha por alguna causa exter- na , que no exige mas que la reunión. La herida compuesta es la que se halla unida á alguna otra indisposición, que no pide una cu- ración diversa de la herida simple, como la que se hace con un instrumento cortante en partes blandas, que interesa también al hue- so, y se divide. La herida complicada es aquella que tiene ademas otra indisposición con accidentes que exigen una curación diversa que la de la herida simple. Las heridas se complican con la causa ó con alguna enferme- dad, ó con algunos accidentes. Quando el instrumento ha hecho una herida y queda dentro en la parte 'herida, está complicada con su causa. (V. cuerpos extraños.) Si alguna apostema sobre- viene á la parte herida, ó que haya fractura al mismo tiempo, la herida está complicada con enfermedad. En fin, el dolor, la he- morragia, la convulsión, la parálisis, la inflamación, la calentura, el retroceso de las materias purulentas son las complicaciones acci- dentales de las heridas. El dolor, la convulsión, la inflamación y la calentura suelen ve- nir por lo común de la división imperfecta de algunas partes apo- neuróticas, nerviosas ó tendinosas: el medio mas eficaz para que cese este accidente es deshacer las estrangulaciones que causen las tiranteces de las fibras de estas partes. El retroceso de las materias purulentas puede ser ocasionado por la exposición de una herida al ayre, por el mal régimen , por las pasiones del alma, por la aplica- ción de remedios que no convienen al estado de la herida &c. Los signos que caracterizan el retroceso de materias purulentas son la diminución de la supuración, el hundimiento ó depresión de los bordes de la herida, la palidez y mala qualidad del pus, ya sea de- masiado líquido ó espeso, amarillo y de mal olor; los calosfríos ir- regulares seguidos de calentura, de sudores fríos, con pequenez de pulso, y en fin con síntomas de depósito de pus en la cabeza, pe- cho ó alguna otra parte- Los signos de las heridas se pueden dividir en comemorativos, diagnósticos y pronósticos. Los comemorativos son las circunstan- cias que han acompañado á la herida quando se ha hecho, como la situación del herido, y la de la persona ó la cosa que ha herido; la figura 2 grosor &c. del instrumento que ha hecho la herida. Los diagnósticos de las heridas son ó sensibles ó racionales: por la vista se conoce la magnitud exterior de una herida, si tiene ó no pérdida de substancia; por el tacto, sea con el dedo ó con la sonda, se per- cibe la dirección, la profundidad y la penetración á las cavidades &c.; por el olfato se perciben los excrementos que pueden salir de ciertas partes; por el gusto se puede asegurar de la qualidad de los líquidos que salen de ciertas heridas. No siempre se percibe por los 3o HER sentiJos todo lo que hay que conocer en las heridas, pues á veces1 la razón nos hace juzgar que una herida se extiende hasta ciertos lugares, ya sea por la lesión de la acción de alguna parte, ó por la situación de la herida y del dolor, por los excrementos que salen de ella, ó que no se evacúan como antes; todo lo que se notará se- gún los conocimientos anatómicos, la reflexión &c. Los signos y pronósticos de las heridas se sacan de las partes en que están situadas, de su causa y de sus diferencias esenciales; pues considerando las partes en que se hallan, se las mirará como ligeras, graves ó mortales. Las ligeras son las de la piel, del texido celular y de los músculos, las quales no exigen sino la reunión, siempre que no estén complicadas. ( V. reunión.) Las graves son las que ocupan las partes membranosas, tendinosas, aponeuróticas, y en particular las de las articulaciones; pues el éxito de su curación es siempre muy dudoso á causa de los accidentes con que suelen estar acompa- ñadas. Se llaman heridas mortales las de los grandes vasos y de las partes interiores, aunque algunas pueden muy bien curarse, como se verá quando tratemos de ellas en particular. Las heridas hechas con instrumento cortante son menos perjudiciales, que las que resul- tan de un instrumento contundente. Se distinguen quatro estados ó tiempos en las heridas; el prime- ro es el de sangre, el segundo es el de la supuración, el tercero es quando se hace la regeneración de las causas, y el quarto quando se cicatrizan. La curación de las heridas consiste en la reunión de las partes divididas por los medios que se tratarán en el artículo reunión; pero quando una herida tiene pérdida de substancia tan considera- ble que no se pueden aproximar los labios, se hace supurar ligera- mente esta herida en el primero y segundo tiempo con los blandos supurantes; en el tercero se detergerá con los sarcóticos; y por úl- timo en el quarto se desecará y se cicatrizará con los desecantes y cicatrizantes. Se procurará poner las partes heridas en buena situación, y en términos que se halle siempre libre la circulación, evitando las impresiones nocivas del ayre, usando el aparato y medicamentos convenientes, como veremos mas adelante, prescribiendo las san- grías necesarias para impedir la inflamación &c. *. Heridas de cabeza. (Cir.) % Las heridas de cabeza son unas soluciones de continuidad recientes y hechas por encima de las ce- jas, orejas ó nuca por una causa externa. Se distinguen, por su causa en que son hechas por instrumentos punzantes, cortantes ó contun- dentes ; por su situación, á saber, pueden estar en la frente , vérti- ce &c ; por su figura, la que será diferente según la forma y el modo de obrar del instrumento, con relación á las partes heridas; así es que las hay de los tegumentos, músculos, sus aponeurosis, HER 31 nervios, pericráneo, cráneo, dura-mater y el celebro; y en fin se- gún su naturaleza. Serán simples si no exigen otro medio mas que la reunión, ó si se pueden disipar sus accidentes en muy poco tiempo con los remedios ordinarios: complicadas por la causa, como por una punta de espada clavada en los huesos, por una bala ó qual- quier otro cuerpo extraño; por enfermedades independientes de la herida ó de la causa que ha producido esta, como de xaquecas, es- tupores &c.; y en fin por accidentes, que se distinguen en primitivos quando sobrevienen dentro del término de las veinte y quatro ho- ras después de hecha la herida, ó en el momento mismo de efec- tuarla; y en consecutivos, quando se manifiestan algún tiempo des- pués: estos resultados varían según la naturaleza de las partes divi- didas, y si la lesión se extiende hasta el hueso, celebro &c. Las heridas de la cabeza exigen mucha atención: es necesario registrar todo el exterior de esta, principalmente si el enfermo está postrado, ó si sobrevienen accidentes graves. Entonces será indis- Íjensable afeytar la cabeza para distinguir mejor las mas pequeñas esiones exteriores: estas precauciones han salvado muy bien la vida de muchos heridos. Entre estas lesiones algunas de ellas son muy sencillas en la apariencia, y funestas en su conseqüencia; las menos perjudiciales son aquellas que sus partes externas ó continentes son las que están mas afectadas, y el herido se tranquiliza inmediatamente; pero hay mucho que rezelar en aquellas en que el celebro ha sufrido una fuerte conmoción, y no se pueden extraer los cuerpos extra- ños. Para exponer con orden las heridas de cabeza, trataremos con separación de las de los tegumentos, de las lesiones del cráneo, y por último de las heridas del celebro. ^[ Heridas de los tegumentos del cráneo hechas por instrumentos punzantes. (Cir.) ^f Los cuerpos punzantes, como lo son una espada, una bayoneta &c., son dirigidos perpendicular- mente ú obliqüamente con mas ó menos fuerza, y, ó no hieren mas con los tegumentos, ó penetran mas hasta llegar al cráneo. Estas heridas son á veces muy simples, aun quando se prolonguen hasta el hueso. Son mas perjudiciales en las sienes, en donde los vasos y los nervios son mas numerosos, y la resistencia de las aponeurosis mas grande. Siestas vienen con hemorragia, es casi siempre muy fácil el cohibirla, porque el cráneo ofrece un punto de apoyo; pe- ro exigen mas cuidado quando comprehenden los vasos que pasan por el texido denso de la piel, ó que penetran la substancia del hue- so. Pero como la aplicación ligera del dedo suele ser suficiente para detener la sangre, nos podemos hacer fácilmente dueños de ella aplicando la yesca ó agárico sostenido con un vendaje, que se cuidará de no apretarle demasiado, y de fixarle lo suficiente para impedir el que no se desarregle con los movimientos de la cabeza. 32 HER El accidente mas común de estas heridas es la inflamación, que tiene el carácter erisipelatoso quando afecta el tegumento. Como este accidente es freqüente, sobre todo si se abandona la herida, es necesario asimismo en las que parecen mas simples precaverle afeytando la parte, y aplicando en ella una compresa empapada en aguardiente, en el agua vulneraria, ó en el agua vejeto-mineral, san- grando al enfermo, y haciéndole observar por algunos dias un ré- gimen refrescante: si la herida es profunda, dolorosa, con tumefac- ción inflamatoria , se reiterarán las sangrías, y la dieta será mas ri- gurosa. Esta inflamación se manifiesta regularmente en los tres pri- meros dias de hecha la herida. Sobrevienen á la parte herida hincha- zón , tensión dolorosa, que se propaga poco á poco á las partes ve- cinas, y por último á toda la cabeza. En alguna hay calentura, que repite con frió, pesadez de cabeza, adormecimiento, delirio, y freqüentemente rubicundez del rostro y de los ojos. Alguna vez es- ta inflamación termina en supuración, y ocasiona abscesos detras de las orejas y sobre el cráneo, pero por lo común en los sitios mas declives; y estos casos son menos molestos, quando los accidentes de la inflamación han sido violentos. Algunos autores pretenden que en la inflamación que acompaña á la lesión de la aponeurosis, la tu- mefacción se extiende por toda la cabeza, y que en la del pericrá- neo se limita solo á las cejas, y por encima de las orejas. Pero la ob- servación no confirma estos pretendidos caracteres distintivos de ambas según los conocimientos anatómicos; pero mucho mejor la ex- periencia ha dirigido la exposición de estas señales: por otra parte, no se puede deducir conseqüencia alguna en la práctica, supuesto que los medios curativos son los mismos en ambos casos. Los accidentes de la inflamación sobrevienen del infarto de las partes, y de la irritación de los nervios colocados entre el pericrá- neo y la aponeurosis de los músculos: el uno y el otro se comuni- can hasta el celebro, de donde se origina el adormecimiento, el de- lirio &c., que pueden ser un efecto inmediato de la afección de la masa cerebral ó de la herida; se atenderá en este último caso á la causa y al asiento de la herida al tiempo en que se manifestaron los accidentes, al dolor vivo de la parte penetrada quando se toca en ella, á la tumefacción inflamatoria cuyos progresos han sido sensi- bles antes que se alterasen las funciones del celebro; y por último á un moderado sopor, quando la irritación es externa y acompa- ñada de una calentura mas fuerte. La curación consiste en destruir la irritación, y remediar los ac- cidentes. Quando la inflamación es violenta, las sangrías del brazo y pie, los fomentos emolientes y resolutivos, y las bebidas diluentes satisfacen estas indicaciones. Si se forman diferentes focos de supu- ración , y el pericránüo se separa de los huesos por interponerse la HER 33 materia purulenta, la curación es mas difícil, y mas si los huesos están desnudos en una gran parte. Para precaver estos inconvenien- tes es necesario ensanchar la herida con el bisturí, ó hacer incisio- nes hasta llegar al hueso en el parage mas doloroso de ella. Si no se interesa mas que la aponeurosis de los músculos, irritados los ner- vios pueden no estar cortados todo lo suficiente. Para hacer esta incisión se extiende la parte con los dedos de la mano izquierda; se introduce perpendicularmente la punta del bisturí hasta llegar al hueso, y se retira del mismo modo en un ángulo de quarenta y cinco grados, enderezándole al último de la incisión: un solo corte es por lo regular suficiente; pero si la situación de la herida no per- mite en manera alguna el dilatarla todo lo que sea menester, ó si el hueso está afectado, se la hace triangular ó circular. Hecha ya la incisión, los accidentes se disminuyen inmediatamente: se sangrará según la afección del celebro y el estado del pulso; se prescribirán las bebidas calmantes y demás que sean adequadas. Si no se llega á reunir pronto la herida, supura la parte, y se forma la cicatrización al cabo de cerca de tres semanas, en lugar de hacer dichas incisio- nes, se podrá, siempre que permanezca la solución de continuidad, aplicar en ella con utilidad el fuego, ó un trocisco de minio, ú otro qualquier cáustico: los buenos efectos que produce en el panarizo, nos empeñan á que aconsejemos su uso en estas circunstancias. Si hubiese ya en la herida uno ó muchos focos de supuración, aun quando no sean muy perceptibles al tacto, es indispensable el abrirlos quanto antes, para precaver la afección mucho mayor del pericráneo, el que se descompondría y saldría por los labios de ella, como lo hacen las láminas del texido celular podrido. En la estan- cación con calor y acompañada de dolor al tacto, es necesario abrir- las prontamente. La reabsorción del material contenido en estos fo- cos puede ocasionar metástasis al hígado, pulmones ú otras visce- ras semejantes. ^[ Heridas de los tegumentos del cráneo hechas por instrumentos cortantes. (Cir.) f Estas heridas simples, en que se descubre el hueso no deben reunirse prontamente, con tal que no haya una lesión considerable. Se aproximarán recíprocamente sus labios, y se les mantendrá contiguos por medio del tafetán de In- glaterra, si son superficiales, pero quando son profundas, echare- mos mano del vendaje unitivo; su compresión sostiene mejor las partes, y precave la hinchazón de ellas. En seguida se podrá apli- car el emplasto aglutinante quando principia ya la herida á conso- lidarse. En las heridas transversales de la circunferencia del cráneo, 6 en todas direcciones del vértice, se aplicará un vendolete hendido por el medio, y tan ancho como la herida; se sujetará una extre- midad con dos ó tres circunvoluciones de venda pasadas circular- IOMO V. E 34 HER mente por encima de las orejas, y por debaxo del labio inferior de la herida. Otro segundo vendolete no hendido se fixará en la parte posterior de la cabeza con los mismos circulares de venda; después se pasarán los cabos del uno por el otro, y antes de apretarlos se colocarán sobre los bordes de la herida unas compresas gruesas y anchas: si la herida está cerca del vendaje circular, producirá el mismo efecto con una simple venda, la que pasando sobre el vérti- ce, comprimirá el borde superior de la herida contra el inferior, y los extremos de los circulares se sujetarán con unos alfileres. Es necesario apretarle bastante para mantener las partes aproximadas, sin impedir por eso el libre circulo de la sangre por ella. La tume- facción edematosa, que puede sobrevenir en estas circunstancias, se disipa ella misma luego que se levanta el aposito. En quanto á las heridas longitudinales se empleará el vendaje unitivo simple, del que uno de sus extremos se halla hendido por dos ó tres partes. Si sobreviniese hemorragia, después de haber lavado la herida, se aproximarán sus labios, y la compresión del vendaje será por lo regular suficiente para detenerla; pero si advertimos que no es bas- tante, echaremos mano de la compresión inmediata, del agárico ó de la esponja. Quando se complican estas heridas con inflamación, calentura &c. ocasionadas por la compresión de una parte tendino- sa, se remediará esto prontamente agrandándolas por uno de sus ángulos, el que sea mas doloroso, ó bien abriéndolas crucialmente. Las heridas con girones y descubrimiento del cráneo, y en donde se mantengan reunidos los labios, supurarán muy poco: su conso- lidación será pronta si son simples, y si se tratan bien desde el prin- cipio ; porque las partes blandas se unen pronto con el hueso, quan- do no han estado expuestas al ayre, y su superficie ha estado siem- pre humedecida. En las circunstancias opuestas la supuración es mas abundante, verdosa, y permanece por mas tiempo; se levantan de la superficie del hueso pezoncitos vasculares, que se adhieren á las carnes que le cubren, y por este medio sus labios se adhieren com- pletamente al hueso. Si la herida viene acompañada de pérdida de substancia; si se halla abandonada, y el hueso ha permanecido al descubierto por algún tiempo, la cicatrización será mas lenta; el hueso se exfoliará, y la exfoliación será sensible é insensible. El hueso se curará del mismo modo que las carnes; se cubrirá toda la herida con una planchuela bien cargada de un digestivo simple ó del bálsamo arceo, hasta que la supuración sea consistente, y el hueso se ponga roxo y cubierto de manchones carnosos; después se curará en seco. Los espirituosos producen una exfoliación aparente, y mas ó menos gruesa, retardando la cicatrización; solo son conve- nientes quando es necesario desecar y destruir la vida del hueso ya viciado , y excitar la acción orgánica de los vasos subyacentes, que HER 35 deben separar la parte muerta por medio de la supuración. Esta supuración es regularmente tardía, y alguna vez no se verifica, aun- que la parte muerta del hueso tenga dos ó tres líneas de grueso, por- que no se forma supuración alguna en la parte viva; en estas cir- cunstancias se acelera la exfoliación haciendo muchos agujeros en la parte muerta hasta llegar á la que goza de vida con el trépano per- forativo, lo que se conocerá porque empieza á trasudar sangre: des- pués se aplican los espirituosos, se elevan dichos pezonckos, se es- tablece la supuración, el hueso se separa en parte ó en su totalidad, en forma de láminas mayores en los sitios en que se han hecho los agujeros trepanados, y mas delgadas en las demás partes, lisas al exterior, y roxas y desiguales en su circunferencia y en su su- perficie interna. Sin embargo, se puede continuar por algún tiempo la aplicación de los espirituosos, para disminuir las fungosidades; después se cura enseco hasta lograr una completa cicatrización siem- pre mucho mas pesada en formarse, quando han estado levantados los tegumentos, ó que depende de la resecación de las partes blan- das , muy laxas y muy distensibles. ^[ Heridas de los tegumentos del cráneo hechas por instrumentos contundentes. (Cir.) ^[ La cabeza por su situa- ción y por la resistencia de los huesos que la cofnponen está mas expuesta que las demás partes del cuerpo á padecer heridas contu- sas , las quales son hechas por cuerpos obtusos y contundentes, co- mo un palo, una piedra, una bala de fusil &c. Quando dichos agen- tes magullan ó contunden las partes sin solución de continuidad ex- terna, la lesión toma el nombre de contusión ó chichón, porque ocasionan un tumor formado por la sangre infiltrada ó estancada; pero si dividen las partes, las dislaceran y entumecen, esto cons- tituye una herida contusa. De las contusiones 6 chichones de la cabeza. Son las lesiones mas comunes de la cabeza después de recibir un golpe en ella; se forman en el momento en que acaece este, ó á poco tiempo después, y se hacen prominentes por la resistencia del cráneo. La contusión ó chichón se presenta regularmente sin acci- dente alguno; y aunque se puede curar por lo común sin la aplica- ción de remedios, sin embargo es mas seguro el emplear la compre- sión y la aplicación del agua de sal mezclada con vinagre. Los bul- tos que se nacen muy voluminosos, los unos son duros, y los otros blandos y con fluctuación; la sangre que los forma puede estar es- tancada ó infiltrada debaxo de los tegumentos, de la aponeurosis y de los músculos, y lo menos freqüente es entre el perícráneo y el hueso. Su dureza desde el principio anuncia la infiltración de la san- 36 HER gre en el texido celular de estas partes; la blandura indica la extra- vasación: estas dos especies de hinchazón se disipan casi igualmente con la compresión y los medicamentos resolutivos; alguna vez, ha- biendo sido antes blanda, se pone después dura y renitente, por ha- berla abandonado sin emplear los remedios convenientes: esta du- reza puede depender de la sangre coagulada, que no se ha procu- rado curar quando era susceptible de resolverse. Se remediará esto prontamente, quitando los coágulos por medio de una incisión, cuyos bordes se reúnen como en los de una herida simple. Las tu- mefacciones cutáneas son ordinariamente mas elevadas; las que tie- nen su asiento sobre los músculos, ó debaxo de su aponeurosis, son mas chatas y mas comunmente acompañadas de vivos dolores, de calentura y de los síntomas de la inflamación; entonces será indis- pensable el formar en ellas una abertura para dar salida á la sangre y detener los progresos de la inflamación. Se reunirán los bordes como los de una herida simple, aunque continúe la sangre en salir. Las tumefacciones cutáneas debaxo de los músculos y debaxo del perícráneo son por lo regular blandas en el centro, y duras en la circunferencia; se las puede confundir con un hundimiento del crá- neo , porque la parte media en donde la sangre está estancada, ce- de á la impresión del dedo, y parece estar mas hundida que la cir- cunferencia en donde la sangre está infiltrada; ó también se puede confundir con unos tumores del celebro, á causa de la pulsación de la arteria, que estén situadas debaxo de la contusión, y de las que sale la sangre que se va estancando. Esta misma equivocación tiene lugar principalmente, con relación á los niños que nacen con seme- jantes tumores contusos, situados principalmente sobre la parte me- dia de uno de los huesos parietales. Se pueden curar por medio de la compresión y los resolutivos, ó con la incisión y la reunión si se resisten á los otros medios, lo que es preferible quando el tumor es voluminoso y no se ha tratado bien desde el principio; siendo in- dispensable , si hay en él cuajarones de sangre, ó sobreviene la in- flamación ocasionada por la estancación de la sangre; en lugar que si ella depende de la escoriación del tegumento, se emplearán los emolientes resolutivos, como el agua de malvas, de manzanilla, de meliloto y de la flor de saúco con un poco de aguardiente; luego que se ha disminuido la inflamación, se conocerá la resolución de la sangre por la extensión del tumor, la mutación del color del tegumento de negro, amarillo &c., y la diminución sucesiva de la tumefacción. Si el tumor es un poco voluminoso, y el golpe reci- bido ha sido violento, es muy del caso hacer las sangrías del brazo, aun quando no haya síntoma alguno que acredite la afección del celebro. Se hará la sangría del pie á aquellas mugeres que sus mens- truaciones sean cortas: de la resultacion de la sangre que cons- HER 37 tituia estos tumores, suele quedar una estancación producida por la linfa infiltrada ó extravasada, accidente que alguna vez suele verifi- carse. Quando no hay mas que infiltración, es menester emplear los resolutivos, y hacer una incisión que penetre hasta el hueso en el caso de estancación. Nosotros trataremos de las tumefacciones he- chas por las armas de fuego en el artículo de las lesiones del cráneo. Heridas contusas en los tegumentos del cráneo. (Cir.) f Estas heridas vienen con hinchazón, pérdida de substancia, des- cubrimiento del hueso, ú otro accidente. Las heridas superficiales, que se extienden hasta llegar á los músculos, pueden venir con tu- mefacción quando los cuerpos contundentes hayan magullado su fondo, y dado ocasión á las infiltraciones en que hay estancacio- nes de sangre por encima ó debaxo del perícráneo. Si ellas son sim- ples, y sus bordes no están demasiado contundidos, se reunirán del mismo modo que se executa en las heridas hechas por instrumentos cortantes, empleando por otra parte el tratamiento peculiar de las contusiones. Pero si los bordes están laxos, la herida debe supurar; se comprimirá menos, y se curará con unas planchuelas cubiertas de bálsamo arceo, hasta que las carnes estén mas vigorizadas. Quando las heridas son á colgajo, nos conduciremos en ellas de la misma ma- nera que en los casos precedentes. Es asimismo útil el agrandarlas hacia sus ángulos desde los primeros tiempos, quando vienen con tensión inflamatoria, y magullamiento del perícráneo ó de la apo- neurosis. Estando la base del colgajo del lado de la frente ó del occipucio, se ha observado que la reunión es mas difícil, que las partes se entumecen y contraen sobre ellas mismas, se ponen duras doloridas é inflamadas, y que lo que causa mas esto reside hacia su base o en el colgajo. Para remediar estos inconvenientes, se pue- de hacer con utilidad una abertura, que se extienda desde la base de aquel hasta su punta; se da por allí una salida libre á la supura- ción; las partes se relaxan en pocos dias, y se observa en los labios de Ja herida una gran disposición á la aglutinación. Las heridas contusas de los tegumentos y las contusiones sin fe- stón al exterior, se conplican á veces con dolores vivos en las par- tes lisiadas, y en toda la cabeza, con calentura, delirio, espasmos o movimientos convulsivos en uno de los lados de la cara, afección de un ojo, y al mismo tiempo pérdida de Ja vista&c. Todos estos accidentes provienen de la irritación de los nervios, que circundan la cabeza; lo que se conocerá por el abultamiento del tumor con rubor en el centro, y por su dolor fixo y mas vivo quando se le toca. Jlntonces es necesario hacer unos cortes transversales en las ra- mificaciones de los nervios irritados y en los vasos. Se mantendrán separados los labios de la herida entre sí por medio de unas hilas- y se sostendrá por algún tiempo la supuración, si el enfermo expe- 38 HER rimenta dolores reumáticos de cabeza. Se hará una incisión en cada parte contusa de la cabeza, la que puede producir los síntomas per- judiciales que hemos pintado anteriormente; pero por lo regular siem- pre media algún intervalo de tiempo entre estos cortes quando nos vemos en la precisión de reiterarlos. De las lesiones del cráneo. En las lesiones del cráneo hechas por cuerpos punzantes hay que considerar, que quando un cuerpo punzante como lo es una bayo- neta , una baqueta de fusil &c. hiere al cráneo, puede dañarle en par- te den su totalidad, y penetrar con mas profundidad ó menos hasta el celebro. No se puede juzgar de la profundidad de la herida, quan- do está estrecha y sin accidente. Sin embargo, debemos infor- marnos si el golpe recibido fué violento, y prestar atención á si el hueso herido es delgado ó no. En este caso el menor accidente, que no se disipará menos que por una ó dos sangrías, y los demás reme- dios convenientes, nos determinará á hacer algunas incisiones en la parte ofendida. Si á los primeros dias sobrevienen calentura, dolor agudo de cabeza, y una tumefacción de la parte dañada, se puede precaver la irritación de los nervios de la parte externa de la cabe- za ó de la compresión ocasionada por la tensión de la aponeurosis y del perícráneo. Estos accidentes indican desde luego la necesidad del corte hasta llegar al hueso para descubrir la herida del cráneo: si su causa reside aun en estas partes, se disipará en poco tiempo. En las circunstancias contrarias se aplicará el trépano, y se abrirá la dura-madre para dar salida á los humores que se hallan detenidos sobre el celebro. Se han visto heridas ocasionadas por un golpe de espada, que al primer aspecto parecían que eran superficiales curarse prontamente y sin resultado alguno malo hasta el noveno dia, y aun también mucho mas tiempo después; pero en seguida de esta época sobre- venia calentura, un afecto comatoso, una tumefacción en el sitio herido y en el rostro, una rubicundez ó inflamación de los ojos, mo- vimientos convulsivos, y por último la parálisis. En este estado, si se puede executar la incisión, es indispensable para reconocer el es- tado del hueso, para proporcionar desahogo á los materiales dete- nidos , y para destruir la caries. En el caso en que la espada haya penetrado en la órbita, y en que la herida interna se halle ya cura- da , los accidentes mencionados pueden reconocer por causa un abs- ceso profundo en la masa celebral; y los únicos remedios que se pueden emplear son las sangrías, los vexigatorips, los purgantes &c; pero es indispensable el procurar reconocer si ademas de la herida hay cuerpos extraños. Alguna vez el cuerpo punzante, horadando el HER 39 hueso, produce también en él una fractura, cuyas esquirlas irritan las partes blandas, y causan accidentes mortales. Hay también en ellas otras complicaciones relativas á las afecciones del celebro, de las que se hará mención en seguida. En las lesiones del cráneo hechas por instrumentos cortantes se distinguen quatro especies de divisiones del cráneo hechas por ins- trumentos cortantes; en la primera el instrumento no ha dexado mas que una señal ligera ó superficial; la segunda es aquella en que, habiendo caido á plomo, ha formado mas que un corte recto ó per- pendicular; la tercera es quando el instrumento hiere obliqüa ú horizontalmente, formando una muesca obliqüa mas ó menos pro* funda; en la quarta hay pérdida de substancia en el hueso, el ins- trumento ha separado la porción huesosa herida de modo que se la lleva por delante , ó no se detiene mas que en las partes blandas ex- teriores. En estos tres últimos casos puede el instrumento interesar solo la primera lámina del hueso, ó penetrarlas todas, y llegar á herir la dura-madre y el celebro. Alguna vez el instrumento, des- pués de haber cortado las partes blandas en una buena extensión, ha obrado sobre el hueso de manera que la señal que dexa en él no impide en manera alguna el que reputemos la herida como simple, y el que procedamos á su reunión. Si el instrumento ha obrado co- mo cuerpo contundente, y el cráneo le ha ofrecido resistencia, pue- de llegar á producir fractura, acumulación de sangre debaxo del cráneo &c. El conocimiento del instrumento executor, el modo y violencia con que ha obrado, los síntomas y accidentes que so- brevienen en el momento en que se recibió el golpe, de estos qua- les se han disipado ya, y quales han comparecido después, servirán de norma al juicio que se debe formar sobre la lesión del cráneo y del celebro, y determinarse á descubrir aquel en mayor extensión de la regular, y trepanarle. Pero no debemos decidirnos por estas operaciones sin que precedan las señales suficientes que las comprue- ben ; en los casos dudosos lo mejor es no pasar á reunir la herida. Quando un golpe de sable, hacha &c. ha herido el cráneo per- pendicular ú obliqüamente, la división del hueso puede ser simple, sin contusión, sin fractura y sin accidente, y se puede conseguir en- tonces una pronta curación; pero esta circunstancia favorable es muy rara: por lo regular el celebro se halla afectado por el sacudi- miento que ha experimentado. Hay en estos casos fractura de la lá- mina interna del hueso, estando solo herida la externa, ó la frac- tura principia en uno de los ángulos del corte, y se extiende á mas ó menos distancia, porque la mayor parte de estos instrumentos obran como cuerpos contundentes al mismo tiempo que hieren las partes. Se distingue fácilmente la división del hueso, separando los labios de la herida; y como lo exterior de dicha división pre- 40 HER senta una separación mas grande que profunda, se puede medir su profundidad con un estilete fino. En todos los casos de haber di- visión en el hueso, sea profunda ó superficial, y executada por un sablazo ú por otro cuerpo cortante, que ha obrado con violencia, es necesario reuniría como si fuese una herida simple: si no sobrevi- niese accidente alguno, se mantendrán aproximados sus labios. Ge- neralmente hablando, es menester curar antes el fondo de la heri- da que su parte externa. La fractura que esté ya conocida nos de- terminaremos á descubrirla y trepanarla, á no ser que las paredes de la hendedura estén bastante separadas para proporcionar salida á los humores, y que no haya en ella ni esquirlas ni puntas huesosas que dañen á las demás partes. Esto se entenderá de la misma manera si sobreviene accidente alguno, si la supuración buena desde el prin- cipio se convierte de mal carácter, si la herida se hace fistulosa &c. No se diferenciará por eso en quanto á descubrir desde luego el hueso y trepanarle, si hay allí abertura alguna, y en nada se dis- minuyen los síntomas. Quando se ha separado enteramente una porción del hueso, y se adhiere á las partes blandas, es necesario, después de haber la- vado la herida con vino caliente, volver á colocarla en su respectivo sitio, y reunir las partes blandas que la cubren, sujetándolas con unas lengüetas aglutinantes, sin aptoxímar con demasiada exactitud las partes por donde deben trascolar los humores en el tiempo de la su- puración. Si la figura de la herida ó su situación no favorece en nada esta salida, se cortarán uno ó dos ángulos de ella. Se aconseja tam- bién el separar la porción del hueso de las partes blandas, las que se reunirán después á la parte cortada; pero esto solo se debe exe- cutar quando la pieza huesosa está separada en una gran parte del perícráneo, y parece estar ya destruida su vitalidad. Sí se han levan- tado una ó las dos láminas del hueso con una porción de la dura- madre , y la herida viene acompañada de pérdida de substancia, se curará con la hila seca en el primer aposito, y después con las plan- chuelas cubiertas de un digestivo simple. Si el celebro está descu- bierto ú herido, se aplicarán en él las hilas empapadas en el acey- te de trementina. La consolidación se efectuará de la misma mane- ra que en las heridas que están con pérdida de substancia, sin ex- foliación aparente del hueso, ó con separación sensible de él, como después de la operación del trépano. Las lesiones del cráneo hechas por cuerpos contundentes son la contusión, el hundimiento sin fractura, la hendedura, la fractu- ra y separación de las suturas, que son los resultados de la acción de los cuerpos contundentes aplicados sobre el cráneo. La contusión del cráneo la producen los cuerpos contundentes, que abren el cráneo, ocasionando una contusión simple ó con frac- HER 41 tura, estando las partes blandas sanas, contundidas ó divididas. Esta contusión es mas ó menos grande, se limita al hueso, ó se extiende hasta la dura-madre y celebro. Sus efectos son la rotura de los va- sos del hueso y de la substancia diploe, de donde se origina la ex- travasación de sangre , la formación de la supuración , la caries &c, la privación de la vida del hueso, ó sea su necrosis, y su acrecen- tamiento preternatural, ó llámese exóstose. No se puede distinguir la constitución de un hueso sino solo quando se manifiesta al des- cubierto. Las señales conmemorativas tomadas de la fuerza del gol- pe, los accidentes que entonces se han presentado, dependientes de la conmoción del celebro ó de alguna otra causa, la tumefacción &c. son unas señales equívocas de la contusión. Si hay, por exemplo, una herida contusa y descubrimiento del cráneo, ¿puede reconocerse la contusión por el desprendimiento del cráneo al rededor de la herida? Esta señal que se observa en algunas circunstancias de estas, no tie- ne lugar en todas ellas. Es pues muy equívoco: quizá lo seria me- nos si no hubiese entonces herida contusa en las partes blandas, ó si no afectase mas que los tegumentos. El magullamiento de la parte contundida, el dolor y otros accidentes, nos determinan á hacer in- cisiones hasta el hueso; y es muy probable el creer que si el perí- cráneo está desprendido, el cráneo está contundido, principalmente si está mas blanco, amarillo, obscuro, negro &c.; pero como los accidentes, que impiden el hacer las incisiones de las partes heridas, se han ido declarando lentamente, por lo regular no se distingue la enfermedad con claridad hasta que el hueso se halla ya muy afec- tado , y las partes blandas internas se encuentran poseidas de un vi- cio incurable. De este modo sin duda, esta afección del hueso sin lesión al exterior no puede ser conocida á priori para descubrir mas ó menos prontamente el cráneo, y juzgar de su estado de lesión, es menester atender á los síntomas, á la tumefacción edematosa de los tegumentos, la que permanece á pesar de la aplicación de los remedios y el dolor que el herido experimenta en dicha parte. La necrosis del cráneo, efecto de la contusión, se parece á la de un hueso descubierto é impresionado de 4a acción del ayre ó de los espirituosos &c. Se apodera ó de la lámina externa, ó de todo el grueso del cráneo, y debe ser exfoliada mediante la acción de las partes vivas circunvecinas. Esta separación ó exfoliación es siempre manifiesta si la porción muerta es consistente; pero á veces se efec- túa con mucha lentitud: entonces la supuración producida por las partes vivas, no encontrando salida alguna, ocasiona accidentes mas ó menos funestos, según la parte que esté afectada; regularmente se acumula sobre la dura-madre, y si el celebro y sus membranas no han estado primitivamente atacados, no sobreviene accidente alguno hasta^mucho tiempo después de recibido el golpe; y entonces la TOMO V. F 4» HER dura-madre y el celebro padecen irritación, y son comprimidos por la detención y depravación de la supuración> en este caso la calen- tura, el delirio, el sopor &c. se hacen muy respetables en muy po- co tiempo, y alguna vez no se puede conservar la vida del herido. El recurso mas urgente en semejante caso es el trépano, cuya apli- cación se multiplicará según la extensión de la enfermedad. Vale mu- cho mas aplicar muchas coronas, la una al lado de la otra, para destruir una gran porción del hueso, y dar un libre desahogo á la supuración, que no hacer una sola, casi siempre muy pequeña ó in- suficiente, en el caso de haber estancación de fluidos y afección de la dura-madre; esta membrana se adhiere con demasiada exactitud al hueso, é impide el que se trascuele el material. Se debe asimismo alguna vez hacer incisión en la dura-madre para evacuar la supura- ción que se halle acumulada debaxo de dicha membrana, ó para re- mediar el estado.de putridez del celebro; pero para afianzar el su- ceso feliz de esta operación, es necesario executarla con anticipa- ción, y quando los accidentes no acreditan una grande lesión en las funciones de dicha viscera. Asi es pues que desde luego que se dis- tingue una contusión, profunda de una porción del cráneo > ó una ne- crosis que ocupe todo el grueso del hueso, será necesario aplicar el trépano para dar salida al material, é impedir su estancación sobre la dura-madre. No se debe pues atender solo á los accidentes para determinarse á trepanar; del mismo modo que en el caso de luber una quemadura profunda de las partes blandas, cuya escara sea muy gruesa. No se fixará toda la atención á los accidentes para ha- cer las incisiones ó escarificar la parte muerta. Este precepto con- viene particularmente para las contusiones del cráneo hechas por ar- mas de fuego, de las que haremos mención en otra parte, aunque sea también aplicable al caso precedente. Las balas de fusil > la explosión de las granadas % que hieren vio- lentamente la cabeza en una dirección perpendicular ú obliqüa, ha- cen un agujero en el cráneo, ú ocasionan una fractura; solo pro- ducen la contusión quando la bala llega ya casi sin violencia, o que se resbala sobre el cráneo, y por lo regular lo hace sin herirlos te- gumentos , aunque haya una hendidura ó fractura á veces de una de las láminas del hueso, ó en todas ellas. Si no hay herida al mis- mo tiempo y la contusión de las partes blandas no es siguida regu- larmente de tumefacción repentina y como la que es producida por otros cuerpos: la contusión que ocasionan las balas es muy fuerte; sus músculos, aponeurosis y vasos son contundidos, el perícráneo se separa por lo cómun del hueso % la parte se abulta, y á veces se ha visto en ella una escara seca, y en otras no hay mas que una simple extravasación humoral con un enfisema; por último, la tu>- mefaqcion limitada desde el principio se va extendiendo poco^á po- HER 43 co, la parte se pone dolorosa &c. Algunos en el ardor de un com- bate, recibiendo un golpe en la cabeza poruña bala ya sin violen- cia, no han sentido en manera alguna el golpe; muchos días des- pués, y quando al mismo tiempo le parecía al herido que gozaba íma completa salud, le han sobrevenido los accidentes^ el dolor y los síntomas de la afección del celebro nos determinan a registrar la cabeza ; una ligera estancación acompañada de dolor indicara en estas circunstancias el parase lisiado, y la necesidad de hacer en él una abertura. Se aconseja también el hacer incisiones desde el principio en todas las contusiones producidas por armas de fuego, y lo mismo aun en las mas ligeras para precaver los accidentes y re- mediar el vicio aparente. Se pretende asimismo que es necesario tre- panar siempre que el hueso haya mudado de color, si el perícrá- neo ha sido desprendido ó separado por algún humor, porque de- baxo de la parte herida se forma supuración que irrita la dura-ma- dre &c., y ocasiona accidentes, que se manifiestan por lo común después' de mucho tiempo. Los exemplares contrarios á lo que queda dicho son muy raros, y en nada anulan la regla general. Los exóstoses del cráneo, en conseqüencia de un golpe recibido en la cabeza, son de tres especies; en la una es consistente como si fuese marfil: nosotros observamos uno semejante acaecido después de recibir un golpe en el parietal derecho, tomaba su origen en la substancia diploe, y en la lámina externa, y apenas se percibían en él vestigios de haber vasos nutricios. El otro es esponjoso, y como formado por la separación de las láminas de la substancia com- pacta. El tercero se parece á las carnes quando vegetan fungosa- mente. Estos exóstoses son duros, desiguales, alguna vez con fluc- tuación, pero sin pulsación; son insensibles, y se aumentan en su tamaño lentamente desde su principio; después sus progresos son rá- pidos, y acompañados de dolores sin orden, que se extienden á to- do el cráneo, y otros accidentes respetables. En todas las ocasiones en que el exóstose se halla situado en sitio que puede sufrir la ope- ración , es necesario ponerle de manifiesto por medio del instrumen- to cortante mucho mejor que con los cauterios, y extirparle con la legra, el trépano, las tixeras, la gubia y los cauterios actuales en su totalidad si tiene una base estrecha y pequeña, y por partes si es ancha y voluminosa. Quando se encuentran fungosidades en el tu- mor, se las destruirá con el cauterio actual, que se aplicará cada dos ó tres dias según la sensibilidad del enfermo, la cesación de los síntomas y de los resultados. Si este método curativo no es sino pa- ra paliar, al menos disipa los accidentes, detiene los progresos del tumor, y se alarga la vida del paciente. La caries, efecto de la contusión, es una corrosión del hueso •casionada por la depravación de los xugos nutritivos, que se detie- 44 HER nen en el perícráneo, en las láminas del hueso, ó en su substancia diploe. Sus progresos, que son regularmente muy lentos, se mani- fiestan principalmente al exterior. Esta enfermedad principia por un tumor pastoso en el sito contundido, el qual se extiende y se hace mas blando. Está acompañado de dolores, rubicundez de los tegu- mentos, calentura continua, frió, y alguna vez delirio y sopor. Abriéndose el tumor, sale un material sanioso y fétido, al paso que se encuentra el hueso desigual y lleno de agujeritos. En este caso es indispensable el descubrir la caries por medio de la incisión, y destruir todo lo que está afectado con la legra si el mal es superfi- cial, y si es profundo con el trépano, cuyas coronas se multiplica- rán según la extensión que coxa la caries. La caries del cráneo proviene también de causa interna. La mas freqüente es la que proviene del vicio venéreo, el que desde luego ataca por lo común al perícráneo : en estas circunstancias esta mem- brana forma un tumor duro circunscripto, mas ó menos prominen- te , inmoble, doloroso, sin calor ni mutación de color en los tegu- mentos, lo que ha hecho el que se confunda con el exóstose, y se llama periostose. Es homogéneo, blanco, compacto como la grasa, y permanece largo tiempo en este estado. Si llega á hacerse absceso, ocasiona la caries con erosión, ó baxo la forma de necrosis. Noso- tros conservamos muchos cráneos de una y otra especie, en los que la necrosis tiene mas extensión por fuera del cráneo, y en donde se distinguía un principio de separación de la parte muerta que se ma- nifestaba por un surco ancho y profundo. Si el tumor es reciente y sin caries, se puede conseguir su resolución por medio de los tópicos mercuriales, administrando cada tres dias dos dracmas del ungüento de mercurio compuesto, precedidas de un baño. (V. venéreo.) Del hundimiento del cráneo y su fractura. Este hundimiento ó depresión permanente de una parte del crá- neo forma tumefacción ó eminencia á lo interior de él sin solución de continuidad; no puede verificarse mas que en los niños. Es me- nester no confundir esta subintracion con la que viene acompañada de fractura, la que se percibe con el dedo comprimiendo el tu- mor; con las depresiones naturales del cráneo, ó con las que son ocasionadas por golpes con tumefacciones irregulares del hueso, ó en conseqüencia de la operación del trépano, del tratamiento de una caries &c. El hundimiento del cráneo produce siempre mutaciones en el celebro; alguna vez vuelve la razón á personas que hasta entonces han sido estúpidas &c Pero lo mas regular es que sea perjudicial. Si se pueden disipar los accidentes con las sangrías, las bebidas HER 45 y otros remedros, se dexará la parte contundida ó subintrada, y que- dará ya para siempre en este estado ;por el contrario, si son graves y se resisten á la aplicación de los remedios, será necesario levantarla. Las ventosas, los emplastos aglutinantes obran solamente sobre los tegumentos; por tanto no pueden satisfacer esta indicación al paso que pueden ser perjudiciales afectando las partes en donde se apli- can. Lo mismo se entiende de la aplicación del tirafondo sobre la parte deprimida, la que primero se manifestará por medio de la inci- sión. La dificultad de penetrarla con él, la compresión que origina en el centro de la subintracion, el riesgo de herir la dura-madre y el mismo celebro, en fin su ineficacia para levantar la pieza , deben proscribir para siempre su uso. Vale mas, después de poner á des- cubierto al cráneo, aplicar el trépano al lado del hundimiento , el que se levantará con el elevador metido por la abertura que aquel le proporciona. Las soluciones de continuidad en el cráneo por una causa con- tundente son la fractura, la hendidura, y la fisura ó grieta. Su di- ferente nomenclatura depende del grado de su separación entre los bordes de la división. En la fisura se tocan recíprocamente, y por lo común no afectan las dos láminas del hueso: en la hendidura es- tan un poco separados; y en la fractura están aun con mas distan- cia, y alguna vez con piezas bien divididas. Si acaecen en otro sitio diverso del que recibió el golpe, se llama contra-fractura, ó frac- turas por un contragolpe, las quales son diferentes según el sitio que ocupan, como si es en la frente, occipucio &c., según la lámi- na interna ó externa que queda entera, según la parte opuesta al si- tio contundido &c. Todas las fracturas en general son simples, com- puestas ó complicadas. La fractura simple es la que viene sin acci- dente, presenta solo una línea de división recta ú obliqüa de mas ó* menos extensión en el hueso mismo, en sus inmediaciones, y en diferentes direcciones. Los bordes de la división se tocan en ciertos casos, y en algunos hasta tres líneas de su distancia. La compuesta tiene muchas líneas de división. Si nacen de un centro común en divergencia, es una fractura estrellada. Quando una porción del hueso está enteramente ó en la mayor parte separa- da del todo, es una fractura con esquirlas, las quales pueden que- dar en su debido sitio ó hundidas. La que viene con subintracion es por lo regular de mas extensión hacia dentro del cráneo que ha- cia afuera, principalmente si la esquirla está al nivel. La pieza sub- intrada puede herir ó punzar la dura-madre y el celebro , ó sola- mente introducirse entre estas partes. Por último, la fractura viene algunas veces con separación de las suturas, ó rotura de los dien- tes de ellas; y en otras ocasiones solo hay dicha separación ó ro- tura sin que se fracture el cuerpo del hueso. 46 HER La fractura se hace complicada por su causa, sobre todo quando es producida por armas de fuego ó por cuerpos débiles que se rom- ped en el mismo cráneo. Viene también con herida, contusión £ h■partes blandas externas, ó lesión de la dura-madre, del ce e- £o ó sin afección de estas partes. Puede también estar complicada conocientes, que serán primitivos ó consecutivos, y dependerán Tja compre ionq de las partes blandas, ó de su lesión ocasionada por las°SSTfracruradasÍHay fracturas acompañadas de rotura de íasoTque penetran á la substancia del hueso, oque se "yen por su LpeVficie, ó con herida de los senos de 1- ^ra-madre en- tonces seV>ede formar en el momento mismo en que acaece la fcacTuraunTaUmalacion mas ó menos considerable, que produci- rá accidentes, que se llaman primitivos, los quales podran también depender de afesquirlas, de las piezas de los huesos subintrados o que puncen las membranas y el celebro. Quando la fractura viene sin hundimiento, sin extravasación de sangre procedente de la solu- ción de continuidad del hueso, día por sí misma no ocasiona acci- dente alguno primitivo, pues casi siempre son consecutivos, porqae b trasudación de las partes divididas ordinariamente producen des- pués de algún tiempo una estancación de xugos, que puede ocupar ya fa parte interna ya la externa del cráneo, según la disposición de la fraCTodas las fracturas del cráneo son efecto de una fuerza sufi- ciente para mudar prontamente su figura mas allá de lo que permite su ducSdad; se verifican en el sitio que sufre una prolongación mas con iderable. Así es que un hueso muy grueso V ¿enso se frac- Tura eme tanto que el inmediato, aunque mas delgado y menos compacto, queda intacto. Pero la fractura se verificara en el sitio comund?do?si el cuerpo que sacude es angular, ó si obra con brisote una pequeña porción de la cabeza, como una bala des- pedida por un cañón, porgue entonces este sitio del cráneo presenta menos rWistencia , y la acción del cuerpo contundente es demasiado pronTaTar^Comunicarse á las otras partes. Un cuerpo obtuso sera mas Sen el que produzca la contrafractura. Como el sitio contun- dido no cede nada, ó si se presta es bastante flexible para que sus phicipL unLtes no se separen demasiado, y; en uno y otro caso ?^ sacuSiento que ha recibido se comunica á Jas partes inmedia- t s Us qué mudln mas su figura y son menos flexibles , se romper, cornos Sn golpe deigual intensidad las hubieseher.do ,nmedutamen- te Emóncef la cabeza ha sido sacudida con violencia, ó el hueso ha sh do puesto al descubierto, ó el sitio henio se halla contuso , ober, oo queda lesión alguna. En el primer caso se ^c0^r^!u^ por la vista, el tacto y la sonda, separando los labios de la herida. £ ella principia solo por uno de los ángulos de la solución externa, HER 47 y se continúa á mucha distancia, es necesario entonces agrandarla según la dirección que presente la raya de la fractura, y según el trayecto de la tumefacción aparente. Si la fisura es muy estrecha, se descubrirá legrando el hueso. La depresión, la movilidad, y la desigualdad délas piezas divididas, hacen palpable la fractura que está acompañada con subintraccion. Si hay en ella contusión, por el tacto se reconocerá el simple hundimiento en la resistencia del hueso sin crepitación ; la subintraccion con fracturaen la depresión sucesiva de las partes hundidas, acompañadas de una crepitación di- ferente de la que hace un enfisema. Pero quando no viene con sub- intraccion ni vacilación de las piezas, ¿ cómo se conocerá la frac- tura? Las señales conmemorativas son suficientes : quando se conoce el instrumento que ha herido la cabeza , su consistencia y la fuerza y dirección del golpe, la debilidad ó disposición del cráneo á rom- perse en el sitio contundido, mas bien que en qualquier otro y y la tumefacción, serán señales ciertas del parage que ocupa la fractu- ra. Esto mismo se dice de los signos racionales en el primer tiempo. Efectivamente la caida del herido, la pérdida de conocimiento, la parálisis y la convulsión, la hemorragia de narices r boca y oidos son accidentes freqüentes en las lesiones de cabeza; pero alguna vea llegan á verificarse sin haber lesión en los huesos del cráneo. Estos son pues los accidentes consecutivos , síntomas de la compresión del celebro, que obligan á poner á descubierto el cráneo r y por con- siguiente á abrirle para reconocer la fractura sin confundirla con la separación de una sutura de con el hueso vormiano que contenga, de con un sulco formado por los vasos, y en fin de con la impresión que ha formado el bisturí al tiempo de hacer la incison. Si la frac- tura existe en la lámina interna del hueso, y el perícráneo se ha separado de este, na es necesario seguir el dictamen de los céle- bres Prácticos, que aconsejan el que se trepane dicho sitio, porque á veces hay fractura sin desprendimiento del perícráneo y recípro- camente. El sonido como de una cosa cascada , que produce et hueso descubierto quando se le ha contundido, no es un indicio menos cierto de la existencia de la fractura. El mal estado de la he- rida sin accidente alguno exterior, parece mejor merecer nuestra atención. Pero es indispensable el concurso de otros resultados para determinarse á practicar la operación del trépano. Esto mismo ser entiende quando la herida no dexa al descubierto el cráneo. Si vie- ne acompañada de separación de las suturas , se prescriben algunas veces las desigualdades, ó se distingue según su dirección un tumor blando y oblongo formado por un fluido extravasado, acompañado- regularmente de accidentes que dependen de la irritación de las par- tes blandas divididas, y otras veces sin resultados ni tumor apa- rente por lo que hace á los primeros dias. 48 HER Quando no se observa en la cabeza vestigio alguno de lesión, no se puede juzgar de la existencia de la fractura hasta después que se presenten los síntomas propios de la compresión del celebro, ó des- pués de una tumefacción formada á lo exterior del cráneo, y oca- sionada por los xugosque trasudan los vasos del hueso ó de las mem- branas que le cubren. Como no se puede reconocer por el tacto el vicio tópico del hueso, es menester prestar atención á que dicha hinchazón sea sensible ai tocarle, ó que los síntomas indiquen el asiento positivo de una acumulación en lo interior del cráneo, á la que debemos proporcionar la salida. Para disipar este tumor, que generalmente hablando es demasiado lento, se aplican las cataplas- mas de la simiente de lino &c., y se abrirá el punto que esté mas edematoso. El diagnóstico de las contra-fracturas es el mismo que el de las fracturas acaecidas en el sitio que se recibe el golpe sin herida ni contusión. En estas circunstancias es necesario registrar con cuidado toda la cabeza para observar si hay alguna parte edematosa, abul- tada ó mas dolorosa al tacto; se hará la abertura para reconocer el estado del cráneo. El pronóstico de las fracturas de dicha parte se saca de su asien- to , de su magnitud, de los accidentes que las acompañen &c. Toda fractura, situada ó prolongada hasta la base del cráneo es mortal á causa de la extravasación humoral, á la qual no se puede dar salida, y de la separación de las partes divididas que no se pueden reunir, y por otros motivos semejantes.Estas soluciones, en las que las su- turas están desunidas, son casi siempre mortales, principalmente sí está abierto algún seno venoso en el sitio que no se puede mani- festar. Las que se presentan con subintracion de las piezas, las que no se pueden quitar ó levantar, ó están complicadas con lesión del celebro son mas peligrosas. La que tiene su asiento en los lados de los senos frontales, con pérdida de substancia en la lámina externa del hueso, es mas difícil de curar á causa de la entrada del ayre, y en algunas ocasiones resulta de ella una fístula. Las fracturas con mu- chas líneas de división son generalmente menos peligrosas que las hendidas y las contra-fracturas son reconocidas mas pronta y fácil- mente; el celebro ha sufrido mucho menos ; y se remedian con mu- cha m'as facilidad el vicio de los sólidos y los accidentes que depen- den de él. Se debe tener presente también la edad del herido, su temperamento, y otras afecciones preternaturales del cuerpo que de- pendan del golpe ó de otra causa qualquiera. ^ Toda fractura del cráneo exige por sí misma la operación del trépano. Si viene con hundimiento , ó esquirlas que hieren el cele- bro ó á sus membranas, y sin separación, por la qual se puedan re- mediar estos desórdenes, dicha operación parece indispensable para HER 49 colocar el hueso en su debido sitio ó para levantarle. Si en estas circunstancias se han curado los heridos sin trepanar el cráneo, estos exemplos son raros, y no destruyen la regla general: algunas veces la separación de los huesos, el desprendimiento de las esquir- las ha suplido por la operación, dando desahogo á los humores para que compriman menos el celebro: en otras ocasiones los heridos han experimentado accidentes muy peligrosos, que se hubieran evitado muy bien con el trépano: si algunos se han visto libres de ellos, es- tos son hechos extraordinarios, que tampoco forman excepción de la regla general. Las fracturas sin subintraccion pueden no exigir dicha operación quando hay en ellas una separación de las partes divididas, que permite la salida libre de la sangre ó de los humores: sin esta circunstancia se debe trepanar, á causa de que la dura-madre se en- cuentra regularmente desunida del cráneo en el lado de la fractura, de que sobreviene inflamación &c., ó de que la extravasación que acom- paña ó subsigue á las fracturas viene con accidentes mas ó menos executivos. Si algunas fracturas, y lo mismo las producidas por ar- mas de fuego, han sido curadas sin la operación del trépano después de la exfoliación de una lámina del hueso, ó de todo el grueso del cráneo, accidente que manifiesta su necesidad, del mismo modo han perecido heridos por haber dilatado una operación que no era peligrosa. Quando la separación de los bordes de la fractura evita el que se trepane, es necesario cuidar de dar salida por los dos lados al flui- do que se halla detenido sobre la dura-madre; porque esta puede quedar adherida^á uno de sus bordes, y retener allí la sangre, como lo hemos observado en la separación de las suturas, ó si esta es muy pequeña para que se pueda distinguir la estancación humoral debaxo de dicha membrana, y abrirla, en este caso los accidentes peculia- res de dicha acumulación, aunque tardíos, estos solos dirigirán bien al Cirujano. Se atiende á quales son sus indicantes: sin embargo esta detención necesaria es por lo regular muy nociva; porque esta acu- mulación puede hacerse muy respetable antes de manifestarse; ó si es ligera, no se hace sensible mas que quando el fluido extravasado y alterado ha determinado una supuración perjudicial, acompañada de calenturas , fríos irregulares &c. En todos estos casos pues es muy conducente el trepanar. Las heridas de la dura-madre y del celebro, ocasionadas por un cuerpo cortante, pueden ser reputadas como simples, y se curan casi con poca diferencia con la misma facilidad que las de la mayor parte de las visceras, si los humores pueden tener un libre desahogo , y si se puede detener la sangre de los vasos que estén abiertos. Las he- ridas producidas por cuerpos punzantes son siempre mas perjudicia- les , porque no se distingue bien su profundidad , y dan lugar á que TOMO V. G 5° HER sobrevéngala extravasación de sangre, la inflamación y la supura- ción. Por lo regular están indicando la operación del trépano , la que es necesario executar antes que se verifiquen los síntomas de la compresión de celebro ó de la inflamación. Los cuerpos obtusos pe- netran hasta el celebro, y le hieren sin interesarle algunas veces. Los primeros son regularmente aquellos que son dirigidos por las armas de fuego, como los fusiles &c. Las heridas que llegan hasta es- ta viscera, aunque muy profundas, son en algún modo menos per- judiciales que las que resultan en conseqüencia de la aplicación de cuerpos contundentes de otra naturaleza. Desault dice haber visto curada una persona herida por una bala de fusil, la que entrando por las ventanas de la nariz, habia horadado la base del cráneo , atrave- só los lóbulos anteriores del celebro , y penetró el hueso coronal dos dedos al través de su unión con los parietales: y de otro herido, cuya bala habia pasado por la parte superior de uno de los parieta- les , y habia salido por el lado opuesto. En estas clases de heridas el celebro no experimenta conmoción, y solamente se hiere en el tra- yecto por donde va pasando. Si no quedan dentro cuerpos extra- ños, si las aberturas hechas por la bala ó por el trépano permiten la libre salida de la supuración, estas heridas, aunque muy graves en apariencia, serán mas susceptibles de admitir curación en el mayor número de casos, que las que son ocasionadas por alguna otra cau- sa , y cuyo desorden parezca infinitamente menor. Estas se curan de la misma manera, aun quando los cuerpos extraños permanezcan en el celebro. Hay exemplares de balas que se han llegado á perder en la cabeza sin haber puesto obstáculo alguno para que se curasen ni causar desorden alguno; pero se han encontrado después de la muer- te en la substancia misma del celebro. De este mismo modo las he- ridas de esta viscera no son enteramente mortales de necesidad, y se puede hacer en ella incisiones, y también separar una porción de celebro en los casos necesarios. Los cuerpos contundentes pueden herir el celebro ó sus mem- branas sin llegar á interesarlas, sea que obren inmediatamente sobre la cabeza, ó sobre partes distantes de ella, como en los pies, ro- dillas y nalgas, por exemplo en una caida violenta ó repentina. En el primer caso la acción del cuerpo contundente puede afectar el cráneo solo, ó el cráneo y las partes blandas que le rodean, ó so- lamente estas: en el segundo caso no perjudican mas que al celebro ó sus membranas. Las lesiones que experimentan estas partes son un efecto de la conmoción que se comunica desde la parte herida hasta el celebro. Este sacudimiento ó conmoción es mas ó menos con- siderable según la resistencia del cráneo y la violencia del golpe. De este mismo modo la conmoción es ligera en los sugetos jóvenes, 6 quando no viene acompañada de una grande fractura del cráneo; HER 51 pero si queda entero, ó se encuentra poco fracturado, obrará en ra- zón del esfuerzo con que se hizo la percusión: obrará con especiali- dad sobre la dura-madre ó sobre el celebro y la pia-madre; y las lesiones que ocasionará serán del lado de la parte herida ó en otros sitios mas ó menos distantes, pero principalmente en la parte opues- ta; y entonces se llama lesión por contragolpe, ó simplemente con- tragolpe interior. La dura-madre puede separarse del cráneo en fuerza de un gol- pe ó de una caida en el sitio dañado; ó de otro modo sin que ha- ya fractura , como se ha observado alguna vez. Esta separación pro- duce una acumulación de sangre, ouyo diagnóstico y tratamiento cu- rativo serán los mismos que los que se emplean en las extravasaciones sanguíneas en el cráneo. Pero el efecto mas ordinario de la conmo- ción sobre la dura-madre es un infarto de sus vasos inmediatamente debaxo del sitio afecto, ó en la región diametralmente opuesta, ó bien en el vértice en el caso de una caida sobre las nalgas sin que la cabeza haya sido afectada. Este infarto no ocasiona primitivamente accidentes graves. El herido se queja de dolores lancinantes, inter- mitentes , fixos, y con una extensión mas ó menos grande. 'La san- gría reiterada, según las circunstancias, es en esta ocasión el remedio mas seguro. Juzgamos que se ha resuelto esta estancación porque se disminuyen los dolores, $ de su disipación porque llegan á cesar. Pero si permaneciesen estos, y se declarasen'nuevos síntomas, como la calentura, el frío, el delirio, el sopor, la rubicundez de los ojos &c. rezelaremos que se forma la supuración: en este caso las sangrías en nada disminuyen los accidentes, ni las cataplasmas, ni la supuración externa hecha por el arte con los vexigatorios; es in- dispensable pues el practicar la operación del trépano. Esta obstrucción é hinchazón de los vasos puede también pro- ducir una elevación sarcomatosa, llamada fungo, tumor que pro- viene mas freqüentemente de causa interna, y que nace indistinta- mente de diferentes puntos de la cabeza, y en uno ó muchos sitios de la cara externa de la dura-madre en su superficie externa. Se asemeja en su principio á unos pequeños fungos de esta membrana, que se encuentran á cada paso en las subintracciones del cráneo de los cadáveres. Vegeta principalmente del lado del hueso, le altera, ataca sus partes integrantes, se consume y destruye de dentro á fue- ra con la compresión , y quizá con las pulsaciones continuadas del celebro. Después que ha perforado el cráneo en una extensión mas ó menos considerable , se presenta al exterior, se propaga y adquie- re un tamaño mayor ó menor: la abertura del hueso también se au- menta, y forma un reborde áspero, irregular, y se adelgaza en su borde interno: otras veces tiene unas puntas elevadas que penetran en la substancia del tumor, ó viene con rodetes desiguales, mas á 52 HER menos gruesos, formados por la tumefacción del texido esponjoso del hueso. Quando el tumor no es muy manifiesto, apenas es posi- ble distinguirle, y lo mismo por los dolores: su perseverancia , en conseqüencia de un golpe con preferencia, puede á la verdad deter- minarnos á descubrir y trepanar el cráneo; pero entonces esto solo es un reconocimiento de la causa. Si el tumor es externo, ve aquí sus caracteres: su tamaño es vario desde el volumen de un hueso pe- queño hasta el de un puño; es circunscrito en la abertura del hueso, desigual, ordinariamente sin afectar los tegumentos, los que sin em- bargo alguna vez están edematosos, desde luego sin dolor, después se hace doloroso por la comezón que hay en las asperidades del hue- so, como lo comprueba el alivio de los enfermos por la repulsión; es duro como el sarcoma, inmoble por los lados, con movimiento pulsativo isócrono, con relación á la circulación, sin fluctuación, poco voluminoso; y desaparece quando se comprime, pero luego vuelve inmediatamente á comparecer. Por estas señales se distinguirá el fungo de los lobanillos cutáneos , que son poco renitentes y movi- bles en todas direcciones: del aneurisma, cuyo movimiento de pul- sación consiste en la elevación de la totalidad de la masa del tumor; de la hernia celebral, que es un tumor blando, muy poco voluminoso, y regularmente de nacimiento. Los accidentes del fungo varían según su volumen, su asiento, y las complicaciones accidentales que tenga. Los dolores continua- dos en el sitio del tumor cesan ó se disminuyen con la compresión reductiva. Pero de esto resulta el deslumbramiento, la obscuridad de la vista, una titifilacion ó zumbido en los oidos, debilidad en todos los miembros, aturdimientos y desvanecimientos. La compre- sión sola de la fungosidad sobre el celebro da lugar á que ocurran sín- tomas perniciosos, como la pérdida de la memoria, el delirio, la pa- rálisis , la cardialgía, el aumento de los dolores de cabeza &c. Los tumores fungosos de la dura-madre son siempre muy res- petables , y regularmente incurables, sobre todo si son muchos, si su asiento le tienen cerca de la base del cráneo, y si su extensión es indeterminada del lado de la dura-madre. Quando son antiguos y voluminosos, recaen en un sugeto débil ó de mala constitución, es menester emplear unos medios paliativos, como las sangrías del pie ,una compresión suficiente para impedir que el tumor esté como picado por las asperidades del hueso, el uso de los calmantes ó narcóticos &c. Quando el tumor es incipiente y se conoce bien , se debe emprender su curación, si su localidad permite el emplear los recursos del arte. De este modo pues se descubrirá haciendo una in- ciskí: crucial en los tegumentos, ó circular á su base: en seguida se quitará el hueso que le cubre con el cuchillo lenticular si su borde es cortante ó delgado; con el trépano si el hueso es consistente, HER 53 y por último con el escoplo, martillo de plomo, y tixera si son in- suficientes el trépano y la legra. Quando las circunstancias locales son ventajosas, no hay que rezelar nada del procedimiento opera- torio , ni de la gran pérdida de substancia. Después de haber le- vantado el círculo huesoso, si el fungo está enquistado, se estirpa- rá su membrana todo al rededor por su base, y si es pequeño se emplearán los polvos aromáticos, desecantes ó cataréticos suaves; pero sí es voluminoso no se podrá menos de acudir con los caute- rios, ó extirparle con la ligadura y el hierro. De la conmoción del celebro. Quando un golpe violento ocasiona una conmoción del celebro, se presentan inmediatamente los síntomas llamados característicos de dicha conmoción, aunque dependan de su efecto; tales son el deslumbramiento, el aturdimiento, la repentina pérdida de conoci- miento, la caida del herido, la parálisis, la pérdida del habla , el vómito bilioso, la incontinencia de la orina y de las materias ester- coráceas, la debilidad del pulso, la efusión de sangre por las nari- ces , por la boca, por las orejas, según que la conmoción haya pro- ducido en estas partes la acumulación ó la rotura de algunos vasos. Estos síntomas no se manifiestan siempre todos juntos. Su número, su fuerza y su duración están en razón del grado de la conmoción y de la lesión de las diferentes partes del celebro. Si el sacudimien- to es violento , puede ocasionar una muerte rápida ó muy pronta, ó bien caer el herido en un sopor profundo, en un delirio , en las con- vulsiones , y quedar sin conocimiento. Quando la conmoción se ha verificado en el lado opuesto al sitio que ha recibido el golpe, al- gunas veces se queja el sugeto de haber sentido una especie de pul- sación en el instante mismo en que acaeció el choque. El desorden del celebro, efecto general y primitivo de la con- moción , no consiste á veces mas que en una suspensión mas ó menos prolongada en el curso de los líquidos; en este caso se pueden res- tablecer mas fácilmente las funciones de esta viscera; en otras oca- siones hay alguna lesión de su substancia como aplanamiento, equi- mosis ú otras señales propias de una contusión, rotura de varios de sus vasos, ó de los de la pia-madre; y entonces se producen diferen- tes enfermedades mas ó menos respetables, á saber: la estancación sanguínea, la obstrucción de los vasos, la gangrena, la inflamación, el absceso, la estancación de la supuración ó del suero, y en fin tu- mores escirrosos ó carcinomatosos del celebro. Sus síntomas, llamados de la compresión, porque en efecto la masa celebral se comprime, son el dolor fixo en un sitio de la cabeza, el adormecimiento, la pérdida del conocimiento &c. Comparecen solo algunas horas ó al- 54 HER gunos días después del golpe; á veces sin los síntomas de la conmo- ción , ó con estos mismos, y en este caso se suceden después de me- diar una interrupción decidida , ó se confunden con ellos. Todos es- tos síntomas se diferencian aun con relación á su naturaleza, según la clase y el asiento de la lesión. De este modo, quando el sopor, la pérdida de conocimiento, y los demás síntomas referidos acon- tecen al día siguiente de recibir el golpe, ó algunos dias después, el celebro está comprimido. Sucederá también esto mismo si el herido, después de haber perdido el conocimiento desde el momento en que acaeció el golpe, le recobra por algunos momentos para volverle á perder de nuevo; pero si no se verifica esta interrupción, ó se es- capa de la observación del Cirujano, los síntomas de la extravasa- clon, y principalmente el llevarse el herido automáticamente una mano á dicho sitio de la cabeza , y la inclinación á estarse acostado de un solo lado, indicarán que hay una compresión ó lesión en una parte del celebro. Por fortuna esta circunstancia es tan rara, que si la pérdida de conocimiento y el adormecimiento continúan desde el momento del golpe, se deben referir estos síntomas á la conmo- ción, y en manera ninguna á la compresión. Para determinar mejor los medios curativos, es útil hacer refe- rencia de las señales de cada especie de lesión; porque esta es la causa de los síntomas, y no su naturaleza, la que determina la elec- ción de los remedios curativos; pero regularmente es difícil conocer esta causa, porque unos mismos síntomas son comunes á diferentes afecciones del celebro, y las señales son algunas veces tan poco sen- sibles , que es necesaria mucha experiencia y sagacidad para poderse enterar de ellas. Si no se observa lesión alguna en el hueso, y si, no obstante, una pieza de la lámina interna de él, ó una esquirla punza y comprime al celebro, entonces el dolor, la calentura y el ador- mecimiento en nada ceden á los medios sencillos que se emplean, manifiestan una afección local particular, y al mismo tiempo indi- can el trépano para descubrirla y remediarla. El infarto de los vasos celébrales puede ser ocasionado por una estancación, ó confundirse con esta, pues que produce el sopor pro- fundo, el delirio, la calentura &c. Su carácter es difícil de distin- guir; y el dolor errante en una gran parte de la cabeza; la debili- dad y la postración de fuerzas del herido; su cabeza conducida de un lado á otro; la dificultad de respirar; la tumefacción del rostro y cuello; la rubicundez de los ojos manifiestan la inutilidad de la ope- ración del trépano. La extravasación de sangre se forma mas regularmente en el ins- tante de suceder el golpe: es mas ó menos pronta y mas ó menos considerable, según el número y calidad de los vasos dilatados ó rotos, y según la resistencia de las partes vecinas. Si está con frac- HER 5$ tura, es éntrela dura-madre y el cráneo, y también alguna vez está en dicho sitio sin haber fractura. Si es el resultado de la conmoción ó de un contragolpe interno, ó si se forma entre la dura y pia madre cerca de los senos, ó en la substancia del celebro, y casi siempre en el sitio diametralmente opuesto al que dio el golpe. Quando es pronta y considerable, sus síntomas son un sueño letárgico, la difi- cultad de respirar, la parálisis de un lado del cuerpo , y el herido se parece á un hombre quando cae en la apoplegía. Quando la ex- travasación es lenta, los síntomas son progresivos. Se queja de cier- ta pesadez de cabeza, de sentir un dolor sordo y local; está ador- mecido , y se despierta con vértigos, é inmediatamente vuelve á incurrir en el sueño, y se inclina á estar echado de lado: sobrevie- ne el delirio, regularmente también algunos movimientos convulsi- vos , y la parálisis de las extremidades. En estos dos casos hay siem- pre calentura precedida de soñolencia; si viene acompañada de frió, podemos rezelar la presencia, al mismo tiempo de una supuración, en las partes membranosas ó celébrales. La inflamación de una parte del celebro, el absceso ó la acumu- lación de pus, en conseqüencia de un golpe recibido en la cabeza, están regularmente en el lado lisiado sobre la superficie de la pía- madre , ó en la substancia del celebro mas ó menos profundamente. Esta estancación, algunas veces muy pequeña, está formada por un humor purulento glutinoso dentro de las láminas de dicha membra- na con ligera alteración del celebro; y sin embargo los accidentes son muy peligrosos y mortales: en otras ocasiones la acumulación del material es mas grande, y los síntomas sen menos violentos; se diferencian de la extravasación de sangre, y por lo común no com- parecen hasta algunos dias después de acaecer el golpe, y rara vez al dia siguiente. El herido se queja de un dolor fixo y pulsativo en la parte de cabeza, que ha sido sacudida; el pulso está irregular, y mas freqüente; la lengua aparece seca y cargada, pierde el ape- tito, se siente muy caliente y alterado, algunas veces tiene los ojos rubicundos é inflamados, despide un mal olor, principalmente si ha recibido el golpe en la frente; se aumenta la calentura con frío; sien- do mas violento el dolor de cabeza, le obliga á estarse acostado del lado enfermo, se halla mas agitado y soñolento, delira, tiene mo- vimientos convulsivos, el sueño se hace mas profundo, y final- mente tiene todos los síntomas propios de la compresión. La gangrena de una porción dei celebro no se manifiesta regular- mente hasta después de la muerte, á menos que no haya una aber- tura en el cráneo. Alguna vez está sin estancación: la substancia del celebro está lívida, negra y corrompida, mas ó menos profun- damente, y con ligeros accidentes. Habiendo caido un hombre de occipucio contra una pared, no sintió nada durante dos meses y 56 HER medio, mas que un ligero dolor que percibía en toda la cabeza, el que vino acompañado de calenturas por espacio de seis semanas, hasta que le sobrevino la muerte. El celebro estaba gangrenado en tres dedos de profundidad sin acumulación humoral. Si se de- termina el trepanar, á causa del dolor violento y fixo en conse- qüencia del golpe, se distinguirá semejante gangrena, la que se qui- tará antes que haga progresos. En seguida de un golpe, ó por una causa interna, se forman en el celebro tumores escirrosos, mas ó menos voluminosos y profun- dos, que no se manifestarán casi nunca hasta después de la muerte. Quando los vivos dolores que se experimentan obligan á hacer la operación del trépano, y se presenta en la superficie de la masa ce- lebral, ¿no se podrá arriesgar á extirparlos? Esta operación parece ser menos respetable que la misma enfermedad. La extravasación de suero en los ventrículos del celebro se ha mirado á veces como una conseqüencia de la conmoción de esta en- traña , porque resulta del golpe recibido; pero también puede pro- venir de una causa interna, lo que es mas común. Quando al mismo tiempo los síntomas indican su naturaleza y asiento no se pueden curar de otro modo que dando salida al líquido, ó por medio del trépano ó con el trocar. La acumulación de sangre y de pus son dos enfermedades muy susceptibles de admitir su curación, quando se puede procurar su desahogo. Es pues muy importante el hacer distinción de los sínto- mas ; aunque esto es muy difícil, quando dichas acumulaciones son pequeñas, sus progresos lentos, ó que por su situación impiden el desempeño de las funciones celébrales. Algunos subsisten por el tér- mino de muchos meses sin causar accidentes perjudiciales , y de re- pente se presenta con síntomas mortales. En los niños se puede padecer equivocación sobre estas extra- vasaciones; porque las personas á quienes se ha confiado su conduc- ta ocultan lo acaecido del golpe, ó no llegan á declararlo hasta que ya no estamos en tiempo de remediarlo. Si el niño tiene ya cono- cimiento, no se determina á veces acontarlo; algún tiempo después cae en el adormecimiento, delira, padece movimientos convulsi- vos &c.; se acusan estas indisposiciones á la salida de la dentadura, ó á la presencia de las viruelas ó de las lombrices: en conseqüencia de este juicio que se ha formado es el tratamiento del niño, muere, y se encuentra debaxo del cráneo ó en el celebro la verdadera causa de la enfermedad; y así es que en las enfermedades de los niños es menester informarse con cuidado de lo que ha precedido á su indis- posición. Si el niño se ha caido, es necesario echar cuenta con los ac- cidentes propios de la caida, para ver si guardan una relación in- mediata con la enfermedad, porque el golpe puede no haber con- HER 57 tribuido en nada á la producción de los daños por sí misma, y no contarse para nada en la indisposición. Se preguntará pues quando y cómo se ha sobrevenido la calentura, si ha sido inmediatamente des- pués de verificarse el acceso, si ha principiado con frió, si ha guar- dado intermisiones, si ha precedido ó no á ella el adormecimiento &c. No se equivocará con la indisposición de la dentadura, porque en- tonces las encías están hinchadas y doloridas; los niños sienten ali- vio quando se pasa los dedos por ella, salivea mucho, y padece diar- reas, la soñolencia no es muy continuada ni durable &c. Si supone- mos que padece lombrices, se observará que tiene las pupilas dila- tadas, se frotarán las narices, y padecerá movimientos convulsivos ligeros é instantáneos en los labios: su aliento es agrio; hay cólicos y retortijones de tripas, y conatos á vomitar. El caso que mas nos embaraza es quando hay viruelas: regularmente los primeros sínto- mas de esta enfermedad son la afección de cabeza, los vómitos, la calentura y la soñolencia. Si estos síntomas compareciesen algún tiempo después de suceder la caida, ó el golpe violento de cabe- za, habría motivo suficiente para suponer una afección del celebro, principalmente si subsiste la soñolencia, á pesar de hacer uso de las sangrías, de los baños y demás remedios conducentes. Y á pesar de esto pueden depender del humor varioloso, que ataca al celebro, y entonces la erupción es difícil. Examinando la cabeza, por poca tu- mefacción que permanezca, ó qualquiera señal de la afección local, los síntomas nos determinarán á hacer una incisión en la parte, y al mismo tiempo á trepanar: algunas veces en semejantes circunstancias la erupción de la viruela ha principiado el dia de la operación , y los accidentes se han disipado, como se ha visto en los niños y en los adultos. Quando existe una acumulación en el cráneo, ó una lesión del celebro, es necesario descubrir su asiento, lo que regularmente es difícil. Se juzga que la extravasación está en el lado derecho ó en el izquierdo por la parálisis del lado opuesto; los exemplos contrarios á estos son muy raros: por lo común una fractura aparente hace creer que la acumulación y la parálisis están en un mismo lado; pe- ro este error proviene de que no hemos buscado la extravasación en el sitio opuesto. La lesión de una parte del celebro se manifiesta también á veces por los movimientos convulsivos del mismo lado; pero estas señales y la parálisis, indicando el lado del celebro que se halla enfermo, no manifiestan al mismo tiempo el asiento de la indisposición, que puede ser mas ó menos profunda, anterior, me- dia o posterior, y accesible ó no á los medios curativos. Sin embar- go, después de las disecciones, y después de las experiencias reitera- das en los animales, se podrá concluir que la parálisis de una ex- tremidad superior reconoce su causa en la parte anterior del cele- XOMO V. H 58 HER bro; la de una extremidad inferior en la parte posterior, y la de un lado del cuerpo en la parte media; pero quedan aun muchas dudas, con relación á este punto. Por otra parte la parálisis es regularmente tardía, y no se manifiesta siempre, aunque haya una acumulación considerable, ó una fuerte afección del celebro: entonces se debe prestar atención al dolor fixo en un lado de la cabeza, del que se quejan los enfermos, ó llevándose hacia él la mano, y la inclinación á acostarse sobre el lado afecto. Examinando los síntomas de la en- fermedad, se formará juicio de si es una acumulación de sangre, pus, ó una porción del hueso que comprime al celebro, que irrita sus membranas &c. El pronóstico de las lesiones del celebro se saca de su origen, de su naturaleza, de sus síntomas, de los accidentes que las acom- pañen, y de otras complicaciones, como cuerpos extraños, enfer- medades del hígado, de los pulmones &c. Aunque se puede juzgar del riesgo del herido por la violencia del golpe, es menester no contar con esto solo. En efecto, quantos han recibido golpes vio- lentos en la cabeza, y particularmente en el vértice, sin accidente alguno, entre tanto que otros con solo uno muy ligero que han re- cibido en uno de sus lados ó en el occipucio, y los ha producido funestos: se ve con freqüencia en los niños, que después de haber- se caído desde muy alto, y haberse aporreado fuertemente la cabe- za , solo se suelen hallar aturdidos con el golpe, y solo han tenido algunos equimoses sin ninguna resulta funesta. Todas las extravasaciones considerables, situadas profundamente en la substancia del celebro ó en su base, son mortales, porque no se puede dar salida á los fluidos estancados, ó si se puede procurar esta, la afección del celebro impide el conseguir constantemente la curación. La mas perjudicial afección de esta viscera es su fuerte con- moción , ó su magullamiento y su desorganización en la base del cráneo. Los cuerpos extraños pueden á veces permanecer largo tiempo en la masa celebral sin ocasionar la muerte del herido; pero por lo regular son muy respetables. Quando los accidentes y el ins- trumento con que se ha hecho la herida y el estado de la fractura del cráneo nos dan margen para sospechar esto, es necesario pasar á buscarlos y extraerlos. Las heridas del celebro y las grandes su- puraciones, con pérdida de substancia en su parte superior, tienen conseqüencias aveces provechosas; pero regularmente son mortales. Se pueden curar quando son accesibles á los medios curativos. En ciertos casosy el riesgo depende de causas accidentales, extrañas ó externas: el clima, el temperamento del herido, el lugar que ocu- pa , las pasiones, el mal régimen, y el abandono de aquellos que lo gobiernan, pueden ocasionar su pérdida; pero regularmente cor> siste en un absceso en el celebro, hígado &c, del estado de la he- HER 59 rida, ó de un cuerpo extraño, que no puede extraerse, como lo ha comprobado la abertura de los cadáveres. Los que tienen heridas graves en el cerebelo no suelen morir siempre repentinamente: mientras gozan de vida, tienen un resentimiento muy vivo, una agitación continuada de todo el cuerpo: si la lesión ocupa la medula espinal, ocasiona constantemente una muerte pronta y repentina. Quando un golpe de cabeza sin lesión aparente es seguido de desvanecimiento ó de dolor, con punzadas de quando en quando con pesadez &c., es necesario desembarazar los vasos que se atascan para precaver, si es posible, la inflamación ó la acumulación, y remediar la que exista ya. La sangría es el primer recurso, porque la evacuación de sangre disminuye la distensión de los vasos, pone la circulación en estado de mas libertad, y puede precaver la in- filtración ó extravasación de la sangre, ó favorecer la reabsorción. En los primeros tiempos se sangraba del brazo, y repetidas veces con utilidad; se prescriben los vulnerarios ó las bebidas relaxantes como la infusión de las flores de violeta, de malvas y otras. Si sub- siste la pérdida de conocimiento, se les hace respirar los espíritus volátiles, y por último se pone libre el vientre con las lavativas. Quando los accidentes no se disminuyen nada, se prescriben algunas sangrías del brazo, también son provechosas las del pie; pero hay personas que las creen perjudiciales, y las atribuyen los abscesos que se forman algunas veces en el hígado, en conseqüencia de las heri- das de cabeza; prefieren el reiterar las sangrías del brazo según las fuerzas del enfermo, su temperamento y el estado de su enfermedad ó bien abriendo las venas yugulares, si están bien manifiestas, y si la sangre está detenida en las venas superiores por el infarto de los pulmones; otras veces se abren las arterias temporales para procurar una evacuación tópica siempre ventajosa. Como las razones que dan para la formación de los abscesos del hígado, después del uso de las sangrías del píe, no son nada satisfactorias, vale mas atenerse á la experiencia, y sangrar del pie quando sobrevenga la soñolencia &c. Por otra parte estos abscesos no provienen solo del vicio de la cir- culación de la sangre; son también regularmente efecto del metásta- sis ó del sacudimiento del hígado al tiempo de recibir el golpe; por- que la conmoción es comunmente general: si sus efectos son mas considerables en el hígado, se podrá formar en él un absceso mas bien que en ninguna otra viscera del cuerpo. El número de las san- grías debe ser relativo á los accidentes ó á su causa; rv> será excesi- vo el repetirlas quando hay un atascamiento en los vasos celebra- íes, anunciado por la llenura y dureza del pulso, por la dificultad de respirar, por la soñolencia y otros síntomas semejantes, y prin- cipalmente si se forma una extravasación. Si el herido no ha experimentado vómitos, y las primeras vías 6o HER se hallan llenas de humores de mala calidad, es necesario hacer uso de los vomitivos y de los purgantes. Los primeros son útiles quan- do no hay causa alguna que comprima ó que dañe inmediatamente al celebro, como en caso de haber una simple conmoción; pero los sacudimientos que producen, pueden hacerse funestos quando hay una acumulación de sangre, pudiendo también producirlos con po- ca disposición que haya ya de antemano; en estas circunstancias se deben preferir los purgantes, como el cocimiento de los tama- rindos con uno ó dos granos del tártaro estiviado en una azumbre de agua, que suele producir grandes evacuaciones sin irritar violen- tamente las visceras del vientre, y por este medio disminuyen la plétora del celebro. Por último, en el desvanecimiento constante se puede aplicar con utilidad sobre la cabeza mas bien que en el cuello ó entre las escápulas un emplasto ó vexigatorio largo bien cargado de polvos de cantáridas. Este remedio tópico conviene también con mas oportunidad que las cataplasmas de la harina de la simiente de lino, la leche y la miga de pan, en las inflamaciones celébrales, ó> de sus membranas, y en el principio de la formación de los absce- sos ; porque la irritación y la supuración que produce en los tegu- mentos disminuyen la que está interior en el cráneo, así como la supuración de una herida de cabeza hace cesar ó disminuir los acci- dentes que la acompeñan. El trépano no conviene en las afecciones del celebro, en .los contragolpes internos, sino es quando hay necesidad de proporcio- nar salida á la sangre ó á la podre detenida, y extirpar una porción gangrenosa de él, ó un tumor escirroso. Lejos de remediar la con- moción de celebro, la desorganización sin vicio aparente, y las tu- mefacciones inflamatorias sin supuración, hace que estas lesiones se vuelvan mas graves. De este modo pues, luego que esté indicada por los accidentes, es necesario aplicar el trépano en el parage don- de tenga su asiento la enfermedad. Quando después de haber echado mano de él en el sitio que nos han manifestado los síntomas, no se encuentra allí ni extravasación ni alteración sensible en dichas par- tes, es indispensable el examinar aun los otros puntos de la cabeza, y dexar pasar algunas horas para determinarse á aplicar otra nueva corona después de la primera, ó algunas otras: algunas veces, ha- biendo destruido con el trépano la resistencia de las partes; el mo- vimiento del celebro empuja la sangre ó la supuración hacia esta aber- tura , y al dia siguiente va advertimos que empiezan á trascolarse. [Para esta operación ve ase la palabra trebano.) ^f Heridas del pecho. (Cir.) f Las heridas de pecho son pe- netrantes ó no penetrantes. Las que son producidas por una espada 6, por otros cuerpos punzantes, que en un sugeto obeso atraviesan á veces las partes exteriores de un lado del cuerpo al otro en una HER 6l dirección mas ó menos obliqüa, sin penetrar á la cavidad del pecho, pueden «er simples y curarse prontamente; precaviendo con las san- grías, el descanso, la dicta y un método conveniente el enfisema la inflamación, los abscesos, los movimientos convulsivos, accidentes pecul ares de estas heridas. Son pues mas respetables las que están cerca de las axilas, de los omoplatos, de la espina vertebral, donde los vasos, los nervios, los músculos, las aponeurosis y los ligamentos son mas numerosos. Si están complicadas con cuerpos extraños, como un pedazo de espada clavado en un lado, en el esternón ó canal vertebral, ó mas ó menos profundamente entre los músculos, se conocerá fácilmente por la causa de la herida, por la relación del herido, por el dolor tópico v agudo, apretando el trayecto de la herida, por la dureza y la resistencia de esta parte, por la dificultad de respirar, de mo- ver el tronco, el brazo y la escápula, y por los resultados de la le- sión de la pleura y de los pulmones, si la pieza atraviesa el hueso o los nervios de la medula espinal, y si su asiento se encuentra en el canal vertebral. Se hará prontamente la extracción de este cuerpo extraño con tal que no haya llegado á penetrar la medula espinal, y se agrandará desde luego la herida todo lo que sea suficiente para cogerle con las pinzas de anillo, ó un pequeño instrumento que usan los cerrageros. Si está clavado en el hueso, y si no sale la porción necesaria para poder sujetarle al sacarle, se hará una muesca de cada lado de la porción del hueso; si llega á penetrar á la cavidad del pecho, y no se puede agarrar por medio de las pinzas &g. , se tre- panará el hueso que es mucho mejor que empujar de dentro afuera la punta del cuerpo extraño, con el dedo índice cubierto de un dedal o dedil de metal sujeto á la mano con un vendolete, é introducido en el pecho al través por una abertura hecha metódicamente por debaxo, ó cerca del hueso que se halla herido. Estas heridas, quando están complicadas con hemorragia, que sale de las gruesas ramificaciones de los vasos axilares, ó de los torá- cicos, son muy peligrosas y aun mortales, si no se detiene la salida de la sangre por medio de un síncope del enfermo, el que sostendrá por algún tiempo la debilidad, por un cuajo formado prontamente cerca del vaso, según lo abundante que esté el texido celular» v la mudanza en la dirección de la herida, ó por medio de una compre- sión hecha metódicamente por encima ó por debaxo de la clavícula Para suspender el curso de la sangre, ó bien inmediatamente sobre la abertura del vaso después de agrandar ó no la herida, ó sobre su trayecto, mas o menos cerca de su división según el punto de apo- yo mas favorable que se encuentre, lo que se facilitará llenando la axila de hilas y de estopas sostenidas con unas compresas y con el vendaje llamado espica. Quando se acumula ó infiltra mucha canti- 62 HER dad de sangre en el lado del sobaco, y entre los músculos, ya es- ten levantados ó distendidos impidiendo la respiración; se disipará para evitar la inflamación y los abscesos gangrenosos, haciendo una incisión de dos ó tres pulgadas de largo en el sitio mas entumecido; después de quitados los cuajarones de sangre, se aplicará en la aber- tura del vaso el agárico, la hila y otros medios semejantes, los que se dexarán quietos hasta que los desprenda la supuración. Estas heridas quando se abandonan y mantienen abiertas algún tiempo, con los movimientos del pecho facilitan algunas veces la entrada del ayre por el texido celular, ocasionando un enfisema, que se disipa fácilmente con el uso de las compresas empapadas en el oxicrsto marino &c., y las escarificaciones quando llega á hacerse muy considerable. (V. enfisema.) Quando se entumecen acompañadas de tensión, dolores agudos, rubicundez, calor, dificultad de respirar y calentura, se combatirán prontamente estos síntomas característicos de la inflamación con los remedios propios de ella (V. inflamación.) , dando salida á la san- gre extravasada, ó agrandando la herida quando los accidentes se resisten á los medios generales, porque sino se formarán uno ó mu- chos abscesos según la situación , la obliqüidad y la profundidad de la herida, acompañada algunas veces de enfisema, principalmente en el lado del sobaco. Si la supuración se acumula en la fosa escapular en conseqüencia de una herida hecha en el omoplato por un cuerpo punzante, el dolor tópico, la tumefacción de la escápula, la difi- cultad ó imposibilidad de mover dicha parte, ó una fístula constan- te desde la época de la herida, ó acaecida algún tiempo después, nos determinarán á hacer una abertura en este sitio, ó bien á agran- dar el hueco fistuloso, y trepanar el hueso descubierto lo suficiente, ó á prolongar su abertura, demasiado estrecha, con un instrumento quadrado, ó con otro que sea cortante, por los lados, á fin de pro- porcionar un desahogo libre á la supuración. Quando estas heridas se complican con dolores agudos en los músculos del pecho, suelen ceder á beneficio de los emolientes, de los calmantes dados á tiem- po , y en fin de los cáusticos. Las heridas simples no penetrantes, hechas con instrumentos cortantes, deben reunirse prontamente inclinando el brazo hacia adelante , si los músculos anteriores del pecho están divididos según el exe del cuerpo, ó si los posteriores lo están transversal- mente , é inclinándole hacia atrás en las circunstancias opuestas; in- clinando el tronco del mismo lado que la herida, si está situada obliqüa ó transversalmente en sus partes laterales, y del lado opues- to si es según el exe del cuerpo. Se mantendrán en contacto sus la- bios por medio del emplasto aglutinante, de las compresas y de las hilas, las que se aplicarán con preferencia en la axila, para sostener HER 63 el labio mas movible, é impedir la infiltración de sangre, la esco- riación del tegumento, y todo se mantendrá fixo con uh vendaje circular, ó el de cuerpo, con muchos cabos afianzado con su escapu- lario. Quando estos recursos son ineficaces en las grandes heridas obliqüas y profundas, se harán, si el enfermo no se halla muy mo- lestado de la tos, uno ó muchos puntos de sutura simple, para que la reunión de los músculos sea mas exacta y sin perder su fuerza y su acción, y por último para que la cicatriz sea menos hundida, y la curación mas pronta. Las contusiones y las heridas contusas no penetrantes simples se tratan aplicando los resolutivos, y reuniendo y manteniendo aproximados los labios movibles de la solución de continuidad. Las que son complicadas pueden serlo por cuerpos extraños, principal- mente los de armas de fuego, con infiltración y acumulación de sangre, con rotura de los músculos, fractura, y dislocación de los huesos y cartílagos, ocasionando la gangrena, la infiltración, supu- ración y los abscesos, con caries ó sin ella, cuyos síntomas se mani- fiestan al tercer dia ó á poco tiempo después, con tumefacción, do- lores agudos, tópicos, calentura, dificultad de respirar &c. Algu- nas veces aparecen á primera vista como leves, y después se hacen muy graves, quando el desorden está oculto, y quando se forma con lentitud un absceso profundo con un poco de hinchazón y do- lor. Por último son tanto mas peligrosas quanto que se extienden entre los músculos, debaxo de las membranas, en los huesos, ó en las partes internas, las que sufren en el acto del golpe, á veces, una conmoción mas ó menos fuerte con rotura de vasos seguida de un esputo sanguíneo, de opresión de pecho &c. El tratamiento curativo de estas lesiones es semejante al de las contusiones de la cabeza, del esternón y de las costillas. En las fuertes contusiones producidas por balas, cascos de granadas ó de bombas, se hará una incisión suficiente para evacuar la sangre extra- vasada, comprimir ó atar los vasos que estén abiertos, socorrer oportunamente á las carnes magulladas y contundidas, y los huesos descubiertos, contusos ó fracturados; para facilitar la salida de los humores, y evitar los grandes equimoses, los abscesos, y principal- mente la gangrena, cuyos progresos son mas rápidos del lado de ios músculos dorsales. Se agrandarán las heridas contusas de manera que los materiales encuentren un paso libre, y que se puedan extraer sin perjuicio los cuerpos extraños, y las piezas huesosas dañadas, que algunas veces están situadas profundamente. Si á pesar de las incisio- nes de las sangrías, la dieta y los demás medios, que están puestos en uso para precaver ó curar la inflamación, se llega á formar deba- xo de los músculos y los huesos un absceso, el que se puede distin- guir por los síntomas generales de estos tumores, por la sequedad 64 HER de la herida ó su supuración mas abundante de lo que debía ser, principalmente si la cicatriz es incipiente; por la salida de la supu- ración en los esfuerzos de la respiración, al paso que no sale nada, comprimiendo los bordes y las partes vecinas á la herida; por la di- ficultad de respirar, y un dolor fixo en una parte del trayecto por donde ha pasado la bala, el que es mucho mas fuerte quando se comprime; se hará una incisión en este sitio según la dirección de las costillas, y se cortarán con cuidado los músculos hasta que se llegue al foco de la supuración, en donde se introducirá el dedo para conducir mejor el bisturí quando sea necesario agrandar la abertura del absceso: se curará blandamente la herida; y si la supu- ración encuentra un paso franco, y el enfermo observa la dieta y eldescanso, la curación será pronta, f x m *c ,., Heridas penetrantes del pecho. (Cir.) ^j Lstas heridas penetran un lado de la cavidad del pecho ó los dos, y algunas ve- ces interesan al mismo tiempo el vientre. Son simples y sin lesión de visceras, ó bien complicadas con algún daño interior, con extrava- sación de sangre, de ayre y de alimentos, si se halla dividido el esófago; con cuerpos extraños fixos ó libres, y salida de una parte de los pulmones, ó con inflamaciones, opresión, tos ú otros acci- dentes mas ó menos perjudiciales. Si la herida es perpendicular a las paredes del pecho, y un poco estrecha y producida por un instru- mento cortante, la penetración es evidente, el ayre sale con ruido, ú ocasiona prontamente el enfisema; sale con ímpetu una sangre es- pumosa quando los pulmones están heridos, ó clara y en ondas quando están interesados el corazón ó las arterias: se puede intro- ducir la sonda, el dedo, y alguna vez se distingue el pulmón. Si la herida es hecha obliqüamente con un instrumento punzante, regu- larmente no se manifiesta si es penetrante, y por lo común no se puede tampoco averiguar con la sonda , á causa déla obliquidad que guarda la solución, y también por la tumefacción de su camino, y la mutación en la dirección de los músculos; al paso también que es inútil y aun perjudicial el introducirlos, porque no pueden descu- brir el camino dicho ni distinguir bien la penetración, si hay muchas partes interesadas; y también se pueden proporcionar caminos fal- sos, irritar y lisiar las carnes, ó desprender los coágulos que eran útiles. Por otra parte, como la simple penetración, que al mismo tiempo es de una grande extensión, solo hace que la herida sea mas respetable. Si se complican con lesión de las visceras ó de los vasos, se reconocerá por los síntomas peculiares de estas lesiones, los que son diferentes según su asiento, su naturaleza y sus efectos. La lesión de los pulmones ocasiona el esputo repentino de sangre espumosa, la tos, el dolor tópico interior al respirar, la opresión, la extravasación sanguínea quando es profunda, ó la infiltración del HER 65 ayre en la cavidad del pecho; y freqüentemente la inflamación, la calentura &c. La del corazón y sus gruesas arterias no solo se conoce por la situación y dirección de la herida, por el síncope, la palidez del rostro, la pequenez y la intermitencia del pulso, el tremor y la convulsión de los miembros, la ansiedad, las palpitaciones, el do- lor en el esternón, las freqüentes congojas y sudores fríos; las de las arterias infracostales, y las de las mamilares por la salida de la sangre, comprimiendo con el dedo el sitio por donde salta, ó bien metiendo un naype, si el diámetro de la herida lo permite, ó des- pués de haberla agrandado; sino por los síntomas comunes de la acu- mulación , que esta lesión rara puede ocasionar. La extravasación de sangre se forma en un lado del pecho, ó en ios dos inmediatamente, después de verificada la herida, ó pasados algunos dias en que se desprende el coágulo que tapaba la boca del vaso: suele ser pronta ó lenta, pequeña ó considerable, limitada y circunscrita por las adherencias de los pulmones, ó libre sobre el diafragma. Pone la respiración corta, laboriosa y sofocativa; la inspiración es mas fácil que la espiración; la costilla que ocupa está prolongada y mas extendida: rara vez esta misma costilla en su par- te posterior hacia los lomos está edematosa ó con equimosis desde el dia tercero ó mas adelante; el vientre está mas elevado por la de- presión que sufre el diafragma, el herido tiene la respiración fre- qüente, sudores fríos, el pulso pequeño, concentrado y freqüente; no puede estar acostado mas que del lado de la extravasación, y horizontalmente, ó sentado estando medio echado de dorso quando las dos cavidades del pecho están llenas; se queja de una sensación de peso sobre el diafragma, de dolor en las ataduras de este mús- culo , de tensión en el pecho en el lado herido, y meneándose sien- te y percibe á veces la fluctuación del líquido derramado. La re- unión de estos síntomas , su perseverancia, su incremento sucesivo, comprueban la existencia de la extravasación, y se juzga de ella por las alternativas de calor á las extremidades , por la fuerza y la regu- laridad del pulso, por la cesación del espasmo, y el tiempo que se difundió después de la herida, y quando el vaso que está abierto dexa de dar sangre. La lesión del esófago hecha por armas de fuego, y rara vez por un cuerpo punzante ó cortante, y su abertura en conseqüencia de una úlcera corrosiva, venérea &c., produce la acumulación de lo que se conduce por él en la cavidad del pecho, y se conoce por la dificultad de tragar , por el frió que experimenta el enfermo al tiem- po de que por dicho conducto pasan los alimentos ó las bebidas al estómago, por la sofocación y enardecimiento que sobreviene, y se aumenta en razón de la cantidad de líquido que se traga, y por los síntomas de irritación, inflamación &c. TOMO V. I 66 HER Estas lesiones son ligeras, graves ó mortales, según el sitio que ocupan y sus accidentes, como la acumulación sanguínea, la infla- mación y la supuración de las visceras. Las de los pulmones super- ficiales, y situadas en un sitio donde están adheridas, son poco te- mibles. Las del esófago son mortales, estando siempre complicadas con enfermedades de las partes circunvecinas y de sus resultados prin- cipalmente si el doliente no puede violentarse á no bcb.r. Las del corazón y de los troncos grandes arteriosos ocasionan prontamente la muerte, si la sangre se extravasa con abundancia dentro del peri- cardio ó del pecho, ó bien al cabo de algunos dias; si el instrumen- to se queda en la herida, ó se forma un coágulo, se pueden curar si la lesión es poco profunda, estrecha, obliqüa, y si el enfermo, debilitado con las sangrías y el régimen riguroso, observa por largo tiempo un descanso completo, y evita todo lo que pueda impedir ó quitar la respiración de su estado natural. La curación de las heridas penetrantes consiste: i.° en cubrir las que son estrechas y producidas con una espada con unas compresas empapadas en un vehículo espirituoso: 2. ° en reunir las que son gran- des y producidas por instrumentos cortantes, aproximando quanto sea posible sus bordes, los que se procurarán mantener contiguos por medio de los emplastos aglutinantes bastante consistentes para impedir la entrada del ayre en el pecho con las compresas y un vendaje circular, ó el de cuerpo afianzado con su escapulario, cu- rándolas muy de tarde en tarde, á no ser que sobrevenga una su- puración muy abundante, y continuando con la aplicación del ven- daje algún tiempo después de verificarse la consolidación, la que regularmente se afloxa con los movimientos del pecho: 3.°en agran- dar las heridas de armas de fuego para quitar los cuerpos extraños, facilitar la salida de los humores podridos &c. 4.0 en reducir con el dedo ó con una sonda gruesa la porción del pulmón que se presenta fuera quando está sana, habiendo antes ó no agrandado la herida con un bisturí de botón, ó conducido por la sonda acanalada, se- gún el diámetro de la solución de continuidad, y los obstáculos que se opongan á la reducción; y dexando fuera dicha porción quan- do se manifiesta gangrenada, después de haberla enlazado ó ata- do con un hilo, y de haber aplicado unas planchuelas empapadas en el aceyte de trementina para procurar su supuración: 5.° el aban- donar á la naturaleza la expulsión de los pedazos de espada ó de otro instrumento enclavados en el corazón, ó fixados profundamente en los pulmones: 6.° en disipar el enfisema por medio de los reso- lutivos si ocupa poca extensión, y con las escarificaciones quando es considerable; y 7.0 en precaver ó combatir los resultados de estas heridas con las sangrías del brazo reiteradas, según la naturaleza y los progresos de los síntomas, el temperamento del sugeto heri- HER 67 do &c. con las bebidas diluentes &c., prescribiéndoles quietud y un ayre fresco, con los ligeros purgantes minorativos quando el vien- tre está extriñido, y practicando las operaciones siguientes eu el caso de haber hemorragia ó extravasaciones de sangre. La hemorragia de los vasos gruesos puede ser detenida con un coágulo que se suele formar en un síncope, en el espasmo, ó en un susto que experimente el sugeto herido, por medio de la resistencia de la sangre acumulada, ó de las partes adherentes, del reposo, del ayre fresco &c. Si el coágulo se extiende fuera de la herida, des- pués de haberle cubierto con hilas, yesca y compresas secas para aumentar su consistencia, se sostendrá la debilidad en que yace el enfermo con las sangrías y la dieta; se le mandará guardar una quie- tud constante, y solo se introducirá la sonda por la herida para re- mediar una sofocación inminente, ocasionada por la excesiva acu- mulación de sangre, á la que se proporcionará salida. La hemorragia de las arterías intercostales puede ser cohibida por sola la naturaleza, principalmente si la solución de continuidad está en la parte anterior, ó también por una compresión hecha: i.° con el dedo índice aplicado por algún tiempo sobre la abertura del va- so , después con un lechino apretado, atado, introducido profunda- mente en la herida, y sostenido por medio de un hilo, el que se afianza en los tegumentos con el emplasto aglutinante para impedir que se introduzca dentro del pecho: 2.0 con un lienzo fino, ancho, cuya parte media se hundirá en la herida, se llenará de hilas para formar una pelota, los bordes se sujetarán con unos vendoletes ó cintas al rededor del cuerpo: 3.0 con un pedazo de agárico grueso, sujeto por su parte media con una cinta de hilo encerado y pasado por el agujero de una aguja corva común, cuya punta se introdu- cirá con cuidado en el pecho por detras de la abertura del vaso ar- terial; saldrá por encima de la costilla que corresponde á aquel, y de la pleura, músculos y tegumentos, y se retirará, según su cor- vadura , con el hilo hasta que la porción del agárico se halle ya so- bre la arteria para comprimirla lo suficiente contra la costilla, anu- dándola por fuera con los extremos del hilo sobre una compresa ó un cilindro: 4.0 con un pedazo de marfil hendido en dos puntas para pasar por él una cinta envuelta en un lienzo, el que lleno de hilas constituye la forma de una pelota, se introduce por debaxo de la artería , se aplica y fixa contra la costilla por medio de la cinta, cu- yos cabos pasando al rededor del cuerpo, se cruzan sobre una com- presa doblada, y se sujetan anudándolos. Las sangrías, la dieta, la quietud &c. impiden algunas veces la acumulación de sangre, contribuyen á su reabsorción y á su salida {>or la expectoración ó por una evacuación de sangre consecutiva; por a transpiración, cámara ú orina, la que se vuelve sanguinolenta. 68 HER Pero si la acumulación ocasiona la sofocación, estando asegurados de que no hay mas efusión de sangre, se procurará desde luego pro- porcionar la salida por la herida, la que se agrandará si es estrecha, y está situada en la parte inferior del pecho, ó por una contraaber- tura llamada empiema, si dicha solución de continuidad está en la parte superior, y es producida por un cuerpo punzante; ó bien manteniendo separados los bordes de la división con los dedos, y haciendo que el enfermo incline el tronco sobre dicho sitio; y si á pesar de esto no sale la sangre con facilidad, se introduce con cui- dado en el pecho una sonda gruesa hueca, sujetándola debidamen- te con los dedos, sin obligar al herido á que execute esfuerzo al- guno, ni hacerle mover el tronco de abaxo á arriba, ni intentar ha- cer en el cuerpo compresión alguna que pueda excitar el despren- dimiento del coágulo. Se hará al enfermo que se acueste sobre el la- do de la herida, la que se curará de tarde en tarde y de la misma manera que en las heridas penetrantes simples. (V. empiema. ) La extravasación del ayre en el pecho con enfisema, ó sin el efecto de la abertura libre de esta cavidad, de la rotura de los va- sos aéreos del pulmón de un lado, ó de los dos en conseqüencia de la esquirla de una costilla, por un cuerpo punzante ó cortante , por la conmoción y exulceracion de esta entraña , tiene unos síntomas casi enteramente semejantes á los de la acumulación de sangre, prin- cipalmente la tos seca y la sofocación, y exigen igualmente la inci- sión practicada en uno de los espacios intercostales. (V. enfisema.) ^ Heridas de vientre. (Cir.) ^f Estas heridas hechas con ins- trumentos punzantes, cortantes ó contundentes en uno ó muchos sitios del vientre, y algunas veces al mismo tiempo en el pecho, y estas mas se diferencian según su tamaño y dirección, no son pe- netrantes si se limitan á solo los tegumentos ó á las aponeuroses y á los músculos sin interesar el peritoneo; y penetrantes quando pasan mas allá de esta membrana, y todas ellas pueden ser simples ó com- plicadas. Nosotros trataremos con separación de estas heridas según sus causas, después de haber propuesto los medios de distinguir su profundidad. No es verdaderamente necesario el reconocimiento de la profundi- dad de las heridas simples. La de las soluciones anchas es fácil de per- cibir por la vista y el tacto y por lo que despiden; pero es difícil, y re- gularmente imposible,el reconocer las heridas estrechas, obliqüas ó sinuosas, en las que no se puede distinguir su fondo mas que pro- curando la salida de las partes contenidas en ellas ó de los humores, y que son sin los síntomas distintivos de la lesión interior los únicos medios de averiguar si son penetrantes. Efectivamente, las señales tomadas de su situación, el sitio que ocupa, la manera y fuerza con que fué introducido el instrumento, no son patonomónicas; por lo HER 69 común los heridos ignoran ó explican muy mal la postura que te- nia su cuerpo quando recibieron el golpe: no se puede saber por la comparación entre la extensión del instrumento y la de la solución de continuidad, ó por el examen de la dirección obliqüa ó perpen- dicular déla abertura, hasta quanto ha llegado á penetrar: una es- pada puede atravesar una grande extensión del vientre, y también pasar de un lado á otro; principalmente en los sugetos obesos, no formar mas que una ó dos heridas, cuya salida será casi tan ancha como la entrada, ó bien estar muy profunda en dos puntos dife- rentes, aunque opuestos el uno al otro, sin penetrar el peritoneo ó interesándole , pero sin hacer daño alguno en los intestinos. Heridas no penetrantes de vientre. (Cir. ) f Los cuer- pos punzantes, como un estilete, un cortaplumas, una espada, una bayoneta &c. introducidos obliqüa ó perpendicularmente en las pare- des delabdomen pueden no herir mas que los tegumentos, ó intere- sar hasta el peritoneo. Si estas soluciones son simples, se curarán prontamente cubriéndolas con unas compresas empapadas en agua y aguardiente, y sostenidas con su vendaje de cuerpo, y por último precaviendo la inflamación con las sangrías, la dieta y la quietud. El equimosis ó la tumefacción inflamatoria ligera que ocasionan, se disi- pan en muy poco tiempo con el auxilio de los resolutivos ó las em- brocaciones emolientes, manteniendo el vientre desembarazado con las lavativas &c. Las heridas que interesan la línea blanca, las aponeuroses, las arterias epigástricas, el cordón umbilical, los vasos espermáticos, las vertebras y los huesos de las caderas son las mas perniciosas, y re- gularmente complicadas con accidentes. Rara vez se presentan con cuerpos extraños, al menos que su causa haya sido un cuerpo frá- gil , como un vidrio ó una espada, que dirigida del lado de un hueso, se puede romper y quedar en la herida la porción de ella: en estas circunstancias la relación del enfermo, el dolor tópico &c. nos manifestarán la existencia de la pieza, la que se extraerá después de haber dilatado lo suficiente la abertura, ó haciendo una contra- abertura, según el sitio que ocupe; si se liega á fixar en el hueso, se echará mano de los medios que propusimos sobre este punto hablan- do de las heridas de pecho. Estas heridas poco profundas vienen re- gularmente sin hemorragia, porque los vasos de los tegumentos y de los músculos superficiales son de pequeño diámetro, y porque la estrechez de la herida, su obliqüidad, la mudanza en la posición de las partes, y su tumefacción, se oponen á la salida de la sangre. Si las arterias que circulan sobre el peritoneo están interesadas, está membrana estando abierta, puede dexar caer su sangre en el vientre- pero si no lo está, la despedirá hacia afuera, y será muy fácil el cohibirla, como la de las venas varicosas que se encuentran algunas yo HER veces en las paredes del abdomen por medio de una compresión li- gera hecha con el dedo &c. El accidente mas ordinario de estas soluciones estrechas, y el que comparece al tercero ó quarto dia es la inflamación. Ella se ve- rifica comunmente en las que están obliqüas ó sinuosas de alto a ba- xo, penetrantes en los intestinos ó en las aponeuroses de los múscu- los, y menospreciadas, ó mal cuidadas, principalmente en los suge- tos biliosos ó muy irritables, ó en los caquécticos; en estas circuns- tancias entumecida la herida se irrita, se seca ó da poca supuración, y ocasiona dolores mas ó menos agudos al acto de respirar, ó en los movimientos del cuerpo , y los que se propagan hasta el pecho, a la columna vertebral, á las escápulas y á los muslos según la natu- raleza y el asiento de las partes divididas: estos dolores se ven inme- diatamente acompañados de tumefacción, de tensión y dureza en el abdomen, de calentura violenta, de dificultad de respirar, y algunas veces de hipo, de náuseas, vómitos, de sudores fríos con un pulso pequeño, concentrado y freqüente, rara vez de constricción con- vulsiva en la garganta, la que desde luego es seguida de convulsio- nes generales y de la muerte; lo qual acontece con preferencia quan- do la herida ocupa el epigastrio ó la vayna de los músculos rectos. Si no atendemos á remediar á estos accidentes, el herido suele pe- recer al séptimo dia. , Para precaver estos accidentes, quando las sangrías, las embroca- ciones emolientes, las cataplasmas de la misma especie, las bebidas dulcificantes, las lavativas, la quietud y todo lo que puede disminuir los esfuerzos de la respiración, no detienen en poco tiempo los pro- gresos de la irritación y de la inflamación, es necesario dilatar la he- rida que aun se halla abierta. Algunas veces viene la supuración, y se forman abscesos pro- fundos , que se conocen mas regularmente por las señales racionales que por las sensibles, por el incremento después de la remisión de los accidentes, por la estancación y blandura de una parte de la tu- mefacción con fluctuación poco sensible y obscura si la supuración llega á caer debaxo de las aponeuroses. Su tratamiento curativo en nada se diferencia del de otros abscesos en varias partes del cuerpo, se procurará el abrirlos en toda su extensión con un bisturí mas bien que con la piedra cáustica. La profundidad de las heridas no penetrantes y producidas por instrumentos cortantes es fácil de reconocer separando sus bordes, y también porque no las acompaña salida de las partes contenidas, ex- cepto quando la herida está sobre los lados del vientre, ó por detras de ellos en donde las visceras conservadas en su postura natural por ataduras fixas, no pueden salir del sitio que ocupan. La situación es uno de los medios de reunir estas heridas, la qpe a HER 7i es indispensable en las heridas obliqüas ó transversales, del mismo modo que el vendaje es absolutamente necesario en las que están he- chas á lo largo. De este modo pues estas heridas simples se reúnen doblando la cabeza y el pecho sobre el abdomen , el que estará un oco levantado ó en flexión del mismo modo que los muslos, si se alian divididos obliqüa ó transversalmente los músculos anteriores del abdomen, ó si lo están los del dorso según el exe del cuerpo: pero extendiendo estas partes en los casos contrarios, é inclinando el tronco del mismo lado en que se halla la herida, si está situada á las partes laterales del abdomen en una dirección obliqüa ó trans- versal , y del lado opuesto para las que están á lo largo. Se manten- drán aproximados los labios de la división por medio de unas len- güetas del emplasto aglutinante aplicadas en una grande extensión, según el tamaño y la movilidad de la herida; de unas compresas co- locadas á una ó dos pulgadas de sus bordes, según su profundi- dad, y de un vendaje de cuerpo, que le cubra enteramente, y com- prima lo bastante para moderar ó reprimir la acción de los múscu- los y de las visceras en el acto de la respiración: se impedirá que se desarregle el vendaje fixando su parte superior con un escapulario. Se precaverán los resultados malos con las sangrías, la quietud y las bebidas dulcificantes. La consolidación se verifica con mas ó menos prontitud según la situación, la dirección y profundidad de la heri- da mantenida en reunión lo mas exactamente que sea posible. Estas heridas quando están complicadas con la hemorragia de las arterias mamarias, ó de las infracostales, que son de un pequeño diá- metro , deben reunirse prontamente como si fuesen simples. La de las arterias epigástricas ó abdominales es mas fuerte y perjudicial si su abertura se halla cerca de su origen, y no se detiene sino por medio de la reunión de la herida: se cohibe por medio de la compresión hecha con uno ó dos dedos aplicados constantemente por espacio de algunas horas sobre los extremos divididos del vaso, y después con un lechino hendido, ó un lienzo fino quadrado, y cuya parte me- dia debe estar agujereada: en la herida se pone una porción de hi- las apretadas para formar una pelota consistente, las que se sujetan con unas compresas y un vendaje un poco apretado, ó ligando los extremos del vaso abierto, si se puede tirar de las extremidades di- vididas por medio de unas pinzas. Pero regularmente esta hemorra- gia suele detenerse con un síncope, formándose en este caso un co- águlo que tape la herida: el tratamiento curativo consiste en sostener- la y en aumentar la consistencia por la aplicación del agárico, de la hila cargada de la colofonia en polvo, y de la flor del roble ó de un lienzo seco sostenido con un vendaje conveniente, con la quietud constante, sosteniendo el estado de debilidad del herido durante un determinado tiempo con las sangrías, la dieta severa, y los de- 72 HER mas remedios adecuados. Después que llega á desprenderse el co- águlo, y verificarse la consolidación del vaso, se mantendrán así los labios de la solución morbosa, que está entonces en perfecta supu- ración , en una contigüidad favorable para su aglutinación, y al mis- mo tiempo para la salida libre de la supuración que resulta de su fon- do^ fin de que después no quede una fístula. La inflamación con que se pueden complicar estas heridas no está acompañada de acci- dentes graves, como la que viene en las soluciones estrechas. Se di- sipa con los remedios generales, y manteniendo las partes divididas en un estado de relaxacion, por conseqüencia se sostendrán sus bor- des en el contacto mas exacto. Los cuerpos contundentes, que solo obran sobre las paredes del abdomen, y producen contusiones ó heridas contusas semejantes á las de otras partes externas del cuerpo, simples ó complicadas con cuerpos extraños, inflamación ó accidentes mortales, como las he- ridas estrechas, si las aponeuroses y la vayna de los músculos rec- tos se hallan dislaceradas por cuerpos agudos ú obtusos, como lo son los cuernos de los animales, se tratarán según su naturaleza y sus indicaciones como las heridas semejantes de pecho, ^f Heridas penetrantes de vientre hechas con instru- mentos punzantes. (Cir.) ^f Estas heridas, producidas por una espada, la punta de un cuchillo estrecho &c., pueden penetrar la cavidad del vientre sin lesión de las visceras contenidas en ella; siendo algunas veces obliqüas y otras rectas, dirigidas perpendicu- larmente al abdomen y poco profundas, suelen estar también situa- das en frente de los intestinos, los que movibles y medianamente distendidos se deslizan y escapan fácilmente de la impresión de los instrumentos. Estas heridas vienen con salida de partes, y regular- mente sin expulsión de humores; algunas veces son simples, otras difíciles de conocer y fáciles de curar con los cuidados ordinarios de todas las demás, ó bien complicadas con accidentes que depen- den de la lesión de las partes continentes. Estas heridas penetrantes profundas se complican regularmente con lesión de los vasos ó de las visceras en un solo sitio ó en mu- chos con acumulación de sangre, de ayre , de materias quilosas ó estercoráceas, de bilis y de orina, algunas veces con un pedazo de espada , mas ó menos largo, y clavado en una vertebra, en una cos- tilla , ó en una cadera, y por lo regular con inflamación, seguida rara vez de acumulación de supuración, y otras veces sin ninguno de estos accidentes. Estas complicaciones están acompañadas en tales circunstancias de los síntomas que dan á conocer que la herida es penetrante, y los que pueden al mismo tiempo indicar quales son las partes inte- resadas y sus resultados. Pero suponer el conocimiento de la posi- HER 73 cion respectiva de las visceras y vasos, y de las que están próximas ó distantes de las paredes del vientre movibles ó fixas, y suscepti- bles de mudar de localidad según las diferentes actitudes del cuerpo, el conocimiento de su vacuidad ó de su plenitud; las que les hacen ocupar mas espacio, las expone sin duda á ser heridas, y por úl- timo del estado sano ó enfermo del pecho y del vientre, como si entonces se padecieran al mismo tiempo tumores enquistados, escirro- sos, ú otras enfermedades que pueden trastornar el estado natural de las visceras. Las señales conmemorativas tomadas de la actitud conocida en que se hallaba el sugeto en el acto en que recibió el golpe, de la manera y de la fuerza con que fué clavado el instrumento, pue- den hacernos juzgar con mas ó menos probabilidad de la profundi- dad hasta donde llegó; lo que algunas veces pone á manifiesto los síntomas de una lesión la mas evidente, porque los que lo carac- terizarán se complican freqiientemente los unos con los otros, prin- cipalmente quando se han herido muchas partes á la vez. Las señales diagnósticas se sacan de la situación y de la direc- ción de la herida, del asiento que ocupa el dolor interno, de las excreciones por las vias naturales, y rara vez por la herida, que siendo estrecha ú obliqüa, impide la salida de los humores; de los síntomas generales, que nacen esencialmente de la división de las partes, de los que son propios de la lesión de cada entraña, y de los de la extravasación que aquella puede ocasionar. Después de haber tratado de los casos de complicación de cuerpos extraños, nosotros expondremos estos síntomas sin referir la señal común to- mada de la situación y dirección de la herida, ni referir aquellos que son de las partes vecinas lisiadas al mismo tiempo en el vientre y pecho, las que reunidas y comunes, ó poco diferentes, impiden el discernir las lesiones particulares. Se puede averiguar por el herido ó los asistentes, por el examen de la causa vulnerante y de la herida, tocando el vientre en dife- rentes direcciones, y según diversas actitudes, por la sensación de un cuerpo duro y renitente, por el dolor tópico que produce &c, que dentro del abdomen hay un pedazo de espada ó de otro instru- mento semejante. Pero ordinariamente no se acierta con el sitio de- terminado que ocupa el cuerpo extraño; y los síntomas graves y mortales que acompañan á estas soluciones morbosas, no indican mas que la lesión de las partes contenidas, y no debemos ocuparnos mas que en los medios de curarlas, sin hacer indagaciones peculiares para descubrirlas; es evidente que el conocimiento del sitio donde se ha- llan por lo común es inútil, porque ni es prudente, ni algunas ve- ces posible el extraerlos, á no ser que estén muy poco profun- dos y fixos en un sitio donde no haya que rezelar el que atraviesen TOMO V. K 74 HER vasos considerables, ó visceras muy vasculosas, ni al mismo tiempo intestinos cuyas heridas causarían después de la extracción de aque- llos una extravasación mortal sobre el fondo de la cavidad, ó al golpe, ó en muy poco tiempo, entre tanto que el herido podia vi- vir aun por algunos dias mas. Los síntomas generales y primitivos de las lesiones internas son el dolor, la tensión que se propaga de la herida á todo el vientre, ó á una gran distancia de la parte dividida, la inflamación que se pre- senta desde el dia segundo, ó á lo mas tarde desde el dia tercero, y la calentura fuerte ; y según la naturaleza de las partes divididas, el grado de la inflamación, el hipo, el vomito, la detención de vien- tre , la supresión ó la retención de la bilis ó la orina. Los de la in- flamación gangrenosa son la pequenez, la concentración y la inter- mitencia del pulso, la hinchazón , la blandura é indolencia que sobrevienen después de la tensión dolorosa del vientre, los vómitos biliosos, ó de materiales negros y podridos, el hipo continuado , los sudores fríos y las congojas. Si la inflamación produce un absceso ó una acumulación de serosidad purulenta, los síntomas referidos se aumentan mucho, la calentura se duplica con fríos vagos , la tume- facción del sitio mas dolorido del vientre se aumenta y aparece mas circunscrito, algunas veces con edema exterior, y por último con fluctuación obscura si la supuración se halla acumulada en un foco particular; pero profundo y mas fácil de percibirse, si está extrava- sada y mezclada con serosidad, que trasuda del peritoneo y de las partes contenidas. Los síntomas peculiares de la lesión de cada viscera comparecen en el momento de verificarse su herida, ó poco tiempo después. Los de la lesión del diafragma son la respiración difícil, entredividida y convulsiva, la tos viva, freqüente y seca, algunas veces la risa sar- dónica, el hipo, los esfuerzos violentos para vomitar, y rara vez el vómito efectivo, principalmente si se halla dividido en su parte apo- neurótica. La lesión del estómago es mas fácil quando está lleno , pues ocu- pa mas espacio , y su grande corvadura está mas anterior, y por con- siguiente menos elevada, ocasiona un dolor agudo y gravativo en el epigastrio, el vómito de los alimentos mezclados de sangre, á veces sin anteceder esfuerzos violentos; y si están interesados los troncos vasculares mayores de dicha viscera, los vómitos son de una cantidad considerable de sangre pura hay freqüentes sudores, horri- pilaciones y frios seguidos de una alteración insoportable, de aba- timiento ó de debilidad; la pequenez, la concentración, la inter- mitencia y la falta de pulso, las evacuaciones de vientre sanguino- lentas, los sudores frios, los desfallecimientos, la convulsión, la acumulación de sangre ó de materias alimenticias si la herida es gran- HER 75 de, y raras veces una trascolacion de un líquido pardo y agrio por la abertura externa, semejante al de los vómitos. Los síntomas de las heridas de los intestinos, las quales son mas freqüentes en los intestinos delgados y en el arco del colon que en sus partes laterales, son poco sensibles ó muy equívocos, si la abertura es pequeña, única y sin lesión de los vasos: en estas cir- cunstancias el enfermo se queja de un cólico ligero, ó de un dolor vago, tiene el vientre un poco tenso, y las deposiciones ventrales son muy pocas, ó casi nunca sanguinolentas. Pero quando la di- visión es grande, causa náuseas, una tensión pronta en el vientre, freqüencia y concentración del pulso, regularmente deposiciones ventrales sanguinolentas, ó un fluxo de sangre considerable por el ano con debilidad ó extenuación, que es un efecto del desfallecimiento del ánimo ; á veces vómitos de sangre, la sequedad de la lengua, la sed ardiente, la inflamación y sus conseqüencias, la acumulación lenta de sangre, ó la de materias quilosas y estercoráceas , y de ayre con enfisema de las partes continentes divididas, principalmente quando está interesado el intestino colon. Las heridas del epiploon, del bazo y páncreas no tienen síntomas particulares conocidos; pueden producir la inflamación ó extravasa- ción de sangre, la que se distingue por las señales generales propias de estos accidentes. Si solo está interesado el mesenterio profundamente, y con prefe- rencia en su parte posterior, sobrevienen los mismos resultados que en las heridas de esta especie de los nervios, esto es, dolores muy agudos y continuados, algunas veces con movimientos convulsi- vos , la muerte pronta , y rara vez pasado el dia tercero. Los síntomas de la herida del hígado son dolores sordos, que se extienden á las escápulas y á la laringe si está en su parte convexa, y agudos, que se difunden hacia el apéndice xifoides si existe hacia el epigastrio , ó es profunda y del lado de su concavidad; la difi- cultad de respirar, el hipo, los vómitos, la tensión y constricción de vientre, los frios vagos, el amargor y sequedad de la lengua, la que se pone amarilla del mismo modo que el blanco de los ojos, la piel de color de plomo y la ictericia. La herida de la vexiga de la hiél, de los canales cístico, hepá- tico v colidoco causan ordinariamente la acumulación de bilis, al- gunas veces los vómitos reiterados de un humor verde, con esfuer- zos violentos, movimientos convulsivos de todo el cuerpo; y siempre la tensión repentina del abdomen, con dureza, sin dolor, excepto en el hipocondrio derecho, esto es,en la parte herida sin que el enfermo arroje ventosidades; la dificultad de respirar, la pequenez, la freqüen- cia y la concentración del pulso, después su debilidad á la continua- ción de su estado natural durante algún tiempo; en seguida su ínter- 76 HER mitencia, la detención completa de vientre, la rubicundez de la piel ó una ligera amarillez, el desvelo ó el sueño muy agitado, la frial- dad de las extremidades, las debilidades, y la muerte al tercero, quinto ó séptimo dia. El dolor fixo en la región de los ríñones, y el que se propaga hasta las ingles, algunas veces con retracción del testículo del la- do de la herida, el orinar sangre, la tumefacción de la región lum- bar, anuncian la lesión de estas partes. Si está interesada la vexiga urinaria, hay dificultad de orinar, do- lor en las caderas, en el conducto de la orina, ó en el extremo del miembro viril, el que entonces está regularmente en erección; las orinas son sanguinolentas, y freqüentemente están detenidas en su cavidad por los coágulos de sangre, por espasmo ó la Irritación de su cuello, la tensión de la región hipogástrica, después de todo el vientre, la calentura, el hipo, los vómitos, el delirio depen- diente de la retención, de la infiltración, ó de la extravasación de la orina, la que se verifica algunas veces en estas heridas, y ocasio- nan depósitos gangrenosos con enfisema ó inflamación gangrenosa de las visceras. La herida de la matriz ocasiona dolores en el ipogastrio, vulva, caderas, ingles y muslos, tensión de vientre, por lo regular el te- nesmo; á veces el fluxo de sangre por la vagina, y en el caso de preñez el aborto. La abertura de los vasos gruesos del vientre causa prontamente una acumulación considerable de sangre , que acarrea en muy poco tiempo la muerte del herido. Quando esta abertura es mediana, y el síncope permanece por bastante tiempo para que se forme un coágulo, el enfermo puede sobrevivir, y también curarse, si está bien cuidado y observa una gran quietud. Los síntomas de la he- morragia interna y abundante son la palidez del rostro y del cuer- po , la debilidad y la intermitencia del pulso, la tumefacción del vientre con blandura, la postración de fuerzas, ó el abatimiento sin pérdida de conocimiento, el síncope , la ansiedad, la freqüente mu- tación en las posturas del cuerpo, los sudores frios, los movimien- tos convulsivos, y la muerte. El derrame sanguíneo es lo mas freqüente de todo lo que acaece en la cavidad del vientre. Sí es lento, no se acumula ordinariamente con facilidad, porque para verificarse es necesario que la acción de los vasos de donde proviene sobrepuje la resistencia que resulta de la compresión recíproca de las visceras abdominales, y de la contrac- ción alternativa del diafragma y de los músculos del vientre: y si esta resistencia es fuerte , obliga prontamente á los vasos medianos á detener su hemorragia, como los que se rompen sobre el canal intes- tinal , lo que es freqüente en las heridas hechas con espada que atra- HER 77 viese de parte á parte el abdomen , y que no son seguidas de acci- dentes, pues limita de este modo la extensión de la acumulación, impide que la sangre se reparta indiferentemente por todo el abdo- men , de que se meta entre las circunvoluciones de los intestinos, y de que forme focos vagos y multiplicados, al menos que no haya muchos vasos abiertos, y demasiado dilatados los unos de los otros, para ocasionar extravasaciones particulares. Los síntomas de esta acumulación son regularmente consecuti- vos. Se manifiestan luego que los que acompañan desde el principio al herido se calman ó disipan, y algunas veces después de una in- termisión muy corta de tiempo, ó al cabo de quatro, seis ú ocho días, con mas ó menos violencia, sin ninguna causa aparente. En este caso son el signo positivo de la existencia de la acumulación, y se diferencia según su situación. Si está en la cadera, la tensión, ele- vación y dolor principia por el hipogastrio, desde donde se pro- paga á todo el vientre, la calentura se exacerba de nuevo, el en- fermo, que por lo común padecia diarreas antes de aparecer estos síntomas, se le detiene pronto el vientre, padece irritaciones en la vexiga, y freqüentes conatos de orinar, los que no puede ver satis- fechos ; la elevación del vientre crece, y su tensión estorba el que se perciba distintamente la fluctuación del líquido: por último, sobre- viene el hipo, los vómitos reiterados y los sudores frios. Pero quan- do viene con semejante sucesión de estos síntomas, de modo que no se puede hacer distinción entre los primitivos y los consecutivos, el intervalo ligero y de corta duración que se pueda observar, la continuación de la debilidad ó del desfallecimiento sin pérdida del conocimiento, ó la perseverancia de los accidentes, nos deben hacer sospechar que existe la acumulación, y poder fixar la atención para determinar al menos un indicio para practicar la operación que sea conveniente, y proporcionar salida al líquido detenido. La acumulación del ayre se ha observado, aunque pocas veces. Se origina de la abertura de los intestinos, y principalmente del co- lon , de una herida penetrante de vientre y de pecho con lesión de los pulmones; y no se verifica sino quando la herida de las paredes del abdomen es estrecha ó muy obliqüa, y se opone enteramente á su salida: en el primer caso sucede casi siempre con acumulación de materiales quilososó estercoráceos, y algunas veces con enfisema de las partes externas divididas. Estos síntomas son la tensión pronta del vientre con dureza y ligero ruido al tocarle, el enfisema externo, des- pués los signos de la inflamación gangrenosa ocasionada por la acu- mulación de materias excrementicias, ó la calentura y los movimien- tos convulsivos continuados, dependientes de la lesión de las partes nerviosas. Las materias quilosas y estercoráceas no se estancan con facilidad 78 HER en el vientre mas que quando la herida del estómago y de los intes- tinos es grande: estas visceras están llenas de materiales muy flui- dos; los dolores y las irritaciones producen contracciones violentas y convulsivas, ó quando se hacen sobre el vientre compresiones des- iguales. En los casos contrarios encuentran menos obstáculo para continuar su camino por el canal intestinal, principalmente si cui- damos de desocupar el recto con unas medias lavativas. Se conocerá esta acumulación por la calentura ardiente y la sequedad déla boca, lengua y garganta, por la alteración excesiva, la tumefacción y el dolor de vientre, los movimientos convulsivos, el hipo, los vómi- tos de que son atacados los enfermos desde el segundo dia, después la debilidad, y otras señales que acreditan la inflamación gangre- nosa. La acumulación de bilis produce los síntomas que pintamos an- teriormente, y con preferencia la pronta tensión y permanente del abdomen, con una distensión considerable de los intestinos, causada por el ayre que se desprende y enrarece en ellos, con una abstric- cion de vientre inopinada; y aunque sea muy escasa la cantidad de este humor acumulado, la serosidad de las partes internas y su irri- tación le hacen aparecer mas abundante mezclándose con él; la tu- mefacción del vientre se aumenta principalmente en su parte infe- rior , en donde se percibe una fluctuación manifiesta que comprueba la existencia de un líquido extravasado: este fluido es verdoso , ama- rillo, inodoro, y algunas veces difunde sobre los intestinos un ve- hículo que los pega por medio de una mucosidad espesa. Las orinas se filtran por el texido celular del peritoneo, y pro- ducen depósitos gangrenosos quando la parte posterior de los ríño- nes y de los uréteres, y la parte anterior de la vexiga ó su porción in- ferior en los casos contrarios se acumulan sobre los intestinos, y pro- ducen una simple inflamación si son en pequeña cantidad; pero si la extravasación es considerable, la inflamación se hace gangrenosa, al- gunas veces con enfisema en el texido celular del peritoneo. Se cono- ce por los síntomas de la lesión de los riñones y de la vexiga, por la tumefacción del hipogastrio con fluctuación mas ó menos sensible, y por la pequeña cantidad de orina que arroja el enfermo, aunque beba mucho. Todas estas heridas penetrantes y complicadas son respetables. Las mas leves tienen muchas veces conseqüencias funestas por la in- flamación que sobreviene, y que es su resultado mas común, ó por enfermedades consecutivas que ocasionan , como el engruesamiento de las paredes de los intestinos, su retracción, sus adherencias, efec- to del estado inflamatorio , que impiden las funciones de dichas vis- ceras , y se oponen al tránsito libre de los materiales que contienen; ó como las que resultan del diafragma en su parte media, y del la- HER 79 do izquierdo, cuyos bordes no se consolidan jamas entre sí, dexando una abertura por la qual el estómago, el bazo , el arco del colon y el omento pasan en gran parte á la cavida \ del pecho, en donde producen accidentes perniciosos, de los que se hará mención en el tratado de las hernias. Las heridas menos perjudiciales no interesan mas que una de las visceras en una corta extensión , y en un sitio en que hay pocos va- sos y nervios, y en donde se fixa y está próximo á las paredes del abdomen , como en la parte convexa del hígado, de los ríñones y de la vexiga. Las que interesan á un mismo tiempo el vientre y pecho con lesión de muchas entrañas, y las del estómago , intestinos,me- senterio, vexiga de la hiél y de la parte cóncava del hígado, del ba- zo y de los ríñones, que vienen con lesión de los nervios, ó bien con abertura de los principales vasos que se distribuyen por ellas , pro- fundas y producidas en muchos puntos, son regularmente mortales en el corto término de muy pocos dias, por los dolores agudos, por la inflamación ó acumulación: las heridas de los vasos grandes , y principalmente de Jas arterias, causan la muerte al momento, ó en muy poco tiempo , si su abertura es grande, y la extravasación de sangre considerable. La muerte es inevitable en la acumulación de los alimentos, de las materias quilosas ó estercoráceas, de bilis ó de orina á causa de la irritación y de la inflamación que producen. Pero la sangre acumulada lentamente puede ser absorvida si es en pequeña cantidad , y expelerse por orina ó por cámara; de lo contrario oca- siona la muerte quando no se procura dar salida por una abertura conveniente en el abdomen. La curación de estas heridas consiste en precaver ó combatir sus síntomas, la inflamación y las extravasaciones. Se puede tal vez con- seguir esto con los remedios generales, como las sangrías copiosas y reiteradas, según las fuerzas del enfermo y la naturaleza de los accidentes, los fomentos emolientes y resolutivos, con el aceyte ro- sado , el de manzanilla, y el cocimiento de las hojas de malvas, de flor de saúco, de milpiés &c; las bebidas del agua panada, de suero, del caldo de ternera ó pollo, en el que se exprimirá un poco de agrio de limón, principalmente en la distensión de los intestinos producida por el ayre, los que se admistrarán regularmente en cor- ta cantidad de cada vez si se halla irritado el estómago; las medias lavativas quando los intestinos gruesos están interesados, y que el herido está extriñido; las bebidas calmantes después de haber san- grado todo lo que sea necesario, si el espasmo, el hipo y los do- lores agudos no ceden en nada; en fin la situación mas cómoda para el herido, la dieta severa, y todo lo que pueda constituir una res- piración tranquila y un descanso perfecto. Solo se emplearán estos recursos en las heridas del diafragma y 8o HER de todas las visceras del vientre , excepto en las de los ríñones y de la vexiga, en las que es indispensable la introducción de la algalia para precaver la retención de orina, su acumulación mas considera- ble , y facilitar la curación de la herida por la trascolaron fácil y freqüente de dicho humor. No obstante, si estando el estómago lle- no es abierto en una pequeña extensión, y por otra parte es en su orificio superior , lo que es entonces imposible de distinguir , se acón- seja el vaciarle por medio de los vomitivos, como U ipecacuana dada á los sugetos adultos en cantidad de diez y ocho ó veinte gra- nos, ó el tártaro estiviado en la de un grano ó medio en poco vehícu- lo para disminuir la herida é impedir la acumulación de los alimen- tos en el vientre, y la irritación que su demora podría ocasionar. Pe- ro estos medios son inútiles quando la herida de esta viscera causa un vómito repentino de sangre ó de alimentos, único síntoma posi- tivo que la da á conocer; y podrán ser perjudiciales estos vómitos á causa de la irritación ó de la acumulación que pueden aumentar: así es que no conviene sino en las heridas hechas en los intestinos del- gados poco tiempo después de haber comido, y con el objeto de que no produzcan el vómito, á fin de evitar los accidentes que pue- den resultar de la detención de los alimentos en los intestinos; y aun valdrá mas pomover el vómito con las barbas de una pluma introdu- cida hasta las fauces. Si la herida del estómago es pequeña , simple, y sin extravasación alguna, abandonada á su suerte misma , puede curarse del mismo modo que la de los intestinos con los remedios generales, dándoles muy poca bebida de una vez, para mitigar la sed y sostener las fuerzas del enfermo con la gelatina y otros alimentos, y las lavativas nutritivas. Si vomita mucha sangre, se tratará de detener la hemorragia interna; se le dará á beber á menudo del agua en que se haya disuelto una onza de alumbre por azumbre de vehí- culo. Como en tales circunstancias no estamos seguros del sitio de la herida, aunque su existencia es bien conocida por los síntomas, se- ria temerario y perjudicial el agrandar la solución de las paredes del abdomen para descubrirla, y sacar fuera del vientre una porción de los intestinos ,y la parte dividida, y reuniría por medio de un pun- to de sutura, entre tanto que la naturaleza puede consolidarla sin dicha reunión, la que no conviene mas que quando la herida exter- na es ancha, y las entrañas heridas y movibles se presentan por di- cha abertura, ó salen por ella. Estas heridas estrechas no exigen mas operaciones que con rela- ción á las extravasaciones que llegan á ocasionar. Aunque las de bi- lis, de ayre, de orina y de materias quilosas ó estercoráceas sean mortales, sin embargo se puede alargar la vida del enfermo dándolos salida con anticipación , agrandando lo suficiente la herida, ó de una incisión hecha en el sitio mas prominente de la tumefacción que HER 81 constituyen, si la acumulación de los materiales excrementicios es reciente y pequeña, y dependiente de la división del intestino cie- go , de las porciones laterales del colon , lo que se distingue por la situación y dirección de la herida exterior ; cuyos bordes se manten- drán separados con un vendolete de lienzo después de haberla agran- dado , con lo que se puede curar al enfermo, y facilitando la tras- colacíon de los materiales con la situación del herido acostado so- bre el lado de la abertura, y con las compresiones metódicas execu- tadas sobre el vientre, y con los esfuerzos de la respiración. La extravasación pronta y considerable de sangre exige la quie- tud , todo lo que puede calmar el espasmo y la irritación, y sos- tener por algún tiempo la debilidad de las fuerzas vitales. Quando las señales expuestas anteriormente en que el vaso no despide ya mas sangre, se le dará prontamente salida con una incisión conveniente, del mismo modo que la que está extravasada por grados, y cuyos síntomas son consecutivos. Esta operación se efectúa en el sitio mas prominente de la tumefacción, en donde se distingue con mas fa- cilidad la fluctuación del líquido, y el que regularmente está en la parte inferior del abdomen. Consiste en hacer con un bisturí recto y delgado una abertura de dos pulgadas de largo paralelamente al músculo recto, cerca de media pulgada de su borde esteno por en- cima del nivel de la espina anterior y superior de los huesos de las caderas, prolongada hasta una pulgada por encima del anillo, en el principio en los tegumentos, después en los músculos hasta llegar al peritoneo, en cuyo sitio es poca su adherencia, y abriendo hasta una pulgada de extensión después de habernos asegurado de la un- dulación del líquido. Evacuada la sangre, se introducirá en el vientre el extremo de un vendolete de lienzo ancho de media pulgada, y se cubrirá la herida con hilas y unas compresas, lo que se sostendrá por medio de un vendaje de cuerpo. Teniendo los humores un desahogo fácil y continuado por medio del vendolete y de la situación convenien- te del herido, los accidentes se calman; después sobreviene hacia el quarto ó quinto dia una supuración abundante, y entonces, deteni- da esta supuración en el fondo del foco, exige las inyecciones del agua de cebada y la miel rosada , las que se suspenderán luego que se disminuya la supuración, sin dexar por eso de valemos por al- gún tiempo después del uso del vendolete. Si esta operación se prac- tica antes que la inflamación de los intestinos sea fuerte, ó antes que principie la gangrena, los heridos robustos, y que no tienen ningu- na otra complicación, se curarán , y pueden permanecer largo tiem- po sin padecer hernia, si los intestinos se han pegado á la cicatriz, ó si llevan puesto un vendaje con que suplan la debilidad de la parte. TOMO V, i 8a HER Heridas penetrantes de vientre hechas por instru- mentos cortantes (Cir.) % Estas soluciones morbosas hechas con un cuchillo, una bayoneta, un sable &c. en una extensión mas ó menos grande del vientre, son fáciles de distinguir por la vista, por el tacto, por lo que sale por ellas, y menos perjudiciales si los gran- des vasos no están interesados, ó si las visceras de dicha cavidad no están divididas profundamente y en muchos puntos. Pueden com- plicarse con hemorragia, con salida de algunas de las partes conte- nidas, ó con su lesión sin presentarse fuera, y rara vez con extra- vasación. Las que penetran entre las últimas costillas falsas, en las regio- nes lumbares, ó bien en el perineo, vienen regularmente sin salida de partes, porque el hígado, el bazo, las porciones laterales del colon, los ríñones, la vexiga y el recto, que se encuentran en dichos sitios, están sostenidos por unas ataduras firmes. Si estas no interesan mas que las paredes del abdomen, se las reunirá de la misma manera que las heridas no penetrantes; pero las que se hallan entre las cos- tillas falsas, con división de una parte de la circunferencia del dia- fragma , no pueden mantenerse en una perfecta reunión á causa de los movimientos de la respiración , se supuran, y se consolidan con mas dificultad. Rara vez vienen acompañadas de una hemorragia con- siderable ; las arterias infracostales y abdominales son pequeñas; y si se llega á verificar su rotura, se detiene del mismo modo que la de las arterias mamarias ó epigástricas por medio del dedo, un lechino firme y atado, ó con los medios que para estas propusimos. Estas heridas, complicadas con hemorragia de las partes internas, son mortales, si no se forma prontamente en el acto de un síncope un coágulo que tape la abertura del vaso, y principalmente si están divididas las arterias; porque la pérdida de sangre arterial es mas arriesgada ue la de la sangre venal, aun quando esta haya sido en una cand- ad mas considerable. Si el enfermo sobrevive, se sostendrá la de- bilidad con las sangrías y los demás medios que antes propusimos, y se le hará guardar por mucho tiempo una quietud constante. Quando estas heridas se complican con lesión del hígado de las porciones laterales del colon &c., es necesario mantener abierta la parte inferior de ellas por medio de un vendolete de hilo introdu- cido profundamente, á fin de facilitar la salida de la sangre, de los materiales excrementicios, de la orina &c., y agrandando las solu- ciones, que son obliqüas ó demasiado estrechas, y que detienen i los humores acumulados en el vientre, ó infiltrados en el texido ce- lular del peritoneo. Se procurará su curación con los remedios ge- nerales , acostándose el enfermo sobre el lado herido, y oponién- dose á la consolidación completa de la herida externa, hasta que esté adherida la de las entrañas. Sin embargo, á pesar de estos cui- HER 83 dados, abierto el colon transversalmente, ó en una grande exten- sión , sea que sus bordes se consoliden entre sí, ó con el peritoneo, lo que se verifica con menos freqiiencia que en los intestinos delga- dos , pues como mas tenaces y movibles dexan algunas veces una fístula sostenida por el tránsito de las mucosidades excrementicias, la que se forma y abre alternativamente, según los obstáculos que se opongan al curso de los materiales fecales por el ano; pero es me- nos perjudicial y menos difícil de curar manteniendo el vientre libre, evitando los alimentos que pueden estriñirle, y la que sobreviene después de una pérdida de substancia en un intestino gangrenado. Estas heridas penetrantes, situadas en la parte anterior del ab- domen , dan siempre salida á algunas de las visceras movibles que se encierran en su cavidad. Rara vez sale por ellas el estómago, á no ser que comprehendan mucha extensión; el colon transversal menos profundo que esta viscera, mas pequeño y mas movible, el yeyuno, el íleon y el epiploon son las partes con que ordinariamente se com- plican estas soluciones de continuidad. El epiploon y los intestinos salen con separación, ó ambos á la vez, en mas ó menos porción, según el tamaño de la división, los esfuerzos del enfermo y los de la respiración, el estado de plenitud ó vacuidad del vientre, y su grado de tensión. Habiendo salido dichas partes pueden estar sanas, libres y fáciles de reducir, estar estranguladas, alteradas, gangre- nadas ó divididas, y exigir diferentes operaciones. Se intentará al instante la reducción de los intestinos sanos, ó que estén distendidos ó entumecidos, y de los que estén poco alte- rados, asimismo enfriados por el ayre, de un color lívido ó negro; pero cuya renitencia y elasticidad anunciarán la vida de que están dotados, la que por entonces puede estar como amortiguada, y la que revivificará de nuevo el calor y estado vital del abdomen des- gues que estén colocados dentro de él. Para hacer la reducción, de- e acostarse el enfermo á la orilla de la cama, de manera que los músculos abdominales estén en la mayor relaxacion que sea posi- ble , y la parte herida esté mas elevada. De este modo pues quando la división morbosa se halle en la región umbilical, se acostará el herido de espaldas, la cabeza, el pecho y las caderas levantadas: si existe en la región epigástrica, tendrá la cabeza y pecho mas alto que las caderas; y por último si está en la región hipogástrica, las caderas estarán mas levantadas que el pecho: finalmente una herida en la parte derecha del vientre pide que el enfermo se acueste sobre el lado izquierdo, y encorvado del punto opuesto y recíprocamente; y así las visceras arrastradas por su peso hacia la parte mas declive del vientre facilitarán su reducción. En seguida de esto, después de haber lavado con vino tibio, ó con agua y acey te batidos, seme- jantes partes, que se presentan al exterior cubiertas de sangre ó de 84 HER polvo, ó resecadas con el ayre; y después de haber encargado al enfermo que guarde por todo el mas tiempo que pueda el estado de una simple espiración, porque el diafragma, relaxado entonces del mismo modo que los músculos del abdomen, no ofrecen esfuerzos violentos que empujen dichas visceras hacia afuera; el Cirujano em- pujará hacia el vientre los intestinos con los dedos índices de sus dos manos manejados alternativamente, á fin de contener con el segun- do la porción, que ya está reducida con el primero, y perpendi- cularmente por temor de que no se deslice alguna porción entre las aponeuroses del vientre, donde podría llegar á estrangularse, prin- cipalmente si la herida existe sobre el músculo recto, cuya superfi- cie posterior se halla muy poco adherida á su vayna. Es necesario también guardar orden en la introducción de las visceras, de modo que entren las primeras las que se hallen colocadas las últimas, por haber salido después que las demás; y así si una porción del me- senterio está en continuación después de los intestinos, será menes- ter meterla primeramente. Quando no se puede conseguir en manera alguna la introducción de las visceras por este procedimiento, llegarán estas á sufrir la es- trangulación, principalmente si las heridas son muy estrechas. Esta estrangulación por lo regular es formada por los tegumentos, solo algunas veces al mismo tiempo por las aponeuroses, y también por delante y detras de los músculos rectos, si se hallan divididos por encima de la región hipogástrica. Depende de la distensión consi- derable de estas partes por los esfuerzos de los intestinos que los atraviesan, y de la tumefacción de la parte dislocada; por el ayre que contienen, y por el curso de la sangre venal suspendida en sus paredes. Ocasiona la inflamación, acompañada de los síntomas mas ó menos graves con poca diferencia que en las hernias estrangula- das , según que una pequeña porción ó la totalidad del diámetro del intestino se halle agarrotada; pero esta tiene conseqüencias menos perjudiciales: rara vez llega á producir la gangrena, porque se pre- cave muy bien; la presencia del intestino indica que es necesario disminuir prontamente la estrangulación, y reducir la porción que ha salido de su respectivo lugar. Se satisfará esta indicación inten- tando el disminuir el volumen estrangulado, y de relaxar los bor- des de la herida si los síntomas de la inflamación no son muy ur- gentes , y si el intestino está sano ó poco alterado, y agrandando la división en las circunstancias contrarias. Se puede disminuir el volumen de los intestinos, que están fue- ra, manejándolos suavemente, y apretándolos en la circunferencia de la herida para hacer que se introduzca en el vientre el ayre y los materiales que estén contenidos en ellos, ó si es posible retirando hacia afuera la mayor porción que sea dable, á fin de que el ayre HER 85 y las substancias dichas, dilatadas en un diámetro mayor, formen me- jor tumefacción, y no ofrezcan tanto inconveniente para la reduc- ción. Quando la cantidad de los Intestinos dislocados es considera- ole , y se hallan tan hinchados y distendidos que no se puede des- cubrir ni agrandar la herida, entonces se emplea con utilidad todo lo que es capaz de favorecer su reducción: se hará que tenga salida el ayre haciendo una picadura en ellos con una aguja redonda y muy gruesa, para que la abertura que ella forma no se tape con las mucosidades, que interiormente tapizan todo el canal intestinal. Se precaverá la acumulación de las materias fecales, pasando an- tes de reducir el intestino una asa de hilo por la porción del mesen- terio que corresponde á dicha picadura, para fixaria al lado de los bordes de la herida exterior; y la inflamación, que podrá resultar de hacer semejante picadura, se combatirá con los remedios generales. Algunas veces se logra la relaxacion de los bordes de la herida, cubriéndola de compresas empapadas en agua solamente tibia, ó mezclada con leche o con aceyte, sangrando al enfermo, y mante- niéndole puesto en una situación favorable. Quando estos recursos no tengan un pronto y feliz suceso, ó los intestinos están alterados y dispuestos á gangrenarse, es indispensa- ble el agrandar la solución morbosa por el ángulo que se ofrezca mas fácil para cortarle, y en la menor extensión que sea posible; después se atenderá á que sea desde una línea hasta quatro, según el grado de tensión de los tegumentos y de las aponeuroses, y la di- ficultad de reducir las partes que se presentan; pero quando es ne- cesario el desbridar las aponeuroses, partes que no se reúnen con la facilidad que la piel, para exponer menos al enfermo á que padezca las hernias ventrales consecutivas á la consolidación de estas heridas, ó hacerlas menores, se cortará principalmente en el ángulo superior, á no ser que este corresponda hacia la línea blanca, á las principa- les arterias del abdomen, ó al cordón umbilical, que puede no estar bien obliterado. Los instrumentos adequados para esta operación son un bisturí de botón estrecho y cóncavo por su corte, ó un bisturí recto y de punta obtusa, una sonda acanalada profunda, cuya extremidad re- donda debe terminar en un canal sin salida, para evitar de este modo el interesar los intestinos, ó una sonda en alas, que no se di- ferencie de la simple mas que en que se halla guarnecida hacia la parte media de su longitud de una lámina de metal ligeramente cón- cava por debaxo, y la que es conveniente quando no se pueda baxar fácilmente con la mano mientras que se opera con la otra una buena porción de los intestinos. Nos servimos ordinariamente de la sonda quando la estrangulación permite la introducción entre los tegumen- tos y los intestinos, y se procede á la operación del modo siguiente. 86 HER Colocado el operador al lado derecho del enfermo, el que esta- rá situado como si se fuese á hacer la reducción, y sostenido por unos ayudantes, baxando los intestinos con el dorso de la mano iz- quierda colocada al través, y cuyos dedos extendidos y apoyados cerca del ángulo de la herida que se ha de dilatar, impedirán que se muevan estas partes durante el acto de la operación, introduciendo perpendicularmente debaxo de los tegumentos, ó mas adelante, y también hasta el vientre, si es posible, el extremo de la sonda unta- da y sostenida con la mano derecha; asegurado pues en seguida de haber hecho con ella unos pequeños movimientos laterales, que no hay porción alguna de los intestinos cogida con ella, y el ángulo de la solución externa, se aproximará fuertemente su cánula contra dicho ángulo, entre tanto que se afianzará entre el dedo pulgar y la parte media del índice de la expresada mano el otro extremo de la cánula colocada sobre la dicha mano que cubre los intestinos ^des- pués se introducirá por su hueco un bisturí recto, que se cogerá con los dedos pulgar é índice de la mano derecha, y cuyo corte estará por delante; se cortarán con él solo las aponeuroses según la pro- fundidad en que se halle la sonda introducida, y el grado de resis- tencia de las partes, y se retirará el bisturí sin la sonda, la que se \ mantendrá en la misma posición á fin de evitar el que no corte los intestinos: después se saca la sonda, y se cuidará de reducir las ' partes del modo que indicamos anteriormente. Si aun no se puede lograr la reducción, se aplicarán dichos dos instrumentos de la misma manera debaxo de la aponeurose que los estrangula, y se cortará en la misma dirección, ó hacia otro parage, si se encuentra en aquella mas dificultad, y menos riesgo en este. El Cirujano puede también dividir los tegumentos en estas cir- cunstancias con el bisturí de botón, el que se cogerá como el de punta aguda, y cuyo botón se deslizará entre el ángulo de la heri- da, y la parte anterior del extremo del dedo índice ó del dedo del medio de la mano izquierda extendida longitudinalmente^y apoya- do de la misma manera que los demás dedos sobre los intestinos, que descansan sobre dicho ángulo. Si á pesar de esto subsiste la es- trangulación, se meterá del modo propuesto dicho instrumento de- baxo de la aponeurose que detiene á las visceras, y se dividirá lo que sea necesario. Quando la estrangulación no permite ni la introducción de la sonda, ni la del bisturí de botón por ningún punto de la herida, lo que es muy poco freqüente, y también se teme interesar los intes- tinos para disminuir su volumen, es necesario en este caso dilatar la solución, cortando poco á poco los tegumentos por el ángulo que sea mas fácil de descubrir con un bisturí de punta obtusa sostenido con la mano derecha como si se fuese á cortar hacia sí, y cuya HER 87 punta se conducirá sobre el extremo de launa del dedo índice, y el del medio de la otra mano; de manera que su parte anterior empuje al intestino para defenderle del corte del instrumento. Cortados los tegumentos todo lo que se juzgue necesario, se intentará la reduc- ción; si esta fuese imposible, y si la sonda no puede tampoco pe- netrar debaxo de la aponeurose, que los estrangula, se cortará esta de la misma manera, pero en una extensión menor que la del tegu- mento ; si por último dicha aponeurosis se halla detras del músculo recto, se dividirá hasta llegar al peritoneo con mas lentitud, y de varios golpes, para evitar de este modo el cortar los intestinos. Quando el epiploon sale solo, libre y sano, debe siempre intro- ducirse del mismo modo que los intestinos, sin ensanchar la abertura externa, y sin comprimir violentamente esta membrana, que es muy delicada y se altera con facilidad. Después se reunirá la herida, la que después de haber supurado por algún tiempo, se consolida con adherencia del epiploon al peritoneo en dichos puntos. Esta adhe- rencia constante ocasiona algunas veces, después de haber comido, dolores en el vientre, y principalmente en la región del estómago* efecto de la tirantez de esta viscera, y del colon, por la tensión del omento, porque suele adherirse á la cicatriz, lo que obliga enton- ces al enfermo á echar el tronco hacia adelante. Se precaverá este accidente manteniendo por la mayor parte de tiempo que sea po- sible, durante la curación, extendido el cuerpo del enfermo, sha prescribirle una dieta muy rigurosa por largo tiempo. Si la porción del epiploon, que se presenta en mas ó menos vo- lumen, está estrangulada, pero sana, ó si después de haber estado expuesta por algún tiempo al ayre se infarta ó gangrena, está libre ó no, sin accidentes, y no viene acompañada de intestino, se acon- seja el extraer el pedazo con las tixeras al nivel de la división exte- rior, ó lo mas inmediato posible á la parte sana, después de haberle desarrollado y extendido, para no comprehender en el corte las par- tes circunvecinas, ni herir las porciones intestinales, que saliendo al mismo tiempo del vientre, podrían quedar encubiertas: para tapar los vasos que vierten sangre, es necesario aplicar un lechino empa- pado en espíritu de vino ó en aceyte de trementina, y después se pasa á executar la reducción; pues si quedare la parte muerta meti- da dentro, dañaría á las visceras, y produciría inflamación y otros accidentes. Puede también acaecer que á pesar de las precauciones indicadas sobre los vasos cortados, reanimados por el calor local, se puede producir una acumulación sanguínea en el vientre, ó, según el grado de la irritación ocasionada por los espirituosos y sobreviene inflamación y supuración, acompañadas de accidentes graves y mortales. El riesgo de la hemorragia ó de la acumulación de sangre ha 88 HER determinado en tales circunstancias el ligar el epiploon antes de cortar la porción gangrenosa de él. Esta ligadura se hace con un hilo doble encerado, pasado dos ó tres veces, y anudado al rede- dor de la parte sana, un poco por encima de lo que está ya muerto; si dicha porción del omento es considerable, ó se atraviesa por su parte media entre los vasos con una aguja recta, que lleve un lechi- no doble de hilo, el que se anuda con separación en cada lado; después habiendo cortado la parte muerta, y metido lo restante de él en el vientre, y dexado los cabos de hilo hacia el ángulo supe- rior de la herida para fixar el epiploon cerca de esta, y facilitar la trascolacion de la supuración que sale, y la extracción de la parte ligada, la que se desprende al cabo de ocho ó diez dias; estas li- gaduras son perjudiciales, pues la compresión y fruncimiento que experimenta el epiploon, produciendo freqüentemente una inflama- ción , cuyos progresos se propagan hasta el estómago y colon, pro- ducen la tensión dolorosa del vientre, las náuseas, los vómitos, el hipo, la calentura, algunas veces un absceso en la parte que ha sido atada, y la muerte. Es inútil reducir el epiploon, pues siempre contrae adherencias con el peritoneo en el sitio herido, pues la dificultad en conseguir la reducción, y los accidentes que resultan de estos procedimientos, deben obligarnos á dexar en todos estos casos el epiploon en la mis- ma herida sin ligarse en la parte muerta, pues aunque esté estran- gulada , ó aparezca libre al exterior, contrae adhesiones á lo interior de la solución, y no puede ser arrastrada dentro del vientre por los movimientos del enfermo. En estos casos se le cubrirá con una plan- chuela de hilas empapada en agua ó aguardiente, ó impregnada con el ungüento estoraque, y encima se pondrán unas compresas, todo lo qual se sostendrá con un vendaje de cuerpo. Situado el enfermo según convenga, y teniendo el tronco extendido, debe evitar los mo- vimientos violentos del cuerpo, y ios esfuerzos de la respiración. La naturaleza produce en muy poco tiempo la separación de la parte externa del epiploon, que se desprende con mas ó menos facilidad. Si la salida del omento está acompañada de tensión de vientre, hipo, vómitos, sin aumento ni dolor en la región del estómago quando ha estado distendido el tronco del enfermo: estos síntomas que sobre- vienen algunas veces después dé la reducción de dicha membrana, de- penden de la irritación de la herida, se disipan con la quietud, las san- grías reiteradas, los demás remedios generales, con las bebidas narcó- ticas; y si subsiste el hipo, con el uso interno del alcanfor en la dosis de ocho ó diez granos. Quando se aumentan estos síntomas con el dolor de estómago, estando extendido el tronco, pueden ser ocasio- nados por la tirantez que experimenta dicha viscera, si los medios propuestos anteriormente, ayudados de la flexión del cuerpo, no los » HER 89 calman en poco tiempo, es necesario ensanchar la herida como en la estrangulación del intestino; pero en un diámetro mas pequeño; sirviéndose para esto del bisturí de botón, ó del de punta obtusa, conducido sobre la uña, mas bien que del bisturí puesto sobre una sonda acanalada, el que puede penetrar el epiploon, abrir algunos de sus vasos, y exponerlos á que sean cortados por dicho instrumen- to ; lo qué podría dar lugar á la inflamación ó á la acumulación de sangre. Dilatada la herida no se pasará á reducir el epiploon á me- nos que se halle perfectamente sano. El epiploon y los intestinos salen á la vez libres y sanos, y de- ben introducirse al momento principiando por los intestinos si han sido los últimos que han salido. Si dichas dos partes están estrangu- ladas, se dilatará la. herida por el ángulo superior, prefiriendo siem- pre el sitio donde se halle el omento, porque es menos arriesgado el interesarle que el intestino. Después de reducidas las partes, se reunirá la herida del mismo modo que se practica con las que son simples. El intestino que sale por una herida de vientre, rara vez pade- ce la gangrena por presentarse á la vista: se precave haciendo que cese la estrangulación, que la ocasiona, y executando la reducción. Si sobreviniese, sus progresos , si;s señales y los medios de reme- diarla , son los mismos que los de las hernias intestinales complicadas con gangrena. De todas las visceras situadas en la parte anterior del vientre, y las que pueden ser heridas por los instrumentos cortantes, el estó- mago, el intestino yeyuno, el ileon, y el colon transverso, son los únicos en que se pueden reunir las heridas con las operaciones, aun- que sea necesario dexarlas al exterior, y que se presenten por la abertura externa. Las que son ligeras ó pequeñas se reúnen ellas mis- mas con el auxilio de las sangrías y de la dieta rigurosa, humedecien- do la boca del enfermo con el agua de naranja, ó con una bebida acidula que debe tomar en corta cantidad, y manteniéndole con las lavativas de caldo, si el colon no está dividido; pero es siempre prudente lixar la porción herida de estos intestinos en las paredes del abdomen hacia la herida por medio de un hilo simple encerado pasado con una aguja por el mesenterio, y cuyos extremos anuda- dos formarán una asa, que se sujetará al exterior. Si estas heridas tienen mas de quatro líneas de largo, se reunirán haciendo la sutura de puntos pasados con preferencia á la sutura en asas, que mantengan los labios de la división en un mediano contacto. La sutura de puntos pasados consiste en penetrar los dos labios de la herida del estómago ó de los intestinos, aproximados y soste- nidos en su extremo por un ayudante, y en el otro por el operador, á una línea de uno de sus ángulos de dicha división y de su borde, TOMO Y. M 9o HER con una aguja recta, redonda y enhebrada en un hilo sencillo y en- cerado, el que se retirará hacia sí hasta quatro ó cinco pulgadas de su extremidad; después á una línea del sitio por donde ha salido la aguja del mismo lado y sobre la misma línea, y de este modo se sigue alternativamente de uno y de otro lado en una misma dirección sin repulgar el hilo sobre la herida hasta una línea del otro ángulo: este extremo del hilo, que debe también tener quatro ó cinco pul- gadas de largo, se sostendrá de la misma manera que el otro por un ayudante, mientras se hace la reducción de las partes del vien- tre: en seguida el operador tira ligeramente de los dos cabos del hi- lo hacia afuera, donde los fixará, á fin de que aproximado el intes- tino de la superficie interna de la herida, las partes continentes se aglutinen con mas prontitud, y se mantenagn reunidos los labios de la abertura externa por medio de la situación, de las lengüetas del emplasto aglutinante &c., dexando que esté separado por algún tiempo la parte mas declive de ella, para facilitar la efusión de la su- puración y de los demás materiales que haya. Pasados cinco ó seis días, quando se juzgue que el intestino esté adherido, después de haber cortado el hilo de un lado, se tira suavemente del otro, sos- teniendo los bordes de la división externa con los dedos de la otra mano. Quando una gran porción de las paredes del intestino está cor- tada al través, es menester introducir su parte superior dentro de la inferior, y mantenerlos en dicha situación por medio de un hilo, á fin de que se lleguen á consolidar unidos; pero no se pasará á ha- cer esta intromisión hasta después de algunas horas de haber tenido el intestino, sujeto en la herida, para distinguir quál es el extremo que corresponde al estómago , dándole al enfermo en diferentes to- mas algunas cucharadas de aceyte de almendras dulces, y del xara- be violado, que facilitarán al mismo tiempo que se trascuelen por la herida los materiales contenidos en el canal intestinal, desde el es- tómago hasta el sitio en que está dividido el intestino. En seguida el operador sostendrá por un lado el extremo superior del intesti- no , mientras que un ayudante mantiene el otro, horadará esta ex- tremidad de dentro á afuera á quatro ó seis líneas de su borde , y á un extremo del tercio medio de la herida, con una aguja recta en- hebrada de un hilo largo encerado, el que tirará y cogerá un ayu- dante: después con otra aguja metida por el otro extremo de este mismo lazo, atravesará esta porción de intestino de la misma manera á la otra parte del tercio medio de la herida, de suerte que estas dos aberturas hechas con las agujas estén tan distantes entre sí, según estén los ángulos de la solución morbosa; finalmente se interesará con dichas agujas el extremo inferior del intestino de dentro afue- ra de un lado, después del otro, y á una distancia igual del borde HER 91 y de los ángulos de la herida. Retiradas las agujas se meterá la ex- tremidad superior del Intestino en la inferior; se anudarán los cabos del hilo á dos ó tres pulgadas de distancia del intestino, el que se reducirá después de haberle sujetado lo suficiente por sus extremida- des. El asa del hilo se fixa oportunamente fuera de la división ex- terna ; se aproximan sus labios como en la sutura de puntos de pa- sos, y se quitará el hilo al mismo tiempo y con las mismas precau- ciones que expusimos antes. Si está enteramente dividido al través el intestino, la indicación es la misma, y se satisface de la misma manera. Pero como en esta divi- sión la separación délos dos extremos del intestino puede verificarse, es necesario sostener el uno unido al otro por medio de un naype arrollado á lo largo en forma de cilindro de un diámetro menor que el que tiene el intestino, cuyos extremos se encolarán y empaparán en la esencia de trementina: después nos valdremos del acey te común ó del rosado para que se resista por mas tiempo á la penetración de los fluidos y de los materiales que deben correr por el canal intesti- nal , cuyas paredes entonces separadas lo suficiente en el sitio de la herida, permiten el tránsito libre por su interior. Esta carta debe después atravesarse á los extremos de un diámetro de su parte media Con un hilo largo, sencillo, encerado, y con una aguja recta en ca- da cabo de él, y pasando con una de ellas de fuera adentro, des- pués á algunas líneas de distancia de dentro afuera, y en seguida á esta misma distancia de fuera adentro, desde donde se la sacará al otro extremo del diámetro; de modo que el hilo puesto sobre la circunferencia de la carta en lugar de atravesarla por su parte me- dia , no podrá detener ni impedir el tránsito de los materiales que deben trascolar por dicho canal. Después de haber distinguido quál es el extremo superior del intestino, por la naturaleza de los materiales que salen por él im- pregnados del aceyte que hemos dado á cucharadas al enfermo como en el caso precedente, el operador meterá este naype en to- da su longitud, pero de manera que el hilo que le atraviese corres- ponda á los lados del intestino á igual distancia de su convexidad y del mesenterio; después se atravesará por un lado en frente de la mitad de la carta, y de dentro á afuera con una aguja que tenga en su extremo un cabo de hilo de este mismo lado del naype, y des- pués se hace lo mismo con otra aguja en el otro lado del intestino: este cabo de la tripa, sujetado suficientemente por el hilo, cuyos extremos sostendrá un ayudante, le introducirá á todo lo largo del naype en el extremo inferior, que penetrará en el mismo lado á la misma distancia y de la misma manera que en el extremo superior, al que se atará por medio del mismo hilo; cayos cabos anudará un ayudante para formar una asa, la que torcerá un poco sin incoa.- 92 HER veniente alguno, á fin de sujetar con utilidad las dos porciones di- vididas del intestino. Antes de hacer la reducción es regularmente útil pasar una asa de hilo por el mesenterio, el que se doblará sobre él mismo, quan- do , á pesar de la distensión favorable de esta membrana por la in- troducción de su parte superior en la inferior, ó en lugar de reze- lar su separación, es efecto de su retracción consecutiva, ó de la mo- vilidad casi continuada de estas partes. Reducido el intestino , y mantenido próximo á la superficie interna de la herida del abdomen por las asas del hilo separadas la una de la otra, y sujetadas por fuera lo suficiente, mantendrán los labios de la división externa en el contacto mas adequado, dexando separada un poco por largo tiempo la parte mas declive de ella , para permitir y facilitar la sali- da de los materiales. Al cabo de ocho ó diez dias, quando se juz- gue que ya estará hecha la cohesión de los dos extremos del intes- tino, se quitará con facilidad el asa, que los mantiene fixos lo mis- mo que sostiene el mesenterio, después de haber cortado su extre- mo cerca del vientre tirando suavemente del otro. El naype ablan- dado se deshace, ó es arrastrado con las materias fecales, y sale por el ano. Este procedimiento es preferible á aquel en que la carta se mantiene simplemente en los dos extremos del intestino introducidos el uno dentro del otro, pasando una asa de hilo con un solo punto de aguja, la que al mismo tiempo atraviesa todas las mencionadas partes, porque la reunión es mas segura, el tránsito de los materia- les por la carta mas libre, y no sobrevienen tantos accidentes. Las heridas que pueden exigir estas operaciones son poco fre- qüentes, y rara vez hay ocasión de practicarlas; estando por otra parte regularmente complicadas con lesión de otras partes, ó inte- resando los intestinos en muchos puntos, se hacen con suma breve- dad mortales por la acumulación de los materiales, y principal- mente por la inflamación que ocasiona la irritación que sobreviene á las partes divididas, su exposición por mas ó menos tiempo al ay- re &c. Si las circunstancias favorables sujetan prontamente á los re- cursos de la Cirugía las heridas simples, ó hechas en un solo sitio, después de haber empleado los medios de la reunión, se podrán precaver ó calmar los accidentes con las sangrías reiteradas, los fo- mentos emolientes y ligeramente resolutivos, las bebidas humectan- tes tomadas en corta cantidad, la dieta rigurosa, la quietud perma- nente &c. Estas heridas, del mismo modo que las del estómago, pue- den consolidarse, dexando por largo tiempo una fístula, que da saji- da á los materiales alimenticios, quilosos ó fecales, y la que es ne- cesario abandonar á la naturaleza, principalmente quando el enfer- mo no experimenta accidente alguno, y no exige mas que los cui- dados particulares de limpieza. ^ HER p3 MFNTnf ?AS PENETRANTES ™ VIENTRE HECHAS CON INSTRU- Ss«Düe?taVD1,I,|BT.S- (^ ^,LaS VÍSCer2S dd vientre están mas expuestas que las del pecho á sufrir sacudimientos, contusiones cader sTIm '" ^^ reC¡bÍdaS S°bre laS «tremidade. inferíore empuados conT"' ° P°r ^P0* °btUS0S' a8udos ó redond° e^mpujados con fuerza y en términos que interesen el vientre ó le penetren, dmd.endo ó no las partes continentes. Estas lesiones a sT oo^o díSV Y mSS Pe^diciales « las visceras movibles den! sas, poco dúctiles y muy vasculosas, como el hígado, el bazo la mateen el estado de preñez &c. Quando ocasfonan una mue'r e pronta, se ha encontrado algunas veces el hígado ó bazo destroza! írionTli rS mteSt,n°S maBullados' !«« vafos gruesos abi rtofs n lesión de los tegumentos, ó con fractura de las vertebras, de los huesos de las caderas, principalmente quando atraviesa el vientre una rueda de coche &c.: otras veces no se observa mas que unTl! gera contusión un equimosis en el arco del colon, en los intestinos apa?ent°e; '" ep,pl°°n' Mn *™»d«*>n de sangre ni otra lesión Los efectos de la conmoción y de la contusión de estas visceras pueden ser el equimosis, la rotu/a de algunos vasos y 1^acumula- ción de sangre, la inflamación, el absceso, la gangrena, lasTdhe rencas viciosas, la retracción de una porción de los mVestino; por el engrasamiento é induración de sus paredes ó de sus bribas la- mentosas, tumores escirrosos, aneurisma, y otras enfermedades se- mejantes. 6us síntomas se manifiestan desde el momento de acaecer el golpe, y se diferencian según la naturaleza y la situación déla parte lisiada Pero a gunas veces el enfermo solo experimenta desde el principio dolores ligeros, sin trastorno considerable en las fundo- nes; después se hacen agudos dichos dolores, acompañados de acci- dentes perjudiciales como en las mugeres preñadas, de pérdidas d¡ sangre antes de verificarse el aborto fel que puede resuhar después de haber pasado nueve dias, mas pronto ó mas tarde según el tfem! po que tenga ya el desprendimiento de una porción de la placenta- con la conmoción que ha experimentado la matriz después de daí un paso falso, un salto imprudente, una caida sobre las extremida- des inferiores o sobre las caderas, y que ha sido tanto mas viva quanto que el golpe ha sido violento; y que los huesos, desde los que se ha trasladado la conmoción, han quedado en su integridad En ambos sexos una fuerte compresión ó un golpe violento sobre el abdomen puede no ocasionar desde el principio mas queacciden! tes ligeros, y después de un mes ó de seis semanas vomitar ó efa» Venus, significando en su genuina significación mezcla de Mercurio y Venus, y nosotros entendemos de macho y hembra. El hermafroditismo ó reunión de los dos sexos, que comunmente llaman hermafroditas, es una fábula transmitida de la antigüedad, en que en aquellos tiempos se carecía de los conocimientos anató- micos exactos, pues es imposible que en el hombre y en la numero- sa familia de los animales de sangre roxa se verifique semejante re- unión. Las observaciones exactas que se han podido recoger por los mas distinguidos profesores no ofrecen testimonio alguno auténtico que lo confirme, y todos los hermafroditas que se han podido ver HER 103 hasta ahora , y de que hacen mención algunos autores, no han sido mas que unos seres mal conformados, cuyos órganos masculinos, bosquejados imperfectamente, ó la estructura femenina poco des- envuelta , ha hecho que se incurra en el error de confundir los sexos: la prolongación viciosa del clítoris (V. este artículo) es la que ha causado tan grosera equivocación; pero es preciso saber ademas, que no hay persona alguna que sea capaz de engendrar por sí sola á otro ser parecido á él, debiendo ser por nwesidad inhábil para la reproducción de su especie, porque son aparentes los órganos que debían servir para tan importante función. (V. generación. ) HERMÁN. (Pablo) (Biog.) Célebre Botánico del siglo xvn, natural de Hall en Saxonia. Exerció la Medicina en la isla deífcey- lan, y fué después Profesor de Botánica en Leyden; murió en el año de 1695 , dexando muchas obras: i.° Catalogo de las plantas del Jardín público de Leyden, año de 1687 , en 8.°= 2.0 Cynosura materia medica , Argentina, año de 1726, dos tomos en 4.°±i 3.0Lugduno Batava Flores,año de 1690, en 8.° = 4.° Paradysus Batavus, año de 1705 , en 4.° = <¡.° Museum Zeylanicum , año de 1717, en 8.° Su mérito fué bien conocido generalmente en Europa; pero esto no fué bastante para que fuese demasiadamente desgracia- do. D. H. HERMODACTILOS. ( Mat. Med.) Se da este nombre á la raiz de una especie de lirio , que Linneo llama iris tuberosa, que se cria en Turquía y Asia: tiene muy poca resina, y se da del mismo modo que la jalapa; pero en el día se usa muy poco este purgante, porque tenemos otros muchos indígenos que deben preferirse. HERNÁNDEZ (Francisco) (Biol.) Médico de Felipe II, ha publicado una Historia de las plantas, de los arrmiales y de los mme- rales%e México en latin, impreso en Roma en el año de 1651, en folio, muy estimada y rara. Fué enviado á aquella parte del mun- do por el Rey de España para hacer observa natural. En la composición de su obra le na. D. H. HERNANDO VILLARINO. (Francisco) (Biog.) Médico de Zaragoza, dio á luz la obra Canonis medendi, Tudela 1573. 8.° HERNIA. (Cir.) * La hernia es un tumor preternatural produ- cido por la salida ó dislocación de alguna de las partes blandas con- tenidas en la cavidad del vientre. La diferencia de las hernias se toma de las partes contenientes por donde se hacen, y de la naturaleza de las partes contenidas que están dislocadas. En quanto á los lugares de la circunferencia del vientre , por los quales se deslizan las par- tes , es necesario observar, que quando el tumor se manifiesta en el ombligo , ya sea porque las partes han pasado por aquella abertura, ó porque se ha abierto una salida á su lado, le damos el nombse iones sobre la histtferia ayudó Flavio Cúron- 104 HER de hernia umbilical ó exónfalo. Las hernias que aparecen en el do- blez de la ingle, como entonces las partes han pasado por el anillo del ombilgo externo, se llaman bubonoceles, hernias inguinales ó her- nias incompletas. Si las partes que forman el tumor en el doblez de la ingle descienden en los hombres hasta el escroto, y en las muge- res hasta los grandes labios, la hernia se llama completa ó eschíno- cele. Llamamos hernias crurales quando las partes contenidas salen en el doblez del muslo á lo largo de los vasos crurales por debaxo del ligamento de Falopio. A esta clase de hernias están mas sujetas las mugeres que los hombres. Los tumores hemiarios que se manifiestan debaxo del pubis cer- ca de los ligamentos de los músculos triples superiores y pectíneos, se llaman hernias del agujero ovalado, porque las partes,han pasado por aquella abertura. Finalmente, las hernias situadas en la región anterior, ó en la posterior ¿A abdomen desde las costillas falsas hasta el ombligo, y desde este hasta los huesos íleos , se llaman en general hernias ventrales. Por razón de las partes que forman los descensos se las da varios nombres. Se llaman del estómago aquellas en que esta viscera pasa por una separación preternatural de la línea blanca de- baxo del cartílago xifoides. Los exónfalos , formados únicamente por el epiploon, se llaman epiplonfales; los que están formados por el intestino se llaman enteronfales; y los que están formados por el in- testino y por el epiploon se llaman entero epiplónfalos. Las hernias in- guinales, formadas únicamente por el intestino , se llaman enteroce- le; las que están formadas por el epiploon se llaman epiploceles; fi- nalmente, las que están formadas por la vexiga se llaman hernias de la vexiga. Las hernias se distinguen también en que unas se hacen por ro- tura^ otras por extensión y dilatación del peritoneo. En el segundo caso, que sin contradicción es el mas común, y que algunos autores creen que es el único posible, el peritoneo envuelve las partes con- tenidas , y forma el tumor, y á aquella porción membranosa la lla- mamos bolsa ó saco hemiario. También distinguírnoslas hernias en simples, compuestas y com- plicadas. La simple está formada de una sola parte, y se vuelve á introducir adentro con facilidad; la compuesta no se diferencia de la simple , sino en que está formada de varias partes; la complicada es la que está acompañada de algún accidente particular, ó de algu- na enfermedad de las partes vecinas. La adherencia de las partes que salen, su estrangulación por el anillo, ó por la entrada del saco hemiario, su inflamación y su pu- trefacción , son los accidentes que pueden acompañar á las hernias. Los abscesos, el varieocele, el neumatocele, el sarcocele , y el hi- drocele acompañan á las inguinales; el hidrónfalo, el neumatónfalo, HER ios el sarcónfalo y el varicónfalo son otras tantas enfermedades que pue- den complicarlas. Las hernias provienen de la relaxacion y debilidad de las partes que componen el vientre, y de todo lo que puede estrechar su ca- pacidad. La estructura de las partes contenientes y el movimiento mecánico de los músculos, pueden mirarse como disposiciones na- turales á la formación de las hernias; la relaxacion y la debilidad de las partes que ocasiona el uso habitual de los alimentos crasos y aceytosos, una serosidad excesiva, la hidropesía, la gordura, la re- tención de orina, el flato &c.; las fuertes presiones hechas en la parte exterior del vientre por algunos cuerpos extraños, como v. g. por los vestidos demasiado estrechos, las caidas, golpes, esfuerzos y sacudimientos considerables, la tos, los gritos excesivos, el abuso del exercicio de montar á caballo y de tocar instrumentos de vien- to: las respiraciones violentas y forzadas, estrechando la capacidad del vientre, y comprimiendo las partes contenidas en él, pueden echarlas á fuera, ya sea de una vez, ya sea poco á poco por algún sitio de la circunferencia del vientre donde hallen menos resistencia. A estas causas debemos añadir las heridas del vientre, y en particu- lar las penetrantes; pues el peritoneo dividido no se reúne sino vol- viendo á hacer entrar las partes, y estas por consiguiente pueden salirse con facilidad por aquel parage que ha estado abierto y que se conserva mas débil. Los signos de las hernias son diagnósticos y pronósticos. Los diagnósticos indican de qué especie es la hernia: la vista solo basta para conocer su situación; y la única dificultad está en saber si son simples, compuestas ó complicadas. La hernia simple forma un tumor blando, sin inflamación ni mu- danza de color en la piel, y que desaparece quando el enfermo está tendido de modo que los músculos del abdomen están relaxados, ó quando la comprimimos ligeramente después que el enfermo está en una situación conveniente. Si aplicamos el dedo en la abertura que da paso á las partes, sentimos su impulsión quando el enfermo tose. Todas estas circunstancias indican generalmente una hernia simple. El tumor formado por el intestino es redondo, blando, igual, y entra con bastante prontitud haciendo un poco de ruido. El que está formado por el epiploon no es ni tan redondo ni tan blando, ni tan igual, y no entra sino poco á poco y sin hacer ruido. El que está formado por una porción dislocada de la vexiga desaparece siempre que el enfermo acaba de orinar, ó quando lo comprimimos levantándolo ligeramente, pues entonces la orina contenida en la porción dislocada cae en la otra. De todo esto se infiere que los tu- mores hemiarios compuestos, esto es, formados á un mismo tiempo TOMO V. O I0Ó HER por dos ó tres partes, deberán presentar los signos de varias espe- cies de hernias simples. Quando las hernias están complicadas por adherencias única- mente, lo que las forma, ó no entra absolutamente, ó entra solo en parte. Quando están complicadas con estrangulación, regularmente no vuelven á entrar las partes que han salido; el aumento de su vo- lumen, que ya no se halla en proporción con el diámetro de las par- tes que dan el paso , y que por lo mismo se suponen encogidas, aun- que solo lo estén relativamente, produce la inflamación. Aquel en- cogimiento produce la compresión de las partes contenidas en el tu- mor, impidiendo la circulación de los líquidos, y de ahí provienen sucesivamente la tensión, la inflamación, y el dolor del tumor y de todo el vientre; el hipo, el vómito , primeramente de lo que habia en el estómago, y luego de las materias quilosas y de los escremen- tos; la calentura, las agitaciones ó movimientos convulsivos del cuerpo, la concentración del pulso, el frió de las extremidades, y finalmente la muerte si no se aplica pronto un remedio. Hemos dicho que las partes estranguladas regularmente no vuel- ven á entrar: la restricción de aquella proposición se funda en varias observaciones de hernias, cuya reducción se ha verificado sin haber destruido la sofocación; entonces proviene de la porción del peri- toneo ,. que estaba entre los pilares del anillo, la qual inflamándose, forma un rodete que estrangula el intestino. Los accidentes subsis- ten en este caso, y es menester hacer toser al enfermo, ó agitarlo de modo, que volviendo á parecer la hernia, se pueda hacer la ope- ración. Si no podemos lograr que vuelvan á salir las partes, es pre- ciso hacer una incisión en el anillo para dilatarlo, abrir el saco her- niario, y deshacer la estrangulación del intestino. Quando las hernias están complicadas con la podredumbre de las partes que han salido, todos los síntomas de estrangulación, de que hemos hablado, se disminuyen; el enfermo parece estar tran- quilo en algún modo, y la impresión del dedo hecha sobre el tumor permanece como si se hubiese hecho sobre una masa. Quando las hernias están complicadas con algunas enfermedades, se conoce in- mediatamente por los signos de las que se juntan con los de la her- nia simple ó compuesta. Los signos, pronósticos de las hernias, se deducen de su volu- men , de la edad del enfermo, del tiempo que la hernia ha tardado en formarse, de las causas que han producido, del lugar que ocupa, de su simplicidad, y de su composición y complicación. La curación de las hernias consiste en reducir las partes que han salido, y estorbando que salgan de nuevo. Las hernias simples y compuestas son muy fáciles de reducir. En las complicadas debemos obrar de diverso modo y según sean las, complicaciones. Quando la HER 107 hernia está complicada con adherencias de las partes en ciertos pun- tos, si aquello que no se ha podido hacer volver adentro por causa de la adherencia fuese de poca consideración, se le pone al enfer- mo un braguero, que sea capaz únicamente de contener las partes ad- herentes, y qne pueda impedir la salida de las demás; pero si lo que queda afuera es de mucha consideración, bastará poner un sus- pensorio que sostenga las partes» Por lo que toca á las hernias com- plicadas con estrangulación y con los accidentes que la siguen, las sangrías, las cataplasmas, las lavativas anodinas y emolientes, las bebidas aceytosas y la buena situación disipan la inflamación algu- nas veces, y permiten la reducción de las partes (el opio ha surtido excelentes efectos últimamente en estos casos); pero si aquellos re- medios fueren inútiles, y los accidentes permanecieren, deberá ha- cerse una operación, que consiste en dividir la piel que cubre el tu- mor; el Cirujano hace tomar al practicante la porción que él habia levantado con los dedos de la mano derecha, y con un bisturí rec- to hace una incisión en todo aquel doblez de la piel, continuando la incisión hasta la parte inferior del tumor, y metiendo la otra par- te del bisturí en el canal de una tienta, que debe haber introducido debaxo del cutis en el texido celular: cortada así la piel en toda la extensión del tumor, solo falta abrir la bolsa ó saco hemiario, lo que se hace fácilmente con el bisturí, cuyo corte se llevará horizontal- mente para no lastimar las partes que hay dentro del saco. Para ha- cer esta sección se corta la bolsa lateralmente en la parte inferior del tumor, ó se la levanta con una herina ó gancho; quando el sa- co está abierto en su parte inferior, se introduce la punta de unas tixeras rectas ó corvas, cortando de este modo hasta llegar al ani- llo, y dexando así descubiertas las partes, con lo qual queda muy fácil su reducción. Esta se verifica muchas veces sin tocar al anillo; quando nos vemos precisados á ello, pasamos por debaxo de las par- tes hasta llegar al vientre una tienta acanalada; luego se la dirige un poco hacia la derecha y hacia la izquierda, para asegurarse de que no lastima en parte ninguna, y por su canal se lleva luego un bis- turí corvo que corte en toda su convexidad. Algunos prácticos no se sirven de la sonda, sino de un bisturí con botón, que se va lle- vando á lo largo del índice de la mano izquierda; cuya extremidad se ha metido dentro del anillo. Este es uno de los medios mas se- guros de dilatar á este último, y de precaver las partes estrangula- das del daño que pudiera hacerlas el bisturí. La presencia del epi- ploon exige atenciones particulares, de que hablaremos en el artículo LIGADURA. Después de reducidas las partes, se pone sobre el anillo una por- ción de hilas envueltas en un lienzo, y sostenidas por medio de unas compresas; se hace una embrocación con aceyte rosado en io8 HER todas las partes de al rededor, y principalmente en el vientre, des- pués de lo qual se aplica el vendaje conveniente. El por menor de todo esto se puede ver en qualquiera autor de Cirugía. De lo que se ha escrito muy poco hasta ahora es de la curación de las hernias con gangrena. Quando la hernia permanece mucho tiempo estrangulada, las partes llegan á mortificarse; pero por mas que este accidente parezca peligroso, hay muchísimos exemplares de personas que han curado de la gangrena en las hernias. La prác- tica de los antiguos en este punto era muy limitada, y parece que el arte no habia llegado á conocer este punto hasta principios del siglo xvm; pues antes se abandonaba todo al cuidado de la natu- raleza : es cierto que hay circunstancias tan favorables, que en ellas lo hace todo la naturaleza; pero hay otras en que seria muy ar- riesgado confiar demasiado en ella. La gangrena del intestino exige algunas veces unos procederes tan delicados, que la vida del enfer- mo puede depender del discernimiento del Cirujano en la elección de los medios multiplicados por los progresos del arte, y la aplica- ción de los quales para que tenga buen efecto exige tanta inteligen- cia como destreza. El enfermo puede hallarse en diversos'casos, que importa mucho distinguir, pues cada uno tiene sus indicaciones diferentes. El primer caso es quando el intestino solamente está pellizcado en una superna cié de corta extensión. Este caso no exige del Cirujano sino aquellos cuidados que no pasan de las reglas comunes. Como los síntomas de esta estrangulación no son con mucho ni tan graves ni tan vio- lentos como en la hernia que comprehende todo el diámetro del intestino, no es extraño que las personas poco delicadas, ó aquellas que están detenidas, y que por vergüenza no se determinen á pedir socorro en tiempo que todavía seria posible precaver la gangrena. Regularmente los enfermos no padecen mas que algunos dolores có- licos con náuseas y vómitos; pero como el curso de las materias re- gularmente está corriente, aquellos síntomas aparentan no merecer un gran cuidado. El descuido en esta materia da lugar á la inflama- ción de la porción pellizcada del intestino, y no tarda mucho en podrirse: la inflamación y la gangrena se apoderan sucesivamente del saco hemiario y de los tegumentos que le cubren: finalmente las materias estercoráceas salen atravesando el eútis gangrenado en una extensión circunscrita mas ó menos grande, según las materias que salen del canal intestinal, y se han insinuado mas ó menos en las cel- dillas grasientas; así es que no debemos juzgar del desorden inte- rior por la extensión de la podredumbre exterior. Aunque el daño exterior es el que mas amedrenta á los que no entienden de esto, sin embargo aquellas apariencias agravan muy poco el caso; y los socorros del arte se reducen entonces á extraer los bordes de todas HER 109 las partes podridas sin tocar en las partes sanas de al rededor; luego se procura con medicamentos convenientes la supuración que debe dexar libres las demás partes podridas; finalmente se procura lim- piar la úlcera, y no es difícil lograr su perfecta consolidación. La libertad del curso de las materias estercoráceas por la conti- nuidad del canal intestinal, mientras que el intestino está estrangu- lado , es señal manifiesta de que solo lo está en la porción de su diámetro; esto se conoce por la facilidad con que el enfermo ex- pele los excrementos. Conviene observar que estas evacuaciones po- drían quedar suprimidas, sin que de ellas se pudiese concluir la es- trangulación de todo el diámetro del intestino; del mismo modo el vómito de las materias estercoráceas que siempre ha pasado por un signo característico de la estrangulación de todo el diámetro del intestino, no debe pasar absolutamente por decisivo, pues se ha ob- servado también en algunas hernias en que el intestino no estaba si- no pellizcado. En la operación, por la qual extraemos los bordes gangrenosos, conviene no dilatar el anillo, pues esto seria un obs- táculo á las buenas disposiciones de la naturaleza, y nos engañaría- mos mucho creyendo llenar un precepto de Cirugía en la dilata- ción del anillo, quando el intestino gangrenado ha contraido adheren- cias , como sucede casi siempre en el caso de que se trata. La dila- tación se prescribe generalmente en la operación de la hernia para facilitar la reducción de las partes estranguladas. En la hernia con podredumbre y adherencia no se necesita hacer reducción alguna; pues la abertura del intestino y la libertad de la excreción de las ma- terias fecales que se sigue inmediatamente, hacen cesar todos los accidentes que dependian de la estrangulación. La dilatación del ani- llo no está indicada, y aun puede llegar á ser perjudicial; la inci- sión puede destruir imprudentemente un punto esencial de adheren- cia , y dar lugar al derrame de las materias estercoráceas en la ca- vidad del vientre; á lo menos haciendo menor la resistencia al der- rame de las materias, por la llaga que puede hacer mas fácil el res- tablecimiento de su paso por la via natural, lo que es muy poco favorable á la curación radical. La experiencia ha demostrado que nada la favorece tanto como el uso de las lavativas, y aun á veces el de los purgantes minorati- vos quando hay estorbo en las partes del canal intestinal; pues en este caso es menester procurar quanto antes su libertad. El segundo caso es aquel en que el intestino está dañado en todo su diámetro. Si el intestino está libre y sin adherencia, lo que es rarí- simo ,en este caso es preciso manejarse como si se hubiera cortado una porción del intestino gangrenado, formando una asa libre en el saco hemiario; pero si alguna adherencia del intestino imposibilita la re- unión de los orificios, ó la hace arriesgada; si la naturaleza ayudada no HER del arte no parece dispuesta á hacer fácilmente tomar el curso regu- lar á las materias; será preciso para asegurar la vida al enfermo ha- cer un nuevo ano en la porción del intestino que corresponde al estómago. En el tercer caso el intestino forma una asa libre en el anillo. Si está atacado de gangrena, sin esperanza de que pueda revivificarse con el calor natural, seria peligroso volverlo á introducir en el vientre, pues el derrame de las materias estercoráceas en la cavidad del abdomen, mataría necesariamente al enfermo, y por esto es preciso cortar la porción gangrenada del intestino. Antiguamente ataban la parte intestinal que corresponde al ano, y sujetando en la herida con mucho cuidado el cabo del intestino que corresponde al estómago, formaban en aquel lugar un nuevo ano, que llamaban ano artificial; esto es, una salida permanente para la evacuación continua de los excrementos. Modernamente se ha visto que dete- niendo los dos cabos del intestino en la herida podía lograrse su reunión, y curar el enfermo restableciendo la via natural de las ma- terias fecales. Por desgracia las curaciones que se han hecho de este modo, y que se han mirado como un prodigio del arte, han sido poco duraderas: los enfermos atormentados después por el cólico que excitaban las materias detenidas por la estrechura del canal en el lugar de la cicatriz, han muerto por haber reventado el in- testino, de modo que la curadon por el ano artificial hubiera sido mucho mas segura; efectivamente se puede decir que esta última es casi cierta, y la otra está casi seguida necesariamente de la muerte por las circunstancias funestas que acompañan una curación brillante y falaz. Sin embargo, el arte puede servir de mucho en este caso. Hay un método para reunir inmediatamente los dos cabos del intestino libre , del qual se ha quitado la parte gangrenada, sin dexarlo ex- puesto á que se angoste, como sucede en la reunión tardía que pro- duce el encogimiento de la cicatriz exterior. Después de haber am- putado unos dos pies del canal intestinal con una parte del mesen- terio gangrenado en la hernia, se mete la parte superior del intes- tino dentro de la inferior, y se cose con una aguja en la inmedia- ción del anillo. Con esto los excrementos vuelven á tomar su curso regular por d ano. Este método excelente, inventado por un Mé- dico Alemán, es susceptible de alguna perfección; pero solo convie- ne en los casos en que el intestino está libre y sin adherencia ningu- na , y siempre debe usarse con alguna precaución. Siempre es de la mayor importancia que la parte superior del intestino esté metida en la inferior: esta atención debe decidir del buen éxito de la operación; pero no siempre es fácil distinguir qual es precisamente la porción del intestino que corresponde al estq- HER m mago, y qual es la que conduce al ano. Sin embargo, esta dificul- tad no es un motivo para desechar una operación que promete tan- tas ventajas: lo que convendrá será mantener primeramente los dos cabos del intestino dentro de la herida, y no proceder á su reunión hasta después de algunas horas; en cuyo tiempo se hará tomar al enfermo una porción de aceyte de almendras dulces, fomentando el intestino con vino caliente, para que conserve su calor y elasticidad natural. Esta dilación parece absolutamente necesaria, no solo para conocer fácilmente qual es la parte superior del intestino, sino tam- bién para la seguridad de la reunión , pues procura el desinfarto de las materias que la estrangulación habia detenido en el canal intestinal desde el estómago hasta la abertura del intestino: es mucho mas ventajoso que este desinfarto se haga por la llaga, que no exponer á la parte reunida por la inserción de los dos cabos del intestino á dar paso á aquellas materias, dexándoles discurrir todo el camino que las conduce al ano. También nos parece muy conveniente que se haga un doble nudo en la porción del mesenterio que formará el doblez, por el qual las porciones del intestino deben ser detenidas y fixadas en la situadon conveniente. ^ Falta hablar de un quarto caso de hernia gangrenada, en que el intestino forma una asa podrida y adherente á la circunferencia in- terna del anillo. Aquellas adherencias hacen imposible la introduc- ción de^ la parte superior del intestino en la inferior; y este caso parece á primera vista que no presenta otro recurso que la forma- ción de un nuevo ano en el doblez de la ingle; pero varias ob- servaciones esenciales han demostrado los recursos de la naturaleza y del arte en un caso tan crítico. * HERNIARIO. (C/r.) Hemiario es todo lo que pertenece á las her- nias. Llamamos saco hemiario á la producción del peritoneo que forma la bolsa en que están encerradas las partes del vientre , cuya dislocación es lo que llamamos hernia ó descenso. También llama- mos^ tumor hemiario á la elevación preternatural formada por la cai- da ó dislocación de alguna parte. (V. hernia.); HEROFILO. (Biog.} Célebre Médico griego, quien obtuvo licencia de disecar los cuerpos aun vivos de los reos condenados á muerte, y así este adelantó sobremanera en la anatomía. Vivía ha- cia el año de 570 antes de Jesucristo. Cicerón, Plinio y Plutarco hacen mucho elogio de él. (V. antigüedad de la Medicina*) D. H. HERPES. (Med. ) Se da este nombre á una erupción ó eflores- cencia crónica compuesta de varios tumorcitos roxos y puriginosos y á veces de color amarillo r que>e suelen caer por escamas ó por costras. El carácter propio y esencial de las herpes, según Lorry, es de producir una solución de continuidad en la piel sin alterar mas partes que dicha cubierta, dexando intactas las partes que cubre. Es grande la confusión con que se describe esta enfermedad^ estando poco conformes las ideas de los antiguos y modernos, y aun entre los autores mismos, siendo por lo regular sus ideas vagas é inexac- tas; pero nosotros presentaremos las que Pinel ofrece en su Noso- grafía , por parecemos las mas conformes y claras, á pesar de ser la materia obscura. „ Todas las herpes (dice) tienen un carácter mó- vil , fugaz y difícil de conocer. Unas veces su aparición alterna con el fluxo hemorroydal, otras le sucede. Igual fenómeno se observa relativamente á la gota ó á las afecciones reumáticas. Se han visto otras afecciones crónicas terminar por una erupción periódica de herpes en la primavera ó en otoño. Las erupciones herpéticas son producidas algunas veces por causas incógnitas, del mismo modo que originan enfermedades espasmódicas. La preñez produce también herpes, que desaparecen con el parto. Hay otras herpes que causan la retención ó cesación de la menstruación, y amenazan dañar á la cabeza, al estómago y á los pulmones. Pueden ser síntomas de otra enfermedad; á saber, del escorbuto, de los lamparones y del mal venéreo. Lerroy concede que no debemos buscar el vicio herpéíico en las alteraciones de la sangre y bilis, sino mas bien en el sistema linfático , principalmente en las glándulas linfáticas del abdomen, de las ingles ó del pecho, puesto que muchas veces la afección de estas glándulas ya alterna con las herpes, ya las acompaña princi- palmente quando no se dirige con prudencia la curación local. Las herpes pueden presentarse baxo quatro aspectos diferentes. Primero, herpes farináceas. Pueden aparecer indistintamente en todas las partes del cuerpo, en el rostro, tronco, brazos y muñe- cas á modo de pecas anchas, las mas veces en forma circular. Con- siste al principio en granos muy pequeñitos, que terminan por úl- timo en una especie de descamación farinácea, dexando el cutis sa- no por debaxo, pero con disposición á reproducirse. Segundo, herpes pustulosas. Pueden presentarse baxo la forma de pústulas separadas, unas veces en el tronco, á manera de faxa, otras en las extremidades; y estas pústulas terminan por desecarse, estando de este modo aisladas, y dexando dolores internos, mas ó menos in- cómodos en las partes afectas: otras veces las pústulas mas reunidas terminan juntándose y formando grandes láminas. Por lo general estas pústulas no contienen al principio sino una especie de serosidad clara, que degenera en materia amarillenta, y que quando se seca termina en una costra como sarnosa. Unas veces el texido del cu- tis queda entero, y sano aparentemente, después de caídas las cos- tras: otras la costra aparece escoriada ó afecta de una exulceradon superficial. Tercero, herpes miliares. El curso de estas es alguna vez semejante al de una enfermedad aguda, y parece que alguna vez recorren sus períodos. Considerándolas en su aparición por medio ?HER 113 de la lente, se advierte una cantidad innumerable de vexíguillas se- rosas , que se distinguen por una pequeña orilla encarnada. En las partes intermedias se notan también granitos, que como renuevos, dexan ver en lo interior un fondo transparente y de color amarillo sucio. Estas vexiguillas se secan , caen como escamas muy pequeñas, y están sujetas á reproducirse en el mismo orden. Esta sucesión de erupciones, parecidas á granos de mijo y escamillas, es la que cons- tituye su naturaleza y justifica su denominación de herpes milia- res. Freqüentemente esta erupción es acompañada de prurito muy molesto, ó bien de una picazón que quita el sueño, y produce las mas penosas incomodidades. Quarto, herpes corrosivas. En su principio aparecen baxo la forma de exülceraciones pequeñas, que se reúnen poco á poco en láminas de diferente magnitud y figura, y de las que fluye una especie de serosidad viciada y casi corrosiva, que sirve para propagarlas. Alguna vez molestan menos que las her- pes miliares, exceptuando quando el calor las irrita, y afectan las partes genitales; porque entonces produce hormigueo, dolor agudo y picazón atroz. Estas úllceras cutáneas por lo regular se limitan al cutis sin dañar las partes subyacentes. Últimamente he sido consul- tado por un sugeto que padecía herpes corrosivas, que habían roí- do el cutis en la parte derecha de la frente, en el párpado y en la parte superior del carrillo, dexando en su integridad el texido celu- lar y los músculos; pero alguna vez estas herpes pasan á úlceras fa- gedénicas, corroyendo las partes subyacentes; y esto es lo que ha obligado á Lorry, apoyado en la autoridad de Galeno, á hacer una especie particular con el nombre de herpes fagedénicas. Si á las apariencias exteriores se agregan los síntomas generales que el vicio herpético puede producir en todo el cuerpo, se adver- tirán tres períodos. En el primero habrá extenuación lenta, unas veces sin calentura, otras con un leve movimiento febril, orinas y cursos naturales, disminución del apetito, flatos después de comer, sueño agitado, y melancolía. En el segundo período están los en- fermos muy inquietos en quanto á su suerte, y se advierte en ellos marasmo, depresión del abdomen, alguna vez dureza en el bazo ó en alguna viscera; tienen las piernas hinchadas, calentura lenta, el sedimento de la orina es furfúreo, hay tosecilla molesta, principal- mente dos ó tres horas después de comer, congojas, sofocación y eflorescencia farinácea en el cutis. En el tercer período aparecen todos los síntomas de tisis ó consunción; amenaza la hidropesía, y hay cursos coliquativos y sudores por la noche &c. Las mas veces no se conoce la gravedad del mal, si no quando es incurable. Tam- bién suele ser el efecto de algunos tópicos aplicados imprudente- mente , y propios para retropeler el vicio herpético. Entre los antiguos Galeno es el autor que ha tratado mas ex- TOMO V. P 114 HER tensamente de la curación de las herpes. Habla i de un tópico com- plicado, en cuya composición entran diversos oxides de cobre, las cantáridas, el eléboro &c. ¿Qué no se debe temer de un remedio tan activo, especialmente no teniendo relación con el carácter par- ticular de las herpes? A cierta persona desfigurada por las herpes la acometió una calentura violenta, con delirio furioso , excitado todo por haberla aplicado un vexigatorio en el rostro. Los empíricos alentados con los principios de los antiguos, han intentado curar es- te mal cauterizando la parte afecta, procurando una buena supura- ción, y después la cicatrización; pero este método ha producido con freqüencia enfermedades internas muy funestas. ¡Quantos gra- dos intermedios hay desde las herpes mas sencillas hasta el mas alto grado de lesiones internas producido por un vicio herpético! ¡ Que cautela se requiere para no prometerse en todos casos una curación cierta! Unas veces las herpes son fáciles de curar, otras se renuevan prontamente, como si en lo interior hubiese un manantial inagota- ble. ¡ Con qué atención no debemos elevarnos á las causas primiti- vas que las originan! Se encuentran innumerables remedios contra las afecciones herpéticas en las obras de Materia Médica; algunos de ellos acreditados y olvidados alternativamente. Solo el uso de las aguas termales conserva su merecido crédito en los casos mas perti- naces. Algunas veces la mudanza de régimen ha suplido á la insufi- ciencia de los remedios; y se han curado herpes muy inveteradas mediante un régimen vegetal, y alimentos sencillos continuados por largo tiempo." Con justa razón nos dice Pinel la dificultad que ofrecen las herpes para su curación, y en esto están acordes todos los autores; pero no lo están en los métodos curativos, porque unos creen que un régimen dulcificante y diaforético es suficiente; otros acuden á las fuentes ó úlceras artificiales para que se forme un colatorio ó desahogo de la naturaleza; otros echan mano de las sangrías en los principios, y del uso de antiescorbúticos. Algunos Médicos ingleses tienen bastante confianza en los cocimientos fuertes de zarzaparri- lla. Los antimoniales han sido también muy celebrados. El mercu- rio en fricciones se ha empleado, no solamente como diaforético, sino como antiherpético; pero las fricciones han sido poco eficaces. Su forma salina, principalmente el sublimado corrosivo (V. este ar- tículo y el modo de emplearlo!), ha producido excelentes efectos, curando, según refieren varios autores, algunos herpéticos: noso- tros tenemos varios hechos de esta verdad, pues hemos curado al- gunas herpes con el uso de la disolución del sublimado en la canti- dad de una duodécima parte de grano en media libra de cocimiento de dulcamara, usando este remedio por largo tiempo. No nos de- tendremos á probar la utilidad de este remedio, sabiendo que obra HID 115 con tanta energía en los vasos absorventes de la piel, y con quanta presteza cura las enfermedades cutáneas venéreas; y así no cesare- mos de recomendar este remedio para los herpéticos, aunque no siempre cure; pero debe preferirse á los remedios que hemos indi-* cado, y á la multitud de otros que se hallan en los libros. De los remedios tópicos, á los que hemos visto surtir mejor efecto, ha si- do á las pomadas ó ungüentos suaves, como el rosado &c., mez- clados con el precipitado blanco ó roxo formando una pomada oxi- genada. HERRERA. (Gaspar de) (Biog,) Escribió Virtudes de los baños de Hermesf. Pamplona 1624. HETEROGÉNEO. Adjetivo que expresa todo lo que es de diferente naturaleza ó calidad, que es opuesto á lo homogéneo. (V. este artículo!) El cuerpo humano se compone de muchas partes heterogéneas, que llaman también disimilares ó compuestas, esto es, que están formadas de distintas substancias; y así la sangre, la lin- fa , las fibras, los huesos &c. se forman de distintos principios. ( V. todos estos artículos y el de principios.) HECTICA. (calentura) (Med.) (V. el artículo calenturas y el género v.) HEURNIO. (Juan) (Biog.) Médico célebre, nació en Utrech en el año de 1543 , de una familia pobre: salió de la obscuridad por sus talentos; después de haber apurado los conocimientos de su arte en Lovayna, París, Padua y Turin, fué llamado á Leyden para en- señar, lo que hizo con el mayor acierto: es el primero que demos- tró la Anatomía en aquella ciudad en los cadáveres. Este hombre célebre murió en el año de 1601, de cálculos Urinarios, á los cin- cuenta y ocho años de edad. Ha escrito mucho; la mejor de sus obras es el tratado de las enfermedades de cabeza, en latin, año de 1602, en 4.0 Las demás producciones de este sabio Médico son: i.° Pra- xis medicina nova, en 4.0, impreso en Leyden año de 1690: 2.0 Instituciones de Medicina, en latín, Leyden año de 1609, en 12.0: 3.0 Tratado de las calenturas, en 4.0, Leyden año de 1598: 4.° Tratado de la Peste, en 4.0, Leyden año 1600: 5.° Comentarios sobre Hipócrates, en 4.0: 6.° Disertación sobre la prueba del agua por los llamados brujos, que hizo abolir este uso por la corte de Holanda. D. H. HIDALGO DE AGÜERO. (Bartolomé) (Biog.) Natural de Sevilla, Doctor de Medicina, muy célebre y feliz en la curación de las heridas. Es autor de las obras Tesoro de la verdadera Cirugíat y via particular contra la común. Sevilla 1604, en folio. HIDATIDES. (Med.) Se da este nombre á unas vexiguillas trans- parentes, por lo regular esféricas, que se hallan llenas de agua, las quales unas veces están separadas y otras reunidas en el hígado y en u6 HID otras partes. Los hidrópicos por lo regular suelen tener estas bol- sas aquosas. HIDRAGOGOS. (Mat. Méd.) Así se llaman ciertos remedios purgantes á que se atribuía la propiedad específica de arrojar ó ha - cer correr las aguas en el edema, en la anasarca, la ascitis, y las di- versas especies de hidropesía. Estos remedios son unos purgantes sumamente acres y enérgicos, y aun algunos son verdaderos corro- sivos , pues dexados algún tiempo sobre el cutis producen el efecto de los vexigatorios. Son varios los medicamentos de este orden, ta- les como las raices de jalapa y de eléboro, las cascaras medias de euforbio, las hojas de sen, la flor de melocotón, el fruto ó suco de la coloquíntida, del pepino silvestre y del piñón de Indias, el ací- bar y el euforbio &c.: las cantáridas son casi la única substancia animal que pertenece á la clase de los hidragogos. En esta clase se cuentan también varias preparaciones químicas, tales como los azu- fres dorados, el kermes; y generalmente todos los oxides de anti- monio sulfurado, tales como el tartrite antimonial y de potasa, las sales mercuriales, y en particular el muríate oxigenado de mercurio, ó el sublimado corrosivo, el muríate de mercurio simple, ó el mer- curio dulce, el acetite, y otros varios. Los antiguos tenían una es- pecie de idea mágica sobre la virtud de los hidragogos, y así nun- ca los creyeron capaces de purgar la bilis ni la atrabílís, ni algún otro humor. La Física moderna ha destruido finalmente esta pre- ocupación , y ha enseñado que los hidragogos no son mas que unos purgantes fuertes, que irritando las túnicas intestinales, y luego los vasos linfáticos, aumentaban la acción de este sistema vascular, ha- ciendo ir mas rápidamente la linfa en aquellos vasos, y volviendo á animar su facultad absorvente, y aun elevándola á un grado consi- derable, absorviendo por este medio con mas ó menos rapidez el humor esparcido en las cavidades, cuyo derrame provenía de la disminución ó cesación parcial de aquella fuerza absorvente. En las mas de las obras de Medicina se ha dicho que los hidragogos hacen salir las aguas por los vasos absorventes de los intestinos, y como que chupan así el humor que los dilata; pero esta bárbara explica- ción se funda en un error grosero de Anatomía: el líquido que con- tienen los canales linfáticos de los intestinos, pasa desde esta cavi- dad hacia el mesenterio y hacia el receptáculo lumbar, y unas vál- vulas á modo de ligaduras colocadas de trecho en trecho impiden el retroceso de la linfa; pero los hidragogos no hacen evacuar las aguas de este modo: esta excreción no puede hacerse por el orden de los vasos que absorven el quilo, y el orden de absorción no puede in- vertirse. Aumentándose la fuerza absorvente en todo el sistema de estos vasos, el agua reunida en la cavidad abdominal es absorvida otra vez por las muchas bocas de los absorventes, que se abren en HID 117 aquella cavidad, y restituida al torrente de la circulación, que la lleva al cutis, á los riñones y á la misma cavidad intestinal. Por es- to a la acción de los hidragogos suele seguir muchas veces una gran- de evacuación de orina, de sudor, de saliva &c. A veces se conoce también manifiestamente en la evacuación excesiva y serosa de los excrementos la inmediata salida del agua por los intestinos. Algu- nos autores, que seguian el sistema de Bordeu sobre el texido celu- lar , han ereido que el agua del vientre atravesaba las mallas y las vesículas del texido mucoso, y llegando así al tubo intestinal atra- vesando hasta las túnicas de los intestinos, tomaba su curso natural por aquel canal. Esto es lo mas que se sabe sobre la acción de los hidragogos. Unos remedios tan fuertes y tan violentos, que deben mirarse como un especie de venenos, y que aun algunos de ellos obran exterior- mente á modo de vexigatorios, tales como el euforbio, las cantári- das , el eléboro, el sublimado corrosivo, no deben usarse sino con una grandísima precaución. A pesar de su utilidad y de las ventajas que ofrecen dados á tiempo, causan á veces muchísimo mal por la irritación que producen; excitan la inflamación y el dolor; aniqui- lan las personas que los usan con demasiada freqüencia; y hasta pro- ducen la gangrena en los que tienen la fibra recia, seca, irrítable, y que los toman en demasiada cantidad. No convienen verdadera- mente sino á las gentes gordas, que tienen la fibra blanda, inerte y difícil de mover, y á los hidrópicos enveterados, cuyos órganos son ya poco sensibles al estímulo medicamentoso, y á los enfermos á quienes se han dado ya muchos laxantes y diluentes. En tales casos producen á veces efectos maravillosos, y en semejantes circunstan- cias es quando las pildoras de Boncio y las de Bacher han hecho prodigios. Sin embargo, aun en estos casos es menester que el Mé- dico tenga conocimientos muy extensos, y un juicio muy sano; la delicadeza de tacto, que se adquiere con una práctica luminosa, es necesaria para distinguirlos y para no errar. Sin embargo , se abusa muy á menudo de esta clase de remedios: los empíricos los dan con mucha profusión, y por desgracia no dexan de tener ni entusiastas ni víctimas. F. HIDROCÉFALO. (Mat. Méd.) Se da este nombre á un tu- mor situado en la cabeza, blando y elástico, formado por un derra- me ó infiltración de serosidad. Esta enfermedad constituye el géne- ro xi de la clase de caquexias de la Nosología de Sauvages. (Véase CAQUEXIAS.) HIDROCELE. (CV'r.) * El hidrocele es un tumor del escroto for- mado por una colección de linfa ó xugo aquoso. Los antiguos conta- ban esta enfermedad entre las hernias falsas ó humorales, y de ahí le viene su nombre compuesto de dos voces griegas, que la una significa u8 HID agua, y la otra hernia. Son dos las especies de hidrocele, la una que se hace por infiltración de linfa serosa en el texido celular del dartos y del cutis, y la otra que se forma por derrame: esta última es un tumor redondo y oblongo, liso, igual é indolente colocado en el escroto. La impresión del dedo se desvanece, y quando se aplica se siente la fluctuación de un líquido derramado. La tume- facción del escroto cubre el miembro viril de modo que muchas veces no sobresale sino la piel del prepucio. El hidrocele es una ve- xiga ó bolsa llena de agua colocada en uno de los testículos, y ad- herente á él: algunas veces crece tanto, que el rafe divide el escroto en dos partes desiguales. Los autores no convienen sobre el sitio del hidrocele; unos han multiplicado las especies de esta enfermedad por los lugares que le hacen ocupar; otros han limitado el sitio del hidrocele exclusiva- mente en las celdillas de la túnica vaginal del cordón espermático ó del testículo: muchas veces se han visto hidátides del cordón esper- mático. El agua recogida en una celda de la túnica vaginal del cor- don puede, según esto, ir extendiendo poco á poco las celdillas, y formar un verdadero hidrocele. Primeramente se siente al rededor del cordón espermático y sobre el testículo un infarto que forma un tumorcito blando, el qual se disipa con la presión, y se extiende á lo largo desde el anillo hasta el testículo. Este tumor va creciendo poco á poco , y divide varias celdillas, cuyas paredes dilata hasta formar una sola bolsa muy ancha, que va siempre aumentando en espesor. Algunas veces se ha hallado la dilatación de la bolsa que se extendía mucho entre los músculos obliqüos del abdomen. Se han observado hidroceles divididos en dos tumores por una expansión transversal; y es que estos tumores, que regularmente son celulares, han principiado en dos partes de la túnica vaginal, y no crecen sino por la rotura de las celdillas. La especie de hidrocele que se hace en la túnica vaginal del testículo es la mas común; pues esta túnica forma realmente una bolsa, que siempre contiene una cantidad de agua. Así esta cantidad aumenta demasiado, dilata fácilmente la membrana, y produce un verdadero hidrocele. Aunque varios autores han dicho que el hi- drocele se forma en la propia substancia del testículo, es cierto que hasta ahora no hay observación que lo compruebe. La causa del hidrocele proviene de la dificultad de volver la sangre á la circunvolución de las venas que forman el plexo pampi- niforme. Esta dificultad produce muchas veces el infarto y la ro- tura de los vasos linfáticos, de donde proviene el derrame que causa la hidropesía del escroto. El hidrocele es algunas veces un síntoma de la hidropesía, y entonces es mas bien un edema de las bolsas, que un verdadero hidrocele. En tal caso merece poca atención, pues HID 119 él mismo se disipa con la curación de la enfermedad principal: los golpes , las caldas y las compresiones son todas causas externas, que pueden producir la formación del hidrocele. En las grandes y anti- guas hernias la masa y la compresión de las partes causan la secre- ción de un humor que se amontona en la bolsa ó saco hemiario, de tal modo que de ahí resulta un verdadero hidrocele, y hay quien asegura haber extraído seis libras de agua de un tumor formado por un oschiocele. Aecio dice que Aspasia, llevado de la etimología de la voz hidrocele, ha puesto esta enfermedad entre las de las muge- res: „Se forma, dice, una hernia aquosa en los grandes labios, la parte está algo hinchada, el tumor es floxo y sin resistencia, y apli- cándole la mano se siente una especie de fluctuación." La curación del hidrocele es paliativa ó radical: la primera solo conviene en el hidrocele simple, que no está complicada de ningún mal del testículo, y que no incomoda sino por la colección de la materia fluida derramada. La curación paliativa consiste en vaciar de quando en quando la bolsa aquosa por medio de una simple punción hecha con el trocar. Para esta operación se coloca el enfer- mo junto ala cama, ó en una silla poltrona con los muslos separa- dos. Se examina el lado del escroto afectado, y se asegura uno del parage en que se halla el testículo. Se comprime luego el tumor de arriba abaxo , conteniéndolo con la mano izquierda, para reunir en un pequeño volumen la materia derramada, y extender el cutis, evitando siempre el comprimir el testículo. Con la mano derecha se mete la punta del trocar en la parte declive del tumor, procurando no tocar en los vasos del cutis, y dirigiendo la punta del instru- mento de modo que no pueda lastimar el testículo. Quando se ha penetrado hasta llegar al fluido, se sostiene la cánula con los dedos índice y pulgar de la mano izquierda, y retirando el punzón con la derecha, se dexan salir las aguas; últimamente quando ya está he- cha la evacuación se quita la cánula sosteniendo el cutis con dos dedos. La curación de esta solución es muy sencilla. Sobre la pica- dura se pone una compresita lo mismo que en una sangría, moján- dola antes con un poco de vino ó aguardiente tibio, y se envuelven las bolsas con otra compresa sostenida por el vendaje que llamamos suspensorio: esta curación es paliativa, pues es necesario repetir la operación cada vez que la bolsa se ha vuelto á llenar de agua, lo que se verifica mas ó menos pronto, según la complexión de los sugetos. La curación radical consiste en procurar la evacuación del hu- mor derramado, y quitar ó extraer la bolsa que lo contiene. Para esto se encarga el uso del sedal, de los cáusticos, ó del instrumento cortante, y la elección en estos tres medios depende de las circuns- tancias. El sedal es muy bueno para los hidroceles formados recien- 120 HID temente en la túnica vaginal del cordón espermático. La abertura del tumor en todo su largo es bastante para curar los hidroceles que no estén envejeddos, pues con la salida del humor se aplastan na- turalmente las celdillas; el sedal, que se puede hacer pasar por el centro del tumor, produce un desinfarto supuratorio , y luego nos valemos del bálsamo de azufre, cuya virtud desecante acaba de en- coger los folículos del texido celular, y cura radicalmente; pero ni la simple incisión ni el sedal son suficientes por sí mismos si el tumor está envejecido, ó ha llegado á adquirir un cierto volumen, pues cortando parte de los tegumentos adelgazados se apresuraría la cu- ración ; después de la incisión de los tegumentos es preciso escarifi- car las celdillas infartadas, teniendo siempre mucho cuidado con el cordón espermático. Quando el agua está contenida en una grande y única cavidad, bien tenga su sitio en la túnica vaginal del cordón, ó bien en la del testículo, el proceder operatorio es siempre el mismo; lo que con- viene es abrir el tumor en todo su largo, y hacer supurar la bolsa. Hay algunos prácticos que prefieren los cáusticos al instrumento cortante para hacer la abertura, pues aquellos producen mas pronto la supuración, y la incisión puede producir una inflamación peligro- sa. Quando el hidrocele está formado por la enfermedad del testícu- lo , es preciso proceder inmediatamente á la extirpación , principal- mente si está duro, carciRomatoso ó fungoso: si estuviese simple- mente supurado, bastaría abrirlo, y por modo de una cura metódica se podría lograr su conservación. También se puede en el hidrova- ricocele extraer las várices del cuerpo pampiniforme mediante la precaución de las ligaduras, y dexando los vasos suficientes para la vuelta de la sangre de los testículos. La destrucción de la bolsa ó saco es un objeto muy importante en la operación y en la cura del hidrocele. Quando es grueso,esquirroso y de mucha capacidad, debemos extraer una gran parte de él con los tegumentos. Lo restante debe hacerse desprender con los dedos ó con una hoja de mirto, y cortarlo inmediatamente; pero si la bol- sa tuviese algunos puntos de adherencia demasiado fuertes, conviene no hacerle violencia, sino dexarle algunos dias; y la supuración que se formará en la substancia celular entre los rectos de la bolsa y de los tegumentos, favorecerá su separación, mayormente si se ha te- nido la precaución de hacer en las partes restantes de la bolsa algu- nas escarificaciones, cuyos ángulos se estén tocando. Quando la bolsa está ya destruida, no falta mas que procurar la consolidación de la llaga. * HIDROENTEROCELE. (Cir.) * El hidroenterocele es una hernia ó tumor causada por la caida ó descenso de los intestinos ha- biendo aguas en el escroto. Esta es una enfermedad complicada: la HID 121 hernia debe reducirse y contenerse por medio de un braguero, y el hidrocele debe curarse separadamente; si en semejante caío convi- niese hacer la punción con el trocar, el Cirujano debe poner mucho cuidado en no picar la bolsa hemiaria ni el intestino. * HIDROFOBIA. (Med.) Se llama así, y también rabia, á una enfermedad cuyo principal síntoma es una aversión extraordinaria al agua, con otros síntomas que se describirán en el género xvi de la clase de Vesanias. ( V. este artículo.) HIDROGALA. (Mat. Méd.) [Así llamamos á la leche agua- da que usamos para varios remedios. La prcporcion en que debe es- tar el agua con la leche varía según la indicación á que debemos aten- der; pero lo mas regular es poner dos ó tres partes de agua para una de leche. Esta bebida es diluyeme, dulcificante y fresca; pero tiene á veces el inconveniente que tiene la leche sola para algunas perso- nas, que es de estreñir el vientre. Este líquido no mueve la transpi- ración , mayormente si lo usamos en frió, pues suele pasar toda por la via de la orina. La hidrogala está contraindicada quando las pri- meras vias no están limpias, sobre todo si predomina la bilis en ellas: en tal caso debemos preferir una tisana, que no esté sujeta á descomponerse como hace esta bebida. Esta bebida, ademas de las qualidades indicadas, tiene también la de ser un alimento, que ouede mantener bastante las fuerzas de un enfermo en una infinidad de casos. Sidenham la daba á los que tenían viruelas, por razón de su virtud antiflogística. También es sumamente útil en la gonorrea, porque pasando prontamente por la via de la orina, se lleva el vi- rus, y hace que no produzca una impresión profunda en la mem- brana interna de la uretra: por otra parte es muy buena para mo- derar la irritación que en aquel mal produce las erecciones freqüen- tes y dolorosas, que prolongan su duración. No nos detendremos aquí en las demás propiedades de la hidrogala dependientes de la leche, pues de esto se tratará en artículo separado. (V. leche.) ] HIDRÓGENO. (Pat.) Quando consideramos la causa, la producción y la naturaleza , como también los fenómenos y los ac- cidentes de las enfermedades, tanto por parte del cuerpo del hom- bre y de los animales, que llevan sus gérmenes consigo, y que es propiamente su foco, como por parte de los cuerpos exteriores, que rodean ó penetran la máquina animal, y que deben ser mirados como unos agentes cuya influencia , modificada de mil modos, pue- de producir diversas enfermedades; es preciso, para comprehender todas las relaciones que existen entre estos objetos diferentes, no ig- norar quales son las principales propiedades del hidrógeno. Esta voz expresa en la nomenclatura de los Químicos modernos un cuerpo particular, que entra como principio necesario en la composición del agua, y el que fundido ó dijuelto por el calórico en la forma de gas TOMO V. Q 122 HID ó fluido elástico, constituye el ayre inflamable puro, ó el gas hi- drógeno. El es la base pesada soliditicable del ayre inflamable; se fixa en los cuerpos, y es uno de los elementos de las materias ve- getales y animales; combinada con el carbono y con un poco de oxígeno produce los aceytes que se forman continuamente en las fi- bras de los vegetales por la descomposición del agua y del ácido carbónico. Unido al carbono, al ázoe y á varias dosis de oxígeno, produce todas las materias animales, que se diferencian particular- mente de los vegetales en la presencia del ázoe. La combinación del hidrógeno con el ázoe es la que forma el álcali volátil ó amoníaco que se saca de las substancias animales, ó descomponiéndolas por medio del fuego, ó por medio de les ácidos, y aun de la cal viva y los álcalis fixos muy concentrados; ó últimamente por la putre- facción á que se hallan tan dispuestas. Antes de conocerse la naturaleza del amoníaco, y por consiguien- te antes de haber llegado á descomponerlo, se admiraban los Qui- micos de que las materias animales suministrasen tan gran cantidad de esta especie de álcali, quando las substancias vegetales ó no dan ninguno, ó á lo mas algunas de ellas no presentan sino unos ligeros vestigios. La química moderna, rica en hechos importantes que in- teresan á la física de los animales, y sobre todo rica en máquinas y procederes propios para hacernos descubrir otros nuevos, enseña hoy dia, que el hidrógeno introducido en los animales por la via de los alimentos, constituyendo uno de los elementos de la sangre y de los humores, acumulándose poco á poco, y haciéndose con el carbono mas abundante por los progresos de la circulación y de la secreción , se evaqüa por los pulmones, y arde en aquel órgano, du- rante la inspiración que introduce en ellos el ayre atmosférico, de modo que forma el agua que se exhala en vapor por la respiración, y al mismo tiempo el ácido carbónico compuesto del carbono de la sangre y del oxigeno atmosférico. La misma ciencia demuestra que la sangre venosa se diferencia de la sangre arterial en que tiene mayor porción de hidrógeno y de carbono, que si no se renovase por la respiración y por la adición del quilo llegaría á ser nociva é incapaz de servir para los usos que lo destina la naturaleza. (V. respiración. ) Para la conservación de la vida y de la salud es preciso que la sangre venosa se despoje de la gran cantidad de hi- drógeno y de carbono que contiene, y el uso principal de la res- piración , según se cree hoy dia, está en la absorción de aquellos dos principios hecha por el ayre atmosférico, y en su combinación con el oxigeno. Con esto se ve bien que quando los pulmones no hacen sus funciones con regularidad, ó quando por alguna causa qualquiera se disminuye la respiración, el hidrógeno debe acumular- se en la sangre con el carbono, y este licor debe tener diferentes HID 123 propiedades de las que exige ei mantenimiento de la salud y de la vida. Es muy probable que muchas visceras del vientre están des- tinadas á absorver el hidrógeno sobrante , á ayudar por este medio el trabajo de los pulmones, y á mantener siempre las funciones en equilibrio : yo considero el hígado como destinado especialmente pa- ra esto. Sabemos que la bilis formada en gran parte de un aceyte concrescible, que los autores han comparado á una resina, y que yo he hallado análogo al celebro de ballena, corre sin cesar de la vexiga á los intestinos, y se sale de estos con los excrementos que colorea. Ve aquí una evacuación constante, y aun abundante, de una materia que contiene mucho hidrógeno; y esta parte de hidró- geno debe aumentar en los casos en que sale menos por los pulmo- nes. Recíprocamente si se inflan los conductos biliarios, y si por otra causa qualquiera la bilis dexa de correr con la misma abundan- cia que acostumbra en el estado habitual de salud , es preciso que la respiración extrayga lo que se acumularía sin esto: en esta recipro- cidad de efectos debe ver el Médico una causa de las enfermedades del hígado y de los pulmones, de sus relaciones y de su reacción: en ella debe hallar al mismo tiempo los medios de conocer mejor las metástasis, tan freqüentes entre estos dos órganos, y para admi- nistrar mejor los purgantes, los véquicos, incindentes, ó los diluen- tes en estas dos clases de enfermedades. Pudiéramos extender mas estos primeros datos, que no hemos hecho mas que exponer senci- llamente; pudiéramos explicar como la superabundancia de hidróge- no, acumulando el calórico en la sangre venosa, y disminuyendo su capacidad por este principio , se convierte en un irritante muy poderoso, que excita en el corazón un movimiento rápido y unas contracciones muy fuertes que producen la calentura; como este mal, nacido del estado del fluido vital y de la superabundancia del hidrógeno, trae consigo el remedio acelerando los movimientos de la respiración, y aumentando por consiguiente la extracción de hi- drógeno por el pulmón; como esta aceleración, necesaria para las funciones vitales, va poco á poco restableciendo el equilibrio y la sa- lud ; como después de algunas horas ó de algunos dias de este tra- bajo violento de la naturaleza sobrevienen evacuaciones biliosas, que proviniendo de una gran masa de sangre sobrehidrogenada, que en algún modo se dirige hacia el hígado, establecen una crisis, que dis- minuye y aun á veces quita del todo la calentura; tal vez pudiera también explicar por este medio las repeticiones necesariamente pe- riódicas de las calenturas intermitentes, que casi siempre dependen de la superabundancia del hígado y de la bilis, y de los crecimien- tos que sobrevienen en las calenturas continuas; pero basta lo dicho para los que conocen la Química moderna y su influencia en la Física animal. 124 HID Las consideraciones precedentes dan mucha luz para explicar un fenómeno, que parece depender de una causa análoga á las que van expuestas. Las mas veces el exceso de hidrógeno, sin tapar los canales biliares, parece dispuesto para formar la gordura, que yo miro como una especie de receptáculo en que la naturaleza deposita el sobrante de este principio en los animales. Si al mismo tiempo que los movimientos de la respiración no bastan para evacuar el hi- drógeno de la sangre, los canales biliarios no extraen tampoco todo -el que debieran, entonces la sangre deposita parte de él al rededor de las arterias y de las venas: la gordura se forma con mas abun- dancia, y los lugares donde acostumbra á depositarse en mayor cantidad son también los emunctorios naturales de hidrógeno. Así es que en las cercanías del hígado, el epiploon se carga de grasa, y aumenta con tanta freqüencia el volumen del vientre en los hom- bres, sedentarios; así es que las cercanías de los ríñones se cargan también de grasa sólida y abundante: por esta misma razón la base del corazón y de los grandes vasos se cubre también de una gran cantidad de grasa, que por su masa y supresión perjudica muchas .veces al movimiento de este órgano; pero aunque reconozcamos bien en las celdillas grasientas y en el depósito de este humor con- -crecible una especie de receptáculo donde se reúne sin peligro de la .vida el sobrante del hidrógeno que se introduce en el cuerpo de los animales; sin embargo no podemos ignorar una verdad que es con- seqüencia inmediata de este conocimiento, esto es, como este de- pósito proviene de un exceso y de una cesación de equilibrio entre la cantidad de hidrógeno que ha entrado en el cuerpo, y la que de- bía evacuarse por los emunctorios de los pulmones y del hígado, la superabundancia de este principio produce tarde ó temprano unos .efectos muy perjudiciales, si de quando en quando no hay evacua- ■ ciones de bilis ó movimientos acelerados en la respiración. Esta es la causa de todas las enfermedades á que están expuestas las personas .gruesas quando tienen el vientre estreñido demasiado tiempo; las ca- lenturas que sufre, las diarreas, y otros males á que están expuestas, -suelen establecerles el equilibrio. Esta es la causa también del poco apetito que tienen los que están muy gordos, y de la poca cantidad de alimento que necesitan para mantener las fuerzas y la salud» En una palabra, esta consideración es la llave de muchos fenómenos re- lativos á la producción y naturaleza de un gran número de enfer- medades; es un principio fecundo, que traerá algún dialas mayores ventajas al arte de curar. Hay también otra influencia y otra fuente de fenómenos debida al hidrógeno en la economía animal, y es la relativa á la existencia de este principio, baxo la forma de gas, en el >tubo intestinal. Una multitud de hechos prueba que el gas hidróge- no infla muchas veces los intestinos; y á la verdad nunca.es entera- HID 125 mente puro, y siempre tiene azufre y carbono en d;solucion. Este gas, que tiene un olor mas ó menos infecto y análogo al de los sul- furetos ó hígados de azufre, parece que proviene de dos causas di- ferentes; la primera y mas común consiste en una descomposición de los alimentos que se detienen demasiado en el estómago y en los intestinos, y que dan lugar á una indigestión , regularmente anuncia- da y acompañada, como de huevos podridos, y seguida de evacua- ciones líquidas y fétidas por el ano. La otra causa de la producción del gas hidrógeno en los intestinos consiste en los mismos humores que estos contienen, y sobre todo la bilis que se ha detenido y al- terado en ellos. Esta segunda causa tiene lugar en las calenturas bi- liosas y pútridas; los enfermos de estos males arrojan muchas veces ventosidades fétidas con la materia de las evacuaciones; su vientre se infla muchas veces; y sus intestinos, cuyo movimiento peristáltico se aumenta singularmente, hacen entonces mucho ruido. También es este gas el que infla los intestinos, ó el mismo peritoneo, en la ma- yor parte de las timpanitis, mayormente en las que provienen de una descomposición lenta de los humores del pus y del agua derra- mada en las cavidades abdominales. Algunas veces sale silbando en la operación de la paracentesis en el vientre; también se exhala quando se abre el abdomen de los que han muerto de estas enfer- medades; y en estos casos ha sucedido inflamarse acercándole una vela. Es indudable que en la mayor parte de las circunstancias que hemos citado sobre la presencia del gas hidrógeno en los intestinos, este gas es la causa de los dolores agudos, de los retortijones y de los cólicos, que dan casi siempre en aquellas enfermedades, acompa- ñadas de este desprendimiento, ó de la producción de este gas. Tam- bién es preciso observar que este gas, sulfúrico y cavernoso, y muy fétido, se desenvuelve también con una rapidez indecible en los ma- les nerviosos, histéricos é hipocondriacos, después de un terror re- pentino, de un sentimiento imprevisto, de una mala noticia &c. En este fenómeno singular, de que apenas hay hombre que no haya si- do testigo, se funda aquel adagio vulgar sobre el miedo, voz en que reúnen, por decirlo así, la idea del terror y de la cobardía, con la de la producción y desprendimiento de los vientos y materias intes- tinales. Finalmente, parece que hay algunas enfermedades, aunque raras, en las quales el gas hidrógeno ensancha de tal modo una por- ción del tubo intestinal, que se forma un doble obstáculo á su sali- da por la compresión espasmódica de las dos extremidades, y que esta porción, dilatada y estirada mas de lo regular, se inflama y se gangrena. He presenciado varios casos de muertes repentinas, que no he podido atribuir á otra causa que esta: solo citaré uno de ellos. Un Médico mozo se cortó disecando el cadáver podrido de un vi- rulento; le amedrentaron diciéndole que aquella herida era muy I2Ó HID peligrosa, y encargándole que tomase muchas precauciones. Ater- rorizado aquel hombre se va inmediatamente á su casa; principia á darle un gran frió y una sufocación; se mete en la cama, y le da inmediatamente un gran delirio; su pulso era débil é intermitente; á ratos estaba sereno, y otros volvia á delirar; el movimiento del corazón se hacia con una especie de hervor y de palpitación sorda, acompañada de una respiración corta y trabajosa, que dio que te- mer su vida. La sangría, los calmantes, los laxantes, todo fué inú- til; el vientre se meteorizó, la orina se suprimió, y el enfermo mu- rió al cabo de quatro dias: se le abrió inmediatamente: todas las visceras estaban sanas; solo se halló un poco de agua en el peri- cardio , y una hinchazón considerable del colon inflamado en varios puntos. Su muerte se atribuyó á la hidropesía del pericardio: yo no he admitido esta idea, ó á lo menos no he creído que debiese ate- nerme únicamente á ella, porque esta agua podia atribuirse al efecto de la agonía; pero lo que me ha parado es la enorme dilatación del colon: yo habia visto ya esta enfermedad en algunas personas, de cuya muerte no hábil podido indicar otra causa que la inspección anatómica: de todo lo dicho infiero que esta dilatación extrema de un intestino es suficiente para matar un hombre, y no veo otra ob- jeccion contra la admisión de una causa, que tal vez es mas fre- qüente de lo que pensamos. El hidrógeno fuera del cuerpo del hombre y de los animales puede considerarse como una causa de las enfermedades que experi- mentan. Sabemos que el gas hidrógeno se forma y se desprende con abundancia de las aguas detenidas en que se pudren algunas materias vegetales y animales, esto es lo que llamamos gas inflamable de los pantanos. Una infinidad de hechos prueban que este gas es el origen de varias enfermedades; pues se le deben atribuir las que nacen ma- nifiestamente de la proximidad de las aguas detenidas; y estas en- fermedades son generalmente calenturas intermitentes, pútridas, y enfermedades biliosas &c. Francklln fué asaltado repentina- mente de una terciana por haber meneado una balsa de agua cene- gosa, y haber estado expuesto al contacto del gas hidrógeno infecto que se desprendía de ella. Aunque no es fácil concebir cómo el sim- ple contacto de este gas, mezclado con el ayre, puede causar la ca- lentura; lo que es el hecho no puede dudarse, pues demasiadas ex- periencias comprueban diariamente su existencia. La limpieza de los pantanos y de las lagunas, la profundizacion de los arroyos, y el hacer fuego al rededor de las aguas, son los principales medios de destruir ó precaver los perniciosos efectos de este gas. F. HIDRÓMETRA. (Med.) Se da este nombre á la hidropesía de la matriz/ (V. el género xv de la clase de caquexias.) HIDRONFALO. (Cir.) * El hidrónfalo es un tumor aguanoso HID 127 que sale en el ombligo. Se distingue de todos los demás tumores en que sale en el ombligo, que aunque blando, se resiste mucho al tac- to, que ni aumenta ni disminuye quando se le comprime, y que se transparenta á la luz. El hidrónfalo se disipa con remedios resoluti- vos , tales como los que se han indicado en el artículo hidrocele; y si se resiste á los remedios se le cura también punzándolo en medio del ombligo con un trocar. * HIDROPESÍA. (Med.) Se comprehende con este nombre ge- neral todo derrame ó infiltración de agua ó serosidad que se forma en alguna cavidad del cuerpo, en la substancia misma de algún ór- gano , ó en el texido celular; pues no hay parte alguna del cuerpo que^ no sea susceptible de esta enfermedad, sin que respete edad ni sexo. Esta enfermedad, que es una de las mas freqüentes y funestas que afligen al hombre, se ha tratado ya en la clase de caquexias, en el orden segundo que comprehende las hinchazones. (V. caque- xias.) Sin embargo que en dicha clase hemos expuesto las diferentes especies de hidropesía, y que hemos tratado , aunque ligeramente, de las causas &c., nos ha parecido conveniente trasladar aquí lo que dice Pinel sobre esta enfermedad en su Nosografía filosófica. „ Es continua la influencia de los descubrimientos anatómicos en los progresos de la Patología interna: tenemos un exemplo pa- tente de ello en las luces que las investigaciones de los vasos linfáti- cos han dado á la teoría de la hidropesía. ¡Quan inexactas son las expresiones que los antiguos emplearon sobre la formación de esta enfermedad por razón de los cortos progresos que habia hecho en- tonces la Anatomía! Areteo, tan célebre observador, solo repite, hablando de la hidropesía, los términos vagos ¿ejluxion fria, de alteración del cuerpo por una causa fria y húmeda, y de consti- tución de cuerpo, que se revuelve en agua por una especie de co- liquacion. No hago una enumeración mayor de los autores mas cé- lebres , cuyas expresiones sobre este objeto no son mucho mas exac- tas. Ruisquío por sus inyecciones ha tenido, digámoslo así, la glo- ría de abrir nuevo camino á la Patologia. Advierte que la superficie interna de la dura-madre, pleura, peritoneo &c. está lubrificada por un fluido fácil de evaporarse, y de ser reabsorvido, como por un movimiento retrógrado, que Estenon y Malpigio atribuyeron á la acción de ciertas glándulas que se encuentran en estas membra- nas, y Ruisquio á las innumerables ramificaciones de las extremida- des de las arterias. Observamos que este último anatómico casi ha- bia visto el objeto, y que solo se ha equivocado acerca del verdades ro conducto de la absorción , cuyo conocimiento ha sido el fruto de posteriores investigaciones. Hasta entonces se habia creido que los derrames formados en diversas cavidades se debian á la simple con- densación de ciertos vapores, y que la materia era un líquido aquoso. 128 HID Hewson, célebre anatómico ingles, es el que ha'dado exactas ideas de este líquido por experiencias y observaciones comparativas. Recogió en un animal recien muerto el líquido que se reúne en la cavidad del abdomen, en el pecho y en el pericardio; y solo con exponerle al ayre ó á la acción del calor resultó una substancia coa- gulable ó albugínea, lo mismo que quando se analiza el suero de la sangre. Esta experiencia, repetida muchas voces por Hewson en los perros, gansos y conejos, produxo siempre el mismo resultado. Ha- ller y Monró son ambos del mismo dictamen. Se trataba de cotejar este mismo líquido con el que se halla en los vasos linfáticos. Hew- son, después de haber muerto á un animal sano, escogió vasos lin- fáticos de una cierta extensión, que ató convenientemente, y que en seguida desató para abrirlos, y recibir el líquido en una copa. Se halló que este líquido, expuesto á las mismas pruebas que el pre- cedente, era de la misma naturaleza. Estos experimentos se han re- petido muchas veces en los gansos, conejos y gatos. Únicamente se ha notado que variaba la proporción del albumen , no solo según los diversos géneros de animales, ó sus edades respectivas, sino también según el estado de fuerza y debilidad de los animales de la misma es- pecie: sobre todo, lo que hay mas curioso y conveniente, por lo que toca á la identidad de los tres líquidos, á saber, el que se reúne en las superficies internas de las membranas diáfanas, el que de la se- rosidad de la sangre, y el que se encuentra en los vasos linfáticos, es que quando se recogían estos líquidos en el mismo animal, ya en el estado de salud, ya en el de debilidad ó enfermedad, se obser- vaba en ellos una proporción constante en quanto á la densidad y consistencia, y por consiguiente en la cantidad de albumen. Asimis- mo ha observado Hewson que en el animal, debilitado por algunos dias de abstinencia, ó por solo beber agua, estaban los tres líquidos muy sueltos, y contenian muy corta porción de albumen. Hay en los fluidos linfáticos variedades comprobadas por la historia de las enfermedades, y en la superficie interna de las membranas diá- fanas se forma en las inflamaciones, por cierta superabundancia de albumen, una especie de concreciones ó falsas membranas. Por el contrario, en la hidropesía es el fluido derramado unas veces muy aquoso, otras mas ó menos consistente, ya dimane este de una in- flamación lenta, ya la parte mas fluida haya sido reabsorvida por el sistema linfático. Mascagni ha hecho nuevas investigaciones que pueden ilustrar la doctrina de la hidropesía. Este anatómico ha demostrado que todas las arterias van juntas con las venas, y que se hace una exudación continua por los poros de estos vasos; que este fluido se vierte en lo interior del pecho, del abdomen y de la cabeza, y se reabsorve en estado de salud por los vasos absorventes; pero que esta transmisión HID I29 se perturba en la hidropesía. También ha examinado y reconocido las alteraciones que experimentan en esta enfermedad, tanto las glándulas, como los vasos linfáticos. Otra propiedad de estos va- sos , que seria muy del caso demostrar para dar razón de los derra- mes que experimentan los hidrópicos, es la absorción por la super- ficie externa del cuerpo, en orden á la qual están discordes algunos sabios, y á cuyo favor podemos citar sin embargo hechos casi deci- sivos , y que no se han escapado de la penetración de los anatómi- cos. Viendo el célebre de Haen, que la privación de la bebida pres- crita á los enfermos no se oponía á su intumescencia, aseguró .ser inexplicable este hecho, sin admitir la absorción de la humedad de la atmósfera por la superficie del cuerpo. El Dr. Home, pesándose por la mañana, averiguó pesaba mas que la noche precedente, aun- que habia transpirado toda la noche, sin haber tomado alimento al- guno. El Abate Fontana ha asegurado que paseándose algunas ho- ras al naso y en tiempo húmedo, halló que pesaba algunas onzas mas que antes, lo que supone necesariamente la absorción de la humedad atmosférica. No queda duda alguna, diceCruiksank, sobre esta función de los tegumentos, y refiere el hecho siguiente para confirmarla. Un enfermo que padecía una constricción del esófago, en términos que ninguna substancia fluida ni sólida podía llegar al estómago, no tomó alimento alguno durante dos meses. Tenia mu- cha sed, y no orinaba. Cruiksank le mandó un baño caliente por mañana y tarde, durante una hora por el espacio de un mes. La sed desapareció; orinó como si hubiera bebido lo acostumbrado, y co- mo si hubiese baxado con facilidad la bebida al estómago. Los vasos linfáticos por sus diferentes géneros de afecciones lle- gan á ser causa de enfermedades gravísimas, que Cruiksank reduce á cinco puntos generales de división. (Anatomía de los vasos ab- sorventes, traducción francesa, pag. 231.) Limitándonos aquí á Jos casos de hidropesía, debemos advertir que la mas freqüente es la que depende de una debilidad general, que se siente al principio en las extremidades inferiores, lo que sobreviene también en la ju- ventud después de largas y peligrosas enfermedades; pero esta hin- chazón es de mal agüero en la vejez, principalmente quando se ex- perimentan síntomas asmáticos; porque es probable que la hidrope- sía visible de las piernas esté acompañada entonces de un derrame en el pecho. Las mugeres toleran freqüentemente esta intumescen- cia de las piernas mucho mas tiempo que los hombres, y aun sin pe- ligro durante muchos años. Hay hombres que la han padecido cer- ca de doce años, sin que sus fuerzas experimentasen daño alguno. Entre las causas muy poco conocidas hasta ahora de la hidro- pesía, rio debo pasar en silencio las inflamaciones crónicas que Iqs autores Médicos admiten, mientras que todos los libros están llenos TOMO V. R »3° HID de historias de flegmasías agudas. Estas inflamaciones crónicas tienen muchas variedades, y no son menos funestas que las agudas; y aun lo son mas, porque muchas veces se desconocen, á causa de la li- gereza insidiosa de sus síntomas, y porque con freqüencía se des- cuida ó se dirige mal su curación. Estas inflamaciones residen por lo regular en los pulmones, intestinos y ojos, y alguna vez tam- bién en el hígado. Es difícil conocerlas en su principio, si no sobre- vienen aflegmasias agudas, principalmente en las visceras parenquí- matosas. Las flegmasías crónicas de los intestinos son mas fáciles de conocer; pero pueden engañar por la apariencia de infarto en las primeras vias, ó de un cóiico flatulento: en los pulmones se pre- sentan con la exterioridad de un catarro , y con freqiiencia provie- nen de un catarro agudo, que, ó se ha descuidado ó curado mal. Quando las inflamaciones se inveteran, degeneran en asma, en hi- dropesía de pecho, en tubérculos del pulmón y en tisis; por este motivo la inflamación crónica de los intestinos, ó de algunas de las partes situadas en el abdomen, termina por estreñimientos pertina- ces , y á veces por diarrea ó ascitis. También pueden afectar los rí- ñones en las-afecciones calculosas ó gotosas, la vexiga, el útero, y, según las circunstancias accidentales, presentarse baxo diversos aspectos, ó producir otras enfermedades. Ademas de los síntomas peculiares á la parte afecta, tienen muy á menudo por indicios una leve calentura héctlca, que solo se manifiesta por la tarde, y que ... es mucho mas sensible que la que proviene de una ulceración in- terna : también algunas veces no se advierte esta calentura Si el daño reside en los pulmones, la tos es leve, continua y rebelde, con di- ficultad de respirar; si está en el hígado, hay ictericia poco mani- fiesta, congojas leves, poca ó ninguna hinchazón en el hipocondrio derecho, náuseas, falta de apetito, y cursos biliosos y freqüentes. En el hospicio de Salitrería se observan iguales inflamaciones de los intestinos caracterizadas por mayor ó menor tensión en el abdomen, por la mayor ó menor sensibilidad de esta parte, aun tocándola le- vemente, por dolores sordos, por diarreas interminables, ó bien por un derrame linfático. , Eh qualquiera parte que resida la enfermedad prosigue de este modo con síntomas leves ó equívocos, durante muchos dias, y á veres meses enteros, ó también años, con lesión mas ó menos ma- nifiesta de las'funciones de la parte afecta; se extiende por grados alguna vez á las partes vecinas, y la calentura héctica termina en una extenuación funesta. La que acomete al estómago por lo gene- ral es mas dolorosa, y tiene un curso mas rápido por los trastornos y perversión de la digestión, y por la morosidad triste, melanco- lía, y abatimiento que la sigue. Podemos ver muchos casos de estas inflamaciones crónicas en' la tan conocida obra de Morgagni; y bien i HIE 131 se ve quan útil es en la práctica en la Medicina distinguir las hidro- pesías que dimanan de inflamación crónica de las que son primitivas. HIDRORAQU1TIS. (Med.) Se da este nombre á un tumor cristalino lleno de serosidad, que suele formarse á los niños en la espina del dorso. (V. el género xui de la clase de caquexias.) HIDROSARCOCELE. (Cir.) * Esta voz ha sido aplicada por Fabricio de Aquapendente á una colección de agua en el es- croto, acompañada de un testículo sarcomatoso. La tumefacción de la glándula es regularmente la enfermedad originaria, y el derrame de la linfa es el efecto de la rotura de los vasos linfáticos infartados por la obstrucción del testículo. Si el hidrocele es la enfermedad primitiva, y el testículo sano al principiode la enfermedad, á fuerza de estar continuamente macerado, se relaxa y se disuelve, por de- cirlo así, su túnica propia se llegará á rasgar, y lo mismo le suce- derá algunas veces á los vasos: esto es lo que produce el derrame mixto de agua y sangre que se halla algunas veces en esta especie de tumores. La indicación curativa que presentan consiste en vaciar el agua contenida en el tumor, y procurar resolver el infarto del tes- tículo con los remedios apropiados á la naturaleza del infarto. Las cataplasmas resolutivas, los emplastos emolientes y los disolventes pueden ser aplicados con buen éxito. Si las aguas se renuevan que- darán sin efecto los remedios convenientes al testículo, y entonces convendrá hacer la curación radical del hidrocele. En la misma ope- ración se va quedando descubierto el testículo, lo que se puede es- perar del estado en que se halla; y regularmente conviene la estir- pacion en la mayor parte de los hidrosarcoceles enveterados; en- tonces por medio de la castración se curan radicalmente ambas en- fermedades, cuya complicación producía el hidrosarcocele. Sobre esto pueden verse los artículos castración y ligadura; y en este último se verá lo pernicioso que es usar de la ligadura como se acostumbraba antiguamente en la curación de la caftracion. * HIDROTORAX. (Med.) Se da este nombre á la hidropesía de pecho que constituye el género xm de la clase de Anhelaciones de la Nosología de Sauvages. (V. anhelaciones.) HIERRO. Ferrum (Mat. Méd.) Aunque el hierro no tuvie- ra á su favor mas que los servicios que hace á la Medicina, pocos metales serian tan preciosos como este para el hombre; pero su ex- trema abundancia prueba á cada instante la diversidad de sus ven- tajas. Repartido en los tres reynos de la naturaleza, se puede decir que el universo está lleno de este metal; tiene sobre'los demás el noble privilegio de ser necesario á la conservación y felicidad de los pueblos civilizados; está perpetuamente baxo la mano de la industria humana, y es el elemento de la vida social. El hierro se presenta á los ojos de los observadores baxo tantas 13* HIE formas y modificaciones, y es el agente de tantos fenómenos, que su teoría se ha hecho una ciencia compuesta de una innumerable multitud de detalles. Quererlos seguir en sus mezclas, aleaciones y combinaciones, seria meternos á hablar de todas las artes, y hacer una incursión en una heredad que no es la nuestra; limitémonos á escoger en medio de esta inmensa colección los hechos que mas de- ben interesar al Médico y al Terapéutico... Propiedades químicas. Las propiedades principales químicas del hierro son las de oxidarse muy prontamente por la humedad de la atmósfera; la de alterarse por el contacto del agua y de los áci- dos, privando á estos cuerpos de su oxígeno; la de combinarse fá- cilmente con los cuerpos combustibles; tales como el carbón, el azufre, el fósforo &c; la de aliarse por medio de ciertas operacio- nes á ciertas substancias metálicas, como por exemplo, el arsénico, nickel, bismuto, antimonio &c.; la de formar compuestos salinos, uniéndose á los ácidos sulfúrico , carbónico , muriático, fosfórico, prúsico &c. A causa de estas propiedades diversas, el hierro modi- ficado continuamente por el arte ó la naturaleza, sirve de materia a una multitud de preparaciones medicinales, que haremos conocer mas adelante. Propiedades medicinales. El hiero ha sido muy elogiado en los libros del arte por sus propiedades medicinales; pero ninguno de sus elogios ha sido fundado sobre observaciones positivas y conve- nientemente presentadas; sin embargo, las observaciones fisiológicas de Menghrni parece que han demostrado la poderosa influencia que exerce este medicamento sobre la contracción general de las partes vivas quando se hallan en un estado de languidez, y particularmen- te sobre la de las túnicas vasculares. Sidenham propone el hierro en el principio de las hidropesías; tendré ocasión de hablar en otra parte sobre la naturaleza y sitio verdadero de esta afección. Una muger de edad de ochenta años se hallaba atacada de una anasarca; su constitución era mole y delica- da, y espantaba por la intumescencia celular de todos sus miembros, teniendo el rostro pálido y abotagado. Yo le hice administrar el oxide de hierro, conocido baxo el nombre de etiope marcial, en conserva de rosas; y después de una abundante evacuación por el intestino y vias de la orina, se sentia mucho mas aliviada. Se sostu- vo así "con el socorro feliz de este remedio, cuyo uso interrumpia por intervalos para no anular su acción acostumbrándose á él; pero al fin, después de tres años murió, por el estado de debilidad que acar- rea necesariamente el uso continuo de preparaciones farmacéuticas. Parece pues que el hierro goza, en ciertas circunstancias, la facultad de reanimar la absorción, si puede decirse así, reanimando al mis- mo tiempo la contractilidad fibrílar de los vasos linfáticos. ¿ Y qué HIE J33 se deberá hacer quando la hidropesía es producida y fomentada por afecciones orgánicas, ó por la alteración escirrosade las glándulas, como he tenido ocasión de convencerme por la inspección de los cadáveres? Esta enfermedad es tan rebelde á los medios de nuestro arte, que no es extraño que los empíricos hayan usurpado su cura- ción. ¿Quales son las obras escritas de Materia Médica en que no se propongan las preparaciones ferruginosas para combatir los acci- dentes de la amenorrea? Se conoce, sin tmbargo, que nada es mas necesario que señalar las circunstancias que reclaman su aplicación. Seria muy difícil presentar de un modo mas claro la monografía de esta afección, considerada como primitiva, que lo que ha hecho Mr. Royer Collard en una tesis sostenida en la escuela de Medicina de Paris, en la que ha esclarecido verdaderamente una de las mate- rias mas confusas de nuestro arte; pero quando tratemos de un mo- do mas especial sobre las medicinas dirigidas hacia el sistema uteri- no , volveremos á hablar sobre este objeto. Observemos entre tanto que los medicamentos marciales pueden aplicarse particularmente y con ventajas, quando la amenorrea decide un estado clorótico en la economía animal. En este estado, que el grande observador Mer- cado llama ingeniosamente tericia blanca, todo anuncia un defec- to de vitalidad en la universalidad de los órganos; la piel floxa, el color aplomado de las clor éticas, la hinchazoade los pies, que ata- ca por las noches, después de un largo exercicio de la contractili- dad por el dia &c., todo exige medios enérgicos para la curación. No perderé el tiempo en razonamientos fútiles y hipotéticos, como algunos lo han hecho, para explicar el modo de obrar del hierro sobre la causa inmediata de la alteración morbífica de que se trata, ni diré, como ciertos autores, que es preciso remediar la constric- ción de los sólidos, ajloxar todas las partes, y observar la es- pesura de humores &c. que causa la supresión de los menstruos. i Cómo es que en tiempos tan modernos, en que una sana fisiología nos ilustra, han podido usar un lenguage tan tenebroso, digno solo de la gerga de Jas escuelas antiguas? Modo de administrarlo. Las preparaciones de hierro se han hecho numerosas en las Farmacopeas, porque este metal, por decir- lo así, es uno de los remedios mas manuables de la Medicina, y que experimenta las mas vivas modificaciones en su estado de oxidación ó de salificación. Los Prácticos usan freqüentemente lo que llaman limaduras de marte, y las administran en la dosis de veinte y qua- tro granos. En nuestras Farmacias se encuentran dos oxides carbo- nados de hierro, conocidos baxo el nombre vulgar de azafrán de marte aperitivo, y azafrán de marte astringente. Estos dos oxi- des, que no se diferencian sino por la proporción de oxigeno, se ad- ministran en la cantidad de diez y seis granos; cuya dosis se aumenta 134 HIG según la necesidad. El oxide negro de hierro, ó etiope marcial, se emplea con bastante freqüencia en el hospital de San Luis para la curación de ciertas enfermedades crónicas. Es bastante conocido el ingenioso modo con que lo prepara Mr. Vauquelin, que consiste en juntar el oxide roxo de hierro con las limaduras, las que se apode- ran del oxigeno superfluo, y lo reducen al estado del oxide negro: se puede recetar en cantidad de doce ó veinte y quatro granos en extracto de genciana, conserva de rosa, y otros recipientes. El sul- fate de hierro, ó vitriolo de marte, se disuelve con mas facilidad en el agua ó en el vino, y se echa doce granos en dos quartillos de qualquiera de estos líquidos. Mr. Carminad tiene en gran conside- ración dos preparaciones tan idénticas por su composición, como por sus propiedades; la primera es el tartrite de hierro y de potasa, ó bala de marte, baxo una forma sólida, que se hace disolver en el alcohol debilitado; la segunda es esta misma sal baxo la forma lí- quida, ó tintura de mirte tartarizada, que se administra como un astringente suave en cantidad de veinte ó treinta got3S. Se hace muy raro uso de la tintura marcial de Woelferr, compuesta de sulfate de hierro y de acetite de potasa; de la tintura marcial al- calina de Sthall, compuesta de potasa y de oxide de hierro, y úl- timamente de la tintura de marte de Ludovico, compuesta de hierro y de tartrite acídulo de potasa &c.: el tartrite acídulo de po- tasa unido á una muy corta porción de hierro forma lo que se llama tártaro marcial, cuya dosis común es la de diez granos. El tártaro marcial soluble se compone de tartrite de potasa, y de cierta por- ción de tintura de marte tartarizada, y se receta en la misma dosis que la precedente. Destilando el oxide carbonado de hierro, y la sal amoniaco, se consigue lo que vulgarmente llaman flores de mar- te amoniacales, y su dosis es de quatro ó doce granos. En fin, con- cluiremos con una de las preparaciones mas usadas, que es la de vino acerado: este vino se compone echando una onza de tintura de marte tartarizada en dos quartillos de vino blanco, y se toma en can - tidad de dos onzas por la mañana. En el código farmacéutico de Mr. Parmentler se encuentra el método que se debe seguir para imitar el agua mineral ferruginosa, que consiste en hacer disolver en dos quartillos de agua destilada tres granos de sulfuro de sosa, seis granos de muríate de sosa, y doce de sulfate de sosa. También se puede componer un agua ferruginosa con el ácido carbónico, echan- do en dos quartillos de agua destilada dos granos de carbonate de hierro, seis de carbonate de sosa, y tanto ácido carbónico quanto es menester para igualar tres veces el volumen del agua. Alivert. HÍGADO. (Anat.) Se da este nombre á una de las mas prin- cipales y mas grande de las visceras que se hallan en el vientre: se halla inmediatamente debaxo de la bóveda del diafragma, parte en HIG 13$ el hipocondrio derecho que le ocupa casi todo, parte en el epigas- trio, desde el cartílago xifoides hasta las vertebras, y parte también algunas veces en el hipocondrio derecho. El color del hígado es de un roxo obscuro: su figura es tan irregular que no h;¡y con que com- pararla ; pero se pueden distinguir en él dos caras, dos bordes y dos extremidades. De las dos caras del hígado la una es superior, ante- rior y convexa, y la otra inferior, posterior y cóncava. La primera toca casi toda á la bóveda del diafragma. Esta cara es lisa é igual, y solo se halla dividida en dos partes desiguales, una derecha, que es el lóbulo grande ó derecho del hígado, y otra izquierda, que es el lóbulo izquierdo ó mediano. La cara cóncava es desigual por tener excavaciones y surcos. El lóbulo derecho tiene dos excavaciones, una anterior, que cor- responde á la parte transversal del colon , y otra posterior, en don- de se alojan la cápsula atrabiliaria, y la extremidad superior del ri- ñon derecho. Estas dos excavaciones las divide una línea manifies- ta. El lóbulo izquierdo tiene una excavación grande, pero super- ficial , que se apoya contra la cara superior y anterior del estómago, y parte del colon. (V. estómago.) En esta cara cóncava se halian ademas varios surcos, que son el horizontal y el transversal, que llaman grande cortadura del hígado, y también la fosa oval, donde se acomoda la vexiga de la hiél. Para explicar los demás surcos de la cara cóncava del hígado, es preciso describir sus dos lobulillos posterior y anterior. El pri- mero se conoce con el nombre de lóbulo pequeño ó de Spigelio. Este pequeño lóbulo empieza ancho y sencillo en el borde poste- rior del hígado debaxo del tronco de la vena cava, donde se apo- ya contra las vertebras entre dicha vena y el esófago. De aquí su- be á la parte cóncava del hígado, dirigiéndose hacia adelante, y luego se divide en dos colladitos ó eminencia-s. Entre estas dos emi- nencias, que los antiguos llamaron portas , está esculpido un surco semicilíndrico, por el qual pasa la vena porta para entrar en el hí- gado. El lobulillo anterior, que otros llaman anónimo, representa casi un paralelógram'o, que después se ensancha formando una emi- nencia oval. Está situado delante de! surco transversal del hígado, y llega hasta el borde anterior de esta viscera. La fosa ó surco que recibe la vena umbilical, le separa del lóbulo izquierdo, y tiene á la derecha la fosa que aloja la vexiga de la hiél. De los dos bordes del hígado el uno es superior y posterior, y el otro interior y anterior. El primero es grueso y redondeado, y está interrumpido por dos escotaduras, una muy profunda, escul- pida entre los dos grandes lóbulos, para dar pa^o á la vena cava inferior, y otra superficial impresa en el lóbulo izquierdo, que red- De la columna dorsal. £1 borde inferior y anterior es mucho mas 136 HIG delgado y cortante, particularmente en su parte media é izquierda- empieza en el lóbulo derecho en el sitio que corresponde al riñon- y de aquí sube mudando de dirección para ir á la izquierda, de mo- do que en un todo tiene la figura de media luna. Este borde es mu- chas veces dentado : la mayor de sus interrupciones corresponde al estómago, y otra recibe la vena umbilical; y casi siempre tiene una escotadura, que corresponde á la extremidad de la fosa que aloja la vexiga de la hiél. Por último, de las dos extremidades del híga- do, una está á h derecha y otra á la izquierda. La primera, que corresponde al lóbulo derecho , es muy gruesa; pero conforme el hígado se dirige á la izquierda, se adelgaza de modo que el lóbulo izquierdo remata en una extremidad plana y delgada. La convexidad del hígado está atada al diafragma por tres li- gamentos^ membranosos principales, que no son mas que dobleces del peritoneo. Dos de ellos, que tienen la forma de triángulo, y una mediana anchura, corresponden á las extremidades del hígado, y se llaman ligamentos laterales, uno derecho y otro izquierdo. El derecho viene del peritoneo, que viste la parte carnosa derecha del diafragma, y va por encima del riñon á la extremidad gruesa del hígado. El izquierdo procede del peritoneo, que cubre el ala iz- quierda del diafragma, y va á fixarse en la extremidad izquierda del hígado en parte de la convexidad del lóbulo siniestro, y á veces también en el borde agudo de esta viscera. En algunos sugetos es- tos ligamentos son dobles, y en otros son simples y muy pequeños. El tercero, llamado comunmente ligamento suspensorio del hígado, es el mayor de todos, y corresponde á su parte media y algo izquier- da. La parte posterior del grande lóbulo del hígado está pegada á la derecha de la porción tendinosa del diafragma por un texido ce- lular , tan corto, que en el adulto estas dos partes no pueden sepa- rarse , pero sí en el feto, porque aun no han contraido adherencia alguna. Esta adherencia es ancha, bastante prolongada, y de figura casi oval. De lo dicho se deduce quan impropiamente se da á esta atadura el nombre de ligamento coronario; pues ni es redonda, ni la forma ningún ligamento. Ata ademas al hígado con el riñon derecho un doblez del peritoneo; y el omento gastro-hepático le ata con el estómago, con el duodeno, y con el colon; así las ataduras refe- ridas mantienen tan firmemente al hígado en su situación natural, que sin embargo de ser una viscera muy grande y pesada, y que sigue los movimientos del diafragma, es mucho mas raro hallarle fuera de su lugar, que á las demás visceras del abdomen; bien que le sostienen también el riñon derecho, el estómago y los intestinos, sobre quienes se apoya. Importa mucho para la práctica de la Me- dicina, y mas de la Cirugía, conocer bien la situación respectiva del hígado. Casi toda su cara convexa toca al diafragma, y su borde HIG 137 anterior apenas pasa el nivel de las costillas falsas, excepto en la arte media del epigastrio, como hemos dicho ya. Su grande ló- ulo llena casi todo el hipocondrio derecho, y el lóbulo pequeño en el adulto se extiende por el epigastrio hasta un poco mas allá del esófago , hacia el hipocondrio izquierdo, y alguna vez no pasa del esófago; pero en el feto y en los niños ocupa una porción mu- cho mayor de este hipocondrio. La cara cóncava del hígado por su parte anterior se apoya contra el colon derecho y el transverso, y por la posterior contra el riñon y la cápsula renal derecha. La concavidad del lóbulo derecho cubre el intestino duodeno, y la del lóbulo izquierdo cubre mas ó menos parte del estómago, según su mayor ó menor extensión. En fin, el lóbulo de Spigelio está metido entre los dos orificios del estómago, y llega á tocar el pan- creas. Mas esta posición del hígado varía algo, aun en el estado na- tural , por diferentes circunstancias. Quando estamos en pie ó de rodillas el hígado baxa por su propio peso, mayormente si el estómago y los intestinos están va- cíos ; y tirando abaxo el diafragma, y con este el pericardio, ocasio- na las desazones y congojas que algunos experimentan en esta situa- ción. Al contrario, quando el estómagoé intestinos están muy llenos, el hígado sube hacia el pecho, y oprime los movimientos de la respi- ración. Quando estamos echados boca arriba, el hígado no solo carga mas hacia atrás, sino que sube también un poco hacia el pecho, por- que entonces la columna de las vertebras lumbares y dorsales inferio- res forma un plano inclinado, cuya parte mas baxa corresponde hacia la quinta vertebra del dorso; por lo que regularmente no podemos estar mucho tiempo en esta situación, en la que la vena cava y la aorta se hallan comprimidas, y la capacidad del pecho disminuida. Quando nos acostamos sobre el lado derecho, el hígado carga sobre la bóveda de las costillas falsas, y no comprime ninguna viscera del abdomen; pero si nos echamos sobre el izquierdo se apoya contra la extremidad pequeña del estómago, y contra el duodeno; y qui- zá esta es la razón, por que es mas común dormir sobre el lado de- recho que sobre el izquierdo. Finalmente, el hígado sube y baxa siguiendo el movimiento del diafragma y de los músculos abdomi- nales; pero este movimiento no muda su posición respectiva. La substancia del hígado está vestida de una membrana lisa y blanca, aunque pintada de pequeños vasos sanguíneos que se trans- parentan por ella: recibe el hígado esta membrana como las demás visceras del abdomen y del peritoneo, la qual es formada de un te- xido celular mas ó menos abundante, el qual no se limita á la su- perficie, sino que por varias hendiduras se introduce hasta su ínti- ma substancia. Tiene esta viscera de particular, que no solo recibe su sangre TOMO V. $ I 138 HIG de las arterias, sino también de dos venas en el feto, y de una en el adulto. La arteria principal del hígado es la hepática. (V. este artículo.) Las venas, de quienes el hígado recibe sangre, son la um- bilical y la porta; pero como la primera se ciega después del naci- miento del feto, como se ha descrito en el artículo feto adonde nos remitimos, queda solo un ligamento. La vena porta, que ex- pondremos en su respectivo artículo, es de naturaleza arteriosa, de- mostrada por sus divisiones y subdivisiones repetidas en ramos y ramificaciones, siendo así también que la suma de capacidades de los ramos de esta vena excede mucho á la capacidad del tronco; y el que la robustez de sus túnicas, no solo es superior á la de todas las demás venas, sino también á la de la arteria aorta. La vena por- ta entra en el hígado envuelta en una membrana celular, que en- cierra, no solo sus ramos, sino también los de las arterias, nervios y absorventes hepáticos, y los conductos ó poros biliarios; y esta especie de vayna ó cápsula celular, sigue todas las ramificaciones de los referidos vasos: á esta cubierta propia de estos vasos la han llamado de Glisson, á quien han tenido por su descubridor. Los ana- tómicos han disputado sobre si tiene fibras carnosas para acelerar el movimiento de la sangre; pero en el dia se cree sea solo un texido celular un poco apretado. Toda la sangre que el hígado recibe la llevan á la vena cava las venas hepáticas, cuyas raices son continuación de las ramifica- ciones capilares de las arterias hepáticas, ó de la vena porta. Así pues, como las arterias hepáticas y la vena porta dentro del híga- do se dividen y subdividen en ramos menores, que al fin llegan á ser capilares , al contrario , las raices de las venas hepáticas se reúnen sucesivamente en ramitos y ramos mayores, que al fin componen los dos ó tres troncos de las venas hepáticas, que desahogan en la vena cava junto con el tronco de las venas frénicas; ademas de otras seis ó siete venas hepáticas mucho menores, que salen de la cara in- ferior del hígado y del lóbulo de Spigelio , y que algunos creen que corresponden á las arterias hepáticas, así como las tres venas hepá- ticas mayores á la vena porta. Los ramos de las venas hepáticas se distinguen de los de la vena porta en que están fuera de la cápsula celular, que envuelve los ramos de esta vena; en que son menos en número, y mas pequeños; y en que cruzan á los de la vena porta en ángulos casi rectos. El que las venas hepáticas sean inferiores en número y capacidad á los ramos de la vena porta, supone, ó que la sangre corre con mas velocidad por aquellas que por estas, ó que gran parte de la sangre que la vena porta lleva al hígado se consu- mé en la formación de la bilis. Los vasos absorventes, que nacen del hígado, los hemos expuesto en el artículo correspondiente. (V. absorventes.) El hígado recibe muchos nervios, que vienen pro- HIG 139 miscuamente de los cordones estomáticos del par vago y del plexo hepático y del gran simpático. Todos estos nervios se distribuyen por la substancia del hígado, acompañando los ramos de las arte- rias hepáticas y de la vena porta, y envueltos en la cápsula llamada de Glisson; y sin embargo de ser en gran número, por razón de su pequenez, comunican muy poca sensibilidad al hígado, como lo demuestran los experimentos hechos en animales vivos, y las enfer- medades de esta viscera. Los manojitos de vasos sanguíneos, nervios linfáticos, y de conductos biliarios, que envueltos en sus vaynas celulares hemos dicho que se ramificaban por todo el hígado, son los que componen la substancia ó parenquima de esta viscera. Cada manojito de estos contiene un ramo de la vena porta, un conducto biliario, un ramo arterioso, y un nervio, que dividido en filamentos se desliza por entre ellos. Cada vaso tiene su vayna celular propia , y todas jun- tas, atadas por filamentos celulares, están encerradas en la vayna ó cápsula común. Estos manojitos, al paso que se dividen y subdivi- den en hacecitos sucesivamente menores, dividen también los lóbu- los del hígado en lobulillos mas y mas pequeños hasta que la subs- tancia del hígado se reduce á unos pequeños granos hexágonos y pulposos, envueltos también en su vayna celular, y atados entre sí por filamentos, que reciben del texido celular de la membrana ex- terna del hígado que se introduce en la substancia de esta entraña. La estructura de estos granos, que se ven bien distintos si se rasga la substancia del hígado, es la que tiene divididos á los anatómicos sobre si son ó no verdaderos granos glandulosos; pero sin entrar en discutir las razones de unos y de otros, atendiendo á que los ramos de la vena porta y de las arterias hepáticas se dividen al infinito por estos granos; á que las últimas divisiones de estos vasos se continúan con las raices de las venas hepáticas; á que nacen de estos granos muchas raices de vasos absorventes; á que todos tienen su conducto biliario excretorio; á que cada uno está envuelto en su vayna ce- lular; á que todos están unidos entre sí por filamentos celulares; y á que sus conductos excretorios se reúnen en ramos y troncos co- mo las venas, no podemos dexar de considerarlos como verdade- ros granos glandulosos , que juntos componen una grande glán- dula conglomerada destinada á la secreción de la bilis (V. bilis.); pues el hígado posee todas las principales propiedades de las glán- dulas conglomeradas. (V. glándulas.) Nos confirma en esta opi- nión el ver que en las ictericias, en que la bilis no puede salir por los conductos excretorios, se hinchan los granos, y llenos de bilis se vuelven amarillos. Los conductos biliarios que nacen de todos los granos glandulosos, y acompañan los ramos de la vena porta encer- rados en la cápsula de Glisson, reuniéndose, como hemos dicho, á 140 HIG modo de venas, formándose dos ó tres troncos que salen por el surco transverso, se juntan al fin en un solo conducto, llamado conducto hepático, que paralelo á la vena porta, situado mas á la derecha que á la arteria hepática, y encerrado en la cápsula común, sale del hígado por las portas, y se le junta el conducto cístico, como diremos quando tratemos de la vexiga de la hiél y del intes- tino duodeno. (V. estos dos artículos y el de bílis.) Ext. de B. Hígado de azufre. (Mat. Méd.) Así se llamaban antiguamen- te aquellas combinaciones químicas en que el azufre está mezclado con materias alcalinas, y que comprehende substancias de la misma actividad medicamentosa, y de la misma naturaleza química. Hoy dia se debe substituir á aquella voz el nombre de sulfureto, que en la nueva Nomenclatura química pertenece á aquel género de combina- ciones. (V. sulfureto.) F. Hígado de antimonio. (Mat. Méd.) Esta voz servia para señalar todas las preparaciones hechas con el sulfureto de antimonio y los álcalis; pero particularmente aquella en que daba bastante ma- teria salina para que la materia antimonial fuese disoluble. F. Hígado marcial. (Mat. Méd.) El hígado marcial ó el sul- fureto de potasa, el hígado de azufre con la base álcali vegetal or- dinario , teniendo oxide de hierro, ya sea en disolución ó en forma de combinación seca, ha sido celebrado por Navier como uno de los contravenenos ó antídotos mas activos y mas útiles contra el ar- sénico. Los Médicos no han decidido todavía sobre la eficacia de este antídoto químico. F. HIGIENE. Se da este nombre á una parte de la Medicina, que se puede considerar como la reguladora de la salud, porque enseña á conservar el mas perfecto equilibrio, que la constituye, y precaver los males que la amenazan, y por este medio á prolongar la existen- cia del hombre. La Higiene propone los medios seguros para que se hagan fuertes y robustas las constituciones débiles: esta parte de la Medicina obra mas por el régimen, que es de su resorte, que por los medios de la Medicina curativa. En esta ciencia no se hallan las dificultades que en las demás partes de la Medicina; los principios de la Higiene son simples y luminosos; quando se presentan con or- den y claridad, el buen sentido ó razón natural es suficiente para percibirlos. Es sin contradicción alguna el objeto el menos hipotético de nuestra profesión, pues que camina siempre con paso seguro á su fin: la ignorancia, la inexperiencia y las pasiones de los hombres pueden desviarse de él; pero esta verdad incontestable no convence sino á pocos: de esto procede la Indiferencia en conservar la salud, la que se ve por desgracia muy fieqüentemente sacrificar por el pla- cer de un momento, é intereses mal combinados, no conociendo lo que vale sino quando se pierden; y así es que las mas veces el hom- HIG 141 bre, que se abandona á sus pasiones, y carece de la experiencia ó instrucción, es un ser desordenado y sin razón: acusa á la naturaleza de haberla hecho partícipe de una existencia frágil; pero el impru- dente no se hace cargo que las mas veces es causa su conducta de haber alterado y abreviado su vida. El hombre razonable se pene- trará fácilmente de estas verdades, y rendirá á los principios de la Higiene un homenage tan justo como interesante. Todos sus cona- tos se dirigirán á conservar la'salud, pues esta sin duda es el primer bien del ser sensible, por la qual todos los otros se realizan, y sin la qual todo es casi nulo: su existencia es una carga molesta, y su vida triste y desgraciada. Los Filósofos de todos los tiempos, á cuya cabeza se puede po- ner Hipócrates, han observado que el régimen, la elección, la can- tidad, la preparación y la mezcla de los alimentos no eran indife- rentes para la salud; estos son los conocimientos primitivos que tuvo el arte de curar. La observación no tardó en unirle las proporciones justas de exercicio y de reposo, de sueño y vigilia; el segundo paso ha sido el poner en vigor la gimnástica y los baños, que sobre to- do en los países calientes han llegado á ser una necesidad, y tam- bién como un objeto de luxo y de agrado. (V. baños.) Los primeros institutores de la sociedad, y los legisladores, han hecho de la Higiene la basa de sus preceptos físicos, y una parte esencial de su legislación; y así es que introducian también con ellos costumbres útiles, para conservar mejor su salud con los poderes reunidos de la razón y la autoridad. Fué entonces quando se cono- ció la distinción de la Higiene privada y la Higiene pública, de la qual los legisladores modernos no han hecho por desgracia tanto aprecio como los antiguos, que por instituciones sabias trataban de preparar generaciones sanas y vigorosas. Los Caldeos, y sobre todo los Egipcios, comenzaron á dar el exemplo de las bellas institucio- nes. Los juegos públicos y los premios propuestos para los diferen- tes exercicios, fueron en la Grecia una continuación de las institu- ciones políticas destinadas para agilitar el cuerpo, y á darle mas fuerza y vigor. Los gimnasios eran las primeras escuelas, en las que la juventud se preparaba á todos estos géneros de exercicios \ La gimnástica entre los Romanos fué considerada como un objeto prin- cipal de educación: se constituyeron baños públicos con la mayor magnificencia: se buscaron fondos para mantener la limpieza de las ciudades, y que hubiese abundancia de agua; para hacer ver á qué punto llegaba el interés que tomaban los antiguos sobre estos obje- tos interesantes, basta examinar su Higiene pública en su legislación, 1 En el instituto de Pestalozzi, que se acaba de establecer en esta corte, dedican algunos dias á este exercicio saludable á los alumnos. 142 HIG sus usos, costumbres y reglamentos de policía pública. No obstante, la legislación moderna ha hecho alguna cosa por la Higiene pública: se le deben los lazaretos, las fuentes, los hospitales, los estableci- mientos de la inoculación de la vacuna, instituciones particulares é interesantes, baxo el nombre de inclusas, hospicios &c., hacien- do útiles brazos perdidos para la sociedad. Se van formando los cementerios fuera de las poblaciones, cegando los pantanos, y otras obras útiles y ventajosas para la salud. La Higiene privada es la que determina seguir las reglas sacadas de la observación, en que medida, el hombre puede conservar su sa- lud , debe según su edad, su constitución y otras circunstancias usar de lo que le rodea, y de sus propias facultades, sea para sus nece- sidades , ó para sus placeres. Estas reglas son ó generales, ó dedu- cidas de las leyes universales de la economía animal, y de las rela- ciones de todo lo que nos rodea, ó particulares y relativas á las di- ferencias de los individuos, ó de las cosas que son de su uso. Estas cosas se han llamado por los antiguos, aunque impropia- mente no naturales, que según ellos eran seis, ayre, alimentos , be- bidas, movimiento, reposo ó quietud, sueño y vigilia, que se debe retener ó deponer, y por último las pasiones del ánimo; y así es que la mayor parte de autores de Higiene han formado de cada una de estas partes un capítulo formando la división de esta ciencia, se- gún el orden con que hemos enumerado dichas cosas no naturales. Los modernos han variado esta división, y exponen de varios mo- dos todo lo que influye sobre la economía animal, por lo que toca á nuestro Diccionario; y con respecto á la Higiene, se podrán con- sultar todos los artículos que nombren cosas que influyan en el hom- bre, ya sean alimentos, ayre, agua, pasiones &c. HIGMORO. (N.) (Biog.) Hábil anatómico, nació en Oxford en el siglo xvn: hizo descubrimientos en la Anatomía, que le in- mortalizaron. Algunas partes del cuerpo humano han tomado su nombre. Se llamaban cuevas de Higmoro los senos maxilares. Este autor era de una aplicación y de una inteligencia extraordinaria en su Disquisitio anatómica, en folio: ha seguido la circulación de la sangre hasta las partes mas pequeñas de nuestros cuerpos. D. H. HIGO. (Cir.) * Así llamamos á cierto tumor muy parecido á la fruta de este nombre, el qual puede salir en todas las partes del cuerpo; algunas veces es blando y de la naturaleza de las lupias adiposas, otras veces es duro y esquirroso, regularmente es indo- lente ; sin embargo hay higos que se hacen dolorosos y se ulceran. Esta terminación pone cancerosos los higos que pertenecían á la na- turaleza del esquirro. El higo se corta con unas tixeras ó con el bis- turí ; y como la base del tumor es estrecha, podemos también atar- la y ahorcar el pedículo para hacerla caer. Los higos que salen en HIG 143 el ano y al rededor de las partes de la generación, son síntomas del mal venéreo, suelen marchitarse y secarse por lo regular en el curso de la curación metódica de aquel mal, quando no es preciso destruirlos con uno de los dos medios que quedan indicados. (V. venéreo.) * HIGRÓMETRO. (Fis. Méd.) Se da este nombre á unos ins- trumentos físicos hechos con cabellos, crines, ballena ó cañones de pluma, porque siendo muy sensibles á la humedad del ayre, sirven para demostrar los grados de esta, ó la sequedad. Las maderas que no están bien secas, y que al hendirlas hacen ruido, producen efec- tos higrométricos. Si unas substancias muertas pueden producir efectos tan considerables en la sequedad, y la humedad del ayre se puede creer que son mas enérgicos los que se exercen sobre los ór- ganos de los animales vivos, provistos de toda su sensibilidad. Los males que produce la humedad, y las observaciones, hacen al arte higrométrico tan importante como el barométrico y el termo- métrico. El efecto inmediato de la humedad , que el estado de los cono- cimientos modernos da á conocer, es que una de las grandes causas de la transpiración es la disolución del agua, que llega á la superfi- cie del pellejo por el ayre que la circunda; que consiste en una verdadera evaporación, debida por una parte á la acción del cora- zón , que despide los líquidos á la extremidad de los vasos, y por consiguiente al órgano cutáneo, y por otra al ayre que disuelve mas ó menos prontamente el agua que sale por los vasos de la piel. Quando el ayre es caliente y seco disuelve con actividad la ma- teria de la traspiración; y su propiedad disolvente puede aniquilar á los individuos, como suele suceder en los países calientes. Al con- trarío, un ayre frió y húmedo, y sobre todo muy cargado de hu- medad, que en lugar de resolverse se precipita, en razón del des- cendimiento de su temperamento, no puede absorver el agua que sale por la piel; y este defecto de disolución de la parte del ayre debe producir un grande efecto, y mucha carga en nuestros cuerpos. Sin duda que quando la salud es vigorosa y perfecta, la natura- leza ha establecido en otros órganos los medios de hacer salir esta masa de líquido, que no podría quedar en el cuerpo sin que pro- duxese muchos males, y se sabe que los ríñones desempeñan esta retención de modo que se les mira en la Fisologia como destinados á reemplazar las funciones de la piel; pero si sucede el que no eva- cúen toda la cantidad de licor retenida en los vasos cutáneos secre- torios , este humor superabundante llega á ser una especie de cuerpo extraño, que sobrecarga el sistema vascular, y que muchas veces deteniéndose en diferentes órganos, produce enfermedades mas 6 menos grandes; y así es que los conocimientos de higrometría inte- 144 HIM resan el arte de conservar y cuidar la salud, por lo que no se debe ignorar la utilidad de los higrómetros, y de la observación de estos instrumentos en la Medicina. No se debe pues dexar de juntar á la del barómetro y del termómetro, y de recoger los resultados de todas las observaciones meteorológicas, para compararlas á las de las observaciones nosológicas, y buscar la conexión que existe entre los metéoros, el estado de la atmósfera y los diversos aconteci- mientos de las enfermedades. Macquart. HILDANO. (Guillermo Fabricio de) (Biog.) [CélebreCiruja- no : nació en Hilden, villa de la Suiza, el dia 2 5 de Junio de 15 60. El año de 1586 pasó á Lausana donde se perfeccionó en la Cirugía baxo la escuela de Grifón, maestro hábil de aquella ciudad. Toda- vía mozo, pero infatigable en sus estudios, y lleno de ingenio, em- prendió varias curaciones arriesgadas, y salió de ellas con el mejor éxito. A los conocimientos de su arte juntó los de la Medicina, que fué á exercitar en Payerna el año de 1605 ; pero salió de allí diez años después para establecerse en Berna, donde fué á disfrutar de una pensión que le habían señalado, y coi la ventaja de ser estimado y buscado de todo el mundo. Todavía se ve en aquella ciudad un es- queleto preparado por este célebre Cirujano. En los últimos tiempos de su vida la gota le privó de servir á los habitantes de Berna co- mo habia hecho hasta entonces, y el deseo de serles útil le hizo em- plear varios medios para libertarse de aquel penoso mal; pero quan- do ya se lisonjeaba de haber salido con su empresa, porque hacia tiempo que no le habia atacado la gota, le acometió una asma por la retropulsion del humor, y murió en aquella ciudad en 14 de Febre- ro de 1634, á los setenta y quatro años de edad. Sus obras están escritas en alemán, y algunas han sido traducidas al latin. Publicó cinco centurias de observaciones, que fueron recogidas después de su muerte, é impresas en León en el año de 1641, en 4.0: en Stras- burgo los años 17137 I7i6en dos tomos en 4.0 Estas observacio- nes presentan varios hechos interesantes, y la descripción de muchos instrumentos inveterados por él ; pero es preciso advertir que no son todas suyas, pues ha enriquecido también su colección con al- gunas que le comunicaron Miguel Doringo, Claudio Deodato y otros varios facultativos. Hay una edición latina de las obras de este autor con el título de Opera omnia, Francfort 1646: en ella hay seis centurias de observaciones: la misma edición se reimprimió en 1682. La de Stuttgard en 16^2, en folio.] HIMEN. (Anat.) Se da este nombre á una producción mem- branosa , que cierra algún tanto el diámetro de la vagina, que es continuación de la substancia de este mismo órgano, que viene á ser como una membrana nérvea, roxa, pulposa y vascular cubierta de epidermis. Esta membrana se halla constantemente en todas las mu- HIP 14$ geres, como no la haya destruido ninguna causa violenta. En el primer coito se rasga ordinariamente el himen, y con la repetición de actos se divide en tres ó quatro fragmentos, á los quales llaman, aunque impropiamente, carúnculos mirtiformes. (V. generación y virginidad.) HINOJO. (Mat. Méd.) Se da este nombre á una planta bas- tante conocida, que Linneo llama anetum foeniculum, el qual tiene las mismas qualidades poco mas ó menos que el eneldo y el anis, pero en un grado inferior. (V. dichos artículos.) La Medicina usa muy poco esta planta, aunque algunos autores quieren que su semi- lla sea diurética y pectoral, y aun la recomiendan p2ra aumentar la leche, y según Murray para quitar los retortijones que producen los purgantes fuertes. HIOIDES. (hueso) (Anat.) Se llama así este hueso por su figura y semejanza que tiene á \zy griega : se llama también hueso de la len- gua: está situado transversalmente en la parte superior y anterior del cuello, entre la base de la lengua y la parte superior de la laringe. Este hueso está dividido en tres piezas en el feto, las quales se reúnen y forman una sola en el adulto, dexando solo unas ligeras señales de su antigua división: se da á la pieza de en medio el nombre de base ó cuerpo, y las dos laterales ó ramas reciben el de grandes astas, para distinguirlas de las astas pequeñas, que son dos tubér- culos situados en la unión de las ramas con el cuerpo del hueso. El cuerpo del hueso hioides tiene dos caras, una convexa ante- rior y un poco superior, otra cóncava posterior y algo inferior, y dos bordes, uno superior y otro inferior. En la cara anterior hay varias desigualdades, y en donde se atan una gran porción de mús- culos. Por la cara cóncava se ata este hueso con el epiglostios por medio de un texido celular, que han llamado ligamento hio-epigló- tico, así corno en el borde superior de este hueso hay otro texido celular apretado, conocido con el nombre de gloso-hioideo, que une este hueso con la lengua, lo mismo que el que le ata al cartí- lago tiroides al borde inferior, que llaman hio-tiroideo. Para dar á este hueso la posición natural se debe situar su cara convexa hacia adelante, y las astas pequeñas hacia arriba. Las co- nexiones de este hueso son por sinfisis muscular y ligamentosa con la laringe, la faringe, la cabeza, la lengua y el epiglotis. En este hueso se atan varios músculos y ligamentos, y hace oficio de una basa móvil de la lengua. HIPElUCON. (Mat. Méd.) Se da este nombre á una planta, que Linneo la llama hypericum perforatum, la que se coloca entre los mejores vulnerarios, principalmente sus extremidades floridas. También se le atribuyen otras virtudes como la de antiespasmódica, «edante &c, y así se la ha administrado para las úlceras interiores, TOMO V. T 146 HIP para la hemotisis, hetnaturia, en la hipocondría artritis, reumatismo &c. Se suele usar en cocimiento ó en infusión aquosa ó vinosa: el aceyte de esta planta es el que mas se usa. (V. aceyte.) HIPERSARCOSIS (Cir.) * Llamamos hipersarcosis á una ex- crecencia carnosa que se forma en las úlceras. Es precisamente una vegetación que se diferencia de una excrecencia propiamente dicha, en que esta última forma un tumor revestido de los tegumentos na- turales de la parte, como son los pólipos, los condilomas, los hi- gos &c., y que la hipersarcosis es una carne ulcerada. Es imposible curar las llagas ó úlceras que tienen hipersarcosis, sin haber des- truido antes aquella excrecencia carnosa, lo que se consigue co- munmente por medio de los escaróticos, ó con trociscos de subli- mado corrosivo con alumbre calcinado , con el precipitado roxo, la piedra infernal &c. Las carnosidades de la uretra también son hipersarcosis. Varias observaciones han hecho ver que algunas excre- cencias fungosas que retoñaban, á pesar de la amputación rei- terada y del uso de los cateréticos han cedido con el uso de los re- medios disolventes y purgantes. Esto se ha observado, principal- mente en las hipersarcosis de la dura-mater después de las heridas de cabeza, que hablan exigido la operación del trépano. Las ex- crecencias fungosas que se forman sobre el ojo están poco mas ó menos en Igual caso: se sabe generalmente que pueden quitarse por medio de una ligadura ó del instrumento cortante, según su base tenga mayor ó menor extensión: también se pueden emplearlos re- medios cateréticos para consumir la raiz, pero esto con la circuns- pección que prescriben la delicadeza y sensibilidad del órgano en Ja circunferencia del tumor, y siempre en la suposición de que no sean decididamente calcinomatosas. El mejor corrosivo para esto es la manteca de antimonio temperada, ó debilitada con la tintura de azafrán ó de opio. * HIPNÓTICOS. (Mat. Méd.) Los hipnóticos hypnoptica, son unos medicamentos que por su acción ligeramente entorpeciente hacen conciliar el sueño, y así es que disfrutan, digámoslo así , una virtud médica entre los calmantes y los narcóticos; sin embargo, parece que se aproximan á estos últimos por su naturaleza y sus principios, no diferenciándose realmente en mas sino que los hipnó- ticos tienen menos energía. (V. anodinos, calmantes y narco^ ticos.) Se toman estos remedios en general de los medicamentos en- torpecientes y virosos, aunque se puede decir, considerando este objeto baxo un punto de vista mas vasto, que todos los laxantes, atemperantes, dulcificantes, emolientes &c. pueden ser algunas ve- ces hipnóticos, pues es necesario saber que hay casos en que los nar- cóticos y estupefacientes no hacen conciliar el sueño, y se logra con los dulcificantes, incrasantes ligeros &c. F. HIP 147 HIPO. (Med,) Se da este nombre á una respiración precipita- da , sonora y convulsiva; suele ser síntoma de varias enfermedades; per) Sauvsges forma el género iv de la clase de Anhelacicnes. (V. anhelaciones y calentura.) HIPOCONDRÍA. (Med.) Se da este nombre á una enfer- medad crónica, que suele estar acompañada de palpitación de co- razón , de eruptos, borborismos, espasmos masó menos sensibles en el vientre , ansiedades, y otra porción de sensaciones que es difícil definir, y otros síntomas ligeros que se mudan sin ninguna causa evidente ; pero siempre hacen temer al enfermo el perder la vida, siendo muy desproporciona! su temor. Esta enfermedad la coloca Sauvages en su Nosología en el género v de la clase de Vesanias. (V. VESANIAS.) HIPOCONDRIOS. (Anat.) Se da este nombre á las partes laterales de la región epigástrica. ( V. abdomen.) HIPÓCRATES. ( Biog.) El mas célebre Médico de la antigüe- dad: exerció su arte á título de sucesión, según la costumbre de aquellos tiempos. (V. antigüedad de la medicina.) Nebro, su tercer abuelo, llamado por los Anfictiones que sitiaban la ciu- dad de Crissa, pasó á su campo, que se hallaba infestado de una enfermedad pestilencial, y les dio la salud. Su tercer nieto, esto es, Hipócrates, nació en la isla de Coos, una de las cíclades, hacia el año de 460 antes de Jesucristo : lo que sabia Nebro, dio á conocer á Hipócrates. Este grande hombre, instituido con lecciones domés- ticas sobre el estudio de la naturaleza, y sobre todo del cuerpo humano, libertó á los atenienses de la espantosa peste que los afligía al principio de la guerra del Peloponeso: el derecho de ciudadano, una corona de oro, y la iniciación en los grandes misterios, fueron la recompensa de este beneficio. Sus virtudes, su desinterés y su modestia igualaban con su saber. Ha conservado en sus obras la me- moria de una falta que cometió curando una herida de cabeza, por- que se sabe que en aquellos tiempos remotos la Medicina, la Ciru- gía y la Farmacia no estaban separadas: no se ha avergonzado de confesar á costa en algún modo de su propia gloria, que se ha- bia engañado, para que otros después de él, y á su exemplo, no incurriesen en su mismo error: hace aun otra confesión, que mani- fiesta en él un gran carácter de candor y de ingenuidad. De quaren- ta y dos enfermos que habla asistido, de Jos quales describe las en- fermedades en el primero y tercer libro de las Enfermedades epi- démicas , confiesa que no sanaron mas que diez y siete, y que to- dos los demás murieron. En el mismo libro dice, hablando de cier- ta esquinencia que estaba acompañada de grandes accidentes, que se libertaron todos. Si hubieran muerto, añade, diría lo mismo. En otro lugar se queja con mucha modestia de la injusticia de los 148 HIP que declaman contra la Medicina , porque mueren algunos enfermos por causa de los Médicos, como si no se pudiera imputar, dice, la muerte del enfermo á la violencia insuperable de la enfermedad: lo mism"» que el Médico que le ha asistido, añade, que no debe aver- gonzarse en ciertos casos dificultosos llamar otros Médicos, á fin de consultar con ellos sobre el modo de curar al enfermo, por lo que se infiere que las juntas son de un uso antiguo. Por el juramento antiguo de Hipócrates, que se halla al principio de sus obras, se ve el carácter de un verdadero hombre de bien. Toma á los dioses que presiden la Medicina por testigos del deseo sincero que tiene de cumplir exactamente los deberes de su profesión; ma- nifiesta un vivo y respetuoso reconocimiento por aquel que le ha enseñado el arte de la Medicina ; declara que le mirará siempre como á su padre, y á sus hijos como á sus hermanos. Fué tan buen ciuda- dano, como gran Médico, pues reservó sus talentos para sus compa- triotas. Artaxerxes Longomano le ofreció sumas considerables de di- nero, y los honores que se dispensaban á los Príncipes, si queria ir á su corte. Este sabio Médico respondió al Monarca que debia todo 4 su patria, y nada á los extrangeros; el Rey sentido de esta respues- ta intimó á la ciudad de Coos de entregarle á su ciudadano: la res- puesta valerosa de los habitantes de esta ciudad le hizo conocer su generosidad, y la estimación que hadan de su compatriota. Hipócra- tes merecía seguramente estas atenciones, porque este hombre nació en los tiempos felices de la Grecia con un genio superior para la Medicina, y dotado de virtudes y talentos superiores. Sobre todo, tenia un conocimiento extraordinario para discernir los síntomas de las enfermedades, la naturaleza del ayre y el temperamento. To- dos los Médicos admiran aun hoy en el dia su práctica. El medio que empleaba mas comunmente, ya fuese por conservar la salud ó la curación de las enfermedades, eran las friegas, método tan re- comendado por los antiguos, y tan descuidado por los modernos. Hipócrates diversificaba este remedio con una sabiduría admirable, según los diferentes temperamentos. Este hombre sabio recogió los frutos de su saber, prolongando su vida hasta ciento y nueve años. Murió en Larissa en la Tesalia, después de haber vivido mas de un siglo sano de cuerpo y de espíritu. Los griegos le hicieron los mis- mos honores que á Hércules. Su memoria aun es venerada en Coos, donde enseñan una pequeña casa, en la qual dicen que vivia. Los Médicos le dan el título de divino; es para ellos lo que Demóste- nes para los oradores: nos quedan muchos escritos de este grande hombre: i.° los Aforismos, considerados como oráculos; Gaza los ha traducido en latin, y Luisino los ha puesto en versos exámetros: 2.° los Pronósticos: 3.0 Un tratado de los ayres, que se pued-e llamar su obra maestra. Las ediciones, las mas apreciables de sus. HIS M9 obras, son la de Foesio en griego y en latin, impresa en Ginebra en el año de 1657 , en f°l'l0: la de Vanderlinden en Leyden, año de 1665 , dos tomos en 8.°, que está incorporada en la colección de los autores cum notis variorum, y la que dio Chartier con el Galeno en el año de 16-,9, trece tomos en nueve volúmenes en fo- lio: se imprimieron en Basilea en el año 1579 veinte y dos de sus tratados con la traducción de Cornario, con láminas y notas, en folio. Esta colección es muy rara. Los sabios han publicado una multitud de comentarios y traducciones en todas lenguas de las obras del Médico griego: solo se citará la versión francesa de Devaus, famoso Cirujano, y el comentario latino de Hecquet, Médico sa- bio. Devaus ha traducido también este comentario: últimamente se ha hecho una versión de las obras de Hipócrates en francés por Mr. Gardeil, que esperamos en breve sea traducida á nuestro idioma. D. H. HIPOGASTRIO. ( Anat.) Se ilama así la parte media de la región hipogastria. (V.abdomen.) HIPO PIÓN. (Cir.) Enfermedad de los ojos, que consiste en una formación de pus detras de la córnea, que cubre algunas veces su pupila y quita la vista. (V. el artículo enfermedades del GLOBO DEL OJO.) HIPOTENAR. (Anat.) Esta palabra significa debaxo del te- nar. (V. este artículo.) Es una parte carnosa de la mano formada de varios músculos de la mano. (V. mano.) HISOPO. (Mat Méd.) Se da este nombre á una planta que Lin- neo la llama hyssopus offcinalis, laque contiene un aceyte esencial bastante abundante; su sabor es amargo y su olor fragante; se la tie- ne como pectoral, esto es, que es capaz de excitar la secreción mu- cosa de los bronquios en las afecciones catarrales &c.: también se coloca esta planta entre los vulnerarios, detersivos y aperitivos; se puede usar en cocimiento y en agua destilada, la que se ha usado para las enfermedades de ojos, para resolver oftalmias &c. En otros tiempos, en que no se conocía la utilidad del kermes y otros expec- torantes enérgicos, estaba mas en uso el hisopo; pero en el-dia, aunque se puede hacer uso de él, se deben preferir otros medica- mentos en los casos que esta planta esté indicada. HISTERALGIA. (Med.) Se da este nombre al dolor de ía matriz por qualquicra causa que sea producido. Sauvages forma un género de enfermedad en la clase de Dolores con el nombre de his- teralgia. (V. el género xxvin de la clase de dolores.) HISTÉRICO. (Med.) El histérico ó histerismo es una enfer- medad convulsiva muy freqüente en las mugeres, de la qual ha for- mado Sauvages un género con varias especies en su Nosología. (V. el género xx de la clase de espasmos.) 150 HOF HISTEROCELE. (Cir.) * Seda este nombre á un tumor for- mado por la dislocación de la matriz, que forma una hernia en la ingle. (V. hernia.) La situación de la matriz en el centro de la pelvis y la estructura de esta viscera parece poco favorable á su dislocación ; y aun parece que en la extensión considerable que esta parte adquiere con la preñez, su volumen debiera ser un obstáculo á la hernia; pero hay fenómenos en la naturaleza que la teoría no puede prever, y una multitud de observaciones constantes no de- xan dudar de que hay hernias de la matriz. Sennerto refiere un he- cho muy raro sobre esto. Una muger recibió un gran golpe en la ingle izquierda, de cuyas resultas apareció una hernia, que se fué aumentando de modo que á poco tiempo fué ya imposible reducirla. La muger estaba preñada, y por debaxo de los tegumentos se velan todos los movimientos del feto, que fué preciso sacar el noveno mes por una abertura que se hizo en aquella bolsa que lo contenia. Kuisch refiere que una muger tuvo una hernia en la matriz de resul- tas de una supuración en la ingle. Estando preñada esta muger, la hernia le colgaba hasta las rodillas; pero en los dolores del parto la comadre hizo entrar la matriz con el feto, y este salió natural- mente por la via ordinaria. La hernia de la matriz exige que se haga una compresión mo- derada poniéndola en situación propia para favorecer su efecto. Por estos medios, quando esta incomodidad principia, podría lograrse volver á poner la matriz en su lugar, y se precaverían las adheren- cias que puede contraer, y que en la preñez pueden ser causas de- terminantes de la operación cesárea. * HOFFMAN. (Federico) (Biog.) Nació en Hall, cerca de Mag- deburgo, en el año de 1660: tomó el grado de Doctor en Medicina en el año de 1681, después le nombraron Profesor de esta ciencia en la universidad de Hall, desempeñando este empleo con mucho aplau- so hasta su muerte, que fué en el año de 1742. Sus obras han sido todas impresas por los hermanos deToumes, impresor de Ginebra, en el año de 1748, seis tomos en folio: hay un primer suplemento, segunda edición de 1754, en dos partes: otra segunda en tres to- mos: el todo se enquaderna en seis ó siete tomos: se hallan buenas cosas en esta enorme compilación; pero el estilo del autor es ba- xo y difuso. Cuenta muy por extenso cosas tribiales, y se repite sin cesar sobre todo en sus obras postumas: á pesar de estos de- fectos, Hoffman merece ser puesto en el número de los mejores autores de Medicina. Conocia á fondo esta ciencia; por otra parte era gran práctico. No se debe confundir con Gaspar Hoffman, otro Profesor de Medicina en Altdorff, que murió en el año de 1648 de edad de setenta y siete años, que ha dexado muchas obras sobre su profesión. D. H. HOM 151 Hoffman. (Mauricio) (Biog.) Nació en 'Furstemberg en el año de 1622 , Profesor en Medicina en Altdorff: murió en el año de 1698: sus obras son: i.° Altdorfi delicia hortenses , año de 1677: 2.0 Apendix ad c at al ogum plantar um hortensium, año de 1691 , en 4.0: 3.0 Delicia silvestres, año de 1677, en 4.0: 4.0 Florilegium Altdorfinum , año de 1676, un tomo en 4.0 &c. D. H. Hoffman. (Juan Mauricio) (Biog.) Hijo del precedente, Mé- dico del Marques de Anspach, y Profesor de Medicina en Altdorff, murió en Anspach en el año de 1727 á los setenta y quatro de edad. El ha continuado las Delicia hortense Altdorjina de su padre, año de 1 703, en 4.0 También ha dado Acta laboratorii Chimici Altdorfini, año de 1719, en 4.0, y de Differentiis alimentorum, año de 1077, en 4.° D. H. HOMBERG. (Guillermo) (Biog.) Hijo de un gentilhombre, Saxon, retirado enBatavia, nació en esta ciudad en el año de 1652: después de haber estudiado en las principales universidades de Ale- mania y de Italia , pasó á Francia y á Inglaterra, y después volvió á Francia, donde se detuvo por las ventajosas ofertas de Colbert. Se hizo católico en el año de 1682 , y fué desheredado de su padre por haber mudado de religión. Entonces fué quando entró en gran amistad con el Abate de Chalucet, después Obispo de Tolón, muy aficionado á la Química. El Duque de Orleans, después Regente del Reyno, instruido de su mérito, le hizo su primer Médico, y le tomó cerca de sí en calidad de Físico. Este Príncipe, aficionado á la Química, le dio una pensión y un laboratorio muy bien provisto. Homberg murió en el año de 1715 á los sesenta y tres de edad, dexando muchos escritos en las Memorias de la Academia, pero sin haber publicado ningún cuerpo de obra. D. H. HOMBRE. (Hig.) [El hombre es un animal sensible muy susceptible de reflexión, que se distingue de los demás animales por la superioridad de su razón, por la facilidad de comunicar sus pen- samientos mediante el uso de la palabra, y porque es el único que anda con la cabeza levantada en una posición enteramente vertical, y que no está vestido por la naturaleza. Su inteligencia le hace su- perior y dueño de todos los demás animales, pues los que son fero- ces y tienen mas fuerza que él, son vencidos por las artes é indus- tria de los hombres. Sin embargo, recien nacido este hombre es una imagen de la miseria y del dolor: su instinto en aquella época es in- ferior al de los demás animales; y sin el cuidado de sus padres ni aun podría conservar su existencia. La mayor parte de los animales tardan muchos dias en abrir los ojos; el hombre los abre así que nace, pero los tiene fixos, empa- ñados, y las mas veces azules. En ningún objeto se detienen, por- que el fluido en que ha vivido el niño dentro de la matriz tiene ar- 152 HOM rugada la córnea, y la retina no tiene todavía bastante solidez para permitir que la vista distinga los objetos. No principia á oir y á reir, por lo regular, hasta los quarenta dias. El niño que nace en el tiem- po regular suele tener unas veinte y una pulgadas de largo, y doce libras de peso. A algunos recien nacidos se les ve latir ó pulsar la mollera, ó lo que se llama fontanela, yes necesario tener mucho cuidado en que no se lisie esta parte; de quando en quando es bue- no pasarles un cepillo blando para quitarles la especie de roña que se forma encima, á medida que se va secando. También es bueno lavarlos en agua tibia, porque el líquido contenido en el amníos de- xa siempre un humor viscoso y blanquecino en la superficie del cu- tis. Es muy perjuicial la costumbre de faxar á los niños, como se suele hacer comunmente; pero sobre este uso ridículo se ha escrito tanto, que sería inútil detenernos mas en este artículo. Tampoco creemos sea necesario detenernos aquí en el uso no menos ridículo y perjudicial de las cunas; y solo la barbarie de los siglos pasados pudo dar con una invención en que competian el perjuicio de los niños con la incomodidad de los padres. Los recien nacidos necesitan tomar alimento muy á menudo, y nos parece bien la costumbre de darles de mamar de dos en dos ho- ras durante el dia, yquantas veces dispierten por la noche, sin dar- les ninguna contemplación que pueda serles perjudicial; es preciso evitar con todo cuidado el que lloren mucho, pues los esfuerzos que hacen para gritar pueden causarles varios males, y entre otros el de la quebradura. La prudencia y un sistema bien formado y bien sos- tenido en la educación (V. este artículo.) es el mejor medio para evitar y contener el llanto de los niños; pero entre los varios me- dios que hay para callar prontamente á un niño , el mas inocente nos parece que sea distraer su atención por medio de algún objeto relu- ciente, ruidoso, ó qualquier otra clase de juguete. Esta precaución es tanto mas necesaria quando los niños sienten alguna incomodidad ó dolor , como por exemplo, quando les está saliendo la dentadura: en este caso son necesarias también otras precauciones, de lasque se hablará en artículo separado. (V. dentición.) Es bueno poner mucho cuidado en que los niños no se hagan vlzcos; y para esto se les debe colocar en la cama ó qualquier otro lugar de descanso, de modo que ó la luz les venga directamente á la cara, ó que entera- mente no puedan ver la puerta, ventana, vela, ó qualquiera otra cosa por donde venga. La existencia de los niños es incierta hasta la edad de tres años, pues según los mejores cálculos mueren la mitad de ellos en este tiempo. A los doce ó quince meses es quando suelen principiar á articular; pero no hablan distintamente hasta que tienen dos años y medio: los que tardan mas tiempo en hablar no pronuncian con HOM 153 perfección; sin embargo, no se les debe forzar á que pronuncien lo que resiste á sus órganos. Los prodigios de inteligencia en la niñez no suelen producir en la edad avanzada sino hombres superficiales y tontos; y al contrario, aquellos cuyos progresos han sido menos rápidos, no dexan por esto de ser luego hombres de talento. Lo que mas importa en la primer edad es dar á los niños una buena educación física, y guardar para una edad algo mas avanzada el hacerles desenvolver sus facultades intelectuales. La época que en el hombre llamamos niñez suele durar hasta los catorce años en los varones, y á los doce en las hembras: en este tiampo principia la otra época, conocida con el nombre de pubertad ó adolescencia. Esta es la verdadera estación de los placeres, de las gracias y del amor; pero tanto como es risueña y agradable, así es también de cortísi- ma duración: en ella se multiplican los principios de la vida, sufi- cientes no solo para mantener la fuerza individual, sino también para perpetuar la especie. Hay muchachos que dexan de crecer á los quince ó diez y seis años; otros van creciendo hasta los veinte y tres. En este tiempo de virilidad están casi todos muy delgados; pero luego los miembros se van poco á poco fortificando, redondeándose y amoldando en algún modo; de suerte que antes de llegar á los treinta años, el cuerpo del hombre está en su punto de perfección por la propor- ción de sus formas, y esta perfección se suele anticipar unos diez años en las mugeres. El cuerpo de un hombre bien hecho debe ser recto y propor- cionado: su musculatura debe ser lo que llamamos marcada, y sus funciones vivas y fuertes. Las mugeres tienen los contornos mas re- dondeados, sus formas mas suaves, facciones mas finas y mas deli- cadas , y últimamente la tez mas suave y mas hermosa: la fuerza y la magestad fueron "destinadas para el hombre; la belleza, la suavi- dad y las gracias son por lo regular el dote que la naturaleza des- tina á las mugeres. El carácter moral se pinta en los ojos y en la fisonomía, de mo-' do que esta última es un quadro en que todas las pasiones están designadas con tanta fidelidad como energía, y donde se ve la imagen de las secretas agitaciones. Aunque el cuerpo del hombre sea exteriormente mas delicado que el de los demás animales, suele ser sin embargo mas nervioso y mas fuerte, á proporción de su volumen, pues hay quien carga con mas de treinta y seis arrobas de peso. Por otra parte conocemos la extrema ligereza de los salvages en el correr, y su industria singu- lar; y si estas ventajas no son comunes al hombre civilizado, es por- que alejándose tal vez demasiado de la naturaleza, se ve castigado por ella por la ignorancia de sus fuerzas, la molicie y la afeminación: tomo v. v 154 HOM los males que le siguen son el pago de la falta de exercicio, que le hubiera asegurado una fuerza constante y una imperturbable salud. El peso regular de un hombre hecho es de seis á siete arrobas; pero se han visto algunos que pesaban hasta veinte y quatro, y aun mas. Su estatura varía según los climas: suele ser comunmente de cinco pies en los mas templados: en otros se hallan hombres que no tienen mas que dos pies de alto, y algunos que pasan de seis pies. La época que sigue á la pubertad, y principia por consiguiente lu^go que las facultades físicas del hombre se han desenvuelto com- pletamente, es lo que en castellano llamamos mocedad, y suele aca- barse á los quarenta años, que es quando el hombre principia á ir en disminución de su vigor y energía: el carácter de la mocedad es la fuerza, el vigor y la robustez; y por esto en el uso vulgar solemos extender el sentido de esta voz á una edad mas avanzada, quando queremos indicar que el hombre conserva todavía sus fuerzas y ro- bustez, lo que es siempre relativo; pero mirada la cosa absoluta- mente y según el orden regular la edad de quarenta años es la cri- sis de la vida del hombre, desde cuyo punto todo va hacia abaxo: el cuerpo, habiendo llegado á su punto de perfección , principia in- mediatamente á irse disminuyendo; todas sus partes se van secan- do y endureciendo; la gordura se consume; el cutis se pone enxuto y calloso; los cabellos se encanecen; los dientes principian á caer; las facciones pierden su regularidad, y el cuerpo se inclina hacia la tierra, que lo está llamando. La caduquez principia regularmente á los setenta años, y casi todos los hombres mueren antes de los ochenta. Solo una vida sobria y moderada es la que puede prolon- gar su existencia y hacerla lo menos desagradable que sea posible, pues la vt jez se adelanta mas ó menos según las varias circunstancias que han ido gastando mas ó menos pronto la existencia de los in- dividuos. La fibra de las mugeres tarda mas en secarse por razón de la menor fuerza y solidez de su constitución; y se ha observado que suelen vivir mas tiempo que los hombres. Es observación incontestable que los hombres viven mas tiem- po en los países septentrionales que en los meridionales, y en los parages elevados que en los baxos. Sussmich, citado por Busching, dice que en un tiempo dado, el número de los nacidos excede casi siempre al de los muertos: por consiguiente su número aumentaría considerablemente sin las plagas que los destruyen en todos los paí- ses: efectivamente, la guerra, el hambre, el celibato, la peste y otra infinidad de males son otras tantas causas que destruyen infi- nitamente la población. Algunos dicen que en el campo nacen mas hombres que mugeres, y que sucede lo contrario en las ciudades. Aunque no desaprobamos enteramente esta opinión, no la tenemos HOM 155 or muy fundada ni por una regla general: la proporción de los ombres y las mugeres es cierto que varía según los varios paises conocidos; pero es muy difícil determinar si esto procede del cli- ma, de las costumbres, de la legislación, de alguna otra causa, ó de todas juntas. Generalmente en todos los seres podemos medir la duración to« tal de su existencia por la de su crecimiento: el hombre tarda trein- ta años en crecer entre altura y grosor, y puede vivir á veces hasta cien años ': el perro, que solo tarda dos ó tres años en crecer, no suele vivir mas allá de diez ó doce años, es decir, su vida suele ser el quádruplo de su crecimiento. Sin entrar aquí en pormenores sobre las variedades de la espe- cie humana, nos contentaremos con decir, que las castas de los hombres varían mucho en su color, su talla, y la forma de alguna de sus partes. Los Japones son sumamente pequeños, y su fisono- mía es tan extraña como sus costumbres. Las mugeres de Groe- landia tienen los pechos tan blandos y tan largos, que dan á mamar á sus hijos por encima de las espaldas. Los habitantes del norte son generalmente muy blancos: los que habitamos en la parte meridional de Europa somos generalmen- te morenos: los naturales de América suelen serlo todavía mas; lo mismo sucede á la mayor parte de los africanos: los otros habitan- tes de este continente son sumamente negros como todos sabemos, y en el Asia hay tanta variedad y extrañeza de colores como de costumbres. Se ha discurrido mucho sobre las causas de la variedad de colores en la especie humana; y aunque no se puede dudar que el clima influya mucho, es cierto que otras mil razones nos obligan á quedar indecisos sobre este punto: no podemos menos de citar el discurso que trae sobre esto nuestro Padre Feyxoo, autor, que se - guramente no es conocido á proporción de su mérito. Los alimentos groseros y mal sanos, algunas costumbres extra- vagantes, y muchas veces nocivas, así como disminuyen nuestra es- pecie, pueden muy bien hacerla degenerar, y alterar las formas y los colores. Las facciones de la cara en ciertos pueblos dependen de la costumbre que hay de aplastarles la nariz, prolongarles las ore- jas^ estirarles los párpados; y aun independientemente de estos usos vemos en España mismo que las gentes de ciertas provincias tienen generalmente mejores formas, y mayor robustez que los de otras; y en aquellos parages en que la pobreza no parece sino un vicio endémico, vemos la miseria esculpida en el rostro de los infelices habitantes. 1 En el año de 1670 murió en Inglaterra un tal Henrique Jakins, de edad de ciento sesenta y nueve años: algunos otros exemplos semejantes nos hjn anun- ciado varias veces los papeles públicos; pero estas son excepciones de la regla general. I 156 HUE Conviniendo en que el temperamento, la talla, el vigor y todas las demás qualidades corporales se deben particularmente á la diver- sidad del clima; es preciso convenir también que generalmente en los paises cálidos los hombres son mas pequeños, mas secos, mas vivos, mas alegres y mas ingeniosos que en los paises mas hacia el norte; pero al mismo tiempo no tiene duda que son mas floxos, mas perezosos y menos vigorosos; que estos envejecen menos que los de paises frios; que las mugeres de paises calientes son menos fecundas que las de paises frios; que en los climas muy ardientes, el amor es en ambos sexos un deseo ciego é impetuoso, una función corporal, un apetito, un grito de la naturaleza; que en los climas templados es mas bien una pasión moral, que se calcula, se analiza y se modifi- ca según la educación; finalmente, que en los climas helados es el sentimiento tranquilo de una necesidad poco urgente. Es bueno observar que las personas que emigran están mas ex- puestas á las incomodidades que dependen de la mudanza de clima, quanto mas se alejan del suyo; y que generalmente es mas peligroso pa-ar de un clima frió á otro ardiente, que de uno ardiente á otro frió. Ext.] HOMOGÉNEO. Voz bastante usada en las ciencias físi- cas, que trae origen griego, pues se compone de o^oioí seme- jante, y de yívoí especie ; y así es que se emplea para expresar que una cosa goza de la misma naturaleza, y es la misma en todo; por lo que decimos muchas veces este líquido &c. es homogéneo, esto es, sus partes son homogéneas; pero este lenguage suele apartar- se bastante de la exactitud; porque hay muchos cuerpos, que aun- que en la apariencia se juzguen homogéneos, se componen de prin- cipios enteramente distintos. (V. principios.) Esta palabra es opues- ta á la de heterogéneo, que significa de diferente naturaleza (Véase heterogéneo.), ó de partes desemejantes. HORRIPILACIÓN. (Med.) La horripilación, horripilatio horror, se verifica quando el cuerpo está agitado, y con una sensa- ción de frió, aunque no muy grande: en castellano solemos llamar- la calosfríos: es un síntoma muy común en las calenturas. (V. este artículo?); y tambicn acompaña á otras enfermedades, como en varios dolores, en el histérico, empiema, consunción &c. (V. todos estos artículos.) HUESO. (Anat.) Los huesos son las partes mas duras y sólidas de la máquina animal, las quales sostienen sus partes blandas, y sir- ven de palancas en los diferentes movimientos que executa. El co- nocimiento exacto de los huesos es el fundamento de toda la Ana- tomía , porque sin él no se puede formar una idea cabal de la situa- ción, orden y conexión de las demás partes del cuerpo humano, ni comprehender sus usos. Este conocimiento se adquiere examinando HUE ie7 atentamente los huesos, así separados como unidos: á esta unión llamamos esqueleto. (V. este artículo.) En los huesos en general hay que considerar: i.° su conforma- ción externa: 2.0 su estructura interna; en una y otra las partes ad- yacentes que las pertenecen , como son elperistio, las ternillas ó car- tílagos, los ligamentos, las glándulas sinoviales, los humores de los huesos &c.: 3.0 las conexiones: 4.0 los usos. De la conformación externa. Por conformación externa de los huesos en general se entiende todo lo que se puede ver en ellos sin romperlos, esto es, su magni- tud, figura, color y partes externas. Por razón del tamaño ó la magnitud se dividen los huesos en grandes, medianos y pequeños. Llamamos huesos grandes el fémur la tibia, los innominados, el húmero &c: medianos el coronal, el occipital, los parietales, el esternón, las costillas &c. ;y pequeños el etmoides, el vómer, los huesos propios de la nariz, los del oído &c.; pero cada una de estas clases comprehende huesos de diferente magnitud absoluta; porque como la magnitud es distinta casi en cada hueso, seria menester hacer tantas clases como huesos hay; y por esta razón para dar una idea exacta de la magnitud de los hue- sos, conviene distinguirla en absoluta y relativa.' La absoluta se de- termina comparándola á medidas fixas, como al pie, á la pulgada, á la línea &c.; y la relativa se conoce por la comparación de dos ó mas huesos entre sí. La magnitud absoluta es diferente según el se- xo, la edad y el sugeto: así los huesos son en general mayores en el hombre que en las mugeres, en los adultos que en los niños, y en unas personas mas que en otras. La magnitud relativa varía según la edad y según la talla de los sugetos: en un feto de pocos meses los huesos de la cabeza son muy grandes relativamente á los de las extremidades; y en los sugetos de grande estatura los huesos de la cabeza, relativamente á los de las extremidades, son mucho mas pequeños que en los hombres de poca talla. De la figura de los huesos. La figura de los huesos resulta de la disposición que tienen entre sí las diferentes partes de su superficie. Determínase pues la figura de les huesos por la irregularidad de sus partes, por sus tres dimen- siones, y por el número y orden de sus caras, bordes y ángulos. Los huesos pares, esto es, que son dos iguales uno en cada lado del cuerpo, como los parietales, los temporales &c. son irregulares porque de qualquier modo que se parta uno de estos huesos, nunca' 158 HUE puede dividirse en dos porciones semejantes, y solo juntando los dos pueden formar entre sí un todo simétrico, por cuya razón se llaman simétricos entre sí. Al contrario, los huesos impares, como el co- ronal, el occipital &c., dividiéndolos en cierta dirección, dan dos mitades enteramente semejantes, por lo que se llaman estos huesos simétricos entre sí ó regulares. Por razón de las tres dimensiones, longitud, latitud y profundidad, los huesos que las tienen iguales, ó casi iguales, se llaman cortos, como el etmoides, los maxilares, las vertebras, los huesos del carpo &c. Quando la longitud excede mucho á las otras dimensiones, se dicen largos, como el fémur, la tibia, el húmero &c.; y quando la longitud y latitud son mucho mayores que la profundidad, se llaman chatos ó planos, como el coronal, los parietales &c. Últimamente, por razón del número de caras, bordes y ángulos toman la figura délos huesos varias denomi- naciones: así por razón de las caras, quando un hueso corto tiene cinco, dispuestas á modo de cuña ó pirámide, se llama cuneiforme ó piramidal; tal es el tercer hueso de la primera fila del carpo. Quando tiene seis caras casi iguales, se dice que es cúbico, como el etmoides y el cuboides del tarso. Quando un hueso largo no tiene mas que una cara, que en todos sus puntos dista casi igualmente del exe, se llama cilindrico; pero esta denominación no conviene en ri- gor á ningún hueso, pues solo el fémur en su parte media se arrima un poco á su figura cilindrica. Quando un hueso largo tiene dos ca- ras, que según su longitud son la una convexa y la otra cóncava, se llama prolongado y curvo; tales son las costillas. Quando un hueso largo presenta tres caras en la disposición del prisma, toma el nom- bre de prismático ó triangular, como la tibia &c. Quando un hueso chato tiene sus dos caras planas, se llama simplemente apla- nado como el vómer; pero si es de dos caras, la una es muy con- vexa, y la otra muy cóncava, como en los parietales se nombra combado á modo de segmento de esfera. Por razón del número y orden de bordes y ángulos, quando un hueso chato presenta dos bordes, uno recto y otro en medio círculo, se dice que es semi- circular, como el coronal. Si tiene tres bordes, y por consiguiente tres ángulos como el omoplato, se llama triangular. Si tiene qua- tro como los parietales, se nombra quadrilátero ó quadrangular; pero quando los quatro bordes son paralelos entre sí, y se unen formando dos ángulos agudos y dos obtusos, se llama romboideo, como el occipital. En fin, la figura de algunos huesos se determinan por la semejanza que tienen con otros cuerpos; así se llama escafoi- des ó navicular el primer hueso de la primera fila del carpo por pa- recerse á un esquife ; pisiforme el quarto hueso de la misma fila por semejarse á un guisante; sesamoideos unos pequeños huesos parecidos á la semilla de la alegría, sesamum en latín &c. HUE *59 Del color de los huesos. El color de los huesos varía según la edad, la especie del hueso, y los diferentes puntos de su extensión. Los huesos en el feto ro- xean ; pero á medida que crecemos blanquean , hasta volverse de co- lor gris en los viejos. Los huesos chatos son mas blancos que los cor- tos ; los largos en su parte media tienen á poca diferencia el color de los chatos, y en sus extremidades el de los cortos. Las diferen- tes partes de los huesos son tanto mas blancas, quanto son mas den- sas ; y los vasos sanguíneos que se distribuyen por ellas menos nu- merosos y menos grandes. Del cuerpo y regiones de los huesos. ^ Llámase en un hueso cuerpo ó diafasis la parte que se tiene por principal; pero esta parte ni en todos los huesos ocupa el mismo lugar, ni en todos es la mayor; pues en el esfenoides el cuerpo es una parte menos considerable que las demás; así en este como en los huesos largos el cuerpo está en el medio, en las vertebras, en la parte anterior, y en el calcáneo en la posterior. Regularmente el cuerpo del hueso es la parte en que aparece el primer punto de osi- ficación. Por tener los hueíos largos, el cuerpo en su parte media suele dividirse en cuerpo y extremidades. Por regiones de los hue- sos entendemos unas porciones de su superficie constantemente dis- tintas , y separadas unas de otras, quales son las caras, los bordes y los ángulos. Llamamos caras las porciones de su superficie separa- das por los bordes, y que no tienen mas que dos dimensiones, es á saber, longitud y latitud. Llamamos bordes las partes de su super- ficie formadas por la unión de las caras, en las quales no se consi- dera mas dimensión que la longitud. Llamamos ángulos las por- ciones de la superficie formadas por el concurso de los bordes, las quales tienen muy poca extensión. Así las caras como los bordes y los ángulos, por razón de su posición relativa, son anteriores, pos- teriores, internos, externos, superiores, inferiores &c. Por razón de su figura, las caras son planas, convexas ó cóncavas, y los bordes convexos, cóncavos ó rectos. Unos y otros por razón de su super- ficie son lisos, ásperos, desiguales &c., y por razón de su dirección son paralelos, verticales, obliqüos ó transversos. Las caras, por ra- zón de la disposición de sus bordes, son circulares, ovales, triangu- lares y quadriláteras. Los ángulos, por razón de los grados de aber- tura , son rectos, obtusos ó agudos; y si les falta una porción de vértice se llaman ángulos truncados. Últimamente, tanto lascaras como los bordes y los ángulos son articulares ó no articulares; los articulares son los que sirven para la articulación de dos ó mas hue- i6o HUE sos entre sí, y los no articulares los que sirven para sostener 6 ar- raygar algunas partes blandas. De las eminencias de los huesos. Las eminencias de los huesos se distinguen en apófisis y epífisis, que es decir, en apéndices continuos y añadidos. Las apófisis pues son unas eminencias continuas con el cuerpo del hueso por su pro- pia substancia, tales son en el adulto la cabeza del fémur, sus cón- dilos &c.; y en las epífisis unas eminencias continuas también con el cuerpo del hueso; pero por medio de una substancia ternillosa, qua- les son en los niños la cabeza del fémur, sus cóndilos &c., lo que demuestra, que con la edad las epífisis se convierten en apófisis, á medida que se osifica la substancia ternillosa que media entre aque- llas y el cuerpo del hueso. Las eminencias de una y otra especie se distinguen en articulares y no articulares. Las primeras son diar- trodiales ó sinartrodíales. Las diartrodiales pertenecen á las arti- culaciones con movimiento, como la cabeza del fémur, del húme- ro &c.; y las sinartrodiales á las que no la tienen, como las eminen- cias de los bordes de los huesos del cráneo y de la cara. Las eminencias tanto articulares como no articulares tienen ade- mas nombres particulares relativos á su figura, dirección, situación, magnitud y uso. Por razón de su figura se llaman cabezas, quando son redondas y lisas, como la cabeza del fémur, del húmero &c.: cón- dilos , quando son aplanadas por su vértice ó por sus lados, como los cóndilos del occipital, de la mandíbula inferior &c.: cuellos, quando son mas estrechas que la cabeza que sostienen , como el cuello del fé- mur &c: tuberosidades, quando son desiguales y ásperas, como la tibia &c: espinas, quando son muy agudas ó rematan en puntas, co- mo la espina nasal &c: crestas, quando son un poco largas, elevadas y terminan en corte, como la cresta de la tibia &c.: líneas, quando son muy largas, muy angostas y superficiales, como la línea del pa- rietal &c: si se semejan á un pezón, á un estilete, aun diente, á un gancho &c., se llaman mastoides, estiloides, odontoides, unci- formes &c: por razón de su dirección se dicen longitudinales, transversales, obliqüas, perpendiculares &c.: por razón de su si- tuación absoluta nasales, palatinas &c: por la respectiva superiores, inferiores, anteriores &c.: por razón,de su magnitud se dicen cor- tas, largas, grandes, pequeñas &c. Últimamente por razón de su uso se llaman trocánteres las dos tuberosidades del hueso del mus- lo , porque sirven para volverle. Quando hablemos de los huesos en particular, explicaremos mas por menor los diferentes nombres con que los Anatómicos distinguen otras varias eminencias. HUE 161 De las cavidades de los huesos. Se distinguen también las cavidades de los huesos en articulares y no articulares. Las articulares sirven para las articulaciones con movimiento ó sin él. Las primeras se llaman cotiloideas, quando son grandes y profundas, y tienen alguna semejanza con una espe- cie de vaso llamado cotila, de que se servían los antiguos para me- dir los licores, tal es la cavidad cotiloidea de los huesos innomina- dores; pero quando son superficiales se llaman glenoideas, como la cavidad glenoidea del omoplato &c.: las que sirven para las articu- laciones sin movimiento, ó son profundas como los alveolos en que se alojan los dientes, ó superficiales como las de los bordes dente- llados de Jos parietales &c. Las cavidades no articulares son las que están destinadas para las partes blandas. De estas unas atraviesan el hueso de parte á parte, y otras solo se ven en una de sus dos caras sin atravesarle. Unas y otras toman diferentes nombres por razón de su figura, extensión, dirección &c. Así las que no atraviesan el hueso se llaman fosas, quando son profundas, lisas, y mas anchas en la entrada que en su fondo, como las fosas coronales, occipita- les &c.: canales, quando son largas, angostas, y redondeadas en el fondo á modo de medio cañuto, como los canales longitudinal y lateral de los parietales, del occipital &c: correderas, conocidas mas comunmente con el nombre impropio de sinuosidades, los ca- nales vestidos de un periostio endurecido, sobre el qual se deslizan tendones, tal es la sinuosidad vicipital del húmero &c.: surcos, los canajes largos y muy angostos destinados á alojar vasos ó nervios, quales son los de la cara interna de los parietales &c: ranuras, las cavidades que tienen una cierta profundidad con poca longitud, y son angulares en el fondo, como la ranura mastoidea del temporal: senos, las cavidades profundas, angostas en su entrada, y anchas en su fondo, como los senos frontales, los maxilares &c.: escota- duras, los cortes arqueados en el borde del hueso, los que por ra- zón de su figura se llaman también algunas veces semilunas, tales son la escotadura etmoidal, las semilunas parietales fice: estria, muesca , rebaxo ó mortaja, unas excavaciones superficiales que no necesitan de mas explicación que su nombre. De las cavidades que atraviesan el hueso de parte á parte, se lla- man agujeros las que horadan el hueso por muy corto trecho, y son casi redondos, como el agujero occipital &c: poros, los agu- jeros en extremo pequeños: hendeduras ó rajas, cortes ó cisuras, las aberturas largas, y mas ó menos angostas, como las hendeduras esfenoidales, la cisura de Glaser &c: conductos, las cavidades en forma de cañuto, que corren cierto trecho por el hueso, conser- vando casi el mismo diámetro, como el conducto de la mandíbula tomo v. y IÓ2 HUE inferior, los carotídeos &c: trompa, el conducto que tiene un orificio muy dilatado, y después se va angostando como la trompa de Eustaquio: laberinto, el conducto que hace varios rodeos ó gi- ros, y tiene comunicación con otras cavidades, qual es la cavidad esculpida en el espesor de la apófisis petrosa. Por último, las cavi- dades no articulares, por razón de su posición absoluta, se llaman orbitarias, palatinas, nasales &c., y por su posición relativa supe- riores, inferiores, anteriores &c.: por razón de su magnitud gran- des, medianas ó pequeñas; y por razón de su dirección verticales, horizontales ú obliqüas. También hay que observar en los huesos, ademas de las eminen- cias y cavidades descritas, otras que llamamos desigualdades, as-^ perezas, impresiones, vestigios ó huellas, que producen las im- presiones de los vasos &c. Con respecto al periostio, las ternillas ó cartílagos, los ligamentos y las glándulas sinoviales, se tratarán en sus respectivos artículos. (V. feriostio, ligamentos &c.) De la estructura interna de los huesos. La estructura interna de los huesos secos y frescos comprehen- de su espesor ó grosura, densidad, substancia, cavidades internas, membranas que las viste, vasos ó humores. El espesor de los huesos es diferente en los varios períodos de la vida, y en ambos sexos. Es tanto mayor quanto mas avanzamos en edad; pero quando con esta se desenvuelve en el hueso alguna cavidad, las paredes de esta tienen mucho menos grueso del que tenia antes el todo del hueso, como lo conocerá quien observe el cuerpo del esfenoides y del maxilar antes y después de desplegarse sus senos. En los hombres en general tienen los huesos mas espesor que en las mugeres. No hay parte en nuestro cuerpo tan densa co- mo los huesos. Su densidad es en razón directa de la edad; es ma- yor en los hombres que en las mugeres, y mas considerable en los huesos planos que en los cortos: los huesos largos tienen en su parte media la densidad de los planos, y en sus extremidades la de los cortos. En general los huesos son mas densos en el parage por don- de empieza la osificación; sin embargo los huesos cortos se excep- túan de esta regla. Por último, los huesos en el estado fresco son menos densos que los secos, por razón de los humores que contie- nen en aquel estado. Los huesos constan por lo común de tres subs- tancias, compacta, esponjosa, celular y reticular. La substancia compacta es la mas dura y mas blanca de las tres. En todos los huesos se halla en la superficie, excepto en las conchas de la nariz, en quienes es interior. En los huesos cortos tie- ne menos grueso que en los planos, y en todos tiene mas en los pa- HUE 163 rages que corresponden á las eminencias. Los huesos largos tienen mucho espesor en la parte media, donde estos huesos son menos voluminosos, y principalmente en el sitio de sus bordes; después se adelgazan á medida que se acercan á sus extremidades, en las quales el volumen de los huesos largos se aumenta. En estos huesos y en los cortos la substancia compacta viste toda su superficie á modo de corteza; pero en los planos forma dos láminas, que en los para- ges donde estos huesos tienen mucho espesor, las separa una subs- tancia esponjosa, al paso que en los sitios en que son muy delgados están reunidas, y parecen una sola lámina que se transparente, co- mo se echa de ver en varios puntos del occipital, de los omoplatos, de los innominados &c. La superficie externa de la substancia compacta es mas lisa en los huesos planos y en el medio de los largos, que en las extremi- dades de estos, y en los huesos cortos; en todos tiene varias des- igualdades á las quales se atan diferentes partes blandas, y está sem- brada de poros, y de algunos agujeros, que muchos de ellos tienen comunicación con las cavidades que contienen la medula y el suco medular. La superficie interna es también desigual y menos poro- sa que la externa. La substancia compacta está fabricada de fibras oseas muy unidas, cuyos intersticios los llena una materia gelatinosa concreta. Estas fibras en los huesos planos se extienden á modo de rayos del centro á la circunferencia, como se puede ver en el pa- rietal de un feto. En los huesos largos son la mayor parte paralelas al exe del hueso, como manifiestamente se ve en el fémur de un fe- to, y lo demuestran las hendeduras longitudinales que se hacen en los huesos largos expuestos mucho tiempo á las injurias del ayre; y los mismos huesos ablandados en el ácido nitroso debilitado, que no permiten rasgarse sino longitudinalmente. En fin, en los huesos cor- tos no guardan las fibras ninguna de aquellas direcciones, si no que están puestas en remolino. En todos los huesos la mayor parte de estas fibras se reúnen para formar hojas ó laminltas bien sensibles en las exfoliaciones y en los huesos calcinados, hasta cierto grado, ó ablandados en la máquina de Papin, ó expuestos por largo tiempo al sol y al ayre, ó quando observamos con un microscopio el pa- rietal de un feto, mientras que lo doblamos lentamente en la direc- ción de su corvadura. Estas hojas están dispuestas por capas, de mo- do que cada una carga sobre la mitad de la otra á la manera que se sobrecargan las tejas en los tejados; y las mantienen unidas, no solo la materia mucilaginosa concreta depositada en sus intersticios, sino también los pequeños filamentos óseos, que van transversalmente de una á otra. Las hojas exteriores forman capas bastante regulares; pe- ro las interiores van perdiendo gradualmente esta regularidad , apar- tándose unas de otras, y formando varios ángulos para componer 164 HUE la substancia esponjosa. La substancia compacta recibe un gran nú- mero de vasos sanguíneos, de los quales unos se pierden en su es- pesor, y otros van á ramificarse por las cavidades que contienen la medula y el xugo medular. Sabemos también hoy dia que tiene va- sos linfáticos, y parece que no está destituida enteramente de ner- vios según la grande sensibilidad que manifiesta en ciertas enferme- dades , aunque en el estado natural es enteramente insensible. Esta substancia es la que da á los huesos su mayor resistencia, por lo que se halla en mayor cantidad en los parages en que los huesos nece- sitan tener mayor solidez baxo un menor volumen. En efecto, como por un lado era necesario que la parte media de los huesos largos, que corresponde á la porción mas carnosa y gruesa de los múscu- los , fuese mas delgada que sus extremidades; para que los miembros no tuviesen un volumen incómodo y disforme, y por otro lado con- venia que esta misma parte media de los huesos largos tuviese mu- cha solidez, por ser la que mas sufre en los esfuerzos que tiran á en- corvar estos huesos, proveyó el autor de la naturaleza á este doble fin, poniendo mucha cantidad de substancia compacta en el cuerpo de los huesos largos. Las hojas ó láminas que en la substancia compacta están, como hemos dicho, muy apretadas y estrechamente unidas, á medida que se separan de la superficie interna de esta substancia, dexan entre sí varios espacios ó celdillas que constituyen la segunda substancia de los huesos, la que por la semejanza que tiene con una esponja se ha llamado esponjosa ó celular. Compónese pues esta substancia del conjunto de algunos filamentos, y de muchas laminitas oseas que nacen de la superficie interna de la substancia compacta, las quales producen sucesivamente otras mas pequeñas; por cuya razón las ho- jas de la substancia esponjosa son mayores cerca de la substancia compacta que junto al exe de los huesos. La figura de las hojas va- ría al infinito, y en quanto á su dirección se ve que en los huesos planos siguen principalmente la dirección de las dos láminas de que toman origen; en los huesos cortos se cruzan en todas direcciones; y en los huesos largos las que nacen inmediatamente de la substancia compacta se mantienen casi paralelas al exe del hueso; las que to- man principio de estas empiezan á apartarse de su dirección un poco; y las demás se cruzan en todos sentidos como en los huesos cortos. Algunas veces se hallan otras hojas que de distancia en distancia forman una especie de tabiques transversales en la gran cavidad de estos huesos. Así las hojas como los filamentos de la substancia es- ponjosa están sembrados de poros, y cubiertos de la membrana me- dular. La substancia esponjosa tiene un color que tira á roxo, y ocupa en todos los huesos el interior, excepto en las conchas de la nariz, en quienes, como hemos dicho, es exterior. En los huesos HUE 165 largos se halla en gran cantidad en sus extremidades, y se disminu- ye á medida que se acerca á su parte media, donde apenas es per- ceptible; por lo que la substancia compacta es aquí mucho mas gruesa que en las extremidades, en las quales se separan de ella mu- chas mas hojas y filamentos para formar la substancia esponjosa. En los huesos planos está situada entre las dos láminas de la substancia compacta, y en mas cantidad en los sitios en que estos huesos tie- nen mas espesor; pero donde son muy delgados falta absolutamen- te. Por último, los huesos cortos, la substancia esponjosa ocupa to- da su interioridad. Sirve la substancia esponjosa para aumentar el volumen sin aumentar la masa de los huesos, ó de las partes en que se encuentra; y dando mayor volumen á las extremidades de los huesos largos proporciona mas firmeza á sus articulaciones. Las celdillas de esta substancia contienen el xugo medular. La substancia reticular, llamada así por estar dispuesta en forma de red, ocupa principalmente la parte media en los huesos largos; pero algunas veces se halla también en el centro de algunos huesos cortos, y rara vez entre las dos láminas de los planos. Concurre esta substancia á la formación de la esponjosa como hemos dicho ya. Para ver bien la disposición de la substancia reticular, es menester ser- rar longitudinalmente algunos huesos largos, y cortar otros trans- versalmente en muchas piezas de una pulgada de largo; y agitando después las piezas por un buen rato en agua caliente, se separa toda la medula de los filamentos, y quedan estos cubiertos únicamente de la membrana medular. La substancia reticular tira á roxa, y es- tá formada de filamentos óseos, que nacen unos de la substancia es- ponjosa situada en las extremidades de los huesos largos; otros de la que se halla, aunque en corta cantidad, en la parte media de estos mismos huesos, y algunos de la superficie interna de la substancia compacta, hstos filamentos varían mucho en número, longitud, figura y dirección. En general los que están cerca de la corteza compacta son los mas gruesos y largos, y de estos salen otros á modo de ramas de un tronco, y son los mas cortos y delgados; unas veces son raros en la cavidad de los huesos largos, otras son mas numerosos, y se cruzan formando una vistosa red. Todos están sembrados de poros y vestidos de la membrana medular. Dentro de las mallas de esta red está contenida la medula ó tuétano. Las cavidades internas de los huesos se dividen en grandes, me- dianas y pequeñas. Las grandes son las que contienen la substancia reticular y el tuétano, y solo se encuentra en la parte media de los huesos largos. En los primeros meses de la concepción no exis- ten todavía, y por lo común no se desenvuelven hasta cerca del nacimiento, y crecen con la edad. Las cavidades medianas son las que dexan entre sí las hojas y filamentos de la substancia esponjosa, i66 HUE por lo que no se encuentran sino donde existe esta substancia. Estas cavidades, que varían mucho en figura y magnitud, tienen todas comunicación entre sí con la grande cavidad de los huesos largos, v con los poros de los mismos huesos, con los de las ternillas articu- lares, y con los del periostio, como lo prueba la trasudación del xugo medular que estas cavidades contienen. Las cavidades internas pequeñas son las que establecen una comunicación entre la superficie externa de los huesos, su grande cavidad interna, sus cavidades me- dias, y los intervalos de las fibras de sus tres substancias. Son estas cavidades de tres especies: la primera comprehende los agujeros que se notan en el medio de los huesos largos, de los cortos y de los planos, y se llaman agujeros ó conductos nutricios por excelencia, porque son los mayores que contienen vasos nutricios de los hue- sos ; tales son el agujero ó agujeros que se ven en la escotadura su- perciliar del coronal, cerca del ángulo superior y posterior de los parietales, en la cara posterior de la tibia &c. Algunos de estos con- ductos penetran perpendicularmente los huesos, como los de la parte posterior del cuerpo de las vertebras; pero la mayor parte entran en ellos en dirección obliqüa. Todos estos conductos se abren en la grande cavidad ó en las cavidades medianas, y contie- nen una prolongación del periostio que va á continuarse con la mem- brana medular, una pequeña arteria y vena sanguíneas, un vaso ab- sorvente, y tal vez también un filamento nervioso. La segunda es- pecie de cavidades pequeñas es muy numerosa, y se halla en las ex- tremidades de los huesos largos, en la circunferencia de los planos, y en toda la periferia de los cortos. Estas cavidades ó conductos son mucho menores que los de la primera especie, y atraviesan casi perpendicularmente la substancia compacta para ir á abrirse en las celdillas de la substancia esponjosa. Contienen lo mismo que los conductos de la primera especie, excepto que algunos conducen sola la arteria ó la vena. Las cavidades de la tercera especie, llama- da también poros, son tan numerosas como pequeñas, y con la edad se disminuyen todavía, hasta que muchas de ellas se cierran entera- mente. Con un buen microscopio se perciben muchos poros en la superficie interna de la substancia compacta; pero mas en la exter- na y en las hojas y filamentos de la substancia esponjosa y reticu- lar. Tienen comunicación entre sí con todas las cavidades internas del hueso, y con las celdillas del periostio, como lo prueba la tra- sudación, y contienen prolongaciones del periostio y vasos sanguí- neos, que se ven mejor en los huesos de los niños recien nacidos que en los de los adultos. La membrana que viste las cavidades internas de los huesos se llama periostio interno, y se debiera llamar membrana medular , la qual resulta de la espansion de las fibras celulares que se desprenden HUE 167 de la superficie interna del periostio externo para ir á acompañar los vasos, y por consiguiente es de la misma naturaleza que el pe- riostio, y tiene la misma estructura; pero es mas delgada y blanda, su color tira á roxo por el mayor número de vasos sanguíneos que contiene relativamente á su grueso, y es en extremo sensible, no so- lo en las enfermedades internas de los huesos, sino también en el estado natural, como lo prueba el dolor que causan las picaduras hechas artificialmente en ellas, las quales en el periostio externo no producen algún dolor; lo que proviene tal vez de que los filamen- tos nerviosos, que no hacen mas que atravesar el periostio, rematan en la membrana medular, y se distribuyen por ella. Esta membrana no solamente tapiza las cavidades grandes y medianas de los huesos, sino que viste también todas las hojas y filamentos que componen la substancia esponjosa y reticular, y la pegan á la superficie interna de todas estas cavidades varias prolongaciones celulosas, muchos vasos, y una materia gelatinosa. Da origen esta membrana á varias hojitas membranosas dispuestas de manera que forman un gran número de celdillas á modo de panal de avejas, las quales en la grande cavidad de los huesos largos contienen la medula, y en las extremidades de estos mismos huesos, en los cortos y en los planos, encierran el xugo medular. El uso de esta membrana, ademas de contener el xugo medular y la medula, es el mismo para las partes internas del hueso que el del periostio para las partes externas, es decir, que contri- buye á la nutrición y al incremento del hueso con las capas que de- posita sobre la superficie interna de la substancia compacta , y sobre las hojas y filamentos de las otras dos substancias, como fácilmente se convencerá de ello el que observare que estas hojas y filamentos crecen con la edad en espesor por adición sucesiva de capas, y que á la destrucción de esta membrana se sigue la mortificación del hueso. Los principales humores de los huesos son la sangre, el xugo medular y el suco oseo. Hay pocas partes en el cuerpo humano que tengan tan poca sangre como los huesos, y por esto los antiguos los colocaron en la clase de partes blancas ó espermáticas. La cantidad de sangre de los huesos es en razón inversa de la edad, por lo que los huesos de los recien nacidos tienen un color algo roxo, y los de los adultos y viejos son mas blancos: circula la sangre con mucha lentitud, porque sobre ser los huesos muy pequeños y tortuosos, oponen los huesos por su solidez una resistencia considerable al mo- vimiento de la sangre, y esta lentitud favorece la separación de los xugos medular y oseo. El xugo medular es una substancia untuosa, y que tira á roxa, líquida y de la naturaleza de la gordura conte- nida en las cavidades internas medianas de los huesos, la qual en la grande cavidad de los huesos largos toma mas ó menos consistencia, se vuelve blanquecina, y se llama medula, meollo ó tuétano', aun- i68 HUE que este nombre se aplica también á ambas substancias juntas, las que en realidad son una misma, y solo se diferencia por el color y consistencia. El color de la medula roxea en los niños un poco, y blanquea mas á medida que crecemos en edad; porque el mismo número y calibre de sus vasos sanguíneos se va disminuyendo. Tie- ne también menos consistencia en los niños que en los adultos, y en estos algo mas que en los viejos. Está encerrada esta substancia den- tro de la membrana medular y de las celdillas que esta forma, don- de se segrega continuamente de las arterias sanguíneas, y la chupan á proporción los vasos absorventes. Sirven así el xugo medular co- mo la medula á dar una cierta flexibilidad á los huesos, sin la qual serian demasiado quebradizos, como efectivamente lo son mas los huesos de los viejos que los de los mozos, porque siendo mas compactos, halla mayor dificultad el xugo medular en penetrar su substancia y ablandar sus fibras. Ademas este xugo, saliendo por los poros de las ternillas articulares, como lo demuestra su trasudación oleosa, aumenta la sinovia, y facilita los movimientos de la articu- lación. El suco oseo es una substancia gelatinosa, que se concreta entre las fibras de los huesos, y se puede extraer de ellos en forma de gelatina por medio de la ebulición. Esta substancia, que se segrega de la sangre, sirve para nutrir los huesos y unir sus fibras y hojas; y como en los niños los huesos no solo se nutren sino que crecen hasta cierta edad, abunda en ellos el suco oseo mas que en la edad en que los huesos han tomado ya todo su incremento. De esta subs- tancia, á medida que se organiza, se forman las fibras y hojas oseas, que se hablan creido puramente terreas, hasta que los nuevos ex- perimentos químicos han demostrado ser un verdadero fosfate calizo. En el artículo osificación hacemos la descripción del modo cómo se forman los huesos, y con respecto á las conexiones se con- sultará el artículo articulaciones, y terminaremos este con ex- posiciones de los usos de los huesos. Los huesos son en la máquina animal lo que la armazón es en los edificios; dan al cuerpo su firmeza y estabilidad; determinan su forma; sostienen las partes blandas; defienden las visceras que en- cierran; y por medio de su diferente estructura y conexión pro- porcionan al hombre todas las situaciones necesarias, y le mantie- nen en ellas. Á este fin unos huesos están articulados con movi- mientos , para que el cuerpo y sus partes puedan ponerse en dife- rentes situaciones, y executar varios movimientos, sin lo qual se- ríamos una estatua inflexible; otros están inmóviles para mayor es- tabilidad y defensa de las partes que contienen , al paso que la plu- ralidad de huesos proporciona mejor su incremento regular; y todos están mantenidos en sus articulaciones por varios medios, que al HUE 169 mismo tiempo facilitan los movimientos de unos, dirigen los de otros, y á varios no les permiten ninguno. Como son tantas las po- siciones y los movimientos de que el hombre es capaz, y de que ne- cesita para varios usos, era preciso que en la máquina del hombre hubiese palancas de todas especies para poder executar todas sus ac- ciones. Así el autor de la naturaleza ha puesto en los huesos las tres especies de palancas que se conocen en la mecánica. Las de la pri- mera especie son bastante comunes en el cuerpo humano: tenemos un exemplo de ellas en la articulación de la columna vertebral con la cabeza quando la doblamos; pues en este movimiento el hipo- moclio está en la articulación, la resistencia hacia otras, y la po- tencia hacia adelante. Igual exemplo nos presentan los movimientos de extensión, y de inclinación de la cabeza á derecha ó izquierda; de flexión, extensión, inclinación y rotación de diferentes verte- bras &c. Las palancas de la segunda especie son raras; la articula- ción de la pierna con el pie quando nos levantamos sobre los de- dos presenta un exemplo de esta especie de palancas, puesto que en este movimiento el punto de apoyo se halla en los dedos, la re- sistencia es el peso de todo el cuerpo que carga sobre el astrágalo y la potencia matriz está en el parage en que el tendón de Aquiles se ata al calcáneo. Las palancas de la tercera especie son las mas nu- merosas; pues se hallan en la elevación de la mandíbula inferior, en la flexión del antebrazo, sobre el brazo, en la flexión y extensión de la muñeca sobre el antebrazo, en la del muslo sobre la pelvis &c; porque en todos estos movimientos el hipomoclio está en un extre- mo de los huesos, la resistencia en el otro, y la potencia se aplica entre los dos. Las apófisis y epífisis ensanchan las extremidades de los huesos para dar mas asiento y firmeza á las articulaciones; y en general todas las eminencias dan mas puntos de inserción á los mús- culos y ligamentos, aumentan las fuerzas de las potencias motrices, alejando su atadura del centro de movimiento, y mudan su direc- ción dándoles la que mas le conviene. Las cavidades externas alojan los músculos y ligamentos, dirigen los tendones, y dan paso á los vasos. La substancia compacta de la parte media de los huesos lar- gos los preserva por su solidez de que se doblen ó rompan fácil- mente en los grandes esfuerzos y en los golpes á que están expues- tos; y su hechura en forma de tubo hace que, sin aumentar la masa, crezca notablemente su resistencia á proporción que con la misma cantidad de materia crece el quadrado de su diámetro. La substancia celular da á las extremidades de los huesos largos, y á casi toda la extensión de los demás, mucho volumen con poca masa, para que sin incomodar por su peso tengan los extremos de los huesos largos la superficie necesaria para la seguridad de las articulaciones, y los huesos anchos la correspondiente extensión, ya para la inserción y TOMO V. Y 17a HUxM movimiento de varios músculos, ya para la defensa de las entrañas que contienen. En fin , la substancia reticular sostiene la medula, y las celdillas de esta substancia contienen el xugo medular. Ext de B HUMECTANTES, HUMEDECER. (Mat. Méd.) La voz" humedecer expresa bastante la indicación de ablandar y afloxar por medio de la humedad relaxando las fibras estiradas por la sequedad; con esta definición no queda duda ninguna sobre los efectos que que- remos producir por medio de los humectantes, y también las virtudes que les atribuimos. Sin embargo, las mismas ideas que presenta esta palabra hace que algunos la confundan con las de ablandar, afloxar, suavizar, y que no distingan los humectantes de los emolientes, la- xantes y suavizantes; y efectivamente hay mucha relación en la ac- ción de estos medicamentos; yes claro que deben llenar todas es- tas indicaciones á un mismo tiempo. Si queremos analizar su natura- leza general y su modo de obrar, conoceremos inmediatamente que los humedecientes ó humectantes son unas substancias dulces y so- sas , cuyo primer componente, ó cuyo principio general es el agua, que contienen un mucilago lubricante, y que no tienen ni la acri- monia ni el sabor determinado que constituye las propiedades enér- gicas de otras clases de medicamentos. Hallaremos que estos reme- dios pertenecen generalmente al orden de las materias vegetales ó animales, blandas, pegajosas, viscosas ó insípidas; tal como las rai- ces sosas, las hojas dulces, las gomas, los frntos y las semillas sin olor y sin sabor fuerte, y especialmente las raices de malva, de mal- vavisco, de consuelda , de cebolla, de azucena , las hojas de violeta, de yerba cana, de parietaria, de acelga, de lechuga, de malva; las flores de tusílago, de violeta, de gordolobo; las gomas arábigas y traganto; los frutos dulces y azucarados, como uvas, manzanas, moras, dátiles, azufayfas, sebestas, almendras, piñones, pipas de melón y de calabaza, y simiente de lino. En la practica se verá que estas substancias cocidas en una gran cantidad de agua forman un líquido dilatante, laxante, lubrificante, que dulcifica las fibras que toca y baña, envolviendo los humores acres que cubren muchas ve- ces las membranas sensibles, disminuyendo de este modo la irrita- ción producida por aquellos humores, haciendo desaparecer los do- lores, los espasmos, la tos y los movimientos convulsivos causados por aquella irritación; anulando, ó á lo menos debilitando la fuer- za tónica, calmando las agitaciones desordenadas por aquel exceso que producia, y pudiendo llenar de este modo un gran número de indicaciones á un mismo tiempo. Por esto los Médicos hacen mucho uso de estos medicamentos, y son infinitos los casos en que estos se hallan indicados. Las calenturas inflamatorias, las enfermedades do- lorosas, convulsivas y espasmódicas de qualquier especie que sean, y sea qual fuere el órgano que atacaren, la tos seca y continuada* HUM 171 los cólicos de estómago y de intestinos, las enfermedades cutáneas acompañadas de calor y comezón, y el efecto de los cuerpos acres y venenosos introducidos en el estómago son los principales casos en que se hallan indicados los humedecientes. Realmente parece esta indicación mas especial y mas útil que las enfermedades que dependen de sequedad, aridez y rigidez de las fibras, ó á lo menos en aquellas que presentan estas afecciones como síntomas principa- les; pero muchas veces admitimos esta causa demasiado hipotética- mente, y nos decidimos inmediatamente sobre su existencia, por cuya causa se ha censurado á los Médicos en general, criticando el excesivo uso de los humedecientes en las enfermedades largas, en las quales podemos decir que invocan demasiado á la rigidez y á la sequedad como causa única de las afecciones crónicas. F. HUMERAL. (Anat.) Adjetivo que pertenece á cosa del hue- so húmero, y así se llama la extremidad de la clavícula, que está inmediata al húmero, humeral; y arterias humerales ó circunflexas á unas ramas de las axilares, que baxan á lo largo de la parte interna del brazo, siguiendo el músculo braquial interno y en la flexura del brazo detras de la aponeurosis del músculo biceps: se divide en dos ramos, que son la arteria cubital y la radial. HÚMERO, (hueso) (Anat.) Se da este nombre y el de hue- so del brazo, humerus, al único que sirve de fundamento al brazo; es d« la clase de los largos y pares, simétrico con su compañero; su figura se aproxima á la cilindrica; está situado desde el hombro hasta el antebrazo, y hay que considerar en él su cuerpo, que es la parte media, y á lo que llaman los Anatómicos diajisis, y sus extremidades. La extremidad superior se termina por una cabeza semiesféiica, que es recibida en la cavidad glenoidal del omoplato ó espaldilla. En las Inmediaciones de la cabeza , que está revestida de un cartílago liso por ser articular, se hallan varias asperezas y des- igualdades que sirven de dar atadura á varios músculos &c. La ex- tremidad inferior tiene muchas eminencias y varias cavidades: las principales eminencias son los dos cóndilos, el uno externo y el otro interno; este último es el mas considerable de los dos. Entre estos dos cóndilos se observa una elevación, que forma como una es- pecie de garrucha ó polea , sobre la qual se executa el movimien- to del antebrazo. A cada lado de los cóndilos, tanto exterior co- mo interiormente , hay ademas una eminencia que es en donde se atan varios músculos de la mano y de los dedos. Se observa en la parte posterior , y superiormente á los cóndilos, una fosa pro- funda, que sirve de recibir una apofise bastante considerable del hueso del codo (V. cubito.); anteriormente en la parte opuesta á dicha fosa se halla otra menos considerable donde se acomoda en el acto de la flexión la apofise coronoide del mismo cubito. El cuer- 172 HUM po de este hueso se aproxima á la figura de un cilindro, y hay que observar en él en su parte superior, y anteriormente, una gotiera ó media caña que se extiende hasta la cabeza, y está destinada para alojar el tendón del músculo biceps. Este cuerpo está hueco, y con- tiene una gran porción de medula como todos los mas de su clase; se hallan en él Impresiones musculares y asperezas, en donde se atan músculos &c. Este hueso se articula superiormente con el omopla- to, é inferiormente con el cubito y el radio; la articulación supe- rior es una enartrosis, y la inferior un verdadero ginglimo. Sirve este hueso de basa móvil al antebrazo, y de dar inserción á muchos músculos , ligamentos y tendones. HUMORES. (Fistol.) Las partes fluidas de nuestro cuerpo se llaman humores. Se entiende por fluido un cuerpo cuyos principios constitutivos tienen tan poca cohesión, que derramado se corre gota á gota, y en qualquier situación se viene al nivel del vaso que lo contiene. Mas sólido se dice aquel cuyos principios constitutivos tienen entre sí una coherencia tan fuerte, que puesto en movimien- to muda todo entero de lugar, siguiendo el impulso del movimiento dado. La fluidez de nuestros humores depende de la cantidad de agua contenida en ellos; mas la fluidez del agua proviene de la can- tidad de calórico que contiene. Si el ayre muy frió quita al agua su calórico, se atraen sus partículas, y forman el hielo sólido; si el ayre caliente le vuelve su calórico, se convierte otra vez en agua flui- da. En fin, si por medio de la cocción se le da una cantidad grande de calórico , entonces este por su fuerza repulsiva la hace exhalar en forma de vapor elástico ó gas. La desecación de qualesquiera de las partes prueba que la mole del cuerpo humano es principalmente formada de fluidos. Así la cantidad de humores en un hombre que pesa ciento sesenta libras, se computa por la de ciento treinta y cin- co , de las quales veinte y ocho son de sangre solamente. Divídense los humores respecto á su diversa índole: i.° en cru- dos, que son aquellos que no adquirieron todavía la índole animal, como el quimo, el quilo y la leche: 2.° en sanguíneos, que compre- hende la sangre ó su crúor y el suero: 3.° en linfáticos, por los qua- les se entiende la linfa de los vasos linfáticos, y la gelatina nutriti- va de las partes: 4.0 en secretados, á los quales se refieren todos los humores separados de la sangre. Estos son de naturaleza muy diver- sa: en excrementicios, que son aquellos que se arrojan fuera del cuer- po, como Ls materias fecales, la orina, la materia perspirable , cutá- nea y pulmonar. Los humores secretados pueden subdividirse de nuevo: en lácteos, que son blancos como el quilo, la leche, el xu- go de la glándula próstata y de la timo: en aquosos, como el hu- mor aquoso del ojo: en mocosos, como el moco de las narices y primeras vias: en albuminosos, como el suero déla sangre: en oleo- HUM 173 sos, como el aceyte de la membrana adiposa: en biliosos, como la bilis, el cerumen de los oidos. Con respecto á su diverso movimiento se dividen también los humores: en circulatorios, que continuamen- te circulan en los vasos, como la sangre y la linfa de los vasos linfá- ticos: en lentos, que circulan con lentitud, como el aceyte de la membrana adiposa, la gelatina nutritiva, el semen viril: en estanca- dos, que se detienen por mas tiempo en algún receptáculo, como la bilis cística, la orina , las heces ventrales. La exposición de los hu- mores en particular se hallará en los artículos sangre, linfa, bi- lis &c. Plenk. Humores. (Méd. práct.) Con este nombre designamos en la Medicina todas las substancias, extrañas en algún modo á la econo- mía animal, que producen enfermedades mas ó menos graves, y cuya evacuación es necesaria para que sanen los enfermos. A la pre- sencia de los humores naturales en lugares donde no deberian estar; á la excesiva cantidad de estos humores en sus canales propios, ó final- mente á la acrimonia que contraen por su detención, ya en sus mis- mos órganos, ya en los que no deberian ocupar, acostumbramos á atribuir la mayor parte de las enfermedades, y la experiencia ha de- mostrado que no nos equivocamos. Desde los tiempos mas remotos hasta nuestros dias se ha tenido siempre esta opinión sobre la causa de los males que afligen á la humanidad. Los antiguos habian que- rido clasificar esta parte de la Patología ó la Etiología de las enfer- medades;)' las quatro clases en que habian distribuido los humores, esto es, la sangre , la pituita, la bilis y la atrabílis que habian admi- tido les parecieron suficientes para recorrer el círculo de las enfer- medades humanas. Las nuevas experiencias y reflexiones que se han hecho sobre este asunto, han ido corrigiendo poco á poco estas ideas de los Filósofos antiguos, estrechando unas en un solo punto, y dando mayor extensión á otras. Sabemos que la sangre, los humo- res blancos, serosos ó linfáticos y la bilis producen muchas veces por su detención una multitud de enfermedades. Por mas investigacio- nes que se han hecho está todavía por descubrir la atrabílis, que los antiguos imaginaban conocer, y en este humor tantas veces incul- pado no se descubre otra cosa que una bilis espesada y ennegrecida por su larga detención en los canales que la forman ó la comunican. Ademas, sabemos hoy dia que la leche, la gordura, el xugo gástri- co, el pancreático, la saliva y el licor seminal pueden por su abun- dancia, por su demasiada detención, su desvío, y las alteraciones de que estos humores son susceptibles, originar varias enfermedades de las que suele producir la sangre, la linfa y la bilis. También mi- ramos como humores morbíficos á unos líquidos ó materias, produ- cidas sin duda por algunas alteraciones particulares de los primeros zugos, tales como los virus que engendran la gota, el reumatismo, 174 HUM las enfermedades contagiosas del cutis y el humor catarral; de mo- do que con los nuevos estudios que se han hecho ha ido creciendo mucho la lista de los líquidos que se hacen extraños por su degene- ración , y cuyo transporte metastático en diferentes lugares, da orí- gen á casi todos los males, desde los mas leves á los mas grandes. En este sentido decimos con propiedad humor catarral, humor lechoso ó lácteo, humor artrítico, reumático, humor virulento, morbilioso, empeynoso, psórico &c.; y el arte del Médico está en reconocer la presencia de cada uno de estos humores, por la natu- raleza y caracteres de los síntomas que produce, á fin de efectuar la expulsión ó destrucción de cada uno de ellos, y los remedios que la experiencia ha dado á conocer para estos efectos. Cada humor morbífico se conoce muchas veces por la serie de los síntomas que produce el conjunto de signos que nos anuncian su presencia; no siempre es bastante completa ni bastante caracterizada para poder decidir con seguridad sobre su naturaleza, y para de- terminarse en la elección de los medicamentos que exige. Por esto oimos pronunciar tantas veces las expresiones indeterminadas de hu- mor que corre, humor que se fixa, humor vago, sin añadir nin- gún epíteto que exprese su naturaleza particular. Aquellas expresio- nes indican el apuro del facultativo, que no puede determinar con se- guridad la naturaleza de la materia que produce la enfermedad; pero como se usan con demasiada freqüencia en el lenguage regular de las juntas, y suelen infinitas veces ser la base de los remedios que se prescriben en muchos casos poco conocidos; debemos advertir á los Médicos que una costumbre infundada parece que les dicta continua- mente estas frases insignificantes, lo que perjudica infinito á la per- fección del arte de curar, por la equívoca facilidad con que explican el origen y la naturaleza de las enfermedades mal caracterizadas. Al arte de curar le falta conocer todavía la íntima naturaleza de los principales humores arriba citados; determinando por medio de exactas investigaciones químicas en qué consisten sus diferencias, y los efectos que producen como irritantes, disolventes, corrosivos, espesantes y coagulantes; porque no tiene duda que estas acciones las exercen sobre los nervios, membranas, vasos, huesos, sangre, linfa &c. Quando se hayan hecho las investigaciones convenientes para resolver estas qüestiones, el arte de curar estará muy perfec- cionado , los remedios mas convenientes para destruir y corregir ca- da humor particular, serán inmediatamente conocidos; el ciego em- pirismo que demasiadas veces se aleja de la verdad, tendrá que ceder á una práctica ¡lustrada; y estos conocimientos exactos, cuyas ven- tajas acabo de exponer, no pueden adquirirse sino en los hospitales destinados para aquellas útiles investigaciones. F. IDI i75 ICOR. (Pat.) [El icor, según varios autores, es una especie de humedad aquosa y serosa, ó de la sangre, ó de otro humor, sobre todo mientras está dentro del cuerpo, pues estando fuera se suele llamar sanies. Galeno dice que no se debe entender por ico- rosa una sangre clara y aquosa, sino una sangre afectada de alguna qualidad virulenta y maligna. Llamamos icoroso, icoroide, ó hu- mor icoroso á una especie de sanies ó de pus seroso y acre que sale de las úlceras, y en particular de las que atacan las articulaciones, los ligamentos, las membranas, los tendones ó los nervios. También se da este epíteto á la sangre quando tiene mucha serosidad salada y acre.] ICOROSO. (Cir.) * Llamamos icoroso á un humor seroso y acre que sale de ciertas úlceras. Las partes exangües, tales como los ligamentos, las membranas, las aponeurosis y los tendones no for- man jamas una supuración verdaderamente purulenta; de las úlce- ras que afectan aquellas partes sale una especie de sanies, ó el pus que llamamos icoroso ; voz derivada del griego icor, sanies sanie ó se- rosidad acre. El humor icoroso que sale de las llagas y partes mem- branosas y aponeuróticas, se corrige con el espíritu de trementina, pues este medicamento limpia la extremidad de los vasos que despi- den el icor. Quando en la picadura de una aponeurose ó de un liga- mento, las materias icorosas y acres están detenidas detras, produ- cen accidentes que no se remedian regularmente sino haciendo una incisión para dar salida á aquellas materias; la incisión está también indicada para contener las funestas conseqüencias de la compresión que la aponeurose inflamada hace sobre las partes que coge. ( V. gan- grena.) Si el pus es icoroso por falta de resorte de las partes floxas y esponjosas de una úlcera, los remedios detergentes corrigen aquel vicio; y la indicación particular puede determinar á emplear los cateréticos ó antipútridos. (V. detergente ) Las carnes fofas de una fuente forman algunas veces una especie de coxin pálido , del qual no sale sino un pus icoroso. Regularmente se aplica el alumbre calcinado para destruir las carnes excedentes; y en semejante caso son también muy buenos los polvos de escamonea y de ruibarbo. La virtud de estos medicamentos reanima las carnes, y produce un desinfarto purulento. Estos buenos efectos demuestran la exactitud de ideas de los antiguos sobre la qualidad de los remedios deter- gentes que ellos llamaban purgantes de úlceras. * ICTERICIA. (Med) Se da este nombre y el de tericia á una enfermedad en que se pone la esclerótica y toda la superficie del cuerpo de color pajizo, con otros síntomas que se describen en el género xxxn de la clase de Caquexias de la Nosología de Sauva- ges. (V. caquexias.) IDIOPÁTICO. (Med.) [Epíteto que se da á las afecciones 176 1LE ó enfermedades propias y particulares de las partes que atacan; estas enfermedades se llaman también algunas veces idiopátkas , como la pulmonía inflamatoria &c.; pero quando las partes sufren por con- sentimiento, esto es, que se resienten de las enfermedades de otras partes, se dice que sufren por simpatía, como la epilepsia vermino- sa &c., y se llaman entonces enfermedades simpáticas, que es lo opuesto á las idiopáticas. ] IDIOSINCRASIA. (Hig.y Mat. Méd) Esta voz griega sig- nifica el temperamento propio y específico de una persona ó de qual- quier otra cosa compuesta de varios principios mezclados entre sí, y de cuya mezcla resultan ciertas inclinaciones ó repugnancias hacia otras cosas, y ciertas propiedades y virtudes que le distinguen de los demás cuerpos. Se sabe que cada individuo tiene su tempera- mento propio; y como los cuerpos se diferencian entre sí, tanto en los sólidos como en los fluidos, aunque todos estén en estado de sanidad, llamamos idiosincrasia á aquel temperamento particular que lo diferencia de los demás. Las enfermedades que nacen ó provienen de la idiosincrasia son á veces incurables, pues suelen haber princi- piado con la formación del cuerpo que las padece. Sidenham, ha- blando de las enfermedades histéricas, observa que algunas muge- res tienen tal aversión á los antihistéricos, que lejos de aliviarse con ellos, se ponen peores; en cuyo caso es mejor no dárselos, pues co- mo observó Hipócrates, es inútil quererse oponer á la inclinación de la naturaleza. Efectivamente aquella idiosincrasia ó antipatía, respecto de toda clase de remedios, es tan sensible, que por falta de atender á ella ponemos muchas veces los enfermos en peligro: lo que se ha observado que suele no extenderse á una clase entera de re- medios, como por exemplo, la de los narcóticos, sino solamente á una de las especies de la clase. ÍLEON. (Anat.) Seda este nombre á uno de los intestinos, ó á una porción que compone el canal intestinal. (V. intestinos.) Íleon, (hueso) ( Anat.) Se da este nombre á una de las piezas que en el feto y los primeros años de la niñez forma la parte su- perior del innominado (V. este artículo.): es muy irregular, estre- cho y grueso por abaxo, ancho y delgado por arriba, y cónca- vo en diferentes direcciones. Se distinguen en él dos caras, una ex- terna y otra interna; tres bordes, uno superior, otro anterior, y otro posterior , y una base. La cara externa del ileon es bastante lisa, convexa en su parte anterior, y cóncava en la posterior, cuya concavidad forma la fosa ilíaca externa, y en donde se hallan varias desigualdades muscula- res, y muchos agujeros que dan paso á vasos nutricios &c. La cara interna del ileon es cóncava por delante y convexa por detras, á contraposición de la cara externa. La concavidad que IMA 177 corresponde á la grande pelvis se \hmzfosa iliaca interna, en cuya parte media y posterior se halla un agujero que da paso á vasos nu- tricios. Detras de la parte media de esta fosa se descubre una cara articular, que algunos Anatómicos han comparado á una S ó á una oreja humana. Esta cara está hacia arriba, adentro y adelante; es desigual, y está vestida en el estado fresco de una ternilla para ar- ticularse con la cara correspondiente del borde lateral del sacro. Detras de esta cara articular hay una eminencia que corresponde al hoyo del sacro, con el qual se une por medio de fibras ligamento- sas. Debaxo de la parte anterior de la fosa iliaca se ve una especie de borde que baxa hacia adelante, y hace parte del estrecho supe- rior de la pelvis pequeña, á cuya excavación corresponde el resto de la cara interna del ileon. El borde superior, llamado cresta del ileon, es desigualmente grueso, semicircular, y torcido en forma de S, mas echado hacia fuera en las mugeres que en los hombres. Esta cresta se divide en la- bio externo, labio interno, y espacio medio; y su parte posterior, algo mas abultada y desigual, se llama tuberosidad iliaca. El bor- de anterior empieza superiormente con una eminencia llamada espina anterior y superior del ileon; seguidamente forma una escotadura que se termina en otra espina, que es la anterior é inferior; des- pués se encorva para hacerse horizontal, y en este sitio presenta una segunda escotadura. El borde posterior tiene como el anterior dos espinas, una superior, en la qual empieza, y otra inferior separada de aquella por una escotadura, y seguida de una gran porción de la escotadura ciática. La basa del ileon, que es su parte inferior, es muy gruesa, y presenta tres caras, una anterior, menor que las otras, unida por medio de la ternilla de osificación por una cara correspondiente de la rama horizontal del pubis: otra en medio, que es la mayor de todas, que concurre á formar la cavidad cotiloidea; y otra poste- rior, que es la mediana, unida por la ternilla de osificación con una cara correspondiente del isquion. Este hueso con los compañeros contribuye á formar los innominados, y por consiguiente la pelvis. ILIACA, (pasión) Ileus, se da este nombre, y el de vólvulo ó miserere, á una afección de los intestinos en que se echan los excre- mentos por la boca, con otros síntomas. (V. el género xiv de la clase de fluxos.) IMAGINACIÓN. La imaginación es la facultad de juntar co- mo presentes los objetos ausentes, ó crear los que no han existido. La imaginación de los hombres de los diferentes pueblos varía según el influxo del clima en que habitan: en general es don de las almas fuertes y sublimes dotadas de genio, de una gran sensibilidad, cu- ya máquina goza de una justa tensión en las fibras, de una irritabi-. TOMO V. Z 178 IMA lidad sostenida, y de una actividad en los fluidos, que rara vez se encuentran en los demás hombres. El poder de la imaginación no solamente nos lleva hacia lo pa- sado , sino que también nos hace penetrar en el por venir, creando arbitrariamente seres que no existen. Los apetitos naturales no ne- cesitan para producirse de la imaginación; pero una vez excitados, ella es la que los anima y modifica, siendo igualmente arbitra de nuestras pasiones y nuestros sentimientos. Las personas biliosas y melancólicas son por lo común las que tienen una imaginación mas fogosa. Como sus pasiones son extre- madas alteran muchas veces su organización, y sus efectos se mani- fiestan principalmente en la cabeza y en el estómago. Aunque la imaginación tiene mas imperio sobre las mugeres que sobre los hom- bres, no parece que alcanzan al feto como se ha creido mucho tiem- po ; y las monstruosidades, las manchas de la piel, mas bien son unas alteraciones accidentales del texido,que impresiones de los de- seos y antojos de las madres. La imaginación altera la salud de los hipocondriacos trastornan- do muchas veces su celebro, disponiéndolos á la demencia y al sui- cidio. En estos casos es necesario que el Médico recurra mas bien á los auxilios morales, que á las preparaciones farmacéuticas, mudan- do de este modo el estado de su imaginación. Para explicar los fenómenos extraordinarios que se presentan, principalmente en los fetos, y se atribuyen á la imaginación, era menester recurrir al conocimiento de la generación; pero esta ma- teria , cubierta todavía de un denso velo, no puede suministrarnos mas que ideas hipotéticas, que nunca son suficientes en una qüestion de hechos. Por otra parte las nociones fisiológicas de nuestra eco- nomía nos dan bastantes luces para creer, como ya hemos dicho, que todos estos fenómenos son mas bien efecto de una emoción ex- traordinaria del sistema nervioso y vascular, ocasionada por las pa- siones violentas á que están muy expuestas las embarazadas. Esta aserción es tan cierta que la historia de la Medicina, la ob- servación constante nos están continuamente presentando innumera- bles exemplos del poder y extensión de la imaginación sobre las fa- cultades del hombre. Madama Guerin, sabiendo que su esposo, que era Abogado general en el departamento de Aix, debía ser decapi- tado en Paris, se abandonó á una tristeza tan profunda, y su ima- ginación y sus sentidos se trastornaron de tal modo, que en el mis- mo día y á la misma hora de la execucion le pareció ver en una de sus manos el rostro moribundo de su querido esposo, que mirán- dola con ternura la daba el último á Dios. Estas enfermedades producidas por la imaginación no son me- nos incómodas y peligrosas; y hasta los mismos Médicos, que mas IMP 179 que ningún otro deberian estar exentos de estos terrores pánicos, adolecen igualmente de ellas. Pero si la imaginación ocasiona enfer- medades , también á veces puede calmarlas y precaverlas. El que posee una imaginación delicada participa de muchos y grandes pla- ceres, de que no puede disfrutar un hombre vulgar; y estos place- res ni son tan groseros como los que nos dan los demás sentidos, ni tan acendrados como los del entendimiento, sí bien llevan la ventaja de ser mas obvios y mas saludables. Los del entendimiento suelen ir acompañados de un trabajo demasiado violento del celebro; pero las escenas deliciosas sean de la naturaleza, de la poesía, ó de las artes, tienen una influencia tan benigna sobre el cuerpo como sobre el áni- mo; y no solo sirven para depurar la imaginación y hacerla mas bri- llante, sino también para despedir la melancolía y la aflicción , ponien- do el sistema nervioso en un agradable movimiento. Por esta razón Bacon en su ensayo sobre la salud, en que particularmente disuade al lector de las investigaciones sutiles y espinosas, juzgó oportuno prescribirle el entretenimiento de un poema ó una perspectiva, y aconsejarle que siga aquellos estudios que llenen el ánimo de objetos nobles y espléndidos, como historias fabulosas y contemplaciones ó vistas de la naturaleza. Esta regla deben observar los que desean la conservación de su salud, y los Médicos que tratan de restablecerla en un hipocondria- co ó en qualquiera otro enfermo, cuyos males deben su origen ó aumento al influxo de la imaginación. Con respecto á los varios tras- tornos que sufre la imaginación en varías enfermedades, se consulta- rán los artículos delirio, hipocondría y otras alteraciones de la razón, que se incluyen en la clase ó artículo vesanias. IMPERFORACÍON. (Cir.) * Se da este nombre á una en- fermedad ó vicio de conformación, que consiste en la obturación ó cerramiento de los órganos, que naturalmente deben estar abier- tos. El ano, la vagina y la uretra son las partes que mas freqüen- temente padecen esta enfermedad. La imperforacion puede ser ac- cidental, y en conseqüencia de heridas, úlceras ó inflamaciones que suelen proporcionar por lo regular un vicio de conforma- ción ó de nacimiento. Mr. Petit ha presentado en la Real Academia de Cirugía de París varias observaciones sobre los vicios de con- formación del ano. Este autor distingue los diferentes estados del intestino cerrado, é indica los medios que convienen para hacer su abertura. El caso mas difícil es quando la naturaleza ha borrado, digámoslo así, la parte del recto que debe formar el ano, pues en- tonces carece el Cirujano de toda señal exterior capaz de dirigirle; pero en este caso Mr. Petit ha inventado un trocar, cuya cánula de- be estar hendida de los dos lados, y es mas grueso y corto que los trocares comunes. Es necesario por lo común hacer una incisión entre i8o IMP las dos nalgas, y conducir el dedo por ella para ver si se puede des- cubrir el ano é introducir el trocar en el intestino: si se resistiese, se puede agrandar la abertura introduciendo una lanceta, ó un bis- turí en la hendidura de la cánula para que no haya peligro de herír alguna parte; y así es que los instrumentos cortantes y punzantes se deben conducir ocultos en la cánula. En esta operación el Cirujano debe esforzarse, y prestar toda su atención en descubrir el centro del intestino que forma el ano, y que se presenta por lo común en forma de una cuerda dura y compacta; pues no alentándose este si- tio, y dividiéndose el esfínter ú otra parte, quedará después una en- fermedad habitual. Á pesar de los grandes inconvenientes y dificul- tades que ofrece esta operación, el Cirujano debe siempre procurar la evacuación de las materias detenidas, lo que será fácil quando solo hay una membrana, que es lo mas freqüente, que cortar, y hay al mismo tiempo vestigios del ano. La uretra no se imperfora nunca como no haya otra abertura fistulosa en distinto sitio por donde salga la orina. Si la abertura que da salida á la orina se halla en el perineo ó en el miembro á una distancia considerable del balano, es imposible remediar este defec- to , el qual es también un vicio que se opone á la generación. Si la abertura estuviese cerca del frenillo, entonces se podrá con un ins- trumento proporcionado hacer la perdón ó abertura, hasta llegar á la uretra, para poder introducir una candelilla por dicha abertura, y por medió de una cánula, que se puede introducir. También se puede evitar el que salga la orina por la antigua abertura, consu- miendo los bordes callosos con los cáusticos, y después poder con- solidar y reunir los labios de esta solución. Las mugeres suelen nacer freqüentemente coi> la imperforacion de la vagina: esta enfermedad no es tan peligrosa como el cerra- miento del ano: los accidentes que causarío se manifiestan sino quan- do se presenta la menstruación. Fabricio de Aquapendente y otros autores refieren varios casos de esta naturaleza, y con solo la aber- tura de la membrana que tapaba el orificio de la vagina, se disipa- ron los síntomas, que consistían en dolores de los lomos y en el vientre, que se extendían á los muslos, calentura, tumor duro y doloroso en el vientse &c. El himen sin ser imperforado forma algunas veces un secto, que es necesario dividir, otras pone la vagina tan estrecha, que aunque permita la salida de la sangre menstrua, es un impedimento para el coito; y en este caso el Cirujano debe determinar la incisión que se ha de hacer en este vicio de conformación. Ext. * IMPOTENCIA. (Msd. leg.) Se da este nombre á la ineptitud que tiene uno ú otro sexo para el acto venéreo y á la imposibilidad de poderse propagar su especie por algún vicio que se opone á la exe- IMP 181 cucion de esta fundón. La impotencia se opone del mismo modo que la esterilidad (V. este artículo), á la propagación de la especie humana; pero son enfermedades d'rstintas, porque la impotencia puede ser solamente relativa, y la esterilidad es absoluta- „ La impotencia, dice Foderé, está de parte del hombre ó de parte de la muger: es absoluta ó relativa, es decir, que un hombre ó muger que son impotentes con una persona determinada, dexa- rian de serlo con otra : es general ó parcial, esto es, depende de la conformación general del individuo, ó solo de la peculiar de las partes genitales: es también temporal ó perpetua; y en fin es habi- tual ó accidental. Trataremos de cada una de estas especies de im- potencia , dando principio por la que es propia del hombre. La Impotencia en el hombre es aquella enfermedad, por la qual el órgano inmediato de la generación , que es el pene, no puede ser- vir para el acto venéreo. Me ha parecido conveniente empezar á tratar de esta materia por la impotencia general, la qual se divide en habitual, accidéntalo temporal. La impotencia general habitual constituye lo que llamaron los antiguos temperamento frió y maleficiado; tales son los sugetos páli- dos, que no tienen ningún bello en toda la superficie del cuerpo, y cuya voz es clara, aguda y penetrante, los quales son cobardes, pusi- lánimes, lentos, perezosos, y aun disimulados, zelosos, mal inten- cionados , y muy crueles, según lo he visto y observado por mí mis- mo en varias personas de este temperamento. Los hombres de que hablamos no son enteramente eunucos, sino que tienen los testículos muy pequeños, fláddos, extenuados, pendientes de un cordón muy débil, é incapaces de separar el licor precioso que forma el carácter varonil, la fuerza, la prudencia y la magnanimidad. Muchas veces parece que tienen bien formado el pene;, pero sucede, que, ó no se llenan de modo alguno los cuerpos cavernosos, ó no se mantienen llenos todo el tiempo necesario, á lo que se agrega que la glande permanece inerte debaxo del prepucio , y es insensible á los acentos del placer. Esta frialdad puede ser solamente temporal ó accidental tal es: i.° la que depende de los pocos años, y se disipa con el tiempo y con las precauciones convenientes: 2.0 la que depende del exceso en los placeres, y particularmente del onanismo, sin embargo de que este se resiste algunas veces á la curación mas metódica, y pue- de considerarse como incurable quando el enfermo pasa de los trein- ta años: 3.0 la frialdad causada por enfermedades graves, como las grandes hemorragias y las evacuaciones de todos géneros, la que re- sulta de una larga abstinencia, del uso de vegetales poco suculen- tos, de los pesares y tristeza, de la demasiada aplicación á las cien- cias abstractas, y de los varios géneros de trabajos muy penosos* y se cura ordinariamente con la alegría y satisfacción, con los bue- 182 IMP nos alimentos, con el uso moderado del vino, y con la medicina corroborante interna y externa, añadiendo á todo esto aquellos me- dios de distracción que proporciona la sociedad: 4.0 la frialdad pue- de proceder también de la acción sedativa de varias substancias, co- mo el opio , el beleño , la cicuta 8cc., ó de los gases no respirables, como el ázoe, el carbónico &c. Impotencia parcial habitual. La impotencia parcial del hom- bre es aquel estado en que hallándose con todas las qualidades físicas que constituyen la perfección del individuo, tiene sin embargo un defecto en el pene, que no permite el acto regular del coito. Esta enfermedad se divide igualmente en impotencia habitual, y en impo- tencia temporal ó accidental. Puede ser también absoluta, ó sola- mente relativa: i.° la falta de pene, ya sea natural ó accidental, es el último grado de la impotencia parcial, habitual ó absoluta; y los infelices que tienen este defecto son impotentes sin ser estériles. Yo he asistido en una incontinencia de orina á un soldado joven lleno de aliento y vigor, que sin embargo de tener los testículos bien conformados, tenia en lugar de pene una especie de pezón en que terminaba la uretra. Me confesó el enfermo que habia estado siem- pre en esta disposición, y que el pezón ó extremidad, de que hemos hablado, se ponia rígida algunas veces. Añadiré aquí por la singula- ridad del hecho, aunque ageno de la obra, que curé esta incontinen- cia de orina (la qual me parecía orgánica é incurable) con el uso d* los baños frios, y con la tintura de cantáridas empleada interior y exteriormente. En el mismo caso se hallan aquellos á quienes ha si- do preciso amputar una parte de este órgano, de suerte que haya quedado demasiado corto; y aun basta para esto la sola amputación de la glande, por quanto esta parte es el principal agente de las funciones á que está destinado el pene: 2.0 el mismo efecto produ- cen la tortuosidad y oblíqüidad de este miembro, causadas por la convulsión de un músculo, y por la parálisis del otro, en cuya vir- tud se separa de la línea que debe describir, y produce dolor y fastidio en la muger: 3.0 se dice que se han encontrado penes carti- laginosos, óseos, escirrosos, retirados hacia el abdomen, colocados en parages extraños &c.; y aunque estos casos son muy raros, debe saberse que siempre que ocurren constituyen una impotencia ver- dadera: 4.0 son muchos los exemplos que tenemos de la longitud excesiva del pene. Esta deformidad hace que sea imposible el coito, y causa dolor y desmayos en la muger; porque yendo á chocar di- rectamente el pene con el cuello del útero, han resultado de aquí procidencias de la matriz, flores blancas, inflamación y aun gangre- na de esta viscera: á lo que se añade necesariamente la imposibili- dad de la fecundación y del placer por parte de la hembra. Sin em- bargo, esta impotencia puede ser solo relativa; pero será completa IMP t83 siempre que sea demasiado corta la vagina correspondiente, y será menor si la vagina es larga; bien que en todo caso pueden los hom- bres corregir este defecto, tomando todas aquellas precauciones que dicte la prudencia: $.° d volumen muy pequeño del pene, aunque este miembro sea corto, puede desempeñar muy bien las fundones á que está destinado, con tal que sea de un grueso suficiente; pero si el pene es corto y delgado, puede quejarse justamente la muger, porque ademas de la privación de todo placer, es muy dudoso que pueda ser fecundada con un coito tan imperfecto, á pesar de las experiencias de Spalanzani, que pretende haber fecundado una per- ra con la simple inyección. No obstante puede suceder que esta te- nuidad ó delgadez sea solamente relativa: 6.° lo mismo diremos del grueso excesivo del pene, aunque muchas veces es relativo este vi- cio á la estrechez de las partes genitales de la muger, y casi siem- pre se adaptan insensiblemente los órganos respectivos, con tal que la acción no sea muy precipitada, y se observe cierta lentitud y gradación en los esfuerzos que se hagan. Este defecto aparente puede depender también de la estrechez extraordinaria de las par- tes femeninas, la qual se procurará corregir con la aplicación de los emolientes, y con la introducción de un pesario, cuyo volumen se irá aumentando sucesivamente: 7.0 puede tener el pene las dimen- siones convenientes, y á pesar de eso no ponerse rígido, por algunos vicios en los vasos pudendos, en los músculos ó en los nervios de la parte, que se opongan á que las células de los cuerpos caverno- sos se llenen de suficiente cantidad de sangre. Impotencia parcial, temporal ó accidental: i.° la oblíqüidad y tortuosidad del pene depende muchas veces de que el frenillo está demasiado tirante, é inclina la glande hacia los cuerpos cavernosos lo qual le hace tomar una figura curva; pero se puede corregir este defecto relaxando el frenillo: 2.0 puede tener el pene una longitud suficiente, y sin embargo de esto no ser á propósito para los fines á que está destinado, á causa del volumen extraordinario del vientre* de donde se infiere que la fisconia, especialmente quando concurre en los dos sexos, debe presentar un obstáculo considerable al modo natural de la propagación; pero aunque este vicio es muy difícil de corregir, no es absolutamente incurable; fuera deque puede vencer- se por medio de un convenio recíproco y voluntario: 3.0 se deben considerar como impotencia accidental ó temporal todas las enfer- medades del pene que impiden el acto mientras subsisten, y en es- pecial las que tienen por principio algún vicio venéreo: 4.*el amor que nos excita casi siempre imposibilita algunas veces el cumpli- miento de nuestros deseos: el temor de no hallarse en estado de desempeñar esta función quando es necesario, priva freqüente- mente á muchos hombres de la fuerza y aptitud que quisieran tener* 184 IMP y el mucho respeto á la persona amada puede produdr también el mismo efecto en el coito particular, aun quando sea lícito y per- mitido. Sin embargo, la dulce familiaridad que sucede necesaria- mente á la posesión , termina muy en breve esta lucha entre el de- seo y el placer, y desvanece las demás pasiones facticias que se oponían al fin de la naturaleza: 5.0 para executar este acto como corresponde es necesario que haya complacencia, tranquilidad, si- lencio y secreto; y así vemos que se suspende y queda sin efecto, como por una especie de encanto, con el ruido, la vergüenza, el susto, el temor y la publicidad; porque dependiendo en parte de la voluntad, y en parte de las funciones animales, se destruye ente- ramente , ó no se executa con la debida energía, luego que falta algu- na de estas causas. La discordia, el desprecio, la fealdad, el desaseo y el mal olor de uno de los dos esposos retraen al otro de acercarse á él por mas bien dispuesto que se halle, lo qual se debe tener pre- sente en las acusaciones de impotencia. También podemos colocar ciertas enfermedades en el número de impotencia accidental; pero no deben considerarse todas ellas, ni aun las agudas, como capaces de constituir al hombre en un estado Impropio para el acto de la generación; pues no faltan exem- plos de que algunos que estaban con calentura inflamatoria, con tisis pulmonar, con calentura héctica &c. desempeñaron este acto perfectamente, conservando la aptitud y fuerza necesaria hasta po- co tiempo antes de espirar; y aun hay ciertas enfermedades que au- mentan el vigor y la buena disposición del hombre en este punto; porque como dice Zacchias, ademas de la satiriasis y el priapismo, que causan un deseo desenfrenado é involuntario, parece que hay cierto estado patológico, que poniendo en acción las partes genita- les, excita continuamente un prurito venéreo; tal es el cálculo de los ríñones ó de la vexiga, que aun en medio de los dolores mas vivos no dexa de permitir, y, lo que es mas, de hacer que se ape- tezca el coito, independientemente del prurito involuntario que acompaña esta enfermedad: tales son también la gota y todas las enfermedades artríticas, según refiere el mismo autor, y se com- prueba por la experiencia. Tampoco hay dificultad en creer que ciertas enfermedades mudan de tal suerte las disposiciones primor- diales del cuerpo humano, que después de su terminación se des- vanece de todo punto la impotencia que se habia experimentado anteriormente; y vemos que sucede así muchas veces de resultas de una calentura ardiente, la qual abriendo todos los canales, y dando tono á un sugeto débil y lánguido, le hace después hábil para la generación , aun quando no lo hubiese sido antes de la enfermedad. Avenzoes dice de sí mismo, que no habiendo podido en su moce- dad tener hijos, vio por último cumplidos sus deseos después de IMP 185 haber padecido una calentura ardiente. Zacchias cita también el exemplo que sigue, y dice que se le refirió su amigo Julio Filipe- lli, Médico romano. Un artesano, que vivia en una ciudad de la Humbría, habia estado casado veinte y quatro años sin poder tener hijos; padeció después una enfermedad muy aguda, de la qual lo- gró restablecerse, y el fruto de su convalecencia fué tener un hijo, dando después otras muchas pruebas de haberse destruido la im- potencia que le afligía. Aunque hay muchas enfermedades que no producen la impotencia, hay al contrario otras que traen consigo este efecto; unas porque privan enteramente al hombre de toda fa- cultad, y otras porque hacen que el coito sea un acto peligroso pa- ra la muger. La apoplegía, la parálisis completa, universal ó parcial, con tal que ocupe la parte inferior del tronco, y las extremidades inferio- res, las afecciones comatosas, las grandes hemorragias, y los tifoso calenturas malignas, sincópales, coliquativas y pestilenciales, exclu- yen absolutamente la idea de que el enfermo haya podido exercer el coito en todo el tiempo de su duración. La lepra, las costras ro- xízas y asquerosas (aunqueestén acompañadas de una salacidad muy grande), el mal venéreo, la ocena, la rabia, el furor, la manía y otras que traen consigo el temor de algún peligro, ó causan fasti- dio, debilitan en extremo la presunción de que haya habido coito durante el tiempo de su existencia. La decisión de semejantes qües- tiones suele éer del mayor ínteres, quando se trata, por exemplo, de averiguar si un hijo postumo es legítimo y heredero natural de una persona que se supone en disposición de poder engendrar poco tiempo antes de morir, según una máxima de la glosa, que declara, que el hijo postumo pudo ser engendrado la misma noche en que murió su padre. Impotencia de las mugeres. Se llama impotencia en las mugeres qualquier vicio de las partes genitales que se oponga á la libre intro- ducción del pene. Las mugeres pueden ser impotentes del mismo modo que los hombres, sin ser estériles; y al contrario, pueden ser estériles sin ser impotentes; habiendo algunas que serian fecundas, si se destruyese el vicio de que proviene la impotencia. Es pues in- teresante esta materia, no solo por lo que toca á las qüestiones de Medicina legal, sino también en otros muchos casos para afianzar la felicidad de los que viven en el estado del matrimonio. La impotencia en las mugeres depende de la mala conformación de las partes genitales ó de sus enfermedades; y esta mala confor- mación puede consistir en las partes duras ó en las blandas. Esta im- potencia puede ser igualmente habitual ó accidental; curable ó in- curable ; natural, adquirida y relativa. Se han hallado algunas veces tan estrechas y comprimidas por su TOMO V. AA í86 IMP conformación originaria las partes sexuales de las mugeres, que le- jos de poder servir para el acto de la generación, apenas permitían que se introduxese en ellas el dedo meñique. Este vicio suele de- pender de la misma construcción de la pelvis, quando los huesos del pubis están extraordinariamente deprimidos, y los de la parte inter- na de los muslos se hallan muy inmediatos unos á otros, á lo que pueden añadirse todas las malas conformaciones oseas, y los exós- toses que se originan en estas partes. La causa mas freqüente de la impotencia reside en la estrechez ó compresión de la vagina y de la vulva. Quando la muger es muy joven puede suceder que este vicio sea solamente relativo; y hay motivo para esperar, como he dicho en otra parte, que vaya exe- cutándose la dilatación insensiblemente, en especial si es favorable al efecto la constitución del marido; pero si subsiste esta compre- sión hasta después de los veinte y cinco años, será sumamente difí- cil llegar á vencerla: por lo qual declaró el Papa Gregorio ix, que era una razón legítima para anular el matrimonio. En las obras de Morgagni se encuentran muchos exemplos de esta compresión ex- traordinaria é insuperable. Algunas veces se verifica la compresión no solo en la vagina, sino también en la vulva; y asegura Columba que conoció una muger cuyo orificio era tan estrecho, que apenas podia introducirse en él la yema del dedo meñique. Hay también exemplos de haber sido impenetrable el conducto sexual en toda su longitud, no formando mas que una sola masa, sin que procediese esta disposición de alguna enfermedad que se hubiese padecido. Ademas de esta compresión natural hay varias enfermedades de estas partes, que pueden estrecharlas accidentalmente; tales son los tumores y callosidades, las cicatrices que quedan después de la cu- ración de las úlceras venéreas, ó de resultas de las dislaceraciones ocasionadas por un parto difícil y penoso, las excrecencias &c. En todos estos casos, siempre que el mal no esté muy inveterado, se pueden restablecer las cosas en su estado natural, destruyendo las bridas, separando las paredes aglutinadas, y valiéndose de dilata- ciones sucesivas, con tal que la muger lo consienta. El himen presenta algunas veces tanta resistencia, que no es po- sible vencerla con los medios ordinarios, y se hace preciso recurrir á la operación para desempeñar perfectamente las funciones genita- les. (V. imperforacion.) Vicio del clítoris. Algunos autores han mirado la longitud y grueso del clítoris como causa de impotencia, figurándose que la tensión de esta parte podía oponerse al acto del coito en el supues- to de ser mas grueso de lo regular. Pero ademas de que este vicio es sumamente raro en nuestros climas; aun quando fuese excesivo, solo podría perjudicar ai coito de cierta y determinada manera, IMP 187 siendo fácil evitar este daño, como lo observa Carlos Musitano en el libro que escribió de las Enfermedades de las mugeres. Impotencia por causa de enfermedad de las partes genita^ les. Esta impotencia puede ser directa é indirecta. Las enfermeda- des de estas partes, que causan la impotencia directa, son; Ui proci- dencia del útero, ya sea completa ó incompleta, y su inversión in- curable; la hernia y la procidencia de la vagina quanclo están en el mismo caso; los pólipos, las úlceras de las partes sexuales si son incu^ rabies, sórdidas, fétidas, cancrosas, venéreas &c, Estas enfermeda- des presentan ordinariamente un obstáculo insuperable en el acto del coito, en tanto grado, que me ha sucedido mas de una vez no po- der introducir el dedo en las partes sexuales sin causar á la enferma vivísimos dolores. En quanto á las que no ofrecen un obstáculo or- gánico , como las úlceras, es un impedimento tan competente como el primero el peligro del contagio que traen consigo. Entre las enfermedades que constituyen el estado de impoten- cia indirecta , coloco el mal olor de las narices ó de la boca , los su- dores fétidos, las enfermedades asquerosas de la piel, el escorbuto, el mal venéreo, aunque no sea tópico, las flores blancas inmodera- das , y algunos otros fluxos (de que se tratará en los artículos corres- pondientes), los quales producen tal fastidio, que son capaces de abatir al hombre mas determinado. De las señales equívocas de la lúe venérea. Antes de inter- narme mas en esta materia, me parece que se debe hacer una obser- vación importante. El mal venéreo es sin disputa una de las razones mas poderosas de repudio, porque ademas de acreditar una conduc- ta desarreglada, constituye en el estado de impotencia indirecta , á causa del peligro que la acompaña. Sin embargo, no debemos deci- dirnos ligeramente por algunas señales, que al parecer manifiestan la existencia de este vicio, y con todo eso pueden ser falaces: supues- to que en el tratado de las enfermedades de la piel, escrito por el célebre Lorry, vemos varios exemplos de personas muy castas atacadas de úlceras escamosas y de un fluxo seroso en las partes ge- nitales de uno y otro sexo, que por su consistencia y color era se- mejante á una gonorrea verdadera, yo puedo asegurar que he ob- servado lo mismo en algunas personas de la mejor moral, y de una piedad sólida, las quales padecían de padres á hijos un fluxo abun- dante, de color algo amarillo, que no causaba la menor alteración en la salud, ni era contagioso. Por consiguiente, si no hubiese mas razones que la mala conducta y el contagio para formar la deman- da de repudio, convendría ante todas cosas atender á la moralidad del sugeto, y hacer que se examinase su constitución física por per- sonas inteligentes y de larga experiencia, las quales deberian asegu- rarse de si existe ó no la enfermedad venérea, teniendo presentes i88 INA sus señales características, de las que no haré mención en esta obra, porque los libros que tratan de esta parte de la Medicina andan en manos de todo el mundo." IMPRESIÓN. (Fisiol.) Se da este nombre á las maneras de ser, ó á ciertas afecciones físicas y morales de que se hace mención en los artículos sentidos y pasiones. INACCIÓN. (Hig.) [La inacción, la falta de exercicio, la vida sedentaria y la indolencia producen generalmente unos mismos efectos, esto es, la relaxacion, el entorpecimiento de los sólidos, el espesamiento de los líquidos, y la inactitud de los órganos para exercer sus funciones particulares. Los temperamentos flemáticos y pituitosos suelen tener generalmente este derecto; se habitúan fácil- mente á la inacción y á la dexadez, gustan de estar sentados, y huyen de toda especie de exercicio. El juego y movimiento de las diferentes partes de aquellas personas no están en actitud de facili- tar las secreciones y las excreciones; su cuerpo está sobrecargado de gordura, y los humores sobrantes se fixan donde no debieran estar. De esta detención provienen los infartos y las obstrucciones en las di- versas visceras del vientre; y también las enfermedades del estómago, las de los nervios y las del cutis. Claro está que si la transpiración no se hace como en las personas que hacen exercicio será una de las causas mas terribles de los males que sobrevendrán; el defecto de esta función tan habitual y tan familiar á la naturaleza, es tal vez de todas las causas de enfermedades la que ataca con mas vigor; para libertarse de ella no hay otro medio que evitar la inacción, la ociosidad ó la vida sedentaria. Las personas del temperamento que hemos indicado, y lo mismo los literatos, deben evitar la inacción. Las mugeres tienen menos que temer, pues la naturaleza les ha dota- do de una excreción arreglada, y una especie de movilidad física y moral mayor que la de los hombres; fácilmente les hace impresión' la alegría ó la tristeza, y esta susceptibilidad puede hasta cierto punto suplir el exercicio activo que necesitan los hombres. Sin em- bargo , es menester que anden por su casa, y que se ocupen algo mas en las cosas caseras de lo que acostumbran las señoras, si no quie- ren exponerse á las desgracias, que se siguen necesariamente á la pol- tronería de las camas y sofás. ] INANICIÓN. (Hig.) [La inanición es un estado de aniqui- lamiento , de abatimiento y de debilidad causado por la falta de alimento, pues proviene del latino inanire, que significa vaciar. Quando la inanición es momentánea, el remedio es muy fácil; pe- ro quando viene de lejos, quando proviene de una gran miseria, o de otras causas violentas, es menester ir poco á poco restaurando las fuerzas para evitar los inconvenientes que podría traer un reme- dio demasiado pronto..] INC ,89 , INCINDENTES. (Mat. Méd.) Se llaman incindentes ó inci- sivos en la Materia Médica unos medicamentos á quienes se atribu- ye la propiedad de atenuar, dividir, y fundir los humores espesos cuajados y coagulados, que según suponemos, tapan algunos órde- nes de vasos, produciendo por esta causa obstrucciones y ©tros vanos obstáculos al movimiento regular de los líquidos. Los in- cindentes son en el orden terapéutico ó en la teoría general de Ja acción medicamentosa unos medicamentos mas enérgicos y mas ac- tivos que los simples aperitivos. Su acción es mas fuerte y mas peí netrante; funden sin duda mejor los humores espesos en las obstruc"- cíones &c, y excitan en los sólidos oscilaciones mas vivas y mas re pendas. Generalmente tienen un sabor mas fuerte; y como se ha observado que destruyen con mas facilidad y prontitud las obs- trucciones y los infartos de las visceras del vientre, se les ha ilamj do desobstruentes y desopilativos. Las principales substancias que pertenecen á esta clase de medí camentos son el agua de cal, los álcalis fixos, el amoniaco,, los azu- fres y los hidrosulfuretos alcalinos; mayormente el hidrosulfureto amoniaco, las sales amargas, el sulfate de sosa, el muríate de amo- niaco, el muríate calcáreo, el muríate de barita, el sulfate y el muríate de magnesia, el muriate de sosa, el acetite de potasa el acetite de sosa, las tinturas de marte, ó las disoluciones de hierro en los ácidos, y los álcalis mezclados con el alcohol, el xabon me dicinal, el xabon de Estarkei, las aguas sulfúricas, las aguas aci duladas; y entre los vegetales se encuentran especialmente en este orden la cebolla albarrana ó escila, el rábano, el colchico la co clearia, la becabunga y el menianthus trifoliata ó trébol aquático" Comunmente se cree que estos medicamentos obran estimulan- do las fibras del estómago y de los intestinos; que la irritación que" producen aumentan el movimiento de sus membranas, las que to- man una reacción mas fuerte sobre los humores que la circundan" de ahí proviene que los incindentes obran algunas veces como pUr * gantes quando encuentran saburras viscosas ó fluidos glutinosos en las primeras vias. Varios Médicos piensan que esta acción sobre el estomago basta para dar una idea del modo con que estos medica- mentos atenúan y dividen los humores espesados, y que su princi- pal agente es la irritación de aquella viscera propagada hasta los vasos. Sin embargo es innegable que una parte de las substancias activas y estimulantes, que constituyen los incindentes, ha de pasar al sistema vascular en razón de su solubilidad y de la finura de su moléculas. A lo menos, de estas consideraciones se sigue que los in- cindentes tienen tres acciones muy distintas, de lo que parece d " pender la mutación que producen en los líquidos demasiado espesa" dos. La primera es la irritación de las membranas del estómago y i9o INC de los intestinos; la segunda la irritación de las paredes, de los va- sos linfáticos, de las arterías y de las venas; la tercera la disolución y la atenuación de los humores, á cuyo torrente van á parar. Por consiguiente es claro que deben ser cálidos al mismo tiempo que di- viden los humores, y es claro también que en la doctrína de Brown son unos esténicos, que aumentan mas ó menos la excitabilidad del sistema, y por consiguiente el movimiento de los sólidos y de los fluidos. Estos medicamentos están indicados, y se emplean ventajosa- mente en los infartos y obstrucciones de las visceras del vientre, en las saburras viscosas de las primeras vias, en las afecciones que pro- vienen de la inercia de la bilis, en las hipocondriacas, en la hidro- pesía acompañada de espesura de humores, y debilidad de tes fibras musculares y vasculares, en el fluxo blanco, en el reumatismo, en las enfermedades eruptivas crónicas, en las que provienen del espe- sor y detención de la linfa, en la traquiarteria y en los bronquios, en los tumores frios de las visceras glandulosas, en las glándulas linfáticas, en los lamparones &c. Pueden ser dañosos siempre que los humores sean muy acres, y la fibra muy irritable, tirante ^ seca, siempre que haya dolor, y que los líquidos tengan una diátesis mas ó menos próxima á la inflamación; por consiguiente estos remedios no deben mirarse como indiferentes en sí mismos. Casi siempre se dan disueltos en agua, ó unidos con los simples aperitivos, ó con xugos de plantas xabonosas. Se principian á dar en pequeña dosis, y luego se va aumentando esta por grados hasta que hacen el efecto que se desea; pero es preciso examinar con atención estos efectos, y tener mucho cuidado que no enflaquezcan los enfermos antes de calmar los males contra los quales se destinan. Los remedios que se oponen á los incindentes son los laxantes, los emolientes, los inviscantes, los calmantes, los narcóticos y los di- luyentes. F. INCINERACIÓN. (Mat. Méd. y Farm) En el arte de pre- parar los medicamentos la operación que se conoce con el nombre de incineración suele ser bastante útil, y es un cierto proceder quí- mico y farmacéutico, por el qual se reducen á cenizas algunas mate- rias vegetales y animales quando están secas ó hechas carbón por una descomposición preliminar. En general es el arte de reducir á cenizas varias substancias, para separar y obtener las materias sali- nas fixas que quedan después de la descomposición completa de las substancias vegetales y animales. Desde que los conocimientos quí- micos mas exactos han perfeccionado los procederes farmacéuticos, se sabe que esta operación no puede suministrar sino muy pocos álcalis fixos, particularmente de potasa , algunas veces de sosa, com- binados con el ácido carbónico, y mezclados de sales mas ó menos INC 191 abundantes, sales amargas, purgantes, incindentes, aperitivos, mez- clas de sales terrosas, insípidas, inactivas, y oxides metálicos. Co- mo estas mezclas son varias y de distinta naturaleza y propiedades, los hombres ilustrados no suelen emplear estos medicamentos, y no se suele usar la incineración sino para algunas preparaciones preli- minares de Farmacia, útiles para preparar los álcalis ó las sales que se purifican después. Ext. de F. INCISIÓN. (Cir.) * Con esta voz expresamos generalmente una operación por la qual dividimos la continuidad de las partes con un instrumento cortante. Se hacen incisiones para evacuar la materia contenida en un depósito purulento (V. absceso.); se ha- cen agrandar las heridas, extirpar las callosidades de las úlceras y de las fístulas ( V. herida, úlcera y fístula.) ; se hacen para ex- traer los cuerpos extraños ó reputados por tales (V. operación cesárea.) ; se hacen para cortar algún miembro ó para separar lo que está unido contra el orden de la naturaleza (V. amputación e imperforacion.) Últimamente se hacen también para reducir las partes que están fuera de su lugar. (V. reducción.) Las incisio- nes se diferencian en su magnitud , en su situación, en la dirección que les damos, y en la naturaleza de las partes que dividimos; re- lativamente á su dirección las solemos llamar longitudinales, obli- qüas ó transversales, circulares cruciales, triangulares en forma de V, deT&c. El punto esencial en la abertura de los abscesos está en hacer to« (do lo posible para dar salida á las materias, de modo que corran fácil y completamente, pues el pus detenido se hace todavía mas nocivo en un absceso quando el ayre se introduce por la abertura mal hecha, si la situación del absceso no permite abrirlo de modo que las materias puedan correr por sí solas: hay casos en que se su- ple aquel defecto por medio de una contra-abertura. Para hacerla se detiene de una cura á otra la materia en el foco del absceso ta- pando metódicamente el agujero, y aplicándole un vendaje que com- prime sin apretar: la fluctuación podrá indicar entonces el parage donde el pus se presenta mas hacia la superficie. Quando el sitio en que debe hacerse la contra-abertura corresponde directamente á la primera incisión, se pueden levantar los tegumentos por medio de una tienta, y penetrar en el foco á la extremidad de aquella tienta. La contra-abertura puede hacerse también de dentro afuera con un trocar particular destinado para aquella operación. Las incisiones deben usarse lo menos que sea posible, no practicándolas de nin- gún modo sino en una necesidad demostrada. La extracción de los cuerpos extraños, y la abertura de los abscesos, exigen gran conocimiento de la Anatomía, porque los ca- sos que exigen estas operaciones están sujetos á una infinidad de i9» INC variaciones, y es impo.ible que haya un método fixo para cada csso particular: la prudencia y el saber son los que de concierto han de llevar la mano del facultativo: las luces de este son las que dirigen el instrumento con la precisión y firmeza necesaria para no hacer sino lo que se debe, cortando á propósito y con conocimiento de causa las partes que conviene respetar; pocas son las operaciones que no exijan ninguna incisión, y para cada una de ellas hay sus re- glas particulares. Las inflamaciones y_ las hinchazones considerables que amenazan la gangrena de un miembro no provienen muchas veces de otra cosa que de la estranguladon ó compresión causada por algunas fibras aponeuróticas, cuya cesión haría que terminasen todos los accidentes. (V. gangrena.) Las incisiones que se hacen superfi- cialmente para procurar el desinfarto de las partes edematosas, se lla- man escoriaciones ó incisiones leves: si penetran en el cuerpo grasoso, tal como las hacemos en los infartos sanguíneos que amenazan una extinción del principio vital como en la gangrena, las llamamos esca- rificadones; finalmente damos el nombre de sajaduras á las incisiones profundas que penetran á veces hasta el hueso como en el esfacelo. * INCISIVOS, (dientes) (Anat.) (V. dientes.) INCONTINENCIA DE ORINA. (V. el genero xxvi déla clase de fluxos.) „„,»,, ji i INCRASANTES. (Mat. Med.) Los humores del cuerpo hu- mano adquieren en varias enfermedades crónicas un grado de fluidez muy considerable, que los hace incapaces de llenar las funciones pa- ra que están destinados. Esta fluidez, que no es natural, se verifica casi siempre por la acción de un virus que ha alterado su naturaleza, y á veces de resultas de algunas evacuaciones excesivas, ó por fal- ta de reparación. En estos casos nos valemos de todos los re- medios susceptibles de mudar aquella disposición morbífica de los fluidos, y darles el grado de consistencia necesaria para el manteni- miento de la vida y de la salud. Los medicamentos que tienen esta propiedad son los que llamamos incrasantes, y por la mayor parte son materias que contienen un mucilago abundante, muy disoluble en el agua , y muy mezclable con nuestros humores. Este mucilago, introducido en los vasos con el quilo, se va espesando poco á poco por la reacción de sus túnicas, y por la disipación de su parte mas fluida que sigue á aquella reacción. La espesura y la consistencia se comunican inmediatamente á todos los fluidos, y tanto la linfa co- mo la sangre recobran por su efecto la qualidad concrescible que ha- bian perdido. Aunque hemos indicado la mayor parte de los incra- santes en el artículo de los laxantes, los pondremos en este, sin em- bargo, para que se vea el conjunto de ellos. Los incrasantes mas co« muñes y conocidos son las raices de malva , de malvavisco, de con- suelda , de orozuz y de patatas; todas las hojas oleáceas, y particu- IND 193 lamiente las de acelga, de verdolaga y de lechuga; las almendras, los piñones y los pistachos; las pipas de melón; la semilla de pepinos, de adormideras, de cacao, de lino, de mijo, de cebada, de avena y de arroz; las harinas preparadas , la sémola, los fideos, la harina de patatas, las gomas arábiga y de tragacanto, la leche de vaca y de burra, las linazas, y últimamente la raspadura de marfil y de asta de ciervo. Se ve claramente que estos medicamentos pertenecen al mismo tiempo á los laxantes y á los dulcificantes, y que llenan todas tres indicaciones á un tiempo con muy buen éxito, por hallarse reunidas muchas veces la sequedad y la acrimonia en los mas de los casos en que los incrasantes se hallan indicados. También son calmantes, quan- do la acrimonia de los humores es la causa de los insomnios y los dolores. Los incrasantes tienen uso al fin de las enfermedades cró- nicas dependientes de un virus que ha sido destruido, en la mayor parte de las afecciones del pecho, mayormente de aquellas que pro- vienen del retroceso de algún humor acre, en los catarros acompa- ñados de acrimonia , en los excesivos sudores y fluxos de orina, y después de las evacuaciones sanguíneas inmoderadas, tales como las hemorragias ó los fluxos. Quando estos remedios prueban bien á los enfermos, recobran muy pronto las fuerzas y la robustez: si al contrario continúan en estar débiles; si el estómago no puede digerir aquellos alimentos me- dicamentosos , debemos ó renunciar su uso, ó asociarles algunos lige- ros tónicos que los hagan mas provechosos. No se debe insistir mu- cho tiempo en el uso de ellos si el estómago los resiste. El mejor modo de llenar la indicación de espesar los líquidos, es prescribir el uso continuado de los alimentos harinosos, de las gramíneas por todo alimento , evitando los que pudieran oponerse á su efecto, ta- les como los alimentos acres, salados, picantes, el vino y toda cla- se de licor espirituoso. Los Médicos instruidos saben que en las en- fermedades crónicas la naturaleza de los alimentos y el uso de las seis cosas no naturales apropiadas al género del mal, son los medios que merecen mayor confianza, y que deben ser preferidos á todos los demás. F. INCUBO. (Med.) Se da este nombre también al efaltes. (V. el género primero de la clase de anhelaciones.) INDEX. (dedo) Se da este nombre y el de indicador á uno de los dedos de la mano. (V. dedos.) INDICACIÓN. (Med. Pract.) [La indicación en el len- guage de la Medicina es la reunión de los signos que demues- tran ó indican lo que se debe hacer: ó bien es el conocimien- to del estado de una persona que nos hace escoger los medios que debemos emplear ó para curar las enfermedades que padece, ó á lo TOMO V. BB menos para moderar sus síntomas. El Médico debe saber primera- mente lo que ha de mudar en el enfermo, y luego de qué medios ha de valerse para conseguirlo: por consiguiente ha de conocer los efectos que resultan de su aplicación: cosas que ha de ver por unos signos tan sensibles, ó por unos raciocinios tan seguros, que descu- bra á un mismo tiempo la acción que busca, y los socorros que se la pueden facilitar. Estos signos, sean quales fueren, que se perciben en el enfermo, y sirven de gobierno al Médico, se llaman indicantes, indicantia. La cosa que indica toma el nombre de indicación, in- dicatio; y la que debe hacerse es la cosa indicada, indicata: la indicación es, según esto, el conocimiento de lo que indica, ó de las cosas que deben hacerse inmediatamente, ó luego á su tiempo, se- gún el conocimiento de lo que indica. Hay tres especies de indicaciones; la profiláctica ó preservativa, la curativa y la paliativa: la primera se dirige á la conservación de la salud, evitando los males que podrían venir: la indicación cura- tiva enseña á curarla; y la paliativa ó mitigativa indica los medio de moderar los síntomas demasiado violentos. ] INDICACIONES. (Mat. Méd.) Para conocer bien las diver- sas indicaciones que se presentan en las enfermedades, es necesario considerar sus diferencias generales. Se suelen dividir en indicaciones racionales, empíricas, y empírico-racionales; en indicaciones sim- ples, compuestas, complicadas, semejantes, opuestas ó contradicto- rias ; finalmente , en indicaciones conservativas, preservativas, cura- tivas y paliativas. Aunque estas denominaciones á primera vista pa- recen minuciosas, sin embargo son de mucha utilidad para los que se dedican á la Medicina; y esta distinción es la que debe guiar sus primeros pasos en la práctica de esta ciencia. Por indicación racional se entiende aquella que descubre la ra- zón y la reflexión, ó aquella cuya relación existente entre el indi- cante y el indicado está sujeta al raciocinio. Así quando las fibras de un enfermo están manifiestamente estiradas, cuya tensión está anunciada por signos positivos, la indicación de acudir á los laxantes capaces de destruir aquella tensión que no es natural, es enteramente racional. Las indicaciones de esta especie son las que siempre deben guiar en la práctica de la Medicina, y en esto se conoce el verdader ro Médico. La indicación empírica es opuesta á la precedente, y no consis- te sino en aplicar tal remedio á tal caso, porque la experiencia ha manifestado sus buenos efectos, sin examinar el modo conque obra el medicamento, ni la naturaleza particular del mal á que se aplica. Este modo de curar, que excluye todo raciocinio, y cuya inven- ción se atribuye á Serapion, pertenece á una secta que llamaban Em- pírica , famosa en otro tiempo, y despreciada hoy dia. Sus partida- IND 195 rios desechaban toda teoría; no exigian mas que memoria, y funda- ban toda su ciencia en la comparación recíproca de las enfermeda- des, y en el conocimiento de lo que habia salido bien una vez. Los Médicos modernos tienen bastante ilustración para no admitir seme- jante modo de curar, y la indicación puramente empírica está reser- vada únicamente á los curanderos. Es preciso observar que aun en este tiempo la idea que se tiene vulgarmente del arte de curar no se aparta mucho de la indicación empírica: los mas de los hombres no tienen mas idea sino que á tal enfermedad se aplica tal remedio, manía que ha producido el furor que tienen todos los hombres de aconsejar remedios, y de la qual ha nacido aquel refrán, que de Médico y loco todos tienen un poco. Hay otra indicación compuesta, por decirlo así, de las dos pri- meras, y es laque llamamos empírico-racional, la qual no consiste sino en la aplicación de un remedio, cuya utilidad conocemos en tal ó tal afección, sin conocer á punto fixo la relación entre el mal y el medicamento. Aunque esta á primera vista parece que pertene- ce al'puro empirismo, se diferencia de él, sin embargo en que se halla aclarada por muchos conocimientos accesorios sobre la natu- raleza del remedio, sobre su energía, su diversa administración y su dosis relativa á la edad, al sexo, al temperamento y á todas las de- mas circunstancias en que se puede hallar un enfermo. Por este prin- cipio se aplica el mercurio á las enfermedades venéreas: es cierto que se ignora todavía su verdadero modo de obrar sobre el virus que destruye; pero conocemos sin embargo su propiedad incindente, iiquN dante &c. Se han observado sus efectos generales: últimamente, el raciocinio, ayudado de la experiencia, nos ha enseñado el modo de darlo con todas las precauciones necesarias para evitar las malas con- seqüencias y apropiar su acción á todas las circunstancias que pue- dan presentarse. La misma observación haremos sobre la quina: si no se conoce exactamente qual es la causa de su propiedad febrífu- ga, y la relación que hay entre la intermitencia regular de las calen- turas y su virtud antipútrida , sabemos sin embargo que es un tónico amargo, astringente, antiséptico: se han examinado sus efectos en muchos casos; y su administración es hoy en dia tan ilustrada y tan cierta, como la de los remedios indicados racionalmente. La Indicación simple es la que existe sola, como por exemplo, quando en las fibras no hay otro vicio que la sequedad, en cuyo ca- so basta humedecerlas. Pero es muy raro el que no se presente mas que una indicación; casi siempre se presentan dos ó mas juntas; asi es que á la sequedad suelen siempre acompañar la tensión y el es- pasmo. Esto es lo que llamamos indicaciones compuestas o reuni- das. Se llaman complicadas, quando son muchas las que se presentan en una misma enfermedad: hay muchos casos en que á un mismo 196 IND tiempo se deben suavizar los humores, disminuir su viscosidad, cal- mar el espasmo, producir evacuaciones , mitigar el dolor, facilitar el sueño y mantener las fuerzas. Estas indicaciones complican el mé- todo curativo, y su complicación exige las fórmulas y medicamen- tos compuestos: sin embargo debemos observar que muchas veces con uno ó dos medicamentos se pueden llenar todas ó aquellas indi- caciones , y la habilidad del facultativo consiste en oponerse á los males multiplicados con remedios simples pocos en número, y cuyas diferentes propiedades llenen el objeto deseado. Quando se presentan varias indicaciones á un tiempo , como su- cede casi siempre, según acabamos de decir, ó son análogas ó se- mejantes entre sí, ó bien opuestas y contradictorias. Quando las fi- bras están secas y estiradas, estas dos indicaciones, esto es, la se- quedad y la tensión, son análogas, el agua y qualquiera remedio aquoso y dlluente las llena á un mismo tiempo. Las indicaciones opuestas ó contradictorias existen quando un medicamento, que se ha hecho necesario por la naturaleza de un sín- toma morbífico, es perjudicial por razón de otro síntoma. Así por exemplo los calmantes hinóticos ó paregóricos se hallan indicados muchas veces por la presencia de un dolor vivo ó del insomnio, al mismo tiempo que estos remedios pueden ser nocivos suprimiendo algunas evacuaciones útiles que acompañan aquellos síntomas, como lo hacen casi siempre aun los narcóticos mas leves. La indicación que se opone á otra se llama también contraindicación. Finalmente, la distinción mas importante de las indicaciones, y sobre la que ha insistido mucho en sus instituciones el gran Boer- haave es conservativa, preservativa, curativa y paliativa. La indi- cación conservativa comprehende la necesidad de mantener las fun- ciones animales y la fuerza de la vida. Boerhaave la llama también indicación vital, y es la que prescribe el alimento ó la dieta de los enfermos, y el uso necesario de los cordiales quando no se les pue- de alimentar por los medios acostumbrados. Los antiguos hacían mu- cho caso de esta parte de la Medicina práctica, á la qual los Médi- cos particulares se aplicaban únicamente. La indicación preservativa ó profiláctica se dirige á destruir la causa de las enfermedades presentes, y á evitar las que podrían ve- nir. El uso bien entendido de lo que llamamos las seis cosas no na- turales llena la profiláctica general, esto es, el arte de oponerse al nacimiento de todas las enfermedades. La profiláctica particular se di- rige á preservar de tal ó tal enfermedad , y se diferencia según la na- turaleza del mal que se pretende evitar: en las enfermedades contagio- sas, por exemplo, tales como la peste, las viruelas, la miliar &c. el mejor profiláctico es sin duda ninguna evitar todos los medios de contagio,. renunciando el trato de ios enfermos, y apartándose de IND 197 todo lo que ha tenido contacto ó relación inmediata con ellos. Al- gunos autores, tales como Boerhaave y Astruc definen y conciben de otro modo la indicación preservativa ó profiláctica, aplicándola generalmente á la destrucción de la causa de las enfermedades ya existentes, en lugar que nosotros no la presentamos aquí sino res- pecto á la causa de las enfermedades que no existen todavía. De aquella definición inferían que la indicación profiláctica debe seguir- se en todas las enfermedades. La indicación curativa consiste en la misma curación de la enfermedad, y también se llama indicación terapéutica. La indicación paliativa es la que presentan los síntomas mas ó menos temibles que sobrevienen en una enfermedad, y que necesariamente han de calmarse antes que pensemos en destruir la causa ó la misma enfermedad: el gran dolor de cabeza, los calofríos violentos y las convulsiones son unos síntomas urgentes de las ca- lenturas, que debemos hacer cesar muchas veces antes de ocuparnos en la causa de aquellas enfermedades. Según lo que hemos dicho, en qualquiera enfermedad el Médi- co debe atender: i.° á conservar y mantener las fuerzas del enfer- mo con una dieta adequada: 2° á calmar los síntomas peligrosos que se presentan: 3.0 á curar la misma enfermedad: 4.0 por fin á destruir enteramente su causa. Se debe advertir que estas dos últi- mas indicaciones se confunden muchas veces en una misma, pues es raro que quitada la causa del mal este subsista todavía. F. INDICANTE. (Med.) [El signo indicante es en Medicina lo que nos da á conocer el estado de una persona mala ó enferma. Por exemplo, la integridad de las funciones, tanto naturales como vitales y animales, es un signo indicante de la salud. El color lívi- do de una parte, la insensibilidad, las flictenas y el olor cadaveroso, son los signos indicantes de la gangrena ó el esfacelo. La elevación del vientre y la fluctuación indican la ascitis &c. ] INDÍGENOS. (Mat. Méd.) La Materia Médica llama indí- genas las substancias del país en que se usa la Medicina, y que pue- den servir de medicamentos. Aunque varios Médicos han pensado que la naturaleza ha puesto siempre el remedio al lado del mal, y que cada pais tiene los medicamentos apropiados á los males que se manifiestan en él; es todavía problemático si cada pais tiene los re- medios capaces de satisfacer á todas las indicaciones que se presen- tan en las enfermedades. El miedo ó la muerte, el deseo de curar tan natural al hombre, la insaciable curiosidad , la esperanza de ha- llar en otra parte lo que parece que nos falta, y los prodigiosos efectos de algunas substancias extrañas al suelo de Europa, tales como la quina, la ipecacuana &c., han acreditado y arraygado de tal modo la opinión, ó tal vez la preocupación, á favor de una mul- titud de remedios traidos de América, de Asia ó de África para las 198 INF enfermedades europeas, que ni las luces de nuestro siglo ni de las que vengan después, podrán acaso destruirlas. Sin embargo, un pais que á un mismo tiempo se ve privado de mercurio, de quina, de ipecacuana y de opio, se puede muy bien sospechar que no tendrá substancias capaces de reemplazar aquellas, ó á lo menos si las tiene son todavía desconocidas al arte; y para hallarlas se necesitan mu- chas mas luces de las que tenemos: lo que podemos decir positiva- mente es que exceptuando un corto número de remedios extrange- ros, cuyas grandes virtudes no podemos negar, y sería muy ridículo desechar mientras no tengamos substancias indígenas que puedan suplirlas, conviene que nos sirvamos de las materias que cada suelo da de sí, y que no nos excedamos en el amor de los medicamentos exóticos. F. INDIGESTIÓN. (V. dispepsia.) INDIGESTO. (Hig.) Se da este epíteto á todo alimento que es de mala qualidad, y que puede incomodar á los que le usan por ser de difícil digestión. (V. alimentos y digestión.) INDISPOSICIÓN. (Med.) [Se da este nombre á aquel esta- do de incomodidad en que no se goza de una salud completa, espe- cialmente quando principia alguna enfermedad. Este signo pre- cursor debe ser un aviso, ya sea para prescribir un régimen con- veniente, ó emplear algunos remedios preservativos que sirvan, si- no á cortar la enfermedad, á lo menos para disminuir la intensidad de los síntomas, como por exemplo, un vomitivo quando se ma- nifiesta saburra, ó una sangría en caso de plenitud ó indicios de apoplegía &c.; pero por desgracia se suelen despreciar las indispo- siciones, dando lugar á que se presenten los síntomas con mas fuer- za , por no haberlos atacado en los primeros períodos de la enfer- medad que es sin duda la indisposición. ] INDOLENTE, INDOLENCIA. Estas voces tienen dos acep- ciones , una física y otra moral: la primera manifiesta que ciertas partes carecen de sensibilidad (V. este artículo.), y la segunda la apatía ó dexadez que tienen los de temperamento linfático, á quie- nes suele acompañarles la indolencia moral. (V. temperamentos.) INERCIA. (Med.) Se usa esta voz en Medicina para expresar el estado débil ó la falta de fuerzas vitales, de las fibras, las visce- ras de la máquina humana &c., constituyendo varias enfermeda- des. (V. la clase de debilidades.) INFANTICIDIO. (Med. legal.) Llámase infanticidio á la muerte violenta de un niño, en el acto de nacer, ó después de ha- ber nacido. Las causas que los suelen motivar son: una manía me- lancólica de la madre: el oprobio, ó la pena que en otro tiempo se imponía á las que estaban embarazadas ilícitamente, por no haber una casa pública destinada para que pariesen las indigentes &c., ó INF 199 porque no se impone una estrecha obligación á las comadres para que asistan con sigilo á semejantes mugeres; la falta también de casa de expósitos. Se hace la inspección legal del infanticidio: 1.° si el niño se encuentra muerto : 2.0 quando hay indicios, ó quien dice que le han dado muerte violenta. La señal primaria de haber nacido vivo el niño es si el pulmón nada en suficiente cantidad de agua pura, y muerto si al contrario. Pero en uno y otro caso es circunstancia precisa que los pulmones estén sanos, y sin haber padecido altera- ción. Exceptuándose de esta regla las condiciones siguientes: i.° na- dan los pulmones en el agua, aunque el niño haya nacido muerto, si la comadre ú otra persona le sopló ó echó ayre en la boca; y también si los pulmones han adquirido alguna putrefacción: 2.0 no nadan los pulmones en el agua, aunque el niño haya vivido después de nacer, si los pulmones están escirrosos, si están llenos de sangre ó moco, ó inflamados ó pútridos, ó si hay algún daño en la aber- tura por donde sale el ayre, ó si los pulmones están totalmente destruidos. Finalmente algunas veces nada una parte del pulmón , y la otra no. Porque si hay alguna porción de él endurecida, tubercu- losa ó inflamada , esta se va á fondo; pero si hay alguna que se haya dilatado, ó por medio de la respiración natural, ó por haberla echado ayre artificialmente, esta nadará. Todo esto se conoce fá- cilmente con la inspección ocular de los pulmones; pero es muy di- fícil distinguir quando nadan los pulmones por haber respirado na- turalmente , ó por haber echado ayre la comadre, ó quando nadan por putrefacción. Las señales que manifiestan que los pulmones nadan porque es- tan pútridos, y por consiguiente que el niño nació muerto , son: i.° estar el cuerpo blando y floxo, y el cutis de color amarillo: 2.0 si hay algunas impresiones ú hoyos en el cráneo, ú otra parte sin equi- mosis: 3.0 si hay señales manifiestas de putrefacción , como la repa- ración de la cuticula con el cutis, y el olor cadaveroso: 4.0 el esta- do morboso de las secundinas, y los pliegues que hace el abdomen junto al cordón umbilical: 5.0 la situación y hábito de los pulmones, que se ocultan hacia el dorso, no cubren el corazón, y están muy encendidos: 6.° haber un ayre en forma de ampollas, contenido debaxo de la membrana exterior de los pulmones, adonde no llega el ayre que entra, ni por la respiración ni por la inflación: 7.0 si este ayre se escapa fácilmente abriendo las ampollas, y aquellos pe- dazos que antes nadaban se hacen mas pesados que el agua: 8.° tam- bién quando el ayre que es producto de la putrefacción, no está contenido debaxo de la membrana exterior , sino dentro de la misma substancia del pulmón, si este se abre y comprime levemente, suelta pronto el ayre, y se va al fondo; y así por esta señal se pueden distinguir los pedazos de pulmón que nadan por putrefacción de 200 INF los que nadan por haber respirado, pues estos retienen tenazmente el ayre que recibieron en sus vexiguillas: 9.0 á esto se agrega otra señal para saber quando los pulmones nadan por putrefacción; pues en este caso nadan también otras visceras, como el hígado, bazo, ríñones &c.; pero estas es menester que padezcan mucho mas tiem- po la putrefacción para que naden que los pulmones, porque tienen una textura mas fuerte. Hasta ahora no hay señales que decisivamente manifiesten quan- do los pulmones nadan por la inflación artificial, y así la declaración no puede ser decisiva. Tampoco indica nada cierto (como algunos querian) el hallarse vacía la vexiga de la orina para saber que el ni- ño vivió después de nacer, ni tampoco el peso del pulmón relativo al cuerpo del niño que respiró naturalmente, y del que fué arti- ficial la respiración. Tampoco se encuentran señales en el cadáver que manifiesten que el niño vivió algún tiempo después de nacer sin respirar. Señales de infanticidio por herida ó contusión. Los infantici- das suelen quitar comunmente la vida á los recien nacidos de dos modos, á saber, con herida visible y manifiesta, ó por medio de una puntura invisible. La herida visible, que por lo regular los de- güella , se conoce fácilmente á la simple vista. Quando se corta la cabeza en un parto difícil, lo puede declarar la comadre, valién- dose también de las señales de haber nacido muerto el niño. Con herida visible. Algunos han quitado la vida á los recien nacidos perforándolos la cabeza, ó con un punzón agudo, ó con una aguja larga puesta al tiempo del parto en la vagina. Otros con una aguja muy larga los perforan la fontanela, ó se la meten por las narices hasta que llega al celebro. Otros los meten dicha aguja por el intes- tino recto, y así quitan la vida á los inocentes. A estas punturas so- breviene la muerte unas veces pronto, otras mas tarde, y solo se puede distinguir esta muerte por el examen del cadáver; y así es que en la inspección legal se deben examinar con mucho cuidado estas partes, y juzgar según y con arreglo á lo que va dicho. Muchas veces los infanticidas quitan la vida á los inocentes ni- ños, comprimiéndolos ó apretándolos las entrañas, la cabeza, el pecho, el vientre, ó todo el cuerpo: 1,° la contusión de la cabeza se conoce por el equimosis de sus tegumentos, por el hundimiento, ó fractura del cráneo, por el derrame de sangre ó serosidad que hay en la cavidad de este, y porque el celebro está inflamado ó puru- lento. Pero quando la cabeza ha estado mucho enclavada en la pel- vis, ó quando se extraxo violentamente con el fórceps, ó quando al tiempo de nacer cayó el niño al suelo por descuido, ó quando na- ció en situación obliqüa, hay unas mismas señales que nazca vivo 6 muerto. En todos estos casos la cabeza está prolongada, lo que no INF 201 hay quando el parto es natural, si después no se hace alguna vio- lencia: 2.0 la contusión del pecho en el niño vivo se conoce por el equimosis de los tegumentos, músculos del pulmón y del corazón, y porque se encuentra sangre derramada en la cavidad del pecho. Quando en el parto se presenta primero el pecho, hay también alguna contusión en este; pero en este caso solo puede nacer si la comadre ó comadrón le mudan la situación, porque estos son los que deben declarar: 3.0 la contusión en el abdomen se conoce también por el equimosis de los tegumentos y los músculos abdominales, porque hay derrame de sangre en la cavidad del vientre, y también suele haberse roto el hígado ó el bazo &c: 4.0 la contusión de todo el cuerpo. Quando las que crian á los niños suelen cogerlos debaxo estando en la cama, los comprimen todo el cuerpo, y esto se cono- ce: i.° porque todo el cuerpo del niño se encuentra aplanado y com- primido: 2.0 está todo amoratado y magullado; pero se debe dis- tinguir con cuidado la contusión verdadera y la espuria. La verda- dera es una mancha aplomada, en la que separado el cutis, se ve la sangre derramada en las celdillas del texido. La espuria es aque- lla mancha ó lividez de alguna parte, que aunque se separe el cu- tis, no se advierte derrame en la membrana celulosa, y sí la san- gre contenida en sus vasos. La lividez de esta especie es freqüentí- sima en el dorso de los muertos. Se debe distinguir con cuidado si la lividez ó contusión verdadera proviene por haber sido difícil et parto, por plétora, escorbuto ú otra enfermedad pútrida. En este caso pudo el niño haber nacido muerto ó vivo con la contusión. Por esto se debe proceder con cautela en el juicio de la contusión, aunque los pulmones manifiesten que nació vivo. Señales de infanticidio por sofocación. Los reden nacidos no se sofocan tan fácil ni tan prontamente como los adultos, porque aquellos tienen abierto el agujero oval y el canal botal; pero la ex- periencia ha mostrado pueden también morir sofocados. Las muge- res malvadas pueden sofocar á sus hijos de siete modos: 1.° com- primiéndolos el cuello, lo que executan con la mano ó una cuerda: 2.0 tapándolos la boca y narices con la mano, con un lienzo, ó me- tiéndolos algún otro cuerpo en las fauces: 3.0 echándolos encima la ropa de la cama: 4.0 introduciéndolos el vapor del azufre en la bo- ca: 5.0 encerrándolos en una arca ó cubeto: 6.° enterrándolos: 7.0 echándolos en las cloacas ó igriegas. Las señales generales de haber nacido el niño de parto natural, y haberle sofocado después, son: i.° la rubicundez ó lividez de la cara: 2° la lengua prominente é hinchada: 3.0 la traquea llena de un moco seroso, y haber espuma en la boca: 4.0 los pulmones gruesos, lívidos y llenos de sangre: 5.0 las cavidades del lado derecho del corazón, como la aurícula, el seno venoso y el ventrículo derecho llenos de sangre y extendidos: TOMO V. cc 202 INF 6.° la vexiga de la orina comunmente vacía: 7.0 el celebro y las ve- nas yugulares llenas de sangre y muy hinchadas. Pero todas estas señales se observan también en los niños que mueren de alguna en- fermedad interna, como convulsión, dentición, catarro sofocativo, tos convulsiva, y otras semejantes. Por esto á las señales generales de sofocación deben acompañar las especiales; estas son las siguien- tes: i.° la compresión del cuello que se ha hecho con ligadura se conoce por la línea circular rubra ó lívida que se nota en el cuello. Si se ha hecho la compresión con la mano, se conoce por la contu- sión que se nota en la parte anterior del cuello. El niño que en el parto saca primero el pecho, y muere en el parto, tiene también el cuello magullado. Y el que nace con el cordón umbilical rodea- do , ó dado vueltas al cuello, tiene también la línea circular rubra ó lívida que se ha dicho. Pero esto lo declara la comadre ó coma- drón ; y si estos no han asistido al parto, no se puede decidir: 2.0 quando se tapa la boca y narices del niño con la mano, no se pue- de conocer esta muerte por señal alguna, como tampoco se puede conocer quando se le metieron en la boca ó las fauces esponjas y otros cuerpos extraños, si el infanticida tuvo cuidado de sacar estos cuerpos: 3.0 la sofocación que se hace por medio de las ropas suele conocerse porque estas se hallan manchadas de una espuma algo sanguinolenta, que al mismo tiempo se nota en la boca del niño. Pero si se quitan estas ropas, ¿quién ha de conocerlo? 4.0 quando en el niño y sus ropas se nota un fuerte olor de azufre, da sospechas, pero no evidencia de haber sido sofocado por el vapor del azufre: $.° si el niño está encerrado en una arca ó cubeto, hay mucho motivo para sospechar: 6.° igualmente le hay si se halla en- terrado, aunque esto suelen hacerlo (aun con los niños muertos de muerte natural) los pobres por ahorrarse los gastos del entierro: 7.0 muchas mugeres infanticidas suelen arrojar sus hijos á las cloa- cas; pero puede suceder también naturalmente á aquellas mugeres que teniendo la pelvis muy grande, al tiempo de ir á hacer algu- na deposición del vientre, con el estímulo para esta cayga el niño en la cloaca. De lo dicho se deduce quan circunspectos deben ser los profesores en dar dictamen acerca de las especies violentas de sofocación. Señales de infanticidio por haber ahogado al niño. Si se en- cuentra una criatura muerta en un rio ó en un pozo, se ha de indagar: i.° si fué echada viva ó muerta, porque algunas mugeres que han tenido hijos ilegítimos, aunque estos hayan muerto de muerte na- tural, suelen arrojarlos á un rio ó á un pozo por no caer en oprobio: 2.0.se ha de averiguar con qué género de muerte pereció: 3.0 para saber si la criatura fué echada viva ó muerta, es menester hacer la análisis del pulmón, y pueden verse las señales de los ahogados. El INF 203 género de muerte, por los daños que se hallen, podrá determinarse. Señales de infanticidio por no haber atado el cordón umbili- cal. Si á una criatura robusta se la corta el cordón umbilical algunas pulgadas á distancia del ombligo, y no se ata dicho cordón, en- tonces muere por una hemorragia por él; especialmente si se mete á la criatura en un baño caliente, ó si las arterias umbilicales nacen; dé la aorta, ó si se arranca el cordón del ombligo. Aunque no se ate el cordón no sobreviene hemorragia: i.° si el cordón se corta á larga distancia del ombligo: 2.0 si se dexa adherida la placenta al cordón umbilical: 3. si la criatura está muy débil: 4.0 si nace en parage muy frió. Muchas veces perecen los niños de una hemor- ragia umbilical por quedar los vasos muy vacíos; pero sí no hay señales de esto, no sobreviene la muerte, aunque se omita la atadu- ra del cordón. También debe considerarse si el vacío causado en los vasos de la criatura, proviene de haber antecedido una hemorragia uterina. Las señales de haber muerto la criatura de hemorragia um- bilical son: i.° la palidez de cara y todo el cuerpo: 2.0 la falta de sangre en los vasos inmediatos al corazón y sus senos. Y así de- berá examinarse para ver si están vacíos de sangre los senos de la dura-mater , las venas yugulares, la vena cava, las venas meseray- cas, el tronco de la vena porta, las aurículas y ventrículos del co- razón: 3.0 si el cordón umbilical no está atado, ó si está arrancado ó roto cérea del ombligo: 4.0 no haber habido hemorragia uterina antes ni después del parto: 5.0 si se encuentra un derrame de san- gre en cantidad de algunas onzas en las ropas que se hallen cerca de la criatura: 6.° finalmente la análisis pulmonar, que demuestra haber vivido la criatura; pero si en la que no se ató el cordón no se encuentran señales de vacío en los vasos, entonces no se puede de- cir que murió de hemorragia umbilical. Algunas veces las astutas infanticidas atan con cuidado el cordón en la criatura que habla muerto de una hemorragia umbilical, quitan la sangre que habia vertido, y envuelven en lienzos limpios al niño. Se sospecha haberse hecho e'ste fraude si se hallan vacíos los vasos inmediatos al corazón, y si la madre declara no haber tenido hemorragia uterina antes ni en el parto También puede suceder que la criatura nazca muy débil, v muera inmediatamente por haber hemorragia uterina, ó por ha- berse roto el cordón en el acto del parto sin quererlo la madre; en cuyo caso se puede hallar atado el cordón, y los vasos no obs- tante estarán vacíos. . . Señales de infanticidio por fno. Las criaturas recién nacidas mueren muchas veces dexándolas por la noche (especialmente en tiempo frió) en las calles ó plazas públicas. Esto se conoce por la rigidez de todo el cuerpo y la análisis del pulmón. • Señales de infanticidio por combustión. Se conoce por la que* 204 INF madura de todo el cuerpo. Si los pulmones están enteros, entonces se analizarán. Señales de infanticidio por hambre. Algunas veces las infanti- cidas hacen que mueran las criaturas no queriendo darlas de mamar, ni otro género de alimento. Por la extenuación de todo el cuerpo, y porque el estómago é intestinos se hallan vacíos se puede sospe- char esto, pero no asegurarlo; porque Ja extenuación que ha veni- do por muerte natural tiene estas mismas señales. La mayor certi- dumbre será la confesión de la madre, que asegure no haber dado en mucho tiempo de mamar á la criatura, ni otro género de ali- mento. Señales de infanticidio por no atender d la debilidad de la criatura recien nacida. El niño que nace muy débil se muere fácilmente si no se le aplican los debidos remedios para corroborar- le. Nada se puede averiguar de esta muerte por la inspección del cadáver, aunque la madre confiese que con estudio no quiso darle tales remedios; pues las criaturas recien nacidas, como nazcan dé- biles, se mueren prontamente, aunque se ponga el mayor cuida- do. ( Plenk.) INFERNAL, (piedra) (Mat. Méd) (V. nitrate de pla- ta , que así se llama en la nueva Nomenclatura química.) INFILTRACIÓN. (Med. y Cir) Se usa esta voz para mani- festar la insinuación ó introducción de algunos fluidos en el texido celular de las partes sólidas; se diferencia del derrame en que este se detiene en gran masa en un solo sitio determinado, por causa de la rotura ó ensanchamiento de algún vaso: el exemplo de la infiltra- ción es la hidropesía anasarca, y el del derrame es la ascitis. (V. hidropesía y derrame.) En las aneurismas falsas hay también in- filtración, y en otras enfermedades quirúrgicas. INFLAMACIÓN. (Med) Se da este nombre á toda elevación ó tumor, ya ocupe la superficie ó lo interior del cuerpo, y al que acompañe mas ó menos el dolor, la rubicundez, la pulsación y la tensión. Esta enfermedad es el objeto de la segunda clase de la No- sología de Sauvages, que vamos á exponer. Exposición de la clase segunda de flegmasías ó inflamaciones. Si recorremos la historia de la Medicina, pocas materias halla- remos sobre que se haya formado mayor número de teorías, ni se hayan imaginado explicaciones mas arbitrarias y extravagantes. El vano empeño de conocer las causas primarias antes que los efectos y la falta de observaciones, sin duda han sido el origen de tantos y tan diversos errores esparcidos en la Medicina sobre este objeto. Y lo mas sensible es que al proponernos dar aquí la teoría de la INF 20S inflamación, apenas nos creemos seguros de evitar alguna de las SoTer^5' qUC CdÍfiCadaS l°bre fals°S PrÍndPios ó 'Sidas apH- SrámP^i- A°T í'e.rt°S 'Se, han id° arrüína"do unas á otras suce- sivamente desde el tiempo de Boerhaave. Este célebre escritor la atribuía a un estado de obstrucción de los vasos: WanswTet n aña- dió un aumento de celeridad en la sangre: Sat vages empleó toda su erudición matemática, todo el aparato científico del cllculo lt ra exponer unos fenómenos que pertenecen solo á la física vital 'cu- yas leyes aun no eroduccion no tiene parte las causas peculiares como el cálculo, a contusión &c., sino que viene por sí; y se distingue en que el dolor y la calentura siempre están unidos, y mas bien es la calentu- ra la que precede; y ademas se observan en ella las mismas remisio- nes que en las otras inflamaciones. Su curación es la de la inflama- ción en general, y en particular del género hepatitis. 2. Nefritis calculosa. Es la que resulta de la presencia de un cálculo en los ríñones, cuyas señales quedan expuestas en la des- cripción del género. ( V. ademas el artículo calculo.) 3. Nefritis artrítica. Es la que proviene del retroceso ó mala situación de la materia artrítica en los riñones. (V. artritis.) Se cura como las demás enfermedades producidas por esta causa. Nota. Debe estudiarse con particular cuidado, y cotejarse con esta clase la de Dolores, para no equivocar una afección inflamato- ria con otra muy distinta. INFUNDÍBULO. (Komo.) INFUSIÓN. (Mat. Méd.) Se llama así un medicamento inter- no, líquido, el qual se halla impregnado de la substancia de que se forma, pero sin cocción; Carminati llama infusión á qualquiera lí- quido cargado de partículas de qualquiera medicamento, por me- dio de un moderado calor. Tres son los materiales de a infusión, á saber, el menstruo ó disolvente, las substancias que se han de disol- ver, y algún accesorio, si es necesario. El conocimiento y modo de executar las infusiones pertenece mas bien á la Farmacia; y solo el Médico debe saber que de las plantas aromáticas íe deben mandar infusiones, y no cocimientos (V. este artículo), porque en la coc- ción se escapa el aroma; que los menstruos aquosos disuelven las go- mas, el mucilago , los xabones, alguna parte de los acey tes volátiles, y las sales; los vinos disuelven los mismos cuerpos que el agua, y al mismo tiempo algunas partes resinosas; los espirituosos extraen del todo las partes resinosas y los aceytes volátiles. Baxo de estos prin- cipios el Médico puede disponer infusiones en frió, ya sean espiri- tuosas , que se llaman también tinturas de quina y otras partes lt lio- sas &c., ya sean en caliente, como se hace el te, y por lo que sue- len llamarse teiformes; empleándose el mismo te y otras varias plan- tas aromáticas ó canforíferas, como la manzanilla, la flor de saúco &c. En nuestra Farmacopea solo se halla la infusión siguiente. Infusión solutiva de rosas, qr. Hojas de ro.ca blanca, libres de sus cálices y estambres, v dexando los pistilos pasados por zeda- zo, seis libras; agua pura hirviendo doce libras. Se ponen en infusión por espacio de ocho horas en una vasija de barro vidriado. Se cuela este líquido, se exprime y limpia, echándole por encima un poco de aceyte común, y se guarda en unas redomas de vidrio, cuyo cuello sea estrecho; y si casualmente nos vernos obligados á con- TOMO V. KK 258 INO cluírle fuera de tiempo, se reserva antes para el xarabe de rosas. Del mismo modo se preparan las infusiones de las flores de meloco- tón, rosas encarnadas, peonía y otras semejantes. Aquí se incluyen las infusiones alcoholizadas, vinosas y acetosas, de las que se tra- tará con separación baxo el nombre genérico de tinturas alcoholiza- das, vinosas, y vinagres medicinales. (V. todos estos artículos.) INGUINAL. ( Anat.) Adjetivo que viene de la palabra latina inguen, la ingle, que pertenece á dicha parte. Hay varias partes que toman este nombre, como las glándulas que se hallan en la in- gle (V. glándulas.), que se llaman inguinales, y es en donde se forman los bubones ó incordios. Se llaman también ligamentos in- guinales ó de paupar la reunión de fibras aponeuróticas, que forman un borde en el músculo obliqüo externo del abdomen, debaxo del qual pasan los vasos &c. que van al muslo. (V. abdominales.) INMERSIÓN. (Hig. y Mat. Méd) Se llama así la acción de introducir instantáneamente, ó un corto tiempo, todo el cuerpo, ó una de sus partes, en un baño , que por lo regular suele tener la pro- piedad de tónico, ya por su temperatura fria, el de ciertos minera- les , como el agua de mar &c. Se han recomendado las inmersiones del agua de mar para la rabia, las de agua fria, como un poderoso tónico ; y algunos Prácticos las han empleado en las calenturas ner- viosas y pútridas (V. calentura.), y otra porción de enfermeda- des. (V. baños.) Pero es necesario saber que este remedio es reper- cusivo, y no se puede manejar sino con mucha prudencia; teniendo siempre presente que la transpiración ú otros humores pueden en semejantes casos retroceder á lo interior, y que solo pueden conve- nir dichas Inmersiones quando haya necesidad de producir una mu- tación repentina en toda la máquina. INOCULACIÓN. ( Méd.) Se ha dado este nombre á una ope- ración, por la qual se comunicaban artificialmente las viruelas, para precaver el que estas fuesen de mala calidad, como lo suelen ser muchas veces las naturales. En otros tiempos tendríamos que ocu- par algunas páginas en la exposición de este artículo; pero en el dia se limitará á pocas líneas; porque habiéndose hecho el admira- ble descubrimiento de la vacuna (V. este artículo), se inutiliza la antigua inoculación, y por consiguiente nadie debe leer las reñidas disputas que los Médicos, los Políticos y aun los Teólogos han sus- citado sobre si se ha de hacer la inoculación de las viruelas: en el dia estamos ya libres de todas estas controversias, pues el inmortal Jenner con su descubrimiento puso á la inoculación en un eterno olvido; y así nosotros omitimos aun el modo cómo se hacia dicha operación. INNOMINADOS, (huesos) (Anat.) Son dos de una figura ir- regular, y simétricos entre sí, los quales están situados uno al lado INS 25,9 del otro , y Juntos forman las partes anteriores y laterales de la pel- vis. Estos huesos hasta cerca de la adolescencia suelen estar dividi- dos en tres piezas cada uno, unidas entre sí por una ternilla pri- mitiva; y aunque después estas piezas se reúnen y forman un solo hueso , sin embargo ha prevalecido entre los Anatómicos la costum- bre de describirlas, como tres huesos separados, con los nombres de ileon, isquion y pubis. (V. estos tres artículos.) INQUIETUD. (Med) Esta voz expresa la misma idea que ansiedad. (V. este artículo) En las calenturas y otras enfermeda- des agudas se halla con freqüencia este síntoma. INSENSIBILIDAD. Es lo opuesto á la sensibilidad. (V. este artículo.) INSERCIÓN. (Anat.) Se llama así toda atadura de las fibras de los músculos, los tendones, las membranas &c. en otras partes, pero principalmente se hacen las inserciones en los huesos. INSÍPIDOS, (cuerpos) (Mat. Méd.) Los cuerpos insípidos no dexan de tener alguna virtud medicamentosa, no obstante que se creia antes que carecian de ella; bien que es cierto que no sucede sino por una mudanza de naturaleza , y por una verdadera descom- posición , y así se pueden hacer activos; pues verdaderamente una substancia insípida, que quede en el cuerpo según entró, obra muy lentamente en la economía animal. F. INSOLUBLE. (Mat. Méd.) Esta voz pertenece mas bien í la Química; pero sin embargo se puede aplicar al arte de prescribir las mixturas , los julepes &c., para evitar hacer entrar algunas subs- tancias que no puedan disolverse. (V. mixturas, julepes ú in- fusión.) INSOMNIO. (Med.) Se llama así la falta de sueño, ó lo que se llama vigilia: es un síntoma bastante freqüente en las enfermeda- des agudas. (V. calentura.) Para conocer los efectos dañosos de la falta del sueño se consultará el artículo vigilia y el de sueSo. INSPIRACIÓN. (Fistol.) Se llama así uno de los movimien- tos de la respiración , por el que el ayre entra en el pulmón. (Véa- se respiración.) INSPISAMIENTO. (Mat. Méd.) Se llama así una especie de extracto que se hace de varios productos vegetales. Los inspisamien- tos que se hallan en nuestra Farmacopea son los siguientes. Inspisamiento de elaterio. r<. Raiz de cohombrillo amargo reciente la cantidad que se quiera ; se parte en tallos, se machacan en un mortero de mármol, se exprime el xugo con una maza, y se defeca por subsidencia; después se pone á evaporar á lumbre mansa en un baño de agua, hasta que tome la consistencia de miel, y de este modo se conserva para el uso común. Su dosis es de una drac- ma. (V. elaterio.) De la misma manera se preparan los inspisa- a6o INT mientos de las ortigas, del taraxácon, de la achicoria y de la cicuta, en quanto sus hojas y ramas, y del regaliz, por lo que hace á las raices, añadiendo, si fuese necesario, algún poco de agua. Inspisamiento del fruto de la grosella. (V. la palabra gelatina.) Aquí se incluyen también los inspisamientos siguientes: de la tierra japónica, de la acacia egipciaca, del opio, del aloes su- cotrino, del estramonio, del hipocístidos &c., de los que no trata- mos en este lugar, porque no se usan en nuestras oficinas. INSTRUMENTO. (Cir.) * Se llama así el medio auxiliar de que nos servimos para las operaciones. Los hay de todas materias; pero el acero y el hierro suministran la mayor parte: el oro, la pla- ta, el plomo y otras varias materias suelen servir igualmente para este uso. Los instrumentos que han de resistir mucho, ó que han de servir para sajar y cortar, deben ser absolutamente de acero, de hierro, ó de uno y otro. Los instrumentos flexibles, tales como las algalias y las cánulas deben ser de plata ú otra materia; y otros instrumentos se hacen indistintamente de acero, de hierro y de plata. Algunos dan la preferencia al acero muy bruñido por causa de su limpieza; otros quieren mejor la plata, porque no está expues- ta á tomarse, y porque los instrumentos de este último metal exigen menos cuidado. Regularmente se dividen los instrumentos de Cirugía en comu- nes y en particulares Los instrumentos comunes sirven para varias operaciones, para la cura de las heridas &c., tales son las tixeras, los bisturíes, las tientas &c. Los instrumentos particulares son aquellos cuyo uso está cifrado á ciertas operaciones, como las algalias para la vexiga, las sierras para la amputación de miembros, el trépano para el cráneo &c. Los instrumentos comunes se llaman también portátiles, porque el Cirujano debe llevarlos siempre consigo; los otros al contrario se llaman no portátiles; pues basta tenerlos en casa en buen estado para quando se necesiten. Mr. de Garengeot escribió un tratado sobre los instrumentos de Cirugía, el primero que se publicó después del Arsenasde Esculteto. En él se dan conocimientos muy distintos de aquellos instrumentos, haciendo una descripción de todas sus partes; se detiene principal- mente en las circunstancias propias para dar á conocer su juego; deduce la construcción y la regularidad de sus dimensiones; y ha- blando de su uso, y enseña el método de servirse de ellos. Las lámi- nas que trae sobre esto hacen sus aplicaciones muy inteligibles para los principiantes de Cirugía que no pueden estar muy instruidos sobre la materia instrumental. * INTEMPERANCIA. (Hig.) [Si la salud depende de la tem- perancia, ¡quantos desórdenes y males de toda especie no debe cau- sar la intemperancia á los que por desgracia se abandonan á ellal INT 261 Primeramente perjudica las digestiones, relaxa los órganos, vicia los líquidos, y luego destruye las secreciones: también desorganiza la máquina, apresura la vejez, ó la hace infeliz antes de tiempo si no se han pagado con la vida las infracciones hechas á las leyes de la naturaleza. Qué diligencias se hacen comunmente para conservar ia salud, dice Leclerc. Se emplean diez brazos para el servicio del vientre; se sirven en una comida las producciones de dos hemisfe- rios ; cargado de comida se va cada uno á digerir en una cama ó en una poltrona; luego se queja de flatos y vapores; viene un Médico, receta el te, y le fuerza á digerir por indigestión: esto se hace co- munmente; ¡y sin embargo nos reimos de los Omaguas, que antes de sentarse á la mesa presentan una xerlnga á cada convidado 1 Así se forma el hombre necesidades artificiales, procurando per- petuamente aguzar sus gustos, y desesperándose de no poder mul- tiplicarlos todavía. Las personas sobrias rara vez necesitan llamar al Médico; y no tiene duda que si las gentes viviesen con temperancia, los Médicos serian casi inútiles, ó á lo menos habría bastante con la décima parte de los que hoy dia son necesarios. Pero un voluptuoso quiere que le pongan los sentidos inagotables; un glotón que le fa - briquen un estómago de hierro; un bebedor que no permitan que el vino se trueque en agua en sus entrañas. El Médico lo promete to- do; no cumple nada, y el intemperante ve acabar sus goces en el momento en que la vida podría serle mas preciosa: después de haber malgastado sus bienes suele dexar la infelicidad tras sí, y á veces una familia desgraciada, á quien su mala conducta da el horrible dere- cho de detestar á su padre. ] INTEMPERIE. (Med.) Esta voz equivale á la de alteración: los antiguos la usaban mucho, y así decían intemperie cálida, fria &c: en el dia apenas se usa en sentido patológico; se suele aplicar para expresar las variaciones de la atmósfera. (V. atmósfera, ca- lor, frío y humedad.) INTENSO, INTENSIDAD. Estas dos expresiones se em- plean freqüentemente en Medicina para designar Ja fuerza de una enfermedad ó la vehemencia de algún síntoma, y así se dice dolor intenso, la intensidad de la calentura &c. INTERARTICULAR. (Anat) Adjetivo que expresa las par- tes que se hallan entre las dos piezas huesosas que forman una arti- culación, como son los cartílagos ó ternillas interarticulares de te quixada inferior, el ligamento interarticular de la cabeza del fémur &c. (V. ternillas y ligamentos.) INTERCALARES. (Med.) [ Voz, que en su genuina significa- ción significa introducido entre dos. Se entiende en Medicina por dias intercalares los que corresponden entre los dias críticos. (V. crisis.) En las calenturas intermitentes se han solido llamar también días 2Ó2 INT intercalares los que han mediado entre los dos paroxismos. ] INTERCOSTAL. (Anat.) Adjetivo que expresa las partes que se hallan entre las costillas, que son varias: i.° la arteria inter- costal superior, que viene de la subclavia, y algunas veces de la aorta descendiente, la qual forma un tronco muy corto bastante considerable, que muy cerca de su nacimiento se divide en tres ra- mas, las quales, haciendo una corvadura, van á acomodarse en la gotiera ó muesca de las tres primeras costillas verdaderas, distribu- yéndose en las partes inmediatas, como los músculos &c., lo mis- mo que las demás intercostales. Las arterias intercostales inferiores, en número de siete ú ocho, salen cerca unas de otras de la parte posterior del tronco de la aorta inferior, y cada una se acomoda en la muesca que se halla en los bordes de las costillas, y después de dar ramos á las partes por donde pasan, terminan hacia el esternón, anastomizándose unas con otras: 2° los músculos intercostales, lla- mados así porque cubren los intervalos que dexan entre sí las cos- tillas, son en número de quarenta y quatro, veinte y dos de cada lado, distinguidos en internos y en externos; y es tal la dirección de sus fibras, que cada músculo intercostal externo con el interno que le corresponde, forman un cruzado sus fibras como una X, lo que hace que se aumente considerablemente la fuerza. Los músculos in- tercostales externos son once de cada lado, están atados al labio ex- terno del borde inferior de la costilla superior, desde su parte pos- terior hasta que encuentran la parte cartilaginosa; después se di- rigen obliqüamente d.e arriba abaxo, y de atrás adelante , y van á terminarse al labio externo del borde superior de la costilla inferior vecina, llenando exactamente el espacio que hay entre las dos cos- tillas , desde la porción cartilaginosa que las une al esternón, hasta su parte posterior. Los músculos intercostales internos son en el mismo número que los precedentes; reciben el nombre de su situa- ción ; principian mas anteriormente; llenan exactamente los espa- cios que dexan los cartílagos de las costillas: estos músculos tienen también una dirección enteramente opuesta á la de los primeros, atándose al labio interno del borde inferior de la costilla superior; y dirigiéndose de arriba abaxo, y de delante atrás, terminan en el labio interno del borde superior de la costilla inferior vecina. Los músculos intercostales no tienen otro uso en su contracción que el de elevar las costillas , y por consiguiente servir para la inspiración: 3.0 los nervios intercostales (V. el artículo nervios.): 4.0 las ve- nas intercostales que se distinguen en superiores é inferiores ; las pri- meras llevan la sangre á la subclavia, y la segunda á la acigos. (V. este artículo.) Estas venas se comunican con las torácicas, y la mem- brana interna, por muchas anastomosis. INTERCURRENTE. (pulso) (Med.) Se llama así una espe- INT 263 cié de pulso desigual, en el qual se manifiesta una cierta pulsación en medio de las dos pulsaciones ordinarias. (V. pulso.) 1NTERCURRENTES. (enfermedades) (Med) Se suele dar este epíteto á ciertas enfermedades que acometen al mismo tiempo que las estacionales dominantes, como la pleuresía, la calentura puerperal, el reuma &c (V. epidemia, calentura t peste.) INTERESPINOSO. (Anat.) Adjetivo con que se expresan las partes que están entre las apofises espinosas de las vertebras, co- mo son los ligamentos llamados interespinosos, que son unos cor- doncitos ligamentosos, que van de una espina á otra de dichas ver- tebras. Hay también unas porciones carnosas que se hallan entre es- tas mismas apófisis, y se llaman ¡nterespinosos, ó mas bien vertebra- les. (V. este artículo.) INTERMEDIOS. (Mat. Méd.) En Materia Médica y en Farmacia se llaman algunas veces intermedios las substancias que se emplean en la preparación de los medicamentos para unir entre sí las que sin esto no podrian combinarse. Así el mucilago sirve para suspender ó desleír los cuerpos aceytosos en el agua y en algunos licores aquosos, los álcalis á hacer disolubles los aceytes, la yema de huevo á hacer pasar el alcanfor, y algunas resinas. En la ciencia química es donde debe buscarse todo lo relativo á la acción recí- proca de los cuerpos; y la Farmacia no puede buscar sino en aque- lla ciencia todo lo que es necesario para combinar de diversos mo- dos las substancias que deben entrar en las composiciones medica- mentosas. F. INTERMISIÓN. (Med) Se da este nombre al intervalo que dexan dos paroxismos ó accesiones de una calentura intermitente, ó de otra enfermedad, ínterin el qual los enfermos se hallan casi en tin estado natural. INTERMITENTE, (pulso y calentura) (V. el artículo pulso y el orden tercero de la clase de calenturas.) INTERSTICIO. (Anat) Esta voz trae origen de la latina Ín- ter stitium , y se expresa con ella un espacio ó intervalo que se halla en alguna parte; como los intersticios de la membrana interhuesosa del antebrazo, el de la pierna, el intersticio ó espacio que se halla entre el labio interno y el externo de la cresta del hueso ileon &c. INTESTINAL. (Anat. y Fistol.) Adjetivo que pertenece á intestinos; y así se dice canal intestinal á la cavidad ó conducto que forman los intestinos: también se llama xugo intestinal ó entérico á un humor claro que se separa de todo el canal de los intestinos del- gados y gruesos por las arterias exhalantes de esta cavidad. Este licor se mezcla en los intestinos delgados con el quimo, y en los gruesos con las materias fecales; pero quando estos están vacíos es absor- vido por los vasos lácteos. La cantidad parece ser considerable, co- 264 INT como se puede juzgar por la amplitud y longitud del órgano se- cretorio , por el gran numero de arterias que sirven para la secre- ción, por el calor de la parte, por la diarrea aquosa tan abundante en conseqüencia de haber tomado algún purgante; pero esta se- creción parece aun ser mas abundante en los intestinos delgados que en los gruesos, como lo persuade la consistencia casi sólida de los excrementos en el estado de salud. Las qualidades de este xugo son semejantes á las de la saliva; de consiguiente sus principios cons- titutivos parecen ser de la misma índole, pero teñidos de la bilis. Los usos del xugo intestinal son: i.° diluir el quimo en los intes- tinos, descomponerlo mas y mas, y mudarlo en quilo: 2.0 lavar, limpiar, humedecer continuamente los intestinos, y en particular los gruesos para impedir que las heces contraygan mucha dureza y se consoliden en ellos demasiado: 3.0 las acritudes de la sangre son muchas veces evacuadas con el xugo intestinal por los intestinos gruesos, como lo prueban las diarreas críticas de las enfermedades que no son gástricas en su origen. Así la calentura biliosa, verda- deramente en su invasión, en su curso se termina sin duda por una diarrea crítica. INTESTINOS. (Anat) Se da el nombre de conducto intesti- nal ó intestinos á un canal membranoso, que empieza en el piloro, y haciendo muchos giros y circunvoluciones, que ocupan la mayor parte del vientre, va á rematar en el ano. Este conducto, por ra- zón de sus circunvoluciones, presenta dos curvas, una cóncava, por la qual está sujeta á varias producciones del peritoneo, principal- mente al mesenterio y mesocolon, y otra convexa y mas extensa, que está suelta. La longitud del conducto intestinal, aunque varía notablemente en diferentes sugetos, suele ser séxtupla, y aun séptu- pla de la longitud del cuerpo á quien pertenece. Aunque el conduc- to intestinal es un tubo continuo desde el piloro al ano; por lo que podria considerarse un solo ínstestino, como no es igualmente ancho en toda su extensión, ni tienen igual grueso sus paredes, es gene- ralmente recibida en Anatomía la división de este conducto en por- ción delgada y gruesa, y la subdivisión de cada una de estas en otras tres, aunque no todos sus límites están bien determinados; por lo que, para no apartarnos de un uso tan común, dividiremos este conducto en seis intestinos, tres delgados, que son el duodeno, el yeyuno y el ileon, y tres gruesos llamados ciego, colon y recto. Los intestinos delgados se diferencian de los gruesos en que son mas estrechos, tienen las paredes mas delgadas, cogen juntos ma- yor extensión, y poseen mas fibras transversales y menos longitudi- nales que los gruesos. Se componen del mismo número de túnicas que el estómago, que son la membranosa, la muscular, la nérvea y la bellosa, unidas por tres telas celulares intermedias. (V. estómago.) INT 265 La epidermis, que del estómago se propaga á todo el conducto in- testinal , forma la túnica vellosa. Es cierto que la blandura y el crecido vello de esta túnica indican una naturaleza distinta de la epidermis; pero si se atiende á los pedazos de esta túnica , que á veces se desprenden, y se ven salir por el ano guardando aun algu- na figura cilindrica del intestino; á que destruida se regenera; áque modera la sensibilidad de la túnica nérvea, y defiende sus vasos y nervios; de suerte que escoriada la superficie interna del intestino se ensangrienta, y su sensibilidad por qualquier estímulo se convierte en vivo dolor; debemos confesar que la túnica vellosa tiene todos los caracteres principales de epidermis; y que por consiguiente es in- sensible, aunque por su tenuidad no basta á impedir que las subs- tancias acres que se aplican produzcan en los nervios que cubre un vehemente dolor. Posee también la túnica vellosa otra propiedad de la epidermis, que es tener mayor extensión que la cutis ó la túnica nérvea; y es- to en razón mucho mayor que la cutícula exterior del cuerpo. De aquí es , que esta túnica forma muchos pliegues que sobresalen en la cavidad del intestino, y entre cuyas dos hojas se introduce un poco la túnica nérvea, y mucho mas la tercera tela celular. Estos plie- gues son las valbulas intestinales descubiertas por Falopio, y pu- blicadas después por Kerkrigngio como descubrimiento nuevo con el nombre de valbulas conniventes. Empiezan estas válvulas en el duo- deno, á una pulguda del piloro: en el intestino yeyuno son mas numerosas, mas altas, mas transversales y paralelas :en el ileon son mas cortas, mas raras, y á veces ningunas. Su basa está apoyada so- bre la túnica nerviosa , y su borde constante fluctúa en la cavidad de los intestinos. En general representan arcos de círculo mas ó me- nos extensos; pero jamas círculos enteros, y su situación es trans- versal. Muchas veces las mas largas unidas entre sí forman un círcu- lo , y las mas cortas están situadas en los intervalos. Otras veces las válvulas baxan de una válvula larga á otra sin cruzarlas. Todas son anchas en su parte media, y estrechas en sus extremidades. Su borde suelto no es recto, sino ondeado. Toda la superficie interna de la epidermis de los intestinos te- nues está llena de una vellosidad algo parecida al texido del ter- ciopelo, y mas manifiesta que en el estómago y en los intestinos gruesos, pero que aun abunda mas en el intestino yeyuno que en el ileon. Estas vellosidades fluctúan sueltas en la cavidad de los intes- tinos , y están formadas por la epidermis y la tercera tela celular; de la qual reciben, como hemos dicho , vasos sanguíneos , que pueden inyectarse por las arterias y por las venas. Todo esto se descubre á simple vista; mas para conocer la íntima estructura de este vello es menester inyectar primero hasta los vasos mas tenues de los intes- TOMO V. LL 266 INT tinos con una inyección de cola teñida con cinabrio, y después exa- minar su superficie interna con una lente de mucho aumento. Por este medio ha descubieto Mascagni que estos que se llaman pelos son de figura casi cónioca, adheridos por su base á la cara in- terna de los intestinos, y formados de la reunión de muchos vasos sanguíneos, que enredados de varios modos, van de la base á la punta , y vuelven de esta á la base: que para cada uno forma la epidermis una especie de vayna compuesta de las raices de los ab- sorventes profundos, que hacen una red muy sutil: que al rededor de cada vellosidad hay una especie de valle, en cuyo fondo se ven mu- chas veces los orificios de algunos folículos metidos en la substan- cia del intestino; y que es lo mismo la estructura de estos folícu- los que la de las vellosidades y de los valles que las rodean. Gran parte de esta estructura habia ya descubierto Lieberkuhn por el mis* mo artificio que Mascagni; pero sin duda tomó algunos de los folícu- los dichos por la ampolla oval, situada en la tela celular, que con- sideró como parte principal de la vellosidad, y cuya abertura en la cavidad de los intestinos creyó ser la entrada de los vasos lácteos; pero el mismo mecanismo con que los vasos absorventes chupan el líquido que acarrean, no se compadece con esta estructura; y hoy dia sabemos que los vasos lácteos en nadase diferencian de los demás absorventes del cuerpo. Creemos pues que las que Lieberkuhn llamó ampollas son crip- tas ó folículos mucosos, como los que rodean las vellosidades, y otros innumerables que se encuentran en toda la extensión de los intestinos. Su situación es en la tercera tela celular, y todos vierten su humor en la cavidad de los intestinos por sutiles orificios de la epidermis. Entre estos folículos hay algunos mayores , lenticulares, comunmente aislados y prominentes en la cavidad de los intestinos, que llevan el nombre de glándulas brunerianas, por haber sido Brunnero quien decidió su existencia. Otros en fin, mas freqüentes en los animales carnívoros, son acinados, y se llaman glándulas ó pelesos glandulosos de Peyero, que fué el primero que los describió con exactitud. Intestino duodeno. Se da este nombre al primero de los intes- tinos delgados, por haber estimado su longitud en doce traveses de dedo. Empieza el duodeno en el piloro, al que abraza de modo que entre el estómago y él se ve un hoyo circular que corresponde á la válvula del piloro , y remata debaxo del mesocolon transver- so enfrente de la parte izquierda del cuerpo de la segunda vertebra lumbar. Se consideran en este intestino tres porciones. La primera se dirige ondeada de izquierda á derecha , y un poco atrás hasta delante del cuello de la vexiga de la hiél, y está cubierta por la lámina supe- rior del mesocolon transverso. La segunda porción baxa mas directa- INT t67 mente delante del riñon derecho, dirigiéndose también de izquierda a derecha, y un poco atrás, hasta la parte inferior del riñon. La mis- ma lamina del mesocolon cubre la parte anterior de esta porción , y lp restante de ella está rodeado de texido celular. Hacia la parte in- ferior y cóncava de la inflexión que esta porción del duodeno hace delante del riñon, que suele ser á quatro ó cinco traveses de dedo del piloro, se abre en este intestino el conducto colidoco, cuyo ori- ficio es muy inmediato al del conducto pancreático, y algunas veces tienen los dos un orificio común. El sitio donde estos conductos van á rematar se distingue fácilmente por un tubérculo bastante conside- rable y prolongado, que baxa siguiendo la longitud del intestino. La tercera porción sube de derecha á izquierda, y pasa casi trans- versalmente por delante de la vena cava y de la arteria aorta , y por detras del páncreas, del principal tronco de la vena porta ventral y de la arteria mesenteria superior; y haciendo una pequeña in- flexión sale por un agujero propio, en que remata el mesocolon trans- verso , y empieza el mesenterio, para seguir de aquí con el nombre de intestino yeyuno. Esta porción del duodeno está situada en el texido celular del intervalo triangular que se encuentra hacía atrás entre las dos hojas del mesocolon transverso; por lo que el duode- no no está libre y suelto como los otros dos intestinos delgados, si- no sujeto en el sitio que ocupa, para que no pueda ni sacar al estó- mago de su situación natural, ni tirar los conductos biliario y pan- creático. Como el duodeno no está todo envuelto por la túnica mem- branosa que el peritoneo da á los demás intestinos, tiene menos ro- bustez que estos , y por consiguiente cede y se dilata con mas faci- lidad , y algunas veces tanto que parece un segundo estómago. Su anchura, sus diferentes vueltas, y mayormente la que da delante del riñon derecho, retardan algo el paso de las materias alimenti- cias, sin duda para que la bilis y el xugo pancreático, que se vier- ten en su cavidad , obren mas tiempo en ellas. La túnica carnosa del duodeno es mas gruesa que la de los otros dos intestinos delga- dos. Las túnicas nerviosa y vellosa nada tienen de particular, sino que forman mayor número de válvulas conniventes á una pulgada del piloro, y que encierran mas glándulas de Brunnero junto al pi- loro mismo que en el resto dd intestino. De los intestinos yeyuno é ileon. Estos dos intestinos no son en rigor mas que uno, que según Lieutaud , en las personas de me- diana estatura tiene mas de veinte y cinco pies de largo, y forma en la cavidad del vientre, debaxo del mesocolon transverso, un sin- número de circunvoluciones que llenan la reglón umbilical, los Heos ó ijares, y la porción de la pelvis que la vexiga y el útero ocu- pan. Sin embargo, han querido los anatómicos hacer de un intestino 268 INT dos, con los nombres de yeyuno é ileon. Al primero, que tiene su principio donde fenece el duodeno, y remata donde el ileon em- pieza , han llamado yeyuno , porque ordinariamente se encuentra va- cío , ó mas bien porque casi no contiene sino líquido; y al segundo, que es continuación del primero, han puesto el nombre de ileon, porque ocupa principalmente los Íleos. Dan por caracteres distinti- vos de estos dos intestinos el que el yeyuno es mas encarnado, tie- ne mas vasos y mas válvulas, pero menos glándulas de Peyero, y que está mas recogido al rededor del ombligo; y al contrario, que las membranas del intestino ileon son mas blancas, tienen menos va- sos , menos válvulas y mas glándulas hacinadas, y que este intestino reside mas en los ileos. Todos estos caracteres son ciertos, y distin- guen muy bien parte del principio ¿e\ yeyuno de otra parte del remate del ileon; pero falta señalar el límite que divide un intesti- no de otro; porque es tan insensible la sucesión de aquellos ca- racteres , que no hay ninguno que señale suficientemente el fin del yeyuno y el principio del ileon. Por esta razón Winslow tomó el partido de dividir la longitud de ambos intestinos juntos en cinco partes iguales, y aplicar las dos primeras al intestino yeyuno, y las otras tres al ileon. No se puede negar que este límite es bien fixo; pero tanto como tiene de fixo tiene de arbitrario. En quanto árklas túnicas de estos intestinos nada tenemos que añadir á lo que hemos dicho hasta aquí; y solo advertimos que se observan alguna vez en el intestino yeyuno, y mas en el ileon, varias prolongaciones ó apéndices, que aunque preternaturales, merecen tenerse presentes, así por su freqüencia, como por lo que interesa su conocimiento en la curación de las hernias. Del mesenterio. El yeyuno y el ileon son dos intestinos que están mas sueltos y como fluctuantes en la cavidad del vientre, pues se hallan suspendidos únicamente por una dobladura del peritoneo, llamada mesenterio del griego mesenterion ó mesareon, que quie- re decir que está entre los intestinos. Quando el peritoneo llega por uno y otro lado al cuerpo de las vertebras lumbares, en vez de continuarse la porción derecha con la izquierda , se reflectan am- bas hacia delante unidas por el texido celular de su cara, que era antes externa. Esta prolongación del peritoneo, que es la mayor de todas, toma el n mbre de mesenterio en la última inflexión del duodeno; se continúa con el mesocolon de que hablaremos mas ade- lanre, y baxa obliqüamente desde la primera vertebra lumbar hasta la región iliaca derecha. El mesenterio es muy estrecho al principio, y algo me ¡os al fin: pero entre estos dos extremos se ensancha tan- to , que su borde suelto, formando un sinnúmero de arrugas, abra- za toda la longitud de ambos Intestinos , y los encierra entre sus dos láminas, sirviéndoles de túnica externa, como hemos dicho ya en INT .69 otro lugar hablando de los intestinos delgados en' general. El mesenterio es de la misma naturaleza que el peritoneo. Sus vasos, aunque numerosos, son pequeños, y los nervios, si tienen al- gunos que rematen en él, no son perceptibles. El texido celular que media entre sus dos láminas es comunmente pingüedinoso ; y así los vasos lácteos que salen de los intestinos, como los vasos y nervios que van á ellos, pasan por este texido, que separa á modo de ta- bique los tronquitos anteriores de estos vasos de los posteriores. En las divisiones de los vasos intestinales aloja muchas glándulas conglo- badas, ovales y chatas, que en el feto y en los niños abundan, co- mo la glándula timo, de un xugo lechoso, y tienen innumerables vasitos, pero que en la vejez se hallan casi secas. La exposición que acabamos de hacer del mesenterio da bastante á conocer sus usos. De los intestinos gruesos. Ya hemos dicho hablando de los in- testinos delgados, los caracteres con que se diferencian de los grue- sos ; y el límite entre aquellos y estos lo determina bien el primer intestino de que vamos á hablar. La estructura es en gran parte la misma en unos que en otros, y las demás diferencias particulares las advertiremos en cada intestino grueso. El primero de los intestinos gruesos es el ciego , el qual hemos descrito ya en su respectivo artículo (V. ciego.); el segundo es el colon, el qual hemos descrito igualmente (V. colon.)'; el último es el recto, que solo puede llamarse así por ser menos tortuoso que los demás. Es continuación de la última vuelta del colon iliaco, y empieza enfrente del borde inferior de la última vertebra de los lo- mos; baxa por delante del hueso sacro inclinándose hacia atras$ quando llega al coxis sigue la dirección de este encorvándose hacia adelante , y al fin remata en el orificio llamado ano. Así la parte superior del recto forma con la inferior una especie de ángulo ó ar- co, y aun alguna vez hace dos corvaduras. Asimismo no siempre el intestino recto ocupa la parte media de la pelvis, pues no es raro hallarle algo inclinado á la derecha ó á la izquierda. La parte superior del recto está dentro de la cavidad del vien- tre, vestida anteriormente del peritoneo, que le sirve de túnica ex- terna , y se conoce con el nombre muy impropio de mesorecto; mas por la parte posterior solo le ata al sacro un copioso texido celular, que contiene glándulas mucosas; así como la túnica de la cara ante- rior tiene apéndices epiplolcos. En el sitio de la unión de la tercera con la quarta vertebra del hueso sacro, y junto á las vesículas semi- nales , el peritoneo, que se aparta de la vexiga, envia al recto dos pliegues semilunares, uno ácada lado, por debaxo de los quales sale del saco del peritoneo, y encorvándose se mete debaxo de la ve- xiga , á la que y á las vesículas seminales se ata por un texido ce- lular floxo. Todo esto sucede en el hombre en quien el recto está 270 INT detras de la vexiga; pero en la muger, como se sitúa detras de la vagina, se debe aplicar á esta lo mismo que en el hombre hemos dicho de la vexiga; con sola la diferencia de que la adherencia del recto á la vagina es por medio de fibras carnosas que pasan de una á otra. Como la túnica externa abandona enteramente el recto debaxo de la tercera vertebra del sacro, la parte inferior de este intestino en defecto de túnica externa se halla rodeada de un texido pingüe- dinoso que aloja folículos mucosos. La extremidad inferior del recto está rodeada de músculos propios, que son los dos esfínteres del ano &c. (V. ano.) Los vasos que van á los intestinos son en gran número, los del- gados reciben arterias de la mesentérica superior é inferior de la gás- trica &c. Las venas que vuelven la sangre de los intestinos que les han llevado las arterias, son en general semejantes á estas, y todas van á descargar en la vena porta ó en la hipogástrica. Los vasos ab- sorventes y nervios los hemos descrito en sus respectivos artículos. (V. ABSORVENTES y NERVIOS.) Los intestinos, principalmente los delgados, concluyen la di- gestión de los alimentos, que empieza en el estómago. (V. diges- tión. ) Después de perfeccionada la digestión en los intestinos, y absorvida la substancia quilosa por los vasos absorventes que la con- ducen al canal torácico, queda una masa fecal empapada del humor mucoso de los intestinos, la qual pasa desde el ileon al ciego donde se detiene, y empieza á tomar la figura y el olor de excremento fecal. De este intestino no puede salir sino para entrar en el colon, porque la válvula de este última impide su regreso á los intestinos delgados. Las células del colon le obligan á hacer alguna mansión en él para que pueda despojarse del quilo que aun contiene , y que chupan los vasos lácteos de este intestino , mucho menos numerosos que de los intestinos delgados. Del colon entra en el Intestino recto, cuya extensibilidad permite que los excrementos se recojan en él hasta cierta cantidad, para excusarnos la necesidad de excretar con mucha freqüencia. El movimiento de los intestinos , llamado peristáltico , es la causa que impele el quilo y las heces desde el estómago al ano. Este movimiento, mas fuerte y manifiesto en los intestinos delgados que en los gruesos, le executan las fibras carnosas de su túnica muscu- lar; cuya irritabilidad es tanta , que si no excede, á lo menos iguala á la del corazón; así el quilo, las heces, el ayre que se despren- de y la bilis, son estímulos suficientes para producir su contracción: y como estos estímulos empiezan á obrar en el intestino duodeno, y siguen hasta el ano, también el movimiento peristáltico es progre- sivo desde el primero hasta el último intestino, que irritado por la cantidad y acrimonia de los excrementos que se recogen en él, se INY 271 contrae al fin con mas fuerza para descargarse de las heces que le agovian ,^ y superar la resistencia de los esfínteres, ayudado de la contracción simultánea del diafragma y de los músculos abdomina- les , y de la contracción de los músculos del ano, cuya acción he ■ mos explicado ya; pero este movimiento no es tan absolutamente progresivo, que no se haga muchas veces retrógrado, aun en el esta- do natural, según las diferentes partes á que se aplica un estímulo mas activo, como es fácil verlo abriendo el vientre de animales vi- vos , y en el hombre mismo en caso de heridas del abdomen; y en- tonces se llama movimiento antiperistáltico ; el qual en ciertas en- fermedades es tan poderoso, que superando la resistencia de la vál- vula del colon, hace retroceder las heces de los intestinos gruesos á los delgados, y á veces hasta el estómago, de donde se han visto salir las heces por la boca. Ademas de los humores que hemos dicho que acuden á la cavi- dad de los intestinos, es incalculable la cantidad de linfa mucosa que exhalan en ella los poros de las arterias, y la que vierten las glándulas intestinales, la qual sirve para desleír la pasta alimenticia, ablandar las heces, embotar su acrimonia, humedecer el conducto intestinal, y facilitar su contracción y el curso de los excrementos. Gran parte de este humor le absorven los vasos lácteos, mayormen- te quando no hay quilo en los intestinos. Ext. de B. INVOLUNTARIOS, (movimientos) (Fisiol.) Son aquellos que se executan sin nuestro consentimiento, y por consiguiente son puramente mecánicos, esto es, que dependen únicamente de la dis- posición y organización de la máquina, que son comunes á todas las partes que están destinadas á las funciones vitales y naturales, como son los movimientos del corazón, de las arterias, de los intesti- nos &c. INYECCIÓN. (Cir.) * Llamamos inyección á la introducción de un medicamento líquido que se introduce por medio de una xe- ringuilla en alguna cavidad del cuerpo, ya sea natural, ó hecha por enfermedad. Varios autores se han declarado contra las inyec- ciones hallando varios inconvenientes, creyendo que pueden di- latar las cavidades, apretar sus paredes, debilitar los sólidos, quitar el xugo nutritivo preparado por la naturaleza para la consolidación de las llagas, é introducir en la cavidad de estas y de las úlceras cier- ta cantidad de ayre que les es nocivo; finalmente dicen que su acción es muy poco durable. El uso metódico de las inyecciones no causa to- dos estos inconvenientes; pues por este medio se ha logrado limpiar las úlceras cavernosas y fistulosas, y se han evitado incisiones y "'con- tra aberturas, que son medios mucho mas dolorosos. Las inyeccio- nes han atraido muchas veces algunas materias extrañas adherentes á las paredes de las cavidades que su detención hubiera causado fatales 272 INY conseqüendas, y han preparado á la aplicación saludable de un ven- daje expulsivo que no habría tenido efecto sin el uso primitivo de las inyecciones. Argüir contra las inyecciones porque no hacen lo que no es de su naturaleza, oponerlas en paralelo con otros me- dios, que solo las admiten preparatoria ó concurrentemente para con- denarlas absolutamente, es mas bien declamar contra la ignorancia de las inyecciones, que contra las inyecciones mismas. Por su medio se introducen medicamentos en parages en que era imposible introdu- drlos baxo de otra forma. Todos los autores están llenos de obser- vaciones de sus buenos efectos. Mr. de la Peyronie las aplicó fe- lizmente en el celebro; y en las Memorias de la Academia de Ci- rugía de Paris se puede ver una Memoria de Mr. Quesnay sobre las heridas de aquella viscera. En los derrames purulentos del pecho es necesaria la abertura para dar salida á las materias derramadas. Tam- bién se debe poner á los enfermos en situación que favorezca la sa- lida del pus, de hacer que hagan fuertes inspiraciones, y de poner una cánula que impida la detención de las .materias. A pesar de to- das estas precauciones., será preciso acudir á las inyecciones si el pus es viscoso, y si tiene dañada la substancia del pulmón. Mr. Ques- nay refiere en su tratado de la supuración purulenta, que Mr. de la Peyronie, hallándose reducido al único recurso de las inyecciones en la cura de un absceso en el pecho que habia formado una cavi- dad muy considerable donde las materias que se acumulaban se mul- tiplicaban prodigiosamente, se vio precisado á reiterar las inyeccio- nes hasta cinco ó seis veces en veinte y quatro horas. Por este mé- todo, seguido con aplicación, logró por fin detener la propaga- ción de las materias, apurarlas enteramente, y terminar felizmente aquella cura. Lo que aquel facultativo hizo tan útilmente en los abs- cesos del celebro y del pulmón, ¿podrá ser excluido razonablemente en la cura de los abscesos en el hígado? Es inútil ponderar lo floxo y tierno de aquella viscera, porque ni el celebro ni el pulmón son de una textura menos delicada, ni están destinados á funciones de me- nor importancia ; observación que no tiene réplica. En caso que haya derrame sanguíneo en la cavidad del pecho ó del vientre , y exija que se haga una abertura, esta no logrará ja- mas el fin que se propone si no se deshacen los coágulos de la san- gre derramada que acaso estará adherida á las partes que forman las paredes del hueco en que está el derrame. Las inyecciones con miel y sal disueltas en agua tendrán la virtud de descoagular la sangre es- pesada. En los derrames de pus es preciso hacer las inyecciones abun- dantes á fin de atraer cada vez que se cura el absceso todo el pus que haya reunido en su cavidad. Es menester que el líquido esté mezclado con remedios que le den las qualidades convenientes al INY 273 estado de las carnes. Debe ser supurante, emoliente ó digestivo, si las carnes entan endurecidas; mundificante si están relaxadas é in- fartadas con materias purulentas; vulneraria, balsámica y sin acri- monia , si el fin es únicamente impedir la depravación de las ma.- terias que supuran; vulneraria, astringente y disecante, si nos que- remos oponer á la afluencia de los humores y á la blandura de las carnes. Se renuevan varias veces al dia, si la supuración es muy abun- dante , y asegurándonos que la cavidad está bastante lavada y lim- pia, quando la inyección no sale cargada de materias. Las inyecciones son de grande utilidad en las enfermedades de las cavidades naturales del cuerpo. Se hacen útilmente en la vexiga; y según la virtud que damos al licor inyectado, remediamos por su medio dos enfermedades directamente opuestas, la atonía de las fibras musculares, con inyecciones vulnerarias y tónicas, y la cor- rugación con lociones emolientes y laxantes. Las inyecciones se usan para limpiar y mundificar las vexigas en que haya moco ó purulen- cia; hacer desprender las piedras enquistadas, y atraer la arena que se detiene en esta viscera. Las lavativas son unas inyecciones en el intestino recto; y las hacemos también para las úlceras de que puede estar afectada aque- lla parte, lo mismo que en la vagina y en el canal de la uretra del hombre. Las inyecciones suelen ser dañosas quando hay gonorreas vi- rulentas; sin embargo las podemos usar útilmente á lo último, quan- do no tenemos otra intención que la de disecar y encoger los orifi- cios de los vasos debiütados y relaxados. En este caso es muy útil el uso de las candelillas. El cuerpo de la matriz admite inyecciones, y todos los autores que han hablado sobre las enfermedades de aque- lla viscera las recomiendan. Las inyecciones se hacen con fruto en las enfermedades de oidos, pues en las ulceraciones de este órgano, limpian y desarraygan los montones de materias ceruminosas. Se asegura que han sido inyec- tadas las tiompas de Eustaquio, y que con aquel medio se curó la sordera; pero esto merece confirmación. Nadie ignora la utilidad de las inyecciones en las enfermedades de las vias lacrimales. (Véase enfermedades de las vías lagrimales.) Las reglas que se han de observar en el uso de las inyecciones, son dar al líquido un grado de calor que no exceda sino en algunos grados al de las partes a que se aplica; servirse por poco que la ca- vidad sea considerable de una xeringa grande, y que tenga el pico grueso , para que la inyección pueda desleir y atraer con seguridad las materias estancadas. Para el celebro Mr. de la Peyronce reco- mienda un conducto ancho y terminado en forma de regadera, á fin de que el líquido se extienda mas, lave mejor, y haga menos fuerza sobre la substancia celtbral: en semejante caso conviene no apretar TOMO V. um 274 IPE con mucha fuerza; debe considerarse la cantidad del líquido al espacio que debe contenerlo; la operación debe ser pronta; debe favorecerse la salida del líquido con una posición ventajosa , ó bien debe retirarse con otra xeringa; finalmente debe cesar este uso luego que dexe de ser necesario. La Academia de Cirugía de París en 1757 propuso la qüestion siguiente: Determinar los casos en que las in- yecciones son necesarias para la curación de las enfermedades, y establecer las reglas generales y particulares que deben se- guirse en el uso de ellas. La Memoria que salió premiada se hallará en el tomo tercero de la colección de premios. * Son varias las composiciones que se pueden emplear para inyec- tar en los varios casos que se han indicado en el artículo anterior; y así es que cada Profesor podrá hacer la fórmula, con arreglo á las indicaciones de la enfermedad, y á los remedios que en su prác- tica haya visto surtir mejores efectos; pero sin embargo nosotros colocaremos aquí las composiciones que trae la Hispana. Inyección del sulfate de zinc. (Astringente) i£. Agua des- tilada seis onzas; sulfate de zinc seis granos: disuélvase para usarlo. Inyección antipútrida de la quina. Vf. Corteza de quina partida media onza; agua común libra y media: cuezase hasta que se quede en una libra : añádese una dracma de mirra líquida. Inyección opiada de leche. (Anodina.) 3c. Leche recien or- deñada seis onzas, xarabe de meconio una onza: mézclese para el uso. En cada siete onzas de líquido se contienen cerca de dos gra- nos del extracto aquoso de opio. Inyección alcanforada del muríate de mercurio. (Colirio de Fernandez.) ly. Trementina clara media onza; yemas de huevo número dos; muríate precipitado de mercurio media dracma; sulfate de alumbre, alcohol sulfúrico etéreo y alcanfor, de cada co- sa una dracma; agua común dos libras. Se mezcla todo según arte en un mortero de vidrio, y se hace inyección; se cuela por expre- sión por medio de un lienzo; y mientras se haga uso de díase debe estar meneando sin cesar. IPECACUANA. (Mat. Méd.) [Se llama así una raizque viene del Brasil, y cuyas virtudes se han exaltado tanto; es delgada, tor- tuosa, cilindrica y de un color ceniciento; en su superficie se obser- van tuberosidades anulares, transversales y bastante juntas; la corteza, que contiene siempre un principio resinoso activo, se separa fácil- mente de la parte leñosa, y esta parece que no forma sino una fibra central y longitudinal, y no da mas que un mucilago insípido: esta raiz no se ha conocido en Europa hasta mediados del siglo xvn; pero parece que los habitantes del Brasil la usaban de tiempo inme- morial para la curación de varias enfermedades, y sobre todo para los fluxos de vientre; hace ciento y tantos años que se hicieron ex- IPE 275 perimentos en Europa sobre la virtud de esta raíz; y desde enton- ces principió á estar en boga, y á tenerse como uno de los vegeta- les mas eficaces para la diarrea y la disenteria. Su sabor es un poco amargo, y la especie de polvo que despide quando se la tritura, produce una impresión bastante viva sobre la membrana mucosa de las narices, y hace estornudar; también produce en los pulmones una irritación incómoda. Murray en su Materia Médica (Apparatus medicaminum &c.) refiere las opiniones de varios autores sobre la especie de vegetales á que puede pertenecer la ipecacuana, y esta diversidad de opiniones prueba bien la incertidumbre en que estamos todavía sobre este punto, y la necesidad que hay de nuevas luces sobre esto. Sin em- bargo , la mayor parte de los autores convienen que se coloque en el género de violetas, y la analogía botánica parece confirmarl pues las violetas indígenas tienen propiedades eméticas. La infusión aquosa de ipecacuana es un poco amarga, y da poco color á la diso- lución de sulfate de hierro; su cocimiento al contrario es un poco mucilaginoso, bastante amargo y roxizo, y ennegrece la misma di- solución del sulfate de hierro, de lo que se infiere que el cocimiento ó los polvos de esta raíz deben emplearse quando sea necesario acu- dir á los astringentes, y la infusión en el caso contrario. La tintu- ra espirituosa será como la quinta parte del peso de la raiz: es es- timulante y emética; el extracto aquoso es dulce, y apenas provo- ca náuseas. La ipecacuana excita ordinariamente el vómito tomada en la dosis de una dracma ó de dracma y media: algunas veces lo ha ex- citado aun en la dosis de algunos granos; se prescribe como eméti- co para evacuar las primeras vias, y baxo este punto de vista pue- de ser útil en la calentura la disenteria y la diarrea. Bergio dice que muchas veces ha visto curar la disenteria en su principio quando la ipecacuana se ha dado á tiempo en la dosis de media dracma: dice. que él ha curado muchas diarreas empleándola en pequeñas dosis repetidas; sobre todo le ha producido los mejores efectos contra la diarrea de los niños, que es como epidémica en Suecia, durante los meses de Julio, Agosto y Setiembre. Dalberg (citado por Bergio) dice que suprimió felizmente unas hemorragias del útero, prescri- biendo la ipecacuana en una pequeña dosis, como la tercera parte de un grano, de dos en dos, ó de tres en tres horas. El mismo Ber- gio, dice, que ha curado con igual método á varias mugeres ca- si muertas por una grande hemorragia del útero; añade que ha visto con admiración, que aquellas hemorragias se han curado sin recaida con solo haber tomado las enfermas apenas veinte y quatro granos de aquella raiz. El mismo autor confiesa francamente que no ha logrado éxito ninguno de la ipecacuana en la emotísis. AJgunas i76 IRR veces ha visto el fluxo hemorroidal excesivo muy disminuido con el uso de esta raiz; pero poco después se renovaba con la misma vio- lencia. La ipecacuana combinada con el opio forma los famosos pol- vos de Dower tan usados en Inglateira como sudoríficos en el reu- matismo. El Dr. Akenríoe (Medual transations vol. prim.)t dice que conoció la grande eficacia de la raiz del Brasil para el as- ma espasmódica, que sé llega á curar con una dosis de tres á cinco ■granos, tomada todas las mañanas, ó de cinco á diez, tomada un dia sí y otro no; de este modo, según aquel Médico, obia las mas veces como emético, favorece la expectoración, y termina la en- fermedad en quince ó veinte dias. La ipecacuana es muy útil, ya sea en el curso de una disente- ria, quando el enfermo arroja unas flemas mezcladas con sangre y con retortijones vivos, ya sea hacia el fin de esta enfermedad, quando el estómago y el conducto intestinal están debilitados, y se necesita á un tiempo mismo sostener la evacuación, y restablecer las fuerzas tónicas. Con esta mira se ha dado ia raiz del Brasil unas veces sola, y otras veces unida, ó con polvos de ruibarbo, ó con opio. ] IRIS. (Aiat) Se da este nombre á un cerco que se manifiesta en el ojo pintado de varios colores. ( V. ojo.) IRRITABLE. Adjetivo que pertenece á irritabilidad, y se di- ce de las partes que tienen disposición á irritarse; y así decimos este órgano, esta parte ó este sugeto es irritable (V. tempera- mentos.): los músculos son mas irritables que las demás partes &c. IRRITABILIDAD. (Fisiol. y Pat) Se llama así la propie- dad inherente de la hebra animal de contraerse á la presencia de un estímulo proporcionado á la susceptibilidad de la parte de donde obra. Esta propiedad de la vida no es exclusiva de la hebra ó fibra muscular, como creia Haller, sino también de todas las que for- man las demás partes de nuestro cuerpo; pues aunque algunas no se han tenido por irritables, porque no han dado señales de con- tracción á la acción de los estímulos , no se infiere de esto que de- xen de serlo; pues quando el estimulante no es proporcional á la susceptibilidad de la parte á que se aplica, es por lo regular nula la contracción. Haller tenia también á la irrítabilidad como indepen- diente de la influencia nerviosa, atribuyéndola únicamente á la es- tructura orgánica de las partes, que solo eran susceptibles c- mo los músculos; pero las investigaciones ulteriores expuestas por Kirkand y otros Fisiologistas parece han demostrado lo contrario. ,,Los sóli- dos, dice el célebre Bichat, tienen la facultad de contraerse ó acor- tarse; esta facultad exerce su acción de varios modos. En Ja vida obra: i.° por la influencia de los nervios en los músculos volunta- rios, y es la contractilidad animal: 2.° en los músculos involunta- IRR vj7 rios por la acción de los excitantes, yes la contractilidad orgánica sensible: 3.0 en los músculos, la piel, el texido celular, las arterias, las venas &c. por falta de extensión; y es la contractilidad del te- xido , que es muy obscura, ó falta en una porción de órganos, co- mo en los nervios, los cartílagos, los huesos &c.: 4.0 por la acción del fuego y de los ácidos muy fuertes; y es la contractilidad por encogimiento, que es general. Luego que falta la vida, los múscu- los no tienen las des primeras contractilidades, pero gozan de la tercera. (V. galbanismo.) Según lo-que se acaba de establecer, la contractilidad ó irritabilidad es una propiedad común y general inherente á todos los texidos animales; pero que según su distinto modo de obrar preíenta diferencias esenciales que la dividen en muchas especies." No nos detendremos á exponer las pruebas, ni á referir los experimentos con que Bichat y otros Fisiológicas mo- dernos refutan la doctrina de Haller, y prueban la que hemos esta- blecido ; pues en el artículo sensibilidad presentaremos algunas aserciones sobre esta materia; contentándonos en este con presen- tar las ideas generales, que dan á conocer el estado fi-iológico y pa- tológico , para lo qual se hace preciso digamos alguna cosa sobre los estímulos que ponen en acción ó irritan las fibras animales. Se entiende por estímulo ó estimulante todo lo que aplicado á la Tiebra animal es capaz de excitarla y ponerla en movimiento. Los estimulantes se dividen en mentales, físicos, mecánicos y químicos. Llam irnos mentales aquellas emociones internas del ánimo, cuyo influxo pone en movimiento la hebra animal: de esto tenemos mu- chos exemplos; pero los que mas lo demuestran son las pasiones del amor, ira, tristeza, alegría, zelos y otras. Los estimulantes físicos son los que obran ennusó menos puntos de los sólidos; pero hacia su longitud, ó hacia su latitud; para diferenciarse de los mecánicos, que son los que intentan quitar la coesion de los sólidas hícia su longitud y latitud á un mismo tienpo: el exemplo de los primeros, esto es, de los físicos, son los hu¡n >res, sus sales y demás princi- pios que los componen ; la degeneración de estos mismos humores, como quando se descompone la bilis, cuya mutación morbosa ex- cita de distintos modos á los sólidos, sucediendo lo mismo con los demás fluidos: también son excitantes físicos los eméticos, purgan- tes , y una larga serie de medicamentos salinos y de otras especies qu son bien conocidas: los estimulantes mecánicos son los que pro- ducen las compresiones que sufre el cuerpo humano en varios senti- dos; de modo que así como los estimulantes físicos obran en puntos, los mecánicos lo executan en superficies, comprimiendo del centro á la superficie externa ó periferia, y de esta al centro, haciéndolo también en una entraña , un vaso &c.; por consiguiente todos los só- lidos y fluidos que en la totalidad de su masa presentan superficie, 278 IRR sea de qualquiera figura, sbn excitantes mecánicos: el ayre atmosfé- rico, el agua y demás líquidos, todos los cuerpos sólidos, las liga- duras &c. se comprehenden en esta clase de estímulos. Los estimu- lantes químicos son los que combinándose con los sólidos intentan quitar la coesion de los principios constitutivos de la hebra animal, y tal puede ser su acción, que á veces producen la desorganización; el oxigeno que respiramos, varios medicamentos y alimentos que to- mamos oxigenados, algunas substancias deletéreas, cáusticas y ve- nenosas usadas interior y exteriormente, que por demasiado conoci- das en la Materia médica no hacemos mención de ellas, son los ex- citantes químicos. Todas estas quatro clases de estimulantes aun pueden dividirse en naturales, morbosos, medicamentosos y específicos. Los prime- ros son indispensables para poner en movimiento la máquina animal, como lo hacen el ayre atmosférico, el oxigeno, calórico, fluido eléc- trico y partes que le forman , la luz , la sangre y los humores que salen de ella &c.: los morbosos son estos mismos estimulantes quan- do son excesivos ó están alterados y producen enfermedades: los me- dicamentosos son todos aquellos que son capaces de mudar la acción de la vida morbosa, y restituirla á su antiguo estado natural: los específicos son los que tienen tendencia á excitar determinadas par- tes , como lo lucen, entre otros, las cantáridas y escila , que esti- mulan con preferencia las vias de la orina ; el mercurio lo hace en las glándulas salivales; el kermes mineral en el pulmón; los eméti- cos en el estómago; los purgantes en los intestinos, y entre ellos el áloes lo hace particularmente en el recto : todo lo qual prueba, como ya hemos dicho , que varía la susceptibilidad de parte del órgano y el cuerpo estimulante. Los estimulantes unas veces obran justa y proporcionadamente, de modo que su acción produce en la fibra el necesario movimien- to relativo á las fuerzas y función á que está destinada; este equili- brio que resulta del exercicio de las funciones que llamamos salud, es debido á la moderada acción de los estimulantes: otras veces lo executan produciendo una irritabilidad ó movimiento, ó bien sea excitamento desproporcionado á su tono ó resistencia: en este caso se producen las enfermedades que los Brownianos llaman de exce- sivo vigor ó esténicas; al contrario otras veces los estimulantes ex- citan menos de lo que puede y debe sufrir la hebra animal, des- arreglando por consiguiente la función á que está destinada , y pro- duciendo también las enfermedades que llaman asténicas ,• debién- dose entender, que quando decimos mayor ó menor de lo que pue- de sufrir la hebra animal, queremos expresar que hay detrimento ó trastorno en las funciones con el mayor ó menor estímulo. Según los principios que hemos establecido, y lo que hemos ex- ÍRR 279 puesto de los estímulos que excitan la irritabilidad , es preciso con- venir con la mayor parte de los fisiologistas modernos: i.° que el carácter esencial de la irritabilidad es una serie de contracciones y dilataciones determinadas por la impresión de un estímulo exterior, ó por una moción voluntaria del espíritu , por una pasión &c. 2° La hebra muscular es la mas susceptible á la irritabilidad, pero no care- cen de ella las demás partes. 3.0 La irritabilidad es una facultad re- lativa, digámoslo así, pues no obedece á todos los estímulos, sino á aquellos que tienen afinidad con las partes; y así la pupila se ex- cita con la luz, y no con el tártaro emético &c. 4.0 Cada órgano tiene una irritabilidad específica que pide un estímulo propio. 5.0 Mantiene con la sensibilidad relaciones mutuas de influencia recípro- ca, aunque muchas veces estas dos propiedades de la vida son dis- tintas. 6.° Es imposible concebir cómo el riñon segrega la orina, el hígado la bilis, la glándula parótida la saliva, y los testículos el semen, sin que haya una mutación, un movimiento en estos órga- nos , producido por la acción del estímulo específico de los princi- pios que envuelve la sangre que entra en estos órganos, á quienes obligan á que de ellos se formen los respectivos humores; en cuya acción secretoria debe haber necesariamente una serie de movi- mientos. ( V. SECRECIONES.) Se debe saber también , porque es muy interesante en la prácti- ca , que la irrítabilidad se distingue del tono, pues dan este nombre los Médicos á aquella fuerza precisa y necesaria con que la fibra animal ha de executar bien sus funciones. (V. tono.) Esta voz se ha tomado de la música por la analogía que tienen las fibras con las cuerdas de los instrumentos músicos; y así como estas para estar en qualquiera de los tonos necesitan dar un cierto número de vibracio- neaen un tiempo dado, así también la hebra animal debe executar determinados movimientos para sus funciones: si se atendiese á esta analogía, de que tiene origen la voz tono vital, no se incurriría tan freqüentemente en la práctica en tantas equivocaciones, compre- hendiendo mejor lo que es tónico directo é indirecto, pues algunos creen que los medicamentos tónicos son los que dan siempre fuer- zas positivas, siendo así que á veces, para poner en tono la fibra, es preciso disminuir fuerzas, siendo estos medicamentos tan tónicos co- mo los que aumentan el vigor de las fibras, á la manera que los músicos para poner en tono una cuerda unas veces dan vueltas á la clavija para estirar las cuerdas, y otras para afloxarlas. Tan lejos es- tá de ser la irritabilidad el tono, que estas dos propiedades son opuestas, y están siempre en razón inversa, de suerte que quando hay mas tono, esto es, mas coesion en la fibra, y por consiguiente mas vigor y menos movimiento , en este caso hay menos irritabili- dad ; lo que vemos realizado en los labradores y demás personas 28o ISC fuertes y robustas que tienen exercitadas las fuerzas, y que suelen poseer en alto grado, al paso que tienen poca irritabilidad; suce- diendo todo lo contrario con las personas endebles, dedicadas al bufete , las mugeres histéricas, que siendo sus fibras floxas, de po- cas fuerzas, tienen abundante irritabilidad. Este canon patológico, tan útil como cierto, lo vemos comprobado en tantas ocasiones en la práctica, que á veces conseguimos disminuir la irritabilidad morbosa solamente con los medicamentos que aumentan la coesion ó el tono; pero mal entendidas estas propiedades, y confundiendo la excesiva irritabilidad, creyendo ser tono aumentado, crecerá la enfermedad si se dan remedios debilitantes, como sucede á los Médicos incau- tos que no entienden bien estas propiedades de la vida, los que em- plearán las sangrías y otros remedios de esta especie, disminuyendo el tono y vigor de la fibra, y por consiguiente aumentando los his- téricos, las epilepsias y otras enfermedades en que se presenta una ex- cesiva irritabilidad, que por ser violenta la llamamos espasmo cló- nico. Los resultados de la irritación ó excitamiento que producen los estímulos en el cuerpo humano, no solo causan la movilidad y el espasmo, sino también el aumento de calor muchas veces, y tam- bién una secreción mas abundante y mayor derrame ó acumulación de líquidos efl la parte adonde se aplica el estímulo. Es muy in- teresante saber, como ya hemos dicho antes, que cada parte tiene dis- tinta irritación según el influxo de los nervios, su estructura &c., y también es necesario distinguir la irritabilidad natural de la morbífi- ca , y que una y otra son susceptibles de grandes variedades. Esto se observa freqüentemente en la práctica con la aplicación de los re- medios externos é internos, pues á veces se irritan las partes extra- ordinariamente á la presencia de ligeros estímulos, y al contrario otras veces no dan pruebas de irritabilidad aplicando los estimulan- tes mas fuertes. Esto prueba la necesidad que tiene el Médico de es- tudiar bien el estado de esta modificación de la vida en el estado natural y morboso, para lo qual, ademas de las atentas observacio- nes en los enfermos, se consultará la admirable obra de la Anato- mía general de Bichat, y la Fisiologia de Dumas &c. ISCHION. ( hueso) ( Anat.) Se llama así un hueso que está si- tuado en la parte inferior y posterior del innominado; es de figura irregular, al qual suelen dividir los Anatómicos en dos porciones, es- to es, en cuerpo y en rama; pero otros le dividen en dos caras, in- terna y externa, en dos bordes, superior é inferior, y en dos extre- midades , una anterior y otra posterior. La cara externa corresponde á la cara externa de la pelvis. En su parte superior se halla una cavidad que hace parte de la cavidad co- tiloidea, y presenta casi en el medio un hoyo desigual, que tiene JAL 281 muchos agujeritos, por los quales pasan los vasos nutricios. En la parte inferior y anterior de esta cavidad se halla una escotadura,que en el estado fresco la convierte en agujero un ligamento que se ata á sus dos lados. Debaxo de la cavidad cotiloidea , entre el borde de esta y la tuberosidad de que hablaremos luego , se ve otra escota- dura, y lo que resta de esta cara forma parte de la fosa obturairiz externa. La cara interna, que corresponde á la excavación de la pelvis pe- queña , es lisa y ligeramente cóncava, y por su parte anterior con- tribuye á la formación de la fosa obturatriz interna. El borde superior, que es delgado y semilunar, concurre á for- mar el agujero oval, y presenta hacia atrás una porción de la esco- tadura que da paso á los vasos. El borde inferior es convexo , largo y muy desigual en su grue- so. La parte superior de este borde hace parte de la grande escota- dura ciática. Mas abaxo tiene una eminencia conocida con el nom- bre de espina del ischion, y debaxo de esta otra pequeña escotadura, vestida de ternilla en el cadáver , y dividida en tres ó quatro poleas. En la parte inferior de esta escotadura comienza la eminencia llamada tuberosidad del ischion, sobre la qual nos apoyamos quando estamos sentados. En esta tuberosidad, que en los niños es ternillo- sa , se distinguen dos bordes y un espacio intermedio. El resto de es- te borde es áspero y desigual, y contribuye á formar el arco del pubis. La extremidad posterior, que tiene bastante extensión , presenta dos caras articulares, una situada hacia dentro y adelante, y otra hacia atrás; las quales por medio de la ternilla de osificación se unen la primera al hueso pubis, y la segunda á la cara media de la base del ilion. La extremidad anterior, ó la extremidad de la rama del ischion, se une por la ternilla de osificación con la rama descendente del pu- bis. Este hueso con los compañeros contribuyen á formar el innomi- minado. (V. este artículo.) B. ISCURRIA. Se llama así la retención completa déla orina. (V. RETENCIÓN.) JALAPA. (Mat. Méd) [Esta planta, desconocida de los anti- guos , viene de nuestras colonias de América, y la traen en unos pedacitos redondos de media pulgada de grueso, arrugados, morenos por afuera, cenicientos por dentro , y llenos de una resina negra y lustrosa. La raiz entera es de figura oblonga ú oval, angosta por abaxo, y sumamente pesada. Las mejores rodajitas, dice Carteuser, son las muy compactas, pesadas, que suministran mayor cantidad de agua resinosa, en la qual residen sus principales propiedades. Es- TOMO V. NN 282 JAU tas rodajas de buena calidad se inflaman fácilmente, según Valentín, quando se las arrima á la llama, ó se las pone sobre las ascuas. La raiz de jalapa es uno de los mejores purgantes conocidos quando se sabe escoger y está bien acondicionada ; y aunque la acrimonia de su principio resinoso podría ser nocivo, tiene aquella raiz otros principios que sirven de correctivo: no obstante, el par- tido mas seguro es mezclarla y triturarla con azúcar ó alguna subs- tancia mucosa, que da mayor solubilidad á las partículas resinosas, y las hace menos irritantes. La resina de jalapa, extraída de aquella raiz por medio del espíritu de vino, es un purgante muy irritante que obra al modo de la escamonea; sin embargo, es buena combinándola con azúcar, yema de huevo, unas gotitas de aguardiente y un poco de leche de almendras. También pretenden algunos que como es di- fícil lograr la jalapa bien acondicionada, es decir, cuya proporción de principios activos pueda valuarse , seria mas metódico no em- plear sino la resina, cuya energía es siempre la misma. El extracto de jalapa hecho con agua purga con mucha suavidad, pero es muy diurético. La jalapa está en el número de los purgan- tes que llamamos panchimagogos, ó que evacúan todos los humo- res ; pero obra particularmente sobre las serosidades. La dosis de ja- lapa en substancia varía mucho por las razones que hemos expuesto; sin embargo, la mas común es de uno á dos escrúpulos para los adul- tos: la resina se da desde cinco hasta doce ó quince granos, siempre con las precauciones convenientes. La dosis del extracto aquoso es, según Boldut, de veinte y quatro á treinta y seis granos. La jalapa se administra puesta en infusión en vino, en bol, sola , con otros purgantes, ó con diferentes correctivos, tales como el azúcar, el crémor de tártaro &c. Mezclada con el mercurio dulce es buena ara las obstrucciones de las visceras, y mezclada con quina ha pro- ado muy bien en las calenturas intermitentes rebeldes. Finalmente la jalapa entra en la composición de algunos xarabes, y de otras va- rias preparaciones oficinales que ya no están en uso.] JAUCOURT. (el caballero Luis de) de la Sociedad Real de Londres, de las Academias de Berlin y de Stockolmo, murió en Co- pleña en Febrero de 1780. Se distinguió tanto por su desinterés y sus virtudes, como por la nobleza originaria: prefirió el retiro, la verdadera filosofía, y el trabajo infatigable , á todas las ventajas que podia proporcionarle su nacimiento, en un pais donde se prefiere esta ventaja á todas las demás, excepto el dinero. Estudió desde la juven- tud todo lo concerniente á la Medicina, las antigüedades, las cos- tumbres de los pueblos, la moral y la literatura : los numerosos ar- tículos que ha escrito para la Enciclopedia en estos diferentes géne- ros lo prueban bastante. El caballero de Jaucourt habia trabajado en la Bibloteca Razonada un diario lleno de muy buenos extractos desde l JUE 283 su origen hasta el año de 1740: publicó junto con los profesores Gaubio, Musschenbroek, y el doctor Massuet, el Musceum Seba'a- num quatro tomos en folio, en el año de 1734, y años siguientes: libro poco común , curioso y buscado. También habia compuesto un Lexicón Medicum universale ; pero este manuscrito importante, próximo á ser impreso en seis tomos en folio en Amsterdam, pere- ció con el navio que le llevaba á Holanda: hay todavía de él algunas otras obras menos extensas sobre objetos de Física y Medicina: fué durante cinco años discípulo del célebre Boerhaave. D. H. JENNER. (Eduardo) (Biog.) fué hijo del Rever. Esteban Jen- ner , Rector de Rockhampton, y Vicario de Berkley en el Condado de Glocester, nació el 17 de Mayo de 1749. Instruido en los prin- cipios de Cirugía y Farmacia entró en casa del célebre Juan Hunter como pupilo ó discípulo particular, y bien pronto mereció toda la confianza y estimación de su maestro. Concluidos sus estudios, el natural amof á su pais le hizo volver á Berkley, donde se casó en 1788 con la Señorita Catalina Kingscote, hermana del Coronel Roberto Kingscote. La molestia que le causaba el exercicio de los dos ramos de Cirugía y Medicina le hizo abandonar el primero, y se dedicó con especialidad al estudio de Fisiología y de la Historia natural. En- tre los muchos descubrimientos de Jenner, hechos en la primera épo- ca de su práctica, pueden contarse un nuevo procedimiento mas fá- cil para obtener el tártaro emético puro, y la causa de la angina ectoral, que injustamente se atribuyó á Heberden. Pero el descu- rimiento que le hace inmortal, y que según la expresión de Water- house, es superior al de Harveo, es el de la vacunación, no solo por su importancia, sino también por la perfección con que ha continua- do sus investigaciones, y por su extrema modestia. Estas circunstan- cias le hicieron pasar á Londres, donde fué nombrado Maire de Cheltenham, asignándole el Parlamento diez mil libras esterlinas co- mo una pequeña muestra del agradecimiento nacional, puesto que, como advirtió el Canciller, ninguna recompensa pecuniaria era pro- porcionada al servicio que habia hecho á la humanidad. Algunos han querido disminuir su mérito, diciendo que el hecho no era descono- cido ; pero Janner ha sido el primero que le ha dado á conocer á los demás, el que ha consagrado muchos años al examen de las propie- dades de una práctica obscura y accidental, el que la ha perfeccio- nado, ha desenvuelto sus principios, ha señalado las reglas para su aplicación , y finalmente ha borrado del catálogo de males que afli- gen al género humano uno de los mas formidables. JUEGO. (Hig.) [Es preciso distinguir los exercicios á que se ha dado el nombre de juego, y que pertenecen á la mocedad, tales como el de pelota, bolos, mallo &c.: de los juegos de los hombres hechos, y á los quales se suelen entregar muchos con exceso. De los prime- l 284 JUS ros se hablará en los artículos á que correspondan, y particularmente en el de exercicio. En quanto á los segundos, y especialmente á los de suerte y azar, el menor mal que producen es el hacernos per- der la salud, privándonos del exercicio y de una ocupación saluda- ble; pues apartándonos regularmente del trato de los hombres de bien, es muy raro que no nos corrompan el corazón quando nos en- tregamos á ellos con exceso.] JULEPE. (Mat. Méd.) Se da este nombre á una especie de mix- tura nmy diluida y líquida, clara y transparente , compuesta de subs- tancias, de un color, sabor y olor agradable, que se hace tomar á los enfermos en muchas dosis, comunmente tres ó quatro, á cucha- radas ó partes de vaso , ó á vasos pequeños. Los antiguos usaban ju- lepes , que se diferenciaban de los nuestros por una consistencia de xarabe ligera. El nombre de julepe tiene origen de una palabra per- siana , que significa poción dulce: la palabra julebi de los árabes se aplica á los xarabes. F. Se pueden formar varias especies de julepes; pero los mas usua- les , y que se hallan en nuestra Farmacopea, se describirán en el ar- tículo MIXTURA. JUNKERO. (Juan) Médico alemán, que vivió en el siglo xvn, el que ha dado varias obras al público, tales son: i.° Hippocratis aphorismi paraphrasi poética illustrati. Erfurti 1619, in 12.0: 2.° Compendiosa methodus Therapeutica, quá morborum fere in~ curabilium, medicationes docentur per solam dietam &c. Ligni Guaiaci diversi mode praparati administrationem. Ibidem 1624, in 4.0: 3>° Conspectus medicina theoretico-practica tabulis i$j omnes primarios morbos, methodo Stahliana tractandos, exhibens. Halae 1718, in 4.0:4.0 Conspectus Chirurgia, tam Medica methodo Stahliana conscripta, quam instrumentalis recent i ssimorum ductu collecta, qua singula tabulis J05 exibentur. Halae 1721, in 4*0: 5.° Conspectus formularum medicar um, exhibens , tabulis 16, tam methodum rationalem, quam remediorum specimina, ex praxi Stahlianapotissimum desumpta&c. therapeia generaliaccommo- data. Halae 1723 , in 4.0: 6.° Conspectus Therapeia generalis, cum notis in Materiam Medicam, tabulis 20, methodo Stahliana cons- criptus. Halae 1725 , in 4.0 : 7.0 Conspectus Chemia theoretico- practica &c. tomus prior. Halae 1730, in 4.0 : 8.° Conspectus Phy- siologia. Halae 1735, in 4.0 JUSSIEU (Antonio de) (Biog.) Secretario del Rey de Francia, Doctor de las facultades de Medicina de Paris y de Mompeller, y profesor de Botánica en el jardín de Paris: nació en León el año 1686. Desde su primera edad se descubrió en él la pasión de herborizar, la que le proporcionó una plaza en la Academia de Ciencias. En 1712 recorrió, una parte de las provincias de Francia, las islas de Hieres, el JUS 285 valle de Niza y las montañas de España, de cuyas sabias expedicio- nes llevó á Paris una gran colección de plantas: establecido ya en aquella ciudad , enriqueció los tomos de la Academia con un gran nú- mero de Memorias sobre el café , sobre la barrilla de Alicante, sobre el cachoude, sobre el macer de los antiguos, ó simauraba de los mo- dernos, sobre la alteración del agua del Sena ocurrida el año de 1731, sobre las minas del azogue del Almadén, sobre la magnífica colección de plantas y animales pintados en vitela que se conservaban en la Bi- blioteca Real de Paris, sobre una muchacha que no tenia lengua , y sin embargo hablaba perfectamente , sobre los cuernos de Ammon, so- bre las petrificaciones animales, y sobre las piedras que llaman de rayo. El es el autor del apéndice del Tournefort, y el editor de la obra del P. Barrelier sobre las plantas que se crian en Italia , en Es- paña y en Francia, 1714 , en folio. Su discurso sobre los progresos de la Botánica se imprimió en 1718 , en 4.0 A sus ocupaciones li- terarias reunia la práctica de la medicina, y sobre todo se distin- guía en visitar á los pobres de balde: no habia dia que no tuviese en su casa una multitud de ellos; y no solo los trataba con el mayor esmero , sino que los socorría á cada uno según sus necesidades, pues habia adquirido un grandísimo caudal, que pasó luego á su hermano Bernardo. Murió de una especie de apoplexía el día 22 de Abril de 1758, de edad de setenta y dos años. D. H. Jussieu. (Bernardo de) (Biog.) hermano del anterior, nació en León el año de 1699; se distinguió también en la práctica de la Medicina y en sus conocimientos botánicos. Sus talentos le proporcio- naron la cátedra de demostrador de plantas del Real Jardin de Paris y una plaza en la Academia de Ciencias de la misma ciudad , ademas de otras que obtuvo en varias Sociedades célebres de Europa. Dicen que escribió poco, pero que habló mucho; y que otros escribieron lo que él habia pensado. A él se debe la edición de la historia de las plantas que se crian en las cercanías de Paris, por Tournefort 1725, dos tomos en 12.0 Jussieu fué llamado por Luis xiv para formar y arreglar un jardin botánico en Trianon. Tuvo freqüentes conversaciones con aquel Monarca, á quien agradaban igualmente su saber, su sencillez y su candor; «pero no sacó de aquel especie de trato, dice Condorcet, sino la satisfacción de haber visto de cerca »á un hombre de-quien dependía la suerte de veinte millones de » almas." Jussieu traxo de uno de sus viages el cedro del Líbano, de que carecía el Jardin Botánico de Paris: también tuvo la satisfacción de que el célebre Linneo asistiese á una de sus herborizaciones. Este ex- celente botánico murió el año 1777, á los setenta y nueve de su edad. D. H. ü86 LAB KALI. (Mat. Méd) Se ha dado este nombre arábigo á varías plantas, de cuyas cenizas se saca aquella sal alcalina llamada sosa, ó álcalT mineral. Se crian estos vegetales en las playas marítimas, ó en otros terrenos impregnados de sal, siendo la mayor parte espe- cies de los géneros salicornia y salsola de Linneo : entre dichas es- pecies se da la preferencia á la salsola sativa ó barrilla, que se cultiva con mucha utilidad en el reyno de Valencia. La principal consiste en la sosa abundante que producen. Con la salicornia her- bácea se hace una ensalada, que los habitantes de Zalandia hacen uso muy freqüente en el verano, atribuyéndole una virtud antiescorbú- tica , diurética y emenagoga. Los individuos de la expedición botá- nica de Nueva España nos han asegurado que en México se come con gusto una especie de salsola, que en aquella capital se llama ro- méritos. KARAVE. (V. sucino.) KERMES MINERAL. (V. oxíde de antimonio sulfu- rado.) Kermes, (grana) (Mat. Méd.) Se da este nombre y el de berme- llón , kermes animal &c., á un insecto muy semejante á la cochinilla, que es muy común en Italia, en España ,y en las provincias meridio- nales de Francia &c. Se suele hallar en varios árboles, como en los olmos, las encinas &c. Este insecto se emplea en las artes para teñir de roxo las telas, pero en Medicina apenas se usa: sin embargo, se prepara un xarabe y una confección ( V. electuarios y confec- ciones); pero no deben dichas preparaciones sus propiedades medi- camentosas sino á los demás simples que entran en su composición. R. KISTE. (Cirugía.) * El kiste es una membrana en forma de bol- sa ó de vexiga llena de materia líquida ó espesa, adiposa, carnosa, 6 de otra naturaleza. Tal es la bolsa membranosa del ateroma, del me- liceris, del esteatoma, y de todos los tumores que se engendran en las glándulas, cuya membrana externa forma el kiste. Esta voz vie- ne del griego, y significa vexiga. (V. enkistado.)* LÁBDANO. (Mat. Méd.) Substancia resinosa que fluye de las hojas del arbusto llamado Cistus labdanifera Crética : se compo- ne de un aceyte sutil y de otro craso, unidos con una sal esencial amoniacal: se usa en la Cirugía como emoliente, supurante, atenuan- te y resolutivo, y se aplica en forma de emplasto á las sienes contra los dolores de muelas. Interiormente es astringente, corroborante y calmante, y se prescribe en dosis de una dracma para dar tono al estómago, y contra los catarros y disenterias: entra también en las fumigaciones odoríferas. LABERINTO. (Anat.) Se da este nombre á un camino tortuo- so que se halla dentro de la porción petrosa del hueso temporal , y LAB 287 es una de las partes que forman el órgano del oido. (V. este artículo) LABIAL. (Anat.) Adjetivo que pertenece á los labios; y así las arterias y las venas que se distribuyen en ellos se llaman labiales. (V. LABIOS.) LABIOS. (Anat.) Damos este nombre á la continuación de los carrillos que cubre los dos arcos alveolares, y sus dientes ,formando la abertura de la boca ; y aunque esta parte no está dividida, los anatómicos distinguen dos labios, uno superior y otro inferior. El la- bio superior se extiende desde la nariz hasta la entrada de la boca, y el inferior desde esta hasta la barba, que es la parte de la quixada que está debaxo del labio inferior. La abertura exterior de la boca, formada por la separación de los dos labios, aunque paralela al con- curso de las dos series de dientes, tiene siempre menos extensión que estas series; y á los dos extremos de la abertura en que los dos la- bios se unen damos el nombre de comisuras de los labios, ó án- gulos de la boca. Viste exteriormente tanto á los carrillos como á los labios la misma piel que cubre el resto de la cara, con sola la diferencia de ser mas delgada y mas llena de vasos sanguíneos junto á las mexillas, y de que en el hombre después de la pubertad se cubre por lo co- mún de pelo , que forma lo que vulgarmente se llama barba. Pero apenas esta piel llega al borde de los labios, se vuelve mucho mas de- licada y sensible , y toma un color encarnado subido; y entrando así en la boca, sigue vistiendo toda la cara interna de los labios y de los carrillos, donde cubre un gran número de glandulillas, que en los carrillos se llaman bucales , y en los labios labiales. Un doblez de la piel interna forma en la parte media de uno y otro labio una es- pecie de ligamento llamado//v«i7/0, aue en la basa del borde alveo- lar ata los labios á las encías; pero el frenillo del labio superior so- bresale mas que el del Inferior. Entre los tegumentos externos y los internos que visten á los labios y á los carrillos, media una substancia carnosa, que es la que les da gran parte del espesor que tienen , y se debe á los varios mús- culos que oci»pan estas partes. Estos músculos son diez pares y uno impar, de los quales unos son propios del labio superior , como los elevadores comunes de las alas de la nariz y del labio superior, los elevadores propios y nasales de este mismo labio, y los cigomáticos pequeños; otros pertenecen al labio inferior, como los depresores y elevadores propios de este labio; y otros son comunes á entrambos como los elevadores y los depresores de los ángulos de la boca , los grandes cigomáticos, los bucinadores, y el orbicular de los labios que es el músculo impar. El elevador del ala de la nariz y del labio superior, que es la porción grande del incisivo lateral de Winslow, es un músculo pía- 288 LAB no y delgado, estrecho y algo tendinoso por arriba , ancho por abaxo¿ y situado al lado de la nariz. Trae origen del borde inferior é inter- no de la órbita, y de la parte superior de la apófisis ascendente del maxilar. De aquí baxa un poco obliqüo hacia afuera por debaxo de los tegumentos, y quando llega á la parte inferior de la nariz despide algunos hacecitos delgados, que se pierden en el espesor del ala de la nariz; pero lo restante baxa al labio superior, y se confunde con los del nasal del mismo labio , y con las del orbicular de los labios. Este músculo no tiene otro uso que el que expresa su nombre. El elevador propio del labio superior, que es la porción pe- queña del incisivo lateral de Winslow, es mas ancho, mas delga- do y mas corto que el antecedente. Nace con una, dos ó tres cabe- zas de la parte interna del borde inferior de la órbita; después baxa hacia adentro á buscar el labio superior, en donde termina. Este mús- culo levanta el labio, y al mismo tiempo le tira un poco hacia afuera. El nasal del labio superior, que algunos toman por una por- ción del orbicular, es un músculo pequeño y delgado, que nace del lóbulo de la nariz y de la parte lateral é inferior del tabique terni- lloso , el qual dirigiéndose hada atrás, va á buscar el labio superior; y quando llega á este muda de dirección y se encamina al ángulo de la boca unido al músculo orbicular, en donde remata. Es auxiliar del orbicular; pues frunce el labio superior arrimando sus extremos, y ademas baxa el lóbulo y el tabique de la nariz. El cigomático pequeño, que en algunos sugetos falta, nace an- gosto de la cara externa del hueso pómulo; baxa obliqüo hacia den- tro, y da fin uniéndose á la parte inferior del borde externo del ele- vador del labio superior. Suele recibir el cigomático pequeño un ma- nojlto de fibras del músculo orbicular de los párpados , excepto en su origen, que es enteramente carnoso, y su uso es elevar el labio su- perior tirándole un poco hacia fuera. El depresor del labio inferior, que es el quadrado de la bar- ba de Winslow, es un músculo delgado y enteramente carnoso, si- tuado en la parte lateral de la barba, debaxo del borde anterior del depresor del ángulo de la boca. Sus fibras, que suben obliqüas de fuera adentro, se fixan inferiormente en la línea obliqüa externa de la quixada por el lado externo; las demás rematan superiormente en el labio inferior, donde se unen y confunden con las del orbicular. Este músculo tira el labio inferior hacia abaxo y afuera. El elevador del labio inferior ó elevador de la barba de Al- bino , é incisivo inferior de Winslow, es un músculo muy pequeño, todo carnoso, y situado al lado interno del antecedente. Sus fibras reunidas se atan á la pequeña fosa que hay al lado de la sínfisis de la barba, debaxo de los alveolos de los dientes incisivos, y de aquí se desparraman á modo de borla; por lo que Lieutaud puso á este LAB 289 músculo el nombre de borla de la barba. Todas baxan tirando ade- lante ; pero las mas internas se encorvan hacia adentro para unirse con las del elevador del lado opuesto : las externas están unidas con las del quadrado, y algunas con las del semiorbicular del labio inferior, y todas las demás se terminan en la piel de la barba ; así este mús- culo tira hacia arriba la barba, y con ella hace subir el labio inferior. El elevador del ángulo de la boca, ó el canino de Winslow, nace delgado, ancho y carnoso de la fosa canina del hueso maxilar, de donde baxa, inclinándose un poco hacia afuera á buscar la comi- sura de los labios, en la que remata. Su uso es levantar el ángulo de la boca arrimándole un poco hacia la nariz, y juntamente tirando el carrillo hace elevar la mexilla como en la sonrisa. El depresor del ángulo de la boca ó triangular de Winslow se ata carnoso á la línea obliqüa externa de la quixada inferior, y de aquí sube describiendo una curva para ir á buscar la comisura de los labios, donde se confunde con el elevador del mismo ángulo. El grande cigomático, llamado así porque se ata como el pe- queño al hueso cigomático ó pómulo, es un músculo largo, estre- cho y delgado, que nace tendinoso de la cara externa de dicho hueso. De aquí baxa hacia dentro ensanchándose un poco hasta que llega á la comisura de los labios, donde se confunde con el elevador y el depresor del ángulo de la boca, con el bucinador y con el orbi- cular ; pero ademas envia algunas fibras al depresor del labio inferior. Su uso es elevar el ángulo de la boca, tirándole hacia atrás y afuera, y al mismo tiempo hace sobresalir el carrillo, y aumenta la excavación que medía entre él y el labio superior, como sucede en la risa. El bucinador, que toma el nombre de su situación entre los tegumentos internos y externos del carrillo, bucea en latín, es un músculo quadrilátero, chato, delgado y enteramente carnoso, que se ata superiormente á la cara externa del borde alveolar superior en- cima de las últimas muelas, y baxa á fixarse en la quixada inferior, en el canal que del borde anterior de la apófisis coronoides va á bus- car el borde alveolar. Pero ademas la parte media del bucinador se ata posteriormente á una aponeurosis que baxa de la porción interna de la punta de la apófisis terigoides á la extremidad del borde al- veolar inferior. Esta aponeurosis es común al músculo constrictor superior de la faringe, con quien se comunica el bucinador. De to- das estas inserciones van las fibras del bucinador á la comisura de los labios, y todos rematan en el músculo orbicular, confundién- dose con los demás músculos que van á esta parte. La cara externa del bucinador está cubierta de una membrana blanquizca muy pe- gada á ella; y ademas la cubren los músculos cutáneo, gran cigo- mático jr depresor del ángulo de la boca. Entre el bucinador y la parte inferior del músculo temporal, media una gran porción de gor- TOMO V. 00 290 L AO dura; y enfrente de la tercera muela atraviesa albuccinador el con- ducto excretorio de la parótida. Este músculo tira atrás el ángulo de la boca, y al mismo tiempo arrima el carrillo á las encías y á los dientes, con lo que sirve mucho para la masticación. El músculo orbicular se compone de fibras, que forman un arco en el labio superior y otro en el inferior, y que en ambos ángulos de la boca, parte se continúan, y parte, cruzándose, se entretexen. Es- tos dos arcos son los que algunos Anatómicos llaman músculo semi- orbicular del labio superior, y semiorbicular del labio inferior. La mayor parte de las fibras del orbicular son continuación de las que recibe de los elevadores y depresores de los ángulos de la boca, de los grandes zigomátlcos y de los buccinadores. Estos dos últimos parece que suministran enteramente las fibras mas inferiores del or- bicular. Las exteriores del semiorbicular superior se deben mas par- ticularmente al depresor del ángulo de la boca, y las del semior- bicular inferior al elevador ó canino. En el labio inferior recibe el orbicular algunas fibras del elevador de la barba, y en el labio su- perior del depresor del ala de la nariz. Según Santcrini, Winslow, Albino y Haller, de los alveolos de los dientes incisivos de la man- díbula superior van algunas fibras carnosas al semiorbicular del la- bio superior, y del alveolo del colmillo, ó del diente incisivo inme- diato de la mandíbula inferior , van otras al semiorbicular del labio inferior; pero estas fibras muchas veces no se encuentran. El músculo orbicular cierra la boca y la frunce; pero si obra junto con otros músculos de los labios, tira á estos y los aplica á los dientes. Por úl- timo , son tantos los modos con que puede combinarse la acción de los músculos de los labios, que es casi imposible explicar los varios movimientos y formas que pueden imprimir á los labios y carrillos. Las arterias que se distribuyen por los carrillos, los labios y sus músculos, son la labial, la transversal de la cara, la suborbitaria, la bucal y la alveolar; y la maxilar inferior por sus anastomosis con las labiales, por medio del ramo que sale por el agujero de la barba. Las venas de estas partes son la glandulosa, las bucales, las labia- les y la palpebral inferior externa, procedentes todas de la vena fa- cial interna y anterior ; el ramo profundo de la vena facial externa y posterior, que da algunas ramificaciones al músculo buccinador, y la vena subcutánea del cuello. Los nervios que van á los carrillos, á los labios y á sus mús- culos son muchos: es á saber, los ramos subcutáneos nasales y los la- biales superiores, procedentes del maxilar superior , después que to- ma el nombre del nervio infraorbitario: el buccinador ó bucal, el dentario inferior ó mental , y los labiales Inferiores que vienen del maxilar inferior; y el orbitario, los ramos faciales superior, medio é inferior , el bucal, el angular, y el ramo posterior de la rama in- LAC 291 ferior del trono facial, que todos traen origen del nervio facial. (V. nervios.) Ext. de B. LACA. (Mal. Méd) Especie de cera compuesta de una gran cantidad de materia cerácea fixa, extraida de las plantas por ciertas hormigas aladas que las depositan en las ramas de los árboles, for- mando unas especies de celdillas ó panales. Así no es en realidad una goma ni una resina perfecta. Hay tres especies de laca, en rama, en granos, y en pastillas: la primera es la que debe tenerse por la natu- ral , la qual se disuelve, aunque con dificultad y lentitud, en el es- píritu de vino bien rectificado, y mucho menos en los nuestros aquosos: rara vez se usa interiormente, excepto su tintura, á la qual atribuyen cierta propiedad fortificante y algo astringente: con esta misma idea se aplica á lo exterior en los perfumes, en los polvos dentríficos, y en los electuarios, para corroborar la dentadura, é im- pedir la corrupción de las encías. LACTANCIA. (Fisiol. Med.pract. éHig.) La lactancia es una función natural propia de las mugeres, de los animales quadrúpedos hembras, y de los cetáceos, por medio de la qual hallan sus crias en los pechos de que ha provisto á aquellas la naturaleza una leche apro- piada á su constitución, hasta que adquieren bastante fuerza para buscar por sí alimentos mas sólidos: se distinguen dos especies de lactancias, la natural que suministra á un individuo la leche de una madre de la misma especie , y la artificial en que se substituye á esta la leche de ciertos animales de especie diferente, ú otro alimento aná- logo. Considerando la debilidad y flaqueza del hombre en los pri- meros instantes de su existencia, los fenómenos y mudanzas que se observan en la madre en la época del parto, las leyes fisiológicas que entonces empiezan á dirigir la acción de ciertos órganos, y el influxo de ellas en la crianza física del hombre, no puede quedar duda al- guna de la utilidad que debe resultar tanto á las madres como á los hijos de la lactancia natural. Así viene á ser una ley física, la qual no puede traspasar sin exponer su salud y sin trastornar el orden de la economía animal , y seria muy fácil probar aquí que á mas dz las inflamaciones, de las calenturas puerperales, de las leucorreas y del histerismo, sobrevienen con freqüencia fluxos, obstrucciones, es- cirros , cancros, úlceras, y otros innumerables males á aquellas ma- dres desnaturalizadas é inmorales que pretenden eximirse de esta dul- ce obligación impuesta por la naturaleza. Sin embargo, hay muchas causas físicas y morales que se oponen á su observancia: las primeras se reducen á la escasez ó falta de le- che , ó á la qualidad viciada de este fluido. En efecto, hay muge- res cuyos pechos por una idiosincrasia particular filtran muy poca leche, ó bien por una energía excesiva de todos los órganos que em- plean todos los xugos en la nutrición general, sin dexar casi ninguna 292 LAC parte para la secreción láctea: otras por su temperamento , por la mala conformación de los pechos, por ciertas enfermedades locales, como la desorganización de los pezones, ó por un vicio constitucional co- mo el venéreo, deben excluirse de la lactancia, quando estos males no pueden corregirse pronta y radicalmente; pero seria una inhuma- nidad en este último caso exponer á una nodriza extraña á un con- tagio , y entonces debe entablarse la curación de la madre sin ex- cluirla de la lactancia. Las enfermedades agudas, las grandes hemor- ragias que producen un estado de debilidad y extenuación, la pre- ñez , son igualmente un obstáculo poderoso para el exercicio de esta función. El examen de las causas y de la constitución de las madres pueden ofrecer las reglas mas seguras para determinar quando debe proscribirse la lactancia sin riesgo , y quando una vez impedida pue- de restablecerse de nuevo. Las afecciones morales que prohiben á una madre el criar sus hi- jos no son de menos valor que las causas físicas, puesto que las pa- siones son hereditarias del mismo modo que los vicios humorales; y esta verdad se halla confirmada con la observación de los niños cria- dos artificialmente. Todos saben que los movimientos extraordina- rios del alrna producen en la economía animal una impresión propor- cionada á la energía de los individuos, á su sensibilidad &c.; la có- lera, la envidia,Tos pesares, alteran el sistema nervioso y la sangre; la bilis y los demás humores experimentan también entonces una al- teración consiguiente á la mudanza que padecen todos los órganos y todas las secreciones. Los hijos pues en estas circunstancias reci- ben en la leche su funesto influxo, con tanta mas razón, por quanto sus órganos tiernos y delicados no pueden exercer bien sus funciones, no estando- en perfecta regularidad las de la madre. Para última de- mostración de esta verdad basta leer el tratado del célebre Tissot sobre el influxo de las pasiones del ánimo; debiéndose añadir que por desgracia sus estragos son mayores y mas comunes en las ciu- dades populosas en razón de la corrupción de las costumbres. Se infiere de lo dicho, que desde la época del nacimiento deben conocerse las qualidades de la madre, ó de la nodriza, para confiarla la crianza de un niño. Para buscarla se procurará por consiguiente que sea perfectamente sana; que tenga buena dentadura , sin hedor en el aliento; que su leche sea dulce y sustanciosa, sin que pase de quatro á cinco meses, y á conseqüencia de un parto feliz; y final- mente que sus costumbres sean puras, su carácter igual y alegre, y que su constitución física tenga la mayor analogía posible con la de su cria. Quando absolutamente no haya medio de proporcionar al niño la lactancia natural baxo las condiciones expuestas, puede recurrirse á la artificial. Puede verse sobre este punto la memoria de Iberti LAC 293 premiada por la Sociedad Real de Paris en 1789 sobre el método artificial de criar á los niños recien nacidos,y darles una buena educación física. Pero guardémonos siempre de seguir el exemplo de los que ensalzan sobremanera este método solo por capricho ó por sistema: la leche de muger siempre es preferible á la de todos los animales y á todas las papillas. Añadiremos, sin embargo aquí que entre los medios inventados para facilitar la lactancia artificial á los niños recien nacidos, se practica uno en Moscow, sin duda el mas ventajoso que se conoce. Se corta la teta ó ubre de una vaca, y se ajusta su extremidad á una asta agujereada en su parte mas del- gada , ó á una vasija de plata, estaño ó cristal, que tenga con corta diferencia la misma figura; se dexa pendiente el pezón de la ubre por debaxo del asta como pulgada y media de largo; se llena el vaso de leche tibia, y se presenta así al niño, que recibe con gusto el ali- mento, como si fuese del mismo pecho de la madre; el pezón se mantiene siempre en agua, y así puede conservarse meses enteros sin ninguna alteración. Una constitución delicada no es un obstáculo para la lactancia; antes bien esta es un preservativo de muchos males que pudieran so- brevenir por la supresión ó transmutación de la leche á los órga- nos mas delicados y débiles. Muchas madres se excusan también por el temor de perder parte de sus gracias, y de que los pechos se mar- chiten y desfiguren: prescindiendo de la frivolidad de estas razones, podemos citarlas el exemplo de las hermosas Georgianas , que crian- do á todos sus hijos, conservan hasta pasada la edad de quarenta años toda su frescura , su belleza y sus encantos; y sin ir á paises ni á tiempos remotos observamos esto mismo en nuestra Europa, y la razón y las leyes de la economía lo persuaden. Es preciso pues confesar, que la primer muger que sin fundamento se eximió de las tiernas obligaciones de madre, debió considerársela como el opro- bio de su sexo. Ya hemos expuesto las causas que se oponen á la lactancia; pe- ro algunas de ellas son remediables, y por lo mismo las repetiremos aquí. La principal es la mala conformación del pezón, por su callo- sidad producida regularmente por el uso pernicioso de las cotillas ó qualquier otro trage demasiado ajustado. Por lo mismo deberán to- das las mugeres, al mismo tiempo que evitasen estas causas, confor- mar bien sus pezones por medio de la succión y de la aplicación de pezoneras y otros instrumentos inventados á este fin. Para ablandar el pezón es muy útil untar su extremidad con el cerato de Galeno, compuesto de partes iguales de cera virgen y de aceyte de almen- dras dulces sacado sin fuego, ó de buen aceyte de olivas, y la- vándole por las mañanas con agua y xabon. (V. enfermedades de LOS PEZONES. ) 294 LAG Otra causa muy freqüente, y dependiente del feto, es la dislo- cación de su mandíbula inferior, que debe reducirse al momento, y mantenerla reducida según las reglas del arte, alimentándole por me- dio del pistero, ó echándole en la boca algunas gotas de leche de vaca, de muger &c. de tiempo en tiempo, hasta que se conoce que ya se halla en disposición de mamar. También nacen algunos niños con las narices tan estrechas, que pa- ra respirar tienen que dexar el pezón á cada instante: este vicio se corrige desatascándoles las narices con la introducción de las barbas de una pluma empapadas en aceyte. Muchos, sin defecto ninguno ni vicio de conformación , no pueden absolutamente mamar por tener la lengua arrimada y como pegada al paladar: entonces es necesario separarla y baxarla con una espátula, aplicándoles en seguida al pe- cho. Quando el obstáculo para mamar depende del frenillo ó de otras adherencias que llaman bridas, se debe recurrir á la operación qui- rúrgica. (V. frenillo. ) El régimen y los preceptos relativos á la lactancia se infieren de lo mismo que hemos dicho acerca de sus inconvenientes, y se com- prehenden en la higiene general. El evitar las pasiones de ánimo, la destemplanza en las comidas sin atenerse á un régimen exacto, el exercicio activo, el uso moderado de los placeres del amor &c. for- man las buenas nodrizas, quando por otra parte gozan estas de una constitución y disposición sana y robusta. LACUNA. ( Anat.) Los Anatómicos usan de esta voz y la de filtro para nombrar una bolsilla ó reservatorio pequeño que arroja un humor, del qual hay varios en la vexiga y otras partes. LAGRIMAL. ( Anat.) Se nombra así todo lo que pertenece á las lágrimas. i.° La carúncula lagrimal. (V. este artículo.) i.° El conducto lagrimal es la continuación del saco lagrimal, que conduce las lágrimas á la nariz. 3.0 La glándula lagrimal, que está destinada para separar las lágrimas, es un cuerpo glanduloso conglomerado, situado en una foseta de la parte del hueso coronal, que contribu- ye á formar la órbita hacia el ángulo pequeño del ojo: de esta glán- dula salen muchos vasos excretorios, que perforando la conjuntiva, se abre debaxo de los párpados en donde derraman las lágrimas. (V. este artículo.) 4.0 La gotiera ó media caña lagrimal del hueso un- guis. (V. unguis.) 5.0 El nervio lagrimal es la rama externa de la rama superior del quinto par. (V. nervios.) 6.° Los puntos lagri- males son dos agujeros pequeños, que se hallan en la extremidad del borde de cada párpado, inmediatos á los grandes ángulos del ojo. Estos orificios son la entrada de dos conductos que van obliqua- mente hacia el saco lagrimal, vestidos de la piel que cubre los bor- des de los párpados, los quales se reúnen hacia la nariz en un solo conducto, el qual se ensancha considerablemente formando como LAG 29$ una especie de bolsa larga que se llama saco lagrimal, el qual es- tá situado detras del tendón, y donde principia la parte carnosa del músculo que fcrma los párpados que se ata en el grande ángulo del ojo. El saco lagrimal se va estrechando poco á poco, y en su extremi- dad inferior se reduce á un tubo muy estrecho, que se abre en la ca- vidad de la nariz ó fosas nasales, se suele llamar á esta abertura punto excretorio del conducto lagrimal, que es por donde se vier- ten las lágrimas en las fosas nasales. LÁGRIMAS. (Fisiol.) Se da este nombre á un licor claro se- cretado por la glándula lagrimal que baña la superficie del ojo. Su órgano secretorio son las glándulas lagrimales que están situadas en el canto externo de la órbita, de cada una de las quales salen seis ó siete conductos excretorios, que van á abrirse á la superficie interna de la palpebra superior sobre el tarso, en donde vierten sus lágri- mas. Con ellas se mezcla juntamente el rocío arterial que exhalan en el ojo la superficie interna de las palpebras, y externa de la con- juntiva; y acaso también el humor aquoso que se trasuda á la super- ficie del ojo por los poros de la membrana córnea. Una parte de este humor aquoso se evapora; pero la parte mas considerable, des- pués de haber cumplido con su uso, es expelida por el músculo or- bicular que une las palpebras y el bulbo del ojo tan estrechamen- te , que no queda entre estas dos partes mas espacio que en el án- gulo interno de las palpebras, en donde las lágrimas se recogen co- • mo en un lago. De este lago lagrimal son absorvidas las lágrimas por los orificios de los puntos lagrimales, y conducidas por los canales al saco lagrimal, de donde finalmente por el conducto nasal van á salir á la cavidad de las narices por debaxo del turbinado nasal infe- rior. El saco lagrimal parece ser compuesto de fibrillas longitudina- les y transversales; la entrada de sus tres orificios está guerreada de pequeños esfínteres, como lo muestra la constricción espasmó- dica de los puntos lagrimales si se les punza con el estilete. Las lágrimas no tienen olor, el sabor es un poco salado , como lo echan de ver los que las gustan quando lloran. El color es diáfa- no , y su consistencia aquoía. Su cantidad en el estado natural es so- lamente la suficiente para humedecer las palpebras y la superficie del ojo. Pero en un afecto triste de ánimo, ó por un estímulo qual- quiera aplicado á la superficie del ojo, se secreta de una vez tanta abundancia de lágrimas, que no pueden ser absorvidas todas juntas al mismo tiempo por los puntos lagrimales; por cuya razón una gran parte de ellas cayendo del lago lagrimal y ángulo interno de las palpebras corren por las mexillas en forma de grandes y copio- sas gotas. Una cantidad no pequeña baxa al mismo tiempo por las vías regulares de las narices, y por eso á los que lloran les fluyen siempre abundantemente. Las lágrimas expuestas á la atmósfera" li- 296 LAG bre, 6 evaporadas á un fuego lento, se secan formando una masa amarilla, que presenta comunmente á la vista cristales cúbicos. Las lágrimas no enturbian el agua de cal, porque estas contienen sosa pura, y no carbonate de sosa; así es que enverdecen el xarabe de violetas. Las lágrimas recientes se disuelven perfectamente en el agua- pero de ningún modo quando ya están secas. El alcohol las coagu-' la, y hecha la evaporación se obtiene muríate de sosa y sosa sola. Las sales alcalinas las disuelven, ya sean recientes ó bien sec¿s. El ácido sulfúrico y el muriático no producen mutación alguna en las lágrimas recientes; pero las secas se disuelven con efervescencia. El ácido muriátiqo las espesa momentáneamente, así como el oxígeno atraido de la atmósfera. Los principios constitutivos son: i.° el agua, que constituye la mayor parte de las lágrimas. 2° Un moco particular, que es coagu- lado por el alcohol. 3.0 El muríate de sosa, la sosa pura, y la fos- fórica , y también la cal fosforada, que se obtienen por la incinera- ción del carbón. El uso de las lágrimas es: i.° humedecer continua- mente la superficie del ojo y de las palpebras para que no se seque la cornea transparente y se ponga opaca, ó el ojo no se adhiera en las palpebras. 2.0 Impiden que la fricción ó frotación de las palpe- bras sobre el bulbo del ojo no se haga doloroso en la continuación de pestañear. 3.0 Quando el polvo de la atmósfera ó algún otro cuer- po irritante qualquiera cae en los ojos, las lágrimas que entonces se secretan mas abundantemente los lavan y limpian por una fuerza * verdaderamente medicatriz. 4.0 La lagrimacion desahoga la cabeza de algunas congestiones. (Plenk.) LAGUNA. (Andrés) Médico , nació en Segovia el año 1499, y pasó toda su vida en la Corte de Carlos v, quien hacia mucha confianza de él. Fué uno de los Médicos mas célebres y eruditos de España. 'Después de la muerte de aquel Emperador, Laguna se retiró á Metz, y luego á Segovia , donde murió el año 1560. Este Médico era también un excelente crítico. Las principales obras que dexó escritas relativas á la Medicina son las siguientes: i.a Anathomica methodus , sive de sectione humani corporis contemplatio. París 1^35 ,8.°: 2.,a Galeni omnium operum, ex-* . ceptis iis, qua in Hippocratem composuit, epitome. Venecia: Basilea 15 51, fol., León de Francia 1553, en quatro volúmenes en 8.° &c.: 3.a Galeni vita. Venecia 1548 : 4.a De ponderibus et mensuris. 5 .a Epitome omnium rerum, et scientiarum, qua no- tatu digna in Commentariis Galeni in Hippocratem extant. Leorí de Francia 1554, 8.°: 6.a De contradictionibus qua apud Gale- num sunt tractatus: 7.a Annotationes in Galeni versiones , qua ad suum tempus prodierunt. Venecia 1548 : 8.a Methodus cog- noscendi extirpandique nascentes in vesica eolio carúnculas. LAN 297 Roma 1551,8.°: 9/ Annotationes in Dioscoridisfactam a Joan- ne Ruelli) ínterpret.itir,i;m. León de Francia 1554, 16: iq. Epís- tola apologética ad JoannenCornarium. Ibid. 1554,8.°: 1 i.Vic- tus ratio , Scholasticis pauperibus paratu facilis et salubris : al qual se añadió la obrita De victus et exercitiorum ratione, máxi- me in senectute observanda. Paris 1547, 8.°; Colonia 1550, 8.°: 12. De articulari morbo Commentarius. Roma 1551, 8.°: Com- pendium curationispracautionis morbi passim , populariterque grassantis j hoc est, vera et exquisita ratio noscenda , praca- venda atque propulsando febris pestilentialis. 13. Galeni de antidotis epitome. Amberes 1587, 16. Traduxo el libro de la Fi- sionomía de Aristóteles: del mundo: de plantas: de virtutibus: dos diálogos de Luciano &c.: escribió el Geoponicon, ó tratado de agri- cultura &c. Pedazio Dioscorides Anazarbeo, acerca de la mate- ria medicinal y de los venenos mortíferos, traducido del original griego en castellano, ilustrado con notas y con las figuras de in- numerables plantas exquisitas y raras. Salamanca 1586, fol. y en otras partes. De la preservación y cura de la peste. Amberes 1556, 8.°; Salamanca 1560. Véase á Colmenares en la Historia de Sego- via , ó en el Apéndice de los Varones ilustres Segovianos. ., LAMBDOIDES. (Anat.) Voz que tiene origen griego, y sig- nifica figura de L , pues esta letra en gríego se llama lambda, y tiene esta figura k , y por la semejanza que tiene la sutura occipital se llama^ también lambdoides. (V. sutura.) También llaman los Anatómicos ángulo lambdoides á uno de los del hueso temporal, y agujero lambdoides á uno de los que se hallan inmediatos á la sutu- ra lambdoidea. LANCETA. (Cir.) Instrumento de acero bastante conocido, punzante y cortante, que se emplea para hacer la sangría y algunas otras operaciones de Cirugía. LANCISI. (Juan María) Nació en Roma en 1654, y murió en la misma ciudad en 1720: fué profesor de Anatomía en el colegio de la Sapiencia , y al mismo tiempo Médico y Camarero secreto de Inocencio xi y de Clemente xi. Fué buen observador, y natural- mente enemigo de los medicamentos, siempre que le parecia que la naturaleza podia obrar por sí misma. La mayor parte de sus obras se imprimieron en Ginebra en 1718 , dos tomos en 4.0, y se reim- primieron en latín en 1739 en folio. En ellas se hallan varios trata- dos curiosos sobre las muertes repentinas, sobre los malos efectos de las aguas detenidas, sobre la lombriz solitaria, sobre las enfermeda- des epidémicas de las bestias, y sobre el modo con que deben estu- diar los Médicos. También se debe á este profesor una edición de la Metaloteca Baticana de Miguel Mercati, Roma, 1717, con un apéndice de 1 719, que falta en muchos exemplares. Ó. H. TOMO V. Pp 298 LAS LANFRANC. (Biog.) Profesor de Medicina y Cirugía en la ciudad de Milán: habiendo sido muy perseguido en su patria, se fué á Paris el año de 1195 , adonde lo habian llamado varios Señores y varios profesores de Medicina, y particularmente el Maestro Juan de Pasábante, para enseñar la Cirugía y demostrar las operaciones de ella. La Cirugía se hallaba entonces enteramente abandonada á los Barberos, y él hizo nacer una clase media entre los Médicos y los Barberos, que se componia de los que á la ciencia media re- unían como él la práctica de las operaciones manuales. Se conserva de este autor la Chirurgia magna et parva, Venecia 1490, en fol. LAMPARONES. (Med.) Se da este nombre á las escrófulas. ( V. este artículo.) LAREDO. ( Fr. Bernardino de) Sevillano, lego de la Orden de Menores, escribió entre otras obras, Modus faciendi in medi- cina. Alcalá 1617. Metaphora medicina. LARINGE. (Anat.) Se llama así una especie de caxa ternillo- sa suspendida en la parte superior y anterior del cuello, delante del esófago y de la parte inferior de la faringe superior; se abre en la parte anterior del fondo de la boca, é interiormente se continúa su cavidad con la de la traquearteria, y es el principal órgano de la voz. (V. voz.) LARÍNGEA (Anat.) Adjetivo que perteneceá la laringe; así se conocen con este epíteto: i.° la arteria laríngea, que en la pri- mera rama anterior de la carótida externa , la qual se llama también gutural superior, la qual se distribuye principalmente en la glándu- la tiroidea, los músculos y otras partes inmediatas de la laringe. 2.0 La glándula laríngea, que es lo mismo que la tiroidea. (V. este ar- tículo. ) LARINGOTOMIA. (Cir. )*La laringotomia es una incisión en la traquearteria entre dos de sus anillos para dar paso al ayre quando hay peligro de sofocación por una esquinancia ó por qual- quier otra cosa. Esta voz está compuesta de otras dos griegas, que la una significa larins, y la otra yo corto. La laringotomia es lo mismo que la broncotomia, y la mas prominente traqueotomia. (V. broncotomia.)* LASITUD. ( Patol.) Es aquel estado en que sin haber todavía una enfermedad manifiesta, se siente el hombre débil, postrado, con un deseo Irresistible de estar acostado , y suma repugnancia al mo- vimiento ; por lo común este síntoma anuncia las enfermedades agu- das, y con particularidad las de carácter maligno, presentándose uno, dos ó mas dias antes. El paciente atribuye esta novedad á un resfriado ú á otra afección pasagera; pero en viendo que pasa de uno ó dos dias sin tener síntomas de un catarro verdadero , debe te- merse como hemos dicho, una enfermedad aguda, y en este caso LAV 299 debería empezarse la curación al momento ; estoes, disponer al en- fermo con los remedios que estuviesen indicados en general. Tam- bién puede á veces ser una afección nerviosa pasagera en los hipo- condriacos y en las histéricas; pero no habiendo una de las causas expresadas, se llama lasitud espontánea : lassitudines spontanea morbos pranuntiant. Hipp. LÁUDANO. (Mat. Méd.) Por láudano en la Farmacia se en- tiende propiamente el extracto de opio , ó el zumo espesado y pu- rificado; pero en la Medicina se entiende generalmente el láudano líquido de Sidenham, una de las preparaciones del opio, en que en- tra el azafrán , la canela, el clavo y el espíritu de vino , y por con- siguiente es algo mas estimulante. (V. ovio y tinturas ) LAUREL. ( Mat. Méd) Hay varias especies de esta planta: en general se usan sus hojas como astringentes y tónicas, y sus bayas que tienen un sabor y olor aromático, dadas en polvo ó en forma de look, excitan el sudor, y son corroborantes y carminantes; su aceyte se usa en los dolores de oidos, solo ó mezclado con vino y agua de rosas. El laurel de Alexandría se usa mas comunmente, y el cocimiento de sus raices se prescribe como aperitivo; también se emplean sus hojas como vulnerarias astringentes para mundificar y secar las úlceras icorosas; unas y otras pasan por un buen tópico en las hernias, y reducidas á polvo se aplican con buen efecto en la relaxacion de la úvula. El laurel rosa, ó lauro ceraso, tiene una qualidad venenosa y narcótica. LAVANDA. (agua de la) (Mat. Méd.)E<,tz agua espirituosa se usa como estimulante y corroborante para reanimar la sensibili- dad en un deliquio, y en los miembros paralizados en fricción ó untura para excitarlos. El mismo uso tiene el aceyte de lavanda y su espíritu , que también se prescribe interiormente en dosis de ocho ó diez gotas en azúcar ó con un poco de vino ó agua de canela con las mismas indicaciones; hay ademas las preparaciones de vinagre bálsamo y polvos estornutatorios. ^ LAVATIVA. (Mat. Méd.) Remedio ó Inyección líquida que se introduce en los intestinos por medio de una xeringa: según los medicamentos de que se compone, ó el objeto con que se usa , se dií tinguen en emolientes, atemperantes, antiespasmódicas, tónicas irritantes &c. Así convienen en todas las enfermedades, y particu- larmente en las afecciones de los intestinos ó de las partes inmedia- tas. En la prescripción de las lavativas debe atenderse á las subs- tancias que han de disolverse, y al licor en que ha de hacerse su di- solución. También se usan lavativas nutritivas quando el enfermo no puede tragar, ó hay un escirro ó callosidad en el piloro: la canti- dad de licor varía según la edad y naturaleza del mal: en la prime- ra y segunda edad la dosis es desde seis onzas hasta diez; y en los 300 LEC adultos desde una libra hasta libra y media, á no que el estado del enfermo se oponga á ello; porque si están afectadas la vexiga, la matriz ó los intestinos, deben administrarse en menos porción para evitar los efectos de una dilatación excesiva, ó de una compresión muy fuerte. También deben usarse en diferente cantidad según la indicación con que se administran, por exemplo, si se dan con el objeto de evacuar materiales detenidos, se dan en una cantidad considerable, para que el mismo peso mecánico excite la acción in- testinal; y si se administra con el objeto de calmar un dolor, se da en corta dosis, á fin de que se detenga y barnice toda la superficie del intestino. Lavativas de las cortezas de granadas. ( astringentes.) ty. Cortezas partidas de granadas una onza; se cuecen en dos libras de agua, y después se cuela. Lavativa anodina de almidón. b¿. Almidón dos dracmas; agua una libra. Se infunde y cuece hasta que se disuelva. Luego que se haya enfriado este líquido se le añaden dos yemas de huevo. Lavativas emolientes de las flores de malvas, r?. Coci- miento emoliente de malvas diez onzas; miel y aceyte de olivas , de cada cosa dos onzas: mézclese para usarlas. Lavativa irritante del vino antimonial. ly. Vino del oxide de antimonio quatro onzas; agua ocho onzas: mézclese para usarlo por una sola dosis. LAVATORIO. ( V. loción. ) LAXANTES ( Mat. Méd.) Esta voz viene á ser sinónima de la de purgantes, aunque se emplea en sentido menos general, y nun- ca se aplica á los drásticos. (V. purgantes. ) LAZARETO. (Hig.) Edificio público destinado á la quaren- tena de las personas que vienen de parages apestados ó sospechosos. Los lazaretos deben estar bastante distantes de la población adon- de pertenecen; debe haber en ellos separaciones proporcionadas pa- ra las mercaderías, ropas y otros efectos, para las personas sospe- chosas , y aun para las inficionadas. (V. los artículos peste y qua- RENTENA.) LECHE. (Diet. y Mat. Méd.) Es inútil definir la leche por sus qualidades exteriores, pues todo el mundo las conoce; y en quan- to á su constitución interior podemos decir que pertenece al orden de los cuerpos sobrecompuestos, y cuyos principios no están uni- dos mas que por una especie de adhesión muy imperfecta. Los de la leche son una grasa sutil conocida con el nombre de manteca, una substancia mucos-a llamada caseosa ó queso, y un licor aquoso cargado de una materia sutil y mucosa, el qual se llam.i suero. La materia salina mucosa se conoce con el nombre de sal 6 azúcar de leche. LEC 3o1 Estos principios se separan por una alteración pronta y espontá- nea que sufre abandonada á sí misma, y es una especie de fermenta- ción , que de acetosa puede pasar á ser vinosa, y producir los efec- tos de la embriaguez. La fermentación empieza en la leche, y en ella se completa en quanto á su principal producto, que es el del ácido, antes que se separen la manteca y el queso , porque abando- nada á sí misma, se agria antes de descomponerse ; y estos dos fe- nómenos son mas prontos quanto mas cálida es la estación. También se separan los principios inmediatos de la leche por me- dio de la ebulición, por la qual se forma en su superficie una pelí- cula semejante á la que nada en ella de resultas de la descomposi- ción espontánea. Esta substancia se llama crema ó nata, que no es mas que manteca mezclada con algunas partes de queso y empapa- da en suero. Por este medio puede sacarse toda la parte manteco- sa , quedando el queso disuelto en el suero que no se agria , porque la fermentación acetosa y viscosa por qualquier movimiento extraño se impide, se suspende, y aun abandonado después á sí mismo , se agria mucho mas tarde; de suerte que la leche que ha cocido solo un quarto de hora, se conserva sin agriarse ni descomponerse treinta y seis y aun quarenta horas, mas ó menos según la temperatura del ayre, quando la que no ha sufrido esta operación apenas se conser- va doce horas. Ademas, se verifica la descomposición de la leche por la coa- gulación que produce en ella la aplicación de ciertas substancias co- mo los ácidos, los álcalis, los espíritus fuertes, y particularmen- te la misma leche agria en los estómagos de animales lactantes, y ciertas flores y estambres á que por este uso se da el nombre de quajo. La análisis anterior á un fuego violento produce una canti- dad bastante considerable de aceyte empireumático; y íi hemos de dar crédito á Homberg, mucho mas ácido que la sangre y la carne de los animales gruesos, sin ninguna sal volátil concreta. Pero estas consideraciones químicas de la leche nos detendrían demasiado, y por lo mismo nos remitimos á las obras magistrales adonde perte- necen. Quanto hemos dicho hasta ahora conviene á la leche en gene- ral , pues las de los diferentes animales, aunque se distinguen principal- mente por la diversa proporción de estos principios, no presentan nin- guna diferencia particular en quanto á sus efectos generales; y así los quadrúpedos de cierta especie han lactado, y se han nutrido bien con la leche de otro de distinta especie, como un lobezno con la de oveja; y lo mismo se observa en la especie humana, con tantas ven- tajas, que algunos han ensalzado hasta el extremo el método de criar á los niños con la leche de los animales. Sin embargo, no nos olvi- daremos de estas diferencias habiendo de exponer el uso dietético y medicamentoso de la leche. 302 LEC La leche de vaca posee el mayor número de las qualidades ge- nerales de la leche; sin embargo, parece que la preeminencia que se le ha dado es arbitraria , puesto que la de cabras es muy análoga á ella, y que la propiedad de vulneraria y pectoral es igual á otras muchas que se han atribuido á diferentes substancias, sin mas funda- mento que el capricho de los escritores. También puede suplir por ella la de ovejas, y por lo mismo puede considerarse la primera como un remedio principal, y las dos últimas como sucedáneos. La leche en general es el alimento de naciones enteras, principalmente de las que habitan en montañas, y tal vez á su uso puede atribuirse su na- tural pesadez y gravedad, porque en la práctica se ve que la dieta láctea llega á ocasionar una profunda melancolía. En general es mas provechosa, tomándola habitualmente ó por alimento ordinario, ó mezclándola con los harinosos, como el arroz, el pan &c.; pero siempre es un alimento poco seguro , y poco análogo á los órganos digestivos del adulto, mayormente en los que no están acostumbra- dos á él, á los quales por otra parte seria muy útil como medica- mento en los casos en que está indicado. Las reglas que deben observarse para prescribirla como tal se hallan contenidas en un aforismo de Hipócrates: »Es malo, dice, ad- ministrar la leche á los que padecen dolores de cabeza, ó calentura, á los que tienen los hipocondrios inflados y corroídos, á los que se hallan atormentados de sed, ó arrojan deyecciones biliosas, á los que tienen calenturas agudas, y en fin á los que han sufrido hemorra- gias considerables ; pero es útil en la tisis quando no hay mucha ca- lentura, en las calenturas largas que producen mucha languidez, esto es, en las lentas, y en la suma extenuación." También observaron los antiguos su eficacia contra la acción de los venenos corrosivos, sobre el estómago y los intestinos, y de las cantáridas sobre las vias de la orina. A pesar de estos preceptos es muy común en Inglaterra el administrar la citogala, que es una mezcla de cerveza y de leche, en las enfermedades agudas, y muchos sostienen que debe ser pro- vechosa la leche pura en las grandes hemorragias uterinas y pulmo- nales, y aun en la misma pulmonía, del mismo modo que la hidro- gala en las disenterias. Los modernos han creído que sería mas con- veniente anticipar este medicamento desde que empiezan á anun- ciarse las enfermedades en que está indicado, según Hipócrates: por exemplo, en la hemotísis, la tos, la gota, el reuma, las herpes y otras enfermedades cutáneas; el fluxo blanco, el mal venéreo, las viruelas &c; y Cheyne, célebre autor ingles, recomienda con en- tusiasmo la dieta láctea desde que llega el hombre á cierta edad : por el contrario ha habido muchos que han proscrito absolutamente la leche: nosotros guardaremos un medio entre estas opiniones opues- tas. Y á la verdad, ¿qué enfermedad grave habremos visto curada LEC 3°3 con solo el uso de la leche? Ademas son muy temibles los desór- denes que con facilidad produce en los órganos de la digestión , para que nos aventuremos al riesgo de empeorar la dolencia primitiva, ó atrasar su curación: no obstante, hay muchos casos en que no so- brevienen estos males, ó en que tal vez se disminuye el principal por el mismo trastorno que ocasiona, y conviene regularmente en las extenuaciones externas sin calentura supuratoria , en las toses simples, y verdaderamente pectorales ó guturales, en los principios de la tisis, y en las disposiciones á la hemotísis &c, sobre todo en los sugetos criados con delicadeza y luxo en las ciudades populosas. Estando indicada la leche por la naturaleza de la enfermedad, deben combinarse las demás circunstancias favorables, quales son la constitución del sugeto, y el estar acostumbrado al uso de la leche; la estación de primavera y otoño, á no ser que la necesidad sea urgen- te , la hora de la madrugada, ó la de la noche, al acostarse , pasa- das tres horas después de la cena, excepto en aquellos casos en que se prescribe la dieta láctea general, la abstinencia de qualquier otro alimento ó medicamento capaz de alterarla, la templanza y sobrie- dad en las demás cosas llamadas impropiamente no naturales, y fi- nalmente la observación de los efectos que produce buenos ó malos. Fntre los segundos se cuentan las náuseas, el fastidio, la indi- gestión , la ventosidad , la diarrea , ó el estreñimiento, la falta de ape- tito , y otros males que son consiguientes, y que deberán combatirse con los remedios mas adequados según su naturaleza. También de- pende á veces su utilidad del estado en que se toma, pura y recien ordeñada, cocida ó fria &c.; cuyas diferencias se aplican variamente con arreglo .i la constitución , costumbre y disposiciones del sugeto. Asimismo debe preferirse la de una hembra joven, bien cui- dada, criada habitualmente en el campo, y en buenos pastos, ó en un establo bien ventilado y servido, algunas semanas después de haber parido, desechándola quando se halla en estado de preñez ó en calor. No es muy fácil el tomar leche de este modo por los frau- des de que los vendedores se valen para adulnrarla, y aumentar su lucro, y á veces por estar las vasijas mal acondicionadas, sobre cu- yos objetos debe velar incesantemente el Gobierno. Algunos piensan que en el uso continuo de la leche debe tomarse siempre la de un mismo animal; y á la verdad , hay sugetos, cuyo estómago está do- tado de una sensibilidad tan exquisita , que distinguen la leche de di- versos animales, y no pueden sufíir su alternativa ni su mezcla. La leche se usa exteriormente como calmante y emoliente en cataplasma , en lavativdS &c. La leche de burra es sin duda la mejor, si atendemos á la obser- vación y á la autoridad de los Prácticos: sus buenos efectos se ma- nifiestan por un ligero movimiento de vientre, sin dolores ni vento- 304 LEC sidades, al contrario de lo que se advierte en la de vacas ó de ca- bras; si bien no debe confundirse esta diarrea con la que es sínto- ma de ciertas enfermedades, en que se administra la leche de burra, como en la tisis. Regularmente se da una vez al dia en dosis de ocho onzas hasta una libra, por la mañana en ayunas, y por la noche al acostarse, ordeñándola en una vasija de vidrio de aber- tura estrecha, la qual se pone en agua tibia hasta que se da al en- fermo. Esta especie de leche ha sido el último recurso , y por lo mismo ineficaz en las enfermedades crónicas del pecho; pero usán- dola con tiempo es muy útil en las toses secas , verdaderamente pectorales, en los primeros anuncios de la ictericia, en casi todas las afecciones de las vias urinarias &c. En quanto á la leche de muger, separándonos de todas las opi- niones y teorías que se han establecido sobre su uso, creemos que su aplicación será ventajosa á los individuos que mas se acerquen á la naturaleza de los niños por su método de vida, su exercicio y sus pasiones , y es muy raro hallar estas condiciones en los adultos. Mu- chos aconsejan que la mame el mismo enfermo; pero ni la parte es- pirituosa, que algunos han pretendido encontrar en la leche, ni su pronta disipación por el contacto del ayre, son cosas demostra- das: tampoco prescribiremos como un remedio excelente el acostarse los extenuados con nodrizas robustas y sanas, porque son bien pa- tentes la falsedad de la teoría en que se funda este método, y los in- convenientes que puede acarrear. El suero, separado por la alteración espontánea de la leche, se usa muy poco en la Medicina; no obstante que en los paises en que abunda la leche le substituyen á las bebidas aquosas y acídulas. El que se saca por la coagulación , y que comunmente se usa, se pre- para en la Farmacia con la clarificación; mas remitiendo á nues- tros lectores á los tratados Farmacéuticos, por lo que toca á sus diversas preparaciones, solamente expondremos aquí sus usos y pro- piedades medicinales. El suero es desde luego un laxante suave, que debe colocarse entre los eccopróticos: excita también las orinas, y se considera como un remedio refrescante ; puede mezclarse impu- nemente con los ácidos, como los tamarindos: se administra gene- ralmente en todas las afecciones de las entrañas del vientre, sos- tenidas por una irritación nerviosa, en los fluxos hemorroidales, ir- regulares y dolorosos, en los fluxos hepáticos, el tenesmo &c., en las calenturas ardientes, y en las pútridas nerviosas , mezclado con vino. Hoffman le recomienda en el escorbuto igualmente que Lind, y Silvático le atribuye grandes virtudes contra la manía, ciertas es- pecies de parálisis , la epilepsia y los cancros incipientes de los pechos. Se han ocupado muchos en la preparación de la sal ó azúcar de leche, y entre otros Mr. Crenaus, que aun no ha publicado su mé- LEG 2o¿ todo: hasta ahora se preparan dos especies de azúcar de leche, una en cristales y otra en pastillas; y se le atribuyen los mismos usos que al azúcar común, y muchos le han añadido arbitrariamente pro- piedades raras, como sucede con otros remedios, en la primera épo- ca de su descubrimiento. El suero destilado debe colocarse únicamente en la clase de las aguas destiladas Inútiles; se recomienda principalmente como un cos- mético: lo mismo debemos pensar del agua destilada de caracoles con suero, que se halla descrita con el nombre de agua de caracol. Leche virginal. Es un lavatorio cosmético, ó que sirve para hermosear la tez. ( V. cosméticos.) LECHINO. (Cirug.) Los lechinos son unos rollitos mas ó me- nos grandes de hilas, que se les hace tomar la figura como de un pinon, que sirven para llenar los huecos de las heridas ó las úlceras- algunas veces suelen atarse con un hilo para darles mas firmeza, ó para que el hilo sirva de asa, y sacarlos quando se quiera con mas prontitud. LECHUGA. (Hig. y Mat. Méd.) Género de planta de que los -Botánicos distinguen muchas especies: entra en los cocimientos y apócemas, y es un buen alimentó, aunque en ensalada es bastante indigesta, y su abuso muy dañoso: su xugo depurado es dulcifican- te y temperante; se da desde una onza hasta dos, y se mezcla con ciertas drogas acres para corregir su acrimonia: exteriormente se usa como emoliente, y se administra en las inflamaciones y en las irrita- ciones de los órganos de la orina como refrescante. Galeno le atri- buye la propiedad de somnífera, y por ella los antiguos la usaban al nn de la cena. LEDESMA. (Miguel Gerónimo de) (Biog.) Valenciano: dio á luz vanas obras, y entre ellas se conocen : Primam primi canonis Avicena sectionem ad arabicam veritatem interpretatus est. De pleuritide commentarium. LEGUMBRES. (Diet. Mat. Méd.) Esta voz se toma comun- mente en dos acepciones diferentes; esto es, en significación de hor- taliza, ó para significar la simiente de las plantas llamadas legumi- nosas. En el primer sentido tienen pocas propiedades sensibles die- téticas: sin embargo , los Médicos las han considerado generalmente en ambas significaciones como substancias alimenticias de bastante nutrimento, aunque flatulentas é incrasantes; por consiguiente, no pueden convenir á los que padezcan una debilidad, ú otra afección de los órganos digestivos, y siempre serán menos perjudiciales estan- do cocidas: en general es una observación constante que las legum- bres se cuecen mejor en el agua mas pura y mas ligera: los traba- jadores y las personas robustas tienen en ellas un alimento excelen- te. Su harina se mira generalmente como resolutiva. tomo v. qq 3o6 LEM LEMERI. (Nicolás) (Biog) Nació en Roma en 1645 *•se dedi- có al estudio de la Química, y para perfeccionarse en ella recorrió toda la Francia. Aquella ciencia era entonces una especie de caos, donde la verdad se hallaba confundida con la mentira y la charla- tanería. Lemeri la separó, reduciendo la química á unas ideas mas claras y mas sencillas, desterrando la barbarie inútil de su lengua- ge insignificante, parecido á la lengua sagrada de la teología anti- gua de Egipto, y así abrió escuelas públicas de aquella ciencia que él habia formado. Habiéndose visto en la precisión de pasar á Ingla- terra por profesar la religión de Calvino, y no siéndole posible abandonar su patria y su familia, se restituyó al seno de esta, y se hizo católico. La Academia de Ciencias le,hizo su Socio en 1699, y le dio después una plaza de pensionario. Últimamente, este pro- fesor murió el año de 1715 á los setenta de su edad. Toda su vida fué muy laborioso, no freqüentando mas que sus enfermos, sus li- bros , su laboratorio y la Academia, con lo qual dio una prueba de que siempre sobra tiempo al que no lo malgasta. Aunque parece debia es- tar prevenido en favor de los remedios químicos, no los empleaba sino con mucha circunspección, crejendo que, con relación á la Me- dicina , á fuerza de querer la Química reducir los mixtos á sus prin- cipios , los reducía muchas veces á la nada. Dexó escrito: 1.° Un curso de Química, cuya mejor edición es la de Mr. Barón, en 1756, en 4.0 con notas muy sabias. La primera edición de esta obra, tradu- cida á todas las lenguas de Europa, se despachó con la mayor rapi- dez , vendiéndose lo mismo que una obra satírica ó amorosa. 2.0 Una Farmacopea universal, 1764, en 4.0, la qual es una colección exacta de todas las composiciones de remedios descritas en los me- jores libros de Farmacia. Ha suprimido un gran número de ellos, que no le parecieron muy buenos; pero todavía ha conservado demasia- dos : sin embargo, la obra de Lemeri ha sido por mucho tiempo la mejor colección de remedios que se conocia. El autor pone varias advertencias, que explican la virtud de aquellos remedios ,^ dando ra- zón de su preparación, para que se haga exactamente , suprimiendo al- gunos ingredientes inútiles. 3.0 Un tratado universal de las drogas simples , 17 5 9 , en 4.0: esta obra es la base de la anterior, y no la desmerece en nada. \.°Un tratado del antimonio , en 8.° Lemeri se hizo muy rico con el albayalde que fabricó él solo durante una gran porción de tiempo. D. H. Lemeri. (Luis) (Biog.) Hijo del anterior, y digno de el por sus conocimientos en la Química y en la Medicina: exerció esta profesión en Paris por espacio de treinta y tres años: fué Médico del Rey, y logró una plaza en la Academia de Ciencias. Fué muy estimado de todo el mundo , murió el año 1743 á los sesenta y seis de su edad. Dexó escritos: i.° Un tratado de los alimentos, 1702, en 12.0: LEN 307 obra clara y metódica, impresa en dos tomos. En ella explica el autor la elección que se debe hacer de los alimentos; los buenos y malos efectos que pueden producir, y quales son los que mas con- vienen , según el tiempo, la edad y los temperamentos. Esta obra es muy útil á los que desean conservar su salud. Sus observaciones sobre el uso de los alimentos son muy exactas, porque están funda- das sobre la experiencia ; pero los raciocinios que hace sobre sus principios, y sobre su modo de obrar, no siempre están apoyados en una buena teoría. 2.0 Un gran número de excelentes Memorias de Química insertas entre las de la Academia de las Ciencias. 3.0 Tres cartas contra el tratado de la generación de los gusanos en el cuer- po humano, por Andry, 1704, en i2.°D. H. LENGUA. (Anat.) Se llama así un cuerpo carnoso y blando, bastante conocido de todos, que llena todo el espacio que dexan el arco alveolar, y los dientes de la mandíbula inferior, hasta la epi- glotis. Se puede dividir la lengua en basa, punta, cara superior, cara inferior, y dos bordes. La basa es una parte mas ancha y gruesa, situada hacia atrás. La punta algo obtusa es la parte mas estrecha y delgada que mira adelante. La cara superior mira á la bóveda del paladar; sube desde la epiglotis, y en el resto de su longitud está un poco en declive, y la separa en dos mitades laterales un surco superficial llamado línea media de la lengua. La cara inferior es mucho mas corta que la superior; pues solo coge desde la mitad de la lengua hasta su punta. Los dos bordes, uno derecho y otro iz- quierdo , son delgados y obtusos como la punta. La lengua , ade- mas de los músculos, que hasta un cierto término la sujetan en la parte inferior de la boca, está también asida al hueso hioides, á la faringe, á los pilares anteriores del velo del paladar, á la epiglotis, y á las encías, por medio de los tegumentos que se extienden de la lengua á las partes referidas. Á todos estos vínculos dan algunos Anatómicos el nombre de ligamentos, y al que la ata al borde su- perior del hioides llaman ligamento glosohioideo; pero el vínculo mas conocido es un doblez membranoso, llamado frenillo de la len- gua, que ata la mitad de su cara inferior á la membrana de la boca, que cubre las glándulas sublinguales, y las encías. Las fibras carnosas forman la mayor parte del grueso de la len- gua. De estas fibras unas se limitan á sola la lengua , y otras son continuación de sus músculos. No podemos dudar que en la es- tructura de la lengua entran muchas fibras carnosas propias; pues lo demuestra así su irritabilidad muscular, como la admirable mo- vilidad con que toma tan diferentes situaciones y formas, que no se pueden explicar por la acción de sus músculos externos. Pero la de- licadeza de estas fibras en la lengua humana, envueltas en un te- xido celular floxo y lleno de mucosidad que ata unas con otras, 3c8 LEN no permite separarlas en los tres diferentes planos de fibras lon- gitudinales , transversales y verticales que Estenon dice que observó; y que ni Alvino, ni Boerhaave, ni Haller &c. los han podido des- cubrir; pues lo único que se descubre en uno y otro lado de la cara inferior de la lengua, es un hacecillo musculoso , á quien Douglas le puso el nombre de músculo lingual. Este músculo , situado entre el geniogloso y el hiogloso, nace en la basa de la lengua, y fenece en su punta. Acorta la lengua, y la encorva hacia abaxo, tirando su punta atrás. Los demás músculos que mueven la lengua se pueden reducir á tres pares, que son los genioglosos, los estiloglosos y los hloglosos, llamados así por sus ataduras; pues los primeros nacen de la apófisis geni de la quixada inferior; los segundos de la apó- fisis estiloldes, y los terceros del hueso hioides, y todos rematan en la lengua llamada glossa en griego. El músculo geniogloso, que es el mayor de todos, está situado encima del músculo geniohideo, y atado al tubérculo superior de la apofisi geni de la quixada inferior. De aquí baxa carnoso hacia atrás y afuera. Las fibras que le componen salen como de un punto, y van divergentes á la lengua en diferentes direcciones. Algunas de estas se apartan un poco hacia fuera, y van á atarse á la parte superior del asta pequeña del hioides, y son el músculo geniohioideo supe- rior de Ferrein: otras pasan mas allá, y se comunican con el mús- culo constrictor medio de la faringe; por lo que Winslow ha hecho de ellos un músculo con el nombre degeniofaringeo. Los movimientos que este músculo puede imprimir á la lengua son muy varios. La contracción de sus fibras inferiores la tira ade- lante , y la hace salir de la boca; la de sus fibras superiores la lleva hacia atrás, y la acción combinada de sus diferentes fibras contri- buye particularmente á la mutación de figuras de que la lengua es capaz. La porción de fibras que de este músculo va al hioides pue- de tirar adelante y arriba este hueso y la laringe; y la que va al constrictor de la faringe ayuda á contraer lateralmente esta cavidad. El estilogloso, estrecho posteriormente, y ancho y delgado por su parte anterior, está situado casi paralelo al estilohioideo. Nace algo tendinoso de la parte superior de la apófisis estiloides del temporal, desde la mitad de esta apófisis, hasta su punta; mas allá de la qual se ata también al ligamento estilomaxílar.De aquí baxa todo carnoso, dirigiéndose adelante, y un poco adentro; y ensanchándose mas hasta la parte lateral de la basa de la lengua, donde se angosta de nuevo, y va á dar fin cerca de la punta de este órgano : sus fibras se confunden con las del hiogloso y del lingual. Este músculo le- vanta la lengua, tirándola al mismo tiempo hacia atrás, y á su lado; pero si ambos estiloglosos obran juntos, la llevan directamente atrás y arriba, y ensanchan su basa. LEN 309 El hiogloso es un músculo enteramente carnoso, chato , delga- do , ancho y quadrilátero, extendido entre el hueso hioides, y la parte lateral posterior é inferior de la lengua, y echado encima del geniohioideo, del digástrico y del estilohioideo. Tiene dos ó tres inserciones, distintas en el hueso hioides, por razón de las quales va- rios Anatómicos han hecho de este músculo dos ó tres. El hiogloso baxa la basa de la lengua, y la angosta; y quando esta se halla fixa por sus músculos, puede levantar el hueso hioides. A los músculos referidos añaden algunos los mioglosos , que no son mas que unos planos carnosos que de la parte posterior del arco alveolar de la mandíbula inferior van á uno y otro lado de la basa de la lengua, donde se pierden al lado de los glosofaríngeos. Pero otros autores niegan tales músculos; otros los omiten , porque muy á menudo no se encuentran; y otros quieren que se llamen mas bien milofaríngeos , por pertenecer mas á la faringe que á la lengua. Toda la substancia musculosa de la lengua está cubierta de una membrana, que es continuación del cutis que viste la cavidad de la boca; pero es mas gruesa, mas blanda y mas pulposa. Esta mem- brana en la cara que mira al paladar, y en las márgenes y punta de la lengua está toda sembrada de papilas ó pezoncillos mucho mas perceptibles que en la cutis. Estos pezoncillos son de diferentes figu- ras y tamaños: los que ocupan la parte posterior del dorso de la lengua son los mayores de todos. Su figura representa una especie de cono truncado. El número de estos pezoncillos no es constante. Al- gunas veces se cuentan hasta veinte puestos en dos filas, sin incluir otros esparcidos. Su dureza y solidez los distingue de las glándulas inmediatas. Detras de las filas dichas, y mas hacia delante en el dor- so de la lengua, se hallan esparcidos hasta el número de treinta, otros pezoncillos obtusos ó hemisféricos agujereados, que son los que hallándose ademas otros mas pequeños y de distinta figura, Le Cat llamó lenticulares. Aunque los pezoncillos referidos hasta aquí se diferencian en fi- gura , tamaño y distribución , su estructura interior es en todas uni- forme , y la misma que tienen los pezoncillos del cutis, pues el sen- tido del gusto tiene mucha afinidad con el del tacto. (V. estos dos artículos.) Así no podemos dudar que los pezoncillos de la lengua son el órgano del gusto: i.° por la cantidad de filamentos nérveos que reciben , y de la desnudez de sus fibras medulares: 2.0 porque como apenas hay parte en la lengua que no posea pezonci- llos , son estos los primeros que reciben la impresión de los cuerpos saporíferos: 3.0 porque en los pocos parages en que la lengua no los tiene no percibe sabor alguno: 4.0 porque donde la lengua abunda mas de pezoncillos, como en la punta y márgenes inmediatas, es donde el gusto es mas exquisito. 310 LEN Cubre á todos estos pezoncillos una epidermis blanca, lisa, vis- cosa y mas gruesa que la del resto del cuerpo, por contener mu- cha mucosidad en su cuerpo mucoso. En la cara interna de esta membrana se hallan varias excavaciones pequeñas que los pezonci- llos le imprimen; pero no se encuentra en ella ningún agujero si se separa con cuidado por medio de la maceracion. Como la lengua seca no percibe ningún sabor, ha precavido la naturaleza la secura de la lengua, no solo con la abundancia de sa- liva que vierten en la boca tantas glándulas salivales, y con la con- tinua transpiración de esta cavidad ,sino también con un crecido nú- mero de glándulas ó folículos mucosos simples, que ocupan la parte superior de la lengua, sus lados, y la parte inferior de su raiz, co- locados entre la substancia carnosa y su membrana externa , los qua- les por sus particulares orificios ó conductos vierten continuamente en la superficie de la lengua una saliva viscosa con que la mantie- nen húmeda. Estas son las glándulas linguales simples; pero hay otras de la clase de compuestas que derraman su mucosidad en una espe- cie de seno común, llamado agujero ciego de la lengua, situado en el surco superficial que esta tiene en su parte media delante de la epi- glotis. Morgagni es quien le ha descrito con mas puntualidad. La lengua suele recibir sus arterias de la lingual y de los ramos que de ella proceden, quales son la arteria dorsal de la lengua, la sublingual y la ranina, de la arteria faríngea inferior y de la arte- ria labial, y de sus ramos palatino inferior y tonsilar. Las venas de la lengua vienen de la dorsal de la lengua, de la sublingual, y de la ranina procedentes de la lingual. Otras pequeñas ramificaciones ve- nosas del dorso de la lengua, que por medio de anastomosis se juntan con las venas faríngeas y laríngeas concurren con otras ve- nas de la lengua á formar la hermosa red venosa que se ve entre el agujero ciego y la epiglotis. Los nervios de la lengua son el ra- mo lingual del maxilar inferior, varias ramificaciones del gloso fa- ríngeo, y el hipogloso ó lingual medio. ( V nervios.) El órgano prindpal del gusto reside en la lengua, mayormente en su punta y en la margen inmediata; pues en su dorso la percep- ción de los sabores es mas obtusa, y mas todavía quanto mas se arrima á la epiglotis. Es cierto que en otras partes de la boca se perciben algunos sabores fuertes; pero los blandos y suaves, como la dulzura del azúcar y el amargo de la sal amoniaco, sola la lengua los distingue. Mas no es este el único uso de la lengua; pues sirve también para la articulación de las palabras, la masticación y la deglución (V. gusto, voz y masticación.); y á este fin la ha proveido la naturaleza de tantas fibras carnosas y musculosas, que concilian una movilidad capaz de exercer un número indefinido de movimientos. Sin embargo, no es la lengua absolutamente necesa- LEN 311 ria para ninguna de las funciones referidas; pues hay repetidos exemplares de sugetos que sin tener lengua las han exercido, aun- que con menos perfección, supliendo la naturaleza por otros me- dios el defecto de la lengua, como se puede ver en la Memoria que presentó Mr. Luis ala Real Academia de CirugiadeParis.Ext.de B. lengua de perro. (V. cinoglosa.) LENGÜETAS. (Cir.) Se llaman así unas especies de compre- sas largas y angostas que se aplican en las amputaciones y algunas fracturas &c. (V. estos artículos.) LENITIVO. (Mat. Méd.) Es un remedio de que se hace uso para dulcificar los humores y mitigar los dolores. En la Medicina es el lenitivo un purgante, cuyo uso es muy antiguo, y compues- to de muchos purgantes benignos, tales como el maná, los tama- rindos, el sen &c., á los quales se añaden diferentes substancias emolientes. LENTICULAR. (Anat.) Adjetivo que se refiere á lenteja, y así todas las partes que tienen semejanza con estas legumbres se lla- man lenticulares ; y así decimos las glándulas lenticulares de los In- testinos, el hueso lenticular ó pisiforme, y el del oido &c. LENTISCO. (Mat. Méd.) Arbusto que crece en España, Por- tugal , Italia y Sicilia; pero principalmente en las islas deChio, Chi- pre, Candía y demás del Archipiélago: su corteza es astringente y algún tanto discuciente y fortificante: algunos le consideran co- mo específico en la diabetes y la gonorrea benigna, en la debi- lidad del estómago y otras visceras, en el vómito , cálculo, gota, asma pituitosa &c: se toma en infusión en agua ó en vino y en co- cimiento , desde una dracma hasta dos. Es útil en la diarrea y di- senteria , en las flores blancas y en el fluxo excesivo de las almorra- nas. Exteriormente entra en los cocimientos vulnerarios, y se usa en gárgaras y en enjuagatorios; de su fruto, estando maduro, se saca un aceyte que se aplica como astringente en la procidencia del ano y de la matriz. También fluye del lentisco un xugo conocido con el nombre de almáciga (maxtyx), que se disuelve en el espíritu de vi- no rectificado, y se aplica mas exterior que interiormente: obra como fortificante y aigo astringente, y los prácticos le recomien- dan con particularidad en las enfermedades ya insinuadas, en polvo y en dosis de tres granos á quatro, y en infusión en vino desde me- dio escrúpulo á uno: entra en la composición de los perfumes, pol- vos dentífricos, ungüentos y emplastos. LENTOR DE LOS HUMORES. ( Patol.) Según la doctri- na de Boerhaave es necesario para que nuesnos humores tengan el carácter de sanidad que haya cierta cohesión entre sus partes; pero como cada una de las moléculas sanguíneas separadas de la cohesión de las demás pasa sola por los últimos canales de las arterias ca- 312 LEO pilares, debe ser esta cohesión tal, que puedan superarla las po- tencias motrices destinadas á impeler á los humores por sus vasos. Así pues quando esta cohesión de las moléculas se ha aumentado por qualquiera causa, de modo que no cede á la acción del cora- zón y de los vasos, resulta la viscidez ó lentor. LENTORES. Así se llaman los ribetes negros ó costras que cubren los dientes y labios en las calenturas pútridas, y anuncian los progresos de la degeneración y putrefacción de los humores. (V. el artículo calentura pútrida en la clase de calenturas.) LEÑOS. (Mat. Méd.) Así se llama en la Medicina la parte leñosa de los vegetales, que comprehende el tronco, las principa- les ramas, y las raices duras de los árboles y arbustos; y con el nombre de leños se confunden las raices leñosas, el tronco ó los tallos, y aun las cortezas gruesas. Los leños se distinguen por su extructura, por la mayor ó menor facilidad en extraer sus princi- pios , por la naturaleza y cantidad de estos, por la temperatura que pueden sufrir sin alteración sensible , por los productos que pre- sentan en la análisis , por su olor ó la falta de esta qualidad, por las partes colorantes que contienen &c. Pueden reducirse todas las ideas relativas á su naturaleza ,á las siguientes proposiciones. i.a Que estas substancias vegetales tienen lugar en la materia médica. 2.a Que su virtud medicinal debe atri- buirse al extracto amargo, á la parte odorífera ó aromática, y á la resina que contienen. 3.a Que considerados baxo este punto de vis- ta , los que carecen de olor y sabor tienen muy poca actividad. 4.aQue los enérgicos verdaderamente son los sabrosos, acres, resino- sos , fragrantés, amargos, como el de guayaco, lentisco &c. 5 .a Que sus propiedades deben ser las de remedios sudoríferos, tónicos, es- tomacales, incindentes, penetrantes, cordiales, carminantes y anti- elmínticos. 6.a Que para emplearlas con fruto rara vez pueden ad- ministrarse en substancia por su residuo terreo y pesado. 7.a Que han de prescribirse en cocimiento, infusión, y muy rara vez en polvo. 8.a Y por último , que sus verdaderos principios activos son los extractos preparados por medio del agua y las resinas sacadas con el alcohol. Cada uno de los leños se examinará en su artículo cor- respondiente, sirviendo estas consideraciones para conocerlos en ge- neral. LEÓN. (Andrés de) Según unos natural de Granada, según otros vecino. Exerció en aquella ciudad la Medicina y Cirugía, y escribió: 1° De Anatomía. 2,,° Definiciones de Medicina: dife- rencias y virtudes del ánima, con declaraciones de los tempera- mentos, morbos &c. y declaración de pulsos y orinas. 3.0 Exa- men de Cirugía, avisos para sangrías y purgas. Práctica de mor- bo gallico, en el que se contiene el origen y conocimiento de esta LIC 313 enfermedad, y el modo de curarla. Vivió en tiempo'de Felipe 11. LEPIDIO, (mastuerzo) (Mat. Méd.) La raiz de esta planta no es tan acre como las hojas: se tiene por detersiva, diurética, emena- gona, incíndente, antiescorbútica y estornutatoria; pero sus propie- dades no están bien demostradas por la observación. LEPRA. ( V. el Género xxix de la clase de caquexias. ) LERIZA. (Miguel de)(Biog.) Valenciano, Cirujano célebre , es- cribió un libro de Cirugía, que trata sóbrelas llagas en general, que escribe Guido de Cauliano, con un tratado propio , en el qual se enseña el modo de curar las carnosidades que están en la via de la orina. Valencia 1597 , 8.° LETARGO. (Med.) V. el Género xxvm de la clase de debi- lidades. ) LEUCOFLEGMACIA. (V. el Género vm de la clase de CAQUEXIAS. ) LEUCOMA. (Cir.) * Se llama así una manchita blanca que sa- le sobre la córnea del ojo, llamada en latin albugo. La voz es griega, y significa blanco. Es preciso no confundir el leucoma causado por un humor amontonado en la córnea con las cicatrices, que son las resultas de una llaga ó de una úlcera en aquella membrana, como sucede algunas veces en las viruelas. Los caracteres distintivos de es- tas dos enfermedades, y los remedios que convienen para la cura- ción del leucoma se hallarán en el artículo albugo. * LEUCOREA ó FLUXO BLANCO. (V. el Género xxix déla clase de fluxos.) LEYVA. (Francisco de)(Biog.) Cordobés, Doctor de Medicina en Alcalá': escribió Desengaño contra el mal uso del tabaco. Córdoba 1634, 4.0 Decisión del conocimiento del preñado por la orina. Ib. 1633 , 40. LICOR. (Fisiol.) Hay varios humores en el cuerpo que se dis- tinguen con el nombre de licores, y son los siguientes: i.° Licor de la glándula próstata. Es un xugo lacticinoso se- cretado por la glándula próstata. El órgano secretorio de este licor son las arterias de la glándula próstata. Esta glándula está situada no solamente por baxo del cuello de la vexiga, sino que abraza también estrechamente el principio de la uretra, tanto por la parte inferior, como por las laterales, y superior hasta su bulbo. De esta glándula salen ocho, y á veces diez conductos escretorios que cor- riendo obliqüamente hacia adelante, penetran por sus pequeñísimas boquillas en la cavidad de la uretra junto al vero-montano, parte á uno y otro lado, parte por encima, y parte por debaxo de su emi- nencia. Por estos conductos es por donde destila en bastante abun- dancia el licor de la próstata en la uretra durante el coito, y por esta via es evacuado juntamente con el semen; pero algunos hom- TOMO V. RB. 314 LIC bres lo evacúan enteramente por la uretra solo, aunque en corta cantidad, en los grandes conatos de regir el vientre ó de orinar. En fin, este licor es el que derraman los eunucos en el coito y su po- lución. Su qualidad es algo viscosa , coagulable por el alcohol, y de consiguiente albuminosa; su color blanquecino. De la mezcla de este xugo con el semen sucede que este parezca mucho mas blanco, pues su color natural en las vexiguillas seminales tira mas á amarillo. Uso. En el coito y polución se mezcla en el bulbo de la uretra con el semen que sale de las vexiguillas seminales. Este lugar de la ure- tra es por esta causa mas ancho, y puede ser todavía mas dilata- do por sus potencias. No está todavía averiguado si este licor au- menta y espesa el volumen del semen para que su proyección sea mas fácil, ó si es otra la utilidad que le comunica. Esta glándula falta en algunos animales, como en el carnero. 2.0 Licor del estro venéreo en la muger. Es un humor mocoso, blanquecino que derrama la muger por el orificio de la vulva duran- te la sensación del estro venéreo en tiempo del coito ó polución. Órgano secretorio. Son las lagunas mocosas que están situadas en la vulva junto al orificio de la uretra; y en efecto de aquí es de donde se ha visto dimanar su emisión. Se observan en estas lagunas unos canalillos bien manifiestos, capaces de admitir fácilmente una cerda de caballo. La cantidad comunmente es bastante considerable, con particularidad en las mugeres voluptuosas. Uso. No es el semen de la muger, porque entonces no se arrojaría fuera de la vagina, ni tampoco el licor de la próstata, porque las mugerel carecen de esta glándula del cuello de la vexiga orinaría. Parece destinado á hume- decer y lubrificar durante el coito el clítoris y orificio, en extremo sensible de la uretra, impidiendo que se lastimen estas partes con el frotamiento. Acaso también excitará su abundancia el apetito ve- néreo , y causará el placer del estro venéreo por la dilatación que causa al pasar por los canales excretorios, que son sumamente nerviosos. 3.0 Licor déla cavidad del útero. Es un licor blanquecino se- cretado en la cavidad del útero. Órgano secretorio. Parecen ser los vasos arteriosos que exhalan un humor seroso en esta cavidad ; pero también se asegura que se encuentran glándulas en la substancia del útero humano. El licor superfluo fluye á la cavidad de la vagina. Consistencia. En el útero de las doncellas este humor es seroso, tur- bio y blanquecino: en las niñas recien nacidas es semejante á la le- che : en las que han concebido y en las embarazadas conserva á ve- ces esta misma consistencia láctea. Cantidad, Antes y después de la menstruación, y al fin de los loquios es tan abundan re su secreción, que fluye por la misma vagina. La semejanza con el humor del fluxo blanco, ó flores blancas, hace creer que este licor uterino se mez- LIC 3i5 cía con aquel en esta enfermedad. Uso. i.° Humedece la cavidad del útero para que no se seque y se ponga rígido en la entrada del ayre atmosférico. 2.0 Impide la concreción de la cavidad del útero. 3.0 Acaso contribuirá á la nutrición del embrión si se introduce en las celdillas de la placenta. 4.0 Licor del amnios. Es un licor contenido en la cavidad del huevo membranoso, que rodea al feto durante su preñez. Órgano se- cretorio. Parecen ser los vasos arteriosos de la membrana corion, que lo exhalan en la cavidadde la membrana amnios. La cantidad, con res- pecto al feto, es muy grande en los principios de la preñez ; corres- ponde á su peso en los meses medios, y es una proporción muy peque- ña hacia los últimos. En este tiempo es ordinariamente de dos libras de peso. La gravedad específica es mayor que la del agua destilada, pues que se va á fondo mezclándolo con ella. El olor es simple, el sabor un poco salado como el suero de leche. La consistencia y el color al fin de la preñez son también semejantes al suero de leche. Los principios constitutivos parecen ser un agua impregnada del prin- cipio albuminoso y de sal, como lo indica su sabor. El fuego , el alcohol y el ácido nítrico lo coagulan. Uso. i.° Mantiene distendi- do durante la preñez el útero y el huevo del feto para que este no pueda ser comprimido tan fácilmente por el útero ó por las com- presiones del abdomen, ó por alguna violencia externa sobre la ma- triz. 2.0 Disminuye la gravedad y golpeamiento del feto, que nada en este líquido. 3.0 En los primeros meses, á lo menos, parece ser absorvldo en alguna porción por los vasos linfáticos de la cutis pa- ra el nutrimento del feto. 4.0 Al llegarse el momento del parto el orificio uterino es dilatado suavemente por la bolsa del amnios, que se va presentando primero con sus aguas. 5.° Rompiendo estas al principiar el parto, y fluyendo durante él, lubrifican la vagina para facilitar el paso del feto. (Plenk.) LICORES. (abuso de) ( Hig.) No hablamos aquí sino de aque- llos que se usan por pura sensualidad y de sus efectos generales: des- de el aguardiente mas común hasta el marrasquino y los licores mas delicados, alteran poco á poco la salud usándolos habitualmente, entorpecen la acción del estómago, desecan los sólidos, enervan las facultades intelectuales, aceleran la vejez, y por una regla constan- te hacen caer los órganos en una insensibilidad é inacción conside- rables, á proporción del exceso de irritabilidad y sensibilidad que ha producido en ellos su estímulo habitual; y así quanto mas espi- rituosos son, son mas funestas sus conseqüencias. Generalmente son nocivos á las personas de una constitución sensible é irritable, y con mas razón á los jóvenes y á los niños; y solamente pueden con- venir á los sugetos de un temperamento laxó, y dotados de po- ca energía en sus sólidos: también puede ser útil su uso á los que 3i6 LIC se sustentan de alimentos difíciles de digerir , y quando los grandes calores inducen un estado de debilidad notable; por cuya razón se ven sus buenos efectos en los pueblos que viven entre los trópicos. Pueden administrarse con alguna ventaja en los que padecen vento- sidad é indigestiones siempre que no tengan un grado excesivo de ir- ritabilidad en los órganos digestivos. Licores. (Mat. Méd.) Como esta voz se suele usar indistinta- mente y la de líquidos, solemos llamar en la Materia Médica licores á algunas preparaciones farmacéuticas líquidas: los licores ó prepa- raciones líquidas que se hallan en la Hispana, son las siguientes: Licores salinos. Potasa líquida pura ó cáustica. (Aceyte de tártaro por deliquio.) iy. Potasa pura ó cáustica dos onzas; agua destilada una onza: se disuelve y filtra. De otro modo se puede hacer esto: cal viva reciente quatro libras ; carbonate de potasa común dos libras, agua común veinte libras. Se hace según arte una lexía del mismo modo que diximos hablando del xabon medicinal. Se cuece hasta la mitad; se filtra de nuevo para separar el carbonate calcáreo ; se eva- pora para que tome la consistencia de un xarabe tenue, ó hasta que echando en la vasija una onza de agua destilada, contenga nueve dracmas de este líquido. Amoniaco líquido. (Álcali volátil fluido, ó espíritu urinoso de sal amoniaco.) ty- Muríate de amoniaco una libra; cal apagada el dia anterior con agua libra y media. Se pulveriza muy bien con separa- ción, se echa poco á poco en una retorta de vidrio ; se mezcla y aña- de lentamente libra y media de agua pura meneándolo muchas ve- ces. Se recibe en un recipiente ancho, en el que se haya echado de antemano seis onzas de agua destilada, y se cierran las junturas con miga de pan humedecida. Puesto en arena á fuego lento, destapan- do varias veces el agujero del recipiente para que no se rompa la va- sija, se pone á destilar hasta que se obtengan diez ó doce onzas del líquido. Habiéndose enfriado la vasija, se echa el fluido destilado con cuidado por medio de una manga en una retorta de vidrio, cu- yo cuello sea estrecho, y se tapa perfectamente. Su dosis es de un escrúpulo á una dracma. Potasa líquida ferruginosa. ( Tintura elástica.) (V. pre- parados. ) Carbonate líquido de amoniaco c. c. ( Espíritu de cuerno de ciervo.) ty. Cuerno de ciervo partido en pedazos lo que se quisie- re. Se llena la retorta, y se destila según arte como diximos en el carbonate amoniacal C. C. cristalizado. Separado el líquido del acey- te por medio de un embudo de cristal, se echa en una retorta de LIE 3i7 vidrio, se destila á fuego de arena en un recipiente hasta que se seque, y se conserva para usarle en una vasija tapada. Su dosis es una dracma. Sucino líquido de amoniaco. (Espíritu sucinado de cuerno de ciervo.) ly. Carbonate líquido de amoniaco de cuerno de ciervo lo que se quisiere. Se echan en una vasija de vidrio, para tenerle en infusión por un rato , ácido sucínico cristalizado y pulverizado en un mortero de vidrio, lo que sea suficiente hasta obtener una per- fecta saturación. Su dosis es de quatro gotas hasta doce. Aceyte líquido de amoniaco. (Espíritu de minderero.) ijr. Amoniaco líquido lo que se quiera. Se destila poco á poco en una vasija de vidrio , meneándolo después; y ácido acetoso la cantidad suficiente hasta que no mude el color azul del xarabe de violetas. Su dosis es de un escrúpulo á una dracma. Acétate líquido de plomo. (Extracto de saturno.) (V. los preparados del plomo.) Acétate líquido de hierro. (Vitriolo líquido de marte.) (V. los preparados del hierro.) Mirra líquida. (Aceyte de mirra por deliquo.) ly. Los hue- vos que se quieran. Se cuecen hasta que se pongan duros, se cor- tan por el medio al través, y se sacan las yemas; los huecos que es- tas ocupaban se llenan de mirra pulverizada; se vuelven á juntar las porciones divididas; se sujetan blandamente con un hilo, y se po- nen en un parage húmedo metidos en una bolsa de madera, para que en ella se vaya recogiendo la disolución que experimenta la mirra. LIENTERIA. (V. el Género xvui. de la clase de fluxos.) LIETAUD. (Josef) (Biog.) Natural de Aix, ciudad de Francia: fué llamado á Versalles en 1749 para ocupar la plaza de Médico de la Enfermería Real, y tres años después fué recibido en la Aca- demia de Ciencias de Paris. Luego fué nombrado Médico de los In- fantes en 175 5 , y últimamente llegó á ser primer Médico del Rey Luis xvi. Sus obras son: i.° Ensayos anatómicos , 1766 , en 8.°: en esta obra se halla la historia exacta de las partes del cuerpo hu- mano , con el modo de disecarlas. 2.0 Elementa physiologia , 1740, en 8.°: estos elementos contienen las experiencias y nuevas obser- vaciones de los mejores físicos y anatómicos. 3.0 Compendio de la Medicina práctica, 1760, en 8.°: 4.0 Synopsis universa pra- xeos medica, 1765, dos tomos en 4.0 : esta obra, exacta y comple- ta , tiene también el mérito del orden y la claridad con que está es- crita. 5.0 Compendio de la Materia Médica, 1766, en 8.° : este compendio es una traducción del tomo 2.° de la Synopsis. 6.° Ecphra- sis anatómico-medica, sistens numerosissima cadaverum exsis— picia, en 4.0 : 7.0 Un gran número de disertaciones sueltas impresas en Aíx , y varias Memorias insertas entre las de la Academia de las 318 LIG Ciencias. Este célebre Médico murió en Versalles el año de 1780, á los setenta y siete de su edad. D. H. LIGADURA. (Cirug.) Esta voz tiene dos acepciones, ó las vueltas que se dan apretando alguna parte del cuerpo con una cinta ó venda, ó esta misma cinta con que se executa esta operación; la qual debe ser de paño , de hiladillo, seda &c. Los usos, utilidades y método de hacer las ligaduras los vamos á exponer. * La ligadura, comprimiendo los vasos, interrumpe el curso de la sangre, hace hinchar las venas que se han de abrir, las sujeta, y las hace mas sensibles á la vista y al tacto. El modo de aplicar la ligadura para la sangría del brazo ó pie, consiste en tomarla por en medio con ambas manos, de modo que el lado inferior esté sobre los quatro dedos de cada mano , y que los pulgares estén apoyados sobre el su- perior. Luego se pone la ligadura ó cinta unos quatro dedos mas ar- riba del parage donde se ha de abrir la vena; después, pasando los dos cabos de la cinta á la parte opuesta, se cruzan pasando el cabo interno del lado externo, y lo mismo el otro, á fin de llevar uno y otro á la parte externa del brazo, donde se les detiene con un nudo. Este método de poner la ligadura, aunque practicado casi gene- ralmente , está sujeto á dos defectos de bastante consideración: el primero es que cruzando los dos cabos de la cinta baxo del brazo, se arrugan de modo que nunca aprietan bien: el segundo es que ar- rugando así la cinta, lastimamos al enfermo. Las personas sensibles y delicadas sufren mucho mas con la ligadura que con la sangría; pero es muy fácil remediar estos inconvenientes, llevando los dos cabos de la cinta en línea recta; y en lugar de cruzarlos á la parte opuesta del parage en que debe hacerse la sangría, se doblará uno de los cabos, por cuyo medio será conducido con mucha igualdad sobre la primer vuelta , hasta la parte exterior del miembro , donde lo de- tendremos con el otro cabo por medio de un nudo. Los Cirujanos flebotomistas hallan que en la sangría del pie, quan- do los vasos son pequeños, se hacen hinchar con mas facilidad po- niendo la ligadura por debaxo de la rodilla, y sobre la pantorrilla. Esta ligadura no impediría que se hiciese otra inmediata al lugar en que se ha de picar, para sujetar de este modo los vasos rodaderos. En esta misma circunstancia es muy bueno en las sangrías del brazo poner otra ligadura por baxo del lugar en que se ha de picar. Para sangrar en la vena yugular se pone hacia las clavículas, soore la vena que debe abrirse, una compresa gruesa; luego con una cinta regular, pero angosta , se hacen dos circulares al rededor del cuello, de modo que contenga la compresa; se aprieta un poco y se anuda por la nuca con dos nudos. En la parte anterior, y frente, por frente de la traque- arteria, se pone una cinta, cuyos cabos tirará un practicante, ó el mismo enfermo si se halla en estado de ello: por este medio la li- gadura circular, sin comprimir la traquearteria , hace hinchar las ve- nas yugulares externas, y sobre todo aquella sobre la qual está la compresa; se aplica el dedo pulgar de la mano izquierda sobre aque- lla compresa: y el dedo índice por cima sobre el vaso, á fin de su- jetarlo y estirar la piel. La vena yugular se pica por cima de la li- gadura por razón del curso de la sangre, que vuelve de la parte superior hacia la inferior, á diferencia de las sangrías del brazo y del pie, en que se abre la vena por debaxo de la ligadura, porque la sangre sigue una dirección opuesta, y sube volviendo de las ex- tremidades hacia el centro. Hay una máquina para la sangría de la yugular, que consiste en una especie de argollon. Esta máquina fué aprobada por la Academia de Cirugía de Paris, y sobre esto puede verse el segundo tomo de las Memorias de aquel Cuerpo. La voz ligadura, ligatio vinctura, significa también una opera- cion de Cirugía, por la qual se ata con una trenza ó cordón de hilo encerado una arteria ó una vena considerable, para detener ó para precaver la hemorragia. También se hace con un hilo encerado la liga- dura del cordón umbilical en los niños recien nacidos; y últimamente, nos servimos de la ligadura para hacer caer los tumores que tienen un pedículo, y las excrecencias sarcomucosas de la matriz y de la vagi- na. (V. pólipo.) El método de ligar los vasos después de la ampu- tación está expuesto á varios accidentes, los quales previo Gurmelen,, antagonista de Ambrosio Pareo. (V. amputación.) En el artículo hemorragia hemos hablado de diversos modos de detener la sangre, y hemos visto que la compresión metódica era en muchos casos preferible á la ligadura: la arteria intercostal ha pareci- do exigirlo enteramente. Mr. Gerard, Cirujano de Paris, imaginó el medio de hacer la ligadura de las arterias intercostales quando están abiertas en algún sitio favorable. Después de haber reconocido el lugar se agranda la herida; se toma una aguja corva, capaz de abrazar el lado, y enhebrada con un hilo encerado, en medio del qual se anu- da un lechino de hilas: se la entra hacia el pecho en el costado en que la arteria está dividida , y del lado de su origen : se abraza la costilla con la aguja, cuya punta se hace salir por cima de la misma costilla, y se saca luego acabando de hacerle describir un semicírculo de abaxo arriba: se saca el hilo hasta que el lechino se halle sobre la arteria; y últimamente, sobre el lado que coge el hilo aplicamos una compresa bastante gruesa , sobre la qual anudamos el hilo apre- tándolo bastante para comprimir el vaso, que se halla cogido entre el lechino y la costilla. Mr. Goulard , Cirujano deMompeller, inven- tó después una aguja particular para esta operación. Después de ha- berla hecho pasar por baxo la costilla, y atravesar los músculos de encima, se suelta uno de los cabos del hilo : se saca inmediatamente la aguja del mismo modo que habia entrado, y se hace la ligadura 320 LIG según acabamos de decir. Esta aguja aumenta el arsenal de la Ciru- gía , sin enriquecer el arte. El uso de las agujas ha parecido muy do- loroso ; las heridas hechas en la pleura y en los músculos intercos- tales , son capaces de acarrear una inflamación peligrosa en aquella membrana; y la compresión como fuese practicable merecería la pre- ferencia. Mr. Lotari, Profesor de Anatomía enTurin, presentó á la Academia de Cirugía de Paris un instrumento para detener la sangre de la arteria intercostal, el qual se puede ver en el segundo tomo de las Memorias de aquella Sociedad. No consiste mas que en una lá- mina de acero bruñido, doblada en uno de sus extremos, para que forme un punto de compresión sobre la abertura de la arteria: se le pone encima una buena compresa, y la otra extremidad de la herida se contiene con el vendaje. Una sagacidad extraordinaria reunida á las grandes luces de Mr. Quesnay le hizo dar con un medio muy sencillo, por el qual su- pliendo la lámina de Mr. Lotari, salvó la vida á un soldado que per- día la sangre por una arteria intercostal abierta. Tomó una ficha de marfil, después de haberla angostado algo mas con dos paralelas; hizo dos agujeros á uno de sus extremos, por los quales pasó una cinta, y á la ficha la hizo una especie de vayna de lienzo: de este modo la introduxo de plano hasta detras de la costilla; luego apretó una porción de hilas entre la ficha y el lienzo que la cubría, para que formase como una pelota en el pecho, y los dos cabos de la cinta sirvieron para aplicar aquella ficha de modo que comprimiese la abertura de la arteria. Mr. Velloc, en una Memoria inserta entre las de la Academia de Cirugía de Paris, examina las ventajas y desventajas de estos dife- rentes medios , y los cree menos perfectos que una máquina en for- ma de torniquete muy complicada, cuya figura se halla grabada des- pués de la descripción que hace de ella aquel facultativo. A mas de los usos comunes y quirúrgicos de las ligaduras prac- ticadas sobre los vasos sanguíneos, el cordón umbilical &c., con la mira de contener el derramamiento de la sangre , y las que se prac- tican también sobre ciertos tumores ó excrecencias, como berrugas, luipias &c. para desprenderlas ó hacerlas caer; las ligaduras fuertes se cuentan también entre los medios de excitar dolor, y remediar con esto varios males. También se emplean con el mismo fin, y para los mismos usos que las friegas y ventosas secas, que la aplicación de los cuerpos frios ó ardientes, y en los grandes desmayos, en las afecciones soporosas y en las hemorragias. * LIGAMENTOS. (Anat.) Se da este nombre á unas substancias blanquecinas, fibrosas, tupidas, difíciles de romper y rasgar, mas fle- xibles , pero menos elásticas que las ternillas, y que sirven para atar unas partes con otras. Están formados de fibras celulosas mas ó mé- LIG 3*1 nos sólidas y apretadas, y que tienen diferente dirección, según la diferente especie de ligamento. Los ligamentos ó pertenecen á los huesos, ó á las partes blan- das. Los que pertenecen á los huesos, ó se hallan en las mismas arti- culaciones ó lejos de ellas. Aquellos están dentro ó fuera de las articulaciones. Los que están fuera, ó las rodean á modo de una tela delgada, que no tanto afianza la articulación , quanto impide que se derrame el licor contenido en ella; ó bien las ciñen á manera de faxa muy gruesa y fibrosa, que sirve á un tiempo para tener los hue- sos unidos, é impedir el derramamiento de la sinovia, y unos y otros se llaman ligamentos capsulares ó orbiculares; ó en fin solo ocu- pan ciertos puntos del exterior de la articulación, cuya firmeza au- mentan , y cuyos movimientos arreglan, y se llaman ordinariamen- te ligamentos laterales, por estar situados á los lados, sin em- bargo de que algunos toman otros nombres relativos á su situa- ción. Dentro de las articulaciones no se hallan ligamentos sino en la del fémur con el hueso innominado, y en la del mismo hueso con la rótula y la tibia: en la primera está el ligamento, que algunos lla- man redondo , y debe mas bien llamarse triangular; y en la se- gunda los ligamentos internos de la rótula , ó ligamentos cruzados^ porque efectivamente se cruzan: estos sirven únicamente para dar mas firmeza á la articulación. De los ligamentos que pertenecen á los huesos, y están lejos de las articulaciones, unos mantienen los huesos en determinada proxi- midad, como los ligamentos interóseos del antebrazo y de la pierna, y los que de la parte inferior de las extremidades humeral y ester- nal de la clavícula , van al pico coracoides, y á la ternilla de la primera costilla; otros están destinados á dirigir los tendones, como los ligamentos anulares de la muñeca, el de la pierna y los del pie: otros dan apoyo á los músculos, como los ligamentos obturadores, y los intermusculares del húmero &c. Los ligamentos son mas delgados y flexibles en los mozos que en los adultos y viejos, y son tanto mas flexibles, quanto mas des- de la niñez nos exercitamos en hacer movimientos y flexiones violen- tas, como se ve en los volatines, que aun en una edad avanzada, doblan hacia atrás la columna vertebral, hasta meter la cabeza entre los muslos. Los ligamentos capsulares y los orbiculares están compuestos de fibras celulosas, mezcladas algunas veces con fibras tendinosas, que vienen de los tendones vecinos , las quales se cruzan en varias direc- ciones , y están mas apretadas hacia el interior de la articulación, que al exterior. Los ligamentos interóseos tienen la misma extructura, pero su densidad es todavía mas considerable. Los ligamentos late- rales de las articulaciones, los cruzados, el triangular ó redondo del TOMO V. SI 322 LIN fémur &c., que son los mas fuertes de todos, se componen de fibras paralelas muy apretadas y unidas por algunas transversales. En todos están las fibras mezcladas con vasos sanguíneos y absorventes, y aun- que por su absoluta insensibilidad en el estado natural, parece que no deberíamos admitir en su estructura nervio alguno; sin embargo, el dolor que se percibe en los ligamentos en ciertas enfermedades indica que entran en su composición algunos filamentos nervio- sos. B. Hemos expuesto las ideas generales de los ligamentos que perte- necen á los huesos, y dexamos de hacerlo con los que pertenecen á otras partes que se llaman también ligamentos, que aunque tienen dis- tinta estructura, sirven sin embargo de ligar y contener ciertas partes, como son los ligamentos del útero, hígado &c.; por lo regular suelen ser formados de un texido celular un poco mas apretado: su descrip- ción se hará en los correspondientes artículos de esplanchnologia en cada una de las partes adonde pertenezcan. LIGAMENTOSO. (Anat.) Adjetivo que pertenece á ligamento; y así se dice esta membrana es ligamentosa, porque su composición es semejante á la de los ligamentos, substancia ligamentosa, fibras ligamentosas &c. LILIO DE PARACELSO. (Mat. Méd.) Preparación inven- tada por este autor , hecha con los régulos de cobre, estaño y anti- monio marcial pulverizados, y mezclados con nitro muy puro y cré- mor de tártaro, con cierta cantidad de espíritu de vino. Se le han atri- buido virtudes muy particulares, y aun se usa en la Medicina como un cordial ó un excitante muy activo. LIMÓN. (Hig. y Mat. Méd) El zumo de este fruto tiene un uso muy común diluido en agua, y mezclado con azúcar, como re- frescante , y es uno de los ácidos vegetales que forman la bebida or- dinaria en casi todas las calenturas: el zumo puro calma la embria- guez producida por el opio ó los licores vinosos: en las boticas pre- paran con él un xarabe, que disuelto en agua, sirve del mismo modo de bebida común á los calenturientos, principalmente en las calen- turas biliosas y pútridas, y en las inflamatorias. También se usa esta bebida caliente, mezclándola algunas gotas de ron, como sudorífica. (V. ácidos) LIMÓN MONTERO. (Alfonso) (Biog.) Doctor de Medicina y Catedrático de ella en Alcalá, escribió: De urinis tractatum. Alcalá 1674, folio. LÍNEA. (Anat) Voz con laque significan los Matemáticos una extensión que suponen sin anchura y sin profundidad, considerando solo la longitud , ó una serie de puntos que se tocan mutuamente. Los Anatómicos han adoptado esta voz para nombrar ciertas partes, que son mas largas que anchas, como la línea alba ó blanca (V. ab*- LIN 323 domen.) , la línea oseosa del pubis, del fémur &c. (V. estos artículos.) LINFA. (Fisiol.) Esta voz en su genuina significación quiere de- cir agua corriente ; pero en fisiología se entiende por el licor aquoso que contienen los vasos linfáticos ó absorventes (V. absorventes.), cuya naturaleza es muy difícil de conocer ; Haller la considera co- mo muy análoga al suero de la sangre. Sin embargo , se conoce fá- cilmente que la naturaleza de este humor es mas compuesta que la serosidad de la sangre, porque los vasos linfáticos , casi indiferentes á toda especie de absorción , absorven , como diximos en su respec- tivo artículo , de todas las partes del cuerpo , el residuo de la parte recrementicia de nuestros humores que se hallan en varios órganos; y así es que el humor que los vasos absorventes conducen es diferen- te , según lo es el que se segrega ó contiene en el sitio donde nacen: por lo que los absorventes de los intestinos absorven y conducen el quilo quando le hay , y entonces son propiamente lácteos; pero quando no hay quilo, conducen un humor diáfano, algo salado y concrescible, que es el que continuamente se segrega en la cavidad de los intestinos. Los absorventes que vienen del hígado, acarrean un humor amarillento y algo amargo. El humor de los absorventes, que nace de las celdillas adiposas, abunda de partes oleosas; y el de los absorventes, que procede de los ríñones, despide un olor uri- noso. Las partículas oleosas, aqüosas y salinas de todos estos humo- res , juntándose en las redes y plexos de los vasos absorventes, se combinan según su varia afinidad, y forman las substancias destina- das á nutrir las partes del cuerpo animal, para resarcir las continuas pérdidas de sus humores. (V. nutrición.) Lo que puede observarse en la linfa, que se halla en general en los absorventes, es (según Plenk) que su olor es simple, ningún sa- bor, color cristalino; gravedad específica mayor que el agua; la consistencia tenue plástica algún tanto. La cantidad parece ser gran- de, pues que el sistema de los vasos linfáticos constituye una parte no pequeña del cuerpo humano. Los principios constitutivos pare- cen ser una agua gelatino-albuminosa. Los vasos linfáticos extraen esta agua de la tela celulosa de todo el cuerpo, de todas las visce- ras y de sus cavidades; y en fin la conducen al conducto torácico, en donde se mezcla con el quilo. Los usos de esta linfa son volver á traer ó conducir de todas las partes la gelatina nutritiva superflua , y la mezcla en el ducto torácico con el quilo para que se asimile me- jor á la naturaleza animal. En fin, el vapor aquoso superfluo, ex- halado en las cavidades del cráneo, pecho y vientre, es conducido con esta misma linfa. LINFÁTICO. Adjetivo que pertenece á linfa (V. este artículo.); y como esta palabra significa agua, todo humor aquoso ó seroso se lia* ma linfático, y así decimos la parte serosa ó linfática de la sangre &c. LINGUAL. (Anat) Adjetivo que pertenece á la lengua, y así es que se conocen varias partes con este epíteto: i.* La arteria lin- gual, que es una rama de la carótida externa, que se distribuye en la lengua. 2.a Las glándulas linguales y los músculos que se hallan en la lengua. (V. este artículo) 3." Los nervios linguales. (V. nervios.) LINIMENTO. (Mat. Méd.) Se da este nombre y el de untura aun medicamento compuesto, mas líquido que el ungüento, en el que entran aceytes, bálsamos &c., con el qual se untan ciertas partes en- fermas. En la fórmula de un linimento no se determina la cantidad de aceyte que debe entrar en él, sino solo la dosis de los demás ingredien- tes. Los linimentos se usan para las enfermedades cutáneas, para resol- ver ciertos tumores, evacuar la leche de los pechos y descoagularla, calmar los dolores de las almorranas y de otra especie, excitar las par- tes paralizadas, y disipar los tumores edematosos; y así hay linimen- tos emolientes, resolutivos &c., en los que entran substancias de estís propiedades. LINNEO. (Carlos) (Biog) Uno de los mayores naturalistas del siglo xvm , caballero de la Estrella Polar, y profesor de Botánica en la Universidad de Upsal: murió de edad de setenta y un años en 1778, habiendo sido asociado en casi todas las Academias de Ciencias de Europa. Sus obras son: i.a Hortus clifortianus. Ams- terdan 1737 , en rol. 2.a Systema natura, en 8.°: obra llena de ob- servaciones é ideas nuevas. 3.a Genera plantar um. Dos tomos en 8.°: obra apreciada y consultada. 4.a Flora Laponica 1737, en 8.°: 5 .a Methodus sexualis, systema a staminibus, et pistillus, en 8.°: El método de Tournefort era el que se adoptaba generalmente quan- do Linneo, habiendo examinado cerca de siete mil plantas, cono- ció que los estambres y los pistilos suministraban el verdadero me- dio de conocerlas. De la consideración de estas partes formó veinte y quatro clases con mil ciento setenta y quatro géneros de plan- tas; sistema que desenvolvió en la obra citada el año de 1737, la qual hizo una gran sensación en el mundo literario. Desde luego Linneo se llevó la preferencia sobre Tournefort, y los partidarios de este último Botánico, para conservar la gloria de su maestro, pre- tendieron que el sistema de Linneo se hallaba en los autores anti- guos. No tiene duda que el ilustre Boerhaave en 1710 habia ca- racterizado los géneros por la consideración de los estambres y de los pistilos; pero los hombres imparciales convienen todos en que la execucion de este método es nueva y se debe á Linneo. Por otra parte este sabio enriqueció la botánica y la historia natural con cer- ca de veinte volúmenes, casi todos bien recibidos, que prueban la lagacidad de su ingenio, y que era capaz de ser algo por sí mismo sin necesidad de recurrir á los que le habian precedido. Este Botá- nico era de poca talla, y tenia unos ojos muy vivos; tenia también mucha memoria, y á una gran sensibilidad reunía on genio muy agrá- dable. Se enfadaba con mucha facilidad, pero se sosegaba al momen* to. En 1732 recorrió casi toda la Laponia para hacer investigacio- nes sobre la Historia Natural, sufriendo en el horror de aauellos desiertos lo que hubiera sido insoportable al que como Linneo no hubiere llevado consigo la pasión del saber y de ser útil á sus seme- jantes. En 173^ viajó por Inglaterra, donde entabló amistad con los mas célebres Físicos y con los Médicos mas hábiles de aquella isla. Diga lo que quiera Lametrle , y todos los enemigos de Linneo, algu- nos pocos descuidos en que, como todos los hombres, ha caído este Naturalista , no le podrán quitar jamas el título de grande hombre, que justamente se ha adquirido. D. H. LINO. (Mat. Méd.) La simiente de esta planta es la que se usa en la Medicina: es de un sabor mucilaginoso, oleoso, fastidioso, no tiene olor, y está llena de un aceyte, que se usa exterior é interiormen- te como emoliente, dulcificante y atemperante; y así entra en las la- vativas , fomentaciones, cataplasmas, ungüentos &c.; en las infla- maciones externas, y tumores acompañados de irritación : interior- mente se usa en cocimiento como un embotante y lubrificante en las afecciones de primeras vias, en que hay una especie de erosión , y también en caso de envenenamiento por substancias minerales corro- sivas: algunos recomiendan su aceyte exprimido y dado á cuchara- das en las enfermedades de pecho, como la ronquera , la tos y el asma; en la pleuresía, en el empiema y en el cólico nefrítico. Su harina es un excelente resolutivo, y así se usa en las fomen- taciones y cataplasmas: el lino silvestre, linum catharticum, se usa también como purgante, y contiene , según Geoffroy, una sal esen- cial tartarosa vitriólica, con una gran porción de aceyte fétido. Mi- 11er dice que en Inglaterra ha tenido mucha reputación , y se ha administrado para el reumatismo , las calenturas intermitentes y la hidropesía: sin embargo, la observación no ha confirmado bastan- temente estas virtudes. LIPIRIA. Se llama así una de las especies de calentura. (V. este artículo) LIPÓSIQUIA. (Med) Sauvages forma con este nombre el orden quarto de la clase de Debilidades, que son propiamente los desfa- llecimientos ó desmayos. (V. debilidades.) LIPOTIMIA. (Véase el Género xxii. de la clase de Debi- lidades) LIQUEN Ó LICHEN ISLÁNDICO. (Mat. Méd) Son innu- merables las especies de este género de planta, preconizada de algún tiempo á esta parte por Súpola, Cramer , Regnault, y otros, en la curación de la tisis pulmonal. Contiene casi la mitad de su peso de mucilago, y una porción muy corta de resina. Según los observado- 32é LIT res es de una virtud conocida para fortificar los órganos de la diges- tión , y todo el hábito del cuerpo. En la tisis pulmonal sus buenos efectos consisten en mejorar el material de los esputos, disminuir la tos, calmar la irritabilidad de los enfermos, moderar la calentura &c. Regnault comprueba estos resultados con mas de veinte observacio- nes en su disertación, cuyo título es: Observations on pulmonary consumption, or an essay on the lichem islandicus. El liquen se prescribe en infusión ó en cocimiento, en agua ó en leche, poniendo media onza de aquel en una azumbre del vehículo. Se usa también en polvo y en extracto, y se hace de él una jaletina, que se administra á cucharadas. Regnault ha inventado ademas pas- tillas , crema, bizcochos de liquen , solo para variar la forma. Crich- ton advierte que es perjudicial quando hay una fuerte irritación en el abdomen, principalmente si la acompaña la freqüencia y dureza del pulso, y el ardor y sequedad de la piel. LIQUIDAMBAR. (Mat. Méd) Substancia resinosa líquida se- mejante en su consistencia á la trementina que se saca del árbol lla- mado styra-cifera: este bálsamo fluye de él naturalmente, ó por medio de las incisiones: es excitante y humectante, y se usa como resolutivo y emoliente aplicado á lo exterior, pero no tan comun- mente^ por su olor fuerte é incómodo. LÍQUIDOS. (Fisiol) Las partes fluidas de nuestros cuerpos se llaman líquidos, fluidos ó humores, y así se suelen usar indistintamente estas tres voces; pero en el artículo humores hemos expuesto las ideas generales de los líquidos. LIRIOS. (Mat. Méd.) La especie de lirios de Florencia es la mas usada en la Medicina, su raiz da un extracto amargo y algo acre; se usa como expectorante, y se combina perfectamente con la quina para la curación de las calenturas intermitentes quartanas: se admi- nistra en la dosis de medio escrúpulo © uno: á veces excita el vó- mito, y suele hacerse un purgante bastante activo. LITARGIRIO. (Mat. Méd.) Se da este nombre á lo que lla- mamos en la nueva nomenclatura oxide de plomo medio vidrioso. En la Medicina se usa exteriormente en muchos emplastos y un^- güentos, como en el egipciaco, el de los Apóstoles, el nutrito, co- mo desecante, repercusivo y refrescante. LITIASIS. ( V. el artículo cálculos.) LITONTRIFICOS. (Mat. Méd.) Así se llaman los remedios propios para disolver ó atenuar las piedras en la vexiga: la esperan- za de encontrar un remedio seguro contra mal tan terrible les ha dado una gran reputación por cierto tiempo; pero por desgracia no ha podido sostenerse esta contra los repetidos exemplares que prue- ban su ineficacia. Examinando un gran número de cálculos de la vexiga, se ve LOB 327 que son de diversa naturaleza, y que un remedio capaz de disol- ver unos no puede tener acción alguna sobre otros: ademas, ¿cómo ciertas substancias recibidas en el estómago podrán conservar ínte- gras sus propiedades y su naturaleza hasta la vexiga? De aquí se in- fiere qué esperanzas podremos fundar en el agua de cal, en el xabon, en la saxífraga, en la uva uisi, en el zumo de cebolla, en el áci- do carbónico, en el muriático, en la sal común y en otras muchas substancias análogas preconizadas como litontríficos; sin embargo, no podemos desconfiar absolutamente del descubrimiento de seme- jantes auxilios á vista de los progresos de la Química , y de los co- nocimientos que ya han adquirido muchos sabios dedicados á este objeto sobre la naturaleza de la base de los cálculos, y la presencia y propiedades de la sal fosfórica calcárea, que los constituye en la mayor parte. ( V. cálculos.) LITOTOMIA. (Cir.) * Este es el nombre que se da á la ope- ración de extraer la piedra de la vexiga. En el artículo talla es donde se explicarán por menor los diferentes modos de practicar la litotomia. * LITRE. (Alexo) (Biog.) Natural de Cordes en Francia: nació el año 1658. En Paris adquirió gran reputación por sus conocimientos anatómicos: la Academia de Ciencias le hizo su Socio en 1699; poco tiempo después le eligieron Médico de Chátelet, y últimamepte murió de apoplexía en 1725. Era un hombre de carácter muy se- rio, muy aplicado, enemigo de todo placer, que no contribuyese á aumentar sus conocimientos. Le faltaba enteramente la facilidad de hablar; y aunque tenia mucha precisión, mucha exactitud y mucha ciencia, no tuvo partido sino entre aquellos que contentándose con la medicina, saben hacer abstracción del Médico. Su laconismo, ver- daderamente incómodo, no se hallaba compensado ni por su figura ni por sus modales. Fué siempre muy afecto á la Academia, y le suministró diferentes observaciones con que están adornadas sus Me- morias. D. H. LLERA. (Matías de ) (Biog.) Vecino de Zaragoza, Doctor y Catedrático de Medicina, y Médico de Carlos 11 y de su hermano Don Juan de Austria. Dio á luz Clavium totius Medicina. León de Francia 1674, fol. LOCURA. (Med.) Se llama así eH general el trastorno ó enferme- dad de la razón ; pero como en el artículo vesanias se hallarán cla- sificadas todas las,afecciones de la razón, se consultará dicho artículo. LOBO ó LÓBULO. (Anat.) Se llama así la porción de alguna parte del cuerpo, como la del celebro, del pulmón, hígado &c.; y así hay lóbulos del celebro, que llaman los Anatómicos sus dos he- misferios ( V. celebro. ), los del hígado , los de la nariz y oreja. {Véanse estos artículos.) 328 LOM LOCIÓN. (Mat. Méd. y Cir.) En la Medicina se distingue con este nombre el líquido destinado á lavar los pies, las manos, la cabe- za , las heridas, las úlceras. Así hay lociones refrescantes, atempe- rantes, calmantes, detersivas &c. según las indicaciones. LOMBRICES. (Med.) Esta afección tan freqüente, causa de tantos males y de tan diversas complicaciones, exige sin duda que nos detengamos algún tanto en su exposición; y no hallándose en nin- gún autor un artículo particular relativo á esta materia, sino mez- clado con algunas ideas inexactas,ó fundado en una teoría sospecho- sa , copiaremos el que el sabio Rozier formó reuniendo los principios mas sanos de diferentes escritores. Ordinariamente se distinguen qua- tro especies de lombrices: las comunes, las ascárides , las cucur- bitáceas , y las tenias ó solitarias. Roederer, Médico de Gotinga, ha observado otra que llama tricárides. Nacen en los hombres, en los animales terrestres y aquáticos, en toda especie de vegetales, en la nieve misma , y en una infinidad de substancias diversas. No es nuestra intención hablar de estas últimas, sino de ceñir- nos á las que viven en el estómago é intestinos : advertiremos sin embargo que no hay parte alguna en el cuerpo del hombre en que no puedan criarse; pues según refiere Andry se han encontrado en el celebro, en los cornetes de la nariz, en los dientes y en los oí- dos. Las lombrices que nacen en los oidos, añade el autor citado, son amarillas, un poco largas, y tan delgadas, que sin la gran can- tidad que las hacia notar, apenas hubiera podido distinguirlas. Ta- rantano ha visto salir del oido de un joven, acometido de una calen- tura aguda, dos ó tres lombrices que parecian piñones. Panarolo ha- bla de un enfermo que después de haber vivido atormentado de un dolor violento de oidos, echó por esta parte, de resultas de una in- yección que se le hizo de leche de muger, muchas lombrices seme- jantes á los gusanos del queso; después de lo qual cesó el dolor. Kertring da la figura de cinco lombrices que un hombre echó por un oido en 1663 en una aldea llamada Quadiche: estas lombrices son de hechura de cucarachas, excepto que tienen diez patas. Se ha- llan también lombrices en la substancia del pulmón, en la del hí- gado , en los ventrículos del corazón, y en la sangre misma. Rodio, Riolano y Etmullero las han visto salir en las sangrías. Las lombri- ces que se engendran en la sangre son de la hechura de las hojas del arrayan, y sembradas de filamentos semejantes á los que se ven en las hojas nacientes de los árboles: tienen en la frente una especie de respiradero como las ballenas, por donde arrojan la sangre de que están llenas. Está probado también que existen en la vexiga y en los ríñones; y un Médico de Amsterdan, de quien habla Tulpio, echó doce por la orina. Luis Duré, según refiere Ambrosio Pareo, las echó también por la orina después de una larga enfermedad. En LOM 329 fin , las hay en las úlceras, en los tumores, en los granos de las vi- ruelas , y debaxo de la piel entre cuero y carne. Las comunes son las que caracterizan mas bien las enfermedades verminosas, y la tenia y las ascárides solo se complican con ellas por casualidad. Las tricárides, cuya existencia está en el dia muy conocida por Linneo y otros muchos naturalistas, tienen su morada ordinaria en los intestinos ciego y colon. Linneo ha dicho que en la tierra y en las aguas se hallaban las mismas especies de lombrices que en el cuerpo humano; que las co- munes eran las terrestres, ó lumbrici terrestres, y que la tenia existia en las aguas. Pero esta aserción no nos parece probada , aun- que el célebre Rozier haya sido del mismo sentir, y haya dicho en su excelente tratado de las enfermedades de los niños, que la te- nia es una lombriz que se encuentra en los peces, y que permane- ce viva aun después de haberlos cocido: de lo qual concluye que se pueden tragar alimentos que las engendren en los intestinos. Pero Valineri ha probado la diferencia por la disección de las lombrices terrestres. Las señales que pueden hacernos sospechar la existencia de las lombrices en el estómago y en los intestinos son la hinchazón del vientre, con tensión y dolor vago ó fixo, las náuseas, los vómitos, las angustias, los desmayos , los dolores en las raices de los dientes, una tos seca y viva, un pulso desigual, obscuro, pequeño ó intermi- tente , la respiración freqüente, y el hipo que proviene de un esta- do convulsivo del esófago, los excrementos parduscos, que pueden depender de la alteración de la bilis, ó de que esta no circula, ó de una abundancia de materias mucosas en las primeras vias. La pica- zón de las narices es una señal, que según Piquer, no es directa ni universal; puede depender de una hemorragia inminente, que es á veces una señal de lombrices, aunque mas comunmente proviene de otras causas. (Quando la hemorragia es un síntoma de lombrices, el enfermo no pierde ordinariamente mas que algunas gotas de sangre.) Quando la parte blanca de los ojos está marchita es una señal de lombrices; y Fices, Médico de gran reputación, adquirió mu- cha celebridad por haber conocido en esta señal que una epidemia que reynaba en Marsellaeraverminosa. La calentura que acompáñalas lombrices crece sin orden, y tiene accesos muy freqüentes con frió en las extremidades. Se observa también que el rostro se altera de diversos modos, poniéndose á veces hinchado , y con los párpados amoratados. Todos estos efectos son análogos á los de los venenos que destruyen el tono de los sólidos; y acaecen con mucha freqüen- cia en los niños, y algunas veces en los adultos, afecciones convul- sivas. Yo he visto una apoplegía , que después degeneró en paráli- sis, causada por el solitario, y la curé expeliendo la lombriz; ade- TOMO V. TT 330 LOM mas, el aliento y los sudores de los enfermos tienen un olor parti- cular , que no es agrio, sino propio de las lombrices; sin embargo de que en las disecciones del celebro y del vientre de algunos ca- dáveres se observa también este olor, y no se halla el menor vesti- gio de lombrices. Se ha escrito mucho sobre la formación de estos animales en el cuerpo, y cada autor ha expuesto su teoría sobre este objeto; pe- ro nada de positivo ha resultado de ellas, y la mayor parte de sus autores se han extraviado de su fin. Así pues, se necesitan muchas y bien hechas observaciones para poder deducir de ellos una teoría mas verosímil. Sabemos i.° que los cuerpos que abundan en xu- gos nutricios originan y multiplican las lombrices en el estómago. 2.° Consta 4e la observación, que el abuso de los farináceos y fru- tas por madurar, sobre todo quando el verano es cálido y húmedo al mismo tiempo, es una causa muy freqüente de lombrices. 3.°Buf> fon ha observado también , que una mezcla de harina y agua, de- xada á un pequeño grado de calor, se llenaba muy pronto de par- tes orgánicas animadas. Y en fin, Brendel ha encontrado viva una lombriz aplastada, en la abertura del cadáver de un feto de siete meses. Y no es verosímil que el huevo de esta lombriz haya pasado de los intestinos de la madre á los del hijo para desarrollarse en ellos. Si quando el alimento está bien digerido en el cuerpo se detiene su fermentación propia y natural, se convierte allí mismo en humo- res vivientes por una fermentación propia del animal. Estos alimen- tos comienzan á sufrir en las primeras vias dicha fermentación; y si llegan á corromperse en aquel sitio en este estado de animalizacion, comenzada á causa de la debilidad de estos órganos, y la falta de reabsorción, cada partícula recibe del principio de vida, que lo vi- vifica todo , cierto grado de animalizacion , y muchas de estas mo- léculas orgánicas, demasiado impregnadas de fermentación animal, se reúnen siguiendo unas leyes desconocidas para formar los seres vi- vientes y parásitos, conocidos baxo el nombre de lombrices. Las lombrices comunes son del grueso del cañori de una pluma de escribir, y de medio pie de largo. Están siempre en los intestinos delgados, suben algunas veces al estómago , y no es raro el que los niños las echen por la boca vomitando. Las ascárides son al contrario pequeñas, redondas y cortas; se agarran al ano, y se puede conocer, y aunafirmar su existencia por la picazón insoportable que excitan en esta parte. Las cucurbitáceas son, con poca diferencia, de la hechura de pepitas de calabaza. Estos cuerpos pequeños, que no son mas que una porción de una lombriz de muchas varas de largo , anuncian al- gunas veces la presencia del solitario, y otras existe sola en. los in- testinos. Difiere del solitario en que no tiene cabeza notable, ni LOM 331 vena longitudinal; y no se expele jamas entera, sino á pedazos. Del solitario hablaremos separadamente después que hayamos expuesto las diferentes causas que pueden facilitar la generación de las lombrices, y el método curativo que puede convenir á su pre- sencia , á sus síntomas, y á las diferentes enfermedades que pueden excitar. Los niños, los adultos y las personas naturalmente delicadas son los que están mas expuestos á enfermedades verminosas; y la debi- lidad de los órganos digestivos, la relaxacion de sus fibras, las ma- las digestiones, la vida ociosa y sedentaria, el uso de frutas por ma- durar, y de plantas y raices verdes son las causas mas ordinarias de la generación de las lombrices. Es necesario dar muy pronto los remedios vermífugos en los ataques de lombrices; y se deben administrar en dosis crecidas para que puedan destruirlas, pues si no, son inútiles, y no hacen mas que aumentar la irritación: entonces punzan las lombrices el estó- mago , y esto ocasiona á veces la muerte; ó suben hacia el esófago, y sofocan al enfermo, ó le causan al menos vivas convulsiones. Baglivio observa muy bien que este fenómeno se nota, no solo en los niños que son muy irritables y muy débiles, sino mas bien en los adultos. En este instante decisivo los remedios mejores son el agua salada y el espíritu de sal amoniaco. Se debe tener mucho cuidado en no dar el mismo vermífugo, haya ó no calentura. En el primer caso merecen la preferencia los ácidos, tales como el espíritu de vitriolo, sobre los amargos muy fuertes, que son al mismo tiempo adequados para la calentnra y pa- ra la afección verminosa. Es preciso también atender al carácter, al tiempo y á la domi- nación de los síntomas para elegir en los diferentes métodos que se intenten seguir los remedios que pueden convenir á la calentura, que es la que exige siempre el principal cuidado, y á las otras afec- ciones subsiguientes. Si sobrevienen hemorragias considerables se emplearán los ácidos minerales. El vino es provechoso en caso de postración de fuerzas; pero como á veces es dañoso , es prudente examinar sus efectos antes de continuar su uso. Hay epidemias en que produce efectos admirables, y otras en que es peligroso. Baglivio hace mención de una epidemia en que ni los aceyto- sos, ni los ácidos, ni el espíritu de vino destruian las lombrices, sea en el cuerpo, sea fuera de él , tan pronto como el vino. Esto prue- ba que obra , no solo por su qualidad embriagante y espirituosa , co- mo quando se embriagan las gallinas dándolas pan empapado en aguardiente; porque si hubiera sido por esta virtud, el espíritu de vino hubiera tenido mas eficacia que el vino mismo y pues hay mo- 33* LOM t/vo para creer que este último convenia mejor, á causa del carác- ter de la fiebre que dominaba. La bilis alterada, lejos de ser un veneno para las lombrices, les sirve al contrario de alimento ; es preciso pues quitarle esta acrimo- nia , que le es tan ordinaria en las calenturas, y darle una qualidad dulce y xabonosa, sin perder de vista la relaxacion de los intesti- nos , á quienes es preciso dar tono , y lo mismo la de los vasos se- cretorios y excretorios de la bilis. Muchas veces se expelen las lom- brices por este medio sin el auxilio de ningún antielmintico. Se sabe que los cuerpos dulces inquietan y arrojan las lombri- ces ; pero el uso de los amargos es mucho mas seguro, sobre todo quando se emplean hacia el fin de la fiebre verminosa. Entonces son tanto mas provechosos, quanto relevan las fuerzas, aumentan el tono del estómago y de los intestinos, y rectifican las digestiones. Sennert no quiere que se prescriba el semen santonicum en las ca- lenturas porque enciende demasiado. No sé por qué en el dia se descuidan las unturas amargas anti- elmínticas, empleadas por los antiguos con tanta felicidad: yo no puedo celebrar bastante la que se acostumbra hacer en este pais con el aceyte petróleo de Gabian. Pero en general no puedo dexar de convenir en que los vermífugos externos ó internos, que no pur- gan al mismo tiempo, no hacen mas que irritar las lombrices, las quales causan entonces cólicos vivos y otros síntomas graves. Baglivio, Settenkio, Bonnet y Morton las han .visto taladrar los intestinos: tal es el ansia con que procuran escaparse quando el ca- lor de la calentura obra sobre ellas, y sobre todo quando se au- menta con el uso de los irritantes, ó con la putrefacción de los hu- mores. En estas circunstancias el mejor remedio es la triaca. La elección de los purgantes merece mucha atención, sobre todo quando las lombrices están complicadas con la putrefacción y las enfermedades que esta puede ocasionar; el ruibarbo con el mercurio dulce, asociado á otros purgantes suaves, puede ser conveniente; pero no se debe abusar del mercurio, porque podria imprimir en \i calentura un carácter maligno, debilitando al enfermo. Quando las lombrices están complicadas con cursos, se deben emplear los absorventes, tales como el asta de ciervo calcinada, el coral y la coralina. Sucede algunas veces que las lombrices que están en las prime- ras vias causan dolores en el costado, y tos seca con esputos de sangre. Antes de decidirse en este caso por la sangría, conviene re- flexionar escrupulosamente, y examinar si la afección pletórica do- mina sobre las demás, pues de no, los aceytosos y los purgantes dulces serán mejor empleados. Morgagni ha visto una epidemia de fiebre verminosa pleurítica, LOM 393 en que los laxantes y los aceytosos perjudicaban, sin duda porque dominaba la afección pleurítica; y Pujatti ha visto, al contrario; una fiebre epidémica igual, que curó con sales mercuriales, sin san- grar ni dar otros remedios aptos para la afección pleurítica y la ca- lentura , porque la afección verminosa dominaba á la pleurítica v a la calentura. J Es también muy útil llamarlas hacia abaxo, usando de cuerpos dulces, tales como la leche empleada en lavativas, disolviendo an- tes en ella una cucharada de miel. . De la tenia ó solitario. Es una lombriz blanca, aplastada y larga , compuesta de muchos anillos muy cortos, articulados á la extremidad unos de otros y atravesados en su longitud por una especie de vena, mas ó menos aparente, que le ha hecho dar por los Alemanes el nombre de lom- briz aplastada con espinazo. Esta vena es azulada, roxiza ó blan- ca; y algunas veces se manifiesta solo por una mancha negruzca ó blanquecina sensible en medio de cada anillo, y guarnecida en sus dos superficies de un pezón poco aparente. No se ha podido obser- var nunca su cola ó terminación posterior, porque la lombriz se rompe, y los enfermos las arrojan de tiempo en tiempo á pedazos, bien naturalmente, ó mediante los diversos remedios. Su cuerpo, por lo común de muchas varas de largo, y aplastado en forma de cinta, se estrecha poco á poco hacia su parte superior, y se termi- na en un hilo muy delgado, y de un pie de longitud quando mas. La punta, que á la simple vista parece muy afilada, se ve hinchada mirándola con una lente , y usando de un buen microscopio, pre- senta una cabeza terminada por quatro cuernos de longitud des- igual , y que serán acaso trompas por donde el animal tomará su alimento. El cuerpo de la lombriz se extiende por todo el canal in- testinal , y muchas veces llega hasta el ano. Llámase solitario porque se encuentra solo en el vientre; pero sin embargo, á veces se hallan dos juntos, y otras después d'e salir uno se engendra otro. Esta lombriz es difícil de expeler, y los ver- mífugos purgantes que se usan en la Medicina hacen salir pedazos del animal que hay que romper para separarlos de lo que se queda en el interior del cuerpo; pero rara vez se logra con ellos una cu- ración completa. El verdadero específico contra el solitario es el re- medio de Madama Nouffer: vamos á exponer su método en la ad- ministración de su específico, y el régimen que hace observar du- rante la curación. No exige de sus enfermos ninguna preparación particular hasta Ja víspera de administrar el remedio. Entonces deben abstenerse de 334 LOM todo alimento desde medio dia en adelante, y tomar solo á las siete ó las ocho de la noche una sopa hecha con una libra ó libra y me- dia de agua común, dos ó tres onzas de manteca buena y fresca, y dos onzas de pan cortado en pedacitos menudos, con la sal nece- saria para sazonarla. Se pone á cocer todo á bastante fuego, me- neándolo á menudo hasta que quede bien trabado y reducido á una buena papilla. Un quarto de hora después les da un bizcocho y un cortadillo de vino blanco, puro ó aguado, ó agua pura á los que no están acostumbrados á beber vino. Si el enfermo no ha hecho del vientre aquel dia, ó está acalo- rado ó propenso á estreñimiento , cosa rara quando hay solitario , le hace echar Madama Nouffer una lavativa compuesta de un puñado pequeño de hojas de malva y malvavisco, hervidas en suficiente can- tidad de agua, una corta porción de sal común, y después de cola- do el caldo, dos onzas de aceyte común. El enfermo debe dete- ner la lavativa quanto pueda, y acostarse después y descansar. A las quatro ó las cinco de la mañana toma en la cama el espe- cífico , compuesto de dos ó tres dracmas de raiz de helécho macho, cogida en otoño, y reducida á polvo muy fino , desleído en quatro 6 seis onzas de agua de helécho , ó de flores de tilo. Es necesario que el enfermo enxuague después el vaso dos ó tres veces con agua y la beba, enxuagándose también la boca para tragarlo todo; y para contener las náuseas que suelen sobrevenirle, mascará un poco de limón, se gargarizará con algún líquido, sin tragarle , ó se con- tentará con oler vinagre fuerte. Si á pesar de estas precauciones las nauseas son tan fuertes que el enfermo no puede contener el espe- cífico , tomará una nueva dosis luego que hayan pasado las nauseas, y procurará dormir en seguida. A las dos horas se levantará para to- mar el bolo purgante , en una ó muchas tomas , hecho con diez gra- nos de panacea mercurial sublimada , catorce tantos mas de escamo- nea de alepe selecta, y seis ó siete granos de gutagamba buena y fresca. Se reducen cada una de estas substancias á polvo muy fino, y se mezclan juntas con una buena confección de jacinto. El enfer- mo beberá encima una ó dos tazas de té verde, poco cargado, y se paseará después por la alcoba. Luego que la purga comience á hacer su efecto, tomará de quan- do en quando una nueva taza de té ligero, hasta que arroje la lom- briz. Entonces, y no antes, le da Madama Nouffer un buen caldo, seguido á poco tiempo de otro , ó de una sopa, si le gusta mas al enfermo. Come como se acostumbra en un dia de purga, y después de comer se recoge en la cama ó sala á dar un paseito, cuidándose, comiendo poco, y absteniéndose de alimentos indigestos. La curación queda completa con esto; pero no se verifica con LOM 335 igual prontitud en todos los sugetos. Qnando el bolo no purga bas- tante, tomará el enfermo , á las quatro horas, desde dos hasta ocho dracmas de sal de Sedlitz, y en su defecto de sal de Epson , disuelta en un cortadillo de agua caliente. Esta dosis se varia según el tem- peramento y las circunstancias. Si la lombriz no sale á pelotones, sino extendida, lo qual suce- de quando está metida entre materias glerosas y tenaces, de que no se puede desprender fácilmente, debe el enfermo permanecer mucho tiempo en el retrete, sin tirar de ella, y beber té ligero un poco cal,jnte- Algunas veces no basta esto , y hay que tomar una dosis de sal de Sedlitz, sin variar de situación hasta haber echado la lombriz. Rara vez sucede que los enfermos que no han vomitado el es- pecífico, ni la purga, dexen de arrojar el solitario antes de la hora de comer ; y este caso particular sucede quando la lombriz muer- ta se queda hecha pelotones en los intestinos, de manera que las materias ordinariamente mas claras en los últimos cursos que causa la purga, pasan por entre ella sin arrastrarla. Entonces puede ya el enfermo comer, y se ha observado que el comer y una lavativa con- tribuyen á expeler la lombriz. Algunas veces sale el solitario por la acción sola del específico y antes de tomar el bolo, en cuyo caso Madama Nouffer da solo dos tercios de este, ó le substituye la sal purgante. No debe dar cuidado á los enfermos de los calores y agitacio- nes que experimentan algunas veces durante la acción del remedio, antes ó después de una evaquacion grande , ó quando están próxi- mos á arrojar la lombriz, porque estas impresiones son pasageras, y se disipan por sí mismas, ú oliendo vinagre. ' Los que han vomitado el específico y el bolo, ó una parte de ellos, suelen no arrojar la lombriz en aquel dia; en cuyo caso les hace tomar Madama Nouffer por la noche la sopa, el bizcocho la bebida , y según las circunstancias la lavativa. . Si el solitario no sale durante la noche, repite á la mañana si- guiente muy temprano nueva dosis de específico, y dos horas des- pués seis ú ocho dracmas de la sal; y dirige al enfermo del mismo modo que el dia anterior, pero suprimiendo el bolo. Acaba haciendo observar que los calores fuertes disminuyen un poco la acción de su remedio, y por eso ha preferido siempre ad- ministrarle en el mes de setiembre. Pero quando no ha podido ele- gir el tiempo, y se ha visto obligada áemprender la curación en los calores mas ardientes del verano, daba su específico muy de maña- na; con cuya precaución no ha notado diferencia alguna en los efec- tos ni en las consecuencias. El solitario es la única lombriz sobre quien tiene el específico de Madama Nouffer una acción directa • y aunque le cree también muy útil contra las cucurbitáceas, advierte 336 LOM que estas son mas difíciles de desarraygar, y que para lograrlo es necesario repetir la curación con mas ó menos freqüencia, según la constitución del enfermo. Yo he tenido ocasión de curar enfermos atacados del solitario: he seguido exactamente el método que acabo de exponer, y siem- pre con felicidad, no solo contra esta lombriz, sino también contra las ascárides y las cucurbitáceas. Debo este testimonio á la verdad y á la bondad del remedio de Madama Nouffer; pero no puedo pa- sar en silencio los buenos efectos que he logrado de la administra- ción del aceyte de ricino (V. esta palabra), conocido en Inglaterra baxo el nombre de aceyte de castor, contra el solitario. Le he administrado tres veces en la dosis de tres onzas cada una, para tres adultos, desleído en seis cucharadas de agua de verdolaga, y á las tres horas evacuaron por la cámara dos de los enfermos un pelotón de lombrices largas y redondas, 'y el tercero un pedazo de solitario de tres pies de longitud. De resultas de este ensayo he pensado multiplicar en mi jardin las plantas de ricino, que son muy comunes en Languedoc, para ex- traer el aceyte de su almendra y distribuirle gratuitamente á los po- bres que le necesiten. Comunmente se da una cucharada de este aceyte , puro y sin mezcla de hora en hora, hasta que el enfermo hace tres ó quatro deposiciones. Duplanil ha hecho muchas observaciones que no nos permiten dudar de la virtud vermífuga de este aceyte. Ha visto una muger soltera, de cerca de treinta años, que después de haber to- mado la segunda cucharada de este remedio, echó una cantidad pro- digiosa de lombrices, entre las quales habia algunos pedazos de las cucurbitáceas. Pero no basta haber hecho salir las lombrices, es pre- ciso ademas evitar su regeneración, para lo qual tengo por muy provechoso el uso de la quina , las infusiones y cocimientos de subs- tancias amargas, tales como la centaura menor, e! axenjo, la man- zanilla , los cogollos de lombriguera , las hojas de marrubio blanco, el agua segunda de cal, y el vino calibeado; porque todos estos re- medios dan tono á las fibras del estómago, sobre todo si ha quedado débil y relaxado. (Roz.) LOMOS. (Anat.) Se llaman así dos regiones ó partes en que se divide ei abdomen. (V. este artículo.) Los lomos tienen varios mús- culos, que executan sus movimientos , y son : i.° Quadrado de los lomos. Se ata á la parte superior interna, y posterior de la cresta del hueso ileon, al ligamento ileo-lumbar, á las apófisis transversas de las quatro vertebras superiores de los lomos , y al borde inferior de la última costilla, y al ligamento que la une con la primera apó- fisis transversa de los lomos. Usos. Encorva los lomos á su lado, y los endereza quando están inclinados al lado opuesto. 2.° ínter" LOP 337 transversales de los lomos. Ataduras. De la apófisis transversa de una vertebra lumbar á la de la inmediata superior. Usos los mismos que los del antecedente. 3.0 Interespinosos de los lomos. Ataduras. De la apófisis espinosa de una vertebra lumbar á la de la inmediata supe- rior. Usos. Enderezan los lomos encorvándolos adelante, y después los doblan atrás. 4.0 Psoas pequeño. Se ata á la parte lateral del cuerpo de la última vertebra de la espalda , y á veces también á la apófisis transversa de esta, y al cuerpo de la primera de los lomos, y á la eminencia ileopectlnea.El uso de estos músculos es doblar ade- lante y al lado los lomos hacia la pelvis, y esta hacia aquellos. Del dorso y de los lomos. i.° Sacro lumbar y dorsal largo. Se atan juntos á la parte posterior é interna de la cresta del ileon, á las astas y apofi-sis espinosas del sacro, á los ligamentos ileosacros, á todas las apófisis espinosas de las vertebras lumbares, ó solo á las tres ó quatro inferiores, y á las apófisis transversas de todas las vertebras lumbares. Separados se atan , el primero á la parte inferior del ángulo de las diez últimas costillas, á la tuberosidad de las dos primeras, y á la apófisis transversa de la última vertebra cervical. El segundo á las apófisis transversas de todas las vertebras dorsales, y á la cara externa entre el ángulo y la tuberosidad de las siete ú ocho costillas, dexando algunas de las mas superiores, y de las mas inferio- res. El uso de estos músculos es sostener el dorso y los lomos encor- vados hacia delante , los enderezan, los doblan hacia atrás, y jun- tamente un poco á su lado. LOOK Ó ECLEGMA. ( Mat. Méd.) Medicamento en forma líquida de la misma consistencia que el xarabe, y á veces mas sólida, destinado para curar las afecciones de garganta y pulmón; se com- pone de polvos, y un xarabe apropiado, ó de pulpa, polvos y xa- rabe, ó de un cocimiento pectoral: se prescribe para promover la expectoración , contener la hemotísis, la tos y la irritación de las fau- ces &c. Se usan como eclegma las pastillas de malvavisco, y otras preparaciones azucaradas; para los niños se añaden algunas cucha- radas de agua destilada, para que estén mas líquidos, y aun en los adultos quando entran polvos en su composición, para que los tra- guen con mas facilidad. LÓPEZ DE LEÓN. (Pedro) (Biog)Fué Cirujano en Cartagena de Indias , y dio á luz : Practica y teórica de las apostemas enge- neral y particular. Qiiestiones y prácticas de Cirugía y heridas, llagas, y otras cosas nuevas y particulares , primera parte. Segun- da parte del agregado de la Cirugía teórica y práctica. Sevilla 1628 , folio. Lope*. (Alonso) (Biog.) De Valladolid, Doctor de Medicina: escribió: Hippocratis prognosticum. Madrid 1^96, 4.0 López. (Alonso) (Biog.) Del Obispado de Cuenca, Coadjutor tomo v. vv 33$ LOQ temporal de los Jesuítas en Nueva España dio á luz: De la cura de las enfermedades. México, en folio. López. (Alonso) (Biog.) Médico: escribió De vini commodi- tatibus, 1550. López de Corella. (Alfonso) (Biog) Navarro , tal vez de Co- rella , escribió: i.° Annotationes in omnia Galeni opera. Zaragoza 1582 , 4.0: 2.0 De morbopustulato. Valencia 1581, 4.0: 3.0 Eu- chidion seu methodum Medicina. Valencia 1581 , 16.:4.° Natura quarimoniam. Zaragoza 1564, 8.°: 5.0 De natura vena. Ibid. 15 73' 8*° '• 6*° Defebre maligna, etplacitisGaleni. Ibid. 1574, 8.°: 7.0 De arte curativa. Estella 1555,8.°: 8.° Catalogum auctorum, qui p st Galeni avum, et Hippocrati et Galeno contradixerunt. Valencia 1589, 12.0: 9.0 De tuenda valetudine. 10. Secretos de Filosofía, Astro1 ogía y Medicina, y de las quatro ciencias Ma- temáticas , diviiidos en cinco quinquagenas de preguntas. Va- lladolid 1546. Zaragoza 1547, folio. Lo :,ez deHinojosa. (Alfonso) (Biog) Escribió: Suma y reco- pilación de Cirugía , con un arte para sangrar y examinar Barbe- ros. El origen y nacimiento de los reumas y enfermedades que de ellas proceden. México 1595 , 4.0 López de Tu déla. (Juan) (Biog) Doctor en Medicina: escri- bió un libro De medica materia ad Tyrones. Pamplona 1585, folio. Sevi la 1589, folio. López (Jícobo) (Biog.) Dio á luz: Aboali Aviceni, vulgo Avicena librum de viribus cordis cum commentariis. Tolosa 15/7 , folio. LOQUIOS Ó SANGRE LOQUIAL. (Fistol, y Pat) Se lla- ma así la sangre que corre del útero después del parto. Su órgano secretorio son los vasos arteriosos y venosos, situados en el fondo ó qualquiera otro lugar del útero, en que estuviese adherida la pla- centa durante la preñez. Estos vasos después de la separación de la placenta, y antes de la contracción del útero, están en efecto muy manifiestos. La sangre primera que sale inmediatamente después del parto es limpia , abundante , fluida , y tan pura como la de una vic- tima; pero pasados dos ó tres dias no hace mas que destilar gota á gota, mezclada con algunos grumos mas ó menos grandes. Después esta sangre va perdiendo su color encarnado , hasta que se pone tan descolorida como la lavadura de la carne, porque los vasos uterinos se van poco á poco contrayendo mas y mas. Finalmente este fluxo conti- núa corriendo todavía algunos dias, baxo la forma de un suero blan- quecino, mezclado con algunos fragmentos celulosos de la mem- brana corion , hasta que por fin llega á cesar enteramente. Tam- bién varía ej fluxo loquial por razón de la constitución del cuer- po , de la contractilidad uterina, de la lactación y menstruación IUC 339 acostumbradas, del régimen de vida, y del espíritu. (V. parto.) El uso del fluxo loquial es evacuar los vasos uterinos, que duran- te la preñez estuvieron muy llenos de sangre , y dilatados. Así el útero vuelve á su antiguo estado, y purgado ya de esta sangre se hace segunda vez apto para una nueva concepción. (Plenk.) LORRY. (Ana Carlos) (Biog) Doctor Regente de la facultad de Medicina: nació en un lugar inmediato á Paris en 1725 , y mu- rió el año de 1783 , habiendo exercido su facultad con mucha mo- destia y sabiduría. Aunque fué muy afortunado en el exercicio de su profesión , decía continuamente: «Jamas diré he curado , sino he asistido á tal enfermo , y su enfermedad ha terminado felizmente." Este célebre Médico dexó varias obras estimadas: i.a Ensayos sobre los alimentos, 1757 , en 12.°: 2.a Hippocratis aphorismi cum notis, 1 759, en 12.0 : 3.a De melancholia et morbis melancholicis , 1764, dos tomos en 8.° : 4a Tractatus de morbis cutaneis. En 4.0, 1777. Estas dos últimas obras son tan importantes como instructivas; y la primera contiene algunas ideas nuevas y excelentes observacio- nes. D. H. LOVERA DE AVILA. (Luis) (Biog.) Médico de Carlos v, á quien acompañó en todas sus expediciones. Publicó las obras si- guientes: i.a Regimiento de la salud, de la esterilidad de hom- bres y mugeres, y enfermedades de los niños. Valladolid 1551. 2.a De las quatro enfermedades cortesanas, gota artética, sciá- tica , males de piedra, ríñones y ijada, y mal de bubas, 1544, folio. 3.a Vergel de sanidad, ó banquete de caballeros , y orden de vivir. Alcalá 1542 , folio: 4.a Un libro de Anatomía: 5.a Re- medio de cuerpos humanos, y silva de experiencias en Medicina: 6.a AntiJotario de todas las medicinas usuales, y de la manera que se han de hacer según arte: 7.a De pestilencia curativa y preservativa. En folio: 8.a De a%ritudinibus subitis. LUBRIFICAR. (Mat. Méd.) Sinónimo de barnizar. Se dice de aquellos remedios mucilaginosos y líquidos, destinados en general á calmar la irritación de las membranas mucosas, producida por la degeneración ó falta del moco, que naturalmente las baña, y por consiguiente este efecto se verifica , no tanto por sus virtudes medi- camentosas, como por esta acción mecánica de barnizar. LUCE, (agua de) (Mat. Méd) Licor lacticinoso , volátil, muy penetrante, formado por la combinación del espíritu volátil de sal amoniaco, con una corta porción de aceyte de cárabe ó sucino. Mr. Valeyr, que poseyó por mucho tiempo el secreto de esta composición, excitó la curiosidad de los Químicos, que han inventado diversos mé- todos mas ó menos recomendables para obtenerla. Con todo el agua de luce no tiene una propiedad real fuera de la que ofrecen sus in- gredientes. (V. SAL AMONIACO Y SAL VOLÁTIL ) 34-> LUM LUCEN A. (Luis de) (Biog.) Natural de Guadalaxara, y pro- fesor de Medicina: florecía en el siglo xvi. Hizo grandes viages, y empleó muchos años en estudiar la naturaleza; y últimamente mu- rió en Roma el año de 1552, dexando escrito un tratado de tuen- da, prasertim a pesti, integra valetudini, denique hujus morbi, remediis, que se imprimó en Tolosa año de 15 23 , en 4.0 LULIO. (Raymundo) (Biog) Llamado el Doctor ilustrado: na- ció en Mallorca el año de 1239, y fué discípulo del célebre Amol- do de Villanueva. El amor lo hizo Químico. Estaba ciegamente enamorado de una niña llamada Leonor, que no le correspondía; y habiendo Lulio preguntado el motivo de aquel desprecio , Leonor le descubrió su pecho devorado por un cáncer. Lulio, como amante tierno y generoso, buscó en la Química algún remedio para el mal de su ainada , y tuvo la satisfacción de hallarlo: desde entonces se aplicó con un trabajo Infatigable al estudio de la Filosofía de los ára- bes , de la Química, de la Medicina y de la Teología. Luego fué á predicar el Evangelio á el África , donde le mataron á pedradas el dia 29 de Marzo de 1315 , teniendo ya ochenta años de edad. En Mallorca, adonde se transfirió su cuerpo, le tienen por santo , y le veneran como á tal. Este hombre ha dexado un gran número de tra- tados de todas ciencias, en los quales hay mucho estudio y mucha sutileza, pero poca solidez y juicio. Su estilo es digno de la bar- barie de su siglo. Lulio era tan obscuro en sus expresiones como en sus ideas. Compuso una Lógica , que era un verdadero arte de deli- rar: sin embargo sus contemporáneos decian: «Que la habia inven- tado para que pudiese uno defenderse del Anti-cristo en los últimos dias, atacándole con sus mismos argumentos." No hace muchos años que se publicó en Maguncia una edición completa de las obras de este autor, en la qual se hallan tratados de Teología, de Moral, de Medicina, de Química, de Física y de Derecho &c., pues está averiguado que poseía todas estas ciencias en igual grado de perfec- ción como todos los autores de su tiempo. D. H. LUMBAR. (Anat) Adjetivo que pertenece á todo lo que tiene relación con los lomos; y asi hay varias partes que se llaman lum- bares : i.° Las arterias lumbares que salen de la aorta inferior, y se distribuyen en las partes que se hallan en la región lumbar. 2.0 El músculo lumbar interno, ó psoas, se describirá en el artículo lomos. 3.0 Los nervios lumbares. (V. nervios.) 4.0 Las vertebras lumbares, que son cinco, se describirán en el artículo vertebras. LUMBRICAL. (Anat.) Adjetivo con el que se expresa todo lo que tiene semejanza á las lombrices; y así se llaman lumbricales al- gunos músculos, porque tienen dicha semejanza. Los músculos lum- bricales de los dedos de la mano son quatro, colocados en la misma dirección que los tendones del sublime y el profundo: están atados LUP 34, por sus cuerpos carnosos á los tendones del profundo del lado que mira al pulgar , inmediatamente al ligamento anular del carpo, y van después á atarse cada uno con un tendón muy corto á la parte su- perior interna del primer falange de los quatro últimos dedos, y por otro mas largo á la parte interna y anterior del primer falange, confundiéndose con el tendón del extensor común de los dedos. Los músculos lumbricales del pie son también quatro, los quales se des- prenden del tendón del largo flexor, y se terminan por otros tantos tendoncitos en los primeros falanges de los quatro últimos dedos, casi del mismo modo que en la mano. m LUNA. (Juan de) Andaluz, Médico en Sevilla, escribió : E.ver- citationes medicus. Sevilla 1612 y 1613. LUPIA. (Cirug.) *La lupia es un tumor que se forma baxo del cutis en las celdillas del texido adiposo. Este tumor es circunscrito sin calor, y sin mudanza de color en el cutis que lo cubre. Este' no se adhiere al tumor, y en su centro se siente una fluctuación unas veces bastante fuerte , y otras apenas sensible. Las lupias son unos tumores enkistados que se han puesto en tres clases, según la naturaleza del humor que contienen; pero esto no forma sino diferencias accidentales, pues como observa muy bien Ambrosio Pareo, no se conoce el humor que contienen aquellos tu- mores hasta después de haberlos abierto. ( V. los artículos enkis- tado, ateromo, esteatomo y meliceris.) Mr. Litre añade una quarta especie de lupia formada por una grasa blanda, que él llama lipoma. La causa formal de las lupias es una acumulación de los xugos linfáticos, que toman diversos colores y consistencias, según están mas ó menos cargados de xugos biliosos, grasosos , gelatinosos, ú otras substancias recrementicias. Los golpes y las caidas pueden ser sus cau- sas ocasionales y primitivas. Las lupias se van formando poco á poco, y por grados insensibles; de modo que no comprimiendo los vasos inmediatos, ó haciéndolo solo con mucha lentitud , la sangre con- serva una entera libertad de circulación, dilatando proporcionalrnente los vasos colaterales, lo que hace que las lupias regularmente no pro- duzcan inflamación alguna: sin embargo , pueden inflamarse y aun formar absceso quando crecen desmesuradamente; y aun hay algu- nas que se ponen esquirrosas y carcinomatosas, lo que depende de la generación viciosa de los xugos que contienen. (V. cáncer y car- CINOMIA.) El célebre Cirujano Pareo llama enorme á una lupia que feliz- mente logró estirpar : dice que pesaba ocho libras, abultaba co- mo la cabeza de un hombre, y estaba situada en la parte posterior del cuello, colgando por la espalda. En las Transacciones filosóficas se habla de una lupia mucho mas extraordinaria que un tal Alexan- 342 LUS dro Palmer, natural de Keit en Escocia, tenia hacia mas de vein- te y siete años en una de sus quixadas inferiores. Su enorme magni- tud, y los dolores violentos que le causaba , le determinaron hacér- sela cortar. La base de aquella lupia tenia cinco pulgadas de exten- sión , lo que es considerable por el lugar que ocupaba; pesaba cerca de veinte y dos libras, era de figura esferoide y tenia treinta y qua- tro pulgadas de circunferencia por una parte y veinte y ocho por otra. La hemorragia que siguió á la operación, se contuvo con los polvos de vitriolo , y con la aplicación de los remedios comunes, que- dó curada en seis semanas. Las lupias son muy rebeldes para curarse ; pero regularmente no son peligrosas , á menos que muden de naturaleza: sin embargo, pueden incomodar mucho por lo que abultan , y según el parage en que salgan. No se pueden curar por via de resolución , sino muy á los principios ; pero las lupias grasosas se resolverán con mas fa- cilidad que las otras, por medio de aplicaciones discucientes, tales co- mo las fumigaciones de vinagre , en el qual se haya disuelto goma amoniaco; los emplastos de cicuta, de diabotamo, de vigo con mer- curio, son muy celebrados, pero poco eficaces. Las lupias, cuya base sea bastante estrecha, pueden ser destruidas por medio de la liga- dura ; la extirpación es mas pronta y inénos dolorosa: yo he visto varias personas que temían el instrumento cortante, y lo pedían, sin embargo, con preferencia á la ligadura con que habian probado an- tes. Quando el pedículo es bastante considerable, se puede sajar cir- cularmente el cutis hacia la base del tumor, y hacer luego la li- gadura inferiormente; esto evita los grandes dolores que provienen de la gran sensibilidad del cutis. También se puede cauterizar circular- mente á este, y trazar la via de la ligadura por medio de una escara. En el artículo enkistado hemos dado reglas para la extirpación de esta especie de tumores; pero los grandes principios se sacan de la Anatomía que en cada caso particular instruye de las partes á que es- tá adherido el tumor ; pues se puede adherir con algún tendón, con algunos nervios, estaren medio de algunos vasos considerables &c: todas estas diferencias hacen variar la curación, ó establecer proce- deres particulares. Podemos atacar el tumor por la parte superior con remedios cateréticos, cuyo uso se va continuando metódicamen- te hasta desarraygar enteramente el tumor. Este seria un medio muy peligroso si la lupia fuese carcinomatosa: la extirpación por medio del instrumento cortante es indispensable siempre que sea posible. Quando se ha logrado extraer ó destruir enteramente el kiste, la úlcera que queda es muy sencilla , y se cura fácilmente con los re- medios ordinarios. * LUSITANO. (Amato) (Biog.) Escribió: i.° InDioscoridum anazarbaum commentaria. Venecia 1553. 2.0 Curationum medici- MAD 343 nahum centurias vn. 3.0 Commentaria in quartum libri primi Avicena &c. Lusitano. (Zacuto.) (Biog.) Dexó escritos: i.° De historia principum Medicorum libri sex. 2.0 Praxis historiarum libri quin- qué. 3.° Introitus ad praxim. 4.0 Pharmacopaa. 5.° Praxis Medi- ca admiranda multis observationibus ab auctore locupletata. LUZ. (Fisiol) Es un fluido muy sutil, que causando en nues- tra vista aquella viva impresión que se llama claridad , hace visibles los objetos. En el artículo vista expondremos quanto interese á la función de la visión; y en el de atmósfera presentamos algunas ideas del influxo de la luz, como agente general de la economía animal. (V. estos artículos.) MACBRIDE. (David) (Biog.) Doctor en Medicina y Cirugía en la Universidad de Dublin: nació en Ballymoni, en el Condado de Antrim, en Irlanda, en el año de 1726. Principió el estudio de las Humanidades y Lenguas orientales en el mismo pueblo, y des- pués pasó á la Universidad de Glascow á seguir los estudios, de- dicándose á la Cirugía y Medicina; pero mas particularmente á la práctica de la primera, y á los partos. ínterin la guerra que se si- guió á la paz de Aix-la-Chapelle , sirvió la plaza de Cirujano del navio Real Nary. Después de la guerra se estableció Macbride en Dublin , donde se entregó al estudio de la Química, la Anatomía, y a todo lo que podia adornarle: logró el grado de Doctor de aque- lla Universidad, y tuvo una gran reputación de Médico y de Co- madrón, á cuyo exercicio tenia particular inclinación , habiendo pu- blicado dos Memorias muy interesantes sobre esta parte del arte de curar; pero la obra mas conocida de este autor es la introducción melódica d la teórica y d la práctica de la Medicina, la que se ha traducido en latín, en holandés y en nuestro idioma. Mu- rió este autor de resultas de una calentura catarral el 28 de diciem- bre de 1 778 , de edad de cincuenta y tres años. MACIAS. (Mat. Méd.) Flores del árbol que produce la nuez moscada: sus propiedades son idénticas á las de este fruto. (V. nuez moscada.) MADURATIVOS. (Mat. Méd.) Son los remedios destinados á ayudar á la formación del pus en las llagas y abscesos , mante- niendo un calor suave en las partes que han de supurar, afloxando sus vasos, y calmando los dolores. Sin embargo, pueden dividirse en dos especies, unos estimulantes y otros dulcificantes. Los prime- ros se prefieren para los tumores indolentes y lentos, y los segundos para aquellos en que hay mucha tensión inflamatoria, y dolores vi- vos. También son los madurativos simples, como la harina de habas de linaza, de ctbada , la semilla de mostuza, la miga de pan cocida 344 MAL la manteca , y todos los cuerpos crasos ó compuestos, como el bál- samo de arceo, el ungüento de estoraque, el emplasto de diaquilon gomado &c. (V. absceso y úlcera.) MAGNESIA. (V. carbonate de magnesia.) (Mat. Méd) Se usa como purgante en dosis de una dracma hasta media onza, y también como absorvente en menos cantidad; la preparación usual es la calcinada. MAGNETISMO. (Mat. Méd.) La aplicación y los efectos del imán sobre el cuerpo humano se han preconizado por algunos en términos que se ha tenido esta substancia maravillosa por una ver- dadera riqueza del arte de curar, así como lo es para la navegación y para la física. Klarich, Médico ingles , ensalzó sobremanera su eficacia; y así los modernos le han recomendado para la curación de las enfermedades nerviosas, y mas que todos Mersmer, Médico alemán. Si"examinamos con atención las aplicaciones medicinales del magnetismo , sorprehende el número y la variedad de curaciones que han verificado. Los dolores reumáticos, las ceáticas mas violen- tas, los cólicos nefríticos mas rebeldes, las cefalalgias mas perti- naces , los dolores nerviosos del pecho y de las extremidades in- feriores , las palpitaciones, las convulsiones, la epilepsia, las afec- ciones comatosas &c. todas han cedido, según el testimonio de al- gunos modernos, á este poderoso remedio. No nos atreveremos á negar ni á confirmar hechos que no conocemos; pero sí diremos que las armaduras magnéticas tienen un influxo manifiesto sobre las pro- piedades vitales de la economía animal, especialmente sobre el sis- tema nervioso, aunque el método con que se administra es todavía imperfecto. Mr. Leneble ha usado de unas barritas pequeñas en for- ma de diademas, collares &c. ó de planchas que se aplican á la par- te enferma: otros han empleado solamente una barra magnetizada; y como la acción del imán se disminuye por el intermedio de las ropas , conviene aplicar las armaduras á la piel desnuda, colocán- dolas particularmente en los parages mas nerviosos y sensibles, y limitando su número , ó aumentándole gradualmente. Magnetismo animal. (Fisiol. Mat. Méd.) (V. mersmerismo.) MAL. (Med. Prdct) En el lenguage de la Medicina se usa esta voz como equivalente de la de enfermedad , aunque generalmente no expresa mas que un estado de indisposición , sin determinar su naturaleza. MALAR. (Anat) Se llama así un apófisis del hueso pómulo. (V. este artículo.) El hueso maxilar tiene también su apófisis lla- mada mular ú orbitaria. (V. maxilar.) MALEÓLOS. (Anat.) Se llaman así dos eminencias ó apófisis que se hallan en la extremidad inferior de la tibia. (V. este articulo.) MALPIGHIO. (Marcelo) (Biog) Nació en un pueblo inmedia- MAL 345 to á Bolonia, en cuya ciudad exerció la Medicina con gran repu- tación. El Gran Duque de Toscana lo llamó á Pisa; pero el ayre de aquella ciudad le probó mal, y tuvo que volverse á Bolonia. Volvió sin embargo á Pisa á ser primer profesor de aquella Univer- sidad ; pero tuvo sin embargo que volverse otra vez á Bolonia. La Real Sociedad de Londres le nombró su Socio en 1669. El Carde- nal Antonio Pignateli, que lo habia conocido en Bolonia durante su legación, habiendo ascendido al trono Pontificio con el nombre de Inocencio xn, lo llamó á Roma, y lo hizo su primer Médico. Este sabio era de un carácter serio y melancólico; tenia una gran pasión á la ciencia , y nada le parecia mucho quando se trataba de aprender. Aunque muy amante de la gloria, era modesto en me- dio de los elogios que le proporcionaba su mérito. Era muy deli- cado de salud, y toda su vida necesitó de su arte para economizar- la y restablecerla. Malpighi murió de apoplexía en Roma en el pa- lacio Quirinal el año 1694, de edad de 67 años, dexando un gran número de obras en latin, entre las quales se cuentan: i.a Planta- rum anatome. Londini 1675 y. 1679 , dos tomos en folio con lámi- nas. 2.a Epístola varia.3.a Dissertationes epistolica de vombyce. Londini 1669, en 4.0 con láminas. 4.a De formatione pulli in ovo. Estas dos últimas obras han sido traducidas al francés. 5.a Consulta- tiones, 1713 , en 4.0 6.a De cerebro, de lingua, de externo tactus órgano , de omento, de pinguedine et adiposis ductibus. 7.a Exer- citatio anatómica de viscerum structura. 8.a Dissertationes de pólipo cordis, et de pulmonibus ¿Ve. Las obras de Malpighi se han impreso en Londres el año 168o, dos tomos en folio; y sus obras postumas, precedidas de su vida, se publicaron en Lon- dres en 1697, y once años después en Venecia y en Amster- dam. D. H. MALVA. (Mat. Méd.) Esta planta es de un sabor fastidioso, mucilaglnosa, aquosa y poco pegajosa; y en quanto á sus propie- dades medicinales se cuenta entre las emolientes y laxantes. Así se usan sus flores en infusión en dosis de media dracma hasta me- dia onza, y secas desde ocho granos hasta dos dracmas en cinco on- zas de agua; y las hojas recientes machacadas en suficiente canti- dad de agua hasta la consistencia pulposa para cataplasma; la raiz seca desde dos dracmas hasta media onza en cocimiento en ocho on- zas de agua. MALVAVISCO. (Mat. Méd. ) Esta planta tiene un xugo in- sípido , mucilaginoso en la raiz, que se coloca en el número de los emolientes; las hojas lo son menos, y la raiz es dulcificante y laxan- te. Su actividad es muy poca , y así solo debe emplearse en las afec- ciones leves para calmar la sed febril, la sequedad de la boca y la irritación de las fauces en la tos. En la Cirugía se usa mas para for- TOMO V. XX 346 MAN mar cocimientos y cataplasmas emolientes, que se usan con bastante freqüencia. (V. emolientes. ) MAMARIA. (Anat.) Adjetivo que pertenece á mamas; y se distinguen con este epíteto principalmente dos arterias que son ra- mas de la subclavia, las quales se dividen después en internas y ex- ternas. Las internas corren interiormente á todo lo largo del pecho; las externas se distribuyen en las partes exteriores. Las unas y las otras se distribuyen en los pechos de las mugeres. (V. pechos.) MAMAS. (Anat) Se llaman así los pechos de las mugeres, que el vulgo llama tetas. (V. pechos.) MAMELÓN. (Anat.) Se suele llamar así el pezón de los pe- chos de las mugeres, y por la semejanza á este algunas otras partes, aunque sean mas pequeñas, y así solemos decir mamelones carno- sos á los botoncitos carnosos que se presentan en las úlceras, mame- lones nerviosos á las papilas nérveas &c. MANÁ. (Mat.Méd) Xugo concreto de un color blanco ama- rillento, soluble en el agua, de un color semejante al de la miel, de sabor dulce y fastidioso, el qual es la substancia saviosa de fres- no particularmente , y de otras muchas plantas. Los Calabreses dis- tinguen el maná sacado por incisión de los árboles que le han dado antes espontáneamente, del que se saca de los fresnos silvestres, que jamas le han dado por sí mismos. Se cree que este último es mejor que el primero, así como el que sale por sí mismo es mejor que los otros. Según los diversos modos de recoger el maná, se distingue con los nombres de maná en lágrima, en canutillos, en granos y en suerte. Es un excelente purgante, que excita moderadamente la contractilidad muscular del canal intestinal, y así se usa con prefe- rencia en las enfermedades agudas. Se prescribe regularmente en do- sis de dos onzas, pudiéndosele añadir otras substancias purgantes; pero para los niños basta con una onza. MANCEBO AGUADO. (Pedro) (Biog.) Médico de Sevilla. Escribió un tratado de la esencia de la melancolía, de su asien- to , causas, señales y curación. Xerez 1626: Sevilla 1636, 4.0 MANCHA DEL CRISTALINO. (Cir.) * Algunos dan este nombre á lo que otros llaman nube en el ojo, y es una especie de cicatriz, regularmente blanca, que se nota sobre la superficie del ojo, y que impide ó estorba para la vista. Muchas veces es el resultado de un absceso ó pústula muy pequeña que se forma sobre la super- ficie del cristalino, cuyo humor, siendo benigno y en muy corta cantidad, se resuelve y consume, sin causar otra alteración en el cristalino que la del lugar en que se halla aquella pústula que luego se cicatriza, y la señal ó cicatriz es el estorbo ó mancha. Al prin- cipio se percibe nua nube muy ligera sobre el cristalino , y rela- tivamente al enfermo causa una leve alteración en la claridad de su MAN 347 vista; después aquella nube se va espesando hasta que últimamente forma una mancha blanca. No obstante en los primeros meses no se puede saber positiva- mente si es el principio de una catarata ó de una ulceración ambulante del cristalino, porque no puede juzgarse de la naturaleza de la pús- tula; pero quando al cabo de uno, dos ó tres años se ve que la man- cha queda en el mismo estado, podemos asegurar probablemente que permanecerá así toda la vida. Esta mancha se ve muy fácil- mente quando es blanca; pero quando es negra ó muy superficial es difícil de distinguir, y entonces solo se puede conjeturar por lo que perciba el enfermo: según el lugar que ocupa aquella mancha, los enfermos parece tienen delante del ojo una nube, que les sigue á todas partes, y que incomoda mas ó menos á los enfermos, según es mayor ó menor , ó según es mas profunda ó mas superficial. Las manchas del cristalino no se borran jamas, y por lo mismo los remedios son inútiles: tampoco aumentan, á menos que se ulce- ren de nuevo, y esto no se verifica sin que haya una nueva fluxión de humores sobre aquella parte: en este último caso el cristalino se ulcera enteramente y se forma una catarata purulenta, ó á lo menos una mixta, que tiene algo de purulencia.* MANDÍBULA INFERIOR ó QUIXADA B\XA.(Anat.) Se llama así un hueso impar, simétrico en sí, situado en la parte inferior, anterior y laterales de la cara. Algunos la comparan á una herradura , con la qual tiene bastante semejanza. Se divide comun- mente la mandíbula inferior en cuerpo y ramas; pero para hacer mas cómoda y sencilla su descripción, la dividiremos en dos caras, una externa y otra interna; dos bordes, uno superior y otro infe- rior , y dos extremidades. La cara externa, que corresponde á la parte inferior de las caras anterior y laterales de la cabeza, es convexa en toda su extensión. Se halla en medio de esta cara una línea vertical, llamada sinfisis de la barba, que indica la unión de las dos piezas de que está for- mado este hueso en el feto, y que remata interiormente en una emi- nencia desigual y triangular, denominada eminencia de la barba. Los ángulos laterales de esta eminencia dan principio por uno y otro la- do á la línea obliqüa externa de la mandíbula inferior, que sube ha- cia atrás para continuarse con el labio externo del borde anterior de la apófisis coronoides. Encima de esta línea obliqüa , y cerca de la sinfisis se halla en uno y otro lado una pequeña fosa desigual de la que sale una especie de canal que sube á lo largo de la línea obli- qüa externa, cuya dirección sigue para ir á rematar entre los dos labios del borde anterior de la apófisis coronoider. En la parte me- dia, y algo anterior de este canal, y debaxo de la segunda muela, se observa el agujero barbado, que es el orificio anterior del con- 348 MAN ducto maxilar interno. Encima del mismo canal se ve la cara exter- na del arco alveolar inferior, donde se hallan las eminencias que corresponden á los alveolos , y los surcos correspondientes á los ta- biques que los dividen. Debaxo de la línea obliqüa externa se notan varias desigualdades, y detras de todas las partes referidas se en- cuentra una superficie quadrilátera y desigual. La cara interna de la mandíbula inferior, que corresponde ante- riormente á la fosa palatina, y posteriormente á las fosas cigomáti- cas, es muy cóncava en el medio, y casi recta en los lados. En medio de esta cara se ve la línea interna de la sinfisis de la barba. En la parte inferior de esta línea se halla una apófisis llamada geni, compuesta de quatro tubérculos, dos superiores y dos inferiores.De los lados de esta apófisis salen dos líneas obliqüas, que suben hacia atrás hasta el lado interno del borde anterior de la apófisis coronoi- des, y toman el nombre de líneas milohioideas, por atarse á ellas los músculos milohioideos. Encima de estas líneas se ve la cara in- terna del arco alveolar sembrada de eminencias y surcos menos sen- sibles que en la cara externa. Debaxo de la apófisis geni se encuen-» tra en uno y otro lado una pequeña fosa nombrada digástrica, por- que se fixa en ella el músculo digástrico, de la qual nace un canal, que sube por debaxo de la línea milohioidea, cuya dirección sigue. En la parte posterior de dicho canal se ve un surco , y debaxo de él se hallan varias desigualdades. El surco sube obliqüamente hacia atrás, y remata en el agujero rasgado ó maxilar interno , cuya cir- cunferencia desigual y como rasgada presenta anteriormente una cresta, á la qual se ata el ligamento lateral interno de la quixada inferior. Forma este agujero la entrada del conducto maxilar ó denta- rio inferior , esculpido en el espesor de la mandíbula, mas cerca de su cara interna que de la externa, el qual baxa hacia adelante por de- baxo de los alveolos de las muelas. En su camino disminuye de diámetro, y da origen á muchos pequeños conductos que van á re- matar en el fondo de los alveolos de las muelas; pero así que llega cer- ca del alveolo del colmillo , se divide en dos porciones, de las qua- les la una parece que retrocede un poco para ir á terminarse en el agujero barbado , y la otra se subdivíde en muchos pequeños con- ductos , que rematan en el fondo de los alveolos canino é incisivos. El borde superior de la mandíbula inferior tiene menos exten- sión que el inferior; es horizontal en sus dos tercios anteriores, y vertical en el tercio posterior. La porción horizontal constituye el borde alveolar inferior, semejante en todo al superior, excepto que los alveolos de este son un poco mayores. La porción vertical de es- Te borde está vuelta hacia adelante, y forma el borde anterior de la apófisis coronoides, el qual tiene en medio un canal que baxa á k> largo del borde alveolar para continuarse con el canal de la cara ex- MAN 349 terna, y dos labios que forman las márgenes del canal, los quales son continuación el interno de la línea milohioidea, y el externo de la línea obliqüa externa. El borde inferior es también horizontal en sus dos tercios ante- riores , y vertical en el tercio posterior. Su porción horizontal, co- nocida con el nombre de basa de la mandíbula inferior, es con- vada hacia atrás, y algunos Anatómicos la dividen en dos labios, di- visión que omitimos por inútil. Este borde se encorva posteriormen- te para formar los ángulos de la mandíbula inferior, los quales están separados el uno del otro, y son mas obtusos en los niños que en los viejos. Estos ángulos se echan un poco hacia afuera, y tienen varías desigualdades para la inserción de músculos y del ligamento estilo-maxilar. El resto de este borde se vuelve casi vertical, aun- que siempre un poco inclinado hacia abaxo , especialmente en los niños. Las dos extremidades de la quixada presentan anteriormente una apófisis , llamada coronoides, por parecerse al pico de una corneja, llamada corone en griego. Esta apófisis es ancha en su parte inferior, y casi puntiaguda en la superior. Detras de ella sé halla una escota- dura , llamada sigmoidea por su figura de la sigma mayúscula de los Griegos, ó condilo-coronoides por razón de las apófisis entre quienes está. Detras de esta escotadura se encuentra la apófisis con- diloides, ó cóndilo de la mandíbula prolongada transversal y obli- qüamente , y oval en su circunferencia; de manera que la gran ex- tremidad del óvalo está vuelta hacia adentro y un poco atrás. La superficie superior del cóndilo es convexa, lisa y vestida de una ter- nilla diartrodial para articularse con la cavidad glenoidea de los temporales quando la boca está cerrada, y con la apófisis transver- sa de los mismos huesos quando está abierta; pero de modo que e! cóndilo nunca toca inmediatamente, ni á la apófisis transversa, ni á la cavidad glenoidea, porque siempre media una ternilla inter- articular. A la circunferencia del cóndilo se ata el ligamento cap- sular , y á su lado externo el ligamento lateral externo. Sostiene el cóndilo un cuello que en su parte anterior tiene un pequeño hoyo muscular. La quixada inferior es muy gruesa en su basa, en los cóndilos y hacia la parte posterior de su borde alveolar, y delgada hacia la parte anterior del mismo borde en las apófisis coronoides, en los án- gulos, y en el cuello de los cóndilos. Está compuesta de substancia compacta, que forma exteriormente una corteza, mas delgada jun- to al borde alveolar y en los cóndilos que en los demás parages, y suministra una pequeña capa que se introduce en los alveolos y en los conductos dentarios, cuya superficie interna entapiza. Tiene tam- bién substancia esponjosa, principalmente en los parages mas grue- 3$o MAN sos. Este hueso se desenvuelve por dos puntos de osificación que se aparecen cerca de los agujeros barbados. En el feto , ademas de es- tar formado por dos piezas, no tiene ni borde alveolar, ni las líneas obliqüas que van á formar la apófisis coronoides; pero sus cóndilos, aunque tiernos y delicados, están ya osificados; al contrario de lo que sucede en la mayor parte de los demás huesos, cuyas eminencias articulares no son en el feto mas que ternillas. Para situar este hueso se debe colocar el borde alveolar hacia arriba, delante y sobre un plano horizontal. La mandíbula inferior se articula por sus cóndilos con los tem- porales, y esta articulación es una doble artrodia; y por sus cavi- dades alveolares se articula por gonfosis con las raices de los dientes. Los usos de la quixada inferior son formar la parte inferior de la cara > concurrir á la aprehensión y masticación de los alimentos, y á la articulación de la voz , á alojar los dientes &c. Los músculos que mueven este hueso son los siguientes: i.° el crotafites. (V. este artículo.) 2.° El masetero: se ata á la apófisis malar del maxilar, al borde inferior] del pómulo, á la apófisis ci- gomática del temporal, y á toda la cara externa de la rama de ia mandíbula inferior. Usos. Arrima directamente la quixada inferior á la superior; y obrando sus dos porciones separadamente , la externa lleva la quixada inferior adelante , y la interna la hace retroceder. y.° Terigoideo interno: se ata al fondo de casi toda la fosa teri- goidea, y á la cara interna de la rama de la quixada hasta las des- igualdades de su ángulo. Usos. Aplica la mandíbula inferior á la su- perior , y al mismo tiempo la tira un poco obliqüamente al lado opuesto. 4.0 Terigoideo externo: se ata á casi toda la cara externa de la hoja externa de la apófisis terigoldes, y al hoyo que hay en la parte anterior del cuello del cóndilo de la mandíbula inferior. El uso de estos músculos es tirar la quixada inferior adelante, y la empuja obliqüamente al lado opuesto, sacando el cóndilo fuera de la ca- vidad glenoidea , y poniéndole debaxo de la apófisis articular. j.°Z>/- gdstrico. (V. este artículo.) B. MANDÍBULAS. (Anat.) Se da este nombre á las quixadas, que son dos, superior é inferior; la superior se compone de un solo hue- so llamado maxilar (V. este artículo.), y la inferior de otro. (V. mandíbula.) En uno y otro se hallan colocados los dientes. MANDRAGORA. (Mat. Méd.)Es una planta cuyo olor fé- tido, nauseabundo y narcótico ataca la cabeza: aun se duda de su propiedad venenosa; pero de qualquier modo no debe usarse inte- riormente , puesto que ya se quiera emplear como calmante, ya co- mo purgante drástico, tenemos infinidad de remedios de esta clase seguros y experimentados. Las hojas y la corteza aplicadas exte- ríormente pasan por emolientes, discucientes y calmantes en forma de MAN 351 cataplasmas, de emplastos ó de fomentos, y mezcladas con otras substancias mas ó menos análogas, como la cicuta, el tabaco &c. para mitigar el dolor de los tumores inflamatorios erisipelatosos, y para resolver las durezas, escirros y obstrucciones de las visceras, principalmente del bazo ; pero los Médicos prudentes se abstienen en general de usar de medicamentos que calman con demasiada efica- cia y prontitud los dolores, y pueden hacer una resolución preci- itada. El fruto de la mandragora no se usa, porque falsamente se a creído que era un narcótico muy activo; pero estas y otras fá- bulas , propagadas desde la antigüedad entre el vulgo, por exemplo, la de que mueren inevitablemente los que arrancan la raiz de la man- dragora , no merecen que nos detengamos ahora en su impugnación. MANGANESA. (Mat. Méd.) Algunos Mineralogistas habian pensado que la manganesa era una mina de hierro , y otros que lo era de zinc, alucinados por el color, y tal vez por la mezcla que muchas veces tiene de oxide de hierro. Mr. Hauy establece solamen- te una especie de mina de manganesa , que es la de su oxide nativo, y divide las variedades de esta especie en dos secciones, unas que gozan del estado metálico, y transmiten la chispa eléctrica, y otras que carecen de estas facultades. Desde que la Medicina se ha apropiado la manganesa, ha hecho de ella aplicaciones útiles para la curación de la tina, herpes &c. Para administrarla se reduce á polvo, y se incorpora con enjundia, ü otro qualquier ungüento, para formar una pomada con que fro- tar las partes afectas. MANGETO. (Juanjacobo) (Biog.) Nació en Ginebra en 1652: se dedicó primeramente á la Teología; pero luego trocó aquel estu- dio por el de la Medicina. El Elector de Brandemburgo le nombró su primer Médico en 1699 , y Mangeto conservó aquel título hasta su muerte, que ocurrió en Ginebra en 1742 á los noventa y un años de edad. Sus principales obras son: i.a Biblioteca anatómica, impresa en 1699, ^os tom(>s en folio. 2.a Una colección de varias Farmacopeas , en folio. 3.a Biblioteca farmacéutico-medica, 1703 , dos tomos en folio. 4.a Biblioteca de Medicina práctica^ 1739, quatro tomos en folio. 5.a El Sepulcretum de Bonet au- mentado. León 1700, tres tomos en folio. 6.a Biblioteca química, 1702 , dos tomos en folio. 7.a Biblioteca quirúrgica, quatro tomos en folio. 8.a Una Biblioteca de todos los autores que han trata- do de Medicina , 1741, quatro tomos en folio &c. D. H. MANO. (Anat.) Se llama así la parte del cuerpo humano que corresponde desde la extremidad inferior del antebrazo hasta la ex- tremidad de los dedos (V. esqueleto.), y se compone de huesos, muchos ligamentos, varios tendones, algunos músculos, arterias, venas, nervios, cubierto todo con los tegumentos comunes. Hay \ 352 MAN que considerar en la mano el carpo ó muñeca, el metacarpo y los dedos. (Véanse todos estos artículos.) Sirve de tocar y coger to- das las cosas que sirven al hombre en la vida civil y otros varios usos que son bastante conocidos. Los movimientos que executa la mano y los dedos se verifican con el auxilio de varios músculos, y son: i.° Pronador redondo: se ata á la parte anterior del cóndilo interno del húmero, y á la convexidad de la parte media de la ca- ra anterior del radio. Usos. Contribuye á la pronacion de la mano, y puesta la mano en esta situación, puede doblar el antebrazo. 2.°Ra- dial interno : se ata al cóndilo interno del húmero, y á la cara in- terna de la basa del segundo hueso del metacarpo. Usos. Dobla la mano hacia adentro, y la lleva al mismo tiempo hacia el lado del cú« bito. Puede también contribuir á la pronacion. 3.0 Palmar largo: se ata al cóndilo interno del húmero, y al ligamento anular interno del carpo. Usos. Dobla la mano hacia la cara interna del antebrazo, con« tribuye á la pronacion, y pone tirante la aponeurosis palmar. 4.0Cu- bital interno. ( V. este artículo.) 5.° Pronador quadrado: se ata á la cara y borde interno del cubito un poco mas arriba de su ex- tremidad inferior, y á la cara interna y borde anterior de la parte inferior del radio. Usos. Contribuye á la pronacion de la mano. 6.° Supinador largo: se ata á la cara anterior y borde externo del húmero mas arriba de su cóndilo externo, y á la parte inferior é in- terna del radio , cerca de la raiz de su apófisis estiloides. Usos. Po- ne la mano en supinación, y quando está supina puede ponerla en pronacion. 7.0 Primer radial interno: se ata á la parte inferior , an- terior y lateral externa del húmero, cerca del cóndilo del mismo la- do , y al lado radial y externo de la basa del segundo hueso del me- tacarpo. Usos. Dobla la mano hacia la cara externa y borde radial del antebrazo, y puede también doblar el antebrazo hacia el dorso de la mano. 8.° Segundo radial externo: se ata al cóndilo externo del húmero, y al lado radial y cara externa de la basa del tercer hueso del metacarpo. Usos. Dobla la mano mas hacia la cara externa del antebrazo que el primer radial, y menos hacia el borde radial. o..°Cu-. bit al externo. (V. este artículo) 10. Supinador corto: se ata á la parte anterior é inferior del cóndilo externo del húmero, á la cara externa del ligamento coronario del radio , al borde externo y á la parte anterior del cubito, y á la parte superior, anterior é inferior de la circunfe- rencia de la tuberosidad del radio, y á casi la mitad superior de es- te hueso, pasando obliqüamente de su parte interna á la anterior, y de esta á la externa. Usos. Contribuye á la supinación de la mano. 11. Palmar corto: se ata á la cara externa y lado radial del liga- mento anular interno, al principio de la aponeurosis del palmar lar- go, y al borde cubital de la aponeurosis palmar, y á la cara in- terna de los tegumentos. Usos. Frunce la piel de la palma de la MAN 353 mano , y pone mas tirante la aponeurosis palmar. 12. Bíceps bra- quial. (V. este artículo.) MANOPLA. (Cir.) Se da este nombre á unos pedazos de car- tón , madera ú hoja de lata que figuren en alguna manera la mano ó el pie, pues por medio de estas piezas se da una situación mas con- veniente , y se tienen mas sujetas estas partes. Las manoplas deben estar forradas con lienzo, y rodeadas de estopa para mayor comodi- dad de los enfermos. MANTECA. (Mat. Méd.) Es un humor concreto, craso, in- flamable, insípido y de color blanco, y á veces amarillo, conteni- do en las celdillas del texido celular de los animales, y según las varias especies de estos, es mas ó menos consistente. Sin embargo de que aun no se han examinado todas sus propiedades químicas, sabe- mos que esta substancia es muy análoga á las materias oleosas, y que, según Fourcroy, es una especie de aceyte fixo, cuya solidez depende del oxigeno. La manteca expuesta al ayre se enrancia , y entonces se corrige ó con lociones repetidas de agua pura, ó con el alcohol. Todas las mantecas poseen unos mismos principios, y así ha sido un error preferir en ciertos casos la de víbora y la de hom- bre, atribuyéndoles virtudes particulares que no tienen. La gordura sirve como condimento y como alimento , princi- palmente para los que tienen un estómago fuerte. En la Medicina se usa como emoliente y laxante: se emplea exteriormente para atem- perar y calmar, y en lavativas en dosis de una onza con el mismo objeto , en los cólicos , tenesmos &c. Interiormente se administra también como embotante en los casos de envenenamiento con subs- tancias corrosivas, ó con venenos puramente mecánicos. La mante- ca de puerco es la mas común y usual: la de vacas, que es la parte crasa , aceytosa é inflamable de la leche, á mas de ser un alimento agradable, se usa como medicamento para disminuir la dureza y do- lor de los tumores flegmonosos. La manteca en general forma la base de la mayor parte de ungüentos y pomadas, y entra también en la composición de algunas cataplasmas y emplastos. Manteca ó muríate de antimonio. (Véase antimonio y cáusticos.) MANZANILLA. (Mat. Méd.) Planta muy estimada de los antiguos ; y en efecto se ha visto que es muy eficaz en la curación délas calenturas, según los repetidos experimentos de Pringle: se usa como antiséptica pulverizada en dosis de media onza ó dracma: de su infusión ó cocimiento se dan hasta quatro onzas, y es un buen carminante y tónico: de su xugo exprimido bastan dos ó tres cu- charadas : el aceyte de manzanilla rara vez se usa interiormente, pero forma la base de muchos linimentos. La infusión teiforme de esta planta tiene mucho uso en el dia para las indisposiciones catar- TOMO V. YY 354 MAR rales, las indigestiones, y siempre que haya necesidad de promover la transpiración , dar tono al estómago &c. MÁQUINA. (Cirug.) Se da este nombre en general á ciertos instrumentos construidos según las leyes de la dinámica, ya sean simples ya compuestos, que sirven para arreglar y aumentar las fuer- zas movibles &c. La Cirugía ha solido emplear algunas veces algu- nos medios, que han sido unas verdaderas máquinas , y aun en la actualidad se usa la muleta, la pierna de palo, la manopla, y otras máquinas sencillas, que solo se emplean como unas simples palancas. Hipócrates usó una máquina ya mas compuesta para reducir las dis- locaciones , que se llama ambi (V. este artículo), que en el dia nadie le usa. Petit y Lecat han inventado otras para el misino objeto; pero si atendemos á las reglas de los mejores autores, fundadas en la razón y la experiencia, para la reducción de las dislocaciones, conocere- mos quan poco se puede esperar de todas estas máquinas. La reduc- ción de las dislocaciones depende de varios movimientos combinados. Cada especie de dislocación exige que el miembro esté situado de di- verso modo, para que los músculos que están accidentalmente en una tensión contranatural no estén expuestos á nuevas violencias por efecto de las extensiones necesarias, y hay mucho riesgo de ras- gar los músculos y arrancarlos en una operación mal dirigida. Se- guramente se necesita mas arte que fuerza para hacer oportunamente lo que conviene según la situación de la cabeza del hueso , la que puede ser llevada de arriba abaxo, de delante atrás, de dentro afuera, y lo que hace que los miembros sean mas largos, ó mas cortos, según la especie de dislocación. Pues ¿cómo es posible que se haga bien la operación con un instrumento que no puede obrar sino en una sola y única dirección? Pues es constante que es pre- ciso combinar los movimientos para relaxar oportunamente ciertos músculos y estirar otros con esfuerzos variados en diferentes direc- ciones, á medida que la cabeza del hueso se aproxima de su ca- vidad , donde se ha de volver á colocar. El mismo Mr. Petit ha inventado otra máquina para la reunión del tendón de aquiles (V. rotura.) , que se halla descrita en sus obras, adonde nos remitimos. Esta invención es una de las mas úti- les é ingeniosas que se han hecho. Sin embargo , en su respectivo artículo expondremos lo que conviene para socorrer tan funesta enfermedad. Otras varias máquinas se han inventado con distintos objetos, que hemos descrito en los respectivos artículos de Cirugía , que el hacer mención de nuevo en este artículo seria incurrir en una fastidiosa repetición. MARASMO. (V. el género ni de la clase ¿/¿caquexias.) MARO. (Mat. Méd) Almaro. Planta que se cria en nuestra MAS 355 Península, es aromática, estimulante; se emplea generalmente en los males en que predomina una debilidad del sistema vascular, sanguí- neo y absorvente: también tiene lugar en la curación de la raqui- tis; y reducida á polvo es un esternutatorio fuerte. Las hojas secas y pulverizadas se dan interiormente en cantidad de diez "granos hasta media dracma, y en infusión desde una dracma hasta media onza , en quatro ó cinco onzas de agua. MAROCA. (Cipriano) (Biog) Publicó: De febribus et lúe ve- nérea. Valladolid 1641, folio: Praxisuniversalisde morbis inter- nis. Ibid. 1642, folio. MARRADON. (Bartolomé) (Biog.) Médico en Marchena: dio á luz Diálogo del uso del tabaco, los daños que causa &c. y del chocolate y otras bebidas. Sevilla 1618, 8.° MARRUBIO. (Mat. Méd.) Planta aromática de sabor acre y amargo: las hojas se usan como expectorantes en infusión, y en gene- ral son aperitivas; su dosis de dos á tres dracmas ó mas siendo re- cientes, y secas desde una dracma hasta media onza: en polvo desde quince granos hasta una dracma. Es también esta planta antiescor- bútica y antiséptica, y se puede usar exteriormente en cocimientos para lavar las úlceras, hacer enjuagatorios &c MARTILLO, (hueso del) (Anat.) Se llama así uno de los hue- secitos del oido. (V. este artículo.) MARTIN. (Alfonso) (Biog.) Escribió: De la complexión de las mugeres, 1526. MARTÍNEZ DE LEY VA. (Miguel) (Biog) Cirujano, natu- ral de Santo Domingo de la Calzada , gran sacador de muelas y dientes. Escribió un libro intitulado Remedios preservativos y cura- tivos para en tiempo de la peste , y otras curiosas experien- cias. Madrid 1597» 8.° Martínez del castrillo. (Francisco) (Biog.) Natural del Castrillo de Oniello , publicó: Coloquio de la dentadura y orden de aderezar los dientes. Sevilla 1557. Madrid 1570, 8.° MARTOREL. (Antonio) (Biog.) Portugués, escribió: Com- mentaria in primum Galeni librum de pulsibus ad tyroñes, qui inscribitur de pulsibus ad theuthram &c. MASETERO. (Anat) Se llama uno de los músculos de la qui- xada. (V. este artículo) MASTICACIÓN. (Fisiol) Se llama así á la acción de mascar. Los órganos de la masticación de los alimentos son los labios, las mandíbulas y sus dientes, los músculos que mueven estas partes, y los que forman las paredes de la boca. Los movimientos de los la- dos son sumamente variados, y dependen de la acción simple ó com- binada de sus músculos, los quales cubren la mayor parte de la cara. (V. labios.) 3$6 MAS Los movimientos de la mandíbula superior son tan pequeños que muchos han negado su existencia; no obstante, se eleva un po- co quando la inferior desciende, pero por la depresión de esta se verifica principalmente la abertura de la boca. Los músculos poste- riores del cuello, y el vientre mastoideo del digástrico, efectúan la corta elevación de la mandíbula superior, que se mueve con toda la cabeza, á cuyos huesos está fuertemente adherida. En el acto de la masticación puede considerarse esta mandíbula como un yunque donde está dando golpes un martillo movible, representado por la mandíbula inferior. Esta última baxa por su propio peso quando se afloxan sus elevadores; los músculos del hueso hioides, y el pteri- goideo externo , concluyen este movimiento , cuyo centro no está en la articulación de la mandíbula con los temporales, sino que corresponde á una línea que atravesaría sus ramas un poco mas ar- riba desús ángulos. La mandíbula inferior quando baxa, executa al rededor de este exe un movimiento de rotación, por el qual sus cóndilos se adelantan mientras que sus ángulos se dirigen hacia atrás. Como los niños tienen menos prominentes las ramas de esta mandí- bula , pues casi están en la misma dirección que el cuerpo del hueso^ resulta que el centro de los movimientos existe siempre en las cavi- dades glenoideas, que los cóndilos no abandonan jamas, sea el que fuere el grado de presión de la mandíbula. Por esta disposición la naturaleza próvida ha precavido sus dislocaciones, que hubieran si- do muy freqüentes en la primera edad de la vida, ya por los gri- tos continuos que deprimen este hueso mas de lo justo , ya por- que no conociendo todavía la justa relación entre la magnitud de la boca y el tamaño de los cuerpos que quieren introducir en ella, forcexean los niños por ingerir cuerpos muy voluminosos. La mandíbula inferior forma una palanca de tercera especie, do- blada en dos partes; y la potencia representada por los músculos temporales, maseteros y pterigoideos internos, se halla colocada en- tre el punto de apoyo, y la resistencia mas ó meaos inmediata á la eminencia de la barba. El modo de articularse la mandíbula con los temporales no la permite sino: i.° movimientos depresión y elevación, en los quales los dientes , de que están armadas las dos mandíbulas, se encuen- tran al modo de los cortes de una tixera, y dividen ó rasgan los alimentos; y 2° movimientos laterales: mediante estos las dos car- reras de dientes se deslizan una sobre otra, efectuando frotes muy propios para demoler los alimentos. (V. dientes ) La trituración mecánica no es la única mudanza que sufren en la boca los alimentos; pues ademas de estar sujetos á la acción de los órganos masticatorios, que destruyen la fuerza de cohesión de sus moléculas, son al mismo tiempo penetrados de la saliva , la qual se MAX 357 derrama abundantemente en la boca durante el tiempo de la masti- cación. (V. SALIVA.) Las paredes musculares de la boca están, durante la masticación, en una continua actividad. La lengua oprime en todas direcciones los alimentos, y los coloca entre los arcos de los dientes : los músculos de los carrillos, y principalmente los bucdnadores, contra los qua- les son impelidos los alimentos , los repelen hacia estos arcos , para que se trituren allí suficientemente. Quando está bastante adelantada la división, y la penetración salival es bastante íntima, entonces la lengua barre con su punta las diversas partes de la boca, recorre to- dos sus rincones, recoge los alimentos, y reunidos, los coloca en su superficie superior. Concluida ya esta recolección, estruja el bolo alimenticio contra la bóveda del paladar , y encorvando su punta hacia arriba y atrás al mismo tiempo que deprime su base, ofrece á este bolo un plano inclinado, sobre el qual le empuja de adelante atrás, para que pase el estrecho del gaznate, y se precipite en la faringe. En este tránsito del bolo alimenticio, y en su descenso al largo de la faringe y del esófago , consiste la deglución , función que desempeñan muchos órganos á la par. (V. deglución.) Ext. de Rich. MASTOIDEO. (Anat.) Adjetivo que pertenece á la apofise mastoides; y así hay varías partes que se distinguen con este epíteto, como son la media luna, la renura y agujero mastoideos; el mastoi- des lateral (V. complexo.) , el músculo externo-cleido-mastoideo. (V. este artículo.) MASTOIDES. (Anat.) Se conoce con este nombre una apófisis del hueso temporal. (V. este artículo.) MASTUERZO. (V. lepidio.) MASTURBACIÓN. ( V. onanismo.) MATERIA MÉDICA. Se entiende por esta expresión la colec- ción de todas las substancias que la Medicina emplea como medi- camento para curar las enfermedades. El estudio de la Materia Mé- dica es un ramo muy importante de la Medicina. (V. este artículo.) MATRICARIA. (Mat. Méd.)Estz planta se ha usado en otro tiempo mas que en el dia en infusión, ó pulverizada, ó bien su zu- mo en dosis de dos onzas, para excitar la acción del útero y pro- mover la menstruación ; pero estas virtudes no se hallan casi com- probadas por la experiencia. MATRIZ. (Anat) Se conoce con este nombre el útero (V. este artículo y el de generación.), que el vulgo llama también madre. MAXILAR. (Ana'.) Adjetivo que pertenece á mandíbula, pero con especialidad á la superior que propiamente se llama maxilar. Son varias las partes que se distinguen con este epíteto: i.° El hueso maxilar, cuya descripción se hallará en el artículo siguiente. 2.0 La 3$8 MAX arteria maxilar externa , que es una de las ramas de la carótida externa, y en su camino toma diferentes nombres : en la barba se llama mental, en la circunferencia de los labios coronaria ó labial, debaxo de la nariz nasal, y cerca del ángulo del ojo angular: 3.0 La arteria maxilar interna es la quinta rama anterior de la carótida externa: es bastante considerable , y se divide en tres ramos prin- cipales , de los quales el primero va á buscar la patte posterior de la hendidura esfeno-maxilar ú orbitaria inferior, de donde se des- prenden algunos ratnitos que se distribuyen en las partes continen- tes de la órbita ; después se introduce en el canal orbitario , en cu- yo camino da los ramitos, que van á los dientes de la mandíbula ó quixada superior, saliendo después por el agujero maxilar superior u orbitario inferior, para distribuirse en las partes inmediatas de la cara, y comunicarse con la maxilar externa. La segunda rama de la maxilar interna se introduce en el canal de la quixada baxa, y da varios ra- mos á los dientes, y sale después por el agujero barbado de la misma quixada , distribuyéndose en las partes inmediatas, y comunicándose como la precedente con la maxilar externa. La tercera rama de la maxilar externa se llama espinosa de la dura-mater, que se intro- duce en el cráneo por el agujero espinoso del esfenoides , para dis- tribuirse después en la dura-mater. 4.0 La fosa maxilar, que se halla en el hueso maxilar. 5.0 Las glándulas maxilares que están situadas en las partes laterales de la quixada, que tienen su conducto excre- torio, que vierte saliva en la boca: 6.° Los nervios maxilares ( V. nervios.). 7.0 Los senos maxilares. (V. hueso maxilar.). 8.° Los agujeros maxilares del esfenoides. (V. este artículo.) MAXILARES, (huesos) (Anat.) Son dos situados en la parte media y anterior de la cara. Son irregulares, simétricos entre sí, y se pueden dividir en quatro caras, una externa , otra interna ; una superior, y otra Inferior. La cara externa es convexa , desigual, y pre- senta en su parte anterior y superior una apófisis llamada ascendente, y otras partes poco considerables. Debaxo de esta apófisis se en- cuentra la escotadura nasal, que unida con la del lado opuesto, forma la abertura anterior de las fosas nasales, y mas interiormente la espina nasal anterior, y á los dos lados de esta las fosas caninas, hallándose en la parte superior de estos los agujeros suborbitarios ú orbitarios infe- riores. Encima de la escotadura se halla la eminencia malar triangu- lar, que se articula con otra semejante del hueso pómulo. Detras de estas partes, la cara externa de este hueso presenta la tuberosidad maxilar que forma la parte anterior de la fosa cigomática. En me- dio de esta tuberosidad se notan algunos surcos, muchos pequeños agujeros, que dan paso á los vasos nutricios , y ademas el principio de los conductos dentarios, superiores y posteriores, los quales ba- xan por el espesor de la pared posterior del seno maxilar, y divi- MAX 359 diéndose después, van á terminarse en el fondo de los alveolos mo- lares superiores. En medio de la parte posterior de la tubero; idad se halla una pequeña porción de canal, que unida con otra de los huesos palatinos, forma el canal palatino posterior; debaxo del qual se ven varias desigualdades que articulan la tuberosidad con la cara Interna de la porción terigoidea del palatino. En la parte inferior de la cara externa se descubre el lado externo de la mitad del arco alveolar superior. La cara superior ú orbitaria del maxilar es ligeramente cóncava, triangular , inclinada hacia arriba, y forma gran parte del suelo de la órbita. En su parte posterior se advierte una ranura que forma el principio del canal suborbitario, el qual se extiende desde la hen- didura esfeno-maxílar hasta el agujero suborbitario. En su parte pos- terior no es mas que un canal, que en el cadáver le completa el pe- riostio ; y luego se hace un conducto entero , que se adelanta hasta cerca de la basa de la órbita , donde da principio á dos pequeños conductos, que baxan por el espesor de la pared anterior del seno maxilar, y después se subdividen para ir á abrirse en el fondo de los alveolos canino é incisivos superiores ; pero el conducto suborbita- rio , continuando su camino , va á terminarse en el agujero del mis- mo nombre. El borde anterior de la cara orbitaria es exteriormente desigual para articularse con el pómulo. Su borde posterior concurre á formar la hendidura csfeno-maxilar, y en medio de él comienza la ranura que constituye la parte posterior del canal suborbitario. En el borde interno se encuentran varias desigualdades, por medio de las quales se articula anteriormente con el hueso unguis; mas atrás con el borde inferior del hueso plano , y posteriormente por medio de una carita triangular y desigual, con otra semejante de la porción orbitaria de los huesos palatinos. La cara interna ó nasal del maxilar corresponde á las fosas na- sales, yes desigualmente cóncava. En su parte superior y anterior se halla la cara interna de la apófisis ascendente del maxilar, que corresponde á la pared externa de las fosas nasales; en cuya parte inferior se repara una cresta que se articula con la concha inferior de dichas fosas. Encima de la cresta hay un hoyo superficial, que hace la concavidad anterior del conducto medio, y sobre este hoyo otra cresta que se articula con la concha superior de las mismas fosas. Hacia la punta de esta cara se notan varias desigualdades , que se ar- ticulan con la hoja plana del etmoides Detras del canal, que está en el borde posterior de la apofi-ós ascendente, se halla la aber- tura del seno maxilar, ó cueva de Hygmoro, esculpido en el espesor del hueso maxilar, debaxo de las fosas orbitarias, encima de los dien- tes molares, detras de la fosa canina , delante de la cigomática , al lado externo de las fosas nasales, y al interno de la eminencia malar. 360 MAX Los senos maxilares no se hallan en el feto; empiezan á desen- volverse en los niños, y crecen con la edad. Su figura es casi la de una pirámide, cuya base triangular está vuelta hacia el lado de las fosas nasales, y el vértice al de la eminencia malar. Tiene por consiguiente cada seno tres lados ó paredes, una superior, otra an- terior y otra posterior, una base y un vértice. La pared superior corresponde al suelo de la órbita; la anterior, ligeramente convexa, á la fosa canina, y la posterior, cóncava, á la tuberosidad maxilar: en las dos últimas se ven algunas elevaciones que las forman los conductos dentarios superiores y posteriores, y en su parte inferior, que corresponde ordinariamente á los alveolos de la segunda, ter- cera y quarta muela, se notan las eminencias que producen las rai- ces de estas muelas. La base de los senos, que corresponde á la pa- red externa de las fosas nasales, presenta en la parte superior, y al- go anterior, la entrada del seno, la que en un maxilar desarticulado es muy grande ; pero en el esqueleto la disminuyen mucho, supe- riormente la hoja obliqüa del etmoides , inferiormente la concha in- ferior , posteriormente una hoja de los palatinos, y anteriormente los huesos unguis; de modo que le queda poco mas de tres líneas de diámetro , y aun en el estado fresco es cerca de dos tercios me- nor por un doblez de la membrana pituitaria que entapiza estos senos. Ademas de esta abertura, que siempre existe, se halla algunas veces un segundo orificio, que se abre , igualmente que aquella, en el con- ducto medio de las fosas nasales. La parte superior de la circunfe- rencia de la grande abertura de los senos maxilares presenta fre- qüentemente porciones de celdillas, que unidas á otras semejantes del etmoides, forman células enteras. Detras de esta abertura se en- cuentra una superficie, á la qual se aplica la cara externa de la por- ción vertical de los palatinos, y mas posteriormente varias desigual- dades , que se articulan con la cresta de dicha cara. A la raiz de la apófisis ascendente, y debaxo de la abertura del seno maxilar, se encuentra una superficie lisa, transversalmente cón- cava , é inclinada hacia atrás, que forma los tres quartos anteriores del suelo de las fosas nasales. Esta superficie es la cara superior de una grande eminencia, llamada apófisis palatina del hueso maxilar. En la parte anterior é interna de esta cara se hallan los orificios su- periores del canal palatino anterior, que otros llaman canal incisivo ó lagrimal de Stenon. El borde posterior de la apófisis palatina es delgado y cortado al sesgo, con varias desigualdades para articular- se con la porción horizontal de los palatinos, á la que sirve de apo- yo. El borde interno, mas grueso por delante que por detras, y desigual en toda su extensión, se articula con el borde semejante de la apófisis palatina del otro maxilar. La parte superior de este borde forma una cresta, que se echa un poco hacia fuera, y unida MAX 361 con la del otro lado compone una ranura que recibe posteriormente la parte anterior del borde inferior del vomer, y anteriormente el borde inferior de la ternilla triangular del tabique de la nariz. En la parte anterior é inferior de este borde se nota un canal, que baxa hacia adelante , el qual unido con el del lado opuesto , forma la porción inferior, ó la porción simple del canal incisivo. La cara inferior ó palatina del hueso maxilar corresponde á la bóveda del paladar, cuyos tres quartos anteriores forman la cara inferior del apófisis, llamada por esta razón palatina. Esta cara del maxilar es cóncava , y sembrada de desigualdades, á las quales se ata la membrana palatina , y de pequeños hoyos, que alojan las glándu- las del mismo nombre , ademas de un surco que tiene hacia la parte externa , que se dirige de atrás adelante. En la parte anterior é in- terna del borde superior de esta cara se ve un medio agujero , que unido con el del otro maxilar, forma el orificio inferior del conduc- to incisivo ó palatino anterior , que sube hacia atrás, y se divide en otros dos mas pequeños, que van á abrirse cada uno en la parte an- terior del suelo de la fosa nasal, correspondiente junto al tabique de de la nariz ; por consiguiente, la figura de este conducto es la de una Y. En la parte inferior de la cara palatina se halla el borde al- veolar, cuyo lado interno cóncavo tiene también sus eminencias y hoyos, pero menos aparentes que las del lado externo. Entre ambos lados se encuentran los alveolos ó cavidades de los dientes, y los tabiques que los separan. El número de los alveolos es igual al de los dientes, por lo que , quando todos los dientes se han desenvuel- to , se hallan ocho alveolos en cada hueso maxilar , y se distinguen, contando de delante atrás, en dos alveolos incisivos, uno canino y cinco molares. Su capacidad y figura es relativa á la de las raices de los dientes que alojan: quando el diente no tiene mas que una raiz, co- mo los incisivos, el colmillo y las dos primeras muelas, la cavidad del alveolo es simple ; pero los alveolos de las muelas, que tienen dos ó mas raices, están también divididos en dos ó mas cavidades me- nores por uno ó mas tabiques ó setos. La circunferencia de todos los alveolos está entapizada de una membrana que la une fuertemen- te con las raices del diente que contiene. En el fondo de cada cavi- dad alveolar se advierte un agujero, que da paso á los vasos y ner- vios que van á la substancia pulposa de los dientes. El cuerpo de los huesos maxilares tiene mucho espesor antes que sus senos se desenvuelvan; pero después las paredes de estos senos lle- gan á ser muy delgadas. Son también gruesos los maxilares hacia el borde alveolar , en la punta de la eminencia malar, en la parte an- terior de la apófisis palatina, y hacia la base de la apófisis ascendente; pero son bastante delgados hacia el vértice de esta apófisis, y mu- cho mas en la parte posterior de la apófisis palatina. Se componen TOMO V. zz ¿62 MEC los maxilares de mucha substancia compacta , situada en toda su su- perficie, y en la cara interna de los senos. La substancia esponjosa solo se encuentra en los parages en que estos huesos tienen cierto es- pesor , pero en el feto forma la mayor parte de su cuerpo. Los hue- sos maxilares se desenvuelven , como los huesos cortos, cada uno por un solo punto de osificación. Para poner los maxilares en su situación se debe colocar su apó- fisis palatina hacia dentro, y sobre un plsno horizontal, y la apófi- sis ascendente hacia delante y arriba. Se articulan superiormente los maxilares con el coronal por la sutura transversal de los antiguos; y por armonía se unen superiormente con los huesos unguis, el et- moides, los palatinos y el vomer; anteriormente con los huesos pro- pios de la nariz ; posteriormente con los palatinos; interiomente en- tre sí y con las conchas inferiores, y exteriormente con los pómu- los , cuya armonía se arrima á sutura; en fin, se articulan por gon- fosis con los dientes. Aunque los usos de los maxilares quedan ex- puestos en su descripción, debemos añadir que sus senos sirven para dar mas extensión á la membrana pituitaria. Ext. de B. MEAD. (Ricardo) (Biog.) Nació en el año de 1673 en Step- neis, pueblo inmediato á Londres, de una familia distinguida: estu- dió las Humanidades en Utrech , de allí pasó á Leyden, donde es- tudió la Medicina, después viajó por la Italia ,y se recibió de Doc- tor en Padua. De vuelta á su patria exerció la Medicina con un acier- to, que decidió de su reputación. La Sociedad Real de Londres le incluyó en el número de sus miembros. El Colegio de Medicina le aso- ció, y la Universidad de Oxford incorporó el grado de la de Padua. Nombrado Médico del Rey en el año de 1727 fué el Esculapio de la corte y de la ciudad: aseguran que su profesión le producía cada año cerca de cien mil pesetas. Este hábil Médico murió en el año de 17 5 4, á los ochenta de edad. Sus principales obras son : 1.3 En- sayos sobre los venenos. Año de 1702, en latín, reimpreso en el de 1737 , en 8.°: 2.a Consejos y preceptos de Medicina. En latín, impreso en Londres, en 8.°, año de 1751. Se conocen también de este autor dos tratados curiosos, el uno de la locura, y el otro de las enfermedades, de que se han mencionado en la Biblia: 3.a Opúscu- los. En Paris año de 1757 , dos tomos en 8.° La descripción de su Gabinete ha sido impresa en Londres año de 175 5, en 8.° MEATO. (Anat.) Los Anatómicos suelen usar esta voz que equivale á la de conducto, y así suelen decir indistintamente meato ó conducto auditivo, urinario &c. MECÁNICA. (Anat.) Esta voz , que en física significa la cien- cia de las máquinas, suele aplicarse también á la Anatomía, consi- derándose también el cuerpo humano un compuesto de varias má- quinas, y así se dice la máquina animal, la máquina de la nariz &c« MEI 363 por lo que á los fisiólogos que se atienen únicamente en la estructu- ra ó mecánica de las partes para explicar las funciones, los llaman mecánicos. MECANISMO. (Anat. y Pat.) En general se expresa así el modo con que una causa mecánica produce su efecto; y así los Ana- tómicos dicen el mecanismo del cerebro, corazón &c., y aun lo» Patologistas el mecanismo con que se forma esta ú la otra alteración, fundados siempre en los conocimientos de la mecánica animal: los de la escuela de Boerhaave se han valido mas que otros de las apli- caciones mecánicas en la Patología, suponiendo en sus teorías las cu- ñas, las palancas &c, que son las máquinas simples que son par- te de la ciencia dinámica ó mecánica que se enseña en la Física general. MECHOACAN. (Mat. Méd.) A mediados del siglo iv fué quando se transportó esta raiz de México á Europa. Merece alguna estimación por la propiedad que tiene de excitar suavemente la con- tractilidad muscular del canal intestinal. Sin embargo , no tiene gran- de uso, y conviene principalmente para los niños. Por lo común se administra en substancia en la dosis de diez granos, y algunos Mé- dicos la han recetado en la de una ó dos dracmas; el vino se usa comunmente como el mejor vehículo de sus propiedades medicinales. MEIBOMIO. (Juan Henrique) (Biog) Profesor de Medicina en Helmstadt su patria, y después primer Médico de Lubeck: es co- nocido por muchas obras, las mas célebres son:.i.a Mecanas, sive de C. clinii mecanatis vita , moribus et gestas , líber singular i s. En Leyden año de 1653 , en 4.0: 2.aDe cerevisiis. En Helmstadt año de 1668, en 4.0: 3.a Tractatus de usu Jlagrorum in re medica et venérea. En 8.° , año de 1670. Aun vivia el autor quando pareció esta obra ; se cree que murió poco tiempo después. Su principal re- putación está fundada sobre el descubrimiento de los vasos que se hallan en los párpados (V. este artículo) , que tienen su nombre. Su obra sobre esta materia se publicó en Helmstadt baxo de este tí- tulo : De Jluxu humorum oculorum. Meibomio. (Henrique) (Biog.) Hijo del precedente; es mas céle- bre que su padre. Nació en Lubeck en el año de 1638. Recorrió la Alemania , la Inglaterra , la Francia y la Italia : enseñó la Medicina, la Historia y la Poesía en la Universidad de Helmstadt, y murió en el año de 1700. Publicó varias obras: las principales son i.a Scrip- tores rerum germanicarum. En folio, año de 1688, tres tomos. Esta colección, empezada por su padre, contiene muchas piezas so- bre las diferentes partes de la Historia de Alemania: 2.a Ad Saxo- nia inferioris historiam introductio. Año de 1687 , en 4 ° En esta obra el autor examina la mayor parte de los escritores de la histo- ria de Saxonia, cuyas obras están impresas ó manuscritas: 3.a Dis- 364 MED sertationes Medica. Año de 1699, en Helmstadt, en 4.0 : 4.a Va- lentini Henrici Vogleri introductio universalis in notitiam cujus- cumque generis bonorum scriptorum. Año de 1700, en 4.0 , en Helmstadt: 5.3Chronicon Bergense. Véanse las Memorias de Niceron, tomo 18, que da un catálogo circunstanciado de las demás obras suyas. D. H. MECONIO. (Fis) Se llama así una masa pultácea de color verdinegro , contenida en los intestinos gruesos del feto. Su origen parece venir de la bilis y moco intestinal, porque el meconio se pre- senta en el feto con la primera secreción de bilis; y por otra parre en los fetos monstruos, que carecen de hígado, en lugar de meconio se encuentra en los intestinos tan solamente un poco de moco des- colorido. El meconio carece de olor aun estercoráceo ; su sabor es des- conocido , su color verdinegro , la cantidad es de algunas onzas. Uso. El meconio mantiene abiertos los intestinos gruesos, impidiendo su concreción. Después del parto es evacuado por el orificio posterior. MEDIANA, (vena) (Anat) Se llama así una rama de la .basí- lica que está cerca del tendón del bíceps , en la flexura del brazo, y es la que suele abrirse con freqüencia en la operación de la sangría. MEDIASTINO. (Anat.) Se llama así un septo ó parte mem- branosa que divide el pecho en dos mitades, que es formado por la pleura. (V este artículo) MEDICAMENTO. (Mat. Méd.y Med. Práct.) Así se llama qualquier materia capaz de producir en el animal vivo ciertas alte- raciones útiles, esto es, propias para restablecer la salud, ó preca- ver las enfermedades, ya se tomen interiormente, ó ya se apliquen á lo exterior. De aquí se sigue la división general de los medicamen- tos en externos é internos, aunque algunos han añadido superflua* mente los medicamentos medios. Los internos recibidos en el estó- mago , obran en él extendiendo su acción simpáticamente sobre los demás sistemas , aunque algunos penetran sin descomponerse á la masa de los humores. Los externos se limitan sensiblemente á los ór- ganos exteriores, sin propagar su acción á mucha distancia , porque en realidad no merecen este título los que introducidos por la piel penetran á las vias de la circulación, ó solamente al sistema paren- quimatoso ó celular, asi como los que aplicados á la piel producen en este órgano una afección que se comunica á toda la máquina , ó á algún órgano interior; tales son los baños, las fricciones mercu- riales &c., y los que empleamos según el nuevo método de Chres- tien , Cruiksank y Brera; por consiguiente, seria mas propia la divi- sión de los medicamentos en universales y locales. También se han dividido los medicamentos por su acción mecáni- ca , ó por su acción específica, como son, por exemplo , entre los pri- meros las ligaduras, las friegas secas &c.; y entre los segundos los MED 36$ purgantes, los diuréticos, narcóticos &c. Por estos efectos inme- diatos se han dividido los medicamentos en alterantes y evacuantes (Véanse estos artículos) , los quales se subdividen en otros muchos. Se han distinguido ademas los medicamentos en suaves ó benig- nos , y en activos ó fuertes, términos que se explican por sí mismos; y así solo advertiremos que estos no se diferencian de los venenos sino por la dosis, y que su carácter esencial consiste en ser peligro- sos en demasiada cantidad, porque la acción verdaderamente eficaz de los medicamentos debe ocasionar en la máquina una mudanza vio- lenta y repentina , que siendo excesiva , pudiera hacerse funesta. Los benignos apenas tienen una acción directa y realmente curativa; y si alguna vez son útiles, es en quanto disponen lentamente los órganos á las mudanzas que ha de executar por sisóla la naturaleza. Hay asimismo medicamentos llamados alimenticios, como capa- ces de nutrir y curar á un mismo tiempo, por exemplo, los incra- santes , la leche &c. Finalmente, se dividen por ciertas circunstan- cias de su preparación en simples y compuestos, oficinales, magis- trales, secretos, químicos y galénicos. (V. el artículo acción de LOS MEDICAMENTOS é INDICACIONES.) MEDICINA. Es una ciencia fundada en el conocimiento de las enfermedades y de los medios que restituyen al cuerpo la salud y le preservan de aquellas. En la exposición de este artículo no pode- mos menos de considerar los fundamentos de su certidumbre, vana- mente impugnada por muchos, las partes que la constituyen, y el método mas seguro de llevarla al punto grande de perfección. Ob- jetos todos difíciles, no menos que interesantes, que hemos creído tratar con algún acierto, extractando la doctrina correspondiente á ellos de las obras del célebre Cabanis. El origen de la Medicina es tan obscuro como el de los demás conocimientos humanos. Sabemos solamente que ya en las primeras épocas adonde alcanza la historia se practicaba con cierto esplendor, y esta idea basta para creer que nació con las demás artes ; mas ateniéndose en este examen á la naturaleza constante de las cosas, vemos que el hombre, expuesto á la acción de innumerables cir- cunstancias capaces de alterar el movimiento de sus órganos, debió buscar al momento los medios de calmar los dolores y curar las en- fermedades que con tanta freqüencia le acometían; y esto hubo de suceder forzosamente en las primeras épocas del linage humano, y tal vez hallamos bastante analogía en las sociedades informes de pue- blos salvages, imagen fiel de la infancia del hombre. En general los descubrimientos debieron ser muy lentos, y efecto, mas bien de una casualidad feliz, que de una combinación exacta. L:i tradición hacia pasar de unos á otros los descubrimientos, y las nuevas necesidades iban enriqueciendo la ciencia con otros nuevos; así entonces los 366 MED conocimientos eran comunes, y habia Medicina antes de haber Mé- dicos : los mismos enfermos y sus allegados fueron los primeros que cultivaron la Medicina; y cada familia y cada pueblo tenían sus tra- diciones y sus prácticas. Los poderosos, deseosos de consagrar su opulencia y su poder á la utilidad de sus conciudadanos, cultivaban con ardor todas las artes nacientes, y por consiguiente la Medicina en que hallaban mas pro- porción de satisfacer sus deseos; tales fueron Chiron, Aristeo, Te- seo, Patroclo, Ulises y otros grandes personages, no menos distin- guidos en Grecia por sus conocimientos médicos, que por sus famo- sas hazañas. Los Poetas, primeros Filósofos de todas las naciones, tan aman- tes de la gloria como los héroes que celebraban , cultivaron igual- mente la Medicina; y sin duda el lenguage armonioso y encantador de la Poesía era el mas á propósito para rixar en la memoria las ver- dades aplicables á nuestras necesidades continuas. En Lino Orfeo, Museo Hesiodo y Homero encontramos, no solo célebres Poetas, sino también hombres instruidos en varios puntos del arte de curar. También los Sacerdotes creyeron realzar su autoridad exercien- do el arte saludable, y entre ellos la Medicina y la Religión for- maron un solo sistema, anunciando curas maravillosas hechas en nom- bre de sus dioses para acreditar mas y mas su culto, y fundando la certidumbre de la Medicina en su trato habitual con la divinidad. Según Estrabon los Gimnosofistas pretendían poseer muchos re- medios preciosos, y entre otros uno para procrear hembras ó varo- nes, según la voluntad de cada uno, idea á la verdad ridicula , pe- ro presentada últimamente como original por un escritor de nues- tros dias, sin embargo de que aquellos tiempos parecen mas propios que el siglo xix para crear semejantes fantasmas. Sobre todo , en Egipto llegaron los Sacerdotes á posesionarse de la Medicina como de las demás ciencias: la enseñaban en sus templos con diferentes ceremonias y leyes absurdas, que no la permitían hacer nuevos pro- gresos. Entre los Caldeos y Babilonios, dedicados al estudio de la As- tronomía , se hicieron algunas aplicaciones de este estudio á la Me- dicina; y si creemos á Herodoto, los enfermos en Babilonia se ex- ponían en los parages públicos para pedir á los pasageros noticias de algún método curativo acomodado á su dolencia; y aun según el mismo historiador, se les obligaba á todos á que diesen su dictamen sobre cada enfermedad. En Grecia, á imitación del Egipto, fué cultivada la Medicina en los templos, donde muchos dioses se disputaban el cuidado de la salud, y partían entre sí las ofrendas; pero los mas acreditados, co- mo Apolo, no se contentaban con este talento, sino que también MED 367 predecían lo futuro. Con todo, Esculapio llegó á hacerse superior á todos, y algunos Sacerdotes de Apolo se reunieron para conse- guirlo, valiéndose de quantas ilusiones son imaginables, las quales pinta el Cómico Aristófanes con mucha gracia y prolixidad: llegó al fin, aunque tardío, el desengaño, y ya en tiempo de Luciano todas ellas habian caido en descrédito y desprecio; sí bien los va- gabundos, que las miraban como su patrimonio, no se desalentaron; aun Luciano hace mención de uno de estos, que habiéndose esta- lecido en un antiguo templo de Esculapio seducía la credulidad del pueblo, y aun de algunos personages. Hemos de suponer que los templos de las deidades que presi- dian á la salud, y principalmente los de Esculapio , estaban situa- dos en los parages los mas sanos y agradables: en su recinto habia habitaciones cómodas para los Sacerdotes y para recibir á los enfer- mos ; sí bien los que estaban muy agravados, y las mugeres al fin de la preñez, tenían que trasladarse á las inmediaciones; porque en efecto hubiera sido muy escandaloso que hubiese muerto uno solo en aquel territorio sagrado. Los templos mas famosos de Escu- lapio fueron el de Epidauro, el de Pérgamo, el de Cos, incendia- do en tiempo de Hipócrates, y el de Cnido, cuyas paredes y co- lumnas estaban llenas de inscripciones que contenían una historia breve de las enfermedades y del plan curativo administrado con fe- liz suceso por el consejo del Dios. Tales fueron los primeros rudi- mentos del arte, en que ya se dexaba ver la luz de la observación y de la experiencia. Los Sacerdotes de Esculapio querían pasar por sus descendien- tes tomando el nombre de Asclepiades los que presidian en las escue- las Se Cnido de Rodas y de Cos, en cuyo seno nació el inmortal Hipócrates. Á la rivalidad y emulación de estas escuelas debió en cierto modo la Medicina los progresos que entonces hizo ; de ellas salieron muchos Médicos célebres, como Eurifon y Cterías. Hemos visto pues hechos Médicos sucesivamente á los Poeta?, á los héroes y á los Sacerdotes; aunque realmente no eran mas que unos meros empíricos ó ridículos charlatanes: observaban las enfer- medades y sus señales, experimentaban los remedios, notaban sus efectos, y en los casos extraordinarios se decidian por las analogías. Su teoría , tan vaga, como incierta su práctica, se hallaba llena de confusión y fárrago, sin que jamas procurasen dar al arte una for- ma mas racional. Pero muy presto hubo algunos hombres de ca- rácter mas elevado y de razón mas s:>lida, que dirigiendo su cu- riosidad al estudio de las artes, se aplicaron con preferencia á las que tienen mas relación con las primeras necesidades de la vida, como la Moral , la Física general, la Astronomía, la Geometría, y últimamente la Medicina. Habituados á seguir un método en sus di- i 368 MED versos conocimientos, no tardaron en buscar sus relaciones mutua? en ordenarlas , y clasificar por fin las observaciones médicas para examinarlas con un raciocinio juicioso; de este modo fixaban tam- bién los resultados en su memoria , los reunian y formaban de ellos principios generales. Llegó pues el tiempo de sacar á la Medicina de sus prisiones y di- sipar las tinieblas con que la obscurecian la ignorancia y el charla- tanismo : desde entonces á las colecciones indigestas de formulas su- cedió una doctrina metódica, y aquellos Filósofos la despojaron de su carácter hipócrita y supersticioso, transformándola en una ciencia ó arte vulgar; no obstante en esta revolución hubo también sus erro- res por el empeño de trasladar á la Medicina las leyes imaginarias de su Física y otras diferentes hipótesis, tanto mas erróneas por quanto sus objetos no tenian conexión alguna con el estudio del cuerpo vivo. De aquí nacieron las explicaciones extravagantes de Pi- tágoras, de Demócrito, de Heráclito^y otras fútiles teorías que ha- llamos en las obras de Platón, de Aristóteles, de Plutarco, y acaso alguna vez en las de Hipócrates. Así los primeros Filósofos causaron á la medicina mucho bien y mucho mal, la libertaron de la ignorancia desordenada; pero la precipitaron en varias hipótesis aventuradas, y le hicieron pasar del ciego empirismo al dogmatismo imprudente. Nació al fin Hipócrates de la familia de los Asclepiades, y cu- yos antepasados habian exercido la Medicina por espacio de diez y siete generaciones en la isla de Coos, rodeado desde la niñez de todos los objetos de su estudio, dirigido por los Maestros mas cé- lebres en la Eloqüencia y la Filosofía, enriquecido con una colec- ción de observaciones la mas numerosa en aquella época, y dotado en fin por la naturaleza de un genio extraordinario, de un talento observador y juicioso , y de una comprehension la mas extensa , en- tró en tan difícil carrera baxo los auspicios mas felices, y la siguió por espacio de mas de ochenta años con la gloria y esplendor que merecían sus talentos, su sabiduría y sus virtudes. Hipócrates vio desde luego las opiniones erróneas que reynaban en las escuelas, y separó la Medicina de la Filosofía, ya que no hab'an sabido unirlas por sus relaciones recíprocas y verdaderas, volviéndola á su senda natural, que es la experiencia raciocinada, y en ella consiguió reunir- las de nuevo, pero con la solidez y verdad que exigían: en una pa- labra , eximió la Medicina de los falsos sistemas, y la creó medios seguros, lo qual era, como él justamente decía , hacer filosófica la Medicina; por otra parte aplicó sus luces á la Filosofía moral y á la Física. El verdadero espíritu filosófico de este hombre inmortal sobresale particularmente en sus epidemias y en sus libros aforísti- cos : las primeras no solamente son unos quadros magníficos de las MED 369 enfermedades mas graves, sino que también manifiestan cómo deben hacerse las observaciones sin extraviarse y sin distraerse á digresio- nes inútiles, y los segundos han sido siempre el modelo de sublimi- dad en las ideas, y de precisión en el lenguage. En sus tratados de la Medicina antigua y del arte, y aun mas en sus obras de práctica, indica el espíritu general, mas propio para dirigir con seguridad las investigaciones médicas, y perfeccionar ó facilitar su enseñanza. En esta parte excede á todos los elogios imaginables su tratado de los ayres, de las aguas y de los lugares, digno por cierto de un ge- nio privilegiado por el Criador. Seria muy prolixo analizar aquí cada una de sus obras, é in- útil el dar una noticia exacta de su vida: lo primero porque nin- gún Profesor del arte de curar debe contentarse con un extracto su- perficial, sino dedicarse con particular atención á la lectura de to- das ellas; y lo segundo, porque en casi todas las innumerables edi- ciones de las obras de Hipócrates se halla la historia de su vida , que á la verdad presenta muchos exemplos dignos de imitación á los Mé- dicos, y testimonios incontestables de la gloria y del alto aprecio con que los pueblos mas cultos han distinguido siempre esta ciencia sublime. ( Por lo que toca á la Biografía de Hipócrates y de los de- mas Médicos de la antigüedad véase el artículo antigüedad, ó MÉDICOS ANTIGUOS.) Con el examen que hasta ahora hemos hecho, parece que quedan demostradas la solidez, la dignidad y la utilidad de la Medicina; pero como ha habido algunos hombres ilustrados que han apoyado las opiniones del vulgo, convendrá que demos algunas pruebas en un objeto tan interesante. Las leyes de la naturaleza, constantes é inmutables, son la base de la Medicina, y su estudio por consiguien- te es el de los hechos, y no el de las causas; porque para conocer los fenómenos que presentan los cuerpos vivos, no necesitamos co- nocer la naturaleza del principio que los anima-, ni el modo con que mueve sus resortes; nos basta comprobar los fenómenos en sí mis- mos, investigar al mismo tiempo el orden con que se reproducen, y sus relaciones recíprocas, y clasificarlos en una serie que manifieste este orden y estas relaciones. Para estudiar el estado de salud y de enfermedad, y seguir la carrera y desarrollo de qualquiera dolen- cia en particular, no es necesario conocer la esencia de la vida, ni la de la causa morbífica, sino que tenemos suficientes auxilios en la ob- servación , la experiencia y el raciocinio; al modo que los Físicos no han necesitado tener nociones de la causa del movimiento ni de la gravedad para conocer ambas propiedades y determinar sus leyes con toda exactitud. Así como en tiempo de salud se executan ciertos movimientos regulares para conservarla y renovarla en cierto modo á cada mo- TOMO V. AAA $yo MED mentó, así también por las leyes de la organización animal trae siem- pre consigo la enfermedad otra serie de movimientos dirigidos al parecer á combatirla, como en efecto lo verifican muchas veces; y estos movimientos se manifiestan por fenómenos propios y pecu- liares que los caracterizan suficientemente á los ojos de un atento y fiel observador. Conociendo las leyes generales é individuales, fá- cilmente se conoce su excepción, en qué grado y de qué modo se alteran , y por consiguiente la parte en que es mas notable esta al- teración y el estado que de ella resulta. Los impugnadores de la Medicina limitan todavía sus objeciones acusándonos de que ignora- mos las causas primeras de las enfermedades; á la verdad, si por esta palabra entendemos las causas que hacen al hombre en un caso determinado susceptible de cierta alteración en las funciones de la vida , las ignoramos absolutamente, y de nada nos sirviera su cono- d íento para el diagnóstico ñipara el método curativo; pero si por ellas se entienden los h_chos anexos á la enfermedad, que forman par- te de su hist ría , y son capaces de darnos algunas luces para la cu- ración , es indudable que la observación distingue estas causas, que pue len verse ó palparse, y adquirir una idea clara de ellas por la fiel n-arracion del paciente; y como siempre producen ciertos fenóme- nos en la economía animal, es menester buscarlas en estos mismos, y habituarse á examinarlas en sus propios efectos. Otro argumento que opone el vulgo á la certidumbre de la Me- dicina consiste en la dificultad de tener nociones exactas de las en- fermedades, y asegurarse del efecto de los remedios. Es cierto que las enfermedades varían mucho , y que son susceptibles de infinitas com- plicaciones ocasionadas por la edad, el sexo, el clima y otras in- numerables circunstancias, y que la semeyótica es la parte mas di- fícil , como la mas importante de la Medicina; mas el Médico llega á poseerla identificándore, por decirlo así, con el ser que padece, y asociándose á sus dolores: dotado de una organización ventajosa, de una imaginación viva , de una comprehension extensa, y de un instinto perspicaz vé la enfermedad al primer golpe de vista, y per- cibe simultáneamente todos sus caracteres; previendo, ó mas bien presintiendo, la utilidad de ciertos remedios, cuyos efectos le son ya conocidos. Ademas, la misma observación nos enseña á reducir á un sistema esta serie diversa de hechos, que solo se admiten como distintos entre sí, porque realmente los supo distinguir la obser- vación. La objeción de los que alegan contra la certidumbre de la Medi- cina que se necesita conocer la naturaleza de los remedios para ob- servar las mutaciones que producen en el cuerpo, es desde luego ridicula y despreciable. Tampoco conocemos la de los alimentos, y sin embargo están demostrados sus diferentes efectos: de n¿da nos MED 371 hubiera servido saber la naturaleza de la quina para observar su vir- tud específica en las calenturas intermitentes, ni por eso los hechos observados serian mas ciertos ni mas ordenados entre sí. Alegan asimismo que los experimentos en la Medicina aun son mas difíciles que la observación de las enfermedades, y mas dudo- sos que los axiomas del diagnóstico y del pronóstico que de ella se derivan. ¿Quién podrá negar las dificultades de que abunda el arte, comprehendidas en estas sublimes expresiones de Hipócrates, la vi- da es corta, el arte largj, la ocasión fugaz, el experimento peli- groso y el juicio difícil? Mas estas dificultades no son insuperable, y estos mismos impugnadores, que niegan la existencia de las reglas fundamentales y del arte mismo, la confiesan á su pesar quando dicen que el arte es difícil. Si su aserción fuese cierta , no habría ni malos ni buenos Médicos, sino que todos serian igualmente bueno?, ó mejor diremos igualmente malos; á la verdad no puede hallarse di- ferencia entre los hombres que cultivan un arte, sino quando sus re- glas están en la naturaleza, y solamente entonces puede verificarse el que unos las conozcan y otros las ignoren: quando no existen deben desconocerlas todos igualmente. Finalmente , se ofrecen como una prueba de la falsedad de la Medicina las controversias excitadas entre los escritores, la discordia de las opiniones, y la diversidad de las teorías. Pero todas ellas in- fluyen en el modo de producirse los hechos, y nunca en los hechos mismos: poco importa pues su discrepancia mientras la práctica si- ga siempre la carrera de los hechos, sin salir jamas de las indicacio- nes que estos la suministran; y de esta verdad es un testimonio in- contestable la misma historia de la Medicina. Las inmensas distancias de épocas y de paises en nada han alterado en el fondo su práctica: los quadros de las enfermedades pintadas por los antiguos conser- van el carácter de fidelidad y certeza: se enseñan en nuestras escue- las sus reglas de diagnóstico y pronóstico, y seguimos las mismas indicaciones que ellos, porque los hechos en que se fundan son hoy los mismos que entonces, y constantes é invariables los principios que de ellos se deducen. Fuera de estos argumentos especiosos oimos algunos otros mas bien dirigidos contra los Profesores del arte de curar que contra el arte mis- mo: no negaremos que algunos Médicos, mas olvidados de su dignidad, ó esclavos de sus pasiones, pueden tal vez excitar contra sí las sátiras de Moliere, de Montagne y de Quevedo; pero al lado de estos pocos que puedan resentirse de la flaqueza humana, veremos tantos otros que en el exercicio de su profesión hacen resaltar mas y mas su esplendor y dignidad ; que ponen en acción todo el poder de la naturaleza be- néfica para volver á restituir á la vida al hombre exánime, que va ca- minando apresuradamente á su sepulcro; que son la viva imagen de 372 MED aquellos seres superiores que traen á la tierra los men«:ages propicios de la divinidad. ¿Quién podrá calcular la utilidad de una ciencia que restituye á una familia inconsolable el padre, el esposo, el hijo, de quien dependía su vida y su felicidad? ¿Que vuelve á reunir dos seres próximos ya á separarse para siempre, que conserva á la patria sus hijos, y propaga á un mismo tiempo las ideas bienhechoras del genio y el exemplo de las virtudes mas sublimes? Estas considera- ciones dieron á Hipócrates coronas cívicas é inmensos honores, sun- tuosos monumentos á su memoria, y la gloria y respeto de toda la posteridad á su nombre. Tal vez los sentimientos personales nos harán parecer exagerados á los ojos de nuestros lectores; pero es cierto que en la sociedad apenas hay una profesión cuyas obligacio- nes sean mas varias, mas delicadas ni de mas dignidad. Las partes principales que constituyen el estudio de la Medicina son la anatomía, que enseña la estructura del cuerpo humano; la fi- siologia , que explica cada una de sus funciones; la higiene , cuyo objeto es conservar U salud y precaver las enfermedades; la pato- logia, que trata de las afecciones morbíficas; la nosología , que de- muestra sus diferencias; la semeyótica ó el conocimiento de las se- ñales ; la terapéutica ó el arte de deducir de estas últimas los planes curativos, y últimamente la Materia Médica, que comprehende todos los medios que el arte emplea para la curación de las enfermeda- des, y todas ellas forman la Clínica ó la parte práctica de la Medici- na. F.n la Medicina práctica debe juntamente comprehenderse la Medicina externa ó la Cirugía , que aunque en el exercicio deban estar separadas, sos estudios son inseparables. La anatomía forma parte de las descripciones físicas, y por con- siguiente de la historia natural: es un ramo necesario de la Física ani- mal, como base y texto de las explicaciones fisiológicas; y en fin, es la guia principal del arte de curar, que sin ella es imperfecta y expuesta á innumerables errores. El estudio mas interesante de la anatomía consiste en investigar en las lesiones orgánicas la causa y el sitio de las enfermedades. estudio á la verdad lleno de dificulta- des, pero cultivado felizmente por Bonnet, Morgagni, Lieutaud y Porral. El orden diverso que casi todos se han propuesto de la fisiolo- gía ha sido tal vez el mayor obstáculo para sus progresos; sin em- bargo es fácil aplicar á este estudio, como á todos los demás, el mé- todo natural de la observación, comenzando por los objetos que primero se observan, y por los fenómenos mas manifiestos para pa- sar por grados de lo mas conocido á lo menos, hasta los objetos mas delicados y mas distantes. La higiene, no solamente es una parte esencial de la Medicina, sino también de la Moral: nacida igualmente que las demás de la MED 373 observación y de un exacto raciocinio, depende del conocimiento de las alteraciones que puede experimentar el hombre, y de los me- dios capaces tanto de producirlas, como de evitarlas; y esta circuns- tancia prueba su íntima conexión con la moral, como que no pue- de verificarse sin conocer perfectamente el influxo de las pasiones, de las costumbres y de las necesidades sociales en nuestra economía. La numerosa variedad de objetos que contienen la patología, se- meyótica y terapéutica, y de consiguiente la Medicina práctica, ha sido causa de las multiplicadas y diferentes divisiones de los auto- res , y aun alguna vez ha abierto puerta al fárrago y á la charlata- nería. Reducirlas á un orden de verdad y de exactitud es obra de los grandes talentos dignos de contribuir á la reforma de una cien- cia , y la senda es el establecimiento de una Escuela Clínica 5, en don- de desaparecen todos los sueños de la Imaginación para ver solo los fenómenos que presenta el hombre enfermo. Es inútil, dice Cabanis, insistir en las ventajas de estos establecimientos, que qualquiera co- nocerá fácilmente: allí los enfermos cuidados con mas zelo , y des- tinados á observaciones útiles, se atraen también una atención parti- cular: el profesor, interesado mas directamente en el buen éxito de sus planes curativos, los combina con mas atención, y los dirige con mas esmero, tomando mas precauciones para que los efectos del ré- gimen convengan con los de los medicamentos. A su vista se for- man discípulos, cuya instrucción es mas sólida por quanto va ci- mentada en la naturaleza, y hasta cierto punto independiente de los talentos de su maestro. En este exercicio continuo de su penetración y su juicio, y teniendo presentes quadros compuestos solamente de hechos, se acostumbran á ver con claridad y á separarse de las teo- rías poco conformes con la observación, en lo qual consiste el ver- dadero espíritu filosófico. Las colecciones completas de observacio- nes hechas sobre todas las enfermedades les ofrecen un punto de comparación, de donde deducen reglas seguras para las modificacio- nes que exigen los lugares. las estaciones, la edad , el temperamen- to &c. Finalmente se experimentan sin preocupación y con libertad la utilidad y eficacia de todos los remedios conocidos, y se obser- va una rigurosa analogía en los nuevos. i El establecimiento del Real Estudio de Clínica en esta Corte es uno de los monumentos que inmortalizarán el nombre y el reynado de nuestro Augusto Monar- ca , y de su l'rotector el Serenísimo Señor Príncipe Generalísimo Almirante, baxo cuyos auspicios y protección se fundóy se conserva esta escuela. Los progresos de la Medicina desde esta época son bien conocidos, y si no temiésemos parecer parciales ú ofender la modestia de nuestro respetable maestro el primer Catedrático Don Josef Severo López, añadiríamos que el genio, la sabiduría y el talento de este grande hombre han llenado completamente losrinesde sus gloriosos fundadores, pro- duciendo una feliz revolución en la Medicina; pero la mayor parte de Europa co- noce bien su mérito, y nuestros elogios no podrían añadir una sola hoja á los dig- nos laureles que le han ceñido la ciencia y la humanidad. 374 MED Los medicamentos que constituyen el estudio de la Materia Mé- dica son producciones de la naturaleza; así el medio mas seguro de examinarlos y conocerlos, es aplicarlos á nuestros sentidos, y ob- servar sus descomposiciones, sus qualidades, y en una palabra, to- dos los fenómenos que ofrecen en el estado de naturaleza, en sus di- versas preparaciones, y en su aplicación al cuerpo humano, y este punto, el mas esencial, solo puede enseñarse á la cabecera de los enfermos; por consiguiente, el mejor método de estudiar la Materia Médica consiste en formarse un resumen exacto de las observacio- nes clínicas sobre las propiedades de los medicamentos , siguiendo la clasificación de sus efectos generales. Pero fuera de estos estudios, que constituyen el cuerpo de la Medicina , su conexión con todas las ciencias físicas y morales hace que el de estas sea indispensable para conseguir la perfecta ins- trucción que requiere ciencia tan difícil: la física general y parti- cular , la meteorología, la geología, la química, la mecánica , la geometría, la mineralogía , la botánica, la zoologia, las bellas letras, Ja lógica, la metafísica, la filosofía moral, el conocimiento de las lenguas antiguas y modernas, todas deben prestar sus luces para el estudio de la Medicina. Dura precisión es, dice Alibert en una excelen- te memoria sobre este asunto , la de tener que ser sucinto hablando de una ciencia infinita en sus correspondencias y correlaciones; una ciencia cuyos progresos no tendrán término , y que es tan seductiva por lo bello, como por lo importante de las materias que abraza. No se entienda por esto que el Médico deba hacerse en cada ciencia un erudito consumado: tal vez esta preocupación ha sido la fuente de muchos sistemas erróneos nacidos del empeño de querer explicar los fenómenos de la vida con arreglo á la ciencia que con mas ardor cul- tivaban , como lo han hecho los químicos, los mecánicos &c. De cada una debe tomar las verdades y aplicaciones útiles á su arte, al modo que el Orador debe tener algún conocimiento de todas para tratar con acierto de las infinitas materias en que ha de exercitarse su eloqüencia. (V. el artículo medico.) MÉDICO. Es el que profesa y exerce la Medicina , instruido en todos los estudios que constituyen esta ciencia. Este objeto tan im- portante queda expuesto largamente en el artículo medicina (V. este artículo)', y solo nos falta hablar de sus deberes: creemos hacerlo cumplidamente copiando aquí un excelente pasage de Ali- bert, en su Memoria leída á la Sociedad Médica de Emulación. ¿Qué multitud de perfecciones, dice, debe reunir un Médico verdaderamente sabio y filósofo? Supongo por decontado que po- sea aquel pulso , aquel discernimiento pronto y delicado, aquel tino mental, que son un don especial del Dios de Epidauro, y en manera alguna se adquieren con la educación. ¡ Quántas qualidades no le MED ?75 falta adquirir para hacerse digno de su profesión! Sea la práctica del bien una ley que desde luego se imponga su alma sensible y ge- nerosa. Expeí¡mente un placer siempre nuevo en perfeccionar su es- píritu para la felicidad de sus semejantes; porque el que no ama su arte , no ama á los hombres, dice Hipócrates: sacrifique pues toda su vida al alivio de la humanidad. Esté penetrado de respeto hacia el carácter sagrado de la des- dicha , y muéstrese compasivo y generoso. Para socorrer á un des- dichado por lo regular mas se necesita un buen corazón, que un buen ingenio.... Aplique un bálsamo consolador á las llagas del alma, que tan lentamente se cicatrizan.... Procure á lo menos enxugar las' lágrimas, quando no pueda estancarlas. Si la esperanza le abandona, quédele el valor: no dexe de dis- putar la vida á los últimos golpes de la muerte : aleje todo quanto pueda anticipar las largas horas de una cruel agonía; y que sus en- fermos, alentados con sus palabras, dexen con menos dolor y an- sia el grave peso de la existencia.... Estos tiernos y generosos auxi- lios se deben reclamar del Médico, señaladamente desde que un er- rado sistema de exageración tira á desheredarnos de aquellas ideas preciosas y halagüeñas, patrimonio sagrado de nuestros padres, que sirven infinitamente al hombre débil, en suplemento de la filosofía que le falta, y hacen que dure mas el sueño de la felicidad. » La prudencia es una de las prendas mas necesarias al Médico fi- lósofo, y es la que debe guiar la marcha á veces arrebatada de su ingenio, haciéndola así mas útil. Observará largo tiempo un hecho antes de meterse á explicarle: fallará con cuerda y religiosa de- tención. La dignidad de su sacerdocio debe realzarle á sus propíos ojos pero tratará á sus semejantes con aquella familiaridad noble y atrac- tiva que á un mismo tiempo infunde respeto, y se grangea la con- fianza. Guardará fielmente el secreto al que abiertamente le haya con- fiado los efectos vergonzosos de sus flaquezas y pasiones : curará hasta los males que le ocultan , haciendo como que los ignora. Ni el sórdido ínteres, ni el oprobio de la venalidad profanen la excelencia de su profesión: aspire á Jas bendiciones y no al oro: lle- ve ¡a esperanza y el consuelo lo mismo á la cabana del pobre , que al palacio del ríco: haga bien aun á la misma ingratitud y á la in- justicia. Mantenga constantemente exento del fanatismo y preocupacio- nes su acrisolado espíritu : sacrifique hasta su reputación si lo exige la salud de la humanidad: confiese sus yerros con candor: muéstrese modesto en sus aciertos: respete en fin á los dioses, cuya bondad y omnipotencia le demuestra á cada instante su arte." 376 MED Estos son los preceptos consagrados antiguamente en las tablas eternas de Coos, los quales debemos grabar profundamente en nues- tros corazones, antes de decantarlos con tanta pompa en nuestros libros: para pintarlos basta ser orador; para practicarlos es necesa- rio ser filósofo. ¡ O vosotros todos los que consagráis la vida al alivio de la dolorida humanidad 1 preparad antes con antes á vuestra vejez dul- ces y deliciosas memorias. Inspirad á los que reclaman vuestra ca- ritativa asistencia , inspiradles gratitud , estimación , respeto, admi- ración y amistad. ¡ Oxalá pueda decirse de vosotros algún dia que habéis existido útilmente, y que vuestra vida entera no ha sido otra cosa que la historia de vuestros beneficios! En una palabra, sed dig- nos de vuestra profesión, tanto por la excelencia y generosidad de vuestro corazón, como por las luces y sagacidad de vuestro espí- ritu. ¡Oh! ¡quan grato es aquel dominio que exercemos sobre nues- tros semejantes, con solo este ascendiente de la virtud y de los be- neficios! El que le posee halla en él á cada momento nuevas delicias. Puras y sinceras son las bendiciones que se le tributan; y quando en unánimes aclamaciones recoge el testimonio de un afecto entraña- ble , seguro puede estar de señorear todos los corazones &c. MEDULA OBLONGADA Ú OBLONGATA. (Anat.) Se da este nombre á una gruesa protuberancia semiesférica que ocupa la parte inferior, posterior y media de la cavidad del cráneo, y de cuya parte posterior nace un tallo cónico, que por el grande agu- jero occipital sale del cráneo , y apenas entra en el conducto de las vertebras toma el nombre de medula espinal. La substancia del ce- rebro y del cerebelo concurren igualmente á su formación, dando cada hemisferio del primero, y cada lóbulo del segundo, una gruesa rama de substancia blanca, sobre la qual se ven varias líneas algo ele- vadas y longitudinales ; conócense estas ramas con el nombre de piernas anteriores y posteriores de la medula oblongata. Las piernas anteriores, que otros llaman brazos de la medula oblongata , y á quienes Tarín llama crura cerebri anteriora , y otros peduncula cerebri, se componen de substancia blanca y fibrosa. Nacen de la parte media é inferior de uno y otro hemisferio del cere- bro , y se dirigen convergentes hacia atrás, hasta que se juntan en la parte anterior de la protuberancia anular, de que hablaremos luego. Entre estas piernas, la protuberancia anular , y las eminencias maxi- lares , se halla una excavación que Vicq d' Azir llama fosa de los ner- vios oculo-musculares, y junto al ángulo de su unión'se ve una subs- tancia de un blanco apagado, que en parte sirve de basa al tercer ventrículo, y tiene un gran número de agujeros, que dan paso á las arterias. Se encuentra ademas entre las piernas anteriores, y muy cerca del borde anterior de la protuberancia anular, dos eminencias MED 377 vecinas una de otra , blancas por afuera y cenicientas interiormente, llamadas por su figura mamilares, que corresponden á la parte ante- rior é inferior del tercer ventrículo. Se continúan las eminencias ma- milares con el borde inferior de las piernas anteriores, y rematan en ellas las columnas anteriores -de la bóveda; por lo que Santorini, creyendo que daban origen á estas columnas, las llamó bulbos de las columnas anteriores de la bóveda, nombre que Winslow con- servó. Las piernas posteriores y menores de la medula oblongata, que otros llaman piernas ó pedúnculos del cerebelo, vienen de la parte media é inferior de los lóbulos del cerebelo, y se componen exre- riormente de fibras manifiestamente transversales. Caminan estas pier- nas convergentes hacia delante hasta que se tocan, aunque en parte las separa un surco superficial que una arteria les imprime. Como las piernas del cerebelo reunidas se juntan anteriormente con el ángulo de la pierna del cerebro, resulta de aquí una especie de arco á modo de un puente situado en la confluencia de dos rios; por lo que se ha dado á este arco el nombre de puente de Varolio, aunque otros ana- tómicos le conocieron antes. Este puente, llamado igualmente protuberancia anular, tiene la figura de un pequeño collado oval, cuyo mayor diámetro es de de- lante atrás. Su estructura es diferente de la que tienen las piernas del cerebro y del cerebelo que la componen; porque como en su com- posición se mezclan unas y otras piernas, se hallan mezcladas en la protuberancia anular fibras longitudinales con transversales. Divide longitudinalmente á la protuberancia anular en dos partes iguales un surco ancho, pero superficial, que aloja al tronco vasilar de las ar- terias vertebrales. A los lados de este surco se hallan varias fibras blancas y transversales, que guardan alguna uniformidad hacia el medio , pero por los lados se apartan. Así en la parte anterior de la protuberancia anular, cómo entre estas y las eminencias piramidales, se encuentran dos excavaciones llamadas agujero ciego, anterior y posterior. De la parte posterior del puente de Valolio sale el tallo ó cola de de la medula oblongata, que baxa obliqüamente hacia atrás en figu- ra de cono , y le distingue del puente una angostura ó surco circu- lar á manera de cuello. Las fibras longitudinales de las piernas del cerebro baxan rectas por este tallo, que interiormente encierra subs- tancia cortical mezclada por estrías con la medular. La cara superior y posterior , y la inferior y anterior de este tallo, la divide longitu- dinalmente en dos columnas ó cordones gruesos un surco bastante profundo, en que apartando sus bordes se ven varías fibras casi medu- lares que van de un cordón á otro. Francisco Petit dice que estas fi- bras se cruzan y cortan en ángulos agudos; y suponiendo que de TOMO V. BBB 378 MED ellas nacen los nervios, sienta que los que salen de la parte derecha del celebro se distribuyen por la izquierda del cuerpo, y vice versa, por donde explica varios fenómenos patológicos. Santorini, Winslow y Lleutaud han adoptado la misma opinión ; pero Sabatier duda de que las tales fibras se crucen. Morgagni y Haller dicen que jamas lo han visto, y nosotros nunca lo hemos podido distinguir. Al principio del tallo de la medula oblongata , y en su cara in- ferior, se hallan quatro eminencias llamadas por su figura cuerpos oli- vares ó piramidales: los primeros, descubiertos por Eustaquio, son exteriores, algo mas cortos y obtusos; los segundos, situados á la parte interna de los primeros, son superiormente algo mas gruesos que estos, pero irferiormente rematan en punta. Es de advertir que Winslow da el nombre de piramidales á las eminencias que nosotros llamamos olivares, y al contrario. Entre los cuerpos piramidales media un surco ó hendidura lon- gitudinal, en cuyo fondo se ven, retirando sus bordes, muchos cor- dones blancos , unos transversales y otros obliqüos, que pasan de un lado al otro á modo de comisuras. Entre el borde externo de estas eminencias, y la parte posterior de la protuberancia anular, está la excavación profunda que Vicq d' Azir llama fosa de los cuerpos olivares. En muchos sugetos desde el vértice de los cuerpos pirami- dales , hasta la extremidad inferior de los olivares, corre un trecho medular, del qual nacen algunos filamentos del nervio lingual me- dio. La pia mater envuelve estrechamente la medula oblongata, y se mete dentro de uno y otro surco , de modo que parece que la di- vide en dos partes. En la cara superior y posterior de la medula oblongata, y la 5>arte media del cerebelo, se halla una cavidad romboydea, llamada íoy dia quarto ventrículo, y por los antiguos ventrículo del cere- belo. Empieza esta cavidad debaxo de los tubérculos quadrigéminos, y se extiende por uno y otro lado sobre la parte superior de las piernas de la medula oblongata, y por la substancia de los lóbulos del cerebelo , y baxa hasta la extremidad de la medula. Está vestida esta cavidad de la pia-mater, y entra en ella por los lados del rema- te del apéndice vermiforme el plexo coroideo arrollado á modo de hacecillo. Divide la cara anterior de la cavidad del quarto ventrículo en dos partes iguales un surco ó canal que remata en punta; y á cosa de una pulgada, encima de la extremidad de este canal, se ven algunas fibras medulares transversas, que parece que salen de él co- mo las barbas del tallo de una pluma; por lo que se da á esta parte el nombre de calamus scriptorius, que Herofilo y otros Anató- micos á imitación suya, han aplicado muy impropiamente á todo el quarto ventrículo Carlos, Esteban, Colombo, Senac y otros di- cen que la cavidad del quarto ventrículo sigue á lo largo del con- MED 379 ducto de la medula espinal, donde contiene una serosidad algo ama- rilla; pero esta prolongación del quarto ventrículo es tan rara, que Haller nunca la ha visto. El quarto ventrículo es continuo con el aqüeducto de Silvio, y por consiguiente con el tercer ventrículo, sin que haya válvula que cierre su comunicación; porque la vexiga que vemos elevarse á mo- do de válvula por debaxo de los tubérculos quadrígéminos, quando se sopla en el aqüeducto de Silvio, no es mas que la hoja medular media del cerebelo que forma la bóveda del quarto ventrículo, y que por su delgadez y poca consistencia cede mas fácilmente al impulso del ayre que las demás partes de esta cavidad ; por lo que de ningún modo le conviene, como hemos dicho ya en el artículo cerebro , el nombre de grande válvula del cerebro que le puso Vieusens. Toman origen de la medula oblongata casi todos los nervios que salen del cráneo. B. Medula espinal. (Anat) La medula espinal no es otra cosa que la misma medula oblongata fuera ya del cráneo : se parece á un cilindro largo, aunque en algunas propiedades no conviene con esta figura; porque en primer lugar , así que sale del cráneo es mas gruesa que en el resto de ella; después se adelgaza para volverse á engrosar en las últimas vertebras del cuello, y en el dorso va en di- minución hasta la décima vertebra; donde otra vez vuelve á engro- sarse un poco hasta que llega á la primera vertebra lumbar, en que se adelgaza de nuevo para rematar debaxo de esta vertebra en dos tubérculos, uno superior algo oval, y otro inferior cónico. En se- gundo lugar tampoco es perfectamente redonda, porque está algo aplanada anterior y posteriormente, como la medula oblongata, cuyos dos surcos siguen por la medula espinal, y la dividen igual- mente en dos gruesos cordones, uno derecho y otro izquierdo; pero el surco anterior es mayor por alojar la arteria espinal anterior. La medula espinal tiene en su centro una porción de substancia cortical que se extiende algo á los lados; lo restante es substancia medular mas blanda que la del celebro. Todos los nervios espinales salen por dos hacecillos de la medu- la espinal (V. nervios.), y los que nacen de ella en la parte infe- rior del dorso y superior de los lomos baxan á modo de madexa por dentro de la vayna que les forma la membrana aragnoidea, mezclados con algunas arteriolas y venillas, y con la especie de li- gamento , que, según hemos dicho , forma la pía-mater, y ocupa el centro de la madexa, á la que por su semejanza se da el nombre de cola de caballo. Las arterias que se distribuyen por las diferentes partes del cele- bro vienen de las carótidas internas ó celébrales y délas vertebrales. 380 MEJ Las venas que les corresponden nacen de diferentes partes del celebro y de la medula oblongada, y reunidas en troncos bastante gruesos se distribuyen por la superfide de estas visceras, ó por las membranas que las entapizan. La medula espinal recibe arterías de las vertebrales con el nom- bre de espinales, de las cervicales, de las intercostales , de las lum- bares y de las sacras. Las venas de la medula espinal son dos principales, situadas como las arterias en sus dos caras anterior y posterior; por lo que Vieu- sens , Lieutaud y Haller las llaman venas espinales. La espinal ante- rior se continúa superiormente entre las eminencias olivares y pirami- dales con los senos petrosos inferiores, y por la parte inferior re- mata con la medula. Ambas venas espinales despiden varias ramifica- ciones que acompañan á los nervios espinales, y anastomosándose con las venas que salen,de los senos vertebrales (F.dura mater.), forman en la superficie de esta varios plexos y redes muy vistosos en una inyección feliz. Aunque no podemos dudar que el celebro es una de las visceras de mayor importancia en la economía animal, sin embargo, es tan poco lo que sabemos de sus usos, que todo se reduce á que da orí- gen á los nervios, y que por medio de estos se comunica del cele- bro á t->das las partes del cuerpo, y de estas al celebro el principio sensitivo y motor, sin que sepamos, ni quales este principio, ni cómo se prepara y segrega en el. celebro, ni cómo se propaga por los ner- vios. Que el celebro sea el emporio del alma, y que en él exerca to- das sus operaciones mentales, parece que lo persuaden muchos fenó- menos , así fisiológicos como patológicos; pero el sitio determinado y el mecanismo de estas funciones le ignoramos todavía. Lo mismo nos sucede con el uso particular de cada una de las partes que com- ponen el ce'ebro ; mas no por eso debemos dexar de profundizar la estructura de estas partes; porque solo así se puede llegar á descu- brir su uso, el qual, atendido el primor, y la constante uniformi- dad con que la naturaleza las presenta, es preciso que sea de mucha entidad para la inteligencia de las funciones animales. B. MEDULAR. (Anat.) Adjetivo que corresponde á la medula (V. este artículo), y así decimos substancia medular del cerebro (V. este artículo) , suco medular de los huesos (V. hueso.) &c. MEFITISMO. (Pat. y Méd. Práct) Baxo esta voz se com- prehende la acción de gises nocivos y norespirables, particularmen- te los que se exhalan de las minas de las 'cloacas &c. (V. los artí- culos MOFETA Y DESINFECCIÓN.) MEJORANA. (Mayorana) (Mat. Méd.) Toda la planta tie- ne un olor aromático y agradable, y un sabor acre y amargo. Su principal carácter es ser antiespasmódica: las demás virtudes que se MEM 3S1 le atribuyen son muy dudosas: las hojas secas reducidas á polvo , cer- nidas é inspiradas por las narices, disipan los humores mucosos que cubren la membrana pituitaria. Están indicadas en el lagrimeo por abundancia de humores serosos ó pituitosos, en el catarro húmedo, y en el romadizo quando no aparecen disposiciones inflamatorias. MELANCOLÍA. (V. el género xix. de la clase de vesanias.) MELANGÓL1CO. (Méd. Prdct.) Adjetivo con que se designa el imaginario humor á que los antiguos atribuían las enfermedades de esta especie, y también se aplica á los individuos que las padecen. MELANOGOGO. (V. purgantes.) MELENA. (V. el género 111. de la clase de fluxos.) MELILOTO OFICINAL, (trébol.) (Mat. Méd.) Se usan en la Medicina las hojas de esta planta como emolientes, calminantes y algo resolutivas; y también en lavativas emolientes, cataplasmas, fo- mentos , baños, y rara vez interiormente. MELGUIZA. (Domingo) (Biog.) Exerció en Roma la Medi- cina en tiempo de Clemente vin: escribió De pleuritide epistolam. MEMBRANA. ( Anat.) Quando las fibras se disponen en for- ma plana, formando su texido plano, ancho, y por lo regular del- gado , flexible y elástico, se llaman en general estas partes membra- nas , las quales se extienden por todas las partes del cuerpo tanto interior como exterlormente. Estas telas ó membranas, según los sitios donde están, son mas ó menos gruesos, están mas ó menos floxos ó estirados, ríendo también mas ó menos sensibles. Sus di- mensiones varian infinito, lo mismo que su color, aunque el natural suyo por lo regular es blanco, la transparencia es también varia. A las membranas se las llama también túnicas, telas, envolturas &c. Las membranas mas considerables son las del feto, que se llaman corion y amnion. (V. estos dos artículos.) La epidermis, la piel y la membrana que constituye el texido celular ó adiposo merecen mu- cha consideración (V. los correspondientes artículos.) Hay otras membranas que revisten interiormente las cavidades, y suministian tí cada una de las visceras también otra membrana como la pleu- ra , peritoneo, la pia y dura-mater &c. (V. pleura &c.) En fin, muchas membranas ó túnicas forman los conductos, que se distribu- yen en toda la máquina animal, como son las arterias, las venas, los vasos linfáticos &c. Por todo lo expuesto se sigue que el uso de las membranas es: l.° Cubrir y defender ciertas partes , como lo hacen las meninges, la pleura &c.: 2.0 Formar varios conductos y órganos, como los vasos , intestinos, estómago, la vexiga de la orina &c.: 3.0 De atar ciertas partes, y mantenerlas sujetas, como lo hace el mesenterio, que sujeta los Intestinos: 4.0 De separar varias cavidades, como el me- diastino, que divide el pecho en dos mitades, el darctos al escroto &c: 382 MEN 5.0 De contribuir á formar varios órganos, como la retina el del ojo, la membrana del tambor el del oido &c. En los varios artículos de esplanchnologia y otras partes de la Anatomía se dará la descripción particular de la infinidad de membranas que entran en la composición del hombre, dando áconocer con mas extensión su estructura y usos. MEMBRANOSO. (Anat.) Adjetivo que pertenece á membra- na; y así decimos esta parte es membranosa, porque tiene la estruc- tura de tal, el canal intestinal es membranoso, para distinguirle de otros canales, que son huesos &c. MEMORIA. (V. el artículo alma, sensaciones y sentidos.) MENA. (Fernando) (Biog.) De Socuéllamos, Médico de Cá- mara de Felipe 11: publicó las obras siguientes: i.a Methodusfebrium omnium, et earum symptomatum curatoria: 2.a De septimestri partu , et pur^antibus medieamentis. Amberes 1568, 4.0 Traduxo del griego, é ilustró con comentarios el libro de Claudio Galeno de pulsos. Alcalá 1553,4.°: Interpretó y comentó el libro del mismo autor de urinis. Ibid. en el mismo año: 3.a Commentaria in libros Galeni de sanguinis missione et purgatione. Turin 1587, 8.° 4.a Libellus utilissimus de rationepermiscendi meaicamenta, qua passimin usus veniunt. Ibid. 1587 , 8.°, y en Alcalá 1555,8.°: 5.a Antonii Lobetti de foco putredinis in febribus intermittenti- bus disputado cum commentariis Ferdinandi de Mena. 1625 , 8.° MENÍNGEAS. (Anat) Adjetivo que pertenece á las meninges, y así las arterias y las venas que se distribuyen en estas partes se llaman meníngeas. MENINGES. (Anat.) Esta voz en su genuina significación sig- nifica membrana en general; pero en el dia los Anatómicos la usan únicamente para nombrar las que cubren el cerebro, que son la pia y dura-mater, que en general se llaman meninges. MENSTRUACIÓN. (Fisiol.)Se llama así una efusión de san- gre , que se verifica todos los meses en las mugeres, de los vasos de la matriz: se conoce también con el nombre de regla , costumbre, mes &c. Esta evacuación periódica se verifica en la mayor parte de las mugeres con todas las señales que manifiestan la plenitud del sis- tema circulatorio, como son las lasitudes espontáneas, ráfagas de calor al rostro, su tez está viva y animada, y otras que indican una direc- ción humeral hacia el útero; y la plétora local de esta entraña, co- mo los dolores á los ríñones, y un cierto prurito en las partes geni- tales. La primera erupción pone fin á este estado, que en un gran número puede reputarse como una verdadera enfermedad. Cae por espacio de algunos dias, en mas ó menos abundancia, una sangre pu- ra, y de color roxizo; la pesadez general se disipa, y la muger se siente aliviada. No hablamos aquí nada de los numerosos desvíos que pueden ex- MEN 383 perimentar los menstruos, y deben mirarse como otras tantas ver- daderas enfermedades. Así es que se ha visto suplida la evacuación uterina con hemorragias de narices, hemotísis, hematemesis, melena, y algunas veces con evacuaciones sanguíneas no acostumbradas, que se verifican por los ojos, orejas, por los dedos índices, y por super- ficies ulceradas en diferentes partes del cuerpo. Este fluxo, al prin- cipio irregular , se arregla y se repite cada mes durando de dos á ocho dias, y evacuando de tres onzas á una libra de sangre en cada vez. Las mugeres sanguíneas, robustas y libidinosas, tienen una mens- truación mas abundante, y por mas tiempo de duración. La sangre que despiden es roxa, arterial, y en una muger sana no tiene quali- dades algunas malas. En todo el tiempo de la menstruación las mugeres están muy dé- biles , mas delicadas y mas impresionables ; todos sus órganos parti- cipan mas ó menos de la indisposición del útero; y no es muy di- fícil al observador un poco exercitado el reconocer este estado, no solamente por el del pulso, sino también por la alteración del rostro , y el sonido de la voz. La muger exige entonces grandes atenciones. Una sangría no debida, un purgante, ó qualquiera otro medicamento administrado inoportunamente , pueden suprimir los menstruos, y ocasionar las indisposiciones mas graves. El clima in- fluye claramente sobre la duración de las reglas, y la cantidad de esta evacuación, pues que en África su efusión es casi continuada, mientras que en la Laponia solo menstruan dos ó tres veces al año. Nosotros no nos convendremos con las diversas explicaciones que se han hecho de este fenómeno. Los unos le han atribuido á la situación declive del útero, sin considerar que según su hipóte- sis, la evacuación menstrual debe ser por la planta de los pies. Ri- cardo Mead ha creído que dependia del influxo que tiene la luna so- bre el sistema femenino: pero entonces ¿por qué no está sujeto á las fases lunares? Los que han hallado la causa en la plétora, sea gene- ral ó tópica, no han hecho mas que retrotraer la dificultad, admi- tiendo esta misma explicación; porque entonces se preguntará ¿qua- les son las causas de la plétora? Pues si esta opinión tuviese algún fundamento, las mugeres nerviosas y poco sanguíneas no debian casi menstruar, y justamente la observación nos enseña que lo hacen con mucha abundancia. ¿Será preciso que se deba la menstruación al hábi- to adquirido ? Han resuelto el problema diciendo que los órganos secretorios de la muger son muy débiles para evacuar lo superíiuo de sus humo- res , ¿y qué por esto era indispensable el establecer un nuevo en- emunctorio ? Pero ¿ no es esto tomar el efecto por la causa? Esta me- diana cantidad de líquidos dimanados de la sangre, ¿no proviene de que este fluido puede purgarse él mismo por la matriz ? Observamos 3$4 MEN sin embargo que la efusión periódica de los menstruos liberta á la muger de muchas incomodidades que atormentan á nuestro sexo, co- mo la gota y las afecciones calculosas, tan raras en ellas, como co- munes en los hombres. No se puede menos de reconocer en los mens- truos una utilidad relativa para la concepción. ¿ No disponen ellos al útero? ¿No era necesario que este órgano estuviese acostumbrado para recibir una gran cantidad de sangre, á fin de que el estado de pre- ñez, que exige dicho fluxo , no produzca mudanzas perjudiciales en todo el sistema de las funciones vitales ? La evacuación menstrual se suspende durante la preñez, como también en los primeros meses de la lactación, aunque esta regla ge- neral está sujeta á muchas excepciones. Falta en nuestros climas en- tre los quarenta y cincuenta años, alguna vez antes, y rara vez mas tarde, aunque actualmente hay el exemplo de una muger de edad de setenta años, que aun menstruaba; hecho que no debe por eso admirar- nos mas que aquellos que tratan de una menstruación que principió en los primeros años de la vida. Quando se suprimen los menstruos los pechos se ponen flácidos, se disminuye la gordura, se arruga la piel, pierde su suavidad, su color y su flexibilidad. Esta cesación es causa de muchas enfermedades, que se descubren á esta época, que se llama edad de retorno, y son funestas para muchas mugeres; pero también se observa que en este tiempo tumultuoso, una vez ya ve- rificado , se asegura mas la vida de ellas, y tienen la esperanza de prolongarla mas que los hombres. (Richerand ) MENSTRUAL. (Fisiol) Adjetivo que pertenece á menstrua- ción (V. este artículo), y así decimos sangre menstrual &c. MENSTRUO. (Mat. Méd.) Se usa esta voz y la de disolvente para nombrar todo líquido apropiado para disolver las sales ú otras substancias que entran en las recetas, ú otras composiciones far- macéuticas. (V. INFUSIÓN , DISOLUCIÓN Y RECETA.) MENTA. (Yerba buena.) (Mat. Méd) De esta planta se cono- cen muchas especies: la verde ó común tiene un olor aromático y fuerte, el sabor amargo , acre y un poco picante. Es estomacal, an- tiemética , antiverminosa, aperitiva, tónica y vulneraria. Las hojas son medianamente cálidas, alteran poco, estriñen, aumentan la ve- locidad y la fuerza del pulso, fortifican el estómago, favorecen la digestión desordenada por debilidad de estómago, por humores pi- tuitosos, ó por humores acedados: están indicadas en la inapeten- cia por materias pituitosas; en el vómito por humores ácido-sero- sos ó pituitosos sin disposiciones inflamatorias; en las enfermeda- des de los niños mantenidas por ácidos, con tal que en su infusión se deslian tierras absorventes; en los cólicos ventosos, el asma hú- meda, las opilaciones, la detención del fluxo menstrual, las flores blancas y los loquios, ; por la impresión de cuerpos fríos, y con MER 3S5 debilidad ; y en la retención de la leche en los pechos sin inflama- ción. Se echan en infusión las hojas frescas desde la cantidad de dos dracmas hasta una onza en seis onzas de agua; y secas desde una dracma, hasta media onza en la misma cantidad de agua. El agua destilada no tiene mas virtud que la infusión de las hojas. El xarabe de esta planta se da desde una dracma hasta dos onzas en cinco ó seis de agua. MENTA PIPERITA Ó YERBA BUENA DE SABOR DE PIMIENTA. {Mat. Méd.) Es una de las mas singulares producciones del reyno vegetal, especialmente por su gusto picante, seguido de una frescu- ra muy sensible, propiedades que parece convienen exclusivamente al éter. (V. esta palabra. ) Sus propiedades son mucho mas activas que las de todas las otras yerbas buenas, particularmente en los ma- les del estómago, causados por humores serosos, por debilidad, ó por abundancia de humores pituitosos. La época de la mayor acti- vidad de la planta es quando las flores se caen, y entonces es el mo- mento de cogerla. Se preparan con ellas pastillas tan agradables al gusto, como útiles para sus efectos, que dexan en el paladar y en toda la boca una fragancia y una frescura muy agradables. MENTAGRA. (Med. Práct.) (V. enfermedades sifilí- ticas.) MERCADO. (Luis) (Biog.) Natural de Valladolid, Médico de Felipe 11, Sus obras se imprimieron en Francfort en cinco tomos, contienen tratados muy infportantes de Medicina. Escribió tam- ien Instituciones quirúrgicas y médicas, de pulsos, de la ca- lentura maligna &c. Se omite el catálogo de sus obras por ser muy extenso, y porque el autor es bien conocido. Mercado. (Pedro de) (Biog.) Granadino, Doctor de Medi- ana, y autor de la obra intitulada; Defebrium di-fferentiis, earum- que causis, signis et medela, tam in universali, quam in parti- culari,ex antiquiorum et juniorum tumgracorum, tum arabum auctoritate. Granada 1583, 4.0, y 1592. Escribió en castellano sie- te diálogos de Filosofía natural y moral: el sexto tratado Deia me- lancolía. Ibid. 1558, 8.°, y 1574, 8.° MERGURIAL. (Mat. Méd.) Planta fastidiosa, inodora, la- xante y emoliente; y así se usa su xugo en dosis de dos hasta cinco onzas diluido en agua como un suave purgante: con las hojas ma- chacadas se forman cataplasmas emolientes. MERCURIALI. (Gerónimo ) (Biog.) Médico célebre, llama- do por algunos el Esculapio de su tiempo; nadó en Forli en el año de 1530, y murió en el de 1596 á los sesenta y seis de su edad» Practicó y enseñó la Medicina en Padua, Bolonia y Pisa. Los ha- bitantes de Forli pusieron su estatua en la plaza pública en memoria de un hombre que tanto habia servido á su patria. Su mérito le ad- TOMO V. CCG l 3S6 MER quirió, no solamente mucha reputación, pero aun riquezas inmen- sas. Dexó á sus hijos 120000 escudos de oro, sin embargo de ha- ber vivido con esplendor, haber tratado liberalmente á sus ami- gos, y haber socorrido largamente á los pobres. Se publicó una colección de sus obras en Venecia el año de 1644 en folio; las prin- cipales son: i.a De Arte gymnastica. En Venecia año de 15 87 en 4.0, y en Amsterdam en el de 1672 en 4.0: 2.a De morbis mulierum. 1601, en 4.0 : 3.a De morbis puerorum. En Francfort año de 1584, en 4.0: estos tratados están llenos de erudición: 4.a Notas sobre Hipócrates y sobre algunos parages de Plinio el antiguo. D. H. MERCURIO. (Mat. Méd.) El mercurio es un metal cuyo uso en la Medicina es freqüentísimo y muy importante para la curación de muchas enfermedades, y particularmente del virus venéreo,con- tra el qual se habia tenido por un específico solamente, hasta que los conocimientos modernos, anatómicos y fisiológicos sobre el sis- tema absorvente han aclarado este punto de doctrina tan interesan- te. Seria necesario escribir algunos volúmenes para reunir todas las teorías y todos los experimentos químicos que se han hecho sobre el mercurio desde su primer descubrimiento. Sin embargo, muchos de ellos no han dexado de contribuir á los progresos de la Física mo- derna y á la terapéutica, manifestando el secreto de algunas pre- paraciones medicinales. Nosotros nos limitamos aquí á sus propie- dades medicamentosas; remitiendo á nuestros lectores, por lo que hace á su historia natural, física y química, á la obra de Ernesto, Godefroy y Baldinger. El mercurio puede administrarse en su estado metálico, en el de oxidación y en el salino; aunque ya está comprobado que el mer- curio fluido .carece de toda acción medicamentosa, y que solo Ja adquiere combinándose mas ó menos con el oxígeno del ayre at- mosférico , influyendo así en las propiedades vitales del sistema der- moides considerado como órgano absorvente. Parece probable que los diversos oxides mercuriales cambian el modo de sensibilidad de los vasos linfáticos, é imprimen á todas sus ramificaciones una excita- ción tan saludable como permanente: el sistema cutáneo le absorve con una rapidez increíble , y las glándulas excretorias son las que al parecer se resienten particularmente de la irritación del mercurio, co- mo lo demuestra la salivación, que por falta de conocimientos re<- lativos á su acción sobre la economía animal, se ha tenido mucho tiempo por una excreción útil, y aun necesaria. Mas en la administración del mercurio es necesario sobre todo tener presente que no hay método alguno general y adaptable á to- dos los casos, sino que se ha de atener al temperamento individual del paciente, á los progresos del mal, al órgano afectado especial- mente &c. j A quantos infelices vemos tristes víctimas del ciego em- MER 387 pirismo que reyna en ciertos hospitales, en que sin informarse del estado del enfermo, del de sus fuerzas vitales, del clima, de la es- tación, y de otras mil circunstancias, cuya consideración es indis- pensable para la curación de las enfermedades, le dexan con su pri- mitiva dolencia , y le añaden los estragos que debe producir el mer- curio administrado bárbara y empíricamente ! Los buenos Profeso- res entonces tienen que reparar las fuerzas casi aniquiladas del enfer- mo, y triunfar, digámoslo así, del mercurio, para convertirle des- pués en un agente benéfico y saludable. Swediaur, Práctico tan re- comendable por su profundo estudio de las enfermedades sifilíticas, advierte que antes de administrar el mercurio debe prepararse al pa- ciente con arreglo á su temperamento, mas ó menos irritable , y que tampoco es indiferente el usar de esta ú otra preparación mercurial; porque en unos casos podrá ser útil la que en otros diversos seria un veneno activo. En general el mercurio no se debe administrar á los que padecen otra enfermedad á mas de la sifilítica , sin recurrir antes á los principios saludables de la higiene: durante su uso ha de guar- darse un régimen 6ano y moderado, absteniéndose de toda substan- cia estimulante &c., y evitar toda evacuación excesiva. El mercurio administrado en fricciones se halla reprobado por el célebre y desgraciado Cirilo; pero consultando la experiencia creemos que es uno de los métodos mas ventajosos contra la artritis y otros males venéreos: las nociones adquiridas sobre las direcciones particulares que siguen los vasos absorventes demuestran que el re- medio no hace efecto aplicándole inmediatamente á la parte afecta, sino con arreglo á la disposición anatómica de estos mismos vasos: la dosis regular del oxide de mercurio administrado en un cuerpo gra- sicnto por vehículo es de una ó dos dracmas diariamente ó cada ter- cer dia quando el virus no es muy activo y el sugeto es débil é irri- table ; suele combinarse con cierta cantidad de alcanfor para mode- rar la irritación, y en las noches en que corresponden las fricciones se le da un grano de opio con el fin de promover algún tanto la trans- piración y moderar la irritabilidad. También es conveniente purgar suavemente al enfermo de tiempo en tiempo para evitar la irrita- ción de las glándulas salivales: al mismo tiempo es necesario, como en todas las preparaciones mercuriales, guardarse de la humedad y del frió, y de todo género de excesos; pero ninguna preparación ne- cesita mas cuidado y vigilancia que el muríate sobreoxígenado de mercurio, ó el sublimado corrosivo introducido por Vanswieten en la Materia Médica: regularmente se necesitan ocho granos de él con diez y seis de sal amoniaco disueltos en libra y media de agua desti- lada para tomar por las mañanas una cucharada pequeña en una taza de agua de cebada, de te ó de otra bebida semejante; de suerte que corresponda en cada toma la quarta parte de un grano del su- 3S8 MES blimado, ó mas, según el estado del mal y del paciente. Se usa también con mucha freqüencia el mercurio dulce inte- riormente en pildoras en varias dosis, según la edad del sugeto, sí bien este remedio es poco eficaz contra un vicio general de la cons- titución , y lo mismo decimos de las pildoras Edimburgenses, pre- paración por lo común infiel en sus efectos. Algunos han usado inte- riormente los oxides roxo y blanco de mercurio, y el sulfate de mercurio amarillo con exceso de oxide; pero es temible su energía, y por lo mismo solo se emplean exteriormente en la curación de las afecqiones locales. Para conocer la actividad y eficacia de todas ellas deben verse los artículos correspondientes, y en tanto solo adverti- remos que el uso del mercurio debe continuarse hasta después de haber desaparecido los males que exigían su administración. El mercurio tiene lugar también en todas las afecciones cutáneas y en qualquiera obstrucción del sistema glanduloso y visceral, y así muchos prescriben ventajosamente las fricciones al vientre para los infartos esquirrosos del hígado y del bazo, y aun en las hidropesías. MERINO. (Diego) (Biog.) Médico en el Hospital Real de Burgos. Escribió De \morbis internis libros sex. Burgos 1575, fol. MERKLIN. (Jorge Abraham) (Biog.) Médico de Nuremberg, murió en el año de 1702 á los cincuenta y ocho de edad. Dio á luz, i.° Tratado de la transfusión de la sangre, en el año 1679, en 8.°: 2.0 una nueva edición deVander-Linden , De scriptis mediéis, año de 1687 , en 4.0: 3.0 De incantamentis, en 4.0, año de 1715. Es- tos tratados ofrecen cosas bastante raras. D. H. MERY. (Juan) (Biog.) Cirujano célebre, que murió en Batan, en Berri, en el año de 1645. Le hicieron Cirujano mayor de los In- válidos en el año de 1683- Luvois, que le habia dado esta plaza, le envió el año siguiente á Portugal para que asistiese á la Reyna, la que murió antes que hubiese llegado. La España y Portugal inten- taron , aunque en vano , separarle de su patria. Volvió á Francia, y obtuvo una plaza en la Academia de las Ciencias. Luis xiv le con- fió el cuidado de la salud del Duque de Borgoña aun niño: fué nom- brado igualmente primer Cirujano del Hotel de Dieu (esto es, el Hospital general de Paris) en el año de 1700, y murió en el de 1722 á los setenta y siete de edad. Hay de él, i.° muchas diserta- ciones en las Memorias de la Academia de las Ciencias: 2.0 Obser- vaciones sobre el modo de sajar, en 12.0: 3.0 Problemas de Física sobre el feto. D. H. MESENTERICO. (Anat.) Adjetivo que tiene relación con el mesenterio;, y así hay arterias, venas, glándulas y nervios que se llaman mesentéricos, que se han descrito en el artículo mesen- terio. *,.,..•, MESENTERIO. (Amit.)La descripción del mesenterio, que MES 389 es un doblez del peritoneo, que sostiene los intestinos en el lugar que deben ocupar , se ha hecho ya en el artículo intestinos , adon- de nos remitimos. MESERAICO. (Anat.) Adjetivo que pertenece también al mesenterio; y así llamamos á las venas de esta entraña meseraycas,y también á sus glándulas. MESMERISMO. (Mat. Méd) Este nombre tomó en estos úl- timos tiempos el magnetismo por los nuevos dogmas que estableció Mesmer en un lenguage enfático y seductor. Según él, el cielo , la tierra y los seres vivientes están en una dependencia mutua , siendo el medio de comunicación entre ellos un fluido infinitamente sutil; que propaga rápidamente todas las impresiones del movimiento; y de este influxo supremo universal se derivan ciertos efectos alterna- tivos que considera como un fluxo y refluxo análogo al de los ma- res : esto3 efectos se extienden, se combinan y se diversifican como las causas que concurren á su producción, y este agente universal es el que imprime sus propiedades á la materia y á los cuerpos or- ganizados, y penetra y afecta inmediatamente los nervios del cuer- po animal. Mesmer sobre todo ha creído hallar en el cuerpo huma- no atributos semejantes á los que posee el ¡man, siendo á su pare- cer tan perfecta la analogía que califica esta propiedad maravillosa con el nombre de magnetismo animal. Puede comunicarse de tm cuerpo á otro ; y aunque no todos son igualmente capaces de per- cibirla , hay medios para fortalecerla y aumentarla: los espejos y la luz aumentan y reflexan su acción, y el sonido la propaga; final- mente añade Mesmer, que el principio que él ha descubierto puede curar todas las enfermedades nerviosas sabiendo como él darle la di- rección conveniente; que este principio nos da luces acerca de la elección y uso de los remedios; que asegura sus efectos; que es el excitador y regulador de las crisis favorables; que descubre el orí- gen y la naturaleza de las afecciones morbíficas mas complicadas; que contiene sus progresos sin ninguna conseqüencia funesta; que conviene á todas las edades, á todos los sexos y á todos los tem- peramentos , y que en fin debe considerarse como un preservativo para quántas enfermedades puede temer el hombre &c. Con esta doctrina, expresada en un lenguage el mas misterioso, y en tono mágico é ilusorio, ha querido Mesmer reformar la Medicina y lle- varla al mas alto grado de perfección, sin otros fundamentos ni mas ciertos que los suyos. Mas es evidente que Mesmer no ha hecho mas que resucitar ideas quiméricas, ensalzadas en otros tiempos, y olvidadas en nuestros dias. Alibert, de cuya obra hemos extractado el presente artículo, concluye con estas palabras: „Hay ciertamente en las ciencias una época en que al parecer puede ser útil el refutar seriamente ciertas 39^ MET aserciones semejantes á las de Mesmer; pero ya quando todo el mun- do está desengañado, quando solo el tiempo, que triunfa de las ima- ginaciones mas entusiastas, ha sido bastante para quitar el velo al charlatanismo , y abandonarle al desprecio ó á la indignación de los verdaderos sabios, ¿qué ventajas pudieran acarrear nuestros esfuer- zos para combatirlas? ¿Qué pudiéramos decir que no sepan ya to- dos los Fisiólogos con respecto á los efectos del tacto sobre el sis- tema sensible, á las impresiones variadas que puede causaren la ima- ginación un aparato y un método extraordinario, á la excitación y energía que pueden darse á las pasiones del alma , á las diversas re- acciones nerviosas que pueden excitarse, á las evacuaciones que se pueden promover, al contagio del exemplo para la propagación é irritación de los movimientos espasmódicos ó convulsivos &c. ? ¿Por ventura no se explican todos estos fenómenos por la teoría actual de las fuerzas vitales ?" MESOCOLON. ( Anat.) Se llama así una parte del mesente- rio. (V. este artículo.) MESORECTO. (Anat.) Se da este nombre á una porción del mesenterio. (V. este artículo.) METACARPO. (Anat.) Se da este nombre á la segunda por- ción de la mano, situada entre el carpo y los dedos. ( V. mano^ esqueleto. ) METÁSTASIS. (Med.) Transmutación de una enfermedad de una parte á otra , ya sea de lo interior á lo exterior, y al contrario; y algunos entienden por esta voz la mudanza que resulta quando la enfermedad pasa á una parte mas principal de la que antes ocu- paba: los síntomas que acompañan á la metástasis varían sumamen- te según la especie y gravedad de la enfermedad, el estado, la dis- posición, situación y uso de la parte afectada antes, y de la que va á ser afectada, y según el trastorno que en ella ocasiona. Siem- pre al verificarse una metástasis cesan los accidentes que acompaña- ban á la enfermedad primitiva, y empiezan á manifestarse en la par- te que nuevamente ocupa con arreglo á sus funciones. Estas trans- mutaciones son siempre tan rápidas, que muchas veces sorprehenden al Médico: las causas que las excitan suelen ser la aplicación de reme- dios intempestivos, la debilidad parcial de un órgano, y la comu- nicación simpática de unos con otros; pueden deducirse los siguien- tes cánones prácticos: i.° que conviene en quanto sea posible pro- mover las que se hacen hacia lo exterior: 2.0 en todas las afecciones externas, dependientes de una causa interna, es necesario evitar los remedios repercusivos, ú otros capaces de impedir la formación y extensión de la enfermedad : 3.0 cambiar el estado morbífico de los órganos excitando las evacuaciones convenientes, corrigiendo la debilidad con los tónicos, usando de los estimulantes &c.: 4.0 final- MET 391 mente, debe conocer el Médico perfectamente las simpatías nervio- sas que hay entre los diversos órganos, el carácter de la enferme- dad , sus terminaciones mas comunes &c. METATARSO. (Anat.) Se llama así la segunda parte del pie. (V. este artículo y el de esqueleto.) METRIE. (Julián Offay de la) (Biog.) Nació en San Malo en el año de 1709; era hijo de un negociante. Su gusto por la Me- dicina obligó á sus parientes á que le enviasen á Holanda á estu- diar baxo la dirección del inmortal Boerhaave. Después de haber adquirido muchos conocimientos en esta escuela pasó á Paris, don- de fué colocado por el Duque de Gramont, Coronel de las Guar- dias Francesas, que le hizo Médico de su Regimiento. Escribió co- mo Físico sobre lo que no tiene conexión con la Física : se atrevió á escribir la Historia natural del alma. Esta obra, que respira la impiedad en cada página, alborotó el mundo. El Duque de Gra- mont le sostuvo contra esta tempestad ; pero habiendo muerto este Señor poco después, el Médico perdió su plaza. Después dio á luz su Penélope, 6 el Maquiabelo en Medicina, tres tomos en 12.°, en el año de 1748 , obra singular , satírica y mordaz, pues aunque ílena de chistes, se adquirió el odio de la facultad, obligándole á retirarse á Leyden: allí fué donde publicó su Hombre máquina. Aspirando al título de Filósofo, habia, dice él mismo, abandona- do la medicina del cuerpo para entregarse á la medicina del alma; pero esta medicina no era mas que un veneno, no solamente para los Teólogos, sino también para los Políticos. Perseguido en Ho- landa, donde su libro fué quemado, tuvo que escaparse el año de 1748 á Berlín: allí llegó á ser Lector del Rey y Miembro de la Academia, donde vivió tranquilo hasta su muerte, que sucedió en el año de 1751, causada por un efecto de la locura que animaba su conducta : tomó los baños, se hizo sangrar ocho veces, y murió co- mo habia vivido. Algunos escritores han querido suponer que se habia arrepentido en sus últimos momentos, y que los Filósofos de Berlín habian dicho que la Metrie los habia deshonrado durante su vida y á la hora de la muerte. Otros autores han escrito que habia terminado su vida poco mas ó menos del mismo modo que un ac- tor dexa el teatro, sin mas pesar que el de perder el gusto de bri- llar. Su conversación divertia mucho quando su alegría no pasaba á la extravagancia. Figurándose un dia que el Barón de Haller, uno de los hombres mas sabios, y de los mas virtuosos de Alemania, era un Ateo, pensó hacer su historia , y la publicó. Dixo que habia vis- to á este hombre respetable en un sitio indecente combatiendo la exis- tencia del Ser supremo. Sus obras filosóficas contienen el Hombre máquina , el Hombre planta, te Historia del alma, el Alte de gozar, el Discurso sobre la felicidad &c. También hay de él la 392 MIÉ traducción de los aforismos de Boerhaave, su maestro, en diez to- mos en 12.0 , con un largo comentario. El Rey de Prusia, separan- do en la Metiere el Médico del Escritor, y el impío del satírico se dignó hacer su elogio fúnebre. Este elogio se leyó en la Acade- mia por uno de los Secretarios. Extr. del D. H. MIASMAS. (Med.) Se ha dado el nombre de miasmas í unos cuerpos sumamente sutiles que se ha supuesto eran los propa- gadores de las enfermedades contagiosas, exhalándose de los cuer- pos infestados, y comunicándose desde ellos á los sanos por el con- tacto inmediato, ó por su atmósfera particular; así que su existencia está fundada solamente en sus efectos. Algunos han creido que estos agentes propagadores del contagio eran verdaderos insectos; pero falta en este caso la verdadera experiencia, y por lo mismo no co- nocemos su naturaleza, sus propiedades ni su modo de obrar; sin embargo de que hay medios para preservarse de su acción. (V. el artículo DESINFECCIÓN. ) MICON. ( Francisco) Natural de Vich , Doctor de Medicina, autor de la obra Alivio de sedientos , en la qual se trata de la ne- cesidad que tenemos de beber frió y refrescar con nieve. Barcelo- na 1576,8.° MIDRIASIS. (Cir.) *Se llama así una enfermedad del ojo, que consiste en haberse dilatado demasiado la pupila. Maestro-Juan en su tratado de las enfermedades de los ojos dice con mucho fundamen- to , que la dilatación morbosa de la pupila no es una enfermedad particular, sino el síntoma de otra enfermedad, tal como el aumento del humor vitreo, la gota serena&c. Funda su opinión en el meca- nismo del iris, que en su estado natural se encoge y dilata según los diferentes estados de la luz, y las diversas impresiones que los ra- yos luminosos hacen en la retina. La dilatación de la pupila no es mas que un accesorio de la enfermedad, pues la experiencia demues- tra que siempre hay algún mal que da lugar á aquella dilatación.* (V. ENFERMEDADES DE LOS OJOS.) MIEL. (Mat. Méd. é Hig.) La miel es un xugo dulce y azu- carado , que después de haber circulado con la savia en las vegeta- les, se separa de ella por una trasudación sensible, y llega al vaso nectario, que está colocado en el fondo del cáliz de las flores, de donde se derrama por superabundancia en el fondo mismo del cá- liz, y de aquí otra trasudación le lleva á las hojas de estas flores. Hay mas abundancia en ciertas plantas que en otras; las flores con- tienen siempre mucho mas que las hojas de las plantas y de los ár- boles , en los quales las mas de las veces no se advierte. Las hojas del fresno y del arce tienen mucha cantidad en la Calabria y en el Brianzones. En ciertas plantas, como en las cañas de azúcar y las del maíz, este xugo meloso está en la medula en mucha abundan- MIÉ 393 cía, y en los árboles frutales la fruta misma es la que le recibe; y su grado de sabor, mas ó menos dulce, es siempre proporcionado a la circulación de este xugo, mas ó menos abundante en razón de los obstáculos. Todos los vegetales contienen pues los principios de la miel, y solo se diferencian en mas ó en menos. En todas partes pueden por consiguiente alimentarse las abejas, y hacer una cosecha proporcio- nada á la abundancia que les ofrecen los países en que habitan. Pero las vastas praderas bien esmaltadas de flores, las campiñas de trigo negro ó sarracénico &c., los inmensos bosques poblados de toda suerte de árboles, les ofrecen con profusión en que ocuparse, y pro- visiones para llenar sus almacenes. Las montañas cubiertas de rome- ro, de espliego, de tomillo, de trébol y de otras muchas plantas aromáticas, les suministran siempre una excelente miel, y las mas veces con abundancia. El tiempo de su cosecha dura tanto como la estación de las flores; y quando estas se acaban, los frutos que les suceden son para ellas de un gran recurso. Desde que se ha descubierto el azúcar, la miel no es ya de un oso tan freqüente: los antiguos la empleaban como condimento en sus comidas, y la mezclaban, según Virgilio, con el vino des- abrido para corregir su aspereza: algunos la miraban casi como un remedio universal, atribuyéndole la propiedad de preservar de la corrupción y prolongar la vida. En la Farmacia se hace mucho uso de ella para la preparación de muchos xarabes, y los Médicos la em- plean como un xabonoso que suple por la bilis en las obstrucciones del vientre, y para ayudar á la digestión, en tisanas, gargaris- mos y ayudas, y en las pulmonías y afecciones de pecho catar- rales se prescribe por bebida común el aguamiel tibia como expec- torante y diaforética. La Cirugía la administra con felicidad en las lociones detergentes: finalmente, la mieles el remedio mas seguro y eficaz contra las picaduras de las abejas. MIELES MEDICINALES. (Mat. Méd.) Son unas especies de xarabes hechos con miel, que tienen varios nombres, pues unos se llaman arrope, como el de moras, saúco&c; otros oximieles &c. Se usan con bastante freqüencia en la Medicina, ya sea para mezclar con otros xarabes, con las infusiones ó cocimientos, ó para formar elec- tuarios &c.: los que se hallan en la Hispana son los siguientes: Miel de moras, ty. Xugo de moras negras una libra; miel dos li- bras; agua común la cantidad suficiente. Se cuece en una vasija de barro hasta que tenga la consistencia de un xarabe espeso , y se cue- la. Su dosis es de una á dos onzas. Miel rosada ó robdomel. ty. Xugo de rosas encarnadas y miel muy buena , de cada cosa dos libras; agua común la cantidad sufi- ciente. Se cuece para que tome la consistencia de xarabe, y se cuela. tomo v. ddd 394 MIÓ Miel de las bayas de saúco, r/. Xugo de las bayas maduras de saúco una libra; miel dos libras; agua común la cantidad que quisieres. Se cuece hasta que tome la densidad de un xarabe bas- tante consistente, y se cuela para usarle. Su dosis es de media á una onza. Miel simple de vinagre. (Oximiel simple.) ty. Miel muy buena quatro libras ; vinagre blanco selecto y filtrado dos libras. Se disuelve en una vasija de barro vidriada, se evapora á fuego lento hasta que tenga la debida consistencia, y se cuela. Su dosis es de una á tres onzas. Miel escilítiga dh vinagre. (Oximiel escilítico.) ly. Vina- gre escilítico reciente dos libras; miel muy buena quatro libras. Se disuelve en una vasija de barro cubierta de una costra vidriada de color blanco en un baño aquoso, y se cuela. Su dosis de media á una onza. Del mismo modo se prepara el de vinagre colchico. Miel depurada. ly. Miel selecta la cantidad que quisieres. Se cuece en la suficiente cantidad de agua común hasta que se haya despumado y adquirido la consistencia de xarabe. MIEMBRO VIRIL, (T. generación. ) MIEMBROS. (Anat) Se llaman así también las extremidades superiores é inferiores. MILIAR. (Calentura) (Med. Práct.) (V. la clase de calen- turas , y la de flegmasías. ) MILOFARING EO. (Músculo) Se da este nombre á un múscu- lo que pertenece á la faringe. (V. este artículo.) MILOGLOSO. ( Músculo) ( V lengua. ) MILOHIOIDES. (Músculo) Se llama así un músculo de los que mueven el hueso hioides. (V. este artículo.) MILOS. (Anat.) Se llama así una eminencia que hay en la cara interna de la quixada baxa(V. este artículo.), á la qual se atan varios músculos del hueso hioides, la faringe y la lengua. MILPIÉS. (Mat. Méd.) Insecto llamado así vulgarmente, y conocido por Linneo con el nombre de oniscus asellus. Los anti- guos usaron de él con mucha freqüencia y confianza, colocándole en la clase de los diuréticos; llegando su credulidad hasta el extre- mo de mandar tragar vivos los milpiés, aunque por lo común se re- cetaban en polvos en dosis de veinte granos hasta media dracma. Como quiera no hay una sola observación positiva que acredite su utilidad. MINIO. (Mat. Méd.) Preparación del plomo, llamado tam- bién bermellón , empleada exteriormente, principalmente en ciertos emplastos como desecante, repercusivo y refrescante. MIOPE. (Óptica.) Esta es la voz técnica con que distinguimos á los que son cortos de vista. Su etimología es griega, y sign ifica MIR 39S I ojo de rata, porque se cree haber observado que aquel animal es corto de vista, cosa que toca á los Naturalistas el averiguar; pero miope se dice propiamente de los que ven confusamente los objetos que están lejos, y distintamente los objetos cercanos. Les que tie- nen el defecto opuesto se llaman présbites. El defecto de la vista de los miopes no proviene ni del nervio óptico ni de la pupila, sino de la forma del cristalino, ó de la distancia á que se halla de la re- tina. Quando el cristalino es demasiado convexo ó redondo dirige los rayos demasiado convergentes, de modo que se reúnen dema- siado cerca del ctistallno, y antes de llegar á la retina; lo mismo su- cede quando la retina está demasiado cerca del cristalino , aunque este no sea demasiado convexo. La demasiada convexidad de la córnea hace miope á una persona por la misma razón. La córnea es aquella membrana convexa semejante á la asta ó al cuerno, que se halla en la superficie del globo del ojo; efec- tivamente se observa que casi todos los que tienen los ojos muy grandes, ó la córnea muy convexa, son miopes. El defecto de los miopes va disminuyendo con el tiempo, porque el ojo se achata al paso que vamos entrando en eded, y toma la convexidad necesaria para que los rayos se reúnan exactamente sobre la retina; pero no se dice con razón que la vista corta es la mejor, es decir, la que se conserva mejor y por mas tiempo. Los miopes pueden remediar este defecto por medio de un vidrio cóncavo colocado entre el ojo y el objeto ; pues como aquel vidrio tiene la propiedad de poner los rayos mas divergentes antes que lleguen al ojo, se logra también que se reúnan mas tarde en el fondo del ojo, que si viniesen directamen- te del objeto mismo. (D'Alember.) MIOPÍA. (Cir.) La miopía, según acabamos de ver, es lo que vulgarmente se llama cortedad de vista, ó el defecto de aquellos que no ven sino de muy cerca y guiñando. La causa de la miopía es la excesiva convexidad de la córnea transparente que hace que los rayos visuales se hagan demasiado convergentes, estoes, que se re- unan mas de lo regular, y por consiguiente no pueden tocar reuni- dos en el órgano inmediato de la vista. Para reparar este vicio de conformación es necesario usar anteojos cóncavos. (V. enferme- dades de ojos y VISION.) MIOTOMI A. ( Anat.) Se da este nombre á la parte de la ana- tomía que enseña á disecar los músculos. MI RABO L ANOS (Mat. Méd) Fruto deXphylantus embrica, de sabor ácido y astringente, remedio poco usual en el dia; se ha tenido por un purgante suave, aunque mas bien es de propiedad astringente: en otro tiempo se ensalzó mucho su eficacia contra la diarrea y disenteria. MIRRA. (Mat. Méd) Goma extraída de un árbol todavía no 396 MIX bien conocido, aunque se sospecha que pertenece al género mimosa: algunos la han atribuido gran eficacia para las amenorreas depen- dientes de la atonia del útero , pero con poco fundamento. Se com- bina á veces con los marciales para la curación de muchas enferme- dades crónicas, sostenidas por una alteración del sistema glanduloso ó linfático: la dosis es de un escrúpulo hasta media dracma : entra en muchas preparaciones inútiles, y con su aceyte se forma un eleo- sácaro bastante eficaz: la tintura de mirra se usa poco. MITRAL. (Anat) Adjetivo que pertenece á mitra; y por la semejanza que tienen á esta unas válvulas del corazón se llaman nú- trales (V. corazón.) ' MiTRIDATES. (Mat. Méd) Preparación antigua inútil, aun- que ensalzada en otro tiempo como un antídoto maravilloso, de que según tradición usaba Mitridates, Rey del Ponto, para preservarse de qualquier veneno:se componía de innumerables simples, entre los qu.iles entraban la mirra , el azafrán , el agárico , el gengibre , la ca- nela , el nardo indiano, el bálsamo de Judea, el gálbano, la tre- mentina , la pimienta larga, el estoraque, el castor, la pimienta blan- ca, el escordio, el nardo céltico , la goma arábiga, el opio, la raiz de genciana, la miel, vino &c» Las propiedades mas efectivas que podía tener este fárrago de substancias medicamentosas eran la de corroborante y calmante. MIXTO. La significación de este adjetivo tiene varias acepcio- nec; y aunque en general significa mezcla, los Anatómicos le emplean para expresar una especie de movimiento, que parte es voluntario y parte involuntario, esto es, que podemos acelerar ó retardar; pero de ningún modo detener, como el de la respiración &c. En Materia Médica se puede llamar mixto á la mezcla de dos simples, y de don- de se deriva la voz mixtura. MIXTURA. ( Mat. Méd.) Composición que resulta de la mez- cla de varias substancias en forma líquida: con este nombre se desig- nan muchas fórmulas magistrales , como la mixtura de Silvio, la corroborante de With; pero las que se hallan en nuestra Farmaco- pea son las siguientes: Mixtura astringente de opio de silvio. (Para el vómito de sangre.) Jtf. Agua destilada dos onzas y media; ácido acetoso me- dia onza; opio puro pulverizado dos granos. Se disuelven, y añade de coral roxo preparado media dracma; de los polvos de catecu medio escrúpulo, y xarabe simple una onza. Su dosis media onza repetida por intervalos. En cada onza se encuentra medio grano de opio. Mixtura del carbonate de potasa de axenjos. (Antie- mética.) Vf. Agua pura una onza; agua lacticinosa de canela una drac- ma, carbonate de potasa de axenjos media dracma; xugo reciente de MOC 397 limones seis dracmas. Se mezcla, y lo ha de tomar el enfermo antes de que se concluya la efervescencia. Es para única toma. Mixtura de la resina de copayba del doctor fuller. ( Mixtura balsámica.) b/. Resina líquida de copayba medía onza ; ye- mas de huevo número dos; vino blanco muy bueno ocho onzas; xa- rabe simple dos onzas. Se mezclan la resina con las yemas de huevo por un rato en un almirez, echando poco á poco el vino, después se añade el xarabe , para que se forme una mixtura muy buena á manera de emulsión , se cuela y guarda. Su dosis hasta dos onzas. Mixtura moscada. (Julepe moscado.) r/. Flores de azahar; frutos de los clavos de especia y azafrán, reducidos á menudas por- ciones, de cada cosa un escrúpulo. Se pone en infusión por espacio de una hora en una libra de agua caliente. Se cuela, y añade de mos- co, y de ámbar gris, con un grano del carbonate de amoniaco de cuerno de ciervo machacados juntos, de cada cosa dos granos; con- fección cordial de los sándalos dos dracmas; xarabe simple onza y media. Su dosis es tres onzas repetidas por intervalos. Mixtura alcanforada. (Julepe alcanforado.) r/. Agua de melisa seis onzas; alcanfor seis granos; miel de saúco onza y media. Mézclese según arte. Su dosis es de dos á tres onzas. Mixtura de la goma amoniaco. (Emulsión de Brunero.) Véase emulsión de la goma amoniaco de Brunero. Mixtura estomática del carbonate de potasa de axfn- jos. (Julepe estomático.) r/. Agua de corteza de cidra, axenjos y yerba buena, de cada cosa quatro onzas; canela dos onzas; carbo- nate de potasa de axenjos quatro escrúpulos; tintura de leño aloes dos dracmas; xarabe de corteza de cidra una onza. Su dosis es una cucharada. Mixtura gomosa del sulfate de hierro, b/. Sulfate de hier- ro media dracma; goma arábiga una onza; agua pura hirviendo una libra. Se disuelve y cuela. Su dosis es de una dracma hasta media onza. MOCO. (Fisiol) Se llama así todo humor que se parece en su consistencia á la clara de huevo, que se halla en varias partes del cuerpo; y se conocen con este nombre las siguientes: Moco de las narices. Se llama así el humor mocoso que lubri- ca el septo y conchas de las narices. El órgano secretorio ion Jas criptas mudparas , que están situadas en la membrana pituitaria, que viste el septo y las conchas. Se le mezclan también en esta cavidad: i.° El agua que cae en forma de rocío á la cavidad de las narices de los senos frontales, esfenoidales, etmoidales y maxilares, por tres conductos abiertos en esta cavidad : las paredes de estos senos están vestidas de una membrana muy vasculosa y tierna , destituida de criptas mucosas, y que no es fungosa como la pituitaria. 2.0 Elhu- v98 MOC mor lagrimal, que fluye del saco lagrimal por los canales nasales abier- tos al conducto inferior de las narices por baxo del turbinado nasal inferior. Órgano secretorio. El moco sobreabundante se echa fue- ra ó por estornudo ó sonándolo por las narices, ó arrojándolo por esputo si cae á las fauces por los forámenes posteriores de las narices. No tiene olor alguno; el sabor es simple; color ninguno: quando es líquido es transparente, pero no quando es espeso. Quando toma color arrastra l^s partículas heterogéneas que se mezclan con él. La cantidad de moco secretado no está todavía determinada. En los niños es mas abundante su secreción, y por esta razón están siem- pre echando mocos. Consistencia. Es un humor viscoso y lento, fi- lamentoso , y se pega fuertemente á todos los cuerpos aunque sean muy lisos. El moco de las narices es mas espeso y tenaz que todo el demás moco de las primeras vias; y quanto mas interiormente se secreta en el canal intestinal, tanto mas fluido se hace , excepto al fin de los intestinos crasos en donde se vuelve de nuevo mas espeso. La grave- dad específica es algo mayor que el agua, no obstante que al prin- cipio nada las mas veces en ella; pero luego que se desprenden algu- nas ampollitas de ayre se va siempre á fondo. Así es que el que se echa por las mañanas se va á fondo inmediatamente , porque habien- do estado durante la noche estancado en las narices, no puede con- tener sino una corta porción de ayre. Expuesto al ayre se seca en forma de capas ó láminas friables y resplandecientes. Puesto sobre las brasas se evapora casi enteramente sin olor alguno; pero huele mal si contiene en sí partículas purulentas. El agua pura, aunque esté ca- liente , ni lo deslié ni lo disuelve, ni menos se disuelve tampoco por la cocción en ella. Aunque en la ebulición parece á la vista mez- clarse con el agua, vuelve en efecto á caer al fondo luego que se enfria. Parece recibir el agua de cal recien hecha. No mezcla el acey- te con el agua como el moco vegetal. No puede disolverse por las sales neutras, ni por los carbonates alcalinos fixos ó volátiles, pero es descompuesto por el álcali puro. Los ácidos minerales en corta dosis lo espesan; pero siendo en mayor cantidad lo disuelve, y to- ma diversos colores. Por el ácido sulfúrico toma el color de púr- pura, y se liquida casi enteramente fuera de algunos grumos que se van al fondo. Por el muriático se deshace mas completamente, y toma el color de amatista. Al nítrico parece resistir algún tanto; pero cede quando es muy concentrado, y disolviéndose toma el color de amarillo. Degeneración espontánea. Es entre todos los xugos anímales el menos sujeto ala putrefacción. Conservándolo por un mes en agua y á un calor suave, que es lo que promueve muy particularmente la putrefacción, permanece todo este tiempo sin olor alguno. Sin era- MOC 399 bargo, no retarda la putrefacción de los otros cuerpos. El moco animal se diferencia del vegetal, preparado con la goma arábiga , en que este se disuelve en el agua, y no en el aceyte de sosa, y en que no mezcla el aceyte con el agua. Los principios constitutivos parecen ser el albumen del suero espesado por el oxígeno, porque el vapor del ácido muriático oxigenado, inspirado por las narices, espesa el moco de ellas con tanta tenacidad que produce una coriza artificial por algunos dias. Por la destilación seca se convierte como el albumen del suero en álcali volátil, aceyte empireumático y car- bón ; los ácidos minerales lo disuelven como el albumen del suero, haciéndole tomar los mismos colores. Uso del moco de las narices: i.° Conserva siempre blandas y húmedas la membrana pituitaria y sus papilas nerviosas, impidiendo que el paso del ayre las sequen y pierdan la facultad del olfato. 2.0 Modera la sensibilidad exquisita de los nervios que está aquí casi al descubierto, porque en el ro- madizo , quando llega á faltar el moco, la impresión del ayre al pa- sar por esta parte produce una sensación muy desagradable. 3.0 De- tiene, por decirlo así, y aplica á los nervios olfatorios las partí- culas oloríferas atraidas por las narices. 4.0 Limpia el ayre que ha de ser inspirado, pasando por las narices á los pulmones de las par- tículas heterogéneas de que va cargado. Moco del saco lagrimal. Es el que lubrica la superficie in- terna del saco lagrimal. Órgano secretorio. Parecen ser los vasillos arteriosos de la membrana pulposa, roxa, que forma el interior del saco lagrimal. El moco sobrante cae á las narices con las lágrimas por el conducto nasal. Uso. Impide la concreción de las vias lagri- males, y las defiende contra la acritud salina de las lágrimas. Moco de la tuba eustaquiana. Es el moco que lubrica la cavidad de la tuba de Eustaquio. Órgano secretorio. Son los vasos arteriosos de la membrana pituitaria, que se redobla desde las fau- ces á la cavidad de la tuba. El moco superfluo se corre á la gargan- ta. Uso. Barniza la superficie interna de la tuba para que el ayre no la seque. Moco de las fauces. Es el que barniza Ja cavidad de las fauces. Órgano secretorio. Lo constituyen las numerosísimas criptas mudparas y senos mocosos de las tonsilas, faringe, foramen ciego de la lengua, y espansion glandulosa de Morgagni. Este moco parre se traga con la saliva, y parte con los alimentos que se mastican; pero la mayor parte del que se acumula mas abundantemente por la noche se echa luego con los esputos. Su consistencia es mas tenue que el de las narices, porque es continuamente diluido por la saliva. La cantidad aun no está determinada; pero la multitud de fuentes y su freqüente excreción, persuaden que es considerable. Los prin- cipios constitutivos son como los del moco de las narices; la qua- 400 MOC lidad la misma. Uso. i.° Lubrica la cavidad de las fauces para fa- cilitar la deglución del bolo masticado. 2° Por su lubricidad for- ma de los alimentos ya masticados un bolo mas fácil de tragar. 3.0 Impide la resecación de las fauces, que causaría el paso del ayre en la respiración, y al tiempo de hablar. 4.' Quita y modera la sed humedeciendo las fauces. Moco del esófago. Es , el que lubrica la superficie inter- na del esófago. El órgano secretorio de este moco parece ser unos senos particulares muciparos situados en la tela celulosa del esófago. Porque las glándulas dorsales que están colocadas hacia la quinta vertebra del pecho, y que las mas veces son considerables , son me- ramente linfáticas, y no tienen ningún conducto escretorio que pueda verter su xugo particular en el esófago, como algunos lo cre- yeron. Mas con el moco del esófago se mezcla juntamente un vapor aquoso, que se exhala en esta cavidad de las últimas extremidades de las arterias. Qualidad. Es semejante al moco de las fauces, pero un poco mas tenue. Uso. i.° Lubrica la cavidad del esófago para que sea mas fácil el descenso del bolo de comida al estómago. 2.0 Im- pide la concreción de las paredes del esófago. 3.0 Precave la reseca- ción de las fibras musculares para que no estén tardas ó perezosas en su acción. Moco pulmonal. Es el que lubrica la superficie interna de la laringe, de la traquea, bronquios y vexiguillas pulmonales. Ór- gano secretorio. Son las glándulas muciparas que están situadas debaxo de la membrana interna de estas partes. El moco abundan- te del pulmón se arroja comunmente con el nombre de esputo. Ca- rece de olor y de sabor en el hombre; su consistencia es un poco mas tenue que la del moco de las narices; color ninguno; pero al- gunas veces los hombres mas sanos echan por la mañana el esputo azulado ó azul obscuro. Uso. i.° Impedir la resecación de la su- perficie aérea de la laringe, bronquios y vexiguillas pulmonales, muy temible en este lugar por el continuo tránsito del ayre. 2° Defen- der la membrana tan sensible de estas partes de que sea irritada por los cuerpos acres y polvorosos inspirados con el ayre. 3.° Hacer la voz agradable, porque se vuelve ronca quando la laringe y la tra- quea se ponen secas. Moco de las primeras vías. Es un moco que lubrica la su- perficie interna del estómago y de los intestinos, tanto gruesos como delgados. Órgano secretorio. Son las glándulas muciparas que están situadas debaxo de la túnica felposa de las primeras vias. El sobre- abundante se arroja juntamente con las materias fecales de los in- testinos gruesos. Consistencia. En el estómago é intestinos delgados es mas tenue, en el recto mas abundante y espesa que la del moco de las narices. Las demás propiedades convienen con las del moco MOC 401 de esta misma parte. Cantidad. Es sin duda considerable, como de- muestra la extensión de la superficie secretoria. Uso. i.° Lubrica la superficie de las primeras vias para que el quimo descienda con mas facilidad por los intestinos delgados, y los excrementos por los grue- sos. 2.0 Impide que Ja superficie sensible del estómago y de los in- testinos sea irritada por los alimentos acres ó espirituosos, ó por la acritud de la bilis. Así es que viene la cardialgía, los entuertos do- lorosos , si este moco es barrido y arrastrado por la acción de los purgantes drásticos. MOCO DE LA VEXIGA DE LA ORINA. (V. ORINA.) Moco de la uretra. Es el moco que lubrica la superficie in- terna de la uretra. Órgano secretorio. Son las glándulas muciparas situadas debaxo de la membrana interna de la uretra. El superfluo es arrojado con la orina. Uso. Defiende contra la acrimonia de la orina la superficie interna de la uretra que es muy sensible. Moco de la vagina. Es un moco que lubrica la superficie in- terna de la vagina. Órgano secretorio. Son las glándulas ó lagunas muciparas situadas debaxo de Ja membrana interna de la vagina: el superfluo se evacúa por esta via: la qualidad es muy viscosa: la cantidad no muy pequeña, y mas abundante hacia el fin de la pre- ñez. Uso. Lubrica la vagina para que el frotamiento en el coito no la llegue á lastimar. En el tiempo del parto lubricando las partes facilita al niño el paso de la vagina, y por esta razón es tan abun- dante su secreción hacia los fines de la preñez. Moco del cuello del útero. Es un moco que se encuentra en el cuello del útero. Órgano secretorio. Parecen ser unas lagunas mucosas particulares que se ocultan entre las arrugas reticulares de las válvulas del cuello. Estas lagunas están á veces tan llenas de moco que puede exprimirse de ellas, é introducir una cerda hasta cierta longitud en sus conductos excretorios. La consistencia es semejante al moco ; en las embarazadas mucho mas espesa : el color á veces algo roxo. La cantidad en el estado de virginidad es pequeña; pero en las embarazadas es tan copioso, que llega á obturar y cerrar el cuello y orificio uterino. Uso. i.° Impide la concreción del cuello uterino contraido durante la preñez. 2.° Obtura el orificio del útero duran- te la preñez, para que el huevecíllo impregnado, al menos en los primeros meses, que es todavía muy pequeño, no llegue á caerse de la cavidad del útero. 3.0 Al tiempo del parto fluye del cuello del útero á la cavidad de la vagina, y de este modo lubrica el orifi- cio uterino y la vagina para el descenso del feto. Por esta razón quando viene este moco teñido de sangre ó de estrías sanguinolentas anuncia que el parto está cercano. Moco de las tubas falopianas. Es un moco tenue que lu- brica la superficie interna de las tubas de Falopio. Parece que su se- TOMO V. EEE 402 MOL crecion es debida á las glándulas pequeñas muciparas, situadas de- baxo de la membrana interna de las tubas. El superfluo fluye á la cavidad del útero. Uso. Lubrica el camino para el paso del hueve- cilio impregnado desde el ovario por la tuba de Falopio á la cavi- dad del útero. MOCO DEL CUERPO RETICULAR DE MALPIGIO. Es Un mOCO que está adherido al retículo de Malpigio, entre la epidermis y cutis de todo el cuerpo. Órgano secretorio. Parecen ser los vasos arteriosos que se abren en la superficie de la cutis baxo de la misma epider- mis. El superfluo es reabsorvido por los vasos linfáticos cutáneos. La consistencia es glutinosa. No tiene olor ni sabor. El color de este moco varía: i.° Por razón del clima es blanco en los europeos, mo- reno en los semietiopes, muy negro en los etiopes, siendo cineríceo tan solamente el color de su epidermis. 2° Por razón de las partes singulares del cuerpo. La región de la areola de las mamilas, de la vulva y del escroto son ordinariamente de un color diferente del de la epidermis de las otras partes del cuerpo. En las embarazadas, prin- cipalmente primerizas, las papilas de los pechos se ponen casi ama- rillas, y en lassamoyedas, aunque estén intactas, son sumamente ne- gras. El color morboso es también diferente en la ictericia amarilla, lívido en el ictero negro, verdoso en la clorosis, y encarnado en el fenigmo ó ictero roxo. En el mismo moco de la epidermis tienen su asiento los estigmas ó señales de algunos exantemas, como las pe- tequias , el sarampión, la escarlatina &c. Los principios constitutivos de este humor parecen ser el moco animal mezclado con un prin- cipio colorante. Uso. i.° Une la epidermis con la cutis. 2° Modera el sentido del tacto: así es que se siente un dolor grande quando los nervios cutáneos están despojados de la epidermis. 3.0 Humedece las papilas cutáneas para que el ayre atmosférico no las reseque; porque es tal la violencia de este, que seca y convierte en láminas córneas á todas las membranas animales, privándolas de sus humo- res y de su vitalidad, excepto la epidermis solamente. 4.0 Es el asien- to del color exterior del hombre. MOFETA. (Med. Prdct) Así se llaman los vapores ó exhala- ciones muy sensibles que se perciben en los subterráneos profundos, en las grutas, en las minas, y á veces también en la superficie de la tierra: todas son sumamente peligrosas, y producen terribles y funestos efectos. La mofeta de cada parage es diversa, según el dis- tinto agente, de cuyas exhalaciones se carga su atmósfera: así la mo- feta de una mina de arsénico es distinta de la otra de carbón mine- ral. El método preservativo general consiste en renovar el ayre; pero siempre seria mas seguro atender á la diversa naturaleza de las exha- laciones. MOLA. (Cirug.) * La mola es una masa carnosa, dura é infor- MOL 403 me, que se engendra algunas veces en la matriz en lugar de un feto, la que también se llama falsa concepción. La mola sin duda es un embrión falto y desordenado, que ha- bría sido una criatura si la concepción no hubiese sido perturbada con algún impedimento. Aunque propiamente no tiene huesos ni visceras, no obstante sus facciones muchas veces no se han borrado de modo que no dexa de conservar algunos vestigios de una criatura. Algunas veces se ha notado una mano , otras un pie , pero las mas veces una placenta. Rara vez se hallan dos molas á un tiempo: no obstante, dice Senerto, que ha sucedido hallarse dos, tres ó aun mas juntas; añade también, que aunque las molas suelen venir solas , se han visto algunas acompañadas con un feto , unas veces antes y otras después. La mola se distingue de un embrión en que no tiene placenta por donde reciba alimento de la madre; y que en lugar de esto está in- mediatamente pegada á la matriz, de la qual toma su alimento. Tiene una especie de vida vegetativa, y va creciendo siempre hasta el momento del parto; y ha habido algunas que han permanecido dos y tres años en la matriz. Se cree que la mola proviene de un defecto ó mala disposición del huevo de la muger , ó por un vicio del semen del hombre , que no tiene fuerza para penetrar suficientemente el huevo de modo que lo abra y dilate. También podemos explicar esta producción infor- me suponiendo que un huevo ha caido en la matriz sin estar impreg- nado por la semilla del macho; en qualquiera de estos casos el hue- vo continúa creciendo y faltándole sin embargo alguna cosa necesa- ria para organízarlo y formar un embrión, por lo que se vuelve una masa informe. Los autores no convienen en si las mugeres pueden tener molas sin que haya habido comercio con varón. Algunos di- cen que ciertas molas provienen de una sangre menstrual detenida, coagulada y endurecida al través, de la qual se han abierto paso la sangre y los espíritus. La mola se distingue de una concepción ver- dadera en que tienen un movimiento de palpitación y de temblor, que anda de un lado á otro, y que pone el vientre hinchado por todas partes. Los pechos se hinchan como en la preñez natural; pero el humor que desprende no es una verdadera leche, sino un humor crudo, que proviene de los menstruos suprimidos. Para hacer salir una mola de la matriz nos valemos de sangrías, purgantes violentos, ó finalmente emenagogos; y sí todo esto es infructuoso pasamos á la operación manual. Lanzweerde, Médico de Colonia, publicó en 1686 un tratado muy sabio sobre las molas con este título: Historia naturalis molla- rum uteri. Refiere la opinión de los que sostienen que las doncellas no están expuestas á esta enfermedad, igualmente que la de los otros que admiten la afirmativa; y procura conciliar una y otra admitien- 404 MOL do dos especies de molas, una de generación y otra de nutrición; pero generalmente considera las molas como unas concepdones que se han desgraciado. Su obra está llena de hechos instructivos y curio- sos. Mr. Lebret ha tratado de las molas baxo la denominación de falsa preñez, y dice que el comercio con los hombres es siempre la causa ocasional de las molas. Los signos de la falsa preñez se pare- cen bastante á los de la verdadera: una y otra producen igualmente náuseas, vómitos, el apetito depravado , y una repugnancia á los alimentos que antes comia habitualmente y con gusto. Los pechos se ponen dolorosos, y las reglas se suprimen; pero todos estos sig- nos son equívocos, pues las verdaderamente doncellas pueden te- nerlos igualmente por la descomposición de sus reglas. Los signos característicos son los siguientes: Los progresos de la tumefacción del vientre son mas rápidos en los principios de la fal- sa preñez que en los de la verdadera; la región de la matriz está dolorosa; la muger verdaderamente preñada no siente nada. En el primer mes de un buen preñado se toca fácilmente el cuello de la matriz, que está prolongado como la punta de una pera; en el pre- ñado falso al contrario, apenas se encuentra el orificio, que está acor- tado y como estirado. En el bueno y verdadero preñado el vien- tre va creciendo poco á poco, y solo al fin del término el creci- miento es mucho mas pronto que antes: de modo que del séptimo ai noveno mes la criatura dobla casi su volumen. Al contrario en el preñado falso, los progresos del aumento del volumen del vientre, que son considerables y rápidos al principio, son al último muy lentos* Los pechos, que se hinchan en los últimos tiempos de un buen pre- ñado , se baxan al contrario en el malo: si examinamos á una muger verdaderamente preñada tendida boca arriba, y la hacemos toser ó sonarse las narices en aquella situación, su vientre se levanta ante- riormente como una bola; cosa que no se observa quando el pre- ñado es falso. La cura del falso preñado, bien reconocido por los signos que lo caracterizan , consiste en libertar á la muger del cuer- po extraño formado en su matriz; por lo qual no hay remedio mas eficaz que el baño, pues aunque algunos autores de reputación lo hayan proscrito como peligroso, la experiencia ha demostrado su utilidad. Algunas veces se forman en el hondo ó en las partes inte- riores de la matriz unos infartos que degeneran en tumores, los qua- les pasando el orificio de la matriz crecen en la vagina : esto es lo que Lanzweerde llama mola de nutrición. Aquellos tumores son sar- comatosos, y en estos últimos tiempos se les ha puesto el nombre de pólipos uterinos. El autor de los pensamientos sobre la interpretación de Ja na- turaleza habla de las molas en los términos siguientes: »Este cuer- po singular se engendra en la muger; y según opinan algunos, se MON 40$ verifica sin concurso de varón. De qualquier modo qne se verifique el misterio de la generación , es cierto que los dos sexos cooperan a ello: acaso la mola no es otra cosa que la reunión ó de todos los elementos que emanan de la muger en la producción del feto , ó de los elementos que emanan del hombre en su coito con la muger. Tal vez estos elementos pueden ser inertes y frios en un hombre ; y es- parcidos y depositados en ciertas mugeres de un temperamento ar- diente , y una imaginación fuerte , podrán calentarse, exaltarse y to- mar una cierta actividad. Al contrario estos elementos inertes y frios en la muger podrán tal vez ser puestos en acción ó por la presencia estéril y movimientos puramente voluptuosos del hombre , ó por la violencia de los deseos provocados de la muger, que los hagan salir de sus receptáculos, y los lleven á la matriz, donde se detengan y combinen ellos mismos. Acaso la mola no es otra cosa que el resul- tado de esta combinación solitaria, ó de los elementos emanados de la muger, ó de los elementos suministrados por el hombre. Pero si la mola es el resultado de una combinación tal como la supone- mos , esta combinación tendrá sus leyes tan invariables como las de la generación. Nos falta la Anatomía de las molas hechas según es- tos principios, la que tal vez nos descubriría unas molas distingui- das por algunos vestigios relativos á la diferencia de los sexos." * MOLES. (Bartolomé) (Biog.) Aragonés. Dio á luz el libro Speculum sanitatis, sive de sanitate conservanda. Salamanca, 1545, 8.° MOLINA. (Rodrigo de) (Biog.) Médico y Cirujano, Granadi- no , escribió: Institución quirúrgica en que fácilmente se hallarán todas las especies de llagas que son o pueden ser hechas en la cabeza &c. 1575. Tal vez es el mismo que antes habia dado á luz modo preservativo y curativo de pestilencia y de modorra. Gra- nada 1554, 8.° MONARDES. (Nicolás) (Biog.) Sevillano, Doctor de Medicina, que aprendió en Alcalá, y se hizo célebre por sus escritos, que son 3.° De secanda vena in pleuritide inter gracos et árabes con- cordia, ad Hispalenses Médicos. Sevilla, 1539» 4'°: 2° Phar- maco di losin. Diálogo, ibid. 15 76, fol.: 3.0 De las drogas de las Indias. Dos tomos: 4.0 De varios secretos y experiencias de Me- dicina: 5.0 Libro de-dos medicinas excelentísimas contra todo veneno, la piedra bezoar y la yerba escorzonera. Sevilla 1569, 8.° y otras varias obras. MONRÓ. (Alexandro) (Biog) Célebre Médico de Londres: na- ció en esta ciudad en el año de 1697, y murió en el de 1767. Des- pués de haber viajado por Francia y Holanda para perfeccionarse en el arte de curar, volvió á su patria donde la exerció con el ma- yor acierto: pasaba por uno de los mayores Anatómicos de su siglo: 406 MON publicó sucesivamente diversos escrítos sobre esta ciencia, que han sido publicados por uno de sus hijos baxo del título de Obras de Alexandre Monro: en Londres en el año de 1781, en 4.0, en in- gles. La obra mas interesante de esta colección es el tratado de la Anatomía de los huesos, publicada por la primera vez en el año de *726 > y reimpresa ocho veces en vida del autor, y que ha sido tra- ducida casi en todas las lenguas de la Europa. D. H. MONSTRUOS. (Fisiol. y arte de Parí.) Llámase monstruo todo lo que se aparta de la común estructura del cuerpo humano. De aquí se sigue que todo el que nace con mayor ó menor número de partes, ó con alguna mucho mayor ó menor, ó de diferente fi- gura , se puede llamar monstruo ó monstruoso. » Como es útil el estudiar á la naturaleza, dice Richerand, has- ta en sus extravíos, vamos á tratar sobre los monstruos, reduciéndo- los á tres clases, según Mr. Buffon, llamando á los de la primera monstruos por exceso, á los de la segunda monstruos por defecto, y á los de la tercera monstruos por desorden ó situación falsa de los órganos. En la primera coloca los que tienen miembros ó dedos de mas, ó bien dos cuerpos unidos de diferentes maneras. En la segun- da se establecen los niños que nacen con un labio leporino , ó faltos de una parte qualquiera. Finalmente se ponen entre los de la terce- ra , no solamente los sugetos que se presentan con una transposición general de los órganos, como el tener el corazón , el bazo y la cor- vadura del intestino colon en el lado derecho, y el hígado y ciego en el izquierdo, sino también los que nacen con hernias de todas especies. Se debe añadir á estas tres especies de monstruosidades las manchas de la piel, cuyo color es siempre análogo á alguno de nuestros humores; pero cuyas figuras, extremamente variadas, no reconocen motivo alguno, después de una preocupación antigua, con la que se esfuerzan á buscar semejanzas mas ó menos manifiestas en ellas con aquellas cosas que apetecen las mugeres preñadas, en cuyo tiempo son libres para desear gustos caprichosos, y los apetitos des- ordenados que con tanta freqüencia se ven en la preñez. Entre los que han intentado indagar las causas de estas confor- maciones viciosas, los unos, como Mallebranche, lo han atribuido al poder de la imaginación de la madre sobre el feto encerrado en su seno; los otros, comoMaupertuis, han juzgado que las pasiones, de que se ven agitadas las mugeres, imprimen movimientos desorde- nados á sus humores; estos hieren con violencia el cuerpo tan tier- no y delicado de los embriones y de ios fetos, y trastornan su es- tructura. Las enfermedades que les afligen durante el tiempo que ha- bitan en la matriz son unas causas bien probables de lo dicho. Si dos fetos contenidos en un mismo huevo se colocan de espal- das , y llegan á inflamarse las superficies por donde se tocan, se con- MON 407 cibe como se efectuará su unión. Si se colocan en una vasiji estre- cha, los huevos fecundados de una tenca ó de otro qualquier pez, los muchísimos animalillos pequeños que de ellos nacen, careciendo de la capacidad suficiente en que desarrollarse, se pegan unos con otros, y de este modo resultan peces verdaderamente monstruosos. Quando por una enfermedad ó por un vicio primitivo de con- formación el cuerpo del feto está falto en algunas de sus partes, los otros se unen mejor, y consiguen un desarrollo mas considerable. Por esta razón en los acéfalos la falta de cerebro proporciona que la sangre, que debia distribuirse por esta entraña, se reparta por la cara, adquiriendo esta una extensión manifiesta. Es necesario prestar una credulidad demasiado firme á todo lo que contienen de extraordinario sobre este punto los escritos de la antigüedad, y aun los de estos últimos siglos. Leyendo las recopila- ciones periódicas, publicadas por espacio del siglo xvn, y también el principio del xvm , como las Efemérides de los curiosos de la na- turaleza, el Diario de los sabios &c. sorprehende el ver el nú-nero de cosas extraordinarias que en ellos se refieren. En el uno se halla una hija que vino al mundo con una cabeza de puerco: en otro hay una muger que parió un animal muy parecido á un pescado. Fué ne- cesario un tiempo, dice á este intento un Filósofo, en que toda la filosofía consistiese en no ver mas que prodigios en la naturaleza." En los monstruos que tienen mayor número de partes contare- mos los que se hallan con dos ó mas cabezas, los que tienen par- tes dobles, estando solamente unidos ó confundidos por alguna, y los que solo tienen algunas partes dobles; de modo que teniendo un cuerpo bien formado al exterior, le salen partes de otro. De los monstruos con una ó mas cabezas. Estos casos son raros; y es digno de notar que entre los que se hallan descritos en los autores, de pocos se dice cómo nacieron ,y qué diámetros tenían las pelvis de las madres. Gaspar de los Reyes Franco refiere la historia de dos monstruos con dos cabezas y qua- tro brazos cada uno, nacidos en Inglaterra en^ las provincias de Northumberland y de Oxford. El primero vivió hasta la edad de veinte y ocho años; y se notó bien que en cada cabeza habia un principio de raciocinar diferente, porque unas veces convenían en sus pensamientos, y otras no. El segundo vivió algunosdías, y aunque no llegaron las dos cabezas á poder raciocinar, sentían dife- rentemente, pues quando la una dormía solía estar dispierta la otra. En la Academia de Ciencias de París se da noticia de un mons- truo con dos cabezas que una comadre sacó sin dificultad del vien- tre de su madre, volviéndolo y tiraado por los pies. 408 MON En el Real Colegio de Cirugía de Cádiz se conservan dos mons- truos con las cabezas dobles, el uno en esqueleto , y el otro en- tero, en espíritu de vino. El primero se sabe por tradición que nació en Medina-Sidonia: habiendo arrojado uno de los dos pies primero, sobre él le echaron el agua del santo Bautismo , especificando en la forma que se bautizaba un solo individuo; pero habiendo visto , des- pués que con mucho trabajo arrojó la madre lo demás, que eran dos, consultaron al M. R. P. Feixoo sobre si alguno se habría bautizado; y este sabio Religioso deduxo de sus razones que probablemente ninguno. Del que se conserva en espíritu de vino se sabe que nació en la Isla de León, y que la madre le sobrevivió y vino á verlo algunos años después. Este monstruo lo traxéron al expresado Colegio cer- ca de tres dias después de nacido. Las dos cabezas son bien confor- madas ; medidas juntas tenian diez y ocho pulgadas de circunferen- cia ; por los hombros un poco mas de quince, y algo menos por las caderas. Ambas cabezas estaban llanas por el vértice, y á la misma al- tura , lo qual hace pensar que también nacería de pies; y en este caso con que la madre tuviera la pelvis un poco mayor que las bien con- formadas , pudo arrojarlo, aunque con trabajo, con los esfuerzos naturales solamente. Baudelocque mira como imposible el que presentándose dos ca- bezas al mismo tiempo al estrecho superior, baxen igualmente á la excavación de la pelvis: una, dice* se doblará sobre el tronco mien- tras la otra desciende. No obstante, ni este autor dice como se han de terminar estos partos, ni Camper; aunque en la memoria que an- tecede á la traducción que ha hecho de Mauriceau hace estas pre- guntas: ¿Qué se hade hacer quando el feto de todo tiempo con dos cabezas presenta la una fuera de la vulva, quedándose la otra den- tro ? ¿ Será lícito separar una? Y si se hace la operación cesárea ¿ cómo se procederá para volver adentro la cabeza que está fuera ? El se in- clina á que se arranque la cabeza que está fuera si entrambas son grandes; pues si son medianas se puede sacar la que está dentro con el manual ordinario. Jacobs, como todos los que prefieren la vida de la madre á la del feto, son de este partido; pero á este le parece que es mas fácil y seguro el separarla torciéndola, que cortando con el bisturí. Aunque el caso no haya sucedido, siendo posible, yo diré que nunca se debe arrancar la cabeza estando viva, con el débil pretexto de que estos monstruos mueren pronto; por lo que reconociendo primero que ambas cabezas daban señales de estar vivas, si eran pe- queñas, sacaría, como dice Camper, la que estaba dentro con el manual ordinario ; pero siendo grandes, é imposible el sacar la que se MON 409 conservaba en el vientre, votaría la operación cesárea, pues no en- cuentro dificultad en introducir la cabeza que está fuera para que salga por la abertura de la operación, respecto de que se puede em- pujar á discreción con una mano, y tirar por el cuello con la otra. Quando las dos cabezas no dan señales de vida , se debe separar la que está fuera , cortando primero los tegumentos y múscolos del cuello por la parte que descubre, y tordendo después la cabeza para que las vertebras se desunan, lo qual no se puede hacer con el ins- trumento cortante. Separada esta cabeza se esperará á ver si la naturaleza expele la otra , y si no se buscarán los pies para sacar por ellos lo demás. Quando esto no se puede conseguir se extraerá la otra con el fór- ceps , y en su defecto se vaciará el cráneo, y se sacará con Ja mano y con un garfio ó dos. Si ninguna de las cabezas ha entrado en la pelvis, y suponiendo que en el reconocimienjo se ha averiguado que corresponden á un cuerpo, que están vivas, y su volumen no es desproporcionado, se buscarán los pies para sacarlas por ellos, pues de este modo consta que han nacido los de que se tiene noticia. Si el monstruo se presen- ta de pies, se dexa obrar la naturaleza , hasta que se conozca que ella no puede arrojar las cabezas. Luego que se observe la detención de las cabezas, se situarán los cuellos de modo que las dos juntas correspondan al diámetro mayor de la pelvis, y los occipucios hada delante, para evitar el que las barbas se enganchen en los pubis. Para precaver mejor este accidente, luego que se saquen los brazos no se hará fuerza para sacar las ca- bezas , hasta que metiendo una mano se aproximen las barbas al pe- cho , y se dexen dentro de la pelvis; entonces manteniéndolas en esta situación , se tirará con la otra por los cuellos, ya hacia un la- do , ya hacia el otro , aproximando las cabezas al estrecho inferior. En llegando á este sitio se buscará la barba que está mas adelan- tada, é introduciendo los dedos hasta las mexillas, se sacará fuera de la vulva , y luego se hará lo mismo con la otra. Estando las barbas fuera, se volverá el tronco hacia arriba apro- ximando la parte posterior de las cabezas lo mas que se pueda al arco de los pubis. Estando en esta situación se aplicará una mano sobre las mexillas de una de las caras, y se aproximará la barba al pecho, que debe quedar horizontal. Este movimiento bastará pa- ra que la frente salga fuera de la vulva sin que te otra cabeza padez- ca violencia, porque se halla tan inclinada hacia la espalda, quanto la compañera sobre el pecho. La cabeza que ya ha salido se inclinará sobre su hombro, para que dándole á l^otra el movimiento con que salió la primera, salga también con facilidad. tomo V. FFF 410 MON Sacado así el monstruo, se atenderá para la extracción de la pla- centa á las reglas generales de esta operación. ( V. parto.) De monstruos con tres cabezas solo se ha dado noticia del que extraxo Zimmermann á la Condesa de Cherci por medio de la operación cesárea , que es el arbitrio mas seguro en este caso; y en el de los monstruos con dos cabezas, quando son muy desproporcio- nadas á la cavidad de las pelvis. De varias deformidades de la cabeza. La naturaleza multiplica rara vez las cabezas; pero aun es mas raro el que falte á un cuerpo esta parte tan necesaria para el uso de la razón, y para la vegetación completa del hombre. No por esto diremos que un feto sin cabeza no puede vivir mientras se nutra por el cordón umbilical, ni que tal vez la naturaleza dexe de tener otro modo de mantenerlo después de nacido; lo que consta es que nin- guno de estos fenómenos ha vivido mucho. El Doctor Lauder conserva uno que no tiene cabeza , y en el lu- gar donde debia tener el cuello se le observa un botón como un ganglio nervioso del tamaño de una avellana. El mismo tiene otro fetillo inyectado, que no tiene vestigio alguno de corazón. Burton pinta otro feto sin cabeza. Estos exemplos manifiestan que el corazón no es absolutamente necesario para la circulación de la sangre, ni la cabeza la residencia precisa del alma racional. Lo que es algo mas común es faltar todos ó parte de los huesos del cráneo. Nicolás Fontano vio un niño sin celebro que nació en 24 de Diciembre de 1629. En el Diario de Alemania se refiere de dos ni- ños de los quales uno tenia una masa carnosa en lugar de celebro, y el otro no tenia frente, cráneo, celebro ni cerebelo. Mauriceau ha- bla de otro que en lugar de cráneo y de celebro tenia una masa carnosa. En el Diario de los Sabios se dice de otro que nació sin ce- lebro en Noviembre de 1673. Burton pinta otro sin huesos de las cejas de arriba, de los quales yo he visto nacer dos. Vander Wiel habla de otro nacido sin celebro. Estos fetos no ofrecen por sí obstáculo para el parto; pero co- mo no es posible determinar por el tacto con solo un dedo la par- te que se presenta al orificio del útero, y sin este conocimiento se procede á ciegas, es menester retardar el parto hasta que introdu- ciendo toda la mano se conozca que es un feto defectuoso ; y en- tonces, si no hay dificultad para encontrar los pies, será lo mas se- guro traérselos con la misma mano, y sacar por ellos lo demás; de este modo extrave los dos fetos que he referido: bien es verdad que el uno podía haber nacido naturalmente; pero el que tenia las me- ninges adheridas á las membranas, y estas á la matriz, no hubiera MOR 411 podido nacer con la cabeza por delante, á menos que se rompieran las adherencias, lo qual exponia mas al feto sí se rompian por su la- do , y á la madre si lo hacían por el lado de la matriz. Quando la parte deforme ha baxado á la pelvis, y se adelanta con los dolores , se dexará obrar la naturaleza; pero si por falta de dolores ú otro accidente se encalla, se concluirá el parto como en tales circunstancias. (V. Navas.) MONTANO. (Juan Bautista) (Biog.) Nació en Verona, de una familia noble, practicó y enseñó la Medicina en Padua con una re- putación extraordinaria, y fué considerado como un segundo Ga- leno. Hay de él: i.° Medicina universal: 2° Opuscula varia Me- dica. En folio: 3.0 Degradibus etfacultatibus medicamentorum. En 8.°: 4.0 Lectiones in Galenum et Avicenam. En 8.°; y otras obras que fueron muy aplaudidas. Los libros de Montano son lo mis- mo que el método que observaba quando enseñaba claros y sólidos: casi todas las Academias de Italia los siguieron ; era á un mismo tiem- po Médico y Poeta: murió en el año de 15 51 á los 53 de edad, después de haber sido cruelmente atormentado de los dolores de piedra. D. H.^ MONTANA. (Bernardino) (Biog.) Médico de Carlos v: escri- bió Libro de la anatomía del hombre; y un coloquio del Mar- ques de Mondejar Don Luis Hurtado de Mendoza , con el au- tor , acerca de un sueño que tuvo el Marques de la generación, nacimiento y muerte del hombre. Valladolid 1550, fol. Commen- taria in librum Galeno ad scriptum de urinis. MONTESDOCA. (Juan de) (Biog.) Autor de la obra intitula- da: De febris pestilentis essentia. Sevilla 1630. MORAND. (Salvador Francisco) (Biog) Hijo de Cirujano, y Cirujano él mismo, y de los mas hábiles que ha habido en Paris: pasó á Inglaterra en el año de 1729 para instruirse en la práctica del fa- moso Cheselden, sobre todo en las operaciones quirúrgicas. Fué su- cesivamente primer Cirujano del Hospital de Caridad, y Cirujano mayor de las guardias francesas: estaba condecorado también con el cordón de San Miguel: fué hecho miembro de la Academia de las Ciencias en el año de 1722 , igualmente de la de Londres y otras muchas. Se leen con gusto y fruto muchas de sus Memorias en la colección de la Academia de las Ciencias, y de la de la Aca- demia de Cirugía , el artículo del Carbón de tierra en las artes de la Academia, y muchas piezas sueltas sobre la Medicina. D. H. MORFEA (V. ENFERMEDADES VENÉREAS.) MORGAGNI. (Juan Bautista) (Biog.) Sabio Anatómico: na- ció en Forli en la Romana. En el año de 1682 fué recibido en la Academia de Bolonia, donde él habia hecho sus estudios. Academia conocida después con el título de Instituto de Bolonia: la Repú- 412 MOV blica de Venecia le sacó de Forli, donde exercia la Medicina, para darle la Cátedra de Anatomía de Padua con seis mil libras de renta: honró esta ciudad con sus útiles descubrimientos, y por sus obras, que todas tratan de su facultad; las principales son: i.°Adversaria anatómica sex. En Padua año de 1719, en 4.0, ó en Leyden año de 1741, en 4.0 Esta última edición, á mas de las precedentes, tiene Nova institutimum medicarumidea: 2.° Epístola anatómica. En Leyden año de 1728, en 4.0: 3.0 De sedibus et causis morborum per anatomen indagatís libri v. Patavii año de 1760, dos tomos en folio. Lovanii 1766, dos tomos en 4.0 Embroduni in Helve- tia 1779, tres tonios en 4-° : 4«° Muchas cartas insertas en la nue- va edición de Valsalva. Este sabio era corresponsal de la Academia de las Ciencias de Paris: murió en el año de 1771 , de noventa de edad: éi mismo imprimió sus obras en colección , que se publicaron en el año de 1765 en cinco tomos. MOSCADA. (Nuez) (Mat. Méd.) Este fruto se ha recomen- dado mucho como masticatorio contra la parálisis de los músculos destinados á la deglución, y se usa también su aceyte destilado in- teriormente en dosis de muy pocas gotas para otras afecciones aná- logas , ó exteriormente en frotes sobre las partes paralíticas: entra en muchas composiciones farmacéuticas. MOSTAZA. (Mat. Méd.) Esta planta que es siliqua, encierra unas semillas negras y esféricas, bastantemente usadas en la Medicina: su olor es aromático , picante, y de un sabor acre y quemante, y comunmente se emplea por esternutatorias , diuréticas, vexigatorias, detersivas y antiescorbúticas; pero todas estas virtudes deben redu- cirse á su propiedad estimulante: así se usan para reanimar el tono del estómago y excitar la vitalidad , combinándola con los tónicos en las calenturas atáxicas. Entran también en la composición de la masa para sinapismos; interiormente pueden usarse en cantidad de dos á quatro granos. MOTORES. Se aplica este epíteto particularmente á un par de nervios que van á los ojos. (V. nervios.) MOTRIZ. Adjetivo que se aplica particularmente á la fibra que se mueve, que es la muscular. (V. músculo y musculoso.) MOVIMIENTO. (Fisiol.) En general el movimiento es la traslación de un cuerpo de un lugar á otro , y el todo ó alguna de sus partes. En el cuerpo humano hay un complexo continuo de mo- vimientos entre los sólidos y los líquidos que le componen, pues en todos los órganos los humores exercen movimiento en sus accio- nes , sean generales ó particulares, y el movimiento ordenado de es- tas partes es el que constituye la salud y vida del hombre. Distínguense en el animal, dice Dumas, dos especies de movi- miento; uno continuo, obscuro, imperceptible, ó á lo menos po- MOV 413 co manifiesto, en que el animal no tiene intervención alguna; otro aparente, visible, que solo se exerce por intervalos, y de un mo- do mucho mas señalado en los músculos. El primero es el que Stahl ha descrito también con el nombre de movimiento tónico; el últi- mo se llama muscular , no porque los músculos gocen de él con ex- clusión de todas las demás partes, sino porque conserva en ellos un carácter mas evidente y decisivo. El cuerpo animal se mueve, todas sus partes se mueven, porque todas están vivas y penetradas de un principio activo que, aunque no sea sino una simple abstracción del entendimiento, debe ser con- siderado, para facilitar el método, como la causa eficiente y primera de todas sus funciones y movimientos. Estos parecen susceptibles de diferentes modificaciones, para las quales se nan querido admitir otras tantas facultades motrices distintas, aunque en la realidad no sean mas que dependencias de una ó dos fuerzas elementales. En todos los cuerpos de la naturaleza hay una fuerza que tira á acercar sus partes constitutivas, y viene á ser el principio de su cohesión ó de su solidez. Esta fuerza, respecto de los seres privados de vida, se confunde con la elasticidad física, común á todos los cuerpos duros; pero es fácil formar idea de ella sí se observa la prontitud con que procura restituirse una fibra distendida ó prolon- gada á su'primera dimensión. Este es el resultado simple de una pro- piedad general inherente en todos los cuerpos á la naturaleza misma de su texido; el cáñamo, el lino, la pluma, los pelos, las membra- nas, los músculos, el texido celular, el gluten extraído de los vege- tales y animales, todas estas partes tienen una fuerza semejante de adhesión', que obra sin cesar en sus moléculas constituyentes. Pero en los cuerpos vivos se halla reglada y sostenida por la energía misma de la vitalidad; y la tendencia de sus moléculas unas hacia otras, modificadas según las leyes puramente vitales, parece ser muy diferente de lo que es relativamente á lo restante de la na- turaleza. Entonces toma el nombre de contractilidad, la qual no debe confundirse, como piensa Haller, con una fuerza muerta de los cuerpos simplemente elásticos. (V. el artículo irritabilidad.) El conocimiento de las facultades vitales prueba que el texido interior de nuestros órganos está sujeto á dos movimientos opuestos, uno atractivo, ó de condensación, otro repulsivo ó de dilatación: el primero acerca, estrecha y comprime sus parres; el segundo las aparta, las relaxa y enrarece. Estos movimientos dirigidos en senti- do contrario agitan la substancia animal, produciendo en ella una especie de oscilaciones ó undulaciones imperceptibles que se suceden con una rapidez tal , qne son inapreciables en el estado sano, y no se manifiestan claramente sino en las afecciones morbosas, en las quales se aumentan al punto de transformarse en espasmos y moví- 4i4 M°V mientos convulsivos. No hay parte, de qualquiera consistencia que sea, que no tenga la propiedad de condensarse, ó ponerse en un es- tado de contracción y encogimiento, ninguna que no posea la de relaxarse, ó pasar á un estado contrario de dilatación y enrareci- miento. La rigidez, el frío, el espasmo, las convulsiones &c. son grados de la fuerza que condensa; la tensión, el calor, la relaxa- cion y atonia lo son de la que dilata. Quando estas dos fuerzas opuestas existen en una relación con- veniente , se equilibran y moderan por esfuerzos iguales mutuamen- te ; entonces cada parte executa sus funciones con facilidad, y ei animal goza de toda la plenitud de su salud. Si una ú otra adquie- ren un predominio vicioso, los órganos demasiado tensos ó demasia- do relaxados, pasan á estados sucesivos de contracción ó dilatación, de espasmo ó atonia, que determinan todas las especies infinitamen- te varias de enfermedades nerviosas. La lectura atenta de las obras de Medicina y Filosofía escritas por los antiguos, nos convencerá de que ellos reconocian ya en el cuerpo animal alguna cosa que se acercaba mucho á las dos fuerzas de espansion y condensación de que acabamos de hablar. Admitían un principio de calor que distribuía su acción, dirigiéndola del centro á todos los puntos de la circunferencia, y otro de frió, que balanceaba los esfuerzos del primero, yendo de la circunferen- cia al centro. Una especie de equilibrio entre estos dos principios fi- xaba el estado , el tono de cada parte, y el predominio de uno de los dos causaba todas las enfermedades que no estaban complica- das con alguna degeneración humoral. El efecto natural de estos dos movimientos opuestos nunca se manifiesta mejor que en las contracciones y dilataciones excesivas, de que parecen ser mas ó menos susceptibles todos los órganos vi-- tales. En primer lugar no hay acaso en el cuerpo humano parte al- guna que no posea la facultad de contraerse: la piel, los múscu- los, el texido celular, los tendones, las membranas, la pleura, el peritoneo, el mediastino, los vasos, gozan de su presencia: las vis- ceras, el celebro, la medula espinal, los pulmones, el hígado, los ligamentos, y hasta los huesos mismos no están destituidos de ella. La constricción que un frió intenso ocasiona en la superficie del cuerpo; la secura de la piel en las calenturas ardientes; el espasmo del primer período de la digestión; el del primer estado de la calen- tura, todo anuncia que las contracciones mas vivas pueden apo- derarse de los tegumentos. Esta contractibilidad es mas fuerte y palpable en los músculos, donde se demuestra evidentemente en que si se corta uno transversalmente, es decir, por medio de una sec- ción perpendicular en dirección de sus fibras, cada una de las por- ciones divididas se retrae hacia el punto á que está atada, y dexa MOV 415 nn espacio vacío muy considerable, que corresponde al lugar de la sección. Quando de las fibras musculares separadas de un cadáver se suspende un peso, se ve que ceden , se estiran, se alargan y vuelven á su tamaño natural luego que dexan de estar sometidas á la acción del peso. Muschembroeck y Sauvages hicieron muchos experimentos de estos en diferentes partes animales, y de ellas han resultado que la fuerza de contracción es común á todas; que está distribuida en ellas con igual medida , y que los cabellos son las partes en que pro- duce mayores efectos, pues que pueden sostener los pesos mas gran- des sin romperse. Nadie duda que el texido celular se contrae en ciertos movi- mientos irregulares de los fluidos que atraviesan por sus hojas en la constricción evidente de algunas membranas celulares, como el dar- tos y peritoneo, en la rigidez contranatural de la cubierta ó te- gumento celular endurecido , y en la inmovilidad ó entorpecimien- to de los miembros por el espasmo de dicho texido, que estrangula las fibras musculares. Las partes distendidas de resultas del parto ó de una acción violenta de los músculos, se restituyen á su primer estado por el movimiento contráctil del texido celular. Stahl, Van- helmont y Baglivio demostraron en el movimiento contráctil de las membranas, probando que las afecciones dolorosas de estas partes dependen de violentas crispaturas que siguen el trayecto de ellas, el último empleó, como se sabe, las undulaciones oscilatorias de la dura-mater comunicadas al resto del sistema membranoso , para dar razón de los fenómenos de la máquina animada. Los. vasos arteriales y venosos se encogen contrayéndose quando 6e cortan. El movimiento de los vasos se aumenta bien claramente en las calenturas agudas, inflamatorias ó ardientes, en las quales ad- quiere una intensidad tan fuerte, que la sangre salta al abrir alguna vena con mas vehemencia que lo ordinario. La crispatura del siste- ma vascular es algunas veces bastante general, bastante viva para impedir el fluxo de la sangre hasta después de haberse templado y relaxado algún tanto. Así el frío febril suprime repentinamente la evacuación menstrual, suspende las hemorragias, y no permite que la sangre salga por los vasos que la impresión del espasmo ha cris- pado. Baglivio habla de una doncella histérica á quien se picó doce veces en vano la vena del brazo para calmar unos dolores agudísi- mos que sentia en la matriz, sin conseguir que la sangre de la safe- na saliese hasta después de haber metido á la enferma en un baño tibio. Al movimiento contráctil de los vasos excretorios y de las glándulas es á lo que debe atribuirse la retención ó la expulsión de los humores que se secretan en dichos órganos. Bordeu ha demos- trado lo mucho que influye esta causa en las funciones de las glán- dulas y en el mecanismo de las secreciones. 416 MOV Aunque la consistencia de las visceras sea de por sí bastante blan- da , resiste no obstante á los esfuerzos de tensión que en una infini- dad de enfermedades contraen y aprietan fuertemente su texido. No es freqüente hallar la substancia del celebro, cerebelo y medula ob- longada firme, compacta, endurecida y como retraída sobre sí mis- ma después de una violenta caida , de un gran golpe en la cabeza, y en muchas especies de afecciones soporosas y apoplécticas que de- penden de un espasmo convulsivo existente en los planos interio- res de los órganos celébrales. Schlichting vislumbró los movimien- tos del celebro en un experimento en que esta viscera había pade- cido contracciones y dilataciones alternativas, durante las quales parecía endurecerse á cada pulsación, como el corazón quando se relaxa y se contrae. No puede ponerse en duda la contractilidad de los órganos pulmonares después que la experiencia está de acuerdo con la ob- servación para confirmar su presencia. Uno de los síntomas del asma seca es el movimiento ascendente de los pulmones que los enfermos sienten subir hacia la parte alta del tórax, y que en los cadáveres se hallan sumamente retirados hacia la garganta. Tampoco cabe la menor duda en la contracción del estómago contra las substancias alimenticias quando se estudian bien los fenó- menos de la digestión. En el primer instante de ella llega á tal pun- to que las paredes de aquella viscera se adaptan con fuerza á los ali- mentos , y sus aberturas quedan exactamente cerradas. Algunas ve- ces se convierte en un espasmo, cuya violencia ocasiona los dolores atroces y cólicos dilacerantes, que se alivian y moderan con el uso de los medicamentos laxantes aplicados así interior como exte- riormente. Igualmente pueden contraerse los intestinos, el mesenterio, el hígado, el bazo, los ríñones, los uréteres, la vexiga; y los efectos indubitables de esta contracción se anuncian por la estrangulación espasmódica de la hernia, por los accidentes terribles de la pasión ilüca y del vólvulo , por los dolores agudos de uno y otro hipo- condrio en las afecciones histéricas y atrabiliarias, por la irritación producida en todo el sistema urinario á la presencia del cálculo re- nal , y de la vexiga &c. La dilatación de los órganos es tan segura y real como la con- fracción , y debe asimismo ser admitida según los hechos. No sola- mente vemos que en el estado de salud determina la constricción de la pupila , la erección del miembro viril, la elevación de los pe- chos y la expansión de la matriz en las mugeres; sino que se mues- tra mas especialmente con mucha evidencia en aquellas afecciones morbosas que desarrollan y relaxan el texido de las partes: tal es la hinchazón de la tela cdular que se observa después de las enfer- MOV 417 medades catarrales; de las calenturas intermitentes ; del uso de cier- tos venenos, y del efecto de una gran contención de espíritu, ó una viva emoción de ánimo: tales son las dilataciones de las túnicas ar- teriales que causan el aneurisma; la délas membranas del vientre que producen la caida de ios intestinos en las hernias, y las de las vis- ceras que llegan á adquirir un volumen prodigioso en fuerza de en- tumecerse y ensancharse. Todos los órganos del cuerpo animal están pues incesantemente sujetos á dos acciones que se suceden y alternan para agitar, mo- ver, apartar, acercar y balancear los elementos de que se compo- nen. El estado de los sólidos se muda, y el exercicio de sus fun- ciones se altera según que predomina el uno ó el otro de estos mo- vimientos ; y de aquí nacen todos los vicios morbíficos, fundados en la tensión, la constricción y el espasmo, ó en la dilatación, la relaxacion y la atonia. Las afecciones espasmódlcas corresponden al strictum de los an- tiguos metódicos, y se derivan de todas las causas que obran en las fibras sólidas con bastante fuerza para contraerlas y distenderlas. Se disipan con la aplicación de los remedios capaces de reblandecer, relaxar y enrarecer en cierto modo las partes distendidas ó contrai- das. Necesse est ómnibus modis corporis summa rarefacere , de- cía Galeno. Las enfermedades atónicas corresponden al laxitm, y las causas que reconocen son diametralmente opuestas á las de las afecciones precedentes. Estos dos estados parecen también destina- dos en el plan de la naturaleza á corregirse, moderarse y destruirse mutuamente; de suerte que en general nunca se remedia con tanta eficacia el uno, que quando se procura restituir ó establecer el otro. Nec permutatur alio frigidum (espasmo), quam calido (atonia), nec calidum quam frígido. Por eso el mejor método curativo de la relaxacion admite medios propios para condensar el texido de los órganos: nam horum necesse est corporis summa densare, como el mismo Galeno repetía. Todos los fenómenos, todos los grados del movimiento vital, se reducen á los dos modos elementales de contracción y dilatación que se exercen generalmente en todas las partes del cuerpo animado. La sucesión rápida de estos dos movimientos alternativos no nos permi-, te percibirlos mientras se manifiestan con la moderación y apacibi- lidad que caracterizan el silencio y el reposo de los órganos. Pero hay algunos en que siendo la movilidad esencial, se dexan ver y ob- servar constantemente por efectos visibles que determinan, ya la impresión de un estímulo exterior, ya la simple determinación de la voluntad: tales son los músculos, que sometidos á la acción de algunos medios irritantes, como la sal, los ácidos, los^venenos, el alcohol, el calor , los metales, la materia eléctrica &c. se contraen TOMO V. GGG 4i3 MOX y dilatan, de manera que sus extremidades se acercan y se apartan por movimientos acelerados que se suceden en un tiempo mas ó menos largo. Esta circunstancia del movimiento muscular de poder ser suscitado por irritación, sugirió la idea de una fuerza especial, inherente á los órganos vivos, la qual fué mirada como el origen y principio de la movilidad. Esta fuerza, conocida de los antiguos, llamada irritabilidad en algunas obras modernas, ha venido á ser muy célebre por las pretensiones exageradas de Haller, que se ab- rogó , sin saber por que, el honor de haberla descubierto. Este fisiólogo, cuya gloria tiene otros títulos mucho mejores, imaginó atribuir al principio de irrítabilidad una parte de los movi- mientos del alma. Distinguió dos especies de ella, irritabilidad viva, é irritabilidad muerta. La primera es muy diferente de la se- gunda, cuyos efectos subsisten largo tiempo después de la extinción de la vida en todas las partes del cadáver; no conviene mas que á la fibra muscular, y es la que forma su propiedad característica; nada tiene común con la elasticidad de las cuerdas vibrátiles qué conserva mucha semejanza con la otra, y constituye en fin una fuer- za particular distinta é independiente de todas las fuerzas conoci- das , así de la materia bruta , como de la materia organizada. El movimiento de los músculos y de todos los órganos irrita- bles se produce de la misma manera durante le vida de los anima- les que después de su muerte. Tiene circunstancias absolutamente semejantes, sin otra diferencia que la de mas ó menos. En ambos casos principia por undulaciones vagas é inciertas: la superficie del músculo se llena de arrugas y dobleces,que se extienden poco á po- co á toda la profundidad de las fibras; sus partes oscilan del centro á las extremidades , y de las extremidades al centro, hasta que por último prevalecen las oscilaciones centrales, y determinan la con- tracción del músculo acortando su longitud total. Los mismos fe- nómenos se observan exactamente mucho tiempo después que el animal ha dexado de vivir; y no me parece que sea preciso suponer con Haller dos especies de irritabilidad para explicar unos hechos que son precisamente del mismo orden. MOX A. (Hist. nat. Med. y Cir.) *Moxá llaman los Japoneses á una especie de pelusilla muy suave al tacto, de un color cenicien- to y semejante á la borrilla del lino, la qual se compone de hojas de artemisa picadas después de haber separado las fibras-duras y las par- tes mas gruesas y mas ásperas. Esta materia, después de seca, se en- ciende con facilidad, pero se consume lentamente sin hacer llama y sin causar una quemadura muy dolorosa. Al quemarse despide un humo muy claro y un olor bastante grato. "Para aplicar la moxá to- man una pequeña cantidad de aquella pelusilla, la arrollan entre los dedos para darle la forma de un cono de cosa de una pulgada de al- MUC 419 to, y aplican este cono por su base sobre la parte que quieren cante- rizar mojándolo antes con un poco de saliva para que se tenga con mas facilidad; luego pegan fuego en la punta del cono, que se va consumiendo poco á poco, y hace al último una quemadura ligera en el cutis sin causar un gran dolor. Quando uno de estos conos se ha consumido se aplica otro y otro , algunas veces hasta diez y ocho ó veinte, según lo exigen los casos y según las fuerzas del enfermo. Los Japoneses llaman tentasi ó tentadores á los que hacen el oficio de aplicar la moxá, porque antes de la operación tientan el cuerpo del enfermo para saber en qué parte ha de hacerse la quemadura; este conocimiento depende de la experiencia del operante. En los males de estómago queman las espaldas; en las pleuresías aplican la moxá sobre las vertebras del espinazo; en los dolores de muelas la aplican sobre el músculo aductor del dedo pulgar; pero sobre to- do se hace la operación en las espaldas y á lo largo del espinazo. El que debe sufrir esta cauterización se sienta en el suelo con las piernas cruzadas, con la cara apoyada sobre las manos: esta postu- ra, dicen ellos, que es la mas propia para hacer descubrir la situa- ción de los nervios, de los músculos, de las venas y de las arterias, que es menester tener cuidado de no quemar. Este remedio lo usan mucho en el Japón, aun las gentes sanas, mirándolo como un gran preservativo. Según Kempfer los Holande- ses han experimentado muchas veces la eficacia de dicho remedio con- tra la gota y los reumatismos. Aquel viagero cree que no probará tan bien en los paises frios como en los paises calientes, donde la transpiración fuerte causa mas relaxacion en los músculos; sin em- bargo, parece ser constante que aun entre nosotros seria sumamente útil este remedio aplicado oportunamente. Los Médicos antiguos se servian del vello del lino del mismo modo que los Japones se sirven ahora del moxá.* Este remedio se ha usado en estos últimos tiempos con muy buen éxito, como se ha expuesto en el artículo cáustico y caus- ticidad , y para emplearlo nos valemos del algodón en rama, con el qual formamos un cilindro de dicha materia , que se arrolla en un pañito delgado, que se sujeta después con un hilo , se cortan los ex- tremos con un golpe de tixera, y quando se ha de usar se pone en uno de ellos una oblea, la que se humedece y se aplica á la parte que se ha de cauterizar; y de este modo se sostiene, se enciende por el otro extremo, y se agita el ayre con un abanico para que se vaya haciendo la combustión del algodón hasta que llegue al pellejo, en donde se forma una costra pequeña, que se tapa con un cabezal, y después que se desprende se trata como una escoriación. MUCILAG1NOSOS. (Mat. Méd.) Así se llaman los remedios que prestan una gran cantidad de mucilago. En la anat :>mía se lia- 420 MUÉ man mucilaginosas 6 mucosas las glándulas de Abner, que ocupan la superficie de las membranas que cubren las articulaciones. MUCILAGO. (Mat. Méd. ) Especie de cuerpo mucoso vege- tal , que se distingue por la propiedad de asimilarse al agua , de mo- do que constituya con él una especie de gelatina tenaz, lenta y vis- cosa por la perfecta insipidez y menos aptitud á la fermentación vi- nosa. Esta substancia es exactamente análoga á la goma, reside prin- cipalmente en muchas raices, como en las de malvas y malvavisco, en ciertas cortezas y semillas, como en el lino: se usa como reme- dio interior y extericrmente por emoliente, relaxante y lubrifican- te , en- infusión ó cocimiento en todas las enfermedades universales ó locales en que hay una irritación excesiva , por exemplo, en in- yecciones, en las gonorreas, el tenesmo, la disenteria &c., en fo- mentos sobre los tumores inflamatorios, en baños y pediluvios, y por bebida común en casi todas las flegmasías. MUCOSO. Adjetivo que pertenece á moco. (V. este artículo.) MUERTE. La muerte, considerada baxo solos los puntos de vis- ta adonde alcanza la Medicina , es la destrucción de los órganos vi- tales , de suerte que no puedan restablecerse. Esta destrucción en el estado natural se va verificando por grados y con lentitud , y la vi- da empieza á extinguirse con mucha anticipación; de modo que pue- de decirse con algún fundamento que hay mas distancia de la vejez caduca á la juventud, que de la decrepitud á la muerte, porque la vida no debe considerarse como una cosa absoluta, sino como una cantidad susceptible de aumento , de disminución , y finalmente de una destrucción necesaria é inevitable en razón de la estructura de los órganos. Bichat ha demostrado estos grados de aniquilamiento en los diferentes órganos, y el modo con que cada uno de ellos muere, en su excelente tratado fisiológico sobre la vida y la muerte. Baxo este aspecto la muerte es la cesación absoluta de las funciones vitales, que si sobreviene á la extinción gradual y lenta en los di- versos órganos, y como una conseqüencia de la estructura orgánica, se llama natural; pero siendo un término de las enfermedades puede llamarse preternatural. La muerte no se conoce sino por oposición á la vida , del mismo modo que el reposo se manifiesta por su contraste directo con el movimiento : los principales síntomas se deducen de la inacción de la circulación y de la respiración ; así en un hombre muerto des- aparece el pulso, quedando inmobles el corazón y todas las arte- rias; cesa totalmente el movimiento ckl pecho, inseparable del de los pulmones; todas las excreciones se suspenden, el calor desapa- rece , los miembros se ponen rígidos, inflexibles, los sentidos se ha- llan en un estado de inacción, sin que quede vestigio alguno de sen- timiento; el rostro queda pálido ó lívido, los ojos inertes, apaga- MUÉ 421 dos &c. En esta situación el cadáver no se diferencia del hombre vivo sino por la falta de movimiento; y las partes pertenecientes á la vida orgánica conservan ciertas propiedades independientes de la vida animal, hasta que la putrefacción comienza á destruir su texido, y completa la muerte : entonces el cadáver se pone sucesivamente azulado, cárdeno ó negro , exhala un hedor intolerable y específico, se forman en él gusanos, sus diferentes partes pierden su figura y cohesión, y disipándose poco á poco, no dexan ningún vestigio de nuestra máquina: el primer estado puede llamarse de muerte im- perfecta, y de perfecta el segundo, que en realidad solo puede distinguirse por la putrefacción, á no ser en aquellos casos en que la enfermedad consistía en la desorganización de alguna parte esencial para la vida: así en las muertes violentas y repentinas debe cui- darse escrupulosamente de no equivocar una muerte con otra. (Véa- se el artículo asfixia en la clase de Debilidades.) Los tristes exemplares de tantos que han sido víctimas de esta equivocación yendo al sepulcro con algún resto de vida interior, prueban quan vigilantes y escrupulosos deben ser los Médicos para decidir del es- tado de verdadera muerte. Las causas de la muerte no pueden determinarse, y mucho me- nos explicarse su modo de obrar; y únicamente pueden deducirse del conocimiento de aquellas leyes y propiedades que constituyen y mantienen la vida ; sin embargo, pueden considerarse quatro cau- sas generales de muerte, ó quatro modos particulares de morir: i.°la muerte natural de vejez ó senil: 2.0 la muerte violenta: 3.° la muerte repentina : 4.* la muerte de enfermedad. La muerte de vejez es la que se verifica naturalmente en esta edad por las alteraciones que experimenta su organización y el me- canismo de sus funciones, gastándose, por decirlo así, sus órganos, y disminuyéndose ó extinguiéndose poco á poco las leyes vitales que dirigían su acción ; así nuestra prodigiosa máquina es común en esta parte con todas las demás, por quanto el modo con que se execu- tan sus movimientos es una razón suficiente para impedir su perpe- tuidad. Baxo el título de muerte violenta comprehendemos todas las que resultan de una causa externa, cuya acción es manifiesta , enér- gica y pronta; por exemplo, las heridas que impiden el movimiento del corazón por la sección de los nervios, el trastorno del cele- bro &c., ó que destruyen los órganos de la respiración; las que producen ciertos gases mortíferos, los venenos, y otras que solo pue- den determinarse por las circunstancias, y cuyos efectos á veces al- canza á destruir el arte. La muerte repentina es una cesación pronta de los movimientos vitales sin ninguna mudanza considerable exterior; de suerte que cesa 422 MUR la vida quando parecía que el sugeto gozaba de la salud mas flore- ciente ; pero las inspecciones anatómicas han demostrado que existían causas internas, como un absceso, un pólipo, derrames purulen- tos &c. , las quales tal vez no se conocían por no ser posible las mas veces tener presente la historia médica de un individuo en quien habrían sido producto de otras enfermedades anteriores. También se verifican á veces á conseqüencia de una pasión de ánimo violenta, de un espasmo del corazón ó del pulmón, y por lo común enton- ces vienen á constituir una asfixia espasmódica, que exige la mayor cautela de parte del Profesor para no equivocarla, como hemos di- cho, con la verdadera muerte, y aplicar sin tardanza los auxilios mas eficaces y oportunos. La muerte, llamada propiamente de enfermedad, es la que so- breviene en su última época, quando los síntomas y la debilidad han llegado al mas alto grado. En la historia de cada enfermedad se en- cuentra el diagnóstico exacto de los síntomas que preparan esta cri- sis desgraciada en las enfermedades agudas, ó la anuncian con algu- na certeza en las crónicas. ,*,,,. i i Concluiremos pues de todo lo dicho que el Médico no debe per- donar ningún sacrificio para restituir á la vida á los que manifiestan todas las señales de muerte, mientras no sobrevenga la putrefacción cadavérica, particularmente quando no ha sido conseqüencia regu- lar de una enfermedad aguda, de la desorganización de una visce- ra importante, ú otras causas semejantes : sí bien deberá retardar por lo menos el dar sepultura á un cadáver faltándole la circuns- tancia de la putrefacción; y los Magistrados y Párrocos deberán cuidar de la observancia de esta ley: una sola víctima que se salve recompema sobradamente las mayores fatigas y los sacrificios mas penosos. En quanto á los remedios capaces de volver á la vida á los que se hallan en estado de muerte aparente, véanse las diferen- tes especies de asfixia en su respectivo artículo. MUNDIFICANTES. •( Mat. Méd.) * Asi se llaman en la Ciru- gía los remedios detergentes, desecantes, cicatrizantes y vulnerarios; y este género de remedios sirve para varios fines. Los emplastos ó ungüentos mundificantes son los que detergen, desecan y limpian las ulceras de dos especies, esto es, las purulentas y las saniosas. Los ingredientes principales de estos emplastos son la genciana , la aristoloqula, la énula campana, y todas las yerbas vulnerarias. El mundificante de apio es uno de los mejores que conoce la farmacia; ademas todos los ungüentos y bálsamos tienen una virtud muy se- mejante á la de los mundificantes. * . , , , ., MURIATES. (Mat. Méd.) Combinación del acido muriático conlas bases alcalinas, terreas y metálicas. Los caracteres genéricos de los muriates son el ser disolubles en el agua; fundirse al fuego, y MUR 423 volatilizarse baxo la forma de un vapor blanco sin descomponerle; precipitar la disolución del sulfate de plata baxo la forma de flecos 6 filamentos blancos muy pesados; hacer efervescencia con el ácido sulfúrico, esparciendo un vapor blanco en el ayre; y tratados por el ácido nítrico, formar el ácido muriático oxigenado. Los muriates que se hallan en nuestra Farmacopea son los siguientes: Muríate de amoniaco. (Sal de amoniaco.) Esta sal, llamada así porque en otro tiempo setraiade la Ammonia, pais de Livia, donde estaba el templo de Júpiter Ammon, se forma artificialmente de la combinación del ácido muriático con el álcali volátil ó amoniacal. Se emplea en la Medicina interiormente como fundente en la dosis de algunos granos, hasta media dracma, y se prescribe en las obs- trucciones y en las calenturas intermitentes inveteradas; también se usa como aperitivo y sudorífico. Quando se receta la disolución del sublimado corrosivo se añade esta sal para saturar el exceso de ácido ú oxígeno que tenga. Se aplica exteriormente como resolutivo y an- tipútrido en la gangrena: entra en la composición de las gárgaras descoagulantes, y en los colirios para ciertas oftalmías. Muríate oxígenado de antimonio, manteca de antimo- nio. (V. antimonio.) Muríate de barita. (Mat. Méd) Et muríate de barita re- sulta de la combinación saturada de la barita, con el ácido muriá- tico. La naturaleza lo produce rara vez: el célebre Bergman pre- tende haber comprobado su existencia en muchas aguas minerales. Administrada en dosis muy fuerte provoca náuseas, vómitos, vai- dos, espasmos, movimientos convulsivos &c., y las reglas prescritas para los otros venenos pueden servir de guia al Médico para calmar estos síntomas. Este remedio es muy útil en el origen y principio del cáncer y de la tisis pulmonar, y tiene ademas una acción decidi- da y especialmente tónica sobre el sistema linfático. Se administra en la dosis de dos, quatro, y hasta seis gotas, en una taza de agua pura. Muríate calcáreo. Esta sal se encuentra en las aguas del mar, de los lagos, de los ríos &c. Se prepara descomponiendo el carcó- mate de cal puro, como el mármol blanco y espato calcáreo , con el ácido muriático: tiene un sabor acre y amargo, y es muy delicues- cente ; se usa interiormente como fundente, y se tiene por un exce- lente remedio contra el vicio escrofuloso. Se da en dosis de algunos granos hasta un escrúpulo. Muríate sobreoxígenado de mercurio. (Mat.Méd.) (Su- blimado corrosivo.) Los Boticarios proceden á la confección de esta sal echando con abundancia ácido muriático oxígenado en una di- solución nítrica de mercurio. Este medio se mira generalmente como el mas simple para conseguir el muríate mercurial corrosivo en el mayor estado de pureza. 424 MUR Mr. Achard Lavort ha publicado varias consideraciones medi- cinales sobre el envenenamiento causado por el muríate sobreoxi- genado de mercurio; y observa que siempre que esta sal se intro- duce en el estómago en la dosis de algunos granos , y que no se suspenda su acción por medio del vómito , por el estado de plenitud del estómago, ó por los remedios empleados como contravene- nos &c., se manifiesta una sensación,, de estrangulación ó cerramien- to espasmódico de la garganta, un calor intenso en la boca y en el estómago, dolores crueles, que se hacen sentir en la región del es- tómago , y que se propagan luego á toda la extensión del canal in- testinal : el rostro se hincha, los ojos centellean, el enfermo respi- ra con trabajo, y sufre inquietudes, ansiedades continuas, y postra- ciones : el pulso es pequeño , acelerado, freqüente, y algunas veces ir- regular : á estos síntomas se juntan sudores frios, náuseas, convulsio- nes y debilidades, que terminan por la muerte, si los vómitos na- turales ó excitados no evacúan el veneno antes que dirija sobre el estómago sus ataques funestos. Mr. Achard Lavort refiere igualmen- te las lesiones orgánicas que presentan los cuerpos de los que mue« ren de este envenenamiento. Se observa en ellos una inflamación mas ó menos extendida en el canal alimentario, manchas roxas, moradas y negras, escaras gangrenosas, erupciones en la membrana mucosa, perforaciones en todas las túnicas del estómago, y alguna vez cierta señal de erosión. Para cortar estos males, las indicaciones que hay que observar, según Mr. Achard Lavort, son: i.° Libertar al estómago de la ac- ción del muríate sobreoxigenado de mercurio , lo que se consigue ha- ciendo beber al enfermo gran cantidad de líquidos aquosos, acey- tosos ó mucilaginosos, leche, ú otras materias que puedan envolver las partículas del veneno , é impedir su contacto con las membranas del estómago: 2° Solicitar la salida del veneno por los medios arri- ba indicados: es preciso emplear los eméticos; pero su uso debe ser muy prudente, porque agrava los síntomas, si no alcanza la ex- pulsión del muríate mercurial corrosivo: 3.0 Neutralizar esta sal.Las substancias que dan alguna esperanza ventajosa son las bebidas li- geramente alcalinas, tales como el agua de xabon , la de cal, ó una ligera disolución de potasa. Es preciso una gran circunspección en su empleo, porque el álcali, que forma su base, podría fácilmente dañar la túnica del estómago. En quanto á sus propiedades medicinales, el muríate sobreoxi- genado de mercurio ha sido alabado sobre todo como el remedio mas eficaz contra las afecciones sifilíticas; pero Mr. Swediaur es de sentir que tal vez se ha alabado y deprimido al mismo tiempo con demasía; sin embargo , tiene la propiedad singular de mitigar con una prontitud milagrosa los síntomas mas temibles de estas enfermedades, MUS 425 aunque no alcance á curarlas siempre radicalmente , como las man- chas roxas , pardas y roxlzas, las exóstoses &c. y otros fenómenos que provienen de la sífilis. Por lo que hace á su administración véase el artículo mercurio. Muríate de potasa ó sal febrífuga de silvio. (Mat. Méd.) Es la combinación del ácido muriático y la potasa, preconi- zada en otros tiempos como un específico contra las calenturas; pero es claro que sus propiedades son iguales á las de otras sales análogas, sin que tenga ninguna propiedad específica, aunque en algunos ca- sos particulares pueda ciertamente ser un remedio contra la calentu- ra en razón de su carácter, causa y demás circunstancias. Fuera de estos atributos especiosos, debemos tener presente que sus propie- dades y usos en general, son los mismos que indicaremos en las sales neutras. (V. este artículo.) Muríate de sosa. Se conoce también con el nombre de sal común: se forma por la combinación del ácido muriático con la sosa , y es una de las sales neutras. También se llama sal gema, por- que regularmente tiene la transparencia de los cristales de este nom- bre. Tenemos en España una mina célebre de esta sal en la villa de Cardona en Cataluña. El muriate de sosa tiene un uso común en la clase de los condimentos y en la de remedios: se usa casi siempre exteriormente en lavativas como un estimulante. Puede administrarse interiormente como fundente y antielmintico. MURILLO. (Gerónimo) (Biog.) Cirujano en Zaragoza: dio á luz Terapéutica, método de Galeno en lo que toca d Cirugía. Za- ragoza, 1 5 72 , 8.° MÚSCULO. (Anat.) Los músculos son unas masas fibrosas, ro- xas , capaces de contracción y relaxacion , repartidas por teda la máquina animal, y son los instrumentos principales de los movimien- tos que esta executa. Hay músculos macizos, que son los mas, y hay músculos huecos, que son muy pocos. Los primeros son por lo común prolongados desde la parte que toman origen á otra en que dan fin. Los segundos, llamados esfínteres, tienen las fibras arquea- das, de modo que se juntan por sus extremidades, ó mas bien no tienen principio ni fin, pues son redondos. Los músculos macizos son mas gruesos en su parte media, que se llama cuerpo ó vientre, que en sus extremidades, distinguidas en cabeza y cola , ó en parte su- perior é inferior, ó en punto fixo y punto móvil, ó en origen y terminación. Casi todos los músculos constan principalmente de dos géneros de fibras, unas blandas, xugosas y roxas, que por constituir pro- píamente la carne del músculo, y ser los instrumentos principales del movimiento , se llaman carnosas ó motrices, y otras mas duras y secas, blancas y brillantes, á quienes se da el nombre de tendi- TOMO V. lllUL 426 MUS nosas. Estas se hallan de ordinario en una ó en ambas extremidades del músculo, y quando tienen la figura de una cuerda se llaman ten- dones , y aponeurosis quando están extendidas á modo de tela. Hay ademas muchos músculos que tienen en su cuerpo porciones tendi- nosas mezcladas con las carnosas, y hay otros que no tienen por- ción alguna tendinosa sensible, de forma que parecen enteramente earnosas. Las fibras carnosas ó motrices, están dispuestas á modo de ha- ces cilindricos, que la vista distingue fácilmente; pero estos haces se componen de hacecitos mas pequeños, y estos de otros todavía me- nores ; de suerte, que no es posible llegar á las últimas fibras sim- ples. La naturaleza de estas fibras se ignora: unos las creen sólidas, y otros huecas; de estos unos quieren que su cavidad sea continua, y otros que esté dividida en muchas celdillas que tienen comuni- cación entre sí; y no falta quien diga que su cavidad está llena de vello: en una palabra, son casi tantas las opiniones sobre la naturaleza de las fibras elementares de los músculos, quantos son los autores que han tratado de ella. Como quiera que sea , estas fibras están todas rodeadas de un texido celular muy fino que envuelve cada fibra de por sí, y des- pués cada hacecito y cada haz que componen, formándoles una es- pecie de vayna, que al paso que separa cada fibra y cada hacecito uno de otro, los ata entre sí por medio de filamentos celulosos. Este texido no es perceptible por su finura en las fibras y hacecitos mas pequeños; pero sí en los medianos, y mas todavía en los haces que resultan de la unión de estos, en quienes el texido celular que los viste es mas grueso, y mucho mas en la superficie de los músculos, donde forma para cada uno un género de envoltura, que por su es- pesor la han tomado algunos Anatómicos por una membrana parti- cular , y le han dado el nombre de membrana común de los mús- culos , que los ata á las partes vecinas. Todo el texido celular de los músculos es manifiestamente continuación del que está esparcido por todo el cuerpo; pues sobre tener la misma estructura que este, y contener el mismo humor en mas ó menos cantidad, según es mas floxo ó apretado, se llena del mismo modo de gordura en las perso- nas obesas, y muchas veces en tanta copia, que la parte fibrosa de los músculos se puede decir que está sufocada ; se llena también de serosidad en la anasarca, y se hincha de ayre en los animales que se matan en las carnicerías, donde es costumbre soplarlos después de desangrados para hacer su carne mas tierna. La carne de los músculos está sembrada de arterias, venas, va- sos linfáticos y nervios. Las arterias son muchas, y en los músculos de alguna extensión entran varios troncos arteriosos, de cuyos ra- mos unos corren por su superficie debaxo de Ja membrana, ó mas MUS 4^7 bien de la capa de texido celular que los cubre, y los demás se in- troducen eu su interior, donde se dividen en un gran número de ramificaciones. Así las arterias como las venas son las que dan á los músculos el color roxo que tienen: pues le pierden inyectando una gran cantidad de agua en sus arterias para lavarlos, ó teniéndolos largo tiempo en maceracion. Como los músculos bien inyectados no solo se tiñen del color de la inyección, sino que parece que se con- vierten en una masa de la naturaleza del líquido introducido, han creido algunos que las arterias remataban en la cavidad de las fibras motrices; pero es mas probable que esto provenga de haberse extra- vasado la inyección en el texido celular que las rodea. Las venas de los músculos no son menos numerosas que las ar- terias ; siguen el mismo camino, y guardan la misma distribución; pero son un poco mayores. Tienen también los músculos vasos lin- fáticos ó absorventes, como se ha dicho quando se trató de este gé- nero de vasos. Los nervios de los músculos son bien manifiestos, y de ordina- rio muy gruesos: se introducen en ellos en varios troncos, y se dis- tribuyen al modo de las arterias y venas; pero sin que sea posible seguirlos hasta sus últimas ramificaciones. Su número es tan conside- rable, que algunos han creido que el texido celular y filamentoso que une las fibras carnosas le forman principalmente los nervios. Aunque los tendones y la aponeurosis tienen de común con la carne de los músculos el que constan de vasos sanguíneos y linfá- ticos , y de un texido celular que separa sus fibras; sin embargo, se diferencian en que el texido celular de los tendones y de las apo- neurosis es mucho mas cerrado que el de la carne muscular: sus vasos son muchos menos en número y mas pequeños, y ningún nervio de los que pasan por ellos se puede demostrar que penetre en su in- terior ; por lo que no se sabe todavía si las fibras tendinosas y apo- neuróticas son continuación de las carnosas, ó si son distintas y de naturaleza diferente. Muchos así antiguos como modernos, han abra- zado la primera de estas dos opiniones: otros defienden la segunda; y aunque es difícil decidir una qüestion de esta naturaleza, sin em- bargo , si atendemos á que las fibras tendinosas no son irritables, ni capaces de contraerse; á que apenas se diferencian de las que constituyen los ligamentos, y á que degeneran algunas veces en un texido verdaderamente celular, se puede muy bien creer que las fibras tendinosas se distinguen esencialmente de las carnosas, y que solo están pegadas y atadas á las extremidades de estas, como lo confirman los experimentos microscópicos del célebre Fontana. Las fibras motrices y las tendinosas no están ordenadas del mis- mo modo en todos los músculos; en algunos unas y otras guardan la misma dirección, como en los músculos del vientre, en el sarto- 4*8 MUS rio &c. En otros las fibras motrices tienen una dirección obliqüa re" lativamente á la de sus tendones, como en los gemelos, en los se- mitendinosos, y en los seminerviosos: en ciertos músculos unas y otras fibras están dispuestas á modo de rayos, como en los tempo- rales: en algunos se hallan las fibras extendidas en una extremidad, y recogidas en la opuesta: en otros están apartadas en el cuerpo del músculo, y reunidas en las extremidades; en fin en otros las fibras carnosas van obliqüamente á terminarse en un tendón medio al modo que las barbas de una pluma en su tallo, por cuya razón se llaman peniformes. Se diferencian también los músculos largos por razón de sus ex- tremidades , pues unos las tienen simples, como el braquial interno, el largo supinador &c, y otros tienen una ó ambas extremidades do- bles, triples &c., como los bíceps, los tríceps, el gran serrato, el espinoso de la espalda, el multifido del espinazo &c. Los primeros se llaman simples, y los segundos compuestos. Las ataduras de los músculos se diferencian por razón de las par- tes en que se fixan. La mayor parte se atan á huesos, y algunos también á ternillas; otros á membranas ó á tendones; otros á par- tes carnosas, y otros á substancias mas blandas. Los nombres de los músculos se toman de sus usos, de su si- tuación , de la parte que ocupan, de su figura, de su origen y ter- minación , de su origen y de la parte á que pertenecen , de solo su origen, de su terminación , de sola la parte á que corresponden, del número de vientres, de cabezas y de colas , de su dirección de una parte á otra, de su tamaño, y en fin de algunas de sus propiedades. Por razón de sus usos se llaman adductores ó aproxímadores, ab- ductores ó apartadores, elevadores, depresores, flexores , extenso- res, erectores, indicadores, oponentes, esfínteres ó cerradores, ma- seteros ó mascadores &c. Por su situación, anteriores, posteriores, in- ternos , externos, profundos, sublimes &c. Por la parte que ocupan, anconeos, braquiales, bucinadores ó trompeteros, cervicales, tem- porales, glúteos, femorales, iliacos, intercostales, pectorales, lin- guales &c. Por su figura, deltoides, lumbricales, orbiculares , trape- cios , romboideos, quadrados, escalenos, piramidales, serratos &c. Por su origen y terminación, basloglosos, ceratoglosos , coracobra- quiales, milohioideos &c. Por su origen y por la parte á que perte- necen, palatinos, estilo-faríngeos &c. Por solo su origen, peroneos, terigoideos,nasales,cigomáticos &c. Por su terminación, transversa- les, espinosos, semiespinosos &c. Por sola la parte á que pertenecen, coxigeos, palmares, plantares &c. Por el número de vientres , de cabezas y de colas, biceps, tríceps, digástricos, multifidos &c. Por su dirección, circunfiexos, obliqüos, rectos &c. Por su tamaño, del- gados, largos, anchos, grandes, pequeños &c. Finalmente por al- MUS 42p fosa^T,e<3adeS Partlcula/es á ciertos m^cuIos, se llaman comple- xos los de estructura enredosa; gemelos los que tienen dos vientres S"J í tUrad°reS l0lqUe taPan los aSu'eros °^Ies d Z^L ff°SS¡"i ^mimembranosos los que la mitad de ellos es mern- brana semitend.nosos aquellos cuya mitad es tendón; ácigos el músculo que es único. Hay también músculos que por tener un ZZl TÍ* S6 díf-tÍn8Uen COn ePítet0S toma^s deP su s tu don magnitud figura, dirección y número. Tales son los epítetos de' externos , internos, inferiores, superiores , anteriores, lateTales COr. tos, largos, quadrados , redondos, ascendentes, descendentes 'obl quos, transversos, primero, segundo, tercero &c. Algunos se'dife cuToT?eCctonsÍTbK d6 ^Z,3"6 ¿ qU6 Pemnecen > COm° <" -fc culos rectos de la cabeza, del vientre, del cuello, del muslo &c • o de la parte en que están situados, como el bíceps del brazo dé! muslo, el largo del cuello del dorso &c., y otrL con e apellido de propios de una parte, ó de comunes á muchas. P La acción de los músculos consiste en su contracción y relaxacion En la contracción los músculos redondos se encogen en toda su cir- cunferencia, y cierran los orificios que rodean, y los largos se acor- tan arrimando sus extremidades una á otra, ó á lo menos tiran á cor- tarse; y de este modo mueven ó contienen las partes á que se atañ- en la relaxacion vuelven los músculos al estado que tenían antes de contraerse. Aunque los músculos en su relaxacion no producen oo sit.vamente movimiento alguno, pueden producirle negativamente no impidiendo que ciertas partes se muevan por otra potencia- así quando las partes á que pertenecen son pesadas, y están situadas de modo que pueden obedecer á la fuerza de su gravedad, experi- mentan por la relaxacion de ciertos músculos un movimiento real como el que resultarla de la contracción de algunos que las tirasen' Esto lo vemos freqüentemente acontecer á la cabeza, la qual estan- do mantenida en su situación por los músculos externo-cleido-mas- toideos, explenios, complexos y otros extensores, se cae hacia ade- lante solo con que estos músculos se relaxen. Lo mismo acaece al brazo quando está apartado del cuerpo por la acción del músculo deltoydes y del supraespinato sin tener otro apoyo; pues con que estos músculos dexen de contraerse, cae el brazo por su peso y se arrima al cuerpo. Pero comunmente para las acciones opuestas de un mismo miembro , como por exemplo, para la flexión y extensión del antebrazo ha puesto la naturaleza músculos, que obran en dirección opuesta, quales son los flexores y extensores , y entonces los unos se llaman antagonistas respecto de los otros: y los músculos que con curren juntos á producir la flexión ó la extensión se denominan au- xiliares ó conspiradores. Solo las fibras carnosas son capaces de contraerse ó de relaxarse- 43o MUS pues las tendinosas no tienen acción por sí mismas, y no son mas que una especie de cuerdas, por medio de las quales las primeras obran en la parte que deben mover: así la acción de los músculos pende de sus fibras carnosas; y en iguales circunstancias la fuerza muscular corresponde al mayor ó menor número de fibras carnosas de cada músculo, y la extensión de su movimiento a la mayor o menor longitud de ellas. Los movimientos que los músculos producen son voluntarios o involuntarios. Los movimientos voluntarios son los que dependen de la voluntad y le están subordinados, como los que exercen casi to- dos los miembros del cuerpo. Los involuntarios no dependen de la voluntad, sino que se executan sin que lo sepamos, ni podamos no- sotros oponernos ni estorbarlos: tales son los movimientos del cora- zón , los de las arterias y venas, los del estómago y de los intesti- nos. Los mas de los autores admiten en la respiración una tercera clase de movimientos, que llaman mixtos, esto es, que en parte son independientes de la voluntad, y en parte le están subordinados; pero el Barón de Haller en su inmortal obra de Fisiología ha demos- trado que los movimientos de la respiración son enteramente vo- luntarios. (V. MOVIMIENTO.) La causa que produce el movimiento muscular es absolutamente desconocida, y únicamente se sabe que la irritabilidad ó facultad de contraerse reside en la fibra carnosa; y que uno de los principa- les estímulos que ponen en acción su irritabilidad les viene por los nervios. B. (V. irritabilidad.) ., > MUSCULOSO. ( Anat.) Este adjetivo se usa en dos sentidos, o por el sitio en donde hay muchos músculos, ó por las partes de na- turaleza musculosa, que también se llaman motrices; y así decimos el muslo es una parte muy musculosa ó carnosa, una de las túni- cas del estómago es de una naturaleza musculosa &c. MUSGO DE CÓRCEGA. (Mat. Méd.) Debe mirarse esta substancia preciosa, dice Alibert, como una riqueza moderna de nuestras Farmacias, aunque desde muchos siglos los habitantes de te isla de Córcega se hayan servido de ella para combatir las lombri- ces de los intestinos. Estefanópoli, Cirujano del hospital militar de Ajaccio, contribuyó mucho á acreditar su administración medici- nal. En Francia no se comenzaron á hacer ensayos sobre ella hasta el año de 1775 , desde cuyo tiempo se han conseguido los sucesos mas constantes. Hasta el vulgo conoce la eficacia del musgo de Cór- cega en la diátesis verminosa; y así es que se usa diariamente como remedio antielmíntico, muy útil al mismo tiempo en las calenturas que se complican con síntomas verminosos. Se han inventado mu- chos medios para su administración , haciéndolo tomar en agua, en leche, en xarabes; mezclándolo con miel, con dulces confitados y MUS 43I otras varias confecciones, preparando una jalea de sabor muy agra- dable &c. Mr. Cadet lo prepara en panecillos, cuyo uso es muy co- nocido. Se da en cantidad de doce hasta treinta granos, proporcio- nando .siempre la dosis á las edades; y quando se recurre á la infu- sión o cocimiento se da en una porción mas considerable, echando media onza de esta planta en seis onzas de agua de fuente. Se Je pue- de añadir leche y azúcar. r MÚSICA ( i ) (Med. Práct.) La música no es otra cosa que una porción de sonidos graves y agudos, que juntos concuerdan per- fectamente , disminuyéndose por intervalos, de donde se deleitan los sentidos y la imaginación. He aquí una idea de su influxo en la economía animal, y su acción directa sobre nuestra sensibilidad.Es- ta propiedad, que distingue á los animales de los cuerpos inanima- dos, y por la que siempre medimos el grado de perfección de cada uno, al mismo tiempo sirve para establecer una relación cons- tante entre los cuerpos á que pertenece y los objetos que los rodean. § A pesar de la justa preeminencia que debe merecer de la aten- ción de los Médicos por su extensión é influxo sobre la misma vita- lidad, no parece que se hayan ocupado muchos en examinar todas sus relaciones, ni en hacer aplicaciones útiles á la práctica de los grandes conocimientos que ha adquirido la fisiología en nuestros días acerca de las propiedades de la vida. ¿Qué remedios se han ad- ministrado , aun en aquellos casos de una pérdida de sensibilidad absoluta, capaz de confundirse con la muerte, para excitarla en los órganos de los sentidos, que son, digámoslo así, sus depósitos? El tacto únicamente con los estimulantes externos, y el olfato con los estornutatorios, reciben felizmente los auxilios del arte ; mas si por desgracia no corresponden á sus impresiones, pocos habrá que in- tenten repetirla en el oido, y que tengan presente el poder asom- broso de la armonia, tanto sobre el hombre civilizado , como en el estado de rudez y de barbarie. Es verdad que si alguno, arrostran- do la oposición y la mofa de un vulgo insensato, ó de la ignoran- cia autorizada, se atreve á recurrir á la música en la curación de una enfermedad, se expone después, si su tentativa fuere desgra- ciada, á nuevos escarnios y á mayores contiendas. No me deten- drán ahora á mí tan frivolas causas para manifestar las ventajas de este arte encantador; y los orgullosos censores que la consideran como una vana y fútil diversión, que miran como inútiles las gratas sensaciones del oido, y que se complacen contra el voto del universo en reprobar un exercicio que consuela y vivifica á todos los seres sensibles, aprenderán así á apreciar por lo menos sus vir- tudes. artículo en el antiguo periódico intitulado Variedades dé y Artes, tomo i.° del año a.° 432 MUS No me toca hablar de su origen, de sus progresos, ni de su dignidad: la historia nos presenta innumerables hechos que lo testi- fican ; la religión se ha servido de ella para sus actos mas sagrados, y en todos los cultos ha exhortado á la virtud, ha proclamado á la divinidad, á los héroes y á todos los hombres ilustres, y ha sido el medio mas eficaz para imprimir en el corazón humano los prin- cipios de la moral y los conocimientos de sus deberes. Mas el gran quadro que nos ofrece el mundo en todas sus épocas debe fixar nuestra atención para conocer desde luego quántas utilidades pueden sacarse de este don del cielo en favor de nuestros semejantes. Ella conviene á todas las edades y á todas tes condiciones; impone silen- cio en los concursos mas tumultuosos; embellece la soledad; recrea á los mortales, y disipa las nieblas que eclipsan con freqüencia su es- píritu; anima los festejos; aparta de ellos la aflicción y el dolor; convierte la tristeza en alegría, el temor en confianza, en esperanza el despecho, y la ferocidad en compasión. Ella sola desarma á los mas intrépidos y orgullosos; en medio de las desgracias nos conser- va la tranquilidad, y es el único socorro en nuestras penas. Así ve- mos á la mayor parte de los trabajadores animarse en sus fatigas con sencillas cantilenas, inflamarse á los combatientes en el horror de una batalla al son de su música marcial, y hasta el reo abismado en su lóbrego calabozo alivia su pesar, acompañando tal vez sus cantares con el triste sonido de sus cadenas; en una palabra, excita ó modera á su arbitrio todas las pasiones. Y no es el hombre solo el que participa de las sensaciones de placer que produce la armo- nía ; pertenece á todos los seres dotados del sentido del oido; y desde el elefante hasta el bruto mas estúpido todos sienten su be- néfico influxo. No por otra razón el camello, el torpe jumento y el perezoso buey sufren su carga y sus labores con menos trabajo quando los alienta el cántico ó algún instrumento , por mas grosero y desagradable que sea. Bichat ha demostrado la determinación de las pasiones sobre el corazón y todo el sistema sanguíneo, y esta idea debe ser la basa fundamental de nuestros principios relativamente á los efectos salu- dables de la música. Perteneciendo á las sensaciones de placer ha de colocarse forzosamente entre los agentes excitantes, que no siendo demasiado enérgicos ó duraderos , producen un nuevo vigor en las funciones animales, reaniman la fuerza vital, la exaltan y la corro- boran , aumentan la acción en todos los órganos de la economía, y principalmente en la de la digestión, de la circulación y secre- ción. Así Huffeland, hablando de los estímulos agradables, da la preferencia á la música; y demuestra que sus impresiones aumen- tan ó disminuyen la celeridad del pulso , prestan un tono igual á toda la máquina, y obran con mas actividad á veces que los re- MUS 433 medios medicinales y la eioqüencia del Profesor. Comparemos el r k Xx-de laS Pasiones en nuestros órganos, según le explica el cé- lebre Tisot, con el poder mágico de la armonía para ponerlas en movimiento ó moderarlas, y hallaremos un auxilio seguro para la curación de las enfermedades, y un medio eficacísimo para aplicarle. Recorramos si no las historias antiguas y modernas; registremos los fastos de la Medicina, y allí se nos presentan hechos prodi- giosos que comprueban su utilidad, aunque envueltos entre la obs- curidad de la magia y de la astrología, baxo cuyas ilusiones ocul- taban los antiguos charlatanes los verdaderos efectos de la música para seducir al pueblo, dando un aspecto misterioso á las cosas mas naturales y comunes. „Puede dudarse, dice Boerhaave, si todos los portentos que se refieren de los encantamientos y de los versos en la curación de las enfermedades deberán atribuirse á la música, en cuya ciencia estaban completamente instruidos los Médicos antiguos." Y ciertamente pudieron tener resultados mas felices, porque se dedicaban mas bien á conmover el corazón que á excitar el alma é inspirar el placer; y porque su música, mas sencilla y mas imitable, era también mas patética y eficaz. Distinguieron tres tonos princi- pales con el fin de mover con ellos diferentes afectos; Helaron á profundizar sus efectos hasta en sus últimas modificaciones,^ así se verificaron los prodigios que cuentan los historiadores de Timoteo y de Terpandro. I Mas cómo es que entre nosotros no obra la música como en- tre los Griegos y los Orientales , aun quando mueva libremente y sin oposición todos sus resortes? ¿ Proviene acaso esta degradación de que no conozcamos las liras de los Atenienses, el salterio de Sidon, y los sistros dorados de Menfis? Las obras de Pargolesi, de Ptcci- ni,y de Paisiello^ son acaso inferiores á las de Terpandro y de Arion? ¿9 .^ay Por ventura en la especie humana una tendencia graduada hacia la insensibilidad? Yo creo que si la música se usase ahora en- tre nosotros en los casos en que la empleaban los antiguos , produ- ciría los mismos efectos que entonces; y la historia moderna nos ofrece algunos hechos maravillosos semejantes á los que admiramos en la antigüedad. Nuestro célebre Mengs, antes de tomar en la mano el diestro pincel con que animaba sus lienzos, hacia muchas veces que se le tocase algún concierto acomodado al objeto que meditaba para despertar su fecunda fantasía. Parece que hasta este punto la música no pasaría de un objeto de mero agrado, útil no obstante á la sociedad; pero los antiguos la mira- ban también como un remedio poderoso en la práctica de la Medicina. El mismo Celio Aureliano dice haber observado su utilidad en los dolores; y hace ya mucho tiempo que, según Bonnet, se cono- cieron sus buenos efectos eu la gota. Desault, Baglivi, Geoffroy, tomo v. III 434 MUS Mead , Floyer, Sauvages y Bourdeiot la han usado ventajosamente, y la recomiendan en males diversos, y entre ellos principalmente en la hidrofobia. El gusto general por la música y sus asombrosos efectos obliga- ron á muchos Médicos antiguos y modernos á aplicar la armonía en la epilepsia, en el histerismo, en la ninfomanía y en las innumera- bles dolencias que por lo común padecen las mugeres cloróticas. Ca- sos ha habido en nuestro tiempo que han confirmado las ventajas que Asclepíades concede á la música para la curación de los fre- néticos , como puede verse en Jas actas de la Academia de las Cien- cias , en las quales se encuentra entre muchos el caso siguiente: „Un Músico (<) célebre fué acometido de calentura, que acre- centándose de dia en dia llegó á hacerse continua con recargos, y al dia séptimo sobrevino el delirio, acompañado de lágrimas, de terror y de perpetua vigilia: calmó algún tanto á los tres dias, y ' el enfermo pidió se hiciese un breve concierto en su quarto. Al primer sonido que oyó se serenó su vista, sus ojos^ se aquietaron, cesaron enteramente las convulsiones, y estuvo limpio de calentura mientras duró el concierto : mas después de concluido volvió á caer en su primer estado de languidez , del qual no salia sino repitiendo el mismo remedio; y al fin después de diez dias de música recobró su salud." Yo pudiera presentar aquí dos observaciones muy seme- jantes , si no temiese ofender la modestia del sabio Profesor que las hizo. Este rápido examen parece que da ya alguna luz sobre el modo con que obra la música en la máquina animal: mas para confirmar los datos anteriores, y despojarlos del ayre de maravilla , que los hace increíbles, es necesario todavía considerar á la música como estímulo mecánico consiguiente á las impresiones que causa en no- sotros el ayre puesto en movimiento desde el cuerpo sonoro, y que alcanzan á todos los cuerpos inmediatos, especialmente quando están unísonos, y notar ademas en ella la causa de una sensación grata y deliciosa. Este último modo de obrar , aunque hablando rigurosamente debe referirse al primero, tiene una relación parti- cular con la sensibilidad de cada individuo. Los tres géneros en que se ha dividido la música dan lugar á in- finitas modificaciones, por medio de las quales puede pasarse de una pasión á otra: y esta improvisa mudanza, estos admirables efectos de la música son fáciles de explicarse si se reflexiona sobre la efi- cacia de los sonidos, y se examina atentamente el órgano del oido. No son ellos mas que movimientos trémulos y prontos del ayre pro- duddos por la conmoción de las partes que componen el cuerpo (i) Hist 1707. MUS 435 tañido. Si se hieren las cuerdas de un instrumento , se descubre el sacudimiento que imprimen á los átomos que las rodean, observán- dolos á los rayos del sol. Resultan pues en el ayre vibraciones tan freqüentes, que corre en el espacio de un segundo mil ciento quaren- ta y ocho pies: qualquiera que sea su intensidad, todas las diferen- tes disposiciones de tonos forman una cantidad de sonidos modifi- cados, que según su graduación, excitan en nosotros una sensación mas ó menos dulce, como que el órgano del oido viene á ser en estas circunstancias -una especie de tacto. Así la música considerada como un simple sonido, ó un ruido, obra principalmente sobre las ramificaciones del nervio acústico; mas sea por la comunicación que este nervio tiene con los de toda nuestra máquina, sea por una es- pecie de simpatía nerviosa , ó en fin por la unidad de la sensibilidad, esta acción se manifiesta en las diversas partes de la economía. El gran Boerhaave observó que siempre que tocaban un instru- mento junto á un sordo todo su cuerpo se estremecía; y abundan exemplos de personas que solo con oír un cañonazo han sentido una inquietud y constricción en el estómago, han caido en la sordera, ó han sufrido horribles convulsiones. En la historia de la Academia Real de Ciencias se lee que una doncella acometida de violentos accesos de histerismo usó en vano de los mas poderosos remedios que los Médicos la prescribieron; y habiéndose un dia disparado un pistoletazo al lado de su lecho, ocasionó en todo su sistema ner- vioso una revolución tan grande y tan feliz , que al momento se di- sipó el paroxismo, y nunca jamas volvió á aparecer l. Tales el efecto de los simples sonidos: ¿quales pues deberán ser quando estos estén combinados y dirigidos por las leyes admirables de la armonía? ¿Qué auxilios no podrán ofrecer para la Curación de tantas enfermedades nerviosas para el alivio de tantos sínto- mas del mismo carácter? No es necesario explicar el mecanismo de esta acción , después de establecidos los principios fisiológi- cos que hemos insinuado: la gran dificultad está en que el Mé- dico conozca á fondo las inclinaciones, el carácter y gusto de sus enfermos, su organización, y el estado y variedad de sus dolencias. Algunos poco sensibles, ó como vulgarmente se dice duros de oido, ni distinguen el tono ni la cadencia, y para ellos la música es un ruido incómodo y confuso; otros no conocen mas que un tono fun- damental, y los mas tienen un gusto particular para cierto género de música, ó para determinados instrumentos, fruto de la preocu- pación, de la educación ó del hábito. De aquí se infiere que quando quiera aplicarse la música á la Medicina deben elegirse aquellos tonos que mas propios sean para i Sin embargo, este caso puede atribuirse á la sorpresa mas que al efecto del ruido. 436 MUS inspirar las pasiones convenientes al estado de la enfermedad y del enfermo ; y valiera mas en qualquiera caso hacer la ilusión mas com- pleta con !a dulzura del canto. Por este medio se vería calmar el fu- ror de un frenético, desvanecerse las negras nieblas de una melan- colía , llamando la atención del doliente hacia otros objetos hala- güeños , mitigar los dolores, moderar la cólera, precaver sus funestas consequencias , y finalmente alejar el temor. Conviene no obstante advertir que en las mugeres recien pari- das, en los dolores de oidos y de cabeza , este mismo remedio seria pernicioso, y que nunca será útil aplicarle repentinamente, y con una uniformidad fastidiosa, sino que deberá irse aumentando gra- dualmente, y siempre con variedad , á proporción que el enfermo recobre su vigor y energía. MUSSCHEMBROECK. (Pedro dé) (Biog.) Nació en Leyden en el año de 1^92: murió en esta ciudad en el de 1761 : se recibió de Doctor en Medicina en el de 1715 ; pero las ciencias exactas Je ocuparon principalmente. Después de haber hecho un viage á Londres donde vio á Newton, y en donde consultó también con Desaguiiiers después volvió á Holanda, donde obtuvo varias plazas. La Universidad de Utréch era célebre por el estudio del Derecho ; pero habiendo sido nombrado Musscbembroeck Catedrático de Física y de Matemáti- cas, se hizo famosa en estas ciencias, que enseñó con un grande esmero. La Ciudad de Leyden le llamó después para Catedrático de Las mismas ciencias. Desde luego se hizo célebre su nombre- entre los sabios, y así es que muchas Academias, y en particular la de las Ciencias de París y de Londres le asociaron. La cultura dé las le- tras , los cálculos y las experiencias físicas le ocuparon toda su vi- da; de suerte que en sus obras se ve que en las experiendas se ad- vierte una sagacidad poco común,, y en sus cálculos mucha exacti- tud. Sus ensayos de Física traducidos en francés por Mr. Sigaud de laFond, é impresos en el año de 1769 , tres tomos en 4.0, son muy estimados. El autor no lo era menos por su candor , su desinterés y por las qualidades que forman al verdadero filósofo. Sus costum- bres eran simples y puras, y su conversación alegre. Los Reyes de Inglaterra, Prusia y Dinamarca procuraron en vano atraerle á sus dominios. Tenemos de este autor: i.* Tentamina experimento- rum^ Lugd^Batav. 1731 , en 4.0 r 2.0 Institutiones physica. Ibid. 3748, en 4."'13.° Compendium phy sica experimenta lis: 1762, en 8.» MUSLO. (Anat.) Se llama así la primera parte de las extremi- dades inferiores, que es formada en el esqueleto de un solo hueso llamado^ fémur , el qual se halla cubierto de una multitud de mús- culos, hallándose ademas varios vasos, nervios &c. y los tegumentos «que lo cubren, todo: los movimientos del muslo íe executan ñor va- lias músculos, que son:. i/> J?soas grande Se ata á la margen, úi- MUS 437 ferlor de la última vertebra del dorso, á la parte lateral del cuerpo de las cinco vertebras lumbares , á la cara anterior de sus apófisis transversas, y á la parte anterior de la extremidad del pequeño trocánter del fémur. Los usos s- terior y externa del ¡igamento obturador,, y á la parte inferior y posterior de la cavidad del gran trocánter. Los usos son volver ei muslo de dentro afuera , y arrimar un muslo á otro. 8.° Grande glú- teo. Se ata al labio externo de la cresta del ileon,.á la cara externa de su tuberosidad, á te parte inmediata del gran ligamento sacrocia- tíco, al borde delsacro y del coxis, y á las desigualdades de la par- te superior de la línea áspera: del fémur. Los usos son extender y ti- rar el muslo atrás contra la pelvis, volverle de dentro afuera, y con- tribuir á apartar un muslo de otro o,i° Glúteo mediano. Se ata al la- bio externo de la crcsti dd ileon, á toda la porción de la cara ex- terna de este hueso, que media entre su cresta y la primera de las líneas semicirculares de esta cara, y al lado externo de la raiz del gran MUS- trocánter. :Lqs usos son llevar el muslo hacía afuera, apartándole del otro, impedir, que, la pelvis se doble hacia delante quando esta- mos en pie, y quando andamos la tira hacia la pierna que está apo- yada en el suelq. Su parte anterior puede volver el muslo de fuera adentro. 10. Glúteo pequeño. Se ata á todo el espacio que media entre las dos líneas semicirculares de la cara externa del ileon, al borde; de la grande escotadura ciática, y á la parte anterior y superior del gran trocánter. Los usos son los mismos que los del glúteo media- no, n. Piriforme. Se ata á las crestas ó eminencias que median en-. tre el primero, segundo, tercero y quarto agujero de la cara in- terna del sacro, á la parte inmediata del borde posterior é inferior del ileon, al pequeño ligamento sacrociático, y á la parte superior de la cavidad del gran trocánter. Los usos son volver el muslo de dentro afuera quando estamos en pie ó tendidos á la larga, apar- tarle del otro quando estamos sentados ó echados con los muslos do- blados; también puede llevar el muslo hacia atrás y arriba. 12. Ob- turador interno. Se ata á mas de la mitad superior del labio Interno del agujero oval, al ligamento obturador, á la fosa obturatriz inter- na y á la cavidad del gran trocánter. Los usos son volver el mus- lo como el piriforme, pero mas rectamente ; y puede también apar- tarle del otro muslo. 13. Géminos. Se atan el primero á la cara ex- terna de la espina del isquion; el segundo á la parte superior é inter- na de la tuberosidad de este hueso, y ambos á la cavidad del gran trocánter. Los usos son ayudar al obturador interno. 14. Quadrado del fémur. Se ata á la cara externa y borde inferior de la tubero- sidad del isquion, y á toda la longitud del borde posterior del gran trocánter desde su raiz hasta su punta. Los usos son los mismos que los géminos Quando el fémur está levantado hacia afuera le baxa y arrima al otro. 15. Músculo de la facialata. Se ata á la parte inferior y externa de la espina anterior y superior del hueso ileon, y á la aponeurosis de la facialata. Los usos son volver el muslo de delante adentro , y poner tirante la facialata. B. 4 ¿ * - !>*á. inranrans ,;^\f ■-.•> '■-""\¡