^^m^w^m&mm^^mm^m^^^^ 7v ■-' .j ■ 'Vjüvsrmara;- »0>í©!^ DICCIONARIO DE MEDICINA Y CIRUGÍA, BIBLIOTECA MANUAL MÉDICO-QUIRÚRGICA. POR D. A, B, TOMO TERCERO. ■(5 -"-■'« MADRID EN LA IMPRENTA REAL aKo de 1806. ■f w ÍJ51 DICCIONARIO DE MEDICINA Y CIRUGÍA. J-JARTOS. ( Anat.) Se da este nombre á una tela celular bastante densa, que es una parte constitutiva del escroto. (V. este artículo.') Algunos Anatómicos la han tenido por un músculo, porque se con- trae y relaxa; pero ni tiene fibras carnosas, ni posee la irritabili- dad muscular, pues solo se contrae por el frió como la piel, ó por el estímulo venéreo. En estos casos se encoge y frunce, eleva los testículos, y arruga mas el escroto. El dartos forma también una bolsa para cada testículo; y de la reunión de ambas resulta el se- to ó tabique que los separa, cuyo borde está estrechamente unido al rafe del escroto. (V. rafe , testículos y escroto.) DAZA CHACÓN (Dionisio) (Biog.), natural de Valladolid, Profesor de Cirugía. Publicó Practica y Teoría de Cirugía, en dos partes. Valladolid 1605, en folio. DEBILIDADES. ( Med.) Serie de enfermedades, cuyo carác- ter consiste en la impotencia de sentir clara y distintamente, de desear, de mover los miembros y los órganos con la fuerza ordina- ria, de imaginar y exercer todas las funciones del alma &c. Todas estas enfermedades están comprehendidas en la clase iv de la Noso- logía de Sauvages. Exposición de la clase iv de debilidades, sus caracteres ordi- nales, genéricos y específicos, y los métodos de curarlos. La debilidad, llamada también parálisis, es una impotencia de poner en acción ó emplear las fuerzas ordinarias: los Griegos la lla- maban adynamia, y á la facultad de obrar ó fuerza dynamis. La debilidad de,los sentidos, estoes, de la vista, el tacto &c., es la impotencia de formar ideas claras y distintas de los objetos que obran en los órganos. La debilidad de los miembros es también una impotencia de moverlos, aunque haya deseo ó voluntad de exe- cutarlo. La debilidad ó falta del apetito, ya sea de tomar alimentos, de beber, de los deseos amorosos, es una impotencia de apetecer los alimentos, las bebidas, los placeres venéreos &c. del modo y en el tiempo que convienen á la salud. La debilidad del pulso consiste en que hay menos movimiento en el corazón y las arterias que en el es- tado de salud; por consiguiente el carácter de esta clase de enferme- dades es la debilidad parcial ó total de las sensaciones, de los apeti- tos , de los movimientos, ya sean libres ó naturales. La salud, en su rigurosa significación, no consiste únicamente en TOMO lli. A 2 DEB el exercicio de una acción qualquiera; es necesario que sea executada con el vigor propio á cada género de animal siempre que tenga la edad conveniente para emplear sus fuerzas. Este vigor debe ser pro- porcionado al volumen del cuerpo y á la actividad moral. Sabemos que hay dos especies de facultades; la una animal, cuyas acciones se refieren al alma, no siendo mas que unas simples modificaciones, como la facultad de conocer y desear; la otra se refiere á las mu- danzas del cuerpo, y se llama facultad motriz. La debilidad de las acciones animales es una conseqüencia de la impotencia de conocer y desear, y de la obscuridad y confusión del conocimiento y del deseo, y por consiguiente del entorpecimiento general de los miembros y 'de los órganos. Los Griegos llamaban aisthesia la facultad de conocer los objetos por medio de los sen- tidos ral obscurecimiento, confusión y debilidad de estos órganos llamaban dysesthesia; y quando estaban depravados ó debilitados los apetitos sensitivos, como el de comer, beber &c., le daban el nombre de anepithimia. La facultad motriz, quando estaba debili- tada, llamaban igualmente los Griegos dyskinesia ó dyscinesia, ba- xo cuya denominación formaremos un orden , como se verá después, que comprehenderá las enfermedades en que los miembros han perdi- do la facultad de moverse y á veces de sentir, aunque lo determine la voluntad, depravándose las grandes propiedades de la vida, sen- sibilidad é irritabilidad. (V. estos dos artículos.) Se formarán los demás órdenes de esta clase según la significación y acepción griega del nombre que les daremos. Las causas ó principios que determinan las debilidades son va- nas ; y aunque se referirán mas particularmente en la exposición de los géneros de esta clase y en otros artículos, indicaremos no obs- tante las mas generales, que son: todos los venenos específicos , mias- máticos &c , que apagando la sensibilidad é irritabilidad, producen las calenturas nerviosas, pútridas y otras enfermedades, que tienen por esencia la debilidad; las grandes evacuaciones de sangre y de otras materias; la abstinencia de alimentos; la vigilia continua; el exercicio inmoderado; las pasiones del alma deprimentes, como el miedo, el susto &c.; alguna enfermedad quirúrgica ó de otra espe- cie, que comprima los nervios, la medula y los vasos, interceptando el paso de los fluidos que corren por ellos: por último, la abundancia de sangre y otros humores pueden hacer incurrir en debilidad en al- guna parte ó en el todo de la máquina. (V. plétora. ) El plan cu- rativo que se debe emplear para la debilidad debe ser tan vario co- mo sus especies, en donde se tratará. Esta clase consta de cinco órdenes, que son: Dysesthesis, Ane- pithimia, Dyscinesia, Leiposichia, y Comata ó enfermedades so- porosas. DEB } Orden primero. Dysesthesis. El carácter de este orden consiste en la pérdida ó depravación de las sensaciones 6 debilidad de los sentidos. Los Griegos llamaban aisthesis ó dinamis aisthética á aquella facultad por la que el al- ma percibía la impresión que hacían los objetos en los órganos de los sentidos, que es lo que se llama sensación. Las enfermedades que consisten en la depravación de esta facultad corresponden á este or- den , el que consta de diez géneros. Género i. Catarata. Este género se tratará en el artículo enfermedades de los ojos. Género n. Caligo. Esta enfermedad tiene por principal síntoma la diminución par- cial ó total de la vista á causa efe un obstáculo opaco, que interrum- pe la entrada de los rayos de la luz en la pupila. {Consúltese para este género el artículo enfermedades de los ojos.) Género ni. Ambliopia. La ambliopia es un género de enfermedad cuyo principal sín- toma es la debilidad de la vista, absoluta ó respectiva, sin que la córnea ni demás membranas del ojo pierdan su transparencia. En es- ta enfermedad se halla cierta confusión y obscuridad , que son rela- tivas á la distancia con que se presentan los objetos &c. (Consúltese el artículo enfermedades de los ojos, y los de miopía/ pres- bicia. ) Género iv. Amaurosis 6 gota serena. Esta enfermedad tiene por síntoma principal la ceguera tota!, sin que se advierta ninguna opacidad en el ojo; pero la prunela ó pu- pila se halla sin movimiento alguno. Se diferencia de la ambliopia ab- soluta en que la ceguera es total, y no distingue ni aun la luz, co- mo sucede en esta última. La amaurosis es causada comunmente por vicio de los nervios ópticos ó de la retina, quedando en una pará- lisis ó inaptitud, para transmitir al sensorio las impresiones visuales, que produxéron los rayos de la luz en el órgano de la vista; y esto puede suceder por varios motivos, ya sea que se obstruyan dichos nervios por la compresión &c., ó que sean cortados por su raiz 6 por las prolongaciones. 4 DEB Los signos que caracterizan los amaurosis son, ademas de la ce- guera absoluta, el que se hallan las pupilas muy dilatadas, no dan- do señales de movimiento, aunque se expongan á una luz abundan- te, y se haga una ligera frotación sobre los párpados. Lo que respecta á la curación se indicará en las especies, y se consultará también el artículo enfermedades de los ojos, y to- do lo que se diga en el género parálisis podrá también tener lugar aquí. Este género consta de diez y siete especies. i. Amaurosis traumática. Esta especie puede ser producida por una herida de la cabeza ó del ojo, ya sea hecha con una arma cortante ó de fuego: por la conmoción del cerebro producida por una caida, golpe &c. Quando la amaurosis se sigue inmediatamen- te á las heridas ó golpes de la cabeza, es señal de que es originada por la sección del nervio, por la compresión del derrame, por dis- tensión y aun por la inflamación ; pero si se va formando poco á po- co , en este caso pertenece á la parálisis. 2. Amaurosis pituitosa. Esta especie es producida por el der- rame de serosidad en la cabeza: para su curación consúltese el ar- tículo hidrocéfalo ; pero siempre vendrán bien los catárticos, los eméticos, los vexigatorios y aun los sedales, como también los va- pores y aun lociones al ojo con el aguardiente &c.: la electricidad también se recomienda por algunos Prácticos, y ademas se estable- cerá un plan tónico y corroborante interiormente. 3. Amaurosis escrofulosa. Muchos escrofulosos son acometi- dos de esta especie por hallarse varias glándulas esquirrosas compri- miendo los nervios ópticos ó la substancia del cerebro: para su cu- ración consúltese el artículo escrófulas. 4. Amaurosis pletórica. Esta especie puede ser producida por la supresión del fluxo menstruo ó hemorroydal, y también por las calenturas agudas. Los signos que la caracterizan son los genéricos, y ademas los de la plétora, acompañados de un dolor profundo de cabeza ó una, pesadez dolorosa en el fondo del ojo. La curación de esta especie se reduce á restablecer las evacuaciones (V. clorosis y fluxo hemorroydal. ), y disminuir la plétora, ya sea con sangrías locales, generales &c. 5. Amaurosis de nacimiento. Esta especie es producida por una parálisis congénita de los nervios ópticos con que nacen los ni- ños , cuya curación las mas veces es imposible, pues si se ha verifi- cado alguna, ha sido empleando los remedios generales; pero esto es muy raro. 6. Amaurosis causada por la supuración interna del oh, (V. enfermedades de los ojos.) 7. Amaurosis causada por un miosis. (V. miosis. ) 8. Amaurosis causada por un espasmo. Esta especie es pro- x'--y DEB 5 ducida por la contracción espasmódica ó dolorosa del anillo mode- rador de Valsalva. Los que han estudiado la Anatomía saben que los quatro músculos rectos del ojo y el grande obliqüo tienen su origen del fondo de la órbita cerca del nervio óptico, á quien abra- zan : quando estos músculos son afectados de una contracción espas- módica comprimen de tal suerte el nervio, que impiden su influxo en el ojo, y se sigue esta especie, que viene: i.° repentinamente: 2.0 principia por un dolor violento: 3.0 está acompañada de afec- ciones ecpasmódicas é histéricas: 4.0 es ocasionada por la lesión de uno ú otro nervio orbitario y por la convulsión del anillo modera- dor. Las cefalalgias muy violentas pueden producir esta especie, co- mo también los cólicos renales, calculosos, y otras muchas enferme- dades dolorosas y convulsivas. 9. Amaurosis de los que limpian las letrinas. Los sugetos ocupados en semejante destino suelen ser acometidos de esta especie de gota serena: su curación no se debe diferenciar en nada de la ge- neral. 10. Amaurosis venérea. {V. gálico.) 11. Amaurosis exantemática. Esta especie es producida por la supresión ó retroceso de la.sarna, la tina y otras enfermedades eruptivas. La curación consiste en avocar dichas erupciones á la piel con los remedios propios para ello [V. los respectivos artículos.), y emplear los de la cura general. 12. Amaurosis causada por los narcóticos. Algunos autores refieren que se sigue esta especie del uso excesivo de los narcóticos exterior ó interiormente. Los medios de enervar su acción son bastan- te conocidos: el uso del vinagre ó qualquiera otro ácido vegetal es el contraveneno mas eficaz de los narcóticos. ( V. contravenenos.) 13. Amaurosis intermitente. Sauvages, con referencia áStorck, dice haber visto una calentura cotidiana complicada con una gota serena, que se disipaba pasadas algunas horas; pero que se curó con la quina. 14. Amaurosis raquidlgica. Esta especie sucede al cólico sa- turnino , y depende del mismo principio que la parálisis, que es su conseqüencia. [V. cólico saturnino.) i 5. Amaurosis histérica. Esta especie es mas bien un síntoma- pasagero, que acompaña á los parosismos histéricos. 16. Amaurosis producida por la suma debilidad. En las grandes pérdidas de sangre y por otras evacuaciones excesivas, y en todos los casos en que haya una suma debilidad puede verificarse esta especie. 17. Amaurosis artrítica. A los que padecen la gota puede so- brevenirles esta especie. (V. artritis. ) 6 DEB Género v. Anosmia. La pérdida ó debilidad del órgano del olfato es el principal sín- toma de esta enfermedad. La anosmia es derivada de la palabra grie- ga osme, que significa olor, y de la partícula a privativa. Son mu- chos los efluvios que, introduciéndose por las narices, pueden afec- tar la membrana pituitaria y los nervios que se distribuyen en ella, alterándola en términos que se pierda la acción de transmitir al sen- sorio común las impresiones que hicieron en esta parte los cuerpos olorosos. Se puede perder también el olfato por la gran sequedad de dicha membrana, por la demasiada mucosidad, por los pólipos y otros vicios quirúrgicos &c. Este género consta de siete especies. i. Anosmia catarral. En el coriza ó catarro nasal acompaña esta especie, en que la perversión de la secreción del moco, que hu- medece la membrana pituitaria, la altera en términos, que se pier- de el olfato, siendo esta especie mas bien un síntoma que una enfer- medad. 2. Anosmia causada por un ozena. ( V. ozena. ) 3. Anosmia producida por un pólipo. (V. pólipo. ) 4. Anosmia venérea. En las úlceras venéreas de la boca, que se propagan á las fosas nasales, se verifica esta especie. (V. enfer- medades VENÉREAS.) f. Anosmia verminosa. Algunas observaciones enseñan que se engendran gusanos y lombrices en la nariz, que causan los grandes estornudos y otros síntomas, con la pérdida del olfato. (V. lom- brices.) 6. Anosmia causada por la sequedad. Se ve con freqüencia en las calenturas agudas que la lengua y la membrana pituitaria se secan infinito, y por consiguiente pierden el gusto y el olfato los en- fermos. Lo mismo sucede á los que caminan dándoles el ayre de ca- ra , que se seca igualmente dicha membrana. También suelen perder el olfato los que usan excesivamente el tabaco de polvo, porque á un estímulo tan continuado se hace insensible este órgano. En el caso de la sequedad vendrán bien las sorbiciones de los cocimientos que tengan analogía con el moco natural, que barniza la membrana pi- tuitaria : como los emolientes, gomosos &c. 7. Anosmia paralítica. Esta especie acompaña comunmente í las enfermedades soporosas y á diferentes especies de parálisis, que es causada por la obstrucción ó compresión de los nervios olfatorios. Género vi. Agehustia. Esta enfermedad consiste en la supresión de la facultad, por la qual percibimos los sabores. Se diferencia de la anorexia, á quien DEB 7 acompaña las mas veces en que está afecta la lengua y la otra el es- tómago , é igualmente de la cacosicia ó la inapetencia de alimentos; porque hay mucha diferencia entre percibir los sabores de los alimen- tos ó tener repugnancia á ellos. El principio ó causa determinante de la pérdida del gusto existe en el cerebro, en la lengua ó en sus ner- vios» Este género consta solo de dos especies: la primera es la febril, que és mas bien un síntoma que una enfermedad, la qual sobreviene en las calenturas biliosas, malignas ó nerviosas &c.: conseqüencia las mas veces de la sequedad: la segunda es la paralítica, que sigue á la parálisis de la lengua ó á las enfermedades soporosas. Género vn. Dysecaa. La enfermedad que constituye este género consiste en una afec- ción del órgano del oido, que impide percibir los sonidos distinta- mente. [Consúltese el artículo enfermedades del oído, donde se hallará la exposición de este género y de los dos siguientes Paracusis y Cófosis, que son el vni y el ix.) Género x. Anestesia. Esta enfermedad es una privación del sentido, que sin ofender el movimiento muscular, no hay apetito de las cosas necesarias; los enfermos no duermen ; y aunque no tienen sensaciones, no obstante se diferencia esta afección de las soporosas, aunque tiene alguna re- lación con el caro; bien que los que padecen la anestesia comen, be- ben y exercen las excreciones de cámara y orina &c., que con difi- cultad executan los soporosos. De este género ha formado Sauvages quatro especies, fundándose únicamente en algunos casos raros y particulares, por lo que omitimos su exposición , contentándonos con decir que la primera es la causada por la espina bífida: la segunda es la pletórica: la tercera es la de los niños recien nacidos; y la quar- ta es la melancólica, remitiéndonos á los artículos de dichas enferme- dades. Orden segundo. Anepitimia. Los Griegos llamaban epitimia al apetito sensitivo, y por con- seqüencia la anepitimia no es mas que la debilidad ó supresión de este apetito, esto es, del hambre, la sed , los placeres venéreos &c. sin que acompañe ningún entorpecimiento en el cerebro. La debili- dad ó alteración de estos apetitos, como los que se observan en las mugerjes embarazadas, en las calenturas, en las enfermedades inflama- torias y en las diferentes especies de manía, aunque parezcan de po- ca consideración, merecen no obstante toda la atención del Médico- 8 DEB los quales no se deben mirar como enfermedades, sino como unos simples accidentes de dichas afecciones. Este orden consta de tres gé- neros, que son: Añorexia, Adipsia y Anafrodisia. Género xi. Anorexia. Esta es una enfermedad cuyo principal síntoma es una diminu- ción notable del apetito ó una cesación del hambre. Los accidentes que acompañan á la anorexia son: la aversión á los alimentos, ó lo que llamamos asco ó astío, que no se debe confundir con la anore- xia; porque hay mucha diferencia entre no desear los alimentos, y tener repugnancia ó aversión á ellos. El hambre es un apetito sensitivo ó un deseo de comer, que afec- ta por intervalos quando estamos en ayunas, ya sea por razón de la necesidad que tenemos de reparar las fuerzas por medio de la nutri- ción , ó por el placer que hay en comer, ó el hábito que tenemos de ello; estos son sin duda ninguna los tres motivos que nos obligan á comer. Este género consta de trece especies. i. Anorexia paralítica. Quando esta afección nerviosa es un síntoma de la apoplexia, de la catalépsis, del caro ó alguna otra enfermedad soporosa, se debe mirar como un accidente de estas en- fermedades. Si consiste en una laxitud paralítica, perfecta ó imper- fecta, se sigue precisamente una inapetencia constante y muy rebel- de , que se puede atribuir á los principios que causan las parálisis de los miembros, y se debe combatir con los mismos remedios, tenien- do mucho lugar los eméticos, las aguas minerales y otros medicamen- tos tónicos y excitantes. Se puede colocar en esta especie la anore- xia producida por el abuso de los narcóticos y exceso del vino y li- cores espirituosos. Anorexia pituitosa. Esta especie es producida por los humores glutinosos, adiposos y lentorosos contenidos en el estómago. Los signos que la caracterizan son: la pesadez de estómago, los eruptos nidorosos, los vómitos de una pituita insípida y pegajosa, el emba- razo que sienten los enfermos quando se alimentan con substancias crasas y aceytosas, y la falta de signos, que indican haberse produci- do por otros principios. La curación de esta especie exige los mis- mos remedios que la paralítica, particularmente los eméticos, y con preferencia la ipecacuana, que incinde y evacúa las flemas viscosas, y restablece el tono del estómago. El vino emético, dice Etmulero, nace mas efecto en esta enfermedad que diez purgantes. Después de los evacuantes vienen bien los tónicos y corroborantes del estóma- go; y así se recomiendan las pildoras aloéticas, el vino de axenjos los elíxires estomacales &c. ' 3. Anorexia pletórica. Esta especie parece ser producida por DEB 9 la abundancia de sangre, ó mas bien por la supresión del menstruo. [V. CLOROSIS.) 4. Anorexia febril. Esta especie es mas bien un accidente que una enfermedad, y por lo común acompaña á todas las enfermedades inflamatorias y febriles. J. Anorexia melancólica. Los ambiciosos, dice Sauvages, los comerciantes avaros, todos los que tienen una fortuna precaria, y que son muy sensibles á la pérdida de los bienes y honores que disfrutan quando se verifica esta pérdida, suelen ser acometidos de esta especie de anorexia, lo mismo que los amantes despreciados, y aun los hom- bres estudiosos, y en fin todos los que puedan incurrir en la melan- colía por las causas que determinan esta enfermedad. [V. melan- colía.) La mayor parte de los Médicos se suelen equivocar en la curación de esta especie, porque se atribuye á otras causas el des- fallecimiento del estómago, el amargor de boca, la sed, los fla- tos , la tensión de los hipocondrios, y las malas digestiones; siendo así que todo es producto de las pasiones del alma, ó estímulos mentales; y si se atribuyen á una causa puramente humoral, se curará quan- do mas algún efecto , mas la causa quedará en pie, y reproducirá los síntomas molestos indicados: para mejor acierto y dirección de esta especie, se consultará el artículo melancolía ó. Anorexia biliosa. El exceso de bilis y su detención en las primeras vias produce esta especie, que se conoce por el amargor de boca, la náusea ó el vómito de bilis, hallándose la lengua de este' mismo color, y el enfermo tendrá calor y sed. A veces el uso abun- dante de crémor de tártaro es suficiente para curar esta especie; otras es necesario acudir á los eméticos blandos, y después á los tónicos interpolados con los ácidos: la tintura de quina alternada con el agua de limón fria, ó mezclando en ella algún ácido mineral, llenarán cum- plidamente todas las indicaciones. 7. Anorexia de los caquéticos. Esta especie acompaña co- munmente en todas ó en la mayor parte á las enfermedades ca- quéticas. 8. Anorexia de los extenuados. Esta especie es mas bien un sín- toma que una enfermedad; y sobreviene con otros síntomas quando se abusa de la venus en tiempo en que aun no se ha celebrado la digestión, siguiéndose también la extenuación y los vómitos &c. 9. Anorexia producida por saburra. Esta especie es causada porque los alimentos no se han podido digerir, ya sea por su canti- dad ó por su qualidad, ó porque los órganos de la digestión están enfermos; en esta especie están indicados los mismos remedios que en la anorexia biliosa, á excepción de los ácidos. [V. dicha especie.) Las especies 10, 11, 12 y 13 las omitimos por ser raras, y poco necesarias al conocimiento del Médico. TOMO III. B 10 DEB Género xii. Adipsia. . • La adipsia es propiamente la diminución ó extinción morbífica de la sed, esto es, la depravación del apetito, ó deseo de líquidos potables. Como la mayor parte de alimentos contienen un xugo aquoso que apaga la sed, no es extraño que algunos sugetos se pasen sin beber largo tiempo sin que padezca su salud. Este género consta de solas dos especies. La primera es la que se llama constitutiva, de- pendiente de un temperamento pituitoso y frió. Se han visto varios sugetos que por dicha constitución ,^í otra análoga, por el hábito &c. se pasan meses sin beber. La segunda es la sintomática, que acom- paña á las enfermedades soporosas, la tos, la pleuresía &c. Género xiii. Anafrodisia. Este género consiste en la extinción del deseo ó apetito al acto venéreo, que es indispensable para la generación, lo que hace á los hombres impotentes y á las mugeres estériles. La exposición de este género se hallará en los artículos impotencia/ esterilidad. Orden iii. Dyscinesia. Este orden comprehende las enfermedades, cuyo principal sínto- ma es la debilidad, la diminución ó supresión del movimiento muscu- lar de los órganos sujetos á la voluntad; por exemplo, los miembros, la lengua &c., sin que se pueda atribuir su inmobilidad ni al dolor ni al adormecimiento ó sopor. El movimiento muscular exige: i.° un motivo que excite su voluntad ó el deseo de obrar; y quando este motivo falta estamos en quietud, aunque tengamos la facultad de movernos: 2.° la acción suficiente del influxo nervioso,que va desde el cerebro por los nervios á los órganos, y quando este falta, como en el pavor, la lipotimia &c., el movimiento cesa ó se disminuye: 3.0 que los nervios situados dentro ó fuera de los músculos no estén interceptados, dexando el paso libre al fluido que se cree corre por ellos; pues todo movimiento cesa quando están ligados ó comprimi- dos: 4.0 que las fibras musculares tengan la flexibilidad y elasticidad conveniente , porque si estañ muy duras ó muy floxas, los músculos cesan en sus movimientos. Son muchas las causas que pueden viciar las partes del modo que hemos expuesto, y por consiguiente producir las varias enfermeda- des que comprehende este orden, que iremos exponiendo sucesiva- mente, el qual contiene siete géneros, que son la mudez ó mutitas, la afonía , la tartamudez ó psellismus, la par afonía, la paralí- sis¿ la hemiplegia y la paraplegia. DEB n Género xiv. Mutitas. Este género consiste en la impotencia de hablar ó de pronunciar las palabras articuladas. La voz es el sonido que se produce con la boca y la laringe, por cuyos órganos expresamos nuestros pensa- mientos. Los Griegos llamaban á la voz fonos, de donde se deri- va la palabra afonía, ó privación de la voz, que se diferencia mucho de la mudez, porque puede haber una mudez sin afonía, pero no afonia sm mudez. Murmurar ó hablar entre dientes es pronunciar las palabras con un tono tan débil y tan mal articulado, que apenas se perciben; pero la mudez es ya una impotencia real de hablar. Los mudos, aunque produzcan sonidos con el órgano de su voz conformes á sus pasiones, y comunes á los animales, sin embargo no pueden ex- presar distintamente sus pensamientos. Se diferencian de los valvu- cientes ó tartamudos, en que aquellos no pueden pronunciar ningu- na sílaba, y estos lo hacen imperfectamente. Tenemos necesidad de' cierta instrucción para hablar, porque un niño quando está en esta-' do de pedir lo que necesita, es necesario que sea un fiel imitador de* su nodriz ó aya, acostumbrándose á pronunciar las diversas sílabas' que entiende, combinando unas con otras, por lo que sucede que' son mudos los que están privados del oido quando son sordos de nacimiento, ó que son estupidos, quienes no tienen ningún deseo de imitar ó buscar lo que les es útil, no teniendo ni apetito, ni sensa- ción , ni imaginación que les excite á hablar, como acontece á los que duermen ó que rehusan hablar enteramente, como suele suceder en la melancolía , el éxtasis, y otras enfermedades semejantes. Este género consta de nueve especies. i. Mudez producida por la parálisis de la lengua. Esta es- pecie acompaña freqüentemente á la apoplegía y á la hemiplegia: para su curación &c. (V. paralísis.) 2. Mudez traumática. Se verifica esta especie en algunos reos que se les pone al tormento; son varios los casos que refieren los au- tores de esta naturaleza. Las heridas, las contusiones &c. que ofen- den los nervios que van á la lengua pueden producir igualmente esta especie. 3. Mudez producida por los narcóticos. Se refieren algunos casos en que por haberse excedido en el uso de los narcóticos inte- rior y exteriormente ha sobrevenido esta especie: para su curación consúltese el artículo contravenenos. 4. Mudez causada por falta de lengua. Varias enfermedades quirúrgicas pueden producir la destrucción ó separación de este ór- gano , y por consiguiente causar esta especie. 12 DEB or los síntomas que la caracterizan, y por su rapidez, siendo así que a hemiplegia es una enfermedad crónica. La especie mas freqüente de hemiplegia es la que se suele seguir á la apoplegía y aun á la epilepsia: algunos autores la creen saludable y critica en estas enfermedades; pero quando está afectada la lengua y viciado el cerebro, el enfermo está amenazado de una apoplegía. La cura general de la hemiplegia se diferencia muy poco de la que hemos establecido en el género an- terior para la parálisis ó perlesía; solo que en esta enfermedad, como que es mas considerable, se graduarán mas los medicamentos; las friegas, las cantáridas y fomentaciones se determinarán hacia la es- pina. Este género consta de quince especies, i. Hemiplegia transversal. Esta especie es muy freqüente, que se suele seguir de una disenteria maligna y epidémica quando se de- tiene indebidamente con los astringentes y otros remedios, perdien- do el movimiento del brazo y el de la pierna de un lado; pero este accidente por lo común está complicado con dolores artríticos, á no ser que las partes pierdan el sentido. Se ignora la causa de este fenó- meno : la cura exige que se atienda á la disenteria como enfermedad primitiva [V. este artículo.)', y después se emplearán los remedios generales de la perlesía, si es que no se ha desvanecido después de la curación de la enfermedad productora. 2. Hemiplegia espasmódica. Se refieren algunos casos en que los hipocondriacos afectados de fuertes espasmos, cefalalgias &c. son acometidos después de la hemiplegia; á los quales se les socorrerá con los remedios generales combinados con algunos antiespasmódicos y tónicos, como el licor anodino de Hoftman, la asafétida&c. 3. Hemiplegia sifilítica. Esta especie es muy freqüente en los afectados de la lúe venérea: para su curación &c. consúltese el ar- tículo mal venéreo. 4. Hemiplegia escrofulosa. Consúltese la especie quinta de pa- rálisis. * r DEB 23 f. Hemiplegia artrítica. Esta es una perlesía que afecta ordi- nariamente el lado derecho de los que están atacados de dolores ar- tríticos , que no solo paralizan estas partes, sino que también las ex- tenúan. Haen refiere haber curado á un enfermo de esta especie en dos meses por medio de la electricidad. Se puede colocar en esta es- pecie la hemiplegia producida por el reumatismo; y la curación de ella será siempre combinada con los remedios generales de las dos enfermedades, esto es, de la que constituye la causa y la que es su conseqüencia. 6. Hemiplegia exantemática. Esta especie es producida por el retroceso ó supresión de la sarna, la tina y otras erupciones cutáneas. El método curativo que se debe emplear se dirigirá únicamente á avocar dichas erupciones á la piel. (V. sus respectivos artículos.) y. Hemiplegia producida por la apoplegía. Esta especie , co- mo hemos dicho anteriormente, es una conseqüencia provechosa de la apoplegía, y para curarla se deben emplear los remedios generales. 8. Hemiplegia intermitente. Se refieren algunos casos de acom- pañar á una calentura intermitente una hemiplegia, que desaparecía con la calentura: como esta especie es un accidente de la calentura, los remedios se deben dirigir á la curación de esta , con los que se des- vanecerá , juntamente con la enfermedad primitiva. 9. Hemiplegia traumática. Esta especie se sigue á los golpes, las caídas, á las heridas y aun á las fracturas del cráneo, y siempre que esté ofendida la medula espinal. [V. todos estos artículos.) 10. Hemiplegia serosa. Esta especie tiene mucha analogía con la 12 del género parálisis, pues es causada por los mismos princi- pios , y se debe emplear su misma curación. 11. Hemiplegia apostematodes. Esta especie, producida por absceso en el cerebro, es incurable y mortal; sin embargo Haen re- fiere haber visto curar á tres hemipléticos de esta especie por me- dio de una expectoración de pus. 12. Hemiplegia causada por la epilepsia. Se ve algunas veces quedar hemipléticos y aun soporosos los que padecen la epilepsia, conseqüencia de los grandes parosismos de dicha enfermedad, que siempre será de muy mal agüero. 13. Hemiplegia artrítica. [V, la especie quinta) 14. Hemiplegia simulada. No pocas veces se ve fingir esta do- lencia para excitar la compasión, como lo suelen hacer los mendi- gos &c. 15. Hemiplegia saturnina. Esta especie suele seguirse á los que se han envenenado con el oxide de plomo ó azúcar de Saturno. ( V. CÓLICO SATURNINO.) 24 DEB Género xx. Paraplegia. Esta enfermedad consiste en una extrema debilidad, con la pér- dida del sentido y el movimiento en la mitad del cuerpo, tomado transversalmente, siendo mas común desde la mitad del cuerpo aba- xo, comprehendiendo las extremidades inferiores, complicada con incontinencia de orina, impotencia viril &c. Los principios ó causas que determinan esta afección son los mismos que los de los géneros anteriores, con solo la diferencia de que obran en distintos sitios, y por consiguiente exige el mismo tratamiento curativo, por lo que omitimos la exposición de las siete especies que ha formado Sauva- ges de este género. Orden quarto. Leipostchie ó desfallecimientos. Este orden comprehende las enfermedades en que el principal síntoma es una diminución considerable de las fuerzas vitales, y por consiguiente del pulso y de la respiración. Las fuerzas vitales son las del corazón, de las arterias y demás entrañas del pecho, calculadas por los movimientos de estos órganos; y así es que el pulso está mas lleno, vivo y firme quando hay mas fuerzas vitales, lo mismo que sucede con la respiración, que se executa con mas firmeza y freqüen- cia; pero la fuerza actual del pulso y de la respiración se diferencia mucho de la potencial ó de la facultad vital; porque esta no las em- plea como la necesidad no lo exija: por exemplo un hombre sano, que está en reposo, tiene el pulso mas pequeño y blando, poco fre- qüente y mas raro que quando está empleado en un trabajo violento, ó agitado por una pasión, calentura, ó un exercicio inmoderado. Las leyes y fuerzas vitales tienen sin duda su origen en el cere- bro como centro del sistema nervioso, disfrutando una fuerza de reacción universal y activa para la conservación ó el restablecimiento de la integridad del sistema nervioso en toda la extensión de la eco- nomía animal. En efecto, esta reacción ó esfuerzos conservadores y reparadores, ó esta especie de potencia vital del cerebro, parece de- pender, en quanto á su exercicio, del buen estado físico, y en los mis- mos términos, como si tuviera que emplear su influxo en las acciones mentales; porque el estado del cerebro, propio para exercer esta reac- ción con energía, parece ser muy análogo al que produce en el alma los sentimientos, la voluntad &c.; y así es que á este órgano, y lo restante del sistema nervioso, se le debe tener como instrumento mas inmediato del principio vital. La diminución de las fuerzas del corazón dependen ó del influxo nervioso, ó de los órganos si el primero está interrumpido ó dismi- DEB 25 nuido, ya sea por causa de miasmas mefíticos, que apagan la acción del principio vital, ya sea por una larga abstinencia, por enferme- dad ó por evacuaciones excesivas &c.; lo cierto es que las fuerzas se debilitan. También puede suceder que cese de obrar el influxo ner- vioso en los órganos, ó porque el cerebro esté comprimido como en las enfermedades soporosas, ó porque los nervios estén heridos, ó haya algún obstáculo en el corazón. Son muchas las causas que pueden producir estos desarreglos del cerebro, los nervios y demás órganos que executan los movimientos vitales, como iremos viendo en la exposición sucesiva de los géneros y especies. Este orden com- prehende quatro géneros, que son : Astenia ó debilidad de miem- bros , la Lipotimia} el Síncope y la Asfixia. Género xxi. Astenia. La astenia es una debilidad de todos los miembros, que no in- fluye en las acciones vitales, ó á lo menos que la debilidad de los miembros, cuyos movimientos están sujetos á la voluntad, es mayor que la que se debia esperar del pulso; y por conseqüencia la aste- nia se diferencia del síncope y de la asfixia en que en estas la debili- dad de los músculos es igual á la de los movimientos vitales. La as- tenia se percibe por la pereza, lentitud y floxedad con que execu- tan las acciones acostumbradas y necesarias los que están afectados de esta dolencia, quienes padecen ademas cierto temblor quando se esfuerzan á executar algún movimiento, teniendo una sensación de pesadez en los miembros y un gran abatimiento en todo el cuerpo, el que les obliga á estar echados boca arriba, que es lo que solemos llamar postura supina, la que manifiesta la gran debilidad que tie- nen los enfermos, y mucho mas si á esto se añade el que permane- cen siempre en ella, hablando en un tono baxo y pausado , pues por la voz se juzga también del estado débil del hombre; y los que quie- ren fingirlo hablan muy baxo y despacio. La debilidad será aun mas graduada si los enfermos, ademas de todo lo expuesto , expelen los excrementos de cámara y orina involuntariamente en la cama. Sauvages distingue la astenia de la debilidad de las fuerzas vita- les: la primera, dice, está mas remota de la muerte que la segunda, y por conseqüencia no debe intimidar al Médico. Esta enfermedad, según él, se diferencia del tifus y la paraplegia por los signos pro- pios de estos géneros; de la laxitud , en que esta es una sensación in- cómoda complicada con astenia. Los Brwnianos forman una clase bien dilatada de enfermedades de la astenia, que ellos llaman as- ténicas. [ V. doctrina ó sistema de brovvn. ) Este género consta de diez y siete especies, que todas ellas mas bien son sínto- mas de otras enfermedades que especies esenciales, que caractericen TOMO III. D 26 DEB una enfermedad aislada, por lo que omitimos su exposición, pues Sauvages quiso formar estas especies de la astenia ó debilidad , que acompañan al hidrocéfilo, al escorbuto, á la mayor parte de las afecciones caquécticas &c. , que suele ser un síntoma primitivo ó esencial de esta? enfermedades, que se debe combatir igualmente con el plan curativo, que es propio de ellas. Género xxii. Lipotimia. La lipotimia, que solemos también llamar congoja, es un aba- timiento repentino y momentáneo, que no influye en el pulso: se di- ferencia del síncope: i.° en que en este el pulso se disminuye consi- derablemente , que los sentidos se debilitan y aun se perturban en- teramente quando es muy fuerte , en lugar que en la lipotimia el pulso conserva ordinariamente su forma, á menos que la afección no sea demasiado violenta, y cause el síncope: 2.° la lipotimia es pre- cedida de un zumbido de oidos y cierto calor , ó de un vértigo que los enfermos perciben, que las mas veces les da tiempo para decir que caen desfallecidos, en lugar que el síncope les priva repentina- mente del sentido y del conocimiento. La lipotimia se diferencia de la cardialgía en que el enfermo no experimenta al principio nin- guna sensación incómoda en el epigastrio. Este género consta de so- las dos especies: la primera es producida por una pasión de ánimo, pues es muy freqüente al ver una grande herida, un ahorcado &c. seguirse la lipotimia: la segunda, llamada estomática, es la que sue- le venir ó por desfallecimiento del estómago, producido por falta de alimentos ú otras causas, ó por algún otro vicio producido en esta entraña. Suele suceder algunas veces que muchos sugetos, no tenien- do alimento alguno en el estómago, puestos de rodillas ó en pie, les suele venir una lipotimia: se cree suceda esto porque no teniendo el pequeño lóbulo del hígado el apoyo necesario en el estómago por estar vacío, gravita tirando hacia abaxo el diafragma, y hace que se estreche el pericardio , trastornándose el movimiento del cora- zón &c., y siguiéndose por consiguiente la lipotimia. También los dolores pueden producir esta enfermedad. Género xxiii. Síncope. El síncope consiste en una debilidad súbita y considerable de las acciones vitales y animales, ó de las fuerzas del cuerpo y del espí- ritu, presentándose el pulso pequeño y débil, la respiración casi in- sensible , una gran diminución en el movimiento muscular , el senti- do y el calor, perdiendo el enfermo el conocimiento por algún tiempo, en términos que parece un muerto. Se diferencia de la lipo- DEB 27 timia en que principia á indisponerse hacia el diafragma , mientras que la lipotimia empieza por la cabeza; de la cardialgia, en que no está acompañada de ningún dolor de estómago; de la asfixia en que en esta los enfermos están frios, no dando ningún signo de vida, y parecen como muertos; y en el síncope se observa el pulso, aun- que obscuro, transpiran , las partes internas conservan algún calor, la respiración continúa, y al cabo de algunos minutos recobran sus fuer- zas y facultades. Todas las enfermedades pueden degenerar en una debilidad mor- tal, y entonces vendrá sucesivamente; y no se llamará síncope, y sí asfixia final, quando esté acompañada de frió, de palidez, sin es- tertor: si se presenta este con un sueño profundo, llamaremos apo- plegía final, y quando hay estertor ortopnea final, sin el ador- mecimiento ó sopor. Estas son las diversas maneras de ser ó modifi- caciones con que se termina la vida. El principio ó causa próxima del síncope parece ser la debilidad del movimiento del corazón ó su defecto. En el síncope el primer movimiento, en que depende la vida , subsiste; pero el segundo ce- sa, por lo que se sigue la falta de sentido, del pulso, del calor, y hay una gran debilidad en los miembros: el enfermo cae inmediata- mente en tierra por su propio peso á causa de la relaxacion que so- breviene en todos sus miembros; se pone pálido, frió, el pulso y la respiración cesan, ó á lo menos se disminuyen considerablemente. En la curación del síncope en general se deben principalmente evitar las causas ocasionales, y corregir, si ser puede, las predispo- nentes: para cumplir con esta última indicación es preciso emplear todos los medios para corregir la debilidad ó movilidad morbosa de todo el sistema con los medios propios para ello [V. corroboran- tes , tónicos y antiespasmódicos. ); pero como el síncope rara vez es idiopático, suele ser incierta su curación; mas sin embargo, expondremos algunos remedios generales. La sangría no es útil sino en el síncope producido por la plétora, y que se puede temer una sofocación, y aun en este caso la reprueba nuestro Piquer; pero en los casos en que la enfermedad dimana de otra causa indirecta, el der- ramar sangre será muy perjudicial á los enfermos. Los remedios mas convenientes en el acto del síncope son los que reaniman ó excitan la energía del cerebro, como el rocío del agua fria en la cara, cuyo pronto efecto es maravilloso, teniéndola ventaja este remedio de ser muy sencillo: otros aconsejan la nieve, no siendo en casos en que el síncope es causado por el frió. El poner los enfermos á un ayre li- bre ó agitarlo para producir un ambiente fresco suele bastar mu- chas veces; ademas se han propuesto diferentes remedios excitan- tes para disipar el síncope. En los ataques ligeros suele bastar aplicar el vinagre á las narices; pero en los muy violentos es necesario re- 28 DEB currir al álcali volátil ó amoniaco, y otros estimulantes de esta espe- cie y energía, con la precaución siempre de no usarlos largo tiempo, pues aunque alivian y despiertan prontamente , continuados dañan, porque pueden producir un calor morboso, y causar también un au- mento de debilidad con el uso continuado. Lo mismo se puede decir de otros estornutatorios violentos, sabiéndose también que el vapor de las sales volátiles ha causado alguna vez una repentina sofo- cación. Todos estos remedios, demasiado estimulantes, suelen ser perni- ciosos muchas veces en los síncopes causados por la plétora, tenien- do los mismos inconvenientes en las personas caquécticas, débiles ó delicadas, por lo que se emplearán con mucha cautela en estos suge- tos; y así muchos autores recomiendan otros remedios menos acti- vos. Horstio ponia en los labios y la boca sal marina: otros se con- tentan con usar el humo acre del^succino, ó su aceyte, ú los olores fétidos, como las plumas y las lanas quemadas &c. La irritación de los intestinos es un medio bastante seguro para disipar el síncope; la aplicación de la triaca y otros remedios exteriores estimulantes en la región del corazón suelen estar en uso; pero creemos sean estos me- dios muy débiles, aunque nunca pueden perjudicar. En los síncopes muy grandes y duraderos, en que los medios antecedentes no han alcanzado , se deberá recurrir á los vexigatorios y á los demás reme- dios que se emplean en la apoplegía. (V. este género.) Este género consta de veinte y una especies. i. Síncope producido por la inanición. Esta especie sobreviene repentinamente algunas veces en las enfermedades en que hay eva- cuaciones , en las caquéticas, en conseqüencia de una larga absti- nencia , y quando están agotadas enteramente las fuerzas, diferen- ciándose de la debilidad habitual. La naturaleza emplea sus fuerzas para mantener el movimiento del corazón; se suspende inmediata- mente quando se halla una gran debilidad, ó quando hay obstácu- los que no se pueden superar, produciéndose por conseqüencia el sín- cope. La curación de esta especie exige el método analéptico y res- taurante que hemos propuesto en las enfermedades que dan origen á esta especie. 2. Síncope causado por el dolor. Es muy freqüente que al do- lor se siga alguna vez el síncope ( V. dolor. ) 3. Síncope febril. Esta especie , que sobreviene al principio ó al estado de las calenturas agudas, suele ser precursora de la muerte; pero quando sobreviene en las intermitentes no es tan peligroso. [Consúltese el artículo calenturas. ) 4. Síncope producido por la sangría. Hay muchos sugetos que el temor de sangrarse y la vista de la sangre solamente les produce un síncope: el remedio mas sencillo y mas común que se emplea en DEB 29 estos síncopes es rociar el rostro con agua fria, á fin de que, con la repercusión que puede seguirse en los vasos cutáneos por medio de este fluido, se determine el círculo hacia el corazón, y se restablez- can sus movimientos. j. Síncope pletórico. Esta especie es producida por la plétora, y su curación consiste en las sangrías, dieta, exercicio &c. 6. Síncope histérico. Las histéricas é hipocondriacos, quando es- tan agitados por alguna pasión violenta ú en otras circunstancias, suele sobrevenirles el síncope. El uso de olores fétidos y algunos blandos excitantes suelen bastar para restablecer estos enfermos, em- pleando después los remedios propios para el histérico. (V. este ar- ticulo. ) 7. Síncope producido por hallarse el corazón aneurismático 6 la aorta. Son muy freqüentes los síncopes que acometen en esta terrible enfermedad. 8. Síncope producido por un pólipo. Esta especie es causada por las concreciones poliposas del corazón; se manifiesta por una sensación de pesadez y de opresión en la región del corazón, y por la ansiedad, que es inseparable; por una palpitación habitual, que degenera en temblores freqüentes; por la desigualdad y variación del pulso: signo el mas cierto. 9. Síncope causado por la antipatía. Es muy freqüente ver algunos sugetos que á la presencia de varios animales, por exemplo un lagarto, un ratón &c., y aun á la de algunas producciones, co- mo el queso, las manzanas, ó qualquiera otro alimento, les hace caer en un síncope: esto se confirma por una infinidad de hechos; tal es el imperio que tiene la antipatía en estos sugetos, en sus órganos y sentidos. 10. Síncope producido por venenos ó miasmas. La primera impresión de los miasmas ó gases mefíticos ó deletéreos, algunos hu- mos arsenicales &c. &c. suelen causar el síncope de esta especie (V. miasmas y VENENOS.) n. Síncope producido por apostemas. En la abertura de va- rios apostemas, quando las entrañas de las cavidades padecen estos mismos tumores, suele seguirse el síncope de esta especie. 12. Síncope\causado por un derrame de agua en el pericar- dio. Se conoce que hay derrame de agua en el pericardio: i.° por la pesadez que se siente en la región del corazón: i.° por la opresión del pecho, que se aumenta quando los enfermos se echan de espal- das, y se disminuye quando se inclinan hacia adelante:^.0 por la lipotimia el síncope que padecen freqüentemente: 4.0 porque el en- fermo despierta repentinamente y como sofocado: 5.° por los signos generales de la hidropesía de pecho. (V. este artículo.) 13. Síncope estomacal. Esta especie por lo común es un efecto 30 DEB de la cardialgía; sin embargo puede provenir de la ansiedad estoma- cal. [V. cardialgía.) 14. Síncope producido por un esfaceh. Quando alguna par- te interna está esfacelada, ó que el niño esté muerto en la ma- triz, ó porque hay algún absceso interiormente, resultan síncopes freqüentes, acompañados de olores de materias podridas y cada- verosas. 15. Síncope escorbútico. Quando el escorbuto está en el tercer período, por pocos movimientos que los enfermos executen caen en el síncope. (V. escorbuto.) 16. Síncope artrítico. A los que padecen esta dolencia suele acometer el síncope. [V. artritis.) 17. Síncope fe br ico so. El vulgo llama á esta especie calentura, sincopal, y los Médicos llaman intermitente, perniciosa ó malig- na. [V. la clase de calenturas, donde se hallará tratada con to- da extensión esta enfermedad.) 18. Sincope Lanzoni. Este sugeto ha observado síncopes mor- tales producidos por cálculos en el corazón. 19. Síncope exantemático. Esta especie es producida por el re- troceso de la sarna, las herpes, las viruelas, sarampión &c. [V.to- dos estos artículos.) 20. Síncope metastásico. Esta especie es producida por la su- presión del humor que arrojan las úlceras, las fístulas, las flores blancas &c. 21. Síncope patético. Esta especie es producida por alguna pa- sión del alma, como el miedo, la alegría, el gozo &c. Género xxiv. Asfixia. La asfixia se presenta con todos los caracteres en la aparencia de una muerte repentina, por lo que esta enfermedad asusta infinito. Quando un enfermo gradualmente va perdiendo sus fuerzas por su enfermedad, y muere, no se debe mirar este accidente como una asfixia, y nunca se ha visto que estos sugetos hayan despertado del sueño eterno ; pero se ven con freqüencia enfermos, que se creían muertos súbitamente, recobrar su vida , ó naturalmente ó con auxi- lio del arte: á este estado se da el nombre de asfixia, sea que su principio esté en el cerebro, en el corazón ó en el pulmón. No se conoce aun perfectamente este género de enfermedad , lo que debe empeñar á los Médicos para buscar su origen. En la obra de Lanci- sio De muertes repentinas se hallarán muchas noticias. Pinel nos dice :„ He aquí uno de los exemplos mas patentes de las luces que la Química y Fisiología pueden suministrar en la his- toria de las enfermedades. ¿Podían los antiguos formarse la menor DEB 31 idea de las causas y carácter verdadero de las enfermedades produ- cidas por el vapor del carbón, por la sumersión y por las exhalacio- nes de las cloacas &c. ? ¿Y no debe la Medicina á los progresos de la Química moderna los conocimientos exactos que tenemos sobre es- tos diversos puntos? ¿No están fundados los verdaderos principios de su método curativo en las propiedades fundamentales de la irri- tabilidad Halleriana y de la sensibilidad ? i.° Estrangulad m. Nunca se repetirá lo mucho que es nece- sario admirar el juicio y las obras de Hipócrates, pero no seguirle ciegamente... . La estrangulación con espumarajo en la boca no es siempre mortal, aunque el padre de la Medicina lo declare en su aforismo 4,, lib. 2. Un gran número de hechos, observados en Vie- na y Paris, falsifican este aforismo..... Las fricciones graduadas, las infusiones espirituosas en la boca, la irritación de las narices y de la garganta y los baños calientes pueden á veces curar esta especie de asfixia; pero otras veces el éxito de estos medios es imposible, puesto que las disecciones de cadáveres manifiestan derrames sanguí- neos ó serosos en lo interior del cráneo, como en la apoplegía. Los síntomas de la asfixia, por estrangulación, varían según el grado de lesión producida, y según la constitución del individuo. Unas veces están rotos algunos músculos del cuello ó ciertos cartílagos de la larin- ge , y otras está dislocada ó fracturada una de las dos primeras ver- tebras cervicales. En este mismo artículo se encuentra también el modelo de una discusión sabia y profunda sobre las causas de la muerte en la estrangulación , tanto por las observaciones exactas y puntuales, quanto por una crítica juiciosa y por experiencias hechas en animales vivos. 2.0 La asfixia por sumersión ha sido el objeto de diversas discu- siones en las Efemérides de los curiosos de la naturaleza desde el año de 1677; pero se encuentran investigaciones mas exactas sobre sus efectos y curación en unos escritos en que reyna un gusto mas seve- ro. Morgagni ha hecho admirar mas su penetración en esta discu- sión : desde esta época se han publicado muchos escritos populares acerca de los medios de restituir la vida á los ahogados por Lowis, Tissot, Cullen, Gardane y Portal. Seria superfluo insistir en este asunto si no nos moviesen á ello los progresos de la Química moder- na y la disertación de Goodwin. [Conexión de la vida con la res- piración &v. obra traducida del ingles por Halle año 6.°) El tra- ductor da asimismo el extracto de una disertación del Dr. Mencies, publicada en Edimburgo en 1786, sobre la respiración, con notas críticas de algunns experiencias de Goodwin. Anuncia ademas que los Profesores de la Escuela de Medicina de Paris se ocupan ahora en una serie de experiencias destinadas á confirmar los hechos estable- cidos por Goodwin en el curso de su Tratado, y en comparar los 32 DEB fenómenos de la sumersión con todos aquellos que presentan las di- ferentes especies de asfixia que se han observado. 3.0 Asfixia por el gas ácido carbónico. Son varios los luga- res de donde este gas puede desprenderse, como los pozos, sepul- cros antiguos, minas, ciertas grutas , bodegas donde están las subs- tancias en fermentación, aposentos en que se quema carbón &c..... Inspirado por los pulmones, al instante hace cesar el movimiento voluntario, las funciones de los sentidos , la respiración y la circula- ción. En este estado el calor animal se conserva algún tiempo, los miembros quedan flexibles, la abertura de la glotis libre, el texido de los músculos floxo, los ojos saltados, y el rostro hinchado y en- cendido &c. En la progresión de los síntomas de la asfixia por los vapores del carbón hay dolor violento de cabeza al principio, y co- mo si el cerebro estuviese muy comprimido, vaidos mas ó menos in- cómodos según la acción, qualidad ó abundancia del gas ácido car- bónico , dificultad de respirar llena de congojas, palpitaciones vio- lentas del corazón antes que se suprima su movimiento, "temblor de los miembros; se ven los objetos duplicados, ó se pierde del todo la vista , hay zumbidos en los oidos, susurro, sordera; finalmente des- mayo, convulsiones, alguna vez perlesía y apoplegía, ó afecciones comatosas mas ó menos profundas, y la muerte. Se pueden leer mu- chos casos particulares de esta asfixia en los escritos de Marcelo Do- nato, Skenkio, Hildano, Lancisio, Amato Lusitano &c. Entre los hombres célebres que han sido víctimas de esta afixía se cuentan Ju- venal, Valerio Máximo y Plutarco. Se deben usar constante y con- tinuamente diversos estimulantes para restituir la vida á los asfíticos, fricciones en todo el cuerpo, lavativas irritantes, licores espirituo- sos introducidos poco á poco en la boca, y echando con fuerza ayre en esta ó en las narices. ¿ No existe todavía algún tiempo la irritabili- dad con esta muerte aparente? ¿y no basta para excitarla poner en acción todas las funciones vitales ? 4.0 Las ideas inexactas que se habia formado Janin algunos años hace sobre el mefitismo de las letrinas y la insuficiencia de su méto- do contribuyeron á lo menos á fixar la atención pública sobre el mismo objeto, y á empeñar á los Médicos químicos en examinarlo nuevamente. No podían lograrlo con satisfacción sino entrando, en el por menor de las experiencias que se habian executado, procurando instruirse en los hechos conocidos de los poceros , y reduciéndolos á principios raciocinados, acompañados siempre de aquella prudente circunspección, que no disimula las dificultades, y que indica toda- vía , aunque de lejos, extermino á que se debe llegar. Tal fué la ta- rea que desempeñó el ciudadano Halle en 1785. El autor refiere al principio los desgraciados acontecimientos que sucedieron quando hizo Janin la última experiencia. De los cinco hombres que baxáron DEB 33 á la letrina el primero fue afectado muy ligeramente; el segundo cayó de repente, y murió sumergido en la inmundicia ; el tercero pade- ció una asfixia completa; el quarto perdió al instante el conocimien- to, pero no cayó asfítico: las demás personas que presenciaron la experiencia fueron mas ó menos afectadas. El autor en la segunda parte de su obra procura fixar el sentido exacto de la palabra mefitismo: advierte que sus efectos llevan siem- pre el carácter ó de espasmo ó de estupor, y que no se limitan á suprimir simplemente la respiración. Por otra parte, para evitar to- da idea confusa, hace mención de los diversos gases conocidos que los Químicos han encontrado en las materias fecales, y pasa á las es- pecies particulares del mefitismo, que son el objeto de sus investiga- ciones; la una es la que se conoce en las letrinas con el nombre de plomb, y la segunda con el nombre de mitte. El plomb tiene carac- teres que le son peculiares; es un vapor que no existe antes que se limpien las letrinas, á lo menos no se manifiesta sino quando se ha limpiado una parte; se disipa por sí mismo quando no mueven las inmundicias; no se inflama, y regularmente no apaga la luz; ademas de esto es como contagioso, y se propaga de un individuo á otro: también se puede dudar si es un gas particular, no pudiendo suje- tarle á ningún experimento químico, y que únicamente es conocido por sus efectos en la economía animal. Estos efectos ofrecen muchas variedades; en algunos individuos es una afección comatosa, en otros un delirio alegre: alguna, vez no sobrevienen sino movimientos con- vulsivos; ciertas personas experimentan una sofocación repentina, y dolor en el estómago y en las articulaciones; finalmente hay casos en que se observan alternativas de elevación y de presión del estó- mago y vientre. La mitte es otra especie de vapor, cuyo efecto acre y picante se dirige hacia los ojos, los inflama, y priva alguna vez de la vista á los que la padecen. El hornillo que se coloca en el fondo de la letrina, y que es muy útil contra el plomb, es por el contrario perjudicial quando reyna la mitte. Los efectos se aumentan también echando cal. La mitte se distingue en húmeda ó fluida, y en crasa ó seca, según que el fluxo acompaña ó no á la hinchazón ó á la rubi- cundez de los ojos. El ciudadano Halle insiste en el cuidado que se debe tener de echar en el pozo, antes que se intente limpiarle, un haz de paja encendida, y en aprovecharse de todas las utilidades del ga- binete del ventilador, de la cal en polvo ó del agua de cal, y de hornillos colocados tanto en la letrina, quanto sobre los canalones que sirven para que corra la inmundicia; para que se evapore con- tinuamente vinagre. Concluye indicando con ingenuidad quanto que- da que hacer, y propone diversos problemas, cuya solución estamos todavía muy lejos de esperar. . Los accidentes de la dentición son producidos por la distensión violenta que sufren las hebras nerviosas de las encías quando el diente, que aun se halla encerrado, hace esfuerzos para salir afuera. En estas circunstancias los niños padecen y lloran, se ven agitados por un calor excesivo , un sueño interrumpido, y por punzadas fuertes: toman la teta de la nodriza con gran deseo; aprietan el pe- zón entre las encías, y se llevan automáticamente los dedos á la bo- ca. Las encías, ademas de ponerse entumecidas, aparecen blancas ó encarnadas; la secreción de la saliva es muy abundante; los niños babean mucho; están como con ahitos y con abstriccion de vientre; á estos síntomas se juntan freqüentemente la calentura, los movi- mientos convulsivos, y alguna vez la alferecía; se ve con freqüen- cia que la calentura, sea lenta ó aguda, la consunción suele venir con la diminución y el marasmo, que los conducen al sepulcro. Quando se hace la dentición con moderación, las criaturas sufren los dolores sin accidentes; pero no sucede lo mismo quando las en- cías ofrecen mucha resistencia á los dientes que deben salir: los ni- ños pletóricos y repletos son agoviados freqüentemente, y es nece- sario decir de todos estos que están adormecidos. Hipócrates observa que los dientes tardan mucho mas tiempo en salir quando los niños se ven atormentados de tos; que la dentición es tanto mas arriesga- da quanto el vientre se halle mas constriñido; que las convulsiones acompañan casi siempre á la dentición en las criaturas, cuyas hebras DEN 63 son muy sensibles, ó que son hijos de padres coléricos; que el peli- gro es grande quando los dientes emplean mucho tiempo para salir, á causa de agotarse las fuerzas al enfermo ; en fin , que los niños, que experimentan una calentura aguda , no se ven atacados por lo común de convulsiones; y que la dentición se hace siempre con mas ó me- nos dificultad en invierno. Como la dentición es obra peculiar de la naturaleza, se la debe abandonar á ella todo este trabajo quando se efectúa con tranqui- lidad , ó á lo mas ayudarla; esto se conseguirá haciendo quitar con mucho cuidado el sarro que se cria en la boca de los niños, limpián- doles la cabeza dos veces al dia, manteniendo una suave transpira- ción, y teniéndola siempre cubierta; aconsejan los fomentos emo- lientes á la boca por medio de un embudo de cartón. Convendrá también que el niño guarde un régimen adequado. Si estuviese des- tetado no se le darán alimentos sólidos y calientes; pero se le nutri- rá con sopas ligeras. Si el niño mamase todavía, la nodriza cuidará de no comer cosa alguna salada ni con especias, ni estimulantes; be- berá mucho vino. El uso de licores será funesto al niño que mama; sus alimentos deben ser humectantes y diluentes; el destete se dife- rirá hasta que tenga á lo menos la mayor parte de los dientes. Los chupadores y cuerpos duros que se dan á los niños con el objeto de ablandar la encía, producen efectos dañosísimos en los primeros tiempos de la dentición ; ellos aplanan los dientes, contun- den los bordes del alveolo, borran las desigualdades que debían di- vidir las encías, y detienen de este modo la salida de la dentadura. Quando la dentición está muy adelantada, y que hay algún flogosis, es necesario insistir en ablandar las encías por medio de cuerpos blan- dos y untuosos, como la manteca, la grasa del pollo, y otros emo- lientes de esta especie, que se aplicarán sobre la dentadura con el dedo. Se dará también á los niños unos pedazos de regaliz verde y humedecida, como también de altea , á la que se le quitará la prime- ra corteza , y con ella se tendrá un mucilago muy útil; se lavará la boca freqüentemente con cocimientos refrigerantes y mucilaginosos; y quando se sienta que la dentadura está dispuesta á romper las encías, se podrá dar en lugar del chupador cortezas de pan , que guarde una forma proporcionada, ó una lengüeta de cuero firme; y ce este modo se facilitará la salida de los dientes. Pero si la dentición ocasionase accidentes graves, cerno la infla- mación , el dolor , la calentura ó las convulsiones, será recerario combatir estos síntomas con los socorros destinados para tales casos; convendrá usar los antiflogísticos, temperantes y anodinos. Si la ca- lentura fuere muy violenta , aconseja Levret la sangría del br¿zo ó las sanguijuelas detras de las orejas. Se disiparán las convulsiones dan- do los calmantes ligeros y los antiespasmódicos. [V. estos artículos.) 64 DEN Por ultimo, si no cediesen nada los accidentes, será menester determinarse á hacer en la encía la operación conveniente para^ des- truir el obstáculo que impide la salida de los dientes. Se recomienda el hendir por lo común en toda su longitud las encías que cubren los dientes incisivos, el hacer una incisión crucial sobre los molares; pero regularmente no bastan estas operaciones. Hay otros autores que aconsejan, para evitar los dolores, el quitar en seguida toda la ca- lota que cubre la dentadura , y que impide que se haga la reunión de las partes cortadas. Es necesario alguna vez romper los bordes del alveolo quando se encorvan sobre la dentadura. Si los dientes veci- nos ofreciesen obstáculo se arrancarán; estos medios no se deben emplear ya al último para destruir una compresión, que produce efectos perjudiciales, y cuyas conseqüencias son muchas veces la muerte de las criaturas. Quando se han hendido las encías es nece- sario cuidar que los bordes de la herida no se reúnan antes de salir la dentadura; porque la pequeña callosidad de la cicatriz seria un nuevo obstáculo mucho mas fuerte que el primero, Al Cirujano per- tenece el precaver este accidente. Alguna vez se forman abscesos á las partes de la raiz de la lengua quando la dentición es difícil. Luis aconseja abrirlos, para lo qual es necesario el faringotomo, ó el instrumento que se juzgue conveniente: convendrá mucho el observar que la criatura esté siempre reclinada, pero de lado y de modo que el pus pueda salir de la boca; se la lavará con cocimientos emolien- tes , con los que se harán inyecciones para mayor comodidad.] En el artículo dolores y en una de las especies del género odontalgia se tratará también del método curativo de los accidentes que ocasiona alguna vez la dentición, adonde nos remitimos. DENTRÍFICOS. [Mat. Méd.) Se da este nombre á todas las substancias simples ó compuestas, con las que se frotan los dientes, sirviendo ya sea por su forma pulverizante, ó por su naturaleza parti- cular para limpiar y desprender el tártaro ó sarro de los dientes; te- niendo al mismo tiempo la propiedad de ponerlos blancos, conser- varlos , y fortalecer las encías. Los polvos que se emplean para esto son el coral, las tierras cal- cáreas , los huesos secos y calcinados en polvo, el carbón pulveriza- do , el azúcar y el azufre. El alumbre y el tártaro, que se han co- locado entre estas substancias, son peligrosos á causa de su natura- leza acida, pues alteran, disuelven y corroen la superficie de los dientes. Si las moléculas de los polvos son muy duras pueden per- judicar la conservación de estos órganos tan útiles. Las mismas subs- tancias se suelen poner baxo la forma de extracto con la miel. Tam- bién se usan las aguas espirituosas ó las disoluciones de las resinas. Las esponjas finas y las brochas suaves son unas especies de dentríficos muy útiles; estas últimas son las que deben emplearse con preferencia DEP 6$ á los polvos duros para conservar los dientes, pero los polvos solo se pueden usar alguna vez , pues su continuo uso lima y desgasta el esmalte; por lo que es preferible á todo, y para uso continuo, una brochita suave, y si puede ser de alguna raiz desfilachada será mejor, empapándola solamente en agua común con unas gotas de aguardien- te, y aplicándola á la dentadura para limpiarla. Ext. de F. DEPÓSITO. [Cir.) * Se entiende por esta palabra la reunión de humores en una parte donde forman tumores y abscesos. Por la significación de la voz depósito debemos entender unos tumores pro- ducidos inmediatamente por el pus ó por algunas materias saniosas que ha formado la calentura en la masa de la sangre; distinguiéndo- lo del absceso propiamente dicho, cuyo pus ó materias saniosas se ha formado precisamente en la misma parte y tumor en que se ha- lla. Estos abscesos son el efecto de una inflamación terminada por supuración. Los depósitos son muchas veces la conseqüencia de la absorción del pus. * DEPRESIÓN. [Cir.) * Se usa esta palabra quando los huesos del cráneo se hallan hundidos por alguna causa externa que los ha contundido con violencia. Los niños están muy expuestos á la depre- sión por razón de la debilidad de su cráneo; pero es muy difícil que la tabla exterior de los huesos del cráneo de un adulto se pueda hun- dir sin que haya fractura de la tabla interna, ó á lo menos de las cé- lulas de las substancias esponjosas que están entre las dos hojas. Las sangrías repetidas, el régimen y el uso de las infusiones vulnerarias pueden procurar la resolución de la sangre derramada entre las dos tablas. Si nos descuidamos ó no hacemos caso de estos socorros, da- remos lugar á la supuración de la substancia diploe, á la qual se- guirá la carie. Scultet [Armam. Chirurg. obs. gj) dice que vio una ligera hondura en el cráneo de una persona de treinta años, provenida de haber caído de una escalera. El autor habia formado su pronóstico sobre la necesidad de la aplicación del trépano en caso de estar fracturada la tabla interna; pero como no sobrevino ningún accidente, no tuvieron que recurrir á esta operación para curar la llaga. * DEPURANTES. [Mat. Méd.) El término de depurantes, de- purantia, dice Lieutaud, ,, lleva consigo su significación, y conviene mucho mejor que ningún otro de los que damos á los medicamentos en general. Siendo su efecto el corregir y purificar toda la masa de la sangre y los humores del cuerpo, ó de separar y hacer salir las substancias extrañas, hetereogéneas y de mala qualidad, que pueden ofender de diferentes maneras en la economía animal; por esta razón se han considerado los depurantes muy necesarios, y así se han usa- do para curar las afecciones cutáneas, venéreas, escorbúticas, goto- sas , reumáticas &c.: por lo que debemos saber que el modo de obrar TOMO til. I 66 DEP de los depurantes nos es enteramente desconocido; pero se cree con probabilidad que esto sea haciendo salir poco á poco por los va- sos excretorios ordinarios las moléculas dañosas adheridas a los soli- dos, y mezcladas con los fluidos, ó mudando la naturaleza de qual- quiera otro modo imaginado, y en términos que los depurantes pue- dan producir en la sangre una depuración semejante á la clarificación que se hace de los líquidos enturbiados. En quanto á lo demás los Prácticos se ocupan poco en estos conocimientos teóricos; les basta saber quales son las enfermedades que se pueden curar ó precaver, empleando estos remedios quando no hay nada que se oponga á su administración." Tal es el modo como Lieutaud da á conocer á los Médicos jó- venes la clase de los remedios depurantes que está generalmente conforme con todas las demás generalidades, y asimismo con todas las descripciones particulares contenidas en el tratado de Materia Médi- ca de este autor, que no tiene por base otra cosa que el empirismo. Creyendo nosotros que no es solo baxo este punto de vista como se deben considerar los depurantes, he aquí el principio que hemos es- tablecido sobre estos remedios en los años 1783 y 84 en un curso de Materia Médica, cuyas dos primeras partes se han dado al público en 1785. En un gran número de enfermedades los humores adquie- ren acrimonias, cuya naturaleza es muy difícil el determinar. La ma- yor parte de los virus que atacan al texido de las glándulas, ó que se dirigen á la piel, en la que originan "erupciones de diferentes na- turalezas, como son el virus escrofuloso, el herpético, elpsórico, el vicio venéreo degenerado, y otros muchos de esta naturaleza. Los Médicos emplean en estas enfermedades muchos remedios, que se ad- ministran con feliz suceso; pero como ha sido hasta el presente im- posible el reconocer con exactitud la acción de estos medicamentos sobre los fluidos, y como no se ha podido determinar mas que de un modo general el cómo los alteran, de qué modo mudan su naturaleza, y cómo los purifican, por decirlo así, de suerte que hacen desaparecer los síntomas internos y externos, lo que se debe claramente al estado de la acrimonia de los humores, y por esto se ha dado la denomina- ción genérica de depurantes ó alterantes propiamente dichos á estos remedios; los quales forman una de las clases mas importantes y necesarias en la Materia Médica, y en la que se debe tener la mayor confianza. Su acción se exerce lentamente, por lo que es menester insistir largo tiempo y con constancia en su uso. Sin embargo de lo que acabamos de decir, será siempre difícil determinar exactamente el modo de obrar de los depurantes; pues hay sin embargo sobre este objeto algunas consideraciones que ha- cer , que no se deben olvidar, y que debemos manifestar. En el ma- yor número de enfermedades, en que se emplean estos medicamentos DEP 67 con provecho, se ha observado que la linfa está en general inspisada, que la bilis se halla freqüentemente viscosa y detenida en muchas visceras, pero sobre todo en el hígado, bazo y mesenterio, quando hay obstrucciones incipientes. Por otra parte los conocimientos quími- cos han descubierto que los remedios depurantes son en general xa- bonosos, diluentes, aperitivos, incindentes, y adequados para hacer correr la bilis; siendo mas verosímil que por una ó por otra de estas acciones, ó por muchas reunidas, produzcan los buenos efectos que la observación y la experiencia nos ha enseñado. Por otra parte los efectos de los depurantes son extremadamente variados, pues se ha- cen con freqüencia evacuantes que se dirigen á la piel ó á los ríñones, y aumentan la secreción del sudor ó de la orina: estas dos secreciones aumentadas deben por precisión originar grandes mutaciones en la economía animal. Se concibe pues que esta clasificación de medica- mentos debia contener una gran cantidad de substancias diferentes, y que se pueden multiplicar infinito las especies de depurantes; no- sotros presentaremos aquí solo la lista de los principales. Entre los minerales se cuentan el azufre, el antimonio, el mer- curio y sus preparaciones, las aguas sulfurosas, las acídulas y ferru- ginosas. En el reyno vegetal el número de depurantes es muy con- siderable: los principales son las raices de bardana, de paciencia, de diente de león, de escorzonera, del álamo, y de carlina; las hojas de paciencia, chicoria, diente de león, agrimonia, perifollo y pim- pinela; los polvos recientes de los espárragos, el altramuz, los cogo- llos y flores de fumaria, eupatoria, berros; las cortezas del fresno, de los tamariscos; los leños de sasafras, de guayaco; las frutas xabo- nosas y las azucaradas. El reyno animal nos presenta la carne de tor- tuga , la de ranas, víboras, cangrejos, caracoles &c. Se hallan tam- bién muchos medicamentos compuestos ó combinados recomendados como depurantes; tales son las preparaciones químicas del mercurio, del antimonio y del hierro; las aguas sulfurosas artificiales, y los sulfuretos alcalinos; las sales neutras amargas y purgantes, y principal- mente las sales deliqüescentes y fundentes, el muríate de cal, el ace- tite de potasa, ó la tierra foliada de tártaro; las aguas destiladas de bardana y fumaria , el agua de la brea; los xarabes de chicorias, co- dearía y otros; los extractos amargos; las resinas sacadas por el al- cohol , las pildoras, las tinturas &c. Se administran los depurantes en tipsanas, apócemas, caldos, infusiones simples, opiatas, pildoras, según las indicaciones que se proponen satisfacer, las fuerzas de los enfermos, y el estado de su estómago. F. DEPURAR ó PURIFICAR. [Mat. Méd.) Depurar los su- cos de las plantas es el arte de separar la fécula colorante masó me- nos grosera y pesada, que quita la transparencia. Esta expresión de 68 DES sucos depurados trae origen, de que se ha creído que estaban mas puros los sucos ó xugos de los vegetales privándoles de su fécula;, aunque hay casos en que es necesario dexarla, y que la tomen los enfermos. Con respecto al arte de depurar los xugos, se ha tratado en el artículo defecación todo lo que pertenece á la Materia Mé- dica. [V. dicho artículo.) F. DEPURACIÓN. [Med.) [Se entiende por esta palabra la operación ó el medio por el qual la naturaleza se descarta de los humores viciados que pudieran dañar la economía animal. En casi todas las enfermedades se observan estos esfuerzos útiles del princi- pio de la vida. Quando la naturaleza se abandona á sus propios movimientos, y quando goza de todos los medios de que es suscep- tible , solo ella produce esta depuración tan necesaria á la salud; y así es que todo el ministerio del Médico consiste en respetar, digámoslo así, los esfuerzos de la naturaleza quando se cree que son suficientes, y no dexarlos si son muy violentos, estableciendo una oportuna di- rección quando son erróneos, y por último excitarlos siempre que sean insuficientes. ] DERRAME. [Med.) Es una efusión ó extravasación conside- rable de un líquido en algún espacio del cuerpo humano, que no es su propio lugar. Quando la serosidad de la sangre sale de sus vasos, ó quando la exhalación de la perspiracion intestinal no está bastante- mente reabsorvida, se hace una extravasación en la capacidad del vien- tre , que forma la hidropesía ascitis. Quando el derrame es considerable, y el vientre se llena de tal modo que incomode el órgano de la respira- ción, es preciso procurar la salida del fluido por medio de la punción; pero pocas veces se curan radicalmente los enfermos con este reme- dio. El derrame de agua ó pus en el pecho es aun mas peligroso, por- que se sigue inmediatamente la compresión de los órganos mas prin- cipales de la vida; y así se hace indispensable muchas veces la ope- ración del empiema (T^. este artículo.) para evitar la compresión de los pulmones, y remediar la sofocación que suele seguirse. También hay derrames en la túnica albugínea ó vaginal de los testículos, que producen los hídroceles, los que por lo común no se curan sino con la operación. Las membranas del cerebro sufren también muchas veces un derrame de sangre ó serosidad, que si se verifica sufre el cerebro una compresión, las mas veces peligrosa, que exige la operación del tré- pano. El derrame de serosidad en los ventrículos del cerebro, no siendo excesivo, puede existir mucho tiempo sin estorbar demasiado sus funciones; pero es muy difícil de curar esta especie de derrame por no tener lugar la operación. DESAULT. (Pedro Josef) [Biog.) Nació en Magny-Vernois, pequeña villa de Francia en el Franco Condado, y hoy departa- DES 69 mentó de la Haute-Saóne, en el año de 1744. En la edad compe- tente pasó á la vecina ciudad de Lure á estudiar las Humanidades y Matemáticas y los demás ramos de la Filosofía; después pasó á Be- fort, donde principió los primeros estudios de la Cirugía, y por úl- timo fué á terminar su carrera á Paris en tiempos en que ya estaba floreciente esta ciencia, y en que disfrutaba aquella capital los gran- des talentos de Luis, Morand y Sabatier: desde luego se distinguió Desault por sus talentos y constante aplicación, en términos que abrió un Curso privado de Anatomía y Cirugía, que le fué acarrean- do progresivamente mucha reputación; y en poco tiempo tuvo no solo el concepto de gran Anatómico, sino también de uno de los primeros Cirujanos, y así es que sucedió en los empleos que obtu- vieron los grandes Facultativos que ha habido en Paris, ocupando las plazas de Cirujano del hospital de la Caridad y de Hotel-Dieu; en este último estableció una escuela de Clínica quirúrgica, que fué la primera que existió en Francia, y una de las mas célebres de Eu- ropa, pues apenas habrá nación que no haya tenido discípulos de tan útil establecimiento. Los sabios Profesores que fundaron el Co- legio de S. Carlos de Madrid, y otros Pensionados por la Corte de España, recibieron de Desault las principales instrucciones, pues á cada paso hemos oido en sus lecciones citar á su Maestro con entu- siasmo y afición, y con mucha razón, porque este célebre Cirujano ha sido sin duda el último reformador de la Cirugía, y el que ha sabido reunir una sabia Patología á la exactitud quirúrgica, siendo un sabio inventor y crítico admirable. Los distinguidos discípulos que ocupan hoy los principales empleos de la Cirugía en Francia honran la memoria del célebre Desault; el nombre solo de su predi- lecto Bichat (V. este artículo.) le llenará eternamente de gloria. Las muchas ocupaciones de Desault, tanto en la enseñanza como en la asistencia á los hospitales, á la Academia de Cirugía de que era individuo, y después de la escuela de Sanidad, le impidieron pu- blicar sus obras, y escribir las sabias reflexiones que á cada paso hacia en la cátedra; pero su digno discípulo Bichat publicó después de la muerte de su Maestro sus obras quirúrgicas, y antes se habia ya im- preso la obra que escribió Desault, junto con su compañero Cho- part, esto es, un tratado de enfermedades quirúrgicas y de opera- ciones , en donde se conoce el mérito superior de este gran hombre. Desault murió el primero de Junio (13 prairial) de 1795 de re- sultas de una calentura nerviosa ó maligna, que le arrebató al quarto dia, aunque algunos han supuesto falsamente que fué envenenado; pero la historia de su enfermedad y la de la disección que executó su amigo Corbisat en compañía de Lepreux y Laurens, desmienten se- mejante inventiva debida sin duda á la casualidad de haber muerto á pocos días que el Delfín, hijo de Luis xyi, á quien vio enfermo en yo DES la prisión; y aunque por entonces se decia que este célebre Cirujano murió víctima por rehusar prestarse á las miras criminales de la vida de este Príncipe; esto no tiene mas fundamento que un rumor po- pular desmentido por lo que nos dice el autor de su elogio, de quien hemos tomado estas noticias. DESCOMPOSICIÓN DE LOS MEDICAMENTOS. [Mat. Méd.) Si casi todos los hechos de la Materia Médica no comproba- sen que la Química es indispensable para estudiar esta bella parte de la Medicina, y sobre todo para aplicarla á la curación de las enfer- medades ; el examen solo de la descomposición , que pueden expe- rimentar las mezclas ó combinaciones que se hacen para preparar los medicamentos, bastarían para demostrar esta verdad esencial. Un gran número de medicamentos químicos, tan útiles y usados hoy dia, son productos de descomposiciones ó combinaciones bien conocidas, ó mas bien no se pueden hacer combinaciones medicamentosas sin que estén acompañadas de algunas descomposiciones. Pero no es este el objeto que debemos considerar aquí, esto es, la descomposición química; estaparte se debe tratar con todas las descripciones conve- nientes en un tratado ó Diccionario de Química y Farmacia; lo que respecta á la Materia Médica, con relación á esta acción química, está incluido en las tres consideraciones siguientes: i.a el arte de conocer las descomposiciones que pueden tener lugar en la prescripción de los medicamentos simples ó compuestos, á fin de aplicarlos á la Ma- teria Médica, pues pueden dar origen á nuevos compuestos útiles; y se debe evitar, el que puedan disminuir ó anular, ó tal vez alterar de qualquiera manera los medicamentos compuestos: 2.a el conocimien- to de las composiciones espontáneas, que experimentan los medicamen- tos compuestos por ellos mismos, por estar expuestos al ayre calien- te, húmedo &c.: 3.a la de las descomposiciones que los remedios pueden sufrir quando se reciben en diferentes partes del cuerpo hu- mano, pudiendo modificar sus virtudes. Cada una de estas partes de la Química Médica es de un grande interés para la Materia Médica, y para la curación de las enferme- dades ; lo que seria fácil de incluir en muchas de las descomposicio- nes , y aun hacer también un tratado particular; pero este no es un punto que debamos reflexionar en este Diccionario: bastará citar al- gunos exemplos manifiestos, que declararán lo imposible que es el trasladar los conocimientos de la Química exacta, y también los com- prehendidos en esta ciencia para dedicarlos con provecho á la prác- tica del arte de curar. I. Las descomposiciones químicas consideradas con relación á las combinaciones de los medicamentos en las fórmulas. Está bien comprobado por el raciocinio y la experiencia, que sin un conocimiento exacto de la naturaleza y propiedades químicas de DES 7i las substancias medicamentosas, simples y compuestas, es imposible saber los efectos que puedan producir las unas sobre las otras en las mezclas, y que seria extremadamente imprudente el reunir en las fór- mulas de los cuerpos de los que se ignora su acción recíproca. Es muy temible en la prescripción ó formación de las recetas, destruir la virtud de los medicamentos, ó mudarla enteramente, y produ- cir muchas veces un veneno en lugar de un remedio. Nadie duda que la Química es indispensable para evitar estos errores, y que los Médicos deben estar bastante versados en esta ciencia, para que pue- dan conocer bien las mudanzas que pueden verificarse en la mezcla de los medicamentos; sobre todo quando para satisfacer diferentes indicaciones se asocian baxo la misma fórmula substancias que no habían estado así hasta entonces; lo que acontece necesariamente con bastante freqüencia en la elección de la multitud de medicamentos que tenemos. Se sabe por una acepción muy general que los álcalis y los ácidos cesan de ser tales, y se destruyen sus propiedades quan- do se combinan; que los álcalis descomponen las sales terreas y metá- licas; que los ácidos alteran y oxidan los metales; que descomponen los xabones; que desnaturalizan muchas materias vegetales; que mu- dan el color de un gran número de estas substancias; que coagulan y precipitan el albumen animal y la leche &c.: tales son los princi- pales hechos que se han presentado generalmente á nuestro conoci- miento quando se forma una receta; por eso no hay cosa mas fre- qüente que ver fórmulas, que ofrecen en sus mezclas caprichosas un tropel de reacciones químicas imprevistas por los autores que las prescriben. Aquí se ve el querer disolver una materia indisoluble; el mezclar con polvos y xarabes cueipos deliqüescentes, que alteran in- mediatamente la consistencia y la forma sólida de las pildoras; en algún otro se ve combinar el oximiel con emulsiones; sales metálicas con extractos, que las descomponen; las mismas sales con líquidos preparados, en los que sin duda hay álcalis de manifiesto; aguas mi- nerales, de lasque se ignora su composición natural, con substancias que las descomponen; tinturas resinosas con vehículos aquosos, que las precipitan ; sales antimoniales y mercuriales con sales neutras, cu- ya base es alcalina ó terrea, que experimentan dobles descomposi- ciones y nuevas combinaciones con las primeras &c. Nada hay mas freqüente que estas clases de descomposiciones imprevistas en la unión de los medicamentos; y si los Boticarios tuviesen apuntaciones exac- tas , y cuenta con todo lo que han observado sobre este punto en las recetas que se hacen todos los dias, hubieran aumentado por este me- dio nuestros conocimientos químicos, que hubieran servido mucho para el arte de recetar. Aunque hay muchas de estas descomposicio- nes , que la Química no ha podido aun examinar, porque no ha he- cho aun la mezcla de todas las substancias que se reúnen en las rece- 72 DES tas; sin embargo es necesario convenir en que un gran número de estos resultados pueden preverse por los conocimientos exactos de la Química, y que no seria muy difícil el adquirirlos, para evitar los errores que pueden ocurrir á cada paso en el arte de formular. Para aclarar aun esta ventaja, tan importante á la Terapéutica, seria muy útil que una reunión de Médicos y Boticarios se ocupasen en inda- gar la acción recíproca de todas las drogas simples ó compuestas, mezcladas dos á dos, tres á tres &c. á diversas temperaturas en agua caliente y en diferentes disolventes. De los experimentos de esta na- turaleza , hechos sobre la de las substancias medicamentosas, que no se-han ensayado jamas; de esta manera los laboratorios de Química darían reglas muy palpables y mucho mas obvias que las que tene- mos al presente sobre las composiciones de las recetas. Este proyecto debia constituir una parte esencial para formar una buena Farma- copea... II. De la descomposición espontánea de los medicamentos compuestos. La clase mas numerosa de drogas compuestas que se preparan por mayor, y que se conservan para el consumo en las boticas, se puede dividir en dos partes; la de los medicamentos químicos, que son los resultados de experimentos bien conocidos, cuya índole está bien determinada; y la de los medicamentos combinados en mas ó menos número y cantidad, en los quales parece imposible conocer la acción química tan multiplicada de substancias como las que se reúnen. En quanto á los primeros se sabe fácilmente las alteraciones de que son susceptibles de experimentar, y las descomposiciones espontá- neas que pueden producir. En una botica bien provista se sabe el modo de curar las causas de estas alteraciones espontáneas, para que no ocurran descomposiciones, cuidando principalmente de renovar aquellas composiciones químicas que sufren mutaciones en su natura- leza y propiedades. Para citar aquí algunos exemplos de estos, debe- mos saber que se ponen en unas vasijas bien tapadas todas las sales de- liqüescentes ó eflorescentes; se las conserva en parages secos; los líqui- dos volátiles y espirituosos se conservan en frascos de vidrio bien tapados, y se tienen en parages frescos; no se preparan de una vez grandes cantidades de las diversas especies de tinturas marciales, por- que se descomponen y precipitan; se renuevan á cada paso los ex- tractos, las harinas, lasféculas, los xarabes espesos, que sin ella se ponen mohosos, se agrian, pudren y descomponen completamente.. Pero los medicamentos mezclados, productos desconocidos de una gran cantidad de substancias asociadas entre sí, experimentan muta- ciones continuadas que no se conocian antes, tomando un color, un sabor, una consistencia, un olor diferente que no tenian antes; como es imposible conocer la causa y naturaleza de dichas mudanzast DES 73 no lo es menos el precaverlas, y sobre todo el corregirlas. La de- cocción que se hace sufrir á la mayor parte de estas drogas galénicas para prepararlas puede muy bien asegurar las alteraciones que se veriri:m , haciéndola mas fuerte de lo que se prescribe; pero por otra parte no se puede n¿gar que hay exactamente las mismas drogas. Se tiene la costumbre de atribuir en general á la fermentación todos los movimientos de la descomposición que sufren los medicamentos combinados, y principalmente los electuarios; y en efecto parecía depender de la reacción íntima de los principios de estos compues- tos muy complicados, y de la mudanza de unión á que se debe li alteración que se verifica, quando se les veía entumecerse produ- ciendo fluidos elásticos y adquirir un sabor picante y acre, que no tenian antes &c. Luego que se ha verificado esta conversión espontá- nea de principios en estas combinaciones de medicamentos, se debe renunciar su uso, y saber que no tienen las virtudes que se buscan. ¡Pero qué de ensayos, qué de experimentos se han hecho también antes de conocer la naturaleza de estas descomposiciones, de estas fer- mentaciones , la reacción de tantas materias complicadas las unas so- bre las otras, y con preferencia la verdadera naturaleza de los nue- vos compuestos formados por las mezclas alteradas! Hace mucho tiempo que se prepara la triaca, uno de los medicamentos antiguos de mas reputación; consta que las drogas, de que se componen, obran recíprocamente las unas sobre las otras; que su qualidad, y rincipalmente su virtud narcótica, se muda poco á poco ; pero no se a determinado qué particular reacción se verifica entre todos sus componentes, y en qué consiste la modificación que experimenta. En la incertidumbre, en la ignorancia misma nos hallamos sobre estas descomposiciones tan complicadas, cuyas mezclas medicamento- sas lo son ellas mismas; los buenos Médicos piensan, hace ya mu- cho tiempo, que se debian renunciar y abolir todos estos compuestos infórmese indigestos; esta confusión de remedios que los antiguos, como hemos ya dicho en otra ocasión, deseaban reunir muchas subs- tancias diversas, para que entre ellas alguna pudiese exercer su acción sobre la enfermedad que querían curar. La opinión de los modernos es la mas acertada sin duda, y esperamos que todos la adopten, renun- ciando las fórmulas incorrectas, las mezclas desconocidas que han re- tardado los progresos de la Terapéutica ; ya es tiempo de que se aban- donen estos remedios inventados en la infancia del arte, que no sir- ven de otra cosa mas que llevar en sí un vano aparato de fausto y luxo en una ciencia, que no debia perder de vista la simple unifor- midad de los fenómenos de la naturaleza. III. De las descomposiciones de los medicamentos en el cuer- po humano. Nada hay aun menos conocido, y sin embargo nada hay mas TOMO III. K l 74 DES importante conocer que la descomposición, que experimentan en el cuerpo humano un gran número de medicamentos; hay muy po- cos hechos bien examinados para fixar la atención sobre este fenó- meno ; y hasta ahora solo el raciocinio es el que ha dirigido la opi- nión de algunos sabios en este punto. No se puede dudar, por exemplo , que el agua de cal se precipita como greda en el estómago é intestinos, en donde se encuentra con el ácido carbónico; que los ácidos no se ven neutralizados por la sosa de la bilis, y este líquido descompuesto se ha precipitado por todos los ácidos; que el xugo gástrico, que por lo regular es ácido, no obra sobre las substancias alcilinas, que entran en corta cantidad en lo interior del cuerpo; que todas las sales metálicas no se descomponen con la bilis, que se ha- lla en los intestinos, y que no pasan al sistema absorvente con las propiedades y naturaleza de sales neutras: estas aserciones se dedu- cen inmediatamente del conocimiento exacto que tenemos de las substancias animales; pero ¡quántas cosas no se han llegado aun á sa- ber sobre lo que acontece á un conjunto de medicamentos químicos recibidos en el estómago é intestinos; quántos efectos distintos de descomposiciones acontecen en el sistema absorvente por las subs- tancias medicamentosas que entran en él, sea por la piel ó por la su- perficie de los intestinos! La sosa contenida en la linfa ¿no es el origen de nuevas combinaciones para las materias que penetran á los vasos linfáticos? ¿El ácido y las sales fosfóricas que existen tam- bién en los líquidos animales, no son unos agentes para las des- composiciones multiplicadas de las substancias químicas con quienes se mezclan? en fin el muríate de sosa ó sal marina, lo mismo que se recibe con tanta abundancia en el cuerpo humano en los sazonamien- tos de quien hace la base, ¿no experimenta una descomposición, cuya causa y naturaleza se ha escapado hasta el presente á las investiga- ciones de los Químicos, aunque haga mucho tiempo que conozca- mos su existencia? Se sabe muy bien que todas estas qiiestiones inte- resantes solo se pueden resolver con experiencias bien hechas, y se puede decir que aun no se ha emprendido ninguna de ellas, aun- que pudiesen y deban ofrecer algún dia grandes ventajas en los fe- nómenos de la economía animal, y sobre la verdadera acción de los medicamentos en el cuerpo humano. Para entregarse á estos en- sayos no es necesario tanto tiempo y paciencia: pues no ofrecen una dificultad tan grande como se ha pensado; y así no hay mas que dar á los anímales substancias de una naturaleza y de una cantidad exac- tamente conocidas, examinar con cuidado los excrementos, y de- terminar sí ellas se vuelven á encontrar, y en la misma dosis; ó suponiendo que no existan mas de otros cuerpos contenidos en los excretos manifiestan las mutaciones que ellas experimentan. Se pue- den del mismo modo executar otros trabajos análogos de suerte que DES 75 en un hospital conveniente dispuesto para este objeto, nada seria mas útil que seguir con gran cuidado estas averiguaciones en el hom- bre sano y enfermo. Muchos Químicos se ocupan en este momento en determinar lo que sucede á los alimentos con la digestión; quan- do se halle concluido este trabajo, será sumamente útil el pasar á examinar la acción de los medicamentos sobre los mismos órganos, y quizá, aclarado con lo primero este género de experiencia, pre- sentará menos dificultades y resultados mucho mas fáciles de exa- minar. No se debe reputar lo que hemos dicho en todo este artículo mas que como un bosquejo ligero que se ha observado en los fe- nómenos que tienen una aplicación inmediata á la Terapéutica; no hemos querido añadir á las pruebas ya señaladas en bastante número en esta obra la utilidad incontestable de la Química en la Materia Médica, y la necesidad de cultivar esta ciencia, y estudiarla con una atención proporcionada, para hacer aplicaciones tanto mas prove- chosas , quanto mas multiplicadas en una de las mas importantes par- tes del arte de curar. F. DESECACIÓN ó MODO DE SECAR LOS PANTANOS. {Hig.) [La desecación es un medio de que se valen los hombres para agotar las aguas estancadas de ciertos países, en donde por con- siguiente reyna una humedad nada provechosa, y fatal para los ani- males que viven en sus inmediaciones. La desecación tiene por otra parte la ventaja de hacer á los hombres ricos y poseedores de terre- nos, que antes eran inútiles para el cultivo, y en donde se pueden formar plantíos interesantes. Los terrenos muchas veces ofrecen difi- cultades para desecarlos, que son relativas á las localidades, y en- tonces es preciso agotar todos los recursos de la hidráulica y las ar- tes mecánicas &c... Nosotros no podemos disconvenir que quando se hacen las dese- caciones, y también los desmontes, aunque se hagan con todas las precauciones, sin embargo se debe temer, durante dos ó tres años, el efecto de un gas dañoso y su combinación con la humedad. La ex- periencia ha manifestado que casi siempre en estas circunstancias se ha observado el número de los muertos duplicado, y el de las enfer- dades centuplicado. Quando se emprenda hacer alguna desecación, como la conser- vación de la salud de los hombres es mucho mas preciosa que la nue- va adquisición de un terreno para la agricultura; y que la vida de uno solo es preferible á mil huebras de terreno en valor, se deben tener todas las precauciones posibles para precaver unos daños que siempre son arriesgados. Las épocas de las empresas de esta especie son el otoño, la primavera, y alguna vez el invierno quando la tierra se halla poco empapada en agua. Los trabajos del estío son peli- 76 DES grosos, y se deben proscribir. Los jornaleros que se emplean en las desecaciones podrán trabajar alguna vez durante quince dias, y tam- bién un mes; pero á los otros dos meses se ven por lo regular ataca- dos de una calentura, y lo mas freqüente es el que al fin perezcan. Nosotros no intentamos aquí el difundir terrores pánicos; los hechos están todos conformes con lo que acabamos de insinuar. Si una necesidad urgente obligase á trabajar en las desecaciones durante el estío, la humanidad exige que se prodigue el vinagre á Jos traba- jadores , que no se les dexe jamas beber agua sin estar acidulada, ó sin mezclarla antes con un poco de vino ó de aguardiente: de distan- cia á distancia en donde están los trabajadores, es indispensable el es- tablecer grandes hogueras por las noches, y obligarles á que se ca- lienten bien antes de ir á acostarse. Si hay mucha precisión de tra- bajar en el agua, y que la humedad les penetre, entonces es quando particularmente hay necesidad de que se calienten bien por todos los medios posibles , principalmente haciéndoles beber vino caliente con azúcar si hay posibilidad: se les hará mudar de vestidos, calentándo- los junto á un buen fuego, y frotándoles con lienzos bien secos. Por la mañana conviene darles aguardiente dilatado en tres tantos mas de agua de lo que sea su cantidad antes que principien á trabajar. Es menester que el alimento sea mas sólido que el de los obreros que se destinan á otras ocupaciones. El mastuerzo en ensalada les convie- ne infinito.] DESECANTES. [Mat.Méd.) Remedios desecantes son aque- llos, que aplicados á las llagas, úlceras, grietas &c. absorven la hu- medad, la linfa que trasudan y secan de este modo la Superficie del pellejo. Las tierras, los oxides metálicos insípidos, los polvos vege- tales astringentes producen particularmente este efecto. Se colocan en esta clase los polvos roxos, el albayalde, el litargirio, la tucia, el alumbre calcinado ó quemado, las sales del plomo, la arcilla , el yeso calcinado ó cocido, las preparaciones de Farmacia emplásticas, de las quales algunas de estas substancias hacen su base, como el em- plasto desecante roxo, el de Nurembergy el de diapalma. En las úl- ceras que se hallan llenas de líquidos, y por consiguiente es imposible que se lleguen á cicatrizar por la gran cantidad de suero acre que arrojan, es en donde se emplea con utilidad esta clase de remedios. Para conocer bien la acción y el uso de los desecantes, se de- bían distinguir estos remedios en muchas clases según el modo de obrar de cada uno de ellos. Los unos en efecto procuran la deseca- ción en las enfermedades externas absorviendo la humedad superflua, en razón de su naturaleza seca, terreosa ó esponjosa; tales son el yeso seco, las hilas, la greda, las tierras bolares y arcillosas, los huesos calcinados, los polvos de cangrejo, el coral, la esponja cal- cinada &c. Otros producen el mismo efecto, apretando las hebras, DES 77 dándolas mayor densidad, y tapando todas las aberturas pequeñas, por las que salia continuamente el humor. Se incluyen en este orden los astringentes mas fuertes, el alumbre ordinario, el calcinado, el bórax, la piedra calamita, el oxide de zinc sublimado, ó las flores de zinc, la piedra hematitis, el albayalde, el minio, el litargirio, ó los oxides de hierro ó de plomo mas ó menos saturados de oxígeno, el ungüento blanco simple ó el blanco de rasis, el de tucia, el emplas- to de diapalma, el de minio, el de Nuremberg, el estíptico de Cro- llio , los cocimientos astringentes y otros. En fin hay una tercera cla- se de remedios adequados para desecar las llagas y úlceras, que son los aromáticos, cuyas moléculas activas y penetrantes estimulan, ir- ritan las hebras relaxadas, y excitan una acción que favorece la re- pleción. De esta clase se emplean con especialidad al exterior elal- canfor, el estoraque , la goma elemi, la mirra, la almáciga, el olíba- no , la sarcócola , el alcohol ó espíritu de vino alcanforado, las tin- turas resinosas &c. Es fácil entender en qué casos convienen estas clases de dese- cantes. Se sirve de los primeros quando no hay un vicio decidido en los fluidos y en los sólidos, y quando la excesiva humedad de las enfermedades externas depende de una simple congestión, ó de una maceracion lenta. Los astringentes son provechosos en los casos en que los sólidos se hallan muy relaxados, y despiden una gran can- tidad de humores; los terceros convienen quando las fibras han per- dido el tono y energía. Todos estos remedios se deben emplear con mucha precaución. No es igualmente fácil el decidir con seguridad Jas diferentes ocasiones en que se puede servir de estos remedios sin temor. La experiencia ha enseñado que son regularmente muy daño- sos en las úlceras antiguas, particularmente en las personas ancianas, deteniendo las trasudaciones útiles. Se concibe por estas descripciones qué es lo que se debe opinar de los cicatrizantes ó sarcóticos (V. estos artículos.), á los quales se atribuía alguna vez la propiedad de regenerar la carne. Ningún re- medio goza de esta virtud; pero empleados oportunamente los de- secantes favorecen la curación ó cicatrización de las úlceras. Consúltense los premios de la Academia Real de Cirugía de Pa- ris sobre los repercusivos en el año de 1740; de los detersivos y su- purantes en 1746, y sobre los desecantes y cáusticos en 1748. F. DESEO. [Hig.) Se da este nombre á una especie de inquietud del alma por gozar un objeto que se apetece. Los deseos naturales no se extienden sino á las necesidades de la vida quando son artificiales, son ilimitados y superfluos. Ningún hombre será feliz si no pene lí- mites á sus deseos; y si la razón no los regla, no solo altera el orden de las costumbres, sino también el de su constitución física y moral, por lo que la Medicina ó mas bien la Higiene debe dar reglas saluda- 78 DES bles para que los deseos no sean homicidas y destructores' de la virtud. DESFALLECIMIENTO. [Med.) Es la disminución de las fuer- zas vitales y del ánimo, en que con mas ó menos intensidad incurren los enfermos en el orden iv Lesposichie de la clase de Debilidades, que hemos expuesto en el artículo de este mismo nombre. [V. de- bilidades.) El desfallecimiento se tiene por sinónimo de desmayo y deliquio, que los Médicos llaman lipotimia, síncope y aun asfixia, según sea mas ó menos graduada la debilidad, pérdida de los senti- dos y fuerzas vitales. ( V. dichos artículos.) DESFLORAMIENTO. [V. virginidad.) DESINFECCIÓN. [Terap. é Hig.) Se usa esta voz para ex- presar el acto ó la operación, con la que se quitan las malas quali- dades del ayre; y así decimos se hace la desinfección ó desinfeccio- namos la atmósfera por medio de la ventilación, las fumigaciones acidas y otros medios; los dos primeros son sin duda los mas útiles y recomendados , como veremos mas adelante. La Química y los preciosos conocimientos que la han ilustrado en estos últimos tiempos, no solo nos proporcionan los medios m as seguros y claros para examinar los principios constitutivos del ayre, el de los miasmas, y otros cuerpos heterogéneos que se unen á él haciéndole mal sano , sino también nos suministran auxilios para su purificación y desinfección, descomponiendo y neutralizando los gases deletéreos que se le habían mezclado. El descubrimiento de los poderosos reactivos que exterminan las impuridades y miasmas contagiosos, que en muchas ocasiones envuelve el ayre , ocuparán un lugar distinguido entre los conocimientos útiles, y formarán una época sobresaliente, desde la qual ha principiado el género humano á recibir todas las utilidades que son bien palpables; los exemplos que nos ofrecen las relaciones de Morveau y Menzies son un testi- monio auténtico del poderoso influxo que tienen las fumigaciones acidas para preservar y aun cortar los miasmas contagiosos que exis- ten en la atmósfera. Hemos manifestado en otros artículos [V. atmosfera y ázoe.) quan nocivo es el ayre que está falto de oxígeno, los medios que hay para aumentarlo y disminuirlo, qué efectos produce el ázoe en nuestra economía, quán dañosos son los gases hidrógeno y ácido car- bónico &c. Sabemos también por la Química que las substancias ani- males que se corrompen envían á la atmósfera los gases" siguientes: i.° el gas amoniacal, que viene del ázoe, del hidrógeno y de las partes blandas que se impregnan después del gas ácido carbónico: 2.° elgas hidrógeno carbonizado, que nace del aceyte y gluten animal des- compuestos: 3.0 el hidrógeno fosforado: 4.0 el gas ácido carbónico, que se forma de la unión del oxígeno con el carbón de los cadáve- res: j.° el ázoe que se desprende del gluten animal de las partes blan- DES 79 das: 6.° el ayre pútrido, que parece ser compuesto del gas hidróge- no carbonizado combinado químicamente con el ázoe; este es el miasma mas deletéreo y contagioso, pues con su contacto hace que los hombres padezcan calenturas pútridas, y es el que da el olor es- pecífico cadaveroso. He aquí los seis productos que dan los cadáve- res en su corrupción, y por ellos se conocerán las desventajas de en- terrar en las poblaciones. Ademas de estos gases mefíticos se engen- dran también otros muy semejantes de los productos de la putre- facción vegetal, de las aguas cenagosas y detenidas, de los mulada- res y basureros, de las letrinas y cloacas, aumentándose estos por la incuria, desaseo, y por otras causas que la Policía y la Higiene de- ben evitar. ¿Qué Magistrado habrá tan indolente que no procure evitar que en las calles haya perros y otros animales muertos, y que en las poblaciones las aguas no se detengan ? Todo hombre penetra- do de estos conocimientos ¿ no procurará el aseo y limpieza de su habitación, y evitará respirar semejantes gases? Verdaderamente de este complexo de gases mefíticos se suele formar en ciertas circuns- tancias una combinación particular de ellos, que engendran un foco de putrefacción especifica, y su contacto solo caúsalas enfermedades pútridas y contagiosas. Cada uno de estos enfermos es un nuevo fo- co de putrefacción, que ponen cada vez de peor condición el ayre, y los males crecen; y he aquí el origen mas freqüente de las epide- mias y las pestes. En los hospitales, en las cárceles y en los navios, donde hay muchos enfermos, debe haber mas ó menos abundancia de gases mefíticos, particularmente en los primeros, donde ademas de reunirse una porción de dolientes que no exhalan de sí mas que impuridades, consumiendo ellos y los asistentes el poco ayre vital, por lo regular suelen estos edificios estar construidos con todos los defectos subs;guientes á la falta de conocimientos de los tiempos en que se construyeron. Pero aunque estén construidos los hospitales con todo el primor del arte, y haya todo el esmero posible en la ventilación y limpieza, es preciso que haya gases mefíticos, y se necesitan emplear los medios de que hablaremos después para destruirlos: lo mismo que sucede en las cár- celes, aun en las bien construidas, que por desgracia hay pocas, en todas hay mefitismo; y así se emplearán con suceso las fumigaciones acidas, lo mismo que en los navios, en las Iglesias donde se entierra mucho, ó en el tiempo de lo que llamamos monda, ó exhumación anual que se suele hacer; y en una palabra en todos los tiempos y lugares do de la atmósfera esté impregnada de gases hetereogéneos destructores de la vida y de la salud. Verdaderamente aunque la Química no ha podido analizar los miasmas contagiosos y pestilenciales [V. contagio.), sin embargo conoce los productos de la putrefacción y otros gases mefíticos; pero 8o DES no conoce las putrefacciones específicas con exactitud: á pesar de esto ha buscado medio para moderar y aun destruir semejante azote de la humanidad, como lo comprueban los hechos que expondremos mas adelante. No siempre es concedido á los hombres el conoci- miento de las causas; pero esto no impide para que consigamos el fin que nos proponemos, y á veces lo logramos con solo examinar los efectos, pues aunque el Físico no conoce la causa de la grave- dad , atracción y demás propiedades de la materia; con la observación de los efectos solamente se siguen inmensas utilidades á las ciencias y á las artes. El Médico aun no conoce la esencia de la calentura y otras enfermedades, y por eso no dexa de curarla: es verdad que no se conoce con exactitud la naturaleza de los miasmas contagiosos; pero eso no ha estorbado para que se destruyan ó minoren por los medios que ha enseñado la Química. En todos tiempos se han empleado medios mas ó menos acerta- dos para purificar el ayre y extinguir los miasmas. En la peste de Atenas se encendieron ya hogueras; se encendieron igualmente en la de Marsella y en otras varias ocasiones con el fin de desinfeccionar el ayre: en el dia no se empleará semejante medio sino es por aque- llos sugetos destituidos de conocimientos y experiencia, la que ha enseñado, que lejos de ser un remedio para corregir los miasmas, es un medio nocivo y perjudicial, que pone de peor condición el ayre. También se han valido de quemar varios perfumes de yerbas, de resinas y otras substancias aromáticas, con el fin también de purifi- car el ayre; pero estas fumigaciones no hacen otra cosa que disfrazar el olor, y si existe alguno pútrido ó de otra naturaleza se oculta mo- mentáneamente con estas operaciones; y como dicen Vicq d'Azyr y Montigni: ,, Los sahumerios y perfumes están muy lejos de poseer las propiedades maravillosas que se les atribuye, ofreciendo solo una seguridad engañosa. Este vapor no da ningún ayre nuevo , pues siendo extraño con quien se une, no hace otra cosa realmente sino ocultar los malos olores sin aniquilarlos. Proscribamos pues los olo- res." Otros de los remedios mas acreditados es el vinagre de los qua- tro ladrones ó antipestilencial, creyendo que posee la propiedad de echar fuera el ayre malo , y que puesto en evaporación preserva del contagio por solo contener los principios aromáticos que entran en su composición, cuya ineficacia hemos ya probado; y aunque están mezclados estos principios con un remedio útil, tal es el vinagre, la larga digestión que sufren no puede menos de embotar el ácido vege- tal y hacerle inerte. El vinagre puro (ó ácido acetoso) es mucho mas útil que todos los remedios expuestos; y las lociones y fumigaciones de él se han mirado siempre como el preservativo mas acreditado contra toda suerte de contagio, confirmado también por las experiencias de los DES Si Químicos modernos; pero se deben preferir las fumigaciones de otros ácidos, porque el vapor del vinagre no puede elevarse sino á una altura muy pequeña; por lo que toca á los riegos y lociones son muy recomendables. La explosión de la pólvora se ha tenido siempre como uno de los mejores medios de purificar el ayre ; pero los experimentos ulteriores han hecho ver que solamente disloca, pero no destruye los cuerpos olorosos y mefíticos, poniendo en movimiento el ayre que los en- vuelve; y la mayor ventaja que se puede seguir de esta operación en el acto de la detonación ó explosión es poder expeler hasta un cierto punto el ayre pútrido de un espacio limitado. También se ha creido que el ayre contagioso se purificaba por medio de la cal, ya esparciendo en los sitios infectos una lechada de ella, ó poniendo esta disolución en cubos ó librillos, ó ya poniendo la misma cal en polvo, en vasijas, ó rociando los suelos con ella. Esta práctica es muy útil pan absorver el exceso del gas ácido carbónico, que suele hallarse en los hospitales, cárceles y otros sitios; pero su eficacia no se ex- tiende á destruir los miasmas pútridos y contagiosos, pues estos no tienen nada de común con el gas ácido carbónico, por lo que no se deben confundir dichos miasmas con el referido gas; sin embargo de que suelen existir los dos á un mismo tiempo, por lo que creemos no será ocioso el uso de la cal con solo el objeto de absorver el gas ácido carbónico, y no desnaturalizar los demás gases mefíticos. Los ácidos minerales son los que pueden destruir los miasmas con- tagiosos, y el olor pútrido que indica su presencia algunas veces; y así estos ácidos en estado de vapor son sin duda los agentes mas efi- caces para destruirlos y exterminarlos. Aunque esta propiedad está bien demostrada por la infinidad de hechos y experimentos, se igno- ra sin embargo como obran dichos ácidos sobre los miasmas como ya hemos dicho: no obstante se cree verosímilmente que los efluvios contagiosos son de naturaleza alcalina, y que los ácidos minerales neutralizándolos destruyen su carácter matador y pestilencial. Pero qualquiera que sea la causa de su acción, y el mecanismo como obran, lo que nos interesa es el conocimiento de los buenos efectos, y el determinar quál de los ácidos es preferible, y el saber igualmente que por las experiencias de una porción de hombres respetables se ha he- cho ver que las fumigaciones acidas son preferibles á quantos reme- dios hemos indicado anteriormente, y á otra porción de recetas que se hallan en las Farmacopeas y en los libros que tratan de peste, aun por algunos autores modernos; bien que no es de extrañar, pues los conocimientos de la Química no se han generalizado aun lo bastante, y los grandes y útiles descubrimientos siempre son acrisolados por la oposición de la ignorancia y el capricho. Conocida pues la utilidad de las fumigaciones acidas, no nos res- TOMO III. L 82 DES ta mas que hacer la elección, y quál de los ácidos merece la prefe- rencia. En gracia de la brevedad pondremos en paralelo solo tres, á saber: el ácido sulfúrico, el nítrico y el muriático, de quien se han hecho mayor número de experimentos; pero los que se han empleado con fruto principalmente son los dos últimos. El ácido sulfúrico, formado por medio de la combustión del azufre, posee en alto gra- do dicha propiedad; pero sucede que como es mucho mas pesado que el ayre atmosférico, se volatiliza poco su vapor, y por consi- guiente no se eleva con facilidad á una grande altura, como es nece- sario en la fumigación de los grandes edificios: por otra parte es una clase de gas tan sofocante, que no se puede emplear en sitios habi- tados , y solo se puede usar con alguna utilidad para fumigar las ro- pas y vestidos; operación muy recomendable para hacerla con las ropas de los hospitales. El ácido nítrico desprendido según el método de Smith, dice Morveau, destruye bien y realmente los miasmas pútridos; pero se eleva poco condensándose prontamente, y no obra como oxigenan- te , sino que produce gas nitroso; y solamente repitiendo muchas veces la operación, aun en los sitios cerrados, es como puede obrar con efi- cacia; en fin esta operación exige precauciones para la elección de las buenas materias y dirección de las manipulaciones. No hablo del nitro, que debe estar perfectamente puro, y de consiguiente ser de un precio bastante caro. Sin embargo muchos Médicos distinguidos, particularmente los Ingleses, han empleado el ácido nítrico para ex- terminar los miasmas contagiosos. El Dr. Smith se valió de él para cortar los terribles efectos de la calentura pestilencial, que acometió á los Españoles prisioneros en el Castillo de Winchester, produciendo maravillosos efectos. También se empleó este método por los Mé- dicos de la esquadra Inglesa del Almirante Duncan durante su cru- cero en el mar del Norte, en el año de 1796, que se veia afligida de una epidemia contagiosa de calenturas malignas. Luego que el Almi- rantazgo mandó practicar las dichas fumigaciones del ácido nítrico, fué tan feliz el resultado, que desde el dia primero de su adminis- tración hasta la total extinción de la enfermedad epidémica, solo tres personas recibieron la impresión del contagio: con igual suceso se han empleado las mismas fumigaciones en la esquadra Rusa y otros buques Ingleses afectados igualmente de calenturas contagiosas. Es- to mismo fué lo que ocurrió en el navio hospital la Union con las fumigaciones del ácido nítrico executadas por Mr. Menzies: el re- sultado de estas experiencias no pudo ser mas satisfactorio; pues desde el dia que empezó la fumigación ninguno de los asistentes ni de los individuos de la tripulación recibió el contagio, exceptuando solo una enfermera, la qual recayó con la calentura levemente por imprudencia suya; accidente que Mr. Bassan informó haber sido DES 83 muy común á los principios. Igual beneficio experimentaron los en- fermos de las fumigaciones, pues de quantos entraron en el hospital desde el dia en que se principió la fumigación ni siquiera uno murió. Estos hechos demuestran evidentemente que las fumigaciones no solo disminuyeron el peligro de la infección, sino que corrigiéron tam- bién la malignidad de la enfermedad. El método de esparcir el ácido nítrico en estado de vapor es fácil y sencillo, y los enfermos de todas clases le reciben con muy poca ó ninguna molestia sensible, y en mayor grado que se podía es- perar de un vapor tan fuerte y penetrante. Estas circunstancias y la poderosa eficacia que dicho vapor posee para purificar el ayre de las partículas contagiosas y desagradables, emanadas de la acumulación de mucha gente en lugares estrechos, le hacen sumamente recomen- dable á todos los navios, cuya tripulación está enfermiza, y en los quales las personas, sus vestidos, y todos los rincones pueden expo- nerse á la acción del vapor del ácido nítrico sin el menor riesgo de incendio. Nueve dias después, esto es el 16 de Noviembre, se visitó el re- ferido navio, y se halló que la fumigación se habia continuado dos veces al dia, experimentándose siempre los mismos útiles efectos en purificar los ayres y disminuir la malignidad del contagio; en con- seqüencia de cuyos beneficios los asistentes habían perdido sus temo- res, los enfermos estaban mas bien asistidos, y todo manifestaba tal prosperidad, que ya no se creia necesario hacer mas de una fumiga- ción al dia. Por esta relación se concibe el resultado y método de usar las fumigaciones del ácido nítrico, reservándonos aun exponer otros varios experimentos, que se han executado con el mismo ácido en otras ocasiones, siendo siempre el mismo resultado. El gas ácido muriático que resulta de la descomposición del mu- ríate de sosa (sal común) mediante la acción del ácido sulfúrico, es el que presenta las ventajas mas superiores por razón de la espansi- bilidad, y así puede alcanzar la materia que se quiere descompo- ner en qualquiera parte que se halle. Morveau lo empleó en la ca- tedral de Dijon para purificar el ayre infecto en 1773 , y el resul- tado correspondió completamente á sus esperanzas: con solo doce horas de fumigación exterminó la mas terrible infección, quemando en abundancia vinagre y aromas, y haciendo explosiones con pólvo- ra: todo fue inútil, y solo el ácido muriático pudo triunfar de un miasma tan matador: se confirmó la eficacia de este gas en las cárce- les de la misma ciudad pocos meses después, donde hacia los mayo- res estragos la enfermedad pestilencial llamada calentura de las cár- celes, con la qual habían muerto treinta y un encarcelados, y en cuyos calabozos existía un hedor cadaveroso intolerable; con solo 84 DES doce horas de fumigación se disipó enteramente la epidemia , pudién- dose entrar después en los calabozos sin incomodidad y sin peligro. Desde luego se percibe que el método de usarlo es tan sencillo co- mo de poca costa, siendo su uso menos expuesto en los navios por razón del fuego, que el método empleado y descrito del Dr. Smith; por lo que sin duda alguna merece el ácido muriático la preferencia, pues no necesita otro calor si se quiere que el que produce la mezcla de los dos simples que se emplean. Se habia creído por una idea general poco examinada, que solo podia emplearse este gas en los sitios inhabitables por la opinión re- cibida de que su propiedad sofocante no daba lugar á otra cosa; pero experimentos ulteriores hechos por el mismo Morveau y repe- tidos por otros han demostrado que el gas ácido muriático puede difundirse en los sitios habitados, como se está executando en el dia, sin ocasionar á los enfermos ninguna incomodidad, pues quando mas se les excita una ligera tos. Por estas mismas experiencias se sa- be que en una sala ocupada de cincuenta enfermos á lo mas se deben emplear solo tres onzas de muríate de sosa (sal común) un poco hú- meda, y onza y media de ácido sulfúrico, aumentándose dichas proporciones según sea mayor ó menor el sitio que se ha de purifi- car. Luego que se ha esparcido la cantidad necesaria de vapor, se puede conducir el aparato (que puede servir el mismo que usó Mr. Menzies en el navio Union) á las letrinas, para que los últimos vapo- res ácidos que se desprenden sirvan para neutralizar el gas amoniaco que se desenvuelve en aquellos lugares. El método pues de executar las fumigaciones del ácido muriáti- co varía algún tanto según las circunstancias. Quando se trata de desinfeccionar las salas de una enfermería ó lugares cerrados en don- de se han hecho exhumaciones, ó donde hay substancias animales podridas, en los sitios donde han muerto algunos sugetos de contagio &c. que no están habitados, se colocará en medio de estas piezas un brasero ú hornilla con lumbre, en la qual se pondrá una caldera de hierro, ó de otra materia, llena hasta la mitad de arena ó cenizas. Se pondrá sobre ella un vaso grande de vidrio, una cazuela ó aljofayna, en donde se pone el muríate de sosa ó sal común: quando el vaso, esto es, la arena principia á calentarse, se echará sobre la sal ácido sulfúrico (ó aceyte de vitriolo), que se tendrá preparado de ante- mano en una vasija de vidrio de boca ancha; se deberá echar de una vez, porque si se prolonga esta operación, se hace incomoda á los asistentes por los vapores sucesivos: inmediatamente se retirarán los executores, teniendo ya las puertas y ventanas cerradas con quanta exactitud sea posible por siete ú ocho horas. Para fumigar , por exem- plo, una sala de veinte camas espaciosas, y de una altura proporcio- nada , se emplearán nueve onzas y seis dracmas de sal marina ó co- DES 85 mun algo húmeda, y siete onzas y siete dracmas de ácido sulfúrico, que esté de uno á siete de reconcentración. Estas cantidades se au- mentarán y disminuirán en razón de la extensión de las piezas que se han de purificar. Se sabe por la experiencia que quatro libras de sal común, con el correspondiente ácido sulfúrico, es bastante para Aurificar completamente y en una sola fumigación el ayre de una glesia de diez y ocho mil varas quadradas. Una sala mediana de ochenta y uno a noventa y siete pies quadrados de superficie, se fumiga con solo tres onzas y una dracma de sal y dos onzas y me- dia de ácido. Las fumigaciones que se hagan en sitios donde hay enfermos, y que es necesario acercarse á sus camas, se deben repetir dichas opera- ciones por intervalos según sea la reproducción mas ó menos rápida é intensa de las emanaciones contagiosas. En las salas muy grandes, en lugar de un aparato, se deben emplear varios pequeñitos y en distin- tos sitios; cada uno de ellos debe contener una onza, ú onza y me- dia de sal, y solo las dos terceras partes de su peso de ácido sulfú- rico: será mas útil el pasear ó llevar los aparatos donde se hacen los vapores á distintos sitios, no echando el ácido sul úrico sino sucesi- vamente en la sal como lo hacia Mr. Menzies. De este modo se fa- cilita esparcir el gas ácido con mas igualdad, haciéndolo mas órne- nos abundante según sea necesario, de modo que no incomode á los enfermos; para lo qual se tiene un braserito portátil, que llaman chufleta ó escalfador, en el qual se pondrá sobre el fuego demudo una cazuela de barro bien cocido, como el de Zamora, con el qual hacen los crisoles; en ella se pondrá una cantidad de sal común pro- porcionada al espacio que haya que fumigar; y luego que principia á calentarse se va echando sucesivamente el ácido para ir reprouucien- do los vapores según se vayan concluyendo. Para evitar los incendios en los navios se puede hacer esta ope- ración ó con arena caliente, según lo executaba Mr. Menzies por medio de la lámpara ya descrita, ó haciendo la mezcla en frió, cu- yos vapores son tan eficaces como si se hiciesen al fuego, con solo la precaución de echar un poco mas de sal y ácido para hacer que exhale mas cantidad de vapor, siendo este mucho mas saludable porque sale con mas lentitud. Este método es tan sensible que qual- quiera sugeto sin necesidad de Profesor ni aparato, con solo tener en casa una porción de ácido sulfúrico y sal común, y echar en qualquiera vasija una cucharada de sal, y después otra tanta cantidad de ácido, repitiéndose esto dos ó tres veces, y colocando el vaso en medio de la habitación que se quiera desinficionar, está hecha la ope- ración. Si se tratase de purificar una habitación en la que hubiese muerto alguno de enfermedad contagiosa, ó que se haya infectado x>r qualesquiera materia que esté en el último grado de putrefacción, 86 DES será necesario doblar ó triplicar la dosis según el grandor de la pie- za y la intensidad del miasma; en este caso se echa el ácido de una vez, y se retiran los habitantes dexando cerradas las puertas, no volviendo á la tal hafrtacion hasta pasadas algunas horas. Añadiendo á la mezcla de sal común y ácido sulfúrico por qua- lesquiera de ios métodos indicados un poco de oxide de manganesa, se obtiene el gas ácido muriático oxigenado, que se ha experimenta- do ser el preservativo mas seguro, y como dice Morveau el anti- contagioso por excelencia, siendo muy recomendable por la facilidad de apropiarle á todos los casos. Las siguientes proporciones son las mas convenientes para aproximarse en la manera posible al punto de saturación, y no exceder de lo que se necesita para obtener una des- composición completa y mas bien sucesiva que rápida. Onzas. Dracmas. Granos. Sal común............................... 3 2 10 Oxide negro de manganesa....... o 5 17 Agua...................................... 1 2 33 Ácido sulfúrico....................... 1 7 50 Se pone en polvo el oxide de manganesa, que en el comercio se conoce con el nombre solo de manganesa: la de coca es la mas pura que tenemos en España. Esta es una substancia pedregosa , dura y muy negra; se mezcla por la trituración con la sal y la manganesa, y se pone esta mezcla en una cazuela de vidrio ó de loza fuerte, aña- diendo después el agua. Por úitimo se echa el ácido sulfúrico de una vez, si la operación se hace en lugares inhabitados, y de tres ó mas veces en donde hay enfermos. La dosis que hemos indicado es sufi- ciente para una sala de diez camas, aumentándose ó disminuyéndo- se , pero en las mismas proporciones, según la magnitud de la pieza, el número y naturaleza de los enfermos, y el ayre que respiran; guardándose en todo el método que se ha propuesto en las demás fumigaciones. Después de haber escrito lo que antecede hemos adquirido otras noticias sobre el mismo objeto, que se cree están en contradicción con los principios de Morveau, cuyas ideas exponemos para que nuestros lectores las examinen con la crítica que dicte su inteligencia, y ha- gan el uso que les convenga. Según el Dr. Samuel Mitchill, todos los experimentos modernos establecen los puntos siguientes: i.° que el ayre vital ó oxígeno se compone de calórico, del oxigeno y la luz: 2.0 que el ayre fixo ó gas carbónico se compone de calórico, oxígeno y carbono, ó car- bón: 3.0 que el ácido nítrico se compone de calórico, oxigeno y DES 87 ázoe: 4.0 y último, que el gas flogisticado ó la mofeta atmosfé- rica consta del calórico y ázoe. Por consiguiente el ácido nítri- co puede resolverse en dos ayres diversos, conviene á saber: en gas oxígeno, quando el principio acidificante abandona su base azoética y se escapa con el calórico, y en mofeta atmosférica quando el ázoe abandonado de la substancia, de la que deriva su acidez , se convierte en gas con la materia del calórico; siendo igualmente claro, según los experimentos de Jacquin, que los dos ayres ó gases que consti- tuyen la atmósfera en su estado distinto , pueden unir químicamente sus bases entre sí, parte con una porción de su calórico, y formar el ácido nítrico ó atmosférico. El Dr. Mitchill no ve la improbabi- lidad de la asociación del ázoe y del carbono, de manera que forme con el oxígeno un oxido ó ácido de doble base, que supone ser una de las modificaciones de los venenos animales, que se llaman conta- giosos específicamente. Es probable que el ázoe y el oxígeno entren en la composición de los mas de ellos, pues sus combinaciones quí- micas , que obran en diversas partes del cuerpo, parecen ser los ma- nantiales de las calenturas, de las disenterias y pestes. La cantidad de oxígeno que contiene el ayre atmosférico de la América es mas que doble según los experimentos de Davidson, y algo menos que doble según los de Humboldt que la del ayre de la Europa; y como en aquella tierra lozana abunda la vegetación, se sabe por los experimentos del Dr. lngen Housz, que muchos vege- tales despiden en la obscuridad desde sus hojas el gas séptico ó azoé- tico , del mismo modo que quando se desorganizan los vegetales, co- mo se verifica en los estercoleros, que despiden el gas azoético , que, ó bien se evapora con el calor en forma de gas azoético, ó se com- bina con el oxígeno en forma de ácido azoético ó séptico, ó se ele- va á una corta altura en forma de gas ácido nítrico ó séptico. Desde la mas remota antigüedad ha reynado la opinión acerca de la existencia de un ácido primitivo ó universal, que existe casi en todos los tiempos y lugares destinados á grandes fines en la econo- mía animal. Los experimentos de los modernos han realizado la cer- teza de esta opinión, determinando que por una ley de la naturaleza el ázoe de las plantas y animales que le contienen se desprende du- rante la putrefacción de estas substancias organizadas, uniéndose co- munmente con el oxígeno, y formando el ácido de la putrefacción ó el nítrico. Y como todos los seres vivientes se pudren y corrom- pen en todos tiempos y lugares, producirán bastante ácido séptico ó nítrico para confirmar la antigua idea de la universalidad de su exis- tencia. Por lo mismo es el mas abundante y activo de todos los áci- dos , á lo menos por lo que toca al hombre y á los seres que le cir- cundan en la superficie de la tierra. Entre otros efectos que esta suerte de óxidos 6 ácidos produce 88 DES quando están volatilizados por el calor, y flotantes en h atmósfera, son las enfermedades endémicas y epidémicas, que prevalecen donde quiera que abunda la corrupción , donde los vapores sépticos conta- minan la atmósfera, y donde los vivientes los inhalan en cantidad suficiente. Suponiendo pues que los vapores sépticos ácidos contaminan la atmósfera y destruyen á los animales, estos tienen que descomponer- se después de su muerte, aumentando la masa de los materiales que están pudriéndose, de manera que cada cadáver que se añada al montón, aumenta por lo que hace á las plantas la cantidad de su alimento, y por lo que hace al hombre la de su veneno pestilencial. Como el vapor que se desprende de las substancias pútridas es de naturaleza acida, los álcalis se unirán con él, y le neutralizarán. Este es compuesto del ázoe y del oxígeno, que según varios experi- mentos forma el efluvio de la putrefacción animal muy adelantada. Se ha llamado pútrido este vapor, y se ha supuesto que obra como fermento para corromper los fluidos del cuerpo vivo; pero esto ha sido refutado con los experimentos de Alexander en Escocia, y con los de Brugnatelli, Iberti &c., con los que se prueba que el ayre y el agua que están alterados con los efluvios pútridos; no solo no pro- mueven la putrefacción, como lo hacen el ayre y agua solos, sino que adquieren la virtud de retardar y oponerse á la putrefacción ó cor- rupción de las substancias animales muertas en un grado eminente. En semejantes atmósferas, tan poco adequadas para la putrefacción de las substancias animales, reynan las enfermedades pestilenciales, malignas, endémicas y epidémicas, y es porque las exhalaciones no- civas no obran promoviendo directamente una enfermedad pútrida en el cuerpo, sino con el estímulo morboso ó excesivo , que ocasio- na un excitamiento desordenado, que acarrea la muerte. La volatili- dad de estas exhalaciones acidas se reprime embotándose su caustici- dad con las calidades fuertemente neutralizadoras de los álcalis. Mal pudieran haberse usado las preparaciones alcalinas, dice Mit- chill en las calenturas pútridas y malignas con el consentimiento de los Prácticos, si hubieran promovido la putrefacción; pues exami- nando la historia de la práctica de la Medicina en las calenturas pú- tridas , esto es, en los casos en que las substancias venenosas han in- ducido una conmoción mas ó menos violenta en el corazón, en los vasos sanguíferos, en el estómago é intestinos &c. vemos que se reco- miendan los mas de los remedios alcalinos, entendiéndose por tales no solo los álcalis cáusticos, sino los demás compuestos de base al- calina , que son susceptibles de descomponerse con el veneno de áci- do séptico que encuentran en el cuerpo humano, soltando al álcali que se une con los fluidos sépticos. Se han usado como álcalis la po- tasa pura ó cáustica, su disolución en agua, el carbonate, acétate, DES 89 sulfate, citrate, sulfuro, sulfúreo septite, trementinate, oléate, tar- trite acidulado, tartrite neutralizado, y muríate de potasa; la sosa pura ó disuelta en agua, el carbonate, fosfate, muríate, borate y t¡rtrite de sosa; el amoniaco puro ó sólido, el carbonate, acétate y muriare de amoniaco; la cal pura ó disuelta en agua, el carbonate de cal, la magnesia pura, y el carbonate de magnesia, cuyas prepara- ciones se han usado con los nombres antiguos en la Terapéutica Mé- dica; ;y no podrá decirse que en estas combinaciones obran sus áci- dos mas bien que los álcalis, pues los primeros tienen mayor atrac- ción electiva con la potasa y la sosa que con el amoniaco, y por consiguiente el álcali volátil que se encontrase no podría descompo- ner ninguna sal que tuviese una base alcalina? Los Doctores Vaughan, Barker, Jorge Monró, Harris y el Dr. Mitchill han usado con fruto los remedios alcalinos en la cura- ción de la fiebre amarilla, neutralizando el ácido séptico, que se in- halaba desde fuera, ó que se produce dentro del cuerpo. El Sr. Cowan observó en la calentura amarilla de Nueva-Yorck de 1798 que el agua de xabon expuesta al ayre se descomponía á las tres horas con una separación completa de sus partes constitutivas. El ácido séptico que parece producir la fiebre amarilla se cree igualmente que juega también en otras muchas enfermedades. Kunze ha demostrado que las úlceras venéreas enroxecen el papel azul, que vuelve á su color primitivo con meterlo luego en la disolución del carbonate de sosa. Blair ha usado de dicho carbonate para curar las úlceras venéreas primitivas. Peyrilhe ha empleado el amoniaco en las purgaciones; é Inllier de Sparra dice que se produce efervescencia al aplicar el carbonate de potasa á una úlcera venérea muy sórdida. Torbet ha demostrado que la supuración de las úlceras cancerosas era de naturaleza acida, puesto que enroxece el papel azul; y Blair ha curado varias erupciones cutáneas con la disolución del carbonate de potasa. Todos los Cirujanos saben la importancia de la aplica- ción del agua de cal y del agua fagedénica en las llagas de mala índole. El Dr. Mitchill ha usado el carbonate de potasa en las úlce- ras venéreas incipientes, sin haber resultado ningún incordio, y ha extendido su uso con notable ventaja á las úlceras venéreas se- cundarias , disminuyéndose el daño, y corrigiéndose la acidez de ellas. Se encuentra el ácido séptico en las deposiciones de los disenté- ricos y en ciertas aguas de los hidrópicos, como las que extraxo á una muger el Cirujano Cox, que estuvo en riesgo de perder la vi- da; de resultas se corroyó la cánula de plata, se le ocasionaron lla- gas en los dedos, y enfermaron sus asistentes, como puede verse en las Transacciones Anglicanas. La acidez séptica, que suele manifestarse en la calentura puerpe- TOMO III. M oo DES ral, la corrigió Guiño con el gas amoniacal; y recomienda él mismo el carbonate de potasa en esta enfermedad. Quando se convierte en vapor el pus de las úlceras en los navios y hospitales existe una exhalación , que fomenta la calentura y la in- fección, y se corrige con el gas amoniacal. Todo conspira a probar loque dixoel Dr. Pringle, que el gas amoniaco es un correctivo de la putrefacción; tanto que Blanchard recomienda la adición de una quarta ó quinta parte del amoniaco para conservar las preparaciones anatómicas. Thouvenel y Chaptal han demostrado que la cal atrae las substancias pútridas, que son sumamente acidas, y corroen la plata; y este ácido es causa productiva de las calenturas pestilen- ciales. Estos autores han probado que los vapores de la sangre podrida forman con la cal el nitro calizo, y que la sangre y par- tes musculares de los animales que se pudren al descubierto produ- cen vapores sépticos, que al condensarse se convierten en ácido séptico. Si los álcalis promoviesen la putrefacción, mal pudieran ha- ber usado los Egipcios la barrilla ó la sosa para embalsamar sus ca- dáveres, que se conservaban incorruptos siglos enteros. Plinio el jo- ven refiere lo eficaces que son estos álcalis para conservar los cadá- veres incorruptos; y en falta de los álcalis se ha gastado la cal y re- comendado su adición para enterrar los cadáveres en tiempo de pes- te , aunque no se requiere que sea cal viva. Los naturalistas saben que se conservan íntegras las aves y otros anímales incrustados en la piedra caliza. Aunque Vans-Mons reprueba el uso del agua de cal para desin- feccionar las alcobas de los enfermos que adolecen de enfermedad contagiosa, el Dr. Lind ha acreditado con hechos prácticos su efica- cia; y en Nueva-Yorck se ha usado como un excelente medio para purificar el ayre mojar un lienzo en agua de cal viva, y colgarlo en la alcoba, dexándolo hasta que se seque, remojándolo varias ve- ces, y volviéndolo á colgar. Así el Dr Freylas como Bezon recomiendan la calcina para con- sumir la infección del ayre del quarto de los enfermos, el descostrar las paredes y enjalbegarlas con cal viva, igualmente que los suelos. Se sabe también que desde que se ha generalizado en la Europa el uso del xabon se han disminuido considerablemente las enfermedades pestilenciales. No solo las observaciones médicas, sino los nuevos experimen- tos químicos parecen confirmar la teoría del Dr. Micbill relativa á conocer a priori la naturaleza de los miasmas productivos de las en- fermedades pestilenciales. Hay varios experimentos químicos que comprueban que el gas ázoe no es un elemento como se ha supuesto desde la publicación DES 91 de la tab'a de la nomenclatura química, sino de los mismos consti- tutivos del agua en distintas proporciones; de esta manera, si el agua consta de 85,66 de oxígeno y 14,34 de hidrógeno, solo consta el gas azoético de 79 de oxígeno y 21 de hidrógeno, como lo ha de- mostrado Girtanner en los Anales de química. Van-Hauck dice en el Almacén mensual de Londres, vol. 9, pág. 585 , que si por un tubo de porcelana hecho ascua se hace atravesar el vapor del agua, no experimenta alteración alguna; pero si se llena el interior del tu- bo con las limaduras de estaño, se oxida este, y pasan al recipiente los gases oxígeno y azoético, cuyo efecto se verifica también po- niendo plomo en vez del zinc. Van-Hauck llenó el tubo de por- celana con el óxido negro de la alabandina, y le calentó hasta que no se desprendía mas oxígeno, y vio que pasaba al principio el oxi- geno puro y luego el gas azoético. El Dr. Pearson logró siempre el ázoe, el oxígeno é hidrógeno al descomponer el agua con la chis- pa eléctrica ; y por medio de la misma logró el agua y el ázoe al volver á formar la primera con la combustión del oxigeno é hidró- geno , lográndose ácido nítrico en esta combustión quando se halla con exceso el hidrógeno. El Dr. Priestley dice que el ázoe no es una substancia sencilla, sino compuesta de las bases de los gases inflamado y desflogisticado, y capaz en ciertos casos de producirse con solo el gas inflamable. Se ha convencido con otros muchos experimentos que puede con- vertirse en gas flogistado, mediante la congelación, la totalidad de una cantidad determinada de agua. Otros experimentos que hizo y publicó en 1793 hacen probable que al reducirse á vapor el agua se convierte parte en gas flogistica- do ó azoético , y que continuando el procedimiento, la totalidad de agua es susceptible de una alteración análoga. Quando los gases azoé- tico é hidrógeno se encierran en una vasija proporcionada, y se ha- ce atravesar por ellos la chispa eléctrica, se produce inmediatamen- te el ácido nitroso sumamente flogisticado, y tanto mas fuerte, quan- to mas puros sean los gases. Quando hay gas azoético no se altera este á no haber notable falta del gas hidrogeno, en cuyo caso se une con el gas azoético, y forma el mismo ácido, de donde se in- fiere que tienen mucha analogía entre sí los gases hidrógeno y azoé- tico. No se forma ácido ninguno quando hay gas hidrógeno super- abundante. Se forma siempre una cantidad de gas azoético como si fuera un residuo extraordinario ál formarse el agua combinando los dos gases. En algunos casos, metiendo en el azogue ó en el agua, ó colo- cando en el vacío el azufre y las limaduras de hierro, se produce gas ázoe en lugar del gas hidrógeno. 92 DES Se infiere pues de estos y otros varios experimentos que hay mu- cha mas analogía entre el agua y el gas azoético , y entre este y el gas hidrógeno , y entre ambos y el ácido nítrico de la que suponen los Químicos Franceses. Si el ázoe consta del hidrógeno y del oxi- geno , como lo han hecho verosímil Priestley y Girtanner, cesa des- de luego toda controversia, conviniendo en que estas substancias no son sino modificaciones de los mismos elementos. El Dr. Priestley ha manifestado que se reproduce y se resarce continuamente con la operación de la luz y de los vegetales la por- ción oxigena de la atmósfera; y ahora presenta otro descubrimien- to importante de que se renueva y conserva en equilibrio la parte azoética de la atmósfera con la transmutación del agua en gas azoé- tico al reducirse á vapor por qualquiera medio que sea. Y verificán- dose esta evaporación durante el estío, se produce un gas ponzoño- so, que fomenta varias enfermedades, y que conducirá á ilustrar la práctica de la Medicina. Los Sres Lent, Saltonstall y Bay consideran del mismo modo que el Dr. Mitchill al ázoe como base de los fluidos pestilenciales, y al oxígeno como un agente que les da actividad; y siendo ácidos estos fluidos quando están dotados de la mayor energía, se neutra- lizan con los álcalis. Como este ácido séptico ó nítrico es un producto no menos fre- qüente que abundante de la putrefacción, los filósofos han sostenido que la alcalescencia era en alguna manera característica de aquella , y que el amoniaco es uno de sus resultados mas abundantes: opinión infundada, que se ha adoptado sin criterio alguno y sin la menor prueba; pues aunque es cierto que resulta el amoniaco del asta de ciervo , del carbón de piedra &c., es siempre á un grado de calor mayor que el que pueden experimentar las substancias que se hallan expuestas á la superficie de la tierra en los dias mas calurosos del estío. Se produce con un grado de calor suficiente para destruir el ácido nítrico ó séptico, y mayor del que puede experimentar nunca el cuerpo humano. El vapor que se produce con la combustión de la leña destruye los fluidos pestilenciales ó los vapores sépticos, por- que en esta temperatura el combustible atrae al oxígeno de los com- puestos sépticos, y se combina el ázoe con el hidrógeno, formando en la chimenea el álcali volátil. Aunque es innegable la posibilidad de que se forme durante la putrefacción , no hay bastantes pruebas de que se produzcan en estas circunstancias freqüente ni abundante- mente; y aun suponiendo que se forme en el caso de desarrollarse el álcali volátil con la abundancia que se pretende, se destruirla in- mediatamente su causticidad combinándose con el ácido carbónico óal ayre, ó le atraería el agua, y se descubriría fácilmente, ó se neu- tralizaría y descompondría con el ácido séptico ó nítrico, siendo DES 93 imposible en ambos casos que flotase en el ayre, y que fuese causa de las enfermedades epidémicas. Es muy extraño, en vista de esto, quer subsistan todavía las ideas de la naturaleza alcalina del contagio. A pesar de las muchas dificultades que hay que vencer continúan algunos en creer que el gas amoniaco, ó alguna cosa en que entra este de constitutivo, co- munica al ayre su calidad pestilencial. De aquí han resultado los sa- humerios ó vapores ácidos, que desde tiempo inmemorial se han con- siderado como los grandes correctivos y destructores del contagio. Los principales ingredientes que se han usado hasta el descubrimien- to de los gases ácidos muriático simple ú oxigenado y el nítrico son el azufre ó gas sulfúrico , el rejalgar y oropimente , ó el ácido arse- nical, el carbón de piedra, la pólvora, la pez, la brea, la resina, el incienso, el vinagre, el tabaco, las bayas de enebro y el pino. Se tomaba del azufre cinco libras, del oropimente dos libras, del incienso y de las bayas del enebro de cada cosa tres libras; des- pués de pulverizadas se anadian del serrín del pino cinco libras, de salvado veinte libras. Quando debia ser mas fuerte el expurgo se aumentaba la propor- ción del azufre y una libra del rejalgar: la primera se usaba para la pu- rificación de las casas infestadas, y la segunda para los lazaretos, las bó- vedas mortuorias y para los géneros que se hallan impregnados fuer- temente del contagio. Se preparaba otro sahumerio para las personas y ropas de los asistentes de los enfermos con el azufre , las gomas aromáticas y fétidas, y las especias sin arsénico; pero surtían igualmen- te bien los sahumerios del azufre, del incienso y del serrín del pino. Se han recomendado posteriormente los sahumerios ácidos, bien sea el muriático simple ú oxigenado, el nítrico ó bien el sulfúrico para neutralizar y descomponer los átomos contagiosos, como que- da dicho al principio de este articulo. El Sr. Guitón Morveau recomendó á la Comisión de Salud pú- blica de Paris el vapor ácido muriático para purificar los hospitales, por ser tan eficaz como los vapores sulfúricos, y mas volátil, es- pansible y penetrante. El Dr. Mitchill dice que al examinar las ope- raciones que empleó este sabio Químico en 1773 Para purificar la Catedral de Dijon, que se hallaba muy infestada, nada se logró en este caso que no se pudiese efectuar del mismo modo con desaho- gar la iglesia, juntamente con la purificación y ventilación, sin los humos ácidos que se recomiendan en su instrucción sobre los medios de conservar la salubridad, considerándole como un medio adequa- do para neutralizar el ayre pútrido alcalino, ó los gases amoniaca- les pútridos que se exhalan continamente en las letrinas &c.; ha- biéndose ya manifestado la poca solidez de semejante teoría para destruir los miasmas contagiosos. 94 DES El mismo Químico recomienda el gas ácido muriático oxigena- do para la purificación perfecta del ayre infestado con los miasmas contagiosos. Se obtiene este gas pulverizando la sal común, y mezclando con la alabandina, que es un ácido metálico muy oxigenado: se pone la mezcla en una vasija de vidrio ó de barro conveniente; se le añade ácido sulfúrico, y se pone á un calor lento para que se haga una completa descomposición. Resulta de esta operación que el ácido sulfúrico se combina con la sosa de la sal común, y el ácido muriá- tico libre se une al oxígeno de la alabandina, y se volatiliza en esta- do de gas muriático oxigenado, que pierde las propiedades acidas que tenia ; y á pesar de esto se dice que neutraliza los miasmas amo- niacales. El Dr. Mitchill refuta igualmente la deflagración del nitro so- bre un hierro hecho ascua, que recomendó el Dr. Carmichael Smith en--1780 para purificar la cárcel y hospital de Winchester, en que morían prontamente los Españoles que se hallaban prisioneros de guerra por las fatigas y contratiempos que experimentaron en su en- cierro. El ventilar y lavar el edificio!, el bañar los prisioneros, y permitirles que se pasearan , el mudarles las camas y ropas sucias, y la mejor asistencia médica y quirúrgica pudieron contribuir á su res- tablecimiento mejor que la deflagración del nitro, pues donde quie- ra que se practican estas precauciones, que consta por la obra de Smith que se practicaron allí, bastan para destruir el contagio sin necesidad de recurrir al gas nítrico. Quince años después del experimento de Winchester los Lores del Almirantazgo mandaron que se hiciera otro ensayo en 1795 á bordo del navio denominado Union, destinado á hospital, con los vapores desprendidos del salitre mediante el ácido sulfúrico. Se hizo el experimento á presencia de los enfermos, que respiraron durante algún tiempo dichos vapores después de cerradas las portas y esco- tillas del navio para que no se disiparan fuera como hemos insinua- do anteriormente. Según el Sr. Keit, célebre Químico Ingles, estos vapores no so- lo constan del gas nítrico sumamente oxigenado quando se hace la mezcla en tazas de tierra y de loza, sino también del gas oxígeno ó ayre respirable , á razón de doce pulgadas cúbicas de este último gas por cada libra de sal que se emplea, que puede respirarse con toda seguridad, siendo muy desemejante á los vapores sufocantes que se desprenden de las disoluciones metálicas, sobre lo que conviene tam- bién el Sr. Chaptal quando trata del nitrate de potasa: por consi- guiente si resultó alguna utilidad, mas bien procedió del ayre vital que se proporcionó á los enfermos en los entrepuentes del navio, y del cuidado que tuvo el Cirujano Bassan de mojar inmediatamente DES 95 en agua fria y en lavar toda la ropa sucia de lienzo, ventilándola en las toldillas antes de remitirla al lavadero, procurando la ventila- ción y limpieza, y extrayendo fuera del navio y del interior de las bodegas siete secretas muy hediondas, dos de las quales se hallaban colocadas en el entrepuente del navio. Las ventajas consiguientes á este método hubieran sido tal vez mas notables sin el uso del gas ní- trico. El Dr. Trotter, Médico de la Esquadra de Lord-Howe, se queja de estos sahumerios; y añade que dicho experimento fué una impostura manifiesta desde la cruz á la fecha. los Sres. Blair y Blane, comisionados para los enfermos y he- ridos, convienen en la calidad nociva de este gas en su estado con- centrado, aunque no produce inconveniente considerable quando está muy diluido ó atenuado: confiesan los mismos que la mortan- dad ocurrida entre los Rusos y los enfermos del navio Deal, don- de se practicaron los métodos regulares de preservación, fué menor que la que se verificó en el navio la Union, sin embargo de haberse usado el sahumerio nítrico. Estos Médicos, que fueron testigos ocu- lares de los experimentos, recomiendan el sahumerio del azufre que- mado con preferencia al nítrico de Smith ; pues desde que no se cor- ta el contagio, sino que progresa, á pesar de haberse sahumado con él, ¿no podrá dudarse de su utilidad sin embargo lo mucho que se ha decantado; siendo también contra las reglas del arte de observar el atribuir á un solo método el éxito que se logra usando al mismo tiempo de varios recursos no menos eficaces que reconocidos en to- dos tiempos por excelentes descontagiadores? Las opiniones erradas que han reynado relativas á las exhalacio- nes ó miasmas contagiosos han producido una práctica errónea en los esfuerzos que se han hecho hasta aquí para destruirlos. Se han persuadido sin duda que la putrefacción de un cuerpo tiene la vir- tud de ditundirse ó la asimilatriz de empodrecer á los cuerpos con- tiguos , sin hacerse cargo que mientras dura, ó después de concluida aquella, el gas carbónico, el ácido nítrico ó séptico y el álcali volá- til que se produce con ella son muy antipútridos relativamente á los cuerpos inanimados. Las substancias que han pasado ya por la putre- facción son tan poco pútridas en su género, como dexan de ser com- bustibles las substancias que se han quemado. Ambos procedimien- tos reducen la complicada estructura de las plantas y animales á nue- vas y mas sencillas combinaciones de sus partículas elementales; y el decir que las substancias que se pudren tienen la virtud de empodre- cer qualquiera cosa que tienen cerca de sí, es como si se dixera que los productos de la inflamación propenden á inflamar qualquiera co- sa que tocan. Lo cierto es que las cosas que se han quemado dexan de ser combustibles del mismo modo que las substancias que se han 96 DES podrido devan de ser pútridas, ó son mas bien antipútridas; pero como los fluidos pestilenciales son productos de la putrefacción , han derivado de aquí su nombre y su titulo de pútridos, aunque son an- tisépticos en sus resultas, y no destruyen la vida por ningún medio que se parezca á la putrefacción, sino mas bien impidiendo la res- piración, alterando la digestión, y estimulando excesivamente el co- razón. De aquí resulta que las substancias que han experimentado la putrefacción sean correctivas de ella; lo que se comprueba con los experimentos de Alexánder, el qual ha demostrado que el agua su- cia y hedionda de los pozos, fangos y albañal js conserva la carne de vaca y el carnero sin podrirse mucho mas tiempo que el agua pu- ra ; y que las carnes crudas puestas á macerar en estas aguas hedion- das ó expuestas á su vapor son menos susceptibles de putrefacción que quando se exponen al ayre atmosférico y al agua pura de la fuente. Se pretenderá tal vez que sin el sahumerio nítrico serian insufi- cientes la limpieza y ventilación; pero dice el Dr. Trotter, Proto- Médico de la esquadra Inglesa, que diez mil hechos constantes ve- rificados recientemente en la esquadra del Canal de la Mancha se oponen á esta pretensión; pues apenas se verificó crucero alguno en que el navio destinado á hospital dexase de recibir enfermo de calen- tura tifoidea; por lo que encarga estrechamente á los Oficiales que se abstengan de dar crédito á los pretendidos preservativos del gas nítrico muriático &c.; retrayéndose de emplear los demás medios pre- servativos de promover la ventilación , la limpieza &c., que están acreditados de eficaces constantemente. A bordo del navio de los Estados-Unidos, denominado el Ge- neral Green, se manifestó la calentura amarilla á pesar de haberse usado el sahumerio nítrico, enfermando siete, y falleciendo dos de resultas. Alargaríamos demasiado este artículo si nos empeñásemos en referir todas las razones y hechos que parecen confirmar las opi- niones contradictorias á los sahumerios ácidos que se han descrito; pe- ro lo expuesto creemos sea suficiente para que nuestros lectores pue- dan comparar las dos opiniones. DESMAYO. Es lo mismo que deliquio y desfallecimiento. (V. estos dos artículos.) DESOBSTRUENTES, DESOBSTRUCTIVOS [Mat. Méd) Esta es una de aquellas denominaciones que se hallan negadas por una sana filosofía, y que solo el empirismo ha podido hacer que se adopte en Medicina. Se han admitido los remedios capaces de cu- rar específicamente las obstrucciones, y se les ha condecorado con el título de desobstruentes; pero esta clase de remedios, que de ningún modo se deben mirar como específicos, debia ser muy numerosa si DES 97 se hubiesen de incluir todas las substancias y todos los medios pro- porcionados para destruir las obstrucciones. El exercicio, el ayre seco v agitado, las fricciones repetidas, la diversión y alegría, los viages, los alimentos vegetales y xabonosos, y el agua simple en gran cantidad, han solido curar esta enfermedad, y sin duda no se dirá que lo executan por una virtud específica. Los xugos de las plantas aperitivas, amargas, xabonosas, incindentes, antiescorbúticas, dia- foréticas y diuréticas han producido también este mismo efecto, y no pueden ser reputados como que poseen una igual ó una misma virtud. Se debia decir lo mismo de muchas sales neutras, amargas y purgantes, de las preparaciones antimoniales, mercuriales y ferru- ginosas; de caldos hechos con substancias animales reputadas como depurantes y tónicas; de la electricidad administrada en baño ó en chispas, y aun en lo que se llama sacudimientos; de los cauterios, vexigatorios y qualesquiera otros estimulantes: á la verdad tantas aplicaciones violentas y teorías vagas, que se encuentran á cada pa- so en la Medicina, hacen que se hallen analogías con todos estos re- medios y todos estos medios: seria impropio colocar en la misma clase los antiflogísticos, los relaxantes, los aquosos, los emolien- tes , que se emplean alguna vez con utilidad para satisfacer las mis- mas indicaciones. Se sabe muy bien que los baños y las bebidas de aguas minerales calientes, y que no contienen otro principio acti- vo mas que el calórico, son suficientes para curar las obstrucciones, que se han resistido á la eficacia de los remedios heroycos empleados inútilmente por mucho tiempo. Si se reflexiona por otra parte que las obstrucciones son una de las enfermedades menos conocidas en su na- turaleza y en su esencia, y que su misma existencia en ciertos casos es un manantial de problemas y disputas entre los Médicos; que se acusa algunas veces á las obstrucciones que producen muchos males por sospechas, al menos poco fundadas, sobre apariencias, que sue- len hacer incurrir en errores á los Médicos y los enfermos; que por último la palabra obstrucción se pronuncia á cada paso por no ha- llar otra mejor, y para libertarse de otras teorías, ó por mejor decir para descansar; pero nosotros deseamos reducir los desobstruentes á su justo valor, para saber con exactitud en qué se debe fixar su acción y virtudes. Creemos que se ha dicho bastante de los desobstruentes conside- rados en general; y en quanto á la enumeración de los remedios activos, tónicos é incindentes, que se han mirado particularmente como propios para destruir y quitar las obstrucciones, y que se han llamado también desopilativos, se administran con preferencia baxo este nombre el hierro y sus diversos oxides, el mercurio y las sales mercuriales; las sales neutras amoniacales, acres, saladas y amargas; las plantas amargas picantes; á saber, la fumaria, la genciana, la cen- TOMO III. n 98 DES taura; algunos vegetales virosos, como la cicuta, la lechuga silves- tre, la pulsatila, el acónito; de los aperitivos fuertes, como las rai- ces del pequeño acebo, del cardo corredor, de espárrago; el pere- gil, la cebolla albarrana, la brionia; las gomas-resinas fundentes y purgantes; la goma-amoniaco, el gálbano, el sagapeno, el asaféti- da, el acíbar, la escamonea; las aguas sulfurosas y salinas..... Se hace que anteceda casi siempre á los desobstruentes el uso de los antiflogísticos, los relaxantes, los humectantes y los diluentes, como los baños, el caldo de ternera, el de pollo y el suero; en se- guida se añaden los xugos aperitivos de las plantas mas suaves: á es- tos primeros remedios deben seguirse inmediatamente las apócemas de vegetales, los mas incindentes, las opiatas, las pildoras compuestas de las mismas plantas; y se termina la curación con el uso de las gomas-resinas purgantes, siempre mezcladas con los incindentes, tó- nicos y aperitivos. Este modo de obrar se llama en general trata- miento metódico; pero si el raciocinio manifiesta que en este orden es en el que se deben prescribir sucesivamente los desobstruentes, la ex- periencia comprueba todos los dias que el método debe variar según las circunstancias; pues es necesario adoptarlos á los casos particula- res y á las indicaciones especiales que presentan las obstrucciones, y que no puede haber sino muy pocos preceptos generales en las enfer- medades, que no ofrecen realmente mas que accidentes particulares con relación á los individuos. Esta misma individualidad es la que constituye la dificultad que ofrece la práctica de la Medicina; esto es, el examen atento y la distinción severa de los individuos en particular, y lo que forma la gran Medicina, sobre todo en la curación de las en- fermedades crónicas, y por lo que se están originando todos los dias los errores mas groseros en la práctica. Quando estos errores no pasan de opiniones, y solo se dan á conocer por el lenguage, no son nada perjudiciales; pero si pasan á executarse, hasta aconsejar- los en las enfermedades, entonces es quando el Médico debe ar- marse de toda su valentía para resistir á los males que amenazan á los hombres. F. DESOPILATIVOS. [Mat. Méd.) Se nombraban alguna vez desopilativos los remedios que eran apropiados para destruir infar- tos y fundir las obstrucciones de las visceras del vientre. Desopilar significaba antiguamente el arte de curar los obstáculos de las glán- dulas; pero era principalmente del bazo de quien se decia. Estos nombres son muy antiguos, y son casi poco menos que ridículos. (V. los artículos APERITIVOS, DFSoBSTVTJENTtíSjJ' FUNDENTES. F. DETERGENTE^ ó DETERSIVOS. [Mat. Méd.) Siendo el deterger una acción de limpiar y purificar de qualquier modo las heridas y úlceras internas y externas, se ha dado la denominación de detergentes ó detersivos á aquellos remedios capaces de producir DET 99 este efecto. El arte ha creído asimismo el pasar mucho mas adebnre, y contribuir á la curación de las llagas ó úlceras con la formación de las cicatrices. Se han dedicado á explicar la acción de los deter- sivos, que se han mirado como cicatrizantes; y la teoría ha descu- bierto en estos remedios la propiedad de manifestar á la vez todas las heridas y úlceras, estimulando los vasos linfáticos, absorviendo los humores acres que estos dexan salir, corrigiendo las degenera- ciones, cerrando los poros que los filtran, y aumentando la vitali- dad de los sólidos. Asimismo el nombre de detersivos comprehende todas las substancias que tienen la propiedad de originar por una ac- ción qualquiera en las úlceras de mala índole todas las buenas qua- lidades, de las que necesitan estar bien provistas para cicatrizarse y curarse. La mayor parte de los medicamentos que gozan de esta vir- tud son mas ó menos irritantes ó estimulantes; ellos exprimen de las partes ulceradas los malos xugos que las cubren; absorven loS humo- res serosos que trasudan con tanta abundancia, y que relaxan el te- xido ; reaniman el tono y la acción vital de los sólidos; aumentan la fuerza absorvente del sistema linfático; corrigen la putrefacción, que por lo común es un gran obstáculo para la curación de las úlceras envejecidas; destruyen las carnes fungosas, que pululan á la superfi- cie y se oponen á la cicatrización; favorecen la separación de las he- bras corrompidas y muertas con las que no han sufrido estas altera- ciones. Como después de usarlos las úlceras mudan de carácter y se limpian, se han llamado también estos remedios mundificantes. Los mas suaves se mandan interiormente en las úlceras de la garganta, de les pulmones, de los intestinos, de las vias urinarias, y en general en las de las visceras necesarias para la vida. Algunos autores han dividido esta clase de remedios en detersi- vos anodinos, detersivos atenuantes ó resolutivos, detersivos dese- cantes, detersivos antisépticos y detersivos cateréticos. Los prime- ros, comprehendidos en la clase de los relaxantes, de los emolien- tes, de los anodinos, calman los movimientos muy violentos de los sólidos, relaxan las hebras demasiado tirantes, disminuyen la infla- mación , y apaciguan los dolores. Los segundos pertenecen á la cla- se de los vulnerarios; son opuestos á los anteriores, y deben em- plearse en circunstancias contrarias á ellos, como atenuantes ó reso- lutivos ; pues aumentan el movimiento y las oscilaciones de las fibras y de los vasos; atenúan ó dividen los líquidos muy espesos, y reaniman la acción vital lánguida. Los detersivos desecantes están colocados en la clase de los absorventes ó de los astringentes; disipan los humo- res serosos muy abundantes, y cierran los orificios vasculares, (V. el artículo desecantes.) Los detersivos antisépticos mundifican las úlceras y favorecen la cicatrización; corrigen la naturaleza pútrida de los humores que las inundan, y detienen la disposición á la gan- roo DET greña que contraen freqüentemente las partes sólidas. En fin, los detersivos cateréticos son aquellos que por una acción bastante viva, y al mismo tiempo ligeramente cáustica, destruyen las carnes fungo- sas, las especies de hongos que guarnecen el fondo de las úlceras, y que son obstáculo para una buena cicatrización. Estos últimos sen casi siempre los verdaderos detersivos. Se^ emplean los detersivos baxo la forma de polvos, linimentos, lociones, emplastos y un- güentos. No es necesario exponer aquí extensamente que quando las úlceras tratadas con estos remedios no se curan, hay motivo sufi- ciente para suponer algún vicio interno, y que es menester entonces recurrir á un tratamiento metódico interior adequado á la índole del virus, que se supone existente. Los detersivos se hallan en extremo multiplicados entre los mi- nerales simples y preparados químicamente: se cuentan la cal y su agua, los álcalis cáusticos, el muríate de amoniaco ó sal amoniaco, el muríate de sosa ó sal marina, el alumbre, los sulfates de hierro y de cobre, ó los vitriolos verde y blanco, el litargirio ó el oxide de plomo semividríoso, el oxide de hierro nativo llamado hematitis, los diferentes azafranes de Marte ú oxide de hierro facticios, el agua de mar, las aguas minerales sulfurosas y salinas las mas fuertes. Todos los vegetales acres y un poco cáusticos están incluidos entre los detersivos; he aquí los que sirven particularmente para este uso; las raices de paxarilla, de aristoloquia, brionia, de genciana, de lirios de Florencia, de pie de vaca &c.; las hojas de axenjos, de agrimonia, de celidonia, de codearía, de pepino silvestre, de persi- caria, de ruda, de sabina, de tabaco, de sanícula y de titímalo &c; las cortezas de yezgo, de saúco , de torbisco; las flores que dan los mil pies, la verja de oro, las rosas roxas, la nuez de acayoiba, la estifisagria, la mirra, el euforbio y el alcanfor &c. El reyno animal da muy pocos detersivos; las cantáridas y algunos otros insectos, la orina de hombre y de los quadrúpedos, la hiél de muchos ani- males , y la saliva de otros son casi los únicos, cuya virtud se ha apreciado. Entre los medicamentos compuestos, químicos ó farmacéuticos se emplean como detersivos los xabones, el cardenillo, el agua fagedéni- ca , el extracto de Saturno, el agua vegeto-mineral, los precipitados mercuriales, el agua de la Reyr.a de Hungría, el aguardiente alcan- forado, las tinturas de mirra y áloes, el colirio de Lanfranc, el bálsamo de Alceo, el del Comendador, el de Lucateli y el de Flo- raventi , el ungüento verde de Metz , el basalicon, el ungüento egip- ciaco, el ungüento mundificante de apio, el de los Apóstoles, la pie- dra divina, la piedra medicamentosa, el emplasto divino, el día- palma &c. Entre todas las substancias simples ó compuestas se escogen las DIA iot que son mas adeqüadas á la naturaleza y antigüedad de las úlceras, á las fuerzas, edad y temperamento de los enfermos; el uso y la prác- tica pueden indicar los medios de hacer esta elección. F. DETONACIÓN. (Mat. Méd.) Aunque la palabra detonación parece indicar todas las operaciones que producen un estallido rápi- do y un cierto ruido, está destinada particularmente para expresar la combustión instantánea, la especie de llama que ocasiona el nitro ó el nitrate de potasa calentado con las materias inflamables. Se sirve con bastante freqüencia de este fenómeno en la Química, y en la Farmacia para la preparación de muchos medicamentos se hace de- tonar el nitro: i.° con el carbón, para tener su base ó el álcali del nitro saturado en parte del ácido carbónico, y en este caso es en el que se llama nitro fixo por los carbones: i.° con el tártaro para con- seguir el fluido blanco y negro según la preparación de las dos ma- terias: 3.0 con el sulfate de antimonio, y con este para preparar el fundente de Rotrou, ó el oxide de antimonio mezclado con el álcali: 4.0 con el estaño, para el antihéctico de Poterie: 5.0 con las combi- naciones de antimonio , estaño y hierro, ó de antimonio y cobre, para la preparación del lilium de Paracelso; y 6.° con el hierro, para for- mar el azafrán de Marte de Zivelfer &c. Las descripciones de todos estos procedimientos pertenecen á un Diccionario de Química: nosotros nos contentaremos con observar aquí, con relación á la Materia Médica, que la detonación del nitro es el medio mas pronto que emplea la Farmacia para quemar las materias metálicas y saturarlas del oxigeno, y de volverlas mas 6 menos activas, en razón de la proporción de este principio que se les hace absorver. [V. los artículos oxides metálicos.) F. DEVIACIÓN , deviatio. [Pat ) [ La mudanza de dirección, el rodeo de los líquidos del camino ordinario; por exemplo quan- do la sangre sale por los poros de la piel, ó quando penetra por los vasos, que no la están destinados; como sucede muchas veces con los de la córnea &.c. quando hay un derrame de bilis en ellos &c. El sistema de la inflamación y de las enfermedades inflamatorias adop- tadas por Boerhaave se fundan en la deviación de la sangre.] DI ABETE ó DIABETES. [Med.) Se da este nombre á una evacuación preternatural y abundante de orina acompañada de sed y otros accidentes. Constituye el género xxv de la clase novena de Fluxos de la Nosología de Sauvages. [V. fluxos.) DIABOTANO. ( Mat. Méd.) El diabotano, así llamado decT,* ex, y Borav» yerba, es uno de los emplastos mas compuestos que se preparan en la Farmacia, y uno de los mas difíciles de preparar bien, en razón del gran número de diferentes substancias que entran en él, de las diversas propiedades, y la reacción recíproca de ellas. Se emplea el cocimiento ó el xugo de unas veinte plantas acres, vi- 102 DIA rosas, fundentes y aromáticas, de las gomas-resinas fundentes; los polvos de las raices acres, el alcanfor y la cera, el aceyte, el azu- fre y el litargirio: debe tener un color negro brillante, un olor fuerte, acre y viroso, una consistencia sólida; pero susceptible de reblande- cerse uniformemente por el calor. Su color negro depende de la reacción del azufre y el litargirio. Se prescribe como digestivo, re- solutivo, madurativo y fundente. Se aplica sobre las glándulas in- fartadas, las lupias, los tumores fríos y los escirros: por lo regular produce buenos efectos; su uso se ha ido desterrando de dia en dia; al presente se prefieren las cataplasmas, los cocimientos, las embro- caciones de las plantas virosas y fundentes. F. DI ABROSIS. [ Es lo mismo que erosión, que es una especie de solución de continuidad que se verifica en diferentes partes del cuer- po por la acción de una causa interna, acre y mordente , ó por la aplicación de los medicamentos diabróticos, llamados así todos los que son capaces de producir una erosión en la parte donde se apli- can , y son el medio entre los detersivos y los cáusticos, pues son mas fuertes que los primeros y menos que los segundos.] DIACODON. [Mat. Méd.) Según el lexicón de Blancard, esta palabra significa un medicamento compuesto de cabezas de adormideras, raiz de regaliz, malvavisco y azúcar, que tiene la con- sistencia de un xarabe. La palabra diacodon viene de dos voces griegas práctica diaria manifiesta sobre los diversos remedios, se reconoce desde luego que los diafo- réticos no producen un aumento de transpiración, que relaxando los poros absorventes se infartan ó'hinchan estos mismos vasos, por- 104 DIA que reciben mas de la masa de los fluidos; esta acción es realmente muyjdiversa de la de los sudoríficos, que estimulan é irritan los sóli- dos, que hacen sus movimientos mas rápidos y fuertes, aumentando las contracciones del corazón, y por consiguiente aceleran la circu- lación : los primeros son relaxantes y dulcificantes; los segundos soii tónicos y cordiales; los diaforéticos convienen siempre en las en- fermedades agudas: la naturaleza indica por la blandura de la piel y la humedad que se advierte que hay una disposición á hacer correr con mas abundancia el humor de la transpiración; quando se la favo- rece , se sostiene con las bebidas calientes, los abrigos y los baños de vapores. Si en este caso se promoviese con los sudoríficos calientes, se podría perjudicar mucho en lugar de hacer el bien que se intentaba: j quantos daños y muertes se han ocasionado por los errores de este género! Sobre todo en las calenturas inflamatorias y eruptivas, baxo el pretexto de destruir y corregirlos venenos, ó los virus; quantos males han originado en estas enfermedades los licores espirituosos, el vino, los aromáticos calientes, los sudoríficos. Siendo así que en es- tas circunstancias si se hubiesen empleado simples diaforéticos de be- bidas calientes, baños de vapor, infusiones ligeras y teiformes, no se habrían expuesto los enfermos á los perjuicios de una inflamación considerable, que termina por lo común en la gangrena, por haber- les impuesto un método calefaciente é irritante. Los casos en que se pueden usar los diaforéticos simples, de que hemos hablado aquí, y á los quales se pueden añadir las infusiones ligeras de borraxa, buglosa, amapola, saúco &c. , son muy multi- plicadas en la práctica; los dolores vagos y reumáticos, las afeccio- nes catarrales, todos los males, producto de suprimirse la transpira- ción , las erupciones catarrales febriles, las inflamaciones catarrales, el frió de las calenturas &c., son las principales circunstancias en que se mandan con utilidad los diaforéticos, entre tanto que los verda- deros sudoríficos, que son al mismo tiempo tónicos, cordiales ó aro- máticos, amargos, acres y espirituosos, agravarían ciertamente los males indicados. Estas descripciones bastan para conocer la verdadera diferencia que hay entre los diaforéticos y sudoríficos, y la necesidad de con- siderarlos en particular como no se ha hecho hasta aquí, ó al menos no se ha indicado lo suficiente, pues casi todos los autores de Mate- ria Médica que han tratado siempre de estas dos clases de remedios los han confundido, F. DIAFRAGMA. (Anat.) Se da este nombre á un músculo muy ancho, que se puede decir que es el mas noble de todos después del corazón , por los interesantes movimientos que exerce; tiene una figura casi circular en su parte anterior y superior, pareciéndose en algún modo á un abanico; está situado obliqüamente entre la parte DIA 10$ inferior del pecho y la superior del vientre, separando una cavidad de otra, sirviendo como el término de división de estas dos cavidades: este músculo estando bien extendido por todo el espacio que forma el esternón, las seis últimas costillas de uno y otro lado, y las verte- bras superiores de los lomos, forma una bóveda irregular, inclinada de delante atrás, y un poco de derecha á izquierda, cuya convexi- dad mira á la cavidad del pecho, y su concavidad á la del vientre. La altura de esta bóveda sube regularmente al nivel de la quarta 6 quinta costilla; pero la parte media de su arco sube un poco menos que las laterales. El diafragma se ata al esternón, á las costillas y á las vertebras lumbares, y la mayor parte de las ataduras se hacen por medio de fibras carnosas, que todas van á parar á un centro ten- dinoso común. Las carnes ó series de fibras posteriores é inferiores del diafragma, que proceden de las vertebras lumbares, y se llaman apéndices de este músculo, son las que algunos anatómicos han lla- mado , aunque impropiamente, músculo pequeño ó inferior del dia- fragma , siendo así que todo él es un solo músculo; estos apéndices, que suelen ser tres ó quatro en cada lado, principian con tendones aplanados, que vienen de las primeras vertebras lumbares y del cuer- po, de las tres ó quatro inmediatas del dorso. Estos apéndices aun- que unidos en uno y otro lado, dexan sin embargo entre sí espacios por los quales pasan en el lado derecho el nervio intercostal, el es- plénico derecho y la vena acigos. Después los apéndices se hacen mas carnosos y gruesos, formando dos cuerpecitos musculares llamados piernas ó pilares del diafragma. A la altura de la segunda vertebra poco mas ó menos las fibras de uno y otro pilar se van extendien- do para tomar ya la figura plana, contribuyendo á formar la bóvedaf y juntamente con las que vienen de los demás puntos la aponeuro- sis común , llamada centro nervioso ó tendinoso, no porque constitu- ya el centro de este músculo, sino porque todas las fibras carnosas van á parar á esta aponeurosis que forma la parte media y mas alta de la bóveda. Su figura es muy semejante á la hoja de trébol formada de fibras tendinosas, que siguen varias direcciones en su formación. $e halla en esta parte del diafragma una abertura fortalecida por varias fibras tendinosas que dan paso á la vena cava; mas posteriormente hay otra que parte es carnosa y parte tendinosa, particularmente por su borde anterior, por donde pasa el esófago y los nervios del octavo par. Este músculo en toda su extensión está cubierto supe- riormente con la pleura, é inferiormente con el -peritoneo, excepto en los sitios donde se inserta el pericardio, el mediastino y el borde posterior del hígado [V. pericardio é hígado.) Los vasos que recibe el diafragma son varias arterias que vienen de la aorta, de las mamarías internas, de las últimas intercostales y de las lumbares; sus vasos se descargan en la vena cava ó en los vasos mas tomo m. O io6 DIA vecinos que recibe; sus principales nervios son los diafragmáticos que son formados por los pares cervicales; recibe también filamentos del nervio intercostal, del par vago, y de los últimos pares dorsales y lumbares. El diafragma se contrae y relaxa alternativamente en los dos tiempos de la respiración. Como todas sus fibras cárneas, ya vengan de la ternilla xifoides, ya de las costillas, ya de las vertebras lum- bares, suben desde su origen á buscar la aponeurosis que forma la parte superior de la bóveda; el primer efecto de su contracción es Daxarla hacia el vientre, y por consiguiente aumentar tanto la lon- gitud del pecho , quanto la del vientre se acorta. De aquí es que los pulmones se alargan, y el ayre atmosférico se precipita en mas can- tidad en los pulmones, al paso que las visceras del abdomen que comprime el diafragma, como son el hígado, el bazo, el estómago, los riñones, y consiguientemente los intestinos, el mesenterio, la vexiga y el útero, son empujadas hacia abaxo, y al mismo tiempo adelante, donde encuentran menos resistencia, porque los músculos del vientre se hallan entonces floxos. Las partes del diafragma que están mas elevadas, quales son las partes de la bóveda sobre que descansan los pulmones, baxan mas; pero la parte media de la apo- neurosis baxa menos, así porque está naturalmente situada mas ba- xa, como porque está atada al pericardio, á quien sujetan en algún modo el mediastino y los grandes vasos que le atraviesan. El temor de que sucediese algún desorden en los órganos esenciales á la vida, si la aponeurosis del diafragma tuviese movimientos manifiestos, ha hecho creer á algunos que era casi inmóvil; pero no podemos dudar que baxa en las grandes inspiraciones, porque el testimonio de la naturaleza debe preferirse á todos los raciocinios deducidos de los desórdenes qne se ha creido que podian resultar de su descenso. El segundo efecto de la contracción del diafragma es llevar ha- cia adentro las costillas á que se ata; porque como estas son movi- bles , y las fibras que vienen de las costillas derechas se continúan en la aponeurosis con las que vienen de la izquierda, al tiempo de contraerse angostan el diafragma, y las costillas de un lado se arri- man á las del otro. Pero esta acción no tiene lugar sino en quanto los músculos vecinos, y principalmente el serrato posterior inferior, *e hallan relaxados; porque quando se contraen al mismo tiempo, las costillas no van adentro ni afuera, y esta es quizá una de las ma- yores utilidades del serrato posterior inferior, es á saber, impedir que las costillas obedezcan á la acción del diafragma, y determinar toda su acción al pecho y al vientre. En tercer lugar la contracción del diafragma cierra el esófago, y comprime también la vena cava, sin embargo de que esta solo atraviesa su parte tendinosa. Muchcs Anatómicos han negado este efecto; pero no se puede ya dudar de DIA 107 él, después que le han absorvido muchas veces en los animales vivos, así el Barón de Haller, como los que han repetido sus experimentos. Quando el diafragma se relaxa, los músculos del vientre que la compresión de las visceras de esta cavidad habia obligado á encor- varse de dentro á fuera, se contraen á su turno, y rempujan estas visceras, llevándolas de abaxo arriba, y de delante atrás. Entonces el diafragma vuelve á subir hacia el pecho, cuyas dimensiones dis- minuye; el ayre es arrojado de los pulmones comprimidos y apreta- dos ; la expiración sucede á la inspiración , y estos movimientos re- petidos producen en todas las partes del vientre un blando sacudi- miento , que favorece el curso de la sangre y demás humores que cir- culan por los vasos de estas visceras, ó se agregan en ellas, y asi- mismo la progresión de las materias que el canal intestinal contiene. Hay circunstancias en que los músculos del vientre y el diafrag- ma en lugar de contraerse alternativamente obran simultáneos; en- tonces la cavidad del vientre se acorta y estrecha; las visceras que contiene experimentan una compresión fuerte, y las substancias ex- trañas que encuentran son arrojadas á fuera, como sucede en la ex- pulsión de los excrementos gruesos, y la del feto en el parto. Ext. B. DIAFRAGMÁTICO. [Anat.) Adjetivo que pertenece al dia- fragma, ó lo que tiene relación con este músculo, como son las ar- terias, las venas y los nervios que hemos descrito en el artículo dia- fragma.. diafragmÁtico. (nervio) [Anat.) Este nervio es muchas ve- ces un tronquito producido por las dos ramificaciones en que se di- vide el ramo descendente del nervio lingual, unidas á dos ramos del primero y segundo par cervical; pero se le añaden otras dos raices, una del tercer par cervical, y otra del quarto, que es la principal. Form.ido ai baxa por la parte anterior y lateral del cuello, entre el músculo gran recto anterior de la cabeza y el escaleno anterior, y. en el camino suele recibir algunas veces un ramito del quinto y sex- to par cervical [V. nervios cervicales.), y otro del ganglio cer- vical inferior del intercostal. Se introduce en el pecho entre la arte- ria y vena subclavia, se pega á los lados del mediastino, pasa delan- te de la raiz de los pulmones, baxa sobre el pericardio, á quien está muy adherido y se encamina al diafragma para ramificarse por la sub tj'icia carnosa de este músculo atravesándola para unirse con los ramos del plexo solar. DIAGNOSIS. [Semeyótica.) [Es el conocimiento de las cosas tales cerno ellas son en el estado actual de las enfermedades, cuyo conocimiento se adquiere con la observación de ciertos signos ó se- ñales , por cuya razón se llaman signos diagnósticos los que dan á conocer lac enfermedades.] DIAGNOSTICO. [ Se dice diagnóstico de una enfermedad 108 DIA para significar la calificación de ella. Se emplea también como adje- tvo de la palabra signo; así es que se dice signo diagnóstico. [V. SIGNO V SEMEYÓTICA.) ] DIAGRIDIO. ( Mat. Méd.) El diagridio , diacrydtum , da- crydium, es, según los antiguos glosadores de la Medicina, el ver- dadero nombre de la escamonea: los latinos le nombran lacrymulct para expresar el xugo que se trascuela de la planta hendida, y que se seca en láminas pequeñas al ayre: este xugo se conserva en polvo en un membrillo; se le pone á cocer debaxo de las cenizas ca- lientes ; en seguida se saca la escamonea, la que se hace secar , y se conserva para el uso regular después de haberla pulverizado y puesto en una botella bien tapada. Hace mucho tiempo que no se prepara de este modo la escamonea. Pero lo que se llama hoy dia diagri- dio cidoneo, es una mezcla de dos partes de escamonea y una del xugo de membrillo, que se hace inspisar y desecar á un fuego manso: se reduce esta mezcla á polvo, y se conserva para el uso. El diagri- dio de regalicia es la escamonea combinada con el extracto azucara- do de la regalicia: el diagridio sulfuroso es la escamonea expuesta al vapor del azufre quemante. Estas diferentes especies de diagridio se emplean como purgantes bastante fuertes, y principalmente como hidragogos, en la dosis de algunos granos hasta la de veinte y qua- tro, y rara vez se prolonga hasta los treinta y seis. Por bien prepa- rado que salga el diagridio, es necesario siempre considerarle como, un remedio acre, que no se debe administrar sino es con gran moderación. ( V. el artículo escamonea. ) F. DIAMANTE. (Mat. Méd.) En un tiempo en que todo lo que era raro y precioso, todo lo que excitaba la curiosidad y el deseo del hombre, era mirado como propio para curar las enfermedades que le atacaban: algunos Médicos preocupados en la superstición de aquellos tiempos de ignorancia, propusieron el uso del diamante como cordial, alexíteres &c.; y así se ha pensado después que semejante materia no podia tener ningún uso seguro en general, por no hallarse en el diamante absolutamente ninguna acción conocida que pueda obrar en los órganos del cuerpo humano. En efecto este cuerpo hace mucho tiempo que se ha Colocado entre las piedras preciosas ¡as mas inalterables, actualmente reconocido corno combustible, sin sabor, sin disolubilidad por ningún agente químico, y por consiguiente tiene una inercia perfecta sobre la economía animal. F. DIAPEDESIS. [Pat.) \_Diapedesis, persudatio, trasudatio fict'Tr/if'wif. Los antiguos entendían por este término un sudor san- guinolento , una efusión de sangre baxo la forma de sudor ó de rocío. Ésta efusión tiene lugar quando la sangre no es bastante densa, y que sus glóbulos se hallan muy atenuados y divididos para confun- dirse con la materia del suero, y pasar con él por los canales excre- DIA 109 torios de la piel. [Gal. Met. med. I ib. $, cap. 2.) La diapedesis se diferencia de la anastomosis, en que en esta las embocaduras de los vasos gruesos se abren, y la sangre corre con una especie de impe- tuosidad y abundancia; en lugar que la diapedesis es una serosi- dad sanguinolenta, que se filtra, por decirlo así, por los orificios de los vasos muy pequeños, no pudiéndose escapar sino algunos globos de sangre muy atenuada y mezclada con la serosidad. Muchos auto- res hacen mención de los sudores de sangre. (V. Aristóteles Histo- ria animal lib. $, cap. /o. y lib. 5 de las partes animales, cap. 5. Roddelet libro del Diagnóstico de las enfermedades, cap. 23 y Casp, qiiest. 86; y Hildan. cent, vi, obs. 763, y el extract. del Dice, de Lav. ~| DIAQUILON. (Mat. Méd.) El diaquilon es un emplasto, del que se conocen dos especies, una simple y otra compuesta; el pri- mero se hace con el aceyte de mucilago, ellitargirio &c. [V. el ar- ticulo emplastos.); el segundo contiene ademas de las primeras subs- tancias la cera, pez , trementina , y quatro gomas-resinas funden- tes. El diaquilon es muy adequado para restablecer, digerir, madu- rar y resolver. Se aplica sobre los tumores que amenazan hacerse abscesos, y cuya madurez acelera; quando hay la intención de fundir, se emplea el diaquilon compuesto ó gomoso, el qual no es de un uco tan grande como el otro; resuelve los tumores, ó los inclina á la supuración con mucha mas actividad que el otro; por eso es que se emplea mas freqüentemente. F. DIARREA. [Med.) Se da este nombre á la evacuación mor- bosa y freqüente que se hace por el ano de las materias excrementa- les, que por lo regular salen fluidas, con otros accidentes que suelen acompañarla. Constituye esta enfermedad el género xvi de la clase novena de Fluxos de la Nosología de Sauvages. [V. fluxos.) DIARTROSIS. ( Anat.) Esta palabra significa articulación, que tiene libres los movimientos como la del hueso del brazo con la espaldilla, la del muslo con los huesos inominados &c. Los Anató- micos conservan este nombre de la antigüedad subdividiendo la diartrosis ó articulación movible en enartrosis , artrodiayginglin. ( V. todos estos artículos.) DIASTASIS. [Cir.) * Esta palabra significa separación de hue- sos, y verdaderamente es una especie de luxación. Mr. Petit dice en su tratado de las Enfermedades de los huesos que el diastasis de los huesos del antebrazo es imposible, sea qual fuere el modo en que pue- da luxárse el antebrazo ó la muñeca, y prueba su modo de pensar por la extiuctura de las parres; sin embargo dice, que si sus razones no demuestran la imposibilidad absoluta del diastasis, á lo menos ha- cen ver que este caso debe ser infinitamente raro: suponiendo efec- tivamente que un esfuerzo pudiese combinarse de tal modo que se no DIA dirigiese á fixar uno de los huesos apartando el otro, y haciéndolo salir de su lugar; es cierto que un efecto semejante no provendrá ja- mas de una causa ordinaria, y aun supone la reunión de circunstan- cias tan singulares que Mr. Petit lo tiene por imposible. Este gran Práctico halló sin embargo una especie de diastasis, que no era efecto inmediato de ninguna caida ni de ningún esfuerzo, sino que era cau- sado por la relaxacion de los ligamentos en seguida de la dislocación de la muñeca; la separación no habia principiado á parecer hasta algunos dias después del accidente en el intervalo que los huesos de- xaban entre sí, y se sentía un ruido de materia viscosa que denotaba un derrame de sinovia. Las dislocaciones del pie hacia dentro ó hacia fuera suelen estar acompañadas muchas veces de los diastasis. La separación del peroné proviene de la dilatación forzada de los ligamentos que se atan en la tibia por el esfuerzo que ha hecho el astragalo para salirse por los lados *. DIÁSTOLE. [Anat.) Esta palabra trae origen de un verbo griego que significa dilatar ó separar: los Anatómicos se sirven de ella para expresar la dilatación del corazón, de las arterias y las ve- nas; pero mas principalmente se usa quando se llenan los ventrículos del corazón, que por consiguiente se dilatan; á cuyo movimiento de dilatación se le da el nombre de diástole que es el opuesto al de sístole ó de contracción, y uno y otro movimiento alternado consti- tuyen la circulación de la sangre y el pulso. [V. estos dos artículos.) DIÁTESIS. [Med.) Voz bastante usada en la Medicina, que significa disposición; y así para expresar la tendencia que ciertos su- getos ó ciertos órganos tienen á enfermar, decimos que tienen la día- tesis inflamatoria, reumática &c. DÍAZ. (Francisco) [Biog.) Doctor de Medicina, Maestro de Filosofía en Alcalá, Cirujano de Felipe n, dio á luz el Tratado de todas las enfermedades de los ríñones, vexiga, y carnosidades de la verga y orina. Madrid 1588, en 4.0 D1A2 de isla. (Rodrigo) ó Rui-Diaz. ( Biog.)Médico Sevilla- no , escribió el Tratado contra las bubas, ó fruto de Todosantos, ó antídoto eficaz contra el mal francés hallado y dispuesto en el hospital de Todosantos de Lisboa. Sevilla 1542. DÍCTAMO BLANCO. ( Mat. Méd.) El díctamo blanco, que algunos autores le han dado este nombre, y que se llama también comunmente fraxinella, es una bella planta, que crece espontánea- mente en los departamentos meridionales de Francia, Italia &c., y que se cultiva en los jardines. G. Bauhin la ha designado baxo la de- nominación de díctamo blanco vulgar ó fraxinella; Linneo la carac- teriza por esta frase: dictamus albus foliis pinnatis caule simplici. Esta planta, que florece en Junio y Julio, despide un olor fuerte DIC ni análogo al del limón; la materia aromática que exhala da ocasión á una experiencia famosa en Química, y ha dado margen á una opi- nión particular sobre el espíritu rector de los vegetales. En una no- che del estío, quando la fraxinella despide por la madrugada mucho vapor aromático que se encuentra condensado al rededor de la plan- ta por la frescura de la noche , si se aproxima una vela encendida debaxo del racimo de flores, se produce al momento una llama viva y ligera, que se difunde por todo él, y que sube por encima sin perjuidicar á la planta; se ha discurrido por esta experiencia que eL espíritu rector ó el aroma que se forma por medio de este vapor inflamable y acey toso, no es al parecer mas que un aceyte volátil en vapor. Toda esta planta es acre, amarga y aromática; se saca por la des- tilación en muchos países calientes una agua aromática, que las mu- geres usan como cosmética. De su raíz y de su corteza es de la que se sirve mas comunmente en Medicina; esta raiz gruesa como un de- do, ramosa y fibrosa, está cubierta de una corteza, que se manda secar para su uso , y que se encuentra en las boticas baxo la forma de fragmentos redondos un poco gruesos, blandos , de un sabor amargo y acre , y de un olor fuerte y agradable. Se reputa esta corteza co- mo emenagoga, antihistérica, vermífuga, cordial, diurética, anti- séptica y alexífármaca. Chomel observa que la infusicn de la raiz y el xarabe que se prepara, para matar las lombrices y los insectos, se administra en polvo desde media á una dracma, y en infusión des- de dos dracmas á media onza. Pero se manda muy pocas veces. Y. Díctamo de Creta. [Mat. Méd.) El díctamo de Creta es una planta famosa desde la antigüedad, y á la que los Poetas atribuían la propiedad de hacer salir el hierro de las heridas; en general todo lo que n;;cia en esta isla gozaba de qualidades maravillosas, y pa- recía tener una predilección , que las divinidades habian dado á esta parte de la Grecia, por haber establecido en ella su habitación, pro- duciendo los fenómenos mas admirables. Según Virgilio, Venus iba á recoger de esta isla el famoso díctamo para aliviar y curar su hijo. El Poeta da á conocer en esta ocasión la virtud singular de esta planta, y de la que al mismo tiempo forma una ligera descripción. Hic Venus in digno naticoncussa dolore; Dictamnumgenitrix Cretce carpit adida, Puberibus caulem foliis etjlore comantem Purpureo nm illa feris incógnita capris, Gr amina cum tergo volucres hasere sagitce. Dioscórides, Cicerón, Plinio y Tertuliano han alabado esta planta como un vulnerario excelente, y sobre todo como apropiada ni DIE para oponerse á los efectos de los venenos, de las flechas Impregnadas de ellos, y de las mordeduras de animales venenosos. Galeno ha pre- tendido después de Hipócrates que las hojas del díctamo de Creta eran á propósito para contribuir á la expulsión de las secundinas. El entusiasmo por esta planta ha sido tal, que se ha propuesto siempre como uno de los mas poderosos cordiales alexifármacos, y como un precioso antídoto. En fin después de muchos siglos de errores y preocupaciones sobre este vegetal, ha venido á colocarse entre los simples vulnerarios, como la yerbabuena, la albahaca y otros... F. DIEMERBROEK. (Isebrando) [Biog.) Nació en Monfort, en Holanda, el año de 1609, y murió enUtrecht en 1674, donde ha- bia sido muy distinguido Profesor de Medicina y Anatomía. Sus obras son 1.° Quatro libros sobre la peste, en 4-0, inserto tam- bién en una Colección de tratados de Medicina, publicados en Gi- nebra en 1721, en 4.0 %.° Historia de las enfermedades y he- ridas que se ven muy rara vez. 3.0 Otras varias obras de Anatomía y Medicina recopiladas en Utrecht en 1685, en folio, por el hijo de este Médico. Las estampas de estas obras no son exactas, y lo mismo sucede con sus observaciones. D. H. DIENTES. [Anat.) Se da este nombre á los huesos mas du- ros y blancos del cuerpo humano que están situados en los bordes alveolares de las mandíbulas ó quixadas. Quando todos los dientes están desenvueltos y formados regularmente son treinta y dos, diez y seis superiores, y el mismo número de inferiores, aunque en esto hay grandes variaciones, pero rara vez pasan de este número ; y lo mas freqüente es que no lleguen á él, ó porque la naturaleza no ha completado toda la cantidad de sus gérmenes ó semillas, ó porque se sitúan de modo que jamas salen afuera, ó porque los dientes se sueldan entre sí &c. Los dientes están colocados en fila; los de la mandíbula superior tienen las raices vueltas hacia arriba, y los de la inferior hacia aba- xo; pero así su situación como su dirección son freqüentemente vicio- sas. Cada fila de dientes, que como se ha dicho se compone de diez y seis, tiene quatro incisivos en medio , un canino á cada lado de estos,'y cinco molares detras de cada canino. Los incisivos, llama- dos así porque sirven para cortar los alimentos, son los que riguro- samente se entienden en castellano con el nombre de dientes. Los ca- ninos, que toman su nombre de la semejanza que tienen con los dien- tes de los perros, son los que llamamos colmillos ; y por último los molares son los que entendemos por muelas, las quales se emplean en moler los alimentos. Los dientes de la fila superior son en general mayores que los de la inferior, y los de la segunda dentición mas grandes que los cié la primera. En la mandíbula superior de los qua- tro dientes incisivos, los del medio son mayores que los otros dos, DIE 113 y al contrario en la inferior. En una y otra quixada los colmillos son mucho mayores que los dientes propiamente dichos. Las mue- las desde los colmillos van en aumento hasta la tercera inclusive, la quarta es casi igual á esta; pero la quinta ó la muela del juicio es al- go menor que la quarta. Los Anatómicos dividen los dientes en cuerpo ó corona, cuello y raiz. La corona de los dientes, que solo merece este nombre en las muelas, es la parte que sale fuera de las encías; en los dientes incisivos es aplanada, y muy semejante á una cuña; la de los col- millos tiene la figura de una pirámide quadrilátera; la corona de las muelas se parece á un cubo en cuya cara superior suele haber algu- nos tubérculos. El cuello de los dientes es la porción angosta que hay entre la corona y la raiz , con quienes es continua. La raiz es la parte que está encerrada en los alveolos; esta suele variar, pues los incisivos y los caninos no tienen mas que una raiz, y aun las dos primeras muelas; pero las grandes tienen dos, tres, quatro, y rara vez cinco. A toda la circunferencia de las raices se ata una membra- na, que las une fuertemente con las paredes de los alveolos ( V. este artículo y el de mandíbula ); en la punta de las raices se halla un agujerito, que es el principio de un conducto por donde entran los vasos de los dientes. Las substancias que componen los dientes son el esmalte y la parte ósea. Se da el nombre de esmalte á la parte que es extrema- mente dura, blanca y brillante , que forma una corteza que reviste toda la corona de los dientes sin extenderse á las raices. La substan- cia ósea ocupa el interior de la corona , y forma enteramente las raices. Los vasos de los dientes son arteriosos y venosos , y tienen origen de los maxilares internos y de los suborbitarios; los nervios son de la segunda rama del quinto par y de la tercera. En los primeros meses no se hallan en el feto vestigios de dien- tes, por no ser entonces mas que un mucilago confundido con el de las partes vecinas; solo al quarto mes de la concepción empiezan á conocerse los embriones de los dientes. Los primeros que se descu- bren son los de los incisivos, y seguidamente los de los caninos, y de las pequeñas y grandes muelas. Los embriones se presentan baxo la forma de folículos ó sacos membranosos de un roxo obscuro, cu- yo número es igual al de los dientes que han de formar. Su figura es oval; están exteriormente pegados á la circunferencia de los al- veolos y de las encías, y en su interior se hallan varios tabiques, por entre los quales pasan los vasos y nervios dentarios, y llena es- tos espacios una substancia linfática blanquecina de consistencia mu- cosa. La osificación de esta substancia presenta los mismos fenóme- nos que hemos observado en general en los demás huesos quando se desenvuelven ; esto es, que toma sucesivamente mas consistencia has- TOMO III. P n4 DIE ta llegar al estado cartilaginoso ; después se aparece en el'a un punto amarillento, que pasa á roxo, y adquiere presto la solidez de hueso. Este primer punto óseo, que siempre se manifiesta junto á la abertu- ra del alveolo, es decir, en la parte superior de la corona de los dientes, no se extiende en todos del mismo modo. En las muelas se hace una hoja ósea quadrilátera, cuyo contorno se amolda des- pués en forma de canal. En los colmillos toma la figura de un pe- queño cono hueco, cuyos bordes se prolongan poco á poco. En los dientes incisivos se convierte en dos hojas, que juntándose por sus bordes superiores forman un corte , al paso que por los inferiores siguen tomando mas extensión. Esta primera porción, qual la aca- bamos de describir, no es mas que la substancia ósea del diente que nada en el licor linfático que llena el folículo. Luego se cubre de una nueva substancia, semejante á la nata, que se fixa y endurece para formar el esmalte, al qual sirve de núcleo la substancia ósea. Si se abren los alveolos de un niño de tres ó quatro meses, se halla de este modo la corona de los dientes enteramente desarrollada. Entre tanto la substancia ósea, extendiéndose igualmente hacia el fondo de los alveolos, llega al parage que debe corresponder al cuello de los dientes; aquí se angosta un poco para formar el cue- llo , y sigue adelantándose hacia el fondo de los alveolos, angos- tándose mas y mas, y dividiéndose en los dientes molares para for- mar sus raices. Quando los dientes han tomado un cierto grado de incremento llenan enteramente los folículos que les han servido de matriz, y como cada dia crecen mas , y sus raices llegan á tocar al fondo de los alveolos , que no cede á su presión, es preciso que su corona se abra al través de las partes blandas que la cubren , es de- cir, al través de la película de los folículos y de la substancia mis- ma de las encías. Por lo regular comienzan á salir los dientes hacia el sexto mes después del nacimiento. En el orden con que se presentan se obser- va mucha variación; sin embargo de ordinario los primeros que sa- len son los incisivos pequeños de la mandíbula inferior, y luego los dos grandes incisivos superiores. Cerca del octavo mes se apaiecen los dos grandes incisivos inferiores , á los quales siguen en breve los dos incisivos superiores pequeños. Concluido el primer año se mani- fiestan los quatro caninos, primero los dos de la mandíbula inferior, y luego los de la superior. De los veinte á veinte y quatro meses se dexan ver las quatro primeras muelas, llamadas de leche, que re- gularmente empiezan á salir en la mandíbula inferior. El tiempo en que salen las quatro muelas siguientes apenas se puede determinar, porque, aunque lo mas común sea hacia los seis ó siete años, no obstante esto salen muchas veces antes y con anticipación de tres y quatro años. Finalmente las últimas quatro muelas, ó las del juicio, DIE 115 rara vez se aparecen á los diez años, lo mas común es hacia los diez y ocho ó veinte, y no pocas veces en la edad adulta, y aun en la extrema vejez. Los dientes se mudan ordinariamente á los seis ó siete años /aun- que algunos sugetos los mudan antes,y otros después. Los primeros dientes que caen son casi siempre los incisivos, y seguidamente los caninos y las muelas pequeñas. Poco tiempo después de su caida sa- len en su lugar los segundos dientes, los que casi nunca se renuevan. Sin embargo Desault ha visto mudar dos veces una muela pequeña, y Eustaquio , Falopio, Diemerbroeck, Senerto y Dufay refieren observaciones de dientes incisivos, caninos y molares mudados dos veces y en edades muy avanzadas, como á los cincuenta y seis años, á los setenta , y á los ochenta y quatro. Los dientes se articulan por gonfosis con los dos bordes alveo- lares. Sirven los dientes para la articulación de las palabras, puesto que las personas á quienes les faltan muchos, particularmente los incisivos, no pueden pronunciar claramente ciertas sílabas; pero su principal uso es desmenuzar los alimentos, los incisivos cortando, los caninos rasgando , y los molares moliendo. Ext. de B. dientes artificiales. Los dientes artificiales se hacen comun- mente de marfil; pero como este puesto en la boca se pone pronto amarillo, aconseja Fabricio que se hagan del hueso de la canilla de un ternero, que conserva siempre la blancura: algunos Dentistas se sirven de dientes de caballo marino. Guiliemeo inventó una com- posición para hacer dientes artificiales que jamas ennegreciesen ; con- siste en un poco de cera blanca fundida con goma elemí, y añadién- dole un polvo de almáciga blanca, otro de coral y otro de p^-rla. DIÉRESIS. [Cir.) *Se da este nombre á toda operación por la qual dividimos ó separamos las partes, cuya unión es contra el or- den natural ó forma obstáculo para la curación. Esta operación se hace cortando , separando , picando, arrancando con instrumentos convenientes, ó quemando con cauterios actuales ó potenciales. Es- ta voz diéresis viene del griego, que significa división; es genérica, y conviene á todas las operaciones por las quales dividimos la con- tinuidad de las partes. * DIETA. [Hig.) [La palabra dieta significa en general el modo de vivir arreglado, esto es , el modo necesario de emplear con orden y medida todo lo que es indispensablemente necesario pa- ra conservar la vida animal, sea en el estado de salud , ó en el de en- fermedad. Por tanto la dieta no consiste solamente en arreglar el uso de los alimentos y de las bebidas, sino también el del ayre en que se ha de vivir, y de todo lo que tiene relación con él, co- mo la situación de los lugares, el clima, las estaciones; en prescri- n6 DIE bir los diferentes grados del exercicio y descanso, el reposo que se ha de emplear, la duración de la vigilia y del sueño ; y en deter- minar la cantidad de substancias que han de ser evacuadas ó conser- vadas en el individuo ; y en fin en combatir el resultado mismo de las pasiones. Se da la denominación de dietética áxla doctrina que prescribe la dieta, esto es, todo lo que tiene relación con la materia de la higiene, ó con las cosas que en las escuelas se llaman impropiamente cosas no naturales. Esta doctrina tiene por objeto el conservar la sa- lud á los que disfrutan de ella, y de preservarles de los males á que se hallan sujetos. Las reglas que ordena son diferentes según la edad, los temperamentos, el sexo, las constituciones atmosféricas &c. y regidas únicamente á conservar el estado sano por los medios mis- mos que han establecido. Reconociendo pues dos clases de dieta, la una conservatoria y la otra precautoria, sabemos que ambas per- tenecen á la higiene. [V. este artículo.) En quanto á la conside- ración de la especie de dieta que pertenece al estado de enferme- dad , y que constituye al régimen, corresponde á la Terapéu- tica. ] dieta en las enfermedades agudas. [Terap.) [Ademas déla dieta conservativa y preservativa, que son parte de la higiene, y que al mismo tiempo constituyen en algún modo toda ella, hay tam- bién una dieta curativa, por la que se entiende con particularidad el régimen que se prescribe á los enfermos relativamente al alimento que deben tomar para sostener las fuerzas solamente en el grado conveniente á la situación en que se hallen. Las reglas de este régi- men componen principalmente lo dietético de los Médicos anti- guos , y casi de toda la medicina de aquel tiempo, porque ellos empleaban muy pocos remedios. Habiendo observado que todos los socorros de la naturaleza y el arte han sido inútiles como los en- fermos no se abstengan de los alimentos que usaban en el estado de salud, los Médicos han tenido que recurrir á los mas ligeros, y así se ha visto la necesidad que tiene el arte de valerse de ellos en las enfermedades agudas y otras circunstancias morbíficas. Hipócrates, que tenia la dieta como remedio principal , y por lo común el único de que se valía, ha sido el primero que ha escrito sobre la elección del régimen. Este interesante escrito que ha dexado sobre este objeto, y particularmente sobre la dieta que conviene en las enfermedades agudas, se debe tener por una de las mejores obras, y en donde se conoce su maestría y su saber. Haremos aquí una exposición fiel de la doctrina de este padre de la Medicina, y asi- mismo nos serviremos en quanto sea posible de sus propias expre- siones. El alimento de un enfermo, dice Hipócrates, no debe ser ni muy ligero, ni en corta cantidad, ni muy consistente, ni muy DIE 117 abundante. En el primer caso se vigorizan las fuerzas del enfermo, mientras que en el otro se hallan como sofocadas. Es indispensable pues que el Médico conozca no solamente el carácter y la intensi- dad de cada una de las enfermedades que ha de tratar, sino tam- bién el temperamento y modo de vivir de cada enfermo con rela- ción á los alimentos sólidos y á las bebidas. ( De rañone vid. in morb. acut.) Un alimento poco consistente y baxo la forma líqui- da es el que conviene mejor á los calenturientos. [Afor. 16, sect. 1.) Esta consistencia puede ser de tres grados diferentes ; ó ligero, ó mas ligero, ó muy ligero. El alimento ligero consistirá en la ti- sana entera (ptisana ) ; la mas ligera es la crema de esta tisana , y la muy ligera es una agua miel, ó toda otra bebida análoga y apro- piada. Hay pues tantas variaciones en el alimento de los enfermos como diferencias en las enfermedades agudas relativamente á la vi- vacidad de su curso, y cada variedad se halla adaptada á cada di- ferencia. La tisana de Hipócrates parecia á su autor preferible á todo ali- mento sacado de los granos, principalmente en las enfermedades agudas, creyendo que tenia una untuosidad dulcificante y siempre igual, una propiedad humectante y ligeramente laxante, que no ocasionaba astricción ni entumecimiento, que era un alimento que sufría con facilidad la cocción que todos los alimentos deben expe- rimentar en el estómago. Veremos como se preparaba esta tisana. Se tomaba cebada mondada, que se hacia hervir largamente en agua pura. Se proporcionaba la cantidad de cebada de modo que des- pués de la decocción el agua habia adquirido una consistencia de crema; y hacia que se conociese con este nombre quando estaba co- lada ya. Antes de esta última operación era quando se llamaba con toda propiedad tisana la tisana entera, tota ptisana; sigue el au- tor probando con textos de Hipócrates en qué tiempo de la enfer- medad se ha de administrar el alimento tenue.... Los accidentes particulares de las calenturas exigen las conside- raciones siguientes: Si se da alimento á un enfermo antes que se ha- ya pasado la calentura precedente , se aumentará el dolor, sea del estómago ó de la parte que ocupaba antes ; ó si este dolor no exís- tia ya , le ocasionará, hará que sea la respiración mas freqüente , y por consiguiente desecará el pulmón y fatigará el diafragma, la re- gión precordial y las visceras abdominales. Habiendo tomado un enfermo una cantidad mayor de alimentos que los que le convenian, si aunque los haya digerido no se aumenta alguna evacuación, ni produce otras, el cuerpo sobrecargado por esta doble cantidad de humores nuevos se enardecerá y se incrementará la calentura; es- ta plétora es la que produce el calor y el dolor; pero lo hace con mas prontitud en el estío que en el invierno. Quando hay un do- n8 DIE lor pleurítico, en el que no se presentan esputos , se debe dar en semejante caso la tisana (es decir, un alimento muy substancial) antes de haber atenuado el mal , sea con las sangrías ó con los eva- cuantes, para cortarla enfermedad. Porque en las enfermedades del pulmón, si la respiración es muy libre, y la expectoración muy fá- cil , se pueden alimentar mas; pero si uno y otro se executa con trabajo, el régimen debe ser muy severo. Una falta constante de sueño exige una dieta mas rigurosa, porque lo contrario perjudica á la digestión y á la cocción alimenticia. En fin, dice Hipócrates, si las calenturas están acompañadas de ansiedad, de tensión á la re- gión precordial, y de una agitación continuada, el hidromel con el vinagre puede ser suficiente, y no se deben dar las preparaciones de la cebada sino quando las orinas no están crudas, y la calentura decline ya; pero, por el contrario , la relaxacion del vientre per- mitirá un alimento mas substancioso y mas abundante. ¿ A qué época conviene alimentar á los enfermos ? Los Médicos están divididos en el modo de pensar sobre esta qüestion. Algunos anteriores á Hipócrates prescribían la abstinencia durante el tiempo de la invasión del mal; otros la hacían continuar hasta el séptimo dia; algunos en fin hasta mas allá de la crisis. Hipócrates, Erisístrato y todos sus sectarios creyeron suplir con la dieta las evacuaciones de sangre y otras. Vino en seguida Asclepiades, grande innovador en la Medicina, que permitía el alimento á sus enfermos al quarto dia. Desde este toda la secta de los Metódicos pensaba del mismo mo- do, y después del quarto dia daban alimento un dia sí y otro no en los dias pares. Bien es verdad que en la historia de la Medicina Mr. le Clerc y el Comentador de Celio Aureliano acusan á Gale- no de que padeció engaño quando dixo que el quarto dia , y des- pués todos los que eran pares, estaban reservados por los Metódicos para hacer tomar alimento á sus enfermos... La doctrina de Hipó- crates se sostiene contra las autoridades citadas por razones muy poderosas. Toda mutación considerable, si es tolerable, decia el padre de la Medicina, perjudica al hombre robusto y sufrido, con mucha mas razón á aquel que se halla débil y enfermo. Una mu- tación considerable en quanto á la cantidad de los alimentos es capaz igualmente de perjudicar. Por exemplo, dos comidas en lugar de una sola nos pone pesados y perezosos, y aun incómodos; y si fuesen alimentos según el hábito que se tenia antes, se experimen- tan regüeldos ácidos y evacuaciones de vientre. Tres comidas se- rian aun mas perjudiciales. Por el contrario , los que se hallan acos- tmrbrados á dos comidas, si se reducen á una sola, adquieren de- bilidad y cobardía para el trabajo , males de estómago , y tirante- ces de las visceras abdominales; las orinas son roxas y encendidas, las materias fecales resecas; en algunos la boca se. pone amarga, los DIE u9 ojos se hallan cargados; duele la cabeza, y las extremidades se enfrian (estas señales anuncian también el estado de la bilis, ó una materia corrompida qualquiera, que irrita al estómago); en el ma- yor número la privación de una comida en lugar de dos por dia, nace perder el apetito; lo segundo carga el estómago, y el sueño de la noche siguiente es menos tranquilo que si hubiese tomado dos veces el alimento. Si se manifiestan tales desórdenes por solo la mutación del régi- men alimenticio que acabamos de exponer, ¿ qué no acontecerá si se abstienen totalmente del alimento durante muchos dias consecutivos, y principalmente si después de una abstinencia tan prolongada se to- ma en seguida una gran cantidad de alimento? Y si un hombre sano experimenta estos trastornos, ¿ á qué no estará expuesto con mas motivo un enfermo que se halla atormentado de una calentura agu- da ? Estas son dos alteraciones notables que suceden en el enfermo con rapidez, particularmente si se le hace pasar de la abstinencia de los alimentos á su uso en el momento en que convendría quanto antes suspenderle para establecer aquella; porque como dexamos ya dicho, quanto la calentura es mas viva, el alimento debe ser menos abundante y substancioso, como lo prueba Hipócrates... Por lo que es necesario , si nada se opone desde el primer dia, dar á los enfer- mos la clase de alimento que se juzgue mas conveniente una vez, dos veces, ó con mas freqüencia, según la aptitud en que se ha- llen. Es menester también elegir con preferencia las horas ordina- rias de las comidas, á menos que sea preciso el menudearlas, y en- tonces el momento mas favorable será aquel en que terminan las ac- cesiones y exacerbaciones. Aun se les dará en los intervalos de Jas accesiones un alimento menos substancioso que el propiamente di- cho tal ,en suposición de que las simples bebidas no serán suficientes. Lommio ha suscitado la qüestion, si el alimento formado por la tisana de Hipócrates, y que era muy conveniente en las enfer- medades agudas de los Griegos, seria suficiente á los habitadores de nuestros climas; este Médico se ha decidido por la negativa. Pero la experiencia de Sidenham ha comprobado bastantemente que los cocimientos de cebada y avena no son ciertamente mas substancio- sos que la crema de cebada de Hipócrates, sosteniendo con ella muy bien las fuerzas de sus enfermos. Es cierto que si un pais me- nos caliente que la Grecia e*íge un alimento mas fuerte, por otra parte la naturaleza de los temperamentos es tal que toleran la abs- tinencia con mucho menos inconveniente. En general Hipócrates ali- mentaba á sus enfermos masque menos. La dieta hipocrática com- prehendia también otras bebidas, cuyas propiedades no me parece inútil el traerlas aquí á la memoria para concluir la exposición que hemos comenzado. Hipócrates permitía á sus enfermos el uso de di- 120 DIE ferentes clases de vinos, que él combinaba sin duda con el agua se- gún la práctica constante de los Médicos antiguos. Él habla en su libro De ratione victus in morbis acutis ( edic. de Chartier t. xi, pág. 77 y siguiente) del vino suave ó dulce, del fuerte, del vino blanco y del tinto. Según él el vino suave facilita la expectoración; pero es poco á propósito para apagar la sed : ocasiona ventosidades en el estómago y en los intestinos delgados, y si predomina la bi- lis, hay tensión hacia la región precordial. El vino blanco fuerte penetra prontamente hasta la vexiga de la orina, haciéndose diuréti- co. El blanco aquoso ( ó ligero ) apaga la sed, y no se sube á la ca- beza , principalmente si tiene muy poco cuerpo y no es nada fuerte. Por último, el vino tinto austero y fuerte es conveniente quando es necesario fortificar y restriñir el vientre; así es que Hipócrates lo empleaba en las diarreas y en otros males análogos; pero experi- mentó que era perjudicial quando los enfermos tenian pesadez de cabeza, ó quando el esputo salia con mucha dificultad , ó quando las orinas eran escasas, y así en general prohibía toda especie de vino quando la cabeza se hallaba afectada de qualquiera manera; y si presumia que era necesario administrarle, lo hacia solo con el vi- no blanco ligero y aguado, el que preferia siempre. Hipócrates juz- gaba también que el vino era perjudicial quando la calentura era violenta. Es fácil de concebir á todo Médico que quiera arreglar el régimen de sus enfermos, según estos principios del padre de la Me- dicina el que debe elegir de los vinos de nuestro suelo que tengan mas analogía con los vinos de que hablaba Hipócrates. La bebida que usaba mas comunmente para los enfermos este sabio era el hi- dromel , que se preparaba mezclando simplemente la miel con el agua, ó se hacían hervir juntas, y alguna vez hasta que hacían espu- ma , la que se formaba por medio del hervor. Hecho de este último modo el hidromel era mas agradable á la vista , menos substancioso y laxante. Se empleaba con provecho quando estaba contraindicado el alimento líquido por la violencia de la calentura , y es sin duda preferible á todas las demás bebidas, porque alimenta mas que el vino blanco, y apaga mejor la sed. Si es ligero modera la acción pulmonar haciendo desprender la materia de los esputos con mas fa- cilidad, promoviendo la orina con mas abundancia. Si es muy fuerte promueve el vientre, y barre el canal intestinal; pero se debe re- putar como dañoso quando las deposiciones son espumosas , biliosas y acres, pues aumentan entonces el ardor y las tensiones precordia- les , en lugar de disminuir estos síntomas, y originan la ansiedad y la agitación. Debe también proscribirse el hidromel quando el estómago se halla con una saburra biliosa, porque en este caso se engendra una gran cantidad de ventosidades. El hidromel mezclado con el vinagre se llama oximiel simple. DIE .21 Hipócrates distinguía tres clases de este, uno muy agrio , otro menos agrio, y el tercero aquel en que apenas se hacia conocer la existen- cia del vinagre. El oximiel muy agrio no tiene eficacia alguna quando la ex- pectoración no sale con libertad; porque si hiciese que se expectore aquello que barniza la garganta, ocasionando en ella un silbido, los tránsitos serian mas fáciles, disminuyéndose el cerramiento de las fau- ces, el pulmón experimentaría blandura, circunstancias muy ventajo- sas para el enfermo; pero es necesario saber que no tiene esta propie- dad , y que la viscosidad de la expectoración y los gargajos se au- mentan del mismo modo que el daño á que están expuestos los en- fermos, en términos que no pueden ni toser ni expectorar. En el caso en que se manda el oximiel muy agrio, es necesario darle tibio, y en cortas cantidades. La segunda especie de oximiel ú el oximiel menos agrio está li- bre de estos inconvenientes. Quita la sequedad de la boca y gar- ganta, facilita la expectoración, apaga la sed, calma toda agitación de la región precordial. El vinagre corrige toda mala qualidad de la miel que muchas veces puede alterar la bilis: disípalas ventosi- dades por arriba , y tiene tendencia á excitar la orina; pero suelta el vientre , y ocasiona dolores, impide que salgan por su natural ca- mino los flatos, produciendo evacuaciones por abaxo, y pone las extremidades frías. Pero tampoco aprovecha su uso muy continuado en aquellos que están en el caso de tomar solo bebidas, y estas á causa de la irritación del canal intestinal: Hipócrates hacia beberle en pequeña cantidad sea por la noche, sea antes de tomar alimento líquido, y le permitia usar por mucho tiempo. En general Hipócra- tes pensaba que la acidez del vinagre convenia mucho mas á los tem- peramentos biliosos que á los melancólicos: que en estos últimos la región precordial era el asiento de los humores ácidos y mordaces: que el humor bilioso amargo se disolvía fácilmente, y se transfor- maba en pituita por la acción del vinagre; entre tanto que el humor bilioso negro entrando en fermentación se exaltaba y se aumentaba á costa de otros humores. El vinagre era también, según Hipócra- tes, mas contrario para las mugeres que para los hombres; ocasiona- ba dolores á la matriz, y podia producir el aborto excitando la disenteria en las mugeres preñadas. El agua, de la que algunos Médicos modernos, particularmente Hoffman, han hecho grandes elogios, no ha merecido los de Hipó- crates. Dice que no suaviza nada la tos en las inflamaciones de pe- cho , que no promueve la expectoración ; pero si se usa en corta can- tidad con el hidromel y el oximiel, facilita la expectoración, porque modifica y atempera las qualidades de estas otras dos bebidas. Bien lejos de apagar la sed la excita: afecta muy mal la región precor- TOMO III. Q 122 DIE dial; disminuye las fuerzas en algunas circunstancias en que se ha hecho uso de ella; aumenta el estado inflamatorio del hígado y del bazo; roza largo tiempo en las primeras vias, porque siendo fria y cruda por su naturaleza, tarda por consiguiente mucho tiempo en pasar, y no excita ni las evacuaciones de vientre ni las orinas; aun es también dañosa, porque no tiene partes algunas excrementicias. Sus malos efectos son siempre mas sensibles quando se usa habiendo frió en las enfermedades 1. Sin embargo en las enfermedades acom- pañadas de mucho dolor de cabeza, y que amenaza delirio, el vino está absolutamente contraindicado; es necesario, dice Hipócrates, recurrir al agua, ó si se le permite el vino blanco ligero, beberá después un poco de agua. (V. el libro de Acut. morb. vict. edit. de Chart. tom. it, pág. 104.) Hipócrates habla en su obra, de la que este artículo es un extracto fiel, de otras muchas especies de bebidas y substancias alimenticias; pero no se debe tratar de ellas en este lu- gar, porque pertenecen mas bien á la clase de medicamentos que á la de la dieta. En quanto á lo demás, esta parte de la Medicina, que cura las enfermedades con el orden dietético, está muy olvidada de aquellos que no conocen á los Médicos antiguos. Ellos prescriben casi el mis- mo régimen en todas las enfermedades agudas; se han limitado á de- fender los alimentos muy substanciosos; se ocupan muy poco en proporcionar el orden de la dieta con el de la enfermedad y su du- ración; los accidentes, que no se deben en realidad mas que á los errores del régimen y á la pérdida misma de los enfermos , son en favor de algunas interpretaciones sutiles imputadas á la enfermedad misma. Pero los grandes hombres que desde Hipócrates han ilustrado la carrera de la Medicina, como Galeno, Baillou , Fernelio , y también Boerhaave y su ilustre comentador Van-Swieten, han sabido por el contrario, apreciar todo el mérito de la dieta de Hipócrates en las enfermedades agudas, y la han incluido toda entera en sus escritos. Quieren como él que se procure desde luego satisfacer la indicación principal en todas las enfermedades, la qual consiste en sostener las fuerzas, porque esto no lleva mas objeto que el que la naturaleza pueda vencer la causa del mal; que se debe temer mucho mas pronto los efectos de una grande abstinencia que los de un alimento muy fuer- 1 En el dia todos los Médicos están en contradicción con los principios de Hipócrates sobre este punto, dando agua en todas las enfermedades agudas con la notoria utilidad que dexamos expuesto en el artículo calentura, tratando de la sed febril, y en otros lugares. De esta doctrina , dictada por el Padre de la IVíedi- cina, trae sin duda origen la práctica cruel de dexar abrasar á los enfermos de sed, que felizmente hemos visto desterrar casi en nuestros dias, que por una serie dilatada de siglos habia hecho tantos estragos en los hombres j he aquí demos- trado los perjuicios de seguir servilmente la autoridad. DIE 123 te, porque la naturaleza, con las fuerzas que la suministran los ali- mentos, puede ser suficiente para luchar con la materia morbosa , y aui dormirla, digírnoslo así, en lugar que disminuyéndose las fuer- zas por falta de alimento, la naturaleza queda entonces en una inac- ción; por lo que se debe proporcionar la cantidad de alimentos á la violencia y duración de la enfermedad, de suerte que quando esta sea mis aguda y corta, menos necesidad habrá de alimentar al en- fermo ; y si es muy larga y poco considerable, se permitirá mayor cantidad de alimentos, eligiendo los mas nutritivos; que se tenga cuidado con la edad de los enfermos, porque en general y en se- mq.mtes casos los animales sufren tanto mejor la privación de ali- mentos, quanto son mas jóvenes ó mas ancianos; que se atienda i¿ íalmente á las diferentes épocas de la enfermedad , porque no de- bí alimentarse tanto en la invasión como en la época de su grande intensidad, y mas aun en la declinación que en la invasión ; debién- dose consultar las diferencias que provienen de los climas y de las estaciones; pero en general no hay tiempo ninguno en la enfermedad en que no se deba dar alimentos, quando se trata de sostener las fuerzas y precaver la consunción de ellas: sin embargo no se debe observar en todos tiempos, ni dar alimentos sino á proporción de las fuerzas que quedan en las visceras, para que la digestión se haga con la perfección que sea posible, y que este trabajo no aumente la disminución de las fuerzas en lugar de repararlas. Por lo que respecta'á la especie de alimentos que se deben pres- cribir á los enfermos, es necesario determinarla mas bien por la na- turaleza de ¡a enfermedad que por su uso: nosotros hemos visto que Hipócrates creia satisfacer todas las indicaciones con la tisana en- tera de la cebada, su crema, el hidromel, el oximiel, el vino, y todas las substancias sacadas del reyno vegetal. En ninguna manera hace mención en sus escritos de los caldos de substancias animales que usamos en el dia tan generalmente, aunque esta especie de ali- mentos tenga naturalmente mucha tendencia á la corrupción. Tam- bién los Médicos distinguidos descartan estas de la dieta de los enfer- mos , y si no han tenido el crédito suficiente para excluirlas, al menos procuran corregir su disposición séptica con la mezcla de substancias acescentes, como son la acedera, el zumo de limón ó de granada, la cebada, el pan que se pone á hervir, y otros; ó al menos por el uso intermediado de bebidas acídulas, ó-de alimentos extraídos del reyno vegetal, tales son las cremas de los granos harinosos &c. (V. caldos y cremas. ) Nosotros empleamos igualmente mas bien como bebida que como alimento el caldo de ternera y de pollo, la tisana con la grama, y las emulsiones ligeras: se hacen estos ve- hículos mas ó menos cargados, y también medicamentos, según las indicaciones que se han de satisfacer, para dirigirlos ya á las vias de la orina, ó á los órganos del sudor, y alguna vez para favorecer la expectoración &c En fin (Mr. de Aumont dice en la Enciclopedia antigua ar- tículo régimen.), por lo que hace á la cantidad, se debe hacer que los enfermos beban con mucha abundancia , á proporción que la en- fermedad es mas violenta que el calor animal ó el de la estación es mas considerable; recomendándoles una bebida copiosa sobre todo en el principio de las enfermedades, para reblandecer y enervar las degeneraciones de las primeras vias, para diluir la masa de los hu- mores &c... Nos remitimos al artículo régimen y el de calentura para la exposición de otras muchas precauciones ó preceptos relativos á la dieta. La dieta conveniente en los males crónicos se tratará en sus respectivos artículos con la extensión que se merece un objeto tan interesante. ] Dieta analectica. Usamos de esta voz para expresar que los alimentos que han de tomar los enfermos han de ser muy nutritivos y corroborantes, eligiendo de las carnes las que tengan mas mucila- go [V. alimentos y carnes.), y sin perjuicio de esto sean fáciles de digerir; en esta dieta entran también las bebidas tónicas, como los vi- nos generosos &c. [V. vino.) En fin diremos que los enfermos es- tan á una dieta analectica quando se le prescriba un régimen alimen- ticio restaurante, y que-prontamente aumente las fuerzas de la vida &c. Dieta rigurosa ó tenue. Quando se manda á los enfermos solo alimentos líquidos, como caldos, cremas &c. decimos que están á dieta rigurosa. [V. dieta en las enfermedades.) Dieta láctea. Decimos que un enfermo está á dieta láctea quando no toma mas alimentos que leche: hay muchas ocasiones que se prescribe este método como lo hemos manifestado en muchos ar- tículos de Medicina Práctica. DIETÉTICOS, (remedios) [Mat. Méd.) Siéndola dieta aque- lla parte de la Medicina Práctica que se ocupa en arreglar el régi- men de las enfermedades, y el de los hombres en el estado de salud; y habiendo hecho esta parte principalmente en la antigüedad una de las bases del arte de curar las enfermedades, se debe enten- der por remedios dietéticos todos los medios colocados en la prác- tica por los Médicos para aliviar ó curar las enfermedades, que no tienen relación con los remedios propiamente tales; y así la elección del régimen y de los alimentos, que constituyen solo la dieta para algunos, se entiende para otros la elección del ayre, de la habita- ción, de los vestidos, los consejos relativos al exercicio ó al descan- so , el modo de dirigir el sueño y el reposo, el arte de calmar ó de excitar las pasiones, el de sostener, aumentar , disminuir ó modificar DIE 125 las evacuaciones, pues verdaderamente son otros tantos medios cura- tivos ó dietéticos. Esta parte de la Medicina Práctica ha sido mucho mas cuidada y cultivada por los Médicos antiguos que por los moder- nos. Desde que se han multiplicado tanto los medicamentos, por lo que se conocen difícilmente, y desde que el arte ha aumentado singu- larmente sus recursos, y se ha enriquecido con un cúmulo de substan- cias capaces de combatir con provecho las enfermedades, se han me- nospreciado ya mucho los medios dietéticos. Como ha habido mu- chas gentes, que no han tenido otra idea de la Medicina que la de un arte que posee uno ó muchos remedios para curar tal enferme- dad, caracterizando equivocadamente esta ciencia, y de cuya pre- ocupación se ha seguido sin duda que se desechen la mayor parte de los medios simples que constituyen el orden dietético para la cu- ración de las enfermedades; no se suelen seguir comunmente con confianza los consejos que se dirigen al género de vida, exerci- cio &c, pues se quieren absolutamente remedios con preferencia. La complacencia que forma una de las principales qualidades que se exigen de un Médico, hace que se condescienda al deseo de los en- fermos ; y todo lo que mira á la dieta quieren sea una parte acceso- ria desentendiéndose de sus preceptos, debiendo ser la base de la curación de las enfermedades. En efecto, el régimen dulcificante y laxante, la privación del alimento sólido, el uso de alimentos sua- ves disueltos en una grande cantidad de agua baxo el nombre de bebidas y de tisanas simples, el caldo de ternera, el de pollo, el agua de grama y el suero no bastan, y así es necesario el auxilio de al- gunas sangrías, lavativas y de algunas evacuaciones ligeras, para cu- rar el mayor numero de las enfermedades agudas, las inflamaciones, calenturas simples &c. ¿Y qué es este tratamiento sino un régimen, una dieta conveniente, ó elvictustenuis de los antiguos? Son muchas ventajas las que se siguen en la curación de las enfermedades cróni- cas con las friegas secas, el exercicio á pie ó á caballo, el movimien- to comunicado á una parte, á un órgano con preferencia á otro, la elección de la índole adequada en los alimentos, la de una dieta en- teramente vegetal ó animal, la elección del ayre, de la habita- ción, de los vestidos y otros. ¿Quantos males graves, quántas con- seqiiencias funestas de las enfermedades se han evitado solamente por estos medios dietéticos convenientemente administrados? El exerci- cio activo, hasta excitar un ligero sudor, las frotaciones continuadas, hasta poner rubicunda la piel, los baños tibios, los vestidos un poco gruesos , que exciten la transpiración, la aplicación de todos estos medios á las regiones particulares del cuerpo, en donde se pueda promover una evacuación mas abundante que otras, la elección de alimentos y condimentos un poco estimulantes y diaforéticos, ¿no son por lo común los que dan los mas felices resultados para atraer 126 DIG erupciones suprimidas, para deshacer el espasmo y la irritación de las visceras, mudar la circulación linfática, y disiparla de los lugares en donde se halle en mayor cantidad? ¿Quantos males se han pre- cavido , y peligros se han evitado cortándose muchas enfermedades en medio de su carrera con el uso solo de almillas de lana , y escarpi- nes, y medias del mismo texido? ¿ Quantos entumecimientos y estan- caciones de las visceras no ceden al exercicio continuado, ya sea de á pie, á caballo, en coche ú otras clases de movimientos? ¿Qué de conseqüencias funestas dependientes de los vicios de la digestión, y de qualquiera otra alteración de estómago no se precaven con el uso bien dirigido de los alimentos y bebidas? Estas reflexiones generales son suficientes para fixar nuestras ideas sobre las influencias útiles de los medios dietéticos bien conocidos para la curación de las enferme- dades. Este es un punto de doctrina, que es muy importante pre- sentar á la consideración de los Médicos, porque el estado actual de la Física descubre una carrera mas dilatada de los sucesos que se pueden esperar en las modificaciones de la digestión, respiración y transpiración, pues en el dia se conocen estas tres funciones con mu- cha mas exactitud que antes; y así es que después de los nuevos descubrimientos se comprehenden mejor las relaciones y sus reaccio- nes &c., por la que también es mucho mas fácil después de estos conocimientos dirigir el uso del ayre, de los alimentos y del exer- cicio en las indicaciones que presentan las enfermedades. Quizá es- to mismo nos permitirá decir que la Medicina tendrá sucesos mu- cho mas seguros y ciertos en la curación de las enfermedades cró- nicas, siguiendo el nuevo rumbo que proporciona la Física en el dia...F. DIEZ DAZA (Francisco) [Biog.) Médico Sevillano, Doctor en Artes y Medicina: escribió De ratione cognoscendi causas, et signa tam in prospera , quan in adversa valetudine, urinarum, deque earum necis indiciis, et pranuntiationibus. Sevilla 15 7 5, en 4.0 Avisos y documentos para la preservación y cura de la peste. Ib'd. 1599;, en 4.0 Los provechos y daños de la sola bebida del agua, y cómo se debe escocer la mejor. Ibid. 1576. DIGASTRICO DEL CUELLO, (músculo) [Anat.) Muchas veces este músculo forma parte del complexo; pero otras es forma- do de dos vientres ó porciones carnosas, por lo que se llama digás- trico. Su situación es la misma que la del complexo [V. este artícu- lo.) Sus inserciones ó ataduras son por la parte inferior á las apofises transversas de la tercera, quarta, quinta y sexta, y aun la séptima vertebra dorsal, y después va á insertarse al arco occipital superior. Los usos de este músculo son encorvar la cerviz y la cabeza hacia arras y un poco obliqüamente á su lado. Quando la cabeza se tira adelante, la levanta enderezando la cerviz. DIG 127 DigÁstrico de la quixada. (músculo) [Anat.) Se da este nombre á un músculo con dos vientres unidos en su extremo, que terminan con un tendón común. Está situado en la parte lateral y an- terior del cuello, detras del cutáneo y del externo-cleido-mastoideo, y debaxo de la mandíbula ó quixada inferior. De sus dos vientres el uno es posterior y el otro anterior; el primero nace de la ranura y parte posterior de la apofise mastoides; baxa después obliqüamente hacia adelante adelgazándose, y junto al hueso hioides degenera en un tendón redondo y fuerte que sigue la dirección del vientre pos- terior; y después de haber caminado un cierto trecho suele atravesar el "músculo estilo-hioides que está hendido para dar paso á este ten- don ; después se va encorvando y degenerando en fibras carnosas para formar el segundo vientre, que es el anterior que forma un ángulo obtuso con el tendón que está en medio de los dos vientres, el qual se ata por medio de un ligamento aponeurótico al hueso hioi- des quando pasa inmediato á él. El vientre anterior, que tiene de largo poco mas de la mitad que el posterior, se ensancha y engruesa conforme se adelanta hacia la quixada; pero luego se adelgaza para insertarse en la fosita digástrica de la mandíbula inferior. Los usos de este músculo son tirar hacia abaxo la quixada , y algunas veces la tira hacia atrás quando otros músculos la han llevado adelante. DIGESTIÓN. [Fisiol.) Esta palabra expresa la acción por la que los alimentos se convierten en un líquido homogéneo, que se llama quilo [V. este artículo.), que es el reparador de las pérdidas continuas que tiene la economía animal en las secreciones, excrecio- nes &c. La digestión es una función del número de aquellas que los escolásticos llamaban naturales, y que es común á todos los animales cuyo efecto el mas sensible es la mutación de los alimentos en qui- lo y excrementos; pues las substancias alimenticias sujetas á la acción de un aparato particular de órganos, y el concurso necesario de humores digestivos &c.; las hacen mudar de qualidades, y suminis- tran después un nuevo compuesto muy propio para la nutrición é incremento de los animales. A esta interesante función llamaban los antiguos por razón á sus efectos la primera cocción chylosis , chylo- pojesis, chylificatio. La historia filosófica de la digestión supone el conocimiento de los instrumentos ú órganos inmediatos que la executan, como son el estómago y los intestinos, y de algunos otros que contribuyen tam- bién, como el diafragma, los músculos del abdomen y el peritoneo; deben conocerse igualmente los humores digestivos, esto es, la sali- va, el humor del esófago, el gástrico, el intestinal, la bilis y el suco pancreático: también se ha de tener un conocimiento exacto de los alimentos y bebidas, de las disposiciones corporales, de las funciones que se pueden llamar preparativas, como son la mastica- 128 DIG cion y deglución. Para instruirse en el mecanismo, y tener ideas de todos estos conocimientos preliminares é indispensables de la diges- tión , se consultarán todos los artículos de las palabras que hemos indicado. Supuesto el conocimiento histórico de las mudanzas que sufren los alimentos primero en la boca [V. masticación.), después en la faringe y esófago [V. deglución.), se percibe por último que se depositan en el estómago en donde se executa la digestión estomacal, que la describiremos copiando á Richerand, cuyas ideas son las mas acomodadas á nuestro modo de pensar, y las mas bien admitidas en el dia, lasque el célebreDumasy otros Fisiologistas modernos habian admitido ya antes. ,,Los alimentos que se reciben en el estómago, dice , van acumulándose gradualmente, separando sus paredes, siem- pre contiguas, quando está vacío. En esta distensión mecánica del es- tómago por la materia alimenticia, cede este órgano sin rehacerse. Con todo eso no es absolutamente pasivo: sus paredes por una contracción general comunican una especie de movimiento tónico á la materia que se acumula; y esta acción de todo el estómago es á la que los antiguos daban el nombre de perístole. A medida que se di- lata , se adelanta su grande corvadura, las dos hojas del grande omen- to se separan, la reciben en su abertura, y se aplican al exterior del estómago dilatado. El principal uso de este repliegue del peritoneo parece ser en el hombre el facilitar la ampliación del estómago, el qual se despliega con especialidad por su parte anterior ; esto se com- prueba inflando el estómago de un cadáver. A proporción que el ayre dilata esta viscera, las dos láminas del epiploon se aplican á su superficie, y si se atraviesa esta membrana con un alfiler á una pul- gada de distancia de su corvadura, se ve que el alfiler va aproximán- dose hacia ella; pero sola la porción superior del omento puede em- plearse en este uso, y el estómago jamas se apropia todo este replie- gue membranoso. ¿ Diremos con Galeno que el grande epiploon li- berta del frió á los intestinos, y les procura un dulce calor, indis- pensable para la digestión; ó según algunos, que llena los vacíos, y haciendo veces de un líquido modera los frotes y la presión de la pared anterior del abdomen; ó con otros, que está destinado para recoger la sangre del estómago quando este está contraído y rehusa recibirla ? ¿ La sangre que corre tan lentamente por sus vasos largos y delgados adquiere acaso alguna disposición oleosa , en virtud de la qual sea muy á propósito para suministrar los materiales de la bilis? El estómago también se extiende, aunque de un modo menos sensible, por el lado de su pequeña corvadura, y las dos láminas del omento gastro-hepático se separan como las del grande epiploon. Este es el uso del omento gastro-hepático, que puede mirarse como üp resultado necesario del modo que está dispuesto el peritoneo re- DIG 129 lativamente á las visceras del abdomen. Esta membrana, que va des- de el estómago al hígado para cubrirle, no podia pasar el espacio que los separa, sino interponiendo una especie de puente membranoso, el qual sostiene los vasos y los nervios, que desde la pequeña cor- vadura ó borde posterior del estómago se dirigen hacia la superficie cóncava del hígado. Este omento gastro-hepático por la separación de las dos hojas de que se compone puede aun contribuir á la dila- tación de la vena porta-hepática, que así como todo el conjunto de vasos, nervios y conductos excretorios del hígado se halla conteni- da dentro de la substancia de su borde derecho. En el estómago es en donde se verifica principalmente el mecanismo de la digestión, y en todos tiempos se ha reputado por su órgano principal. La mate- ria alimenticia introducida en él se liquida, experimenta una pro- funda alteración, y se convierte en una pasta blanca y homogénea, conocida con el nombre de quimo. ¿Quál es el agente que opera es- ta conversión? Ó en otros términos, ¿en qué consiste la digestión estomacal ? Vamos á referir y refutar las hipótesis que se han propuesto su- cesivamente para explicar su mecanismo, y que pueden reducirse á la cocción, fermentación, putrefacción , trituración y maceracion de los alimentos introducidos en el estómago. La primera opinión es de los antiguos y del Padre de la Medici- na; pero por la voz cocción no ha querido significar Hipócrates un fenómeno semejante al que presentan los alimentos sujetos en un vaso á la acción del calor. La temperatura del estómago, que no es su- perior á la del resto del cuerpo (que es de 32 grados), no seria su- ficiente. Los animales de sangre fria digieren como los de caliente &c. el calor febril, como observa Vanhelmont, deprava la digestión en vez de acelerarla. En el lenguage de los antiguos la palabra cocción expresa la alteración, la maduración, la animalizacion de los alimen- tos aproximados á nuestra naturaleza por las mutaciones que experi- mentan en la cavidad estomacal. Es innegable no obstante que el ca- lor natural concurre y facilita estas mutaciones : los experimentos de Spallanzani sobre las digestiones artificiales prueban que el xngo gástrico obra con la misma eficacia que el agua común para ablan- dar y disolver las substancias alimenticias quando su temperatura está baxo siete grados del termómetro de Reaumur; y que por el contrario se hace muy activo quando el calor es de diez, veinte y dos., treinta ó quarenta grados encima del hielo. Por otra parte la digestión es siempre mucho mas lenta en los animales de sangre fria. Los autores y los partidarios del sistema de la fermentación han admitido en los alimentos introducidos en el estómago un movimien- to intestino y espontáneo, en virtud del qual pasan á otro orden de combinaciones; y como se acelera la fermentación , añadiendo á la tomo 111. r 130 DIG materia que la experimenta cierta cantidad de la misma materia ya fermentada, algunos de ellos han supuesto en el estómago una leva- dura siempre perenne, formada, según Vamhelmont, de un ácido sutil, y según otros, de la corta cantidad de alimentos que han que- dado de la digestión anterior. Pero el estómago se vacia completa- mente , y su interior no presenta vestigio alguno de levadura al que le observa algunas horas después de la digestión: por otra parte ne- cesitan un reposo perfecto las substancias que fermentan, y el ali- mento está sujeto á las oscilaciones undulatorias y á las contracciones peristálticas del estómago. Esta viscera recibe impulsos de las arte- rias vecinas, y ademas está en continuo movimiento por los órganos respiratorios. Las fermentaciones van acompañadas de absorción ó de desprendimiento, de productos gaseosos &c., y todos estos fenó- menos no tienen lugar quando la acción del estómago no ha padeci- do ningún desarreglo. Sin embargo, debemos decir en apoyo de la opinión de los fer- mentistas , que nosotros no podemos nutrirnos sino de substancias fermentativas, y que las materias que han sufrido ya este principio de descomposición inducido por las fermentaciones panaria y sa- carina , se digieren mas fácilmente y en menos tiempo. Esta fer- mentación imperceptible , si es que se verifica en efecto, debe te- ner mucha mas analogía con estas dos últimas especies de alteración, que con las fermentaciones vinosa y acida; pero de ninguna se di- ferencia tanto como de la fermentación pútrida. No obstante se han hallado Fisiólogos que desde Plistónico, dis- cípulo de Praxágoras, admiten que la digestión se hace por una verdadera putrefacción. Pero ademas de que no se desprende jamas amoniaco en esta función, nuestra economía digestiva, como se ve- rá después, tiene la propiedad de hacer retroceder, ó á lo menos detener la podredumbre de las substancias sujetas á su acción. Las culebras, que por el grande ensanchamiento de su esófago, y la se- paración considerable de que son capaces sus dos mandíbulas , casi igualmente movibles, tragan muchas veces animales mas corpulentos que ellas mismas, y emplean muchos dias en digerirlos, ofrecen la parte del animal sujeta á la acción del ventrículo, perfectamente sa- na y en un estado de disolución , mas ó menos adelantada, mientras que la parte que está fuera del animal da señales de una putridez iniciada. En fin , á pesar del calor y de la humedad del parage, los alimentos no hacen en el estómago una mansión bastante larga para que se verifique la putrefacción, suponiendo por otra parte que to- do favoreciese á la producción de este fenómeno. Los animales que han tragado inadvertidamente algunas substancias animales podri- das , las expelen por el vómito, ó como ha observado Spallanzani en algunas aves, destruyen su carácter pútrido. DIG 131 Si el sistema de la fermentación fué propio de los Químicos, el de la trituración se debe á los Mecánicos, que comparan las muta- ciones que experimenta una substancia machacada en un mortero con las que sufren los alimentos en el estómago. Pero ¡ quanta dis- tancia hay entre la acción de la mano de un almirez, que pulveriza una substancia menos dura que ella contra la superficie resistente y la acción blanda y peristáltica de las fibras de este órgano sobre las substancias que contiene! La trituración, que es un efecto mecá- nico, no muda la naturaleza del cuerpo triturado, siendo así que el alimento se descompone y no es ya el mismo después de haber permanecido algún tiempo en el estómago. Como esta hipótesis, á pesar de ser evidentemente absurda, ha estado por largo tiempo muy en boga, no será fuera de propósito emplear algunos instantes en referir las pruebas alegadas en su apoyo. El modo con que se ha- ce la digestión en las aves de estómago musculoso, y principalmen- te en los galináceos, es el argumento mas sofístico en que se fundan los Mecánicos. Todas estas aves granívoras tienen dos estómagos: el primero , llamado buche , tiene sus paredes poco gruesas , y casi enteramente membranosas; un humor abundante baña su interior; los granos de que se alimentan se ablandan allí, y padecen una es- pecie de maceracion preparatoria, después de la qual son tritura- das mas fácilmente por la acción de la molleja, verdadero estóma- go muscular que suple por los órganos masticatorios que faltan casi absolutamente á esta especie de animales. La molleja para quebran- tar los alimentos sólidos sujetos á su acción, obra con tal grado de fuerza , que pulveriza bolas de vidrio y de cristal, aplasta y adelgaza tubos de hoja de lata, rompe pedazos de metal, y lo que es mucho mas extraordinario, desgasta impunemente las puntas de las agujas y de las lancetas mas aceradas; por tanto su interior está guarnecido de una membrana gruesa semicartilaginosa, y cubierta con una costra formada de un gran número de piedrecitas y de are- nas que han venido de afuera con los alimentos de que se nutren es- tas aves. En el gallo de Indias es donde se ve esta estructura mas palpablemente que en ningún otro volátil ; pues ademas de estos chinarritos con que está fortalecida la membrana interna de la molle- ja , su misma cavidad contiene casi siempre mayor ó menor número de ellos. El choque de estos cuerpos duros sujetos á la acción esto- macal , juntamente con los granos con que están mezclados, puede contribuir á su atenuación. Para este uso destina el avestruz los chi- narros , los pedazos de hierro que traga, y que Valisnieri ha en- contrado en su estómago. Pero la digestión no consiste en estas di- visiones mecánicas que efectúa la molleja por falta de los órganos masticatorios. Ablandados y divididos por la acción sucesiva del buche y de la molleja, pasan los alimentos al duodeno, y sujetos 132 DIG en este intestino á la acción de los xugos biliosos , experimentaren él las mutaciones mas esenciales al acto digestivo. La estructura particular del estómago en el cangrejo '.tampoco es favorable á la hipótesis de la trituración , porque este crustáceo tie- ne su ventrículo provisto de un verdadero aparato mandibular des- tinado para la trituración de los alimentos : ademas en ciertos tiem- pos del año se encuentran dos concreciones redondas colocadas á cada lado debaxo de su membrana interna. Estas concreciones, pro- piamente llamadas ojos de cangrejo , están compuestas de carbonate de cal mezclado con una corta cantidad de materia animal gelati- nosa , y desaparecen quando después de la caida anual de la con- cha , la cubierta exterior , primero membranosa, se consolida des- pués por trasladarse al exterior la materia calcárea que las cons- truye. La enorme diferencia que hay entre el ventrículo de estos ani- males y el del hombre debia desvanecer por otra parte toda idea de comparación. Spallanzani ha observado muy bien que con respec- to á la fuerza muscular de las paredes de sus estómagos, podian di- vidirse los animales en tres clases, y que la mas numerosa de estas estaba compuesta de aquellos cuyo estómago, casi enteramente membranoso, está provisto de una túnica muscular de un grueso muy poco considerable. En esta clase se hallan colocados el hombre y los quadrúpedos, las aves de rapiña, los reptiles y los peces. Por mas débil que sea esta túnica muscular en el estómago del hombre, Pitcarn, abusando del cálculo , regula su fuerza en doce mil nove- cientas cincuenta y una libras, y en doscientas quarenta y ocho mil doscientas treinta y cinco la del diafragma , y la de los músculos del abdomen, que obran en el estómago y le comprimen en los movi- mientos alternativos de la respiración ¿Qué prueba un cálculo tan exagerado sino que ese vano aparato de axiomas, definiciones, esco- lios y corolarios con que, como dixo Garat, se han desfigurado muchas obras que no son de Geometría, y solo ha servido para dis- frazar nociones vagas, confusas y falsas , con una máscara que sedu- ce é infunde respeto? Basta introducir la mano en el abdomen de un animal vivo , y el dedo en una herida del estómago para co- nocer que no pasa de quatro onzas la fuerza con que obra esta viscera sobre las materias que contiene. El sabio y laborioso Haller creyó que los alimentos eran me- ramente ablandados y desleídos por los xugos gástricos. Esta mace- racion, según él, era favorecida y acelerada por el calor del lugar, por el principio de putrefacción, y por los movimientos suaves, pe- ro continuos , que agitan la substancia alimenticia. La maceracion llega á superar con el tiempo la fuerza de cohesión de las materias mas sólidas; pero desleyéndolas, jamas muda su naturaleza. Haller se DIG 133 apoyaba en los experimentos de Albino sobre la conversión de los texidos membranosos en mucilago por medio de una maceracion prolongada. En los animales rumiadores la cavidad del estómago está dividida en quatro partes que se comunican unas con otras, y las tres prime- ras comunican con el esófago. Descendiendo al que es el primero y el mas extenso de estos quatro estómagos, las yerbas imperfectamen- te trituradas por los órganos masticatorios, cuya fuerza es poco considerable, experimentan en él una verdadera trituración, y al mismo tiempo un principio de fermentación acida. Las contraccio- nes del estomago las hacen pasar en ciertas porciones al retículo ó bonete, que menos grande , pero mas musculoso que el mondongo, se arrolla en sí mismo, cubre de mucosidades el alimento ya reblan- decido, y forma de él una bola que asciende á la boca por un mo- vimiento antiperistáltico. Mascado de nuevo por el animal, quepa- rece complacerse en esta operación, el bolo alimenticio vuelve á descender por el esófago, y cae en el omaso, llamado vulgarmente librillo, á causa de los repliegues anchos y multiplicados de la mem- brana que tapiza su interior; y por último pasa de este tercer estó- mago al abomaso ó cuajar, donde se acaba verdaderamente la di- gestión estomacal. Tal es el mecanismo de la rumia, función propia de los animales que tienen un estómago quádruplo; pero no le exer- citan en todas edades: el cordero que está mamando no rumia de ninguna manera. La leche medio detenida no atraviesa ni el mon- dongo ni el retículo entonces inútiles, sino que desciende inmedia- tamente al omaso. Algunos hombres han presentado una especie de rumias: el bolo alimenticio, después de baxar al estómago, volvía poco después á la boca para sufrir en ella una segunda masticación, y para ser penetrada de nuevo por la saliva. Conrad Peyer ha he- cho de este fenómeno morboso el asunto de una disertación titulada Mericologia, sive de Ruminantibus. Esta quádrupla división del estómago, tan favorable á la hipóte- sis de Haller sobre la digestión , no se observa sino en los rumiantes. Pero aunque la mayor parte de los animales sean como eLhombré mono^ástricos, es decir, provistos de un solo estómago, con todo esta viscera preserva varias disposiciones, que las mas considerables son relativas á la mayor ó menor facilidad que tienen los alimentos para permanecer mas tiempo en ella. La inserción del estómago en el esófago es tanto mas inmediata á su extremidad izquierda, y el gran fondo de esta viscera tiene tanto menor amplitud, quanto los ani- males se nutren mas exclusivamente de carnes, substancias alterables en sumo grado, y que para ser digeridas como corresponde no ne- cesitaban permanecer largo tiempo en su cavidad. En los quadrúpe- dos herbívoros no rumiadores el gran fondo forma casi la mitad, y aun á veces la mayor parte del estómago, acercándose bastante el esófago al piloro. En algunos, como en el puerco, está dividido el estómago en dos porciones por medio de un fruncimiento circu- lar. Los alimentos que caen en el gran fondo del estómago pueden subsistir mas largo tiempo en esta viscera, hallándose esta por- ción de su cavidad fuera de la línea de dirección que siguen los alimentos. El estómago es quizá entre todos los órganos el que recibe pro- porcionalmente á su volumen mayor número de vasos. En sus pare- des membranoso-musculares, que casi no tienen mas de una línea de grueso, se distribuyen la arteria coronaria y las gastro-epiploica derecha, ramos de la hepática: los vasos breves y la gastro-epiploica derecha é izquierda, divisiones de la arteria esplénica. Así que, la mayor parte de la sangre que pasa de la aorta al tronco celiaco va al estómago; pues aunque la coronaria estomática es la mas pequeña de las tres arterias en que se divide la celiaca, las arterias del híga- do y del bazo envían al estómago muchas ramas bastante considera- bles antes de penetrar en las visceras á que están destinadas con especialidad. Basta observar esta desproporción excesiva entre el estómago y la cantidad de sangre que acude á él, para inferir que este líquido no está destinado únicamente para la nutrición de su substancia, sino mas bien para suministrar los materiales de una secreción qualquiera. Esta secreción es la de los xugos gástricos, cuyo manantial mas fecundo es la exhalación arterial hecha en la superficie interna del estómago; y nunca es mas activa que en el instante en que los ali- mentos introducidos en él le estimulan y le transforman en un cen- tro de fluxión hacia el qual acuden de todas partes los humores. El estado de plenitud de esta viscera favorece este afluxo del líquido á los vasos, cuyos pliegues y repliegues se desdoblan por la dilatación de sus paredes anteriormente aplanadas. Precediendo de un mismo tronco las arterias del estómago, del bazo y del hígado, es claro que estando vacío el primero llega poca sangre á su substancia contraída, y que por consiguiente el bazo, menos comprimido, y el hígado, deben recibir mas, así como recibirán menos quando esté lleno el ventrículo. Este xugo gástrico, producido por la exhalación arterial, se mez- cla con las mucosidades que vierten las criptas glandulosas, de que está sembrada la membrana interna del estómago: con semejante mezcla se hace viscoso como la saliva, con la qual tiene una ana- logía muy singular. Es sumamente dificultoso el obtenerle puro para analizarle; y aun quando por una larga dieta sacáramos del estóma- go el residuo alimenticio que altera la pureza de este humor, no po- dríamos impedir que se mezclara con él cierta cantidad de bilis ií- DIG 135 quida, que refluyendo constantemente por la abertura del piloro, tiñe de amarillo la superficie interna del estómago cerca de este ori- ficio , y da cierta amargura á los xugos gástricos. Es difícil mirar el paso de la bilis del duodeno al estómago como un fenómeno mor- boso , pues se verifica en la salud mas completa, lo qual ha hecho creer y con razón que esta corta cantidad de líquido bilioso era un estímulo proporcionado al estómago. Esta idea adquiere nueva fuer- za con la observación de Vesalio, que refiere haber visto abrirse en el estómago el conducto colidoco inspeccionando el cadáver de un galeote, que se distinguía por una demasiada voracidad, y se confir- ma con el exemplo de las aves de rapiña, del sollo &c., que digieren muy pronto y fácilmente, porque estando muy inmediato al piloro la inserción del canal colidoco en el duodeno, asciende fácilmente al estómago grande cantidad de bilis. Para recoger cierta cantidad de xugo gástrico es menester abrir un animal vivo y hambriento, ó hacer tragar á una ave nocturna, como el mochuelo, una porción de esponjitas ensartadas en un hilo: detenidas estas algún tiempo promueven la secreción de los xugos gástricos, y se sacan empapadas de ellos. El xugo gástrico ni es ácido ni alcalino en el estado natural; pues no enroxece ni tiñe de verde los colores azules de los vegetales. La propiedad mas notable es la suma actividad de su fuerza disolvente; los huesos mas duros no resisten á su acción; obra como un verdadero menstruo sobre aquellos de que se nutre el perro osteofágo; se une á todo lo orga- nizado y gelatinoso que contienen, y en fin los convierte en un re- siduo calcáreo, materia de las concreciones excrementicias á que da- ban los antiguos Químicos el nombre redículo de álbum gracum. La. energía disolvente del xugo gástrico está en razón inversa de la fuer- za muscular de las paredes del estómago; y los animales que tienen muy delgada y casi enteramente membranosas las paredes de esta vis- cera , son los que están dotados de mas fuerza y actividad. En la cla- se numerosa de los zoófitos, él solo basta para la descomposición de los alimentos, que siempre es mas pronta quando se halla fomentada por el calor de la atmósfera, como Du-Frenbley lo ha observado en los pólipos, los quales digieren en doce horas durante el estío lo que en invierno no pueden digerir sino después de tres dias. En los actimos y en los holoturios se observa que el xugo gástrico des- truye hasta las conchas de las almejas que ellos tragan. ¿Quién no conoce la impresión particular que producen las ostras en el órgano del gusto, y la propiedad que tienen de avivar el apetito? Esta sensación no depende tanto del agua salada que contiene la concha, como del xugo gástrico que desubstancia, digámoslo así, la superfi- cie de la lengua, ablanda su texido, y aviva su sensibilidad. Este alimento mucoso, inxerido en el estómago, favorece la digestión de 136 DIG los alimentos que le suceden, porque él por sí mismo apenas nutre, y mas bien es una salsa que un alimento. El xugo gástrico no solo penetra y disuelve los alimentos introducidos en el estómago, sino que se incorpora, se une, se combina íntimamente con ellos, altera profundamente su naturaleza, y muda su composición. Los xugos gástricos obran á su modo sobre los alimentos sujetos á su acción, y muy lejos de introducir en ellos un germen de pu- trefacción, al contrario detienen las degeneraciones pútridas. Esta propiedad antiséptica ha obligado á rociar con xugos gástricos la su- perficie de ciertas úlceras á fin de apresurar su curación; y los ex- perimentos hechos en Ginebra y en Italia han tenido, según dicen, un éxito feliz. Otros experimentos análogos he hecho yo con la sa- liva , que es muy semejante á los xugos gástricos, y he visto algunas úlceras antiguas y sórdidas tomar mejor aspecto; que las carnes se animan con la impresión de este líquido irritante, y que la enferme- dad caminaba á una pronta curación. Actualmente estoy tratando una úlcera rebelde colocada en el maleólo interno de la pierna iz- quierda de un adulto. La úlcera pulverizada de quina, cubierta con lechines empapados en licores mas detersivos, se iba mejorando muy levemente, quando me ocurrió humedecerla todas las mañanas con mi propia saliva, segregada con mas abundancia por razón del aspec- to asqueroso de aquella. Desde este tiempo experimenta el paciente una mejoría notable, y su úlcera reducida á los cinco sextos de su primera extensión, casi está enteramente cicatrizada. Aunque el xugo gástrico tiene grande poder para disolver las substancias alimenticias, jamas convierte esta actividad devoradora contra las paredes del estómago; pues como están dotadas de vita- lidad , se resisten poderosamente á la disolución. Por la misma causa las lombrices, aunque tan tiernas y delicadas, pueden subsistir en él sin la mas mínima lesión, y esta fuerza de resistencia vital llega á tanto , que el pólipo vomita ilesos sus mismos brazos quando se los traga enredados con los alimentos; pero quando la vida ha abando- nado al estómago juntamente con los demás órganos, sus paredes ceden á la fuerza disolvente de sus xugos, se ablandan, y aun llegan á destruirse en parte, si hemos de dar crédito á Hunter, que halló destruida en muchos puntos la membrana interna de un hombre, que habiendo observado una abstinencia austera por el vil interés de una cantidad de dinero, murió en el suplicio mas cruel. Así que los xugos gástricos pueden obrar aun después de la muer- te , y disolver los alimentos introducidos en el estómago de un ani- mal á quien se ha hecho la operación de la gastrorafia, con tal que conserve todavía algún calor vital; y actúan sobre substancias ani- males y vegetales, trituradas y puestas en un tubo ó en una tacita, como hacia Spallanzani en sus experimentos sobre las digestiones DIG 137 artificiales, procurando mantenerla siempre con un grado de calor moderado. Sin embargo esta disolución de los alimentos por los xugos extraídos del estómago no es enteramente semejante á la que se verifica en la digestión estomacal. Todo nos demuestra que esta viscera no debe considerarse como un vaso químico, en el qual se hace una mezcla, de donde resultan nuevas combinaciones. La liga- dura de los nervios del octavo par, el uso de los narcóticos y^ del opio, una meditación profunda, toda pasión de ánimo demasiado viva, son capaces de perturbar y aun de suspender de todo punto la digestión estomacal, que no puede existir sin el influxo nervioso. Pero este influxo no conspira directamente y por sí mismo á dicha diges- tión , sino que solamente es relativo á la secreción de los xugos gás- tricos, la qual puede ser retardada, desraturalizada y aun detenida del todo por la ligadura de los nervios, por la acción de los estupe- facientes , ó por otras causas. Todos generalmente están acordes hoy dia en mirar la digestión estomacal como una disolución de los alimentos por el xugo gástri- co. Este líquido disolvente por excelencia penetra por todas partes la masa alimenticia, separa, divide sus moléculas, se combina con ella, altera su composición íntima, y la imprime qualidades muy diferentes de las que tenia antes de esta mezcla. En efecto si se vo- mita una bocanada de vino ó de otro alimento algunos minutos después de haberlos tragado, el olor, el sabor, todas las qualidades físicas y químicas de estas substancias están de tal manera alteradas que apenas se las puede reconocer; los licores vinosos, mas ó menos agrios, no son ya susceptibles de fermentación espirituosa. La energía de la fuerza disolvente del xugo gástrico, quizá exagerada por algunos Fisiologistas, basta para disolver y convertir en gelati- na los huesos mas duros de que se nutren ciertos animales. Es muy verosímil que su composición química sea variable y diferente , y que sea ácido, alcalino ó saponáceo, según la naturaleza de los alimen- tos. Aunque el xugo gástrico es el agente mas poderoso de la di- gestión estomacal, su fuerza disolvente necesita ser ayudada por la acción de muchas causas secundarias, v. g. i.° por el calor_, el qual parece que se aumenta, y como que se reconcentra en la región del epigastrio mientras dura la digestión: 2.0 por una especie de fermen- tación intestina, que no debe compararse rigurosamente con el movi- miento que descompone las substancias fermentativas y putrescentes: 3.0 en ^ por la acción blanda y peristáltica de las fibras musculares del estómago, que comprimen en todas direcciones la materia ali- menticia, y forman una ligera trituración, mientras que las humeda- des gástricas ablandan y maceran los alimentos antes de disolverlos. Por consiguiente se pudiera decir que el procedimiento de la diges- tión es á la vez químico, mecánico y vital; y según esto, los auto- tomo 111. s 138 DIG res de las teorías propuestas, para explicar su mecanismo, no se han engañado sino por atribuir á una causa única, como el calor, la fermentación, la putrefacción, la trituración, la maceracion y los xugos gástricos, lo que es el resultado del concurso de todas estas causas reunidas. Los alimentos hacen en el estómago una mansión mas ó menos larga, á proporción que por su naturaleza se prestan mas ó menos fácilmente á las mutaciones que deben sufrir. Gosse, de Ginebra, ha experimentado en sí mismo que la fibra animal y vegetal, la albúmi- na concretada, las partes blandas y tendinosas, las pastas amasadas con substancias grasientas y mantecosas, y las substancias no fer- mentadas ó poco fermentativas, permanecen mas largo tiempo en el estómago, y se resisten mas á los xugos gástricos que las partes ge- latinosas de los vegetales y de los animales, el pan fermentado &c: que estas últimas substancias solo tardaban una hora en disolverse completamente mientras que las primeras apenas se disolvían al cabo de muchas horas. Mientras que se efectúa la disolución de los alimentos, quedan cerrados exactamente los dos orificios del estómago: ningún gas des- prendido de los alimentos sube por el esófago, fuera de los casos de una mala digestión. Se sienten ligeros escalofríos; el pulso es mas vivo y mas duro; las fuerzas de la vida parecen abandonar los ór- ganos para dirigirse hacia aquel que es el asiento de la digestión. No tardan mucho en ponerse en acción las paredes del estómago; sus fibras circulares se contraen en diversos puntos de su extensión: es- tas oscilaciones peristálticas, primero vagas é inciertas, se hacen des- pués con mas regularidad , y se dirigen de arriba abaxo, y de izquier- da á derecha, es decir, desde el cardias hasta el piloro; ademas sus fibras longitudinales le encogen según la dirección de su mayor diá- metro, y de esta manera aproximan sus dos orificios. En estos d'fe- rentes movimientos se endereza el estómago sobre el piloro, y el án- gulo que forma con el duodeno casi desaparece completamente, lo qual facilita mas la salida de los alimentos. Se ha observado que se hace mejor la digestión durante el sueño, quando se descansa sobre el lado derecho que quando se duerme sobre el lado opuesto, y se ha atribuido esta diferencia á la compresión que puede hacer el híga- do sobre el estómago; pero mas bien consiste en que durmiendo so- bre el lado derecho se facilita mas el paso de los alimentos por su propia gravedad; pues la posición del estómago, naturalmente obli- qüa de izquierda á derecha, llega á serlo todavía mas por las muta- ciones que induce en él la presencia de los alimentos. Usos del piloro. La abertura del piloro está guarnecida de un anillo musculoso DIG 139 cubierto con una duplicatura de la membrana mucosa. Esta especie de esfínter la tiene exactamente cerrada durante el tiempo de la di- gestión estomacal, y niega el paso á los alimentos que no han sufri- do tod.ivía una alteración bastante profunda. Dotado de una sensi- bilidad particular y muy delicada, puede considerarse el piloro co- mo una especie de centinela vigilante, que no permite que entre cosa alguna en el conducto intestinal sin que haya experimentado prime- ro las mutaciones convenientes. Muchos autores citados por Haller han advertido que los alimentos no salen del estómago por el orden con que han entrado, sino según su digestibilidad mas ó menos fácil y pronta. Pudiéramos decir que en el estómago se verifica una verda- dera elección de los alimentos. Los que se han disuelto mas pronto se dirigen hacia el piloro, que les da libre paso, rechazando por el contrario aquellos que por no estar bien digeridos no le afectan co- mo corresponde. Contra este tacto delicado que atribuimos al pi- loro , contra este sentimiento exquisito por el qual hace una especie de elección entre los alimentos, tal vez se objetará el paso de las monedas ó de otros cuerpos extraños indigestos. Pero estas subs- tancias, que todas subsisten mas ó menos tiempo en el estómago an- tes de pasar á los intestinos, se presentan de breve en breve rato al orificio del piloro, y no le atraviesan sino después de haberle acos- tumbrado á este contacto. Sucede con el sistema gástrico lo mismo que con una glándula secretoria; y así como las raices de los con- ductos excretorios, dotados de una especie de sensibilidad electiva, no reciben el licor segregado hasta que ha sufrido las preparaciones convenientes en el parenquima glandular; de la misma manera el pi- loro ni admite los alimentos, ni los dexa pasar á los intestinos, que pueden mirarse como los conductos excretorios del estómago , sino después que han sido elaborados suficientemente por la acción de este órgano. Á medida que se vacia el estómago cesa el espasmo de la piel; á los escalofríos sucede un blando calor; el pulso se desenvuelve, se eleva su temperatura, y se aumenta la cantidad de la transpiración insensible. La digestión produce, pues, un movimiento general aná- logo á una accesión febril; y esta fiebre digestiva, ya descrita por los antiguos, se observa mas fácilmente en las mugeres, sobre todo en las que están dotadas de una sensibilidad exquisita. Nada de po- sitivo se puede establecer sobre la duración de la digestión estoma- cal. Los alimentos salen mas ó menos pronto del estómago, según oponen por su naturaleza mayor ó menor resistencia á las poten- cias que intentan disolverlos, conforme goza el ventrículo de mas ó menos fuerza y vigor, y á proporción que los xugos gástricos están dotados de una actividad mas ó menos considerable. No obstante se puede decir que el término medio de la digestión es de tres á qua- 140 DIG tro horas. Importa mucho saber en quanto tiempo se efectúa la di- solución de los alimentos, á fin de perturbarla con baños, sangrías &c., que llamarían hacia otros órganos aquellas fuerzas, cuya recon- centración en el estómago es conducente para la digestión ali- menticia. Si el estómago, como no se puede dudar, hace que influyan en su acción todos los órganos de la economía; si llama, digámoslo así, en su favor todo el sistema de las fuerzas vitales; y si esta especie de revulsión es tanto mas notable quanto la organización es mas de- licada, mas viva la sensibilidad, y mayor la susceptibilidad, se viene á los ojos quan útil es imponer una dieta severa en las enfermedades agudas, y en todos los casos en que se ocupa la naturaleza en un trabajo orgánico, que se desarreglaría ó interrumpiría sin remedio por una irritación un poco viva. Los que exercen el arte de curar en los grandes hospitales saben muy bien á quantos enfermos son fu- nestas las indigestiones. He visto á muchos que tenían úlceras bas- tante grandes, supuración abundante y de buena índole, carnes de muy buen color, que todo prometia un éxito feliz; pero algunos pa- rientes indiscretos les llevan á escondidas alimentos de mala diges- tión , y los hartan, á pesar de la mas activa vigilancia. El estómago acostumbrado aun régimen dietético, y cargado de repente de ali- mentos, se transforma en un centro de fluxión , hacia el qual se di- rigen los xugos y los humores. La irritación que se excita en él llega á ser superior á la que existe en la superficie ulcerada; esta dexa de cubrirse de pus; los pezoncitos carnosos se aplanan; se manifiesta una extrema opresión; á la dificultad de respirar se junta un dolor de costado pungitivo: el dolor de que se resiente simpáticamente el pulmón produce en este órgano una congestión inflamatoria y pu- rulenta; sobreviene el hipo, y los enfermos mueren sufocados al ca- bo de dos ó tres dias, y á veces en veinte y quatro horas: sobre to- do esta funesta terminación, como yo lo he presenciado muchas ve- ces , se acelera aplicando una cantárida en el parage dolorido, en vez de cubrir con ella la superficie ulcerada. Acaso asombrará que en este accidente llegue á ser el pulmón y no el estómago mismo el asiento de la congestión y del dolor; pero fuera de que el pulmón es el órgano mas poroso y mas débil del cuerpo, y el que se presta mas fácilmente á las fluxiones '; una multitud de exemplos prueba la estrecha simpatía que le une con el estómago. Baste traer á la memoria las pleuresías y peripneumonias biliosas, ó aquellos dolores agudos de costado, que después de Stoll combaten tan felizmente los Médicos con los vomitivos. La rapidez i Entre todos los órganos es el que ofrece mas lesiones orgánicas; y así los que han abierto muchos cadáveres han visto quan raro es hallar pulmones per- fectamente sanos en los adultos y en los ancianos. DIG 141 con que se desvanecen sus síntomas por la evacuación de las mate- rias saburrales de que está cargado el estómago, demuestra hasta la evidencia que estas enfermedades simpáticas no dimanan de trasla- darse la bilis al pulmón, ni tampoco consisten en la existencia si- multánea de una afección gástrica, y del estado inflamatorio de la pleura ó del pulmón ; sino que son simples afecciones gástricas, en las quales el pulmón es al mismo tiempo el asiento de un dolor simpático. La acción de las paredes del estómago no cesa sino quando esta viscera está completamente desembarazada de los alimentos que lle- naban su cavidad. El xugo gástrico, como no se excite su secre- ción por ningún estimulante, dexa entonces de ser derramado en tanta copia por sus arterias, y las paredes que se ponen en contacto son lubrificadas principalmente por las mucosidades que segrega con abundancia la túnica inferior. Á veces se trastorna enteramente la acción de las fibras muscu- lares del estómago contrayéndose desde el piloro hacia el cardias, y este movimiento antiperistáltico, en donde las contracciones se verifican con mas fuerza y rapidez , y de un modo verdaderamente convulsivo, produce el vómito. Entonces la acción de los músculos abdominales se junta con la del estómago: las visceras son repelidas hacia arriba y hacia atrás por la contracción de los músculos anchos del abdomen y el diafragma, que asciende hacia el pecho. Si este últi- mo órgano se deprimiera quando se contrae, entonces el esófago, que pasa por el intervalo de sus dos pilares, se hallaría comprimido, y no se verificaría la salida de las materias alimenticias por el orificio del cardias. Por eso se observa que solo en la espiración es quando pasan los alimentos del estómago al esófago. El vómito puede de- pender de la obstrucción del piloro, de la impresión demasiado ir- ritante de qualquier substancia en las paredes del estómago, y aun puede ser efecto de la irritación de otro órgano, con el qual simpa- tiza el estómago. De la digestión en el duodeno. Los alimentos saliendo del estómago pasan al duodeno, y expe- rimentan nuevas mutaciones tan esenciales como las que ha induci- do en ellos la digestión estomacal. Consistiendo la esencia de la di- gestión y su fin principal en la separación del alimento en dos par- tes , una excrementicia y otra quilosa ó nutritiva, se podria decir que el duodeno, en el qual se efectúa esta separación , es un órgano prin- cipal. En efecto, por mas atentamente que se examine el quimo ce- niciento que sale del estómago, no se verá mas que una pasta nueva homogénea; y en mas de cien animales vivos que he abierto durante 14» EIG su digestión, jamas he visto los vasos linfáticos del estómago llenos de un verdadero quilo como los de los intestinos. El duodeno puede considerarse como un segundo estómago, muy distinto de los demás intestinos delgados por su posición fuera del peritoneo, su amplitud, su fácil dilatabilidad, la magnitud y situación fixa de sus curvaturas, el gran número de válvulas conni- ventes de que está provisto su interior, la cantidad prodigiosa de va- sos quilíferos que nacen de él, y sobre todo por derramarse en su cavidad el xugo bilioso y el pancreático. Si se atiende á la disposi- ción del duodeno y á las particularidades de su estructura, se verá al instante que en este intestino todo debe retardar el curso de la materia alimenticia, y prolongar su mansión, á fin de que perma- nezca mas tiempo sujeta á la acción de los líquidos. Con efecto el duodeno está casi enteramente fuera del peritoneo, membrana se- rosa , como todas las que tapizan el interior de las grandes cavi- dades , y plegándose y replegándose después sobre las visceras con- tenidas en ellas las suministran cubiertas externas, es muy poco ex- tensible, y parece que no se extiende, quando estas visceras se di- latan , sino por el desenvolvimiento de sus numerosas duplicaturas. Adherido por un texido celular bastante floxo á la pared posterior del abdomen, el duodeno puede dilatarse en términos de igualar en grosor al estómago , como se ve bastante freqüentemente en las aber- turas de los cadáveres, y las curvaturas que describe dependen de los órganos inmediatos, y parecen fixarse casi invariablemente: en fin, su interior está erizado de numerosas válvulas, que aumentan los fro- tes , y dando al mismo tiempo mas extensión á su superficie, dan origen á un número considerable de vasos linfáticos destinados á chupar el quilo, separando en el duodeno de la parte excrementicia de los alimentos por la acción de los xugos que vierten los conduc- tos reunidos del hígado y del páncreas." [V. los artículos xugo PANCREÁTICO y BÍLIS.) Por todo lo que se ha expuesto se percibe que casi todo lo que es quilo se separa en los intestinos delgados, y principalmente en el duodeno, y las materias excrementales van pasando sucesivamente por todos los intestinos gruesos [V. intestinos); después se depo- sitan en el recto donde se detienen hasta ellas mismas, y estimulan y excitan la acción de los órganos que deben expelerlas. En los suge- tos robustos y sanos tres ó quatro horas son bastante para que se haga la digestión bien; pero los alimentos líquidos se digieren antes y con mas facilidad. En el estado de salud la digestión puede exe- cutarse mas ó menos bien en razón de las fuerzas digestivas y la de- bilidad ó mal estado del estómago, sea este primitivo ó adquirido. La buena teoría, dice Mr. Andrey, enmudece con respecto á la his- toria de las digestiones difíciles de ciertos alimentos, y de la prefe- DIG 143 rencia que solemos hacer de algunos que son buenos en general, que no convienen á otros estómagos, y que otros alimentos malos no son buenos para estos, y sí para aquellos que no pueden digerir los buenos; por lo que será ridículo que á los niños ó á los adultos se les haga tomar ciertos alimentos que les repugne, pues la naturaleza por lo regular huye de lo que le daña, sin que se pueda dar una razón de por qué sucede así, ni de la aversión, ni del capricho, di- gámoslo así, del estómago por ciertos alimentos. Estará de mas advertir que todos deben examinar los alimentos que digieren fácil y difícilmente para elegir los que sean mas análogos y puedan con- venirles, sin que produzcan náuseas 3 eruptos, y dificultad para di- gerirlos. Digestión. [Cir.) * Acción de la naturaleza, que convierte en pus los humores detenidos en los vasos, cuya continuidad está rota. La digestión es en las llagas y úlceras lo que la supuración es en los tumores.* DIGERIR y DIGESTIÓN. [Mat, Méd.) Digerir y poner en digestión es una operación de Farmacia, que consiste en dexar los cuerpos ó las substancias puestas en agua ó en alcohol por lo común á un calor suave como el del baño de arena al del sol, para extraer por los disolventes los principios activos que contenían; y así es que para la preparación de las tinturas, de los bálsamos compuestos &c. se emplea la digestión con la idea de no alterar las materias que se quieren disolver. F. DIGESTIVO. [Mat. Méd. ext.) * El digestivo es una especie de ungüento ó linimento que se aplica á las llagas para madurarlas y disponerlas á una supuración laudable. Quando el pus que estaba en- cerrado en el absceso se ha evacuado debe procurarse extraer el que queda enfiltrado y adherido á las carnes vecinas de la cavidad del absceso, que han sido comprehendidas en la extensión de la inflama- ción. El pus amontonado en aquella cavidad era antes de la evacua- ción un supurante', que facilitaba mucho el desinfarto de las carnes en aquella misma cavidad: obrando sobre su superficie entretenía en ella por la relaxacíon que procuraba en todas las partes sólidas dila- tadas , y formaba continuamente otras nuevas por la destrucción que causaba en el texido de las mismas carnes; el humor purulento que hallaba menos resistencia á correr hacia el foco del absceso en que aquel texido estaba relaxado, y donde todas las vías estaban abier- tas , iba de todas partes á reunirse allí. Por esto es necesario suplir á aquella reunión de pus después de la evacuación del absceso con remedios que continúen ablandando y relaxando las carnes, que deben desinfartarse en la cavidad del absce- so: sin esta precaución, la superficie de aquellas carnes expuesta al ayre se disecaría, el pus se espesaría, y causaría una dureza en las 14- f DIG mismas carnes que haría la curación difícil. Por esto también la pri- mera indicación para procurar la supuración de las carnes exige que las mantengamos en disposición, que facilite aquella supuración por medio de los supurantes emolientes introducidos en la cavidad del absceso; y aplicados exteriormente, sobre todo si las carnes infarta- das están firmes ó duras, á lo menos en este último caso es preciso continuar aplicando aquellos remedios á la parte afecta como se hacia antes de estar abierto el absceso. Mientras que el absceso no ha tenido salida exterior, la deprava- ción de los xugos purulentos no ha podido hacer un progreso tan rápido como quando está abierto, y el ayre puede penetrar en su cavidad; por esto en semejante caso se debe poner mucha atención en impedir aquella depravación, que en poco tiempo podía hacer muy dañosas las materias purulentas. Con esta mira á los supuran- tesjy madurantes, que introducimos en la cavidad del absceso, añadi- mos algunas substancias antipútridas y balsámicas, y esta mezcla es lo que constituye el remedio digestivo. Con esto se ve que no es un remedio que pudra, pues al contrario está compuesto de remedios antipútridos; pero la mezcla de estos con los untuosos y laxantes debe combinarse según el estado de la llaga. La relaxacion es la mi- ra principal que debemos tener en el uso de los digestivos quando las úlceras son susceptibles de inflamación, de irritación ó de compre- sión, y quando son muy dolorosas; pero si la úlcera va acompañada de contusión , ó de una disposición á la mortificación, que haga muy lánguida la acción orgánica de las carnes, se deben animar los digestivos con remedios activos y espirituosos; por lo qual distin- guimos en la Cirugía tres clases de digestivos, los laxantes, los baU sámicos y los animados. Como no haya alguna razón particular no se deben continuar mucho tiempo los digestivos, mayormente los relaxantes, pues de- bilitan mucho la acción orgánica de las carnes, y las hacen poner blandas, pálidas y fungosas. Hecho ya el desinfarto es menester mun- dificar y limpiar la llaga. El Cirujano inteligente sabe variar la fórmula de los ungüentos digestivos según la naturaleza y estado de la llaga ó la úlcera, y del pus que sale de ella. En algunos casos es menester aumentar, como se ha dicho, la acción de los vasos inmediatos á los que están em- barazados y rotos; en otros es preciso calmar el fuego de los sólidos; algunas veces es menester liquidar los humores gruesos y viscosos, cuya tenacidad se opone al desinfarto de los vasos. A veces, al con- trario , es preciso dar consistencia á una sanies demasiado tenue, y envolver, digámoslo así, por medio de incrasantes sus partículas acrimoniosas. Estos diferentes estados, determinados muchas veces por causas remotas, exigen toda la atención y prudencia de un buen DIG 145 Cirujano, para combinar según la indicación los remedios que deben componer el digestivo mas conveniente *. DIGESTIVOS. (Mat. Méd.) Se suele dar alguna vez este nombre á los medicamentos que promueven la digestión, y seducen blandamente el vientre, por tener una propiedad ligeramente estimu- lante é incindente ; de esta clase son las sales neutras, como el cré- mor de tártaro, ó tártaro soluble &c. De igual propiedad son otras substancias xabonosas, como la miel &c. ( V. les artículos de di- chas substancias.) DIGITAL. (Mat. Méd.) Digital es el nombre botánico de un género de plantas de la familia de las personadas de Tournefort, y de la didinamia angiospermia de Linneo. Este género comprehende diez especies bien conocidas hoy día; pero de solo una de ellas se vale la Materia Médica, y es la digital purpúrea, ó la grande digi- tal , que se llama vulgarmente dedalera. Linneo la caracteriza por la frase siguiente: Digitalispurpurea calycinis foliolis ovatis acutis, corollis obtusis labro superiore integro. Esta bella planta es de dos ó tres pies de alto, derecha, vellosa , y de un solo tallo; tiene hojas alternadas , ovales, lanceoladas , puntiagudas, dentadas y algodo- nadas por abaxo, y flores de color de púrpura teñidas por dentro, y colocadas en una espiga terminal, á las que suceden cápsulas ova- les , puntiagudas en rayas, que contienen muchas semillas. Se cria esta planta en las montañas, en los bosques elevados, en los sitios arenosos; es muy abundante en las inmediaciones de Paris, de Meu- don y otros parages. Florece en Junio y Julio. Hace mucho tiempo que se sabe en la Medicina que la digital purpúrea es una planta acre , emética, purgante y diurética. Algu- nos autores la han atribuido la propiedad deletérea de los solanos. Ray la creia peligrosa , y así prevenía el que se emplease con mu- cha precaución. Entre todos los autores de Mataría Médica Murray es el que ha hablado de ella con mas extensión; expondremos aquí lo que dice de sus virtudes. El sabor de las hojas de la digital es amargo y desagradable, y no se halla en ninguna otra planta una acritud tal, pues ulcera y quema la boca, la garganta, el esófago y el estómago; excita una abundante salivación; purga y hace vo- mitar fuertemente: este efecto se verifica principalmente tomando una cucharada del xugo de sus hojas en un quartillo de cerveza ca- liente. Lentin ha visto dos enfermos, que usando como dos tazas del cocimiento de dichas hojas han experimentado, ademas de las evacuaciones indicadas, una grande ansiedad , dolores, cardialgía, hipo y frialdad en las extremidades. Una prescripción imprudente de este remedio ha ocasionado resultados aun mucho mas enérgicos; una niña joven de edad de ocho años murió con ella; los páxaros pequeños, según Salerno, se embriagan, purgan violentamente, tomo in. t 146 DIG se ponen consuntos, y mueren con la acción de esta planta. Se ha alabado como un específico para la epilepsia. Parkinson asegura que cura esta enfermedad haciendo tomar en cocimiento con cebada en la dosis de dos puñados de hojas con quatro onzas del polipodio. Se ha propuesto también en las afecciones escrofulosas; y es principalmente en este caso para el que se administra hoy dia, decia Murray en 1776. Haller ha recogido muchos hechos de curaciones de escrófulas por medio de este remedio. Un hombre atacado de úlceras escro- fulosas en diferentes partes de su cuerpo, y principalmente en el muslo derecho, en términos que se trataba de hacer la amputación, se curó tomando dos veces al dia por espacio de catorce dias con- tinuados una cucharada del xugo de la digital con media azumbre de cerveza caliente, y aplicando sobre las úlceras las hojas de que se habia sacado su xugo. Una persona joven experimentó mucho alivio tomando una cucharada de este xugo ; tenia un tumor escro- fuloso en un ojo , el labio superior estaba muy entumecido é hin- chado, las articulaciones de los dedos hinchadas, y los dolores eran continuados. Un hombre que padecía por espacio de tres años un tumor escrofuloso en el codo derecho, del que habia padecido infinito, se curó casi enteramente en un mes tomando el xugo de las hojas de la digital con bastante abundancia. Estos hechos son to- mados de los sabios Prácticos de Edimburgo. La aplicación externa de estas hojas sobre las escrófulas es me- nos perjudicial, y casi tan eficaz como su administración interna, según Murray; esta aplicación, verificada algunas veces, merece el que se saque del olvido en que ha estado sumergida por tanto tiem- po. Se aplican las hojas machacadas , ó su xugo hecho ungüento con las substancias grasientas. Ray admitía la misma virtud en un lini- mento que hacia con las flores de la digital. Hulse afirmaba que este medio aprovechaba bien en los tumores secos, y perjudicaba en los húmedos ó en los que supuraban. Los Médicos y Cirujanos del hos- pital de Worcester han confirmado las propiedades de esta planta en los casos citados. Se ve , según este extracto de Murray, que los Ingleses han usado mucho de las hojas de la digital para las escró- fulas ; sin embargo la reputación de esta planta para esta enferme- dad no ha adquirido la confianza de estas naciones, y apenas se ha llegado á hacer uso de ellas. ^ Hace algunos años que se ha alabado en Inglaterra el uso de las hojas de la digital para la hidropesía. Dos ó tres hojas secas puestas en infusión en tres tazas de agua caliente, así como se hace el te, dicen que evacúan prontamente las aguas. Este remedio excita por lo común náuseas, vómitos y evacuaciones ventrales; pero la acción diurética se establece igualmente, y la hidropesía suele desaparecer DIL 147 al cabo de algunos dias ó de algunas semanas. Se puede consultar el extracto del resultado de un gran número de observaciones des- critas en los diarios ingleses sobre los efectos anti-hidrópicos de las hojas déla grande digital, ó de la digital purpúrea.Algunos Mé- dicos franceses han confirmado por su propia experiencia los efectos de este remedio: se asegura que es preferible á todo remedio en la hidropesía de pecho , y que se ha curado muchas veces esta terrible enfermedad con su administración. Se recomienda igualmente para los edemas, y sobre todo en las tumefacciones frías de las extre- midades. Muchos Prácticos, que se han ocupado desde algunos añcs en las substancias propias para curar la sarna y las afecciones cutá- neas, han colocado la digital con la aristoloquia y otras plantas aná- logas. Por último, la digital ha dado origen á muchas preparacio- nes particulares, como son el ungüento, el xarabe , el extracto y una tintura; pero no se conocen aun bien las modificaciones que sus propiedades ó sus virtudes reciben de las diferentes alteracio- nes que se la hace sufrir. Terminaremos este artículo diciendo que nosotros no recomendamos á los Médicos jóvenes esta planta , y sí que atiendan siempre á su grande energía y acritud, y que se acuer- den que ha estado colocada en el número de los venenos, y que se necesita mucha prudencia para administrarla interiormente. F. DILATACIÓN. [Cir.) Se llama dilatación la acción de sepa- rar un orificio ó los labios de una llaga para hacerla mas ancha. Mu- chos confunden en el uso la voz dilatación con incisión, y dicen co- munmente que han dilatado una llaga ó una úlcera quando la han agrandado por medio de una incisión , ó quando le han abierto un seno; pero lo que únicamente debemos entender por dilatación es la separación de los labios de una Haga ó de un orificio hecha sin instrumento cortante ; así es como se dilata la herida que se hace para la operación de la talla, apartando las piernas de la tenaza; quando queremos hacer una contraabertura á una úlcera la guarnece- mos exactamente, y la dilatamos con unas hilas para que no salga el pus por ninguna parte , y se vea precisado á hacer eminencia en la parte en que nos proponemos hacer la contraabertura. ( V. con- traabertura. ) Muchas veces dilatamos las llagas con unos pe- dazos de esponja preparada , ó de raiz de genciana, que se hinchan con la humedad de la parte y apartan sus bordes. El ano y la vagina se dilatan con unos instrumentos hechos á propósito, que lla- mamos dilatatorios. dilatación. ( Pat.) [Estapalabra significa lo mismo que diás- tole [V. este artículo.) en la economía animal, y sirve también para expresar el estado del corazón , de las arterias y de todos los vasos y sacos membranosos en que sus paredes son susceptibles de sepa- rarse de su exe ó centro común. Se emplea también esta palabra pa- 14S DIL ra expresar el estado de un vaso dilatado preternaturalrílente , como en la aneurisma y variz. (V. estos dos artículos.) ] DILUENTES. [Mat. Méd.) Los diluentes, diluentia, son todos los remedios capaces de disolver los humores y las materias espesas, de dar mayor fluidez que laque ellos tienen, y de pro- veer , en una palabra, de un vehículo que les haga correr fácilmente por los vasos y los emunctorios que ocupa, procurando de este mo- do su salida ó evacuación. Esta definición supone que los fluidos inspisados, que se proponen diluir con los remedios de que tratamos al presente, tienen una disolubilidad , ó una mezcla perfecta con el agua, porque la base de todos los diluentes posibles es el agua , y á la que deben su virtud todos estos medicamentos. Esta idea con- cuerda en efecto con los conocimientos que se poseen de la econo- mía animal; la mayor parte de los fluidos que ocupan las cavidades internas del cuerpo humano, ó que circulan por los vasos, son so- lubles en el agua, excepto la grasa, la medula y la materia albu- minosa concretada: las moléculas ó madexas de esta última, espesa- das en los canales, son al mismo tiempo susceptibles de ser, sino di- sueltos, á lo menos divididos y arrastrados por el agua aplicada en grande cantidad , como que esto tiene lugar en el uso de los di- luentes. Se conoce que estos remedios pueden, no solamente ser útiles aumentando la fluidez de los humores inspisados, sino también dis- minuyendo su acrimonia, dilatando, por decirlo así, las sales, que están envueltas en ellos por la estancación y fermentación que ex- perimentan ; de suerte que baxo este punto de vista los diluentes se vuelven dulcificantes. En fin, estos resultados están acompañados de una relaxacion de las hebras de los sólidos, y freqüentemente seguidos de evacuaciones de humores, que se han vuelto mas fluidos por diversos emunctorios; de suerte que los diluentes obran casi siempre como los relaxantes, los debilitantes, los calmantes , los laxantes, los diuréticos. los diaforéticos y otros semejantes. Todas las substancias insípidas y muy aquosas son muy solubles en el agua, y deben ser colocadas entre los diluentes; todas las aguas dulces y puras pertenecen á esta clase de medicamentos; se emplean con especialidad las aguas de manantial ó de fuente; las minerales insípidas y simplemente cálidas ; las infusiones ligeras de hojas, raices, tallos, flores y semillas suaves y desabridas; pero principalmente las hojas de verdolaga, lechuga, y el suero dulce, el agua de ternera, la de pollo y el caldo ligero de los cocimientos de las ranas. Se debia colocar en el primer orden el baño tibio. No hay un remedio tan diluente como el agua aplicada por algún tiempo á to- da la superficie del cuerpo. La cantidad de este fluido, que penetra DIL 149 los vasos absorventes y cutáneos, disuelve y diluye al mismo tiem- po con mucha mas valentía los humores espesos y viscosos conteni- dos en dicho sistema de vasos , ó en el texido celular, que los diluentes introducidos en el estómago. Si se deben preferir los úl- timos , es quando los fluidos muy consistentes, que hay intención de disolver, ocupan las primeras vias; el agua tibia aplicada á la su- perficie del cuerpo es mucho mas ventajosa, para lo qual es nece- sario diluir los fluidos contenidos en el conjunto del sistema vascu- lar, y penetra directamente por estavia. Ella se combina prontamen- te con los fluidos, y no relaxa nada ni debilita el estómago. Despue6 de lo que dexamos expuesto hasta aquí sobre el efecto de los diluentes, se observa que ellos templan el ardor de las calen- turas, apagan la sed, y pueden colocarse en la clase de los anti- flogísticos y de los debilitantes; constituyen en general una de las especies de remedios mas empleados, y suelen ser suficientes mu- chas veces solos en el tratamiento de la mayor parte de las enfer- medades agudas é inflamatorias. Se comienza freqüentemente la cu- ración de los afectos crónicos por su administración : hay asimismo otras muchas, como las enfermedades nerviosas ó espasmódicas, acom- pañadas de tensión y de sequedad que las curan enteramente. Debe- mos añadir á estas consideraciones generales, que el uso de los diluen- tes continuados por largo tiempo, ó muy repetidos, puede ser da- ñoso. De este uso se ha venido á un abuso en la práctica de la Me- dicina, y los Médicos jóvenes deben tenerlo advertido Dados con prodigalidad los diluentes enervan las fuerzas del estómago , hacen las digestiones lentas y penosas, ocasionan ventosidades, y produ- cen poco á poco todos los males, que consumen en seguida la debi- lidad de esta viscera. Se evitarán estos daños y este abuso empleán- dolos con moderación , y añadiendo de tiempo en tiempo los lige- ros tónicos, algunos cordiales, un poco del hierro muy atenuado: con el auxilio de estos remedios tan adequados á las circunstancias, se podrá continuar por mas tiempo su uso; lo que no se haría em- pleándolos solos. En el principio de los males crónicos es princi- palmente en donde se debia fixar la mayor atención para no prescri- bir los diluentes en una excesiva cantidad ó por mucho tiempo. Co- mo estas afecciones están casi siempre acompañadas de debilidad, de inercia, de atonia, como los fluidos están dispuestos á la estan- cación y sobreabundancia, es indispensable el comenzar el trata- miento por los diluentes, y es por lo regular dañoso el dilatar mu- cho este medio. Muchas enfermedades de esta clase se prolongan, y al mismo tiempo se hacen incurables por el abuso de esta prác- tica. Se ha solido preconizar que los diluentes son unos medica- mentos ¡nocentes, creyendo que su administración era casi nula respecto de los demás remedios; el error circula, por decirlo asi, i$o DIS baxo esta apariencia de inocencia; con esta medicina inactiva, las fuerzas, que tan necesarias son á la curación de estas enfermedades, se disminuyen poco á poco, se pierde el tono de las hebras, el sis- tema linfático se engurgita cada vez mas, ios líquidos forman una masa sin poder ser evacuados; y de este modo el mal se hace in- curable. Se observa freqüentemente mutación en las enfermedades nerviosas por el abuso de los baños , del caldo de ternera , de po- llo, del agua caliente; en una palabra, hay afecciones incurables á causa de la debilidad general, en que incurre todo el sistema. F. DIONIS ó DIONISIO. [Pedro) [Biog.) Consejero y primer Cirujano de la Delfina y de los Infantes de Francia, fué nombra- do demostrador de las disecciones anatómicas y de las operaciones químicas quando Luis xvi creó esta cátedra en su Real Jardin Bo- tánico. Este sabio murió en Paris su patria en 1718, después de ha- ber publicado varias obras estimadas en Francia y otros países, tan- to por su solidez , método y exactitud , como por la pureza del es- tilo. Las mas celebradas son: i.° Un Curso de operaciones de Ci- rugía, impreso en 1707 , y reimpreso después en 1736 con anota- ciones del célebre la Faye. 2.0 Anatomía del hombre , que traduxo después en lengua toscana el P. Parenino Jesuíta. 3.0 Un Arte de partear muy celebrado. DIOSCÓRIDES. [Pedacio) [Biog.) Médico de Anazarbe en Olida, no se sabe en qué tiempo; los mas lo colocan en tiempo de Nerón. Hubo una gran disputa entre Paridolfo Colenucio y Leo- nico Torneo sobre si Plinio habia seguidoá Dioscórides, ó al contra- rio, si Dioscórides habia aprendido de Plinio. Lo que se sabe de Dios- córides es que primero fué militar, y que luego se dedicó al co- nocimiento de los simples, sobre los quales publicó una obra , que después ha sido comentada por Matiole , y en nuestro idioma por Laguna. Los que después han tratado sobre esta materia se han apartado muy poco de los principios de Dioscórides. D. H. DIPLOE. [Anat.) Se da este nombre á una substancia ósea y esponjosa que se halla entre las dos substancias duras de los huesos del cráneo, la qual falta en los sitios en que estos huesos son delga- dos y transparentes. ( V. hueso. ) DISCUCIENTES. ( Mat. Méd.) Se da este nombre , según la antigua Enciclopedia, á unos medicamentos exteriores que tienen la propiedad de rarefacer los humores detenidos en qualquiera par- te, y de disiparlos por la transpiración. Comunmente es por donde se evacúan dichos humores mediante la acción de los discucientes, los quales se emplean igualmente siempre que hay que atenuar hu- mores espesos y viscosos, y así es que se pueden colocar en la clase de los incindentes: tales son las fumigaciones del vinagre puesto en un hierro hecho ascua que se suelen usar para los tumores indolentes DIS 151 producidos por la detención de humores espesos; si estos fuesen aun mas espesos, se aplicarán remedios mas activos, y entonces se disolverá la goma de amoniaco en vinagre, poniendo cataplasmas de plantas carminantes , que serán unos verdaderos discucientes. En los tumores ventosos que proceden de la acumulación de humores pituitosos y espesos, particularmente al rededor de las articulacio- nes , es necesario atenuar y desalojar los humores. Ambrosio Pereó recomienda en este caso las flores de manzanilla y de meliloto, las rosas roxas, los axenjos y el hisopo cocidos en una lexía, añadiendo medicamentos de esta especie si es menester. Los discucientes son también muy útiles en ciertas enfermedades de ojos, particular- mente para las manchas y opacidades ligeras de la córnea transparen- te: en estos casos se suelen emplear las aguas destiladas de hinojo, de celidonia , de eufrasia &c. : el cocimiento de manzanilla, meliloto, romero , hinojo &c. caliente , y recibiendo de él los vapores, produ- ce muy buenos efectos para dichas enfermedades , por lo que á es- tos remedios han llamado discucientes oftálmicos. De este modo se explica la antigua Enciclopedia con respecto á los discucientes, y según se hallan tratados en otros autores; pero es fácil de concebir que este artículo no es suficiente para dar á cono- cer la naturaleza, propiedades generales y usos de esta clase de re- medios , por lo que creemos necesario añadir algunas consideracio- nes ; pues muchos autores han confundido los discucientes con los resolutivos, teniéndolos como de una misma naturaleza; pero se de- be saber que la palabra discucientes designa una acción mas viva y enérgica que no tienen los resolutivos; y así es que los autores exac- tos han dado siempre el nombre de discucientes á los medicamen- tos , que hacen desaparecer los humores detenidos debaxo de la piel como los resolutivos, pero con una prontitud y energía mucho mas considerable que estos últimos. Por lo regular los discucientes son fundentes muy activos y penetrantes, ó estimulantes muy fuertes, que producen inmediatamente que se aplican una irritación considerable en los sólidos, disolviendo por conseqüencia fluidos es- pesos. Tales son el amoniaco ó álcali volátil fluido, el espíritu de vino ó alcohol rectificado, las aguas destiladas espirituosas , los vina- gres destilados aromáticos , los aceytes volátiles ó esenciales, las tin- turas espirituosas bien saturadas , las tinturas de cantáridas fuertes, los sulfures alcalinos, el agua cargada de gas hidrógeno sulfurado, las sales acres y casi cáusticas terrosas ó metálicas &c. También se atribuye á los discucientes la propiedad de conden- sar y expeler inmediatamente el ayre ó los fluidos aeriformes conte- nidos en el texido celular debaxo de la piel en todos los tumores enfisemáticos. Este efecto es debido sin duda por la acción que dan á los sólidos , aumentando su resorte para que hagan despedir lo* I£2 DIS fluidos elásticos que dilataban las paredes de las vesículas del texido celular en esta especie de afección. La nieve aplicada en gran can- tidad produce muchas veces este efecto: todos los líquidos que ocasionan frío en su evaporación , como el álcali volátil ó amoniaco, el alcohol, y principalmente el éter, deben contarse entre los dis- cucientes mas activos. Una prueba bien sensible del efecto pronto de estos medicamentos se manifiesta en las quemaduras, aplicando in- mediatamente sobre la parte dichas substancias, las que se oponen eficazmente á las congestiones y demás accidentes que suelen se- guirse. Aunque se ha dicho que los resolutivos tienen analogía con los discucientes, y que no se diferencian en general sino por una ac- ción menor , esto no se ha de tomar en su sentido riguroso, por- que sabemos que hay resolutivos que no obran por una qualidad es- timulante é incindente; al contrario, resuelven los humores rela- xando los sólidos, como los emolientes, los baños de vapor &c. Al- gunas veces también los calmantes ó los narcóticos producen una resolución, entorpeciendo el dolor que impedia fundir los infartos y detenciones espesas. Es necesario añadir á todas estas consideracio- nes , que hay algunos remedios que no se colocan en la clase de dis- cucientes , y sin embargo hacen desvanecer los humores detenidos en el sistema absorvente cutáneo ó celular. Tales son por exemplo las preparaciones del plomo, que quitan las erupciones y otras en- fermedades cutáneas, sin que se pueda atribuir á estos medicamen- tos ninguna qualidad estimulante , por lo que se llamarán discucien- tes accidentales. F. DISECCIÓN. La disección sirve ó para aprender la Anatomía, ó para reconocer las causas de las enfermedades, ó en fin para po- ner á descubierto la existencia de ciertos crímenes. (V. en este Dic- cionario los artículos anatomía patológica , cadáveres y FETOS.) DISENTERIA. (Med) Se da este nombre á una evacuación morbífica de vientre de materias sanguinolentas que salen con mucha freqüencia por el ano, padeciendo al mismo tiempo los enfermos el pujo ó tenesmo, y otros accidentes. Esta enfermedad constituye el género x de la clase novena de Fluxos de la Nosología de Sauvages. \V. el artículo fluxos.) DISFAGIA. [Med) Se da este nombre á la dificultad de tra- gar acompañada de dolor, pero sin ofender la respiración, en lo que se diferencia de la angina. Esta enfermedad constituye el géne- ro xvn de la clase de Dolores. [V. dolores.) DISLOCACIÓN. [Cir) Damos este nombre y también el de luxación á la separación de uno ó muchos huesos que naturalmente estaban unidos ó articulados, cuya separación es producida por al- DIS x$3 gnna causa violenta 6 preternatural. Para curar las dislocaciones es indispensable tener presente varias cosas: i.° se necesita conocer la estructura de las partes donde se halla la enfermedad: 2.° saber las diferentes especies de dislocaciones: 3.0 las causas que las producen: 4.0 los signos que manifiestan que los huesos están luxádos ó dislo- cados: 5.0 los accidentes que sobrevienen á estas enfermedades: o. el pronóstico que se ha de hacer, y los medios que se han de em- plear para curarlas. i.° El conocimiento de la estructura de las partes que están trastornadas por las dislocaciones, se puede adquirir consultando los artículos de la especie de articulación que haya sufrido la luxación, de los ligamentos, músculos, cartílagos, sinovia &c. [V. arti- culación.) ; pero por ahora diremos que los ligamentos de las ar- ticulaciones son de tres especies: unos solo sirven de membrana pa- ra contener la sinovia é impedir que salga de la articulación; otros para sujetar los huesos y limitar los movimientos, como los ligamen- tos circulares de las articulaciones por rotación, los rectos, obh- qüos, ó cruzados de las articulaciones por charnela &c. [V. L1GAf mentos.) Con relación á los músculos es necesario saber su disposi- ción , y cómo obran en los movimientos relativos á las articulacio- nes, su número, fuerza, situación, tendones, aponeuroses &c. No basta conocer solamente los que son propios para los movimientos de una articulación, sino también los que la cubren, como veremos mas adelante. Los cartílagos unos cubren y dan lisura é igualdad a las cabezas y cavidades de los huesos; otros aumentan los bordes de las cavidades; otros están entre los huesos articulados sin pertenecer á alguno de ellos, por lo que se llaman medios ó mas bien interme- diarios. [V. ternillas.) En quanto á la sinovia se sabe que se se- para por unas glanduliras que hay inmediatas á los ligamentos; este es un líquido glutinoso, muy claro y transparente, que humedece y lubrifica toda la articulación para facilitar los movimientos. [V. sino- via.) Se debe tener igualmente consideración en los vasos mas ó me- nos grandes, que pasan inmediatamente á las articulaciones para te- ner presente las compresiones ó roturas que pueden ocurrir. El co- nocimiento de la gordura solo influye para la aplicación de los lazos. En quanto á la piel, se deben considerar en ella las arrugas, las ci- catrices, las heridas, las úlceras, las fuentes, y los vicios de confor- mación , como las berrugas y otras excrecencias &c. 2.0 Las especies y diferencias de dislocaciones se toman por va- rias cosas, ya sea por la articulación del hueso, por el lugar que ocupa quando está luxado, por las causas que pueden dislocarle , por el tiempo que hace que está fuera de su lugar, finalmente por las enfermedades y accidentes que acompañan á las dislocaciones. Se ve- rifican estas en los huesos articulados por rotación , otras veces en los tomo 111. v 154 DIS articulados por charnela; á las quales se pueden añadir quando se apartan las suturas, se sacan los dientes, y quando se desunen los huesos articulados por ternillas. Las dislocaciones son completas quando el hueso está enteramen- te fuera de su cavidad; y se dicen incompletas quando aun esta el hueso en el borde de dicha cavidad. Quando hay muchas caoezas y cavidades puede haber dislocaciones, que llamamos incompletas, pues si una de las cabezas se introduce en la cavidad, como quando el cóndilo externo se desliza en la cavidad interna de la tibia, por ra- zón del lugar se puede decir también que la dislocación es interna quando el hueso es echado hacia adentro; que es externa quando es empujado hacia afuera; superior quando es arrojada arriba, é inferior quando lo es abaxo. Se llaman dislocaciones simples quando no están acompañadas de alguna enfermedad ó accidente molesto ; se llaman compuestas si hay varios huesos dislocados; y complicados si están acompañadas de apostemas, heridas, úlceras, fracturas, grandes dolores, calentu- ra, vigilia, convulsionó parálisis. 3.0 Las causas que producen las dislocaciones son internas ó ex- ternas; las que vienen de causas internas unas son producidas por convulsión de los músculos; otras por debilidad de los ligamentos; otras por la parálisis ayudada de la pesadez del cuerpo, ó solo de la del miembro; también puede suceder por serosidades que hume- decen y relaxan los ligamentos; otras hay que son causadas por vi- cios de la sinovia, que antes arroja fuera de su cavidad los huesos: también puede verificarse esto mismo por la hinchazón de los hue- sos, como se observa en los raquíticos &c. Examinaremos todas las causas que pueden producir las disloca- ciones, principiando por la convulsión. Es muy fácil comprehender que si los músculos que extienden una parte están mucho tiempo en contracción, no pudiendo mantener el equilibrio los que sirven al movimiento opuesto, debe salirse la cabeza del hueso del lado de los músculos relaxados, y el miembro será llevado al lado opuesto por los músculos que están en convulsión, lo que se observa mu- chas veces en los calambres. La debilidad de los ligamentos, la pa- rálisis y la pesadez de una parte, son causas poderosas de luxación; si se hallan, por exemplo, relaxados los ligamentos de la articula- ción del húmero con la escápula, ó están paralíticos los músculos que mueven el brazo, la pesadez de la parte hará salir la cabeza del húmero fuera de la cavidad de la escápula, porque entonces no la pueden sujetar los ligamentos, y los músculos no tienen la fuerza necesaria para sostener el brazo. Se debe tener presente que los ligamentos de las articulaciones sirven con. los músculos de mantener los huesos articulados, y que alr DIS iS5 teman en este oficio como para descansar; de modo que si alguna serosidad derramada humedece y relaxa los ligamentos, no debe ex- trañarse que entonces se luxén los huesos aunque los músculos no estén paralíticos, porque estos no están siempre en contracción, y la pesadez del miembro no cesa de obrar. Lo mismo sucede en la parálisis; aunque los ligamentos tengan su elasticidad natural, so- brevienen dislocaciones; porque obrando el peso del miembro con- tinuamente sobre los ligamentos, es causa de que estos pierdan su resorte. El acumularse la sinovia hace salir los huesos de sus cavidades; á proporción que se detiene este líquido va apartando la cabeza del hueso de su cavidad, lo que ocasiona la dislocación, y muchas ve- ces anquilosis. Las dislocaciones causadas por la hinchazón de las cabezas y ca- vidades de los huesos, sobrevienen á los niños que padecen raquitis; porque al mismo tiempo que las cabezas engruesan, las cavidades disminuyen por la misma tumefacción, de lo que se sigue que falta la proporción entre unas y otras, y los huesos se separan y se luxán. Lo mismo sucede en las dislocaciones que se hacen en los niños por los esfuerzos en un parto laborioso Es cierto que la cabeza del fémur se ha hecho y se ha formado por sí sola una nueva habitación, á expensas de las partes vecinas en el lugar extraño que ocupa. También se debe hacer juicio de que si en esta disposición, por alguna caida violenta, saliese el hueso de este muslo fuera del lugar extraño en donde está , el Cirujano estaría obligado á volverle áeste mismo lugar; porque aunque extraño, con cinco años de habitación, habrá adquirido el derecho de naturalidad, y la cavid.id cotiloide, que en otro tiempo le fué natural, le seria entonces un lugar extraño. No es extraordinario que los esfuerzos, los golpes y las caí- das ocasionen dislocaciones, pues se ve todos los dias; pero casi nunca sucede sin que los miembros estén apartados del cuerpo, co- mo se verá mas adelante. Signos diagnósticos de las dislocaciones. Estos signos son comunes ó propios; los comunes son los que acompañan a todas las dislocaciones, y los propios los que nos hacen distinguir cada especie. Los signos comunes son el dolor y la impo- sibilidad de mover el miembro, la cavidad que se observa en el lugar de donde salió el hueso, y la eminencia que se advierte en la parte donde se halla; e! miembro está mas largo ó mas corto, y vuelto á un lado ó á otro, según las diferentes especies, como se explicará n.as largamente en la descripción de los signos que manifiestan la dis- i$6 DIS locación completa ó incompleta; la que viene de causa interna ó ex- terna, ya se haga arriba, abaxo, adelante ó atrás. Advierto que el dolor y la imposibilidad de mover el miembro, no solo son signos comunes, sino también equívocos: hay sugetos que pueden aguantar tan poco los dolores, que los mas leves les son insoportables, y en este caso la imposibilidad del movimiento puede muy bien venir del temor de tener que sufrir el dolor; al contrario, otros hay que to- leran los dolores con tranquilidad, y se dexan mover las partes dis- locadas sin quejarse. Signos de la dislocación incompleta. i. La articulación está mas abultada que lo que naturalmente debia estar. 2. El miembro casi no muda de figura ni de longitud. 3. En el movimiento de la parte casi no se nota diferencia, ó á lo menos no tiene mayor disposición para moverse de un lado que de otro; lo que no sucede en la luxación completa. 4. Los dolores son mas vivos que en la dislocación completa. Daremos razón de todas estas cosas. La articulación está mas abultada que lo que naturalmente de- bía estar; porque la cabeza del hueso se halla sobre el borde de la cavidad, y un hueso dislocado en parte, y llevado sin dexar ente- ramente la articulación hacia una de sus extremidades, ó hacia uno de sus bordes, debe necesariamente formar eminencia en donde se halla. El miembro casi no muda de figura ni longitud; porque la cabeza del hueso no se aparta casi nada del centro de la cavidad, ó se aparta mucho menos que en la dislocación completa. La parte no tiene mayor disposición para moverse de un lado que de otro; por- que los músculos están casi igualmente tensos, por no ser suficiente la separación del hueso para mudar demasiado la distancia de sus ataduras. El enfermo tiene dolores mucho mas vivos que en la dis- locación completa, particularmente quando los bordes de la cavidad son altos; porque hay mayor tensión en los ligamentos y músculos quando la cabeza del hueso se halla sobre el borde de la cavidad, que quando está enteramente fuera; lo que no sucede si los bordes de la cavidad son baxos. Signos de la dislocación de causa interna. 1. La parte está vacilante como si estuviera pendiente de un hi- lo, porque en ella se halla siempre parálisis, la que algunas veces es la causa de la dislocación, y otras es efecto. 2. Se nota un es- pacio ó vacío al rededor de la articulación entre la cabeza del hueso y la cavidad que le recibe, que es efecto de la parálisis, de la DIS 157 relaxacion de los ligamentos, y de la pesadez de la parte; la que es causa de que se aparten las piezas articuladas unas de otras. 3. Se reduce fácilmente el hueso, y se vuelve á salir con la misma facili- dad ; porque habiendo perdido su resorte los ligamentos y músculos, no pueden oponerse á la reducción, ni retener la parte quando se ha reducido. 4. La parte está mas larga, porque los músculos y li- gamentos no exercen su oficio, y el miembro es continuamente tira- do por su propio peso. Estos signos son los que nos han dado los autores, pero no son suficientes, porque no se encuentran sino en las dislocaciones que so- brevienen á las extremidades por la parálisis de los músculos, y á la relaxacion de los ligamentos. Es necesario hacer ver que hay signos que señalan la luxación causada por la parálisis; que hay otros que manifiestan la que sobreviene por la convulsión, y finalmente que los hay que demuestran que solo la relaxacion de los ligamentos, la abun- dancia de la sinovia, ó la hinchazón de los huesos son causa de la luxación. Los signos de la dislocación, causada por la parálisis, son la ex- tenuación de la parte; muchas veces solo hay un leve dolor, el hue- so se reduce fácilmente, pero es dificultoso el mantenerle reducido. Los miembros dislocados por la relaxacion de los ligamentos, sin que haya parálisis en los músculos, no están extenuados; hay do- lor, hinchazón de la articulación, el miembro se acorta, y padece todas las malas conformaciones que causa la contracción de los mús- culos en las demás dislocaciones. No es necesario menos fuerza pa- ra reducir estas dislocaciones, que la que se necesita para reducir las de causas externas, y son menester vendajes mas ajustados para mantenerlas. A la dislocación producida por convulsión la acompaña el do- lor luego que empieza, quando se hace, y después de hecha , y la dificultad de reducirla es grande. Se conoce que la dislocación es causada por la abundancia y espesura de la sinovia, quando es im- posible hacer entrar el hueso en la cavidad , aunque sea fácil llevar- le hasta ella, y aun mas allá de sus bordes: por otra parte se siente resistencia queriéndole obligar á entrar en la cavidad, y se percibe un ruido semejante al que se hace quando se amasa el sebo. Las dislocaciones causadas por la hinchazón de la cabeza y cavi- dades de las articulaciones se manifiestan bastante por el volumen extraordinario de la articulación. Como rara vez sucede que estas dislocaciones sean completas, la figura del miembro se halla poco mudada. Los huesos se dislocan á la parte anterior y posterior, ala interna y externa , á la superior é inferior, y cada una de estas dis- locaciones se distingue por los signos siguientes: 1. Es regla general que quando un hueso está dislocado, la extremidad opuesta á la lu- 15b DIS x&cion se vuelve del lado opuesto al lugar que ocupa la cabeza dis- locada. 2. Si la extremidad del hueso, opuesta á la que está disloca- da, se vuelve hacia fuera , la dislocación est.i hacia dentro. 3. Si se vuelve hacia dentro, la dislocación está hacia fuera, y así de las de- mas ; excepto en las dislocaciones causadas por la parálisis. Accidentes de las dislocaciones. Los accidentes que acompañan á las luxaciones son el dolor, la pérdida del movimiento, los movimientos convulsivos, la parálisis, la vigilia, la inflamación, la gangrena, el cruxido, el anquilosis, el entorpecimiento &c. Tres indicaciones se presentan en general para la curación de las dislocaciones. La primera es reducir el hueso iuxádo: la7 segunda man- tenerle reducido; y la tercera corregir los accidentes presentes, y precaver los que puedan sobrevenir. No siempre se puede satisfacer la primera indicación, que es re- ducir el hueso dislocado, y se llama curativo, porque indica preci- samente lo que se ha de hacer para curar la enfermedad, pues se oponen á la reducción las complicaciones siguientes. Si se halla frac- tura , grande tensión ó contusión profunda es imposible reducir la dislocación; por exemplo, si el hueso del brazo está roto en su me- dio y dislocado en la escápula, no se pueden hacer las extensiones necesarias para reducirle, y es preciso abandonar absolutamente la luxación, si no es que la cabeza del hueso comprima mucho los va- sos grandes; pues en este caso se debe intentar y no diferir la reducción. Quando hay hinchazón ocasionada por una contusión profunda, y no por la compresión que podría hacer la cabeza del hueso dislocado en los vasos y otras partes, es necesario ante todas cosas remediar la tensión, contusión ó hinchazón; tanto porque estos accidentes son molestos por sí, como porque impiden hacer las extensiones necesa- rias, y muchas veces hacen dudoso y difícil el conocimiento de la enfermedad; pero si la hinchazón viene de la compresión que hace en los vasos sanguíneos la cabeza del hueso dislocado, es necesario reducirle al instante, y con esto cesará la hinchazón. El dolor vivo no impide hacer la reducción inmediatamente, sino quando la situa- ción extraña del hueso dislocado no es la única causa del dolor. Tres cosas son necesarias para reducir el hueso dislocado , es á sa- ber: la extensión , la contraextension , y conducir el hueso á su cavi- dad. Se llama extensión el movimiento que se hace para tirar la parte enferma hacia nosotros; y contraextenríon el esfuerzo que se hace para tirar la parte enferma hacia el cuerpo, ó para retener el cuerpo, de modo que no siga la parte enferma quando se la tira en la extensión. DIS 159 Para estar bien instruido en estas dos operaciones es preciso ^>or qué y con qué se hacen ; lo que se ha de observar en el acto de hacerlas, y finalmente los signos ó señales de que se han hecho con buen efecto. La extensión ó contraextension se hace para poner la cabeza del hueso á nivel de su cavidad natural, á fin de poder conducirla á ella fácilmente. Hace el Cirujano estas dos operaciones por sí solo, ó con el auxilio de Ayudantes, y solamente emplea las manos, ó se sirve de lazos ó máquinas. Las hace el Cirujano por sí solo en la reduc- ción de la mandíbula inferior, en la de los dedos, de la muñeca, en las del pie, y aigunas veces del codo, y también del brazo ó del muslo quando se les reduce con el talón; en los demás casos es ne- cesario Ayudantes, los quales obran solamente con sus manos quan- do basta una ligera extensión; con los lazos quando es necesaria una extensión mayor, ó con las máquinas quando las manos y los lazos no son suficientes. Se conoce que las extensiones son suficientes: 1. En que los lazos que hacen la extensión y contraextension se han apartado bastante uno de otro. 2. Quando una parte dislocada está en situación, asegu- rada y dispuesta á ser extendida, se manifiestan mas los músculos, porque se hinchan, y parece se preparan á tirar para oponerse al es- fuerzo que el enfermo espera de parte del Cirujano, ó de las máqui- nas de que se sirve; pero si en el esfuerzo de la extensión se aplanan y alargan los músculos, es señal que el hueso toma el camino de la cavidad de donde salió, y que las extensiones son suficientes. Quando se reconoce que los músculos están bastante alargados, se conduce el hueso á su cavidad con las manos ó las máquinas, ha- ciendo que afloxen poco á poco los que tiran para que el hueso se coloque. No siempre es necesario empujar el hueso, como aconsejan los antiguos, pues no habiéndose violentado mucho los músculos y ligamentos, estos le retiran con fuerza luego que cesa la extensión de los lazos ó máquinas; y esto es lo que hace el ruido, que regu- larmente se percibe al tiempo de la reducción. También seria dañoso algunas veces abandonar el hueso á toda la acción de los músculos: correrla riesgo: 1. Si hay un borde cartila- ginoso, de redoblarle afloxando de pronto los lazos; lo que podria causar un anquilcsis, ó á lo menos dificultad en el movimiento, y esto sucedería particularmente en la dislocación del muslo. 2. Quan- do la prontitud de volverse el hueso á su lugar no rompiese el borde cartilaginoso, la cabeza del hueso haría una gran contusión en los cartílagos de una y otra parte. Es necesario conducir el hueso ccn suavidad , á lo menos hasta estar asegurado de que toma bien el camino de su cavidad, en la que suele costar trabajo algunas veces para hacerle entrar, y otras entra por sí mismo. Este camino no siempre es el mas corto que ióo DIS puede tomar para volver á entrar; pero es aquel por el qual está in- dicado que salió de su cavidad, y se debe seguir aun quando no fuese el mas corto, así porque está ya trillado por la cabeza del hueso dislocado, como porque corresponde á la abertura de la bolsa ligamentosa que hizo la cabeza del hueso al tiempo de salir. Si no se sigue este camino trillado, se hace otro con trabajo del que opera, y dolor del enfermo; ademas de esto, llega la cabeza del hueso á su cavidad por un nuevo camino, no halla abertura en la membrana ligamentosa, y la redobla hacia la cavidad, lo que impide la perfec- ta reducción, y causa dolores, hinchazones, inflamaciones, abscesos y otros accidentes molestos. La segunda indicación de la cura de las dislocaciones es mante- ner el hueso reducido con los vendajes y la situación. Los vendajes son menos necesarios en las dislocaciones de causa externa que en las de causa interna; porque en las primeras los músculos retienen la parte mejor que todos los vendajes; pero en las dislocaciones de causa interna son absolutamente necesarios, particularmente en aque- llas que vienen por ía relaxacion de los ligamentos, ó por la paráli- sis; y la misma necesidad hay en las dislocaciones antiguas de causa externa, en donde ha sobrevenido parálisis ó disposición al anquilo- sis, y así en estas es menester también poner el vendaje un poco mas apretado que el que se aplica en las luxaciones recientes de causa externa, porque en la mayor parte de estas el vendaje solo sirve ara contener las compresas y los medicamentos. Estos vendajes se acen con las compresas y vendas arrolladas, las quales son mas ó menos largas según es necesario para mantener los huesos, ó sola- mente las compresas y defensivos que se aplican á la parte enferma. Por la situación se entiende el modo de colocar todo el cuerpo, ó solamente la parte; la situación de todo el cuerpo debe ser la de estar echado en todas las dislocaciones del tronco ó de las extremi- dades inferiores; pero en las de la mandíbula y de las extremidades superiores no es necesario que el enfermo esté en la cama. Hablando de los signos en general se dixo que no se debían mi- rar el dolor y el defecto de movimiento como signos ciertos de las dislocaciones; pero siempre son accidentes. La imposibilidad de mo- ver el miembro puede venir únicamente de la dislocación de los hue- sos, ó solo del temor de padecer: una persona muy sensible evita todos los movimientos dolorosos; pero en uno y otro caso esta im- posibilidad cesa por lo regular, así como el dolor luego que se ha reducido el hueso: esto es por lo regular, pues algunas veces el do- lor y la imposibilidad, que es la conseqüencia, subsisten aunque el hueso esté reducido; porque la grande extensión que se hizo para reducirle, pudo causar extensiones considerables, ó roturas en las fibras de los músculos y en las partes nerviosas. Entonces se re- DIS 161 currirá á los remedios que se van á proponer para las contusiones. Muchas veces hay tan grandes contusiones, que forman tumores dolorosos. En estos casos se debe sangrar al enfermo, usar los nar- cóticos, y aplicará la parte cataplasmas, unturas, fomentos y otros tópicos emolientes, anodinos y resolutivos. Los movimientos convulsivos los causa la tirantez de los nervios ó de las partes nerviosas; pero cesan regularmente luego que se ha reducido el hueso. La calentura sobreviene algunas veces por el do- lor vivo; muchas veces no viene hasta el tercero, quarto ó quinto dia, y en este caso la ocasiona la irritación que causa alguna materia infiltrada, ó la inflamación, la que nunca está sin calentura. Todo se calma con las sangrías largas, la dieta y otros remedios generales. Se aplican á la parte tópicos emolientes y resolutivos, que no cierren los poros, á los quales se añaden los anodinos y narcóticos, los que también se dan interiormente. La gangrena no sobreviene en el mismo lugar de la dislocación, sino siempre mas abaxo , á no ser que haya alguna herida. Esta gan- grena es causada por la compresión de los nervios y vasos sanguíneos lo mismo que la parálisis; lo que se observa en las dislocaciones de las vertebras y en todas las demás partes en donde los huesos luxa- dos comprimen los vasos, é impiden la distribución de la sangre y de los espíritus animales. El mejor medio para evitar la gangrena es hacer la reducción; pero si los huesos han estado mucho tiempo dis- locados, ó si al reducirlos han contundido las partes, puede sobre-* venir la gangrena, y entonces ella pide una curación particular. El ruido que se sigue á las luxaciones es causado por la falta de sinovia, ó por su mucha abundancia. Este ruido se advierte quando el miembro se mueve, sea por el frotamiento de los cartílagos de- masiado secos, ó por el murmullo de la sinovia demasiado abundan- te, ó también puede ser con el ayre mezclado con ella. Si la sinovia no se halla en suficiente cantidad, se frota la articulación con un aceyte penetrante, v se la aplican fomentos emolientes para suplir el defecto de la sinovia, y promover una filtración mas abundante. Si el exceso de este humor causa el ruido, se mueve la parte y se aplican á la articulación los resolutivos espirituosos, y si no obstante estas precauciones sobreviene anquilosis, se cura como se dirá ha- blando de esta enfermedad. Si hay herida, se hace un vendaje seme- jante al que se recomienda en su lugar para la fractura complicada, con el qual se mantiene la parte en situación sin tener que remover- la para las curaciones. No es necesario que el vendaje esté apretado, porque no sirve principalmente mas que para contener los remedios. Si sobreviene apostema, se cura según sus tiempos y su terminación; si se supura, se abre sin esperar que se madure; porque la materia detenida podría dañar las partes que están al rededor de la articula- tomom. x l6'2 DIS cion, y también entrar dentro, lo que ocasionaría una molesta en- fermedad. Quando la cabeza del hueso ha salido con tanta violencia que ha roto los ligamentos, los tendones y la piel, se la vuelve á su cavi- dad lo mas pronto que sea posible, y se cura la herida según arte; pero las mas veces sobreviene gangrena, lo que obliga á hacer la am- putación. Quando hay fractura y dislocación en un mismo hueso , se procura reducir la dislocación, después se repone y cura la fractura: si es imposible reducir la dislocación, lo que sucede quando la frac- tura está tan cerca de la articulación que no hay bastante trecho para hacer la extensión, se gobernará el Cirujano del modo siguien- te. Repondrá la fractura, aplicará á la dislocación los defensivos, después los resolutivos y fundentes, para mantener la fluidez de la sinovia, y quando esté formado el callo de los huesos fracturados hará la extensión para reducir la dislocación. Estos medios no siem- pre alcanzan, pero no hay otros. Lo único que se puede temer es, que después de un tiempo tan largo no pueda reducirse la disloca- ción, lo que no obstante no sucede siempre, pues se han reducido y curado luxaciones después de seis meses, un año y aun mas, y el ca- llo está firme y duro antes de este tiempo. Ademas de la aplicación de los tópicos, para evitar que se espese la sinovia de la articulación mientras se cura la fractura y se endu- rece el callo, luego que el hueso llega á tener bastante solidez en el lugar fracturado, se debe empezar á mover la articulación poco á poco y por grados, aumentando cada dia los movimientos, á fin de conservar la sinovia en su fluidez natural, y poder hacer la reduc- ción con buen efecto quando el callo esté bastante fuerte para aguan- tar las extensiones. Ext. de Petit. Dislocación de la mandíbula inferior. [Cir.) La man- díbula ó quixada inferior se articula con el hueso temporal por una artrodia (V. mandíbula.) Este hueso se disloca adelante de los dos lados, ú de uno solo, pues atrás no puede dislocarse, ni directamen- te del lado derecho al izquierdo, ni de este al derecho. Si se consul- ta la estructura del hueso temporal [V. este artículo.), se conocerá la razón de esta imposibilidad. Para dislocarse hacia adelante es ne- cesario que la boca esté abierta en el acto mismo de la dislocación, pues estando cerrada de ningún modo se puede luxár signos. Quan- do la dislocación es de los dos lados tiene el enfermo la boca abier- ta, y no puede mascar; los carrillos están aplanados; si quiere abrir la boca padece grandes dolores; no puede hablar claro; la saliva fluye con abundancia y sale involuntariamente de la boca; las fauces están secas; y por último no puede tragar sino con trabajo. Quando es solo de un lado, la boca no está tan abierta, la barba ó lo que se llama el mentón ó perilla, está hacia el lado opuesto del sitio de la DIS 163 dislocación, los dientes no están iguales con los de la mandíbth superior; la hinchazón y tensión de los músculos solo se_ advierte en un lado hallándose los demás síntomas en él. Es necesario tener mu- cho cuidado con los signos de esta dislocación, porque se ha visto equivocarse muchas veces con una hemiplegia &c Las causas de esta dislocación son internas ó externas, como se han descrito en el artículo de dislocaciones en general; pero ademas de estas generales, las particulares de esta que tratamos suelen ser los bostezos violentos, y también las risas inmoderadas. Aunque Hi- pócrates dice que si no se coloca esta dislocación inmediatamente sobreviene gran calentura, modorra, inflamación, convulsión, y tam- bién la muerte, los Prácticos modernos no convienen en ello, pues no creen semejantes conseqüencias. Petit asegura que jamas lo ha observado; nosotros hemos visto muchas luxaciones de esta especie, y algunas sin colocarse en varios dias, y sin embargo no se presenta- ron semejantes accidentes. En general esta dislocación no es molesta si se coloca pronto. Curación. Para colocar esta dislocación se sitúa al enfermo en un taburete ú otro asiento proporcionado á esta altura, de suerte que un ayudante pueda acomodar la cabeza del enfermo en su pecho en un rodete formado de lienzo, y con las manos le sujete por la frente, cruzando los dedos de las dos; sujeta de este modo está en Íunto fixo ó lo que llaman contraextension. El Cirujano después de aber cubierto sus dos dedos pulgares con un lienzo para no herirse con los dientes,los introduce en la boca, uno á la derecha y otro á la izquierda, apoyándolos en las últimas muelas lo mas cerca que sea posible de la articulación de la mandíbula; entonces empuja hacia abaxo y atrás; hacia abaxo para alargar los músculos, y atrás para colocar los cóndilos; por último levanta la parte anterior de la man- díbula, y retira los dedos hacia los carrillos para que no se lastimen ni compriman entre los dientes, lo que sucedería por la pronta con- tracción de los músculos, que entonces cierran repentinamente la mandíbula. Quando la dislocación no es mas que de un lado, en él solamente se hace la extensión y los demás movimientos para colo- carla. Esta dislocación ofrece mas dificultades para su colocación que la completa ó de los dos cóndilos. Todo el aparato y vendaje con- siste en un simple defensivo y una compresa en forma de fronda, de la qual se cruzan los cabos, y se atan en lo alto de la cabeza. El régimen dietético y los remedios generales, que se suelen emplear en otras disoluciones no son muy necesarios en este caso como no haya complicación. Ext. de P. Dislocación de las vertebras. Supuesto el conocimiento de las vertebras y de las partes que las rodean (V'. vertebras^ espina.) , no sera difícil concebir que estos huesos, aunque rara vez, 164 DIS pueden dislocarse completamente, enfermedad que produce in- evitablemente la muerte en el mismo instante, ó poco tiempo d:s- pues. Pero lo mas común es que se disloquen incompletamente, e to es, que las vertebras luxádas se tocan por la mayor parte de sus cuerpos, y no se dislocan del todo sino por sus apofi^es obliqüas, y no siempre las dos al mismo tiempo, y sí solo salir una de su sido, quedando la otra está casi en su situación natural. Una vertebra puede estar dislocada arriba ó abaxo solamente, ó al mismo tiempo en las dos partes; pero esto último pocas veces sucede. Hay dislo- caciones de una vertebra sola, otras veces lo están dos, tres ó mas. Los signos de las dislocaciones de las vertebras son comunes y propios. Los comunes son la figura deforme de rodo el cuerpo, la dificultad, y algunas veces la imposibilidad de andar, el entorpeci- miento de las partes que están debaxo de la dislocación, y finamen- te la parálisis, que suele seguirse inmediatamente, hl vientre se pone perezoso, las orinas y los excrementos se detienen los primeros dias, y después salen involuntariamente; entonces se sigue por lo común la gangrena, y no está distante la muerte. Los signos propios á cada especie de dislocación de las vertebras manifiestan si hay una ó mu- chas dislocadas, si la luxación es de las dos apotres obliqüas, ó si solo es de la obliqüa derecha ó izquierda. Quando están dislocadas dos ó tres vertebras, la corvadura de la espina es mayor cue quan- do solo está una. Si la dislocación es de las dos apofises ob.iqüas, la espina se halla doblada directamente adelante. El enfermo siente mucho dolor si se le dobla mas la espina, porque con la flexión se alargan mas los ligamentos y músculos extensores que se hallan en una violenta extensión. Al contrario, el enfermo siente algún alivio quando se endereza algo la espina, porque de este modo se disminu- ye la extensión de los músculos y ligamentos. Si solo se ha disloca- do una apofise obliqüa, no se dobla la espina directamente adelante, sino á un lado ú otro. Si está doblada al lado derecho se halla la dislocación en la apofise obliqüa izquierda, y al contrario si lo está á la izquierda, que entonces la dislocación será de la apofise derecha. Curación. Para reducir las vertebras dislocadas se pondrá antes á lo largo de una cama de tres pies de ancho un rollo de lienzo en forma de almohada larga, y se echa al enfermo en esta cama al tra- vés, apoyado el vientre sobre el rollo, de modo que corresponda enfrente de la vertebra luxáda: dos ayudantes apoyan, uno la parte superior de la espina cerca del principio del cuello, y otro en el hueso sacro para doblar la espina; entonces se comprime en el sitio de las vertebras dislocadas, que se percibe por el tumor &c., hacien- do como un apoyo que corresponda á la parte inferior de la espina; al mismo tiempo se levanta la parte superior del tronco, ó lo que está del lado de la cabeza, y con estos movimientos y otros apropia- DIS 16$ dos se reduce la dislocación. Las otras dos especies de dislocaciones de la espina ó las luxaciones de una sola apofise piden poco mas ó menos las mismas maniobras que las de las dos apofises obliqüas, pues se trata de aumentar la flexión de la espina, del mismo modo que esta i93 DIS cion originada inmediatamente de esta causa ocasional constituye la causa inmediata de la dislocación? Petit, y con él los Prácticos de nuestros dias han creído que irritadas y contundidas las diferen- tes partes dé la articulación, debia acumularse una cantidad mayor de sinovia, la que no siendo reabsorvida proporcionalmente, se acu- mula en la cavidad articular, distiende la cápsula, y desaloja poco á poco la cabeza del fémur de su sitio natural. De aquí los reme- dios astringentes, los fomentos con el alumbre y el espíritu de vino aconsejados exteriormente en la parte superior del muslo enfermo. Pero esta doctrina y la práctica que se ha seguido parecen estar Eoco conformes con la observación anatómica. Muchos hechos han echo ver á Desault que hay repetidas ocasiones de observar esta enfermedad. De estas y de lo que viene dicho resulta que la causa material de las dislocaciones voluntarias del fémur es una tumefac- ción de los cartílagos articulares; que altera y destruye su organi- zación ; que su presencia es una manifiesta contraindicación de todo medio mecánico con el objeto de proporcionar la reducción; que la organización alterada y al mismo tiempo mudada de las ternillas ha- ce inútil el uso de todo medio medicinal, como de los astringentes y resolutivos, con los que se intenta remediarla; y que aquí como en todos los demás casos el arte debe limitarse á paliar los efectos sin atacar á las causas. Dislocación de la rótula y de la tibia. (Cir.) Aunque la pierna se compone de dos huesos, que son el peroné y la tibia, solo esta se articula inmediatamente con el hueso del muslo. (V. tibia, peroné y rótula.) Conocida la estructura de estas partes, conocerá que la dislocación completa de la tibia es tan rara como difícil. La dislocación completa de la tibia parece ser caso tan raro co- mo difícil; pero la incompleta puede hacerse con mas facilidad , ya adelante ó atrás, ya adentro ó afuera. En estos casos la extremidad inferior de la pierna estará siempre vuelta del lado opuesto á la dis- locación , lo que no sucedería si esta fuese completa. En lo demás, para conocer y distinguir las dislocaciones de la pierna y sus especies, no hay necesidad de mas signos que la grande deformidad que se halla en la articulación, y que tan sensiblemente se ofrece á la vista y al tacto. Estando la rótula como se ha visto fuertemente atada á la tibia, no puede luxárse la pierna, sin que se disloque también la rótula y siga la tibia luxáda , sea adentro ó afuera, adelante ó atrás; de modo que la rótula se apartará mas ó menos según se separe mas ó menos la tibia. También puede dislocarse la rótula independientemente de la ti- bia. Quando se luxá hacia adentro la cavidad externa de la rótula, ó la que recibe el cóndilo externo del fémur, se halla sobre el con- DIS 199 dilo externo; y al contrario en la dislocación hacia afuera, la ca- vidad interna de la rótula es quien recibe el cóndilo externo del fémur. Algunos Prácticos creen que la rótula puede también luxárse sola, sea arriba ó abaxo; pero se debe advertir que no puede dislo- carse este hueso en esta dirección; ó á lo menos no habrá entonces una dislocación simple como quando se echa á los lados. En efecto, ¿cómo podrá luxárse la rótula hacia abaxo, estando sostenida hacia arriba por los extensores de la pierna? ¿.Y cómo se luxárá hacia ar- riba si el ligamento anterior la tiene siempre atada á la tuberosidad de la tibia? La rótula pues no puede baxar sin que haya rotura de la aponebrose de los extensores de la pierna, ni luxárse arriba sin que se rompa el ligamento que la ata á la tibia. Los que creen que es- tas dos dislocaciones pueden hacerse de otro modo, y que dicen haberlas visto, ó no han reconocido bien las roturas que ellas supo- nen necesariamente, ó han tenido la fractura de la rótula por su dis- locación. Qualquiera que piense de otro modo en este particular y quiera convencerse, haga ver una rótula luxáda hacia arriba. Yo encon- tré en efecto la rótula subida un través de dedo; pero también en el examen que hice de la parte reconocí que estaba roto el ligamento que ata este hueso á la tuberosidad de la tibia, é hice convenir á los asistentes. Esta rotura parecerá sin duda tan extraña como la de los tendones de aquiles: no obstante, aunque la posibilidad de la una y otra me han sido muy disputadas, espero que las personas juiciosas se convencerán sin dificultad con las observaciones que refiero de este asunto en otro lugar. No son necesarios mas signos de la dislocación de la rótula que la cavidad sensible que se advierte en el lugar de donde salió, y la eminencia que hace en la parte donde se halla. La dislocación de la pierna no puede dexar de ser infinitamente dañosa; y sin entrar en el discurso de las razones de este daño me remitiré á lo que se ha dicho en el capítulo general, es á saber, que quanto mas resiste una articulación, debe ser mas molesta su dislo- cación. La dislocación completa de la tibia casi siempre debe poner en la necesidad de la amputación; y aun quando haya la felicidad de poder evitar el llegar á este extremo, rara vez se logra el que cure el enfermo sin que sobrevenga anquílosis; porque todos los li- gamentos se hallan rotos, y sus xugos nutricios se derraman y espe- san junto con la sinovia de la articulación. Muchas veces también so- breviene anquilosis á la dislocación incompleta, principalmente sino se reduce con prontitud, ó si no se toman tedas las precauciones ne- cesarias para conservar los movimientos de Ja articulación. En quanto á la dislocación de la rótula, por sí sola es poco da- ñosa: no obstante algunas veces está acompañada de accidentes bas- aoo DIS tante considerables; por lo que las caidas ó los golpes, que son las causas, hacen al mismo tiempo contusiones muy sensibles en las apo- neuroses. Esta dislocación se reduce teniendo extendida la rodilla quanto sea posible, empujando hacia abaxo los músculos extensores de la pierna, y retrayéndolos hacia su inserción; y finalmente em- pujando la rótula con la mano para colocarla en su lugar. De qualquiera lado que esté dislocada la pierna se debe hacer la extensión y contraextension en línea recta, y luego que son suficien- tes se hace la reducción agarrando los cóndilos del fémur con una mano, la eminencia de la tibia con la otra, y empujándolas en di- recciones contrarias. El aparato es el mismo para la dislocación de la rótula que para la de la tibia. No es mas que contentivo del remedio en que se le moja, por lo que después de la reducción de la una ú de la otra se aplica simplemente una compresa de quatro ramales y ocho doble- ces , y con una venda de tres dedos de ancho y tres varas de largo se hacen circunvoluciones sobre la parte, formando alternativamente vueltas circulares y ochos de cifras hasta que se acabe la venda: el régimen y los remedios generales se deben observar como en las demás dislocaciones. Ext. de P. Dislocación del pie. Las luxaciones complicadas del pie co- mo las fracturas de la misma especie se manifiestan baxo formas muy diversas, las acompañan tantos accidentes particulares, y se las jun- tan tantas diferentes circunstancias, que seria difícil exponer para su curación las reglas generalmente aplicables. El arte tiene aquí un buen cúmulo de principios generales; pero ¡qué de exenciones y mo- dificaciones no experimentan! ¿Quién podrá fixar en efecto en este tratamiento los límites de la reducción, de la amputación, ó de la extirpación ? ¿ Quién podrá decir con exactitud, ya quando lo uno dexa de ser útil y se hace temerario, ya quando los otros son el único recurso del arte? Á la experiencia y al ingenio pertenece el decidir estas qüestiones á la cabecera de los enfermos; y en esto es menester instruir á los Prácticos mas bien con exempios que con preceptos. Este es el único objeto que nos hemos propuesto en este punto, el que será una conseqüencia racional de las observaciones, en las que la práctica de un gran Profesor, variada en sus medios, como la enfermedad en sus formas, servirá de modelo para otros casos seme- jantes. Nuestra experiencia se compone de hechos que nosotros coor- dinamos, como de aquellos que nosotros observamos. ¡ Qué podría decirse á un Cirujano, si para merecer este título solo obrase por su propia observancia! Aunque sea difícil hablar aquí sobre esta mate- ria en general, como viene ya dicho, se puede añadir sin embargo que los autores han exagerado demasiado el riesgo de las dislocado- DIS 201 nes complicadas del pie. Rezelosos de la gravedad de los accidentes, nada han esperado de esta confianza metódica, que nosotros acaba- mos da establecer en las fuerzas de la naturaleza. Han creido que diferentes de las demás dislocaciones, por sus síntomas, debian dife- renciarse también en su curación; que la reducción, haciendo per- manentes los accidentes, seria en este caso funesta, y que la ampu- tación , recurso cruel y extremo seria entonces el medio mas seguro. Hay casos sin duda en que toda esta doctrina se verificará del mis- mo modo, como son los sacudimientos enormes, en donde casi aban- donado de la pierna el pie, solo tiene algunas porciones carnosas, quedando en el medio algunos tendones. Pero por poco que los vasos se hayan conservado, y que haya esperanza de la circulación y de la vida todavía, la reducción debe siempre intentarse de antemano acompañada de una curación metó- dica, como lo manifiestan los repetidos exemplos. La práctica solo ha ofrecido á Petit dos ocasiones de ver una dislocación complicada del pie con separación del astragalo en su unión con el escafoides; el pronóstico que de ella forma es en general menos funesto que el de las demás dislocaciones del pie, con las que no ha visto compli- carse jamas, como lo comprueba la observación de dichos exemplos referidos en la obra de este autor; pero la experiencia de Desault nos ha manifestado en estas circunstancias, como en los casos antece- dentes, hasta qué punto debe entenderse nuestra confianza en las fuerzas de la naturaleza, dirigidas metódicamente por los auxilios grandes del arte. Quando el destrozo de esta articulación es tan considerable en el pie dislocado, que una dislaceracion mas ó menos grande en los tegumentos, en la cápsula y en los ligamentos, que unen al escafoi- des con el astragalo, permite á este hueso pasar al través de ellos, seria regularmente imprudente el intentar la reducción como se ha aconsejado en los demás casos; aquí efectivamente la tirantez ha sido excesiva en las partes inmediatas á la articulación: ademas la aumentaríamos con los esfuerzos ordinarios para reducirla, y mucho mas con las extensiones inevitables. Por mucha precaución que se to- me será difícil el evitar la tumefacción considerable, los dolores con- tinuados por largo tiempo, y sobre todo la mortificación del hueso expuesto por algún rato al ayre, las dilataciones y las dilaceracio- nes,que arrastran la salida inevitable del hueso tan mortificado. Se ha visto en este caso á la caries apoderarse de todo el pie, necesitar de los medios extremados, y producir accidentes que siempre es pre- ciso socorrer. ¿Qué medio emplearemos entonces? dos solamente: la amputación del pie y la extirpación del astragalo. El primero es un recurso cruel, del que solo se debe echar mano á lo último, por razón de que se debe por este medio conservar , manteniendo ilesa TOMO III. cc 202 DIS la porción de su cuerpo útil para el exercicio de sus funciones. Pero otra razón aun mis fuerte la proscribe en este caso: en medio del d^sírden que reyna entonces en toda la máquina, de los dolores agudos que experimenta el enfermo, de las convulsiones y de los de- lirios que reynan algunas veces, ¿qué esperanza puede haber del feliz sucedo? ¿La operación no ..ñadirá nuevos accidentes, no los agravan mas, y no los harí tamb'en ñus mortales? La experiencia nos lo asegura quando la razón no fuece suficiente para juzgarlo. La extirpación del astragalo es pues un medio preferible en estas circunstancias. ¿ guales son en efecto sus inconvenientes? El anqui- lose necesario del pie con la pierna, el acortamiento del miembro del lado enfermo. Pero una pierna anquilosada y acortada es aun preferible á una pierna de palo, que e- lo que resulta de hacer la am- putación ; por, otra parte este primer inconveniente en nada se opo- ne al andar ni al estar en pie ; el segundo ocasionaria la coxera; pero un talón mas alto que el otro evita algún tanto esta deformi- dad. ¿Qué s^n al fin estas desvéntalas ligeras en comparación de los resultados que se evitan? Pocos dolores acompañan á la extirpación del astragalo; la carencia de este cuerpo inte medio entre el pie y la pierna produce la relaxacion de las paites blandas circunvecinas, y precave los dolores y la tumefacción: si sobreviniesen depósitos, tratados metódicamente, tardarán muy poco en curarse. No hablamos aquí de las dislocaciones simples del pie, porque atendiendo á la estructura de esta parte, los usos que tiene, los mo- dos de dislocarse, y á los preceptos generales que convienen á toda articulación dislocada, sabremos remediar esta según queda ya esta- blecido. Ext. de Desault. DISOLUBLES. ( Mat. Méd) La disolubilidad de las substan- cias las unas con las otras es una de las propiedades de mayor im- portancia , considerándola en los medicamentos, porque influye de un modo muy decidido sobre su acción en la economía ani- mal. Es un principio asentado, que una materia indisoluble en los humores y en el agua no tiene mas que una propiedad medicinal muy 1-gera; en efecto no puede ser mas que por su peso, forma y temperatura, como puede obrar sobre nuestros óiganos. Quando por el contrario si una substancia qualquiera es soluble en el a°ua y en los humores animales quando penetra todo, reparte por todas partes la impresión de su sab^r, de su acritud y de su energía; y estas propiedades, que son el fundamento de la mas poderosa me- dicina, forman el incremento que ellas mismas producen en sí. Es tanto mis necesario penetrarse de esta verdad, quanto ella debe ser- vir de guia en la elección de un gran número de medicamentos, y principalmente de las sales neutras, y de tod.s las preparaciones quí- micas. (V. el artículo acción de los medicamentos.) F. DIS 203 DISOLUCIÓN. (Mat. Méd. y Pat) La disolución es una operación de Química, que se usa con mucha freqüencia para la preparación de los medicamentos; se aplica con mas particularidad para los líquidos salinos, ó para la unión de las sales, del azúcar, de las gomas &c. con el agua; aun se emplea este nombre freqüen- temente para las recetas y para todo aquello que guarda relación con ellas y para todo lo que es del resorte de la Química , y que de- be tratarse en el Diccionario de esta ciencia. Consúltense las obras de Química en el artículo recetas. Se vale á cada paso la Medicina de la expresión disolución de los humores, de la sangre, para manifestar la excesiva fluidez de estos líquidos; no se puede dudar que no hay en efecto enfermedades, en las quales la sangre ó los demás humores no tengan mas consistencia de la que debían tener en el estado de salud. Tal es, por exemplo, el escorbuto; la sangre en esta enfermedad es de un color subido, y con una fluidez tal, que se escapa por los vasos mas pequeños, y que solo se contiene á fuerza de mucha dificultad; así es que quando se emplea el nombre disolución para expresar este estado de liquefac- ción de la sangre, esta expresión es exacta; pero si se lleva su acep- ción hasta comprehender con ella que la sangre de muy consisten- te que era se vuelve muy fluida y realmente disuelta , entonces se adelanta una hipótesis, y la palabra disolución no es muy ve- rídica, pues valdría mas servirse de su defluidez de la sangre ó de la linfa que de disolución. Se puede motejar á la Medicina, ge- neralmente hablando , de haber admitido muchas expresiones vagas, que conducen á unas teorías inciertas, y á una práctica inútil ó perjudicial. F- DISOLVENTE UNIVERSAL. (Mat. Méd) La existencia de un disolvente general buscado hace mucho tiempo por los alqui- mistas y por los estudiosos, es una verdadera quimera, como la Me- dicina universal, con la que debia tener una analogía perfecta. Se ha condecorado este disolvente general con el nombre de alcaest; y no solamente se ha creído haber hallado uno único, sino que aun cada autor alquimista ha presumido tener el suyo particular; tal es el sueño de los hombres. F. DISOLVENTES. (Mat. Méd) La propiedad que exercen en general los disolventes en virtud de las atracciones químicas mas ó menos fuertes, es uno de los objetos que los Médicos debían cono- cer con el mayor cuidado , porque de ella se puede sacar á cada paso un buen partido; pues sin duda hay un gran número de medicamen- tos, que no obran sino por su qnaíidad disolvente; ya<í es que to- das las materias alcalinas puras ó cáusticas tienen una acción singular sobre las substancias animales, y forman en razón de esta propiedad la clase de los fundentes mas activos. Si se conociesen bien todas las 204 DIS diversas substancias que constituyen las tumefacciones, las estanca- ciones , las obstrucciones y los tumores situados en tal ó qual siste- ma de vasos, en tal ó qual viscera se hubiera ya encontrado inmedia- tamente los diferentes disolventes adequados para destruir ó fundir estos obstáculos. Siempre que se deba tratar de materias ó cuerpos extraños contenidos en las primeras vias, como en el caso de enve- nenamiento &c, conocida la naturaleza de estos cuerpos se emplean los medicamentos capaces de disipar dichos males, de disolverlos, de disminuir su energía, y de ponerlos en seguida en este estado de di- solución ó de inercia. Seria inútil traer exemplos para demostrar esta verdad; nadie ignora quantas luces ha suministrado la Química so- bre esta parte de la Terapéutica. El agua, los álcalis, los ácidos, el xabon , los sulfures alcalinos y ferruginosos, las aguas impregnadas de gas hidrógeno sulfurado son los principales disolventes que se em- plean con ventaja en los casos indicados. En fin, las circunstancias 6 el uso de los disolventes químicos de todos géneros pueden ser úti- les, y deben presentarse con tanta freqüencia en la práctica, por lo que se debe recomendar infinito á los Médicos jóvenes el estudio de una ciencia, que da á conocer la naturaleza y las diferencias de los disolventes. El empirismo no es el que debe guiar aquí los Físicos; la simple recordación de los sucesos en estos casos no es suficiente: la administración de remedios disolventes adequados á todas las in- dicaciones en que pueden ser útiles exige un conocimiento profun- do de las propiedades químicas de todos los cuerpos, y la Química es tan necesaria hoy dia para el diagnóstico y curación de las enfer- medades internas, como la Anatomía para la de las externas. Este conocimiento dirige ya útilmente la conducta del Médico en mu- chas circunstancias; así es que se prescribe provechosamente el xa- boncillo amoniacal en las tumefacciones lácteas de los pechos, y en los tumores manifiestamente linfáticos; así es que los álcalis fixos cáusticos sirven de poner rubicundo el texido de la piel, de obrar como cáusticos &c F. DISPEPSIA. (Med.) Algunos Nosologistas, y entre ellos Vo- gel y Cullen , han dado el nombre de dispepsia á una digestión que viene acompañada de hastío ó anorexia, vómitos, cardialgia , gastro- dinia y otros síntomas; pero Sauvages forma de estos síntomas varios géneros. (V. la clase de dolores, y los géneros gastrodinia y cardialgía.) DISPOSICIÓN. (Pat) Esta palabra significa el estado del cuerpo humano, que es susceptible de mudarse en bien ó en mal, ya se:¡ recobrando la salud si se ha perdido, ya sea recibiendo una en- fermedad estando sano; y así este término se toma en diferentes sen- tidos, y suele expresarse con la palabra latina tornada del griego diá- tesis (V. este artículo.), y así se dice diátesis inflamatoria frc. DIU 20$ DISTIQUtASIS. (Cir) * Es una incomodidad de los párpado?, que consiste en tener dos líneas de pelos. Este nombre se compone de dos palabras griegas, de las quales la una significa dos veces, y la otra orden. En la distiquiasis se percibe que por encima de las pes- tañas ordinarias y naturales crece otra fila extraordinaria, que esti- mulando la membrana del ojo , ocasiona en ella el dolor, y trae flu- xiones é inflamaciones, acompañadas de una trasudación continuada de lágrimas, regularmente de grandes úlceras, que llegan á producir la pérdida de la vista. Esta enfermedad se cura arrancando con unas pinzas pequeñas la segunda fila de pelos, y cauterizando los poros por donde salen *. DISTRACCIÓN ó DISIPACIÓN. (Hig) [ La palabra disi- pación ofrece diferentes sentidos igualmente relativos á la economía animal, quando el hombre se divierte y entretiene, distrayéndose por este medio de los trabajos de su ocupación que han precedido, empleándose agradable y tranquilamente, para disponerse de nuevo á sus tareas, pues estas perjudican infinito si constantemente estuvie- se dedicado á ella. La distracción, el entretenimiento y el placer son en realidad necesidades absolutas para el hombre, y si se ve privado de ellas, viene á incurrir en la melancolía, hipocondría &c. (V. el artículo exercicio. ) Se dice también que se han disipado las fuerzas quando se entrega con demasiado ardor y por mucho tiem- po á los trabajos penosos. Una de las distracciones, ó mas propia- mente dicho de las mas perjudiciales, es el amor desordenado, impu- ro y excesivo, el que es en extremo dañoso, particularmente á la ju- ventud ; nosotros hemos dado las razones de esto en el artículo amor físico. Los excesos en otros géneros de exercicios pueden causar resultados muy nocivos, porque todas las veces que se esfuerza la transpiración, se secan los sólidos, se desnaturalizan los fluidos, se altera la sangre, se hace inflamatoria &c, se suelen seguir las enfer- medades, que son las conseqüencias de este estado; y esto lo tenemos nada menos que en el adagio que nos lo da á conocer: es necesario consultar las fuerzas no sea que no se pueda resistir á las diversiones y exercicios excesivos, y arriesgarse de este modo á perder por im- prudencia los bienes mas preciosos que posee el hombre, que es la salud. ] DISURIA. (Med.) Se da este nombre á una enfermedad en la que se arrojan las orinas con dolor, siendo este muchas veces solo una sensación de ardor, ó como de calor. Constituye el género xxvn de la clase novena de Fluxos de la Nosología de Sauvages. (Véa- se FlU^OS.) DIVIESO. Es lo mismo que forúnculo. (V. este artículo.) DIURÉTICOS. (Mat. Méd) Se da el nombre de diuréticos á los remedios que tienen la propiedad de hacer salir la orina. Hay 2o6 DIÜ en general dos circunstancias en las enfermedades que indican el uso de íos diuréticos. Efectivamente en las afecciones de calentura y en las inflamatorias los enfermos no arrojan mas que una corta canti- dad de orina muy encendida, que quando sale se percibe una sensa- ción como de calor y acritud, ó bien en un gran número de enfer- medades crónicas; la orina se segrega con mucha dificultad , sea porque la parte mas fluida de los humores se desvia y acumula en qualquiera cavidad, como en las diferentes especies de hidropesías, sea porque algún obstáculo situado en los órganos urinarios, ó en las partes vecinas, se opone á la trascolacion de este fluido ex- crementicio. Por todas estas consideraciones importantes de los diversos casos generales en que se emplean los diuréticos con provecho es quando se han dividido estos remedios en dos clases, á saber, los diuréticos cálidos y los frios. Diuréticos fríos ó refrigerantes. Los ácidos minerales muy dilatados en agua, y en particular el ácido sulfúrico y el muriático debilitado, ó el espíritu de vitriolo, el espíritu de sal, el agua aci- dulada con el ácido carbónico, ó el ayre fixo. Las aguas gaseosas y acídulas naturales, tales son el agua de Seltz, la de St. Myor, la de Chateldon y de Vals, el nitro, las raices de grama, de nenúfar, del fresal; las hojas de parietaria , de borraxa, de acedera, de alelu- ya , las simientes frías y las emulsiones, los frutos agrios de li- món, naranja, cerezas, grosella, el ácido oxálico ó la sal de la ace- dera , el ácido tartaroso, crémor de tártaro, el vinagre ó ácido ace- toso &c. Diuréticos calientes. Los álcalis fixos, el amoniaco ó álcali volátil, las sales neutras amargas, el hierro muy atenuado en las aguas marciales, las raices de peregil, de"espárragos, de abrojos, de hierro, de filipéndula, de hinojo y de saxífragia. Las hojas de esco- lopendra, de voleza , de pimpinela, de chicoria silvestre y de tur- queta ó hemiaria. Las flores de manzanilla, de alcakengi y de ene- bro. Las semillas de anis, comino, chirivia, sésamo y bardana. La trementina, el bálsamo del Perú, el de copayba y el de la Meca. Las sales sacadas por la incineración del tamarisco, de los sarmien- tos de parra, del cardo benedicto, de los axenjos &c , que son to- das álcalis fixos en parte cáusticos, y mezclados con algunas sales neutras. El xabon,el vino blanco, las cucarachas y las cantáridas. Nadahay en ja práctica mas difícil que administrar con utilidad los diuréticos cálidos. Aunque los casos en que los autores los han recomendado sean muy multiplicados, y aunque la mayor parte de ellos los hayan recomendado en la caquexia, en la ictericia, hi- dropesía, afecciones hipocondriacas, escorbuto, flores blancas; y en fin, aunque los hayan exagerado, principalmente en las dificultades DIU 207 de orinar, en la supresión de orina, y en todas las enfermedades de los riñones; en general su uso ha sido menos seguro muchas veces de lo que han solido prometernos sus partidarios. Los Médicos jóve- nes deben pues prescribir con precaución estos remedios; pues deben acordarse que sus efectos son siempre muy activos, y por lo regu- lar diñosos en los enfermos que tienen calentura ardiente, que han experimentado alguna evacuación considerable, y en aquellos cuyos humores son espesos y cálidos. El modo de obrar de estos remedios es conocido; se creia comunmente que la mayor parte de los esti- mulantes diuréticos irritan los sólidos, los quales dividiendo y ate- nuando los fluidos, y algunos aumentando los movimientos de ellos, como el espárrago, los bálsamos vegetales y las cantárida*, parece que obran de un modo específico sobre los riñones y vexiga, por ser unas especies de estimulantes particulares de estos órganos. Se ha experimentado que ocurre freqüentemente lo mismo con la apli- ca -ion externa de las cantárida- en los ungüentos epispásticos. Todo el mundo sabe que el polvo de estos infectos aplicado sobre la piel produce ardores al orinar, a'guia vez uní disuria, y aun una iscu- ria completa. Se sabe igualmente que los bálsamos, la trementina, y al mismo tiempo l< s vapores olorosos llevan inmediatamente su olor á la orina. Esta acción tan sensible y fuerte, sobre todo con las can- táridas anuncia que no se deben administrar sino con una suma cau- tela todos los diuréticos cálidos, cuyos resultados son de la misma naturaleza, pero a la verdad menos activos. Las cantáridas por esta misma razón deben proscribirse casi totalmente en quanto á su uso interno; y hav muy pocos casos en que esté permitida su adminis- tración, pero en una cantidad muy pequeña. (V. cantáridas.) No se han tenido los mismos temores en quanto á los diuréticos fríos: convienen , hablando en general, en un gran número de casos; y se deben emplear en todas las enfermedades agudas, en las de las vias de la orina &c. La observación ha demostrado que la naturaleza produce eva« cuaciones críticas por las orinas. Los sedimentos que este fluido de- posita á la terminación de los males agudos, aquellos que se han observado en muchas enfermedades crónicas, y particularmente en la gota, reumatismo, enfermedades de los huesos, y otras, mani- fiestan que es un rumbo que elige la naturaleza freqüentemente para descartarle de los humores dañosos. Pero no está en el poder del 2rte el excirar voluntariamente esta especie de excreción crítica , y aun mucho menos de impedir los casos en que puedan hacerse no- civos. Por otra parte, estos diuréticos calientes son de todos los evacuantes aquellos que al menos corresponden á los efectos que se intentan; por lo que nosotros creemos deben insistir por mucho tiempo sobre esta clase de medicamentos, tanto mas quanto se era- •¿oS DOC plean mas prontamente como aperitivos, fundentes y estimulantes. Hay algunos casos en que los calmantes y antiespasmódicos se hacen diuréticos. Quando el dolor de algunas partes de los órganos urinarios los irrita y se opone á la secreción ó excreción de la orina, se concibe que los sedantes deben favorecerla amortiguando la sen- sación dolorosa. Si los vasos de los riñones, de los uréteres y vexiga son constriñidos por el espasmo, los antiespasmódicos le disminu- yen , y relaxando las paredes de estos órganos, procuran freqüen- temente una evacuación abundante de orina. Deben unirse comun- mente unos y otros remedios á los diluentes, á los emolientes y á los refrigerantes. F. DIVERSIÓN. (Med.) [Esta es la mutación que se produce por el recurso del arte en la carrera de un humor, que es conducido con mas abundancia que lo que corresponde al estado natural hacia una parte principal. Se hace retroceder este humor hacia otra parte menos esencial, ó se procura una evacuación por los conductos excretorios que se hallan mas próximos á recibirle. Esta mudanza no puede obrar de otro modo que por el medio de la revulsión y derivación. ] . DOCTRINA DE BROWN. Para dar toda la extensión nece- saria á este artículo era preciso ocupar en él un volumen entero; pero nosotros, sin faltar al plan que nos hemos propuesto en este Diccionario, nos contentaremos con presentar los principales fun- damentos de esta doctrina, que se han extractado del prospecto de Weikard, á cuya obra nos remitimos. La salud, dice Weikard, consiste en el exercicio grato, fácil y regular de todas las funciones animales. Si el estado de nuestro cuerpo se aparta de tal modo de la salud, y se acerca de tal modo al de la enfermedad, que parece hallarse en los últimos límites de la salud , aunque con apariencias de ella, en este caso nos hallamos en la predisposición á enfermar (oportunidad). La predisposición es en fin un estado medio entre la salud y la enfermedad. La enferme- dad consiste en un exercicio alterado, molesto y penoso de todas ó de algunas de las funciones animales. La salud, predisposición ó enfermedad actual forman el período de la vida animal. Ya veremos después que nuestra vida es un es- tado de violencia, pues debemos saber que los seres vivientes tie- nen tendencia á la destrucción, y solo algunos pocos entre otros se suelen libertar algunas veces por" cierto tiempo, pero con pérdida, y así todos deben ceder al destino inevitable de la muerte. Regu- lando prudentemente el influxo que esta potencia tiene sobre no- sotros , podemos únicamente precaver un fin y muerte demasiado temprana. Cada cuerpo viviente posee una propiedad, que le hace suscepti- DOC 2c9 ble ó capaz de sentir el influxo de la acción de ciertas fuerzas ex- ternas é internas, las quales causan también una alteración en el cur- so ordinario de las funciones animales. Si ninguna de estas fuerzas, ó bien sean estímulos, obra sobre este cuerpo, ó si por la aplicación de estas fuerzas no nace una alteración en las funciones animales, en este caso se halla en aquel estado llamado muerte. En la acción re- cíproca de estas fuerzas interna y externa , y en la modificación de las funciones que se siguen á su conseqüencia, consiste casi solo todo lo esencial de la vida. Quitándose pues la recíproca acción de estos estímulos internos y externos, inmediatamente la modificación de la máquina que depende de ellos cesa terminando la vida animal, pues que nada otra cosa se requiere para su existencia. Los principios fundamentales de esta doctrina Browniana consis- ten en el conocimiento de lo que llama Brown excitabilidad, fuerzas excitantes y excitamento: procuraremos dar una idea su- cinta de estas voces y de su aplicación á esta nueva teoría. La excita- bilidad es la aptitud ó disposición que tiene todo viviente á recibir el estímulo ó impresión de las fuerzas excitantes ; y excitamen- to es el resultado ó efecto de estas fuerzas sobre la excitabilidad. Las fuerzas excitantes son los estímulos capaces de obrar sobre la excitabilidad, los quales se dividen en internos y externos. Estos son: el calor, los alimentos, la sangre y humores segregados de ella, el ayre y la luz ; dudando Brown si deben contarse entre es- tos el contagio y los venenos. Aquellos son : la contracción muscu- lar , los sentidos, la energía del celebro en el meditar, y en los mo- vimientos y en las pasiones del alma. Estas fuerzas animales, cuya total acción puede reducirse á la sensación, al movimiento, á las funciones mentales y á las pasiones, producen por sí mismas iguales efectos que las externas, diferenciándose unas y otras entre sí por el grado de actividad, y no por el modo de obrar, que siempre es el mismo. Los estímulos y la excitabilidad deben considerarse como princi- pios vitales, y en conseqüencia la vida, como un estado violento, dependiente de la acción de aquellos sobre la excitabilidad; pero ni esta ni los estímulos solos constituyen la vida , y quando el uno ó el otro es excesivo, sucede la muerte. Asimismo consiste la salud en un excitamento moderado, de modo que quando este es mayor proviniendo de estímulos, ó muy continuados, da origen á las en- fermedades de sobrado vigor, y quando es menor del que conviene á las de debilidad. La falta total de estímulo es la misma muerte. En conseqüencia la vida humana, sea en estado de salud ó de enfer- medad , no pende sino de los estímulos , cuyo principio fundamen- tal destruye toda la teoría de la Patología humoral, que han abra- zado constantemente los Médicos hasta ahora. Pero estos mismos TOMO III. DD 210 DOC estímulos, estas fuerzas excitantes de donde dimana el excitamento, al cabo nos conducen naturalmente á la muerte. Mediante la siguien- te escala del Doctor Brown, se comprehenderán mejor el aumen- to y diminución de que es susceptible la excitabilidad con relación á los estímulos ó fuerzas excitantes. o 10 20 30 40 50 60 70 80 exe ita bilí dad 80 70 60 50 40 30 20 10 o Supóngase que la cantidud absoluta de excitabilidad que tenemos al principio de la vida, antes que ninguna parte de ella haya sido con- sumida por la acción de los estímulos, es de 80 grados. Según la pro- porción con que estos se aplican desde el principio al fin de la esca- la , se va consumiendo la excitabilidad; con esto su dispendio es proporcionado á la acción y operación de las potencias excitantes ; y al contrario, su acumulación lo es á la falta de la acción de estas, conforme se expresa por los números colocados en esta escala. Si se aplica pues un grado de estímulo , se consume otro de excitabili- dad , y todos los estímulos sucesivos destruyen la excitabilidad en proporción exactamente igual á los grados de fuerza de que están dotados. Así una fuerza de estímulo ó potencia excitante, igual á 10 grados, reduce la excitabilidad al grado 70, un estímulo de 20 grados de fuerza la reduce al de 60, uno de 30 al de 50 &c. Al contrario, la detracción de las potencias excitantes da lugar á la acumulación de la excitabilidad. Por esto quando el estímulo, ha- biendo llegado al grado 79, constituye un solo grado de vida, si pierde un grado de su fuerza, quedarán dos grados de excitabili- dad ; y si aumenta un grado, á saber, hasta el 80, ya la consumió toda : asimismo 70 grados de estímulo no dexan mas que 10 gra- dos de excitabilidad , 60 dexarán 20 &c. Por tanto , el excitamen- to es relativo á la consunción de la excitabilidad por las potencias excitantes, resultando la fuerza y robustez de la proporcionada diminución del grado de excitabilidad, y de los grados aumenta- dos del excitamento. Pero quando este por razón de los estímulos ha llegado al grado 40, se halla ya en el punto mas alto á que pue- de subir. Brown es el primero que nos ha enseñado que la fuerza del cuerpo está en razón inversa de la proporción de la excitabili- dad con la del excitamento. No pudiendo este subir mas arriba del grado 40, se disminuye hasta parar á cero, ó á la muerte, porque cero de excitabilidad y cero de excitamento determinan infalible- mente el término de la vida humana. DOC 211 Los remedios estimulantes aumentan pues la fuerza de la vida, mientras que ni la excitabilidad ni el excitamento excedan el gra- do 40. El abuso ó la falta de acción de las potencias estimulantes causa en el discurso de la vida los diversos estados de la enferme- dad , que por esto se reducen al exceso ó defecto como veremos. Todo lo que obra sobre la excitabilidad está dotado de una fuer- za estimulante , la que puede ser grande, excesiva, proporcionada, y débil ó defectiva. Las causas debilitantes son aquellas que disminuyen el excita- mento , ó que obran con una fuerza menor de la que se requiere para la salud,supuesto que en la naturaleza no hay remedios positi* vamente debilitantes ó sedativos. Estos deben contarse entre las po- tencias estimulantes ó nocivas, aunque en cierto modo, dice Wei- kard, pueden considerarse también como activas, en quanto pro- mueven acumulamiento de excitabilidad: el frío y la hambre, aun- que debiliten , pueden mirarse como causas estimulantes y activas, supuesto que dan origen á enfermedades procedentes de defecto de excitamento ó de acumulamiento de excitabilidad. La excitabilidad no debe confundirse con la irritabilidad, ó me- jor contractilidad: esta reside solo en la fibra muscular; pero aque- lla no solo en esta fibra, sino en todo el sistema nervioso. La ex- citabilidad se extiende á toda la máquina, y es una propiedad uni- versal é indivisible. En todas las partes del cuerpo hay excitabili- dad, aunque unas sean mas excitables que otras, y los efectos no sean siempre los mismos : así vemos con los ojos y no con la nariz, lo que no proviene de una excitabilidad de diversa naturaleza, sino de la particular estructura orgánica de estas partes. La excitabilidad es tanto mayor , quanto ha sido menor la fuerza ó duración de los estímulos sobre ella. El infante que vive en la inacción, y se alimenta de manjares poco substanciosos, tie- ne mucha mas excitabilidad que el adulto, que ha consumido la su- ya con el trabajo , bebidas espirituosas y varios desórdenes. Si en ambos se aplica un mismo estímulo producirá un excitamento tan excesivo en aquel, como defectivo en este. Un estímulo mediano sobre proporcionada excitabilidad produ- ce y conserva la salud : quando es menor ó mínimo da origen á las enfermedades de debilidad : el mayor causa enfermedades de exce- sivo excitamento; pero si excede ciertos límites, se reproduce la debilidad faltando el excitamento. De aquí establece el Doctor Brown dos géneros de debilidad , una directa, que proviene de fal- ta de estímulos, y otra indirecta, que nace de la excesiva fuerza ó continuación de estos, con los que se destruye el excitamento. El primer género de debilidad se ha de corregir promoviendo el excitamento con la debida aplicación de los remedios excitantes, á 2I2 DOC saber, empezando por un estímulo muy débil, y aumentándole proporcionadamente ó por grados. Un estímulo, aunque mínimo, tiene tanta mas actividad quanto la excitabilidad está mas acumu- lada; pero puede ser esta tan excesiva, que el excitamento ó regu- lar exercicio de las funciones animales sea irreparable. Dicta la pru- dencia , dice Weikard, que se empleen mas estímulos en las calen- turas recientes que en las inveteradas, y aun mas en las dolencias cuya debilidad es poca , que en aquellas en que es considerable , y por último, mas en las afecciones ligeras, que en las mismas calen- turas; pero empezando siempre por una dosis pequeña , y aumen- tándola por grados. . . , , En la debilidad indirecta conviene disminuir luego el excita- mento por medio de un estímulo grande, pero menor que aquel que promovió el excitamento inmoderado. Todo el fin del Médico debe dirigirse á aumentar proporcionadamente la excitabilidad, de modo que puedan después los estímulos obrar con mayor energía. De todo lo dicho se ve quan fácilmente pueden sucederse ambas debilidades en un mismo enfermo, y lo debe tener presente el Mé- dico Browniano para no pasar de un extremo á otro con el abuso de los remedios excitantes. También hay casos, dice Weikard, en que se hallan complicadas en un mismo enfermo ambas debilidades, como sucede casi siempre en las calenturas malignas, contagiosas y en la peste. Confieso que la inteligencia de esto es para mí tan difí- cil como metafísica la explicación con que el Doctor Don Josef Frank se esfuerza á probar esta posibilidad en la nota que puso á la versión italiana del Prospecto del Doctor Weikard , p.87, 88 y 89. Quanto he expuesto hasta aquí se comprehenderá mejor por medio de la comparación siguiente. Figúrese la excitabilidad en una madexa de hilo puesta en una devanadera, que represente el sistema en que aquella está repartida : la mano del que devana es el estímulo, y la vuelta que da la devanadera el excitamento ó la imagen de la vida. Si la mano obra con mediana fuerza, la vuelta que da la devanadera es moderada, qual conviene , y la madexa se va disminuyendo gradual y debidamente ; con lo que se repre- senta el estado de salud. Si el movimiento de la mano es mas lento, la devanadera tarda mas en dar la vuelta, á cada punto parece que ha de pararse, y la madexa se desenvuelve poquito á poco, dismi- nuyéndose muy lentamente; con lo que se representa el estado de debilidad directa. Para remediarlo debe aumentar la mano por gra- dos su movimiento , y reducir á una mediocridad el giro de la de- vanadera; pero si quiere aumentarle con ímpetu se expone á rom- per el hilo. Esto puntualmente sucede en la curación propia ó im- propia de la debilidad directa. Si la mano obra con excesiva fuer- za , el giro es mas veloz, y el hilo de la madexa se disminuye no- DOC 2T3 tablemente ; mas por la demasiada violencia corre riesgo de rom-, perse á cada momento. Con esto se denotan las enfermedades de vigor, que se calman con la detracción de los estímulos del modo que se disminuye el movimiento de la devanadera con la menor actividad de la mano. Si esta, en vez de disminuir su acción , la au- menta con violencia, rueda la devanadera con tanta celeridad, que en breve se trastorna el hilo por la dirección opuesta, se retarda el giro, y por sí misma se para la devanadera; todo lo que denota la debilidad indirecta, que no se remedia sino con la graduación re- trograda de los estímulos, así como no se corrige el movimiento inverso de la devanadera sino por medio de la vuelta retrograda. Esta es la debilidad indirecta que"1 sucede al estado esténico , la que no obstante puede venir también fácilmente hasta en el estado de debilidad indirecta, si se aplican los estímulos con sobrada abun- dancia , como sucedería fácilmente la revolución del hilo en la di- rección opuesta si con un golpe violento se intentase aumentar el movimiento tardo de la devanadera. Si la mano prosigue obrando con fuerte impulso para devanar en breve todo el hilo, se rompe y la devanadera se para , por mas que la madexa sea gruesa todavía. De este modo se presenta en la abundante excitabilidad la debilidad indirecta ó la muerte. Los freqüentes y breves retardos, y las de- tenciones que sufre la devanadera, podrían dar una idea del sueño. Con todo lo dicho se da á conocer el modo graduado con que se desenvuelve y consume la excitabilidad. De aquí se verá fácilmente el origen de las afecciones morbo- sas, que divide el Doctor Brown en universales y locales. Aque- llas son comunes á todo el cuerpo , estas afectan una sola parte: las primeras siempre van precedidas de la predisposición , que es de la misma naturaleza de la enfermedad subsiguiente, las segundas nunca : por tanto la curación de estas se debe dirigir solamente á la parte afecta , la de aquellas á todo el sistema. No obstante con- viene tener presente , que las afecciones locales pueden pasar á uni- versales , por exemplo : las substancias acres y corrosivas, los ve- nenos , los instrumentos, las contusiones &c. que producen vicios locales, pueden causar hemorragias, inflamaciones &c, de donde es capaz de nacer la afección general de la máquina , teniendo en consentimiento todo el sistema. Del mismo modo las universales pueden degenerar en locales, como se ve en las supuraciones, en las pústulas y en las gangrenas &c. Envuelve muchas veces gran dificultad el poder distinguir en ca- da enfermo si la afección es universal, ó proviene de vicio local: el que acertare á distinguir bien estas dolencias, podrá desde luego asegurar quales sean curables, y quales no. Muchas enfermedades han burlado los efectos de este método , porque han dependido de 214 D0C vicio local, que no ha sabido distinguir el Facultativo. Las potencias estimulantes obran en las partes sólidas: según el estado de ellas, el género de excitamento que tengan , y de los efec- tos de este, nace la alteración en los fluidos. Por consiguiente el ex- citamento sobrado ó defectivo en la causa próxima de las afeccio- nes universales, que se dividen en enfermedades de excitamento ó de vigor excesivo , llamadas esténicas y jlogísticas, y en enferme- dades de exceso de debilidad , ó de falta de excitamento, que se llaman asténicas ó antisténicas, y entrambas se curan con dos métodos, á saber : quando el estímulo ó excitamento es excesivo debe disminuirse, y quando defectivo se ha de aumentar ó hacer mas activo hasta poner en ambos casos el equilibrio en la máquina. El estado de esta, en el que se manifiestan las afecciones esté- nicas , ó la predisposición á las mismas, se llama constitución esté- nica (diátesis esténica); y el estado de la predisposición á las as- ténicas , ó esta misma enfermedad, constitución asténica (diátesis asténica). Todos los remedios causan estímulo ó le quitan , y en esto se funda la simplicidad de la doctrina Browniana ; de modo que en la curación de las enfermedades universales se ha de contar muy poco ó nada con la naturaleza , que hasta ahora se ha creído ser el mejor Médico. Esta siempre obra pasivamente , á menos que por la voz naturaleza quiera entenderse la fuerza vital, la excitabilidad , ó el excitamento, que siempre deben dirigirse por el accidente ó por el arte, y en conseqüencia por las fuerzas excitantes. Se ha de tener cuidado en no confundir los términos esténico é inflamatorio, porque puede una enfermedad ser esténica sin que vaya acompañada de estado inflamatorio , como se observa en el catarro, en la sinocal simple &c. , y puede estar complicada con inflamación, como en la peripneumonia, en la angina &c. También hay afecciones asténico-inflamatorias, como la gota &c. Tampoco son términos sinónimos esténico y agudo: la peste, por exemplo, es enfermedad muy aguda, y dista mucho de ser esténica. Hablando con rigor, todos los remedios obran estimulando. En- tre los que se juzgan propios para la curación de las enfermedades asténicas, hay unos cuya acción es permanente, y que obran mas lentamente aumentando el excitamento; otros afectan la máquina con un estímulo menos durable, pero mas difusivo. Pertenecen á la primera clase el alimento animal, el ayre puro , el movimiento, la actividad del espíritu, las sensaciones gratas, el calor, la quina, la mostaza, la cebolla albarrana, las limaduras de hierro , la goma amo- niacal , el aloe, los aromas, el café &c. Son propios de la segun- da el vino espirituoso, el ron, el alcohol, el almizcle, el alcanfor, el éter, el álcali volátil, el opio y sus preparaciones &c. DOC 215 Es muy útil que haya varios remedios estimu'intes, porque á veces la excitabilidad oprimida ó afectada por un estímulo obedece mejor á otro: de aquí se ve la necesidad de mudar los estímulos en varios períodos de la enfermedad. Una Señora , dice Weikard, cuyo marido se emborrachaba todas las tardes, y de ordinario se echaba en su misma cama: á esta Señora la visitaba freqüentemente un Oficial. Un dia, para gozar con mayor seguridad de sus amores, acordaron echar láudano líquido en el último vaso de vino que be- bía el marido; pero por desgracia surtió el efecto contrario de lo que esperaban, pues el buen marido quedó dispierto, y no se le ocultó la venida de su huésped. Del mismo modo quando alguno se halla entorpecido con el opio puede nuevamente ser excitado por medio de otro estimulante: el café muy saturado, el vino generoso , el éter y otros medios di- fusivos corrigen muchas veces el narcotismo causado por el opio. La excitabilidad gastada por la fuerza de los estímulos, acumu- lada por medio de otros, y después nuevamente consumida , se res- tablece con muchísimo trabajo. Quanto mayor es la suma de las fuerzas excitantes, esto es, quanto mayor es el número de los estí- mulos de que se ha echado mano , tanto menos lugar tienen otros que se empleen de nuevo para restablecer el excitam8nto ya lánguido. En las enfermedades esténicas es remedio todo aquello que es capaz de disminuir el excesivo vigor, ó el inmoderado excitamento, hasta restablecer el equilibrio de la máquina. Tanto los remedios excitantes como los debilitantes vienen todos de un mismo origen, de modo que él solo mas ó menos determina su virtud excitante ó debilitante. No obstante se disminuye ó corrige el excitamento in- moderado, ó con la detracción de los estímulos violentos, y de- xando solamente la acción de los débiles y pequeños, ó disminu- yéndolos todos por medio de las sangrías, de los evacuantes, de la dieta moderada, del frió, de la quietud del ánimo &c." El limitado bosquejo que hemos trazado presenta únicamente las ideas principales de la Patología de la nueva doctrina de Brown, la que no solo en los estrechos límites de este Diccionario, sino también en su obra original, necesita ampliarse , y aun perfeccio- narse , pues se autor no tuvo tiempo de hacerlo ( V. Brown.); y como sus sectarios también fueron perseguidos, tuvo que emigrar de su propio suelo la naciente doctrina, y acogerse en la Universi- dad de Pavía , lo que la recomienda bastante con solo haberla adop- tado los sabios que componian aquella sabia Academia, en donde se explicó y se principió á ilustrar; pero los acontecimientos políti- cos y la revolución de Italia desorganizaron aquel Cuerpo literario, con lo que se acabó el furor que se experimentaba con el Brownia- nismo, que principiaba á ser vicioso; en el dia hay pocos Médicos 2IÓ DOL que lleven el nombre de esta secta ; pero sin llamarse Brownianos hay muchos que se han aprovechado de los sabios principios que envuelve la Patología de Brown, y los han acomodado á la tera- péutica médica, y sin espíritu sistemático han adornado y perfec- cionado su práctica en beneficio de la salud pública; no es decir esto que la doctrina de Brown sea un evangelio médico, sino que envuelve cánones admirables proclamados ya desde la mas remota antigüedad, y que se pudiera sacar mucho partido de ella si el es- píritu de partido y la irracional adhesión á los principios que cada uno estudia no lo estorbara; pero no sucederá esto al Médico que piensa, y que con una crítica severa busca el camino de la verdad, y estudia en la naturaleza misma. DOLOR.( Med.) [ po , reuma, catarro, ansiedad, lasitud, estupor, prurito, frialdad y ardor. Género 1. Artritis ó gota. Se da el nombre de gota á los dolores espontáneos, vagos y periódicos de las articulaciones. Se dice que es.a enfermedad es es- pontánea porque sobreviene sin ningún principio evidente, ó á lo 228 DOL menos conocido , y así es que quando se presentan los dolores go- tosos vacilan los enfermos si vendrán de algún golpe ú otra causa distinta de la que produce esta enfermedad. Los antiguos la han lla- mado gota por la falsa persuasión de que era causada por una flu- xión que goteaba en las articulaciones; también la han llamado po- dagra, porque ordinariamente ataca ú ocupa los pies; pero como dice nuestro Nosologista es confundir el género con la especie, y es muy extraño que Boerhaave y Cullen hayan dexado la voz de ar- tritis y gota, que son mas genéricas, prefiriendo la de podagra, pues aunque es cierto que es la especie mas freqüente la que acomete á los pies, debemos tener por inexacta esta denominación quando se trata de un género de enfermedad que se presenta indistintamente en las manos, rodillas &c., y así es que se llama chiagra quando ocupa las manos, ygonagra quando está en las rodillas; ¿y podremos to- mar la denominación de qualquiera de estas especies para nombrar la gota? Ciertamente incurrimos en un error, ó á lo menos en una impropiedad. Otros autores, y entre ellos Fernelio, han querido llamar á la gota incipiente artritis, y siempre que ocupase las ma- nos; pero luego que descendía á los pies llamaban gota 6 podagra como sinónimos. La gota, dice Cullen , ,,es una enfermedad heredada; pero parece que algunas personas la padecen sin disposición hereditaria, pudién- dose contraer esta disposición alguna vez por diferentes causas. Es- tas circunstancias parecen formar excepciones de la proporción ge- neral que he establecido; pero los hechos que directamente la apo- yan son innumerables. Esta enfermedad es particular á los hombres; sin embargo ataca también, aunque rara vez, á las mugeres; las mas robustas, las mas pletóricas son las que están expuestas á ella, y en las que la gota se manifiesta muchísimas veces antes que haya cesado la evacuación menstrual. Yo la he observado en muchas mugeres, cuyo fluxo pe- riódico era mas abundante que lo ordinario. Se ve rara vez en los eunucos; y quando esto sucede parece que ataca á aquellos que son de una organización robusta, que tienen una vida sedentaria, y que comen mucho. La gota acomete especialmente á los hombres robustos y obesos, á los que tienen una cabeza grande, á los pletóricos, y á aquellos cuya cutis está cubierta de un texido mocoso mas tupido, formando una superficie mas grosera. Si yo pudiese con los antiguos determi- nar en cierto modo los diferentes temperamentos, diría que la gota es particular á los hombres de un temperamento colérico sanguíneo, y muy rara en los que le tienen puramente sanguíneo ó melancóli- co. No obstante es muy difícil tratar esta materia con exactitud. Rara vez padecen la gota los que se ocupan en trabajos constantes DOL 229 de cuerpo, 6 los que se alimentan particularmente de vegetales. También se dice que no es tan freqüente entre los que no beben vinos ni otros licores fermentados. Comunmente no ataca la gota á los hombres hasta que pasan la edad de treinta y cinco años, y aun generalmente un poco mas tarde. Hay exemplos en donde esta en- fermedad se ha manifestado antes; pero son muy pocos, en compa- ración de los que confirma la regla general que he admitido. La go- ta quando se declara temprano parece que es en aquellos que tienen una disposición hereditaria muy fuerte, y en los que las causas re- motas, de que hablaré después, han obrado en un grado considera- ble. Como la gota es una enfermedad heredada,que ataca especial- mente á los hombres de un temperamento particular , se pueden con- siderar sus causas remotas como previas y como ocasionales. Acabo de indicar bastantemente la causa predisponente quanto se puede conocer por las apariencias externas, ó por el tempera- mento general: los Médicos han señalado con mucha confianza dos causas ocasionales; pero en una enfermedad que tanto depende de una disposición particular, las causas ocasionales deben ser incier- tas , porque no se manifiestan siempre en aquellos que están dispues- tos á esta enfermedad , y pueden parecer en los que no lo están , sin producir ningún efecto. Esta incertidumbre particularmente tiene lu- gar con respecto á la gota ; y así voy á proponer aquí lo que me pa- rece mas probable sobre esta materia. Las causas ocasionales de la gota parecen ser de dos especies. i.° Las que producen un estado de plétora: 2.°las que en los pictó- ricos motivan un estado de debilidad. Las causas de la primera es- pecie son un género de vida sedentaria é indolente , un mantenimien- to animal abundante, el uso habitual del vino ó de otros licores fer- mentados. Estas circunstancias preceden comunmente á la enferme- dad ; y si se duda que puedan producirla, este hecho será suficiente- mente probable en vista de lo que se ha dicho de los que se alimen- tan con frugalidad , y especialmente de vegetales, y tienen una vida activa , quienes rara vez padecen la gota. Las causas ocasionales de la segunda especie que producen la debilidad son los excesos de los placeres de Venus; el uso excesivo de los licores embriagantes; las indigestiones producidas por la can- tidad ó la qualidad de los alimentos; una grande aplicación al es- tudio ó á los negocios ; las vigilias prolongadas ; las evacuaciones ex- cesivas ; la cesación de los trabajos acostumbrados ; la mudanza re- pentina de un mantenimiento abundante á una dieta severa ; el uso considerable de los ácidos y de los accesentes; en fin, el frió apli- cado á las extremidades inferiores. Las primeras causas parecen obrar aumentando la disposición que existia ya ; las últimas son comunmente las que determinan los pri- 230 DOL meros ataques y las repeticiones de la enfermedad. La especie de afección inflamatoria de alguna de las articulacio- nes constituye especialmente lo que llamamos un paroxismo de gota. Alguna vez sobreviene el paroxismo de golpe, sin que nada naya podido hacerlo sospechar; pero generalmente le preceden diferentes síntomas, como la cesación de un sudor que acostumbraba manifes- tarse en los pies; un frió extraordinario de ellos y de las piernas; un entorpecimiento freqüente, al que sucede alternativamente una sen- sación de picor, que se extiende á lo largo de las extremidades in- feriores; freqüentes calambres de los músculos de las piernas, y una tumefacción extraordinaria de las venas. Quando estos síntomas se verifican en las extremidades inferio- res , el cuerpo padece un cierto grado de entorpecimiento y de lan- guidez , y las funciones del estómago particularmente están mas ó menos turbadas; se disminuye el apetito, se siente flatulencia ú otros síntomas de indigestión. Estos síntomas y los del párrafo anterior se verifican muchos dias; en algunas ocasiones una semana ó dos an- tes que parezca el paroxismo; pero comunmente el dia que precede inmediato al paroxismo hay mas apetito. Los paroxismos están acompañados de las circunstancias siguien- tes : comunmente se manifiestan en la primavera , ya mas antes , ya mas tarde, según el calor que sucede al frió del invierno es mas ó menos temprano; y quizá también según que el cuerpo ha estado mas ó menos expuesto á las alteraciones del calor y del frió. Algu- na vez las invasiones acometen al principio por la noche; pero co- munmente hacia las dos ó tres de la madrugada. El paroxismo prin- cipia por un dolor que ataca á un pie ; las mas veces padece la ar- ticulación ó la primera coyuntura del dedo gordo , y en alguna ocasión las otras partes del pie. Quando este dolor atormenta y se descubre ordinariamente hay un calofrió mas ó menos considera- ble, que cesa por grados á proporción que el dolor aumenta, y le substituye una accesión de calor y pirexia ó calentura , que continúa tanto como el mismo dolor. Desde el instante del primer ataque el dolor se vuelve por grados mas violento, y continúa de este modo con una agitación considerable de todo el cuerpo hasta la media no- che siguiente: después se modera por grados; al cabo de veinte y quatro horas, contando desde el principio del primer acometimien- to , el dolor cesa comunmente del todo por un sudor moderado , y permite dormir al enfermo. Pero quando se despierta por la ma- ñana halla la parte afecta con rubicundez y tumefacción, que des- pués de haber durado algunos dias se disipa por grados. Quando el paroxismo se ha manifestado de este modo, aunque el dolor agudo esté considerablemente disminuido al cabo de las vein- te y quatro horas, el enfermo no está todavía perfectamente libre DOL 231 ni exento del paroxismo. Experimenta por espacio de algunos dias todas las noches una repetición de dolor y de pirexia muy conside- rables, que continúan con mas ó menos violencia hasta la mañana. Después de haber durado muchos dias de este modo, la enfermedad desaparece alguna vez enteramente, y no vuelve hasta después de un largo intervalo. La gota, luego que se ha fixado de este modo por algún tiempo sobre la articulación , cesa enteramente, y por lo común dexa al enfermo en un estado de salud perfecta, experimenta mas facilidad, mas despejo y mas vivacidad en el exercicio de las acciones del cuer- po y del alma que el que habia experimentado mucho tiempo antes. Quando la enfermedad es reciente , en alguna ocasión no vuelve á parecer sino una vez en tres ó quatro años; pero al cabo de al- gún tiempo los intervalos se hacen mas cortos, y sus ataques pare- cen anualmente; después repiten dos veces al año, y en fin se rei- teran muchas veces en el curso del otoño, del invierno y de la pri- mavera: quando las accesiones son mas freqüentes, los paroxismos se hacen también mas largos; por esto en el estado adelantado de la enfermedad es cosa rara libertarse enteramente del paroxis- mo , á excepción quizá de dos ó tres meses en el estío. También se juzga de los progresos de la gota por las partes que ataca. Comunmente al principio solo está atacado un pie; después lo están los dos, uno después de otro en cada paroxismo, y conti- nuando la enfermedad sus ataques , no solamente se encamina sobre los dos pies al mismo tiempo, sino que también, después de haber cesado en el segundo que había atacado , parece de nuevo en el pri- mero , y aun alguna vez en el otro por segunda vez. No solamente pasa de un pie á otro quando muda de lugar, sino también de los pies á las otras articulaciones, sobre todo á las de las extremidades superiores é inferiores; y no hay ninguna articulación que no llegue á ser atacada en un tiempo ó en otro. Alguna vez ataca á dos coyun- turas diferentes al mismo tiempo ; pero comunmente el dolor es so- lo vivo en una , y pasa sucesivamente de una articulación á otra , de manera que los dolores del enfermo se prolongan á menudo por mucho tiempo. Quando la gota ha parecido muchas veces, y sus paroxismos se han hecho muy freqüentes, los dolores regularmente son menos violentos que al principio; pero el enfermo sufre mas de la congoja y de los demás síntomas. Quando los primeros paroxismos se han disipado , las coyuntu- ras que estaban atacadas vuelven á tomar enteramente la flexibilidad y vigor de que gozaban antes; pero después de ataques reiterados con mucha freqüencia, estas mismas coyunturas no se restablecen, ni con tanta prontitud, ni con tanta perfección á su primer estado, 232 DOL conservan debilidad y rigidez, y estos efectos llegan después á tal grado, que pierden totalmente la facultad de moverse. Quando la enfermedad ha repetido freqüentemente se forman concreciones de naturaleza calcárea á lo exterior de las coyunturas: comunmente estas concreciones están inmediatamente por baxo de la cutis, como se observa en muchos gotosos; pero otros se libertan de ellas. La materia parece al principio depositarse baxo una figura flui- da, que después se seca y se endurece. Estas concreciones en su esta- do de sequedad son una substancia terrea desmenuzable, perfecta- mente soluble en los ácidos. Quando están del todo formadas estas concreciones contribuyen juntas con otras circunstancias á destruir el movimiento de la articulación. La mayor parte de los que han padecido ataques gotosos muchos años están sujetos á una afección nefrítica que se manifiesta por to- dos los síntomas que regularmente acompañan á las concreciones cal- culosas de los riñones, que se describirán en otro lugar. Basta ad- vertir aquí que la afección nefrítica sucede alternativamente á los paroxismos de la gota, y que estas dos afecciones, la de la nefritis y la de la gota, casi nunca se encuentran al mismo tiempo. También se puede advertir que los hijos de los que han padecido la gota ó la ne- fritis heredan comunmente una ú otra de estas dos enfermedades, de que los padres han estado principalmente atacados ; entre los niños los unos padecen la una, y los otros la otra. En muchos de ellos la afección nefrítica sobreviene sola sin ningún ataque de gota; lo que sucede freqüentemente en las muchachas nacidas de padres gotosos." Por la historia que acabamos de exponer se ha pintado el tipo mas ordinario de la gota ; y aunque es susceptible esta enfermedad de muchas variedades, como veremos después, sin embargo se pue- de tener por el estado regular y ordinario la descripción que hemos hecho, y la llamaremos regular ó regulada , distinguiéndose de la irregular, que es la que tiene algunas anomalías sin seguir el orden constante y carácter que hemos descrito. La gota irregular se pue- de subdividir en mal situada ó anómala, y en gota retropuLa y en vaga. Cullen añade otra diferencia , que es la gota atónica. La retropulsa principia por los paroxismos regulares en las articulacio- nes , según se han descrito , los quales cesan de repente atacando al- guna parte interna, ya sea el estómago, el corazón , pulmón &c, presentándose entonces los vómitos , los síncopes , la disnea &c. La mal situada es aquella que produce en alguna parte interna una afección ó paroxismo gotoso , sin haberse presentado en las articu- laciones antes; y en caso de que se haya verificado , desaparece de repente, y entonces convendrá mas bien á la diferencia que hemos llamado retropulsa. La vaga es la que no está fixa, y anda vagando continuamente. La gota atónica de Cullen es quando se manifiesta DOL ni ir la atonía del estómago ó de qualquiera otra parte interna; so- reviene sin la inflamación en las articulaciones, habiendo en ellas, quando mas, dolores ligeros y poco durables; pero si hay dispep- sia ú otros síntomas doloríficos y de atonía en el estómago &c. La explicación de la causa próxima de la gota es uno de los pro- blemas médicos mas difícil de resolver; y quantos se han empe- ñado en ello han venido á parar en hipótesis mas ó menos funda- das, y mas ó minos verosímiles. La opinión generalmente adopta- da es que la gota se produce por cierta materia morbífica , que existe siempre en el cuerpo; y que esta materia se determina hacia las articulaciones ú á otras partes, produciendo los diferentes fenó- menos ó síntomas que hemos expuesto. Esta opinión, aunque anti- gua, ofrece varias dificultades, no habiendo señales positivas que de- muestren la existencia de semejante humor morbífico; y por tanto otros autores han acudido á los nervios, creyendo que en su orga- nización viciosa consiste esta modificación morbosa: tal es el modo de pensar de Alfonso Lerroy en el Manual de gotosos qus ha pu- blicado últimamente en Paris. En fin, las diferentes hipótesis sobre la naturaleza particular de la materia que produce la gota, si es que existe, son tan varias y tan encontradas, que se puede inferir de ellas que realmente no están fundadas sobre ninguna prueba positiva, sin poderse conformar con los conocimientos químicos, ni con las leyes vitales de la economía animal. Este punto de Etiología debie- ra quedar suspenso, porque es mas útil confesar en las cosas que no se saben francamente, que las ignoramos, que no caminar por hi- pótesis , que muchas veces nos hacen cometer errores; pero sin embargo volveremos á oir á Cullen sobre esta materia. ,, La gota es una enfermedad de todo el sistema, esto es, que de- pende de una conformación general, y de un estado particular del cuerpo, como es evidente, según los hechos indicados anteriormen- te ; pero el estado general del sistema depende particularmente del estado de las primeras potencias motrices. Por consiguiente se puede suponer que la gota consiste principalmente en la afección de estas potencias. Esta enfermedad es evidentemente una afección del siste- ma nervioso, en el qual residen las primeras potencias motrices de todo el sistema. Las causas ocasionales ó que determinan la enferme- dad son casi todas de naturaleza capaz de obrar directamente sobre los nervios y sobre el sistema nervioso; y la mayor parte de los síntomas de la gota atónica son ciertamente afecciones del mismo sis- tema ; lo que me obliga á recurrir para explicar el conjunto de la enfermedad á las leyes del sistema nervioso, y en particular á las mutaciones que pueden sobrevenir en el equilibrio de sus diferen- tes partes. El estómago, que tiene una simpatía tan universal con lo restante tomo ni. gg l 234 DOL del sistema, es entre todas las partes internas la que con mas fre- qüencia y á menudo con mas viveza está afecto de la gota. Los pa- roxismos de la enfermedad comunmente están precedidos de una afección del estómago. Una gran parte de las causas determinantes obra desde luego sobre esta entraña. Los síntomas de la gota atóni- ca y la retropulsa son regular y particularmente afecciones del mis- mo órgano. Hsta observación me conduce á notar, que hay un equi- librio entre el estado de las partes internas y el de las externas, y en particular que el estado del estómago tiene una conexión con el de las partes externas; de modo que el tono que existe en el uno se puede comunicar á las otras. Yo voy á proponer en vista de estas observaciones la Patología siguiente de la gota. Hay en algunas personas un cierto estado de vigor y de plétora del sistema, el que en un período particular de la vida está sujeto á una pérdida de tono en las extremidades. Esta pérdida de tono se comunica hasta un cierto punto á todo el sistema; pero se manifiesta particularmente en las funciones del estómago. Quando sobreviene mientras que la energía del cerebro conserva todavía su vigor, la na- turaleza redobla sus esfuerzos para restablecer el tono de las partes, y lo consigue promoviendo una afección inflamatoria en qualquiera parte de las extremidades. Quando esta afección inflamatoria ha subs- sistido algunos dias, se restablece el tono de las extremidades y de todo el sistema, y el enfermo recobra su estado ordinario de salud. Este es el orden de los síntomas en el tipo ordinario de la en- fermedad, que yo llamo gota regular; pero hay circunstancias en donde este orden se interrumpe ó varía. Así quando la atonía subsiste sin que se le siga reacción continua en el estómago, ó quizá en otras partes internas, y produce el estado que he llamado por ra- zones que ahora son sensibles gota atónica. El segundo caso en donde varía el orden de los síntomas es aquel en donde se sigue á la atonia un cierto grado de reacción y de infla- maciones , pero en el que el tono de las extremidades, y quizá de todo el sistema, está debilitado por causas externas ó internas; de modo que el estado inflamatorio cesa de golpe y enteramente, sin llegar al grado conveniente para restablecer el tono del sistema. Por esto el estómago y las otras partes internas vuelven á caer en el es- tado de atonia, y aun alguna vez este estado se aumenta por la ato- nia que se les ha comunicado de las extremidades. Todos estos sín- tomas se manifiestan en la que he llamado gota retropulsa. El tercer caso en donde el orden ordinario de los síntomas varía es aquel en donde la atonia, que precede comunmente á la accesión, está en seguida de una reacción inflamatoria perfecta. Pero esta reac- ción por algunas circunstancias particulares no puede dirigirse como acostumbraba á las articulaciones; y por consiguiente se determina DOL 235 y fixa sobre una parte interna, en donde produce una afección infla- matoria. Este estado es el que he llamado gota mal situada ó anómala. He procurado explicar de este modo las circunstancias en que se encuentra el sistema en los diferentes estados de la gota. Miro esta explicación como conforme á los fenómenos que presenta esta enfer- medad, y á las leyes de la economía animal. No obstante, se po- drían hacer sobre la teórica de esta enfermedad muchas preguntas, á las que no he dado ninguna respuesta. Tal vez es posible respon- der á muchas de ellas; pero esto no me parece necesario aquí. Me he propuesto únicamente establecer hechos generales, que pudiesen servir de basa á la curación de esta enfermedad, quanto la experien- cia puede permitir su consecución, for consiguiente miro como otros tantos hechos las diferentes partes de la Patologia que acabo de proponer." La curación de la gota se ha tenido y tiene casi como imposible; lo cierto es que aunque no sea cierta esta proposición, es muy pro- bable que esta enfermedad las mas veces proviene de una conforma- ción originaria que no puede curarse con los medicamentos. Alguna vez seria provechoso este triste desengaño á los gotosos para no en- tregarse á los curanderos y á los que solo por la codicia tratan de entretener á estos desgraciados. Nosotros no diremos asertivamente que sea incurable la gota; pero nos inclinaremos á ello respecto que no conocemos un remedio seguro, sin embargo que en cada siglo se propone un específico; y á pesar de esto todos los que se han elo- giado hasta el dia, á poco tiempo de su publicación, se han desecha- do por inútiles ó por perjudiciales. Siendo la gota heredada por un temperamento ó constitución inacta , es muy dudoso que qualquiera régimen pueda mudar la cons- titución original; y aunque es cierto que ningún medicamento pue- de producir este efecto, sin embargo con un método oportuno se puede en algún modo modificar la constitución, esto es, paliar la enfermedad. Se recomienda el exercicio constante y la dieta vegetal desde la infancia, absteniéndoselos enfermos de todo alimento ani- mal , con cuyo método se cree poderse preservar ó contener esta en- fermedad. Se ha dicho también que las fuertes pasiones, las heridas y otros trastornos han disipado la gota; pero no hay un número competente de hechos para conducirnos por este camino al logro de la curación de la gota. Para tratar de la curación de la gota es preciso establecer dos cu- raciones, una en los intervalos de los paroxismos, y otra durante ellos mismos; principiaremos con la primera, proponiendo el exer- cicio moderado y constante, como hemos dicho anteriormente , pues este ademas de fortificar el tono de los vasos capilares, precaverá el 236 DOL estado de plétora , quitará la torpeza de la circulación , y otros vicios humorales adquiridos tal vez por la vida sedentaria y las demás causas que dexamos indicadas; el exercicio debe ser activo, aunque no es despreciable el pasivo. El régimen dietético debe ser muy severo y ordenado; y aunque no se pueden dar reglas fixas, todos convienen que se debe huir del alimento animal, y usar en su lugar los que precavan los accesos inflamatorios, por lo que se recomiendan en gran número los vegetales, pero que no debiliten el sistema; las 15-' ches parece que no deben reprobarse, según algunos autores, quienes aconsejan este alimento y los harinosos. Seria interminable este ar- tículo si nos empeñásemos en proponer los remedios particulares que se han propuesto para precaver los paroxismos, pues unos acuden á las sangrías, otros á las escarificaciones de los pies, á las friegas, los baños &c. El uso de la quina es el que en el dia se ha adoptado mas gene- ralmente , para precaver los paroxismos gotosos, y con el que hemos visto muy buenos efectos. Este mismo remedio recomienda Alfonso Lerroy tomado de Tabares, Médico Portugués, que ha escrito un tratado de gota en latín, cuya obra ha traducido y unido á la suya Lerroy; quien asegura que el mas poderoso remedio precautorio de los paroxismos de la gota es la quina en una dosis bastante conside- rable, citando un gran número de observaciones satisfactorias, sien- do conformes las del autor Portugués con las del Francés. Este úl- timo añade que Tabares tomó de un empírico este método, y que habiéndolo puesto en práctica vio admirables efectos, principiando con él mismo. Entre los remedios precautorios de la gota se han recomendado los álcalis baxo diferentes formas (V. Álcalis.). Estos medicamen- tos podrán venir bien quando la gota está complicada con vicios calculosos de los riñones, y aun en otras partes; nosotros tenemos algunos hechos de felices curaciones en varias gotas calculosas mas ó menos graduadas con el uso del agua mefítica alcalina de la His- pana (V. aguas.) por bastante tiempo. Convendrá ademas de to- dos los remedios indicados para la precaución de la gota el usar de tiempo en tiempo algún blando laxante para tener el vientre libre, particularmente si hay extreñimiento. El método curativo que se debe emplear, en el acto del paroxis- mo ó acceso gotoso, y en todo el tiempo que dure, es el antiflogís- tico modificado, según las circunstancias que expondremos después, evitando todo lo que puede aumentar la irritación, no siendo en aquellos casos de gran debilidad de estómago y de otras partes, y en los que se necesita remedios locales, que aunque su acción se limite á la parte afecta , no dexa de participar ti sistema general; de esta cla- se son los vexigatorios y otros tópicos que á veces es preciso aplicar. DOL 237 El vino y otros medicamentos corroborantes también son permitidos en muchas circunstancias; pero por lo general acudimos en los fuer- tes paroxismos al éter, opio, y aun al almizcle; las sangrías locales y generales se han recomendado; pero no se deben generalizar estas evacuaciones por debilitar demasiado algunas veces, en perjuicio de los enfermos que necesitan mas bien corroborarse. Entre los reme- dios locales se han alabado infinito los baños tibios; en efecto este remedio le hizo á nuestro Valles adquirir el renombre de divino por haber mitigado con él los dolores intensos que tenia en un acce- so de gota el Rey Felipe 11, quien agradecido exclamó: ¡ó di- vino Valles! epíteto que ha honrado tanto á este célebre Médico. Otro de los remedios locales mas usados son las cataplasmas de le- che ó anodinas, y otras fórmulas de la misma intención; pero todos estos tópicos, las moxas, y los vexigatorios tan justamente alabados suelen tener algunas veces malas resultas por seguirse la retropul- sion. Sin embargo nos inclinamos á la aplicación de las cantáridas lo- cales y al uso interior de calmantes; usando una dieta severa, analec- tica y corroborante en caso de debilidad, proporcionando la liber- tad del vientre con alguna sal neutra, ú otro purgante suave; debien- do cuidar mucho el abrigo de la parte. En la curación de la gota atónica, que llama Cullen, dice este mismo autor que su curación consiste en evitar con cuidado todas las causas capaces de debilitar, y en emplear al mismo tiempo los medios de fortificar al sistema en general, y al estómago en par- ticular. Quanto á los medios de evitar las causas capaces de debilitar, me remito á los preceptos de la Higiene, como se ha hecho mas arriba quando hemos tratado de los remedios precautorios. El exercicio freqüente á caballo, y el paseo moderado son me- dios de fortificar el sistema en general. El baño frió puede también cumplir la misma idea, y emplearse sin peligro, si se le cree capaz de estimular al sistema; pero es menester evitar su uso quando las extremidades están amenazadas de dolor. Para sostener el tono del sistema en general quando está amena- zado de la gota atónica, se deben dar alimentos animales en corta porción , y evitar los vegetales muy ácidos. El vino también puede ser necesario en este caso siempre que se use con moderación, y que se elijan los menos accesentes. Si aun toda especie de vino au- menta la acedía en el estómago se darán los espíritus ardientes di- luidos con agua. Para fortificar el estómago se pueden emplear los amargos y la quina ; pero se tendrá cuidado de no hacerlos tomar constantemente por mucho tiempo. El remedio mas eficaz para for- tificar el estómago es el hierro: se le puede emplear baxo diferentes preparaciones; pero la mejor me parece que es el moho ú orin he- 238 DOL cho polvos muy finos, de los que se pueden dar grandes dosis. Para sostener el tono del estómago se pueden emplear los aromáticos; pe- ro es menester usarlos con precaución, porque su uso freqüente y considerable puede producir un efecto opuesto. Por consiguiente, no se les debe dar sino por condescendencia, por razón de la cos- tumbre antiquada, ó para paliar los síntomas. Quando el estómago está sujeto á indigestiones, se pueden dar freqüentemente ligeros vo- mitivos; pero se deben siempre mandar laxantes acomodados para precaver ó disipar el estreñimiento. En la gota atónica, ó en las personas que la padecen, es absolu- tamente necesario evitar el frió; y el mejor medio de conseguir esto es ir á habitar climas calientes en el invierno. En las accesiones mas violentas de la gota atónica, la aplicación de los vexigatorios sobre las extremidades inferiores puede ser úti!; pero es menester evitar este remedio quando las extremidades están amenazadas de dolor. En las personas sujetas á esta especie de gota se pueden abrir fuentes en las extremidades para suplir en algún modo á la enfermedad. La segunda especie de gota irregular es la que hemos llamado gota retropulsa. Quando afecta al estómago y á los intestinos, es menester tentar al instante aliviar al enfermo con el uso de los vinos vigoro- sos unidos á los aromáticos usándolos calientes, ó recurrir si estos no son bastante poderosos á los espíritus ardientes, prescribiéndolos á grandes dosis: en los ataques moderados se pueden impregnar estos últimos de ajo ó de asafétida. También la solución de asafétida en el álcali volátil dada con los espíritus ardientes puede cumplir la in- dicación que se propone. Los narcóticos á menudo son un remedio eficaz: se pueden mezclar útilmente con los aromáticos, como lo están en el Electuario tebayco, ó con el álcali volátil y el alcanfor. El almizcle también ha sido útil en esta enfermedad. Quando la afección del estómago está acompañada de vómito, se podrá mover este dando algunos vasos de vino caliente, que se mezclará al prin- cipio con agua, y después se dará puro, é inmediatamente se recur- rirá , si es necesario, á algunos de los remedios indicados arriba, y sobre todo á los narcóticos. Del mismo modo si los intestinos están afectos de diarrea, se la deba mantener un tiempo suficiente, hacien- do tomar mucho caldo ligero, y calmar después la agitación de los intestinos con los narcóticos. Quando la gota retropulsa afecta los pulmones, y produce el asma, entonces es menester emplear los narcóticos, los antiespasmó- dicos , y quizá también los vexigatorios, que se aplicarán sobre el pe- cho ó sobre el espinazo. Pero en los casos en que la gota abandonando las extremidades afecta la cabeza y produce el dolor, el vaidó, la apoplegía ó la DOL 239 perlesía , no tenemos entonces sino unos socorros muy precarios. El remedio, del que se puede esperar mas alivio, es el vexigatorio apli- cado sobre la cabeza, y aun sobre las extremidades, si no están del todo atacadas de la gota: al mismo tiempo se harán tomar aromá- ticos y álcali volátil. La tercera especie de gota irregular es la que se ha llamado gota mal situada ó anómala, en la que la afección inflamatoria, en lugar de encaminarse sobre las extremidades, ataca qualquier parte inter- na. En este caso es menester curar la enfermedad por la sangría y los otros remedios que convienen en la inflamación ¡diopática de las mismas partes. Parece incierto, como se ha dicho mas arriba, que la metástasis freqüente, en que la gota pasa de las extremidades á los riñones, se pueda considerar como un exemplo de gota mal si- tuada. No obstante, se puede creer muy bien que se diferencia en algo de ella; por lo qual pensamos que en la nefralgia calculosa, que sobreviene entonces, no se deben emplear los remedios convenientes en la inflamación, sino quando fuesen por otra parte necesarios en esta enfermedad, si se produxera por otras causas distintas de la gota." Este género, según lo describe nuestro Nosologista, consta de una especie y quince variedades. 1. Artritis podagra. Esta especie, llamada también gota or- dinaria (V. la exposición del género) , es una artritis ó gota regu- lar y simple, ya sea heredada ó accidental, que ataca comunmente los adultos y los viejos, y pocas veces las mugeres, y nunca los ni- ños; principia esta enfermedad en el dedo gordo , siguiendo después al talón, produciendo en estos sitios grandes dolores mas ó menos agudos, acompañados de rubicundez de la parte y tensión; suele pa- sarse al otro pie, y aun á otras partes. (V. la historia general que hemos expuesto en el género, y los medios curativos y locales, adonde nos remitimos.) Variedades de la gota. 2. Artritis hiemalis, llamada también gota fria. Esta especie acomete todo el año, menos los tres meses de estío , la qual describe extensamente Sidenham; pero nosotros nos remitimos al género para la curación &c., pues esta variedad influye poco para el plan curativo. 3. Artritis reumática. Esta especie se debe mirar como sinto- mática , ó como una complicación del reumatismo; es bastante fre- qüente , y forma en las partes musculosas tumores ovales de la mag- nitud de una nuez, no presentándose como en las demás especies hinchadas las articulaciones, aunque se afecten de dolores; en fin par- ticipa de los síntomas de las dos enfermedades, y así la curación de- be ser mixta. (V. el género artritis^ el de reumatismo.) 240 DOL 4. Artritis del estío ó gota cálida. Esta especie parece que padeció el mismo Sauvages por mas de diez años: la llamaba cálida porque le duraba todo el estío, y se le quitaba el invierno; no te- nia períodos constantes; los dolores eran ligeros en términos que le dexabanandar; solo le obligaban estar en la cama alguna vez; los dolores unas veces se presentaban en la mano, otras en los pies. Pa- ra la curación de esta especie nos debemos remitir á la exposición del género. 5. Artritis clorótica. Esta especie ó variedad ataca á las mu- geres, hijas de padres gotosos, que no menstruan bien , y que se ha- llan cloróticas en la mas tierna edad. Esta enfermedad debe tratar- se con un plan combinado de la cura general y la clorosis. (V el gé- nero y CLOROSIS.) 6. Artritis melancólica. Esta variedad es familiar á los sugetos que el estudio, los disgustos y otras causas morales han debilitado el sistema nervioso, lo mismo que á los hipocondriacos y á las histéri- cas ; la tristeza y la gota en estos enfermos se presentan sucesivamen- te una después de otra; el autor de esta especie, que es Musgrave, lla- ma en esta enfermedad melancolía lo que el vulgo llama tristeza y no delirio: los paroxismos de esta especie parece que no son muy violentos. Para su curación consúltese el género y el artículo melan- colía ó hipocondría. 7. Artritis escorbútica. Se verificará esta especie siempre que recayga la gota en sugetos escorbúticos. (V. el género y el artículo escorbuto.) 8. Artritis sifilítica. No es extraño verse en la práctica suce- der la gota á las afecciones venéreas. Musgrave y otros autores refie- ren algunos casos de seguirse la gota á los síntomas locales venéreos, y curarse con el plan mercurial (V. venéreo.): otras veces se resis- te esta enfermedad á dicho plan, y es preciso emplearlo combina- do. (V. el género.) 9. Artritis asmática. Esta especie es la que se une al asma. (V. este artículo y el género.) 10. Artritis febriseca. Esta es una especie de gota que sigue á la calentura, ya sea continua, intermitente ó erisipelatosa, es muy rara. 11. Artritis febricosa ó febril. Esta es una especie de gota vaga, ó un reumatismo gotoso complicado con una calentura remi- tente ó de otra especie. (V. el género.) 12. Artritis raquiálgica. Esta especie se sigue al cólico de Poitou, la qual es muy familiar en ciertos paises, en donde se usa mucha cidra verde y otros ácidos, como lo han observado Musgra- ve y Huxham ; es enteramente semejante á la podagra, y pide el mismo tratamiento en la curación de los paroxismos. (V. et género.} DOL 24r 13. Artritis exantemática. Esta especie se sigue á las enfer- medades cutáneas exantemáticas, ya sean agudas como el sarampión, erisipela &c., ó crónicas, como las herpes, la tina y aun las almor- ranas &c. 14. Artritis raquítica. Esta especie es la complicación del vi- cio raquítico con la gota. (V. estos dos géneros en sus respectivos artículos) 15. Artritis americana. Esta especie es el pian. (V. este ar- tículo.) Es una enfermedad que principia por dolores artríticos, á los quales suceden otros síntomas. (V. franvesia en la clase de CAQUEXÍAS.) 16. Artritis de Bahama. Los que comen ciertos pescados que se cogen en las inmediaciones de las islas de Bahama padecen unos dolores muy semejantes á los de la gota en las articulaciones. Bien pudiera haber omitido esta especie Sauvages. Genero ii. Osteocopo ó dolor de huesos. Esta enfermedad consiste en un dolor constante y muy conside- rable en los huesos, producido por un vicio del periostio interno; este dolor se aumenta por la noche á causa de la presión del cuerpo; se diferencia del de la gota en que no es periódico, y el de esta no se aumenta por la presión &c. Se llama osteocopo de osteon hueso, y copoi dolor. Este género tiene siete especies. 1. Osteocopo causado por la espina ventosa. Este es un dolor profundo en los huesos tabulosos ó largos como la tibia, el peroné, el fémur &c. producido por la caries, y corrupción de la medula y el periostio interno, presentándose exóstoses y otros síntomas. ( Véa- se el artículo espina ventosa^ exóstoses.) 2. Osteocopo cancroso. Esta especie la funda Sauvages en un caso particular de una muger que padecia un cancro, y al mismo tiempo se le presentaron dolores en un brazo; murió, y en la disec-, cion se halló el periostio alterado con alguna caries: se inclina á creer dicho autor si acaso seria el vicio cancrosó el que enfermaría el pe-? riostio; no es inverosímil, pero no merece hacerse una especie de este caso particular. 3. Osteocopo causado por un pedartrocace. (V. pedartro- cace. ) 4. Osteocopo producido por tofos. (V. tofo.) 5. Osteocopo escorbútico. Es muy común presentarse con el es- corbuto dolores atroces, cruxido de huesos, caries &c. (Véase es- corbuto.) 6. Osteocopo sifilítico. Esta especie se verifica muchas veces en las enfermedades venéreas, y á veces es tan rebelde que se resiste á TOMO III. HH 242 DOL las fricciones mercuriales, que serán inútiles como haya vicio orgá- nico en el periostio ó la medula de los huesos, y en este caso será preciso recurrir al sublimado corrosivo. (V. gálico.) n. Osteocopo causado por la disolución de la substancia cal- cárea de los huesos. Esta especie, dice Sauvages, se manifiesta con unos dolores muy agudos que suelen acompañar á la diabetes; por lo común se sienten en las espaldas y en las extremidades, y están acompañados de anorexia y calentura lenta; los huesos del dorso se ablandan aun los mas duros; la medula es la que únicamente no se altera, conservando su natural consistencia (V. diabetes.) Género iii. Reuma ó reumatismo. Esta enfermedad consiste en un dolor de larga duración que se presenta en los músculos, y particularmente en su membrana, y aun también sus tendones, sin que sea extraño que acometa á las articu- laciones, principalmente á las anchas, como las del brazo, espalda, muslos y rodillas. Sin embargo nuestro Nosologista está en contra- dicción con este último asienta del reumatismo, y cree que este solo ataca las partes musculares, y la gota los ligamentos de las articula- ciones, lo que hace distinguir una enfermedad de otra, con lo de- mas, que diremos mas adelante» Para la exposición de este género , la de su historia y otras gene- ralidades, necesitamos antes de llegar á la división de esta especie formar dos generales, que es como dividen la mayor parte de auto- res el reumatismo, esto es, en agudo y en crónico. Haremos la his- toria de uno y otro según la describe Cullen. El reumatismo agudo, que según sus causas y sus síntomas pa- rece ser una especie de flegmasía ó inflamación, el qual es mas fre- qüente en los climas fríos que en los calientes, comunmente se ma- nifiesta por el otoño y la primavera; reyna menos en el invierno quando el frío es vivo y continuado, y muy rara vez durante los ca- lores del estío. Sin embargo esta enfermedad puede sobrevenir en todas las estaciones quando son freqüentes las alternativas del calor y del frío.. El reumatismo agudo generalmente dimana de la acción del frió sobre el cuerpo en el tiempo en que extraordinariamente está encen- dido ó acalorado de qualquier modo; aun basta para producirlo que una parte esté expuesta al frió, mientras que las otras están abriga- das ; ó que la aplicación del frió continúe largo tiempo, como sucede quando una parte está cubierta de vestidos húmedos ó mojados. Estas causas pueden afectar á las personas de toda edad; sin embargo se ob- serva rara vez el reumatismo en los muchachos y viejos; comunmente sobreviene desde la edad de la pubertad hasta los treinta y cinco años. DOL 243 Dichas causas no perdonan á ninguna organización; pero obran mas comunmente sobre los que son de un temperamento sanguíneo. Esta enfermedad se conoce mas particularmente por los dolores de las coyunturas; generalmente las articulaciones solamente están atacadas, pero alguna vez lo están también las partes musculares; muchísimas veces los dolores siguen la extensión de los músculos, pasan de una articulación á la otra, y aumentan siempre mucho quando se mueven los músculos de la coyuntura inflamada. Las ar- ticulaciones mas anchas están muchísimas veces atacadas, como las ancas y las rodillas en las extremidades inferiores, y las espaldas y el codo en las extremidades superiores: el tobillo y la muñeca lo están también con freqüencia; pero las articulaciones mas pequeñas, como las de los dedos, rara vez padecen de reumatismo. Esta enfermedad alguna vez se limita á una sola parte; pero muy á menudo acomete á muchas; entonces principia por una accesión de frió, al que suceden inmediatamente los otros síntomas de calen- tura, y particularmente un pulso freqüente, lleno y duro. Alguna vez la pirexia ó calentura se forma antes que se sienta ningún dolor; pero comunmente se sienten dolores en algunas partes antes que se manifieste ningún síntoma de calentura. Quando no hay calentura, el dolor alguna vez se limita á una coyuntura sola; pero quando la calentura es considerable , aunque el dolor reside particularmente en una articulación, padecen muchas freqüentemente al mismo tiempo: generalmente quando esto sucede, los dolores mudan comunmente de sitio, y quando se disminuyen en una articulación se vuelven mas vivos en otra: no se fixan largo tiempo en la misma, antes sí pasan freqüentemente de una coyuntura á la otra, y alguna vez se vuelven á atacar las que primeramente habían estado afectas; la en- fermedad dura en muchas ocasiones por mucho tiempo de este mo- do. La calentura que acompaña al reumatismo agudo tiene un re- cargo todas las tardes, y es mas considerable por la noche, que es también el tiempo en que los dolores son mas violentos, y en el que mudan de lugar, y pasan de una articulación á la otra. Este aumento del dolor parece depender de que el cuerpo está mejor cu- bierto y abrigado. Quando la articulación ha estado por algún tiempo dolorida, sobreviene en ella comunmente rubor y tumefacción dolorosa al t3Cto. Rara vez esta tumefacción no disminuye el dolor luego que se manifiesta; no obstante no lo disipa siempre enteramente, ni 1'h berta á la coyuntura de nuevos dolores. Esta enfermedad comun- mente está acompañada de un sudor que parece muy temprano; pe- ro es raro que corra fácilmente ó que sea abundante, y que dismi- nuya los dolores ú que sea crítico. En la carrera de esta enfermedad la orina se altera bastante, y no deposita el sedimento en el princi- 244 DOL pió; pero á proporción que la enfermedad llega al estado, y que la calentura tiene remisiones mas considerables, la orina deposita un sedimento semejante al ladrillo molido, el que sin embargo no es en- teramente crítico, pues freqüentemente la enfermedad continúa lar- go tiempo después que este sedimento ha parecido. La sangre que se s,aca en esta enfermedad tiene siempre la exterioridad de que se ha hablado tratando de la inflamación. El reumatismo agudo participa mucho de la naturaleza de las otras inflamaciones; sin embargo se diferencia de todas las que he- mos hablado hasta aquí en que no tiene tendencia á terminarse por la supuración. Rara vez se ve la supuración en el reumatismo; pero este ocasiona en algunos casos en la vayna de los tendones derra- mes de un fluido transparente y jaleoso; pero es raro que el reu- matismo produzca tumores considerables ó permanentes, ó de tal naturaleza que sea preciso abrirlos, y dar salida al fluido contenido en ellos. Nosotros jamas hemos observado semejantes tumores; pero otros los han visto, y su abertura ha producido úlceras de difícil curación. Véase el Año médico segundo de Storck. La enfermedad continúa freqüentemente muchas semanas con los síntomas que hemos expuesto. No obstante es raro que sea mortal, y que la calentura sea considerable por el espacio de mas de dos 6 tres semanas. Quando la violencia de la pirexia disminuye, si sub- sisten dolores de las coyunturas son menos vivos; su asiento es mas limitado; comunmente se fixan á un corto número de articulacio- nes, ó á una sola, y mudan menos de lugar. Quando la calentura que acompaña al reumatismo ha cesado enteramente; quando la tu- mefacción y particularmente el rubor de las coyunturas está ente- ramente disipada, pero los dolores continúan todavía, atacando á ciertas articulaciones que quedan tiesas y muy doloridas en sus mo- vimientos , ó en las mudanzas de los tiempos, la enfermedad se lla- ma reumatismo crónico, y continúa las mas veces por largo tiempo. Como este reumatismo comunmente es efecto del agudo, pienso que es indispensable y preciso hablar aquí de él. Los limites entre el reumatismo agudo y el crónico no son siem- pre muy sensibles. Entre tanto que los dolores mudan fácilmente de lugar, que particularmente exercitan su tiranía durante la noche, que están acompañados de qualquier grado de calentura, de tume- facción , y sobre todo del rubor de las coyunturas, se debe consi- derar la enfermedad como participante todavía de la naturaleza del reumatismo agudo. Al contrario en el reumatismo crónico no queda ningún grado de calentura, y no hay ningún rubor sobre las articu- laciones doloridas; están frias y tiesas; no se puede excitar en ellas fácilmente el sudor; ó bien mientras que un sudor abundante y vis- coso sale del resto del cuerpo, las articulaciones doloridas solo están DOL 24$ cubiertas de un sudor pegajoso: los dolores se aumentan principal- mente por el trio, y disminuyen por el calor. El reumatismo crónico puede atacar diferentes coyunturas; pero particularmente se encamina sobre las que están rodeadas de un gran número de músculos, y sobre aquellas cuyos múscu- los sirven para los movimientos mas constantes y mas considera- bles. Esto es lo que sucede por exemplo en las vertebras de los lo- mos, cuya afección se llama lumbago, ó en la articulación de la anca, y entonces la enfermedad se apellida ciática. Los esfuerzos violentos y los espasmos producidos por movimientos prontos y un poco considerables, motivan las afecciones reumáticas, que al prin- cipio participan del reumatismo agudo, pero luego pasan á reuma- tismo crónico. Tal es la historia del reumatismo; en vista de lo que ya se ha dicho será fácil conocer sus causas remotas, y formar el diagnóstico y el pronóstico: también se podrán distinguir los dolores reumáti- cos de los que se le parecen, como sucede en la enfermedad vené- rea y en el escorbuto, poniendo atención en el asiento de estos do- lores, ó en los síntomas particulares de estas enfermedades. La semejanza de la artritis ó gota con el reumatismo ha dado motivo á que muchos escritores la hayan tenido por una misma en- fermedad , confundiéndose una y otra muy freqüentemente en la práctica, y para evitarlo copiaremos Ja comparación que hace de estas dos enfermedades Bosquillon. ,,E1 dolor de las articulaciones existe en el reumatismo del mismo modo que en la gota. Se preten- de que en el reumatismo el dolor se extiende mas en los músculos que en la gota; pero esto no es constante. Tampoco se menean me- jor los músculos en la gota que en el reumatismo. Luego se deben distinguir al principio estas enfermedades por las causas que las pro- ducen. El reumatismo le origina una causa externa y comunmente evidente. Al contrario la gota sobreviene sin causa externa eviden- te. En cien reumatismos hay noventa y nueve dimanados del frío. Un esfuerzo, una compresión alguna vez en la apariencia, moti- van estas dos enfermedades; pero por lo tocante á la gota esta es imaginaria: es menester considerar los síntomas que han precedido. Quando la disposición á la gota es cierta, entonces la compresión, como es la de un zapato apretado, solo es su causa ocasional. -El reumatismo viene comunmente de golpe sin haberle precedido ninguna otra causa sino el frio¿ La gota rara vez ataca sin haber es- tado precedida de otros síntomas, como la inversión del estómago; ya esta es una inapetencia, otras veces un apetito mas considerable que el acostumbrado, que dura una semana ó muchos dias: también en muchas ocasiones le precede inmediatamente la indigestión, pues ordinariamente antes del ataque el apetito es voraz. Sobre cien 24¿í DOL reumatismos los noventa>y nueve no atacan por baxo de las muñecas y rodillas. El reumatismo se fixa ordinariamente sobre las articula- ciones mas anchas, como las de los brazos, espaldas, muslos y rodillas. En la gota el dolor comienza generalmente atacando las muñe- cas ; y quando ha durado algunos años acomete alguna vez á todas las coyunturas y á los músculos. Hay algunos exemplos de ataques gotosos que han principiado por la articulación del muslo; pero esto es raro. La gota principia comunmente por una sola coyuntura co- mo la del dedo gordo del pie ó la del pulgar de la mano. El reumatismo rara vez ataca una sola articulación , aunque es mas violento en la una que en la otra. La gota está mas fixa; y quan- do el dolor cesa, el enfermo experimenta mas alivio que en los ca- sos de reumatismo. Estas dos enfermedades se distinguen también por sus períodos: muchas personas padecen el reumatismo por el espacio de muchos años: otras solamente le han padecido una vez en su vida ; y si re- pite ó parece de nuevo, siempre es con motivo de las mismas causas que originariamente lo han producido; pero quando la gota una vez se ha llegado á manifestar repite de quando en quando por el resto de la vida. Sus retornos no vienen acompañados de ninguna causa externa evidente, y son mas regulares; por esto Sauvages ha difi- nido á la gota como un dolor periódico de las articulaciones: sin embargo sus períodos no siempre son muy exactos. Estas enfermedades repiten comunmente el otoño y la prima- vera; pero la gota vuelve á parecer de una manera mas notable en estas dos estaciones. Se les distingue todavía por su conexión con el sistema. Rara vez se observa esta conexión en el reumatismo, esto es, rara vez principia por una afección del estómago y de las entra- ñas. Al contrario, la gota casi nunca se manifiesta sin que el estó- mago se haya resentido, y quando el humor es movible hace de- cúbito ya sobre una entraña ya sobre otra. La gota parece rara vez antes de los treinta y cinco años, que es el tiempo en que la consti- tución del sistema declina mas ó menos. El reumatismo puede tam- bién sobrevenir en la edad madura; pero comunmente se experi- mentan sus ataques antes de los treinta y cinco años. Mientras mas temprano se manifiestan los dolores, tanto mas se debe rezelar el reumatismo. Las distinciones deducidas del temperamento son difí- ciles de comprehender; los pletóricos y los sanguíneos se parecen mucho. Los sanguíneos que tienen la cutis tupida y una complexión fuerte, están mas sujetos al reumatismo. Los gotosos las mas veces son fuertes y vigorosos: estas enfermedades freqüentemente se ha- llan complicadas con diferentes virus, como se verá en la enumera- ción de las especies." DOL 247 La naturaleza del estímulo reumático nos es aun desconocida, co- mo sucede á los miasmas contagiosos y venenos específicos, que solo se conocen por sus efectos; esto ha dado motivo á que se hayan di- vidido las opiniones con respecto á la causa próxima, en las quales no se ve mas que conjeturas é hipótesis, que después de verlas es preciso decir que nada se sabe de cierto. Lo que sí enseña la expe- riencia es que las mas veces se sigue el reumatismo á la impresión re- pentina del frió, después de exercicios violentos, quando se pasa de una estación caliente á una fria, y esta es la causa sin duda que los reumatismos sean mas freqüentes en el otoño y principio del invier- no: también suele seguirse á la supresión de evacuaciones naturales y preternaturales, como el fluxo hemorroydal, la de la linfa saniosa, de las fuentes ó úlceras artificiales &c. por el retroceso de los varios exantemas desde el cutis á las partes internas. En Inglaterra, donde el reumatismo es muy freqüente, se reconoce cierta disposición here- ditaria, caracterizada por un exceso de irritabilidad en el sistema muscular, lo que hace que algunas personas sean muy propensas á afectarse vivamente de esta enfermedad en las repentinas mudanzas atmosféricas; no es muy extraño ver esto mismo en nuestra penín- sula , aunque no con tanta freqüencia; pero se advierte en algunos sugetos afectarse del reuma quando la atmósfera se pone fria y hú- meda , ó con otras variaciones. Para dar mas extensión á la etiología de esta enfermedad copiá- remos lo que dice Bosquillon con respecto á las causas ó principios que determinan las varias especies de reumatismos, y tendremos esta parte adelantada para quando describamos las varías especies, ocu- pándonos únicamente en ellas en el método curativo.. Las varias es- pecies, dice, de reumatismo sintomático ó crónico sondas que pro- ducen : i.° la plétora; tal es el lumbago producido por la su- presión'de los menstruos, de las almorranas, de los fluxos blancos, y aun también por la continencia: también se puede reducir á él la ciática ocasionada por las. mismas causas. Sauvages distingue esta es- pecie de reumatismo ordinario en que la sangre no está cubierta de una jalea blanca que se observa en este último; pero esta distinción está expuesta á hacer caer en error, y se debe repudiar. Quando la pleuresía falsa se produce por las mismas causas la llama Sauvages pleurodina pletórica: 2° la afección histérica, como sucede, quando las mugeres atacadas de esta enfermedad sienten un dolor, que se ex- tiende á la cabeza, á la boca del estómago, al espinazo, á las ancas y á las extremidades. La-ciática histérica y el dolor de costado pro- ducido por el histerismo , de que habla Vanswieten (coment. aph. 6¿4 y 67$), son variedades de esta especie, del mismo modo que los dolores, que son efecto de la afección hipocondriaca: 3.0 Jas ventosidades; tal es el reumatismo á que están expuestos los niños 2.48 DOL en la Suiza, que se anuncia por dolores tan violentos y tan universa- les, que en qualquier parage que se toque á los enfermos prorumpen en quejidos agudos. Cardano llama á esta enfermedad reumatismus saltatorius. Platero espasmo ventoso. También se conoce con el nombre de reumatismo verminoso, porque alguna vez depende de las lombrices. Se deben mirar como variedades el dolor lateral fla- toso , que depende las mas veces de ventosidades ó de materias endu- recidas retenidas en el intestino colon por baxo del diafragma, y el dolor de costado, que dimana de los esfuerzos. Los antiguos pensa- ban que todos estos dolores se causaban por ventosidades encerradas en los músculos; pero esta opinión no es probable: es mas verosímil que estos dolores dimanen de una especie de afección espasmódica: 4.0 el escorbuto, en donde los dolores son unas veces universales, y otras fixos en ciertas partes, como en los lomos y el pecho: 5.0 la enfermedad venérea, en la que el dolor se fixa alguna vez en las an- cas ó en el pecho: 6.° la simpatía que existe entre diferentes partes. Así el lumbago se puede producir por la obstrucción de las glándu- las del mesenterio, por el tumor, el escirro ó la supuración del pan- creas por los escirros del piloro, de la vena cava y de los riñones, por un absceso hacia la bifurcación de la vena cava, y por lombrices contenidas en los riñones; también se debe reducir á esta especie el dolor lateral producido por el embarazo de las entrañas del vientre: 7.0 las lombrices, que producen alguna vez dolores que imitan á la ciática ó á la pleuresia: 8.° las substancias metálicas, como es la es- pecie de reumatismo á que están sujetos los pintores, los alfareros, doradores, y todos los que gastan y manejan diferentes preparacio- nes de plomo: 9.0 la distensión de las partes vecinas, tal es el lum- bago producido por la hidropesía de pecho, la inflamación de los riñones y el aneurisma: se deben mirar como variedades de esta es- pecie el dolor de costado que acompaña al aneurisma de la 'aorta y de la arteria pulmonar, el que se ocasiona por la rupcion del esófa- go ó por la raquitis: io.° los depósitos, tal es la ciática que se mira producida por los depósitos lácteos; pero que mas bien es efecto de la diátesis inflamatoria, que existe en las recien paridas, y aun en las que crían. El dolor lateral, que acompaña alguna vez al catarro, y el que se observa en la tisis son variedades de esta especie: n.° la gangrena seca, como la que ataca á las extremidades, al dorso y á los lomos de los que han usado del contento con cuernezuelo. El dolor en estos casos es muy violento, está acompañado de la retrac- ción espasmódica de las extremidades, y se termina por el estupor ó la gangrena seca de estas partes: 12.0 las compresiones ó los es- fuerzos ; tales son los dolores de los muslos y de las piernas en las preñadas; la ciática que sigue al estiramiento de los ligamentos, que tienen al fémur en la cavidad cotiloidea. La especie de lumbago) DOL 249 que sobreviene durante el parto, y los dolores que llaman vulgar- mente esfuerzo de los riñones, ó riñones medio abiertos, que sobre- vienen á los esfuerzos que se han hecho para llevar ó levantar fardos considerables, ó que sobrevienen de resultas de andar á caballo en los que no están acostumbrados. En esta especie de lumbago los extensores de los lomos, á saber, el sacro lumbar, el largo dorsal y el semiespinoso se estiran y contunden. Se puede reducir á esta especie el reumatismo dorsal, y el lumbago producido por el exceso de la venus. 13.0 Las calenturas: como son el reumatismo febril, que acompaña á las calenturas intermitentes: el lumbago, que pa- rece al principio de las enfermedades febriles é inflamatorias, el do- lor punzante de costado, baxo el que algunas veces se encubre la calentura intermitente , y que Sauvages llama pleurodinia febricosa. 14.0 Los exantemas: tal es el reumatismo que es común á las recien paridas quando la erupción miliar se disipa, y forma especies de es- camas sobre la cutis. Se deben mirar como variedades el lumbago y dolor punzante, que las mas veces preceden á la erupción miliar." La curación de esta enfermedad la expondremos en las varias especies que constituye este género , que según nuestro Nosologista, consta de quince. 1. Reumatismo agudo. Esta especie se llama también por algu- nos artritis vaga, y por otros reumatismo deSidenham. Está acom- pañado de calentura &c. (V. la historia en el género.) Para la cu- ración de esta especie convienen la mayor parte de los Prácticos en que se debe establecer una dieta tenue ó rigurosa, un plan antiflo- gístico, principiando con las sangrías mas ó menos reiteradas, según la edad , constitución &c.; pero estas exigen toda la prudencia del Médico, pues si son muy abundantes prolongan la convalecencia, y aun hacen incurrir á los enfermos en el reuma crónico. Algunos autores, para evitar la debilidad general, aconsejan las sangrías loca- les ; pero estas no satisfacen completamente, y solo en caso de sín- tomas locales muy exácervados, esto es , gran dolor, tumefac- ción Scc. podrán preferirse. Las bebidas abundantes, ya sean de la clase de las demulcentes, diluentes &c. se recomiendan, y efectiva- mente con tal que se cuide del estómago, y se den en términos que no le descompongan , suelen atraer alguna utilidad, porque proporcionan en algún modo el sudor , que es la terminación mas benéfica de esta enfermedad; y así deben preferirse las teiformes; por cuya razón también todos los Médicos están de acuerdo en el uso de los diaforéticos, mereciendo la preferencia el alcanfor, los polvos de Dower y otras composiciones farmacéuticas de esta es- pecie. (V. diaforéticos.) Los purgantes no dexan de convenir, con tal que sean suaves; y así es que tienen lugar en esta enferme- dad , especialmente las sales neutras, los tamarindos, la casia, ó TOMO III. II 250 DOL pulpa de cañafístula &c. (V. estos artículos.) El uso de los calman- tes , y principalmente del opio , puede convenir como no se presen- te en alto grado la diátesis inflamatoria; pues estos medicamentos, ademas de disminuir, ó afiaso quitar los dolores, suelen producir un sudor saludable. Con los remedios locales se necesita mucha precau- ción , y á pesar de que se hallan en los libros mil recetas de unturas y cataplasmas, que la tradición ha depositado no en pequeño núme- ro en el vulgo, la mayor parte de ellos se deben desechar por no- civos, particularmente en esta especie , pues aun las cantáridas, re- medio recomendable quando se fixan los dolores, no siempre pro- ducen los buenos efectos que en el reuma crónico. 2. Reumatismo crónico. Á esta especie se le da también el nom- bre de reuma vulgar ó común; y el de simple , cuya historia he- mos descrito en el género , que por lo regular suele ser conseqüen- cia del reumatismo agudo. La curación de esta especie tiene dos par- tes , una para curar los accesos ó acometimientos de dolores , y otra para precaverlos: en la primera tiene lugar el opio y el alcan- for, el abrigo, los sudoríficos, y aun algún ligero purgante; la die- ta debe ser corroborante , y se evitarán las sangrías y todo quanto pueda debilitar el sistema. Los baños tibios se han recomendado, y efectivamente se les ve surtir muy buenos efectos. Las leches y cocimientos de leños, como el guayaco, la bardana &c. se usan in- teriormente con suceso; y así el cocimiento dulzurante de Fuller (V. cocimientos.) es uno de los remedios mas recomendados, da- do solo ó mezclado con leche , como también las sales alcalinas, vo- látiles &c. En el sitio de los dolores, si estos están fixos , merecen la preferencia las cantáridas, las moxas. (V cauterios.) También se recomiendan las friegas con franelas y cepillos, y los linimentos al- cohólicos , xabonosos y difusibles ; el xaboncillo amoniacal con el láudano y la tintura de cantáridas es una excelente fórmula: la elec- tricidad es otro de los remedios locales que se alaba mucho. El plan que debe establecerse para precaver los accesos reumá- ticos debe consistir en un método dietético analéctico , algún exer- cicio, el abrigo aplicando á la carne camisas ó vestidos de franela, pues su roce excita la electricidad, y por consiguiente favorece el libre tránsito de la transpiración ; las friegas tienen el mismo uso, y en caso de usar medicinas interiores los sudoríficos que dexamos in- dicados ; les baños termales en las correspondientes estaciones suelen ser excelentes remedios profilácticos de esta enfermedad. 3. Reumatismo artrítico. Esta especie es una complicación de la gota y el reumatismo. (V. estos dos géneros.) 4. Reumatismo escorbútic. Esta especie es compañera, ó mas bien conseqüencia del escorbuto. (V. este artículo.) 5. Reumatismo cálido. Esta especie, según nuestro Nosologis- DOL 251 ta, es una variedad de la precedente, y pertenece á ella y al es- corbuto. 6. Reumatismo equino. Debiera haber omitido esta especie Sau- vages por no pertenecer aquí, y por hipotética. 7. Reumatismo histérico. No es extraño que á las histéricas se presenten dolores en varios puntos del cuerpo, y que se les dé el nombre de reuma histérico, que se curará con los remedios propios de la enfermedad primitiva. (V. histérico.) 8. Reumatismo verminoso. Se llama así por algunos autores el dolor que producen las lombrices. Es extraño que nuestro Noso- logista coloque esta enfermedad entre las especies de reumatismo. 9. Reumatismo febricoso. Esta especie es la calentura intermi- tente reumática. (V. calenturas.) 10. Reumatismo producido por los metales. Se verificará esta es- pecie quando los venenos metálicos producen dolores: para su cu- ración consúltese el artículo cólicos, venenos y contravenenos. 11. Reumatismo dorsal. Esta especie se verifica algunas veces en los que tienen la tisis dorsal. (V. este artículo.) 12. Reumatismo miliar. Esta especie acomete algunas veces á los que padecen esta erupción , que en el tiempo de la desecación se sienten con dolores vagos en las articulaciones , muy semejantes al reuma gotoso (V. la especie 3.), que se tratará como tal. 13. Reumatismo fugaz. A esta especie llaman también dolores reumáticos, que se suelen presentar en el principio de las calentu- ras y otras enfermedades; pero se disipan luego que desaparece la enfermedad primitiva ó antes; y quando se presentan solos se suelen desvanecer con solo el uso de algunos diaforéticos, que produzcan un sudor oportuno. 14. Reumatismo necróseo. Esta especie viene con la gangrena. (V. este artículo.) 15. Reumatismo convulsivo. Se verifica esta especie siempre que haya dolores violentos en las extremidades y otras partes muscula- res , y al mismo tiempo espasmos ó movimientos convulsivos , y á veces estupor y otros accidentes. (V. el género y el artículo es- pasmos. ) Ghnero iv. Catarro. El carácter de esta enfermedad consiste en una sensación incó- moda en las partes vecinas del cuello , esto es, en la laringe, farin- ge 8cc. , acompañada de tos, coriza &c. ; hallándose ademas en to- das estas partes una alteración inflamatoria, todo lo que parece ser causado p'*r las vicisitudes ó mudanzas de la atmósfera. Añade nuestro Nosolog'.sra que el carácter de este genero es muy difícil de comprehender, y aun de conocer , porque su causa nos es aun 252 DOL desconocida ; así lo expusimos quando tratamos del estímulo catar- ral , que solo le conocemos por sus efectos. Los antiguos decian que era un depósito de humores el catarro ; otros que es un desprendi- miento ó fluxión de serosidad que baxa de la cabeza á los órganos de la voz v deglución ; pero nada de esto se manifiesta á los sentidos. ,,E1 catarro, dice Cullen, es una excreción aumentada de moco, que suministra la membrana mocosa de la nariz , de la garganta y de los bronquios, la que está acompañada de calentura. Los que han escrito acerca de la Medicina práctica del mismo modo que los No- sologistas, han distinguido el catarro con diferentes nombres, se- gún que afecta mas ó menos á alguna de estas partes de la membra- na mocosa, mas bien que á otras; pero pienso que es siempre de la misma naturaleza, y que se produce por la misma causa, aun- que afecta diferentes partes. Muchísimas veces todas padecen al mis- mo tiempo; por consiguiente con poco fundamento se admite la dis- tinción de que acabo de hablar. Freqüentemente se ha tratado de esta enfermedad baxo el nombre de tos; en efecto la tos acompaña siempre al tipo principal del catarro , esto es, á la excreción au- mentada de las glándulas bronquiales; pero como la tos es murrísi- mas veces un síntoma de otras enfermedades muy diferentes entre sí, impropiamente se ha empleado este término como genérico. La causa remota del catarro comunísimamente es la acción del frío sobre el cuerpo. El modo con que produce el catarro se puede observar distintamente en muchos casos; y creo que se observaría siempre del mismo modo si se conociesen todas las circunstancias que determinan el frió á obrar sobre el cuerpo, ó si se atendiese á ellas. La enfermedad de que hablo ahora principia generalmente por una dificultad de respirar por la nariz, y por una sensación de ple- nitud que tapa su conducto. Freqüentemente se junta á esto un do- lor sordo y una sensación como de peso en la frente, y alguna ti- rantez en el movimiento de los ojos. Alguna vez luego que el enfer- mo principia á experimentar estas sensaciones, y siempre inmediata- mente después que se han manifestado corre de la nariz , y aun de los ojos, un humor delgado, que á menudo parece tener una cierta acritud, tanto por el gusto que experimenta el enfermo, quanto por el escozor que produce en las partes sobre que pasa. Estos síntomas constituyen la coriza y gravedo de los autores, y comun- mente están acompañados de una sensación de lasitud en todo el cuerpo. Alguna vez se padecen calofríos, ó al menos el cuerno es mas sensible que lo que acostumbra al frió del ayre ; y al mismo tiempo el pulso se pone, sobre todo por la tarde, mas freqüente que lo está- ordinariamente. Es raro que estos síntomas continúen largo tiempo sin que les acompañen ronquera , una sensación de aspereza y de estorbo en La DOL 253 traquiarteria, y alguna dificultad de respirar, que se atribuye á un cerramiento del pecho, y que se junta á una tos, que parece produ- cida por una irritación que se siente en la glotis. La tos generalmen- te es al principio seca, ocasiona dolores al rededor del pecho, y mas particularmente en el mismo pecho. Alguna vez estos síntomas se complican con dolores semejantes á los del reumatismo, que se sienten en diferentes partes del cuerpo, particularmente alrededor del cuello y de la cabeza : al mismo tiempo cesa el apetito, sobre- viene la sed, y el enfermo experimenta una lasitud general en todo el cuerpo. Estos síntomas indican la violencia y el grado de la enfermedad, la que no obstante comunmente no es de larga duración. A propor- ción que el catarro hace progresos, se junta á la tos una excreción abundante de moco , que al principio es tenue ; pero se espesa por grados, y se arroja por una tos menos freqüente y menos traba- josa. La enferrnedad cesa enteramente luego que la ronquera y el dolor de la traquiarteria se disipan, que disminuyen los síntomas febriles, que la tos es menos freqüente, y la expectoración menos abundante. Este es generalmente el curso de esta enfermedad; co- munmente ni es larga ni peligrosa; pero en algunos casos se observa todo lo contrario. Los que están acometidos de catarro parecen es- tar mas fácilmente afectos que lo acostumbrado por el ayre y frió; y si mientras que están en este estado se exponen al frío, la enfer- medad, que parecía disiparse, freqüentemente vuelve á parecer con mas violencia que antes; y se hace no solamente mas larga que lo que hubiera sido, sino también mas peligrosa por las otras en- fermedades que sobrevienen. El catarro freqüentemente está acompañado de un cierto grado de angina tonsilar; y quando el catarro se agrava por una nueva acción de frío , la angina se hace también mas violenta y aun mas peligrosa á causa de la tos que existe al mismo tiempo. Quando el catarro se ha originado de una causa violenta, quando se ha agra- vado por un mal régimen, y sobre todo, quando se ha hecho mas violento por la acción nueva y á menudo reiterada del frío, se mu- da freqüentemente en inflamación de pecho, acompañada del ma- yor riesgo. Sin embargo, á menos que no sobrevengan los síntomas que he indicado en el párrafo anterior , el catarro, según pienso, es siem- pre una enfermedad ligera y nada arriesgada en las personas sanas y jóvenes; pero en los que están dispuestos á la tisis el catarro pue- de producir fácilmente la hemotisis, ó engendrar tubérculos en los pulmones; y quando existen ya tubérculos, el catarro accidental puede mas fácilmente determinar su inflamación , y por consiguien- te producir la tisis pulmonar. 254 DOL El catarro es alguna vez una enfermedad peligrosa para los vie- jos. En muchos hombres, á proporción que avanzan en edad, y sobre todo quando principian á envejecerse, la secreción del moco que existe naturalmente en los pulmones, se aumenta , y por consi- guiente exige una expectoración freqüente; por lo qual si el catarro sobreviene á semejantes personas, si aumenta la afluencia de los hu- mores hacia los pulmones, y se junta con un cierto grado de infla- mación , puede producir la pulmonía falsa, que en estos casos es muy freqüente y mortal." (V. pulmonía.) Aun se ignora la causa inmediata del catarro y la naturaleza de lo.que llamamos estímulo catarral. (V. calentura^ estímulo catarral.) Se cree comunmente que el frió produce el catarro y sus productos, disminuyendo la transpiración cutánea, determinán- dola á los sitios donde se pervierte y aumenta la secreción mu- cosa ; pero esto está sujeto á muchas dudas como dexamos dicho en los artículos citados. El catarro y sus productos, esto es, la calentura catarral, la angina, la tos, y aun el sarampión, puede ser esporádico, y con- tagioso y epidémico, pues hay muchos exemplos de ello: ios sínto- mas de uno y otro son los mismos , solo los del último suelen ser mas graduados. Lo mismo sucede con la curación , que debe ser una misma , reducida á promover la transpiración y precaver in- flamaciones , acumulaciones de humores en las cavidades y sus con- seqüencias. El uso de bebidas tibias y teiformes, como diximos quando tratamos de la calentura catarral, adonde nos remitimos es muy útil, como también los antimoniales y calmantes; pero el vomitivo es el medio mas eficaz para restablecer la determinación de los humores hacia la piel , favoreciendo al mismo tiempo la secre- ción del moco que se hace en los pulmones , evitando el que se de- tenga y produzca en ellos alguna alteración considerable y aun fu- nesta , como suele suceder algunas veces. Estas son las indicaciones generales que se deben satisfacer en esta enfermedad , usando al mismo tiempo una dieta correspondiente, abrigo &c., acudiendo á los síntomas mas urgentes con los remedios apropiados; pues si se presentan aparatos anginosos, se tratará como diximos en el ar- tículo angina; si hubiese una tos excesiva se usarán los calman- tes y antiespasmódicos; si se afectase el pulmón y hubiese en él un gran cúmulo de linfa espesa ó moco alterado , se echará mano de los mejores expectorantes incindentes, y con preferencia el kermes mi- neral. ( V. pulmonía catarral.) Este género consta de siete especies. i. Catarro benigno. Se verificará esta especie quando se presen- ten los síntomas descritos en el género sin intensidad ni ningún mal carácter, en cuyo caso se emplearán los remedios mas suaves para DOL 255 curarlo ; pues acaso bastarán algunas tomas de alguna bebida teifor- me , como la infusión de manzanilla, flor de saúco &c., en donde se pondrá un poco de miel, y alguna dracma de crémor de tártaro; y si se quiere por bebida ordinaria una agua acídula, como la de naranja ó limón , pero que no esté muy fria. 2. Catarro ferino. ( V. tos ferina en la clase de anhe- laciones. ) 3, Catarro epidémico. Ya hemos dicho en el género que se cu- ra por el método general. ( V. el género.) 4. Catarro de Bella Isla. Esta especie es endémica en dicho pais, que secura por el método ordinario. 5. Catarro rubeoloso. Esta especie suele ser el exordio del sa- rampión , y aun suele acompañarlo. ( V. sarampión. ) 6 Catarro de pecho. Nuestro Nosologista funda esta especie en un caso particular; pero nosotros la caracterizamos siempre que se halle mas abundante la secreción morbosa del moco en el pecho; pues algunas veces produce esta especie, principalmente en los vie- jos , un derrame tan abundante de moco catarral en los pulmo- nes, que pone en peligro de sofocar de repente á los enfermos, y otras veces su detención causa una tisis, como no se acuda con los expectorantes y tónicos mas enérgicos. 7. Catarro canino. Pudiera haber omitido esta especie Sauvages, reducida únicamente á la exposición de una epidemia de catarros en los perros de su pais. Género v. Ansiedad. El carácter de este género consiste en una sensación incómoda que no permite estar en quietud al enfermo. Esta enfermedad , 6 mas bien este síntoma, se halla descrito en la clase de calentura en la exposición de los síntomas, adonde nos remitimos. Sauvages for- ma de este género seis especies. 1. Ansiedad febril. (V. la Sintomatologia febril en la clase de calenturas.) 2. Ansiedad espasmódica. Esta especie consiste , según Boer- haave, en un espasmo violento del estómago y el diafragma, que incomoda freqüentemente á los histéricos é hipocondriacos , y tam- bién á los sugetos nerviosos &c.: por lo regular viene acompañada de suspiros , opresión , náuseas, dolores &c. Esta especie, aunque incómoda, no suele durar mucho tiempo, pues suele disiparse es- pontáneamente, ó con solo el auxilio de una bebida antiespasmó- dica; por exemplo, quatro onzas de agua de torongil, un escrú- pulo de licor anodino de Hoffman, y una onza de xarabe de cor- teza de cidra , todo mezclado. Con esta fórmula ú otra de su es- 2$6 DOL pecie se remedian prontamente las ansiedades espasmódicas, 3. Ansiedad agonística. Esta especie es la que se presenta en la agonía. (V. cara hipocrÁtica y muerte.) 4. Ansiedad cardiaca. Esta especie es la que sin ninguna infla- mación ni calentura se produce por algún obstáculo que se opone á la circulación, ya sea que se halle en el corazón ó en sus inmedia- ciones algún pólipo ó aneurisma, ó la sangre coagulada por el ve- neno de la víbora ú otras causas. ( Consúltense los correspondien- tes artículos para la inteligencia y curación de esta especie, es- to es, los de sus causas.) j. Ansiedad causada por las afecciones doloríficas de las piernas. Nada hay mas freqüente en la práctica , dice nuestro No- sologista, que esta enfermedad; pero sin embargo no hay ninguna en que guarden los autores tanto silencio. Los gotosos reumáticos por lo regular en la noche perciben tales dolores en las extremi- dades, que se sigue una terrible inquietud. Pero esta especie perte- nece á la enfermedad que la produce, de que solo es un síntoma. 6. Ansiedad producida por la mordedura de un gato. Esta especie está fundada en un caso particular, que pudiera haberla omi- tido Sauvages. Género vi. Lasitud. Lassitudo. El carácter de este género consiste en una sensación incómoda acompañada de debilidad, la qual obliga á los enfermos á buscar el reposo y la quietud para reparar las fuerzas perdidas. Por lo regu- lar es un síntoma de otras enfermedades que se producen por varias causas. (V. las clases de debilidades, calenturas &c.) Galeno ha formado siete especies de este género, pero esta di- visión es mas bien fundada por la lógica, ó por mejor decir, por la imaginación , que por lo que vemos en la práctica ; pero sin em- bargo expondremos algunas de ellas. La primera llama lasitud ten- siva, copos tonades : 2.a lasitud ulcerosa, copos elcodes, la qual está acompañada de calofrios y de una sensación igual á la que pro- duce una espina que se introduce en el cuerpo: 3.a lasitud flegmo- nosa, copos jlegmonodes ó caliente, que está acompañada de una sensación de calor: 4.a copos ischnotes, que viene con sequedad de cuerpo &c. Nuestro Nosologista forma ocho especies de este género. 1. Lasitud producida por el trábalo. Esta especie es bastante conocida de todos, como también el modo de remediarla; pues con solo el descanso viene la reacción, y el hombre vuelve á poner- se en actitud para tomar de nuevo el trabajo. 2. Lasitud causada por pasiones de ánimo. Se sabe igual- mente que estas producen repentinamente los desfallecimientos, la- situdes y otras enfermedades. (V. pasiones de ánimo. ) DOL 257 3. Lasitud causada por fluxos. Por lo regular esta especie es conseqüencia inmediata de los fluxos abundantes. (V. la clase de FLUXOS.) 4. Lasitud causada por el calor. El excesivo calor del estío, y el que produce la atmósfera de las regiones cálidas y otros sitios en que predomina esta qualidad calefaciente, produce esta especie, que todos conocen y saben remediarla. j. Lasitudpletórica. (V. plétora.) 6. Lasitud febril. (V. debilidad febril en la clase de ca- lenturas.) 7. Lasitud escorbútica. Esta especie es un síntoma del escor- buto. (V. este artículo.) 8. Lasitud caquéctica. En muchas de las enfermedades caquéc- ticas se halla la lasitud acompañándolas. (V. caquexias.) Género vii. Estupor 6 entorpecimiento. El carácter de este género consiste en una sensación incómoda, que enerva ó entorpece las sensaciones; este entorpecimiento no es como el que viene por debilidad de los sentidos y el movimiento, sino es una sensación particular que se experimenta quando se com- primen los nervios en conseqüencia de haber estado mucho tiempo en una postura &c. Á la molesta sensación que suele resultar, llama el vulgo haberse dormido el pie, la mano &c.; tiene mucha seme- janza con el calambre esta enfermedad, la que algunas veces se sue- le complicar. Nuestro Nosologista forma ocho especies de este gé- nero, que son mas bien síntomas de otras enfermedades, por lo que omitimos su exposición, y porque aunque se considere esta enferme- dad como esencial, particularmente quando viene por compresión, no exige apenas remedios, pues quando mas una friega seca ó algún licor espirituoso es lo único que hay que hacer como lo sabe bien el vulgo; pero si se agravase por alguna otra causa pertenecerá mas bien á la parálisis ú otro género de la clase de Debilidades, adonde nos remitimos. Género viii. Prurito ó picazón. El carácter de este género consiste en una sensación incómoda que se siente en la piel, que obliga á los enfermos á rascarse. Quan- do esta sensación es ligera no se la puede considerar como un dolor, sino como un cosquilleo ó un estado medio entre el placer y el do- lor; pero se experimenta el primero quando se rascan los enfer- mos. Si el prurito se aumenta se hace insoportable, y en lugar de rascarse se desuellan los que le padecen, y se sigue á la picazón el escozor. El prurito acompaña á varias enfermedades; y en algunas TOMO III. KR 258 DOL de ellas suele ser un síntoma como en la sarna &c. Este género cons- ta de diez especies. 1. Prurito exantemático. Este es el que suele acompañar á muchas enfermedades exantemáticas agudas, como las viruelas, el sarampión &c. quando se secan las pústulas, y también en las cró- nicas , como en las herpes, la sarna, la tina &c. (V. los artículos de todas estas enfermedades.) 2. Prurito pedicular. Esta picazón es bastante conocida , y es la que se halla en la enfermedad llamada phitiriasis ópedicular, que causa los piojos. (V. phitiriasis.) 3. Prurito ictérico. Este es el que afecta á los que padecen la ictericia. (V. este artículo) 4. Prurito ártrico. Este es el que se halla hacia el fin de los pa- roxismos artríticos en los pies ó las manos de los que padecen dicha enfermedad. ^ <¡. Prurito infantil. Este es el que suele afectar á los niños re- cien nacidos á causa de ciertos pelitos que suelen tener hacia los lo- mos , que les produce una extraordinaria picazón é inquietud, y que es preciso quitarlos dando unas friegas con un pedazo de paño, ó por otro medio» 6. Prurito fugaz. Este es aquel que se ocasiona por una causa externa, que es fácil de quitar; pero sin embargo es necesario conocerle para no confundirlo con otros. Son muchas las causas que producen esta especie de prurito , como las ligaduras, las ropas de lana, el hu- mor sebáceo y otros que se detienen en el prepucio, la vagina y otras partes que produce la picazón &c» 7. Prurito de las embarazadas. Las mugeres freqüentemente son acometidas en la mitad de su embarazo de una picazón extraor- dinaria en varias partes del cuerpo, pero con particularidad en las de la generación; alguna vez se presentan erupciones, otras no; pero siempre conviene dar algún blando diaforético ó refrescante, y si hay plenitud alguna sangría. 8.. Prurito producido por el opio. Algunas veces se suele seguir una picazón ó prurito á los que han tomado el opio; pero esta ligera incomodidades pasagera, y no exige por lo regular remedio alguno. 9. , Prurito causado por la medasa. La medasa es una especie de zoófito gelatinoso y roxizo, que sobrenada en el agua del mar, y que aplicado á los ojos y á las manos produce una sensación de que- madura y picazón tan vivo como el de la ortiga r por lo que se le ha llamado ortiga de mar. 10. Prurito sifilítico. Esta especie afecta principalmente las in- gles en las enfermedades venéreas. (V. venéreo.) DOL 259 Género ix. Frialdad, algor. La frialdad, que los latinos llaman algor y frigus morbosus, es una sensación incómoda, que todos conocen; y por lo regular es un síntoma de otras enfermedades} particularmente de las calentu- ras , por lo que no se le debe tener como una enfermedad primitiva; sin embargo este síntoma es algunas veces tan grave y esencial que se puede decir que no es conseqüencia ni accidente de otra enfer- medad. Se llama frío ó frialdad, según los diferentes grados de esta modificación morbosa de la vida, la qual no está siempre acompaña- da de temblor, ó lo que se llama tiritar, pues muchas veces hay una gran sensación de frió con todos los demás efectos, y no hay agitación en los músculos. De este género forma nuestro Nosologista tres especies. 1. Algor ó frialdad externa. Esta es la que experimentan los que resisten mucho tiempo á la frialdad del ayre, el agua ó la nie- ve; y esta sensación será otro tanto mas incómoda quando los su- getos que la sufren están poco acostumbrados; quando la mutación es mas pronta, y quando su constitución es mas sensible y delicada; quando el frío es excesivo, que señala en el termómetro á los grados de hielo, ó mas baxo; y así se ve que quanto mas se está expuesto al frío en estas circunstancias el dolor ó incomodidad es mas violenta, siguiéndose algunas veces el esfacelo. (V. este artículo.) En el ar- tículo frío expondremos los efectos perniciosos de él. (V. también frío febril en el artículo calentura.) 2. Algor ó frialdad interior. Este es el que proviene de un principio interno, como el que se siente en las calenturas como exor- dio de ellas, el que acompaña á las álgidas(V. la sintomatologia febril en el artículo calentura.) y otras especies de calenturas, en el catarro, la ictericia, quando la orina se mezcla con la sangre, en la iscuria y otras enfermedades. (V. los artículos de todas estas afecciones.) 3. Algor febricos0. (V. calentura.) Género x. Ardor. El ardor es una sensación incómoda, que todos conocemos mas bien por la experiencia que por las explicaciones, causada comunmen- te por las partículas Ígneas ú otras substancias análogas. Las obser- vaciones termométricas en el hombre manifiestan que quando se apli- ca mas calor que el que es común ó natural (V. calor y calórico.) se siguen mudanzas morbosas; quando pasa de 38 grados del termó- metro de Reaumur, las partes se queman, los órganos se destruyen, 2Ó0 DOL se forman escaras &c (V. quemadura.) Un calor como de 3 5 gra- dos enrarece los fluidos como cosa de doscientas partes de su volu- men ; los vasos se dilatan en proporción, las partes se ponen roxas y dolorosas, y este dolor es acompañado de una sensación ó escozor como de una quemadura; los grados mas ó menos sensibles de estas sensaciones incómodas forman una especie de dolor, cuyo primer grado es el ardor. Este género consta de dos especies, que son el ardor externo que causan los cuerpos calientes exteriores (V. ca- lor, calórico y cáusticos.), y el ardor interno, que es el que se halla en las calenturas y otras enfermedades. (V. ardor y ca- lentura.) Orden segundo. Dolores de cabeza. En este orden se comprehenden todas las enfermedades que vie- nen con dolor en alguna parte de la cabeza, como el cráneo, los ojos, los oidos, los dientes &c. sin calentura ni convulsión. Estas enfermedades comunmente suelen llamarse dolor de cabeza, de ojos, dientes &c., las quales por lo regular no obligan á los enfermos á estar en la cama, porque no son sino parciales, á no ser que el do- lor sea muy violento, y produzca una gran debilidad y otros acci- dentes, como la vigilia, la tristeza, inapetencia &c. Estos dolores locales son idiopáticos ó simpáticos; los primeros son aquellos cuyo principio material ó la materia morbífica parece hallarse en la misma parte donde se siente el dolor, como la cefalalgia, que es producida por la plétora de los vasos de las meninges &c. Los dolores simpá- ticos son aquellos cuya materia morbífica ó el principio evidente se halla en un sitio distante del que se siente el dolor, como la cefa- lalgia, que se atribuye á la saburra del estómago ó á la estancación de la sangre en la matriz. Este orden comprehende seis géneros, que son la cefalalgia, cefalea, hemicrania, oftalmía t otalgia y odontalgia. Género xi. Cefalalgia. El carácter de esta enfermedad consiste en una pesadez ó carga- zón de cabeza, ó mas bien una sensación incómoda que parece que este órgano está interiormente como inflado y cargado, y es á lo que se llama dolor gravativo de cabeza ó cefalalgia. Para la inteligencia de este género y los siguientes, esto es, los que comprehende este orden de dolores de cabeza, se consultará el género reuma y el de gota, con cuyas enfermedades doloríficas tienen relación las de estos géneros, pues muchas veces son producidos por dichas enfermeda- des ; aunque otras lo son por los principios determinantes que se in- dican en las especies, que según nuestro Nosologista son trece. 1. Cefalalgia pietarica. La causa y la curación de esta especie DOL 261 es bastante conocida (V. plétora.), por lo que no nos detendre- mos en su exposición, sabiendo que las sangrías proporcionales, un método dietético correspondiente y algún exercicio son los medios de corregir esta enfermedad. 2. Cefalalgia menstrual. Esta especie suelen padecer algunas mugeres todos los meses al tiempo de la menstruación, quando esta se suprime ó retarda; pero luego que se presenta esta evacuación cesa inmediatamente la incomodidad de cabeza; por lo que la cura di- recta consiste en restablecer ó arreglar la menstruación. (V. clo- rosis. ) 3. Cefalalgia hemorroidal. Esta es mas bien una variedad de la pletorica que una especie particular, y así los sugetos pletóricos que padecen almorranas suelen padecer las cefalalgias gravativas an- tes que se hinchen los vasos hemorroidales; la curación de esta es- pecie consiste en las evacuaciones de sangre, y con preferencia las locales del intestino recto, esto es, las sanguijuelas en dicho sitio, los vapores y aun semicupios ó medios baños, y el uso también de los aloéticos que excitan el sistema hemorroidal , y aunque produ- cen las almorranas curan esta especie de cefalalgia. 4. Cefalalgia estomacal. Esta especie es producida por la sa- burra ó vicio en las primeras vias, ó como dice Riverio, por la sim- patía que hay entre la cabeza y el estómago; esta enfermedad no dexa de ser freqüente, y se distingue con bastante facilidad. (V. sa- burra^ vicio gástrico.) La curación consiste en emplear algunos digestivos ó purgantes suaves, como las sales neutras, la magnesia &c; y si esto no alcanzase, el emético, el que Hipócrates aconseja en uno de sus aforismos, en que dice: si hay inapetencia, cardialgía, amargor de boca , vértigo y pesadez de cabeza, es necesario dar el emético al enfermo, afor. 17, lib iv. El emético seguramente es- tá indicado solo en la saburra, aunque no hubiese la cefalalgia; pero esta se cura con este remedio siempre que provenga de vicio gástrico. 5. Cefalalgia febril. Síntoma muy freqüente en las calenturas. (V. CALENTURA ) 6. Cefalalgia pulsativa. Esta especie viene acompañada con pulsaciones incómodas en las sienes ó regiones temporales, por lo regular es sintomática en la calentura. (V. este articulo.) 7. Cefalalgia intermitente. Esta especie es periódica, y suele presentarse todos los dias ó cada tres dias á una misma hora, sin que el pulso sea mas freqüente, ni haya otro síntoma febril, lo que da lugar á creer que esta especie sea sostenida por un vicio análogo al de las calenturas intermitentes, y así es que el vulgo suele llamar tercianas de cabeza, en las que la quina suele surtir muy buenos efectos , y es el único remedio que se debe administrar. 8. Cefalalgia de las embarazadas. Las mugeres preñadas sue- 2Ó2 DOL len padecer esta especie alguna vez, que se debe mirar como pleto- rica, porque la compresión de los vasos inferiores suele ocasionar el acumulo de sangre en el cerebro mas ó menos graduado, por lo que las sangrías proporcionales es el remedio directo. 9. Cefalalgia inflamatoria. Esta especie, que pertenece mas bien á laclase de inflamaciones (V. este artículo), puede venir de golpes, heridas y contusiones de cabeza y otros principios procatár- ticos, á la inflamación del cerebro y sus membranas, que producen la frenitis &c. 10. Cefalalgia catarral. Esta especie acompaña á las afeccio- nes catarrales. (V. catarro.) Sauvages quiere que sea de dos es- pecies, una externa, que solo afecte la piel, y otra interna que inte- rese la calota aponebrótica, y que en una y otra haya coriza, tos, estornudos &c.; para su curación se consultará el género catarro de esta misma clase. 11. Cefalalgia producida por variaciones de la atmósfera. Esta especie, que refieren varios autores, la padecen algunas personas siempre que reyna el viento de Mediodía ó Sur, ó quando está hú- medo, cesando esta enfermedad quando se muda al Norte. Suelen padecerla por lo regular los sugetos estudiosos, y que están dedica- dos á exercicios mentales; se atribuye á la mayor ó menor cantidad de fluido eléctrico que existe en la atmósfera, cuyo exceso ó defecto puede producir esta enfermedad. 12. Cefalalgia histérica. Las enfermas histéricas suelen padecer esta especie; para su curación &c. (V. histérico.) 13. Cefalalgia metálica. Esta especie es familiar á los alfareros y otros artesanos que tengan que manejar polvos metálicos; para cu- rar esta especie se consultarán ios artículos cólico , venenos y CONTRAVENENOS. Género xii. Cefalea. Esta enfermedad se diferencia, según Celio Aureliano, de la ce- falalgia , en que esta es crónica, y la cefalea es aguda y pasagera; esta enfermedad consiste en un dolor agudo y continuo de cabeza, que se irrita con el mas ligero motivo, por lo que la cefalea no se diferencia de la cefalalgia sino en los grados y en la duración, lo que da motivo á que se confundan estos dos géneros. Los modernos, y particularmente los discípulos de Sthal, distinguen la cefalea en que el dolor de esta es extensivo y espasmódico, en lugar que en la cefa- lalgia es gravativo. Este género consta de siete especies. 1. Cefalea sifilítica. Esta especie es bastante freqüente en los que padecen ó están afectados de un vicio venéreo; para su curación se emplearán los remedios mercuriales que puedan destruir el sitio que la causa. (V. venéreo.) DOL 263 2. Cefalea escorbútica ó acrimoniosa. Esta especie se sigue por el escorbuto ú otro vicio humoral. Consúltese el artículo del vicio que produzca esta especie, y en él se hallará la respectiva curación. 3. Cefalea artrítica. La gota retropulsa puede producir esta especie. (V. el género primero de esta misma clase.) 4. Cefalea febril. (V. calentura.) 5. Cefalea melancólica. Síntoma que aflige alguna vez á los me- lancólicos. Ramazzine quiere que sea enfermedad esencial producida por la supresión de la menstruación y el fluxo hemorroidal; pero todo esto causa la tristeza y la melancolía.. 6. Cefalea polónica. Esta especie se verifica en la retropulsion ó amputación de la plica polónica. (V. este artículo*) 7. Cefalea serosa. Esta especie la refieren algunos autores; pero mas bien pertenece á un género de hidropesía. (V".. la clase de ca- quexias.) Género xiii* Hemicránea, ó xaqueca.. Esta es una enfermedad cuyo principal síntoma es un dolor agu- do y periódico en los lados de la cabeza, particularmente hacia las sienes, en la frente y al rededor de los ojos. Se diferencia de la ce- falea en que no tiene su asiento en el cerebro ni en las partes del cráneo, que le cubren inmediatamente;. pero sí en las órbitas, en los senos frontales, por lo que el ojo sufre bastante incomodidad, como también las fosas nasales; hay lagrimeo, y á veces coriza. La hemi- cránea suele ser pasagera, pues suele durar pocas-horas, aunque al- gunas veces se extiende á un dia, y quando mas á dos ó tres, pero lue- go se desvanece; por lo regular suele venir acompañada de inape- tencia, otras veces con vómitos, y no es raro que haya horror al agua. El silencio,, la quietud y la obscuridad son los mejores medios de aliviar esta incomodidad pasagera; el te se ha recomendado y el uso de algún calmante, y por remedios profilácticos la tintura de quina por mucho tiempo. Este género consta de diez especies- 1. Hemicránea ocular. Esta especie es la que acomete casi ex- clusivamente al ojo y y ademas de las causas generales suele venir ademas por una inflamación, supuración &c, y en este caso se tra- tará según la naturaleza de la causa que la produzca. (V. inflama- ción , SUPURACIÓN &C; 2. Hemicránea odontálgica* Esta especie suele seguirse á los vicios odontálgicos ó de los dientes por estar cariados &c. (V. odon- talgia.) 3. Hemicránea de los senos. Esta especie es producida por alguna alteración en los senos frontales en uno-ó en otro, ó en los dos á un mismo tiempo. Se conoce por el sitio deL dolor, que es el mismo de los senos: si es en uno solo,. la nariz, de aquel lado se pone 264 DOL seca, el ojo rubicundo y lagrimante. Algunas veces esta especie es causada por lombrices en los mismos senos , y esta variedad se dis- tingue por la picazón que causan estos insectos, y porque suelen tener vértigos los enfermos. (V. lombrices^ las especies anteriores.) 4. Hemicránea complicada con coriza. (V. el género y las especies anteriores, y el género coriza.) 5. Hemicránea hemorroidal. Esta especie, que también han llamado clavo hemorroidal, se presenta con un dolor de cabeza fixo semejante al que causaría un clavo que se introduxese en esta parte, que suele ser causado por la supresión de las almorranas ó del fluxo menstruo hemorroidal, ó quando cesa la evacuación de sangre de narices en los que la padecen periódicamente: la curación consiste en restablecer estas evacuaciones. (V. hemorroides.) 6. Hemicránea histérica ó clavo histérico. Esta especie con- siste en un dolor de cabeza extraordinario, que por lo regular ocu- pa poco mas ó menos el espacio de una pulgada, produciendo la misma sensación incómoda que la que causaría la introducción de un clavo, que pone á las enfermas en un estado de desesperación, y á veces en el delirio; suele ser común esta especie en las histéricas y cloróticas. (V. histérico y clorosis.) 7. Hemicránea purulenta. Esta especie está fundada en un ca- so particular de una supuración que sobrevino en los senos frontales de resultas de una herida y fractura de cabeza. Se pudiera haber omitido esta especie, y nuestro Nosologista debiera haberla coloca- do en la especie tercera. 8. Hemicránea causada por insectos. Lo mismo decimos de esta especie que de la anterior, que puede referirse á la misma espe- cie tercera. 9. Hemicránea complicada con un cólico renal. Esta especie está igualmente fundada en un caso particular que refiere Baglivio. 10. Hemicránea lunática. Esta especie es aquella que acome- te cada ocho dias en las mutaciones lunares. Salií refiere tres obser- vaciones de esta especie. Género xiv. Oftalmía. Esta enfermedad no solo es dolorífica sino también muchas ve- ces tiene carácter de inflamatoria &c.; y por pertenecer á la Cirugía la trataremos en artículo separado, esto es, en el de oftalmía,en donde se tratará con extensión. Género xv. Otalgia ó dolor de oidos. La otalgia es una enfermedad, cuyo principal síntoma es un dolor DOL 265 violento de oidos. El dolor en general es proporcional al peligro que tienen las partes nerviosas de romperse, y de su sensibilidad. Toda rotura supone una fuerza proporcional á la resistencia de la parte , y su acción será mucho mayor según sea la parte, que se ha de dividir mas delgada, y esté mas ó menos tirante; y así es que si hacemos comparaciones, veremos que no se podrá cortar bien con unas tixeras un lienzo ó un papel como no estén tirantes; tampoco se podrá quebrar bien una rama de un árbol como no esté seca &c. Como el periostio de la parte interna del oido, particularmente del laberinto, está muy seco y tirante, y al mismo tiempo es sumamen- te delgado, es fácil de comprehender que debe haber un dolor muy agudo en estas partes quando sufren alguna violencia por medio de algún cuerpo extraño, ya sea un insecto ú otro cuerpo que se intro- duce en lo interior de este órgano delicado, ó por una causa inter- na, como el espasmo de los vasos, una inflamación, la dislocación de los huesecillos, un absceso &c. El dolor de estas parres será mu- cho mas vivo que el de las demás, supuesto que no hay ninguna que exerza una sensación mas exquisita, si se exceptúa qujndo mas la re- tina , y también porque en el oido se distribuyen una gran cantidad de filetes nerviosos. Este dolor quando se aumenta á cierto grado suele estar acompañado de delirio, y por consiguiente vigilia, con- vulsiones, alguna vez calentura aguda, torpeza en los miembros, y otros accidentes. Este género consta de quatro especies. i. Otalgia inflamatoria. Esta especie se conoce por el calor; la rubicundez de la oreja y las mexillas, y al mismo tiempo por el do- lor pulsativo, y la calentura aguda que sienten los enfermos con vi- gilia, torpeza en el oido, algunas veces convulsiones, síncopes, fríos en los extremos, con otros accidentes funestos, como no se termine prontamente por resolución ó por supuración, que suele presentarse muchas veces al séptimo dia. El método curativo general, que se debe establecer para esta especie, es el mismo que para qualquier in- flamación (V. inflamación.), y en el oido se echará leche caliente ó aceyte de almendras dulces; y si los dolores son muy violentos, se añadirá algún calmante, poniendo también en las inmediaciones una cataplasma anodina ú otro tópico de esta misma intención. 2. Otalgia verminosa. Sauvages establece esta especie de un ca- so particular en que un enfermo padecía enormes dolores, y habién- dole sacado algunos gusanos cesaron inmediatamente. 3. Otalgia catarral. Se distingue esta especie por los principios procatárticos, esto es, que han antecedido , como haber estado ex- puestos los enfermos á fríos repentinos y húmedos, particularmente ri antes tenían la c.ibeza caliente; por los síntomas que suelen acom- pañar de coriza, tos, y aun una ligera angina con un dolor pequeño al rededor de la oreja, hay alguna sordera , y alguna vez algunos de TOMO III. LL 266 DOL los accidentes de la especie primera; pero no tan violentos. Para la curación de esta especie se emplearán los remedios del género catar- ro [V. este artículo,) y en quanto á los tópicos se pondrán los cal- mantes con los tónicos: al agua de la Reyna de Hungría alcanforada la hemos visto surtir muy buenos efectos; y si esto y los calmantes no alcanzase, los vexigatorios puestos en las inmediaciones del oido surten buenos efectos. Algunos Prácticos aconsejan las fumigaciones aromáticas con succino , olivano , y también con azúcar. Areteo aconseja las sanguijuelas; pero estas vendrán mejor para la especie primera. 4. Otalgia causada por cuerpos extraños. Se observa con fre- qüencia en la práctica que se introducen insectos y otros cuerpos ex- traños en el oido (V. cuerpos extraños), que es preciso extraer según la naturaleza de cada uno de ellos: si fuesen los insectos lla- mados perfjra oidos, se debe emplear el aceyte de enebro, echán- dolo en el oido y fumigándolo con la goma amoniaco; si fuesen de otra naturaleza se procurarán extraer con sumo cuidado. Género xvi. Odontalgia. El carácter de este género consiste en un dolor tensivo, pulsa- tivo, y lancinante ó mordicante, de los mas violentos que se pade- cen , que se sienten en los dientes, extendiéndose muchas veces á los oidos, sienes y demás partes inmediatas de la mandíbula; inflamán- dose estas partes y las encías alguna vez con un tialismo ó babeo considerable. El sitio de esta enfermedad dolorífica es en los ner- vios, que se distribuyen en el periostio interno y externo de los dien- tes , las encías &c., que provienen del tercer par ó espinoso, y se- gún Wíslou el pequeño simpático. Los autores se han ocupado mucho sobre las causas y naturaleza de la odontalgia, pensando unos que es una especie de reumatismo, otros que un humor acre, que excita el dolor &c.; en medio de to- das estas hipótesis nosotros diremos que es un estímulo, cuya natu- raleza nos es desconocida, y de este modo no herraremos tan- to. Los hechos que nos ofrece la práctica son que por causas bastan- te conocidas se forman caries en los dientes, se hacen en ellos huecos, donde se recogen partículas de alimentos que se corrompen y alte- ran la substancia de los dientes, extendiéndose la caries ó corrupción hasta los nervios, dexando estos al descubierto y en contacto, no solo de esta substancia podrida, sino también del aj re atmosférico y otros cuerpos que pueden alterar los nervios; y así es que al to- mar alimentos ó bebidas de distintas temperaturas y condimentos los enfermos se resienten del dolor. Cullen dice que no conoce la DOL 2C7 naturaleza de la materia que produce la caries de las muelas, ni !u podido hallar su verdadero correctivo; pero presume que esta mate- ria es de un gé.iero pútrido, porque las mas veces comunica un olor hediondo al aliento. El medio profiláctico ó precautorio de esta en- fermedad es el aseo y limpieza de la boca enxuag.indola por las ma- ñanas, y siempre que se toma alimentos, y el uso de algunos dei.- tríficos. (V. este artículo.) Una larga experiencia ha probado, aña- de Cullen, que el remedio mas eficaz y freqüente, y acaso el único para curar esta enfermedad, es arrancar ó sacar la muela ó diente gastado ó cariado. Pero en algunos casos no conviene la extracción; y muy á menudo se obstinan los pacientes en evitarla: por consi- guiente se han buscado y usado muchas veces otros medios para qui- tar ó al menos moderar el dolor. Los remedios que parecen mas eficaces son los que destruyen en- teramente el nervio afecto, ó al menos la parte del nervio que e>tá expuesta á la acción de la materia acre que reside en la muela. Quan- do hay una cueva ó agujero que penetra en lo interior de la muela, es muy fácil destruir su nervio por el cauterio actual, y aun también se puede hacer por la aplicación de los cáusticos potenciales del gé- nero de los ácidos ó de los álcalis. Quando estos medios son ineficaces, al menos se puede aliviar al enfermo, disminuyendo la sensibilidad del nervio afecto, aplicando directamente opio ó aceytes aromáticos de los mas acres sobre el nervio de la muela. A menudo se puede también, según me parece, disminuir por algún tiempo la sensibilidad del nervio afecto por la aplicación externa del opio sobre las extremidades de los nervios que penetran la cutis, los quales son del mismo modo que los de las mue- las y dientes, ramos del quinto par. Quando la odontalgia únicamente consiste en un dolor del ner- vio de la muela, y no comunica á las partes vecinas ninguna afec- ción considerable, se debe recurrir particularmente á los remedios de que acabo de hablar; pero qunndo la enfermedad principalmente depende de una afección inflamatoria de los músculos y de las mem- branas de la quixada, y los remedios indicados mas arriba no pue- den obrar sino muy poco ó nada sobre el nervio afecto, se deben ordenar otros medios para disminuir el dolor. Si la enfermedad está acompañada de una diátesis inflamatoria ge-. neral del sistema, ó de un grado considerable de pirexia, la sangría general puede ser útil para moderar el dolor; pero rara vez se en- cuentran estas circunstancias, y generalmente la odontalgia es una afección puramente tópica, en la que, como lo observé mas arríb.i, la sangría general es muy poco útil. No obstante se podría creer que las sangrías locales deben ser úti'es en este caso, porque la in- flamación es local: en efecto lo son alguna vez; pero es raro que 268 DOL sus efectos sean ó considerables ó permanentes. Pienso que esto de- pende de que la odontalgia i1o consiste en la afección sola de los vasos sanguíneos, como sucede en los casos ordinarios del reumatis- mo, sino en una afección particular de las fibras que constituyen los músculos y los vasos de la parte: esta afección es efecto de la irrita- ción. La poca eficacia de las sangrías locales es, según mi dictamen, una pruebí que la enfermedad es de este último género. Por consiguiente los remedios necesarios para aliviar son l<~s que destruyen el espasmo de los vasos, y particularmente de los múscu- los y de las membranas afectas, como son los vexigatorios aplicados lo mas cerca que sea p sible de la parte afecta; tal es también el au- mento de las excreciones en las partes vecinas, como la excreción de la saliva y del moco de la boca, que se aumenta por el uso de los masticatorios acres. Freqüentemente basta excitar una sensación vi- va en las partes vecinas, por exemplo, introducir en las narices el agua de Luce, el aguardiente ó el agua de la Reyna de Hungría, ó aplicar con precaución el éter vitriólico sobre las mexillas. Las mis- mas razones me obligan á creer, que el aguardiente ó los otros lico- res espirituosos tenidos en la boca pueden ser muchas veces útiles. (Con el agua vulneraria espirituosa diluida en un poco de agua tibia hemos visto muy buenos efectos.) Hay dolores de muelas que no parecen originados por una ma- teria acre aplicada inmediatamente sobre el nervio de la muela, sino es efecto de la acción externa del frió, ó de algunas otras causas, que obran inmediatamente sobre los músculos ó las membranas de las quixadas; por consiguiente estos casos parece que piden otros reme- dios distintos de los que he hablado mas arriba. Sin embargo se debe siempre sospechar que los efectos del frío ó las otras causas semejan- tes dimanan de una disposición particular ocasionada por una ma- teria acre aplicada sobre el nervio de la muela, y que continúa obrando hasta un cierto punto. Por lo que he observado muchas ve- ces que no se podia atajar la acción de estas causas externas, sino sacando la muela que ocasionaba disposición particular de las partes. i. Odontalgia cariosa ó producida por la caries. Esta especie se ha descrito en el género y es la mas común. (V. el género) 2. Odontalgia de las embarazadas. Nada hay mas freqüente que ver á las embarazadas padecer dolores atroces de muelas, estén estas cariadas ó no, mirándose casi esta enfermedad como un sínto- ma de la preñez, que se debe socorrer con alguno de los socorros que hemos indicado en el género. Sauvages se inclina á la sangría; los enxuagatorios anodinos vendrán siempre bien: al que htmos visto surtir buen efecto es á una disolución del láudano opiado en espíritu de vino, dos, granos del primero en media onza del segundo, dilui- do todo en dos onzas de agua común usándolo tibio, sin que dexe DOL 269 de sacarse sangre quando no haya contraindicación que lo estorbe. 3. Odontalgia catarral. Algunos llaman á esta especie fluxión de muelas: Sauvages dice es causada por un resfriado, que se ha ad- quirido por estar los enfermos calientes y presentarse repentinamen- te al frió, deteniéndose la transpiración &c. estén los dientes sanos ó cariados. El dolor se suele apaciguar quando se hinchan las encías y partes inmediatas, formándose algunas veces elevaciones enormes, teniendo los enfermos un tialismo ó babeo muy abundante, que por lo regular es precedido de calofríos, de estornudo, de angina y otros síntomas de catarro y calentura. El dolor, añade este autor, no es tan violento como quando viene por la caries de las muelas, el qual suele suceder haciendo alguna sangría, y usando enxuagatorios anodinos, y aplicando también silagagos alternados con los narcóti- cos, y prescribiendo una dieta sudorífica. Seguramente poniendo á los enfermos en quietud, y que no usen mas alimentos que caldos, y una bebida subácida, como la de naranja &c., alternando con al- guna otra teiforme, en donde se puede disolver alguna sal neutra con el auxilio de los tópicos indicados, ú otros de su especie, se lo- grará sin duda la curación de semejantes dolencias. 4. Odontalgia escorbútica. Esta especie es un síntoma casi in- separable del escorbuto. (V. este artículo) 5. Odontalgia de la dentición. En la dentición se suelen pre- sentar dolores y otros accidentes que exigen socorros médicos y quirúrgicos , que se han expuesto en su respectivo artículo. (V.den- tición.) Por lo común en esta especie se ve que el estímulo de la dentición, digámoslo asi, simpatiza el sistema intestinal alterando estos órganos, y sobreviniendo una diarrea mas órnenos abundante; otras veces se afecta el sensorio simpáticamente, y vienen los sínto- mas soporosos y con bastante freqüencia la eclaupsia ó alferecía. En el primer caso es preciso acudir á los eméticos y con preferencia á la ipecacuana, la que sacude y evacúa de las primeras vias los produc- tos morbosos que hay en ellos, y se detiene la diarrea, que si no se corta suele ser funesta: en el caso de sopor ó alferecía se emplearán las cantáridas, sinapismos y demás remedios propuestos en el artícu- lo adormecimiento, y los varios géneros de la clase de debi- lidades. 6. Odontalgia artrítica. Según Musgrave esta especie ataca á los gotosos quando el vicio podágrico dexa los pies v retrocede á la cabeza y otras partes, y alguna vez suele depositarse" en las encías y dientes, y producir grandes dolores, que cesan luego que la gota ocupa su antiguo lugar. (V. el género artritis o gota.) 7. Odontalgia de dentera. La dentera como todos saben es una sensación incómoda de la dentadura ocasionada por el uso de frutas acerbas y xugos agrios, y también quando se frotan dos cuer- 270 DOL pos con aspereza, resultando un ruido incómodo, que llamamos re- chinamiento; entonces se simpatizan los dientes y se padece la den- tera; esta especie creemos no exija mas remedios que apartane de las causas, y quando mas destruir la impresión que dexáron los ácidos con bebidas suaves, ó con solo el agua. 8. Odontalgia histérica. Algunas veces viene con el histerismo esta especie. (V. histérico.) 9. Odontalgia estomática. Esta especie, dice Sauvages, con- siste en un fuerte dolor de dientes y de encías, que parece depender de la saburra del estómago, el qual se alivia con el uso del vomitivo. Orden tercero. Dolores de pecho. Las enfermedades doloríficas del pecho son la perineumonía, la pleuresía &c., que corresponden á la clase de inflamaciones : la pal- pitación á la de espasmos; debiéndose tratar en esta los dolores del es ó fago y el corazón, por lo que comprehenderá este orden solo tres géneros, que serán la disfagia, el pirosis y el cardiogmus ó dolor de corazón con pulsaciones violentas. Género xvii. Disfagia ó dificultad de tragar. Este género consiste en una dificultad de tragar acompañada de dolor, que impide no solo la deglución, sino también muchas veces la masticación, sin afectar la respiración , lo que la hace distinguir de la angina. Son muchas las causas y muy variadas las que produ- cen este género de enfermedad , por lo que varían igualmente las curaciones que se expondrán en las especies, que según nuestro No- sologista son diez y nueve. 1. Disfama espasmódica. Esta especie es producida por la constricción espasmódica del esófago en la parte superior ó inferior, sin que los enfermos puedan tragar alimentos sólidos ni líquidos, te- niendo dolores y rigidez en las partes inmediatas, y algunas veces una especie de sofocación. Todos estos síntomas suelen repetir por intervalos, y son algunas veces seguidos de convulsiones y otros ac- cidentes: las causas de esta especie son las mismas que producen los demás espasmos ( V. la clase de espasmos.) ; y así el método cu: 3- tivo se reduce á emplear los antiespasmódicos , las cantáridas al cuello &c. 2. Disfagia histérica. Esta especie suele acompaña al hi:t5- rico, y puede reducirse á la especie anterior; y así se tratará con los minios remedios que son propios también para el histérico. (Con- súltese también este articulo.) 3. Disfagia paralítica. Esta especie parece que es causada por DOL 271 la atonia ó parálisis dé los músculos que dilatan y mueven la larin- ge. Esta dificultad de tragar no es intermitente como en las demás disfagias, sino continua, los alimentos retroceden y vuelven á la boca ó las narices, y se insinúan algunas veces en ellas. Tulpio, Wanswieten, Hoffman y otros autores refieren casos de esta espe- cie: para su curación &c. consúltese el artículo parálisis. 4. Disfagia faríngea. Esta especie se diferencia únicamente por el sitio, pues afecta la parte superior del esófago, y puede ser producida por las mismas causas que las demás. 5. Disfagia esofágica. Se puede decir lo que en la especie an- terior. Sin embargo Sauvages coloca en esta los vicios orgánicos del es< fago y las partes inmediatas, como tumores escirrosos, cancro- sos &c, que interrumpen el paso de alimentos, y también por la suma sequedad y otras causas que estrechan este conducto. 6. Disfagia de los niños de pecho. Sauvages coloca en esta es- pecie la dificultad de tragar, que sobreviene por haber un agujero en el paladar, por la corrosión de la campanilla, por abscesos en estas partes &c. Sabido es que las afecciones de los órganos de la deglución suelen impedir esta interesante función, y entonces toman los alimentos distinta dirección, y salen por las narices con violen- cia é incomodidad Se curará esta enfermedad con los remedios pro- pios para curar los distintos males que produce esta especie; la que acomete á los niños por lo regular no debe confundirse con la dificultad de mamar, que suele provenir del frenillo. (V. este ar~ tíi ulo.) 7. Difiagia tusiculosa. Sauvages, refiriéndose á Hildano y á Barbette, establece esta especie por algunos casos particulares de hombres que por vicio de la epiglotis no podian tragar, á causa de que esta no tapaba la glotis bien, y los alimentos se conducían á la laringe, causando la tos incómoda y violenta, que todos conocen, y por consiguiente tenian una dificultad de tragar. 8 Dis'agia hidrofebica. Esta especie es un síntoma de la hi- drofobia. { V. este artículo.) 9. Disfagia nauseosa. Esta especie es producida por las náu- seas y por la contracción espasmódica del estómago, que producen el vómito ó las náuseas; también puede provenir por la ulceración del esófago , por vicios de saburra en el estómago, por la repuanan- cia que hay á tomar ciert< s alimentos &c: para curar esta especie se atenderá a los distintos principios que la producen ; los eméticos cu- rarán los vicios de saburra del estómago; los vulnerarios las úlceras del esófago &c. i o. Disfagia causada por cuerpos extraños que se atra- viesan en el esófago. Para curar esta especie consúltese el artículo cuerpos extraños , pues toda su curación consiste en sacarlos por 272 DOL los medios que se indican en dicho artículo y los que dicten la razón. ii. Disfagia causada por haber tragado la semilla de estra- monio. Según refiere Grugeri, esta semilla produce una dificultad de tragar, acompañada de sofocación, vértigos y otros síntomas sopo- rosos; para curar esta especie, dice el autor, es bueno gargarizarse con un cocimiento de higos, pasas y regaliz, y el uso de la triaca; nosotros principiaríamos la curación con un emético, y después el vinagre ú otro reactivo de este veneno , que al parecer es soporífero. (V. contravenenos.) 12. Disfagia sarcomatosa. Por un caso particular establece Sauvages esta especie, que era causada por un tumor ó excrecencia carnosa que tenia una muger , que la impedia tragar. 13. Disfagia causada por un escirro. Esta especie también está fundada por un caso particular de un escirro, que ocupaba la base de la lengua cerca de la laringe, que impedia hacer la deglución. 14. Otra disfagia muy semejante á la anterior. 15. Disfagia valsaviana. Suele suceder muchas veces que quan- do se traga un grueso bocado los músculos hiofaringios sufren una violenta extensión , y entonces los apéndices del hueso hioides se dis- loca. Se curará esta especie haciendo la reducción de estos apéndi- ces, y aplicando un vendaje apropiado. (V. vendajes.) 16. Disfagia aneurismática. Hay muchos exemplares de dis- fagias causadas por aneurismas de la aorta y otras arterias inmediatas, que comprimen el esófago y producen esta especie, que puede servir de signo para conocer la aneurisma. 17. Disfagia por defecto de los dientes. Linneo forma esta es- pecie de disfagia, porque la vacilación ó caida de los dientes impide hacer la masticación, y por consiguiente la deglución: bien se pu- diera omitir esta especie. 18. Disfagia cansada por la sequedad del esófago. Esta es- pecie se verifica algunas veces en varías especies de calenturas. (V. este artículo) 19. Disfagia causada por el prolapso de la campanilla. Esta especie es mas bien una conseqüencia ó síntoma de la enferme- dad primitiva que una enfermedad especial. (V. prolapso de la campanilla.) Género xvm. Pirosis. El carácter de este género consiste en que los enfermos tienen una incómoda sensación como de un excesivo calor en el estómago y esófigo , por lo que en algunas provincias de España llaman á. esta enfermedad rescoldera, la qual no viene acompañada de calen- tura. Algunos autores la llaman ardor de estómago; pero nuestro Nosologista la ha denominado pirosis de pir, que los griegos lia- DOL 273 ruaban así al fuego. Es muy probable que la sen? ación morbífica que produce el pirosis dimane de afecciones de distinta naturaleza , co- mo veremos después en las especies; pero siempre lo causará una materia acre y estimulante, producto de alguna alteración ó des- composición humoral &c. Esta enfermedad es bastante freqüente en las gentes del pueblo baxo; sin embargóse observa, aunque rara vez, en personas bien acomodadas. Si se ha padecido alguna vez esta enfermedad suele repetir; por lo común no la padecen con freqüencia las personas de edad avanzada; afecta ambos sexos, pero mas co- munmente á las mugeres, y de estas á las solteras y estériles, y á las que padecen el fluxo blanco ó menorrea. Ordinariamente por la mañana y antes del medio dia, quando el estómago está vacío, se manifiesta la accesión de esta enfermedad. El primer síntoma suele ser un dolor en la boca del estómago , y al mismo tiempo una sensa- ción como si contraxesen y tirasen hacia el dorso esta entraña; el dolor se aumenta quando el enfermo está de pie. Al dolor suele se- guirse un erupto, que viene envuelto de ayre, ó con una agua clara que echan por la boca los enfermos: la rescoldera ó sensación incó- moda es mas ó menos intensa y duradera, según las causas que la determinen, estado del enfermo &c. La curación de esta enferme- dad se determinará en las especies, que según nuestro Nosologista, comprehende seis este género. i. Pirosis vulgar, ó acedía de estómago. Esta especie, dice Sauvages, es producida por las crudezas acidas y empireumáticas, es pasagera, y suele cesar luego que se ha hecho la digestión. El prin- cipal síntoma es una sensación de un agrio picante que se extiende á todo lo largo del esófago, acompañada de un saliveo abundante, que parece también ácido, experimentándose igualmente la misma sensa- ción en el epigastrio, siguiéndose muchas veces vómitos, ansiedades y otros síntomas incómodos. Esta enfermedad es muy común en los sugetos que se alimentan de substancias crudas de difícil digestión, particularmente las que contienen mucho aceyte, siendo este, como se sabe , muy indigesto, y mucho mas si tiene un carácter empireu- mático. Los que se alimentan con pescados y alimentos fritos con mucha grasa, y los que abusan de licores espirituosos están expues- tos á la misma enfermedad. Esta especie se debe curar de dos mo- dos ó con dos intenciones; en la primera se tratará de neutralizar los ácidos por medio de los absorventes (V. este artículo.), y principalmente con la magnesia blanca. Después de hacer esta cura- ción sintomática es preciso emplear los tónicos y corroborantes del estómago , é imponer á los enfermos un método dietético profilácti- co conveniente, prohibiéndoles todas las materias alimenticias que son susceptibles de la acescencia &c. 2. Pirosis biliosa. En las calenturas biliosas y otras enfermeda- TOMO III. MM 274 DOL des que provienen de vicio de la bilis se presenta esta especie co- mo sintomática , que se debe curar con los absorventes y los reme- dios propios de la enfermedad principal.. 3. Pirosis causada por flogosis. En las inflamaciones del es- tómago y demás visceras cercanas suele extenderse al esófago alguna alteración inflamatoria, ó un flogosis que se tratará con el mismo plan que la enfermedad principal.. 4. Pirosis de Suecia. Esta especie es endémica en una de las provincias de Suecia,, que está inmediata ala Laponia, y según refie- re Linneo, es causada por el abuso de carnes saladas y ahumadas que usan aquellos habitantes; los quales se curan prescribiéndoles una dieta dulce y refrescante, dándoles, pescados, leche y otras substancias suaves y nutritivas. 5. Pirosis ulcerosa.. Esta especie viene acompañada con úlceras en et piloro,. lo que produce un dolor quemante en el epigastrio, el qual se aumenta quando se toman alimentos salados , picantes &c. Se tratará con los mismos remedios que las. úlceras del estómago. (V* ÚLCERAS. ) 6.. Pirosis producida por la concepción.. Esta especie sobrevie- ne alguna vez inmediatamente después de la concepción , y es una señal de ella en algunas mugeres, como lo refieren Hermani y otros autores: hay observaciones de haber durado esta enfermedad, hasta el tiempo del parto. Género xix.. Cardiqgmus ó aneurisma del corazón.. Esta enfermedad consiste en una sensación incómoda y pertinaz en el diafragma, acompañada de pulsación fuerte y de cierta pesa- dez , aumentándose la palpitación quando se hace algún exercicio. Esta enfermedad parece ser causada por la distensión de los vasos in- mediatos al corazón , ó de la misma viscera. Algunos, dice Galeno, dan el nombre de cardiogmo á un movimiento del corazón muy se- mejante á la palpitación. Gorree le usa quandohay dolor en esta par- te ; y otros como Sauvages ,.Lancisio y Senac se valen de ella para sig- nificar la existencia de una aneurisma en el corazón ó en los grandes vasos, vecinos, y también un pólipo ; y así nuestro Nosologista for- ma varias especies de este género, fundadas en algunos casos parti- culares de aneurismas en el corazón, sus aurículas y los grandes vasos, y pólipos en estas partes, las quales omitimos, y nos remi- timos á los artículos aneurisma y pólipo. DOL 275 Orden quarto. Dolores del vientre. Género xx. Cardialgía. La cardialgía, que los latinos llaman mor sus ventriculi, es una sensación incómoda en el estómago ó el epigastrio con desfalleci- miento , que está amenazando un síncope. Se diferencia de la aneu- risma del corazón en que no está acompañada de opresión y palpi- tación violenta; de la lipotimia en que en la cardialgía el dolor se percibe en el epigastrio, y la lipotimia es precedida de vértigo, de debilidad de la vista , sintiéndose el dolor en el corazón ó en el epi- gastrio ; se diferencia del cólico de estómago en que este no está acompañado de una simple ansiedad, sino de un dolor agudo en el estómago, no siguiéndose aquel abatimiento de fuerzas vitales, en que los enfermos se expresan diciendo que se mueren , significando que les falta el movimiento del corazón. Las causas ó principios productores de esta enfermedad y los medios de curarla se hallarán en las especies, que según nuestro Nosologista son trece. 1. Cardialgía causada por saburra. Esta especie se presenta con los signos de amargor de boca, la lengua saburrosa, que manifies- ta por su color, y juntamente por los eruptos que despiden los en- fermos, quie en el estómago hay un vicio ó saburra biliosa, pútrida reumática &c.; habiendo ademas del dolor cierta pesadez, ansiedad en el epigastrio , náuseas &c. La curación de esta enfermedad con- siste en emplear inmediatamente los eméticos, y después usar algu- na bebida calmante ó antiespasmódica ; por exemplo, quatro onzas de agua de flor de tila ú otra de su especie, un escrúpulo de licor anodino de Hoffman, una onza de xarabe de corteza de cidra, y si se quiere un escrúpulo de láudano liquido de Sidenham, para usar esta composición en dos ó tres veces, y una ó dos al dia, usándola por mas ó menos tiempo según sientan los enfermos el dolor, que las mas veces termina luego que se ha limpiado el estómago; y en este caso no hay necesidad de valerse de otro remedio, quando mas algún corroborante, y con preferencia la tintura de quina. 2. Cardialgía causada por veneno. ( V. el artículo venenos.) 3. Cardialgía flatulenta. Esta especie quieren algunos autores, y con razón, que se coloque entre los cólicos ventosos, y que se la llame cólico ventoso del estómago á la especie del género siguien- te , que se tratará como tal, pues el principio productor es el ayre rarefacto que se halla dentro de esta viscera. 4. Cardialgía febricosa. Esta especie es un síntoma ó acciden- te que acompaña á las calenturas alguna vez. (V. calentura. ) Su curación consiste en la de la enfermedad principal; y únicamente 276 DOL para moderar la sensación incómoda se podrá usar de la bebida que hemos expuesto en la especie primera. 5. Cardialgía esputatoria de Linneo. Esta especie es una ver- dadera pirosis. ( V. este género.) 6. Cardialgía escirrosa. Bonet refiere varios casos de cardial- gías causadas por escirros, excrecencias y verrugas en el estómago, el piloro, y aun en el páncreas y otras partes vecinas que produ- cían esta especie. 7. Cardialgía paralítica. La parálisis del estómago produce esta especie , pues no pudiendo actuar esta entraña, se detienen en ella los alimentos sin poderse evacuar ni aun con los eméticos. Las Memorias de la Academia de Paris refieren algún caso de esta espe- cie. Por lo regular esta enfermedad es funesta. Sin embargo consúl- tese el artículo parálisis para su curación, empleando en ella los auxilios que hemos propuesto en dicho artículo, graduándolos mas ó menos , y modificándolos á la entraña que padece la enfermedad. 8. Cardialgía artrítica. Los gotosos están muy expuestos á la cardialgía, particularmente quando retrocede la gota, en cuyo caso, como dice Sauvages, es necesario acudir al láudano líquido de Sidenham , y después emplear los remedios propios de regular la gota. (V. este artículo.) 9. Cardialgía causada por debilidad de estómago. Los que tienen esta entraña débil hacen por consiguiente malas digestiones, y padecen por lo regular una cardialgía habitual ó crónica, que está acompañada de inapetencia, aumentándose el dolor, y la tirantez y como pesadez del estómago en el acto de la digestión , siguiéndo- se crudezas, náuseas ó vómitos, y regularmente la extenuación, mala coloración &c. Para la curación de esta especie es menester mu- cho tino y cuidado, prescribiendo primero una dieta analectica y de fácil digestión, eligiendo los mejores tónicos estomacales solos ó com- binados con los antiespasmódicos y calmantes, usándolos en pildo- ras y elixires para no cargar el estómago : el ruibarbo , Jas prepara- ciones del hierro, los extractos amargos y alguna sal neutra tienen mucho lugar en esta enfermedad, haciendo varias, combinaciones con dichos remedios. 10. Cardialgía verminosa. Las lombrices causan esta especie de enfermedad, que se combatirá con los remedios propios para ma- tar semejantes animales. (V. lombrices. ) 11. Cardialgía de los niños. Sauvages forma esta especie refi- riéndose á Nenteri, que dice es peculiar á los niños, y es ocasio- nada por las flatuosidades, que dilatan el vientre, y particularmente el estómago, la qual viene acompañada de ansiedad, dolor grava- tivo, meteorismo ó inflación de vientre &c. Para su curación se em- plearán extexiormente los remedios del meteorismo, y se hará pur- DOL 277 gar á los niños con el xarabe de rosas, chicorias &c. 12. Cardialgía causada por una aneurisma. (V. cardtogmo y aneurisma.) 13. Cardialgía inflamatoria. Esta especie es la inflamación del estómago, y corresponde á otra clase, y en tal caso se llamará gastritis. Género xxi. Gastrodinia. Se da el nombre de gastrodinia á todo dolor notable y constan- te en la región del estómago, que no está acompañado de síncope, ó amenazado de él como en la cardialgía. (V. el género anterior.) La gastrodinia, lo mismo que la cardialgía, pueden ser producidas por varias causas, y curarse con distintos remedios, como observare- mos en las especies que vamos á exponer, que según nuestra Noso- logía , son veinte. 1. Gastrodinia saburral ó por indigestión. Esta especie es causada por el exceso en la cantidad ó qualidad de los alimentos (V. indigestión.),acompañada ademas de los síntomas propios d*e saburra &c. Hay dolor, que aunque no es muy violento , incomoda bastante. Se deberán emplear inmediatamenre los eméticos, y con preferencia la ipecacuana, y después los corroborantes y tónicos del estómago ; y en caso de que haya quedado alguna sensación do- lorífica, se podrá añadir algún ligero calmante. 2. Gastrodinia flatulenta , llamada también cólico ventoso del estómago. Esta especie se presenta con un dolor violento y ten- sivo en el epigastrio , acompañado de dificultad de respirar, que obliga á los enfermos á encorbarse , quienes se alivian quando despi- den ayre por la boca ó el ano. Las extremidades se ponen frías, el pulso pequeño, hay ansiedades incómodas mas ó menos violen- tas &c. Se diferencia esta especie de la inflamación del estómago, del cólico y otras enfermedades doloríficas de estas partes, en que comprimiendo el epigastrio se aumenta el dolor en dichas enferme- dades, y no sucede así en esta especie. El uso de los carminantes (V. este artículo.), solos ó combinados con los calmantes, suelen desvanecer esta enfermedad, y aplicando exteriormente el éter y la nieve, según propusimos en el meteorismo y la timpanitis, géne- ros de la clase de caquexias. (V. dichos géneros.) 3. Gastrodinia biliosa. Es muy común ver en la práctica al- gunas gastrodinias de esta especie por haber bilis degenerada en el estómago que ha refluido á él, causando dolores, y algunas veces vómitos, y aun diarrea, con que suele terminar. El emético es el primer remedio que se debe emplear, y después las bebidas acidas y frías, principalmente si es en el estío, que es quando suelen presen- tarse estas y otras enfermedades que dependen de vicio de la bilis. 278 DOL 4. Gastrodinia causada por veneno. (V. el artículo veneno.) 5. Gastrodinia ulcerosa. Quando por la inflamación, esface- lo &c. se siguen úlceras en el estómago, se verifica esta especie, que suele ser bien funesta ( V. Úlcera.) 6. Gastrodinia americana, llamada también Prolapsus car- tilaginís mucronata. Esta enfermedad, según Pisón , se padece en las Indias occidentales , y los Portugueses llaman espinela. En algu- nas provincias de España llaman también á una enfermedad semejan- te á esta espinilla, la qual describiremos en la especie 12 de este mismo género. (V. dicha especie.) 7. Gastrodinia periodinia. Esta enfermedad, según la descri- ben los Griegos, es un dolor de estómago crónico que se exacerba después de comer, extendiéndose á las partes vecinas. Sauvages re- fiere la curación de un enfermo que padecia esta enfermedad, y con solo el uso de calmantes, y después la leche de burra , logró su to- tal restablecimiento. 8. Gastrodinia calculosa. Se refieren varios casos de haber ha- llado cálculos en el piloro que habian causado esta especie. (V. el artículo cálculos. ) 9. Gastrodonia causada por la alteración del estómago. Aecio refiere esta especie, que consiste en un dolor que se sien- te ínterin la digestión, hay detención de vientre, y los enfermos sienten un calor general, pero con particularidad en las palmas de las manos y las plantas de los pies; la cara se pone rubicun- da , el pulso freqüente, y á veces hay una corta calentura: por lo regular suelen padecer esta enfermedad los sugetos áridos y de una fibra dura. El mismo Aecio aconseja para la curación de esta especie que se froten las extremidades y pongan en pie á los enfermos, ó se les haga hacer exercicio en litera, y en seguida hacerles usar humec- tantes y diluentes : dice el mismo autor haber curado muchos en- fermos habiéndoles bañado antes de comer, y haciéndoles beber vi- no después que habia cesado el dolor, y prescribiéndoles únicamen- te alimentos de fácil digestión. 10. Gastrodinia atterens. Esta especie es muy semejante a la anterior. Joston quiere que se cure con los calmantes y emolientes, y después con la triaca. 11. Gastrodinia causada por cuerpos extraños. Sauvages lla- ma á esta especie de los Peregrinos, ó Celsiacus ajfectus, refirién- dose á Celso: el hierro, el cobre y otros cuerpos sólidos tragados producen esta enfermedad dolorífica. 12. Gastrodinia causada por la torce dura ó dislocación del cartílago xifoides. Los Languedocianos, dice Sauvages, llaman á esta enfermedad la paleta del estómago caida. (nuestros Asturia- nos y Gallegos &c. dicen se ha caido la paletilla.) Barbette y Bo- DOL ¿79 net dicen que esta enfermedad no es tan rara como se cree, pues existe, sin embargo que algunos lo dudan. Por lo regular es cau- sada por la torcedura ó luxación del cartílago xifoides, siguiéndose á este desarreglo un dolor continuo , vómitos , inapetencia, y si la enfermedad dura viene la atrofia y otros síntomas. Para su curación quiere Barbette que se apliquen ventosas repetidas sobre la región del epigastrio frente al cartílago xifoides , que con su torcedura tro- pieza en el estómago, y causa los síntomas indicados. El modo de evitarlos es darle la situación y dirección que antes tenia dicho car- tílago,, para lo qual las ventosas, sin duda cumplen perfectamen- te esta indicación, como hemos visto muchas veces en nuestra prác- tica ; después se pondrá un emplasto confortante, y se prescribirá quietud á los enfermos, y aun algunas bebidas corroborantes y tónicas.. Esta enfermedad la padecen con mucha freqüencia nuestros Ga- llegos y Asturianos , y aun en otras provincias de España. Se ha du- dado de su existencia, no por otra causa sin duda, sino por la ri- dicula curación vulgar que emplean dichos Asturianos, reducida á frotes en las muñecas y otras partes> tan inconexas y fuera de pro- pósito,, como injustos los que deciden y niegan esta enfermedad te- niéndola por una superstición médica ;. pero los que la han exami- nado con mejor crítica han hallado la realidad del mal, y que su curación consiste en volver la regularidad al cartílago xifoides , que los esfuerzos, las caidas y otras causas violentas hicieron, que per- diese su conformación. 13. Gastrodinia pulsátil. Esta especie consiste en las pulsado* nes incómodas que se perciben en el epigastrio: los hipocondriacos é histéricos suelen padecerlas freqüentemente. Se atribuye comunmen- te á la pulsación de la arteria celíaca. Esta enfermedad suele algunas veces confundirse con una aneurisma, de los vasos de esta región. 14.. Gastrodinia histérica. Esta especie suele acometer á los histéricos, que se tratará con los remedios propios de combatir el. histérico. (V este artículo.) 1 <¡. Gastrodinia clorótica. Esta especie es causada por la su- presión del. menstruo. ( V. el género clorosis en la clase de ca- quexia. ) 16. Gastrodinia hipocondriaca. Los que padecen la hipocon- dría están sujetos á padecer esta especie. (V. hipocondría..). 17. Gastrodonia febricOsa. En las calenturas suele presentarse alguna vez.esta especie.. (V. calentura.) 18. Gastrodonia causada por el frío. Esta especie la produce el frió , y se disipa con los calefacientes,, cordiales y el abrigo. 19. Gastrodinia metastásica. Las varias metástasis ó retropul- siones de las materias morbíficas de la gota, la sarna , las herpes &c 28o DOL producen esta especie. ( V. los artículos de Jas enfermedades que la producen.) 20. Gastrodinia gastrocólica. (V. oastrocelb.) Género xxii. Cólico. El carácter genérico que Sauvages da al cólico consiste en un dolor ó una sensación incómoda en los intestinos gruesos que es de- terminado por la situación, figura y usos. Cullen caracteriza esta enfermedad mas descriptivamente y con mas exactitud. „El cólico, dice , consiste en un dolor de vientre que se padece particularmen- te al rededor del ombligo, que está acompañado de una sensación como de torcedura, y al mismo tiempo hay vómitos y estreñi- miento." En general la mayor parte de los Médicos llaman cólico á los dolores internos en las entrañas de la cavidad del abdomen, participando todas ellas de dolor; particularmente, como dice Cu- llen, hacia el ombligo, con vómitos y abstriccion de vientre &c. Nuestro Nosologista, siguiendo la conducta de los antiguos, deter- mina esta enfermedad á solo los intestinos gruesos, formando otros géneros de las afecciones doloríficas de las demás visceras del vien- tre, como veremos después. Los autores no están acordes ni aun han fixado lo bastante la nomenclatura de estas terminaciones; pero de qualquier modo que se entienda el cólico, ya sea comprehendiendo en esta palabra también los géneros de hapatalgia, netralgia &c., ó solo la afección dolorosa del intestino colon , como lo creyó Paulo Aeguineta y los antiguos, haremos sin embargo la historia según la describe el Doctor Luzuriaga en su excelente Memoria que presen- tó á la Real Academia Médica de Madrid, que servirá también pa- ra manifestar al mismo tiempo los síntomas comunes que tienen con los géneros que expondremos después, pues se ha observado que en lo que entienden los Latinos por cólico apenas hay una entraña en el vientre que no padezca, aunque el principal asiento sea en el in- testino colon ú otro de los gruesos, pues muy pocas veces se pre- sentan los síntomas aislados, ó que indiquen que padezcan exclusi- vamente dichas partes sin que se extienda la afección á las demás en- trañas del vientre. Historia. „Pocas enfermedades, dice el Doctor Luzuriaga, hay tan terri- bles y penosas como el cólico , ni tan raras y difíciles de observarse por la variedad de síntomas espantosos que la acompañan. Acomete en todas las estaciones del año, y no hay complexión privilegiada de sus insultos, aunque adolecen con preferencia los que tienen una debilidad 6 irritabilidad peculiar del estómago é intestinos, obstruc- DOL 281 ciones de entrañas, perturbadas las secreciones, acrimonias humora- les, pasiones de ánimo ó estímulos mentales; los que abusan de las cosas llamadas impropiamente no naturales; los que se descuidan en la preparación de las comidas ó bebidas, y se fian en este particular de gentes poco dignas de su confianza; los convalecientes de otras enfermedades, especialmente de las espasmódicas; y finalmente los que han padecido antes la propia enfermedad. No afecta á todos del mismo modo, pues á unos asalta repen- tina, violenta é inesperadamente al paso que en otros se anuncia su invasión con una languidez, desmadexamiento general, inquietud y tribulación del ánimo, vigilias, inapetencia, desabrimiento,amargor ó gusto metálico en la boca, espesura de la saliva, perturbación de las digestiones, mala elaboración del quilo, y el trastorno de las secreciones, que se manifiesta con la ansia del epigastrio, sensación de peso y fatiga en el estómago después de tomar alimento, empe- rezamiento del vientre en sus deposiciones resecas, duras, ardientes ó caprinas, con eructos, inflaciones y náuseas freqüentes, palidez caquéctica del rostro, que pierde su'sonrosado natural, y se vuelve amarillo aplomado, con los ojos desencaxados, la lengua cargada de sarro blanquecino ó bilioso, bien que á veces está enxuta y limpia, y ordinariamente húmeda. El peso y ansia del epigastrio é hipocon- drios degeneran en un embarazamiento molesto, especialmente del lado derecho, que se prolonga hasta la boca superior del estómago, tanto que parece le comprimen levantándolo hacia arriba, precedi- do ó seguido de ventosidades, cuyos síntomas se aumentan por gra- dos, aguzándose los dolores del epigastrio y del estómago, como si retorcieran las entrañas, del mismo modo que se retuerce un lienzo mojado, con náuseas, ansias de vomitar, y vómitos efectivos de fle- mas glutinosas, de mocosidad mas ó menos acre, y de bilis amarilla, verdosa ó porracea de diversos colores, siendo estos materiales féti- dos, amargos, agrios, y á veces de sabor metálico , que escorian y contraen las fauces, y aun he visto freqüentemente ennegrecerse con ellos el color de la palancana de plata en que se recibían. Los prime- ros dias se exacerba y recrudece la sensación dolorosa con todo quan- to se toma por la boca, pues aunque al llegar el alimento al estó- mago alivia por el pronto al paciente, no tarda en repetir con tan- ta ó mayor violencia que antes, y observa cierta proporción con el dolor abdominal, que crece progresivamente hasta hacerse insufrible y continuo , fixándose en la boca superior del estómago desde el principio hasta el fin de la enfermedad; pero otras veces se propa-r ga hasta la región del ombligo y del vientre inferior, se extiende transversal mente de ambos lados como si tronzaran el cuerpo en dos parres, se prolonga al espinazo y lomos, ó transciende á la vtxiga en la dirección de los uréteres, imitando á un dolor nefrítico; en TOMO III. NN 282 DOL cuyo caso los dolores de los riñones á veces suelen ser tan acerbos é intolerables como los del abdomen: retienta también este proteo de quando en quando en el escroto, ingles, muslos y piernas, y otras veces en el pecho, costillas, espaldas y brazos, como si fuera un reumatismo g.neral. Rara vez se ven á un tiempo consolidar dos partes distantes del cuerpo, porque si se fixan con intensión en el estómago , quedan libres el vientre inferior y los músculos externos; y si estos padecen , descansan el estómago é intestinos, llegándose á persuadir el enfermo que se ha desvanecido el dolor, ó que se ha cambiado en otro diferente; aunque pronto sale de su error al ver que vuelve á lastimar las partes que antes ocupaba con la misma 6 mayor intensidad, tanto que el estómago parece que arrastra hacia sí los intestinos con la propia violencia que si los arrancaran Al ca- bo de una ó dos horas de estirones de entrañas no calman los pri- meros dolores sino para prepararse otro potro mas cruel de pena- lidades, á tal extremo que los hombres mas sufridos prorumpen en tristes ayes y lastimosos alaridos, se retuercen de mil maneras diver- sas hechos un ovillo, sin hallar sosiego en las diferentes posturas, unas veces boca abaxo, y otras encorvados hacia adelante, se lamen- tan del rigor y duración de sus tormentos, que no pueden sobrelle- var , poniéndose con su vehemencia los ojos vidriosos y furibundos. Quando se fixa el dolor en alguna porción de los intestinos, cunde por todo el abdomen una tirantez dolorosa, y tan delicada que no puede tolerar el tacto mas suave, ni aun el peso de la ropa mas li- gera; al paso que otras veces, retraído el abdomen haca dentro co- mo pegado al espinazo con una sensación de retorcimiento forzado y de crispatura al rededor del ombligo, que parece quiere sepultar- se en el vientre, no solo tolera qualquiera compresión , sino que aun se alivia con ella, ofreciendo al tacto como encogidos y anudados los músculos abdominales y los intestinos, á manera de unos rollos duros contraidos espasmódicamente. Suele ser remitente el dolor, que aveces causa inquietud y vigilias, otras se recrudece con algu- nos recargos periódicos ó erráticos; y de quando en quando conce- de treguas de algunas horas, quejándose el enfermo de dolores va- gos, agudos y pasageros en algunas partes del vientre, y resultando un estupor y adormecimiento en otras. Durante los paroxismos do- lorosos del vientre, están espasmodizados los esfínteres de la vexiga y del orificio posterior, como que la orina fluye con dificultad, ó se suprime enteramente: en el primer caso presenta tales variaciones, que no puede colegirse de ella ningún diagnóstico seguro: en la fuer- za del dolor salen claras, ardientes ó azafranadas; pero luego que se aplaca ó desvanece son copiosas, crasas ó turbias, con un poso latericio, ó de color de ladrillo obscuro molido con mas ó menos disuria y estrangurría. En todo este tiempo el vientre se mantiene DOL 283 extreñido con tenacidad; y aunque las mas veces recibe con facili- dad las lavativas, hay casos en que es absolutamente imposible ad- ministrarlas. Los vómitos continuarán tanto como los dolores, quando no se logra alivio con los medicamentos, y si cesan son reemplazados de eruptos amargos y de hipos violentos. En todo el discurso de la en- fermedad suele notarse en algunos pacientes suma debilidad de las extremidades inferiores, acompañada de dolores por intervalos, que parece se difunden por todos los miembros con agujetas ó con ca- lambres. Al principio de la dolencia no se acelera el pulso mas de lo na- tural, antes al contrario suele estar mas lento, y faltan igualmente los demás síntomas febriles, porque no debe confundirse con ellos la celeridad y desigualdad del pulso, que se advierte en el progreso del mal á causa de los dolores y tormentos vivísimos; sin embargo de los quales y del mucho espasmo que prevalece, no se nota nin- guna reacción febril de parte de la autocrateya, ni hay por lo regu- lar, á excepción de cierta dureza del pulso, ningún indicio de infla- mación. En el estado y declinación del mal se acelera el pulso, y á proporción que van cediendo los dolores y las irritaciones, aparece el movimiento febril con pulso regular, que de ordinario dura mas de treinta horas, terminándose con un sudor copioso. En la duración y violencia del mal puede haber y se observa mucha variedad, según la intensión de las causas que le han produ- cido, la diversa constitución é irritabilidad del enfermo, y el méto- do con que se ha combatido desde el principio. Quando camina prósperamente empieza á sentir en el vientre un movimiento blando hacia abaxo como conatos de deponer, precedidos de ventosidad, bien diversos de las ansias, con pujo infructuoso que sentia anterior- mente. No tarda en deponer varias calidades de cámaras, las qua- les unas veces son caprinas, globulosas ó cilindricas, sin xugo, con señales claras de la contracción que han padecido los intestinos, y otras veces deposiciones sueltas, viscosas, pegajosas, con mocosi- dad reseca, ó materiales verdosos y porracees. Alguna vez preceden á estas disposiciones el sudor y dolores en los talones, artejos, espi- nazo y hombros. Con la soltura del vientre, que en ocasiones suele ser abundantísima, cede la fuerza del mal, lo qual se verifica á ve- ces en breve tiempo, y en tal caso no se desvanece totalmente el re- sentimiento de las partes condolidas, ni se restablece tan pronto el apetito ; suele inflarse el estómago después de tomar alimentos; con- sigue por la noche ratos cortos y desasosegados de sueño, y pocas enfermedades hay tan expuestas como la presente á recaidas con los errores dietéticos, lista es la serie y éxito del mal, quando el ata- que no excédelos límites ordinarios, y se conducen con acierto feliz. 284 DOL Mas si el cólico es demasiado violento, se descuida ó se maneja sin tino desde el principio, resultan desde luego los síntomas mas execntivos; con la crudeza del dolor se pervierte el movimiento pe- ristáltico de los intestinos, se presentan los vómitos estercoráceos con sudores fríos y desmayos que abaten el espíritu; hasta el resue- llo del paciente despide de sí un hedor fuerte estercoráceo; se exa- cerban en sumo grado todos los síntomas mencionados, hasta que agoviado el paciente con los dolores, no menos continuados que in- soportables, le sobreviene una inflamación de los intestinos, el estu- por ó el delirio sordo; y se conmueve de tal manera todo el sistema nervioso, que produce las convulsiones rigurosas, las quales comple- tan la catástrofe, poniendo fin á su miserable existencia; y si son menos violentos, duran los dolores semanas ó meses con algunas cortas treguas de mejoría, muchas vigilias, ocasionando al cabo una calentura lenta con pulso parvo y freqüente que extenúa y consume a! paciente. En muchos casos en que podia temerse alguno de estos funestos efectos, la naturaleza próvida desaloja la causa morbífica de las partes nobles que ocupaba, y la deposita en otras menos im- portantes , dexándolas baldadas ó perláticas. La perlesía puede considerarse como el segundo período del mal, que rara vez sobreviene al primer insulto, á menos de descuidarse ó durar mucho tiempo, y pocas veces al segundo, á no ser violento, pues suelen salir con un temblor de manos mas ó menos considera- ble , y de mayor ó menor duración; pero son pocos los que se li- bertan de ella después del tercero ó quarto ataque. Los que han adolecido una vez de este cólico quedan propensos á sucesivas recaí- das, aun mas agudas que el primer insulto, siendo también mas len- to y menos completo su restablecimiento. En estos casos decaen las fuerzas, se adelgazan los músculos, particularmente los de los brazos, el aspecto se pone pálido y quebrado, y á proporción que va men- guando el dolor de los intestinos sobreviene la parálisis y la perlesía, anunciados de antemano en que los dolores de las articulaciones se transforman en dolores de irritación á manera de corrosivos y ar- dientes , que hacen sentir en las articulaciones á que se dirigen un encogimiento violento, ó una compresión fuerte; otras veces se per- cibe el dolor en las espaldas y músculos accesorios, con sensación ex- traordinaria, que corresponde á la medula del espinazo, desde don- de se propaga á los brazos una torpeza ó adormecimiento, de que quedan condolidos y perláticos, especialmente las muñecas, sin po- der exercer movimiento alguno. Este es el grado mas leve de la perlesía, que en ocasiones dexa lisiados, baldados ó gafos los brazos, manos y dedos. Suele ceñirse con mas freqüencia á las extremidades superiores, aunque afecta también las inferiores, sin que falten ejem- plares de una perlesía casi universal sobrevenida á los cólicos de ex- DOL 285 cesiva violencia y larga duración, notándose que se empeora la per- lesía después de cada paroxismo de dolor. En esta solo se pierde el movimiento, pero no la sensación, que antes bien se aguza mas. Dis- tingüese esta especie de perlesía de la que sucede al ataque de apo- plegía, en que nunca hay una privación absoluta de movimiento en los miembros que acomete, y en ser muy notable la extenuación ó: atrofia muscular, con la singularidad de que ataca con preferencia los músculos flexores respecto de los extensores, dexándolos por esta razón contraidos, especialmente en los músculos abductores y flexores de la parte inferior del dedo pulgar, en donde de ordinario es mas palpable la extenuación y las reliquias del mal, sin que nadie pueda contarse seguro de las recaidas mientras subsista este efecto. Reducido el paciente á tal estado, se mantiene regularmente incor-. porado en la cama , ó sentado en una silla, sin movimiento alguno en sus brazos y piernas, con poca ó ninguna fuerza en la cabeza y cue- llo, sin facultad para articular mas que en voz baxa, y aun esta la pierde á veces temporalmente, y otras veces le embisten de tropel ó separada la gota serena, la ceguera ó la sordera por cierto tiempo, ó el asma; de suerte que es la imagen mas viva de un verdadero aur tómato; y su restablecimiento en situación tan deplorable camina siempre á paso muy lento. Hay ocasiones en que desaparece repen- tinamente la perlesía de los brazos y piernas, y desde aquel mismo instante se renueva el cólico con sus amargos síntomas, y retoca á veces la cabeza, produciendo de resultas accidentes muy fatales, co- mo la alferecía, el afecto comatoso, y las convulsiones, que aun- que sobrevienen por lo común en la declinación de los dolores, al- guna vez se experimentan durante la violencia de ellos, y no pocas veces después de manifestada la perlesía. Lo cierto es que las con- vulsiones y los insultos de alferecía arrebatan la mayor parte de los que fallecen con el cólico. La perlesía en que degenera suele termi- nar espontáneamente al cabo de un año sin ninguna mala resulta quando se abandona á la naturaleza y mucho antes con los recursos del arte. Son muchas las anomalías de este mal, pues no siempre ob- serva el orden de progresos que acabamos de describir. A algunos enfermos suelen atormentar los dolores musculares de varias partes del cuerpo antes de resentirse el estómago ó intestinos; en otros preceden los síntomas nerviosos á los dolores del vientre; y otros padecen antes una diarrea con pujo: finalmente muchos cólicos que se creían bien curados repiten con los mismos síntomas hasta terce- ra y mas veces, sin ningún error dietético, ó por último degeneran en una ictericia." Nada hay tan difícil como determinar y uniformar la nomencla- tura y divisiones que han hecho los autores del cólico, pues apenas hay enfermedad en que se hayan multiplicado tanto las especies cq« 286 D OL rao en el cólico, fundándose por lo común muchos Médicos en cier- tos síntomas particulares que habian observado en algunos enfermos, que no hallaban en los demás; otros han acudido á las causas remotas, examinadas por lo regular con poca ó ninguna crítica filosófica, sin embargo de convenir con todos en la causa inmediata, y aun en el método curativo; esto sucederá siempre que se sujete la naturalezas divisiones facticias, que jamas pueden ser exactas, y por consiguien- te discordarán los autores; pero como hemos de seguir alguna, y nosotros lo hemos hecho hasta aquí con la de Sauvages, debemos prevenir á nuestros lectores que este sabio Nosologista, con respec-^ to al cólico que causan las sales metálicas, que es bastante freqüente^ le coloca en el género raquialgia (V. este género.), llamando do- lores raquiálgicos á las sensaciones doloríficas de dicho cólico &c; siguiendo en esto la misma conducta que Astruc, Juncker, Sagar y otros; y así la palabra raquialgia metálica y saturnina la debemos tener por sinónima de cólico metálico ó saturnino , según la acep- ción de otros muchos autores, que también llaman coico de los pin- tores, de Poitou ó Potiers, de los alfareros 6*c: otros llaman cólico espasmódico, metálico ó nervioso seco. Nos alargaríamos de- masiado si expusiésemos todos los nombres que se han dado á los có- licos y á las especies; pero debemos convenir que á toda sensación dolorífica del vientre con vómitos y extreñimiento &c. llamaremos cólico, y quando hay indicios de haber causado dicha enfermedad alguna cal metálica le llamaremos con Sauvages raquialgia, y mas propiamente cólico espasmódico ó nervioso, metálico &c.: de qual- quiera modo que llamemos á esta enfermedad , y qualquiera que sea la causa que la produzca, siempre tendrá los síntomas comunes ó genéricos que hemos indicado anteriormente, y algunas veces termi* nan en perlesía ó alferecía, reconociendo siempre una misma causa inmediata, que es la constricción espasmódica de una porción de in- testinos, que por lo regular la produce un veneno metálico, y tam- bién de otra naturaleza, efecto todo de los abusos que expondre- mos mas adelante. (V. el género xxix.) Este cólico espasmódico metálico es el mas freqüente en Madrid, y también se ha llamado cólico Español y de Madrid por los extrangeros, y el Dr. Luzu- riaga conviene en que es el mismo que llaman raquialgia &c., cuya historia se ha expuesto que tiene síntomas comunes con el bilioso ar- trítico &:c., que distinguiremos después en sus respectivas especies. Si los límites de este Diccionario nos permitieran trasladar la Memoria del Dr. Luzuriaga , que se halla en la colección de las de la Academia Médica de Madrid, llenaríamos completamente el ob- jeto de este género, particularmente sobre la etiología de esta terri- ble enfermedad , que se halla tratada en dicha Memoria con la mayor extensión y exactitud filosófica, adonde nos remitimos: sin embargo DOL 287 que indicaremos, aunque sucintamente, algunas causas ocasionales en las varias especies que expondremos después. La curación del cólico variará infinito , y será siempre relativa á la naturaleza del estímulo ó veneno que le ha causado , por lo que la expondremos partcularmente en las varías especies de este género y en las de raquialgia; pero sin embargo haremos en este lugar alguna mención de las indicaciones generales. Como en esta enfermedad el síntoma mas sobresaliente é incc'modo es el dolor, creemos que lo mas urgente será quitar esta molesta sensación; y si logramos al mismo tiempo desvanecer los fuertes espasmos que le acompañan, con un mismo remedio cumpliremos sin duda completamente con la primera indicación , administrando las preparaciones del opio, y con preferencia su extracto, porque tiene la ventaja de poderse dar en corto volumen la cantidad suficiente, sin que gravite é irrite su ac- ción mecánica las membranas del estómago,que suelen estar sumamen- te irritadas; pues si la medicina que se administra, aunque sea calman- te, como no ocupe poco espacio la suelen vomitar los enfermos, y quedan ilusas las esperanzas del facultativo. Si esto sucede aun ccn las sustancias, que deben por su virtud calmar los vómitos, y el volumen solo las hace eméticas, ¿qué sucederá con los caldos de pollo, aceytes &c., que han estado en boga y aun se recomiendan por algunos Profesores; sabiendo que estos, ademas de darse en can- tidades enormes, por su naturaleza, deben excitar el vómito, princi- palmente los aceytes, y mucho mas si están rancios, que deben estar- lo casi siempre? Consúltese la práctica de este método, y se con- vencerá aun el mas preocupado y acérrimo apasionado de los acey- tes dulces, los caldos de pollo y agua de malva, ó examínense estos medicamentos, y se verá si ellos son capaces úe moderar los atroces dolores que acompañan á los cólicos. La práctica de administrar el opio y sus preparaciones no es un remedio de moda ni de capricho, como atribuyen algunos mal intencionados á los que le administran y han aprendido á usarlo en una nueva escuela, y que los multipli- cados hechos están gritando en Madrid los elegios de un medica- mento, que solo él hace triunfar en pocos dias del terrible cólico Matritense, que ea otros tiempos inutilizaba tantos hombres. Este método es el mismo que recomienda el Dr. Warren, Médico del Rey de Inglaterra , Hillary , Calmers, Barthez y otros sabios prác- ticos de Europa. No solo basta administrar los calmantes, es preciso saber la can- tidad , pues algunos se contentan con dar una corta dosis, como dos dracmas de xarabe de meconio; y aunque vean que no ha mo- derado el dolor, dexan los enfermos perecer de dolores, porque tienen un terror pánico insensato al opio, por aquella tradición vul- gar de que es un veneno; venenos son los purgantes y eméticos, y 288 DOL si no mueven el vientre y no hacen vomitar, se aumenta la dosis hasta que lo executen, ¿ y por qué no se ha de hacer así con el opio? Este medicamento se da con la intención de calmar los dolores y desha- cer los espasmos: si un grano de extracto dado de quatro en quatro horas, que es como se debe principiar, no alcanza, se aumentarán hasta dos, tres ó mas. Pudiéramos citar algunos hechos propios de cólicos tan fuertes que nos vimos obligados á seguir progresivamen- te, aumentando desde un grano de opio hasta diez; seguramente el que tenga timidez para administrar este medicamento, no curará prontamente los cólicos violentos, dexando á los enfermos incurrir en la perlesía , ó acaso en una horrenda convulsión ; deben saber es- tos Profesores que en buenas reglas de Física dos fuerzas iguales se destruyen ó son iguales á cero, pues del mismo modo la fuerza del dolor, quando es como quatro necesita que el calmante tenga una actividad como cinco ó mas para quitar el dolor; ¿y qué su-j cederá quando solo se da como uno ? Aumentan e4 mal, porque el opio en corta cantidad es un estimulante. (V. opio.) Consúltese la Memoria citada del Dr. Luzuriaga, y se verá que á veces es preciso excederse de la dosis que prescriben las Farmacopeas, y que es pre-i ciso ir aumentando hasta hallar la dosis competente. Creemos no es- ten de mas las reflexiones que acabamos de hacer, sabiendo quanta preocupación hay contra el opio, no solo en el vulgo, sino también en algunos Médicos, que la servil rutina, que llaman práctica, qué siguen está reñida con el criterio, la reflexión, los hechos y obser- vaciones constantes, y el voto uniforme de la parte mas sana de la Medicina. Los baños tibios generales se han empleado con bastante utilidad en los cólicos como unos poderosos antiespasmódicos, par- ticularmente ínterin estaban los enfermos en el sgua, pues esta es- tando tibia no solo corrige el espasmo por su aplicación exterior, sino que absorvida por los vasos linfáticos corrige la resecación del canal intestinal, y humedece los excrementos para facilitar su ex- pulsión. Este remedio es preferible á las madexas empapadas en coci- miento emoliente, que se suelen poner en el vientre , y á los redaños de carnero, que tanto crédito han tenido, pues solo el peso de estos tópicos aumenta el dolor; y esto junto con su ineficacia ha hecho que se proscriban de la práctica de la mayor parte de los Médicos, con e:pecialidad de los que desprecian la viciosa tradición, y exami- nan con prolixidad el modo de obrar los medicamentos en todos los sentidos posibles. También se han desechado de la práctica las frota- ciones que se solian dar en el vientre con linimentos de varias subs- tancias oleosas en los cólicos; pero como en esta enfermedad están tan sensibles é irritables estas partes, el contacto del cuerpo mas suave produce una suma incomodidad. Aunque algunos Prácticos aconsejan los vexigatorios en el vientre para corregir el espasmo DOL 289 y llamar á la piel el estímulo, no se ha generalizado este método, que creemos pueda ser útil en algunos casos, particularmente quan- do son infructuosos los demás auxilios; nosotros tenemos dos hechos en que vimos lo útil de estos remedios. Administrado el opio en los términos que hemos expuesto , ó en lavativas, que algunas veces surte muy buenos efectos, no hay in- conveniente en que se dé alguna bebida suave y abundante: enhora- buena que se use el caldo de pollo y aun el aceyte de almendras dulces ú otro, como no esté rancio; el de palma-christi ó de ri- cino se ha recomendado en estos últimos tiempos; nosotros le he- mos usado con buen suceso en algunos cólicos metálicos después de moderar los dolores, como también la emulsión arábiga de Fuller; en fin muchas veces es necesario embotar, digámoslo así, ínterin se evacúa ó neutraliza el veneno ó estímulo que produce el cólico, que es la segunda indicación, para lo qual se echa mano de los eméticos ó de los purgantes; y si el veneno no se puede evacuar ó es mas urgente el neutralizarlo, como sucede en los cólicos ó ra- quialgias saturninas, se usa de los neutralizantes como veremos des- pués en su lugar, como también las distintas indicaciones específicas que se deben satisfacer en las varias ^especies que vamos á exjponer, que según Sauvages son veinte y una. 1. Cólico flatulento. Esta especie se conoce por las señales si- guientes: i.° en que se alivian los enfermos quando han expelido los flatos junto ó separadamente con los excrementos, cuyo dolor suele ser inconstante y vago: 2.0 en que se extiende dicho dolor en toda la dirección del intestino colon, esto es, casi al rededor de la cavi- dad del vientre (V. intestino colon.) ; y como este intestino pasa inmediato al estómago, á veces se equivoca esta enfermedad con una gastrodinia: 3.0 el dolor no se aumenta con la presión que se hace en el vientre, como sucede en los demás cólicos, antes mas bien se mi- tigan los dolores, porque las fricciones con los fomentos apropiados en el vientre promueven la expulsión de los flatos y del excremento: 4.0 por lo regular viene acompañado de astricción de vientre ó en- durecimiento de los excrementos: 5.0 no hay ni síntomas ni princi- pios procatárticos del cólico de Poitou ó metálico. Como el estómago y los intestinos contienen siempre el vapor elástico, que es suficiente para tener dilatadas estas partes, siempre que este vapor baxe libremente por todos los intestinos, es mode- rada la extensión; pero si la rigidez espasmódica &c. impide la igual dilatación del ayre, y si este se halla en algún punto comprimido, produce violentas sacudidas irritando las fibras sensibles de los in- testinos. Esta dilatación molesta,ademas de producir dolores, impi- de el movimiento peristáltico, ó tal vez le detiene del todo, siguién- dose de esto varios accidentes. tomo 111. 00 apo DOL Por lo general esta especie suele ser causada por defecto de la digestión; pero el distinguir con exactitud el origen del cólico flatu- lento es sumamente difícil, porque son varias las causas á que pue- den atribuirse, á saber, por una bilis acre, los varios géneros de saburras, la rigidez espasmódica del conducto intestinal, las obs- trucciones que causan los cálculos císticos, los excrementos endure- cidos, las lombrices, las hernias, los tumores &c. Todos estos prin- cipios determinantes se conocen únicamente por conjeturas, por lo que es preciso indagar con atención, el temperamento del enfermo, método de vida, y todo quanto pueda conducir al conocimiento de la causa ó principio determinante de esta especie de cólico, porque según sea se debe combatir, aunque siempre se atacarán los síntomas mas urgentes, como es el dolor y el espasmo, que se logrará con los calmantes &c. según expusimos en el género; y para la expulsión del ayre encarcelado se emplearán los éteres y fomentos carminantes al vientre , y las lavativas del mismo nombre, que se formarán del co- cimiento de manzanilla ú otro de esta especie, en donde se puede añadir la asafétida, el alcanfor &c.; después de haberse calmado los dolores, los purgantes serán muy útiles, y entre otros se recomien- da el aceyte de ricino. 2. Cólico pituitoso. Esta especie, según Senerto, se cree es pro- ducida por los humores espesos y glutinosos, que muchas veces se forman en los intestinos gruesos, que causan los mismos dolores casi como en el cólico flatulento; por hallarse también cantidad de ayre que se desprende y esparce por los intestinos. Para curar esta especie se deben emplear primero los calmantes, y después los purgantes o eméticos, y las lavativas carminantes &c. 3. Cólico verminoso. Esta especie es producida por las lombri- ces , y se distingue de las demás porque el dolor unas veces es pun- gitivo, otras gravativo, mudando de sitio á cada instante, y no viene acompañado de astricción de vientre &c., y sí de señales de existir lombrices. (V. este artículo.) 4. Cólico estercoráceo. Esta especie es causada por los excre- mentos recocidos y duros que no pueden salir de los intestinos; por lo regular se conoce al tacto esta especie, que se suele curar con el uso de lavativas y fomentos emolientes al vientre, y el uso también del aceyte de ricino ú otro laxante interiormente. 5. Cólico bilioso. Esta especie, dice Sauvages, acomete por lo regular á los jóvenes vivos, coléricos, y principalmente á los aficio- nados á licores espirituosos, á los que tienen una constitución biliosa é irritable, y á los que hacen mucho exercicio en el estío. Los sín- tomas con que se presenta son la voz ronca, la cardialgía, vómitos de bilis porracea, esto es, verde, y también de otros colores; los enfermos tienen hipo, sed, bastante calor, amargor deboca, laori- DOL 291 na, aunque poca, de un color encendido; no siempre hay astric- ción de vientre, y quando se mueve este las deyecciones son bilio- sas. El dolor por lo común se fixa en los intestinos delgados; no hay la tensión en el vientre, ni el calor que en el cólico inflamatorio; los vértigos suelen presentarse, el pulso ni está duro ni tirante, aunque freqüente. Esta enfermedad suele ser muy violenta é incómoda. La curación de esta especie debe principiar por los calmantes para moderar los dolores y contener los vómitos violentos; al mis- mo tiempo se pueden usar algunos tópicos fríos al vientre, y aun el baño general templado, esto es, menos que tibio, como lo reco- miendan algunos Prácticos. Calmados que sean los síntomas violen- tos, el emético acaba la curación evacuando por arriba y por abaxo la bilis alterada, que causaba esta incómoda enfermedad; después ya tienen lugar las bebidas frías y acidas, y aun algún tónico, según queden mas ó menos débiles las visceras digestivas. Todos los medi- camentos indicados se emplearán con las precauciones que expusimos en el género. Esta especie suele repetir con freqüencia, y así se de- be tener mucho cuidado en la convalecencia; y para evitarlo se de- ben usar algunas aguas minerales, como lo previene Macbride: noso- tros usamos con suceso las de Puerto-llano para este objeto. 6. Cólico inflamatorio. Sauvages forma esta especie, y parece que quiere distinguirla de la inflamación de los intestinos: nosotros nos remitimos á dicho artículo (V. inflamación.), porque aun quando se quiera suponer que no lo sea , los remedios deben ser los mismos, mas ó menos graduados. 7. Cólico espasmódico. Esta especie se conoce por la retracción del ombligo, y por los espasmos de los músculos del abdomen y vientre inferior, acompañados de dolores mas ó menos vivos y de- mas síntomas genéricos. Todas las causas ó principios que puedan excitar convulsiones en estas partes producirán esta especie de cólico. ( V. convulsión.) Hoffman cree se produce por un suero acre, que irrita los intestinos; otros piensan que lo causan los retrocesos de la gota, sarna y otras erupciones que acuden al vientre. Qualquiera que sea la causa, las primeras indicaciones siempre serán combatir los dolores y el espasmo (V. el género), y después tratar de ex- tinguir la causa , regulando la gota, y llamando á la piel las erupcio- nes si fuese el retroceso de dichos males la causa. 8. Cólico pletórico ó hemorroidal. Esta especie es causada por la supresión de los menstruos, de los loquios y del fluxo hemor- roidal , que suele cesar luego que estas evacuaciones toman su curso ordinario. En la curación de esta especie se deben emplear todos los medios que puedan restablecer dichas evacuaciones; y en cas^ de ser la plétora tan decidida, que no pueda vencerse por otro medio que por las sangrías, se executarán. 292 DOL 9. Cólico ¡apañico. Sauvages describe esta especie como endémi- ca de la Laponia: según la historia que nos ofrece es un cólico espas- módico ó convulsivo, que se atribuye á varias causas. ( V. la especie séptima.) 10. Cólico japónico. Sauvages describe igualmente esta especie de cólico que padecen los japones, refiriéndose á Kempfter , quien dice que estos naturales padecen con freqüencia unos espasmos muy fuertes en los intestinos y demás partes del vientre, que constituyen esta especie, y la atribuyen á la mala cerveza que usan. La cura- ción que usan es la moxa y la punción por donde sale algún ayre, al que atribuyen esta enfermedad los japones. 11. Cólico mesentérico. Esta especie pertenece mas bien á las afecciones inflamatorias, y de otras especies del mesenterio y sus glándulas. 12. Cólico escirroso. Quando hay algún tumor escirroso en los intestinos se verifica esta especie. (V. escirro.) 13. Cólico pancreático. Los escirros, úlceras &c. del páncreas producen esta especie que pertenece á otra clase de enfermedades. 14. Cólico pulsativo. Esta especie consiste mas bien en una fuer- te pulsación en el centro del vientre, que en un dolor agudo, la qual corresponde á las pulsaciones de las arterias; por lo común es causa- da por una aneurisma (V. aneurisma.) 15. Cólico calculoso. (V. el artículo cálculos.) Sin embargo Sauvages coloca en esta especie los dolores que se siguen á la intro- ducción de cuerpos extraños duros en el estómago, como huesos de frutas &c. (V. cuerpos extraííos.) 16. Cólico de las embarazadas. Sauvages forma esta especie de los dolores que suelen padecer las embarazadas, causados por flatos &c. (V. preñez y la especie segunda ) 17. Cólico histérico. Las mugeres histéricas están sujetas á esta especie, que- comiste en un dolor agudo en los intestinos, que se au- menta á la mas ligera impresión, el qual cesa por intervalos, y repi- te sin causa manifiesta, dexando las partes sumamente sensibles des- pués aunque cese el dolor. Suele estar complicado con síncopes, obscurecimiento de la vista, abatimiento de espíritu y demás sínto- mas de histérico (V. este artículo?): hay astricción de vientre, y los dolores se extienden á toda esta cavidad. Por lo regular los an- tiespasmódicos y calmantes curan esta especie. 18. Cólico accidental. De esta especie forma Sauvages dos va- riedades , que son el cólico de indigestión y el causado por el frió. Al primero, que suele ser muy freqüente, le llama el vulgo cólica, que suele suceder por excesos en la comida, en cantidad 6 en qualidad; suele principiar por grandes náuseas ó vómitos violen- tos, dolores, y suele terminar con diarrea. Para su curación suele DOL 293 bastar el uso de alguna bebida teiforme para facilitar el vómito, y si no alcanzase, el emético dado inmediatamente, usando también de lavativas emolientes. La relación del enfermo, de sus excesos, los eruptos y pesadez que sienten en la región del estómago hará que se distinga esta especie de las demás. (V. indigestión.) La segunda variedad acomete á los que andan descalzos ó se enfrian los pies por otro medio: suelen curarse con aplicar bayetas calientes ú otros cuerpos que calienten los pies; pero si los dolores molestasen dema- siado , será preciso usar algún calmante. 19. Cólico meconial. A los niños recien nacidos suele acometer- les esta especie por no haber arrojado bien el meconio, la que se curará dándoles el aceyte de almendras dulces con algún xarabe la- xante , como el de chicorias con ruibarbo ó este solo; y para precaver esta especie de cólico se suele usar el agua miel, huyendo siempre de los calmantes, porque en los niños producen malos efectos, pues aun- que se den en corra dosis se narcotizan excesivamente. 20. Cólico lácteo ó de los niños que maman. Esta especie acon- tece con freqüencia á los niños que maman mucho, ó que la leche que los alimenta es muy gruesa ó caseosa &c. Se distingue este cóli- co por los gritos que dan los niños por la tensión y sensibilidad del vientre , por el color verde de los excrementes, y por los vómitos, sin que haya signos de dentición. Para curar esta especie es preciso tratar de examinar la leche que maman , para si tiene algún vicio buscar otra; después se les dará á los niños el agua miel ó el xarabe de chicorias con ruibarbo, dándoles de dos en dos horas alguna cu- charada; y si por este medio no se evacuasen bien las primeras vias, se puede usar una agua ligeramente emetizada, y también alguna lavativa ó cala, tratando esta especie como una verdadera indiges- tión , por lo que tienen lugar los digestivos y laxantes &c. 21. Cólico febricoso. En las calenturas á veces se presentan ac- cidentalmente síntomas de cólicos, que ademas del plan general de la enfermedad primitiva se acudirá á los calmantes y antiespas- módicos. 22. Cólico causado por un enterocele. (V. hernia ) 23. Cólico nervioso. Esta especie no se halla en la Nosología de Sauvages, porque lo que se entiende por el cólico nervioso lo colo- ca en el género raquialgia ; y así debemos entender por cólico nervioso aquella enfermedad dolorífica del vientre, que se atribuye á venenos metálicos ó de otra naturaleza, cuya historia hemos he- cho al principio (V. el género y raquialgia), y la curación se hallará en las especies de raquialgia, pictonttm, y la satur?tina &c, que se pueden llamar si se quiere cólico de Poitou, de pintores, saturnino, metálico, y mas genérico nervioso. 294 DOL Género xxiii. Hepatalgia 6 dolor del hígado. La hepatalgia es una de las enfermedades doloríficas, cuyo prin- cipal síntoma es un dolor tensivo, gravativo ó de otra naturaleza en la región del hígado, que se diferencia de la inflamación de esta vis- cera , en que no está acompañada de calentura aguda. Este género consta de nueve especies. i. Hepatalgia calculosa. Esta especie está descrita en el ar- tículo cálculos biliarios. 2. Hepatalgia escirrosa. Los tumores escirrosos producen esta especie que se conoce: i.° por la elevación y dureza que se perci- be en el hipocondrio derecho: 2.° por el dolor gravativo, sordo, tensivo y constante que se siente en dicha región: 3.0 por la dificul- tad que tienen los enfermos en echarse del lado opuesto: 4.0 por la dysnea y tos seca que suelen tener: 5.0 por la inapetencia y saciedad que perciben los enfermos aunque coman poco: 6.° por el color pá- lido y caquéctico verdinegro que tienen los enfermos: 7.0 las orinas salen de color anaranjado y con sedimento glutinoso: 8.° porque se suele seguir la hinchazón edematosa de los pies, la extenuación de las partes superiores, la ascitis y la calentura héctica. Estos infartos del hígado suelen seguirse de resultas de las calenturas remitentes, principalmente si son crónicas ó recidivas: también suelen ser causa- dos por la supresión de algún fluxo, por las contusiones &c. ( Véase ABSCESOS DEL HÍGADO y TUMORES.) 3. Hepatalgia de los niños causada por un tumor simple. Esta especie, dice Sauvages, se presenta con los síntomas de la an- terior; pero no son tan violentos. Se debe tratar con los remedios que exija la calidad del tumor. (V. tumor.) 4. Hepatalgia causada por un absceso entre los músculos del hipocondrio derecho. ( V. abscesos.) 5. Hepatalgia eruginosa. Según la descripción de Sauvages, esta especie nada tiene que ver con el hígado, y es un verdadero cólico nervioso que afecta al colon, y así es que el mismo Nosolo- gista duda si llamarle cólico de Poitou. (V. este artículo en elgí^ ñero raquialgia.) 6. Hepatalgia sarcomatosa. Esta especie está fundada en al- gunos casos raros de haberse puesto el hígado extremamente volu- minoso. 7. Hepatalgia apostematodes. Es lo mismo que un absceso en el hígado. (V. abscesos del hígado.) 8. Hepatalgia de Petit. Este autor presentó á la Academia de Ciencias de Paris una Memoria sobre los tumores y abscesos de la vexiga de la hiél, que se confunden con los del hígado; pero sin em- DOL 295 bargo se distinguen y se pueden curar por medio de la punción siem- pre que esté adherida la vexiga, que según él se conoce: i.° en que el tumor está fixo y no muda de lugar: 2.0 en que los tegumentos están roxos y blandos, y se inflaman inmediatamente. 9. Hepatalgia deceptiva. Esta especie, que se suele creer oca- sionada por un absceso en el hígado, depende de un depósito de pus y cálculos en los riñones, y se equivoca con la afección dolorí»- tica del hígado. (V. cálculos.) Género xxiv. Splenalgia ó dolor del bazo. El carácter de este género consiste en un dolor rebelde en la re- gión del bazo, sin calentura aguda. Las quatro especies que estable- ce Sauvages de este género se reducen á tumores escirrosos y absce- sos en el bazo, que se deben socorrer con los remedios propios de estos tumores. (V. abscesos/ escirro &c.) Género xxv. Nefralgia ó cólico renal. El carácter de esta enfermedad consiste en un dolor fixo en la región lumbar ó de los riñones, y por el sitio por donde pasan los uréteres, sin calentura aguda, lo que hace distinguir de la inflama- ción de dichas partes. Se llama comunmente cólico nefrítico, pero impropiamente, porque el cólico tiene su asiento en el colon (Véase cólico.), por lo que Zwingeri y Sauvages, que le ha seguido, han formado un género separado de esta enfermedad dolorífica de las visceras urinarias. Este género consta de diez y siete especies. 1. Nefralgia calculosa. Esta especie está descrita en el artícu- lo cálculos.) 2. Nefralgia arenosa. Esta especie está igualmente tratada en el artículo cálculos ; pero se consultará también el de disuria. 3. Nefralgia artrítica. Esta especie es causada por la materia artrítica que acomete la región lumbar. Consúltese el género artri- tis ; y no podemos menos de recomendar para su curación, ademas de lo que dexamos indicado en dicho género, el uso del agua mefí- tico-alcalina de la Hispana, pues tenemos algunos hechos favora- bles de este remedio, usado precisamente para esta especie que des- cribimos. 4. Nefralgia reumática. Esta enfermedad consiste en un dolor agudo y fixo al rededor de la región lumbar, que suele extenderse hasta el hueso sacro. Para su curación &c. consúltese el género reuma. ) 5. Nefralgia histérica* Esta especie, según Sauvages, es la cal- culosa, que recae en mugeres histéricas reuniéndose los síntomas de 296 DOL las dos enfermedades. (Véase cálculos /histérico.) 6. Nefralgia hemorroidal. Esta especie es producida por el re- troceso á los riñones del fluxo hemorroidal y menstruo, y se cura restableciendo estas dos evacuaciones. 7. Nefralgia purulenta. La supuración en los riñones produce esta especie. Bonet refiere algunos casos; se curará con los remedios propios de las úlceras renales. (V. úlceras y abscesos.) 8. Nefralgia pancreática. Esta especie está fundada en un caso particular que refiere Maugeto de un enfermo que tenia fuertes do- lores en los lomos, arrojaba arenillas roxas, y tenia muchos vómitos* después que murió se halló en el páncreas un cancro, que afectó en- tre otras entrañas los riñones. ¡fc 9. Nefralgia verminosa. Se refieren algunos casos de haber pa- decido los enfermos fuertes dolores en los lomos, y después haber echado lombrices ó especie de gusanos por la orina. (V, lombrices.) 10. Nefralgia mesentérica. Las afecciones del mesenterio sue- len afectar sintomáticamente los riñones, sin que en estos haya daño orgánico alguno. Sauvages podia haber omitido esta especie. 11. Nefralgia monstruosa. Esta especie también está fundada en un caso particular de uno que orinaba sangre, y echaba á peda- zos los riñones; pero luego que murió se hallaron estos monstruo- sos por su volumen y la naturaleza de su substancia. 12. Nefralgia causada por caries. Esta especie pertenece al artículo caries. 13. Nefralgia febril. Esta especie suele ser sintomática de una calentura intermitente, á veces disfrazada, por lo que se ofrecen di- ficultades para su curación si no se conoce bien; pero debe tratarse con la quina &c. (V. calentura.) 14. Nefralgia miliar. También esta especie suele ser sintomá- tica de la calentura miliar. (V. calentura miliar.) 15. Nefralgia escirrosa. Los escirros de los riñones y el escor- buto producen esta especie ( V. escirro y escorbuto.) 16. Nefralgia de las preñadas. Esta especie acomete á las em- barazadas, y suele ser sintomática de la preñez. (V. este artículo.) 17. Nefralgia causada por la hematuria. Quando sale mucha sangre de los riñones suele esta coagularse en los uréteres, y dete- nerse la que sale de los riñones, y causar fuertes dolores. Esta espe- cie es muy rara, pero muy peligrosa. (V. hematuria.) Genero xxvi. Distocia ó parto laborioso. Este género se tratará con toda extensión en el artículo parto» DOL 297 Género xxvii. Histeralgia ó cólico uterino. Las varias lesiones ó vicios orgánicos de la matriz producen la histeralgia, cuyo nombre viene de dos palabras griegas, de histeros matriz, y de algia dolor. Montalte es el primero que la ha usado, y nuestro Nosologista ha formado un género de enfermedad, que comprehende diez y seis especies. 1. Histeralgia causada por el descenso ó procidencia déla matriz. (V. procidencia. ) 2. Histeralgia causada por un histerocele. Es lo mismo que la especie anterior. 3. Histeralgia menstrua. Esta especie consiste en un dolor que padecen algunas jóvenes todos los meses en el tiempo de la mens- truación, que se extiende desde la matriz á los lomos y á los muslos. La rigidez espasmódica de los vasos del útero suele producir esta es- pecie, y así es que los Prácticos aconsejan los antiespasmódicos, los medios baños y los vapores &c. (V. clorosis. ) 4. Histeralgia cancrosa. Esta especie es causada por un can- cro en la matriz (V. cancro.), que es seguido de flores blancas 6 leucorrea. El cancro de la matriz se manifiesta por un dolor en las ingles y en todo el vientre; pero principalmente hacia el hipogastrio, que se extiende á los lomos, notándose en la región del útero un tu- mor duro y desigual, que se percibe comprimiendo la mano sobre el empeyne; el dolor se exacerba quando se toca y hacen exercicio las enfermas. Las que padecen esta cruel enfermedad necesitan para to- lerarla menos mal usar de una dieta dulce y suave de calmantes rei- terados , pues de otro modo los atroces dolores aniquilan las fuer- zas y acarrean la muerte: al mismo tiempo se emplearán los reme- dios que propusimos en el artículo cancro; y ademas en caso de fe- tidez del humor seroso que suelen arrojar por la vagina, se admi- nistrarán unas inyecciones antisécticas de cocimientos de quina &c. j. Histeralgia ulcerosa. Esta especie es causada por las úlceras de la matriz. (V. úlceras.) 6. Histeralgia esquirrosa. Esta especie se manifiesta por cier- ta pesadez en la matriz, percibiéndose al tacto, del mismo modo que en la especie quarta , un tumor duro , pero sin dolor; y aun se ad- vierte mejor introduciendo el dedo en la vagina. Esta enfermedad puede confundirse con la preñez, por lo que es necesario tener pre- sente sus señales. El método curativo que se debe establecer será el mismo que en los demás escirros en quanto al método general. [V. ESCIRRO. ) 7. Histeralgia causada por el prurito. Rodríguez de Castro ha descrito esta enfermedad, que consiste en una picazón incómoda y tomo 111. pp 298 DOL un deseo desenfrenado al coito, acompañado de dolor; pero esta especie corresponde mas bien al furor uterino. (V. este articulo.) El prurito que se halla en esta enfermedad suele ser causado por una materia acre, que las mas veces es herpética ó de otra naturaleza, como venérea &c. 8. Histeralgia causada por un hueso. Se lee en las Transaccio- nes filosóficas un caso en que una muger padeció grandes dolores en el útero, y después que murió se la halló en dicha entraña una sus- tancia huesosa. 9. Histeralgia febril. En algunas calenturas intermitentes sue- len padecer las mugeres fuertes dolores muy semejantes á los del par- to , que el uso de los calmantes, unido al plan general de la calen- tura, suele curarlos. 10. Histeralgia vaporosa ó cólico histérico del útero. Mu- chas veces se complican los dolores del útero con los síntomas del parosistno histérico, y todo se cura con el plan antiespasmódico y calmante. 11. Histeralgia causada por absceso. (V. absceso. ) 12. Histeralgia de las embarazadas. Esta especie suele veri- ficarse en los malos preñados. (V. preñE2.) 13. Histeralgia causada por una infiltración láctea. ( V. PUERPERIO Ó SOBREPARTO. ) 14. Histeralgia loquial. Á esta especie llama el vulgo entuer- tos ó retortijones. (V. puerperio.) 15. Esta especie, según la describe Sauvages, es lo mismo que la 13 , causada por una infiltración láctea. 1 ó. Histeralgia calculosa. Las Memorias de la Academia de Cirugía de Paris refieren varios casos de cálculos hallados en la ma- triz. ( V. cálculos. ) Orden quinto. Dolores externos. En este orden comprehende Sauvages los dolores de los pechos 6 mamas , del tronco , de los lomos, de las piernas , de las partes genitales &c., que no se han podido colocar en los órdenes antece- dentes ; y consta de seis géneros, que son mastodinia, raquial- gia ó cólico de Poitou , lumbago, ischias, proctalgia y puden- dagra. Género xxviii. Mastodinia. El carácter de r ste género consiste en un dolor notable y cons- tante, periód;co ó continuo, que ocupa una de las dos mamas. La palabra mactodhiia trae su origen de dos griegas, mastos mama, y odyne dolor. Este género consta de diez especies. 1. Mastodinia flemonosa. El dolor de esta especie es sintomá- DOL 299 tico de la inflamación de estas partes. (V. inflamación.) 2. Mastodinia de las j'óvenes. La mayor parte de las niñas á la edad de doce á catorce años se quejan de un dolor en los pechos, poniéndose estos como hinchados, y sintiendo al mismo tiempo cier- ta picazón, aparatos todos de venirles la menstruación. Otros creen sea efecto de la alteración que experimenta la serosidad blanca que hay en los vasos lácteos, y que para curar esta especie se debe extraer dicho humor comprimiendo el pezón. 3. Mastodinia causada por una congestión de leche. El vul- go llama pelos á estos tumores lácteos, y sus dolores forman esta especie, que es sintomática. ( V. tumores lácteos. ) 4. Mastodinia cancrosa. Esta especie es igualmente sintomáti- ca. (V. CANCRO.) 3. Mastodinia polígala. Esta especie es lo mismo que la 3." Las restantes especies que refiere Sauvages, ó son casos particulares, ó síntomas de otras enfermedades que debiera haber omitido. Genero xxix. Raquialgia, ó cólico délos Pintores, y también de Poitou. Sauvages, siguiendo al célebre Astruc, da el nombre de raquial- gia á este género, cuya denominación es formada de una palabra compuesta de algia dolor, y rachi la espina del dorso: dicho au- tor cree que los dolores de esta enfermedad tienen su asiento en los nervios de la medula de la espina. La teoría en que se funda esta de- nominación no es muy seguida de los autores, y nosotros seguramen- te nos apartaríamos de ella, y aun de la denominación de raquial- gia; pero por no alterar la Nosología que hemos adoptado, des- cribiremos este género, que nuestros lectores le pueden tener, si gus- tan, como una segunda parte del cólico; y la historia que hicimos en dicho género debe servir para este, pues precisamente es la que per- tenece al cólico metálico ó de los Pintores. (V. el género xxn.) Las causas que producen esta enfermedad y el método curativo que se debe prescribir, le expondremos en las especies, que según nuestro Nosologista, se cuentan ocho en este género. 1. Raquialgia pictónica , ó cólico de Poitou. A esta especie lla- ma Sauvages enfermedad biliosa, la que parece reynó , según Ci- tois, en la provincia de Poitou en Francia. Por el uso que hacían sus naturales de los vinos acídulos, hechos de frutas sin madurar, les hizo incurrir en esta enfermedad: desde aquella época se ha dado el nombre, aunque impropiamente, á los cólicos metálicos, cerrados ó nerviosos, de Poitou. Para la curación de esta especie consúltese la especie 5.a del género cólico , que es idéntica á esta. 2. Raquialgia febril. Esta e.'pecie acompaña algunas veces á 300 DOL las calenturas, y se tratará con el plan general del cólico y el de la especie de calentura que la precede. 3. Raquialgia metálica. Esta especie se llama también cólico de los Pintores, de plomo ó saturnino , y también de Poitiers. Es causada por la sal metálica, llamada azúcar de Saturno, ú oxide de plomo, que se suele mezclar con los alimentos por los descuidos y falta de precaución en los utensilios y baterías de cocina, pues es- tando estas estañadas con mucho plomo, y depositando en ellas por algún tiempo ácidos, estos atacan el pl^mo, le oxidan, y forman es- ta sal metálica, que es un veneno que produce esta terrible enferme- dad : lo mismo sucede si se ponen ácidos por algún tiempo en vasi- jas vidriadas con alcohol, principalmente si están mal cocidas; en fin, el contacto de dichas substancias acidas con el plomo en sus varías preparaciones producen mas ó menos cantidad de dicho veneno, que introducido en las primeras vías produce los síntomas que expu- simos en la historia general del cólico. Para su curación, ademas del plan general que expusimos en dicho género (V. el género cólico.), y calmados que sean los vómitos y dolores, es preciso tratar de neu- traliza* el veneno metálico, para lo que contribuye el aceyte de ri- cino que propusimos, añadiendo los sulfuretos alcalinos ó hígado de azufre dado en pildoras y en la dosis de medio ó un escrúpulo ca- da quatro horas. Para tener conocimiento del modo de obrar de este contravene- no , debemos saber que quando se detienen las preparaciones satur- ninas en los xugos de la digestión, dexan precipitar una parte del plomo en forma de polvo muy fino. Este polvo produce un barniz en diversos parages de das túnicas del estómago é intestinos, donde exerce su acción sedativa, y otra porción queda disuelta en el mis- mo líquido con que se ha introducido en el estómago. Los sulfuretos ó hígado de azufre descomponen esta porción; pero no tienen la mis- ma acción sobre el polvo metálico que se halla precipitado y pegado á las túnicas nerviosas del estómago é intestinos; pero es fácil pro- porcionarla por la facilidad con que se disuelve el polvo, haciendo beber antes á los enfermos agua de limón ú otra bebida acida, la que disolverá el polvo metálico del plomo, que podrá neutralizarse lue- go con los sulfuretos. Luego que se verifique esto se tratará de ex- peler dichas partículas por medio de purgantes suaves, para que eva- cúen también los excrementos que se hallen estancados con la torpe- za que tenían los intestinos que les habia inducido el veneno sedan- te. Para esto se recomienda el aceyte de ricino, la tisana laxante u otro purgante de su especie, usando también las lavativas laxantes oleosas, con la adición de algún xabon ó purgante; y después que se haya purgado bien el enfermo se usarán los tónicos y las aguas minerales; nosotros preferiríamos las de Puerto-Uano, en su defecto DOL 301 hs artificiales, y también la ferruginosa de Bañares. Por 'lo regular á estos enfermos hay que darles en todo el tiempo de la curación algún calmante , pues no se suelen quitar del todo los dolores , pres- cribiéndoles alimentos suaves y de fácil digestión. En la convalecen- cia se acudirá con los auxilios correspondientes, según los acciden- tes que ocurran , como dispexia , indigestión &c. 4. Raquialgia artrítica. Esta especie es producida por un re- troceso podágrico al vientre. Toda la cura de esta especie consiste en regular la gota con cantáridas &c. (V. el género artritis.) 5. Raquialgia causada por defecto de la transpiración. La supresión repentina de la transpiración por haberse humedecido los pies &c. produce esta especie , que suele degenerar en epilepsia ó en parálisis. Se tratará con los calmantes y diaforéticos, mezclando los primeros con las infusiones teiformes, como la de la manzanilla &c, terminando la curación con los tónicos, y según quieren algunos Prácticos, con las aguas termales sulfúreas. 6. Raquialgia escorbútica. No están de acuerdo los autores sobre esta especie que establece Sauvages refiriéndose á Tronchin; pe- ro Hoffman quiere que sea mas bien un cólico bilioso que escorbú- tico: Lind no hace mención de esta especie; pero de qualquier modo que sea se tratará con el plan combinado del cólico en ge- neral y el escorbuto. 7. Raquialgia traumática. Los golpes y las contusiones en la espina del dorso producen esta especie, como lo testifican varias ob- servaciones que ha recogido Astruc. 'Se tratará esta especie por el método general del cólico con respecto á los dolores, y se acudirá á la afección local con los tópicos correspondientes. ( V. contusión.) 8. Raquialgia osteosarcosis. Esta especie está fundada en un caso particular que pudiera haber omitido Sauvages, pues era mas una afección raquítica, que un cólico, de lo que distaba infinito. Género xxx. Lumbago ó dolor de ríñones. El lumbago es un género de enfermedad dolorosa, cuyo sínto- ma principal cossiste en un dolor de ríñones, estoes, hacia la región de los lomos exteriormente. Se diferencia del cólico renal en que no está acompañado de náuseas, ni el dolor sigue la dirección de los uréteres ni de los testículos, ni tampoco hay estupor en los muslos ni estrangurría. Este género es mas bien una artritis ó reuma local que ocupa estas partes, que se debe tratar con los remedios locales, como cantáridas &c.; y si la enfermedad lo exige también los ge- nerales. Las varias especies que refiere Sauvages son meros síntomas de otras enfermedades, que omitimos por pertenecer á otros géneros. 302 DOL Género xxxi. Ischias ó dolor esciático. El carácter de este género consiste en un dolor constante, y las mas veces continuo, sobre el eoccix, el hueso sacro, los demás de la pelvis y la articulación del muslo con estos huesos y los mús- culos y ligamentos inmediatos, extendiéndose regularmente á toda la extensión de la fascealata, que impide á los enfermos el andar. Esta afección dolorífica pertenece mas bien á la artritis que al reu- matismo; pero una y otra enfermedad pueden afectar localmente es- tas partes,que se tratarán como en el género anterior. (V. reuma- tismo y gota. ) Las demás especies que propone Sauvages son tam- bién síntomas ó de abscesos lácteos ó de otra especie, ó dolores sin- tomáticos de otras enfermedades; por lo que las omitimos igualmen- te como en el género anterior. Género xxxii. Protalgia ó dolor del ano. La protalgia consiste únicamente en un dolor en el ano ó extre- midad inferior del intestino recto y sus inmediaciones, que es pro- ducido por varias causas, como veremos en sus varias especies. i . Protalgia inflamatoria. Esta especie es mas bien un síntoma que una enfermedad particular. (V. inflamación.) 2. Protalgia cancros a. El dolor que causa un cancro en el ano constituye esta especie también sintomática. (V. cancro.) 3. Protalgia fistulosa. (V. fístula del ano.) 4. Protalgia causada por escoriación. Muchas veces suele su- ceder que por haber andado mucho á caballo &c. se ha escoriado el ano y las partes inmediatas, y se ha producido esta especie. (V, ESCORIACIÓN.) 5. Protalgia causada por ragudes ó grietas. ( V. ragú des. ( 6. Protalgia del Brasil. Enfermedad endémica de aquellos habitantes, que sienten un dolor quemante en el ano, con otros sín- tomas generales de cefalalgia, tristeza &c. La curan introduciendo supositorios con dimon, y lavando las partes doloridas con coci- miento de hojas de tabaco. 7. Protalgia causada por la caida 6 procidencia del ano. ( V. el artículo de esta enfermedad.) 8. Protalgia causada por las hemorroides. ( V. almorranas.) 9. Protalgia causada por la diarrea. Los que padecen diar- reas, particularmente biliosas, suelen resentirse de un dolor incó- modo en el ano, que aplicando una pomada formada con partes ¡guales de extracto de Saturno y aceyte, y agitando estas dos subs- tancias, y aplicándose á las partes irritadas, suelen aliviarse los en- fermos. DOR 303 10. Protalgia causada por el pujo ó tenesmo, ría las disente- rias que el pujo ó tenesmo sintomático es muy incómodo, ademas de la cura general, se suelen hacer remedios locales, como lavativas de leché y yema de huevo , y también la pomada propuesta en la es- pecie anterior,y otros tópicos calmantes y anodinos &c. Excluimos la última especie por pertenecer á los caballos, y por consiguiente á la Medicina veterinaria. Género xxxiii. Pudendagra ó dolor de las partes genitales. Esta enfermedad consiste en un dolor de las partes'genitales del hombre y la muger, causado ó por alguna hernia, fimosis ú otra de las enfermedades propias de estas partes, cuyo dolor siempre es sin- tomático y dependiente de las enfermedades que lo producen. (V. hernia, gonorrea , fimosis &c.) Sauvages establece varias espe- cies, que deben omitirse porque son meros síntomas de dichas en- fermedades. DORSAL. (Anat.) Así llamamos á todo lo que pertenece ó tiene relación con el dorso ó espalda; pero se aplica particularmente este adjetivo á dos músculos, llamado el uno el grande dorsal, y el otro el largo dorsal, por tener su situación sobre el dorso. El gran dorsal, ó latissimus dorsi, es un músculo llamado así por su gran extensión, pues cubre casi todo el dorso. Nace de la par- te posterior de la cresta del hueso íleon, de las espinas superiores del hueso sacro, de todas las espinas de las vertebras de los lomos, y de las de las siete ú ocho vertebras inferiores de la espalda, y de las extremidades huesosas de las quatro ó cinco últimas costillas. Luego pasa sobre el ángulo inferior de la espaldilla , al qual se une á veces por un plano de fibras carnosas, y va á terminarse con el gran re- dondo con un fuerte y largo tendón en el borde, que corresponde á la pequeña tuberosidad de la cabeza del húmero, por cuyo motivo tira el brazo hacia abaxo. El largo dorsal, ó longissimus dorsi, es un músculo del dorso tan estrechamente unido con el sacro lumbar, que apenas se distin- gue. Trae origen de la parte posterior del hueso ileon , del hueso sacro y de la primera vertebra de los lomos. Luego se adelanta hacia arriba á lo largo de la espalda, y en el camino se ata con unos ten- dones chatos á las apofises espinosas de la última vertebra de la es- palda de las cinco de los lomos y de la primera del hueso sacro, y por su parte inferior, que es toda carnosa, se une al hueso sacro y á la gruesa tuberosidad del hueso ileon , y termina con el sacro lumbar en todas las apofises transversales de las vertebras de los lo- mos. Después se une con unos planos mas ó menos carnosos entre el cóndilo y el ángulo de cada costilla. Últimamente, se desprenden de 304 DOS este músculo unas fibras que se unen con el digástrico del cuello. Las aponeuroses dorsales son las que hacen la terminación de va- rios músculos del dorso. La arteria dorsal del brazo es una rama de la braquial, que se di- rige sobre el dorso del brazo. La arteria dorsal de la nariz se distri- buye sobre el dorso de aquella parte. El ligamento dorsal de la articulación de los huesos del car- po con los del metacarpo ayuda á unir aquellos huesos. Los liga- mentos dorsales de los huesos del metacarpo entre sí ayudan á unir- los : lo mismo sucede con los ligamentos dorsales del segundo hueso del metatarso con los del tarso y con los ligamentos dorsales de los huesos del metacarpo entre sí. Los nervios dorsales son en número de doce pares, y tienen en esto de común que desde que salen de entre las vertebras del dor- so echan dos filamentos por medio de los quales comunican con el nervio intercostal. El primer par entra en la composición de los ner- vios braquiales. Los seis pares siguientes van á lo largo del labio in- terno é inferior de las verdaderas costillas hasta el esternón; y se distribuyen en los músculos intercostales &c. El séptimo par y to- dos los demás restantes se distribuyen en los músculos intercostales y en los del vientre. Las vertebras dorsales son doce. (V. su descripción en el ar- tículo VERTEBRA.) DORSO. (Anat.) Se llama así la parte posterior del pecho. El dorso de la mano y del pie es el lado exterior de estos órganos, 6 aquella parte opuesta á la palma de la mano y á la planta del pie. El dorso de la nariz es el vértice que se extiende á lo largo de aquella parte. El dorso de las narices es lo que se llama el caballete, y otros le llaman espina por la linea recta que forma la superficie de la na- riz desde la raiz hasta la punta por el sitio en que se unen los pira- midales entre sí. DOSIS. (Terap.) Esta palabra manifiesta la cantidad determi- nada de peso ó medida de un medicamento simple ó compuesto que se debe administrar por cada toma, y también la cantidad precisa de cada uno de los simples ó ingredientes que deben entrar en los medicamentos compuestos: en esta última acepción pertenece á la Farmacia, y en la primera á la Terapéutica, la que siempre debe tener presente la edad del enfermo, la estación, constitución del enfermo, estado de la enfermedad y otras precauciones que se indi- carán en los artículos de Medicina práctica ; y así distinta dosis de emético, por exemplo, se dará á un niño que á un adulto , y distin- ta en el invierno que en el estío , porque en esta última estación es preciso aumentarla: mayor cantidad de quina se dará en una tercia- na perniciosa que en una simple &c. DUL 3°5 Todo el talento del Médico se debe emplear en medir las canti- dades que debe administrar para curar con acierto las enfermedades, y entre otras cosas debe saber que un remedio excelente puede fal- tar si no se proporciona la dosis ó su justa cantidad: algunos se con- tentan con dar por exemplo un grano de opio para una enfermedad dolorífica, y no pasarán de esta cantidad, ó quando mas le darán otro grano, aunque el enfermo se muera de dolor, olvidados que muchas veces la cantidad del mal exige mayor cantidad de reme- dio: quien dice del opio dice de un purgante, un emético &c; pe- ro todo esto debe darse en una justa proporción, porque sino se in- curriría en un abuso reprehensible, y así tan perniciosa será la timi- dez de prescribir las cantidades de los medicamentos, como el atre- vimiento de emplearlos pródigamente. DOWER. (polvos) Composición Farmacéutica bastante usada en el dia como un poderoso diaforético, que se describirá en el ar- tículo POLVOS. DRACMA. (Mat. Méd.) Es la octava parte de una onza; pe- sa medicinal que se emplea con bastante freqüencia para pesar las cantidades de los simples que se administran en las enfermedades, ó que entran en las composiciones que se usan para su curación. (V. PESOS y CARACTERES.) DRÁSTICOS. (Mat. Méd.) Aunque la palabra drásticos pertenece en general á todos los medicamentos violentos que obran con una gran fuerza, se usa mas comunmente para designar los pur- gantes enérgicos. (V. el artículo purgantes.) F. DROGAS. (Mat. Méd.) Esta palabra es sinónima de medica- mento , solo que se aplica con relación á los remedios simples; tam- bién se emplea en el lenguage ordinario para señalar toda substancia, que se aplica á la curación de las enfermedades. DUGLAS. (Jacobo) (Biog.) Anatómico ingles, fué Profesor de Medicina en Londres á principios del siglo pasado, y sobresalió en el arte de partear. Ha publicado las obras siguientes: i.° Biblio- graphiie Anatómica specimen: 2.0 Miographice comparata' spe- cimen. En esta última obra enseña el autor la diferencia entre los músculos del hombre y los del perro; se ha traducido en latin, é impreso en Leyden el año de 1729: 3.0 Descripción del peritoneo, en ingles: Londres 1730. D. H. DULCE. (Mat. Méd) Los cuerpos dulces, dulcir, son to- das las substancias que tienen un sabor ligeramente azucarado ó casi soso ó insípido, esto es, que dan poco sabor en la boca: esta untuo- sidad , esta especie de lubricidad se halla en los mucilagos, los acey- tes &c. Todas las materias que gozan de este sabor son en general laxantes, emolientes, dulcificantes y al mismo tiempo nutritivas. F. DULCIFICACIÓN. {Mat. Méd.) La dulcificación es el fe- TOMO III. QQ 306 DÚO nómeno que presentan los ácidos concentrados quando se mezclan con el alcohol: el arte de producir este fenómeno consiste en hacer una debilitación, siguiéndose cierta dulzura, que contraen estas sales por la reacción del alcohol. Esta dulzura se debe á la descomposi- ción de una porción de ácidos por el alcohol, á la formación de una cantidad mas ó menos grande de agua, y á una combinación del alco- hol mas ó manos semejante á la del éter con los ácidos. F. DULCIFICAN.. ( Mat. Méd.) La naturaleza de un ácido dul- cificado queda explicada ya en el artículo precedente. Estos son principalmente los ácidos nítrico y muriático, que se llaman ácidos dulcificados después de su mezcla con el alcohol. Por la Química se sabe lo que se verifica entre los cuerpos por su reacción recíproca, como queda dicho en el artículo anterior; y así no se debe tratar aquí sino de las propiedades medicinales de estos ácidos dulcificados. En general son menos acres, menos cáusticos que los ácidos puros, co- mo lo indica su denominación: se emplean por lo común interior- mente, lo que no se puede hacer en el estado de pureza; son unos excelentes refrigerantes, antisépticos, diuréticos &c. ; pero se les manda como cordiales, tónicos, alexíteres, sudoríficos, fortifican- tes y antisépticos en un alto grado; en las enfermedades biliosas y pútridas, en que están muy disminuidas las fuerzas de la vida, ó en la putrefacción de la bilis y de los humores quando está muy ade- lantada en las primeras vias, quando hay salto de tendones , desma- yos, evacuaciones coliquativas &c.; pero es necesario evitarlos en las afecciones inflamatorias, quando el pulso está lleno y duro, quando las fuerzas son al mismo tiempo considerables, ó quando hay eva- cuaciones críticas, que sea perjudicial el detenerlas: se prescriben en las bebidas y pociones en la dosis de algunas gotas por vaso. El ácido sulfúrico dulcificado lleva el nombre particular de agua de rabel, y se emplea principalmente como astringente. F. Dulcificar. En otra acepción es mezclar alguna substancia sa- carina con alguno de los simples ó composiciones farmacéuticas, y así se dulcifican los cocimientos con los xarabes, las mieles &c.; lo mismo sucede con las emulsiones, ú horchatas, las bebidas acidas &c, que se dulcifican con azúcar ó con dichos xarabes. DUODENAL. (Anat.) Epíteto de algunas partes relativas al intestino duodeno, á saber, la artería y la vena duodenal; la pri- mera es una rama de la celiaca que recibe dicho intestino, que cor- responde á una vena, que es la que vuelve la sangre á la vena porta. DUODENO, (intestino) (Anat.) Se da este nombre al prime- ro de ios intestinos delgados por haber calculado que su longitud es de doce dedos. Este intestino, ó mas bien el principio del canal in- testinal , empieza en el piloro, al que abraza de modo que se ve como un_ hoyo circular que parece el empalme de este intestino y el esto- DUR 307 mago; á quatro ó cinco dedos de distancia del piloro se abre ó per- fora este intestino por el conducto colidoco, cuyo orificio está muy inmediato al del conducto pancreático, y algunas veces tienen los dos un mismo orificio común. (V. digestión, hígado y pan- creas.) La túnica carnosa del duodeno es mas gruesa que la de los otros dos intestinos delgados. La túnica nerviosa y bellosa nada tie- ne de particular sino que forman mayor número de válvulas conni- ventes, y tienen mas glándulas de Brunnero. En el artículo intes- tinos se expondrá todo lo que pertenece á las membranas, vasos &c. DUPLICATURA. (Anat.) Se usa de esta voz para expresar el repliegue ó doblez que forman alguna vez las membranas, como la duplicatura del peritoneo, del omento ó redaño , de la pleura &c. DURA-MATER ó DURA MADRE. (Anat.) Se llama así la primera envoltura membranosa del cerebro que se encuentra luego que se levanta el cráneo, la qual se compone de dos láminas bastan- te fuertes; la externa, que hace función de periostio, está atada ínti- mamente en la cara ó superficie interna del cráneo, por medio de muchos filetes que penetran dicho hueso, y también por los vasos del pericráneoy los tegumentos exteriores que se comunican por este medio con la dura-mater. Esta primera lámina de la dura-mater, que cubre lo interior del cráneo, tiene menos extensión que la segunda, la que forma dos repliegues considerables, de los quales uno es ver- tical , que se conoce con el nombre de hoz, por la semejanza que tie- ne con este instrumento, el qual separa la masa del cerebro en dos mitades ó hemisferios; la segunda forma un secto ó división horizon- tal , que separa el cerebro de con el cerebelo, al qual se le llama tienda del cerebelo. La hoz está situada según la dirección de la sutura sagital; prin- cipia atándose en la apofise cresta gali, y siguiendo después lon- gitudinalnlente se pierde en la tienda del cerebelo, que contribuye á formar; su borde cortante está suelto y situado inferiormente mi- rando al cuerpo calloso. La tienda del cerebelo forma como una media luna plana, cuya parte cóncava está anteriormente, y recibe la medula oblongada ó la parte del cerebro, que después se convier- te en medula espinal. Ademas de los dobleces que forma la lámina interna de la dura-mater, ya descritos, se halla otro debaxo de la tienda del cerebelo, que tiene una dirección vertical, y divide el ce- rebelo en dos mitades, que se llama la hoz pequeña. La dura-mater sale de la base del cráneo por todos los agujeros que se hallan en ella , acompañando la medula de la espina , suministrando igualmente una vayna á los nervios que salen de ella, y comunicándose con el periostio de los huesos inmediatos. La dura-mater recibe las arterias de las carótidas internas y exter- nas y de las vertebrales. Las venas se hallan en gran número, y todas 3o8 DUR descargan en lo que llamamos senos, que son unas verdaderas venas que reciben todo el sobrante de la sangre del cerebro y partes inme- diatas. Los senos son unos canales particulares que se halan formados en la misma substancia de la dura-mater, ó entre las dos láminas que la componen. Son varios, pero los mas considerables son el seno longitudinal superior, los dos laterales, el recto ó longitudinal in- ferior , y después los cavernosos, el mediano , los dos orbitarios, los petrosos &c. El longitudinal superior es el mas considerable; su ca- libre es triangular; principia en la parte anterior hacia la apofise cresta gali; sigue después longitudinalmente hasta enfrente de la par- te media del hueso occipital, que se divide en dos ramas, que son los senos laterales que dexan una impresión considerable en la su- perficie interna de dicho hueso , y también en los temporales, y des- pués terminan en las venas yugulares, donde descargan la sangre que han recogido por todo el camino que han andado estos senos. El seno longitudinal inferior se dirige todo lo largo del borde cortante ó inferior de la hoz, y se abre en el seno recto, que es el que cor- ta, digámoslo así, la tienda del cerebelo, y después descarga en los senos laterales. Los senos cavernosos son unos reservatorios par- ticulares situados al lado de la silla túrsica, á quienes atraviesan las carótidas internas y la rama oftálmica del quinto par y el tronco del sexto, y también el principio del nervio intercostal. Este seno se comunica con el mediano y los orbitarios, que son otros peque- ños senos de comunicación, lo mismo que los senos superiores é in- feriores de la roca, que todos reciben sangre de los sitios por donde pasan para conducirla después á las yugulares ó carótidas. La dura-mater recibe filetes nerviosos de toda la base del crá- neo , pero principalmente de la rama posterior del quinto par y de otros pares. El uso de la dura-mater es i.° de servir al cráneo de periostio interno: 2.0 de impedir que el cerebro y cerebelo no se ofendan por los huesos: 3.0 de dividir ó separar por medio de sus duplicaturas el cerebro en dos mitades hasta el cuerpo calloso (V. cerebro.) y el cerebro del cerebelo, para que estas substancias moles no se aplasten en los grandes movimientos &c. El uso de los senos ya hemos di- cho que es de recibir la sangre del cerebro y conducirla á las venas yugulares para que circule. DURETO. (Luis) ( Biog.) Fué de una familia noble de Brescia, que pertenecía antes al Ducado de Saboya, fué uno de los Mé- dicos mas célebres de su tiempo. Exerció su facultad con mucho crédito en Paris en tiempo de los Reyes Carlos ix y Henrique nij de quien fué Médico ordinario. Henrique 111, que le estimaba mu- cho , le dio una pensión de 400 escudos de oro, reversible sobre la vida de cinco hijos que tenia, y quiso asistir al casamiento de su hi- DUV 3C9 ja, á quien hizo regalos de consideración. Dureto murió el 2ño de i í 86, á los cincuenta y nueve años de edad. Era gran partidario de Hipócrates, y exercia la Medicina por el método de los antiguos. De varios libros que ha dexado el mas estimado es un Comentario sobre las Coacas de Hipócrates, aunque murió sin haberle dado la última mano. Juan Dureto, su hijo, lo arregló y publicó después. Este ultimo exerció la facultad con bastante crédito, y murió de sesenta y seis años en 162 ). D. H. DUREZAS, (cir.) * En la Cirugía llamamos durezas acier- tos tumores ó callosidades que salen en varias partes exteriores del cuerpo, y particularmente en las manos y pies, en que la epidermis comprimida y frotada se desprende en parte de la piel, de modo que se forma otra nueva debaxo sin que la antigua esté enteramente separada: continuando la compresión ó la frotación se desprende otra vez la nueva capa de la epidermis, con lo que se forma otra, y otras sucesivamente, de lo que resulta un montón de hojas de epi- dermis fuertem nte pegadas unas á otras, formando una elevación en la superficie del cutis, muchas veces circunscrita en forma de tumor, que suele ponerse dura y enclavada á modo de asta: tam- bién entran vasos del cutis comprimidos y obliterados en la com- posición de esta especie de tumores cutáneos quando son consi- derables. Suelen formarse en las manos de los cavadores, de los obreros que se sirven de instrumentos duros: los que andan mucho, mayor- mente si van descalzos, tienen durezas callosas en el talón del pie, y particularmente en su borde posterior. Los callos que salen en los pies por la compresión de la piel sobre los huesos hecha por el cal- zado son durezas de esta especie. El efecto que hacen las durezas en la piel es impedir el exercicio del tacto á las partes en que se hallan; y si son de mucha extensión y ocupan toda la palma de la mano ó la planta del pie, embotan la sensibilidad de aquellas partes lo mismo que si estuviesen cubiertas con unos guantes, ó con un calzado de cuero. Sin embargo, estas mismas durezas causan dolor quando se las aprieta mucho contra las partes blandas y sensibles á que están pegadas. La indicación que se presenta para la curación de estas afec- ciones cutáneas, quando incomodan ó lastiman, consiste en emplear todo lo que pueda ablandarlas, ó quando no, cortarlas si se puede. IV. CALLO.) * DUVERNEY. (Josef) (Biog) Doctor en Medicina, y céle- bre Anatómico, natural de Feurs en Francia. Fué Catedrático de Anatomía en el Jardín Real de Paris con mucho aplauso, y de la Academia de las Ciencias de aquella capital; y luego que le jubila— nojí entró en su plaza el célebre Petit. Las obras que tenemos de 310 ECC este gran Anatómico son: i.° Tratado de la organización del oi- do , que contiene la estructura, el uso y las enfermedades de to- das las partes de dicho órgano. Paris 1683, 1718, en 12.0 Ley- den 1737 > en 12.0 En latín en Nuremberg 1684, traducido en ale- mán , Berlín 1732: 2.0 Tratado de las enfermedades de los huesos, Paris 1751, dos tomos en 12.0, traducidos al ingles, Londres 1762: 3.0 Obras anatómicas, Paris 1761 , dos tomos en 4.0 duverney. (Pedro) (Biog.) Hermano del precedente, exce- lente Cirujano en Paris, fué individuo de la Academia Real de las Ciencias, sucesor de Litre en la plaza que dexó este como Anató- mico. Escribió varias Memorias dignas de aquel Cuerpo literario. Murió en 1720 de edad de setenta y ocho años. Duverney. (Manuel Mauricio) (Biog.) Natural de Paris, cé- lebre Anatómico, de la Academia de las Ciencias, y Profesor de Anatomía en el Jardín Real de París. No se conocen escritos de este Doctor, sin duda por su quebrantada salud. DYSCINES1A. (Med) Se usa de esta voz para expresar las enfermedades, que consisten en la debilidad ó diminución, y aun en la supresión de los movimientos de los'órganos musculares que es- tan sujetos á la voluntad. Sauvages ha formado 'el tercer orden de la clase de Debilidades de todas estas afecciones. (V. debilidades.) DYSESTESIA. (Med) Se da este nombre á la pérdida ó de- pravación d¿ los sentidos. Nuestro Nosologista ha formado el pri- mer orden de la clase de Debilida.ies, fundándolo en toda afec- ción , que trastorna ó deprava los sentidos, y le ha llamado dyses- tesia. (V. debilidades.) DYSNEA. (Med.) Es una enfermedad en que el principal sín- toma consiste en una respiración freqüente acompañada de angustia ó congoja, que no intermite sin ningún signo de hidropesía de pecho ni de empiema. Esta enfermedad constituye el género vn de la clase de Anhelaciones. (V. anhelaciones.) DYSODIA. (Pat.) Los Médicos antiguos han usado esta voz para significar el mal olor que suelen tener los enfermos ó sus ex- crementos , y es lo opuesto á eodia, buen olor. DYSPERMATISMO. (Med) Se ha dado este nombre á la dificultad de eyacular el semen en el acto venéreo, ya sea por vi- cios de la uretra ó por otras causas. (V. impotencia.) DYSTOQUIA. ( Med.) Se da este nombre á los dolores y es- fuerzos del parto. (V. este artículo.) ECCOPRÓTICOS. (Mat. Méd) Se da este nombre á los pur- gantes suaves ó especie de laxantes, que tienen algún poder mas que los alimentos que llamamos laxantes, y forman una de las divisio- nes de ios purgantes, t. EDA 311 ECBÓLICOS. (Mat. Méd.) Se usa esta voz originada de ecbó- lica para nombrar los medicamentos que se les ha creído útiles para echar fuera el feto de la matriz en los partos lentos y difíciles, ó para causar los abortos. Aunque no hay verdaderos ecbólicos, se tratará de esta clase de remedios en el artículo emenagogos. ECLAMPSIA. (Med.) Es una convulsión general que acomete á los niños, acompañada por lo común de un estado soporoso y de un gesto convulsivo. Esta enfermedad constituye el género xvm de la clase quarta de Espasmos de la Nosología de Sauvages. (Véa- se ESPASMOS.) ECONOMÍA ANIMAL. Se usa esta voz con freqüencia en la Medicina para expresar el buen orden, el mecanismo, la reunión de funciones y movimientos que mantienen la vida de los animales: el exercicio constante y perfecto de estas funciones proporciona la sa- lud, su desarreglo, las enfermedades y su cesación causa la muerte. EDADES. Así se llaman los varios períodos ó secciones en que se considera dividida la vida del hombre. Estos suelen ser regular- mente: i.° la infancia, que dura hasta el momento en que se em- pieza á hacer uso de la razón: 2.0 la pubertad, que se acaba á los catorce años entre los hombres, y á los doce entre las mugeres: 3.0 la adolescencia, que se acaba con el crecimiento, esto es, á los vein- te y cinco ó treinta años sobre poco mas ó menos: 4 ° la edad viril, que termina á los cincuenta años: finalmente, la ancianidad ó vejez que al último toma el nombre de decrepitud ó caduquez, y con la qual da fin nuestra existencia. Tal es el orden y sucesión de las edades del hombre. Por lo que toca al régimen que les conviene, como las necesidades y gustos varían con la constitución que acompaña á aquellos diversos perío- dos, será menester seguir las variaciones del temperamento. {Véase temperamentos.) La cantidad de los alimentos debe ser propor- cionada á la extensión del cuerpo y á la cantidad y freqüencia de sus evacuaciones; los exercicios deben variar según las fuerzas; las ocupaciones según las facultades, y las precauciones según la sensi- bilidad: así los alimentos, los trabajos, las ocupaciones y los place- res propios de una edad, suelen no convenir á otra; y en las épo- cas mas señaladas de la vida se necesita mucha cautela para hacer su paso menos sensible y menos arriesgado. Por lo mismo la dentición, la pubertad, los tiempos críticos de los hombres y mugeres son unos momentos delicados para la necesidad y exactitud del régimen. No es menos conveniente el buen gobierno de las facultades mo- rales que el de las físicas, si de ellas se desea sacar el partido po- sible en todas las edades. Aquellas se van desenvolviendo al mismo paso que estas, y así como seria una imprudencia hacer cargar á un niño de diez años con el peso que podrá llevar quando tenga treinta 312 EDA años; así lo es también cargar su memoria con estadios que no están á su alcance. Sin embargo, la vanidad poco ilustrada de los padres no procuran sino que los niños luzcan, ó por mejor decir, hagan lucir á sus maestros; y así se ven tantos niños que siendo primero un prodigio de saber pasan luego á ser un asombro de fatuidad y de estupidez. También se observa que á cada grande época en que el hombre pa- dece males no acostumbrados, no se le debe tratar como enfermo, car- gándolo de remedios. Estas son en la vida humana unas crisis que como las de las enfermedades deben dexarse correr: por consiguiente deberemos observar la naturaleza; pero sin sujetarla jamas. EDEMA. (Cir.) * Se da este nombre á un tumor blando, flo- xo y sin dolor, sin mudanza de color en el cutis, y que retiene la impresión del dedo quando se comprime con él. Esta voz es deriva- da del griego, y significa hinchazón; por lo qual Hipócrates llamó edema á todo tumor en general. El edema se produce por el infarto de la linfa en las celdillas del texido adiposo; y como la piel no está formada sino de la reunión de varías membranas foliculosas que componen aquel texido, la lin- fa en el progreso del edema va poco á poco apartando aquellas hojuelas membranosas, y se dirige finalmente hasta llegar á estar in- mediato al epidermis; de modo que basta raspar un poco á este últi- mo para que se desagüen aquellos xugos estancados. Esta etiología parece ser la mas segura , y presenta las miras mas saludables para la curación de aquella enfermedad. Quando el edema ocupa una gran parte del cuerpo, se llama anasarca ó leucoflemacia é hidropesía uni- versal ; y el nombre de edema se conserva en las tumefacciones par- ticulares y ceñidas á ciertas partes, tales como los pies, las manos, los párpados, el escroto &c. Las causas de la extravasación de la linfa son diversas. La falta de textura de los xugos y la inercia de los sólidos causan el edema á los viejos: los mas robustos se hallan sujetos á este mal después de haber padecido algunas evacuaciones considerables que les hayan de- bilitado mucho, como las freqüentes sangrías, porque con ellas se pier- de la parte roxa, poniendo la sangre serosa y dispuesta á estancarse, principalmente en las extremidades. Las mugeres preñadas están su- jetas al edema de las piernas, por la dificultad que tiene la sangre de circular en las partes inferiores, en conseqüencia de la presión de la matriz sobre las venas iliacas. La sangre retardada en su curso causa la obstrucción de los vasos linfáticos que dexan escapar los xu- gos blancos en el texido celular. Los vendajes de las fracturas, las luxaciones y el infarto de las glándulas axilares en el cáncer de los pechos producen el edema por esta razón. Del conocimiento de las causas del edema se sacará el pronos-' EDE 313 tico, y por él se arreglarán las indicaciones curativas que deban se- guirse. El edema que proviene de la extenuación de la masa de la sangre exige el uso de alimentos de pronta y fácil digestión; tales como las jaleas de carne, las yemas de huevos frescos, el buen vino tomado con moderación y como cordial, y de aquí se debe ir pa- sando por grados á otros alimentos mas fuertes. Las friegas modera- das y un exercicio conveniente dan resorte á las partes sólidas, y disipan los xugos estancados: también pueden usarse los tópicos re- solutivos. El edema que proviene de una complexión accidental y extraña, tal como los vendajes, exige mucho cuidado en la aplica- ción del vendaje y en el modo de situar la parte. Si la compresión viene de algún tumor incurable, como por exemplo, de un cáncer que no puede extirparse, es preciso contentarse con remedios palia- tivos. En general es preciso resolver la linfa estancada, dar resorte á las fibras, y, si es posible, atacar directamente la causa que ha determinado la enfermedad. Por esta consideración se han curado varios edemas, haciendo sangrar algunos enfermos muy pletóricos, pues la hinchazón provenia de la dificultad de la circulación de la sangre ocasionada por la excesiva plenitud de los vasos. Los diuré- ticos, que hacen arrojar los xugos blancos por la via de la orina, los sudoríficos, que excitan su secreción por los poros del cutis, y los purgantes hidragogos que los determinan por la via excrementicia, llenan la indicación que se podria sacar de la superabundancia de serosidades en la sangre. En el artículo edematoso hemos indicado los mejores tópicos para afirmar el tono de los vasos; y si estos au- xilios son inútiles, nos queda un recurso muy eficaz en las escari- ficaciones hechas con atención sobre la parte edematosa. (V. esca- rificación.) El edema en las piernas es muchas veces el efecto de la hidropesía ascitis. * EDEMAS ARCO. (Cir) * Así se llama á una especie de tumor de una naturaleza media entre el edema y el sarcoma.'Consiste en una especie de lupia formada por unos xugos blancos congelados, y que no han adquirido un grado de espesura que los haga resistir á la impresión del dedo. Marco Aurelio Severino, en su tratado De recóndita accessuum natura, lib. 4, cap. 4, describe un tu- mor de un volumen considerable que llegaba desde la rodilla hasta el pie; dice que era indolente, lleno de humores bastante fluidos para retener la impresión del dedo como el edema, si la superficie exterior no hubiese tenido un cierto grado de dureza callosa. El en- fermo , que tendría unos sesenta años, instaba para que le libertasen de aquel tumor, lo que nuestro autor, aunque Cirujano de los mas intrépidos que han existido, tuvo por empresa demasiado arriesga- da. Le abrió un sedal en la ingle del mismo lado, y después de ha- berle hecho tomar mucha agua de zarzaparrilla lo envió á una costa TOMO III. RR 3i4 EDE de mar á hacerse cubrir la pierna de arena. Fabricio Hildano ha descrito una enfermedad del mismo carácter, cuya resolución es- pontánea tuvo conseqüencias muy funestas. Una muger tenia un tu- mor en cada mano que él llamaba edematoso duro-, se hicieron du- rante una porción de tiempo quantos remedios se creyeron conve- nientes; pero todo sin fruto, hasta que á la edad de trece años, quando ya desesperaban de la curación, los tumores se disiparon in- sensiblemente. Algún tiempo después aquella muger sintió unos do- lores muy agudos en las espaldas, los que se desvanecieron con al- gunos remedios; luego después se sintió atacada en una cadera, don- de se le hizo una dislocación del fémur que afloxó los ligamentos; finalmente se le hizo un absceso considerable en el talón, y la cura- ción fué radical después de la exfoliación de una porcioncita del cal- cáneo. Lo mas particular es que todo esto no duró mas que quince dias; la enferma se casó después, y en toda su vida sintió otro in- conveniente que el de ser algo coxa. * EDEMATOSO. (Cir.) Epíteto que pertenece á todo lo que es de naturaleza de edema; así decimos brazo edematoso, piernas edematosas &c. Los tumores edematosos rara vez son peligrosos por sí mismos; sin embargo son difíciles de curar si llegan á inveterarse, y absolutamente incurables si son causados y están entretenidos por alguna enfermedad incurable. La hinchazón edematosa de un brazo es sintomática en la hidropesía de pecho, y junto con otros signos anuncia en qué lado está el derrame. La disipación de aquella hin- chazón no puede depender sino de la destrucción de la causa que la origina. La hinchazón edematosa de un brazo, causada por un can- cro en la mama, es regularmente el efecto del infarto en las glán- dulas del sobaco; de ahí puede inferirse que aquel síntoma resistirá á quantos remedios se aplicaren á la hinchazón edematosa. Los pies y manos permanecen mucho tiempo edematosos después de haber tenido heridas considerables hechas con armas de fuego, que hayan producido largas supuraciones, si durante la cura los miembros han estado mucho tiempo en la inacción: los xugos linfáticos y serosos, que se estancan en las celdillas del texido celular, son los que causan aquella hinchazón; y esta es muy común después de la curación de las fracturas, que han exigido el reposo del miembro y la aplicación continua de vendajes que estorbaban ó impedían la circulación de la sangre ó de los humores. En tal caso los fomentos resolutivos hacen desaparecer la linfa estancada, y dan elasticidad á las partes sólidas: entre aquellos se cuentan las lociones con legía de ceniza de sar- miento , ó la disolución de la sal de amoniaco ó de nitro en agua común. Un vendaje metódicamente aplicado, que comprima igual y blandamente las partes edematosas de la circunferencia hacia el cen- tro , favorece mucho la resolución de la hinchazón edematosa conse- EDU 31$ cutiva. En muchos casos se precavería poniéndola parte enferma en una situación conveniente. Basta dexar la mano colgando, sin soste- nerla de modo que esté mas alta que el codo, para que se haga un infarto edematoso en el carpo, en la mano y en los dedos. Quando un Cirujano inteligente conoce la causa de una hincha- zón edematosa, juzga si será ó no curable, y se halla en estado de elegir los medios mas convenientes para llenar la indicación que pre- senta la naturaleza de la enfermedad. En la administración de los remedios resolutivos es preciso emplear primeramente los que son incindentes, y sucesivamente los que tengan mas actividad. No debe- mos perder de vista el grado de espesor de la linfa y la atonia de los sólidos. Quando las lociones y fomentos no son suficientes se acude á las cataplasmas hechas con las quatro harinas, á las quales se añaden flores de manzanilla y de meliloto, las semillas carminativas, bayas de enebro y de laurel, y las plantas aromáticas secas: todas estas cosas pulverizadas y cocidas con vino dan resorte á los vasos y ex- citan su acción sobre un humor lento y viscoso, y lo hacen volver al torrente de la circulación: muchas veces conviene ayudar los reme- dios tópicos con el uso de los purgantes y de los remedios aperitivos, tales como las bebidas &c. Si el tumor edematoso se halla acompañado de inflamación, y depende de causas permanentes que no puedan destruirse, es temi- ble que termine en gangrena: en tal caso es preciso hacer las cata- plasmas menos activas para que la virtud estimulante no irrite la in- flamación: la harina de la simiente de lino, añadida á dichas cata- plasmas , y la precaución de hacerlas con agua de saúco en lugar de vino, podrán servir de mucho para calmar el calor de la parte. El agua de cal es un excelente antiséptico en el edema que amenace gangrena; el aguardiente alcanforado y amoniacado tiene también su utilidad quando conviene aumentar mucho el resorte de la parte. Si las disposiciones gangrenosas se manifiestan á pesar de todas estas precauciones, es menester conducirse consiguiente á esto. (V. gan- grena.) En la hinchazón edematosa, si la parte conserva su elasti- cidad , y se vuelve á levantar después de haberla comprimido, es una simple hinchazón: quando la parte edematosa está blanda y sin elasticidad , y que los xugos estancados están debaxo del cutis, cuyo texido no está empapado, entonces se llama derrame ó empaste. El edema es otra especie de la misma enfermedad, y los remedios tanto externos como internos deben variar relativamente á las indicaciones que prescriben aquellos diferentes estados, á las causas que las han pro- ducido , al temperamento &c. * EDUCACIÓN. (Hig.) La educación es el arte ó el exercicio de cultivar y perfeccionar las facultades del hombre ; y como estas se dividen eo físicas y morales, la educación admite igualmente estas 316 EDU dos divisiones. De ellas trataremos separadamente, no dexando de presentar aquellas circunstancias mas notables que las enlazan una con otra. Educación física. En los artículos correspondientes hemos hablado de los cuidados que exige el parto ó el acto de nacer el hombre, igualmente que de los que resultan inmediatamente de este. A la infancia le son debidos los servicios mas tiernos y mas pe- rennes, por dos razones particulares; la primera porque es incapaz de atender por sí misma á lo que pueda convenirle, y que el fuerte de- be procurar por el débil; la segunda porque ella es el plantel ó se- millero de los individuos que deben perpetuar la especie humana, y que sin esta extrema atención perecerían los tiernos pimpollos que han de reproducirse y fructificar algún dia. Efectivamente, casi la mitad de los hombres mueren en su primera edad; y aunque estos accidentes se miran como naturales, sin embargo un examen deteni- do manifiesta que las mas veces provienen de la conducta que se tiene con los niños, y de las preocupaciones de que suelen ser víc- tima diariamente, pues en ninguna otra especie de animales se nota la misma proporción que en la nuestra. Si no se hubiese escrito tanto sobre la necesidad de que las ma< dres crien sus hijos á su mismo pecho, advertiríamos quan contra- rio es al orden de la naturaleza y al bien estar, tanto de las madres como de los hijos, el que estas débiles criaturas se vean privadas del seno materno. Esta práctica irracional hace que muchas mugeres, á quienes la necesidad ó la codicia hacen olvidar todo sentimiento nar tural, abandonen sus propios hijos para cuidar de los ágenos, ó par- tan entre unos y otros el alimento destinado para uno solo; esto suele las mas veces redundar en perjuicio de uno y otro, y es muy raro que rio muera á lo menos uno de ellos. Si una parte del tiempo que consumen las mugeres en vagatelas lo destinasen á instruirse sobre el mejor modo de criar á sus hijos, alimentarlos, vestirlos y demás, no veríamos ciertamente tantas víc- timas del abandono de las madres y del poco interés de la gen- te mercenaria destinada al cuidado de la infancia. Un autor del siglo pasado, que entre algunas extravagancias disimulables á la na- turaleza humana, ha dexado en sus inmortables obras rasgos de la mas sublime filosofía, advierte en su tratado de educación, que la primera educación de los hombres ha de depender necesariamente de las mugeres; por consiguiente de ellas dependerán también sus costumbres, sus pasiones, sus gustos, sus placeres, y quanto ha de contribuir á su felicidad. Por lo tanto , criar á los hombres en su pri- mera edad, y en las demás aconsejarlos, consolarlos, y hacerles He- EDU 317 vadera y agradable la vida, son los puntos mas esenciales del deber de las mugeres. Siempre será reprehensible la conducta de los hom- bres en no dar á estas la instrucción conveniente para que, ade- mas de las otras ventajas de hacerse mas sociables y mantener con esto en los dos sexos la mayor suavidad y pureza de costumbres, puedan con el tiempo hacerse capaces de cumplir con las importan- tes y complicadas obligaciones de madre. En la infancia el texido de los sólidos es mas floxo, los nervios mas sensibles, la fibra muscular mas irritable, y los humores linfá- ticos mas abundantes y con mayor disposición á espesarse que en las edades siguientes; por consiguiente es preciso que toda nuestra atención se dirija á impedir que aquellas causas tomen una intensidad perjudicial: por consiguiente se deberán observar con la mayor pun- tualidad las reglas siguientes: Quando el niño se despierte conviene no exponerlo de golpe á una gran luz, pues esto le causa el mismo perjuicio que á qualquiera de nosotros, con la diferencia de ser su vista infinitamente mas de- licada. Debe proscribirse enteramente el uso de mecer, como el in- vento mas perjudicial que se conozca. Quando se les limpien las na- rices deberá hacerse con mucha delicadeza, para no descomponer los cartilagos de aquella parte que están todavía muy blandos. También es muy perjudicial el besar con exceso á los niños; y quando se los lleva en brazos deben de quando en quando mudarse de lado para evitar que se pongan contrahechos. Son muchas las cosas que se han inventado para hacer andar á los niños y libertarlos de los golpes y caidas; pero es evidente que to- das ellas producen el mismo efecto que haría el estirar á las plantas para hacerlas crecer, ó el cubrirlas, si fuese posible, para libertar- las de los rigores de la atmósfera. Los mejores andadores son el de- xarlos arrastrar por el suelo hasta que poco á poco y al mismo paso que se van fortaleciendo sus coyunturas, se vayan ellos levantando con el auxilio de las paredes, y con el exemplo de nosotros mismos; y lo único que debe hacerse para evitar que se lastimen en alguna caida es no ponerles en las manos ningún instrumento ni juguete que pueda cortarlos, picarlos ó lastimarlos de qualquier modo. Los niños crecen lentamente en sus primeros años á proporción de lo que han crecido en la matriz; pues en ella han adquirido diez y ocho ó veinte pulgadas en nueve meses; en el primer año suelen crecer otras seis, y van creciendo menos en los demás años hasta la edad de la pubertad, en cuyo tiempo se hace un desenvolvimiento mas sensible en todas las partes. Á los niños se les debe dar toda la libertad posible, desterrando siempre el uso de las faxas y de las ba- llenas que estorban su crecimiento. El alimento debe variarse y proporcionarse según las fuerzas, 318 EDU evitando siempre las comidas fuertes y difíciles de digerir, tales como las frutas crudas, la ensalada ó las substancias acidas y visco- sas, que aun en los hombres hechos están reconocidas por indigestas y perjudiciales si se toman por único alimento. Conviene no darles manjares muy delicados, pues dexando aparte el hábito que se les hace contraer de la delicadeza que algún tiempo podrá serles muy perjudicial, hay el otro inconveniente de que coman muchas veces mas por golosina que por necesidad, y por consiguiente que les ha- ga mal una comida, que ya por sí misma suele no ser la mas sana. Debe dárseles poco vino, y solo como cordial ó estomacal; pero les son todavía mucho mas nocivos el chocolate, el café y otras subs- tancias, que porque gustan á los padres, habituados á ellas, les parece que han de saber y probar bien á los niños. Hasta tres años á lo me- nos será bueno hacerles desayunar con leche; y nunca se les debe hacer comer ni beber mas de lo que les pida su hambre y sed natural, por lo qual debe ponerse un gran cuidado en distinguir en ellos lo que es verdadera necesidad, de lo que es golosina ó pura imitación de lo que ven hacer. Conviene evitar el que los niños duerman con gentes de cierta edad, porque entonces se hace un cambio enteramente desventajoso para los primeros. Se les deben limpiar las narices por mañana y por tarde, impidiendo que se metan los dedos en ellas. Se observará si obran todos los dias; y en caso de tener alguna detención de vientre, se les limpiará con algunas ciruelas secas ú al- gún suave digestivo (la miel es el mas natural): esta es una observa- ción de las mas importantes para su salud. Quando al contrario están demasiado floxos, basta suprimirles algunos alimentos, y á veces darles un poco de vino con azúcar y huevo, con lo que se logrará contener la relaxacion. Convendrá no criar los niños con demasiada delicadeza, y por Consiguiente se l¿s paseará al ayre libre, lo qual les será mas saluda- ble que las habitaciones cerradas y calientes. Todo lo que pueda ir- ritar el sistema nervioso de los niños (que es infinitamente sensible) debe evitarse con todo cuidado; por consiguiente no se les debe ex- poner á demasiadas contrariedades, asombrar con ruidos inespera- dos , ó gritos agudos y penetrantes, ni asustarlos de ningún modo; contarles cuentos extravagantes ni hacerles miedo por ningún estilo. Debe ponerse cuidado en que los niños no se acuesten en parages húmedos, y en que haya correspondencia de ayres, ó que estén expuestos al humo, pues esto podría ser perjudicial á su vista; los alimentos muy cálidos salados ó cargados de especias les pueden ser muy perjudiciales. También es bueno acostumbrarles á ser ambidies- tros, pues esto no cuesta nada al principio, y es de grande utilidad fiara lo sucesivo. Es menester acostumbrarlos á las intemperies de EDU 319 las estaciones, para que no se hagan delicados y débiles. Los niños necesitan generalmente mucho sueño, pues este los fortifica hasta la edad de siete ú ocho años: hasta esta época un sueño de doce horas no es nada excesivo, mayormente si son débiles ó delicados. Si los niños están robustos se va disminuyendo su sueño cosa de una hora cada año hasta la edad de la pubertad, desde cuya época son sufi- cientes ocho horas de sueño en los climas templados. Los niños deben acostumbrarse á comer de todo, lo qual se con- seguirá no con la fuerza sino con el exemplo, y con no darles otra cosa, atendiendo á que la necesidad es el mejor maestro. El alimen- to debe ser sencillo y sólido: este nunca se debe anticipar á la ham- bre , ni el remedio al mal; antes al contrario, conviene acostumbrar- les á conocer un poco la fuerza del apetito: el agua debe ser su be- bida principal, sin perjuicio de mezclarla un poco de vino, parti- cularmente en verano, para quitarle su crudeza. De dia y de noche es menester acostumbrarlos á tener la menos ropa posible; y al mismo tiempo se les debe hacer dormir en una ca- ma dura y sin almohadas, para que por una parte se endurezcan, y por otra se acostumbren á tener la cabeza al nivel del cuerpo, pues sea qual fuere su suerte, con el tiempo siempre le será muy prove- choso estar habituados á resistir las incomodidades. De la educación moral. Vamos á tratar de la educación moral ó de la educación propia- mente dicha, pues á la otra le pertenece mas bien el nombre de crianza. Las facultades morales se dividen comunmente en facultades del entendimiento y en facultades del corazón ó de la voluntad; á las pri- meras refieren toda suerte de conocimientos, y á las segundas hacen pertenecer las virtudes y vicios. La inexactitud de esta división esco- lástica se percibe fácilmente, pues no puede darse acción humana que en su origen no pertenezca al entendimiento. Efectivamente solo en dos casos puede el hombre abrazar el mal, ó tomándolo erradamente por un bien, ó siendo arrastrado á él por una pasión convertida en hábito: en el i.° no tiene duda que el entendimiento es el único móvil de la acción, y por consiguiente es una misma cosa con la vo- luntad: en el 2.0 notaremos lo mismo si lo examinamos con alguna detención. Un hábito no es otra cosa (V. habito.) que una altera- ción de nuestra naturaleza producida por la costumbre ó la repetición de actos, y estos actos no pudieron tener otro origen que la igno- rancia ó el error; esto es, el móvil de ellos fué siempre el entendi- miento. Por consiguiente, si queremos que los hombres se hagan virtuosos| es menester que empecemos ilustrando su entendimiento 320 EDU desde su mas tierna edad, y antes que hayan adquirido hábito ninguno. Á esto replicarán algunos, que quando el hombre empieza á te- ner uso de razón ya tiene contraidos muchos hábitos, y por consi- guiente es imposible que la enseñanza preceda á la adquisición de aque- llos. Acostumbrados los escolásticos á pagarse de palabras, y á no conocer un raciocinio si no viene vestido de la forma silogística, no quieren reconocer la razón en un niño hasta que es capaz de hablar- les en su lenguage; pero es cierto que el niño no habría aprendido á hablar, ni habría adquirido hábito ninguno si no hubiese raciocina- do; por consiguiente hizo uso de la razón desde que empezó á oír, á ver, en una palabra, desde que empezó á hacer uso de los sentidos. Esta es la época en que debe empezar la enseñanza. Convengo sin embargo que en aquella edad no se halla en estado de entender las definiciones y reglas abstractas de una ciencia, y aun menos de oir las lecciones de un preceptor pedante, que quiere enseñar la his- toria de las Naciones, al que todavía ignora que hay familias, ó el arte de excitar las pasiones, al que aun no las siente; pero también convendrán conmigo que semejante modo de enseñar no es para ninguna edad. Los sentidos son el origen de todos nuestros conocimientos, y por consiguiente los primeros que se han de educar; dexando los principios abstractos, que no son mas que una expresión abreviada de los conocimientos prácticos, para quando hayamos adquirido un nú- mero suficiente de estos últimos. La primera cosa que se debe procurar es acercarse á la comprehen- sion de los niños, hablándoles en su mismo lenguage , y solo de aque- llas cosas que evidentemente están á su alcance. Los padres ó maes- tros que no se sientan con bastante filosofía para esto, deberán hablar- les lo menos posible. Una de las preocupaciones de la educación es que conviene alimentar la curiosidad de los niños por razón de que es la puerta de la ciencia. Esto es una verdad indudable , quando la cu- riosidad está dirigida por la razón, y así convendrá satisfacer á los niños á todas las preguntas que giren sobre cosas de que ellos ten- gan ya idea clara; pero debe atenderse mucho á no acostumbrarlos á pagarse de palabras, y por consiguiente no debe responderse á las preguntas que sean fruto de una vana curiosidad: por exemplo, si un niño de cinco años me pregunta qué es mas ser Obispo ó ser General, lejos de hacerle una disertación teológica-política , como haría qual- quier Domine, me haré el desentendido, y le hablaré de otra cosa. Por la misma razón se deberá tener mucho cuidado en no contarles cuentos ridículos é inverosímiles, y mucho menos decirles cosas cu- ya falsedad conozcan ellos abiertamente. Este es un vicio muy co- mún de la educación, y apenas habrá niño que no haya oido ha- blar ó del paxarito que cuenta las cosas, ó de los Reyes que traen EDU Sai- turrones ' , ó de otras mil necedades, que al paso que hacen á los niños insubstanciales, los acostumbran á mentir. Tampoco es menos perjudicial lo que hacen algunos, que con pretexto de examinar el ingenio de los niños tienen gusto en argüirles con sofismas; pues así les forman un espíritu disputador, mil veces mas perjudicial que la misma estupidez. Al contrario debe procurarse rectificar todas sus ideas, haciendo que no se les entiende hasta que se expliquen con propiedad, y fa- cilitándoles esto con maña sin que ellos lo comprehendan. Luego que por este medio hayan adquirido un número suficiente de conocimientos prácticos, y hayan aprendido á hablar, se podrá pasar á las artes y ciencias. No diré por qual de ellas se deba empezar; pero sí que se debe acabar por donde comunmente se empieza. La obscuridad y el mal método con que se enseñan las ciencias haca que los niños, que comunmente raciocinan con sencillez y exactitud, se fastidien inmediatamente del estudio; y por otra parte como todavía no se han habituado á pagarse de palabras, y á ra- ciocinar en vago, con una sola idea que les falte se quedan parados sin poder continuar su estudio. Por exemplo, basta que no entien- dan como un punto que no tiene dimensión ninguna puede moverse y formar líneas, superficies y sólidos, para que se manifiesten incapa- ces de seguir en las matemáticas, y pierdan la afición á un estudio á que aun no los llama ni la pedantería que se paga de qualquier cosa, ni la codicia', ni la ambición, ni otras causas que suelen mantener la atención de los jóvenes á unos objetos verdaderamente tenebrosos, pero que ellos se lisonjean penetrar á fuerza de tiempo y estudio. En esta parte parece evidente que los niños son los mas razonables; sin embargo, de esto mismo han concluido los escolásticos, que la razón de los niños no estaba bastante formada para las ciencias que exijan meditación, y que debia emplearse aquella edad en los estudios que llaman de memoria, tales como la geografía, la historia y las len- guas muertas. Por una parte confieso que no sé lo que es memoria sin entendi- miento , pues siendo aquella la facultad de retener ideas *, creí que debia estar en proporción con el entendimiento, y que la diferencia que creíamos notar consistia en que las personas que llamamos de gran entendimiento y poca memoria fixaban menos la atención en ciertas y ciertas cosas, ó se hallaban distraídas por un número ma- yor de ideas adquiridas. Por otra parte, ¿qué es lo que se proponen con aquellos estudios ? retener únicamente los sonidos, ó retener i No hablo de las bruxas, duendes, cocos &c., que ademas del perjuicio ge- neral , contribuyen á hacer á los niños medrosos y pusilánimes. 2 Un sonido es por 51 solo una idea independientemente de las que pueda re- presentar. TOMO III. SS 322 EDU también las ideas de las cosas? Si lo primero, no se qué utilidad se prometen , y si lo segundo no veo cómo podrán estar al alcance de los niños unos estudios tan complicados, y que exigen tanto cú- mulo de conocimientos: ¿será posible que un niño, á quien no creen capaz de medir una superficie ó de ajustar una cuenta, juzgue de los verdaderos intereses de las Naciones ó de la estructura y metafísica de una lengua? Creo que estos estudios no son para todos, y que los que por su estado los deban hacer, han de dexarlos para lo último, y emplear en ellos muchos años de meditación. Si las lenguas vivas conviene aprenderlas en la infancia, no es tanto para hacer un estu- dio de ellas, como por adquirir soltura y facilidad en los acentos. Sentado que se debe empezar precisamente por las ciencias que no se juzgaban al alcance de los niños, convendrá decir algo sobre el método que deba seguirse para facilitarles su inteligencia; y para esto tomaré por objeto la matemática , que es la que parece mas dis- tante de la comprehension de los niños, y la que podrá ser un exem- plo mas sensible para todas las demás. Una advertencia general para todas es que se debe seguir el mismo orden en que se han ido haciendo los descubrimientos, y es una conseqüencia de esto no recargar demasiado sobre una misma ciencia, sino ir pasando sucesivamente de una á otra, atendiendo á que todas se dan la mano, y á que es imposible ser profundo en una de ellas sin tener á lo menos una tintura de algunas otras. Otra ad- vertencia general es que la práctica ha de ser en todos casos prefe- rible á la teórica, y que el mayor triunfo del maestro es infundir co- nocimientos al discípulo, sin manifestar que es él quien se los comu- nica, sino haciendo nacer las reflexiones al mismo discípulo, pues entonces interesando su amor propio , le hace mas amable la ciencia, y al mismo tiempo da cierto cuerpo al conocimiento, que lo hace retener con mas facilidad. También se hace preciso desterrar toda voz científica siempre que se pueda explicar la idea de otro modo; así, por exemplo, la longitud y latitud deberá llamarse el largo y el ancho. Pasando á lo que es peculiar á las matemáticas, no tiene duda que la geometría y la aritmética serán incomprehensibles á un niño si principiamos con las definiciones de la unidad, del número, de la línea, del ángulo y de otras ideas abstractas, que suponen ne- cesariamente el conocimiento de los cuerpos que las contienen. Cier- tamente no les ocurrió á los egipcios la idea del ángulo hasta cono- cer por experiencia la diferencia que causa en una superficie el estar sus lados contiguos mas ó menos arrimados. Así el método que se debe seguir será hacerle medir superficies antes de haberle dado definición ninguna, y aun antes de haber pro- nunciado el nombre de geometría. Entreteniéndole y jugando con él se le irán infundiendo los conocimientos geométricos, y si llega á EDU 3^3 sospechar que se le está enseñando algo, será únicamente á cubra- una mesa con varios pedazos de bayeta, á tapar una ventana con papeles, ó á medir la huerta, el patio ó las habitaciones de la casa. Primeramente todas las superficies que se le presenten serán rectán- gulos. Entonces por la simple aplicación de una sobre otra conocerá su igualdad ó desigualdad: verá que siendo igual el ancho, es mayor la superficie según es mayor el largo; y al revés, que en igualdad de largo es mayor la superficie según es mayor el ancho. Haciéndole apli- car materialmente, por exemplo , un píe quadrado sobre una super- ficie qualquiera, aprenderá fácilmente el método abreviado de ver quantas veces cabe en el ancho y quantas en el largo, y de multi- plicar uno por otro para hallar exactamente la superficie. Hasta aquí el ancho es una misma cosa con la base, y el largo una misma con la altura; por consiguiente si se le presenta un rom- bo ó un romboyde, se multiplicará también el ancho por el largo, y por consiguiente no sacará la verdadera superficie. Como está acos- tumbrado á comprobar todas sus operaciones con la práctica, no dexará de notar su error: entonces se le sugerirá que haga con unos alambres una figura igual á aquella, y apretando los dos ángulos opuestos se verá que al paso que los otros dos se van haciendo mas agudos, va disminuyendo la superficie hasta perderse enteramente quando los alambres se llegan á confundir en una sola línea. Ve ahí el modo mas sencillo de hacerle formar ¡dea del ángulo: esto es de la utilidad de conocer la mayor ó menor inclinación de las líneas. Por un estilo semejante se le hará ir analizando mas y mas los cuerpos y las figuras hasta hacerle formar una idea racional de la línea y del punto. Lo mismo sucederá en la aritmética. Si principiase hablándole de lo que es unidad, y si el 1 es ó no es número, no lo entendería; pero si empiezo haciéndole contar con los dedos, fácilmente le haré for- mar ¡dea del sistema de numeración l, por consiguiente se le pondré en estado de hacer qualquiera cálculo; y con tal que sepa distinguir todos los números, y formar con ellos quantas combinaciones se ofrezcan, importará muy poco que sepa ó no la definición de ellos. 1 Para esto se hace absolutamente preciso reformar la nomenclatura de este sis- tema, que como formado por una imitación servil de una lengua á otra, ha perdid» su regularidad, y tiene mil nulidades esenciales. Esta reforma ha sido propuesta en la clase de matemáticas de la Academia de S. Fernando de un modo muy sencillo. pues con solo mudar seis palabras queda toda la nomenclatura exactamente regular, y acomodada al sistema de ideas; la sola combinación de las palabras indicara la combinación de los números; cada guarismo conservara constantemente su mismo nombre, y no sucederá lo que ahora, que en la lectura, por exemplo de este nu- mero i4c ¡V ni el 1 es 1, ni el 4 4 ««., y por consiguiente no se percibe la com- binación de este número compuesto; últimamente todas las combinaciones serán tan sensibles, que varias dificultades, ahora insuperables para los mas, se resol- verán entonces por sí mismas. 324 EDU De la unidad se le hará formar una idea exacta con solo una ba- raja. Si al presentársela le pregunto quantas cosas le doy, me podrá responder que 48; sin embargo yo le diré que no hay mas que una, porque yo no quería hablar de naypes, sino de barajas. Si volviéndole á hacet la misma pregunta me dixese que una, le diría que hay 4 co- sas, porque yo contaba por palos, ó 12 si contaba por puntos; de modo que según se cuente, una misma baraja irá siendo sucesivamente una cosa , 4 cosas, 12 cosas, 48 cosas &c. Con esto el discípulo siem- pre que se le pregunte qué número de cosas hay, tendrá buen cuida- do de preguntarme de qué cosas se ha de hablar: entonces no tendré mas que advertirle que estas cosas á que nos referimos para determi- nar una cantidad se llaman unidades, y que la cosa determinada se llama número. Pero , vuelvo á repetirlo, estas ideas abstractas supo- nen el conocimiento de las concretas; por consiguiente esta será nuestra última lección de aritmética. Del mismo modo se le pueden enseñar las ciencias físicas, como la Mecánica, la Química, la Astronomía y la Óptica; pero siempre teniendo cuidado de hablarle en su lenguage; dexar el método esco- lástico por el de la naturaleza, esto es, llevarle siempre de lo cono- cido á lo desconocido, de lo concreto á lo abstracto; y acostum- brarle, sobre todo, á no hacer uso de ningún conocimiento que él no haya adquirido por experiencia propia: por exemplo, ignorará la relación aproximada que tiene el diámetro con la circunferencia, hasta que sea capaz de sacársela por sí misma, y entre tanto calcu- lará como si fuese de 1 : 3. No solo es capaz de todos estos conocimientos un niño de nueve ó diez años, sino que absolutamente hablando, puede adquirirlos aun antes de saber leer ni escribir. De lo que considero incapaz aquella edad es de algunos conocimientos que precisamente suelen conside- rarse como propios de ella; tales son la Gramática, la Retórica, la Poética, la Lógica, la Moral, la Historia &c.: hablo de la parte teórica de estas ciencias: aun la práctica de algunas de ellas no pue- de convenir á un niño: sin pasiones no puede entender ni la eloqüen- cia ni la poesía; y la historia no puede ni gustar ni aprovechar á quien no tiene mucha experiencia, y mucho conocimiento del cora- zón humano. He dicho que la memoria y la voluntad eran una misma cosa con el entendimiento; y que por consiguiente para formar el corazón del hombre bastaba formarle el juicio ó ilustrarlo con tiempo. Áesto me opondrán algunos que el mal exemplo podrá corromperlo, y por consiguiente no será el entendimiento solo el que influya en su mo- ral; pero yo no he hablado de lecciones puramente teóricas; al con- trario, considero el exemplo como la mas clara, y por consiguiente la mas poderosa de todas las lecciones. ¿ Quién duda que el hombre EFE 3'¿5 raciocina quando sigue el mal exemplo? Esta acción me parece ma- la ; pero la hace fulano que sabe mas que yo '; luego es probable que yo me engaño, ó so)' engañado; luego debo hacerla: este es el raciocinio de todos lo? hombres. De todo lo dicho se concluye que el único móvil del corazón humano es el entendimiento , y por consiguiente los sentidos, que son el origen de este último. Por consiguiente, si todas las acciones humanas están originariamente reducidas al buen uso de los sentidos, ¿qu¿yto cuidado no debemos poner en conservar estos en su mejor estado, y en darles toda la perfección posible? Esto es lo que hace la Medicina. La Higiene por una parte en- seña los medios de que nos hemos de valer para mantener nuestra máquina en su estado de robustez; la Anatomía, la Fisiología , la Patalogia nos dan luces para penetrar hasta cierto punto en las causas de su descomposición , y la Medicina práctica presenta los medios de corregirla y volverla á su primer estado, si la negligencia no ha dexado arraigar demasiado el mal. No obstante hay un medio mu- cho mas sencillo que todos los insinuados, y que los haría casi in- útiles si los hombres supiesen usarlo : este es la temperancia. EFÉMERA, (calentura) (Med.) Se llama así la calentura que suele terminar en veintiquatro horas, ó quando mas en media se- mana : el vulgo la llama causón. Esta enfermedad constituye el gé- nero primero de la clase de calenturas de la Nosología de Sauvages. (V. CALENTURA. ) EFERVESCENCIA. ( Mat. Méd.) Efervescencia es en gene- ral el movimiento ocasionado en todo líquido por la ebulición de los fluidos elásticos que se desprenden: baxo este punto de vista el número de efervescencias que se debe considerar en Química es muy considerable; pero no se debe tratar así este objeto en la Materia Médica; pues solo se debe hacer mención de la efervescencia que se verifica en los carbonates de potasa, de sosa y de cal, sobre los qua- les se echan los ácidos sulfúrico, nítrico ó muriático líquidos resta efervescencia era la única que se conocia, y se llamaba así alguna otra vez; se aplicaba esta voz asimismo para caracterizar los álcalis y las tierras absorventes que hacían efervescencia con los ácidos,siendo así que esta propiedad no tenia lugar mas que en los álcalis y en estas tierras cargadas de ácido carbónico, mas débil que los otros ácidos , y susceptible de ser desprendido por aquellos. Después de mucho tiempo se empleaban en la Medicina las mezclas efervescentes como cordiales, tónicas, sudoríficas, aperitivas, fundentes &c.; se daba, por exemplo, el ácido de limón con los ojos de cangrejos ó el coral, y en el momento en que se mezclaban, que sucedia al ins- i Porque el exemplo de los inferiores suele no seguirse. 326 EFU tante, se producia una viva efervescencia. Tal era la poción de Ri- verio: del mismo modo se administraba esta combinación efervescente como litontrífica, después que semejante virtud se atribuía al ácido carbónico, ó bien se hacia tomar el ácido sulfúrico dilatado en agua sobre una disolución del carbonate de sosa tomado algunos minutos antes; la efervescencia se verificaba en el estómago , y el ácido carbó- nico desprendido penetraba por los órganos mas distantes, según los Médicos -que alaban esta práctica. Sin embargo muchas observa- ciones reunidas comprueban que el ácido carbónico, baxo quaj^uie- ra forma que sea, no disuelve nada el cálculo de la vexiga, y se sa- be bien que este ácido desprendido en forma de gas en el estómago, puede ocasionar en él muchos males, sin producir ningún bien sen- sible. Este último aserto ha estado bien comprobado con los efectos de la magnesia efervescente en el caso en que el estómago está so- brecargado de ácido. Del mismo modo se han renunciado hoy dia estas combinaciones efervescentes, como también la esperanza de producir buenos efectos en las enfermedades con el auxilio de estas mezclas. F. EFLORESCENCIA. ( Mat. Méd.) La eflorescencia es un fe- nómeno que tiende á la atracción del ayre atmosférico para el agua de las sales, y que consiste en el robo que el ayre hace á estas del agua que entra en la composición de sus cristales. Algunas sales úti- les en Medicina, y en particular el sulfate de sosa, el de magnesia, el carbonate de sosa y otras gozan de esta propiedad; es necesario saber que ellas pierden bastante agua en su eflorescencia para poner- se sensiblemente mas sabrosas, y consiguientemente mas activas luego que se ven eflorecidas, y que se debe prescribir una cantidad mas moderada quando se mandan en este estado. De este modo pues es bien preferible para no cometer este error el no emplearlas sino en su estado de cristalización baxo su forma regular, y quando están dotadas de toda el agua, que constituye parte de sus cristales, co- mo se hace en la Química para tener resultados exactos. Se conocerá la necesidad de seguir rigurosamente esta regla, observando que el sulfate de sosa puede perder al menos una quarta parte de su peso con la eflorescencia, y por esta razón prescribiéndola eflorecida en la misma cantidad no se arriesga poco en dar una quarta parte de mas de la que se quiere emplear quando no estamos instruidos de es- ta propieded. F. EFUSIÓN. (Semey.) [Es la trascolacion de los humores, que se derraman por sus vasos ó por sus receptáculos heridos ó rotos en el texido celular, en las cavidades del cuerpo, ó fuera de nuestra má- quina. La sangre y la linfa repartidas por el texido celular por la ro- tura ó herida de los vasos sanguíneos forman una especie de efu- sión , á la qual se refieren la aneurisma falsa y el equimosis. La es- ELE 327 tancacion del quilo , de los excrementos, de la orina, de la bilis oca- sionada por qualquiera rotura, ó alguna herida del esófago, del es- tómago, de los intestinos, de la vexiga urinaria, y de la de la hiél; asimismo la salida del feto á la cavidad del vientre por romperse el útero, pueden reputarse como otras tanas especies de efusiones. Todo lo que puede herir, formar contusiones, roturas, violen- tas distensiones ocasionará la efusión de los humores, como tam- bién si se quita el apoyo y la sustentación de las partes. i.° Por la efusión la parte ó el cuerpo se ve privado de su humor natural: 2.°el material estancado comprime las partes vecinas; y 3.0 este humor se corrompe por la detención, y produce otros males. Para la curación de este accidente es necesario reunir y consolidar, si es posible, el vaso ó el receptáculo abierto , quitar el material extravasado, y sos- tener la parte que ha estado descubierta á fin de impedir una nue- va trascolacion. ] ELATERIO. (Mat. Méd)Se da este nombre al xugo inspisa- do del cohombrillo silvestre. Es un purgante bastante violento que usaban mucho los antiguos, particularmente para las hidropesías. Su nombre le viene , según algunos, por la violencia con que obra este purgante, y según otros por la elasticidad que tiene su semilla, pues al tocar la planta salta inmediatamente del fruto quando está madu- ro. La dosis que se administra de este medicamento es de dos, tres, quatro, seis, diez ó doce granos á lo mas, en forma de pildoras, tri- turado y mezclado con alguna substancia mucilaginosa, ó en un ve- hículo abundante; pero su uso, como el de otros drásticos, exige mucha precaución. R. ELÉBORO. (Mat. Méd.) Una de las plantas que empleaban mas los antiguos era el eléboro; pero en el dia apenas se hace uso de ella, y aun se duda que el que se usaba en tiempo de los Griegos es el que nosotros conocemos con este nombre. Se distinguen dos es- pecies; el negro helleborus niger de Linneo; y el blanco ó vera- trum álbum de Linneo. Estos dos eléboros no pertenecen á una misma clase de plantas. El blanco le miraban los antiguos con mu- cho respeto, y le tenian como un medicamento peligroso, y con razón , pues según las experiencias de Haller, Linneo y Herísan, los animales mas fuertes, después que usaban esta raiz, sé hallaban muy incomodados, y aun también perecían; por cuya razón creian que no debia usarse. En efecto, este vegetal excita vómitos muy violen- tos acompañados de dolores, cólicos y otros acidentes, que las mas veces exigen remedios apropiados. Los antiguos sin embargo le admi- nistraban en la dosis de quatro ó cinco granos quando mas.'Si se usase en el dia en substancia, no se debería dar á lo mas sino dos granos dilatados en un vehículo conveniente, y harían vomitar bastante. Jiste medicamento no entra en ninguna preparación farmacéutica. 328 ELE La raiz del eléboro negro es acre y amarga, y de un olor dos- agradable : contiene un principio volátil, porque su agua destilada repetidas veces hace vomitar, y una fuerte decocción la quita su virtud emética. Contiene igualmente un principio resinoso, el que parece ser muy activo respecto que la tintura en cierta dosis es muy vomitiva. El extracto aquoso no excita el vómito por lo común; pe- ro promueve la cámara, por lo que puede ser muy útil como alte- rante. La virtud emética del eléboro negro reside sin duda alguna en la resina mas bien que en su principio gomoso. Por lo dicho se percibe que esta planta es vomitiva y purgante: también se la tiene como un excelente emenagogo y aperitivo. i.° Se empleaba como vomitivo este remedio con mucha fre- qüencia por los antiguos, pues no tenían otros eméticos, ó ai me- nos no usaban otros. Helleboro stomachum movelo, dice Hipócra- tes. En el dia se emplea muy poco como tal, porque los antimo- niales y la ipecacuana son remedios mas seguros. 2° Como purgan- te entra en muchas preparaciones farmacéuticas, como en el ex- tracto de Radío, en las pildoras tónicas de Bacher &c. Estas son compuestas con el extracto resinoso del eléboro, los polvos del car- do benedicto y la mirra, que templa la propiedad emética del elé- boro como las demás substancias tónicas y aromáticas, que debilitan la energía de los vomitivos resinosos. El eléboro estaba muy acre- ditado antiguamente para la manía; pero en el dia solo se echa mano de él como un fuerte purgante siempre que convenga en esta enfer- medad evacuar fuertemente las primeras vias , sin que por eso se ten- ga á este remedio como un específico, como lo creían los antiguos. 3.0 Como alterante el extracto del eléboro es un buen fundente siem- pre que haya infartos en el hígado ó en el bazo en conseqüencia de las calenturas intermitentes, siendo muy útil también en los depósi- tos de humores espesos de la matriz &c. Mead asegura que nunca le ha faltado este remedio para curar la detención de la menstruación por dicha causa. Dado este remedio en substancia , la dosis que se debe adminis- trar es de uno ó dos granos por dia ; la del extracto resinoso es de medio grano, uno ó dos granos, pero dados gradualmente en va- rias veces. Se hace también un vino de eléboro poniendo un escrú- pulo de este medicamento en digestión en dos quartillos de vino pa- ra usarlo á cucharadas. Esta composición es un excelente aperitivo y tónico que debia emplearse mas. También pudiera hacerse una tin- tura con el eléboro. Ex. de R. ELÉCTRICO, (materia ó fluido) (Fís. Méd.) Se da este nombre á una de aquellas substancias que el arte no ha hallado hasta ahora medios para poderla descomponer , por cuyo motivo se la co- loca entre los elementos ó. principios constitutivos de los cuerpos. Su ELE 329 nombre le viene del betún llamado electro por los griegos, ámbar amarillo ó sucino en nuestra lengua. Esta substancia simple, invisi- ble y sin peso afecta á nuestros sentidos proporcionalmente á la can- tidad que se separa de los cuerpos que la tienen en mas, y á la dis- posición ó susceptibilidad de los que la reciben y tienen en menos. No podemos dudar que dicho fluido es uno de los principios que entran en la composición de casi todos los cuerpos del universo , á pesar de que por lo regular no le vemos, á no ser que se acumule en alguno de ellos, es decir, que se electricen en mas; en cuyo ca- so pasando desde estos á otros que estén electrizados en menos, se hace visible. El fluido eléctrico se hace sensible al órgano del oido por el chasquido que causa pasando de un cuerpo á otro, cuyo chas- quido es efecto de la vibración que sufre el ayre en el acto que ven- ce su resistencia. Este fluido tiene afinidad de combinación con el órgano del gusto, y le causa un sabor astringente, y al olfato un olor hidrógeno fosforado , cuyos fenómenos son efectos de la afini- dad de combinación que tiene dicho fluido con las moléculas cons- titutivas de los referidos órganos. Causa igualmente impresiones sen- sibles al tacto, ó una cierta picazón, que á veces se hace dolorosa. Sin embargo de que los medios dichos son otros tantos instru- mentos para analizar el fluido eléctrico, se ignora todavía su natu- raleza. Los animales tienen mas ó menos cantidad de fluido eléctri- co como principio constitutivo : de los pelos, plumas, cuernos y huesos de los mas de los animales se obtiene con sencillas preparacio- nes: algunos animales, como los gatos, lo dan por medio de la fro- tación en forma de chispas, las que se ven igualmente salir ó sepa- rarse de la tremelieja sin frotarla ni recibiif preparación alguna. Los vegetales calentados debidamente dan también materia eléctrica, y entre ellos el guayaco , las hojas de los árboles verdes y secas, y al- gunas desús producciones; tales son las resinas, el azúcar, la goma elemi &c.que la dan en mucha mas cantidad que las demás. En los mi- nerales se halla también dicho fluido en estado de agregación ó mez- cla ; las belemnitas, el alumbre y el mercurio lo dan en abundancia. En el quarto reyno, que es el atmosférico, halla el Físico á di- cha substancia simple combinada con el calórico, lumínico y oxíge- no, que son los agentes con quienes tiene mayor afinidad. La at- mósfera (V. este artículo.) es el segundo de los almacenes de di- eha substancia simple, en la que y por medio de ella se hacen com- binaciones, descomposiciones y precipitaciones., produciendo, con su paso de unos cuerpos á otros, fenómenos, que siembran por todas partes el terror y el espanto, esto es, los truenos y los relámpagos. Los Fínicos saben también que el agua del mar tiene, á lo menos en agregación, el fluido eléctrico. Los medios que hasta ahora se han conocido para poner en ac- TOMO 111. TT 33° ELE cion y hacer visible la materia eléctrica son la calorificación, frota- ción y comunicación. A los cuerpos que prestan la materia eléctri- ca por frotación y calorificación se les da el nombre de eléctricos, y á los segundos no eléctricos. Algunos autores llaman á los pri- meros ideoeléctricos, y á los segundos analéctrícos; denominación que no puede ser entable por ser esta diferencia meramente acciden- tal , respecto de que los cuerpos mas ideoeléctricos se convierten en an déctricos, y los analécticosen ideoeléctricos. El fluido eléctrico, lo mismo que el calórico, procura equili- brarse ó hallarse en grados iguales en todos los cuerpos del universo. Sus primeras afinidades son con la materia del calor, lumínico y vapores. La analogía que han notado algunos entre los fenómenos eléc- tricos y los que produce la materia de la luz y del calor quando las dos (combinadas si nplemente ó agregadas) se separan de los cuer- pos, y el modo como obran en ellos, les ha dado motivos para creer que la materia eléctrica es del todo igu.d á la del fuego, fun- dando su opinión en las siguientes razones, á saber, en que una y otra de las dos inflaman las substancias combustibles, detonan la pólvora, pican , alumbran y queman. El modo como se actúa la ma- teria del fuego en los cuerpos, dicen es uniforme, con el modo de actuarse la materia eléctrica, es decir, que ambosá dos lo hacen por frotación ó por comunicación. Los cuerpos resultan eléctricos por los mismos medios que calientes, de manera que frotándoles se con- sigue uno y otro. Se electrizan por comunicación á la manera que un cuerpo se enciende por otro que esté encendido; bien que siem- pre es necesario que antes haya sido frotado. La materia del fuego y la eléctrica se acumulan en los cuerpos proporcionalmente á su densidad. Por esta causa notamos que los metales mas densos son los mejores conductores, ó los que tienen mas capacidad para recibir y guardar la materia eléctrica y la del fuego , de manera que se ex- tienden y propagan con mayor rapidez por los cuerpos metáli- cos (como barrillas de hierro ó de cobre ) que por otras de made- ra. Las descargas combinadas de materia eléctrica en los oxides ó ca- les metálicas las revivifican, á la manera que lo hacen la materia de la luz y del calor. La materia eléctrica y la del fuego jamas tienen tan- ta fuerza como quando hacen frios grandes y el ayre es seco; suce- diendo todo lo contrario quando es húmedo y caliente. En los tiem- pos húmedos y calientes ni el fuego es vivaz, ni los experimentos eléctricos pueden hacerse debidamente. Aunque las razones de analogía entre la materia eléctrica y la del fu go son sumamente seductoras para inclinarnos á creer que las dos son de una misma naturaleza, es decir, que la materia eléctrica es una materia ígnea modificada; si examinamos con toda escrupu- ELE 331 Iosidad este asunto, y consultamos á la misma naturaleza en sus fe- nómenos, no dexarémos de hallar un número de disparidades tan sensibles entre una y otra , y quizá igual ó mayor que el de analo- gías que dexamos notadas. i.° Porque el calórico ó materia del calor acumulada en el hier- ro en mucha cantidad se separa de él con lentitud quando la mate- ria eléctrica se escapa ó la abandona con la misma facilidad con que se acumula. 2.0 La materia del fuego tiene la propiedad de calentar los cuerpos quando la eléctrica no causa sensación alguna de calor, como que electrizando por mucho tiempo un alambre de hierro su- mergido en el líquido de un termómetro , no observamos señal alguna de calor aumentado. Es de advertir, sin embargo, que una descarga eléctrica muy alta, como la de una batería, hace á veces aumentar en volumen aparente al mercurio de un termómetro, co- mo lo notó Morgagni, y sabiamente lo expone Mr. Kimerley j pe- ro este efecto no debe atribuirse á la materia eléctrica como causa, sino á la concusión ó frote que sufre el mercurio, por la que se po- ne en acción el calórico que antes estaba quieto. 3.0 Quando pasa- mos la mano por un conductor electrizado sentimos una impresión semejante á la que percibiríamos si la pasásemos por una tela de ara- ña, sin que nos cause sensación alguna de calor; pero si la pasamos delante de las ascuas ó de otro cuerpo que pueda darnos calórico, nos causa una sensación que un gran número de veces nos es des- agradable. 4.0 La materia del fuego acumulada en un grado el ma- yor posible en un cuerpo, pasa sin distinción por todos los cuerpos que le rodean, quando la eléctrica meramente es recibida por los cuerpos que tienen afinidad con ella. 5.0 La frotación es uno de los medios que ponen en acción el lumínico y el calórico; pero una bar- ra de hierro en quien se acumulen estas dos substancias no da señal alguna de electricidad. 6.° La materia eléctrica penetra ó pasa con mas dificultad por los cuerpos que son mas propios para servir de pábulo á la combustión; y por esta los cuerpos se consumen y gas- tan , quando por la materia eléctrica no aumentan ni disminuyen de peso. Las disparidades que acabamos de referir parece que son suficien- tes para que quedemos convencidos que la materia eléctrica es muy diversa de la materia del fuego. La luz solar es igualmente de natu- raleza diferente de la materia eléctrica: la luz se propaga en líneas rectas, y la eléctrica forma chorros, cuyos rayos son divergentes; de manera que si se separan de un cuerpo, en el vacío se obser- va que lo hacen en forma serpentina; quando se experimenta que los rayos luminosos, aunque pasen por dichos espacios, guardan siempre la dirección de sus movimientos Los rayos eléctricos pode- mos doblarlos y hacerles correr por línea curva, dirección que es 33* ELE imposible dar á los rayos luminosos. La materia eléctrica penetra con mucha facilidad los cuerpos como no sean eléctricos; y la. luz solar no puede penetrar ni pasar al través de los opacos. La luz del sol no despide olor alguno , y la materia eléctrica tiene un olor se- mejante al del hidrógeno fosforado. Por último, los rayos lumino- sos , los del sol, por exemplo, recibidos en la boca, no hacen im- presión alguna en el órgano del gusto; y la materia eléctrica causa un sabor ácido y astringente. Estas reflexiones parece que aclaran con bastante verosimilitud la disparidad ó diferencia que hay entre la materia eléctrica, la del fuego y de la luz. La relación ó analogía que tiene el fluido eléctrico con el galvá- nico la expondremos en el artículo galvanismo; y la que tiene con el fluido nervioso en el de nervios. ELECTRICIDAD. (Fis. Med.) Se da este nombre á la acción del fluido eléctrico (V. este artículo.), el qual atrae á sí y repele los cuerpos leves que se le presentan á cierta distancia, causando en la piel de los animales cierta impresión suave y sensible al tacto, bas- tante parecida á la de una telaraña; haciendo igualmente que se per- ciba frente de sus partes angulosas un vientecillo fresco, y esparcien- do cierto olor muy semejante al del fósforo ó de la orina , esparcien- do penachos de una materia luminosa, y causando chispas brillan- tes ; haciendo que los cuerpos que se le acercan sientan picazones bastante vivas, otras veces conmociones violentas, inflamando los li- cores ó vapores espirituosos , y algunas veces cuerpos menos infla- mables, y por último comunica á otros cuerpos la facultad de es- tos mismos efectos durante cierto tiempo. La explicación de todos estos fenómenos pertenece á la Física , y así en este artículo solo ha- remos mención de los que influyen directamente en la economía ani- mal , ya sea en el estado de salud ó en el de enfermedad. La materia eléctrica promueve la circulación de los líquidos por los tubos capilares mas mínimos, irrita y estimula á las partes de la economía animal. Estas propiedades deben producir sin duda nin- guna muy buenos efectos siempre que los líquidos de nuestro cuer- po circulen con lentitud morbosa, y quando los sólidos padecen por falta de tono y estímulo; y así es que la electricidad positiva se ha recomendado para las transpiraciones suprimidas, en ciertos infartos, para las afonías, parálisis,y aun para las enfermedades cutáneas &c; y la negativa en las convulsiones tónicas, inflamaciones, dolores &c. que se atribuyen al exceso del fluido eléctrico. Los efectos de la electricidad, dice Rochefort, „excitan y hacen mas sensible el pulso, enrareciendo la sangre en términos que mu- chas veces sobrevienen hemorragias nasales^y de otras partes, princi- palmente á los sugetos débiles é irritables. A las mugeres que se elec- trizan suele adelantárseles la menstruación. y así se tiene á la elec- ELE 333 tricidad como un poderoso emenagogo. El fluido eléctrico, insi- nuándose en lo interior de la economía animal, aumenta la sensibi- lidad y el movimiento de la circulación , por lo que puede ser muy útil en algunas circunstancias; pero en otras puede ser perjudicial, como en los sugetos pletóricos y débiles quando los vasos pulmona- res no pueden resistir á la impetuosidad de la sangre. La electrici- dad seguramente puede convenir en algunas circunstancias de ciertas enfermedades crónicas; pero no en las supuraciones interiores, como la tisis pulmonar &c. También puede perjudicar á los hemotoicos porque aumentaría la enfermedad. Tampoco debe convenir en las enfermedades venéreas, en el escorbuto, herpes, escrófulas &c; pero es útil en algunas enfermedades que provienen de espasmos, ataxia nerviosa, y en algunas parálisis. Para estas enfermedades se ha ensayado mas particularmente la electricidad, porque esta sin duda ninguna aumenta la sensibilidad, la irritabilidad y el tono de los órganos; pero en las parálisis muy antiguas é inveteradas suele ser ineficaz la electricidad. Lassone, Morand y Nollet, que la emplearon en enfermos que hacia mucho tiempo estaban paralíticos , no lograron ningún buen efecto; pero en las parálisis recientes que no provengan de causa mecánica, como un tumor &c., sino que dependa única- mente de falta de tono y de sensibilidad momentánea, el fluido eléc- trico (que parece ser muy análogo al fluido vital) es entonces un gran socorro: las mismas ventajas tiene este remedio quando existe un humor frió en las membranas musculares ó nerviosas. Haen refie- re haber curado muchas parálisis que dependían del retroceso de las viruelas, sarampión, sarna&c. Mauduyt asegura haber visto buenos efectos de la electricidad aplicada en las parálisis metálicas y convul- siones ó tremores que padecen los doradores y todos los que mane- jan el plomo y el cobre. También se recomienda para las parálisis, que son causadas por retroceso de la transpiración , en las que se si- guen á la apoplegía serosa; pero será dañosa en el preludio y en la seguida de la apoplegía sanguínea; siendo sumamente útil en la apo- plegía puramente nerviosa. La electricidad aplicada al rafe ha curado una incontinencia de orina causada por la debilidad de la vexiga y la parálisis de su esfínter. Se ha recomendado también este remedio para la epilepsia; pero no parece ser muy seguro aun en aquellos que son nerviosos y no dependen de vicio orgánico en el cerebro, ó los que son constitucionales, que por lo regular son incurables. En la catelepsis he visto surtir un buen efecto á la electricidad, pues con ella conseguí la curación de un enfermo que la padeció dos años, re- sistiéndose á todos los métodos curativos, y lo conseguí con la elec- tricidad. También se ha recomendado para las enfermedades cancro- sas, como para casi todas las enfermedades, pues es cosa sabida que incurren en este vicio los grandes y portentosos remedios, que sacan* 334 ELE dolos de su esfera los desacreditan y dexan después de aplicárselos á las enfermedades que debieran curar. Antes de administrar la electricidad es menester sangrar al enfer- mo si está pletórico, y purgarlo si hay saburra; porque la electri- cidad no conviene quando están embarazadas las primeras vias, y quando hay abundancia de sangre. También se aconseja que prece- dan algunos baños para facilitar la introducción del fluido eléctrico; por último es necesario unir el plan diaforético al eléctrico, tenien- do el vientre libre." Si se consultan las obras de los autores que han escrito sobre la electricidad médica, se hallará alguna contrariedad en las opiniones, pues unos cuentan curaciones prodigiosas con este remedio , y otros no solo las niegan, sino que quieren que se destierre de la Terapéu- tica, teniéndola por una charlatanería: nosotros no diremos tanto; pero sí aseguramos no haber visto en nuestra práctica los buenos efectos de la electricidad en las enfermedades paralíticas &c. que nos refieren Haen, Jalaber, Sauvages, Forthegill, Sausume, Fhouri &c.; pero á pesar de esto creemos deba trabajarse sobre este punto, pues aunque las analogías del fluido eléctrico, que se extrae de los cuerpos, están en algún modo de acuerdo con las del que se supone corre por los nervios (V. este artículo.), la electricidad vital se co- noce aun poco; la modificación que sufre en la economía animal importaba mucho conocer para qué fuesen mas útiles sus aplicacio- nes; sin embargo siempre será el fluido eléctrico un estimulante po- deroso, que puede ser útilísimo, y no se debe dexar de usar, que acaso algún día pueda sacarse mas partido, y lograr lo que nos cuen- tan sus elogiadores. Quando hay defecto de electricidad, exceso de masa en los lí- quidos , falta de tono, y estímulo en el sólido; en una palabra, en aquellas enfermedades en que está indicada la electricidad positiva, ó en mas, son varios los medios ó modos de aplicarla; puede co- locarse el paciente sobre el taburete eléctrico, que comunique por medio de una cadena ó excitador con el conductor, para que la materia eléctrica se difunda en todo su cuerpo. Conviene á veces determinar la materia eléctrica á la parte que sufre, para excitarla quando está muy inerte. Al primer método de electrizar descrito damos el nombre de baño eléctrico; al segundo el de corriente eléc- trica , y al tercero el de chispa y conmociones eléctricas. Ya he- mos indicado los casos en que conviene cada uno de ellos, y se tra- tará también en varios artículos de Medicina Práctica; pero ahora expondremos el modo cómo debe administrarse, ó los modos de electrizar referidos. Se administra el baño eléctrico colocando el enfermo en un ais- lador ó taburete eléctrico; y á efecto de que esté con toda comodi- ELE 335 dad, se sentará en él, y se establecerá con un excitador ó cadena comunicación con el conductor de la máquina, para que excitada la materia eléctrica, se acumule y electrice en mas al sugeto aislado en el taburete ó banquillo eléctrico '. Quando tan solo es una de las partes de nuestro cuerpo la que padece, determinamos á ella una corriente eléctrica; si es el oido, por exemplo el que sufre, se pondrá un conductor de metal, que termine en una esferita en la membrana del tambor estando este pren- dido del conductor de la máquina; y otro conductor igual que ten- drá por medio de una cadena ú otro cuerpo no eléctrico comuni- cación inmediata con el globo terráqueo se aplicará junto á la tren r/a de Eustaquio. Ni el baño ni la corriente eléctrica son suficientes á veces para curar cierta clase de enfermedades, como son las inflama- ciones reumáticas, supresiones de fluxos periódicos, parálisis de re- sultas de hemiplexias y apoplegías completas, por lo que nos vemos precisados á estimular y excitar fuertemente el tono decaído, y nos valemos para ello de las chispas y conmociones eléctricas. Las chispas y conmociones eléctricas por lo regular solo se ap'i- can en las partes que padecen, y en aquellos casos en qie p¿ra su alivio juzgamos indispensable este recurso, procuramos el que los vivos sacudimientos que causan no trasciendan mas allá de la parte que padece, y que no se extiendan ni se resienta de ellas el pecho, ca- beza y útero en las mugeres preñadas, por los efectos desgraciados que podrían tener. Para la de las conmociones, si por exemplo es un brazo el que padece una parálisis, se aplica en su paite superior una cadena metálica, y se descarga la botella de Leyden en la mano pa- ralítica, ó bien al tiempo de tener la cadena con la mano; haciendo se comunique con la superficie exterior de la botella, se des'.ar^ará esta en la articulación del húmero, ó en la parte m<.s inmediata al origen de los nervios que se distribuyen por el brazo; en una pala- bra, se procederá siempre conforme lo exijan las circunstancias. Si juzgamos útil dar una ó muchas conmociones eléctricas al útero de una muger clorótica, se introducirá el extremo de un conductor obtuso en la vagina, haciendo comunique con la superficie exterior I El taburete eléctric-o tiene en los pies una guarnición efe vidrio ú otra ma- teria idioelectrica , que sirve para aislar al que se sienta en el , de modo que ti,do el tíuido eléctrico, que se excita en la maquina eléctrica, y ,'e conduce por la cadena ó conductor al que liene cogido con la nano, se esparce i or roda 'U maquina, sin que pase de los pies del taburete, por hallar en ellos i'na materia qwe está tan llena ó saturada de Huido eléctrico, que no dexa pasar raila deJ que lia recogido el que se esta bañando o esta aislado , pues si no r'uese asi , eria ir iy pasagero el rluitio, y se escaparía a rodo el globo de la tierra, por la tendencia que tiene á equilibrarse, y no se verifican.! el aislamiento ni el l:año , que no es ir resentan para *u curación. Como las circunstancias accidentales de as enfermedades son muchas y muy variadas, sus diferencias lo son también en la misma proporción; sin embargo pueden reducirse á ocho clases, á saber , con relación al movimiento, á la duración, á la intensidad, al carácter, al suceso , al sugeto, á la causa y al lugar. i.° Se llama movimiento de la enfermedad el modo como recor- re sus diferentes períodos, que son el principio quando los síntomas se establecen, el estado quando se han fixado, la declinación quan- 3S0 ENF do disminuye su número y su intensidad; y el fin quando cesan, lo que puede verificarse en qualquiera período de la enfermedad por medio de la muerte. 2° La duración de la enfermedad es diferente respecto á la extensión ó á la continuidad; así es que distinguimos enfermedades largas crónicas, cuyo movimiento se hace con lenti- tud, como la hidropesía; otras cortas sin peligro, como la Calentura efémera; ó con peligro, como la angina ó la apoplegía. Las que ha- cen mayores y mas prontos progresos se terminan muchas veces con la muerte al cabo de quatro dias, y á veces al cabo de un dia, y aun las hay que no duran mas de una hora ó matan repentinamente, como lo hace algunas veces la apoplegía, y como se ha visto en al- gunas pestes. Hay otras menos cortas que duran catorce dias, y aun algunas hasta veinte, tales como las calenturas inflamatorias y las pú- tridas. Generalmente quanto mas rápido y mas fuerte es el progre- so, tanto mas funesta es la enfermedad, y muchas veces la muerte suprime una gran parte de la duración de la enfermedad Por lo que toca á la continuidad de las enfermedades las hay que no tienen in- tervalo ninguno en toda su duración , tales como las calenturas ar- dientes. Otras cuyos síntomas cesan y vuelven por intervalos, co- mo las enfermedades intermitentes, que llamamos periódicas quando su reproducción sigue unos mismos períodos, como las calenturas tercianas y quartanas; y erráticas quando su reproducción no sigue orden ninguno , como el asma y la epilepsia. La repetición de las periódicas continuas se llama exácervacion ó crecimiento, el de las intermitentes accesión; la disminución de las primeras se llama remi- sión ; el descanso de las segundas intermisión. 3.0 La intensidad de las enfermedades está determinada según que la lesión de las funciones que las constituyen es mas ó menos considerable, lo que establece enfermedades grandes y pequeñas, violentas ó débiles, como se dice del dolor, de la gota &c. 4.0 El carácter de- las enfermedades se saca de la diversa manera con que están dañadas las funciones. Si las lesiones no amenazan mu- cho el principio de la vida, y si las fuerzas no están abatidas, for- man enfermedades benignas. Si hay un excesivo abatimiento las en- fermedades se llaman malignas. Las enfermedades malignas se dis- tinguen también en venenosas, pestilenciales y contagiosas. 5.0 Las enfermedades se diferencian mucho en su éxito ; pues las unas terminan no solo sin haber causado daño alguno, sino habien- do corregido ciertas malas disposiciones , por cuyo motivo las mi- ramos como saludables; tales son generalmente las calenturas efíme- ras, que curan las constipaciones, y aun algunas quartanas, que han hecho cesar epilepsias habituales. Las otras son siempre mortales, co- mo por exemplo la tisis y la calentura hética confirmada. Otras son siempre peligrosas, y por consiguiente dudosas por el modo con que ENF 381 pueden terminar; tales son la pleuresia, la calentura maligna &c. Las enfermedades se terminan generalmente por el recobro de la sa- lud , con la muerte ó con alguna otra enfermedad; lo que establece también la distinción de enfermedades curables, como la terciana, é incurables como las mas de las parálisis. 6.° Las diferencias de las enfermedades que se sacan de la per- sona ó individuo que las padece consisten en que ó son generales en todo el cuerpo , ó solo afectan alguna de sus partes, por lo que se llaman universales y particulares, que tienen su sitio dentro ó fuera del cuerpo , lo que las hace distinguir, como ya se ha dicho, en externas é internas, que son idiopáticas ó simpáticas, protopáticas y deuteropáticas; quando la causa de la enfermedad reside primiti- vamente en la parte afectada, ó quando esta causa se halla en otra parte ; quando la enfermedad no depende de ninguna otra anterior, ó quando es efecto de un vicio producido por otra enfermedad. 7.0 Las enfermedades se diferencian respecto á su causa en que unas son simples, que solo dependen de una causa de lesión de fun- ciones; otras compuestas, que dependen de varias; unas producidas por un vicio anterior á la generación del sugeto y que ha infectado sus principios morbi .congeniti; otras contraidas después de la con- cepción durante la incuvacion uterina, yantes del nacimiento, mor- bi connati; unas y otras se establecen al nacer , como la claudica- ción , la gibosidad, que provienen de los padres, ó de algún acciden- te ocurrido en el seno materno: las primeras son hereditarias, las otras adquiridas ó adventicias, como lo son también todas las que sobrevienen en el curso de la vida. También distinguimos respecti- vamente á la causa de las enfermedades las unas en verdaderas ó legítimas, que son las que realmente tienen su sitio en la parte que parece afectada, tal como el dolor de costado, que proviniendo efectivamente de una inflamación de la pleura, se llama pleuresia; las otras en falsas ó bastardas, tal como el dolor reumático de los mús- culos intercostales externos, que forman la pleuresia falsa con mu- chas apariencias de la verdadera. 8.° Finalmente las enfermedades se diferencian con relación al lugar en que se manifiestan. Quando afectan un gran número de individuos á un mismo tiempo, quando se esparcen y dominan con el mismo carácter en un pais mas bien que en otro como un Reyno limitado , se llaman enfermedades epidémicas, que quiere decir po- pulares; tales son las viruelas, el sarampión, la disenteria, las pes- tes &c. Quando afectan sin distinción en un gran número de perso- nas en un mismo pais, de un modo casi semejante, se llaman endé- micas ; tales son la fiebre amarilla en América, la peste de Levan- te &c. Quando solo están esparcidas vagamente en pequeño núme- ro, y sin que á lo menos en la mayor parte de ellas haya nada de 382 ENF común, se llaman enfermedades esporádicas; tales son la pleuresia, la calentura continua, la tisis , la hidropesía y la rabia, que pueden hallarse á un mismo tiempo en un mismo pais. Á todas estas diferencias accidentales de las enfermedades se pue- den añadir las que se sacan de las diferentes estaciones, en que cier- tas enfermedades se establecen y parecen reynar mas bien que en otras; tales como las calenturas intermitentes, que unas son de pri- mavera, como las tercianas, y otras de otoño, como las quartanas; distinción que comprehende todo el año de un solsticio á otro, y que es importante para el pronóstico y la curación. Sin embargo tam- bién se notan en algunos casos enfermedades de invierno y de vera- no, sobre todo las agudas. Las hay peculiares á todas las edades, como la dentición en los niños; los lamparones en los muchachos de la edad de pubertad; la opilación en las muchachas; las hemorragias en los adultos, y la disuria en los viejos. Las hay particulares á los diversos sexos y á los diversos temperamentos, como la ictericia á las mugeres , la manía á las personas sanguíneas y biliosas. Las hay también anexas á diferentes profesiones, como el cólico á los plomeros; otras á los paises donde se vive , como la quartana en los lugares pantanosos &c. Finalmente, también se distinguen las enfermedades, según los EstaalÍ3nos (que también se llaman Animistas y Naturalistas), en acti- vas y pasivas. Las primeras son aquellas que dependen de la natura- leza , es decir, de la potencia motriz , de la fuerza vital, de la ac- ción de los órganos, 'como la emotisis, que sobreviene á la pléto- ra , y todas las evacuaciones críticas. Las otras son producidas por causas externas contra la disposición de la naturaleza sin concurso de la potencia que rige la economía animal, como la hemorragia que sigue á una herida, la apoplegía causada por la fractura del crá- neo, la parálisis por la compresión que hace un tumor sobre los ner- vios, la diarrea, el sudor colicuativo, efecto de algún veneno di- solvente , ó de una disolución sintomática de los humores. Por lo que se ha dicho de las diferencias accidentales de las en- fermedades se ve que tienen varias cosas comunes con las plantas; pues como ellas crecen con mas ó menos prontitud, que unas se aca- ban en pocos dias, y otras duran meses y años, hay enfermedades, que como las plantas, parece que han dexado de existir , aunque real- mente están vivas, y sus causas, á modo de raices ocultas, echan de quando en quando sus tallos, ramos y hojas, y producen varios síntomas; tales son las enfermedades de recaída. Ademas, así como hay plantas parásitas, hay también enfermedades secundarias, entre- tenidas con otras con que están complicadas. Esta es la exposición de las diferencias accidentales de las enfer- medades: pasaremos ahora á las diferencias esenciales, en las que nos ENF 383 detendremos poco, pues quedarán bastante explicadas en la distri- bución metódica de las mismas enfermedades que faltan que exponer. Como la enfermedad es una lesión de las funciones de las partes, algunos han querido poder distinguir las enfermedades en otros tan- tos géneros diferentes quantas son las partes que componen el cuer- po humano. Como generalmente está compuesto de partes sólidas y partes fluidas, está generalmente recibido en las escuelas, y admitido en los tratados de Patologia, de sacar de la consideración de los vicios de estas partes principales ó fundamentales las diferencias esenciales de las enfermedades. Por esto establecen dos grandes géneros de en- fermedades, el uno con relación al vicio de los sólidos, y el otro al de los fluidos en general, sin hacer caso de las opiniones de los anti- guos, que no admitían vicio en aquellos humores, y atribuían todas las enfermedades al vicio de los sólidos y á las diferentes intemperies. Las enfermedades de los sólidos se distinguen, según la mayor parte de los modernos, en enfermedades de partes simples ó simi- lares, y enfermedades departes compuestas, orgánicas ó instrumen- tales. A los fluidos se les atribuyen diferentes enfermedades según su diferente cantidad y calidad viciosas. Finalmente se consideran también aparte las enfermedades que afectan á un mismo tiempo partes sólidas y partes fluidas. Como es bastante difícil concebir las dos primeras distinciones en quanto su objeto consiste en distinguir el vicio de los sólidos del de los fluidos, y como parece imposible que pueda haber semejante dife- rencia , pues el vicio de uno de estos géneros no puede existir sin causar el vicio del otro; parece mucho mas razonable y de mayor utilidad que consideremos las enfermedades tales como se presentan á los sentidos, y no vayamos á sutilizar suponiendo géneros ima- ginarios que no existen en la economía animal: por esto, en atención á lo dicho hasta aquí de los inconvenientes que presentan los méto- dos que se han seguido hasta ahora para la exposición de las enfer- medades, y en atención á las ventajas que puede traer un método mejor que los citados para formar el plan de la historia de las en- fermedades , parece que el conocimiento de estas, sacado de los signos ó síntomas evidentes, y no de ciertas causas hipotéticas pura- mente patológicas, debe ser preferido de todos modos. Verosímil- mente bastará presentar el método sintomático anunciado para jus- tificar la preferencia que merece, aunque no se considere sino como el menos imperfecto de quantos se han propuesto hasta aquí. Este método consiste en formar diez clases de todas las enferme- dades cuyos signos patonómicos y los efectos esenciales tienen algo de común entre sí muy sensiblemente, y solo se diferencian en los síntomas accidentales, que sirven para dividir cada clase en varios 3§4 ENF géneros, y cada género en varias especies. ( Enciclopedia antigua) Los autores de la Enciclopedia antigua, de quien hemos toma- do este artículo, adoptaron la división ó clasificación de las enfer- medades , según la expone Sauvages lo mismo que nosotros. En el artículo nosología expondremos las razones por qué merece la pre- ferencia á los demás. Enfermedades de los oídos. (Cir.) % La mayor parte de estas enfermedades son difíciles de conocer y tratar, pues por lo re- gular en el oido no se manifiesta vicio aparente; también se toman los síntomas por la enfermedad, tales son el dolor, zumbido, titi- lación y pulsación, la torpeza del oido y la sordera. Estas enfer- medades tienen su asiento en el oido externo, en el conducto audi- tivo , en la membrana del tambor, en su caxa ó sus dependencias, y en el laberinto; alguna vez están en los mismos nervios que se distribuyen en él, ó en la parte del cerebro que da origen á estos ^j. Enfermedades del oído externo. (Cir) ^[ Las heridas simples del oido externo, esto es, la oreja, pueden reunirse con los emplastos aglutinantes, y con un aposito conveniente, formando el cráneo un punto de apoyo suficiente. No se practicará la sutura mas que en las heridas irregulares; y quando por los medios propuestos no se puedan mantener aproximados sus bordes, entonces se harán uno ó dos pun- tos de costura simple, traspasando la piel y el cartílago, sobre todo si se halla dividido hacia su circunferencia. Se curarán estas heridas lle- nando de hilas el conducto auditivo y las desigualdades de la oreja, á fin de que' la acción del vendaje del mismo modo que el punto de apoyo de esta parte del oido sea igualmente comprimida. Quando un instrumento cortante ha separado la oreja de la cabeza, el trata- miento de esta herida no ofrece nada de particular; y se puede re- mediar la dificultad del oido y la sordera por medio de una oreja artificial. Si se destruyese por una gangrena ó una úlcera, si es- tuviese muy aplanada, ó mal conformada, se empleará el mismo medio, ó una especie de embudo que reciba los rayos sonoros, y los dirija hacia el conducto auditivo, supliendo por la oreja natural. Los abscesos del oido externo afectan con mas freqüencia el an- titrago y el lóbulo, porque allí se encuentra un texido celular grue- so. Los que tienen su asiento detras de la oreja ocasionan una tume- facción considerable con dolores mas ó menos agudos de la cabeza, calentura &c. Nosotros trataremos de ello en los abscesos de la re- gión mastoidea. Es necesario abrirlos siempre con anticipación, ex- cepto los del lóbulo, en los que se puede diferir su abertura. Las úlceras del oido externo en los niños no deben curarse con cuerpos ásperos, como no sea necesario entretener la supuración; en las que esta es muy abundante, no se aplicarán mas que hilas secas ó empapadas en un cocimiento de malvas ó saúco. EMF 385 Alguna vez se forman en los dobleces del cartílago tumores pe- queños llamados tannes , los que incomodan y ponen casi siempre el oido mas torpe. Se quita con algún instrumento proporcionado al humor sebáceo que los forma, después de haberlos abierto con una aguja ó lanceta en el punto negro que se ve en el centro; para im- pedir la reproducción, ó para detener los progresos, se lavará el oido con una agua de xabon. Aunque no se abre ordinariamente el lóbulo de la oreja sino para colgar los pendientes, esta operación sin embargo, obrando como un cauterio, produce buenos efectos en algunas enfermedades de los ojos y en las fluxiones catarrales. Se executa con una lesna, con la que se hace la incisión en medio del lóbulo, apoyada sobre un peda- zo de corcho, metiendo después en la abertura un hilo de plomo ó un anillo de oro. Acontecen una tumefacción y acumulación ligera de humores, y á poco tiempo la parte se seca y se cicatriza. Si la tu- mefacción se hiciese considerable con dolor, calentura y supuración abundante , se remedia quitando los cuerpos extraños, y con la apli- cación de los emolientes. Quando el peso del anillo ó pendiente ha- ce que se rasgue el lóbulo, entonces se abre por lo mas alto, ó á los lados; pero quando no se pueda nada, y se quiera atender á reme- diar la deformidad, para que puedan ponerse pendientes, es necesa- rio escoriarla con el emplasto de vexigatorios, ó con el aceyte de vi- triolo, ó con otros semejantes: los bordes de esta absrtura se cor- tarán para reunirlos después con un punto de sutura, sino fuese su- ficiente el tafetán de Inglaterra. Se podrá pasar per la parte supe- rior de la solución un hilo de plomo para impedir su completa re- unión, y colocar allí una asa. Se cuidará de sostener los pendientes con una cinta ú otro cuerpo colocado por detras de la oreja en los cabellos, y fixado en la cabeza ^f. Enfermedades del conducto auditivo. (Cir.) % El con- ducto auditivo puede estar imperforado, obliterado, ó contener cuerpos extraños, ó inflamarse, supurarse &c. Algunos niños nacen con los oidos imperforados, y entonces son sordo-mudos. Si la imperforacion depende de una membrana colocada al exterior del conducto, se conoce fácilmente. Se reme- dia á beneficio de una incisión crucial, en cuyos bordes se pon- drá un lechino, que se continuará introduciendo en el conducto hasta que se haga la perfecta consolidación. La oreja presenta á ve- ces solo un lóbulo mal conformado, cartilaginoso, doblado sobre él mismo en diferentes direcciones con algunas ligeras apariencias de la concha. En este caso se esperará á que el niño tenga mas edad, y se cuidará de atender al sitio que corresponde al conducto , pa- ra hacer una incisión crucial donde sea conveniente. Si el obstá- culo está muy profundo, entonces no se podrá conocer hasta que tomo iii. ecc 386 ENF los niños hayan llegado á la edad en que comienzan á hablar; en este caso, luego que se haya limpiado el conducto, se levantarán las orejas para quitar la corvadura del canal cartilaginoso, se registra- rán al sol, y se distinguirá el obstáculo que forma la membrana co- mo no esté puesta inmediatamente sobre el tímpano. Se hará la in- cisión como en el caso precedente, sirviéndose para esto de un bis- turí estrecho y puntiagudo, cuyo corte irá envuelto en un vendo- lete hasta cerca de una línea de su punta. Quando esta membrana está inmediata al tímpano se prefiere el cáustico , como la piedra in- fernal conducida en el centro de la cánula hasta dicha membrana; se aplica con mas freqüencia y por mas largo tiempo según el gro- sor y dureza de ella; se absorve la humedad del conducto auditivo introduciendo unas hilas secas ó un lienzo fino. Alguna vez dicho conducto se halla obliterado en un determi- nado trecho. Este vicio es congénito, ó suele ser conseqüencia de una ulceración de sus paredes. Esta curación es difícil, peligrosa é in- cierta, y no se debe emprender sino en el caso de haber una sor- dera completa. Entonces se introduce la punta de un trocar un poco puntiagudo en el sitio donde corresponde la abertura del conducto auditivo, indicada por una hendidura , ó con relación á las partes de la oreja, y principalmente de la eminencia tragus situada sobre di- cho conducto. Se introduce suavemente según la dirección natural de su canal hasta que llegue á la parte viva con la punta del ins- trumento. Se retira el trocar y se mete en su cánula una tienta ó una candelilla, con cuyo uso se continúa por algún tiempo después de su cicatrización. Pero es necesario suspender la operación si no se percibe dolor después de haber horadado con la punta del trocar hasta la profundidad del tímpano. El conducto auditivo muy estrecho debilita el oido. Esta enfer- medad es incurable, si es causada por una conformación viscosa de los huesos; pero si depende de un entumecimiento de sus paredes, ó, como se verifica en los viejos, por su encogimiento, se pueden separar con una cánula. Quando este conducto está casi derecho, en lugar de guardar obliqüidad,ó de estar un poco tortuoso, el oidó está torpe, y se corrige este defecto poniendo al exterior un tubifo corvo y cónico, como la corneta, de que hacen uso algunos sordos. También se puede usar el instrumento acústico de Decker, que tiene la figura de una concha, y que en razón de su poco vo- lumen es muy cómodo. Diferentes cuerpos extraños pueden obstruir el conducto auditi- vo , introduciéndose en él, ya sean líquidos, blandos, duros, ani- mados ó inanimados; otras veces se forman dentro como los gusa- nos el cerumen endurecido 8cc. La relación del enfermo ó el exa- men de la parte manifiestan de qué índole es el cuerpo extraño. ENF 387 Las substancias fluidas por lo regular salen por sí solas inclinando la cabeza de lado, ó sacudiéndola un poco; también se pueden ex- traer con una xeringuilla , ó absorverse con una esponja ó con una porción de hilas. Regularmente es muy difícil el sacar los insectos de dentro del oido: una pulga se coge ordinariamente con un pe- queño vellón de lana ó algodón metiéndole en el conducto. Si este medio no fuese suficiente, nos valdremos como para otros insectos del aceyte, del agua caliente ó del mercurio, para matarlos, y des- pués sacarlos con el escarva-oidos. También se puede introducir en este conducto un estilete envuelto en su extremo con un poco de lana em- papada en trementina para que se adhiera el insecto y sacarle afuera. Las substancias inanimadas, blandas y porosas, particularmente los granos, como los garbanzos &c. se hinchan quando permanecen en el conducto auditivo, y causan por la compresión que originan dolores muy vivos, y una tumefacción en lo interior de su canal, lo qual hace que su extracción sea tanto mas difícil quanto sea mas retardada. Si no se pueden agarrar estos cuerpos con el instrumento, se cortan con una hoja de mirto, que es estrecha y puntiaguda, y se sacan á pedazos con unas pinzas ó con otro instrumento adequa- do. Las pinzas son muy acomodadas para extraer los cuerpos largos y puntiagudos; pero á los cuerpos duros y redondos se les escapa metiéndose mas adentro , y en este caso se sacarán con sumo cuidado con un gancho obtuso y muy liso. Antes de'-tratar de extraer estos cuerpos, se lubrificará el conducto con aceyte para hacer la manio- bra mas fácil y menos dolorosa; y después de verificada la extrac- ción , si el oido estuviese irritado, se aplicará algún medicamento que calme la irritación y precava los accidentes, como el aceyte ro- sado, ó un poco del agua vulneraria. El aceyte, el vinagre, el es- píritu de vino, el ungüento mercurial, y los cocimientos de las plantas amargas en inyecciones, son los mejores remedios para des- truir los gusanos que se engendran en el oido. El humor cerumino- so acumulado en el conducto auditivo, se espesa y endurece alguna vez hasta ponerse como el yeso, de suerte que entorpece infinito el oido hasta llegar á causar la sordera. Antes de pasará sacarle se tra- tará de reblandecerle ó de disolverle con el agua de xabon caliente, la que se retiene dentro del oido con unos algodones, y alguna vez hasta el dia siguiente que se saca con un limpia-oidos ordinario. La obstrucción de dicho conducto depende alguna vez de la tu- mefacción ó inflamación de sus paredes causada por una irritación, por un golpe, por una fuerte compresión, por el ayre frió, que lle- ga á ocasionar fluxiones, ó producir dolores agudos, calentura, afecciones de cabeza, el zumbido ó titilación &c. Se remedia esto con los laxantes, manteniendo la parte á un calor suave; y si hay inflamación , con las sangrías, los baños y las cataplasmas; pero prin- 388 ENF cipalmente echando en el oido la leche de muger. Si resultase la supuración y se forma un absceso mas ó menos lento, que se dirige hacia lo interior del conducto auditivo, es indispensable abrirle lue- go que el tumor se manifiesta detras de la oreja. Ea algunas ocasiones nace de la membrana del conducto auditi- vo un pólipo ó una escrescencia fungosa mas ó menos grande, y se parece á las que se forman en la membrana pituitaria. Se destruye este por medio de la ligadura, del instrumento cortante, ó con la contorsión con las pinzas, con el cáustico, principalmente el actual, según su volumen,base y dirección. Quando echemos mano del fue- go, se introducirá el cauterio dentro de una cánula formada de in- tento y abierta por un extremo para defender la membrana del tambor y la parte sana del conducto de su impresión ^f. Enfermedades de la membrana del tambor. (Cir.) % Esta membrana puede hallarse relaxada , dilatada , inflamada , gruesa, endurecida y rota; y en estas afecciones se originan asimismo la tor- peza del oido, su finura, el zumbido y sordera. Ei ayre-demasiado húmedo, la secreción del cerumen mas copio- sa , la del moco de su caxa, y las enfermedades del conducto audi- tivo , pueden ocasionar la tumefacción de la membrana del tímpano, debilitando su resorte, y poniendo en mayor grado de torpeza el oido. Esto se remedia teniendo la oreja sumamente caliente, y des- viando con los purgantes, con los masticatorios ó con los vexigato- rios los humores que allí se reúnen. La tensión de esta membrana proviene de un ayre muy seco ó muy caliente, de la acción con- vulsiva de los músculos del martillo, y de la inflamación ó de la sensibilidad de esta parte. En estos casos las personas de una cons- titución nerviosa, y atacadas de enfermedades agudas ó convalecien- tes , del mismo modo que los enfermos que padecen dolores violen- tos de cabeza, afecciones espasmódicas ó calentura, que tienen ten- dencia á sobrevenirles el frenesí, tienen un oido muy sutil, y no pueden sufrir ni un mediano ruido. También se quejan alguna vez estos de una titilación ó zumbido dentro del oido, efecto de la fuerza (que adquieren los hombres en este órgano) de los sólidos, que an- tes no producían en ellos grande sensación, ó del movimiento par- ticular de los fluidos que se propagan hasta el laberinto. Entonces se llena el conducto auditivo de algodón, se prescriben los narcó- ticos, ó se administran los baños de vapor, ó se inyecta dentro del oido con agua caliente, leche ú otra cosa semejante. La inflamación del tímpano reconoce las mismas causas, y exige los mismos remedios que la del conducto auditivo. El arte no tiene poder en la grosura y endurecimiento de esta membrana en los hombres de una edad ya avanzada. La rotura de la membrana del tambor es produao de la aplicación de un instrumento punzante, ó ENF 389 de un cuerpo quemante, que se introduce en el fondo del oido, del ayre violento aplicado con fuerza á la trompa de Eustaquio, de la supuración de esta membrana, ó de un absceso en las partes in- mediatas. La sangre y el pus contenido en la caxa de ella no salen por la abertura externa del oido sino quando está dislacerada la membrana del tambor, excepto quando se trascuela por las paredes del con- ducto auditivo, ó que este conducto se halla horadado por el pus del absceso vecino, ó formado en las células mastoideas. Si el tím- pano está roto, el ayre entra por la trompa de Eustaquio y sale por la oreja con ruido y tal fuerza, que puede apagar una vela en el acto de la espiración; la boca y la nariz están cerradas. Esta enfer- medad es incurable, y tarde ó temprano causa la sordera ^f. Enfermedades de la caxa del tambor, de la trompa de eustaquio, de los abscesos de las células mastoideas, y EN GENERAL DE LAS DEL OIDO INTERNO. ( Cir) ^f La obstrucción ú obliteración de la trompa de Eustaquio es causada por la inflama- ción de la garganta ó de las fosas nasales, por la inspisitud del hu- mor que filtran, por el entumecimiento de sus paredes, por tumores en las partes inmediatas, ó por una úlcera, cuya cicatriz cierra su cavidad. De aquí resultan los dolores mas vivos de oidos, si la in- flamación se propaga hasta la caxa , en donde los nervios se hallan en mayor número, y casi mas cerca de su origen, ó el oido se pone en- durecido con ruido ó zumbido, y por último la sordera; se juzga por los síntomas y el examen de la boca el asiento de la enfermedad. La inflamación se puede curar con las sangrías y las gárgaras de leche , con los baños de vapor, inyecciones emolientes dentro del oido, cataplasmas &c. La tumefacción escirrosa y las úlceras vené- reas exigen los medicamentos mercuriales; se pueden intentar tam- bién las fumigaciones del cinabrio. Quando una persona ya adulta, cuyos humores estén viscosos , se pone sorda poco á poco, se intentará la introducción de algún fluido por la trompa de Eusta- quio. El medio mas simple es llenar la nariz ó la boca del enfer- mo de una gran cantidad del vapor del hidromel, ó de un líquido suave, el que el ayre empujará por las dos trompas por medio de una fuerte espiración, estando cerradas la nariz y la boca: este es un recurso menos eficaz que la inyección conducida por la sonda. La situación de la trompa un poco mas arriba del canal inferior de las fosas nasales hace que las inyecciones por las narices sean menos difíciles que por la boca. Se meterá hasta el fondo de dicho conducto inferior una sonda de quatro pulgadas de largo encorvada hacia su extremo, la que se levantará hacia lo alto, y se introduci- rá por la trompa hasta que se haga perceptible la resistencia de su borde interno. Esta introducción es dolorosa, y excita el estornudo, 390 ENF y un cosquilleo desagradable. No es necesario dirigir la inyección con demasiada fuerza , por temor de no herir las partes contenidas en la caxa, ó de que refluya y cayga por la garganta. Si la inyec- ción se hace por la boca, la sonda deberá ser mas larga y encorva- da. Después de haberla llevado por detras del velo del paladar, se la volverá afuera y arriba hasta encontrar la abertura de la trompa. Muchos enfermos no pueden tolerar este procedimiento, porque les ocasiona irritación del paladar, conato de vomitar &c. Se forman abscesos encima ó casi en la apofise mastoides, acom- pañados y precedidos de vivos dolores de toda la cabeza. La parte enferma se pone rubicunda y tirante con dolor lancinante y pulsa- tivo ; calentura poco considerable, pero con fríos irregulares. Algu- nos enfermos no duermen nada; otros están adormecidos, ó en dur- miéndose sufren movimientos convulsivos en las extremidades, y principalmente los labios y músculos de las mandíbulas. Los absce- sos colocados debaxo de la piel tienen mucha elevación y extensión con edema á la circunferencia, y supuran con mas prontitud: abier- tos dan un pus bueno, y se curan en poco tiempo como el verda- dero flemón de otras partes. Los que están en las inmediaciones de las aponeurosis de los músculos son mas perjudiciales y lentos en su formación, y sin fluctuación sensible, excepto quando el enfermo retiene la respiración ; y esta señal indica que el cráneo está horada- do , y que la materia refluye sobre la dura-mater. Los accidentes, los dolores sordos y continuados durante algunos meses, que des- pués se hacen vivos y agudos, y quando el tumor es manifiesto, in- dican que el asiento primitivo de la enfermedad está en los huesos del cráneo. A la abertura de este absceso se encuentra el hueso desnu- do de su periostio , y cariado en parte ó en su totalidad. Si la caries ha principiado por dentro, entonces tiene muy poca extensión por afuera, y recíprocamente. Estos abscesos, que sobrevienen en todas las edades, pueden ser causados por los golpes en la cabeza, por las fluxiones en conseqüencia de los catarros &c. Si hay acumulación, fluctuación, rubor á la piel, con dolores sordos y profundos después de mucho tiempo, no se debe retardar en hacer una incisión crucial, para descubrir el hueso en toda la extensión del lugar afecto; se le raspará en seguida, ó se aplicará el trépano, según la naturaleza y diámetro de la caries, ó bien se agrandará la abertura, que ya está formada con el cuchillo lenticular á las hojas del mirto &c. ; alguna vez la exfoliación del hueso es muy pronta en verificarse después de la abertura del absceso, porque ya estaba principiada desde largo tiempo. El pus acumulado en la caxa proviene de un absceso en la parte posterior de las glándulas amígdalas, que se ha abierto comu- nicación á la trompa, con un depósito en el cráneo, en las células mastoideas &c. Si tiene su asiento primitivo en las amígdalas , se re- ENF 39i conocerá la tumefacción de estas glándulas, habrá dolores de gar- ganta, del oido, la calentura con frios y otros síntomas. Quando el pus proviene del cráneo, y los enfermos no adolecen de un vicio decidido en el oido ó en la boca, mucho tiempo antes se ven ator- mentados de dolores furiosos, se ponen sordos, ó á poco tiempo después, y experimentan un frió considerable seguido de calentura, de delirio y de sopor; algún tiempo después despiertan , y encuen- tran el oido lleno de pus ó de sangre; los dolores y la calentura faltan en seguida, el pus continúa trascolándose, y por lo regular las inyecciones del agua de cebada ó de vulneraria entretienen los huesecillos del oido del mismo modo que las porciones huesosas. Estas enfermedades son muy peligrosas, y al mismo tiempo morta- les si el hueso petroso está cariado; y quando los enfermos llegan á adquirir una curación perfecta se quedan sordos. Los abscesos de la apofise mastoides forman un tumor mas ó menos aparente , aunque siempre lento en manifestarse, y acompa- ñado de dolores pulsativos, de calentura &c, los quales se abren en la caxa del tambor, y el pus sale por la trompa de Eustaquio á la boca, ó por el oido después de haber destruido la membrana del tambor; alguna vez el tumor se extiende por detras del oido con tu- mefacción, dureza, dolor, y muy poca fluctuación. Después de es- tar abierto el absceso, se origina una úlcera fistulosa, que comun- mente es incurable, quando el hueso se ha cariado y no ha estado nada al descubierto: en otras ocasiones el pus, después de haber ha- llado un tránsito libre por el conducto auditivo, sale por el oido sin lesión de la caxa ni del tambor. Estos abscesos provienen de un vi- cio varioloso ó escrofuloso, que ha afectado el hueso, de un golpe recibido en la cabeza, ó de un depósito crítico que se forma fre- qüentemente en el lado de que el enfermo ha estado echado mucho tiempo. Es indispensable el abrir estos tumores, los que se manifies- tan para detener los progresos de la enfermedad en la parre del hue- so. Se puede emplear la piedra cáustica quando el mal no es muy antiguo, ó quando hay un depósito crítico; en otros casos se des- cubrirá el hueso por medio de una incisión crucial, que se extienda hasta lo alto: en seguida se aplicarán los desecantes, los espirituo- sos , ó el agua mercurial si la caries no es muy profunda; y si lo es, el cauterio actual es preferible; porque se puede limitar el efecto, y se evita el que penetre de un calor tan fuerte las partes interiores del oido &c.; alguna vez, á pesar de estos cuidados, queda una úlcera fistulosa, de la que sale mas ó menos cantidad de pus en diferentes tiempos. Si esta evacuación se disminuye ó suprime, y sobrevienen dolores de cabeza, de oido &c, se procurará restablecerla por me- dio de un trocisco cáustico, ó cargado del ungüento de vexigatorios. El pus ó las materias puriformes, que se trascuelan del oido, no 392 ENF salen siempre de la c^xa del tambor y demás partes mendonadas; alguna vez resultan-de abscesos que se abren en el conducto auditi- vo, ó de la supuración de sus paredes en ocasión de los humores malos en los niños, ó de las erupciones en los adultos. Siendo salu- dables estas trasudaciones es perjudicial el suprimirlas, y se conten- tará con lavar el oido con un poco de agua tibia ó de malvas. Quan- do el manantial del pus está profundo, se distinguirá con mucha di- ficultad: se puede sospechar la causa si el enfermo ha padecido al- gún absceso , males de garganta, golpes en la cabeza , una enferme- dad aguda &c. Por lo general esta trascolacion es incurable: si pro- vienen de una úlcera con caries en la caxa del tambor ó en el labe- rinto, es mortal, á causa de los progresos que hace la caries por el cráneo, y de la acumulación de podre sobre la dura-mater y cere- bro. La imposibilidad de manifestar el mal, y de quitar de un canal estrecho y tortuoso la humedad natural de él, el asiento de la supura- ción favorecido por su pendiente y por la dirección del conducto, contribuyen también á hacer estas úlceras mas rebeldes á la eficacia de los remedios; entonces se hacen inyecciones en el oido con el agua simple de cebada ó de malvavisco si hay dolores, ó con un poco de miel rosada, si el humor es sanioso y pútrido; por último se hará uso del agua vulneraria, se emplearán los baños de vapores con las plantas vulnerarias y detersivas, la fumigación con el cinabrio; quando sea menester el disminuir la demasiada humedad del oido echaremos mano de la hila seca, ó unos pedacitos de lienzo finos, introducidos blandamente en el conducto auditivo, y renovándolos á menudo f. Enfermedades del laberinto y de los nervios auditi- vos. (Cir.) ^f La situación profunda del laberinto estorba el diag- nóstico de estas enfermedades, que por otra parte no se diferencian en nada de las de la caxa del tambor. La afección del nervio auditi- vo y de la porción de cerebro , de donde toma origen, causa sor- dera , dolores vivos de oido , de cabeza y de otras partes: alguna vez estos accidentes , producidos únicamente por el entumecimiento del cerebro, se disminuyen después de la enfermedad; otras el enfer- mo queda sordo para toda su vida. La caries del laberinto es siempre mortal, y no se distingue hasta después de la muerte. Los enfermos tienen por mucho tiempo una evacuación de podre por el oido sin vivos dolores: en algunos otros, suprimiéndose la supuración, so- breviene la calentura con frió, pesadez de cabeza y delirio, y mu- chos mueren en pocos dias. En la abertura del cráneo se ha hallado caries mas ó menos extendida en el hueso petroso con una acumu- lación de podre sobre la dura-mater en el cerebro ó en el cerebelo. Si durante la vida se sospecha la caries, es necesario mantener la trascolacion de la materia con inyecciones de leche ó de agua de ENF 393 malvas, ó excitar al mismo tiempo en alguna otra parte del cuerpo como en el brazo por medio de un vexigatorio ó una fuente ^[. Enfermedades de los ojos. (Cir.) % La vista puede estar afectada de diferentes maneras: quando es muy delicada, entonces el ojo es muy sensible á las impresiones de la luz; otras veces es muy débil, de modo que se hace poco sensible, ó está depravada, ya sea falsa, corta, muy larga, vizca ó destruida en un ojo ó en los dos. Estas lesiones dependen de las enfermedades de las cejas, de los pár- pados , del globo del ojo, de las partes contenidas en la órbita, del nervio óptico y del cerebro. Nosotros hablaremos de estas enfer- medades según la división de las partes constitutivas del órgano ^[. Enfermedades de las cejas. (Cir) ^j Las heridas profundas de las cejas están algunas veces acompañadas de obscuridad de la vista, de movimientos convulsivos de los ojos y labios, de deli- rio &c. Se han atribuido estos accidentes á la lesión de los ramos del nervio frontal. La irritación de estos nervios puede efectivamente producirlos, así como la de los nervios situados en otras partes de la cabeza causan movimientos convulsivos, delirio &c.; pero regu- larmente estos síntomas provienen de la afección del cerebro ó de sus membranas, como lo comprueban las fracturas del coronal, la colección de pus sobre la dura-mater ó el cerebro, y sobre el tra- yecto de los nervios ópticos &c., observado todo en muchos cadá- veres. Se ha hecho algunas veces una incisión transversal hasta el hueso por encima de las cejas, para calmar los dolores vivos de las xaque- cas periódicas, fixas y permanentes á los dos lados de la cabeza. Este corte, en el qual está comprehendido el nervio frontal, no produce ninguna lesión en la vista, y durante mucho tiempo los enfermos no han padecido accesos de xaqueca. Quando las xaquecas resultan de vicios de la digestión, es mucho mejor precaverlas con purgantes ó eméticos administrados en corta cantidad. Se reúnen estas incisiones del mismo modo que las heridas de las cejas y las de la cabeza. Las contusiones de las cejas se disipan en poco tiempo con los resolutivos; pero también alguna vez son seguidas de un absceso, que se extiende hasta el párpado superior. Si se abre él mismo en la fren- te, resulta una úlcera sinuosa, con hinchazón del parpado á causa de la estancación del pus. No siendo suficientes la compresión gra- duada ni las inyecciones, se hará en este caso sobre el párpado una contra-abertura en el sitio mas declive para dividir los tegumentos, que se cortarán en una dirección horizontal, y se meterá en seguida un lechino compuesto de muchos hilos de algodón ó de otra cosa se- mejante. Si el hueso estuviese enfermo, se agrandará el seno fistulo- so lo suficiente para poner al descubierto las partes vecinas, y apli- car los remedios convenientes. Las úlceras de las cejas, los granos inflamados ó las comezones TOMO III. DDD 394 ENF de estas partes pueden depender de insectos que se engendren allí, y que se multipliquen en muy poco tiempo: se les destruye con las fricciones del ungüento de mercurio. Como los pelos de las cejas pueden moderar la impresión de una luz muy viva, y formar alguna sombra que haga distinguir mejor los objetos y aclararlos lo suficiente, es muy útil el tenerlos negros para quando nos expongamos al sol, y quando la vista es muy deli- cada, para si no ponerlos artificiales quando no están bastante po- blados ; pero se hace uso de esta protesis mas bien por adorno, ^f ENFERMEDADES DE LOS PÁRPADOS. (Cir.) ^[ Los párpados pueden enfermar en su mitad, en su borde ó en sus comisuras: pue- den ser heridos ó contundidos; están sujetos á diferentes tumores, á ulceraciones, movimientos convulsivos, á centelleos involuntarios, á redoblarse, prolongarse, unirse, trastornándose su orden natural, y en fin á tener las pestañas en una dirección viciosa. Las heridas de los párpados pueden reunirse por medio de los emplastos aglutinantes y de un vendaje ligeramente compresivo. Se pueden hacer uno ó dos puntos de sutura en las del párpado supe- rior quando son irregulares y el músculo elevador se halla cortado transversalmente. Si están con pérdida de substancia, por mucho cui- dado que se emplee en procurar su reunión, separando la cicatriz la abertura del pellejo, ocasiona el redoble del párpado. Estas solucio- nes morbosas, ocasionadas freqüentemente por instrumentos cortan- tes, como espada, sable &c., pueden ser simples, y curarse en muy poco tiempo: otras sobrevienen con hinchazón, producto de la ex- travasación de la sangre, con dolores al ojo y á la cabeza; y hay otras en que, después de haber el instrumento herido los nervios que se distribuyen por la órbita, resultan de aquí accidentes graves y mortales, ó bien ha penetrado hasta el cráneo, y se ha herido la masa cerebral ú otras partes semejantes: entonces el derrame de humores ocasiona el sopor, la parálisis &c.: alguna vez estos sínto- mas sobrevienen mucho tiempo después de haber recibido el golpe, quando la herida parecía mas simple, y que se iba á curar en pocos dias. Si se ven de antemano estos accidentes en conseqüencia de la fuerza y dirección del golpe, se precaven con las sangrías repeti- das, con la dieta &c., con tal que se adquiera la confianza del en- fermo. Los equímoses y las contusiones de los párpados se disipan fre- qüentemente con los resolutivos ordinarios ayudados de la compre- sión; pero si queda por mucho tiempo un edema ó una relaxacion, se curan con los espirituosos ó las aguas de rosas y de llantén. Quan- do la sangre está derramada en gran cantidad , principalmente en la conjuntiva , se la dará salida por medio de las escarificaciones hechas con lanceta, si la naturaleza no lo precave antes que el arte, y tam- ENF 395 bien se aplicarán los resolutivos. Quando estos equimoses ó contusio- nes se difunden por el texido celular, que circunda el globo del ojo, suelen exceder del nivel de la órbita, porque sus músculos y el ner- vio óptico suelen estar bastante floxos para permitir esta enfermedad, que se llama, procidencia del ojo: también se remedian con los reso- lutivos, como el agua del mar, el aguardiente, las sangrías &c. La inflamación de los párpados está siempre acompañada de la de la conjuntiva y de dolores mas ó menos agudos en el ojo y en ia cabeza: por lo regular es erisipelatosa, y alguna vez resulta de la in- flamación de la cara, de las vias lacrimales y de otras partes vecinas: los emolientes, como son el agua de malvas y la simiente de lino, son convenientes quando viene acompañada de calor y dolor; en segui- da se añadirá el cocimiento de saúco: los repercusivos, tales son el agua de vegeto-mineral &c., se emplean algunas veces con utilidad en el primer tiempo de la enfermedad, quando es una especie de flu- xión en conseqüencia de haber recibido vientos fuertes ú otras cau- sas semejantes. Los abscesos de los párpados no tienen nada de particular; se abren por fuera ó por dentro según la situación y dirección de los músculos y las arrugas de la piel: la cicatriz no dexa disformidad quando no ha habido pérdida alguna de substancia; pero si la hubie- se, como en los abscesos críticos y gangrenosos, en las quemadu- ras &c., resulta el redoble que hemos indicado en el artículo heri- das DEL PÁRPADO. El edema de los párpados es tanto mas considerable quanto el te- xido se halle mas laxó: quando depende de la compresión que hizo un vendaje aplicado sobre el carrillo, desde luego que falta esta cau- sa se disipa: el que aparece por la mañana en los leucoflemáticos dis- minuye por el dia , y no es nada perjudicial; se promueve la resolu- ción con el agua de cal animada con el aguardiente, y después se fo- mentan los párpados con el agua de rosas ó de llantén: quando es periódico y sin causa aparente , los purgantes son menos eficaces que un cauterio ó que un vexigatorio á la nuca para impedir su repe- tición. Los tumores enkistados, escirrosos y las berrugas son rara vez susceptibles de resolverse: si son recientes, se lavan de tiempo en tiempo con agua de cal ó pura, impregnada del álcali fixo ó de la sal amoniaco. Se curan los enkistados aplicando el agua mercurial sobre los kistes, después de haber abierto con lanceta el centro del tumor, ó la parte interna ó la externa, según que se halle mas pro- fundo ó superficial. Será aun mejor, si el kiste es grueso y situado en sitio favorable, el disecarle y extraerle, después de haber hecho la incisión al tumor, según la dirección de los párpados, y quizá esta- remos obligados á bañar y enxugarlos muchas veces durante la ope- 396 ENF ración. Es mas ventajoso el cortar las berrugas por su pedículo que el formar en ellas la ligadura: la curación es mas pronta y menos te- mible la inflamación, los dolores de los ojos, cabeza , nariz &c.: las berrugas, que tienen una base ancha, deben quitarse por medio de la tixera: s„- pueden sin embargo destruir con un cáustico , que las consuma con su aplicación, por exemplo con la manteca de antimo- nio; se bañará en seguida la parte, y se precaverán los accidentes consecutivos con las sangrías y las cataplasmas. Si la berruga estuviese muy saliente hacia la conjuntiva, se curará por dentro de los pár- pados; y para evitar que el cauterio dañe á las demás partes de la drcunferencia, se pondrá entre el ojo y los párpados una lámina de oro ó un poco de cabritilla mojada, ó de papel acey toso: quando las berrugas son profundas, parece preferible la extirpación: el fue- go ó el instrumento son indispensables para aquellas que están ulce- radas , fungosas ó de un carácter canceroso, por lo regular muy di- fícil de reconocer: es necesario valerse del cauterio, que con solo aplicarlo una vez, pueda desorganizar el tumor; de otra manera au- mentaría los progresos del cáncer, y pondría en riesgo la vida del enfermo; pero si no ha podido destruir el tumor, ni ha ocasionado accidentes , y no son cancerosas, se puede emprender la curación con los desecantes, cateréticos y otros: se empleará también el cáustico para las demás excrescencias fungosas y carnosas seguidas de ulcera- ción , dexando quatro ó cinco dias de intervalo de cada vez que se aplique, para precaver que resulte una grande irritación, teniendo cuidado de no llegar con él al cartílago de los párpados. Los párpados pueden padecer movimientos convulsivos. Esta os- cilación , mas ó menos manifiesta y siempre incómoda, es habitual é incurable en algunas personas. Si esta enfermedad proviene de una irritación tópica, y no quiere ceder á la aplicación de los antiespas- módicos , ni de la nieve reblandecida , se puede hacer una incisión por debaxo de las cejas, desde la base de la nariz hasta el pequeño ángulo del ojo. La relaxacion y prolongación del párpado superior le pone dis- forme, é impide el ver los objetos. Si esta mala conformación de- pende de una parálisis, se hará uso con utilidad de los vexigatorios, de las fumigaciones, de las plantas aromáticas, del succino, las aguas de Balaruc en baño ó en bebidas, (ú otras equivalentes de nuestra península, como las de Arnedillo, Ledesma &c.) Si la tumefacción del tegumento es la causa de esto , después de haberle escarificado sin alivio, se hace abrir, y cerrar alternativamente el ojo, para irritar la porción excesiva del pellejo, que se agarra con unas pinzas, y se cor- ta con unas tixeras, particularmente hacia el ángulo pequeño del ojo, conservando los músculos de los párpados: los labios de la he- rida se aproximan, y mantienen unidos con unas lengüetas de em- ENF 397 plasto aglutinante, las que se cubrirán con unas compresas, manteni- do todo por medio de un vendaje. Los párpados pueden redoblarse hacia adentro ó hacia afuera. Nosotros trataremos de este vicio, quando es hacia adentro, en el artí- culo enfermedades de las pestañas. En el segundo caso la mem- brana interna, rubicunda y entumecida, se ofrece solo hacia afuera. Es menester no confundir esta enfermedad con el arrollamiento y ul- ceración , acompañadas de pérdida de substancia en los ángulos del ojo, ni con el ojo de liebre, que viene sin redoblamiento, y solo por vicio de conformación: el redoble hacia afuera siempre es accidental, y es resultado de cicatrices del párpado, en conseqüencia de heri- das, de úlceras ó de quemaduras, las quales se remedian por medio de tópicos emolientes aplicados sobre el párpado, teniéndole cerra- do ; ó resultan de la hinchazón de la conjuntiva por repleción como después de la oftalmía, ó de relaxacion como sucede en los viejos, cuyos ojos están siempre humedecidos y lagrimosos. En el caso pri- mero, si la tumefacción es inflamatoria, es menester recurrirá las sangrías, ó las sanguijuelas puestas sobre el sitio enfermo, á los tópi- cos debilitantes, á los baños de pies &c. Si se presenta sin inflama- ción , se pueden usar los fomentos resolutivos y aromáticos, y los re- medios locales, tónicos y estimulantes. Si no alcanzasen estos recur- sos , se echará mano de las escarificaciones profundas en la cunjunti- va, ó quanto astes se destruirá con el cauterio, ó se cortará la por- ción enferma con el bisturí ó tixeras. En el segundo caso, á saber, la relaxacion de la conjuntiva en los viejos, se prescribirán los líquidos espirituosos, los medicamentos tónicos y fortificantes, ó se hará al- guna sangría local, arañando con un cuerpo áspero y agudo, como un cepillo fuerte, una espiga de trigo ú otra semejante, y se lavará con agua fria: esto no se puede poner en práctica en los ojos cubier- tos de escarlata quando esta indisposición es local. Los párpados suelen estar bastante ulcerados en los bordes, de los quales se trascuela un humor puriforme, mas ó menos visco- so, blanco ó amarillo: por lo regular se pegan durante la noche, cu- yo borde se presenta rubicundo y entumecido, con calor, picor, y ordinariamente oftalmia; las lágrimas se derraman con abundancia por la cara. Esta enfermedad se origina por lo regular de un humor herpético, que es habitual: entonces se recomiendan los dulcificantes; al mismo tiempo se untan los párpados con una pomada , compuesta de veinte y quatro granos de precipitado roxo molido, y combina- dos con dos dracmas de ungüento rosado ó con el de tucia, á los quales se añaden algunos granos de la sal de Saturno. Si estas úlceras son producto del humor varioloso, los purgantes, los vexigatorios y los ungüentos propuestos las curarán algunas veces. Quando recono- cen por causa el vicio venéreo, principalmente por el refluxo del hu- 398 ENF mor, que constituía una gonorrea virulenta, hay una hinchazón ex- cesiva de los párpados, con una trasudación abundante de humores verdosos, de mal olor, y alguna vez con supuración de la misma córnea: entonces son mas perjudiciales, y solo ceden al tratamiento mercurial, y con preferencia al de las fricciones &c. Se forman en el borde de los párpados unos tumores pequeños, duros, que se llaman cálculos: se extirpan estos después de haber cortado la membrana que los cubre. Esta operación conviene igual- mente en aquellos que se llaman granizos, los quales están formados por una linfa endurecida. Los que se llaman orzuelos son blandos y alguna vez inflamatorios; se suelen disipar, y después vuelven: se les aplica un emplasto fundente, ó en el caso de haber inflamación y supuración los remedios convenientes; pero es necesario no apresu- rarse en abrirlos quando llegan á supurarse. Las pestañas pueden caerse ó tomar una dirección viciosa y per- judicial : su caida proviene de vicio de las lágrimas ó de las úlce- ras, que destruyen sus raices: entonces la luz produce un dolor y un guiñamiento continuado: en el primer caso se lavarán á menudo los ojos con agua fria; en el segundo se tratarán como las ulceracio- nes. El orden de las pestañas no se multiplica sino quando son sepa- radas por tumorcitos colocados en los bordes de los párpados: las pestañas se hallan desordenadas en conseqüencia de tumefacciones, tumores escirrosos y cicatrices de los párpados, de caerse pegándose á las partes vecinas, y de vicios de su bulbo ó cebolleta: su roce contra el globo del ojo ocasiona vivos dolores , oftalmías, úlceras y otros males semejantes. Las quatro causas primeras de este redobla- miento se combaten con los remedios propuestos contra el edema, los tumores escirrosos, las cicatrices de los párpados y la caida de las pestañas. En el último caso es necesario extirparlas, arrancándo- las desde cerca de la piel con unas pinzas: si volviesen á nacer, son mas difíciles de extraer, y causan tantos mas dolores, quanto los pelos sean mas cortos; se les debe extraer de nuevo, y cauteri- zar su folículo con una aguja caliente ó con los cauterios conve- nientes. Los párpados pueden unirse entre sí con el globo del ojo , siendo esto congénito ó adquirido por quemaduras, por las viruelas ó por una herida: se separan tirando de ellos hacia afuera, mientras que se hace un corte ligero con un bisturí de hoja estrecha en la unión que tienen con la esclerótica y con la córnea: se evitará el que se vuelvan á unir con inyecciones, pasando á menudo una sonda de botón. Si la adherencia es débil, y dexa algún hueco entre ellos y el globo del ojo, se puede pasar por allí un estilete, que conduzca un hilo de se- da , cuyos cabos se reúnen en el carrillo, y se coloca un plomo sufi- ciente para destruirla. Qualquiera que sea la causa de la unión de los ENF 399 párpados entre sí, es indispensable el separarlos según su disposición en el intervalo de las pestañas, pasando por la abertura una sonda acanalada, la que regularmente se hace mas bien en el grande ángu- lo del ojo, ó en su defecto se hará en el pequeño ángulo, cogiendo un pliegue transversal á la incisión; después se hará la abertura con un bisturí estrecho y guiado por la sonda acanalada, ó con unas ti- xeras finas y cortantes, ^f enfermedades de la conjuntiva. (Cir.) ^[ Las enfermeda- des de la conjuntiva son la oftalmía, el equimosis, el edema, las va- rices , las flictenas y el pterigium. La oftalmía ó inflamación de la conjuntiva se extiende alguna vez á los párpados, al globo del ojo y al texido celular que le rodea. Se anuncia por la rubicundez, el calor, la tensión, la tumefacción, el dolor y el lagrimeo. Esta enfermedad es un producto de la irrita- ción de estas partes por vicio de los humores , cuerpos extraños, in- temperie del ayre, impresión muy fuerte del sol ó del fuego &c. Hay oftalmías periódicas , erisipelatosas,' y otras edematosas ó falsas: las unas son idiopáticas; otras sintomáticas, como en las enfermeda- des del cerebro, y en la supresión de los menstruos y de otros hu- mores que debían expelerse. Esta enfermedad se trata según sus cau- sas y sus grados: después de destruir las causas, como si son los cuer- pos extraños &c. por los medios convenientes, si los síntomas son ligeros, se refrescarán los bordes del ojo con agua fria y el agua ve- geto-mineral ligera: si no cede con esto, se mandarán los baños de pies mañana y noche; se aconsejan las freqüentes lociones del agua de malvas y de saúco, ó de ranas frescas; en la fuerte inflamación se prescriben también las sangrías, sobre todo las de los pies, y las san- guijuelas aplicadas á las sienes; pero quando la oftalmía es antigua, y se resiste á los remedios ordinarios y á los colirios resolutivos, co- mo lo es la mezcla del cocimiento de saúco, de la sal de Saturno, la miel rosada, el aguardiente &c., se recomiendan los purgantes sua- ves , y también los drásticos, como el mercurio dulce , la xalapa, la escamonea: recursos que convienen también quando la oftalmia es periódica y efecto de evacuaciones suprimidas; y entonces se apli- cará del mismo modo un vexigatorio á la nuca y al brazo, ó bien á las pantorrillas, según que el origen de los humores exija el evacuar- los por las partes superiores ó por las regiones inferiores del cuerpo. Quando es la causa el vicio venéreo, la conjuntiva se pone gruesa y fungosa; se curará con las fricciones mercuriales y el uso interno del sublimado corrosivo. La oftalmia abandonada es freqüentemente seguida de una tumefacción muy considerable de la conjuntiva, la que empuja y redobla los párpados , y ocasiona dolores violentos de cabeza y ojos, calentura, delirio, y en fin la ceguera, desorga- nizando el globo del ojo : se remedia esto con las escarificaciones, y 4oo ENF al mismo tiempo con la incisión de las partes entumecidas, sin olvi- darse de los demás remedios. El equimosis es efecto de las contusiones ó de la disolución de la sángrenlas compresas empapadas en agua ó aguardiente, ó dexar caer las gotas de la sangre de pichón en el ojo, son suficientes para disi- parlos. El edema de la conjuntiva, en conseqüencia de la oftalmia ó de un vicio de los humores, se distingue en la tumefacción, irregulari- dad y transparencia de esta membrana con el lagrimeo y sin inflama- ción : los purgantes hidragogos, los vexigatorios, los colirios reso- lutivos ó astringentes y los fomentos son los medios curativos. Las varices de la conjuntiva son menos freqüentes, porque una dilatación de las venas no es tan común como una hinchazón del te- xido celular. Quando son antiguas y numerosas, es necesario cor- tarlas con las tixeras después de haberlas sujetado con las pinzas ó con una asa de seda colocada en su base: si tienen una grande extensión, se comienza esta sección por la parte inferior, á fin de que la sangre no sea un obstáculo para el operador: en seguida se bañará el ojo con un cocimiento emoliente, ó nos valdremos al instante de un co- lirio astringente, como el alumbre, el vitriolo ú otros semejantes: del mismo modo se tratarán las pequeñas excrescencias blanquecinas y gruesas de la conjuntiva quando son voluminosas é incomodan. Las flictenas no se diferencian de las pústulas de la conjuntiva mas que en ser el humor mas espeso en estas: tienen el grueso de una ca- beza de alfiler ó poco mayores, son transparentes, á no ser que con- tengan dentro de sí algún humor sanguíneo: si vienen á supuración, como se abran por sí mismas, se calmarán los accidentes con las san- grías &c.; y se apresurará la supuración con los fomentos de la flor de saúco tibios, con los baños de vapor y otros remedios semejantes: se detergerán lavando el ojo con una disolución de melaza en agua común, animada con un poco del espíritu de vino alcanforado, y se conseguirá su cicatrización con el uso de un colirio desecante. El pterygium ó la uña es una excrescencia de la conjuntiva pla-< na, mas ó menos extendida, que se forma ordinariamente en el ter- cer párpado: los resolutivos convienen en los primeros tiempos; pero si el mal hiciese progresos, se consume con el polvo de los huesos de xivia, de cristal y de vitriolo blanco puestos muchas veces al dia sobre el tumor con un cañón de pluma ó un pincel, ó bien se em- plea el cardenillo , el precipitado roxo ó la piedra infernal, y en se- guida se lava el ojo con agua rosada. Si el pterygium se resiste á la aplicación de estos medios curativos, es necesario extirparle, dise- cándole ligeramente con un bisturí desde la córnea hacia el grande ángulo, al mismo tiempo que se suspenderá con un hilo pasado por el medio de él: se atacará con la piedra infernal en las porciones que ENF 401 queden , y después se lavará el ojo con agua, aguardiente &c. Si el pterygium es canceroso, y afecta las partes vecinas, nos contentare- mos con solo calmar los accidentes ó extirpar el ojo. El anchantis ó excrecencia de la carúncula lagrimal es bland?, roxa , blanca, escirrosa ó cancerosa: estorbando el contacto de los párpados ocasiona el lagrimeo: se cura de la misma manera que el pterygium. Quando la carúncula está ulcerada se prescribirán los de- tersivos ; pero se remedia con mucha dificultad la epífora ó lagrimeo involuntario; enfermedad en que las lágrimas se vierten continua- mente del ojo, como en la irritación de este, en la afección de los párpados, y en los obstáculos de las vias lagrimales \. Enfermedades de las vías lagrimales. (Cir.) \ Estas en- fermedades afectan los conductos lagrimales, el saco lagrimal ó el canal nasal. Consisten en una tumefacción, constricción, ulceración ú obliteración de estas partes, lo que causa una trascolacion conti- nuada de lágrimas por la cara, un tumor ó fístula lagrimal. La tumefacción de los conductos lagrimales por inspisitud del moco y de las lágrimas es rara; se socorre con las lociones emolien- tes , las inyecciones y la sonda. La constricción y la mutación de su dirección natural depende alguna vez de la compresión que hace algún tumor en las partes ve- cinas; pero mas freqüentemente de la inflamación de los párpados, de la conjuntiva y de la membrana pituitaria, sobre todo en las vi- ruelas, quando llegan á ocupar estos conductos. Si las sangrías, las lociones repetidas del cocimiento de malvas y saúco, ó de azafrán, no detienen nada los progresos de la inflamación en estas partes, y sobreviene la supuración, la obliteración suele seguirse. Sin embargo se puede socorrer, principalmente en las viruelas, inyectando é in- troduciendo la sonda en dichas vias de tiempo en tiempo luego que las pústulas se aplastan. Estos conductos pueden hallarse cerrados solo hacia el saco; en- tonces están dilatados de parre del párpado, por donde se introdu- ce una sonda para vencer este obstáculo. Quando están obliterados hacia el párpado, ó en toda su extensión , la epífora es también con- tinuada, pero sin hinchazón del saco, ó de dichos conductos, y sin trascolacion de humores quando se comprimen. Para remediarlo se aconseja el pasar un sedal por el trayecto de ellos según su direc - cion, ó por medio de una aguja corva, puntiaguda y metida en el saco lagrimal, haciendo una incisión en su parte anterior, en el borde de los párpados, por donde se les proporcione su salida. El sedal suele poner callosos estos conductos, impidiendo la salida de las lágrimas. Este procedimiento difícil y muy doloroso es menos cierto que el siguiente, que consiste en darle un camino ó desahogo artifi- cial, abriendo la parte externa del saco entre el globo del ojo y el TOMO III. EE£ 402 ENF párpado inferior. Para hacer esta operación se sitúa el enfermo en una postura conveniente, un ayudante levantará el párpado superior tirándole hacia afuera ínterin que el operador dobla el inferior ; in- troducirá después la punta aguda de un bisturí corto y estrecho, que sea como una pluma de escribir , desde la parte externa de la carúncula lagrimal hasta el saco, de donde se sacará entre el glo- bo del ojo y el párpado inferior para formar una incisión de quatro líneas de largo y en forma de media luna. Se cortará la conjuntiva, algunos pequeños vasos, una porción del tendón obliqüo del múscu- lo orbicular, y la parte externa del saco lagrimal. Se introducirá en la abertura una sonda ó una pequeña candelilla sujetada con un hilo, que se usará largo tiempo: se precaverá la inflamación con las san- grías y fomentos, aplicando compresas empapadas en cocimiento de malvavisco, ó de otra cosa semejante. De este modo la abertura se pone callosa en su circunferencia, y da paso á las lágrimas. El tumor lagrimal se conoce con el nombre de hernia, hidrope- sía del saco lagrimal, fístula plana, oculta ó imperfecta. Está situa- do por debaxo del grande ángulo de la órbita; es mas ó menos vo- luminoso , oblongo, blando, y formado por la acumulación de las lágrimas, y de un humor mucoso puriforme en el saco lagrimal. Desaparece con la compresión , y entonces dicho material se escapa por los conductos lagrimales ó por el canal nasal. El lagrimeo solo tiene lugar quando está lleno el saco lagrimal, pero no quando está libre. Este tumor resulta de una afección de dicho saco con debilidad en él, tumefacción, cerramiento ú obliteración del canal nasal, por una causa externa, como un golpe, un tumor &c., ó por una causa interna como las viruelas y otras. La irritación de las vias lagrimales puede aun deteaer las lágrimas en dicho saco, y dilatarle, aumen- tando la secreción del moco, que tomando mayor consistencia de la natural obstruye el canal nasal, é impide el que se viertan las lágri- mas. Quando el tumor es antiguo, el saco se llena quanto antes; está mas dispuesto á inflamarse, supurarse y abrirse hacia afuera; hay tumefacción, rubor y dolor en el ojo y en los párpados. Los materiales que salen del saco son puriformes y mas viscosos; los pár- pados se pegan, y el enfermo abre los ojos quando está despierto con mucho trabajo. El tumor lagrimal simple y sin dureza, dolor ni alteración de Ja piel, se puede remediar con los medios indicados quando se pres- criben á tiempo, y hacen que salga mas humedad por la ventana de la nariz del lado enfermo, la qual se presenta siempre seca y estre- chada quando el canal nasal está obstruido. Si el tumor lagrimal es reciente se hace poco sensible. El humor que despide es suave, gleroso y un poco blanquecino. El lagrimeo es poco considerable; se precave al mismo tiempo desalojando el ENF 403 saco muchas veces al día; también se puede hacer uso con provecho de la compresión, para oponerse á la extensión del saco; las inyec- ciones, y asimismo la sonda, son útiles para destruir la causa que estanca las lágrimas. Qualquiera que sea la causa de este tumor puede complicarse con obliteración del conducto lagrimal, lo que se conocerá en que no estará nada dilatado, ó en que por medio de la compresión no saldrá humor alguno. El tratamiento de él no tiene cosa alguna de articular. Pero si ambos conductos están obliterados, el tumor se ha- rá formado solo por la acumulación de un moco puriforme; alguna vez la compresión no logra el hacerle desaparecer; y en algún otro tiempo hace que salga el material por el canal nasal; pues que dicho saco se llena también y se vacia por sí. La curación consiste en res- tablecer á su debido estado el canal nasal, y formar un camino ar- tificial que supla por los conductos lagrimales según los preceptos anteriormente establecidos. Alguna vez se forman debaxo del tegumento que cubre el saco lagrimal abscesos, que podrían confundirse con los tumures lagrima- les ; se les da el nombre de anqilops. Los unos dependen de una causa externa, como un golpe &c., sea que se abran, ó que ellos lo hagan por sí mismos: se curan regularmente sin dexar fístula; y en el caso en que llegue á verificarse no se detienen ni un punto las lá- grimas, y no exige un tratamiento particular; los otros son efecto de la irritación que ocasiona dicho saco dilatado por las partes veci- nas. Se conocerá que es un tumor lagrimal en lo que haya precedi- do en la inflamación, hinchazón de los párpados y en los dolores de cabeza, que se calman por medio de las sangrías, de las cataplasmas y fomentos emolientes. Si se manifiestan estos tumores, se deterge y cicatriza la úlcera; por lo regular queda una dureza, que hace el que retoñe la enfermedad hasta que se abra el saco. Es necesario enton- ces arreglar las vias lagrimales donde está el origen de aquel mal. Quando el tumor lagrimal viene con ulceración de la parte in- terna del saco, y con caries ó sin ella del hueso unguis, hay oftal- mia, dolores vivos en la extensión del saco y del ojo; el tegumento se pone rubicundo, entumecido, blando y muy sensible al tacto; el humor que sale por los puntos lagrimales es caliente y acre, lo que hace que se aumenten dichos accidentes. Sobreviene una tumefacción inflamatoria erisipelatosa, que se propaga por el glóbulo del ojo, pár- pados , nariz, frente y carrillos, con calentura, dolores de cabeza, desvelo &c. : estos síntomas indican la necesidad de las sangrías del brazo y del pie, las compresas mojadas en el cocimiento de malvas ó de flor de saúco ú otros semejantes; pues la inflamación se caima, la hinchazón se disminuye poco á poco desde la circunferencia al centro , oponiéndose á sus progresos; el tegumento queda rubicundo 404 ENF hacia el grande ángulo del ojo, se alivia ventajosamente, se reblan- dece, se abre y dexa salir un pus mezclado con lágrimas, y por último resulta una fístula lagrimal. La constricción que causa el tumor lagrimal conduce á los enfer- mos á desocuparle comprimiéndole, lo que prefieren freqüentemen- te á los demás medios curativos, porque no es nada doloroso fuera del caso de haber inflamación ó ulceración del saco. Como se ha ob- servado que á la compresión no se signe accidente alguno, y que se ha reputado la retención de las lágrimas como producto de la re- laxacion del saco, se ha intentado valerse por diferentes medios de dicha compresión constante y continuada, aplicándola después de la evacuación del saco, ó antes para exprimir las lágrimas del canal nasal. Este medio ha conseguido alguna vez la curación del tumor, deter- minando la estrechez del conducto y del saco , y la adhesión de sus paredes; pero no impide nada el lagrimeo ni la reproducción del tumor. Por otra parte ella ocasiona freqüentemente la inflamación, abscesos &c. No conviene en manera alguna quando la relaxacion del saco no está acompañada de obstáculo en las vias lagrimales. Del mismo modo en todo tumor lagrimal es indispensable restable- cer la via natural de las lágrimas, ó formar una artificial, según los procedimientos que expondremos tratando de la fístula lagrimal. La. fístula lagrimal es una úlcera colocada en el grande ángulo del ojo con derrame de lágrimas, y casi siempre con obstáculo en el canal nasal en seguida de un absceso ó de una úlcera, que ha des- truido la parte media del saco, y pocas veces los conductos lagri- males. Puede complicarse con callosidades, quando es muy antigua, ó quando se abusa de las tientas y de los dilatantes; suele tener mu- chas aberturas exteriores , que se reúnen en una sola en dicho saco; caries en el hueso unguis, en el etmoides, en la apofise nasal del maxilar, y principalmente quando hay escrófulas y viruelas; suele haber comunicación en las ventanas de la nariz, lo que se conoce por el pus que sale por ellas, y en el mal olor que percibe el en- fermo; y por último hay gran pérdida de substancia en el saco y en el tegumento, lo que hace que la fístula sea incurable, ó á lo me- nos de una larga curación. Aunque la salida de las lágrimas sea una señal nada equívoca de la fístula lagrimal, para asegurarnos mejor, y conocer su causa, se intentará introducir por la úlcera en el canal de la nariz una sonda encorvada en su parte anterior, á fin de que las cejas sobresaliendo mas que el saco lagrimal, no la puedan detener contra su pared posterior. Si la pequenez del agujero fistuloso, las callosidades ó las carnes fungosas, que hacen mudar la dirección de su trayecto, es- torban el llegar hasta el saco, para reconocer la naturaleza de la en- fermedad , es menester agrandar la abertura fistulosa con el instru- ENF 405 mentó cortante, ó con un trocisco de minio y sublimado, ó bien un hilo de algodón impregnado de piedra infernal, evitando siem- pre la demasiada pérdida de substancia del tegumento &c.: en se- guida nos serviremos del dilatador ó de la esponja preparada , y al momento se introducirá la sonda; si penetra fácilmente hasta la na- riz, si el obstáculo es poco considerable, puede combatirse de- xándola por algún tiempo dentro del canal nasal, y con las inyec- ciones y los sedales; pero si el obstáculo impide la entrada de la sonda , es indispensable quitarlo en quanto sea posible, ó sino for- mará un canal artificial. Luego que las lágrimas cuelen á la nariz, la fístula se curará, como no esté complicada con una caries conside- rable ú otro mal semejante. Se restablece el canal nasal por medio de inyecciones, sedales, candelillas, sondas, cánulas hechas para pasarlas á este canal por los conductos lagrimales, por la nariz, ó por una incisión en el grande ángulo del ojo, ó entre el párpado inferior y el globo del ojo; y de aquí resultan los métodos de Anel, de Mr. Mejean, de Palluci, de Mr. Laforet, de Mr. Petit, y de Mr. Povteau. El método de Anel consiste en restablecer el canal nasal por medio de la sonda introducida por el conducto lagrimal superior, y las inyecciones hechas por uno ú otro conducto. Los instrumentos indispensables son un estilete de oro ó de pla- ta de un tercio de línea de diámetro, de tres pulgadas de largo, obtuso en una extremidad, y en la otra tendrá una abertura ó un ojo para pasar un sedal; una xeringa de plata, que contenga la mi- tad de una séptima parte de vehículo de lo regular, con un anillo á la mitad para fixar los dedos y sifones de oro rectos ó encorvados, y del grueso de un estilete. Colocado el enfermo á buena luz, y sostenida su cabeza por un ayudante, ó apoyado sobre el respaldo de una silla; el operador se coloca delante de él, levantará el párpado superior con el dedo pul- gar izquierdo, si es en el ojo izquierdo , y al contrario en el otro, á fin de dar al conducto lagrimal la dirección del saco y del canal nasal; tendrá como si fuera una pluma de escribir en la mano izquierda quando se opera en el ojo derecho &c.; la sonda untada en aceyte la introducirá en el canal superior lagrimal, teniendo la mano fixa sobre el carrillo con el dedo pequeño, según su dirección hasta el saco. Entonces habiéndola puesto perpendicularmente se introducirá con suavidad en el canal, meneándolo entre los dedos, lo que se consi- gue con dificultad y siempre con dolor, irritación del ojo y de los párpados &c. Si hay muy poco obstáculo en el canal, se meterá la sonda con la precaución de llegar hasta la nariz, ó donde el enfer- mo perciba sensación dolorosa, y donde haya efusión de sangre. Se dexará quieta algunos momentos; y después de haberla retirado se 406 ENF harán por este conducto ó el inferior unas inyecciones de agua tibia, como también de un agua de cebada y de miel rosada, ó con un co- cimiento de hojas de nogal, el agua vulneraria, el álcali fixo y el vi- triolo blanco según la indicación, pero siempre pasados por un lien- zo fino. Quando el obstáculo es difícil de vencer, para evitar el ha- cer un falso camino es necesario repetir por muchos dias las inyec- ciones y la introducción de la sonda, las que intentadas en vano, no dexan esperanza alguna de curación por estos medios. Este método es conducente quando la enfermedad es nueva, el saco está entumecido con humores que son susceptibles de diluirse quando se ha desobstruido el canal, y que es necesario mantenerle libre, ó en fin quando el enfermo rehusa la incisión necesaria para curarla, y que es indispensable el precaver la inflamación y el abs- ceso. Se pueden asimismo, en este último caso, poner sobre el ojo líquidos adequados, como el agua vulneraria y otros, los que ab- sorvan los puntos lagrimales, y se les cubrirá de lienzos empapados en ellos. Se ha aconsejado también el hacer inspirar por la nariz el vapor de los medicamentos balsámicos ó de los líquidos anterior- mente propuestos. El método de Mr. Mejean consiste en restablecer la via natural de las lágrimas con los sedales pasados desde la nariz á las vias la- grimales por medio de un hilo de seda metido con una aguja en el saco ó en el canal nasal, y sacados por la nariz con una sonda aca- nalada , pinzas, una erina, ó las paletas de Mr. Cabanis. Los instrumentos que se han de preparar para este método son una aguja semejante á la sonda de Anel, de cinco á seis pulgadas de largo, blanda, y alguna vez puntiaguda, en una extremidad hueca para recibir una seda fina, doble, bastante larga, la que sirve para conducir los sedales durante la curación, y aceyte de almendras dulces; unas pinzas de anillo; una erina de tres pulgadas de largo, cuyo gancho estará casi paralelo á su mango, se prolongará por una segunda corvadura, cerca de su punta, la que estará obtusa; pa- letas compuestas de dos planchas ovales, movibles entre sí, y lle- nas de muchos agujeros, las que se pueden poner continuas á nues- tra voluntad, por medio de dos ramas terminadas en anillos. Situado el enfermo , levantado el párpado superior , y teniendo la aguja como en el método de Anel, se introducirá en el saco por el conducto lagrimal superior, y rara vez por el inferior, á causa del ángulo que él forma con el saco: en seguida se enderezará para hundirle en el canal nasal y en la nariz. Esta aguja puede hallar obs- táculo: i.° en la pared interna del saco, á causa de sus desigualda- des y del ángulo que forma con el conducto; entonces se redobla en sí misma, se saca con mucha dificultad, porque puede herir el saco, el hueso unguis, y las demás partes inmediatas, y penetrar al ENF 407 canal medio de las fosas nasales, lo que se distinguirá por la grande movilidad que tendrá la aguja, y lo que inutiliza la operación: 2.0 por la válvula superior del canal y sus desigualdades; en este caso, entre los efectos antes dichos, puede penetrar á la nariz por la mem- brana de dicho canal, ó entre ella y el conducto huesoso , lo que se conocerá en el dolor sin efusión de sangre por la nariz, y sin que se pueda tocar la aguja á descubierto; y en estas circunstancias la ope- ración será aun inútil: 3.0 por la obstrucción, las callosidades y la adherencia de las paredes del canal nasal, que se aconseja horadar con una aguja puntiaguda, aunque entonces estamos mas expuestos á formar un camino falso. Se conoce que la aguja ha llegado hasta la nariz en el dolor que siente el enfermo, en la sangre que se derrama, y en fin en que se toca la misma aguja por su extremidad baxo del cornete inferior. Para sacarla se procurará colocar en la canaladura de una son- da introducida por debaxo del cornete inferior. Si la sonda es sim- ple,se baxará la parte que está fuera de la nariz, para darla la di- rección de la aguja, que sujetada de arriba abaxo se resvalará por la longitud de la cánula, y saldrá por la ventana de la nariz. Si está horadada , se deslizará por debaxo de la aguja hasta que esto se de- tenga; en seguida, después de haber encorvado el extremo hacia adentro por una media rotación de la sonda hacia afuera, se retira hacia sí metiendo su extremidad superior. Si nos servimos de la erina, después de tener sujeta la aguja, se encorva y se retira del mismo modo que se hace con la sonda. Quando se hace uso de las paletas se colocan horizontalmente debaxo de la extremidad de la aguja, las que se encaxan en sus agujeros correspondientes; se cier- ran las láminas haciéndolas pasar la una sobre la otra, y se retiran como diximos antes, pero sin volver las paletas. El dolor y la es- coriación de la membrana pituitaria, originados con el uso de estos instrumentos, se disipan regularmente en muy pocos dias. Fuera la seda de la nariz en la longitud de una pulgada, se la hace un nudo, y se dexa así colgando de la ventana de la nariz por dos ó tres dias hasta que el enfermo no se resienta de dolores. Se pasa de>pues un sedal hecho de quatro hilos de algodón de tres pulgadas de largo, y empapado en una mezcla de aceyte de al- mendras dulces y el ungüento diapalma. Sacando la seda por ar- riba haciéndola subir por el canal nasal hasta la parte superior del saco, se renueva en cada curación todas las veinte y quatro horas; se va aumentando su volumen por grados, y se continúa con ellos por espacio de seis semanas ó dos meses, hasta que se halle desem- barazado el conducto, y no se detengan ya mas los materiales pu- riformes. En lugar de este recurso se aconseja introducir desde luego una mecha compuesta de seis ú ocho hilos de seda destorcida 408 ENF y gruesa de la longitud de una vara, y puesta en ovillo; y cada dos ó tres dias se corta la porción que estaba contenida en las vias la- grimales , después de tirar de ella por la nariz. Á pesar de los buenos resultados de este método, tiene sus in- convenientes ; es muy difícil, y aun impracticable quando hay un pólipo en la nariz, si el cornete inferior y el canal baxan hasta el fondo de las fosas nasales; es muy doloroso ínterin pasa la sonda al principio; está expuesto á formar caminos falsos, sobre todo en el caso de haber caries en el hueso unguis y ulceración en el saco la- grimal, origina tumefacción de los párpados y oftalmia; los hilos dislaceran el conducto lagrimal, inconveniente , que sin embargo po- dia suplir el defecto de los conductos lagrimales; pero como esta dislaceracion es muy dolorosa, valdrá mas cortar aun el saco entre el globo del ojo y el párpado inferior. El método de Palluci se diferencia muy poco del anterior ; no es ni mas seguro ni menos difícil, doloroso y perjudicial. Se practi- ca con un hilo de seda y una cánula de oro de dos pulgadas de lar- go, del diámetro de los conductos lagrimales, armado en un estilete del mismo metal. Se conduce desde el conducto lagrimal superior á la nariz, como se hizo con la aguja en el método de Mr. Mejean. Se substituye en lugar del estilete de oro el hilo de seda, que se intro- duce por el canal de la cánula hasta estar en la nariz, de donde la arroja el enfermo estornudando, ó el Cirujano la saca por medio de la erina. Los sedales se pasan de la misma manera que diximos antes. El método de Mr. Laforet consiste en restablecer las vias lagri- males , introduciendo por la nariz sondas planas, y haciendo inyec- ciones adequadas por medio de algalias encorvadas. Los instrumentos se reducen á una sonda sólida, encorvada en dirección inversa de la longitud del canal, y de un diámetro relati- vo al de él, á la edad del sugeto que padece, y al grado de la en- fermedad; otra sonda abierta en su extremidad para pasar un sedal por la fístula; tres algalias de diferentes tamaños, y encorvadas, para hacer las inyecciones con un anillo hacia su extremidad cóncava, á fin de que pueda servir para ambos lados; por último una xeringa que tenga un sifón largo y adequado para ponerle en las algalias. Colocado el enfermo y puesto como para los otros métodos indi- cados , el operador, después de haber arreglado el grandor y la for- ma de los instrumentos al estado natural de las partes, y el enfermo de las vias lagrimales, pasará á poner sobre el suelo de las fosas na- sales el borde de la sonda plana, teniéndola con los tres primeros dedos de la mano derecha, si la enfermedad está en el lado dere- cho, y al contrario en el izquierdo; pero de modo que su concavi- dad mire hacia abaxo y afuera. Quando se presuma que la sonda se halla ya en el canal dicho, lo que se conocerá en que ya no se ENF 409 mueve, se la volverá hacia adentro, baxando la mano por grados para meterla según la dirección de aquel, y hasta llegar al saco lagri- mal, donde se hará sentir al través del tegumento: se dexará allí por muchos dias para disipar la obstrucción, y para facilitar la introduc- ción de una algalia, por la que se hacen unas blandas inyecciones dos veces al dia, sacándola después que dicha via se halle ya desem- barazada. Muchos obstáculos pueden oponerse á la introducción de la sonda, como la constricción de las fosas nasales, los pólipos, el diámetro ó situación muy baxa de los cornetes inferiores, la vál- vula del canal, que por lo común es demasiado angosta, las hincha- zones , las callosidades ó las adherencias de las paredes de dicho con- ducto y su cerramiento. Este método, puesto en práctica en las enfermedades del canal y del saco lagrimal, seria fácil y poco dañoso, sin el cosquilleo do- loroso que siente el enfermo quando se intenta la introducción de la sonda; sin la irritado^ escoriación, inflamación , ulceración y fun- gosidades de la memorana pituitaria; sin la fractura del cornete in- ferior &c. El método de Mr. Petit consiste en restablecer el canal nasa4 con las sondas, las candelillas, los sedales y las cánulas introducidas por una incisión hecha desde el tendón del músculo orbicular de los párpados hasta el saco lagrimal. Los instrumentos apropiados para la incisión son uno ó muchos bisturíes cortos, estrechos, agudos, con cánula ó sin ella, sobre un lado de su lámina. Los que sirven para desobstruir y restablecer el canal son una sonda obtusa y acanalada, para destruir las obstruc- ciones ú obstáculos de dicho canal; las candelillas de plomo ó de otras materias, de diferente longitud y grueso, con un hilo en su extremidad superior; sedales de diferentes tamaños; una cánula de oro ó de plata, de línea y media de diámetro, de una pulgada de largo, redondeada en su extremidad inferior, y en la superior cor- tada obliqüamente con un reborde. Puesto un ayudante detras del enfermo, el que estará coloca- do y quieto como para los métodos anteriores, tirará de los dos pár- pados, uno hacia arriba y otro hacia abaxo: el operador mantendrá el tegumento del grande ángulo del ojo con el dedo índice de la ma- no derecha para el ojo derecho, y con la izquierda para el otro, puesta sobre la nariz en frente de la comisura de los párpados, y con el pulgar colocado sobre el carrillo por debaxo de la órbita; después con un bisturí delgado como una pluma de escribir, que co- gerá con la mano derecha para el ojo izquierdo, la que se afirmará sobre las mexillas por medio del dedo pequeño, hará una incisión obliqüa semilunar desde el tegumento hasta el saco lagrimal, y se prolongará desde el tendón del músculo orbicular hasta quatro ó tomo 111. fff 410 ENF cinco líneas mas abaxo y mas afuera según el borde de la órbita: cortará el tegumento, los vasos y los nervios cutáneos, algunas fi- bras de dicho músculo orbicular, el tendón del obliqüo, y la parte externa del saco lagrimal, sea hundiendo desde luego el instrumen- to , y retirándole para ensanchar la abertura, sea cortando el tegu- mento , á fin de llegar con mas seguridad al saco: después de haber encorvado hacia adelante la sonda acanalada á causa de la salida de las cejas, se introducirá en el saco sin guia en el primer caso, y se- gún la longitud del bisturí en el segundo; después se profundizará hasta la nariz por la dirección del canal nasal, con mas ó menos vio- lencia según los obstáculos que haya; se conocerá que se ha llegado ya á la nariz en los dolores y la efusión de sangre: si el sedal no pasa con libertad para mantener el canal dilatado, se introducirá por la lon- gitud de la sonda un pequeño hilo de plomo; se cubrirá la parte con hilas y compresas empapadas en un fuerte cocimiento de malvas, sos- tenidas con un vendaje poco apretado, ó con un pañuelo plegado en triángulo y humedecido cada doce horas. Al cabo de tres ó quatro dias se substituirá una candelilla algo mas gruesa que la primera. Quando el canal está bastante dilatado, y que se haya logrado el desembarazo de sus paredes, se meterá una candelilla compuesta de diaquilon y diapalma, ó se pasará un sedal cargado de basalicon y un poco de cardenillo, ó empapado en una disolución alcalina ú otra cosa semejante. Si echamos mano del sedal, se continuará con él hasta conseguir la perfecta curación; en lugar que es necesario suprimir el uso de la candelilla quando la supuración es laudable, y se cicatrizará la herida teniendo una cánula agujerea- da colocada en el canal: si la llaga es muy pequeña, facilitará la in- troducción de la cánula, pasándola al rededor de un estilete coloca- do en el saco: quando no penetra en él enteramente, al cabo de dos ó tres dias se introducirá poco á poco hasta que esté bien metida; en seguida se harán de tiempo en tiempo unas inyecciones de agua ti- bia para hacer correr los humores que estaban detenidos en el canal; y se prevendrá al enfermo que no tome tabaco por aquel lado de la nariz: esta cánula al cabo de un año saldrá de la nariz por su propio peso, y se caerá en la parte posterior de la boca: quando no puede salir por la nariz á causa de su longitud, de su grueso &c , ocasiona- rá un absceso en el grande ángulo del ojo, el que se abrirá y favore- cerá su salida. Este método, mas seguro y menos doloroso, es preferible quan- do se encuentra el obstáculo por debaxo de los conductos lagrimales, como en el tumor lagrimal ó en la constricción del saco , adonde las inyecciones y la sonda, introducidas por estos conductos, son insu- ficientes, y en la fístula, si las sondas de diferentes diámetros no pe- netran nada en el canal nasal, aunque sea grande la abertura iistulo- ENF 411 sa con los remedios antes indicados, cuya elección dependerá de su situación, de su dirección , callosidades &c: la complicación de la caries no exige en manera alguna un tratamiento diferente, como no sea considerable, pues entonces nos servimos de los espirituosos, de los desecantes, y principalmente del cauterio actual conducido en su cánula. Los inconvenientes de este método son: i.° una cicatriz tanto mas grande, quanto el tegumento esté mas maltratado , y cuya de- formidad puede ocultarse con el repliegue del párpado inferior: 2° la inflamación, la ulceración, la erosión del tegumento y la dislacera- cion, principalmente si se ha rasgado demasiado cerca de la comisu- ra de los párpados: 3.0 en fin el redoble de los labios de Ja herida por la introducción y la salida de las candelillas, que ocasionan la irritación , de lo que resulta una fístula alguna vez incurable, á cau- sa de la pérdida de substancia del tegumento y del saco, y entrete- nida con las lágrimas y la salida del ayre. Estos accidentes son efec- to del mal tratamiento, de la afección primitiva de la piel, del vi- cio de los humores, de la sensibilidad de la parte, ó de la mediana irritación, que causa una tumefacción extendida, y una afección in- flamatoria , seguida siempre de supuración y de ulceración. Desde el origen de estos accidentes se suprimirán los medicamentos estimulan- tes , las candelillas &c., ó se emplearán los emolientes ú otros reme- dios semejantes, trasladando para otro tiempo la administración de los medios adequados para quitar el obstáculo que impide el tránsito de las lágrimas. El método de Mr. Ponteau no se diferencia del de Mr. Petit mas que en la incisión que se hace entre el globo del ojo y el párpado in- ferior , como para la obliteración de los conductos lagrimales : se exe- cuta para evitar la deformidad de una cicatriz; inconveniente ligero en comparación de la irritación, de los dolores, de la inflamación y de la tumefacción de la conjuntiva, del ojo &c., con la introduc- ción y colocación de las candelillas &c. Se forma un canal artificial para las lágrimas horadando el hueso unguis con un cauterio actual, como lo executaban los antiguos, ó con una sonda puntiaguda, un trocar &c , y se mantiene esta aber- tura por medio de la tienta, de la candelilla y de la cánula según el método de Woolhouse. El método de los antiguos consistía en hacer con el fuego una abertura que atravesase el hueso unguis, después de haber destruido todas las callosidades. Caida la escara, la cicatriz cierra la abertura y la parte de los conductos vecinos del saco; de lo que resulta un la- grimeo continuado, á pesar de la curación de la fístula: esto es suficien- te para desecharle. En el método de Woolhouse en lugar de aplicar el fuego se perfora el hueso unguis con una sonda puntiaguda, y se 412 ENF mantiene la abertura por medio de una cánula, sobre la que se de- xan cicatrizar las partes. Los instrumentos son un bisturí, una son- da puntiaguda, candelillas, tientas y una cánula mas corta que la de Mr. Petit. Se situará bien al enfermo, y sostenidos los párpados, se hará una incisión semilunar como en el método de Mr. Petit; se atrave- sará el huesounguis hacia su parte inferior con una sonda puntiagu- da ó con un trocar, que se introducirá obliqüamente hacia adelante hasta el canal medio de las fosas nasales, para evitar el herir las ce- lulas etmoidales y el septo de la nariz, de lo que resultarían las fun- gosidades y los obstáculos al tránsito de las lágrimas. Horadado el hueso unguis, se dilatará la abertura con una candelilla, ó mas bien con una tienta de plomo sujetada con un hilo; después se cubrirá la can-delilla con el bálsamo fioravanti, se harán inyecciones del agua vulneraria simple, y quando los bordes de la abertura se hallen con- solidados , se colocará en ellos una cánula, sobre la que se permitirá el que se forme la cicatriz. Este método conviene quando no se pue- de'volver al estado debido el canal nasal. Sus inconvenientes son: la inflamación, la ulceración ú obliteración de la abertura quando los dilatadores no se encuentran tan á mano á causa de su pequenez: accidente que se precave ó se remedia empleando una cánula algo mas gruesa. Estos diferentes métodos tienen mas ó menos efectos saludables; hay casos en que la. naturaleza de la enfermedad, el temperamento de los enfermos y los resultados malos que sobrevienen estorban el buen éxito, aunque estén bien executados. ^f enfermedades del globo del ojo. (Cir.) f Estás enferme- dades afectan todo el globo del ojo, ó solamente alguna de sus mem- branas ó de sus humores; y para esto se practican muchas operacio- nes , que describiremos después de haber expuesto las causas genera- les de la vista delicada, disminuida, destruida ó depravada. En la vista delicada , ó sea la nictalopia,. los enfermos ven mejo? de noche que de dia, á causa de la grande sensibilidad de la retina, del nervio óptico y de su origen: es efecto de una larga costumbre de habitar entre tinieblas, ó por haber padecido oftalmías y afeccio- nes del ojo, de la cabeza y de los nervios: se remedia esto haciendo que el enfermo vaya pasando por grados desde la obscuridad á la luz, ó combatiendo la oftalmia y sus productos según el asiento, la naturaleza de la enfermedad y el temperamento del sugeto. En la debilidad de la vista, ó sea la hemeralopia, los enfermos. Ven con dificultad de noche, y de dia distinguen mas ó menos los objetos, según la luz que haya y el grado de- la enfermedad; suele depender de una ligera opacidad del ojo, de la menor sensibilidad de la retina, del nervio óptico y de su. origen. El primer vicio se ENF 413 combate según el sitio que ocupe y su naturateza: si el segundo pro- viene del cansancio de este órgano , se evitará que el ojo perciba mu- cha luz, y se prescribirán las lociones de agua fria, los fomentos espirituosos, del agua vulneraria, del bálsamo fiorabanti &c. Si es efecto de indisposiciones de estómago ó de algún género nervioso, de la abundancia ó disminución de sangre en el cerebro, se usarán los remedios convenientes. La ceguera ó privación de la vista reconoce diferentes causas: las unas consisten en los obstáculos, que impiden que la luz llegue hasta la retina; tales son la uuion de los párpados, su entumecimiento, las manchas sobre la córnea, la opacidad de esta membrana, del humor aquoso , del cristalino y sus membranas, del cuerpo vitreo, la im- perforacion de la pupila, la mutación del tamaño y forma del globo del ojo: las otras son la insensibilidad de la retina ó del nervio óp- tico hasta su origen. Nosotros hablaremos solamente de esta última especie, que se llama gota serena ó amaurosis. En estas circuns- tancias el ojo no padece vicio alguno aparente,, excepto la dilatación ó el cerramiento- de la pupila, que permanece en uno ú otro de estos estados, lo que muchas veces impide el conocer su verdadera causa. Después de haber muerto los enfermos se han hallado alguna vez las raices de los nervios ópticos, y aun estos mismos nervios com- primidos , enfermos y aun destruidos, la retina mas delgada, muci- laginosa y callosa, y freqüentemente se ha observado no haber nin- guna lesión. Esta enfermedad es continua ó periódica; se ha visto so- brevenir en conseqüencia de hemorragias, de sangrías, principalmenr te del pie, después de una evacuación suprimida, en ocasión de ha- ber una luz muy viva, como la del sol, la de los relámpagos &c. Alguna vez viene acompañada de dolor, de abatimiento, de calor en el fondo del ojo, de dolores de cabeza, zumbido de oidos, so- por, y otras veces se presenta sin ninguno de estos síntomas. Si esta enfermedad no se disipa por sí misma, ordinariamente es incurable: es necesario tratarla según sean las causas indicadas por los signos y síntomas que se descubren. La vista se deprava de diferentes maneras. Se llama: i.° imagi- nación, quando se ven los objetos que no están presentes, como se verifica en la contusión é inflamación de los ojos, en las enfermedades agudas y espasmódicas de la cabeza, habiendo delirio, locura ó he- morragia. 2° Vista falsa, quando se ven los objetos con puntas, cana- les ,_vedijas, pequeñas nubes , colores y movimientos, los quales no son en realidad así, como en las manchas, en la mutación de color y de movilidad de las partes del ojo, ó en conseqüencia de los golpes de cabeza, de las enfermedades inflamatorias, de la plétora, de los va- sos cerebrales y de las afecciones ó plenitud del estómago. 414 ENF 3.0 Miopía, quando apenas se divisan los objetos con distin- ción. Este defecto proviene de la grande convexidad del globo del ojo, de la densidad de sus partes y de la aproximación del cristalino á la córnea, lo que hace refractar demasiado los rayos luminosos, apre- surar su reunión, y que sean mas divergentes sobre la retina Si esta enfermedad ocurre en la juventud, la misma edad la cura después: si proviene por causa de la costumbre de abusar demasiado de la vis- ta , se combatirá con la circunstancia opuesta á esta , evitando de que se sirvan de lentes cóncavas, de fixar los objetos pequeños, y miran- do por un pequeño agujero para debilitar la luz antes de recibirla. Quando se han empleado sin provecho estos medios , y los quales pueden destruir el vicio del órgano, nos serviremos entonces de vi- drios ó anteojos cóncavos, que disminuyan la refracción &c. de la luz, y cuya concavidad sea proporcionada al grado de la enferme- dad: esto se aprenderá mucho mas pronto con el uso que con la dióp- trica. 4° Presbicia, quando solo se divisan con distinción los objetos que están distantes, porque la córnea muy retraída , el humor cris- talino demasiado achatado hacia atrás, pequeño ó hundido, ó estas partes demasiado ralas, no refractan lo suficiente los rayos lumino- sos, ó los hacen mas divergentes sobre la retina. Este vicio es freqüen- te é incurable en los viejos; pero si es producto de inspisitud en con- seqüencia de enfermedades, la plétora puede curarle; pero si no, co- mo en el primer caso, echaremos mano al instante de los anteojos, con los vidrios convexos según el grado de la enfermedad. j.° Estrabismo: entonces un ojo ó los dos están en un perpetuo movimiento, y miran con desigualdad: esta enfermedad se atribuye á la desigualdad de fuerza en los dos ojos, á la mala conformación de la córnea, á la situación viciosa del cristalino, que muda la di- rección é igualdad de los exes ópticos; á la costumbre de mirar con solo un ojo ó á una parte determinada, como lo hacen los miopes y los niños; á la contracción irregular de los músculos del ojo, y á los tumores, que le conducen hacia una parte: así también el pronósti- co y la indicación curativa del estrabismo varían según sus causas. Se debilitará la vista mas fuerte teniendo el ojo cubierto por algún tiem- po con una venda negra. Si los dos ojos están vizcos, se les tapará sucesivamente cada uno durante ocho dias. Si este vicio proviene de la costumbre de mirar á un solo lado, se presentarán los objetos del otro. También se puede aplicar sobre el ojo enfermo una plancha acomodada á la parte, y cubierta de tafetán, y agujereada en el la- do derecho hacia donde puede dirigir su vista. Los cuerpos extraños que hieren al ojo suelen quedar entre los párpados y el globo sin herirlos, ó hacer allí una herida. Se de- be hacer muy prontamente la extracción, bañando el ojo, apar- ENF 415 tando y uniendo alternativamente los párpados, introduciendo una sonda ó un anillo , la hoja de mirto , un pedazo de esponja empapa- da en agua de simiente de lino &c., ó en fin presentando el imán al cuerpo extraño si es una partícula de hierro: quando está agarrada al ojo . ó se cogerá con unas pinzas, ó una cuchara ó una aguja. Des- pués de verificada la extracción , el enfermo se resiente alguna vez de un dolor errante, causado por la irritación del órgano, que se atri- buye á la presencia de los cuerpos extraños, el que se disipa con el baño repetido; pero quando se quedan en el ojo, ocasionan la in- flamación y una tumefacción considerable, que impide la extracción, y la hacen mas difícil y dolorosa. Se emplean las sangrías y los re- solutivos: alguna vez, á pesar de estos recursos, y de estar fuera el cuerpo extraño, la pupila se pone disforme , el ojo se supura y se atrofia, nacen fungosidades, el enfermo pierde la vista, y otros ma- les semejantes. Se sabe, según la experiencia , que puede ser perju- dicial el sacar los cuerpos extraños, los que desde la órbita penetran hasta el cerebro , porque causan accidentes, y así es que se origina la estancación y la supuración de esta viscera. Un hilo ó pedacito de hierro, de tres pulgadas de largo, quedó clavado por espacio de ocho años, sin resultado alguno, en la órbita y cerebro de un niño de edad de seis años: se hizo en seguida la extracción á causa de los do- lores de que se quejaba: la calentura sobrevino en conseqüencia de los dolores de cabeza continuados y demás síntomas, y por último murió al noveno dia: se habia horadado la concavidad de la órbita, y la parte inferior del cerebro estaba con supuración. Las heridas del ojo se lavarán con el cocimiento de saúco, ani- mado con un poco del aguardiente alcanforado, y se aplicarán com- presas mojadas en lo mismo, y sostenidas con un vendaje un poco apretado. Las heridas mas simples exigen el uso de las sangrías; pero si de la sangre estancada ó infiltrada en el ojo se originan dolores vi- vos &c. , se harán las sangrías del pie, se mantendrá el vientre libre, se hará observar un régimen conveniente, y la curación será la mis- ma. Si hay mucha sangre detenida ó extravasada detras de la córnea, se la dará salida por medio de una incisión en el borde inferior de esta membrana. En conseqüencia de una irritación ó de una fuerte contusión en el ojo se acumula alguna vez en la córnea ó detras de esta mem- brana un pus freqüentemente espeso como el del ántrax: esta en- fermedad se llama hipopion. Se combate este mal con los colirio* emolientes, con los purgantes, con los vexigatorios á la nuca y otros remedios semejantes. Si no tiene lugar la absorción del pus, es indis- pensable dexar á la naturaleza la abertura del tumor ó absceso: la curación es mucho mas segura y mas pronta, y la cicatriz menos manifiesta: después se curará la úlcera como las que provienen de 416 ENF ústulas, de la irritación de las cejas, de un vicio de los humores &c., añando á cada paso el ojo con el cocimiento de saúco, después con una disolución alcalina en el agua común, animada con el aguardien- te. La cicatrización se hace en muy poco tiempo, se disminuye fá- cilmente en los niños á proporción que los ojos crecen, y solo que- da en aquellos sugetos que son de una edad avanzada. El albugo ó el leucoma es una mancha de la córnea, que en ma- nera alguna se debe confundir con las cicatrices: tiene un blanco de color de greda , y mas subido; se extiende alguna vez mas en un pa- rage que en otro, varía en su grueso y blancura en diferentes pun- tos , y viene por lo regular con una ligera inflamación del ojo, do- lor y lagrimeo. Estas manchas se disipan por medio de los colirios emolientes, á los quales se les añade las flores de manzanilla y de me- liloto, y por último la hiél de los pescados mezclada con el agua de hinojo ó de celidonia si la enfermedad se resiste á los remedios in- dicados. (V. el artículo albugo. ) La córnea, y principalmente la esclerótica, están también suje- tas á padecer excrescencias fungosas, de un color de carne lívida, desiguales, duras ó blandas, sanguinolentas, y que resultan regular- mente de heridas ó úlceras sin cuidar. Se ligará el fungo por su ba- se quando está estrecha; si son simples, y vienen de causa externa: se disecarán los que ocupen poca extensión , y se tocarán las raices, que no se hayan podido extirpar, por medio de un pincel mojado en una disolución del sublimado corrosivo, ó en la manteca de anti- monio debilitada con la tintura de azafrán; asimismo se podrán des-, truir estas excrescencias con dichos cáusticos si no tienen un carácter carcinomatoso: quando son antiguas, y vienen de causa interna, se desviarán los humores con los purgantes, y se reprimirá su incre- mento lavando el tumor con ekagua celeste, á la que se añadirá el alumbre calcinado: finalmente quando se halla afectada una gran par- te del globo del ojo, de modo que no es posible conservarle, se ha- rá la extirpación particular de este órgano, sujetando el tumor con unas pinzas, que estén en forma de gancho; ó si él es muy blan- do y poco resistente , se vaciará el ojo por medio de una inci- sión transversal hecha en la córnea ó en el fungo, se extrae en se- guida toda la masa sarcomatosa con unas tixeras bien cortantes, ó con el auxilio de los dedos ó de unas pinzas fuertes, que agarren los labios de la primera división: se curará después con las hilas se- cas &c. El iris puede estar imperforado, separado de su lugar, mancha- do , y tener adherencias preternaturales. Si la membrana pupilar no se destruye , no habrá pupila , ó el iris estará imperforado : entonces no se podrá distinguir mas que la sombra de los cuerpos. Se reme- diará prontamente este vicio con una sección circular ó crucial hecha l ENF 417 en la membrana pupilar después de haber hecho una incisión en la córnea. La salida del iris ó de la coroides por la córnea ó la esclerótica, en conseqüencia de una herida ó de una úlcera de estas partes, se lla- ma ctafiloma, tumor negro, desigual, mas ó menos voluminoso con deformidad de la pupila, obscurecimiento de la vista, y fre- qüentemente con ceguedad é inflamación continuada. Si el estafilo- ma es reciente, pequeño, y sin adherencia para destruirle, es nece- sario establecer el descanso al enfermo, tenerle echado del lado, sangrarle, poner sobre el ojo los blandos resolutivos, ó también los estípticos, y exponerle alternativamente á la luz y á la obscuridad para hacer que empiece á moverse el iris, ó se volverá á colocar esta membrana después de haber agrandado la abertura de la córnea; y para estorbar el que se regenere, se evacúa por espacio de mu- chos dias el humor aquoso, separando los labios de la herida. Quan- do el estafiloma es antiguo, adherido, y que los bordes de su aber- tura son duros y callosos, pero sin dolor y sin otros accidentes no es necesario quitarle; pero si es causa de que el enfermo sufra mu- cha incomodidad, se hará la extirpación particular del ojo. El iris desprendido en una parte de su círculo ciliar sea por una causa externa violenta, sea en el caso de tener adherencias con la córnea después de una quemadura, un absceso &c., forma allí una abertura, que se aumenta ó disminuye, quedando la pupila enton- ces disforme. Si este desprendimiento se verifica en muchos puntos, habrá otras tantas pupilas morbosas, y alguna vez la porción sepa- rada cubrirá una parte de la pupila natural. El método curativo es- triba en saber remediar estos accidentes. Después de la evacuación del pus y del humor aquoso en el caso de un absceso, ó de herida en la córnea, el iris se aproxima á esta membrana, contrae adherencias, y alguna vez se une á la membrana del cristalino, lo que vuelve la pupila oval, mas ó menos prolonga- da é irregular, y afecta la visión. Si la adherencia es reciente se des- truye exponiendo al enfermo alternativamente á la luz y á la obs- curidad: si es antigua es incurable; alguna vez sin embargo con el tiempo la disformidad de la pupila y el vicio de la visión pueden corregirse. Los humores del ojo pueden perder su transparencia y viciarse en sus qualidades por su posición &c. La opacidad del humor aquoso viene de la mezcla de pus, san- gre y otros humores; no se ve nada del iris , la vista se enturbia &c. Si no alcanza la reabsorción de estos líquidos, y sobrevienen acci- dentes , es menester darlos salida por medio de una incisión en la parte mas declive de la córnea; y según las indicaciones se separarán los labios de la herida en cada curación durante algunos dias. TOMO 111. GGG 418 ENF La opacidad del humor vitreo se llama glaucoma. Sus signos son un velo hundido detras de la pupila, de un color aplomado ó verdoso sin círculo negro en su circunferencia; por consiguiente la vista turbia, y por último la ceguera. Se trata esta enfermedad con los atenuantes, purgantes &c, los quales en el principio del mal surten alguna vez buenos efectos. La disminución de los humores del ojo causan la atrofia: sus membranas se marchitan, el iris no tiene su color natural, y por úl- timo se pierde la vista. Esta enfermedad es incurable quando de- pende de la pérdida del humor vitreo, el qual no se reproduce. El cristalino puede mudar de dirección, como quando su borde se presenta por delante &c., ó pasar á la cámara anterior; estos ca- sos exigen la extracción. La opacidad del cristalino, de su humor mucoso, de su cápsu- la , se llama catarata. Rara vez es enfermedad hereditaria; alguna vez es de nacimiento, y mas freqüente según la edad de los suge- tos. Afecta un solo ojo, ó los dos, sobre todo quando es congénita. La catarata cristalina es la mas común; puede ser también fluida, blanda , sólida y como huesosa en un punto ó en toda su extensión: entonces el cristalino pierde regularmente una ó dos líneas de diá- metro. La catarata membranosa y la mucosa son mas freqüentes en las cegueras de nacimiento; son secundarias quando después del ba- timiento ó la extracción del cristalino, la cápsula se entumece y es- pesa , ó forma una acumulación de moco puriforme. Estas cataratas son simples si no hay mas que una parte viciada, si el enfermo dis- tingue la luz, y la pupila es movible: son compuestas quando hay la opacidad de cristalino, y de su cápsula en su totalidad ó en par- te; y en fin son complicadas si tienen adherencias al iris, ó una cons- tricción permanente de la pupila &c, glaucoma, gota serena, dolo- res profundos en el globo del ojo, movimientos convulsivos y otros males semejantes. Todos provienen de la desecación de las partes viciadas, ó de su entumecimiento, en conseqüencia de golpes, de estar mirando con mucha freqüencia la luz ó cuerpos muy peque- ños &c, y de evacuaciones suprimidas. Quando se forma la catarata la vista se debilita, el enfermo ve como unas moscas, se le presentan telas de araña y otras cosas se- mejantes. La pupila se halla mezclada de muchos colores, la vista se obscurece, y solo se perciben bien los objetos quando se ponen en una disposición favorable, percibiéndose manchas en ellos; la vi- sión se pierde por último, y no se distingue ni aun la luz; en estas circunstancias está formada ya la catarata, y se distingue por detras de la pupila un color extraño, ó un velo fixo ó movible según el movimiento del globo del ojo y de la cabeza, lo que hace que se llame flotante, de un color blanco como la leche, é igual, si la ca- ENF 419 tarata es membranosa, en un sugeto joven ó cristalina y sólida; mas ó menos amarilla según la edad; y de un color ceniciento con man- chas en forma de lineas &c., si es mucosa ó blanda; y por últi- mo es morena quando es fluida, y esta es la que se llama catarata negra. Se reconoce el asiento de esta enfermedad por su situación mas ó menos profunda; y se juzga que se halla complicada con glaucoma ó gota serena, según los vicios de la visión, antes ó duran- te los progresos de la ceguera; la inmovilidad del iris y la dilatación excesiva de la pupila tienen alguna vez lugar quando el cristalino opaco aumenta de volumen &c. La curación de las cataratas consiste en intentar la resolución con los remedios mercuriales si provienen de una causa venérea; pero lo mas principal y mejor es el hacer su batimiento ó la ex- tracción. Se pueden operar las cataratas en todos sus grados en los suge- tos sanos en toda edad, sea que distingan algo la luz, ó que no vean nada, y tengan ceguera independiente del glaucoma ó de la gota serena. La operación será fácil quando el ojo es saliente, grue- so , poco sensible, y fácil de fixar quando la catarata es cristalina, sólida y simple; será muy laboriosa quando nos hallemos en circuns- tancias opuestas, principalmente si es membranosa, y su asiento es en la parte posterior de la cápsula, quando el iris está viciado, ad- herido, la pupila muy estrecha &c. Antes de practicarla se prepara- rá el enfermo según las indicaciones, para precaver la inflamación y los demás resultados. Se podrá tocar de tiempo en tiempo el ojo con los dedos para que obre mejor el instrumento; se elegirá un dia bueno, y un lugar bastante claro. Para executar la operación se colocará el enfermo en un asiento un poco mas baxo que el del operador, de cara á la luz, baxándose un poco del lado de la extracción, á fin de que se dilate la pupila. Como los dos ojos tienen sus movimientos correspondientes, se fixa- rá el ojo sano llenando de hilas ó algodón el hueco que queda de- baxo de la órbita hasta las cejas; después se cubrirán con unas com- presas, que se sostendrán con un vendaje un poco apretado, y lo tendrá un ayudante mientras se hace la operación. Este mismo ayu- dante reclinará contra su pecho la cabeza del enfermo con sus dos manos aplicadas sobre la frente, de modo que los dedos índices es- ten colocados casi cerca del pequeño ángulo del ojo sobre el pár- pado superior, el que se levantará y doblará un poco, y se com- primirá entre el arco ciliar y el globo del ojo para fixarle hacia fuera y arriba. Colocado el operador delante del enfermo, el que aplicará sus manos sobre sus piernas afirmadas entre las de aquel, sea que él se asiente sobre las rodillas del ayudante, ó sobre un asiento, loque es mucho mejor, colocará el dedo índice de la mano derecha para 4¿o ENF el ojo derecho, y el de la mano izquierda para el otro, cerca del grande ángulo del ojo sobre el párpado inferior, el que se baxará y meterá entre el borde de la órbita y el del ojo para mantenerle fixo abaxo y adelante. Este procedimiento simple y fácil de executar es preferible al instrumento llamado especulum puesto entre los pár- pados , el qual aunque haga el mismo oficio que los dedos del ayu- dante y del operador, no es tan seguro á causa de la variedad en la forma del ojo &c.; también hay el especulum, que se introduce en- tre los párpados y el ojo, ó la erina doble de Berenger, cuyos dien- tes se afirman en la conjuntiva en la parte inferior del globo, ó la sonda ahorquillada de Palluci, cuyas dos puntas derechas, cortas y un poco agudas se fixan sobre la esclerótica, ó sobre la parte interna del diámetro transversal del ojo; instrumentos que irritan y ocasio- nan la tumefacción, inflamación &c. de estas partes. Los ojos pe- queños y muy movibles exigen una compresión mas fuerte; y si la sensibilidad es tan viva que tocándolos con la punta del instrumen- to estimulan, y no pueden ser lo suficiente detenidos, vale mas trasladar la operación para otro tiempo mas conveniente. La operación para batir la catarata consiste en dislocar el humor cristalino, y hundirle en la parte inferior del humor vitreo con una aguja plana, pulida y cortante en los lados de su punta. El opera- dor la cogerá como si fuese una pluma de escribir, los cortes diri- gidos verticalmente por la mano derecha, si es para el ojo izquier- do, al contrario para el otro, y á una pulgada de distancia de su punta; el codo apoyado sobre su rodilla; la mano fixa sobre la sien con los dos últimos dedos, y el ojo del enfermo que mire un poco hacia la nariz; se introducirá la aguja á dos líneas y media ó tres de la córnea, y en la extremidad externa del diámetro transversal del globo; se seguirá esta dirección hasta tener quatro ó cinco líneas de profundidad, penetrando la conjuntiva, la esclerótica, la coroides, la retina, el humor vitreo, y la parte posterior de la cápsula del cristalino; después se baxará el mango de la aguja, cuyos dos cortes se conducirán en seguida horizontalmente sobre el cristalino, para comprimirle y obligarle mediante unos pequeños movimientos de media rotación á que se coloque en la parte inferior del humor vi- treo, donde se tendrá quieto por espacio de un minuto; en seguida se levantará la aguja y se retirará si el humor cristalino queda baxa- do; pero si no se repetirá el batimiento; y en el caso de que tomase adherencia á la aguja se desunirá retirándola un poco, y dándola vueltas entre los dedos. Si ínterin se practica la maniobra la sangre se estanca en el ojo, é impide el ver los movimientos de la aguja, se sacará esta; y después que se llegue á absorver se volverá á princi- piar la operación. Retirada la aguja se cerrarán al instante los párpados, sobre los ENF 421 quales se aplicarán unas hilas, unas compresas empapadas en un fuerte cocimiento de la raiz de malvavisco, y sostenidas con un vendaje un poco apretado, el que cubrirá también el ojo sano. Se acostará después el enfermo con la cabeza un poco levantada; se le dará po- co de beber de una vez: cinco ó seis horas después se le hará una sangría del pie &c. Se le encargará que evite todo esfuerzo violento, que pueda ocasionar la mudanza de lugar del humor cristalino; la pieza estará obscura; se curará dos ó tres veces al dia, pero sin ex- poner el ojo á la luz hasta que hayan pasado unos diez dias, en que se les pueda permitir que miren los objetos: por último se socorre- rán los diferentes accidentes según su naturaleza, como son la infla- mación , los dolores, los vómitos que sobrevienen alguna vez desde el momento de la picadura ó incisión de las membranas, ó en los primeros dias después de la operación &c. Esta maniobra se executa en la catarata cristalina quando el ojo está sujeto á inflamarse, y quando hay redoblamiento de los párpa- dos. Se practica también quando el cristalino se halla bastante con- solidado para resistir á la aguja si no tiene adherencia ni otro de los síntomas que expusimos antes. Puede también ser conveniente quan- do la catarata es mucosa, ó que el humor cristalino está en parte disuelto; pero entonces se abre la cápsula anteriormente, para que el humor aquoso acabe la disolución, y que la reabsorción se verifi- que como en el caso de la estancación de sangre ó de pus. Baxando el cristalino disminuye de volumen, y se disuelve regularmente an- tes de muchos años: alguna vez se eleva mas ó menos por detras de la pupila, pasada de la cámara anterior, en donde se producen do- lores muy vivos, que obligan á poner en práctica la extracción, á menos que no se haya trasladado detras de la ubea, como de ello tenemos un exemplo. La extracción de la catarata es preferible al batimiento, es mas segura, y conviene en todas sus especies. En esta operación se hace una incisión en la córnea, se separa el cuerpo opaco, y se extrae por la pupila. La incisión de la córnea debe hacerse inme- diatamente de su unión con la esclerótica, á fin de que la cicatriz no dañe en nada á la visión, y ver al menos la mitad de la circun- ferencia de esta membrana para facilitar la acción de los instrumen- tos y la salida del cuerpo opaco, y principalmente del cristalino. Se puede executar en lo alto de ella ó en sus lados; pero es mas ven- tajoso en su parte declive, y se comienza en el medio de la media circunferencia de esta membrana para facilitar la acción de los ins- trumentos, y también en los extremos de su diámetro transversal. Los instrumentos preferibles para el primer procedimiento son: i.° un cuchillo delgado encorvado sobre su plano , triangular, muy agu- do y cortante por sus lados, que estarán de quatro á cinco líneas 422 ENF de distancia de su punta: 2.0 unas tixeras cuyas hojas sean muyes- trechas , delgadas, de punta roma, derechas según su corte, y en- corvadas en su plano. El operador cogerá el cuchillo con la mano que tenga mas exer- citada para esto entre los tres primeros dedos, dirigiendo el corte de él hacia los ángulos del ojo, y el mango hacia abaxo. Después de haber apoyado el codo sobre su rodilla, y los últimos dedos en la mexida del lado del ojo enfermo, conducirá la punta del instru- mento á la parte media é interna del medio arco inferior de la cór- nea, y á una quarta parte de línea de la esclerótica, será donde se introducirá perpendicularmente en el ojo hasta su cámara ante- rior, y en seguida se levanta hasta por encima de la pupila, y dis- minuyendo la compresión de los dedos hacia lo baxo del ojo en el mismo tiempo que el ayudante lo hace hacia lo alto: después se re- tira el instrumento procurando no herir el iris, y agrandando por ambos lados el corte; pero con preferencia hacia el ángulo pequeño del ojo. Si esta incisión no fuese suficiente, se prolongará por los dos lados ó por uno solo con las tixeras, cuya concavidad irá mirando á la córnea. Con este procedimiento se fixa con mucha mas facilidad el ojo, excepto quando es muy movible hacia arriba, porque se está menos expuesto á interesar el iris. El instrumento preferible para el segundo método es un bisturí, cuya hoja sea delgada, de diez y ocho líneas de largo, derecho, fle- xible á lo largo de su dorso, excepto en una línea de distancia de su punta, que será muy delgado, convexo hacia su corte, de quatro á seis líneas de ancho hacia su punta, separado de cada lado de los dos tercios de su latitud, y sostenido por un mango un poco plano según la dirección de la hoja, y de tres pulgadas y media de longi- tud. Este bisturí tiene algunas ventajas: i.° que los que son estre- chos como el de Mr. Lafaye y Venzel, con el que se termina el corte atravesando el ojo, y con él solo se vierte una mediana canti- dad del humor aquoso, y no se hiere en nada al iris: 2.0 que aquel cuya hoja está encorvada, ó solo separada de un lado, sirve tam- bién para la operación en ambos ojos, al paso que es mas delgada y cortante: 3.0 por último en que el instrumento de Mr. Guerin com- puesto de dos hojas, de las quales la una tiene una punta, que se debe aplicar en la córnea por su parte interna mientras que la otra sobrepujando con una hoja triangular se aproxima á la primera por medio de un resorte, y no puede seguir las mutaciones del ojo du- rante se hace la sección &c. El operador agarrará el bisturí del mismo modo que lo hizo con la aguja destinada para batir la catarata, de modo que la punta del dedo medio exceda un poco la extensión del mango, y que la punta vaya inclinada hacia la nariz y el corte hacia abaxo. Apoyará el ENF 423 codo sobre la rodilla, y los últimos dedos sobre la eminencia del hueso pómulo, después llevará la punta del instrumento un poco hacia abaxo en la extremidad externa del diámetro transversal de la córnea cerca de la esclerótica ; desde luego se meterá perpendicular- mente en el ojo hasta estar en su cámara anterior, la que se atravesa- rá llevando la punta por delante hasta salir por el lado opuesto, y cuya incisión se concluirá allí. Si el ojo se mueve demasiado hacia la parte interna mientras que el instrumento le atraviesa, se le man- dará al enfermo que mire hacia el lado opuesto, se disminuirá la presión superior, se presentará mas ventajosamente el grande ángulo del ojo, y no se continuará el corte hasta que el ojo esté ya quieto, ó al menos en una posición favorable; quando se saque el instrumento de la parte interna del globo del ojo al través de la córnea, se incli- nará el corte de él un poco hacia adelante, y de este modo se debe concluir. Lo mismo se executará si nos servimos de un bisturí de- masiado estrecho; y después de haber interesado el lado interno de la córnea, el iris se presenta sobre el corte del instrumento, al ins- tante se retira para concluir el corte de la córnea. Si el ojo se man- tiene bien fixo, este método es muy simple , el mas fácil y mas segu- ro ; pero es un poco arriesgado el herir el iris. Mientras se executa la incisión de la córnea se puede cortar la cápsula del cristalino con el cuchillo antes de llevar la punta de él por debaxo de la pupila, ó con el bisturí, quando él pase con su punta por delante de esta abertura. Pero si el ojo está muy movi- ble, no se cortará esta cápsula hasta después de haber hecho la inci- sión de la córnea, y esto por medio de la aguja para batir la cata- rata introducida por la pupila, después de haber levantado con unas pinzas ó un estilete de gancho el borde de la incisión hecha en la córnea , ó con el bisturí de Mr. Tenon, ó bien con el kistotomo de Mr. Lafaye, formado con una lanceta pequeña, cuya hoja es muy estrecha, puntiaguda, y colocada sobre un resorte á botón metido en una vayna, que termina á modo de pico de flauta: se mete cer- rado por debaxo de la córnea en la pupila hasta dicha-cápsula, la que se cortará haciendo que salga la hoja. Una simple punción es regularmente suficiente, y con solo la acción de los músculos del ojo se expele el humor aquoso y el cristalino. Quando la cápsula es muy densa, ó tiene adherencias al iris, ú otra causa semejante, es ne- cesario alguna vez hacer una incisión mas prolongada haciéndola crucial, y al mismo tiempo levantando los bordes para facilitar me- jor la salida del cuerpo extraño, y precaver la inflamación y la su- puración. Estando dicha cápsula suficientemente abierta, si después de ha- ber pasado algunos minutos no se presenta el cristalino por la pupi- la que está bastante dilatada, se hará con los dedos una suave y li- 424 ENF gera presión sobre el párpado inferior entre el ojo y el borde de la órbita. Si no sale, aunque se halle libre se cubrirá el ojo, y á la tar- de ó á la mañana siguiente se repetirá la maniobra. Quando se halle adherido al iris se separará con la aguja ó con el bisturí de lámina muy aguda, metiéndole por la pupila. La catarata de la parte an- terior de la cápsula exige también la incisión de esta membrana, y en seguida se extrae por medio de las pinzas: el cristalino entonces, mucoso ó disuelto, sale al mismo tiempo. Se puede extraer con el cristalino, en su totalidad, ó por pedazos la cápsula enteramente opaca, la que se sacará con las pinzas suavemente con cuidado y por un lado. Si se halla adherido al iris, no se intentará sacarla tirando, sino que se cortará con unas tixeras muy estrechas cortando las por- ciones que se presenten delante de la pupila. Se cuidará de quitar con la cucharita las mucosidades ú otros cuerpos extraños: durante la extracción se debe temer la trascolacion del humor vitreo, y la dis- laceracion del iris &c. Si esta membrana sale por la córnea, se colo- cará con un estilete ó con una cuchara el borde de la córnea para evitar que irrite y origine una inflamación. Después de la operación se cerrará el ojo: se harán las curacio- nes y se tratará como quando se hizo el batimiento de la catarata. Se puede operar desde luego en el otro ojo, si también padece la misma enfermedad; pero vale mas remitirse á otro tiempo en quanto á hacer la operación, y mas quando la primera ha sido algo labo- riosa, ó un poco difícil el fixar el ojo. Si sobrevienen algunos acci- dentes, la herida de la córnea se cicatriza pronto en quatro ó cinco dias, el humor aquoso se regenera con el cuerpo vitreo en lugar del cristalino. El ojo se queda mas pequeño, menos convexo, menos denso, y por consiguiente el sugeto queda presbito. Enfermedades por cuyo motivo se practica la extirpación del globo del ojo. Las enfermedades que atacan á todo el globo del ojo , y que regularmente piden su extirpación ó extracción son la hi- droftalmia, el carcinoma y la exoftalmia. La hidroftalmia es la sobreabundancia del humor aquoso ó del vitreo, ó de los dos á la vez. La primera se distingue por la eleva- ción de la córnea, y principalmente por la profundidad del iris; la segunda por estar la pupila muy dilatada é inclinada hacia adelante; y la última por la transparencia del ojo y por el grosor extraordi- nario en todo este sentido. Quando la hidroftalmia es simple y poco antigua se ha remediado con los drásticos, los cauterios y la punción hecha en la córnea, que será mejor con la aguja que con el trocar, que se puede repetir muchas veces sin riesgo alguno. Si proviene del humor vitreo se evacuará horadando la esclerótica, y el ojo quedará atrófico; pero quando la distensión de las membranas es considera- ble, con dolores violentos de cabeza, calentura, pervigilio &c. sin ENF 4*5 esperanza de que el ojo llegue á recuperar bien sus respectivas fun- ciones , es necesario dividirle prontamente con una incisión suficiente en la córnea: estando ya evacuados los humores, inmediatamente se disipan los accidentes, las membranas se contraen y constriñen, la consolidación se efectúa en muy poco tiempo, y queda una por- ción carnosa, movible y adequada para recibir un ojo artificial. Si las túnicas son muy gruesas, sarcomatosas &c. se hará la extirpación de una parte del globo como para los fungos de la córnea, hacien- do una incisión crucial en esta membrana antes de evacuar el ojo. El carcinoma del ojo es una excrescencia carnosa de este órga- no, y alguna vez de las partes que le rodean, con dureza, desigual- dad, color lívido, dolor violento y lancinante, que se extiende hasta la cabeza y á las sienes, rodeado de venas varicosas, y si se ulcera da un pus sanioso, y alguna vez con sangre. Por estos sig- nos y los conmemorativos sobre el origen y progresos del tumor, se llega á averiguar su naturaleza y juzgar de la profundidad de sus raices. No es necesario combatirle con los cauterios, pues estos irri- tan y aumentan los accidentes, lo que no llega á verificarse en los fungos. Se debe curar con el instrumento cortante, y la operación será acertada si se practica desde el origen ó raiz del tumor, quando es antigua, pero movible, sin caries, y sin afección de la masa cere- bral &c. Para extirpar el ojo de la órbita se prevendrán los instrumen- tos convenientes, que son un bisturí de hoja estrecha, recta y larga, bien cortante y fixo en su mango; tixeras con hojas corvas sobre su plano; una erina ó gancho, y pinzas. Situado el enfermo debidamen- te sobre una silla, ó puesto sobre su cama, si los párpados están sa- nos y gozan movimiento, el superior se levantará con los dedos de un ayudante, que estará colocado por detras de él, mientras que el operador baxará el inferior con la mano izquierda para el ojo izquier- do , y con la derecha para el derecho. Si se estrangula el globo del ojo, se hará una incisión desde la comisura externa hasta el pequeño ángulo de la órbita; y si estuviesen adherentes y sanos los párpados, se disecarán principiando por el inferior. Desprendidos los párpados se meterá la punta del bisturí como para cortar hacia sí entre el globo del ojo y el párpado inferior cerca de la comisura interna, desde donde se conducirá el instrumento circularmente hacia el ángulo pequeño, cortando la conjuntiva, el músculo pequeño obliqüo y el texido celular que une el ojo á la órbita. Después de haberle retira- do se volverá á poner en el parage desde donde comenzó la incisión, dirigiendo su corte entre el globo del ojo y el párpado superior, para llegar de la misma manera casi hasta la incisión del pequeño ángulo, que interesará la conjuntiva y el texido celular que está en las inmediaciones: habiendo aplicado sus dedos sobre el tumor para TOMO III. HHH 426 ENF comprimirle hacia abaxo, se conducirá también el bisturí del lado del ángulo interno para cortar el tendón del músculo grande obli- qüo; y conduciéndole en seguida hasta el pequeño ángulo, se des- prenderá el ojo desde lo mas profundo: después se cortarán del Fondo de la órbita los músculos rectos, los nervios ópticos y demás partes con las tixeras metidas por el parage mas cómodo, y de ma- nera que su concavidad corresponda al globo, con lo que le empu- jarán los lados hacia adelante, para extraerle con mas facilidad, y cortar las partes que puedan aun detener su salida. Extirpado el ojo, se quitarán al momento con las tixeras, las pinzas ó la erina, las es- quinrosidades que queden en la órbita; y si hubiese entonces he- morragia se cohibirá primero, llenando el hueco de la órbita con hilas, las que cubrirán unas compresas, y se apretarán por algunos momentos. Quando los párpados están carcinomatosos, los compre- henderémos con las comisuras en las incisiones, que principiarán igualmente en el grande ángulo después de haber fixado convenien- temente las partes vecinas; entonces se cortarán los tegumentos, el tendón y una parte de las fibras del músculo orbicular, el elevador del párpado superior, los vasos &c. Concluida la operación se curará con las hilas, que se pondrán hasta por encima de las cejas, y se sostendrán con las compresas y un vendaje. Se le prescribirá al enfermo un régimen conveniente, que será sangrarle del pie algún tiempo después, si no ha experimen- tado mucha efusión de sangre durante la operación &c. Se dexará que se desprendan las hilas con la supuración, quitando los apositos externos, los que se fomentarán con una mezcla de la yema de hue- vo y el aceyte rosado; en seguida se curará en seco, para precaver las vegetaciones fungosas, las que acaso se reprimirán con los pol- vos de sabina y el alumbre, ó con la piedra infernal; y si no ceden á beneficio de estos recursos, se aplicará el cauterio actual, ó se extir- parán. La consolidación principia por el exterior; la concavidad de la órbita se estrecha, y se llena en su fondo de una substancia fun- gosa, roxiza, insensible, de la que se desprende por largo tiempo un humor viscoso: alguna vez hacia el fin de la curación se origina en el fondo de la órbita y de la dura-madre primitivamente afectada un fungo, cuyos progresos son rápidos, hay dolores, calentura y otros síntomas mas graves que los que habia antes de la extirpación del carcinoma: es indispensable el extirparlo desde su raiz para di- sipar estos resultados; en otras ocasiones las parótidas y otras glán- dulas se hinchan, están afectadas &c. En estos casos los enfermos disfrutan de una vida valetudinaria, y al fin perecen. Se corrige la deformidad de la órbita con un ojo de esmalte, cuyo grandor, figura y color serán semejantes á las que tenia el ojo sano; será convexo por delante y cóncavo por detras, como para la ENF 427 atrofia del ojo, 6 quando después de haberle vaciado, ó de haber ex- tirpado una parte, queda una porción. Se introduce debaxo del pár- pado superior después del inferior, de modo que la pupila esté igualmente distante de los dos ángulos. Se quita baxando el párpa- do inferior, y comprimido por debaxo de las cejas, ó retirando su borde inferior con la cabeza de un alfiler gordo. Si la parte se halla entumecida y sensible, si el ojo artificial es tosco y mal hecho, so- brevienen la inflamación, los dolores de cabeza y otros accidentes, los que se remedian quitando este ojo y usando los emolientes &c. Después de la completa extirpación se guarnece el ojo artificial de hilas, ó se le dará una figura cónica, para llenar bien la órbita, y permanecerá inmóvil, á pesar de la movilidad de los párpados. Es difícii determinar la deformidad que resulta de la extirpación del ojo y de los párpados; sin embargo se puede corregir con un ojo montado sobre los párpados artificiales, fixados por dos pequeños resortes, ó por un círculo de acero que pasen al rededor de la cabeza. La exoftalmia ó salida del ojo fuera de la órbita es originada por la tumefacción del texido celular que le rodea, ó por tumores formados en la órbita ó en sus partes vecinas. Si la tumefacción es sanguínea, se distingue bien y se trata como las contusiones de los párpados. Se conoce que es linfática ó adiposa, porque la salida del ojo es lenta, y sin dolores si el globo está poco viciado, y si las partes inmediatas ala órbita sanas, ó primitivamente afectadas, resis- ten menos á la compresión que en los exóstoses y en los tumores formados al lado de la órbita. Alguna vez se resuelve en su princi- pio con el uso del mercurio dulce, de purgantes hidragogos conti- nuados por mucho tiempo, y con el auxilio de un cauterio, ó de otros medios semejantes. Asimismo se podrá extirpar ó destruir con el fuego la porción aparente de la tumefacción; pero se arrancará el ojo si la enfermedad es antigua,si hace progresos rápidos, y ocasiona dolores vivos, calentura &c. La exoftalmia producida por un exós- tose exterior de la órbita no exige la extirpación del ojo hasta después de haberla atacado inútilmente con los cáusticos, como el actual &c. Esta operación es necesaria quando el ojo se halla muy saliente con graves accidentes por un fungo de la dura-mater; pero si proviene de sarcomas en el seno maxilar ó en las fosas nasales, se les comba- tirá en sus cavidades con los medios que dexamos indicados ^. Enfermedades de la nariz y de las fosas nasales. (Cir.) ^ Las heridas transversales de la nariz, profundas y con dislacera- cion, se reúnen con mas seguridad por medio de la sutura, que con los emplastos aglutinantes y el vendaje. Si hay un girón que está to- talmente separado y se halla sin contusión, se reunirá por medio de la sutura y de los emplastos aglutinantes, llenando de hilas las ven- tanas de la nariz, cubriéndolas con un cartón de la misma figura, y 428 ENF sostenido el aparato con un vendaje adequado. Se conservará la parte con un calor suave durante cinco ó seis dias; si los girones no están aglutinados y parece que están podridos, se quitarán y se curará la herida con el vino meloso, los balsámicos y demás remedios, como en las heridas con pérdida de substancia. La extirpación de los granos ó berrugas de la nariz, ó su destruc- ción con los cauterios, causan alguna vez dolores en el ojo, la oftal- mía, y por lo común una erisipela mas ó menos considerable. Se pueden precaver estos accidentes con las sangrías, el régimen, las fomentaciones emolientes &c. En los abscesos de la nariz, aunque la fluctuación sea alguna vez sensible hacia afuera, se curan con mas prontitud y sin disformi- dad , abriéndolos por sus ventanas con un bisturí puntiagudo, ó con una lanceta extendiéndose como ocho ó diez líneas. Si los cartíla- gos ó los huesos están descubiertos, se emplearán las inyecciones del agua de cebada con la miel rosada, ó con el vino melado, y asimismo los sedales pasados por medio de una contra-abertura sobre la nariz. Se separarán las porciones extraídas ó afectadas de caries ó necrosis por medio de una incisión exterior, si no son suficientes las ventanas de la nariz. Los golpes ó caidas violentas sobre la nariz, y principalmente sobre su parte media, pueden hundir los huesos, fracturarlos, ó se- pararlos de los inmediatos. Si ofrecen resistencia, la percusión se comunica al cráneo y al cerebro, y origina los accidentes propios de la conmoción cerebral. Si se hunden habrá rotura del septo de la nariz, ó de la lámina perpendicular del etmoides, con hemorragia y otros síntomas semejantes. Se reconocerán estas fracturas por la desigualdad y la crep'itud que se siente en los pedazos fracturados, y esto á pesar de la hinchazón que hay en la parte, la qual es re- pentina y muy considerable quando no hay en estas circunstancias herida alguna. Se reducen reponiendo los pedazos fracturados hacia afuera con una fuerte sonda de acero guarnecida de un lienzo fino é introducida en la ventana de la nariz del lado de la fractura; mientras que se apoyará la otra mano sobre la nariz, se executará de la misma manera en la otra ventana, si no se ha hecho la re- ducción entonces de los dos lados fracturados. Esta reducción es siempre muy dolorosa y freqüentemente difícil. Se cubrirá la na- riz con compresas empapadas en un cocimiento resolutivo, ó de agua, sal y vinagre &c. Se sangrará del brazo y después del pie para precaver los accidentes que puedan depender de los resultados de la conmoción del cerebro; de la tumefacción de la membrana pituita- ria en los senos frontales, ó en las fosas nasales; de un absceso que se forme allí &c., lo que se distinguirá por los síntomas: se hará que reciba por las ventanas de la nariz fomentos emolientes y resoluti- ENF 429 vos: si hay herida se curará según las indicaciones, y se atenderá á sus diferentes complicaciones según su naturaleza. La caries de los huesos de la nariz producida por un vicio va- rioloso causa una tumefacción con rubicundez y comezón, ó una pústula dura, dolorosa, que se ulcera inmediatamente, destruye rá- pidamente las partes vecinas, y se limita por lo común á aquellas que no han estado primitivamente afectadas. Las fomentaciones ó fumigaciones del cinabrio, la habitación en un parage que tenga un ayre cargado de moléculas mercuriales, detienen los progresos de la enfermedad, y se curará con el auxilio de los antivenéreos. Si la caries depende de un vicio escrofuloso, estos mismos medios contri- buyen alguna vez con el álcali fixo dado interiormente; pero qual- quiera que sea la causa de esta enfermedad, la pérdida completa ó parcial de la nariz pone la vista disforme, la respiración difícil, la pronunciación desagradable, y el aliento con mal olor; y si las par- tes quedan ulceradas ó entumecidas sale un moco sanioso y fétido. Se corrige esta disformidad por medio de una nariz artificial de substancia gomosa, de cartón ó de metal pintado, y asemejada en la figura á la nariz destruida. Se puede sostener: i.° con em- plastos resinosos, aunque con la humedad suelen perder su virtud aglutinante: por otra parte irritan, causan inflamación, erisipela, y alguna vez úlceras de difícil cicatrización: 2° con un resorte fixo en la parte superior, y conducido sobre el vértice; pero este recur- so ocasiona él mismo una disformidad, y no sujeta lo suficiente la parte inferior de la nariz: 3.0 con dos resortes pendientes de las fo- sas nasales, de las quales el uno se aplicará debaxo de la bóveda, y el otro sobre el suelo: estos irritan en las primeras veces la mem- brana pituitaria; pero después ya se hacen llevaderos; se podrá cu- brir esta nariz con el obturador si la bóveda del paladar está agu- jereada. Estos medios son preferibles ai método de Taliacot, que formaba una nariz con un pedazo del tegumento del brazo, reuni- do al instante á la base de la nariz con unas vendas adequadas, con las que los mantenía así, aproximaba á la base de la porción cor- tada transversalmente el labio superior, después de haber separado del brazo aquella porción que él juzgaba conducente para formar las dos narices, y cuyas ventanas las mantenia abiertas por medio de cánulas. Las enfermedades de las fosas nasales son la estrechez, la imper- foracion de sus aberturas, ó la obturación causada por la presencia de cuerpos extraños, la hemorragia, la coriza, la ozana, los pólipos y las afecciones de sus senos. La estrechez y la imperforacion de las membranas de la nariz rara vez son de nacimiento; resultan regularmente de la reunión re- cíproca de ellas, ó con el labio superior en conseqüencia de úlceras, 430 ENF quemaduras, gangrena, abscesos críticos, y de las viruelas. Es muy fácil el conocer estas deformidades por el vicio aparente de estas partes, y en la dificultad de respirar, sobre todo mientras se duer- me; pero es muy dificultoso, y regularmente imposible el curarlos, porque las partes consolidantes tienden á comprimirse. En el caso de provenir de úlceras con pérdida de substancia, se puede precaver la estrechez de dichas ventanas por medio de los dilatantes, y con cá- nulas de oro ó de plata, continuadas por largo tiempo después de hecha la cicatrización. Quando la abertura es estrecha y consolidada en su circunferencia, se hará una incisión obliqüa, dirigida hacia afuera, y prolongada en la base del labio; se mantendrán los bor- des separados con un lechino de hilas cubierto de unas compresas, que se mantendrá fixo con un vendaje conveniente: establecida la supuración se substituirá en lugar del lechino la cánula de plata, cu- yo diámetro será proporcionado al tamaño de la abertura. El labio superior unido con las narices angostadas ú obliteradas exige el que desde luego se separen con una incisión transversal, que se llena- rá de hilas, sostenidas por abaxo con un vendaje para impedir la nueva reunión; pero si las ventanas de la nariz no permiten la intro- ducción de dichos dilatadorés, se meterán por grados de diferentes tamaño?. Quando las señales indican que las ventanas de la nariz no están sensibles, hay pocas esperanzas de que se remedie bien. Se puede entonces hacer una punción, que llegue hasta las fosas nasales, con un bisturí estrecho y puntiagudo, agrandarla de dentro afuera para emplear los expresados dilatadorés que usábamos en el caso de la estrechez. Se conoce fácilmente por medio de la vista, de la sonda, de la relación del enfermo, y de los síntomas ó accidentes que experi- menta, si depende de un cuerpo extraño metido en las fosas nasales. Se extrae entonces por dichas ventanas, cogiéndole con unas pin- zas , ó conduciendo por encima una cuchara dirigida á modo de una palanca. Quando se ha introducido profundamente, y no se puede extraer desde afuera, se le empuja hasta la parte posterior de la boca, cuidando de que no se escape por el esófago ó la laringe. La tumefacción de las partes ó del cuerpo extraño ocasiona freqüen- temente el que estas operaciones sean penosas y dolorosas; por otra parte la escoriación de la membrana pituitaria, el fluxo de sangre, la trascolacion de un moco puriforme &c. contribuye á ello, cuyos progresos se cohiben con las fomentaciones ó vapores, los coci- mientos emolientes, resolutivos &c. Pero si es imposible ó perju- dicial el empujar el cuerpo extraño á la cámara posterior de la bo- ca, á causa de no poderse mover, ó de temer el dislacerar con él las partes por donde pase, si no puede dividirse, y si la ventana de la nariz es muy estrecha para darle paso libre, ó para permitir la en- ENF 431 trada de los instrumentos adequados para sacarle, se agrandará con una incisión semilunar hecha por encima del lado de la nariz, y des- pués se reunirá del mismo modo que las heridas de esta parte. La hemorragia de nariz viene de la rotura de sus vasos en oca- sión de recibir un golpe, de una caida, y de la extirpación de un pólipo; de la dilatación , efecto de la relaxacion, de la irritación, de la plétora, de evacuaciones suprimidas, ó de la disolución de la san- gre, como en el caso de haber escorbuto, calenturas malignas u otros males semejantes. Esta enfermedad se anuncia por lo común por la pesadez de cabeza, por el rubor de la nariz y frente, y prin- cipalmente por la comezón de las ventanas dichas. Se socorren estos males haciendo inyecciones de agua fria, de oxícrato ó de agua es- típtica con el alumbre ó el vitriolo, aplicando á la frente cuerpos frios, metiendo los pies en agua, y haciendo las sangrías del bra- zo ó del pie. Pero quando estos medios son insuficientes ó dañosos, y el fluxo de sangre es considerable, se tapan las ventanas anterio- res , y se introducen por las posteriores unos bordones pasados por medio de un hilo desde la nariz al piladar con una sonda flexible, una candelilla &c., y se retiran por debaxo del velo del paladar con los dedos ó con las pinzas. Se quitan los bordones algún tiempo des- pués que la sangre acumulada en las fosas nasales ha formado un coá- gulo, que se opone á que vaya trascolando; la irritación de la mem- brana pituitaria ó del paladar con la sonda, el dedo &c. causa el estornudo, el conato de vomitar, y hace el tránsito de estos cuerpos difícil y penoso. El romadizo 6 reuma del cerebro, que se le da el nombre de coriza, proviene de la irritación de la membrana pituitaria, á causa de un ayre húmedo y frió, que produce una tumefacción inflama- toria. El estornudo, la falta del olfato, la voz ronca, el humor cla- ro y transparente que sale por la nariz, son los primeros síntomas. Si la fluxión afecta ios senos frontales, la cabeza se pone pesada, el enfermo siente en la frente dolores pulsativcs y lancinantes, que au- mentan la tos; la respiración está algo entorpecida &c.; el humor que despiden las narices se pone mas espeso, viscoso, amarillo, purifor- me, y se disipan los accidentes. Por lo regular estas fluxiones se cu- ran por sí mismas; las mas rebeldes ceden á las sangrías, á los sudo- ríficos , á los vahos aromáticos y á los purgantes: rara vez terminan en supuración ó absceso. La ozana es una úlcera pútrida en la nariz, de la que sale un humor icoroso, de un olor hediondo insoportable, y freqüentemente hay caries. Sus causas mas freqüentes, quando no ocupa el seno ma- xilar, son los vicios varioloso, escrofuloso ó canceroso, la extrac- ción de pólipos &e. Esta enfermedad es difícil de curar quando llega á atacar los senos frontales esfenoidales y los cornetes del etmoides. 43a ENF Se puede conducir hasta sobre la úlcera un hierro medianamente encendido, según la sensibilidad de la parte, y reiterando muchas ve- ces su aplicación para absorver la humedad, y mudar la organiza- ción viciosa. Si la causa es venérea, se harán las fumigaciones del ci- nabrio , las inyecciones de una agua mercurial &c. Quando la úlcera es cancerosa se emplea con suceso el ayre fixo conducido con un embudo, cuyo canal se introduce en las ventanas de la nariz, el qual la pone viscosa, suave, inodora, y disminuye los dolores; se cura con el aceyte de huevo alcanforado, y se administran los remedios antisépticos: si la ozana es antigua y la caries coge mucha extensión, estos medios alivian al menos al enfermo, si es que no llegan á cu- rarle enteramente. Las úlceras de la ventana de la nariz, que suelen padecer los niños afectos de usagre ó de herpes, las mugeres en conseqüen- cia de los partos &c. no tienen los caracteres de la ozana. Se cica- trizan regularmente aplicando una mezcla del ungüento diapalma y el aceyte común. Los pólipos de la nariz son unas excrescencias de la membrana pituitaria freqüentemente puriformes y con un pedículo que nace de las paredes del septo, de los conductos, de las apofises pterigoi- des, del fondo de las fosas nasales; y también de los senos, parte, ó toda su membrana se halla mas gruesa y como fungosa. Son unos tumores vesiculares, mucosos, fáciles de romperse, y dar sangre, ocu- pando casi siempre una gran parte de las fosas nasales, á veces tienen un pedículo, y son simples ó compuestos de dos tumores, que toman origen de una misma base, de los quales el uno está pendiente de- tras del velo del paladar, y el otro queda en la fosa nasal, los hay blandos, fungosos, blanquecinos, ó con una dureza escirrosa, sin do- lores, movibles ó adheridos en su circunferencia. Los de los senos son por lo regular de una base ancha, algunos pueden tomar el ca- rácter de carcinomatosos, y este accidente poco regular los hace incurables á causa de haber afectado las partes vecinas. Estos pólipos son el resultado de un golpe, de una caida, de una irritación, y de la ulceración de la membrana pituitaria: unos per- manecen largo tiempo pequeños, y solo estorban la libre respira- ción; otros crecen rápidamente, y salen fuera de la nariz en el acto de la espiración, y se vuelven á meter en la inspiración. Los que están péndulos en la garganta ocasionan la dificultad de respirar , la tos, el esputo de humores viscosos que arrojan los enfermos &c. Algunos hunden la bóveda del paladar, ó empujan su velo hacia adelante al tiempo de exercer los movimientos de la lengua, la mas- ticación , la deglución, y principalmente la respiración; otros sepa- ran los huesos de la nariz, comprimen el canal nasal, y ocasionan tumores ó fístulas lagrimales. Es difícil el curar los pólipos mucosos, ENF 433 de base ancha ó escondidos en las anfractuosidades de la nariz, los que están adheridos á su circunferencia, y los que penden de la garganta. No ce pueden curar radicalmente los pólipos que no se distin- guen por su raiz, sino constriñéndolos con los astringentes, como el agua alumiñosa , el agua vegeto-mineral, la impregnación con el sa- turno, ó un cauterio moderado conducido dentro de una cánula, ó sea destruyéndolos con los cáusticos, el fuego, la extirpación, la am- putación y la ligadura. Quando los pólipos son movibles, manifiestos, pequeños y fungo- sos , después de haber reconocido su pedículo con la sonda has- ta donde alcance, se introduce por una cánula, como si fuese el ca- ñón de una pluma, la manteca de antimonio, el espíritu de nitro ó la hila empapada en la disolución de la piedra cáustica: si no, se aplicarán estos cáusticos á la parte aparente del pólipo, se reitera- rán y continuarán como en el primer caso, según su tamaño, la re- sistencia del tumor y la sensibilidad del enfermo, lo que exige algu- na vez muchos años de curación. Estos medios largos, inciertos y dolorosos destruyen freqüentemente el tumor, sin atacar su pedícu- lo, del que vuelve á renacer la enfermedad. El cauterio actual será de acero, de un tamaño y de una figura relativa á las partes donde se aplica. Después de haberle calentado hasta el último grado, se conduce en una cánula de hierro ó de pla- ta, cuya punta, que tendrá la figura conveniente , se colocará sobre el parage que se debe quemar: se reitera su aplicación , y se dexará por poco tiempo por el temor de que calentándose la cánula no per- judique á las partes vecinas. Este medio es útil en los pólipos de ba- se ancha, y varicosos para destruir las raices; pero el instrumento y los cáusticos se emplean infructuosamente. La extirpación es buena para los pólipos movibles y con pedículo; se executa con unas pinzas rectas ó un poco encorvadas, cuyos cierres ó extremos estarán agujereados ó á modo de pico de caña, se meten por la ventana de la nariz para abrazar elpolipo casi desde su base, que facilitará el enfermo por medio de una fuerte espiración. Después de haber abierto las pinzas para coger el pólipo, se arranca con sus rai- ces , retorciéndole ó tirando con cuidado: si se rompe, se coge de nuevo de su base para extirparla : se dexa salir la sangre por un rato; después se detiene, haciendo que el enfermo sorba por la nariz el agua fría, ó aplicando lechinos á su superficie con los remedios in- dicados en las hemorragias de nariz. El pólipo, que baxa por detras del velo del paladar, es difícil de extirpar, para lo que se procurará ce gerle con el dedo índice metido en la boca, la que se mantiene abier- ta por medio de una palanca sólida, mientras que una sonda , con- ducida hasta la nariz, le empuja hacia atrás. Si este medio es inefi- TOMO III. III 434 ENF caz, se puede extirpar con unas pinzas corvas introducidas por la bo- ca , después de haber cortado el velo del paladar si es que él estorba para la operación: entonces la hemorragia es muy dañosa y difícil de cohibir, porque no se puede retorcer fácilmente el pedículo : por otra parte este procedimiento es muy doloroso, y por lo regular sin suceso; dexa alguna vez una úlcera, la caries, y no sirve para impe- dir que no vuelva á brotar el tumor. Los antiguos dislaceraban el pólipo con un cordel lleno de nu- dos, á media pulgada de distancia uno de otro; y pasándole desde la nariz á la boca, tiraban alternativamente de sus extremos. Este medio debe menospreciarse, porque él mismo, destruyendo el póli- po, irrita y dislacera las partes sanas. La misma rasgadura se puede decir que ocasiona un instrumento compuesto de un hilo fuerte de plata, flexible, elevado, de un espiral de hilo de latón, guarneci- do en su punta de una manga suave, redonda, y en frente de otra, que se pasa desde la nariz á la boca, para colocar en ella otra man- ga. En efecto, si no se puede extraer el pólipo por ser mucoso, ve- sicular, pequeño y hundido en las fosas nasales, es mas fácil el ras- garle con la punta de una sonda metida por las ventanas de la na- riz. Detenida la hemorragia, se entretiene la supuración con unos lechinos ó un sedal empapado en vino con miel, pasándolos de la nariz á la boca. La amputación es perjudicial á causa de la hemorragia; la situa- ción profunda del pólipo hace por lo regular imposible su execu- cion. Es fácil efectuar quando se puede coger con una erina, y cor- tar su pedículo con unas tixeras ó un bisturí, cuya hoja sea ancha, de cerca de tres pulgadas, fixo en su mango , con punta flexible y el corte cóncavo. Este bisturí conviene también para desprender las adherencias que tenga el pólipo á las paredes de las fosas nasales. La ligadura del pólipo consiste en abrazarle por su base, muy cer- ca de su origen, con una asa de hilo de oro, de plata ó de cáñamo, conducido y apretado con los instrumentos convenientes. Es útil pa- ra los pólipos que tienen pedículo situado en el suelo de las fosas na- sales ó en lo baxo de sus paredes. De qualquiera manera que se exe- cute, el enfermo se colocará á buena luz &c. Si nos servimos del hilo de oro ó plata, se forma con él una asa del tamaño proporcio- nado á la magnitud del pólipo, y después de haber llegado hasta lo mas alto de él hacia su base con una cánula doble, que contenga sus dos extremos; ó si es simple tendrá dos agujeros á la extremidad que corresponde á la asa, y se apretará esta retorciéndola. Este pro- cedimiento es impracticable quando el pólipo ocupa mas diámetro que el que tienen las ventanas de la nariz, ó que baxa por detras de la boca. El hilo de cáñamo se emplea de diferentes modos ¿ se puede cor*- ducir hasta al rededor del pólipo, que es exterior, con unas pinzas agujereadas en su extremidad, las que se introducen cerradas hasta estar ya en el mismo tumor : se abren de manera que una de sus ra- mas quede al lado de la base del pólipo , y que la otra , resbalándo- se por debaxo de su altura, se coloque al lado opuesto: se retiran con cuidado, y se anuda el hilo con dos sondas de acero horadadas en su extremidad, por medio de las quales se aprietan los nudos cer- ca de la raiz: este método es menos fácil que los siguientes. Todas las veces que el pólipo no se halla detras de la boca, se llegará con mas facilidad á su raiz con el asa de hilo pasada en las dos sondas de que acabamos de hablar, las que se introducen reunidas hasta estar en el pedículo , y entonces es quando en seguida se sepa- ran para dexar la una al lado del tumor, y llevar la otra á la parte opuesta: después se retiran como las pinzas, y se aprietan los nudos del modo que diximos antes. Se podria también en este caso apretar los hilos al rededor del tumor, anudándolos fuera de la nariz sobre las sondas, que se dexan allí, y que se mantienen aproximadas con una vayna, ó se enroscan al rededor de un rodillo los hilos. Este recurso no tiene mas incon- veniente que el de irritar la membrana pituitaria por la detención del instrumento dentro de la nariz. En todos estos casos, y lo mismo quando el pólipo baxa hasta la garganta, se puede abrazar con el mismo hilo, cuya asa se lleva con una sonda flexible ó con una candelilla desde la nariz hasta la faringe, desde donde se saca por la boca con los dedos ó las pinzas: después de haber metido algún otro hilo sin encerar, se procura llevarle hasta la mitad del primero con los dedos por detras del pó- lipo, entre tanto que un ayudante tira con igualdad de los dos ca- bos por las ventanas de la nariz, apartándolos perpendicularmente al tumor, ó de alto á baxo si nace de las partes laterales de las fosas nasales, y transversalmente si toma origen de la pared inferior ó del velo del paladar: quando no sale bien con el primer hilo, la segunda asa sirve para atraer la primera por la boca, y para hacer nuevas ten- tativas: quando la resistencia que experimenta el ayudante comprue- ba que se ha acertado bien, se anudan los hilos fuera de la nariz, se aprietan los nudos según expusimos antes, y se corta la segunda asa: de qualquiera modo que se hayan pasado los hilos, se deben apretar, y fixarlos con un hilo doble, para quitar quanto antes la vida del tu- mor que se ha de separar, y que al fin se cae después de algunos dias, sin venir hemorragia. Si quedase alguna porción manifiesta y dañosa del pólipo, se aplicarán en él los cáusticos ó el fuego con las precau- ciones ya propuestas. El inconveniente que tiene este método, por otra parte el mas simple, es la dificultad de conducir con los dedos índi- ces la primera asa por detras del tumor, á causa de la estrechez y 436 ENF profundidad de la boca. ¿No se podria remediar esto por medio de dos asas fixadas, á una pulgada de distancia, sobre la primera, y pasadas con las sondas, que entrarán en la boca por detras del pa- ladar, para detener estas asas transversalmente si el pólipo está ba- xo, y de alto á abaxo si está lateral? Alguna vez la sensibilidad del enfermo, el estornudo, los conatos de vomitar, la sufocación &c. causadas por el tránsito de los hilos, obligan á recurrir á otros mé- todos. La fractura simple con hundimiento de la lámina externa de los senos frontales no pide tratamiento curativo alguno: se remediará la contusión de las partes, y el hundimiento que queda será menos disforme que la cicatriz de la herida hecha para levantar los pedazos de hueso. Si hay una herida y fractura sin depresión , no se aplica- rá el trépano sino para facilitar la extracción de un cuerpo extraño sólido, que no pueda salir de otra manera, y no se reunirán los bordes de la herida, á fin de proporcionar salida á los humores que pueden trascolarse de la frente. Si se acumulasen en los senos, en- tonces se puede practicar la operación del trépano. En las heridas con pedazos de hueso subintrados se levantarán y quitarán los que estén sueltos con una hoja de mirto pasada por debaxo de sus bor- des. Los movimientos de la membrana que tapiza el seno, los quales son isócronos con la respiración , la salida de los materiales parecidos á las supuraciones del cerebro pueden hacernos confundir las fractu- ras de los senos con las del cráneo, principalmente quando tienen su asiento en la parte media del coronal, adonde se extiende alguna vez dicho seno frontal. Las heridas simples de los senos frontales se cicatrizan fácilmen- te : las que son con pérdida de substancia, como también las que son hechas con armas de fuego, rara vez se quedan fistulosas, á pesar del tránsito del ayre por ellas durante la espiración; solo que enton- ces es mas lenta la cicatrización; pero las partes se reúnen en la cir- cunferencia del seno, se identifican con la lámina interna, y cierran la abertura de la nariz. En el caso de la fístula sostenida por el acce- so del ayre, se puede interceptar con un'tapon de hilas colocado so- bre el cornete superior á la entrada del seno en la nariz, y acelerar por medio de la supuración la obliteración de esta cavidad del lado de las cejas: si no, un emplasto aglutinante, consistente, aplicado en la abertura fistulosa, impedirá el que perjudique á la respiración. Se puede acumular el moco en los senos frontales , y formar en ellos pus, gusanos, cálculos, pólipos ó sarcomas, acompañados de vivos dolores, de elevación de la lámina externa de los senos, estan- cación &c. Entonces se extraerá con el trépano una porción de esta lámina, después de haberla puesto á descubierto, con una incisión en forma de T, cuya rama horizontal mirará á la parte superior de las ENF 437 cejas. Si el pus 6 el moco se trascuelan por la nariz, haremos uso de las fomentaciones en vapor y de los esternutatorios. La dificultad de inyectar estos senos por la nariz, la incertidumbre de su resultado, la irritación, la dislaceracion de la membrana pituitaria, y los acciden- tes que pueden sobrevenir, son otros tantos obstáculos que impiden su administración. Las heridas del seno maxilar quedan fistulosas en conseqüencia de esquirlas ó fragmentos, de cuerpos extraños &c. Después de la extracción de estos cuerpos regularmente se curan por sí solas; pe- ro si no, se hace una ligera compresión , y se manda acostar al en- fermo del lado opuesto para expeler los humores. Si la fístula subsis- tiese á pesar de estas precauciones, puede hallarse entretenida con una esquirla metida profundamente, que la supuración puede arras- trar consigo, ó con la caries y el pus, enfermedades que piden el que se efectúe una contra-abertura. Los golpes en el carrillo, y principalmente la caries y los do- lores de dientes, producen á cada paso en el seno maxilar la tume- facción , una secreción abundante de moco, la inflamación, la supu- ración , la caries, la fístula , el sarcoma y el exóstose. La hinchazón inflamatoria de la membrana de este seno se co- noce en el dolor pulsativo, fixo y profundo sobre el carrillo, sin au- mentarse quando tocamos á las partes vecinas. Se socorre con los re- medios generales de la inflamación con preferencia, destruyendo su causa si es conocida. La secreción mucosa aumentada en el seno suele pender en su con- sistencia, ó por acumularse bastante para dilatar las paredes, principal- mente del lado de la mexilla, en donde se observa un tumor duro, inmóvil, sin pastosidad ni fluctuación. Alguna vez se disipa con los remedios que se oponen á la inflamación; si no el enfermo excitará la trascolacion del material, inclinando la cabeza del lado opuesto, y con las fuertes espiraciones; se harán en el seno inyecciones deter- sivas y resolutivas por medio de una cánula encorvada, é introdu- cida por las ventanas de la nariz al canal medio en la abertura natu- ral del seno, lo qual es muy difícil é incierto, por lo que tiene la preferencia una abertura hecha en el borde alveolar, después de ha- ber arrancado la primera muela grande ú otra de las vecinas, que estén cariadas ó doloridas. El pus acumulado en el seno después de la inflamación de la mem- brana que le tapiza, ó después de la lesión de las partes inmediatas, se distinguirá por las señales que anteceden á la tumefacción pareci- da á la que produce la acumulación del moco, y la transmisión del material purulento ó sanioso por la nariz, ó por una fístula , que se distinguirá con la sonda. Si la supuración es simple, se procurará la evacuación del pus por los medios propuestos anteriormente: si se 438 ENF presenta con caries y fístula, que no toque á los dientes, lo qual es muy raro, se harán inyecciones por la abertura fistulosa, agrandada con los dilatadorés, con un trocar suave en su punta &c., ó con una abertura artificial executada con el trépano perforativo por debaxo de la apofise molar, después de haber cortado las encías de adelante á atrás, mientras que se levanta con los dedos el labio superior, y se retira la comisura con un gancho hacia arriba y atrás: operación nece- saria si las mandíbulas del enfermo son poco movibles; pero quando los accidentes provienen de la caries y del dolor de los dientes, que corresponden al seno, es indispensable el sacarlos, y horadar con un trocar puntiagudo el hueco del alveolo hasta penetrar el seno ha- cia la parte mas declive: se harán por allí las inyecciones convenien- tes &c. Quando la caries del hueso maxilar es extensa y antigua, se mantendrá dicha abertura por algún tiempo hasta que la supuración haya desalojado las partes viciadas: en este sitio se pasará un sedal, se reprimirán las fungosidades que la tapen con los dilatantes ó con la cánula, y se continuará este tratamiento hasta la perfecta curación. Si la abertura no se cierra, y queda una trasudación de moco , y el enfermo se queja de que le molesta el acceso del ayre desde el al- veolo al seno al sonarse &c., se cauterizará la circunferencia de esta abertura con un hierro hecho ascua, ó se meterá en él un obturador hecho con cera y polvos de coral. Es imposible el precaver los sarcomas de la membrana que tapi- za el seno maxilar. Quando llegan á verificarse, se eleva el carri- llo , la boca se pone torcida del lado opuesto, el velo del paladar se hunde, los dientes se ponen vacilantes,y se caen espontáneamen- te: la efusión de sangre por las narices es muy freqüente, el sarco- ma aparece alguna vez en las fosas nasales; otras veces sale por el alveolo de un diente que se desprende. Si es antiguo y voluminoso, la supuración icorosa por las narices y boca con estornudo, tos y otros síntomas semejantes, los abscesos en la boca ó en el carrillo demuestran que hay caries. Qualquiera que sea el tamaño y la naturaleza de estos sarcomas se les atacará desde su principio extirpándolos con las pinzas del pó- lipo metidas por la abertura fistulosa, la que se agrandará si fuese muy estrecha, ó quitando una porción del borde alveolar, después de haber arrancado los dientes que estén vacilando, ó con una inci- sión hecha delante de la fosa cigomática, si el sarcoma se extendiese hacia esta parte, retirando ó cortando en ambos casos la comisura de los labios si fuese necesario para facilitar mejor la operación: en se- guida se destruirán sus raices con el agua mercurial, la disolución de la piedra cáustica, y con preferencia el cauterio actual, tomando las precauciones que quedan indicadas. Estos medios son indispensa- bles, quando la extirpación es imposible, para cohibir la hemorra- ENF 439 gia, detener la nueva regeneración de fungos, ó corregir la putre- facción : después se aproximan las paredes del seno; de su fondo nacen unas carnes hermosas, y la abertura, por la que se han em- pleado los medios curativos, se recoge insensiblemente; pero regular- mente no se logra una perfecta curación sino al cabo de muchos años según fuese el volumen del tumor. El exóstose del seno maxilar es primitivo, ó depende de la le- sión de las partes vecinas, ó de un vicio de los humores, qual es el virus venéreo. Este tumor es mas ó menos voluminoso , desigual, prolongado en diferentes direcciones según la resistencia de las par- tes en donde se eleva; aunque duro, contiene una substancia fun- gosa. Los remedios tópicos y los medicamentos convenientes pue- den detener los progresos del exóstose reciente; pero para curarle radicalmente es necesario separar las partes blandas que le cubren, serrándole después por su base, ó destruyéndole con el trépano, con la gubia, la tixera y el martillo. Si acaso tiene fungosidad, se com- batirá como expusimos antes, y se aplicará el fuego sobre las par- tes vecinas: el hueco se llenará poco á poco por la depresión de los bordes y la elevación del fondo. El seno maxilar y muchas veces el frontal pueden también ser el asiento de un dolor fixo continuado ó periódico, agudo, quemante, y mas fuerte quando el enfermo habla, sin tumefacción ni humedad por las narices: regularmente es producto de la gota mal situada ó de al- guna erupción retropulsa; por lo común es incurable, y se puede calmar con los antiespasmódicos, los fomentos emolientes, los ba- ños, los vexigatorios á las pantorrillas &c. ^[ Enfermedades de la boca, los labios &c. (Cir.) f Estas enfermedades comprehenden las de los labios, la imperforacíon de la boca, su estrechez, el labio leporino, las heridas, los tumores &c.; de estas partes de las mandíbulas, encías, la lengua, el velo del pala- dar , la campanilla &c. Si la boca está imperforada, se abrirá según el surco que demues- tre el parage donde debia estar; se separarán los labios adheridos de las encías, y se remediarán como los otros vicios de conformación según su naturaleza; después se impedirá la nueva aglutinación de los labios, teniéndolos separados y redoblados por medio de compresas y vendajes convenientes. La estrechez de la boca tiene ordinariamente lugar después de verificarse la pérdida de substancia de los labios ocasionada por tu- mores ó depósitos críticos, como en las escrófulas, en las viruelas, en la calentura maligna ó nerviosa, pútrida &c. Se puede remediar este mal agrandando sus comisuras por medio de incisiones transver- sales , separando los labios, que están pegados á las encías, y opo-. niéndose á su nueva reunión con las láminas de metal en forma de 440 ENF ganchos, 6 con los medios ya propuestos. Si á pesar de estos cuidados se volviesen á reunir, lo que casi siempre se verifica, impidiendo el paso de los alimentos, para curar esto se quitarán dos ó tres dientes incisivos inferiores. El labio leporino es una hendidura en los labios, cuyos bordes están redondos, roxos, sensibles y cubiertos de una epidermis, ya sea de vicio de conformación ó de una cicatriz, ó provenga de una úlcera ó de una herida mal curada. Esta hendidura, que proviene de la separación de las comisuras por la acción de los músculos, es tan- to mas grande, quanto la división es mas prolongada, y los labios están menos adheridos á las encías: presenta un triángulo de diferen- te figura según la oblíqüidad y la longitud de sus lados, cuya punta termina en la perilla de la barba, ó al tabique ó septo de la nariz quando tienen la misma dirección, ó en una ventana de la nariz del mismo lado, en donde el borde es mas largo y mas redondo: alguna vez sus lados se continúan por la nariz, cuya longitud de la hendi- dura llega hasta la bóveda del paladar. El labio leporino es simple si solo tiene una hendidura, y no pi- de mas que su reunión: es doble quando hay dos hendiduras sepa- radas por un lóbulo carnoso , cuya posición, tamaño, figura y ex- tensión son diferentes: es complicado quando tiene adherencia en sus bordes con las encías, salida del hueso maxilar , posición viciosa en los dientes incisivos, hendidura entre los maxilares y palatinos con el velo del paladar, y por último botones cancerosos, vicio venéreo, escrofuloso &c. Esta enfermedad, fácil en su diagnóstico, ocasiona la disformidad, el arrojar la saliva hablando, la dificultad de mamar, de tomar los alimentos, de mascarlos, de tragar, de articular los so- nidos y de esputar. Se puede socorrer el labio leporino en toda edad , después de ha- ber combatido las causas que mantenían separados los bordes, como los cólicos en los recien nacidos &c.: se destruyen los obstáculos que se opongan á su aproximación, como el que los dientes muy salidos perjudiquen á las partes vecinas, con las láminas de metal &c., ó se arrancan: la prominencia de los huesos maxilares se deprime por me- dio de la compresión, ó se corta con un fuerte bisturí ó con unas te- nazas incisivas: la acción sola de los músculos bastará para estrechar la hendidura de la bóveda del paladar, principalmente antes de la edad adulta. El tratamiento del labio leporino consiste en promover una trasudación glutinosa de sus bordes, y mantenerlos en contacto. Se completa la primera indicación escoriando la parte rubicunda y un poco del pellejo, ó haciendo en ella un corte. La escoriación solo conviene en el labio leporino simple, y quan- do el enfermo tiene miedo al instrumento cortante. Después de haber dispuesto las partes para la reunión con los vendajes unitivos y log ENF 441 emplastos aglutinantes pegados sobre las mexillas y aproximados con hilos anudados sobre ó enfrente de la hendidura, se tendrá aplicado sobre cada borde durante el tiempo de doce horas un pedazo de em- plasto de vexigatorios, ó se les tocará con un pincel mojado en una disolución de la piedra infernal, ó en el aceyte de vitriolo; des- pués se reunirán con los medios que dexamos propuestos. El corte mas pronto, seguro y conveniente en todos los casos se hace con las tixeras de hojas cortas, cerradas, con cortes bien agudos en los dos lados, ó con un bisturí fuerte y muy agudo, el qual corta produciendo menos dolor que las tixeras, y es mas favorable para la aglutinación; pero exige un punto de apoyo como dos nay- pes doblados á lo largo, ó un cartón de una línea de grueso, quince de ancho, y pulgada y media de largo, redondeado á los extremos del borde, que se debe colocar debaxo de la base del labio. Antes de la operación se acostumbrarán los niños á un vendaje unitivo, y le llevarán puesto durante algunos dias; el mismo dia se les desper- tará muy de mañana, y se les hará tomar antes y después dos drac- mas de xarabe de adormideras blancas ó de meconio con agua ó le- che; por lo regular se opera en los adultos sin prepararlos. Coloca- do el enfermo, apoyará su cabeza en el pecho de un ayudante, el que aproximará las comisuras de los labios con sus manos puestas so- bre las mexillas, ó cubiertas con una compresa gruesa, colocadas so- bre el puente cigomático y partes inmediatas, habiendo separado el operador con sus dedos los labios de las encías, y desuniéndolos por medio del bisturí, le conduce entre estas partes de atrás adelante, y se hace la sección. La escoriación no conviene sino en los labios leporinos simples, y quando el enfermo teme el instrumento cortante. En este caso, después de haber dispuesto las partes á la reunión, como se dixo an- tes , se aplicará en cada borde por doce horas un pedazo de emplas- to vexigatorio, ó se les tocará con un pincel empapado en una di- solución de la piedra cáustica, ó en aceyte ó espíritu de vitriolo ( ácido sulfúrico); después se reunirán por los medios indicados. La resección ó recorte de los labios mas pronto y seguro en todos los casos es con las tixeras ó con un bisturí delgado. Si se hace uso de la tixera, se meterá una punta de este instru- mento debaxo del ángulo de la división, y se prolongará dos ó tres lineas; habiendo después cogido el labio izquierdo con el dedo pul- gar é índice del mismo lado, se separará de un solo golpe cogién- dole en toda su longitud entre sus dos hojas puestas la una por den- tro y la otra por fuera á una media línea de la parte rubicunda. En seguida se cortará el labio derecho prolongándole con los dedos del mismo lado, y guiando la tixera con la mano izquierda; si no se co- gerá con la derecha, haciendo que un ayudante mantenga fixo el la- TOMO 111. K-KK 442 ENF bio, ó abrazándole con los dedos de la mano izquierda colocada at lado externo de la incisión. Si nos servimos del bisturí, después de haberlo extendido y fixado, como diximos antes, y colocado un cartón entre los labios y las encías, se introducirá su punta hasta llegar al cartón por debaxo del ángulo de la hendidura, y conduciéndole baxo un ángu- lo de quarenta y cinco grados se cortará de un solo golpe el labio izquierdo, y en seguida el derecho, cortándolos igualmente si los bordes no estuviesen iguales. Quando el lóbulo del labio leporino doble es corto y estrecho, es necesario remediarle y hacer la sec- ción del modo que decíamos antes; pero si es ancho, largo y bas- tante extensible se pueden poner al nivel los labios; se cortarán su- cesivamente sus lados, pero en un solo tiempo, y los de la hende- dura, ó el borde de un lado con el de la hendedura, que le corres- ponde, teniendo presente siempre del modo que se ha de executar la consolidación antes de operar. Si el lóbulo es ancho, corto y poco extensible, lo que no es freqüente , se harán las incisiones, como de- cíamos mas arriba, se reúnen en un ángulo saliente del lado de la boca, metiéndole con los bordes de las partes vecinas. Hechos ya los cortes se pasará á cohibir la hemorragia comprimiendo las arterias labiales entre los lados de la mandíbula*inferior, ó aproximando los labios, y manteniéndolos reunidos por medio del vendaje, los aglu- tinantes ó la sutura. El vendaje unitivo basta en el labio leporino simple quando los bordes están separados y son de igual tamaño. En todos los demás ca- sos se empleará como medio auxiliar para impedir la retracción de los músculos. Se puede hacer i.° con una especie de cofia bien apreta- da al rededor de la cabeza, la que se prolongará por los carrillos, que estarán cubiertos con unas compresas graduadas por medio de dos vendoletes divididos en dos ramos, de los quales los inferiores se reúnen sobre la perilla ó sinfisis de la barba con dos cintas de hilo , y los superiores aproximarán los labios, ó ellos mismos se su- jetarán con compresas unitivas: 2.0 con una venda de una pulgada de ancho puesta en dos rollos, el uno que tenga una vara y el otro dos, el que se conducirá por la frente, encima de las orejas hasta el occipucio, para pasar en seguida por debaxo de aquellas sobre los car- rillos cubiertos de compresas graduadas y sobre los labios, donde el rollo mas corto, cortado en dos, se pasará por una abertura que tendrá el otro; se comprime lo conveniente sobre las compresas uni- tivas; se conduce á la nuca; se termina con dos circulares al rededor de la frente , y se fixa en lo alto de ella con dos vendoletes cruzados al rededor de la cabeza, y unidos con alfileres al vendaje encima de las sienes, frente ú occipucio, y por abaxo con una fronda estre- cha sujetada del mismo modo. Este vendaje debe sujetarse de mo- ENF 443 do que no se cayga ó descomponga, particularmente quando es para los niños, y en las divisiones que se hacen en el labio inferior y quan- do la herida está oculta: las mucosidades de la boca, la sangre &c. que se resuman de las partes, le ponen duro, apretado y difícil de re- novar. El siguiente no tiene ninguno de estos inconvenientes: se com- pone de dos almohadillas gruesas, blandas, semicirculares, y bastan- te grandes para que puedan cubrir las mexillas; se fixa cada una á un gorro que comprima la cabeza sobre las sienes por medio de trenzas de seda sujetas con dos hebillas, que estén cosidas al gorro en dicho parage, y á otras que se colocarán por debaxo de las orejas, entre tanto que se ajustan por delante para acercar los labios de la di- visión en frente del labio superior por medio de una trenza cosida á la pelota derecha , y pasada á la hebilla del lado izquierdo, y con otra segunda trenza colocada en sentido opuesto en frente del labio inferior, y una tercera para debaxo de la barba. Los emplastos aglutinantes son conducentes en los mismos casos que los vendajes; tendrán el ancho de los labios, y se extenderán desde las orejas hasta la división, y terminarán con unos hilos que se anudarán sobre una porción de hilas; si la herida tuviese poca longitud un solo vendolete será suficiente. La sutura, aunque remedio mas doloroso que los otros medios, es mas segura, y conviene en la mayor parte de los labios lepori- nos. Se preferirá la sutura simple ó el asa de hilo á la entortillada, como mas fácil de executar, mas uniente hacia el exterior, y que no ocasiona accidente alguno. Se hará en el reborde roxizo del dicho labio, para precaver la concavidad, que regularmente queda quando se emplean solo los otros medios de reunión, si los bordes de la di- visión son de una longitud desigual, muy separados, sin punto de apoyo; si tiene una hendidura en el paladar, se pasará alguna otra asa delante del labio á tres ó quatro líneas de la primera: rara vez nos veremos obligados á pasar una tercera; después se aplicará una porción de hilas y el vendaje propuesto anteriormente. Hecha ya la reunión, se encarga al enfermo el descanso, la die- ta ó un alimento ligero; se pone mucho cuidado que no sobrevenga á la parte hemorragia, con preferencia en los niños, en quienes puede verificarse por causa de la succión. Quando no sobreviene sín- toma alguno se dexa puesto el vendaje tres ó quatro dias; se cortan las asas de hilo primero de un lado de la base del labio, y después lo restante. Aunque la herida se halle consolidada al quinto día, sin embargo se continuará su aplicación por mucho mas tiempo si hu- biese la hendedura en el paladar. Después de quitado ya todo, se disipa la tumefacción edematosa de los párpados; pero si nó se hace uso de unas compresas empapadas en agua y aguardiente. Los gri- tos que dan ios niños á causa de los cólicos y otros males que pa- 444 ENF deccn, ó por la irritación misma de la herida, pueden ocasionar la nueva desunión de los labios, y la dislacericion en el asa de hilo. Esto se remedia con los antiespasmódicos, afloxando dicho hilo, y sosteniendo las partes divididas con unas lengüetas de emplasto aglu- tinante, apretando con mucha mas fuerza el vendaje &c.; por lo regular entonces la aglutinación, principiada ó dispuesta por la infla- mación , se suele conseguir con unos medios simples y alguna vez insuficientes. Quando los labios se separan con dislaceracion en sus bordes, se cortarán por medio de una incisión en forma de A separando la por- ción rasgada, y después se hará la reunión como se ha indicado anteriormente. Las heridas simples, longitudinales ó poco obliqüas de los labios se reúnen fácilmente con los aglutinantes y el vendaje. Se sostendrá con una ó dos suturas simples, las que son irregulares, con pérdida de substancia, ó situadas en una de las comisuras de los labios. Si hay en estos casos alguna hinchazón, se emplearán estos recursos por grados á medida que se vayan disipando. De este modo la con- solidación será mucho mas pronta, y quedará una cicatriz mucho menos disforme. Los tumores varicosos de los labios rara vez se curan con los tópicos, es peligroso usar los cáusticos quando son voluminosos por causa de la irritación que resulta, los dolores vivos y otros acciden- tes. Vale mas el quitarlos con su pedículo por medio de una incisión crucial hecha en su base quando son pequeños; pero si nó se dividen por el medio y se extirpa sucesivamente cada parte con unas tixeras corvas; se lava la boca con agua tibia, y se cubrirá la herida con una compresa empapada en agua y aguardiente, que se sostendrá con una fronda. Los tumores enkistados, glerosos, linfáticos &c. adquieren al- guna vez el volumen de una nuez grande, impidiendo la pronuncia- ción y el tránsito de los alimentos. Es necesario abrirlos y des- truirlos, cauterizando una gran parte del kiste para evitar el que de nuevo vuelva á retoñar. Las grietas, escoriaciones ó hendiduras de los labios se curan re- gularmente en los sugetos sanos por medio de las unturas de ungüen- to rosado, ó de otros semejantes. Si se hallan acompañadas de irri- tación , ó complicadas con un virus herpético venéreo &c., se eleva ordinariamente un tumor fungoso, desigual, masó menos renitente, poco doloroso, y alguna vez despidiendo un material sanioso. Se empleará una curación que corresponde á la clase del vicio, con las lociones alcalinas &c., si no degeneran en berrugas, ó botones cance- rosos, ó una úlcera carcinomatosa, llamada noli me tangere, que entonces es menester extirparla. ENF 445 El tumor cancroso afecta mas freqüentemente el labio inferior y las comisuras. Principia por una tumefacción circunscrita, ó por un botón duro é indolente; después hay una comezón muy fuerte que obliga al enfermo á rascarse: el tumor irritado se engruesa, se pone lívido, acompañado de dolores lancinantes y agudos, se extiende por las partes vecinas, forma una úlcera carcinomatosa con bordes duros y redoblados, y alguna vez con hinchazón en las glándulas vecinas. Quando este tumor es pequeño ó poco profundo; quando una sola aplicación es suficiente, se puede curar con el cauterio ac- tual ó potencial, que se componga de un grano de arsénico, doce de sangre de drago, y dos de cinabrio, aplicados en polvo ó en for- ma de una pastilla La extirpación suele ser el medio mas seguro. Se executará como en el labio leporino simple, comprehendiendo el tumor entre las dos incisiones, que se hacen en forma de V, pero en las partes sanas, y reuniéndolas con el mismo procedimiento; algu- na vez se facilita la operación, cortando desde luego la comisura, que se halla allí inmediata. Si el tumor ocupa esta parte, se disipará por medio de dos incisiones semilunares, que principien en la boca y concluyan hacia el carrillo, que se aproximarán con unos puntos de sutura simple, y con dos fuertes lengüetas aglutinantes &c. Se cura regularmente quando el tumor es circunscrito, y las partes vecinas están sanas; si nó en lugar de reunirías se detendrá la hemorragia por medio de la compresión, el cauterio ó la ligadura; se manten- drán los bordes aproximados, sin dañar, con los emplastos agluti- nantes ; se curará con una mezcla del cerato simple y la yema de huevo según la indicación que se presente, cuidando de no aplicar remedios que irriten; después que la herida esté ya cicatrizada dexa una disformidad mas ó menos incómoda. La úlcera cancerosa de los labios se extiende con mas ó menos rapidez, y despide un humor icoroso, fétido, cuyos bordes suelen estar duros, elevados, roxizos, lívidos y dolorosos; ó es chata, ca- si sin tener dolores, sin escara gangrenosa, distinguiéndose en sus progresos de todos modos. Se puede curar con un cáustico, ó con el cauterio actual, quando ocupa poca extensión, y una sola vez que se aplique es bastante para destruirla ; de lo contrario es indispensa- ble el extirparla hasta llegar á las partes sanas. Quando la magnitud de la úlcera, la afección de los huesos, de las glándulas &c. estor- ban el executar esta operación, se curará con el agua de lechuga ó con sus hojas &c. se la expondrá al ayre frió; se usarán los antipú- tridos &c. ^f. Enfermedades de los dientes. (Cir.) % Estas enfermedades tienen relación con la época de la dentición, y atacan á la substan- cia de los dientes ó sus conexiones. La salida de los dientes se anuncia por lo regular por la turne- 446 ENF facción, calor, rubicundez y un círculo azulado en las encías, por el ptialismo, por las aftas de la boca y la resecación de la garganta, por la hinchazón, inflamación y supuración de las amígdalas, de lis parótidas y de las mexillas, por erupciones en la cabeza, tumefac- ción del vientre, con evacuaciones de materias verdosas, la respira- ción es trabajosa, los niños lloran con freqüencia; el desvelo, el so- por, el delirio, la calentura y los movimientos convulsivos se pre- sentan con mucha freqüencia. Se combaten estos accidentes quando son poco considerables con las sangrías en la plétora general; con las sanguijuelas en la cabeza, en la plétora tópica; con los eméticos en las saburras del estómago; con los purgantes en las de los intes- tinos; con los calmantes, los antiespasmódicos, y los narcóticos en la irritación de los nervios dentarios; con los emolientes, y princi- palmente los higos gordos cocidos y la miel, aplicados sobre las en- cías quando están inflamadas; con la masticación de cuerpos duros, si están en precisión de ser irritadas; y si se resisten las encías á la salida de los dientes, se cortarán ó rasgarán hasta llegar á los dien- tes , cuya salida ocasiona estos accidentes. Los dientes molares de la segunda dentición comprimidos por los otros dientes, ó por la pequenez de los huesos maxilares, producen regularmente dolores vivos, la hinchazón , la inflamación de las par- tes vecinas, la calentura, el adormecimiento, el delirio y los cona- tos al vómito; accidentes que se verifican alguna vez para salir las viruelas. Se juzgará de esto por el examen de la boca, el número que haya de dientes, y fegun la edad del enfermo: alguna vez se disipan por sí después de algún tiempo á medida que crecen las mandíbulas, y que ceden los dientes: si se aumentasen se quitará el diente inmediato al que debia horadar su salida. Quando los dientes de la segunda dentición no tienen sus coro- nas vueltas hacia el borde alveolar, se quedin escondidos sin que se pueda sospechar su situación; pero si los incisivos, los molares pe- queños, y los caninos, no encuentran sitio suficiente á causa de la pequenez de los huesos maxilares, de la resistencia de los dientes de la leche, ó de su dirección viciosa, si no se hallan bien fixados por los labios y las mexillas &c. se inclinan hacia dentro, alguna vez hacia fuera, y forman una segunda carrera que desfigura mucho, estorba las funciones de la boca, y causa el flogosis, las úlceras de las encías, lengua y labios. Estos dientes, demasiado comprimidos, poco fixos en las mandíbulas, sin apoyo hacia sus coronas, se pro- longan , se menean , se caen , se usan ó desgastan, se cubren de sar- ro, se carian &c. Si no se ha podido impedir el que la dentadura tome una mala situación, se arrancan con tiempo y felizmente los de la primera dentición, haciéndonos cargo que los dientes segundos los repararán un poco, ó supliéndolo por medio de una compresión adequada al defecto de los labios &c. Se encaxarán en su línea, atán- dolos á los dientes vecinos, ó á una lámina de oro ó de plata colo- cada al lado de donde ellos debían estar puestos, después de haber hecho con un cordón de seda una ligadura á su cuello para ponerlos mas movibles á causa de la tumefacción de las encías: se arrancarán los dientes colocados fuera de los huecos alveolares en la bóveda del paladar &c. Las enfermedades de la substancia de los dientes son la fractura, la alteración del color, su desgaste, la erosión y la caries. Los golpes, las caidas, la acción del gatillo y del pulícano, ex- tendiendo ó replegando los dientes mas allá de lo que permite su ductilidad, pueden fracturar sus coronas, su cuello ó las raices, según el parage en que sean mas frágiles, y la dirección de dichas poten- cias. Si la fractura está en una parte de la corona, se limarán las puntas que estorban las funciones de la boca. Quando está en su cuello ó en la raiz, y las encías no pueden contener los dientes, se tratará de extraerla con el pico de cuervo; si nó la tumefacción y el cerramiento del alveolo las arrojará con el tiempo. En todos estos casos se calmarán los dolores con los emolientes y narcóticos. La vejez, el mucho dulce, el poco aseo de la boca, el sarro, el humo del tabaco, las fluxiones y las enfermedades pútridas ponen alguna vez los dientes amarillos, blanquecinos ó negros. Destruyendo la causa de esta disformidad, se remedian los accidentes que la acom- pañan , se impide que tome incremento, y asimismo se destruyen quan- do dichos males no han llegado á penetrar la substancia de los dientes. Mientras que la dentadura va presentándose en el borde alveo- lar por el aumento de sus raices, las frotaciones reiteradas con la pronunciación, masticación &c. desgastan las coronas de los incisi- vos y caninos inferiores por fuera, y los superiores por dentro , y de los molares en las partes correspondientes. Si este vicio viene acompañado de dolores, se aconseja el horadar el diente hasta lle- gar á su cavidad para cauterizarle; pues de lo contrario queda una deformidad, que estorba las funciones de la boca: se pueden impe- dir los progresos de este desgaste cubriendo algunos dientes mola- res con láminas de oro ó de plomo sostenidas con un hilo. La erosiones el estado de la dentadura, que el escorbuto, la ra- quitis ó las enfermedades agudas ponen desiguales los dientes en su ex- tremo , llenos de pequeños agujeritos, y cubiertos de amarillo en su circunferencia durante su formación. Se puede precaver esta enfer- medad curando los vicios que la ocasionan; pero es del todo incu- rable quando ya está bien formada la dentadura. La caries ataca todos los dientes, pero mas comunmente los mo- lares que los caninos, mas á estos que á los incisivos superiores, y muy rara vez á los inferiores, y casi siempre los dientes correspon- 448 ENF dientes de las dos mandíbulas ó de un lado ó de otro. Regularmen- te afecta las partes laterales, y alguna vez lo alto de los molares: quando principia por el centro, el diente se pone muy sensi- ble, doloroso, negro, se destruye poco á poco, y ocasiona flu- xiones, que se propagan á las encías, á los alveolos y á los carrillos; quando comienza por la parte de afuera una mancha negra precede al dolor y á la sensibilidad, que tienen lugar quando la erosión ha penetrado hasta su canal. La caries es efecto de una plétora, de vicios escrofuloso, escorbútico, venéreo &c., de afecciones nervio- sas , de algunas secreciones suprimidas, de la preñez, de las fluxio- nes, de las enfermedades de las encías y de los alveolos, del calor y del frío repentinos, de los alimentos estimulantes, y de su menea- miento por cuerpos exteriores. Se distingue con facilidad quando aparece al exterior: sus síntomas lo hacen sospechar quando está oculta, ó colocada éntrelos dientes inmediatos; se conocerá por causa de los dolores, que experimenta el enfermo quando se toca en ella, metiendo por allí un estilete doblado según el trayecto por donde ha de pasar. La curación general de la caries consiste en des- truir sus causas productivas con los medios adequados á ella: si es simple y no ocupa mas que lo exterior, se combatirán sus pn gre- sos, limando ó quemando la parte dañada. Quando se presenta sin dolor, y se propaga hasta su canal, después de haber limpiado y desecado la parte con unos algodones mojados en el espíritu de vi- no , se llenará la abertura de láminas de plomo, estaño, oro ó pla- ta, contundidas y adaptadas con un instrumento de acero del tama- ño y figura convenientes. Si sobreviene el dolor y se resiste al uso de los emolientes y narcóticos, se proporcionará la salida de los hu- mores, horadando el plomo con una sonda puntiaguda, ó quitán- dolo hasta que se haya disipado el dolor, para volver á ponerlo del mismo modo que estaba antes. Se puede también antes de arran- car el diente intentar este medio, si hay sensación dolorosa, después de haberla calmado con los espirituosos y narcóticos, ó de ha- ber destruido el nervio con ei aceyte de clavo, de palo santo, ó con el cauterio actual, que solo debe emplearse quando la abertura es grande, y se halla situada en buen sitio. Quando la caries de los dientes de adelante es dolorosa, está oculta, ú ocupa poca exten- sión , y se resiste á los medios usados contra sus causas producto- ras, se aconseja el romper el nervio dislocado, ó arrancar el diente con un gatillo ú otro instrumento conveniente para volver á ponerle después en su situación natural, en donde él se afirma de nuevo po- co á poco después que se han disipado los accidentes, y con el au- xilio de compresas y de lociones espirituosas; pero es mucho mejor dexar que la caries destruya la corona, ó que se corte, y poner un diente en su raíz. ENF 449 Se extraerán los dientes que no puedan quedar en su posición natural, quando se oponen á la salida ó á la coordinación de los otros, aquellos cuyas raices, ios alveolos y las encías tienen enfermas, y no pueden curarse , y particularmente quando están los molares mayo- res cariados, con dolores rebeldes; pero se conservarán en quanto sea posible los dientes ó sus raices, para poder colocar los dientes artificiales antes de executar su extracción: los superiores, por ra- zón de su situación, son mas difíciles de extraer que los inferiores; los posteriores, mas hundidos y sujetos por las partes vecinas, in- clinados hacia adentro ó encorvados hacia afuera, estorban la acción de los instrumentos, y hacen que su dislocación sea mas difícil; aque- llos , cuya corona se ha destruido en su totalidad ó en la mayor par- te, son también muy difíciles de sacar, y también quando sus rai- ces son muy largas, y están ocultas y adheridas á los alveolos, en- corvadas, divergentes, cuestan mas de arrancar, necesitándose ma- yor fuerza, y muchas veces se rompen con facilidad , ó se sacan jun- tamente porciones de los huesos maxilares. Los instrumentos adequados para la extracción obran sin apoyo sobre un punto del diente, como el gancho y el empujador ó pa- lanca ; ó sobre dos puntos, como los dedos, el gatillo, la pinza rec- ta y el pico de cuervo; ó en fin tomando un punto de apoyo sobre las partes vecinas, como la llave, y el pulican simple ó el com- puesto. El gancho es una pieza de acero encorvada en su punta á modo de pie de cabra, y terminada por el otro extremo con un mango, del que nos servimos para sacar los raygones y los dientes que es- tan poco firmes, y que es necesario^ extraer fuera. Para servirse de ellos el Cirujano, después de haber hecho al enfermo que tome una situación mas alta que la que él ocupa para los dientes de arriba, y mas baxa para los inferiores, clavará en la parte interna del diente con los dedos de la otra mano, cubierta de un paño, el instrumen- to, que tendrá asido de la mano derecha para el lado izquierdo, y de la izquierda para el derecho: en seguida tirará, empleando toda la fuerza que sea necesaria según la diagonal de su longitud y de su perpendicular, con la precaución de apoyar siempre los dedos cu- biertos de un paño. El empujador es también una pieza de acero puesta sobre su man- go, y cortante á la extremidad, y terminada á modo de pie de cabra, para empujar hacia adentro los dientes y los raygones vacilantes, y aquellos que no pueden salir con el auxilio de otros instrumentos. El operador, después de haber puesto en situación al enfermo , que se- rá mas alto para los dientes inferiores y mas baxo para los superio- res, conducirá á la parte externa del diente, con los dedos cubier- tos de una servilleta ó pañuelo , el extremo del instrumento, que TOMO III. LLL 4$o ENF tendrá cogido con la mano derecha para el lado izquierdo, y al contrario; después empujará con fuerza, siguiendo la diagonal de su longitud y de su perpendicular, y precedido todo siempre de los dedos cubiertos de una servilleta. Quando los dientes están poco clavados en los alveolos, y que dan lugar á cogerlos bien con los dedos, es fácil el arrancarlos, sa- cándolos hacia adentro ó hacia afuera con los dedos pulgar é índice de la mano derecha para el lado izquierdo, y de la izquierda para el derecho, y tirando de ellos según su longitud afuera ó adentro, según el lado hacia donde se hallen mas libres. Los dientes incisivos, los caninos y los molares pequeños vaci- lantes pueden extraerse con el gatillo, especie de pinza, cuyos cier- res, que terminan á modo de pie de cabra, son derechos ó encorva- dos , con una longitud igual ó desigual. Se coge el cuello del diente, sin apretar mucho, con los dos ramos, de los quales el uno se colo- ca del lado hacia donde se quiere dexar caer, para que sirva de pun- to de apoyo, y el otro es la potencia movible, como el garfio y el empujador, por medio de la mano, que le tendrá agarrado por sus ramas. El pico de cuervo ó gatillo de cierres puntiagudos se puede em- plear para extraer los raigones que no pueden salir con el auxilio de otros instrumentos. Quando los dientes están clavados fuertemente en sus alveolos, ofrecen dificultad para cogerlos, y pueden ser in- clinados de dentro á afuera; se pueden arrancar con la palanca de mango ó llave, formada de una fuerte pieza de acero, redonda ó de ocho caras, de tres pulgadas de largo, terminada por un extre- mo en un mango ó agarrador postizo, armada por el otro extre- mo de ganchos montados á tornillo, semicirculares, de diferente tamaño, que finalizan en pies de cabra. Después que el Cirujano haya clavado el gancho conveniente en el diente que se quiere ex- traer, y colocado el enfermo á su altura, se pondrán los puntos cer- ca de la raiz por dentro si se debe sacar hacia afuera, y al contra- rio : se colocará en seguida el punto de apoyo al lado opuesto so- bre la enda, cubierto de una pequeña compresa; se hará al mango que dé una media vuelta hacia el lado donde se ha de llevar el dien- te , de manera que el gancho obre del mismo modo que lo haría el gatillo: el pico de cuervo se introduce entre el alveolo y el raigón, dándole vuelta é inclinándole ligeramente. Se puede también en este caso tirar del diente hacia afuera con el pulican ó la palanca de primera especie, formada de dos ganchos de acero movibles, terminada á modo de pies de cabra por un la- do, y puesto á tornillo el otro sobre un pedazo de madera duro, an- cho y redondo en sus extremos, que sirven alternativamente para po- tencia y apoyo; ó de un solo gancho, cuyo extremo, articulado ENF 451 por un gozne, se colocará por medio de un tornillo, que salga del mango en una muesca cruzada según la longitud de un trozo de ace- ro , terminado en su extremidad por un punto de apoyo suave, an- cho, sólido y convexo, ó movible y cóncavo: se afianzará el gan- cho de estos instrumentos como el de la llave; después se le condu- cirá sobre el punto de apoyo, que debe formarse en los dientes ve- cinos; de manera que el diente debe salir según su longitud hacia afuera y hacia este punto de apoyo. Quando el diente está vuelto también hacia el borde alveolar, se quita con los dedos ó con el gatillo, como ya queda dicho: si se quebrase, se sabe ya lo que se debe hacer, como hemos observado ya antes: si el alveolo se rompiese, procederemos del modo que ex- pondremos hablando de las enfermedades de los alveolos; y si la abertura de la arteria dentaria produxese hemorragia, se detendrá esta llenando su hueco de agárico, de hilas solas ó^nidas con la ce- ra, las que se cubrirán con unas compresas, que se mantendrán fixas, apretando el enfermo las mandíbulas entre sí con dos vueltas de ven* da, ó con dos corchetes unidos á unas cintas por debaxo de la barba ó sobre la cara. Las enfermedades de las conexiones de los dientes son el sarro, el tártaro, las afecciones de los alveolos y del periostio. El sarro es un engrudo mucoso, y el tártaro una costra terrea, que baxo la forma de láminas, mas ó menos gruesas, obscuras ó ama- rillas, y regularmente infectadas, se pegan ó cubren la dentadura de las personas poco aseadas, cuya saliva es viscosa, que usan de ali- mentos poco sólidos, y que, para evitar el sufrir dolores, se abstie- nen de masticar: si no se desprende con unos buriles ó unos instru- mentos de acero bien cortantes, no se impide el que se vuelva á acu- mular de nuevo, debiéndose limpiar á menudo la boca, y quitando los dientes desgastados para facilitar la acción de masticar, pues si no, se entumecerán las encías, y darán sangre, ablandándose los alveolos, y poniéndose los dientes vacilantes y dolorosos. Quando se desprenden los pedazos de los alveolos en el acto de la extracción de las muelas, dexan una herida, que se cura con faci- lidad; las que permanecen aun se aproximan, y unen por la acción de las partes: se precaverá la hinchazón con los resolutivos &c. La blandura, la caries, la destrucción de estas partes, efectos del vicio escorbútico, venéreo &c.; las enfermedades de las encías con pus y falta de xugo nutricio como sucede en los viejos, serán seguidas de la movilidad y caida de los dientes, á menos que no se afiancen á los inmediatos con unos hilos de oro ó de seda. Si ia tumefacción ó in- flamación del periostio, de los alveolos y de los raigones, que va- cilan y empujan hacia afuera el diente, es efecto de la caries, se re- media esto con la luxación ó extracción Scc. Si reconoce por causa las 452 ENF fluxiones, las enfermedades de las encías, el sarro, el virus escorbú- tico &c., se emplearán los lavatorios y demás remedios antiescor- búticos &c. Para establecer los dientes artificiales se llena el hueco que dexan los dientes cariados, hasta llegará su raiz, con uno ó muchos dientes humanos semejantes á los que se acaban de perder: después de ha- berlos hecho de corte diagonal por dentro, y de haber puesto su ba- se cóncava de dentro á afuera y convexa en sentido opuesto, se fixan por medio de un exe ó clavo de oro ó plata , que se pone allí, y que se introduce en seguida en el conducto agrandado de la raiz, que debe ser cóncavo transversalmente, y convexo de delante á atrás. Quando el nervio no se halla destruido, esta operación es muy do- lorosa , y seguida de una fluxión , que se termina por un pequeño absceso en las encías: accidente que regularmente suele verificarse aun quando el nervio carezca de vida. Si faltan mas dientes que rai- ces han quedado, se podrá también emplear este medio, poniendo en cada diente unos clavitos, soldados sobre una lámina de oro ó plata, fixados en las raices por otros mas largos. Quando no hay raiz algu- na en el hueco del borde alveolar, se puede llenar este del modo que decíamos antes, sujetando los dientes al cuello de los que están inmediatos con unos hilos de oro ó de seda, pasados por dos aguje- ros hechos en su base. Si las mandíbulas carecen de dientes, se pon- drá la dentadura de un pedazo de marfil, delgado y en forma de dientes por un borde , grueso por el otro y amoldado á las encías; de estos el inferior se fixará por su peso, por los carrillos y la len- gua, y el superior por dos resortes de ballena, de oro ó acero, co- locados de cada lado entre las extremidades de estas dentaduras arti- ficiales : se renovarán después con otras formadas de dientes natura- les, ó de los dientes de caballo marino, puestos con una muesca so- bre una base de marfil, y clavados ó asegurados con una lámina de oro ó de plata, ^f Enfermedades de las encías y de la membrana que ta- piza la boca. (Cir.) ^f Se reducen estas enfermedades á la hincha- zón, la escrescencia, el flemón, la úlcera y la gangrena. La tumefacción, producto del sarro, se disipa quitando este, ex- primiendo la sangre que se detiene en las encías, y con las lociones del agua y aguardiente: la que depende de una irritación, de una contusión, de fluxiones ocasionadas por la caries ó la extracción de los dientes, de un miasma podrido ó de un humor suprimido, cesa por medio de los relaxantes, de las sangrías, de los baños de pies, de las lociones de leche tibia ó del cocimiento de malvavisco: la tu- mefacción fungosa, pútrida y escorbútica cede por lo regular á la eficacia de los antisépticos: si se presenta con dureza, tocándola con el agua mercurial ó cauterizándola ligeramente si los huesos están al- ENF 4$3 terados, ó por medio de las lociones del zumo de limón, del aguar- diente alcanforado, del fuego &c. si está acompañada de alguna úlcera lívida, corrosiva, con efusión de un humor sanioso, fétido y sanguinolento. La excrescencia ó epulis es un tumor duro ó fungoso, que se ele- va de una base ancha ó de un pedículo de las encías, de la bóveda del paladar ó de los huesos maxilares sanos ó enfermos: quando vie- ne con dolor, caries del hueso, ó los dientes están vacilantes, con trascolacion de pus ó sanies, después de haber quitado los dientes y remediado la hemorragia demasiado considerable, se ligará con un hilo de plomo ó de plata la que tiene pedículo, y se destruirá con el instrumento cortante; después se aplicará sobre las raices fungo- sas un hierro encendido para destruir las carnes y poner á descubier- to la caries: los accidentes se calman con las gárgaras ó enxuagato- rios correspondientes &c.: caida la escara y curado el vicio local, se exfolia el hueso, y se forma la cicatriz. El flemón de las encías en la bóveda del paladar ó cerca de las mandíbulas se extiende alguna vez hasta los carrillos, las glándulas parótidas, las orejas &c., y aun el cuello: proviene de una contu- sión de caries de los dientes y de otros males semejantes; rara vez se resuelve, y freqüentemente sobreviene un absceso, que se supura por medio de cataplasmas emolientes, con los higos gruesos, el va- por de agua tibia ó la leche: quando es profundo, y se rezela la al- teración de las partes vecinas, se hace en él una grande abertura con la lanceta ó el bisturí hacia adentro; y lo mismo se practica quando sale demasiado hacia afuera; pero si las mandíbulas están muy com- primidas , como quando el flemón tiene su asiento cerca de las comi- suras de los labios ó de los pilares del paladar, se hará uso de las sangrías, los debilitantes ya propuestos, y en tiempo de la madurez los vomitivos. Para precaver los nuevos abscesos se quitarán los dien- tes cariados, que entonces los hay por lo regular, como también una hidátide purulenta en sus raices. Los miasmas podridos, la salivación consiguiente al uso del mercu- rio, la supresión de algunos humores, el sarro acumulado en los dien- tes, las encías con erupción, y rodeadas de un círculo azulado, oca- sionan regularmente en los adultos una úlcera fungosa, sanguinolenta, con salida de un material blanquecino y fétido, con vacilación, y por lo común caida de los dientes incisivos y caninos, principalmente de los inferiores quando están movidos, y la enfermedad es antigua, y el sugeto ya de edad. Después de habernos dirigido á combatir sus causas, se cura esta enfermedad dolorosa con el régimen de vida proporcionado, las lociones del cocimiento de la cebada, la miel rosada, la leche tibia, el cauterio y los purgantes &c... Las aftas son también unas úlceras; pero pequeñas, canee- 454 ENF rosas, superficiales, blancas ó azules en su centro, roxas y dolorosas en su circunferencia, que dependen del vicio de la dentadura, de la acrimonia de los humores y de las enfermedades inflamatorias: des- aparecen comunmente con el tiempo, combatiendo sus causas con los remedios adequados, tocándolas ligeramente con los ácidos, co- mo el vinagre, el zumo del limón, con la piedra de vitriolo, la pie- dra infernal, ó empleando las lociones emolientes y detersivas si se llegan á cubrir los conductos salivales de costras espesas, duras y lívidas. La tumefacción escorbútica de las encías, del paladar &c,, no habiendo cedido á la aplicación de los remedios indicados, princi- palmente en los niños, se aumenta rápidamente, toma el color de púrpura, vierte sangre con calor, dolor, hediondez insoportable, vacilación y caida de los dientes, y todos los demás síntomas carac- terísticos del escorbuto: inmediatamente se propaga á los labios, len- gua, carrillos &c., con una hinchazón flemonosa, dura, lívida, seguida de caries en el hueso, ó de necrosis y de gangrena en las partes inme- diatas, cuyas escaras al caerse dexan una mella mas ó menos disforme. Como la inspiración del olor hediondo y la deglución de la supura- ción saniosa aumentan la diátesis pútrida y los accidentes que de esto dependen, se mantendrá el enfermo con la boca abierta; se enxugará con las hilas secas la sangre y la supuración que se vaya filtrando, ó tocando las partes con un pincel de lienzo deshilado, empapado en el ácido marino puro si la putrefacción es considerable, y mezclado con la miel rosada quando es algo menor. Después de haber escarifi- cado ó quitado con el hierro las fungosidades, se detendrá la pu- trefacción con el cauterio actual, se precaverán las cicatrices y la unión preternatural, pasando por dicho sitio á menudo el dedo, ó interponiendo entre las encías, la lengua, los labios y las mexillas una porción de lienzo, á no ser que los músculos encerados se opon- gan á que suceda esto, lo que por precisa conseqüencia obliga al en- fermo á tomar alimentos líquidos. ^ Enfermedades de la lengua. (Cir.) ^[ Estas enfermedades son las heridas, la tumefacción, los tubérculos, las úlceras, el de- fecto de la lengua, la hinchazón sublingual, las afecciones del freni- llo , la ránula y los abscesos debaxo de dicho órgano. Los instrumentos cortantes, los dientes apretados contra la lengua quando está fuera de la boca en conseqüencia de golpes, las caidas ó las convulsiones, durante las quales no han hecho uso de frenos ó cuñas en los grandes ataques, pueden ocasionar en la lengua una hendidura ó herida, con pérdida de substancia ó simplemente dividida. La he- rida no suele tener malas resultas, y se cura prontamente por medio del reposo, la saliva y las lociones vulnerarias con miel rosada ó el vino azucarado, después de haber cohibido la hemorragia con el ENF 4jj hielo, con los estípticos, la compresión ó el cauterio actual. La he- rida con pérdida de substancia se trata del mismo modo que la herida simple: si tiene bordes largos, que se extienden casi desde la punta de la lengua, se reunirá metiéndola en una bolsa de tela fina, que tenga una semiluna hacia el frenillo, y los lados de la base se empu- jarán hacia abaxo y atrás por los dos cabos de un hilo de hierro ó de plata, que saldrán por debaxo de las encías en los incisivos, se redo- blan sobre la barba, en donde se fixan con una cinta, que se atará después en la nuca. La tumefacción de la lengua suele presentarse algunas veces en las viruelas y en las calenturas malignas; otras depende de contusiones, de aftas, de fluxiones en las partes vecinas ó del contacto de substan- cias venenosas: si fuese dura, dolorosa, con sequedad, dificultad de tragar y respirar, se hará prontamente una incisión longitudinal y profunda á un lado de la tumefacción , ó dos á una distancia igual de los bordes de la lengua y de su medio: si esta estuviese entume- cida en todas sus dimensiones, se harán incisiones con un bisturí lar- go de hoja fixa, para lo qual una cuña tendrá separadas las dos mandíbulas, baxando la lengua con los dedos... Desinfartada la len- gua con las escarificaciones, prontamente se queda en su estado na- tural; de lo contrarario se llega á gangrenar, y el enfermo muere sofocado. Quando por un vicio de nacimiento la lengua está tan gruesa que no puede estar contenida en la boca, se trascola una saliva mucosa, con impedimento en la masticación, deglución y articulación de los sonidos: se aconseja el que se ampute la parte excedente, y que se trate la herida según diximos anteriormente. Se forman, con mas ó menos prontitud, sobre la lengua unos tubér- culos, que impiden sus funciones, que son de diferente figura y grosor, fungosos, escirrosos, con pedículo ó base ancha, poco dolorosos, y por lo regular con efusión de sangre en las mugeres que están próxí - mas á menstruar: se tratarán, quando son pequeños y sin vicio apa- rente en los humores, tocándolos con el vinagre, los polvos de sabi- na , el vitriolo ó la piedra infernal, y ligando á los que tienen una base muy ancha: los que son mayores, y están acompañados de su- presión de menstruos ó de qualquiera secreción, de escrófulas, vi- ruelas &c., exigen primeramente los remedios adequados para des- truir sus causas productivas, y con preferencia las fricciones mercu- riales: si están ulcerados, con bordes duros y tuberculosos, hay mal olor, hemorragia, dolores lancinantes: después de haber colocado al enfermo debidamente, y de haber separado las mandíbulas, se cor- tarán con un bisturí cortante un poco convexo, ó con unas tixeras corvas sobre su plano, y cuyos cortes serán ligeramente cóncavos; se destruyen las raices, y se detiene la hemorragia con el cauterio 456 ENF actual ó con la piedra infernal; las lociones del vino con miel pro- porciona la cicatrización. La naturaleza, las causas, las señales y el tratamiento curativo de las úlceras de la lengua son las mismas que las que ocupan las en- cías: no es necesario irritar con los estípticos &c., las cancerosas ó malignas; pero se emplean los mismos recursos que para curar los escirros ó cánceres. Las personas que nacen sin lengua, ó que la pierden por algún acci- dente, como gangrena ú otro mal semejante, se suple esta natural- mente y después de mucho tiempo, acostumbrándose á mover la base ó el pedazo de dos tubérculos que hay por medio de los mús- culos que se adhieren á ella. Los que conservan una parte de elia sin poder hablar llegan por lo regular á ocupar el hueco de la boca con un instrumento medio ovalado, ó de otra qualquiera forma, co- locado detras de los dientes incisivos ó en otra parte. Quando se forman debaxo de las partes laterales de la lengua hinchazones bastante considerables para dañar sus funciones, y que permanecen por mucho tiempo, se escarifican, ó se cortan con unas tixeras suaves y corvas, mientras que se mantiene levantada la len- gua con dos dedos de una mano. La hemorragia se detiene con el hielo, el agárico, y la compresión ó el cauterio actual: si proviene de un vaso grande , los movimientos de la lengua , la saliva , un de- do ó un pincel empapado en el vino azucarado, y aplicado sobre la herida, impide su reunión. Quando la lengua está muy torpe en sus movimientos, y dema- siado adherida á la mandíbula inferior por unas bridas y adherencias, ó porque el frenillo es corto , ancho, escirroso ó fungoso, se reco- nocen estos vicios con la inspección de las partes y el examen de las funciones dañadas. Si las cicatrices y adherencias no van cediendo con el tiempo, es necesario destruirlas por medio de un bisturí sua- ve, abriéndole la boca al enfermo, y levantando la lengua; se de- tendrá el fluxo de sangre, y se tratará la herida del modo que dixi- mos antes: si no se puede adelantar sobre el borde de los labios, ó si el frenillo no se prolonga; abierta la boca, y estando levantada la lengua del modo que queda propuesto , se cortará perpendicularmen- te por su medio con unas tixeras suaves ó con un bisturí puntiagudo, conducido hacia su borde posterior, y el dorso vuelto hacia la lengua para evitar el corte de los vasos raninos, introduciéndose transversal- mente para concluir la sección. Esta herida se cura prontamente sin necesidad de recurso alguno, ó aplicando un poco de miel. Si se han abierto los vasos, se detendrá la hemorragia con el hielo, los estípti- cos, el agárico y la compresión hecha con un dedo ó con una espe- cie de horca de madera colocada á los lados de la lengua, y apo- yada sobre una compresa por detrás del sinfisis, ó cauterizándolos ENF 457 quanto antes con un estilete hecho ascua. Se quita el frenillo escirro- so por medio del instrumento cortante, y se curan sus fungosidades tocándolas con la piedra infernal ó el cauterio actual. La ránula ó renacuajo es un tumor ovalado que se presenta en las partes laterales de la lengua, y hacia el frenillo, del volumen de una avellana, y por lo regular bastante grueso, formado de una sa- liva amarilla, espesa y parecida á la clara del huevo; ó de una ma- teria terrea, ó una piedra blanca detenida en el canal salival, y al- guna vez visible en la abertura fistulosa, simple ó complicado con hinchazón en las glándulas sublinguales y maxilares por acumulación de saliva; indolente, blando y con fluctuación, ó casi enteramente duro y constriñido. Depende del cerramiento ú obliteración del ori- ficio de los conductos salivales por causa de un tumor, una úlcera &c., ó de la obstrucción por la inspisitud del moco y de la saliva, cuya estancación sucesiva dilata las paredes que forman el kiste mas ó menos grueso. Constriñendo las partes vecinas estorba para mas- car, hablar, tragar las cosas sólidas,y aun respirar: desahogado por la punción ó por la incisión, incomoda muy poco; pero la herida se reúne, y subsistiendo la causa que le produce, el tumor vuelve á renacer. La curación radical consiste en restablecer el tránsito de la saliva por el orificio natural de sus conductos, ó por una abertura artificial, que no se pueda llegar á soldar. Quando el tumor es pe- queño, sus paredes son delgadas, y el orificio del conducto es sen- sible ; alguna vez por una pequeña afta, la que se halla tapada por una materia terrea, ó por una piedra, se restablece quitando los cuer- pos extraños, pasando un estilete, y después un hilo grueso de plo- mo ó de plata muy flexible, el que se repetirá renovándole de tiem- po en tiempo para evacuar la saliva, cuyo uso continuará hasta ad- quirir la perfecta curación: este método es sencillo y poco doloro- so. Quando el orificio de dicho conducto está obliterado, el tumor es voluminoso, sus paredes gruesas y escirrosas, se hará una abertura artificial permanente, ó se cortará según su longitud con un bisturí, separando los labios de la herida ó del kiste con una tixera; pero esta incisión es difícil, dexa freqüentemente una abertura demasiado próxima á los dientes incisivos, é incomoda para la efusión de la sa- liva , por lo que mas bien se cauterizará el kiste con el fuego, ó un pincel empapado en la manteca de antimonio, el aceyte de vitrio-» lo &c.; la escara se cae sin haber abertura alguna, y la úlcera se ci- catriza , á excepción de una solución propia para la trascolacion de la saliva. Qualquiera que sea la causa de los abscesos debaxo de la lengua, y entre los músculos genioglosos y milohioideos, se deben abrir opor- tunamente , y en toda su extensión; si nó se forman allí senos, se rompen ellos mismos y dexan por lo regular una fístula profunda. TOMO III. MMM 458 ENF Después de haberla agrandado con la esponja preparada, el cáustico ó el instrumento cortante, se curará comunmente por medio de las inyecciones y la compresión por debaxo de la barba, á no ser que la caries del hueso hioides, la erosión de los cartílagos de la laringe, ó las callosidades se opongan á la consolidación; en este caso se ha- ce una contra-abertura en el cuello, y se pasan unos sedales empa- pados en los medicamentos detersivos. Quando no se difiere el abrir el absceso superficial situado debaxo del sinfisis de la barba ó el mús- culo milohioideo, alguna vez viene acompañado de alguno otro cer- ca de los músculos genioglosos. Se evita la formación de la fístula hundiendo lo último con el dedo ó con un bisturí introducido por la abertura del primero, mientras que el dedo índice de la otra mano colocado debaxo de la lengua sirve de punto de apoyo ^f. Enfermedades del velo del paladar, de la campani- lla y de las glándulas amígdalas. (Cir.) ^[ Estas enferme- dades son las heridas, la hinchazón de la campanilla, la inflamación, la supuración y el endurecimiento. Las heridas en el velo del paladar y en las demás partes dichas, simples, contusas, transversales ó con grandes labios; se reúnen es- torbando que las partes se muevan por medio de una lámina de plo- mo ó de plata sujetada en los dientes, y tocando al vaso con un hier- ro hecho ascua si continuase la hemorragia. Sobreviene alguna vez á la campanilla una tumefacción serosa sin dolor ni calor, que irrita á la lengua y las partes vecinas; entu- mece la boca, de donde se origina el conato de tragar ó los esfuer- zos continuados y violentos para la deglución y expulsión del moco de la garganta, la dificultad de respirar , la tos, consunción , la afec- ción de los pulmones y sus efectos. Quando se resiste á la aplicación de las gárgaras de agua, vinagre y aguardiente, gengibrey pimien- ta aplicada sola ó con miel por medio de una cuchara, se cortará todo lo excedente con unas tixeras suaves y largas, mientras que se mantiene fixa con unas pinzas, que al mismo tiempo mantengan la lengua baxa: á esto se sigue alguna hemorragia, que se cohibe ella misma, ó quando nó se hace uso por algunos dias de las gárgaras del vino caliente. La inflamación del velo del paladar, de la campanilla, de las glán- dulas amígdalas, de la laringe y de la faringe se conoce con el nom- bre de esquinancia: se presenta con tumorosidad aparente ó sin ella; por lo común suele estar situada en la laringe, viene con do- lor, tos, calentura, voz aguda, dificultad de respirar y de tragar, náuseas , vómitos, constricción convulsiva del cuello, ocasionada principalmente en los niños, concreciones linfáticas membranosas li- bres ó adherídas á las paredes de la laringe y de la traquiarteria, el hipo , la opresión del pulmón y la sofocación. Esta enfermedad es ENF 459 peligrosísima, y á veces mortal, si los accidentes son rápidos y no ceden en manera alguna á las sangrías, á las sanguijuelas, á las ven- tosas escarificadas en el cuello, á las bebidas emolientes, á los fo- mentos del oxícrato &c.; y en el caso de ocurrir algún metástasis se usarán los vexigatorios en el cuello: si el enfermo no despide por me- dio de la tos las concreciones membranosas inorgánicas, en este caso se restablecerá prontamente el tránsito del ayre á los pulmones por medio de la operación de la broncotomia; si la inflamación degene- ra en gangrena, caracterizada por la cesación rápida de todos los sín- tomas , la postración de fuerzas, la debilidad y la intermitencia del pulso tendrá conseqüencias funestas. La esquinancia con tumor ataca regularmente los órganos de la deglución, y principalmente las glándulas amígdalas. Puede ser sim- ple, periódica, endémica, epidémica, maligna, gangrenosa, y asi- mismo mortal quando no sobrevienen abscesos. Ademas de las cau- sas productoras de la inflamación, es particularmente el resultado de una irritación producida en la garganta con el calor, el ayre frío, los gritos, los licores espirituosos, los alimentos acres &c.; entonces la laringe y faringe se hinchan, se ponen roxas con calor, hay calen- tura y dolor, que se propaga al oido, y ocasiona alguna vez la sor- dera; el enfermo no puede tragar ni esputar; los líquidos pasan con mas dificultad que los sólidos, y vuelven á salir freqüentemente por la nariz; el pulso está duro y veloz; la garganta hinchada; los ojos se ponen rubicundos, tuberosos ó saltones. La que ataca con pre- ferencia el velo del paladar y la campanilla se termina lo mas fa- vorable por resolución; pero si tiene su asiento primitivo en las glándulas amígdalas, la supuración proporciona una evacuación com- pleta seguida de una curación mas constante y cierta. Antes de verificarse la supuración de la esquinancia se emplean las sangrías del brazo reiteradas según los síntomas y las fuerzas del enfermo; las del pie quando la cabeza está muy pesada y dolorida, y si hay calentura con exacerbaciones; las escarificaciones, las san- guijuelas, las ventosas escarificadas en el cuello si la garganta está muy constriñida, y la respiración es mas penosa; las cataplasmas de las hojas de malvas, siempreviva, manteca y simiente de lino; las esponjas empapadas en agua tibia, ó las vexigas llenas de leche ca- liente , aplicadas á las mandíbulas quando el cuello está entumecido y dolorido; en todos estos casos las gárgaras del xarabe ó arrope de moras, y agua ó leche cocida con higos, el uso de estos mismos líquidos metidos en la boca, el vapor del agua, del suero y del vi- nagre , ó de leche, las bebidas relaxantes y nitradas, el mismo suero, el agua de pollo, de cebada &c; si la lengua está amarilla, gruesa, amarga, después de hacer una ó dos sangrías se procura el vómito con el tártaro estibiado, ó con la ipecacuana quando el enfermo es 460 ENF demasiado sensible: se purga en seguida con los tamarindos, el cré- mor de tártaro &c., cuidando siempre mucho de mantener el vien- tre libre por los medios convenientes: por último se aplican los si- napismos y las cantáridas á los brazos, al pecho si se recela la me- tástasis anunciada por el dolor de cabeza, de pecho y demás sínto- mas. Si el enfermo no puede tragar, separadas las mandíbulas con el especulum oris con tornillo ó palanca, se pasarán suavemente hasta el esófago los líquidos alimenticios ó los medicamentos por medio de una cánula de plata sólida de quatro líneas de diámetro, de seis pulgadas de largo y tres de corvadura, de la que una extremidad introducida en la faringe terminará en forma de oliva con un agu- jero de línea y media, y la otra será adequada para recibir el sifón de una xeringa, la que contendrá un quartillo de líquido. En la esquinancia, que se termina por supuración, el dolor es violento y pulsativo; la calentura aguda y con exacerbaciones, y la deglución impedida excita alguna vez convulsiones. Estos síntomas se sostienen por muchos dias sin ocasionar la muerte; entonces hay lugar de repetir las sangrías, y se usarán los emolientes introducidos en la boca ó aplicados al cuello; por lo regular el absceso se abre por sí solo, y solo se abrirá principalmente quando está en el velo del paladar, en sus pilares, extendiéndose hasta el oido, y quando los síntomas son urgentes. Se abandonan regularmente á la naturale- za los de las glándulas amígdalas, los que son profundos, porque el pus destruye las durezas que puedan hallarse, y que dan lugar á la formación de nuevas fluxiones inflamatorias. Sin embargo se procura alguna vez su rotura por medio del vómito, ó quando los síntomas obligan y nos determinan á escarificar las partes que les cubrian; en fin desahogar, disminuir los accidentes, y facilitar la evacuación del pus, que los disipe y acelere la curación sin otros medios empleados mas que las gárgaras del cocimiento de la cebada y la miel rosada. Alguna vez el absceso se propaga hasta la trompa de Eustaquio, desde donde el pus sale por el oido destruyendo antes la membrana del tambor: entonces la curación es difícil, y queda por mucho tiempo una efusión de pus como no haya una salida libre por la boca ó narices. Para abrir el absceso es necesario después de haber separado las mandíbulas, interponiendo un cuerpo duro entre los dientes mola- res , y haber baxado la lengua con uno ó dos dedos, hacer una in- cisión perpendicularmente en el velo del paladar, en sus pilares, y transversalmente en las amígdalas, valiéndose para esto de un bistu- rí largo ó de una lanceta, cuya hoja está fixa en su mango, y cu- bierta de un vendolete hasta llegar á cerca de tres ó quatro líneas de su punta, ó lo que es mas seguro con el faringotomo. La esquinancia degenera alguna vez en enduracion de las amíg- ENF 461 dalas, ó estas glándulas se entumecen poco á poco por la acumu- lación de moco y linfa, que pueden formar concreciones petrosas del tamaño de una lenteja ó hueso de acey tuna, que se reconoce por el tacto ó por un punto blanquecino y saliente hacia fuera de la abertura de una laguna de la amígdala, de la que el enfermo le arroja alguna vez escupiendo violentamente, ó extrayéndose con unas pinzas derechas, habiendo hecho ó no una incisión en dicha glándula, que desde luego pierde la tumefacción en seguida, y dexa libre el tránsito de la faringe &c. Las glándulas amígdalas, hinchadas y endurecidas por la dilata- ción esponjosa de su texido, y por la congestión humoral, se entu- mecen por lo regular hasta el punto de impedir la pronunciación, la deglución, la respiración, y asimismo amenazan la sofocación. Ocasionan freqüentemente fluxiones inflamatorias; rara vez son de una base estrecha, escirrosa y carcinomatosa, y forman ordinaria- mente un cuerpo roxizo igual ó tuberculoso, con ulceración, mas ó menos prolongado hacia la faringe. Se remedian estos tumores, desahogándolos con las escarificaciones profundas hechas con el fa- ringotomo si son blandos y poco voluminosos, ó destruyendo su parte excedente con cáusticos, ligaduras &c. ^[. Enfermedades de las vertebras. (Cir.) ^f Las enfermeda- des de estas son la dislaceracion de los ligamentos vertebrales, la dislocación, la fractura, la caries, la corvadura del espinazo y la espina bifida. Los golpes y caidas sobre el tronco, cabeza y extremidades in- feriores, y los esfuerzos violentos de los músculos motores del tron- co, separan las vertebras; distienden las partes que están vecinas á ellas, y alguna vez causan la muerte, ú ocasionan dolores vivos y continuados, la dificultad de respirar, de enderezar el tronco, de acostarse &c. Si las sangrías reiteradas, la dieta severa, el descanso, las embrocaciones del bálsamo tranquilo y el aguardiente, la apli- cación de gruesas compresas empapadas en aceyte rosado y en co- cimientos resolutivos, sostenidas con un vendaje circular un poco apretado, y que cojan mas extensión que la enfermedad, y las lo- ciones narcóticas no disipan nada los síntomas primitivos, se au- mentará el dolor, habrá calentura, inflamación, supuración, depó- sitos , vendrá la caries de las vertebras, la parálisis de las extremi- dades inferiores, y por lo común la muerte, que son los resultados mas 'comunes. La dislocación de las vertebras es tanto mas difícil en quanto estas están mas vecinas á las extremidades de la columna; que el cuer- po es mas ancho, aplanado ó cóncavo; que las apofises articula- res están mas encaxadas las unas en las otras, y que se tocan por mayores puntos de superficie, y que sus ligamentos son mas nu- 462 ENF merosos, cortos y apretados, y sus movimientos mas limitados. Por esta razón pues la dislocación entre la primera vertebra cervical y el occipucio es imposible, la de las tres últimas del cuello es muy rara, la de las diez primeras dorsales, y la última vertebra lumbar es lo mismo; pero es menos difícil y mas freqüente la de las otras vertebras. (V. el artículo dislocación de las vertebras). La fractura de las vertebras es mas freqüente que la luxación que acaece en su cuerpo ó en sus apofises, ó bien en muchos puntos de estas partes ai mismo tiempo, en conseqüencia de un esfuerzo violento, un golpe, una caida sobre las extremidades, ó en medio de la columna vertebral, y ordinariamente en el parage que ha sufri- do el golpe. Rara vez es simple, unas veces viene con una herida contusa, como quando proviene de una arma de fuego, que es regu- larmente con corvadura y contorsión de dicha columna; separación de las apofises, esquirlas y dislocación de los huesos, que causan la crepitación, con conmoción de la medula y de las visceras del pe- cho , ó del vientre, contusión profunda, distensión y dislacera- cion de las partes blandas seguidas de equimosis, extravasación de sangre, dolores, dificultad ó impotencia de mover el tronco, hin- chazón , convulsión, parálisis, retención de orina y de las materias fecales, gangrena &c. La mayor parte de estas fracturas son morta- les; las otras son mas peligrosas siendo mas en las vertebras cervicales y dorsales que en las lumbares, siendo mas en su cuerpo que en las apofises articulares, y sobre todo quando dependen solo de un cuer- po pequeño empujado con fuerza, y que solo causa desorden en el parage contundido, como lo hace comunmente una bala de fusil. El tratamiento curativo consiste en colocar en su debido sitio los frag- mentos del hueso sin hacer esfuerzos, que pueden ser peligrosos, produciendo incisiones profundas en las partes contusas ó irritadas con la presencia de los cuerpos extraños, y algunas veces es nece- sario trepanar entre las apofises espinosas y transversas para dar li- bre paso á los humores extravasados, y levantar ó extraer las piezas de hueso que hieren á la medula espinal, para combatir ó precaver los resultados con los medios indicados antes. La caries de las vertebras ataca mucho mas antes su cuerpo que sus apofises, mucho mas á los niños y á la gente joven que i los adultos y á los viejos; comienza en el hueso afectado de algún vi- rus , ó debilitado y contundido por su parte externa en conseqüen- cia de absceso, alguna vez de un aneurisma, que mas regularmente consume el hueso sin ulcerarle. Viene con dolor tópico, profundo, sordo y á modo de reumatismo, por lo común con debilidad y pa- rálisis de las extremidades inferiores, corvadura del espinazo hacia adelante, rara vez sobre sus lados, y salida de algunas apofises es- pinosas ; ordinariamente habiendo estos últimos síntomas se presenta ENF 463 con uno ó muchos depósitos, que se manifiestan lentamente en una ingle, en la parte interna de una nalga, en los lomos ó el dorso, y mas ó menos cerca del hueso cariado por medio de un tumor cir- cunscrito , plano, casi indolente, que se acrecienta insensiblemente sin adherencia, mutación de color y alteración del tegumento, in- movible por sus lados, y con fluctuación poco sensible y obscura si la materia purulenta se halla cubierta por las aponeuroses. Esta caries, difícil de conocer en su principio, principalmente en los niños, y siempre dañosa, puede curarse con la flexión del tronco, el descanso permanente, y el uso de los absorventes y de los amargos, continuados hasta que se verifique la soldadura de las vertebras, aplicando con anticipación á cada lado de la corvadura de la espina, si las extremidades se pusiesen débiles ó paralíticas, un gran vexigatorio, que supure por largo tiempo, abandonando á la naturaleza el depósito formado: de este modo la supuración, cargada de porciones huesosas exfoliadas y disueltas, es absorvida, y sale fue- ra por la orina ó por otro emuntorio natural; aproximados los hue- sos se identifican, y el tronco queda disforme. Abiertos estos de- pósitos por medio del cáustico ó del instrumento cortante, presen- tan desde luego un pus blanco ó amarillo, inodoro, de una consis- tencia legamosa, alguna vez como suero, con concreciones linfáti- cas ; al segundo ó tercer dia el humor es fétido é icoroso, le sobre- viene al enfermo, que hasta entonces habia estado poco incomoda- do, una calentura con frió y exacerbaciones, con inapetencia, des- velo, pequenez y freqüencia en el pulso, dolores agudos en la parte abierta, lesión de las funciones de las visceras inmediatas, estanca- ción de humores en las grandes cavidades; después la supuración se disminuye y comparece la gangrena, y por último la muerte hacia los doce ó quince dias primeros, y á lo sumo á las seis semanas ó dos meses; pero abiertos estos tumores por elios mismos, ó hacien- do en ellos una punción con la lanceta ó el trocar, estos depósitos dexan una fístula complicada con los primeros accidentes que hemos expresado antes; los que alguna vez se calman hacia los quince dias, y el enfermo puede curarse con el reposo y demás remedios ya propuestos. La columna vertebral se encorva hacia adelante ó sobre sus lados. La corvadura anterior puede depender en los sugetos de una edad avanzada de la caries del cuerpo de las vertebras, ó en los adulros y viejos de la flexión constante del tronco, ocasionada ó aumentada por las cargas, el peso de las extremidades superiores, y la acción freqüente de los músculos flexores del tronco en las aptitudes vicio- sas o en los trabajos penosos. Viene con separación de las apofises espinosas, del cuerpo de las vertebras hacia adelante, diminución, rigidez, osificación de las substancias intervertebrales, constricción 464 ENF del pecho, inclinación de su base hacia atrás, y la dificultad de te- nerse en pie y andar sin apoyo; incrementa con la edad, viene por lo común sin accidente alguno, y es incurable. La corvadura sobre los lados, llamada raquitis , es mas freqüen- te, principalmente en los niños después de los cinco años de edad hasta los nueve; pero rara vez después hasta los diez y ocho. Afecta en diferente sentido, y desigualmente todas las regiones de la columna vertebral, ya sea la dorsal ó la cervical, y aun la lumbar, y se ma- nifiesta lenta ó rápidamente después de una larga enfermedad, ó por un crecimiento prematuro ó excesivo, una vida sedentaria desde los nueve años hasta los diez y ocho. Principia alguna vez en los niños de poca edad en la lactación, la que se conoce por la tristeza, de- bilidad del tegumento, poca firmeza del cuerpo, paso lento y difí- cil; por las laxitudes grandes en conseqüencia de movimientos len- tos y de corta duración; por los gritos freqüentes sin causa apa- rente de dolor, los nudos de las extremidades de los huesos largos, la salida tardía y viciosa de los dientes, los que se ponen negros, se caen ó se carian prontamente: al examen de dichas señales es ne- cesario añadir igualmente la tumefacción del vientre, la consun- ción extremada del cuerpo, la calentura continuada y lenta, las náuseas, los vómitos, la diarrea, la tos y otros accidentes freqüen- temente funestos. Nace de la debilidad de las vertebras y de sus li- gamentos , causada por el exceso ó la depravación de los humores, por ias malas qualidades de la leche ó de los alimentos, por el des- tete anticipado; ó bien es efecto de la coxera, de las aptitudes vi- ciosas, de la acción mas fuerte y repetida de los músculos de un lado del tronco, y también de la escápula; y de la extremidad su- perior, como en las personas acostumbradas á exercer ó servirse mas de una mano sola, ó después de la amputación del brazo opues- to, que junto con el peso de las partes superiores fuerzan la columna vertebral á que se encorve el dorso hacia atrás, y del lado en que los músculos del tronco tienen menos resistencia, y los de la extre- midad superior son mas fuertes, y por el cuello y lomos del lado opuesto hacia adelante. Esta enfermedad pone el tronco mas corto, el pecho aplanado de adelante á atrás, y convexo del lado de la corvadura con pro- minencias y huesos irregulares sobre los lados; el cuerpo de las ver- tebras está alguna vez cariado, y siempre muy grueso; las apofises transversas mas separadas, y los agujeros de conjugación de mayor extensión del lado convexo; las apofises espinosas se dirigen del lado cóncavo; el canal vertebral está angostado, ó casi borrado en las cor- vaduras ; sus lados mas aplanados, mas cortos, derechos y aproxi- mados por detras, y el esternón saliente del lado de la concavidad; ias caderas con una altura desigual; las escápulas levantadas hacia ENF 465 adelante con preferencia á la parte convexa; las cavidades y los va- cíos contraidos y desiguales por la salida del hueso sacro, el apla- namiento del pubis &c.; las rodillas vueltas hacia adentro, los hue- sos largos encorvados en diferentes direcciones, y principalmente los de las extremidades inferiores, los que parecen alguna vez rotos y como cruzados formando como un ocho en cifra; los enfermos sien- ten el pecho lleno de agua ó de podre, la glándula timo está entu- mecida, los pulmones adheridos, infartados, supurados, destrui- dos ó conteniendo vómicas y tumores esteatomatosos; la mayor parte de las visceras del vientre entumecidas y elevadas hacia el pe- cho ; las glándulas del mesenterio duras é hinchadas; los vasos del cuello y de la cabeza dilatados, el cerebro mas grueso, infiltrado con estancación de agua en los ventrículos; viven largo tiempo ale- gres si la raquitis es simple, y principalmente si los huesos reponen su consistencia; pero sucede al contrario si está complicada con es- corbuto , escrófulas, viruelas, lombrices &c., ó si sus progresos se aumentan; si están atacados de dificultad de respirar, de dolor y constricción del estómago, de indigestión, diarrea, fluxos involun- tarios de orina y excrementos, hay extenuación y pérdida pronta ó lenta de sentimiento con entumecimiento de los maleólos; hay poco movimiento con rigidez en las articulaciones, y por último depósi- tos en la espalda é ingles, con calentura &c. El tratamiento curativo de la raquitis es largo, difícil, y por lo regular infructuoso, principalmente después de los catorce años de edad. Se expondrá en el artículo raquitis. La espina bífida es un tumor circunscrito, ovalado, del volumen de una nuez ó de un huevo grande, blando, con fluctuación, trans- parente, sin mutación decoloren el tegumento, indolente, situado en los lomos, y alguna vez en el dorso, cuello, ó en la región del sacro de los niños recien nacidos ó de poca edad. Está formado de una serosidad linfática, que se trascuela de los ventrículos del cere- bro, ó nace de las partes contenidas en el eranal vertebral, distendi- das ó contundidas por los golpes, los partos violentos &c.; y los que se acumulan á lo exterior ó á lo interior de la dura-madre alejan las vertebras vecinas, separan los puntos de la osificación lateral, que forman una línea de tubérculos á cada lado del tumor; adelgaza y destruye debaxo de la piel entumecida los cartílagos que debían for- mar las apofises espinosas del mismo modo que sus ligamentos y los músculos inmediatos; comprime, macera y destruye en conseqüen- cia de esto la medula espinal y sus nervios, y separa el cuerpo de las vertebras ó las caria. Este tumor regularmente es simple en su principio, pero después se hace complicado con el hidrocéfalo, en- tumecimieno ó pa&alísis de las extremidades inferiores, si tienen su asiento en ios lomos. Tratado con los remedios emolientes, los re- TOMO 111. NNN 466 ENF solutivos, los supurantes, ó abandonado á la naturaleza, se abre él mismo con el tiempo, y el enfermo muere inmediatamente: quando se procura la salida del humor por medio del cáustico, el trocar ó el bisturí, se ve desde luego agitado de convulsiones y perece al ins- tante, ó pocos dias después. Se podrá intentar su curación, procu- rando sin que el a)^re hiera las partes contenidas en el canal verte- bral , una trascolacion lenta del humor por medio de un sedal pasado por el tumor , desde su parte posterior hacia la inferior, con una aguja corva y puntiaguda ^f. Enfermedades de las costillas y de sus cartílagos. (Cir) ^f Estas enfermedades son la dislocación, el hundimiento, la fractura y la caries. Se debe saber que una potencia que obra de atrás adelante, y de abaxo arriba sobre un punto ó espacio pe- queño del ángulo de las costillas medianas, puede dislocar hacia adentro y adelante la extremidad vertebral, y causar el dolor, la tos, la opresión, la dificultad de mover el tronco y el brazo, la in- flamación , la calentura &c. Se dice que la movilidad de toda la costilla, el dolor y el ruido sordo en su articulación posterior, mo- vida por la respiración, forzada por la flexión del tronco, ó por una compresión sobre la parte anterior, son sus caracteres peculiares. Se ha prescrito asimismo su tratamiento, que consiste en cubrir todo el pecho con un vendaje circular suficientemente ajustado después de haber puesto unas compresas dobles sobre la extremidad de la costilla dislocada y sobre las apofises transversas del lado opuesto. Pero la longitud y la fragilidad de las costillas, su movilidad hacia adelante, la dirección de su extremidad posterior sobre las verte- bras, el número y fuerza de los ligamentos que las unen á las partes vecinas, comprueban bastante que una potencia semejante viene á romper el ángulo de estas costillas, repartiendo la totalidad de su fuerza sobre la parte anterior, la que cede á causa de la flexibili- dad de los cartílagos , y sobre su extremidad posterior, adonde encuentra resistencia por el cuerpo de las vertebras, y por los liga- mentos costo-vertebrales: luego se fracturarán mucho antes de este lado hacia su articulación; fractura que por otra parte tiene las mis- mas señales, los mismos accidentes, y exige el mismo tratamiento curativo que esta pretendida dislocación. Los golpes, las caidas, las fuertes presiones sobre la parte infe- rior del pecho de los niños, pueden contundir las partes blandas ex- ternas, sacudir las partes contenidas, hundir las costillas inferiores ó sus ternillas, y ocasionar la hinchazón, infarto, dolor, tos con difi- cultad de respirar, é inflamación. Regularmente se remedian estos síntomas con el descanso, las sangrías reiteradas, los resolutivos y la compresión, para moderar el estado de la respiración; pero rara vez se observa hundimiento de estas partes que llegue á subsistir por ENF 467 toda la vida. Puede también verificarse en los niños raquíticos, cu- yos pulmones están escirrosos, marchitos ó ulcerados; pero enton- ces no se debe atender mas que á la raquitis y á las afecciones de los pulmones. La fractura es^mucho mas fácil en las costillas medianas, como mas sólidas y mas inmediatas al tegumento que en las inferiores, que son muy movibles, y que en las superiores, que se hallan mucho mas cubiertas de músculos gruesos, y de las dos escápulas ú omoplatos. Puede ser transversal, obliqüa, estar en la parte media de las costillas ó en susextremidades, en un solo parage ó en muchos; simple ó con dislocación hacia afuera, obrando las potencias en los extremos de la costilla, y aumentando su corvadura en la parte media, ó hacia aden- tro, hundiéndose mas allá de lo que permite su ductilidad; con es- quirlas adheridas ó despegadas, que salgan hacia afuera, ó metién- dose en los pulmones; con contusión ú herida de las partes adyacen- tes del pulmón, del corazón, del hígado, del estómago, del bazo; con fractura del esternón, de las clavículas, de los omoplatos; con crepitación ó sin ella en el acto de la respiración, de los movimien- tos del tronco, ó la presión sobre el pecho: por último con la pre- sencia de cuerpos extraños, dependientes de una bala, ó de otra cosa semejante. Causa un dolor local mas agudo mientras la respira- ción , quando hay un enfisema universal ó limitado al pecho, rotura de los vasos intercostales ó pulmonares &c., hemorragia ó extravasa- ción sanguínea en dicha cavidad, la tos, la calentura, la supuración, la tensión del vientre y otros síntomas semejantes. En las fracturas simples es suficiente el contener los fragmen- tos , impidiendo por el espacio de veinte y cinco ó treinta dias el movimiento del pecho con compresas anchas, gruesas, empapadas en el oxicrato con sal marina, colocadas sobre la fractura, y sostenidas por un vendaje circular suficientemente apretado, ó con seis vendas de tela de dos pulgadas de ancho, de cerca de una vara de largo, conducidas por detrás á la espalda, y sujetas con unos alfileres ó co- sidas delante del pecho. Se precaverán ó se combatirán los síntomas con las sangrías, la quietud, la dieta, las bebidas diluentes, y los medicamentos narcóticos, colocando al enfermo entre un ayre seco y frío, manteniéndole el vientre libre, éimpidiendo que habie y haga esfuerzos perjudiciales á la respiración. De este modo se verificará la consolidación recíproca de las piezas ó con las partes vecinas. La fractura hacia afuera se reduce comprimiendo los fragmentos hacia adentro hasta que estén al nivel con los otros pedazos; y se mantienen reducidos con un vendaje circular ó el de seis cabos apli- cados sobre unas compresas graduadas colocadas por delante y detras de la fractura, disponiéndose todo lo mismo que p.%ra las fra;turas simples. Lab fracturas hacia adentro se reducen empujando la porción 468 ENF anterior contra la posteríor mientras que el enfermo esté inclinado sobre el lado opuesto, y con su brazo levantado hará una fuerte inspiración; se mantienen reducidas con los vendajes que sirven para las otras fracturas aplicados sobre una compresa doble puesta en la parte anterior de la costilla fracturada, y sobre alguna otra cerca de las apofises transversas correspondientes del lado opuesto, y te- niendo levantada la espaldilla del lado de la fractura, el tronco y las nalgas encorvadas con unas almohadas y lienzos arrollados. Si la fractura ha sido producida por armas de fuego se sajarán pronta- mente las partes heridas para cortar las esquirlas dañosas y con- tinuas al mismo hueso ; levantar aquellas que estén desprendidas, pero unidas á las partes blandas; extraer las que están sueltas co- mo son las balas y otros cuerpos extraños, para dar salida al ay- re, á la sangre infiltrada ó estancada; comprimirlas arterias, que den sangre, y precaver las tumefacciones, las compresiones &c. Nos conduciremos de la misma manera en las otras clases de fracturas, quando el dolor agudo, el esputo de sangre, la calentura y demás síntomas no ceden en nada á los medios que ya dexamos indicados. La caries ataca regularmente las extremidades esponjosas; rara vez la substancia compacta por la mitad de las costillas ó su cara interna; principia por lo interior en conseqüencia de fracturas ó de cánceres, viruelas &c., ó por el exterior después de recibir contu- siones , dislaceraciones, extravasaciones ó abscesos en las partes veci- nas ; causa mas ó menos lentamente dolores sordos y locales, la di- ficultad de respirar, raramente la calentura, y hacia el lugar caria- do ó un poco mas distante, un depósito desde luego duro, que por io regular está sin mutación de color en los tegumentos, y en seguida con fluctuación; y el que abierto se termina por una fístula con uno ó muchos senos de diferentes tamaños y direcciones difíciles de son- dear, el qual penetra alguna vez hasta el pecho, despidiendo una supu- ración de un pardo blanquecino, poco fétida y de poca consistencia. La caries superficial, pequeña, de causa externa en sugetos jó- venes y sanos, se cura con el tiempo haciendo inyecciones con vehí- culos detersivos ó fundentes en la fístula, que se mantiene abierta ó se agranda si es necesario con las candelillas, el bisturí ó los caute- rios en forma de trociscos, purgando según la indicación, é impi- diendo el movimiento de las partes por medio del descanso y los vendajes de las fracturas simples. La caries, que se apodera del ángu- lo ó de la cara interna de las costillas penetrando hasta el pecho con muchos senos largos y tortuosos debaxo de los omoplatos, de los músculos pectorales, gran serrato, y el largo dorsal, aunque perju- dicial es curable haciendo incisión en los senos, ó dislacerando, si es posible, las partes que cubren el hueso para irritarlas: curándola desde luego en seco, después de mantener separadas las partes blan- ENF 469 das por medio de las hilas, y volviendo á cubrir el hueso con algo- dones empapados en el agua vulneraria, el bálsamo del Comen- dador ó la tintura de mirra ó áloes, habiendo hecho sangrar al en- fermo quando se va á operar, y que tome calmantes para preca- ver los accidentes de la inflamación &c., guardará quietud, prin- cipalmente de la cavidad vital , y observará el régimen conve- niente. Pero si el enfermo se resistiese al uso del bisturí, se harán unas contra-aberturas, por donde se pasarán sedales cargados de unos digestivos animados mezclados con el aceyte de guayaco, ó se inyectará con una disolución ligera de la piedra cáustica, ó con la trementina mezclada con la yema de huevo en un cocimiento de la aristoloquia ó del escordio. Aun quando el hueso se halle ya cu- bierto de carnes, las partes blandas deshinchadas, y al mismo tiempo cicatrizadas, sin embargo el enfermo guardará aun la dieta y el descanso por algún tiempo; si la caries no está del todo destruida, experimentará dolores sordos con calentura, tos seca y opresión, que por lo regular se vuelve á abrir la cicatriz y pone fistulosa, ó se forma en otra parte un tumor duro que se ablanda con los madura- tivos: abierta ella misma, ó de otra manera, despide abundantemen- te una supuración serosa, sanguinolenta, fétida, y queda fistulosa, en este caso se hará la abertura hasta llegar al fondo de la fístula, ó hasta penetrar á la cavidad del pecho; se facilitará la trascolacion del material curándola con un vendolete de lienzo cargado de los medicamentos que sean apropiados, ínterin que se combaten las afec- ciones del pulmón con las pildoras del xabon y la goma amoniaco terebentinada, las cremas de arroz y otros remedios semejantes; des- pués de tener ya la fístula detergida , se emplearán los desecan- tes, como el emplasto de diapalma y otros: alguna vez subsiste el mal por muchos años sin manifestar accidente alguno de consi- deración. Los cartílagos de las seis últimas costillas verdaderas y dos prime- ras falsas relaxados por una causa qualquiera que sea en su articula- ción entre ellos, ó con el esternón, pueden ser levantados por las visceras contenidas en el pecho, ó por tumores que se formen en este sitio, ó bien ser tirados hacia afuera, y dislocados por los mús- culos pectorales &c. Se remedia esto manteniendo los músculos en una relaxacion continuada, y sosteniendo los cartílagos con un ven- daje tan apretado quanto pueda sufrir el enfermo. El hundimiento, la fractura y la caries atacan con menos fre- qüencia á los cartílagos que á las costillas. Estas enfermedades reco- nocen las mismas causas, tienen los mismos signos y accidentes, y se tratan de la misma manera que las de las costillas ^f. Enfermedades del esternón. (Cir.) % Estas enfermeda- des son la separación de los huesos del esternón, su fractura, su 470 ENF exóstose, su caries, el hundimiento ó la fractura del apéndice xi- foides. Los golpes, las caidas sobre el esternón en las personas jóvenes pueden desunir sus dos primeros huesos, hundirlos sin fractura, me- nearlos, contundirlos, dislacerar las partes contenidas en el pecho, y causar la hinchazón de los tegumentos, la estancación en el mediasti- no ó en la cavidad del pecho, la dificultad de respirar, la opresión, el esputo de sangre, y asimismo la muerte. Quando estos accidentes ce- den al uso de las sangrías, á la dieta y al descanso, y al mismo tiempo no han podido reducirse entre sí la pieza hundida ó separada, es sufi- ciente el poner el tronco en extensión, y aplicar sobre la parte inferior del esternón unas gruesas compresas, y sobre los lados de dicha cavi- dad unas longitudinales, que se sujetarán con un vendaje de cuerpo con su escapulario. Pero si se aumentasen los accidentes, después de haber puesto á descubierto el hueso con el bisturí, se levantará la pie- za hundida por medio de una espátula introducida en la separación del hueso, ó en la abertura del trépano, el que se practicará prin- cipalmente para dar salida á la sangre, ó á la supuración estancada sobre el mediastino. Los que llegan á curarse, aunque el hundimien- to permanezca, están sujetos á padecer palpitaciones, tos seca, y dificultad de respirar. Las caidas sobre la espalda ó sobre el esternón, los golpes, las balas dirigidas con fuerza contra este hueso pueden causar con le- sión ó sin ella de los tegumentos, una fractura transversal, obli- qüa ó estrellada con esquirlas ó cuerpos extraños, separar los frag- mentos del hueso, ó hendirlos en la pleura, mediastino &c; me- near, contundir ó herir los vasos mamilares, las partes contenidas dentro del mediastino, ó en las cavidades del pecho, y ocasionar la tumefacción del tegumento, la acumulación de sangre ó de pus por delante ó detras del esternón, la dificultad de respirar, el esputo san- guíneo, la debilidad ó la intermitencia del pulso, las palpitaciones del corazón &c. Las fracturas simples sin separación ni hundimiento aparente son difíciles de conocer, principalmente si la contusión ó tumefacción de los tegumentos es considerable. Se trata entonces la hinchazón con los resolutivos y las sangrías mientras que se impide el movi- miento del pecho por medio de un vendaje de cuerpo un poco apre- tado , y sostenido con su escapulario; pero si se aumenta con la ex- travasación en el lugar fracturado, hay también dolor local y gra- vativo, calentura con frios y exacerbaciones, se pondrá de manifies- to el hueso inmediatamente por medio de una incisión crucial ú ovalada; se deseca y estimula la caries superficial que ha ocasionado el depósito; se levantarán las esquirlas hundidas, ó por medio de una espátula ó de unas fuertes pinzas, ó con el auxilio de una corona ENF 471 de trépano aplicada como para las fracturas del cráneo; y sobre to- do es necesario desahogar los humores estancados en el mediastino, quando ellos no pueden salir por la separación de los fragmentos del hueso, por la abertura que dexa una pieza de hueso levantada, ó por una incisión hecha en uno de los lados del esternón, donde el depósito esté extendido ó difundido. Se distinguirá fácilmente por la crepitación, la fractura transver- sal ú obliqüa, cuyos fragmentos, aunque bien separados, estarán al nivel, y se mantendrán así en frente echándose el enfermo sobre la espalda, teniendo en flexión el tronco, la cabeza y las nalgas, y las espaldas inclinadas adelante, disponiendo la cama con las almoha- das ó los paños gruesos para llamar hacia adelante las costillas ver- daderas , relaxando é impidiendo que los músculos obren sobre las piezas fracturadas y las desunan. Pero si una de estas está incli- nada adentro, se intentará levantarla extendiendo el tronco para alejar las costillas verdaderas, mientras que se comprimirán de lado aquellas que corresponden á dicha pieza, ó se extenderán los mús- culos que se adhieren á ella, y se fixarán estas partes en ¡a situación que sea mas favorable para que se verifique la reducción. Si no se ha podido reducir esta, ó si viene acompañada de complicación de es- quirlas ó extravasación , después de haber hecho una incisión sufi- ciente para facilitar la dicha reducción, la extracción de las esquirlas, y la salida de los humores, se colocará el enfermo en la situación que convenga para tener paralelos los fragmentos del hueso. En las fracturas hechas por armas de fuego se harán incisiones sobre el lugar contundido, á la entrada y salida de la bala, y tam- bién en todo su trayecto para sacar los cuerpos extraños y las es- quirlas, levantar los fragmentos, dar salida á la supuración de las partes blandas contundidas, y precaver los abscesos consecutivos de- pendientes de dichas piezas, y limitados á su extensión, en aquellas en que la extracción de las esquirlas haya dislacerado los vasos ma- milares internos, después de haberlos ligado, y puestos los cabos sujetos á las partes vecinas con tapones suaves de hilas, pues de este modo fácilmente se consolidarán. Las contusiones, los virus varioloso, escrofuloso y otros seme- jantes, causan freqüentemente al esternón como á los huesos próxi- mos al tegumento periostoses y exóstoses, que es necesario combatir con los fundentes, ó los remedios adequados al virus reynante, si antes no se supuran ó carian, y exigen que se ponga á descubierto el hueso para procurar la exfoliación. La caries del esternón es primitiva ó consecutiva; la primitiva es efecto de un vicio, de un golpe ó de una caida; es profunda, ancha alguna vez, con alteración de los cartilagos ó de las costillas, ulce- ración del mediastino, del pericardio, y aun del mismo corazón; y 472 ENF se manifiesta por un tumor lento, circunscrito, duro, poco dolo- roso, sin mutación de color en el tegumento, el que se ablanda en seguida, supura y se abre dexando una fístula mas ó menos profun- da, derecha ó sinuosa, y cuya podre saniosa detenida multiplica los huecos y los depósitos, que después se abren formando otras tantas aberturas fistulosas. La caries consecutiva ocasionada por los absce- sos flemonosos, críticos, escrofulosos &c. por delante, detras, ó en otro parage del esternón, es superficial, ocupa poca extensión, y se conoce por los síntomas anteriormente dichos; o si tiene alguna úl- cera ó fístula en las partes blandas con la sonda por la sanies sero- sa , fétida, que por lo regular pone negros los paños, y se trascola en una mayor cantidad quando se hace una fuerte espiración. La curación de estas caries consiste en abrir con anticipación los tumores que las ocasionan, ó que vienen en seguida de ellos, en hendir ó hacer la división de los trayectos fistulosos, irritar las caries superficiales y poco extendidas, levantar las que son grandes y pro- fundas por medio del trépano, la espátula y las pinzas; ó cortar con el cuchillo lenticular las tenazas incisivas, ó la pequeña sierra , las porciones que no se han'podido comprehender en el trépano, como son los cartílagos y las costillas que están afectadas, y que la natu- raleza no ha podido separar; de lo contrario el pus absorvido man- tiene una calentura coliquativa, la diarrea, el marasmo, y podrá producir la muerte; hecha la exfoliación y detergidas las partes blandas se llenan de mamelones, que se desecan, se cicatrizan, y su- plen por las partes duras que se han destruido. t La trepanación del esternón se executa con los mismos instru- mentos y de la misma manera que la del cráneo: para levantar ó extraer las pinzas de hueso, los fragmentos, ó las esquirlas hundidas; para destruir las caries anchas y profundas; para proporcionar des- ahogo á la supuración estancada entre el mediastino; para hacer una contra-abertura en los abscesos, en los tumores enkistados del cue- llo , y en las fístulas prolongadas por detras del esternón, ó en donde la supuración forme un depósito sensible por el dolor tópico y gra- vativo, por la dificultad de respirar, y que no se puede evacuar con los esfuerzos de la respiración, con el-auxilio de las cánulas, ó de una situación adequada , quando no se detergen sino con socorros de sedales, que desde luego deben ir cubiertos con los supurantes; pero se suprimen quando se disminuye la supuración, y se pone espesa y blanquecina. Los golpes y las caidas verificadas sobre el apéndice xifoides pueden distender sus ligamentos, fracturarle, ó quizá hendirle, me- nearle, contundirle hacia el hígado ó estómago, ocasionar la tume- facción , el dolor vivo, el hipo, el vómito &c. Se precave ó se com- bate la hinchazón con los resolutivos espirituosos; se levantan las ENF 473 piezas hundidas ó fracturadas, encorvando los lomos para relaxar los músculos abdominales, y apretando el epigastrio de abaxo arri- ba y adelante; se mantiene la parte reducida permaneciendo el en- fermo en esta postura, y haciéndole observar la quietud; se curará el dolor vivo, el hipo y demás síntomas mencionados con las san- grías, las bebidas calmantes, y las embrocaciones de aceyte y del agua vulneraria, % Enfermedades de los pechos. (Cir) % Las enfermedades de los pezones son los vicios de conformación , la hinchazón, las grie- tas, las úlceras y los cánceres: las de los pechos son la contusión , el absceso, la tumefacción láctea ó linfática, los tumores enkistados, el escirro y el cáncer. Si los pezones de las mugeres, que deben criar, son como gra- nizados , cortos ó endurecidos, si no trasudan serosidad alguna ha- cia los últimos meses de la preñez, se facilitará su desenvolvimiento, ó la espansion de los conductos excretorios, ablandándolos desde lue- go con la leche tibia, la manteca fresca, ó la pomada de la cera vir- gen y el aceyte de almendras dulces, aplicados por la tarde y la- vándolos por la mañana con una esponja empapada en una agua xa- bonosa; después se determinan allí los humores con un ligero cos- quilleo repetido que causa la succión freqüente de un niño robus- to ó de una persona sana, ó por medio de una pezonera hecha á me- dida con sus mamaderas ó ventosas, como lo son las pipas, las bote- llas de vidrio con cuello largo para meter en ellas el pezón, y de sifón ó simples redomas llenas de ayre, con su sifón también, después de haberlas puesto sobre el pecho, de haberlas calentado antes de apli- carlas, y de haberlas cubierto con un lienzo caliente: con estos re- cursos los pezones se entumecen , y trasudan en conseqüencia de es- to una serosidad lacticinosa, ó también una viscosidad sanguinolen- ta precedida de un dolor agudo, llamado vulgarmente quebradura de las cuerdas: efecto de la atracción viva y repentina de la leche fuera de los conductos excretorios, que en esta ocasión se destapan: después de haber repetido la succión de cada lado muchas veces al dia, se precaverá que el tegumento de los pezones se escorie, ba- ñándolo con el vino azucarado, ó mezclado con miel, y se impe- dirá que la presión de los vestidos no los endurezca y aplane de nue- vo, cubriéndolos con una pequeña mamadera de madera de box ó de marfil en forma de sombrero sin alas, como de línea y media de grueso, nueve de profundidad y latitud , impregnada de manteca ó pomada, la que se limpiará á menudo. Quando el niño se presenta al pecho de su madre tres ó quatro horas después de haber naci- do, mama sin ocasionar dolores y con facilidad; sin embargo po- drá hacerlo difícilmente al tercero ó quarto dia en que los pezo- nes estén rebosando de leche; pero quando quedan cortos y obs- TOMO III. 000 474 ENF truidos después de haber parido la muger, es necesario reblande- cerlos, y hacer que los mame una criatura vigorosa ó una per- sona sana, ó animales recien nacidos. Si estas succiones ocasionan dolores insoportables, principalmente quando el pecho lleno de leche aumenta el acortamiento y la dureza de los pezones, se sus- penderá la lactación hasta el dia sexto, y aun algo mas tarde: duran- te este tiempo se alimentará la criatura con el agua de sémula y le- che de vaca, dadas tibias, con una cuchara ó un pistero, por cuya punta chupará la leche, la que se cubrirá con un lienzo fino. Este método de alimentar, continuado por largo tiempo sin dar de ma- mar , tiene igualmente buen efecto aun quando la criatura está sana y robusta. Los niños nacen alguna vez con los conductos excretorios de los pezones obstruidos, y les sobreviene inmediatamente un tumor lác- teo , redondo, blanquecino, duro y doloroso: se debe evacuar el hu- mor al instante por medio de una presión fuerte hecha con los dedos aplicados á las partes laterales de los pechos, y cubriéndolos con unas compresas empapadas en agua y vino. Las grietas, las soluciones morbosas ó las úlceras de los pezones, ocasionadas por la succión violenta ó por mordeduras de los niños al mamar, vienen freqüentemente con dolores agudos, fluxo de san- gre, inflamación, supuración, alguna vez ulceración profunda, y asi- mismo destrucción ó caida de los pezones, y tensión é hinchazón de todo el pecho: las simples, recientes y superficiales se curan bañán- dolas con el vino melado ó azucarado, el agua de llantén, en la que se disolverá un poco de la sal de Saturno ó agua vejeto-mineral, y aplicando en ellas unos paños empapados en estos vehículos: las pro- fundas y complicadas con inflamación y con los demás síntomas re- feridos se disipan con las sangrías, no dexando mamar del pezón en- fermo, cubriéndole con una pezonera de madera, después de haber aplicado en ella una pomada compuesta de cera y aceyte, de huevo, ó el mucilago de los granos del membrillo, el xugo de la flor llama- da maravilla, ó poniendo sobre el pecho una cataplasma hecha con la miga de pan, la leche y la simiente de lino: se resisten por mu- cho tiempo á la aplicación de estos recursos quando el niño de teta tiene una saliva acre ó aftas en la boca: esta enfermedad, llamada el cuaja-leche 6 cáncer, ocasiona en los niños el marasmo, la ca- lentura ardiente, la sed, retortijones, sin convulsiones, pero con de- yecciones serosas, obscuras ó verdes, poniéndoseles rubicundo y es- coriado el orificio del ano y sus inmediaciones; para lo qual se acu- dirá con los diluentes, los antisépticos, dando á la ama alimentos harinosos é inocentes. Las grietas de los pechos que no provienen de la lactación exigen los mismos recursos curativos que hemos indicado anteriormente para las demás. ENF 475 Las nodrizas que crian niños que padecen venéreo por lo regular se les llenan los pezones de granos planos y duros, que supuran pron- tamente , se prolongan, y forman úlceras cancerosas, lívidas, tuber- culosas , fungosas y poco dolorosas, como cristalinos ó vexiguillas llenas de serosidad, con hinchazón en lo mas alto de ellos, y cons- tricción en su base , tumefacción en las glándulas del pecho, de las axilas, y alguna vez de las maxilares y del pellejo, adonde se adhie- ren los cabellos en diferentes puntos, pero ordinariamente con úlce- ras en la garganta; después se llenan de pústulas por todo el cuer- po, sobre todo en los grandes labios, con fluxo gonorrayco ó sin él: el niño que ha nacido sano en la apariencia y por lo regular muy grueso , se cubre su cuerpo de pústulas á pocos dias después de su na- cimiento , particularmente en los órganos genitales, con ragades en el ano: se enflaquece al cabo de ocho dias , y rara vez de un mes, á no ser que su madre haya tomado el mercurio durante el tiempo del embarazo: sus párpados se entumecen, y los bordes se ponen rubi- cundos, y despiden por intervalos, principalmente por la mañana, un humor verdoso, puriforme, y por último se ulceran: sus labios se abren, su rostro se cubre de costras negras, y su boca se llena de aftas: aparecen tumores ó extravasaciones é infartos linfáticos en los brazos, espaldas ó nalgas: se aumentan la extenuación y consun- ción; y si no se establece un buen plan curativo, muere á pocos dias después ó al cabo de seis semanas, y pocas veces mas tarde, habien- do antes incurrido en la putrefacción mas completa; pero si llega á ser infestado por la nodriza, puede vivir mucho tiempo, y le so- brevienen al mes ó dos después de su nacimiento úlceras en los la- bios , en la boca, con tumefacción de las glándulas parótidas y de las maxilares; comparecen pústulas por la cara, por las partes sexuales y por todo el cuerpo; sus párpados se hinchan del mismo modo que las extremidades de los huesos largos, sin pérdida de la gordura ; la nodriza experimenta ios síntomas venéreos en los órganos genitales, y regularmente son la gonorrea, las llagas, los bubones en las in- gles : se quejan de dolores profundos en los miembros: tienen pústu- las y después úlceras en los pezones, con otros síntomas venéreos en el pecho y cuello acaecidos después de haberse verificado los de los órganos genitales. Por el examen atento de estos síntomas, por el conocimiento del tiempo en que apareció el mal, por la parte primi- tivamente atacada, los progresos de la enfermedad &c., se podrá conocer si el niño ha recibido la enfermedad de la nodriza, ó si este la habrá contagiado á ella. La curación de esta enfermedad es difícil en los niños, y está contraindicada, ó perjudica á aquellos que están muy débiles, ó que han estado abandonados por algún tiempo. Se puede efectuar en la criatura y en la madre á un mismo tiempo ó con separación. (Con- 476* ENF sáltese el artículo venéreo, en donde se tratará el modo de combatir esta enfermedad) La contusión de los pechos viene regularmente sin equimosis, siempre con dolores lancinantes ó agudos, continuados ó por inter- valos, principalmente al tocarla, y en los movimientos del brazo con hinchazón, dureza y dificultad de respirar. La que es superfi- cial, se cura prontamente con el descanso, la aplicación del agua del mar ó la de vejeto-mineral; la profunda exige las sangrías reiteradas según la intensidad del dolor, las cataplasmas de harina y simiente de lino desde luego simples, después con el extracto de Saturno quando cesa el dolor; pero si continúa, los emolientes y los reso- lutivos. Quando la contusión ha sido violenta sobreviene la infla- mación con abscesos, dolores pulsativos y calentura; en el caso an- terior queda una dureza difícil de resolver. Se tratará este absceso como el flemón, abriéndole con el bisturí si el pus está profundo, y el tegumento duro y grueso. Quando los accidentes no se declaran hasta algún tiempo después de recibir el golpe, y principalmente si el tumor ha crecido lentamente y sin dolores, si se llega á hacer do- loroso, y se forma el absceso; se apresurará á dar salida á la supura- ción , que suele ser pútrida ó de mala naturaleza, haciendo una in- cisión proporcionada al volumen del absceso, del que se extirpa- rán todas las durezas. La hinchazón, infarto ó congestión láctea de un pecho ó de los dos, llamada vulgarmente pelo, se forma de una leche espesa y de- tenida en sus conductos, causada por un ayre frió mientras se suda, principalmente algunos dias después del parto, por una lactación la- boriosa , en conseqüencia de un golpe, de una fuerte compre- sión &c.: el pecho se pone igual y mas grueso si afecta todos los conductos lácteos, el texido celular y las glándulas; y si tiene ele- vaciones de trecho en trecho sin adherencia de tumores según el lu- gar de la tumefacción, es con dureza ó dolores mas ó menos tensi- vos, y que se propagan á las axilas, alguna vez sin inflamación; en- tonces puede resolverse: inflamado, ocasiona uno ó muchos abscesos urulentos, simultáneos ó sucesivos, separados por tabiques mem- ranosos, ó reunidos, superficiales y pequeños, ó profundos y an- chos, con dolores pulsativos, calor, rubor, elevación del tegumen- to, calentura y dificultad de respirar. Estos abscesos supuran pron- tamente según la fuerza de la irritación y de la acción de los medi- camentos, mas ó menos lenta, y desigualmente según el número de las glándulas y los vasos infartados. La hinchazón simple, reciente y poco dolorosa se disipa en po- co tiempo, manteniendo el pecho á un calor suave con la aplicación del algodón ó de estopa de lino, ó bien haciendo un linimento com- puesto de dos dracmas de álcali volátil, una yema de huevo y dos l ENF 477 onzas de aceyte de almendras dulces, lo que se reitera cada cinco ó seis horas, y cubriéndolo con papel de estraza y un lienzo fino, ó aplicándole las cataplasmas de la harina de simiente de lino y agua, en la que se mandará disolver una dracma de xabon en cada quarti- 11o, ó diez ó doce granos de sal fixa de tártaro; después se la hará ob- servar la dieta, y beber agua de flor de saúco, borraxa ó grama, las lavativas y los purgantes reiterados según el afluxo de leche á los pe- chos; y en fin, quando este fluido puede trascolar de los pechos, se hace que los mame un niño robusto ó algún animal que esté maman- do. Se combaten los accidentes de la inflamación con la sangría del brazo ó del pie si la madre está sana, con las mismas bebidas, las cataplasmas emolientes y los julepes calmantes; y se apresurará la su- puración añadiendo á las cataplasmas el ungüento supurante, ó apli- cando sobre el sitio mas elevado del absceso un emplasto espeso del ungüento de la mere, ó compuesto del diaquilon gomado y el de mucilagos: se abandonará á la acción de los madurativos la abertura del absceso pequeño y superficial, ó se hará con una lanceta ó un bisturí puntiagudo una pequeña incisión en la parte mas declive del absceso: después de haber dado salida á la supuración, que des- de luego es espesa, grumosa y blanquecina, que después se vuelve serosa y amarilla, se cubrirá la herida con un lienzo fino, y el pe- cho con cataplasmas emolientes y resolutivas, las que se continuarán hasta que cesen los dolores, y venga la blandura de las durezas. Las fístulas que quedan alguna vez después de la abertura del absceso son hechas por la naturaleza ó por el arte , las que son mas ó menos pro- fundas, con trasudación de una podre serosa, y regularmente con durezas en el pecho: se curarán con el tiempo, con las cataplasmas de la harina de simiente de lino, el xabon y la sal de tártaro, con baños de chorro sobre el pecho con una agua fuerte xabonosa, en la que se disolverá una dracma de sal de tártaro en cada media azum- bre , de la que se aumentará la dosis poco á poco hasta que llegue á poner la piel rubicunda, aplicando compresas empapadas en es- tas aguas, cubiertas con un tafetán encerado, y sujetado con alfi- leres. Un nuevo embarazo disipa freqüentemente las durezas del pe- cho , que se han resistido á estos recursos, si no se funden des- pués de largo tiempo, y ocasionan los accidentes que dependen del escirro. La tumefacción linfática de los pechos es menos freqüente en los hombres que en las niñas y que en las mugeres; se forma inmediata- mente en las glándulas. Si están afectadas solas, el tumor es redon- do y pequeño: si el texido Celular de las inmediaciones está al mis- motiempo infartado , ocupa mas extensión, y tiene menos dureza y movilidad. Esta hinchazón es producto de una contusión, de una fuerte compresión, de vicios de la linfa, de un humor suprimido ó 478 ENF retrocedido: se disipa con la quietud y un calor suave, aplicando una piel de cisne &c., con los resolutivos, como los taleguitos de la sal marina ó la sal amoni. co, con los fundentes y los purgantes, ó bien ocasiona tumores enkistados, el escirro y el cáncer. Los tumores enkistados en dichas partes son unas especies de meliceris ó de ateromas formados por un material amarillo y líquido, ó blanquecino y espeso, y contenido ordinariamente en un solo sa- co: son desde luego pequeños, movibles en todas direcciones, blan- dos, indolentes y simples durante largo tiempo; crecen lentamente, y se adhieren á su base; dolorosos en los movimientos del brazo, duros, pero sin la renitencia de escirro, y alguna vez complicados con él, con cáncer &c. Como la resolución de estos tumores es ra- ra, nos valemos de la extirpación por medio del instrumento cor- tante, sobre todo si son muchos y dolorosos, ó con el cáustico si son simples, pequeños, superficiales, movibles, prolongados por el pecho, y si la enferma tiene miedo al instrumento. El escirro de los pechos es un tumor glanduloso, redondo, du- ro , renitente, sin mutación de color en los tegumentos; alguna vez desde el principio doloroso, y después indolente por largo tiempo: está formado de la linfa estancada en sus conductos, y en el texido celular vecino; por el eretismo ó la atonia de los sólidos en conse- qüencia de golpes, caidas, de una compresión fuerte, de una infla- mación, de la clorosis, de la falta ó supresión del fluxo menstrual, de un humor de xaqueca retrocedido , de la melancolía y tristeza, del uso de alimentos acres, de meditaciones largas, y de una vida sedentaria y ociosa. Rara vez ataca á los hombres, y mas freqüente- mente á las casadas que á las solteras, principalmente á aquellas que tienen mucha garganta, que no han parido, ó que jamas han criado: forma un solo tumor circunscrito ó prolongado por el pecho, sin mudar la figura de este; ó muchos tumores, que le ponen desigual, y con elevaciones, y cuyo peso obliga á sostenerlos con vendajes suspensorios: es movible, libre ó adherido al tegumento y á los músculos pectorales, cuya acción impide, mas manifiesto y aplana- do si el pecho es pequeño y flaco; en fin simple ó complicado con inflamación, erisipela, tumefacción de las glándulas axilares, de la matriz &c.: precede siempre al cáncer; es resoluble en su principio, y puede permanecer por toda la vida, ó durante largo tiempo, sin ocasionar incomodidad alguna, y sin degenerar en cáncer: si provie- ne de causa externa ; si la enferma manifiesta en el resto salubridad, evita los movimientos violentos del brazo ó la acción de las poten- cias externas, entretiene un calor suave en el pecho, sigue un régi- men conveniente, vive en un ayre templado &c., podrá precaver la degeneración. Se puede intentar la resolución del escirro reciente, pequeño, ENF 479 poco sensible 6 indolente, que cede ligeramente á la impresión de un dedo, ó que no tiene alguna dureza como petrificada, aplicando alternativamente los emolientes y los incindentes, como los vapores del agua tibia, las soluciones xabonosas ó ligeramente alcalinas, las cataplasmas de la harina de simiente de lino con el extracto de Satur- no , ó las de las hojas de cicuta, de la chirivia &c.; una mezcla de goma amoniaco, gálbano y sagapeno reblandecidas con el vinagre, ó poniendo una cataplasma emoliente; el emplasto de mucilago y de vigo partes iguales disueltas en el aceyte de azucenas; por último el emplasto del xabon alcanforado, después de haber tocado el tegumen- to con un pincel mojado en el aceyte empireumático de tártaro, em- pleando los remedios internos que tengan la misma virtud, los baños, las bebidas del agua de ternera, de achicoria blanca y de borraja, usando igualmente otras composiciones con las hojas de fumaria, bu- glosa, los cangrejos y la tierra foliada de tártaro, dando de tiem- po en tiempo los purgantes mas ó menos activos según la sensibili- dad del sugeto; en fin si el escirro no se disminuye nada, se admi- nistrarán las pildoras del extracto de cicuta desde el principio á dos granos por dia, después á quatro, y así se irá aumentando sucesiva- mente por dos granos hasta llegar á una dracma, cuidando de pur- gar al enfermo cada quince ó veinte dias; añadiendo á estas pildoras una quarta parte de grano del sublimado corrosivo diariamente, y haciéndole tomar una tintura de quina en la cantidad de una media onza de ella para cada media azumbre de agua. Si no se engruesa mas el escirro sin ceder con estos medios administrados por muchos meses, se suspenderá su uso: si aumenta de volumen sin dolores agu- dos, se podrá hacer tomar al enfermo, durante quatro dias, por la mañana en un vaso de leche ó de agua de sémula una cucharada de un líquido compuesto de una disolución de ocho granos de arsé- nico en dos onzas de vinagre, á la qual se añadirá media azumbre de agua; al quinto dia se le darán dos cucharadas, después se au- mentará cada quatro dias una cucharada hasta la cantidad de qua- tro, y se continuará su administración por espacio de dos ó tres me- ses. Este remedio promueve muchas veces la resolución del escirro. Aquel que crece con dolores debe extirparse prontamente, á menos que la debilidad de la enferma, la multiplicidad de los escirros ó de otras partes del cuerpo, ó el vicio de los humores contraindiquen Ja operación : entonces se procurará retardar sus progresos y su termi- nación en cáncer con la dieta, las bebidas propuestas anteriormente, los baños, los cauterios, la aplicación de una piel suave, el reposo y los demás medios. (V. cáncer. ) % ENFISEMA. (Cir.) * Esta palabra significa en general todo tumor formado por el ayre ó qualquiera otra materia flatulenta enra- rescible, reunida en una parte qualquiera del cuerpo. Quando el 480 ENF escroto está extendido por algunas flatuosidades, la hinchazón que resulta de ello se llama neumatocela: quando esto sucede en la ca- vidad del abdomen, y que la substancia aérea hinche las paredes de aquella parte, y las hace susceptibles de retumbar á modo de un timbal, aquella hinchazón la llamamos timpanitis; pero una y otra afección no son mas que diferentes especies de enfisema, distingui- das con denominaciones particulares por la diferencia del sitio. Sin embargo está recibido entre los Médicos qué se debe entender por enfisema propiamente dicho, el que ocupa todo ó casi todo el ámbi- to ó exterior del cuerpo; y que se llama tumor enfisemático el que solo ocupa alguna parte de la superficie del cuerpo: de estas dos es- pecies de enfisema se va á tratar en este artículo; las demás se ha- llarán en sus artículos correspondientes. El sitio del enfisema es el texido celular distribuido en toda la extensión del cutis. ,,No es una simple membrana, dice Mr. Wins- low, sino un texido de varias hojuelas membranosas, pegadas unas á otras de distancia en distancia; de modo que forman varios inters- ticios, mas ó menos estirados, que tienen comunicación entre sí, y con las membranas que hay en el interior del 'pecho y del vientre: esta estructura se demuestra evidentemente todos los días por los carniceros; pues quando soplan un animal acabado de matar, no so- lo hinchen la membrana adiposa , que es lo mismo que el texido celu- lar quando este está lleno de grasa, sino que el ayre penetra también en los insterstícios de los músculos y hasta las visceras, produciendo en todas partes una especie de enfisema artificial." Los chalanes y traficantes de bueyes se suelen servir muchas veces de este expedien- te para que los animales que han de vender parezcan mas gruesos y gordos. Tabernier en su Viage de Persia dice que allí hacían lo mis- mo con los camellos. Boreli hace mención de un malvado que por medio de un enfisema artificial habia hecho de su hijo un fuelle ani- mado. No se necesita hacer ninguna ruptura en las paredes de las cel- dillas para establecer la comunicación que se requiere, y producir el enfisema. Esto está muy probado por lo que sucede en aquellos que tienenun enfisema general formado por el ayre, que se ha insinuado en todo el texido celular sin excitar dolor ninguno, penetrando por una pequeñísima herida del pecho. Quanto menos sean los xugos adi- posos del texido mas susceptible es de admitir ayre en sus celdillas, y de retirarse por los efectos de aquel fluido. Debia ser un espectácu- lo muy singular el de aquel hombre que vio Mr. Litre hinchado de ayre en todo el ámbito exterior del cuerpo hasta once pulgadas de grosura en algunas partes. La causa del enfisema es casi siempre externa según consta por observaciones; muchas veces es una conseqüencia de algunas heridas ENF 481 que se han hecho en varias partes del cuerpo. Por exemplo quando un Cirujano insiste demasiado en registrar con la tienta la parte in- ferior de los labios de una herida hecha en los tegumentos de la ca- beza , que penetra hasta la membrana adiposa para asegurarse de si el periostio ó el mismo cráneo están interesados, el ayre se introdu- ce dentro de la herida y del texido celular por medio de aquel ins- trumento; si después de esto reunimos sus bordes, la cubrimos con un emplasto; el ayre encerrado allí no tiene por donde salir; al mismo tiempo con el calor se enrarece y hace fuerza para extender- se , con lo que se abre paso mas allá de la membrana celular, y for- ma un tumor en las inmediaciones déla herida. Si el Cirujano, igno- rando la causa de aquel tumor, la busca por medio de la misma tien- ta, introduce nueva cantidad de ayre, que encerrado después por el emplasto, produce nuevos efectos en el interior de la herida, y se esparce en un espacio mayor baxo los tegumentos, la frente, los párpados y demás partes de la cara; de modo que algunas veces su- cede que toda la cara se hincha con un tumor transparente y elás- tico, que se levanta casi encima de la nariz, y cubre enteramente los ojos. Las heridas penetrantes del pecho presentan todavía con mas freqüencia exemplos de enfisemas, sobre todo quando penetran en su cavidad por una abertura muy pequeña, que primeramente ha llegado á entrar el ayre, y luego se ha cerrado por sí misma, ó por el arte y los emplastos; y aun con mas facilidad quando la superfi- cie de los pulmones se halla lastimada y dexe escapar el ayre, donde se reúne mayor cantidad de lo que sucede en su estado natural, des- de donde hace esfuerzos contra los bordes internos de la herida del pecho para salir si puede por la presión de los pulmones y de la at- mosfera que los dilata; penetra en el texido celular en varías ve- ces como por el efecto de una bomba comprímeme, y se extiende baxo los tegumentos de toda la superficie del cuerpo. Verosímilmente puede suceder lo mismo quando se hace una so- lución de continuidad en la superficie interna del tórax, por una úl- cera, por erosión, ó por qualquiera otra causa sin lesión exterior. El ayre habitual de la cavidad del tórax, apretado del modo que queda expuesto, puede insinuarse en el texido celular y producir los efectos mencionados. Los enfisemas que sobrevienen después de la fractura de una costilla sin lesión ninguna exterior, no pueden ser producidos sino por el ayre torácico que puede entrar en el texido celular por medio de algún rasgón de la superficie interior del tórax. Por lo demás yo admito voluntariamente la existencia del ayre to- rácico según las experiencias que trae la hemastática de Mr. Hales, que he visto repetir con buen éxito por Mr. de la Mure, Profesor célebre de Mompeller. Boerhaave hace mención de un enfisema pro- ducido en conseqüencia de la rotura del esófago. tomo 111. ppp 482 ENF Rara vez sucede que el enfisema provenga de una causa interna, porque el ayre que suministra la materia de él incorporándose natu- ralmente con los humores, y reduciéndose á sus partes elementales ha perdido sus propiedades y no obra ya como ayre elástico; así lo prueban las experiencias de Boerhaave, de Hales y de Jurin. No puede recobrar su elasticidad sino por los efectos de la diminución del peso de la atmósfera, y del aumento del calor á un grado tal que el cuerpo humano no está nunca en el caso de probar aquellas alteraciones: también puede recobrarla por los efectos de la putre- facción , que muy rara vez llega al punto de facilitar el que se de- senvuelvan las partes aéreas, como sucede en los cadáveres de los ahogados, que quando están podridos á un cierto punto se hinchan extremadamente en todas sus partes, y adquieren tal volumen que llegan á ser específicamente mas ligeros que el agua, y van nadan- do sobre ella: aquel es un verdadero enfisema general producido por la putrefacción, que es la única que puede producir semejantes efec- tos , si hemos de juzgar por la analogía y por los hechos; se han visto flictenas enfisemáticas sobre las partes afectadas de gangrena, que reventándose echaban un vapor elástico con impetuosidad. En las Memorias de la Real Academia de Ciencias de Paris del año de 1704 se halla la observación de una niña de cinco años que se volvió enfisemática en todo su cuerpo de resultas de una enfermedad de languidez, que la habia ido consumiendo poco á poco. Quando fueron á hacer la abertura del cadáver, el tumor se disipó entera- mente al primer golpe de escalpelo que abrió la piel del vientre, y dio paso al ayre que salió con un hedor insufrible; no habiendo sido causado este enfisema por causa externa no podemos atribuirlo si no á la putrefacción que había disuelto los humores puesto en libertad el ayre que contenían, ó suministrado una materia flatulenta y elástica, de donde pudo resultar un efecto igual al del ayre mismo. Hales en su Estática de los vegetales establece por experiencias incontestables que el ayre ó qualquiera otra snbstancia elástica análoga, producida por aquellos movimientos intestinos tiene todas las propiedades esen- ciales del ayre común. El enfisema se distingue de otra qualquiera especie de tumor en que si apretamos con el dedo la parte afectada, hace una especie de ruido; algunas veces resiste á la presión por su resorte, y otras veces cede fácilmente y vuelve pronto á su estado precedente: ademas aquel tumor, aun siendo universal, no aumenta sensiblemente el peso del cuerpo. El enfisema producido por una causa externa no es regularmente peligroso, á menos que la hinchazón sea tan considerable, mayor- mente en el cuello, que apriete la traquiarteria y amenace la sufoca- ción; y aun en este caso cesará el peligro si se procura una pronta ENF 483 salida de la materia elástica encerrada baxo el cutis. El enfisema cau- sado por una herida del pulmón, no se puede curar con tanta faci- lidad, porque no podemos impedir que el ayre se esparza en la ca- vidad del pecho, ni quitar la causa del enfisema. El que puede for- marse por la introducción del ayre torácico en el texido celular por medio de una solución de continuidad de la superficie interna de aquella cavidad es todavía mas difícil de curar; porque el ayre tiene aquella salida que ni aun podemos conocer sino por conjetura quando el enfisema viene sin ninguna causa externa conocida, y sin que haya habido putrefacción de humores que haya podido causar- lo ; el que proviene de esta última causa es casi incurable; los tumo- res enfisemáticos de causa externa son de poca conseqüencia. La indicación que se presenta para la curación del enfisema, sea de la naturaleza que fuere, debe dirigirse á hacer salir del texido ce- lular la materia elástica, que dilata sus cavidades: lo que podemos verificar por medio de presiones ó friegas moderadas, que hagan una derivación de aquella materia hacia la salida de una herida , sí es que hay alguna, y en tal caso debe dilatarse si es necesario para que el ayre pueda salir con mas facilidad; si no hay ninguna herida, ó si aquella no es suficiente para desocupar de pronto las partes en- tumecidas, queda el recurso de las escarificaciones, que penetren hasta la substancia del texido celular: en la curación del enfisema, duran- te el efecto de este remedio, debemos procurar impedir que la ma- teria de la hinchazón enfisemática no se remueva por la via que tiene abierta en el texido celular, cerrándole en quanto es posible con los medios que suministra el arte. Si no se pudiese poner reme- dio á este mal, debemos procurar que la hinchazón enfisemática ha- ga el menor daño posible; lo que puede lograrse por medio de la sangría, que debe repetirse en quanto lo permitan las fuerzas del enfermo; con ella se disminuye el calor del cuerpo, y por consi- guiente la causa de la rarefacción del ayre, de que se sigue la dimi- nución de su volumen, la relaxacion de los tegumentos, la cesación de las distensiones violentas que pueden causar dolor, las infla- maciones &c. La materia elástica que quede en el texido celular puede con el tiempo perder su resorte por medio de las exhalaciones del cuerpo, que inevitablemente se mezclan con ella, propiedad bien establecida por las experiencias de Hales. Descompuesta ya aquella materia puede disiparse con la de la transpiración, con la qual se pueden unir sus elementos, ó puede ser absorvido nuevamente, sin Í|ue de ahí se siga ningún efecto dañoso: de este modo desaparece a hinchazón con todos los síntomas que la acompañan. Quando el enfisema es efecto de la putrefacción ó de la gangre- na , no podemos emplear sino los espirituosos y los antisépticos, tan- to exterior como interiormente, en atención que el espíritu de vino 484 ENK y aun su vapor, tienen también la propiedad de destruir el resorte del ayre, aunque con menos eficacia que los vapores animales. Los tumores enfisemáticos particulares no se diferencian del en- fisema sino en el mas ó menos; por consiguiente el método de su cu- ración debe ser proporcionado *. ENK1STADO. (Cir.) * Se llama así lo que está encerrado en un kiste, esto es, en una membrana sólida en forma de bolsa. Se lla- man tumores enkistados y abscesos enkistados, los que están envuel- tos en una membrana; tales como el ateromo , el meliceris, el estea- tomo &c. (V. estos artículos.) Esta voz es griega, y está compuesta de dos palabras, una de las quales significa iny en; y la otra significa cistis, bolsa ó vexiga. La membrana que constituye aquella bolsa no está recien formada en la parte, como podria deducirse de la teoría de algunos autores sobre esta materia, pues hay un texido foliculoso que separa todas las partes las unas de las otras, y las enlaza al mismo tiempo. Si se amon- tona pretematuralmente un humor qualquiera en una de aquellas cel- dillas , al paso que este vaya aumentando dilatará las paredes de es- tas células, que se pegarán á las paredes membranosas de las células. vecinas que obliteran; de este modo principia el kiste formado siem- pre por la coherencia de varias hojuelas de la membrana celular. Al paso que el tumor va aumentando, la bolsa membranosa va tomando grosor con la reunión de mas y mas hojuelas. El kiste está formado de la substancia preexistente de la parte, y estos conocimientos justifican el canon práctico de los antiguos. La experiencia, que en-, todos los siglos es una misma para los buenos observadores, les ha- bía enseñado, que para curar aquella clase de tumores no bastaba. abrirlos, sino que era preciso quitar la bolsa en que estaba la mate- ria. Para esto se hace comunmente una incisión crucial en los tegu- mentos del tumor; se les diseca sin interesar el kiste, y este se saca enteramente ú es posible: quando hay adherencias en alguna partes de él, hay una razón para guardarnos de una disección de- masiado rigurosa. Entonces dexamos que la supuración haga caeí ó desprender la porción membranosa que ha quedado del kiste. Quando los tumores enkistados abultan mucho, la extirpación según el método que se ha descrito haría una herida enorme. Si el kiste no. es muy grueso, podemos contentarnos con un medio mas suave ras- gando el tumor por ambos lados, y pasando una vendita de. lienzo deshilado en forma de sedal de una abertura á otra para conducir los medicamentos necesarios y hacer supurar el kiste. Hay piedras enkistadas en la vexiga. Mr. Houstet,de la Real Academia de Cirugía de Paris, ha publicado varias observaciones so. bre esta materia. La existencia de aquella clase de piedras es cons- tante; y el autor da mayor interés á su Memoria tratando de las¡ ENU 485 operaciones que se pueden intentar, y de las que han sido practica- das para hacer la extracción de dichas piedras *. ENTERITIS. (Med.) Se ha dado este nombre á la inflamación de los intestinos. (V. inflamación.) ENTEROCELE. (Cir.) * Se da este nombre á la hernia ó cai- da de los intestinos en el doblez de la ingle: el intestino ilion es el que suele formar este tumor hemiario. La causa próxima del ente- rocele es la relaxacion ó extensión de la parte inferior del peritoneo que sale por el anillo del músculo obliqüo externo. Sus causas re- motas son los grandes esfuerzos, los exercicios violentos, la tos fuerte, el vómito freqüente, el gritar demasiado &c., por cuya ra- zón los niños están mas expuestos á este mal que la gente grande. (V. hernia.) * ENTERO-EPIPLOCELE. (Cir.) * Es un tumor en la ingle formado por el intestino y el epiploon (V. hernia.): sus causas son las mismas que las de la enterocele *. Entero-epiplonfalo. Especie de exónfalo ó de hernia, en la qual los intestinos y el epiploon forman un tumor en el ombligo. Entero-hidronfalo. (Cir.) * Seda este nombreá una espe- cie de exónfalo, en la qual ademas de la dislocación del intestino, que le es común con el exónfalo, se amontona una cantidad de hu- mor aquoso. (V. hernia.) * Enterotomia. (Cir.) * Incisión que se hace en el intestino para extraer algún cuerpo extraño. Esta operación es un remedio extremo del qual no debemos valemos si no quando podemos espe- rar ele él algún alivio, y sin el que el enfermo debe morir. La ex- periencia prueba la posibilidad de esta operación para curar las heri- das de los intestinos. La enterotomia puede ser muy necesaria en muchas circunstancias, y principalmente en la operación de la her- nia ; quando algún cuerpo extraño se ha introducido en la parte ras- gada del intestino, que impide su reducción. En tal caso será me- nester detener el intestino en el borde de la herida para evitar el derrame que pudiera suceder si después de aquella operación se le volviese al vientre. Mr. Hevin ha tratado de la posibilidad y nece- sidad de la enterotomia en una Memoria que publicó sobre los cuer- pos extraños del esófago *. ENULA CAMPANA. (Mat. Méd.) Se conoce esta planta con los nombres y frases latinas siguientes, que le han dado los Bo- ticarios : enula campana; helenium iinula off. Áster omnium tnaximuSy helenium dictus just. rei herb. iinula foliis ovatis, sub- tus tomentosis calicum squamis ovatis. Linn. &c. De toda esta planta solo la raiz se usa en Medicina: se cria en parages húmedos en muchos sitios de España; quando está seca tiene un olor aromá- tico muy agradable; su sabor es un rancio viscoso al principio, pero 486 EPI después queda un amargor aromático algo picante. Los principios activos y medicinales de este remedio se impregnan mejor en los li- cores espirituosos que en los aquosos. Se tiene á la raiz de enula campana por incindente y atenuante, y se recomienda por Murray y otros autores como un poderoso incindente del moco del pulmón, y como un buen expectorante. Se usa en substancia en las enferme- dades del pulmón, formando con sus polvos opiatas ó electuarios; pero mas comunmente se emplea en infusión en vino blanco ó agua. Murray añade que este remedio es un excelente emenagogo. Her- mán y Etmulero aseguran con varias observaciones que el cocimien- to de esta planta es un buen remedio para curar los malos efectos del excesivo uso del mercurio. También se recomienda como sudo- rífica para las enfermedades exantemáticas, para el cálculo, el as- ma &c. Exteriormente es resolutiva y aun rubefaciente. ENXUAGATORIO. (Mat. Méd.) (V. gárgaras ó gar- garismo.) EPIDEMIA. (Med.) [Enfermedad epidémica se dice quando casi á un mismo tiempo y en un mismo lugar afecta á un gran núme- ro de personas de qualquiera sexo, edad y calidad que sean con los mismos síntomas esenciales, cuya causa reside las mas veces en las cosas cuyo uso no podemos evitar para las necesidades de la vida, y cuya curación se dirige por un mismo método. Esta voz, según su etimología , significa una cosa que está en el pueblo, entre el pueblo, y que es común al pueblo. El uso ha fixado su sentido; y así se em- plea para significar una enfermedad popular, que algunos autores como Boerhaave llaman enfermedad universal, morbus epidemicus, popularis, universalís. Las enfermedades epidémicas forman un género particular entre las diferencias accidentales de las enfermedades en general, según el lugar donde reynan. Las epidemias no son mas familiares en un pais que en otro; en lo que se diferencian de las endémicas, que son en- fermedades de un mismo carácter, que afectan particularmente, y casi siempreá los habitantes de un pais. (V.endémicas.) Las enfer- medades epidémicas se distinguen también de las esporádicas, en que estas últimas son absolutamente particulares á las personas que acometen, y dependen de una causa que les es propia. (V. espo- rádicas.) Las enfermedades epidémicas solo se establecen en ciertos luga- res y tiempos. No todas son de un mismo género, antes al contra- rio se diferencian mucho, según la diversidad de las estaciones que han precedido, ó qué subsisten, y según la naturaleza de los habi- tantes de un pais. Algunas veces afectan todo el cuerpo como las calenturas; otras veces atacan solo ciertas partes como quando aco- meten los dolores y las fluxiones catarrales, ya sean benignas, y dis- EPI 487 curren su tiempo sin causar gran desorden en la economía animal; ó son contagiosas y acompañadas de síntomas muy violentos que matan mucha gente. Sucede también que muere mas gente en la ma- yor fuerza de la edad de resultas de las enfermedades epidémi- cas que por todas las demás enfermedades. Casi todos los años mu- dan de carácter y de naturaleza, aun en los mismos casos en que pa- Fece que vienen con los mismos síntomas: solo un Médico muy cui- dadoso y observador podrá distinguir lo que esencialmente es dife- rente en estas apariencias, pues á veces se equivocan en esto los mas sabios. Las varias causas de las epidemias que están en el ayre dependen algunas veces del vicio de sus qualidades sensibles y manifiestas, tales como el calor, el frió, la sequedad, la humedad &c. Otras veces el ayre penetrando el cuerpo humano por las diferentes vias ordinarias, cuyo paso no puede impedirse, lleva consigo, y aplica á varias partes ciertos miasmas de naturaleza desconocida, que sin embargo producen iguales efectos en todas las personas, como se ve en la peste y en las viruelas. La diversa situación de los lugares, su diferente aspecto, la ex- posición á ciertos vientos, la exhalación de las aguas detenidas, las grandes inundaciones, que forman lagunas y pantanos, seguidas de tiempo caluroso ó de vientos meridionales, que avivan la putrefac- ción en aquellas aguas, de donde se elevan continuamente materias fétidas, verminosas ó acrimoniosas ,que afectan el ayre en que vivi- mos , y las varias substancias que nos sirven de alimento contribuyen igualmente mucho para establecer las diferentes especies que hay de epidemias. Los alimentos, como causas comunes, son también muchas ve- ces por su naturaleza la causa de las enfermedades populares. Esto sucede en las ciudades bloqueadas, donde escaseado el alimento, tanto al rico como al pobre, se ven en la dura precisión de comer cosas de muy mala calidad, que no son propias para este uso; y ha- llándose de este modo oprimidos por la misma necesidad, y reduci- dos á igual miseria, experimentan todos los mismos efectos, y son afligidos de unas mismas enfermedades. Se han visto estragos horri- bles hechos por la peste en una plaza de guerra situada y.entera- mente desprovista, bloqueada por un exército abundante de víveres, el qual estaba enteramente libre de la tal enfermedad. De lo dicho acerca de las causas epidémicas resulta que no se co- munican con tanta facilidad como se cree. No se necesita recurrir al contagio para dar razón de esta comunicación; es raro que suceda por esta causa, y mas natural es atribuirle á la causa común que afectó al primero, y continúa produciendo el mismo efecto en todos los que se hallan dispuestos para recibir su impresión. 488 EPI Él mejor preservativo es evitar con cuidado todo lo que puede contribuir á detener la transpiración insensible; y para esto no ex- ponerse sobre todo al ayre frío de las mañanas ni á la humedad de la noche; no entregarse á ningún exercicicio violento, no usar sino de alimentos de fácil digestión, y usar de las cosas propias para for- tificar y mantener la fluidez de los humores, y favorecer las secre-r dones y excreciones. En quanto á los paises en general se logra impedir algunas veces que sean infectados de epidemia, ó librarlos de ella por medio de los fuegos encendidos freqüentemente en los lugares habitados con maderas resinosas, con las que se hacen muchas hogueras á cierta distancia unas de otras. (V. el artículo desinfección.) Hipócrates no se detiene en proponer, según experiencia propia, el efecto de es- tos fuegos como un preservativo contra la peste, y aun como un medio de corregir la infección del ayre que la causa. Según Hoffman se ha observado que los lugares, y sobre todo las ciudades donde se gasta mas carbón de piedra que antes, están menos sujetas á las en- fermedades epidémicas, y son generalmente mas sanos que antes; pues el humo de estas materias fósiles tiene la propiedad de mudar las qualidades de las malas exhalaciones que podían causar enferme- dades de toda especie. Hay aun otro medio mas propio para precaver la infección del ayre, y de detener sus efectos si está ya infestado; este consiste en desecar las lagunas, dar corriente á las aguas detenidas, evitando el que se formen nuevas lagunas, prohibiendo las sepulturas en sagra- do, y teniendo siempre limpios los albañales y demás lugares de inmundicia. Quando hay epidemia, ó se teme que la haya , puede esperarse muy buen efecto de los ayres del norte y levante, que son propios para purificar el ayre; de consiguiente se procurará impedir que no se mezclen con ellos ninguna exhalación que pueda corromperlos. Tienen igualmente la propiedad de hacer al cuerpo humano menos susceptible de las malas impresiones que pueden hacer aquellas, dán- dole vigor á este por el aumento del resorte de sus fibras, y conser- vando por este medio el libre exercicio de todas sus funciones. Las lluvias son igualmente muy saludables en tiempo de epidemia, pues atraen y precipitan consigo todas las materias heterogéneas que for- maban la corrupción de este elemento. Quando sobreviene una enfermedad epidémica, cuyo carácter no está bien conocido, lo que sucede las mas veces, deben los Médi- cos , según Boerhaave, dedicarse á examinar bien todos sus síntomas mientras dura el equinoccio, en que regularmente están ellas en su mayor vigor. Para descubrir la causa por comparación con la espe- cie de enfermedad conocida que se asemeje mas con la tal epidemia, EPI 489 no deben valerse de remedios que puedan producir grandes variacio- nes en la economía animal, no sea que oculten el verdadero carácter de la enfermedad, y que impidan observar los fenómenos que pue- de producir la naturaleza del mal antes del restablecimiento ó de la muerte, los quales indican la mejoría ó la peoría. Deben observar con grande atención lo que durante la enfermedad hace ó pretende hacer la naturaleza; deben conocer las varias cosas que toman los enfermos, ya para alimento ó para remedio, examinar las que hacen bueno ó mal efecto, y al mismo tiempo las evacuaciones que son da- ñosas ó saludables. En fin deben comparar lo que sucede en las en- fermedades de igual especie en varias personas afectadas á un mismo tiempo, teniendo consideración á la diferencia del sexo, de edad y de temperamento. De estos experimentos hechos con cuidado pueden sacarse las indicaciones convenientes para determinar el método que debemos seguir en la curación de las enfermedades epidémicas; si tuviésemos una colección de observaciones exactas sobre todas las que se han visto hasta ahora, puede ser que estuviésemos bastante instruidos so- bre sus diferentes naturalezas y de los remedios que han probado á cada especie para poder por analogía establecer una curación casi se- gura á cada una de lasque se presenten después; porque es muy ve- rosímil que no todas las que se presentan son absolutamente nuevas en quanto á lo pasado; su variedad acaso se acabó: luego seria muy im- portante para el género humano que se trabajase en esto para suplir lo que nos falta. Nunca se podrá exhortar bastante á todos los Mé- dicos que deseen los adelantamientos de su arte, para que formen la historia de las enfermedades epidémicas que tengan ocasión de obser- var ; que las describan con exactitud y sinceridad; que observen bien todas sus circunstancias; que no olviden hacer mención de los lugares y climas en que sobrevinieren, de los accidentes que pudie- ron dar margen á la epidemia, de la estación en que reyna, de la constitución del ayre y de las variedades determinadas por la ins- pección del barómetro, del termómetro y del higrómetro en quan- to sea posible; en una palabra, de tomar por modelos en esta clase de observaciones las del Médico mas antiguo y mas grande que se conozca, es decir, del sabio Hipócrates: él es el primero que cono- ció la necesidad de hacerlo, y nos ha dexado sobre esto escritos in- mortales: luego las del Hipócrates moderno Sidenham, que acaso es el único que en el discurso de tantos siglos haya caminado en es- to por la senda del padre de la Medicina, y que haya dado un exemplo que por obligación deberá seguirse en todos los siglos.] ( V. AYRE.) EPIDERMIS. (Anat.) Es lo mismo que cutícula. (V. este artículo.) TOMO III. QQQ 490 EPI EPIDIDIMO. (Anatomía.) Es un cuerpo pequeño, que se halla adherido en cada uno de los testículos. ( Véase este ar- tículo. ) EPIFISE. (Anat.) Epífisis se llama casi toda eminencia de hueso que está contigua y no continua al mismo hueso que la produ- ce, siendo como un apéndice ó añadidura ai cuerpo del hueso; por lo regular las epifises están unidas ó intermediadas de un cartílago ó ternilla, cuyo grosor disminuye con la edad, y por último se osifica; por lo que las epifises que se observan en la niñez con el curso de la edad se hacen apofises, como se observa en las extremidades de los huesos del brazo, de la pierna &c. EPÍFORA. (Cir.) Esta voz tiene varías acepciones: su signifi- cación genuina es la de vertiente ó transporte preternatural; pero la usamos mas comunmente para expresar la destilación de las lágrimas ó la enfermedad que se llama ojo lagrimante. (V. enfermedades de las vi\s lagrimales.) EPIGÁSTRICO (Anat.), que viene de epigastricus, a, um, adjetivo que es relativo á la región epigástrica ó al epigastrio ; y así hay arterias y venas epigástricas &c. Las arterias epigástricas son dos ramas de las crurales; se llaman así porque se extienden sobre el vientre; tienen origen de donde he- mos dicho; baxa primero á la parte interna y posterior de los vasos espermáticos, y después sube dando inmediatamente un ramo, que en el hombre va con el cordón espermático hasta el testículo, y en la muger al monte de venus y los grandes labios: después va la epi- gástrica á buscar la cara posterior de la aponeurosis del músculo transverso, se encamina interiormente al músculo recto, detras del qual se esconde, y da ramos al piramidal y partes inmediatas: final- mente el tronco de la epigástrica detras del músculo recto forma con la mamaria las anastomosis tan célebres, por las quales se explican los fenómenos de comunicación ó simpatía de los pechos con las partes de la generación. La vena epigástrica nace de la iliaca externa, un poco antes que salga del vientre; sube todo lo largo de la cara interna del músculo recto del abdomen, ramificándose en él, y comunicándose con los vasos que se hallan en aquel sitio &c. EPIGASTRIO. (Anat.) Es la parte media de la región epigás- trica. (V. abdomen. ) EPIGLOTIS. (Anat.) Es uno de los cartílagos de la laringe. ( V. este artículo.) EPILEPSIA. (Med.) Es una interrupción repentina de todos los sentidos internos y externos, acompañada de una contracción y relaxacion violenta y alternada de casi todos los músculos volunta- rios , hasta que el paciente vuelve á su antiguo estado. Esta enferme- EQU 491 dad constituye el género xix de la clase iv de espasmos de la No- sología de Sauvages. (V'. espasmos.) EPIPLOCELO. Especie de hernia ó tumor causada por la caida del epiploon en la ingle. (V. hernia^ entero-epiploonfalo.) EPIPLOON. (Anat.) Voz de origen griego, que es lo mismo que redaño ú omento. ( V. estos dos artículos.) EPIPLOONFALO. Especie de exónfalo ó descenso en el om- bligo , que consiste en un tumor ó hinchazón de esta parte , produ- cido por la dislocación del epiploon. (V. exónfalo y entero- epiploonfalo. ) EPIPLO-SARCONFALO. Especie de tumor ó de exónfalo formado por el epiploon, y complicado con una excrescencia de car- ne. (V. exónfalo. ) EPISPÁSTICOS. ( Mat. Méd.) Esta palabra se deriva de dos voces griegas íttí y o-7ra.a, que corresponden á la latina attraho su- pra: se aplica en general á todos los remedios ó substancias medica- mentosas , que producen en la superficie del cuerpo una irritación mas ó menos viva, determinando en este sitio un aumento de calor y acumulación de materia linfática. Se comprehende en esta denomi- nación general los acres, estimulantes, cáusticos &c., que aplicados á la pieí, causan una picazón, rubicundez ligera, inflamación, ampo- llas, costras ó escaras &c. Todos los medicamentos que producen estos efectos, como ias cantáridas, la mostaza, la pimienta, los ajos &c. son verdaderos epispásticos. ( V. todos estos artículos.) EPISTASIS. (Med.) Es lo mismo que hemorragia de la nariz. (V. en la clase de fluxos el género 1.) Epistasis. Voz que usaban los antiguos para nombrar lo que nada sobre la orina, y es lo opuesto á sedimento. EPISTOTONOS. ( Med.) Es la especie segunda del género Té- tano. (V. la clase de espasmos. ) EPÍTEMA. (Mat. Méd.) Ésta voz viene de ítS^a aplico, y de t7rnti»[¿i pongo debaxo. Según Hipócrates significa una coberte- ra ; pero los modernos la emplean para designar un remedio tópico de diferentes consistencias, que no tiene ni la naturaleza del ungüento ni la del emplasto que se aplica en la superficie del cuerpo con dife- rentes intenciones. Hay varias especies de epitemas, ya líquidas, secas y sólidas; pero en el dia no solemos usar de esta voz, y nos valemos de las de fomentación, cataplasma &c. (V. estos artículos.) EPULÓTICOS. ( Mat. Méd.) Se da este nombre á los medi- camentos que se cree tienen la propiedad de cicatrizar las úlceras. (V. cicatrizantes.) EQUIMOSIS. ( Cir.) * Se llama así un tumor superficial y blan- do, que pone la piel amoratada ó azul, y que proviene de la san- gre que se ha derramado en las celdillas del texido celular. Los rao- 492 EQU demos llaman infiltración á esta especie de derrame: en castellano le llamamos cardenal. Las causas de los equimosis son las caidas, los golpes, las extensiones violentas, las fuertes compresiones &c. Estas diferentes causas exteriores ocasionan la ruptura de los vasos del te- xido celular, y producen el equimosis por extravasación de la sangre, aunque no haya rotura exterior. El equimosis es un accidente de la contusión, y puede ser muy considerable aunque la contusión sea li- gera; para lo qual basta que una vena rota suministre bastante san- gre para llenar las celdillas del texido adiposo. El equimosis no se manifiesta regularmente hasta algunas horas después de su causa. Si el Facultativo acude antes que haya mucha sangre extravasa- da, ó que esta conserve todavía su fluidez , de modo que pueda re- fluir á los vasos, para impedir que la extravasación sea mayor, debe aplicar á la parte algunos tópicos astringentes, tales como el bol de Armenia con el oxicrato, el alumbre disuelto en clara de huevo, ó el agua en que se haya disuelto la sal marina ó común : las raspaduras de la raiz de brionia fresca han solido probar muy bien para los equi- mosis de los párpados y de la conjuntiva. Si estas extravasaciones son de alguna consideración, el primer remedio debe ser la sangría. Si el Facultativo no acude hasta algunos dias después del accidente, de- berá emplear los discucientes con los astringentes: los primeros para que dividan los humores agrumados, disponiéndolos á la resolución; y los otros para que entonen y fortifiquen la parte. Una y otra de estas indicaciones se cumplirá fomentando la parte con un cocimien- to de centaurea y axenjos, flores de manzanilla y de meliloto cocidas en partes iguales de vino y agua; las plantas que han servido para el cocimiento pueden aplicarse, formando con ellas una cataplasma. La resolución de los equimosis se conoce por la mudanza de color: la parte que era negra toma un color roxo obscuro, que insensible- mente se va aclarando hasta ponerse amarilla, y tomando sucesiva- mente el color natural de la piel, Algunas veces sucede que la violencia de la caida ó del golpe ahoga el calor de la parte lastimada, apagando en ella el principio de la vi- da : entonces los tópicos fríos y repercusivos serian muy nocivos á los principios, y producirían la mortificación. En tal casohay el recurso de las escarificaciones, que se harán mas ó menos profundas según la necesidad: la extensión de la extravasación de la sangre en profun- didad y la consideración de la parte lastimada deben dirigir en esta parte la conducta del Cirujano ilustrado. Si la cantidad de la sangre extravasada es considerable, y que no sea posible hacerla volver á las vias de la circulación, debe abrirse el tumor para que sal<*a la sangre derramada; y no hay otro medio de evitar la putrefacción , y acaso la gangrena de la parte. Esta abertura sin embargo debe ha- cerse con prudencia y sin precipitarse: aunque la parte parezca ne- ERE 493 gra, no siempre debemos temer la mortificación, ni creer imposible la resolución; pues es natural en tales casos que la piel se ponga des- de luego negra ó azul á la vista. Es preciso considerar atentamente si el color negro se disipa en un momento por la impresión del dedo; si está sin dureza, sin dolor y sin tumefacción considerable; y si se conserva todavía un calor suave en las partes afectadas. Estas señales harán distinguir el equimosis de la gangrena ; y de este conocimiento se sacarán inducciones para la certidumbre del pronóstico, y para establecer las indicaciones curativas..... El espíritu de vino y el aguardiente simple ó alcanforado, que se aplica sin inconveniente en los equimosis de poca consideración, se- ria capaz de irritar mucho los equimosis amagados de una inflama- ción próxima. El Dr. Turner vio muchas veces los malos efectos de semejantes líquidos; y sobre esto refiere la historia de un conocido suyo muy aficionado á la química, y gran partidario del espíritu de vino. Este sugeto, habiéndose magullado ambas piernas, confió una de ellas á Turner, y entregó la otra á un Químico, que debia pro- bar la gran eficacia del espíritu de vino para curar las contusiones con extravasación de sangre: la violencia de los accidentes que so- brevinieron hizo desechar aquel método á pocos dias; y la otra pier- na, á que habían aplicado un linimento compuesto de bol de Arme- nia, con aceyte rosado y vinagre, estaba casi curada. Hay personas tan delicadas, que no se las puede tocar con un poco de fuerza sin causarles un equimosis; y esto se observa al san- grar las personas gordas. Acaso la compresión no hace mas entonces que debilitar el resorte de los vasos, y causar en ellos un infarto va- ricoso sin extravasación. En los brazos y piernas de los escorbúticos se suelen ver unas grandes manchas lívidas, que son unos equimosis de causa interna.....* ERASISTRATO. (V. antigüedad de la medicina.) ERECTOR, adjetivo, usado substantivamente erector, esto es, nombre que se da á ciertos músculos, que sirven para extender y po- ner firmes algunas partes, y son las siguientes: i.° Los músculos erectores del clitoris, que vienen de la tube- rosidad del hueso isquion, y se insertan en el cuerpo esponjoso del clitoris, los quales producen la erección en el acto del coito: 2.0 los músculos erectores del miembro viril, que se atan uno de cada lado á la cara interna de la tuberosidad del isquion, cubriendo el princi- pio ó raices de los cuerpos cavernosos; después terminan á tres de- dos de distancia de su atadura fixa, esparciéndose en la superficie de dichos cuerpos con varias fibras tendinosas. ERECCIÓN. ( Fisiol.) Término que se emplea para significar el estado del miembro viril, en el que dexa de ser péndulo, mante- niéndose recto horizontalmente, ó se eleva, de suerte que la glande 494 ERR se pone superior. Todo esto se hace en conseqüencia de que los cuer- pos cavernosos, siendo esponjosos, y formando el miembro, se hin- chan y extienden, y por consiguiente se pone duro y firme dicho miembro: el mecanismo de esta mudanza se explicará en los artícu- los EYACULACION^ GENERACIÓN. ERETISMO. [Substantivo masculino irritación, dentera. (V. in- flamación^ espasmos.) ] ERISIPELA. (Med.) Es una erupción rubicunda que se pre- senta en el cutis, pero mas comunmente en la cara, con escozor, calentura &c. (V. el género vil de la clase de inflamaciones.) ERITROIDES. (Anat.) Se da este nombre á una de las mem- branas de los testículos. (V. este artículo.) ERRINOS. (Mat. Méd.) Los remedios cuya acción se dirige á los nervios que se distribuyen en las fosas nasales, y ocasionan la destilación del humor que separan estos órganos, han tomado el nombre de errinos, ptármicos ó estornutatorios. La mayor parte de estos medicamentos son, como veremos en su enumeración, unas substancias acres y estimulantes. El uso de ellos puede ser útil para descargar la cabeza, reanimar el juego de los nervios, y hacer correr el humor lento y viscoso que se amontona con mucha facilidad en los senos que cubre la membrana de Schneider. El fluxo de este hu- mor puede limpiar todas las partes cercanas de las diversas cavi- dades nasales, y en particular los ojos, la garganta y las orejas. Se ha observado algunas veces que por el estornudo el interior del crá- neo y el pecho se descargaban de los humores lentos que estaban de- tenidos. La naturaleza, que en las enfermedades catarrales excita muchas veces por sí sola este movimiento convulsivo del diafragma, anuncia que el estornudo es un medio muy propio para limpiar y desocupar todas las membranas de estas paredes musculares. El arte pues no hace mas que imitarla, y seguir excitando estas sacudidas por medio de los estornutatorios. Estos remedios tienen igualmente la ventaja de establecer una especie de fuente, manteniendo la sali- da del humor nasal, y obrando una revulsión muchas veces útilísi- ma. Este efecto se concebirá fácilmente acordándose de la extensión considerable de las fosas nasales y de la membrana que las cubre des- de los senos esfenoidales, situadas baxo la silla túrsica, los senos fron- tales , los senos maxilares, hasta la parte anterior de los cornetes in- feriores , y la región superior y posterior de la boca. Los principales remedios de esta clase son todas las materias acres del reyno mineral, tales como el álcali volátil cáustico , las sales neu- tras metálicas, y particularmente los vitriolos y el sublimado cor- rosivo. Los vegetales prestan un grandísimo número de errinos; y los mas comunes son las raices de lirios, de eléboro blanco; la hoja del ERU 495 tabaco, de betonia , de laurel, rosa, mejorana &c.; el xugo de la acelga, el tomillo, orégano, la castaña de Indias, el tabaco de pol- vo , el euforbio, las flores de benjuí &c. De lo dicho se sigue que estos remedios pueden ser útiles para las enfermedades soporosas, los síncopes, las afecciones histéricas, algunas especies de dolor de cabeza , las fluxiones catarrales de nari- ces , ojos, orejas y garganta. También se ha observado que contie- nen el hipo, que favorecen la expulsión del feto y de la placenta , y que á veces han sido provechosos para reventar los apostemas de la cabeza, del pecho y de otras cavidades del cuerpo; pero en estos últimos casos se necesita mucha circunspección para hacer uso de ellos; y los hechos indicados deben mirarse únicamente como unas casualidades favorables, que no siempre pueden servir de regla. Regularmente suelen tomarse en forma de polvo ó de algún flui- do, que podemos hacer sorber, ó dirigir en vapores ó humo á Jas nari- ces por medio de un embudito. Se debe añadir á estos pormenores que los errinos en general pertenecen á todas las demás clases de medica- mentos; pues aplicándose esta voz á los varios remedios destinados para las enfermedades particulares de las fosas nasales, deben ellos llenar todas las indicaciones que presentan estas enfermedades. En quanto á los estornutatorios, propiamente dichos, debemos observar que aunque son muy útiles en algunos casos, en muchos otros pueden ser dañosos, como por exemplo en la plétora, las en- fermedades inflamatorias, la preñez, las hernias, las hemorragias; y generalmente piden mucha precaución y prudencia en su adminis- tración. F. ERROR DE LUGAR. ( Pat.) [Boerhaave es el primero que se ha servido de este término, y varios Médicos lo han adoptado •después en sus obras. Hay, dice Boerhaave, una serie de vasos, que van siempre en disminución, esto es, que los vasos mayores reciben los globulitos encarnados de la sangre; los segundos, que son ya me- nores, el suero; los terceros, que son aun menores, la linfa; y en fin los mas chicos reciben los fluidos mas sutiles. Quando los globu- litos encarnados de sangre se introducen en los vasos destinados pa- ra recibir el suero, ó este entra en los vasos, que solo sirven para la circulación de los fluidos mas sutiles que él, Boerhaave llama á esto error de lugar. 1 ERUPCIÓN Y ENFERMEDADES ERUPTIVAS. (Pat.) Esta voz tiene dos significados : i.° una evacuación repentina y abundante de alguna materia líquida, como sangre, pus, serosida- des , vientos &c.: 2.0 una aparición en el cutis de manchas, pústu- las , granos y otros exantemas; tales son las erupciones del saram- pión, de las viruelas, de la escarlatina, de la sarna &c. Las calen- turas y todas las enfermedades en que hay erupción tienen por esta 496 ESC razón el nombre genérico de calenturas y enfermedades erupti- vas; tales son la calentura miliaria, la escarlatina y otras varías: también nos valemos de la voz exantemática 6 exántematosa; pero esta última se toma en una acepción menos extendida. (1^. exante- mas en la clase inflamaciones. ) ESCAFOIDES. (Anat.) Se da este nombre y el de navicular á dos huesos por razón de alguna semejanza que tienen con un bar- co pequeño: el primero es el escafoides del carpo, que se llama también navicular; es uno de los huesos del primer rango del car- po , que corresponde al pulgar (V. carpo.): el segundo es el esca- foides del tarso ó navicular; está colocado delante del astragalo, es bastante aplanado; se articula por artrodia con el astragalo y también con los cuneiformes y el cuboides. (V. tarso.) ESCALENO (Anat.), adjetivo que viene del latín scalenus, a, um, y sirve para nombrar un triángulo de tres lados iguales, y se usa por comparación para nombrar unos músculos que tienen la misma figura. El músculo escaleno está compuesto de dos porciones 6 ramas, una anterior y otra posterior: la primera tiene su atadura fixa en la cara externa de la primera costilla, cerca de su porción cartilagino- sa; y la segunda tiene también su atadura fixa en la misma costilla á poca distancia de la compañera, y la una y la otra se terminan en las apofises transversas de las vertebras del cuello: estas dos porcio- nes dexan entre sí un intervalo para dar paso á la arteria y los ner- vios que van al brazo. Este músculo por su porción anterior concur- re á la flexión del cuello, y por la posterior á la extensión. ESCALPELO. (Anat. y Cir.) Se da este nombre á un instru- mento cortante por dos lados, y terminado en punta, que es muy semejante á una lanceta, solo que está fixo en su mango, y es ma- yor: sirve principalmente para hacer las disecciones de los cadáveres, y también se suele emplear en algunas operaciones de Cirugía: los hay de varias especies y tamaños, gruesos, delgados &c. ESCAMONEA. (Mat. Méd.) Es una concreción gomoso- resinosa, seca, friable, fácil de romperse, brillante, transparente, de color amarillento, y quando no está muy pura ceniciento ó ne- gro y de un sabor muy desagradable. Esta substancia, dice Roche- fort, se extrae de un árbol que Linneo le llama convolvulus scam- monia, que se cria en muchos sitios del Asia. Se extrae por incisión de su raiz un suco lácteo, que, espesado, conserva el nombre de es- camonea, que lo usan bastante los Árabes, y entre nosotros se em- plea con bastante freqüencia. Hay dos especies de escamonea, la de Esmirna y la de Alepo: esta última es la mas estimada. Este suco tiene un gusto amargo y nauseabundo, y un olor desagradable: con- tiene un principio gomoso y resinoso; el segundo es mas abundante ESC 497 que el primero y mucho mas purgante. Sin embargo, según la ma- yor parte de los Prácticos, es necesario dar la escamonea según se recoge , porque un principio corrige el otro. Otros, queriendo que obre con mas energía, han ensayado enervar el principio gomoso, y entonces la escamonea toma el nombre de diagridio (V. este artí- culo. ); pero en el dia todas estas preparaciones se miran como inúti- les, y se prefiere la escamonea en substancia. Este medicamento con- viene siempre que hay que purgar fuertemente, como en las apople- gías serosas, en las enfermedades rebeldes de la piel &c.; y como es al mismo tiempo incindente y atenuante, se le da á los niños en do- sis muy corta. Por lo regular se prescribe en substancia sola ó mez- clada con alguna otra substancia para formar pildoras, ó con xara- be &c.: su dosis regular es de ocho á diez granos, á medio y aun á un escrúpulo; pero siempre se administrará con cuidado por ser un pur- gante bastante fuerte.....R. ESCÁPULA es lo mismo que omoplato y espaldilla. (V. estos artículos. ) ESCAPULARIO. (Cir.) * Así llamamos á una especie de ven- daje que sirve para sostener una servilleta ó vendaje de cuerpo cir- cular , que envuelva el pecho y el vientre: tendrá como unos qua- tro dedos de ancho y unas tres quartas de largo: estará abierto por medio, de modo que pueda pasar la cabeza, y sus cabos cuelguen atrás y adelante, para poderse prender con unos alfileres á la servi- lleta ó vendaje de cuerpo para impedir que se corra hacia abaxo. * ESCARA. (Cir.) * La escara es una especie de costra, que se hace sobre el cutis por medio de cauterios actuales y potenciales ó por qualquier otra causa externa, como la frotación violenta, la compresión, la ligadura, la contusión, la quemadura &c.: por esto se llaman escaras las carnes quemadas, amortecidas, contusas y secas. Los cauterios actuales, de que hacemos uso para producir la es- cara , forman una costra sobre la parte á que los aplicamos, recalen- tando los humores, que enrareciéndose con el excesivo calor que se les comunica, rompen los vasos en que están contenidos, de modo que sus moléculas mas sutiles se exhalan en el ayre, y la parte que- da hecha una costra seca y privada de alimento. Los cauterios po- tenciales obran sobre el cutis por la qualidad de sus sales, que rasgan el texido de los sólidos, pues las carnes forzadas á desunirse por la acción de aquellas sales forman una substancia muerta, que no reci- biendo ya alimento ninguno se seca y encostra. En la quemadura la parte exterior de las carnes no puede sufrir la acción del fuego sin que se altere enteramente el texido de los sólidos; entonces, destruidas y confund'das las fibras, no son mas que una ruina informe que ya no participa de la vida animal; y aquella carne muerta, separada ya de lo demás del cuerpo, cae luego por sí TOMO 111 RRR 498 ESC misma, mientras que los fluidos están esparcidos baxo los sólidos se- cos y quemados: esto es lo que constituye la escara. Lo mismo su- cede interiormente con la causticidad de un veneno acre y pestilen- cial: por consiguiente puede formarse una escara en la parte interior del cuerpo por algún humor corrosivo, capaz de destruir el texido de las carnes. La escara, que proviene de una causa externa, se cura quitando esta causa: la que proviene de una causa interna y maligna, como sus progresos son ocultos, es muy difícil de destruir; pero puede intentarse por medio de corroborantes antisépticos; la que proviene de una frotación violenta, cuya causa subsiste, debe tratarse lo mis- mo que la inflamación *. ESCARIFICACIÓN. (Cir.) * La escarificación es una opera- ción por medio de la qual se hacen varias incisiones en el cutis con una lanceta ó con otro instrumento propio para aquel uso. (V. es- carificador.) El principal uso de la escarificación es en la ope- ración de las ventosas, y su efecto es evacuar la sangre. El método de escarificar en este caso es hacer tres filas de inci- siones , de modo que la del medio tenga seis, y las otras dos cinco cada una. Debe principiarse en fila quando se escarifica superiormen- te. Las incisiones deben estar entrelazadas , es decir, que el ángulo ó punta superior de las escarificaciones de la primera fila debe corres- ponder al intervalo que dexan las del segundo entre sí. También se hacen escarificaciones en las partes contusas ó vio- lentamente inflamadas, y que amenacen gangrena. Estas incisiones son unas sangrías locales, que desahogan la parte sofocada por la plenitud de los vasos ó por el derrame de la sangre que se estanca en la parte en el caso de contusión. Se hacen escarificaciones en las piernas, en los muslos, en el es- croto y en otras partes quando las celdillas adiposas están infiltra- das de linfa. {V. edema.) El inconveniente que hay es que á estas escarificadones suele seguirse la gangrena; por lo qual se da la pre- ferencia á unas leves incisiones ó picadas que se hacen con la pun- ta de la lanceta, y á manera de un araño, en las partes mas lu- cientes del edema; se pueden hacer tantos como se quieran, porque no causan doior ninguno, y sin embargo procuran el desinfarto de las materias: regularmente las partes escarificadas se cubren con unas compresas mojadas en aguardiente alcanforado ú otros remedios se- gún la indicación *. ESCARIFICADOR. Instrumento de Cirugía que sirve para escarificar. (V. el artículo escarificación.) El escarificador es una especie decaxita en la qual hay 12, 15 ó 18 lancetas, que se arman y desarman por medio de un resorte, y todas á un tiempo hacen su incisión en la piel. Hasta que se inventó esta especie de escarificador, ESC 499 que no es muy antiguo, en lugar de lancetas se servían de unas rue- decíus cortantes. * El uso del escarificador es evacuar la sangre y los demás humores que se detienen baxo del cutis, haciendo un gran número de aber- turas, que hechas todas á un tiempo, producen un dolor mucho mas tolerab.e que si hubiésemos de hacerlas una después de otra. Este instrumento se suele usar comunmente después de las ventosas; y en tal caso podemos servirnos igualmente de una lanceta común, pues el estupor que causan las ventosas, permite que se haga la escarifi- cación sin causar apenas dolor. Seria inútil dar una larga descripción de un instrumento de tan poco uso como este, y que es bastante conocido de los Cirujanos. ESCARÓTICOS. ( Mat. Méd) La voz escaróticos se aplica á las materias acres y cáusticas, que tienen bastante acción en el cutis 6 piel del cuerpo humano para inflamarla, correrla y hacerla caer á pedazos. Los ácidos minerales concentrados, los álcalis fixos cáusti- cos, las disoluciones metálicas, algunos ácidos metálicos solos y se- parados de los ácidos, son los principales remedios de esta clase; se diferencian entre ellos por su energía, por el tiempo de su acción, y por su mismo modo de obrar; así es que nos valemos de unos ó de otros, según las diferentes indicaciones que nos proponemos lle- nar. (V. las voces cateréticos , cáusticos , inflamantes, rubefacientes, vexigatorios &c.) F. ESCIRRO. (Cir) * El escirro es un tumor ó elevación preter- natural que se distingue esencialmente con cinco caracteres, que son por consiguiente otros tantos signos patognómicos: i.° es duro y renitente: 2.0 indolente: 3.0 sin mudanza de color en el cutís: 4." sin calor: 5.0 se va formando poco á poco por una congestión lenta. Este tumor toma su nombre de una voz griega skirros, que pro- piamente significa un pedazo de mármol. El escirro está formado por la reunión de xugos blancos linfáti- cos endurecidos; esta mala disposición de la linfa proviene del uso de alimentos gruesos ó coagulantes, de la vida ociosa ó sedentaria, de los cuidados continuos, de las pesadumbres violentas, del frío exterior, y de algunos fermentos extraños capaces de espesar los humores, tales como el virus venéreo, escrofuloso &c. La espesura particular de los humores recrementicios en alguna viscera produce tumores escirrosos; la bilis espesada causa un escirro en el hígado; la leche cortada en las mamas; el semen detenido en los testículos; el quilo en las glándulas del mesenterio ; la linfa en las glándulas con- globadas &c: los golpes ó las contusiones son causas externas de in- farto linfático, que la reabsorción de la serosidad que sirve de vehícu- lo á la linfa hace endurecer y degenerar en escirro, el que puede ser edematoso, flemonoso ó canceroso. (V. edema, flemón/ cáncbr. §00 ESC El verdadero escirro es incurable, porque no es susceptible de resolución. Los remedios fundentes y resolutivos tanto interiores co- mo exteriores, dando acción á los vasos, los hacen estrellar contra la masa escirrosa, y precipitan á su degeneración en cáncer. Hay muchos tumores escirrosos cuyo humor puede todavía ser desleí- do , y por consiguiente son resolubles. Para emprender con pruden- cia la resolución del escirro, es preciso observar si la constitución de la sangre es viscosa y pegajosa, ó si es salada, acre y muriática. En el primer caso se emplean los aperitivos y los fundentes, primero en dosis muy pequeña para no excitar inconsideradamente movimien- tos violentos en el humor; tales son las preparaciones aperitivas de Marte; las sales fundentes, como el arcano duplicatum (sulfate de potasa), y la sal fixa de tártaro. Algunas preparaciones mercuriales, como el aquila alba, el etiope mineral, las gomas fundentes, tales como la goma amoniaco, y últimamente las pildoras de xabon, cuya actividad podemos aumentar con el diagridio &c. Exteriormente pueden executarse las cataplasmas emolientes y resolutivas, las fumigaciones con el cinabrio y el estoraque, ó con el vinagre echado sobre ladrillos enroxecidos en el fuego, los emplas- tos de cicuta, de Vigo, de diabotano &c. Pero sí la constitución de la sangre es acre, es preciso usar los fundentes con mucha circunspección, y suavizar su acción, usando de quando en quando de remedios puramente diluentes, humectan- tes y refrescantes, como son los caldos de pollo ó de ternera, y las plantas frescas; los baños y medios baños; el suero; las aguas mine- rales ferruginosas y la leche de burra. Si el escirro es doloroso 6 tiene calor es preciso evitar exteriormente toda composición emplás- tica, capaz de excitar accidentes, aumentando el movimiento del humor, á menos que se vaya haciendo flemonoso y disponiéndose á supurar; pero estas apariencias son muy sospechosas en las partes en que regularmente se forman los cancros. El régimen debe ser suma- mente exacto, y es preciso evitar todo alimento cálido y toda pa- sión de ánimo *. La cicuta en extracto usada interiormente se ha recomendado por algunos Prácticos. (V. cicuta.) ESCLEROFTALMIA. (Cir.) * Es una especie de oftalmia en la qual los bordes de los párpados y los ojos se ponen secos, duros, encarnados y dolorosos. Después del sueño cuesta mucho trabajo abrir los párpados por causa de su dureza y de la sequedad de las légañas que los cubren *. ESCLEROSARCOMA. (Cir.) * Este nombre, compuesto de dos voces griegas, que la una significa duro, y la otra sarcoma, es un tumor duro y carnoso que afecta las encías, y parece algunas veces una cresta de gallo. Este tumor proviene muchas veces de ESC 501 un humor escorbútico que ha infestado la sangre *. ESCLERÓTICA. (Anat.) Se da este nombre á una de las membranas del ojo. (V. este artículo.) ESCORBUTO. Esta enfermedad se halla descrita en la clase de Caquexias, y forma uno de sus géneros. (V. caquexías.) ESCORIACIÓN. (Cir.) * Llamamos escoriación á todo des- pojo de la piel, en el qual se halla levantada la epidermis por una causa qualquiera , dexando descubiertas las papilas nerviosas, á lo que sigue una sensación viva de escozor. La frotación, la compresión y la poca limpieza dan lugar muchas veces á semejante mal; en las enfermedades largas sucede que si el enfermo está mucho tiempo del mismo lado se le suelen hacer ciertos desollones precedidos de unas manchitas roxas, que deben procurarse lavar con un poco de vino caliente, ó con aguardiente alcanforado si se las nota algo negras; y si no se puede evitar el desollón se le seca inmediamente con un poco de albayalde, piedra calaminar &c.; pero lo que mas im- porta es libertar á la parte escoriada de la compresión y del desaseo. Basta lo dicho en quanto á las escoriaciones en general; pe- ro suelen venir freqüentemente á los niños ciertas escoriaciones en diversas partes del cuerpo, y sobre todo tras de las orejas, en el cuello y en los muslos. Indicaremos el método de curar esta es- pecie de escoriaciones tan comunes. Las de los muslos provienen re- gularmente de la acrimonia de la orina: el modo de curarlas es lavar la parte dos ó tres veces al dia con agua caliente. También es bueno desleír en agua un poco de albayalde, y aplicarlo sobre la parte es- coriada después de haberla lavado; pero si fuese considerable la in- flamación y la escoriación, seria bueno usar dos ó tres veces al dia de unos fomentos de la disolución de los trociscos blancos de Rasis en agua de llantén: al mismo tiempo se tendrá gran cuidado en que las partes estén enxutas, y que no froten unas con otras, lo que será fá- cil por medio del ungüento desecante roxo ó blanco, ó de plomo &c., interponiendo al mismo tiempo entre las partes unos pañitos de lien- zo fino, seco y caliente *. ESCRÓFULAS Y VICIO ESCROFULOSO. (Med. y Cir.) Las escrófulas son unos tumores duros é indolentes que se terminan comunmente por una supuración imperfecta, lenta y de mala con- dición : la palabra escrófulas viene de la latina scrophula, formada de la griega scropha 6 truye. Los griegos las llamaban con una pa- labra que significa cerdo, porque estos animales padecen con fre- qüencia tumores muy semejantes en el cuello. Nosotros las llamamos lamparones, voz castellana bastante usada y conocida de todos. Para formar idea de la naturaleza de las escrófulas, es preciso dar antes á conocer las señales exteriores de la constitución escrofulosa desde la infancia, y exponer en seguida la historia del vicio escrofu- 502 ESC loso, según lo hace Pinei en su Nosografía. „ Estos enfermos, dice, tienen cierta hinchazón en el labio superior, a'guna vez una grieta con icor amarillento en esta parte, encendimiento y dol< r en las narices, légañas en los ojos, supuración en los oidos, abultamiento del cere- bro, algo de pereza y negligencia, alegría, dichos agudos, y blan- cura del cutis. Primer período de las escrófulas. El vicio escrofu- loso exerce su acción en las glándulas linfáticas; pero con mas fre- qüencia en las del cuello, en los ángulos de la mandíbula, y en la base del occipucio. Estos tumores, mas ó menos irregulares, son du- ros é indolentes sin alterar el dolor del cutis. Algunas veces subsisten un año ó dos; otras las glándulas se afectan mas pronto, y resulta cierto movimiento interior ú orgasmo. He aquí el efecto de una acción simpática en otras glándulas ú órganos congéneres: el pulso es mas freqüente, hay mayor calor en el cutis, estreñimiento, y se orina poco; esta resolución es fugaz, sucediendo inmediatamente la atonia. Segundo período. Los tumores se aumentan poco á poco, sin que por esto se pongan blandos; el color del cutis que los cubre se altera, y se vuelve sucesivamente azulado y de un roxo mas ó menos subido. Las glándulas se ablandan por grados sin causar dolor, y ofrecen al tac- to una especie de fluctuación. Supuran y presentan un fluxo de ma- terias puriformes, en las que se hallan sueltas algunas concreciones blanquecinas. Las llagas degeneran en úlceras que duran mas ó menos tiempo, que se renuevan después de haberse cicatrizado, ó bien for- man en su contigüidad nuevas úlceras. Esta alternativa ó sucesión de tumores ó ulceraciones dura mas ó menos tiempo según las circuns- tancias. El vicio escrofuloso puede también transmitirse á las glán- dulas subclavias , subescapulares , axilares &c., y producir efectos análogos. Tercer período. Si el vicio escrofuloso ataca á las glándulas del pulmón, puede producir la tisis tuberculosa, de laque se habla- rá en su lugar; y si pasa á las glándulas mesenterias puede producir la atrofia mesentérica: en estos dos casos el enfermo pasa por todos los grados del marasmo y de la calentura hética antes de fallecer. El vicio escrofuloso puede asociarse al mal venéreo, á la raquitis y al escorbuto, y ofrecer entonces varios síntomas. La historia del vicio escrofuloso depende de la consideración de las diversas causas que pueden concurrir á producirle, como del clima, estación, edad y lugares en que se habita, y de las enferme- dades que hayan precedido. Por lo general las revoluciones de la edad influyen en las diversas direcciones del vicio escrofuloso. En la niñez se dirige muy freqüentemente á las glándulas linfáticas exte- riores , y á veces hacia el mesenterio; en la adolescencia los pulmo- nes son los que mas á menudo padecen, y en la edad viril puede transformarse en hidropesía ó en afecciones cutáneas muy rebeldes. Hay hechos que pueden suministrarnos luces acerca del vicio escro- ESC £03 fuloso, como el que en un grado mayor de la enfermedad el ácido fosfórico se halla en menor proporción en las orinas; que las pro- porciones del fosfate calcáreo se aumentan mucho en las orinas, mientras que duran las úlceras escrofulosas; y que disecando cadá- veres se ha encontrado en una ó en muchas glándulas linfáticas, en el parenquima de las visceras, ó también en el canal torácico, cierta cantidad del mismo fosfate calcáreo. ¿No parece que en esta enfer- medad el ácido fosfórico es muy abundante, y se desprende en gran cantidad para el uso de la economía animal, pasando á la subs- tancia de los huesos á disolver el fosfate calcáreo, que absorvido por los vasos linfáticos se deposita y esparce después distintamente en diversas partes ? En el primero y el segundo período de la enfermedad son úti- les los tónicos, como el óxíde de hierro combinado con sal amonia- cal, ó bien con el álcali fixo, con los amargos, como en el elíxir antiescrofuloso de Perilhe, ó bien la quina con la nuez moscada, se- gún la prescribe Forhergill. El uso del agua de mar tiene también una utilidad decidida, del mismo modo que el muríate calcáreo, según lo ha experimentado Fourcroy. Se necesita favorecer el efec- to de los medicamentos por todos los medios que puede sugerir la higiene, á saber, por una habitación cómoda y saludable, ó tam- bién por mudar de climas, por fricciones secas, por la insola- ción &c. En Inglaterra han ensayado la inhalación del gas oxígeno en la cantidad de quatro azumbres poco mas ó menos, mezclado con igual cantidad de ayre atmosférico. El éxito ha sido bastante propicio; pero como el enfermo en quien se hizo este ensayo usó al mismo tiempo de la quina , la observación concluye poco. Seria superfluo volver á dar aquí una nueva existencia á los su- puestos fundentes de la linfa, y recordar las famosas pildoras de L. Allouette, cuyas virtudes han sido tan alabadas, conteniendo en sus ingredientes la tintura de oro, el mas perfecto de los metales. No hablaré tampoco de las recetas complicadas de Grateloup, del Mariscal de Tougeres, de Janin, de Fabre ó demás composiciones farmacéuticas acreditadas por el empirismo, y muy útiles para un observador sabio é ilustrado. Pero las propiedades medicinales del muríate de barita ha fixado tiempo hace la atención pública, y los escritos publicados en Alemania, Inglaterra y Francia aprueban este remedio, y apoyan la del Dr. Crawford, insertos poco hace en la Recopilación periódica de la Sociedad Médica de Paris; pero el au- tor confiesa que las observaciones que se hicieron hasta entonces so- bre la eficacia de este remedio en las escrófulas son todavía insufi- cientes ; y es muy prudente suspender aun el juicio. He ensayado este remedio en el hospicio de la Salitrería en tres niños escrofulo- sos del modo siguiente. El primero de nueve años de edad, tenia 504 ESC tumores duros é indolentes en la base del occipucio, y tumores ul- cerosos en los ángulos de la mandíbula. El segundo, de edad de cinco años, tenia una úlcera en el tercio superior y externo del mus- lo izquierdo, y el dedo gordo del pie hinchado, tanto que su vo- lumen era tres veces mayor que en el estado natural, y ademas es- taba afecto de una caries ulcerada, agregándose á esto un tumor in- dolente en el ángulo derecho de la mandíbula. El tercero, también de edad de cinco años, tenia tumores ulcerados y cicatrizados en diversas partes del cuerpo, principalmente en el cuello; las segun- das y terceras falanges del dedo índice y del dedo gordo de la ma- no izquierda habian adquirido una magnitud monstruosa, y presen- taban una tumefacción , que excedía á lo menos quatro veces el vo- lumen natural, juntamente con caries ulcerada. A estos tres niños los sujeté á una curación uniforme el i.° de Diciembre. Al principio les prescribí un purgante suave, después el muríate de barita en la dosis de un grano en dos onzas de agua destilada, lo que se repitió cada tercer dia. Ai primer muchacho se le aumentó la supuración en las úlceras durante los primeros quince dias que tomó el remedio. El 21 de Enero hubo diminución de los diferentes tumores, y las úlceras comenzaron á cicatrizarse. El 20 de Febrero estaban cica- trizadas algunos dias hacia, y los tumores muy disminuidos. Inter- rumpí el uso de la barita durante mes y medio, en cuyo tiempo el muchacho se curó de la sarna en otra sala. A su regreso el 10 de Abril las úlceras estaban nuevamente abiertas, y los tumores aumen- tados. El 5 de Mayo se cicatrizaron las úlceras, y los tumores dis- minuyeron mucho. El 21 de Mayo desaparecieron los tumores de la base del occipucio, y el 29 la ulceración de ios tumores en los ángulos de la mandíbula estaba curada enteramente. Segundo mu- chacho : hubo superpurgacion á la primera toma del remedio, supu- ración mas abundante durante los primeros veinte dias, y á últimos de Abril se disminuyeron el tumor y la supuración. El 2 de Mayo fué poca la supuración, el tumor se disminuyó una tercera parte, y la glándula del ángulo de la mandíbula estuvo ulcerada por espacio de un mes. El tercer muchacho tuvo superpurgacion á la primera toma del remedio, y supuración mas abundante hasta el 23 de Di- ciembre. El 20 de Febrero estaba casi cerrada la llaga del dedo grande, su tumor disminuyó, y hubo una corta alteración en el dedo índice. El 4 de Abril se cicatrizó la llaga del dedo grande, y el volumen de esta era un poco mayor de lo que debe ser en el estado natural; se disminuyó el tumor, y supuró el del dedo índice. El primero de Mayo se verificó la cicatrización en este dedo. El 29 de este mismo mes el dedo grande recobró su estado natural; pero el índice conservaba casi la duplicidad de su volumen regular. No po- demos menos de conocer en estas tres observaciones la eficacia del ESE 505 muríate de barita; pero vemos con qué lentitud obra, y quinto de- bemos saber aprovecharnos de la ocasión en esta curación, como ge- neralmente en la de todas las enfermedades crónicas, y dexar á la naturaleza que manifieste lentamente sus recursos saludables." Como las escrófulas son tan difíciles de curar, y se resisten á los remedios mas enérgicos, les sucede lo mismo que á otras enfermeda- des que tienen el mismo éxito, que se les prescriben varios métodos, y ninguno es seguro. Se ha recomendado la cicuta sola y mezclada con el mercurio dulce para fundir la linfa espesa que forma estos tu- mores ; pero aunque ha solido surtir alguna vez buen éxito, otras no ha servido de nada. (V. cicuta.) Las aguas minerales de todas es- pecies, pero principalmente las salinas, se han alabado mucho para curar esta enfermedad, pero no siempre corresponden; y si alguna vez han tenido buen suceso, se debe sin duda á la acción combinada de este remedio, y al exercicio que suele acompañar á su uso. No- sotros tenemos algunos hechos de haber curado vicios escrofulosos con solo el exercicio activo y* pasivo recomendado por Wndervod y otros autores, uniendo á él un plan tónico, corroborante &c. La curación tópica de los tumores escrofulosos y las úlceras que resultan de sus imperfectas supuraciones son muy rebeldes: quando los tumores son considerables, es muy difícil conseguir la resolución, particularmente si la materia es muy espesa: sin embargo se debea aplicar las cataplasmas y emplastos emolientes y fundentes (V. em- plastos/ cataplasmas.) : si se presenta la supuración, se seguirá esta con los remedios apropiados, y en abriéndose, se tratará como una úlcera fria y rebelde de curar; y así es que los Prácticos reco- miendan los digestivos bien animados y estimulantes y aun los es- caróticos &c. (V. ÚLCERAS.) ESCROTO. (Anat.) Se da este nombre á una bolsa membra- nosa que está situada inmediatamente debaxo del miembro viril: pa- rece que está formada principalmente por la prolongación de los te- gumentos comunes, y singularmente por la epidermis y la piel. El escroto tiene exteriormente muchas rayas guarnecidas de pelos, y una línea muy sensible , que parece una costura, que divide el es- croto en dos mitades, que se llama rafe. Interiormente hay una do- ble bolsa musculosa, que se llama dartos. (V. este artículo.) El es- croto encierra los testículos y parte de los cordones espermáticos &c. ( V. la descripción de los testículos en el artículo generación.) ESENCIAS. (Mat. Méd.) [Los Alemanes designan con la pa- labra esencias las tinturas simples, esto es, que no son hechas sino con una sola substancia, que se infunde en aguardiente ó espíritu de vino. Por esta denominación no entienden el aceyte esencial de los vegetales, que, como se sabe, no es la misma cosa.] (V. esencial.) ESENCIAL. (Med.) Á. ciertas enfermedades se las da el epíte- tomo 111. sss 506 ESF teto de esenciales para distinguirlas de las otras del mismo género, que solo son sintomáticas. Así es que hay una calentura miliar sin- tomática y otra esencial. Este exemplo es suficiente para formar idea de esta voz. Esencial. (Mat. Méd.) Habiendo llamado esencia al acey- te volátil obtenido, ya sea por medio de la expresión, ó bien por la destilación de todos los vegetales olorosos, y expresando especial- mente el carácter particular de tal ó tal substancia vegetal, se ha da- do el nombre de esenciales á todos los productos que pertenecen en propiedad á cada planta, y que se ha creido contenian las vir- tudes particulares de cada una de ellas. Así es que las sales esencia- les no han sido llamadas de este modo sino porque se ha pensado que son diferentes en cada planta, y que después de extraidas con cuidado, poseen en sí todas las propiedades de que gozaba la plan- ta. Hace tiempo que ha demostrado la experiencia que esta preten- dida preeminencia de virtudes de las sales esenciales sobre todas las demás materias extraidas de las plantas es una quimera; por lo que debiera desterrarse esta voz de la Materia Médica y de la Farmacia, así como se ha desterrado de la Química. Puede dar origen á erro- res muy perniciosos, inspirando una vana confianza en unos medi- camentos que por sí solos no tienen virtud alguna; así como engañj á Garaye, quando este hombre, cuya alma bienhechora dirigía la industria, dio el nombre de sales esenciales á los extractos que sa- caba de las materias vegetales por medio del agua fria y de la mace- racion. (V. las voces extractos/ sales esenciales.) F. ESFACELO. (Cir.) * Se da este nombre á la corrupción ó mortificación total de alguna parte, causada por la interceptación de la sangre y de los espíritus. El esfacelo se diferencia de la gangrena en que esta no es mas que una mortificación principiada, y por decirlo así el principio del esfacelo, pues este es una mortificación perfecta y acabada. El esfacelo se distingue por la negrura ó la lividez de la parte afectada, por su blandura, su insensibilidad y su olor cadaveroso. Las causas del esfacelo son las ligaduras demasiado apretadas, el frió ex- cesivo , las grandes inflamaciones, la mordedura de perros rabiosos &c. Un pie esfacelado, según Aqua pendente, debe cortarse en la parte mortificada algo mas abaxo de la parte viva. Cortado ya el pie, la carne muerta que queda debe ser consumida aplicando sobre ella un cauterio actual, repetido muchas veces, hasta que el enfermo sienta el calor del fuego. (V. amputación/ gangrena.) * , ESFENOIDAL (Anat.), adjetivo, que pertenece al hueso es- fenoides; y así: i.° la media luna que recibe la apofise espinosa del hueso esfenoides se llama esfenoidal: 2° se halla en la cara interna del hueso esfenoides una depresión entre las apofises clinoides, que se llama silla ó foseta esfenoidal, y también silla tur sica &c. ESF 507 %.° la sutura, que une el hueso esfenoides con los que le rodean, se flama igualmente esfenoidal: 4.0 los senos esfenoidales , que son dos cavidades considerables, situadas en la porción mas gruesa ó apofise vaxílar del hueso esfenoides debaxo de la parte anterior de la silla túrsica. Estos senos por lo común se hallan divididos por un septo huesoso y abiertos anteriormente: 5.° los agujeros esfenoidales, que son los terigodeos externos. ESFENOIDES. (hueso) (Anat.) Este nombre viene de sfen cuña y de eidos figura; pues este hueso está metido como una cuña entre los demás del cráneo, y está situado en su base, formando una gran parte de esta cavidad: se ha llamado también cuneiforme y va- xilar por razón de su situación. Este hueso es de la clase de los im- pares , y por consiguiente de una figura simétrica entre sí, aunque muy irregular; pero tiene alguna semejanza á un murciélago con las alas extendidas: se divide en tres partes, á saber: en cuerpo, que es la parte media, y que es mirado como el cuerpo del animal con quien tiene la semejanza, y en partes laterales, que son las extremi- dades , que representan las alas. Se divide también este hueso en dos caras, una externa y otra interna, y las dos bien desiguales. En la cara externa se observan varias eminencias y cavidades: las primeras son nueve, quatro pares y una impar: las dos primeras, y las mas considerables, se llaman apofises temporales, ya sea por- que están situadas en la región del mismo nombre, ó porque contri- buyen á formarla. También son muy considerables las grandes alas del esfenoides: se observa en estas que los bordes de sus extremida- des se hallan dentados y cortados obliqüamente para formar la su- tura ó unión con bastante exactitud con los demás huesos, esto es, delante coa el coronal, y detras con la porción escamosa del tempo- ral. El uso de estas dos apofises es formar en parte las regiones tem- porales y una gran parte de la sinuosidad ó gotiera cigomática. Las dos apofises siguientes son las orbitarias, llamadas así por razón de su situación y su uso, las quales son aun mas dentadas que las prece- dentes para unirse con mas exactitud con la parte del coronal que le corresponde. Las otras dos apofises se llaman pterigoideas: estas son dos eminencias dobles, esto es, que cada una está formada de dos láminas oseas, llamadas alas, las quales se desprenden del cuer- po del hueso esfenoides, baxando rectamente, y como figurando las patas del murciélago: se dividen estas dos láminas en interna y ex- terna; la externa es mas ancha y delgada, pero mas corta, que la interna, y tiene en su extremidad inferior una especie de gancho huesoso, por donde se desliza, como en una garrucha ó polea, el tendón del músculo pterigo-estafilino externo. El uso de estas dos apofises es de limitar los lados de las aberturas posteriores de las fo- sas nasales. Las dos úuimas apofises pares se llaman espinosas por $o8 ESF razón de su figura á un espino. La apofise impar se halla precisa- mente en medio y entre las dos alas internas de las apofises pterigoi- deas; se llama pico huesoso ó apofise cresta galli del esfenoides, que se articula sólidamente con el vómer. Las cavidades externas del esfenoides son los agujeros, las fosas, las gotieras y medias lunas. Los agujeros son dos (los restantes se describirán en la cara interna), uno en cada lado, y situados en la basé de las apofises pterigoideas, que se llaman espinosos, que dan paso á un ramo de la arteria carótida, que se distribuye uno de ca- da lado en el laberinto del hueso etmoides. Las fosas exteriores del esfenoides son seis, tres de cada lado, á saber: dos porciones de fosas orbitarias en las apofises del mismo nombre, que concurren á la formación de las órbitas: las otras qua- tro fosas se llaman pterigoideas, que se distinguen en internas y ex- ternas , y se hallan entre las alas y á sus lados, y sirven de dar in- serción á los músculos pterigoideos internos y externos. Las sinuosidades de este hueso son dos, una de cada lado, sobre las grandes alas ó las apofises temporales de este hueso, que dan paso á los tendones de los músculos temporales. Las renuras son dos, una de cada lado, que están inmediatas á . las apofises espinosas, y forman parte de las trompas de Eustaquio. El hueso esfenoides tiene varias escotaduras ó cortes al sesgo, que tienen sus diversos nombres, que son las esfeno- coronales, esfeno- palatinas &c., que sirven para recibir otras porciones de hueso de los que le rodean. (V. cráneo / cada uno de los huesos que le forman.) La cara interna del esfenoides tiene también eminencias y cavi- dades. Las eminencias son siete apofises, tres pares, y una impar; esta última, que es la mas considerable, es la que forma, digámos- lo así, el cuerpo de este hueso, y se llama la silla tur sica: las qua- tro siguientes son las apofises clinoides, que se distinguen en dos an- teriores y dos posteriores: en unas y otras se atan las prolongaciones pequeñas de la dura-mater: las dos últimas apofises internas son las que llaman ingrasías, pequeñas alas, y que también se conocen con el nombre de crestas del esfenoides. Las cavidades del esfenoides son fosas, agujeros y senos. Las fo- sas son cinco, de las quales quatro son porciones de fosas, á saber: las dos primeras sóbrelas crestas del esfenoides, que forman en par- te las fosas anteriores de la base del cráneo; y las dos, cerca de las grandes alas, forman también las fosas medianas' de la base del crá- neo; las unas y las otras sirven en parte para alojar el cerebro: la quinta fosa es impar; se halla en la silla túrsica, y es donde se aloja la glándula pituitaria. Los agujeros son doce, seis de cada lado: los dos primeros son ESF §09 los mas anteriores, abiertos precisamente á la base de las apofises cli- noides anteriores: se llaman ópticos porque dan paso á los nervios del mismo nombre: los dos agujeros siguientes se hallan formados por la parte mas ancha de la hendidura esfenoidal ó rasgada, que dan paso al tercer par de nervios, que Ruisquio llama motores: al quar- to par, llamado por Wilis patéticos, y á la primera rama del quin- to par, que se llama nervio optálmico; y en fin á todo el sexto par, menos el filere, que concurre á formar el nervio intercostal. La par- te superior de esta misma hendidura forma algunas veces un agujero, que a veces falta; pero quando existe, dexa pasar una arteria y una vena, llamadas oculares: los terceros agujeros son los redondos ó maxilares superiores, que dexan pasar la segunda rama del quinto par, que se distribuye en la mandíbula superior: los quartos son los ovalados ó maxilares inferiores, por donde pasa la tercera rama del quinto par, que entra en el canal de la mandíbula inferior: en fin los dos últimos agujeros se hallan en la misma substancia de las apo- fises espinosas, por lo que se llaman espinosos, y también pequeños, redondos y caróticos, y dan paso á la arteria espinosa de la dura- mater. Se observan también en el hueso esfenoides unas grandes cavidades, que son los senos esfenoidales; algunas veces faltan , y otras son dos, divididas por un septo huesoso, que se hallan revestidos de la membrana pituitaria, sirviendo por consiguiente para dar mas exten- sión á las fosas nasales, con quien tienen comunicación. La substancia de este hueso es compacta en la mayor parte, y tiene muy poca de la díploe. Para colocar este hueso en situación , es necesario poner la silla hacia arriba, el pico adelante y las apofises pterigoideas abaxo. Se articula con todos los huesos del cráneo y con todos los de la cara, excepto los unguis, los propios de la na- riz y los cornetes inferiores de ella. Los usos de este hueso son en general de contribuir á la formación del cráneo r y también á la de la cara, alojando muchas partes, dando paso á otras, como hemos manifestado en su descripción. ESFENO-MAXILAR. (Anat. ) Todo lo que tiene relación con el hueso esfenoides y el maxilar tiene este nombre, como la hen- didura esfeno-maxilar. (V. el artículo anterior.) Esfeno-palatino. (Anat.) Se da este nombre á todo lo que tiene relación con el hueso esfenoides y el palatino, como uno de los músculos de la campanilla. También hay un agujero, que se llama esfeno-palatino. (V. pterigo-palatino. ) Esfeno-pterigo-pa.latino. (Anat.) Se usa esta voz para expresar todo lo que tiene relación con el esfenoides y el paladar: hay un músculo de la campanilla que se llama así. Esfeno-salpingo-estabilino. (Anat.) Todo lo que tiene 510 ESO relación con el hueso esfenoides, la trompa de Eustaquio y la cam- panilla se llama así, como sucede con uno de los músculos de la campanilla. ESFÍNTER. (Anat.) Este nombre se da á muchos músculos que se hallan en las aberturas naturales para cerrar en ciertas cir- cunstancias su paso: esta palabra es puramente griega. El esfínter del ano es un músculo ancho, apretado y muy car- noso , que guarnece el ano con fibras circulares todo al rededor; ex- teriormente forman las fibras de este músculo como un óvalo, que se llama esfínter cutáneo, y se distingue del interno, que propia- mente se llama esfínter, el que hace que se formen ciertos pliegues ó arrugas semejantes á las de las bolsas que se cierran con cordones: su uso es retener los excrementos. (V. ano. ) El esfínter de los labios es lo mismo que constrictores de los labios. (V. labios. ) El esfínter de la vagina está inmediatamente debaxo del clito- ris y borde de la vagina, al rededor del qual se hallan algunas fi- bras circulares que le forman; pero en algunas mugeres apenas pare- cen carnosas: sirve no solo de fortificar la vagina, sino también para detener la sangre que vuelve de la pudenda, comprimiendo algunas de las venas que pasan quando la vagina es estrecha. (V. vagina.) El esfínter de la vexiga: le constituyen varias fibras carnosas, obliqüas y circulares, que están situadas baxo de la membrana ex- terna, que hacen oficio de esfínter. (V. vexiga.) ESMALTE. (Anat.) Se da este nombre á una substancia dura, tersa y brillante, que reviste las coronas de los dientes. (V. dientes.) ESÓFAGO ó TRAGADERO. (Anat.) Es un conducto car- noso y cilindrico, aunque algo aplanado anterior y exteriormente, que empieza en la parte inferior de la faringe detras de la ternilla cricoides, y remata en el cardiax, que algunos llaman boca del estó- mago, porque por ella entran los alimentos en este saco. Baxa el esó- fago á lo largo del cuello y de la parte posterior del pecho hasta la cavidad del vientre. En el cuello está situado entre la parte media y la izquierda del cuerpo de las vertebras cervicales, detrás de la parte media é izquierda de la traquiarteria. Quando llega al pecho se aloja entre las dos hojas del mediastino posterior, y baxa hasta la quarta ó quinta vertebra dorsal sin mudar de dirección: aquí se in- clina de izquierda á derecha hasta la nona vertebra, para dexar lu- gar á la aorta; y últimamente vuelve á inclinarse á la izquierda y adelante hasta el orificio elíptico del diafragma, por el qual pasa al vientre, donde dilatado da fin en el orificio superior del estómago. Está el esófago envuelto en una tela celular gruesa, que le ata flo- xamente á las partes vecinas, y le sirve de túnica externa; pero las túnicas propias del esófago se pueden reducir á dos, que son la mus- ESO 5I1 culosa y la nerviosa. La túnica musculosa, que es la que propia- mente constituye el esófago, y que excede mucho en robustez á la del estómago y de los intestinos, se compone de dos planos de fi- bras : las del plano externo son longitudinales, y baxan siguiendo todo lo largo del esófago: las del plano interno son transversales, y circundan el tragadero; y unas y otras nacen de la cara posterior de la ternijla cricoides debaxo del músculo cricofaríngeo de Winslow. Un texido celular muy floxo y ralo ata la túnica muscular á la nér- vea : esta es firme, blanca, rugosa, extensible, compuesta de lami- nitas celulares apretadas, como que es continuación del cutis de la boca y de las fauces, por lo que tiene una sensibilidad exquisita; pe- ro la templa la epidermis insensible, aunque delgada, que cubre el cutis. Algunos autores han admitido en esta túnica ciertos pelos á modo de vello, por lo que le han dado el nombre de túnica vello- sa; mas sin duda les han engañado los pelos que se hallan en la ca- vidad del esófago de varios animales, y los han supuesto en el esófa- go del hombre, en que no se encuentran. Todas las túnicas del esó- fago son capaces de una dilatación extraordinaria. Si se sopla el texido celular que media entre la túnica musculosa yjla nérvea, se presenta esta como espumosa ó esponjosa, con mu- chos agujeritos, que son los orificios de otros tantos conductos ex- cretorios, procedentes de las glandulitas mucosas situadas en dicho texido celular. Estas glándulas segregan un humor viscoso, que vierten en la cavidad del esófago, y defiende algún tanto su túnica nérvea de la confricación, acrimonia y calor de los alimentos. El esófago tiene un gran número de arterias: las superiores vie- nen de la tiroidea inferior; las siguientes de las pericardiacas supe- riores y posteriores, y rara vez de la intercostal superior: otras pro- ceden de las bronquiales, y principalmente de las esofágicas: las mas inferiores nacen de las diafragmáticas inferiores y de la coronaria es- tomática. Estas numerosas arterias dan pequeñas ramificaciones á la membrana musculosa del esófago, y las mayores se esparcen por la túnica nérvea, sobre la qual forman una hermosa red, y filtran el humor viscoso de que hemos hablado. Las venas que corresponden á estas arterias no son en menor número: las primeras vienen de las ti- roideas medias, cuyos ramos posteriores, uniéndose los de un lado con los del otro, forman el grande plexo esofágico: las siguientes del lado derecho nacen alguna vez de la vena cava en el sitio de su división; pero por lo común dimanan de la acigos; y las del lado izquierdo proceden de la semiacigos, de la intercostal izquierda su- perior y de la bronquial: la vena esofágica da también ramos al esó- fago ; es fin la coronaría estomática derecha da dos gruesos ramos, que abrazan el orificio superior del estómago y por consiguiente el remate del esófago: cubren este canal desde un extremo al otro un 512 ESP gran número de vasos absorventes. Muchos de estos vasos vienen del corazón, de los pulmones y de otras partes vecinas; pero otros no dudamos que traen origen del esófago, porque no comprehendemos cómo han podido vivir muchos meses varios sugetos, cuyo esófago no dexaba pasar al estómago ningún alimento, sino es, como dice Cruikshank, por las partículas nutricias, que embebian los absorven- tes del esófago y del interior de la boca. Los nervios que se distribuyen por el esófago son muchísimos, y la mayor parte vienen de los nervios vagos: los superiores nacen de sus ramos recurrentes, y los inferiores de los mismos troncos de los vagos, que acompañan al esófago, y cuyas ramificaciones, cruzán- dose entre sí, forman el plexo anterior y posterior de este conducto; pero envia también al esófago algunos filamentos nerviosos el tronco del gran simpático en el cuello, y el grande plexo cardiaco. El uso del esófago queda bastante explicado con lo que se ha dicho hasta aquí. B. ESPALDA (Anat.) es la parte posterior del tronco formada por las vertebras y parte de las costillas, los omoplatos, los mús- culos y demás partes blandas que revisten todas estas substancias hue- sosas. (V. TRONCO/ ESQUELETO.) ESPALDILLA (Anat.) es lo mismo que escápula y omopla- to. (V. OMOPLATO.) jLj4*?l ■>rO QMM'^ 'MW*&^sv Ü^'i $ V£ >¡m?:. W .&