t É s: -'ms&P''^^ .fe-"**. DICCIONARIO DE MEDICINA Y CIRUGÍA, BIBLIOTECA MANUAL MÉDICO-QUIRÚRGICA. POR D. A. B. L"*U#*&] TOMO SEGUNDO. i- 6£¿ MADRID EN LA IMPRENTA REAL AftO di 1S06. DICCIONARIO DE MEDICINA Y CIRUGÍA. V^ABEZA. {Anat.) La cabeza es la parte superior de la máquina animal, y en donde están colocados la mayor parte d todos los sen- tidos. Los Anatómicos la dividen en parte capilata d cabellosa, y no capilata. En el esqueleto se divide en cráneo (V. este artículo.) y cara: también se hace otra división de la cabeza en regiones, que son cinco, á saber: sinciput 6 frente; vértice ó mollera, y también brecma d fontanela; occiput ó colodrillo, y las dos témporas ó sie- nes: en la cabeza se hallan contenidos, ademas de los sentidos, el celebro, cerebelo, medula oblongada, las membranas y vasos que corresponden á estas partes. CACHECTICAS. (enfermedades) Lo mismo que caquexias. (V. el artículo siguiente.) CACHEXIAS d CAQUEXIAS. (Med.) Serie de enfermeda- des , cuyo carácter es el estado depravado de toda la superficie del cuerpo, d de una parte considerable de él, estando alterado su vo- lumen, igualdad, color &c. Todas estas enfermedades forman la clase décima de la Nosología de Sauvages. Exposición de la clase de Caquexias, sus caracteres or'dinales', • genéricos y específicos, y los métodos curativos. Las caquexias 6 enfermedades caquécticas son aquellas cuyo prin- cipal síntoma es la deformidad d alteración considerable de la forma natural^ del cuerpo. La buena forma d hermosura de nuestra econo- mía animal consiste en el concurso natural de las qualidades sensi- bles, como son la figura, volumen, numero, proporción de las par- tes , su lustre, color, consistencia &c., como la que se observa en los sugetos que se llaman hermosos; de aquí se sigue que el defecto de alguna de estas qualidades constituye la fealdad, la qual no es morbífica, como no sea constante y notable, y esté acompañada de síntomas dañosos, como suele suceder alguna vez. Los Griegos han llamado la fealdad caquexia 6 mal hábito del cuerpo. Los anti- guos , baxo este nombre, comprehenden también la extenuación, las enfermedades ictéricas, las diferentes especies de herpes y las enfer- medades crónicas, como se puede deducir de las definiciones de Gor- rée. No se pueden colocar todas las imperfecciones en el número de las enfermedades de esta clase; por exempío, el mal olor es una qua- lidad viciosa, y sin embargo se debe mirar como un síntoma de otras tomo ii. A 2 CAC enfermedades, como el ocema, la diarrea: el calor, y el color viciado en las calenturas é inflamaciones y otras enfermedades agudas no es un síntoma principal, y por consiguiente, aunque estas qualidades es- ten viciadas, pertenecen mas bien á las clases de enfermedades de quienes son los principales síntomas. El hábito d forma del cuerpo puede alterarse mecánicamente por la mutación de situación, de número, de proporción y figura de las partes sensibles á nuestros sentidos, como en la raquitis, las heridas, las hernias, el hidrocéfalo &c.: se altera físicamente por la depra- vación de los humores d sus moléculas; y así, por defecto de la bilis y la linfa, vemos muchas veces la piel amarilla, pálida &c. En general se llaman vicios mecánicos los que alteran la estructura, y vi- cios físicos los que alteran la crasis d la mezcla de los fluidos. Toda mutación supone un movimiento, y por conseqüencia el concurso de fuerzas motrices y resistentes. En todo vicio es necesario suponer una alteración en el cuerpo, y por consiguiente una fuerza capaz de producirle; la causa productora puede ser de dos especies; ó mecánica, como sucede en las luxaciones y otros vicios orgánicos; ó física, como la adhesión, la secreción, el movimiento intestino, de donde nacen vicios físicos, que llaman también intemperie. Quando las fuerzas mecánicas y físicas del cuerpo humano concurren al fin con que el Criador las ha establecido, el hombre goza de una salud per- fecta ; por lo que se sigue que los vicios que se observan en la estruc- tura y demás partes del cuerpo son producidos por defecto de acción de estas fuerzas. Se sabe también que algunas veces los órganos, que la naturaleza emplea para exercer las funciones, no cumplen con el fin que se propone: del mismo modo no puede corregir con la mis- ma actividad ni buen éxito los vicios mecánicos y físicos de la má- quina humana, en los mismos términos que quando está la organiza- ción en su vigor, y las fuerzas del alma no se han debilitado por las continuas enfermedades &c.; por lo que se sigue que en las enferme- dades caquécticas, no teniendo los sólidos la fuerza y robustez con- venientes , ni los fluidos la actividad y consistencia necesarias para ha- cer uso de sus funciones, la naturaleza entonces no puede hacer los esfuerzos necesarios para excitar las calenturas agudas, las metásta- sis , las crisis y otras mutaciones prontas de la economía animal; lo mismo que sucede á los viejos, que tienen una debilidad natural, ó á los que la han adquirido; de donde viene que las enfermedades ca- quécticas son por lo común crónicas, es decir, que su progreso es len- to, y terminan por lo común con la muerte. Los metódicos las atri- buyen á la relaxacion d atonía de los sólidos; los galenistas á las in- temperies frias y pituitosas; los químicos al principio aquoso, que predomina; los mecánicos á la falta de equilibrio, producido por la atonía de los sólidos y las obstrucciones de los vasos linfáticos. CAC 3 Orden primero. Consunciones, Macies. Este orden comprehende todas las enfermedades, cuyo prin- cipal síntoma es la diminución de volumen producida por falta de gordura; y consta de quatro géneros, que son la tabes, la ti- sis, la atrofia y la aridura. Genero i. Tabes. El carácter de este género consiste en un enflaquecimiento d ex- tenuación universal, acompañado de calentura continua, sin tos ni expectoración. Esta enfermedad se diferencia de la atrofia en que á esta le falta el síntoma de la calentura continua; de la tisis en que le falta la tos y la expectoración purulenta. Por lo común estas enfer- medades suelen confundirse en la práctica, sin que por esto pue- da resultar error notable. Este género consta de diez y siete es- pecies. i. Tabes dorsal. {Phtisisy notias, Hippocrat.) Esta especie suele presentarse en los recien casados y en los sugetos que se entre- gan con demasiado ardor á los placeres del amor: estos enfermos al principio no tienen calentura, comen con buen apetito; pero se en- flaquecen sensiblemente, y sienten un hormigueo á todo lo largo de la espina del dorso , vertiendo el semen con la orina, d una mucosi- dad que viene de las postratas; executan la respiración con moles- tia , hallándose muy débiles y con pesadez de cabeza, y por último viene la calentura. Los sugetos luxuriosos é intemperantes debilitan su estdmago alterando la digestión, y produciendo las crudezas y flatuosidades, á lo que se suele seguir la hipocondría, la suma debi- lidad , la extenuación, y á veces la muerte. Para la curación de esta especie se debe en primer lugar remover la causa que ha puesto á los enfermos en tan miserable estado, privándoles d haciéndoles moderar el uso de la venus, y estableciéndoles una dieta analéptica en toda su extensión: Sauvages, remitiéndose á Hipócrates, dice, que después de haber empleado los remedios generales, esto es, los restauran- tes &c., les hacia tomar leche de burra y de vacas quarenta dias, usando al mismo tiempo los alimentos suculentos y restaurantes. Ade- mas del régimen dietético y medicinal se debe prescribir á los en- fermos un exercicio moderado; el pasivo es preferible á todos: al pa- so que se hace esta curación específica se debe atender á los sínto- mas mas urgentes, cuidando del estómago, empleando los corrobo- rantes en caso de debilidad y falta de energía para actuar las diges- tiones ; y si viniesen vómitos, se tratará de contenerlos con los re- medios propios para ello &c. No será fuera del caso el uso del opio 4 CAC en dosis que no excite, y en términos que calme la excesiva irritabi- lidad de estos enfermos, sin debilitarlos, por lo que se puede alter- nar con otros remedios tónicos, ó combinar con ellos. 2. Tabes renal y llamada también tisis nefrítica, según algunos au- tores. Esta especie es producida por la ulceración de los ríñones. Los depósitos purulentos en las orinas, dolores en la región lumbar y vómitos freqüentes, con los demás síntomas genéricos, caracterizan esta enfermedad, para la qual la Medicina tiene pocos recursos; sin embargo, siempre convendrá el imponer á estos enfermos una dieta analéctica, suave, buscando para alimentos y medicamentos aquellos mueilagos que puedan enervar la acción estimulante de las sales de la orina; usando también los medicamentos tónicos, que sean ca- paces de sostener las fuerzas de la vida, y que al mismo tiempo con- tengan la corrupción local y general de la purulencia que existe en los ríñones: las preparaciones de la quina, disueltas ó combinadas con la goma arábiga, las leches &c. podrán aprovechar algún tanto en esta enfermedad. 3. Tabes apostematodes. Esta especie es producida por una apostema, úlcera ó fístula en qualquiera parte musculosa del cuerpo. En la práctica se ve con freqiiencia, que de los grandes abscesos y ulceraciones, ya sea por su larga duración ó abundantes supuracio- nes , suele sobrevenir la calentura continua héctica, con su exacerba- ción nocturna, la extenuación, la sed, é inapetencia; por lo común esta enfermedad debe su origen á la absorción purulenta, y así la Ci- rugía debe ponerse de acuerdo con la Medicina, para que, emplean- do la primera todos los auxilios necesarios, se verifique el afluxo y buen carácter de la supuración en la úlcera (V. absceso^ ulcera.); por lo que respecta al plan interno, ademas de una dieta analéctica, se deben emplear los tonitos, corroborantes y antisépticos, y la qui- na con preferencia á todos. Es muy freqüente sobrevenir á esta es- pecie la diarrea. (V. este artículo.) En este caso se usará la quina con el diascordio. Algunos Prácticos aconsejan los balsámicos en esta especie, los que se pueden usar en una dosis que no excite demasia- do, y combinados con la quina: las leches pueden convenir hasta el punto de no mover el vientre á los enfermos. En fin, será trata- da esta enfermedad como una calentura héctica ulcerosa. (V. este artículo.) 4. Tabes nutricumy 6 por defecto 6 depravación de la nutri- ción. Esta especie, según Sauvages, refiriéndose á Morton, se ma- nifiesta por la inapetencia, abatimiento de fuerzas, por los freqüentes vapores, por un calor héctico, siguiéndose con freqiiencia la tos, la dysnea, y los demás signos^de la tisis de que están amenazados estos enfermos. Quando esta enfermedad es reciente se debe curar usando los alimentos mas nutritivos y de fácil digestión, que sean capaces CAC S de formar un buen quilo; haciendo que recreen su espíritu viajando por países deliciosos &c., en donde se puede usar de las leches y to- dos les remedios que puedan dar tono, fuerzas y energía á todo el sistema. (V. las especies antecedentes.) 5. Tabes producida por la hidropesía. Muchas veces suele acompañar á la hidropesía la tabes para su curación. (V. hidropesía y sus especies.) 6. Tabes sudatoria. Esta especie es producida por los sudores excesivos, y por los llamados colicuativos ( V. esta palabra.), los quales acometen de noche, acompañados de calentura: esta abun- dante evacuación puede provenir de varias causas, y ser síntoma de otras enfermedades y vicios específicos. Siempre convendría el uso de los cardiacos, tónicos y corroborantes auxiliados de una buena dieta restaurante. 7. Tabes causada por vicio del pericardio. Se refieren varios casos en que por haber un tumor ú otra alteración en el pericardio, después de padecer los enfermos fuertes palpitaciones, síncopes, di- minución de pulso, calentura lenta y extenuación, se mueren sin que alcancen los auxilios del arte. 8. Tabes hepática. Varios Autores describen esta especie, la qual, según Monró, principia por un dolor vivo en la región ó sitio donde se halla el hígado, presentándose un tumor doloroso en la misma parte. A estos enfermos se les pone la cara de color de plo- mo , el pulso pequeño y freqüente, las exacerbaciones de la calentu- ra se terminan por la noche con un sudor copioso, el epigastrio se pone doloroso después de haber comido, la sed es continua, el sue- ño interrumpido, y la diarrea que sobreviene es rebelde; y quando la supuración destruye la substancia del hígado, y pasa por el con- ducto colídoco, las cámaras se presentan purulentas. Esta especie al- gunas veces se trata exteriormente por la Cirugía, aplicando al tu- mor las medicinas apropiadas. (V. abscesos del hígado.) Monrd dice haber curado esta enfermedad aplicando al epigastrio cataplas- mas supurantes, y sosteniendo la diarrea con suero, con lo que lo- gró que desapareciera el tumor insensiblemente. Los medicamentos que convienen en esta especie son los mismos que se usan en la ti- sis pulmonal ulcerosa, atendiendo ademas á la depravación del ape- tito , y digestión que debe seguirse por la falta ó vicio de secre- ción cíe la bilis; y así el substituir un xabon, por exemplo la miel, será muy oportuno para que se execute aquella función con menos trabajo. 9. Tabes mesentérica. Son muchas las ocasiones en que las glán- dulas del mesenterio se infartan y ponen esquirrosas, principalmente en los niños, de cuyo vicio se sigue la palidez, extenuación, la diar- rea y lienteria, la calentura, muchas veces la ascitis y la muerte. 6 CAC Quando no está muy adelantada esta enfermedad, suelen airarse es- tos enfermos con el uso de las sales neutras, la miel y preparaciones del hierro, untando exteriormente el vientre con el xaboncillo amo- niacal , con el uso también de una dieta corroborante si no están en la lactancia, y en este caso la usará la madre. i o. Tabes glandularis ó escrofulosa. Esta especie es muv fre- qüente en los escrofulosos, á quienes se hinchan también las glándu- las del mesenterio, como todas las demás: para su curación (V. es- crófulas). ii. Tabes sifilítica. En los sugetos afectados de vicio venéreo muchas veces suelen ponerse tabíficos: su curación debe dirigirse á destruir el vicio específico ( V. gálico. ); empleando al mismo tiem- po los medios restaurantes como en las demás especies. 12. Tabes causada por fístulas y luceras. La Cirugía debe cu- rar el vicio local, y en las demás se tratará como en la especie ter- cera. 13. Tabes catarral. Después de un catarro rebelde, por haber- lo descuidado, suele seguirse esta especie, que se distingue poco ó nada d'e la tisis catarral. (V. esta palabra.) 14. Tabes estomacal. Todos los vicios de esta viscera, que de- pravan su interesante función, y por consiguiente la nutrición, pro- ducirán esta especie; y así los escirros, las úlceras, las varices &c., y aun las afecciones nerviosas, pueden producir muy bien semejan- te enfermedad, la qual será mas bien un síntoma, cuyo tratamiento será expuesto en sus respectivos artículos. 15. Tabes producida por una vómica. Su descripción y cura- ción se hallará en la palabra vómica. 16. Tabes raquiálgica de Tulpio. Esta especie, según este au- tor , es efecto de un humor acre, que afecta la medula espinal, ha- biendo dolores violentos en todo el espinazo, con calentura lenta; la cara se pone pálida y chupada, los ojos abatidos, las extremidades ex- tenuadas é inmóviles, y todo el cuerpo muy seco. La dieta láctea, al- gún tónico y los baños aconsejan los Prácticos para curar esta especie de enfermedad, y algunos añaden las aguas acidulas ferruginosas. 17. Tabes venenosa. Una corta dosis de arsénico, tomada en substancia ó en cocimiento, produce esta especie de enfermedad. ( V. VENENOS.) Género ii. Tisis pulmonal. El carácter genérico de esta enfermedad consiste en una extenua- ción ó consunción colicuativa de todo el cuerpo, con calentura len- ta , tos, dysnea y una expectoración purulenta. La llaga que se supone hay en los pulmones, según algunos au- tores, ó bien sea la perversión ó secreción viciosa del moco pulmo- CAC 7 nal, que es lo que forma la materia de la expectoración, síntoma in- separable y característico de esta enfermedad, puede traer origen de diversas causas, como se verá quando tratemos de las especies; pero or lo común pueden ser efecto también de diferentes afecciones que ayan padecido los pulmones, como la hemotísis, la supuración de los mismos de resultas de la pulmonía, y aun la pleuresía, de los ca- tarros pulmonales, el asma, los tubérculos &c. Historia general de la tisis según Pinel. Primer período 6 disposición próxima á la tisis. „ Esta dis- posición puede presentarse baxo tres formas diferentes: en la pri- mera hay entorpecimiento, inercia en todo el cuerpo, dolor gra- vativo de cabeza, con repeticiones mas ó menos freqüentes de una afección catarral de la membrana pituitaria, soñolencia, laxitud de los músculos del pecho, con expectoración difícil, dolor gravativo del pecho, toses violentas, que se aumentan por andar, y por beber licores fríos, y dificultad de respirar. La supresión de algún cauterio de mucho tiempo , como sedal, fuente, úlcera, fluxo blanco &c., puede determinar la misma disposición á la tisis. La segunda ofrece un cuerpo delicado, miembros delgados, constitución irritable y es- pasmódica, conformación viciosa de la cavidad del pecho, tanto ori- ginaria, quanto accidental, falta de respiración al menor movimien- to, melancolía, disposición á enfurecerse por el mas leve motivo, anhelo para la venus, excesos de intemperancia, esputo de sangre, dolor crónico é incómodo, principalmente en la planta de los pies ó en la de las manos, opresión en el pecho, excesos en el estudio y ta- reas del bufete &c. En la tercera la constitución del cuerpo es ente- ramente opuesta al anterior, esto es, hay sensibilidad apagada y difí- cil de excitar alguna vez por un vicio escorbútico ó escrofuloso, y por mala conformación del pecho; por la mañana expectoración abundante y viciosa, con sabor salado, el apetito falta por grados, y hay pos- tración de ánimo; alguna vez las glándulas del cuello se endurecen, hay tos incómoda, y alivio transitorio por una especie de transmi- sión de la materia morbífica á algunas articulaciones ó á la superficie del cuerpo. Si«el enfermo empieza á descaecer y á extenuarse, la en- fermedad pasa ya á otro grado. Segundo período ó tisis declarada. En este estado de tisis hay tos particular y muy diferente de la de los catarros, aunque menor {>or el dia , expuestas á repeticiones irregulares y muy molestas; por a noche cosquilleo en la laringe, vigilias pertinaces, que aumentan el movimiento febril, respiración anhelosa al menor movimiento, alte- ración de la voz, que se vuelve ronca, delgada ó mucho menos so- nora , sed, inapetencia, dolor gravativo en el estómago después de 8 CAC comer, á veces también vómito, esto es, que la tos se exaspera des- pués de tomados los alimentos hasta el punto de vomitarlos. Esta disposición á vomitar está unida á la sed, que, según Morton, es la señal mas cierta de tisis declarada. La materia expectorada varía; unas veces es espesa y blanca, otras transparente, de color ceniciento ó verdoso, de olor retido, y de gusto salado ó dulce &c. Hay por la tarde una calenturilla, con calosfríos ó sin ellos, con calor intenso ó encendimiento de las mexillas; la calentura se aumenta por grados, ó su curso se hace por exacerbaciones irregulares. Con todo, Siden- han refiere una especie de tisis, en la que no había esta especie de ca- lentura héctica, sobreviniendo por último la extenuación y el ma- rasmo. Tercer período. La calentura héctica pasa á continua, con pulso pequeño, duro y freqüente, con calor acre y mordicante en los dedos del que le pulsa; mientras dura la exacerbación febril, hay tos, difi- cultad de respirar y opresión del pecho al mayor grado ; pero quan- do cesa ya durante la noche, ó bien por la mañana, el enfermo duer- me sosegadamente, recobra las fuerzas, vuelve á tener esperanzas de curarse; y recae en su postración quando repite la calentura: quando esta remite, sobrevienen sudores colicuativos, ya por la no- che , ya por la mañana; y si se intentase suprimirlos, podría resultar la hidropesía de pecho, la ascitis, una diarrea, ó también afecciones disentéricas acompañadas de los pasmos mas crueles; alguna vez tam- bién sobreviene, aunque sin excitarle, el desconcierto de vientre mas pertinaz: por último, hay expectoración purulenta, fuerte ardor ha- cia las amígdalas y los órganos de la deglución, aliento fétido, su- mo marasmo, debilidad, edema en las extremidades, cara hipocráti- ca, á lo que se sigue la muerte." Como uno de los signos caracteríscos de la tisis es la índole de la expectoración, es necesario examinarla con toda atención para no confundir sus caracteres purulentos con la secreción de un moco ca- tarral con apariencias de una verdadera supuración , siendo la seme- janza tal, que muchos Médicos vacilan en su distinción, la qual es muy interesante para el pronóstico y curación de los enfermos; y así expondremos algunas consideraciones, á fin de que, aunque cada una de ellas no sea decisiva, con la reunión de todas difícilmente nos po- damos equivocar, y son: i.a El moco naturalmente es transparente,y el pus es opaco, aunque el primero algunas veces se pone opaco, y en tal caso toma un color blanco, pajizo ó verde; pero este último color es siempre mas perceptible en el pus. 2.a En razón de la consistencia, el moco es mas viscoso y mas coherente, y el pus lo es menos- si el primero se echa en el agua, se deshace con dificultad, permanecien- do unido en masas circulares; y el pus, al contrario, se advierte. que aunque no se deshace fácilmente, no queda tan unido; y si se CAC 9 menea ligeramente, se separa en trozos, que forman unas especies de girones. Pero se debe advertir, que al principio de la tisis mas sale moco en la expectoración que pus. 3.a Pocas veces se nota olor en el moco, y las mas veces se advierte en el pus. Algunos prácticos, para examinar el olor específico de la materia expectorada, la han echa- do en las ascuas; pero esta prueba no aclara la materia, porque el pus y el moco exhalan un olor desagradable, sin que se puedan distinguir. 4.a Con respecto al peso se advierte, que echando en agua el pus y el moco, este suele quedar suspendido, y el primero se pre- cipita al fondo: sin embargo que esta prueba tampoco es decisiva, porque el pus mezclado con una porción de ayre puede sobrenadar, y el moco hundirse si no contiene mas ayre. 5 .a La mezcla de algu- nas substancias con la materia que arrojan los pulmones puede con- tribuir al conocimiento distinto del pus y el moco; y así es que quan- do se mezcla ácido vitriólico, aunque disuelve igualmente á los dos, sin embargo, disuelve mas fácilmente el moco; y echando agua á esta disolución, se separa, y nada sobre ella; y al contrario, quando se echa agua en la disolución del pus, este cae al fondo, y meneándolo presenta un licor turbio uniforme: también sucede que una disolu- ción de álcali fixo cáustico disuelve, pasado algún tiempo, al moco, é igualmente al pus; pero si se echa agua á estas disoluciones, el po- dre se precipita, lo que no hace el moco. Antes de entrar en la descripción y curación de las varias espe- cies de tisis es necesario tratar un punto, que no es menos interesan- te á los enfermos de esta especie, pues el horror y tedio con que se mira á los tísicos, exagerando su contagio, hace que estos desgra- ciados, sobre tener un mal que pocas veces puede la medicina cu- rar, tengan ademas una asistencia poco lisonjera, negándose á veces los amigos, los deudos y aun los parientes á dar el consuelo y pres- tar los auxilios debidos á la humanidad doliente. Justo será pues que hagamos algunas reflexiones sobre este objeto en beneficio de estas víctimas desgraciadas, que á lo menos puedan servir para desvanecer el terror que se tiene al contagio de la tisis, con preferencia á todos los demás; habiendo echado tantas raices esta preocupación en el vulgo, que no bastan ni los argumentos, ni los hechos convincentes que la mayor parte de los Profesores ofrecen para desvanecer este te- mor tan perjudicial. En el dia no será una temeridad negar absolutamente el contagio de la tisis, como lo hacen algunos Autores, viendo muy inclinados á otros, hallándonos convencidos de ello por la lectura de varias obras, principalmente de una inédita de un Profesor español (0, en que (1) D. Santiago García, Médico de la Real Familia é Inclusa, cuya obra espe- ramos ver impresa en las Memorias de la Real Academia de Medicina Práctica de Barcelona. TOMO II. B 10 CAC prueba por autoridad, por experiencia y por razón que la tisis no es contagiosa: esta obra seguramente convence, y en nuestro concepto es digna de la lectura pública , por hallarse recogidos una porción de hechos, que casi demuestran, hasta la evidencia, la no existencia del contagio de la tisis: allí se refiere, entre otros hechos, que la Madre Enfermera del hospital de mugeres de esta Corte, que hace mas de treinta años que asiste en la sala de los tísicos, se halla sana y robus- ta ; que en los libros de aquella Real Casa no se ve que hayan muer- to tísicos ni Practicantes, ni Enfermeras, Capellanes, Roperos y de- mas que asisten á la sala destinada para los tísicos: ha recogido ade- mas este Profesor, por espacio de doce años, quantos hechos suyos y ágenos há podido adquirir; y así se refieren varios casos de matri- monios , que han vivido y cohabitado algunos meses, del uso de las ropas &c. &c Las razones y autoridades que expone no son menos convincentes. Cullen se expresa en estos términos: ,,Los Médicos han supuesto freqüentemente que la tisis era una enfermedad contagiosa: no me atrevo á asegurar que nunca lo sea; pero sobre muchos centenares de exemplos de esta enfermedad que he visto, apenas habrá uno de ellos en que la tisis me haya podido parecer producida por el contagio." Bosquillon añade: „ Dudo que la tisis sea esencialmente contagiosa, pues no se ha determinado el modo con que se propaga este preten- dido contagio, y los hechos que se han traido para probarlo pare- cen haber sido mal observados: se ha atribuido al contagio lo que dependia de otras causas." (La diátesis ó disposición hereditaria &c.) Ya hace mas de veinte años que me he ocupado en recoger observa- ciones con cuidado; y precisado en este tiempo en asistir á los po- bres en muchas Parroquias de Paris, he tenido ocasión de ver quizá un millón de tísicos: por mas indagaciones que he procurado hacer, no mehe podido asegurar que ninguno se haya hecho tísico por el con- tagio , ó que lo haya comunicado, aunque la mayor parte de estos enfermos habitasen y durmiesen con personas sanas en parages estre- chos , sucios, poco ventilados, y en donde todas las causas, capaces de dar actividad al contagio, se encontraban reunidas. He visto per- sonas ricas padecer la tisis confirmada, las que han tenido nodrizas sanas, sin comunicarles la enfermedad; ninguno de los antiguos ha mirado á la tisis como contagiosa: el pasage que se cita para probar lo contrario, sacado del primer libro de Galeno, dice : he visto Enfermeros que habian estado de noche y dia al lado de tísicos des- ahuciados ; contraer una calentura, que se ha disipado al cabo de po- cos dias, sin que se le siguiese ningún síntoma tísico.....ElDr. Starck disecó un gran número de cadáveres de tísicos sin contagiarse; otros muchos anatómicos los han disecado igualmente sin contraer la tisis. Llenaríamos muchas páginas si nos empeñásemos en citar autorí- CAC ii dades y opiniones que manifestasen la no existencia del contagio tísi- co ; pero las que hemos expuesto bastarán para que nuestros lecto- res duden á lo menos, y principien á examinar por sí este punto con mas crítica, sin que se reciba esta opinión tradicional copiada sin examen de generación en generación, como se ha hecho hasta aquí; pues estamos seguros que si se remite á un examen crítico, y nos de- dicamos á recoger hechos, se irá desvaneciendo esta perniciosa pre- ocupación. Este género consta de veinte especies, sin la mucosa ó catarral que exponemos, aunque no lo hace Sauvages. 2. Tisis seca, llamada también tuberculosa, á la qual no acom- paña una expectoración considerable de pus, aunque sí mucha tos; el enfermo se va enflaqueciendo insensiblemente, quedando enteramen- te extenuado por los sudores copiosos, teniendo al mismo tiempo ca- lentura lenta, anfimerina, dysnea, calor, sequedad en los pies y ma- nos. Si acaso hay alguna expectoración, no es otra cosa mas que una flema blanca y espumosa. Si se hace la disección de estos cadáveres, se presentan las glándulas mucosas y linfáticas, hinchadas y duras; advirtiéndose á veces como unas concreciones de tierra, las quales nunca se convierten en pus, sino que permanecen duras, cárdenas ó nigricantes. La tisis tuberculosa por lo común tiene origen de un vicio ó diá- tesis hereditaria; sin embargo todas las causas que pueden obstruir los vasos linfáticos, y endurecer las glándulas, pueden muy bien produ- cir esta especie de enfermedad, que entre todas es la mas peligrosa, y es casi siempre mortal; pues por su índole debe ser indomable á los auxilios del arte, por ser tan tardos y obscuros sus grados, á causa de endurecerse las glándulas con tanta lentitud, que no dan signos de tal afección sino quando la enfermedad está muy adelantada, y en términos que los remedios no pueden ya destruirla. Al principio de esta especie de enfermedad se debe poner todo el cuidado en resolver ó impedir que se formen los tubérculos si es posible, pues se ofrecen mil dificultades, que se hacen insuperables quando se han formado, y mucho mas quando se supuran. Los re- medios que han empleado los Prácticos son las cantáridas aplicadas en qualquiera punto del pecho, los sedales, y aun las fuentes; siem- pre son preferibles los vexigatorios: algunos recomiendan los incin- dentes, y con preferencia la goma de amoniaco, las aguas minerales, salinas y sulfúreas. Todos estos remedios podrán sin duda traer al- guna utilidad dados en términos que no exciten y debiliten demasia- do. El contener la tos pertinaz que tienen estos enfermos convendrá infinito; y así el que tomen por la noche, y aun por el día, seis gra- nos de pildoras de cinoglosa por toma, ó uno de opio, será muy del caso; el uso también de la tintura de quina ú otro tónico será igual- 12 CAC mente muy oportuno, pues nada se adelantará sin fuerzas; y es pre- ciso sostenerlas, no solo con los medicamentos propios para ello, si- no también con una dieta analéctica. Las leches, y con preferencia la de burra y la de vacas, han sido muy recomendadas: estas apro- vecharán seguramente, pues quando no sean un remedio muy eficaz, á lo menos son un alimento dulce y nutritivo, siempre que no haya diarrea, porque en este caso pueden aumentarla. Con toda esta serie de medicamentos se puede formar un plan combinado, que satisfaga todas las indicaciones, principiando por la mañana con la leche sola ó con la tintura de quina, si la tos es violenta; á media mañana el calmante, y aun se puede repetir el tónico, ó en lugar de estos dos remedios el agua mineral ó la emulsión de Brunero, según las cir- cunstancias de la enfermedad; á la tarde repetir alguno de los reme- dios indicados, y por la noche el calmante: en los intermedios los alimentos mas nutritivos que se tengan por convenientes. Otro de los medios que se han empleado para la curación de esta enfermedad es el exercicio pasivo, y con preferencia el de mar, pues el de á caba- llo , y aun el de ruedas, como no sea por sitios llanos, es algo vio- lento , y puede agitar la respiración, y seguirse la hemotísis. El mu- dar de ayres, y buscar sitios sanos donde se respire el mas puro y templado, puede convenir muy bien: este y todos los remedios ex- puestos hasta aquí podrán aprovechar en los principios; y no consi- guiéndose alivio, y creciendo la enfermedad, se atenderá únicamen- te á sostener las fuerzas de la vida. 2. Tisis húmeda. Puede también llamarse ulcerosa. Esta especie de tisis es muy freqüente, cuyos síntomas son: tos húmeda, recargo de calentura, expectoración de materia pardosa , amarillenta y vis- cosa (V. los caracteres de purulencia descritos arriba.)y y de ningún modo espumosa, corrompida y fétida. Esta especie se dife- rencia del asma húmeda por el recargo de calentura que viene por la noche, por las rosetas que se presentan en las mexillas, el mal olor del esputo, el calor febril, específico, y la extenuación. La tisis hú- meda es constituida freqüentemente por el tercer grado de la seca, ó tuberculosa quando los tubérculos se han supurado. Quando la enfermedad ha llegado á este punto, ó la supuración del pulmón viene por otros motivos, se presentan algunas indicacio- nes distintas de la primera especie, que se reducen á precaver la ab- sorción , atajar los efectos de la que ya se ha absorbido, y curar si es posible la llaga: hasta hoy no se ha encontrado, ni probablemen- te se encontrará, un remedio que sea capaz de curar este vicio or- gánico ; y así todos los planes curativos, que se establezcan, serán puros paliativos. El moderar la tos y la dysnea con los remedios prescritos en la especie anterior será sumamente útil; como también facilitar la expectoración con remedios que al mismo tiempo se opon- CAC '13 gan á la corrupción, como el oximiel simple combinado con la qui- na, ú otros remedios de esta especie: la misma quina en substancia, dada por la mañana en las remisiones de la calentura, puede surtir buenos efectos, pues suele moderar los recargos. Los balsámicos, el mercurio y otros varios remedios y composiciones se hallan recomen- dados en los autores, á pesar de que en la práctica se ve su ineficacia, sucediendo lo mismo con los baños de tierra recomendados por nues- tro Solano de Luque, Bordeu, Fouquet &c., y los establos de las va- cas celebrados por Read y Trillen. El método dietético debe ser el mismo que en la especie anterior, incluyendo en él las leches. Un síntoma accidental suele sobrevenir á esta enfermedad, que es la diarrea, la qual se debe paliar del mejor modo: el diascordio de Fracastorio, dado dos ó tres veces al dia, sin perjuicio del plan prescrito, menos los ácidos, es en nuestro concepto el mejor reme- dio ; sin embargo se pueden usar prudentemente los demás auxilios que se emplean para la diarrea. ( V. esta palabra?) 3. Tisis escrofulosa. Esta especie es la mas freqüente, y al mis- mo tiempo la mas fácil de curar: se conoce por los signos de las escrófulas que han precedido, por el poco progreso que hace esta en- fermedad : la extenuación es poca, como también la calentura lenta que la acompaña. Esta especie se cura con los mismos remedios que se emplean para las escrófulas (V. esta palabra.), á excepción de moderar algún síntoma del pulmón, como se ha hecho en las espe- cies anteriores. 4. Tisis escorbútica. Esta especie se manifiesta por sudores co- iosos; las orinas son abundantes, como también la saliva; la tos es úmeda y freqüente; no obstante la expectoración es viscosa y tenaz, aunque sale con alguna facilidad; la acompaña ademas una erupción miliar y errosion en las encías: todas las causas que pueden producir el escorbuto pueden igualmente producir esta especie de enfermedad. Para su curación &c. (V. escorbuto. ) f. Tisis asmática. Esta especie es producida por los parosismos asmáticos; y se distingue de las demás especies en que está acompa- ñada de una dificultad de respirar, con algún ronquido, á causa de la mucosidad viscosa, que espesándose y deteniéndose, produce en- charcamientos, tos y tubérculos en el pulmón: para su curación véa- se la especie primera y el artículo asma. 6. Tís{s hem tóyca. Esta especie es la que viene en conseqüen- cia de la hemotísis; y como esta puede ser producida por debilidad, vicio orgánico &c., exige distinto tratamiento ( V. hemotísis. ); y aunque e< cierto que no siempre se sigue á esta evacuación de sangre úlcera en el pulmón, es necesario sin embargo tomar todas las pre- cauciones para oponerse á ella. Siempre convendrán los calmantes en esta especie para moderar la tos, y precaver por este medio indirec- 14 CAC to la repetición del fluxo: la quina y otros corroborantes tónicos y astringentes, con los demás remedios indicados en las demás especies, se deberán emplear. Algunas veces en esta especie suele repetir la hemotísis, saliendo gran cantidad de sangre de los vasos del pulmón, y entonces se re- curre á los remedios consagrados para la evacuación de la sangre de esta entraña. (V. hemotísis. ) Se debe tener presente que de todas las especies de tisis esta es la que exige un método de vida mas arre- glado, y el que respiren los enfermos un ayre puro y templado. 7. Tisis calculosa. En varias ocasiones se forman en el pulmón cálculos pequeños, que suelen echar los enfermos con una tos seca, sintiendo ademas dolores en el pecho , y algunas veces presentándose esputos sanguinolentos. En esta especie se tratará de moderar los sín- tomas por el método ya indicado; y con respecto á los cálculos se consultará este artículo. 8. Tisis sifilítica. Esta especie es la que viene acompañada de un vicio venéreo; las mas veces se presenta con síntomas asmáticos. Hemos visto curar alguna de esta especie administrando á los enfer- mos las fricciones mercuriales con lentitud; usando al mismo tiempo la quina y el opio, como también las leches y ios demás alimentos analécticos. 9. Tisis producida por metástasis de pus. Es muy freqüente en la Medicina que se siga una metástasis ó trasmutación de pus, de un absceso ó úlcera á qualquiera otra parte del cuerpo , y puede de- positarse muy bien en la cavidad del pecho, ofender el pulmón, y producir esta especie de tisis, que se curará como la húmeda; y ademas se aplicarán al absceso ó úlcera los auxilios que tiene la Ciru- gía para la metástasis. (V. estos artículos.) 10. Tisis clorótica. Esta especie ataca igualmente á las solteras que á las casadas, siempre que incurran en la enfermedad que la pro- duce , pues se ve freqüentemente en la práctica que de la supresión del menstruo suele seguirse, ademas de la clorosis, la hemotísis, y aun la tisis. El tratamiento de esta especie consiste en moderar los síntomas de la especie, restablecer la menstruación, y fortalecer el sistema. (V. clorosis.) 12. Tisis reumática-artrítica. Esta enfermedad suele acometer á los sugetos que están afectados de cada una de las dolencias que se nombran en la especie: su tratamiento será como de dichas enfermeda- des , moderando ademas los síntomas locales por el método general. 13. Tisis producida por la calentura. Mor ton, Tralles y otros refieren haber visto esta especie de resultas de las calenturas, princi- palmente de las intermitentes: la curación no exige mudanza alguna de las demás especies, añadiendo únicamente la quina en substancia, con preferencia á las demás preparaciones. CAC 15 14. Tisis exantemática. Esta especie es producida por el retro- ceso de alguna erupción al pecho, como la de las viruelas, saram- pión y otras erupciones crónicas. Para su curación ténganse presen- tes las especies anteriores y los artículos de las erupciones que la han producido. 15. Tisis hictérica ó hepática. Los signos que caracterizan esta especie son: i.° las orinas salen de un amarillo obscuro ó como de color de café: 2.0 la piel toma un color semejante: 3.0 se siente una pesadez, una dureza y aun un tumor en el hipocondrio derecho: 4.0 el enfermo tiene una gran inapetencia: 5.° se le presentan dolores atroces en la región del hígado, que se extienden á las inmediaciones y aun hasta el pecho, los quales se aumentan después de comer: 6.° el enfermo se halla en un estado de tristeza y abatimiento extraordina- rio. A todos estos síntomas se añaden los de la tisis crónica. Para la curación de esta especie se debe principiar por los reme- dios generales que se emplean en la hictericia (V. esta palabra.)y acudiendo con los calmantes para los dolores, y con los demás re- medios para los síntomas locales. 16. Tisis hipocondriaca. No es raro ver esta especie en los hi- pocondriacos ; el disgusto inveterado, los fuertes espasmos y demás síntomas propios de este mal hacen que el pulmón incurra en esta enfermedad crónica, mudando su acción, y produciendo los sínto- mas de la tisis: se debe tratar según á la especie á que corresponda, y ademas con los remedios propios de la hipocondría. ( V. esta pa- labra. ) 17. Tisis quilosa. Esta especie se conoce en que los excrementos salen blanquecinos, el vientre se hincha, hay extenuación, la tos es rebelde, la que sin duda es producida por la obstrucción de los va- sos lácteos, y la hinchazón de las glándulas del mesenterio. Según la causa que determine este desorden se entablará la curación; si, por exemplo, de algún vicio escrofuloso han enfermado dichas glándu- las , se echará mano de los fundentes &c., y ademas de los remedios que pueden contener los síntomas de la tisis. Si fuese por otro moti- vo, se dirigirá la curación según sea. 18. Tisis producida por una vómica. Esta especie se diferen- cia de las otras: 1.° en que se expectora una gran porción de pus las mas veces fétido, sin que se presenten por eso ninguno de los sig- nos de la tisis ordinaria: 2.0 en que no se presenta la calentura, par- tícula .mente quando el pus esté encerrado en una bolsa membranosa: 3.0 en que estos enfermos por lo común se curan, principalmente quando arrojan la bolsa en que el pus estaba encerrado. Esta especie de tisis se llama vulgarmente vómica rota ó abierta. En esta especie solo se deben emplear los blandos expectorantes y tónicos, capaces de precaver la mayor corrupción, y sostener las fuerzas de la vida, i6 CAC con las quales, y el auxilio de una buena dieta analéctica , suelen cu- rarse los enfermos. 19. Tisis producida por la plica. Stabel refiere haber visto una tisis de esta especie, que se curó á los dos años de haberse cura- do la plica. ( V. esta palabra.) 20. Tisis celular. Según Haen en esta especie no se halla ulce- rado el pulmón, pues la expectoración, aunque purulenta, trasuda de lo interior de esta viscera. Su curación debe ser sin embargo como la ulcerosa. 21. Tisis peripneumónica. Esta especie es producida á conse- qüencia de una enfermedad inflamatoria del pulmón, aunque tam- bién lo puede ser por una afección catarral de dicha entraña ó la pleura, en que se ofende el pulmón, en términos que se verifica esta especie, que debe curarse como la segunda, ó la catarral que aña- dimos. Sin embargo que Sauvages no hace mención de la tisis mucosa ó catarral, nos ha parecido conveniente exponerla, porque es de las mas freqüentes: comunmente se ve en la práctica ser conseqüencia de aquellos catarros crónicos que muchos enfermos tienen disposición á padecer, ó por haberlos abandonado, ó porque la tos es pertinaz , y la expectoración mocosa; á veces se altera: por último, se suele lle- gar á pervertir en términos, que se hace puriforme, viniendo ademas los síntomas de la tisis, esto es, la dysnea, la calentura, extenua- ción &c. Nadie puede dudar, y así lo refiere Mr. Raullin, que los humores catarrosos y linfáticos degenerados alteran las glándulas y demás partes del pulmón, formando á veces abscesos y úlceras, otras veces tubérculos, y en una palabra la tisis pulmonal. Aunque esto no suceda así, se puede pervertir la secreción del moco, y ablandarse y descomponerse las glándulas, en términos, que se coliqua esta en- traña , hallándose en los cadáveres tan vacía, que se presenta casi sin textura orgánica, sin que haya rotura exterior. Para la curación de esta especie se debe echar mano de los corroborantes, y con prefe- rencia de la quina: en sus varias preparaciones, las flores del íbenjuí son excelente remedio para este caso, combinadas con la misma quina; algún incindente expectorante será también muy útil, principalmente quando la expectoración es muy espesa y tenaz , que es como se pre- senta al principio, en cuyo caso el kermes mineral será preferible á todos; sin desentenderse de los calmantes para moderar la tos, las preparaciones del hierro no vendrán mal combinadas con la quina: el exercicio pasivo y una dieta corroborante serán todos los reme- dios que se deben emplear en esta especie , prescribiéndolos según las circunstancias, y añadiendo todos los que sean de la especie que he- mos indicado. CAC 17 Género 111. Atrofia 6 marasmo. Este género de enfermedad consiste en que el cuerpo 6 una de sus partes se enflaquece ó extenúa sensiblemente, sin que se observe nin- gún signo de calentura, por lo que se diferencia de la tabes y de la tisis. El nombre de atrofia es derivado de a privativo ó negativo, y de trophe nutrición; y el de marasmo tiene su origen también grie- o maraino, seco, marchito, sirviéndose abusivamente de esta pala- ra destinada solo á las flores quando se marchitan. Se da también el nombre de marasmo al tercer grado de la tisis y de la tabes. Este género consta de diez y seis especies. 1. Atrofia nerviosa. Esta especie de enfermedad consiste en una consunción de todo el cuerpo, sin calentura, ni dysnea, á lo menos considerable; pero con una inapetencia y depravación de la diges- tión tal, que produce al enfermo la suma debilidad y enflaquecimien- to. Los enfermos al principio están hinchados, teniendo la cara páli- da, y mucha aversión á los alimentos, á excepción de la bebida, y hallándose tan abatidos, que se ven obligados á quedarse en la cama: sus orinas son roxas y copiosas, y solo quando es extrema la debili- dad viene la calentura. Las causas ó principios determinantes que pueden producir esta especie de enfermedad son las pasiones violentas y continuas del áni- mo , la insalubridad del ayre, y todo estímulo que afecte el sistema nervioso en términos de depravarse, de tal modo que se pervierte la nutrición, y progresivamente las demás funciones: á las enfermedades crónicas suele seguir esta especie. Para entablar esta difícil curación es preciso atender á los principios determinantes, removiendo, si ser puede, estas causas morbíficas; y para restablecer el desarreglo del sistema nervioso, se puede echar mano de los tónicos, y entre ellos los marciales, las aguas minerales ferruginosas, las leches y demás ali- mentos de fácil nutrición , y que sean restaurantes, teniendo aquí lu- gar igualmente las cremas, las substancias &c. 2. Atrofia producida por algún jluxo de sangre. Esta especie es muy común quando hay algún fluxo de sangre abundante o que dura mucho tiempo, ya sea de la nariz , boca , ano &c. Un plan li- geramente tónico y una dieta analéctica bastan para satisfacer las in- dicaciones de esta enfermedad. 3. Atrofia de la lactancia. Esta especie pertenece á los niños, que por estar las madres ó nodrizas embarazadas, ó por otras causas, falta á la leche el nutrimento necesario, los niños se van enflaquecien- do, y se dice vulgarmente que están encanijados. Se conoce que los niños no maman lo necesario por la diminución de la cámara y ori- na, por los continuos llantos y la extenuación. El remedio se re- TOMO II. C 18 CAG duce á buscar una buena nodriza, cuya leche tenga todas las buenas qualidades. 4. Atrofia causada por la leucorrea. De la excesiva evacua- ción de la leucorrea ó flor blanca, y aun de la gonorrea, viene esta especie de marasmo. Para curar esta especie es necesario tratarla con los remedios propios de cada una de las enfermedades que la produ- cen ( V. los respectivos artículos.), y ademas los restaurantes mas propios. 5. Atrofia nutricum. (V. la especie tercera.) 6. Atrífia producida por el fluxo de vientre. Es muy común seguirse esta especie á una inmoderada evacuación de vientre produ- cida por qualquiera de las causas que la excitan. Para su curación (V. diarrea. ), y en lo demás se seguirá un método analéctico ó restaurante, sin excitar demasiado; convendrá igualmente algún re- medio que calme la excesiva irritabilidad que acompaña á las perso- nas flacas y débiles, teniéndose esto presente para las demás espe- cies , en que dicha irritabilidad hace mas abundante la diarrea, y á veces se deprava la sensibilidad, hay dolor, pujo &c; y en este ca- so el diascordio y otras preparaciones del opio se deben usar inme- diatamente, 7. Atrofia producida por el tialismo. Quando se presenta un tialismo ocasionado por un vicio escorbútico, por las fricciones mer- curiales &c., y este es abundante y rebelde, se suele seguir el maras- mo de esta especie. Para su curación (V. tialismo.), y ademas los medios que se emplean en las especies anteriores. 8, Atrofia raquítica. (V. raquitis. ) 9, Atrofia producida por vómitos. Esta especie es muy freqüen- te , la qual suele ser causada por la obstrucción del piloro, que se pone como cartilaginoso: hemos visto varias veces esta enfermedad en el Real Estudio de Medicina Práctica, en donde, después de ha- berla caracterizado y seguido la muerte, se vio sensiblemente el tu- mor cartilaginoso en el cadáver, sin poder dudar de ello: ya tra- taremos de este punto en su respectivo lugar. Quando hay este vi- cio orgánico son inútiles todos los remedios; pero siendo produci- dos los vómitos por otras causas, se tratará de contenerlos ( V. vó- mitos. ), y después se emplearán los remedios de las especies an- teriores. 10. Atrofia A crimonibus, ó producida por ciertos pelos duros. Según Horstio se crian en la espalda de los niños recien nacidos unos pelos duros, que incomodan en términos que no pueden dormir, y se van extenuando sensiblemente. Algunos Médicos creen que estos pelos son gusanos; pero se equivocan. Muchas nodrizas tienen cuida- do de frotar las espaldas de los niños para que caygan estos pelos in- cómodos. Hoífman quiere que se les lave con agua caliente. La indi- CAC 19 cacion principal de esta enfermedad es quitar estos pelos por qual- quiera medio. 11. Atrofia senil. Todos los hombres en el último tercio de su vida están sujetos mas ó menos ai enflaquecimiento ó marasmo; y es- ta atrofia natural, digámoslo así, no viene acompañada de síntomas nerviosos; y solo exige un buen régimen dietético, abrigo, y, si ser puede, que se acuesten estos ancianos con jóvenes, como se ha acos- tumbrado en otros tiempos. 12. Atrofia escorbútica. (V. escorbuto. ) 13. Atrofia infátil. Esta enfermedad consiste en una consun- ción, que se va formando insensiblemente, acompañada de elevación en el vientre. (V. Tabes mesentérica.) 14. Atrofia verminosa. (V. lombrices. ) 1 <¡. Atrofia de la mitad del cuerpo. Sauvages quiere formar esta especie de un caso que refiere la Academia de Medicina de Paris, en que un niño se quedó atrófico la mitad del cuerpo, que se curó con la aplicación de los antiespasmódicos á la espina del dorso, y con el uso de los sudoríficos. 16. Atrofia febril. Esta especie consiste en el marasmo univer- sal , que resulta algunas veces á conseqüencia de las calenturas lentas ó agudas, y principalmente en las que ha habido sudores copiosos y otras evacuaciones. Para su curación (V. las especies anteriores.) Género iv. Aridura. La aridura 6 desecación es el enflaquecimiento de una parte, co- mo la mano, el brazo, el muslo, el pie, el ojo &c. Se diferencia esta enfermedad de la atrofia en que en esta la extenuación es universal, sin afectar una parte exclusivamente. La aridura depende de un vicio local de la parte afectada, ó de los nervios y arterias que se distribu- yen en ella: este vicio depende por lo regular de la compresión que experimentan los nervios, los vasos ó la medula espinal; por lo que se impide que el suco nutricio á lo menos se conduzca en cantidad sufi- ciente á una parte determinada, la qual se enflaquece ínterin las otras conservan su lozanía. Este género consta de siete especies. 1. Aridura raquiálgicay aridura escorbútica. Esta especie de enflaquecimiento es producida por dolores raquiálgicos, que afectan principalmente la espina del dorso, acompañados algunas veces de convulsiones: el hormigueo , el estupor y la contractura se presentan en seguida en la parte enflaquecida. Esta enfermedad, que es muy re- belde , ataca por lo común los brazos, rara vez los muslos: estas par- tes se van enflaqueciendo sensiblemente (V. el articulo raquial- gia. ), de suerte que algunos autores creyeron que era una afec- ción escorbútica. 20 CAC 2. Aridura hidrópica. Este es un enflaquecimiento ó extenua- ción , que afecta las partes superiores, ínterin que las inferiores se hallan con una hinchazón edematosa. (V. hidropesía.) 3. Aridura traumática. Esta especie es producida por las he- ridas, úlceras, la caries, fracturas, dislocaciones &c. ( V. estos ar- tículos, ) 4, Aridura paralítica. En la parálisis es muy freqüente seguir- se la extenuación. (V. paralísis. ) 5. Aridura producida por un pedartrocace. Esta especie es ocasionada por los tumores huesosos, linfáticos ó escrofulosos de las articulaciones. (V. pedartrocace.) 6. Aridura espasmática. Esta especie es producida por los es- pasmos. (V. este artículo. ) 7. Aridura escorbútica. (V. la atrofia de esta especie, y el artículo escorbuto. ) Orden segundo. De las hinchazones. El cuerpo humano y sus partes aumentan el volumen, siempre que los fluidos sean mas abundantes, y la presión lateral de los va- sos se aumente. En el estado de salud hay cierta proporción entre la sangre y los humores, los quales se alteran en el de enfermedad, par- ticularmente en las afecciones caquécticas. La linfa, la serosidad, la bilis, la gordura y otros humores son á veces mas abundantes de lo re- gular , con desproporción á la sangre; por lo que se puede creer muy bien, que las hinchazones y las demás afecciones caquécticas son pro- ducidas por la mayor presión lateral que sufren los vasos con la lin- fa y otros humores abundantes. La gordura excesiva, y la dilatación que ocasiona en el texido celular, produce la obesidad: la linfa de- masiado fluida ó desatada, que se derrama en el mismo texido, cau- sa el edema, su derramamiento en el vientre la ascitis, la viscosidad y detención en las glándulas las escrófulas, la abundancia de bilis u otro humor parecido la hictericia. En tanto que los fluidos sean obligados por el corazón á correr por las arterias con una fuerza correspondiente, y vuelvan á él por las venas, conservarán, sin duda, su buen carácter, los humores excremen- ticios se separan de la masa de la sangre debidamente, sin que se for- me ninguna detención que relaxe los vasos &c., percibiéndose un co- lor bermejo en toda la superficie del cuerpo. Pero, al contrario , quan- do la fuerza del corazón se disminuye, la circulación se entorpece, el carácter de la sangre y demás humores se altera, la secreción de la ©riña y de la transpiración se disminuyen, disminuyéndose también el color y rubicundez de la piel, la cacoquimia serosa se aumenta, ác -loque se sigue la frialdad¿ la palidez y laxitud de carnes &c CAC ai Este orden consta de seis géneros, que son polisarcia, neumato- sis, anasarca , flegmasía ó hinchazón edematosa, fisconia, gravíditas ó preñez. Género v. Polisarcia ó corpulencia. Esta enfermedad consiste en un exceso de obesidad, que desfigu- ra el cuerpo, y disminuye su agilidad: se diferencia de las afecciones edematosas , y neumáticas ó flatulentas, en que el texido celular no está lleno de serosidad ni de ayre, sí solo de gordura, lo que hace que ni el color ni el tono se alteren; pero como toda la masa es mas difícil de moverse, porque los músculos no se hacen mas fuertes, y el volumen es grande, el cuerpo se mueve con lentitud, y quando andan los enfermos la respiración se altera. Este género consta de una sola especie. Polisarcia adiposa. Se puede llamar esta enfermedad también con mas propiedad obesidad. Esta especie se diferencia de la corpu- lencia carnosa, ó constitución atlética, en que quando se mueven los enfermos tienen dificultad de respirar. Los obesos se cree que viven menos tiempo que los demás, y están mucho mas dispuestos á las apoplegías y á la ortopnea. La polisarcia tiene por principio determi- nante la acción contráctil enérgica del estómago, el uso al mismo tiempo de abundantes y suculentos manjares, el paso de un pais ca- liente á uno frió, quando hay una constitución laxa, la convalecen- cia de una calentura maligna ó nerviosa, la alegría, la abundancia y la ociosidad. No nos detendremos en la discusión de si esta es enfermedad ó no, á pesar de que se ve sensiblemente que muchos sugetos, hallándose en este estado, ademas de tener dificultad de respirar, no pueden cumplir las obligaciones sociales, por lo que es necesario recurrir á los auxilios del arte. Se han propuesto varios medios, y entre ellos la sangría, con la falsa idea de plenitud de sangre; pero se ha visto que estas evacua- ciones , sobre no conseguir con ellas el fin, debilitan el sistema, y proporcionan mas la obesidad, haciéndola mas morbosa, y aumen- tando la debilidad. También se han recomendado los ácidos, y con preferencia el vinagre: otros han acudido á los xabones; pero los al- calinos parece que tienen el mejor lugar, pues algunos que los han usado con otro objeto se han enflaquecido infinito. Lorri aconseja la agua de mar y el azufre; Lieutaud quiere que se use el vinagre escilí- tico y los purgantes: estos últimos necesitan de alguna cautela; en su lugar debemos substituir las sales neutras: el café se propone igual- mente como otros de los remedios para esta enfermedad. En nues- tro concepto los medios mas eficaces son el exercicio muy continua- do, principiándolo con moderación, y aumentándolo por grados, ej 22 CAC régimen dietético que sea vegetal, haciendo que duerman poco estol enfermos, excitándoles la imaginación por todos los medios posibleí para que tengan una vigilia activa; y si en estos sugetos se lograse ex- citar una inocente pasión, se seguirían grandes ventajas. Género vi. Neumatosis. La neumatosis ó hinchazón ventosa consiste en una elevación elás- tica y aérea de la piel, recibiendo el texido celular el ayre con mu- cha facilidad, y permitiendo su tránsito de una parte á otra: llaman también á esta enfermedad enfisema y que es producida por la rare-» facción del ayre contenido en los fluidos, el qual, quando se depo- sita en el vientre, se llama timpanitis, y si en la piel enfisema; pues es cosa sabida, que así como se separan la gordura, la serosidad y de- mas partes que constituyen la sangre, así también se separa el ayre; pero sin embargo de esto sucede pocas veces, porque el enfisema espontáneo es muy raro: no obstante consta por varias observacio- nes: i.° que esta rarefacción del ayre se verifica en los animales que se ahogan : 2.0 que es producida por la fermentación de los alimentos en las primeras vias, como se ve en los cólicos ventosos. Todos los sólidos y fluidos, que constituyen la economía animal, contienen una porción de ayre fixo, susceptible de tomar un estado de elasticidad ó de gas extraordinario, y separarse de estas substancias por la acción del calor, por la putrefacción y por otras causas; pero es de notar, que quando sucede esto, las mas veces es un síntoma de las enferme- dades pútridas, heridas de pecho &c. Este género consta de quatro especies. 1. Neumatosis ó enfisema producida por veneno. Sauvages re- fiere haber visto ciertas culebras venenosas, cuya mordedura produce esta enfermedad, según Willis. Otros venenos producen el mismo efecto. (V. venenos. ) 2. Neumatosis producida por las heridas. En las heridas pene- trantes de pecho se ven freqüentemente enfisemas asombrosos. (V. he- ridas de pecho.) Sauvages refiere varios casos de esta especie. 3. Neumatosis histérica. ( V. histérico. ) 4. Neumatosis febril. En algunas calenturas se presenta el enfi- sema, aunque esto es muy raro; pero en este caso se debe mirar mas bien como un síntoma que como una enfermedad. (V. calentura.) Género vn. Anasarca. El carácter de la anasarca es una hinchazón universal de la super- ficie del cuerpo, blanda, de color pálido, y no elástica. Esta enfer- medad tiene su asiento en el texido celular, que reviste todo el cuer- CAC 23 po, y que se insinúa entre los intersticios de los músculos, y por úl- timo hasta las cavidades. Sabemos que el texido celular (V. este ar- tículo. ) está compuesto de celdillas, donde hay infinitos vasos, que trasudan diversos líquidos linfáticos, adiposos, serosos y mocosos, según las varias circunstancias; los líquidos se depositan en dichas cel- dillas ; la parte mas líquida que se ha depositado en ellas se reabsor- ve por los vasos absorventes linfáticos. (V. vasos absorventes. ) Quando por una causa qualquiera estos últimos vasos pierden la fa- cultad de reabsorver el fluido contenido en las celdillas, se seguirá la hinchazón, la anasarca, y podremos formar una idea exacta de ella. La historia abreviada de la anasarca se reduce á que la hinchazón forma una elevación uniforme en las partes que ocupa; al principio se presenta blanda, recibiendo fácilmente la impresión del dedo, y dexando un hoyo, que se conserva algún tiempo, hasta que por gra- dos se disipa luego que cesa la compresión: la hinchazón principia generalmente á descubrirse en los pies por la noche, desapareciendo por la mañana; es mas considerable esta hinchazón quando el enfer- mo está mucho tiempo en pie: sin embargo hay muchas observacio- nes que manifiestan que el exercicio ha desvanecido enteramente esta enfermedad incipiente. Esta hinchazón, como se ha dicho, principia en las extremidades inferiores; pero quando las causas que la produ- cen continúan obrando, se extiende por grados á las partes superio- res, ocupando progresivamente las piernas, muslos, el tronco, las extremidades superiores, y aun la cabeza: por la mañana la hincha- zón de la cara es muy considerable; pero va desapareciendo entre el dia. Quando llega la hinchazón á su último grado, esto es, que está extendida en todo el sistema general, se respira con dificultad; hay inapetencia, se disminuye la orina, se estriñe el vientre, acomete la sed, el enfermo se pone pesado y aun postrado. Sucede también, aun quando no haya derrame de serosidad en el pecho ó en el vientre, que lo hay siempre en el texido celular, que envuelve las visceras, lo que no puede menos de turbar las funciones de estas últimas, y pro- ducir diversos síntomas según la localidad; y si no se logra una co- piosa evacuación de orina ó la reacción del sistema absorvente, la en- fermedad se va graduando mas, vienen congojas, gangrena &c. y la muerte. Las causas mas comunes de la anasarca suelen ser la supresión ó trastorno de la menstruación, la de los loquios, fluxo hemorroydal, del sudor y otras evacuaciones, el mal tratamiento de las enfermeda- des agudas y crónicas, y de las calenturas intermitentes, principal- mente por el abuso de la sangría, y de bebidas llamadas diluentes quando han sido excesivas, y al mismo tiempo si ha faltado quando cor- respondía el plan tónico, la retropulsion de algún exantema, el uso imprudente de los astringentes en la diarrea serosa, la retención de 24 CAC orina, el histerismo, los tumores esquirrosos y otros vicios en las en- trañas del vientre &c., añadiéndose ademas las causas que producen la hidropesía. (V. este artículo.) La cura general de este género consiste en cumplir con tres indi- caciones generales, que son: combatir las causas remotas de esta en- fermedad : evacuar la serosidad derramada en el texido celular; y res- tablecer el tono vital del sistema, cuya debilidad las mas veces debe mirarse como la causa próxima de esta enfermedad. La primera indi- cación tiene por objeto destruir algunas enfermedades antecedentes, que han producido la anasarca, como hemos indicado mas arriba ha- blando de causas, las que se curan con arreglo á lo que se diga en sus respectivos artículos. Para cumplir con la segunda indicación es pre- ciso , ó evacuar directamente la serosidad por medio de incisiones, ó promoviendo ciertas excreciones serosas; por lo que, si ser puede, se intentará el que se verifique reanimar una oportuna absorción, y al mismo tiempo el que se descargue el cúmulo morboso que ocasiona- ba esta enfermedad: el primer medio tiene sus inconvenientes, por- que á las incisiones suelen seguirse úlceras de mal carácter; y en caso de hacerlas, es preciso que no sean muy profundas. Los evacuantes que se han empleado para desempeñar el segundo medio son los vo- mitivos, purgantes, diuréticos y aun los sudoríficos; pero todos es- tos remedios deben usarse con bastante precaución, interpolándolos sabiamente con los tónicos, cuidando que las evacuaciones no debili- ten demasiado, y que el excitamiento no produzca el mismo efecto; en una palabra, que produzca evacuaciones, sin que pierdan demasia- das fuerzas los enfermos. Con el plan tónico, combinado con los re- medios indicados, se cumple la tercera indicación; y así vendrá bien, ademas de una dieta analéctica, la tintura de quina con el oximiel es- cilítico y colchico, el extracto de la misma con las sales neutras, la escila ó cebolla albarrana, y aun las sales ó azafranes de marte, con otros remedios de esta especie: el uso del vino natural ó compuesto, como el de axenjos &c., serán muy oportunos. A todos los medios indicados se pueden añadir algunos que pue- den contribuir por su parte á la curación de la anasarca; tales son las friegas con cepillos ó bayetas, y las ligaduras, quando principian á hincharse las extremidades inferiores. La aplicación exterior de la sal marina ó común se ha recomendado, y aun mucho mas la sal de tár- taro , sin duda por la afinidad que tienen estas substancias con los flui- dos aquosos. El exercicio, y aun exponerse al sol, proponen algunos Prácticos, con el fin de promover la transpiración; cosa difícil en los hidrópicos: otros proponen para este efecto los baños de vapor. De la abstinencia del agua, alimentos &c. trataremos quando hablemos de la hidropesía. Este género consta de once especies. i. Anasarca me tas fásica. Esta especie es producida por la su- CAC 25 presión de las evacuaciones periódicas de sangre, de la orina, del flu- xo hemorroydal, de la diarrea &c. Como la masa de la sangre y la linfa se aumenta en los vasos, se aumenta también á proporción la presión lateral sobre los orificios de los vasos linfáticos, lo que hace que la linfa se acumule en este sitio, y se insinúe en los vasos que compone el texido celular; siguiéndose de aquí que las células se hin-, chan como si se las soplase: este derrame de serosidad relaxa las car- nes , disminuye el movimiento del corazón, entorpeciendo el círculo de la sangre, é impidiendo que vaya á sus vasos cutáneos, de donde viene la palidez, frialdad, la molicie, la pesadez y languidez &c. &c. La curación de esta especie debe principiar empleando los medios pro- pios para restablecer qualquiera de las evacuaciones cuya retropul- sion haya producido esta enfermedad; consúltese para esto su respec- tivo artículo: después se emplearán los remedios generales de la ana- sarca , que hemos expuesto en el género. Esta especie tiene dos varie- dades , que son la anasarca periódica, y Ja producida por defecto de transpiración: variedades que no mudan nada su carácter ni aun su curación. 2. Anasarca producida por un fluxo. Esta especie sobreviene comunmente después de las grandes pérdidas de sangre, y aun des- pués de las diarreas y la diabetes. Para socorrer á esta especie es prer ciso acudir antes á la enfermedad antecedente, y después á reparar las pérdidas del tono vital por los medios ya sabidos de la dieta y la farmacia. 3. Anasarca causada por exantemas. La retropulsion del sa- rampión y otros exantemas produce esta enfermedad. (V. la espe- cie primera.) ^ 4- Anasarca producida por las calenturas. Se ve con freqiien- cia en la práctica que de resultas de las calenturas intermitentes suele seguirse esta especie, ya sea por haberse infartado el hígado ó el ba- zo , ó por el exceso de bebida, las inoportunas sangrías &c. Para su curación ( V. ascitis. ) í. Anasarca de las preñadas. Algunas veces se ve esta espe- cie; pero lo mas común es presentarse edematosas las extremidades in- feriores. Si la enfermedad lo exige, se emplearán algunos de los reme- dios de la cura general. 6. Anasarca histérica. En esta especie apenas hace impresión el dedo como en las demás hidropesías. Para su curación (V. histé- rico y la cura general de este género.) 7. Aitas are a Americana. Esta especie, según el Padre Labbar, consiste en que los enfermos se ponen pálidos, y el cuerpo, los pies, las piernas y la cara amarilla é hinchada: sienten una extrema laxi- tud , acompañada de una cefalalgia gravativa, teniendo mucha soño- lencia; se les infla el epigastrio y aun el vientre, terminando por úl- TOMO II. D r 26 CAC timo en una ascitís. Los europeos que van á la América, que son aco- metidos con freqiiencia de esta enfermedad, se curan con las pocio- nes cardiacas y sudoríficas, con los baños calientes, los alimentos de fácil digestión, el vino y el exercicio. 8. Anasarca raquiálgica. Algunas veces á la raquialgia se sigue esta enfermedad. (V. raquialgia.) 9. Anasarca purulenta. Según Haller y otros algunas veces sé observa una hinchazón cutánea producida por el derrame de pus en el texido celular. Esta difícil curación debe tratarse con los antisépti- cos mas poderosos y una dieta corroborante. 10. Anasarca hydropotarum. Esta especie es producida por el uso de los alimentos aquosós, las malas aguas y el exceso aun de las buenas &c. La curación de esta especie consiste en el uso de alimen- tos secos, como los asados &c., del vino blanco y todos los reme- dios de la curación general: removiendo la causa productora, esto es, haciendo que los enfermos usen aguas saludables moderada- mente. 11. Anasarca urinosa. Sauvages, con relación á un Diario de Medicina, refiere una enfermedad de esta especie en un niño, á quien se le hizo la operación de la talla, y después le quedó una iscuria, y le sobrevino la anasarca con otros síntomas. Género vni. Phlegmatia o jlemacia. Este género consiste en una hinchazón edematosa de las extremi- dades inferiores, ó en un tumor blando, no elástico, del mismo co- lor que la piel, el qual varía según las especies, que son once. 1. Flemacia común, llamada también hinchazón edematosa, in- filtración serosa, que los antiguos han llamado leucoflemacia. Es- ta enfermedad es el anuncio, y aun compañera de la ascitis, de la anasarca y de la hidropesía de pecho; suele seguir al empiema, y presentarse también en el embarazo en los últimos meses, y en la clo- rosis ; y algunas veces se manifiesta sola y espontáneamente; pero se ignoran aun los signos distintivos de sus especies y variedades. En ge- neral la elevación principia por los maléolos ó tobillos, aumentándo- se por la noche, se disminuye ó disipa por la mañana, conserva la impresión de los dedos quando se comprime con ellos, es transparen- te , y se va propagando lentamente por las piernas, muslos y lomos. Para curar esta enfermedad se emplean remedios exteriores é interio- res : los primeros consisten en las friegas secas, en los espirituosos, en la aplicación de los sacos de sal marina, en las ligaduras, en los tó- picos resolutivos &c.: los remedios internos, ademas de una dieta analéctica, son los tónicos, los diuréticos, los marciales, los ligeros purgantes, combinándolos ó usándolos alternativamente, todo con CAC *7 arreglo á las circunstancias y complicaciones que acompañen á esta enfermedad. 2. Flemacia histérica. Esta especie se diferencia de la prime- ra en que quando se comprime con el dedo la hinchazón se desvane- ce inmediatamente la impresión, y las enfermas no tienen palidez en la cara. 3. Flemacia láctea ó infiltración de leche. Esta enfermedad se diferencia de la infiltración edematosa ordinaria : i.° en que acomete á las recien paridas ó puérperas , y rara vez á las nutrices: 2° en que sucede en conseqüencia de la supresión de la leche en los órganos se- cretorios destinados para suministrarla: 3.0 en que da principio esta enfermedad por una nisteralgia láctea: 4.0 en que el tumor ó infarto, que se presenta en las ingles, es doloroso al principio: 5.° en que las piernas y pies son sucesivamente atacados de una tensión dolorosa, pero no en un orden retrógrado como en la común y serosa: 6.° en que el dolor cesa quando las partes se hinchan: 7.0 en que el tumor no es transparente. Para su curación (V. puerperio, enfermedades lactas , retropulsion de la leche. ) 4. Flemacia de las preñadas. Esta especie es muy común y co- nocida de todos, y no exige socorros facultativos no siendo excesi- va y pues con el parto termina esta enfermedad. f. Flemacia producida por la supresión de la menstruación* ( V. clorosis. ) 6. Flemacia ulcerosa. Las úlceras de las piernas por lo común están acompañadas de edemas y otras especies de hinchazones; pero siempre serán síntomas de las úlceras. (Consúltese el artículo úl- xeras. ) 7. Flemacia malabarica. Esta especie es una hinchazón ede- matosa periódica, y de mal carácter, que se padece en las costas de Coromandel, que se ulcera y aun se gangrena muchas veces. Los Médicos de aquel pais aplican cauterios, escarificando ó poniendo moxas. 8. Flemacia elefantina. Esta especie la constituye la hinchazón extraordinaria de las extremidades inferiores en los sugetos que pade- cen la elefantiasis. (V. este artículo. ) 9. Flemacia crural. En los últimos meses del embarazo se hin- chan algunas veces á las mugeres los muslos y los grandes labios, no solo por causa de la preñez, sino también por todas las causas que producen la hinchazón. Se recomiendan entre otros remedios para cu- rar esta especie las incisiones en los muslos. 10. Flemacia exantemática. A varios exantemas se sigue la hin- chazón edematosa de las extremidades. La curación de esta especie, después de atender á la erupción, será como la de la cura general. (V. la especie primera.) sS CAC Género ix. Phisconia ó fisconta. Esta enfermedad consiste en una elevación disforme del vientre, producida por las partes sólidas, sin que la preñez tenga ninguna par- te en ella; y así se ve muchas veces en las mugeres el abdomen abul- tado, pero por causa de varios tumores duros que se forman en el útero ó en los ovarios, y en los hombres por el aumento de volumen del hígado, del bazo y aun del omento: también los niños débiles y escrofulosos suelen padecer esta enfermedad por haberse hinchado las glándulas del mesenterio &c. Es sumamente difícil formar una idea justa de las varias especies, siendo inútiles los remedios que se em- plean para curarlas, y soló en la abertura de los cadáveres se distin- guen bien.; por lo que nos ha parecido conveniente suprimir la expo- sición de las trece especies que forma Sauvages, tomadas las mas de hechos particulares, y porque se hallarán estas dolencias en otros ar- tículos , como en abscesos del hígado, cálculos en esta entraña, en los ríñones, cancros uterinos, escirros de las varias visceras hidátt- des &c. &c. Género x. Preñez. Este género, con todas sus especies, lo expondremos en el artícu- lo preñez , donde será tratado con toda la extensión que merece. 1 ^Orden tercero. Hidropesías parciales. Este orden comprehende los varios tumores parciales producidos por los líquidos, que se acumulan en la cavidad de la cabeza^ del vientre, de la matriz ó de la vexiga. Los principios productores mas freqüentes de esta enfermedad son el derrame de la linfa fuera de sus vasos, que se halla contenida en las cavidades que hemos anunciado: si esto sucede en el vientre, por exemplo, la llamaremos ascitis; y si en esta misma cavidad se acumula ayre ó se enrarece, tendrá el nom- bre de timpanitis. Este orden consta de nueve géneros, que son hidrocéfalo, fi- socéfalo, hidroraquitis, ascitis, hidrómetra, fisometra, timpanitis^ meteorismo é iscuria. Género xi. Hidrocéfalo. El hidrocéfalo es un tumor situado en la cabeza, blando 6 elás- tico, que comunmente no afecta la cara, formado por el agua acu- mulada en su cavidad. El sitio donde se derrama la serosidad varía, aveces está «ntre el cráneo y la dura mater, ó entre esta y la pía, y CAC 29 btras entre la aragnoidea y la pía mater: no es raro encontrarse hidá- tides ó derrames considerables en los ventrículos del celebro. Siempre que se verifique todo esto, se presentan por lo general síntomas con- siguientes á la compresión del celebro, como también dolores de ca- beza , vaidos, entorpecimientos, lagrimeo involuntario, estupor, al- gunas veces ceguera y aun sordera, perturbación en las funciones in- telectuales , y últimamente convulsiones, letargo, apoplegía y la muerte. Esta enfermedad es propia de la infancia, y por lo común es dé nacimiento ó congénita: quando el hidrocéfalo es inveterado, es de ordinario incurable. Sin embargo recomiendan los autores los sm lagogos y las fricciones mercuriales continuadas para producir tam- bién la salivación, todo con el fin de hacer una derivación de la lin- fa acumulada: también se han recomendado los sedales y las fuentes para el mismo objeto, los purgantes reiterados, una postura cómoda, y la aplicación de un gorro de badana para que la compresión de las aguas sea igual, y no vengan convulsiones, vapores &c., que suele ocasionar la desigual presión. Este género tiene dos solas especies. 1. Hidrocéfalo interior. En esta especie la serosidad está derra- mada en la cavidad del cráneo, siendo tal el empuje que hace, que suele separar las suturas. Este fluido, derramado, tiene su origen de los senos del celebro, del plexús recticular &c., formándose en este si- tio un cúmulo de agua enorme entre las meninges y el cráneo. Quan- do la cabeza no está hinchada, aunque haya derrame, no debe lla- marse este mal hidrocéfalo,'sin embargo de que le den este nombre abusivamente, pues merece mejor el de hidropesía de los senos. Quan- do se trate del pronóstico y curación de esta especie consúltese la descripción general de esta enfermedad. 2. Hidrocéfalo exterior. En esta especie se hallan únicamente los tegumentos de la cabeza hinchados, de un color blanco, edema- tosos , sin que las suturas se hallen abiertas, y solo el texido celular es el que se halla infiltrado por el derrame de la serosidad, que se va haciendo poco á poco. Quando la enfermedad es simple como en el caso presente, el celebro exerce todas las funciones; no sucediendo así quando se hallan los senos y la cavidad del cráneo llena de serosi- dad , pues entonces se presenta la sordera, el sopor y demás sínto- mas que hemos expuesto en la descripción genérica. Esta especie es mas susceptible de curación que la primera (V. la cura general.), modificando siempre los remedios á la tierna edad de los enfermos. Género xn. Fisocéfalo. • El fisocéfalo ó hidropesía de ayre de la cabeza es un tumor enfi- semático de toda la cabeza, que se extiende por toda ella, y se ad- vierte cierto sonido quando se le comprime. No hay mas que una 3o CAC soía especie que se diferencie de la neumatosis, que es el fisocéfalo artificial, que precisamente ha tomado Sauvages de un caso parti- cular de un mendigo de Paris, que para excitar la compasión hacia una incisión en los tegumentos de la cabeza de su niño, y soplando después con un tubo, en pocos minutos se ponia monstruosa. Género xiii. Hidroraquitis. Esta enfermedad consiste, ademas del entorpecimiento de todo el cuerpo, en un tumor cristalino lleno de serosidad, que se les forma á los niños recien nacidos en la espina del dorso, separando las ver- tebras lumbares; por lo que han llamado también á esta enfermedad espina bífida. Se debe mirar este tumor como una hernia hidrocéü- ca del periostio, que envuelve la medula espinal, producida por el peso de la columna aquosa, que se extiende desde el quarto vertícu- lo del celebro hasta la parte de la medula, que los anatómicos lla- man cola de caballo: siendo el periostio de estas partes mas sólido, resiste á la dilatación que intenta hacer la columna de agua, que se debe mirar como una palanca que empuja; y no pudiendo vencer es- te obstáculo, obra sobre las vertebras, las separa, y forma entre es- ta separación, al exterior, el tumor cristalino que hemos descrito; por lo que Morgani llamó á esta enfermedad hidroraquitis ó hidro- pesía de la medula espinal. Esta enfermedad es tan grave, que los niños que la padecen por lo común mueren tarde ó temprano: la mayor parte están afectados al mismo tiempo de un entorpecimiento general, y como que^ están sumergidos en un sueño continuo, sin movimiento, y casi sin dar pruebas de sensación, ni aun apeteceré! mamar. Si algún Cirujano ig- norante tiene la imprudencia de abrir el tumor, el niño muere in- mediatamente. El único remedio que proponen para esta enfermedad es una especie de braguero, que consiste en un vendaje compresivo, con una pelota cóncava análoga al tumor, esperando que la natura- leza , por uno de aquellos desenvolvimientos prodigiosos que suele te- ner algunas veces, haga alguna absorción y expulsión por otros ca- minos menos peligrosos. GÉNERO XIV. AscitlS, El carácter de esta enfermedad consiste en una hinchazón 6 ele- vación del vientre, acompañada de fluctuación y una sensación de pesadez. Quando se comprime con una mano el vientre por un lado, y se toca por otro haciendo una compresión un poco mas graduada, se siente el choque de las aguas contenidas en esta cavidad , y es lo que CAC 31 se llama fluctuación, por cnyas señales se distingue de la fisconia y de la timpanitis, por la sensación que siente el enfermo de pesadez, y porque, aunque se toque al vientre, no se percibe aquel sonido como de tambor. Las causas ó principios que determinan esta enfer- medad pueden verse en el artículo hidropesía y aun en el género anasarca. La ascitis por lo regular empieza con escasez de orinas, y las que arrojan los enfermos suelen estar turbias: comunmente se hinchan los pies antes que se perciba derrame en el vientre; por la mañana se hin- cha la cara, y en especial los párpados, y alguna vez las manos, y no pocas el escroto, y en las mugeres los labios de la vulva: los en- fermos se ven acometidos de una sed incómoda; tienen inclinada la cabeza, y la respiración es fatigosa; suele seguirse la extenuación; las fuerzas se van debilitando, y el pulso es pequeño, débil y algo fre- qüente. Disecando los cadáveres de los que mueren de esta enferme- dad , se notan en ellos vicios en el hígado, bazo, páncreas, y en las glándulas del mesenterio. Se llaman ascitis serosas las que son producidas por un humor linfático; no serosas las que se forman por la sangre, pus, quilo, orina &c. Abdominales aquellas en que el humor se halla derra- mado en la cavidad del vientre; no abdominales quando el humor se halla en otra cavidad, ya sea entre la piel, los músculos, las lá- minas del peritoneo, en el ovario, la matriz &c. Los signos que dis- tinguen estas especies son muy obscuros, y pocas veces se conocen hasta después de abiertos los cadáveres. En la hidropesía ascitis unas veces los líquidos que la forman es- tan derramados en la cavidad del vientre, y entonces se llama ascitis abdominal y y otras se hallan encerrados en un kiste ó bolsa, y se le da el nombre de enkistada. Este género consta de veinte y ocho especies, de las quales hace Sauvages quatro divisiones, que son las ascitis serosas abdominales, las serosas no abdominales, las abdomi- nales no serosas, y las ni serosas ni abdominales. De las ascitis serosas abdominales. Es muy difícil determinar positivamente el diagnóstico de los ca- sos en que están las aguas derramadas en el vientre ó encerradas en algún saco membranoso; pero sin embargo se puede sospechar que la serosidad se halla derramada en el abdomen quando los síntomas manifiestan que hay una disposición á padecer la anasarca, y se pre- senta alguna otra hidropesía parcial, si la hinchazón ó elevación del vientre na sido uniforme desde el principio, y si la fluctuación es ma- nifiesta. Con todos estos datos se puede creer que la ascitis es abdo- - minal; y al contrario, si no han precedido síntomas de hidropesía, si 32 CAC la elevación del vientre es parcial, y obscura la fluctuación, se pue- de sospechar muy bien que la ascitis es enkistada. El pronóstico y curación de estas especies de ascitis se indica- rá en la exposición que vamos á hacer de cada una de ellas en par- ticular. i. Ascitis ordinaria ó común. El carácter é historia de esta es* pecie es la misma que hemos descrito en el género: su curación es di- fícil , y las mas veces imposible, pues se resiste á los remedios mas enérgicos que ofrece el arte, aunque estemos asegurados de su indi- cación. Todos los medicamentos tónicos y diuréticos que hemos ex-t puesto en la anasarca vienen bien aquí; los catárticos es preciso dar- los con cautela, y es preferible siempre en esta enfermedad promo- ver la orina y las demás evacuaciones; los vinos y oximieles escilíti- cos y cólchicos deben usarse con el tino y cautela que exigen estos medicamentos tan activos; pero son los que mas se deben usar, co- mo también las sales neutras y demás especies de diuréticos. Se reco« mienda por algunos Prácticos una friega suave de aceyte en el vien- tre dé los ascíticos, con la idea de promover también la orina, lo que no siempre se consigue. En quanto á la abstinencia de la bebida no están uniformes las opiniones de los Médicos: unos quieren que, si la sed es ardiente, no se les niegue el agua, con tal que orinen pro- porcionalmente á lo que beben, refiriendo exemplos de haberse cura- do algunos con el auxilio de alguna bebida á que no están acostum- brados los enfermos: otros quieren que se abstengan absolutamente de toda bebida, engañando la molestísima sed con humedecer la bo- ca con zumo de limón ú otro líquido ácido, y aun con el aceyte de almendras dulces, ó teniendo en la boca una bolita de cristal ú otro cuerpo suave que excite la salivación. El medio en qualquiera de es- tes dos métodos tan contrarios será el partido mas seguro. Pero si por ninguno de los medios indicados se logra el alivio, y la ascitis va creciendo en términos que se tema la sofocación del en- fermo , ó este se halle en una continua incomodidad por la gran ten- sión del vientre &c., hay un remedio con el que se evacúan de re- pente las aguas que están derramadas; á saber: la operación de la faracentis. (V. este artículo.) Este recurso suele sacar del apuro; pero como la medicina no corrija los vicios que ocasiona el derrame, reincide la enfermedad: sin embargo se refieren algunos casos curados por este medio. 2. Ascitis producida por la obstrucción de algunas entrañas. Los signos diagnósticos y pronósticos de esta especie son casi idénti- cos con los de la anterior, con solo la diferencia que al principio de- be percibirse alguna vez la elevación de la viscera obstruida y una sensación de pesadez parcial. La curación debe variar poco, pues al plan propuesto en la especie primera se puede añadir la cicuta y las CAC 33 preparaciones del hierro, combinadas siempre con los tónicos; ha- ciendo evacuar las aguas, si no puede ser por la orina, por la para- centesis , y luego insistir con los desobstruentes propuestos. 3. Ascitis producida por vicio del hígado. En esta especie puede el hígado estar endurecido, esquirroso &c. (V. la especie an- terior. ) 4. Ascitis producida por vicio del bazo. (V. las dos especies anteriores.) 5. Ascitis escrofulosa. Para la curación de esta especie véanse la especie primera y segunda, y el artículo escrófulas ó vicio ESCROFULOSO. 6. Ascitis causada por vicio de los ovarios. La mayor parte de las ascíticas padecen esta enfermedad, por la obstrucción de los ovarios, y por los hidátides que se forman en ellos, y también por el derrame de la linfa, á conreqüencia de la rotu'a de los vasos lin- fáticos ; sucediendo esto principalmente á las que ya no menstrúan, á las viudas, á las estériles, y á todas las que han sido afectadas de alguna enfermedad en la matriz, las trompas ó los ovarios. La cura- ción de esta especie se diferencia poco ó nada de las anteriores; pero atendiendo á los daños locales uterinos &c., para lo que se pueden consultar los artículos á que correspondan. 7. Ascitis producida por losfluxos de sangre. El uso freqüen- te y abusivo de la sangría, las menstruaciones y fluxo hemorroydal abundantes es comunmente seguido, no solo de un hábito caquécti- co y edematoso de todo el cuerpo, sino también de una verdadera ascitis, acompañada de una mediana evacuación de orina lexivial, de sed ardiente y otros síntomas de esta enfermedad, y al mismo tierna po una gran debilidad. Es muy sabido que después de una gran pér- dida de sangre, la circulación y el movimiento de las arterias se dis- minuyen por causa de la debilidad del corazón, como se percibe sensiblemente por la pequenez y freqüencia del pulso; todas las ar- terias se contraen por su propio resorte, y la sangre no corre en ellas sino con dificultad, acudiendo en mas cantidad á los orificios de los vasos linfáticos que en el estado de salud. La linfa, estando también menos trabajada, se espesa, obstruyéndose los vasos linfáticos, y der- ramándose en la cavidad del vientre, y acumulándose en ella como en el texido celular. Esta especie puede curarse mejor que las anteceden- tes, siempre que se corrija la enfermedad primitiva que la produce ( V. la clase de flux os y el orden sanguinolento.), acudiendo des- pués con una dieta analéctica y un plan corroborante, y ademas coa los remedios generales de la ascitis. 8. Ascitis producida por los exantemas. La retropulsion de los varios exantemas ó enfermedades cutáneas producen esta especie: para su curación consúltense los artículos sarna , herpes , saram- XOMO II. B 34 CAC pión y demás enfermedades eruptivas, y ténganse presentes los re- medios generales. 9. Ascitis de los artríticos. (V. artritis.) 10. Ascitis artificial. Es la que se sigue á la ligadura de algu- na vena gruesa. 11. Ascitis de los escorbúticos. (V. escorbuto.) 12. Ascitis febril. Esta especie es seguida ó producida desde el principio de una calentura aguda, presentándose inmediatamente la elevación de vientre y la muerte; y se diferencia de la que sobre- viene á las calenturas intermitentes, en que esta es mas freqüente, y en que por lo regular viene acompañada de vicio y obstrucciones en las entrañas del vientre: para su curación véanse las especies primera, segunda y tercera. 13. Ascitis cálida. Esta especie es llamada así por Mead, quien cree que el exceso del calor funde y liqua la sangre, y la convierte casi toda en serosidad, y, según él, se debe curar con los refrescan- tes , porque los remedios ordinarios dañarían. De las ascitis serosas- no abdominales. 14. Ascitis ó edema de las partes continentes del vientre. Hay muchos exemplos de esta especie en que las aguas se derraman entre las láminas del peritoneo y partes inmediatas. La falta de fluc- tuación que se presenta en las ascitis por este derrame, el ser el tumor ó tumores circunscritos deciden y dan á conocer esta especie; para cuya curación se consultarán los géneros anasarca yflemasia. 1 j. Ascitis uterina. Se refieren varios casos en que la matriz, afectada de hidropesía, presenta un gran volumen. ( V. el género hidrómetra.) 16. Ascitis estomacal. Hay exemplos de formarse en el estóma- go depósitos de serosidad, y formarse ascitis de esta especie. 17, Ascitis intermuscular. No es muy raro que se formen co- lecciones de serosidad entre los músculos del abdomen y el texido celular inmediato. 18. Ascitis omental. Quando se forma derrame en la cavidad del omento, esto es, entre sus dos láminas, se verifica esta especie, de la que no hay signos que la distingan de las demás. 19. Ascitis del ovario. Esta especie principia por un tumor en uno ú otro lado del hipogastrio, por lo que se diferencia de la ascitis común; el tumor se va aumentando hasta llenar toda la cavidad del vientre; pero la fluctuación es mas obscura, y el humor que contie- ne es mas espeso y viscoso, y aun sanguinolento y fétido, como se ve en las disecciones de los cadáveres: esta especie por lo común vie- ne acompañada de calentura, las mas veces de vómitos, y dolores CAC 35 en el vientre. Para curar esta espec'e, ademas de los remedios genera- les , se aconseja una incisión , y por medio de la cánula destrocar ha- cer inyecciones detersivas: siempre será dudosa y aun peligrosa esta curación. Ascitis abdominales no serosas. Esta división de ascitis comprehende las sanguinolentas, las puru- lentas , urinosas &c. 20. Ascitis sanguinolenta. Se refieren muchos casos en que se halla en el vientre un gran derrame de sangre. 21. Ascitis purulenta. Son varias las causas y motivos por los quales se forman derrames purulentos en el vientre, los quales son tan incurables como los de la especie anterior. 22. Ascitis urinosa. Esta especie es producida por la rotura de la vexiga, derramándose la orina en el vientre, y formándose esta enfermedad, que el arte no puede socorrer. 23. Ascitis quilosa. Alguna vez se ha visto salir semiquilosa la serosidad en la operación de la paracentesis. Ascitis ni serosas ni abdominales. En esta división comprehende Sauvages quatro especies, deduci- das de algunos casos particulares, en que por haber derrames parcia- les de sangre, pus ó ayre les da carácter específico, y á nosotros nos ha parecido suprimir su exposición. Género xv. Hidrómetra. La hidrómetra, ó hidropesía de la matriz, consiste en un tumor en el hipogastrio de las mugeres, de la misma figura que la matriz, que va hinchándose progresivamente, y cede á la presión de los de- dos ; hay fluctuación; la paciente percibe borborismos en los intesti- nos , cierta pesadez al andar, dysnea, los excrementos son fétidos, se suele detener la orina, hay dolores en el vientre, los lomos y aun en los hipocondrios; suele haber poluciones nocturnas, fríos, y freqüen- temente calentura, flemasia y floxedad é hinchazón en las manos. La hidropesía de la matriz puede formarse en una muger embara- zada, ó aunque no lo esté; derramándose el fluido seroso en la cavi- dad de la matriz en las que no están en cinta, ó-entre la cavidad de la matriz y las membranas que envuelven el feto, ó en las vesículas hidatidosas de la matriz. Se ignora aun si las aguas se acumulan entre las membranas mismas de esta entraña. Este género consta de seis es- pecies. 1. Hidrómetra ascítica. Esta especie es producida por un cú- 36 CAC mulo de agua ó serosidad en la matriz, diferenciándose de la hidro- Íesía de esta misma entraña, causada por los hidátides y la preñez. .os signos que la preceden son un escirro ó la obstrucción de los vasos de la matriz, la supresión del menstruo ó de las flores blancas invete- radas ; la estrechez del orificio de la matriz, por una mucosidad es- pesa , ó por un tumor que se forma en dicho sitio de resultas del par- to , ó por una contracción espasmódica, histérica &c.; á todo lo qual sigue un tumor en el hipogastrio, que á proporción que se aumenta, ▼a creciendo la pesadez , la dificultad de andar, doblándose la enfer- ma hacia adelante, cesan las menstruaciones, y siguen la esterilidad, la flemasia ó hinchazón de las extremidades inferiores: quando se to- ca hacia el sitio de la matriz por un lado, se siente una fluctuación en el otro. Esta especie de hidropesía es muy difícil de curar y muy peligrosa por causa de los principios que la determinan, y porque de- genera fácilmente en una tabes ó en la ascitis. La curación de esta en- fermedad se reduce á emplear los mismos remedios generales que en la anasarca y la ascitis, añadiendo algunos que puedan vencer los vi- cios locales, como las inyecciones, vapores, semicupios &c. en caso de haber escirros ó espasmos; pudiéndose extraer en muchos casos las aguas con una sonda, y en seguida dirigir á la parte varios medica- mentos por la misma sonda. 2. Hidrómetra de las preñadas. En esta especie el volumen del vientre está mas aumentado que lo ordinario, la enferma, sin em- bargo , no está tan incomodada como en la preñez doble; el feto sa- le endeble ó muerto, y si vive nunca es sano ni vigoroso; crece muy poco, principalmente quando el agua se acumula en la cavidad del amnion. Quando se halla la serosidad entre el útero y la membrana corion, se vierte ella misma luego que el orificio del útero principia á dilatarse; pero lo regular es que se acumulen las aguas entre el co- rion y el amnion; y en este caso no son tan abundantes como quan- do el derrame es en la cavidad del amnion, ó entre la placenta y la matriz: quando se verifica en dicha cavidad, el feto muere por lo co- mún , quedando muerto largo tiempo, hasta que esta viscera toma la distensión de que es susceptible por las aguas, y entonces se verifica el parto. (V. parto. ) 3. Hidrómetra sanguínea. Se refieren algunos casos de haberse hallado un cúmulo de aguas sanguinolentas en la matriz, lo mismo que en la cavidad del vientre. 4. Hidrómetra hidatidosa. Se ha visto alguna vez una colec- ción de hidátides {V. esta palabra.) en la matriz, y formar esta especie. 5. Hidrómetra puriforme. Quando el cúmulo de humor que hay en la matriz es puriforme y sanioso, en lugar de la serosidad, se for- mará esta especie, que solo se ha visto en algún caso extraordinario. CAC 37 6. Hidrómetra de los ovarios. (V. la especie 1$ ascitis del ovario.) Género xvi. Fisometra. La fisometra es un tumor de corta extensión, elástico, que se ha- lla en la región hipogástrica de las mugeres, el qual tiene la figura de la matriz, y ocupa su mismo sitio. Este género consta de dos solas especies. I. Fisometra seca y llamada también timpanitis seca de la ma- triz : quando se toca á este tumor elástico se siente cierto sonido, au- mentándose su volumen con el calor de la cama. 2. Fisometra húmeda. En esta especie, ademas del fluido elás- tico que encierra la matriz, se halla también cantidad de serosidad, que aumenta su volumen , lo que hace que se perciba la pesadez, que no tiene la especie anterior. Se curan estas dos especies dando salida á los fluidos elásticos y demás materias que la forman, teniendo lugar los semicupios, las in- yecciones, las fomentaciones, principalmente del éter sulfúrico, usan- do interiormente los tónicos y carminativos: al principio son muy útiles los eméticos, igualmente que los calmantes y antiespasmódl- cos, para moderar el eretismo y los efectos de la distensión violen- ta de una entraña que tiene tanta simpatía con las demás. Género, xvii. Timpanitis. La timpanitis es una hinchazón ó elevación elástica del vientre, la qual suena quando se toca con la mano, que es el principal sínto- ma de esta enfermedad; bien que se pueden añadir los eruptos, los borborismos, la detención de la cámara y los dolores. Se diferencia la timpanitis del cólico ventoso en que en esta últi- ma enfermedad el volumen del vientre no se aumenta tanto, y la enfermedad es muy aguda en el parosismo. En el meteorismo, aun- que el vientre esté inflado por el ayre, y la enfermedad es extrema- mente aguda, es por lo común el producto ó un accidente de otras enfermedades; en lugar que la timpanitis, aunque esté acompañada de otras enfermedades, ella es siempre una enfermedad crónica, y como tal se diferencia de las demás afecciones ventosas. Este género consta de siete especies. i. Timpanitis intestinal. Esta especie es producida por una substancia aeriforme, que dilata el estómago y los intestinos, y sue- le provenir muchas veces de un depósito verminoso: las parturientas suelen ser acometidas también de esta afección; lo mismo que los hi- pocondriacos y melancólicos. Principia esta enfermedad por lo co- mún por los borborismos, siguiéndose después los cólicos atroces y 38 CAC rebeldes, extendiéndose los dolores desde el ombligo á todos los puntos del vientre, los quales se moderan si por fortuna se Jogra la salida de algún viento. Esta enfermedad no viene acompañada de edema, ni de orinas turbias, ni de sed: si se abren los cadáveres, so- lo se hallan inflados algunos intestinos; y aunque se haya hecho la punción antes, no se disminuirá de ningún modo la elevación del vientre, lo que prueba la inutilidad de la paracentesis. La curación de esta enfermedad es sumamente difícil, como también la determi- nación de su causa inmediata: siempre que sea por el cúmulo de lom- brices, se tratará de matar y arrojar estos insectos. ( V. lombrices.) Pero qualquier principio que determine esta afección, lo primero que se debe intentar es arrojar el ayre acumulado en los intestinos; para lo qual es necesario disipar la constricción espasmódica que se halla en los intestinos, la que interrumpe el curso de las substancias aeri- formes; para lo qual se debe excitar algún tanto el movimiento pe- ristáltico de los intestinos, echando mano de los purgantes, y con preferencia los suaves laxantes, excluyendo los drásticos. Las lavati- vas son muy útiles en este caso, porque los excrementos de estos en- fermos suelen ser duros y secos, y porque por este medio se logra también la expulsión de alguna porción de ayre; haciendo al mismo tiempo que se disminuya el espasmo intestinal, y mucho mas si en el líquido se desatan substancias que puedan executarlo con energía, como el asa fétida, el alcanfor &c. El uso interior de los antiespas- módicos se recomienda igualmente para el mismo objeto, debiéndose preferir siempre el opio. Como se atribuye también á las fibras mus- culares de los intestinos la pérdida de tono mas bien que qualquier otro vicio de los fluidos digestivos, ya sea por el abuso de vegeta- les &c. &c., los tónicos parecen estar indicados igualmente que los remedios propuestos, por lo que se pueden emplear los ferruginosos, los amargos y aun la quina. Algunos autores proponen las bebidas frias, y aun los baños igualmente frios, y la aplicación de la nieve exteriormente: remedios que no solo obran como tónicos, sino tam- bién como condensantes. La dieta que se debe prescribir á estos en- fermos debe ser corroborante, negándoles todo alimento que pueda producir flatuosidades. 2. Timpanitis abdominal. Esta especie es producida por un cú- mulo de ayre en la cavidad del vientre, y es de dos modos, ó seca como en todas las recientes, ó húmeda y esto es, ascítica, con todos los síntomas que acompañan á la ascitis. La timpanitis seca, aunque la niega Littre, la comprueban otros autores con varias observaciones: el sonido que ofrece esta especie es mas perceptible que en la intesti- nal , saliendo con mas dificultad los flatos; y en caso que salgan, no alivian tanto al enfermo, los dolores son mas exteriores, y la cons- tricción del vientre no es tanta. CAC 39 Los medios que se deben emplear para curarla son los que hemos expuesto en la especie primera, con sola la diferencia de que no sean tan graduados; y que aquí puede tener lugar la paracentesis propues- ta por algunos autores. La húmeda exige los remedios de esta especie y los de la ascitis. (V. este artículo.) 3. Timpanitis enterofisodes. Esta especie se cree ser producida por un enfisema de los intestinos y de las demás visceras del vientre, no debiéndose confundir con el enfisema que afecta las regiones del vientre, que se forma entre cuero y carne , produciendo cierto ruido quando se comprime con los dedos. Se conoce esta especie indepen- dientemente de la timpanitis, con quien está comunmente complica- da , en la desigualdad del tumor, y en que está acompañada de un neumatocele y de un neumatonfalo. La curación de esta especie se reduce á evacuar el ayre por los remedios prescritos en las especies anteriores. 4. Timpanitis ascítica. Para esta especie consúltese el género ascitis , y la segunda especie de timpanitis. 5. Timpanitis espasmódica. Esta especie es una variedad de la especie primera, muy freqüente en las histéricas é hipocondriacos. Los remedios que deshacen los espasmos, y los que hemos indicado en la especie primera, podrán curar esta variedad. 6. Timpanitis de Sttoartii. Este autor observó esta especie en un soldado, por causa de haberse hecho un derrame de bilis en el vientre, producido por una herida, á que se siguió el meteorismo 6 elevación del vientre y los demás síntomas de la timpanitis. 7. Timpanitis verminosa. Esta especie es producida por las lom- brices , que acompañan freqüentemente á las calenturas verminosas. Se la conoce por los signos que indican la existencia de estos insec- tos. (V. lombrices. ) Género xviii. Meteorismo. Esta enfermedad consiste en la hinchazón ó elevación del vientre en general, ó sea del epigastrio ó del hipocondrio &c., producida por una flatuosidad ó substancia aeriforme: se diferencia de la timpa- nitis en que esta elevación no es mas que un síntoma pasagero, y por lo común es una conseqüencia de una enfermedad aguda, siendo se- ñal de putrefacción y disposición á la gangrena, al paso que la tim- panitis es una afección crónica. Este género consta de quatro es- pecies. 1. Meteorismo del estómago. Esta especie consiste en una eleva- ción epigastria, algunas veces con dolor, y otras sin él: acomete co- munmente á las cloróticas y á los pituitosos. Esta enfermedad es pro- ducida por un ayre encerrado en el estómago, aunque no causa una 40 CAC gran distensión: se atribuye con razón á la diminución del movimien- to peristáltico de los intestinos, á la mala qualidad de los sucos diges- tivos , á la laxitud del estómago &x. Las indicaciones que se presen- tan en la cura de esta especie se reducen á dar salida al ayre (V. tim- panitis. ), y restablecer el tono vital del estómago y su principal función, que es la digestión , para cuyo efecto se pueden emplear los amargos, los tónicos y corroborantes en las varias formas de que son susceptibles. 2. Meteorismo abdominal. Esta especie es mas bien un síntoma que una enfermedad, el qual se presenta con freqüencia en las calen- turas pútridas, en algunas de las intermitentes, en el cólera morbov otras enfermedades agudas &c. Esta afección supone desprendimien- to de materias aeriformes, ya sea por la putrefacción, ó por otras causas. Ademas del plan general de curación que se debe emplear pa- ra cada una de las enfermedades, de que es síntoma, se usa con feliz suceso el éter sulfúrico, frotando el vientre con dicho medicamento y después agitando el ayre ambiente con un abanico, con el fin de que en la volatilización que se sigue al ayre agitado se escapen tam- bién cantidades de calórico y substancias gaseosas que formaban el meteorismo. También se aplican fomentos y unturas canforíferas, con la idea también de echar fuera el cúmulo de ayre que se halla en el vientre. 3. ^ Meteorismo histérico. Esta especie es muy freqüente y muy conocida en las afecciones histéricas. (V. histerismo.) 4. Meteorismo producido por algún veneno. Es muy común en los envenenamientos este síntoma. (V. venenos. ) Género xix. Iscuria. Este género se tratará en el artículo iscuria. Orden quarto. Protuberancias. Siempre que la superficie del cuerpo esté desfigurada por tumores duros y rebeldes, como las escrófulas, los cancros, las excrescencias irregulares ó morbosas que se forman en los huesos, como la raqui- tis &c., se verifica este orden de protuberancias, que consta de seis géneros. Género xx. Raquitis. Esta enfermedad se manifiesta en los niños por la magnitud des- proporcionada de la cabeza, por la extenuación del cuerpo, porta blandura y aridez del cutis, por la inflación ó elevación del vientre y debilidad de los miembros; las venas y las arterias se hallan bien CAC 4* manifiestas, y mucho mas las apofises y epifises de los huesos: algu- nas veces se anticipa la razón, y otras hay estupidez; pero por lo re- gular estos enfermos tienen mucho talento. Se cree que esta enferme- dad , considerada en su esencia por una blandura viciosa, en que se desfigura el sistema huesoso, es producida por el defecto ó falta de secreción del fosfate calcáreo. Por una serie de observaciones hace ver Portal que la raquitis no es una enfermedad primitiva, sino solo una afección sintomática, de las escrófulas, del vicio venéreo, del es- corbuto gcc. Sin detenernos en la etiología de esta enfermedad, ni en exponer las varias y discordantes opiniones de los autores sobre las causas de la formación de esta enfermedad, pasaremos á indicar los principales remedios que puedan curarla, y que se hallan reco- mendados. El método curativo de la raquitis debe variar según el carácter, el grado y algunas otras circunstancias que puedan ocurrir; pero siem- pre convendrán los alimentos simples de fácil digestión, el vino, co- mo aconseja Boerhaave, y al mismo tiempo los vestidos que abri- guen , viviendo en habitaciones altas; imponiendo á los enfermos un exercicio moderado, usando de algunas friegas con cepillos ó franela, principalmente á lo largo del espinazo. Todos estos medicamentos, y los que indicaremos mas adelante, se dirigen á desvanecer la floxedad y falta de consistencia, que no solamente se halla en el sistema hue- soso, sino también en las fibras motrices de los demás órganos ; y así no solo convendrá una dieta analéptica , sino también un plan corro- borante medicinal, que sea capaz de fortalecer todo el sistema gene- ral, y el estómago en particular: entre otros remedios se ha echado mano con feliz suceso de las preparaciones del hierro; la tintura elás- tica , puesta en el agua potable, es muy buen remedio para los ni- ños, lo mismo que las aguas minerales ferruginosas &c. &c. Como i todos los niños no se ¿es puede sujetar á un plan medicinal riguro- so , particularmente quando están en la lactancia, es necesario recur- rir á otros medios; y así los baños fríos, recomendados por Floyer, son excelentes: otros Prácticos recomiendan el baño de chorro en la columna vertebral. Cullen se inclina á la administración de los eme-, ticos suaves y purgantes, particularmente quando el apetito está con- siderablemente debilitado, y quando estos enfermos se hallan con el) vientre abultado, ya sea por la timpanitis &c. Entre otros remedios, se hallan también recomendados los cauterios, las moxas, y aun las cantáridas, y efectivamente habrá casos en que puedan ser muy úti-; les. Si hemos de creer á Portal, no debemos desentendernos de los re-. medios apropiados para curar los vicios específicos de que cree traer origen la raquitis; pero nunca dañará el plan general que hemosindi-j cado. Este género consta de cinco especies. , i. Raquitis nudosa. Los signos de esta especie son; z.° la ele-. TOMO H. F 42 CAC vacion del vientre: 2.° la debilidad de todo el sistema, la inclinación al reposo, teniendo aversión al exercicio: 3.0 la dificultad que tienen los dientes en salir: 4.0 la grosura extraordinaria de los pies, las ro- dillas , el cuerpo y el volumen desproporcionado de la cabeza: 5.° la debilidad, falta de firmeza ó instabilidad de los lomos á causa de la debilidad de los músculos y piernas: 6.° la voracidad ó apetito des- proporcionado , y al mismo tiempo la extenuación de las partes car- nosas. Para la curación de esta especie consúltese el método general que hemos descrito en el género. 2. Raquitis británica. Esta especie se manifiesta en los niños hacia la edad de seis meses, y dura por lo ordinario hasta los tres años, pocas veces hasta los seis, y rara vez hasta los doce, pero nun- ca toda la vida. La descripción de esta especie se reduce á que la ca- beza del raquítico es mas voluminosa, la cara llena y carnosa, el es- píritu y juicio precoces, la piel blanda, los músculos flacos y sin fuer- za , el vientre duro y elevado, el hígado y bazo abultados, el estó- mago é intestinos llenos de ayre, las glándulas del mesenterio hin- chadas como en la atrofia, el pecho como comprimido por los la- dos , el esternón elevado y estrecho, por lo que se sigue la dysnea y dificultad de respirar, el pulmón se halla esquirroso y de un color roxo, la glándula timo y las del esófago hinchadas; se halla también un derrame de serosidad en el pecho, el celebro y la medula espinal muy blanda; mucha serosidad en los senos, las carnes blancas y fla- cas ; la sangre aquosa y fluida; los huesos del cráneo y de las extre- midades tiernos y blandos; las clavículas, humero, cubito y radio encorvados; los huesos del carpo, metacarpo y dedos hinchados; el fémur también encorvado, su cóndilo muy elevado y proeminente, su cuello casi horizontal, la tibia y peroné igualmente encorvadas ha- cia afuera: todas las epifises están hinchadas, por lo que las extre^- midades de las costillas se hallan nudosas, sus intervalos son estre- chos y su largor considerable; la espina está encorvada &c. &c. Los principios que determinan esta especie son los mismos que hemos in- dicado en el género, y por consiguiente se deben emplear los mismos remedios. 3. Raquitis escrofulosa. Esta especie viene complicada con la obstrucción de las glándulas del cuello y el mesenterio; suele por lo común traer origen de que los niños han nacido de padres galicados. El plan curativo de esta especie debe ser mixto, combinando los re- medios propios para la raquitis con los del vicio venéreo y escro- fuloso. 4. Raquitis calmukana. Los calmukos que habitan en las cer- canías del mar Caspio padecen esta especie, teniendo la cara larga y aplanada, los ojos muy apartados y pequeños, en lugar de la na- riz dos agujeros, las rodillas torcidas hacia adentro y los pies "hacia CAC 43 afuera; los vagolistas que habitan la Siberia y otros tienen esta mis- ma conformación. c. Raquitis polónica. Esta especie se manifiesta con dolores ar- tríticos va^os, tumores escrofulosos en el cuello , tubérculos y exos- toses, fragilidad en los huesos, y algunas veces la xiba o corcova en los que tienen la plica, las uñas lívidas; suelen seguirse fracturas es- pontáneas &c. Esta especie suele traer origen de una plica cortada antes de tiempo. ( V. plica polónica. ) 6. Raquitis elefantina. Esta especie viene complicada con la elefantiasis. (V. este género.) . 7. Raquitis producida por la castración. A esta operación sue- le seguirse esta especie. (V. castración.) Género xxi. Escrófulas. La descripción de este género se hallará en el artículo escró- fulas. , Género xxn. Carcinoma o cáncer. Este género se hallará descrito en el artículo cáncer. Género xxiii. Leontiasis. Los Médicos antiguos llamaban así á una enfermedad, que im- prime tanto terror su vista como el león: tal es el aspecto que pre- senta la cara de estos enfermos. Sauvages expone tres especies de este género, que se deben mirar como casos raros y particulares, que esta- mos poco acostumbrados á ver, y se deben tener mas^ bien por ano- malías de otras enfermedades, que específicas y primitivas. GÉNERO xxiv. Malis. Esta es una enfermedad, cuyo carácter consiste en unos tumores, las mas veces purulentos ó ulcerados, llenos de insectos, que se mul- tiplican en ellos. Estos animalitos no tienen pies, y por consiguien- te son fáciles de distinguir de los que se engendran en la ftiriasis. De este género forma Sauvages diez especies, y en cada una de ellas describe la historia natural de los varios insectos que se forman, y las afecciones que producen; pero nos ha parecido conveniente el supri- mirlas , remitiéndonos á dicha obra. Género xxv. Frambuesia. Esta enfermedad, según el P. Labat, es contagiosa y endémica 44 CAC en la América, particularmente entre los Caribes, que algunas veces la padecen de nacimiento. Su principal síntoma consiste en unos fun- gos , que se parecen á la frambuesa por su figura y su color; por lo que los Africanos dan el nombre de y ato , que significa dicha fruta. Á estos síntomas se unen las úlceras fagedénicas, los exóstoses, la ca- ries, el anquilose y la extenuación. Según la descripción que se nos ha dado de esta enfermedad es de dos especies, la una es la que los Africanos llaman yaiv, y la otra es á la que los habitantes de Améri- ca dan el nombre de pian ó de epian. i. Frambuesia ó Frambuesa de Guinea. Esta es una enferme- dad endémica en Guinea, y familiar entre los negros, particularmen- te en los niños, y aun en la edad de la adolescencia: es contagiosa; y quando se ha tenido una vez, está exento de ella para siempre el en- fermo. Por lo común principia por unas manchas, de la extensión de la cabeza de un alfiler, que se van aumentando poco á poco, has- ta que la epidermis se desprende,, formando una escara blanca, de donde sale una fungosidad pequeña y roxa, que se parece á una mo- ra ó á una frambuesa. Estos fungos nacen en toda la superficie del cuerpo, pero particularmente en las ingles, en las partes de la gene- ración , al rededor del ano, en la cara y en el sobaco. Estos fungos no causan incomodidad, solo una ligera molestia, pero ningún dolor: se cura esta enfermedad con el ungüento mercurial, no debiéndose hacer uso de él hasta que los fungos hayan adquirido todo su gran- dor , y después se emplearán los escaróticos para acabar de consumir lo que quede. Esta enfermedad, como se ha visto por su historia, no tiene nada de común con el gálico, aunque se cure con el mercurio. 2. Frambuesa americana. La palabra pian y entre los negros, significa fresa , y se le ha dado este nombre á esta enfermedad á cau- sa de la semejanza que tiene con esta fruta: su principal síntoma con- siste en las escrescencias semejantes á dichas fresas ó frambuesas, por su color, figura, consistencia, y las mas veces por su grosura: el otro síntoma es una úlcera sórdida, por la qual principia la enferme- dad : el tercer síntoma es lo que llaman eraba , que consiste en una escoriación de las plantas de los pies ó de las palmas de las manos. Es- ta enfermedad es igualmente contagiosa; y aun no se ha hallado un remedio seguro para curarla: sin embargo los negros aplican á las úl- ceras y á los fungos el cardenillo; también ponen una especie de un- güento hecho con el vitriolo, hollín y espíritu de nitro. Orden v. Enfermedades cutáneas. Este orden comprehende las enfermedades cutáneas, crónicas, por lo común contagiosas, y virulentas ó venenosas, por cuya razón se llaman toes., y también virus, como la lúe sifilítica &c. Estas eñfei- CAC 41 medades se hallan ocultas ó manifiestas, esto es, ó la piel está sana 6 ulcerada, ó cubierta de costras como en las flemasias exantemáticas, que no se comprehenden en esta clase por razón de la calentura agu- da que las acompaña. Todas estas enfermedades tienen de común que se pueden comunicar á las personas sanas por medio de la inocula- ción ; lo que prueba que son producidas por un veneno, que altera la masa de los humores y todos los sistemas, como pudiera hacerlo la levadura ó fermento venenoso. Nadie ignora el resultado de la inoculación de las viruelas &c.: se ha visto muchas veces inocular otras enfermedades cutáneas para evitar mayores males, por exem- plo, en el retroceso de la tina, la sarna y las herpes, á que suele se- guirse la anasarca, la tisis y otras enfermedades peligrosas, que se han curado haciendo renacer las primeras. Este orden consta de seis géneros, que son el gálico ó vicio venéreo, el escorbuto, la elefantiasis, la lepra, la sarna y la tina. Género xxvi. Sífilis. Este género se expondrá en el artículo gálico ó en el del mal venéreo. Género xxvii. Escorbuto. Los síntomas del escorbuto son las manchas amarillentas ó mas bien moradas en la piel, principalmente en las piernas, la hinchazón ó efusión sanguinolenta de las encías y el hedor de la boca. Son mu- chas las opiniones acerca de la naturaleza del escorbuto; pero lo que se puede únicamente decir,.con algún fundamento sobre este punto es que esta enfermedad es una mutación ó modificación , ya sea pútrida o.de otra naturaleza, pero-¡específica: este vicio , ó bien sea veneno, no se comunica por contagio como el venéreo &c., sino es que nace espontáneamente, causado sin duda por algunas mutaciones del ayre, ó mas bien por el uso de ciertos alimentos: los navegantes son mas acometidos de esta enfermedacl; pero también se produce en la tierra.. Se distinguen tres grados ó períodos en el escorbuto, que son el in- cipiente, el escorbuto enestado y el envejecidos En el primer período ó escorbuto incipiente tienen los enfermos el rostro pálido, abotagado, y á veces de un color amoratado; se hallan con un cansancio general, debilidad é inacción al menor movimiento,, alguna dificultad de respirar, los labios y las carúnculas lagrimales pa-, rece que tienen un color verdoso, las encías están rubicundas é hin- chadas , saliendo sangre de ellas al menor roce; sin embargo el enfer- mo, come*y bebe con apetito, 1^ piel se halla salpicada de manchas -amoratadas &c. En el segundo .período pierde el uso de los miem- bros;-muchas veces padecen una contracción los músculos que se ha-í Han en la pajcte superior de la piern», uniéndose á estp fuertes doio¿ 46 CAC res y una gran hinchazón, que se extiende á toda la pierna, presen- tándose equimosis de grande extensión ; los enfermos padecen fre- qüentemente desmayos, y á veces se sincopizan al menor movimien- to : en este estado son muy susceptibles los enfermos de copiosas he- morragias por las encías, narices, boca y aun por el ano; con solo exponer al ayre fresco á los dolientes se excitan todos estos síntomas atroces. Las encías se les presentan fungosas, con fuertes dolores, olor,fétido, un color amoratado, y á veces ulceraciones mas ó menos dolorosas en las extremidades inferiores. El tercer período es el estado mas lastimoso de esta enfermedad; las úlceras de las pier- nas se ponen sórdidas, fungosas y de mal carácter, acompañando al- gunas veces una especie de calentura pútrida, con sudores fétidos, petequias, hemorragias por la cámara, orina y de los pulmones, una opresión y dificultad extraordinaria de respirar, y á veces un gran dolor al pecho, mucho abatimiento, siguiéndose algunas veces el hi- drotaras y la ascitis. Trataremos ahora de las circunstancias que preceden, y que se deben tener como causas remotas del escorbuto, según las refiere Cullen. „Las circunstancias mas notables, dice , entre las que pre- ceden á la enfermedad son que el escorbuto acomete á los que con particularidad se alimentan con mantenimientos salados, y es muy dudoso que sobrevenga nunca en diversas circunstancias. Estos ali- mentos están de ordinario en un estado de putrefacción ; pero se ha atribuido, con especialidad el escorbuto, al uso continuado por lar- go tiempo de un mantenimiento animal, que se encontraba en un es- tado de putrefacción, y en algún modo incapaz de digerirse. ¿ Los alimentos salados producen el escorbuto de otra manera, sino porque se hacen mas difíciles de digerir ? Esta es una qüestion que todavía no se ha resuelto. Me parece que la sal concurre á producir este efecto, pues no hay ningún exemplo en que se haya manifestado esta enfermedad sin haberse mantenido el paciente de alimentos salados; y apenas se pue- de citar un caso en donde su uso, continuado por largo tiempo, no lo haya producido: por otra parte hay pruebas de haberse impedido el que se haya declarado el escorbuto, evitando los alimentos sala- dos ó disminuyendo su cantidad, aunque las circunstancias fuesen en- teramente las mismas; fuera de que, si se admite esta prueba, pro- curaré demostrar después que el uso de la sal, tomada en gran canti- dad , es capaz de agravar y aumentar la causa próxima del escor- buto. Sin embargo debemos confesar que la principal circunstancia que produce el escorbuto consiste en alimentarse en gran parte y por mu- cho tiempo con mantenimientos animales, con especialidad quando están en un estado de putrefacción: la prueba mas evidente de esto CAC 47 es que usando de una cierta porción de vegetales frescos, se preca- ve siempre seguramente el escorbuto. Se ha pensado que entre las causas que producen el escorbuto el uso de los mantenimientos animales era especialmente nocivo, por- que se digieren con dificultad: se ha intentado confirmar esta opi- nión , teniéndose presente que los otros alimentos que se usaban en las mismas circunstancias eran también difíciles de digerir. Se cree que este caso es principalmente el de los marineros, que forma por lo co- mún una parte de su mantenimiento con los harinosos ácimos ó sin fermentar. Pero yo miro esta opinión como infundada, pues forman- do los harinosos sin -fermentar una parte considerable del manteni- miento de los niños, de las mugeres, y de una porción considerable del género humano, de ningún modo se deben mirar como alimen- tos de difícil digestión; y aun hay hechos que prueban que los hari- nosos sin fermentar, administrados en gran cantidad, lejos de pro- ducir el escorbuto, han contribuido mucho para atajar sus pro- gresos." Después de haber indicado las causas remotas es fácil concebir cómo se ha de precaver esta enfermedad, para lo qual es necesario en alguna manera evitar las circunstancias que se han expuesto. Se evitarán los alimentos salados, ó á lo menos se disminuirán, usando otros que no tengan la preparación salina, prefiriendo los vegetales y todos los que están dispuestos á la acescencia. La cura general del escorbuto estriba principalmente en estable- cer un plan dietético y medicinal de substancias acescentes, antisép- ticas , y con preferencia los ácidos. La dieta vegetal tiene mucho lu- gar en esta enfermedad, y se halla recomendada por todos los Prác- ticos , eligiendo entre los vegetales los mas frescos, acídulos y salu- dables, sin que desmerezcan los que sean nutritivos y corroborantes, y entre ellos se deben contar los licores fermentados. Algunos Mé- dicos recomiendan la leche y sus productos: otros confian únicamen- te la curación de esta enfermedad al abundante uso de frutas y de- mas vegetales frescos que sean acídulos; y si esta clase de alimentos no mueve el vientre, aumentan á este plan un cocimiento de ciruelas Ó de tamarindos con el crémor de tártaro. No falta quien recomien- da los sudoríficos leñosos, porque se ha visto que el sudor es una evacuación muy saludable para esta enfermedad. Sin embargo que to- dos los Prácticos no están de acuerdo en el uso de la quina, cree- mos que la tint,ura de ésta y la mezcla de algún ácido mineral en ella puede ser muy provechosa, y tenemos algunos hechos que lo comprueban. Macbride quiere curar el escorbuto con una fuerte in- fusión de cebada dada abundantemente, refiriéndose á muchas cu- raciones hechas por este método. Por lo que respecta á la curación de los síntomas locales de la. 48 CAC boca convienen infinito los enjuagatorios de cocimientos de quina, d marrubio , coclearia &c, en donde se desatará alguna porción del ácido muriático: este mismo ácido ú otro de su especie, mezclados con la miel rosada, y aplicados á las encías con un guisopillo, son excelentes remedios: también se usan con mucha utilidad las frota- ciones hechas con rajas de limón, en las que se hayan puesto antes polvos de quina y de sal marina ó común; en fin, se variarán las fór- mulas según el estado de las encías: si se hallan ulcerosas, se combi- narán con todos los remedios que hemos expuesto y los detersivos; y si la efusión de sangre es abundante, se graduarán mas los ácidos. Los demás síntomas accidentales, como las hemorragias, las úlceras de las piernas, la dysnea &c. se tratarán según corresponde, consultan- do los respectivos artículos. Género xxviii. Elefantiasis. La elefantiasis es. una enfermedad que no se conoce en Europa; pero es endémica en Egipto: es crónica y contagiosa; y sus síntomas característicos son: i.° la piel dura, untuosa, arrugada, gruesa, agrie- tada , áspera, negruzca y desnuda de pelo como la de los elefantes: 2.° se presenta el estupor y la anestesia, particularmente en las pier- nas y las manos, siendo insensibles aun á la picadura de los alfileres: 3.0 tienen un aspecto horroroso; sus mexillas se ponen de un roxo amoratado, la frente arrugada como la del león, y la vista fixa; la nariz chata y despidiendo hedor, los labios abultados como los del sátiro, la barba hundida, y se puede añadir la voz nasal y ronca, sueños alterados é inquietos, pesadez de cuerpo, muchas pústulas se- cas , sabañones ó grietas en los pies; comunmente tienen el vómer cariado,y ademas otros síntomas. Esta enfermedad, lo mismo que el gálico y otros vicios venenosos de este orden, se aumenta enve- jeciéndose ; sobrevienen la caries y otros- síntomas de putrefacción, que producen el contagio por los miasmas hediondos que despiden. Omitiremos la exposición de las varias especies que forma Sauvages de este género por ser una enfermedad poco conocida en Europa, y que los autores no están conformes en sus historias, cuyos principios patológicos y terapéuticos, fiados únicamente en la reíacion, y sin pasar por el examen de los sentidos, no deben ni pueden estar al ni- vel de los demás conocimientos; por lo que preterimos el suprimir relaciones y hechos que deben ofrecer mucha duda. Consúltese elgí* ñero siguiente. Génerq xxtx, Lepra. Esta enfermedad, Segün la describe Sauvages t se manifiesta pof anas pústulas en forma, de berrugas duras y gruesas, ó como «na CAC 49 especie de escamas secas en la cara y aun en todo el cuerpo, con un gran picazón; algunas veces se ulceran , y se secan después: quando fluyen estas costras, se llama lepra húmeda, y quando no, seca. ¡ Quántos juicios falsos, dice Pinel, errores ó indecisiones penosas se hubiera ahorrado á los que cultivan la Medicina, si para describir las enfermedades hubieran tomado siempre por guia las observaciones exactas, ó si á lo menos hubieran suspendido el juicio, sin entregar- se tanto á la autoridad de los hombres célebres, siempre que ha fal- tado aquella guia segura y fiel! Esta reflexión se renueva natural- mente leyendo diferentes escritos sobre la lepra y elefantiasis referi- das por Sauvages, las señales distintivas de la lepra de los griegos y la de los hebreos dadas por Lorri, el carácter no contagioso que Mr. Bosquillon atribuye á la lepra de los hebreos y á la de los ara- bes , las especies de lepra que admite, según Velasco de Tarento &c.; y se verá que todo lo que hay escrito exicta y claramente sobre la lepra se reduce á la descripción de la elefantiasis por Areteo, confir- mada y aun completada mas por otras muchas observaciones autén- ticas , y al conocimiento histórico de las diversas especies de lepra africana ó asiática, como el mal roxo de Cayena, el yatüSy el pian y la elefantiasis de Java. Por mas que se cite á Galeno, Aecio , Ori- bacio, Pablo Egineta &c. para dar á conocer la lepra de los grie- gos , no se sabe con certidumbre si tratan de la lepra ó de la sarna. Se distinguen tres épocas muy distintas de la lepra ó elefantiasis en la descripción que da Areteo. En la primera tienen los pacientes el rostro tuberculoso, feroz y árido, con grietas en el cutis: alguna vez el mal empieza por el codo, rodillas, pies ó manos; andan poco á poco, y tienen sopor y estreñimiento. En la segunda su respira- ción es fétida, y su orina como la de las yeguas; tienen suma pro- pensión á la venus, en el cutis tubérculos ásperos y aislados, con grietas profundas, lo que presenta el aspecto de la piel de un elefan- te , los pelos se caen, y también algunas veces los cabellos; agregúe- se á este período ser el pulso pequeño y lento, sentir prurito intole- rable en los dedos y rodillas, tener las mexillas encendidas, con hin- chazón , los ojos amortiguados , las cejas sobresalientes, y tubérculos negros, amoratados y deformes en las narices. En la tercera se ulce- ran los tubérculos de las mexillas, de los carrillos , de la barba y de los dedos: estas ulceraciones se suceden unas á otras, algunas veces con pérdida total de ciertas partes, como de la nariz, dedos y pies, esto es, sufren una muerte parcial antes de la general, y padecen do- lores gravativos, pervigilio y melancolía profunda: quando llegan á este estado rompen todos los vínculos de parentesco y de amistad, y se ocultan en soledades ó en lugares inaccesibles. Se pueden ver en los autores posteriores á Areteo otros síntomas de la lepra añadidos á los de este gran observador; pero siempre se TOMO II. G $o CAC ha tomado su descripción por base fundamental. Nos asombra la fa- cilidad con que Sauvages na admitido, con la autoridad de Gilbert, Médico ingles, tantas especies de elefantiasis, quantos son los sín- tomas que predominan: por consiguiente describe una baxo el nom- bre de legítima; otra con el distintivo de leonina, porque los en- fermos miran como los leones; una tercera, llamada tyria, por mo- tivo de la supuesta mudanza del cutis á manera de las serpientes; una quarta, con el título de alopecia, denominada así por la caida de los cabellos &c. Pero un hombre juicioso y severo ¿ puede admitir diferentes especies de esta enfermedad cutánea apoyadas en funda- mentos tan frivolos ? ¿ No es mas conforme á la sana razón no ver en estas distinciones, imitando á Lorry, sino diversos grados de la mis- ma enfermedad ? La relación de los comisionados de la Sociedad de Medicina so- bre el mal roxo ó elefantiasis de Cayena merece ser conocida por la elección de los materiales que emplearon, y por la sana crítica y exactitud que reyna en la compilación. Primera éptyca: aparecen al principio manchas coloradas, no circunscritas, nt-de un roxo en- cendido , acompañadas de otras amarillentas, las que salen en la fren- te , en las orejas, en las manos, en las espaldas y lomos; pero care- cen de sensibilidad, y esto es lo que constituye uno de los caracte- res distintivos de la elefantiasis. Segunda época: las manchas conti- núan propagándose, haciéndose escamosas, y conservando una in- sensibilidad absoluta. El vicio cutáneo se interna á proporción que se dilata; los labios, mexillas, carrillos, párpados y frente se hinchan, y se ponen apretados; contraen durezas, protuberancias ó tubércu- los , y arrugas que presentan una figura horrible; los labios se engrue- san , la nariz se ensancha, se deprime y aplasta. La lepra se detiene alguna vez en estos primeros síntomas por diez ó veinte años, prin- cipalmente si los enfermos observan un régimen dietético. Las secre- ciones se alteran, el olor del sudor y del aliento es intolerable, se pa- dece una sed continua, y la lengua está seca. Tercera época: los le- prosos tienen toda la superficie del cuerpo, las extremidades, manos y pies con grietas, que se revientan hacia las articulaciones; las uñas se levantan por ciertas vexiguillas; la hinchazón pasa de una falange á otra; la úlcera y caries determinan la salida de los huesos, y tara- bien la caida entera de los dedos sin ningún dolor: finalmente, el en- fermo no se ve libre de una vida detestable sino después de verse mu- tilado. Este carácter contagioso se prueba con los hechos mas autén- ticos; y si acaso se citan excepciones, ¿no sucede lo mismo con las demás enfermedades contagiosas, á saber, con la sarna, viruelas y peste ? El régimen debe ser humectante , y propio para favorecer la ex- creción cutánea. Se han de usar legumbres y caldos hechos con car- CAC $i nes las mas saludables, cangrejos, culebras, galápagos, leche aguada con cocimiento de cebada y avena, infusiones teiformes de yedra terrestre y verónica &c. Es útil un buen vino añejo bebido con mo- deración ; el exercicio corporal conviene tanto mas, quanto que los enfermos están propensos á la inacción. Son conducentes los xugos depurados y los caldos de yerbas con sales neutras. En un estado mas adelantado aprovechan los baños medicinales con plantas emolientes y un poco aromáticas, después los de agua de mar ó de aguas ter- males : son útiles los baños de vapor, y asimismo el uso interno del cocimiento de leños sudoríficos y la tintura antimoniada. Se han de emplear en las úlceras fomentos antisépticos con quina, aplicados con hilas, dos veces al dia, tintura de mirra, acíbar y succino. El uso externo é interno del mercurio es perjudicial hacia el fin de la cura- ción ; y quando solo se trata de resolver los tubérculos, se emplean ungüentos de mediana actividad, como el de énula campana, altea ó estoraque. Después se aplican disoluciones mas detersivas, v g. una mezcla efe aguardiente, lexía de potasa y muriate amoniacal. Con la exposición que hemos trasladado de Pinel nos creemos dis- pensados de hacerla de las varias especies que forma Sauvages, y son: 1.a la lepra de los griegos: 2.a la ichtyosis ó albaras negra : 3.a la le- pra de los indios: 4.a la lepra de Asturias ó mal de la rosa: 5 .a lepra herpétlca : 6.a mal muerto. Lo poco conforme que están los autores y aun los nosologistas entre sí sobre la clasificación de esta enferme- dad nos hace apartar algún tanto de nuestro sistema nosológico en es- ta enfermedad, contentándonos únicamente con describir la lepra de Asturias, descrita por Thyerri, quien copió la descripción que hizo nuestro Casal en su historia de los males endémicos de Asturias, en donde, entre otras enfermedades, hace la historia de la lepra y elefancías que observó en esta provincia, siendo una de ellas el mal de la rosa, que vamos á describir. El mal de la rosa viene acompañado de temblor de cabeza y la parte superior del tronco; las manos y los pies están cubiertos de ci- catrices de un color rosado; observándose también una especie de empeynes en los contornos del cuello; pero los que caracterizan prin- cipalmente á esta enfermedad son unas costras secas, negruzcas, des- iguales , con unas fuertes grietas, que presentan un aspecto horrible, y extremamente hediondas, que se hallan en la parte externa de las manos y pies, algunas veces en los brazos, codos', cabeza y vientre. Esta erupción suele presentarse particularmente hacia el equinoccio de la primavera; principia con una simple rubicundez áspera, que se convierte en costras, las que caen en el estío, y dexan cicatrices de un color de rosa, perdiendo el pelo: estas cicatrices son relucien- tes y semejantes á las de las quemaduras: las costras salen todos los años por la primavera. Otro síntoma, que acompaña con freqiiencia 5* CAC á esta enfermedad, es un collar ó una costra de un amarillo cenicien- to, de la anchura de dos dedos, que guarnece el cuello. Ademas pa- decen los enfermos un calor doloroso en la boca, la lengua está su- cia , sobrevienen flictemas ó ampollas á los labios, y el estómago pa- dece cardialgía; teniendo una suma debilidad y tristeza, alguno gri- ta sin ningún fundamento, aunque conserva sus sentidos y razón; sin embargo , no es raro el ver sobrevenir en esta enfermedad delirios pa- sageros ó una cierta estupidez, y otras veces erisipelas, calenturas irregulares &c.: se puede mirar la historia de esta enfermedad como una pintura de la lepra encarnada de los griegos. En quanto á la curación de esta especie, como de todas las de- mas y de las elefantiasis, los mas de los autores las miran como in- curables estando confirmadas; pero sin embargo nuestro Casal y otros Prácticos proponen el uso del mercurio; y entre sus preparaciones creemos que el sublimado debe tener la preferencia, respecto á que tiene, tan buen éxito en las herpes, enfermedad muy análoga á la le- pra : el uso exterior del precipitado roxo ú oxide de mercurio roxo, mezclado con qualquiera ungüento, deberá tener lugar aquí como en otras enfermedades eruptivas custráceas. Género xxx. Sarna. La sarna es una erupción de unas pústulas muy pequeñas como granos de mijo, que salen principalmente en las manos, que se abren quando se rascan los enfermos, porque causan un picor extraordina- rio. Esta enfermedad viene algunas veces espontáneamente afectando las partes expuestas al frió; pero lo mas común es comunicarse por contagio, siendo muy familiar entre la gente pobre y poco aseada. Acerca de la naturaleza de la sarna y su causa inmediata han variado infinito los autores: Galeno quería que consistiese en un humor me- lancólico : Silvio y otros Químicos en un ácido corrosivo ó en un fermento particular; otros han acudido á las acrimonias &c. Pero si hemos de creer á Muflet y á Mead y otros sobre la etiología de es- ta enfermedad, parece que las observaciones microscópicas han ense- ñado que en las pústulas sarnosas se hallan envueltos unos insectos particulares, que gon como una especie de gorgojo , y los han llama- do acarus scabiei, Estos animalillos parece que producen la picazón incomoda. La historia de la sarna se reduce á que esta enfermedad se mani- fiesta regularmente en la mano y entre los dedos; al principio hay comezón poro sensible, pero que se aumenta por parte de noche, los granos se multiplican después, y se extienden no solo por los brazos, sino también por la espalda, lomos y sobacos, finalmente por las piernas y muslosj y la enfermedad sigue de este modo su curso, y CAC jj dura mas ó menos tiempo, sin limitarse á épocas determinadas. Los granos, que al principio están llenos de una serosidad clara, degene- ran en pústulas, y son unas veces solitarios, y otras están reunidos en mayor ó menor número; la picazón reside en la misma pústula; y para poder encontrar y reconocer el acarus scabiei que la produ- ce, se debe elegir la pequeña vexiguilla linfática y transparente, que se forma en la punta antes de su desecación. Las otras lesiones , grie- tas ó escoriaciones cutáneas, que alguna vez se advierten en los sar^ nosos, solo son el efecto de la frotación violenta ó acción de las uñas, que se emplean para rascarse; el mal se sostiene muchas veces en un grado moderado; pero algunas, por falta de aseo y por la suma ex- tensión de los principios contagiosos, los tegumentos pueden infec- tarse mucho, y aun la enfermedad puede acometer alguna vez con gran violencia: entonces la acompañan vigilias continuadas, picazón casi convulsiva, enflaquecimiento, tedio á los alimentos, calentu- ra lenta, propagación del mal á lo interior, tos seca y extenuación pronta. Quando las pústulas tienen una línea ó dos de diámetro, hallán- dose circunscritas y separadas, entonces se llama sarna húmeda or- dinaria : si son de la magnitud de un grano de mijo, mas apretadas, dolorosas y de un color roxo mas obscuro, se llama sarna perruna ó dartrosa. Esta enfermedad se diferencia del prurito por las pústu- las que la acompañan ; de la lepra, en que los tubérculos de esta son mas gruesos, y cubiertos de costras en forma de berrugas &c. La sar- na , aunque es extremamente incómoda por su picazón, no- es una en- fermedad peligrosa. Su curación consiste principalmente en las fric- ciones de los ungüentos y otras preparaciones, en que entre el azufre y íus productos y el mercurio. pues se tiene al azufre como un es- pecífico de esta enfermedad. El ungüento para la sarna de nuestra Hispana (V. ungüento para la sarna.) es muy buen remedio, porque lleva ademas el sublimado corrosivo. Quando es reciente, y se ha adquirido por contagio, se puede muy bien descuidar con s'olo este remedio ú otro de su especie: la experiencia constante tiene acre- ditado el feliz éxito de estos remedios, sea matando los insectos, 6 destruyendo por otro medio la afección local. Siempre convendrá un régimen dietético regular, y, si se quiere, algún medicamento que mantenga comentes la transpiración y demás evacuaciones. Quando la sarna es crónica, y está sostenida por algún vicio específico ú or- gánico, con la complicación de otras enfermedades, la curación en- tonces será mixta y combinada en términos que pueda combatir á Ja vez el complexo de males que se han reunido, satisfaciendo las in- dicaciones según la naturaleza de cada uno de ellos; pero siempre en el rondo de la curación se emplearán, ademas de los remedios arriba expuestos, los cocimientos sudoríficos de leños y algún otro evacúan- 54 CAC te, los baños de vapor y el uso de las aguas termiles &c. Este gé- nero consta de diez especies. i. Sarna húmeda ó comun. El carácter de esta especje consiste en que las pústulas que vienen á los dedos y sus intersticios son de un color roxizo al principio, después se abren quando se rascan los enfermos para calmar la picazón que producen, siendo extraordinaria por la noche: esta sarna por lo comun es espontánea. Para su curación consúltese el género y su cura general. 2. Sarna crítica. Esta especie sobreviene naturalmente a las en- fermedades agudas ó crónicas por un movimiento de la naturaleza, que deposita en la piel el humor morbífico que las producía forman- do esta especie. , . . 3. Sarna perruna. En esta especie se presentan las pústulas mi- liares apiñadas unas sobre otras, con varias ragades y otras costras secas: es mucho mas rebelde de curar y mas incómoda que la pri- mera especie; sin embargo se deben emplear los mismos remedios que hemos descrito en el género, pero un poco mas graduados. 4. Sarna herpética. Los signos combinados de las herpes y la sarna caracterizan esta especie. ( V. herpes. ) 5. Sarna escorbútica. Se duda de la existencia de esta especie, descrita por Timei, pues Lind, que ha tratado bien del escorbuto, no hace mención alguna de esta especie; ademas que J. Iperen quiere que se cure el escorbuto inoculando la sarna. 6. Sarna indica. Esta especie, que los indios llaman curapa, acomete en las axilas, pecho, ingles, cara, y algunas veces en todo el cuerpo, con una picazón extraordinaria: parece que esta erupción los libra de otras enfermedades, por lo que ponen poco cuidado en curar esta enfermedad. 7. Sarna menstrual. Esta especie, fundada en un caso particu- lar, es muy rara. Las tres especies siguientes no merecen ser expuestas. Género xxxi. Tina. Este género se tratará en el artículo tina. Orden sexto. Colores depravados. Este orden comprehende las enfermedades en que el principal síntoma consiste en una alteración constante del color natural de la piel: se las llama comunmente ictericias amarillas, blancas, verdes y negras. Toda la teoría de Neuton sobre los colores está fundada en la existencia de ciertas moléculas muy pequeñas, á quienes atribuye di- CAC 5$ ferentes grosuras y densidades &c.; pero esta teoría es demasiado sutil para acomodarla á la práctica de la Medicina, y siempre será mejor atribuir la variedad de colores que se observan en la piel á la de los humores que predominan, en la persuasión de que es el medio mas seguro para conocer las causas de la depravación de colores, de que vamos á tratar. El color roxo ó encarnado de la piel depende de la justa proporción é integridad de los vasos pequeños, sanguí- neos y linfáticos; la blancura en que las fibras están despojadas de sangre, como sucede á la esclerótica, los intestinos y á los músculos, que se lavan en muchas aguas. Quando el humor que sale de las glán- dulas sebáceas de la piel se seca, se ha quemado con el sol, ó se ha viciado por la mala crasis de la sangre, el color natural se altera, poniéndose amarillo subido, negruzco, como sucede en las enferme- dades de esta clase, y principalmente en las de este orden. La piel se pone rubicunda en las inflamaciones, porque la sangre se conduce con mas fuerza en las últimas ramificaciones, insinuándo- se en los vasos capilares, dilatándolos, y alterando la proporción natural del color de la piel, predominando la rubicundez: se pone blanca en las hidropesías, porque la sangre no circula con bastan- te fuerza para llegar á sus vasos capilares, lo que hace que su blan- cura natural y la linfa predominen. También se debilita la circulación en la tericia ó ictericia ; la sangre no llega á los vasos cutáneos, y ha- llándose ademas la linfa teñida de bilis, y así domina la palidez y la amarillez exteriormente. La palidez se halla en casi todas las enfer- medades caquécticas, porque la facultad vital se disminuye y debi- lita, y la sangre no llega á los vasos cutáneos, por lo que la"piel no tiene aquel roxo natural: lo mismo sucede en los casos de terror, miedo, síncope &c., en que las fuerzas vitales, disminuidas igual- mente , no permiten la circulación capilar, y sobreviene repentina- mente la palidez. Este orden comprehende quatro géneros, que son: la tericia,el melasicterus ó tericia negra, la tericia roxa y la clorosis. Género xxxn. Tericia 6 ictericia. La ictericia es una enfermedad en que se pone la esclerótica y to- da la superficie del cuerpo de un color pajizo, los excrementos por lo regular son blancos, las orinas encendidas y como teñidas de ama- rillo. El color pajizo que toma la piel de los ictéricos se puede pro- ducir por diferentes causas; pero la mas inmediata parece ser cierta {torcion de bilis que existe en la masa de la sangre, ó á lo menos en os vasos capilares de los tegumentos, pues sabemos que esta enfer- medad solo se ha producido quando la secreción de la bilis se ha ve- rificado ya, y este humor ha refluido por vasos extraños. La causa mas poderosa y freqüente de esta enfermedad, y la que produce el 56 CAC retroceso de la bilis, es la que interrumpe su excreción, obstruyén- dose el conducto colédoco comun, ya sea por cálculo, por tumores que rodean á estas partes, por un fuerte espasmo &c., siguiéndose precisamente un cúmulo de bilis en la vexiga de la hiél y en los con- ductos biliarios, de donde se puede absorver y encaminar por los va- sos absorventes á la masa de la sangre ó sitios muy distantes, y pro- ducirse la ictericia. La ictericia verdadera, dice Macbride, que se conoce por el co- lor amarillo; no nace sino de la bilis cística reabsorvida, lo que se ha demostrado por la disección de los que han muerto de ictericia; porque si no se interrumpe mas que la excreción, y aunque sea la secreción de solo la bilis hepática, el color del cutis no se muda en amarillo, como sucede en la ictericia verdadera, sino en obscuro ó pálido, mezclado de amarillo y verde. La ictericia verdadera acomete rara vez á los jóvenes, y casi siempre á los de edad avanzada, principalmente á los que padecen tristeza continua, ó están demasiado sujetos al dolor é iracundia. Pero sobre todo están expuestos á la ictericia los que pasan una vida sedentaria, usan de manjares condimentados con demasiada especia, y se entregan con exceso á las delicias de la mesa; quando estando sentados mucho tiempo, se comprimen las visceras del abdomen, y no se promueve bastante la circulación de los humores por ellas con la acción del diafragma y el movimiento de todo el cuerpo. Al principio se quejan los enfermos de rigidez y de una sensación de peso, que oprime hacia los precordios, y algunas horas después de comer sienten un pirosis demasiado acre. , Después se enroxecen levemente ios ángulos mayores de los ojos: la orina se manifiesta un poco mas encendida de lo regular; las ma- terias biliosas baxan por el vientre, y entonces nace una anxiedad repentina é indecible, pero sin causa evidente, y con un dolor intole-r rabie, que coge la boca derecha del estómago, y á veces todo el vientre inferior. Este dolor acérrimo, que se tiene comunmente por cólico, exci- ta luego calentura con vómito fuerte, cuyos síntomas continúan al- gunas horas; pero se disminuyen por gradíos, sobreviniendo con fre- qiiencia fluxo de vientre, y quando se han retirado del todo dexan el cutis con color amarillo. A algunos solo les causa este efecto la pri- mera accesión en la cara y en el pecho, bien que en estos es mas in- tenso el color amarillo en la orina. Al cabo de las veinte y quatro horas se hallan por lo comun los enfermos libres de dolor, anxiedad y náusea, y tan animosos, que se persuaden han de conseguir en breve una salud completa,; lo que su- cede quando es pasagera la causa de la obstrucción , como se verifi- ca en la rigidez espasmódiea del intestino duodeno y del conducto CAC 57 común, 6 en la demasiada inflación de los intestinos. En este caso sale cada dia la orina menos teñida de bilis, se quita poco á poco el color amarillo del cutis, y no queda vestigio alguno de enfer- medad. Mas si la obstrucción procede de cálculo, vuelven sucesivamente al cabo de algunas semanas, ó á lo sumo de algunos meses, todos los síntomas de que hemos hablado. Después que repiten así muchas ve- oes , permanece constante y perpetua la ictericia, ya mas grave, ya mas leve, pero acompañada ele síntomas mas benignos que en la pri- mera accesión. Es de ver que el color amarillo se aumenta y difunde por todo el cutis; quando se presenta á los ojos parece que tiene este color: amarga la saliva; con el tiempo se disuelve la sangre, y exu- dando por los vasos, y derramada en los intersticios del texido ce- lular, pone lívido todo el cuerpo; se siente un prurito intolerable, que no dexa dormir; se hinchan los pies, y por último, llenándose de agua el vientre, viene á caer el enfermo en la hidropesía. La curación específica de esta enfermedad la indicaremos en las respectivas especies, que, según Sauvages, son catorce: sin embargo las indicaciones generales que se presentan son: i .a quitar los obstá- culos que impiden la libre excreción de la bilis por los caminos re- gulares: 2.a substituir por medio de un medicamento ú alimento la acción disolvente &c., que debia exercer la bilis en el duodeno, pa- ra que no se deprave la digestión, quilificacion &c: 3.a ocurrir á los síntomas mas urgentes y violentos, como la ansiedad, los vó- mitos &c. La primera indicación se satisfará según expondremos en las espe- cies, no obstante que es sumamente difícil descubrir el primer origen de esta enfermedad, y solo un Médico observador podrá distinguirlo alguna vez: para la segunda se emplearán los xabones combinados con los corroborantes y digestivos, ó cada uno de estos medicamen- tos de por sí; el uso de la miel es sumamente útil , como que es un xabon natural, que suple muy bien á la bilis; los ferruginosos y blandos excitantes de las primeras vias tienen lugar aquí, como tam- bién el exercicio; para la tercera el uso del opio debe desempeñarla: Cullen recomienda este remedio aun en la cura general, prescindien- do de la específica, pues en esta enfermedad conviene mas calmar que irritar. 1. Ictericia febril. Esta especie, ó por mejor decir síntoma, es la que acompaña á las calenturas continuas, y freqüentemente á la terciana continua, pero no á las inflamaciones del hígado, ni á las demás intermitentes: unas veces se presenta á los tres ó quatro dias, y otras después de los siete, y entonces creen algunos Médicos que es crítica esta enfermedad. La curación de esta especie debe ser la de la enfermedad que la produce, quando mas combinar con el plan ge- TOMO II. H §S CAC neral de la enfermedad primitiva, ligeros porgantes aperitivos y diu* réticos.. 2. Ictericia accidental. Esta especie es la que sobreviene á las calenturas intermitentes y otras enfermedades agudas; también suele acontecer en los últimos meses de la preñez. El tratamiento de esta especie debe ser en los mismos términos que la primera.. 3. Ictericia indica ó americana. Los habitantes de varias partes de la América, según Bontiio y Mead, padecen una ictericia habi- tual, variando algún tanto los grados del. color amarillo de la piel que forma esta especie» 4. Ictericia producida por veneno. Varios venenos producen esta especie , hallándose en los libros freqüentes observaciones que lo acreditan. (V. veneno. } 5.. Ictericia producida por la plétora, por la preñez y por la, supresión del fluxo menstruo. Uno de los principios determinantes de la ictericia es la plétora ó la abundancia de sangre y los demás humores. Como la sangre circula mas lentamente en el hígado que en las demás partes, supuesto ya su curso retardado en la vena por- ta, sucederá necesariamente, quando haya mayor resistencia en el corazón por su volumen, que circule, en él aun con mas lentitud, lo que facilitará su inspisitud, por cuyos motivos se seguirá precisamen- te que la excreción de la bilis será enteramente suprimida. Entre los principios de la plétora no solo colocaremos la obesidad, la supre- sión del fluxo menstruo, sino también la preñez. Esta especie debe ceder á las sangrías, á la severidad del régimen dietético y al exer- cicio.. 6. Ictericia causada por obstrucciones. Esta especie es en la que la obstrucción, el infarto ó la dureza del hígado son sensibles, sin que haya ni calentura, ni cálculos císticos r siendo únicamente pro- ducida por el espesamiento de la bilis. Las náuseas y los cólicos del estómago son muy freqüentes en esta enfermedad, igualmente, que dolores fuertes. Los medicamentos mas propios para curar esta espe- cie son los incindentes combinados siempre con los tónicos, debiendo tener la preferencia el extracto de la cicuta mezclado con el mercu- rio dulce, las preparaciones del hierro, á lo que se pueden añadir las sales neutras y algún ligero laxante, y como tónicos la quina &c: para moderar la violencia de los síntomas, del dolor y náuseas se puede emplear alguna poción ó bebida calmante 7. Ictericia purulenta. Esta especie es producida por una supu- ración , un absceso ulcerado ó una vómica en el hígado. A esta enfer- medad por lo regular debea preceder los signos de inflamación del hígado, y por conseqüencia una calentura aguda, dolor y tensión en el hipocondrio derecho, náuseas &c.; á todo lo qual sobreviene des- pués la calentura, lenta, la. extenuación; en una. palabra, la tisis he- CAC 59 pática, enfermedad crónica y las mas veces mortal. (V. abscesos DEL HÍGADO/ TISIS HEPÁTICA. ) 8. Ictericia causada por una calentura intermitente , llama- da también periódica. Esta especie es aquella que viene en la acce- sión , acompañada por la misma calentura intermitente , dexando los mismos intervalos. (V. calenturas intermitentes.) 9. Ictericia calculosa. Esta especie es producida por los cálcu- los císticos, que la naturaleza intenta arrojar por el conducto colido- co, en donde se detienen. Para su curación consúltese el artículo he- patalgia. 10. Ictericia tifodes. Esta especie es mas bien un síntoma que una enfermedad. (V. calentura amarilla. ) 11. Ictericia hepática. Esta especie, descrita por Boerhaave, es mas bien un síntoma de inflamación ó de la calentura que acom- paña. 12. Ictericia meconial. La detención del meconio en los intesti- nos de los niños recien nacidos impide el curso de la bilis en el duode- no , produciendo esta especie de ictericia , q*ue es bien fácil de curar, pues se suele conseguir con solo usar unas cucharadas de agua miel ó de xarabe de chicorias con ruibarbo, ó un ligero catártico, friegas al vientre &c. 13. Ictericia histérica. A las histéricas y a los hipocondriacos suele acometer esta especie, por espasmodizarse los conductos bilia- rios y demás partes del sistema hepático. Los antiespasmódicos, que corrigen los parosismos histéricos, suelen vencer esta enfermedad, añadiendo quando mas algunos medicamentos de la cura general. 14. Ictericia raquiálgica. Esta especie no es mas que un sínto- ma de la raquialgia. (V. este artículo. ) Genero xxxiii. Melasicterus ó ictericia negra. Esta es una enfermedad que por lo comun es crónica y sin calen- tura, que afecta á la piel, poniéndola negra en toda su extensión, ó manchándola del mismo color. En la ictericia negra, dice Fernelio, la piel, que era antes encarnada, se pone luego obscura , después lí- vida y negra, sin que se sepa la causa de esto; la pesadez de cuerpo es menos considerable que en la amarilla; pero el espíritu está tur- bado , y la imaginación llena de ideas tristes: las excreciones y la ori- na se hallan casi en un estado natural, sin que se perciban en ellas ninguna alteración. Este género consta de ocho especies. 1. Melasicterus de diversos colores. Se ha visto un hombre afectado de ictericia que tenia la cara verde> el lado derecho del cuer- po negro y el izquierdo amarillo, sus orinas unas veces negras y otras verdes: se refieren algunos otros casos raros de esta especie. 6o CAC 2. Melasicterus producida por veneno. Lo mismo que en la ictericia amarilla sucede en la negra, que la picadura de ciertos ani- males venenosos la produce. (V. veneno.) 3. Melasicterus periódico. Esta especie es caracterizada única- mente por un caso particular que refiere Mangeto. 4. Melasicterus alphus. Esta especie consiste en unas manchas casi redondas, negras, lisas y unidas, sin picazón ni dolor, esparci- das por todo el cuerpo. Esta enfermedad tiene mucha relación con la mor fea de los árabes. 5. Melasicterus escorbútica. Esta especie en nuestro concepto no-es mas que el síntoma de manchas del escorbuto. (V. esta pa- labra. ) 6.. Melasicterus esplénica. Esta especie está acompañada de un tumor doloroso, con tensión en el hipocondrio Izquierdo. Los anti- guos , y aun algunos modernos, creen que la afección del bazo se propaga al hígado, y en conseqüencia se sigue la ictericia negra: pa- ra la curación de esta especie es necesario acudir á las dos entrañas con los remedios propios de curar los daños de que estén afectadas, para lo qual se consultarán las especies de ictericia que hemos des- crito. 7. Melasicterus hepática. Esta especie es producida por un vi- cio del hígado, y por lo comun principia por la ictericia amarilla, poniéndose después la piel negra y las orinas de color de café: para su curación véase la especie anterior. 8.. Melasicterus indica. Esta especie la caracteriza el color ne- gro que tienen varios habitantes de América y África: no creemos deba, colocarse esta variación de color entre las enfermedades. Genero xxxiv. Phenigmus o ictericia roxa. Esta es una enfermedad sin calentura, en la que la piel se pone manchada de roxo, unas veces generalmente, y otras se hallan salpi- cadas las manchas. Se diferencia de la calentura escarlatina, del sa- rampión y otras enfermedades inflamatorias en que no está acompa- ñada de calentura, de la gota rosada, de los herpes y otros vicios que producen manchas, en que el phenigmus afecta una gran parte de la piel. Este género consta de cinco especies. 1. Phenigmus petequial. Esta especie consiste en unas manchas roxas esparcidas sobre la piel, sin picazón, ni tumor, ni otro síntoma: se presepta comunmente esta enfermedad en los grandes calores del estío, sin que haya daño alguno en las funciones, curándose única- mente: con algunas bebidas frias y acídulas, y algún ligero purgante como el crémor de tártaro &c. 2. Phenigmus, de las Indias. En varias regiones de las Améri- CAC 61 cas se observa que sus habitantes tienen un color como de cobre en- carnado. 3. Phenigmus producido por un barniz. Los que se emplean en extraer la goma ó el barniz del árbol llamado rhus vernix Lin- neus y percibiendo las exhalaciones que despide, son afectados á las veinte y quatro horas de una rubicundez universal muy semejante á Ja erisipela, desfigurándose el rostro, y cubriéndose después su piel de una especie de lepra, vertiendo mucha serosidad. Curan esta en- fermedad con los catárticos y los baños calientes de un cocimiento de hojas de abeto, castaño y nitro. 4. Phenigmus producido por veneno. El uso de varios venenos produce esta rubicundez morbosa. ( V. veneno. ) 5. Phenigmus pletórica. Si esta especie está caracterizada úni- camente por la rubicundez, y es un síntoma de la plétora, se debe excluir de la lista de las enfermedades, no solo por el síntoma, sino también por la misma plétora que lo produce, pues esta solo es prin.-* cipio de otras enfermedades.. Genero xxxv. Clorosis, ~Ltl clorosis es Una enfermedad, cuyo principal síntoma es la pali- dez de la cara, acompañada de una astenia ó debilidad universal. En muchas especies, independientemente de estos dos síntomas, tienen ademas las enfermas el apetito depravado, y se inclinan á cosas extra- ñas , como yeso, tierra&c;una sed insaciable, tristeza, terrores pá? rucos, pereza &c, y estos síntomas son los que caracterizan propia^- mente la clorosis; sin embargo que algunos Médicos no la tienen co- mo enfermedad, sino como un síntoma de la amenorrea ó supresión del menstruo, y aun de algunas otras enfermedades. Hay otras espe- cies , que no vienen acompañadas de todos los síntomas que hemos descrito, y las nombramos simplemente palideces. En el penúltimo siglo no se conocía mas que una sola especie de clo- rosis y que era la opilación ó amenorrea, que también la llaman calen- tura blanca, que es muy freqüente en las solteras en la edad de la pu- bertad ; pero la experiencia diaria nos enseña que algunos niños tam- bién padecen clorosis y apetitos extravagantes; viéndose igualmente algunas mugeres que reglan bien y son al mismo tiempo acometidas de esta enfermedad: Bonet dice que ha visto hombres padecer la clorosis, tomando esta voz en toda la extensión de su significación-. Convenga- mos pues que esta enfermedad es producida por una pérdida de to- no en todo el sistema, y principalmente en el vascular linfático , sea síntoma de la supresión del menstrua ó de otras enfermedades. La ab- ra genérica siempre se dirigirá á fortalecer y dar tono vital á las par- tes endebles, para lo qual, ademas de. una dieta analéptica: y el exer- 62 CAC ciclo moderado, se deben emplear los tónicos ferruginosos en sus va- rias preparaciones { V. marciales.) , como la quina, y la multitudes plantas tónicas y corroborantes. Este género consta de doce especies. i. Clorosis de las vírgenes. Esta especie la padecen las solteras que aun no han llegado á la edad de la pubertad, á quienes se les ha suprimido -ó retardado la menstruación, teniendo ademas apetito á cosas extravagantes. Las jóvenes que padecen esta enfermedad tienen el apetito de- pravado, se dirigen á comer yeso, tierra y otras substancias absor- ventes , y también el vinagre, limón, sal &c. -. su color es pálido, y quando la enfermedad está muy adelantada, se ponen amarillas ó de un color lívido; tienen los ojos blancos, por lo que se distingue esta enfermedad de la ictericia; su pulso es freqüente y pequeño, por lo que le han dado impropiamente el nombre de calentura blanca: tie- nen por lo común la respiración fatigosa por poco exercicio que ha- gan, particularmente quando suben alguna escalera, ó andan de pri- sa &c., porque con la contracción violenta de los músculos hacen que acuda mas sangre al pulmón, se atascan sus vasos, sin que pue- da pasar al ventrículo izquierdo del corazón, porque los músculos del pecho están muy débiles, como todo el sistema, para que se exer- za libremente esta función, por lo que se siguen las palpitaciones del corazón á poco que sean agitadas las enfermas. Los músculos están débiles, porque lo está igualmente todo el sistema de los sólidos, y su laxitud ó debilidad, entre otras causas, puede sobrevenir de la abundancia de serosidad, empobrecimiento de la parte balsámica de la sangre, falta de oxígeno &c., lo que hace que se vaya perdiendo la elasticidad de su texido, ó bien sea la irritabilidad vital; de lo que se sigue la pereza é inacción, el amor al sueño, á la ociosidad,y la vida sedentaria, la aversión á los placeres que piden exercicio, co- mo el paseo &c., siguiéndose precisamente la tristeza; prefieren la so- ledad , y tienen aversión á todo placer. La falta de exercicio, unido al vicio de la sangre y de los xugos gástricos, que por lo comun son serosos ó mucosos, faltándoles la energía correspondiente para actuar su función, es causa para que falte el hambre , depravándose el ape- tito y la digestión; y como no hallan gusto en los alimentos ordina- rios , buscan otros, para los quales no está construido el estómago; de aquí se sigue que la enfermedad va haciendo progresos por las malas digestiones, resultando una mala sanguificacion, creciendo mas y mas la debilidad, y depravándose la sangre y todos los humores, y con ellos todas las funciones. Es sumamente difícil determinar las causas por qué á la deten- ción de la menstruación se siguen todos los fenómenos que hemos ex- puesto ; si son productos de esta retención, ó si esta proviene de aquel estado morboso, los hechos parece que manifiestan que la cío- CAC 63 rosis es un efecto de la retención del menstruo, pues en verificándo- se esta se suelen seguir los otros síntomas sin que se haya advertido ninguna otra enfermedad primitiva; pero, de qualquier modo que sea , toda esta serie de síntomas indican una floxedad y falta de ener- gía en el sistema general, y por consiguiente en el útero, de que de- be, resultar la acción mas endeble de sus vasos, no pudiendo impeler- la sangre hacia sus extremidades con la fuerza suficiente para abrir- los , y dar salida á la sangre que forma esta evacuación periódica; y así es que todas las causas que pueden inducir debilidad pueden por consiguiente ser de la clorosis, y la retención del menstruo- Sin em- bargo expondremos los motivos mas freqüentes á que se sigue la su- presión de este fluxo, y son un terror , un susto repentino durante el período menstrual, sucediendo lo mismo por grandes pesadum- bres , por el abuso de frutas, leches y ácidos, por la fuerte impre- sión del frió; quando en el mismo período ponen los pies y aun las manos en agua fría, y otras causas que produce el eretismo , contrac- ción y debilidad.. El plan curativo de esta enfermedad se debe dirigir á restablecer el tono vital de todo el sistema y el de los vasos del útero; y si en estos se hallase algún espasmo, ademas de la indicada floxedad, des- hacerlo. Una dieta corroborante, un exercicio activo, el respirar ay- res puros y bien oxigenados con el uso de los tónicos, desempe- ñarán completamente todas las Indicaciones curativas de esta enfer- medad. La mayor parte de los Médicos echan mana por lo común de los tónicos marciales con preferencia á los. demás, sin embargo que deben tener lugar los vegetales &c.; y así es que el uso del agua de la pera marcial, la disolución del hierro en vinagre, la. tintura. elástica, el azafrán ú oxide de hierro, el mismo hierro en substan- cia &c son ios remedios mas comunes que se usan en esta enferme- dad , solos ó combinados con otros tónicos. En caso de espasmos se echará mano del opio ú otro medicamento que pueda curarlos: co- mo por lo común en estas enfermedades hay ácidos en las primeras vias, es necesario administrar antes la magnesia para neutralizarlos,, y para que estos no hagan inerte la acción del opio.. Otro de los medios de que se vale la Medicina para curar esta en- fermedad es excitar la acción de los vasos del útero, procurando de- terminar mayor cantidad de sangre á esta entraña; lo que se. puede; lograr con las friegas > los baños tibios de. las extremidades inferio- res , los baños de vapor al útero &c. Algunos quieren que se excitem los vasos uterinos por medio de purgantes fuertes, que estimulen particularmente el intestino recto, para que por su inmediación al útero se propague á esta entraña la acción del purgante.. El coito es sin duda un estímulo muy á propósito para los vasos del útero quan- do las circunstancias lo permitan lícitamente. Son. muchos los medica- 64 CAC mentos que con el título de emenagagos, esto es, estimulantes espe- cíficos del útero, se hallan recomendados por la mayor parte de los autores, sin que su acción esté muy demostrada; sin embargo se po- drán ensayar aquellos que por sus propiedades generales puedan sa- tisfacer las indicaciones propuestos. { V. emenagogos. ) La conmo- ción eléctrica puede convenir muy bien en esta enfermedad, pues ade« mas de hallarse recomendada por algunos Prácticos, tenemos algu- nos hechos en favor de este remedio, ademas de que la razón lo dic- ta. ( V. electricidad. ) La clorosis amatoria es una variedad de esta primera especie, que afecta á las jóvenes enamoradas, y que ó no suelen estar corres- pondidas , ó que se les ofrecen obstáculos insuperables para disfrutar su objeto. Los síntomas de esta enfermedad son: una profunda me- lancolía , aversión á la sociedad y amor al retiro, una continua tris- teza, ocupada la enferma siempre en el objeto que ama: este esta- do moral pone por consiguiente al físico mas abatido y deteriorado. A esta clorosis se sigue también la supresión del fluxo menstruo: el casamiento es el mejor de todos los remedios, en caso de hacer al alguno. ( V. ninfomanía.) 2. Clorosis producida por la menorragia. Á los fluxos de sangre uterinos y copiosos se suele seguir esta especie. (V. menorragia. ) 3. Clorosis de las embarazadas. En los tres primeros meses y aun mas adelante se suelen presentar en las embarazadas algunos sín- tomas de la clorosis. [V. preñez. ) 4. Clorosis de los niños. Esta especie es familiar á los niños, quienes, teniendo apetito á cosas extravagantes &c., tienen ademas depravada la digestión y la coloración con una debilidad general; to- do lo qual se debe curar con el plan genérico que hemos indicado, y el uso también de suaves eméticos, principalmente si ha tomado ab- sorventes , y las primeras vias están empastadas de estas substancias ó de un moco gleroso &c. 5. Clorosis falsa. Esta especie consiste en una palidez pasagera, que causa el frió, el síncope &c. Los sugetos que la padecen no tie- nen la depravación del apetito y los demás síntomas de esta enferme- dad ; por lo que se debe excluir de la lista de las especies, pues su síntoma único, que es la palidez, acompaña á casi todas las ca- quexias. 6. Clorosis verminosa. Las lombrices pueden producir esta es- pecie. ( V. LOMBRICES. ) 7. Clorosis verde. Pedro Fabri observó una clorosis de este color. 8. Clorosis producida por el hidrotorax. ( V. hidrotorax f la cura general. ) 9. Clorosis ntacuhsa. Esta especie, á la que acompaña, ademai CAC 65 de los síntomas generales, una gran porción de manchas, descritas por varios autores, en el dia no se conoce. 10. Clorosis de Cartagena de Indias. Esta especie es endémi- ca en este pais; se atribuye á los grandes calores que reynan en él, y á la abundante transpiración y sudor, que pone á sus habitantes en un estado extraordinario de debilidad. 11. Clorosis de Bengala. Esta especie es igualmente endémica en est» pais, y en Darlen en América por la misma causa que en Cartagena , por los malos ayres, alimentos viciados &c. 12. Clorosis raquidlgica. (V. raquialgia.) Orden séptimo. Caquexias anomales. Este orden comprehende las enfermedades, que aunque tienen relación con las precedentes, no deben ser comprehendidas en ellas; se las debe distinguir por los signos de la clase, y consta de seis gé- neros , que son: phthiriasis, la plica ó tricoma, la alopecia, el mal de S. Lázaro, la gangrena y la necrosis. Género xxxvi. Ftiriasis $ enfermedad pedicular. Esta enfermedad consiste en la producción de una infinidad de insectillos, muy semejantes á los piojos, en diversas partes del cuer- po , que cubren de sarna y de ulceritas, produciendo un picor inso- portable. Los griegos llamaban á esta enfermedad phthiriasis, y los latinos mor bus pedicularis* Las tres especies en que divide Sauva- ges este género no son mas que la producción de los piojos, ya sea en la cabeza, ó en otras partes vellosas, é internamente; omitire- mos su exposición, porque todos conocen este animalillo, en cuya descripción se detiene este autor, y en atención á que para matar estos insectos qualquiera preparación mercurial es suficiente, como el Ungüento de mercurio, el precipitado roxo, con qualquiera unto &c. Género xxxvii. Tricoma ó plica polonia. La plica es una enfermedad contagiosa, crónica y endémica en Polonia, cuyo principal síntoma es el ensortijamiento de los cabe- llos , pegándose unos con otros, poniéndose mas gruesos, y trasu- dando por los lados un humor viscoso, y por sus puntas quando se cortan sangre. Parece que esta enfermedad la llevaron los tártaros de Polonia de las Indias Orientales en 1687, de donde se propagó á la Hungría, Silesia y otros países vecinos. La historia de la plica, según la refieren algunos Médicos pola- cos , se reduce á que la erupción es precedida de cierta incomodidad TOMO II. I 66 CAC general ó de un aparato febril, de horripilaciones, calofríos, ansie- dad epigástrica, fuertes dolores en las articulaciones, cefalalgia, ojos oftálmicos y dolorosos; alguna vez se presentan convulsiones en los miembros. Algunas veces la erupción de la plica se hace repentina- mente y sin los síntomas tan graduados que hemos indicado; los ca- bellos se aglutinan y ensortijan, formando mechones mas ó menos gruesos, lo que puede suceder también á los pelos de la barba y á los de las partes genitales; en estos sitios se manifiesta un olor muy fétido, con picazón y cierta descamación furfúrea de la epidermis. En ocasiones sobreviene una alteración en las uñas, principalmente en las de los pies, de modo que llegan á ser largas, gruesas, y pareci- das á los cuernos. Quando la plica se ha manifestado enteramente cesan todas las afecciones internas que se habían presentado al tiempo de su erupción; entonces es quando llega esta enfermedad á su mas alto período: después se suelen caer naturalmente los cabellos para volver á nacer de nuevo; hasta entonces es muy peligroso el cortar- los , porque vienen hemorragias considerables. No están uniformes los autores sobre la etiología y aun sobre la curación de esta enfermedad: en medio de esta diversidad de opinio- nes hemos tomado el partido de omitir el referirlas; y porque cree- mos también que aunque no tengamos una relación exacta del verda- dero modo de curar la plica, no nos será de grande importancia res- pecto á que en nuestro suelo no padecemos semejante enfermedad. Sauvages forma dos especies, que son: el tricoma cirrosum ó pli- ca macho, y tricoma villosum ó plica hembra, cuyas exposiciones omitimos por las razones arriba expuestas* Género xxxviii. Alopecia* La alopecia, cuya etimología trae origen de la palabra griega alopexy que significa la zorra, es una enfermedad que consiste en la caida de los cabellos; y como la zorra parece que en su vejez es acometida de sarna, en que se despoja del pelo de que es cubierta, por esta analogía se ha querido conservar el nombre que damos á este género. Por varias causas y en varias enfermedades se caen los cabellos; por lo regular sucede en las violentas afecciones de cabeza, y parti- cularmente quando son crónicas, por el exceso del placer ó del tra- bajo mental, por las grandes revoluciones de la economía animal, por ios espantos imprevistos: los hipocondriacos suelen padecer esta enfermedad; y pocos viejos se escapan de ella á causa de la mayor obliteración de los vasos, lo que produce la muerte de los cabellos: en la tina, la costra láctea y otras enfermedades cutáneas se verifica también la caida de los pelos. El método curativo debe variar se°ua CAC 67 la causa que lo produzca, para lo qual se examinará su naturaleza específica, y según ella debe variar la curación; para lo qual se con- sultarán los artículos tina y gálico. De las cinco especies en que divide este género Sauvages solo de- ben referirse la primera y la segunda, que son: la alopecia simple, y la sifilítica: la primera acontece por los motivos expuestos y des- pués de las grandes enfermedades: la segunda viene complicada con el vicio venéreo. Los tres géneros restantes con que termina este orden y la clase, que son : el eclosis ó mal de S. Lázaro , la gangrena y la necrosis y se tratarán en sus respectivos artículos, por pertenecer mas bien á la Cirugía, que la hemos querido excluir de nuestro sistema noso- lógico. CACOQUILIA, ó CACOQUYLIA. (Med.) [Los Médicos han introducido esta voz en la Medicina, para expresar aquel estado de enfermedad en que existe la superabundancia de mal quilo en la ma- sa de la sangre. Las substancias alimenticias con que el hombre se sustenta pade- cen varias mutaciones antes de convertirse en su propia substancia. La primera mutación se hace principalmente en el estómago, y se llama digestión. Quando los alimentos salen del estómago ya están muda- dos en parte, hallándose en el duodeno y en los demás intestinos Una pasta cenicienta, que los fisiologistas llaman quimo: su parte mas lí- quida es exprimida y chupada por los vasos lácteos que la reciben; en cuyo sitio se mezcla con la linfa que llega de todo el sistema lin- fático. Por esta mezcla se forma el quilo al pasar por los vasos lác- teos. Esta tercer función, que hace parte de la digestión, se llama quilificacion. Si por algún desarreglo qualquiera se perturba ó altera esta función, el fluido, que es su resultado, sale necesariamente vi- cioso; y mezclándose en la masa de los humores, que debe renovar, forma lo que han llamado cacoquilia, es decir, la quilificacion de- Í>ravada, ó una abundancia de m^l quilo. Tal es la idea que debemos brmar de la cacoquilia. Sin embargo, quando los malos xugos ali- menticios están acumulados en la masa de los humores, no se de- notan con el nombre de cacoquilia y sino con el de caquexia y cacoquimia. (V. dichos artículos.) Esta confusión de palabras se ha extendido hasta la cosa misma, de modo que los autores que han escrito sobre estas materias, y sobre todo los que las enseñan, confunden la cacoquimia con la caquexia, y la cacoquilia con es- tas dos. La cacoquilia puede ser sintomática ó esencial; y sus causas son las mismas que las de la caquexia y la cacoquimia. Estos tres estados- de enfermedad existen regularmente juntos, y su método curativo es .el mismo. (V. la clase de caquexias.) 68 CAC Esta palabra debiera suprimirse en la nomenclatura médica, lo mismo que el de cacoquimia, porque son inútiles, y presentan al es- píritu ideas falsas, ó á lo menos muy hipotéticas. Como la caque- xia encierra en su descripción los diferentes vicios del quilo y de la digestión, la palabra caquexia era suficiente para demostrarlos y dar- los á conocer.] CACOQUIMIA , cacochymus. (Med.) [ Se dice que tienen ca- coquimias las personas en quienes por señales evidentes se conoce un humor superabundante degenerado, que infecta la masa de la sangre, y que ha producido algunos desórdenes en la economía animal, 6 que principia á dar señales sensibles de una alteración de salud en el individuo que la padece. El hombre es cacoquimo por la degenera- ción de los humores; y es caquéctico por un vicio ó alteración de la conformación del cuerpo. Sin embargo estos dos vicios son insepara- bles uno de otro. Las mismas causas los producen, unas mismas se- ñales los dan á conocer , y se curan por los mismos medios. (V. ca- quexias. ) Luego es una sutileza fútil y ociosa de los Médicos grie- gos el haber admitido estas dos denominaciones, y haber formado con ellas dos estados patológicos distintos y dos enfermedades de- ferentes. Las voces caquexia y cacoquimia deben significar un mismo desarreglo de salud ; porque se raciocinará mal en Medicina si se consi- dera el desarreglo de los sólidos separadamente del de los fluidos en una enfermedad en que estos mismos desarreglos están siempre con- fundidos. Sin embargo ya que estas dos palabras fueron recibidas y consagradas desde los primitivos tiempos de la Medicina, y que se- ria difícil suprimirlas, me parece que pudiera introducirse la nove- dad siguiente: la voz cacoquimia podria indicar las hinchazones de toda especie; tales como las hidropesías, la corpulencia &c.: y la voz- caquexia significa las flaquezas, las acrimonias &c. Los nosolo- gistas son los que han de decidir sobre esta reflexión.] CACOHETES. (Cirug.) [Epíteto que se ha dado á las úlceras malignas y antiguas, que se resisten á una curación metódica , como son ciertas úlceras venéreas escrofulosas, y que las padecen sugetos caquécticos. Se da también el epíteto de caeohetes á las enfermedades rebeldes y malignas.] CACOFONÍA. (Med. ) Se da este epíteto á la alteración de la voz, que se compone de kukoí mala, y obrar; y según la acepción de ella significa la deprava- ción de las visceras, que sirven á la nutrición. CACOSIS. (Med.) Se da este epíteto á la indisposición y afee- CAF 6g clon desagradable del cuerpo: trae su origen de Ketno tras- plantaron á Amsterdam, de Amsterdam al Jardin Real de Pa- rís; y de una planta de dicho jardin han provenido todos los ca- fetales que actualmente se cultivan en América. Un tal Mr. de Clieux llevó aqueUa planta á la Martinica con tal cuidado, que en yo CAF una travesía larga y penosa partia con la planta la poca agua que le daban para beber, y de este modo enriqueció á su país con un nuevo ramo de comercio, que se ha hecho luego de mucha consi- deración. Este árbol da fruto dos ó tres veces al año, dexándose secar por lo regular. En este estado la carne se pone mas delgada, quebradiza, y se muda en una membrana algo morena como las bayas del laurel, y con solo frotarla se separa fácilmente de los granos de café. Al- gunos autores han dicho que estos granos se maceran en agua calien- te , pero en realidad no hay tal cosa; solo quando están bien madu- ros y puestos en tierra después de cogidos, ya no son buenos para la germinación. Las semillas del café, tostadas y pulverizadas, sirven con agua hirviendo, en la proporción de una onza lo menos para cada libra de agua, para un cocimiento muy agradable, que se na hecho usual y extremamente comun en casi todos los pueblos de Europa, que ha principiado á usarse en el siglo xvi. Esta bebida fortifica, anima, fa- vorece y aun acelera la digestión. Desvela, quita la borrachera, y excita las evacuaciones periódicas de las mugeres. El café conviene particularmente á las personas perezosas, flemá- ticas , pituitosas y aun sanguíneas, en quienes con su virtud tónica da mayor fuerza á la circulación; y en algún modo, teniendo las fibras mas despiertas, parece que da mas actividad al alma. Al contrario, puede ser dañoso á los de constitución ardiente, como los melancó- licos , biliosos é hipocondriacos. Sin embargo hemos de convenir en que ha habido personas cuya constitución se aproxima mucho á la de los hipocondriacos, y que no obstante tomaban diariamente quince ó veinte tazas de café aunque ligero... El café sin embargo hace di- gerir con facilidad; dicen que quita la embriaguez causada por las bebidas espiritosas. Puede favorecer igualmente á las niñas la primera excreción de las evacuaciones periódicas; mantiene la fibra mas seca, é impide la demasiada gordura. Generalmente no conviene á los ni- ños , ni á las mugeres flacas y delicadas, que tienen la fibra irritable, y á las personas que tienen disposiciones para enfermedades inflama- torias. También es útil para las xaquecas, que son conseqüencia de las malas digestiones. Los autores se han dividido en opiniones sobre el uso diario del café, por el qual se ha decidido el gusto general. Unos se han decla- rado vivamente contra su uso , otros han tomado su defensa con ex- tremada pasión. Uno y otro partido se ha separado del camino de la verdad; y mucho mas razonable hubiera sido examinar en qué cir- cunstancias podia ser dañoso , y en quales podía permitirse; fixando al mismo tiempo las dosis convenientes, pues en esto hay mucha va- riedad según la naturaleza de las personas, y solo podemos referirnos CAF 71 al conocimiento particular de las constituciones, y sobre todo á la experiencia habitual. El mejor café es el que se halla con abundancia en el Reyno de Yemen junto al Cantón de Aden y de Moka. De Moka lo han lleva- do los Holandeses á Batavia, desde donde se ha esparcido en los de- mas países. El grano del café de Moka es pequeño , amarillento y de un color agradable. Después de este dicen que el mejor es el de las Islas de Francia y de Borbon, que en realidad es excelente. Suele ser blanquizco , prolongado é inodoro. El de Java es algo amarillo; pe- ro el de América es el mas comun de todos, y suele ser verdoso, y su olor y gusto es algo herbáceo. Todavía falta percibir exactamente el mejor modo, de hacer el ca- fé ; porque bien se dexa conocer que el café de mala calidad, mal tostado y mal hecho obrará muy diversamente del que está bien he- cho. Generalmente el café demasiado tostado es muy cálido: el lí- quido se hace acre, y pierde todo su perfume. Al contrario, quan- do está tostado como debe, conserva su aceyte esencial, su coci- miento está perfumado, y es menos irritante. Convenimos en que quanto mas tiempo se tenga el café en parage seco, mejor es su cali- dad. La razón de esto es muy sencilla, la desecación ha hecho eva- porar el agua de vegetación contenida en la haba; quanto mas recien llegado á Europa es el café, quanto mas verde y quanto mas gordo es el grano, tanto mas abunda en el agua de vegetación: luego al tos- tarlo es preciso observar el proceder de la naturaleza» Se debe tostar el café en un instrumento que hay á propósito...Se saca del fuego lue- go que empieza á sentirse un olor fuerte, quando principia á salir hu- mo , y quando el café ha tomado un hermoso color de castaña claro. Es menester no aguardar á que se ponga negro. Se echa el café tos- tado en una cosa llana para exponerlo al ayre Ubre, y hacerlo en- friar con prontitud; se le quitan las películas que pueda tener, y lue- go se pone en. un bote de hoja de lata, que cierre bien, y no se mue- le sino al tiempo que se va necesitando. Comunmente se hace hervir el café en agua , y se clarifica luego- con la cola de pescado; pero hay el inconveniente que la cola se une al aceyte esencial, quitándole así la parte mas aromática y mas agra- dable. El mejor modo de preparar el café con agua es á la griega: se pone en una muñeca ó¡ saquito algo claro la cantidad de café en polvo que se necesita, y se echa sobre él la cantidad de agua hirviendo que es necesaria: para esto se venden una especie de alambiques de hoja de lata sumamente cómodos, que se colocan sobre la mesa en que se come, y en un minuto se hace quanto café se quiere, sin que pueda perder nada de su virtud aromática mudándolo de vasos como suce- de en otras circunstancias. Para desayunarse se ha inventado mezclar el café con leche, 72 CAF ó para disminuir su actividad, ó para hacerlo mas agradable al pala- dar. Hay quien pretende que el café es perjudicial a las mugeres, y que les causa el fluxo blanco; pero esta aserción no puede tenerse siempre por cierta...] cafe. (Mat. Med.) Nada se añadirá aquí á lo que se ha dicho en el artículo cafe considerado con relación á la higiene como ali- mento y como bebida: en él se ha dicho lo suficiente en quanto á su preparación alimenticia y en quanto á sus diferentes usos económi- cos: en este se tratará únicamente de las propiedades medicinales del café. Aunque generalmente no se cuenta la preparación del café sino como una bebida agradable, tiene esta mucha energía sobre un gran número de individuos para dexar de considerarla como un medica- mento. Sabemos que agita, que aumenta la energía de nuestros órga- nos, que acelera el movimiento de la sangre, que quita el sueño , y que varios literatos lo han usado para animar y calentar su'imagina- ción : Voltaire lo ha tomado con mucha abundancia sin que le ha- ya hecho jamas el menor daño; varios pueblos orientales, y so- bre todo los turcos, lo toman habitualmente en mucha cantidad, y hallan en esta bebida uno de los medios principales de entonar su fibra. Está reconocido casi generalmente que el café facilita la diges- tión , da fuerzas al estómago, quita la opresión y pesadez que ocasio- nan los alimentos; tiene mucha influencia sobre ciertos dolores sim- páticos y nerviosos de cabeza, que penden del estado del estómago, y á veces los quita inmediatamente ; y que varias personas, habitua- das á tomarlo diariamente después de comer, suelen tener la cabeza pesada y á veces condolida quando dexan este uso. El único reme- dio que se les puede aplicar entonces es el mismo café. También es constante que esta bebida destruye la impresión del vino y de los li- cores , y aun disipa la embriaguez que se sigue al uso de ellos. En fin hay muchos hombres que saben por experiencia propia que el ca- fé aleja el sueño , y da una agitación general, que tiene despiertos to- dos los sentidos. Todas las observaciones que se han hecho de mu- cho tiempo á esta parte prueban que la bebida del café no es nada in- diferente, y que tiene efectos realmente medicamentosos. Conside- rándola baxo este punto de vista principiaremos con algunas observa- ciones sobre la tostacion de esta semilla y sobre la bebida que se ha- ce con ella. El arte de tostar el café está tan poco fixado en sus principios, que en cada casa se sigue diferente método, de lo que resultan hábi- tos y gustos igualmente muy diversos con respecto al café; de suerte que una misma taza la encontrarán unos débil y desabrida, otros la hallarán en su punto; y al contrario, no faltará quien la encuentre demasiado acre y picante. Efectivamente en algunas casas tuestan el CAF 73 café hasta volverlo negro, de suerte que es mas bien quemarlo que tostarlo. La semilla tostada así tiene mucha acrimonia; la acción de un calor demasiado vivo ha desenvuelto en ella un aceyte empireu- mático muy irritante, y una porción de amoniaco fétido, que hace su disolacion negra, turbia y de un color demasiado fuerte. Enton- ces no solo se han excedido en el punto conveniente de la torrefac- ción ó tostacion, sino que se ha perdido el aroma tan agradable" que debe tener esta semilla si está bien tostada: en su lugar se ha substi- tuido un olor amoniacal y fétido, y se ha convertido una materia simplemente tónica en un medicamento estimulante, irritante y acre. En lugar de reducir el café á un carbón impregnado de aceyte em- pireumático y amoníaco, debemos, para tenerlo tan agradable como sano, tostarlo solamente hasta que tome un color como dorado. No se debe tener al fuego hasta que exhale un humo espeso, de un olor fuerte y acre, que salte á los ojos, y los haga llorar, sino hasta que solo exhale un olor suave, que no sea de quemado. Se ve claramente que si lo dexamos por mas tiempo al fuego, le quitamos toda la parte aromática y agradable, lo quemamos real- mente , y desorganizamos su extracto. De este modo la infusión que preparamos con esta semilla, realmente quemada, es negra, acre, amarga y desagradable para las personas que no han contraído el há- bito de esta bebida demasiado acre, y con la qual no han sido sus órganos embotados. La materia carbonosa se ha descubierto de tal modo en el café muy tostado, que una parte de carbón pasa en el agua con la porción de extracto quemado y de aceyte empireumáti- co puesto en estado xabonoso por el amoníaco, jamas puede ponerse claro, y el agua suelta siempre una cantidad mayor ó menor de aquel polvo de carbón, que se precipita poco á poco. El color dorado del café bien tostado no es la única señal de haberse hecho bien esta opera- ción , pues hay aun otra señal para conocerlo. Quando tapamos el ca- fé bien tostado, como se ha dicho, precaución indispensable si que- remos conservar todo el aroma que debe tener, el vapor, en lu- gar de salirse con el ayre, se condensa en unas gotitas, que dentro de pocos minutos vemos sobre los granos del café y en la superficie de la tapadera, que sirve para detener este vapor: si el café está bien tostado , las gotitas son amarillas ó anaranjadas, aquosas, de un sa- bor poco picante y de muy agradable olor; pero estando el café de- masiado tostado, este líquido es negro, aceytoso, de un olor real- mente ernpireumático, acre y picante. No tiene duda que una parte de estos vapores penetrará los granos del café mientras este se enfria, y está privado del contacto de la atmósfera: luego si estos vapores son muy empireumáticos, el café impregnado de ellos dará un sabor acre y fuerte al agua de su infusión: al contrario, tostándolo mode- radamente, y como lo hemos indicado, estos vapores, menos empU TOMO II. K 74 CAF reumáticos, y conteniendo únicamente el aroma desenvuelto del ca- fé , son absorvidos por las semillas, y comunican luego su perfume al agua de la infusión. # Aun se comete muchas veces otro error no menos perjudicial en la preparación del café: en lugar de hacer con él una simple infusión, como debiera ser para obtener el aroma de esta semilla, sin extraer su xabon amoniacal y empireumático, se la hace hervir mas ó me- nos tiempo, y hacemos entonces con ella un cocimiento acre,. amar- go , negro, turbio y aun asqueroso, que produce en las membranas y nervios una irritación tan fuerte como duradera. A esta mala pre- paración y al abuso de este licor se atribuyen con razón las afeccio- nes nerviosas, y casi general de los órganos nerviosos enfermeda- des que se han hecho mucho mas freqüentes desde que se ha hecho general el abuso de esta bebida. Efectivamente si el café conviene á las personas cuya fibra es blanda y floxa, poco sensible, y en quienes predominan los humores blancos, es muy dañoso á los temperamen- tos biliosos, á las personas flacas, secas, y cuya fibra es tirante é irri- table. Todo este pormenor conduce á apreciar las virtudes medicinales ■del café. Prospero Alpino nos dice que las mugeres de Egipto lo usan con fruto para promover las reglas; y Lanzoni ha dado su coci- miento con leche para el asma, la leucoflegmacia, la gota, el reuma- tismo , la tos humoral y la pasión histérica, y todo con buen éxito: igualmente le ha sido útil para detener las diarreas rebeldes. Nebelio curó con él la cefalalgia periódica; Baglivo ha quitado á varios en- fermos, y á sí mismo, el dolor de cabeza simpático causado por las indigestiones; lo recomienda también en los dolores producidos por el cálculo y el humor gotoso. Por observaciones que se hallan en las Memorias de la Academia de Ciencias de Paris del año de 1702 se ve que el cocimiento fuerte del café ha sido empleado con mucha utili- dad en ayudas para las afecciones soporosas y apoplécticas. Muchas veces se han curado calenturas intermitentes rebeldes dando á los en- fermos, una ó dos horas antes de la accesión, una taza de café hecha con dos onzas de esta semilla en seis ú ocho onzas de agua, á cuyo cocimiento se echa un poco de zumo de naranja agria. El amargo del café hace que sea también vermífugo; con facili- dad se hace echar á los niños lombrices redondas dándoles algunas cucharadas de café muy cargado y sin azúcar; la acción del aceyte empireumático para matar los insectos y las lombrices explica las ra- zones de esta propiedad. La infusión del café ha servido muchas ve- ces para disminuir y aun contener los vómitos producidos por algún purgante muy enérgico. Es fácil conocer que quando queramos que el café produzca efectos activos, que como se ha visto se necesitan ■en varios casos, es menester prepararlo en cocimiento fuerte , y que CAÍ 75 baxo este punto de vista es muy diferente su uso medicinal de su uso dietético. En esta última forma se puede emplear igualmente como me- dicina en las afecciones morbíficas; de este modo es útil el café á las niñas cloróticas, al principio de los infartos pituitosos y catarrosos, en los insultos de asma, frió, en los constipados lentos, en los cálcu- los de los riñones y de la vexiga, el fluxo blanco, la debilidad y el desarreglo del estómago, las indigestiones, los dolores habituales de cabeza, la torpeza y pesadez general, la disposición á la parálisis Sic. De este modo á veces un Médico instruido, sin muchos remedios, sin fatigar al estómago, y sin ocasionar gran desorden en las funciones, puede dirigir el régimen, los alimentos, su modo de sazonarlos, las bebidas, el exercicio, la naturaleza del ayre, la elección de la habi- tación, y todo quanto pertenece á las cosas llamadas sin razón no na- turales en las instituciones de medicina. Algunos Médicos han pro- puesto la infusión del café crudo para la mayor parte de las enferme- dades arriba indicadas, y sobre todo para las indisposiciones habi- tuales; pero de este modo tiene menos energía el café, y entonces no se consigue el fin... F. CAÍDA ó PROCIDENCIA DEL ANO. (Cirug.) * Es una enfermedad que consiste en que quando el enfermo va á obrar el in- testino recto se le sale tan considerablemente, que no puede colocar- se después en su sitio, ni entrar en el cuerpo; ó si entra, vuelve á descender: algunas veces es una enfermedad crónica, especialmente quando viene de parálisis: sus causas son la relaxacion ó debilidad de las fibras, del intestino ó del esfínter, ó el estreñimiento ó detención del vientre , la diarrea, la disenteria ó el tenesmo. Se cura difícilmen- te quando está complicada con almorranas. Los medicamentos mas á propósito para su curación son los astringentes; pero al mismo tiem- po hay necesidad de una operación manual para introducir el intestino, que, expuesto al ayre, no dexaria de hincharse, y aun mortificarse, si ya no lo está. Se les cae con freqiiencia á los niños después de ha- berlo introducido, especialmente quando gritan; y es muy difícil de contenerlo dentro quando padecen diarrea. Mr. Suret, Cirujano en Paris, ha inventado un vendaje para la caida ó procidencia del rec- to , muy ingenioso á la verdad, y que ha merecido la aprobación de los mas célebres Profesores del arte. Este se presentó á la Academia Real de Cirugía: la gran ventaja de este instrumento consiste en con- tener las partes en el mismo grado de compresión , y en qualquier aptitud que tome el enfermo, ya se ponga en pie, ya se eche, ya se siente &c.; el vendaje comprime siempre igualmente. Los que se ha- llaren en el caso de experimentar sus efectos, sentirán toda la utili- dad y valor de una invención semejante. * CAÍDA ó PROCIDENCIA DE LA MATRIZ. (Cirug.)* Es el descenso de esta parte, causado por la floxedad de los ligamentos, 76 CAL que la tienen en su lugar. Si la matriz ha caldo en la vagina, de mo- do que se conozca el orificio introduciendo los dedos por entre los labios de la vulva, ó que se vea por dentro, esto se llama depresión de la matriz. Pero si ha caido enteramente, de suerte que quede este pendiente por fuera de los labios, sin ver lo de adentro, se llama calla ó procidencia de la matriz. Si habiendo baxado se vuelve de manera que lo de adentro salga por los labios, y cuelgue una especie de saco carnoso con una superficie desigual, se llama trastorno 6 ranverSarniento de la matriz-, estos desórdenes pueden proceder de movimientos violentos, de tos, de estornudos, de flores blancas; sobreviene con mas freqiiencia á las embarazadas en conseqüencia del peso que carga sobre el útero ; mucho mas si el feto está muerto; si se halla en una mala postura, ó ha sido extraido por fuerza. El tras- torno de la matriz es ordinariamente la conseqüencia inmediata de la extracción de una placenta adherente al fondo de este órgano. Luego que se ha percibido este accidente, y se ha acertado á desprender la placenta, es preciso hacer prontamente la reducción : si no se puede, la vida de la enferma corre gran peligro á causa de la mortificación, que es el efecto de la compresión del útero por el orificio. Después de haber vuelto la parte á su lugar, se emplearán los astringentes, igua- les á los que se usan en las diarreas, las almorranas, la simple gonor- rea, conteniendo la matriz con un pesario» (V. este articulo.) * CAL. (Mat. Med.) La cal, llamada comunmente cal vivat es una substancia terrosa, alcalina, que tiene un sabor acre , urinoso y cálido, que tiñe de verde todas las materias vegetales azules, suscep- tibles de esta alteración con la aplicación de los álcalis en general. Una materia tan sápida y activa debe ser un medicamento importan- te , por cuya razón debe examinarse con todo cuidado; bien que en la Medicina, particularmente en el uso interno, se emplea muy po- co : solo en disolución, esto es, lo que llamamos agua de cal, echa- mos alguna vez mano de ella, en cuyo artículo se han descrito sus propiedades medicinales &c CALA es lo mismo que supositorio. (V. este artículo.) CAL AGÚALA. (Mat. Med.) Planta que se cria en América, en las Provincias de Quito y Popayan. Se distinguen tres especies de raices de calaguala, que son las partes que únicamente tienen algún uso en la Medicina. La primera especie, que es la mas usada, es la que se cria entre las rocas; es bastante dura, de un color amarillo pardoso, formada interiormente de fibras blancas y largas, y en me- dio de esta raíz hay una medula un poco esponjosa. La segunda se cria en las tierras arenosas; es mas voluminosa que la precedente , y su color es de un pardo roxizo, ó pardo enteramente. La tercera espe- cie de calaguala se cultiva en los jardines; su color es ceniciento obs- curo por la parte convexa. Esta rak se usa en cocimiento y en pol- CAL 77 vo: Fourcroy la tiene por resolutiva y sudorífica: las demás propie- dades que se la atribuyen aun no están bien demostradas, sin embargo que por tradición el vulgo, y aun algunos Profesores, la emplean con mucha fe como un descoagulante para los sustos, las caídas y golpes violentos. CALAMINA. (Mat. Méd.) La calamina, llamada también pie- dra calaminar y es un mineral terroso de cinc, ó un oxide nativo de este mineral, que se halla en muchos sitios de la superficie del glo- bo , el qual ha sido empleado algunas veces en la Medicina; pero la calamina es mas útil á las artes que al arte de curar: sin embargo en otros tiempos se ha empleado como astringente, tónico, dese- cante y detersivo para las úlceras sórdidas y las escoriaciones; en el dia nos valemos de otros medios. CALAMINTA. (Mat. Méd.) [Se hallan quatro especies de ca- laminta en las boticas, que son la vulgar ú oficinal, la odor ata y la de monte y la de los campos. En general todas las calamintas tienen un olor aromático, y dan un aceyte etéreo en la destilación : sus ho- jas se prescriben en infusión teiforme, cuyo remedio excita el sudor, dando tono al estómago y los intestinos; destruye los infartos y las obstrucciones, siendo útiles para promover el menstruo y para la icte- ricia. Exteriormente esta planta es resolutiva y atenuante, y así se puede usar en forma de cocimiento para baños &c.....] CÁLAMO AROMÁTICO. (V. acoro.) CALCÁNEO. (Anat.) Se da este nombre á uno de los siete huesos que componen el tarso: es el mayor, y se halla situado en la parte posterior é inferior del dicho tarso, debaxo del astragalo y de- tras del hueso cuboydes. El calcáneo forma por la parte posterior el talón, y sobre él estriba la mayor parte de la máquina animal, ar- ticulándose con sus compañeros por varias caretas articulares, é inser- tándose en él varios tendones. CALCÁREAS, (tierras, piedras, substancias) (Mat. Méd.) Ba- xo el nombre general de materias ó substancias calcáreas se conocen todos los fósiles capaces de convertirse en cal viva por la acción del fuego. Estas substancias son unas veces desmenuzables ó pulveru- lentas como la harina fósil, otras desleídas en agua, forman un fluido de apariencia lechosa, como la leche de burra, y otras baxo la forma de tierras algo coherentes, que sin embargo se muelen fácil- mente al menor esfuerzo, y aun entre los dedos. La naturaleza ofre- ce igualmente esta substancia baxo una forma mas sólida, ya por ca- pas petrosas, opacas, con unos granos mas ó menos grandes, y mez- clados con manchas &c. Estas son las piedras calcáreas, ya por ca- pas petrosas mas finas, mas densas, algunas veces algo transparentes, puras, ó mezcladas, tales son los mármoles, ya baxo la de depósi- tos que producen los estaláctites, los estalagmites, las incrusta- 78 CAL donesf los alabastros,ya. baxo la de una materia transparente, po- liedra, regular, en láminas, salina, que es el espato calcáreo. ^ En fin hallamos á veces en la tierra cuerpos marinos organizados, como conchas, polipies, corales ó madreporas, que privados de su materia gelatinosa y animal, no conservan mas que su esqueleto ter- reo salino, y se han convertido en verdaderos fósiles; á vista de es- tos cuerpos enterrados ó dexados en seco por la lenta revolución de los mares, considerando sus masas en los montes y llanuras, su dis- posición por capas, su reunión por familias, los diferentes grados de sus alteraciones, y su desmembración mas ó menos adelantada; á vista de todo esto, así como el antiquario colige la historia de los hombres por la inspección de las medallas antiguas; así el observador naturalista podrá colegir algunos hechos de la historia del globo, y conocer el paso de esta materia calcárea, desde la concha ó madre- pora bien organizada, hasta al espato calcáreo mas puro, mas trans- parente y mas regularmente cristalizado. Los detalles de estas sucesi- vas conversiones son otros tantos objetos de consideraciones impor- tantes para el químico y el naturalista; pero como el primero solo ve en estas substancias una sola y misma materia salinoterrosa mas ó menos pura; el Médico, guiado é iluminado por la antorcha de la quí- mica en el conocimiento de los cuerpos naturales considerados como medicamentos, solo reconoce en ellos una sola y misma substancia medicamentosa. Este modo de ver es el que me obliga á referir á una sola voz todo lo que necesitamos saber sobre la historia natural y las propiedades químicas y medicamentosas de la substancia calcárea en general. Esto lo explicaré en el artículo carbonate calcáreo, porque esta voz expresa con exactitud la naturaleza general de esta materia. Las voces particulares arriba citadas contendrán las opinio- nes que ha habido sobre algunas virtudes particulares, atribuidas al- gunas de estas substancias terrosas ó petrosas. (V. carbonate cal- cáreo. ) F, CALCINACIÓN. (Mat. Méd.) La calcinación es la operación por la qual se calcinan las materias que son susceptibles de ello, y cal- cinar expresa la acción de quitar por medio del fuego á algunas substan- cias uno ó varios de sus principios: estas voces anuncian pues en el dia un grande error quando se trata de las substancias metálicas, que antes creían verdaderamente calcinar, calentándolas con el contacto del ay- re, ó á las quales se creía quitar el fuego fixado ó el floxístico. Hoy dia está bien reconocido que quando calentamos los metales con el contacto del ayre, la calcinación que experimentan no es de ningún modo la simple pérdida de uno de sus principios, porque pesan mas que antes, sino muy al contrario, la adición ó la fixacion de una par- te del ayre atmosférico que se combina con ellos; por esto en la nue- va nomenclatura química se han mudado las voces calcinar y calcina- CAL 79 cion por lo que respecta á los metales, y se les han substituido las de oxidar y oxigenar, oxidación y oxigenación, que expresan la com- binación de la base del ayre vital ó del oxígeno con las materias me- tálicas. Esta mudanza era necesaria, porque ademas de que del otro modo se hubiera continuado indicando un error, si se hubiese consi- derado la voz calcinación para estas substancias, hubiera sido doble, porque esta voz no podia ya aplicarse á las sales y substancias terro- sas, que realmente sufren una pérdida de principios quando se ca- lientan con mas ó menos fuerza. En la nueva nomenclatura, con- servando á las voces calcinar y calcinación su antigua acepción, es decir, la abstracción, la separación de uno ó varios principios por la acción del fuego, y no aplicando estas voces sino á las mate- rias, á las quales quitamos algún principio, se hacen verdaderamen- te expresivos y útiles. Así llamaremos calcinar las sales, el alumbre, la sal marina, el borrax &c., calcinar piedras ó sales petrosas, co- mo el sulfate de cal ó el yeso, el carbonate de cal ó la greda, las pie- dras calcáreas en general; calcinar materias vegetales y animales, cal- cinar, por exemplo, tártaro y huesos. Efectivamente todos estos cuerpos pierden algunos principios volátiles por la calcinación; los primeros, las sales minerales, propiamente dichas, pierden el agua de su cristalización, sea decrepitando como el muríate de sosa d sal ma- rina , y el sulfate de cal ó el yeso , ya secándose después de fundi- dos como el alumbre; las materias calcáreas pierden no solo el agua de su cristalización, sino también el ácido carbónico, que es uno de sus principios: esta pérdida es la que los hace pasar al estado de cal. Por lo tocante á las materias vegetales y animales se descomponen en- teramente en el fuego, y la calcinación las reduce á su esqueleto ter- roso y salino. En quanto á las propiedades medicinales la calcinación aumenta siempre la energía y actividad de qualquiera substancia que se sujete á ella. F- calcinación filosófica. (Mat. Mid.) En un tiempo en que los errores de la alquimia influian tanto sobre la medicina y sobre la preparación de los medicamentos, en que todas las operaciones y todos los productos de esta pretendida ciencia eran filosóficos, habia también una calcinación filosófica; se. empleaba, especialmente sobre los huesos de los animales, el asta de ciervo &c. Consistia en exponer el asta de ciervo en un vaso cerrado á la acción del agua en vapor, y á sacarle así toda la materia soluble que podia contener; pero este Eroceder no calcinaba sino muy imperfectamente á esta substancia uesosa. Todas las operaciones del alquimia tenían absolutamente la misma inexactitud. F. CÁLCULOS EN GENERAL. (Med.) Todas las partes del cuerpo humano y del de los animales están sujetas á unas concrecio- nes sólidas petrosas, informes ó cristalinas, y de una naturaleza sin, 8o CAL duda diferente. Ninguna cavidad ni ningún órgano cóncavo está exén- to de ello. Casi siempre hay alguna en la glándula pineal: Mr. Vicq d* Acir las ha encontrado en la glándula pituitaria; se han hallado tam- bién en las glándulas lacrimales, en las amígdalas, la campanilla, los canales y las glándulas salivales; y se han visto igualmente en el pul- món y vasos de las personas sujetas á tubérculos. El corazón y los va- sos , aunque en un continuo movimiento, y bañados por un líquido caliente, que corre sin cesar por todas sus cavidades, tampoco se exime de ellos. Sabemos que las válvulas del corazón presentan á ve- ces varios puntos osificados, y lo mismo los bordes de las arterias. Walteher ha visto unas pequeñas concreciones redondas, duras y en parte movibles, adherentes al borde de las venas. Se han encontrado en el estómago, en los intestinos, en el páncreas y en la matriz; el hí- gado y la vesícula de la hiél son el sitio de numerosísimas y muy fre- qüentes concreciones en las enfermedades de esta viscera. Las articu* laciones, los tendones, las aponebrosas y aun el mismo cutis se lle- nan de concreciones tofáceas, después de padecer continuos dolores de gota y reumatismo. Sobre todo en los riñones y en la vexiga es donde se forman los cálculos mas temibles y mas freqüentes: la enu- meración que acabamos de hacer prueba que no hay parte, órgano, cavidad ni región ninguna del cuerpo humano que esté exenta de ello; y que aun los irracionales, que no hacen los desórdenes que en la vida social cometemos freqüentemente, no están á cubierto de estos ma- les. (V. el artículo bezoares.) Sobre la presencia y variedades de estas concreciones podemos consultar á los autores siguientes: Eller y Nicolao Venette, de la formación de las piedras en el cuerpo humano. La obra del primero está en la Colección Académica tom. x. Van-Swieten, tom v, de cálculo. Bianchi, Historia hepática. Morgagni, de sedibus et causis morborum. Historia natural de Mr. Daubenton: Descripción del Gabinete del Rey de Francia^ tomo ni en 4." Vanhelmont, de UthiasL Hevin, sobre las piedras de los riñones y sobre la nefrotomía : Memorias de la Academia de Cirugía, tomo 111. Galeño, Fernelio y Duret. Dionis. Tratado de las operaciones. Merkel, Colección Médica y tomo x. Fichiy de arenulis in locio apparentibus: Pragac 1774. Mr. Louis, sobre las piedras del escroto y la matriz: Academia de Cirugía, tomo v y vni. Walteher t de concrementis terrestribus, et variis parti- bus corporis humani repertis: en folio. Pero averiguando lo que han dicho los autores sobre la naturale- za y diversidad de estos varios cálculos, no hallaremos nada satisfac- torio. Ninguno de ellos es bien conocido todavía, excepto los cálcu- los biliares y los de la vexiga. La mayor parte de los Médicos los han mirado solo como unas concreciones terrosas; y por mucho tiem- po han sido comparadas al tártaro. Algunos Facultativos han sospe- CAL Sí chado si serian de la naturaleza de los huesos; pero sin experiencias positivas. En 1728 dio Pinelli en las transacciones una especie de análisis de un tofo artrítico de tres onzas; sacó amoniaco concreto ó carbonate amoniacal y algunas gotas de aceyte : ha visto que las ta- les concreciones no querían disolverse en los álcalis, y se disolvieron perfectamente en los ácidos. Mr. H. Waston dixo en 1784 que el tofo artrítico se disuelve en la sinovia, se mezcla con el aceyte y con el agua; y por este carácter parece que se aleja de la naturaleza de la piedra de la vexiga, con la qual la habian comparado varios Médicos célebres por la analogía de los síntomas y naturaleza de las enfermedades en que se forman. Pero ¡ quanto pormenor nos falta todavía sobre un objeto de tanta importancia! ¿Por qué los Médicos toman esto con tanta indiferencia? Acordémonos de lo que decia el ilustre Bergman sobre la necesidad de estas análisis, que toda indaga- ción de los medios de curar estas enfermedades debe tener por base un conocimiento perfecto de la materia que las constituye. Espere- mos que en los hospitales, donde son tan freqüentes las ocasiones de poder executar las análisis, se dediquen á ellas. F. cálculos biliarios. (Med.) Los cálculos biliarios son unas concreciones formadas de la bilis, que se hallan en el mismo texi- do del hígado, en sus grandes vasos, ó en la vexiga de la hiél, y aun en los intestinos: las dos especies primeras se forman de la bilis hepática , y las segundas de la cística. En mucho tiempo no se ha te- nido un conocimiento exacto de la naturaleza de estas ccncrecicnes, y aun hay en el dia algunas que no se conocen bien, como las que se encuentran en la substancia del hígado, que son enteramente dis- tintas de las que se forman en la vexiga de la hiél y los intestinos. La naturaleza y composición de los cálculos biliarios se ha considera- do por los Médicos antiguos como una concreción ó espesura de la bilis, formada poco mas ó menos del mismo modo que se hace el ex- tracto por la evaporación; se encuentran varias dificultades para que esto se verifique así, sí se observa que es necesario para que se reali- ce la espesura por este medio un grado de calor de mas de treinta y seis grados, y una larga evaporación para espesar así la bilis; si al mismo tiempo reflexionamos que estas dos circunstancias precisas pa- ra espesarse son sumamente difíciles de verificar en la vexiga de la hiél; ademas si se compara la solidez y demás propiedades de los cálcu- los biliarios con la simple espesura que eí calor artificial da á la bilis, vendremos precisamente en conocimiento de la arbitrariedad que ha tenido esta opinión, y quán forzada ha sido la analogía sobre que la han fundado. La análisis de estos cálculos reprueba aún mas esta mis- ma analogía. Poulletier de la Salle es el primero que ha hecho el exa- men químico de los cálculos biliarios con alguna exactitud: vio que se disolvían en el alcohol á un fuego suave en el baño de arena, como. TOMO II. JL 82 CAL lo habían dicho antes Senac y Valisneri; y dexando enfriar lar'di- solucion, percibia en ella una porción de laminillas blancas, crista- linas y brillantes, que recogió con cuidado. Después de haberse ocu- pado mucho tiempo en estos ensayos, adquirió una porción de esta materia, que examinó con varios ensayos químicos para conocer su naturaleza; y aunque la comparó con la sal sedativa por su forma, halló mas analogía con la de benjuí; examinó su volatilidad y ligere- za reduciéndola á vapor blanco &c.; pero nada halló satisfactorio. Eran precisos otros descubrimientos preliminares para adquirir un co- nocimiento exacto de los cálculos: la casualidad precisamente los pro- porcionó , pues por ella se vio que un pedazo de hígado humano po- drido y desecado al ayre por espacio de doce años, se puso seco, blanco, friable y como terroso, presentándose como un esqueleto calcáreo, selenitoso ú oseoso: se notó que este residuo se fundia al calor del baño de maría, que era indisoluble en el agua, fixándose y enfriándose en ella como la gordura, tomando entonces una forma cristalina, con muchas láminas, disolviéndose en el alcohol; en una palabra, presentando las propiedades análogas á la esperma de balle- na. Se sabe también que enterrando una porción de cadáveres pro- fundamente , se convierten en una especie de xabon amoniacal, cuya base aceytosa tiene una exacta analogía con la materia de la esper- ma de ballena; siendo igualmente confirmativas las demás experien- cias de Poulleter, que prueban dicha analogía. Este descubrimiento explica la formación de los cálculos biliarios, é ilustra la historia de sus variedades: por medio de él se ha averi- guado que de todos los cálculos se puede extraer la materia aceyto- sa y cristalina, de lo que se ha inferido que la superabundancia de esta última en la bilis cística es causa de su formación: la tendencia que tiene á separarse de la bilis, y tomar la forma concreta y cris- talina, manifiesta que por poco que este fluido se detenga en la ve- xiga de la hiél se deben formar cálculos; y las varias proporciones de esta materia son las que constituyen las diferencias de estas con- creciones biliarias. Los cálculos biliarios, formados ya en la vexiga de la hiél, no pueden estar en ella mucho tiempo, principalmente quando han ad- quirido algún volumen , sin producir accidentes mas ó menos graves, ocasionados por la violenta salida de estas concreciones, y los esfuer- zos que hace la naturaleza para su expulsión, anunciados por cólicos incómodos.^ cuyos dolores se manifiestan hacia la región del hígado y según la dirección de los vasos de esta entraña; dolores que suelen ser muy violentos, acompañados de hipo, palpitaciones, suspiros, sudores frios, náuseas, vómitos, poniéndose la piel algo amarilla, habiendo ademas dolor y pesadez de estómago después de haber to- mado alimento los enfermos, con un estreñimiento ú detención de CAL 83 vientre extraordinario: se percibe en todo el hipocondrio derecho cierta tumefacción y tensión dolorosa al tacto. Si los enfermos hacen por casualidad algunas evacuaciones, salen poco teñidas. Quando to- dos estos síntomas están en su mayor vigor, principalmente los do- lores , angustias y síncopes que se añaden, han observado los Médi- cos que son signos ciertos de lá salida de los cálculos de la vexiga, que descienden á los intestinos. Quando el volumen de estas concrecio- nes es muy considerable, no pueden salir de la vexiga por el canal colidoco, lo que pone á los enfermos en el mayor conflicto, pade- ciendo acerbos dolores, siguiéndose una inevitable muerte. Otras veces ulceran el fondo de la vexiga, rompiéndola, y produciendo los funes- tos accidentes que se. siguen á esta perniciosa rotura. Los medios que propone la Medicina para socorrer en parte los accidentes violentos que ocurren en la salida de los cálculos biliarios se reducen á mode- rar y, si ser puede, destruir el eretismo, los fuertes espasmos y do- lores con los remedios apropiados, favoreciendo la salida de estos cuerpos por quantos auxilios sean imaginables, disolverlos , si es po- sible , en los canales que se hallen, impedir su formación ó su aumen- to de volumen: he aquí las indicaciones que se presentan al Médico en esta horrible .enfermedad. Seríamos muy felices si pudiéramos cumplir con la principal y mas útil indicación, que es la disolución de los cálculos biliarios en la ve- xiga; pues aunque no se lograse satisfacer las demás por ser volumi- nosos los cálculos &c., quedaría remediada la enfermedad. Á prime- ra vista parece que las concreciones biliarias pueden ser disueltas con mas facilidad que no los cálculos de la vexiga, en razón de su natu- raleza , y del gran número de disolventes de que el arte puede echar mano: en efecto, el agua sola en gran cantidad, los aceytes ayuda- dos de un moderado calor, el xabon, el alcohol, el éter y todos los espirituosos pueden executar esta disolución, siendo así que solo los álcalis cáusticos obran sensiblemente sobre el ácido lítico, que consti- tuye el cálculo de la vexiga. Pero si se reflexiona sobre el sitio que ocupan las concreciones biliosas, la estrechura del canal de la vexiga de la hiél, la dificultad que qualquiera líquido debe hallar para pasar por el intestino duodeno á dicho canal por estar muchas veces cerrado por los espasmos que acompañarán en esta enfermedad &c. , todo lo qual hace inaccesibles las tentativas de la disolución, por lo que los Profesores del arte de curar no se han confiado en esta esperanza; y así se ve que Valisneri, aunque supo que el alcohol y el aceyte de trementina disolvían los cálculos biliarios fuera del cuerpo, no aconse- ja estos medicamentos sino es con mucha desconfianza. Muchos Prác- ticos se han valido en estos casos de los sucos, de las plantas aperiti- vas y xabonosas, como la buglosa, borraxa, chicoria, saponaria &c. Vanswieten observó que los animales expuestos como el hombre á 84 CAL las concreciones biliarias son acometidos, con preferencia en el invier- no , de esta enfermedad quando les obligan á estar encerrados en los establos; pero comunmente se curan en la primavera quando se les da el verde, y así piensa que los sucos de las plantas son en efecto el mejor y el mas seguro de los remedios indicados para esta enferme- dad. Si estas plantas son con efecto útiles, como lo prueba la expe- riencia , serán quando mas en los casos en donde solo haya una sim- ple espesura de la bilis , pero no en los verdaderos cálculos biliarios; y así es que el mismo Vanswieten desconfia en que haya un disol- vente de las piedras de la vexiga de la hiél. Ext. de F. cálculos de los ríñones y de la vexiga. (Med.) Una de las partes de la Medicina, la mas importante por la consideración qué presenta, por la utilidad que promete, y por los descubrimientos que se pueden hacer de ella y es la materia relativa á los cálculos de los rí- ñones y de la vexiga. Se han recogido un gran número de hechos sobre su historia, sus variedades, su naturaleza; se ha escrito mucho sobre los síntomas que produce, los medios de averiguar su existen- cia , de los remedios propios para destruir ó calmar sus terribles efec- tos , sobre los que se han creido capaces de disolver dichas piedras: se han propuesto igualmente un gran número de síntomas sobre su formación, de suerte que de todos estos escritos se pudieran formar ocho ó diez volúmenes en 4.0; y sin embargo el resultado de todos estos trabajos no nos ofrece aún sino una idea de nuestras miserias, y de quán limitados son nuestros conocimientos en algunos ramos, que por desgracia manifiestan la debilidad del espíritu humano. Si se qui- tan de todas estas obras los errores de hechos, las fantasmas de ima- ginación , los prestigios de ilusión, las promesas y las mentiras del empirismo ó charlatanismo, no quedan sino muy pocas cosas exac- tas. Si se exceptúa la parte histórica y descriptiva de los cálculos, los síntomas que producen, y la naturaleza de estas concreciones, mejor examinadas con los trabajos de los modernos, lo restante no sirve mas que de embrollar las cabezas de los jóvenes, y conducirlos por caminos torcidos para la práctica. ¿ Convendría exponer aquí todas las ideas que han amontonado sobre esta parte de la Medicina ? No •ciertamente, pues mas útil será presentar los hechos bien examinados, y condenar al olvido las opiniones particulares y aun fantásticas de Paracelso, Vanhelmont &c. Despreciemos todo lo que es sistemático omitiendo los errores que por largo tiempo han retardado los progre^ sos del arte sobre este ounto, y presentemos lo mas útil. Las concreciones sólidas de los riñones y la vexiga, que llama- mos cálculos, son sin duda de la misma naturaleza, teniendo un mismo origen, y siendo formados del mismo líquido, esto es, de lá orina, de donde toman sus principios. Por lo regular los cálculos dé la vexiga principian por una concreción de los riñones, que se for- CAL 8$ man en lo que los Anatómicos llaman pelvis de estas visceras; des- pués baxan por el uréter á la vexiga; su volumen no siempre le per- mite salir por la uretra, y aumentándose este, crece también la im- posibilidad de salir por dicho canal. Los cálculos de los riñones son de dos especies: los unos están libres y aislados en la pelvis del ri- ñon ; y los otros por lo regular son mas voluminosos, y se hallan implantados, adheridos ó pegados. Su forma y volumen varía; ya son redondos ú ovalados &c.; ó ya son pequeños como una lenteja, y a veces llegan á ser como una avellana: su superficie unas veces es lisa, y otras se presenta áspera: la mayor parte están compuestos de granitos irregulares, polígonos, brillantes y cristalinos, unidos unos a otros; á veces se forman de capas ó láminas, y entonces son mu- cho mas sólidos: su color por lo regular es pardusco mas ó menos claro, algunas veces es algo roxizo; en fin, son infinitas las varieda- des y anomalías que se encuentran en los cálculos, ya sea con respec- to á su figura , volumen, peso, color &c., que el referirlas alargaría demasiado este artículo; y así solo nos hemos contentado con indi- carlas en general. Es muy importante considerar y conocer el sitio que ocupan los cálculos para concebir mejor sus efectos, los síntomas que producen, y para determinar los medios que puedan aliviar los enfermos. En general los cálculos pueden ocupar quatro sitios diferentes, á saber- la pelvis del riñon, los uréteres, la vexiga de la orina, y el canal de' Ja uretra: en cada uno de estos sitios las piedras pueden estar de dis- tinta manera, y ofender mas ó menos: en los riñones por lo general se hallan libres y como nadando en la orina que se halla en la pelvis- en este caso son menos molestas, y se hallan mas dispuestas á baxar por los uréteres á la vexiga, que es lo que sucede mas freqüentemen- te con estas concreciones; y así hay muchas personas que de tiempo en tiempo arrojan unos calculitos con la orina, sin producir grandes doloresj y no sucederá esto quando las concreciones están adheridas a los ríñones, que entonces excitan dolores sordos ó violentos, infla- mándose y aun supurándose los riñones, y á veces destruyéndose en- teramente estas entrañas. Otras veces el "cálculo pasa de los riñones al uréter, y muchas veces su volumen y forma le permiten el paso a la vexiga con la orina; pero en otras el cálculo suele ser tan grue- so, y de una forma que no es proporcionada á la cavidad cilindrica del uréter, que impide el paso, y hace que se detenga en él, sin poder pasar ni atrás ni adelante. Este acontecimiento es muy funes- to , pues las lesiones que resultan en el sistema orgánico suelen ser las mas veces mortales. Los cálculos de la vexiga pueden tener dos orígenes (como se ha dicho ya), proviniendo de una concreción re- nal , que baxa por los uréteres, formando el primer fundamento para que se vaya adhiriendo la materia calculosa, ó naciendo de una causa 86 CAL externa como un cuerpo extraño qualquiera introducido de afuera; en uno y otro caso la piedra puede estar libre, movible, y ocupar sucesivamente , y según diversas circunstancias , como la situación del enfermo, cantidad de orina &c., varios puntos de la cavidad de la vexiga , puede estar en su fondo y comprimir el intestino recto , pue- de ocupar el cuello de la vexiga, é interrumpir el paso de la orina; la situación horizontal la hace mudar de sitio, dirigiéndose hacia el fondo; esta misma piedra puede estar adherida en todos los puntos de la superficie interna de la vexiga de varios modos. Quando un cal- culito renal ó vesical ha sido introducido por medio del vehículo de la orina en el canal de la uretra, si su volumen , forma y asperezas no le permiten pasar por este camino estrecho y sensible, entonces se detiene en algún punto de este canal, y produce dolores, adhe- rencias, inflamaciones, hemorragias, á que se suele seguir también la retención ó supresión de orina. Quando estos cálculos se hallan ea la parte membranosa del vulvo de la uretra inmediata á la fosa navi- cular , haciéndose perceptibles los cálculos al tacto, en estas circuns- tancias la Cirugía puede libertar estos accidentes haciendo una incir sion, y sacando estas concreciones, y curando después la herida por el método ordinario. Observamos que es muy difícil decidir sobre la existencia de un cál- culo en los riñones y en los uréteres, pues se ve con freqiiencia haber en los primeros cálculos considerables, sin que los enfermos estén in- comodados , y los Médicos puedan distinguir y percibir su existen- cia, y esto sucede principalmente quando los cálculos son redondos y lisos; pero lo mas comun es producir síntomas incómodos, que se hallan descritos por los Médicos. El dolor insoportable que algunas veces excitan, viniendo acompañados de pulso febril y contraído, de náuseas y vómitos, se le ha dado el nombre particular de cólico nefrítico; se propaga por lo comun según la dirección de los uréteres hasta la vexiga, el cordón espermático , y aun los testículos; produ- ce la retracción y acortamiento de estas partes, y el infarto doloroso del escroto. Todos estos síntomas cesan quando el cálculo desciende y cae de los riñones á los uréteres; los enfermos sienten las mas ve- ces , y aun anuncian ellos mismos este tránsito. El movimiento y un exercicio violento son casi siempre las causas ocasionales de los do- lores y demás síntomas producidos por el cálculo de los riñones; y si estos son de una superficie áspera, no pocas veces suelen seguirse he- morragias , que salen por la uretra, difíciles de distinguir qué origen traen (V. hematuria.) ; como también la supuración, que á veces sale por la misma parte, conseqüencia de los mismos cálculos. Los do- lores que dependen de los cálculos detenidos en los uréteres son muy difíciles de distinguir de los que son producidos por estas concrecio- nes situadas en otros sitios, particularmente de las que se hallan en los CAL 87 ríñones. Vanswieten previene á los Médicos que sean prudentes en el pronóstico de los cálculos de los riñones; que las enfermedades de las partes vecinas pueden hacerles equivocar como el reumatismo de estas partes, particularmente lo que se llama lumbago , y otras enfer- medades doloríficas. Galeno, Sidenham y Boerhaave confiesan haber- se equivocado. Sin embargo de la dificultad que ofrece el diagnósti- co de esta enfermedad si se reúnen todos los síntomas, y comparan entre sí, se puede adquirir, si no un conocimiento cierto, á lo menos unas sospechas vehementes sobre este mal. La disposición hereditaria puede ilustrar infinito al Médico lo mismo que las arenillas y calculi- llos que arrojan los enfermos en la orina; si á estos primeros datos se- une que los enfermos tienen una vida sedentaria, si estos permane- cen por mucho tiempo en una situación horizontal, se confirmará mas la presunción de los cálculos renales, y mucho mas si los dolo- res siguen el trayecto de los uréteres, si hay náuseas ó vómitos. To-- do Jo qual podrá hacer creer entonces que puede haber cálculos en los riñones. No es fácil decidir siempre de la existencia de un cálculo en la vexiga, pues los litotomistas mas diestros y exactos se han equivoca- do muchas veces; y así se ha visto que una úlcera en la vexiga, ó una inflamación ó afección catarral de esta viscera, la induración es- quirrosa de sus paredes, las almorranas y las enfermedades del intes- tino recto han engañado á los hábiles Profesores; y es preciso para decidir sobre este punto que sea con toda la prudencia necesaria. Pa- ra adquirir un conocimiento exacto del diagnóstico del cálculo en la vexiga, debe el Médico informarse primero si el enfermo tiene dispo- sición á la diátesis calculosa , si hay signos de cálculos en los riñones, si los enfermos han arrojado alguno, ó si han sentido que han descen- dido á la vexiga, y quanto tiempo hace que se verificó. Un cálculo pequeño contenido en la vexiga, y que se halle hacia su orificio, pro- duce antes de orinar un pujo ó tenesmo, y á veces dolor: la orina sale inmediatamente, y se detiene según el pujo, y el dolor se aumen- ta : si el cálculo es muy grueso, su peso hace que se aproximen las paredes de la vexiga, y mucho mas quando está vacía de orina, en cuyo caso los dolores son muy vivos, y se harán mas vehementes si los cálculos son ásperos. Quando la orina sale gota á gota, con dolo- res y tenesmo, es uno de los signos de que hay piedra en la vexiga; pero este síntoma solo no decide de ello ; es necesario que se añadan otros para asegurarse del diagnóstico, como son el que los enfermos, mudando de postura, se alivian , loque no sucede en otras enferme- dades de la vexiga; la orina sale blanca, formando un sedimento mu- coso muy espeso, que se pega al vaso en que se recibe, bien que se separa prontamente; es muy abundante, y las mas veces fétida; el prurito y dolor en la glande, y mas particularmente al borde del ori- 88 CAL ficio de la uretra en la misma glande, es uno de tos signos mas decist* vos de la existencia del cálculo en la vexiga. Pero todos los signos que hemos referido no son sino racionales, y pueden ser muy bien inciertos, pues todos ellos se han solido presentar sin que haya cál- culo en la vexiga; los litotomistas se valen de dos medios, que no pueden engañarse tan fácilmente, y que se deben mirar como signos patognomónicos y decisivos: el uno es la introducción del dedo ín- dice °ó el del medio por el ano en los hombres, y la vagina en las mujeres; y el otro es el uso del catéter. ( V. esta palabra y cate- retismo. ) Estas dos investigaciones son puramente quirúrgicas, y se tratarán en los artículos ya citados y en el de litotomia No se puede dudar que los cálculos de los riñones y de la vexi- ga, que son de la misma naturaleza, no son formados sino por una substancia animal particular. Vanhelmont ha sido el primero que ha hecho destilar estas concreciones, y no ha sacado de ellas sino un es- píritu fétido de orina, cristales amarillos, y un poco de aceyte seme- jante al que se saca de la orina evaporada, quedando de residuo una tierra negra, quemada, friable é insípida. Son muchas las análisis que han hecho los autores de estas substancias petrosas, que omiti- mos por pertenecer mas bien á la erudición química; y solo expon- dremos de todas las que refiere Furcroy y Scheele por parecer la mas exacta, y por la que ha hecho ver que la piedra de la vexiga es for- mada la mayor parte de un ácido particular, que nosotros llamamos Utico y setenta granos de cálculo de la vexiga han dado en la desti- lación á este autor veinte y ocho granos de este ácido seco y subli- mado de carbonate amoniacal, y doce granos de carbón muy difí- cil de incinerar. Mil gotas de agua hirviendo han disuelto poco me- nos de tres granos del mismo ácido: esta lexía enroxece los colores azules, separándose la mayor parte en cristales pequeños quando se enfria este líquido. El ácido sulfúrico concentrado disuelve el cálculo con la ayu- da del calor, y pasa al estado de ácido sulfuroso; el ácido muriático no le ataca; el nítrico le disuelve completamente, desprendiéndose gas nitroso y ácido carbónico mientras su acción: esta disolución es roxa , y tiene un ácido libre; pinta la piel y todos los texidos orgá- nicos de color roxo, no hallándose en ella señal de ácido sulfúrico por las sales baríticas solubles, ni de cal por el ácido oxálico; el agua de cal forma en ella un precipitado soluble, sin que haya efer- vescencia con los ácidos. Los álcalis cáusticos disuelven el cálculo según Scheele: esta disolución se precipita con la cal. Bergman ha des- cubierto ademas en el cálculo una materia blanca esponjosa, indiso- luble en el agua en los ácidos y los álcalis: el carbón incinerado de esta substancia, que por su corta cantidad no pudo conocer su natu- raleza , tampoco se disuelve en el ácido nítrico. Según la análisis de CAL 89 estos dos hombres célebres, y otras varias que han repetido muchos químicos, se han hallado siempre los mismos resultados, por lo que no se deben tener ya á los cálculos por una tierra huesosa. Las propiedades conocidas del ácido lítico son las siguientes: i.° es concreto y cristalino: 2.0 es poco soluble en el agua, siéndolo mas en la caliente que en la fria: 3.0 se disuelve en el ácido nítrico, y absorve una parte de oxígeno, y forma entonces una masa roxa de- liqüescente, que tiñe varios cuerpos, se une á las tierras, á los oxi- des metálicos, y forma sales neutras particulares, que llamamos li- tiate amoniacal, calcáreo, de potasa, de sosa &c.: 4.0 prefieren sus atracciones los álcalis á las tierras: in Tribunali Medico desiderabantur. Y un li- bro De fucile parabilibus é veterum et recentiorum observatione comprobatis , et ex arcanis natura? chimico artificio, et artis ma- gisterio eductis. Amberes 1663 , folio. CALDO. ( Hig.) [El caldo es un cocimiento de" carne animal hecho en agua. Los caldos mas nutritivos son aquellos que se prepa- ran particularmente con carne de animales adultos de la clase de los quadrúpedos, como la vaca y carnero, á las que se añade la de ternera y cordero, y también la de capones, gallinas, pollos, per- dices &c. Quando se quieren sacar caldos agradables y al mismo tiem- po alimenticios, se mezclan en ellos cebollas partidas, chirivías, na- bos , apio &c.: se tendrá cuidado de que estén ligeramente salados, y la cantidad de agua que envuelva los principios alimenticios será siem- pre según queramos que el caldo sea mas ligero, ó mas cargado , según se quiera: el que se llama substancioso no es mas que un extracto bas- tante grueso del xugo animal preparado. Estas especies de caldos se hacen en una marmita de barro ó de hierro (ó en puchero), ponién- dola á una lumbre mansa, y siempre igual: estas son las condiciones esenciales para lograr siempre un caldo muy bueno. Hay algunas per- sonas que aconsejan el que desde luego se ponga blanca la°carne, es decir, hacerla hervir hasta que haya arrojado su espuma , y en segui- da arrojar el agua de este primer caldo. Otros creen que es suficiente el espumar bien el cocido á tiempo, y que es necesario tirar una agua, que está ya cargada de una cierta cantidad de xugos expri- midos por el calor. Las carnes de los animales se deben tene°r al fuego mas ó menos tiempo según que sean mas ó menos duras. La carne de vaca y la de perdiz se puede cocer muy bien en cinco horas; para el carnero suelen ser necesarias tres ó quatro , y para las aves viejas lo mismo. Necesitan cerca de dos horas las de ternera, cordero, po- llos y pichones. Debemos saber que el cocido ha hervido ya todo lo necesario, y que el agua está bien cargada de sus xugos alimenticios, quando la carne se separa de los huesos con suma facilidad. Si la carne está muy cubierta de gordura, será necesario quitár- sela antes de ponerla á cocer. Si interiormente es muy crasa, será menester, después de hecho el caldo, quitar la gordura, que 'siem- pre sobrenada; de otro modo nos exponemos á dar cantidades de gordura á muchas personas, cuyo estómago no está dispuesto para digerir los cuerpos muy crasos. Se debe también cuidar de pasar los caldos por un cedazo para quitar las impuridades que'quedan siem- 94 CAL pre después de hecha la decocción, y las diferentes substancias vege- tales que se mezclan con ellos. Los caldos se usan en casi todas par- tes , y hay pocos alimentos que sean mas nutritivos que ellos, ni mas agradables. Se les añade los harinosos, cómo que son unas de las subs- tancias mas alimenticias, y lo que mejor también se digiere. (Así no- sotros usamos los garbanzos y arroz.) Con ellos se forman las sopas.] caldos. ( Mat. Méd.) Los caldos son unos alimentos líquidos, que no se diferencian en general de las tisanas, apócemas y coci- mientos , sino en que estos se hacen con la mezcla de diferentes car- nes. Por eso se llaman también en latin juscula caldo. Para los cal- dos medicamentosos regularmente se echa mano de las carnes de ter- nera, carnero, cabrito, cordero, pollo ó gallinas viejas. Las ranas, los galápagos, las víboras y los cangrejos entran también en la de- cocción de los caldos, y se ha llegado á creer que estos contribuían singularmente para sus virtudes. Estas materias animales se combinan con las plantas xabonosas, aperitivas, depurantes, aromáticas &c. cuyas preparaciones son mucho mas agradables para los enfermos que las apócemas y julepes. Para preparar los caldos, lo primero es lavar bien las carnes de los quadrúpedos, dexándolas por algunos minutos en el agua hirvien- do. Si se echa mano de carnes poco trabajadas, es necesario guardar con ellas la misma precaución. Si la base principal de los caldos es formada con las víboras y los galápagos, se debe hacer la primera decocción en vasijas bien tapadas para conseguir la parte odorífera y volátil que se crea existir en estos animales. Quando la carne está ya blanquecina, se pone á hervir en una vasija de barro tapada, con su* ficiente cantidad de agua y con poca lumbre; al último se echan las plantas según el orden que ellas guarden en su consistencia, como se hace ordinariamente en los cocimientos de ellas y en sus composicio- nes. Los cangrejos se machacan vivos en un mortero de mármol, se meten en los caldos quando están muy calientes, y se dexan infun- dir en una vasija tapada hasta que se enfrien; de este modo se con- serva el sabor y el olor de este animal crustáceo. Los caldos se cue- lan en frió con el objeto de quitarles la gordura. Los caldos restaurantes no se preparan ya como lo hacian los antiguos. Tomaban una gallina vieja, una perdiz, un capón cebado, plantas aromáticas, confecciones cordiales, y unas láminas de oro y plata, lo ponian todo á destilar en el baño de maría, y mandaban á los enfermos que tomasen de aquel líquido destilado. Esta prepa- ración no tiene virtud alguna, y tampoco produce efecto sensible; es como si se prescribiese para caldo á un enfermo el agua que se re- coge en la tapadera de una vasija que ha servido para cocer las car- nes , y se juntase con el caldo contenido en esta. La cantidad de los ingredientes que componen un caldo es con CAL 95 corta diferencia la misma que se prescribe para hacer los cocimientos; debe ser principalmente relativa á las indicaciones que queremos sa- tisfacer ; un caldo por lo regular no debe pasar de diez onzas de ve- hículo. La mayor parte de los caldos son alterantes; pero ellos va- rían después en sus propiedades particulares; así es que se hacen ape- ritivos, depurantes, atenuantes é incindentes, antiescorbúticos, be- chicos , dulcificantes y espectorantes, refrescantes, restaurantes é in- crasantes. Estos últimos se preparan por lo comun , ademas de las aves, con la carne de vaca, ranas, galápagos, las almendras y los granos cereales. En los caldos refrescantes entran la carne de vaca, el pollo flaco, la acedera, la acelga, la lechuga, la verdolaga &c. Los be- chicos incindentes tienen por ba^e las chirivías, los nabos y las rosas encarnadas; se añade en esto la asadura de vaca , el galápago, las ra- nas, y alguna vez los caracoles, las azufayfas y los dátiles. Los cal- dos aperitivos y depurantes contienen regularmente la borraxa, la agrimonia, el lúpulo, la achicoria , la bardana, *la romaza , la víbo- ra , las ranas. los galápagos y los caracoles &o En fin se les hace ser antiescorbúticos mezclando con la carne de carnero ó de vaca el berro, la becabunga, el rábano y los ácidos vegetales, que se unen muy bien con los caldos después de hechos. Los caldos se suelen usar en la extenuación, en la debilidad, en las tisis incipientes, en las enfermedades que dependen de vicio par- ticular de los humores blancos, en las obstrucciones de las visceras, en la alteración de la linfa, en la hemoptisis, en la tos, en la ortof- nea y la dysnea, en la supresión de los menstruos, en las flores blan- cas , en las úlceras internas, en las enfermedades cutáneas, en el reu- matismo &c. Tales son los principios generales que deben guiar á los Médicos jóvenes en la prescripción de los caldos; y nosotros añadi- remos á estos preceptos las observaciones de Mr. Touvenel sobre las virtudes y la preparación de estos medicamentos; pues ningún autor ha tratado esta materia con tanta extensión y utilidad. Desde luego observo, dice Mr. Touvenel, que los Prácticos no están acordes entre sí con relación á las indicaciones que se propo- nen satisfacer administrando los caldos de galápago, caracoles, ra- nas ó víboras; del mismo modo que los de la carne de buey, va- ca , carnero , ó de las aves. En quanto á los efectos de estos últimos no son los mismos, según los diferentes paises en que habitan. Los unos quieren que sirvan para refrescar; para moderar el movimiento de los sólidos, y aumentar la consistencia de los humores; otros sos- tienen que hacen un efecto del todo contrario á este. Sin embargo, la opinión mas generalmente recibida es que estos caldos, como tam- bién los de animales jóvenes domésticos, producen los primeros efec- tos , y el de alimentar con mas abnndancia ; entre tanto que los de víboras, caracoles, y en general los de los animales viejos domésticos 9<5 CAL obran dando mas energía á todo el sistema, y de aquí se origi- na la aceleración del círculo, el aumento de calor y de las secre- ciones &c. Cada uno lo explica á su modo; pero examinemos los hechos. Ya he indicado ai principio de este artículo los efectos generales de estas preparaciones aquosas y mucosas, y también en los casos en que se pueden emplear con poca diferencia. Entre estos pro- ductos hay algunos que son palpables y demostrables; y otros que no se pueden examinar sino ae una manera vaga, indirecta y dudosa, quando otros son enteramente precarios. En la primera cla- se coloco la digestión mas ó menos fácil, el aumento ó disminución del calor, de pulsaciones, de algunas secreciones, de la fortaleza, de la gordura &c. En la segunda clase se contienen la depuración ó el restablecimiento de los humores viciados en su mezcla natural; la di- lución , la atenuación ó la inspisitud de los líquidos, que adquieren demasiada ó muy poca consistencia; la relaxacion, la blandura de los sólidos, ó la disminución de su tono físico, una nueva distribución de sus fuerzas vitales &c.; en una palabra, todos los efectos alte- rantes indicados por los Médicos de cada secta, y de los que la ma- yor parte son imaginarios ó deducidos de experiencias hechas en cuerpos que no gozan de vida. Por otra parte, entre los casos en que he visto emplear, con mas ó menos suceso, estas preparaciones, y que por lo regular obraban con energía, eran las siguientes. Por exemplo, los caldos de víboras en las enfermedades cutáneas y ulcerosas de la piel, y en general en todos los casos en que era necesario sostener ó res- tablecer las excreciones de este órgano. También están alabados para remediar el estado torpe ó lánguido de todo el sistema, ó de algunas partes de él. Los caldos de caracoles se dan en las en- fermedades de la piel quando son muy graves; pero principalmen- te en las tumefacciones mucosas ó pituitosas del pecho, en las afec- ciones análogas de los riñones, es decir, quando la qualidad de las orinas parece anunciar un estado de debilidad y una disposición á la degeneración viscosa de estos órganos. En fin se sirve aun de ellos en el caso de obstrucciones y de inercia. Los caldos de galápagos es- tan destinados particularmente para quando hay una consunción ex- terna ó una extenuación, para las toses rebeldes, las fluxiones acres, las úlceras del pulmón, y también para las afecciones nerviosas ó va- porosas , algo crónicas en los sugetos delicados, que tienen el pecho endeble ó amenazado de padecer la hemotísis, ó bien algunas dis- posiciones á la diátesis escorbútica, y para aquellos que claramente padecen el escorbuto ; los caldos de caracoles se substituyen por los anteriores en muchos de estos casos, con preferencia en aquellos que son relativos al pecho. Por último los caldos de ranas, mirados como CAL 97 sucedanos ó casi equivalentes, ó como un poco superiores á los de pollo, de vaca y de carnero en las simples indisposiciones caracte- rizadas por el calor, ó por una excesiva sensibilidad, por una sed habitual, en los dolores vagos, espasmódicos ó inflamatorios, y tam- bién en los males leves de los tegumentos, del pecho, de los ór- ganos mesentéricos, acompañados de aumento de calor, de irrita- ción , ó de lo que se llama inflamación lenta. Resumiendo y raciocinando un poco sobre esta exposición, que compendia los efectos de estos remedios, y las especies de enferme- dades en que se administran, y en seguida atribuyendo á cada una de estas drogas la dosis de propiedad relativa, que después del len- guage teórico-vulgar les es peculiar para satisfacer tales ó tales indi- caciones , se encuentra de una y otra parte , quiero decir, en la fór- mula mas recomendada que hay propiedades é indicaciones para cada caso: teniendo cosas comunes ó generales, que son incontrastables, y particulares ó individuales establecidas sobre suposiciones á lo menos ocultas, y con las que no se puede contar de ninguna manera. Por esta vez yo abro mi diario de observaciones, y encuentro al frente la que he practicado en mí mismo. (Era necesario para principiar bien reco- nocer los efectos sensibles, para de este modo llegar mejor á los que no se han visto.) Yo desde luego he echado mano para esto de los termómetros, instrumentos que andan siempre entre las manos de un Médico observativo. Pero no me he servido de ellos mas que para mí mismo; quando he tenido que calcular cantidades infinita- mente pequeñas, me fué preciso el tener unas reglas precisas. Yo no referiré mas que los resultados de las experiencias, pues la descrip- ción de estas haria un discurso demasiado prolixo. Preparé todos los caldos en el baño de maría, por espacio de quatro horas, con diez onzas de agua y media libra de cada una de las substancias de que hice mención en mi análisis; tomé cada uno de estos caldos por muchos dias consecutivos en ayunas, ya frios, ya calientes, estándome en la cama y fuera de ella; el estado habitual de mi pulso era de sesenta y quatro á sesenta y cinco pulsaciones por minuto, y el del calor en la extensión ordinaria de veinte y ocho á veinte y nueve grados. Los efectos comunes de todos estos caldos, tomados calientes y en cama, eran desde luego como el de todo cal- do caliente, tomados á dosis iguales, quales eran: aumentar el calor y el número de las pulsaciones, y lo mas comun era el avocar á la piel una ligera humedad. Estos resultados no permanecían arriba de una hora. No he observado diferencia alguna en todas estas conside- raciones entre los caldos ordinarios,y los de ranas y galápagos &c., de los que se ha hecho uso luego que el aumento de calor ha llegado a cerca de dos grados, y el de las pulsaciones á nueve ó diez. Los caldos de caracoles han producido dos ó tres pulsaciones, pero sin au- xguo ii. 98 CAL mentar el calor. Los caldos de cangrejos han aumentado un poco es- tos dichos resultados. Finalmente los de víboras han llevado el incre- mento del calor hasta quince grados. La humedad de los tegumentos era proporcionada. Queriendo saber qué parte de estos productos podia correspon- der al calor de los caldos y quál al de la cama, tomé los mismos co- cimientos fríos estando en cama, y calientes fuera de ella. Observé en el primer caso que el calórico no se aumentaba en razón de las pulsaciones, y que se verifica lo contrario en las otras circunstancias. Esta observación me conduxo á creer que el aumento de calor del animal era principalmente relativo al calor de los caldos, y á este, en el qual se hallaba; entre tanto que la freqiiencia y el desenvolvi- miento del pulso dependía con preferencia del trabajo digestivo, de la especie de impedimento, que ocasionan siempre mas ó menos las decocciones copiosas cargadas de substancias animales, con preferen- cia las de caracoles, cangrejos y galápagos, que justamente son los mas crasos. En quanto al efecto de aumentar las excreciones de la piel y de los riñones me ha parecido que están en razón directa de la cantidad que se bebe, y en razón inversa de la temperatura ex- terna ; de suerte que con las circunstancias, capaces de favorecer la transpiración , las orinas no son tan abundantes, y viceversa. Por otra parte todo esto tiene lugar del mismo modo en las bebidas de agua con azúcar, que yo he tomado por término de comparación. Hasta aquí no se ha visto aún cosa ninguna bien manifiesta, sino es que hay un poco de mas acción de parte de los caldos de caracoles, de víboras que de todos los demás. Pero es necesario atender á que entre estos caldos los que se emplean mas comunmente como medici- nales están preparados con una cantidad mucho mayor de substancias que los que se hacen generalmente, y los caldos dietéticos son del todo contrarios á lo dicho. La dosis comun es de media libra para cada caldo. Se reputan como muy escasos para las viandas ordina- rias ; pero es muy excesiva con relación á la mayor parte de otros animales. Por exemplo, se necesitan para cada caldo treinta cangrejos, veinte y seis ranas y veinte y dos caracoles de un tamaño mediano, entre tanto que. solo se emplean regularmente de siete á ocho de unos y de otros. Es necesario también echar mano de siete víboras grue- sas , en lugar que solo nos servimos de una para dos caldos. Las can- tidades ordinarias del galápago son de dos á quatro onzas. Haciendo de este modo la decocción con excesivas cantidades mas de las que he incluido en la composición de los caldos medicinales, y la dismi- nución relativa de los efectos sensibles que he experimentado, se ve- rá que. se reducen á muy poca cosa. Se observará que el producto manifiesto y momentáneo de estos caldos tan disminuidos es el mis- mo que el de los preparados con mas actividad, como son los de vi* CAL 99 boras v caracoles, y equivaldrá todo al de los caldos dietéticos, au- méntalo en doble cantidad, es decir, llevados hasta la dosis ordi- naria, que es cerca de una libra de su substancia. Esto mismo tam- bién es lo que yo he verificado tomando todos mis caldos prepara- dos de esta manera; de suerte que yo he experimentado otro tanto efecto calefaciente diaforético, restaurante, de los caldos de las car- nes ordinarias que de todos los demás, y del mismo modo mi esto- mago se hallaba mejor con los primeros. Las observaciones dietéticas que se han hecho sobre el uso de los animales, reputados como medicinales, no están por eso tampoco mas en favor de las virtudes que se les ha atribuido. Generalmente en todos los países, en donde se encuentran estos animales, su uso se hace económico y diario. En Inglaterra, por exemplo, se comen mu- chos galápagos; se hace de ellos sopas y condimentos; pero pocas veces se administran como medicamentos. En Italia hay un consumo extraordinario de víboras; es verdad que lo mas freqüente es el to- marlas como profilácticas, ó bien para rehacer la sangre en los tiem- pos medios ó buenas épocas del año; y así es como se toman en Fran- cia los caldos de las ranas para purificarse; y los de vaca para refres- carse &c. En Escocia, por el contrario, al paso que es muy abundan- te en víboras, no se las reconoce qualidad alguna medicinal ni profi- láctica. En ciertos países se sirven de diferentes especies de culebras como alimentos. En otros se toman como medicamentos en su lugar, y con los mismos objetos que las víboras. Lo mismo se dice de los cangrejos, caracoles y ranas: se comen indistintamente, y sin experi- mentar daño alguno, muchas docenas de ellos en una sola comida, y se contentan con poner quatro ó cinco en un caldo medicinal. ¿ Se debe pues, en conseqüencia de mis experiencias particulares, y des- pués de estas observaciones dietéticas hechas sobre personas sanas* concluir con la nulidad de las virtudes medicamentosas de todas es- tas substancias ? ¿ La naturaleza enferma no se llega á presentar en sus necesidades, y no se sabe que ella llega á disipar sus enfermedades, las mas graves y mas inveteradas, con los remedios ligeros continua- dos por largo tiempo ? ¿ Y por último, quando faltan los efectos sen- sibles para juzgar de la eficacia de estos remedios hasta qué punto se puedan creer sin qualidades alterantes ocultas? Antes de responder á esta qüestion, únicamente por su sola observación (pues que la teoría no sirve en objetos tan pequeños), referiremos la suma de las principales propiedades atribuidas á cada una de estas drogas por la naturaleza misma de las enfermedades, para las que se han recomen- dado especialmente. De aquí resulta que las virtudes fortificante , diaforética y depu- ratoria son las principales en los caldos de víboras; las virtudes reso- lutiva, ó como se dice , incindente, aperitiva y diurética en los cal- loo CAL dos de cangrejos; las qualidades restaurante, analéptica, incrasante y balsámica, según la expresión vulgar, en los caldos de galápagos y en los de caracoles; y en fin, en los de ranas, las propiedades dul- cificante , atemperante y refrescante. Es pues particularmente en las enfermedades que manifiestan satisfacer las indicaciones relativas á es- tas pretendidas virtudes, en las que se deben ensayar estas diferentes substancias. Se observa desde luego que las tres últimas, por solo lo que queda anunciado de sus virtudes, y aun mas por el carácter de las enfermedades en el tratamiento de las que se quieren curar, de- ben tener entre sí mucha relación. Me parece por otra parte que la qualidad comun y fundamental de estas substancias, y de las que con mucha naturalidad se deben derivar todas las otras, es la de ser pu- ramente nutritiva; y en efecto en todos los casos en que se creen convenientes el principal objeto con que se administran es el de dar un buen alimento. Ubi satius est medicamentum in alimento quee- rere. ¿Pero quál es el mejor alimento en estas circunstancias? He aquí una dificultad indisoluble. Su solución embaraza tanto á los Quími- cos como á los Prácticos. Todo lo que se puede decir de mas ve- rosímil de ella es que si un alimento mas viscoso, insípido, menos adequado para evitar el juego de los órganos digestivos, y por con- siguiente también lo mas apropiado para una digestión mas prolonga- da , para una elaboración mas penosa, y dotado de una qualidad ali- menticia mas durable que la nutrición sacada de los alimentos ordi- narios, es realmente preferible en los casos mencionados; y á los ga- lápagos , á las ranas, á los caracoles y á otros animales de esta es- pecie es á lo que es necesario recurrir en tales ocasiones. Toda esta teoría tan ingeniosa como qualquiera otra sostiene la opinión refe- rida. Mr. Thouvenel pasa en seguida á exponer las virtudes particula- res de cada caldo, y lo que la observación le ha manifestado sobre este punto. Y aquí solo concluiremos en general, que este Médico, estando de unánime consentimiento con todos los que han conocido mejor la naturaleza de las substancias medicamentosas, no ha atribuido virtudes tan sobresalientes á estas diferentes especies de caldos, como las que han ponderado muchos Prácticos; pues que no ha encontrado en ellos mas que una energía mucho mas grande que en las decoccio- nes de los alimentos ordinarios. Nosotros insistimos principalmente en que el uso de los galápagos, de las víboras y de los cangrejos como alimento en muchos países, y á las cantidades mucho mas subidas de las que se prescriben en los caldos medicamentosos, debia ya des- pués de tanto tiempo, desengañar á los Prácticos. Todo lo qual com- prueba que el arte de observar en la Medicina es la parte mas difícil de la tísica, y que el error es muy difícil de evitar. F« CAL 101 Los caldos mas usados, y que se hallan en nuestra Farmacopea, son los siguientes: caldo de pollo lienterico, llamado también valentino. Para hacerlo se toma un pollo de gallina, se peía, y después de ha- ber quitado la cabeza, las patas y las tripas, se llena hasta la mitad el hueco ó cavidad de dicha ave con rosas roxas; se añade ademas tres dracmas de trociscos de Ramich pulverizados, una dracma de carcoma de algarrobo; despues't£e acaba de llenar con las mismas ro- sas , y se cose, cociéndolo en una olla nueva vidriada con doce li- bras de agua pura hasta que se reduzcan á ocho: entonces se saca el pollo, y se cuela estando el caldo aún caliente. La cantidad que se na de tomar es de quatro á seis onzas por toma. Este es un excelen- te remedio para las diarreas y disenterias, pues ademas de ser un buen medicamento, puede servir de alimento. caldo de víbora. Se toma una víbora reciente y preparada, esto es, quitada la cabeza, la cola y el pellejo, se corta en trozos, y se añaden seis dracmas de sándalo rubro y seis onzas de agua pu- ra ; se cuecen en baño de arena, en vasija de vidrio que tenga el cue- llo largo, por espacio de un quarto de hora, y se cuela. Otros varios caldos de pollo se han usado en la práctica, intro- duciendo las plantas que se han indicado en este mismo articulo en di- chas aves; pero en el dia se va desterrando este remedio desde que se ha reflexionado que las substancias animales son poco á propósito pa- ra las enfermedades agudas, principalmente en las que hay ó se te- me putrefacción; que para las enfermedades crónicas hay otros re- medios mas enérgicos, pues el corto mucilago que preste al agua no creemos pueda hacer grandes mudanzas; por lo que sus virtudes nos parece han sido demasiado exageradas. (V. bebidas. ) CALEFACIENTES. (Terap.) [ Parece que no se debe enten- der con esta denominación otra cosa mas que una causa qualquiera, que obra exterior ó interiormente en el cuerpo humano con la pro- piedad de aumentar el calor animal. Siendo esto así, se debe tra- tar de averiguar si el calor humano tiene un término fixo en el estado de salud, si ofrece grandes variedades en el estado de enfermedad, si es importante en algunos casos el aumentarle, y si hay, generalmen- te hablando, medios acreditados por la experiencia para producir es- te incremento. Pero como lo que se llama calentamiento ofrece una idea mucho mas complicada que la de un simple aumento de calor animal, es indispensable definirlo con tanta mas precisión, quanto lo que pueda permitir un objeto freqüentemente vago é indetermina- do en el sentido que se le ha dado. El calentamiento es en general un estado de todo el hábito del cuerpo, que se puede aproximar mas ó menos al de la calentura. Sus síntomas son un resentimiento universal de calor, alguna vez con una aridez sensible en el tegu- loa CAL mentó, y otras veces con un sudor actual, una sed mas ó menos vi- va, freqüentes conatos de orinar, y una evacuación de orinas roxas y fétidas, detención de vientre, rubicundez del rostro, alguna vez fluxo de sangre por las narices, principalmente en la juventud , ó bien parosismos hemorroydales en la edad adulta ó en la vejez, desvelo, o también sueño ligero, inquieto é interrumpido, propensión muy decidida á los placeres amorosos, prurito en la piel, ardores hacia los riñones, y en fin, un estado general de irritación, que contiene mayor ó menor intensidad, según un cúmulo de circunstancias que pueden hallarse en el individuo. Puede ser este estado pasagero ó permanente , y reunir mayor ó menor número de síntomas que pue- den tener relación entre sí, ó asimismo estar acompañados de otros muchos, si él se halla complicado con otras indisposiciones ó enfer- medades. Las substancias ó los medios que pueden producir á un grado mas ó menos enérgico los efectos que quedan descritos, se conocen con la denominación de calefacientes. Boerhaave , contando siempre con sus principios mecánicos, comprehende, baxo esta denominación, to- do aquello que aumenta la fuerza de la circulación, estimulando á los sólidos, ó imprimiendo un nuevo movimiento á los fluidos; pero esta explicación es contraria á los resultados de las experiencias mas directas, supuesto que Home, Médico de Edimbourg, comparando las variaciones que experimenta el pulso en las enfermedades con los grados del calor animal, ha reconocido que no puede haber en estas una proporción cierta entre el incremento y decremento de la velo- cidad del pulso y los grados de calor. Abandonando pues este mo- do antiguo de explicar el método de la acción de los medicamentos; y atendiendo únicamente á lo que percibimos por nuestros sentidos, no se puede impedir el que se incluya en el catálogo de los calefa- cientes un crecido número de remedios, que obran visiblemente de este modo en el cuerpo humano, y que ocasionan mas ó menos los síntomas de la calefacción, según lo referimos anteriormente. Así es que se debia comprehender en este número las bebidas de agua ca- liente , del té y de otras infusiones aromáticas; debiendo atribuir las mismas propiedades al vino, los licores espirituosos, los álcalis vo- látiles sacados de substancias animales ó de las vegetales, las aguas destiladas de las plantas activas, los cocimientos, infusiones y ex- tractos de las plantas alcalinas, todos los compuestos en que entran los principios de substancias acres, amargas ó aromáticas, los acey- tes esenciales , las resinas, las gomas, los marciales, los sudoríficos, los diuréticos y los afrodisiacos. (V. todos estos artículos.) El Médico que no admite mas que ideas puras y precisas, limita á sus simples conocimientos, ó al resultado de una experiencia gene- ral, el verdadero carácter de los calefacientes; los que, por el con- CAL 103 erario, jamas se han acostumbrado á generalizar sus ideas, y que es- tan imbuidos en principios vagos, que han aprendido en las escuelas, y muchas veces en los libros, pretenden penetrar el arcano de la na- turaleza , y adivinar con algunos resortes escondidos las virtudes de los medicamentos que se exercen sobre el cuerpo humano. Así es que incluyen en la clase de los calefacientes los remedios incin- dentes, los atenuantes, que obtunden y que baten la sangre, que au- mentan las oscilaciones de los sólidos &c. Ya es tiempo de abando- nar esta estéril gerigonza de la escuela de desterrar todos los nom- bres que no se presentan baxo un sentido directo y conforme á la ob- servación ó á la experiencia, y de volver á la Medicina su dignidad, reemplazándola al puesto que debe ocupar entre las ciencias natu- rales. Es muy extraño que en la administración de los calefacientes pa- ra las enfermedades, la que ha sido muy constante entre los Médi- cos exactos, haya dado también lugar á opiniones muy diferentes er>* tre los Prácticos, de los quales unos hacen un abuso manifiesto, prin- cipalmente baxo el nombre de enfermedades eruptivas, entre tanto que los otros, incurriendo en un exceso opuesto, se valen de los refrescan- tes, hasta hacerlo ya una especie de fanatismo: los primeros, como conducidos por principios, creyendo hay grandes ventajas en llamar- los hacia la piel, y suponiendo un pretendido veneno y, que constituya las calenturas eruptivas, se entretienen con un método calefaciente, y cambian regularmente el rumbo de la naturaleza, queriéndola dirigir; los otros, escarmentados del abuso y de los inconvenientes que resulta de semejante práctica, quieren evitar hasta sus menores vestigios, y no quieren llevar delante de sus ojos mas que cierta diátesis inflama- toria, que se empeñan en combatir á todo trance, y de generalizar demasiado su método, y de este modo le hacen alguna vez mucho mas pernicioso. Yo he visto á un joven, venido de Tronchin, obli- gar á un adulto, que estaba todo cubierto de viruelas, á mantenerse en camisa, durante el mes de Noviembre, en frente de una ventana, que estaba abierta, y administarles á proporción todos los medios de refrescarle. Es necesario sin duda, como lo observa Sidenham, y como convienen todos los observadores, evitar el que el enfermo se caliente con el excesivo peso de las cubiertas de la cama, de te- nerle al rededor de una estufa , y prescribirle los medicamentos mas calefacientes. ¿Pero no se puede evitar este abuso sin incurrir en el otro extremo opuesto ? Es muy curioso ver en las obras de los galé- nicos las distinciones que se hacen de los diferentes grados de calefa- cientes , hablando de las diversas substancias vegetales ó animales, y clasificarlos con confianza según la escala de su energía, cuya medi- da es imposible que el espíritu humano la pueda fixar: tal planta, di- cen ellos, es caliente y seca en el primer grado; tal otra en el se- 104 CAL segundo ó tercero &c. ¿No se diria, para entenderles, que ellos te- nían un termómetro, que les servia para fixar estos grados de medi- da, entre tanto que equivocan los conocimientos mismos, que resul- tan hoy dia de la análisis vegetal? ¿Quanto cúmulo de comentadores de Galeno han tenido un fervor ardentísimo para dar claridad y ex- Elicacion á estas distinciones científicas, que solo existian en el cele- ro de ellos ? Los mecánicos, que sobre la teoría de Boerhaave han querido explicar la generación del calor animal por sus principios de física, y referirlo al frote que experimentan los fluidos dentro de sus vasos, no han sido mas dichosos que los otros: pues á la verdad no han podido menos de reconocer que todo lo que acontece en la naturaleza atestigua la falsedad de esta opinión, y que jamas se ha visto calentarse fluido alguno con aquella rapidez con que se mueven dentro de sus receptáculos. Se ha hecho en estos últimos tiempos una aplicación mas provechosa de la física en quanto á la producción del calor animal, quando se la ha asemejado á la combustión. En efecto, según los modernos, el ayre oxigenado se descompone pa- sando por los pulmones, su base se combina con la sangre pulmonal, y en este tránsito su calor se desprende, y sirve por consiguiente pa- ra mantener el cuerpo del hombre en una temperatura poco variable. El estado comparativo de los animales, que se llaman de sangre ca- liente , y los de sangre fria; los exemplares referidos por Haen, Ho- me , Whitt, Sidenham, Storck &c. de mugeres histéricas, cuyo cuer- po , durante el parosismo, se ponía tan frió como el de un cadáver; por último, la mutación del ayre , que se experimenta por medio de la respiración, sirve de apoyo á las opiniones de los Médicos, que se fundan en los conocimientos químicos para explicar el origen del ca- lor animal, y que admiten una descomposición del ayre inspirado de una manera análoga á lo que sucede en la combustión. ¿ Pero estos conocimientos pueden ofrecernos nuevas luces sobre la materia mé- dica, y el modo de obrar de los calefacientes? Se ha atribuido igualmente la propiedad de calentar á ciertos ali- mentos del mismo modo que á una determinada clase de medicamen- tos , pues que entre las substancias adequadas para que sirvan de ali- mento á los hombres y á los animales, hay algunas que reúnen los prin- cipios aromáticos, acres y estimulantes, y que por su uso, mas ó me- nos prolongado, ó por la cantidad en que se toman interiormente, pueden producir los síntomas mas ó menos sensibles de calentamiento. Se pueden citar por testimonio de esto el mastuerzo, la cebolla, el ajo, el orégano, el hisopo, la axedrea, y todas las combinaciones de los condimentos que entran ordinariamente con las substancias alimenti- cias. El efecto de calentar de estos alimentos es tan decidido, que por poco irritable que sea el sugeto, suelen seguirse afecciones cutá- neas , reumatismo, gota 5cc.: se resienten prontamente de su impre* CAL i°S sion. Hay asimismo licores fermentados ó espirituosos, y de todas las composiciones como el café, té, chocolate de vaymlla y otros ob- jetos de un régimen habitual, que continuados por mas o menos tiem- po, ó tomados con mayor ó menor exceso, pueden ocasionar los efectos de calentar; pero advirtiendo que su impresión pierde mu- cho en general por la costumbre. Pero también es menester saber que esto no se verifica sino por medio de un régimen sostenido para que pueda producir los efectos permanentes, y sostener las tuerzas de la vida. ¿Qué sirve, por exemplo, administrar de tiempo en tiempo una pequeña dosis de una bebida cordial á un enfermo atacado de una calentura maligna, y de abandonarla enteramente, es decir, en- tregándola á una muerte cierta, entre tanto que pequeñas dosis de un vino generoso, freqüentemente repetido, remediaría de un modo muy eficaz la postración de fuerzas; proporcionando á la naturaleza la libertad de continuar su rumbo, contribuyendo á una feliz termi- nación de la enfermedad? Hay asimismo muchas enfermedades de de- bilidad como en la leucoflegmacia, en las afecciones edematosas, pa- ra las quales la acción de los estimulantes y de los calefacientes puede hacerse mas eficaz con el auxilio del régimen dietético. Sin embargo es necesario observar que nada hay mas común que el abuso que se hace del nombre calefaciente en los usos de la vida. Se incluyen arbitrariamente en esta clase las substancias^, que no tie- nen mas que un efecto puramente nutritivo, atribuyéndoles vaga- mente la propiedad de calentar. Esto es lo que freqüentemente se ha- ce, y en lo que se fundan también algunos Médicos, prohibiendo á ciertas personas los caldos de vaca, la carne de animales viejos, y principalmente de los machos de animales lascivos, baxo el pre- texto de que pueden producir efectos calefacientes y perjudiciales. ¿No es esto apartarse de la experiencia y conducirse por las teorías antiguas del galenismo? Se puede decir lo mismo del azúcar, contra la que algunos Médicos instruidos se dexan preocupar; aunque Rove- lle, cuyo nombre es de gran peso, no ha cesado de hacérnosla mi- rar como una substancia puramente alimenticia. El la consideraba co- mo el pan mas perfecto, él mismo la comia en grande abundancia, y encargaba á los demás con vehemencia que hiciesen uso de ella. Se pueden ver en una obra de Dutrone sobre la caña de azúcar exem- plos numerosos de personas que han hecho un uso muy grande del azúcar, los que han vivido largo tiempo y sin enfermedades. Yo mismo he visto el exemplo de un niño, á quien su madre intentó en vano el darle de mamar, y era preciso el criarle; los primeros dos años de su edad los pasó con las bebidas y alimentos azucara- dos, hasta llegar al punto de consumir en cada semana mas de dos libras de azúcar. Rara vez se veia una criatura mejor que esta, y llegó ya á contar los cincuenta años de su edad. Yo puedo atesti- TOMO II. o io6 CAL guar de no haber observado jamas en él el menor síntoma de encen- dimiento. No se puede impedir el que se incluya en la clase de los calefa- cientes otras causas pasageras ó permanentes, como son la influencia de los climas y de las estaciones, en las que el calor es mas ó menos fuerte. (V. clima, estío y sol. ) Un exercicio violento es también un poderoso calefaciente. No se puede negar este resultado á las vi- gilias prolongadas, y también al acto venéreo , al ayuno , á las aus- teridades , á las meditaciones profundas, y á un estudio repentino. (Consúltese con separación cada uno de estos artículos.) Estos son los calefacientes propiamente dichos, y no se diferencian por sus efectos de los medicamentos, que llevan consigo este nombre, sino en que la acción de los primeros no es tan eficaz hasta pasado al- gún tiempo, y en que pueden producir un encendimiento mas cons- tante , mas repentino, y asimismo de una naturaleza crónica. Algu- na vez sin embargo por el concurso de muchas circunstancias puede llegar á tal grado de intensidad, que asemeje una enfermedad agu- da , de un carácter muy alarmante. Galeno refiere un exemplo muy notable. Un hombre joven habia hecho un viage muy largo en una estación muy calurosa, atravesando sitios áridos y arenosos. Luego que llegó á Roma pasó al parque á los exercicios según el uso antiguo, en donde habia tomado un partido activo. Entra en su casa, y se vio todo sobrecosido á causa de una querella que acaeció entre dos de sus amigos. Á poco tiempo después experimentó frío, al qual si- guió un calor urente. Los Médicos que fueron llamados juzgaron que padecía una calentura aguda ordinaria, y fueron de parecer el que se atendiese al dia tercero para determinar. Galeno, dirigido por la naturaleza de las causas que habian precedido, aconsejaba, por el contrario, al enfermo que tomase un baño tibio largo tiempo, y que usase un alimento humectante. El dictamen opuesto prevaleció, y al dia tercero el enfermo se hallaba casi sin pulso, sin calor y sin movimiento. La flacidez, á que se vela reducido, y su debilidad ex- tremada, apenas le permitían el mover la lengua. Llamaron de nue- vo á Galeno, el que volvió á proponer su primer plan, á pesar de que los otros Médicos manifestaban con tesón su aprobación á cerca de que se le diesen baños y alimento en el principio de una enferme- dad aguda. El sabio discípulo de Hipócrates solo les respondía con hechos muy adequados para confundirlos; porque si cesaba su mé- todo antes de su exacerbación, el enfermo incurria de nuevo en un e§tado extremo de debilidad y de frió universal; pero , por el contrario, que si volvia en sí mismo, si se cohibía, recobraria sus fuerzas y el uso de sus sentidos. La curación se logró completa en algunos dias; pero á pesar de las circunstancias tan decididas los otros Médicos no dexáron por eso de persistir en su primera opi- CAL 107 nion; tal es el poder de la influencia rutinaria sobre los espíritus comunes. No puedo concluir el artículo de los calefacientes sin hablar de los que se han hallado en el mayor auge, y los que en otro tiempo han sido muy recomendados por una supersticiosa credulidad baxo el pretexto de que habia en ellos una singular propiedad de resistir á la acción de ciertos venenos. Se conocían con la denominación de alexífármacos. (V. este artículo.) Los habia comunes y propios, in- ternos y externos. Se empleaban contra la peste, contra las calentu- ras, las mordeduras de animales rabiosos &c.; y se creia que ellos iban con su impresión directa á parar sobre una parte determinada, ó sobre un principio deletéreo repartido por todo el ámbito del cuer- po. Se estaba tan persuadido de la eficacia de ciertos alexífármacos, que se imaginaba que la simple aplicación al exterior bastaba para re- tirar hacia afuera el principio venenoso, y que se aumentaba su ac- ción mezclándolos con los epispásticos. Seria superfluo detenernos en refutar las opiniones, que solo están fundadas en hipótesis engañosas, y en una supersticiosa preocupación, y es suficiente el recurrir al in- menso antidotario de Myrepsus, si se quiere ver un espectáculo de ideas ridiculas, de que está sobrecargada la materia médica.] calefacientes. ( Mat. Méd.) Los calefacientes, calefacien- tia y son todos los remedios capaces de aumentar el movimiento y el calor en la economía animal. Quando se encuentran los síntomas enteramente opuestos á los que exigen el uso de los refrescantes, es decir, quando el movimien- to de los fluidos es demasiado lento, se deben usar los calefacien- tes. Aunque estos remedios aceleran en efecto el movimiento de los fluidos, no pueden executarlo sino obrando sobre los sólidos, au- mentando su energía. Así es que todo lo que nosotros hemos di- cho de los tónicos, de los corroborantes ó fortificantes, se puede aplicar á los calefacientes, como también lo de los cordiales. Noso- tros añadimos solamente aquí que las sales neutras amargas y los mar- ciales son los principales remedios de esta clase que pertenecen al rey- no mineral. Se colocan también en esta clase todas las plantas aromáticas, que contienen un aceyte esencial, las flores olorosas, las raices, las cortezas y los leños amargos. Por último se debe contar en el nú- mero de estos medicamentos las substancias aromáticas y resinosas del reyno mineral, como lo son la bilis de los quadrúpedos, de las aves, de los pescados, el castóreo, el almizcle y el gato de algalia. Estos medicamentos están ordinariamente comprehendidos en las clases de los cordiales, de los estimulantes, de los irritantes, de los sudorífi- cos &c. Quando se emplean estas diferentes substancias como simples calefacientes, se debían seguir con atención sus resultados, á fin de io8 CAL interrumpir según convenga su uso. En efecto, luego que los sólidos han recibido la fuerza y el tono que les son necesarios, si se conti- núa la administración de los calefacientes mas allá de este término, producirán un resultado demasiado excesivo, y serán muy perjudi- ciales. Hay algunas circunstancias, en las que los calefacientes están indicados; pero serán casi siempre como fortificantes ó estimulantes. Se administran también freqüentemente como sudoríficos: en general hay muy pocos casos en que no haya mas que la indicación de ca- lentar que satisfacer, y entonces se dan los calefacientes como cor- diales &cv F. CALÉNDULA. (Mat. Méd.) Esta planta se cria en varias par- tes de nuestra península: sus hojas y flor se han solido usar algunas veces en cocimientos, los quales se han tenido como aperitivos, car- diacos y sudoríficos, por lo que se han empleado para las supresiones menstruales, la ictericia, y para ayudar á salir las varias erupciones; pero como sus qualidades sensibles son tan poco enérgicas, porque ape- nas tiene sabor y olor esta planta, es de creer que sus virtudes son bas- tante exageradas; sin embargo las hojas parecen ser algo estimulantes. CALENTURA. (Med.) Se difine descriptivamente esta enfer- medad por Sauvages: ,, El conjunto de frió y calor sucesivo, con debilidad en los miembros y alteración en el pulso, esto es, en mo- vimiento mas fuerte ó freqüente que de ordinario." Por lo común siempre que haya aceleración constante en el pulso decimos que hay calentura; pero este síntoma no es suficiente para caracterizar esta enfermedad, ni el calor, que los antiguos miraban como esencial, siendo así que algunas veces no se hace sensible, como veremos mas adelante. La palabra calentura, que equivaleá la de los latinos febrisy trae su origen, según quieren algunos, del verbo ferveo, que significa hervir, calentar: otros buscan su etimología en el verbofebruo, cu- ya significación es la misma que la de lustro, purgar, purificar; la primera etimología está tomada del calor que comunmente acompaña á las calenturas; y la segunda, porque algunas veces la naturaleza se sirve de ellas para desembarazarse y purgarse de humores viciados que pudieran dañarla; qualquiera que sea el origen de esta voz , no- sotros expresaremos con ella la enfermedad tan conocida que hemos descrito en nuestra primera definición, y que la acepción comun tie- ne sancionada, aunque varían infinito las definiciones que le han da- do los autores: efecto sin duda de que aun no se conoce la esencia de esta enfermedad tan freqüente; y así para no incurrir en error ó presentar acaso una definición hipotética, que diste de la verdad, he- mos tomado el partido mas seguro de definir descriptivamente la ca- lentura, como lo hace Sauvages, y se debe hacer en todas las cosas, cuya esencia ignoramos. CAL 109 La calentura, como dice Boerhaave, es la enfermedad que mas freqüentemente acomete al hombre, compañera inseparable de la in- flamación y de otra multitud de afecciones, causa de algunas enfer- medades, de la muerte, y algunas veces de la salud. Efectivamente, en prueba de su freqiiencia, según el cálculo del mismo autor y otros Médicos, las tres quartas partes de hombres mueren de calentura, pues apenas habrá un individuo de la especie humana que en alguna época de su vida no haya padecido calentura, siendo así que hay muchos que no han sufrido las demás enfermedades. También se ve que.sigue á la inflamación, siendo un síntoma tan inseparable, que si no la hay general por ser leve la inflamación, siempre se halla á lo menos en la parte inflamada, presentándose como una calentura lo- cal; pero si el estímulo inflamatorio obra con mas intensidad, hace entrar en consentimiento todo el cuerpo, produciéndola general, que con tanta freqiiencia vemos en la práctica. La calentura puede ser muy bien causa de muchas enfermedades, y aun de la muerte, pues en su carrera hay repetidas contracciones, movimiento aumen- tado &c.: la animalizacion de los humores ha de padecer vital y físi- camente ; las fuerzas vitales de los sólidos necesariamente se han de consumir, incurriendo en una gran debilidad, y trastornándose segu- ramente la animalizacion, por lo que se siguen degeneraciones humo- rales, gangrenas, putrefacciones &c.: nada es mas freqüente en la práctica que ver de una terciana sencilla hacerse una doble , y si esta se abandona, suele pasar á remitente , siguiendo una carrera peligro- sa; otras veces produce infartos en las visceras del vientre, á que se sigue una calentura lenta, la hidropesía, y también la muerte. No siempre tiene esta terminación, alguna vez puede ser saludable, esto es, ser causa de la salud, como se observa en algunas calenturas efí- meras, catarrales, lácteas &c., que por el movimiento aumentado hace que se terminen felizmente, promoviendo la naturaleza una eva- cuación saludable: la primera, por exemplo, cuyo estímulo catarral, irritando los sólidos, aumenta la velocidad de los líquidos y la respira- ción , resultando mayor cantidad de calórico, que atenuando los hu- mores y afloxando los sólidos, dispone la materia morbífica á ser ar- rojada; y así se verifica las mas veces quedando el enfermo bueno. En ciertas enfermedades nerviosas parece que la calentura contribuye á su curación„,como sucede en las parálisis, apoplegías leves, afo- nía &c.; por lo que Hipócrates dixo: Melius est febrem convulsiona supervenire, quam eonvulsionem febri. En las supuraciones tam- bién se tiene á la calentura como provechosa en dictamen del mismo Hipócrates, Sidenham y otros muchos Prácticos: esta doctrina no es seguida de todos, pues algunos piensan que quando se curan todas estas enfermedades por medio de la calentura, creen que es accr- deatalmente > y que la efímera catarral no causa ella la salud, sin. sino lio CAL que la vida es mas poderosa que la acción morbosa; que con res- pecto á las apoplegías en nuestros dias vemos curadas pocas por me- dio de la calentura , no excitándose esta á pesar de usarse en su cura- ción los mas fuertes estimulantes. La naturaleza de la calentura ha sido el objeto de las indagacio- nes de los Médicos de todas edades; este problema, que ha sido causa de llenar los libros de medicina de tantos sistemas hipotéticos, en el dia está aun por resolver. Unos atribuyen su esencia al calor; no siendo así, pues vemos con freqiiencia calenturas en que el calor no excede del natural, como sucede en la mayor parte de las ner- viosas , en las álgidas que describe Torti, y en las lipirias. Boer- haave creyó que consistía en la velocidad del pulso; pero no pode- mos convenir con dicho autor respecto á que en las calenturas ner- viosas ó malignas por lo regular se aumenta poco ó nada el movi- miento del pulso , siendo así que estas calenturas son unas de las mas peligrosas, y en razón de esencia debian tener mas sensibles sus seña- les; otros, apartándose aun mas del camino de la verdad, atribuían la formación de la calentura á la mezcla de ácidos y alcalinos, re- sultando de ella la efervescencia en la sangre y de esta la calentura; esta era la opinión de los Silvios, sus compañeros y sequaces: Cullen busca la esencia de esta enfermedad en la debilidad total ó parcial del sistema nervioso y vascular &c.: otros han pensado de distinto modo: cada autor ha querido hacer valer su sistema con teorías in- geniosas, que no son de este lugar. Esta variedad de opiniones ha hecho variar también las definiciones de la calentura, y así se ven tan poco conformes, particularmente los que se han empeñado en ex- presar en ellas su naturaleza; y como esta varía tanto en las diferentes especies de calenturas, se sigue de aquí que es imposible comprehen- der en una definición sola todos los fenómenos que se observan en ellas; ademas que la calentura no es un ser , y sí solo una modifica- ción de la vida, que varía y variará según la distinta disposición de los hombres y otra porción de circunstancias, aunque sean unas mismas causas; y he aquí la razón que hemos tenido para creer que la defini- ción de la calentura debe ser descriptiva de los síntomas mas generales. Tan variadas como han sido las definiciones y explicaciones de la esencia de la calentura, así también han sido las divisiones que han hecho de ellas, las quales indicaremos, aunque brevemente, para cumplir con las leyes de la redacción de un diccionario, en que todos los epítetos y voces le deben ser familiares: una de las divisiones mas antiguas ha sido la galénica, en diarias, esto es, de un dia; en pútri- das y en que se suponia putrefacción humoral; y en hécticasy que ata- caban los sólidos, y duraban mucho tiempo ; también hacían otra di- visión por razón del sitio que creían ocupaban; y así las llamaban de primera y segunda y tercera región-, las de primera región suponían CAL ni que exístian las causas en las visceras del vientre , como el estómago, intestinos, hígado &c.: las de segunda debían ocupar las partes con- tenidas del pecho y cabeza: las de tercera creían se hallaban en los huesos, cutis y demás envoltorios genéreles: todas estas las subdivi- dian también en diarias, pútridas y hécticas: otros han hecho distin- ta división de las calenturas, formando dos grandes clases de ellas, como Boerhaave, comprehendiendo en la primera las agudas, y en la segunda las lentas. Haen hace la misma división general: las agu- das son las que no pasan de veinte y un dias, y quando mas qua- renta, poniendo á los enfermos en peligro; y las lentas son las que tienen una carrera mas larga. Las agudas las subdividen también en agudas, propiamente dichas, peragudas y agudísimas: las primeras se extienden quando mas á los quarenta dias: las segundas terminan en el siete, nueve, once; y las terceras en el primero , segundo , ter- cero ó quarto dia. Aunque estas divisiones no están formadas según los caracteres distintivos de la calentura, lo están por su duración é intensidad, y es muy importante tenerlas presentes. Otra de las divisiones que se hacen, que adopta también el mismo Boerhaave, es la de calenturas comunes y que son aquellas que acometen indistinta- mente á todos los sugetos , y provienen de causas comunes; en sin- gulares y que afectan á unos sí y á otros no, según la constitución, edad, sexo &c.: á estas han llamado también en general esporádi- cas ; se subdividen en endémicas, epidémicas y estacionales: las primeras son las que acometen á una ciudad ó un pais , con preferen- cia á otros, por haber en ellos alguna causa comun , constante y lo- cal, ya sea de situación, por algún pantano, malas aguas &c.: las epidémicas son las que acometen igualmente á un pueblo ó una pro- vincia , y aunque producidas por una causa común , esta no es cons- tante siendo mas ó menos pasagera: las estacionales provienen de las modificaciones de la atmósfera , y pueden ser también epidémicas. La división de benignas y malignas es muy comun : á estas últi- mas se las da también el nombre de nerviosas, perniciosas y atá- xicas; por razón del estímulo que causan las calenturas se dividen en catarrales, reumáticas, biliosas, lácteas &c.: estas mismas pueden ser esenciales, y serán sintomáticas quando sean el resultado de otra en- fermedad , como una inflamación , absceso &c Algunos autores las dividen en universales y particulares, y por razón de la estación en hiemalesy autumnales, vernales y de estío, y con respecto á los hu- mores en sanguíneas, biliosas, linfáticas ó pituitosas, y en atra- biliarias ; y uniendo á estas quatro estaciones y humores los quatro elementos de los galénicos, explican su quaternion (V. esta pala- bra.) y con el qual hacían todas sus explicaciones hipotéticas: otros han hecho una división por razón de algún síntoma sobresaliente , que acompaña algunas veces á las calenturas, y las han llamado car dial- 112 CAL gicar, reumáticas, letárgicas, sincopalesy hepáticasy pleuríticas inflamatorias &c., por tener, ademas de los síntomas generales, do- lores reumáticos de estómago, algún síncope ó letargo , inflamación en alguna parte, ú otra afección, pudiéndose incluir en esta división la calentura amarilla ó hicterodes, porque ademas de la calentura acompaña un derrame de bilis en la piel, que forma igualmente una ictericia, y si se la quiere llamar vómito negro , porque acompañan vómitos atrabiliarios: todas estas divisiones es menester saberlas, pues aunque no están fundadas en la esencia de la calentura, son tomadas de sus distintas relaciones y modos de ser, que ademas de indicar- nos el examen que debemos hacer por tantos modos de esta modifi- cación morbosa de la vida tan freqüente, sepamos también el lengua- ge de la mayor parte de los autores. No nos detendremos en expo- ner las divisiones que han adoptado los que llaman nosologistas, porque seguimos á Sauvages, de donde las han tomado los demás, cuya exposición vamos á hacer luego; omitimos igualmente la divi- sión y nomenclatura de Pinel y otros, que por poco conocidas, y no haberse generalizado lo bastante, no deben referirse; sin embar- go que las doctrinas que envuelve la nosografía del primero serán leí- das siempre con gusto por los Médicos, que saben apreciar el méri- to. Tampoco nos detendremos en la división de calenturas de niños, mugeres, artesanos, labradores, del exército , hospitalarias, carce- leras , de navios y otras, que se conciben con solo nombrarlas, y que pueden referirse á otras clases. Antes de exponer la división clasifica de la calentura, según lo executa Sauvages en su nosología, y otros pormenores de esta en- fermedad , nos ha parecido, para la mejor inteligencia de este artícu- lo , dar á conocer antes el significado de algunas voces, que juegan bastante en la doctrina de las calenturas. Pirexia es el estado en que el calor se halla aumentado y el pulso acelerado, que en las calenturas remitentes se llama parosismo ó exacerbación y 6 mas bien crecimiento, palabra castellana castiza; en las intermitentes decimos accesión. Este estado de pirexia regu- larmente consta de tres tiempos, á saber : de frió, calor, y sudor. La palabra pirexia se ha tenido por sinónima de calentura tal; pero Cu- lien y otros autores han limitado la primera á la calentura que no esté acompañada de afección local. ^ Apirexia es el estado en que el calor y los demás síntomas fe- briles ó de pirexia no existen, porque la a es privativo, y es lo mis- mo que decir no hay calentura; en las intermitentes decimos está en la apirexia ó en la intermisión, y algunos dicen el intervalo lucido. La intermisun es el espacio que media entre el sudor de una accesión y el frío del parosismo siguiente. Remisión es el espacio que hay entre exacerbación y exacerba- CAL 113 cion: en este espacio solo se hallan disminuidos los síntomas, sin fal- tar del todo la calentura. Accesión es lo mismo que repetición de síntomas ó nuevo aco- metimiento de calentura: se usa solo en las intermitentes si se ha de hablar con propiedad. Exacerbación, parosismo, crecimiento 6 recargo es la repeti- ción ó aumento de síntomas febriles, que no habian cedido del todo; por lo qual estas voces se deben solo emplear en las calenturas remi- tentes. Período es una parte de la enfermedad, que consta de una acce- sión ó exacerbación, y de una remisión ó intermisión, vengan ó no á una hora determinada, pues en esto se diferencia del tipo. Tipo es el orden determinado que guarda la naturaleza en la re- petición de las accesiones y exacerbaciones, v. gr. si acomete una ca- lentura á las siete de la mañana, y se quita á las cinco de la tar- de , repite en los mismos términos, se llamará típica; pero si un dia principia á las siete, otro á las ocho y otro á las doce, no se lla- mará así; y en este caso tomará el nombre de periódica. Las inter- mitentes, como las tercianas y quartanas, suelen ser típicas; de aquí es llamarse las calenturas de tipo tercianario, quartanario &c: las que no guardan ni tipo ni período, y siguen un orden regular , se lla- man erráticas. Toda calentura consta de principio, aumento, estado, declinación y fin; principio, quando los síntomas empiezan á manifestarse; aumen- to, quando toman incremento; estado, quando están en su mayor al- tura; declinación, quando se van disminuyendo; y fin quando faltan. Explicación de la clase segunda calenturas, sus caracteres ordi- nales, genéricos y específicos y con los métodos curativos. El carácter clasifico de esta enfermedad se ha descrito en la pri- mera definición que hemos dado de la calentura al principio de este artículo. De esta clase forma Sauvages tres órdenes, que son calen- turas continuas, remitentes, é intermitentes. No nos detendremos en la exposición de la teoría de la calentu- ra del mismo autor, porque, aunque ingeniosa, es tan arbitraria é hipotética como todas las demás; y así pasaremos á hacer la historia, y después nos detendremos en otras generalidades mas importantes. Historia de la calentura en general. La calentura unas veces acomete con lentitud y otras repentina- mente: el frió, con mas ó menos intensión y duración, es siempre el exordio de esta enfermedad; la debilidad vital y animal es tam- TOMO II. p 114 CAL bien mas ó menos grande. Todos los hombres en general, antes de ser acometidos realmente de calentura, experimentan laxitud espontanea, impotencia ó embarazo para executar los movimientos voluntarios, pierden el apetito, y se hallan displicentes hasta que se presenta la calentura del mismo modo que á los que acomete repentinamente, esto es, con frió, después calor, dolor de cabeza, alteración de pul- so &c. El orden que guardan los síntomas en presentarse son: prime- ro ; el frió de corta ó larga duración, en seguida el calor y demás sín- tomas, que iremos viendo. El frió, esta sensación frigorífera, digá- moslo así, con que principia la calentura, varía infinito en canti- dad , intensidad y duración; á unos dura media hora, á otros una, dos y aun mas, al paso que otros perciben unos ligeros escalo- frios de corta duración, siendo en otros tan graduada la sensación del frió que los pone temblones: también sucede que unas veces es gene- ral , y otras se limita á ciertas partes; por lo regular suele comenzar por los pies ó por la columna vertebral y las narices, y en general por las partes menos vitales y sensibles: en este estado sufren una mu- tación considerable todas las funciones de la economía animal; y así se ve que la piel se pone pálida, la conjuntiva, las mexillas, los la- bios y las uñas toman un color lívido; la piel ademas se pone áspera y fria; las llagas naturales y artificiales, si las hay, se secan y dexan de supurar; los sentidos internos y externos se entorpecen; y así se ve que se disminuye la vista, el oido &c., como también la memoria y demás funciones intelectuales; hasta el habla se entorpece; solo la sensación de la sed está un poco despierta: si el miasma ó estímulo morboso que ha producido la calentura es de índole mortífera y con- tagiosa, y ataca con demasiada intensidad al sistema nervioso, y re- sulta una calentura maligna, perniciosa, ó bien sea nerviosa, el frió también será maligno ó nervioso: en este caso por lo regular los sen- tidos se ponen letárgicos y la debilidad es extremada: en el acto del frió la respiración se hace ademas pequeña, acelerada y corta; la acción del corazón es lánguida, pues aunque se contrae mayor núme- ro de veces, lo hace con poca energía; y así es que resulta un pulso pequeño, débil, mas ó menos acelerado, y á veces tan contraído que apenas se percibe. Las funciones naturales también sufren alguna alteración , el estómago se resiente, viene la náusea, el vómito y la inapetencia; los hipocondrios se contraen, las excreciones se dismi- nuyen ,• excepto la orina que es mas abundante, pero mas clara, in- dicando el gran espasmo que hay en todo su sistema secretorio; en conclusión todo el sistema general se halla contraído y reducido á menor volumen; por cuya razón se ve que los vestidos vienen anchos, los anillos se caen. Los enfermos están inquietos, pues en ninguna situa- ción se hallan bien; de suerte que en esta modificación morbosa los ner- vios son los que mas padecen, pues ademas de las sensaciones incó- CAL 115 modas que produce, y el entorpecimiento de los sentidos, se nota también que falta su influxo á los demás sistemas, por quanto el vas- cular y muscular se hallan sumamente debilitados. Después del frió sigue el calor, principiándose ya poco á poco á mudarse todo el aparato de síntomas que hemos descrito; la piel va mudando su color y calor á proporción de la reacción que toman el corazón , pulmón y todo el sistema vascular; el calor que se va pre- sentando es siempre relativo en su calidad á la naturaleza de calentu- ra que acompaña; pues, como veremos después, en las pútridas es distinto del de las nerviosas, y el de las catarrales sé*distingue de las biliosas &c: las úlceras principian á supurar; el cuerpo toma su vo- lumen natural, desvaneciéndose aquel estado de encogimiento; la vis- ta se pone mas alegre; los sentidos externos salen ya de aquel entor- pecimiento; los internos se reaniman poniéndose mas corrientes, en términos que los enfermos pueden hacer la historia de su mal, para lo que antes estaban inhabilitados; la respiración se hace mas sensi- ble; el pulso se dilata y pone mas veloz; las arterias y venas se presentan mas llenas; los vómitos por lo regular desaparecen ; las ori- nas salen mas encendidas,y algunas veces suele moverse el vientre; las uñas adquieren su color natural; y este estado febril dura mas ó me- nos tiempo según la naturaleza de la calentura. Por último se sigue después el tercer estado, que es el de laxitud y sudor, en el qual el pulso principia á baxarse , la freqiiencia y fuerza de la respiración se disminuye, debilitándose algún tanto las sensaciones y demás fun- ciones de la economía animal, acompañando un sudor mas ó me- nos copioso. Esta es pues la historia abreviada de las calenturas que no matan á los enfermos en ninguno de los parosismos, pues algu- nas veces suelen fallecer en el frió, sin pasar por la carrera de los demás. De algunos síntomas de la calentura en particular. Frió febril. El síntoma mas freqüente y el precursor de la mayor parte de las calenturas es el frió; prescindiremos por ahora de si es un ser positivo ó negativo esta modificación morbosa, ó si es carencia de calor &c., pues, médicamente hablando, es un estado del cuerpo en el qual hay ciertas mudanzas muy semejantes á las que experi- mentamos quando estamos frios. El frió febril tiene varios grados, y se conocen con los nombres de horripilación ó calofríos, horror y rigor. La horripilación son ciertas ráfagas de frió ó unas leves sen- saciones de él, interceptadas y alternadas con otras de calor, que expresamos con la palabra compuesta escalofríos, que se perciben mas sensiblemente en los sitios donde hay muchos nervios, como en la columna vertebral &c.: el horror es una sensación de frió mayor que lió CAL la horripilación; el rigor es el menor grado de frió que se presenta en las calenturas. Es muy conveniente distinguir en la práctica estos varios grados, porque si la calentura empieza con horripilación, pare- ce que el principio productor obra con poca energía; si con horror, nos debe dar mas cuidado, y mucho mas si principia con rigor'; pero siempre debemos atender á la constitución del sugeto, porque á los muy sensibles é irritables un estimulante poco enérgico les causará mayores mudanzas que á los robustos y menos movibles; y así es que no se deben confundir los efectos del agente morboso con lo que es de la constitución. Todos estos tres grados tienen entre sí muchas variedades; algunas veces es tan excesiva, que los enfermos quedan inmóviles y frios como un mármol, de donde viene el nombre frió marmórico, que suele acompañar á las lipíricas. Se ha dividido el frió febril en interno y externo: el interno se nota en las álgidas, en que los enfermos sufren sensaciones incómodas de frió, que no se percibe al tacto: el externo es el que se observa en todas las demás calenturas. El frió también puede ser universal y par- ticular presentándose en el todo de la economía animal, ó en las ex- tremidades, columna vertebral y narices. Se debe distinguir el frió febril que exponemos, del que es producido por la purulencia, por el histerismo, pasiones de ánimo &c. El modo de presentarse el frió queda expuesto ya en la histo- ria de la calentura; su existencia se percibe fácilmente, ya sea por la sensación que experimenta el enfermo, por el tacto del Médico y aun por el termómetro: sus efectos son opuestos á los del calor; y así es que el primer fenómeno que se manifiesta en el frió es ocupar los cuer- pos menos lugar, por lo que los vestidos vienen anchos, los anillos se caen &c. La palidez del rostro que se advierte en el frió prueba que por la gran contracción se intercepta la circulación, no pudiendo acudir la sangre en la debida cantidad alas partes pálidas; por el mis- mo principio resultan tantas concreciones poliposas en el corazón y celebro: efectos también de la demasiada densidad de los fluidos. Los sólidos en el acto del frió se hallan sumamente rígidos por el aumen- to de cohesión de sus partículas, por lo que se sigue el entorpecimien- to general y demás fenómenos descritos. Los Autores se han empeñado en buscar la causa inmediata del frió de las calenturas; los libros están llenos de teorías ingeniosas so- bre este objeto, y alargaríamos demasiado este artículo si intentáse- mos referirlas. La aplicación de la doctrina moderna del calórico no es suficiente para explicar la causa de¡ frió. Para explicar la etiología del frió lo mas verosímil con respecto á la causa de esta modificación vital del frió nos parece ser, que así co- mo hay estímulos que hieren y afectan de varios modos los nervios, así también puede haber estímulos que trastornen la vitalidad, ó modo CAL 117 de ser de ellos, cuyo influxo, pervirtiéndose en los demás órga- nos, debe por esta causa engendrar el calor animal en las partes des- tinadas para ello, cuya carencia ocasionaba la sensación frigorífera, hasta que la reacción de la naturaleza hace mudar todo el aspecto y conseqüencias de esta modificación frígida. Qualquiera que sea la cau- sa de este estado febril, su pronóstico se fundará no en la intensidad y duración como han creído algunos, sino en los síntomas nervio- sos que le acompañan como el sopor, los movimientos convulsi- vos &c.; y así es que hay calenturas que tienen por exordio un frió muy sensible, pero sin ningún riesgo, al paso que en otras apenas se percibe ; pero acompañan los síntomas indicados, que deben poner en sumo cuidado al Médico para acudir con los remedios oportunos; y no pocas veces á pesar de ellos los enfermos se mueren, pues el paro- sismo del frió es el mas peligroso de toda la carrera de la calentura; y así decia Sidenhain que pasado el frío esperaba sin cuidado el principio de la accesión siguiente. Algunos quieren que se haga una curación sintomática del frió; y así se han recomendado varios remedios para este estado, como las bebidas teiformes, las sales neutras, los espiri- tuosos &c.; pero comunmente no se hace esta cura exclusiva á no ser en caso de grandes síntomas nerviosos, siendo lo mas seguro di- rigir las miras á la cura principal de la enfermedad primitiva, la qual si se corrige, cesarán los demás síntomas. El tremor febril es una parte del frío, y es el segundo síntoma que hemos de examinar, siguiendo la misma conducta que Boerhaa- ve. Tremor no es mas que la vacilación ó movimientos oscilatorios que executan los músculos indeliberadamente , siendo cortos y repe- tidos, observándose una falta de firmeza en las fibras motrices como sucede en las convulsiones; bien que se diferencia de estas porque en ellas hay un exceso de acción que consume las fuerzas vitales, y en el tremor se nota mucha debilidad: sin embargo él es una especie de convulsión clónica producida por todas las causas que indican una debilidad tal, que no es capaz de ocasionar convulsión. No nos de- tendremos en explicar la tremulencia senil, la espirituosa &c. (V. tem- blor y tremor.), y solo hablaremos de la febril. El tremor ó temblor febril, y de qualquiera otra especie, es pro- ducto siempre de una debilidad de la potencia nerviosa , adquiri- da esta misma en el febril por qualquiera de las causas que son capa- ces de producir calentura, como veremos mas adelante. El pronóstico y curación deberá ser con arreglo á quanto hemos dicho del frío, respecto á que es una parte de él, adonde nos remitimos. El calor febril es uno de los síntomas mas principales de la ca- lentura, y el mas constante: se verifica quando en el cuerpo vivo señora mas cantidad de calor, ó esta sensación es mucho mas percep- tible que en el estado sano ó natural. Este aumento de calor parece 118 CAL ser producido por el desprendimiento del calórico (V. este artículo.), que es un cuerpo sutilísimo invisible elástico 8cc. &c. Se sabe tam- bién que este puede hallarse en los cuerpos, ó como principio cons- titutivo de ellos, en cuyo caso se dice estar combinado, ó como agregado ó libre: el calórico combinado no puede separarse de los cuerpos sin que se destruyan, no sucediendo así con el libre, que puede pasar á otros con suma facilidad, y sin descomponerse los cuer- pos que le contenian, ó á quienes estaba agregado , sucediendo esto con freqiiencia por la tendencia que tiene este fluido á equilibrarse, robando un cuerpo á otro inmediato el exceso que tenia, como se sa- be por la doctrina general que se verá en el artículo á que corres- ponde y hemos citado. Quando el calórico se desprende de los cuerpos que nos rodean, produce en nosotros la sensación que llamamos calor y que será exce- siva si es mayor que la que experimentamos en el estado natural ó de salud, y que debe ser de veinte y ocho grados poco mas ó menos según el termómetro de Reaumur, y noventa y seis á noventa y sie- te en el de Fareney. Se verificará el calor febril siempre que haya exceso de esta temperatura ordinaria, que se distinguirá solamente al tacto del Médico; ademas que si los enfermos están en su razón, se quejarán de la sensación incómoda de calor: quando no bastasen estos dos medios para averiguar el calor febril, se puede aplicar un termó- metro á las axilas, boca &c., pues sucede algunas veces que no se percibe exteriormente calor, y lo hay sin embargo excesivo , como en las álgidas, y en este caso el termómetro decide. Todas estas com- paraciones se han de entender en general, porque para ser exactas de- bíamos tener conocimiento del calor individual de los enfermos en el estado sano, el que es relativo á las estaciones, edades &c.; pero to- do esto se tendrá presente, para que estos cálculos prudenciales, ó por aproximación, salgan con la mayor exactitud posible tomando el término medio. No nos deberemos desentender para el conocimien- to del aumento del calor , de la sed que le acompaña, de la orina en- cendida que suele salir en estas circunstancias: síntomas que coinciden con este conocimiento, aunque no siempre son decisivos. El calor febril puede estar universalmente distribuido y con igual- dad , y puede también aumentarse con preferencia en ciertas partes; este mismo calor tarda igualmente mas ó menos en propagarse á todo el cuerpo: con respecto á su origen aun no están de acuerdo los Au- tores ; la opinión mas recibida ha sido la de Boerhaave, fundada en el roce de las moléculas y mayor empuje de los fluidos; otros acuden á distintos principios, creyendo ser el calor febril producto de las dege- neraciones humorales que deben seguirse á la calentura; qualquiera que sea su origen, él es un fenómeno casi constante de la calentura, sien- do esta modificación morbosa lo mas incómodo de ella. La curación CAL 119 es la misma que la de la calentura,y solo pueden aliviarle algún tanto las bebidas, subácidas y otros líquidos, que antes se negaban obsti- nadamente; la ventilación, las lavativas de agua fria, las enramadas colocadas en la habitación del enfermo; y si el calor es bilioso ó pú- trido, el uso abundante de ácidos y bebidas frias es muy útil. Sed febril. Otro de los síntomas de la calentura es la sed; esta es una sensación que nos avisa de la necesidad de humedad que tie- ne el cuerpo con un apetito mas ó menos vehemente á beber agua ú otro líquido, del mismo modo que el hambre indica la necesidad de alimentarse, excitando el apetito á executarlo. La sed no solo acom- paña á las enfermedades agudas, sino también á las crónicas; pero so- lo trataremos de la que es síntoma de las calenturas. La sed febril varía mas ó menos en su intensidad según la naturaleza de las calen- turas; y así es que en las biliosas la sed es extremada, poco menos en las inflamatorias, no tanto en las pútridas, y mucho menos en las nerviosas y catarrales; esto es en general, por qué algunas circunstan- cias accidentales suelen aumentar ó disminuir este síntoma. La sed suele venir acompañada de sequedad en la lengua; pero es necesario no contundir la falta de secreción de saliva con la sed , pues á veces la lengua se pone áspera, encendida &c., y sin embargo se disminu- ye esta sensación. Este síntoma febril por sí solo apenas influye para el diagnóstico de las calenturas; no obstante por él podemos inferir el grado del mal, y unido á los demás síntomas conocer también su índole. La sed febril en muchos casos no necesita socorro algu- no ; pero en otros llega á ser tan incómoda y violenta, que produce la ansiedad y el aumento de los demás síntomas, y exige una cura sintomática; pero los medicamentos variarán siempre según la natu- raleza de la calentura que la produce y los varios estados de ella: en el acto del frió se moderará con las bebidas calientes teiformes, pues el agua fria seria perjudicial: en el acto del calor se apagará la sed con remedios que al mismo tiempo neutralicen el agente morboso que ha producido la enfermedad; y así, si el estímulo es bilioso , las bebidas acidas repetidas, pero en corta cantidad, harán un gran efecto: si es inflamatorio, el plan antiflogístico remediará la enfermedad y este síntoma &c. En general las aguas cocidas no son buenas para apagar la sed, aunque tengan las virtudes refrigerantes que se les atribuye; pues al ver y gustar los enfermos un líquido tan desagradable que se aparta tanto de la naturaleza del que tanto apetecen, si no renuncian de semejantes bebidas, á lo menos no sacian su apetito, ni consiguen apagar la sed; ademas que los cocimientos con el mucilago de las plan- tas de que se hacen no son penetrantes, y por consiguiente son poco aptos para apagar la sed. Quando conviene que los enfermos no beban mucho, ó el enfermo recibe mal los líquidos en el estómago, para mo- derar la sed nos valemos de un hisopillo empapado en líquidos acídu- 120 CAL los, humedeciendo con él á menudo la boca, con lo que se logra moderar este síntoma. Otro de los medios que han empleado los Prác- ticos para apagar la sed ha sido el uso de lavativas, los paños de agua fria y aun la misma nieve al epigastrio; pero esto mas bien se emplea en las biliosas ó calenturas ardientes que en las demás especies: en conclusión, la sed, como los demás síntomas febriles, se apaga con los remedios que obren directamente en la cura de la enfermedad principal. Ansiedad es la inquietud ó desasosiego que tienen los enfermos con algunos movimientos involuntarios del cuerpo , y al mismo tiem- po sensaciones opresivas y angustiosas en ciertas regiones ó sitios de la economía animal. Este incómodo accidente se observa en la calentu- ra y en otras enfermedades; parece ser una afección puramente ner- viosa , y así es que la padecen las histéricas é hipocondriacos; aco- mete á los reumáticos artríticos, á los envenenados, y también á los moribundos &c. La ansiedad febril tiene su asiento en sitios determinados; viene mas comunmente en el tiempo del frió ; pero puede presentarse en to- dos los períodos de la calentura: este síntoma merece seguramente observarse aun desde sus grados mas pequeños, porque siendo pre- cursor de grandes males, influirá infinito para el diagnóstico, y mu- cho mas para la curación, porque se deberán redoblar los esfuerzos entablando un plan enérgico quando acompaña á la calentura. Sin em- bargo que hasta ahora no se ha establecido una escala ordenada de los grados y cantidades de ansiedades, nosotros las reduciremos á tres, pequtña, mediana, y grande, que se calcularán prudencialmente. Los sitios ó focos en que parece que obra la ansiedad con mas intensi- dad , y de donde parece que se propaga á todo el resto de la econo- mía animal, son por lo comun el corazón, pulmón y epigastrio; y de aquí les viene los nombres de precordial, pulmonal y epigástrica. Los Autores varían en la etiología de estas tres especies de ansiedades, cre- yendo unos consiste en que se hallan estas partes cargadas de una ex- cesiva cantidad de sangre, que entorpece la circulación , siguiéndose la inquietud &c.: otros creen sea efecto de una debilidad ó desarre- glo nervioso de dichas visceras, que excitado por una causa morbo- sa , ocasiona los síntomas accidentales ya descritos. De qualquier mo- do que sea producida la ansiedad, siempre será un síntoma incómo- do y peligroso, que debe alarmar al Facultativo, tanto para mode- rar su violencia, como para combatir con energía y sin pérdida de tiempo la enfermedad primitiva; pero siempre se deducirá el pronós- tico de las causas productivas, y según su intensidad. Examinaremos la naturaleza de la ansiedad; la producida por dolores y la espasmódica se curarán muy bien; pero las que vienen por grandes vicios, y atacan con violencia el pulmón ó el corazón, casi siempre son mortales, pof CAL 121 lo que no se puede hacer un pronóstico general, debiendo ser gra- duado y medido por las circunstancias, cantidad de mal y sitio que ocupa. Tan vario como es el pronóstico de la ansiedad debe ser su cura- ción ; la que viene en el frió de una terciana no se deberá curar con el mismo método que la que resulta de ün vicio existente en el pulmón: en la primera convendrán los remedios templados, como las bebidas teiformes &c; y en la segunda acaso se curará con cantáridas y otros estimulantes al exterior. La ansiedad histérica se socorre bien con los antiespasmódicos y calmantes; la que viene en conseqüencia de gran- des hemorragias, se curará con los remedios tónicos, y que en poco tiempo aumenten fuerzas: la que es producida por un aparato mor- boso en primeras vias, se debe disipar con un emético, evacuando de este modo el agente morboso; si este se hallase en los intestinos^ las lavativas y purgantes cumplirán con esta indicación. Si la ansiedad fuese conseqüencia de un estí.nulo inflamatorio, no convendrán los medios propuestos; y en su lugar habrá que entablar el plan anti- flogístico , de lo que se sigue que las ansiedades no se pueden curar todas por un plan general, sino según la naturaleza de cada una de ellas. Comprehenderémos baxo un mismo artículo la náusea y el vó- mito febriles, porque no se diferencian mas que en grados, y son síntomas muy freqüentes en las calenturas, acompañando igualmente áotras muchas enfermedades. ( V. vómito.) La náusea es un conato 6 deseo de vomitar sin verificarse; pero esto con horror, asco, y á veces con movimientos convulsivos del estómago , que llaman arca- das; guardando una semejanza grande con el vómito en el mecanismo con que se executa, y solo varían en grados , pues por lo comun re- Conocen una misma causa ; si obra con poca energía, produce la náu- sea, si con mucha el vómito ; de suerte que en estos dos síntomas se observa la misma analogía que entre el tremor y la convulsión. Lx náusea, lo mismo que el vómito , son sin duda síntomas nerviosos, porque en realidad son unas pequeñas convulsiones del estómago y partes inmediatas excitadas por varios principios: en el vómito se ex- perimenta la expulsión violenta de lo contenido en el estómago y en otras partes, pues á veces evacúan también los materiales de los in- testinos, hígado &c. No nos detendremos en las varias especies que hay de náuseas y vómitos, porque se tratarán en sus respectivos ar- tículos ( V. vómito.) , considerándolos ahora únicamente como sín- tomas de las calenturas. En el frió febril se suele observar la náusea y el vómito sin que se perciba vicio alguno humoral en el estómag &c.; y así es que en este caso es simpático, lo mismo que el que sobreviene en las afecciones uterinas, xaqueca &c.; sin embargo muchas veces hay en las primeras vias un aparato gástrico ó derrame de humores mor- tomo 11. q 122 CAL bosos, que producen juntamente con las calenturas las náuseas y los vómitos. En el calor febril también se experimenta el vómito, pues como se aumenta la irritabilidad de algunas otras partes, se aumenta también la del estómago, y se sigue este síntoma. Algunos autores han dividido los vómitos en críticos y sintomáticos; pero esta divi- sión es en mucha parte arbitraria. ( V. crisis. ) Los efectos del vómito varían infinito; quando se hacen rebeldes ó pertinaces suele resultar la debilidad fsica, y fíaltando las fuerzas vi- tales se siguen las caquexias y consunciones, se deprava la nutrición, resultando también vicios locales, como obstrucciones en varios pun- tos del canal intestinal, endurecerse el piloro &c. , de modo que mue- ren los enfermos vomitando; otras veces estos vómitos no son tan in- tensos ni tan durables, cesando aun dentro de la carrera de la calentura que acompaña; á veces son tan violentos, que aunque de corta dura- ción , exigen prontos socorros para que los enfermos no incurran en una convulsión general. En este caso, y quando arrojan medicinas y alimentos, quedando desarmado el Medico para combatir la calentu- ra , es quando se debe hacer una cura sintomática, echando mano de los remedios que puedan contener los vómitos. (V. antieméticos.) Los calmantes por lo regular desempeñan bien esta indicación; otras veces se echa mano del julepe muscado, del agua alcanforada de Fer- nandez , y aun del antiemético de Riverio, ú otras composiciones opiadas, pero debe ser en corto volumen, porque de otro modo ex- citará el vómito , y así es preferible el extracto de opio: quando se emplean otros remedios, si son líquidos, se deben dar á cucharadas y á menudo, usando los alimentos con la misma precaución: el agua fria suele contener los vómitos también alguna vez, particularmente en las calenturas biliosas: todo quanto se ha dicho es en general, porque hay ocasiones que un emético cura los vómitos, especialmente quan- do hay saburra en primeras vias; y en fin, atacando la calentura, se desvanecen también estos síntomas incómodos. La débil -dad febril es un síntoma que acompaña á las calentu- ras y á casi todas las enfermedades: es el impedimento, disgusto, po- ca apetencia ó pereza que tenemos para mover los órganos sujetos á la voluntad, siendo esta impotencia mayor ó menor, y distinguiéndose de la parálisis en que esta es la absoluta imposibilidad de movernos. La debilidad es comun á toda calentura, sin exceptuar la inflamatoria: la que antecede á las calenturas malignas y á casi todas las enfermeda- des, se suele llamar laxitud ( V. este artículo.), que por lo regu-* lares pequeña, y no és constante: si está acompañada de dolores,se llama -dolorífica : quando es algo mas graduada , y ha}' casi una to- tal impotencia, se llama debih 'ad, producida por causas febriles; si la causa obra en el sistema nervioso apagando su acción , entonces se llama postración de fuerzas, .y otros le .dan el nombre.de malig- CAL 123 nidad. Se dividen las debilidades con respecto á su origen en esen- ciales y accidentales; las primeras son las que resultan por estar ata- cado el principio vital, por agentes ó estímulos morbosos que obran inmediatamente sobre dicho principio, consumiendo las fuerzas &c., como se observa en las calenturas nerviosas ó malignas, en la peste y otras enfermedades. Algunos quieren que las esenciales sean aquellas en que el principio productor obra en el celebro y cerebelo apagan- do ó disminuyendo su acción. Las accidentales, ó por agravación que decian los antiguos, son las que se experimentan después de en- fermedades rebeldes y crónicas, ó quando las fuerzas vitales, siendo las mismas, no pueden con tantas acciones aumentadas por haber mu- chos síntomas á la vez y muy graduados. También se llama así la que sobreviene quando es tanta la abundancia de humores que no dexa exercer las funciones, como v. gr. la plétora. Dividen igualmente la debilidad febril, en primitiva y consecutiva ó secundaria, y también en facticia : primitiva es aquella que antecede ó se presenta al mismo tiempo que la calentura como la que acompaña á las nerviosas y pú- tridas ; secundaria ó consecutiva la que se sigue del incremento, estado ó qualquiera otro tiempo de la calentura; facticia la que proviene de una mala curación , por falta de alimentos, por abuso de la san»- gría &c. Hay también debilidad directa é indirecta: la primera es la que viene realmente de agentes debilitantes, esto es, que atacan el prin- cipio vital, y disminuyen lo que los Brownianos llaman excitamiento, como sucede en todas las enfermedades que ellos llaman esténicas: la indirecta es la que proviene del abuso de los estimulantes ó excitan- tes , que van poco á poco debilitando las fuerzas vitales con la conti- nuación, y destruyendo el excitamiento (V. este artículo.), como su- cede con el exercicio excesivo, el abuso de alimentos en calidad y can- tidad , el de bebidas ó licores espirituosos mal fermentados &c. Ade- mas de las diferencias que hemos establecido de debilidades con res- pecto á sus causas, pueden dividirse también en generales y particu- lares, pues algunas veces se halla debilitado el pulmón, el estóma- go &c., mas particularmente que las demás partes, que debemos mi- rar como otras tantas debilidades locales: de las generales podemos hacer tantas divisiones como sistemas comunes hay en la economía ani- mal , esto es, del sistema nervioso, vascular , glanduloso &c., según estén afectados de debilidad cada uno de ellos, ó todos á un tiempo: todas estas especies pueden hallarse juntas ó separadas en las calentu- ras, pues se ve muenas veces que ademas de hallarse debilitados to- dos los sistemas (como en el tifo) se debilita con preferencia el pul- món ú otra entraña. Las causas de la debilidad son tantas quantas pueden producir las enfermedades que afligen al hombre, pues, como hemos dicho, la 124 CAL mayor parte de ellas tienen por compañera la debilidad (V. la cla- se de debilidades.) \ pero, con respecto á la febril, reduciremos en general el origen de este síntoma, ó á la abundancia de humores, que entorpece y debilita las funciones, ó á un principio que apaga los movimientos vitales, ya sea producido por pasiones de ánimo, mias- mas deletéreos contagiosos, pútridos ó de otra naturaleza, el qual obre disminuyendo la sensibilidad, irritabilidad y demás propiedades vita- les y funciones de la economía animal: también pueden producir la debilidad febril las excesivas evacuaciones antes ó en la misma carrera de la calentura , como también la vigilia , los vómitos y otros sínto- mas accidentales &c. El pronóstico se deducirá según la intensidad y partes que ocupe la debilidad. Si llega á ser postración, siempre es un síntoma pernicioso; si ocupa el celebro, pulmón ú otra parte princi- pal, depravando alguna función interesante, será igualmente de mu- cho peligro; las que vienen por agravación no son tan malas; pero la esencial lo es aunque la enfermedad sea pequeña; las que provienen de pasiones de ánimo suelen tener un fin funesto, lo mismo que las que son producidas por grandes evacuaciones, principalmente si son de sangre; y así es que, quando se ha abusado de la sangría, pocas ve- ces puede el arte destruir esta debilidad. La curación de la debilidad febril es por lo regular la directa de la misma calentura: pocas veces se hace una cura sintomática; solo quando es excesiva se gradúan algo mas los corroborantes, tónicos, estimulantes &c. ; pero en general, si la calentura y la debilidad pro- vienen de abundancia de sangre ú otros humores, se emplean los evacuantes; si es producida por un principio séptico, apagador de la vida &c., se cura con los tónicos antipútridos y demás remedios que combaten la especie de calentura: si es producida por qualesquie- ra de los demás síntomas febriles, combatiendo estos y la misma ca- lentura , se disminuirá. La convulsión febril es otro de los síntomas que acompañan con freqiiencia á las calenturas, presentándose en varias partes y de distin- tos modos; consiste en una contracción constante ó interpolada ú alter- nada de movimientos de los músculos que se mueven voluntariamente (V. el artículo espasmos^ convulsión.) ; unas veces ataca los múscu- los de la mandíbula, y forma el trismo (V. este artículo.); otras los de los labios y la lengua, y pone á los enfermos balbucientes; lo mas fre- qüente es que ataque á los músculos de los dedos, y produce lo que se llama salto de tendones; en fin acomete á las distintas partes del sis- tema muscular con mas ó menos fuerza, unas veces con movimientos alternados, y otras con rigidez; lo mas comun es lo primero. La convulsión febril se presenta ó al principio de la calentura ó en el es- tado ; pero por lo regular sobreviene quando van creciendo los de- mas síntomas, ó al fin con la que suelen morir muchos enfermos. Esta CAL 12$ convulsión suele ser ó producto inmediato de la causa de la calentu- ra, ó de los síntomas ó accidentes de ella; la causa próxima parece ser la acción mudada del celebro por algún vicio ó estímulo existen- te en él, ó en los nervios ó en alguna otra parte de la economía ani- mal , que por relación afecta el sistema nervioso, y por este se propaga al muscular total ó parcialmente. Las causas remotas son las mismas que las de los síntomas anteriores, esto es, abundancia de humores, su mala qualidad, una gran debilidad, las grandes y repetidas pasio- nes del ánimo, los acres aplicados en alguna parte, y también los vi- cios de estómago &c., y en fin todo lo que es capaz de irritar ó alte- rar el sistema nervioso. Su pronóstico se deduce de la causa producto- ra y las circunstancias que se complican con la calentura; pero siem- pre las combulsiones que acompañan á esta enfermedad serán de mal agüero; mucho mas quando vienen por inanición ó en conseqüencia de algún gran fluxo de sangre, las de los labios, párpados, el trismo son las peores, no siéndolo tanto el hipo, sin embargo que se le ha te- nido en la antigüedad como síntoma mortal; pero vemos con fre- qiiencia en la práctica producirse por vicios de estómago, y con los evacuantes desaparecer, bien que en otras ocasiones es un síntoma nervioso tan temible como los demás. La curación directa de este síntoma febril es siempre la misma que la de la calentura que le causa; pero sin embargo se deben emplear algunos remedios que le moderen exclusivamente; y así es que se usa con feliz éxito, ademas de los remedios generales de la calentura, el alcanfor, el almizcle, el opio, la asafétlda, el licor anodino de Hoff- man, el éter y demás antiespasmódicos y calmantes (V. estos artícu- los. ), que se pueden combinar con los de la cura principal, dándo- los alternativamente ó mezclados, y haciendo con ellos varias fór- mulas: la que recomienda Boerhaave se ha tenido por específica de las convulsiones, la qual se reduce á quatro onzas de agua rosada y otras quatro de suero destilado, una de xarabe de ninfea y una drac- ma de espíritu de vitriolo, todo mezclado, usando esta bebida á cu- charadas: también se ha recomendado infinito el julepe moscado de Fuller: la agua alcanforada de Fernandez tiene lugar en este caso , y otras fórmulas que se pueden prescribir con los medicamentos arriba indicados, ya sea en bebidas, pildoras &c.: la aplicación de cantári- das y sinapismos contribuye también á moderar los espasmos y con- vulsiones. La vigilia ó pervigilio, y mas propiamente el desvelo, es un síntoma que suele acompañar con freqiiencia á las calenturas , y si es muy constante, es el precursor del delirio: este síntoma es opuesto en un todo al coma febril, y por consiguiente su causa debe ser entera- mente contraria , pues este adormecimiento es causado por la compre- sión , torpeza y falta de acción en la masa celebral; y la vigilia recono- I2Ó CAL ce por causa próxima la acción aumentada de esta viscera, según que sea mayor ó menor su irritabilidad. Los dolores de qualquiera cla- se que sean , aumentan la acción de los nervios, y también la del ce- lebro, y producen la vigilia del mismo modo que aumentan también estos dolores la acción del sistema vascular, y producen igualmente la calentura: es necesario analizar si esta produce la vigilia ó si la ca- lentura es efecto de ella, pues se ve que en una calentura biliosa el excesivo calor y el movimiento aumentado producen la vigilia; pero en una artrítica ó reumática, en que los dolores son crueles, la vi- gilia es efecto de ellos y no de la calentura: estas consideraciones ha- rán variar su curación , pues en el primer caso convendrán los reme- dios que disminuyen el calor y movimiento aumentado &c , y en el segundo serán mas útiles los que mitiguen los dolores. Los efectos subsiguientes á la vigilia continuada por lo comun son la debilidad del sistema nervioso, el delirio y aun la convulsión , que hará mas ó menos peligrosa esta enfermedad según la intensidad de estos pro- ductos. Como estamos persuadidos de que la vigilia reconoce por causa una disposición que se acerca mucho á la inflamación del celebro, pa- rece que la dieta, y habiendo fuerzas la sangría, están indicadas: la quietud de alma y cuerpo siempre vendrá bien. Los afectos del ánimo, como se sabe, unos obran apagando la acción nerviosa, y otros la aumentan; en este último caso produce la vigilia ; quando se verifique , se procurará dirigir á los enfermos, en quanto sea posible, á otros afectos, privándolos de lo que pueda excitar sus sentidos, co- mo el ruido, la luz &c. ; no obstante hay ciertos sonidos que indu- cen sueño, como los blandos y unísonos, el susurro del ayre, del agua y la música sonora y monótona. Quando conozcamos que esta disposición nace de estímulos particulares, que obran en ciertas par- tes del cuerpo, la primera indicación será quitarlos, y si son dolo- res calmarlos, evitando todas las incomodidades que estorben el sueño , el qual será el mejor remedio que destruya los efectos de la vigilia, y con el qual termina este síntoma febril. Se han usado para calmar este síntoma los olores narcóticos; poniendo debaxo de las almohadas de los enfermos el beleño, la mandragora , las cabezas de adormideras, la belladona &c.; algunos han creído que seria útil re- gar la habitación con cocimientos de estas mismas plantas; pero todo esto da idea del miedo que han tenido algunos Médicos de adminis- trar los calmantes á los enfermos, valiéndose de estos medios, que á nuestro parecer son bastante débiles. El uso del alcanfor, combina- do con los demás remedios de la calentura, es un excelente remedio, que ademas de satisfacer otras indicaciones para esta misma enferme- dad, es útilísimo para disponer al sueño á los enfermos; quando este remedio no desempeñase, y la vigilia es constante, y por ella se te- CAL 127 me un delirio, en este caso se echa mano de los paregoricos; media onza de xarabe de meconio disuelta en dos onzas de agua de tila ó de corteza de cidra, medio escrúpulo de licor anodino, dos ó tres drac- mas de agua de canela es una excelente fórmula para este objeto , que se puede tomar de una vez, pudiéndose variar con otros medicamen- tos de la misma intención, ó añadiendo algún corroborante mas &c. Quando hay un calor excesivo y determinación de humores hacia la cabeza, son útiles poner en ella paños de vinagre aguado frios y sina- pismos, y otros remedios que se indicarán en el delirio. El síntoma contrario á la vigilia es el coma febril, que es aquel estado en que los enfermos tienen una propensión morbosa al sueño, aunque en realidad no duermen , pues oyen, sienten y aun responden á las preguntas que se les hace ; pero vuelven como á adormecerse; en fin este síntoma es una afección soporosa de las menores. ( V. la clase de debilidades y el género sopor. ) Se presenta este síntoma en varias calenturas, tanto en las intermitentes como en las remiten- tes, biliosas, inflamatorias &c., ya sea en el aumento ó estado ; pero por lo regular acompaña á las calenturas que han sido producidas por pasiones de ánimo, á las que acometen á los viejos y obesos, y á las puerperales en el tiempo de la invasión. La inflamación del celebro por lo regular produce sopor, así como la de sus membranas delirio. Se observa muchas veces en varias calenturas una mezcla de sueño y Í>avor repentino, que se desvanece inmediatamente, á lo que suelen lámar coma vigil, que atribuyen á la desigual afección del celebro, estoes, que en una parte de su masa está interrumpido el círculo, y en otras se halla libre. Las causas mas comunes que contrihuyen á pro- ducir este síntoma , ademas de las generales de la calentura produc- tora , son el mayor afluxo ó cúmulo de humores blancos ó sanguí- neos en el celebro, ó su demasiada debilidad; los grandes fluxos de sangre, el frió excesivo, el agua ú otro humor detenido en los ven- trículos del celebro, los golpes, fracturas del cráneo y todo quanto puede producir compresión ; por todas estas causas, y quando ha pre- cedido delirio ó vigilia , suele seguirse el sopor. Este síntoma siempre será peligroso, aunque menos que el letargo, que es lo que se de- be temer, porque es el exordio ó principio de él y aun de la apople- xía : si es producido por pasiones repentinas de ánimo es muy pe- ligroso, y rara vez se cura: en los niños no es tanto como en los viejos; pero de todos modos siempre exige prontos socorros, pues ademas de los remedios principales de la calentura, se emplearán otro< subalternos, que puedan disminuir ó desvanecer la soñolencia, dirigiéndose siempre á extinguir la causa productora ; si esta fuere el mayor afluxo de sangre al celebro, ó su inflamación , las sangrías se- nil muy útiles; si fuese causado por detención de humores en pri- meras vias ó en otra parte, los evacuantes de ellos vendrán bien; pe- 128 CAL ro aquel sopor nervioso que viene por debilidad y aplanamiento de celebro, que se presenta en las calenturas nerviosas ó malignas, se debe corregir con los excitantes, que despierten y aumenten fuerzas, para lo qual se emplearán los estornutatorios, y entre ellos el álcali volátil aplicado á las narices, usando al mismo tiempo los vexigatorios, los si- napismos, y si es necesario las lavativas irritantes, en que entre la ru- da ó el vino emético &c.: en las puerperales se excitará con los re- medios propios para promover las evacuaciones loquiales, usando del arcano duplicado y de la ipecacuana en corta dosis &c. En las inter- mitentes, que vienen con este síntoma, por lo que las llaman perni- ciosas , ademas del plan estimulante es necesario aumentar la dosis de la quina, y aprovecharse de la apireixia ó Intermisión. El delirio febril es un síntoma que se presenta muchas veces en la calentura; entendemos por esta palabra aquella perturbación de las facultades intelectuales, que no permite percibir las cosas como cor- responde , y juzgar de ellas con verdad, estando al mismo tiempo pervertidas la imaginación y la memoria , produciéndose ideas inco- herentes , que no tienen conexión alguna con los objetos exteriores. En este estado no se hacen bien las impresiones en los órganos, ni se verifican las sensaciones, quando mas se hacen con irregularidad; y así es que los delirantes no oyen bien, ni gustan , ni sienten , no tie- nen sed &c. El delirio, como ya se ha dicho, acompaña con freqiien- cia á las calenturas; jamas falta en la inflamación del celebro y sus membranas. Algunas veces es también síntoma de otras enfermedades en que no hay calentura; puede dividirse en idiopático, que es quan- do la causa reside en el mismo celebro, y entonces se llama también frenesí; en sintomático quando es producto de otra enfermedad, v. gr. de la erisipela y otras afecciones inflamatorias &c.; y en simpá- tico , que es quando viene por consentimiento nervioso, como sucede en la puntura de un tendón ú otra parte distante del celebro, ó por la saburra en primeras vias &c. Se divide también el delirio !por la forma con que se presenta, en. feroz 6 furioso, en baxo y en conti- nuo , y con intermisión ó intermitente, cuyos nombres manifiestan con bastante claridad las ideas que representan estas divisiones. Todo lo que perturbe el orden físico del celebro y sus dependen- cias puede producir el delirio: esta mutación morbosa, que trastorna los sentidos internos, puede ser ocasionada por la debilidad de estos órganos, que induxo la causa comun de la calentura; por la predis- posición que adquirieron antes ó después de acometer esta enferme- dad por medio de las pasiones de ánimo deprimentes ó de otra espe- cie , ó también por el contraste de estímulos mentales; el afluxo de humores hacia el celebro , su inflamación, los estímulos mecánicos ó de otra naturaleza en estas partes y los que se conducen á ellas sim- páticamente de otros sitios se han tenido igualmente por causas de- CAL 129 terminantes del delirio. Este síntoma siempre será peligroso en las ca- lenturas ; el delirio baxo anuncia gran abatimiento ó debilidad en el celebro y el sistema nervioso, el furioso indica algunas veces inflama- ción del celebro; pero como esto no se verifique, no es tan peligro- so. La curación de este síntoma es siempre la directa de la enferme- dad primitiva; pero quando se presenta, es preciso añadir al plan al- gunos otros remedios, que variarán según la naturaleza de la calentu- ra; si esta es inflamatoria, ó el delirio es producto de la inflamación del celebro, el plan antiflogístico vendrá bien: algunos Prácticos respetables proponen las sangrías locales de las yugulares y la suzana, las sanguijuelas &c ; pero sin duda no tuvieron presente lo impracti- cable que es esta operación en un delirante en caso de que tengan pre- ferencia las evacuaciones de estos vasos, y también que la compresión de la cinta y venda detendría la circulación, y por consiguiente se au- mentaria el delirio; bien que hay máquina ya descubierta para hacer el vendaje sin causar compresión general: en las calenturas pútridas y nerviosas serán sumamente útiles los vexigatorios aplicados en los bra- zos y piernas; pero se ha observado en estos últimos tiempos que de- be preferirse la nuca y aun la misma cabeza, haciendo al mismo tiem- po uso de los sinapismos á los pies para que obren rebulsivamente, pues la idea que se proponen los Médicos es apartar el estímulo mor- boso que está afectando el celebro, ya sea por medio de los vexigato- rios locales que llamen á la piel dicho estímulo, ó excitando la sensibi- lidad en partes lejanas, con lo que pueda contribuir á ello , como la música, el ruido de un chorro de agua &c. También se recomienda el uso del alcanfor ó el almizcle; estos remedios pueden ser muy úti- les respecto ser unos antiespasmódicos. Se debe cuidar de que los de- lirantes no forcejeen; ni consuman fuerzas, porque en la remisión ven- drá un abatimiento, que será muy perjudicial para la calentura. El sudor febril es un síntoma principal de la calentura, cuya descripción hicimos ya en la historia de ella; este puede ser crítico y sintomático: se conocerá que es crítico en que ha habido señales de crisis (V. este artículo.) , y en que la calentura es de aquellas que terminan por sudor, como las que vienen por haberse suprimido la transpiración &c., en que se presenta en la declinación ; en que es universal, caliente, y con él no se pierden fuerzas. El sintomático se distingue en que faltan las señales referidas, y en que la lengua se pone seca y hay sed; acompaña constantemente á las intermitentes en la declinación de cada accesión, terminando con él: en las suda- torias de los Ingleses es el síntoma característico, presentándose en otras varias especies de calenturas. Las causas productoras de este sín- toma febril pueden ser la demasiada laxitud y debilidad del sistema cutáneo y los vasos que intervienen en la traspiración y sudor; por haber padecido un espasmo estos mismos ó por otras causas; el TOMO II. R 130 CAL mayor empuje de los humores circulatorios ó el fácil desprendimien- to de las partes .aquosas; el movimiento aumentado del sistema vas- acular, muscular &c, pues se ve constantemente que quando se excita qualquiera de los sistemas de nuestra economía animal, por un estí- mulo mental, físico ó de otra naturaleza, al movimiento aumentado se sigue el sudor; nada hay mas freqüente que venir elsudor en con- .seqüencia de un susto, un acceso de cólera ú otra pasión de ánimo, ■después de un exercicio violento &c. Estos hechos constantes nos conducirán sin duda al conocimiento etlológico de este síntoma fe- bril. El pronóstico de este síntoma de la calentura suele ser siempre pe- ligroso , siéndolo mas por lo regular quando recae en sugetos dé- biles , y á quienes las fuerzas hacen suma falta, pues esta evacuación debilita rinfinito; ademas que perdiendo la sangre y demás humores las partes aquosas, que les sirven de vehículo, pueden seguirse con- creciones poliposas, atascamientos y otras enfermedades, y con res- pecto á la debilidad resultar lipotimias, síncopes &c., que todo pue- de traer malas conseqüencias. En el sudor febril no se debe emplear una cura directa ni específica para corregirlo, pues quando mas, si se ve que este agrava la enfermedad , se intentará moderar esta perni- ciosa evacuación aliviando de.ropa á los enfermos, haciendo que se muevan en la cama descubriéndolos algún tanto, pero que no sea en términos que cese repentinamente el sudor. Para precaver las congo- jas , desfallecimientos y demás productos de la debilidad que puede inducir este síntoma febril se deben emplear en el acto del sudor al- gunos remedios corroborantes cordiales, que vayan sosteniendo las fuerzas de la vida, é impidiendo que no crezca la debilidad, y entre ellos debe preferirse el vino generoso, dado á cucharadas ó en corta cantidad, en los caldos, ó poniendo en ellos el agua lacticinosa de ca- nela ; usando también alguna bebida compuesta de substancias corro- borantes, aromáticas y cordiales. Algunos Prácticos usan de tópicos de la misma intención en la cabeza y en los pulsos. La diarrea es otro de los síntomas que acompaña á las calenturas, aunque no es muy constante; consiste en la expulsión freqüente y considerable de los excrementos por el ano, y por lo comun en for- ma líquida: esta evacuación, como la del sudor, puede ser crítica ó ■sintomática: la crítica se conoce por las señales de crisis (V. este ar- ticulo.) , y la sintomática por la gran debilidad que induce y por el •aumento de los demás síntomas. Las causas mas comunes de este sín- toma febril son la debilidad del canal intestinal, la irritabilidad y sensibilidad morbosa de dichos órganos, su mucha fuerza expelente, por hallarse estimulados por qualesquiera de los principios capaces de ello; la poca absorción de los xugos contenidos en los intestinos, pues deteniéndose en ellos , suelen descomponerse y convertirse en un es- CAL 131 tímulo que causa su irritación, y por consiguiente la diarrea; en fin siempre que haya en las primeras vias humores poco homogéneos, co- mo la bilis degenerada y demás humores &c., vendrá este síntoma febril. Su pronóstico variará con respecto al tiempo que se presen- ta en la calentura, según su duración , la cantidad y naturaleza de humores que se arrojen, concibiéndose fácilmente quando debe ser mas ó menos peligroso; si al mismo tiempo se reseca la piel, estando el pulso débil y seca la lengua, será muy peligrosa esta diarrea fe- bril; las diarreas que acompañan á las calenturas lentas, y al mismo tiempo hay extenuación, que llaman colicuativas (V. colicuación.), por lo regular terminan con la muerte de los enfermos.^ ^ Siempre conviene moderar la diarrea febril sintomática, y para executarlo es preciso examinar su naturaleza y causas: quando es pro- ducida por materiales podridos y otras degeneraciones en las prime- ras vias, la mejor indicación es evacuarlas; el emético es preferible á todos los evacuantes, y la ipecacuana á los demás eméticos: si la descomposición es biliosa, suele corregirse este síntoma con las bebi- das agrias y frias, y los tópicos igualmente fríos, como también las lavativas en igual temperatura: quando la diarrea es conseqüencia de la debilidad é irritabilidad que se sigue á ella en el canal intestinal, se aplican oportunamente los tónicos combinados con los calmantes; y así es que ademas del plan tónico general que se prescribe para la calentura, se debe añadir el diascordio de Fracastorio ó la mezcla del láudano líquido con algún corroborante: pueden usarse ademas otros corroborantes astringentes, como el cocimiento de tormenti- la, bistorta &c. (V. astringentes.): la ipecacuana en corta do- sis , esto es, una quarta parte de grano ó medio, se ha recomenda- do infinito para moderar esta evacuación ; en fin son muchos los re- medios que han usado los Prácticos para contener esta evacuación morbosa, que se tratará con mas extensión en la clase de fluxos, género diarrea. Exantemas febriles. Exantemas en general son unas eflorescen- cias de la piel, de diversas formas y extensión, que vienen con calen- tura ó sin ella ; pero aquí solo trataremos de las febriles. Estas deben considerarse de dos modos: ó como síntomas positivos, y entonces toma la calentura el nombre de sintomática , como la miliar, la pete- quial &c.: otras veces las erupciones ó exantemas llevan el nombre de la enfermedad por ser mayores y de mas consideración que la calen- tura , que es dependiente de ellas como las viruelas, sarampión &lc. La mayor parte de estos exantemas forman enfermedades particula- res, y la calentura debe mirarse como sintomática, que se trata- rá en sus respectivos artículos. Los exantemas que mas comunmen- te se presentan como sintomáticos son las petequias (V. este artí- culo.) , y alguna vez la erisipela. Las calenturas maltratadas, y las 132 CAL que desde el principio traen un carácter de septicidad, suelen ser acom. panadas de petequias: síntoma decisivo de la disolución y putrefac- ción , que ha comenzado por haberse mudado la acción vital de sóli- dos y fluidos, como se observa en las calenturas nerviosas y pútri- das. Este síntoma siempre es peligroso, y su pronóstico depende del mayor ó menor número de petequias, del sitio que ocupan, de la dis- tancia que guardan entre sí , de su color &c.: las que son circula- res están distantes y encarnadas, ó lo que llaman rutilantes son las mejores, porque denotan mas vitalidad , hay menos puntos del cu- tis atacados, indicando menos disolución: si hay muchas y muy jun- tas , presentándose abundantemente hacia la coluna vertebral, indi- can gran disolución , y no pocas veces puede seguirse la convulsión y una muerte pronta. Este síntoma febril, tan pernicioso, no exige una cura aislada y particular: solo indica al Médico que redoble sus es- fuerzos en la cura primitiva de la calentura , para que eche mano de los mas poderosos antisépticos. Los demás exantemas no deben tra- tarse aquí, y así se consultarán los artículos erisipela , sarampión, VIRUELAS &C. Causas de las calenturas. Después de haber hecho la historia de la calentura y la explica- ción compendiada de la mayor parte de sus síntomas es preciso expo- ner las causas que la producen: asunto á la verdad obscuro y difícil de tratar con una exactitud filosófica, pues el pais de las causas en todas materias es el de las tinieblas, de las hipótesis, arbitrariedades y los sueños, y así muchas veces convendría mas bien confesar inge- nuamente que se ignoran las causas que el Criador quiso ocultar á los hombres, que no empeñarnos en querer averiguarlas con violencia, llenando muchas páginas de sutilezas y cabilaciones hipotéticas, que abruman las ciencias cargándolas por lo regular de ideas falsas y erró- neas: nosotros nos apartamos de esta conducta, confesando franca- mente iquando ignoramos las causas de los fenómenos ó efectos que describimos, indicando quando mas las opiniones de los Autores ó al- guna racional verosimilitud (V. causas. ); y con respecto á la de las calenturas debemos decir que aun se ignora la causa próxima de ellas, sin embargo que algunos Autores se han empeñado en explicar- la, creyendo unos que es el espasmo capilar, otros el calor, la irrita- bilidad del corazón y sistema vascular excitada por alguna causa re- mota &c. El estado de nuestros conocimientos no nos permite aun determinar con exactitud la causa próxima de la calentura, como lo hacen algunos Autores respetables; y así nosotros dexarémos suspen- so este punto, por no incurrir en hipótesis y acaso en ideas erróneas, esperando á que los conocimientos ulteriores nos aclaren un dia este importante ramo de la etiología febril, mucho mas quando sabemos CAL 133 que un sabio Profesor se ocupa, entre otras investigaciones, en la de esta parte del arte de curar. Sabiendo ya quan difícil es explicar la causa próxima febril, pasa- remos á considerar las procatárcticas ó remotas, que también pueden llamarse con mas propiedad principios externos ó estímulos febriles, como se verá en el artículo causas , y lo que dice Sauvages sobre este punto, cuyas voces usaremos con freqiiencia en este y otros ar- tículos. Los estímulos febriles ó causas remotas de las calenturas son tantas, que hay necesidad de reducirlas á varias clases, pues de otro modo seria casi imposible numerarlas, y así las expondremos según la división que ha hecho Boerhaave, por parecemos la mas metódica. No nos detendremos en la primera división de causas generales y par- ticulares , porque ya se ha hecho mención de ellas quando tratamos de las diferencias de las calenturas, esto es, de las esparódicas, endé- micas , epidémicas &c., las quales pueden producirse por causas co- munes ó particulares. Estas causas remotas, principios externos ó fe- briles, ya obren en primeras vias, en la piel ó en qualquiera otra parte del cuerpo, hacen sin duda la primera impresión en el sistema nervioso, como lo prueban los síntomas nerviosos, que son precurso- res , y aun acompañan á la calentura; tales son el frió, dolor de ca- beza, pesadez &c. con que principia la calentura, cuya mudanza morbosa del sistema nervioso se propaga después por medio de él al sistema vascular y demás partes de la economía animal. Todos es- tos estímulos los reduciremos con Boerhaave á los cinco órdenes si- guientes. Orden i. Ingesta. Por esta voz se entiende todo lo que entra en el estómago que sea capaz de producir una mutación morbosa, propa- gándose á toda la máquina, y produciendo la calentura, como son las substancias acres, venenosas, los medicamentos y también la comida, bebida y condimentos que ofendan por su cantidad ó calidad. Los ve- nenos , que son todos aquellos cuerpos que no pueden convertirse en nuestra propia substancia por la acción de la vida, y que dados en corta cantidad producen grandes y funestos efectos, son suscepti- bles, como todos saben, de producir entre otras enfermedades la ca- lentura (V. venenos.), entendiéndose por medicamento toda subs- tancia capaz de alterar y producir alguna mutación en la economía animal: para mudar su condición morbosa claro está que alguna vez pueden causar la calentura, particularmente si se han suministrado con imprudencia, pues entrando en el estómago, suelen mudar su acción, propagarse á todo el cuerpo, y seguirse la calentura, sucediendo esto mas comunmente con la clase de medicamentos estimulantes y aun los narcóticos; y así es que quando los Médicos necesitan producir artifi- cialmente una calentura, se valen de los estimulantes &c., como en las parálisis y otras enfermedades, en que está abatida la acción nerviosa y 134 CAL motriz. Si los alimentos pecan por exceso, hay peso en el estomago, compresión en sus vasos y en los de las visceras inmediatas, particu- larmente en los del hígado, siguiéndose ademas la mayor secreción de bilis, la qual, por estar bien animalizada, se pone estimulante, y por consiguiente no se hace bien la mezcla de los alimentos, resultando crudezas, indigestiones, calenturas gástricas, como la de los gloto- nes, la láctea de los niños &c. Si se come muchas veces al dia, se trastorna el tono del estómago, lo mismo que sucede quando se co- me de tarde en tarde , bien que en uno y en otro exceso tiene mucho poder la costumbre; pero no obstante no dexará de ser un prinpipio excitante de la calentura. Nadie duda que los alimentos, pecando en su calidad, é introducidos en el estómago, pueden ser estímulos fe- briles, ya sean carnes crudas, corrompidas, frutas inmaduras, ú otras substancias acerbas, estimulantes &c, causando calenturas gástricas, biliosas y de otras especies. La diversidad de condimentos con que sa- zonan las substancias alimenticias, qué el luxo y la glotonería ha intro- ducido en las mesas, son otros tantos estímulos febriles , mucho mas quando sus prolixas combinaciones no se han consultado sino es para agradar y saciar el apetito: es cierto que la costumbre suele hacer inertes estos estímulos; pero á veces se compra á costa de varias en- fermedades. Si los alimentos por todas las razones dichas pueden ser agentes ocasionales de las calenturas, no lo son menos las bebidas; y así es que las aguas estancadas, cenagosas y corrompidas, ó mezcla- das con otras substancias extrañas, producen por su mala qualidad las calenturas gástricas intermitentes y de otras especies, y no pocas ve- ces la diarrea, las obstrucciones, vómitos &c. Los licores fermenta- dos y á medio fermentar son también causa ocasional de la calentu- ra y otras enfermedades; y así es que de su uso y de su abuso suelen seguirse calenturas ardientes ó biliosas, y las que llaman crapulo- sas &c. En conclusión los alimentos, condimentos y bebidas pueden obrar morbosamente , afectando primero el sistema nervioso, y pro- pagándose después al vascular, pero siempre antes que puedan haber- se digerido. También los alimentos, pecando por defecto, pueden producir el desfallecimiento, predisponer y seguirse la calentura. Orden ii. Retenta. Baxo este orden se comprehende como causa remota de las calenturas todo lo que se retiene dentro del cuer- po, que debia expelerse. Es constante que nuestra máquina se descarta de todo lo nocivo por el sudor, orina y cámara, que son las princi- pales evacuaciones excretorias, aunque hay otras que no son del to- do inútiles, como los mocos, lágrimas &c.; pero qualquiera de és- tas que se detenga repentinamente, causará una serie infinita de ma- les, y principalmente la calentura: no hay cosa mas sabida que se- guirse esta quando se detiene la evacuación ventral, como se verifica con freqiiencia en los niños y aun en los de todas edades. La reten- CAL 135 cion del material prespirable es notorio que produce la calentura ca- tarral con diversos síntomas: á la supresión ó retención de orina se siguen calenturas inflamatorias ó de otras especies. Se ve con freqiien- cia en la práctica presentarse calenturas con varios caracteres de re- sultas de la supresión del menstruo, de los loquios, de la leche, del fluxo blanco ó leucorrea &c., sucediendo esto sin duda porque el hu- mor detenido adquiere alguna degeneración, ó por qualquiera otra mutación que cause en la máquina; observándose por lo regular que el material detenido suele dirigirse á aquella parte con quien tiene mas simpatía; y así el de la evacuación periódica se dirige comunmen- te hacia la cabeza ó garganta: el de la transpiración ó al vientre ó al pecho; pero lo último es lo mas freqüente. Todas las causas capaces de contener las evacuaciones descritas son otros tantos principios productores de la calentura. Entre esta suele contarse el ayre, que se puede considerar física y quiméricamente [V. ayrejp atmósfera.): sus qualidades físicas, esto es, su pesa- dez, su movimiento el estar mas ó menos caliente ó frío &c., pue- den producir mudanzas en la máquina, y por consiguiente la calen- tura; y así es que los hechos constantes enseñan que se presentan las calenturas biliosas, quando el ayre está caliente, lo mismo que quando está frió las catarrales; pero aun se duda si la causa de la calentura ca- tarral es el material detenido por el frió, ó si es la falta del calórico, que saliendo del cuerpo para equilibrarse con la atmósfera fria, causa al- guna mutación en el sistema nervioso, ó si produxo esta el mismo frió, pues vemos freqüentemente que aun después de haberse restablecido la transpiración, y sudado los enfermos, no se corrigen las afecciones catarrales, y solo con el uso de algún calmante ú otro medicamento que deshaga el espasmo ó modificación morbosa, local ó general, se verifica la curación; por lo que creemos que pueden consistir mas bien las afecciones catarrales en una mutación de acción del sólido causa- da por el frió que la translación del humor traspirable, bien que pue- de ser esto secundariamente. Baxo este orden comprehenden también los Autores por causas ocasionales de la detención de los humores que deben expelerse fuera del cuerpo, y por consiguiente causas de la calentura, las pasiones tris- tes del ánimo, el exercicio inmoderado, las fricciones aceytosas, las compresiones &c. (V. pasiones del Ánimo y exercicio.), efecti- vamente todo quanto puede contribuir á la detención de los humores que deben arrojarse fuera del cuerpo, como son las causas que hemos indicado , y otras que omitimos por ser demasiado conocidas, pueden producir la calentura. Orden iit. Gesta. En esta voz comprehenden los etiologistas la vida sedentaria, la apatía 6 tranquilidad del espíritu siempre que perturben el orden de la economía animal, como tambian el calor y 136 CAL la mudanza repentina de pais, costumbres &c., numerando todo es- to como otras tantas causas ocasionales. (V. exercicio y lo que se ha dicho en los párrafos anteriores.) Orden iv. Applicata externa. Este orden comprehende to- das las substancias estimulantes, que aplicadas á la superficie del cuer- po , la irritan, producen dolores ú otra sensación incómoda, y algu- na vez la calentura, como son las cantáridas, los sinapismos, las fric- ciones de álcali volátil, la urticaclon &c.; pues estos cuerpos, obran- do química ó físicamente, estimulan la piel con mas ó menos energía, determinándose algunas veces á este órgano; pero otras se propaga su acción al sistema general, y produce la calentura: en la Cirugía se ven comunmente exemplos de esta verdad quando se hace abuso de los cáusticos actuales ó potenciales, y quando se usan inyecciones acres &c. , lo mismo que sucede con el abuso de lavativas, calas, ca- taplasmas y otras substancias irritantes. En este orden se comprehen- den también las conseqüencias del ardor excesivo del sol y la picadu- ra de animales venenosos, siguiéndose entre otros males la calentura. Orden v. En este último orden se debe comprehender como causas ocasionales de la calentura la depravación de varios humores, que al mismo tiempo que producen otras enfermedades, pueden cau- sar también la calentura, como la mala crasis de la sangre, la degene- ración de la bilis, la depravación del suero , la supuración &c., á lo que se puede añadir la supuración, la inflamación, la gangrena, el cancro , los venenos &c. Nada hay mas freqüente en la práctica que seguirse la calentura á todas estas enfermedades, como iremos vien- do mas adelante. No tienen menos influxo en la producción de este orden de causas las pasiones de ánimo excitantes, tales como la ira, el furor , la excesiva alegría &c.; las quales, obrando directamente sobre el órgano principal de la circulación, esto es, sobre el cora- zón , según las ideas del célebre Bichat, propagando su acción á todo el sistema vascular &c.(V. pasiones de ánimo.) Después de haber expuesto las causas que pueden producir la ca- lentura , el buen orden pide que tratemos de sus efectos y resultados. Si se reflexiona atentamente sobre este objeto , se verá que el efecto primero y principal que se sigue de la calentura es la debilidad del só- lido vivo, siguiéndose de esto precisamente mudanzas en los fluidos, pues estos ó se ponen mas densos ó mas disueltos, como lo prueban una multitud de hechos; por lo que se engañarán los que crean que la densidad ó dilución de los fluidos es causa de la calentura, siendo así que no es mas que un producto esta modificación de los líquidos. Si fixamos la atención en la historia de la calentura, veremos com- probados estos hechos, pues un estímulo ó causa de las varias que he- mos expuesto produce la calentura, con ella la celeridad de los hu- mores, agitando los que se hallan estancados, mezclándolos todos, CAL 137 atenuando unos y coagulando otros, sucediendo esto principalmente quando hay sudores, porque en este caso se disipa mas la parte aquo- sa, se sigue también la sed , los dolores, la laxitud, te impotencia de executar los movimientos regulares y los demás síntomas que hemos expuesto ya anteriormente. No todos los Médicos convienen en la debilidad que se sigue á la calentura, porque confunden la irritabili- dad ó movilidad aumentada con el tono aumentado, siendo muy di- ferente uno de otro (V. tono y el artículo irritabilidad. ); y así es que quando ven en las calenturas la acción del sistema vascular au- mentada, creen que lo está igualmente el tono, y prescriben las san- grías y otros remedios debilitantes, con lo que quitan el poco tono que hay, estorbando mas y mas la reacción, y de este modo el es- tímulo febril obra con mas energía, y la calentura se hace mas grave y difícil de curar: tendremos muchas ocasiones de manifestar todo esto en el discurso de esta obra. En la exposición de los síntomas he- mos manifestado ios efectos subsiguientes de cada uno de ellos, infi- riéndose de este conocimiento analítico qual será el resultado del con- junto de síntomas que caracterizan la calentura. Como la calentura suele producir buenos efectos en algunas oca- siones, se ha creído que era mas saludable de lo que es; y algunos Mé- dicos suelen abandonarla á la naturaleza, creyendo deben estar en expectación: esto podrá ser útil hasta cierto punto y en ciertas cir- cunstancias; pero nosotros creemos que la calentura solo puede ser saludable quando el estímulo febril es poco enérgico, y puede regu- larse por la acción vital, y aun en este caso no debemos confiar su curación solamente á la naturaleza; porque si esta por sí sola puede corregirla, la curará mejor y en menos tiempo ayudada por el arte: por tanto la calentura solo puede ser saludable accidentalmente (V. el tercer párrafo de este artículo!)-, por lo demás siempre diremos que es mala; así como diremos que un alimento siempre es bueno , aunque accidentalmente por algunas circunstancias extraordinarias produzca malos efectos; por lo que la expectación fundada en esta teoría será errónea. Las calenturas tienen tres terminaciones, que son en la salud, en otra enfermedad y en la muerte. Que terminan en la salud todo el mundo sabe, pues por fortuna la mayor parte de ellas tienen esta be- néfica terminación, ya sea por la acción de la naturaleza, ó por los auxilios del arte, concluyendo las mas veces con un sudor, una diarrea ú otra evacuación, que suelen llamar crítica. (V. crísts. ) En to- das las calenturas no se observan siempre sensiblemente estas saludables evacuaciones, pues no se verifican en las calenturas nerviosas &c., co- mo haremos ver en su respectivo lugar. No es extraño que terminen en otra enfermedad; pero lo mas comun es incurrir en una debilidad •y en las afecciones que dependen de ella: se ve también con fre- TOMO II. s 138 CAL qüencia en las biliosas, que son muy fuertes, terminar en una inflama- ción de la parte donde ha obrado con mas fuerza el estímulo, ó en diarreas, ictericias &c.: las catarrales suelen acabar con anginas, y otras veces tomar el carácter de pulmonías &c. Es muy comun en la práctica el que una calentura remitente se haga intermitente, y el que se formen erupciones, abscesos, gangrenas y otras enfermedades quirúrgicas. Algunas veces terminan con la muerte, quando es tanta la violencia de los síntomas, y la causa productora es tan poderosa, que hacen nulos los esfuerzos de la naturaleza, é ineficaces los auxilios del arte , siguiéndose el trastorno y aun la desorganización de los sóli- dos , perdiendo el tono, elasticidad y demás propiedades vitales, abo- liéndose la acción de la potencia nerviosa, impidiendo una saluda- ble reacción: á este desorden de los sólidos se sigue también el de los fluidos, pues no recibiendo de aquellos sino impresiones morbosas, y faltando el justo equilibrio , vienen las disoluciones, putrefacciones humorales; y otras veces estos mismos fluidos, por hallarse mas di- sueltos , salen fuera de sus vasos, produciendo fluxos copiosos, que matan á los enfermos. Algunas veces pueden terminar las calenturas con la muerte, aun manteniéndose enteras todas las fuerzas, y solo mudando la acción una parte determinada, como el celebro, pul- món , corazón &c., como se ha observado muchas veces en las inter- mitentes, perniciosas ó sincópales, y en otras calenturas agudas, que por presentarse el sopor, la ansiedad pulmonal, el síncope &c., qui- tan inmediatamente á los enfermos la vida. El pronóstico de las calenturas, como el de la mayor parte de las enfermedades, es muy difícil de determinar, sabiendo que cada calen- tura está sujeta á una multitud de variedades y circunstancias acciden- tales con respecto á la calentura misma, á la disposición del suge- to &c; por lo que al principio de esta enfermedad no se pronostica- rá decisivamente respecto á que aun no se conoce bien la enferme- dad , ni en su cantidad, ni en su qualidad, no estando al alcance del Médico, sin poder prever todos sus resultados; hasta el mismo Hipó- crates dixo que en el principio de la calentura no se podia pronosti- car ni bien ni mal; y así es que en las agudas no se pronosticará sino quando ya están algo adelantadas y se haya conocido su carácter; y para executarlo se examinará la naturaleza del estímulo que las pro- duce medido por sus efectos, esto es, por su modo de obrar en el cuerpo: también se atenderá á la disposición del enfermo, quál es la Izarte que se halla mas ó menos afectada, si es todo el sistema general o alguno de los particulares, y de estos quál es el que está mas ofen- dido ; en fin se tendrá presente el examen de los síntomas que hemos hecho anteriormente, y por él deduciremos también el éxito favora- ble o adverso de la calentura, según el mayor ó menor número que se presenten, su intensidad &c. j sin embargo de lo que hemos notado an- CAL 139 teriormente algunas veces pronosticamos á primera vista del mal ca- rácter de la calentura, y esto lo hacemos principalmente quando se advierte desde luego postración de fuerzas, disminución de voz, y otros síntomas de debilidad, que atacan al sistema nervioso; dedu- ciéndose que el miasma ó agente morboso que ocasionó la calentu- ra es un sedante de la vitalidad, cuyas conseqüencias por lo general, si no son funestas, á lo menos ponen á los enfermos en sumo pe- bgro- . ,. En la curación de la calentura en general hay quatro indica- ciones que satisfacer: 1 .a conservar las fuerzas de la vida del enfermo: 2.a corregir el estímulo febril, evacuándolo ó enervándolo : 3.a en- mendar la disolución de humores ú otros productos febriles que sue- len seguirse: 4.a mitigar ó moderar los síntomas. Las fuerzas de la vida del enfermo se conservan por la dieta, que comprehende los alimentos, la bebida que debe usar el enfermo, el ayre que ha de respirar y el modo como ha de estar. (V. dieta y analecticos. ) En las calenturas agudas se emplea la dieta tenue ó líquida, con la qual se satisfará la primera indicación general que he- mos establecido; pero para determinarla es preciso examinar el esta- do físico y cantidad de fuerzas vítales que tiene el enfermo, pues si este se halla con una gran debilidad, se empleará la dieta analéctica y plan corroborante; y por el contrario, si tuviese una decidida plé- tora (V. este artículo.) y la dieta debe ser mas ligera, y se prescribi- rán Jas sangrías necesarias. Los alimentos líquidos que mas freqüente- mente se usan en las calenturas agudas son los caldos hechos con car- nes de animales volátiles y otras especies (V. caldo): aunque estos alimentos son alabados por la mayor parte de los Médicos, en el dia muchos Profesores se van apartando de esta práctica, substituyendo en su lugar las cremas de arroz y otras substancias vegetales (V. ar- roz y cremas.); porque estos alimentos, ademas de no fastidiar tanto á los enfermos, no son tan susceptibles de la alcalescencia, ni fomentan tanto las putrefacciones y otras degeneraciones humorales, como las substancias animales; ademas las cremas se dan frias, y fa- vorecen á la curación por este medio, á las quales se les puede aña- dir , para hacerlas mas analécticas quando convenga, el v:no ge- neroso &c. En caso que no se pueda vencer la preocupación que tiene el vulgo á favor de los caldos de puchero, se deberá tener cuidado en colarlos, y quitarles toda grasa, acidulándolos con el zumo de limón, naranja ó vinagre, y quando convenga el vino: se usarán estos ó las cremas de quatro en quatro horas, ó mas á menudo quando lo exija la debilidad: en las exacerbaciones, aunque se escaseen los alimen- tos y aun los medicamentos, será mejor, porque en este estado las fuerzas digestivas no pueden obrar como corresponde en benefi- cio de la reparación. En las calenturas lentas no será la dieta tan 140 CAL tenue; podrán usarse algunos alimentos sólidos, pero de fácil di- gestión. Las bebidas que comunmente se han usado hasta estos últimos tiempos, y aun en el dia se usan en parte, son las tipsanas ó coci- mientos de cebada, escorzonera y otras plantas, que con el título de atemperantes han recomendado Médicos muy respetables; pero en el dia se va desterrando poco á poco esta práctica, porque se ha llega- do á conocer que la virtud atemperante, diluente &c., que se atri- buye á estos cocimientos, es muy arbitraria; ademas que el disgusto con que toman estos cocimientos los enfermos perjudica mas que el provecho que pudieran acarrear estas bebidas, aunque se les suponga la virtud que quiera. El Médico observador verá-freqüentemente con quinto anhelo, con quanto placer recibe el enfermo febricitante un vaso de agua fresca y cristalina con los dotes que la naturaleza la ofrece; la bebe, apaga en parte su ardiente sed, recibiendo su do- liente máquina un consuelo extraordinario, expresado por todas las demostraciones de placer y alivio , y aun manifestando la gratitud al Médico ó asistente benéfico que le dio aquel consuelo: al contrario, el aspecto solo de un vaso de agua cocida les disgusta, y no pocas veces les ocasiona náuseas; pero en fin las persuasiones y la buena fe de que puede aprovechar hace que los enfermos, violentando su vo- luntad , y después de hacer mil gestos, usen de esta bebida sin que reciba ningún consuelo, quedándoles mal gusto en la boca, repitién- dola á cada paso; y si se abusa mucho de estos cocimientos, se de- prava la digestión, corrompiéndoseles con facilidad en el estómago; por todo lo qual deben proscribirse las aguas cocidas en las calentu- ras , usándolas puras y cristalinas, y sí ser puede frias, particular- mente en el estío; y en las biliosas, como no haya ataque al pecho ú otra contraindicación, algunas veces se acidularán, porque convie- ne en muchos casos, ya sea con los zumos de limón, naranja, ó con vinagre ó algún ácido mineral,y aun se pueden dulcificar y enfriar para que sean mas gratas y mas provechosas estas bebidas. Mas adelante ve- remos que en algunas especies de calentura conviene dar los sorbetes y otras bebidas heladas, como también quando deben estar templadas. No se debe dar muchi agua de una vez á los enfermos, sino en corta cantidad y con freqiiencia, porque de este modo se esparce y humedece mas, recibiéndola mejor los absorventes; pues tomando mucha de una vez , su propio peso hace que se precipite, y sea como un purgante mecánico, produciendo también su gran volumen la ti- rantez de las membranas del estómago é intestinos, y por consiguien- te la compresión de los absorventes. Es un error negar absolutamen- te el agua á^ los enfermos febricitantes, y así es que se les debe dar quando la pidan , pero no toda quanta su insaciable sed apetece ; por- que hay calenturas, particularmente las biliosas, que aunque bebiesen CAL 141 abundantemente, no se extinguiría, y el abuso podría perjudicarles, por lo que se tomará el partido medio dándoles poca y á menudo. Algunas veces convendrá, como veremos después, envinar el agua, particularmente en las calenturas lentas, y en las que hay una deci- dida debilidad ó atonía. El ayre que ha de respirar el enfermo entra también en el orden dietético, y es muy importante proporcionárselo según convenga, y corregir quanto sea posible sus alteraciones [Consúltese el artículo ayre y atmósfera.. ): es cierto que el arte no puede enmendar ab- solutamente las intemperies estacionales; pero se podrán moderar al- gún tanto: y así es que en las estaciones frias puede proporcionarse un temple moderado á la habitación del enfermo, y en las calientes moderar algo el calor; esto se consigue renovando el ayre, formando corrientes de él, siempre con la precaución de tapar á los enfermos: los riegos de agua fresca y las enramadas, que recomiendan algunos Prácticos, pueden ser de mucha utilidad. En las curaciones específi- cas se verá quando conviene el ayre fresco", y quando es perjudicial el caliente; pero se debe saber que siempre la ventilación es útil, pres- cindiendo de la temperatura, que esta debe ser relativa á la especie de calentura que se ha de curar. Muchas veces están alteradas las qualidades químicas del ayre ha- biendo falta de oxígeno, exceso de ázoe, combinación de ácido car- bónico, hidrógeno &c., como también emanaciones pútridas y otras qualidades deletéreas: en este caso, ademas de la ventilación, se echa- rá mano de las fumigaciones acidas (V. fumigaciones y desin- fección.): regando el suelo de las habitaciones con agua de cal, ó esparciendo la misma para que absorva el ácido carbónico; en los hospitales, en las cárceles, navios y otros sitios donde hay mucha gente, falta de aseo &c. suele acontecer esta alteración del ayre. Se debe cuidar que en la habitación del enfermo haya pocas personas pa- ra que no consuman tanto ayre vital, y por el mismo principio no debe haber muchos braseros ni luces; y para templarla en los casos que convenga deben preferirse las estufas, en que la combustión se haga distante, enviando el calórico por conductores á la habitación del enfermo. No es menos interesante el aseo y limpieza de la habitación, ca- ma y ropas del enfermo; y así es que será del cuidado del Médico que esto se verifique con exactitud, haciendo que se muden las rop¿s quando haya habido sudores copiosos, ó se hayan impregnado ce cámaras ú otras excreciones, executando esto con las precauciones correspondientes; no dexando á los enfermos, como se hacía an- tes , en una envoltura continua de putrefacción, pues hasta que se limpiaban de calentura no se mudaba de ropa: práctica perniciosa, que ha sacrificado inocentes víctimas por un temor insensato. Tam~ 142 CAL bien se deberá cuidar de que los vasos donde se recogen los excre- mentos estén limpios, y si ser puede lejos de los enfermos. Otro de los puntos que coinciden á satisfacer la primera indica- ción que nos hemos propuesto tratar es el modo como deben estar los enfermos, y algunas otras condiciones que puedan traerle alguna utilidad. Es una preocupación creer que todos deben estar echados horizontalmente en la cama, pues la situación que deben tener ha de ser relativa á la naturaleza del mal que padecen ; y así los que tienen dificultad de respirar no pueden estar echados: los que tienen vómi- tos, dolor de cabeza y los delirantes deben proporcionarles pos- turas en que se puedan aliviar del modo posible estos síntomas. Por lo regular se debe evitar todo ruido ; la luz debe ser moderada; no se deberá cargar de ropas á los enfermos; los colchones de viento serán preferibles á los de lana, y aun los de paja ó de cerda á estos. El recrear el ánimo de los enfermos, apartándoles toda idea tris- te , prestándoles los consuelos que dicta la humanidad, tanto al Médico como al asistente, serán de suma importancia. La música puede convenir en muchas circunstancias (V. música.), particu- larmente aquella monótona que proporciona un sueño placentero. ( V. delirio. ) La segunda indicación que se debe satisfacer en la curación de las calenturas es corregir el estímulo, evacuándolo si ser puede, ó des- componiéndole ; pero no siempre se puede lograr, aunque se conoz- ca su naturaleza y sitio, porque esta operación ofrece muchas difi- cultades, como veremos quando tratemos de la curación de las va- rias especies de calenturas; pero debe saberse en general que los vi- cios de primeras vias, ya sean por bilis derramada y descompues- ta , ó por alimentos corrompidos, venenos &c., son origen de mu- chas calenturas, por lo que la administración del emético satisface completamente la indicación de evacuar el estímulo: este medica- mento enérgico (V. emético.) no solo hace evacuar las mate- rias morbosas, que afectan el estómago é intestinos, sino que au- menta considerablemente el sudor, con lo que proporciona también la salida de otros estímulos morbosos que afectan estas vías; en fin el emético, con las grandes sacudidas que produce en toda la economía animal, hace que muchas veces se desprendan los estímulos que se ha- llan afectando en otras partes, produciendo varias especies de calen- turas, siendo después evacuados por las vias mas inmediatas; y así este remedio en general será un buen exordio para la curación de las calen- turas : sin embargo tiene sus excepciones, como quando hay inflama- ción , plétora, alguna hernia, hemoptisis &c. Quando no se pueden dar los eméticos, pueden suplir algún tanto los purgantes laxantes, princi- palmente en los vicios de primeras vias, usando el crémor tártaro el tár- taro soluble, el xarabe de achicorias con ruibarbo, el suero con tama- CAL 143 rindos, el maná &c. , y aun se pueden añadir otros purgantes mas fuertes. (V. purgantes.) Conviene emplear estos evacuantes en el principio de las calenturas, para que no solo se impida la degenera- ción humoral, sino también se dexen libres y expeditos los vasos ab- sorventes , de suerte que puedan recibir mejor los alimentos y medi- camentos , y no se descompongan y degeneren en dicho sitio con la levadura ó fermento morboso que fomentaba la calentura, pudien- do pervertir los remedios que hay para ella: desahogados los intesti- nos, se hace también mejor la circulación de la aorta descendente, por- que se quita la compresión que ocasionaban los humores detenidos en los sitios en que se distribuyen sus ramas. Ni por los eméticos, purgantes, diaforéticos y otros evacuantes se puede lograr siempre la evacuación del estímulo febril, aunque se co- nozca , pero hay muchas ocasiones que es enteramente desconocido; y en este caso, siguiendo el plan que nos hemos propuesto, se debe tra- tar de neutralizar ó descomponer el estímulo: ¿quién conoce estos reactivos? ¿y quál es la naturaleza individual de los varios estímu- los que producen las calenturas para buscar sus neutralizantes ? La Medicina no está aun en estado de ofrecer estos conocimientos con exactitud; sin embargo usamos la quina, que se debe tener en gene- tal como un neutralizante que apaga, sino el veneno febril, á lo me- nos sus efectos en Ja mayor parte ó casi todas las calenturas; bien que este remedio, como tiene una virtud tónica y fortificante , por lo que aumenta las fuerzas de la vida, puede acaso, sin neutralizar el veneno, contribuir á la extinción del estímulo, porque este, quando no se puede evacuar ó neutralizar, debe confiarse únicamente á la ac- ción de las fuerzas vitales su exterminio; pues auxiliadas estas con los remedios propios para ello (V. corroborantes y tónicos.), la fuerza medicatriz, esta ley sabia de la naturaleza, cumplirá mas enér- gicamente con su deber, arrojando el estímulo, lo que no sucederá si por una teoría mal entendida se emplea un plan debilitante, el qual no solo inhabilitará estos recursos secretos de la naturaleza, sino tam- bién obrará directamente contra la misma calentura. La tercera indicación que nos hemos propuesto satisfacer en la cu- ra general de la calentura es enmendar la disolución humoral ú otros productos febriles; efectivamente sucede con freqiiencia que en me- dio de su carrera muchas veces se presentan degeneraciones humora- les , putrefacciones, disoluciones &c. indicadas por las petequias , las manchas gangrenosas, los fluxos de sangre disuelta y otros síntomas de putrefacción, que se expondrán en su respectivo lugar (V. ca- lentura pútrida.); en este caso, y para satisfacer esta indica- ción , echamos mano de los antisépticos ó antipútridos mas podero- sos, como son los ácidos minerales, la quina, las bebidas frias, como no haya contraindicación, las fumigaciones acidas en la habitación 144 CAL del enfermo &c. Si viniesen diarreas, convulsiones y otros productos febriles, que hemos indicado quando se ha tratado de los síntomas en particular, se socorrerán con los remedios que quedan expuestos, en donde hemos referido también los que pueden mitigar todos los demás síntomas, con lo que se cumple para satisfacer la quarta indi- cación de la cura general de la calentura. Verificada la curación de la calentura, debe cuidar igualmente el Médico de la convalecencia ó estado de debilidad en que precisamen- te quedan los enfermos , que si no se atiende con los auxilios del ar- te , suelen reproducirse las calenturas ó adquirir otras enfermedades. En general se debe prescribir á los convalecientes una dieta analépti- ca , relativa siempre al estado de sus fuerzas digestivas, haciéndoles tomar alimentos de fácil digestión, en corta cantidad y á menudo, prescribiéndoles un exercicio moderado, algún recreo inocente, lim- pieza y aseo en las ropas, y todo quanto pueda contribuir al resta- blecimiento de su débil máquina, cuidando de que las primeras vias estén corrientes; y en caso de detención de vientre se echará mano de los evacuantes y digestivos mas inocentes, como el crémor de tár- taro, la miel &c., y alguna lavativa: siempre convendrá administrar- les algún tónico, y el mas apropiado es la tintura de quina, admi- nistrada dos ó tres veces al dia por espacio de una ó dos semanas, se- gún adquiera mas ó menos fuerzas el enfermo. Orden primero. Calentura continua. Este orden comprehende las calenturas en que la pirexia aumenta y disminuye solo una vez ínterin dura la enfermedad. Sin embargo que Sauvages da este carácter á las calenturas continuas, por lo regu- lar siempre se observa alguna exacerbación diaria aun en las mas len- tas, bien que no tan manifiesta como la que comprehende el orden de remitentes; pero á pesar de esta falta de exactitud seguiremos su división baxo este conocimiento. Este orden consta de cinco géneros, que son la calentura efémera ó causón, la sinoca, la continua asi' ñoco, la continua maligna ó el tifo, y la hética. Género i. Efémera. El carácter genérico de esta calentura es que suele terminar en veinte y quatro horas, ó á lo mas en media semana: quando dura veinte y quatro horas poco mas ó menos la llamamos simple; pero si se alarga á tres dias, extensa ó protracta: en castellano la llama- mos causón. La historia abreviada de esta calentura consiste en que acomete repentinamente por lo comun antes de amanecer; no es pre- cedida de ninguna laxitud notable; el dolor de cabeza es repentino y grande, en términos que obliga al enfermo á meterse en la cama; el CAL J45 pulso está lleno, libre y freqüente; la respiración igualmente fre- cuente; hav fuertes pulsaciones en las sienes; el sudor se# exhala en forma de vapor, particularmente en la declinación; la orina apenas muda de color; principia por un frió ligero sin temblor, por lo que se distingue del sarampión; después sigue un calor vaporoso; hay un eran encendimiento ó rubicundez que principia por la cara y se ex- tiende después por todo el cuerpo; terminando por lo regular con un copioso sudor. . , Las causas ó principios que comunmente producen esta especie de calenturas son externas ó internas, que suelen ser las insolaciones, el abuso de las seis cosas que llaman no naturales &c., como se vera en la exposición de las especies; pero se debe tener presente que hay sugetos que tienen una susceptibilidad ó disposición á padecer este género de calentura, que al menor exceso ó á la acción del estimulo mas pequeño suelen ser acometidos de ella. En quanto á la curación, si es simple, por lo regular la naturaleza la cura; pero siempre es pre- ciso prescribir la quietud, la dieta y una bebida abundante. Algunas veces se presentan síntomas accidentales, que se deben socorrer según su naturaleza é intensión (V. la exposición de los síntomas febri- les en las generalidades de este artículo), lo que hará variar su curación. Este género consta de once especies. i Efémera pictórica. Esta especie es muy comun , y acomete á los sugetos sanguíneos, y así es que los signos de la plétora [V. este artículo.) con los del género determinan esta especie de ca- lentura; cuya curación consiste en prescribir á los enfermos una dieta tenue , haciéndoles usar bebidas acídulas abundantemente; y si la plétora es verdadera, las sangrías proporcionadas es el mejor remedio. 2 Efémera nauseativa. Avicena da este nombre á esta especie; pero Senerto la llama efémera por indigestión; de qualquier modo que se nombre su carácter consiste en que ademas de los signos gené- ricos se presentan los específicos siguientes: la lengua está mas ó menos cargada y blanquecina; hay náuseas ó vómitos; por lo regular aco- mete á los niños que están en la lactancia, ó á los que principian á comer; el vientre se pone elevado y tirante, y algunas veces dolorido, principalmente hacia el epigastrio; suele haber detención de materias fecales ó extreñimiento. El nombre y carácter de esta especie indican bastante su principio ó causa determinante, siendo por lo regular en los niños las congestiones ó indigestiones lácteas, que acumulándose ó alterándose en las primeras vias producen esta especie de calentura, lo mismo que en los adultos la detención y descomposición de otras substancias. Para su curación se emplean remedios internos y exter- nos ; á los niños por lo regular las madres cuidadosas, que por lo comun distinguen esta especie , suelen aplicarles al vientre varias fo- mentaciones, emplastos, el aceyte, tabaco, ceniza &c.; pero debe TOMO H. T 146 CAL preferirse el aceyte de artanita; conviene igualmente el uso de lava- tivas y calas que emplean también las madres sin consulta del Médi- co , aunque siempre convendrán estos evacuantes y otros que se de- ben tomar interiormente, como el xarabe de rosas, de chicorias coa ruibarbo; pero con preferencia á todos el tártaro emético en la do- sis de una quinta ó sexta parte de grano, esto es, se pondrá medio grano en dos onzas de agua, y se dará la parte que corresponda; para los adultos se administrará mayor cantidad, pues seguramente con este remedio no solo se curará esta especie, sino también otros pro- ductos morbosos que pudieran seguirse de la detención alterada de los alimentos en las primeras vias. 3 Efémera producida por el frió. Quando la atmósfera está fria, ya porque el ayre goce de esta modificación ó qualidad, ó por la lluvia, nieve ú otro meteoro que produzca en el hombre la sensa- ción del frió, ó que esta sea causada por un baño de agua fria &c. sueleseguirse esta especie, que produce la repentina supresión de trans- piración y molesta impresión del frió. Sauvages incluye también co- mo causas excitantes de esta especie la tristeza y el miedo como sus- ceptibles de alterar la transpiración. El examen etiológicoó de la causa productora y el carácter genérico dan á conocer esta especie. Todos los medios que sean capaces de facilitar esta evacuación suprimida vendrán bien para la curación de esta especie, pero solo el uso de alguna bebida teiforme, como la infusión de manzanilla, flor de saú- co &c. bastará para conseguirlo. 4 Efémera producida por calor ó insolación. Todo quanto puede aumentar la cantidad de calórico en la atmósfera que nos ro- dea inmediatamente puede producir esta especie, ya sea exponiéndo- nos á los ardientes rayos del sol por algún tiempo, ó recibiendo in- consideradamente el calórico que despiden las chimeneas, las estufas y aun los baños excesivamente calientes; los hechos constantes prue- ban mas que las teorías esta verdad. El examen de la causa, el calor excesivo que sienten los enfermos, y los síntomas generales, dan á co- nocer esta especie, que se curará únicamente con el plan general, aña- diendo únicamente el que las bebidas sean un poco mas acidas y frias. 5 Efémera láctea. Esta especie suele acometer á las mugeres á los tres dias de haber parido ; principia con un frió mas ó menos gra- duado en todo el cuerpo, el qual cesa y vuelve por intervalos, siendo por lo regular bastante incómodo; los pezones se presentan mas roxos y también dolorosos; los pechos se le ponen doloridos é hinchados vertiendo cierta serosidad. Los loquios aunque corren no es con tan- ta abundancia; pero todos estos síntomas y la calentura desaparecen pasados dos o tres cías, viniendo una leche abundante y un sudor abun- dante y vaporoso. También suele acometer esta especie de calentura a las que dan de mamar quando reciben un ayre frío. Esta calentura CAL 147 parece ser producida por el estímulo que causa la leche detenida ó alterada en los pechos, ó por las primeras impresiones que reciben es- tos órganos al executar su difícil y laboriosa secreción, estímulos que se propagan á todo el sistema, pero con preferencia al vascular, para producir la calentura. Las indicaciones curativas que se presentan en esta especie se reducen á facilitar la secreción de la leche, y que los loquios corran con libertad; las mas veces lo hace la naturaleza, y solo la quietud y el proporcionar una temperatura regular curan esta especie ; pero siempre se deben evitar los dolores fuertes , porque ex- citan el histerismo y empeoran esta calentura; quando^ hay mucha sed, dolor fuerte de cabeza, y si la enferma está pletórica, podrá hacerse alguna sangría y administrarle alguna friega con el fin de pro- mover los loquios, usando también de alguna sal neutra, como el tártaro soluble ó vitriolado, y en fin un régimen humectante y una dieta tenue, ó lo que llamamos rigurosa. 6 Efémera traumática. Una herida, un dolor fuerte, una frac- tura ó dislocación &c. producen esta especie de calentura, que es mas bien un síntoma de cada una de las referidas enfermedades quirúr- gicas que una enfermedad esencial (V. los artículos fractura &c.) 7 Efémera sudatoria, llamada también efémera pestilencial de Inglaterra, y sudor angliceus. Los síntomas que caracterizan esta terri- ble calentura son un abatimiento extraordinario de fuerzas vitales, esto es, una gran postración, ansiedades, cardialgía, gran dolor de cabeza, el pulso freqüente y desigual, una palpitación de corazón muy fuerte y tan rebelde que aun después de pasar la calentura dura algunos años; el sudor es continuo y copioso, terminando con calor sumamente incómodo. Esta enfermedad se presentó la primera vez en Inglaterra en 1486, y estuvo haciendo estragos por espacio de quarenta años; después se extendió á la Alemania, la Holanda, la Celandia, el Brabante, la Flandes, Dinamarca, la Noruega y á la Francia, afligiendo aquellos países desde 1525 hasta 15 30: se aumen- taba en otoño y cesaba en el invierno, reproduciéndose en la prima- vera. Quando se manifestó en la capital de quinientos á seiscientos, á quienes atacaba diariamente, apenas se curaban ciento. El uso de los corroborantes y cordiales parece que aprovechó en aquella epidemia, y para precaverse de ella lograron salvarse los que evitaron el frió, guardaron quietud, y excitaron algún sudor por los medios comunes. 8 Efémera menstrua. Las jóvenes que principian á menstruar suelen ser acometidas de esta especie de calenturas, principalmente las que son muy irritables de vasos resistentes y abundantes de san- gre. Varios autores refieren esta especie, y su curación debe ser re- lativa al principio que la produce: los semicupios laxantes y antiespas- módicos están indicados en caso de tensión y espasmo; y si hubiese plétora, la dieta, sangrías y exercicio moderado. 148 CAL 9 Efémera aniversaria. Etmulero y otros autores refieren al- gunos casos extraordinarios de enfermos que padecían todos los años una efémera el dia en que habian nacido, y por lo que la llaman también de nacimiento. 1 o Efémera hematidrótica. Esta especie tiene por carácter un sudor de sangre, y según refieren Licosthe y Schenckio ha sido epi- démica algunas veces haciendo muchos estragos. Su curación debe diferenciarse poco de la sudatoria , debiéndose suponer disolución en la sangre. 1 i Efémera mensual doble. Esta especie está fundada única- mente en un caso particular que refiere Gibert de un sugeto que pa- decía una efémera cada quince dias. Genero ii. Sinoca. Este género de calentura se extiende por locomun hasta el sép- timo dia; ha recibido varios nombres. Galeno la llamaba sinoca im- putre; Riverio sinoca simple; otros semanaria &c. Los síntomas que acompañan á esta calentura son casi los mismos que los de la eféme- ra, con solo la diferencia que en esta no acometen tan repentina- mente , y solo van aumentándose por grados hasta el tercero, quar- to ó quinto dia que está en su mayor altura, desde cuya época prin- cipia á declinar: en este estado son bien sensibles el dolor y pesadez de cabeza, la laxitud, el abatimiento de las fuerzas musculares, el encendimiento de cara, velocidad del pulso &c.; su terminación sue- le ser muchas veces, ó por una hemorragia de narices, ó por un sudor copioso, y también sin ninguna de estas evacuaciones. El carácter genérico que da Sauvages á esta calentura fundado en su duración no basta para su diagnóstico ó conocimiento en los primeros periodos, y así es preciso tener presente también otras notas distintas que la den á conocer; y son: primero, que los principios ex- ternos productores de la sinoca obran por lo regular con mas violen- cia que en la efémera, imprimiendo en el sólido mayor alteración in- dicada las mas veces por la debilidad, la postración &c., al paso que en la efémera se ven las fuerzas aumentadas en mayor grado: segundo, en la sinoca no es la invasión tan rápida, pues por lo regular antes del frío hay laxitudes, dolor de cabeza, y como una especie de pre- disposición: tercero, en la sinoca no se presenta el pulso tan fuerte ni tan madoroso como en la efémera; todo esto, y el hallarse el enfer- mo con bastante laxitud, frios, muchas veces alternados con el ca- lor, soñolencia, opresión de precordios, respiración freqüente &c, ponen al Médico en estado de sospechar que será una sinoca mas bien que una efémera, que se decidirá al tercero dia. Xa calentura sinoca precisamente es mas peligrosa que la efeme- CAL 149 ra, porque el estímulo febril que la produxo obra con mas intensión en toda la economía animal, durando mucho mas su acción , pues como se sabe los esfuerzos de la naturaleza son siempre proporciona- dos al daño físico del enfermo; y así quanto mas largo é intenso es el mal, otros tantos mas esfuerzos necesita la naturaleza, aunque au- xiliada por los remedios, para hacer una mudanza saludable. Indica- remos el método curativo en las seis especies que comprehende este género. 1 Sinoca pletórica. Esta especie se diferencia de la efémera pletórica: i.° por su duración, y así es que se extiende á mas de quatro dias: 2° en que el sudor no es tan constante: 3.0 en que los síntomas son mas violentos en el estado; observándose también que la respiración es mas freqi.ente, lo mismo que el pulso, y hay cierto sopor ó adormecimiento. Se diferencia de la sinoca pútrida en que no está acompañada de ningún síntoma manifiesto de putrefacción; la lengua no está ni amarilla ni negra, termina mas pronto, y los ojos están mas roxos y encendidos, las venas mas hinchadas, hay latidos ó pulsadas fuertes en las sienes, y principia casi sin frió. Esta calen- tura tiene por principio determinante una plétora, ó simplemente mucha abundancia de sangre, ó esta suele hallarse encendida) agitada por las pasiones y exercicios violentos, por el uso de alimentos esti- mulantes, ó también por la supresión de alguna evacuación &c. La contemplación de estos principios ó causas determinantes indican cla- ramente el conocimiento ó diagnóstico de esta especie (V. pléto- ra.), y también la curación dirigida únicamente á prescribir las san- grías proporcionadas, una dieta tenue, y las bebidas acídulas; y si proviniese de alguna evacuación suprimida restablecerla. 2 Sinoca ardiente ó biliosa. Esta especie acomete comunmente a los sugetos irritables y biliosos ; también á los sanguíneos y flacos que tienen una vida laboriosa, que hacen mucho exercicio, exponiéndose al sol y al calor; los que tienen las pasiones vivas, los que usan de ali- mentos estimulantes &c. Estos enfermos (como se verá en el sinoco ardiente) tienen un calor mas vivo y quemante; la sed mas ardiente que en la pletórica y demás especies; la orina mas tenue y acre; sue- le haber dolores al vientre, la lengua está amarilla, el sabor es amar- go , y hay gran dolor de cabeza y muslos; en fin se presentarán los mismos síntomas, aunque no tan intensos como en el sinoco ardiente ó bilioso, y por consiguiente la curación debe ser la misma, aunque no con tanta energía ( V. la especie sexta del género siguiente.) 3 Sinoca pútrida. Comparando esta especie con las demás se hallará que el calor de esta es mas moderado, respecto del que se presenta en la pletórica; pero vivo, algo quemante y propiamente pútrido: en esta especie se hallan ademas las orinas roxas y turbias y otros síntomas de putrefacción, aunque mas moderados, como ve- i$o CAL remos en el sinoco pútrido del género que vamos á tratar, adonde nos remitimos para el diagnóstico , curación &c. 4 Sinoca trágica. Sauvages pudiera haber omitido esta especie, porque está únicamente fundada en un hecho que refiere Ramazzini que leyó en Luciano, reducido á que el Poeta Archelao representó una tragedia en tiempo de estío, y muchos de los expectadores fue- ron acometidos de una calentura, que terminó en siete dias con sudor y efusión de sangre por las narices: estos enfermos parece que reci- taban los versos de la tragedia, y declamaban en alta voz en la es- pecie de delirio que les acompañaba; no es extraño que en el estío y por haberse agolpado mucha gente en aquel espectáculo sacasen al- gunos de los concurrentes entre otros males calenturas biliosas de esta especie, sin que merezcan el nombre de trágicas, que una circuns- tancia accidental, ó mas bien la estación pudo producirlas, y no la tragedia. 5 Sinoca catarral. Siempre que la calentura venga con síntomas catarrales (V. calentura catarral.) y terminen en siete dias se la caracterizará de esta especie: Sauvages la funda en una constitu- ción epidémica que hubo en el año de 15 8o en casi toda la Europa, en que se presentaban los enfermos con una debilidad extraordinaria, opresión y palpitación de corazón, el pulso freqüente y desigual, pesadez de cabeza; unos, tenían vigilia, y otros sopor, con una tos incómoda: por lo regular principiaba la enfermedad por frió, sequía, un calor poco sensible al tacto, los ojos se les ponían rubicundos y encendidos, y la orina era clara, pero después se espesaba y ponia turbia; algunas veces se presentaba una efusión de sangre de narices, y otras un sudor copioso, con que terminaba la calentura al quarto, séptimo ó noveno dia. No es muy extraño ver en la práctica estas especies de calenturas catarrales que por la historia que hace nues- tro Nosologista tienen un carácter nervioso, esto es, que el estímulo catarral obra mas en el sistema nervioso que en el vascular &c; para la curación de esta especie, colocada únicamente por su duración en este lugar, nos referimos al artículo calentura catarral. 6 Sinoca escorbútica. Sauvages establece esta especie por un caso particular de un niño escorbútico, que fué acometido de una calentura, que murió á los siete dias: no parece debia formarse una especie de solo este hecho, sin embargo que creemos que el estímulo ó vicio escorbútico puede causar calenturas que se curen ó se mue- ran en siete dias; y en caso que se verifique, se acudirá á la quina y demás remedios que se recomiendan en el artículo escorbuto. 7 Sinoca dolorosa. Esta especie es mas bien un síntoma que una enfermedad, por lo que Horfman la llama calentura sintomática pro- ducida por los dolores; y así es que esta especie de sinoca y otras veces efémera, no solamente acompaña á los dolores y las flogosis CAL 151 inseparables de las heridas, quemaduras y tumores flemonosos, si- no también de los bubones venéreos, y otros tumores ínterin se su- puran , y también en las punturas de tendones y otras enfermedades doloríficas, como la gota, el reuma &c Toda la curación de esta ca- lentura consiste en moderar el dolor y la enfermedad que le pro- duce, para lo qual se consultará el artículo que corresponda, y la ca- lentura se tratará sintomáticamente. 8 Sinoca cefalálgica. Esta especie es un síntoma de la cefalal- gia (V. este artículo en la clase de dolores.) 9 Sinoca miliar. Esta especie corresponde mas bien á las enfer- medades exantemáticas: sin embargo consúltese el sinoco miliar del género siguiente. Género 111. Sinoco ó sinochus. Este tercer género de calentura continua lo caracteriza nues- tro Nosologista, porque se extiende á dos ó tres semanas, y por- ?ue los enfermos tienen el pulso, particularmente en el estado, mas iierte que lo ordinario. Mirando esta calentura con respecto á su du- ración é intensidad, y comparándola con los dos géneros anteriores, debemos considerar que sin duda unos mismos estímulos pueden dar origen á las calenturas de todos estos tres géneros, según su mayor ó menor acción, y según sea también la susceptibilidad ó disposición de los sugetos. La palabra sinoco ó sinochus en la acepción de los antiguos equivale á la de calentura pútrida, ó lo que llama el vulgo tabardillo; Galeno y Riverio la llamaban continente pútrida , y Boerhaave continua pútrida. Establecida esta denominación genéri- ca vamos á ver la historia de los síntomas que nos ofrece Sauvages, por los quales nos informaremos mejor del carácter de esta calentu- ra, )' son los siguientes. En Vas funciones animales se nota quando la calentura está en su mayor altura, sopor, ó un ligero delirio, cierto disgusto é inco- modidad general, una gran dificultad en los movimientos musculares, y abatimiento de fuerzas, ó lo que se llama postración ; pero no tan- ta como en la calentura nerviosa ó maligna: se puede añadir también la pesadez de cabeza , dolores en los lomos, la cardialgía, y los vér- tigos. En las funciones vitales la respiración se halla freqüente y mas aumentada que lo ordinario, relativa al estado del pulso, y otras veces difícil é interceptada. En las funciones naturales hay inapeten- cia y aversión á los alimentos sólidos, particularmente á las substan- cias animales, como los caldos &c., la sed y apetito á las bebidas acidas como no estén soporosos ó delirantes, teniendo también aver- sión al tabaco y al vino. En las excreciones está fétido el aliento, y la saliva un poco viscosa, la orina roxa y turbia,con un sedimento blanco en el fondo, los excrementos biliosos y amarillentos. En las 152 CAL cavidades, la cara no está tan encendida como en la efémera, ni tan aplomada como en las calenturas nerviosas: el calor es mas seco y mas estimulante que en la efémera, mas intenso que en el tiro; al principio el frió ó los calosfríos se presentan sin temblor, como no se mude de sitio. , El orden con que se presentan los síntomas que se han expuesto, y algunos otros que ha omitido Sauvages, son en esta forma. Esta ca- lentura acomete mas freqüentemente á los sanguíneos y robustos, y pocas veces á los flacos y débiles. Se presenta en todas las estacio- nes, pero con mas particularidad en el estío y en el otoño; aunque el sinoco pútrido acomete muchas veces poco á poco con cierta lan- guidez, inapetencia, náusea ó vómito &c, siempre su primer ímpetu es mas vehemente y repentino que el de las calenturas nerviosas: quando acomete de repente principia por frió, se sigue el calor, el qual es quemante y como pegajoso, muy análogo al de las biliosas, aunque no tan incómodo; al principio el calor suele distar poco del estado natural; pero después se va graduando poco á poco, se pre- senta el dolor de cabeza, una inquietud general: el pulso al principio está casi natural; pero después es mas fuerte y perezoso, y otras veces freqüente: la lengua también al principio está casi natural, blanquecina y húmeda, y luego se va poniendo mas obscura y seca, en términos que aveces suele aparecer casi negra, alo menos si no en toda ella hay una lista en medio de dicho color; hacia el tercero ó quarto dia se van graduando estos síntomas, y presentándose otros sucesivamente; el dolor de cabeza es mas intenso, suele venir el de- lirio ó el sopor, y la postración: las orinas, sudor y cámaras salen fétidas, y hacia el séptimo dia ya se suelen presentar las petequias, meteorismo al vientre, lentores en dientes y encías; no es extraño que en lo sucesivo se vayan presentando el trismo, salto de tendones, y otros síntomas nerviosos, manchas gangrenosas, efusiones desangre disue.ta por narices, boca y el ano. No es raro que aparezcan hacia el dia catorce ciertos exantemas miliares distintos de las petequias, y también aftas en la lengua y demás partes de la boca, produciendo mucha incomodidad para tragar los enfermos. Es muy sensible que casi todos los autores, como lo ha observado Sthal, no hayan distinguido las especies de calenturas de otro modo sino por una pretendida corrupción y malignidad, lo que ha hecho que sea tan difícil distinguir las especies del género que tratamos; por- que los autores no separan la historia de esta enfermedad de la teoría filosófica que han adoptado, suponiendo siempre la causa conocida, esforzándose á deducir de ella los signos característicos, lo que pue- de muy bien conducirnos á un error. Los Galénicos, como dice Sau- vages , atribuyen todas las calenturas humorales á la corrupción, á excepción de la efémera y la hética, pues la primera creen que es CAL 153 causada por la efervescencia de los espíritus, y la segunda por el ca- lor de los sólidos; por lo que se sigue que según ellos la calentura pú- trida es una clase que comprehende todas las exacerbantes, las^inter- mitentes y las continuas, exceptuando dos: los modernos han redu- cido mas esta clase. ,,Los antiguos dieron el nombre de pútridas, dice Pinel, á las ca- lenturas de este género: primero, por la fetidez de los cursos, su- dores , orina y aliento: segundo, por la pronta descomposición de los cuerpos si han fallecido de esta calentura: tercero, por el color verdoso de la sangre sacada de las venas, lo que parecia hacerla se- mejante á la carne podrida. De esto dimanó la doctrina de la putre- facción de la sangre y humores que hallamos en millares de volú- menes desde Galeno hasta hoy : de esto dimanan las inducciones sa- cadas del aparato engañoso de las experiencias sobre los antisépticos; no menos que las discusiones sutiles del célebre Huxham en quanto á la disolución pútrida de nuestros fluidos. Pero ¿podemos olvidar que las alteraciones de estos últimos se hallan siempre subordinadas á la acción vital de los sólidos, y que por otra parte indican las causas mas aptas para producir las calenturas llamadas vulgarmente pútridas, como el desaseo, mansión continuada en lugares baxos y húmedos, poco ó nada ventilados, cansancios extremados, escasez, tristeza y temor? Todos los síntomas de estas calenturas, á saber, debilidad, languidez, postración de fuerzas, pulso débil sin notable velocidad, pesadez de cabeza como en la embriaguez , estupor, vaidos, torpeza en la pronunciación, excreciones involuntarias, despeño, orinas &c. ¿no pueden, digo, citarse como prueba irrefragable de una disminu- ción singular de las fuerzas vitales del corazón y fibras musculares de los intestinos, ó bien de los músculos sujetos al movimiento volunta- rio ? En el escorbuto y en las calenturas pútridas, según lo advierte Milman, el estupor, la poca disposición para contraerse los músculos y la disminución de las fuerzas de contracción son los primeros efec- tos de sus causas ocasionales. En estas dos enfermedades se halla el mismo estado de molicie y flacidez en las fibras musculares, la misma disminución de coherencia entre sus partes constitutivas; de lo qual resulta, que no pudiendo los vasos en lo sucesivo contener sus flui- dos , los dexa extravasarse debaxo del cutis, lo que forma las erup- ciones exantemáticas y la disposición á las hemorragias. ¿No esta- mos pues autorizados para concluir que el carácter fundamental de la calentura, llamada pútrida, consiste en la notabilísima disminu- ción de la acción vital de los músculos, según lo indica el dictado adinámica con que la nombro ? " Seguramente es tan poco conformes los Autores de todos los tiem- pos en quanto á la existencia de la putrefacción en las calenturas, no determinando aun con exactitud lo que se debe entender por putre- TOMO II. V i$4 CAL facción, ni en qué parte de la economía se halla &c., mirándose e<¡te punto mas bien como un problema que una aserción; sin embargo nosotros no nos detendremos demasiado en este objeto, y haremos únicamente algunas reflexiones que puedan ilustrar algún tanto, ya que no sea posible aspirar á la exactitud: en ellas primero establece- mos qué se debe entender por putrefacción: segundo, que puede ha- ber varias especies de putrefacción en la economía animal: tercero, si existe alguna diferencia entre el sinoco pútrido y el tifo, que consti- tuye el género siguiente. i.° Los antiguos, como hemos dicho ya, observando en los sín- tomas de esta calentura fetidez, corrupción &c., creyeron desde luego que la causa inmediata de esta enfermedad era la putrefacción humoral, por lo que la pusieron cambien el nombre de calentura pútrida; pero nosotros, á pesar de la obscuridad que ofrece esta ma- teria , tomaremos la voz putrefacción en un sentido mas lato, y no tendremos inconveniente aplicarla á toda alteración humoral, como una ligera disolución en la sangre , la bilis &c., producida por la ac- ción del sol ó por la de una ligera calentura: en realidad esta modifi- cación no debia llamarse putrefacción ; pero si por la acción de la vi- da , excitada por varias causas, sufre una mutación tal, que hace que los fluidos pierdan aquellas leyes de vitalidad que le son peculiares en el estado sano , aproximándose estas mas á las de los cuerpos muertos, haciéndose descomposiciones indicadas por el desprendimiento del ca- lórico , el álcali, formándose gases &c.: mudanzas, aunque naturales con respecto á los cuerpos en general, son morbosas en la economía animal: en estas circunstancias no tendremos dificultad llamar á estas modificaciones de la vida putrefacciones, pues en todas ellas vemos que las moléculas ó partes integrantes no se atraen con la fuerza que dis- frutan en el estado sano, sino que, obedeciendo tal vez solo á las de agregación, se siguen composiciones, descomposiciones y fenómenos idénticos á la putrefacción; si nos valemos de la analogía ¿ no halla- remos en estos estados morbosos desprendimiento de álcali y calóri- co , que percibe el tacto con una sensación de calor estimulante? ¿no veremos aumentarse de volumen las partes á causa de la formación de gases que produce el desprendimiento de calórico &c.? ¿no per- cibimos estos mismos fenómenos en las putrefacciones de otros^ cuer- pos ? Es cierto que se ofrecen dificultades para explicar con exactitud tomo existe esta putrefacción en la economía animal, quando se pre- senten los fenómenos descritos. Sea en buen hora, la causa producto- ra la falta de energía del sólido y todo quanto hemos dicho por boca de Pinel: pero estas modificaciones morbosas de los sólidos ¿no po- drán tener por producto las degeneraciones humorales descritas, aná- logas á la putrefacción? Convengamos pues en dar este nombre quan- do se presentan los fenómenos indicados. Si en esta acepción decimos CAL i$$ que los humores se hallan pútridos, ¿ con quánta mas razón diremos quando en ellos se halle una infección ó mezcla de pus &c? Aunque convenimos en la existencia de putrefacción en este gé- nero de calenturas, no por eso creemos, como los antiguos, en una putrefacción primitiva ú esencial, dependiente de un fermento hu- moral , porque esto es inconcebible si se consultan las leyes fisioló- gicas; y así solo admitimos esta degeneración como un producto de- bido á la acción mudada de la vida, por haberse afectado el sólido, como hemos dicho ya, y probaremos mas adelante. 2.° Si contemplamos atentamente en los varios aspectos que ofre- cen la supuración en las distintas especies de úlceras, hallaremos en cada una de ellas una especie de putrefacción , que las distingue unas de otras, como se ve en las úlceras sórdidas, corrosivas, cancro- sas &c., cuyas descomposiciones humorales tópicas manifiestan por una clara analogía que puede haber varias putrefacciones generales en el sentido lato que hemos establecido, y mucho mas si contem- Í)lamos en los varios humores que existen en la economía animal, y as descomposiciones respectivas de que son susceptibles: examinemos, por exemplo, la bilis, el sudor, orina &c. en su estado natural y morboso, y hallaremos distintos principios, y en las descomposicio- nes distintos resultados, y por consiguiente que puede haber putre- facciones específicas, como nos propusimos probar, ya existan en la masa general de los humores, en la piel ó en las primeras vias, don- de son mas freqüentes; y así se ve que la putrefacción consiguiente á una bilis degenerada ¿noes diferente de laque resulta de las virue- las? esta ¿no es distinta de la que viene en conseqüencia de una re- tropulsion de loquios ó de una afección catarral ? Luego puede haber diversas putrefacciones, ya sea con respecto á los cuerpos que las su- fren y á los estímulos que las producen. El tercer punto que nos hemos propuesto tratar es examinar la diferencia que hay entre el sinoco pútrido y el tifo. Antes de hacer nuestras reflexiones es preciso saber que rara vez el sinoco ó calentura pútrida se presenta aislada ó esencial como lo entendían los antiguos; por lo comun viene acompañada de síntomas de las demás calenturas; y algunas veces es tal su complicación, que es muy difícil determinar quál de las enfermedades es primitiva. Pinel, tratando de esta calen- tura, dice: ,,¿Podemos encontrar un método seguro y constante para determinar el verdadero carácter de la calentura pútrida? ¿Se halla esta unas veces simple y otras complicada con otras calentu- ras, ó con la que se llama maligna ó atáxicaV Grant, tratando de la calentura pútrida maligna, añade: Está compuesta de dos ór- denes de síntomas: unos que dependen del contagio ó de los mias- mas deletéreos: otros únicamente de la naturaleza de la calentura, llamada pútrida-, enumera pues separadamente unos y otros para i$6 CAL evitar toda confusión; y para que el Médico, aun sin experiencia, quando encuentre esta calentura compuesta, se halle en estado de distinguir el carácter de los síntomas que predominan, y curarla con acierto. Pero este juicioso autor, lejos de haber dado con el fin, parece que únicamente lo ha indicado en atención á que cita por modelo de la calentura pútrida simple la bilioso-pútrida, que Siden- ham habia observado en Londres durante el mes de Julio y los dias caniculares: sus síntomas eran dolor en la región epigástrica, y una grande sensibilidad de esta parte al menor tacto, dolor de cabeza, calor en todo el hábito del cuerpo, erupción de petequias en mu- chos casos, poca sed, lengua alguna vez cubierta de una costra blan- quecina , otras veces seca y nunca negra, sudores espontáneos y co- piosos , pero sin alivio; y si se intentaba excitarlos, sobrevenia deli- rio , en gineral el frenesí, las petequias, la erupción miliar; y las af- tas eran el efecto de un irregular método curativo. La complicación de la calentura pútrida con la mucosa ó pituito- sa es manifiesta en la descripción que nos ha dexado Wagler en su excelente obra De Morbo mucoso. Entre las señales precursoras se advierten calosfríos hacia la noche, con alternativas de calor, inape- tencia , debilidad, cansancios espontáneos, desmadejamiento, y el enfermo anda vacilante, está desazonado y triste: hacia el quarto día ya no se levanta; padece fuerte dolor de cabeza, sed intensa, amargor de boca, náuseas ó vómitos de materias mucosas mezcladas con un poco de bilis, postración mas manifiesta, dolores en los miem- bros , alivio fugaz hacia el quinto mediante un fluxo de sangre por narices ó una diarrea; pero en seguida dolor vehemente de cabeza con vaidos: hacia el dia sexto aparecen algunas señales de delirio, con sudores copiosos, sueño turbado, eflorescencia de petequias en los brazos, cuello y pecho, siempre con dolor gravativo de cabeza, acompañada de vaidos; voz quebrantada y débil, postración de fuer- zas , la que se aumenta también hacia el noveno con la diarrea á in- tervalos , leve sensación de frió , ribetes sucios, pegajosos y negros al rededor de los dientes: aumentándose los cursos, líquidos y claros, que producen postración total de fuerzas y alguna vez temblor en las ■extremidades superiores: hacia el undécimo la diarrea disminuye mu- cho ó cesa del todo, y entonces hay sordera y una especie de estu- por ; cursos mucosos, ó bien una tos leve con expectoración; oca- sionan solución crítica, y el enfermo vuelve en sí: algunas veces hay también, hacia el undécimo, ulceraciones de las partes correspon- dientes al hueso sacro ó al trocánter: los síntomas, aunque calma- dos , se mantienen hasta el veinte y uno; y el enfermo , recobrando el libre uso de los sentidos y razón, conoce que se ha libertado de un peligro muy grave. Es haber dado ya un gran paso en la indagación de los verdade- CAL 157 ros caracteres de la calentura adinámica simple, el haber indicado la complicación precedente, pues cotejando esta última con el orden anterior, se descubren los síntomas accesorios de esta calentura adi- námica (ó pútrida )." Según nuestro modo de pensar el tifo ó calentura nerviosa es casi inseparable de la pútrida, y no debia formarse un género separado, como lo luce nuestro nosologista; pues se ve constantemente en la práctica que no hay mas diferencia de una y otra calentura sino en el orden con que se presentan los síntomas, que por lo regular los nerviosos, que pueden ser muy bien primitivos y esenciales, son los primeros que aparecen, y los pútridos por lo regular vienen después como si fuesen una conseqüencia de los primeros: es cierto que hay casos en que la putrefacción se desenvuelve muy á los principios, pe- ro siempre acompañada de síntomas nerviosos {V. la historia del si- noco. ); pues si contemplamos en los síntomas del sinoco pútrido, ve- remos que no es mas que una calentura nerviosa con alguna putrefac- ción : por tanto, distinguiéndose únicamente el tifo de la calentura Í»útrida solo por la anticipación ó retraso del desarrollo de la putre- áccion, estableceremos para designar esta circunstancia accidental el llamar á la calentura pútrida tifo pútrido, ó bien sea calentura pú- trida nerviosa; y á esta última, quando viene sin putrefacción, la llamaremos tifo nervioso. No nos detendremos en buscar mas prue- bas de lo que dexamos establecido por no alargar el artículo, y por- que son verdades bastante conocidas de todos. Aun no está demostrado que á la calentura pútrida haya de pre- ceder precisamente ó las mas veces la inflamación, como piensan al- gunos Prácticos fundados en una falsa analogía, de que á la gangre- na, que suponen existe en esta calentura, ha de preceder la infla- mación: esta opinión es muy arbitraria, pues aunque se concediese la gangrena como compañera de la calentura, ¿ quántas veces se pre- senta dicha mortificación sin que haya habido antes aparato inflama- torio? (V. gangrena.) También suponen algunos Prácticos que se complican estas calenturas con un aparato flogístico ó inflamato- rio : esta idea puede conducirnos á un error muy notable si no se exa- mina este punto con toda la crítica y exactitud posible. Nosotros de ningún modo concederemos con tanta facilidad la existencia del apa- rato inflamatorio; quando mas podemos creer pueda verificarse algu- na vez localmente, admirándonos de que autores respetables estén imbuidos en una idea tan vaga é hipotética, ¿ pues bastará el que ha- ya pulso fuerte, ojos encendidos &c. para asegurar que hay aparato inflamatorio ? ¿ dónde existe dicha inflamación ? (excluimos las locales, que tienen signos particulares.) Precisamente se ha de fundar seme- jante opinión en una teoría muy arbitraria, que siendo incierta las mas veces, como nosotros lo pensamos, trae grandes perjuicios en la i$8 CAL curación de estas calenturas, como veremos mas adelante. Si consul- tamos las caucas mas comunes que producen las calenturas pútridas, y al mismo tiempo los fenómenos ó síntomas que las acompañan , ve- remos también que están en contradicción con las teorías inflamato- rias. Sin embargo no queremos que nuestros lectores nos crean solo por las pocas pruebas que hemos dado, sino que duden á lo menos lo que el ilustre Boerhaave y otros creen con tanta facilidad, y con- sultando á la naturaleza todo lo que hemos dicho en la exposición de este género, y aun diremos en todo el artículo , lo sujeten á una crí- tica severa; pues sí no encuentran verdades, por lo menos sabrán dudar, y no se les achacará de crédulos é imitadores serviles de la autoridad. Los principios determinantes ó causas productoras mas freqüen- tes de este género de calentura suelen ser el respirar un ayre impuro, mezclado con miasmas deletéreos y pestilenciales, que por lo co- man son gases mefíticos, que se desprenden de los sitios donde hay corrupción, como en las iglesias, las bóvedas y cementerios, donde se entierran muchos cadáveres; las lagunas y pantanos, donde hay pu- trefacciones animales y vegetales ; las letrinas y cloacas; las cárceles y otros sitios poco aseados; los hospitales &c. El contacto de los que padecen este género de calentura hace que se contagien los que les ro- dean; y según lo que hemos dexado establecido, también pueden szt causas de esta calentura todas las que puedan producir el tifo ner- vioso (V. el género siguiente. ), porque es muy freqüente princi- piar con dicho carácter, y terminar con el pútrida. No es extraño ver también en la práctica seguirse la putrefacción en las calenturas bi- liosas , catarrales &c., ó por haberlas descuidado, ó por no poderse vencer con los remedios mas bien indicados; por lo que las causas de las demás calenturas pueden ser igualmente de la pútrida mirada ba- xo este punto de vista. Se cree en general que el principio séptico ó corruptor que produce estas calenturas principia apagando la sen- sibilidad é irritabilidad , y que de la pérdida de estas y otras propie- dades vitales se sigue la putrefacción &.: no está aun bastante demos- trado por donde entran ofendiendo los miasmas deletéreos, si por la piel ó por la boca, lo mas probable parece este último camino; y así es que las primeras vias son las que suelen impresionarse mas pronto; pero siempre los primeros síntomas son nerviosos, y en los nervios, órganos de la sensibilidad, parece que principian á hacer el daño los miasmas ó principios determinantes de esta calentura. Uno de los puntos que no se debe mirar con indiferencia, tra- tándose de esta calentura, es examinar los medios que pueden evi- tarla , y quando se presente que no se propague á los demás; y aun- que todo esto se trata con mas extensión en los artículos ayre, me- fitismo, desinfección, pestb &c., diremos algo de paso, que CAL 159 pueda pertenecer á esta calentura. „ Los verdaderos medios preser- vativos de las calenturas pútridas, dice Pinel, deben tomarse de la historia de las leyes é instituciones de los varios pueblos, tanto an- tiguos como modernos, y de los diversos objetos de salud pública: estas calenturas han sido mas freqüentes, según que la civilización de los pueblos ha estado mas atrasada: entre los Hebreos y Egipcios hubo establecimientos públicos, leyes y usos, tanto en la elección y calidades de los alimentos, quanto en los medios para evitar el con- tagio^ procurar la limpieza y remoción de todo objeto perjudicia1. Licurgo, entre los Griegos, reprehende con bastante severidad á to- do el que falta al carácter de un decente adorno ó aseo en los vesti- dos , reprobando el desaliño, y mirando el aseo y la decencia como una de las reglas fundamentales de su legislación. Permite el uso de los baños solo en ciertos días del año, y considera que el exercicio de nadar es un medio propio para conservar la salud y fortalecer el cuerpo. En los siglos posteriores al de Hipócrates fué quando se mul- tiplicaron en Grecia los baños ; y Corintio adquirió en esta parte una especie de celebridad. Sabemos quantos baños y gimnasios magníficos hubo en Atenas, y quan severas reglas se prescribieron á las mugeres, en quanto al aseo. En la antigua Roma , sin duda , tuvieron poco vi- gor las instituciones sabias de salud pública, supuesto que notamos un paso repentino de las costumbres agrestes, ó de una vida rústica y militar á la afeminación y luxo desenfrenado de los Asiáticos; los pro- gresos de la civilización entre los pueblos modernos se distinguen por una disminución extremada, ó también por haber cesado ciertas calen- turas pútridas, que eran epidémicas antiguamente. Erasmo,que habia vivido algún tiempo en Londres, habla de la repetición periódica de una calentura semejante, que hacia violentos estragos entre la plebe por el descuido en muchos objetos de salud pública Pero ¡quántas mudanzas favorables han producido en aquella gran ciudad las luces del xvn y xvín siglo! Se han construido cloacas subterráneas, que se limpian diariamente, cuyas inmundicias se conducen afuera por corrientes de agua; calles anchas, casas cómodas, y por consiguien- te se ha logrado una ventilación libre: se ha introducido el uso de be- bidas saludables, de cerveza, ponch y cidra; abastos excelentes y siempre frescos, buen pan, frutas sazonadas, hortaliza bien cultiva- da , y mucho aseo en los vestidos y ropa blanca. ¡ Y llegará un tiempo en que los sagrados derechos de humanidad se respeten lo bastante en todas las naciones, para que el escorbuto y las calentu- ras pútridas, que asolan las cárceles, navios, hospitales y hospicios, no reynen con mas freqüencia en ellos que en el asilo del pacífico ciudadano!" Ademas de los medios generales que pueden evitar estas calentu- ras, dictados por las reglas saludables que prescribe la higiene, es ne- i6o CAL cesario saber también que quando se presenten estas calenturas debe haber sumo cuidado para que no se contagien los demás, lo que se evitará con la limpieza, ventilación, el riego de vinagre y aun las fumigaciones acidas suaves, simplificar la asistencia del enfermo, evi- tando que se agolpen muchas personas en su habitación. Los Médicos que visitan enfermos de esta especie deben hacerlo bien alimentados, lavarse al salir con vinagre , no tener demasiado roce, para evitar eí llevar el contagio á otras casas; si se sienten con vaidos ó algún sig- no precursor de esta calentura (lo mismo debe entenderse con los asistentes) se acudirá al emético, los ácidos &c. (Consúltese el ar- ticulo peste , y se hallarán todas las precauciones necesarias.) El pronóstico del sinoco pútrido se fundará en la mayor ó me- nor intensidad de los síntomas, el número de ellos, la complicación con los de otras calenturas, las fuerzas y edad del enfermo; pero siempre será peligroso. (Consúltese los varios síntomas que hemos descrito al principio de este artículo. ) Con respecto á la curación general de esta calentura se deberán satisfacer tres indicaciones principales para combatirla; la primera es evacuar en los principios el miasma ó estímulo, si ser puede; segun- da , oponerse á la putrefacción; tercera, conservar las fuerzas de la vida. La primera se satisface completamente con los eméticos y pur- gantes ; pero deben preferirse los primeros, porque ademas de lim- piar las primeras vias mejor que ningún otro evacuante, producen también sudores; y las concusiones ó sacudidas que causan pueden producir muy bien el desprendimiento y aun la salida de los estímu- los morbosos, evitando toda detención y congestión; en caso de usar purgantes deben ser blandos y suavemente ácidos como los tamarin- dos , el crémor de tártaro &c. La segunda indicación se socorre con los antisépticos (V. este artículo.); pero con preferencia á todos la quina; los ácidos vegetales y minerales también tienen mucho lugar, y especialmente los segundos; con ellos se formarán bebidas que po- drán usar los enfermos á todo pasto, ya haciendo limonadas, ó mez- clando el xarabe de vinagre con agua, ó poniendo el ácido sulfúrico, nítrico &c. en dicho fluido en la cantidad de escrúpulo por libra, añadiendo si se quiere algún xarabe apropiado; estas bebidas pueden darse frias, particularmente en el verano, pues de este modo son mas antisépticas siendo mas gratas con utilidad de los enfermos: los sorbetes ácidos se han usado con bastantes ventajas en estos últimos tiempos; ¿quánta preferencia deben estos á los cocimientos de cebada, escorzonera &c., que con una supuesta virtud refrigerante echan á perder los estómagos de los enfermos, sin traer mas utilidad que depravar la digestión y el apetito, sin servir para vencer la enfer- medad principal ? También debe usarse ademas de estos remedios el alcanfor, la serpentaria, y aun la cascarilla ó quina aromática, pues CAL 1Ó1 estos medicamentos, ademas de ser unos poderosos antisépticos, satis- facen otras indicaciones relativas á los síntomas nerviosos que acom- pañan á la calentura pútrida que ya dexamos dicho en su historia. Esta serie de medicamentos se usan ó combinados ó alternados; si los síntomas no son muy intensos , bastará el cocimiento antiséptico ó la tintura de quina; pero si fuesen mas graduados, se debe usar la quina en substancia: una de las mejores fórmulas es disponer un electuario con dos onzas de quina, una de crémor de tártaro, y la cantidad su- ficiente de oximiel simple, ó xarabe de vinagre, en el qual se puede añadir si conviene, esto es, si hay síntomas nerviosos, dos escrúpu- los de alcanfor, y dos ó tres dracmas de serpentaria ó de cascarilla, el alcanfor puede darse en pildoras ó en el agua alcanforada de Fer- nandez, dada esta sola, ó disolviendo en ella el electuario, el qual se debe administrar quatro ó seis veces al dia alternando con los ali- mentos y las bebidas acidas; y aunque es cierto, como lo observa Macbride, que en otras calenturas se espera á la remisión para usar la quina, en esta no sucederá así porque es urgentísimo el precaver la putrefacción. La tercera indicación se desempeña con la misma quina y quantos tónicos ó corroborantes se quieran añadir; el vino, que for- mará parte de la dieta corroborante, que se prescribirá desde el prin- cipio , es uno de los medios mas poderosos para sostener las fuerzas de la vida con preferencia á los cordiales y demás composiciones far- macéuticas que se han usado hasta estos últimos tiempos. Si ser pue- de se evitarán los caldos de puchero, y se substituirán las cremas como diximos en la curación general de la calentura, adonde nos remitimos con respecto á este punto, ventilación &c., y también á la exposición particular de los síntomas para combatir los que se pre- sentan mas señaladamente en este género. Las cantáridas han sido reprobadas en esta calentura por algunos Prácticos; pero si el abati- miento es grande, hay delirio ú otros síntomas nerviosos, preciso se- rá recurrir á ellas. Los baños generales mas ó menos frios, cortos ó" inmersiones, se ven recomendados por algunos autores, y puestos en práctica por varios Profesores para este género de calentura, y aun para el tifo nervioso; aunque hay algunas razones y hechos para creer pueden ser útiles, se necesita aun una confirmación mas gene- ral para prescribir estos grandes remedios; sin embargo nos hallamos inclinados á que puedan convenir, y desearíamos que nuestros Profe- sores con mas hechos y observaciones adelantasen y aclarasen este punto, para que pudiéramos con seguridad valemos de este recur- so; en fin, en las especies siguientes podremos determinar mejor la curación de las varias calenturas pútridas, pues no debe haber un método uniforme como vamos á ver en las quince especies que com- prehende este género. i Sinoco sanguino. Esta especie, descrita por Galeno, Riverio tomo II. x -62 CAL y otros, se distingue únicamente de las demás en que los enfermos tienen el pulso mas lleno, fuerte y freqüente, calor aumentado, sin haber apariencia de rubicundez; los enfermos tienen vómitos al prin- cipio , y diarrea al fin, la lengua negra y seca, gran debilidad de miembros, durando esta calentura quince ó veinte dias; algunas ve- ces se presentan también otros síntomas extraordinarios. Esta especie se deberá curar según hemos expuesto en la curación genérica con solo la diferencia que se puede hacer alguna sangría al principio , acu- diendo á socorrer las diarreas y vómitos, si son excesivos, según ex- pusimos quando tratamos de los síntomas en particular. 2 Sinoco acompañado de sudor. Esta especie , que refiere Sau- vages remitiéndose á Sidenham, parece que es el carácter de una ca- lentura epidémica que hubo en Londres en 1665 y 67. Principiaba con un gran dolor de cabeza mas fuerte que en las demás especies, y un vómito muy violento; la mayor parte de enfermos tenian diarrea, como no se les cortase con el uso del emético, acompañándoles los demás síntomas del género, y un sudor copioso, que solia presentarse antes del dia catorce. La curación de esta especie no debe variarse de la genérica que hemos propuesto. 3 Sinoco ó calentura variolosa. Esta especie es la calentura pú- trida que algunas veces acompaña alas viruelas: consúltese este artí- culo y el género para establecer su curación &c. 4 Sinoco disentérico. Esta especie , según nuestro Nosologista, tiene ademas de los síntomas generales el de la disenteria, que se de- berá combatir con los remedios propios de ella (V. disenteria en el artículo flux os.), y ademas los de la cura general que hemos des- crito en este género. 5 Sinoco pleurítico. Esta especie, según refiere Sauvages, se ve con freqiiencia en Mompeller; viene acompañada de síntomas de pleuresía, que se desvanecen hacia los ocho dias; pero la calentura sigue hasta el dia catorce ó veinte. Para el tratamiento curativo de esta especie debe consultarse el género y el artículo pleuresía. 6 Sinoco ardiente ó bilioso. Esta especie, según dice Galeno, es producida por una bilis corrompida en los grandes vasos, y es de la familia de las ardientes. Riverio dice que la parte mas tenue y ca- liente de la sangre se junta con la bilis amarilla, la qual domina las demás partes, se corrompe, y resulta un sinoco pútrido. Sin dete- nernos en explicar la etiología que estos autores atribuyen equivoca- damente á esta especie de calentura, debemos observar que es muy freqüente presentarse una calentura biliosa, y que por mal tratada, descuido de los asistentes, ó gran intensidad de los síntomas vie- ne la putrefacción; y de una simple sinoca biliosa ó de otra espe- cie , se transforma en un sinoco ó tifo pútrido. El carácter de esta es- pecie es el del género con algunos síntomas exacerbados de la calen- CAL 163 tura IVl'o^a 'ó ardiente. El plan curativo que se debe establecer para la curación de esta especie es el general que hemos propuesto en el género, añadiendo las bebidas frias, los paños de nieve, ó la nieve misma al vientre, el uso abundante de ácidos &c. (V. calentura biliosa.) 7 Sinoco reumático. Sidenham quiere que esta especie sea pro- ducida por el reumatismo que inflama la sangre, y que se trate co- mo inflamatoria; pero no nos hace su historia. La arbitrariedad en que está fundada esta especie pudiera haber retraído á Sauv ages de colocarla entre los sinocos. 8 Sinoco catarral. Esta especie, que Sauvages llama hiemalis 6 de invierno, es sin duda la calentura ó sinoco catarral tan freqüente en este pais. Esta calentura acomete en el invierno , y aun en las pri- maveras quando hay frios; los síntomas que la caracterizan son los genéricos del sinoco pútrido , y ademas una tos mas ó menos perti- naz, dolor gravativo de cabeza, lagrimeo de ojos, y todo lo que constituye una calentura catarral (V. este artículo), con alguna de las variedades, esto es, con síntomas que llamamos neumónicos. Esta especie, dice Sauvages, principia los dos dias primeros con una sen- sación de frió y calor , dolores de cabeza y miembros, ansiedades; la lengua se pone blanca, el pulso casi en el estado natural; pero las fuerzas no están abatidas como en la calentura nerviosa, la tos exis- te, pero no los síntomas de la perineumonía; hay sin embargo algu- na dificultad de respirar. No es extraño que se vayan graduando estos síntomas, y que vengan los de putrefacción, ó de un tifo ner- vioso, ó uno y otro. Nosotros tuvimos en el año de 1785 una epi- demia de estas calenturas que se presentaban con laxitudes espontá- neas, vaidos ó vértigos, delirios baxos, sopor ó letargo, petequias &c., y muchas veces síntomas neumónicos. La curación de esta especie debe comenzar como la del género con el emético, porque este, ademas de evacuar las primeras vias - completamente , excita sudores que son muy útiles; las bebidas frias no se usarán, empleando en su Jugarlas teiformes; pero no se les negará el agua natural: si los síntomas de putrefacción no están muy adelan- tados , se usarán los dos ó tres dias primeros los calmantes y anti- moniales mezclados: se recomiendan también los polvos de Dower; pero debe preferirse la mezcla de un grano de tártaro emético en una libra de agua , y una onza de xarabe de meconio , ú otra mezcla an- timonial y calmante en forma líquida por mezclarse mejor, cuidan- do de aumentar ó disminuir cada una de estas preparaciones, según los efectos excesivos que produzcan; pues no se quiere ni que pro- duzcan vómitos ni adormecimiento, y sí solo que proporcionen sudo- res ó aumento de transpiración, como lo suelen executar: luego que se vayan presentando los síntomas de putrefacción, se acudirá á los 164 CAL remedios de la cura general del sinoco pútrido 6 nervioso, según lo indiquen los síntomas. Las sangrías que se hacen con pretexto de supuestas inflamaciones en el pecho, son muy perjudiciales en esta especie, pues con ellas crece el abatimiento, y se desenvuelve mas la putrefacción y los síntomas nerviosos 9 Sinoco aniversario. Sauvages establece esta especie fundada en un caso particular de un arquitecto que padecía todos los años el dia de su nacimiento una calentura biliosa. 10 Sinoco espermático. Esta especie parece ser producida por la retención del semen en los sugetos celibatos y continentes. (Víase el artículo amor físico.) ii Sinoco tarantuloso. Esta especie, que establece Sauvages por las curaciones que se han hecho con la música, de algunas calentu- ras , y de la que él executó con el ruido en un hombre, pudiera ha- berla omitido, pues aunque sabemos el poderoso influxo que tiene la música en el hombre sano y enfermo, como describiremos en el artículo música ; no por eso se deben formar especies con el nom- bre de los remedios que curan, sino por los síntomas ó estímulos que causan las enfermedades. 12 Sinoco soporoso. Esta especie viene acompañada con sopor, se suele ver con freqiiencia en la práctica que entre otros síntomas sobresalientes se presenta el sopor en el sinoco, el qual se socorrerá con los remedios indicados en la sintomatologia que expusimos al principio de este artículo (V. también adormecimiento.), y con los de la cura genérica. 13 Sinoco escorbútico. Esta especie suele presentarse en el se- gundo grado del escorbuto; para su curación consúltese el artículo escorbuto y la cura genérica. Las dos especies siguientes, que son el sinoco miliar, y el produ- cido por la sarna, deben referirse á las enfermedades eruptivas que las producen (V. sarna y calentura miliar.), donde se halla- rán descritos los métodos curativos &c. Genero iv. Tiphus ó tifo. El tifo es un género de calentura continua que se extiende á mas de dos semanas, y muchas veces á tres, en la qual el calor y la orina están casi en el estado natural; la freqüencia del pulso es casi la mis- ma , pero la debilidad de los miembros es extremada; se diferencia del sinoco, con quien tiene mucha relación como dexamos dicho, en que el pulso es mas pequeño, aunque no tan movible; se le da el nombre de calentura maligna, y nosotros nerviosa, porque la pri- mera denominación es mas moral que de un fenómeno físico: ia ra- zón de llamarse maligna es porque sin causar en el pulso ni en la orí- CAL 165 na alteración notable, ataca sordamente, y excita síntomas muy gra- ves , como el sopor, delirio, cardialgía, exantemas, convulsiones &c; sin embargo que al principio se presenta sin apariencia de peligro a los que no conocen esta fatal calentura. El tifo ó calentura maligna es á la que nosotros damos el nom- bre de nerviosa , como lo hacen la mayor parte de Prácticos del dia, porque, como veremos después, los agentes morbosos atacan ó tras- tornan mas bien el sistema nervioso que los demás; atendiendo tam- bién á sus lentos progresos, se da el nombre de calentura lenta nerviosa por varios autores con alguna impropiedad, respecto á que hay tifos , que no son lentos, sino agudos y aun periagudos. La voz tifus ó tifo parece que trae origen de tufo, ya se ve quan poco dice esta palabra; y así para hacerla mas significante le añadiremos el adje- tivo nervioso , para que sea sinónimo de calentura nerviosa ó maligna. Es un gran recurso, dice Pinel, para el ingenio poco exacto, y muy poco apto para ser cabal en sus expresiones, el uso de ciertos términos de significación indeterminada, y que á cada instante pueda emplear, sin temor de que se conozca su insuficiencia. Tal es la de- nominación de calentura maligna, que las mas veces se da indistin- tamente á las enfermedades mas graves, aunque el juicioso Sidenham haya advertido expresamente que tales calenturas no se observan con freqiiencia, y que se diferencian por sus caracteres esenciales de las que han tenido el mismo nombre por razón de la anomalía de sus síntomas: no imitaré á un autor moderno, el qual después de haber hecho una larga enumeración de las opiniones de diversos autores tocante agesta calentura, se eleva á su causa próxima , la que atri- buye á vicios supuestos del fluido nervioso, á su exceso, defecto, tenuidad, acrimonia &c., como si este fluido hubiese sido examina- do , y sujeto á la análisis química. Aun admitiendo su existencia y propiedades características, son tan distintas de las de los demás flui- dos conocidos, que debemos tener mucha reserva antes de decidir sobre sus diversas alteraciones. El carácter particular de la escuela de Gotinga es tener por guia las investigaciones de la economía animal, según las experiencias de los modernos, con un estudio profundo de la Medicina hipocrática. También Baldinger (opuscula Medica) ha hecho un paralelo Inge- nioso entre los fenómenos de la sensibilidad é irritabilidad, y las no- ciones exactas y claras que el padre de la Medicina nos ha transmi- tido en orden ó las señales distintivas de las verdaderas calenturas malignas, principalmente en las prenociones coacas; á saber: sensa- ciones de frió, o calosfríos con dolor, tirantez, rigidez del tronco, vertebras cerviales, y miembros; alguna vez con apariencia de téta- nos; sudores parciales y en corta cantidad: al mismo tiempo hay otras afecciones locales mas graves; como pérdida de voz, dolor i66 CAL en el cuello; agitaciones y 'desasosiego general; terrores pusiláni- mes; abatimiento sumo; tristeza profunda sin causa manifiesta; di- suria ó iscuria; estupor; alteración de las funciones intelectuales, en términos de no conocer el enfermo á sus parientes; trastorno de la memoria; afección comatosa; delirio taciturno, tanto en la vigi- lia como en el sueño ; postración total de fuerzas sin ninguna evacua- ción notable; alteración repentina en las extremidades; respuestas desabridas y ásperas; voz aguda; gestos; sensación de estrangulación; vista desconcertada; lengua trémula &c. Podríamos tal vez desafiar al observador mas ilustrado y reflexivo á hallar en la práctica de la Medicina síntoma alguno de malignidad que no se halle indicado en las prenociones coacas. Podemos añadir que todos estos síntomas consisten manifiestamente en una lesión del principio vital, que reside en los nervios y músculos. Esta lesión no depende siempre de un es- tado de diminución ó destrucción de las funciones nerviosas, porque á veces estas funciones suben á un grado extremo de vivacidad; al- guna vez son los ojos tan sensibles, que no pueden tolerar los rayos de la luz; el oido tan fuertemente afectado al menor ruido, que pueden resultar convulsiones. Lo mismo sucede en el tacto y olfa- to : los vicios de la deglución suben alguna vez á tan alto grado, que parece una especie de afección hidrofóbica. Las calenturas malignas no tienen siempre el carácter de enferme- dad aguda, como las pútridas, puesto que las hay de curso lento: las primeras, por otra parte, casi nunca terminan por una evacuación crítica digna de reparo. A la falta de crisis se agregan orinas claras, y cutis árido, en lugar que las calenturas pútridas llevan con fre- qiiencia el carácter de una diarrea fétida, hemorragia difícil de de- tener , petequias ú otro exantema semejante, ó bien un absceso gangrenoso en lo exterior &c. Las metasis en las glándulas, articula- ciones ó nervios son por el contrario soluciones privativas de las ca- lenturas malignas. Por esto se puede juzgar de los síntomas peculia- res á las complicaciones de estas dos enfermedades. Nos complacemos en ver los progresos de la Medicina" sujetos á la carrera general de las ciencias naturales, sus principios fundamen- taos sobre diferentes objetos, primero establecidos, después propaga- dos y extendidos por ulteriores investigaciones, y en seguida el con- junto de conocimientos adquiridos reducidos á un orden regular y metódico. Hipócrates habia señalado los caracteres generales de las calenturas malignas, é indicado las señales exteriores propias para que se reconociesen; pero para sondear el curso de estas calenturas, y aprender á verle baxo todos sus aspectos, ha sido preciso qui- zá todo el ascendiente, que han tomado entre las naciones cultas la navegación , comercio, expediciones guerreras, el abuso debilitante de los de ley tes, la avaricia, la ambición, esto es, que la especie CAL 167 humana se ha visto precisada á someterse á la acción de las mas vio- lentas pasiones, y de las situaciones mas extremadas y tempestuosas. Pero todos estos hechos, dignos de aprecio, ¿ no hubieran sido in- fructuosos sin los progresos sólidos que fa Medicina ha hecho duran- te el siglo xvni, y sin el talento observador de algunos hombres distinguidos, cuyas tareas reunidas parece haber agotado por ahora todo quanto está anexo á la historia de la calentura maligna ? De este número son Huxham , Torti, Lind , Rouppe, Werloíf, Prin- gle, Home, De Haen, Stoll y Macbride. El tifo nervioso unas veces es esporádico, otras epidémico, y las mas contagioso : se complica muchas veces con otras especies de ca- lenturas , ó mas bien suele ser conseqüencia de las catarrales, bilio- sas &c.; porque el estímulo productor de estas calenturas, obran- do con mas intensidad en el sistema nervioso, ocasiona los sínto- mas que caracterizan el tifo. En la práctica se ven muchos hechos de esta naturaleza: nada hay mas comun que principiar una calentura por biliosa ó de otra especie, y seguirse los síntomas nerviosos ó de malignidad, y aun también los de putrefacción; pues como mani- festamos , hablando del sinoco, con esta calentura se complica mas freqüentemente, y aun se pudiera añadir que pocas veces se separan. Este género de calentura se debe estudiar con sumo cuidado por las conseqüencias fatales, y porque se ha hecho bastante freqüente en estos últimos tiempos; y si no se presta atención en el diagnóstico , se escapará á la indagación de los Médicos observadores por el ca- rácter engañoso que presenta, con gran perjuicio de los enfermos; pues si no se conoce en pequeño esta enfermedad, y no se aplican remedios enérgicos, quando se desenvuelven los síntomas grandes, no suelen alcanzar ya aquellos; por lo que convidamos á nuestros lectores á que observen atentamente estos enfermos desde el princi- pio , cuya historia vamos á presentar. Historia del tifo ó calentura nerviosa. La calentura nerviosa no acomete tan repentinamente como las demás; se presenta en qualquiera estación del año; quando es espo- rádica la padecen los que tienen mas disposición, como los débi- les, hipocondríacos, pusilánimes &c., siempre que se añada algún agente productor; si es epidémica ó contagiosa la pueden padecer todos, pero mucho mas los dichos hipocondríacos, las histéricas, los estudiosos, y los que están afectados de pasiones de ánimo depri- mentes, como la tristeza, el miedo &c.; y los mendigos , los presos, los sitiados &c. Para hacer una descripción mas exacta de esta calen- tura, la consideraremos en quatro períodos diferentes: i.° quando principia á desenvolverse y á obrar el estímulo febril: 2.0 quando i68 CAL se manifiestan los síntomas del tifo: 3.0 quando llegan á su mayor incremento ó altura: 4.0 quando declinan y terminan con la salud ó la muerte. i.° Los enfermos en este primer período principian á sentirse displicentes, lánguidos, con alguna laxitud ó dexadez; se hallan mas ó menos torpes , abandonando espontáneamente el trabajo, y se expresan diciendo que no están buenos, sin embargo que hay mo- mentos del dia en que les parece que están mejor, principalmente por la mañana; y creyendo que pueden emplearse en sus tareas , al veri- ficarlo tienen que abandonarlas al mas ligero exercicio, convencién- dose de la debilidad en que se encuentran; efectivamente se ve cons- tantemente en estos enfermos postración y abatimiento de ánimo, sin que el Médico ni el doliente puedan determinar la causa de estos síntomas, ó principio del tifo; padecen igualmente mayor ó menor dolor de cabeza, y vértigos, al que se sigue la inapetencia, la náu- sea, y algunas veces vómitos espontáneos, con dolores hacia los lo- mos*y columna vertebral, pero no agudos sino gravativos; el dolor y pesadez de cabeza se presenta ya en este período variando el sitio, hallándose unas veces en el vértice, otras en el colodrillo, y rara vez en las sienes; siendo con mas freqiiencia en la frente. La mayor parte de los sugetos acometidos de tifo en su primer período se hallan mas ó menos soñolientos, y pocos son 'los que están en una vigilia perti- naz ; la debilidad de las extremidades es ya tan considerable que no pueden sostenerse sobre ellas; la respiración es algo fatigosa. A este primer período en que comienza á desenvolverse esta terrible enfer- medad , llaman algunos autores el período del contagio que dura por lo regular seis ú ocho dias: nosotros le llamaremos primer período, porque, como veremos después, no siempre esta calentura es con- tagiosa. 2.0 El segundo período, esto es, á los seis ú ocho dias, poco mas ó menos, el dolor y pesadez de cabeza se aumenta, y aun la sensación incómoda en todo el cuerpo, sintiendo un ruido o zumbi- do de oídos, síntoma que suele ser precursor del delirio; si se verifi- ca la propensión al sueño, es ya mucho mayor; pero se debe notar que es aparente, pues al arrimarse á la cama de los enfermos, lue- go se despiertan, y preguntándoles si duermen, responden que no; algunos despiertan como espantados, principalmente aquellos que han sido acometidos de pasiones de ánimo. En este período ya se ha- llan con alguna postración, estando siempre echados boca arriba, lo que llaman postura supina; el pulso se presenta acelerado y pe- queño, y generalmente desarreglado, esto es, que no guarda cons- tantemente una misma movilidad, pues unas veces está mas acele- rado que otras. Pasados dos ó quatro dias mas se nota ya mayor trastorno en la economía animal agravándose los síntomas, el delirio. CAL i69 si antes estaba indicado se gradúa mas, por lo regular suele ser ba- xo: hay mayor calor, sintiéndolo mas los enfermos en las palmas de las manos, las orinas siempre claras; muchas veces se presenta el co- ma vigil ( V. este artículo.), estando balbucientes, y poniéndose el habla algunas veces tan disminuida y depravada, que no se perci- be lo que dicen los enfermos, no siendo extraño que pierdan entera- mente la facultad de articular las palabras; suele haber sordera y mas zumbido de oidos. 3 El tercer período debe contarse á los doce ó trece dias, y casi se le puede llamar el estado, pues los síntomas se hallan en su mayor vigor, y aun se van presentando otros nuevos, pues muchas veces se cubren de un sudor que debilita mas á los enfermos, se indican las convulsiones de lengua, extremidades y los dedos: á esta última lla- mamos salto de tendones: en este estado suelen estar los enfermos tres ó quatro dias, sin aumentarse ni disminuirse los síntomas hasta que pasan al período siguiente. ^ 4 En este período principia á mudar de aspecto la enfermedad, en bien ó en mal, esto último es lo mas freqüente; y así es que si los en- fermos estaban soporosos, en esta época lo están en sumo grado: si ha- bia delirio, es mas baxo, el entorpecimiento es mayor y general, no solo en los sentidos internos y externos, sino en todo el sistema mus- cular, por lo que la postración es mayor, la debilidad es mas grande, los enfermos se orinan , y se les mueve el vientre sin sentir; apenas sienten, aunque se les estimule, hay una tremulencia general; se sue- len poner frios de medio cuerpo abaxo, las mexillas sonrosadas, las uñas pálidas ó amoratadas; el pulso es tan acelerado y débil, que pa- rece la bibracion de una cuerda de vihuela; se presentan los sudores espesos y parciales y el estertor, y los enfermos mueren por lo re- gular á los quatro ó seis dias de este período ; pero se ha observado que el tifo nervioso quita por lo regular la vida á los enfermos desde el catorce al diez y siete ; y si continúa hasta el veinte , poco mas ó menos, rara vez es mortal, pues á pesar de todos los síntomas refe- ridos observamos que pasando dicho término y con la aplicación de los remedios que expondremos después los enfermos se sostienen, los síntomas de putrefacción no se presentan, el pecho no se carga , y los síntomas nerviosos dan indicio de ceder; por lo que se puede esperar una terminación benéfica en términos, que gradualmente vayan des- apareciendo dichos síntomas, y al dia veinte y uno se halle el enfermo libre de tan temible calentura. No es extraño que las calenturas nerviosas se extiendan á seis se- manas , aunque no es lo comun , por lo que algunos autores las lla- man lentas, nerviosas. Las causas mas comunes, estímulos ó principios determinantes que pueden producir el tifo nervioso son todos los agentes físicos, TOMO II. v 17° CAL químicos ó morales que sean capaces de inducir cierta debilidad en el sistema nervioso, la que produce esta modificación nerviosa, que lla- mamos calentura maligna, y mas propiamente nerviosa , causándola los miasmas contagiosos, cuya índole y naturaleza nos es desconoci- da , y que producen las calenturas pútridas (V. el género sinoco), co- mo que primero , como diximos, atacan el sistema nervioso apagan- do su acción; y si no se desenvuelven los síntomas de putrefacción, queda un tifo puramente nervioso: los estímulos catarral, bilioso, lácteo &c., que causan otras calenturas, pueden producir también las nerviosas siempre que su acción morbosa se dirija ú ofenda igual- mente el sistema nervioso, como lo vemos confirmado muchas veces en la práctica, particularmente si no se ha acudido á tiempo á socor- rer dichas calenturas, ó se ha debilitado mucho á los enfermos, ó quando estos están acometidos de fuertes pasiones de ánimo, de aque- llas que abaten; y en fin quando recaen estas ú otras enfermedades en sugetos nerviosos, sensibles, estudiosos, que por su exercicio tienen cansado el principio senciente, esto es, el sistema nervioso con todas sus dependencias &c. (V. la etiología general de la calentura.) El pronóstico de esta calentura en general es peligroso, pero mas ó menos según la intensidad de los síntomas, edad del sugeto y causas determinantes; si es contagiosa, suele ser mas funesta (V. pes- te , porque esta es un verdadero tifo. ); en los jóvenes y robustos puede curarse mejor que en los débiles, hipocondriacos y enfermizos. Quando los enfermos se hallan con todos los síntomas que hemos des- crito en el quarto período en la historia del tifo , por lo regular po- cos se curan. (V. los síntomas en particular que expusimos al prin- cipio de este artículo.) La cura general que debe establecerse para esta calentura se re- duce á satisfacer tres indicaciones: la primera evacuar, si es posible, el estímulo, ó corregirle: la segunda precaver la putrefacción, que suele ser consiguiente á estas calenturas; y la tercera dar tono para sostener las fuerzas de la vida y moderar los síntomas; todo esto se consigue con el auxilio de la dieta y la farmacia; la primera debe ser, aunque tenue, corroborante y analéptica. ( V. la cura general de la calentura y la del sinoco.) Los remedios farmacéuticos que se de- ben emplear para cumplir la primera indicación son los eméticos, ya 6ean los polvos de la raiz de ipecacuana en la dosis de ocho ó diez granos, ó un grano de tártaro emético disuelto en tres ó quatro on- zas de agua: estos remedios, como hemos dicho ya en otras ocasio- nes, no solo evacúan completamente las primeras vias arrojando quantos productos morbosos haya en ellas, sino también promueven el sudor y otras secreciones, y con las fuertes sacudidas que producen se desprenden los estímulos morbosos para que puedan salir después por qualquiera de las vias que la naturaleza tiene destinadas para la CAL 171 expulsión de las substancias eterogéneas &c., por lo que se deben emplear al principio de esta enfermedad. Macbride dice que debe preferirse la ipecacuana al tártaro emético, porque este último pare- ce obra con mas violencia; pero en este caso se disminuye la dosis. Algunos Prácticos respetables aconsejan los purgantes en el primer período ; pero nosotros los miramos como ineficaces y aun peligro- sos , respecto que no son capaces de evacuar el estímulo; y aunque es cierto que limpian partes de las primeras vias, también producen una gran debilidad, que puede aumentar la que tienen los enfermos, y hacer mas difícil la curación. La segunda y tercera indicación se socorre casi en los mismos términos y con los mismos medicamentos que propusimos en el género sinoco (V. la cura general del sinoco.)y con la diferencia de que no se deben emplear los ácidos tan abundan- temente, y en su lugar se aumentarán los tónicos y los estimulantes, p¿ro con un orden progresivo y sostenido; porque si se emplean todos al principio, proporcionarán fuerzas facticias, pero después vendrá mas aplanamiento: y así las cantáridas, que tanto lugar tienen en la cu- ración de esta calentura, se aplicarán sucesivamente, pero sin supu- rarlas , como previene Macbride y otros Prácticos; los sinapismos también tienen mucho lugar puestos á los pies por espacio de dos ó tres horas; y si el enfermo estuviese muy soporoso ó en un gran abati- miento , se aplicará un sinapismo al epigastrio por algunos minutos; pues de todos los estimulantes no hay ninguno tan poderoso y que obre con mas prontitud que este remedio: en esta calentura deben preferirse los tónicos estimulantes; y á la quina y opiata que recomendamos en el sinoco se añadirá la cascarilla, la serpentaria, y en lugar de oximiel se pondrá el xarabe de corteza de cidra: en el último período, quan- do se presentan los síntomas convulsivos, ademas de todo el plan tó- nico corroborante y antiséptico se administrarán los mas poderosos antiespasmódicos ( V. este artículo.), y entre ellos se ha recomenda- do por algunos autores el almizcle, pero no en dosis cortas como se ha usado hasta aquí; le substituirán el alcanfor, licor anodino de Hoffman, el láudano en corta dosis como de quatro á seis gotas &c., porque el almizcle es medicina costosa y rara, por lo que no se pue- de generalizar demasiado: el vino generoso y aun los alcohólicos, y en una palabra la dieta corroborante se debe seguir; acudiendo siem- pre á los síntomas mas urgentes para moderarlos. (V. la sintornato- logia al principio de este artículo.) Todos los remedios debilitan- tes están contraindicados en este género de calentura, á pesar de que se ve recomendada la sangría por algunos Prácticos; pero viéndose tan señalada y aun demostrada la debilidad, que parece como esen- cial, ¿con qué indicación se puede prescribir un remedio tan debili- tante ? ¿ puede proponerse otro objeto al que lo execute sino la ciega imitación ? En el dia la mayor parte de los Médicos conocen quán J7* CAL perniciosa es la sangría y otros remedios debilitantes en este género de calentura, por lo que se va-proscribiendo esta práctica aun por aquellos que son aficionados á derramar sangre. (V. sangría.) Todo este plan general que hemos indicado exige tino y pruden- cia , para lo qual se tendrán presentes las reglas que hemos dado en la cura general y las que indicaremos en las especies que vamos á ex- poner , atendiendo siempre á la mayor ó menor intensidad de los sín- tomas , fuerzas del enfermo &c para graduar mas ó menos los medi- camentos , no aplicando á todos una misma dosis, obrando siempre con relación á la cantidad de mal y fuerza del enfermo; para cu- yo cálculo no se pueden dar reglas generales, sino las que deduzca el Médico con la observancia y aplicación de sus sentidos &c. Este género tiene nueve especies. i Tifo de las cárceles. Esta especie de calentura, dice Sauvages, principia con un calor y frió alternado y sucesivo, con anorexia, re- pitiendo al dia siguiente solo el calor; el sueño es interrumpido; hay cierta pesadez y turbación de cabeza hacia el sincipuz; los enfermos tienen poca sed, el pulso está freqüente, y si se sangran se les dis- minuye , y sobreviene el delirio, en lo que se diferencia de los sino- cos. En el aumento vienen las laxitudes, las náuseas, dolores de es- paldas y una confusión de ideas en el sensorio ; el espíritu y las fuer- zas están extremamente abatidas, el pulso agitado y mas lleno; pero si se hace alguna sangría, se pone mas freqüente y pequeño presen- tándose el delirio. Las orinas varían, ya turbias, ya claras, y sin co- lor, ó ya encendidas y con sedimento. Si el enfermo se expone al frió, suele seguirse una diarrea colicuativa y fétida: el calor de la piel es acre y estimulante, percibiendo por algunos minutos el Médico en los dedos una sensación incómoda; la piel está seca como el enfermo no sude; si lo hace, el sudor es fétido , como también el aliento; la lengua está seca, con una costra desigual, amarilla ó parda. Sigue Sauvages describiendo la calentura hospitalaria, que viene á ser lo mismo que te que acabamos de describir, esto es, un tifo pútrido, nervioso, como efectivamente suelen ser las calenturas hospitalarias y de las cárceles, que son contagiosas y de mucho peligro, produci- das por los miasmas pútridos, que existen en dichas casas como no haya limpieza, ventilación &c. En quanto á la curación, continúa dicho autor diciendo, que la sangría es sumamente perjudicial, y que el emético es sumamente útil; recomienda, entre otros reme- dios, la triaca, el vino, la quina, serpentaria, alcanfor, el almiz- cle &c. Nosotros nos remitimos á la cura general del sinoco y el ti- fo , debiendo sacar los enfermos á sitios ventilados, distantes si ser puede del sitio donde adquirieron tan temible calentura, pues de otro modo, aunque se moderen los efectos como no se remueva la causa, acaso serán inútiles todos los auxilios del arte. CAL 173 2 Tifo nervioso. Sauvages forma esta especie refiriéndose á Hux- ham y á Wilis, que la llaman hética nerviosa-, la historia que pre- senta es la de un tifo puramente nervioso sin mezcla de putrefacción. Se ve constantemente en la práctica que por haber atacado los prin- cipios excitantes, miasmas &c. exclusivamente el sistema nervioso, resulta la calentura nerviosa , como diximos en la exposición del gé- nero , adonde nos remitimos para la curación &c. , 3 Tifo comatoso. Se ha formado esta especie por venir acompa- ñada del coma, síntoma accidental, aunque no es raro el que acom- pañe á las calenturas nerviosas: para su curación &c. consúltese el género y el síntoma coma descrito al principio de este artículo. 4 Tifo histérico y verminoso. Siempre que recayga una calentu- ra nerviosa en una histérica, y si al mismo tiempo tiene lombrices, se puede decir padece esta especie, que añade poco al género, y solo pa- ra su curación se debe tener presente el artículo histérico y el de lombrices : Sauvages la funda en un caso particular. 5 Tifo castrense y llamado también calentura maligna húngara por Boerhaave; parece que es una calentura epidémica, que suele reynar en los exércitos del mismo modo que en las cárceles, hos- pitales y todos los lugares en donde se agolpa mucha gente, y hay falta de aseo, ventilación &c.; y como la padeció un exército en Hungría, se le ha dado el epíteto de hiingara; pero no debe dife- renciarse en lo esencial del género y la carcelera. (V. el género y di- cha especie.) 6 Tifo egipciaco. Esta especie, descrita por Próspero Alpino, es una calentura nerviosa, endémica del Egipto, que se presenta en el otoño, que por la historia que hace Sauvages parece ser una biliosa, con síntomas nerviosos, que debe curarse como tal. 7 Tifo icterodes ó calentura amarilla de América. La historia de esta especie, según la expone Sauvages, es la siguiente: Primer período de la enfermedad. Tres ó quatro dias antes que principia esta calentura por lo regular hay cefalalgia, lumbago, dolor en las articulaciones, particularmente en las rodillas y los tobillos, anore- xía, laxitud, dificultad de respirar : luego que acomete la calentura se presentan los calosfríos, el pulso se halla lleno y freqüente, y por lo regular algo duro; hay fuertes pulsaciones en las carótidas: el ca- lor no pasa de ciento y dos grados del termómetro de Farenheit: esta calentura por lo ordinario continúa dos dias sin remisión, cesando el dia tercero con un sudor ligero. La respiración es pequeña; pero se aumenta si se remueve al enfermo, ó come; la lengua está algo hú- meda , áspera , blanca y parda en el medio; hacia el segundo dia la sed es moderada, los hipocondrios no están ni duros ni tensos. En el primer dia de la calentura suele presentarse el soportó ador- mecimiento, renovándose los dolores de los dias anteriores de la pre- J74 CAL disposición, el espíritu está abatido, el enfermo muy débil, la cara rubicunda, los ojos encendidos y como inflamados, en términos que no pueden sufrir la luz: el delirio rara vez se presenta, los excremen- tos aun no son negros, la sangre está muy encarnada y sin serosidad: el segundo dia hay inquietud y agitación continua, ningún dolor, los excrementos negros y duros , estreñimiento, vigilia , las orinas abun- dantes y sin color, apenas tienen sedimento el primer dia, pero turbias el segundo , y el tercero un sedimento pardo y como sanguinolento: a las setenta y dos horas ó mas el pulso se pone menos freqüente, el calor cesa sin ninguna evacuación crítica. Quando el sudor dura tres dias, y es excitado por los suaves diaforéticos y diluentes, el peligro se desvanece y la calentura; pero si no los enfermos se ponen muy débiles, tienen los ojos amarillos, y principia el segundo período. Secundo período. El pulso es mas tardo, mas blando y casi imper- ceptible; la ictericia, el vómito y la agitación se aumentan: el calor es el mismo que el de las personas sanas, el pulso se debilita y los en- fermos sienten frió ; la cara , el pecho y las extremidades se ponen lí- vidas , la respiración lenta, la lengua limpia , roxa en el extremo y los ángulos; el enfermo ansia el agua fria, pero sin alterarse: los vómitos ó las náuseas se aumentan, y muchas veces el enfermo no puede con- tener nada en el estómago, de suerte que unos arrojan sangre, otros una bilis negra como la pez; no pueden dormir, y si lo hacen es muy interrumpido el sueño, lo que les debilita infinito; tienen mu- cha inquietud, y están muy impertinentes: el delirio se aumenta, y el pulso es pequeño y profundo; la oftalmia crece también , pero sin dolor. Quando la ictericia no se presenta en el segundo período de la enfermedad , se determina únicamente á los ojos; pero antes de mo- rir los enfermos se esparce inmediatamente por el cuello y pecho-.es- tas mismas partes están cubiertas de manchas roxas ó lívidas; pero rara vez lo están las extremidades. Alas mugeres se les adelanta la evacuación de la menstruación presentándose muy abundante: la sangre se disuelve en tales términos, que sale con suma libertad por la boca, uretra, na- riz , oidos, ojos, los vexigatorios, y alguna vez aun por los poros de la piel. Algunos enfermos están estreñidos, otros tienen diarrea, arro- jando con dolor unas materias negras líquidas, y otros negras y espe- sas como la pez , aliviándose quando la evacuación es moderada: las orinas son copiosas, de color de azafrán en los ictéricos, y sin color, con bastante sedimento en los demás, y en otros turbias y sanguino- lentas : este período dura de siete á ocho dias. Tercer período. Hay esperanza de curación siempre que todos los síntomas disminuyan, que el pulso se ponga mas lleno, vuelvan algunas fuerzas &c.; pero por lo regular se aumentan, y vienen otros nuevos, poniéndose el pulso mas pequeño y mas desigual, las extre- midades frias y lívidas, la cara poco animada, y en algunos está apio- CAL 175 mada, las manchas se aumentan de suerte, que el cuello y el pecho parecen que están negros; hay palpitación , sintiéndose un calor ex- traordinario en la región del corazón; la respiración es difícil y as- mática, hallándose el enfermo inquieto y agitado; la cara, el cue- llo y el pecho están llenos de sudor; la sangre sale por narices, bo- ca y oidos; traga con dificultad; hay hipo, salto de tendones, un sueño profundo y un delirio continuo: doce horas antes de su muer- te pierden el habla y el pulso: en las calenturas muy agudas las con- vulsiones son el fin de la tragedia: después de la muerte las manchas se aumentan y la corrupción se apodera del cadáver. Quando el ayre está muy caliente todos estos tres períodos se concluyen en dos ó tres dias. La epidemia de estas calenturas se au- mentaba en la Carolina meridional quando el ayre era muy caliente, y disminuía quando era frío, como también los síntomas y peligro de la enfermedad, todo á proporción de esta variedad atmosférica. La enfermedad se empeora sin duda quando no hay cuidado de renovar el ayre, y en los forasteros y medrosos. Todos los que llegan al ter- cer período por lo regular pagan el tributo á la naturaleza. Por la analogía de los síntomas que tienen al tifo icterodes con las demás especies, y por lo demás que hemos dicho en la exposición del genero tifo y parece que nos debíamos referir á él en quanto á la curación de esta especie ; pero habiendo leido varias obras que están en contradicción en algún modo con nuestro modo de pensar, dexa- rémos esta discusión para el artículo de fiebre amarilla , donde trataremos este punto. 8 Tifo de los extenuados. Esta especie es una conseqüencia del abuso de la venus, que es muy freqüente en las Indias orientales se- gún Dellon. La dieta analéptica, los restaurantes mas enérgicos y al- gunos remedios del plan general, que no estimulen demasiado, po- drán convenir para la curación de esta especie. 9 Ufo causado por el suco del maniaco. Esta especie es causada, según refiere Sauvages, por el envenenamiento de dicha raiz de manio- co, que la secan,y hacen de ella pan los Indios, cuyo suco produce dolores de estómago, inflación de vientre, pujo ó tenesmo , vértigos, ansiedades y demás síntomas del tifo: los eméticos inmediatamente y los demás remedios de la cura general vienen bien, atendiendo siem- pre á los síntomas que mas sobresalgan. ( V. la sintomatologia. ) Los Indios tienen por contraveneno á la flor de nhambi. Género v. Calentura hética ó lenta. Esta enfermedad constituye un género de calenturas continuas muy semejantes a las enfermedades crónicas por sus lentos progresos y sin ninguna disminución considerable de fuerzas, estando el pulso 176 CAL freqüente, la qual dura muchas semanas y aun muchos meses, po- niéndose siempre el pulso mas freqüente después de comer. Esta ca- lentura se confunde ordinariamente con la quotidiana continua tábi- da y lenta, la qual se aumenta todos los dias , particularmente por la noche; pero hay entre estas la misma diferencia que entre las exacer- bantes y las continuas. Los Griegos la han llamado hética ó habi- tual, creyendo que el calor constante que la acompaña tiene su asien- to en los sólidos. Se diferencia de la tabes y la tisis en que en estas enfermedades las visceras están viciadas, siendo así que en la calentu- ra hética no hay ni abscesos ni úlceras en ninguna parte del cuerpo. Galeno y sus sectarios, del mismo modo que Sidenham, la han lla- mado hética; y el primero admite dos especies, á saber: la que he- mos definido, y otra que, según él, es una verdadera tabes. ( V. este artículo.) Hipócrates no ha usado del nombre propio de este géne- ro , pero sí el clasifico de continua y lenta; mas sin embargo convie- ne siempre dar á cada enfermedad un nombre genérico distinto; y como el de hética, que hemos dado á esta enfermedad, es muy an- tiguo , y el de lenta es ordinal y no genérico, preferiremos el prime- ro , aunque alguna vez usemos el segundo. Se diferencia este género de calentura del tifo en que sus síntomas no son tan violentos, aun- que de mas duración, y que no obliga á los enfermos por lo común á estar en la cama. Sin embargo de lo expuesto hasta aquí de este género, que he- mos trasladado de Sauvages, y no obstante de seguir su nosología, creemos que este género estaría mas bien colocado en la clase de las caquexias, cómo lo hace Cullen, el que tiene la tabes por sinóni- ma de la hética; ademas que si consultamos los enfermos, apenas veremos uno que esté en estado de lentitud en todas las veinte y qua- tro horas, pues por lo regular tienen su aumento ó exacerbación, aunque corta, por la tarde, diferenciándose poco ó nada de la aufi- merina. (V. este género.) Con este conocimiento, y por no apar- tarnos de nuestro nosologista , seguiremos sin embargo su clasifica- ción , y haremos la historia abreviada de la calentura hética, que constituye el quinto género del primer orden. Para mayor claridad podemos dividir la Insoria de la calentura hética en tres períodos: en el primer período, que algunos autores llaman incipiente, suponiendo por lo general que es sintomática; se presentan los síntomas de calentura lenta y continua, pero con algu- nas exacerbaciones por la tarde ; hay extenuación general, el pulso pequeño, débil y algo acelerado; suelen comer con apetito y digerir bien ; las orinas crudas, algunas veces rubras y turbulentas. En el se- gundo período, que principia masó menos tarde según una porción de circunstancias, de edad, sexo, enfermedades anteriores, cau- sas &c., los síntomas descritos ya principian á crecer, pues la con- CAL x/y junción general es mas notable; y entre otras eminencias de huesos que se hallan descarnadas las de los pómulos están mas considerablemente, y en las que se notan ciertas rosetas, ó lo que llaman chapetas, de un color encarnado; la frente se pone lustrosa, y las órbitas como que se hallan vacías; los labios y las orejas pálidas, y estas últimas muy delgadas y aun transparentes: los enfermos algunas veces no tienen sed; pero quando la tienen es por la tarde ; el apetito del misino modo se entorpece en unos, igualmente que el oido ; pero en los mas suce- de al contrario, de cuya observación tiene origen aquella expresión vulgar de que los que tienen este sentido perspicaz tienen oídos de hético: las costillas, como toda la mayor parte de los huesos se ven señaladas y sin la gordura que las cubría, de suerte que pueden con- tarse, é indicar sus apofises y desigualdades; el esternón aparece co- mo pelado; los músculos del abdomen se presentan como descubier- tos ó disecados; el ombligo hundido, los muslos muy flacos , las ro- dillas como abultadas, las exacerbaciones ó recargos de la tarde son mayores, y los sudores por las mañanas son ya bien decididos: el pulso se presenta mas débil; se asustan los enfermos fácilmente, y sin embargo aparentan serenidad ; unos tienen abstriccion de vientde, y otros diarreas; se constipan con facilidad, y suelen tener ácidos en en las primeras vias. En el tercer período los enfermos tienen ya un gran abatimiento y pérdida de fuerzas, la extenuación es extremada, se fatigan quando andan, la piel está seca y como granugienta; tie- nen ardores pasageros , pero constantes y muy intensos en las pal- mas de las manos; las uñas están lívidas, y algunas veces se caen, lo mismo que los dientes y cabellos; el blanco de los ojos se pone azu- lado o como de color de perla ; la lengua está ó muy encarnada ó co- mo mortecina; la voz se disminuye, la piel se pone de un color pá- lido y en algunos subictérica y de un olor particular inexplicable ; y solo se puede distinguir con el examen de los sentidos, las exacerba- ciones son intensísimas, el calor es inmoderado, acre y específico, con tendencia al de las calenturas pútridas, pero mas moderado; los sudores son copiosos y fríos, generales de medio cuerpo arriba; las onnas salen con una nube aceytosa; vienen las diarreas ó la disente- ria, y por lo regular la muerte. Todas las causas ó principios excitantes que expusimos en la etio- logía general de la calentura pueden serlo de este género, con algunas otras que veremos en las especies, tales son algunos vicios orgánicos, los vanos v.rus específicos, como el venéreo, escorbútico &c., y en nn todo lo que deprave la nutrición y la crasis de los humores; y mas principalmente el sistema nervioso, que faltando su influxo en el res- to de la economía animal, puede producirse entre otras modificacio- nes morbosas a calentura hética. Las pasiones de ánimo tristes, y moLUS° de ias cosa$> acidad del calórico de los medicamentos mas importantes, ó según a expresión mas exacta de Mr. Lavoisier ,conocer, no exactamente, como se ha creido posible, la verdadera capacidad que tienen los cuerpos medicamentosos para contener el calórico, sino la relación de los aumentos ó diminuciones que reciben estas capacidades por un número dado y de grados del termómetro: 2° te misma propiedad en nuestros órganos y nuestros fluidos en diferentes estados ya sanos ya enfermos; porque la sangre en un mal inflamatorio v. g. tiene sin duda una capacidad de calórico muy diversa de la que tiene en el estado de salud, y con mas razón de la que debe tener en el escor- buto, la clorosis, y todas las enfermedades que alteran su texido, su naturaleza íntima, y la de estas dos capacidades de calórico; y por consiguiente de la adherencia y de la atracción de este principio por los diferentes cuerpos medicamentosos y por las diversas partes de nuestros órganos, que estando bien examinadas, resultarán datos exac- tos, é inmediatamente útiles al arte de curar. En la serie ó cadena de estas investigaciones consiste realmente la TOMO II. fff 226 CAL ventaja de todos estos conocimientos, y de todas estas aplicaciones recomendadas é indicadas en este artículo. ¿Pero porque hasta aho- ra no se ha hecho ni aun propuesto nada de esto en el arte de curar, hemos de concluir de aquí que estas ideas deben desecharse sin exa- men ? ¿ Puede esperarse que adelante la Medicina sin tomar é indicar nuevos caminos? El de la experiencia clínica, y (permítasenos esta expresión) el del puro empirismo no se ha recorrido bien ; y de Hi- pócrates acá no se ha hecho lo que se debia en este género. Si nos obstinamos en creer y publicar en todas partes que el arte de curar consiste solo en la simple observación de las enfermedades, de sus síntomas, de los" remedios útiles ó nocivos, y en la mutua compa- ración de estos hechos; si pensamos definitivamente que el arte de practicar la medicina debe fundarse únicamente en estos remedios de la experiencia, ¿podemos esperar que se fixen bases sólidas, ni se formen verdaderos principios? Se debe reflexionar bien sobre la inmen- sa dificultad que hay en formar un arte experimental, y delinear una serie de quadros que el Médico ha de tener todos presentes á la cabecera del enfermo; porque con uno solo que olvide todo se per- dió; la luz de la analogía que debia guiarlo se debilitó inmediata- mente, y ya es una falsa guia. Ademas, ¿no se ve la incoherencia de este raciocinio, que por un lado presenta el arte de curar como fun- dado en la memoria de todos los hechos patológicos y terapéuticos perdidos ú olvidados con el tiempo, que supone una identidad en las enfermedades y en la acción de los remedios; y que por otro lado anuncia las mayores variedades en los síntomas de las enfermedades, en las causas que las produce, y que obedecen á todas las revolucio- nes posibles en el efecto de los remedios ? ¿ Cómo nos ha de servir la analogía, quando no hay dos casos rigurosamente semejantes, y que los remedios jamas obran de un modo perfectamente igual en casos que son semejantes en apariencia ? Esta idea, demasiado seguida por muchos Prácticos, ha perjudicado mucho á la Medicina, y en gran parte ha retardado sus progresos Ella ha desechado y aun desecha por desgracia la influencia de la Física en este arte: los Prácticos que con tanta confianza apelan al exemplo del grande Hipócrates, y van publicando que este Filósofo no ha dado mas que resultados de ob- servaciones , se olvidan que el arte de observar en la antigua Grecia era, como será siempre y en todas partes, un arte fundado sobre un gran número de conocimientos preliminares; que Hipócrates habia reunido todas las luces de las demás ciencias cultivadas en su tiempo; que era uno de los mayores Físicos de la antigüedad; que todo lo habia aprendido sin omitir ni la historia de los animales, ni el estu- dio del ayre, de los meteoros, y de los grandes fenómenos de la na- turaleza; que habia hecho la aplicación de ellos á la máquina del hombre; que hasta habia querido investigar la pretendida influencia CAN 227 de los astros; en una palabra, que era lo que debe ser un gran Mé- dico, poseyendo con mas ó menos profundidad todos los conoci- mientos humanos de su siglo, verdadero Filósofo, profundo en todas las ciencias que tenian aplicación inmediata al conocimiento del hom- bre ; y que si pocos Médicos se han acercado al trono que tan justa- mente le ha levantado la posteridad, es porque no han tenido bas- tante talento para conocer é imitar á este grande hombre; porque han creido erradamente que basta describir simplemente los casos de las enfermedades y de los remedios: en una palabra, porque desprecian- do en cierto modo las luces de todos los ramos de la Física, no han podido establecer, como lo habia hecho el Filósofo deCos, unas ba- ses sólidas para levantar el edificio de la experiencia medicinal. No hay duda que la Medicina consiste en la observación; pero esta no sirve de nada sin el arte de observar, y este arte supone el estudio de las ciencias físicas. F. CALOTA APONEBRÓTICA. (Anat.) Se da este nombre á una membrana tendinosa, que formando una especie de gorro cubre la mayor parte del cráneo, estando colocada entre el pericráneo y los tegumentos comunes de la cabeza; y siendo como continuación de los músculos frontales y occipitales, de quienes trae origen esta membrana, que parece ser su continuación. CALVO. (Juan) (Biog.) Catedrático de Medicina en la Uni- versidad de Valencia: este sabio Profesor hizo generosos esfuerzos á últimos del siglo xvi para que se estudiasen en esta Academia las obras de los antiguos; y conociendo la necesidad que tenian los Ci- rujanos de esta península de obras que les instruyese en la práctica de su arte, traduxo la Cirugía de Guido de Chauliac, en castellano, que imprimió en Valencia año de 1626, en folio. Compuso también un tratado de Cirugía con el título de Primera y segunda parte de la Cirugía universal y particular del cuerpo humano. Sevilla 15 8o, en quarto, y en Madrid 1626, en folio. Brice Gay publicó la tra- ducción de una parte de estas obras con el título de Epítome de las ulceras. Potiers 1614, en dozavo. Este Médico también ha escrito de enfermedades internas en su libro de Medicina y Cirugía, impre- so en Barcelona en 1592 , en octavo: se extiende particularmente so- bre el mal venéreo y sus accidentes. CAMANES. (Pedro) (Biog.) Doctor de Medicina en Valen- cia , natural de Villafranca en Cataluña : escribió In dúos libros ar- tis curativa Galeniad Glauconem Commentaria. CAMPOS. (Juan de) (Biog.) Médico de Antequera: escribió según noticias De veneno. CANALES. (Anat.) La Anatomía usa de la voz canal para nombrar los vasos ó conductos por donde corre algún fluido , como las venas, las arterias &c Se hallan en el cuerpo humano ademas de 228 CAÍ*. los vasos sanguíneos otros varios canales; los mas principales son los canales deferentes, que conducen el semen desde los testículos hasta las vesículas seminales (V.estos dos artículos.); el canal de la uretra (V. esta palabra.); el canal arterial, que solo se halla en el feto. (V. feto.) También se dice el canal intestinal, el canal ó conducto cístico y hepático (V. intestinos , hígado &c.) En los huesos tam- bién se hallan varios canales, como los semilunares (V. oído.), el nasal &c. CÁNCER Ó CANCRO. (Cirug.) * Es un tumor duro, des- igual , áspero, de color ceniciento ó cárdeno, rodeado de muchas venas varicosas, que contienen una sangre negra y limosa, situado en alguna parte glandulosa; llamado así según pretenden algunos, porque tiene alguna semejanza al cangrejo , y según otros porque es parecido al mismo animal, que no dexa la presa quando ha cogido al- guna cosa. Esta enfermedad en los principios no causa ningún dolor, y por lo regular su magnitud suele ser del grueso de un garbanzo; pero engruesa después en poco tiempo, y llega á ser muy doloroso: El cáncer se forma principalmente en las partes glandulosas y floxas, como las mamas &c., por lo que en las mugeres es mas co- mun que en los hombres, especialmente en las que son estériles 6 viven en el celibato. La razón porque se forma mas en los pechos que otras partes es, que como aquellos están llenos de glándulas, de vasos linfáticos y sanguíneos, la menor contusión , compresión ó pi- cadura puede hacer extravasar estos líquidos, que adquiriendo por grados acrimonia forman un cancro; por cuyo motivo los autores dicen que esta enfermedad en las glándulas es lo mismo que la caries en los huesos, y la gangrena en las partes carnosas. Sin embargo, el cancro se forma algunas veces en otras partes blandas y esponjosas del cuerpo; los hay algunas veces en las encías, vientre, cuello de la ma- triz , en la uretra, labios, nariz y mexillas, en los muslos, y aun en la espalda. Se llama cancro en las piernas &c.; y el que se forma en la cara ó nariz noli me tangere. (V. noli me tangere.) Los can- cros se dividen, según lo mas ó menos inveterados, en cancro oculta, y cancro abierto ó ulcerado. El cancro oculto es el que todavía no ha hecho todo el progreso de que es susceptible, y aun no ha salido á luz. Se reconoce el ulce- rado por sus desigualdades, y la cantidad de agujeritos, por don- de sale una materia icorosa, fétida y glutinosa, regularmente ama- rillenta; por los dolores punzantes, parecidos á las picaduras que ha- rían millares de alfileres; por su negrura; por la hinchazón de las ve- nas de la úlcera; por el color lívido, la hinchazón y varices. Algunas veces las extremidades de los vasos sanguíneos están car- comidas, y la sangre sale de ellos: quando hay un cáncer en el tórax, Ja carne algunas veces está consumida de tal modo que se puede ver CAN 229 toda la cavidad del pecho: ocasiona á veces la calentura lenta, sensa- ción de pesadez, desmayos freqüentes , algunas veces la hidropesía, y en fin la muerte. La causa inmediata del cancro parece ser una sal volátil excesiva- mente corrosiva, poco menos que la del arsénico, formada por los humores detenidos por falta de circulación; este algunas veces ha lle- gado casi á curarse por medio del mercurio y de la salivación. Creen algunos que el cancro ulcerado no es mas que una infinidad de gu- sanitos,que poco á poco devoran la carne. Este tumor pasa con ra-? zon por una de las enfermedades mas terribles que pueden sobreve- nir, y ordinariamente se cura por la extirpación, quando el tumor es todavía pequeño, v. g. quando no es mas que del grueso de una nuez, ó á lo mas de un pequeño huevo; pero quando se ha extendi- do á toda la mama, que se rompe y ulcera, no se puede remediar sino por la amputación de la parte. El cáncer ulcerado es una enfermedad que no debe despreciarse; sus bordes hinchados y redoblados; la materia que arroja, semejante á la de una parte gangrenada, sale de sus carnes babosas y macilen- tas: su hediondez y el horror que causa á primera vista anuncian su mal carácter; pero es muy importante que se establezca para la práctica el diagnóstico del cancro oculto quando empieza. Hay una infinidad de gentes que alaban diferentes secretos para la curación de los cánceres que comienzan, que llaman incipientes , y están autori- zados con testigos y atestaciones de curas que han hecho; pero dan el nombre de cáncer á una glándula hinchada, que un emplasto reso- lutivo habria hecho desaparecer en poco tiempo. Las nutrices y las mugeres embarazadas están sujetas á tumores duros y dolorosos en las mamas, que terminan ordinariamente y con mucha facilidad por supuración. A las niñas que entran en la edad de la pubertad sobre- vienen casi de repente tumores duros en las mamas, que se disipan por lo regular sin ningún remedio. El cancro al contrario hace siempre progresos, tanto mas rápidos quanto se les aplican medica- mentos capaces de desleir y resolver la congestión de humores que le forman: la extirpación no se puede hacer demasiado presto por las razones que expondremos después; luego es preciso conocerle por signos característicos, á fin de no confundirle con otros tumores que piden un tratamiento menos doloroso, y á fin de no poner á los en- fermos sin venir al caso en falsos temores. El cancro de las mamas y de toda otra parte es siempre el re- sultado de un esquirro; por lo que todo tumor cancroso debe haber sido siempre precedido de un pequeño tumor que no muda el color del cutis, y permanece sin dolor por espacio de muchos meses, y aan de muchos años, sin hacer grandes progresos. Luego que el es- quirro degenera en cancro comienza el dolor, principalmente quando 230 CAN se comprime el tumor. Entonces se percibe que engruesa; y poco tiempo después se sienten unos latidos dolorosos, que se perciben, principalmente en las mudanzas de tiempo, después de exercicios violentos; y quando los enfermos han sido agitados vivamente por pasiones del ánimo, el tumor crece, y luego hace tales progresos que es imposible el equivocarse en quanto á su naturaleza. Los latidos do- lorosos que sobrevienen á un tumor esquirroso son los signos que ca- racterizan el cáncer; estos dolores no son continuados, y sí lancinan* tes ó pungitivos, que no corresponden al latido de las arterias, co- mo los dolores pulsativos, que son los signos de una inflamación san- guínea: parece que de quando en quando se pica ó se taladra al tumor como si se metieran agujas ó alfileres. Estos dolores son muy crueles, y por lo regular no permiten el reposo, lo que reduce á los enfermos á un estado verdaderamente digno de compasión; son el efecto de la presencia de una materia corrosiva , que roe el te- xido de las partes sólidas. Los remedios disolventes y emolientes no convienen para estos humores que forman el cancro, porque acele- ran la putrefacción, y por lo mismo aumentan considerablemente los accidentes. Por estas razones se ve que no puede hacerse tan presto la ex- tirpación de un tumor cancroso, aun oculto. Después de haber pre- parado la enferma con los remedios generales (supongo esta enfer- medad en la mama), se la hace poner en una situación conveniente; debe estar sentada en un taburete cuyo respaldo esté muy inclina- do. En mi concepto esta operación se debia hacer dexando las enfer- mas en sus camas. Se hace tener y apartar el brazo del lado enfer- mo , á fin de extender el músculo gran pectoral. Si el tumor es pe- queño se hace una incisión longitudinal al cutis y texido celular que cubre el tumor; se le coge luego con una errina ó gancho, disecando el tumor con la punta del bisturí recto , que sirvió para hacer la inci- sión del cutis; despegándole después de las partes que le rodean, des- pués se arranca: muchas veces he hecho esta operación , y he reunido la llaga con una sutura seca, y esta me ha salido perfectamente. Si el tumor es algo considerable, que no se mueva debaxo del cutis, y que el texido celular no está afectado de congestiones lin- fáticas se pueden conservar los tegumentos; pero una incisión longi- tudinal no bastaría entonces; seria preciso hacerle á manera de ►f» ó T, según se juzgue mas conveniente, disecando los ángulos para extraer el tumor; luego se reúnen los labios ó bordes de los tegumentos; es- tos se vuelven á juntar, y los enfermos curan en breve tiempo. Quando la piel está adherente al tumor, ó el texido celular está obstruido, si no se extirpa todo lo que no está en un estado natural, hay peligro de ver renacer un cancro antes de la cura perfecta de la llaga, ó poco tiempo después de haberse verificado: entonces se echa CAN 23I la culpa á la masa de la sangre, que dicen hallarse infectada del ve- neno cancroso, veneno cuya existencia no se ha demostrado toda- vía. La preocupación que puede haber sobre este punto puede ser muy perjudicial a los enfermos, porque no se determinarían á hacerse una segunda operación por temor de que se reproduxese otro can- cro. Se sabe que hay sugetos que han curado perfectamente después de haberse sometido á dos ó tres operaciones consecutivas. El can- cro es un vicio local que ha comenzado por un esquirro, efecto de la extravasación y condensación de la linfa: el esquirroso se hace carcinomatoso por la disolución pútrida de los sucos derramados* y así es que aunque los signos de esta depravación se han manifestado' no se puede hacer tan presto la extirpación del tumor, porque es preciso estorbar el pase de esta materia pútrida á la sangre, que causaría una coliquacion que ningún remedio podria impedir. El Doctor Turner asegura que dos personas perdieron la vida por ha- ber gustado el licor que filtraba un cancro de una mama. A pesar de todas las precauciones pueden quedar todavía algunos puntos esquirrosos, que suelen ocultarse en el tiempo de la extirpación y serán la semilla de otro nuevo cancro, que después será preciso extirpar; entonces no es una regeneración sino una nueva enferme- dad de la misma naturaleza que la primera, producida por una se- milla local, que no sucede á la del cancro precedente: de este se puede hacer la extirpación con felicidad; estos casos exigen mucho cuidado, y deben determinar el hacer uso de los disolventes, diluen- tes y aperitivos, tanto internos como externos. He visto hacer dos y aun tres veces la operación con felicidad ; y si la masa de la sangre está afectada de coliquacion no debe temerse la producción de un nuevo cancro; pero sí debe evitarse absolutamente el hacer una operación, que aun quitando la enfermedad no libertaría al enfermo de una muerte cierta. Entonces hay bastante con una cura paliativa* la experiencia ha probado en estos casos la utilidad de las prepara- ciones de plomo; pudiéndose aplicar sobre el cancro ulcerado re- medios capaces de obrar como espesando los sucos depravados: los remedios coagulantes que darian la consistencia á los sucos ex- puestos á la acción del humor pútrido, podrían á lo menos por algún tiempo ponerlos al abrigo de la disolución. Mr. Quesnay persuadido de que la malignidad del humor canceroso dependía de una deprava- ción alcalina, ha discurrido que las plantas que están llenas de un suco ácido debian moderar la voracidad de este humor: hizo la prue- ba en algunos casos del sedum vermiculare con mucha utilidad. Quando el cancro ocupa toda la mama y no está en coliquacion la masa de la sangre, se puede amputar esta parte: para efectuar esta operación después de las preparaciones generales se pone á la enfer- ma en situación: el Cirujano, colocado en su derecha, levanta con 232 CAN su mano izquierda la mama y la trae un poco hacia él: en la otra mano tiene un bisturí, con el que hace una incisión á la piel en la parte inferior de la circunferencia del tumor. En esta incisión intro- duce sus dedos para coger el tumor y despegarlo por cima del músculo gran pectoral, y corta la piel con el bisturí á medida que diseca el tumor. Cuidará de cortarla en declive para no descubrir las papilas nerviosas, lo que haria muy dolorosa la curación: si quedasen algunas glándulas del texido celular afectadas á la circunferencia de la llaga, ó hacia el sobaco, convendrá extirparlas. Se cura la herida con hilas: yo acostumbro á hacer una embrocación al rededor de ella con el aceyte de hipericon, poniendo cabezales sobre las plan- chuelas ; y contenido todo con el vendaje de cuerpo, que se cuidará de abrir en una de sus extremidades para formar dos cabos, el uno de los quales pasará sobre la mama sana, y el otro por debaxo de ella para que no sea comprimida. No quito el aparato hasta el tercero ó quarto dia quando se presente la supuración; y se terminará la cu- ración como la de las úlceras. (V. úlceras.) * El cancro, dice Macbride, puede provenir algunas veces de la escrófula; porque comunmente los que le padecen en edad avanza- da , manifiestan algunas señales de él desde sus primeros años; y así con razón se establece alguna afinidad entre el virus cancroso y es- crofuloso. Así el cancro como la escrófula afecta principalmente las glán- dulas y los huesos; pero donde se observa con mas freqiiencia es en los labios, nariz, pechos, axilas, y algunas veces en el útero, en el pene y el ano. Los tumores cancrosos, como también los escrofulo- sos, se advierten al tacto nudosos y apiñados, excediendo á estos en la dureza, y á otros de qualquier género que sean. Antes que duelan se llaman escirros, en cuyo estado rara vez muda el cutis su color natural; pero después que empiezan á doler, se pone negro ó cárde- no , y las venas que están debaxo del cutis cerca de la parte afecta parecen varices. El cancro puede permanecer muchos años sin dolor ni exíílcera- cion, y entonces se llama cancro oculto; mas si los humores adquie- ren tanta acrimonia que corroen los tegumentos, se llama cancro ul- cerado. La sanie que fluye es tan acre algunas veces, que corroe prontamente las partes inmediatas, sean blandas ó duras, y causa una llaga horrorosa, que hasta ahora no ha podido curarse con ningún medicamento externo, ni se ha hallado tampoco remedio interno que baste para corregir ó destruir la acrimonia cancrosa; de modo que no queda otro arbitrio que separar el tumor, ó quitarle con me- dicamentos cáusticos, con tal que se halle en parte en que pueda hacerse esta operación sin daño notable de los demás del cuerpo. Qual de las dos curaciones deba preferirse se juzgará por las CAN 233 circunstancias que ocurran. Si los cáusticos se han de preferir al es- calpelo, en este caso es muy difícil encontrar un remedio que sea ca- p.iz de contener la fuerza corrosiva hasta el punto que se desea; por- que la piedra infernal y el cáustico lunar no pueden precaver este inconveniente aunque se apliquen con mucha precaución. La composición que se conserva en Irlanda y en Inglaterra como un secreto por la familia Plunklet se cree que consta de las cosas que proponemos en la nota '. Es muy corrosivo, y causa grandes dolo- res; pero tiene la ventaja de que su actividad no se extiende por los lados. Quando esta composición adquiere la consistencia de cerato, se pone en un paño, se aplica á la parte que ha de ser corroída, y en- cima se pone una vexiga delgada untada con clara de huevo; se dexa así por veinte y quatro ó quarenta y ocho horas, y la costra que for- ma se cura como otra qualquiera con medicamentos emolientes, que proporcionan el pus. Nadie ignora el aplauso que tuvo en Alemania la cicuta (V. este artículo.), y el poco efecto que produxo en Francia y en Inglaterra. En la Irlanda ha sido algunas veces de mucha utilidad, y por tanto no debe despreciarse enteramente. El zumo recien exprimido es mas eficaz que el extracto. Empiezan los enfermos tomando quatro ó cin- co gotas, cuyo número aumentan por grados. Hace mucho tiempo que se recomienda para el cancro el uso externo de la cicuta , y no dexa de aprovechar, ya para corregir la acrimonia del humor que fluye de las úlceras, ya para ablandar las durezas. Los que padecen esta enfermedad deben usar alimentos ligeros y suaves, evitar todas las cosas saladas ó cálidas, y purgarse algunas Veces con sales neutras ó con aguas catárticas naturales. CANCHALAGUA. ( Mat. Méd.) Es una planta que viene de América, de los Reynos del Perú y Chile, y también de Buenos Ayres y Santa Fe: parece que tiene alguna semejanza con la gencia- na centaurium de Linneo; pero D. Hipólito Ruiz ha dado su des- cripción exacta, y ha hecho ver las variedades que hay entre estas dos plantas. La infusión de la canchalagua se usa con freqiiencia en Chile y el Perú, y según el Padre Fewilleé parece ser un excelente aperitivo y sudorífico: mata las lombrices, fortifica el estómago, cu- ra las calenturas intermitentes, disipa las anginas, y es muy útil en los reumatismos. Otros escritores de aquel pais confirman las mis- nus virtudes. El Señor Ruiz en su Memoria, que publicó la Real Academia Médico-Matritense, la recomienda para dar tono á las luxaciones del estómago, para curar las calenturas intermitentes, lA .Do*.PUI}aJ10*de hojas y tallos de ranúnculo de color de fuego, un puñado «rcnopsde cotula fétida, dos dracmas de arsénico blanco y una de flores de azu- la: todo esto se muele, y se rocía con clara de huero. TOMO II. G(¡ 234 CAN y como sudorífica para corregir los dolores laterales sin calentura &c: el mejor modo de usarla es en infusión. CANCRO. (Cir.) Es lo mismo que cáncer. CANCROSO ó CANCEROSO, adjetivo que pertenece al can- cro; y así es que se dice vicio canceroso, úlcera cancrosa ó cance- rosa &c. CANDELILLA. (Cir.) * Es un pequeño estilete ó sonda ence- rada, hecha en forma de cerilla, que se introduce en la uretra para dilatarla y tenerla abierta, ó para consumir las carnosidades que se ha- llan en ella algunas veces. Hay dos especies de candelillas, unas sim- ples y otras compuestas: las simples se hacen de cera, guarneciendo con ella una mecha ó un lienzo suave, formado como una cerillita: también se hacen de cuerdas de tripa ó bordones (V. esta palabra.) ó de plomo, todo con la intención de tener el canal de la uretra dila- tado: su grosura debe ser proporcionada al diámetro de este conduc- to. Las candelillas compuestas son las que se les mezcla algunos re- medios , capaces de supurar el canal de la uretra y destruir las carno- sidades ó excrescencias que se hallan en él. (V. carnosidad.) Para hacer estas candelillas es necesario preparar unas lengüetas ó vendo- letes de lienzo muy fino, de la longitud proporcionada, y con el grueso y extensión que se les quiere dar: se cubren estos vendoletes con los medicamentos emplásticos que se creen necesarios, rodeándo- los con la compresión de los dedos, y después se perfecciona esta es- pecie de velita rodándola sobre una piedra ó un plano de madera con la mano.* En las obras de Cirugía se hallan varias composiciones em- plásticas para hacer las candelillas, que las hay de varias especies, á saber: supurantes, resolutivas, calmantes, detersivas &c. Omiti- mos las fórmulas, porque estas se deducen de la indicación que se ha de satisfacer en las enfermedades de la uretra. CANELA. ( Mat, Méd. é Hig.) La canela es la corteza media de las ramas tiernas de una especie de laurel, que se cria con mucha abundancia en la isla de Ceilán; y este árbol es el que G. Bahain lla- mó cinnamomum sive canella ceylanica, y Linneo laurus cinna- momum. La recolección de la canela se hace separando las cortezas exterio- res de las interiores, poniendo estas al sol, y á medida que se van se- cando se doblan ellas mismas, y van tomando la forma de cilindros. Estas estsn llenas de unas pequeñas vesículas, dentro de las quales hay un aceyte volátil oloroso , el qual, á medida que la canela se va se- cando , se introduce en todas sus fibras, y comunica á todas sus par- tes un principio aromático. A esta preparación debe la canela su for- ma , color y homogeneidad , de donde se infiere que la mejor será la mas bien arrollada, de buen color y de un olor activo, pero suave, siendo de inferior calidad quando es muy gruesa , de color pálido y sin CAN 235 olor. Aunque la canela se gasta mas comunmente para guisos y perfu- mes, sin embargo merece un lugar muy distinguido entre las substan- cias medicamentosas. Es nervina, cefálica, cordial, estimulante, cálida, sudorífica, estomacal y emenagoga. Se da pulverizada en la cantidad de doce ó quince granos para el dolor de estómago, como no venga con calor, calentura, plétora &c., porque en tal caso fuera peligro- sa por su qualidad estimulante y cálida. Por esto generalmente solo conviene á los que no son muy sanguíneos ni pletóricos, ó en quienes no haya que temer la menor afección inflamatoria; y así es que es útil á ios que estén sujetos á la pituita, á la debilidad, á la pali- dez del rostro, á la languidez &c. Por la misma razón á las perso- nas lánguidas y debilitadas por hemorragias y enfermedades largas se les manda dar unas tostaditas de pan mojadas en vino con una por- ción de canela. La canela hace generalmente buen efecto al estómago: calma los dolores de esta viscera, y cura los fluxos de vientre mascando todas las mañanas un poquito, y tragando la saliva. Boerhaave la encar- ga sobre todo para la debilidad de las preñadas y paridas. De la destilación y naturaleza del aceyte de canela. Newman dice que la canela es un compuesto singular de partes oleosas, salinas, resinosas, y sobre todo terrosas; de modo que en una libra de canela hay casi tres quarterones de tierra indisoluble, dos on- zas de una substancia resinosa, onza y media de una substancia go- mosa, y cerca de una dracma de aceyte esencial. Este aceyte viene en la destilación con una agua blanca, á cuyo fondo se precipita por ser mayor su peso en este volumen. La qualidad esencial de esta agua y de este aceyte, colocada en un espíritu rector invisible, que ni au- menta ni disminuye su peso, es un fenómeno bien particular. De la canela tierna sale mas aceyte que de la vieja, de lo que pro- viene acaso que de una libra de canela hay Químicos que dicen haber sacado dos dracmas de aceyte, y otros no mas de una; ó acaso pro- vendrá esto del modo de destilarla; pues es cierto que algunos artistas saben extraer de una libra de canela cerca de una onza de aceyte puro por medio del espíritu de vino preparado de cierto modo. La mayor parte del aceyte de canela que se gasta en Europa está destilado en la misma India, pues sale todavía mucho mas barato que destilando la canela en Europa; pero como este aceyte es sumamen- te caro, la codicia ha inventado varias estratagemas para adulte- rarlo sin que se conozca; lo que se ha logrado mezclándole aceyte de clavo , que perdiendo con el tiempo su olor propio, no dexa casi ningún medio de descubrir su falsificación. Según Boerhaave de una libra de canela puesta en agua hirviendo se n* CAN extrae por destilación un licor lechoso, á cuyo fondo se baila una cor- ta cantidad de aceyte líquido, roxo, inflamable, ardiente, sumamen- te oloroso y dotado en extremo grado de todas las qualidades esen- ciales de la canela: es preciso guardarla en una ampollita angosta y bien tapada; y lo mismo el licor lechoso, tan estimado por su agra- dable olor, y su gusto vivo y picante. Si este licor se guarda mucho tiempo, depone un poco de aceyte insensiblemente menos aromáti- co y mas claro. Si el aceyte de canela se guarda muchos años en una ampollita herméticamente tapada, dicen, que la mayor parte se transformará en una sal que tiene la virtud de la canela, y se disuelve en agua. El Doctor Slare asegura en las Transacciones filosóficas que en el es- pacio de veinte años se le transformó en sal la mitad de cierta canti- dad de aceyte de canela: luego la canela está llena de una sal esencial, sea acida ú orinosa, que se aproxima á la sal amoniaco, unida con un aceyte esencial aromático, de donde probablemente depende su ac- ción principal. No hay experiencia ninguna sobre esta sal. Del alcanfor extraído de la raiz del canelero. Por la destilación se extrae de la corteza de la raiz del canelero un aceyte y una sal volátil, ó mas bien un alcanfor: el aceyte es mas ligero que el agua; está puro, amarillento, muy sutil, se disipa fácil- mente en el ayre, da un olor fuerte, vigoroso y agradable, que ocupa el medio término entre el alcanfor y la canela , y es de un sabor muy vivo. Aun sin valerse de la destilación la corteza de la raiz del canelero arroja de quando en quando algunas gotas oleosas de alcanfor, que se coagulan en forma de granos blancos. El alcanfor de la canela es sumamente blanco, y muy superior en olor y suavidad al alcanfor co- mun ; es muy volátil , y se disipa con facilidad; se inflama con mu- cha prontitud, y no dexa residuo después de la combustión. El aceyte que se extrae de dicha corteza se aplica exteriormente en la India para los dolores en las coyunturas quando provienen de frió, y lo mismo para reumatismos y parálisis; y se da también mez- clado con azúcar para excitar el sudor y la orina, fortificar el estó- mago , quitar el flato y disipar los catarros. El alcanfor del canelero se tiene allí por el mejor que pueda usarse en la medicina. Tienen buen cuidado en recogerlo y guardarlo para los Reyes del pais, que lo to- man como un cordial de una eficacia no comun: quando consiguen esta sal con suma blancura, olor suave y volatilidad, aseguran su fortuna á aquellos habitantes. El agua alcanforada que viene con el aceyte en la destilación es muy buscada en Ceilán para las fluxiones, calenturas malignas, y exteriormente para disipar los tumores aquosos y edematosos. CAN 237 Del uso de la canela, del agua espiritosa, y del aceyte que se extrae de ella por destilación. De todas las partes del canelero casi no se usa en Europa mas que su corteza, el agua espiritosa y el aceyte que se extrae de ella por medio de la destilación. Los modernos atribuyen á la corteza del canelero las mismas virtudes que atribuían los antiguos á su cina- momo. Pasa por aromática, estimulante, corroborante , cordial, es- tomacal , emenagoga y estíptica. El Doctor Hales demostró en sus Ensayos de estática esta última qualidad de la canela por medio del siguiente experimento. Inyectó cierta cantidad de este cocimiento ca- liente en los intestinos de un perro de presa: inmediatamente se enco- gieron los vasos, y retuvieron algún tiempo el licor que habian re- cibido ; de donde debemos inferir que el efecto de este aromático en los intestinos será detener las evacuaciones muy excesivas, y de consiguiente convendria en las abundantes evacuaciones de vientre que nacen de la relaxacion de los vasos. Es cordial en el abatimiento de ánimo y el desfallecimiento que suele seguirse, porque estimulan- do las membranas del estómago, pone en acción los nervios de esta viscera: por igual razón es emenagoga quando la menstruación está suprimida por la atonia de los vasos; y por los mismos principios es también carminativa disipando el flato por la acción que tiene sobre el estómago y los intestinos. En una palabra, como es el primero de los aromáticos, tiene todas sus propiedades en un grado supremo; pero también tiene todos sus inconvenientes. Su uso inmoderado ó inoportuno dispone el estómago para la inflamación, irritando las fibras y encogiendo los orificios de las glándulas estomacales, lo que disminuye la cantidad del xugo di- gestivo , y desordena toda la máquina : ademas, usándola con dema- siada freqiiencia, hace que los xugos sean demasiado espesos y muy acres, de lo que se originan varias enfermedades crónicas. La corteza de canela entra en las mas famosas composiciones far- macéuticas: con ella se hacen varias preparaciones, y la principal es el agua espiritosa de canela, que tiene las mismas qualidades que esta corteza aromática. Esta se prepara macerando, por espacio de veinte y quatro horas, una libra de canela á medio moler en tres libras de agua de'torongil destilada y tres libras de vino blanco. Se destila el licor á un fuego violento en un alambique con un refrigerante. Se conservan para el uso las tres libras primeras de agua que salen. Esta agua está turbia, bl anquizca y lechosa por causa de las partes aceytosas de la canela que están incorporadas en ella, y que le dan mucha fuerza y vigor. Pero esta fuerza no tiene comparación con la del aceyte puro. 238 CAN que es verdaderamente cáustico, y que mezclado con azúcar baxo la forma de un oleo saccharum es delicioso al paladar. También se suele dar desde una hasta seis gotas, mezclándolas con un huevo ó en algu- nos líquidos convenientes. En este aceyte reside toda la eficacia de la canela, y así es que. sus efectos son prodigiosos. No hay nada mas agradable ni mas portentoso para animar, fortificar y dar calor re- pentinamente á toda la máquina; pero es menester tener cuidado en no usarlo sino quando corresponde. Es útil en los partos laboriosos para la expulsión del feto, de las secundinas y de los loquios en las mugeres frias,-flemáticas y faltas de fuerzas. El aceyte de canela puede igualmente recetarse con los purgantes, no solo para hacerlos menos desagradables al paladar, sino también para precaver las flatulencias y los retortijones de tripas. También se mezcla con los. linimentos, ungüentos y bálsamos, tanto por razón de su buen olor , como por ser cálido, resolutivo y discuciente. Como es extremamente acre, ardiente y corrosivo, cauteriza con prontitud quando se aplica exteriormente. Algunos Cirujanos se han servido de él en la caries profunda de los huesos, pero no es lo comun; pues á mas de tener otros remedios mas fáciles y mas seguros, su precio excesivo hace que no nos valgamos de él en tales casos. To- do el mundo conoce su virtud para el dolor de muelas; pero lo cura disecando y quemando el nervio con su acritud cáustica , por lo que debe usarse con mucha prudencia, tanto en este caso, como en todos los demasíe que se ha hablado. Ex. de F. CANÍCULA. (Hig.) [ La canícula es una constelación que se presenta el 16 de Julio quando sale con el sol ó Marte: entonces principian los, calores excesivos. Se ha creido que quando viene la ca- nícula la mar hierve; el vino se vuelve ó descompone; rabian los per- ros ; la bílis se aumenta ó irrita; todos los animales se ponen lángui- dos y abatidos; produce, las enfermedades muy ardientes, como las calenturas agudas, los frenesíes y la rabia. Seria una locura persuadir- se que los astros puedan tener influencia alguna sobre nuestros indivi- duos; pues la canícula, que nosotros miramos como caliente &c., es tenida como fria en los pueblos meridionales , y solo debemos consi- derar que en esta época en que se presenta la constelación, llamada canícula, estamos expuestos á la viva impresión de los rayos del sol y á los fenómenos que son consiguientes á ellos: entonces es preciso guardarse de su acción demasiado enérgica, que obra sobre nuestros cuerpos, produciendo acaso mayor efervescencia en los fluidos, exal- tando y aun mudando la naturaleza de ellos, siguiéndose también la postración ó debilidad de los sólidos, produciéndose las enfermeda- des mas serias, esto es, las inflamatorias, malignas, pútridas &c., con mucha mas facilidad que en otras estaciones del año. (V. calentu- ra biliosa, fiebre amarilla &c.) Los Romanos sacrificaban CAN 239 nn perro rubio en esta época: práctica ridicula y supersticiosa; pero no se engañaban en creer que en este tiempo no debian comer mu- cho ni trabajar, bañándose y refrescándose únicamente. Estos medios simples son preferibles á las sangrías y á los purgantes, que ciertas personas creen aun en el dia se necesitan quando llega la canícula co- mo remedios precautorios que sin ellos, según piensan, no está segura su existencia. ] CANIVEL. (Francisco) (Biog.) Natural de Barcelona: nació en el año de 1721: hizo los primeros estudios de su profesión en la Universidad de Cervera, y después pasó en clase de Ayudante de Cirujano al Exército de Italia que envió la España por la guerra que se suscitó en aquella época. Después que terminaron las discordias políticas regresó á España este Profesor, y disfrutó los empleos de Bibliotecario del Real Colegio de Cirugía de Cádiz, de Ayudan- te de Cirujano mayor de la Armada; luego lo fué mayor de esta y del Hospital, y Vice-Presidente del Real Colegio de Cirugía. Sus grandes conocimientos y acierto en la práctica le atraxéron una gran reputación, colocándole entre los principales Profesores de su tiem- po. Escribió un Tratado De la aplicación de los vendajes, que es el que ha servido y sirve de norma para la enseñanza en la mayor parte de las escuelas de nuestra península. CAMPANILLA. ( Anat.) Es una especie de apéndice flotante, que cuelga del medio del borde arqueado del velo del paladar (V. es- te artículo.), que está en frente de la base de la lengua, sin que lle- gue á tocarla, sino es quando preternaturalmente se alarga: este apén- dice tiene una figura oval ó mas bien cónica, y divide el arco de donde está pendiente en dos semicírculos: los latinos le dieron el nombre de uvula por razón de su figura, y en castellano se dice cam- panilla , y también gallillo. CANTÁRIDAS. (Mat. Méd.) Son unos medicamentos bas- tante conocidos, de los quales los Médicos modernos han sacado un gran partido para la curación de las enfermedades, por lo que mere- cen ser descritos extensamente. La palabra cantárida en historia natural es el nombre de un género de insecto coleopteres. La cantá- rida medicinal ha recibido diferentes nombres ó frases por los natura- listas. Linneo la llama cantharis ceeruleo virtáis, thorace teretius- culo en su Materia Médica , y en la décima edición de su Sistema natura, Mleoe alatus viridissimus. Ray los llamaba cantharides vulgares ojjicinarum ¿Ví". Este insecto varía en su magnitud; la lon- gitud es desde quatro líneas hasta ocho ó diez, y su anchura ó grueso desde dos á quatro líneas: todo su cuerpo es de un bello verdor, ex- cepto sus anteras que son negras. Esta especie de moscas se hallan en gran número en varios árboles, pero particularmente en los fresnos, desde Mayo hasta Julio, en cuyo tiempo se hace la recolección, las 240 CAN quales, después de muertas, se secan al sol, y se distribuyen por el comercio. Se crian en Francia, España, Italia y aun en Alemania. Se ha creído por mucho tiempo que uno de los mejores medios de conocer las propiedades y la causa de los efectos tan sensibles de las cantáridas era el determinar la naturaleza de sus principios por la aná- lisis química. Olaus Borrichiuses el primer Químico que se ha ocupa- do en esta análisis. Una onza de cantáridas destilada en una retorta de vidrio le ha dado cerca de media dracma de sal volátil, una onza de aceyte espeso, amarillento, de un olor fétido, sacando igualmente un poco de agua amarilla y sal fixa; y dice que no ha encontrado ningún ácido. Baglivio parece que ha obtenido una tintura de cantá- ridas acre, resolutiva y,aun corrosiva. Hewenhoeck hizo una infu- sión de estos insectos en agua, que dexó evaporar al ayre, y halló en ella muchos cristales salinos: otros Químicos se han ocupado en esta análisis; pero aun necesitamos que se repitan para que nos den ideas claras y mas útiles. Aunque la análisis química haya demostrado en las cantáridas substancias acres muy activas, solo indica en general que estos insec- tos deben tener en los órganos sensibles é irritables del cuerpo huma- no una poderosa acción; y aunque nos engañase con respecto á su acción, la experiencia constante de los Médicos y sus observaciones exactas nos conducirían al conocimiento con la exactitud que conviene á las indagaciones de las propiedades medicamentosas. Reflexionemos sobre algunos hechos de Rumpel y Baglivio. Un escrúpulo de polvos de cantáridas mezclado con sangre sacada de la vena de un hombre se coaguló mas de lo regular, poniéndose de color lívido y negruzco, cubriéndose de una película negra, y por último se mudó en una se- rosidad del mismo color. Habiendo inyectado dos onzas de tintura de cantáridas en la yugular derecha de un perro, este animal vomi- tó, y cayó en tierra como muerto: luego que se levantó no comió nada, experimentando una sed rabiosa; y después de haber bebido mucha agua, arrojó una orina amarilla muy abundante; por último á los quatro dias murió sufriendo crueles tormentos. Habiendo Ba- glivio abierto su cuerpo , halló el sitio del cuello esfacelado y fétido; el ventrículo derecho del corazón estaba lleno de sangre, un poco coagulada, y en su superficie una especie de gotas de aceyte; el ven- trículo izquierdo contenia sangre negra muy disuelta; el pulmón y las visceras estaban sanas; la vexiga de la orina no tenia el mucilago ó moco que la barniza interiormente; la bilis era negra. Rumpel dedu- ce lo mismo que Baglivio, que las cantáridas disuelven los humores animales, irritan todo el sistema vascular y nervioso, produciendo úlceras y escoriaciones. Si se reflexiona acerca de la extrema energía de las cantáridas no es de admirar que los antiguos las colocasen en- tre los venenos. Se cuenta que Cicerón refiere la acusación de L. Craso CAN 2.ri contra Cayo Carbo, suponiendo que había tomado cantáridas pa- ra envenenarse. Dioscórides las miraba como putrefacientes y ulce- rantes y como el veneno mas activo. Galeno tenia formada la misma idea de estos insectos. Plinio las tenia como el mas poderoso vene- no : lo mismo han pensado Paracelso, Mercurial', Mowfet, Hoíf- man &c. De los efectos de las cantáridas dadas interiormente. El arte ha convertido los venenos en medicamentos, y esta con- ducta ha degenerado casi en una moda ridicula de veinte años á esta parte. Es fácil de concebir que una substancia tan acre y tan violen- ta en su acción como son las cantáridas, precisamente han de tener efectos muy fuertes, de los quales se puede sacar un gran partido en la medicina siempre que su aplicación sea con todas las precaucio- nes necesarias, deducidas de la atenta observación. Hay casos difíci- les de curar, y que se resisten á los remedios ordinarios; y dando las cantáridas en cortas dosis y dulcificadas con varias adiciones, que se pueden variar y multiplicar de mil maneras, se han logrado curacio- nes que no lo han conseguido los demás recursos del arte. Esta subs- tancia es lo mismo que el sublimado corrosivo, el mas acre y vio- lento veneno de todas las substancias conocidas y que mas se te- mia en otros tiempos: sin embargo se administra con gran suceso y sin ningún peligro en un gran número de enfermedades graves y difí- ciles de curar. Al principio del siglo pasado Greenfied insistía mucho sobre el uso interior de las cantáridas con preferencia á otros medicamentos, in- tentando probar que los temores del uso de este remedio eran infun- dados , debidos únicamente al abuso é impericia de los que le habían empleado. No hay duda que las cantáridas hacen salir mucho suero del cuerpo, que disuelven los humores espesos, que pueden deshacer las obstrucciones, disolver , atenuar y expeler las arenillas y aun los cálculos, que pueden limpiar las impuridades y materias extrañas, ex- citando una abundante evacuación de los riñones y la vexiga; pero también son peligrosas para los sugetos flacos, que estén en consun- ción, acometidos de inflamación, úlceras de los riñones ó con calen- tura: por el contrario, son muy útiles en las afecciones lentas que dependen de abundancia de sucos blancos, de laxitud de fibras y membranas, y torpeza en los órganos del movimiento; en estos ca- sos las cantáridas son un socorro seguro. Su acción se dirige parti- cularmente hacia los riñones y la vexiga, excitando en estas partes un movimiento, una acción y un calor mayor que el ordinario, dan- do á la orina una acritud que estimula la vexiga, por lo que se han empleado con buen suceso en las enfermedades de este órgano. Fa- TOMO II. HH 242 CAN bricio de Aquapendente las administró en emulsión para la supresión de orina. Capivaccio y Tomas Bartolino han curado la misma enfer- medad con una infusión de estos insectos en vino. Otros varios auto- res las han empleado igualmente para las afecciones de los riñones, ve- xiga &c. Se aconsejan las cantáridas interiormente no solo en las dificulta- des de orinar , en la iscuria, disuria, en las arenas ó calculillos de los riñones y la vexiga, sino también en la gonorrea virulenta. Tomas Bartolino , Hoffman, Hermann, Hanneo , Mead y Werlhof han em- pleado las cantáridas en polvo ó en tintura: también se ha propuesto su uso para la gota, el reuma y la ictericia crónica. Para lo que se han empleado particularmente ha sido para aumentar ó hacer renacer el apetito venéreo; pero hay muchas observaciones que enseñan que los sucesos son en detrimento de los individuos que las usan , siguién- dose muchas veces funestos accidentes, como son espasmos convulsi- vos del miembro viril, dolores vivos é inflamación de la uretra, es- cozores &c , saliendo su orina sanguinolenta; pero sin embargo hay autores que aseguran que pueden usarse sin peligro. Dioscórides dice que son buenas para promover las reglas y evacuar las aguas de los hi- drópicos. Hipócrates dice que son útiles para hacer salir el feto muer- to de la matriz, para expeler el agua que se halla debaxo de la piel quando las visceras están sanas. Mercurial las ha empleado con buen suceso en la epilepsia. Próspero Alpino asegura que los Egipcios usan las cantáridas interiormente para destruir el virus pestilencial: se las ha considerado como específicas para la hidrofobia. Celso, Avicena, Mathiole, Cardan y Zacuto han hablado de su virtud antihldrofó- bica. Ferdinando pretende que son específicas para la mordedura de la tarántula; pero en el dia no se cree así. Degner y Werlhof han tratado con bastante extensión las propiedades de las cantáridas en la hidrofobia: el último añade, ademas de estos insectos, el cauterio actual en la parte mordida , el uso del mercurio en fricciones; mode- ra el uso interior de las cantáridas con el alcanfor, y asegura el feliz éxito por este medio. De los efectos de las cantáridas exteriormente. Las cantáridas se emplean mas freqüentemente en lo exterior que interiormente: su uso externo es mas seguro y menos peligroso, y se puede añadir que en casi todos los casos es mas útil. Reducidas las cantáridas á polvo se mezclan con la trementina, la cera ú otras substancias baxo la forma de ungüento ó de emplasto, aplicándose después sobre la epidermis. Según parece el calor de la piel reduce á vapor una parte de la substancia acre de las cantáridas; y penetran- do los poros de este órgano, obra en las paredes sensibles é irritables de los vasos absorventes que se hallan en este sitio con mucha abun- CAN 243 dancia : su acción estimulante causa calor, inflamación y calentura lo- cal , y por último llama y acumula en esta parte una porción de lí- quido que levanta la epidermis, formando una vexiga ó ampolla lle- na de dicho fluido; por lo que se llaman vexigatorios los emplastos ó ungüentos ó qualquier tópico en que las cantáridas formen parte de su composición. Aun no se conoce bien lo que sucede en el efecto principal de los vexigatorios, esto es, en quanto al derrame de suero que se forma debaxo de la epidermis. La mayor parte de autores han creido que era producido por la rotura de los vasos linfáticos y la sa- lida de la linfa; pero esto no se concibe bien si se comparan los der- rames de varias especies de hidropesías con los que producen estos medicamentos, aunque se puede sospechar casi en estos una simple in- versión del movimiento del sistema absorvente en general; pero qual- quiera que sea la causa primitiva de este efecto , basta saber que exis- te, sacando de él un gran partido para la curación de varias enferme- dades. La evacuación de esta serosidad, mas ó menos abundante, y la del humor purulento que suele seguirse se miran por muchos Mé- dicos como uno de los principales efectos de los vexigatorios; pero este no es el único que se ha de considerar quando se aplican sobre la piel, porque ademas excitan la acción de todas las partes sensibles é irritables, reanimando el tono de las fibras y los órganos; vuelven el movimiento vital quando se ha perdido: hacen cesar los espasmos en el mismo sitio donde se aplican, y muchas veces en partes distantes. Una parte de su substancia tenue, absorvida por los vasos linfáticos, se mezcla en la sangre y los humores, produciendo una acción mas ó menos viva en todos los puntos del cuerpo. Los antiguos Griegos parece que no hicieron uso de los vexigato- rios de cantáridas. Hipócrates no ha tratado en ninguna de sus obras de ellos. Areteo y Arquígenes, de la misma edad y secta, parece que fueron los primeros que los emplearon. Galeno dice que los em- plastos compuestos de cantáridas podían ser útiles; pero él hizo po- co uso de ellos, porque creia que su energía era peligrosa: los Grie- gos y los Árabes, que le precedieron, adoptaron su opinión. Fntre los Romanos, Celso los recomendaba para la curación de las enferme- dades eruptivas; y Plinio creia lo mismo. En la peste de Padua y Ve- necia en los años de 1575 y 1576 Gerónimo Mercurial hace gran- des elogios de los vexigatorios, como remedios preservativos y cura- tivos. En una famosa consulta que se hizo para una peste de Italia en 1590 los Médicos de Padua se dividieron en partidos, unos ase- gurando sus utilidades, y otros negándolas: sin embargo los prime- ros tuvieron muchos partidarios, y su uso se hizo mas comun; pero en el siglo siguiente y el principio del pasado han vacilado bastante los Médicos en la aplicación de este remedio, habiéndose publicado mu- chas obras en favor y en contra. 244 CAN Del abuso de las cantáridas empleadas en vexigatorios, y los casos en que son perjudiciales. Aunque Freind haya pensado que la evacuación que producen los vexigatorios era preferible á todas las demás, debiéndose mirar como segura y sin peligro, esto no siempre es cierto, como no lo es quan- do dicen que no conviene á ningún temperamento ni enfermedad, y que en general est< s remedios suelen ser dañosos á los biliosos, á los que tienen calentura hética, á los sugetos de vasos muy llenos, á quienes aun no se les ha desembarazado por la sangría. Baglivio en su Disertación Sobre el uso y abuso de los vexigatorios se esfuer- za infinito en contradecir á Vanhelmon, porque ha condenado de- masiado generalmente estos remedios; y dice que es preciso abste- nerse de su uso quando se teman convulsiones de resultas de las heri- das de cabeza; en las calenturas ardientes y continuas, quando la sangre circula con mucha impetuosidad; en las constituciones ó tem- peramentos cálidos, y secos en las enfermedades nerviosas acompa- ñadas de calenturas ardientes, en todas las afecciones espasmódicas é inflamatorias en general, y también en los síntomas comatosos y fe- briles. Pero todos los Prácticos modernos saben que esta proscripción que hace Baglivio es disparatada y llevada mas allá de lo que merece, y se debe reprobar tanto su opinión como él lo hace con Vanhel- mon , pues en la mayor parte de los casos que cita se administran los vexigatorios con mucha utilidad. Sigue Fourcroy exponiendo las va- rias opiniones de los autores en los casos en que perjudican los vexi- gatorios , resultando de todo que son dañosos en las inflamaciones; que quando son grandes atacan demasiado las vias de la orina; que en las calenturas biliosas y en aquellas enfermedades en que haya mucho aumento de sensibilidad é irritabilidad pueden ser algo perjudicia- les &c. &c. De los efectos titiles de los vexigatorios y de las enfermedades en que se deben emplear. A pesar de todos los temores que han tenido los hombres pruden- tes en el uso de los vexigatorios, y de los abusos de su aplicación, una larga experiencia, una observación constante ha dado á conocer que este remedio es uno de los mas útiles y benéficos que se pueden emplear en un gran número-de casos ; y aun se puede decir hoy que aunque su aplicación es mas freqüente que otras veces, no trae tantos inconvenientes como hemos dicho precedentemente. Según hemos ob- servado podemos establecer que este remedio tan activo conviene en general en todos los casos en que hay fuerzas abatidas ó entorpecidas, CAN 245 quando hay que excitar- la sensibilidad é irritabilidad siempre que es- ten enervadas estas dos propiedades de la vida; en las enfermedades exantemáticas, quando están acompañadas de la misma debilidad; en las afecciones producidas por el frió , y en que hay lentitud de mo- vimiento , espesura de fluidos, dificultad de mover los órganos, en- torpecimiento , estupor , congestiones humorales, fríos, mucosidades- en los espasmos causados por la obstrucción y también por otras causas; en los dolores crónicos sin inflamación, que reconocen por causa un estímulo qualquiera formado en el mismo lugar donde se hallan, y que es preciso expeler; en los humores y erupciones lentas retrocedidas. Todas estas bases fundamentales de indicaciones, que exigen la aplicación de los vexigatorios, corresponden, como se verá, á las propiedades tónica, inflamante, irritante, corroborante, esti- mulante y fundente, que la experiencia ha enseñado desde largo tiem- po con el uso de las cantáridas; pero es necesario aun saber los resulta- dos particulares de estas ideas generales, su utilidad en las enferme- dades en particular, y conocer lo que la observación enseña en esta par- te de la práctica médica, que interesa directamente. Se emplean con el mayor suceso y utilidad las cantáridas en forma de vexigatorios en las calenturas pútridas, malignas ó nerviosas; en las petequiales quan- do las fuerzas vitales se hallan aniquiladas ó como suprimidas; quan- do hay adormecimiento ó sopor, delirio &c. Este remedio excita la acción general, hace renacer ó despertar los movimientos entorpeci- dos y abatidos; parece que quita la materia extraña que se habia di- rigido á la cabeza; reanima la acción del sistema nervioso, y deter- mina freqüentemente las evacuaciones por varios emunctorios á un mismo tiempo , estableciendo una muy útil en la piel. Se percibe el mismo suceso de este remedio en las calenturas de los exércitos, hos- pitales, cárceles, en las lentas nerviosas, particularmente quando la cabeza está afectada de entorpecimiento &c.; quando hay palidez, gran debilidad, pulso pequeño y contraído; en cuyos casos, unien-* do estos remedios á los cordiales, los tónicos y antisépticos, se suele dar la vida á los enfermos. Los vexigatorios no son menos útiles en las calenturas eruptivas y exantemáticas, de qualquiera especie que sean, como las viruelas, el sarampión &c; siendo mucho mas útiles en las viruelas confluentes, pues disminuyen la erupción en los órga- nos preciosos de la cara y el pecho, disipando parte del humor va- rioloso , evacuándolo por una via en que no hay ningún pelioro, pre* caviendo los accidentes funestos que se siguen á la impresión del vi- rus en los ojos, la traquearteria, los pulmones &c.: calman el deli- rio las convulsiones que suelen acompañar á la erupción: con ellos se puede llamar la erupción de los sitios en que se ha retrocedido por qualquier causa: en una palabra, todos los Prácticos recomiendan in^ imito los vexigatorios en esta terrible enfermedad. 246 CAN Aunque es peligroso en general aplicar los vexigatorios en las en- fermedades inflamatorias, muchos Prácticos los han usado felizmente en la pleuresía y la perineumonía inflamatorias en el fin de estas afec- ciones , quando una gran cantidad de materia humoral espesa y mu- cosa oprime los pulmones; quando las fuerzas están muy abatidas, y se puede esperar que la naturaleza se sacuda y rehagan estas partes; quando se teme una degeneración pútrida &c. Huxhan trata de las ventajas que se siguen de los vexigatorios en la pulmonía falsa, y quiere que se apliquen en las piernas para desembarazar la cabeza y el pecho. Monró observa que los vexigatorios detras de las orejas ó al cuello curan la sordera que suele haber en las calenturas nerviosas: él ha sido quien ha descubierto que este remedio aplicado en el mismo sitio y entre ios omoplatos quita el hipo producido por la retropul- sion de los exantemas: le ha empleado igualmente con suceso en la angina gangrenosa quando el tumor de las parótidas, amígdalas &c. amenazaba ahogar los enfermos: en esta terrible enfermedad aplicaba en la laringe las cantáridas. Pero si los vexigatorios son de tanta utilidad en las enfermedades agudas, son aun mucho mas útiles en las crónicas, particularmente en las que dependen de vicios ó virus en que los humores están infectados. Los antiguos, según refiere Galeno y Plinio, los han empleado con Utilidad en muchas afecciones cutáneas. Houlüer y Boerhaave los han usado en los dolores isquiáticos. Freind y el mismo Houllier las han empleado felizmente en los dolores artríticos de las extremidades. Ri- berio, Hoffman y Monró en los reumas. Fernelio, después de haber hecho varias experiencias, los ha recomendado para la gota serena, la hidropesía y la xaqueca. Son igualmente de mucha utilidad en un gran número de enfermedades de la cabeza, en la epilepsia, la cata- lepsis, los catarros crónicos, la oftalmia, las cefalalgias, y otras en- fermedades situadas en los órganos de la cabeza y pecho. Se han se- guido grandes ventajas de su uso, en manos de Médicos instruidos, en todas las enfermedades crónicas del pecho, en que se halla un hu- mor espeso y viscoso fixado en la traquearteria y los bronquios, en las que hay tos, en el asma humoral &c. Todos los dias se ve en la práctica seguirse al retroceso de las herpes la opresión y dificultad de respirar, la tos y aun la tisis pulmonal: todos estos accidentes desaparecen casi siempre si se aplican los vexigatorios al brazo, y mucho mejor si se ponen al pecho. Estos hechos han conducido á mu- chos Médicos modernos á seguir esta misma conducta en la tisis, aunque no sea causada por retroceso de vicios cutáneos. En efecto se han logrado por este medio curaciones que se habían resistido á to- dos los demás medicamentos, y la aplicación y repetición de los vexi- gatorios han hecho triunfar de ellos. Un Médico hizo cubrir casi en- teramente toda la superficie del pecho de vexigatorios, y consiguió CAN 247 nna curación asombrosa; de suerte que este remedio es uno de los re- cursos mas poderosos que tiene el arte de curar; debiéndose esperar de él felices efectos en la hidropesía de pecho, como lo he observa- do dos veces, consiguiendo una perfecta curación aplicando vexiga- torios en toda la circunferencia del pecho. La tos, la anhelación y el hipo continuo , que suelen quedar en los niños alguna vez después del sarampión y las viruelas, son igualmente curados por la aplica- ción de vexigatorios. Según algunas observaciones modernas se ha probado que se puede contener la torcedura de la columna espinal Í>or medio de vexigatorios aplicados sobre las vertebras del dorso ó os lomos: los Médicos ingleses han sido los primeros que han prac- ticado y aconsejado este método curativo, creyendo que por este medio se hace la evacuación del humor raquítico, fortificando al mismo tiempo las fibras ligamentosas y tendinosas de las vertebras: acudiendo con este remedio pronto se pueden contener en los ni- ños las disformidades que tanto influyen en la vida física y mortal. No hay casi ninguna enfermedad crónica del vientre en la que no dexen de ser útiles los vexigatorios: en los dolores lentos del es- tómago producidos por un estímulo qualquiera, que irrite los ner- vios tan numerosos de esta viscera, se logra una mutación notable y un desprendimiento útil del estímulo con los vexigatorios aplicados á la región epigástrica. En otros tiempos se, tenia como una impru- dencia temeraria y peligrosa la aplicación de estos remedios en dicha región; pero en el dia animados los Médicos por las observaciones tan numerosas que han manifestado la simplicidad de este remedio, y los felices resultados de su aplicación aun en estas partes tan sen- sibles , no rehusan curar por este medio los dolores mas rebeldes que se han resistido á los demás auxilios del arte; sucediendo lo mismo en las afecciones doloríficas de los intestinos, y aun del hígado y bazo. Se ha visto con freqüencia desaparecer la hidropesía ascitis y la anasarca poco á poco con la aplicación de vexigatorios en las piernas, debiendo también ser útiles en otras especies de hidropesías generales y particulares. Son sumamente provechosos los vexigato- rios en las parálisis de las diferentes partes del cuerpo, aplicándolos sobre el mismo sitio paralizado, ó en las partes inmediatas. No he- mos dicho aun todo lo que merece este excelente remedio; habién- donos contentado solamente con exponer las Indicaciones generales de este medicamento, y en las principales enfermedades que se pue- de emplear, lo que creemos bastará para hacer después aplicaciones útiles en la práctica con el uso de las cantáridas, que sin duda es uno de los medios mas fecundos que posee en el dia la Medicina. 248 CAN De los distintos modos de administrar las cantáridas. Hemos expuesto en los párrafos anteriores las propiedades que se han atribuido por los Médicos de todos los tiempos á estos insec- tos. Se les ha dado interiormente algunas veces enteros y sin mezcla; después se han usado en polvos mezclados con dulcificantes, ince- santes de gomas, mucilagos, aceytes dulces &c.; otras veces se han administrado en tinturas alcohólicas-, ó hechas en líquidos alcalinos; se han buscado también medicamentos capaces de enervar ó moderar su acción creyendo hallarlos en el opio ó en el alcanfor: este último remedio parece tener mas señalada esta propiedad, evitando una par* te de los males que pueden ocasionar las cantáridas interiormente; pero como por este medio se usan poco en el dia, pues quando mas se administran algunas gotas de tintura alcohólica en una gran can- tidad de bebida dulzurante ó mucilaginosa &c., no hay una gran necesidad de precauciones. Exteriormente hay solo dos modos de emplear las cantáridas, ó en substancia ó en disolución en el alco- hol; el primer medio forma la base de los vexigatorios, esto és, en las mezclas emplásticas &c. Para precaver el efecto irritante de este insecto, que suele afectar la vexiga , se mezcla en el ungüento vexi- gatorio una cierta cantidad de alcanfor. La tintura que se prepara con doce partes de alcohol y una de cantáridas molidas, añadiendo quanto alcanfor se pueda disolver, se emplea en fricciones en la do- sis de algunas cucharadas, frotando con ella la piel hasta que quedé seca, esto es, quando no se piensa estimular mucho; pero si Se quie- re que produzca mayor efecto se empapan paños (ó papel de estra- za) y se aplican á la piel, y produce un efecto pronto. Ext. de F. No solo se ha extendido el uso de los vexigatorios en estos úl- timos tiempos con la notoria utilidad que ya hemos descrito, sino que también se ha simplificado su curación en términos que antes esta operación era cruel y sumamente dolorosa , pues no solo se conten- taban con levantar la cutícula ó epidermis que forma la ampolla,. sino que frotaban la llaga con paños ásperos, práctica bárbara é ir- racional , que ademas de hacer sufrir á los enfermos dolores acerbos, ha causado muchas convulsiones y otros accidentes, y aun muertes; desacreditando por este medio el mejor de los auxilios que tiene el arte de curar. En el dia ya se ha proscripto casi enteramente semejante práctica, y en la mayor parte de vexigatorios ni aun se levanta la epidermis; pues cómo veremos en muchos artículos el efecto de este remedio se ha verificado antes de las veinte y quatro horas y y así nos contentamos con extraer el suero haciendo una abertura muy peque- ña con la punta de las tixeras. Se comprime suavemente la ampolla con un lienzo;' y extraída que sea la serosidad se aplica encima un CAP 249 parche de un ungüento suave y desecante como el blanco &c.; al día siguiente se levanta con cuidado, de suerte que no se despren- da la epidermis, y á dos ó tres curaciones se halla formada la cica- triz ó regenerada la cutícula; por este medio se siguen ademas las ventajas, que no se debilitan los enfermos con largas supuraciones, ni se exponen á que degeneren en úlceras rebeldes, evitando una se- rie de dolores é incomodidades, y sobre todo poder repetir muchas veces este remedio sin violentar á los enfermos, pues como queda expuesto, hay enfermedades que exigen la repetición de vexigato- rios, y el que estos sean de gran extensión, lo que no podría exe- cutarse con la práctica antigua. Aunque no se debiera otro descubri- miento á la Medicina moderna que el haber corregido el abuso de curar los vexigatorios, debiera la humanidad estarle tributando con- tinuamente su agradecimiento, y avergonzarse los Médicos, que aun permanecen preocupados, en seguir en parte esta perniciosa práctica. Hay casos en que conviene supurar las escoriaciones ó llagas que resultan de los vexigatorios, estoes, quando se necesita mantener un estímulo y sostener una evacuación por algún tiempo, como lo hace un sedal, una fuente &c. En este caso se levanta enteramente la epi- dermis, y se aplica un ungüento supurante; pero se debe hacer pron- tamente y con sumo cuidado sin estregar la llaga, limpiando con suavidad la supuración que resulte en las curaciones sucesivas; y solo pudiera excederse en casos de afecciones comatosas ú otras enferme- dades que haya necesidad de aumentar los estímulos. CAÑA COMUN. (Mat. Méd.) La caña comun ó de provin- cia es un especie de arbusto bastante conocido, cuya raiz se emplea en Medicina como emenagoga y sudorífica. Los antiguos hacían mas uso que nosotros de esta raiz para varias enfermedades, y así se ha- lla en Dioscórides y Celso la descripción de las virtudes y usos de esta raiz. De unos veinte años á esta parte se ha extendido infinito en la práctica el uso de la raíz de caña; sin embargo que los libros de Materia médica no hacen aun mención expresa de ella, se pres- cribe para la supresión del menstruo y las dificultades que se presen- tan en las primeras evacuaciones periódicas de la niñez; en las enfer- medades de las recien paridas para evacuar la leche por el sudor, disminuyendo su abundancia por este medio; se usa también en los depósitos lácteos.. La dosis es desde una dracma hasta una onza; pocas veces se administra sola, pues se mezcla con sudoríficos, fun- dentes y purgantes; y en este caso creemos que su virtud es muy dé- bil (también puede usarse en cocimiento.) F. Caña fístula. (V. casia.) CAPILARES. (Vasos) (Anat.) Los Anatómicos usan de esta voz para expresar el diámetro estrecho ó pequeño de algunos vasos que se hallan en el cuerpo humano; y siendo este diámetro tan corto TOMO II. II 2$o CAR ó mas como el de los cabellos le han dado el epíteto de capilar; y así decimos con freqiiencia los vasos capilares del celebro, la piel &c., ya sean arteriosos, venosos ó linfáticos. CAPSULAS. (Anat.)(V. atrabiliarias.) CARA. (Anat.) Es la parte anterior de la cabeza, y en donde se hallan colocados la mayor parte de los sentidos: en el esqueleto se divide en frente, mandíbula superior é inferior: la frente consta de un solo hueso , que es el coronal; la mandíbula superior la forman los dos maxilares con sus dientes correspondientes (V. dientes.), los dos pómulos, dos unguis, los dos piramidales, dos palatinos, las c bi- chas inferiores de la nariz, y el vomer; la mandíbula inferior la or- ma el hueso conocido con este mismo nombre, y el de quixada y los dientes que le corresponden; en el cadáver se hallan revestidas esras partes de músculos, arterias,,venas, nervios, gordura y otros órga- nos que se expondrán en sus respectivos artículos. La cara en el hom- bre será constantemente el espejo ó sobrescrito de las pasiones, y la que indica siempre su estado físico y moral. Del examen analítico que hace el Médico de esta parte del cuerpo se debe sacar un gran partido para el diagnóstico de las enfermedades, conociendo por ella el estado mas ó menos deplorable del enfermo &c. (V. el artículo siguiente.) Cara hipocrÁtica. ( Semeyótica.) [Hipócrates establece por máxima general, que tanto mas se aparta el enfermo del estado sano, quanto mas grave es la enfermedad y el peligro es mayor; y para averiguar este grande observador estas diferencias ó grados procuraba observarlo todo. Lo primero que aconseja examinares la cara: es un buen signo, dice., quando es semejante á la de un hombre sano , ó si es la misma que tenia antes de enfermar; una diferencia totalmente contraria es muy mala señal. El semblante está en un estado preterna- tural, añade Hipócrates, quando la nariz se pone afilada ó puntiaguda, los ojos hundidos, las sienes deprimidas, las orejas frias, como salidas y apartadas, y sus lóbulos rambersados; la piel de la frente dura, tirante y seca; el color de toda la cara tira como á pálido, negro, lívido y aplomado; á todos estos fenómenos llaman los Médicos tam- bién cara ó semblante cadavérico. Si se observa desde el principio de una enfermedad, sin que concurra á ello ninguna causa exterua, es preciso indagar si ha sido originada por una larga dieta, una vigilia pertinaz, ó también por abundantes evacuaciones de vientre; en este caso no es de tanto peligro este aspecto morboso, de lo que se debe asegurar el Médico á las veinte y quatro horas, si ha sido producido por tales causas; pero si ninguna de ellas ha precedido, y la ca- ra hipocrática no se mejora, se puede mirar este signo sin violen- cia como mortal. Pero si la enfermedad dura tres ó quatro dias, en- tonces , fuera de lo que hemos dicho, es preciso observar aun mas para poder asegurarnos en el pronóstico, examinando los ojos del en- CAR 251 fermo y toda su fisonomía, como también las demás partes de su cuerpo. Si la luz ofende á los ojos; si vierten lágrimas involunta- riamente; si el uncx*de«iüos parece mas pequeño y blanco , está ro- xo , hallándose sus vasos lívidos ó negros; sí se vuelven hacia arriba dichos órganos, poniéndose unas veces como hundidos, y otras pa- rece que van á saltar; si las extremidades de las palpebras se vuel- ven y endurecen estando sucias, deteniéndose cierta materia ha- cia los ángulos; si se enternecen los ojos y pierden toda su brillan- tez; si la cara se pone lívida y de un conjunto horroroso ; si los dien- tes están negros; si el calor de la piel no es propio: todos estos acci- dentes presagian el estado mas funesto.] CARACOL. (Anat.) Es una de las partes que forman el oido. (V. este artículo.) CÁRABE ó KARABE. Es lo mismo que succino. (V. esta palabra.) CARÁCTER. (Med.práct.) [El carácter de una enfermedad se manifiesta principalmente por los síntomas, que la acompañan; así es que se llama grave la que turba la economía animal con un gran nú-> mero de síntomas muy intensos, con peligro ó sin él. Por el contra- rio se llama leve la que causa poco trastorno. La enfermedad benigna, aunque sea considerable, tratada por un método racional no debe temerse un mal éxito, respecto á que los síntomas que la caracterizan no son funestos ni extraordinarios. Aun- que la malignidad que se atribuye á las enfermedades es freqüen- temente el asilo de la ignorancia, sirviendo.para ocultar los defectos de los Médicos, sin embargo como se verifica muchas veces, no se debe despreciar enteramente. Tomándola en su verdadero sentido designa una enfermedad, que aunque leve en apariencia, y princi- piando con unos fenómenos al parecer favorables, de repente se con- vierte toda en unos síntomas gravísimos, que oprimen las fuerzas de la naturaleza. Esta malignidad indica también una enfermedad, cu- yos signos son del todo opuestos á su carácter, con alteraciones mas violentas que las que son peculiares á su naturaleza. Aun se pueden colocar entre las enfermedades malignas aquellas que son rebel- des, que se desentienden también de la eficacia de los remedios apro- bados, y las que se exacerban con ellos en vez de aliviarse. Esta ma- lignidad, que corresponde principalmente á los males agudos, perte- nece también á algunas enfermedades crónicas, y son las que deben su origen á las fuerzas venenosas, á los miasmas, á los contagios, á las enfermedades epidémicas, á los vicios multiplicados de los hu- mores, á la irritabilidad, á la complicación de muchas enfermeda- des, al mal régimen y dirección de ellas &c.; por lo que pueden di- vidirlas en malignas, venenosas, pestilenciales y contagiosas; pero esta división no es completa, porque no solo debemos considerar las 2$2 CAR potencias dañosas, sino también las demás cosas accesorias. Quando una enfermedad acompañada de síntomas ordinarios si- gue sus trámites de un modo adequado á suúndole, se le da el nom- bre de regular: la irregular, por el contrario, es quando se presenta con síntomas extraordinarios, y sigue un rumbo extraño. La irregu- laridad hace que haya mas ó menos rebeldía en la curación; y pro- viene de las mismas causas que la malignidad, pues no se halla exen- ta de esta. Se reputa como perteneciente al punto que tratamos ahora la división de los males en activos y pasivos, pues los modernos han au- mentado con razón esta teoría. Enfermedades activas son aquellas en que los síntomas enérgicos constituyen una parte de ellas, y la mas principal. En las pasivas estos movimientos de la naturaleza no tie- nen lugar; el principio vital está abatido y oprimido por los agentes morbosos mas peligrosos.] CARACTERES QUÍMICOS Y FARMACÉUTICOS. (Mat. méd.) En los tiempos en que los alquimistas buscaban modo de en- cubrir el arte con un velo misterioso, y hacer los secretos impene- trables , señalaron las diferentes substancias naturales ó artificiales, que preparaban ó de que se servían con signos de las cosas ó de los cuerpos con quienes tenian relaciones: hace ya mucho tiempo que estas especies de señales se han abolido casi enteramente. Este uso adoptado por mucho tiempo, y del mismo modo apropiado hasta las medidas y dosis, ha ocasionado un gran número de errores y equi- vocaciones; por tanto un Médico juicioso no las emplea sino con mucha circunspección y prudencia. Ninguno se sirve actualmente de aquellos que señalan las substancias naturales ó los compuestos quí- micos. Y así es que nosotros advertimos que los remedios heroycos y muy activos, los preparados exactos y difíciles es mucho mas útil y menos susceptible de errores el escribirlo todo, como se suele ha- cer en el dia para determinar las dosis en las fórmulas; pues si refle- xionamos que la vida de un hombre puede tener un término funesto equivocando la señal de las dracmas ú onzas, probaremos la necesi- dad de emplear estos caracteres con sumo cuidado en caso de usar- los; pero mejor seria abolidos (en nuestra península está mandado no se usen en las recetas.) Los caracteres de las dosis, de algunas composiciones que aun empleamos en las fórmulas oficinales ó magistrales pueden reducirse á los siguientes: ty. recipe ó toma, A. a. ana, de cada cosa igual can- tidad , §. onza, 3. dracma, 9. escrúpulo, g. grano, fi. la mitad, cuch. una cucharada, manip. manípulo ó manojo, pug. puñado, P. E. partes iguales, S. A. según arte, Q. S. cantidad suficiente, Q. V. quantum voluer., quanto quisiere, M. misce, mézclese, F. S. A. hágase según arte. CAR 253 En quanto á los signos ó caracteres que señalan las materias na- turales o artificiales que se usan en la Química ó en la Farmacia, es necesario conocer lo histórico, las variedades y los usos, aunque sea necesario desterrarlos de la práctica de la Medicina; para lo qual nos valdremos de lo que Venel ha dicho en la Enciclopedia antigua. „ Los caracteres químicos es una especie de escritura geroglífica y misteriosa, y propiamente la lengua sagrada de la Química; pero después que se han formado las tablas con las explicaciones que com- prenenden, ó se hallan entre las manos de todos los Profesores de este arte, ellos sin embargo nada pueden ¿clarar en la obscuridad que tienen algunas obras de Filosofía. Se han servido también de estos mismos caracteres quando la Química ha comenzado á proveer de remedios la Medicina para ocultar estos medicamentos á los enfer- mos, á los asistentes y á los sangradores. Los enfermos en fin se han acostumbrado á los remedios químicos, y los Médicos á repartirlos en el exercicio de su arte; y los caracteres químicos se han hecho en algún modo mas útiles para este último uso, sirviendo únicamente en el dia como una escritura abreviada. Los caracteres químicos mas antiguos son aquellos que señalan las substancias metálicas conocidas de los antiguos, esto es, sus siete metales; estos caracteres indican también los siete planetas, que se señalan del mismo modo con los mismos nombres que los metales. ¿ Qué doctas conjeturas se pueden formar sobre la uniformidad de nombre de señal, y principalmente de número? Así es que ya puede estar todo cumplido; pero esta profunda discusión ó examen nada nos ha enseñado sino que es- tas señales y estos nombres son comunes desde la antigüedad mas remota, siendo muy imposible el decidir si los Astrólogos se los han prestado á los Químicos, ó estos á aquellos, ó al contrario. Es igualmente cierto que estos caracteres son para los alquimis- tas verdaderamente simbólicos ó emblemáticos, que expresan por las significaciones ya conocidas las propiedades esenciales de los cuer- pos señalados, y de la misma manera las relaciones generales y espe- cíficas. Estos siete signos no constituyen mas que dos elementos ó raices primitivas; el círculo, y la cruz ó punta. El círculo significa la per- fección ; la cruz ó punta designa todo acre, ácido , corrosivo, arse- nical, volátil &c. El oro ó sol designado por el círculo para carac- terizar la perfección; la plata ó luna por el medio círculo, ó la mi- tad de la perfección; los metales imperfectos por uno ú otro de estos signos, y por el carácter de imperfección, que depende de un azufre impuro, inmaduro, volátil, corrosivo &c., según el lenguage de la Química antigua. Estos metales son solares ó lunares; esta di- visión es antigua y muy propia. El hierro ó Marte, y el cobre ó Venus son solares ó colorados; el plomo ó Saturno, el estaño ó Jú- 254 CAR piter son lunares ó blancos; por eso los dos primeros se contienen en el círculo, y la cruz ó punta; y los dos últimos por el medio círcu- lo y la cruz. El mercurio pretenden sea solar exteriormente, y dis- tinguido por el círculo sobrepujado de un medio círculo, y por el carácter de imperfección. El antimonio medio metal se reputa por solar, se entiende por el círculo y por el carácter de imperfección ó cruz. Los caracteres químicos mas modernos no han sido inventados por los modelos de aquellos: no se ha empleado tanto arte ó tanta finura. Algunos no son otra cosa que las letras inicíales de los nom- bres , de las substancias, de las operaciones, de los instrumentos &c* que se refieren, como el de bismuto, de efervescencia, de baño de María y otros. Algunos otros adornan la cosa expresada como aque- llos que lo usan ordinariamente, como baño de arena &c., de otros, en fin, que son puramente arbitrarios y de convención, tales son los que se usan para el cinabrio, las cenizas &c. Tal es el modo como Venel ha tratado los caracteres químicos; se ve que como todos los buenos Alquimistas hace muy poco caso de ellos; se encontrará esto en el Diccionario de Química en detalles mucho mas difusos y exactos, que hemos manifestado en este ar- ticulo. Se pueden consultar las tablas de los antiguos caracteres quí- micos, y los procedimientos ingeniosos, que dos Químicos moder- nos. Mrs. Hassenfratz y Adet han inventado y practicado para hacer por medio de líneas derechas, verticales, horizontales y obli- quas de un círculo, de un medio círculo diversamente dirigidos una especie de lenguage de convención, pues todos los signos están ligados por las relaciones de su forma y de la razón, que constituyen semejanza y una especie de axioma simple y fácil. Aunque simples y por mas bien ordenados que estén estos nuevos caracteres, y aunque merezcan ser preferibles á los antiguos, este método no debe ser aun muy ventajoso para el uso medicinal, y la prescripción de las fórmu- las , pues aunque presenta muchas mas ventajas para acortar el idioma químico; porque sus signos son mas sercillos y casi seguras las formas que se deducen de la analogía de los unos con los otros, y que solo se diferencian por la situación de las líneas ó de los medios círculos, no obstante se pueden cometer errores en la declaración de las substancias medicamentosas. Nosotros, pues, no debemos recomen- dar demasiado el que se empleen jamas ni unos ni otros caracteres para representar los remedios que se prescriben en las fórmulas, ni del^mismo modo para señalar las dosis de aquellos, que tienen una acción muy enérgica. Ext. de F. CARACTERIZAR ó CARACTERÍSTICOS, (signos) (Med.) Se dice caracterizar una enfermedad quando determinamos su natu- raleza y su grado de intensidad. Los signos característicos son los CAR 255 mismos que llamamos patognómonicos. (V. esta palabra.) CARBÓN. (Mat. méd.) El carbón es una materia negra com- bustible, que se convierte quemándose ó combinándose con el arre vital en ácido carbónico. De esta materia nos servimos para las ne- cesidades de la vida y las artes; se forma de vegetales á medio que- mar, y contiene alguna otra materia terrea y salina; nosotros habla- remos de esto con mas extensión en el artículo carbón de vegeta- les. Considerando en general el carbón , no se debia dudar que es la materia carbonosa pura con relación á la Materia médica; á ella es á la que hemos apropiado el nombre de carbono. (V. esta pa- labra.) F. carbón de tierra. (Mat. méd. é Hig.) El carbón de tierra ó carbón fósil, llamado también carbón de piedra litantrax &c., es una materia betuminosa, negra, en forma de hojas, reluciente ú obs- cura, que se quiebra fácilmente, y que no tiene ni la consistencia ni la pureza del succino, del asfalto y del azabache. Se le da este nom- bre á este betún á causa de su propiedad combustible, de su estado simple fusible, y del uso tan comun que de él se hace en muchos países. El carbón de tierra se halla colocado mas ó menos profunda- mente en ella debaxo de peñas duras, de piedras aluminosas y piritas. Estas últimas llevan comunmente las señales de muchos vegetales de la familia de los heléchos, que por lo regular son exóticos, según la observación de Bernardo de Jussieu. Está siempre colocado en capas inclinadas baxo un ángulo bastante cortante. Las camas ó capas de que se compone se diferencian por su grueso, consistencia, color y peso, y se encuentra freqüentemente debaxo de este betún unas ca- mas de mas ó menos extensión de conchas y de madreporas fósiles. Esta última observación ha dado margen á algunos Naturalistas mo- dernos, y particularmente á Mr. Parmentier, para juzgar que el car- bón de tierra se forma en la mar por los depósitos y alteración de las materias aceytosas ó grasientas de los animales marítimos. La ma- yor parte de los Mineralogistas le reputan como producto de leños escondidos y alterados por los ácidos... Se distingue este fósil en carbón de piedra y de tierra, según su dureza y friabilidad; pero su pureza y mezcla con alguna otra tier- ra densa y arcillosa, el modo como se quema, y los fenómenos que ofrecen su combustión , presentan los caracteres principales para reconocer sus diversas clases. Baxo este último punto de vista, Va- lerio distingue tres especies: 1.a el carbón de tierra escamoso, que se vuelve negro después de su combustión: 2.a el carbón de tierra com- pacto v con laminas, que después de estar quemado dexa una mate- ria esponjosa semejante á la de las escorias: 3.a el carbón de tierra que se calienta con el contacto del ayre, el que se quema con tanta mas dificultad en quanto es mas pesado y denso; pero una vez encendido 256 CAR toma un calor fuerte y permanente, y está hecho ascua mucho tiem- po antes de consumirse. Se puede asimismo apagar, y sirve muchas veces para pábulo de nuevas combustiones. Su substancia aceytosa é inflamable parece muy densa y como fixada por otra materia no com- bustible , que estorba su combustión. Quemándose exhala un olor fuerte particular; pero que de ninguna manera es sulfuroso, quando dicho carbón es bien puro y no contiene piritas. La combustión de este betún parece ser muy análoga á la del carbón de las materias animales, el qual es muy susceptible de detenerse y de dividirse en dos tiempos. En efecto, la parte combustible aceytosa, la mas volátil que contiene se disipa é inflama por la primera acción del fuego; y luego que se acaba este principio aceytoso, se detiene la combus- tión , el betún solo reserva la porción mas fixa y menos inflamable de su aceyte reducido ya á un verdadero estado carbonoso y combina- do con una base terrea; de este modo es como los Ingleses prepa- ran las coaks, que son solo de carbón de piedra privado de su parte aceytosa fluida por el calor. Se ve claramente lo que acaece en esta experiencia quando se calienta este betún en un aparato destilatorio, pues se obtiene una flema amoniacal, carbonate amoniacal concreto, un aceyte que se disipa su color y se vuelve mas espeso y pesado á medida que se adelanta la destilación; al mismo tiempo se desprende una gran cantidad de un fluido elástico é inflamable, que se ha mi- rado como un aceyte en vapores; pero que es gas hidrógeno mez- clado con ázoe, que se disuelve en el gas ácido carbónico, y un poco de aceyte volátil en vapor, quedando en el recipiente una materia carbonosa, que es aun susceptible de quemarse, y es el coak de los Ingleses. Si se observa con cuidado la acción del fuego sobre el car- bón de tierra, se ve que experimenta una blandura decidida, que pa- rece pasar á una media fusión; esto es para evitar los inconvenientes de este estado blando, el que se tenga la fundición de las minas, que las reduce en coaks. En esta operación se separa la materia aceytosa, que es la causa de este ablandamiento, y se pone en uso para quitar su olor al carbón de tierra. Su destilación ha hecho en Inglaterra un arte interesante: se recoge en un aparato destilatorio particular, y se- parados en diversos sitios los productos de este carbón; el aceyte se emplea en la Marina como brea; el amoniaco sirve para hacer el mu- ríate amoniacal ó la sal amoniaco; y el residuo es muy buen coak. El carbón de tierra es mas bien considerado en la Medicina co- mo constituyendo parte de los objetos económicos en que se ocupa la Higiene, que como perteneciente á la Materia médica. Sin embar- go , se ha recomendado para emplearlo como medicamento. Mo- rand , el hijo, que eligió por objeto principal de sus tareas la histo- ria del carbón de tierra, y formó un discurso muy extenso, ha creido que esta especie de carbón, reducido á polvo fino, y mezcla- CAR 257 do con aguas aromáticas ó aceytes crasos, podia moderar, detener, ablandar y fortificar á un mismo tiempo los miembros enxutos y encogidos; disipar la inspisitud de la sinovia; hacer mas libres los movimientos de las articulaciones, y resolver los anquiloses, los exós- toses &c. Compara este remedio á las tierras de S. Amand; cita la curación que se hizo con este medicamento en la hinchazón de una rodilla, en que estaba entorpecido el movimiento, que produxo un humor gelatinoso espesado, y detenido debaxo de los tegumentos: esta enfermedad fué causada por una patada de un caballo. Hasta ahora no sabemos que otro Médico haya empleado el carbón de tier- ra. Se puede creer que los resultados de la destilación de él tienen las mismas propiedades que los demás betunes, y principalmente del succino, pero no se han empleado todavía, y la experiencia referida no basta para determinar sobre este punto; y así es que para los usos económicos de la Medicina es únicamente interesante el carbón de tierra. Se ha pretendido que los vapores que despide al quemar- se son la causa de la consunción y la tisis pulmonal tan freqüente en Londres. Siesta opinión no está demostrada, al menos es muy ve- rosímil , pues un cuerpo, que despide tanto vapor y humo al quemar- se, debe influir en la salud de los hombres que se exponen á recibir- le. Se sabe que este humo deposita sobre los muebles un polvo negro, que exige mucho cuidado para que no se alteren y echen á perder des- pués de algún tiempo. Por esta razón en Francia los que quieren que- mar el carbón de tierra prefieren el convertido en caok. Se desprende en efecto entonces mucho menos vapor, porque está privado de la gran cantidad de aceyte que naturalmente contiene. Pero una chime- nea bien construida, y que proporciona la salida del humo, puede evi- tar una gran parte de estos inconvenientes. Es necesario evitar en la elección de este betún el que contenga piritas, porque quemándose sueltan un olor de azufre desagradable, y al mismo tiempo dañoso. F. carbón de vegetales. ( Mat. Méd. y Med. práct.) Por to- do lo que se ha dicho en los artículos carbonado, carbono, car- bón de tierra &c. se conoce que esto no pertenece á la descom- posición del aceyte como pensaron los Químicos antiguos, sino que se debe á la formación del de los vegetales; pero que la materia carbonosa, formada del todo , y preexistente antes, no hace mas que separarse á medida que los principios volátiles se desprenden por la acción del fuego. El carbón vegetal 6 usual se hace, como se sabe, juntando ra- mas de árboles verdes en montones, quemándolas, cubriéndolas de tierra, de modo que queden en un estado bastante semejante á las ma- deras que se calientan en una retorta; se detiene luego la combustión, sofocando la llama, y por este medio no se separan mas que los prin- cipios susceptibles de volatilizarse. Para que esté bien hecho el car- TOMO II. XJ& 2$8 CAR bon es necesario que no se exhale llama, humo ni olor quando está encendido: si esto no se verifica es porque hay aun una porción de leña sin hacerse carbón, que llamamos tizo, que se debe separar en los usos económicos. El carbón bien hecho es un cuerpo sólido, frágil, negro y seco; se distingue aun en él la organización leñosa; quando se parte se percibe un sonido ligeramente agudo. Consideran- do el carbón que suministran todas las substancias vegetales, se ve que todos los carbones no conservan completamente la forma de estas substancias sino quando el texido se aprieta y comprime y quando contienen pocos fluidos. Pero, por el contrario, si se descompone, una planta tierna, que encierra muchos líquidos, estos se desprenden, destruyen el texido orgánico, y dan un carbón friable, que no pre- senta ya la forma de vegetal descompuesto. Las diferentes materias vegetales proveen de carbones mas ó menos abundantes según la so- lidez de su textura; las maderas dan mucho mas que las yerbas, las gomas mas que las resinas, y estas mas que los aceytes líquidos. Pa- rece pues ó que cada substancia vegetal contiene cantidades diversas, oque la gran porción de fluidos volatilizabas, que ellas encierran, aumentan la destrucción y volatilización del carbón. Este cuerpo, expuesto á un fuego violento en vasijas cerradas, no manifiesta ninguna alteración quando es puro, no da gas alguno si está bien seco; pero la mayor cantidad de agua que encierra, sea es- pontáneamente, sea por haber absorvido la de la atmósfera, le hace dar una cantidad proporcionada de gas hidrógeno y ácido carbóni- co , porque se sabe que descompone el agua según las experiencias de Mr. Lavoysier; y que combinándose con el oxígeno, ó quemándose, absorve mas de dos veces su peso, y forma el ácido carbónico, que tiene mucha tendencia á volverse elástico. A esta formación del áci- do gaseoso es á quien se debe el riergo á que se exponen los que que- man el carbón en lugares cerrados, del que hablaremos mas abaxo. Los álcalis iixos y los sulfures alcalinos disuelven el carbón vegetal on energía; él descompone los ácidos, y sobre todos el nítrico, que le inflama con actividad quando el carbón está bien seco y caliente; también descompone las sales sulfúricas, diferentes sulfates, y los convierte en sulfures; los quema rápidamente con el auxilio del ni- tro, que hace prontamente detonación; se marcha el oxígeno á los oxides metálicos, excepto, según parece, el de la manganesa; se combina con muchas materias metálicas, y principalmente con el hierro, que le absorve quando está blando y fundido, como se ve- rifica en la preparación del acero de cementación: se combina muy poco con el hierro, pero forma aquel: si es, por el contrario, el hierro el que es poco abundante, se compone entonces del carbure de hierro ó de plomo. Esta es la exposición compendiada ó bosquejo de las propiedades conocidas del carbón vegetal, á lo menos de los CAR 259 que interesan á la Medicina, y que pueden aclarar su práctica y la materia médica. De todas estas propiedades, cuya descripción perte- nece mas particularmente á la Química, las que mas directamente pertenecen á la Medicina son: i.a la combinación del carbón con el ayre vital que forma el ácido carbónico: 2.a la diferencia de este car- bón con el de materias vegetales. Esta variedad estriba en que es mu- cho menos denso y mucho mas combustible, y se debe á la mayor cantidad de materias salinas contenidas en el carbón, y á la caren- cia del fosfate de cal, que disminuye mucho esta propiedad en los carbones animales. La historia del carbón vegetal no interesa á la Medicina como medicamento, porque su insipidez y perfecta insolubilidad en los lí- quidos animales manifiesta que no tienen acción alguna en la econo- mía animal; pero es como causa de un accidente ó de una enferme- dad muy grave, que se origina con su combustión , y se conoce por un gran número de exemplares desgraciados causados por encender carbón en lugares sin ventilación; pero la preocupación, que aun no se ha desterrado de todas las clases de la sociedad, y los errores acer- ca del conocimiento exacto de la causa productora de la asfixiz (V. este artículo.) producida por el carbón, nos ha obligado á tra- tar aquí también este punto, no con relación á la misma enfermedad, que se describe en particular en su respectivo artículo, sino á su cau- sa y á los fenómenos que la acompañan. Nosotros volvemos á refe- rir desde luego que el fluido elástico, mefítico y deletéreo que for- ma el carbón no se distingue por su olor pues que carece de él, sino por los vapores olorosos desprendidos del carbón mal hecho, cuyas qualidades dañosas se perciben fácilmente. Sin embargo no hay co- sa mas comun que ver muchas gentes que temen el olor del carbón quando se enciende, confundiendo este vapor con el resultado ino- doro y mefítico del carbón quemado; pensando qje solo en el pri- mer momento de su inflamación es dañoso este cuerpo combustible, y que después de haberse encendido fuera se puede llevar bien ardien- do á las habitaciones cerradas, sin saber que desde luego sus efectos deletéreos son mas perniciosos que en el principio, porque hecho ascua tiene mas actividad y consume mas ayre que antes. Es preciso repe- tir que al quemarse el carbón se disuelve poco á poco en el ayre vital, desapareciendo y no dexando mas que ceniza: esta disolución se efec- túa únicamente con la parte de ayre atmosférico mas necesaria pa- ra la respiración, la que se vuelve después un veneno para todos los animales, siendo dañosísima por dos motivos: el primero, porque el ayre vital se convierte prontamente en gas ácido carbónico, ayre fixo ó ácido mefítico de los primeros Químicos que le han observado: el segundo, en que el gas ázoe, que constituye las setenta y tres centé- simas del ayre atmosférico, se queda también libre al mismo tiempo 260 CAR que se hace esta operación, y que forma una mofeta mas perniciosa que el primero; quedos hombres que se exponen al ayre viciado por dicha causa se hallan enteramente en el mismo caso que los que se meten en la atmósfera de una cueva de vino ó cerveza quando está fermentando; que en todos los instantes de su combustión, desde su primera inflamación hasta su última chispa, el carbón es siempre per- judicial, porque forma constantemente y en todos los momentos el ácido carbónico; que el daño se aumenta con los tiempos, y que guar- da exactamente relación con la corta cantidad de ayre, de suerte que es mucho mas nocivo el quemar el carbón en un aposento estrecho que en un espacio dilatado; que la brasa, que no es mas que un car- bón ligero y muy inflamable, es aun mas perniciosa que el carbón propiamente tal, porque convierte en ácido carbónico el ayre vital mas propiamente que él; por último, que en un quarto reducido, en un gabinete sin chimenea y en todos los parages en que no se pue- de establecer un corriente de ayre por las aberturas correspondientes ó qualquiera otro medio no se evitará el mefítismo. Tales son los co- nocimientos generales que todos los hombres deberían tener, y los perjuicios que acarrea la combustión del carbón en lugares pequeños. El primer efecto del ayre echado á perder por la combustión es el producir náuseas ó vómitos; después se siguen los vértigos; la respira- ción se hace mas difícil, el pecho se dilata con trabajo, la cabeza pade- ce un gran dolor, la debilidad, la ansiedad, los temblores, la inmovi- lidad de los miembros, las convulsiones y los desmayos siguen después; en este tiempo el peligro es grande si no se socorre prontamente; los enfermos no pueden ni gritar, ni quejarse, ni huir ; pues no tienen fa- cultades para dar un paso sin caerse; los ojos están abiertos, saltantes y como ensangrentados; el rostro está roxo y entumecido; las man- díbulas se cierran, y los dientes se comprimen fuertemente los unos contra los otros; él color de la cara, labios y cuello es lívido; el es- tómago y el abdomen se eleva extraordinariamente sin estar duro, des- aparece el pulso, y después viene la asfixia aparentando la muerte. Sin embargo no se debe desesperanzar de poder volverle la vida y res- tablecer los sentidos, aunque haga muchas horas que se halla en seme- jante estado, según las experiencias de Mr. Harman, Médico de Nancy, que ha sido uno de los primeros que han tratado de esta enfermedad. Las friegas ó frotaciones sobre el vientre, la exposición al ayre frió, el agua fria , la insuflación del ayre vital, el excitamiento ocasionado por el amoniaco cáustico ó álcali volátil fluido, el ácido sulfuroso, el acético ó vinagre radical deberán emplearse sin temor durante al- gunas horas, pues estos medios pueden restituir al enfermo la vida con tal que la sangre no se haya coagulado. F. CARBONADO. (Mat. Méd.) En la nueva nomenclatura se ha formado el adjetivo carbonado para expresar un cuerpo que con- CAR 261 tiene carbón puro en disolución. Así se dice de la potasa y de la sosa carbonizadas, del gas hidrógeno carbonado, del gas ázoe carbona- do &c.; para señalar las combinaciones de los álcalis, del gas hidró- geno y del ázoe con el carbón; y para especificar que este último prin- cipio, menos freqüente que los primeros, es tenido por estos en diso- lución. Este no solo es un nombre nuevo, sino una cosa nueva, un hecho desconocido de los Químicos antiguos según lo que esta no- menclatura representa. Es también aplicable á la Fisiología, Patolo- gía y Materia Médica para patentizar las combinaciones del carbón con las materias animales en los medicamentos. (V. el artículo car- bono. ) F. CARBONATE DE AMONIACO. (Mat. Méd.) Se da el nom- bre de carbonate amoniacal ó de amoniaco á una especie de sal neu- tra, que otras veces se ha llamado álcali volátil concretof sal volátil de Inglaterra, y es verdaderamente una combinación salino-neutra del ácido carbónico con el álcali volátil ó amoniaco. Esta sal, una de las mas útiles, y de los medicamentos mejores que se pueden usar, no se encuentra pura y sola en la naturaleza: se extrae de casi todas las substancias animales por medio de la acción del fuego. Se forma pues esta sal por medio de la unión directa del amoniaco con el áci- do carbónico: i.° agitando este álcali en una cuba de cerveza ó de mosto en el acto de la fermentación : 2.0 haciendo pasar el ácido carbó- nico por una agua cargada ó saturada de amoniaco: 3.0 derramando este acido en una vasija, y poniendo en las paredes de esta unas gotas de amoniaco disuelto en agua: 4.0 combinando directamente sobre mercurio el gas ácido carbónico y el amoniacal: estos dos gases se unen íntimamente, se desprende mucho calor , y se cristaliza una sal en las paredes de la campana donde se hace esta mezcla. En todos estos casos se ve como se forman prontamente unos cristales de carbonate amoniacal. También la obtenemos descomponiendo el muríate amo- niacal por medio de sales neutras carbonizadas, cuya base puede ser la potasa, sosa ó cal: por este último procedimiento es como se prepara una buena porción en los laboratorios de farmacia. En una retorta se hace una mezcla de dos libras de muríate amoniacal ó sal amoniaco con quatro libras de greda seca. Se aplica á la retorta una prolonga- ción ancha, que termine en un recipiente: se calienta por grados hasta poner colorado el fondo de ella; el carbonate amoniacal se des- prende en vapores blancos, los que se condensan en unos lienzos mo- jados, y el residuo es un muríate calcáreo..... Su sabor es urinoso, pero menos fuerte que el del amoniaco puro y cáustico: su olor, aunque parecido al de este último, es aun un po- co mas enérgico ; vuelve verde el xarabe de violeta, porque el ácido carbónico no destruye completamente las qualidades de los álcaliS| con los quales se halla combinado. 262 CAR El carbonate amoniacal es muy volátil, y al menor calor se su- blima enteramente. Si se halla bien cristalizado, luego que se calienta comienza á liquidarse á beneficio del agua de su cristalización; pero casi en el mismo tiempo se volatiliza , de modo que es muy difícil el obtener esta sal bien cristalizada y seca. Es muy soluble en el agua: en esta disolución produce frió como lo hacen todas las sales neutras cristalizadas: esta propiedad es muy diferente de la del amoniaco pu- ro , que aplicándole mucho calor se combina con el agua, por lo que es suficiente para colocarla entre las sales neutras: dos partes de agua fria disuelven mas de una de carbonate amoniacal: el agua caliente disuel- ve mas de lo que es su peso; pero como él se disipa al calor del agua hirviendo , no se puede, sin arriesgarse á perder mucho , emplear este medio para cristalizarlo. Se humedece ligeramente al ayre, con pre- ferencia quando no está saturado del ácido carbónico. La tierra silícea y aluminosa no goza mas acción sobre él que sobre las otras sales amoniacales; la magnesia no le descompone sino muy débilmente; la cal le descompone como las otras sales amonia- cales , uniéndose á su ácido, con el que tiene mucha afinidad. Si se echa un poco de agua de cal sobre la disolución del carbonate amo- niacal forma,prontamente un precipitado, y se siente un olor vivo de amoniaco cáustico: la cal se une al ácido carbónico, con el qual for- maba la greda ó el carbonate calcáreo ; este se precipita, y el amo- niaco se separa. La cal viva, triturada con el carbonate amoniacal, presenta al momento el amoniaco baxo la forma gaseosa* Metiendo esta mezcla en una retorta, se puede conseguir, por medio del agua puesta en las botellas del aparato de Voulf, el amoniaco cáustico: lue- go se obtiene el muriate amoniacal destilado con su mismo interme- dio. Esta descomposición manifiesta que la cal tiene mas afinidad con el ácido carbónico que con el amoniaco: esto es igualmente demos- trado por otros ácidos. Los álcalis fixos descomponen el carbonate amoniacal, como lo hace la cal, separando el amoniaco puro , y uniéndose á su ácido. En fin los ácidos sulfúrico, nítrico , muriático y fluórico tienen mas afinidad con el amoniaco que el carbónico. Quando se combina uno de estos ácidos con él , produce una fuerte efervescencia debida al desprendimiento del ácido carbónico. Si se hace esta descomposi- ción en una vasija estrecha y larga, se puede distinguir la presencia de dicho ácido gaseoso metiendo en él una vela que se haya apagado por medio de la tintura de tornasol, la que se vuelve colorada, porque el agua de cal se precipita. Separando de'estas descomposiciones del car- bonate amoniacal por la cal y los álcalis fixos , que se unen á su áci- do, el amoniaco, y por los ácidos, que desamparan al ácido carbó- nico uniéndose con el álcali, se patentiza claramente la índole del carbonate amoniacal. CAR 263 Bergman ha descubierto con sus escrupulosos ensayos que un quintal de esta sal cristalizada contiene quarenta y cinco partes de acido carbónico , quarenta y tres de amoniaco, y doce de agua. Co- mo en esta sal hay mas ácido que en el carbonate de sosa, y en este mas que en los de potasa, han concluido los Químicos que la base alcalina es la mas débil, pues busca el ácido carbónico para saturarse bien. El ácido borácico no ha podido descomponer en frió el carbo- nate amoniacal; pero luego que se echa en él una disolución bien ca- liente del expresado ácido, se levanta una efervescencia muy sensi- ble: se distingue el desprendimiento del ácido carbónico por los me- dios ordinarios, y se encuentra en el fondo de la vasija un verdadero borate amoniacal. Esta experiencia, que el autor ha repetido mu- chas veces, comprueba que el calor modifica ó muda las leyes de las atracciones electivas, como lo observó Bergman. El carbonate amoniacal no tiene acción alguna sobre las perfec- tas sales neutras; solamente descompone las sales neutras calcáreas por la via de dobles afinidades, lo qual no ha podido hacer el amo- niaco puro y cáustico. Este bello descubrimiento de Black explica el motivo por qué los Químicos han dicho que el amoniaco tiene mas afinidad con los ácidos que con la tierra calcárea, quienes hablan del álcali volátil concreto porque le miran como el mas puro. El carbonate amoniacal se usa en la Medicina como un sudorífi- co, antihistérico &c.; se combina con algunas substancias aromáti- cas. Se recomienda como específico contra la mordedura de la víbo- ra ; pero el Abate Fontana se ha opuesto con razón á este modo de pensar. Muchos han reputado á este carbonate ó álcali volátil con- creto como antivenéreo; pero la experiencia no Ib ha manifestado cla- ramente. Mr. Pirilhe ha publicado una obra sobre la virtud antivené- Tea de esta sal, la que merece ser leida con atención. Esto es lo que tenemos de cierto en la Medicina sobre sus propiedades: se dice que es purgante, incindente, diurética, diaforética, fundente &c., que goza de un poder muy decidido en todas las enfermedades que de- penden de la inspisitud de la linfa, como en algunos resultados vené- reos , depósitos lácteos, tumores escrofulosos, obstrucciones inci- pientes, hidropesías, entumecimientos de las articulaciones &c. No se han detenido mucho en recomendar su uso en estos males, y en todos aquellos en general en que los fluidos del cuerpo humano es- tan espesos, viscosos y detenidos en los vasos linfáticos ó en las cé- lulas del texido mucoso. Es uno de los remedios mas fundentes , mas penetrantes y activos que pueden emplearse. Se administra en la dosis de algunos granos en vehículos apro- piados, ó bien en las mezclas opiadas ó en pildoras. Los Ingleses la preparan baxo la forma de polvo blanco ligada con substancias olo- rosas y agradables de rosas, jazmín, flores de naranja metidas en 264 CAR pequeños frascos, y destinados á aplicarlos á la nariz de las personas que están enfermas. F. carbonate de hierro. (Mat. Méd.) En la nueva nomencla- tura química se da el nombre de carbonate de hierro á la combi- nación del ácido carbónico con el hierro. Esta mezcla es una de las mas abundantes que se encuentran en la naturaleza, y uno de los me- dicamentos mas útiles que se pueden emplear en todos los casos en que está indicado este metal; y aunque no se ha conocido esta subs- tancia baxo el nombre que nosotros le damos, ni su composición y verdadera índole , sin embargo hace mucho tiempo que se usa venta- josamente en la Medicina. Esta especie de sal ferruginosa es la que forma casi todas las minas de hierro terreosas y superficiales, los ocres y las hematites. El hierro espático cristalizado no es masque un car- bonate de hierro muy puro. Se halla en casi todas las tierras y pie- dras colorantes , en el bol de Armenia, de Alemania y otras partes; hace la base activa de todas las aguas ferruginosas simples ó acídulas, tales son las aguas de Pirmon , de Porgues, de Espá, de Forges, de S. Germán &c. Se forma con el ayre atmosférico, pues el orin que adquieren prontamente todos los utensilios de hierro quando están expuestos á un ayre húmedo, es absolutamente de la misma natu- raleza: esta sal es la que constituye el azafrán de marte aperiti- vo , que se prepara en la Farmacia, y es el mismo que baxo dicha denominación se halla muy recomendado en la Medicina práctica. Se consigue también precipitando todas las disoluciones de hierro en los ácidos por medio de los carbonates alcalinos de qualquiera espe- cie que sean; por último esta sal se disuelve en la tintura marcial al- calina de Stahl, la que se precipita espontáneamente con ella baxo el nombre de azafrán de marte aperitivo de Stahl. Se sabe pues el uso tan freqüente que tiene en la Medicina baxo diversas denominacio- nes , como ocres de hierro, de tierra bolar, de agua mineral marcial, de tintura marcial alcalina de Stahl y de azafrán de marte aperitivo; pero como este último es el que se manda con mas freqiiencia, trata- remos particularmente aquí de su preparación, de sus propiedades y usos. Para preparar el carbonate de hierro puro, que se conoce mas bien en las boticas con el nombre de azafrán de marte aperitivo, se ponen unas limaduras de hierro en un vaso de tierra, se humedecen con un poco de agua, y se dexan expuestas al ayre en un lugar donde puedan estar libres del polvo y de otras contingencias. Se menea de tiempo en tiempo para exponerlas todas al ayre, echando un poco de agua á medida que esta se evapora, y se continúa así hasta que todas las limaduras se ponen uniforme, y completamente enmoheci- das. En este estado se pulveriza toda la masa; y si se halla aun negra en lo interior de los pequeños globos que forma, se expone de nuevo CAR 265 al ayre, humedeciéndolos, y luego que toman un color amarillo igual por todas partes, se pasan por un tamiz, y se conservan para sus usos. La teoría de esta operación es tan sencilla que se puede conce- bir fácilmente: el agua se descompone por el hierro; su oxigeno se une á este metal, y el hidrógeno se desprende lentamente en gas in- flamable ; así es que su mezcla suelta un ligero olor fétido; á pro- porción que el hierro se oxida, absorve el ácido carbónico de la at- mosfera, y se convierte en un carbonate de hierro. Se puede subs- tituir á este medicamento ios depósitos de las aguas minerales mar- ciales, el hierro espático puro, los precipitados de diferentes sales neutras ferruginosas por los carbonates alcalinos; pero estas substan- cias no se pueden obtener tan puras como aquellas que se preparan. Por otra parte ellas contienen el hierro en un estado muy diverso de oxidación, y no se puede contar con las mismas propiedades en es- tos diferentes preparados. El carbonate de hierro, conocido también con el nombre de aza- frán de marte aperitivo y es un medicamento tónico, ligeramente fortificante, que facilita el movimiento necesario para quitar los obs- táculos que produce la espesura de los fluidos, gozando también de la propiedad de fruncir ó estrechar los orificios de los vasos, y con- siguientemente es un poco astringente. En razón pues de estas propiedades se ha averiguado hace mucho tiempo que el orin de hierro se debe recomendar en las obstrucciones incipientes, en las debilidades de estómago, en el lentor y en el tras- torno de las digestiones. Algunos Médicos, observando que esta pre- paración destruia los agrios, la han colocado entre los absorventes; pero tiene menos tendencia á combinarse con el ácido gástrico su- perabundante, y á neutralizarle, que á fortificar el estómago, y opo- nerse á ^formación de una cantidad tan grande de ácido, por ser este su principal efecto, para el que es suficiente su propiedad tónica y corroborante, y por la que se puede comprehender la causa de esta acción. No se puede dudar que el carbonate de hierro es absor- vido por los vasos de las primeras vias, y conducido á la masa hu- moral : es pues á esta absorción y á su unión con los fluidos del cuer- po humano á la que se debe atribuir su utilidad en la clorosis y en todas Lis enfermedades sostenidas por debilidad, en las quales la sangre está pálida y poco concrescible; la qual adquiere las propiedades ne- cesarias para mantener la vida y la salud, como sucede con todas las preparaciones ferruginosas en general. Quizá el carbonate de hierro es u preparación entre todas las de este metal, que obtiene esta vir- tud con mayor fuerza y vigor, porque es mas soluble que todos los demás oxides de hierro. A pocas semanas después de usarle la sangre adquiere un color mas vivo, una concrescibilidad mas fuerte y una temperatura mayor. Estas mudanzas se hacen manifiestas por el color TOMO II. r 266 CAR de la piel, que se anima, y sobre todo de la cara, por la facilidad con que las enfermas executan los diferentes movimientos, por la agi- lidad de los miembros, por el apetito ó por mejor decir el hambre, que sucede á la inapetencia y á los apetitos desarreglados y y por el calor que se percibe en todos los órganos, y que sucede á la sensa- ción de frío que dichas enfermas experimentaban antes. En las jóvenes, que están mas sujetas á la clorosis que los varo- nes , por lo comun no están arregladas las menstruaciones durante esta enfermedad, á la qual da origen siempre el trastorno de. la matriz, que experimenta en esta época. Esta evacuación periódica, necesaria para la salud, y que es un indicante de la perfección del individuo, se presenta freqüentemente por el efecto de los marciales, y especial- mente con la preparación de que tratamos. No es muy extraño que la antigüedad haya mirado el orin ó el carbonate de hierro como un remedio adequado para destruir la esterilidad, y que la historia de la Medicina presente muchos exemplares famosos de curaciones seme- jantes. Como el fluxo menstrual es una disposición ó condición natu- ral y necesaria para la concepción, se infiere desde luego que una subs- tancia capaz de restablecer esta evacuación detenida ó desarreglada, debe curar la esterilidad. Todo esto prueba que el carbonate de hierro tiene una acción importante, capaz de producir muy buenos efectos en todas las enfermedades acompañadas de debilidad é irregularidad en los movimientos y en las evacuaciones &c Así es que se prescribe con suceso en las afecciones hipocondriacas, en la hidropesía, en las enfermedades lentas y catarrales, en la incontinencia de orina, del fluxo seminal y en las relaxaciones ó debilidades en general de todos los esfínteres. Se administra en la dosis de algunos granos mezclados con los extractos amargos, tónicos, aperitivos, adstringentes y fortifi- cantes baxo la forma de opiatas y pildoras. Es necesario darle en pol- vos muy tenues para que produzca buenos efectos. Ennegrece ordina- riamente las evacuaciones de vientre. ( V. la palabra hierro.) F. carbonate de magnesia. {Mat. Méd.) El carbonate de mag- nesia ó la combinación de la magnesia con el ácido carbónico, que se llamaba antes de la nomenclatura nueva magnesia blanca, magne* sia dulce y magnesia efervescente, magnesia arreada, mefítico de magnesia y greda de magnesia es uno de los mas poderosos absor- ventes, y quizá el mas útil y el que se puede emplear con mas seguri- dad. Los Ingleses hace mucho tiempo que preparan grandes cantida- des, que venden en toda la Europa: esta preparación salina se puede hacer en todas partes; y quando está bien hecha goza de las mismas propiedades, y produce los mismos efectos fabríquese en qualquiera parte. Como es indispensable el conocimiento de esta sai terrea para administrarla bien, y conocer sus qualidades, y como no se han tra- tado hasta ahora debidamente por los autores de Materia médica, de- CAR 267 bemos empeñarnos en hacer una descripción exacta sobre este objeto para llenar nuestros deberes. Verdaderamente la mayor parte ó todo este asunto es del resorte de la Química; sin las luces que presta esta ciencia, sin los resultados exactos que ella manifiesta, el uso y pres- cripción del carbonate de magnesia no será muy fácil: el^ empiris-r mo medicinal no es suficiente, al contrario solo conduce á incurrir en errores. Remitiéndonos á la palabra magnesia compuesta de dife- rentes substancias, que se conocen muy bien, y se prescriben en la Medicina baxo este nombre; nos contentaremos con referir aquí que la magnesia, la tierra magnesiana, la muriática de Mr. Kirtwan, la base de la verdadera sal de Epsom de Inglaterra, la sal de Sedlitz, de Seydschutz &c. se halla en dos estados diferentes según su prepa- ración ; pues como esta tierra no se encuentra jamas sola en la natu- raleza , y sí suele hallarse al menos combinada con el ácido car- bónico , así como la cal y la barita, y como se une siempre con las aguas, ó con algunas piedras, sobre todo en las eschites, con los ácidos muriático ó sulfúrico , y mas freqüentemente con este último, no se puede obtener sino separándola de estas sales neutras por me- dio de los álcalis, con los que tiene mas afinidad que con los ácidos. Pero se sabe que empleando los álcalis puros y cáusticos, ó las sales neutras maridadas con el ácido carbónico, se precipita la magnesia sea pura ó en el estado de carbonate. En quanto á la pura la trataremos en el artículo magnesia, pues constituye otro tratado diverso del carbonate de magnesia, porque estos dos estados cada uno, tiene sus ventajas propias en la práctica de la Medicina. El carbonate de magnesia se prepara del modo siguiente: se di- suelve en agua pura de rio el sulfate de magnesia ó la verdadera sal de Epsom de Inglaterra, y no la de Epsom de Lorrain, la qual es el sulfate de sosa ó sal de Glaubero; se pone á calentar esta disolución, á la que se mezcla otra de la potasa pura del comercio, y se dexa largo tiempo al ayre para que absorva el ácido carbónico, ó que se impregne antes de él; se la pone de este modo á calentar, y se la va echando de este último líquido hasta que la disolución del sulfate de magnesia dexa de precipitarse; luego que se ha hecho bien el preci- pitado , se decanta en seguida el líquido que nada por encima, se la- va muchas veces el depósito ó residuo, que se vuelve mas blanco á medida que se emplean las lociones, se pone después en unas ta- blas de madera bien limpias, se la seca á la estufa, y se guarda pa- ra los usos. La teoría de esta preparación química es muy simple, y conocida en el dia. La sal de Epsom, ó sulfate de magnesia, es, como manifiesta este último nombre una sal neutra formada del ácido sul- fúrico con la magnesia: la disolución alcalina contiene la potasa com- binada con el ácido carbónico; al momento que se mezclan estos dos líquidos, las bases y los ácidos de ambos se truecan recíprocamente a68 CAR por medio de una doble descomposición y una doble combinación* la potasa busca el ácido sulfúrico y forma el sulfate de potasa ó tár- taro vitriolado, que queda en disolución en el líquido: la magnesia absorve el ácido carbónico y se precipita, por lo que este carbonate de magnesia es muy poco soluble. Como se precipita prontamente se encuentra baxo la forma de un polvo blanco muy divisible, que se parece al del almidón; se lava con cuidado para quitarla todas las sales amargas que pueda contener, y alterar su pureza. En esta operación, que parece tan simple, y que está reputada por tal entre los Químicos que la han descrito, se presentan muchos fenómenos', que no han llamado aun mucho la atención. Del precipi- tado se sacan diferentes cantidades, unas veces muchas, y otras casi nada; Ja índole de la lexía alcalina contribuye singularmente sobre estas diferencias. Entre tanto, como es tan importante el que un me- dicamento químico sea siempre el mismo, á fin de estar seguros so- bre sus productos hemos creído necesario comenzar dando á cono- cer la causa de estas variedades, haciendo varias experiencias para llegar á adquirir este conocimiento, las quales nos conducirán á en- contrar constantemente la misma cantidad de carbonate de magnesia, y esta sal en el mismo estado. Nos enseñarán igualmente estas expe- riencias que la cantidad de esta sal precipitada varía según el estado de carbonate alcalino, y la proporción de ácido carbónico que con- tienen, y que es mas abundante de lo que es preciso para saturar la magnesia, lo que tiene en disolución el carbonate de magnesia, é impide que^se precipite. Esto es lo que se ha conseguido entre los resultados de estos experimentos, y también los conocimientos mas exactos sobre muchas propiedades de esta sal terrea. Los detalles de este trabajo emprendido para la Materia médica química, debe te- ner su asiento en este lugar, según yo le he extraído del segundo volumen de ¡cvs Anales de Química, pág. 278. I. El célebre Profesor Black, después de haber dado á conocer la magnesia, ó la base de la verdadera sal de Epsom (sulfate de mag- nesia), y de habernos enseñado á distinguirla de otras materias ter- reas por sus caracteres determinados, la ha considerado en estos dos estados, a saber: la magnesia cáustica ó pura, y la magnesia suave o eferxescente: es necesario saber que esta contiene el ayre nxo o acido carbónico, que se ha descubierto en la greda y álcalis y que a la existencia de estos cuerpos es á lo que debe, como las dos ultimas sales, la propiedad de hacer efervescencia con los ácidos. JJergman en su disertación sobre el ácido carbónico, que llama ácido ayreado, na examinado algunas n/opiedades del carbonate de mag- nesia, o de la magnesia ayreada. El ha visto esta materia cristalizada por una evaporación lenta baxo la forma de pequeños granos trans- parentes, y de rayos que se dirigen de un mismo punto en dos di- CAR 2<$9 recciones, por lo que ha deducido que cien partes de esta especie de sal neutra contienen veinte y cinco de ácido carbónico, quarenta y cinco de magnesia, y treinta de agua. Mr. de Butini, hijo, Médico de Ginebra, ha hecho prolixas investigaciones sobre la magnesia, la sal de Epsom, ó sulfate de magnesia, y la composición, precipitación de esta sal, y las propiedades del carbonate de magnesia. Ha reco- nocido que esta sal es muy soluble en el agua y muy cargada de áci- do carbónico, que se cristaliza por una evaporación suave al fueso de la lampara, ó por la simple exposición al ayre, formando unos cuerpos compuestos de agujas brillantes de poco mas de una línea de largo, que ofrecen al microscopio unos prismas de seis caras trunca- dos o un exágono. Ha visto que una disolución del sulfate de mag- nesia precipitado por el carbonate de potasa presenta, pasados alsfu- nos días, semejantes cristales. Esta cristalización en el segundo caso tanto como en el primero depende manifiestamente de la volatiliza- ción del acido carbónico, del que está saturado con su disolución el carbonate de magnesia. Ha probado que este ácido tiene la propie- dad de volver la magnesia mucho mas disuelta en agua que lo re- gular. D ^ Pero ninguno de estos Químicos ha descrito los fenómenos que ofrece la precipitación del sulfate de magnesia por los diferentes car- bonates alcalinos; ninguno ha señalado las diversas dosis de carbonate de magnesia que se obtienen por estos diferentes precipitados ; en fin, casi nada nos han dicho sobre las propiedades distintivas de esta sal terrea. Un gran cúmulo de hechos descubiertos en las experiencias de- masiado repetidas, por lo que pueden ser exactas, según han per- mitido hacerse en las demostraciones de Química, me han empeña- do en hacer las indagaciones siguientes sobre este punto. II. Se ha preparado siempre la magnesia del comercio, precipi- tando el sulfate de magnesia ó la sal de Epsom con la potasa purifi- cada, o sea por el carbonate de potasa no saturado; pero no se han conocido en la Farmacia muchos de los fenómenos interesantes, ya sea porque han prestado poca atención á las dosis de las materias em- pleadas y obtenidas, ó sea porque se valen de substancias impuras. Jil carbonate de potasa bien puro saturado, cristalizado y no deli- quescente disuelto en cinco partes de agua destilada á veinte grados del termómetro de Reaumur, se mezcla con una disolución del sul- fate de magnesia muy puro baxo la misma temperatura, y no pre- senta precipitación alguna sensible. Este hecho admira á primera vis- ta i y mucho mas quando se recuerda que muchos Químicos, y en particular Mr. Butini, recomiendan que se dexe al ayre la lexía alca- Una para que se sature del ácido carbónico, y para que precipite ma- yor cantidad de magnesia, lo qual es verdad; pero con relación al 270 CAR calor que se emplea en estas experiencias. La mezcla, que no se precipita nada á diez grados, y lo mismo á veinte, comienza a po- nerse turbia luego que el calor excede este último término: se obser- va que á medida que los líquidos se enturbian, se desprenden algu- nas partículas de fluido elástico. Si se mezclan hirviendo las dos di- soluciones indicadas, se forma un excesivo precipitado ; y continúan- do la ebulición, se precipita la magnesia aun en mas cantidad. Para distinguir bien los fenómenos de esta experiencia y su causa, se mezcla una disolución de cien partes de sulfate de magnesia trans- parente y pura en seiscientas de agua destilada con otra de ciento de carbonate de potasa bien neutro y cristalizado en quinientas partes de agua destilada; las disoluciones de estas dos sales estando á doce grados del termómetro de Reaumur, se mezclan sin precipitado al- guno, aunque se les menee para multiplicar los puntos de contacto. Se calienta lentamente esta mezcla; á veinte grados se manifiesta una ligera efervescencia producida por el desprendimiento de muy pe- queñas cantidades de fluido elástico; se forma á la superficie una pe- lícula corta y transparente; á treinta grados esta se vuelve mas opa- ca, y la efervescencia no es mucho mas considerable; á los quarenta ya es esta mucho mas vehemente, se quiebra la película, el líquido se enturbia con igualdad, se vuelve blanca, aunque conserva una parte de su transparencia; á los cincuenta los movimientos eferves- centes son muy violentos, el agua está enteramente opaca y blanca; quando excede el calor los sesenta grados, la efervescencia se hace tan considerable, y el agua se enrarece tanto , que la vasija en que se hace el experimento apenas puede contener el líquido. Nosotros nos servimos para esto de grandes vasijas de vidrio anchas por arriba, las quales se llaman evaporatorias: los vasos de cobre no sirven, porque el carbonate de magnesia se adhiere con tanta fuerza á sus paredes, que se pierde mucho de él. Quando se verifica esta eferves- cencia, producida por un copioso desprendimiento de gas ácido car- bónico , este líquido que jamas excedió de la temperatura de veinte y quatro grados, asciende siempre á los sesenta y ocho ó sesenta y nueve. Luego se disminuye esta efervescencia; el líquido desciende un poco ; los borbotones no son ya tan tenaces ni xabonosos, y la verdadera ebulición del agua sucede al desprendimiento del gas, y entonces el Huido asciende de un golpe á veinte y quatro grados. En llegando las operaciones á este estado, y quando nos parece que el ácido carbónico está enteramente volatilizado, si no se obtiene todo el carbonate de magnesia, se separa el restante con el carbonate de potasa, y para esto es preciso continuar la ebulición por espacio de un quarto de hora: por lo que se prueba que el_carbonate de mag- nesia se adhiere tan fuertemente al agua y al ácido carbónico; pues él, aunque esté disuelto solo, se separa mucho mas prontamente. En CAR 271 esta experiencia se obtienen treinta y seis de carbonate de magnesia seca baxo la forma de un polvo blanco como granulento; el líquido decantado con cuidado por la evaporación ha dado sulfate de potasa. Resultan , pues, de estos hechos: i.° que el carbonate de potasa descompone en frió el sulfate de magnesia: 2.0 que el carbonate de magnesia formado en este caso queda en disolución en el vehículo trio con el auxilio del ácido carbónico, excediendo á su naturaleza salino-neutra: 3.0 que el carbonate de potasa contiene mas ácido carbónico que el que se exige para que la magnesia separada del áci- do sulfúrico esté saturada: 4.0 que este exceso del ácido carbónico es el que impide que los fluidos se enturbien, y el que se forme se- dimento ínterin se enfrian: 5.0 que el calor, desembarazando este ácido , vuelve el carbonate de magnesia menos soluble , y determina la precipitación: 6." que partes iguales de carbonate, de potasa v de sulfate de magnesia no son las proporciones exactas para la descom- posición completa de este último; y que hay mas carbonate de po- tasa del que es indispensable para separar la magnesia. Hasta aquí todos estos hechos están acordes con lo que se hace en la Farmacia sobre la preparación de la magnesia ordinaria; porque i.° no se emplea el carbonate de potasa bien saturado, el qual será mucho mas caro, y no daria magnesia al frió: 2.0 se dexa calentar, y asimismo hervir por algún tiempo las disoluciones, para conseguir mas magnesia. Como nos hemos servido muchas veces del carbonate de potasa, se ha hecho una segunda experiencia mezclando las disoluciones de ciento veinte y cinco partes del sulfate de magnesia, y ciento de aquel. Después de la ebulición se ha extraído quarenta y cinco cen- tésimas de carbonate de magnesia muy puro. Hemos observado tam- bién que después de la fuerte ebulición , y del desprendimiento com- pleto del ácido carbónico, queda en el vehículo un peco de carbo- nate de magnesia con el sulfate de potasa. Si no se obtiene esta ligera orcion de carbonate de magnesia por medio de una evaporación astante larga; sin embargo la hemos incluido en las 0,45 conseguidas en esta segunda experiencia. Si en lugar de calentar las disoluciones de estas dos sales bien pu- ras y neutras para obtener dicho carbonate por el desprendimiento del ácido carbónico, se dexa esta mezcla expuesta al ayre á una tem- paratura de doce á quince grados, se precipita el carbonate de mag- nesia al cabo de algunos dias en cristales puntiagudos muy finos. Mr. Butini ha visto ya este fenómeno; pero yo estoy bien seguro que es imposible separar esta sal muy pura, siempre tiene alguna com- binación del sulfate de potasa: por otra parte no forma un estado tan regular, ni un volumen tan grueso como el que se logra con el carbonate de sosa, y del que hablaremos al instante, sin duda por- 272 CAR que se precipita al instante; y por decirlo así, se ve embarazado con los cristales del sulfate de potasa, que se aposan al mismo tiempo. Por estas descripciones se infiere que si se saca mucho carbonate de magnesia con la potasa del comercio es porque esta última sal no está bien saturada del ácido carbónico, y contiene alguna po- tasa cáustica. La precipitación se verifica del mismo modo al trio, y en el instante de la unión, porque la cantidad de ácido carbó- nico que desampara á la potasa, no es tan considerable para mante- ner en disolución todo el carbonate de magnesia; ademas porque una parte de esta tierra, precipitada en estado cáustico por la porción dé potasa pura contenida en la del comercio, separa aun el ácido car- bónico ; pero es cierto, á pesar de esto, que hay también mucho de este ácido, por tener disuelta una porción del sulfate de magnesia, y ser necesaria la ebulición de un quarto de hora, ó de media hora para sacar toda la tierra contenida en el líquido. III. El carbonate de sosa ha presentado en su acción sobre el sulfate de magnesia unos fenómenos diferentes de los del carbonate de potasa. En las disoluciones de cien partes del primero , y doscientos veinte y cinco del segundo, los dos han formado hermosos cristales; mezclados á doce grados de temperatura, dan al instante un pre- cipitado del carbonate de magnesia, que lavado y seco pesa 0,11. El vehículo decantado y caliente á veinte grados hace efervescencia, y no comienza á enturbiarse hasta los treinta; hace menos espuma, y se hincha menos que la que está unida con el carbonate de potasa. Después de hervir por un quarto de hora, se recogen veinte y tres centésimas; de suerte que en todo por medio del carbonate de sosa, ciento veinte y cinco partes del sulfate de magnesia dan treinta y quatro centésimas del carbonate de magnesia, entre tanto que el car- bonate de potasa ha dado quarenta y cinco. El líquido puesto á de- cantar contiene aun mucho sulfate de magnesia; este experimento no es muy exacto respecto á que no se ha podido emplear bastante car- bonate de sosa. Por una sucesión de experiencias he hallado que para descompo- ner enteramente ciento veinte y cinco partes del sulfate de magnesia, son necesarias ciento treinta y seis del carbonate de sosa transparente y bien cristalizada, y que se obtiene en todo quarenta y cinco cen- tésimas del carbonate de magnesia como con el carbonate de potasa; pero con esta diferencia, que ella precipita luego doce poco masó me- nos de un quarto, en el momento mismo de la combinación de los lí- quidos frios, y treinta y tres poco mas ó menos de tres quartas partes por la ebulición. No está , pues, la causa de esta diferencia en la pre- cipitación por el carbonate de potasa ó de sosa, que es necesario en- contrar; se debe claramente á la proporción del ácido carbónico con relación á la cantidad de las bases potasa ó sosa, necesarias para sa-« CAR 273 turar el ácido sulfúrico del sulfate de magnesia. Las experiencias tan numerosas que he executado para determinar todas estas cantidades, ó estai proporciones, me han conducido á inferir los resultados si- guientes. i.° Tomando los carbonates de potasa ó sosa bien cristalizados, transparentes y efervescentes, se necesitan dos dracmas y quarenta y quatro granos del primero para saturar quatro del ácido sulfúrico di- latado en agua; y después da quarenta y tres granos del ácido car- bónico. La misma dosis de aquel ácido pide dos dracmas y quarenta y nueve del carbonate de sosa, y produce treinta y tres granos del ácido carbónico, luego es necesaria mas cantidad del carbonate de sosa que del de potasa para saturar el ácido sulfúrico: 2.0 la diferen- cia que se encuentra en la proporción de los resultados ya descritos manitiesra que se necesita mayor cantidad de potasa que de sosa pa- ra verificar bien esta saturación, supuesto que en el carbonate de esta hay una dosis mayor de agua que en el de potasa; supuesto que aque- lla contiene una cantidad igual á la del carbonate de sosa, en este úl- timo hay cerca de la mitad mas de potasa que de sosa: 3.0 aunque el carbonate de potasa contiene menos ácido carbónico que el de sosa, el .icido sulfúrico desprende mas del primero que del segundo, rela- tivamente á las dosis de las bases alcalinas necesarias para saturarle: 4.0 el desprenderse mayor cantidad de ácido carbónico del carbonate de potasa que del de sosa consiste en la disolución completa del car- bonate de magnesia separado por la primera y la quarra precipita- ción al frió en el momento mismo de experimentarlo por la segunda- pero en vez de tratar el sulfate de magnesia con el carbonate de sosa y el auxilio del calor, y precipitar el carbonate de magnesia por la ebulición de las disoluciones, se deben dexar estas separadas de la porción de precipitado, que forman en el momento de su mixtión* se expone al ayre de doce á quince grados de temperatura, y se for- marán á muy pocos dias unos cristales muy regulares de carbonate de magnesia, cuya longitud es de tres, quatro á cinco líneas, y un diámetro de otras dos líneas. Este es uno de los procedimientos qye mas he usado para sacar esta sal muy pura y con la figura que le es propia. IV. El carbonate de amoniaco es la primera sal que en muchos anosues ignoraban la fuerza de las afinidades químicas determinadas por a naturaleza, y así creyeron haber hallado un hecho, el mayor en apariencia, para sostener su sistema; pero en el estado actual de esta ciencia, este hecho, en vez de oponerse á la gran doctrina de las atracciones, es por el contrario muy adequado para confirmarla, pues él, como otros muchos, descubre que el calor hace variar las afinida- des. A la temperatura ordinaria de diez grados el carbonate de amo- niaco descompone al sulfate de magnesia sin formar sedimento al- guno , porque el carbonate de magnesia , queda en la destila- ción , con el auxilio del ácido carbónico , libre del amoniaco, y so- breabundante á su saturación. A ochenta grados se trueca el orden de estas afinidades; la magnesia pasa á unirse con el ácido sulfúrico, el amoniaco sublima el ácido carbónico , y se liberta de él; se refor- ma el sulfate de magnesia, y el carbonate de magnesia al momento precipitado desaparece. Luego que están enteramente disueltos, no queda de todo el vehículo nada de amoniaco. Un fenómeno análogo tiene lugar quando se calienta la greda en una disolución del muríate amoniacal. Aunque el carbonate amonia- cal descompone y precipita en frió el muríate calcáreo al calor de ia ebulición las afinidades se mudan al instante , la greda se disipa y di- suelve, la cal se une al ácido muriático, y el amoniaco se queda libre como el ácido carbónico; y por esta razón se obtiene el carbonate amoniacal, destilando en seco el muríate de amoniaco con el carbo- nate de cal ó de la greda, si no se quiere acudir á las atracciones del calórico, ó no se podia comprehender como por una parte el carbo- nate de amoniaco descompone al muriate calcáreo, entre tanto que el carbonate de cal descompone al paso el muriate amoniacal. Si en lugar de calentar la mezcla del carbonate de amoniaco y del sulfate de magnesia, sea para conseguir el carbonate de magnesia pulverizado por todos les medios antes de la ebulición , sea para for- mar una nueva descomposición á la temperatura de ochenta grados, se dexan expuestas al ayre las disoluciones en una vasija un poco an- 276 CAR cha, el ácido carbónico se desprende poco á poco, y el carbonate de magnesia se aposa baxo una figura muy regular en cristales her- mosos. Este es el procedimiento que produce esta sal baxo la mas bella forma y el mayor volumen. V. Se sabe en el dia que para conocer las propiedades de una sal es necesario examinarla en su estado de cristal puro: baxo este punto de vista, no se ha podido aun determinar exactamente las del carbonate de magnesia. La figura mas regular y freqüente de esta sal es, como ya se ha dicho, la de un prisma de seis caras romboydeas y determinado por una exágona, pues el plano está cortado obli- qiiamente al exe de los prismas. Esto varía algunas veces; se obser- van varios de estos cristales en láminas romboydales; y otras, aun- que no con freqiiencia, octaedras. Todos estos cristales, que tienen hasta cinco líneas de largo y dos de diámetro, son perfectamente trans- parentes y brillantes; su consistencia es muy fuerte, el sabor casi nulo, terreoso y insípido; se asemeja un poco al del suero de la le- che. Expuesto al fuego, el carbonate de magnesia decrepita ligera- mente , se reduce á polvo sin fundirse, y pierde setenta y cinco de su peso en el agua ó en el ácido; se hace eflorescente con el contacto del ayre, y se vuelve blanco y opaco en perdiendo su agua de cris- talización ; es muy soluble en el agua en comparación del carbonate de magnesia pulverizado y no cristalizado. Once partes de agua des- tilada á diez grados de calor disuelven doce granos de él. El ácido muriático dilatado en agua disuelve esta sal con efer- vescencia: de cien granos se han ido cincuenta en el ácido carbóni- co; y si se añaden los veinte y cinco granos del agua que la calci- nación suelta, se consigue con un quintal de esta sal veinte y cinco partes de agua, otras tantas de magnesia, y cincuenta de ácido car- bónico. Esta análisis ha descubierto la notable diferencia que hay entre el carbonate de magnesia transparente y cristalizado regular- mente, y ella misma precipitada rápidamente en polvo ó en granos sin la forma regular. Esta última contiene sobre cien partes, quaren- ta de magnesia, quarenta y ocho de ácido carbónico, y doce de agua; luego tiene mas agua y ácido carbónico que el carbonate de mag- nesia transparente y espático , lo que la diferencia de la misma sal en polvo opaco; y esta variación, en las proporciones de sus prin- cipios, da á esta la propiedad de cristalizar en prismas exaedros, de enorecer al ayre, de disolver en mucho menos agua, y de ser sólido y transparente. Baxo esta forma cristalina, el carbonate de magnesia es á la magnesia efervescente ordinaria y en polvo lo que es el es- pato calcáreo con la greda pulverizada. Asimismo se puede prever que esta sal regular, transparente y sólida se encontrará en la tierra co- mo una especie de espato, por eso se ha hallado después de algunos años el carbonate de barita sólido, cristalizado y baxo la forma espática. CAR 277 Todas estas observaciones sobre la preparación del carbonate de magnesia, y sus diferentes estados, siguiendo la figura pulverulenta ó la cristalina sobre las proporciones diversas de sus principios en estos dos estados, y sobre los procedimientos para obtenerla en uno ó en otro, no son á la verdad indiferentes á la Materia médi- ca , pero se han estimado sin razón como puramente relativas á la Química. En efecto, es muy útil el preparar en los laboratorios de Farmacia uno y otro carbonate de magnesia, ó las des mag- nesias efervescentes. La mas conocida de estas sales, y la que solo se emplea en el dia, sobre todo baxo el nombre de magnesia inglesa, es en polvo sin forma cristalina, y conteniendo los dos quintos de su peso de magnesia pura; la otra , que cristaliza bien en prismas trans- parentes solo contiene de esta la quarta parte de su cantidad. Se ha reconocido por la observación que la magnesia anglicana ocasiona freqüentemente las enfermedades de pesadez, dolores é inflama- ciones de estómago; estos accidentes, que se deben sin la menor du- da á la presencia del ácido carbónico y á su desprendimiento por el ácido, que se halla comunmente en las primeras vias, deben preve- nirse con ej uso de la magnesia pura, como lo ha propuesto Macquer (V.el artículo magnesia.) Pero como esta no se da siempre como absorvente por ser sal terrea, y como se prescribe á menudo para purgar blandamente á las personas irritables y sensibles, se infie- re pues que para satisfacer esta última indicación, se puede usar el carbonate de magnesia, ó la magnesia efervescente. En este últi- mo caso se ha llegado á saber que la magnesia pulverizada se queda con freqiiencia en el estómago , obrando con mucha lentitud, y no produce todo el efecto que se esperaba. Por esta razón Mr. Bu- tini ha propuesto el que se emplee el carbonate de magnesia di- suelto en agua con el auxilio del ácido carbónico. La preparación de esta sal bien cristalizada, que he descrito en este artículo, pro- porciona el medio de evitar una gran parte de aquellos accidentes. Esta sal así dispuesta es mas soluble y mas ligera, pues como con- tiene menos base terrea ó magnesiana, y mas agua baxo esta forma, está menos expuesta á producir pesadeces, inflamaciones, y á dete- nerse largo tiempo en primeras vias. Para reducir á corolarios generales provechosos á la Medicina todas las observaciones que hemos presentado en este artículo, ofre- ceremos aqui los resultados siguientes: i.° que el carbonate de mag- nesia en general no solo se debe prescribir como absorvente, sino también como laxante ó purgante suave: i.° El carbonate de mag- nesia se encuentra en dos estados diferentes con relación á las propor- ciones de sus principios; el uno que se puede llamar carbonate de magnesia no saturada, que es la magnesia anglicana ordinaria, la mjjínesu dulce, efervescente y comun; esta es la que se ha usado 278 CAR hasta el presente; contiene mas magnesia que agua y ácido carbóni- co; está en polvo sin transparencia; y en su forma regular y sin ser casi soluble. Esta es la que tiene uso solamente hasta este tiempo. La otra, á que hemos dado el nombre de carbonate de magnesia saturada, se halla en cristales exáedros transparentes; contiene una quarta parte solo de magnesia; tiene mas sabor, es mas soluble, muy pura, y no puede admitir mezcla de greda y alumbre, como sue- le suceder alguna vez con la magnesia ordinaria del comercio: 3.0 el carbonate de magnesia en general ocasiona freqüentemente enfer- medades dolorilicas, tumefacciones é incomodidades; estos acci- dentes dependen del ácido carbónico desprendido de esta sal por los ácidos de las primeras vias; lo que se puede evitar del todo emplean- do la magnesia pura; pero ella misma los precaverá en gran parte substituyendo al carbonate de magnesia ordinario el de magnesia sa- turada-. 4.0 quando se emplea esta tierra salina como purgante, es indispensable preferir el carbonate de magnesia saturado al que está en polvo ó no saturado , porque está menos cargado de tierra, y es mas soluble: 5.0 tiene sobre el carbonate de magnesia no saturado la ventaja de poder disolverle en agua con el auxilio de un poco del ácido carbónico, y de poder emplearle en agua mineral: 6.° en fin para todos los casos, en que hay necesidad de la magnesia eferves- cente, y que hay absoluta precisión de recurrir á la magnesia pura, se puede mandar con ventaja el carbonate de magnesia saturado y cristalizado, y era útil que los Boticarios preparasen solo esta (V. p.1- ra una completa inteligencia de este artículo los nombres absor- ventes y magnesia.) F. Carbonate de potasa. (Mat méd.) Damos la denominación de carbonate de potasa á una sal neutra, que resulta de la combina- ción saturada del ácido carbónico con la potasa. Algunos Químicos modernos le llaman tartrite mefítico, álcali vegetal aéreo &c. Esta substancia salina, que se ha tenido siempre por el álcali puro, no se ha conocido como una sal neutra hasta después de los trabajos de Mr. Black. Se ha confundido alguna vez baxo el mismo nombre la sal fixa de tártaro, porque esta contiene en efecto una porción de aquella ; pero no se conocia bien. Se reputaba como un álcali porque tenia algunas de las propiedades de estas sales. En efecto, vuelve verde el xarabe de violetas; pero el borrax y otras muchas sales go- zan la misma propiedad; por otra parte, no destruye, ó no debilita el color de las violetas como la potasa pura. Tiene un sabor alcalino, que no se encuentra en el borrax. Se le distinguía solamente del ál- cali y de la sosa por la propiedad que se le atribuía de atraer muy prontamente la humedad del ayre , y de no formar cristales; hume- decida de este modo por el ayre, se llama aceyte de tártaro por deliquio; esta deliquescencia se debe á la porción de potasa cáustica CAR 279 que contiene. Habiendo evaporado Bohnio lentamente á un calor suave el aceyte de tártaro, ha sacado baxo una película salina her- mosos cristales, que se han conservado sin alteración por mas de seis años , aunque expuestos á diferentes temperaturas (disertación fí- sico-química 1666.) Mr. Montet, célebre Químico de Montpe- 11er, que sin duda no conocía el descubrimiento de Bohnio, ha encontrado por su parte un medio para cristalizar la sal fixa de tár- taro (Academia de las Ciencias año 1764, pág. 576.) Pero estos dos procedimientos no hacen mas que separar de la sal fixa de tártaro, que no es mas que una sal perfectamente neutra, la porción de po- tasa saturada del ácido carbónico; la qual es verdaderamente un car- bonate de potasa muy cristalizable , y que no atraía toda la humedad del ayre. Mr. de Chaulnes, que ha trabajado mucho sobre este ob- jeto, preparaba esta sal depositando una disolución de la potasa cáustica, ó cargada de un poco del ácido carbónico, en un sitio donde hubiese mucho de este ácido gaseoso, cerno en lo alto de una cuba de cerveza quando está fermentando. El álcali se ampara de todo el ácido carbónico que puede absorver, y cristaliza regularmente; sus cristales son prismas quadrangulares terminados por pirámides de quatro caras muy cortas. El sabor del carbonate de potasa es urinoso, pero menos fuer- te que el del álcali vegetal cáustico. Esta sal neutra es muy alte- rable al fuego, se funde fácilmente, y se alcaliza con mucha pronti- tud. Si se destila en una retorta , adaptando á esta vasija un recipien- te, y un aparato pneumato-químico al azogue, se saca el agua de cristalización, y su ácido en el estado aeriforme; la potasa se halla en una masa irregular después de esta operación, aunque casi siempre re- tiene una pequeña porcicn de su ácido, que el fuego no puede su- blevar sino con mucha dificultad. Después del análisis de Bergman el carbonate de potasa saturado del ácido dicho y bien cristalizado, que se llama álcali vegetal aéreo, conriene en un quintal veinte partes de ácido, quarenta y ocho de álcali puro, y treinta y dos de agua; pero es necesario observar que los- carbonates parecen ser en general mas susceptibles que las otras sales neutras de contener dosis muy dife- rentes y muy variadas del ácido. Á pesar de esra propiedad, esta sal no tiene jamas cristales regulares; aun quando esté perfectamente sa- turada, se puede reputar como exacto y bastante constante el cálcu- lo propuesto por Bergman. Luego que está bien cristalizado el carbonate de potasa, no ex- perimenta mutación alguna con el ayre; sus cristales permanecen transparentes sin fundirse ni eflorecerse. Como es muy importante y necesario para muchos experimentos el tener esta sal bastante pura, para disfrutar esta propiedad, y para resistir al influxo del ayre hú- medo y seco, se prepara fácilmente, depositando una lexía de po- a8o CAR tasa ordinaria bien pura, blanca , y separada del sulfate de potasa, que regularmente .tiene consigo encima de una cuba de cerveza en una vasija plana, y será mejor menearla con algún instrumento, ó pasándola continuamente de un vaso á otro; se dexará así en contac- to con el ácido carbónico , que se desprende en abundancia durante la fermentación hasta que la lexía haya depositado los cristales her- mosos del carbonate de potasa; ó bien para el uso medicinal se sa- turará una lexía de potasa ordinaria de todo el ácido carbónico , ex- traído de la greda, que pueda absorver; ó se filtrará y evaporará len- tamente en una estufa, ó en un baño de arena, á un calor de veinte y cinco á treinta grados; se cristalizará muy presto en cinco á seis dias, se recogerán los cristales, se filtrarán por un papel de estraza, y se conservarán bien tapados para usarlos. Esta sal se disuelve bien en quatro partes de agua fria; pero necesita menos de ella quando está caliente, para sostenerla en disolución, y al unirse á este fluido oca- siona frialdad. Esta propiedad, que distingue las sales neutras de las simples, caracteriza bastante la diferencia que hay entre el carbonate de potasa y la potasa pura y cáustica; se cristaliza por la evapora- ción lenta, y asimismo espontánea: si la disolución está muy cerca- na , se presenta por la frialdad en una masa irregular, y esto sucede muy freqüentemente en los laboratorios. Puede asimismo servir de fundente á otras tierras vitrificables como la potasa, porque se alca- liza por la acción del fuego perdiendo el ácido carbónico; por otra parte quando se calienta demasiado esta sal mezclada con arena en los crisoles, se observa que en el momento de la vitrificación resulta una fuerte efervescencia ocasionada por el desprendimiento del ácido aeriforme. Este fenómeno comprueba que la tierra silícea no puede unirse con el álcali saturado de este ácido, y que este se desprende en el momento de la combinación vidriosa. Este carácter de eferves- cencia es tan constante , que le propone Bergman, para reconocer en pequeño y por la acción del calor una tierra silícea, que se funde con el carbonate de potasa, y ocasionando un hervor ó efervescencia muy manifiesta, entre tanto que las otras tierras no ofrecen el mis- mo fenómeno. La arcilla no tiene la misma acción sobre el carbonate de potasa, que reduce esta tierra por la fusión en una frita vidriosa, un poco menos que la potasa cáustica; la barite quita á esta sal el ácido car- bónico. La cal la descompone del mismo modo, porque tiene mas afinidad con este ácido que con la potasa. Si se echa el agua de cal en una disolución del carbonate de potasa, se precipita una sal casi insoluble formada por la unión de la cal con el ácido carbónico, y el álcali puro ó cáustico queda disuelto en el agua. Se emplea en la Farmacia esta descomposición para preparar la piedra cáustica, aunque no es mas que el álcali fixo vegetal vuelto caustico por la CAR 281 cal. (V. los artículos álcalis fixos cáusticos, Álcali vegetal cáustico, potasa, piedra de cauterizar.) La magnesia no tie- ne poder sobre el carbonate de potasa, porque dicho álcali fixo tiene mas afinidad con el ácido carbónico que con esta substancia salino- terrosa. Los ácidos sulfúrico, nítrico, muriático &c. descomponen este carbonate, uniéndose al álcali fixo , y desamparando al ácido carbó- nico , el que se separa haciendo efervescencia. Se puede recoger este ácido por encima del agua ó el mercurio; se conoce por los quatro caracteres siguientes: es mas pesado que el ayre atmosférico, apaga las luces, pone colorada la tintura de tornasol, y precipita el agua de cal. El carbonate de potasa descompone las sales amoniacales, y des- prende el amoniaco, con el que se une su ácido carbónico; de la mis- ma manera descompone las sales neutras calcáreas, las magnesianas, las que tienen á la sosa por base, y á aquellas cuya base es de oxides metálicos: todas las materias separadas de los ácidos, á las quales es- taban adheridos, se precipitan combinadas con el ácido carbónico. El carbonate de potasa, aunque mucho menos sabroso y soluble que la potasa pura, facilita sin embargo la disolución de las resinas, de los extractos resinosos, y de las materias animales y vegetales en general. Esta sal es muy abundante en la naturaleza. Se encuentra del todo formada en los vegetales, y se extrae quando se reducen á ceniza los cuerpos orgánicos. Las cenizas de las maderas que se queman en el norte forman la potasa. Pero sobre todo de las heces de uvas quema- das es como se obtiene, y así es la que se vende en el comercio con el nombre de cenizas arenosas. Se prepara también por la detona- ción del nitro con el carbón. Las utilidades del carbonate de potasa son sobradamente conoci- das en las artes. En la Medicina se manda como un fundente muy activo en las obstrucciones del mesenterio y de las demás visceras del vientre en general; pero no se distinguen enteramente todos sus efec- tos útiles, y creemos que su uso se extenderá aun mas algún dia La razón por qué no lo está tanto como era necesario es porque no se ha podido conseguir en su estado de pureza. Por esto se prescribía en al- gún caso, y sobre todo en la hidropesía, en los tumores escrofulo- sos &c.: se preparaba ya por la combustión del tártaro ó por la de las plantas, que daban diferentes sales fixas, como los axenjos, el es- arto y otros, ó sea en fin por la detonación del nitro con el car- ón; pero la sal fixa de tártaro, las sales fixas de los vegetales prepa- rados al modo de Taquenio, el nitro alcalino ó fixo por los carbo- nes daban un álcali dulce é idéntico. Unas veces el producto de estas substancias era casi nulo, y otras era muy enérgico ; de suerte que los TOMO II. NN 282 CAR Médicos no podian tener mucha seguridad en su administración. Es- tas variedades estribaban en el modo como se preparaba. Las sales fixas de las plantas quemadas varían según su naturaleza, la edad de ellas, los terrenos en que se crian y la combustión mas ó menos ade- lantada; contienen mas ó menos álcali vegetal ó potasa vuelta cáusti- ca por el calor, mas ó menos carbonate de potasa unido al primer ál- cali : estas dos sales, variando á cada paso en la proporción mutua, debian influir en los efectos, y producir grandes diferencias; ademas contienen mas ó menos extracto y aceyte no descompuesto según la fuerza y duración del fuego empleado en prepararlos: están mezcla- das con una cantidad mas ó menos grande de sales neutras, como el sulfate de potasa, el muriate de potasa ó de sosa, que alteraban los productos, de modo que los Médicos no sabian verdaderamente lo que administraban. Lo mismo sucede poco mas ó menos con la sal fixa de tártaro y la de nitro fixo por el carbón; aunque estas dos especies de álcalis sean en general mas puros que las sales fixas de las plantas, sin embar- go padecen variación según se preparan y el calor que se les apli- ca , de suerte que no son las mismas en todas las boticas. Después de haber quemado y reducido á ceniza el tartrite mas ó menos, sí las ce- nizas se hacen lexías con mas ó menos agua á diferentes temperatu- ras , si se evapora la lexía con mayor ó menor prontitud; en una pa- labra , si se consigue tal ó qual procedimiento para preparar este ál- cali , se tiene una sal muy diversa de ella misma, y variada por la na- turaleza y cantidades de sus principios. Esta sal es mas ó menos al- calina, mas ó menos combinada con tierra, sulfate de potasa &c. Se- gún el fuego que se emplea, el álcali, que se halla contenido en mas ó menos cáustico, en general es acre , contiene poco ácido carbóni- co , y los Médicos han estado con razón algo temerosos en adminis- trarla: el nitro fixo por los carbones se halla en el mismo caso, aun- que los cuerpos combustibles que se mezclan con el nitro para des- componerla , quemados por medio del ayre vital, desprenden esta sal, y se convierten en ácido carbónico, que se podia combinar con el álcali, y asimismo saturarle: esta combinación no tiene lugar, ni tampoco subsiste, porque se calienta mucho el álcali, y porque el fuego se opone á la fixacion del ácido carbónico, desamparando una parte de aquel que está fixo en la base del nitro. Por eso se ha reputa- do en medicina con razón el nitro fixo como una substancia muy acre, que solo se puede emplear en muy pocos casos, y en donde se debia temer la demasiada energía. Resulta pues de esta exposición que el álcali fixo vegetal, que se ha empleado hasta el presente en medicina, siempre ha estado prepa- rado die manera que jamas es de una misma índole ; que esta sal es en general una mezcla de potasa cáustica y carbonate de potasa, pues CAR 283 las proporciones varían infinito; que una de estas sales es muy poco activa, entre tanto que la otra posee mucha cantidad de acción ; que los efectos de estas preparaciones son muy inciertos por su cantidad, y la naturaleza diversa de las tierras, de las sales neutras, del car- bón y de las materias vegetales que suelen contener. Es muy extraño que los Médicos hayan empleado muy poco lo que llaman hace algu- nos años álcali fixo y ó mas propiamente dicho álcali vegetal, y que no hayan podido jamas determinar las propiedades constantes de es- ta sal para prescribirla. Pero estas dificultades, estas causas de incertidumbre no existen ya después que se ha conocido bien la naturaleza del carbonate de potasa: esta sal saturada del ácido carbónico, preparada del modo que dexamos insinuado, y baxo la forma de cristales regulares, está siempre dotada en todos los lugares y tiempos de virtudes iguales y constantes: se puede emplear sin temer sus efectos en todos los indi- viduos, como sucede con la sal fixa de tártaro, el nitro fixo &c. El sabor de esta sal, bien preparada, es endeble en comparación del ál- cali «fixo, que es en parte cáustico; y por esta razón Black la daba el nombre de álcali suave. Ademas de las propiedades generales de los álcalis, que hemos tra- tado en su respectivo artículo ( V. Álcalis. ), el carbonate de potasa presenta en sus efectos algunas modificaciones, cuyo conocimiento es esencial: generalmente hablando es fundente, incindente, desobstruente; goza de estas qualidades en un grado muy inferior á la potasa pura ó cáustica. Según los Químicos modernos no puede disolver las arenillas de los riñones y la piedra de la vexiga, porque el ácido lírico, que constituye la base de estas concreciones, tiene mas afinidad con la po- tasa que con el ácido carbónico. Aunque todas,estas substancias alcali- nas sean absorventes y adequadas para corregir los agrios ó ácidos de primeras vías,, el carbonate de potasa tiene alguna vez inconveniente quando se intenta satisfacer con él esta indicación. El ácido carbóni- co , que contienen en demasiada abundancia, se desprende en las pri- meras vias, las distiende; y produce-inflaciones, emptos, ventosida- des , náuseas, vómitos , dolores agudos ¿kc. Estos accidentes ya que- dan indicados en la historia del carbonate de magnesia considerado como absorvente. Así es que no se debe administrar como antiáci- do , sino con mucha precaución. La posibilidad de desprender de esta sal el ácido carbónico en las primeras vías ha hecho de algunos años á esta parte su uso bastante freqüente. Se ha propuesto en Inglaterra el producir esta efervescencia en las primeras vias para conducir á todo el sistema absorvente y á las vias urinarias el ácido carbónico, por lo que se ha tenido como un poderoso litontrífico; pero estas ex- periencias, continuadas por algún tiempo, no han manifestado los su- cesos que estaban prometidos. Se sabe que en la fórmula de la poción 284 CAR (5 bebida de Riverio se hacia tomar en muchos casos, particular- mente como cordial, tónica y aperitiva, una mezcla del ácido de limón y del álcali en el momento mismo en que se hacia la efer- vescencia. El vino de Champaña espumante se halla enteramente en las mismas circunstancias con relación al desprendimiento del ácido carbónico. El carbonate de potasa bien neutralizado se puede mandar como un fundente suave y seguro en todas las enfermedades lentas, que de- penden de la inspisitud de los humores blancos, y sobre todo de la linfa en las tumefacciones de las glándulas linfáticas , y en las enfer- medades escrofulosas &c. Es un remedio prodigioso en las obstruccio- nes del mesenterio, del hígado y en las de los intestinos: no se co- nocen aun bien todos los recursos que posee el arte en esta substancia salina, y áquántos males se podrán aplicar. Se sabe que corre fuerte- mente por las orinas; hace mas fácil la expectoración de los esputos viscosos y tenaces, produce los mas prontos y felices efectos en el asma, en el catarro &c. Con su uso se puede esperar el fundir y des- hacer las concreciones biliosas, el detener los progresos de la raqui- tis &c. Su aplicación externa no es menos útil; su disolución en agua mas ó menos concentrada es fundente, incindente, tónica, detersiva &c. Los tumores indolentes, frotados á menudo con esta disolución, se funden y desaparecen poco á poco; las glándulas entumecidas se des- engurgitan y reducen á su estado natural. Las úlceras antiguas, lava- das con una disolución mas ó menos fuerte del carbonate de potasa, se detergen y cicatrizan. La ligera actividad que este vehículo im- prime en el texido mucoso y en las paredes de los vasos absorventes, vuelve á dar el tono y movimiento vital á estas partes quando están muy inertes. De esta acción aumentada depende la supuración de buen carácter; quitando las tumefacciones , los bordes callosos se di- sipan , se caen, y se presenta una superficie viva, que aparenta una lla- ga reciente; la cicatrización se verifica pronta y felizmente. Tal es el bosquejo de las propiedades ventajosas y ciertamente aun muy poco conocidas del carbonate de potasa neutralizado y bien preparado. La experiencia, los tiempos, y sobre todo los nuevos adelantamientos en la Medicina, en que los Médicos venideros esta- rán ya instruidos, por tener un conocimiento mas profundo de la Quí- mica y de sus preparaciones hechas con escrupulosidad, aclararán to- das estas ideas, que casi están solo bosquejadas, y colocarán al car- bonate de potasa en el número de los medicamentos mas eficaces y útiles que se pueden ordenar en un gran número de enfermedades lentas, pues las causas, los accidentes y la curación no están aun ex- presadas uniformemente. F. carbonate de sosa. (Mat. Méd.) Se dice de esta sal neutra lo CAR 285 mismo que de la precedente. Se reputaba alguna vez como un álcali; pero en el dia se sabe que es una combinación del ácido carbónico con el álcali mineral. Según parece esta sal, que los antiguos llamaban natrum, se llama comunmente en las boticas sal de sosa y porque se saca bastante pura y bien cristalizada, evaporando una lexía de la sosa del comercio. Por esta razón distinguían alguna vez el álcali ma- rino ó mineral del álcali fixo vegetal por su propiedad de cristalizar y de efiorescerse, lo que dependía de q¡ge está enteramente saturada del ácido carbónico la sosa ordinaria, supuesto que ella requiere me- nos cantidad que la potasa para su saturación. El carbonate de sosa tiene un sabor alcalino, reverdece el xarabe de violeta, pero sin mudar el color como lo hace la sosa cáustica. Su sabor es urinoso, pero no quemante, y mucho menos fuerte que el del álcali mineral cáustico ó de la sosa pura. Esta sal es naturalmente mas pura que el carbonate de potasa, pues hace mucho tiempo que se conocia en ella la propiedad de cristalizarse; la que tomada en general distingue las sales neutras de las simples: debido á que casi siempre contiene la cantidad de ácido carbónico necesaria para su saturación y cristalización. Esta sal neutra cristalizada presenta inme- diatamente láminas romboydeas, aplicadas obliquamente las unas so- bre las otras, de suerte que parece que están sobrepuestas como las te- jas. Si se la hace cristalizar con lentitud, pierde la forma de octae- dros romboydeos, pues las pirámides son como truncadas muy cer- ca de su base: estos cristales son sólidos, decaedros, que tienen dos ángulos agudos y dos obtusos. Esta sal se funde generalmente con mas facilidad que el carbonate de potasa; por eso se emplea en los hornos de vidrio con preferencia á este último. Pierde la mayor parte de su ácido por la acción del ca- lor; pero retiene siempre un poco de él. Bergman ha hallado, me- diante una análisis exacta, que cien partes de carbonate de sosa, que se llama álcali mineral ayreado, contienen diez y seis partes de áci- do, veinte de álcali y sesenta y quatro de agua; de suerte que la so- sa requiere mas ácido carbónico para estar saturada que la potasa, y retiene en sus cristales un tanto mas de agua: á esta gran cantidad de agua debe el carbonate de sosa su cristalización mas fácil y regular, y su eflorescencia. El carbonate de sosa es mas soluble que el de pota- sa; se disuelve en dos partes de agua fria y en una de agua hirvien- do; se cristaliza con la frialdad; pero la evaporación lenta produce cristales mucho mas regulares. Esta sal, expuesta al ayre, se con- vierte muy fácilmente en polvo, perdiendo su agua de cristalización, ue el ayre subleva; pero no se altera por esta eflorescencia. Se pue- e restituir su forma primitiva disolviéndola en agua y volviéndola á cristalizar. Esta sal facilita mucho la fusión de las tierras vitrificables, y for- a86 CAR ma un vidrio menos alterable que aquel en que entra el carbonate de potasa; así es que la prefieren en los hornos de vidrio. Se ha observa- do que la arena, uniéndose á esta sal, desampara el ácido carbónico, que se marcha con una efervescencia bien sensible como hemos vis- to con el carbonate de potasa. No tiene mas poder sobre la arcilla que esta última. La barita, así como también la cal en su disolución, descompone el carbonate de sosa, como lo hacen sobre el de potasa, y constituyen el álcali minei^l ó la sosa pura y cáustica. Quando se executa una disolución de esta sal en el agua de cal produce un pre- cipitado , lo que no sucede con la sosa cáustica. Quando se ha querido obtener esta última sal en dicho estado para algunos ensayos delica- dos de química es necesario recurrir al procedimiento que hemos des- crito en los artículos sosa y potasa. El carbonate de sosa se des- compone como el de potasa por los ácidos sulfúrico, nítrico, muriá- tico &c. Se puede obtener el ácido carbónico recibiéndole en una campana llena de agua ó de mercurio. Esta sal existe toda ya formada en la superficie de la tierra en Egip- to &c. Se encuentra también en las cenizas de las plantas marinas; pero esta no contiene todo el ácido al que puede estar unida. Para sacarla mas perfectamente neutra se mezcla con el ácido carbónico, sea agi- tándola en una cuba en el acto de la fermentación, sea recibiendo en su disolución el ácido carbónico desprendido de la greda á beneficio del ácido sulfúrico. Aun se prepara impregnando ¡las paredes de un va- so que contenga una disolución de sosa, ó echando en este vaso el ácido carbónico; se le cubre con un pellejo humedecido, y poco des- pués de algunas horas está ya hecha la combinación; la vexiga se hunde á causa de que se forma en la vasija, y la sal neutra se depo- sita en cristales regulares sobre las paredes de ella. Pero esta última operación es mas adequada para demostrar la na- turaleza y la composición que para preparar las cantidades suficien- tes para sus usos. Para este último objeto se toma una lexía de buena sosa hecha en frío., se la dexa algunos dias expuesta al ayre para ve- rificar la precipitación de la tierra; en seguida se filtra, y se evapora en una estufa, después se guardan los cristales, que se obtienen por esta operación en un vaso bien tapado para precaver la eflorescen- cia. El carbonate de sosa se mezcla con mucha freqiiencia con la sal marina ó muriate de sosa, que se encuentra muy abundante en la sosa del comercio. Aunque esta sal neutra no sea dañosa á los usos á que está destinado el carbonate de sosa en la Medicina, su continuación con esta última tiene el inconveniente dedisminuir su energía, haciendo una porción de su peso total de sal alcalina que se prescribe. Si se aña- de á este obstáculo el de no saber por lo regular la proporción de la mezcla, se concibe lo difícil que es el distinguir bien las virtudes del remedio alcalino y fundente que se emplea. Es pues esencial el purifi- CAR 287 car el carbonate de sosa; y he aquí las precauciones que es necesario tomar para esto. Se formará una lexía de sosa escogida con igual par- te de agua destilada ó de rio fria, empleando en esta pequeña canti- dad de agua, pues una parte quedará en la porción insoluble , la so- sa cáustica y el carbonate de sosa, que son mas solubles que el mu- ríate de sosa y que las otras sales neutras que se hallan en la sosa del comercio; se disolverán casi solas; se la saturará de todo el ácido car- bónico que pueda absorver; se permitirá el dexar depositar la tier- ra ó las sales de base terrea, que contienen por muchos dias en una vasija de vidrio expuesta al ayre, se filtra segunda vez, y se eva- pora lentamente en una vasija como nosotros hemos dicho. Si contie- ne sal marina, se cuidará de quitarla , separando las películas que se formarán á la superficie de líquido; se continuará esta separación has- ta que no se vea mas que pequeños cubos; se juntan en lo alto de la disolución; después continuará una evaporación lenta , se levantan los cristales romboydeos del carbonate de sosa á medida que se aposan; y se custodian cuidadosamente , después de haberlos hecho filtrar por un papel de estraza, y de secarlos prontamente á la estufa. Esta sal así preparada no contendrá nada de sal marina, ó si algunos cubos tie- nen en mezcla los cristales de carbonate de sosa, será al menos en tan pequeña cantidad, que no podrá influir sensiblemente en sus propie- dades. El carbonate de sosa disfruta las mismas virtudes, y con corta diferencia se puede prescribir para los mismos usos, y satisface las mismas indicaciones que el carbonate de potasa. Es como este último fundente , incindente, diurético, bechico, aperitivo y alterante. Con- viene en las estancaciones de las visceras del vientre, en las obstruc- ciones , hidropesías, catarros, asma húmeda, concreciones &c.; en los endurecimientos de las visceras débiles, en la raquitis, virus es- crofuloso , tumores glandulosos frios, edemas &c. Se puede mandar interior y exteriormente: no se sabe aun con certeza todos los casos en que se puede emplear con utilidad, y todos los recursos que pres- tará en las enfermedades crónicas. Tiene asimismo la ventaja sobre el carbonate de potasa, que es mas sencillo en su preparación y cons- tantemente mas puro que este último..... Debemos añadir que quan- do se prescribe como fundente, es muy importante usarlo transpa- rente , cristalizado y no eflorescente, porque en este último caso, como contiene mucha menos agua que ayre, no se puede volver con eflo- rescencia quando se administre, pues en una dosis qualquiera se da real- mente una cantidad mas abundante de sal alcalina. Se vuelve á recor- dar, para mejor concebir este aserto, que cien partes de carbonate de sosa cristalizado consta de sesenta y quatro partes de agua, y que ne- cesita perder mas de una tercera parte para efiorescerse. Esta observa- ción es aplicable á todas las sales dispuestas á la eflorescencia: ella com- 288 CAR prueba también que otras muchas conocidas déla misma índole, que se tratarán en varios artículos de este Diccionario , haciendo ver que los conocimientos exactos de la Química son necesarios á la Materia médica, y que con ellos se pueden evitar en la administración de los remedios, y en la prescripción de las fórmulas muchos errores. F. CARBONATES. (Mat. Méd.) Los carbonates son en la nue- va nomenclatura unas sales neutras formadas por el ácido carbónico unido á diferentes bases terreas, salinas y metálicas. Después que se han conocido las propiedades y la naturaleza de dicho ácido estas sales neutras se encuentran en gran parte en la naturaleza misma; es- tan situadas entre las tierras, piedras, álcalis y la cal ú oxides metáli- cos. Se les atribuía las mas veces como carácter general la propie- dad de hacer efervescencia con los ácidos minerales: este carácter es la demostración de la existencia del ácido carbónico y de la ín- dole salíno-neutra de estas substancias. El fuego desembaraza ó qui- ta el ácido de todas estas sales, esto es, por la calcinación, y con- siguientemente por el desprendimiento del ácido carbónico debido al influxo del calor, se prepara la cal viva de todas las materias calcá- reas en general. Como la base de estas últimas es siempre la misma, la propiedad mas general en Medicina es el ser antiácida ó absor- vente; y así es que debilita el ácido que le satura, executándolo con facilidad en todos los demás ácidos, y en particular en aquellos que se forman en las primeras vias; pero todos los carbonates que se emplean en medicina, siendo de bases muy diferentes, no son to- dos igualmente absorventes, ni reúnen las propiedades de aquellos, gozando de qualidades enteramente diversas. Así es que los car- bonates de amoniaco, de potasa y de sosa, ademas de ser fuertes absorventes y antiácidos, son también incindentes y absorventes. El carbonate de hierro es tónico y aperitivo; el de mercurio fun- dente y antivenéreo; el de zinc antiespasmódico; el de cobre y plomo son venenosos, y todos los carbonates metálicos no son mas que absorventes. El carbonate de magnesia, que goza de esta úl- tima propiedad, es al mismo tiempo purgante. Es muy importante el distinguir bien cada una de estas sales, y nosotros hemos presenta- do las propiedades químicas y medicinales en los artículos particu- lares. F. CARBÓNICO. (Mat. Méd.) Se da en el dia el nombre de áci- do carbónico al ácido gaseoso, descubierto después de quince años, y bien conocido de unos quatro ó cinco á esta parte, y al que su- cesivamente se le ha llamado ayre fixo y ayre fixadoy ácido ayrea- do y ácido mefítico y ácido gredoso. El último le hemos adoptado en razón de la composición de este ácido formado del carbono y del oxígeno. Hemos hablado ya de sus propiedades medicinales y de sus Usos en la palabra ácidos. F, CAR 289 CARBONO ó CARBÓN PURO. (Med. Práct.y Mat.Méd.) Los Químicos modernos llaman carbono á la substancia pura y com- bustible del carbón, desprendida y libre de todo lo que se puede hallar de extraño como la tierra y las sales que entran en la com- binación del ácido carbónico; esta tierra es la base radical de di- cho ácido como el azufre lo es del ácido sulfúrico, el ázoe del áci- do nítrico, y el fósforo lo es del ácido fosfórico. Este nombre es pues muy adequado para distinguir la materia pura del carbón de la de este último cuerpo entero, como se usa en las necesidades de la vida; en este último estado efectivamente el carbón contiene tier- ras y substancias salinas (V. carbón.) La combustión descompone el carbón comun y separa las materias que le componen, provinien- do de los leños medio quemados: el oxígeno atmosférico aparta y disuelve el carbono; en esta separación es en la que consiste la com- bustión de él; á proporción que se separan las tierras y las sa- les viéndose libres, se forman los residuos ó cenizas. Esta consi- deración del carbono como separado y puro no debe ser indife- rente al Médico; este principio , que reputamos como un ser simple, porque hasta ahora no se ha sabido descomponer, forma una de las bases de las materias organizadas vegetales y animales. Luego que esté mas adelantada la análisis de estas substancias, se conocerá me- jor qué influxo tiene el carbono en la descomposición y alteracio- nes, pues no se puede dudar que estas mutaciones influyen sobre Ia^ naturaleza íntima de estas materias, resintiéndose de ello los principios, poniendo á descubierto algunos de ellos, y que las mu- danzas morbíficas no consisten freqüentemente en mas que la pro- porción variada de algunos de estos principios. Es difícil que se lleguen á descubrir algunas alteraciones particulares siendo dudosas en ciertas enfermedades, por exemplo, la abundancia de carbono en la sangre, ó en otros humores. Se sabe al presente que en el acto de la respiración, el ayre vital quita de lo interior de los pulmones una cantidad bastante considerable de carbono, pues él se con- vierte en ácido carbónico, lo que comprueba que este ácido no se puede formar sin la unión de la base combustible del carbón. Se co- nocerá pues mejor después de esto la relación de los fenómenos de la respiración con los de las enfermedades luego que se preste aten- apn á ver el ayre que sale de los pulmones quando están enfermos, la cantidad de ácido carbónico que contienen, y la correspondencia que hay en el ayre espirado en este estado , con el que se expele en el de salud. Estas experiencias hechas prontamente en diferentes hom- bres sanos sobre el estado y naturaleza del ayre espirado, compara- das con la amplitud del pecho, con la freqiiencia del pulso, la esta- tura, tiempos de inspiraciones y espiraciones, y con la cantidad de ayre que entra en los pulmones en cada uno de los primeros movi- tomo 11. QO 2Q0 CAR mientos, manifestarán al instante los resultados que no se preveían antes, ni su importancia. Estos primeros trabajos seguidos con cons- tancia durante todo el tiempo necesario, conducirán á investigar to- do lo que sea necesario emprender útilmente sobre estos mismos fe- nómenos morbosos; se reconocerá también la diferencia de efectos de la respiración en las afecciones inflamatorias, en las crónicas, en las catarrales, en las de los pulmones, en las pútridas, y en general en las que son acompañadas de calor, de sequedad y celeridad en el pulso, comparadas con los males, que tienen por síntomas princi- pales una sensación de frió, debilidad del pulso, y exceso de Mui- dos blancos. He aquí el bosquejo de uno de los proyectos mas in- teresantes y útiles á la Medicina, y en donde la Química moderna sola podrá proveer de ideas... Alguna otra parte de la Medicina debia aun adelantar mucho mas con el examen del carbono. La Materia médica no ha conside- rado aun la acción de los medicamentos, después que se sabe la pro- porción de sus principios. Esto es aplicable á los remedios sacados de los vegetales ó de los animales; el carbono hace una de las bases de ellos; su proporción y su estado influyen ciertamente sobre sus pro- piedades medicinales. Esta ciencia no posee todavía satisfactoria- mente estos conocimientos según conviene, y así dirán los Profeso- res, ¿cómo es que un cuerpo insípido, inerte y como terreo pueda considerarse como medicamento, influyendo en las propiedades de las substancias, de que forma parte? No hay á la verdad respuesta alguna para esta pregunta. ¿ Por qué este cuerpo, que tiene tanta afi- nidad con los álcalis, que tan fácilmente absorve el gas hidrógeno, no goza poder alguno sobre la economía animal? ¿quién podrá prever lo que esta ciencia descubrirá algun dia sobre este objeto? Nos remitimos á la palabra carbón, en donde expondremos lo que resta sobre este particular. F. CARBUNCO ó CARBUNCLO. (Cir.) £E1 carbunco, llama- do también autarax, es un tumor de color roxo obscuro, duro, re- dondo, un poco elevado en punta, inmóvil, acompañado de un do- lor vivo, y de algun calor, con una pústula en medio, que las mas veces se convierte en una costra negra ú obscura, como si se hubiese aplicado en ella un hierro encendido. Esta enfermedad pocas veces es enteramente idiopática: los autores han hablado de ella como de un síntoma muy comun en las enfermedades pestilenciales (V. peste.); y quando no se considera como efecto de la peste, se,halla acompa- ñada de los mismos síntomas, que caracterizan la calentura pútrida. Sin embago, al principio el carbunco se anuncia por síntomas, que tienen semejanza á los de una calentura inflamatoria; pero lo mas co- mun es que el enfermo experimente en el instante de la invasión temblores, ansiedades, postración de fuerzas, desfallecimiento&c. CAR 291 En general, lo primero que sienten los enfermos quando el car- bunco va á manifestarse, es un gran calor y un dolor vivo; á la vis- ta no se manifiesta mas que un tumorcito cuya base es mas ancha; si se examina con los dedos se halla un tumor circunscripto muy pro- fundo y duro, el qual se pone inmediatamente de color roxo muy obscuro en medio, pero mas pálido en la circunferencia; en lo mas elevado se forma como un botón, ó mas bien una ampollita que pica y obliga al enfermo á rascarse; este frotamiento produce la abertura y salida de un líquido ¡coroso en lugar de pus; algunas veces se pre- sentan muchos botones ó vexiguillas cuyo fondo parece gangrenoso. Quando el enfermo se manifiesta con los caracteres de calentura pú- trida se halla una rigidez considerable en las partes vecinas del sitio del carbunco; la inquietud es extrema, el color pálido, la lengua al- gunas veces blanca, y otras de un roxo obscuro, pero húmeda; el pulso débil y pequeño; la orina unas veces es abundante y clara, y otras turbia; por lo regular el enfermo siente dolor de cabeza ó vér- tigos , con una vigilia constante, y algunas veces hay delirio, expe- rimentando alternativamente calosfríos y sudores, que muchas veces son coliquativos; en una palabra, se halla con todos los síntomas de putrefacción. (V. calentura pútrida.) El principal sitio que ocupa el carbunco es el texido celular, y sucede con esta enfermedad como con las gangrenas, que no se pue- de juzgar siempre de la extensión y estragos por la apariencia de los tegumentos, porque muchas veces ocupa mucho sitio deba- xo de la piel sin afectarla. Qualquiera que sea la extensión de la su- perficie que ocupa esta enfermedad, todas las partes que comprehen- de se destruyen sin que puedan executar sus respectivas funciones. El carbunco por lo regular nunca se supura bien, y quando no termina por una mortificación completa de las partes que ocupa, la separación de la escara se hace con un desprendimiento de materias icorosas muy fétidas. Este tumor es algunas veces solitario, y de una grande ex- tensión; pero lo mas comun es manifestarse en varios sitios del cuer- po como los diviesos; quando es un síntoma de la peste está acom- pañado de bubones pestilenciales. Se les ha distinguido comunmente en carbuncos benignos y malignos; pero esta distinción es mas bien relativa al grado de intensidad de la enfermedad que á ninguna di- ferencia específica. El pronóstico de esta enfermedad, cuyas conseqüencias siempre son temibles, se fundará precisamente con arreglo á la extensión del tumor, su situación, y el mayor ó menor número de carbuncos que se manifiesten á un mismo tiempo, como también según el estado de salud que disfrutaba el enfermo antes de esta enfermedad, con todo lo qual se puede formar juicio del éxito del carbunco. No nos de- tendremos en el tratamiento general de esta enfermedad, porque nos 292 CAR referimos al artículo gangrena y al de calentura tútrida; y solo nos contentaremos con hacer algunas observaciones sobre el tratamiento exterior, según lo hace Mr. Luis. Los socorros quirúr- gicos consisten en la aplicación de remedios capaces de resistir á la putrefacción. (V. gangrena.), y procurar la caida de la escara. (con los fuertes supurantes ckc.) Si el carbunco se resiste á estos re- medios , se emplea el cauterio actual para limitar sus progresos; des- pués de haber quemado hasta lo vivo , es necesario escarificar pro- fundamente la escara , por poco considerable que sea; después se in- tentará determinar la supuración por los digestivos mas activos: se ha recomendado para este efecto el ungüento egipciaco &c] CARCINOMA. Sinónimo de cáncer, palabra griega que signi- fica cangrejo. (V. cáncer.) CÁRDENAS. (Juan de) (Biog.) Lo único que se sabe de este autor es que escribió del chocolate, qué provechos haga, y si es be- bida saludable ó no. México 1609. CARDENILLO. (Mat. Méd.) Es una sal metálica ú oxide de cobre formado por la combinación de este metal y el ácido de vi- nagre. Se conocen bastante, los efectos perniciosos de esta cal metá- lica tomada interiormente (V. cólico.), y casi solo se usa para los medicamentos externos, aunque se ha intentado su uso interior para las escrófulas y epilepsia; pero no se ha generalizado esta práctica, ó por mejor decir se ha proscrito por perniciosa. Como es una subs- tancia ligeramente escarótica, se sirve la Cirugía de ella para deter- ger y fundir las úlceras fungosas mezclándose en polvo en los diges- tivos, los colirios, y en otras preparaciones farmacéuticas, como el bálsamo verde, el ungüento egipciaco, el emplasto de isis &c. CARDIAS ó BOCA CARDIACA. (Anat.) Se da este nom- bre al orificio superior del estómago por donde entran los alimentos que se conducen el estómago. (V. este artículo.) CARDIACOS. (Mat. Méd.) El nombre cardiacos traducido literalmente del tetincardiaca, y sinónimo del de cordiales, parece no significa absolutamente una misma cosa, y tiene una etimología griega. Son unos remedios capaces de reanimar, y de volver mas fuer- tes y freqüentes los movimientos del corazón. Se conocian antigua- mente en Francia baxo la denominación de cordiales. (Véase esta palabra.) F. CARDIALGÍA. ( Med.) Es una sensación incómoda en el es- tómago con desfallecimiento, que amenaza al enfermo un síncope; constituye el género veinte de la clase séptima de dolores de la No- sología de Sauvages. (V. el artículo de la clase.) CARDITIS. (Med.) Es la inflamación del corazón. (V. el gé- nero veinte y uno de la clase tercera de inflamaciones.) CARDÓ SANTO. (Mat. Méd.) La semilla y otras partes del CAR 2p3 cardo santo, ó centaura benedicta de Linneo y se han empleado desde la mas remota antigüedad, y se ha sostenido siempre su repu- tación entre la mayor parte de los Prácticos; pero sin duda han exa- minado poco su modo de obrar, empleando solamente esta planta sin examinar sus virtudes. Lo cierto es que faltan los principios para que este vegetal tenga bs propiedades que se suponen; pues ni es aromático ni estimulante; suministra muy poco aceyte esencial; su agua destilada no tiene ningún aroma; pero la práctica tradicional hace únicamente que entre esta planta con las demás de que se hacen las tisanas y cocimientos sudoríficos que se emplean en las calenturas eruptivas, pútridas &c. Se usa su semilla en polvo en la dosis de un escrúpulo ó media dracma en una bebida apropiada ó en algun elec- tuario &c. R. CARIES. (Cir.) * Es la solución de continuidad en un hueso acompañada de pérdida de substancia, producida por un humor acre de color como roxo. Esta enfermedad es una especie de corrupción ó putrefacción particular en las partes duras ó huesosas del cuerpo , en donde produce el mismo efecto que la gangrena, ó la mortificación en las partes blandas ó carnosas; ó como se explican otros auto- res hace lo que en las partes blandas el absceso ó la úlcera. (Véase GANGRENA, MORTIFICACIÓN, ABSCESO, ULCERA.) La caries proviene de la afluencia ó contacto continuo de humo- res viciosos sobre el hueso, ó por la acrimonia de estos humores, por las fracturas, contusiones, úlceras, mal venéreo, medicamentos cor- rosivos, ó por haber estado el hueso mucho tiempo despojado de carne y expuesto al ayre exterior &c. Los remedios que comunmente se aplican á la caries son las tin- turas del euforbio, de mirra y áloes, ó las mismas substancias pul- verizadas con una adición de lirios, de aristoloquia, de genciana &c. Después de haber hecho uso de la tintura se ponen sobreseí hueso una planchuela impregnada de las mismas substancias pulverizadas. También se aplica freqüentemente con buen suceso en el hueso ca- riado el cauterio actual, aplicándole metido en un cañoncito para no lastimar las partes vecina*-. (V. cauterio) Los Anatómicos al disecar los cuerpos hallan no pocas veces huesos cariados, especialmente los de las quixadas, de las piernas &c, y sin embargo vivían las personas sin sospecharse nada ni sentir mal alguno. Quando las caries provienen de un virus venéreo escorbútico, escrofuloso &c., es preciso destruir la causa antes de emplear los re- medios locales, que sean capaces de producir la exfoliación (V. ex- foliación. Las caries son incurables quando hay carcoma ó corrup- ción completa del hueso, en cuyo caso es preciso cortar el miembro. La caries de los huesos del cráneo obliga freqüentemente á execu- 294 CAR tar la operación del trépano con coronas de varias formas, como legras, sierras &c... La caries de los dientes causa dolores vivos que no cesan por lo regular hasta que se 'sacan. (V. odontalgia, y MAL DE DIENTES.) * CARMINANTES. (Mat. Méd.) Se llaman carminantes á los remedios propios para calmar los dolores que produce el ayre, ó al- gun fluido aeriforme existente en las primeras vias; y como propor- cionan freqüentemente la salida de estos fluidos, se les ha dado tam- bién el nombre áefisagogos. En un gran número de enfermedades, y principalmente en las afecciones histéricas é hipocondriacas, es en donde estos medicamentos hacen desprender de las primeras vias un fluido aeriforme, que por lo regular es una mezcla gredosa y gas inflamable. Casi siempre se produce esta formación de gases por la detención de las materias alimenticias en estos órganos; por lo co- mun á esta producción del ayre ó fluido gaseoso se añade una con- tracción espasmódica en algun punto del canal intestinal; y entonces enrarecido el fluido aeriforme, dilata estas visceras membranosas y. sensibles, causando dolores mas ó menos vivos, que solo se disipan con la salida de dichos fluidos. Ocurre también alguna vez que las visce- ras destinadas á la digestión, muy débiles, no pueden obrar con bastante fuerza .en los alimentos, y entonces estos fermentan y dan lugar al desprendimiento de los fluidos elásticos, que ocasionan los mismos síntomas que en el caso anterior. En fin, está demostrado por la observación, que estos fluidos una vez sueltos pueden meterse por las celdillas del texido celular, que están siempre abiertas, y penetrar hasta los intersticios de los músculos, y asimismo debaxo de la piel. Tal suele ser el origen de la mayor parte de dolores va- gos que experimentan los hipocondriacos é histéricos. En todos estos casos la práctica ha enseñado que las substancias aromáticas y calien- tes disipan los dolores, y favorecen la salida de los fluidos gaseosos. Se colocan ordinariamente en esta clase de remedios los siguien- tes: las raices del lirio, de angélica, el cálamo verdadero, las hojas de botris, de abrótano, de estragón, de tanaceto y de yerbabue- na &c. &c.; las flores de manzanilla, salvia, naranja, saúco, la pi- mienta, el clavo, las cubebas, el cardamomo, el anis, el cilantro, el comino, los vinos amargos y los espirituosos &c. &c. El modo de obrar que tienen todos estos remedios es dando tono á las fibras muy floxas, calmando el expasmo de los nervios del estómago y de los intestinos, y así es como los carminantes destruyen los dolores que causa el desprendimiento , y la espulsion del ayre: á estos efec- tos regularmente se sigue la salida de los fluidos aeriformes por el ano ó por la boca. Alguna vez los anodinos ó calmantes producen el mismo efecto. Es necesario teñen cuidado con la administración de, los carminantes aromáticos, no darlos en grandes dosis, porque como CAR 295 estos remedios son al mismo tiempo estimulantes y calefacientes, pueden en muchos casos aumentar la enfermedad en lugar de des- truirla. Nosotros añadiremos á estas nociones generales el que puede encontrarse una clase nueva de carminantes ó remedios apropiados para calmar los dolores producidos por la existencia de fluidos elás- ticos en nuestros órganos, y por la dilatación de sus paredes. Esta nueva clase comprehende las substancias capaces de absorver y de rixar los fluidos elásticos; por tanto si la dilatación del estómago y de los intestinos se debia á un gas ácido carbónico, el agua de cal, los álcalis fixos, y el amoniaco puro mezclado con bastante cantidad de agua para que no obren su acritud y su energía cáustica, serian ciertamente capaces de disipar con prontitud todos los accidentes ocasionados por las ventosidades. Sin duda los licores y bebidas que contienen el álcali volátil cáustico obran de este modo; pero estos remedios no podrán emplearse útilmente sino en caso en que es- tuviésemos seguros de la presencia del ácido carbónico en las prime- ras vias, como en las ventosidades, que se siguen por el uso y de- tención de alimentos vegetales en el estómago, de los farinosos, de los licores fermentados muy picantes, de los vinos espumantes &c. En los casos en que los intestinos están dilatados por un gas inflama- ble, no convendrá de ningún modo este método. Nosotros añadiremos á estas descripciones las que se hallan en la obra moderna de Desbois; la qual, aunque incompleta en la parte de la Materia médica, que trata de la historia natural y de las pro- piedades químicas de los medicamentos, es mas rica que otras de este género con respecto al uso medicinal, y los casos particulares, en que pueden emplearse con utilidad los remedios. Los carminantes son unos medicamentos que se prescriben en las enfermedades de ayre, y que calman como por encanto, carmen y los dolores acer- bos, de que freqüentemente están acompañados. Estos males reco- nocen freqüentemente por causa la relaxacion del canal intestinal luego que la debilidad de las primeras vias no permite el que se ha- gan buenas digestiones, y se opone de este modo á la nueva com- binación del ayre que se desprende durante se efectúan aquellas; en- tonces los tónicos y los estomacales son los mejores carminantes. Tero hoy que las enfermedades nerviosas son mas freqüentes que nunca, acontece muy á menudo que una constricción espasmódica detiene el paso del ayre, el que acumulándose produce dolores mas ó menos vivos, y esta es 11 razón por qué los antiespasmódiecs son también carminantes. Alguna vez las enfermedades ventosas son oca- sionadas por una irritación general, que se encuentra con algun flo- gosis mas ó menos fuerte, como se verifica en las calenturas biliosas y en las pútridas, que siempre vienen con meteorismo, y alguna vez 2c¡6 CAR con timpanitis. En este caso los antipútridos, los ácidos vegetales bien dilatados &c. son los carminantes que se deben administrar. l.° Raices carminativas. Las raices carminativas mas recomen- dadas son las de angélica, de las que hemos hablado en su artículo: 2.° las hojas carminativas son la mayor parte de las plantas tónicas, como los axenjos, el abrótano &c., que son en efecto excelentes carminativos, quando las enfermedades de ayre dependen de rela- xacion, ó existen sin calentura (V. tónicos): 3.0 las flores carmi- nativas son las de centaura menor y de manzanilla, que se deben co- locar entre los mejores carminativos, siendo tónicas, amargas y an- tiespasmódicas; así es que entran en la mayor parte de preparacio- nes de esta especie. En los cocimientos de estas plantas se mojan unos paños, con los que se fomenta el abdomen; estos cocimientos se usan también para lavar las partes enfermas, y al mismo tiempo se toman interiormente. Pero por lo regular se suele mandar en las enfermedades ventosas el aceyte esencial de estas plantas, como un buen medio para corregir los desórdenes ocasionados por las ventosidades &c: 4.° las semillas carminativas se recogen de las plantas ombelliferas, como el eneldo, comino, cilantro, anis, hinojo &c. Todas estas se- millas son muy aromáticas, amargas al paladar, y sueltan un aceyte esencial muy fuerte. Entran en casi todas las preparaciones carmina- tivas, en los fomentos, lavativas y bebidas; la dosis es de una drac- ma á dracma y media en infusión en media azumbre de agua, ó en un quartillo de vino. Los polvos se usan también en la dosis de me- dia dracma ó de una incorporados con otros medicamentos; pero el aceyte esencial es la parte de estas semillas, que poseen mas alto grado la virtud carminante; por eso se recomienda particularmente en los dolores flatulentos muy vehementes; en este caso se prefiere el de anis, cuya dosis es como de diez, doce ó quince gotas en qua- tro ó cinco onzas de vehículo. Pondremos aquí, por exemplo, una buena poción carminativa: ty. agua de yerbabuena cinco ó seis onzas, aceyte esencial de anis triturado con un poco de azúcar diez ó doce gotas, éter veinte go- tas , licor de Hoffman media ó una dracma. Se tapa bien el remedio, y se toma de hora en hora una cucharada de esta mezcla. Las esencias carminativas no convienen quando las ventosidades están acompañadas de inflamación ; pero son muy útiles quando pro- vienen de la materia de la transpiración introducida en los intestinos, porque pasa al mismo tiempo á la piel. Por esta razón obran también como antiespasmódicos, siendo útilísimas en muchas calenturas ma- lignas ó nerviosas. Los aceytes esenciales de las semillas carminativas se emplean como sudoríficos en los envenenamientos por el arséni- co , ú otro veneno metálico, y también vegetal, quando han pasado alas segundas vias, para expelerlos por sudor. Estos aceytes son CAR 297 también antiespasmódlcos: yo los he dado solos en bebidas aquosas para el hipo y los vómitos espasmódicos ocasionados por una materia metálica muy fixa y adherida , y no me han surtido malos efectos. Hemos examinado ya muchos xugos carminativos; pero el mejor es el asa-fétida, la que se prescribe quando el desprendimiento del ayre es considerable, y existe después de un cierto tiempo, como en la timpanitis. Entonces obra como antiespasmódica, dando tono al canal intestinal, fortaleciéndole para que se rehaga él mismo, y expela la flatulencia. Se une ventajosamente con el láudano seco, formando bolos, dando de doce á veinte y quatro granos por dia, con uno ó dos del láudano, ó se divide todo en tres partes, dando una por la mañana, otra al medio dia y otra por la noche. Entre las prepa- raciones farmacéuticas carminativas la mas estimada es el espíritu car- minativo de Silvio, que se dispone infundiendo muchas substancias carminativas en espíritu de vino. Este remedio es muy bueno, y se da en la dosis de media á una dracma con cinco ó seis onzas de una bebida adequada. F. C ARMÓN A (Juan de) (Biogr.), Médico y Filósofo Sevilla- no. Publicó An Astrologia sit Mediéis necessaria. Praxim uti- lissinum, ac ad curandamy cognoscendamque pestilentiam appri- tne nccessariam: sive de peste et febribus cum puncticulis, vulgo tabardillo, adversum Joannem Fragosum, qui negaverat pesti- lentes es se hujusmodi fiebres. Sevilla 1590, 8.°, segunda edición. CARNES DE ANIMALES. (Mat. Méd.) Las carnes délos animales de todas clases y edades debian conocer exactamente los Mé- dicos por el uso tan freqüente que de ellas hacen como medica- mentos restaurantes, cuyo conocimiento es útil también para la hi- giene. Esta parte del cuerpo animal consiste principalmente en el te- xido de los músculos: es verdad que en los usos de la vida se con- funde baxo esta denominación el parenquima de las visceras, como el pulmón, hígado, riñones y glándulas, que sirven ó á la prepara- ción de los alimentos ó á la de los medicamentos; aunque este texi- do se diferencie algo del de los músculos por razón de su estructura y su composición íntima, sin embargo se acerca bastante para poder comprehenderlo en la clase general; por otra parte los músculos que forman la carne propiamente tal se emplean mucho mas que las visce- ras en la preparación de los alimentos ó medicamentos, pues hace la base, y se pueden reputar baxo este respecto como muy análogos al texido de otras partes animales blandas. Debemos examinar la natu- raleza de estos órganos, y comparar las diversas clases de animales, haciendo aplicaciones de los resultados, para tener un conocimiento exacto de la carne de aquellos animales cuya clase se usa mas. Los músculos se forman de una substancia parenquimatosa y ce- lular, en laque se contienen varios humores, en parte concretos y en TOMO II. *>p 298 CAR parte fluidos. Se componen: i.° de un líquido albuminoso, roxo y blanco: 2.0 de un mucilago gelatinoso: 3 ° de un aceyte dulce de la naturaleza de la gordura: 4.0 de una substancia extractiva particu- lar: 5.°en fin, de una materia salina, cuya naturaleza se conoce aun muy poco. El análisis de la carne en el baño de maría da una agua vápida, en la retorta una flema amoniacal del aceyte empireumáti- co y carbonate amoniacal, que dexa un carbón, del que se saca por la incineración un poco de álcali fixo, muriate de potasa ó sosa, fos- fate de sosa y de cal, y un poco de hierro; no estando seguros de la índole de los diversos principios contenidos en ella, es necesario recurrir á los medios que sin alterarla puedan extraer estas substan- cias, y examinar sus propiedades separadamente. Para obtener y separar estas diferentes substancias, reconocidas por Mr. Thouvenel, se pueden emplear diversos medios. Este Médico se ha valido de la presión para sacar los fluidos contenidos en el te- xido muscular; del fuego para coagular la parte albuminosa, y ob- tener la sal por la evaporación; del agua para disolver y sacar el mu- cilago gelatinoso, la sal y el extracto; y del alcohol para sacar estos dos últimos principios sin la jalea. Generalmente hablando es muy difícil separar completamente estas varias materias, porque todas Son solubles en el agua, y el alcohol disuelve al mismo tiempo el ex- tracto xabonoso y una parte de la sal. El método que parece mejor es el de lavar la carne en agua fria para sacar la materia colorante con una parte de la sal, en seguida infundir el residuo de la lavadu- ra en alcohol, el que disuelve la substancia extractiva y otra porción de sal; por último se hace cocer en agua la carne tratada por los dos modos dichos. El agua disuelve la parte gelatinosa por la ebulición,y se desprenden el resto del extracto y sal que no salieron por los di- solventes anteriores. Evaporando lentamente la primera agua em- pleada en frió, se coagula la parte albuminosa, se separa para filtrar- la, y la evaporación graduada del líquido filtrado da una materia sa- lina. Evaporando el mismo alcohol se consigue la materia extracti- va colorante, y por último la decocción suministra la jalea, el acey- te craso, que nada en la superficie, y se fixa con la frialdad. Extraí- das estas substancias, no queda mas que el texido fibroso; él es blan- co, insípido , insoluble en el agua; se quema contrayéndose; da mu- cho amoniaco, aceyte* muy fétido en la retorta, y se extrae una gran cantidad de gas ázoe por el ácido nítrico. En fin tiene todos los caracteres de la parte fibrosa de la sangre. Según parece está de- mostrado que los órganos musculares son el receptáculo donde la ac- ción de la vida deposita la materia fibrosa de la sangre, que debe concretarse por el reposo, y que parece ser el foco ó la base de la propiedad animal, llamada irritabilidadpor los fisiologistas. Nonos falta mas para conocer exactamente la naturaleza de la carne de los CAR 299 anímales, que examinar hs propiedades de cada lina de las substan- cias de que se compone. La materia albuminosa, la jalea y la substancia crasa son fáciles de conocer: la primera es muy semejante á la de la sangre, la que se co- ag.ila por el calor del agua, en donde se cuece la carne para hacer el caldo; produce espuma, la que se quita con cuidado: esta espuma es de un moreno roxo obscuro, porque el color bermejizo se altera con el calor de la ebulición. Separada la gelatina, forma una masa como temblona, que se extrae con mas abundancia de la carne de animales jóvenes: es enteramente semejante á la que constituye las partes mo- les y blancas de ellos. La grasa, que forma unas gotas redondas y f>lanas, se presenta á la superficie de los caldos; se concretan con el rio, y guardan todos los caracteres de grasa. No examinaremos mas que la materia extractiva y la sal, que se conseguirá en la análisis de los músculos. La substancia , que Mr. Thouvenel ha llamado mucoso-extracti- va y es soluble en el agua y en el alcohol; tiene un determinado sa- bor, y la gelatina no tiene ninguno. Quando está muy concentrada toma un acre y amargo, da un olor aromático particular, que el fue- go desenvuelve: ella es la que da color á los caldos, y el sabor y olor' agradable con que se distinguen. Si se evapora mucho, ó se mezcla una gran cantidad de carne en agua , los caldos salen muy coloreados y mas ó menos acres; en fin la acción del fuego desenvuelve y exal- ta el sabor de esta materia extractiva hasta que se le da el de azúcar ó de caramelo, como se observa en la superficie de la carne asada, que se llama comunmente tostada. Si en seguida se examinan las propieda- des de esta substancia evaporada hasta una consistencia seca, se obser- va que su sabor es acre, amargo y salado, y que puesta sobre la lum- bre , se hincha y liquida, exhalando un olor ácido semejante al del' azúcar quemado: expuesta al ayre, le roba la humedad, y forma una eflorescencia salina en su superficie; se avinagra y pudre con un ayre caliente, y quando se deslié en una cierta cantidad de agua, y por úl- timo es soluble en el alcohol. Todos estos caracteres la asemejan á los extractos xabonosos y á la materia sacarina de los vegetales. En quanto á la sal, que se cristaliza en la evaporación lenta del co- cimiento de las carnes, no se conoce aun bien su naturaleza. Mr. Thou- venel la ha sacado baxo la forma de plumas ó de cristales mal figura- dos. F^te Químico opina que es una sal perfectamente neutra, hecha de la potasa y un ácido que se cree ser el fosfórico en los quadrúpe- dos frugívoros, y el muriático en los reptiles carnívoros. Aunque se podia reputar como desconocida hasta que se ha recogido una buena cantidad para poderla analizar, es muy verosímil que sea un fosfate de sosa ó amoniacal, y que tiene alguna mezcla de fosfate calcáreo. Lstas sales están indicadas en ella, y aun con exceso de ácido como 3°° CAR en la orina, por el agua dé cal y amoniaco, que forma precipitados blancos en el caldo, y por la disolución nítrica del mercurio da un precipitado rosado. Añadimos aún que la substaucia mas abundante de la carne mus- cular , y que constituye su propio carácter , es la parte fibrosa. Esta materia , que se deposita por medio de la sangre, en la que se contie- ne en gran cantidad , tiene mucho uso en la economía animal. No se ha insistido bastante en la fisiología sobre su naturaleza y propieda- des , y en la cantidad y peso de la carne muscular comparada con otros órganos Los caracteres que distinguen esta substancia animal son: t.° de no ser soluble en el agua: i.° de dar mas gas ázoe por medio del ácido nítrico que todas las otras substancias animales: 3.0 de soltar en seguida el ácido oxálico y el málico: 4.0 de pudrirse fácil- mente luego que se humedece, y de dar por la destilación mucho carbonate amoniacal. Estas propiedades manifiestan que está formada por una substancia crasa ó aceytosa combinada con el ázoe , el fosfa- te de sosa ó el calcáreo, que se separa por la acción del ácido nítri- co. Yi he insinuado el gran uso que tiene en la economía animal esta parte fibrosa en una Memoria particular insertada entre las de la Sociedad Real de Medicina. Sobre este conocimiento general de la naturaleza de la carne mus- cular de los animales debia fundarse el arte de prescribirla á los usos medicinales, y de prepararla para ellos; pero para dar una idea aun mas exacta de esta parte de la análisis animal, que tiene una utilidad inmediata en la Materia Médica, y para juzgar principalmente so- bre los recursos que ofrece la Química moderna en este importante objeto, hemos creido debian insertarse aquí las descripciones hechas hace doce años por Mr. Thouvenel sobre los principios de la carne de diversos animales en una Memoria que ha sido premiada por la Aca- demia de Burdeos en 1778. „ Las partes musculares, dice este Médico, contienen entre el pa- renquima y la parte colorante loxa una materia mucosa , linfática ó albuminosa concrescible por el calor; otra inconcrescible, que se ha- lla en dos estados; otra crasa ó adiposa; y por último una substancia salina. Todas estas cosas se confunden en las análisis vulgares, siendo muy difíciles de separar. No he considerado aquí el parenquima de los músculos sino como una esponja carnosa, haciendo la abstracción de su organismo ó de su textun simétrica vasculosa, celular &c., y de la. distribución de los diversos xugos en las diversas partes consti- tutivas de esta masa. Esta abstracción es tanto mas permitida al Quí- mico quanto es muy fácil el probar que la esponja muscular y los xu- gos que ella contiene son con poca diferencia esencialmente forma- aos de lo mismo. Por lo que yo he puesto primero esta esponja á la presión, después de haberla reducido á una pulpa, y metido en CAR 30J agua destilada fria , y así obtuve un licor turbio como roxo, que con un grado de calor inferior al de la ebulición, experimenté una coagu- lación muy señalada. En este producto concreto se agitan y juntan como en un filtro la parte roxa y la materia grasienta. El líquido es claro, pero ligeramente amarillo. Yo le he hecho evaporar, y se forman inmediatamente nuevas concreciones en el centro del lí- quido, el que á pesar de esto conserva su transparencia, y adquie- re un color amarillo mas subido. Continuada esta coagulación has- ta que el líquido se vea reducido á la consistencia de xarabe, en- tonces se manifiestan algunas concreciones salinas. Para favorecer la cristalización le añadí agua fria, y lo filtré á fin de separar la mate- ria mucosa concreta, después lo hice evaporar de nuevo hasta que se formó una película salina. La consistencia medio gelatinosa que to- ma el vehículo en el agua fria estorba una ulterior cristalización, por lo que la hice tener á un calor suave, capaz de entretener una cierta liquefacción ; pero yo no obtuve siempre sino concreciones sa- linas informes, y muy tiznadas de una materia amarilla. Seguí la eva- poración hasta poner la materia restante en la consistencia de elec- tuario, la que tenia un color de un roxo obscuro subido muy análo- go al de los extractos vegetales, atrayendo poderosamente la hume- dad: una parte de la materia colorante , que la llamaré mucoso- extractiv.i, se reduce á un líquido como xarabe, y dexa una ma- sa mucoso-salina menos colorada. Decanté el líquido, que tiene también en disolución un poco de sal. Estas diferentes substancias en estos dos estados, siendo casi igual- mente solubles en el agua, para conseguir su separación fué necesa- rio recurrir á otro medio. El espíritu de vino roba bien por la diges- tión una porción de la materia mucoso-extractiva; pero disuelve al mismo tiempo la sal que en la evaporación de esta tintura se hallaba envuelta en la parte colorante. El residuo de estas operaciones, repe- tidas veces con nuevo espíritu de vino, contiene aun materia mucosa poco colorada con la mayor parte de sal. No pudiendo sacar con el espíritu de vino bien rectificado, y temiendo disolver al mismo tiempo con el agua la mucosidad y la sal, he empleado una mezcla de partes iguales de estos dos menstruos. líe venido á extraer por este medio una gran parte de sal; pero siempre con un poco de ma- teria mucosa, que sin embargo no impidió la cristalización como en las últimas porciones del líquido. La primera sal que se cristalizó en esta operación era en pequeña cantidad y no perfectamente pura; y para conseguir una porción mayor y con mas comodidad he escogido algun otro medio. 2.0 En lugar de sacar por la presión el xugo mucoso y salino con- tenido en la carne de ternera, la partí en trozos enteramente separa- dos , y los metí en agua hirviendo, pero en corta cantidad. Tuve la 3o* CAR intención de no dexarla dentro mas que un instante, para no dar lugar a que el agua no disolviese una parte del texido mucoso, sino sola- mente que coagulase la mucosidad albuminosa y la parte colorante roxa en el texido mismo de la carne. La misma agua, siempre hirvien- do , me fué suficiente para disminuir una buena cantidad de ternera, ó al menos para extraer la mayor parte de la sal; pero sin poder evi- tar el sacar también una cierta porción de la mucosidad extracti- va. El líquido, así saturado y filtrado, tenia un color ligeramente cetrino : puesto á la evaporación , no dio mas que muy pocas porcio- nes de mucosidad blanquecina, que he separado filtrándola; en se- guida da una abundante cristalización en el centro del líquido baxo la forma de una pluma ligera, y en la superficie como una película. Después de haber sacado esta sal ya colorada, y vista la consis- tencia casi de xarabe del líquido , que ya no podria cristalizarle mas, la he dilatado en triple cantidad de espíritu de vino. Se ha vuelto co- mo leche, y ha formado un sedimento considerable, en el que se en- contraba la sal y la mucosidad colorante; pero teniendo esta mezcla por algun tiempo en infusión, la mayor parte de esta se disolvía, y la sal se reducía casi á nada en el sedimento. La hice lavar con el agua, que solo era ligeramente colorada. Hice evaporar esta disolución len- tamente , y no saqué cristales muy puros y regulares hasta la mi- tad de la operación. En quanto á la materia y tintura espirituo- sa, roxa, cargada de la substancia mucoso-extractiva y de una por- ción de sal, intenté inútilmente, como en el primer caso, el hacerla cristalizar. Yo no he acertado mejor, quando he tratado el residuo de su evaporación con la arcilla, según el método con que se purifi- can las heces del vino. Ha sido menester recurrir á la combustión, y después diré sus productos. 3.0 La carne exprimida, y en los términos que queda después de una fuerte presión y por una fuerte ebulición, ha dado en una de- cocción de seis horas un caldo claro y transparente como el agua pu- ra , el qual estaba desabrido y casi insípido. Ha dado por su evapora- ción hasta un cierto grado, y por el frió una jalea muy abundante, poco colorada, teniendo un sabor ligeramente salado, sin embargo de haberla secado después en el baño de maría para reducirla á cola, poniendo en infusión con el espíritu de vino un poco de sal y de ma- teria mucosa colorada, semejantes á los productos de las experien- cias anteriores. Esta cola, expuesta al ayre, roba también la hume- dad , y hace una ligera efervescencia salina en su superficie. Estas qualidades la distinguen de otras colas animales usadas en las artes, las que se sacan de las pieles, de los tendones, ligamentos &c. Ella es ademas poco soluble en el agua, y su consistencia menos fuerte y glu- tinosa, por lo que en las fabricas de cola se tiene cuidado de desechar las partes musculares; sin embargo yo creo que si el parenquima es- CAR 303 tuviese enteramente separado de toda materia extraña, la cola que se sacase seria muy análoga á la de otras partes blandas..... Los procedimientos que acabo de describir manifiestan claramen- te en la carne de ternera los principios que dexo anunciados: son po- co mas ó menos los mismos que los de la de buey. El parenquima y la mucosidad albuminosa dominan en la de este, la parte gelatinosa y aquosa en la de aquella. La materia mucosa extractiva, que consti- tuye lo que se llama caldo de las carnes, tiene un sabor muy claro, mas vivo y picante en la carne de buey que en la de ternera. Es la que da el olor, sabor y color á los cocimientos de carnes. En ella es aun en la que reside principalmente el principio de la acescencia es- pontánea. También la reputo como la parte menos animalizada, ó la que conserva mas del carácter vegetal en los animales herbívoros. Ella ofrece muchos puntos de analogía con los cuerpos mucosos azucara- dos de las plantas; como por exemplo el de alterarse y colorar muy prontamente con el calor, y lo mismo luego que se dilata en agua ; y siempre que se ve privada de liquidarse casi sin hincharse, de hacer lo que se llama en término de confitería la pluma y la bolilla al modo del azúcar bastante cocido; de tomar un olor y sabor de caramelo luego que el fuego empieza á descomponerla, lo que la hace mas so- luble en el espíritu de vino , y mas deliquescente al ayre ; de dar en su última descomposición en la retorta una flema mas picante y olo- rosa, una cantidad mayor de aceyte volátil, y menos de álcali vo- látil , un olor empireumático menos fétido ; y por último un residuo carbonoso menos abundante y entumecido que las materias gelatino- sas y albuminosas. Yo volveré á los resultados de esta última opera- ción para examinarlos, y al de la sal nativa ó esencial de los anima- les herbívoros, de los que se ha tratado en la exposición de los pro- ductos de estas mismas experiencias hechas en los animales que se usan en medicina. i.° La carne de buey ó vaca contiene cerca de las tres quartas {•artes de su peso de agua y un decimosexto de extracto seco; hecha a deducción de dicha agua, no se debe tener otra cuenta que estable- cer entre la materia extractiva y la esponja parenquimatosa la pro- porción de uno á quatro; pero es necesario advertir que no se encuen- tra esta quando se entumece esta carne por cocciones repetidas ,• por- que en las preparaciones ordinarias de los caldos se obtiene poco mas que la mitad de este producto, porque el agua disuelve menos can- tidad de la materia mucosa del parenquima ; de suerte que una li- bra de carne cocida por espacio de quatro ó cinco horas en doce onzas de agua da comunmente cinco ó seis dracmas de residuo seco, es decir, que deseca todo quanto es posible á un calor suave é inca- paz de alterarla. 2.0 La carne de ternera es mas aquosa y mucosa que la anterior. 3°4 CAR La mayor cantidad de residuo de su cocimiento evaporado particu- larmente su parenquima es mas soluble en el agua. Lo mismo se ob- serva en todos los animales jóvenes. El pollo da mas extracto que el gallo: uno y otro dan mas que el buey y la ternera; pero esto se debia atribuir en parte á que se hace entrar en las decocciones los huesos de los primeros, y resulta que estas substancias dexan disol- ver por el agua hirviendo mayor cantidad de materia mucosa que partes fibrosas. Las hastas de ciervo dan mas de una quarta parte de su peso; los huesos de buey un poco menos, porque son formados los primeros mas compactos y cargados de tierra calcárea. 3.0 La tortuga de tierra y la de agua dulce, que es muy análo- ga á aquella, contienen un poco mas de materia soluble en el agua que la carne de buey ó de ternera; pero también se usa en la prepa- ración ordinaria de los caldos de galápagos las partes huesosas, carti- laginosas y ligamentosas de este animal; mas yo no he usado mas que la carne sola. Una libra de ella, con todas sus dependencias, despo- jada por cocimientos repetidos, da mas de diez dracmas de residuo. Las carnes puras no dan mas que una onza por libra; pero la decoc- ción al baño de maría por espacio de quatro horas, como se hace co« munmente, produce aun un resultado menor; de suerte que un caldo hecho con ocho onzas de tortuga en veinte onzas de agua me ha da- do veinte y quatro onzas de caldo; por eso los caldos medicinales or- dinarios , que son todos á' mas* de la mitad (á lo menos en Paris y en los paises donde las tortugas son caras, y cada caldo de quatro onzas de materia cuesta nueve ó diez pesetas y alguna vez doce), no contie- nen mas que dos dracmas de residuo mucoso; entre tanto que los de ternera, pollo ó carnero, á la dosis comun, que es cerca de una li- bra de materia sobre diez ó doce onzas de agua, contienen al menos cinco ó seis dracmas de residuo. 4.0 Los caracoles, separados de la concha por medio del agua ti- bia, dan, en un cocimiento ordinario al baño de maría con igual can- tidad de agua, cerca de dos dracmas de extracto de menos por libra que la tortuga; es decir que los coloca poco mas ó menos en propor- ción de otras carnes anteriormente dichas, esto es, entre el buey y ternera por la cantidad de materia soluble ; aunque el residuo seco del caldo de estos sea muy semejante al de la tortuga, sin embargo estos cocimientos se distinguen por el gusto , consistencia y color. La primera es mas desagradable que la segunda; pero esta impide que no se usen alguna vez los caldos de tortuga , ó que no se procure imitar- los , metiendo algunos caracoles en el caldo de ternera, ó bien tritu- rándolos en un almirez con el caldo hecho por el método ordinario. Las ranas, los cangrejos y las víboras preparadas debidamente, esto es, separadas de su envoltorio , de los intestinos y las extremi- dades , y partidas después en trozos grandes, dan poco mas ó menos CAR 30$ luego que se entumecen por los cocimientos reiterados, la misma cantidad de materia extractiva que los otros animales. Pero esta pro- porción no es la misma en la preparación ordinaria de los caldos he- chos al baño de maría; porque estos no dan por libra mas que quatro dracmas, ó quatro y media de residuo. Siendo en general la textura de los pescados mas tierna y menos fibrosa que la de los animales terrestres, los primeros debian, según parece, dar en el cocimiento mayor cantidad de materia soluble que los segundos. Sin embargo, la experiencia prueba lo contrario, á lo menos en los pescados de agua dulce, porque los de mar llevan ventaja; pero yo creo que esta diferencia proviene principalmente del estado mas ó menos viscoso, y mas ó menos concrescible de la mucosidad contenida en todos los animales aquáticos: esto es lo que hace que el parenquima sea mas difícil de ablandar por los cocimien- tos, y el extracto mas difícil de desecar, mas glutinoso y consistente, y en fin, su cola seca se disulve difícilmente en el agua." Tal es el modo pues como Mr. Thouvenel ha considerado la substancia muscular en general, y la carne de los principales anima- les usados en la Medicina; lo que nosotros hemos referido es sufi- ciente para manifestar que ha tratado este objeto con mas exactitud que los demás autores que han tratado de esta materia; pero á pesar de esto su trabajo está aun bien lejos de tener los conocimientos posi- tivos sobre la naturaleza y principios de la carne de diversos animales, ^•gun son indispensables para aclarar debidamente en la Medicina sobre las propiedades de la materia muscular. Aquí, como en otras muchas partes de la Materia Médica, la opinión arbitraria y las preocupacio- nes mismas son las únicas guias que conducen á la Medicina. Se han atribuido qualidades particulares de cada carne ,y ellas son casi siem- pre imapinarias, ó fundadas en verdaderos errores; por lo que la sal volátil o el carbonate amoniacal, que dan las víboras por la destila- ción, que se juzgue que su carne es sudorífica y alexifármaca; se ha empleado y emplea también en las enfermedades causadas por un pretendido virus, que se ha comparado con un veneno, y que se ve salir fuera del cuerpo por la piel: por eso se manda en Francia la tor- tuga .1 muy pequeñas cantidades como un remedio depurante, cre- yéndole muy activo, entre tanto que el uso excesivo, que algunos pueblos hacen de él como alimento, prueba que no es mas que una simple materia alimenticia. No se sabe aun con exactitud la diferencia real entre la carne de animales adultos y la de los viejos con la de Jos que son jóvenes, y la de los quadrúpedos comparadas á las de las aves, y sobre todo de los pescados, de los quadrúpedos ovíparos y de las culebras. Faltan sin duda las primeras bases para conocer todas las propiedades respectivas, y solo el empirismo ciega con de- masiada freqiiencia, pues á esta consideración pertenece la reala aue TflUft TT l ° * TOMO II. QQ 3°6 CAR conduce á los Médicos. Por fortuna estas substancias, consideradas como medicamentos, son tan poco enérgicas, que nadie sale garante de sus efectos, y que la qualidad alimenticia ó analéptica mas ó me- nos fuerte de las carnes les hace freqüentemente útiles, afirmando ó reparando las fuerzas en las enfermedades. F. CARNICER. (Juan Lorenzo) Interpretó y glosó el Collecto- rio y ó inventario en Cirugía de Guido de Cauliacoy que habia glosado M. I. Falco de Mompeller. Zaragoza 1533 en folio. CARNOSIDAD. (Cir.) * Es una excrescencia carnosa y fungosa formada en la uretra, en el cuello de la vexiga, ó en el miembro, que cierra el paso de la orina. Las carnosidades son muy difíciles de curar y conocer, pues si no se introduce la sonda en el tránsito don- de se hallan no se perciben. Provienen ordinariamente de enferme- dades venéreas descuidadas ó mal curadas. Los autores no están de acuerdo acerca de la existencia de las carnosidades, aunque todos re- conocen una enfermedad de la uretra que ocasiona dificultad de ori- nar , la qual consiste en que la orina sale con poca violencia , en cor- ta cantidad y como ahorquillada. Los esfuerzos con que inútilmente procuran orinar los enfermos son tan dolorosos y violentos, que mu- chas veces arrojan excrementos al mismo tiempo; sucede también que la vexiga vaciándose imperfectamente puede inflamarse y ulcerarse por la acrimonia de la orina detenida en la cavidad de esta viscera. Es muy incómoda esta enfermedad, y puede tener conseqüencias muy funestas, como la retención total de orina, y la imposibilidad de penetrar la sonda en la vexiga, lo que pone al paciente en el casó de una operación. (V. retención de orina.) También se pueden ha- cer escoriaciones en la uretra, y seguirse una infiltración de orina en el texido celular que rodea la vexiga y el recto, y seguirse también abscesos, gangrenas, fístulas &c. Mr. Dionis atribuye la causa de estos accidentes á cicatrices, úl- ceras duras y callosas en lo interior de la uretra, asegurando que por mas diligencias que hizo abriendo cadáveres en que se creia haber carnosidades, jamas las halló ; por cuya razón cree que es un error comun la persuasión de su existencia. Añade que los que pretendian poseer remedios particulares para curarla , tenian interés en confirmar este error, tanto mas porque esta enfermedad, habiendo sido aban- donada por los verdaderos Cirujanos, se habia hecho el patrimonio de los charlatanes... Algunos Cirujanos posteriores á Dionis han hecho la prueba en la enfermedad de que se trata de dilatar poco á poco el canal de la uretra, sirviéndose al principio de sondas de plomo muy delgadas, y aumentándolas después hasta restablecer el diámetro natural de este conducto: otros con cuerdas, bordones (V. este artículo.) que se hinchan con la humedad, consiguieron poner corriente el canal de CAR 3°7 la uretra: en conseqüencia han atribuido la estrechez de este canal á la hinchazón del texido esponjoso de dicho conducto, abandonando la opinión de las carnosidades y cicatrices. Benevoli, Cirujano de Florencia, en el tratado que compuso so- bre las enfermedades de la uretra en 1725 , no sigue ninguna de las opiniones que acabamos de exponer; antes bien opina que la en- fermedad de que hablamos es un efecto de la tumefacción de las glán- dulas próstatas en conseqüencia de su ulceración, por ser siempre en su dictamen la úlcera de esta glándula el principio de lo que se llama carnosidad. Si me fuera permitido exponer mi opinión después de la de todos estos prácticos diría libremente que han errado, dando por causa exclusiva el vicio fundado en algunas observaciones; y que . si han hallado tan rebelde esta enfermedad ha sido por haber esta- blecido su método curativo fundado en la causa que habian recono- cido, y que creían ser la verdadera. No se puede dudar que la estrechez de la uretra proviene de las carnosidades, como lo prueba la manera con que Mr. Darán trata estas enfermedades, el qual usa candelillas para supurar los obstácu- los de la uretra; á medida que estos desaparecen , la orina recobra su curso, y quando sale con libertad, y pueden introducirse sondas li- bremente en la uretra de un grueso regular hasta la vexiga, se cicatriza entonces este canal con candelillas desecantes: se ve que Mr. Darán trata estas enfermedades como una úlcera en la pierna &c.; debemos hacer justicia á la verdad, y es preciso convenir que el suceso de Mr. Da- rán y su método curativo le hace honor, y mucho mas á la Cirugía, á laque esta enfermedad casi habia deshonrado... Mr. Goulard, cé- lebre Cirujano de Mompeller, ha descubierto un remedio, que pro- duce los mejores efectos, y que ha comunicado á la Academia Real de las Ciencias de Paris. El conocimiento de la causa de la enfermedad suministrará siempre auxilios eficaces á un Cirujano ilustrado. Yo he conseguido vencer algunos obstáculos para establecer la supuración en la uretra con candelillas cubiertas de una mezcla de emplasto de Vigo con mercurio, y de diaquilon gomado partes iguales: quando el conducto ha estado perfectamente libre, he procurado cicatrizar las úlceras con candelillas cubiertas de un emplasto desecante. Aqua- pendente, en el cap. 14 del libro j de las úlceras y fístulas, des- cribe el método curativo de las carnosidades de la uretra. Los Ciru- janos que lean sus reflexiones podrán sacar de ellas algun fruto. Las candelillas supurantes no son capaces de destruir las cicatri- ces, ni remediar la estrechez de la uretra causada por la hinchazón del texido esponjoso. En alguno de estos casos es preciso recurrir al uso de los dilatantes, y en otros á los cateréticos, remedios cuya aplicación exigen mucha prudencia y circunspección. En el primer volumen de los de la Academia Real de Cirugía se halla una Memoria 308 CAR de Mr. Petitt que manifiesta la manera con que este gran Cirujano ha curado las estrecheces de la uretra con medicamentos, ó por medio de la operación. • Ambrosio Pareó, que ha tratado muy bien de las carnosidades en el capítulo 23 y siguientes de su libro 19 , propone sondas cortan- tes para vencer el obstáculo que causan las cicatrices de la uretra. Mr. Foubert acaba de restablecer y de perfeccionar el uso de las sondas despreciadas por los modernos. Una persona que tenia en la uretra un obstáculo, al qual no llegaban las candelillas de Mr. Da- rán , consultó de concierto con este Cirujano á otros muchos; pero jamas pudo conseguir sondearla, habiendo sido llamado después. Foubert examinó atentamente lo que pasaba quando el enfermo ha- cia esfuerzos para orinar. Puesta la extremidad de la sonda sobre el obstáculo, y tocando exteriormente la continuidad de la uretra, ob- servó que la orina se habia detenido por un obstáculo ligero como una membrana. Prometió sondear al paciente y curarlo, pidiendo ocho dias de término para combinar los medios convenientes: para lo qual hizo armar una algalia con una punta de trocar, que por me- dio de un punzoncito podia ser arrojado fuera de la sonda, ó que- dar oculta en ella; hecho esto introduxo la sonda en la uretra, te- niendo la punta oculta; y habiendo puesto la extremidad de la alga- lia sobre el obstáculo, levantó el punzón; hizo salir la punta del tro- car, y atravesó la membrana que obstruía casi todo el conducto: después retiró la punta del trocar en la algalia, la que introduxo en seguida con mucha facilidad en la vexiga. El enfermo fué curado perfectamente luego que se formó la cicatriz; ínterin esta se verifica- ba, se puso una sonda de un diámetro conveniente en la via de la orina. Los demás vicios de la uretra exigen otros auxilios y opera- ciones particulares *. CARO. (Med ) El caro ó carus es un adormecimiento ó sopor muy profundo, pero sin extertor; constituye el género treinta de la clase sexta de debilidades. (V. el artículo de la clase.) CARÓTICO. (Cir.) [Carótico se dice en general de todo lo que afecta enérgicamente la cabeza. En este sentido es en el que se señala el sueño sintomático, ó la afección carótica; los antiguos cre- yeron que las arterias carótidas eran el asiento de la soñolencia, y de aquí provino el dar esta denominación.] CARÓTICOS. (Mat. Méd.) Algunos autores de Materia Mé- dica han llamado caróticos á las substancias medicamentosas capaces de producir la soñolencia v aun el mismo sueño profundo ó letargo. Se sabe que después de los griegos, se ha dado el nombre de caro en la Patología á una enfermedad soporosa, en la qual los ojos están cerrados, los sentidos entorpecidos y adormecidos, el sueño es pro- fundo ; y solo se distingue de la apoplexía por la sensación de dolor CAR 309 que experimentan luego que se les estimula, y por la libertad con que se exerce la respiración y circulación. Después de esto la ex- presión de remedios caróticos debia aplicarse á los medicamentos que producen la soñolencia mas fuerte, y el entorpecimiento mas pro- tundo. En el dia esta palabra es solo sinónima ó equivalente de nar- cóticos. (V. la palabra adormecimiento ^narcóticos.) F. CARÓTIDAS (arterias.) (Anat.) Las arterias carótidas primi- tivas son dos, una derecha y otra izquierda; la primera nace de la subclavia, y la segunda del arco de la aorta. Una y otra suben por las partes laterales y anteriores del cuello al lado de la traquiarteria, sin dar ramo alguno hasta que llegan á lo alto de la laringe, que en- tonces se dividen cada una de ellas en dos ramos, de los quales el uno se d'stribuye por las partes laterales y superiores del cuello y las exteriores de la cabeza, y el otro va á buscar el interior del crá- neo: al primero le llaman los Anatómicos carótida externa, y al se- gundo interno ó celebral. La carótida externa desde su origen hasta que llega á la qui-/2da baxa da seis ramos, que son la arteria tiroidea superior, la lingual, la laringea inferior, la labial, la occipital, y la auricular posterior; y quando llega á la quixada se divide en la arteria maxilar interna y la temporal. La carótida interna entra en el cráneo por el agujero que toma su mismo nombre, y atravesando la durama- ter se distribuye en el celebro formando varios ramos. CARPO. (Anat.) Los Anatómicos dan este nombre á una de las partes de la mano, que en castellano llamamos muñeca: el car- po se compone en el esqueleto de ocho huesos puestos en dos filas; los de la superior son el navicular, el semilunar, el cuneiforme y el pisiforme; y los de la inferior el trapecio, el trapezoides, el hueso grande y el unciforme. En el cadáver todos estos huesos se hallan revestidos de ligamentos, músculos, tendones, arterias, venas y nervios, todo cubierto por los tegumentos comunes. CARPOLOGÍA ó CARPHOLOGIA. (Med.) Es un espas- mo clónico de la mano ó el carpo, que suele presentarse en las en- fermedades agudas; constituye el género décimo de la clase quarta de espasmos de la Nosología de Sauvages (V. espasmos.) CARQUESA ó CARQUEIXA. (Mat. Méd.) Se conoce con este nombre vulgar te geni st a (tridentata) ramis triquetris mem- branacéis subarticulatis, foliis tricuspidatis de Linneo spec. plantarum. Esta planta se cria en muchas provincias de España, pero con mucha abundancia en Galicia. Mr. Lemery hizo la análisis de la carqueixa, y halló que tiene mucho aceyte y bastante sal; y de esto infiere que este vegetal, aplicado en forma de fomento, esto es, haciendo cocimientos de él, y bañando las partes enfermas, pue- de ser un buen resolutivo, emoliente y detersivo ; y añade que sus flores son aperitivas. El Padre Sarmiento prueba con muchos hechos 3i° CAR las virtudes medicinales del uso interior y exterior de la carqueixa; tomada en una infusión, como te, dice es útilísima para las caídas y grandes golpes, con preferencia á la calaguala, y mucho mas para las constipaciones, y siempre que haya que promover el sudor por su vir- tud diaforética: aprovecha infinito para fortalecer el estómago y ex- citar el apetito, deshacer obstrucciones, desvanecer flatos, promover la orina &c. Si se usa su cocimiento exteriormente en forma de baño, es un excelente resolutivo; cura varios tumores, la gota y el reuma- tismo, la parálisis, y también, según el mismo Padre Sarmiento, el carbunco , las escrófulas y el cancro. Nosotros tenemos algunos he- chos de haber curado dolores reumáticos fixos muy rebeldes, con so- lo el uso del baño de cocimiento de carqueixa mezclado con una corta porción de aguardiente ó agua de la Rey na de Hungría, y cree- mos que es un excelente resolutivo y diaforético. CARRANZA. (Alfonso) (Biog.) Jurisconsulto, Abogado en Sevilla, y después en la Corte: escribió entre otras obras De partu naturali et legitimo. Madrid 1628, en folio. Genova 1629 en quar- to, con la Diatribe detempore humani partus, et numero puerpe- rii exercitationibus. CARTAGENA (Antonio de) (Biog) Profesor de Medicina de Alcalá: sus obras son De signis fiebrium, et diebus criticis. Alcalá 1529, en folio. Defiascinatione, ibid. CÁRTAMO. (Mat. Med.) Esta planta tiene varias especies; pero de la que vamos á tratar es de la que se ha solido usar en la Me- dicina, que se conoce con el nombre vulgar de azafrán romi, y de esta la semilla, que es un purgante muy violento, que en los siglos de Hipócrates la colocaban los Médicos entre los diuréticos; se ha creído también que una dosis abundante de este remedio es un emé- tico. Meseue y los Árabes le atribuían la virtud de evacuar la pi- tuita , las aguas, los humores lentos y frios, y que era muy útil para las enfermedades catarrales del pulmón. Fernelio añade á estas propiedades la de aclarar la voz: como este medicamento sabe tan mal suele causar náuseas, vómitos &c., por lo que habiendo otros purgantes é incindentes de la linfa mucho mas suaves, se usa en el dia muy poco. Se da esta semilla en substancia y en la dosis de una ó dos dracmas en qualquiera vehículo. Ext. de F. CARTHEUSER. (Juan Federico) (Biog.) [Doctor y Cate- drático de Medicina en Francfort sobre el Oder. Adquirió mucha reputación por las obras que publicó; la primera que le dio nombre fué un tratado de Química. Las obras que ha escrito son las siguien- tes: Elementa Quimia Medica dogmática experimentalis. Hale 1736, in 8 y con adiciones. Rudimenta Materia Medica. Franco- furti adViadrum, 1741 in 8, con el título también de Fundamen- ta Materia Mt die a generalis et specialis. Se reimprimió en dos CAS 3ij volúmenes en 1749,1750,7 1757, y en Paris 1752. Pharmacologia theorico-practica. Berolini 1745 in 8. Seneves 1763 , dos volúme- nes en 8. Fundamenta Paihologia et therapeje prolectinibus suis academias accommodate, tomus 1. Francofurti ad Viadrum ij c8 in 8, tomus 11. Ibidem 1768 in 8. Rudimenta Hidrología sin- tomática, ibid. 1758 in 8, y otras disertaciones. Ex. CARTÍLAGO. (Anat.) Es lo mismo que ternilla. (V. este ar- tículo. ) , CARÚNCULA. (Anat.) Los Anatómicos dan este nombre á ciertas eminencias carnosas que se hallan en diferentes partes del cuerpo humano. Carúncula lagrimal. (Anat.) Se llama así un tubérculo oblongo de color roxo, mas ó menos claro, situado entre el grande ángulo de los párpados, y á la parte anterior é interna del globo del ojo; este tubérculo contiene varias glándulas ó folículos casi redon- dos que segregan un humor parecido al sebo líquido, y quando se acumula demasiado, que suele suceder después de dormir, se concre- ta,)'entonces le llamamos légaña. Carúnculas mirtiformes. Luego que se rasga el himen (Véa- se esta palabra.) en los primeros coitos, se divide en tres ó quatro fragmentos, que los Anatómicos por la semejanza que tienen á las ho- jas del arrayan, les dan el nombre de carúnculas, mirtiformes. CASCARILLA. (Mat. Méd.) [Llamada también quina aro- mática fiáis a, cascarilla, escascarilla, corteza peruviana obscu- ra , zagarilla. Off. Es la corteza de un árbol conocido con el nom- bre de ricinoides eleagni folio. Calesb. Carol. 11, pag. 46', tit. 46. Clusia foliis lanceolatis acutis integerrimis petiolatis. Lin. El árbol que lleva la cascarilla se eleva de cinco á seis pies de altura. Su tronco es corto, grueso, y cubierto de una corteza ceni- cienta. Sus ramas son numerosas; sus hojas se parecen á las del saúco, y cubiertas de cierto polvo de un color blanco verdoso. Las flores están á los extremos de las últimas ramas á modo de espiga; las unas producen fruto, las otras son estériles. Las hembras tienen un em- brión, que da un pequeño fruto en tres huecos, cargados de polvo de un blanco verdoso; cada hueco contiene un grano negro del ta- maño como de un garbanzo. Este árbol se cria en el Perú, en la Florida, en el Paraguay y en la Carolina. Toda la planta despide un olor aromático agradable; su sabor es acre y amargo. La corteza de este árbol, conocida en las boticas con el nombre de cascarilla, está arrollada en pequeños tallos de la latitud de un dedo, y de longitud de tres á quatro pulgadas, su grueso como de una á dos líneas. Su color exterior es ceniciento, inclinándose á blanco, é interiormente como roxo; su gusto es amargo y aromáti- co; su olor picante y muy agradable; quando se quema despide un 312 CAS olor semejante al del ámbar. Bolduc ha dado á la Academia de Ciencias el año 1709 una Memoria, en la qual deciaque la cascarilla daba por medio del espíritu de vino mas extracto resinoso que nin- gún otro vegetal conocido, y que tiene sobre la quina la ventaja de producir su efecto con menos cantidad y sin necesidad de usarla por muy largo tiempo. Añade que fué mas útil en las disenterias del año 1709 que la hipecacuana, la qual perdió entonces mucho crédi- to. La cascarilla tiene pues las mismas virtudes que la quina: es corroborante del estómago; restituye el apetito; corrígelas crude- zas, y cura las calenturas intermitentes: algunas veces se mezcla con ella con utilidad para disipar las calenturas rebeldes, particularmen- te en aquellas cuyas accesiones entran con mucho frió, ó las que son epidémicas, y así es que se tiene por un excelente febrífugo, quan- do se manda en substancia con los polvos de flor de manzanilla, ó en cocimiento con las mismas flores; quando se administra sola ó en pol- vo muy sutil, se da desde media á una dracma; y en cocimiento des- de una dracma hasta dos. Según Vegel, la cascarilla posee en un alto grado la virtud tó- nica: cura las calenturas petequiales, igualmente que las intermiten- tes; pero es necesario darla en substancia ó en infusión con vino blan- co. Degner (disent. epid. c. 55), dice que es muy buena para los fluxos de vientre, y contra las lombrices ascárides. Hoffman y Bohe- rner dicen que ella da un aceyte etéreo. Es preciso examinar aun mucho mas la cascarilla, para averiguar bien como se ha de usar en todos estos casos. I CASIA ó CAÑA FÍSTULA. (Mat. Méd.) Se llama así en las boticas al fruto ó legumbre que produce esta planta, que se dice tam- bién caña fístula, casia solutiva, laxativa y oficinal. Hace mucho tiempo que se conoce y emplea esta planta: los Griegos modernos la han llamado casia negra kcloí1.* [Áhzivct. Se ha conocido siem- pre en las boticas con los nombres de casia solutiva, negra, s¡- liqna egipciaca. Linneo ha conservado el nombre trivial de casia fís- tula, adoptado antes de él por la forma de las cañas donde está envuelto su fruto ó pulpa. La pulpa de esta caña es uno de los purgantes mas suaves y prove- chosos: se le puede prescribir con seguridad en todos los casos que hay necesidad de purgarse; y al mismo tiempo se ofrece alguna di- ficultad, pues su modo de obrar tan lento desvanece todo temor, y así puede usarse en las embarazadas, recien paridas, en las calentu- ras inflamatorias, en las ardientes, en la gota, el reuma &c., pues su efecto es laxante ; y de este modo, dada en corta dosis, mueve blan- damente el vientre, contribuyendo por este medio á que se e-xpelan de los intestinos los humores que fomentan una porción de enferme- dades lentas: produce este remedio muy buenos efectos en los catar- CAS 313 ros, cólicos hemorroydales, dolores de cabeza, vértigos, xaquecas, fluxiones &c. Los Egipcios empleaban como un secreto infalible en las enfermedades de los riñones y la vexiga la pulpa de casia mezcla- da con azúcar cande y regalicia: Matiole y Morard lo aseguran, y quieren se prescriba de este modo para dichas enfermedades; pero otros Médicos lo contradicen: mas lo que no tiene duda, y la ex- periencia lo ha demostrado, que la casia es uno de los mejores reme- dios para evacuar suavemente la bilis en la multitud de enfermedades que produce el vicio de este humor; siéndolo también para hacer evacuar el meconio en los niños, y para todos los casos que ha- ya que mover el vientre con suavidad. La pulpa de casia, disuelta y pasada por un tamiz ó lienzo, se puede ciar desde dos dracmas hasta onza y media: en cocimiento se puede dar hasta tres onzas.. Ext. de F. casia lígnea. Los nombres de casia en palo ó casia lígnea son muy impropios supuesto que se han dado á una substancia vegetal, que no es propiamente madera; y no tiene relación alguna con el gé- nero de la casia , pues es la corteza de un árbol, que se llama ca- nda Malabárica, casia vulgar &c. Esta corteza se halla arrollada como la de la canela común; pero es de un color roxo mas subido, y muy diferente por su olor y sabor. La casia lígnea es fortificante,, calefaciante, discuciente; pero estas propiedades son menos manifiestas que la de la canela comun, á quien se la compara. Muchos autores le, han atribuido la propiedad de corregir la relaxacion ó prolaxó de la campanilla, las flores blancas, teniéndola como un blando astringen- te para curar estas y otras enfermedades. El mejor modo de usarla, es en infusión con vino, ó hacer con ella una tintura alcohólica: se pue- de dar también en polvo hasta media dracma. Ext. de F. CASTILLO OCHOA (Tomas del), natural del lugar de la Calahorra, del Reyno de Granada, Doctor en Medicina en Grana- da. Escribió De venenis. Granada 1645, 4.0 CASTOR. (Mat. Méd.) El castor es un animal quadrúpedo muy singular por la diferente conformación de las partes anteriores y posteriores. Los pies de atrás tienen los dedos reunidos por unas membranas; la cola está plana y cubierta de escamas á modo de las de los pescados, dando á este animal una figura y un carácter que le pertenece exclusivamente, según dice Buffon, quien hace la división de los quadrúpedos y los pescados, y distingue los unos de los otros; teniéndole también por anfibio, pues vive sobre la tierra y en el agua: la cola le sirve de timón para nadar, y de paleta ó instrumento para trabajar: los pies de adelante tienen los dedos muy separados, y le sir- ven de mano para llevárselos á la boca; las extremidades anteriores son mas cortas que las posteriores, sirviéndole mas para nadar que para correr; los sentidos perspicaces, y sobre todo el del olfato, para' TrtVfrt tt * TOMO II. RR 314 CAS aborrecer todo lo que está inmundo y despide muy mal olor: el amor á la paz inclinándole á vivir en sociedad; el arte de construir obras gran- des y firmes sobre las aguas, he aquí lo que lo distingue de los otros animales, según nos le describe Buffon. Los usos á que se aplica en Medicina la grasa del castor, y principalmente cierta producción odorante y resinosa, que se conoce baxo el nombre de castóreo, nos obligan á dar una exposición sucinta de dicho animal, de sus cos- tumbres &c. Empezaremos nuestra descripción por la que nos ha dexado Mr. Sarracín, Médico del Rey en Canadá, en una carta di- rigida á Tournefort, é insertada en los volúmenes de la Academia el año de 1704. Los castores mas corpulentos tienen de tres á quatro pies de lar- go sobré doce ó quince pulgadas de ancho hacia el pecho y caderas. Pesa regularmente de quarenta á sesenta libras; los jóvenes manifies- tan su crecimiento al año : su vida parece alargarse á quince ó veinte años: el color es vario según el parage donde habitan : los que son de las partes remotas del Norte tienen el color negro; los hay también blancos, aunque estos son muy raros. El mayor número de los que se encuentran en el Canadá son pardos; pero la tez de su piel se aclara á medida que los paises que habitan son mas templados: algunas veces eS leonada y del color mismo de la paja..... El castor se alimenta de hojas, cortezas, arbolitos tiernos, pes- cados y cangrejos. A esta descripción y á la de su estructura debe- mos añadir alguna cosa de sus costumbres. Aunque se ha exagerado mucho en la historia de este animal su inteligencia, se debe decir en honor de la verdad que los trabajos de este quadrúpedo manifiestan tener al menos un instinto muy parecido á alguna inteligencia, como dice Buflbn. Las casas ó especies de cabanas que construye en los rios las destina para habitación y morada, en donde pasa el mal tiempo. Estos edificios no se encuentran por lo regular sino en los lugares so- litarios y apartados lejos de las habitaciones de los hombres; buscan- do siempre el silencio de los bosques ó de las llanuras desiertas, y so- bre todo que no vean hombres, para que el castor forme con satisfac- ción sus cabanas. Si está inmediato á casas, ó el hombre visita con fre- qiiencia el lugar que él habita, no construye allí su habitación; no tie- ne compañía; vive solitario, retirado en los terrenos que elige hacia lá orilla de las aguas. Se ha creido que este animal formaba una especie particular, y que se referia á ella el que se llama bíbaro de Europa; pero es el mismo castor conocido de todos, pero degenerado, sin in- dustria , sin medio, sin astucia, degradado por el temor. Es fácil el distinguirle por su vestido sucio; tiene su pelo medio corroido por las espaldas por la frotación que sufre en la tierra que cava. Si se le obliga á vivir domésticamente con los hombres, es amable , tranqui- lo; pero está triste é indiferente: no se inclina á persona alguna; lo CAS 3*3 mismo le da hacer daño que agradar; en una palabra, es débil, sin pasiones ni carácter, como un esclavo, que no se esfuerza para agra- dar y recuperar su libertad. Pero el poder y la energía del instinto del castor se manifiesta en el momento en que se ve con libertad. Existe en los desiertos del Norte en América entre los treinta y sesenta grados y aun mas allá: el castor vive libre, y quando se halla en sus poblados, entonces es quando desenvuelve su instinto y talento. Hacia el mes de Junio ó Ju- lio muchos centenares de castores, machos y hembras, llegan de todas partes al lugar que se dirigen, viniendo por las orillas de las aguas dul- ces y serenas. Empiezan al instante á trabajar; cortan árboles, los lle- van á las aguas, los colocan derechos, hacen hoyos en el fondo del agua para colocar las maderas, los sujetan por los lados con ramas, los hacen firmes é impenetrables al agua con una especie de tierra disuelta y batida, que acomodan con su cola, y por este medio forman una calzada ó malecón vertical, que contiene el corriente, impidiendo por este medio que quando es rápida no destruya las cabanas: este es pues el primer edificio que fabrican. Después de haber hecho esta grande obra, esto es, el malecón, empiezan á formar sus casas particulares. Estas son unas especies de cabanas ó chozas de muchos altos, hechas de maderos planos, todo casi á la orilla del agua , y en las que sé encuentran dos puertas, una para saltar á tierra, y otra para meterse en el agua. Estas casas son redondas; tienen desde cinco á diez pies de diámetro; las paredes tienen de grueso dos pies; están construidas so- bre estacas, que sirven como de cimiento, formando también el sue- lo del edificio. Si no tienen mas que un alto, las paredes entonces tienen solo algunos pies de altura, y terminan como en bóveda. Esta bóveda, en que cierra el edificio, es muy sólida, pues resiste á to- das las intemperies y á los metéoros. Hay por lo comun un gran nú- mero de estas cabanas; cada una tiene su almacén de víveres cerca; cada quarto abovedado no contiene ordinariamente mas que dos in- dividuos , macho y hembra, y el suelo de él está cubierto de zarzas bien colocadas: este es el sitio adonde se retiran en las malas estacio- nes; es también el lugar destinado á sus amores, y en donde colocan á sus hijuelos. Las hembras están preñadas quatro meses , paren á fi- nes del invierno, y echan por lo regular dos ó tres hijos. A cierta época, esto es, en los hermosos dias de primavera, los machos de- xan á las hembras para gozar de la amenidad de la estación; vuel- ven de tiempo en tiempo á visitar á su consorte y familia; pero ellos no se quedan ya mas en la cabana: la madre cuida constantemente de sus hijos por la necesidad recíproca que los unos tienen de los otros; los alimentan y cuidan durante algunas semanas, hasta que se ha- cen ya bastante robustos para seguir los pasos , viages &c. El otoño es el tiempo en que se recogen á sus casas, á no ser que estas hayan 3*6 CAS sido destruidas por las avenidas de las aguas,' hasta que después se vuelven á juntar en Julio para volver de nuevo á construirlas. Sigue el autor describiendo cómo se cazan estos animales &c..... La carne del castor se come en los países donde él habita, y se asegura que se parece á la del buey ; pero ella es gorda, dura, de un olor desagradable y muy difícil de digerir: la cola pasa por un boca- do muy delicado; pero ella tiene una viscosidad y una especie de amargor, que no se puede extinguir sino con mucha dificultad: el co- mercio de las pieles del castor es muy lucrativo, y el que estimula á la caza á los habitantes del Canadá. Estas pieles, que son negras, blancas ó mezcladas de ambos colores, son las mas preciosas. Los Sal- vages del Norte en América hacen vestidos con ellas. Quando ya tie- nen algun tiempo las venden á los Europeos , y las dan el nombre de castores gruesos. Los Europeos en el Norte de América hacen un gran comercio de ellas. Se conocen tres clases de pieles de castor: los castores gruesos, de los que acabamos de hablar, los nuevos, y los secos. Los nuevos son las pieles del castor quando se les mata du- rante el invierno ó en tiempo de muda; son muy hermosas, y pro- pias para hacer de ellas forros: los castores secos ó flacos son los que se adquieren en verano mientras dichos animales están en muda: estas píeles pierden parte del pelo, y solo sirven para sombreros. Los Salva- ges empleaban los dientes del castor para hacer de ellos cuchillos; se dice que de la cola de este quadrúpedo se saca un aceyte, que se apli- ca tópicamente para diferentes enfermedades externas; pero el mayor uso que el castor obtiene en la Medicina consiste en el castóreo, del que trataremos en compendio en el artículo siguiente. F. CASTÓREO. ( Mat. Méd.) El castóreo es una materia animal resinosa, extractiva y gelatinosa, de un olor y de un sabor fuerte y desagradable , que se encuentra en unas bolsas particulares situadas en la parte posterior de los muslos del castor..... Se ha creido por mucho tiempo que las bolsas membranosas, que se venden en las boticas con el nombre de castóreo y eran los testícu- los del castor; pero este es un error , del que se han desengañado ya los naturalistas y viageros, pues estas son unas cavidades ó folículos muy diversos, que se hallan igualmente en los machos que en las hem- bras ; y así es que hacia la mitad del hueso pubis se encuentran qua- tro bolsas debaxo del pellejo , dos superiores , y dos inferiores. Las superiores representan con bastante propiedad un corazón por la dis- posición en que están; su parte mas elevada está como una pulgada debaxo del pubis, del que se extienden circularmente; se vuelven des- pués á reunir y estrechar en lo alto de la abertura del canal comun, por donde expelen los excrementos y la orina. Debaxo de estas dos primeras bolsas hay otras dos, una á la derecha y otra á la izquierda; tienen la figura de una pera algo aplanada; su situación representa, CAS 317 con la abertura del ano y la uretra , una V muy abierta; del medio de las ramas de esta se elevan las dos bolsas superiores en forma de corazón: las quatro bolsas se juntan estrechamente cerca del canal comun de los excrementos y la orina. Algunos naturalistas han juz- gado que la materia del castóreo, filtrada primariamente en las bol- sas superiores, pasaba de ellas á las inferiores, para conseguir mas con- sistencia , color, olor y fortaleza; pero parece que esta comunicación no está bien demostrada , y en el día se cree que las substancias con- tenidas en cada una de ellas se diferencian entre sí. El verdadero cas- toreo se encuentra solo en las bolsas superiores, y sobre todo en me- dio de su cavidad ; las inferiores solo contienen una materia gorda muy análoga á la grasa de todo el resto del cuerpo, solamente que está impregnada de un poco de dicha substancia, y por consiguien- te esta es muy inferior de la primera en sus virtudes. El castóreo se trae de muchos parages, y se prefiere el que viene de Polonia, Prusia y Rusia. El de Canadá es menos estimado , por- que tiene muy poco olor. Se cree que también se ha falsificado, y es muy verosímil á lo menos que todas las bolsas de castóreo que venden en el comercio no sean de esta materia pura, habiendo muy }>ocas que realmente estén como se han extraído del castor. Apenas íay substancia que permita tanto fraude, y cuya ficción sea mas fácil de executar que la que contienen estas bolsas; para esto no hay mas que hacer en ellas un agujero por un lado, por el que se saca todo el castóreo puro: una parte de él se mezcla con grasa, y esta combinación impura se introduce en ellas: dicha abertura va desapareciendo po- co á poco á proporción que se seca , pues las membranas aglutinan los bordes de ella, de modo que no se puede conocer el sitio por donde se cometió el fraude. Después de haber manifestado el origen del castóreo debemos ocuparnos en descubrir su índole y hacer el examen de sus quali- dades y usos medicinales por medio de su análisis. Los autores de Materia Médica han discordado mucho en sus opiniones, hacien- do varias investigaciones de las partes constituyentes y activas del castóreo. Hermann admite una sal volátil muy penetrante contenida en una especie de grasa. Lemeri descubre un aceyte penetrante en gran cantidad. Etmullero, combinando, por decirlo así, estas dos ideas, supone una sal volátil aceytosa. Hischer, que ha formado una disertación sobre el castor y castóreo, dice que contienen partes sa- linas volátiles, que desenvuelven un azufre muy abundante. A estas opiniones hipotéticas, á estas ideas vagas, expresadas con nombres aun mas vagos, Neumam y Cartheuser han substituido un análisis, ó al menos un bosquejo de análisis por medio del agua y del alcohol, cuyos resultados los expondremos aquí con bastante claridad. Según Neumain una onza de castóreo bueno da dos dracmas y un escrúpulo 3*8 CAS de extracto, sea que se trate por medio del agua ó del espíritu de vi- no; pero ha observado que el que se obtiene por el alcohol es craso, viscoso y mas activo en razón de las partículas aceytosas y volátiles que desprende , entre tanto que el -extracto sacado por medio del agua es seco, frágil y mas débil en su sabor y olor. En quanto á los extractos sacados del castor por el agua después del alcohol, ó por este después de aquella, observa Cartheuser que son casi inertes, que no me- recen ninguna atención, y que ellos mismos pierden las propiedades, quando se obtienen por el agua empleada muchas veces, y bastante ca- liente , para que las moléculas aceytosas y volátiles se disipen. Este au- tor químico no admite nada de substancia salina en el castóreo; le re- putan como una masa obscura, endurecida por la desecación , quebra- diza, encerrada en los folículos de las bolsas, y mezclada de peque- ñas membranas celulares, como un compuesto de partes terreas, re- sinosas , gomosas, ó mucosas y aceytosas muy inflamables. Según él el castóreo contiene tan poco aceyte verdaderamente volátil, que ca- si no se puede separar en moléculas visibles por la destilación hecha con mas esmero, al menos que se execute sobre una cantidad muy excesiva de esta substancia. Este aceyte se atenúa y volatiliza tanto, que una gotita reducida á vapor puede impregnar del olor fuerte del castóreo una columna muy grande de ayre. A este principio odorífe- ro es al que atribuye Cartheuser todas las propiedades del castóreo y de los extractos que de él se sacan; y por él es el que estos, según su opinión, pierdan todas las virtudes quando el calor ha disipa- do este principio volátil. La base terrea ó fixa hace la mitad de su peso. Después de Neumam y Cartheuser Mr. Thouvenel ha tratado esta materia en una Memoria de las substancias animales medicamentosas, la que ha sido premiada por la Academia de Bordeaux el año de 1778: en ella se hallan algunas descripciones mas claras y exactas de los prin- cipios del castóreo. Su punto principal era comparar su naturaleza y propiedades con las del almizcle.... El autor que hemos citado observa sin duda que el castóreo recien extraido del animal tiene un líquido como xarabe, que el añejo va perdiendo con una parte de su olor sus -virtudes. La solidez que adquiere no se debe solamente al agua que se evapora, sino á una especie de concentración que toma. Destilán- dole con el agua, se extrae un poco de aceyte volátil muy aromáti- co, que pierde su olor. Usando del alcohol en lugar del agua no des- pide casi olor alguno. El alcohol, aplicado desde el principio al castóreo, le extrae ca- si toda la parte colorante y aromática. El agua quita inmediatamente un mucilago de poco color y algo amargo: después que se ha se- parado el agua por una evaporación suficiente, se deposita una sal, cuya naturaleza no ha explicado Mr. Thouvenel, contentándose CAS 319 con insinuarnos que es muy análoga á la de otras secreciones ani- males. La disolución del castóreo en el espíritu de vino da por la eva- poración un extracto roxo algo baxo, amargo, acre y estíptico. Par- tiendo la dosis de este líquido necesario para sacar del castóreo todo lo que puede dar, el extracto de las primeras porciones es mas aro- mático y amargo, pero menos desagradable que el de las últimas. Mr. Thouvenel prefiere, después de esto, la primera tintura, ensa- yada muchas veces, sobre nuevo castóreo, á fin de cargar el alcohol de la parte mas soluble y enérgica de esta substancia. La disolución o tintura etérea merece la preferencia ; es la que estaba ya reconoci- da por muchas observaciones. El éter es también , según este Quími- co, un disolvente que se puede emplear con la mayor ventaja para sa- car y separar los principios del castóreo. Este líquido no disuelve mas que la parte resinosa mientras que el espíritu de vino se carga al mis- mo tiempo de una porción de lo que es soluble en el agua. Los autores han discordado en otro tiempo sobre las virtudes del castóreo: los Médicos alababan mucho este medicamento, y exa- geran singularmente sus efectos; otros le menosprecian ó reputan como dañoso. Muchos convenian que podia ser útil á las mugeres his- téricas; y han creído sin embargo con Rivln que se podia admi- tir en medicina , pero que no debia haberle en las boticas. Otros, por el contrario, le han atribuido una virtud calmante, antiespasmódica, nervina, cefálica, carminativa, uterina y antihistérica: aconsejan su administración en las convulsiones, epilepsia , apoplexía , enfermeda- des vaporosas, vértigos, parálisis, palpitaciones de corazón, cardial- gía, cólicos, afectos hipocondriacos, parosismos histéricos, sacudi- mientos convulsivos, palideces &c. He aquí lo que propone Etmillero de las virtudes del castóreo. Es muy provechoso en las afecciones nerviosas y dolorosas de la cabeza quando se han entorpecido los sentidos; agita fuertemente y sacude con valentía la acción de los nervios: dado interior y exteriormente es uno de los mas podero- sos remedios para disipar los flatos, los dolores de los intestinos, las inflacciones de estómago, las afecciones histéricas é hipocondria- cas ; tiene también igual suceso en el zumbido de oidos, en el as- ma convulíiva , en las enfermedades del útero , para ayudar á la ex- pulsión del feto y de las secundinas, para acelerar la evacuación menstrual, calmar los dolores del parto, favorecer la salida de los loquios &c. Conviene mucho en el letargo, en la parálisis, apople- jía, convulsiones internas y externas, en la afonia &c. Cartheuser piensa que es necesario tener consideración en esto, eligiendo lo me- jor entre las dos opiniones diametralmente opuestas, que diversos Médicos han establecido sobre el castóreo: está dotado en efecto de las qualidades de discusivo, anodino, estimulante, antiespasmódico, 320 CAS y que puede convenir en las enfermedades anteriormente dichas; pe- ro suponiendo que no estén acompañadas de calor, calentura y rese- cación , y que no se debe emplear indistintamente en estas afecciones, pues que ellas dependen por lo regular de vicios de la bilis , de plé- tora sanguínea, de espasmos &c. Se aconseja su administración inte- riormente en polvo en electuarios, pildoras en la dosis de algunos granos, y también en tintura desde diez hasta treinta gotas: exterior- mente es necesario que se dé en los sahumerios y olores antihistéri- cos , en los emplastos, en los ungüentos fortificantes, nervinos, an- tiespasmódlcos y en los polvos errinos y cefálicos. Según el mismo autor una especie de gordura, que se halla en las dos pequeñas bolsas inferiores del castor quando realmente se separa por la fusión del verdadero castóreo, tiene un calor blando y las mismas propiedades que este, pero en un grado menos fuerte. No se debia dar jamas por dentro á causa de las náuseas que ocasiona; pero se puede combinar con utilidad con los ungüentos nervinos, antiparalíticos, antiespas- módicos, antiepilépticos, anticólicos &c. Es bueno untar con él á menudo la región umbilical, los hipocondrios y la espina del dorso en las indigestiones, cólicos ventosos, acedías histéricas &c. En Vogel hallamos algunas descripciones particulares acerca de las virtudes del castóreo. Lentilio le recomienda, dice este autor, en las convulsiones de la mandíbula en los niños: Alexandro Traliano le aconseja él mismo como amuleto para el trismo: Fischer y Gohlio dicen que su uso precave el aborto: Aecio le propone para la paráli- sis ; y Schulze para las contracciones espasmódicas ocasionadas por la intemperie de los tiempos. Foresto alaba su administración en los tem- blores de los miembros. Muchos autores pretenden que el castóreo corrije la qualidad narcótica del opio; pero Baglivio observa que es- ta virtud no está aun demostrada. En quanto á los opositores de él Riverio ha visto que se ha borrado de la lista de los medicamen- tos á causa de su mal olor, como nosotros hemos dicho ya con Cartheuser; pero Vogel añade á este catálogo sus enemigos Stahl y Junckero su discípulo : estos dos últimos proscriben este medicamen- to porque pone la cabeza pesada, y excita las contracciones del dia- fragma y los conatos de vomitar; pero aunque esto se verifique algu- na vez en las mugeres histéricas, no dexa de ser cierto, á pesar de los referidos autores, que muchas enfermedades, y principalmente las mugeres, experimentan á cada paso un pronto alivio con este re- medio. Tal es con toda puntualidad el estado de nuestros conocimientos medicinales acerca del castóreo en el tiempo en que Mr. Thouvenel se entregó á investigar particularmente las propiedades medicamento- sas de las substancias animales. Añade á los conocimientos adquiridos antes de él sobre la virtud de este remedio su cantidad y modo de CAS 321 administrarle, nosotros debemos referir aquí el trabajo de este Médi- co. Es necesario advertir lo primero que la qualidad acre, amarga y nauseabunda de él comparada constantemente con la del almizcle, debia fixar la atención del Médico, no porque sus principales virtudes estriben en estas propiedades, sino en razón de la primera impresión que produce freqüentemente en el estómago , el que se conmueve y excita fuertemente. Como cuerpo muy evaporable aumenta, según el autor, la propiedad de antiespasmódico, estimulante y reso- lutivo. Su actividad es bastante fuerte para que se haya hablado bien y mal de él. Aunque ha estado recomendado en general como pro- vechoso en las afecciones histéricas é hipocondriacas, Mr. Thovenel le ha visto aumentar los síntomas vaporosos en muchas mugeres muy sensibles y delicadas; y como él atribuye este resultado á su quali- dad^ estimulante, aconseja que se mezcle con el opio; por el con- trario á esta misma propiedad es á la que se debe el poder contri- buir á la expulsión del feto, de los loquios &c. La mezcla de él con el opio ha surtido buenos efectos en muchos casos vaporosos, y de fuertes espasmos, pero con especialidad en la detención de lo- quios... He observado también muy buenos resultados de este re- medio en las enfermedades agudas del pecho, quando se detienen los sudores útiles y esputos, mediante un estado espasmódico. La tintu- ra alcohólica ó la etérea del castóreo ha obrado con mas actividad que la misma substancia de este remedio. Según él dos dracmas del extracto resinoso, sacado por la evaporación de la tintura etérea equivalen á media onza del mismo castóreo. Esta cantidad no ha pro- ducido para lo mismo mas efecto que dos dracmas de extracto de enebro, la qual aumenta las fuerzas, desenvuelve el calor del siste- ma epigástrico, y aumenta también el movimiento del pulso. Pero observa y con razón, que según los efectos sensibles del castóreo en el estado de salud, se deben calcular sus virtudes medicinales. Cier- tamente el cuerpo en el estado de espasmo y de dolor es muy dife- rente de quando disfruta una salud perfecta. Todas estas observa- ciones comprueban que el castóreo tiene menos actividad que el al- mizcle; pero al mismo tiempo por razón de esta menor energía de- be preferirse en muchos casos. Se ve por estas descripciones que Mr. Thovenel ha sido mas pro- hxo en las cantidades del castóreo, que los Médicos que le lia- ban mandado antes, sin experimentar efectos que le hiciesen rezelar de la acción de él. Posteriomente ya no se teme la energía formida- ble que muchos autores les parecía que disfrutaba, siempre que los enfermos pueden vencer la aversión y repugnancia que experimentan tomándole; se puede mandar en la dosis de una y dos dracmas, y también de media onza, varias veces al dia. A esta cantidad ya se de- &en esperar los efectos antiespasmódlcos mucho mas decididos que los TOMO II. ss ^ 322 CAS que se han experimentado hasta el presente. Vn medicamento, que nada produce en corta dosis, debe darse con valentía para conseguir de él unos efectos verdaderamente útiles, siguiendo por otra parte los preceptos que dictan la prudencia, y las observaciones de los Profeso- res que nos han precedido. Nosotros encontraremos una nueva prue- ba de este aserto en la historia de otros muchos medicamentos ani- males , odorantes y antiespasmódlcos. (V. los artículos ámbar gris y ALMIZCLE.) F. Castóreo, (tintura) (Mat. Méd.) Se hacen dos especies de tinturas del castóreo, la una con el alcohol ó espíritu de vino, y la otra con el éter. Se prefiere por lo regular la segunda, porque conviene especialmente en las afecciones espasmódicas, y el castóreo se emplea él mismo con provecho. (V. el artículo antecedente.) CASTRACIÓN. (Cir.) * Es la acción de castrar, ó la opera- ción por la qual se amputan ó cortan los testículos de un animal, que por lo regular se hace incapaz de engendrar. Esta operación es nece- saria en ciertos casos, como en la mortificación ú otras enfermedades de los testículos , y singularmente en el sarcocele y varicocele. (V. SARCOCELE &C.) Para hacer la operación de la castración en las enfermedades de los testículos que no han podido curarse por otros auxilios del arte, es necesario poner al enfermo echado de espaldas sobre la cama, suje- tándole las piernas y las manos. El Cirujano toma la piel del escroto sobre el tumor donde se halla el anillo con los dedos pulgares é índices de sus dos manos; un asistente coge con la mano derecha un extremo del pliegue de la piel que tenia en los dedos, y entonces el operador con un bisturí recto rompe el pliegue, continuando la incisión hasta la parte inferior por medio de una sonda acanalada que conduzca al bis- turí ; después separa todo el texido celular que rodea el testículo. Se corta el músculo cremaster según su longitud para dexar descubierto el cordón espermático: por la parte inferior se pasa una aguja corva enhebrada con dos hilos encerados á fin de hacer la ligadura. (V. liga- dura.) Algunos Prácticos quieren que no se ligue mas que la arteria. Si el cordón espermático se halla hinchado hasta por cima del anillo, se debe disecar con cuidado la abertura, y no hacer ligadura: últi- mamente se corta el cordón; y si la arteria da sangre, se pone sobre su boca algunas hilas empapadas en agua de rabel. La arteria de la pared del escroto da algunas veces bastante sangre; en cuyo caso se puede hacer la ligadura ó aplicar en la herida algunas hilas humede- cidas en dicha agua rabeliana. Después de haber sacado el testículo se cortan con el bisturí los labios de la bolsa que forma el escroto. Se cura la herida con hilas secas sostenidas por una compresa de figura de herradura, y todo por un suspensorio. (V. suspensorio.) El aparato no se quitará hasta tres ó quatro dias después: quan- CAS 323 do ya la supuración le desprenda solamente, se puede desde el ate inmediato humedecer las hilas con aceyte de hipericon. La curación debe eríodos regulares ó irregulares, el incremento de unos ó de otros, a curación completa ó imperfecta, las recidivas, y en fin el estado medio dudoso entre el estado de salud y el de enfermedad. Seria sin duda para la Medicina dogmática una operación útil y muy necesa- ria analizar y descomponer de qualquiera suerte la causa de una enfermedad, examinar separadamente cada una de las potencias que han concurrido á su formación ; deteniéndose en la investigación par- cial de estas potencias y de todas las demás, y en seguida juzgar lo que debe resultar de su reunión; pero la dificultad de emprenderlo es igual á su utilidad. Es indispensable, para llegar á adquirir este conocimiento, averiguar con esmero en todo lo que ha precedido muy remotamente, ó poco antes de la enfermedad, y todo quanto ha podido contribuir á producirla, esto es lo que los Médicos entendían 334 CAU por causas remotas ó sean predisponentes ú ocasionales. Nosotros he- mos manifestado anteriormente en qué consistian las unas y las otras, la necesidad de su concurso para la producción de las enfermedades, la afinidad que contribuye á este concurso, y la disposición contra- ria, que estorbará sin duda el que se verifique; porque no hay una disposición general para todas las especies de enfermedades, como no hay tampoco toda la salud perfecta y necesaria para resistir á to- das las causas de enfermar. Con unos conocimientos superficiales no podrá el Médico deter- minar la causa de las enfermedades; es necesario que sean muy pro- fundos , manejados con mucha sagacidad y discernimiento, emplean- do todas las reglas de la buena crítica, lo que por desgracia solo lo hacen un corto número de hombres; y con relación á esta indaga- ción de las causas de las enfermedades, se puede decir con el Padre de la Medicina, que entre la multitud de los que curan son pocos los Médicos.] Para dar mas extensión á este artículo interesante, y formar ideas justas y exactas de las causas de las enfermedades, añadiremos loque dice Sauvages sobre este importante objeto. „ Principio es todo aquello que contiene en sí la razón suficiente de la existencia posible de una cosa, ó aquello que la hace concebir como posible ; los Patologistas que cuidan poco de evitar las equivo- caciones , le dan el nombre de causa remota, aunque hay mucha di- ferencia entre la causa y el principio, y esto es lo que produce bas- tante confusión en la Medicina; causa, dice Mr. Astruc, es todo lo que produce la enfermedad, y desearíamos, añade, que se limitase es- ta palabra á esta significación si el uso lo permitiese; pero permíta- seme decir que un abuso no se debe nunca dexar pasar, y que un hombre sensato se ha de guiar mas bien por la razón que por los usos, y mucho mas si son contrarios á esta: conviene asimismo defi- nir la causa, lo que es sumamente difícil, y que por un uso mas re- cibido se de el mismo nombre, tanto á las causas eficientes, que efec- tivamente producen la enfermedad, como á las causas, ó por mejor decir á las condiciones, sin las que las enfermedades no se hubieran verificado; condiciones cuya presencia no causa enfermedad; pero su ausencia ó falta impediría que se produxesen. Los principios son las condiciones, las ocasiones, las circunstan- cias ó la materia, el instrumento, el fin, y la causa evidente: supon- gamos que un grumo de sangre obstruye un pequeño vaso , sea arte- rioso ó venoso, por esto no se sigue que este vaso se dilate ni se hinche; este grumo no es la causa del tumor, lo que se sigue es que no repugna la posibilidad á la dilatación, por lo que se puede mirar como el principio del tumor, y como un principio material, porque él constituye parte; y como el vaso hinchado es una parte orgánica, CAU 335 y entra en la composición del tumor, se debe mirar también como el principio orgánico, sitio ó lugar, y el instrumento del tumor; si la adherencia de este grumo, que por sí no causa ó produce el tumor, es necesaria para su producción como muchos creen, entonces se ha- ce una condición ó principio, sin el que se verificaría el tumor. Si el principio no es preciso para su formación,como la estrechez, peque- nez del vaso es mirado ó tenido como la ocasión del tumor, porque facilita el efecto en caso que la causa exista; pero si ni es necesario ni útil, sino solo está presente como la rubicundez, acrimonia de la sangre, entonces se dice simplemente circunstancia: se Wzmzfin la intención que se propone el agente, como por exemplo, si el tumor es producido con el fin , ó para que la sangre se purifique del vene- no que contiene esta depuración, que otros llaman causa final, es el fin del tumor, y la intención que se propuso el agente: si es pro- ducido por la relaxacion de los vasos ó viscosidad de los fluidos de resultas de una mala digestión, como estas cosas no obran sino de un modo pasivo en la producción del tumor, y no son mas que dispo- siciones anteriores en el cuerpo, se les da el nombre de principios proegúmenos ó predisposiciones; tales son la plétora, la viscosidad, la intemperie y la acrimonia: si la ocasión del tumor es activa, como el ímpetu, el esfuerzo, la presión de la sangre, aunque insuficiente por si para producir este efecto, ó la cólera, el dar voces, la carre- ra que produzca esta impetuosidad ó esfuerzo, se llama principio procatdrtico ó excitante, y en griego prophasis, siempre que es evidente y externo. Causa se dice todo aquello por medio de lo que se concibe la existencia actual de una cosa, diferenciándose del principio que hace solo concebir, no su actualidad, sino su posibilidad. Una cosa es posible quando no implica contradicción alguna, para que pueda existir aunque exista: de que exista un principio, no se sigue que de- ban existir sus conseqüencias; pero supuesta la causa precisamente se ha de seguir el efecto, sin que sea necesario hacer otra suposición, y quitada la causa cesará el erecto. La causa en tanto es causa en quan- to produce el efecto ó una cosa diversa de ella, de modo que no puede darse el efecto sin causa, ni causa sin efecto. Lo que existe actualmente es posible; la causa hace concebir la actualidad, mucho mejor la posibilidad; se sigue de esto que la causa es una especie de principio; con un exemplo se aclararán todas estas definiciones. La fuerza con que resisten los vasos de la máquina humana á su dilatación, y el esfuerzo que hacen para angostarse ó estrecharse, se llama contractilidad; y aquella con que se oponen á su división ó rotura, permaneciendo íntegros, se llama resistencia. La presión de los líquidos, que obra perpendicularmente sobre las paredes de los vasos, se llama presión lateral. 33<5 CAU Aquella fuerza con la qual la columna de un fluido obra sobre la base, de la que le antecedió según el exe del vaso, se Itemzfiuerza progresiva, ó presión sobre el exe. La causa del tumor en general es el exceso de presión lateral so- bre la contractilidad de un vaso ó de muchos. Demostración. Los vasos no se pueden hinchar si no son distendidos por los líquidos que contienen, y no se pueden distender sino por la presión lateral, por- que los fluidos obran perpendicularmente sobre la superficie compri- mida ; y los vasos en el estado de salud no resisten á la presión de los fluidos , sino en quanto sus fibras longitudinales y orbiculares hacen esfuerzos para acortarse y estrecharse, ó que la presión lateral está contrabalanceada por la contractilidad de los vasos; y así quando la fuerza de la presión lateral es mayor que la de la contractilidad, es preciso que sin duda alguna las fibras de los vasos se alarguen; y como la presión obra perpendicularmente sobre ellos, y la dirección pasa por el exe del vaso, es necesario que las fibras se separen del exe; pero estas ni las paredes del vaso no se pueden separar del exe, ó si el vaso no se hincha; de lo que se infiere que excediendo la pre- sión lateral á la contractilidad del vaso, este debe sin duda inflarse, y es lo que importa demostrar. De lo dicho se infiere, que aun quando la contractilidad del vaso permanezca siempre una, con todo, este se hinchará ó dilatara si se aumenta la presión lateral del fluido. Igualmente se deduce que si se disminuye la contractilidad, el vaso se hinchará, aun quando la presión lateral sea la misma. También se sigue que el volumen ó magnitud del tumor esta en razón compuesta de la directa de la presión lateral, y la inversa de la contractilidad. Ni es menos constante y cierto, que acabándose la contractili- dad del vaso , como sucede por su división ó rotura, se seguirá pre- cisamente de esto que la presión lateral de los fluidos cesará, no pu- diéndose entonces formar tumor alguno, deduciendo muy claramen- te de esto mismo, que la magnitud del tumor es la misma que la de la contractilidad del vaso, y la de la presión de los fluidos. La presión viva ó la colisión que reciben los vasos á cada pulsa- ción del corazón es la misma que aquella que obra sobre la base de la columna del líquido que pasó anteriormente, ó lo que es lo mis- mo como el quadrado de la velocidad respectiva de la columna, a saber, de la que ha precedido, y de la que sigue; pues la intensidad del tumor, permaneciendo la misma contractilidad del vaso, es pro- porcionada al quadrado de la velocidad respectiva. La presión que un fluido exerce sobre las paredes de un vaso siem- pre es proporcionada á la fuerza del émbolo del corazón, que la em- puja ; y esta es la medida de la mayor velocidad que la sangre puede CAU 337 adquirir en un vaso, pues esta fuerza, según loS principios de la Hidrodinámica, es como el quadrado de su velocidad, de lo que se infiere que si la sangre, que precedió, se retarda, esta fuerza es la medida de la presión lateral que produce el tumor por su exceso. Se sigue de esto que aun quando la contractilidad sea la misma en el vaso, el tumor se formará lo mayor que sea posible siempre que la sangre comprima las paredes del vaso con toda la fuerza que re- cibe del corazón, y es lo que sucede quando el vaso está del todo obstruido, en cuyo caso el tumor aumentará ó disminuirá á propor- ción que el corazón tenga mas ó menos fuerza: esto sucede en las vi- ruelas, en las que desaparecen las pústulas quando se disminuye la presión vital. También se infiere que el tumor deberá ser mayor en las venas que en las arterias aun quando permanezca ó sea una misma la fuerza del corazón, porque hallándose obstruidas las venas ( Hemastat. Gall.' pág. 251.), la presión lateral es mayor y la contractilidad menor, de lo que resulta que el exceso que produce el tumor es también mayor. Los efectos íntegros son proporcionales á sus causas. (Wollff Mechan. 2.) Esta es otra regla para conocer la causa y diferenciarla del prin- cipio , como se puede convencer por los exemplos referidos; y en efecto si el exceso de la presión lateral sobre la contractilidad del va- so produce ó causa el tumor, se sigue que este debe aumentar ó dis- minuir según que el exceso aumente ó disminuya. Si se corta el vaso al través, como la sangre que precede y la que se derrama no oponen resistencia alguna á la que sigue, salen con la misma velocidad una y otra: no hay velocidad alguna respecti- va; y en conseqüencia no hay presión lateral, según el exe del vaso, como se puede ver en laHemastática francesa (pág. 247, n. 100.), y el tumor desaparecerá al instante. Quando se liga una vena el tumor es mucho mayor que si se li- gase una arteria de igual diámetro, porque en el estado de salud la contractilidad de la primera es menor que la de la segunda, y aun quando la presión lateral sea la misma en uno y otro vaso, el exceso de presión lateral sobre el de contractilidad es mayor en la vena. Las mismas causas producen siempre los mismos efectos en las mis- mas circunstancias ( Hamberg. Física , n. 18.): en las escuelas se in- tenta negar, y es por falta de definiciones exactas, pensando que un mismo efecto puede tener muchas causas: este error nace de que se da el nombre de causa, no á ella misma, sino á una de sus partes de un efecto entero compuesto, ó tan solo á la ocasión del sugeto de la causa, o á algun principio; en una palabra, porque se confunde en' algun modo la causa con lo que no es tal; pero no es así respecto tomo 11. ' w 33« CAU á que el mismo efecto siempre es producido por la misma causa próxima eficiente, id. ibid. Los que señalan por causa del tumor la estancación de la sangre en los vasos no dan por causa mas que un principio; é imbuidos en este error, creerán fácilmente que el mismo efecto puede ser pro- ducido tanto por esta estancación ó detención, como por la pre- sión lateral, ó por la diminución ó falta de contractilidad, y por otras muchas causas, según ellos creen; y no es de admirar que la confu- sión de nombre haga se confundan las ideas. Para sostener esta opinión alegan estos filósofos por exemplo al sol, que endurece el barro y ablanda la cera, de lo que infieren que una misma causa puede producir diversos efectos; pero se debe ad- vertir que el sol es el principio, no la causa, para que se endurezca el barro ; porque si la humedad no se exhala ó evapora, y las moléculas ó partecillas terreas no se acercan y tocan por mayor número de puntos ó por superficies mas anchas, el sol nunca endurecería el bar- ro, aunque con el mismo grado de calor. No sucede así en la cera: sus moléculas no despiden humedad alguna; pero hallándose rodea- das de un fluido luminoso, como el de una atmósfera muy sutil, el número y extensión de los puntos de su contacto se disminuyen,y es la razón por que adquieren su fluidez. Quando se confunden las pa- labras y los nombres, necesariamente se han de confundir las cosas. No hay ciencia, á excepción de la teología , en que sean mas pe- ligrosos , y que acarreen mayores daños los errores que en la Medi- cina , y sin embargo no hay otra en que se cometan mas: el principal origen de estos errores viene de que se tiene por causa lo que no lo es, como post hoc , ergo propter hoc; un fenómeno viene en seguida de otro: ¿luego este es su efecto? raciocinio tan malo como fre- qüente. Para que una cosa se pueda mirar como causa de otra no es sufi- ciente que supuesta una se siga la otra, y faltando falte ; es necesario que contenga en sí la razón suficiente de su existencia actual, y que el efecto sea proporcionado á la intensidad de la causa; y como un efecto es una mutación, y esta no puede verificarse sin una causa ca- paz de producirla, es necesario que lo que se miró como una causa tenga una fuerza suficiente para producir el efecto que se le atribuye; de lo contrario lo uno no serviría para hacernos conocer la existen- cia de lo otro, lo que se aclara con exemplos. Un hombre , que ve un navio caminar á vela desplegada, y ad- vierte que se detiene quando se recogen las velas, le costará sin em- bargo trabajo creer que las velas desplegadas sean la causa del movi- miento, supuesto que por ellas mismas es imposible producirse. Quando vienen las golondrinas vegetan los árboles, y lo dexan de hacer quan- do se van; pero por esto no se sigue que ellas sean la causa de la ve* CAU 339 getacion, pues no pueden hacer subir la savia por los vasos de los ve- getales. Las causas que se atribuyen á diversas enfermedades no son menos ridiculas que estas. La sangre que se detiene en los vasos re- tarda el movimiento de la que la sigue: luego está muy remoto el que acelere su curso, como sucede en las calenturas, y no obstante se establece esta estancación por causa de la calentura, lo mismo que de los tumores. Del mismo modo se atribuyen las convulsiones á la compresión del cerebro, porque se confunden los principios con la causa; lo mismo que los astrólogos, que atribuyen los> acontecimien- tos al aspecto ó situación respectiva de los astros, como si tuviese al- guna nueva fuerza esta situación. Ninguna cosa en tanto que es causa puede conocerse por los sen- tidos (Hamberg. fisic. prefac. 35.) , ni aunque sea efecto de otra; en efecto la deducción de estas conseqüencias no es del resorte de la simple percepción, ni una operación de los sentidos, sino del enten- dimiento , pues, ayudado del raciocinio, puede sacar conseqüencias; y como la causa es aquella cosa por medio de la que se entiende ó se infiere la existencia actual de otra cosa, se sigue que los sentidos no la pueden percibir. La experiencia es el conocimiento de aquellas co- sas que descubrimos reflexionando sobre nuestras mismas percepcio- nes (WollfThog 664.), de donde se infiere centra lo que dicen los Escolásticos, que ni la observación ni la experiencia nos pueden ha- cer conocer ni las causas ni los efectos como tales. El pronóstico depende del conocimiento de la causa ,y la certeza del uno dimana de la de la otra. Entre tanto pronosticamos una cosa con certeza en quanto ó conocemos aquella de que depende, ó la unión necesaria que tiene con ella, y como la causa pide ó tiene ne- cesariamente su efecto, quanto mas seguros y ciertos estemos que es- ta existe, pronosticaremos con mas certeza la existencia de su efecto: al contrario el principio, que no prueba mas que la posibilidad del acontecimiento , y puede existir sin que este se siga , de modo que se puede conjeturar sobre la existencia del principio, pero no para decir con certeza. La utilidad del conocimiento de la causa es tan superior á la del principio , como lo es la certidumbre á la simple conjetura. Como un navio no camina sino por exceso de la fuerza del viento y corriente de las aguas sobre las resistencias que opone la inercia de la nave y velocidad del agua; si yo conozco con exactitud este ex- ceso ó demasía, podré calcular exactamente la velocidad del navio, pronosticando y determinando con certeza; porque dada una causa, es imposible que no produzca su efecto; del mismo modo sucede en la causa de una enfermedad y los síntomas, que se puede después pro- nosticar con certeza. El diagnóstico de las enfermedades está fundado en el conoci- miento de los síntomas, y la definición es la enumeración de los sin- 34° CAU tomas necesarios y precisos para conocer el género y distinguirlo: Juego el diagnóstico de las enfermedades consiste y depende de una buena definición. ' Si los síntomas están de tal modo unidos con otra cosa, que su existencia actual dependa de ella, y si nosotros conocemos esta co- nexión , sabemos entonces que ellos son el efecto, y la otra cosa es su causa, y este exacto conocimiento que tenemos de los síntomas y .de su conexión ó enlace con las causas forma toda la ciencia del diag- nóstico y pronóstico. El signo ó señal es todo aquello que nos hace conocer si una cosa existe , ha existido ó existirá (Ontolog. 952.); pero los síntomas es- tan de tal modo unidos con sus causas, que no pueden existir sin que estas existan: luego los síntomas son las señales de las causas presen- tes ó antecedentes; y siendo las enfermedades un concurso de mu- chos síntomas unidos entre sí, se deduce que quando los síntomas nos hacen conocer este concurso y esta conexión, son señales ciertas de las enfermedades. Admitidos los principios la enfermedad es posible: luego los prin- cipios son unas señales probables de las enfermedades, que serán mas ó menos ciertos, según que sea mayor ó menor el número de casos igualmente posibles, en los que estos principios, teniendo lugar,exis- ta comunmente tal enfermedad. Si se echan dos dados sobre una mesa, como hay treinta y seis modos diversos é igualmente posibles en que pueden presentar sus puntos los dados, la probabilidad que el punto dado aparecerá será su certeza como de 1 á 36. Si el punto dado es 7, como este punto puede venir de seis modos igualmente posibles, la probabilidad es la sexta parte de la certidumbre. La verosimilitud es una probabilidad cuya certeza es en mayor razón que 1 á 2; por exemplo hay diez y ocho casos en los que se puede hacer con los dos dados los números 7, 6, 8 ó 4; y estos casos serán mas posibles con 20, siendo muy verosímil que con estos dos dados se haga uno de estos puntos. La incertidumbre es una probabilidad menor que una medía certe- za , como si entre treinta y seis casos posibles, que tan solo puede de seis modos caer el número , no es verosimilitud sino incierto que cay- ga este número 7 á la primera vez. Duda es una probabilidad, que vale una media certeza, como si de treinta y seis casos posibles hay diez y ocho que puedan suceder, esto será una duda, si en una enfermedad , por exemplo, el que su- ceda tal cosa depende de un concurso casual de tantos síntomas, co- mo para que suceda lo contrarío es dudoso quál de los dos se se- guirá. La posibilidad es el primero y el menor de los grados de la pro- CAU 341 habilidad , y en nada se diferencia de la ignorancia. Véase la Lógi- ca del Sr. Gravesande. Con quánta mayor certeza conozcamos la causa de la enfermedad, el pronóstico será mas seguro, ó lo que es lo mismo , la verosimilitud de lo que ha de suceder se acerca mas á la certidumbre ; y quanto mas principios del mal se conocen, la probabilidad se acerca mas á la verosimilitud , y el pronóstico será mas verosímil. El peligro es un estado en el que hay la posibilidad de que la en- fermedad tenga un fin funesto; como, por exemplo, hay peligro de muerte en una enfermedad, en la que tantos mueren como salen, y esto se llama un peligro simple. Si es mayor el número de los que se curan que los que se mueren, es un peligro menor; pero si mueren mas que los que se curan , el peligro es grande , y en este caso se dice ó llama á la enfermedad mortal, porque es verosímil que el enfermo muera, y en el otro es incierto. Quanto mayor ó menor es el fundamento en que se apoya la pro- babilidad , así es mas ó menos fundada la que está apoyada en el co- nocimiento del principio ; es otro tanto menor, quanto menos verosí- mil sea que este principio contribuya á producir la enfermedad. Si se demostrase que el efecto es proporcionado á su causa, el co- nocimiento filosófico tomaría la certeza del Matemático (WolfT disc. pref. 27.); por exemplo, si se demostrara que el aumento del aneu- risma es proporcionado en un caso dado á la fuerza impulsiva del corazón, ó á la altura á que la sangre puede subir en un tubo vertical que se pusiese en la aorta, suponiendo que la contractilidad de la ar- teria no varíe en nada, y que la fuerza impulsiva del corazón será la misma, el acrecentamiento de esta será proporcionado á la ductili- dad de la arteria; este conocimiento matemático hace al filosófico tan cierto y tan útil como se necesita. Se sigue de esto que las experiencias deben estar de acuerdo con los principios de la etiología: véase un exemplo que sirve de prueba: tómense dos vexigas de igual capacidad , y que una sea de hombre y otra de cerdo; se las atará dos pesos iguales para ver quál es mas dúc- til , y si alarga mas la una que la otra en el mismo espacio de tiem- po. Hecho esto, póngase perpendicularmente un tubo en sus orifi- cios, y llénense de agua á igual altura; y se advertirá que la disten- sión ó hinchazón será en razón de su ductilidad, ó al inverso de su contractilidad ; y que llenando después los tubos á alturas desiguales, la dilatación será proporcionada á la altura del agua , siendo todas las demás cosas iguales: es preciso tener cuidado en el tiempo que se em- plee en hacer la experiencia , porque quanto mas tiempo esté la vexi- ga extendida, mas se aumenta su ductilidad , y mas se hinchará. El efecto simple es aquel en que no se atiende mas que á una so- la mutación , como en el tumor en general. £1 compuesto, en el que 342 CAU se consideran muchas como en el tumor, la rubicundez, el dolor, la pulsación y la dureza. Es necesario examinar separadamente la causa del fenómeno sim- ple antes de pasar al examen de la de los fenómenos reunidos: si no se hace así, estamos sujetos á cometer muchos errores en la Medicina; como por exemplo un tumor pulsa , porque en los intervalos sensibles la presión lateral supera á la contractilidad del vaso ó de la parte hin- chada : está roxo, porque la parte refiexa los rayos, que son de este color, y absorven la mayor parte de otros , como lo demostró New- ton; reflexa cantidad de rayos roxos, porque la sangre , que es ro- xa , tiene la mayor parte de la superficie de este mismo color; se in- sinúa ó introduce en un mayor número de vasos linfáticos, ya por- que los vasos sanguíneos, estando mas distendidos, se ponen mas abultados y sobresalientes, y sus túnicas se transparentan mas; se siente dolor, porque las fibras nerviosas, que se hallan distribuidas en las paredes de los vasos, se estiran; y en fin el tumor está duro} por- que la sangre por su resistencia impide que ceda á la presión de los dedos, reducirse á menor volumen y á mudar de figura. Un tumor acompañado de estos síntomas, y en el que se siente ó percibe un calor violento, se llama tumor inflamatorio; y como todos estos síntomas pueden explicarse por el exceso de la presión lateral al- ternativa sobre la contractilidad de los vasos y exceso que en este caso es debido al aumento real de la presión lateral, se sigue que este exceso es la causa del tumor inflamatorio. Como no todos conciben una misma cosa de un mismo modo, y esto depende del mayor ó menor conocimiento que se tiene de la fi- losofía, sucede que lo que el uno mira como causa de una enferme- dad , no le parece tal á otro; de lo que resulta, que no se debe ad- mitir por causa de una enfermedad, sino aquella que se puede demos- trar ser tal. En la Hematástica francesa se puede ver en el ar- tículo de la inflamación lo que acabamos de decir sobre la causa de los tumores inflamatorios. Todo cuerpo permanece en un estado, á no ser que alguna fuer- za superior le obligue á mudarlo: es la primera ley establecida en el universo (Newton leg. i.); y no hay otra razón de esta ley que la voluntad de Dios, de modo que no se puede colocar esta permanen- cia de estado en el número de los efectos naturales. La mutación del movimiento es proporcionada á la impresión de la fuerza motriz, y se hace segunda línea recta, que está en la direc- ción de esta fuerza. (Newton leg. 2.) La herida es una separación mecánica de las partes sólidas del animal, que antes se hallaban uni- das ; se hace esto mecánicamente quando las fuerzas que la producen obran en razón de su masa, de la figura, de la velocidad y de la si- tuación , y todo lo que puede percibirse por los sentidos. CAU 343 La unión ó adherencia de las partes continuas depende de que es- tas «e toquen por mas ó menos puntos, y esta cohesión es mayor ó me- nor según el peso ó fuerza que se necesita para desunirlas; pero esta fuerza de cohesión se desvanece luego que estas partes se separan , por- que se disminuye en razón duplicada de las distancias. La fuerza por la qual las fibras y las membranas se contraen, ó la que se dice con- tractilidad elástica, está en equilibrio con la de cohesión, hasta que los puntos de contacto se disminuyen; así se ve que hecha la solución de continuidad , los labios de la herida se separan por la contrac- tilidad elástica , tomando una figura circular; de suerte que ape- nas la espada ha dividido la piel, inmediatamente se nota la heri- da mayor que el grueso del instrumento que la hizo: la sangre, dis- tendiendo la vena ó la arteria, hace esfuerzos para separar sus fibras, y algunas veces tal es la distensión, que se forman aneurismas, que por último suelen romperse. La causa de las heridas es toda fuerza capaz de desunir las fibras siempre que sobrepuje á la tenacidad que ofrece su cohesión ó adhe- rencia ; porque como esta fuerza es interior ó exterior , como ya hemos visto, y que resulta de la fuerza aplicada, por exemplo de la acción de la espada ó de la impetuosidad de la sangre &c., y de la fuerza natural ó ínsita de las partes, ó su contractilidad , se sigue de aquí que quanto mayor es la fuerza del instrumento ó la contrac- tilidad , siendo una misma la adhesión, tanto mayor será la herida; pero si la cohesión natural es menor, será mucho mayor la herida. De aquí se sigue también que una herida puede formarse espontánea- mente sin que el esfuerzo ó impulso de la sangre sea aumentado y sin ninguna lesión evterna, siempre que !a contractilidad sobrepuje á la fi:erza de la adherencia, como sucede con los sabañones producidos por el frió; de suerte que si la contractilidad y la violencia del cuerpo son grandes y la cohesión pequeña, la herida está en razón compuesta de cada uno de estos principios, siguiéndose también que no puede verificarse una herida quando la cohesión de las partes resiste á fuer- zas exteriores ó á las naturales que intentan desunirlas; por esta ra- zón un ligero esfuerzo no produce una herida, y esta se cura siempre que la naturaleza ó el arte aproxima sus labios, llenándose los inters- ticio"; por aumento de los vasos, que crecen luego que se reúnen, y recobran la adherencia y consistencia natural; siendo falso que la cau- sa de una herida pueda existir sin que se verifique la herida, y que esta pueda subsistir quando se ha quitado la causa, á no ser que se to- me por causa el instrumento, siendo así que no es mas que el prin- cipio. Tanta cautela debe tener el Médico para distinguir la causa de la enfermedad de la que no lo es, como el Juez para distinguir el autor de un crimen que se ha cometido, pues en uno y otro caso se intere- 344 CAU sa igualmente la vida de los hombres. No se podrá distinguir esto con claridad, á no ser que se tenga un conocimiento perfecto de la cau- sa y del principio, para lo qual es necesario tener una definición cla- ra y exacta. No tendrán una idea verdadera de la causa los que se sirven del exemplo de una herida para probar que la causa puede ce- sar sin que cese el efecto, porque confunden el instrumento con la causa, la herida con la permanente abertura ó separación de sus la- bios; pero esta abertura, ya hecha, debe subsistir por la primera ley de Neivtonj y según la segunda no puede ser producida sino por la fuerza dividente; de suerte que el instrumento por sí solo no haría una herida, á no ser que un agente le imprima una fuerza supe- rior á la tenacidad ó resistencia de las partes. El concurso de muchos síntomas unidos, y con una íntima rela- ción entre sí, que los Griegos llaman síndrome, es lo que forma la enfermedad: tal es la definición que los antiguos han dado, según le Clerc (en su Historia de la Medicina pág. 345.): el concurso no es otra cosa que la reunión de los síntomas, que coexisten constantemen- te , ó que se suceden los unos á los otros; se debe preferir una defi- nición á otra qualquiera quando expresa los signos que sirven á cono- cer el definido y á distinguirlos exactamente; porque como los sínto- mas ó su concurso se presentan á nuestros sentidos, y no se puede conocer la disposición de las partes internas porque se nos oculta, se sigue de aquí que se debe preferir la definición sacada de los sínto- mas á la que es tomada de la disposición de las partes internas; ade- mas esta definición es antiquísima, sin exceptuar la que dio Hipó- crates para definir la enfermedad, qualquiera molestia en el cuerpo constante y notable, la qual es conforme al lenguage ordinario de los Prácticos. En efecto se define cada enfermedad particular , como la apoplexía, el síncope , la disenteria, la pleuresía &c., por sus sín- tomas ; de lo que se sigue que se debe definir igualmente la enferme- dad en general por el conjunto de síntomas. No hay enfermedad, por simple que sea, que no tenga muchos síntomas; y aunque es suficiente enunciar algunos en la definición, no importa que se haga mención de muchos, como se concibe por el exemplo de la catarata ó de la amaurosis. Independientemente de la pérdida de la vista se percibe en los ojos de un ciego , ademas de los defectos manifiestos, como son glaucoma, la catarata, ó quando la pupila padece un midriasis ó está inmóvil como en la gota serena; el que el ciego ademas quando anda presenta siempre las manos temien- do no dar algun golpe en la cabeza contra los cuerpos que le rodean; también dirigen los ojos al cielo en medio del dia sin que lo estorbe la abundante luz; de suerte que los que están acostumbrados á ver á estos ciegos, al andar los distinguen por sus gestos y otras muchas no- tas ó señales semejantes. La cólica es una enfermedad simple, en la CAÜ 345 qual el dolor es el síntoma inseparable; pero este dolor es acompa- ñado de otros muchos síntomas, como son el insomnio, la contorsión de la cara, el encogimiento del cuerpo, la dificultad de respirar, la astricción de vientre, la disuria, los borborismos &c. Como nada se hace sin una razón suficiente, debe haber una que haga que ciertos síntomas concurran , esto es, coexistan, ó se suce- dan unos á otros, y se unan entre sí, y no hay otra razón que la conexión de los órganos que se afectan en la enfermedad de la mate- ria morbífica, que infesta muchas partes á un mismo tiempo, de las facultades ó potencias que se emplean mutuamente para corregir esta materia, ó para arrojarla; de lo que se sigue que hay entre todas estas y los síntomas la misma conexión que entre los principios, lo ca- sual, la causa y el efecto. La causa de la enfermedad es todo aque- llo que contiene la razón de concurso actual de los síntomas que se unen entre sí; porque todo síntoma no es otra cosa mas que una mu- tación sensible de las funciones y qualidades, y la causa de esta mu- tación existe y trae origen de las facultades del cuerpo y alma, y por conseqüencia de las fuerzas corporales y animales, de lo que se sigue que las fuerzas corporales y animales contienen la causa de to- das las enfermedades." CAUSTICIDAD. (Mat. Méd.) La causticidad es la fuerte im- presión que producen en los órganos del gusto las substancias acres, conocidas con el nombre de cáusticos; constituyendo una verdadera corrosión ocasionada por estas substancias, pues luego que se aplican, en el órgano que experimentó sus efectos se ve desnaturalizado y con- vertido en una escara, que se reputa como un producto del fuego. Esta propiedad merece examinarse escrupulosamente en la Materia Médica; porque ademas de pertenecer á los medicamentos mas enérr gicos, cuya acción general es muy importante conocer, pues esco- mo el origen de donde nacen los descubrimientos del mayor número de las propiedades y virtudes medicinales, esto es, del mas fuerte y el primero de todos los sabores, porque todos los demás son deri- vados ó modificados de él; y porque la teoría general que ofrecen los sabores es la que ha llenado de ideas grandes y luminosas, con el auxilio también de la Química moderna, conduciéndonos á la de to- das las qualidades medicamentosas; y así es que debemos pues exa- minar la causticidad con toda la extensión posible. Macquer ha pues- to en su Diccionario de Química un artículo muy extenso y bien ordenado sobre la causticidad; nosotros referiremos aquí los princi- pales puntos de él, añadiendo los hechos modernos, que sobre este objeto posee la Química del dia, aplicándolos después directamente ,á la Materia Médica. La acritud de los cáusticos la .prueba Macquer con los principa- les exemplos de los ácidos minerales concentrados, los álcalis pu- TOMO II. XX 34^ CAU ros, la cal viva, el oxide blanco de arsénico, que en las artes se lla- ma impropiamente arsénico, el muriate oxigenado de mercurio ó su- blimado corrosivo , el nitrate de mercurio ó el de plata , el muriate sublimado de antimonio ó la manteca de antimonio, y otras muchas Sales metálicas: la acritud, dice , de todas estas substancias es tal, que introducidas en el estómago producen dolores vivos, ponen á los ani- males muy enfermos, y al fin terminan con la muerte; considerados baxo este punto de vista estos cáusticos se llaman venenos corrosivos, ( V. la palabra venenos.) Aplicados exteriormente sobre la piel ó las carnes de los animales, producen una inflamación, un dolor acre y quemante semejante al que produce el contacto del fuego; esta ac- ción se manifiesta inmediatamente con la presencia de escaras, su- puraciones, erosiones, consunciones ó destrucciones de carnes, for- mando agujeros, excavaciones masó menos profundas; en una pala- bra, termina por una desorganización mas ó menos completa, pre- cedida y acompañada de todas las señales que manifiestan la sensi- bilidad é irritabilidad exaltadas hasta el último punto. Estos efectos se han comparado siempre con los que produce el hierro encendido, ó el contacto de todos los cuerpos muy calientes; y por esta analo- gía de acción se nombran cáusticas á las substancias que obran de esta manera, y causticidad á la propiedad que caracteriza esta acción. La energía bien demostrada en estos cuerpos por su fuerte im- presión en las materias organizadas y vivientes, tiene lugar, aunque de otro modo, sobre los cuerpos no organizados; por exemplo, so- bre las producciones naturales de los minerales. Por poco que se haya trabajado en algunos experimentos químicos sobre los cáusti- cos , se reconocerá el gran poder, que ellos mismos manifiestan en los cuerpos inorgánicos executando un movimiento violento, una efer- vescencia rápida, un calor vivo; en fin, una separación de sus molé- culas, lo que no termina hasta que dexan de obrar; después de esta acción se disuelven por lo comun, y forman con ellos unos nuevos compuestos; por esta tercera consideración que alguna vez tienen los cáusticos, se les llama disolventes y agentes químicos. Por eíc los nombres de venenos corrosivos, cáusticos, disolventes químicos, ex- presan unos fenómenos análogos ofreciendo una misma idea ; y la tri- ple acción que pueden exercer y exercen en efecto, según las circuns- tancias en que se emplean, los quales pueden expresar su propiedad con la palabra causticidad. En esta última análisis se ve la tendencia que tienen á combinarse con otros cuerpos, y á quienes dan la caus- ticidad ; pues en el acto mismo de la combinación con el texido de nuestros órganos, sea del estómago, intestinos ú otra parte del cuerpo, se ven corroídos, disueltos ó combinados con él; y de este modo pierde su causticidad á proporción que se verifica su tendencia á la combinación. CAÜ 347 Esta relación que hay entre la causticidad y la atracción quími- ca, ó el acto pronto de combinarse, es necesario examinar con cui- dado, para indagar en qué consiste esta propiedad, y conocer coa exactitud los medios de aumentar, debilitar, formar y destruir; y en una palabra, de modificarla de qualquier modo. He aquí las rela- ciones de la ciencia Química coa la de los medicamentos probándose su utilidad, y así es que la primera influye tanto sobre la segunda, que es imposible estudiar esta sin saber aquella. Se ve todavía que para entregarse al conocimiento de los objetos que tienen relacioa con la teoría de la Medicina, y para sacar inducciones útiles en la práctica, es indispensable servirse de las luces que suministra la Física. Buscando la causa general y particular de Ia causticidad, nos ve- mos obligados á presentar algunas conjeturas; las quales estarán ¿po- yadas con un crecido número de hechos, que no serán inútiles, y acaso descubrirán algun dia la acción poderosa de los medicamen- tos en general, pues hasta ahora Ios-Químicos solo han empezado á raciocinar sobre los fenómenos que presentan; y quando han vis- to la conformidad de hechos, han tratado de indagar la causa de la causticidad. La primera idea que formaron fué debida á la pre- sencia del fuego; y ciertamente esta idea era bien natural, respecto de la semejanza que hay entre los efectos de este y los de los cáus- ticos, no siendo extraño que al instante fuese generalmente adopta- da , y que muchos Físicos sean de este mismo modo de pensar. La teoría de Sthal sobre el fuego fixo ó flogístico ha contribuido mucho para establecer y asegurar esta idea; no se conocía un cuerpo que tuviese tanta actividad y fuerza disolvente como él- Lernery ha ex- puesto esta opinión sobre la causticidad-de la cal, de los álcalis y los ácidos; pensaba que estas substancias prepradas ó concentradas fjor la acción del fuego absorven este principio; y que las partículas íg- neas introducidas entre las moléculas de los cáusticos se desenvuel- ven para obrar sobre nuestros órganos. Se sabe que este Químico ex- plica todos los fenómenos de su ciencia con mucha facilidad, conten- tándose con todas las explicaciones mecánicas, qualesquiera quesean; que él ha examinado mal la teoría, pero ha descrito bien las expe- riencias conocidas de sus tiempos. Meyer, Boticario de Osnabruck, y Químico instruido, no se contenta con la simple apariencia y ve- rosimilitud que tiene esta teoría; emprende el hacer ensayos segui- dos, y deducir verdades demostradas; indaga escrupulosamente las propiedades de los cáusticos alcalinos, de la cal y de los álcalis fixos, los fenómenos de la calcinación de estas materias, de la comunica- ción de esta qualidad á los álcalis por medio de la cal; él lia hecho sobreesté particular un cúmulo de experimentos muy ingeniosos uni- dos entre sí con raciocinios muy sabios. El fundamento de su siste- ma consiste en probar que hay un principio sjoLo de la causticidad, el 34§ CAU qual es la materia del fuego ó de la luz, la qu- se contiene en todos los cuerpos cáusticos; y que luego que se separa de ellos, estos pierden su causticidad, pero que la vuelven á tomar introducién- doseles de nuevo. No he pretendido, como Lernery, que es el fue- go puro y sin mezcla el que se fixa en los cuerpos para hacer los cáus- ticos; pero sí que el fuego se combina con una materia acida, se fixa en esta combinación, y se une de este modo á los cuerpos que se vuelven cáusticos, y los que, aunque trabados por esta unión, con- servan mucho de su actividad, para comunicar á otros agentes la propiedad corrosiva. A este compuesto del fuego con un ácido par- ticular es al que Meyer ha llamado causticum ácido pingue, ácido graso, porque creia que estaba mezclado con una materia crasa, con la que se combinaba. Este autor ha examinado para reconocer y pro- bar el tránsito de este principio de un cuerpo á otro mediante una verdadera afinidad , las mudanzas que experimentaban en el acto de esta unión; Las pruebas que ha presentado tienen enteramente el mismo carácter que las de Sthal sobre el flogisto; las analogías pre- sentadas con arte y persuasión manifiestan que estaba muy pene- trado y convencido de su opinión; en fin, una semejanza de he- chos que coincidían perfectamente con los que en aquella época es- taban generalmente admitidos , atraxo muchos partidarios de su doctrina, y un gran número de Químicos alemanes la han adop- tado. Mr. Baumé se ha servido de ella para las explicaciones que contiene su Química experimental yT racional; pero no se limita á ad- mitir por cáustico solo al fuego unido con un ácido particular, que es el ácido pingüe; piensa también que el fuego es la causa única de la causticidad; pero se supone en todas las combinaciones posibles, y muchas modificaciones que se habían descubierto, por lo que no halla embarazo alguno para expresar todos los fenómenos, quales- quiera que sean; todo el'sabor es debido al fuego según Mr. Baumé; pero un modo de pensar tan ligero, creando á su voluntad las hipó- tesis, no puede convenir jamas en una ciencia que ha hecho tantos progresos y con tanta verdad como la Química moderna. ¡Que dife- rencia hay de todas estas ideas, de todas estas hipótesis, que ocasio- nan tantas variedades para explicar los hechos particulares, y la doc- trina simple y grande de Macquer, considerando la causticidad como debida á la fuerza de combinación! La teoría del causticum de Meyer, que tenia al menos un ayre de verosimilitud , que procedía, por decirlo así, metódicamente en sus ensayos, estaba destinada, como dice Macquer, á ocupar una época muy pasagera. Black, ocupándose con la cal y los álcalis al mismo tiempo que Meyer extendía y declaraba su doctrina, en- contraba en estas substancias un principio, del que hasta enton- ces no tenian conocimiento alguno los hombres, manifestando sin CAU 349 hipótesis ni esfuerzos los fenómenos de la causticidad. La influencia de la cal sobre los álcalis no consiste mas que en el modo con que aquella quita de estas sales el ácido carbónico para saturarse de él. Los álcalis se vuelven puros, y la tendencia á la combinación siendo extremada en este estado de pureza, se hacen cáusticos, mientras la cal saturada del ácido pierde su atracción para el mayor número de cuerpos, y se vuelve suave. Es absolutamente opuesta á la doctrina de Meyer; pero tiene sobre ella la ventaja segura de estar apoyada en hechos incontrastables, observados después por todos los Quími- cos, y aprobados en su misma balanza; así es que casi todos los Fí- sicos abandonaron el causticum y el acidum pingue con relación á las materias alcalinas y á los fenómenos de la causticidad. Por eso la teoría del fuego, como principio de la causticidad , se ha mudado enteramente desde los descubrimientos de Black. Macquer ha apli- cado después esta doctrina á otros cáusticos que no son los alcalinos, y ha buscado al instante la identidad de las propiedades, que debían existir en esta hipótesis entre el fuego y los cáusticos mas violen- tos. Ellos deberian producir como aquel la sensación de calor de un modo muy fuerte, y la rarefacción de los cuerpos; pero precisa- mente sucede lo contrario, porque ellos como los ácidos minera- les y las disoluciones metálicas no están mas calientes que el temple de la atmósfera , y no dilatan los cuerpos que se ponen en contacto con ellos. Si estos cáusticos producen en muchos casos el calor quando obran, esto es, debido solo al simple desprendimiento del calórico, esto es suficiente para manifestar la causa de la caustici- dad , como sucede con el fuego; por otra parte hay substancias so- bre las quales exercen los cáusticos una acción violenta, aunque cau- sen solo una frialdad, como suele suceder: la producción del calor ó el frió, ó el desprendimiento y absorción del calórico pueden muy bien coexistir con el efecto del cáustico, pues no son absolutamente indispensables. Macquer ha manifestado relativamente al calor ocasionado por los cáusticos un fenómeno que parece favorecer con particularidad la opinión de Meyer y de Mr. Baumé, y es el calor que originan los ácidos concentrados con los álcalis puros ó cáusticos, y con la cal, el qual no se verifica con los álcalis suaves y la greda, ó con los car- bonates alcalinos ó calcáreos; pero responde satisfactoriamente á esta objeción, haciendo ver que este fenómeno no depende únicamente de la causticidad, sino de la carencia del ácido carbónico en el caso primero, y de su presencia en el segundo; por eso en este último caso se separa el calórico para reducirse á fluido elástico, y el fuego ó calórico no existen, al menos en la greda y en los carbonates al- calinos , aunque no sean cáusticos. Siguiendo siempre la teoría de los Físicos, que admiten el fuego como causa de la causticidad, Macquer 35° CAU ha hecho ver que si los sabores se deben á este elemento; si el sabor mas sencillo es la sensación del calor, como quiere Mr. Baumé; si la variedad prodigiosa de ellos no embaraza al Químico, que admite al fuego en tantos y tan diversos estados, que no hay, por decirlo así, necesidad de ellos para explicarlos; al menos el sabor del frió, la impresión de la nieve v de todos los cuerpos frios, no pueden depen- der de la misma causa, y se podia reputar esta impresión como el origen de los sabores, tan cierta y fácil para demostrar cómo es el calor; pero según esta hipótesis, tan verosímil como la primera,alo menos existía una propiedad análoga, tanto por la presencia, quan- to por la carencia de un cuerpo, al que se atribuye exclusivamente. Esta fuerte objeción lleva una grande ventaja á la teoría de la caus- ticidad por el fuego. En fin, para concluir del todo la historia de esta propiedad con relación á la primera y mas antigua teoría que se ha propuesto, observamos con Macquer, que quando los autores de ella miraban al fuego como el único agente cáustico, y principio de toda causticidad, no se concebía mejor el resultado de esta acción: esto en realidad no era una verdadera teoría, porque era menester indagar aun en qué consiste la impresión misma del cáustico; ni tam- poco, en esta opinión, como en la del ácido pingüe, y en la de to- do otro cuerpo que se repute como el agente general de la caustici- dad, pues la historia de un solo cáustico no dará á conocer mas que una idea muy sucinta de la propiedad general. El fuego ó calórico es uno de los agentes de la causticidad; él mismo es un cauterio muy activo; pero, baxo este punto de vista, es necesario no confundirle con todos los demás cáusticos; es preciso buscar otra causa mas ge- neral y superior de la causticidad. Macquer, para indagar esta causa, considera dos efectos en la acción dé los cáusticos: la desunión de las partes del cuerpo sobre que obran, y su unión con las partes del cáustico; cuyos dos resul- tados son simultáneos é inseparables de una misma causa. La nueva combinación formada entre el cauterio y la parte sobre que obra es el objeto de la causticidad; si esta combinación es débil, el cauterio retiene una porción proporcionada de su energía; pero si es completa y fuerte, entonces este pierde no solo su virtud sino también alguna vez hasta casi todo su sabor. Considerando los álcalis baxo este pun- to de vista, se observa que son muy cáusticos, quando están muy puros, pues producen rubor y cauterizan la piel, reducen á una es- pecie de pasta las materias vegetales ó animales á que se aplican, di- suelven los aceytes convirtiéndolos en xabones; en esta acción pier- den la causticidad á medida que se les acaba su tendencia á la com- binación, y la pierden mas ó menos según que ella se ve también mas ó menos satisfecha ; entonces ya no existen mas, ni exercen mas atracción química.- Muchas veces obran los dos cáusticos el uno contra CAU 35i el otro, penetrándose y destruyéndose mutuamente las fuerzas de combinación, se destruyen como cáusticos, y pierden asimismo casi todo su sabor; esto es lo que se observa en la unión del ácido sul- fúrico y la potasa ó sosa. Siguiendo esta comparación de la atracción química y de la causticidad en los cuerpos, se advierte inmediata- mente que una de estas propiedades determina y mide á la otra; así es que unido un cáustico á la substancia que tenga la menor afinidad posible con él, no pierde mas que una parte muy pequeña de su vir- tud; y al contrario, si los cuerpos, con los quales se ha combinado, son muy coherentes, se destruye completamente su causticidad. Por eso el ácido sulfúrico tiene menos atracción con la potasa que con la barite; con aquella forma una sal amarga y purgante, y con esta una sal insípida é indisoluble. Macquer ha seguido esta comparación de la causticidad con la afinidad química, y la combinación de los álcalis con los aceytes, ácidos, ácido carbónico y á la silícea; sobre todo en el vidrio en la unión del ácido del nitro con el estaño y la tierra calcárea. Ha deducido de todas estas observaciones, presentadas con la sencillez y orden que hallamos todas sus obras, los resultados siguien- tes: i.° la causticidad, la acción disolvente, el sabor, la acción en general de una substancia fobre la otra, es efecto de la fuerza con que las partes de un cuerpo intentan unirse y aplicarse las unas á las otras: i.° después de esto, todo cuerpo, cuyas moléculas es- tan íntimamente unidas, y muy fuertemente adheridas las unas á las otras, no tienen en general ni fuerza disolvente ni causticidad: 3.0 quando una materia cáustica se une á otra á la qual se adhiere, pier- de su causticidad y su acción disolvente: 4.0 un cuerpo que no satis- face completamente su tendencia á la combinación , uniéndose á otro cuerpo, conserva parte de su causticidad y de su acción general proporcionada á la cantidad de fuerza que le queda aun para combi- narse: <¡.° un cuerpo, cuyas moléculas tienen poca coherencia entre sí, y gozan de suma energía para unirse á otras, es el cáustico mas poderoso, tal es el fuego: 6.° una materia, cuyas moléculas están muy coherentes y firmes recíprocamente, no tiene sabor alguno, y baxo cuyo objeto Macquer reputa por tal al pedernal y á las pie- dras duras. Suponiendo las moléculas de estos cuerpos muy divididas y separadas las unas de las otras, piensa que se volverian tanto mas activas y cáusticas, quanto entonces tuviesen mas tendencia á unirse. Admite una división extrema en la tierra calcárea, y es así como ex- plica su acritud y causticidad. Si por el contrario se aproximan las moléculas de esta substancia terrea, acre y cáustica, como le sucede por la fusión , entonces no solo se disminuye la causticidad por di- cho motivo, sino que su sabor se vuelve absolutamente nulo: y.° un cáustico, que ha perdido su causticidad y su sabor combinándose con 35^ CAU otro cuerpo, lo recobra luego que se separa de él, y se restablece al estado que tenia antes de la combinación: 8.° en fin la causticidad, como la tendencia á la combinación, es uno de los efectos mas alaba- dos; es debida á la fuerza con que los cuerpos se atraen á la de gra- vedad y atracción de Newton , y esta fuerza produce su energía me- dicamentosa como la combinación química. Así es que Macquer con una lógica severa, y con una observación tan sencilla como grande, ha encontrado el medio de explicar, por el primer principio de la Filo- sofía natural, todos los efectos químicos que ofrecen la naturaleza y el arte; y así es que con el arte de generalizar sus ideas, que quizá es el primero que se ha empleado en Química , ha hecho desaparecer todos estos pequeños agentes, todas estas pocas fuerzas particulares que los Químicos admitían antes de él, desterrando de esta ciencia para siempre las explicaciones mecánicas, pueriles, y por lo comun absur- das de que estaba llena. Nada se ha añadido á lo que acabamos de exponer después de él, presentando el extracto del artículo causticidad según su Dicciona- rio de Química sobre la causa en general de este fenómeno. Está bien demostrado por los mismos hechos que un cáustico que obra sobre la piel se combina destruyendo su texido, absorviendo sus princi- pios, mudando su naturaleza, y desorganizando enteramente este órgano. Si la causticidad es el mayor sabor , y el primero y mas fuerte de los sabores, es evidente que ellos, qualquiera que sean, pertenecen verdaderamente á una tendencia á la combinación en los cuerpos sabrosos; pues los sabores salado, dulce, amargo, acre, uri- noso , ó alcalino y austero , no son mas que unos efectos particulares de la atracción entre las substancias, que ocasionan tales impresiones, y los órganos que las reciben; que solo varían en la causticidad por la energía ó el grado de fuerza, y que no hay mas que una verda-< dera combinación química entre las substancias dulces, saladas, amar- gas &c., y la piel de la lengua ó el paladar; al menos existe entre ellos una tendencia á combinarse, una atracción recíproca; que esta misma se ve satisfecha en parte por el acto mismo de recibir el gus- to , y que de este modo á ello se debe la diminución de la impresión producida por estos cuerpos sabrosos, á medida que esta impresión se prolonga, diminución que halla su término en la insensibilidad de los órganos del gusto. He aquí tantas verdades nuevas y útiles á la Materia Médica, que se deducen de un solo principio. Considerando en seguida, y comparando todas las substancias cáusticas, se ve que unas son simples como el fuego; otras manifies- tamente compuestas, pero no se conoce su composición, como la cal, los álcalis, y los acres vegetales y animales. La tercera clase, la mas numerosa de todas, comprehende las materias, poco activas por sí mismas con relación á sus efectos cáusticos, se vuelven tales por CAU 3S3 una nueva combinación, tales son el azufre, el fósforo, y la mayor parte de las substancias metálicas, sobre todos el arsénico , el anti- monio , el mercurio , el cobre, la plata &c. Considerando la energía y acritud que toman estas por la combustión , parece que la doctri- na de Macquer sobre la causticidad puede sufrir algunas objeciones que no se deben despreciar. En efecto estas materias no son cáusti- cas por ellas mismas, pues solo pasan á unirse con el oxígeno, ó se consumen. Como las substancias mas simples en el primer estado, debían, según los principios generales de Macquer, tener una gran causticidad en este estado, tomándole aun mas considerable, ó de otro modo, pasando de un estado poco sabroso que antes tenian al de cáusticos violentos, forman una combinación que parece debia de- bilitar el sabor disminuyendo la atracción. Si solo se presentan estas consideraciones baxo este punto de vista, no hay duda que serian adequadas para destruir la teoría de Macquer; pero expondremos nuevas reflexiones y hechos mas propios para confirmarla que para arruinarla. El azufre y las materias metálicas son unos cuerpos sóli- dos, y los últimos sobre todo son muy densos: sus moléculas están fuertemente adheridas las unas á las otras. Luego que se les quema, sea calentándolas con el contacto del ayre, ó sea tratándolas con los cuerpos que contienen el principio comburente ó el oxígeno, y que le ceden según las le) es de atracción, se dividen y vuelven específi- camente mas ligeras, y adquieren después mayor tendencia á la com- binación. También se vuelven en el mismo tiempo mas solubles en el agua; pero algunos, como el azufre y el fósforo , no tienen esta pro- iedad, mas la adquieren quemándose. El oxigeno, el principio com- urente ó acidificante los convierte en unos compuestos muy dife- rentes de lo que eran antes; y como el mayor número de ellos son acres y cáusticos, casi se ha llegado á creer que el oxigeno es el prin- cipio de la causticidad. Efectivamente los ácidos son tanto mas. sabro- sos y fuertes en quanto contienen mas oxígeno. El arsénico y el co- bre fon venenos mucho mas terribles en el estado de oxides que en el de metales. El mercurio y la plata, baxo la forma de metal, no tienen sabor alguno ; pero se vuelven acres y venenosos luego que se combinan con el oxígeno. Mas aunque estos hechos, muy freqüentes en Química y aplicables inmediatamente á la Materia Médica, parece que conducen á mirar el oxigeno como el principio de la causticidad, y se cometería un gran error si se le admitiese como un cáustico. El ayre vital, que en quanto á su base está enteramente formada del oxigeno, no tiene sabor alguno, lo qual no es así quando compo- ne y se halla unido al azufre, al fósforo y los metales, que se vuel- ven acres dándoles un sabor extremado, volviéndolos solubles, de- terminando ó aumentando su tendencia á la combinación y te atrac- ción para con muchos cuerpos, que el oxígeno hace sabrosos y asi- TOMO II. YY 354 CAU mismo cáusticos, como el azufre, el fósforo , el carbón y los meta- les. Por tanto, lejos de destruir la teoría de Macquer, esta conside- ración debida á los descubrimientos modernos contribuye mucho á sostenerla. El oxigeno, con relación á esto, no tiene propiedad al- guna exclusiva ; el mismo fenómeno, la misma causticidad podrá na- cer y nace realmente en los compuestos, siempre que la combinación que se forma sea mas divisible y soluble que lo que eran los mismos componentes: esto es lo que se deduce freqüentemente en los experi- mentos de Química. F. CÁUSTICO ó CAUSTICUM. (Mat. Méd.) Meyer llama caut. ticum ó acidum pingue á un ser imaginario, que creia era formado del fuego y de un ácido particular: á él atribuía la causa de la caus- ticidad. Pensaba que e>te compuesto, que se formaba con freqiiencia según su hipótesis, se combinaba solamente por la exposición de algu- nos cuerpos al fuego, el qual pasaba á ellos dándoles la causticidad. Así es que creia que quando se calcinaban las piedras para hacer la cal ó los álcalis, quando se quemaban los metales, estas substancias absorvian el acidum pingue, y se volvían cáusticas: quando se mez- claban los álcalis con la cal, esta cedia á los primeros la causticidad, haciéndolos cáusticos, y perdiendo ella misma su sabor. Esta teoría, que no era mas que una hipótesis imaginaria y bien seguida en los he- chos , que el autor habia elegido para establecerla, ha estado refuta- da desde su origen por Black, el que ha probado que un fenómeno opuesto tenia lugar en la calcinación de la piedra con la cal, en la mezcla de los álcalis y la cal; y por todos los Químicos modernos, que han hecho ensayos sobre los metales, por lo que no se debe ha- blar del causticum en Materia Médica, como no se habla ya en la Química. (V. los artículos causticidad, Álcalis, calcinación, CARBONATE, METALES, OXIDES METÁLICOS &C ) F. CÁUSTICOS. ( Mat. Méd.) Los cáusticos son unas substan- cias medicamentosas, acres y corrosivas, que aplicadas sobre k piel, la consumen , destruyen y convierten en escara; y por esta razón se les ha dado el nombre de escarótico*. (V este artículo.) Loque se ha manifestado en el- artículo causticidad explica en com- pendio en qué consiste la acción de los cáusticos: nosotros expon- dremos aquí solamente las substancias mas enérgicas que se pue- den emplear en medicina, como que son los mas poderosos agentes de la Química , y producen el efecto combinándose ellas mismas con la substancia orgánica, destruyendo su texido, y cuya acción rápi- da se debe á la gran tendencia que tienen á la combinación. No de- bíamos exponer en este artículo particular sino la enumeración de los principales cáusticos que se usan en la Medicina, sus efectos aparen- tes, y las indicaciones que se proponen llenar en su uso. Aunque todos los cáusticos son análogos en el modo de obrar CAU 35$ con enerc'a sobre el texido orgánico de la piel, sin embargo se dife- rencian por los grados de actividad. El mas violento de todos en su acción es el fuego y todas las materias encendidas aplicadas sobre la piel: su resultado es el mas pronto y poderoso; por lo que han distin- guido los cáusticos en actuales y potenciales. Los primeros son: el car- bón encendido , el hierro hecho ascua , el cobre en el mismo estado, la moxa, el algodón , la borra ó pelusa de ciertas plantas, como del cjñamo &c. Se aproximan todas estas á la piel; el efecto de los tres primeros es muy momentáneo. (V. cauterio actual.) Los segun- dos obran con mas lentitud, desecan menos; pero excitan mas do- lor, inflamación y supuración. (V. el artículo moxa.) Los cauterios potenciales son todas las preparaciones químicas, muv acres y cáusticas, tales son: la cal viva , la potasa , la sosa , la sosa cáustica, llamada piedra de cauterio , el amoniaco puro, el áci- do sulfúrico concentrado, llamado impropiamente aceyte de vitriolo, el ácido nítrico, el muriate de arsénico, nombrado manteca de ar- sénico, el muriate de antimonio sublimado ó manteca de antimonio, el muriate de mercurio sublimado ó sea el sublimado corrosivo , la di- solución nítrica del mercurio ó el agua mercurial, el oxide de mercu- rio roxo por el ácido nítrico ó precipitado roxo, el nitrate de cobré ó nitro de venus, la disolución nítrica de la plata, el nitrate de pla- ta cristalizado ó los cristales de luna, y el nitrate de plata fundido ó piedra infernal. Estos se emplean á fin de que obren como cáusticos, para excitar una pronta revulsión, destruir un cierto estado nervioso, y formar otro diferente , para atraer un humor fixo de un órgano princi- pal , disipar los dolores que se desentienden de la impresión de los demás remedios, y producir una gran conmoción, por la que se puede esperar que se verifique una mudanza en toda la economía ani- mal. He aquí los efectos mas comunes de los vexigatorios é inflaman- tes en general; pero el modo rápido y violento con que los cáusticos actuales le originan pueden mirarse por los mas activos que se em- plean , con resultados mas sensibles, y alteraciones mucho mas gran- des en la economía. Así es que en las enfermedades mas terribles, y que no hay ya esperanza alguna, los antiguos hacian mucho uso de ellos; y en estas mismas enfermedades, como en los demás casos en que se han agotado ya todos los recursos, el mayor número de los modernos recomienda su aplicación; en la manía, la epilepsia, la apoplexía, la parálisis, el cáncer, los dolores crónicos, los reuma- tismos profundos y lentos, las úlceras antiguas, las caries inveteradas, los anquiloses, los" exóstoses y otras muchas enfermedades antiguas y difíciles de curar por los medios ordinarios. Los anriguos sin embargo rehusaron administrar los actuales en muchas de estas circunstancias. En quanto á los cáusticos potenciales ó substancias acres, capaces 3*6 CAU de enroxecer ó destruir la piel por medio de una verdadera disolu- ción , y también las carnes, se emplean en efecto para consumir estas quando vegetan los fungos, las excrescencias que salen en las úlce- ras, que impiden su cicatrización, para fundir los bordes callosos y fístulas antiguas, para mudar el fondo de las primeras, para des- hacer glándulas cancerosas: por este último tratamiento algunos Pro- fesores han hallado un medio particular, que suele curar alguna vez los cancros. Se mandan también para disipar tumores sebáceos, como las lupias &c., para quemar los puerros , condromas, higos y otros tumores indolentes, mas ó menos inorgánicos, que se presentan con freqiiencia en los órganos de la generación, la margen del ano &c.: sir- ven también para excitar una inflamación y supuración como en la aber- tura de las fuentes ó úlceras artificiales; para destruir y aniquilar los productos de los virus introducidos por el pellejo, como la mordedura de la víbora y otros reptiles venenosos, y la de los animales rabio- sos, pues las experiencias modernas bien hechas prueban que esta prác- tica es como la mas segura de todas para precaver los productos del virus hidrofobia); en fin los cáusticos forman uno de los medios mas eficaces que se pueden usar en un gran número de casos, en que los recursos ordinarios del arte no han podido alcanzar. Los Cirujanos debian traer siempre consigo los quatro principales cáusticos para lo que les pueda ocurrir en varias circunstancias, á saber: el nitrate de mercurio ó el agua mercurial > el muriate de antimonio sublimado ó manteca de antimonio , la potasa cáustica ó piedra de cauterio, y el nitrate de plata fundido ó piedra infernal. Se mandan uno ú otro de estos según los casos particulares, que se indicarán en sus artículos respectivos. (V. los artículos dichos y los de causticidad^ cau- TEKlí., &c.) F. CAUTERIO ACTUAL. (Mat. Méd.) Hemos dicho en el ar- tículo cáusticos que se llaman cauterios actuales todos los medios de aplicar el fuego sobre la piel ó sobre las diversas partes del cuer- po humano. Como la acción de estos medicamentos es muy rápida, y obra en el acto mismo de aplicarse, se les ha dado el nombre de ac- tuales. (V. los artículos calor y fuego, los efectos que se pueden originar, y que se han observado con su uso.) No se debia exponer aquí los diversos modos con que se han prescrito estos remedios; pero sin embargo haremos su descripción. Los instrumentos que mas co- munmente se han usado han sido de metal, los quales se ponen á ca- lentar , y en seguida se aplican sobre los órganos que se quieren cau- terizar. Los antiguos usaban los cauterios de cobre, que fabrica- ban baxo diversas formas según el sitio donde habían de servir. Se disputa entre los autores antiguos que los gruesos y figuras de estos instrumentos debian ser tan varios como las partes á que se destina- ban j así es que en los arsenales ó colecciones de instrumentos de Ch CAU 357 rugía se velan cauterios de todos tamaños: después se han hecho de hierro, y los hay redondos, puntiagudos, planos, cilindricos y có- nicos. Se destinaban los unos para quemar los dientes cariados, y otros para cauterizar el cráneo, el ángulo del ojo, los huesos largos &c. Se fabricaban también con una cubierta ó vayna destinada para con- ducir los cauterios actuales al lugar donde se queria quemar, y no ofender con su impresión las partes vecinas. Después de muchos años se desterraron de la práctica, sin usarlos casi nada por reputar- los como medios crueles, y quizá se curan menos enfermedades exter- nas , antiguas y rebeldes que las que sanaban los antiguos. Se ha subs- tituido á esta práctica activa, y acaso muy mal abandonada, el uso del algodón , la lana , la moxa de los Chinos, cuyas substancias se encienden sobre el sitio que se elige en la piel, y se dexa producir una acción fuerte, sobre todo en los dolores fixos y antiguos. Se ha- ce de estas substancias un cilindro de una pulgada de alto y casi de igual diámetro; se contiene todo con una venda de lienzo, y se ata con un hilo; se aplica al pellejo una de sus bases, ó se mantiene quie- ta con un poco de goma; se enciende por el otro extremo, y se sos- tiene así abanicándole hasta que el fuego llegue al pellejo, y de este modo lo cauteriza y forma una escara. Esta se levanta después de al- gunos dias, y se establece una supuración, que se hace durar lo que se quiera. Esta práctica es ciertamente menos cruel y menos dolorosa que el contacto del hierro ó cobre encendido, que el del agua ó el del aceyte hirviendo que usaban los antiguos; pero es de una eficacia mas moderada; mas no convienen para llenar completamente el objeto que debemos proponernos en la curación de las úlceras cancerosas, ca- ries &c. Esto hará algun día el que nos volvamos á la práctica de los antiguos, mucho mas desamparada por la Medicina y Cirugía mo- dernas, particularmente en los dolores fixos, lentos é inveterados en que el cilindro de algodón goza de preferencia á los demás. Pouteau, célebre Cirujano de León, ha empleado este medio con las mayores ventajas y los mas brillantes efectos: nosotros no cesaremos de re- comendar la lectura de la disertación sobre el modo de usarle que se halla en las obras postumas de este sabio ; presentaremos aquí al- gunas de las observaciones, que forman parte de esta Memoria. Juan Dionet, de edad de quarenta y seis años, de Viena en el Delfinado,y Cochero de Mr. de la Águila, experimentó repentinamen- te en la misma villa el i.° de Junio del año de 1752 un dolor en lo alto de la nalga izquierda hacia el gran trocánter. Este dolor, se- gún su naturaleza, era en el mismo hueso, y se extendía por detras del muslo hasta el talón. Habla empleado para este mal los medios mas usados para él, y recomendados por los mejores Prácticos; pero nada se habia conseguido con ellos: solo habian desalojado un poco el dolor; pero se habla fixado con mas fuerza sobre el gran trocánter 358 CAU y la cresta del hueso íleon, extendiéndose también por toda la parte externa de la nalga y muslo hasta el maleólo externo. Se le aplicaron durante muchos dias las cataplasmas anodinas, lo que vino á parar en determinar una tumefacción bastante extendida y edematosa, en la que el dedo hacia un hoyo, que se deshacia con mucha lentitud. Tal era el estado de la enfermedad hasta que fué conducido al gran hos- pital ú Hotel-Dieu de León el primer dia de Julio de dicho año; ator* mentando desde que empezó su enfermedad por unos dolores conti-, nuados, no dormia nada, experimentando sensaciones de frió en las ex-t tremidades inferiores. Mr. Pottot, Médico ordinario de aquel hospi-. tal, le prescribió algunos remedios interiores, y le mandó aplicar so-¡ bre la nalga edematosa unas cataplasmas de rosas y miga de pan co-¡> cidas en vino generoso. Siendo ineficaz este tópico, propuse para su enfermedad un remedio, al que solo podia obligarleá sufrirle los do< lores que toleraba, el qual yo solo conocía por los elogios tan decanta- dos que de él observaba en las obras de los antiguos. Este remedio con- sistia en aplicar sobre la nalga enferma un cilindro de algodón encen- dido en su extremo, dexándole arder hasta su base. La facilidad con que él aceptó la propuesta me alarmó para en seguida y en presencia de Mr. Pottot, de un Administrador de Hotel-Dieu y de Mr. Parra, ecó- nomo interino, aplicarle en dicho parage, donde estaba el centro da los mayores dolores, y entre las nalgas, dos cilindros; la base de cada uno era del diámetro de un doblón de oro: el fuego le consumió en- teramente , y formó una escara, con la que se destruyó todo el orga- nismo de la piel: una gran planchuela cubierta de ungüento basalicoa y compresas bien calientes fueron los primeros apositos. He aquí la for- ma de estos cilindros: se toma algodón en rama, se envuelve con un vendoletede lienzo de una pulgada de ancho y unas tres de largo; el algodón estará bien apretado para que después el fuego sea mas-vi- vo: el vendolete se sujetará con algunas puntadas, formando un ci- lindro de una pulgada de diámetro: se partirá este transversalmente por el medio con un cuchillo bien cortante, de loque resultarán dos muy unidos por su base; esta es la que debe tocar inmediatamente á la piel, la que se humedece antes con saliva, á fin de que el algodón se pegue por este medio; se enciende por lo alto del cilindro, y luego que se ha consumido una parte se aplica en el sitio elegido, y se ay- rea ligeramente el fuego con un abanico ú otro instrumento. Este fue- go nunca pasa mas allá del pellejo., aun quando se vuelven á quemar sucesivamente dos ó tres cilindros sobre la misma parte. Los Egip- cios defendían la piel, que está á la circunferencia de lo que se que- maba con una pieza de hierro cortada en redondo; pero esta precau- ción me ha parecido superflua. (V. -esta materia en Próspero Al- pino, de Med. egipc.) Los Arabas emplean el algodón azul ó ne- gro: el color no añade virtud alguna. Habiendo aplicado por la ma- CAU 3>9 ñaña el cauterio al enfermo, descansaba la noche siguiente por tres horas consecutivas, lo que no habia podido conseguir desde que se hallaba con tal dolencia: no sintió ya mas frió; la nalga perdió muy pronto la tumefacción que tenia, y en cinco semanas se llegó á com- pletar la curación. Un muchacho peluquero, de edad de veinte y dos años, estaba cruelmente atormentado de un dolor sobre el isquion, para el que, entre otros medicamentos, le habían aplicado en Turin un vexigato- río en cada pie. Este remedio, así como otros muchos, no le sirvieron de alivio: se vino á León, después de haber tomado en Aix en Sabo- ya las aguas y baños minerales calientes de aquella ciudad. Se empleó el mismo recurso que en la observación precedente, y logró su com- pleta curación, sin suspender ni un solo dia las tareas pertenecientes ál exercicio de su profesión. Yo no referiré todas las observaciones de esta case, que podrían probar las ventajas del método de los Egip- cios para los dolores reumáticos fixos é inveterados: yo me limitaré únicamente á prcentar los cases mas interesantes. La Hermana Francisca Gervais, de edad de treinta y seis años, hospitalaria del grande Hotel-Dieu de León, se vio acometida de un dolor reumático, llamado ciática: ocupaba la nalga izquierda. To- do se puso en uso para aliviarla, hasta los vexigatorios y las aguas minerales calientes tomadas en Aix en Saboya durante dos estaciones del año; pero dicho dolor hacia siempre nuevos progresos; de suer- te que después de tomarlas segunda vez, se extendía hasta la vexiga, ocasionando una retención completa de orina, de la que, durante un mes, no se desembarazaba sino á beneficio de la sonda. No será nece- sario describir la situación tan triste en que se hallaba esta Hermana, y que el uso freqüente y abundante del opio era el tínico medio para tranquil'zar esta enferma. La cadera y el muslo, colocados en la ca- ma sin tener movimiento, estaban en una debilidad,y la muerte pa- recía que estaba muy próxima; hasta que la propuse el remedio de los Egipcios, el que aceptó con tanta facilidad, que me pesó no habér- sele mandado mucho antes: la apliqué en la parte dos cilindros de al- godón en el mismo foco de los dolores mas vivos. La enferma lo su- frió sin dar señales de sentir; y desde el mismo dia se empezó á ma- nifestar el alivio, y al cabo de un mes se veia ya ágil para desempe- ñar sus obligaciones regulares; y en poco tiempo llegó á recuperar la gordura que habia perdido con su enfermedad. Seis meses después de curada se resintió de algun dolor, el que se extendía hacía el hueso sacro: dixo que no habia hablado de él hasta entonces, porque no era cosa mayor con relación al que le h.tbian curado antes. Ella misma me propuso como remedio el fuego, desconfiando ya de todos los de- mas, y el cauterio no la estorbaba el llenar los deberes ordinarios de so estado. Esta observación comprueba bien la superioridad del fue- 360 CAU go á todos los otros remedios. Sigue el autor exponiendo casos de es- ta especie curados todos prodigiosamente con el cauterio actual.... Mr. Padrón, Francés, Cirujano ordinario del Rey de Polonia, Elector de Saxonia, padeció en Varsovia un dolor reumático de- tras de la oreja inmediatamente sobre la apofise mastóydes: este do- lor le atormentaba cruelmente hacia seis meses; después de haber puesto en práctica una infinidad de remedios, se entregó á los Ciru- janos de la nación , los que le pusieron sobre el centro del dolor tres cauterios actuales con el hierro, y con ellos se curó en muy poco tiempo: atribuia el origen de su mal á los frios excesivos que habia sufrido en Polonia. Las observaciones que hemos expuesto bastan para manifestar las ventajas que se sacan en general del uso del cauterio actual; pero ca- da método de usarle varia, ya sea con el hierro hecho ascua, con los líquidos hirviendo, por la combustión del algodón &c. ; y así pare- ce tener un modo particular de obrar y diferentes resultados; pero esto lo describiremos con mas extensión en los artículos calor , füb- go, moxa y quemadura, y allí se verá que las enfermedades mas desesperadas suelen hallar alguna vez mas alivio con él que con todos los demás remedios. F. cauterios potenciales. (Mat. Méd.) Se designan con la pa- labra cauterios potenciales las substancias cáusticas que se aplican en la piel para destruir su textura, y formar en ella una escara; abrir una cavidad, bolsa ó saco, que contenga mas ó menos supuración. Aunque en rigor todas las substancias de que hemos hecho mención en el artículo cáusticos se pueden emplear para llenar este objeto, se prefieren sin embargo los álcalis fixos, cáusticos sólidos, que por su uso se llaman piedras cáutticas. Se puede emplear la piedra cáus- tica ú otro cauterio potencial en casi todas las regiones del cuerpo en los casos necesarios; pero sin embargo se debe evitar su uso en las superficies huesosas, tendinosas y ligamentosas, porque no interesen los órganos esenciales del movimiento; y así es que se deben elegir los sitios en donde el texido celular se halle con abundancia y bien apretado. Se evitará también su aplicación en los cuerpos de los mús- culos, debiéndose elegir los intersticios de ellos : el modo de admi- nistrarlos se reduce á señalar la parte en donde se ha deponer el cáus- tico; luego se aplica un parche de emplasto, que esté agujereado, y en términos que la abertura dexe descubierta la señal ó sitio de elec- ción ; se coloca en él la piedra cáustica ó qualquiera otro cáustico po- tencial , ablandándolo antes, si es menester, con algun líquido: la sa- liva suele bastar las mas veces; se aumenta ó disminuye la cantidad del cáustico según la escara que se quiere formar; después se pone en- cima una compresa ú otro parche de emplasto y un vendage qne con- tenga todo este aparato. Se dexa la piedra cáustica algunas horas CAV 361 sobre la piel, ínterin exerce su acción ¿ que por lo regular es á las quatro ó cinco horas mas ó menos según la dureza de la piel del que se opera. Se levanta después el aparato con cuidado, y se ve si la es- cara está bien hecha ; se suelen hacer algunas incisiones con la lance- ta, y se pone encima un lienzo impregnado con manteca fresca, 6 algun ungüento supurante, ó con la mezcla de estas dos substancias; se pone encima una compresa y el vendage correspondiente; se le- vanta á las doce horas, y se sigue aplicando el mismo ungüento has- ta que se cae la escara: entonces si se aplica el cáustico con la idea- de formar una úlcera artificial, se pone un garbanzo en el sitio don- de estaba la escara, ó una bolita de cera ó de lirios, poniendo enci- ma una compresa y el vendage, renovando esta curación diariamen- te; si es con otro objeto se curará la úlcera (V. esta palabra.) por el método ordinario. Para formar una idea mas exacta de los caute- rios potenciales, consúltense los artículos álcalis fixos , Álcalis cáusticos, agua fagedenica, nitrate de plata, muríate de mercurio &c. CAUTERIZACIÓN. (Mat. Med.) Cauterización es la obra por la que se corroe y destruye las carnes superfluas y las excrescen- cias , con la que se disipa el texido de la piel, se abre un absceso ó una fuente por medio de todos los remedios cáusticos, de los que hemos ya hablado en los artículos anteriores. La voz cauterización se emplea también alguna vez, aunque impropiamente, para señalar la acción misma de los cáusticos; igualmente se dice partes ó regio- nes cauterizadas en el mismo sentido. Como la acción de los cáusti- cos , y de los cauterios, dexan una señal ó especie de costura , una ci- catriz mas ó menos disforme en el sitio donde han obrado , se dice al- guna vez tiene la parte cauterizada, para señalar un lugar dañado por una enfermedad qualquiera de la piel. F. CAVA, (vena) (Anat.) Los Anatómicos dan el nombre de ve- na cava á la mas gruesa que se halla en nuestro cuerpo, y 'en la que descargan las demás venas la sangre que han recogido de todo el sistema general; esta gran vena deposita un torrente de sangre en la aurícula derecha del corazón. Se divide la vena cava en ascendente y descendente; la primera viene de las partes inferiores, reuniéndose en ella todas las venas que reciben la sangre de aquellas partes: se llama ascendente porque hace subir la sangre al corazón: la otra se llama descendente porque conduce la sangre que baxa d^ la cabeza; esta porción de vena se forma por la reunión de las dos venas subcla- vias; lo mismo que la reunión de las dos venas ilíacas forman la vena cava ascendente: la ascendente y descendente forman por último un tronco comun , que entra como hemos dicho en la aurícula derecha. CAVERNOSOS, (cuerpos) (Anat.) Se da este nombre á dos cuerpos de forma casi cilindrica de la longitud del miembro viril TOMO II. ZZ 36"a CEB (V. este articulo.)y formados de un texido esponjoso y unidos por una membrana tendinosa muy fuerte que dexa algunos espacios para que la sangre se derrame por las células de uno y otro cuerpo cavernoso: estos cuerpos tienen origen de las ramas pequeñas del hueso isquion; y reuniéndose después forman como una Y griega ha- cia el pubis; luego siguen reunidos, dexando dos surcos, uno supe- rior, donde se aloja la vena dorsal del miembro, y otro inferior ó posterior donde se acomoda la uretra, la qual sobresale aun. Cada cuerpo cavernoso tiene un músculo llamado isquio cavernoso, que nace de la tuberosidad del isquion, y termina en este cuerpo; á estos músculos los han llamado también erectores. Estos cuerpos se llenan de sangre en ciertas circunstancias, la que extravasándose por su texido forma la erección del miembro; algunos Anatómicos y Fisio- logistas creen que consiste en la compresión que hacen los músculos erectores á la vena del miembro contra el pubis, y por este medio im- piden el regreso de la sangre, de que se sigue la acumulación &c; pero otros autores no convienen en ello. CAVIDAD. (Anat.) Los Anatómicos usan de esta voz para expresar el espacio ó vacío donde se colocan las varias visceras del cuerpo, y así se dice la cavidad del pecho, del vientre &c.: en los huesos hay varias cavidades que considerar que tienen distintos nom- bres. (V. hueso.) También se dice la cavidad de la pelvis, de la bo- ca , de las fosas nasales &c. CEBADA. (Mat. Méd.) Es uno de los granos cereales bas- tante conocido de todos, que ha suplido muchas veces su harina para hacer pan (V. alimentos.), como sucedía entre los Atenienses y otros pueblos de la Grecia. La cebada sirve igualmente para hacer la cerveza (V. este artículo.) y y en medicina se suele usar también, haciendo con ella tipsanas ó cocimientos, á los que se les atribuye la propiedad de atemperantes y dulcificantes, y aun algunos quieren que sean nutritivos por la parte harinosa que se desata en ellos. Los antiguos, particularmente Hipócrates, hacian mucho uso de latipsana de cebada en las enfermedades agudas; no permitiendo otro alimen- to á los que eran acometidos de ellas, sino el que suministraba esta substancia. La crema de cebada seguramente puede ser útil como alimento en muchas enfermedades (V. crema.): con la harina de cebada se hacen varias cataplasmas anodinas y resolutivas según los demás agregados. La horchata, ó llámese leche de cebada, forma un buen enxuagatorio para las flogosis é inflamaciones de la boca y la garganta, á la que se le puede añadir el espíritu de nitro dulce, láu- dano &c. según la necesidad. CEBOLLA. (Mat. Méd.) Esta planta es bastante conocida de todos, como también sus usos domésticos, sirviendo de condimento en muchos guisados y composiciones de cocina; tiene este vegetal CEF 3^3 vulvoso un xugo acre y volátil; y al mismo tiempo contiene tam- bién una substancia azucarada y mucilaginosa, que es una materia nutritiva. El aceyte volátil ó etéreo de la cebolla está tan íntima- mente unido con su parte aquosa que no se puede separar de ella. Murray la tiene por estimulante, rubefaciente , madurativa, estando asada ó cocida, y también diurética; pues efectivamente tiene tendencia á excitar el sistema urinario, y así se ha usado la cebolla en cocimien- to y por alimento en las hidropesías. La Cirugía puede sacar mucho partido de esta planta, quando haya que intentar supuraciones que se resisten á otros remedios. Murray la celebra mucho para este objeto. Cebolla albarrana. (Mat. Méd.) Es lo mismo que escila. (V. este artículo.) CEFALALGIA. (Med.) Es el dolor de cabeza gravativo: constituye el género once de la clase séptima de dolores de la No- sología de Sauvages. (V. dolores.) CEFALEA. ( Med.) Se da este nombre al dolor tensivo de la cabeza, que es periódico é inveterado: constituye el género doce de la clase séptima de la Nosología de Sauvages. (V. dolores.) CEFÁLICA, (vena) (Cir.) Se llama así esta vena, porque creian los antiguos que baxaba directamente de la cabeza, y por lo que querian que se sangrase siempre de ella en las afecciones capitales. La vena cefálica tiene origen de la axilar, que la da quando llega á las inmediaciones de la cabeza del hueso húmero, baxando después en- tre los músculos deltoides y gran pectoral. Quando llega á la parte inferior del húmero, se separa en tres grandes ramos, que son la vena cefálica mediana, y las dos radiales interna y externa que recogen la sangre de toda la extremidad. CEFÁLICOS. (Mat. Méd.) Según la opinión mas bien recibi- da de las escuelas por espacio de mas de dos siglos, se ha creído que cada órgano tiene un modo particular de ser afectado por los reme- dios, y que estos tienen una relación de forma, simpatía ó signatura en general con las diferentes partes del cuerpo humano ,y he aquí lo que ha formado la clasificación de los medicamentos considerados re- lativamente á los diversos órganos, y por lo que se ha originado la doctrina de los específicos de partes. (V. la palabra específicos.) En esta división los cefálicos ocupan el primer lugar por su activi- dad y usos á que están destinados. Estos son unos remedios, según dicen, que por una relación particular y desconocida, tienen una acción determinada sobre la masa cerebral, los nervios y la medula oblongada, facilitando singularmente las funciones de esta viscera; siendo muy apropiados para curar las enfermedades que la atacan, ya sea que ocupen dicho órgano, ó que le afecten simpáticamente; se atribuye también á los cefálicos la propiedad de fortificar la memo- ria , y darla á los que no la tienen, aumentar el entendimiento, el 364 CEF espíritu y la imaginación, y destruir todos los obstáculos que puedan producir la debilidad de los sentidos internos. Se cree que tienen una acción particular sobre los vasos del cerebro mas por un poder enér- gico que por una acción específica: lo cierto es que destruyen pron- tamente todos los obstáculos, facilitan la circulación, curan por este primer poder todas las enfermedades que acometen á todas las hebras y demás partes de esta entraña: así es que la epilepsia, la manía, el letargo , las parálisis, las fluxiones lentas, los dolores rebeldes, muchas especies de apoplegías, los efectos de los golpes, los depósitos, las obstrucciones del cerebro, los derrames serosos, la pérdida de la me- moria y su debilidad no se suelen resistir al poder de estos remedios. Se concibe muy bien después que la Medicina se ha ilustrado con la Física, lo mucho que se debe rebaxar de todas estas propiedades, y se conoce que muchas de ellas son imaginarias, por lo que las vir- tudes de los cefálicos se han reducido á su justo valor. He aquí la exposición de la doctrina mas exacta que concibo con respecto á es- tos medicamentos. Los antiguos distinguieron las enfermedades de la cabeza, como provinientes unas de causas frias, otras acompañadas de calor, ca- lentura &c., colocando entre las primeras la epilepsia, la manía, el letargo, parálisis y otras. Como observan que los medicamentos ca- lientes y aromáticos convenían en estas enfermedades, creyeron que obraban de un modo particular sobre el cerebro y nervios, con cu- yo motivo los pusieron el nombre de cefálicos. Incluyeron en esta clase las plantas aromáticas, acres, penetrantes, y principalmente las flores y los frutos, las producciones líquidas ó sólidas, vegetales aná- logas; pero aumentaban también un gran número de substancias inertes y terreas, á las que los Médicos habían añadido otras mu- chas inactivas y de ninguna virtud. Se verá por el catálogo, que presentamos aquí, que los cefálicos activos son los antiespasmódicos, corroborantes, irritantes, sudoríficos, y que los que no tienen una ú otra de estas qualidades se hallan absolutamente desprovistos de la virtud que se les atribuye: las raices de apio, cálamo aromático,hi- nojo, galanga, imperatoria, de serpentaria virginiana, valeriana sil- vestre, las cortezas de canela y de Winter: las hojas de albaca,be- tónica, calamenta., díctamo de Creta , hisopo, laurel, mejorana, manrubio, torongil, yerbabuena, orégano, poleo, axedrea, saúco, serpol, romero, té y tomillo &c. Las flores de betónica, espliego, primavera, romero, saúco , cantueso &c. Las bayas de enebro, laurel, amomo en racimo, cardamo, café, cubebas, clavos de especia , nuez moscada y su corteza: las semillas de anis, hinojo, cilantro, comino, el benjuí y estoraque: los bálsamos de Judea, Perú y Tolu: el almiz- cle, castóreo, gato de algalia, ámbar gris, kermes y cochinillas: las aguas destiladas de Jas plantas aromáticas., y sobre todo de las flores CEL 365 de orégano, cortezas de limón, canela simple y ordeada, detorongil y de menta piperita &c.: los xarabes de betónica, cantueso &c: el bálsamo apopléctico, el del Comendador, los polvos de guteta y de víbora: las conservas de las flores de orégano y romero: las aguas espirituosas compuestas, tales son la imperial, la teriacal, la de me- lisa compuesta, y la de Colonia: los aceytes volátiles y esenciales, y principalmente el de canela, clavo, espliego y menta piperita: las tinturas de almizcle, ámbar gris, castóreo y succino: las gotas de Inglaterra, las anodinas de Sidenham, y las del General Lamothe: el lilium de Paracelso, el elixir de propiedad, la esencia antihistérica, el elixir de Garó , el agua de Luce, las sales volátiles y urinosas saca- das de las substancias animales, de cuerno de ciervo, y de víboras. Ademas de todas estas substancias activas se han puesto en la lis- ta de estos medicamentos el cráneo humano, el cinabrio, las aguas minerales, purgantes y fundentes, muchos huesos de quadrúpedos, tierras, bolos, concreciones calculosas de diferentes animales, y en fin, un montón de substancias que no tenian sabor ni olor, y consi- guientemente casi sin virtud alguna. En el dia se sabe, y estamos bien penetrados que estos medica- mentos no tienen una analogía particular con el cerebro, que obran en todos los sólidos y fluidos del cuerpo humano indistintamente , y que si surten buenos efectos en las enfermedades, para que se han alabado, son como estimulantes, calefacientes y antiespasmódicos. No hay necesidad de recurrir á difusas explicaciones, ni á teorías complicadas, para comprehender el efecto de estos medicamentos, que no se emplean hoy dia con otras indicaciones que la de simples ce- fálicos, para lo qual es preciso tener alguna idea sobre las diferentes enfermedades del cerebro. (V. los artículos antiespasmódicos y aromáticos.) F. CELIACA. (arteria) (Anat.) Esta arteria nace de la aorta en el sitio por donde pasa al lado del remate del esófago y la parte iz- quierda del lóbulo de Spigelio; es un tronco bastante grueso y corto que se divide después en tres grandes ramos, que son la arteria co- ronaria estomática, la hepática y la esplénica. CELIDONIA. (Mat. Méd.) [Planta de que se conocen varias especies; pero solo trataremos de la grande y pequeña celidonia, poraue son las que únicamente se emplean en la Medicina. La raiz de la gran celidonia es oblonga y fibrosa, de un color roxo, berme- jo, y llena de un suco acre y como amarillo. Todo lo restante de la planta da un suco de color de azafrán, en qualquiera sitio que se naga una incisión , el qual es muy estimulante, se dice que es bueno para limpiar las llagas y curarlas; pero apenas se hace uso interior; no obstante algunos le han usado para las hidropesías: Dioscóridesé Hildano le recomiendan para aclarar la vista, y en las cataratas in- 366 CEL cipientes; pero hoy se usa poco como oftálmico, porque es demasia- do estimulante, y puede fomentar las inflamaciones en los ojos y otros daños, pudiendo acaso ser mas útil para las úlceras &c. de otras partes. Se ha usado esta raiz poniéndola en infusión en vino blanco ó en agua para la ictericia, la clorosis, y otras enfermedades caquéc- ticas: Boerhaave ha sido uno de los que mas la han recomendado para estas enfermedades. La pequeña celidonia, chelidoniam glaucum de Linneo, tiene un aspecto agradable; contiene igualmente un suco amarillo, de mal color, y de sabor amargo, que se le tiene por diurético y detersivo. Dioscórides y sus Comentadores aseguran que el cocimiento de esta planta es muy útil para los que tienen las orinas turbias y espesas. En Portugal se da la infusión de esta planta á los que padecen cálculos. Galeno la tiene por vulneraria y detersiva, pero advierte que se use con cuidado; lo mismo debemos hacer nosotros hasta que se presen- ten hechos mas convincentes.] CELERIDAD DEL PULSO. (Pat.) Se dice que hay celeri- dad en el pulso quando las pulsaciones de la arteria se suceden mas rápida ó prontamente que en el estado natural, y que el número de pulsaciones en un tiempo dado es mayor. (V. pulso.) CELSO. (Cornelio) (Bio%.) De la familia patricia Cornelia, llamado el Hipócrates de los latinos, floreció en tiempo de Augusto Tiberio y Calígula. No se sabe lo que él era. Según unos nació en Roma, y según otros en Verona. Escribió de Retórica, Medicina, Agricultura y Arte militar; y si hemos de juzgarlo por sus obras, parece un hombre igualmente propio para las armas que para las le- tras. Parece que consagró á la Medicina los últimos años de su vida y el tiempo de su edad mas madura, y sobre esta ciencia se conserva una obra suya en ocho libros: los quatro primeros tratan de enfer- medades internas: el quinto y sexto de las externas; y el séptimo y octavo de las de Cirugía. Esta obra es apreciable, tanto por la pure- za del lenguage, como por la exactitud de los preceptos. El huma- nista , el historiador y el antiquario se complacen en ella lo mismo que el Físico y el Médico. La parte quirúrgica está tratada con mu- cha exactitud. D. H. CELULAR, (texido) (Anat.) La parte sólida y continente que envuelve la gordura, cuyo conjunto se llama panículo adiposo, (V. adiposo) se llama texido celular: este se compone de mas ó menos celdillas ovales de varios tamaños formadas de hojas ó lami- nitas muy sutiles, hallándose en ellas vasos sanguíneos y linfáticos. Quanto mas delgado es el texido celular tanto menores son sus cel- dillas y las hojas que las componen; cada célula tiene comunicación con las demás. Los nervios del texido celular pueden ser muy pocos respecto que es insensible., á lo. menos en el estado natural. Se halla CEN 367 este texido debaxo de la piel, envolviendo toda la superficie del cuer- po , é introduciéndose en todas las partes interiores hasta las mas pro- fundas y escondidas, atándolas y uniéndolas entre sí, y sirviendo como la argamasa general para unir y mantener en su debida situa- ción todas las visceras, vasos, nervios, músculos &c., á quienes en- vuelve ; y volviéndose á introducir en lo interior de todas estas par- tes , mantiene unidas las que las componen, siendo así que la forma primitiva de las membranas, los vasos y parenquima de las entra- ñas &c. se debe al texido celular, con el qual hay una comunicación general de cada parte del cuerpo con todas las demás, proporcio- nando un paso libre por medio de estas células al ayre, agua, pus, y aun á los cuerpos extraños que se introducen en él. Las transmuta- ciones ó metástasis, los enfisemas , hidropesías y otros hechos confir- man esta verdad. Los usos del texido celular son varios y muy interesantes: i.° da firmeza y estabilidad á todas las partes de nuestro cuerpo, pues si se le quita este texido, todas vacilan resistiéndose del impulso de los lí- quidos ; así es que destruida la membrana celular que reviste las arte- rias y venas en las primeras, resultan aneurismas, y en las segun- das varices, afloxándose los nervios; sucediendo otros desórdenes quando padecen las demás envolturas celulares de otras partes del cuerpo: 2." no solo el texido celular da firmeza, sino también con- cilia la movilidad que necesitan las partes, porque las fibras elásticas de este texido permiten libremente á los órganos que atan que se muevan sin embarazo, sirviendo al mismo tiempo de impedir que se conglutinen: 3.0 sirve el texido celular también de receptáculo al fluido aceytoso ó gordura, cuya descripción, usos &c. hemos ex- puesto en el artículo adiposo. CENÓTICOS. (Mat. Med.) Los Médicos griegos y latinos han llamado cenóticos á los medicamentos evacuantes capaces de exo- nerar al cuerpo de una gran cantidad de humores superfluos de las primeras vias. Parece que esta palabra servia para demostrar los evacuantes mas fuertes. (V. purgantes y evacuantes en ge- neral) F. CENTAURA. (Mat. Méd.) Es un género de planta que tiene alguna relación con las axedreas, los cártamos y cardos, y del que se distinguen veinte y quatro especies en el Diccionario de Botáni- ca de la Enciclopedia; pero nosotros descubriremos aquí solamente las tres que se recomiendan en la Materia Médica. i." La centaura comun , ó la grande centaura, ó rapontico vul- gar. Centaura calicibus inermibus, squamis ovatis yfoliis pinna- tisyfijli.dis decurrentibus scabris.L'mn. Su raiz es incindente, desobstruente, emenagoga y astringen- te. Se pretende que, puesta á hervir en agua, ó sea en infusión en 368 CEN yino, ó si se quiere reducir á polvo, es muy buena para la hidro- pesía y la ictericia. Se da en la dosis de una dracma: es un des- propósito el quererla emplear en lugar del rapóntico. 2.a La centaura pequeña ó menor. Centaurium minus; centau- rea y fiel térra. Off. Gentiana corollis infundibidi formibus quin- qué fiides , fioliis lineari lanceolatis, caule dichotomo. Linn. La raiz de la centaura menor es delgada, fibrosa, blanca, insípi- da, y al nacer da un tallo, que tiene por lo comun mas de un pie de altura... Esta planta nace en las orillas de los bosques y en otras muchas partes; es muy común en las inmediaciones de Paris, la qual es una de las plantas que se ha usado mas; pero ya ha perdido mucho su reputación desde el descubrimiento de la quina. Sin embargo, algu- nos creen que unida con la manzanilla cura con mucha mas seguri- dad que la quina las calenturas intermitentes, excepto las quartanas, en las que no es tan eficaz y segura. Esta planta, dice Vogel, como todos saben , es amarga, sudo- rífica , estomacal, emenagoga y antifebril. Rolando y Etmulero la usaban en cocimiento en casi todas las calenturas intermitentes. Mar- chand (historia de la Academia de las Ciencias de Paris 1701, p. 281), dice, su extracto es igual en su virtud con la corteza del Perú. Ade- mas de su virtud antihelmíntica, se consigue con ella un buen efecto en toda clase de caquexias, en las mismas hidropesías, y en todas las tumefacciones escirrosas de las visceras. Quando esta planta es reciente es muy amarga y purgante, como también su extracto, del que se da una cucharada ó dos. Su coci- miento no produce igual efecto en todas las personas, y se ha ob- servado que á algunas les excita vómitos. Es un purgante muy co- . ínun entre los ingleses. Se asegura también que dicho cocimiento aplicado exteriormente es un poderoso vulnerario y muy idóneo para mundificar las llagas, para fundir las callosidades, y para curar la rabia; sus hojas entran en los vulnerarios suizos. Según lo que acabamos de exponer, á la verdad se deben atri- buir qualidades importantes para el uso medicinal á la centaura me- nor. Pero seria muy esencial determinar, acercándose á los hechos después de la análisis de esta planta y de las observaciones medici- nales, si se podría substituir á la quina, y en qué circunstancias. Si esta planta es superior, ó solo de igual virtud. Si nosotros hubiésemos examinado bien las virtudes de muchas plantas que nos vienen de fuera, yo estoy muy persuadido, que ya las habríamos substituido á otras que nos traen de tierras lejanas, y con las que freqüente- mente se nos engaña en el comercio, cuyos efectos no son muy se- guros las mas veces. 3.a La centaura azul, la tercianaria ó yerba contra calenturas. CER 369 Scutellaria fioliis cordato lanceolatis crenatis. Linn. Lysimachia cerúlea galericulata y vel gratiola cartdea. C. B. P. 246. Cas si- da palustris vulgatiorflore caruleo. Tournef. Tercianaria Off. Esta planta time una raiz delgada, blanca, arrastrada, nudosa y vivaz, de la que se elevan los tallos quadrados hasta pie y medio ó dos de alto, son duros, hinchados hacia la tierra, ó se arraygan de nuevo al medio de sus hebras, que se reparten desde las junturas... Esta planta vegeta en Junio , Julio y Agosto; se cria comunmente cerca de los hoyos llenos de agua, y en los parages húmedos. Su olor es bas- tante agradable; es febrífuga , y se manda particularmente en las ca- lenturas tercianas, de donde la ha venido el nombre de terciana- ria. Sin embargo se usa muy poco desde que se administra la quina. También es vulneraria y astringente: se hacen de ella cocimientos con un puñado en media azumbre de agua reducida á dos terceras partes, y se da á beber tibio por vasos. Según Camerio , este coci- miento es bueno para la esquinancia y para purificar la sangre. (Ext* de la Enciclopedia). CERA. (Mat. Méd.) Todo el mundo sabe que la cera es un acey- te concreto, que se prepara por las abejas, formando lo que se llaman panales. No se puede dudar que reconoce un origen vegetal, y que pertenece exclusivamente á las flores. La cera, blanqueada , tiene el nombre de cera virgen, cera blanca ó pura: en este estado es co- mo se suele emplear para muchas preparaciones de Farmacia, las que no se pueden conocer si antes no se tiene una idea exacta de las pro- piedades químicas de las substancias que hacen su base. Si se considera con atención, la cera presenta un texido ^granuloso, que anuncia en sus moléculas una coordinación regular, una suerte de cristalización: quando está bien pura, seca, cascante y sonora, tiene un carácter de una semitransparencia, que la distingue y diferencia de la opacidad perfecta de muchos aceytes vegetales. A la temperatura de quince á veinte grados se ablanda y vuelve dúctil; se puede alargar, aplanar y darla todas las formas posibles. Esta propiedad la dispone para ha- cer de ella medallas, modelos, estatuas &c. La Medicina puede for- mar también órganos semejantes á los naturales, y presentar en to- dos los tiempos y lugares las partes que no se pueden conservar, manifestando á nuestra vista la estructura del cuerpo humano y del de los animales. Luego que su temperatura pasa de los cincuen- ta grados del termómetro de Reaumur se funde y derrite como un aceyte fluido y transparente , y enfriándose se vuelve concreta, opa- l'-i y granulosa. Pasando la temperatura del agua hirviendo se reduce a vapor, y se descompone en los aparatos destilatorios por medio de la porción de ayre contenido en ellos. También da una agua carga- da de ácido seb icico, un aceyte muy fluido, que se fixa en el reci- piente, de modo que ofrece una especie de manteca; y así es que á TOMO II. AAA 37° CER este producto se llama manteca de cera: también da un poco de gas ácido carbónico é hidrógeno carbonado sin nada de amoniaco: quedando en la vasija un carbón poco abundante, que es muy difícil reducirle á cenizas quando se calienta; con el contacto del ayre se enciende, y quemándose da agua y ácido carbónico. La cera es poco alterable al ayre; sin embargo se ve que su blan- cura se muda luego que pasan algunos meses, y toma un color ama- rillo : su olor es entonces suave y débil, volviéndose en el mismo tiem- po un poco mas fuerte, aunque no se halle en una verdadera rancidez: or último su sabor, quando está fresca , es desabrido, aunque sensi- le y como específico; pero se hace mas enérgico en la sucesión de alteraciones que experimenta con el contacto del ayre. El agua fria no tiene poder alguno sobre la cera, la caliente la ablanda y derri- te. La cera virgen da un poco de color y sabor dulce al agua en que se la hace hervir; esto se debe á un poco de extracto y de miel que la roba el agua por ese medio. Los álcalis cáusticos la disuelven fácilmente, y la hacen pasar al estado de xabon; por esta combinación se prepara una especie de cáustico, que se carga de diversas materias colorantes, y que se emplea en las artes para cubrir, colorar y conservar las maderas, y volverlas brillantes y pulidas frotándolas. Los ácidos minerales con- centrados la ennegrecen y queman; el nítrico la vuelve amarilla; las sales neutras no tienen acción alguna sobre ella: oxida los metales con mas facilidad y prontitud que ios aceytes vegetales fixos y lí- quidos, con preferencia sobre el zinc, hierro y cobre; lo que demues- tra que la cera contiene mas oxígeno que los aceytes fixos, pues es- tos últimos tratados con el ácido muriático , ó expuestos largo tiem- po al ayre, se vuelven sólidos por la absorción del oxígeno. Los Mé- dicos deben conocer esta acción. Mr. de la Porte , Cirujano muy re- comendable de Paris, ha visto un hombre envenenado y muerto con una bola de cera que se habia quedado sobre un blandón de cobre, y que él se tragó por descuido: después de una muerte cruel por los tormentos que la antecedieron , se encontró el estómago corroído y horadado por el cardenillo que la dicha bola habia puesto en sus tú- nicas. La cera se disuelve fácilmente en los aceytes crasos, y le da con- sistencia , cuya disolución forma la base de los ceratos, de las poma- das, ungüentos y emplastos. El alcohol no la disuelve ; por el con- trario, la pone mas seca y cascante que lo que era antes: se decia que ella quita el principio de su ductilidad, y con su acción se redu- ce aj estado de polvo granuloso sin coherencia alguna; se conoce ge- neralmente el procedimiento, por el que se quitan las manchas de los vestidos. Su uso en la Medicina es mas con respecto á las diversas prepara- l CER 371 clones de Farmacia que á sus propiedades. Considerándola quando se emplea pura, es sin embargo dulcificante, emoliente y laxante. Se ha propuesto mandarla interiormente para llenar estas indicaciones. La cera aplicada á los tumores los reblandece un poco. Envolviendo los callos de los pies para disminuir la frotación y presión de los zapa- tos, es un medio algunas veces mucho mas seguro que otros reme- dios que se usan. Se hace mascar la cera virgen ó blanca para excitar la secreción de la saliva y de todos los xugos que acuden á la boca: esta práctica puede substituir al uso de los masticatorios, siendo mas útil por este medio para enviar al estómago mayor cantidad de sali- va de la que regularmente acude..... Se mezclaba alguna vez el vi- drio de antimonio en polvo con la cera para la fusión; pero no se ha reconocido que este medicamento emético y purgante varié mucho en sus efectos para prescribirle de este modo. La cera se manda tam- bién sola y con utilidad para tapar algunas aberturas de los vasos y detener la hemorragia de arterias pequeñas. Se sirven de un tapón de cera para detener las hemorragias de los dientes; se coloca un pe- dazo de esta substancia, que sea puntiagudo por un lado, en el hue- co de algun diente por donde sale sangre, y juntando ambas filas de dientes, se detiene: se pueden añadir á este tapón polvos astringen- tes, ó se le impregna de líquidos de la misma especie. Pero todos sus usos son menos freqüentes que los de las poma- das, ceratos, ungüentos y emplastos. Todas estas preparaciones, que solo se anuncian aquí, tienen cada una su tratado particular, de- biendo su consistencia á la cera que entra en ellas. La dureza particu- lar de sus moléculas, luego que se enfrian, les da una forma y un te- xido granuloso externo, que le distingue del interior; la qual tiene en los medicamentos la propiedad dulcificante y relaxante que la carac- terizan. A esto es á lo que deben estar reducidas las consideraciones medicinales de la cera. F. cera ó cerilla del oído es lo mismo que cerumen. (V. este artículo.) CERATOS. (Mat. Méd.) Los ceratos son unos medicamentos externos análogos á los ungüentos, y que toman su nombre de la ce- ra, que ordinariamente entra en su composición, á fin de darles una consistencia bastante firme. Otras veces se hacían mas sólidos que los ungüentos, y por esta razón obtenian el lugar medio entre estos y los emplastos. El cerato que mas freqüentemente se usa es el anodi- no, que se forma con el emplasto del mismo nombre, añadiéndole mas aceyte para que tenga la consistencia de cerato. (V. el artículo emplastos. ) CEREALES. (Mat. Méd.) Se llaman granos cereales á todas las semillas harinosas, porque dicen que la Diosa Ceres las segó. Este nombre no se ha solido aplicar sino á los que sirven para hacer pan, 372 CER con especialidad el trigo, centeno y la cebada, pues por extensión se ha aplicado á la avena, maiz, mijo y á otros granos semejantes, que se usan sea en medicina, ó sea para alimento de los animales. En Ma- teria Médica la denominación de cereales es aun mas extensa, por- que comprehende todas las substancias harinosas, como las alholvas y otras leguminosas, como las judías, los garbanzos, los altramu- ces &c. F. CEREBELO (Anat.), llamado también pequeño cerebro , es como la continuación ó apéndice del mismo cerebro, que está situa- do en las fosas posteriores é inferiores del cráneo debaxo de la tien- da, que toma su nombre: su figura es semiesférica, solo que por la parte superior es algo achatada, pero en lo restante de su extensión es convexa: su volumen es mucho menor que el del cerebro: se ven en su superficie muchos surcos bastante profundos, que no imitan las circunvoluciones del cerebro, pues estas dividen la superficie del cerebelo como en forma de anillo. La membrana aragnoidea cubre estos surcos, y la pia-mater se mete en ellos, y las dos conducen los vasos que van á esta viscera. El cerebelo está dividido en dos lóbu- los iguales, uno derecho y otro izquierdo , separados por un surco, donde se acomoda la pequeña hoz de la dura-mater (V. este artícu- lo. ): se compone esta entraña de mucha substancia cortical mezcla- da con la medular; la primera ocupa lo exterior , y la segunda se ha- lla en lo interior, combinadas de tal suerte , que quando se cortan verticalmente los dos lóbulos, la substancia medular representa una especie de arbusto, al que se ha dado el nombre de árbol de la vi- da. ( V. este artículo.) De los lóbulos del cerebelo salen, al princi- pio de sus piernas, dos cordones medulares, que subiendo conver- gentes , van á continuarse con la parte inferior de los tubérculos qua- drigéminos inferiores. Estos cordones en su ascenso dexan un espacio casi triangular, que le ocupa una hoja medular, oval, muy delgada, que se conoce con el nombre vulgar de válvula del cerebro ó de Viussens, que debe llamarse hoja medular media del cerebelo. Otros dos cordones medulares, también convergentes, baxan del prin- cipio de las piernas del cerebelo hacia la parte superior y posterior de la medula oblongada, con quien se confunden, que se llaman pe- dúnculos de dicha medula. Los usos de esta entraña son, digámos- lo así, los mismos aue los del cerebro, como que es una parte 6 apéndice de él. ( V. cerebro. ) CEREBRO. ( Anat.) Se da este nombre en general á toda la gran masa que llena interiormente la cavidad del cráneo, que está cubierta con te pia y dwa-mater. (V. estos artículos.) Los Ana- tómicos dividen en tres partes toda esta masa medular, á saber: en cerebro , cerebelo y medula oblongada. El cerebro es una viscera de un volumen considerable, que ocu- CER 373 pa toda la porción superior de la cavidad del cráneo, extendiéndose desde lo superior de las órbitas, hasta la tienda ú diafragma del ce- rebro. Su hgura es casi la de un medio óvalo, cuya seccionó parte plana se apoya sobre la base del cráneo , y la parte convexa ó semi- esférica ocupa su región anterior y superior: toda esta masa cerebral se halla dividida en dos mitades por una sección longitudinal, que se dirige de atrás ó delante, en donde se coloca la hoz del cerebro ó falcemesoria : á estas dos mitades se les da el nombre de hemisferios, derecho é izquierdo. Toda la superficie del cerebro está dividida por surcos profundos y de una dirección serpentina , cuyo aspecto es se- mejante á las circunvoluciones de los intestinos. En cada uno de los hemisferios se hallan dos surcos algo mas considerables, que interesan ó profundizan bastante la substancia del cerebro; el uno está hacia la parte anterior en el sitio que corresponde á la órbita, y el otro ha- cia el sitio donde corresponde la tienda: este último se conoce con el nombre da la grande escisura de Silvio. El cerebro se compone de dos substancias, una exterior, muy tierna y blanda, y acaso no habrá otra en el cuerpo que lo sea mas: su color es ceniciento y algo roxo; donde hay poca consistencia es casi transparente, á la qual se la da el nombre de cenicienta ó cor- tical. La segunda, que es interior, tiene un poco mas de consis- tencia; es blanca, y se llama substancia blanca ó medular. La pri- mera, que en algunas partes llega á tener línea y media de grueso, no solo reviste las circunvoluciones de la substancia medular, sino que forma mas profundos los surcos, hallándose sembrada de muchos va- sitos sanguíneos, que vienen de la pia-mater, cuyas ramificaciones finísimas llegan hasta la substancia medular. Malpigio creyó que se componía de folículos ovales glandulosos la substancia del cerebro, cuyos vasos excretorios eran las fibrillas de la substancia medular; pero Ruischio defendió que era- igualmente vasculosa como las de- más partes, aunque la tenacidad de sus vasos no admitía glóbu- los sanguíneos; pero si atendemos á la cantidad de sangre que el co- razón envia á la cabeza, á las precauciones con que la conduce, á las sutilísimas ramificaciones de estos vasos, que se distribuyen por la substancia cortical á la importancia del cerebro, como que es el órga- no del sentido y movimiento, y á que es muy difícil explicar los fenó- menos vitales de esta viscera, sin suponer que en ella se separa y se ' segrega algun fluido que sea el principio de todas las acciones ani- males, es preciso admitir en la substancia cortical una estructura se- cretoria de este fluido, que ni sea meramente vasculosa, como pre- tende Ruischio, y lo niega Albino, ni tampoco glandulosa según el sistema de Malpigio, conformándonos con el parecer de Mascagni, ' como veremos mas adelante. La substancia medular, aunque mas consistente que la cortical, 374 CER parece á simple vista una pulpa uniforme, que no se semeja á parte alguna de nuestro cuerpo; pues aunque la atraviesan algunas arterias y venas, pasan á partes distantes sin darle ramo alguno ; solo los va- sos tenuísimos y no sanguíneos de la substancia cortical entran en la medular, y unen las dos estrechamente. Sin embargo se notan en la medular ciertas líneas rectas á manera de fibras, que se presentan mas claramente en lo que se llaman piernas del cerebro, en el puen- te de Variólo y en el cuerpo calloso, formando como unos hace- cillos. Quitada la hoz, y apartando un hemisferio de otro, se descubre el cuerpo calloso: en él se forman varias líneas y desigualdades, que los Anatómicos las han dado varios nombres, que importa poco sa- ber. Si se hace una sección horizontal al nivel del cuerpo calloso, se presenta un espacio medular rodeado de substancia cortical, á quien Viussen dio el nombre de centro oval y el qual cubre las dos mayo- res cavidades que se hallan en lo interior del cerebro , una derecha y otra izquierda, llamadas impropiamente ventrículos superiores, y con mas razón laterales: su forma es bastante irregular , pero al- go semejante á una herradura de caballo ; anteriormente son anchos y redondos, y conforme se adelantan se angostan y apartan uno de otro, ocupando por lo comun toda la extensión de los hemisferios del cerebro. De las arterias de la membrana que viste la cavidad de los ventrículos se exhala un vapor, que algunas veces se recoge en forma líquida, é impide la coagulación de sus paredes, del mismo modo que se observa en otras cavidades. Los ventrículos están separados uno de otro por un tabique ó va- lla muy delgada y transparente, que baxa de la parte media é infe- rior del cuerpo calloso, que se llama septo lucido. Este septo es for- mado por dos láminas medulares, que dexan entre sí un espacio que no tiene comunicación con los ventrículos, llamado fosa ae Silvio, y se halla algunas veces lleno de serosidad. La bóveda de tres pilares se percibe levantando el cuerpo callo- so , sobre cuya parte media y superior estriba el septo lucido. Esta bóveda es un arco medular convexo superiormente, y cóncavo en su cara inferior. Su cara cóncava está apoyada sobre la unión de los tálamos ópticos, de quienes la separa una continuación de la pia-ma- ter, llamada membrana 6 tela coroidea por los muchos vasos san* guineos que tiene , y porque se continúa con los plexos coroides. Atraviesan esta cara varias líneas, que son las señales que imprimen los vasos de dicha membrana coroidea, á quienes se les da el nombre de Lira ó Salterio de Psaloydes. Se hallan en esta ademas quatro prolongaciones, llamadas pilares, dos posteriores y dos anteriores. - Toda la superficie inferior de esta bóveda se halla echada sobre las partes vecinas, en términos que la serosidad contenida en el ventn- CER S7e culo derecho y en el Izquierdo puede pasar del uno al otro, desli- zándose por debaxo de la columna ó pilar anterior. La tela coroidea, que media entre los tálamos ópticos y el tri- ángulo medular, quando llega á los bordes de este se arrolla en cier- to modo, y forma los dos plexos coroides, que es un texido de in- finitas arterias y algunas glandulitas y venas, que se distribuyen en una membrana muy delgada, de donde se desprende la serosidad que se halla derramada en-los ventrículos: quitando el plexo coroi- des, se descubren en estos varias eminencias y cavidades, como son los cuerpos estriados, los tálamos ópticos, la glándula pineal y los tubérculos quadrigéminos. Los cuerpos estriados ó canalados se aproximan á la figura de una pera; están situados obliqüamente, y por su parte anterior solo los separa el septo lucido; pero posteriormente tienen interpuestos los tálamos ópticos. La substancia exterior de estos cuerpos es corti- cal ó cenicienta , y en su parte interior es medular. Los tálamos ópti- cos son dos cuerpos blanquecinos casi ovales, contiguos anteriormen- te, situados en la parte posterior de los ventrículos laterales entre los cuerpos estriados. Sobre la superficie de los tálamos ópticos hay una eminencia de figura oval, formada de su propia substancia. Detras de los tálamos ópticos hay quatro eminencias, llamadas quadrigémi- nasy que algunos Anatómicos las han puesto los nombres obscenos nates y tes es por su semejanza. Entre dichos tálamos y las eminen- cias quadrigéminas se halla la glándula pineal y llamada así por pa- recerse á una pina, en donde creyó Descartes residía el alma: es bas- tante pequeña, y está atada por delante por medio de dos pedúncu- los medulares y por un cordón pequeño transversal, que pasa de un tálamo óptico á otro, que representa una especie de puente, que lla- man comisura posterior del celebro, la qual cubre un poco la parte posterior de una hendidura ó rendija, llamada antiguamente ano; pe- ro en el dia se nombra abertura posterior. La entrada del tercer ventrículo forma como otra hendidura oval, conocida también con el nombre impúdico de vulva, y hoy abertura comun anterior. Es- tas dos aberturas tienen comunicación con el tercer ventrículo, según la mayor parte de Anatómicos ; pero otros no hacen mención de ella, como Haller y Vicq d'Azir. El tercer ventrículo ó ventrículo anterior inferior es una cavidad oblonga, que está debaxo de la contigüidad de los tálamos ópticos. La cavidad de este es bastante profunda anteriormente, donde creian se abría un conducto, ancho por su parte superior, y angosto por la infe- rior, por lo que la han llamado embudo. La extremidad angosta del embudo baxa obliqüamente á buscar l.i base del cráneo al sitio donde est.i la glándula pituitaria. Los antiguos creyeron que el embudo esta- ba destinado para conducir fuera del cerebro las serosidades superfluas 376 CER que se contenían en él; y así es que todos los Anatómicos, desde Galeno hasta estos últimos siglos, han creído que era un conducto hue- co desde su base hasta la punta ; pero la mayor parte de Anatómicos modernos han hecho ver que el embudo es enteramente sólido. La glándula pituitaria , en que remata el embudo, es un cuerpo pe- queño , de una consistencia blanda y desmenuzable, situada en la fo- sa pituitaria ó silla turca del hueso esfenoides, y metida entre las dos hojas de la dura-mater. Los antiguos estaban en el error que las humedades del cerebro se descargaban por esta glándula, y baxaban á las narices; pero como no consultaban la estructura de estas partes, incurrían en una equivocación tan grosera. La parte posterior del tercer ventrículo se abre en un conducto situado debaxo de la comisura posterior y de los tubérculos quadri- géminos, el qual baxa obliqüo hacia atrás al quarto ventrículo, y se llama aqiieducto de Silvio, por medio del qual tiene comunicación el tercer ventrículo con el quarto. De las partes laterales de la extremidad posterior del cuerpo calloso nacen dos protuberancias medulares en la supreficie, y ceni- cientas interiormente, que llaman astas de Amon. Hemos descrito brevemente la estructura del cerebro propiamente dicho ; resta hacerlo con sus dependencias, como son : el cerebelo, la medula oblongada y espinal, y también de sus membranas, esto es, de la pia y dura-mater y aun la arachnoidea. (V. estos artículos.) Lo que se sabe de usos del cerebro en su totalidad y en cada una de las partes descritas es muy poco: sabemos únicamente que nacen de este órgano los nervios, por medio de los quales comunica su influxo á todos los sistemas del cuerpo, y recibe de ellos, por los mismos ner- vios , las impresiones y todo lo que estas mismas partes exercen sobre dicho órgano. Puede ser, como pretenden algunos fisiologistas, que el cerebro sea un órgano secretorio, en donde se separe un fluido muy sutil y análogo al fluido eléctrico (V. nervios.), del qual dependan el sentido y movimiento y aun la nutrición; pero esto no está aun bien demostrado para poderlo decir asertivamente. Los 'usos de las partes interiores, como los tálamos ópticos, los cuerpos canelados, las demás eminencias &c. son enteramente desconocidos, y única- mente se conjetura que los ventrículos pueden servir de evitar algún tanto los efectos de las sacudidas que se siguen á los golpes de la ca- beza , perdiéndose en aquellos vacíos y en los fluidos que contienen las vibraciones violentas de una masa tan delicada. CERTIFICACIÓN. (Med. Leg.) Es la relación verídica que se hace por escrito para informar al Juez, ó en donde convenga, del estado de salud de los hombres, de lo que se observe en los cadá- veres, y quanto pueda pertenecer al arte de curar. (V. relación.) CERVEZA. (Mat. Méd.) Aunque la preperacion, la natura- CER 377 leza y los usos de la cerveza pertenezcan mas bien á la Higiene que á la Materia Médica, sin embargo hay algunos pormenores que per- tenecen á esta última clase del arte de curar. Nada diremos aquí de las propiedades y usos dietéticos de la cerveza; pero haremos algu- nas observaciones sobre sus qualidades medicamentosas. La cerveza, como licor fermentado y que contiene alcohol, que puede extraerse por medio de la destilación, es un remedio tónico cordial; pero estas propiedades son débiles porque es muy poco el alcohol que tiene, y está mezclado con bastante agua, y suavizado por una substancia extractiva, que forma uno de sus principales elementos. La cerveza se tiene principalmente, y con razón, como refrescante tomándola en poca cantidad y aguada. Es también bastante antiséptica. Estas propiedades la hacen útil en todas las enfermedades en que hay calor ó ardor en el cutis: también excita la orina y á veces la transpi- ración. Sidenham, como sabemos, no tomaba otra cosa quando es- taba malo de la gota que un poco de cerveza aguada. Yo la he re- cetado muchas veces por toda bebida en las calenturas pútridas, en las biliosas y en el reumatismo agudo; pero debe atenderse á la na- turaleza de esta bebida. Los Ingleses la hacen de varias especies. En Francia, y mayormente en Paris , se principian á variar los produc- tos de la fermentación de la cebada. La cerveza blanca , ligera , poco cargada de extracto y de alcohol, es la que conviene en los casos in- dicados: tampoco es menester que contenga mucho lúpulo. La cerveza roxa, espesa y amarga tiene mucho extracto, y en parte es alimenticia: esta debe desterrarse del uso medicinal. En algunas partes hacen cer- veza de maiz, la que tiene muchas ventajas á la de cebada. F. CERVICAL. (Anat.) Adjetivo que expresa todo lo que per- tenece al cuello ó á la cerviz , y así se dice vertebras cervicales ó del cuello (V. vertebras.), arterias, nervios cervicales &c. (V. los ar- tículos siguientes.) CERVICALES, (arterias) Son dos ramos que dan las subcla- vias (V. este artículo.), conocidos con los nombres de cervical pro- funda y superficial, que uno y otro se distribuyen en el cuello y sus vertebras. Cervicales, (nervios) Son siete, y cada uno de ellos sale de la medula espinal por debaxo de la vertebra, á quien corresponde por su número ; estos nervios son anchos en su origen , y están com- puestos de muchos filamentos. Expondremos estos siete pares de ner- vios según lo hacen en su resumen los Señores Bonells y Lacava. El primer par cervical sale del conducto de las vertebras muy atrás entre la masa lateral y la parte media del arco posterior de la primera vertebra del cuello, y por debaxo del músculo obliqüo in- ferior de la cabeza. La rama anterior de este par sube por delante de la raiz de la TOMO H. BBB 37$ CER apófisis -transversa de la primera vertebra para unirse á la rama an- terior del nervio suboccipital, y de la asa que forma salen quatro ó cinco ramitos que van uno al ginglio del intercostal, y otros dos al nervio vago; pero el mas inferior de la asa baxa á unirse con el tron- co del segundo par cervial. Este ramo da un cordón, que otras ve- ces sale de la asa , que va transversalmente á la parte inferior del gan- glio del intercostal, y recibe uno de los ramitos que resultan de la división del ramo descendente del nervio lingual. La rama posterior envía filamentos al músculo angular y obliqüos de la cabeza; seguidamente sube entre el obliqüo inferior y el com- plexo , y damos á este último músculo que se anastamosan con la quinta ramificación de la rama posterior del nervio suboccipital. Pro- duce ademas otros filamentos, que se unen con la rama posterior del segundo par cervical. Por último, atraviesa la parte superior del músculo complexo cerca de su borde interno para subir por la parte posterior del occipital, y esparcirse con un gran número de filamentos por la cara interna de los tegumentos de la parte posterior de la ca- beza hasta el vértice , y por la externa del músculo occipitofrontal, anastomosándose con el segundo par cervical. El segundo par cervical. Sale del conducto del espinazo mucho mas atrás que el primero. Su rama anterior da vuelta hacia atrás; y después de comunicarse con las ramas anteriores del primero y tercer par, y con el gran simpático, recibe uno de los dos ramos en que se divide el ramo descendente del lingual. Después de esto se divide en varios ramos posteriores, medios y anteriores. Uno de los ramos posteriores sube por la cara posterior del ex- plenio, á quien da ramitos, atraviesa el complexo, se echa sobre el occipucio entre la oreja y la rama posterior del primer par cervical con quien se anastnmosa , y se distribuye por el occipitofrontal y los tegumentos: otro ramo menor sube por el músculo externo cleido- mastoideo dirigiéndose á la oreja, á cuyos tegumentos y músculos suministra ramos que tienen comunicación con otros del nervio facial. Otros ramitos van al trapecio, y se mezclan con filamentos del acce- sorio y del tercer par cervical, y otros van á los músculos escalenos y á la piel. Los ramos medios proceden de un grueso tronco llamado auri- cular , que da vuelta entre la cara externa del músculo externo cleido- mastoideo y los tegumentos hasta el ángulo de la mandíbula inferior, donde se divide en dos ramos, uno anterior profundo y otro pos- terior. El ramo auricular anterior, que es el menor, sigue profundo en- tre el externo cleido-mastoideo y la parótida da un ramo que atraviesa esta glándula, y se ramifica por los tegumentos de la cara hasta la bo- ca. Produce ademas otro, que da ramificaciones á la parótida, y se CER 379 anastomosa con los ramos digástrico y occipital del nervio facial. El auricular posterior sube por debaxo de la piel al través del músculo externo cleideo-mastoideo, y da un pequeño ramo , que se distribuye por los tegumentos que junto á ia oreja cubren la parte superior del masetero, y otros al trago que se anastomosan con el auricular anterior del facial, y con el temporal superficial del maxi- lar inferior. Después el tronco se divide en dos ó tres ramos que se pierden en la parte posterior de la oreja, y uno pasa á la parte an- terior por la abertura de la concha. Estos ramos se anastomosan con el auricular posterior y con el occipital del nervio facial, y con otro de este mismo par cervical. Los ramos anteriores salen de un tronco, que es el nervio subcu- táneo del cuello, el qual tapa al borde posterior del músculo externo cleido-mastoideo á quien da vuelta. Quando llega junto á su borde anterior se divide en dos ramos, uno superior y otro inferior. El pri- mero se reflecta al través de dicho músculo, y sus ramificaciones ade- mas de formar muchas anastomosis con otras del nervio facial, se dis- tribuyen por el músculo cutáneo y por la piel de la quixada y de la parte superior del cuello, y se unen con las del ramo superior y con otras del ramo facial. Por último la rama anterior detras del externo cleido-mastoideo da varios filamentos, que unidos con otros del tercer y primer par cervical y del espinal forman un entretexido ó plexo nervioso, del qual salen muchos de los ramos referidos. La rama posterior del segundo par cervical, después de comuni- carse con la del primero, da ramos al traquelo-mastoideo, al exple- nio, al obliqüo inferior y al semiespinoso del cuello. Seguidamente se desliza entre este último músculo y el complexo, á quien da filamen- tos, y cerca del ligamento cervical posterior se distribuye por la parte posterior y superior del cuello y la inferior del colodrillo. La rama anterior del tercer par cervical. Se divide en dos grandes ramos uno superior y otro inferior. El superior se comuni- ca luego con la rama anterior del segundo par, y después de dar un grueso filamento al músculo angular se divide en otros muy largos, que unos baxan por delante del músculo externo cleido-mastoideo para ir á la punta del hombro; otros salen de debaxo de su parte posterior, y van hasta la parte anterior del pecho cerca del esternón; algunos se dirigen á la parte anterior del trapecio, y otros se pierden en la gordura y glándulas. El ramo inferior se divide en dos gruesos filamentos uno anterior , que uniéndose con otro del quarto par, con- tribuye á la formación del nervio diafragmático, y otro posterior que se junta también con el quarto par, y al paso da filamentos al músculo angular. La rama posterior está echada casi transversalmente entre el mus- 38° CER culo semles'pinoso y el complexo, y cerca de las apófisis espinosas atra- viesa el explenio y va á los tegumentos. La rama anterior del quarto par cervical. Se divide en dos ramos, uno posterior y superior bastante delgado, y otro inferior y anterior muy grueso. El superior se subdivide luego en dos ramitos, uno que después de anastomarse con la rama inferior del tercer par, pasa por detras del músculo angular para rematar en el romboydeo; y que uniéndose con un ramo considerable del quinto par, forma el nervio escapular inferior, que baxa entre el músculo subescapular, y gran serrato, hasta la quinta ó sexta costilla verdadera, y se pierde en el último de estos músculos, y en el gran dorsal. El ramo inferior da un filamento, que juntándose con otro del ramo inferior del tercer par concurre á la producción del nervio diafragmático, y después se divide en tres gruesos ramos de los qua- les dos van al plexo braquial uniéndose al quinto par, y el otro, lla- mado escapular superior, pasando por la escotadura del borde supe- rior del omoplato, baxa por la cara externa de este , y se pierde en los músculos supra é infraspinato y redondo menor. La rama posterior, que es muy pequeña, sale delante del mús- culo explenio cerca de las apófisis espinosas, y va á distribuirse por los tegumentos y músculos de la parte posterior del cuello. No ha- remos mención de las ramas posteriores de los demás pares cervica- les , por ser su distribución la misma que acabamos de decir. La rama anterior del quinto par cervical recibe los gruesos ramos que el quarto par la envia, y concurre á formar el nervio escapular inferior. Después produce el nervio acromial que pasa entre los va- sos axilares y la extremidad humoral de la clavícula para ir á la parte anterior del pecho, y á la cara posterior del pectoral; por último el tronco entra en la composición del plexo braquial. La rama anterior del sexto par cervical. Se divide en dos gruesos cordones, que van al plexo braquial. El superior se junta con el tronco de la rama anterior del quinto par; pero da un ramo, lla- mado primer nervio torácico, porque se reparte por los músculos gran serrato y gran dorsal. El inferior produce otro ramo llamado segundo nervio torácico , que pasa por detras de la extremidad hu- meral de la clavícula, y después de anastomarse con algunos filamen- tos del séptimo par remata en el gran pectoral. La rama anterior del séptimo par cervical. Se divide tam- bién en dos gruesos cordones, que envia al plexo braquial. Ambos tienen comunicación con el sexto par, y el inferior da cerno los pares precedentes un ramo que pasa por detras de la extremidad humeral de la clavícula, y suministra filamentos á los músculos subclavio y pectoral pequeño, y se une con otro del sexto par. La comunicación de los cinco últimos pares cervicales con d CER 381 nervio intercostal la dexamos para el artículo de este nervio; así solo resta hablar del nervio diafragmático y del plexo braquial, á los que dan origen los nervios cervicales. CERUMEN DEL OÍDO. (Fisiolog.) El cerumen del oido es un humor untuoso, que barniza la superficie externa del conducto au- ditivo y la membrana del tambor: se segrega este humor en las glán- dulas llamadas ceruminosas, que se hallan debaxo del cutis que viste el conducto auditivo, cuyo humor se vierte por los vasos excreto- rios de dichas glándulas en el mismo conducto auditivo. El ceru- men apenas tiene olor, ni aun estando rancio. El sabor es muy amar- go , su color amarillo , y la consistencia untuosa si no ha estado mucho tiempo estancado, pues de otro modo es casi como de cera. Los principios constitutivos de este humor parece que son el moco animal que le da lubricidad. Un principio ceráceo, que se parece al acey- te espesado por el oxígeno, porque untando un papel con aceyte y exponiéndole por mucho tiempo al ayre libre, este aceyte se muda en una especie de cera por el oxígeno atraído de la atmósfera: otro principio bilioso, que separado de la sangre produce la amargura del cerumen. Los usos de este humor son: i.° lubricar la membrana tan sensible que se halla en el conducto auditivo, y en el tímpano, para que no se sequen estas partes con el ayre: ahuyentar con su amargor los insectos que vuelan por el ayre, contribuyendo á este fin los pe- los que se hallan en el orificio exterior del conducto del oido: 3.0 mo- derar la vehemencia de muchos sonidos. CERUSA ( Mat. Méd.) Se llama así el oxide de plomo blanco preparado con el vinagre. (V. preparaciones del plomo.) Cerusa dr antimonio. Se da este nombre á un oxide de anti- monio precipitado de su disolución alcalina por los ácidos, que se ha llamado también materia perlada de Kerkringrius; luego que se detona el azufre de antimonio con tres partes de nitro que dan por residuo el fundente de Rotron, ó el antimonio diaforético por la- var, se forma una lexía con esta masa blanca amarillenta, y se echa en ella un ácido, y queda un precipitado blanco; este es el oxide de antimonio separado de la potasa por un ácido, que es la cerusa de antimonio. Esta substancia parece que tiene poca acción en la economía animal. (V. antimonio.) CESÁREA, (operación) (Cir) * Es una operación de Ciru- gía que consiste en sacar el feto fuera de la matriz por una abertura que se hace en el abdomen de la madre muerta ó viva. (V. parto.) Está averiguado por la experiencia que no son mortales las heridas de los músculos del epigastro, del peritoneo y de la matriz; de suer- te que hay casos en que se puede aventurar el abrir el abdomen de la madre para dar salida al hijo. Los que nacen de esta manera se llaman casaros ó casones , de caso matris útero, como fueron Ju- 382 CER lio César, Escipion el Africano, Manlio, y Eduardo vi Rey de In- glaterra. Está operación se practica en dos circunstancias diferentes: i.* quando una muger en el tiempo de preñez muere por algun acci- dente; en cuyo caso no hay inconveniente en hacerla, porque es el único medio de salvar la criatura: en lo qual convienen todos los autores asegurando que no se debe perder tiempo en executar la ope- ración cesárea: 2.0 quando la muger está viva no se debe hacer la operación hasta tanto que haya una seguridad de la imposibilidad absoluta del parto por las vias ordinarias, y con los socorros auxi- liares que se pueden emplear en diferentes casos. (V. parto.) Las causas de esta imposibilidad provienen de la mala conforma- ción de los huesos de la pelvis de la madre, que hace la salida muy es-" trecha, los tumores escirrosos del útero y los exóstosis de los isquios. Algunos autores añaden la grosura extraordinaria del feto y su con- formación monstruosa. Quando la imposibilidad del parto es causada por defecto natural ó contra natural de los órganos de la madre, es absolutamente necesario para salvar la vida á su hijo, y extraerle, hacer una incisión en la matriz. Las infundadas razones de algunos autores contra una operación tan útil se desvanecen por los hechos que aseguran su posibilidad. En el primer volumen de las Memo- rias de la Academia Real de Cirugía se hallan investigaciones de Mr. Simón acerca del origen de la operación cesárea. Este autor re- fiere las diferentes disputas que se han suscitado, y los hechos que hacen juzgar del suceso que se puede esperar de esta operación: sin olvidar una observación de Mr. Soumain, que en 1740 hizo esta ope- ración en presencia de los mas hábiles Comadrones de Paris á una muger de treinta y siete años, que no tenia de altura mas que tres pies y una pulgada. La estrechez de la pelvis y su formación irregu- lar les determinaron á proponer la operación, que tuvo el me- jor éxito. La operación cesárea es preciso hacerla en un caso particular, de que hay exemplos: tal es la caida del infante en el vientre por la ro- tura de la matriz. Un Cirujano cierto de la preñez de una muger se decidirá fácilmente quando estuviere seguro de que el infante no se halla en la matriz. Saviard, primer Cirujano del hospital de Paris, refiere un caso de esta especie (V. su observación septuagésima.) Iguales exemplos se hallan en las Memorias de la Academia Real de las Ciencias. Los sucesos demostrados de la operación cesárea han inducido á algunos á creer que convenia ponerla en práctica en todas las cir- cunstancias en que el infante no podia salir: no obstante , si la difi- cultad proviene de su volumen extraordinario ó de su conformación monstruosa bien conocida, parece mas acertado, habiendo seguridad CER 383 de su muerte, emplear las tenazas, que bien dirigidas aventuran la vida de la madre mucho menos que la operación cesárea. Esta es la práctica mas admitida. Para hacer la operación cesárea se tchara á 'a muger de espaldas en el borde de la cama, con la cabeza y pecho mas levantados que lo restante del cuerpo ; maniobrando por el lado que pareciere mas emi- nente. Se hará la incisión longitudinalmente á lo largo del borde ex- terior del músculo recto, ó lo que es mas fácil entre el ombligo y la espina anterior y superior del hueso íleon; la incisión será como de seis á siete pulgadas de longitud. Aunque se recomienda un bisturí recto, yo prefiero el corvo cortante en su convexidad, porque el corte obra á un mismo tiempo en toda su longitud, mientras que en los bisturís ordinarios solamente con la punta es con lo que se puede hacer uso de ellos. La incisión interesará la piel, la gordura, los músculosobliqüos y transversos del vientre y el peritoneo. Quando este se corta es preci- so proceder con precaución, no sea que se hieran los intestinos: los quales si se presentan se cuidará de contenerlos con una compresa empapada en vino caliente. Luego se abre la matriz anteriormente ó al medio de su parte lateral; y penetrando en su cavidad, se ensan- cha suficientemente la herida con un bisturí ó con tixeras conducidas por los dedos, ó con una sonda canalada: se abren las membranas, de donde se extrae al infante y se desprende la placenta. Es preciso abrir la matriz con mucha precaución si hace tiempo que han salido las aguas, porque en este caso esta entraña y las membranas están exac- tamente adheridas sobre el feto, y habría riesgo de herir si no se fuese con tiento. Hecha la extracción del infante y de la placenta, se emplea una esponja fina empapada en vino tibio, la qual se exprime suficiente- mente para coger la sangre y los humores esparcidos: se abandona la matriz, que por su contracción disminuye considerablemente de volumen. El aparato consiste en compresas y en un vendage unitivo. Otros aconsejan la gastrorafia ó sutura del vientre; pero este medio es muy doloroso: el vendage puede bastar para reunir los labios de la heri- da, contribuyendo mucho para la facilidad de esta aproximación la compresión del vientre. Se hacen sobre este fomentaciones emolientes y anodinas, y se emplean todos los medios capaces de precaver la inflamación. La operación, según acabamos de describir, se puede hacer en caso de necesidad ; y nosotros tenemos exemplos de fetos concebidos fuera de la matriz, ó que han salido de ella, y producido abscesos que se han manifestado, y de donde se han sacado felizmente y sin fu- nestas resultas los despojos del infante *. 3§4 CHA CHARLATÁN. [Se da este nombre á todas las personas que hacen profesión de hacer sus habilidades en las plazas públicas de las ciudades y lugares. Venden al pueblo remedios, que casi siempre son malos, y dañosos á lo menos en su aplicación. Hay también un gran número de ellos que executan operaciones de Cirugía, como la de la catarata, sacar dientes y otras. Los griegos y romanos, entre quienes era mas freqüente esta gente que entre nosotros, les habían dado los nombres relativos al modo como exercian este destino. Llamaban agyrta á los que rodeaba el pueblo, juntándole del mismo modo que lo vemos hoy en el dia en muchas de las capitales de Provincia y en nuestras plazas públicas. Los que corrian por las ciudades y lugares se les llamaba circula- tores, circuitores ó circunforáneos. Los que tenian boticas, ó los que estaban establecidos en un pueblo esperando compradores, como lo hadan los mercaderes, se les decia Médicos celulares. Con esta expresión daba en rostro Aristóteles á Epicuro. Las especies de charlatanes que voy á pintar no son los únicos que se encuentran entre nosotros; hay otras no menos perjudiciales como son las gentes que tienen privilegio de conservar secretos en sus casas, los quales son conocidos del público por una señal, que llama la atención de los que pasan por ellas, ó por los carteles im- presos que venden por las calles, ó se hallan en sus esquinas y en las plazas públicas, con permiso del Gobierno. Es también muy vergon- zosa para el arte, igualmente que para los Médicos, Cirujanos y aun para los mismos Boticarios instruidos, el que algunas veces no se abochornan de vender remedios, que con impostura y engaño los bautizan de específicos, y con misteriosas supercherías les atribu- yen virtudes de que carecen. Otros Médicos, que para ahorrarse el trabajo y vergüenza de venderlos confian la receta ó el secreto á un Boticario de su confianza, con quien parten su utilidad. El uno ven- de un xabon vegetal, otro pildoras de la hiél del buey, de la carpa ó de la anguila, lo que hace variar el precio según las riquezas y el origen del mal. Si padecen del pulmón, les prometen que se curarán con sus pildoras ó con otra cosa semejante, aun quando se vea echar- le por la boca. Dos motivos poderosos me parece que determinan á los hombres á elegir unos medios tan feos; el primero es el vil interés, y el deseo del oro; el segundo es una ambición descomedida de que le ten- gan por Médico instruido, sin haber adquirido la ciencia con el estu- dio. Los modos para llegar á conseguir estos fines se hallan en el hom- bre mismo. Qualquiera que sea poco delicado en valerse de ellos, lo conseguirá fácilmente. Me veo en la precisión de exponer las in- dagaciones filosóficas, que voy á manifestar aquí para descubrir el origen del charlatanismo. CHA 38$ El hombre por su propio instinto desea siempre conservar su existencia. Una inclinación irresistible le arrastra sin cesar á buscar con prontitud todo lo que cree adequado para disfrutar su vida sin dolor. Tal es sin duda su naturaleza, ó mas bien su debilidad, que obedece constantemente á su imaginación con perjuicio de su misma razón. Esta facultad como maestra le gobierna, y determina la mayor parte de sus acciones. Sea que esta le seduzca por el atrac- tivo de un falso placer, ó que le amedrenta con el horror de un mal, que le abulta á sus ojos, dominándole siempre: la costumbre también se pone de su parte. Si ella nos representa los objetos con colores un poco vivos, al momento adquiere nuestro consentimiento. La ra- zón calla ó se hace nula. Con freqiiencia nos rendimos ciegamente sin meditación, porque nos roba la libertad de discurrir y juzgar. Su encanto obra con mas energía, principalmente por el sentido de la vista y del oido. Estas dos verdades que hemos establecido , esto es, que el hom- bre desea la salud y vida sobre todos los demás bienes; que la ima- ginación tiene un poder absoluto sobre él; y que le dexa radicar por la costumbre; en esta suposición quan fácil es el persuadirle que un remedio, un alimento, un género qualquiera de vida &c le son muy saludables, aunque no sea verdad. ¿Qué cosa hay mas fácil que en- gañarse quando empieza la imaginación á exaltarse, queriendo con- vencerse que aquello que se le ofrece es muy útil para su conserva- ción? En esto es en lo que se fundan los charlatanes para alabar con fruto y utilidad suya las virtudes asombrosas de los remedios, enu- merando las curaciones maravillosas que han conseguido, pues ellos no desean mas que embrollar la imaginación de los bobos para ad- quirir su confianza y la plata. Los charlatanes, me dirán , engañamos á la imaginación de las personas crédulas para seducirlas; ¿pero los Médicos no se valen también de artificios para hacerse dueños de la imaginación de sus enfermos ? Yo no puedo responder á este se fisma, ni justificar á los Profesores sin meterme en una discusión bastante difusa. La imaginación es un espejo que nos representa los objetos con colores mucho mas vivos que con los que antes los veia. No solo.es susceptible de recibir las impresiones de los objetos externos y las de la reflexión interior, sino que puede dar vuelta á la de las perso- nas que le rodean. Transmite lo que le afecta por los ojos, oido, tacto, expresión de la fisonomía, la risa, el llanto &c ; el silencio mismo de un sugeto es la impresión de sus pasiones como de su ima- ¡nacion. El hombre en sociedad obra continuamente con su sem- lante del mismo modo que siente en sí. Esta accon y reacción pro- ducen los mayores efectos entre los hombres. Estos son los vínculos invisibles que los aproximan y encadenan. Ellos constitu) en la feiici- TOMO II. CCC 386 CHA dad quando son bien dirigidos, y la desgracia quando se abusa de ellos. Este es uno de los medios mas eficaces de que se valen los ge- fes de las falsas religiones para sujetar los pueblos á sus opiniones. El culto exterior de ellas se fundó por estos grandes impostores, quienes inventaron dogmas extraños y absurdos para dominar la imaginación, y hacerlos sus subditos. Los Médicos habiendo observado que esta acción y reacción producía grandes efectos sobre la economía animal; que la conservan ó la destruyen (V. imaginación, causa de las enfermedades.); que es uno de los orígenes mas fecundos de placer y de dolor, y por consiguiente de la salud ó la enfermedad, han intentado sacar partido de la imaginación del enfermo para curar. La confianza no es otra cosa que una modificación de esta facul- tad. Contribuye á aumentar las fuerzas de la naturaleza lo mismo que la acción de los remedios. Los conocimientos médicos, siendo muy diversos de las ideas del comun de los hombres, pocas veces se puede persuadir á estos solamente con el raciocinio; pero otras es un recurso indispensable para la conservación de los hombres, é importa á la Medicina el hacerle valer por todos los arbitrios hones- tos ; y es sin duda uno de los deberes mas sagrados el reanimar el espíritu de los enfermos prometiéndoles la curación con la eficacia de los remedios; y aunque la experiencia suele comprobar la verdad de sus promesas, hay sin embargo circunstancias en que es permiti- do alimentar la esperanza, aunque no haya alguna, á fin de hacer los males mas tolerables, y suavizar los últimos momentos. Ahora ya se distingue quál es la línea de demarcación entre Mé- dico y Charlatán. Este es un hombre ignorante, deseoso de la plata ó de la reputación; el otro es un sugeto instruido y honrado. El charlatán engaña groseramente al pueblo, procurando introducirse en las familias, usurpando una reputación de que es indigno. El Médi- co por el contrario, establece su reputación por sus trabajos, y aguar- da su recompensa de la generosidad de sus conciudadanos. Los pri- meros abusan de la imaginación, en lugar que este no la exalta sino para la felicidad de sus semejantes, ni logra concepto sino por el buen éxito de lo que ofrece curar, empleándose únicamente en todo acto de beneficencia y humanidad. „ La diferencia entre un pedante y un charlatán es esta: el pri- mero alaba vagatelas y las da para cosas maravillosas, porque vive persuadido de que es así: en lugar que el segundo está convencido interiormente que no tienen la virtud que él preconiza. El pedante es por lo regular un tonto, pero el charlatán es siempre impostor: aquel está engañado por las cosas y por él mismo: los otros son en- gañados del charlatán." (Enciclopedia antigua, artículo charlatán.) Se llaman freqüentemente empíricos los charlatanes; pero este es un abuso de palabras, pues no pueden ser sinónimas. El Médico em- CHA 387 pírico es aquel que solo tiene por guia la experiencia y la observa- ción. (V. empírico.) El charlatán ignora por lo regular hasta los primeros elementos de la Medicina, ó si conoce sus reglas las aplica muy mal. Nuestros charlatanes casi no se distinguen de los antiguos: es el mismo espíritu, ó mas bien la misma baxeza, es la que les hace proceder. Mr. Dionis ha conservado este nombre, y nos da á conocer los que obtuvieron la celebridad de sus tiempos. (V. aquí lo que se halla de él en la edición antigua de la Enciclopedia.) Un Marques de Careto publicaba un secreto, que vendia la gota á dos doblones: él estorbó al Mariscal de Luxémbourg que se san»- grase en una perniciosa pleuresía, de la que murió. Esta catástrofe desacreditó al charlatán; pero el gran Capitán quedó muerto. Dos capuchinos sucedieron al Marques italiano. Traían, según decian, grandes secretos de países extrangeros: se les hospeda en el Louvre: la Corte les señaló de pensión mil y quinientas libras: Paris acudia en tropel á ellos, pero no curaban á nadie; por último conclu- yeron con entrar en el Orden de Cluny: el uno se llamaba Rou- seau, y el otro Aignan. El autor sigue haciendo la historia de varios charlatanes, y en ellos se ven los mayores absurdos y extrava- gancias... Por la descripción de dicho autor se ve que los Monges, los Aba- tes, los Aldeanos y los Marqueses buscaban en varias ocasiones el hacer su fortuna á expensas de los necios, de las cortes y de las ciu- dades. Si queremos dar una ojeada por las naciones vecinas, veremos esta raza de hombres multiplicarse por todas partes, y engañar por los mismos medios... Un aventurero ingles vino aquí á vender su azufre de oro á cien francos la dosis. Lo que es aun mas increíble, un alemán, tocando á los enfermos con las puntas de sus dedos, ha encontrado bobos, que le han dado á ganar mas de doscientas mil libras. Seria á la verdad excusado el amontonar mas en este artículo para comprobar que en todos los tiempos ha habido impostores que han hecho fortuna por este medio.] Como este artículo se ha escrito en Francia, donde los charla- tanes, curanderos é impostores son mucho mas freqüentes que en nuestra península, no es extraño que las pinturas que se han hecho parezcan á primera vista exageradas y aun inverosímiles á nuestros lectores; pero todo el que conozca las costumbres fraucesas, y aun de algunas otras naciones, no le cogerá de nuevo nada de quanto hemos expuesto anteriormente; al contrario, se recordarán de la multitud de charlatanes que pasean las calles y plazas de Paris , y las de las ciudades de provincia que venden polvos, ungüentos y otras drogas, atribuyéndoles virtudes que no tienen; pero todo con un aparato ilusorio de comparsas, músicas &c. Las esquinas de las ca- 388 CHA lies se hallan llenas de carteles convidando con específicos para curar todos los males, y por si alguno no quiere pararse á leerlos se los ponen en las manos de los transeúntes; las boticas no solo son alma- cenes de perfumería, que es lo menos malo, sino también depósitos de secretos y específicos que se anuncian en la fachada con grandes letreros; lo peor de todo es que aun algunos facultativos se hacen agentes de estas curanderías. En España aunque haya algun corto abuso no se ha dado partido á los charlatanes, particularmente de algunos años á esta parte , que por lo regular han sido siempre extran- geros; y á pesar de que tienen estos á nuestro pueblo por supersticio- so , crédulo é ignorante, no pueden decirlo en este punto con ver- dad ; nuestro carácter grave y honrado no da lugar á supercherías: los Médicos no se han prostituido en este punto, y así jamas se ha visto que un facultativo lleve á casa de los enfermos remedios ni se- cretos : en nuestras boticas solo se vende lo que prescriben las leyes ó está autorizado por el Gobierno. CHARLATANERÍA. (Med) [„ Este es el vicio de toda per- sona que trabaja para hacerse estimar, ó las cosas que á él pertenecen por las qualidades simultáneas, es decir, que se atribuye virtudes ó propiedades, que ni son suyas ni tienen lugar. Esto es, dice Mr. el Caballero Jaucourt, una hipocresía de los talentos ó de los estados." (Enciclopedia, edición antigua.) La charlatanería se halla en todos los estados de la sociedad. Qualquiera que emprenda el trabajo de estudiar al hombre, descu- brirá fácilmente que casi todos son mas ó menos charlatanes; hay muy pocos que se esfuerzan para persuadir á otros que el valor que les acompaña, y sobre todo sus talentos, son superiores á los que ellos mis- mos aprecian interiormente. Se suele hallar entre ellos algunos que tienen de buena fe un amor propio muy excesivo , que les ciega, cre- yendo ser superiores á todos ios que les rodean. Estos últimos no se puede menos de reputarse por charlatanes á pesar de su buena fe, su- puesto que emplean los mismos medios que los otros para usurpar la estimación pública alucinando á la imaginación con su jactancia. La as- tucia y la falsedad son el fundamento regular de este arte vil y despre- ciable. Los engaños y las estratagemas de todas especies son los me- dios ordinarios. Aunque todo hombre sensato conoce fácilmente todos los pasos seductores y engañosos de la charlatanería, no obstante hay algunos que se manejan con tanta astucia con los personages, valién- dose de ellos y ganándolos para autorizar su estratagema, que es muy difícil distinguir estos hombres despreciables de los honrados y verdaderos Profesores. Freqüentemente los que procuran seducir- nos se presentan con tanta dulzura y modestia, que nos burlan con esta hipocresía engañosa. Las grandes ciudades nos ofrecen un género de charlatanes que CHA 389 son á mi parecer insoportables; sin embargo son permitidos y se sir- ven de ellos como de una moneda corriente. En estas poblaciones numerosas, en donde el gran cúmulo de negocios y placeres confun- den todos los objetos, es casi imposible que los talentos medianos sean bien distinguidos para fixar en ellos la opinión pública. El cor- regir el charlatanismo será imposible con esfuerzos ordinarios; pues vemos continuamente presentarse en las tertulias de los particulares y hacer conversación estos entes despreciables, haciendo gala sin pudor, que defienden sus talentos y supuesto mérito. El tono de seguridad con que apoyan su opinión hace que sufran los hombres honra- dos y modestos. No ignoran que entre sus oyentes hay algunos ra- cionales, que juzgan del charlatán rigurosamente Esta reflexión no les contiene nada; viven confiados en que los bobos, cuyo número siempre es excesivo, les aplauden y les creen sobre su palabra: esto les basta para llenar sus designios, sin que les embarace la justa cen- sura , con tal que tengan reputación ; pero lo mas doloroso es, que aun las gentes instruidas, los autores, los Médicos y otros suelen re- currir á estas maniobras para adquirir reputación , degradando su ta- lento y honrosas condiciones. La eloqüencia, este encanto del espí- ritu y del corazón, es muy útil quando solo se emplea en dirigir al hombre por el camino de la verdad, y á sus deberes; pero será una charlatanería de las mas perniciosas y culpables, quando los que la usan solo se valen de ella para conducirnos hacia el error. La charlatanería, con relación á la Medicina, es de dos especies: la una consiste en el talento y en la maña para hacer creer al pueblo que poseen remedios secretos, que son poderosísimos con- tra una ó muchas enfermedades; la otra intenta persuadir á la porción mas distinguida de ciudadanos, que han adquirido en el arte de cu- rar luces superiores á la de los Médicos de su siglo. El que seduce al pueblo es grosero; sus medios son siempre de la misma especie; estoes, la mayor parte son purgantes fuertes; los dolores y eva- cuaciones que producen la pérdida de los sentidos, les sirve para ha- cer creer que en esto consiste su virtud. El charlatán junta al pueblo en 'as plazas públicas, se detiene al rededor de él entreteniéndole con al- gun aparato de farsa y razonamientos truanescos; pues no seria escu- chado si se produxese con discursos juiciosos y razonables. Se intro- duce en las casas de los Grandes y de las personas distinguidas con nuiu; refiere todos los géneros de maravillas que ha hecho para engañarles, haciendo siempre la historia del gran número de enfer- medades que ha curado, refiriéndolas con tono magistral; se ador- na con joyas y vestidos que manifiestan opulencia, la que anuncia en todos sus discursos juntamente con sus buenas costumbres; las curas brillantes que ha executado, que refiere continuamente, y tes nuevas del dia, son la materia de todas sus conversaciones: sus reme- 39° CHI dios jamas son los vulgares de la Medicina. El charlatán cura á los pulmoniacos haciéndoles respirar el ayre vegetal, les hacen pasar los veranos en los establos de las vacas, y los inviernos en Provenza. Las pastillas anglicanas suele ser lo único de que hacen uso: según él, aguas minerales inglesas son preferibles á las de Francia. Cura todos los males de nervios con los baños del mar, con tal que se alimenten al mismo tiempo de calabazas y hongos. Las ventosas escarificadas son infalibles contra la apoplegía según sus nuevos descubrimien- tos, entre tanto que la sangría no hace mas que disminuir la masa de los humores. Los cánceres son todos curables, con tal que se em- pleen ciertos remedios específicos que suelen ser inconexos: en las inflamaciones de pecho hacen tomar solo cerezas secas; según su nue- va teoría, la cama, y la situación horizontal es contraria y pernicio- sa para las hemorragias de la matriz; debiéndose preferir la de una silla: si se remedia este mal muda de rumbo, y hace que las en- fermas se paseen en coche. Quando tienen mas dolores los enfer- mos , quando la pérdida de fuerzas es mucho mayor, estos acciden- tes no le obligan jamas á mudar su método curativo; y así es que los sucesos se multiplican infinito: luego que ha hecho creer todas es- tas paradoxas, hace algunas preguntas muy sucintas acerca del estado de la enfermedad: alaba su sensibilidad, mira su relox y se marcha: si puede dedicar al enfermo algunos momentos cada dia robándolos á la multitud de que se ve rodeado, así lo executará: desde allí par- te á repetir la misma lección á otra parte: he aquí el charlatán i la moda.] CHARPA. (Cir.) Los Cirujanos dan el nombre de charpa ma- yor á una especie de vendaje que se forma con una servilleta ó un pedazo de lienzo de una vara en quadro, que se dobla por en medio, formando como triángulo, aplicándolo al brazo, quando la necesi- dad lo exija, en términos que la parte media del antebrazo quede situada en el centro ó mitad del lado mayor del triángulo, el qual ha de corresponder á la mano , y por consiguiente los otros dos la- dos al codo; se llevarán después los dos ángulos agudos ó puntas á la parte posterior del cuello , donde se atarán; de modo que el ante- brazo se halle situado en medio de la charpa, la que se adaptará á todo el brazo, sujetando las puntas flotantes con alfileres, ó cosién- dolas para que esta parte esté en perfecta quietud. CHINA, (raiz de) (Mat. Méd.) El carácter de esta raiz es tuberosa, áspera y leñosa, de color amarillo obscuro, y por su in- terior roxizo y como de carne , insípida y sin olor. Se llama así por- que se cría con mas abundancia en la China. La mejor es lá mas pe- sada, insípida y compacta: se tiene por sudorífica, calefaciente y an- tihidrópica; corresponde bien en las enfermedades sifilíticas, paráli- sis y tremores ; se usa con utilidad para la artritis, hemicrania, úlce- CHI 391 ras malignas, Sarna, y otras enfermedades en que haya que promover la transpiración; pero sin embargo que se recomienda por muchos autores para estas enfermedades, no están bien demostrados sus efec- tos; pero no por eso se ha de desechar de varias composiciones far- macéuticas en que forma parte de ellas. CHICORIA. (Mat. Méd. é Hig.) [La chicoria es un género de planta bastante conocido, de los quales dos especies empleamos en la Medicina la silvestre y la de jardines ó endivia. i.' La chicoria campestre ó silvestre. Off. Tournef. Cichorium ■floribus geminis sessilibus , foliis ruminatis. Linn. Esta chicoria ofrece una variedad si se cultiva: 2.0 la chicoria silvestre cultivada. Cichorium sativum. C. B. P. 125. Tournef. Cichorium latioris foliis. Dod. pempt. 634. La chicoria silvestre tiene una raiz larga, gruesa, fibrosa y llena de un xugo lacticinoso. Su tallo crece hasta dos pies, casi es velludo, firme y ramoso &c... Esta planta se cria en casi toda Europa en los caminos, y en los lugares incultos. La chicoria silvestre cultivada se diferencia de la anterior, de la que toma origen, en que su tallo mas derecho y mucho mas ramoso se eleva hasta cinco ó seis pies, y sus hojas son mas largas y no tan profundamente cortadas: se cultiva en los jardines, principalmente para los usos Médicos. Esta planta es amarga, estomacal, estimulan- te, refrescante, aperitiva y fundante; se debe prescribir sin temor quando hay eretismo é inflamación, porque no se ha observado que aumente jamas estos síntomas. Se usan todas las partes de esta planta, las flores, hojas y raices: sus flores se cuentan en el número de las quatro flores cordiales, y lo son verdaderamente sin tener este título: las semillas contienen un aceyte dulce con bastante agua, y se pue- den clasificar muy bien entre las de calabaza ó sandía: las hojas re- pueden emplear secas. Algunos autores han pretendido que secas y pulverizadas en la dosis de una dracma en un vehículo idóneo, son buenas para las enfermedades de la piel, la gota y el reumatismo; pero esto no está bien demostrado; quando están frescas puestas en infusión, se forma una bebida saludable y amiga del estómago; su cocimiento se recomienda en las inflamaciones del pulmón, de las vias, urinarias y de otras partes, como que es refrescante, y promue- ve la orina y la expectoración; el xugo de las hojas purificado ó por purificar se manda en los infartos con qualquiera sal neutra apropia- da: se mezcla con medio ó un grano de kermes por dosis para exci- tar la expectoración, v la resolución en las fluxiones de pecho y en las pleuresías. Es necesario reparar que el kermes no excite demasia- do, por lo que es bueno el examinarle antes de hacer uso de él. Este xugo purificado se administra en la dosis de una á dos onzas, y se dulcifica con qualquier xarabe aperitivo; mezclado con la sal amo- 392 CHI niaco se prescribe también con utilidad en las calenturas intermi- tentes. Con la chicoria silvestre se forma una conserva, y se toma en agua destilada; pero estos remedios se usan muy poco, con respecto á lo que se manda el xarabe simple de chicorias; el compuesto con ruibarbo en cantidad de media á una onza es un excelente purgante para los niños: sus raices se mandan en cocimientos y bebidas ape- ritivas : se pone media ó una onza de ella para cada azumbre de co- cimiento: las flores, según Vogel, son ligeramente atemperantes; se recomiendan para las hemorragias; el agua destilada que de ellas se saca es muy provechosa para el lagrimeo morboso, la oftalmía y la obscuridad de la vista; también son miradas como cordiales: su raía; obra prodigios por su amargor y qualidades resolutivas según Vans- wieten en las obstrucciones de las visceras, y en las enfermedades que dimanan de ello: sus semillas están colocadas en el número de las simientes frias menores, aunque esto no es con mucho funda- mento. Se suele usar con freqiiencia un ligero cocimiento de chicorias para disolver en él diferentes substancias, que se ordenan para pur- gar ; la infusión se administra por algunos dias para preparar á los que han de purgarse Se puede hacer una especie de café con su raiz recogida antes de las heladas, habiéndola limpiado antes, cortada en pedazos, y secada blandamente en un horno: estos pedazos después se tuestan como el café, y se hace como este en la forma acostum- brada; y se puede tomar solo ó mezclado con leche. Algunas per- sonas han asegurado que este líquido es aun mas delicado que el que se hace con el mismo café. Mr. Lambdy, sueco, dice que el uso de esta especie de bebida ha curado una ictericia, que por espacio de quatro años se habia resistido á todos los remedios: se cree que es útil para las enfermedades de los dientes, fluxiones &c. Las raices de las chicorias salvages son mas fuertes, y se cree que están dotadas de una virtud mas enérgica que las otras; pero es necesario cuidar de que estén bien blancas por dentro. Se puede hacer una mezcla de ellas con el verdadero café, y Mr. Lambdy le ha puesto el nombre de café nacional. Sin embargo de lo que hemos dicho se ve que esta planta se manda con mucha freqüencia, y no produce tan buenos efectos para los elogios que se han hecho de ella. 2.° La chicoria de jardin ó endibia tiene tres variedades: la es- carola ó endibia comun. Cichorium endibia latifiolia. Intibus sati- va latifolia iniibia vulgaris. C. B. P. n<¡. La chicoria blanca ó pequeña eridibia. Cichorium endibia angustifolta. Intibus sativa a>igustif:lia. C. B. P. La chicoria frisada. Cichorium endivia cris- pa. Intibus crispa. C. B. P. 125. Esta chicoria, que debe quizá su origen á la anterior, y que coa* CIC 393 serva no obstante las diferencias que la distirlgnen, se cria en las huertas. Todas sus variedades tienen un gran uso en nuestras mesas: se comen crudas en ensalada quando están tiernas, blancas y bien cui- dadas: se toman también cocidas. Estas plantas son muy sanas; tie- nen las mismas virtudes medicinales que la silvestre, aunque no es tan fuerte; convienen mucho á las personas jóvenes, biliosas y san- guíneas : se digieren con dificultad quando se comen muchas de una vez. Extr. ] CHOCOLATE. (Hig.) El chocolate es una preparación, co- mo todos saben , de las almendras ó grano del cacao, la azúcar y la canela, que forma un alimento muy nutritivo, que fortalece el estó- mago , y reanima prontamente las fuerzas quando están muy abati- das ; por lo que se usa con mucha utilidad en las convalecencias y en el estado de salud. Sin embargo los sugetos áridos é hipocondriacos no deben usar demasiado de este alimento, porque suele aumen- tarles los movimientos espasmódicos y otras alteraciones que suelen padecer, y entonces convendrá mezclar el chocolate con leche, y así no es tan estimulante. Se debe tener cuidado en las varias mez- clas fraudulentas que hacen á esta composición para no prescribir á los enfermos semejante alimento , como no haya seguridad de su bue- na calidad , pues entre otras mezclas que la codicia ha introducido en el comercio del chocolate es la de la canela de Manila ó Casia lígnea, la qual es mucho mas estimulante que la de Holanda, y produce mu- chas veces diarreas y retortijones ó dolores de vientre &c. El uso ex- cesivo y muy continuo del chocolate creemos no sea muy sano al pa- so que según se hace en nuestra península es un desayuno muy saluda- ble y provechoso. Los extrangeros no lo usan demasiado, acaso se- rá ó por no estar acostumbrados , ó porque le fabrican mal, pues esto y las mezclas de vaynillas y otras substancias hacen una bebida desagradable, á lo menos para nosotros. Levis lo recomienda de este modo para las consunciones. CICATRIZ. (Cirug.) * La cicatriz es la señal que queda en el sitio donde ha habido herida ó úlcera después de haberse curado. Es- ta es una piel nueva, mas dura y blanca, pero mas irregular y menos sensible que la que se perdió. La cicatriz muchas veces queda disfor- me , sucediendo esto siempre que no se llenan bien las cavidades de las heridas ó las úlceras de carnes nuevas. (V. sobre la formación de la cicatriz fot artículos herida y úlcera.) * CICATRIZACIÓN. Es el acto de formarse la cicatriz. CICATRIZANTES. (Mat. Méd.) En los tiempos en que se creia poder hacer mas que la misma naturaleza , se ha hablado de cica- trizantes. Se ignoraba quál era el mecanismo de la formación de la ci- catriz, y se intentaba formar aunque no quisiese la naturaleza. El tra- tamiento de las llagas y úlceras era tan metódico y cierto en las cu- tomo 1T. DDD S94 CIC raciones, que bastaba aplicar tal ó qual remedio en las épocas su- cesivas de dichas enfermedades. El orden de este método era em- plear sucesivamente los supurantes, mundificantes, detersivos, dese- cantes &c. para que en seguida se verificase la curación. Se tenia una confianza extraordinaria fundada en la acción de los medicamentos. La exposición del efecto de los cicatrizantes no debia ser difícil para los sugetos que lo habian imaginado; creyendo que la cicatriz era pro- ducida por la prolongación de los vasos situados en el fondo y en los bordes de las úlceras, y así no hacían mas que disponer la unión de estos vasos estrechos, para que su enlace fuese mas apretado, el te- xido mas denso y compacto: luego las substancias, capaces de dar el resorte á las hebras y á los vasos, debian ser los cicatrizantes. Un estu- dio mas profundo de lo que ocurre en las úlceras, una observación mas exacta y severa ha enseñado que no se puede explicar de este modo la formación de la cicatriz; que esta es obra de la naturaleza, y no está sujeta á los esfuerzos del arte, los quales no tienen poder alguno pa- ra producir la cicatrización á voluntad de los Cirujanos. En la clase de los astringentes y desecantes se hallan los que se ad- miten comunmente como cicatrizantes. He aquí los remedios que eran adoptados mas freqüentemente para satisfacer esta indicación, entre los que se podrá deducir muy bien el influxo que tienen en esto las preocupaciones y la opinión. Entre los minerales se contaban la leche de luna, el agárico fósil, ■la osteocolla, el bol y las tierras selladas; los óxidos de plomo, como el minio, el albayalde, el litargirio y la tucia. En los vegetales se escogían especialmente las raices de bistorta, de tormentila, de aristoloquia &c.; las hojas de primavera, sanícula, pie de león &c.; los cogollos de búglosa, de brunella y otras; la goma tragacanto, la colofonia y la sangre de drago. Entre las composiciones de Farma- cia se cuentan como cicatrizantes el ungüento diapalma, el emplasto de albayalde, el de minio, el de Nuremberg, el desecante roxo y otros. La Medicina, que se ha hecho mucho mas reservada en sus teo- rías y mas simple en sus procedimientos, ha despreciado las ideas an- tiguas sobre los cicatrizantes; no empleando ya los remedios que se decian ser adequados para satisfacer esta indicación , ó á lo menos baxo el mismo punto de vista. Se sabe que los medicamentos quirúrgicos y las composiciones cicatrizantes no producen los resultados que gra- tuitamente se les habia atribuido; que para favorecer la producción de la cicatriz es suficiente el quitar los obstáculos que puedan opo- nerse á ello, reducir las úlceras al estado de mayor simplicidad, y que la naturaleza misma ocasiona la especie de concreción casi inor- gánica que constituye la cicatriz. La experiencia ha manifestado que todos los ungüentos recomendados varias veces como cicatrizantes CIC 395 son casi siempre mas adequados para retardar que para acelerar este trabajo de la naturaleza, y que á esta solo debemos recomendar este cuidado; en una palabra, todo lo mas exacto que sabemos sobre el arte de favorecer la cicatrización de las úlceras se reduce á que haya el cuióado necesario para defenderlas del contacto del ayre, des- echando todos los pretendidos remedios cicatrizantes, y sobre tod» los ungüentos y emplastos, no empleando lociones mucilaginosas ó ligeramente espirituosas por simples que sean; solo alguna vez se pue- de corregir con un tratamiento interno, con los antiescorbúticos y la quina, la mala disposición de los humores, que entretiene la supu- ración en las úlceras. F. CICUTA. (Mat. Méd.) Se ha dado el nombre de cicuta á mu- chos vegetales, y no hay nada mas difícil que el aclarar la sinonimia relativa á las diversas plantas, según se han expresado en diferentes épocas en la botica. Nosotros nos contentaremos con tratar aquí de la cicuta, la que propiamente merece este nombre , y que mas general- mente se ha llamado así aun por los antiguos, que Linneo llama co- niunt maculatum. Esta planta, dice Delamarck, se reputa como venenosa, y no fe duda que es la que usaban en Atenas para matar á los hombres que el areopago condenaba á muerte ; y piensa que teniendo mas actividad en los países calientes, debia ser mucho mas venenosa en Grecia que entre nosotros. En Roma no se tenia por un veneno ; pero dicho Bo- tánico opina que los Romanos pudieron engañarse tomando en lugar de la verdadera cicuta alguna otra planta semejante. Mr. Erhart, que formó una disertación sobre este punto, juzga que la Kavaov de Hi- pócrates , Dioscórides y de los Médicos griegos en general es el co- nium de Linneo; aunque Haller refiere la descripción de Dioscórides á la cicuta virosa de Linneo. Mr. Murray creia , según Plinio y otros autores antiguos, que dicho nombre expresaba en general todas las plantas venenosas. Steger se vale de la misma expresión para nombrar una bebida venenosa de que se servia en Atenas. No faltan sin embargo observaciones que comprueban sus efectos perniciosos; se la ve produ- cir, por lo regular, vértigos, delirio, locura, ceguedad, soñolencia, ansiedad, cardialgía, vómitos, convulsiones, y aun la muerte misma, tanto en los hombres como en los animales. Haller presentó muchos de estos hechos en la Historia que escribió de las plantas de la Suiza. Aunque se pudiese rezelar algun error de sinonimia, la propiedad venenosa de la cicuta, de que aquí hablamos, se distingue por su olor y por la acritud del xugo de su raiz , el que pone la lengua en- tumecida y dolorosa, como también el paladar y garganta. Linneo observa que las bestias rehusan comer esta planta. Trayendo á la memoria quál ha sido el uso de la cicuta en los tiempos remotos, cuya historia es bastante confusa, se ve que su raiz, 396 CIC tallo y xugo se ha prescrito como dulcificante, refrescante, calm ante y resolutivo para la procidencia ó caida del ano , los dolores de ojos, tumores inflamatorios, reumatismos, erisipela, enfermedades exante- máticas en general, y para la gota. Areteo en su Tratado De las en- fermedades agudas dice que la cicuta aplicada al exterior calma la irri- tación y el espasmo de las partes genitales. Storck ha experimentado lo contrario. Plinio asegura en su Hissoria natural que calma los do- lores, funde los tumores, y cura las úlceras de mala índole. Avicena y Serapion proponen el emplasto de cicuta para resolver las tume- facciones del teste y de los pechos, y desvanecer los depósitos lác- teos. Etmulero, Ambrosio Pareo, Ray y Lemeri en los últimos tiempos han recomendado su aplicación sobre los tumores escirrosos y carcinomatosos, para desviar la leche, ablandar los ganglios, las lu- pias , y destruir las obstrucciones de las visceras. Reneaulme la em- pleaba en substancia, en la dosis de un escrúpulo ó media dracma, para los tumores escirrosos del hígado, bazo ó páncreas. Storck ha dado á conocer con mucha extensión y cuidado sus propiedades úti- les , y sobre ella ha publicado muchas disertaciones, quien ha per- suadido á los Médicos á usarla, como también su extracto. Hay muy pocas plantas en que se hayan hecho mas ensayos de sus propiedades como esta. Las preparaciones que se han hecho, según Storck, han produci- do una especie de análisis químicas, que es á la verdad bastante exac- ta. El célebre Médico de Viena curaba muchas enfermedades con su xugo espesado en forma de extracto. Ningún autor ha dado ideas químicas mas exactas sobre esto que Beaumé , porque lo que se habia dicho en general de la índole del extracto aquoso y salino de la cicu- ta, y de los resultados que se consiguen por el fuego, no debian mi- rarse como una análisis química. Preparando su extracto, como lo ha- cia Storck, Baumé ha hecho observaciones mas extensas y exactas que las de todos los autores que han tratado de ella. Para formar un extracto según el procedimiento de Stork se to- ma la cantidad que se quiera de cicuta en el momento que florece, se machaca en un almirez de mármol con una mano de madera, ó se mete en prensa; el xugo se cuela y espesa á un fuego lento, hasta tener la consistencia de extracto craso, meneándole continuamen- te para que no se pegue á la vasija ó se queme. Se mezcla después con bastantes polvos de la misma cicuta para hacerle pildoras. Do- ce libras de esta planta producen, según Baumé, siete libras y quatro onzas de xugo muy verde, el que da nueve onzas y media de extracto: este absorve una onza de los polvos, y de este modo to- ma la consistencia conveniente para hacer pildoras: en el mes de Ma- yo y Junio es quando se hace esto, cuyo procedimiento se distingue de los otros en que en este se conserva la fécula, á la que Storck CIC 397 atribuye una gran parte de sus propiedades. (V. los ensayos que sobre esto ha hecho Baumé, y que se hallan en sus Elementos de Farmacia, pág. 194 á 298.).... Estas descripciones, hechas por un Farmacéutico de tanta repu- tación , son mas relativas á la preparación farmacéutica del extracto que á una verdadera análisis química, las quales enseñan que es mejor separar al instante la fécula, evaporar el xugo defecado , y mezclar en seguida la fécula , que espesar el xugo entero , porque se descom- pone el principio colorante: procedimiento que está en el diapuesto en práctica por muchos Boticarios; pero nada tenemos expuesto por Baumé que sea exacto sobre la naturaleza química y proporciones de los diferentes principios contenidos en el xugo de la cicuta ; pero es verdad que en la época en que dicho autor publicó su obra la quí- mica estaba muy poco adelantada, y sobre todo en la análisis de los vegetales, para que pudiese haber conocido, é indicado este objeto tan interesante para los Médicos. Aunque esta ciencia al presente se halla mucho mas adelantada que lo que estaba hace algunos años, no se ha hecho aun una análisis del xugo de la cicuta, ni se sabe á qué principio se debe su propiedad narcótica, su qualidad irritante y su virtud manifiestamente fundente; porque los ensayos médicos han demostrado muy bien la existencia simultánea de estos tres efectos en ella, y en su extracto preparado según propone Storck. ¿ Es un solo principio el que produce al mismo tiempo estas tres acciones, ó cada una de ellas se debe á un cuerpo particular? En este último caso ¿no se podrían por los medios químicos extraer el principio nar- cótico, el irritante y el fundente, obtener cada uno con separación, para dar aparte estos en las circunstancias particulares, ó bien com- binarlos en diversas proporciones para dar acciones mixtas indicadas y necesarias en algunas enfermedades? Se sabe que los Químicos han hecho alguna cosa análoga á esto con el opio , para sacar el principio calmante sin la materia narcótica , y por consiguiente apropiar á las diversas especies de enfermedades y á la diferencia de sensibilidad é irritabilidad de los males las diversas preparaciones de este medica- mento. (V. opio. ) Se pueden esperar resultados mas claros de una análisis bien hecha de la cicuta y su xugo; pero nada hay hecho so- bre este punto: se concebirá asimismo difícilmente por qué Cartheu- set, cuyo objeto ha sido tratar en su obra de los medicamentos mas activos, se ha olvidado hablar de la cicuta: por qué Vogel, que al menos habia dudado colocar esta planta en una de las tres clases de vegetales, ó de las partes de estos, que él establece con relación al uso freqüente, raro ó del todo abandonado, ha observado tanto silen- cio.....Baumé dice que el calor altera la fécula de la cicuta, y que el extracto podrá quizá tener mas virtud si se le añade esta separada al instante después de haber sacado el xugo. Esta es una práctica que se 398 cíe sigue al presente en algunas boticas. Añadimos á esta especie de aná- lisis de Farmacia, que hemos tomado de la de dicho autor, algunas observaciones hechas por varios autores sobre su preparación medici- nal. Storck ha empleado desde luego las pildoras hechas con el pol- vo de su raiz y el mucilago de la goma de tragacanto; esto no es mas que por conseqüencia recurrir á su xugo espesado. Fothergill preferia tomar la planta en el momento en que se forman sus semillas, é in- mediatamente después de florecer, entre tanto que la mayor parte de los autores aconsejan el recogerla quando comienzan á abrirse las flo- res. Está generalmente recibido que el extracto preparado de la plan- ta seca y macerada ó cocida en agua tiene una virtud muy escasa. Se juzga igualmente que el extracto preparado con el xugo defecado es mucho menos activo que el que contiene la fécula; se debe cuidar que no se queme el extracto , porque entonces pierde toda su virtud. Algunos Médicos, y entre otros Rutti, mandan secar su xugo al sol para que el calor no disipe las partes volátiles, pues es constante que se desprende un principio viroso odorante muy excesivo durante la eva- poración , que incomoda mucho á los que le preparan. Erhart menoc- preció el extracto dispuesto según Garaye por su grande coste; pero este fundamento es muy fútil para la Medicina , pues es cierto que esta preparación podia traer muchas ventajas. Para obtener un ex- tracto de cicuta de buena calidad es necesario que sea de un verde obscuro y de un olor subido, que muchos autores comparan al que despiden los ratones. El modo mas prudente de administrar este ex- tracto es empezando por un grano dos veces al dia, y aumentando hasta que produzca unos efectos claros. Se puede continuar su uso muchos años seguidos sin perjuicio alguno. Tartreaux refiere de una Señora que llegó á tomarse durante su enfermedad cicuenta libras de él. Este hecho, casi increíble, se halla citado por Murray, y com- prueba al menos que se puede prodigar su administración. Se toma encima de una taza de té: se substituye también el uso del xugo de esta planta, ó solo ó preparado en conserva, en xarabe &c. : se for- ma también en emplasto , cataplasmas &c. De todas las preparacio- nes externas la que mas se usa es el emplasto, y el que exige un cui- dado particular. Se derrite en una cazuela una libra y catorce on- zas de resina, una libra y un quarteron de cera virgen, quatro on- zas de pez blanca , y se añaden prontamente quatro onzas del aceyte de cicuta , el que no es mas que la cicuta cocida en el aceyte de oli- vas , v quatro onzas de las hojas de esta machacadas en un mortero: se calienta esta mezcla, haciéndola hervir para quitarla la humedad, hasta disiparla toda, lo que se conoce porque dexa de saltar: después de esto se cuela , exprimiéndola fuertemente, se dexa enfriar, se sepa- ran las impurezas, se liquida á una lumbre mansa, y se añade una li- bra de goma amoniaco en polvo; quando todo está bien mezclado, CIC 399 se forma un emplasto, reduciéndole en madexas ó cilindros, de cer- ca de una pulgada de diámetro y seis de largo. Los efectos generales de la cicuta y de sus preparaciones son el fundir los humores espesos, destruir las obstrucciones, y separar la sangre y los humores. Según Storck los endurecimientos mas firmes de las visceras yjos escirros de los órganos ceden á su eficacia después de haberse resistido á todos los demás remedios. Lo que ella no pue- de resolver ó fundir, lo trae á una supuración benigna; detiene los efectos deletéreos del cáncer de los pechos ó de otras glándulas; cor- rige su acritud y fetidez , convierte el icor en un pus de buena índo- le , y por último le cura: hace el mismo efecto en las úlceras anti- guas, en las fístulas y senos, en los tumores edematosos quando se emplea exteriormente; destruye la opacidad incipiente del cristalino, ó al menos detiene los progresos de la catarata. He aquí lo que Storck refiere de la cicuta en su primera disertación quando trata de esta planta. Desde esta época ha sido útil en la gota, en la espina ventosa, en las úlceras^ elefantinas, flores blancas, tumores duros y grandes del hipocondrio izquierdo, ictericia, anasarca, raquitis, gota crónica, hidropesía de las articulaciones, edema de todo el cuerpo ó leucofleg- macia, caries venéreas, la tina, la tos convulsiva que sucede á la sarna retropulsa: esta planta ha calmado, por los cuidados del mismo obser- vador, un dolor continuado del vientre; ha curado las grietas profundas y antiguas de las manos, los vómitos crónicos, los síntomas venéreos que se han resistido á todo tratamiento, una tos violenta acompa- ñada de consunción general, el entumecimiento universal seguido de un abundante fluxo, y la misma tisis. Por nuevas observaciones se ha comprobado que surte muy buenos efectos en las aftas, calentura lenta asociada de esputos cenicientos y fétidos, los dolores de los lomos, los reumatismos, la iscuria causada por cálculos en la vexiga, la epi- lepsia , las tumefacciones císticas, los cálculos biliarios &c. Según esta exposición parece que se deba colocar este remedio al frente de todos los que posee el arte , y sus efectos parecen ser ver- daderamente milagrosos; pero digamos con Murray que esta planta seria la mas preciosa de todos los medicamentos, si realmente curase el cáncer. Storck vive confiado en este último resultado ; él la ha visto administrada en los cánceres de los pechos, del teste , de la cara, de la lengua, de los labios y del cuello de la matriz. Asegura, como un hombre enteramente convencido, que destruye la acrimonia cancero- sa, los vicios formidables de él, funde los tumores que de él nacen, ó de quien es manantial, hasta apresurar la cicatrización : le destruye convirtiendo el pus en buena calidad ; promueve alguna vez una supura- ción muy abundante, que puede producir la conmoción: entonces es necebário disminuir su dosis, y por eso es que Collin encarga su uso en 400 CIC el caso de haber indicios de una supuración interna. Quando los tu- mores antiguos se hacen dolorosos con la cicuta, es muy buena señal según Stock. Entre tanto este Médico, haciendo un gran elogio de los efectos de esta planta, ha visto que no siempre aprovechaba, y que exige freqüentemente la mezcla de otros remedios. Por otra par- te niega que haya visto resultados funestos, al menos quando los en- fermos tienen un vicio opuesto á su naturaleza; pero no explica bas- tante sobre este último vicio. Muchos Médicos de Viena, entre los que se cuentan principal- mente los Señores Quarin, Locher, Palucci, Leber y Collin, con- firman la mayor parte de las propiedades de la cicuta anunciadas por Mr. Storck. Las experiencias nos conducirán al conocimiento de algu- nos nuevos resultados, á saber: i.°que ella hace movibles y suscepti- bles de extirpación los cánceres que estaban fixos y adheridos: 2.°que en las enfermedades venéreas, quando la debilidad del mal ha llegado al extremo de no permitir el uso del sublimado corrosivo, ella pro- duce buenos efectos: 3.0 que no es menos provechosa en él escorbuto incipiente. Los Médicos extrangeros citan por otra parte un gran número de pruebas y observaciones acerca de los productos de la cicuta. No- sotros ofrecemos aquí un bosquejo de los hechos observados en dife- rentes paises, hablando desde luego de aquellos que son sus partida- rios. Viventio cuenta un gran número de curaciones hechas en Italia, particularmente en los verdaderos cánceres: asegura que ha fundido tumores escrofulosos del cuello, empleando la aplicación exterior de su emplasto y uso interno de su extracto: ha visto curadas con ella las costras lácteas acompañadas de consunción, reumatismo, tisis, en- fermedades producidas por la retropulsion de los empeynes. En el Diario de Medicina de Paris se citan también curas de escirros, de tumores hipogástricos, de úlceras antiguas, de la catarata en un niño complicada con una tumefacción de las parótidas y úlceras á los pies, y de oftalmia escrofulosa. (V. el Diario de Medicina lomos i$, 22, 24, $4y ¿fr&c.) En Turin se han publicado observaciones sobre los efectos de la cicuta en las escrófulas ulceradas, endurecimientos y abscesos de los pechos de las mugeres, tumefacciones y endurecimiento de los testí- culos. En este pais no se han visto buenos sucesos contra el cáncer y el escirro de los pechos; pero ha sido mas útil en las úlceras de la matriz, de la boca, de toda la piel, en las hidropesías y oftalmías: en ninguna enfermedad se ha visto perjudicial, sino solo quando se ha dado en los cólicos. Lange propone algunas dudas sobre los efectos de esta planta , y dice haber visto tres buenos sucesos de la cicuta en las enfermedades venéreas, pero otros cinco malos en estas mismas enfermedades. Alaba los efectos de su cocimiento empleado para cíe 401 lavar las manos que tienen sarna y la cabeza de los tinosos, y para matar los piojos. Hermann la usaba mucho, y con ella ha curado una gonorrea acompañada de tumefacción y endurecimiento de los testes, y úlceras de todas las partes vecinas; ha conseguido buenos resulta- dos en las obstrucciones y escirros de las visceras, y en la espina ventosa. Tartreaux ha observado igualmente buenos efectos en las llagas profundas y saniosas, en las flores blancas, tumores escrofu- losos, accesos periódicos de gota , vómicas de los pulmones &c. Los suecos empiezan también á emplearla, y á publicar las ob- servaciones sobre sus propiedades. Limann y Hart curaron con esta planta tumores escirrosos de los pechos y afecciones escrofulosas. Hideen ha logrado la curación de una ozcena espantosa con el extrac- to y la infusión de la cicuta sorbida por la nariz; y Blom la de una úlcera fistulosa complicada con caries de la mandíbula inferior, por medio de su xugo empleado en inyecciones. Rosesntein, que ha tra- tado con cuidado las enfermedades de los niños, ha destruido la obs- trucción del mesenterio tan comun en esta edad, dando quatro gra- nos del extracto por dia, y haciendo beber encima agua-miel ó suero. Los ingleses han adoptado también el uso de la cicuta, dando á conocer sus efectos en las Transacciones filosóficas, y en las obras par- ticulares. Ruthy ha descrito sus buenos efectos en los tumores escro- fulosos, en las úlceras malignas y corrosivas. Fotergill la alaba para las úlceras de los ojos, las enfermedades de la cara, los dolores de la mandíbula superior y el brazo, obstrucciones, vómica , y ulceración de los pulmones. Farr observa que resuelve pronta y fácilmente di- chos tumores, y que aprovecha; pero que es indispensable usarla largo tiempo, y combinada con el cocimiento de la quina, en los es- cirros dolorosos. Warner ha visto fundir con su extracto un sar- cocele antiguo, usando al mismo tiempo el cocimiento en fomen- taciones hechas dos veces al dia, y puesta la cicuta encima cocida con aceyte. Clerc ha curado con ella muchas veces la estancación del humor artrítico vago, y su depósito en las extremidades. Sin embargo, Whyt, atacado él mismo de afecciones gotosas, no ha po- dido sufrir este remedio. Butter es el único que dice haber curado la tos convulsiva de un niño de dos años con un grano de su extrac- to dado en agua. En fin, el mayor número de los Médicos están acordes con Storck sobre los buenos efectos de la cicuta en el cán- cer de qualquiera parte del cuerpo; y el Diario de Medicina de Lon- dres , las Memorias de la Sociedad de Edimburg están llenas de ha- chos favorables sobre este útilísimo remedio. Será muy justo el que expongamos los hechos que se alegan en con- trario sobre la ineficacia , inutilidad, y también perjuicios de la cicu- ta. J. André principalmente ha refutado los asertos de Storck en una obra publicada en Londres año 1751, quien asegura que dicho ex- T0M0 II. EEE 402 cíe tracto produce vértigos, perturbación de la vista, dificultad de ha- blar, estupor de los miembros , y una verdadera parálisis: no ha po- dido observar la destrucción de las úlceras y los tumores, sino antes por el contrario ha visto aumentarse los síntomas , y hacerse los do- lores mas vivos: ha demostrado que las observaciones recogidas por el mismo Storck no merecen toda la confianza que se tiene. Langé en su Disertación ya citada, y publicada en Helmstadt en el año de 1764, pone grandes dificultades á los asertos de Storck sobre los prodi- giosos efectos de la cicuta: según él este remedio obra con mucha lentitud; los enfermos se debilitan ínterin se usa, pierden el vigor, los dolores de los pechos ó de otras partes cancerosas se aumentan, están acompañados de vértigos, cefalalgias, síncopes, alguna vez convulsiones, tos violenta , y estangurria; no produciendo alivio al- guno en las úlceras venéreas, en el cáncer, en la gota, particularmente en la lenta; en la sarna, úlceras malignas, escorbuto, catarata, obs- trucciones de las visceras abdominales, enfermedades en que Storck habia recomendado su uso. Ha visto por el contrario úlceras cancerosas hacerse mayores y de peor índole; entre tanto que se empleaba di- cho remedio, él mismo no ha podido corregir el olor infecto, y ob- servó que volvía las orinas viscosas. En la ciudad misma en que Storck celebraba tanto los buenos efectos de la cicuta, ha encontrado un formidable contrario en el famoso Dehaén. Este Profesor dice ha- berla ensayado en .ciento y veinte enfermos. Treinta hombres afec- tos de escirro ó cáncer han perecido irremediablemente: muy pocos se han curado de tumores del cuello, de endurecimiento del testícu- lo , de úlceras y fístulas de mal carácter; no ha visto curado un ver- dadero escirro ó cáncer con su extracto preparado en Viena. Estos hechos son referidos por Dehaen , después de las experiencias de Tra- lles y de muchos Médicos de la Silesia: después de su propia expe- riencia cita la historia de ocho mugeres, que ninguna se vio aliviada, antes todas perecieron de cáncer á pesar del remedio: juzga que hay una equivocación en el diagnóstico en las observaciones de Storck; atribuye el buen éxito que algunas enfermedades han experimentado á los esfuerzos de la naturaleza ó á las fomentaciones de agua calien- te , y refuta la propiedad de calmar los dolores después de haber .llegado á dar la dosis de doscientos quarenta granos. Gesner, Coms- brug, Schmucker han visto que su eficacia es casi nula para el cáncer. Este último asegura que el extracto preparado en Viena no solo en- calla las glándulas escirrosas, sino que aun produce una debilidad muy sensible en los enfermos, y también la náusea, las señales de putridez, el vértigo, las ansiedades, los temblores, y que alivian alguna vez, esto es, ablandando la circunferencia del tumor escirroso, y dismi- nuyerfdo la sensibilidad dolorosa, que nace de su presión. En Fran- cia Mr. Lemonnier, primer Médico del Rey, concluía en una tesis CIC 403 sostenida en 1763], que el extracto hacia mas daño que provecho en los cánceres; Mr. Fabre no le ha visto útil en las afecciones vené- reas; Whyt no estaba contento con él en Inglaterra; Fothergill no le reconocía por la virtud específica de anticanceroso con que le alaba Storck, aunque no niega que detiene los progresos de este mal, que mitiga sus dolores, corrige la índole y acritud del icor que despi- de; observa que dado á grande dosis atacaba los ojos, excitaba una evacuación, y que era necesario entonces no aumentar la cantidad del medicamento; Farr no ha visto curado jamas por este medio completamente un cáncer; Akenside refiere que calma á los prime- ros dias, pero que después siempre crece con nuevo vigor; Hill, Haur, Arrel y Whalbom están igualmente satisfechos de los ensa- yos inútiles en los tumores escirrosos y cancerosos; Bierchen observa expresamente que produce algunos efectos en las tumefacciones es- crofulosas, venéreas, y en los tumores adiposos; pero que es dañoso en el verdadero cáncer: ha visto que en el principio se calman los dolores, pero que inmediatamente crece en razón del aumento de la cantidad del extracto. Ha dado de él hasta una onza por dia, y le ha continuado durante muchos meses, sin haber un efecto sensible mas que una embriaguez, y abundante secreción de orina: en los cán- ceres de la boca le ha visto producir tialismo como el mercurio. Tal es el resultado de las muchas observaciones hechas en diferentes países que expone Murray, de donde hemos sacado esta descripción; resul- tando de ello que la cicuta no merece todos los elogios que de ella ha hecho Storck en quanto á lo anticancerosa, como se ha demostrado en Francia ; así es que actualmente se emplea muy poco entre noso- tros. Desbois de Rochefort es uno de los Médicos que la ha recomen- dado algo ; este remedio fué mucho mas famoso en los primeros tiem- pos , pero se ha desacreditado después de algunos años, y ya casi es ineficaz. Terminaremos este artículo exponiendo lo que Desbois de- cía en sus lecciones de Materia Médica, y lo que se encuentra en una obra postuma que se ha publicado con su nombre. Los antiguos, dice este Médico, solo empleaban la cicuta al ex- terior como un fuerte resolutivo para los tumores externos y tume- facciones de las visceras abdominales. En Paris se empezó á ensayar interiormente, y Reneaumé la daba en polvo en dosis un poco fuerte; ero principalmente Storck ha acreditado las nuevas propiedades que a descubierto en ella: las experiencias las empezó á hacer en sí mis- mo y en los animales, y vio que se podia dar sin riesgo una cierta cantidad de ella; que el vinagre era el correctivo de sus perniciosos efectos, de lo que infirió que se podia administrar interiormente sin peligro. Sin duda es uno de los mejores desobstruentes, y mas útiles en las ictericias crónicas y durezas rebeldes del hígado, como también 404 cíe para las antiguas del bazo y de otras visceras del vientre, en los lam- parones, en la tisis y gota crónica producidas por esta causa; por úl- mo, casi todas las enfermedades de tumefacción se curan con el uso moderado y por mucho tiempo de este remedio: he visto á los em- peynes antiguos y muy pertinaces, que parecían lepra, ceder á be- neficio de su extracto en la dosis de veinte y quatro, treinta y seis, quarenta granos, ó una dracma por dia. Es un excelente atenuante y antiescirroso, que aprovecha para los tumores cancerosos, como lo ha comprobado Mr. Storck. En el dia no se estima tanto esta última virtud de la cicuta; sin embargo en el cáncer incipiente y oculto de- tiene sus progresos, y calma los dolores. Yo la he visto surtir bue- nos efectos en tales circunstancias, como en una úlcera cancrosa en el miembro viril; pero quando el cáncer ha adquirido un cierto volu- men , y es antiguo, no sirve la cicuta. Como atenuante se usa con preferencia en las hinchazones oca- sionadas por un humor gelatinoso, mucoso y lacticinoso; es muy útil en los reumatismos antiguos, las gotas crónicas, tumores di- chos &c.: se ha recomendado como antivenérea; pero la he visto usar sin provecho, aunque se daba en una excesiva cantidad y con- tinuada largo tiempo; sin embargo quando se marida con la panacea mercurial ó mercurio dulce produce un efecto mas pronto y com- pleto. Se ha creido también que convenia en el escorbuto; pero no hace mas que aumentar la disolución. Quando está bien indicada la cicuta es necesario darla en una dosis un poco fuerte, si no será un medio ineficaz: también he vis- to darla en la de un grano, siendo inútil; pero era por no continuar su uso mucho tiempo. Acontece alguna vez que esta timidez depen- de mas bien de la ignorancia que de una verdadera circunspección: por eso su extracto debe darse en la cantidad de ocho, diez ó doce granos por dia al principio, aumentándose así por grados hasta me- dia ó una dracma, quatro escrúpulos , y también dos dracmas: yo le he prescrito de este modo con suceso en las hinchazones del ba- zo; pero también alguna vez no me ha surtido efecto. Pocas veces se da la cicuta interiormente en substancia por su olor viroso y gus- to amargo: las raices y semillas de ella son mas activas que las ho- jas, pero menos seguras: se aplica exteriormente en emplasto, que aprovecha en las tumefacciones de las visceras abdominales, y con pre- ferencia las del bazo é hígado, en los lamparones y estancaciones lác- teas; y también se machacan sus hojas, y se hace una especie de pul- pa , que se aplica á los pechos, en las hinchazones recientes de los tes- tículos , cordón espermático &c. Su cocimiento es provechoso para las úlceras antiguas que se aproximan al estado canceroso; disminu- ye las callosidades, calma los dolores, y favorece la cicatrización. Se hacen también lociones de él en los tumores cutáneos, sobre todo CIM 405 en la elefancía, para la que se da al mismo tiempo su extracto inte- riormente: aun se hacen inyecciones en muchas úlceras fistulosas, como en las de la matriz &c. La cicuta, pues, para resumirlo todo, es uno de los buenos re- cursos de la Medicina, y que merece mucha atención para usarla, porque en una dosis muy alta es dañosa, y en corta es ineficaz. En tiempo en que se mandaba una excesiva cantidad, era un veneno que ocasionaba angustias, náuseas, convulsiones, estupor &c. Es necesa- rio quando excita el vómito, dar en seguida los emolientes, y prin- cipalmente los ácidos vegetales en bebidas emolientes, porque ellos son antídotos de casi todos los venenos vegetales, y con preferencia de los narcóticos; después se pone el enfermo á una dieta láctea por algun tiempo: en conclusión , según lo que hemos observado, es ne- cesaria una cantidad muy excesiva para que envenene. F. CIEGO, (intestino) (Anat.) El intestino ciego es el primero de los que se llaman gruesos, solo porque han querido los Anatómicos; pues él es una continuación del colon. Se da á este intestino el nom- bre de ciego , porque forma inferiormente una especie de saco cer- jado. Se halla situado en la región iliaca derecha ; su grueso es bas- tante considerable, y su figura es entre redonda y triangular: se ha- llan en él varias prolongaciones ó como añadiduras; pero una es la mas considerable , que se llama apéndice vermicular, porque es muy semejante á una lombriz en el feto, que parece está hueca; pero después que nace se cierra; la estructura y composición de las mem- branas de este intestino, es como la de los demás, y así se consultará el artículo intestinos , porque en él se hallará descripta, y en el de intestino colon, donde se completará la explicación de este artículo por ser este intestino el que produce el ciego, ó por mejor decir es uno mismo. CILANTRO. (Mat. Méd.) La semilla de esta planta es la que se usa mas en Medicina, porque aunque sus hojas se tienen por narcóticas, no se suelen usar por nocivas. La semilla es uno de los remedios carminantes mas agradables que Murray y otros autores recomiendan infinito: atribúyenle ademas la virtud estomacal; y así es que la aconsejan para usarla, juntamente con el sen, quando hay necesidad de purgar, para evitar los retortijones que suele pro- ducir dicho purgante. CIMOL1A. (tierra) (Mat. Méd.) El nombre de tierra cimolia proviene de la isla Cimolus en el mar de Creta, de donde se traia alguna otra vaz una especie de tierra arcillosa ó de bol, usado en Me- dicina: es parda, y un poco bermejiza. Walerio la llama marga ful- lomnn laponacea lamellosa; Cartheuser, smectes subtilis cum aci- dia non eferve cens; y I inneo, argüía ful Iónica. Se ha solido usar alguna vez exterior é interiormente como un tónico y ligero astringen" 406 CIR te. No es muy conocida en las boticas; y se ha dado después la mis- ma denominación á una especie de ocre ó de oxide de hierro, que se forma al rededor de una rueda, sobre la que los cuchilleros sacan punta á los instrumentos, y á las hojas de hierro ó de acero. Se em- plea como resolutiva y fortificante en las hinchazones externas, y principalmente en la de los testículos. Se ha substituido también al- guna vez con una especie de tierra negra y fétida, que se saca con mucha freqiiencia debaxo de los empedrados de las calles, y queda su olor y color parecido al azufre y hierro F. CINABRIO. (Mat. Méd) El cinabrio es una combinación del azufre y del mercurio, que se llama en el dia en la nomenclatura metódica oxide de mercurio sulfurado roxo. En este artículo se expondrán sus propiedades; pero como también se describe baxo el nombre de cinabrio, como se ha indicado ya, que se usa en medicina, debemos decir aquí alguna cosa de su estado en la naturaleza y en las artes. Aunque este compuesto sea siempre roxo, estriado, muy pesado y de una misma naturaleza, en el comercio se conocen dos especies de cinabrio; uno dicho natural, porque en efecto es un producto de la naturaleza: se encuentra en masas roxas, pesadas, obscuras, un poco en láminas mezcladas con el quarzo, con el espato calcáreo, minas de hierro &c. Está también en cristales transparentes prismáticos y del color de los rubíes, ó bien en eflorescentes, estriados, de un ro- xo purpúreo claro, y entonces es el bermellón nativo. No es muy abundante ni muy puro para poder servir á las artes: el cinabrio na- tural se emplea también para sacar el mercurio de Almadén, Idria, en el Friul ¿kc. El cinabrio usado en las artes es un compuesto artificial de azu- fre y mercurio, que se prepara mucho en Holanda y en otros paises. Está en panes sublimados, de algunas pulgadas de grueso, formados de estrias agudas entrelazadas, y de un roxo vivo. También se usa este en la Medicina. (V. los artículos mercurio y sulfate de MERCURIO.) F. Cinabrio de antimonio. ( Mat. Méd.) Se llama con toda impropiedad en la Farmacia química cinabrio de antimonio al sulfate de mercurio roxo formado por la descomposición recíproca del mu- riate corrosivo de mercurio y del sulfate de antimonio. En esta des- composición el ácido muriático oxigenado y el oxígeno se unen con el antimonio, y el azufre con el mercurio; estos dos nuevos compues- tos se subliman el uno después del otro. El sulfate de mercurio no tiene cosa alguna de particular; nada contiene de antimonio, y es- ta es la materia que sirve para formar lo que se llama así impro- piamente. F. CIRCULACIÓN DE LA SANGRE. (Fis.) Llámase circu- lación de la sangre aquel movimiento por el qual el ñuido sanguíneo CIR 4°7 sale del corazón, y es conducido constantemente por las arterias, las que se distribuyen en todas las partes del cuerpo, volviendo dicho (luido por las venas al mismo corazón. (V. este artículo) Esta im- portante función, aunque sospechada por los antiguos, la ignoraron, confundiendo sus efectos, y creyendo que la fuerza del corazón era lo mismo que la del sol, comparando las dos, y diciendo que el uno era el centro del cuerpo animal, y el otro el del mundo planetario; y así es que la circulación de la sangre, según la conocemos hoy, fué ignorada casi enteramente hasta los tiempos en que los trabajos de Columbo , Sarpi, Cesalpino, y Miguel Servel, este último espa- ñol , prepararon los materiales para que el inmortal Harveo la demos- trase , á quien estaba reservada esta gloria. Este feliz descubrimiento se hizo en 1619 en el curso público que explicaba este Profesor en Londres; y en el de 1628 publicó un tratado de Circulación, que fué el objeto de las disputas de sus contemporáneos. Los principales fenómenos de la circulación animal, dice Dumas, son: i.° que toda la masa de la sangre va y vuelve incesantemente del corazón á las partes, y de estas al corazón: 2.0 que la fuerza impulsiva del corazón comunica á toda la masa un grado de velocU dad capaz de impelerla en las arterias: 3.0 que esta velocidad es uni- forme é igual con corta diferencia desde el centro del sistema vascu- lar hasta las extremidades: 4.0 que la sangre pasa de las arterias ma- yores á las menores, y de estas á los vasos capilares, sin ganar ni perder cosa alguna en su movimiento: 5.0 que en igual tiempo entra igual cantidad de sangre en uno y otro ventrículo del corazón que viene de los pulmones y de lo restante del cuerpo: 6.° que la direc- ción de este fluido se muda freqüentemente por muchas causas que le impiden continuar su curso natural, y le obligan á refluir por los vasos colaterales, donde no se hallan los mismos obstáculos: 7.0 que quando una pequeña cantidad de sangre en circulación se estanca, en breve se perturba toda su masa: 8.° que su círculo no se acelera, se retarda, ni de modo alguno se altera por los ángulos, corvaduras y sinuosidades de los vasos. Todas estas circunstancias presiden á la distribución de la sangre por la parte sólida que la circunda y riega; pero hay otras muchas no menos esenciales que acompañan, reglan y modifican su curso, ya en las aberturas del texido esponjoso, ya en las mismas ramificaciones de los conductos vasculares, 3'a en fin en los receptáculos singulares llamados senos, donde este fluido unas veces participa del movimiento de circulación general, y otras pare- ce no tener nada de comun con él. Tres suertes de órganos ó de instrumentos emplea la naturaleza para la circulación de los líquidos animados, que son el corazón, las arterias y las venas; á estos es preciso añadir el texido celular ó es- ponjoso, del qual llena y penetra habitualmente la sangre diferentes 408 CIR porciones, que por lo mismo deben contribuir á su curso progresivo. Las venas y las arterias tienen entre sí tan varios como numerosos medios de comunicación; se juntan por anastomoses repetidas, que formadas de diversas maneras tienen la utilidad de ligar íntimamente todas las partes del sistema vascular para subordinarlas á la influen- cia inmediata del corazón , donde reside un foco de calor y de vida, que vibra y despide continuamente sobre ellas ¡radiaciones vivíficas." Para comprehender bien el mecanismo de la circulación es pre- ciso consultar los artículos corazón, arterias que salen de él (arte- ria, aorta, arteria, y vena pulmonal); pues el conocimiento de todos estos órganos servirá de base fundamental para el del movi- miento circulatorio. Los usos de la circulación de la sangre son: i.° someter el fluido sanguíneo alterado por la mezcla de la linfa y el quilo al contacto del ayre en los pulmones (V. respiración.): 2.0 presentarle á mu- chas visceras, que le hacen sufrir diversos grados de depuración (V. secreciones.): 3.0 empujarle hacia los órganos, cuya parte nu- tritiva , animalizada por estos actos sucesivos, debe producir el incre- mento ó reparación de las pérdidas. (V. nutrición.) CIRCULAR, (vendaje) Se llama vendaje circular quando se rodea un miembro ó qualquiera otra parte con una venda mas ó me- nos larga ó ancha, sin hacer mas que círculos con ella. CIRCUNFERENCIA. Aunque el cuerpo humano no es ni un círculo ni un globo, se dice comunmente que los humores se dirigen del centro á la circunferencia siempre que son obligados á avocarse algun punto de la superficie, ya sea por medio del exercicio ó de un medicamento, que aumenta la circulación de la sangre, ó dismi- nuye la resistencia de los tegumentos &c. CIRCUNSCRIPTO. (Generalid) Voz que se usa con fre- qiiencia en la Medicina, que viene del adjetivo latino circumscrip- tus, que quiere decir aislamiento, determinación &c.; y así decimos el dolor se determina ó circunscribe á tal parte: el tumor es circuns- cripto ; está aislado y limitado á tal órgano sin extenderse &c.; la gangrena se circunscribe ó se fixa. CIRSOCELE. (Cir.) Se da este nombre á un tumor varicoso que se forma en los testículos, cuyas várices no solo aumentan el volumen de estos órganos, sino también impiden el que se haga la secreción del semen: este tumor se llama también varicocele. (V. esta palabra.) CIRUGÍA. * Ciencia que enseña á conocer y á curar las enfer- medades exteriores del cuerpo humano, y que trata de todas las que para su cura exigen la operación de la mano ó la aplicación de los tó- picos. Es una parte constitutiva de la Medicina. La palabra Cirugía viene del griego, y significa operación de la mano. (V. cirujano.) CIR 409 Las enfermedades exteriores ó quirúrgicas comprehenden ordi- nariamente cinco clases, que son los tumores, las heridas, las úlce- ras , las fracturas y las luxaciones ó dislocaciones. Según Mr. Chambers ,,la Cirugía tiene sobre la Medicina inter- na la ventaja de la solidez en los principios, de la certidumbre en las operaciones y de la sensibilidad en sus efectos; por manera que aun los que para nada creen buena la Medicina miran sin embargo como útil á la Cirugía. La Cirugía es muy antigua, y aun mas que la Medicina, de la que ahora no es mas que un ramo; en efecto ella es la única Medi- cina que se conoció en las primeras edades del mundo quando los hombres se aplicaron á curar los males externos antes de examinar y descubrir lo que dice relación con la curación de las enfermedades in. ternas. Dícese que Apis, Rey de Egipto, inventó la Cirugía. Esculapio después de él compuso un Tratado de las heridas y de las úlceras. Su- cediéronle los filósofos de los siglos siguientes, en cuyas manos fué confiada únicamente la Cirugía: Pitágoras, Empedocles, Parméni- des, Demócrito, Chiron, Peón, Cleombroto, que curó el ojo de Antioco &c. Plinio refiere, por la autoridad de Casio Hemina, que Arcagato fué el primer Cirujano que se estableció en Roma: que los Romanos estuvieron al principio muy contentos con este vulnerario, como ellos le llamaban, y que le dieron testimonios extraordinarios de su aprecio; pero que después, disgustados de él, le dieron el sobre-- nombre de carnifex á causa de la crueldad con que cortaba Ios- miembros. Y no faltan autores que afirman que fué lapidado en el campo de Marte; pero si así hubiera sido, seria de extrañar que Pli- nio no hubiera referido este suceso. (V. Plinio Hist. nat. lib. 2t cap. 1.) La Cirugía fué cultivada con mas esmero por Hipócrates que por los Médicos anteriores á él. Se dice que fué perfeccionada en Egip- to por Filoxenes, que escribió muchos volúmenes. Gorgias, Sóstra- tes, Hieron, los dos Apolonios, Ammonio de Alexandría, y en Ro- ma Trifion el padre, Evelpisto y Mexes la hicieron florecer cada uno en su tiempo. Mr. Wiseman , Cirujano mayor de Carlos II, Rey de Inglaterra,; compuso un volumen en folio , que contiene observaciones prácticas sobre muchas enfermedades, así externas como internas, relativas á cada ramo de este arte, y hechas por él, con el título de Difieren- tes Tratados de Cirugía. Esta obra ha sido continuada hasta estos tiempos en Inglaterra, y después que fué publicada en 1676 ha ser- vido de fundamento á otros muchos Tratados de Cirugía. La Cirugía se divide en especulativa y en práctica; la una hace realmente lo que la otra enseña á hacer." TOMO II. FFF 410 CIR La teoría de la Cirugía se distingue en teoría general y en parti- cular. La general de la Cirugía no es otra cosa que la teoría ó esencia de la misma Medicina: esta teoría es única é indisoluble en sus partes, y no puede ser aprendida ni aplicada si no se posee toda ella. La dife- rencia que se halla entre la Medicina y la Cirugía se deduce únicamen- te de su exercicio, es decir, de las diferentes clases de enfermeda- des que cada una de ellas exerce. La Cirugía posee todos los conoci- mientos cuya reunión forma la ciencia que enseña á curar; pero solo se aplica á las enfermedades externas: la Medicina posee igualmente esta ciencia aplicándola únicamente á las enfermedades internas, de suerte que no se diferencia de la ciencia sino en el exercicio. Si se examina con la mas escrupulosa atención el objeto de estas dos artes, se verá que no pueden tener mas que una teoría común. Las enfermedades externas, objeto de la Cirugía, son esencialmente las mismas que las internas, objeto de la Medicina, y no se diferen- cian mas que por su exercicio. Estos objetos tienen la misma impor- tancia , presentan las mismas indicaciones y los mismos medios de cu- ración. Aunque sea una misma la teoría de la Medicina y de la Cirugía, la qual consiste en la reunión de todas las reglas y preceptos que en- señan á curar, no se sigue que puedan ó deban ser confundidos el Médico y el Cirujano. Un hombre, que se suponga provisto de to- dos los conocimientos teóricos generales, sin nada mas que esto, no será Médico ni Cirujano. Para formar un Médico es precisa, ademas de la adquisición de la ciencia, que sepa aplicar sus reglas á las enfer- medades internas; y para formar un Cirujano se requiere que adquiera el hábito y la facilidad de aplicar las reglas á las enfermedades externas. La ciencia no da esta habilidad para la aplicación de las reglas, solamente las dicta: con el exercicio dirigido por un maestro prácti- co se aprende á aplicarlas. El estudio da la ciencia; pero no se puede adquirir el arte ó el hábito de la aplicación de las reglas sino viendo y volviendo á ver los objetos. Es preciso adquirir un hábito de los sentidos, y solamente puede ser adquirido por el hábito de estos mis- mos sentidos. La Anatomía, la Fisiologia, la Patología , la Semióptica, la Hi- giene y la Terapéutica son, así en Cirugía como en Medicina, las fuentes de los conocimientos generales. La Anatomía enseña la es- tructura de los órganos que componen el cuerpo humano: la Fisio- logia explica su juego , la mecánica y las funciones; por ella se cono- ce el cuerpo humano en estado de salud: se aprende por la Pato- logia la naturaleza y las causas de las enfermedades: por la Semióp- tica el conocimiento de los signos y de las complicaciones de las en- fermedades , cuyos diversos caracteres debe es'tudiar el Cirujano: la Higiene fixa el régimen de vida, y establece las sabias leyes so- CIR 411 bre el uso del ayre, de los alimentos, de las pasiones del alma, de las evacuaciones, del movimiento y del reposo, del sueño y de la vigilia ; finalmente la Terapéutica instruye al Cirujano de los dife- rentes medios curativos, le enseña á conocer la naturaleza, la pro- piedad y la manera de obrar de los medicamentos, para poder apli- carlos á las enfermedades que son el objeto de la Cirugía. Todos estos conocimientos , aunque muy necesarios , son insufi- cientes , porque si bien son la base de la Medicina y de la Cirugía, no tienen una unión esencial con estas dos ciencias, es decir, una unión que no las permita separarse: verdaderamente no están unidas con arte, sino en tanto que este se ha elevado sobre ellas, sirviendo como de cimientos. Hasta aquí estos conocimientos no deben ser mirados si- no como preludios ó preparaciones necesarias, porque hombres curio- sos , por exemplo, pueden adornar su espíritu de conocimientos ana- tómicos sin tocar á la Cirugía ni á la Medicina; por consiguiente no forman el Médico ni el Cirujano, ni dan título alguno en el exercicio del arte. Ademas de los conocimientos comunes, de que hemos hablado, es indispensable que el Cirujano adquiera en la parte de la Medicina, que se propone exercer, un talento particular: la operación de la mano es la que supone muchos preceptos y conocimientos científicos. Es preciso conocer el modo y la necesidad de obrar; el carácter de los males que exigen la operación; las dificultades que nacen de la estructura de las partes, de su acción y del ayre que la rodea; las reglas que prescriben la causa y los efectos del mal; los remedios que este exige; el tiempo fixado por las circunstancias, por las leyes de la economía animal y por la experiencia; los accidentes que estorban la operación ó indican otra; los movimientos de la naturaleza y su au- xilio en las curaciones; la facilidad con que se les puede prestar; los obstáculos que experimenta en el tiempo, lugar, estación &c. Sin es- tos preceptos bien circunstanciados no se formarán mas que Ciruja- nos ciegos y matadores. Estos conocimientos, tan necesarios para conducir la mano, no comprehenden todos los que forman el Cirujano. La operación, se- guramente , no es mas que un punto en la curación de las enferme- dades quirúrgicas. El conocimiento de los casos que la exigen, los accidentes que se siguen, el tratamiento que debe variar á propor- ción de la naturaleza y diferencias de estos accidentes, todas estas cosas son los objetos esenciales de estos accidentes y de la Ciru- gía. Si por exemplo se presenta una fractura acompañada de una herida peligrosa, la reducción, aunque freqüentemente muy difícil, no es mas que una pequeña parte del tratamiento de esta enfermedad: las inflamaciones, las opresiones, la gangrena, los depósitos, las su- puraciones, disoluciones excesivas, la calentura, las convulsiones, los 4** CIR cjelirlos, todos éstos accidentes, que sobrevienen con tanta freqiien- cia , piden recursos mucho mas extensos que los necesarios para redu- cir los huesos á su lugar natural. Un exercicio moderado, el conoci- miento de la situación de las partes, la industria y destreza bastan para colocar los huesos: los conocimientos profundos sobre la econo- mía animal, sobre el estado de las partes heridas, sobre la mutación de los líquidos, sobre la naturaleza de los remedios son apenas so- corros bastantes para socorrer los accidentes que se siguen á estas frac- turas. En semejantes casos los conocimientos especulativos comunes no ofrecen mas que recursos leves é insuficientes. Hay una teoría parti- cular establecida en la práctica del arte: esta es una experiencia ilustra- da y reflexa, que sola puede prescribir una conducta útil en los casos arduos. La especulación, que no sale del fondo del arte, no es una regla en el exercicio de este arte. La experiencia es el manantial de los principios sólidos; y los conocimientos, que no se derivan del exercicio ó se verifiquen por una práctica reflexa, jamas serán sino falsos resplandores, capaces de extraviar al espíritu. * CIRUJANO. * Se da este nombre al que profesa y exerce la Cirugía. (V. este artículo.) El estado de la Cirugía ha variado mir- cho según las diferentes revoluciones que ha experimentado esta pro- fesión ; y así es que se le ha visto en tres estados diferentes, de los quales dos han sido comunes á todas las naciones, y el tercero parti- cular á la Francia. El primer estado de la Cirugía será en el que fixemos nuestra aten- ción como el mas brillante, á lo menos en las naciones extrangera», en aquella época en que renacieron las letras en Europa. Luego que se fué adquiriendo el conocimiento de las lenguas, se abrió un tesoro de luces, que estaba depositado en los griegos y latinos, formándo- • se con él excelentes hombres en todas las naciones y en todas las cien- cias; pero los que mas se aprovecharon con respecto á la Cirugía fue- ron los Italianos y Alemanes; y esta ciencia se exercia entre ellos por los mismos sugetos que cultivaban y exercian la Medicina: en este tiempo fué quando se formaron las admirables obras que han ser- vido después de fundamento para las dos Facultades. La disposición de las leyes proporcionó la libertad de unir en un mismo sugeto los dos artes, y esta libertad misma causó la caida de la Cirugía: no es muy difícil comprehender la causa de esta decadencia. La Cirugía no tiene los mayores atractivos: este arte, no siendo en tiempo de guerra, no exerce casi las funciones que le son propias si- no en el pueblo, por lo que no halla el deseo que lisonjea el apetito y la ambición, por lo que los Profesores que exercen uno y otro arte abandonan el exercicio de la Cirugía. Las enfermedades médicas son compañeras comunmente de la riqueza y la opulencia; ademas no son -Como las quirúrgicas, que no las pueden manejar sugetos sensibles.y CLA 41,3 delicados, y por esta razón hombres ilustres Médicos y Cirujanos á un mismo tiempo abandonaron las funciones de Cirugía, dedicándo- se á las de la Medicina. Este abandono ha puesto en el segundo estado á la Cirugía. Los Médicos-Cirujanos, abandonando el exercicio de este arte, retienen el derecho de dirigir y confiar á los Sangradores las funciones, las operaciones de la Cirugía y la aplicación de todos los remedios exte- riores : entonces el Cirujano no es un hombre solo, y sí el compuesto monstruoso de dos individuos de Médico, que se arroga exclusiva- mente el derecho de la ciencia, y por conseqüencia el de dirigir, y de Cirujano; pero que abandonan lo manual de las operaciones. Al principio de esta división de la ciencia del arte de operar no se percibieron los perjuicios. Los grandes Profesores que habian exer- cido la Medicina y la Cirugía vivian aun, y la habilidad que habian adquirido era suficiente para dirigir al autómata ó Cirujano mercena- rio operador; pero luego que esta raza hipocrática, como llamaba Falopio, desapareció, los progresos de la Cirugía no solo fueron de- tenidos, sino también el mismo arte casi se arruinó, no quedando sino el nombre.....* Sigue Mr. Luis en este artículo haciendo la historia de la Cirugía francesa, tomando origen de la general que hemos descrito, que puede aplicarse igualmente á la de nuestra península. Los Franceses pudie- ron conservar sin embargo algunas luces quirúrgicas á pesar de lo que hemos expuesto anteriormente , porque sus leyes particulares pudie- ran evitarlo. Habiéndose restablecido completamente en Francia y en otras partes de Europa los conocimientos de la Cirugía, nuestro Gobierno se aprovechó de esta regeneración , pues se enviaron Pro- fesores que recogieran luces y conocimientos, y se transmitieran á nuestro suelo: en breve se verificó, y la España logró ver estable- cidos los Colegios de Cirugía de Cádiz, Barcelona, la enseñanza de la Anatomía en el Hospital General de Madrid, y después el Co- legio de S. Carlos; cuyos establecimientos se coronaron de sabios Profesores, que han difundido las luces en toda la península, pu- diendo competir la Cirugía española con te de otras naciones cui- tas , que se lisonjean de merecer la preferencia. CISTERNA LUMBAR. ( V. torácico. ) CÍSTICO. Adjetivo que se usa para expresar todo lo que sirve á la vexiga de la hiél (V. este artículo.); y así decimos conducto cístico, arteria cística &c. CÍTRICO. (ácido) ( Mat. Méd.) Se llama ácido cítrico en la nueva nomenclatura el suco ó ácido de limón. ( V. este artículo y el de Ácidos. ) CLARA DE HUEVO. (Mat. Méd.) Es una substancia ani- mal concrescible con el calor, los ácidos y.el..alcohol: es suave, nu- 414 CLA tritiva , de una consistencia espesa, disoluble en el agua, la qual en- vuelve á la yema por todas partes: su naturaleza y usos medicinales son muy semejantes á los del albumen. (V. este artículo.) La ma- teria albuminosa ó la clara de huevo, dada interiormente como me- dicamento, es dulcificante, laxante y lubrificante; pero se adminis- tra muy poco, porque su propiedad nutritiva impide que las virtu- des precedentes sean muy útiles; se emplea por lo regular exterior- mente para afloxar y reblandecer: se usaba en otro tiempo para las enfermedades de los ojos como refrescante , astringente y aglutinan- te para contener las fluxiones; pero en el dia no se conoce sino la pri- mera propiedad. Ext. de F. CLASES Ó CLASIFICACIÓN DE LOS REMEDIOS. (Mat. Méd.) Las ciencias naturales, que han adelantado tanto en nuestro siglo, deben con particularidad sus progresos al orden con que se han ido adquiriendo los conocimientos, y al método que se ha em- pleado para esto. Las producciones de la naturaleza, cuyo estudio ocupa hoy á muchos mas hombres que en otro tiempo, han sido colocadas desde el inmortal Linneo en clases diferentes, órdenes, gé- neros y especies. Hace mucho mas tiempo que los Médicos han pues- to en práctica un plan análogo para los cuerpos naturales considera- dos relativamente á sus propiedades sobre la economía animal, y los han dividido en este concepto en alimentos, medicamentos y venenos. Los primeros se caracterizan porque pueden digerirse y convertirse en nuestra propia substancia, reparando las pérdidas que incesante- mente estamos experimentando. Los segundos se distinguen porque ■executan una acción muy fuerte sobre nuestros órganos para poder ser digeridos y asimilados, y por los resultados prontos o lentos que producen en los cuerpos animados, sea haciendo salir los humores con mas abundancia por diferentes emunctorios, sea alterando poco á poco la índole de ellos ó el texido de las fibras. Los venenos se di- ferencian de los medicamentos en que tienen mucha mayor energía, destruyen y corroen los órganos, desarreglando mas ó menos com- pletamente las funciones hasta ocasionar la muerte. Según esta divi- sión parece imposible el confundir los unos con los otros; pero sin embargo se asemejan en algunas circunstancias con algunas especies de cada clase. En efecto los alimentos se convierten alguna vez en medicamentos y venenos , y estos pasan al estado de los primeros quando se proporciona el régimen al estado de los enfermos, como sucede freqüentemente en las enfermedades crónicas, ó bien quando el estómago y el xugo gástrico no desempeñan fácilmente sus funcio- nes , ó quando dexan á los alimentos obrar sobre las paredes ó las fi- bras nerviosas de los intestinos; pues se observa que hacen por lo co- mun el oficio de eméticos ó purgantes, principalmente en las indi- gestiones. Del mismo modo sucede por desgracia con demasiada fre- CLA 415 qüencia que los medicamentos se hacen venenos en manos de igno- rantes ó imprudentes quando están contraindicados: por eso los emé- ticos, los purgantes, los calefacientes y los irritantes son perniciosos en las enfermedades puramente inflamatorias, como la sangría en las enfermedades de debilidad; por último el arte ha creído hallar desde algunos años á esta parte un recurso en los venenos mas temibles y formidables. Se ha empleado la cicuta y la lechuga silvestres, la pul- satila , la dulcamara, el sublimado corrosivo ó muriate oxigenado de mercurio en las enfermedades desesperadas, y se han conseguido bue- nos efectos. Es necesario pues convenir que esta clasificación de subs- tancias naturales en alimentos, medicamentos y venenos, aunque bien fundada en apariencia, es aun una división artificial, que no existe realmente en la naturaleza, que es por lo común relativa al estado, á las fuerzas y á la disposición particular de los sugetos á quienes se prescriben: se debia decir otro tanto de todas las clasificaciones de los remedios fundadas en sus propiedades, los evacuantes y alteran- tes generales y particulares, los quales son todos variables según las circunstancias. Sin embargo se hace indispensable enumerarlos: i.° por- que ellos parece existen realmente en la naturaleza, y atienden á la disposición particular de cada cuerpo natural ó artificial: 2.0 porque las diferencias que se advierten en su administración no son relativas á los casos particulares, los que pueden mirarse como excepciones: 3.0 porque ellos pertenecen á las propiedades realmente distintas, que se deben estudiar con cuidado: 4.0 en fin, porque sirven singular- mente á fixar las ideas de los estudiantes, y establecer el orden en los conocimientos médicos, recordando á los Facultativos una serie de observaciones, que la experiencia de muchos siglos las han compro- bado. Baxo este último punto de vista es quizá la Medicina una de las ciencias naturales, que posee hechos mas antiguos y verificados por una serie dilatada de individuos, que se han verificado en la prác- tica, y cuya verdad no ha sido aun desmentida; pero es necesario po- ner mayor atención en esta idea, y darla mas valor del que ha teni- do. Si las divisiones ó clasificaciones generales de los medicamentos son ventajosas, se puede establecer sobre ellas alguna duda razona- ble; es necesario al mismo tiempo el emprender la corrección de los errores que pueden originarse, y los que algunas veces no se pueden evitar. El principal origen de los errores es el atribuir á estas divisio- nes las qualidades aplicadas á los medicamentos: por lo comun las propiedades generales que las divisiones indican no son únicas ó solas, porque casi siempre se hallan reunidas muchas propiedades; y así es que los eméticos son casi siempre purgantes, sudoríficos, diuréti- cos &c.; al mismo tiempo que los refrescantes son también anties- pasmódicos , sucediendo lo mismo con otros. No habria nunca riesgo en formar falsas ideasen la Materia Médica, si las propiedades, que 416 CLA se encuentran reunidas con la primordial, y por las que se le incluye en una clase entera de medicamentos, fuesen siempre mas ó menos análogas á ella, y produxesen siempre efectos mas ó menos idénti- cos , ó al menos no fuesen contrarios para satisfacer las indicaciones después de la primera qualidad que se les da; pero por desgracia á cada paso se observan fenómenos del todo diversos. No es raro que un remedio produzca un efecto enteramente contrario del que tenia por la clasificación que se le habia dado. Por esta razón un dulcifi- cante se convierte alguna vez en emético ó purgante por el peso ó cons- tricción que produce en los órganos de la digestión; como también el que un remedio, clasificado por calmante , aumente las afecciones nerviosas y el desvelo, en lugar de disipar los síntomas de espasmo y reconciliar el sueño. Por lo que se concibe que esta diferencia de efec- tos , esta especie de oposición y de contraste entre la clasificación de un medicamento y su resultado real en muchos casos depende del es- tado particular de los sugetos en quienes obran; y habrá siempre en ella un error tanto mas perjudicial, quanto mas difícil de evitar, y que depende de la naturaleza misma de la cosa: por lo que muchos auto- res modernos de Materia Médica , habiendo reconocido que es impo- sible determinar positivamente las virtudes generales de las substancias medicamentosas se ha creído deberse abandonar enteramente las clasi- ficaciones de los remedios fundadas en sus propiedades medicinales, adoptando de otros dos métodos de clasificarlos. Los unos, como Cartheuser, han puesto un orden del todo químico , fundándose en el principio que las substancias de la misma naturaleza íntima tienen las mismas virtudes: el tratado de este autor, tan generalmente admi- tido , está formado baxo este plan; pero supone un complemento de Conocimientos y de análisis químicas, que no se han adquirido aun á pesar de todos los descubrimientos modernos, y solo quizá convie- nen á los medicamentos químicos ó á los preparados por el arte, que son una cosa muy distinta de la Materia Médica. Otros autores, que han conocido una ú otra de las dificultades relativas á la clasifi- caron de los remedios, han creido debian seguir el orden de las divi- siones de la historia natural. Estos han tratado sucesivamente de las substancias minerales, vegetales y animales que pertenecen á cada reyno como se ha hecho en la historia natural. Linneo, Bergio y Murray son los principales autores que han adoptado este método, el quaí tiene sin duda la ventaja de no producir preocupaciones sobre las virtudes de los medicamentos, y de no equivocarse en su elec- ción; pero si se ha admitido exclusivamente, nos parece que es de- masiado prolongar los conocimientos de la Medicina. Nos parece que en esta clasificación de remedios no hay mas que tomar un partido útil, el de reunirías todas, para favorecer el estudio, y completar el conocimiento,de estos recursos médicos..,¿. F. CLA 417 CLASIFICACIÓN DE ENFERMEDADES. ( V. noso- L0GI\.) CLAUDICACIÓN. (Cir.) * Es lo mismo que coxera, que es aquel movimiento vicioso de una pierna, por el qual el centro de gravedad del tronco se inclina mas á un lado que á otro. La clau- dicación es producida freqüentemente por un vicio de conformación de nacimiento; suele ser también el resultado de alguna afección an- tigua de una de las dos extremidades inferiores que se descuidó en los principios: en este caso solo se puede paliar esta enfermedad, procurando alargar la pierna mas corta, ó substituyendo la falta con un tacón ú otra adición al zapato. En los niños se ha solido usar la compresión para corregir estos vicios de conformación; pero siempre es difícil enmendar estas deformidades. La claudicación puede depen- der de una dislocación completa é incompleta, de fracturas &c. (V. DISLOCACIÓN y FRACTURA.) * CLAVÍCULA. (Anat.) Es un hueso largo de figura irregular de la clase de los pares, esto es, hay una de cada lado ; está situa- da la clavícula en la parte anterior, superior y lateral del pecho en- tre el omoplato y el esternón. Tiene dos corvaduras opuestas, por lo que forma la figura de una S; las extremidades de este hueso, una de ellas se llama externa, escapular ó humeral, y la otra interna ó external: la primera se articula con el acromion (V. este artículo.) y la segunda con el esternón. Las clavículas sirven como de punta- íes para impedir el que en los movimientos de las extremidades su- periores se adelanten demasiado los omoplatos, y se arrimen al pe- cho, sujetando por este medio los movimientos del brazo; conocién- dose su utilidad quando se rompe ó fractura la clavícula. CLAVO. (Cir.) Se da este nombre al callo ó dureza que se for- ma en los dedos de los pies, que suele por lo regular traer origen de alguna compresión hecha en la piel, la que se endurece y forma co- mo una eminencia blanca é insensible, que se implanta en la substancia de los dedos; regularmente forma el clavo la figura de una tachuela, cuya punta penetra en lo interior, y la cabeza queda descubierta, formando la dureza exterior; los clavos suelen incomodar bastante quando se comprimen, y en la revolución de los tiempos, por lo que exigen algunos remedios; los primeros que se deben emplear son los que ablanden estas durezas para poderlas cortar ó arrancar des- pués por medio de algun instrumento cortante; para ablandarlos se usa del agua tibia, el cerato anodino, el emplasto de mucilagos, de ranas &c., los sebos y aun algunas plantas emolientes, como la ca- llera , la pulpa de malvavisco &c.; pero el remedio principalmente para precaver, y que no se aumenten estas durezas incómodas, es evitar la compresión. También se forman callos ó clavos en otras partes del cuerpo, que se tratarán del mismo modo. TOMO II. GGG 4i8 CLI Clavo histérico. (Med.) Es un dolor mas ó menos vehemen- te que sienten las histéricas en uno de los varios puntos de la cabe- za ; pero con mas freqiiencia en el breema ó coronilla acompañado de frió. (V. histérico^ hemicrania.) CLERC. (Daniel) (Biog.) Médico y Consejero de Estado en Ginebra: nació en 165 2, y fué generalmente querido de sus conciu- dadanos por su bondad y candidez. Adquirió bastante reputación entre los de su arte: i.° por la Historia de la Medicina, que com- prehende hasta todo el tiempo de Galeno: 2.° por la Historia na- turalis latorum lubricorum. La primera de estas dos obras llena de investigaciones sabias, está escrita con pureza, y el autor pinta bien el carácter de los Médicos antiguos, sus opiniones, sus prácticas y sus remedios: la segunda es generalmente muy estimada. Nuestro autor publicó también , junto con el célebre Mangeto, la Biblioteca anatómica. Murió el año de 1728. D. H. CLIMA. (Hig.) {Los Médicos consideran los climas particu- larmente por la temperatura ó grado de calor que les es propio. El clima en este sentido es sinónimo de temperatura; pero esta pala- bra está tomada en un sentido mucho mas lato que el de región y pais, con la que los Médicos expresan el origen de todas las causas fí- sicas, generales ó comunes, que pueden obrar sobre la salud de los habitantes de cada pais, á saber: la naturaleza del ayre, del agua, del suelo, de los alimentos &c. (V. agua y régimen.) Todas es- tas causas son regularmente tan confusas en su combinación con la temperatura de los diversos países, que es muy difícil comprehender los fenómenos de la economía animal como no se acuda á esta última causa. Sin embargo, esto no será una inexactitud culpable atribuirle ciertos efectos, de los que la temperatura parece que es verdadera- mente la causa predominante. También se puede proponer con bas- tante fundamento que el clima depende mucho de las diferencias de los pueblos comprehendidas en la complexión general ó particular de cada habitante. El hombre debe particularmente al clima su talla, su vigor, el color de su piel y de sus cabellos, la duración de su vida, su precocidad mas ó menos grande, el poder ó la aptitud de en- gendrar, su vejez mas ó menos retardada, por último las enferme- dades propias ó endémicas. El poder resistir indiferentemente á las influencias de todos los climas, y de trasportarse de un polo á otro, no está concedido á nin- guna especie de animal ó vegetal, es prerogativa exclusiva del hom- bre: este privilegio se ha dado á su naturaleza ; pero no puede gozar de él sin experimentar una degeneración, un desfallecimiento, y una suerte de transformación, tanto en sus facultades físicas como en las morales. El verdadero clima donde tiene siempre mayor prosperidad la especie humana es la zona templada septentrional de nuestro he- CLI 419 misferio; es el sitio de su poder , de su gloria y superioridad: adelan- tándose hácu el Norte; sus sentidos se entumecen y embotan , sus he- bras y nervios se consolidan, y toman mas fuerza por la acción del frío que las constriñe; los órganos pierden mucho de su finura; el influxo del genio parece hacer el cuerpo en algun modo mas robusto, y todos los espíritus vitales se ocupan en mover los resortes de la estructura de la economía animal. Mas allá del Círculo polar la talla del hombre se disminuye, se pierde la bella proporción de sus miembros, el rostro se pone obs- curo, se vuelven como bestias aquellos habitantes, y tanto mas por- que no son capaces de instrucción. Baxo el Equador la tez está mas curtida, se ennegrece; las facciones que demarcan la fisonomía se vuelven toscas; el calor del clima abrevia el término de sus dias, aumentando el vigor de sus pasiones; disminuyen la esfera de su alma: no se pueden gobernar ellos mismos, siempre están en la infan- cia; en una palabra, son negros, y esta negrura les constituye es- clavos ; pero los mas idiotas. Pero atendiendo principalmente á las afecciones corporales de cada nación con respecto al clima, deberemos presentar algunas qüestiones de Medicina, que serán las siguientes: 1.a ¿quál es la temperatura, la talla, el vigor, y las demás qualidades corpóreas par- ticulares á cada clima? 2.a ¿quál es el régimen y modo de vivir mas adequado á cada clima? 3.a ¿quales son las enfermedades particula- res de los diferentes climas y sus causas? 4.a ¿las enfermedades ge- nerales ó comunes á todas las naciones varían ellas por los diferen- tes climas ? En quanto á la primera qiiestion era preciso dar una respuesta demasiado prolixa, que envolviese la historia natural y la topografía de cada pais; pero nos contentaremos con exponer algunas observa- ciones. Los habitantes de climas calientes, pero no quemantes, son mas pequeños, enxutos, vivos, alegres, comunmente espirituales, me- nos laboriosos y vigorosos que los habitantes de climas fríos, su piel es menos blanca, son mas precoces, y envejecen también mucho an- tes, pero viven menos. Las mugeres de países calientes son menos fecundas que las de los frios: las primeras son mas lindas, pero menos hermosas que las segundas: una muger rubia es muy rara en los clim.is calientes, como lo es una morena en los del Norte: en los climas cálidos el amor es mas activo, y los individuos de ambos sexos tienen un deseo ciego é impetuoso, un apetito que ha impreso á aquellos habitantes la naturaleza; in furias, ignesque ruunt: en los climas templados solo hay una pasión del alma, una afección reflexi- va, meditada, analizada y sistemática, que es un producto de la educación; y en fin, en los climas frios el sentimiento es mas tran- quilo , manifestando estas necesidades peco urgentes. En quanto 420 CLI á lo demás hay tantas causas físicas y morales que cooperan á todo esto, que las observaciones que acabamos de hacer no deben repu- tarse por generales ni constantes. Por exemplo, en Paris baxo un clima mucho mas frió que en los paises meridionales de Francia, los muchachos se perfeccionan mu- cho antes (púberes) que en las provincias: se adelantan mucho mas que los que habitan los campos y sus contornos, aunque vivan á una misma temperatura. Esta prerogativa de la capital depende de mu- chas causas sensibles, entre las quales la que parece mas particular y evidente es que Paris es una especie de foco donde se reúnen las lu- ces y vicios. La precocidad de que hablamos y la corporal quizá se debe al exercicio físico, que desde el principio executan los niños, como también al de las facultades intelectuales. La experiencia diaria enseña que los estudiantes y las señoritas bien educadas salen de la infancia antes que los de los lugares pequeños y el pueblo baxo. Se puede reputar como un corolario de esta observación que las fun- ciones animales, y la aptitud de exercitarlas, se perfeccionan de ge- neración en generación hasta un cierto término, y que las disposi- ciones corporales y las facultades del alma guardan entre sí tal rela- ción , que quizá se transmiten de raza en raza por los sugetos que están mas bien constituidos. La segunda qüestion que mira el régimen y género de vida mas adequado á cada clima es muy general, se extiende al uso de diversas cosas, que los Médicos llaman impropiamente no naturales (esto pertenece á la Higiene), y comprehende el ayre, los alimentos, el sueño, el exercicio, el uso del matrimonio, las pasiones del ánimo &c. Es muy inútil dar preceptos sobre las incomodidades del ayre. Se debe encargar á los habitantes de diversos climas el cuidado de de- fenderse de las injurias del calor y el frió. Esta es una de las necesi- dades mayores; pero les basta solamente á los hombres las lecciones mas groseras de la naturaleza, ó al menos en los primeros progre- sos de la razón aprenden á satisfacerlas. En general se debe comer menos en los climas calientes que en los frios, y los excesos de este género son mas nocivos en aquellos que en estos; pero también se siente menos el hambre quando se percibe calor, que quando se experimenta frió; de este modo será muy fácil el observar esta regla dietética. La Medicina racional ó teórica, que se engaña con tanta fre- qiiencia, dice que la parte aquosa de nuestra sangre, estando disi- pada por el calor en los climas calientes, debia reparar esta pérdida con la bebida abundante de un líquido idóneo, y que en los para- ges frios los líquidos espirituosos son mas saludables. La Medicina práctica ó la observación dice, por el contrario, que los líquidos es- pirituosos , aromáticos, ácidos •, las especias, el ajo, la cebolla; en CLI 421 una palabra, los alimentos y bebidas que se oponen directamente á la qualidad relaxante é inerte del agua, son muy útiles en los climas calientes, y que el beber agua pura es muy dañoso, pues pone á los cuerpos debilitados por el calor en un abatimiento, una languidez é inspisitud, que los hace incapaces del trabajo ordinario, y pue- de resultar un estado peligroso y la muerte. Los aldeanos de nues- tras provincias meridionales, ocupados en los trabajos mas penosos de los campos durante los calores fuertes, apenas beben agua, la que usan mucho en las tareas de invierno. El té, las infusiones de algu- nas hojas aromáticas, las bebidas aquosas teiformes , se usan mas en los climas frios, donde no son quizá muy saludables; pero no se- rán tan dañosas como lo serian en España , en donde el chocolate es mas aromático, y por consiguiente mas calefaciente, es tan usado como el té en Inglaterra y en Rusia. En quanto á los licores fuertes, que los pueblos del Norte beben con tanta freqiiencia, no pueden acaso compararse con quatro ó cinco azumbres del vino generoso que bebe todo labrador de Languedoc, que le usan del mismo modo que los habitantes de grandes pueblos, sobre todo en verano. No será muy difícil dar las razones que prueban la utilidad de este régi- men; la observación es suficiente, pues es siempre constante. Debe- mos saber también que los licores fuertes, tomados con exceso*, son mas perniciosos en los climas calientes que en los frios. Los bebedo- res no hacen mas que entontecerse en el Norte, en lugar que en nues- tras colonias expuestas á los escesivos calores, el abuso de los li- cores fuertes es una de las causas que ocasiona los mayores perjuicios entre los colonos nuevamente trasplantados. Las personas que no se dedican á trabajos penosos, deben tomar una justa proporción en es- to. Es necesario dexar á cada pueblo que se alimente con lo que tie- ne de costumbre, como el arroz al oriental, los macarrones al italia- no , la vaca al ingles, el pan al francés, sin que podamos señalar aquí sobre este punto reglas de las relaciones que se encontrarán en otra parte. Se puede sin embargo establecer en general que las frutas, las legumbres y los alimentos ligeros convienen mejor á los habitan- tes de paises calientes... En quanto á las bebidas se deben usar con los alimentos, durante los grandes calores-, los vinos ligeros, la cer- veza, los vinos acídulos mas ó menos templados, los crasos acerbos de ciertos climas calientes ó mas templados. Todas estas bebidas deben estar muy frescas: los líquidos espirituosos frios y ácidos: los helados con algunas mezclas aromáticas, usados entre las comidas son también de un grande aprecio en los paises cálidos. (V. hielo.) Los harinosos no fermentados, los lacticinosos, las comidas cra- sas, los pescados secos, ahumados y salados, y los alimentos de la misma clase son los mas adequados á los habitantes de climas frios. La mostaza , el rábano silvestre, ciertas substancias vegetales y ani- 4*3 CLI males á medio podrir &c., pueden aprovechar á sus habitantes, es- tando compuestas con salsas útiles. Los licores fuertes, esto es, los espirituosos destilados convienen mucho en los paises frios. El café en grande dosis, el té de la misma manera, y otros vehículos aquosos, que se toman calientes, les convienen también mucho sobre todo por la circunstancia de estar calientes. Los excesos de la venus son muy dañosos en los climas calientes. Los habitantes de nuestras islas de América, y los de las grandes In- dias , suelen ser víctimas de estos desórdenes; pero los de los paises frios no se ven tan incomodados; al menos su exceso no comienza tan pronto como en aquellos, como hemos observado antes. Los exercicios deben ser mas moderados en los climas calientes que en los frios: esta ley se saca simplemente de la observación del menor vigor que tienen los hombres en los climas calientes. El sueño es mas natural á los cuerpos que sufren mucho calor. Los sugetos de regiones frias, aunque naturalmente obesos, sufren mejor las vigilias: por lo que respecta á las afecciones del alma, lo de- xamos para quando la Medicina misma llegue á determinar, por de- cirlo así, termométricamente la intensidad saludable de cada una; pero falta aun el descubrir el modo de excitarlas y de entretenerlas baxo estas diversas temperaturas, lo que no es muy fácil; pues la moral médica no ha llegado á verificarlo á pesar de los progresos que ha hecho. (Véase pasiones del alma.) La mayor parte de las observaciones que acabamos de hacer, con relación á los climas y á su origen, convienen á corta diferencia en el mismo sentido á las estaciones. La tercera qüestion relativa á los climas, esa saber: quales son las enfermedades que Jes son propias, como también sus causas, no es punto que debemos tratar aquí, pues hablaremos de ello en las enfermedades endémicas. Tomaremos el mismo partido en quanto á la quarta qüestion sobre la variedad de los males en los diferentes climas, sus progresos, terminaciones,cri- sis, tipos y tratamientos. ( V. las palabras crisis, tipo,y método curativo) Se debe observar antes de terminar este artículo, que el clima obra mas sensiblemente sobre los cuerpos, que afecta con una impre- sión repentina, es decir, que los hombres repentinamente trasplan- tados están mas expuestos á las vicisitudes dependientes del clima que á las naturales de cada pais, y esto tanto mas quanto el clima se diferencia mas de aquellos adonde llegan. Es una observación constante y generalmente recibida, que los habitantes de paises calientes pueden pasar con menos perjuicio á las regiones frias que al contrario. Nosotros creemos se deben añadir aquí algunas observaciones del Abate Rozier sobre el calor de los climas. Los climas ó lugares mas calientes deben ser aquellos en que el calor CLI 423 se concentra mas y se evapora menos. Los vastos desiertos del Asia y África son siempre muy calientes, porque la escasez del agua y de los rios es causa de que no haya casi evaporación alguna: por el contrario la América cubierta por todas partes de agua y de bosques, es menos caliente baxo la misma latitud que las comarcas áridas y desiertas del Asia y África. En nuestros mismos contornos esta dife- rencia es muy sensible en cada pais. Las llanuras mas extensas, que no están cortadas ni por lagunas, ni por los rios, que no se hallan plan- tadas de árboles, son constantemente cálidas en los ardores del es- tío , entre tanto que otras llanuras, que están siempre regadas de abundantes aguas, templan el ayre caliente con una evaporación be- nigna y continuada. Parecía muy natural que esto fuese en el solsticio del verano, tiem- po en que el sol se mantiene por mas horas en nuestro horizonte para nuestros climas, en que debian sentir mayores calores; pero si obser- vamos aquel calor actual, veremos que es siempre la suma del calor pasado junto con el presente, entonces concebiremos que el del mes de Julio y Agosto debe componerse de aquel que la tierra ha adqui- rido por la aproximación del sol hacia el solsticio en Mayo y Junio, y por su vuelta de este punto en aquellos dos meses; ademas, que la tierra seca en Mayo y Junio por la evaporación perenne de estos dos meses no contienen casi humedad alguna, para proveer la evapora- ción necesaria , y contrabalanzar los calores de Julio y Agosto, hasta que con las lluvias y rocíos abundantes adquiere al menos aquel equilibrio indispensable, esto es, de la tierra en general, como de todo otro cuerpo en particular, que se calienta al fuego, y que en seguida se retira; conserva el calor que habia tomado por largo tiempo, aunque no hubiese estado expuesto mucho á él. Los cuer- pos no principian á enfriarse, hasta que comienza á evaporarse el ca- lor (calórico) que contenían; pero si un cuerpo está siempre muy caliente, ó si pierde menos del que habia adquirido, entonces debia recibir continuamente un nuevo aumento de calor, y es precisamen- te lo que le sucede á la tierra en verano. Supongamos, por exemplo, que en los grandes dias del estío, durante todo el intervalo en el tiempo que el sol está sobre nuestro horizonte, la tierra y el ayre que le cercan reciban cien grados de calor: el dia siguiente el sol obrará casi con la misma fuerza, y co- municará poco mas ó menos otros cien grados, de los quales perde- rá también cerca de cincuenta por la noche. De este modo al prin- cipio del dia tercero la tierra tendrá ciento ó casi cien grados de- ca- lor; de lo que se sigue que adquiere entonces mucho mas calor du- rante el dia que lo que pierde por la noche: debia haber en este caso un aumento considerable; pero después del equinoccio los dias empie- zan á menguar, y las noches á crecer, con lo que se hace una com- 424 CLI pensacion; de suerte que en el invierno se evapora sobre la tierra por la nocheuna buena cantidad de calor, que no recogía por el dia. Así el frió debe sentirse mas: esta vicisitud es permanente de año en año: los veranos en general son casi los mismos, como también los inviernos. La duración de los vientos del Norte pueden hacerse mas vivos y penetrantes en un año, ó la falta de lluvias dexa alguna vez acumular un calor bochornoso; pero estos excesos son solo accidentales, sobre todo en los climas templados, pues las estaciones son enteramente desemejantes. Muchos autores han observado que la temperatura de Francia ha padecido mutación desde algunos siglos, y que es mas cálida al pre- sente que lo que era antes. Si consultamos á los escritores del princi- pio de la Era cristiana, encontramos una pintura del frió antiguo, mucho mas riguroso que el que reyna en el dia. Según refiere Dió- doro de Sicilia y César, los rios de Francia se helaban todos los in- viernos, y se concretaba tanto el hielo, que no solo pasaban por él las gentes á pie y á caballo, sino también exércitos enteros con car- ros y equipages. Otros hechos semejantes bastan á comprobar que en ciertos Cantones el calor se ha disminuido en nuestros dias, su- puesto que se hacen las cosechas y las vendimias mucho mas tarde: esto manifiesta aun que el calor ó el frío de los climas se aumenta ó disminuye según las circunstancias físicas capaces de hacer estas mu- taciones; por lo que en tiempo de los romanos el invierno era mas áspero y riguroso en Italia que es hoy dia: si abrimos las obras de Plinio y Virgilio nos convenceremos de ello. Sin embargo que esta dichosa comarca se cultivaba entonces con mas perfección, y ya se sabe que todo pais bien trabajado es mucho mas caliente que el mal cultivado, pues la superficie de la tierra está mas unida y absorve menos calor. Ovidio desterrado en las orillas del Euxíno, dice que este mar se helaba todos los inviernos, y no podian fundirle ni el sol ni la lluvia, y que asimismo en algunos parages permanecia dos años seguidos helados. Virgilio refiere lo mismo, hablando del Danubio. Plinio el joven describiendo su casa de campo situada en Toscana, dice que el suelo es frió y nevado en invierno, lo que no permite el cultivo de los mirtos y olivares, y hoy se encuentran en gran número: ve aquí con corta diferencia el clima de Paris. Horacio y Juvenal, hablan de las nieves que cubrían las calles de Roma, y de los hielos del Tiber; sin embargo es muy raro el observarlo ya así. Se experimenta, pues, hoy dia en Italia un calor mas fuerte y permanente que en otro tiempo. Parece que la razón por que este cfima realmente ha mudado es porque la población era mucho mas numerosa en tiempo de los romanos: grandes y antiguos bosques cu- brian toda la superficie de Alemania, Polonia y la Hungría, que es- tán al Norte de Italia: habia muchos lagos, los rios se extendían sin límites por las llanuras. De los paises incultos del Norte se levantaban unos vientos penetrantes, que corrían con ímpetu por Italia causan- do grandes frios. En cincuenta años que solo se ha barbechado la Pen- silvania ha mudado el clima. Estos hechos nos deben empeñar á creer que en general desde mil y ochocientos años la temperatura del clima de la Francia ha variado mucho de parte del calor. Se puede no obstante calcular una mutación, que se debe á la cultura, á las barbecheras, á la des- trucción de los bosques, y á la desecación de las lagunas y rios. ¿ Hay una prueba demonstrativa de esta verdad ? La que se manifiesta á primera vista sobre la América lo prueba, pues por todas partes la cultura está muy atrasada; bosques espesos, donde la luz no penetra jamas; lagunas que no puede secar el calor del sol, cubren toda la tierra, y resfrian enteramente la atmósfera, lo que les obliga á pasar la noche calentándose. En los terrenos que la Industria humana ha barbechado se ob- serva una temperatura caliente, respirándose un ayre cálido... Las posiciones locales y los abrigos influyen mucho en la temperatura de la atmósfera; las gargantas de los montes al abrigo del Norte sufren calores mas grandes en verano que las llanuras que están vecinas, aunque las primeras estén mas elevadas; este aumento se debe á la concentración del calor, y á la reflexión de los rayos luminosos por la superficie de los montes. Los grandes calores no son, á la ver- dad , de mucha duración; pero ellos son bastante para matar en este estado á los frutos y legumbres, que no se crian sino en nuestras pro- vincias meridionales.] CLÍNICO. (Med.) [ Es un epíteto comun á la Medicina y á los Médicos, al arte y á los artistas; este nombre viene de la palabra griega k\iv¿ , que significa cama. Se llama Medicina clínica al méto- do continuado de ver y tratar los enfermos en la cama; y Médicos clínicos á los que asisten á la cabecera de los enfermos para tratar las enfermedades. Plinio hace á Hipócrates autor de la Medicina clínica; pero Es- culapio parece que es el verdadero inventor de la Medicina clínica, y el primero que la ha practicado. Los Médicos anteriores á él no visitaban á los enfermos en las camas; pues se ponían en las calles para recibir los consejos de los que pasaban. El centauro Chiron se man- tenía en su gruta esperando á los que venían á consultarle. En quan- to á los Médicos de menos mérito es probable que se pareciesen á nuestros empíricos modernos, que acudirían á las ferias á vender los remedios sin siquiera acordarse de ver los enfermos, para observar las mutaciones que ocurriesen en ellos, y proporcionar los auxilios ne- cesarios. Esta costumbre introducida por Esculapio hizo que los Mé- dicos que le imitaron se llamasen Clínicos. ( Enciclopedia antigua.) XOMO II. HHH 426 CLI Se daba particularmente el nombre de Clínicos á les Médicos de los Emperadores; y así es que se determinó para ensalzar la exce- lencia y superioridad de todo lo que pertenecía á los Césares. Una lisonja mas absurda y perjudicial habia en Roma , y era el dar el títu- lo de Clínicos á los hombres que no tenian mérito alguno para ello. Los esclavos se empleaban entre los romanos para cuidar de los enfermos, lo que hizo que se les llamase Medici ad matulam; y para honrarlos mas algunos autores los llamaban Médicos Clínicos, porque no se meneaban ni un punto de la cabecera de los enfermos; pero la significación del nombre clínico se empleaba irónicamente á estos esclavos, pues señalaba en su verdadero sentido un Médico propiamente tal, un hombre esclarecido, que veia los enfermos en la cama, y les prescribia los remedios. Marcial, lib. 1, epig. 31, descifra así la verdadera significación de la palabra clínico en un epigrama en que habla de un pobre Ci- rujano encargado de recoger los cuerpos muertos, en latin Vespillo; es decir, que se empleaba mas bien en poner los muertos en la tier- ra ó sobre las hogueras. Chirurgusfiuerat,nunc estvespillo; Diaulus, Ccepit quo potuit clinicus es se modo. El objeto de este epigrama consiste en el equívoco, que nace del doble sentido.que tiene el nombre clínico, el que significa al mi^mo tiempo la cama y el féretro. (Extracto de la Enciclopedia antigua.) La Medicina clínica en realidad no es otra cosa que la Medicina Práctica, esto es, la parte activa del arte de curar; se funda en la combinación de la teoría y de la observación necesaria para estable- cer la experiencia (V. la palabra experiencia.), pero despojada de las investigaciones eruditas, de los razonamientos sutiles y me- tafísicos; en una palabra , del luxo de conocimientos , que empobre- ce el espíritu de un Médico, y de los sistemas que extravian su en- tendimiento , ofreciendo la sombra en lugar de la realidad. Habia ciertamente antes de Hipócrates Médicos que hacían ob- servaciones á la cabecera de los enfermos; pero como él ha sido el primero que las ha recogido y el que ha juntado estos primeros ensa- yos depositándolos en el templo, ó transmitiéndolos tradicionalmente á las familias que estaban dedicadas al arte de curar; y como ha pre- sentado estos hechos con claridad, precisión instructiva y filosófica; y en fin, como baxo todos estos respetos ha reunido las qualidades propias para dar exemplos de conocimientos, de talentos, y de la conducta necesaria al Médico práctico, se debia colocar en la cabe- za de los Médicos clínicos. Examinando las obras de Hipócrates se ve que las obras que le han inmortalizado son las que tienen una re- lación inmediata con la Medicina clínica. Tales son los libros de CLI 427 Hipócrates, de los aforismos, de la dieta, del ayre, de las aguas, los pronósticos, las constituciones y epidemias. Demars, Médico de Boulogne, sabio interprete, y grande admirador del Padre de la Medicina, juzga juiciosamente que estos escritos se dividen natural- mente en historiales y dogmáticos. Las constituciones epidémicas y las qiurenta y dos historias son de la primera clase. Los libros de los pronósticos, de los aforismos, de la dieta y de las aguas son de la se- gunda. En sus libros historiales ha puesto Hipócrates un orden, que hace ver en qué consiste la observación clínica. No se habia hecho nunca, como observó Galeno, el dar una historia de las enferme- dades como las de Tucídides, que describiendo la peste de Atenas, manifiesta no solo todo lo que se habia practicado entonces, sino también lo que fué superfluo; es menester, como lo hace Hipócra- tes , desechar cuidadosamente todo lo que pueda estar de mas, y solo atender en los objetos que deben executarse: para lo qual era necesario dar una idea general haciendo grandes tratados para mani- festar la relación que hay entre la naturaleza de las enfermedades y el estado de la atmósfera, ofreciendo la pintura de las quatro cons- tituciones , que reúnen todas las variedades meteorológicas; era igual- mente necesario describir las enfermedades limitándose á las des- cripciones que han hecho, para pesar y calcular las fuerzas de la na- turaleza, y conocer el valor de los signos que las preceden y que las acompañan. Los libros dogmáticos de Hipócrates presentan los corolarios de los historiales, porque el dogma no es otra cosa que una verdad ge- neral resultante de la observación aclarada por el raciocinio. Así es que los aforismos de la tercera sección , que establecen las variedades de la temperatura del ayre , y su influencia sobre el cuerpo huma- no, son los corolarios de las constituciones. Asimismo los pronósticos Íun gran número de aforismos son los corolarios de quarenta y dos istorias de las epidemias. Ext.] CLISTER. Es lo mismo que enema y lavativa (V. este artículo.) CLITORIS. (Anat.) Luego que se apartan los labios de la vulva se descubre en su parte ó ángulo superior el clitoris, que re- presenta como una carúncula de un color casi roxo ó bermejo ua poco elevada , parecida en su figura al balano en que ramata el miem- bro viril, diferenciándose únicamente en su pequenez, y en que no está agujereado en su punta. El clitoris tiene mas extensión que pa- rece , porque la mayor parte está oculto entre la vagina y el arco de los dos huesos pubis, el qual se compone de dos cuerpos caver- nosos, de la misma estructura y naturaleza que los del miembro vi- ril , cuyas ramas, como las de este, se fixan en el pubis y en el isquion. En la punta del clitoris, que diximos se parecia al balano, se halla un doblez de la piel, que hace oficio de prepucio, teniendo igual- 428 COA mente su frenillo. Algunos creen que el clitoris es el sitio principal del extro venéreo de las mugeres, porque en el acto de él se hincha y endurece , formando, digámoslo así, erecciones. Muchas veces el clitoris se halla mas largo y voluminoso que lo regular, pareciéndo- se en un todo al miembro viril, de suerte que quando se hallan las niñas con este vicio de conformación tienen apariencias de participar de los dos sexos, lo que ha dado motivo á creer la existencia de los fabulosos hermafroditas, que la falta de conocimientos anatómicos ha hecho que muchos estén en semejante creencia. Se debe tener su- mo cuidado en las niñas recien nacidas, porque algunas veces tienen el clitoris prolongado; y si no se atiende á las demás partes exter- nas de la generación, es posible equivocar el sexo, y presentar al bautismo estos recien nacidos en un concepto errado. CLÓNICO, (movimiento) Se usa de esta voz para expresar la agitación ó movimiento involuntario de algun órgano ó de algunos miembros, sin que se perciba la causa ó motivo de estos movimien- tos , los quales pertenecen á la clase de espasmos ó convulsiones. (V. ESPASMOS.) COAGULANTE Y COAGULAR. (Mat. Méd.y Medicina Práct) El verbo coagular se emplea para expresar la acción por la qual muchas substancias espesan y coagulan los líquidos humanos. Se sabe que esta acción se exerce particularmente en los humores sero- sos ó albuminosos, y que el fuego, los ácidos y el alcohol son los cuerpos que lo executan mas comunmente. Si se mezcla un. ácido mineral, y lo mismo los vegetales con la clara de un huevo, el suero de la sangre, el agua de los hidrópicos, la linfa que corre por los vasos absorventes, se coagulan inmediatamente, lo mismo que suce- derá si se calientan estos líquidos á un calor de cincuenta grados, pues entonces se verán espesar y concretarse en parte, y formar un coágulo mas ó menos apretado según la fuerza del ácido ó el estado primordial de mas ó menos concreción de los fluidos animales. El alcohol ó espíritu de vino concentrado produce el mismo efecto. En aquella acción, por la que se matan prontamente los animales, de- teniendo la circulación en el momento que se inyecta un ácido den- tro de las venas, se prueba la propiedad coagulante de los cuerpos indicados. Se ha concluido de estos experimentos que algunos reac- tivos producen el mismo fenómeno introducidos dentro del estóma- go é intestinos, así como dentro de las primeras ramificaciones del sistema absorvente intestinal; por este mecanismo se comprehen- de cómo se producen las enfermedades de los niños, y sobre todo los infartos y obstrucciones mesentéricas por causa de los ácidos, que son bien freqüentes en esta edad. A la misma causa se atribuyen algunas afecciones que padecen las nodrizas; en fin, es una acción análoga á la de los licores espirituosos, que, según las observado- COC 429 nes, producen tedas las enfermedades que atacan á los hombres que hacen uso inmoderado de ellos. Se cree que quando se han usado los ácidos y las aguas espirituo- sas como medicamentos pueden igualmente producir estos efectos. Verdaderamente estos remedios nunca se emplean interiormente en un estado de mucha concentración, por temerse la coagulación de los xugos animales. Los coagulantes propiamente dichos no se deben usar nunca como tales en las enfermedades , exceptuando algunas ex- ternas, como en las hemorragias, en los fluxos serosos, y en los derrames saniosos é ¡corosos. Los ácidos y los espirituosos coagu- lantes están alguna vez muy en uso en varios casos, para formar con la sangre un cuajo, que cierre los vasos abiertos para espesar y mu- dar la calidad de los xugos serosos é icorosos, que aniquilan á los sugetos que lo experimentan, y que desorganizan las partes que padecen estos derrames. Aunque este último modo de usarlos no es muy freqüente, pero se sabe que por una acción semejante es co- mo obran estos remedios interiormente para espesar los líquidos de- masiado fluidos, pero la adición de un mucilago blando es útil para dar mas ó menos prontamente la consistencia á los humores. (V. las palabras inspisante, incrasantes.) F. COCCIÓN. (General, de Med.) Se expresa con esta palabra cierta alteración útil que experimentan las materias alimenticias para que sean mudadas en una substancia análoga á la del cuerpo animal: á esta mudanza se la puede tener por una especie de maduración, res- pecto á que corrige el vicio de nuestros humores, dándoles ademas las qualidades necesarias para ser evacuados quando están demasiado degenerados. La cocción puede verificarse en el estado de salud y en el de enfermedad; á la primera la llaman cocción Fisiológica (Véase digestión.) , y á la segunda Patológica. (V. crisis.) Cocción. (Mat. Méd) Es lo mismo que decocción (V. este artículo.) COCIMIENTO. (Mat. Méd.) Es un medicamento fluido muy semejante á la infusión (V. este artículo) hecho con substancias que sean capaces de prestar sus virtudes á los líquidos en las que se hace la cocción. (V. este artículo.) Los principales cocimientos de que hacemos uso, y que se hallan en la Farmacopea Hispana, son los si- guientes. Cocimiento de cuerno de ciervo quemado, gomoso. (Cocimiento blanco.) Vf. Dos dracmas de cuerno de ciervo quemado y pulveri- zado, goma arábiga ó de ciruela pulverizada, y azúcar blanca, de cada cosa media onza; se pondrá en libra y media de agua pura, se cocerá hasta que se quede en una libra sin dexarlo de menear; des- pués se pasará por un tamiz. La dosis es de dos á quatro onzas, y algunas veces mas. 43° COC Cocimiento de cuerno de ciervo quemado, gomoso y tenue. Tf. Onza y media de cuerno de ciervo pulverizado, goma arábiga ó de ciruelas una onza, azúcar dos onzas; se pondrán en quatro libras de agua, se cocerá levemente, y después se colará para el uso. cocimiento de cuerno de ciervo de Sidenham. ly. Cuerno de ciervo calcinado y pulverizado una onza, miga de pan blanco dos onzas, seis libras de agua comun: cuezase levemente, y después se colarán y dulcificarán con quatro onzas de xarabe simple; después se airada si se quiere agua destilada de ninfea ó de canela hecha en el cocimiento de cebada, dos dracmas. La cantidad que se ha de tomar es de quatro onzas. Cocimiento amargo de camedrios. ly. Onza y media de cogo- llos de camedrios, axenjos, centaura menor, de cada cosa dos drac- mas; se pondrá todo en quatro libras de agua, y se cocerá hasta que se quede en la mitad, y al fin se añadirán dos dracmas de flor de man- zanilla, onza y media de hojas de sen de España, y se colará para el uso. La cantidad que se suele dar es de quatro á seis onzas. Cocimiento anodino de hojas de verbasco. ly. Hojas de verbas- co y malva, de cada cosa onza y media; simiente de lino dos onzas, cabezas de adormideras una dracma; se pondrán en quatro libras de agua, y se cocerán por espacio de una hora, y sin colarlo se da para el uso. Cocimiento de quina antiséptico. iy. Raiz de escorzonera cor- tada en pedazos una onza, simiente de cidra machacada dos drac- mas: cuezase en seis libras de agua pura hasta que se queden en qua- tro; después se colará, y estando aun caliente, se echará en un vaso bien tapado por espacio de un quarto de hora, teniendo de antema- no echado en el vaso dos onzas de corteza de quina en polvo, una onza de raiz de contrayerba quebrantada, se colará segunda vez, y se añadirá tres onzas de miel ó arrope de saúco: y se da desde dos onzas hasta quatro. Cocimiento de quina antiséptico purgante, ty. Raiz de escor- zonera cortada en pedazos una onza, simiente de cidra dos dracmas: cuezase en seis libras de agua hasta que se queden en quatro, al fin se añadirá hojas de sen de España y raiz de contrayerba quebrantada, de cada cosa una onza: vuélvase á cocer, y después de colado, es- tando aun caliente, se le mezclan dos onzas de quina contundida,y puesto en un vaso tapado por espacio de un quarto de hora, se vuel- ve á colar, y se añadirá miel de saúco ó arrope y xarabe de rosas blancas, de cada cosa dos onzas: se le administra de dos á qua- tro onzas. Cocimiento de raiz de escorzonera 6 bezoárdico. ( Bezoárdico incompleto de Curbo) iy. Raiz de escorzonera cortada en rajas una onza, dos dracmas de simiente de cidra ó de limón machacada; se COC 431 pondrá todo en seis libras de agua: cuezase según arte hasta que se quede en quatro libras; después se colará y se añadirá onza y media de polvos de quina y tres onzas de miel ó arrope de saúco. La can- tidad que se da es de quatro onzas Cocimiento de raíz de escorzonera , bezoárdico solutivo. (Bezoárdií o completo, ó purgante de Curbo) ly. Quatro libras del cocimiento anterior, onza y media de hojas de sen de España: cue- zase hasta que empiece á hervir, cuélese, y después se añadirán seis onzas de xarabe de rosas solutivo, y onza y media de polvos de qui- na; se administra hasta quatro onzas. Cocimiento de grama compuesto. (Aperitivo.) ly. Raiz de gra- ma y rubia, de cada cosa onza y media, todo quebrantado se co- cerá en tres libras de agua hasta que se queden en dos, y al fin se añadirá una dracma de regaliz mondada y quebrantada, y al tiem- po de colarlo se disolverá una dracma de nitrate de potasa. Cocimi uto de cebada compuesto. ( Pectoral.) iy. Simiente ó gra- no de. cebada onza y media, tres libras de agua: cuezase hasta que se reduzcan á dos, y al fin se añadirán dos dracmas de hiedra terrestre, regaliz raida, y flor de amapola, de cada cosa dracma y media: se colará y tapará para el uso, y se dará en cantidad de tres onzas hasta seis. Cocimiento pectoral de gajubas. ly. Simiente de cebada mon- dada una onza, gajubas número doce, higos número seis, palos de parra ó vid, y raiz de regaliz quebrantada, como una onza de cada cosa, culantrillo media onza: póngase en tres libras de agua de la fuente, y cuezase según arte hasta que se quede en dos libras, y des- pués se colará: la cantidad que se administra es hasta seis onzas. Cocimiento pectoral solutivo de gajubas. ly. Del cocimiento precedente ocho onzas, hojas de sen mondadas tres dracmas, raiz de ruibarbo quebrantada una dracma, tartrite de potasa un escrúpulo: cuezase todo levemente en vasija de barro por espacio de media ho- ra, cuélese después; se da desde dos hasta seis onzas. Cocimiento de campeche, ly. Astillas de campeche una onza; precediendo la infusión según arte, se cocerá en quatro libras de agua hasta que se queden en dos, y se colará: se da de quatro á ocho onzas. Cocimiento de polígala, iy. Polígala una onza: cuezase en la cantidad suficiente de agua pura hasta que se quede en dos libras, y después se colará: la cantidad que se administra es de quatro onzas á seis repetidas varias veces. Cocimiento de carbonate de potasa de axenjs. (Febrífugo salino.) ly. Carbonate de potasa de axenjos una dracma, miel bue- na quatro onzas, agua pura dos libras: cuezase en vasija de barro vidriada hasta que empiece á hervir, cuélese inmediatamente: la can- 432 COC tidad que se administra es de tres onzas á seis repetida alguna otra vez. Cocimiento de Guajaco compuesto. (Cocimiento ae leños.) iy. Pedazos largos ó astillas del leño de guajaco, y raiz de zarza- parrilla menudamente cortada y seca, de cada cosa dos onzas: pón- gase en infusión en ocho libras de agua en una vasija tapada por es- pacio de doce horas, se cocerá á un fuego manso hasta que se que- den en quatro libras, y al fin de la cocción se añadirá rasuras de sasafras y de raiz de regaliz mondada, de cada cosa una onza, cué- lese : la cantidad que se administra es de quatro á seis onzas. Cocimiento de zarzaparrilla por Callac. (Tisana de Callac) iy. Raiz de zarzaparrilla en rajitas dos onzas, mercurio dulce pulve- rizado y puesto en un pedacito de lienzo atado, dos dracmas, quince libras de agua comun: se echa á cocer en una vasija de barro vidria- da hasta que se consuma una tercera parte; después se añadirá una onza de hojas de sen mondadas, seis dracmas de simiente de corian- dro quebrantada, dracma y media de sulfate de alumina, se pondrá de nuevo á cocer por espacio de una hora, se apartará del fuego,y después de frió se colará para el uso: la cantidad que se administra es hasta seis onzas. Cocimiento de zarzaparrilla dulzurante. ly. Raiz de zarzapar- rilla en rajitas y de china quebrantada, de cada cosa dos onzas, sán- dalo roxo seis dracmas, rasuras de cuerno de ciervo como una onza: póngase en infusión por espacio de veinte y quatro horas, y cuezase en doce libras de agua pura; al fin se añadirán seis dracmas de sándalo cetrino y seis onzas de azúcar, y se colará para el uso: la cantidad que se administra es de quatro á seis onzas. Cocimiento de enebro. (Carminativo.) iy. Pedazos de enebro, simiente de anis, sal de amoniaco, de cada cosa una onza; se pon- drá todo quebrantado á cocer en quatro libras de agua hasta que empiece á hervir: cuélese y se añadirá una libra de espíritu de vino. Cocimiento emoliente de raiz de malvabisco. iy. Raiz de mal- vabisco seca, hojas recientes de malvas, de cada cosa una onza: cue- zase en dos libras de agua pura hasta que se quede en una, cuélese aun estando caliente. Cocimiento carminativo de malvas. (Carminativo emoliente.) ly. Hojas de malva recientes, raiz de malvabisco seca, de cada cosa una dracma; simiente de anis una dracma, flor de manzanilla dos dracmas: cuezase en libra y media de agua pura hasta que se quede en una libra; se colará y después se tapará. Cocimiento laxante de maná. (Poción laxativa) Maná dos on- zas, hojas de sen de España seis dracmas, sulfate de magnesia dos dracmas, agua pura catorce onzas: cuezase suavemente hasta que se quede en una libra; si se mandase clarificar, se executa, y después se cuela: se administra en cantidad de seis á ocho onzas. COL 433 Cocimiento purgante de maná. (Poción angélica.) ly. Ocho onzas de agua pura, en la qual se pondrá una clara de huevo: añá- danse tres dracmas de hojas de sen de España, tres onzas de maná bueno y una dracma de crémor de tártaro. Se disolverá en una va- sija apropiada, y á un leve hervor se clarificará: después se filtrará por una manga hasta que salga de un color diáfano : añádase un es- crúpulo de ;;gua destilada de canela. Toda esta cantidad se adminis- tra para una vez. Cocimiento carminativo de maná. (Tisana anticólica) iy. Ma- ná bueno quatro onzas, hojas de sen mondadas una onza, tartrite de potasa y simiente de anis de cada cosa media onza, agua común quatro libras: se echará todo en una vasija de barro vidriada, y se desatará á fuego lento por espacio de media hora, después se cocerá un poco, y se colará sin expresión. La cantidad que se administra es de seis onzas. ( El cocimiento de rosas y el de ruibarbo se expon- drán en las tinturas aquosas.) COCIX Ó RABADILLA. (Anat) La rabadilla es un hueso im- par que se halla situado en la parte posterior é inferior de la pelvis, inmediatamente debaxo y.unido al hueso sacro: tiene una figura tri- angular ; es muy semejante, aunque es pequeño, al hueso sacro ; está encorvado hacia adelante. Tiene este hueso dos bordes laterales, una cara anterior y otra posterior, base y punta ó vértice : se une por su base con el sacro por anfiartrosis. El uso de este hueso es for- mar la parte posterior é inferior de la pelvis, y sostener el peso de las visceras contenidas en ella en la parte que le corresponde, pero mas particularmente al intestino recto. COCLEARIA. (Mat. Méd.) Se da este nombre á una planta del género de las cruciferas, que se cria en las costas marítimas de Europa y en muchos jardines y otros sitios, donde se cultiva para usos medicinales. Esta planta contiene una gran porción de un suco de sabor picante y acre: su olor fuerte indica la presencia de princi- pios volátiles muy enérgicos. Las hojas de coclearia frescas son aperi- tivas, estimulantes, diuréticas y antiescorbúticas; siendo un buen re- medio para los cálculos de los riñones, la hidropesía, las obstrucciones de las entrañas, del vientre &c.: re pueden usar en ensalada, y sacar su xugo para mezclarlo con otros líquidos medicamentosos : se puede poner en infusión con vino, y hacer otras varias preparaciones, como el agua destilada y el espíritu de coclearia ó destilación alcohólica: esta última preparación se usa mucho en los enjuagatorios que se empican en las aftas, úlceras y otras efecciones escorbúticas de la boca, mezclando este espíritu con los cocimien*os apropiados y otras composiciones. COLCHICO. (Mat. Méd.) Se da este nombre á un género de planta liii.ic'u ó de la familia de los lirios. La especie de que se hace uso en Medicina es el colchico de otoño, colchicum autumnale de TOMO II. III 434 COL Linneo, que se cria en toda la Europa, hallándose freq;ientemente en los prados y otras partes. El olor de todas las partes del colchico es fétido en el estío; el de la raiz recien cortada en esta estación es muy acre é irritante ; su sabor es extremamente vivo; quando se mas- ca su bulbo ó un trozo de su raiz se experimenta como una quema- dura en la lengua, el paladar &c. Varios autores han hecho ensayos sobre su naturaleza, y han hallado que es un estimulante muy acti- vo, y algunos le colocan entre los mas poderosos venenos. Storck sin embargo ha sacado partido de esta planta para los usos medicina- les ; pues habiendo observado que el vinagre destruía en gran parte los efectos de esta raiz, preparó un vinagre y un oximiel colchico, de cuyas preparaciones ha hecho mil elogios, ponderando sus buenos efectos medicinales. Pueden convenir estos medicamentos quando hay que excitar la máquina, dividir y evacuar humores. Bauliuin recomienda la cebolla de esta planta para aplicarla en las almorra- nas, que, según él, las seca inmediatamente: también aconseja el co- cimiento del colchico para lavar las partes en donde haya ladillas, las que dice mata inmediatamente. Ext. de F. COLCOTAR. (Mat. Méd.) Se da este nombre al sulfate de hierro ó vitriolo verde calcinado ó roxo, esto es, un oxide de hierro pardo, que retiene una porción de ácido sulfúrico concentrado; por- que se sabe que un gran calor descompone esta sal haciendo despren- der el ácido; y este, hallándose en parte libre, hace que el colcotar tenga un sabor vivo y una acción astringente: si se lava este sulfate, se saca de él la sal, que se conoce con el nombre de sal de colcotar, que no es mas que el sulfate de hierro en un estado particular: si se ha lavado bien, y se ha quitado todo el ácido libre, el óxido que queda no tiene el mismo sabor ni los mismos efectos. (V. las pala- bras HIERRO y SULFATE DE HIERRO.) F. COLERA. (Hig.) [La cólera es una pasión violenta, ó una emoci n muy fuerte, que arrebata los ánimos para enfurecerse con- tra el que los ofende. En los que están dotados de racionalidad el re- sentimiento es mas largo y mas combinado: sin embargo, hablando en general, los efectos de esta pasión son muy prontos, y quando se manifiesta es en las personas de un temperamento bilioso ó me- lancólico , y á veces es seguida de los mas perniciosos' resultados. En esta pasión todas las especies de nervios se hallan en un estado de espasmo, las fibras musculares se enrigecen y se contraen , los movi- mientos son freqüentemente involuntarios, y los que están sujetos á la voluntad son casi siempre mas fuertes que si se hiciesen con aten- ción , y de lo que se podrían executar en el estado natural. Las ope- raciones del espíritu son en estas circunstancias diversas de las acciones del cuerpo, las quales son inciertas, poco meditadas y alguna vez in- dependientes de la voluntad. La rubicundez y la palidez del rostro se COL 43$ suceden rápidamente. Alguna vez el ojo está centelleante, la boca es- pumosa , las venas se entumecen, el pulso está muy lleno y pequeño, pero siempre freqüente, lo que prueba una gran celeridad del círcu- lo de la sangre , y que los nervios tienen una acción desigual, pero permanente. Iguales desórdenes hay en toda la economía animal, desarreglándose luego las funciones mas importantes; la bílis se exa- cerba é inflama; sobrevienen los vómitos, las convulsiones, las ca- lenturas ardientes inflamatorias, las hemorragias, los desmayos, la apoplexía, y la misma muerte repentina. Se ha visto freqüentemente renovarse en este acto los dolores de los cálculos urinarios, de la go- ta, las afecciones hipocondriacas, las histéricas ó vaporosas. Es muy importante para impedir los efectos que ocurren en este ectado el exponerse al ayre frió , y beber líquidos, teiformes calientes ó muy frios. Quando la accesión de cólera se ha pasado es muy bue- no hacer uso de los baños tibios, de las bebidas diluentes y refres- cantes con la sal de nitro, y los ácidos, después de tranquilizado el enfermo de qualquier temor, y de tener el vientre desembarazado: es también muy nececario el emplear los mejores medios morales para ha- cer cesar la cólera lo mas pronto que sea posible. Como la cólera nace de la impresión dolorosa, súbita é impre- vista que hacen sobre los sentidos los objetos exteriores, se sabe que las personas débiles, delicadas y muy sensibles están mas expuestas á padecer esta pasión que las demás; así se ve que las mugeres, los niños y los viejos son mas coléricos que las demás personas de la sociedad. La educación es sin duda uno de los mejores medios de precaver este defecto: con la crianza física se puede conseguir igualmente dan- do á los niños muy irritables alimentos, muy suaves, bebidas atempe- rantes y refrescantes, y muchos baños: la educación moral puede re- mover aquellos objetos que sean capaces de irritarlos, apartándolos con prudencia de ellos, haciéndoles conocer que la razón les ha sido dada especialmente para detener el vigor de los sentidos, pintándoles los efectos funestos y las desgracias irreparables de que ellos pueden ser causa &c..... Es sin duda en la edad mas tierna en la que se ha de hacer em- peño en no contrariar á las criaturas al tiempo de irritarlos, ó quando están en cólera. Se les debe poner al lado de personas de carácter amable, y que sean muy prudentes para tolerar algun de-? fecto que puedan cometer si faltasen en algo. ] cóli-.ra. Esta palabra, en un sentido físico, es lo mismo que bílis (V. este artículo.); pero en un sentido moral es una pasión muy freqüente, que suele acarrear muchos males en la sociedad. ( V. el ar- tículo anterior.) col f. a a-morbo (Med.) Es una enfermedad muy aguda, en la que los vómitos son muy freqüentes, acompañados de una abun- 43<> COL dante diarrea biliosa, de ansiedades, desfallecimiento, tenesmo, y las mas veces de calambres en las piernas: constituye el Género xv de la clase nona de fluxos de la Nosología de Sauvages. (V. fluxos.) CÓLICO. (Med.) Esta palabra significa únicamente, según nues- tro nosologista, el dolor de los intestinos; pero tiene un uso mas ex- tenso , comprehendiendo también los dolores que acometen á otras partes del vientre. ( Consúltese el Género xxn de la clase séptima en el artículo dolores. ) • COLIDOCO. (conducto) (Anat.) El cuello de la vexiga de la hiél remata en un conducto, que se dirige hacia el primero de los in- testinos delgados, que se llama conducto cístico, que se reúne con Otro conducto que viene del hígado, llamado epático ,y de la unión de los dos resulta el conducto común ó colidoco, que se encamina hacia el páncreas, apartándose de la vena porta; y baxando obliqüo, cubierto por una parte del mismo páncreas, va á buscar la parte in- ferior de la segunda inflexión del duodeno como á seis dedos de dis- tancia del piloro, en cuyo sitio se junta con el conducto pancreáti- co. (V. páncreas. ) El conducto colidoco se introduce por entre las fibras carnosas del duodeno, baxa largo trecho obliqüo por la se- gunda tela celular, atraviesa la túnica nerviosa también obliqüamen- te, hasta que se abre en una arruga elevada del duodeno, en donde Vierte la bilis ó cólera para los usos destinados. COLIQUAT1VO. [Término que sirve para caracterizar la es- pecie de trastorno ó desarreglo á que llegan en su curso y progresos el fin de las calenturas héticas. La absorción de pus en las supuraciones internas y externas pro- duce una calentura continua con exacerbaciones manifiestas, á lo que se da el nombre de calentura hética: ella produce también en la ma- sa de los humores una alteración poco conocida hasta el presente. El término coliquativo expresa solamente que la sangre y la linfa han perdido aquella consistencia que debian tener en el estado de salud, y que se han modificado de tal suerte, que pueden pasar por los va- sos exhalantes. La Química moderna nos debia enseñar la naturale- za de esta alteración humoral, y quales son las nuevas combina- ciones que la absorción de pus y la mezcla con otros humores puede producir, y por qué esta absorción produce la calentura. La Quími- ca animal en el estado de enfermedad no nos ofrece hasta el presente nada de positivo sobre esta materia."] coliquativo. (Patol.) [Se da este epíteto á las enfermedades ó venenos de todas especies, cuyos efectos son hacer perder á los hu- mores su consistencia natural, y producir una gran disolución ó des- composición de las partes integrantes, de lo que resulta una especie de alteración, llamada coliquacion. Por eso se dice de una calentura, cuyo resultado es el fundir ó COL 437 liquar los humores, que es coliquativa ; así es que el veneno de una culebra de Indias, llamada hemorrhus, produce el mismo efecto, por lo que se le da el nombre de coliquativo : lo mismo las substan- cias alcalinas, el mercurio &c., tomados interiormente al punto de producir la disolución de la sangre, deben ser mirados como unos venenos coliquativos. Se aplica también este término á los síntomas de las enfermeda- - des producidas por la coliquacion ; así se dice de la diarrea, del su- dor &c. que son coliquativos luego que se hacen evacuaciones de hu- • mores, que se forman en conseqüencia de la disolución general de la masa. (V. coliquacion.)] COLIQUACION. (Patol) [Este término es empleado para de- mostrar la clase de desarreglo de los líquidos animales, que estriba en una gran disolución ó en una descomposición casi total de sus partes integrantes; de suerte que la mole que los componia parece haber perdido enteramente la consistencia y tenacidad que les son ne- cesarias para ser retenidos dentro del cuerpo, y no executar sus movimientos de otro modo que conforme las leyes de la economía en el estado de salud. La coliquacion se distingue, según la diferencia de la naturaleza, del vicio dominante en los humores que la producen: por eso se lla- ma coliquacion acida á aquella en la que se forma una mezcla desordenada de algunos grumos de sangre con una linfa demasia- do aquosa y acescente : se dice coliquacion alcalescente-pútrida á la que es originada por ciertas calenturas malignas; coliquacion acre-muriátlca á la que se observa en la hidropesía y escorbuto: co- liquacion acre, oleosa, biliosa á la que resulta de las calenturas ar- dientes &c. Las diferentes causas de la coliquacion de los humores son: i.° el movimiento animal excesivo, los exercicios violentos que llegan á ex- citar sudores: 2.0 el efecto demasiado continuado por mucho tiempo de los remedios aperitivos disolventes, quales son los mercuriales &c.: 3.0 los venenos que gozan de una qualidad muy disolvente, tal es la mordedura de la culebra de Indias, llamada hemorrhus, el virus escorbútico, la putrefacción ocasionada por un esfacelo, y ciertas enfermedades malignas y pestilenciales. (Sauvages Patol. Met.) La coliquacion de los humores produce los efectos siguientes: si las fuerzas de la vida son aun muy considerables, entonces será muy abundante y excesiva la excreción de la transpiración del sudor, de las crinas y de todos los excrementos líquidos; de aquí se sigue la con- sunción, la sed, la aridez de todo el cuerpo, la demacración y el marasmo: si las fuerzas de la vida se hallan muy disminuidas en el tiempo que se verifica la fundición de los humores, todas estas eva- cuaciones no pueden tener lugar; el material se queda dentro del 438 COL cuerpo, formando estancaciones, extravasaciones é hidropesías de todas especies; así es que la coliquacion puede ser seguida de una ca- quexia seca ó de una húmeda. La consunción, tan comun entre los Ingleses dice Vamwie- ten , es el producto de una verdadera coliquacion , causada por la na- turaleza del ayre, de los alimentos que usan y del temperamento par- ticular de estos insulares; de aquí resultan unos humores demasiado fluidos, disueltos y susceptibles de salir fácilmente de sus receptácu- los ó conductos: los órganos se vuelven delicados y débiles por no haberse endurecido por el exercicio ; y así es que se funden interior- mente en sudores nocturnos ó en salivación y en esputos. Estas en- fermedades no pueden ser curadas ha\), Doctor de Medicina en Valencia, gran Disector y Anatómico: ha hecho mucho honor á esta Universidad: vivió en el siglo xvi. Quando Valles vivia con gran reputación en la Corte de Madrid , Collado fué llamado para acompañar á tan sa- bio Profesor en las consultas aue se hicieron en la enfermedad del Rey; pero el Profesor Valenciano, acostumbrado á la vida académi- ca, prefirió el volverse á su destino, dexando los honores de la Cor- te. Sus obras son las siguientes: In Galeni librum de ossibus commentarius. Valencia año Míí,8.° Ex Hippocrates et Galeni monumentis Isagoge ad facien- dam medicinam. Ibid. 1561, 8.° Deindicationibus librum unum. Ibid. 1572,8.° COLMENERO DE LEDESMA ( Antonio ) (Biog) , Andaluz, Me'dico y Cirujano. Escribió un Tratado De la naturaleza y ca- lidad del chocolate. Madrid 1631. COLON, (intestino) (Anat.) Este es el segundo y el mas considerable de los intestinos gruesos Principia á llamarse así en la parte superior del ciego , siendo uno mismo , digámoslo así, con res- pecto á la composición de membranas &c. (T^. ciego. ): desde este sitio se va dirigiendo hacia la parte anterior del riñon derecho , des- pués por debaxo del hígado y la vexiga de la hiél, adhiriéndose á estas partes y al intestino duodeno por dobleces del peritoneo. En este sitio muda de dirección, porque se encamina hacia la izquierda transversalmente por delante de la gran corvadura del estómago , y Iuigo que llega por debaxo del bazo se hunde otra vez hacia atrás, formando en su camino varias inflexiones en su dirección, hasta que 44° COL se mete en la pelvis, donde termina en el intestino recto. (V. intes- tino en quantn á su composición.) COLOQUÍNTIDAS Ó COLOQUÍNTIDA ( Mat. Méd.) Se da este nombre al fruto del cucumis colocynthis de Linneo ó la tue- ra, que se cria con abundancia en España, en el circuito de la ciudad de Orihuela, la que forma un ramo de comercio con Francia, Ita- lia é Inglaterra , embarcando este medicamento en Alicante para di- chos países: este fruto es casi del tamaño de una naranja; se encuen- tra en él una parte medular , que se separa de la corteza y las simien- tes. Este meollo ó pulpa es muy ligera , blanca, esponjosa, com- puesta de hojas membranosas, de un sabor muy amargo , acrimonio- so , que causa náuseas. Los antiguos Griegos y Árabes administraron esta pulpa , aunque es un purgante de los mas fuertes y mas violen- tos , en ia dosis de algunos granos y hasta un escrúpulo, para esti- mular, resolver y mover el vientre en la hidropesía, ictericia y supre- sión de loquios, y también para matar lombrices; en la gonorrea su- primida, en la epilepsia, melancolía, manía y en las mas de las en- fermedades crónicas inveteradas: también la usuban en las inyeccio- nes para el útero, y en ciertos ungüentos y emplastos; y viendo que obraba con demasiada violencia, y que ocasionaba trastornos en la economía animal, produciendo algunas veces efusiones de sangre por el ano, procuraron corregir su violencia con la adición de los áci- dos astringentes y otros medicamentos semejantes, porque estas subs- tancias disminuyen la acción demasiado enérgica de la coloquíntida; pero resulta el mismo efecto de la disminución de sus dosis, lo que por consiguiente viene á ser lo mismo. El único método seguro de corregir este medicamento , según Lewis, consiste en diluirlo para disminuir su masa , mezclándola exactamente con goma , substancias harinosas ó simientes oleosas, que sin causar alguna alteración en la coloquíntida, impiden que sus partes resinosas estimulen demasiado las membranas de los intestinos, el que se irriten, inflamen ó cor- roan. La coloquíntida contiene un principio extractivo y un principio resinoso: el uno es mas abundante que el otro , y este tiene la ma- yor energía. De la coloquíntida corregida por los medios expresados arriba han resultado los trociscos de al'iandal, término árabe, que equivale á coloquíntida, el extracto católico, el extracto panquinago- go, el extracto de Rudio, la confección de Harnee, el ungüento de artanita &c. En el dia apenas se usa este purgante dréstico; solo quando mas tiene algun lugar en las composiciones en que entra. Los curanderos suelen hacer mas uso de la coloquíntida, pues en las tip- sanas que venden para curar todos los males la coloquíntida suele ser la principal droga. COLOR. ( Patol.) La mutación de color en un hombre sano anuncia ó una digestión laboriosa, ó una afección del alma, ó el COM 441 exordio de una enfermedad que va á acometer; quando se verifica e^ta mudanza de color en las enfermedades, se mira entonces como un síntoma ó signo favorable ó funesto. En la práctica se observan varias mutaciones de colores, presentándose la piel unas veces de un roxo mas vivo que el natural, otros pálida, lívida, amarilla ó verde. (V. la clase de caquexias,^ de esta el orden sexto) COLORACIÓN. Usamos de esta voz para expresar la clase de color natural ó morboso que tienen los hombres; y así decimos este enfermo tiene mala coloración &c. COMA. (Med.) Es lo mismo que catáfora. (V. este artículo en los géneros veinte y ocho y veinte y nueve de la clase de debilidades, y en la sintomatilogia febril del artículo calentura.) COMATOSO. (Med.) Adjetivo que pertenece á coma, y así decimos este enfermo está comatoso &c. COMBUSTIBLES, (cuerpos) Los Químicos entienden por com- bustibles todos los cuerpos simples 6 compuestos que son suscepti- bles de combinarse con el oxígeno ( V. esta palabra) , despren- diendo calórico, luz ó llama , ó no presentando ninguno de estos fe- nómenos sensiblemente. En otros tiempos se llamaban cuerpos com- bustibles los que eran susceptibles do quemarse, produciendo calor y luz, como la leña, los aceytes, las grasas &c.; pero deben entrar también en esta clase todas las substancias que pueden ser oxigenadas, como el ázoe , el hidrógeno, el carbón , el fósforo, el azufre, el dia- mante y los metales; su combinación con el oxigeno según las dife- rentes proporciones de este último cuerpo, forma oxides ó ácidos. (V. estos dos artículos.) COMBUSTIÓN. (Mat. Méd) En un sentido práctico esta palabra significa ordinariamente inflamación; pero según una teoría exacta expresa la idea de la combinación del oxígeno con los cuer- pos combustibles; esta es una de las operaciones y el fenómeno mas freqüente que se observa en la naturaleza, respecto á que la respira- ción de los animales es una fixacion del oxígeno formando una ver- dadera combustión. (V. respiración.) Es muy raro que se verifique la combustión sin que haya desprendimiento de calórico ni luz, y lo vemos sin embargo en una gran porción de combinaciones químicas, en que el oxígeno se fixa en los cuerpos sin que se observen ninguno de los dos fenómenos que suelen presentarse por lo general en la combustión ; y así es que se distinguen dos especies de combustiones, una que se llama rápida, porque el oxígeno pierde prontamente la mayor parte de su calórico, dando luz ó llama,que causa mucho ca- lor ; la otra se llama combustión lenta, porque el oxígeno se fixa lentamente, y se separa insensiblemente el calórico, que entonces es casi imposible el percibirlo. El fósforo ofrece un exemplo de estas dos combustiones: si se expone al ayre libre en una temperatura de TOMO II. KKK. 44* COM ocho á diez grados, absorve lentamente el oxigeno de la atmósfera; se quema sin desprender llama ni calórico, y da por resultado el áci- do fosforoso: si al contrario la temperatura sube hasta quarenta grados, el fósforo se enciende produciendo una llama viva con bas- tante calor, dando por resultado el ácido fosfórico. Quando se que- man materias vegetales ó animales para obtener cenizas y sales fixas, se llama esta combustión incineración. (V. este artículo) COMINOS. (Mat. Méd) Simiente muy conocida, que contie- ne bastante aceyte esencial, y se coloca entre los mas poderosos car- minantes (V. este artículo): aunque no se usa en la Medicina por su olor activo, entre los remedios domésticos es uno de los que mas freqüentemente se emplean. COMISURA. Es lo mismo que sutura. (V. este artículo.) COMPLEXIÓN. (V. temperamento.) COMPLEXO ó COMPLICADO, (músculo) (Anat.) Se dz este nombre á uno de los músculos de la cabeza y del cuello por ra- zón de la complicada estructura y dirección de sus fibras, las que están entretexidas con otras tendinosas sin guardar el orden que los demás músculos. Este es uno de los planos que ocupa la parte pos- terior del cuello hallándose delante de las dos porciones del esplenio y atándose á las apofises transversas de las tres primeras vertebras de la espalda y de las cinco inferiores del cuello, y el arco occipital su- perior y partes inmediatas de este hueso; su uso es contribuir con los compañeros á doblar la cerviz hacia atrás. COMPLICACIÓN. (General, de Med) [Se dice complica- ción quando se verifica la reunión de dos ó muchas enfermedades de diversa índole. Por exemplo, se dice que las viruelas son complica- das si se combinan con una calentura pútrida, ó con una miliar, ó con la puerperal. La complicación de las enfermedades ofrece un campo muy dilatado á la Medicina especulativa. Es necesario exami- nar con cuidado el modo como influye sobre la acción de los órga- nos , las modificaciones que ofrece para poder deducir las conseqüen- cias relativas al uso de los órganos, y acaso ilustrar muchos puntos fisiológicos; y quizá se podrá adelantar, que el estado enfermo y las complicaciones de los males ofrecen un curso de experiencia he- cho por la misma naturaleza. (V. enfermedad.) ] COMPOSICIONES. (Mat. Méd) La palabra composiciones significa en la Farmacia ó las recetas de medicamentos compuestos, ó los remedios compuestos de ellas mismas; así se dice de los elec- tuarios, de los xarabes, de los bálsamos, de las confecciones &c, que son unas composiciones masó menos repetidas, complicadas &c. Este nombre tan antiguo y usado en la Materia Médica, es tam-r bien muy comun para señalar ciertas preparaciones químicas, que son muy útiles para diversos artefactos, como lo es el nitrate de mer- COM 443 curio para los sombreros, el muriate de estaño para los tintoreros, y así de otros. Este nombre así adoptado anuncia al menos un com- puesto químico; en la Farmacia no es exacto, porque suelen seña- larse freqüentemente con dicha voz las mezclas galénicas, en lasque no se reconoce su índole. (V. la palabra compuestos.) COMPRESA. (Cir.) * Lienzo con muchos dobleces, que se pone baxo el vendaje para impedir que salga la sangre de la herida, ó para mantener los medicamentos aplicados á ella. Esta palabra viene del latin comprimere, que significa apretar con fuerza. Sculteto en su Arsenal de Cirugía observa que los antiguos hacian sus compresas de lienzo cardado ó de pelusa ó borra cosida entre dos lienzos, y las llamaban almohadas ó almohadillas. Las com- presas se colocan sobre una parte ofendida, sea para contener los medicamentos, llenar los vacíos, y sostener las vendas, ó sea para comprimir una parte blanda ó dura. Deben tener las mismas calida- des que las vendas, es decir, que serán de lienzo medio usado sin ori- llo ni dobladillo. Se dividen en simples y en compuestas: las simples se hacen de una sola tira de lienzo como son las primeras compresas que se em- plean para las fracturas simples de las piernas ó de los brazos. Las compuestas son ó unidas ó irregulares: las unidas que se doblan igual- mente son de diferente figura y grandor: las irregulares ó graduadas son iguales ó desiguales. Las iguales son las que siendo de diferentes tamaños y por grados se aplican unas sobre otras, comenzando por las mas estrechas. (V. lo que se ha dicho en el artículo aneurisma:, que puede curarse por compresión) Las compresas graduadas desiguales se hacen de un solo pedazo de lienzo, que arrollado muchas veces sobre sí mismo se halla mas grueso por un lado que por otro. Son muy útiles estas especies de compresas que se emplean en los vendajes expulsivos. La aplicación metódica de las compresas expulsivas sin pliegues facilita la unión de la piel dilacerada , impide que se hagan muchas incisiones y contra- aberturas , y liberta á los enfermos de muchos dolores. (V.contra- abertura y COMPRESIÓN.) Llámanse también las compresas contentivas , unitivas , divisa vas &c, y por razón de su figura se denominan redondas, qua-? dradas, triangulares, de cruz de Malta&c. *. COMPRESIÓN. (Cir) * Acción de apretar una parte por me- dio de un aparato ó de un vendaje: es uno de los mejores medios para detener la sangre. (V. hemorragia.) Lhi aparato compresivo aplicado con discernimiento sobre la piel que cubre un seno, produce algunas veces la reunión de sus paredes, y evita incisiones dolorosas. (V. contra-abertura.) Hay casos en que es necesaria la compre- sión para retener el pus en los senos, á fi\de que el Cirujano pueda 444 COM hacer con mas seguridad las incisicnes y las contra-aberturas indispen- sables. Por esta razón Mr. Petit ha inventado el modo de cubrir el in- testino recto en la fístula del ano para depositar el pus en el seno fis- tuloso , y hacer salir un tumor al borde del ano, el qual sirve para indicar el parage en que se debe hacer la operación. (V. fístula del ano.) Este método de comprimir el lugar por donde sale el pus se emplea con suceso en otras partes para abrir ios depósitos que suministran las supuraciones; la detención del pus ocasionada por es- te medio produce muchas veces una eficaz disolución de las dure- zas callosas, lo que evita la aplicación de los cateréticos, que hu- biera sido menester emplear después para conseguir una perfecta curación. La compresión provee también á la Medicina de un excelente remedio en las innumerables enfermedades que nacen de la debilidad y relaxacion de las fibras. Se han visto algunas de estas enfermedades, que se tenian por incurables, curarse por la compresión general de todos los vasos debilitados, manejadas estas compresiones con cordusa. Los vestidos, los vendajes, los aparatos que aprietan contra la carne, ademas de proporcionar á estos vasos una especie de punto de apo- o, impiden que se dilaten con demasía, y les dan tiempo para reco- rar su elasticidad natural. Se sabe quan útil es la compresión en la anasarca y en la ascitis después de la evacuación de las aguas, en las várices de las piernas, y en otras muchas enfermedades *. COMPUESTOS, (remedios) (Mat. Méd.) La palabra com- puestos no es enteramente semejante á la que se usa en la Química y en la Farmacia. Los Químicos dan el nombre de compuestos á to- dos los cuerpos que se forman por la mezcla de muchos principios, y que se puede demostrar su composición. Así es que los ácidos, el agua, los sulfures alcalinos, el amoniaco, los oxides metálicos, y las minas de metal son unos compuestos, en que se perciben y separan sus principios; luego que se tiene un conocimiento distinto, y de haber separado los diversos principios de un compuesto, examinando sus proporciones (á lo que llamamos análisis), se pasa á reunir sus elementos, y á volver á combinar y formar un resultado enteramen- te semejante al primero; esto es lo que constituye la síntesis, estos son los medios mas útiles que posee la Química. Esta ciencia no ha podido todavía llegar á demostrar de esta manera los principios de todos los cuerpos que nos ofrece la naturaleza; por eso aun se recono- cen y admiten en todo tiempo cuerpos simples: también se llaman en el dia estos cuerpos substancias indescomponibles, porque se supone con mucha verosimilitud que de qualquiera clase que sean , se repu- tan hasta el presente por todos como materias simples, manifestán- dose por tales en nuestros ensayos, aunque sean compuestas de otros principios mas simples, que por ser su adherencia ó cohesión tan l COM 445 fuerte, no se han podido separar todavía los unos de los otros; tal es la justa idea que hasta ahora tenemos de la luz, del calórico, del oxígeno, del ázoe, del hidrógeno , del carbón, del azufre, del fós- foro y de las materias metálicas. La análisis química de las substan- cias compuestas ha abierto campo á los Químicos modernos para que los dividan en clases diferentes. Por eso se nombran compuestos de primero, segundo, tercer orden, ó compuestos binarios, ternarios, quaternarios, quinarios &c. Así los gases del ayre atmosférico ó ay- re vita!, el gas ázoe , el hidrógeno , el agua, el amoniaco, los ácidos minerales, los sulfures alcalinos y metálicos son unos compuestos bi- narios ó ternarios, y también otros muchos; la mayor parte de las sales neutras, terreas, alcalinas y metálicas son unos compuestos qua- ternarios; las materias vegetales y animales son unos compuestos qui- narios ó sexnarios, y sucesivamente lo mismo aun de otros muchos. Esta es la base de los conocimientos y de las ideas modernas sobre la composición de los cuerpos considerados químicamente. Mas en la Farmacia se llaman remedios compuestos todas las substancias medicamentosas, formadas de mayor ó menor número de cuerpos simples unidos ó mezclados los unos con los otros. Á la ver- dad se distingue con el nombre de Farmacia química y galénica el arte de preparar los compuestos, en que se puede reconocer fácil- mente su naturaleza , porque, ellos son el producto de atracciones co- nocidas, y de simples composiciones, de las que hecha solamente una mezcla de una cantidad mas ó menos grande de substancias ellas mismas en sí muy compuestas, es casi imposible desunir las atraccio- nes recíprocas y complicadas, y las alteraciones sucesivas. Los pri- meros medicamentos son fáciles de conocerse por las luces que nos suministra la Química; ellos son siempre los mismos'; no va- rían nada quando están bien preparados; se puede hablar sobre su acción; son en general los mejores, y los mas poderosos remedios que se conocen. De esta clase son las sales neutras amargas, purgantes é incindentes, el tartrite de antimonio , el de potasa ó tártaro estibia- do, el muriate de mercurio corrosivo, ó sea el sublimado corrosivo, los antimoniales, los mercuriales en general y otros. los últimos re- medios, y sobre todo los electuarios, los xarabes, las tinturas, los bálsamos, los ungüentos y los emplastos, son unas mezclas mons- truosas que causan confusión luego que se miran químicamente; tie- nen frecuentemente un gran número de nuevos compuestos, que se forman en el momento de su reunión, ó que se hacen en mas ó me- nos tiempo después de su preparación. Varían á cada paso, los quaks nunca son los mismos; no se ?abe absolutamente qu¿.l es su naturaleza; y quando se conociese en este momento, estando ya preparados, tampoco se conoceria sino muy imperfectamente; y estas reflexiones se han hecho con freqiiencia desde algun tiempo á esta 446 COM parte, por razón de las acciones complicadas é inexplicables, que to- dos los agentes que los componen exercen continuamente los unos sobre los otros. Se puede pues mirarlos como un verdadero caos, donde es Imposible conocer con exactitud sus propiedades, en donde sus virtudes no pueden ser constantes; así es que los verdaderos Mé- dicos, que son en nuestro siglo los mas ilustrados y sabios, menos- precian todo este cúmulo de drogas y composiciones complicadas; por eso las Farmacopeas se han ido expurgando poco á poco de to- das estas recetas mas farragosas que útiles. Este luxo de remedios, anuncia mas bien los atrasos del arte de curar que su certidumbre y progresos; recordando la historia de estos medicamentos compuestos al momento, se concibe cómo los conocimientos exactos de la Física experimental, y de la Anatomía han hecho desaparecer los errores que infestaban la Medicina, y cómo se han despreciado de un golpe los productos de la ignorancia, de la demencia, y de las preocupa- ciones mas disparatadas. Tres principios igualmente perjudiciales suelen tener en su origen los medicamentos compuestos; el uno es la incertidumbre en el co- nocimiento de las enfermedades, y el deseo de mezclar un gran nú- mero de remedios para hallar los mas útiles para su curación: se dice respecto á este punto, que los primeros Médicos que idearon estas fórmulas tan complicadas querían amontonar las substancias á fin de que no les faltase, por decirlo así, medicamentos apropiados, y no hallarse con el obstáculo de tener que escoger ó reconocer cada uno, los quales fueron aumentando poco á poco este fárrago para que no pudiesen dudar que el que convenia se hallaba comprehendido en su catálogo, sin que pudiesen jamas determinar qué efectos pro- ducían ; también solian acumular freqüentemente ingredientes en una fórmula compuesta , para satisfacer muchas indicaciones á la vez, y de remediar varios males simultáneos; pero este segundo orí- gen , aunque supone una idea mas ventajosa á nuestro arte que el primero, sin embargo no es mas puro, porque mezcladas estas subs- tancias obran ciertamente en la economía animal de una manera mas ó menos diferente de lo que ellas producirían si se aplicase cada una con separación , y también las indicaciones que ellos que- rían satisfacer no podia verificarse por el concepto equivocado de la virtud de estos remedios. En fin el tercer origen de los medicamentos compuestos es aun otra prueba de la insuficiencia y los adelantamien- tos del arte de curar en aquellos tiempos. Los tiranos mas ó menos faltos de tranquilidad por ser mas odiados que temidos; estos hombres que habian abusado en los pueblos del poder y autoridad que se les habia confiado , temian la traycion y la inquietud, les rodeaba sin ce<- sar, y rezelaban del arriesgado poder de los venenos, lo que les ha- cia solicitar algunas medicinas, mandando componer los medica- CON 447 mentos farmacéuticamente favorables para precaver los efectos fuñe. tos de los venenos, y á estorbar su acción deletérea quando se in- troducían dentro del cuerpo con los alimentos; tal es el motivo de la invención de la triaca, que Andromaca, Médico de Nerón, compuso para su Señor: el Mitridates es otra composición famosa por el nombre de este Príncipe, y se dice que con ella no producía efecto ningún veneno; y así de una gran porción de otras preparaciones de esta especie, cuyas fórmulas aun conservamos. Los esclavos, pues, para obedecer las órdenes de sus amos bárbaros y supersticio- sos, y para cautivar la confianza satisfaciendo su credulidad, oyen- do que habia remedios capaces de producir unos efectos verdadera- mente saludables, y sobre todo de una virtud constante y enérgica, luego que estos buscaban quien poseye estos antídotos, al momen- to acudían sin tener ningún conocimiento exacto sobre la naturaleza de las substancias naturales. Sí este último defecto es digno de per- don en unos hombres esclavos por la precisión de obedecer á los de- seos de sus dueños, ¿cómo pudieron recopilar tedas estas composicio- nes caprichosas y voluminosas insertándolas en los libros de Medicina, y empleándolas en la curación de las enfermedades después de la época de los descubrimientos de la Anatomía, de la Física, de la Química y de la Historia natural, que tanto han influido en la Físi- ca animal? ¿No es esta bastante prueba de que la Medicina Práctica ha seguido siempre los pasos de las ciencias físicas, pues que por ha- berse separado de ellas, se debe atribuir sus pocos progresos y la continuación de preocupaciones que han reynado sobre los remedios y sobre todas las composiciones farmacéuticas, que son el objeto de este artículo ? Llegó el tiempo en que se han desterrado de la prác- tica de la Medicina todas esas composiciones bárbaras, no hallándo- las ya en un gran número de libros de Materia Médica. Este primer error dio lugar á creer que los Médicos callaron también en sus fór- mulas los nombres magistrales para multiplicar los remedios, mezclar las cosas inertes con las activas, hacer mas complicadas las recetas, y para remediar á los males con composiciones extrañas, de las que ni aun conocían su reacción, ni las mutaciones que experimentan. F. CONCENTRACIÓN. (Mat. Méd.) Concentración es una operación por la que se reúne baxo un pequeño volumen, ó se con- densa un líquido, ácido ó alcalino, de modo que se hace mas fuerte y enérgico después de esta operación que lo que era antes. Se exe- cuta esta por medio del calor, evaporando los liquides para sepa- rar de ellos una porción de agua, la que freqüentemente es mas volátil que los ácidos ó los álcalis, á los que está unida; luego que se exponen los líquidos á un frió mas ó menos tuerte, se separa el agua excedente por medio de la congelación. El primero de estos estados se emplea con utilidad para concentrar el ácido sulfúrico, 448 CON haciéndole mucho mas fuerte^y pesado que lo que era antes de esta operación; también para concentrar el ácido nítrico y las lexías de potasa y de sosa. El segundo es mas usado para volver mas sabroso y fuerte el ácido acetoso; también se executa esta maniobra en mu- chos paises del Norte para concentrar mas el agua del mar, y para poder sacar con mucha mas prontitud el muriate de sosa, y otras sales que contiene. Se hace una cosa semejante á esto quando se di- viden las disoluciones salinas en moléculas tenues por la aspersión, ó se exponen baxo esta forma á una evaporación pronta por medio de una gran cantidad de ayre que las atrayga, como lo hacen en varias fabricas. (V. las palabras Ácidos sulfúricos, nítrico, ACETOSO, VINAGRE, MURÍATE DE SOSA, AGUA DEL MAR, POTA- SA y sosa.) F. CONCEPCIÓN. (Med. Leg) [La concepción es el principio de la preñez. El modo como se efectúa este prodigio, y la parte mas ó menos noble que puede obrar de los dos sexos en él, esta operación es todavía un misterio para los Físicos que no pensamos poder explicar. I Hay signos que manifiesten que la concepción se ha verifica- do? Ammán, Zacchias y otros varios autores de Medicina legal han reunido un gran número; pero todos ellos están unánimes en mi- rarlos como insuficientes quando están aislados; y solo quando se han reunido muchos, sosteniéndose los unos á los otros, han creído que podrían servir de base segura para una opinión. He aquí las principales señales ó caracteres: i.° en el acto en que se efectúa la concepción , en el momento mismo de verificarse la cópula, el miem- bro viril se halla como apretado y comprimido en el conducto; el hombre y la muger se atraen mutuamente por un sentimiento de de- seo y de placer, que parece difundirse hasta en la substancia interior del útero, que es para algunas mugeres una señal positiva de que han quedado embarazadas. Este es el caso en que los Médicos han promovido la qüestion ,si las mugeres pueden concebir sin haber per- cibido sensación de placer: 2° el semen se queda muchos dias des- pués en el útero, el qual en el momento del coito parece cerrarse con mucha fuerza, y la vagina, quedando también estas partes y el miembro viril enteramente secas después de él. Estas señales son muy falaces, pues que muchas hembras conciben sin que hayan tenido par- te , quiero decir, que ellas no retienen por mucho tiempo el semen, ó lo que es lo mismo, sin que él se introduzca muy adentro. En efecto, por eso algunos Físicos opinan que no es necesario para la concep- ción que el semen sea empujado hasta dentro de la matriz; juzgan que sus partículas verdaderamente prolificas consisten en una es- pecie de aura seminal, y que la porción mas gruesa en manera nin- guna es un vehículo necesario. Algunos sostienen que la aproxi- mación íntima de los sexos no puede ser de una absoluta é indis- CON 449 pensable necesidad: 3.0 aun se han establecido entre las señales una especie de frialdad extraordinaria; un ligero dolor entre el ombligo y las partes genitales ó hacia los lomos; un resentimiento como de cólico y repugnancia á una nueva unión, habiendo también tristeza; tn entumecimiento general; la pérdida del apetito, las náuseas, los vómitos; la evacuación menstrual desaparece ó se aumenta hasta pa- sar á ser una hemorragia, que ó precede ó es seguida de flores blan- cas; y la excreción de las orinas se efectúa con dificultad é irregu- laridad: 4 ° todas las demás señales son igualmente inciertas: los do- lores de cabeza, los vértigos con obscurecimiento de la vista, la con- tracción de las pupilas, los entumecimientos de sangre en las venas, los ojos amarillos y huecos, los carrillos lívidos &c. : 5.0 el orificio de la matriz está casi enteramente cerrado según Hipócrates: las que es- tan preñadas tienen cerrado el orificio del útero, según Galeno y otros muchos que lo afirman igualmente: 6.° las mugeres experimen- tan después del coito una sensación desagradable de tensión en el ab- domen , que antes no era conocida: por lo que no se debe concluir sea de esta afección, supuesto que se ha verificado algunas veces sin haber procedido coito con solo una humedad espontánea de las par- tes genitales: 7.0 las funciones vitales, naturales, animales y morales están mas ó menos alteradas; y así se observan unos movimientos irregulares en el círculo de los humores, el vientre se disminuye con- siderablemente, las flores blancas se presentan, el sueño es inquieto, experimentan decadencia á cada momento , convulsiones &c.: 8.° en fin se añade al número de señales, que indican la concepción , la ex- periencia propuesta por Hipócrates en el aforismo quarenta y uno de la sección quinta: Si quieres averiguar si la muger ha de con- cebir, dala aloja ó aguamiel á beber al tiempo de recogerse á dor- mir : si la excitase dolores de vientre, concebirá; pero si no tu- viese nada, no concebirá. Zachias no le da ningún crédito, y él cree que esto es muy arriesgado. Ademas que el mismo Hipócrates dice que el hidromiel con vino excita las orinas, y puede también excitar la evacuación menstrual: ¿no puede muy bien producir el aborto:... Los Médicos antiguos han llegado á creer la posibilidad de po- der averiguar si la muger contiene un niño varón ó de otro sexo. Se mira hoy su teórica y experiencias como unas necedades y futilida- des indignas de la sana física. Lo restante de la qüestion de la existencia de la concepción está unida en la Medicina legal con los conocimientos que tenemos sobre la preñez: las señales de su existencia son muy obscuras; alguna vez sin embargo ellas mismas no lo manifiestan claramente, ó á lo menos nos pueden conducir con seguridad para establecer un juicio racional (V. preñez y señales de ella.) ] CONCHAS. (Mat. Méd.) Como todas las conchas, propia- tomo 11. LLL 4$° CON mente tales, ó las cubiertas de tierra calcárea, que envuelven algunos animales terrestres, fluviales ó marinos, ó las cascaras de huevo de las aves son de una naturaleza casi enteramente semejante, debemos tratarlas en general en este artículo. Estas son especialmente las casca- ras de huevo de gallinas, las cubiertas de caracoles, las ostras &c: se han recomendado como remedios para diferentes enfermedades, de- biéndose comprehender "en este artículo las substancias terreas ó salino- térreas en general. Todo este conjunto de substancias duras son unas especies de órganos formados de materia gelatinosa ó cartilaginosa, y en las quales se hallan dos sales terreas, á saber : el fosfate de cal y el carbonate de cal. Esta última sal se halla en las conchas en mucha mas cantidad que la otra, y sobre todo en las que cubren los anima- les cetáceos , pues apenas hay una que contenga alguna parte de fos- fate de cal. Quando se calientan á fuego vivo, la materia gelatino- sa ó albuminosa, que forma el parenquima organizado, se quema, y exhala un aceyte muy fétido , acompañado de carbonate amoniacal. Quando se sigue calentándole, ó se calcina el carbonate de cal, que hacia su base sólida, se desembaraza del agua y del ácido carbónico, y la sal pasa á tomar el estado de cal mezclada con un poco de fos- fate calcáreo. No se pueden pues prescribir las conchas calcinadas ba- xo otros puntos de vista, ni para llenar otras indicaciones que las que satisface la cal sola, las quales nada tienen de particular; no son ni mas blandas ni mas acres que la cal ordinaria bien hecha. (V. cal. ) Según estas propiedades se percibe que los ácidos débiles tienen tam- bién en disolución el carbonate calcáreo, que forma la base sólida de las conchas, que ablandan las cascaras de huevo, y reducen casi á na- da las conchas propiamente tales, porque constituyen con su ba- se unas sales solubles, y dexan intacta la porción del fosfate cal- cáreo. F. CONCOMITANTE, (cancomitans que acompaña) Se dice síntoma concomitante para significar el que se junta con otro, y que le da mas valor, porque ambos denotan la misma causa. Este térmi- no no se aplica á un síntoma que sea producto de una causa diferente de la de otro síntoma. CONCRECIÓN. (Cir.) * Se entiende generalmente por este nombre la unión de muchas moléculas de un cuerpo reunidas en una masa quasi sólida, y en particular la adherencia, ó la unión de las par- tes sólidas, que naturalmente deben ser separadas para el exercicio Tácil de sus movimientos: á este estado ó modificación es á lo que se llama concreción en Medicina y en Cirugía; por exemplo de esta concreción se puede citar la unión de los dedos, de las narices, de los párpados, de los labios, del útero &c.: la causa de su reunión es la fuerza vital; pero la impide en su acción la interposición de la epidermis, á menos que no la destruyan algunos accidentes, tales co- CON 451 mo la corrosión, la escoriación , la quemadura, la úlcera &c: por el contrario , concurre á producir la concreción todo lo que conserva la coherencia de las partes desnudas. Si sobreviene en las aberturas natu- rales, se opone á la salida de las materias destinadas á pasar por ellas: si se verifica en los vasos, resulta la cesación de la circulación, la mudanza del vaso en ligamento: si en las partes blandas, resulta el impedimento de su acción, envaramiento, anquilosis &c. Como la parte sólida , hallándose coherente, no pierde su concreción por sí misma, es preciso para remediarla separar su adherencia por una sec- ción artificial. (V. adherencia.) * concreciones artríticas. Los Químicos han creido mucho tiempo que estas concreciones, que se suelen formar en las articula- ciones de los gotosos, eran producidas por el exceso del fosfate de cal. Berthollet observó que el ácido fosfórico desaparecia de la orina de los gotosos quando estaban con los accesos de su enfermedad: con este fenómeno podia establecerse una opinión sobre la naturaleza de las concreciones; pero la análisis de estas substancias, que ha hecho Teñan , y después ha repetido Fourcroy y Vauquelin , les ha ense- ñado que constan del sulfate de sosa mezclado con bastante cantidad de materia animal. Será muy interesante para la Medicina que esta análisis se repita. CONCRETO. (Mat. Méd.) Esta palabra expresa el estado sólido de que son susceptibles un gran número de substancias líqui- das , en que el estado de liquefacción es el mas propio de ellas: así se dice un ácido concreto, el álcali volátil concreto, un aceyte concre- to &c. Aplicando esta expresión á la Materia Médica, se observa que el estado concreto de los cuerpos se opone á cada paso á la energía de su acción sobre la economía animal, como no sea de sabor muy fuerte y picante. Esto hace todavía el que sepamos que muchas ma- terias concretas pierden esta forma dentro del cuerpo por el calor que hay en él. F. '&■ CONDENSACIÓN. (Mat. Méd.) Se entiende por esta pala- bra , dice Macquer, la aproximación ó unión de las partes integran- tes de un cuerpo; de suerte que ocupa menos espacio que antes, y tiene un aumento de peso específico, sin que haya substracción de ninguna materia heterogénea. CÓNDILOS. (Anat.) Se da este nombre á ciertas eminencias aplanadas y lisas de los huesos cubiertas de cartílagos. (V. el artícu- lo eminencias de los huesos.) CONDUCTO. (Anat.) Los Anatómicos dan este nombre á una cavidad larga y angosta por donde suele correr algun líquido. Los conductos unas veces son formados de partes sólidas y duras, como el conducto de la mandíbula inferior (V. este artículo y el de hueso.), el conducto carótico &c., y otros de partes blandas, como el con- 45* CON ducto cístico y hepático, el Wirsungiano ó pancreático &c. (V. hí- gado y páncreas. ) CONDUCTOR. (Cir.) * Instrumento que se emplea en la ope- ración de la fitotomía para extraer las piedras de la vexiga. Ordina- riamente se hace de acero ó de plata, y son de dos especies, macho y hembra: ambos tienen la figura de una cruz, y son muy tersos ó lisos para no herir la vexiga, en donde se les introduce, ni las partes por donde pasan. Su cuerpo es como de tres líneas de ancho, redon- do por fuera, plano por dentro; la parte posterior comprehende tres ramos aplanados, dos forman los brazos de la cruz, y el tercero la cabeza ó el mango, que debe ser muy ladeado por afuera, á fin de dar mas espacio á las tenacillas, que se introducen entre los dedos. Por toda la longitud de la faz llana del cuerpo ó brazo anterior corre una cresta, y en el medio hay como dos líneas salientes. Esta cresta empieza poco á poco desde la mitad del mango , para que la vea me- jor el Cirujano: acaba insensiblemente hacia el remate del conductor macho, y termina en una lengüeta de seis líneas de longitud, levan- tada y encorvada por dentro y llana por los lados. Esta lengüeta forma la extremidad del instrumento, colocándose en lo canalado de ella una sonda, que debe introducirse antes en la vexiga. No es tan larga la cresta en la otra especie de conductor: su extremidad ante- rior está un poco encorvada por dentro , y termina en una escotadu- ra, por cuya causa se le ha dado el nombre de conductor hembra. Para servirse de estos dos instrumentos se introduce desde luego el conductor macho en la vexiga con el auxilio de una sonda canala- da , la cabeza hacia arriba y el dorso hacia abaxo; después se saca la sonda, y se mete el conductor hembra por su escotadura, el dorso hacia arriba sobre la cresta del macho: estos dos instrumentos, intro- ducidos de este modo, forman por sus crestas, paralelamente opues- tas , una especie de muesca ó canal, que sirve para conducir las tena- cillas en la vexiga, y sacar la piedra. Para hacer esta operación en los hombres se ha substituido á los conductores otros instrumentos muy semejantes. Los conductores se usan para la operación de las mugeres. * CONFECCIONES. ( Mat. Méd.) Las confecciones son unas preparaciones farmacéuticas, regularmente muy compuestas y alaba- das de los Galénicos, y muy repudiadas de los Químicos modernos, que se forman de las substancias mas desconocidas, de un subido precio, en una palabra, de luxo y de todo lo mas precioso de la Ma- teria Médica : no solamente hacen entrar aquí los remedios mas esti- mados y raros, por lo que se les da el nombre de electuarios, sino también se añaden las perlas, las piedras preciosas, la plata y el oro. Los proyectos de los Médicos antiguos en componer estos medicamen- tos eran dirigidos á curar un gran cúmulo de males, y sobre todo 4 CON • 453 oponerse á los efectos deletéreos de las substancias acres y veneno- sas: a todos estos remedios acumulados les atribuyen las virtudes mas prodigiosas para todo género de enfermedad. También tuvieron la in- tención deformar unos compuestos, que se pudiesen conservar mu- cho tiempo sin sufrir alteración , y sin perder sus propiedades; por lo que no es raro ver en los formularios de los autores estas com- posiciones , que contienen mas de sesenta substancias diferentes. Se ha creído también que estos preparados fuesen tan buenos, que jamas pudiesen ser dañosos, y que los ignorantes y los sabios podrian em- plearlos sin ningún riesgo en qualquiera de las enfermedades que se les presentase; pero después se ha convenido, considerando que un cúmulo de drogas de todas especies formaba composiciones mons- truosas , el que solo entren medicamentos apropiados, que puedan servir en casi todos los casos posibles; y así es que se empleaban an- tes los purgantes, los eméticos, los diaforéticos, los diuréticos, los bechicos, los estimulantes, los emolientes, los astringentes, los cal- mantes &c indistintamente; pero sin reflexionar en las uniones que contraen las mezclas de la mayor parte de estas substancias, sus alte- raciones , diversas propiedades y resultados , que deben considerarse para combinarlos, principalmente en las virtudes opuestas de las dro- gas que las constituyen; ademas, creyendo evitar la alteración de los productos, se hacia la mezcla de los polvos de toda especie con la miel y vino, que los alteran mas todavía de lo que eran suscepti- bles los simples que entraban en las composiciones. Entre todas las preparaciones farmacéuticas nada hay tan complicado y dispendioso como las confecciones que se han propuesto en diferentes épocas del arte de curar : habiendo puesto distinto nombre á cada clase de estas preparaciones; las unas se llamaron alexifármacas preciosas, y estas se llamaron también antídotos : su cúmulo era siempre muy consi- derable, y los libros particulares, destinados á describir sus fórmu- las, llevan el nombre de antidotarlos: otras eran en extremo amar- gas , insoportables, atribuyéndoles una divinidad tutelar y protectora; eran distinguidas con la palabra de hieres ó sagradas. Hay muchas en que entraba mas ó menos cantidad de opio, que servia de base y por razón de sus virtudes se llamaban opiatas. Se ha dicho ya que el mayor número de fórmulas se hacia de remedios caros y escogidos por lo que se han llamado también electuarios, conservándose to- davía en parte esta nomenclatura antigua en los formularios y farma- copeas. Casi todos los modernos han principiado á despreciar estas pre- paraciones compuestas, que se miran como un caos ó confusión, sin orden, sin método y sin virtudes decididas; sin embargo Mr. Bau- mé ha juzgado bien de ellas en su Farmacia. ,, Estas composiciones, dice, fueron inventadas: i.° para corregir la acción demasiado vio- 454 ' CON lenta de ciertas drogas simples: 2.0 para aumentar la virtud de otras muchas: 3.0 para unir con la mixtión y la fermentación, que los me- dicamentos experimentan después de hechos la virtud de sus dro- gas, á fin de que no resulte, por decirlo así, sino un solo remedio: 4.0 para poder guardar de este modo por largo tiempo los medica- mentos con todas sus propiedades: jipara conservarlos en estado de usarlos mas fácilmente, y tenerlos prevenidos sin necesidad que los enfermos esperen el largo tiempo de la preparación de otros reme- dios. " Pero no sé cómo pueda entenderse esto, supuesto que la mayor parte de las substancias que componen las confecciones están sujetas á descomponerse después que se han mezclado; por tanto seria mejor suprimir todos los electuarios y todas las confecciones de la Far- macia , y no conservar mas que los polvos que se pueden dilatar con una suficiente cantidad de xarabe apropiado en qualquiera tiempo, y formar cada vez lo que sea menester para la cantidad de electua- rio que se haya de despachar: de este modo se tendrá mas seguridad de sus efectos. El número de las confecciones se halla ya en el dia muy disminuido; por lo regular no se suelen usar mas que dos espe- cies de electuarios que conserven este nombre : el uno es la confec- ción del kermes; y la otra la de jacintos. F. Las confecciones, se- gún la Hispana, son las siguientes: confección cordial de sándalos. (Elect. cord.) ijr. Sán- dalo cetrino, canela, azafrán, clavos, corteza de cidra y sándalo roxo, de cada cosa una dracma; se reducen á polvos sutiles, y se mezclan con suficiente cantidad de xarabe de cidra, hasta que to- men la consistencia de electuario blando: su dosis es de una á dos dracmas. confección antimonial de quina. (Elect. fiebr.) ly. Tar- trite de potasa y de antimonio seis granos, y tartrite acídulo de po- tasa puro tres dracmas; se mezclarán y triturarán en un mortero de vidrio por espacio de medía hora; después se añade quina pulveriza- da una onza, y de xarabe de vinagre tres onzas y media: su dosis es desde dos dracmas hasta media onza; en cada una se hallan cerca de grano y medio del tartrite de potasa y antimonio. confección kermesina de margaritas. (Confiec. de kerm.) y. Margaritas contundidas y piedralázuli, quemada y partida, de cada cosa dos dracmas, de palo de áloes y corteza de canela, de ca- da cosa seis dracmas , y xarabe reciente del kermes inspisado, hasta tener la consistencia de miel liquidada, libra y media; se mezcla to- do muy bien, y se forma así una confección: su dosis hasta dos dracmas: en lugar de las margaritas se puede echar mano de sus con- chas. confección compuesta de jacintos. (Confección de jacin- CON 455 tos con acido. ) ly. Jacintos levigados una onza, coral roxo leviga- do, carbonate de alumbre, sándalo cetrino y raspaduras de cuerno de ciervo, de cada cosa media onza, raiz de tormentila, dictamo blanco, granos del kermes, mirra, rosas roxas deshojadas, semillas de cidra descortezadas, acetosa y lechuga, de cada cosa dos drac- mas , margaritas levigadas y azafrán, de cada cosa una dracma, cor- tezas exteriores de cidra y naranja, de cada cosa dos escrúpulos, y xarabe de limones dos libras y media: pulverizado todo esto sutil- mente se mezcla muy bien, y se hace una confección según arte: su dosis es hasta dos dracmas. confección antiepileptica de quina de fuller. (Elec- tuario peruviano antiepiléptico de Fuller.) ly. Quina selecta seis dracmas, serpentaria virginiana dos dracmas, y xarabe de flores de peonía compuesta tres onzas; se reducen á polvos sutiles , y se mez- cla todo según arte: su dosis es hasta tres o quatro dracmas. CONFECCIÓN DE QUINA ASTRINGENTE DE FULLER. (Electlia- rio peruviano astringente de Fuller.) iy. Corteza buena de quina una onza, xugo inspisado del catechu y bálsamo blanco, de cada cosa una dracma, y xarabe de sínfito tres onzas; se hacen polvos muy tenues, y se mezclan para uso: su dosis es hasta media onza. CONFECCIÓN DE ROSAS ENCARNADAS ASTRINGENTE DI FU- LLER. (Electuario astringente de Fuller.) ly. Conserva de rosas encarnadas dos onzas, electuario de Escordio opiado media onza, oxide de hierro aluminoso magnesiano dos dracmas, sangre de dra- go dracma y media, aceyte destilado de nuez moscada y corteza de canela, de cada cosa dos gotas, y xarabe de rosas encarnadas una onza; pulverizado todo sutilmente, se mezcla según arte hasta for- mar una confección para el uso: su dosis es hasta una onza. CONFORMACIÓN. (Cir.) * Es el arte de reunir en las frac- turas los extremos de los huesos rotos, cogiendo sus partes con las manos; y en caso de astillas adherentes á otras partes, acomodarlas para que no perjudiquen ó estorben la curación, poniéndolas con los dedos y sumo cuidado en su lugar. Los Cirujanos, después de ha- ber hecho la extensión necesaria para poner en su lugar los huesos fracturados, procederán á la conformación , que se puede hacer con la palma de la mano, ó con las yemas de los pulgares ó con los de- dos, y en ciertos casos con los instrumentos, por exemplo con el tirafondo, te legra y otros. De qualquier manera que se haga esta conformación , es indispensable que la fuerza que se dirige á poner en su lugar las piezas fracturadas sea dirigida de modo que no impe- lan las carnes contra las puntas del hueso ó de las astillas: con esta precaución se evitarán soluciones de continuidad y convulsiones que podrian causar funestos accidentes. Por lo que toca al grado de fuerza que se emplea para reducir 4S6 CON los huesos debe ser proporcionada: i.° á la solidez y grueso de los huesos, que oponen tanta mayor resistencia, quanto son mas grue- sos y sólidos: 2.0 á la firmeza de las carnes, porque esta disminu- ye el efecto de la presión sobre los huesos: en fin, la fuerza de esta presión debe ser proporcionada á la cantidad del desalojamiento ó dislocación y del grueso. Hecha la conformación, para acabar la cura se mantiene el hueso reducido por la situación y por el vendaje. Todo esto se escribe y se concibe perfectamente; pero no se sabe quán necesaria es algunas veces para el buen éxito la execucion, los conocimientos reunidos, la destreza y el hábito. * CONFORTACIÓN. (Mat. Méd.) Confortación es la acción de fortalecer ó reanimar, mas ó menos prontamente, las fuerzas que han hecho perder las enfermedades. (V. confortantes.) F. CONFORTANTES. (Mat. Méd.) Confortar es aumentar la fuerza de los sugetos, ó destruir los malos efectos producidos por la debilidad ó poca energía de los órganos. Los remedios peculiares pa- ra satisfacer esta indicación se conocen con los nombres de confor- tantes 6 confortativos. En general hay dos clases: la una compre- hende los que restablecen las fuerzas perdidas por los trabajos con- tinuados y violentos, por el ayuno ,y sobre todo los placeres del amor, que son los alimentos dulces, abundantes y de fácil digestión; á estos remedios se les llama restaurantes 6 analépticos: la otra cla- se comprehende los medicamentos capaces de reanimar la acción dé- bil de las fibras, dándolas un cierto grado de tensión ó tono que faci- lite el movimiento, y renueve las fuerzas, sobre todo con una pron- titud notable; tales son los tónicos, los roborantes ó corroborantes. Se ve pues de lo dicho que los confortantes pertenecen á muchas clases de substancias medicamentosas, y que se debe tener de ellas una buena Idea estudiando las propiedades de los restaurantes, de los analépticos, de los corroborantes, de los fortificantes, de los tónicos y de los cordiales. (V. estos artículos.) F. CONGENERE es lo mismo que compañero: los Anatómicos usan esta voz, llamando así á dos ó tres músculos, que tienen una misma acción y uso , distinguiéndolos de los antagonistas. CONGESTIÓN. (Congestio.) [Se entiende por congestión un cúmulo de humores, que se forma lentamente de resultas de tumo- res de diferente naturaleza. En la fluxión es al contrario, el depósi- to de los humores se forma en muy poco tiempo, y el carácter dis- tintivo de esta y la congestión no es el mismo. En quanto á lo de- mas yo no sé otra cosa mas que el nombre congestión y el de colec- ción tienen entre los Médicos una acepción diferente según lo que á cada uno se le ha atribuido. ] CONGLUTINANTES. (Mat. Méd.) Los conglutinantes ó conglutinantia son unos remedios viscosos, espesos, semejantes á la CON 457 cola, propios para pegar los bordes de una herida, para cerrar de nuevo el tegumento y ayudar á la cicatrización: estos son los mis- mos remedios que los aglutinantes. (V. esta última palabra.) F. CONMOCIÓN. (Cir.) * Es el sacudimiento del cerebro que produce accidentes á los quales debe estar muy vigilante un Ciruja- no. Quando se hiere el cráneo por algun cuerpo duro, comunica al cerebro una parte del movimiento que ha recibido, y quanto mas re- siste aquel, mas considerable es el sacudimiento de este; así la con- moción es proporcionada á la violencia del golpe y á la resistencia del cráneo. Se ha notado que los golpes con grande ruido no cau- san por lo comun conmoción alguna. La conmoción del cerebro produce el rompimiento de una infinidad de vasos pequeños que rie- gan esta entraña y sus membranas, de que resulta una pérdida de co- nocimiento y un adormecimiento letárgico. Estos accidentes quan- do sobrevienen en el instante del golpe no indican la operación del trépano , porque son efecto de la conmoción. De este accidente primitivo son efectos la efusión de sangre por las narices, ojos, bo- ca y oidos, el vómito bilioso y las deyecciones involuntarias; en cuyo caso es preciso recurrir á las sangrías, que muchas veces han surtido buen efecto haciéndolas de dos en dos horas para procurar la resolución de la sangre derramada. Si la pérdida de conocimiento y el letargo son accidentes consecutivos, indican la operación del trépano, aun quando no haya fractura, porque son el efecto de una efusión que se ha hecho poco á poco, ó el producto de una supura- ción que no ha podido ser un síntoma primitivo. Se han visto per- sonas heridas ligeramente en la cabeza, y aturdidas solamente del golpe, morir muchos meses después por accidentes sobrevenidos po- cos dias antes de su muerte: se ha hallado en la abertura una efusión de sangre, ó un absceso en una parte del cerebro. Hay aparien- cia de que esto sucede así, porque los vasos que han sufrido gol- pes son tan delicados, que ha sido menester mucho tiempo para sa- lif una cantidad de licor suficiente que evitase los accidentes que sue- len causar la muerte. Semejantes exemplos hacen recurrirá la sangría y á los remedios generales en los golpes mas pequeños que recibe la cabeza, para precaver las funestas resultas, que por lo comun son la conseqüencia del descuido de estos medios. En el primer volumen de las Memorias de la Academia de Ciru- gía se halla un extracto de observaciones remitidas á este Cuerpo lite- rario , sobre las quales Mr. Queslay ha establecido varias reglas per- tenecientes á la aplicación del trépano en los casos dudosos. Lo re- lativo á la conmoción está expuesto con toda claridad; y se procurará descubrir los casos en que es preciso decidirse á favor ó en contra de la operación del trépano, en atención á los funestos ó prósperos sucesos determinados por las circunstancias , ó por las particula- TOMO II. MMM 458 CON ridades que parecen distinguir su causa. (Véase trepano y he- ridas.) * CONSERVA. (Mat. Méd.) Se da este nombre á una de las composiciones farmacéuticas, en las que varios vegetales cortados se mezclan con azúcar, y se reducen por su combinación á una masa uniforme, de la que resulta una especie de puchada formada con las partes tiernas de dichos vegetales, que conservan algo de su blandu- ra. Esta preparación se introduxo para conservar ciertos medicamen- tos baxo una forma grata: también hay muchas substancias, á las que es muy útil esta preparación. Los vegetales, cuyas virtudes se des- truyen ó alteran por la desecación, se pueden guardar muy bien ba- xo esta forma, sin perder las qualidades, pues el azúcar los preser- va de la corrupción. Es necesario advertir que hay muchas plantas que preparadas de este modo pierden también sus qualidades. Las substancias mucilaglnosas que quedan por mucho tiempo unidas con el azúcar se vuelven menos viscosas, y las substancias astringentes adquieren sensiblemente un sabor mas dulce. Muchas flores aromáti- cas tienen una textura tan tierna, tan delicada, que la mayor parte pierden del todo sus qualidades, particularmente quando se macha- can. Sabido es que la porción considerable de azúcar con quien se unen los vegetales en las conservas hace que las substancias simples, que son muy activas, se puedan tomar con utilidad como medica- mentos. Son muy útiles estas preparaciones para dar en pildoras los polvos pesados , como el mercurio dulce, muchos marciales, y otras preparaciones minerales, que de ningún modo se unirían con subs- tancias líquidas, como los xarabes &c. En quanto al modo de hacer las conservas hay alguna discre- pancia entre los autores que han escrito de Farmacia, ya en la can- tidad de azúcar que se ha de poner á cada una de ellas, y ya en el estado en que se han de echar los vegetales de que se formen. En las mas de las Farmacopeas se encarga se machaquen frescas las flores y hojas, se reduzcan en pulpa, y se las mezcle azúcar para hacerlas. Baumé al contrario quiere por las razones que expone en sus Elemen- tos, que se use de los polvos de los simples de que se quiera hacer conserva. Expondremos las conservas que se hallan en nuestra Far- macopea. Conserva de rosas roxas. ly. Cogollos de rosas recientes, que no estén abiertos mondados una libra, azúcar clarificada hasta dos libras, teniendo la consistencia de xarabe: se machacarán muy bien los cogollos en un mortero de piedra, se mezcla el xarabe, y á un fuego manso se evapora hasta la debida consistencia. La cantidad que se da es de media onza, una , ó una y media. Del mismo modo se hace la conserva de violetas y otras. Conserva de hiedra terrestre, ^c. Hojas de hiedra terrestre re- CON 4§9 cientes y mondadas una libra, azúcar blanca pulverizada dos libras: se machacará la hiedra en un mortero de mármol; y si fuese necesa- rio se añade un poco de agua hasta que se haga una masa blanda: después se añade azúcar, se machaca muy bien, y estando perfecta- mente mezclada se guarda para el uso: se dan hasta dos onzas. Del mismo modo se hace la conserva de culantrillo y demás. Conserva de coclearia. ly. Hojas de coclearia recientes y mon- dadas dos libras: se machacan muy bien en un mortero de mármo/ hasta que se haga una pasta blanda, y después se añade azúcar blan- ca pulverizada quatro libras. Hágase con todo una masa ó pasta, y guárdese para el uso en un vaso de vidrio, y rocíesele con azúcar blanca pulverizada para que no se humedezca. CONSISTENCIA. [Se da este nombre á la trabazón de los cuerpos considerados según sean mas blandos ó mas duros, mas fluidos ó mas espesos: dar consistencia á un medicamento es ligarlo mas, y hacerlo menos líquido. Así es que se hace hervir hasta la consistencia de xarabe: se hace evaporar hasta la sequedad. (V. re- ceta y recetar.] CONSOLIDACIÓN. Es la acción por la qual reúne la natu- raleza los huesos fracturados ó los labios de una herida. (V. callo y cicatriz.) CONSOLIDANTES. (Mat. Méd) Se llaman consolidantes á los remedios capaces de cerrar y consolidar las soluciones; estos son los cicatrizantes. También se atribuye á los consolidantes la propie- dad de soldar y cerrar los vasos sanguíneos abiertos, y por consi- guiente de curar las hemorragias: por esta razón el sínfito se ha lla- mado consólida en francés, y nosotros consuelda por tenerle por un consolidante, atribuyéndole la propiedad de soldar ó encolar los vasos abiertos ó dislacerados. Todas estas propiedades se ha- llan solo en la imaginación de los que las admiten. Ninguna subs- tancia puede tener esta acción sobre las funciones del cuerpo huma- no y de las animales: todas ó la mayor parte de las materias vis- cosas y aglutinantes pueden volver á cerrar los bordes de las solu- ciones cubriéndolos, para favorecer la reunión quitando qualquiera de los obstáculos que se opongan. (V. cicatrizantes y agluti- nantes.) F. CONSTIPADO Y CONSTIPACIÓN. (Med.) Estas pala- bras tienen dos acepciones: por la primera se entiende quando el hombre tiene una afección catarral ligera (V. catarro y catar- ral.) , y por la segunda quando tiene una astricción ó detención de vientre. CONSTITUCIÓN. Se usa esta voz indistintamente como sinó- nima de temperamento. (V. este artículo) También se usa esta pa- labra para expresar que hay enfermedades reynantes; y así decimos 460 CON en tal parte se padece una constitución de calenturas biliosas y ca- tarrales &c. (V. epidemia.) CONSTRICCIÓN. (Pat.) [ Es un vicio de las partes sólidas ú orgánicas, y así es que esta palabra expresa en general el estado de una parte sólida ú orgánica de tensión violenta ó preternatural, ó una contracción convulsiva ó espasmódica. (V. espasmos.) CONSUNTIVOS. (Mat. Méd.) Se llaman consuntivas todas las substancias capaces de destruir, de corroer y consumir las ma- terias animales: se emplean como los escaróticos quando hay que destruir las fungosidades de las úlceras, las excrescencias carnosas de los párpados, las várices, los higos que salen en diferentes partes del cuerpo, los puntos gangrenosos, para abrir bubones, tumores vivos é indolentes &c. Todas las substancias acres, los ácidos minerales concentrados, las sales metálicas con exceso de ácido, los álcalis fi- xos , puros y cáusticos, la cal viva, el fuego, el hierro encendido, los vegetales acres, tales como el euforbio, la sabina &c. son los que principalmente forman esta clase. Este'punto se ha tratado ya, como también las propiedades de estos medicamentos y sus diversos usos, en los artículos cáusticos, cateréticos^ escaróticos. (V. estos artículos.) CONTAGIO. (Med.) Se expresa con esta palabra la comuni- cación del estado de un cuerpo enfermo á otro sano por medio del contacto, esto es, comunicarse uno á otro la enfermedad; para lo qual se executan quatro especies de contactos: i.a el tocar simple- mente á una persona enferma, ó á qualquiera cosa que haya tocado ella poco antes: 2.a el congreso de una persona sana con otra que está viciada: 3.a el tacto acompañado de picadura ó de mordedura de animales rabiosos &c.: 4.* la respiración ó absorción de un ayre corrompido. Por la primera especie de contacto se contrae particu- larmente la sarna ó alguna otra enfermedad cutánea: la segunda oca- siona las enfermedades venéreas: la tercera la hidrofobia; y en fin por la quarta se adquiere la peste, las viruelas, el catarro maligno ó tos ferina, la disenteria &c. (V.los artículos de todas estas enfer- medades) El contagio, como veremos después, se comunica por contacto inmediato, y por contacto que se verifica por medio de un vehículo, que transmite los miasmas morbosos (V. miasma.) de un cuerpo, ó de qualquiera substancia impregnada de ellos á un cuerpo sano, que llamaremos contacto mediato. Las enfermedades contagiosas, dice Tourtel, „son aquellas que se comunican y transmiten desde el sugeto que las padece á otro que está libre de ellas; y para que se den á conocer es preciso que el germen de la enfermedad se desprenda de un cuerpo enfer- mo, y vaya á parar á otro sano y dispuesto: estas condiciones son absolutamente necesarias, para que el germen morbífico reproduzca CON 461 en el sugeto á quien se transmite el mismo orden y sucesión de sín- tomas esenciales. Los gérmenes ó miasmas contagiosos son hasta ahora impercepti- bles á los sentidos; pero su existencia está demostrada por los efec- tos '. Se diferencia entre sí, no solo por los productos, sino tam- bién por sus diversos grados de tenuidad, volatilidad y actividad: los miasmas psórico y sifilítico solo se transmiten por el contacto in- mediato é íntimo; en lugar que la oeste, las viruelas, la disente- ria &c. pueden comunicarse sin que naya el menor contacto. Parece que se descubre cierta analogía entre estos gérmenes mor- bosos y las semillas vegetales; pero ignoramos absolutamente en qué consiste su naturaleza seminal y su facultad reproductora. Así como los gérmenes vegetales puestos en un veneno reproducen un vegetal semejante al que los habia producido; así también el miasma contagioso introducido en un cuerpo dispuesto, causa una enferme- dad idéntica con la que lo produxo, y de esta nacen otros gérme- nes ó miasmas capaces de reproducirla y propagarla. Las semillas morbíficas, lo mismo que las vegetales, tienen desde luego una espe- cie de movimiento intestino que se manifiesta al tiempo de desenvol- verse por varios signos, estas en la tierra, y las otras en los cuerpos de los animales: tienen después un curso regular y determinado en su crecimiento, florescencia, fructificación y estado de madurez: fi- nalmente completan su existencia con la producción de nuevas semi- llas. Esto se nota muy distintamente en las enfermedades agudas, y particularmente en las exantemáticas; en las crónicas contagiosas, aunque no menos cierto es menos sensible. Del mismo modo que varios vegetales se reproducen trasplan- tando las ramas y los tallos, las enfermedades contagiosas se trans- miten por medio de varios humores. Una nodriza que tenga viruelas pega la enfermedad á la criatura, aunque sus pechos tengan toda la apariencia de sanidad; el sudor ha servido muchas veces para ino- cular las viruelas &c. Generalmente para que se desenvuelvan las semillas vegetales es preciso que penetren baxo la tierra: hay algunas que exigen mas ó menos preparación, mas ó menos cultivo, cierto terreno, y cierta temperatura; otras basta que toquen en la superficie de la tierra, y 1 Por esto raciocina muy mal el que pretende ridiculizar las fumigaciones, so* )o porque ignora la naturaleza de los miasmas. Al Químico se le ocultan los mias- mas : lúteo no existen , luego no hay nada que pueda destruirlos; ¡ qué conseqüen.- •cias tan miserables! j no era mas natural decir , luego la Química esta muy atra- sada, y sus análisis son todavía muy imperfectos-i La observación es la madre de la ciencia; por consiguiente siempre que un hecho contradiga una teoría, de- bemos concluir de ahí la falsedad ó imperfección de esta ultima Desconfíese en- horabuena de la verdad de un hecho antes de haberlo comprobado bien; pero nun- ca se niegue por razón de que contradice una tcona, aunque esta sea la mzs respetada. 462 CON para algunas el agua sola basta. Lo mismo se observa con los mias- mas contagiosos: algunos hay que principian á obrar así que tocan en la cutícula; pero los mas necesitan pasar por esta barrera y estar en inmediato contacto con el texido animado del cutis. Para que se verifique la inoculación de las viruelas, es absolutamente necesario introducir el miasma debaxo el epidermis, y aplicarlo directamente al órgano cutáneo. Así como ciertas semillas degeneran y se embastardecen en terre- nos poco favorables, ó ya extenuándose; del mismo modo los mias- mas, pasando aun cuerpo que esté en mala disposición, ó no se des- envuelven , ó producen una enfermedad irregular, aunque de la mis- ma naturaleza que la enfermedad contagiosa reynante. En las epide- mias de viruelas se han observado muchas veces ciertas enfermedades, cuyos trámites y síntomas tenían la mayor analogía con aquella erup- ción ; y los que cuidan á los virolentos tienen á veces unos granitos análogos. La necesidad de estas disposiciones que contraen el con- tagio está admitida generalmente, y se ve confirmada por la ex- periencia diaria. Estas disposiciones son relativas á la constitución de cada uno, á la estación, al temperamento, y sobre todo á cierto estado del sistema. Así como las semillas vegetales cogidas antes de su maduración no producen sino plantas desmedradas y débiles, del mismo modo los gérmenes contagiosos sembrados en los cuerpos an- tes que madure la enfermedad, producen otras enfermedades informes é imperfectas. Las semillas vegetales ó son sembradas por mano de la naturaleza ó por la del hombre, ó son transportadas por el viento. Entre las enfermedades contagiosas hay unas cuyos miasmas están tan fixos que parece excluir todo transporte lejano; al contrario, hay otros miasmas susceptibles de conservar la mayor energía baxo el mas mí- nimo volumen, de pegarse á varios cuerpos, y quedar inertes é inactivos años enteros, sin^perder su facultad reproductiva, que des- envuelven luego que llegan á adherirse á un cuerpo dispuesto. Ase- guran que ha habido germen pestilencial que ha permanecido muchos años sin-perder su qualidad mortífera; y lo cierto es que esta inte- gridad dura mas de un año en el germen varioloso. Últimamente hay gérmenes de tai volatilidad que el viento puede transportarlos á lo lejos. Con esto se ve que hay mucha analogía entre los gérmenes con- tagiosos y las semillas vegetales; y de ahí deduzco que tal vez los miasmas contagiosos son unos seres orgánicos, v. g. animalillosó gu- sanos imperceptibles, como conjeturan varios observadores Médicos: mientras no se demuestre lo contrario creo que no debemos des- echar enteramente esta patología animada. Estos miasmas se introducen en el cuerpo por las vias pulmona- CON 463 sias y cutáneas, otros tínicamente por estas últimas. Los primeros tienen mas ó n énos volátil dad, y el ayre puede transportarlos; los otros son fixos, y se lo se comunican por el contacto, Hay algunos cuya acción no es mas que local en sus principios; tales son por exemplo el miasma rabioso y el de la pústula maligna; la irrita-^ cion que se observa en la parte en que se ha introducido uno de es- tos miasmas causa luego en esta parte y en todo el sistema un géne- ro particular de acción , de que nace la energía de los síntomas esen- ciales de la enfermedad que produce. La experiencia y la observa- ción prueban esta teoría; porque sí aislamos con tiempo, y antes que los miasmas se hayan desenvuelto, la parte en que se han introdu- cido, destruyendo su sensibilidad la acción de los miasmas será nula, y no producirá ni enfermedad ni gérmenes. La naturaleza de los miasmas febriles es enteramente desconocida: sin embargo hay fun- damentos para creer que estos miasmas obran por sus qualidades se- dativas , y que los fenómenos morbíficos que de ahí resultan son el efecto de la reacción del •principio vital. Su potencia sedativa hace que las fuerzas y los humores retrocedan hacia adentro; y quando la reacción es poca ó ninguna, el resultado es una muerte repentina, ó á lo menos muy pronta. Abundan los exemplos de muertes de esta especie acaecidas en los principios de una invasión de enfermedades febriles contagiosas. Según la observación no hay mas que dos especies de miasmas febriles contagiosos , los miasmas pantanosos, y los miasmas animales* Los primeros, que tal vez no son otra cosa, como lo conjeturan los Químicos, que el gas hidrógeno azotizado producen las calenturas intermitentes y remitentes, y también las disenterias. Los miasmas animales, que se dividen en varias especies, y que no conocemos sino por sus efectos sobre los cuerpos, son el origen de las calenturas con- tinuas biliosas, pituitosas, exantemáticas, pestilenciales &c Sin em- bargo los productos de estos miasmas son variables; y algunas veces se ha visto que los miasmas de las aguas detenidas han producido ca- lenturas continuas, v otras veces, aunque mas raro, los miasmas ani- males han causado calenturas intermitentes, remitentes y disentéri- cas. Es verdad que estas variaciones son poco comunes, y provienen de circunstancias particulares del clima, de la estación y del tem- peramento. La acción del calor sobre una tierra pantanosa, ó solo sobre cier- ta cantidad de agua detenida basta para producir el miasma panta- noso ; pero se necesita absolutamente el concurso de estas dos cau- sas , pues el calor ó la humedad por sí solos son insuficientes para producirlos. Efectivamente se ven muchas islas y paises cubiertos de agua, y en los quales hay sin embargo mucha salud. Las irrupeciones del Nilo son saludables, y disipan las enfermedades epidémicas de 464 CON Egipto; pero quando las aguas se retiran, las emanaciones que salen de la tierra producen otras nuevas. Para la producción del miasma pantanoso es necesario también que el fango esté en contacto con la atmósfera. Una gran ciudad rodeada de un lago en que se echaban todas las inmundicias, hacia mas de quarenta años que gozaba de salubridad y no conocía las epidemias; pero habiendo disminuido considerablemente estas aguas, y hallándose el fango en contacto con el ayre, se levantaron unos vapores que causaron una enfermedad epidémica muy mortal. Cullen na observado que en las Indias occi- dentales , en el undécimo grado de latitud, los europeos que tenian almacenes en los quartos baxos gozaban salud mientras el suelo esta- ba cubierto de mercaderías; pero lo mismo era desocupar los almace- nes , que les atacaba una calentura intermitente ó disentérica produ- cida por los vapores que salían de la misma tierra, en lugar que los que estaban á bordo de las embarcaciones se hallaban buenos y sanos; sin duda esta es la causa de que las enfermedades epidémicas conta- giosas sean mas raras en las ciudades que en los pueblos, pues las calles de las ciudades suelen estar empedradas; ademas de esto suele haber mas curiosidad en ellas y mas desagüe. Los miasmas animales se forman en todo lugar en que haya ema- naciones de hombres ó de animales, sobre todo si han muerto de en- fermedades contagiosas, ó si estas emanaciones están concentradas en un foco desde donde no puedan salir libremente á la atmósfera: tal es regularmente la causa primitiva de las calenturas malignas con- tagiosas conocidas con el nombre de calenturas de Hungría, de los campos, de cárceles, de navios y de hospitales, que regularmente son del género de las gástricas biliosas mas ó menos nerviosas. He- mos dicho que para que los miasmas puedan desenvolver su energía en los cuerpos, se requeria en estos cierta disposición : en general todo lo que es capaz de debilitar la acción del sistema, y de favo- recer el retroceso y la concentración de las fuerzas, dispone para el contagio. Si el miedo y las afecciones tristes facilitan la acción de los miasmas, y agravan las enfermedades que estos producen, no es sino porque dirigen las fuerzas hacia el epigastrio, y las concentran allí. Por esta regla es fácil de explicar por qué el contagio se comu- nica mas fácilmente y con mayor violencia á los parientes y amigos, que á los extraños que miran con indiferencia la suerte del enfermo. Uno de los medios mas eficaces de resistir á las enfermedades con- tagiosas es no tenerlas miedo: por desgracia esto no está en mano de todos los hombres. El exceso en los placeres del amor es también una disposición para el contagio, pues debilita y enerva el sistema: generalmente se recomienda la sobriedad como el medio profiláctico mas eficaz; sin embargo en la peste de Marsella los borrachos solían escapar mejor CON 465 que los demás: al contrario en la de Rusia eran las primeras vícti- mas ; por esto en todas las cosas lo mas seguro es evitar los excesos; y en tiempos de contagio no se debe comer ni beber mas ni menos de lo acostumbrado. La costumbre endurece para resistir á las qualidades viciosas del ayre, y es tal su poder, que algunas veces hace necesario el uso de un ayre impuro , que en qualquiera otra circunstancia bastaría para hacer enfermar al hombre mas sano. Santorio refiere que un hombre que habia vivido veinte años en un calabozo, donde el ayre estaba in- festado, lo mismo fué salir de allí que atacarle una calentura malig- na : se la curaron por fin, y vivió en lo sucesivo con una salud muy quebrantada, hasta que habiendo cometido un nuevo delito, lo vol- vieron á encerrar en el mismo calabozo, y allí se restableció perfec- tamente. De este modo puede habituarse nuestro cuerpo á todas las impresiones, hasta hacerse capaz de no obedecer á su acción. Por esta razón los que viven actualmente en las cárceles no contraen con tanta facilidad la enfermedad reynante como los que no están fami- liarizados con el ayre alterado que se respira en ellas. Por la misma razón los Facultativos, los Enfermeros y todos los que cuidan los enfermos contraen el contagio mas difícilmente que los demás. Por esto también la calentura amarilla de América, tan funesta á los Eu- ropeos, es mucho mas rara y menos violenta en los naturales del pais. Debemos observar que los contagios son generalmente menos peligrosos en los paises en que nacen que en los demás donde han si- do llevados accidentalmente. Es sumamente raro que la peste haga tantos estragos en Constantinopla como á principios del siglo pasado hizo en Marsella, en Mesina y en Moskow. Las viruelas, que últi- mamente en Europa apenas mataban una persona de treinta en trein- ta , se han llevedo muchas veces las dos terceras partes y aun las tres quartas partes de los habitantes en los paises adonde las llevaban los Europeos. Se ha disputado mucho para saber si el ayre es el vehículo de los miasmas febriles contagiosos, ó si absolutamente se necesita el con- tacto de los enfermos ó de las materias impregnadas de los miasmas para que se pegue el contagio. Varios modernos han adoptado ente- ramente esta última opinión, y pretenden que el contagio no se es- parce á lo lejos, ni puede comunicarse por medio del ayre : las ra- zones en que se fundan son las siguientes: i.° si el ayre fuese el ve- hículo del contagio, verificado este una vez , el ayre quedaría con- tinuamente infectado, y los animales hace mucho tiempo que ya no existirían: 2.0 ha habido familias enteras que han vivido en pueblos apestados, y se han preservado del contagio estando encerradas en sus casas, sin tener comunicación ninguna con los que asistían á los apestados Semejantes observaciones se hicieron en Alepo en 171S TOMO II. NNiI 466 ÓON y 1719; y los que vivían de este modo no reparaban en subir por la noche á las azoteas á conversar con sus vecinos, y hablarles por las ventanas, que dexaban abiertas. Aquellas gentes respiraban un ayre, que si hubiese sido pestilencial, debia comunicarles la enfermedad; sin embargo se mantuvieron sanos: luego los miasmas que se exhalan de los cuerpos enfermos no se esparcen por el ayre con sus qualidades nocivas, sino que las pierden con su mezcla ó contacto. Por otra parte los miasmas adheridos á las mercaderías que vienen de lugares apesta- dos pierden á poco tiempo toda su actividad poniéndolas al ayre libre, y lavándolas con una gran cantidad de agua: 3.0 finalmente en tiempo de epidemias no se ha observado que en las cercanías de los hospitales donde reyna el contagio haya mas enfermedades que en los otros barrios: luego el ayre no es el vehículo de los miasmas contagiosos. A pesar de todas estas razones especiosas tengo por muy peli- groso el adoptar enteramente esta opinión, que nos privarla de va- rios medios profilácticos eficacísimos. Yo creo muy bien que las mas de las veces la esfera de actividad de los contagios está circunscripta en un foco sumamente estrecho; pero no diré que por esto dexe de poderse comunicar por el ayre. Las observaciones antiguas y moder- nas prueban que los contagios pueden ser transportados de un lugar á otro por medio del ayre. Los miasmas pestilenciales se pegan á los cuerpos sólidos, y con preferencia á la lana, á la pluma y al algodón, por cuyo medio son transportados á largas distancias: es probable que de este modo han legado muchas veces á paises muy distantes del centro del contagio. Un fardo de mercaderías fué el que llevó la peste á Marsella en 1720; pero de que los miasmas contagiosos se peguen mas bien, y en al- gun modo se fixen en ciertas materias, no debemos inferir que no tienen ninguna volatilidad, y que no pueden flotar por el ayre,' á lo menos algun .tiempo , sin perder sus qualidades morbíficas: la his- toria de las enfermedades pestilenciales presenta de esto infinitas prue- bas. Nadie ignora que en los primeros siglos fué quando la peste hizo los mayores estragos, aunque los medios de comunicación entre los pueblos eran mucho menos que hoy dia, pues el comercio era muy limitado, y la navegación estaba reducida á correr las cortas: luego ¿qué otro agente que el ayre hubiera podido transportar los miasmas contagiosos? En aquellos tiempos desgraciados hubo contagios que atacaron hasta los árboles; tal fué la peste que cita Plutarco en la Vida de Rómulo , pues dice que era tan terrible , que se veían espi- rar los hombres en las calles y en los portales de las casas: los ani- males caian en medio del campo: los niños y los cachorros de los ani- males eran atacados de la peste aun en el vientre de sus madres: has- ta los árboles se infestaban, y su savia alterada no era propia para la fructificación. Los peces, dice Aristóteles, también han sido ata- CON 467 cados alguna vez por el contagio pestilencial, mayormente los de agua dulce y parada. Finalmente todas las observaciones, hasta las que se han hecho en este siglo por varios Médicos ilustrados, prue- ban que el ayre es el vehículo de los miasmas contagiosos, y que el contagio puede comunicarse por su intermedio. >,Era sumamente peligroso , dice Sarconne, respirar mucho tiempo el ayre de los quar-: tos de enfermos, sobre todo quando la enfermedad estaba en su mas alto período, quando el cutis estaba cubierto de petequias, y habia meteorismo , evacuaciones ó sudores fétidos. Entonces la casa estaba en una atmósfera tan infecta, que el hedor se llegaba á sentir desde muy lejos, y bastaba presentarse en el umbral de la puerta para contraer la enfermedad." Lind ha visto el contagio producido por las exhalaciones que esparcían los cadáveres de personas que habian muerto de mal contagioso. Buchan dice que mas de una vez se han. contraído enfermedades solo por haber'asistido á los entierros de per- sonas que habian muerto de calentura de aquella naturaleza. Finalmente quedaremos plenamente convencidos de la verdad de mis asertos si observamos que los medios que se toman para librarse de la acción de ciertos vientos son los mas eficaces para evitar las epidemias contagiosas. Varron libertó de peste á la isla de Corfú ha- ciendo cerrar todas las ventanas del Mediodia y abrir las que daban al Norte. Todos los Viageros concuerdan en que la peste de Egipto hace sus mayores estragos con los vientos de Este y del Sur , y que es menos activa y mas benigna con los v-ientos del Norte. Las gran- des lluvias purgan el ayre de los miasmas que contiene; y así es qu& esta plaga cesa luego que principia á llover con abundancia en las- cercanías del solsticio del verano." - CONTORSIÓN (Cir.) es lo mismo que torcedura. (V. este artículo.) CONTRA-ABERTURA. (Cir.) * Se da este nombre á una incisión que se hace en una parte en un lugar mas ó menos distante de una herida ó de una úlcera. Son muchas veces necesarias las con- tra-aberturas para extraer los cuerpos extraños que no han podi- do sacarse por la herida, ó cuya extracción hubiera sido difícil y peligrosa por este camino. Se hacen también contra-aberturas para dar salida al pus ó á la sangre extravasada: se harán solamente es- tas operaciones en el caso de no poderse determinar la salida de las materias, ó quando no se consolidan las paredes del seno que las sumi- nistra por medio de compresas expulsivas sostenidas con un vendaje conveniente. Este medio no tiene comunmente lugar en las extrava- saciones de san o; re , porque este fluido, por su coagulación, no se somete á la acción del vendaje expulsivo. (V. compresión. ) El uso de las inyecciones puede muchas veces suplir por las contra-abertu- ras. (Tr. infección.) Algunas veces-es necesario dilatar las heridas 4<58 CON para hacer fácilmente las contra-aberturas. (V. dilatación.) Es muy útil el uso de las contra-aberturas en los grandes absce- sos. (V. absceso.) Por medio de estas incisiones, hechas conve- nientemente en diferentes puntos del tumor, se defiende ó conserva la piel, se descubren menos partes, se hacen con mas abundancia las supuraciones, la cura es de menor duración y mas fácil, y cada la- bio de división presenta puntos de apoyo para la formación de una pequeña cicatriz. Todas estas ventajas están demostradas, y la expe- riencia diaria manifiesta la dificultad y el tiempo necesario para repa- rar una gran pérdida de substancia. Mr. Petit ha inventado un tro- car para las contra-aberturas. Hay casos en que las materias derramadas baxo el cráneo vienen de muy lejos á buscar una salida hecha por el trépano ó por una fractura; de suerte que no pueden salir del todo por mas industria que se emplee para ello: entonces es preciso multiplicar los trépanos; pero no siempre es necesario aplicarlos á lo largo del camino que corren las materias derramadas. Se puede, como en las partes blan- das, hacer una contra-abertura en el lugar donde se acumulan las materias. Mr. Chauvin la ha practicado con suceso: se puede leer su observación en una Disertación sobre la multiplicidad de trépanos en el primer tomo de las Memorias de la Real Academia de Cirugía. AI mismo tiempo se verá que hay casos en que las inyecciones pueden suplir por la contra-abertura. * CONTRACCIÓN es el encogimiento ó acortamiento de las partes sólidas de la economía animal, ya sea natural ó preternatu- ralmente. (V. elasticidad, irritabilidad, espasmos, múscu- los &c. ) CONTRACTURA. (Med.) Es la rigidez constante ó conti- nua de un miembro, impidiendo su movimiento, ya sea en el brazo ó en la pierna. Esta enfermedad constituye el género quarto de la clase quarta espasmos de la Nosología de Sauvages. (V. espasmos.) CONTRAEXTENSION. (Cir.) Los Cirujanos usan de esta voz para expresar la acción compuesta , por la qual se mantiene una parte dislocada ó fracturada en un punto fixo, y del otro extremo se hacen las extensiones y empujes necesarios para colocar las partes en su situación natural. (V. extensión , fracturar dislocación.) CONTRAFISURA. (Cir.) Es una hendidura ó fisura del crá- neo en el lado opuesto al sitio donde se recibió el golpe. (V. heri- das de cabeza y fracturas del cráneo. ) CONTRAINDICACIÓN. (Med.) [En el mayor número de casos de las enfermedades hay la indicación de aplicar tal remedio; pero por otra parte se ofrecen motivos para repudiarle. Estos moti- vos de rechazarle son los que constituyen la contraindicación: esta no es tan freqüente como la indicación. ] CON 4¿9 # CONTR AVÉNENOS. (Mat. Méd.) Una de las materias mas interesantes de la Medicina es sin contradicción la de los contrave- nenos, y la que exige vastos conocimientos, investigaciones exje- tas, ideas sanas en extremo y hechos positivos; pero también es cier- to que es una de las partes mas completas y ciertas de la Medicina Práctica. Para poder concebir sobre este punto importante del arte de curar las principales nociones que necesita tener presentes un Mé- dico es preciso considerar ahora la naturaleza y los efectos de los ve- nenos: este es un preliminar indispensable, y sin el qual todo lo que se pudiera decir seria vago é indeterminado. La historia de los vene- nos, que se expondrá extensamente en el artículo venenos, pre- sentará en general la distinción ó clasificación de los cuerpos daño- sos y deletéreos; el bosquejo bastará por ahora para poder concebir lo que debemos tratar en este artículo. Todos los venenos se pueden clasificar baxo seis divisiones principales; los acres y corrosivos, los soporosos ó narcóticos, los virosos ú odoríferos, los mefíticos, los vi- rulentos externos y los específicos desconocidos. Cada una de esras divisiones, que pueden llamarse clases de venenos, pueden subdivi- dirse en órdenes, géneros y especies; pero esta clasificación no se ha- lla aun establecida de un modo exacto..... Los acres, que constituyen la primera clasificación de las subs- tancias venenosas, son los mas conocidos. Se pueden dividir en áci- dos minerales, álcalis cáusticos, materias metálicas, sales metálicas y acres vegetales. El ácido sulfúrico y nítrico concentrados, el ácido arsenical, la potasa y sosa cáustica, el oxide de arsénico, el sublmado corrosivo ó muriate oxigenado de mercurio, el sulfate y el acetite de cobre &c. son los principales venenos de esta especie. Los soporo- sos pertenecen casi todos al reyno vegetal; las amapolas, el opio, los solanos, la mandragora, la belladona, el beleño, el estramo- nio &c. obran reprimiendo la acción nerviosa , y apagando la sensi- bilidad é irritabilidad: muchos de ellos pertenecen también á los vi- rosos ú odoríferos; de aquí resulta que algunos pueden hacerse mor- tales por medio del órgano del olfato. Los venenos mefíticos son to- dos los gases que no pueden ser útiles para la respiración , y sobre todos el gas ácido carbónico, el gas ázoe , el inflamable, y los gases ácidos v alcalinos, que tienen un poder mortífero sobre los pulmo- nes y La piel. La clase de los virulentos comprehende las substancias venenosas, vegetales y animales, que introducidas por el pellejo y por medio de las boquillas absorventes muy numerosas, que son las aberturas que se encuentran en las vesículas del texido celular, pro- ducen efectos, que se extienden muy lejos, y hasta los m les de la vida ; tales son el veneno de la víbora, el ticunas anantia- y otros vegetales, que'ocasionan la muerte y alguna vez muy prontamente luego que se introducen en la cutis. Se pueden comprehender en esta 47° CON clase los venenos animales contagiosos, que comunican enfermedades freqüentemente mortales inmediatamente que son inoculados, como el veneno varioloso, el hidrofóbico, el venéreo y otros. Por último la sexta clase reúne todos los venenos internos, que no se puede referir su acción á una ú otra de las quatro clases primeras; tales son el agua del laurel-guinda , los hongos, los venenos ponzoñosos de la Améri- ca &c., de los quales no se conoce su índole y modo de obrar sobre la economía animal. Esta división de las substancias venenosas, aunque fundada en las observaciones mas exactas que se han conseguido de la historia de la física animal; sin embargo no es bastante completa y metódica para que pueda servir de clasificación á los contravenenos; pero sin embargo nos conduce á lo menos para encontrar entre las diversas clases de estos las relaciones y analogías que pueden contribuir al conocimiento mas exacto y preciso, especialmente sobre el punto de vista en que nosotros consideramos estas especies de remedios en este artículo. Si reflexionamos el modo general de obrar de los con- travenenos en los casos de envenenamiento, comparando los unos con ios otros, se conoce que los unos son peculiares para desnatu- ralizar los venenos, y hacerlos ineficaces ó menos activos sobre la economía animal, y los otros obtienen una acción sobre los órga- nos alterados ó heridos por los venenos, sin obrar manifiestamente, ó al menos como los primeros sobre las materias ponzoñosas. Los pri- meros son los contravenenos propiamente dichos ó específicos: los segundos no pueden ser mirados mas que como unas especies de con- travenenos accidentales. Los últimos se diferencian de los otros: i.° en que pueden ser empleados en toda suerte de envenenamien- tos, qualquiera que sea la naturaleza del veneno: 2.°en que no obran siempre sobre la materia venenosa, y no son generalmente los que embotan su acción: 3.0 en que pueden emplearse solo como auxilia- res, y necesitan freqüentemente del uso simultáneo de los primeros ó de los verdaderos contravenenos, de aquellos que deben destruir por su naturaleza específica, y anular la de los venenos. En esta cla- se de contravenenos, que aunque ninguno los reduce en nuestra no- menclatura al segundo lugar, sin embargo los trataremos primero, porque son los mas simples en su modo de obrar, y en general mas útiles, pudiéndose-administrar siempre y en todos los casos sin ries- go y casi siempre con suceso; entre ellos deben comprehenderse los vomitivos, los dulcificantes, los incrasantes y los calmantes. Es fácil de entender que promovido el vómito inmediatamente que se ha introducido la materia ponzoñosa en el estómago, es uno de los medios mas útiles que se pueden poner en práctica: la idea es desalojar y echar fuera el veneno, y oponerse á sus efectos violentos y destructores: la indicación de promover el vómito en los casos de CON 47¡ envenenamientos es tan urgente y natural, que la naturaleza misma la satisface freqüentemente por efecto del mismo veneno , comenzan- do muchas veces á promover esta evacuación auxiliada por las con- vulsiones del estómago ; pero el género de vomitivo que se ha de em- plear no es indiferente, pues debe ser variado según la índole del ve- neno y el tiempo que haya pasado desde que se ha recibido. Si se llega al momento mismo en que el enfermo hace poco que ha tomado el veneno, entonces se puede usar qualquier vomitivo; y en este ca- so serán preferibles los que obren mas pronto: se pueden administrar los mas acres ó los mas suaves, y sin temer nada su acción violenta, pues el punto primordial es el expeler por una evacuación pronta la materia venenosa contenida en el estómago: qualquiera que sea su es- pecie exige el satisfacer prontamente esta indicación; pero si el vene- no ha obrado, y se le ha dexado producir sus efectos mas ó menos deletéreos sobre el estómago, entonces obliga á reflexionar su natu- raleza y su género de acción para decidir la clase de vomitivo que se ha de emplear. En efecto, si el veneno es corrosivo é inflamante, la irritación é inflamación que produce exigen el que no se manden aquellos remedios que aumenten estos accidentes: entonces no se de- ben emplear los antimoniales ni los mercuriales, porque podían oca- sionar mas daño que provecho; se debe mandar el agua tibia en gran cantidad , y los aceytes Insípidos, irritar las fauces con una pluma ó con el dedo conducido á este sitio &c.: este es el único modo de evacuar una parte del veneno contenido en el estómago, que se de- be establecer quando se trata de personas envenenadas por el arséni- co, por el sublimado corrosivo, por el cardenillo &c. : mas si el veneno es vegetal, del género de los soporosos, narcóticos ó virosos, entonces es preciso, para desalojar el que se halle en las primeras vias en qualquiera época que nos hallemos, que se comience dando un emético bien fuerte, como el tartrite de potasa antimoniado, ó tártaro estibiado ó emético. Los dulcificantes y los incnasantes, como los caldos de ternera ó de aves, los mucilaginosos, las gomas disueltas en agua, los coci- mientos de las raices de malvas, malvavisco, consólida, simiente de li- no, de cebada ó de arroz, las disoluciones del mucilago de los pe- ces, las claras de huevos frescos, la leche, los aceytes, pueden ser muy provechosos en los efectos de los venenos acres y cáus- ticos: efectivamente son estos unos remedios de que se hace un uso universal en estos casos, y así es que no hay ningún Práctico que no haya observado sus buenos efectos; y hay pocos hombres, sin ser los mismos Médicos, que por solo el instinto, por decirlo así, dis- ponen el mandarlos ó tomarlos por sí mismos. Entre tanto estos medicamentos, y sobre todo los aceytes, que en el mayor número de casos son preferibles para suavizar, desprender, humedecer, re- 472 CON laxar y calmar los dolores, la inflamación y todos los resultados de la irritación y de la corrosión algunas veces tienen inconvenientes, que es muy esencial conocer para poder evitarlos. Los remedios indi- cados pueden, quando los venenos se hallan en el estómago, son acres y corrosivos, hallándose en fragmentos ó cristales, envolverlos, re- tenerlos y fixarlos sobre las paredes del estómago, y al mismo tiem- po detener su acción por medio de la dilución permanente: los acey- tes pueden aun embotar las sales cáusticas, y estorbar la disolución por el agna, cuyo efecto seria entonces seguido de un gran da- ño. Navier ha hecho una observación igual sobre el uso de la le- che en los envenenamientos por el arsénico ú oxide de arsénico blan- co. Es preciso saber que no se debe emplear indistintamente el acey- te de olivas ó de almendras dulces en íos casos de envenenarse con las sales metálicas; pues para que surtan buenos efectos es necesario que estas no estén ya contenidas en el sistema general, y que no sean mas que moléculas secas y sólidas existentes en las primeras vias..... En quanto á los calmantes, aunque se pudiera decir que oueden convenir en general para disipar las impresiones dolorosas que nacen de todos los venenos, sin embargo, para que puedan emplearse con provecho y destruir los espasmos ocasionados por las materias pon- zoñosas , es necesario adaptarlos, por decirlo así, á la clase y á los efectos de diferentes venenos. Es muy raro, por exemplo, que en los males de estímulo é irritación ocasionada por los venenos no pue- da ser útil el opio, pues casi jamas se ha mandado con provecho contra la acción de los venenos minerales, acres &c.....Por el con- trario, convienen los antiespasmódicos odoríferos, aromáticos y fra- grantés, de los quales se ha hecho uso con feliz suceso. El éter, las aguas destiladas de las plantas hombelíferas y laviadas son los me- dios mas útiles de esta clase que están mas en uso. Payen, Médico del Hospital general ú Hotel-Dieu de Paris, y Práctico recomenda- ble , hace mucho aprecio del aceyte volátil de anis, que él ha man- dado muchas veces con provecho para destruir los espasmos, los do- lores , los entumecimientos &c. ocasionados por los venenos acres; mas principalmente es para los efectos secundarios de ellos, para los que prescribe este remedio. (Se conoce que Furcroy usaba quando escribió este artículo con timidez el opio, el qual, dado en mayor dosis que la regular, modera sin disputa los dolores causados por los venenos.) Los contravenenos, propiamente dichos, son todas las substan- cias que gozan la propiedad de obrar sobre los venenos, de mudar su naturaleza, y de deshacer el carácter venenoso. Se concibe muy bien que estas substancias no pueden producir este efecto por otro medio que por sus propiedades químicas, y formando con las ma- terias dichas combinaciones, que hagan perder su mucha activi- CON 473 dad, moderando las propiedades acres corrosivas de que están do- tadas. Para distinguir los verdaderos contravenenos, emplearlos con utilidad, y particularmente para evitar una multitud de errores que puedan ser peligrosos, se debe estar bien instruido en la Quími- ca; y en este género de ensayos es en donde esta ciencia puede hacer muy buenos servicios á la Medicina Práctica: nosotros hemos he- cho una descripción de sus grandes ventajas con respecto á la práctica en la palabra análisis; y aun trataremos de dar aquí otros detalles de ello. Esto nos hará advertir muy pronto que el arte de prescribir los contravenenos supone un perfecto conocimiento de la naturale- za y leyes de composición ó de combinación de las substancias ve- nenosas: luego que se conocen las propiedades químicas de los vene- nos, no será difícil el encontrar los agentes que puedan enervar su actividad ; mas por desgracia no hemos adelantado mucho en el co- nocimiento de la naturaleza íntima, y en el de las atracciones quími- cas de todos los cuerpos capaces de envenenar, ni se conocen aun los agentes susceptibles de destruir los efectos y te actividad de todos los venenos. Sin embargo, á pesar de este defecto en los conocimien- tos completos sobre la índole de los venenos, el arte posee muchas substancias reputadas como contravenenos, y la observación clínica ha confirmado la virtud antivenenosa de muchas materias en los en- venenamientos ocasionados por cuerpos de especie desconocida. Re- sulta de estas observaciones generales que los contravenenos propia- mente dichos se pueden dividir en dos órdenes; en el primero se co- locarán los que están indicados después de conocida bien la índole de los venenos, oponiéndose á ella, y nosotros los llamaremos con- travenenos químicos; el segundo comprehenderá los remedios, que obran por propiedades desconocidas sobre los venenos de una clase igualmente ignorada: estos serán distinguidos con la nomenclatura de contravenenos empíricos, porque el solo empirismo es el que los ha demostrado. Los contravenenos químicos son todos los cuerpos, que por las atracciones exactamente determinadas pueden unirse con facilidad á los venenos, destruir su naturaleza y energía sobre la economía ani- mal , los quales se diferencian según los venenos que se intentan des- naturalizar. Si se trata de hombres envenenados por la cal viva 6 los álcalis cáusticos, se pueden administrar con provecho todos los ácidos, por- que se combinan con dichas substancias, y las convierten en sales neutras simplemente amargas y purgantes; pero comunmente se pre- fiere en estos casos los ácidos vegetales como mas suaves, y en par- ticular el acetoso, el ácido tartaroso, el cítrico ó el oxálico. Hemos observado que el tartaroso y el oxálico son los mejores y los que se deben preferir en dichas circunstancias, porque forman con esta base TOMO II. OOQ 474 CON terrea unas sales poro Solubles y muy insípidas, por lo que no se ha de temer ya su acción estimulante sobre un sistema membrano- so tan sensible como este, que dexó irritado la impresión de la cal viva. Por último este envenenamiento es muy raro, aunque el que viene por los álcalis fixos cáusticos, es aun mucho mas. Se observan con demasiada freqiiencia envenenamientos produ- cidos por los minerales concentrados, y principalmente por el ácido nítrico, ó sea el agua fuerte. Para socorrer los que están envenenados por este ácido, el primero y mas útil de todos los recursos, si se lle- ga al momento mismo que se ha tomado el veneno, es mandar uñ ál- cali qualquiera. Si estamos á tiempo todavía de escoger, y hay una botica inmediata, la magnesia desleída en agua es el mejor de todos los alcalinos que se pueden usar; mas en el mayor número de casos no' alcanza el tiempo, y se deben emplear prontos auxilios como substan- cias alcalinas ó terreas, de aquellas que se hallan á las manos; una lexía de las cenizas del hogar es muy útil. Bucquet recomienda el uso del agua de xabon, substancia que se halla fácilmente, y que se tiene á mano en todas las casas; este remedio está plenamente indicado, y es muy útil: se dirá que es acre, mas si se administra en el instante mismo de envenenarse, este acre se vuelve enteramente nada, pues á proporción que esta bebida se recibe en el estómago, el xabon se descompone, el álcali absorve el ácido neutralizado, y el aceyte se separa. Pero se debe tener presente siempre que estos dos primeros contravenenos químicos, y de una naturaleza absolutamente opuesta á los venenos conocidos, no deben ser mandados en el momen- to mismo de envenenarse, sino en el caso de estar bien seguros de la índole del veneno, ó de haber pruebas positivas de que exis- te en las primeras vias. Quando no se encuentran estas dos con- dicionales , quando el veneno ácido no está ya en el estómago, los álcalis no pueden menos de dañar, y es preciso buscar otros reme- dios , como los dulcificantes, los incrasantes, los untuosos, los aceyr tosos &c. Los aceytes no pueden ser tan provechosos en el pri- mer momento, porque ellos forman con el agua fuerte una eferves- cencia dañosísima, y porque ademas constituyen con este ácido un compuesto acre, que es también venenoso; pero si el ácido es neutra- lizado al mismo tiempo por una materia alcalina, entonces,introdu- cido al mismo tiempo el aceyte en el estómago, exerce una acción dulcificante y atemperante muy provechosa, la qual es doble y si- multánea , y la del agua de xabon es remedio muy eficaz y pronta- mente útil en el.caso de envenenamiento por los ácidos. (V. las pa- labras Ácido, Álcalis, xabones, venenos &c.) El oxide de arsénico es uno de los mas terribles venenos, y de los mas freqüentes, á causa de su color blanco, y de su semejanza con otras muchas materias útiles en las artes y en las necesidades de la CON 475 vida; por otra parte se puede mezclar con facilidad en tm gran nú- mero de cuerpos que le ocultan ó envuelven por razón de su blan- cura ó. de su solubilidad en el agua, por lo que los envenenamientos por este agente son muy comunes. Su efecto es tan enérgico que una corta cantidad produce la muerte. Navier ha probado con ex- perimentos exactos y observaciones bien hechas, que el sulfate de potasa ó el hígado de azufre comun, y sobre todo esta substancia unida con el hierro, destruyen toda la acritud de este oxide, por lo que seria bueno que en las casas en que es preciso emplear el oxide de arsénico sublimado ú arsénico blanco para el exercicio de algunas artes, se tenga siempre hígado de azufre marcial sólido preparado y dispuesto para desatarlo en agua, ó para lo que ocurra: se debe conservar en polvos en vasos de vidrio bien secos y tapados; se des- atará una dracma en media azumbre de agua, y se da esta disolu- ción á cucharadas, ó también á medias cucharadas, ó se les manda á los envenenados algunas pildoras de tres á quatro granos, y encima de ellas se les hace beber un cocimiento de cebada ó de simiente de lino. El sulfate de potasa se descompone por el oxide de arsénico formando un sulfureto de arsénico ó un oxide de arsénico sulfurado amarillo, conocido vulgarmente con el nombre de oropimente, su acritud es muy débil en comparación del que tenia este terrible ve- neno. Suele haber costumbre de dexar, después de su primer efec- to venenoso, en las personas que tienen la felicidad de libertarse de los primeros accidentes las impresiones largas, que terminan freqüentemente con la muerte de los enfermos. Las aguas sulfurosas ó cargadas de gas hidrógeno sulfurado, que se pueden preparar arti- ficialmente con mucha prontitud y facilidad, ofrecen un recurso pre- cioso para destruir estos efectos secundarios y funestos, pues esta es- pecie de contravenenos secundaria no debe despreciarse. Los mismos remedios sulfurosos se hallan recomendados por Na- vier para servir de contravenenos al sublimado corrosivo, al carde- nillo ó al plomo, tomados en estado de oxides, ó de sales metálicas; la experiencia confirma su virtud en estos casos, que se presentan en la práctica con freqiiencia, por el abuso que se hace en todas sus formas del muriate oxigenado de mercurio en la curación de las en^ fermedades venéreas, ó sea por el demasiado uso con que se emplean en las cocinas las vasijas de cobre, sea por los fraudes que se come- ten en la venta de los vinos, y la peligrosa imprudencia que se tie- ne á menudo de dexar avinagrar estos licores y conservarlos en va- sijas de plomo. Antes de Navier ya se habian aconsejado los álcalis para la descomposición de las sales metálicas; pero los precipitados que forman estas sales son casi mas temibles que ellas, porque los oxi- des metálicos son casi todos acres y venenosos, y los sulfuretos alca- linos obtienen la preferencia. Es muy fácil de entender que hay otros 476 CON contravenenos químicos, que son bien conocidos por su naturaleza y acción general, por lo que se puede y debe hacer uso de remedios generales indicados por los efectos que ocasionan los venenos sobre los órganos, y propios para disminuir dichos resultados, como los dul- cificantes, los relaxantes, los emolientes, los sudoríficos, ios calman- tes, los cordiales, los antiespasmódicos &c; pero por esto no se han de contar jamas entre los verdaderos contravenenos,y consiguiente- mente se colocan en este orden de remedios la triaca, el mitrídates, el antídoto, las confecciones &c. En quanto á los contravenenos empíricos hemos dicho que era menester señalar con este nómbrelas substancias que están admitidas como propias para desnaturalizar qualquiera veneno sin tener conoci- miento de la índole de estos últimos, y por consiguiente de su ver- dadero modo de obrar. Las preocupaciones, las ciegas credulidades, la ignorancia, el charlatanismo, han multiplicado mucho la clase de estos remedios. Hemos dicho ya que no admitimos en esta clase los amuletos, los bezoares naturales ó facticios, las piedras preciosas, los huesos de algunos animales, los vasos de la serpentaria, la piedra ne- frítica &c. Las observaciones exactas han manifestado que los efec- tos de estos contravenenos empíricos son poco sensibles; sin embar- go el éter es un remedio que se dispone contra los efectos destruc- tores de varios hongos; la triaca contra la impresión deletérea de algunos vegetales, y de otras substancias animales; el vinagre para la acción soporosa del opio, de la cicuta, del beleño, del acóni- to , y del mayor número de los venenos virosos ó narcóticos. Está aun en este orden de remedios, en los que es menester comprehen- der la serpentaria de Virginia y otras varias materias vegetales, de que se sirven con suceso en muchos pueblos contra la mordedura ponzoñosa de los reptiles mas perniciosos. Se afirma que la magne- sia es un remedio muy bueno en los envenenamientos producidos por los venenos de muchos parages de América. Se halla en los Via- jeros un crecido número de contravenenos usados por diferentes pueblos; pero una observación exacta y bien hecha nos falta toda- vía para asegurar sus verdaderas propiedades. (V. la palabra ve- neno.) F. CONTRAYERBA. (Mat. Méd.) Se da este nombre á la raiz de una especie de grama de América, dorstenia contrayerba de Linneo. Esta raiz es aromática y muy semejante á la pimienta, tiene un olor fuerte, y da un aceyte esencial, pero en corta cantidad. Su agua destilada es también aromática, y su principio resinoso es la parte mas activa como tónica y diaforética. La contrayerba es un sudorífico alexiter; como la serpentaria virglniana se administra en la misma manera, en la misma dosis y circunstancias para las calen- turas petequiales &c., combinándola con el alcanfor, la quina y los CON 477 ^^ONTUNSl?íeMeStan ind!cados tambIen en dlchas calenturas. R. . „ CUENTE. (Cir.) * Epíteto con que se designa un instrumento que no punza ni corta, como un palo ó una b?rra, y la herida que produce está acardenalada y magullada, y aun suele haber fractura , y está siempre acompañada de caracteres nada equí- V0C^t™!°tS de un CiruJan<> experimentado *. • CONTUSIÓN. (Cir.) * Solución de continuidad en la carne ó en los huesos, ocasionada por una caida, un golpe, ó una compresión violenta, que perjudican ó dañan la carne sin rotura exterior ni pérdida sensible de substancia, siguiéndose precisamente una efusión de sangre por estar rotos muchos vasos pequeños, de tal modo que se muda el color de la piel aun sin haber pasado la sangre por sus po- ros. Se puede definir la contusión en una especie particular de tumor, acompañado de estancación de sangre producida por la rotura de una infinidad de vasos pequeños á causa de la impresión de un cuerpo re- dondo y obtuso: las contusiones son ó internas ó externas. Se llama interna la contusión quando por algun accidente externo sobreviene una enfermedad interna, como una asma, esputo de sangre &c.; y se llama externa quando no se presentan mas que síntomas externos, como un tumor, lividez &c... Los remedios externos propios paralas contusiones son los linimentos 6 unturas con ungüento de altea, aceyte de almendras dulces, espíritu de vino con alcanfor, fomen- taciones convenientes, y emplastos fortificantes, según que lo re- quieren la naturaleza de la contusión y la parte contundida. En los primeros tiempos de la contusión sin herida se emplean con fruto los repercusivos, las sangrías mas ó menos repetidas según convengan, pues contribuyen maravillosamente á la resolución de la sangre extravasada. Quando es considerable la contusión se precave por medio de la incisión del tumor la tumefacción de la sangre ex- travasada. Si la parte contundida sofocada por la extravasación de la sangre está^ amenazada de gangrena, es preciso hacer muchas escari- ficaciones ó sajaduras, y aplicar remedios espirituosos en los lugares escarificados, cuyo calor se mantiene con pedazos de franela empa- pados en algun cocimiento xabonoso. (V. mortificación.) Las he- ridas contusas no pueden curarse sin supuración, que es mas ó menos abundante según el tamaño de la contusión. Las heridas causadas por las armas de fuego son heridas contusas y no cauterizadas, como cre- yeron algunos antiguos, y aun lo creen algunos modernos *. CONVALECENCIA. (Med.) La época en que se desvane- cen los signos y síntomas de la enfermedad , en que el mal ya no existe, ni la salud se ha restablecido todavía, se llama convalecencia, por lo qual puede decirse que es un estado neutro, que participa de entrambos, y Brown le compara al estado de predisposición que pre- cede á una enfermedad. Merece sin embargo justamente la atencioa 478 CON de los Médicos, que por la experiencia han conocido que aun es ne- cesaria su asistencia, y por consiguiente han establecido algunas re- glas de precaución y régimen; pero estas son tan generales y superfi- ciales que todo el mundo cree poder observarlas é imponerlas por sí; y los mismos Médicos, manifestando cierta indiferencia, han contri- buido no poco á hacer parecer inútiles sus cuidados en aquel estado, y á separarle, digámoslo así, de su dominio. Mas ¿quántas desgra- cias imprevistas han acreditado al Médico inexperto ó demasiado cré- dulo , y al vulgo satisfecho en su propia Ignorancia, que aun no ha- bia cumplido exactamente con su ministerio ? No basta, pues, cono- cer este estado , y el lugar que ocupa entre la enfermedad y la sa- lud: es necesario determinar los signos que le anuncian, y los que le constituyen y distinguen de qualquiera otro estado morboso con el que pueda tener semejanza. Deben tenerse ademas presentes sus di- ferencias en razón de las diversas enfermedades, ó de los distintos temperamentos, y en razón de su duración, sus períodos, las causas que se oponen á él, y los medios que le favorecen. Para conocer bien el fin de una enfermedad es necesario haber conocido su carácter, progresos y duración, la terminación que lees propia, el temperamento del enfermo; esto es, las fuerzas de la na- turaleza , las que ya ha empleado, las que aun le quedan, las excre- ciones que se han presentado, las que se están preparando, las que se necesitan para su terminación, y en fin las señales peculiares de esta. De consiguiente instruidos ya en las operaciones de la naturaleza, é igualmente en los efectos que han producido los remedios adminis- trados durante la enfermedad, podemos establecer el principio de la convalecencia luego que han aparecido las señales de su termina- ción ; calcular sus progresos por los movimientos activos y mas ó menos vigorosos de la naturaleza, y en fin decidir de su perfección por aquellos fenómenos que anuncian ya el estado de salud. Los signos propios de cada uno de estos tres períodos deben de- ducirse, según hemos dicho, del carácter peculiar de la enfermedad, del grado de fuerza, del temperamento individual, del modo y épo- ca de la terminación, del estado de las funciones, de la edad, del sexo y demás circunstancias del paciente. Con arreglo á estas ideas es fácil distinguir la verdadera convale- cencia de la falsa, la larga y difícil de la breve y fácil; y siempre es necesario usar de los remedios que bien indicados curaron la enfer- medad, cesando por grados é insensiblemente en su uso. En general, es indispensable en todas las convalecencias usar de los tónicos, co- mo que siempre en ellas hay un estado de debilidad mas ó menos considerable. Puede verse sobre este asunto la Colección de las obras de Federico Hoffman, la Disertación de Adolfo, Médico de Leipsick, la de Depré, profesor de Exfort, la Disertación de Mr. Valmé, y COP 479 la de Mr. Des-Essar sobre la utilidad de los baños en las convalecen- cias difíciles, insertas ambas en el antiguo diario de Medicina, Cirugía y Farmacia. CONVULSIÓN. (Med) Se da este nombre á la agitación in-* voluntaria de un miembro ó de un músculo, en la qual el alma con- serva su libertad, y el enfermo el conocimiento: esta enfermedad constituye el género trece de la clase quarta de espasmos de la No- sología de Sauvages. (V. espasmos.) La voz convulsión se ha tenido por lo regular como sinónima de espasmo; pero en este artículo se expondrán las diferencias de estas dos voces. COPAL. (Mat. Méd) Según Pisón el nombre copal señala en el lenguage de los americanos todas las especies de resinas y de gomas odoríferas. Se llama impropiamente goma de copal en la Historia na-> tural y en la Medicina, una resina que han confundido con la ani- mada (género de goma olorosa que viene de Indias): es sólida, que- bradiza y transparente, del color y consistencia del succino, y es li- geramente odorífera. La resina copal fué desconocida de los anti- guos; viene de la América, especialmente de la Nueva España. Her- nández describe ocho especies de árboles que la producen, quien comprueba que se ha dado el nombre de copal á muchas especies de resinas. El principal árbol se llama copalli quahuilt, copallifera prima; dice que es un árbol grande, cuyas hojas se asemejan por su magnitud y figura á las del roble, solo que aquellas son mas largas; su fruto es redondo y de color de púrpura: este árbol destila un li- cor blanco, transparente y resinoso, que se seca inmediatamente, y toma la forma de granos, de lágrimas ó de pequeñas masas amari- llas y brillantes; á veces aparecen como hermosas esmeraldas, y por esto alguna vez se ha hecho reputar como succino... La resina copal la emplean los americanos como perfume, y la quemaban en los templos, hasta que se hizo la conquista de aquellos paises. Se ha propuesto el mezclarla con los bálsamos y todas las substancias que sirven comunmente para las fumigaciones. Estos per- fumes están destinados para dar tono y actividad á las fibras y á las vesículas pulmonales, débiles y relaxadas en las afecciones catarrales y pituitosas; pero se sabe en el dia que estos humos acres son mas dañosos que útiles para el pecho , y que un ayre seco y un poco fuer- te aprovechan mucho mas en estas enfermedades que todas las mez- clas de cuerpos extraños en el ayre que respiren los enfermos. Se ha indicado también el uso externo de la resina copal para resolver los humores espesados debaxo de la piel, y para fortificar las partes de- bilitadas; pero este uso está igualmente abandonado al presente. Si la Tesina copal no se usa en las preparaciones de Farmacia, á lo menos esta es una materia mucho masútil á las artes, pues hace la base de. los barnices mas hermosos y brillantes. F. 48o COR COQUELUCHE. (V. tos ferina en la clase de anhela- ciones.) CORACOIDES. (Anat.) Se da este nombre auna apófisis que se eleva en la parte superior y algo anterior de la parte que se llama cuello en la escápula ó espaldilla. Los Anatómicos le han dado el nombre de coracoides, porque suponen que esta apófisis tiene seme- janza con el pico de un cuervo. (V. escápula.) CORAL. (Mat. Méd) El coral es una producción calcárea, que presenta la forma de un ramo muy semejante á la de un vegetal que se va formando por las especies particulares de pólipos descu- biertos en 1723 , pues todos los naturalistas pensaban antes que el coral era una planta ; pero en realidad, según los conocimientos del dia, el coral es una reunión de pólipos de bastante dureza, ma- cizo , enteramente sólido, sin agujero ni porosidades interiormen- te , pero estriado en la superficie, y cubierto de una corteza perfora- da; forma varias ramas como ciertos arbustos, que los Botánicos llaman ramis divaricatis. El coral roxo y el blanco, que se dis- tinguen en las boticas con estos adjetivos, no son de una misma naturaleza; el primero, que es el verdadero coral, y del que hemos hablado , cuya coloración varía mucho desde el color de rosa seca ó de carne hasta el de un roxo encendido, es un zoófito ó animal, planta que Linneo llama isis nobilis, stirpe coralina, aquali, continua, striis obsoletis, obliquis vagis. El coral blanco es al contrario en el sistema de la naturaleza del mismo sabio Botánico, pues le caracteriza de un litofiito del género de las madreporas, que llama madrepora occulta caulescens tubuloso-glabra, Jlexuosa, oblique substriata, ramis alternis stellis immensis bifariis: este coral no ha sido tan recomendado, ni se ha empleado casi; siendo esta diferencia tan notable, que con la palabra coral todos compre- hendemos ó formamos la ¡dea de una substancia encarnada. El coral es un absorvente ó un álcali terroso, análogo ó muy se- mejante á los ojos de cangrejo, á la concha de ostra, á la madre de perlas, á la greda &c.; y así todas estas substancias se dan indistin- tamente en todos los casos que hay ácidos en las primeras vias (V. Ácidos.), y que es necesario administrar absorventes (V. esta pa- labra) terrosos. La preparación del coral se reduce á hacerle polvo en un mortero de hierro, pasarlo por tamiz, molerlo después en una piedra de pintores, y formar trociscos, y estos se llaman coral preparado. La sal que se saca del coral es neutra, y se forma por la unión del ácido del vinagre y el coral. El coral entra en las confecciones de jacintos y alkermes, en los polvos antiespasmódicos de Gutteta, y en otras composiciones farma- céuticas. En el dia pocos Médicos instruidos hacen uso de este reme- dio , aunque se halla bastante recomendado por muchos autores; no COR 4Si sirviéndose de él sino para formar la base de las opiatas que se em- pleen para limpiar la dentadura. Los amuletos de coral se pueden permitir, pues no hay ningún inconveniente en que los cuelguen al cuello de los niños , respecto á que no tienen ningún efecto, como no sea que esta ciega confianza, en tan ridicula credulidad, no estor- be hacer lo que se debe en la dentición quando no se hace como cor- responde , pues entonces exige otros remedios mas útiles. F. CORALINA. (Mat. Méd.) La coralina es un zoófito, que se toma otras veces por una planta, que está reconocida como la habi- tación del pólipo por Peysonel, Linneo y Elis. Está compuesta, ge- neralmente hablando, de articulaciones delgadas y largas, separadas por membranas muy delicadas; ó por mejor decir, está formada por dos pequeñas concreciones calcáreas, triangulares, oblongas ó cilindricas, interrumpidas y atadas las unas con las otras por unos filamentos membranosos en sus terminaciones: estas trabazones flexi- bles están compuestas de pequeños tubos, colocados estrechamen- te y plegados en el agua, Observando con atención las articulacio- nes calcáreas de estas coralinas, se encuentran horadadas de una buena cantidad de poros ó de pequeños agujeros. Quando es nece- sario disolverlas con un ácido débil, aparecen después las extre- midades de los filamentos membranosos interarticulares, dilatados á modo de cortes, juntos los unos con los otros poco mas ó menos como los panales de las abejas, y colocados baxo los poros de la materia calcárea. A estos poros es adonde se insertan los pólipos que construyen esta habitación crotácea y articulada. Cada articulación es, por decirlo así, una madrépora particular, y toda la coralina es una reunión de todas estas especies de pequeñas madreporas por las trabazones membranosas y celulares. La clase que mas se usa en la Me- dicina se llama coralina oficinal por el mayor número de autores; Carolina ofififcinalis mus cus coralloydes squamis loricatus de G. Bauhin, que la considera como planta. Linneo la describe así: Carolina subbipinnata articulis subturbinatis..... La coralina está reconocida y recomendada hace mucho tiempo como vermífuga. Se la coloca también entre los absorventes y astrin- gentes. Antes de prescribirla es necesario que sufra una simple pre- paración : se lava en un poco de agua caliente, á fin de quitarla to- dos los cuerpos extraños, que la alteran y dan un sabor muy malo; después se debe secar al sol ó á la estufa; en seguida se la reduce á polvo fino en una piedra de moler, se humedece este con agua, y se manda baxo la forma de trociscos. Se usa principalmente en los ni- ños este remedio para matar las lombrices, que suelen tener freqüen- temente ; se manda en la dosis de algunos granos, hasta veinte y qua- tro, para los niños de seis ú ocho años; desde esta época hasta los quince ó. veinte años se puede dar media dracma ó dos escrúpulos; tomo ii. ppp 482 COR y á los de esta edad ya se les puede prescribir una dracma ó dos, particularmente quando se quiere que obren como astringente y ab- sorvente. F. coralina de córcega. (Mat. Méd.) Se llama impropiamen- te coralina de Córcega una especie de ova marina ó alga, que se cria con mucha abundancia en el mar sobre las rocas de esta isla, y es un fuerte antiverminoso. CORAZÓN. ( Anat.) Se da este nombre á una de las principa- les visceras, que se halla colocada en medio de la cavidad del pecho; es musculosa y hueca, de cuya acción depende principalmente Ja circulación y la vida. Está encerrada dentro de una bolsa membra- nosa , que se llama pericardio (V. este artículo.), con parte de los grandes vasos que salen de esta entraña, y solo por medio de ellos, está unido el corazón al resto del cuerpo , pues lo demás está flotante, y como nadando en el licor que encierra el pericardio. La fi- gura del corazón , que se ha comparado á la de una pina, se parece mas bien á un cono aplanado por un lado, por lo que se divide en base , punta, dos caras y dos bordes: en la base se hallan las aurícu- las. (V. este artículo.) El corazón está situado en medio de la ca- vidad del pecho, estando como echado transversalmente sobre el dia- fragma , vuelta un poco su base hacia arriba y atrás, y su punta ha- cia adelante y abaxo; pero aunque esta es la situación natural del co- razón , no es constantemente la misma, pues como el diafragma en sus movimientos arrastra consigo esta viscera, sube y baxa, y se diri- ge hacia atrás en los movimientos de la respiración. Quando estamos echados de espaldas se arrima al espinazo, y carga sobre la aorta : si nos inclinamos hacia adelante, se aproxima al esternón ; y si nos echa- mos de lado, su peso se conduce al lado sobre el qual estamos acos- tados. El corazón forma interiormente dos cavidades, que se dividen entre sí por una pared carnosa: á estas dos cavidades llaman los Ana- tómicos ventrículos, que son los que propiamente constituyen el co- razón desde la base hasta el vértice: se dividen en ventrículo dere- cho é izquierdo, ó mas bien en anterior y posterior. Cada ventrí- culo tiene dos grandes aberturas: una venosa ó auricular, por la qual la aurícula se comunica con el ventrículo de su lado; y otra ar- teriosa y que en el ventrículo derecho da paso á la sangre de esta ca- vidad á la arteria pulmonar, y en el izquierdo á la aorta. En los orificios ó aberturas que corresponden á las aurículas se encuentran unas membraniüas firmemente atadas á la circunferencia de estos; regularmente hay tres mayores en el orificio del ventrículo derecho, y mas largas que las demás, y se les da el nombre de tri- cúspides ó triglochinas en griego ; y en el ventrículo izquierdo hay solo dos, que se llaman mitrales. Estas membranas, que se llaman COR 483 válvulas y las quales, aunque flotantes hacia los ventrículos para dar paso a la sangre quando entra en ellos, no se pueden doblar hacia las aurículas , porque están atadas por unos cilindros ó hilitos carno- sos á las paredes de los ventrículos, que solo permiten que tapen los orificios quando estas cavidades están llenas, impidiendo que la san- gre refluya por donde entró. En los orificios que corresponden á la arteria pulmonaria y aorta hay seis válvulas: las tres, que pertene- cen á la arteria aorta, se llaman semilunares, y las que correspon- den á la arteria pulmonaria sigmoideas .Estos dos órdenes de válvulas, que hemos expuesto, esto es, arteriosas y auriculares, se abren dis- tintamente , las de las arículas de afuera adentro, y las de las arte- rias , al contrario , de dentro afuera. Se observa que las fibras carnosas, que componen los ventrícu- los, son como particulares de cada uno de ellos, y la mayor parte tiene una dirección obliqüa circular, y se pueden considerar estos dos ventrículos como dos músculos huecos, y unidos al parecer, concur- riendo uno y otro para formar el septo ó pared que los divide: estas fibras forman igualmente las eminencias carnosas que se hallan den- tro de estas cavidades, y se llaman columnas carnosas ó murales. Las cavidades de los ventrículos, aunque desiguales en capacidad, pues el derecho es de mas extensión que el izquierdo, se extienden hasta la punta del corazón , en donde sus paredes son tan delgadas, que parece se forman solo de la unión de la membrana externa y la interna, que reviste los ventrículos. El corazón está vestido exteriormente de una membrana , que es continuación de la externa de las aurículas: debaxo de ella se halla un texido celular, que contiene bastante gordura, pero con mas abundancia hacia su base. Este texido celular se introduce entre las fibras musculares de esta viscera, y las acompaña hasta sus últimas .divisiones, como sucede en los demás músculos. La membrana que cubre interiormente los ventrículos es también continuación de la in- terna de las aurículas: es muy delicada, y está adherida á la subs- tancia carnosa por un texido celular muy fino. Los vasos propios del corazón son nervios de los plexos cardia- cos : las arterias y las venas son las coronarias, teniendo ademas mu- chos vasos linfáticos, que terminan en el canal torácico. , Todos saben , dice Bonells, que el corazón es el instrumento principal de la circulación de la sangre. A este fin todas las cavidades del corazón tienen dos movimientos alternos, uno de sístole ó cons- tricción y otro de diástole ó dilatación; pero no todas exercen el mismo movimiento á un tiempo, pues quando las aurículas se con- traen s- dilatan los ventrículos; y al contrario, quando estos se con- traen' lis aurículas se dilatan. Los mismos movimientos alternos de contracción y dilatación tienen las venas cavas, pulmonares y las ar- 484 COR terias pulmonar y aorta, con la misma diferencia de tiempos, pues las venas se contraen quando las arterias se dilatan , y viceversa; de donde se sigue que la contracción de las venas cavas y pulmonares es isócrona con la de los ventrículos, y la contracción de las aurículas lo es con la de las arterias pulmonar y aorta. Esto supuesto, es fácil concebir como la sangre que el corazón envia por las arterias á to- das las partes del cuerpo vuelve al corazón por las venas , que es lo que constituye la circulación de la sangre. (V. circulación. ) Las venas cavas, que vuelven la sangre de todas las partes del cuerpo, menos de los pulmones, irritadas en su parte musculosa por el estímulo de la sangre que las llena , se contraen, y vierten la sangre en la aurícula derecha, comprehendido su seno, la que dilatada en- tra por el mismo estímulo en contracción, y expele la sangre al ven- trículo derecho por la abertura venosa; porque la corriente opuesta de la sangre por las venas cavas se opone á que retroceda á ellas. La misma sangre, que llena y dilata el ventrículo derecho, le excita á que se contrayga; y como en este estado las válvulas tricúspides cier- ran la abertura auricular, se halla forzada la sangre á salir por la abertura arteriosa á la arteria pulmonar. Estimulada esta por la san- gre que la dilata , se contrae; y cerrando las válvulas sigmoideas su salida al ventrículo, empuja la sangre por sus ramos y ramificacio- nes á los pulmones, de donde se vuelve por las venas pulmonares á la aurícula izquierda. A la dilatación que la sangre de estas venas ocasiona en esta aurícula se sigue su contracción; y no pudiendo la sangre retroceder á las mismas venas por hallar en ellas una corrien- te opuesta, pasa por la abertura auricular al ventrículo izquierdo. Al mismo tiempo que este ventrículo , dilatado é irritado por la san- gre que ha recibido , se contrae , las válvulas mitrales cierran su sali- da á la aurícula; con que por precisión tiene que verterla por la abertura arteriosa en la aorta. El estímulo de la sangre, que llena y dilata esta arteria hasta sus últimas ramificaciones, la obliga á su tur- no á entrar en contracción; y como entonces las válvulas semiluna- res no permiten que la sangre refluya al ventrículo, la empuja por todos sus ramos hasta las partes mas remotas del cuerpo , de donde por las ramificaciones venosas, continuas con las arteriosas, vuelve á las venas cavas, que otra vez la vierten en el corazón. Pero no se debe entender que todas estas contracciones y dilata- ciones se sucedan una á otra por el orden con que las hemos referi- do, pues todas se executan en dos tiempos sucesivos. En el primero se contraen las venas cavas, pulmonares y los ventrículos, y se di- latan las aurículas y las arterias pulmonar y aorta: en el segundo se contraen estas arterias y las aurículas, y se dilatan las venas cavas y pulmonares y los ventrículos. Como la pulsación del corazón se per- cibe al mismo tiempo que la de las arterias, y estas pulsan quando COR 48$ se dilatan , se sigue de lo dicho que el corazón pulsa quando sus ven- trículos se contraen. De esto han inferido algunos Anatómicos que quando los ventrículos del corazón se contraen, es preciso que se alarguen; porque de otra suerte creen que el vértice del corazón no podría latir contraías costillas, que es lo que constituye la pulsación del corazón. Mas en primer lugar, si á un quadrúpedo ó á un páxaro vivo se le abre el pecho, y se fixa la vista en su corazón, se ve que quando se contrae se acorta, acercándose su vértice á la base; y lo mismo observó Martin Martínez en un niño, que tenia el corazón fuera del pecho, como lo refiere en una Memoria latina, que Haller incluyó en el tomo segundo de su Colección De Disertaciones Anatómi- cas. En segundo lugar, á los que no les satisfacen estos testimonios, debe convencerlos la misma estructura del corazón , mayormente la de los filamentos tendinosos, de las columnas musculosas que van á atarse á las válvulas anulares, que es el argumento con que Basuel probó y evidenció á la Academia de Ciencias en 1731, que supuesto el uso de aquellas válvulas era preciso que los ventrículos del corzon se acortasen quando se contraen; porque si se alargasen como su vér- tice , se apartarla entonces mas de la base, los filamentos tendi- nosos tirarían hacia 'el vértice las válvulas anulares, y por consi- guiente no los permitirían cerrar las aberturas auriculares. Confirmó Basuel este raciocinio, repitiendo el experimento de Lower, que consiste en llenar de agua un corazón después de quitarle las aurícu- las, y comprimir con la mano las paredes de los ventrículos. En este estado se ve que las válvulas anulares se elevan, y cierran las aber- turas venosas, y toda el agua sale por las arterias; pero si al tiempo que con una mano se comprimen los ventrículos, con la otra, por medio de un hilo, se retira el vértice de la base, las válvulas anulares no cierran las aberturas auriculares, y el agua sale igualmente por estas que por las arteriosas. En tercer lugar no es necesario que el co- razón se alargue quando se contrae para que hiera las costillas, por- que al mismo tiempo que los ventrículos se contraen , se dilatan las aurículas, las arterias pulmonares y la aorta: las aurículas, situadas en la base del corazón y apoyadas contra las arterias, no pudiendo extenderse hacia atrás, empujan el corazón adelante , principalmen- te la aurícula izquierda, que está en su parte posterior: las arterias pulmonar y aorta , que salen encorvadas del corazón , al paso que se llenan se enderezan, con lo que impelen también adelante esta visce- ra; así es que estas dos potencias, por la dirección de su impulso combinado, adelantan el corazón, y hacen describirá su vértice un arco de círculo, con que va á dar contra la quinta ó sexta costilla, que es donde se percibe la pulsación del corazón. Hoy dia ya no se disputa á Harveo la gloria del gran descubrí- 486 COR miento de la circulación de la sangre. No hay Físico ni hay Médico, que merezca este nombre, que no la suponga como una verdad de- mostrada: por tanto no gastaremos inútilmente el tiempo en refutar los argumentos frivolos de los que en el siglo pasado se atrevieron á negar este descubrimiento, ó le atribuyeron á otros autores, que apenas tuvieron una obscurísima idea de esta función; la que no ha sido recibida en la Medicina hasta que Harveo la demostró con ra- zones y experimentos propios, que convencieron á todos los sabios. Solo de la pequeña circulación de la sangre por los pulmones no se puede negar el honor del descubrimiento, casi ochenta años antes de Harveo, al Español Miguel Servet, hombre singular, tanto y mas famoso por sus errores que por sus aciertos." CÓRDOBA (Alfonso Ramirez de) (Biog), Doctor en Medici- na , y Cirujano de Cámara. Escribió Teórica y Práctica de Ciru- gía. Madrid 1639, 8.° CORDÓN UMBILICAL. (Anat.) Se da este nombre á un cilindro largo y delgado, formado de vasos, que establece la comu- nicación vital entre el feto y la madre. En el hombre este cordón es mas largo que en ningún otro animal, pues en un feto humano de nueve meses suele tener de diez y seis á veinte y quatro pulgadas de largo; su diámetro escomo de media pulgada; se compone comun- mente de una vena y dos arterias, llamadas también umbilicales, en- cerradas dentro de una membrana elástica, que el corion y el am- nion le suministran: la cavidad que forman estas está rellena de una substancia celular, esponjosa y fibrosa, que contiene en sus celdillas una gelatina coagulable y cristalina, muy semejante al humor del amnion. Esta substancia celular forma dentro del cordón tres divi- siones , en las quales se alojan la vena y arterias umbilicales. Por un extremo este cordón se introduce ó tiene comunicación con la pla- centa (V. este artículo.), unas veces por su parte media, y otras mas arrimado á un lado que á otro: el otro extremo se introduce en aquella abertura, que llamamos ombligo (V. abdominales.), que en el adulto es solo una cicatriz. Para formar una idea mas exacta de esta parte esencial del feto describiremos los vasos que forman el cordón umbilical. La vena umbilical nace de la placenta por innumerables raices, que reuniéndose sucesivamente en ramitos y ramos mayores, com- ponen por último un tronco regular, que desde la placenta al feto no da ningún ramo. Suele formar este tronco en su curso algunas es- piras y dilataciones como varicosas. Esta vena, con los demás vasos, se introduce en el feto por el anillo umbilical, y luego que entra en el vientre se separa de las arterias, y sube encerrada entre las dos ho- jas del ligamento superior del hígado ( V. este artículo.), hasta que llega á dicha entraña, en donde entra y se distribuye; pero luego COR 4S7 que nace el feto, dexa de ser esta vena conducto, que lleve san- gre, pues la porción que queda dentro del vientre, después de cor- tado el cordón umbilical, hecha inútil y comprimida por las partes vecinas, se ciega y convierte en una especie de substancia ligamen- tosa , lo mismo que sucede con los conductos arteriosos. Las dos arterias umbilicales nacen de las iliacas internas del feto, luego suben á lo largo de las partes laterales de la vexiga, á la que dan algunos ramos; y saliendo por el anillo del ombligo, se intro- ducen en la substancia esponjosa del cordón umbilical, dando mas vueltas espirales que la vena , sin producir ramo alguno, comunicán- dose entre sí por un conducto bastante grueso. Luego que estas arte- rias entran en la placenta se dividen en grandes ramos, que á modo de rayos divergentes se distribuyen hacia la circunferencia. (V. pla- centa^ feto.) cordón espermático. (Anat.) Se da este nombre á una es- pecie de manojo de vasos, que van formándose desde cerca del ri- ñon con las arterias y venas espermáticas (V. estos artículos.), los vasos absorventes que vienen del testículo y los nervios que van á él, envueltos todos en bastante texido celular, que los ata entre sí; se va dirigiendo hacia el músculo psoas por detras y fuera del saco del peritoneo,y pegado á su texido celular; después se dirige hasta el anillo del obliqüo externo , le atraviesa , y va á inxerirse en el testí- culo : desde el anillo hasta el testículo el cordón espermático se en- gruesa por agregársele el conducto ó canal deferente. ( V. tes- tículo. ) CORELLA. (Dr. Alfonso López de)(Biog), natural deValla- dolid, por cuya causa fué llamado el Pinciano, mal Poeta y buen Médico. Dio á luz Hippocratis prognosticum. Madrid 1596, 4.0 CORION. (membrana) (Anat.) Se da este nombre á una mem- brana blanca, opaca, bastante consistente, destituida de nervios y de vasos, ó á lo menos no son perceptibles; cubre toda la superficie de su compañera la membrana amnion (V. este artículo), y las dos al feto, dando también una membrana, que cubre parte de la pla- centa , pues al segundo mes de la concepción comienzan á distinguir- se en el huevo estas dos membranas, y en esta época se llena el es- pacio que hay entre el corion y el amnion de una agua cristalina; pero después, como el amnion toma un aumento muy pronto, de aquí es que en los primeros meses de la concepción el espacio que dexan estas membranas, con su agua cristalina, desaparecen entera- mente. Sin embargo algunas veces permanecen hasta el parto, y al agua que se vierte, quando se rompe solamente el corion, llaman li- cor espurio 6 aguas falsas. CORIZA. ( Med.) Es la secreción morbosa de serosidad ó mu- cosidad por las narices sin ozena, las mas veces con pesadez de ca- 4S3 COR beza. Esta enfermedad constituye el Género xxn de la clase nona de fluxos de la Nosología de Sauvages. (V. fluxos.) CORNAQUINOS. (V. el artículo polvos.) CÓRNEA. (Anat.) Se da este nombre á una de las membra- nas del ojo. ( V. este artículo.) CORNEJO (Juan) (Biog.), Doctor de Medicina, cuya profesión exerció en Madrid; y escribió, por los años de 1594, Discurso y Despertador preservativo de corrimientos y enfermedades de ellos. Dos Discursos particulares y preservativos de la gota: modo del oro potable ; virtudes del lentisco. Madrid , en 4.0 COROIDEA. (membrana) (Anat.) Se da este nombre á la se- gunda membrana, que envuelve casi todo el globo del ojo. (V. este artículo.) COROIDES, (plexos) (Anat) Los Anatómicos dan este nom- bre á un texido de vasos sanguíneos, que se hallan en los ventrícu- los laterales del cerebro (V. este artículo.), que Vicq d'Azir los lla- ma plexos de los ventrículos laterales: son dos, uno en cada ven- trículo. CORONAL. (hueso) (Anat.) Este hueso se llama así porque corresponde al sitio donde se ponen las coronas: también se llama frontal porque él solo forma la primera parte de la cara, que he- mos llamado frente. (V. cara. ) Es un hueso Impar, de figura semi- circular , parecido en algun modo á una concha. Se distinguen en él dos caras, una externa y otra interna, y dos bordes, uno superior y otro inferior. En la cara externa, que es convexa, se notan algu- nas desigualdades; pero quatro son las mas notables, que son las frontales, que se hallan sobre las superciliares: estas últimas corres- ponden á las cejas. Debaxo de estas elevaciones se encuentra la esco- tadura y apófisis nasal; á los lados se hallan los arcos, llamados or- bitarios , porque forman el borde superior de la órbita , que termi- nan cada uno en dos apofises, que se llaman también orbitarias y an- gulares : en seguida se observan las fosas, conocidas igualmente con el nombre de orbitarias, las que forman la pared superior de la ór- bita de los ojos, y cada una tiene una pequeña fosita, donde se aco- moda la glándula lagrimal y otras desigualdades, y donde se ata la polea cartilaginosa, hallándose ademas los orificios de algunos agu- jeros y otras desigualdades &c. La cara interna es casi toda cóncava, llena de impresiones, que llaman digitales, y corresponden á las desigualdades del cerebro. En medio de esta cara se ve un canal, que es el principio del longi- tudinal : reuniéndose los dos bordes de este canal en su parte infe- rior, forman la eminencia llamada cresta coronal. En el extremo inferior de esta cresta se halla un agujero, que otras veces es medio, y con otro medio de la apofise cresta de gallo se forma el agujero. COR 489 espinoso 6 ciego, detras del qual se encuentra la escotadura ó semi- luna etmoidal. El borde superior de este hueso es como semicircular; está den- tado en toda su extensión, para articularse con sus compañeros, y formar las suturas laterales. El borde inferior es mas delgado, ha- llándose en él varias desigualdades, y dividido en dos porciones por la escotadura etmoidal. El coronal es muy grueso detras de las apofises orbitarias: no lo es tanto hacia su borde superior; pero es muy delgado en las elevaciones frontales, y mucho mas en las fosas orbitarias. Está compuesto como los demás huesos planos del cráneo de dos tablas de substancia compacta intermediadas de la esponjosa; pero hacia la edad de diez años estas dos tablas huesosas se apartan y dexan dos espacios ó cavidades, que se llaman senos frontales, que están detras de la elevación nasal; estos senos están tapizados interiormen- te de la membrana pituitaria, y sirven de dar mas extensión á las fosas nasales, con quienes tienen comunicación. Este hueso tiene co- nexión con otros doce; se articula por sutura con los parietales; con el esferoides por el borde inferior; con los huesos de la nariz por las apofises y escotadura; con los pómulos por las apofises externas; se une igualmente con-los unguis y el etmoides. El coronal por último contiene los lóbulos anteriores del cerebro, y una porción del seno longitudinal; forma la frente parte de la cavidad del cráneo y fosas nasales orbitarias &c. CORONARIAS, (arterias) (Anat.) Luego que nace la aorta da dos arterias conocidas con el nombre de coronarias, una derecha y otra izquierda, que una y otra se distribuyen en la substancia pro- pia del corazón , dando algunos ramos á las aurículas. CORPULENCIA. (V. polisarcia.) CORRECTIVOS. (Mat. Méd.) Se llaman medicamentos cor- rectivos los que tienen la propiedad de destruir las qualidades daño- sas ó incómodas de las drogas que entran en las composiciones far- macéuticas, sin que disminuyan las virtudes medicinales de estas com- posiciones. Hay muchos medicamentos que tienen unidas algunas qualidades dañosas, como varios purgantes drásticos, la resina del opio &c., que es preciso moderar su acción para que satisfagan de- bidamente las indicaciones con que se prescriben. De esta clase son también los medios que se emplean para quitar el mal sabor de los medicamentos, pues muchas veces este suele excitar vómitos y otras incomodidades. En el artículo receta y arte de recetar expon- dremos las reglas y el modo de emplear los correctivos, porque al tiempo de hacer las fórmulas ó recetas es quando se han de buscar los correctivos mas oportunos. CORROBORANTES. (Mat. Méd.) Los corroborantes, 11a- tomo ii. QQ* 49° COR mados también corroborativos, corroborancia , corroborativa, son los remedios adequados para dar ó aumentar fuerzas, y sostenerlas por mas ó menos tiempo. Aunque muchos autores de Materia Mé- dica hayan pensado que los corroborantes son los mismos remedios que los cordiales , los alexíteres, los alexífármacos y los estimulantes, existen sin embargo entre todas estas especies de remedios diversa acción y energía, que pueden corresponder á diversas indicaciones y enfermedades, y por consiguiente deben los Médicos jóvenes conocer. Los cordiales son aquellas substancias que pueden aumentar y acele- rar los movimientos del corazón y de las arterias, y aumentar pronta- mente las fuerzas; pero su energía es transeúnte: los estimulantes se diferencian de estos en que promueven aun mas rápidamente los mo- vimientos de todos los músculos y de todos los órganos en general; vuelven prontamente la vida, y obran por un vapor tan sutil como enérgico. Los alexíteres ó alexífármacos se oponen particularmente al efecto de los venenos formados dentro de nosotros ó venidos de afuera; se dirigen comunmente hacia la piel. Los corroborantes for- tifican nuestros órganos, pero es mediante una acción pronta é ins- tantánea como la de los estimulantes y cardiacos; aumentan en ge- neral la energía de todas las funciones del cuerpo humano, pero no las de un órgano particular. También Spielmann los considera de otro modo, ó de una manera mas universal que todos los demás autores; la clase de los remedios corroborantes hace casi la mitad de su Ma- teria Médica. Los alimentos, dice este autor, conservan la fuerza natural del cuerpo humano; pero si se halla disminuida por las en- fermedades , es indispensable entonces restablecerla con los corrobo- rantes : esta diminución puede venir ó por un vicio de los fluidos, que se remediará por medios quirúrgicos, ó por otros remedios, que se tratarán en otro lugar; ó bien puede reconocer por causa un trastor- no de los sólidos: como estos pierden su vigor, sea por falta de con- sistencia , sea por debilidad de las propiedades que los animan , esto es, la irritabilidad y sensibilidad, se deben contar quatro modos di- versos de considerar la acción de los corroborantes: i.° quando obran disminuyendo la proporción de gluten de nuestros sólidos: 2.° au- mentando la de tierra ó las partes firmes: 3.0 vivificando ó excitan- do la irritabilidad: 4.0 levantando la fuerza nerviosa. Los amargos y los astringentes satisfacen los dos primeros efectos; las resinas y los aromáticos producen el tercero; y el quarto se llena siempre con los odoríferos y fragrantés. Los autores, continúa Spielmann, han dado diferentes nombresá los corroborantes, según los diversos resultados que ocasionan. Se les llama de las visceras ó viscerales quando fortifican las entrañas, y tónicos, desde que á la fuerza necesaria en las visceras han llamado tono; estos se distinguen en cefálicos, cordiales, estomacales, uteri- COR 49i nos &c., según las entrañas sobre que parece obran mas particular- mente; ó bien en carminantes, afrodisiacos, emenagogos y nervinos, según la acción mas notable que ocasionan. Los corroborantes están indicados en todos los casos en que se disminuyen las fuerzas natu- rales ; entre tanto es indispensable tener mucho cuidado en que su uso no venga á incurrir en un abuso. Las indicaciones que piden es- tos medicamentos deben hacerse con una atención escrupulosa, y se procurará que en nada estén sujetas á error. Es necesario que el Mé- dico joven reflexione con mucho cuidado si la debilidad depende mas bien de fatiga ú opresión que de verdadero abatimiento; si un efec- to debilitante no se hace muy sensible á los enfermos, y si muda de lugar á menudo, ó si no aumenta sus fuerzas, ó al menos no las dis- minuye como debería suceder. En una palabra, los Médicos jóve- nes deben vivir prevenidos que muchas veces se presentan tan mul- tiplicadas las indicaciones á la cabecera de los enfermos, que no se debe decidir á primera vista, pues se necesita mucho cuidado y aten- ción para emplear los corroborantes. No hay necesidad de ofrecer aquí una lista de estos remedios; pues seria muy larga si se quisiera presentar toda entera, y mucho mas sucinta si se intentase formar como una clasificación particular de medicamentos. Se podrá tener esta lista en reuniendo la de los cardiacos, cefálicos, alexíteres y alexífármacos, tónicos, estimulantes y otros. (V. estos artículos.) ¥. CORROSIVOS. (Mat. Méd.) Todas las substancias acres ca- paces de consumir ó corroer nuestros órganos tienen el nombre de corrosivas. Esto no consiste precisamente en excitar una acción fuer- te, una inflamación violenta, una acumulación considerable de hu- mores sobre la parte á que se aplican, ni tampoco en producir una degeneración gangrenosa, que es siempre consiguiente á la aplicación de los corrosivos, pues lo mas freqüente es destruir químicamente el texido de nuestros órganos, disolviendo las substancias, que los cons- tituyen tales, y formando con ellas un verdadero compuesto dife- rente del que obtenía la substancia animal, habiendo perdido toda la propiedad vital; de este modo exercen su acción corrosiva. Así, pues, son los álcalis cáusticos, los ácidos minerales concentrados, las sales neutras, metálicas, y todas las materias minerales acres, por lo que se pueden establecer dos clases de corrosivos: la primera com- prehenderá los Químicos, que son los que acabamos de nombrar, y que se han tratado en los artículos cateréticos y cáusticos: la segunda comprehende los corrosivos inflamantes, que sin formar pron- tamente una combinación química con nuestros órganos, excitan una acción viva y enérgica, una inflamación violenta, que distendiendo mucho los vasos, ocasionan la extravasación de los líquidos, y la rá- pida desorganización del texido animal, su mortificación ó gangrena. 492 COi*. Todos los minerales, que no gozan de mucha actividad para obrar como cáusticos, pero que son acres, se pueden colocar en esta se- gunda clase, en la que se Incluirán también todos los vegetales fuer- tes , como son la clemárida ó enredadera, la anemona, el laurel- guindo, la mostaza, los ranúnculos, los euforbios, los titimálos, el toibisco, la sabina, la goma guta, la goma resina, llamada eufor- bio &c El mayor número de estas plantas está incluido por los autores de Materia Médica en diferentes clases de medicamentos, como en los eméticos violentos, los porgantes drásticos, los esternutatorios, los detersivos; pero estos son unos verdaderos venenos inflamantes, de los que no se debe permitir su administración interior; y de la mis- ma manera si alguna vez se mandan exteriormente , debe ser con una gran circunspección. Luego que un principio vegetal mas acre que los xugos de las materias precedentes, y que no se conoce bien su naturaleza, se introduce en nuestros órganos, empieza á obrar sobre los nervios, los estimula, reanima é irrita de suerte que sobreviene un violento espasmo; el movimiento tónico se vuelve al instante di- verso; los vasos en donde la sangre se acumula con abundancia se comprimen, y con la continuación sufren un gran número de com- presiones ; la sangre encuentra un paso muy libre; la circulación £e afloxa, y para en la parte misma ó en donde ha obrado; y la mor- tificación gangrenosa se presenta en seguida, como también una pu- trefacción pronta, que sobreviene á los humores estancados y esti- mulados del modo dicho, último término de toda esta escena. La gangrena se verifica igualmente por la aplicación de muchos mine- rales en nuestros órganos, y por desgracia el efecto de los venenos de este rey no es demasiado conocido; pero se debe advertir que la gangrena producida por la acción de los minerales es seca, entre tanto que la que es ocasionada por los vegetales acres es húmeda. Se emplean los corrosivos regularmente para quitar la vida en algunas partes, para hacer una fundición, para destruir carnosida- des, abrir fuentes, desviar espasmos y humores, fundir ciertos tu- mores indolentes &c. Como estos son unos verdaderos venenos, es necesario en quanto á la Medicina añadir á su historia el conocimien- to de los medios capaces de precaver ó moderar sus perniciosos efectos. Los mucilaginosos, los aceytes, los dulcificantes, las emul- siones y la leche forman la base de estos medios. Los ácidos vege- tales son freqüentemente también los únicos antídotos de estos ve- nenos. F. CORTÉS. (Pedro) (Biog) Médico de Cámara del Excelentí- simo Señor Don Juan Alfonso Henriquez de Cabrera, Virey de Si- cilia, á quien acompañó, y allí escribió De dietas decretoriis trac- tatus. COR 493 Cortes. ( Juan) ( Biog.) Escribió Apología por la Medicina. Madrid 1638. CORTEZAS. (Mat. Méd.) Aunque el examen de la parte de los vegetales, que llamamos cortezas, parece pertenecer exclusiva- mente á la Botánica ó á la Física vegetal, sin embargo hay razones poderosas para incluir en general las cortezas en la Materia Médica. Efectivamente, si las cortezas de los vegetales se asemejan, general- mente hablando, en su texido, como que ellas son análogas en sus usos en el reyno vegetal, deben también guardar una gran semejan- za en su naturaleza íntima, y aproximarse hasta un cierto punto en sus propiedades medicinales. Insistiendo en estos dos últimos puntos, serán sin duda los únicos que deben ocuparnos con relación á la Ma- teria Médica; pues reconocemos desde luego que todas las cortezas contienen mas ó menos parte de extracto, resina , mucilago seco, y parte colorante extractiva; todas estas materias inmediatas de los vegetales, estos productos de una vegetación adelantada están uni- dos á una cantidad bastante considerable de substancia leñosa; se sa- be también que la parte interna de la corteza, que toca á las hojas del árbol, está cargada de un xugo gomoso mas ó menos extractivo, resinoso, y mezclado de fécula fuerte. Esta« materias, esta compo- sición íntima, análoga en todas las cortezas, anuncian una analogía, una relación existente en las propiedades medicinales; si se comparan estas propiedades en todas las cortezas que conocemos, se ve que se encuentra en ellas, si no una analogía perfecta, á lo menos relacio- nes decididas; y así la mayor parte de cortezas medianas ú hojas de la corteza situadas debaxo de la epidermis en los árboles y en los arbustos, son purgantes, eméticas, hidragogas , y freqüentemente drásticas, como el saúco, las laureolas &c. La parte leñosa ó dura es mas órnenos estomacal, astringente, antiperiódica, febrífuga co- mo la del roble, del álamo, del sauce, y la cinchona ó quina. Guardan realmente relaciones entre su estructura el texido interior, la naturaleza química y las propiedades medicinales de las cortezas; pero el conocimiento de estas relaciones, que los Botánicos han ad- vertido ya, es aun muy incompleto, y es lo que hace que conside- rando las cortezas con relación á sus propiedades medicinales, los au- tores de Materia Médica las han dividido en muchas clases en razón de su influxo sobre la economía animal. Las distinguen principalmen- te en tres clases: 1.a las cortezas amargas y astringentes, entre las quales se enumeran la quina , la cascarilla, la simaruba, la casia amar- ga y la codaga pala: 2.a las cortezas acres purgantes, drásticas, y al mismo tiempo vesicantes, como el sauce, yezgo, torbisco &c.¡ 3.a las cortezas aromáticas, calefacientes, estimulantes, cordiales, como la canela ordinaria, la canela de clavo, la casia lígnea, ó la canela pegajosa, Ja corteza de Winter &c. F. 494 COR Cortezas indígenas. [Se sabe que la corteza de los árboles es la parte del vegetal que recibe exteriormente la primera influen- cia del ayre, y que se compone de tres capas diversas entre sí, á sa- ber: la epidermis, la corteza del medio, y la hoja. La epidermis es el tegumento mas externo, es una membrana muy fina, siempre trans- parente , comunmente sin color, elástica y un poco porosa. La cor- teza del medio , que se encuentra entre la epidermis y la hoja, se com- pone de fibras leñosas longitudinales, de vasos apropiados, y de te- xido celular. Lo que se llama aquí fibras leñosas longitudinales son unos vasitos huecos, de los quales trasuda un xugo: son simples, se unen los unos con los otros sin anastomosis. Los vasos apropiados son unos tubos longitudinales, derechos, pegados entre las fibras saviosas, que se hallan llenos de un xugo propio, que se puede mirar como la sangre de la planta, como lo es la leche en las higueras, y el titíma- lo ; la resina en los pinos y en los pistachos; la goma en los azufayfos; el azúcar en la caña; el mucilago en las malvas, y así de otras. El texido celular se compone de vexiguillas unidas de extremo á extre- mo sin comunicación sensible, colocado entre las mallas de las fibras saviosas. Es fácil el concebir después de estas consideraciones generales so- bre la corteza de los vegetales cómo pueden poseer las virtudes que se les ha atribuido en la Medicina, pues que participan tan inmedia- tamente de la virtud particular de los xugos que encierran, y que reúnen los vasos que sirven de transmitir estos xugos, ó también de elaborarlos. Parece que la corteza de los árboles es la parte en don- de el zumo y los principios vegetales abundan ventajosamente. Sin embargo, hasta el presente se han usado muy poco en la Medicina, porque solo se cuenta la quina, la canela, la corteza de Winter, la casia lígnea, la corteza del guayaco, la de la simaruba y la cascari- lla. Como todas estas cortezas son exóticas, y no se pueden citar mas que algunos ensayos hechos con el fin de introducirlas en la Me- dicina en lugar de algunas otras cortezas indígenas, así es que se ha procurado substituir á la quina la corteza del maronnier de la India ( Hippocastanus vulgaris. Lin.), y hay muchos exemplares de ha- berse curado calenturas intermitentes con la corteza de este árbol. Se ha intentado también con los mismos sucesos el uso de la corteza de tres clases de sauces, (salix alba , salix fragilis, salix trian- dria. Lin.) La corteza de estas tres especies de sauces es mas ó me- nos astringente y amarga, y contiene algun bálsamo. Se ha preconi- zado su eficacia en Francia, en Inglaterra y en Alemania para las ca- lenturas intermitentes y la gangrena. ; Quántas cortezas indígenas se podrían usar, y llegar quizá á reemplazar las que son exóticas, y que dan lugar á un excesivo precio? Tal es, pues, el poder rutinario so- bre el arte de curar, que el mayor número de los que le exercen no COS 49 £ andan jamas sino por el camino abierto, y que los ensayos que pro- meten ios sucesos mas decididos, se abandonan siguiendo siempre la rutina que no cuesta trabajo. * Sin embargo, si se reflexiona sobre lo que la historia natural nos ensena, y el carácter particular de las cortezas vegetales, observare- mos que están regularmente dotadas de grandes virtudes. Se sabe quántas partes aromáticas residen en la corteza del canelero, qué fe- liz combinación de principios posee la quina, que la corteza del pino cortada nos da la pez y la brea, el abeto, la tea, el cedro, el ci- prés, el terebintino, el lentisco &c. nos dan la trementina, la almá- ciga en lágrimas, el incienso y la grasiila; otras nos dan el benjuí, el estoraque, el bálsamo de Judea, el de Copayva, y todas las di- ferentes resinas de las que se componen los barnices, los perfumes y los remedios. ¿No se obtiene, pues, la goma arábiga por los mismos procedimientos, y no vemos á nuestros guindos y ciruelos trasudar al través de su corteza una materia gomosa, que, por decirlo así, tiene las mismas qualidades que la goma arábiga, de la que se hace un comercio tan considerable? Según Crantz, la goma de nuestros guindos y ciruelos tiene las mismas virtudes que la que nos viene de África; y un Médico flamenco nos ha asegurado que empleaba siem- pre aquella en los casos de diarrea , disenteria, gonorrea &c., y que jamas ha podido distinguir diferencia alguna entre ella y la goma arábiga. Yo he insistido sobre estas descripciones para hacer ver quanto nos ofrece aun de nuevo la Materia Médica; para hacer en- sayos con relación á las cortezas de muchos árboles indígenos, pues que en estas partes de los vegetales por donde circulan los xuoos particulares que las caracterizan , deben por conseqüencia poseer una gran variedad de virtudes medicinales, pudiendo enriquecer mas la Medicina con simples remedios, que con los progresos que ha hecho la Química, la Botánica y la Historia natural. Se deben pros- cribir las fórmulas complicadas, que son celebradas solo por la ¡ig- norancia ó el charlatanismo, y que deben entregarse enteramente al olvido en favor de una Materia Médica mas conforme á la ilustración de este siglo.] COSAS PRETERNATURALES, (Patología.) Algunos Patologístas entienden por cosas preternaturales tes que son contrarias á la naturaleza del hombre, y que obran para destruir- le, contando por lo general tres-, la enfermedad, la causa de ella, y los síntomas. Se llaman así en oposición á las cosas na- turales , que son las que entran en la composición del cuerpo hu- mano, diferenciándose de estas y de las no naturales. (V. este ar- tículo. ) COSAS NO NATURALES. ( Hig) Se han llamado malamen- te no naturales las cosas que son propiamente el objeto de la Hi- 496 COS giene, y por conseqüencia son muy naturales, esto lo haremos ver en el artículo higiene. COSMÉTICOS. (Mat. Méd) Se llaman cosméticos todas las substancias que pueden hermosear la tez ó el cutis de la cara. El afeyte mas hermoso, mas vivo y mas agradable es aquel de que se ha servido la naturaleza para colorear la tez de las gentes sanas: no se conocía otro en la primera edad del mundo: ¡ felices siglos en que el luxo aun no habia corrompido las costumbres! Las mugeres, que únicamente deseaban agradar en el estrecho círculo de su familia, no consultaban sus atractivos sino en las aguas cristalinas; así es que la frescura se envejecía en sus mexillas, y en su edad decrépita eran lo que son nuestras petimetras á los veinte años. Es preciso que la moda ó la frivolidad tenga mucho imperio sobre nuestras damas, para que voluntariamente se expongan á tener la cara marchita y arrugada en la flor de su edad, pues el colorete, que continuamente se están poniendo, destruye poco á poco el co- lorido , arruga la tez, y las precipita en la misma vejez. Las mugeres debieran evitar los afeytes, pues el interés de su hermosura está muy comprometido en esta especie de furor que tienen todas de querer parecer lo que no son. El afeyte mas natural es el agua siempre que las señoras quieren conservar su hermosura; y cedan enhorabuena á otra clase de muge- res el insensato privilegio de afeytarse, y no se valgan del arte sino para suavizar el cutis, haciéndolo mas flexible y no mas encarnado. Sin embargo, expondremos únicamente algunas fórmulas, que sirvan solamente de suavizar la cutis y tener limpia la tez. Agua cosmética. Tómese agua de paciencia quatro onzas, zumo de limón dos onzas, vinagre de Saturno una dracma: hágase cocer, v úsese esta mezcla inmediatamente que esté hecha. Este tópico es bueno para quitar los barros y granos. Pomada cosmética. Tómese una onza de pomada de jazmín, dos dracmas de albayalde lavado , esperma de ballena media dracma: mézclese y hágase de ello una pomada con el mucilago de semillas de psillium. Loción cosmética. Tómense tres quartillos de agua de rosas de Damasco, un quartillo de aceyte comun, y media onza de aceyte de tártaro por deliquio: mézclese bien este último con el aceyte comun en un mortero de mármol ó de vidrio, y vayase añadiendo el agua poco á poco. Loción cosmética, llamada* leche virginal. Tómese quatro onzas de benjuí pulverizado, una onza de estoraque , media onza de bálsamo del Perú, y una azumbre de espíritu de vino rectificado: pónganse estos ingredientes en un recipiente, tapando el cuello con otro recipiente puesto boca abaxo después de haber embarrado COS 497 bien las junturas póngase en un baño de arena, y déxese allí por tres, o quatro dias, meneándolo de quando en quando. De la solución de estos ingredientes en el espíritu de vino se formará una tintura, que se debe verter por inclinación quando esté fria: se pondrá cosa de media cucharada de esta tintura en un quartillo de agua, y toma- ra el color de leche, que es por lo que se llama leche virginal. Otra preparación cosmética. Tómense raices tiernas de yaro y de brionia, de cada cosa tres onzas, semillas de alhoba pulveri- zadas una dracma , alcanfor media dracma: macháquense todas estas substancias, y mézclense con tres onzas de aceyte de tártaro por deliquio; después de haber exprimido esta mezcla, se mojarán unos Eañitos en el líquido que quede, y se aplicarán inmediatamente so- re el cutis con otros paños igualmente embebidos. También se podrá hacer fácilmente y á poca costa otra agua cos- mética para la tez. Tómese una onza de azufre vivo pulverizado, y dos onzas de xabon negro: cuezase uno y otro en una muñeca de lienzo, que por nueve dias se mojará en vinagre; con este vinagre se lavarán las partes que necesiten afeyte. Dictionaire Universel et Raisonné. COSTA. (Nuñez de) (Biog.) Portugués, Doctor en Medicina: publicó la obra De quadruplici hominis ortu, et de re medica. Padua 1594, en 4.0 COSTILLAS. (Anat.) Se da este nombre á unos arcos, parte óseos y parte ternillosos, situados obliqüamente á los lados, y un poco anterior y posterior del pecho, formando la mayor parte de esta cavidad. Son por lo regular veinte y quatro, doce en cada lado; pero no es raro hallarse mas ó menos, pues se han visto trece en ca- da lado, y también solo once. De las doce costillas que por lo co- mun hay en cada lado, las siete primeras rematan anteriormente en el esternón con quien se articulan, y se llaman verdaderas: las cin- co últimas no terminan en dicho hueso , por lo que se les ha dado el nombre de falsas; todas ellas se articulan por atrás con las vertebras. (V. este artículo.) COSTRA LÁCTEA ó DE LECHE. (Med)i.[Se llama esta en- fermedad en latin custra láctea: que es una especie de erupción que se forma en las mexillas y en otras partes de la cara; en el momento en que empieza á salir esta erupción , se ven nacer unas pústulas largas ó puntiagudas llenas de un humor claro y glutinoso : quando se van á abrir sueltan un humor tenaz, que ataca á la piel, y que toma un color de un roxo baxo. La trasudación se establece por medio de grietas; la costra adquiere mas dureza: así es que la piel y las partes vecinas se entumecen, las glándulas yugulares se infartan, pero rara vez se verifica en las parótidas: las costras se adelantan á las orejas, á la quixada, y alguna vez á la frente, y jamas álos labios. Se ve se- tomo 11. RRR 498 COS carse las de la cara para reproducirse en seguida sobre el cuello , pe- cho, vientre, nalgas, y aun también las extremidades, siguiéndose algunas veces oftalmías. Esta afección cutánea la padecen con mas freqiiencia los niños que maman que los que ya están destetados; es muy comun que se verifique antes de la dentición. Parece que la causa de esta enfermedad puede ser un humor acre, que se dirige hacia la cara, sin que se pueda decir por esto que sea hereditario ni contagioso; probándose de una manera incontrastable, sabiéndose que á muchos niños se les ha visto dormir en la misma cama de otro en- fermo , y no se han contagiado, viéndose también madres que tienen varios hijos, y sin embargo de estar juntos, no todos padecen la cos- tra láctea. Hablando en general, esta enfermedad es mas incómoda que pe- ligrosa; pero hay ocasiones en que el prurito es tan acre, que los ni- ños no dexan de llorar; y es tal la comezón, que rascándose se lle- nan la cara de sangre, viene el desvelo, y están sujetos á padecer constipaciones &c. La crisis de esta enfermedad se verifica ordina- riamente por orinas, las que en dicha época adquieren un olor fetidí- simo é insoportable. Si después de haberse caido las costras la piel de la cara queda blanca ó suave, no hay motivo de rezelar que des- pués sobrevendrá de nuevo. El método curativo debe consistir en limpiar las primeras vias, y destruir el principio del acre existente. Se recomienda en esta ocasión el cocimiento de violetas mezclado con partes iguales de leche. Se debe evitar el uso de todos los medi- camentos externos, particularmente aquellas composiciones que con- tienen cuerpos crasos, y las preparaciones de cal y plomo; se pue- den usar las lociones resolutivas: si la comezón es muy considera- ble, se calmará muy bien cubriendo las pústulas con nata de leche reciente; por último se atenderá al régimen de vida de la nodriza, y se la sujetará al mismo método que se prescribe á la criatura."] COSTUMBRES. (Hig) Se da el nombre de costumbres á la observación de las reglas de la moral, cuyo hábito constituye lo que llamamos virtud, que es la recta observancia ó hábito de las buenas costumbres; sin estas no puede haber buen esposo, buen padre ni buen ciudadano. En el pais, que por desgracia no haya ni luces ni Costumbres, no se conocerá la moral, ó á lo menos será disforme y peligrosa. Para inclinar á los jóvenes á las buenas costumbres es necesario que los padres bien intencionades, y con la competente instrucción para conducir á sus hijos, lo hagan, asegurándoles por este medio su felicidad, manifestándoles en primer lugar su sincera amistad; y en caso de necesitar el castigo que sea dirigido á quebrantar ó cortar al- guna inclinación, ó privarle de alguna necesidad que no sea muy ur- gente, los golpes y otros castigos violentos é indecentes, como los CRA 499 azotes &c., ademas de reprobarlos la moral y las reglas de buena educación, lo hace también la Medicina, particularmente los prime- ros , pues la acción violenta de qualquier cuerpo, principalmente en la cabeza, suele trastornar la tierna masa celebral y otros órganos que aun no han adquirido la debida consistencia y solidez; y así es que este abuso ha producido muchas veces la imbecilidad y otras enfermeda- des de la razón (V. vesanias.), y no pocas veces otros vicios orgá- nicos en distintas partes del cuerpo. Para evitar estos males los pa- dres se conducirán del modo indicado en los castigos, y si son acree- dores al premio les suministrarán diversiones útiles y agradables, pre- sentándoles exemplos de rectitud, prudencia, docilidad, política y atención, haciendo que la vida privada sea una lección continua para la vida pública. Las acciones buenas ó malas de los hombres forman por conse- qüencia la medida de sus costumbres; sabemos que estas son suscep- tibles de poderse reglar y dirigirse según el clima, la religión , las leyes, las luces y educación de los hombres de los diversos pueblos. En todo pais en donde las costumbres están bien cimentadas, la in- temperancia, la ociosidad, el libertinage &c., excitarán el desprecio; las instituciones morales contribuirán á que se perfeccionen los cuer- pos físicos; y por una saludable reacción, se verá que los órganos bien constituidos y sanos producirán hombres ilustrados, virtuosos y útiles á la sociedad. (V. moral.) La Medicina interviene freqüentemente en las costumbres de los pueblos, inspirando las reglas saludables de Higiene (V. esta pa- labra) al Legislador; ilustra al Magistrado (V. el artículo amor^ otros varios de Medicina legal); previene al padre de familias y á los esposos á cada paso con consejos de la Medicina física y mo- ral en obsequio de las buenas costumbres, las quales deben adornar al Médico en un grado superior, porque suele ser el depositario de los secretos y de las miserias humanas; teniendo muchas ocasiones de inspirar á los extraviados, ademas de consejos médicos, ideas virtuo- sas, evitando por este medio muchos crímenes, y otros males. COSTUMBRE. (V. hábito.) CRAMPO ó CALAMBRE. (Med) Se da este nombre á la ri- gidez repentina, pasagera y dolorosa en qualquiera músculo. Esta en- fermedad constituye el género quinto de la clase de espasmos de la Nosología de Sauvages. (V. espasmos.) CRÁNEO. (Anat.) Se da este nombre á una caxa com- puesta de ocho huesos, que son el coronal, el occipital, los dos pa- rietales , los dos temporales, el esfenoides y el etmoides. (V. todos estos artículos) Ademas de estos ocho huesos suele haber otros su- pernumerarios llamados Wormianos) Cráneo humano. (Mat. Méd.) Tenemos bastantes ocasiones $00 CRE de hacer ver que la credulidad, la ignorancia, las preocupaciones y la charlatanería han puesto en uso varias substancias como medica- mentos , buscando por lo regular las cosas mas inertes en lugar de re- medios activos que pudiesen curar los grandes males á que suelen aplicarse las substancias sin acción conocida. En este orden se pueden colocar las opiniones que hay sobre las propiedades del cráneo huma- no como contentivo del asiento del alma, y el órgano que constituye el lugar de donde se desprenden los espíritus animales: se dice que está impregnado de los espíritus, y consiguientemente es capaz de producir una notable acción en la economía animal, de expeler fuera los miasmas contagiosos, de destruir la misma impresión mortífera, y^la naturaleza de los virus mas acres; en una palabra, de ser ale- xiter , alexífármaco &c.: se atribuye la misma virtud, pero en un grado superior á la sal volátil que se saca por destilación de este hue- so. Trataremos esto con mas extensión en el artículo del hombre. (V. esta palabra.) F. CRECIMIENTO. Es lo mismo que exacerbación. (V. el ar- tículo CALENTURA.) CREMAS (Hig) [Entre las especies de alimentos delicados se deben colocar la crema sirviéndose freqüentemente de esta com- posición en las mesas como de entremés. El arte de cocina ha hallado medio de multiplicar al infinito las cremas. No describiremos aquí sino las mas simples, y que deban recomendarse á causa de su bon- dad , y de lo bien conocida que es su salubridad, sea para las personas sanas, ó para las convalecientes. Crema de pan. Se hace la crema de pan tomando quatro onzas de pan blanco, al que se le quita la miga y se le hace cocer por es- pacio de una hora en dos libras de agua: se tritura entre tanto el pan con una espátula, ó en un mortero de mármol blanco; en seguida se vuelve á hacerle cocer hasta que adquiera la consistencia de crema, y se le añade media onza de azúcar, una dracma de agua de flor de naranja doble ó de canela. Esta crema es muy agradable al paladar, y muy buena para las enfermedades que provienen enteramente de inapetencia. No hay inconveniente en tomar grandes porciones de ella; no está indicada casi jamas en las inflamaciones, ni en las calen- turas un poco activas, en las quales suelen corromperse en las primeras vías: está indicado su uso en las enfermedades agudas, ó en aquellas en que hay necesidad de sostener las fuerzas á causa de la exce- siva debilidad, en las que se deben desterrar totalmente los caldos muy crasos. Crema de arroz. La crema de arroz se forma tomando dos cucharadas de arroz lavado, y treinta almendras dulces quitada su película: se machaca el arroz y las almendras en un mortero con agua comun; se reduce á pasta, y se hace cocer todo en suficiente CRE cqi cantidad de agua por el tiempo de dos horas, y se le añade el azú- car y el agua de canela. Crema de cebada ó avena. Se limpian y estregan estos gra- nos ; se les pone á hervir en la correspondiente cantidad de agua; se separa este primer líquido; se les vuelve á hacer cocer en seguida por el tiempo de cinco á seis horas en la misma porción de agua, le- che o caldo; se la hace pasar por un cedazo exprimiéndolos fuerte- mente; y después de colado se le añade un poco de azúcar, algunas cascaras de hmon ó de canela; y por último se vuelven á cocer de nuevo hasta que tome la consistencia de crema. Quando se desea hacerla mas alimenticia, se separan tres ó quatro cucharadas de ella, en las que se diluyen dos ó tres yemas de huevo; se ponen sobre el luego con lo restante; se dexa aun hervir un poco de tiempo; pero regularmente no se añade esto sino quando las cremas se hacen en agua: para esto es menester tener cuidado de menear á menudo la crema, porque se pega fácilmente á la vasija en que se pone á cocer. Se emplean alguna vez baxo las mismas ideas las harinas de estos gra- nos , y sobre todo la fécula de la manzana; entonces es necesario te- ner mucho cuidado en que estén bien dilatadas, y que no formen grumos. Para las cremas mas delicadas destinadas á ponerse entre los alimentos, y que se forman con arte en las cocinas, no es de nuestra inspección el conocerlas; y solo decimos que ellas son muy gratas al paladar; hacen las delicias de las mesas suntuosas, y convienen ge- neralmente á todo el mundo.] CREMASTER ó SUSPENDEDOR. (músculo) (Anat) Se da este nombre á una serie de fibras musculares que forman como una membrana, por lo que se llama también túnica eritroides, que es una de la de los testítulos (V. este artículo); haciendo también el oficio de músculo suspendedor, porque tiene suspendidos dichos ór- ganos. Nace este músculo delgado y carnoso de la parte inferior del obliqüo interno, y del transverso del abdomen desciende abrazan- do al cordón , y acompañándole hasta llegar al testículo, extendién- dose al rededor de la túnica vaginal, adelgazándose mas y mas hasta que se pierden sus fibras. Este músculo y túnica á un mismo tiempo tiene suspendido, como hemos dicho , al testículo, levantándole al- gunas veces, y parece que contribuye á la secreción y curso del se- men con estos movimientos, produciendo también compresiones para exprimir los vasos de los órganos seminales en el acto del coito. CRÉMOR DE TÁRTARO. (Mat. Méd) En la operación que se executa mucho tiempo ha en Venecia y en diferentes partes de las Provincias meridionales de Francia para purificar las heces del vino, se hace una disolución de una sal vegetal acídula que se presenta á su su- perficie , y á medida que ella se enfria, forma una costra de cristal, que se engruesa poco á poco hasta tener algunas líneas de grueso. Á esta 502 CRI costra es á la que se da el nombre de crémor de tártaro, á causa de la figura que manifiesta, y del modo como se vuelven á reunir en la superficie del licor. Después que esta denominación ha estado ad- mitida en las artes, el nombre de crémor de tártaro ha sido el que ha quedado en uso para nombrar esta substancia medicamentosa. Se sabe sin embargo que es muy impropia la expresión de crémor que se aplica á un crecido número de otras materias que se recogen también de la superficie de los líquidos, de los quales se separan. Por tanto no es esta ocasión de hablar de este nombre: nosotros tra- taremos de las propiedades de esta sal acida en el artículo tartrite, acídulo de potasa. F. CREPITACIÓN. (Cir) Se da este nombre á cierto ruido á manera del cruxido que se siente quando se ha roto algun hueso, al tiempo que el Cirujano ó los asistentes hacen las tentativas necesarias para poner en situación natural las partes fracturadas. (V. fractura.) CRESTA. (Anat.) Los Anatómicos han dado este nombre á todas las eminencias de los huesos que terminan en corte. (V. el ar- tículo HUESO.) CRICOIDES. (Anat.) Se llama así uno de los cartílagos que forman la laringe. (V. este artículo.) CRIPTA. (Anat) Viene áser lo mismo que folículo ó celdilla pequeña (V. folículo.) , que es una bolsita ó cavidad pequeñísima que contiene algun líquido; por lo que algunos Fisiologistas los miran como unas glandulitas ó vasos excretorios de ellas: la pequenez de estos cuerpos ha hecho que no esté bien demostrada su estructura, particularmente de las muy pequeñas. CRISIS. (Med) La doctrina de las crisis, que es una de las partes mas esenciales de la Medicina de los antiguos, ha sido tam- bién uno de los síntomas que ha dominado por mas tiempo en el arre de curar, y que ha tenido en su favor á casi todos y los mas principales Médicos que han existido desde Hipócrates hasta nuestros dias, comprehendiéndose entre ellos un gran número de prosélitos. La exposición sencilla y sucinta de esta teoría, y algunas reflexiones que seguirán á ella nos pondrán en estado de conocer su verdadero mérito. Todas las enfermedades agudas han sido conocidas con el nom- bre de humorales, por haberse creído originadas de la acción que exe- cuta en los fluidos la aplicación de un estímulo ó agente capaz de excitar y trastornar todas las funciones de la economía animal. Este agente heterogéneo y mas ó menos deletéreo es aveces invencible é indomable, por decirlo así, por los esfuerzos de la naturaleza, que son una conseqüencia inmediata de su aplicación; en cuyo caso no pudiendo ser expelido del cuerpo, se verifican en la máquina espas- mos y movimientos irregulares, que se dirigen ásu total y pronta des- trucción: algunas veces es susceptible de ciertas modificaciones que . . CRI 5°3 le imprimen las fuerzas de la vida, con lo que se disminuye y aun se destruye su energía ó acción deletérea, y queda por lo mismo dis- puesto para la expulsión fuera del cuerpo por uno de sus emuncto- rios. Estos esfuerzos de la naturaleza, estas excreciones verificadas en esta clase de enfermedades, en ciertos y determinados tiempos , en ciertas y determinadas circunstancias, han sido conocidas por los Mé- dicos con el nombre de crisis; de suerte que hablando con todo ri- gor , no son mas que los esfuerzos ó mudanzas executadas por la na- turaleza para terminar la enfermedad , ya quitándola del todo, ó ya haciendo la mudanza en otra, ó en la muerte. La acepción, pues, de esta palabra crisis en el arte de curar se debe sin disputa á la idea que formaron los antiguos de esta causa ó agente morboso, á quien miraban como á un enemigo capital de la naturaleza, de la que se apoderaba con te mira de atormentarla y aun destruirla; pero cui- dadosa aquella siempre de la conservación del individuo, procuraba por medio de los esfuerzos referidos vencer y arrojar afuera aquel huésped que tanto la incomodaba, de lo que habia de resultar pre- cisamente una contienda, que como todo pleyto, debia por necesi- dad venir á una decisión ó juicio, y concluirse en favor del uno ó del otro. He aquí, pues, el origen de la palabra crisis, usada por Hipócrates y Galeno, y sucesivamente por todos los autores, con el objeto de denotar este juicio, y que en el dia de hoy se usa también para expresar la mudanza que se verifica en una enfermedad aguda, que habiendo llegado al mas alto grado termina por una excreción mas ó menos abundante. Crisis, pues, ciñéndonos á lo que por ella entiende Boerhaave, no es otra cosa que la repentina mudanza de una enfermedad en otra, en la muerte, ó en la salud; súbita morbi in mortem, sani- tatem vel alium morbum mutatio. Esta definición comprehende to- das estas especies que se han hecho de las crisis, con particularidad las siguientes, que han sido tenidas como las mas principales. La cri- sis se ha llamado perfecta quando con ella se ha quitado del todo la enfermedad; pero como esta puede cesar con la muerte ó con la sa- lud, por esto se ha subdividido en dos órdenes, á saber, en crisis que termina con la muerte , ó in deterius, y en crisis que termina en la salud, ó inmelius. La imperfecta, que es aquella que aunque no quita del todo la enfermedad alivia sin embargo al paciente, se ha considerado también baxo dos aspectos, pues ó no sale por su res- pectivo emunctorio toda la materia morbosa, sino que queda aun de ella alguna cantidad dentro de los vasos, ó el mal termina en otra enfermedad, como en un escirro, parótida, supuración &c.; según el riesgo en que se ha hallado el enfermo al tiempo de verificarse la, crisis han sido divididas también en seguras y peligrosas; y por úl- timo se ha dado el nombre de crisis insensible , ó por solución, 504 CRI aquella por medió de la quál la materia morbosa se evacuaba poco á poco, y no repentinamente como en la crisis regular: sin embargo de esta definición y divisiones adoptadas por casi todos los Prácticos, es bien cierto que no se ha hecho por ellos una aplicación tan gene- ral de esta voz, que han limitado para expresar solo la terminación de la enfermedad en la salud, reservándose para explicar la transmu- tación de una enfermedad en otra el uso de la palabra metástasis. Creian los antiguos que la materia heterogénea al principio de las enfermedades agudas se hallaba en un estado de imperfección ó de crudeza, que por lo mismo comparaban con la fruta verde; pero que paulatinamente á proporción de los progresos de la enfermedad y los esfuerzos de la naturaleza se iban madurando y digiriendo , di- gámoslo así, las partículas ó moléculas dañosas de este agente hete- rogéneo, y disponiendo hacia el tiempo de la crisis para su expul- sión fuera del cuerpo, ya por los poros de la piel, ó ya por los co- latorios ó emunctorios de la orina &c: con estas ideas no solo mira- ban como inoportunos y aun peligrosos todos los esfuerzos emplea- dos por el arte con la mira de llamar afuera la materia quando se hallaba en el estado de crudeza, sino que establecieron también la máxima de que era necesario esperar á que se perfeccionase la coc- ción , y á que la materia morbosa gozase de cierta movilidad y dis- posición para ser expelida; pues preocupados con el peligro que podrá resultar si se intentaba desembarazar ó descargar al cuerpo de te materia morbosa en su estado de crudeza, no se atrevian á hacer cosa alguna que pudiese turbar el trabajo de la cocción, y he aquí establecido en estos principios el origen de la Medicina especiante de los antiguos. Ocupados siempre en considerar los esfuerzos de la naturaleza, quando trabajaba la preparación, separación y expulsión de la materia nociva, echaron de ver ó descubrieron que la crisis ó evacuación de esta materia se verificaba en ciertos y determinados dias, que por lo mismo llamaron decretorios ó críticos, á diferen- cia de los que por carecer de esta circunstancia se denominaron ín- dices, intercalares y vacíos. En efecto habian observado los antiguos que todas las enferme- dades agudas terminaban en el espacio de quarenta dias; habiendo muchas que concluian su carrera á los treinta, otras á los veinte, y aun las mas á los catorce ó á los siete. Es, pues, este espacio de tiem- po de siete, catorce, veinte ó quarenta dias á lo mas, en el que se verifican todas las revoluciones de las enfermedades agudas, que son las que presentan á la observación una marcha mas notable de crisis y dias críticos, ó en las que por lo mismo se manifiesta mas palpa- blemente este carácter. El siete, el catorce y el veinte y uno son los que se han considerado como principales ó radicales, ó bien simple- mente como críticos; todos los demás, aunque en muchas ocasiones CRI 505 pueden juzgar una enfermedad, ó hacerse la crisis, sin embargo no lo hacen con la freqiiencia y perfección que aquellos; habiendo al- gunos que se han mirado por los antiguos como inútiles, y otros en los que las crisis han sido siempre funestas para los enfermos. De consiguiente los dias felices, que sin duda son buenos y verdaderamen- te críticos, son los referidos 7, 14 y 21 ; los demás ó son índices, intercalares ó vacíos, y baxo este único respecto ha sido á los Mé- dicos útil su conocimiento. Los dias índices ó indicadores, que forman el primer orden des- pués de los tres críticos, y que se llaman también contemplativos, son los que anuncian que la crisis será perfecta, y se verificará en uno de los dias radicales; sin embargo pueden á veces ser críticos como se ha dicho, y'juzgar ó terminar de consiguiente la enfermedad, aunque nunca tan bien y completamente como los radicales y críticos. Los in- tercalares ó dias medios entre los índices y críticos son el 3, el 5, el 9, el 13 y el 19. Últimamente los dias vacíos, llamados así porque el juicio ó crisis verificada en ellos es de ordinario funesta á los enfer- mos , porque nada indican, y no son capaces de suplir nunca á los críticos, son el 6, el 8, el 10, el 12, el 16 y el 18. El 6 es entre todos el mas temible; por cuyo motivo Galeno hace las mas vivas declamaciones contra él, comparándole aun tirano, y acusándole de ser la causa de las mortales hemorragias, de las funestas ictericias, parótidas malignas &c. observadas en él, al paso que el 7 es consi- derado por el mismo Galeno como un buen Príncipe que consuela, alivia y sana de sus dolencias á quantos tienen la fortuna de acogerse á su protección. El 8 es algo menos malo que este, igualmente que el 10; y los restantes 12 ,16 y 18 , aunque se pueden considerar co- mo inútiles relativamente á la figura que hacen en la carrera de la naturaleza, no por eso dexa de traer sus utilidades al Médico, que necesita tenerlos muy presentes, como que es este el tiempo favora- ble en que debe hacer uso de los medicamentos; en una palabra, es- tos dias vacíos, á excepción del formidable 6, son los que están com- pletamente sujetos al dominio del arte, por cuyo motivo han sido también llamados medicinales: en ellos descansa la naturaleza de los trabajos y fatigas que emplea en los críticos é índices para lograr la cocción y la crisis del material morboso, y en ellos solo puede ser útil la aplicación de los medicamentos apropiados. Esta misma doctrina, establecida en las enfermedades agudas, cuya carrera ter- minaba al 7 , al 14 y al 21 , tenia iguales aplicaciones y usos, en las que se prolongaban hasta el 40: índices el 24 , el 31, el 37 &c. Á esta evacuación crítica, verificada, como se ha dicho, en uno de los dias que ellos llamaban críticos, creían precedía en la noche anterior una lucha ó pelea entre la naturaleza y la enfermedad, de la qual quedaba aquella vencedora por medio de la expulsión por uno TOMO II. SSS $o6 CRI de los emunctorios competentes de la materia morbosa ya cocida. Entonces era quando estos dos furibundos enemigos echaban el res- to de sus fuerzas en este combate, que debia necesariamente decidir de la suerte futura del enfermo, y entonces precisamente se encon- traba este peor en sus funciones, las quales estaban muy desordena- das, la respiración se hacia difícil, venia el delirio ó el sopor, el pa- ciente lloraba ó se quejaba de un dolor molesto en la boca del estó- mago, ó de un fuego que interiormente le devoraba , el labio infe- rior temblaba , el cuerpo era fuertemente sacudido ; y á todos estos síntomas que se observan en esta noche , que por lo mismo era lla- mada laboriosa, sobrevenía un sudor, una hemorragia de narices, una diarrea, un vómito; y el enfermo era inmediata y repentina- mente conducido desde las puertas del sepulcro, digámoslo así, á su primitivo y deseado estado de salud. Pero ni todos los emunctorios del cuerpo eran tenidos en este sistema por conferentes para las evacuaciones críticas en toda clase de enfermedades: una diarrea v. g., aunque sobreviniese en un dia crítico, y hubiesen precedido á ella todas las demás circunstancias que creían como indispensables para la crisis , no era tenida por críti- ca si no era propia y conveniente á la enfermedad. Los males de ca- beza terminaban muy bien por una epistasis ó una supuración ; pe- ro en los del pecho el esputo y las evacuaciones aumentadas de ori- na ó vientre se creian evacuaciones críticas muy propias de estos ma- les , al paso que los del vientre debian precisamente terminar por diarrea, y algunas veces por hemorragia de narices, como se obser- vaba , decían, en las inflamaciones del hígado , que se resolvían ó cu- raban á beneficio de una hemorragia, que debia sobrevenir por el caño derecho de la nariz , y de ninguna manera por el izquierdo, destinado por ellos para servir de emunctorio á las evacuaciones cor- respondientes á los males del bazo. Corrocian que la epistasis debia sobrevenir como crisis de un mal de cabeza, v. g. de una frenitis, no solo por la comparación que hacian de las fuerzas y estado del paciente deducido del estado del pulso y de la respiración, sino que atendían á la naturaleza y sitio del mal; y con estos datos pasaban luego á pronosticar el dia de la crisis, y por qué emunctorio debe- ría verificarse, agregando á aquellos conocimientos generales otros individuales ó propios de cada evacuación, como v. g. en el caso presente el dolor y pesadez de cabeza, con particularidad quando era en la frente, la rubicundez de los ojos y de toda la cara, la pi- cazón y dolor en las narices, la pulsación mas fuerte de las arterias temporales, y últimamente la edad juvenil del enfermo , su tempe- ramento robusto &c. , con lo que pronosticaban la evacuación críti- ca que sobrevendría por la nariz en forma de hemorragia. El esputo, para que fuese considerado como crítico en las enfermedades del pe- CRI 507 en o, debia ser liso, igual y de una mediana consistencia; el pulso había de presentarse mole y undoso, la respiración grande, la tos al- ta y la expectoración profunda; pero si la enfermedad del pecho te- nia mas propensión á terminar por sudor, entonces, ademas de las señales generales, habian de notarse (sesupone que en el dia índice) las siguientes; á saber: la orina debia disminuirse, la evacuación de vientre detenerse mas ó menos, el pellejo se ponía suave, y se pre- sentaba el pulso undoso: últimamente, indicaban una diarrea crítica el ruido y los dolores de vientre , su elevación , la supresión mayor o menor de la orina y la intermitencia del pulso , cuya última cir- cunstancia se hizo tan célebre en los tiempos de Solano de Luque, co- mo habia sido la epistasis en los de Galeno. En efecto, este Médico Español, tan celebrado por todos sus compatriotas, v aun aplaudido por algunos extrangeros del mayor mérito y reputación, acérrimo defensor de las crisis, dio á estas un nuevo aspecto con el estableci- miento de su sistema acerca de las clases generales á que podian re- ducirse todas las materias morbíficas, pues reduciéndolas á tres, á saber, á materia leve , mediocre y grave, señalaba á cada una de ellas su correspondiente evacuación: la epistasis v. g. era en este sistema una evacuación muy acomodada para expeler por ella la materia le- ve , así como la mediocre se evacuaba por todas partes, y la grave por solo diarrea. Por lo que hemos expuesto hasta aquí se advierte todo quanto se ha creido como absolutamente indispensable y cierto por los patronos de esta teoría (que sin duda repetimos han sido casi todos los Médicos) para que una evacuación mereciese el nombre de crítica; pues en primer lugar debia esta observarse en un dia determinado, en un dia crítico: 2.0 debian haber aparecido en los correspondientes á las ín- dices las señales verdaderas de cocción. 3.0 La evacuación, por cuyo medio se verifica la crisis, debe ser propia y conveniente á la enfer- medad; "así la diarrea, el sudor v. g. que sobrevenían en una frenesí, no eran n1 podian ser en este sistema evacuaciones críticas, como lo serian inmediatamente si en vez de ellas hubiese habido una hemor- ragia v. g. de narices. 4.0 La cantidad de la evacuación debe ser mo- derada, no excesiva ni diminuta, y deben mitigarse , ó mejor qui- tarse del todo los síntomas si la crisis es perfecta; y para hablar en su lenguage, la cantidad de la evacuación ha de verificarse con to- lerancia del enfermo. Creeríamos apartarnos del fin que nos hemos propuesto en este Diccionario si pensásemos ahora en exponer por menor las diferentes contradicciones y varios aspectos que han dado á esta teoría muchos de sus patronos; contentándonos por lo mismo con presentar al lector únicamente algunas reflexiones, que podrán acaso dar á conocer su verdadero mérito, según ofrecimos en el principio de este artículo. $08 CRi En primer lugar, ¿ cómo se empieza á hacer la cuenta de los dias? ¿de quántas horas se compone el dia médico? Los antiguos no están acordes sobre este punto, que es de los mas esenciales para no equivocar nunca la cuenta, y no dar origen á los trastornos que á primera vista se dexan conocer; pero supongamos con algunos de ellos que el dia médico es como el natural de veinte y quatro horas: en este caso, no correspondiendo siempre el primer momento de la enfermedad, que es el principio del dia médico con el principio del dia natural, es bien claro que podrá suceder muy de ordinario que se cuenten tres dias, por exemplo, de enfermedad, no habiendo en rigor mas que dos, y atribuirse entonces al dia 7 lo que es propio y peculiar del 6. Las recaidas y las complicaciones de varias enfermedades, como v. g. de calenturas agudas, que se ingieren, digámoslo así, en las habituales ó crónicas, ¿ no hacen aun mas embarazosa, mas obscu- ra , mas vaga y mas expuesta á equivocaciones esta cuenta? Y quan- do la evacuación crítica dura dos, tres ó mas dias, ¿en quál de ellos se la deberá colocar ? Los antiguos han empezado siempre la cuenta de los dias desde el primer momento de la invasión de la enfermedad, ó lo que es lo mismo desde el instante en que el enfermo se siente malo; pero sí bien es cierto que muchos de los males agudos se explican desde lue- go por calofríos repentinos ú otros síntomas notables, que no de- xan al paciente la menor duda de su enfermedad; es también no me- nos cierta la existencia de otros, cuyo modo de obrar en la econo- mía animal es tan lento y tan poco enérgico en los principios, que sin embargo de los ligeros síntomas de incomodidad y de molestia que experimenta el paciente, no por eso cree que está enfermo;y si en la carrera de la enfermedad es preguntado por el Médico acerca del dia en que se sintió malo con el objeto de ajustar la cuenta de sus dias, responderá que desde el momento en que se sintió con calo- fríos, náuseas, dolores de cabeza, vómitos, en una palabra, desde el instante mismo en que se manifestó grande y muy perceptible por él la lesión de sus funciones, ó que se hallaba antes con una ligera incomodidad, que no le dio el menor cuidado, sin poder asegurar las mas veces el tiempo ó la época precisa en que empezó. Si para la cuenta de los dias se atiene el Médico á la primera respuesta de su enfermo, ¿fué este por ventura el primer momento de la invasión? Seguramente que no; y si á la segunda, ¿ no será vaga y muy ex- puesta á ser equivocada la cuenta que se lleve de los dias de la en- fermedad , como fundada en un principio aéreo, insubsistente é in- cierto? Y quando el Médico fué llamado en una época en que en- cuentra á su enfermo delirante, ó bien es un niño, ¿ qué datos, qué fundamentos podrá alegar en favor del dia de enfermedad en que se cree al paciente ? Y si le aplicase ó administrase algunos medica- CRI 509 mentos, como es regular, ¿no se expondría muchísimo á alterar y trastornar la naturaleza? Y en una palabra, ¿no procedería entonces a^ciegas y sin conocimiento alguno? Últimamente, el ayre, las esta- ciones , el clima, la edad, el temperamento, el género de vida, cier- to método curativo particular y otras innumerables causas, ¿no pue- den disminuir ó aumentar las fuerzas de la naturaleza, indisputables para retardar ó acelerar la crisis ? Y en este caso, ¿ no podrá verifi- carse esta igualmente en el dia 6 que en el 7, en el 11 que en el 12? Esa noche laboriosa de Galeno, precursora de la crisis, ¿ se obser- va real y verdaderamente en la práctica? ¿Es cierta en esta noche la existencia de estos síntomas tan graves, de esa lucha , de ese mortal y decisivo combate entre la naturaleza y la enfermedad? ¿ Es verdad que un enfermóse pone repentinamente bueno ? Decídalo quien solo haya visto una docena de enfermos. La práctica de los principales patronos de la crisis, ¿ es conforme á la doctrina que establecieron sobre ella los antiguos? Veámoslo, y ciñámonos por ahora al segundo Hipócrates de la Medicina , Si- denham, y al inmortal Boerhaave. El primero se explica así hablando de la curación de la pleuresía: Mediante vena sectione morbífica ma- teria penes meum sit arbitrium et orificium aphlebotomo incisum tracheavices subiré cogitur. Está casi á mi disposición, dice, el sacar, por medio de la sangría, la materia morbosa que debia arrojarse en lo sucesivo por la traquea. ¿No es este modo de proceder directa- mente opuesto al de los antiguos, ó á su gran cuidado en no alte- rar á la naturaleza? ¿Podrá mirarse como su ministro en el sentido que ellos daban á esta voz, el que como Sidenham se lisonjee de di- rigir , digámoslo así, la naturaleza, robándola intempestivamente la materia de las excreciones? Harris alaba á este Práctico por su atrevimiento en purgar en todos tiempos y períodos de una calen- tura , lo que sin duda alguna hubiera reprobado el Príncipe de la Medicina, que habia dicho ya mucho tiempo antes en uno de sus aforismos: Concocta me dicari oportet non cruda. Boerhaave, hablando de la angina inflamatoria, dice en el aforis- mo 809 que se recurra inmediatamente al uso de los mas eficaces re- medios , á saber: á prontas, grandes y repetidas sangrías, hasta que la debilidad, la palidez, la frialdad y aplanamiento de los vasos ma- nifiesten &c. tumque citissimeper eficacissima remedia... i.° cita, magna repetita missio sanguinis, eousque ut debilitas, pallor, refrigeratio vasorum col lapsus doceant &c. En la pulmonía infla- matoria y reciente, aforismo 854, recúrrase, dice,á prontas san- grías, á fin de dar lugar á los diluentes: ad diciam largam missio- tiem sanguinis, ut diluentibus spatium concedatur. Este mismo método sigue en la curación de la pleuresia , de la inflamación de los intestinos &c.; y si este método de curar debe rigurosa é inmediata- $10 CRI mente observarse en todos los casos referidos, ¿ de qué sirve la elec- ción de dias determinados que hicieron los antiguos, en los que úni- camente era lícito al Médico emplear los auxilios que le pareciesen oportunos? ¿á qué vienen los preceptos de que se guarde la cocción y la crisis? ¿á qué el sumo cuidado y atención que ponian en no desordenar ó alterar á la naturaleza? ¿y cómo los antiguos habian de probar en el principio de una enfermedad la evacuación de la materia cruda, que sin respecto á sus dogmas han derramado tan copiosa co- mo inútilmente estos y otros muchos autores, que se dicen por otra parre defensores de su teoría? Finalmente, después de haber hablado Boerhaave délas diferen- tes especies de acrimonias, acida, alcalina, oleosa, biliosa &c., y de sus correctivos, dice así en al párrafo 1178: Quicumque bene in- teltexit fundamenta hactenus jacta in hac método medendi, si- mulque accurate expendit Hippocratica opera, atque Galeni in illa eruditas curas y Ule profiecto cognoscet remedia requisita ad coctionem et crisim , in morbis acutis et cronicis excitandam, promovendam y gubernandam yabsolvendam. Habemus confitentem reumy exclamarían los anticríticos, porque si un Médico, que en- tendió bien los preceptos que da Boerhaave sobre las acrimonias; que sabe manejar como conviene los medicamentos que se oponen á ellas, y de que él hace otros tantos específicos, conoce ciertamente, profectioy el modo de excitar, promover, dirigir y concluir la cri- sis y la cocción, ¿á qué fin aguardar las de la naturaleza? ¿cómo conciliar esta cocción permanente de los específicos con los dias crí- ticos? ¿á qué fin atenerse, como Boerhaave lo hace, párrafo 1210, á la ley de Hipócrates, que prohibe purgar en el estado de crudeza, y que manda expresamente que se aguarde á la cocción ? ¿ por qué no hacer esta cocción con los específicos? y si real y verdaderamente son útiles, ¿qué necesidad hay de atenerseá las leyes antiguas? ¿por qué no decidirse inmediatamente contra ellos? No será fuera del caso advertir que en el mismo Hipócrates se hallan algunos pasages contradictorios acerca de la crisis, los quales atormentan á los que quieren sostener la duración de las enfermeda- des , como determinada, rigurosa y constantemente en un número preciso de dias, que sin duda no fixó Hipócrates sino para guardar cierto orden que aliviase la memoria ; ademas de que este gran padre de la Medicina observaba con demesiada atención la naturaleza para creer que estaba sujeta á ciertos dias precisos ó invariables. Tal vez, para evitar este error , contó en unas partes el dia 21 como crítico, y en otras el 20. ( V. las Notas de Gardeil en su Traducción de Hipócrates.) Haríamos, si nos detuviéramos mas en esta materia, sumamente largo este artículo , digno por cierto de que se trate separadamente CRI 511 y con la debida extensión en una obra de otra especie. Nosotros nos contentamos por ahora con la exposición que acabamos de hacer de esta doctrina, de cuya exactitud podrá decidir el lector, y tomar de sus ideas las que le parezcan mas justas. CRISPATURA. [Esta palabra debe significar naturalmente el encrespamiento ó enredo de los cabellos; pero se emplea, en sentido figurado, para expresar la contracción espasmódica, el apretamien- to y la tensión de las partes membranosas y fibrosas. Toda esta teo- ría es mas bien convencional, la que no está enteramente demos- trada. ] CRISTAL DE ROCA. (Mat. Méd.) El cristal de roca, ó cristallus montana , es la mas dura, la mas transparente y la mas re- gular de todas las piedras resplandecientes. Se coloca á la cabeza de todos los cuerpos petrosos , y se reputa como el mas puro de todos. Se caracteriza sin equivocación por la figura de un prisma, de seis bor- des, terminado en una pirámide, de seis caras también, por su dure- za y por las estrías transversales que se hallan en su prisma , y por su perfecta transparencia quando es enteramente puro: se encuentra en las monrañas. Hay muchas variedades de cristal de roca, según su figura regular ó irregular, según su color , transparencia mas ó me- nos grande, y por las diferentes piedras ú otras materias metálicas que vienen mezcladas con ellas ó incorporadas en su misma substan- cia , como se observa en la a