"h.«' :i¿%'mmmm&^?ím Sis© ^, .X' -:© ?*ftfr --«■J?*^ r**^ .JW- W*3 J1ft S** £P w, í*??.y■■•'•.•.!7-'V(i>. V DICCIONARIO DE MEDICINA Y CIRUGÍA. Se hallará en la librería de Fuentenebro, y en la de Ben- goeehea, calle de las Carretas. DICCIONARIO DE.MEDICINA Y CIRUGÍA, ó BIBLIOTECA MANUAL MÉDICO-QUIRÚRGICA. POR D. A. B. TOMO PRIMERO, A-B »" /^A MADRID EN LA IMPRENTA REAL ASO DE 1805. w Dsa t.i AL Sr. D. JOSEF SEVERO LÓPEZ, MEDICO DE CÁMARA DE S. M., PRIMER CATEDRÁ- TICO DEL REAL ESTUDIO DE MEDICINA PRACTICA DE ESTA CORTE &C. &C. En testimonio de amor y gratitud consagra este ensayo literario Su mas reconocido discípulo A. B. ■ :•''. ' , - *',í v. ,- ,,,«, k«; E. . ... _ y . ;..n t^-?T 1 horade/buscando^ siempre con gnsía el medio mas fácil de instruirse en las ciencias y en las artes, halló entré otros tí de la lectura de los Diccionarios, no de voces, ni de limitadas y áridas definiciones, sino de materias. Esto ha dado motivo á que ya en estos últimos tiempos los sabios de todas las naciones cultas hayan empleado sus plumas en formar semejante especie de libros. La Física, la Química, la Historia natural, la Me- dicina , la Geografía, la Moral, la Mitología, la Historia de las bellas letras, de las artes y otros ramos de instrucción, todo se ha escrito en forma de Diccionario. Los autores de la Enciclo- pedia antigua y metódica han seguido el mismo rumbo; y en el dia se ocupan también los sabios del Instituto de Paris y otros escritores de aquella capital en la formación de dos grandes Diccionarios de Historia natural, con útiles aplicaciones á las artes, á la agricultura, á la economía rural, al comercio &c. Seria inútil detenerme á probar la utilidad de estas obras, por ser demasiado conocida de todos. En nuestro idioma tenemos ya algunos buenos Dicciona- rios , que ofrecen una completa instrucción en los objetos de que tratan. Se acaba de traducir el de Física de Brisson; el de Agricultura de Rozier; se está traduciendo uno de los de Historia natural, que hemos citado; le tenemos de Geografía general y de España; de Botánica y Farmacia; se está for- mando el de Veterinaria; le hay igualmente de la Historia de las bellas artes &c.; pero nos falta, por desgracia , uno de los mas necesarios, que es el de Medicina. Penetrado de esta necesidad, y deseoso de ofrecer al pú- blico una obra tan interesante, examiné quantos Dicciona- rios médicos pude haber á la mano, con la idea de traducir alguno de ellos; pero no hallé uno solo digno de la luz pú- blica, por ser unos voluminosos, y cargados de una pesada erudición , y otros tan reducidos, que solo presentan ideas superficiales, y muchas recetas, faltándoles á los mas los co- nocimientos ulteriores de la profesión. Aun el de la Encielo- ( VIII ) pedia, hecho con mas cuidado, no está en muchos ramos formado sobre los descubrimientos del dia, ademas de no ha- berse todavía concluido. Todos estos inconvenientes me re- traxéron de aquella idea, y por lo mismo me empeñé en la ardua empresa de formar un Diccionario de Medicina , que reuniese todos los conocimientos dignos de la ilustración de un Médico, sin embargo de que conozco, que solo una Aca- demia ú otro Cuerpo literario pudiera desempeñar dignamente una obra de esta clase. Pero el deseo de ser útil á mi profe- sión pudo mas que mi timidez; y ya es tiempo de que los españoles depongamos la que nos retrae de escribir, pues es preciso confesar que esto es lo que tiene atrasados entre no- sotros casi todos los ramos de literatura; y no por otra razón, sino porque se quiere que de nuestras manos salgan desde luego obras perfectas y acabadas, y la dificultad de conseguir- lo á las primeras tentativas hace que nadie se atreva á aven- turar su crédito y opinión en empresas en que sabe que se le exige lo sublime, y en que no se admite una medianía. En buen hora que esto se adopte en Poesía, en que todo debe ser escogido, y todo digno de los dioses; pero en los demás ramos de literatura, y especialmente en aquellos que interesan á la salud y bien estar del género humano, qualquiera trabajo, quaiquiera escrito debe ser recomendable. He aquí los motivos que me animan á colocarme entre los escritores públicos. Bien sé que no debo ocupar sino el último lugar, porque conozco la debilidad de mis fuerzas, sin embar- go de que según el plan que he adoptado, no será esta obra tan ardua, que se resista al trabajo y á la aplicación, auxilia- do también de algunos amigos que contribuirán con sus luces á esta empresa, de los autores de mejor nota, y de los mejo- res Diccionarios que poseo. Tomaré de estos lo mas escogido; extractaré de otros, y llenaré los artículos con doctrinas cor- rientes, pues no aspiro á la gloria de una rigurosa originali- dad solo concedida á genios raros y singulares; pero siempre el público me será deudor en esta obra de la formación de mu- chos artículos, y de la coordinación metódica y sistemática de las materias que le ofrezco en el Diccionario de Medicina-, no debiendo parecer extraño que alguna vez copie á la letra (a). aquellas exposiciones que seria peligroso alterar, con las que creo autorizar y hacer esta obra mas recomendable. Los artículos de este Diccionario comprehenderán las par- tes mas interesantes de la Medicina, como son la Anatomía, Fisiología, Patología , Higiene y otras generalidades, igual- mente que la Materia médica, la Medicina práctica, la Ciru- gía y la Biografía médica, esto es, las vidas de los principales Médicos, y la noticia de sus obras. La mayor parte de los artículos de generalidades de Medicina serán formados con arreglo á los descubrimientos modernos. Los de Materia médica se traducirán ó extractarán de los que escribió Fourcroy para la Enciclopedia; y los que falten serán substituidos por las obras de Caminats, Murray, Ro- chafon &c. Con respecto á la Medicina práctica he adoptado el plan de exponerla toda en nueve artículos, cada uno de los quales comprehenderá una de las clases de la Nosología de Sauvages, excluyendo la primera por pertenecer á la Cirugía, que se tratará en otra forma. No me detendré en probar la utili- dad del método de clasificar, ni la preferencia que debe te- ner el de Sauvages á todos los demás, sin embargo de tener vicios y defectos que son comunes á todos los sistemas artificia- les de clasificar, que nunca son de la naturaleza, como que esta solo ofrece individuos; siendo' bien sabido que los hombres, para facilitar su estudio, los han reducido á índices clasíficos y sistemáticos, recopilando ordenadamente los trabajos y cono- cimientos de siglos enteros en poquísimas páginas. Convenci- do pues de que se debe preferir la Nosología de Sauvages, su exposición en los respectivos artículos será con exclusión de sus teorías, que aunque ingeniosas, no son de este lugar, por- que me he propuesto apartarme de toda erudición, que no conviene á una obra de esta clase; y así trasladaré solo de dicho autor su sistema clasifico. En cada especie de enfermedad se indicará el método curativo mas propio para combatirla, con arreglo á los mejores conocimientos de los autores prácticos del dia, y á lo que vemos en España practicar con feliz suceso por aquellos Médicos que saben modificar según su clima lo que se practica en Europa, esto es, por la parte mas sana de la # profesión médica. En fin, se presentarán historias sencillas sa- cadas de la naturaleza, sin mezclar en ellas teorías sistemáti- cas é hipotéticas, y sin buscar otros apoyos que las sencillas verdades, conocidas y sancionadas por los Médicos de mas crítica, excusando referir autoridades en quanto sea posible. Aunque tratadas todas estas materias con brevedad, no por eso faltarán los preceptos patológicos y terapéuticos mas im- portantes, presentando los quadros ó planes curativos, con la razón suficiente de los medios, que se han de emplear, y las conseqüencias que deben seguirse. Las especies impertinentes que refiere Sauvages, por ser de casos particulares ó muy raros, solo se indicarán, porque nunca daña el saberlas: el poco ó ningún empeño que tomó en su curación da á entender que conviene solo nombrarlas. Por el contrario, las enfermedades terribles ó freqüentes que deben llamar la atención de los Médicos, como la calentura, asma, epilepsia &c. están tratadas con todaxla extensión que exigen unos males que con tanta freqüencia afligen á la es- pecie humana. Ademas de que en la exposición de las clases se hallan las definiciones de los órdenes, géneros y especies, se repetirán estas mismas definiciones en el lugar que correspon- da por el orden alfabético, refiriéndose siempre á la clase á que pertenezca, para que en ella se busque la curación y todo lo que se necesite saber. Los artículos de Cirugía se colocan donde les corresponde por el orden del Diccionario, los quales van formados algunas veces sobre trozos del Diccionario de Cirugía de Mr. Luis, y las lecciones de Desault y Chopart, formándose otras veces artículos enteros de las mismas obras; con cuyo auxilio y al- gunas otras noticias que se han recogido de otros autores, de- be quedar completa esta parte de la Medicina. Me ha parecido conveniente añadir á este Diccionario la Biografía médica, que á la verdad no es mas que un ramo de erudición; pero haciéndome cargo de lo poco ó nada que te- nemos escrito en nuestra lengua sobre este objeto, y de la ne- cesidad que hay muchas veces, para hablar con propiedad , de conocer la patria, obras &c. de algunos autores, he tenido por conveniente no desatender esta parte, que desempeñaré em- ( « ) pezando por trasladar el artículo de la Enciclopedia Antigüe' dad ó Médicos antiguos, donde se dan noticias, aunque su- cintas, de toda la antigüedad, desde los egipcios hasta Galeno; y aunque en este artículo se sigue el método cronológico, se puede encontrar sin embargo qualquiera escritor á poco que se hojee: los que hayan nacido en distinta época se referirán por orden alfabético con la mayor concisión , por no hacer muy voluminosa esta obra , trasladando en los mas los artículos del Diccionario histórico publicado últimamente en Francia, y de los que no se hallen en él se dará una noticia, que, aunque breve, comprehenda lo mas esencial; sobre todo se darán las noticias que he podido recoger de nuestros escrito- res : materia á la verdad bien descuidada en las obras de Bio- grafía extrangeras. Tales son los medios de que me he valido para formar este Diccionario, y tal el plan que me he propuesto seguir en su desempeño; y aunque contemplo que puede estar defectuoso faltándole algunos artículos por descuido y olvido, inseparables en una obra de esta clase, sin embargo creo que en ella los Mé- dicos instruidos podrán rectificar de pronto el conocimiento de las materias que no tengan muy presentes; los principiantes es- tudiar los puntos mas importantes de su profesión; los Médi- cos mismos adquirir ideas teóricas y prácticas de Cirugía; y los que se dedican á este ramo podrán formarlas igualmente de aquel: en una palabra, todos los literatos y aficionados leerán con mas gusto é interés los ramos de Medicina tratados en for- ma de Diccionario , porque quando encuentren alguna voz que no comprehendan por técnica ó desconocida, hallarán en el mismo Diccionario, buscando el artículo de la palabra que duden, no solo la definición de ella, sino quanto hay útil sa- berse en la idea que representa. De este recurso carecen otras obras de Medicina doméstica, que aunque escritas con sencillez y claridad, para que estén al alcance de todos, como yo he procurado hacerlo en este Diccionario, ofrecen sin em- bargo á sus lectores dificultades á cada paso por el tecnicismo de las voces, lo qual les hace por lo común renunciar su lec- tura. Concibo que mis tareas, que consagro al público, podrán acarrearle alguna utilidad en medio de los defectos de que ado- (x") lezcan, y esto basta para que las haya emprendido. En efecto, para el mismo público he trabajado, y él ha de ser quien recompense mis fatigas: necesario y justo es que cen- sure y califique la obra que ellas han producido. No trato de eximirme de esta ley, que recomienda la justicia; solo deseo que pues hay casos en que el público trata con indulgencia á los que quieren servirle de buena voluntad, por mas que no siempre atinen con su gusto, no sea yo una triste excepción de este tratamiento. ¡ Dichoso mil veces si le mereciese esta demostración, y si en medio de una censura digna imparcial logran mis desvelos la aprobación de los hombres sensatos; de manera que pueda decir un dia, que he sido útil á mi pa- tria, á mi profesión y á la humanidad entera! ADVERTENCIA. Los trozos ó artículos que nos ha parecido conservar por su importancia de las obras que se han mencionado en el prólogo, van señalados con los signos siguientes. Los de la Enciclopedia metódica se hallarán entre estos [ ]. Los del Diccionario de Mr. Luis entre **. Los de Chopart y Desault entre ^[. Los de Fourcroy se les pondrá al fin una F. Los de Doubois de Rochafor una R. Los de Murray una M. Los del Diccionario histórico D. H. Los restantes formados por el editor se dexarán sin signo al- guno, como también algunos períodos ó párrafos que con- vengan colocarse en este Diccionario, pues no podemos prever aún de quantos autores echaremos mano en el dis- curso de la obra; bien que en lo sucesivo quando copiemos algún artículo de consideración de otro autor distinto de los que hemos citado, se indicará su nombre; pero en los períodos cortos ó en algunas definiciones &c. se omitirá. Como es muy factible que queden olvidados algunos artícu- los, descuidos perdonables en obras de esta clase, se pon- drá al fin de este Diccionario un suplemento de los que falten, en donde también se expondrán los descubrimien- tos ulteriores de la profesión, y quanto tengamos que au- mentar y enmendar en los artículos tratados, para que esta obra quede lo mas completa y correcta que sea posible, á pesar de la vasta extensión de conocimientos que compre- hende. CORRECCIONES EN EL PRÓLOGO. Página ix, línea 13 , dice Caminats, léase Carminati. ídem línea 14* dice Rochafon, léase Rochafor. En la Advertencia línea 8, dice Doubois, léase Desboia, DICCIONARIO UNIVERSAL DE MEDICINA Y CIRUGÍA. xvA, ó (5^. (Terap.) Signo de abreviación, que se emplea en la Medicina para recetar, que representa la palabra ana, que usar- mos quando queremos designar una cantidad 6 una dosis igual de dos ó mas distintos remedios en una misma receta, por exemplo: disponemos un purgante de tres simples, pero de una misma can- tidad; y se expresa en estos términos: vf. polvos de hojas de sen, de xalapa y crémor de tártaro áa, ó (3) xxx gr.; executándose del mismo modo en otras fórmulas en que entren mas ó menos simples de igual cantidad. ABATIDOR. (Anat.) Lo mismo que abaxador o depresor: se da este nombre á varios músculos, cuya acción consiste en baxar ó tirar hacia abaxo alguna parte, como sucede con el músculo di- gástrico, que lleva la mandíbula hacia el pecho para abrir la boca, y el externocleidomastoideo, que hace baxar la cabeza &c. ABATIMIENTO. {Med.) Estado, en el qual las fuerzas ani- males y vitales se hallan como aniquiladas, estando la máquina su- mamente débil, con poca ó ninguna disposición al exercicio; ya sea por efecto de la tristeza , del miedo, ó qualquiera otra causa moral, produciendo efectos ó mudanzas físicas. Se produce igualmente el abatimiento por el cansancio, habiendo precedido un exercicio vio- lento en que se abuse de las fuerzas; no pocas veces sucede por la plétora, en que la abundancia comprimente lo ocasiona; siempre viene acompañado con las enfermedades pútridas, malignas ó ner- viosas; y todas las veces que un miasma apagador de la acción ner- viosa y motriz afecte el sistema muscular y nervioso, dexando casi inerte la máquina humana: en toda la familia de las caquexias, y en las enfermedades crónicas, se observa igualmente el abatin.ient o. ABDOMEN. [Anat.) Es la parte del cuerpo que se extiende desde lo último del pecho hasta el hueso pubis y caderas": lláma- se en castellano vientre. Los músculos, llamados también del abdo- men , las membranas y huesos que corresponden á este sitio for- man una gran cavidad, que toma este mismo nombre, donde se contienen visceras ó entrañas de grande importancia; pues si se abre se encuentra el epiploon ó redaño, los intestinos, el mesenterio, el estómago, hígado con su vexiga, bazo y el páncreas, los ríño- nes , las vesículas seminales en el hombre; y en la muger la matriz, sus ligamentos, los ovarios, las trompas &c. También se hallan en esta cavidad la parte inferior de la aorta descendente, la vena cava TOMO I. A 2 AB ascendente, con otros varios vasos, nervios, y la vexiga de la ori- na con sus uréteres. Es sumamente útil en la práctica el conocimiento distinto de las varias regiones en que se divide el abdomen ó vientre, y las partes internas que corresponden á cada una de ellas. Para formar idea pues de esta división arbitraria es necesario: i.° tirar una línea mental, ó bien sea con un escalpelo en un cadáver, que se extien- da horizontalmente de derecha á izquierda, paralela á la base del cartílago xifoide: 2.° tirar igualmente otra línea también transver- sal, de derecha á izquierda, que principie en los ángulos salientes que forman los cartílagos de las costillas falsas, donde termina por aquella parte la cavidad del pecho: 3.0 otra línea, tirada también de derecha á izquierda, desde la parte mas alta de la cresta del hueso ileon de un lado á la del otro: 4.0 tírese otra línea horizontal al nivel de la parte inferior del hueso pubis; resultando pues de estas quatro líneas el que quedan tres faxas horizontales, ó espa- cios que dexan en el intermedio: 5.0 y último: tírense dos líneas paralelas á lo largo del cuerpo, que atraviesen las quatro anteriores, desde cada una de las espinas superiores y anteriores de los huesos ileos, dirigidas rectamente hasta el pecho. Todo este aparato de líneas señala las varias regiones en que se divide el vientre inferior ó abdomen, que son tres; la primera es la epigástrica que es el es- pacio que dexan la primera y segunda línea transversal que prin- cipia en la base del cartílago xifoides, y termina dos ó tres dedos por encima del ombligo; la parte media de esta región se llama epigastrio, que es el espacio que dexan las dos líneas verticales; las partes laterales de esta región se llaman hipocondrios ó regiones hi- pocondriacas, que son el espacio que hay desde las líneas verticales á atrás: la segunda es la umbilical, que principia donde termina la anterior, y termina de dos á tres dedos debaxo del ombligo en el sitio donde se halla la tercer línea transversal; que esta y la segun- da forman el espacio que constituye esta región; su parte media conserva el nombre de umbilical ú ombligo; las partes laterales se llaman lomos ó regiones lumbares, que son los espacios que hay desde las dos líneas verticales hasta la espina del dorso: la tercera es la hipogdstrica que principia donde termina la anterior, y termi- na en la parte inferior del pubis en el espacio que dexan sus dos últimas líneas horizontales; esta región se subdivide en dos, esto es, en superior é inferior; la parte media de la superior conserva igualmente el nombre de hipogastrio, y las partes laterales se llaman ileos ó regiones ilíacas; la parte media de la inferior se dice pubis ó región del mismo pubis, y sus partes laterales ingles; unas y otras son distinguidas por las mismas líneas verticales. Los que comprehendan bien esta división tendrán una idea AB 3 exacta de las regiones abdominales, concibiendo con suma facili- dad qué visceras corresponden á cada una de ellas; y así veremos que en el epigastrio se hallan los dos orificios del estómago, el cardias y el piloro con una porción de su fondo; el intestino duo- deno, una parte del páncreas, el lóbulo pequeño del hígado, una porción del colon y del epiploon: la porción correspondiente de la aorta y vena cava inferiores con el tronco de la vena porta , la arteria celiaca y la mesentérica superior, y el reservatorio del quilo ó cisterna lumbar. En el hipocondrio derecho está el gran lóbulo del hígado, la vexiga de la hiél, y una porción del intestino colon. En el hipocondrio izquierdo se halla el bazo, otra porción del co- lon y del epiploon, el fondo del estómago, y una parte del páncreas. En Ja región umbilical se contienen la reunión de los vasos um- bilicales , las circunvoluciones del intestino yeyuno, una gran porción del mesenterio con todos sus vasos, y la parte que le cor- responde de los troncos de la vena cava y aorta inferiores. En la región lumbar derecha se halla una porción del intestino ciego, el principio del colon, el riñon derecho y su capusula , el principio del uréter del mismo lado , y los vasos emulgentes. La región lum- bar izquierda contiene una parte del colon, el riñon izquierdo y la capusula, el principio del uréter, y los vasos emulgentes del mis- mo lado. En el hipogastrio se hallan una porción del intestino ileon y el recto, la vexiga de la orina, y el útero en las mugeres. En el la- do derecho se hallan varias circunvoluciones del intestino ileon; la mayor parte del ciego con su apéndice, los vasos ilíacos, una por- ción del uréter del mismo lado, los vasos espermáticos en el hom- bre , y en la muger una de las trompas de Falopio con su ovario, y uno de los ligamentos anchos del útero. En el lado izquierdo se contiene una parte del intestino ileon, los vasos ilíacos, la porción del uréter que le corresponde de este mismo lado, los vasos esper- máticos en el hombre, y en la muger la trompa de Falopio, el ovario, y el ligamento ancho, como en el lado opuesto. En la re- gión hipogástrica inferior, en su parte media, se hallan las partes ex- teriores de la generación en uno y otro sexo, en las ingles muchas glándulas linfáticas envueltas de gordura, y los principales tron- cos de las arterias, venas y nervios crurales. ABDOMINALES MÚSCULOS. (Anat.) La envoltura exte- rior ó pared carnosa, que forma la cavidad del vientre por su parte anterior y laterales, es formada por unos músculos anchos conoci- dos con el nombre de músculos del abdomen ó abdominales; estos son en número de diez, cinco de cada lado, separados los de un lado de los del otro por una faxa tendinosa, llamada linea blanca, que no es otra cosa mas que un entretexido de las fibras tendinosas 4 AB ó aponeuróticas de los seis músculos mas anchos; esta línea corre rectamente desde la parte inferior del esternón á la superior del hueso pubis, estando agujereada en su parte media en el feto para dar paso á los vasos umbilicales, cerrándose después; y á cuya ci- catriz se la llama ombligo. El primero de los músculos es el obliquo descendente, externo, 6grande obliquo; es el mas ancho de todos, se extiende obliqua- mente desde las siete ú ocho últimas costillas falsas hasta el pubis, y desde los lomos á toda la línea blanca; se ata este músculo á las costillas en ocho ó nueve partes carnosas, que llaman digitaciones, que rematan con fibras tendinosas, las quales entran entre otras tantas digitaciones del músculo, gran serrato, y del gran dorsal: todo este aparato de fibras carnosas desciende obliquamente for- mando un plano, parte degenera en fibras tendinosas que forman una aponeurose , la querva á componer y terminar en la línea blan- ca; y parte sigue carnoso hasta el labio externo de la cresta del hueso ileon, donde se une inferiormente cerca del sinfisis del pubis; las fibras de la aponeurose de este músculo se separan y dexan una abertura , que llaman anillo de los músculos del abdomen por donde pasan los vasos espermáticos y el canal deferente, y si se dilata al- go mas salen los intestinos y otras partes contenidas, y se forman las hernias. {Véase este artículo.) El segundo es el pequeño obliquo ascendente, ó interno , está situado detras del obliquo externo, siendo de menos extensión que él; se extiende desde la pelvis hasta el pecho, y desde los lomos y hueso sacro hasta la línea blanca. Nace de las apofises transversas y espinosas de las últimas vertebras lumbares, del hueso sacro, y una parte del ileon. Este músculo toma una dirección obliqua de abaxo á arriba; una porción de sus fibras se van á atar á los cartí- lagos de las costillas falsas, y la otra forma una aponeurose mas ancha, que se encamina hacia la línea blanca; y quando llega cerca del músculo recto se divide en dos hojas, una anterior y otra posterior, que envaynan dicho músculo, y después se van á perder á la línea blanca. El tercero es el transverso, que está situado con una dirección transversal detras del obliquo interno, extendiéndose desde los lo- mos á la línea blanca, ocupando todo el sitio que hay desde el cartílago xifoides hasta el pubis: nace de las siete últimas costillas, de las dos últimas vertebras del dorso, y las quatro primeras de los lomos, y una gran parte del ileon; después esta masa carnosa y plana se dirige transversalmente de atrás adelante, terminando en una ancha aponeurose, que va á confundirse á la línea blanca con h. de los compañeros. El quarto es el recto, que es largo y angosto, cuya figura es de AB 5 lina correa gruesa, que sube rectamente inmediato ala línea blanca, desde el pubis hasta el pecho, que son sus dos ataduras; se halla entrecortado por varias intersecciones tendinosas y transversales, en que degeneran á trechos las mismas fibras carnosas: llámanse tam- bién enervaciones, que por lo común son quatro las que han dado mucho que pensar á los Anatómicos acerca de su uso. El quinto es el piramidal, que es el mas pequeño de todos: está situado en la parte jntérior y anterior del recto; cubierto en parte por la hoja anterior de su vayna, extendiéndose desde el pubis como hasta la tercera parte de la línea blanca que hay hasta el ombligo; naciendo por una base ancha que se une á dicho hueso, y terminando en punta, con fibras tendinosas que se pierden en la misma línea; algunas veces faltan estos dos músculos. Los músculos del abdomen tienen varios usos generales y par- ticulares, haciendo un gran papel en la economía animal; por su contracción se estrecha la cavidad del vientre, facilitando por este medio la salida de las materias contenidas en el estómago é intesti- nos &c; sujetando y comprimiendo las entrañas del vientre son los antagonistas de los esfínteres del ano y vexiga; obligan á que salgan los excrementos de estas partes, y también el feto en el acto del parto; favorecen la progresión de las materias que cor- ren, y de quantos líquidos circulan por los vasos de estas partes; contribuyen infinito á la respiración, á la digestión, al reír, toser, estornudar, y al parto {Véanse estos artículos.)', como las aponeurosis de unos músculos corresponden á la parte carnosa de los otros, pueden de este modo comprimir al mismo tiempo en to- dos los puntos del vientre. ABDUCTOR. {Anat.) Los Anatómicos llaman así los múscu- los que apartan ó dirigen hacia fuera de la línea céntrica y verti- cal del cuerpo los órganos que mueven ; como el abductor del ojo, los abductores del muslo; la mano y el pie tienen músculos abduc- tores propios, pero son arrimadores ó aductores respecto del cuerpo; pero sin embargo al tenar se le llama abductor del dedo pulgar, y lo mismo se llama el del dedo gordo del pie. ABEN-EZRA. {Biog.) Nació en la ciudad de Toledo, era judío, y se hizo célebre por la grande extensión de conocimien- to que poseía, distinguiéndose en la santa Escritura, la Gramática, la Poesía, la Filosofía , la Astronomía y la Medicina; tenia gran- de inteligencia en la lengua árabe. Los judíos le llamaban el sabio por excelencia: el grande y admirable Doctor. Mangeto dice que floreció en 1180; otros dicen que murió cerca de 1774» ó en el mis- mo año en la isla de Rodas, de edad de setenta y cinco años &c. ABORTO. {Cirug.) Es lo mismo que mal parto, que no es mas que la salida del feto ó el embrión antes del término prescripto 6 AB por la naturaleza. Los síntomas que le acompañan son el fluxo de sangre ó menorragia, el dolor á los lomos y al pubis. La muerte del feto, por lo común, es la conseqüencia de este suceso desgra- ciado, y no pocas veces perece la madre. Las causas qu¿ lo pro- ducen son internas ó externas. Las internas son todas las enferme- dades agudas que padecen las embarazadas, los vómitos violentos, la tos, el fluxo de vientre, el pujo ó tenesmo, las grandes pérdidas de sangre, todos los venenos, y algunos remedios, que obran en la economía animal con demasiada energía. Las externas son los gol- pes, las caídas, ios sacudimientos violentos, la compresión que pro- ducen las cotillas ú qualquiera otro cuerpo , el exercicio violento, como baylar, correr, ú otro de esta especie; el estrépito del cañón y los truenos, las vigilias continuadas, los olores fuertes y fétidos, y los vapores del carbón. El aborto,puede depender del mismo feto ó de la madre: sucederá esto por defecto del feto, siempre que este se halle muerto, ya sea por falta de nutrición, ó por mala conformación del cordón; por la madre, por algunas de las causas que hemos expuesto, y quando abusa del coito; por un vicio ve- néreo , escrofuloso &c.; puede acontecer también por un escirro en el útero. Los signos que por lo común suelen presentarse antes del aborto son la calentura, los dolores en los lomos, que correspon- den al empeyne; frió en los extremos y aun en todo el cuerpo; aba- timiento ; el vientre y las mamas se disminuyen; los dolores se van progresivamente aumentando, presentándose alguna vez las con- vulsiones; el orificio interno del útero se dilata, evacuando por él sangre pura ó aquosa; por último, el feto sale amoratado, y muer- to las mas veces, soltando después la placenta; y algunas veces es necesario extraerla. Lo primero que debe hacer un Profesor con una enferma ame- nazada de mal parto es informarse exactamente de la causa que puede haberlo producido, para prevenir de este modo mas acer- tadamente su curación; y quando esta no se consiga, moderar los síntomas ó accidentes que pueden seguirse, y asimismo prever si se verificará ó no la salida del feto: por consiguiente, si después de una caida ó qualquiera otra causa violenta exterior, la embarazada siente dolores, si no se mueve la criatura , si sale algo de sangre &c. es fácil creer que sucederá el aborto; no obstante que aun con to- dos estos síntomas suelen librarse, acudiendo oportunamente con los remedios; y porque el fluxo de sangre, que es el que mas in- dica la salida del feto, puede ser de la vagina. En este caso se ha- rá poner la embarazada en la cama, inspirarla por quantos medios sean posibles la presencia de ánimo y la tranquilidad , haciendo que guarde quietud; si se concibe que la causa es la plétora ó es AB 7 algún golpe, se la sangrará del brazo, mas ó menos según la vio- lencia de ia causa, las fuerzas de la enferma, y la gravedad de los síntomas; se la pueden dar también dos ó quatro cucharadas alter- nadas con los caldos de una bebida compuesta de quatro onzas de flor de tila ó de torongil, un escrúpulo de espíritu de nitro dulce, y una onza de xarabe de corteza de cidra, todo mezclado, con el nn de moderar los espasmos uterinos, que son los que aceleran el aborto: se la hará un fomento al vientre de triaca disuelta en vino, poniendo encima unos paños de vinagre rosado aguado, partes iguales; y si el fluxo de sangre es considerable, el vinagre aguado bien frió es lo mejor, puestas dos servilletas empapadas en él, una á los lomos y otra al vientre; pero si no ceden los síntomas á todos estos remedios y á otros de su especie, se hará inspección; y si se advierte dilatado el orificio del útero, y se ve la pronta salida del feto, no se insistirá en estos remedios, antes bien se intentará la pronta salida usando de emolientes al vientre, como no sea abun- dante el fluxo. Todo esto quiere tino y discreción, teniendo se- guridad de unas y otras señales: si se verifica el aborto, se ten- drán presentes todas las reglas del parto {Véase este artículo.) al tiempo de la salida del feto y secundinas. Si la enferma se ve acometida de histerismo, convulsiones, granJluxo de sangre, se la socorrerá, según se previene en estos artículos, tanto para precaver el aborto, como para moderar y corregir estos perniciosos accidentes: si la embarazada estuviese en un estado de irritabilidad general y parcial del útero, que suele ser freqüente motivo del aborto, los antiespasmódicos {Véase anties- pasmodicos)tendrán lugar, como no sea el opio, que este remedio en estas circunstancias es pernicioso; debiéndose abstener de su uso en los primeros meses del embarazo. ABSCESO. {Cirug.) Es un tumor preternatural que contiene pus, llámase también apostema; el absceso por lo regular suele ser el resultado de la inflamación, ó de qualquiera otro tumor que se supura. Los signos, que por lo común indican esta terminación , son el excesivo calor del tumor, el dolor pulsativo en la parte y la ca- lentura; si esta y los demás síntomas se aumentan, siguiéndose frios irregulares, es señal que se está formando la supuración, y por consiguiente el absceso.{Véase supuración.); quando ya está for- mado, lo indican los signos racionales siguientes, en que cesa el calor, la tensión, pulsación, y la calentura; siendo los signos sen- sibles el que el tumor se presenta blando y con fluctuación , en cuyo caso ya está formado el absceso. Esto es en los externos, porque los internos son caracterizados por los grandes frios, calenturas er- ráticas, trastorno de las funciones de las partes donde se han for- mado &c. 8 AB Los abscesos pueden dividirse generalmente en internos y ex- ternos ; y según la manera de formarse y la naturaleza del pus, se deben dividir en simples, compuestos y complicados. Los sim- ples son aquellos que se forman en un solo punto, conteniéndose en una sola cavidad, no ocupando mas que el texido celular ó las carnes. El compuesto es aquel en que el pus se halla esparcido en varios senos y cavidades; y el complicado es el que está acompa- ñado de caries, lesión de nervio, tendón, ó de alguna articulación, ó sostenido por algún vicio específico como el venéreo, escrofulo- so 8cc. También admiten los abscesos otra división, á saber, en propios é impropios: los propios son los que contienen un verda- dero pus {Véase esta palabra.), y son formados del modo que se ha indicado anteriormente: los impropios son los que contienen una materia extraña, formándose con lentitud, y por lo común se halla en una bolsa ó kiste. (Véase tumores enkistados. ) Las indicaciones generales que se presentan en la curación del absceso son, intentar que se perfeccione la supuración, dar salida después al material, limpiar la úlcera que queda, y cicatrizarla. La formación del pus muchas veces se executa sin el auxilio de! arte; pero en otras es preciso emplear varios medicamentos. Quan- do el tumor manifiesta que su terminación es la supuración, lo que comunmente se emplea por la mayor parte de los Cirujanos, son las cataplasmas, los ungüentos y emplastos emolientes y supurantes {Véanse estos artículos); pero atendiendo á que en estas circuns- tancias se necesita en la parte afecta un aumento de vida, ó bien sea excitamento capaz de poder actuar la supuración, será siempre del caso combinar con los emolientes remedios excitantes, siempre con relación al mayor ó menor aumento de vida que tenga el tu- mor; si este es inflamatorio, acaso con los emolieutes habrá bas- tante : y seguramente en el estado inflamatorio los emolientes, mo- derando la tirantez &c., no solo aliviarán al enfermo, sino tam- bién proporcionarán una supuración laudable; pero si el tumor es tenaz, retardándose la supuración iniciada, por ser de índole fría, digámoslo así, en este caso se irán graduando los excitantes hasta quedar ellos solos; las cebollas comunes y albarranas, ó escilas, la tintura de cantáridas &c. tienen mucho lugar para esta especie de abscesos; los ungüentos y emplastos resinosos y estimulantes están igualmente indicados, aplicados baxo el principio que hemos esta- blecido: de este modo aprovecharán aun la multitud de supuran- tes que hacen en las casas y los curanderos; pero si se aplican sin conocimiento, indistintamente curarán algunos; pero á otros les fue- ra mejor no haberse puesto remedio alguno de esta especie. Después que se ha formado la supuración, sea por medio de la naturaleza, ó por el arte, y qu« se distingue clara y distintamente ABS 9 por la fluctuación &c. la salida del pus es la principal indicación. Esta se verifica muchas veces por la continuación de los remedios supurantes, que llegan á destruir la piel; pero esta abertura por lo común no suele bastar para dar salida al pus, particularmente si no se ha hecho en lo mas baxo del tumor, y si no tiene toda la capaci- dad para dar salida al material: entonces el Cirujano debe aumen- tarla; pero si no se ha verificado semejante abertura, y el tumor está en disposición, como llevamos dicho, sedará salida al pus: es preciso antes de describir el modo de hacerlo, determinar el tiempo en que se debe executar, porque tan peligroso es abrir un tumor demasiado tarde como muy pronto: si se retarda la abertu- ra, se debe temer que la materia se liqüe demasiado, haciéndose cor- rosiva en términos que pueda ofender las partes vecinas, sucedien- do también que se haga una absorción á la masa general de los humores; pero si se hace antes del debido tiempo, será inútil la abertura, porque no saldrá casi pus, siendo el dolor mas conside- rable, y la úlcera que queda mas rebelde de curar, teniendo que supurarse y fundirse todo el material que aun estaba crudo, ó por supurar, y porque también hay menos peligro de herir alguna par- te vecina al tiempo de hacer la abertura quando la supuración está bien hecha y es abundante, por razón de que la piel está mas in- mediata á los órganos quando es poca la supuración , pues esta sirve de intermedio, y los separa en términos que es difícil ofenderlos si es abundante. ¿Y quál será pues la regla que determine el tiempo en que deba hacerse la abertura? Los prácticos aconsejan que debe exe- cutarse quando tocando el tumor se siente una molicie igual por todas partes, siendo la fluctuación uniforme en todos los puntos de su extensión; quando se observa un punto principal blanco, que está amenazando abrirse él mismo; pero estas reglas no pueden con- venir á todos los abscesos, porque algunos no presentan exterior- mente los fenómenos que hemos indicado; pues vemos freqüente- mente en la práctica que los tumores que ocupan las partes glan- dulosas, carnosas, ó que se hallan debaxo de membranas, que la supuración se hace lentamente, y en su último período no se ad- vierte mutación de color en la piel ni los demás síntomas, mani- festando alguna dureza; y aunque presentan una colección bas- tante uniforme, es demasiado profunda, y por consiguiente poco sensible: en estos casos el facultativo debe conducirse para la aber- tura con toda la prudencia necesaria, valiéndose de la Anatomía, y estudiando bien la historia del tumor; y con arreglo á quantos principios hemos indicado tomar una justa determinación. Los Cirujanos se han valido de tres medios para abrir los abs- cesos, á saber: la simple incisión, el sedal y el cáustico. El medio mas sencillo, menos doloroso, mas pronto para abrir los apostemas, T OMO I B lo ABS que dexa menos deformidad en la cicatriz, y el mas recibido en la práctica es la simple incisión con lanceta en los superficiales , y con bisturí en los mas profundos. Para abrirlos con qualquiera de es- tos instrumentos es preciso primero situar al enfermo del mejor modo posible, tanto para executar la operación, como para pro- porcionar el vertiente de la supuración: después el Cirujano aplica los dedos de una mano en la base del tumor, y dirige el pus ha- cia la piel, consiguiendo al mismo tiempo que esta esté tirante, evi- tando el ofender alguna arteria , nervio ó tendón ; con la otra ma- no introduce el instrumento, divide los tegumentos, sigue hacien- do la incisión hasta terminarla en lo mas declive del tumor, si- guiendo siempre la dirección de las fibras musculares, procurando que sea proporcionada para que salga con libertad el pus, y se puedan colocar ó introducir los medicamentos oportunos; ponién- dose por la primera vez unos lechinos de hila seca; la lechinacion será floxa, y se repetirá rara vez; luego que se haya puesto á des- cubierto el absceso, no queda mas que una llaga ó úlcera simple, y debe ser tratada como tal. (Véase ulcera. ) Se debe preferir este método al del cáustico, siempre que el foco de la supuración esté profundo, y quando está inmediato á nervio ó vaso considerable, y aun á glándula, porque estos cuerpos reciben mal los cáusticos; quando la piel es delgada y no está alterada; y en fin quando se cree que la úlcera se puede curar pronto, por la situación y demás circunstancias. El método de abrir los abscesos por sedal es preferible en cier- tos casos. Se ha observado constantemente que los funestos efectos que se han seguido en la abertura por incisión de los grandes abscesos, ha $ido precisamente por el contacto del ayre , pues habiendo se- guido estos bien en la carrera de la supuración, luego que se han abierto, inmediatamente ha sobrevenido la calentura , que por lo común se hace hética si no toma otro carácter mas agudo y peli- groso, principalmente en los hospitales, en donde es el ayre de peor condición ; y así en estos se necesita mucha circunspección para determinar la abertura; y quando esta es indispensable, es necesa- rio valerse de todas las precauciones posibles, para que el contacto del ayre no ofenda á lo menos toda la superficie interna de la ca- vidad del absceso; y para ponerse al abrigo de sus funestas impre- siones , se ha pensado abrirlos por medio del sedal en lugar de hacerlo con el bisturí ó con el cáustico, quando por su gran volu- men y situación se temen funestas conseqüencias. Este método es el mas preferible, porque se consigue vaciar progresivamente el absceso, por voluminoso que sea, oponiéndose á la libre entrada del ayre, sin quedar después una cicatriz disforme, como quando se hace una grande incisión. Bell recomienda infinito este método, ABS u habiéndolo abrazado después de haber visto las funestas conse- qüencias de las grandes incisiones que practicaba antes en el hos- pital de Edimburgo. Esta operación se executa del mismo modo que se pasa un sedal en qualquiera otra parte. {Véase sedal.) Los abscesos que piden la abertura por los cáusticos son aque- llos en que la supuración se hace lentamente, y no se ha verificado en todo el tumor, que los antiguos llamaban hechos por congestión, y el vulgo llama también frios; quando hay que destruir algún cuer- po glanduloso ó de otra naturaleza ; y siempre que se crea que la conversión del tumor en pus será difícil ó imposible si no es por este medio. Por lo que hemos indicado quando se ha tratado de la incisión, se ve la preferencia que tiene aquel método á este siendo el dolor momentáneo; y con el del cáustico durará algunas horas, sin que el Cirujano pueda lisonjearse de que podrá limitar su acción á las partes que intenta destruir, siguiéndose de esto algunas moles- tias y accidentes de alguna conseqüencia: esto quiere decir que su aplicación no debe ser indistinta, sino en aquellos casos en que no tengan lugar los otros medios. Para abrir un absceso por medio del cáustico se toma qual- quiera parche de emplasto aglutinante de un grandor proporcio- nado, se le hace una abertura, y colocándolo sobre el tumor, de modo que la abertura del emplasto corresponda á la que se deba hacer del tumor, se coloca en ella el cáustico, si es sólido, como la piedra infernal cáustica, se pone un poco contundida, y si es líquido se pone empapado en unas hilas; pero es preferible la pie- dra y la mantequilla de papel para este efecto; luego se aplica otro emplasto encima sin agujerear, sujetándolo todo con un vendaje correspondiente; pasadas tres ó quatro horas ó mas, se levanta es- te aparato para examinar si se ha formado escara; siendo esta sufi- ciente , esto es, que interese hasta el foco de la supuración, entonces se levanta con la punta del bisturí para que salga en su conseqüen- cia , ó se aplican ungüentos emolientes y supurantes para derribar- la; curando sucesivamente la Haga, como ya se ha dicho. Abscesos del hígado. Las supuraciones que se forman en el hígado, son la conseqüencia de la inflamación de esta entraña in- dicada por los cólicos hepáticos, el dolor fixo mas ó menos violen- to en un punto determinado del hígado, y por los síntomas ge- nerales de inflamación. También se forman abscesos en esta visce- ra por las antiguas obstrucciones, por cálculos y otras causas en los vasos biliarios, ó por vicio del líquido que corre por ellos: pue- den también formarse en conseqüencia de las heridas de cabe- za , como lo atestiguan varios prácticos, entre ellos Quesnay , Ber- trandi y otros. Estos abscesos se confunden freqüentemente con la detención de la bilis en la vexiga; pero se diferencia esta de aque- 12 ABS lia en que por lo común no hay dolor al tiempo de su detención, y se hace prontamente; y en los abscesos se van formando lenta- mente con dolor pulsativo, que precisamente se va aumentando. En estos los frios son mas considerables, y seguidos de calor, que no sucede en la detención de la bilis; el tumor formado por el absceso no es circunscripto, presentando en los tegumentos como un edema, lo que es enteramente contrario en el tumor formado por la vexiga de la hiél; este debe corresponder al sitio donde está la vexiga, y los abscesos no tienen sitio determinado; por último, la fluctuación de la bilis se percibe inmediatamente, al paso que la de los abscesos se oculta y se conoce con alguna dificultad. Los abscesos del hígado no siempre se sujetan á la curación casi cierta que les ofrece la Cirugía, porque para operarlos se deben presentar hacia lo exterior; pero muchas veces se forman en la parte cóncava de esta entraña, y es impracticable la operación; mas los que se forman en la parte convexa, y todos los que tengan contacto con las partes continentes de la cavidad del vientre, en términos que se puedan aplicar tópicos con utili- dad , y realizarse después la operación, son de la jurisdicción de la Cirugía, y su pronóstico puede ser mas favorable. Estos absce- sos se tratan como los demás situados en las partes exteriores, y en llegando el caso se les abre con instrumento cortante con algún mas cuidado, y con todo el conocimiento que suministra la Ana- tomía, curándose después la úlcera por el método ordinario, y se- gún las indicaciones accidentales que se presenten. ABSORVENTES. {Mat. Med.) Nombre que se da á los medicamentos capaces de desnaturalizar y neutralizar los ácidos que suele haber en las primeras vias. Algunos Médicos han gene- ralizado mas su uso, creyendo que por su aridez eran capaces de atraerse á sí los humores aquosos superabundantes de que estaban empapadas las fibras del estómago é intestinos; pero esta acepción es de una teoría arbitraria: no es posible que estos medicamentos obren con una mecánica tan hipotética, prescindiendo de que se han de administrar con un vehículo aquoso que antes de tomarlos el enfermo, dexaban de ser absorventes porque habían chupado todo el líquido aquoso, de que eran susceptibles; y quando no, en la bo- ca y esófago embeberían antes los humores naturales, que precisa- mente habia de tropezar. Nosotros siguiendo á la mayor parte de los prácticos, limitaremos la palabra absorventes á las substancias, capaces de unirse y neutralizarse con los ácidos que se hallan en primeras vias, formando con ellos sales neutras, conformándonos con esta acepción mas generalmente recibida en el dia. Se ha observado constantemente en la práctica de todos los tiempos, que en ciertas circunstancias los enfermos sienten ácidos ABS 13 en el estómago é intestinos enunciados por eruptos de la misma es- pecie ; los Médicos, buscando remedios capaces de destruirlos, guia- dos por los conocimientos químicos de su tiempo, se han servido de aquellas substancias que podían executarlo, introduciendo suce- sivamente en la práctica, las piedras gredosas, la greda , la osteo- cola, el cráneo humano, el cuerno de ciervo, los huesos de varios animales de distintas partes, varios bezoares, concreciones petro- sas halladas en los animales , las conchas y otras substancias de los testáceos, las perlas, los corales &c. Estas y otras eran las mate- rias que se tenian equivocadamente por terreas, y que compo- nían la dilatada, pomposa é inútil lista de absorventes diseminados en muchas recetas de los antiguos, como que hacian un gran pa- pel en las acrimonias. El sistema de Taquenio y Silvio, en el que veian ácidos en todas las enfermedades, es el que ha contribuido sin duda á que se haya abusado tanto con esta clase de medicamentos; pero en el dia se ha limitado tanto su uso á los justos límites, que han determinado los nuevos conocimientos químicos, demostrando su inutilidad la buena crítica, y una atenta y constante observación. Desengañados los modernos, de que todas las substancias animales que contienen gluten ó una substancia gelatinosa, no pueden obrar ple- namente como absorventes, han preferido el uso de la cal y los álkalis muy dilatados en agua; la magnesia y algunas otras substan- cias de esta especie, bastando estos medicamentos para emplearlos con utilidad en la práctica, sin recurrir á la multitud de otros mas raros, cuyos efectos son dudosos, y las mas veces perjudiciales; for- mando masas apelotonadas y barros en el estómago, á que se siguen obstrucciones en los vasos y otras enfermedades; falta en que han incurrido hasta aquí muchos Médicos por mala elección, y por no haberlos dilatado lo bastante en agua, impidiendo de este modo su mejor combinación. Es necesario tener presente también que se han empleado substancias como absorventes, y en realidad no son mas que sales neutras, que desprendiendo un ácido aeriforme son muy perjudiciales. La greda, los ojos de cangrejo &c. no son mas que sales neutras formadas por la cal y el ácido carbónico; como este ácido es mas débil que todos, puede suceder que el que esté contenido en el estómago sea mas fuerte, y entonces le separe pro- duciendo una efervescencia , tomando el ácido carbónico el estado de gas, de suerte que infle el estómago y produzca el dolor, los flatos, y quantos síntomas puedan nacer de esta causa; por tanto es preferible siempre la magnesia pura , esto es, privada del ácido carbónico, que es la que usamos mas comunmente en la práctica. En el dia se sabe también que los dientes, los huesos, y otras substan- cias animales que se han usado como absorventes, están compues- tas de ácido fosfórico y cal; no pudiendo nunca obrar como tales, 14 ABS porque los ácidos de las primeras vias no son tan fuertes que pue- dan separar el ácido fosfórico, y unirse á la cal; y así se debe proscribir el uso de semejantes substancias en el concepto de ab- sorventes. Las enfermedades en que comunmente se emplean absorventes, son todas aquellas en que se ha desenvuelto un ácido en el esto- mago: los niños son los mas propensos á él ; los hipocondriacos, las cloróticas, algunas embarazadas son acometidas de este sínto- ma molesto; también suelen hallarse en los sugetos que hacen un largo uso de la leche, de vegetales, harinosos y acescentes; estos remedios son puramente paliativos, no curando masque el síntoma de la acedía: para destruir la causa de ella es preciso recurrir á otros que obren directamente para su curación radical, como los tónicos corroborantes &c. Absorventes (vasos) {Anat.) Estos vasos se llaman también linfáticos, y son unos tubitos delgados y transparentes compues- tos de membranas extremamente sutiles que tienen á trechos infini- tas válvulas que les hacen presentar un aspecto nudoso: nacen de todas las cavidades, y de las grandes superficies internas y exter- nas de nuestro cuerpo, y terminan en el canal torácico, en las ve- nas yugulares y subclavias. Esta serie de vasos distintos de las ar- terias y venas, tiene á su cargo el círculo privativo de la linfa y el quilo: se le conoce con el nombre de sistema absorvente, des- tinado por la naturaleza á absorver ó chupar quantos humores na- turales y preternaturales se vierten en todas las cavidades grandes y pequeñas del cuerpo humano, y todas las substancias tenues que se aplican á su superficie interna y externa. Este sistema, sospechado por los antiguos Griegos y los Árabes, principiado á conocer en el siglo xvi, conocido enteramente y demostrado en Inglaterra en el siglo anterior por el Dr. Hunter y Cruikshank, y casi al mismo tiempo en Italia por Mascagni, formará época entre los descubri- mientos útiles hasta este tiempo: todos los Fisiologistas, inclusos Boerhaave y el Barón de Hallerj, pensaban que la absorción de las substancias exteriores se hacían por las venas que llamaban ina- lantes, hasta que el Dr. Hunter y sus compañeros hicieron ver con un gran número de experimentos, que las venas sanguíneas ni ab- sorven ni son capaces de absorver, y que solo el sistema absor- vente era el que podia recibir, chupar y conducir de la piel, de la superficie intestinal, y de todas las demás superficies y cavidades internas, todo quanto podia y debia formar la sangre, ó mezclarse con ella; por esta razón á toda esta serie de vasos que forman este sistema, que indistintamente se han llamado parte de ellos lácteos ó quilíferos, y los demás linfáticos, hoy se les da una denomi- nación común de absorventes, para no dar una idea falsa de su ABS 15 uso, pues los vasos lácteos no conducen siempre quilo, ni los lin- fáticos llevan siempre linfa; unos y otros absorven todos los humo- res que se presentan á sus orificios. Los vasos absorventes nacen de los sitios que ya hemos indica- do , tomando su curso unos mas profundamente que otros, encon- trando á trechos ciertas glándulas que atraviesan , que son partes integrantes del sistema absorvente, siguiendo después su camino, y volviendo á atravesar otras glándulas, y por último van á termi- nar á las respectivas venas y canal torácico. Los de las extremida- des inferiores principiando en la epidermis de los dorsos de los de- dos, de la planta y tobillos, se unen á otros profundos que se ha- llan debaxo de los tegumentos que siguen la dirección de los vasos sanguíneos, recogiendo en su curso quantos tronquitos vienen de entre los músculos y la piel, y llegando á la corva atraviesan la multitud de glándulas que se hallan en dicho sitio: después siguen su camino al lado siempre de los vasos poplíteos, y recogiendo siempre los vasos que vienen de las partes vecinas; luego van bus- cando la parte interna del muslo, hasta que por último llegan á la ingle á buscar las glándulas profundas y superficiales de esta parte: aquí se reúnen vasos del escroto, nalgas, y de los lomos , y partes inmediatas; después de haber atravesado estas glándulas entran es- tos vasos, compuestos de varios troncos, en el vientre por debaxo del ligamento de Falopio, acompañados de los sanguíneos, que ya. en aquel sitio se llaman ilíacos; se asocian á ellos, siguen su curso recogiendo varios troncos que vienen de las partes internas de la cavidad de la pelvis: llegando después al sitio de la cava, forman varios plexos, y entran ramas de las partes vecinas, atravesando va- rias glándulas que encuentran sobre las vertebras de los lomos: por último, introduciéndose en el pecho por un lado del pilar derecho del diafragma, van á terminar en el canal torácico , tronco común, que no solo recibe estos vasos, sino también quantos vienen de los testículos y demás partes de la generación, entrañas del vientre, in- clusos los que van de los intestinos y mesenterio, conductores del quilo quando lo hay, y de linfa en la abstinencia; de todas las partes internas que encierra la cavidad del vientre: este mismo ca- nal torácico en el pecho recibe todos los absorventes que vienen de los pulmones, y los que acompañan los vasos intercostales, y otros que vienen del corazón , algunos del cuello y el abdomen, Los absorventes que proceden de las extremidades superiores principian en el dorso y cara interna de los dedos, en la palma de la mano, el carpo y metacarpo; y juntándose estos ramitos con otros mas profundos, que tienen origen de los músculos y demás partes que están debaxo de los tegumentos, se reúnen todos y se asocian con los vasos sanguíneos, siguiendo unos los vasos radiales, 16 ABS y otros los cubitales {Véanse los artículos de estas dos arterias.); en toda su dirección, llegando á la flexura del brazo, atraviesan varias glándulas que se encuentran allí. De estas glándulas pasan to- dos los absorventes á incorporarse con los que acompañan á los vasos sanguíneos humerales , y de estos á los axilares, siguiendo la direc- ción de los dichos vasos humerales, y recogiendo todos los absor- ventes, que vienen de los músculos y demás partes profundas y su- perficiales de todos los sitios por donde pasan , hasta llegar á las glán- dulas axilares, las que reciben otros varios vasos absorventes de los tegumentos del pecho, epigastrio de la cerviz y otras varias partes; luego salen de estas glándulas por uno ó dos troncos, que pasando por detras del músculo subclavio van á buscar la vena subclavia donde se vierten. La cabeza tiene como las demás partes vasos absorventes pro- fundos y superficiales; estos últimos tienen origen de los tegumen- tos de toda la parte capilata ó casco, y de los de la cara; unos y otros van á buscar las glándulas que se hallan detras de la oreja hacia la nuca, después á las del cuello y mandíbulas, reuniéndose una infinidad de troncos que vienen de todas las partes vecinas, y la multitud de glándulas: luego van á buscar las partes laterales de la laringe; y juntándose con los profundos que vienen del cráneo, del cerebro y sus membranas, saliendo por el agujero carótido, vienen á este sitio; y formando troncos comunes entran en las glándulas que hay cerca de los músculos externocleidomástoideos y los trape- cios, y después van á buscar el confluente de la yugular interna y la subclavia, cerca de donde entra el canal toracio. Esta historia abreviada que hemos hecho de los vasos absorven- tes nos dará á conocer que los humores absorvidos de todas las superficies y cavidades del cuerpo son conducidos por estos va- sos al canal torácico, óá las venas yugulares y subclavias: las consi- deraciones fisiológicas y patológicas, que se deducen de este nuevo y admirable círculo, se expondrán en el siguiente artículo absorción. ABSORCIÓN. {Fis. y Pat.) Voz que expresa la acción con- cluida de haber absorbido ó chupado los vasos absorventes quantos humores naturales ó preternaturales se hallan en las cavidades del cuerpo, y quantos fluidos tenues se aplican á sus superficies. Na- die duda la existencia de los vasos absorventes, demostrada por tantos Anatómicos, ni que estos executan la absorción, función comprobada por una multitud de hechos: el mercurio y otros va- rios medicamentos externos aplicados á la piel, producen siempre mudanzas relativas á su modo de obrar: la mayor parte de los virus se absorven por estos vasos, pues después de un acto venéreo en que haya inoculación de virus de esta especie , por lo regular se afectan las glándulas de la ingle: quando se inoculan las viruelas ABS 17 en el brazo, inmediatamente se afectan también las glándulas axila- res: la obesidad de los cocineros, pasteleros, y de quantos viven en una atmósfera alimenticia , es obra de la absorción. Estos y otros hechos que pudiéramos presentar, manifiestan quan interesante es la absorción en el mecanismo de la economía animal; y quán- tas veces nos valemos de ella con utilidad en el exercicio de la. práctica, y aun nos valdríamos mas, si los ensayos del Sr. Brera y otros se perfeccionasen ; quienes han principiado á disolver varios medicamentos, usándolos en fricciones, con la ventaja de no inco- modar las vias de la digestión, habiendo logrado la curación de algunas enfermedades por la absorción. En el Real Estudio de Me- dicina Práctica de esta Corte se ha ensayado la disolución de la scila en las hidropesías, formando una pomada, que se administró en fricciones con utilidad. ¿Qué ventajas no se seguirían á la práctica, si se encontrasen menstruos, que con facilidad disolviesen la quina, opio y otros medicamentos, para administrarlos por fricciones, co- mo el mercurio? Es de esperar que con los progresos de la Química y la aplicación de los Profesores en favor de los descubrimientos útiles se perfeccione y generalice este método. Hemos indicado la absorción que se executa por la piel; no es menos interesante saber las que se verifican en las cavidades, pues todos los fluidos segregados y depositados en los reservatorios, como la bilis, el semen, la orina, las lágrimas &c. son en parte absorvi- dos y privados algún tanto de las partes aquosas por el sistema ab- sorvente: los vapores que rocían interiormente las partes membra- nosas de las cavidades para tenerlas flexibles, se detendrían forman- do gotas, y sucesivamente masas considerables, si las boquillas de los absorventes no los recibiesen y conduxesen á los grandes re- servatorios comunes: los vasos absorventes son los caminos por don- de se hacen las resoluciones de las contusiones, la mayor parte de las inflamaciones, y de algunos otros tumores, y por donde se efectúan las delitescencias y otros desvanecimientos humorales, por las vias naturales. De todos estos hechos se infiere , quántas enfer- medades y curaciones se pueden hacer por la absdrcion , y en quán- tas ocasiones se puede esta desarreglar; siendo así que el sistema absorvente es sumamente irritable, y está expuesto á afectarse por tanta clase de estímulos. ABSTINENCIA. {Terap.) Voz que expresa la privación to- tal de alimentos por algún tiempo, ó privación de ciertos alimen- tos y bebida: la abstinencia es dictada por la prudencia, ó pres- crita por la religión: en sentido médico significa la privación de alimentos sólidos y suculentos, ó muy nutritivos, substituyendo otros mas ligeros ; y así quando decimos, que un enfermo está en abstinencia, es quando no toma mas alimento que caldo; por lo tomo 1. c i8 ACC común decimos, aunque con impropiedad, está i dieta. Sin embar- go que esta palabra es mas general, pues en su germina significa- ción quiere decir alimento. {V. dieta. ) ACCESIÓN. {Med.) Voz usada en la Medicina para signifi- car la repetición periódica de síntomas, ó nuevo acometimiento de calentura, como sucede en las intermitentes, para quienes está con- sagrada esta voz. ACCIDENTE. (Med.) Es todo lo que sucede repentina y extraordinariamente en la carrera de una enfermedad, no entran- do en el orden de los síntomas precisos que deben acompañarla; por exemplo: la supresión de esputo en una pulmonía, la convul- sión en una herida &c. Alguna vez es síntoma de otro síntoma. [V. este artículo.) ACCIÓN. {Generalid. de Med.) Esta palabra expresa la ope- ración, el acto, hecho, ó la posibilidad de hacer alguna cosa: se puede entender con respecto á los remedios , ó de los diversos órganos. Acción. (Fis.) Sinónimo de función, y así usamos indistinta- mente acción ó función del hígado, del estómago &c.; pero solo decimos acción muscular, y pocas veces función: también deci- mos exclusivamente acción orgánica; esta puede estar turbada, de lo que se siguen las enfermedades. {V. función.) Acción délos medicamentos. {Mat. Med.) Para que los medicamentos produzcan un efecto qualquiera en la economía ani- animal, es menester que se apliquen en algunos de sus órganos. Su acción no está fundada en propiedades físicas manifiestas; y á pesar de lo que han dicho muchos autores de las simpatías y de la acción del pretendido magnetismo á distancias considerables, no son sino prestigios de una imaginación desarreglada, ó productos de un ciego entusiasmo. Las ridiculas pretensiones del Caballero Digby sobre los remedios simpáticos, las de otros muchos sobre los amu- letos , tomados de las substancias mas inertes, hoy están entera- mente desterradas y disipadas á la luz de la Física experimental, que debe preceder é ilustrar á la Medicina como á todas las cien- cias de observación. No siempre es fácil explicar y concebir la acción de la mayor parte de los remedios; y así es que no se sabe exactamente, por exemplo, qué relación hay entre el tártaro emé- tico y el vómito que excita, entre el opio y el sueño que produce. Sin embargo, el sabor ó el olor, y sobre todo la disolubilidad , son inseparables de las propiedades de qualquiera substancia, y pueden servir, como mas adelante observaré, para reconocer que una ma- teria insípida, inodora, indisoluble, no obra sobre la economía ani- mal; y que al contrario un cuerpo sabroso, oloroso y disolu- ble produce tanto mayor efecto en el hombre y en los animales, ABC 19 quanto mas notables son en él estas propiedades. También nos engañaríamos si quisiéramos explicar y adivinar la acción de los medicamentos, con respecto á la figura de sus mo- léculas ; y si consideramos la forma de los ángulos, puntas, agujas, lanzas, esferas, conos, cubos &c., como causa de la diversidad de sus efectos; estas figuras habian de suponerse en sus últimas partí- culas, aun quando estuviesen demostradas en las moléculas de di- versos medicamentos; y en este caso aun falta saber la causa que debe moverlas, y el modo necesario de presentarse en los órganos, para que produzcan los efectos atribuidos á su diversa figura. Mu- cho mas acertado es convenir con los Profesores mas sabios, en que no conocemos la manera íntima de obrar los medicamentos; séa- nos, sin embargo, lícito el procurar aclarar este punto , sin olvidad- nos desterrar todo género de hipótesis de nuestras indagaciones. Considerando el resultado de todas las observaciones hechas so- bre la acción de los medicamentos, se nota al punto que no hay, por lo regular, proporción alguna entre la energía aparente ó las propiedades físicas de un remedio , y su modo de obrar en el cuer- po humano. En efecto, ¿cómo un solo grano de opio puede cal- mar los dolores situados lejos "del estómago, en el qual exerce esta substancia su primitiva acción? ¿cómo un átomo de materia, relati- vamente á la masa total del cuerpo, puede disminuir la acción de los órganos mas movibles, y detener así sus funciones hasta produ- cir el sueño? ¿qué analogía se puede encontrar en las potencias físicas de dos granos de ipecaquana, ó de medio grano de táitaro emético,, y las convulsiones violentas que estas pequeñas masas ex- citan en el estómago que las recibe? ¿qué relación puede haber entre una sexta parte de grano de cantáridas, medio de alcanfor, y entre el texido de la vexiga, que el primero de estos remedios irrita é inflama , y el segundo calma los dolores, espasmo y eretis- mo ? De esta importante observación se debe concluir que el efec- to parece casi siempre superior á la causa en la acción de los me- dicamentos. Procuraré fixar al momento la razón de esta despro- porción que no es mas que aparente, y que deberia, sin embargo, ser considerada como constante y cierta, si se quisiera seguir á los mecánicos en las explicaciones que nos dan acerca de los fenó- menos de las enfermedades, de la salud, y de la acción de los re- medios. Otra observación no menos interesante que la primera , y saca- da también de la práctica, nos hace ver que un mismo medicamen- to, aun dado en Ja misma dosis, produce efectos muy diversos en distintos sugetos. Un catártico hace purgar muy bien á un enfermo, y el mismo medicamento dado á otro enfermo en la misma forma y ¿ósis, apenas promueve la menor evacuación, y tal vez en otro 20 ACC enfermo será capaz de producir una sobrepurgacion. He conocido sugetos á los que era menester dar tres granos de tártaro eméti- co para hacerles vomitar; y al contrario observé que en una mu- chacha la segunda parte de un grano, dilatada en una porción de tisana, le ocasionaba vómitos continuos, y cólicos bastante fuertes. Conozco á una Señora que se ve expuesta á convulsiones, á cólicos, á una desazón insoportable, y á otros síntomas nerviosos, siempre que toma la mas pequeña dosis de qualquiera de las preparaciones del opio, aunque sea administrada en lavativas. Todos los Médicos podrán observar freqüentemente estos fenómenos. La parte donde se aplica un medicamento modifica, y ha- ce por lo común variar su acción; así es que las preparaciones del plomo, aplicadas exteriormente apagan los dolores, y los producen terribles quando se toman interiormente. Los ácidos ligeros son atem- perantes, antisépticos y refrigerantes para las primeras vias; pero introducidas algunas gotas en los vasos sanguíneos, paran el cír- culo y matan los animales. Los cuerpos odoríferos y ambrosiacos producen espasmos y otros síntomas nerviosos, quando penetran los nervios olfatorios de algunas personas irritables; y estos mismos re- medios, tomados interiormente, son antiespasmódicos y calmantes. Hay pocos medicamentos que dexen de variar mas ó menos en sus efectos, según la parte á que se aplican. El arte no tiene aun sobre este punto todo lo que puede adquirir; y se ven con freqüencia re- medios aplicados de una manera particular, que obran de un modo enteramente contrario á lo que se pensaba. La observación atenta es el único medio para conocer la acción diversa de los medicamen- tos; y la práctica no podrá menos de adelantar con estos trabajos, sabiendo que una misma substancia podrá entonces satisfacer muchas indicaciones, administrándola de tal á tal forma; lo que vemos ya en muchos medicamentos... F. Si hubiéramos de exponer todos los principios en que se funda la acción de los medicamentos sobre nuestra economía animal, ocu- paríamos muchas páginas con hipótesis, sueños y arbitrariedades, que los autores de Materia Médica de todos los siglos nos han ex- puesto , dando á las substancias medicamentosas virtudes ó propie- dades, relativas siempre á los principios patológicos de que estaban empapados; y así para el húmedo radical, el cálido innato, las sales, los azufres, las acrimonias y otros vicios y modificaciones, que se suponen en los humores, y también en los sólidos, era preciso que buscasen instrumentos adaptados, que obrasen con un mecanismo tan figurado y arbitrario como la-mecánica oculta con que nos ex- plican los fenómenos morbosos, que aunque sensibles á nuestros sen- tidos, serán sus explicaciones siempre dudosas, como todas las que se dirijan por el obscuro camino de la averiguación de las causas. ACE 21 El examen filosófico que hace Fourcroy de la acción de los me- dicamentos , con respecto á sus qualidades físicas, químicas &c. en este artículo, es digno de la lectura de un Médico, y le hubié- ramos trasladado gustosos , si no fuera de tanta extensión, y si se pudiese colocar en un Diccionario compendiado como este; y así solo nos hemos contentado con ofrecer su exordio: también hubié- ramos expuesto en este artículo las ideas generales de la Terapéu- tica de Alibert, de que tenemos noticia, si hubiera llegado á nues- tras manos al tiempo de escribir este; pero nos remitimos á las dos obras, persuadidos que el plan de Materia Médica, con respecto á la acción de los medicamentos, después de examinar los princi- pios generales de la profesión y las ciencias auxiliares, se lo han de ir formando los Profesores, recogiendo hechos propios, comparando los ágenos &c. Qualquiera plan de reforma exige también una no- menclatura nueva; y mientras que no estén uniformadas las ideas so- bre este objeto, es preciso seguir las que se nos han transmitido, aunque conozcamos sus defectos; viéndonos precisados á seguirlas en nuestra obra porque es un Diccionario, y porque aun no es- tan fixados los principios para excluir muchas clases de medica- mentos cuyas propiedades, si no son arbitrarias, por lo menos son inexactas. ACELERACIÓN. {Med.) Se dice particularmente quando se aumenta la velocidad del pulso en las varias calenturas; también se extiende á la respiración, quando esta se executa con mas velocidad. De esta voz sale acelerado, (pulso) aceleramiento <&c. ACELERADORES, (músculos) {Anat.) Llamados así por razón de su uso: nacen por fibras tendinosas de la parte superior, y laterales de la uretra, abrazando su vulvo en el sitio que cor- responde al hueso pubis; y formando dos porciones carnosas van á terminar á los cuerpos cavernosos del miembro viri!. El uso de es- tos músculos es de comprimir la uretra, y de este modo facilitar la salida de la orina y el semen. ACERBO. {Mat. Med.) Se da este nombre al sabor que cau- san las impresiones de los ácidos y los astringentes reunidos", para producir una misma sensación: este sabor mixto se halla en muchos vegetales, y principalmente en las frutas inmaturas. ACETATES. {Mat. Med.) Sales compuestas de ácido acético unido á diferentes bases terrosas, alcalinas, metálicas &c, como el acétate de alúmina, de amoníaco, de antimonio &c. ACETITES. (Mat. Med.) En tiempo en que se creía que el vinagre y el ácido acético se diferenciaban en las proporciones de oxígeno, se Humabanacetites todas las sales formadas por el vinagre ó ácido acetoso; pero en el dia se cree que solo hay un verdadero ácido saturado de oxigeno ad máximum: dando hoy el nombre de 22 ACE acetates a todas las sales que antes se llamaban acetites. ACETOSO. {Mat. Med.) Se da este nombre á todo medica- mento ó substancia que se prepara con vinagre , como el éter ace- toso &c. ACE VEDO. (Pedro de)\{Biog.) Natural de Canarias; se sabe solo que escribió una obra titulada Remedios contra Pestilencia: un tomo en octavo, impreso en Zaragoza, año de 1589, en la Im- prenta de Pedro Puig. ACEYTE. {Mat. Med.) QE1 aceyte es una substancia crasa, untuosa é inflamable, que se extrae de las substancias animales y de diferentes vegetales. El aceyte es uno de los principios mas íntimos de todas las substancias vegetales y animales, y por el qual todas ellas se diferencian esencialmente de las del reyno mi- neral ^ pero al contrario, no hay ninguna de estas en la qual se pueda hallar aceyte alguno. Todo aceyte que se extrae de subs- tancias vegetales ó animales, tiene un cierto número de propie- dades generales que forman el carácter de aceyte; pero él se di- versifica casi al infinito por un gran número de propiedades parti- culares, según las diferentes materias vegetales ó animales de donde se extrae, por lo que se diferencia el aceyte en muchas especies. La principal, relativamente al uso medicinal, es en aceytes crasos ó pesados, y en aceytes volátiles y esenciales. Sin embargo, todos los aceytes considerados en su naturaleza, y químicamente , son volátiles, esto es, que no hay ninguno que, puesto á un cierto grado de calor, no se reduzca y eleve en va- por. El calor necesario para evaporar los aceytes, los menos volá- tiles, no debe ser muy activo, sino mas inferior que el de la in- candescencia; ademas las destilaciones, y particularmente las re- petidas, hacen los aceytes mas tenues y mas volátiles, haciendo desaparecer las diferencias específicas de los aceytes. A algunas substancias se las llama impropiamente aceytes, y no lo son, al paso que otras se las conoce con otras denominaciones enteramente contrarias á su naturaleza; y así se dice aceyte de vi- triolo, de tártaro &c., y no se dice aceyte de cacao &c. Tenemos muchos aceytes, que se usan freqüentemente en la Medicina, y no son mas que infusiones ó cocciones de vegetales ó animales hechas en aceyte de olivas. En efecto, el aceyte tiene la propiedad de ex- traer , no solamente las substancias aceytosas y resinosas de los cuerpos, sino también las materias gomosas y extractivas, sea de los vegetales ó de los animales, quando estas están combinadas con las primeras, porque no pueden tomar las substancias gomosas y extractivas puras; por esta razón sabemos que entre el gran núme- ro de aceytes preparados se hallan muchos que no tienen mas vir- tud que la del simple aceyte que ha servido de recipiente; ademas ACE 23 que el principio que el aceyte puede extraer de ciertos cuer- pos, algunas veces es de una naturaleza tan fugaz, que se disipa mas bien que se fixa en él, por razón de la misma operación que se emplea para prepararlos. El tiempo y ciertas operaciones dan á la mayor parte de los aceytes propiedades contrarias á las que poseen en su estado natural; por exemplo, el aceyte de oli- vas, que goza de la propiedad laxante, se hace irritante y pur- gante quando se pone rancio. En general los aceytes dulces, que abundan en los vegetales, y que se pueden extraer por la simple expresión, están sujetos á esta especie de fermentación interior ó alteración. Entre estos úitimos hay unos cuyo ácido se desen- vuelve mas fácilmente, y otros se distinguen por la denominación particular de aceytes crasos, y hay en ellos aun mas disposición á dicha alteración. Los aceytes esenciales experimentan también una especie de descomposición; su olor se disipa en parte, y aun ente- ramente al cabo de algunos años: unos se envejecen , espesándose en parte, ó totalmente , tomando entonces una consistencia y olor de trebentina y aun de resina; y quando están en este estado, no son propiamente hablando, aceytes esenciales; pues no tienen volatili- dad, y no pueden tomar el grado de calor del agua hirviendo. Los aceytes esenciales pueden ser alterados por las mezclas de algunos aceytes crasos sin olor: se pueden conocer todos estos fraudes fácil- mente , prestando atención á las propiedades de las substancias que se han mezclado, y por otras pruebas...] aceytes animales. QTodas las substancias animales están lle- nas de un aceyte naturalmente untuoso, muy dulce, y que no es muy volátil para tomar el grado de calor del agua hirviendo. Pe- ro en general el aceyte que se puede extraer de los animales se halla en dos estados diferentes, siendo muy esencial distinguir uno de otro. El primero es el de manteca ó gordura; baxo de esta for- ma , el aceyte de los animales no está en combinación con otros principios de materias animales, el qual está como aislado, abundan- do en la composición animal, y es de una naturaleza absolutamente diferente del aceyte que está combinado con estas substancias: este aceyte es abundante , el qual se puede llamar aceyte adiposo, que se parece perfectamente á los aceytes vegetales, que algunos Químicos llaman con razón aceytes crasos. Los aceytes de esta especie, que se pueden extraer de los animales, son la gordura, la medula, el aceyte de yema de huevo por expresión, la materia llamada es- perma de ballena, la manteca y otros de esta especie. Todas estas substancias se usan con freqüencia en la Medicina, teniendo todas las precauciones necesarias para usarlas en su pureza, sin que estén alteradas de una manera ú otra. El segundo estado en que se halla el aceyte de los animales, 24 ACE es el de combinación. La substancia gelatinosa, que forma casi en- teramente todas las partes que componen el cuerpo humano, como la carne, los tendones, los huesos, las astas, los pelos&c. destiladas, dan una gran cantidad de aceyte, que proviene de su descomposición, y que es uno de los principios que está combinado con los otros. Las primeras partes de este aceyte animal, que pasan en la destila- ción , son fluidas penetrantes y volátiles; y este es el que se debe mirar como verdadero aceyte animal, el qual tiene un olor empireu- mático muy fuerte y desagradable, y está mezclado del álcali volátil, que le hace esencialmente diferente de la gordura de todos los acey- tes vegetales, en el qual se desenvuelve y separa un ácido por la destilación. Los aceytes animales, que resultan déla descomposición de las substancias animales, se emplean menos en la Medicina que los otros que no están combinados con los principios de estas mis- mas substancias...] Aceytes dulces, crasos ó fixos. Estos aceytes, como por lo regular se sacan de los frutos, y de ciertas simientes por ex- presión , se distinguen de los otros, llamándolos aceytes expri- midos : los quales, quando están en su estado ordinario, no se disuelven ni en el alcohol ni en el agua; pero usando de ciertos intermedios se consigue unirlos con ambas substancias: así mez- clando, según arte, azúcar con los aceytes fixos, se mezclan con el agua, como sucede con las preparaciones de los looks y de las bebidas oleosas; también se pueden mezclar con el agua quando se ha interpuesto una goma ó un mucilago, y entonces se forma un licor lechoso. Si se unen ó combinan estos aceyres con sales alcali- nas, se forma unxabon , que se mezcla también con los licores aquo- sos y espirituosos, el que disuelto en el alcohol presenta un fluido transparente homogéneo. Quando se añade un ácido á una disolu- ción de xabonpor el alcohol, el ácido absorve la sal alcalina ; y en el aceyte, que al instante abandona el álcali, se observa una mutación digna de notarse, yes que puede desde entonces disolverse en el alcohol puro sin ningún intermedio. Los aceytes dulces ó fixos, sacados por expresión , pierden mu- cho de su fluidez quando se exponen al frió, y aun algunos con experimentar un ligero grado de frió adquieren una fuerte consis- tencia. Estos aceytes, conservados por un cierto tiempo en un ayre caliente, se vuelven fluidos claros, y contraen una gran rancidez* entonces su naturaleza dulce, lubricante y laxante se muda en una viva acrimonia; así los aceytes rancios en lugar de aliviar irritan y lejos de embotar los humores corrosivos, corroen é inflaman. Los aceytes fixos están expuestos á experimentar la misma rancidez aun quando están todavía contenidos en los vegetales de donde se sa- can; así es que las simientes oleosas, como las almendras y las se- ACE 25 millas frías se enrancian quando se guardan mucho tiempo. Si se machacan estas simientes ó almendras con agua, el aceyte se une á esta por medio del mucilago de la semilla, y de esta mezcla se hace una emulsión ó licor lechoso , que en lugar de enranciarse llega á podrirse quando se le conserva algún tiempo sin menearlo. Quando se ve que estos aceytes adquieren el calor del agua hir- viendo, y aun á un grado que sea tan superior á este, como el calor del agua hirviendo excede al del cuerpo humano , se hace poca di- sipación de sus partes. Si se someten á un grandísimo calor exhalan un vapor irritante, que parece ser de la naturaleza de los ácidos; quando después de esto se dexan enfriar, se nota que han adquiri- do una consistencia mas firme, y un sabor acre, que no tenían an- tes que el fuego hubiese obrado en ellos. De las almendras de algunos frutos, como el cacao, en lugar de dar un aceyte fluido, se saca una materia sebosa ó aceyte fixo concre- to, que tiene la consistencia de manteca; otros frutos, como la nuez moscada, dan una materia sólida tan firme como el sebo. El medio mas fácil para sacar estas substancias concretas es hacer cocer en agua los frutos que las contienen; la materia sebácea, liquidada en- tonces por el calor, abandona los otros principios próximos de es- tos frutos, sube á la superficie del agua, y luego que el licor se ha enfriado, vuelve á tomar su consistencia natural. Las substancias aceytosas concretas de esta clase poseen las mismas propiedades generales que observamos en los aceytes sacados por expresión; pero quando se guardan estas materias oleosas concretas tienen me- nos disposición á enranciarse que los aceytes fluidos comunes. Los aceytes fixos que mas se usan en la Medicina son el de oli- vas, el de almendras, el de linaza, nabos, y de palmachristi, ó hi- guerilla infernal. El aceyte se combina fácilmente con el oxígeno; esta combi- nación es ó lenta ó rápida; en el primer caso resulta de ella la ran- cidez, y en el segundo la inflamación:'parece que el oxigeno com- binado con el mucilago forma la rancidez, y que combinado con el aceyte forma el aceyte desecante; es pues la rancidez de los aceytes un efecto semejante á la calcinación ú oxidación de los metales. Por los experimentos de Siefert sabemos, que haciendo fermentar los aceytes rancios con manzanas ó peras se les quita la acritud ó rancidez. Aceytes esenciales ó volátiles. Los aceytes volátiles solo se sacan de los vegetales ó de las partes de estos que son muy aro- máticas , ó de su espíritu rector; estas son el principio en el que residen el aroma y la calidad caliente estimulante, y las virtudes de las plantas que las contienen, por lo que se han llamado á estos aceytes esencias. TOMO I. D 26 ACE El aceyte volátil está alguna vez distribuido en toda la planta como en la angélica de Bohemia; otras veces en la corteza como en la canela; el torongii y la yerbabuena contienen sus aceytes en los tallos y en las hojas; el lirio de Florencia y la benedicta en la raiz. Todos los árboles resinosos tienen aceyte volátil en sus tiernas ramas; el romero, el tomillo , el serpol le tienen en las ho- jas y capullos de las flores; el espliego y la rosa en el cáliz de ellas; la manzanilla y el naranjo en los pétalos: muchos frutos como la pimienta le contienen en toda su substancia; las naranjas y los limones en la corteza. Las simientes de las plantas aparasoladas como el anis y el hinojo tienen las vexiguillas del aceyte esencial coloca- das á lo largo de las líneas sobresalientes que se encuentran en la corteza: la nuez moscada contiene el aceyte esencial en su almen- dra. La cantidad de aceyte volátil varía según el estado de la plan- ta: unas suministran mas quando están verdes, y otras quando se- cas; también varía según la edad de la planta, el terreno en que nace, el clima que habita, y el tiempo en que se saca. Los aceytes volátiles se diferencian por la consistencia: i.° unos hay muy fluidos, como los de romero y espliego, otros muy espe- sos como el de canela y sasafras; unos conservan siempre su fluidez, otros por la menor impresión del frió pasan al estado concreto, como los de anis é hinojo; algunos están constantemente en forma concreta, como el de rosas y benedicta: 2.° por el color: el de ro- sas es blanco, el de espliego amarillo claro, el de manzanilla azul, y el de peregil verde: 3.0 por el olor, que varía según las plan- tas que lo producen: 4.0 por el sabor, que por lo general es calien- te; pero el sabor de la planta no influye siempre en el del aceyte, y así el que se saca de la pimienta no tiene ninguna acrimonia, y el que da el axenjo no es amargo. Los aceytes volátiles se caracterizan por un olor subido mas ó menos agradable; son solubles en el alcohol, y componen con él un fluido transparente y homogéneo: el agua, que no disuelve toda su substancia por medio de ciertas operaciones, se puede impregnar' de una cierta porción de la, materia mas sutil de estos aceytes; y en efecto, se disuelven perfectamente en el agua quando se usa del azúcar, de la goma, de la yema de huevo, ó de las sales álcalis. Los aceytes volátiles , se pueden unir con el oxígeno, con los álcalis y con los ácidos. Los aceytes volátiles absorven el oxí- geno con mas facilidad que los fixos, se coloran por esta absor- ción, se espesan y pasan al estado de resina; y quando se han es- pesado de este modo,.no son ya capaces de fermentar y librar de toda putrefacción á los cuerpos, que están penetrados y bien im- pregnados de ellos: en esto se funda la teórica de embalsamar. La acción de los ácidos en estos aceytes los hace pasar al es- ACE 27 tado de resina, y no hay otra diferencia si no la que suministra la adición del oxígeno. Los ácidos no se comportan igualmente con los aceytes volá- tiles; el ácido sulfúrico concentrado los espesa, y el floxo hace con ellos xaboncillos; el nítrico los inflama quando está concentrado, y quando está debilitado los hace pasar poco á poco al estado de resina; el muriático reduce los aceytes al estado xabonoso, y el muriático oxigenado los espesa. Aceyte de olivas ó común. Todo quanto se diga del acey- te de almendras dulces, con respecto á sus qualidades medicinales, debe referirse en este artículo, pues puede suplir muy bien por di- cho aceyte , principalmente quando es reciente y puro; y aun se puede decir que se debe preferir el de olivas siempre que no se tenga seguridad de adquirir el de almendras reciente, pues este se altera con mas freqüencia que aquel, prescindiendo de que es de un precio mas moderado. El uso mas común que se hace en la Medicina del aceyte de oli- vas es en lavativas y fricciones: esta substancia tiene sin disputa una propiedad laxante bien decidida, y seguramente desempeñará esta indicación completamente quando lo exija la enfermedad. Sino fue- ra tan difícil de digerir y tan pronto á excitar la náusea ó el vómi- to pudiera tener mas uso interiormente; pero á pesar de esto puede convenir en varias circunstancias: esta substancia embotará sin duda la acción venenosa de ciertos cuerpos introducidos en el estómago, y acaso excitará un vómito muy saludable. Muchos Médicos antiguos y algunos modernos recomiendan el aceyte de olivas para las convul- siones , ya sea en fricciones ó en baños, como también en las afec- ciones doloríficas del vientre; pero en este caso, usado interiormente tiene los inconvenientes que indicaremos quando tratemos del acey- te de almendras. Este aceyte ha sido aplicado con suceso en las heridas hechas por la mordedura de animales venenosos. La Far- macia se vale de él para formar varias preparaciones, como son los ungüentos, los emplastos &c. Las fricciones del aceyte de olivas para la curación de la calen- tura amarilla, ó bien sea vómito negro, ocupan hoy la atención de los Médicos; los periódicos nos refieren casos y curaciones freqüen- tes por este medio : sabemos también que algunos Profesores se ocupan igualmente en la investigación crítica de la aplicación de este remedio, para ofrecer los resultados según las leyes rigurosas de la buena filosofía ; y es de esperar de su zelo y constante apli- cación nos ofrezcan un quadro exacto, por el qual veamos hasta qué punto se extiende la realidad de un descubrimiento, que por su importancia y utilidad llama ya la atención del público. Desea- ríamos verificarlo, y aun pondremos de nuestra parte también todos 2S ACE los medios para que podamos extendernos mas sobre este objeto. Es cierto que ni por la razón ni por la analogía se puede hallar la razón suficiente del modo de obrar de este remedio aplicado á una enfermedad tan terrible, que tiene por esencia la debilidad , y en que se hace tan sensible el abatimiento del principio vital, que na- die puede dudarlo, siendo así que el aceyte siempre es un debi- litante; ¿pero no tenemos en la Medicina específicos, que solo sa- bemos que lo son por sus felices resultados? ¿podemos acaso ex- plicar su modo de obrar de otra manera que por hipótesis arbi- trarias? Convengamos pues que el Autor de la naturaleza, para con- fundir la sabiduría de los hombres, se ha reservado muchos secretos, depositando á veces virtudes enérgicas en cuerpos bien sencillos é inertes. ¿Pues por qué el aceyte no puede ser uno de ellos? Si los resultados de las observaciones hechas con el aceyte de olivas en Cartagena de Indias, Santo Domingo, Veracruz y otros pueblos de la América son tan constantes, como inegables los co- nocimientos y buena fe de sus autores; si estos mismos resultados felices corresponden á los que se han visto en los pueblos orienta- les contra la peste, que tan freqüentemente los acosa; si aun en las epidemias de España han sido observados y encarecidos los beneficios del aceyte por nuestros Ferreyras , Mercados , Sar- dos , Francos y otros muchos de nuestros ilustres Médicos; to- dos estos hechos y los que esperamos reunir, quizás podrán formar si no una demostración, á lo menos una probabilidad ó ve- rosimilitud muy adelantada; y en caso que las virtudes de este remedio se supongan ó sean exageradas, creemos que su aplicación no sea muy nociva, siempre que no se fie únicamente á este reme- dio la curación de un mal tan terrible, abandonando otros reme- dios acreditados y sancionados por una experiencia mas antigua. No se entienda de esto que reconocemos por justas todas las observa- ciones hechas en nuestros dias, y preconizadas por los Médicos y por el vulgo. Sabemos que en algunos la prevención, la ignoran- cia , el amor á la novedad y el deseo de ocultar la falta de co- nocimientos han tenido la mayor parte: que ha habido mu- chas cuyo resultado ha sido fatal, y se han encubierto cuidadosa- mente para dar valor á los experimentos felices que halagan tanto como aquellas ofenden; y por fin que Pugnet, Desgenebto y otros Médicos del exército francés en el de oriente usaron las fricciones de aceyte desgraciadamente en la peste de Damieta y de Alexan- dría. Quando decimos que deben continuarse las observaciones no queremos dar esperanzas de que el aceyte sea un específico en la fiebre amarilla, mayormente quando la experiencia ha acreditado que solamente puede servir como preservativo destructor de los miasmas que atacan á la piel, y como un remedio en la primera ACE 29 invasión de la enfermedad, quando la absorción del virus pestilente aun no ha pasado á lo interior, facilitando su expulsión por medio del sudor. ¿No es un delirio buscar virtudes extrañas y maravillo- sas en unos remedios, y no dedicarse á determinar con exactitud la acción de aquellos cuyas propiedades nos son ya conocidas? Véanse las notas de la traducción castellana puestas á la obra del Dr. Rush sobre la fiebre amarilla. Aceytes medicinales. Estas substancias medicamentosas se expondrán según nuestra Farmacopea Hispana, sin detenernos en la exposición de sus propiedades medicinales, porque se hallarán en los respectivos artículos de Medicina práctica, Aceyte por expresión. Aceyte de almendras dulces. Se tomarán seis libras de al- mendras dulces frescas, que se machacarán en un mortero de piedra y mano de madera; y después de pasadas por un cedazo, se pondrán dentro de un saco de cáñamo, y se prensarán. Dosis desde media onza hasta tres. Del mismo modo se saca el aceyte de la simiente de ricino, qui- tada antes la corteza , el de avellanas, de piñones, de nueces, de simiente de adormideras blancas, de linaza, de sésamo oriental, de cáñamo, de beleño y otros semejantes. En otros tiempos se hacia un uso mas extenso del aceyte de al- mendras dulces en la Medicina ; pero en el dia se ha limitado á po- cos casos, y solo abusan de él aquellos Médicos que ven acrimonias por todas partes, y tienen un temor irracional al opio y otros cal- mantes; pues ha sido muy freqüente fiar los dolores atroces de los cólicos á las dosis reiteradas del aceyte de almendras, que aun su- poniéndolo reciente y sin ninguna rancidez, suele á lo menos au- mentar los vómitos de que vienen acompañadas dichas enfermeda- des doloríficas. {V. cólicos.) Se ha usado igualmente en las indi- gestiones y otros vicios gástricos, y en varias enfermedades agudas; pero los Profesores que sepan que este medicamento es muy difícil de digerir, principalmente en los sugetos de fibra floxa; que de- bilita ó apaga la fuerza motriz de la hebra animal; que comun- mente excita náuseas ó vómitos , y muchas veces diarreas, sin duda se apartarán de esta práctica perniciosa, y preferirán otros medi- camentos mas bien indicados. Sin embargo, hay ocasiones en que se debe prescribir con alguna utilidad, principalmente en aquellos casos en que haya que laxar ó reblandecer alguna parte, lubricar las paredes de algún órgano, especialmente las de las primeras vias; pero usándolo con prudencia, y procurando que sea reciente. Al- gunos Prácticos le recomiendan en la gastritis y otras inflamado» 30 ACE nes membranosas de las entrañas del vientre, en las que puede ser útil á dosis cortas, como también quando ha recibido el estómago recientemente algún veneno, y en otros casos de esta especie. Su uso exterior debe ser mas extenso, solo ó combinado con otros me- dicamentos , como un excelente emoliente y anodino. Aceyte ó manteca de cacao. Se tomará quanto se quiera de fruto de cacao tostado y mondado; se pulverizará, y después se machacará por largo tiempo en un mortero de mármol, para que se haga una masa blanda; se pondrá inmediatamente dentro de un lienzo, y se prensará: después se pondrá el aceyte en un vaso de vidrio, en un lugar caliente para que se liqüe; se filtrará y pondrá en moldes envueltos en papel, para que por el frió tomen la figura de tabletas ó pastillas. Aceyte de nuez moscada. Tómese la cantidad que se quiera de nueces moscadas, macháquese en un mortero de mármol, con mano de madera, hasta que se haga polvo grueso; después se tri- turará fuertemente en un mortero de hierro caliente, hasta que se haga una masa muy fina, para que puesta en un lienzo se pueda exprimir inmediatamente en una prensa. Dosis hasta un escrúpulo. Igualmente se extrae de este mismo modo el aceyte de bayas secas de laurel, de simiente de anis y otros semejantes. Aceyte de yemas de huevo. Se tomarán quantos huevos se quieran; se cocerán en agua hasta su dureza, separando las yemas desmenuzadas; se asarán en un vaso de hierro á un fuego modera- do, moviéndolas continuamente con una espátula, hasta que enro- xecidas aparezcan untuosas; al punto se pondrán en un lienzo, y se exprimirán en una prensa caliente. Aceytes por cocción. Aceyte reformado de Aparicio (ó balsamo de Apari- cio. ) Se tomarán seis libras de aceyte común, de cogollos de rome- ro , de hipericon y de ruda, de cada cosa libra y media: mezclados se pondrán en digestión por tres dias en un lugar caliente; se agrega- rá media libra de lombrices; se cocerá hasta la consunción de la humedad ; y después de colado se disuelve libra y media de tre- mentina buena, y dos onzas de resina de enebro; se vuelve á co- lar , y después se disuelven á un fuego manso dos onzas de mirra es- cogida, dos de incienso, y una de almáciga; después de colado se guardará. Aceyte de alcaparras. Se toman ocho onzas de flor de al- caparras sin abrirse mezcladas con vinagre; después se pondrán dos onzas de corteza de las raices de la misma planta, añadiendo una onza de raiz de cipero largo, dos dracmas de hojas recientes de ruda, ACE 31 tres libras de aceyte común , y seis onzas de vino blanco; todas es- tas plantas se pondrán cortadas y machacadas para que se maceren por tres dias en un lugar caliente ; después se cocerán hasta la con- sunción de la humedad, colándolo después. Aceyte ó balsamo pleurítico de calabaza. Se tomarán seis libras de cortezas de calabaza larga, cortadas en pedazos, otras seis de aceyte común; se mezclará todo y cocerá hasta la consun- ción de la humedad , colándolo y defecándolo después. Aceyte de euforvio. Se toma una onza de euforvio pul- verizado, y una libra de aceyte de olivas; se mezclará y disol- verá á un fuego lento en un vaso de barro vidriado, y se colará. Aceyte de hipericon. Se tomarán quatro libras de cogollos dehipericon, con flores casi secas, seis libras de aceyte común, se pondrá todo en maceracion por siete semanas en un iugar caliente; se cocerá después, y se coelará levemente. Aceyte de lombrices. Se toman dos libras de lombrices ter- restres, seis onzas de vino, y tres libras de aceyte de olivas; se cuecen en un vaso á propósito hasta la consunción de la humedad. Aceyte rosado. Se tomarán ocho libras de aceyte común, de pétalos de rosas rubras y pálidas recien abiertas, de cada una tres libras; se machacarán y pondrán en maceracion por tres ó quatro dias al calor del sol; después se cuecen hasta la consunción de la humedad , y se cuelan. Con este método se hacen los aceytes de los cogollos floridos de romeros, de las flores de manzanilla, de los pétalos de azucenas, de las hojas de ruda, de las flores de saúco, de las hojas y bayas de arrayan , de las hojas y bayas de solano, con el aceyte de rosas, y el de las raices de altea. Aceyte de raíz de brionia ó de agripa. Se toma de raices recientes de brionia y de cohombrillo amargo, de cada cosa una li- bra; de cebolla albarrana, de lirios y de yezgos, de cada una me- dia libra; aceyte común quatro libras: limpias, cortadas y contun- didas , se cuecen en el aceyte á un fuego lento hasta la consunción de la humedad; colado y defecado se guardará. Aceyte de castóreo. Se toman dos onzas de castóreo, dos libras de aceyte común, y quatro onzas de vino generoso; macha- cado menudamente, y mezclado el castor con el aceyte y el vino se pone en digestión en una redoma por ocho dias en un sitio ca- liente; después se cuece á un fuego lento hasta la consunción de la humedad, y se guarda sin colar: este aceyte se usa sacándolo por decantación. Aceyte de azafrán. Se toma una onza de estigmas de aza- frán bueno, y ademas raiz de cálamo aromático, simiente de car- damomo menor, de cada cosa onza y media, de vino blanco me- dia libra, y libra y media de aceyte común; se mezcla todo, y se 32 ACE pone en digestión por ocho dias; se cuece hasta la consunción de la humedad, y se guarda colado. Aceyte de extramonio compuesto , ó bálsamo tran- quilo. Se toman quatro onzas de hojas de extramonio, de solano negro, fitolaca, bella donna, mandragora, tabaco, adormideras blancas y negras, de cada cosa quatro onzas; de cogollos floridos de romero, de salvia, ruda, axenjos, hisopo, espliego, tomillo, mejorana , costo hortense, yerbabuena , saúco, hipericon y persica- ria, de cada cosa una onza ; sapos vivos, número cinco: échense las yerbas recientes y menudamente cortadas, juntamente con los sapos, en cinco libras de aceyte común; se cuecen hasta la consunción de la humedad, se cuela el aceyte por expresión, y se agregan las yerbas aromáticas, que estarán al sol infundidas por ocho dias; se cuece todo un poco: colándolo y defecándolo se guardará. Aceyte antireumatico de raíz de tapsia (vulgo del fray- le.) Se toma de raiz de tapsia, de hojas de romero, y de vino tinto, de cada cosa una libra; de aceyte común quatro; se mezcla, y se pone en digestión por quatro dias; se cuece á un fuego lento hasta la consunción del vino; se cuela, y defecándolo por quietud, se guarda. Aceyte de raíz de artanita compuesto. Se toman dos libras de zumo, ó cocimiento fuerte de raiz de artanita, ocho onzas de cocimiento de cohombrillo agreste, dos libras de aceyte reciente de lirio, dos onzas de coloquíntidas, tres de polipodio, y dosdrac- mas de euforvio; estas substancias mezcladas y contundidas se ma- cerarán en el aceyte por quatro dias en un sitio caliente; después se cuecen hasta la consunción de la humedad : todo se cuela, y de- purado por el reposo, se guarda. Aceyte de raíz de énula campana, ó de marciaton. Se toma de raiz de énula campana, de valeriana silvestre , de bardana y axenjos, de cada cosa tres onzas, y de abrótano, ocimo, cala- minta , hipericon , costo hortense , mejorana , yerbabuena aquática, sabina, salvia, y hojas de saúco, de cada cosa tres onzas; cogo- llos floridos de manzanilla, meliloto y tomillo, de cada uno dos onzas; hojas recientes de laurel, de yezgos, romero y ruda, de cada cosa seis onzas; de simiente de comino, alholbas y ortiga ma- yor , de cada cosa una onza; de aceyte común doce libras, lim- pias y contundidas las raices , se macerarán en el aceyte con las flo- res, yerbas y simientes por quatro dias; después se cuecen hasta la consunción de la humedad; y depurado por decantación , se guardará. Aceyte de olivarda mayor compuesto ó de aregon. Se toma de hojas de olivarda mayor de laureola, de cohombrillo agreste, de calaminta, de romero, de mejorana, de tomillo, ruda, laurel| ACE 33 sabina y salvia, de cada cosa quatro onzas; de raiz de brionia, de aro y de cohombrillo silvestre, de cada cosa dos onzas; aceyte común diez libras: estas substancias cortadas y machacadas se ma- cerarán por quatro dias en el aceyte; después se cuecen á fuego lento, se cuela con expresión , y defecado se guarda. Aceyte de lirios compuesto. Se toma libra y media de rai- ces de lirios recientes y contundidas, tres libras de aceyte de oli- vas; se macerarán en un vaso de barro vidriado por veinte y qua- tro horas en un lugar caliente; se cuela después con expresión, y luego se cuece hasta la consunción de la humedad; infundiendo después media libra de raiz de flor de lirio de la misma especie, poniéndolo en digestión por doce horas; cociéndolo después, según arte, y colándolo, se guarda. Aceyte de alacranes. Se toman cien alacranes vivos, y tres libras de aceyte común, se ahogan en el aceyte , y se cuecen en él con un poco de agua, y después se cuela. Aceyte verde de óxido de cobre , ó balsamo verde, Se toma libra y media de aceyte común, tres onzas de trementina pura; se mezclará á un fuego lento: después que esté frióse aña- dirán quatro onzas y media de óxido de cobre acetado (cardenillo), y dracma y media de aceyte destilado de clavos. Aceytes destilados aromáticos. Aceyte de axenjos. Se toman ocho libras de yerba florida de axenjos con las semillas, sesenta libras de agua pura; se hará la des- tilación por un alambique hasta que no salga aceyte; se separará este del agua por un embudo, y se volverá á destilar con nueva cantidad de axenjos, lo que se repite hasta que haya la cantidad suficiente de aceyte: del mismo modo se saca el aceyte de manza- nilla, espliego, yerba buena, y otros semejantes. Aceyte destilado de clavos. Se toma una libra de clavos aromáticos, quarenta de agua común; se pone en digestión en un lugar frió, en un alambique capaz con su refrigeratorio; se destila- rá después á un fuego fuerte hasta la mitad, se separata el aceyte del agua por un embudo, y se guardará: así se destilan los aceytes de bayas recientes de laurel, de enebro, de canela, trementina, y otros semejantes. Aceyte de cortezas de limón. Se toma la parte amarilla de los limones, separada por medio de un rallo; de agua común la cantidad suficiente; se destila, y separa el agua del aceyte. Aceyte de simiente de anís. Se toman seis libras de simiente de anis contundido, quarenta de agua pura, se macera por dos dias, y se destilará lo bastante. Así se destila el aceyte de simiente de tomo i. e 34 ACE comino, hinojo , alcaravea y otros semejantes. Aceyte empireumático de cera. Se toma una libra de cera amarilla, y dos de polvos de ladrillo; se mezclan los polvos con la cera derretida , se separa del fuego la mezcla para que con el frió se haga una pasta, de la qual se formen glóbulos, los que se destilarán á un fuego lento por una retorta de vidrio en un baño de arena. Saldrá primeramente el aceyte en forma de manteca, con un poco de ácido sebacico, el qual separado del aceyte por un embu- do, se destilará una y otra vez con polvos de teja ó de ladri- llo, hasta que el aceyte aparezca muy claro y delgado. Del mismo modo se destilan los aceytes de xabon , el común , y otros se- mejantes. Aceyte empireumático de cuerno de ciervo. Se toma quan- to se quiera de asta de ciervo raspado; se destilará como se manda en el carbonate amoniacal de cuerno de ciervo, después se tomará quanto se quiera de este aceyte empireumático; y con la suficiente cantidad de polvos de asta de ciervo calcinado, se forma una masa ó glóbulos, que destilarán, aumentando el fuego hasta que salga toda la cantidad, y se guardará. Del mismo modo se des- tilan los aceytes de víboras, lombrices y demás animales. Aceyte empireumático de succino. Se toma la cantidad que se quiera de succino; se destila en una retorta de vidrio, según se ordena en el ácido succínico; después se destila una parte de este aceyte, con doce mas de agua en una retorta de vidrio y en un baño de arena hasta la sequedad, se repite esto hasta que se obtenga el aceyte muy claro y delgado, separándolo del agua por un embu- do, y se guardará. Dosis hasta ocho gotas. Aceyte común empireumático ó de ladrillos. Se toman de polvos de ladrillo y aceyte común , de cada uno tres libras; se pone en una retorta, se destila á un fuego de reverbero, y se se- parará el aceyte de la flema. Aceyte sulfurado de trementina , ó bálsamo de azufre trementinado. Tómese una libra de aceyte aromático de tremen- tina , y tres onzas de azufre sublimado; póngase en un matras de vidrio , y digiéranse al calor de un baño de arena, moviéndolo cuidadosamente hasta que se disuelva casi todo el azufre, y el aceyte haya adquirido un color rubro, tomando la consistencia de xarabe; depurado el aceyte por el reposo se separará por decanta- ción , y guardará en un vaso bien cerrado. Dosis hasta ocho gotas. Aceyte de anís sulfurado, ó bálsamo de azufre anisado. Se toma una libra de aceyte destilado de anis, tres onzas de azufre sublimado, se mezcla, y procede, como hemos dicho. {Dosis hasta ocho gotas.) Del mismo modo se preparan los aceytes destilados com- puestos siguientes: de nueces sulfurado, ó bálsamo de azufre de ACI 35 Rulando, el aceyte de succino sulfurado, ó bálsamo de azufre sue- cinado. Aceyte compuesto de galbano , ó galbaneta. Se toma de goma resina gálbano, de yedra, de resina de limón, y aceyte de laurel, de cada cosa una libra; destílense estas drogas en una retorta de vidrio y baño de arena, aumentando el fuego hasta que no salga aceyte, el que separado del licor ácido se guardará para el uso. ACESCENCIA. {Mat. Méd.) Voz que expresa la disposición ó estado en que las substancias vegetales y animales manifiestan la fermentación acida, enunciada por un sabor estimulante'y algo agrio, á la manera de una agua acida muy dilatada: este estado es el primer grado de la acidez; y su conocimiento es muy interesante en la higiene, y en la práctica de la Medicina. ACHORES. {Med.) Se llama así una de las especies de la ti- na. (V. este artículo.) También se da el mismo nombre á la costra láctea, enfermedad eructiva de los niños. {V. costra láctea.) ACÍBAR Ó ALOES. {Mat. Med.) El acíbar, llamado tam- bién áloes, es un suco concreto, gomosoresinoso, de color mas ó menos pardo, de sabor muy amargo, el qual se emplea por lo común como purgante, teniendo ademas otras propiedades. La familia de los áloes es muy numerosa; sus hojas contienen una substancia viscosa muy abundante, y pudiera la mayor parte suministrar un suco semejante al acíbar ó áloes; pero el mas usado se saca de Socotora, isla del mar de las Indias orientales, de don- de viene el verdadero áloes sucrotino; se le pudiera también sacar de los varios áloes, que se hallan en estos países, pero seria de in- ferior calidad. Se distinguen tres especies de áloes, el socrotino, llamado así por el nombre del país donde viene; el hepático, que recibe el nombre por el color mas roxo que tiene; el caballar, porque se usa mas en la Medicina Veterinaria. Mr. Antonio Jussius dice que estas especies de acíbar se sacan de un mismo individuo. El socro- tino es el que trasudan naturalmente las hojas: el hepático sale por las incisiones que se han hecho á las mismas hojas; y quando estas se exprimen dan el acíbar caballar. El acíbar es un suco amargo como la coloquíntida, el qual con- tiene principios extractivos y resinosos, que están muy unidos; se disuelve bien en el agua, con tal que esté caliente, en el vino, aguar- diente, y en el alcohol, quando no tienen demasiada flema. El prin- cipio gomoso parece ser el depositario de la virtud purgante; el re- sinoso es tónico. Este suco ha sido conocido y se ha usado por los Médicos antiguos, y en el dia se hace también mucho uso de él, particularmente en Alemania, Holanda é Inglaterra. Nosotros le 36 ACI consideramos como purgante, como tónico, amargo y antihelminti- co, como aperitivo, y particularmente como excitante específico de los intestinos gruesos y el ano, promoviendo por consiguiente las eva- cuaciones fecales: i.° el acíbar como purgante es muy útil, quando hay necesidad de evacuar,y al mismo tiempo sostener las fuerzas de la vida, y dar tono; por esta razón entra en muchas composiciones de purgantes, hidragogos, quando es necesario estimular fuerte- mente la acción de los intestinos, evacuar las materias que se nece- sitan fundir antes, como quando hay viscosidad en las primeras vias. No se debe dar en infusión, porque seria muy amarga esta bebida; pero se puede prescribir en extracto gomoso, que es un buen purgante en la dosis de seis, ocho, doce ó quince granos quan- do mas para usarlo alguna vez solo; pero lo mas común es darlo para ayudar áotros purgantes, puesto en polvo en la dosis de quatro, seis, ocho ó diez granos; siendo aun esta dosis demasiado fuerte: 2.°como tónico se emplea el acíbar en las debilidades del estómago, en la inercia de las primeras vias, causada por las materias glerosas que las tapizan: entonces este remedio atenúa estas materias extrañas, y excita el apetito; y en esta qualidad entra en las pildoras, lla- madas de los glotones, que son muy propias para facilitar la di- gestión... Entra también en la mayor parte de los elíxires, tóni- cos y estomacales, como el de Stoughton &c. También se da el acíbar como tónico en polvo, incorporado en algún extracto apro- piado en la dosis de uno, dos ó tres granos, subiendo gradualmente hasta seis ú ocho. Se da igualmente en tintura y en elíxir (esto es, el espíritu de vino cargado de las resinas de muchas substancias), que contenga la dosis de quatro, cinco, seis, ocho ó doce granos, usán- dolo en un poco de café, de vino, ú de una infusión amarga. Se pue- de hacer también un vino aloético ó acibarado, poniendo media dracma de acíbar en digestión, por algún tiempo, en un medio, se entiende de buen vino, el qual se toma en la dosis de diez ó doce gotas en un vesículo apropiado, como, por exemplo, el cocimiento de genciana : 3.0 el acíbar como incidente es muy útil en los casos de viscosidad de las primeras vias, y de las demás visceras abdomi- nales , quando se han padecido quartanas, y al mismo tiempo se pa- dece algún emplastamiento gleroso en varios órganos; y así este medicamento entra como incidente en las pildoras xabonosas para aumentar esta misma propiedad , facilitando al mismo tiempo el me- jor medio de tomarse. Estas pildoras se dan en las ictericias lentas, en que hay debilidad en los órganos; quando se da entonces el ací- bar en substancia ha de ser del extracto gomoso que se prescribe en polvo , porque en tintura y elíxir es mas tónico que incindente: 4.°el acíbar como amargo es también antihelmintico, respecto de que todos los amargos lo son, y así en este concepto es muy útil, porque goza ACI 37 ademas de esto de una propiedad tónica, la que conviene infinito en estos casos, porque las lombrices se hallan mas freqüentemente en los sugetos de fibra floxa é infiltrada, y por tanto los niños están muy expuestos á ellas; ademas las lombrices, por la continuación de su morada, depositan una materia viscosa que forma el nido ver- minoso, que es necesario desprenderlo y evacuarlo, lo que hace muy bien el acíbar: 5.0 como excitante específico de las evacuaciones sanguíneas , se usa igualmente, pero es dañoso en los sugetos pictó- ricos , en los áridos, en los que tienen la bilis muy exaltada , porque excita dolores de cabeza é inflamaciones. Se emplea como eme- nagogo, quando falta la menstruación , no por plétora ni irritación, porque seria dañoso entonces; pero quando la causa de esta enfer- medad es por una sangre mal constituida, por un empastamiento linfático en la matriz, ó por un defecto de sensibilidad en este órga- no , por lo que la sangre no es evacuada en su período, entonces el acíbar es muy útil unido á las limaduras de hierro, ó á su oxide. El acíbar excita aun mas específicamente el fluxo hemorroidal; los alemanes están muy expuestos á él, y Sthal le creia tan necesa- rio á los hombres como la menstruación á las mugeres; pero esta freqüencia de fluxos en Alemania es causada principalmente por el abuso que se hace de los vinos, las pildoras y los elíxires aloéticos. Quando la supresión del fluxo hemorroidal es producida por la plétora, el dolor, la inflamación incipiente &c. el acíbar es da- ñoso ; pero quando esta supresión es conseqüencia de enfermedades de debilidad , es muy útil dado en polvo á corta dosis, y con pre- ferencia en tintura y elíxir, porque el principio resinoso es el que tiene la propiedad de que hablamos; al mismo tiempo se le em- plea exteriormente pulverizando con este remedio un supositorio ó cala ordinaria. Se emplea el acíbar exteriormente en los emplastos que se aplican en la región hipogástrica para promover el fluxo menstruo y ma- tar las lombrices: se le aplica también en otros emplastos sobre la región epigástrica , ó del estómago, para dar tono á esta viscera, y contener los vómitos que ocasiona la debilidad. La tintura de ací- bar también se usa exteriormente, para empapar paños en ella> y aplicarlos en el ano en caso de haber las lombrices ascárides, que son unos insectos parecidos á los gusanos del queso: se sirve igualmente de esta tintura para limpiar las úlceras antiguas, las caries, las gangrenas rápidas: en este caso, se pondrá en polvo so- bre estas partes. El acíbar forma parte del elíxir de propiedad, que se compone de la tintura de acíbar, la de mirra y de azafrán. Esta tintura es un excelente tónico, estomacal, emenagogo y hemorroidal, que se da en la dosis de seis ó ocho gotas hasta media dracma. R. 38 ACI ÁCIDOS. (Mat. Med.) Son unas substancias que pertenecen á los tres reynos animal, vegetal y mineral, presentándose baxo la forma sólida, líquida y gaseosa; y teniendo la propiedad de enro- xecer las tinturas azules de los vegetales, restablecer este color azul enverdecido por los álcalis, formar sales térrreas y metálicas, pro- ducir mas ó menos el sabor agrio, ser de índole salina &c. La formación de la mayor parte de los ácidos no es mas que la combinación del oxígeno. {V. este artículo.) con una substancia que tenemos por elemental. Se ha dicho de la mayor parte; porque hay ácidos como el hidrógeno sulfurado, ácido prúsico &c., en quienes no entra el oxígeno, constituyendo al primero el hidrógeno y azu- fre, y al segundo el hidrógeno, ázoe y carbón , sin que dexen de enroxecer constantemente las tinturas azules de los vegetales: tam- bién debe excluirse de esta clase de ácidos lo que llaman con im- propiedad gas ácido nitroso; pues siendo la prueba ó carácter de todo ácido el enroxecer la tintura de tornasol; y no habiéndose no- tado en este, no se tendrá por tal, y solo se llamará gas nitroso. Sin embargo, como el oxígeno entra en casi todos tiene este nombre que equivale á engendrador de áoídos; á la substancia elemental que se combina con él, se llama base acidificable ó radical. La va- riedad de radicales con que se combina este principio universal de la naturaleza es la que produce los varios ácidos que conoce- mos; y así el radical oxígeno combinado con carbono forma el ácido carbónico; el ácido sulfúrico se compone del mismo radical oxigeno combinado con azufre. El ácido jluórico es la com- binación del oxígeno con una base desconocida. El ácido muriá- tico se compone del oxígeno y otra base también desconocida. El ácido nítrico se compone de oxígeno, combinado hasta la satura- ción con la base del gas nitroso, esto es , el ázoe ( V. este artículo.} combinado ya con una porción de oxígeno; de este modo se forma una larga serie de ácidos, que se diferencian también, según la ma- yor ó menor cantidad de oxigeno que se combina con un mismo radical, por exemplo: el ácido fosfórico se compone del oxígeno combinado con el fósforo; pero si tiene menos oxigeno ó mas fósfo- ro, se llama entonces fosforoso. Los Químicos, para expresar la mayor cantidad de oxígeno en los ácidos, ó su mayor reconcen- tración , añaden al nombre del radical la partícula ico, como sulfú- rico , nítrico &c.; y para expresar los ácidos mas débiles, ó me- nos reconcentrados, añaden la partícula oso, como sulfuroso, ni- troso &c. Los tres reynos de la naturaleza suministran ácidos á la Medici- na , ya en forma sólida ó líquida, á quienes llamamos también sales, porque todos los ácidos no son mas que substancias salinas- estas sales abundan mas en los vegetales y minerales, que en los anima- ACI 39 les, cuyas descripciones expondremos mas adelante. Los ácidos que se emplean en la Medicina son muy multiplica- dos ; pero aun son mucho mas en el dia en los laboratorios de Quí- mica: las consideraciones que haremos de ellos serán relativamente á la acción que exercen en el cuerpo humano, y sobre las qua- lidades químicas de estas substancias salinas: explicaremos única- mente las que sean necesarias para concebir con claridad sus efec- tos en la economía animal. Observaremos inmediatamente que la acidez ó el sabor ácido, considerado en general en todas las substancias medicamentosas, indica y caracteriza una unión de propiedades, que, sin embargo de hallarse modificadas según la naturaleza y la concentración de los diversos ácidos, siempre son semejantes por una analogía de ac- ción bien señalada: esta relación de acción pertenece sin duda á la composición idéntica, como se ha conjeturado hace mucho tiempo, y ya casi se ha demostrado por las investigaciones químicas de los modernos, á lo menos en muchas de estas sales. Después de esta ex- posición es necesario tratar inmediatamente de los efectos generales de los ácidos en la economía animal, y examinar después las parti- culares de cada uno de ellos. Todos los ácidos estimulan mas ó me- nos fuertemente los sólidos, apretando el texido de sus fibras: como se ve por las experiencias fisiológicas en los animales vivos, quan- do se tocan los músculos con algún ácido mineral concentrado; por consiguiente endurecen las materias animales; poco á poco las enervan, las disuelven y las destruyen: por esta razón su largo uso deseca y enflaquece; no convienen á los sugetos flacos de una fibra seca y dura; por lo que luego que se mezclan á los fluidos ani- males, se espesan y coagulan, particularmente los linfáticos, pero los defienden de la putrefacción; deteniendo sus progresos quando se ha verificado ya, corrigiendo todas las qualidades sépticas de Jos humores &c. Todos estos efectos que se observan en las materias animales muertas, según las experiencias químicas, son modificados por la vi- da , por la sensibilidad y la irritabilidad de los órganos; de suerte, que son mas ó menos enérgicos, mas ó menos prontos, mas ó me- nos durables, según los sugetos que hacen uso de los ácidos; y por esta razón aun los mas débiles, tomados en cierto tiempo, enfla- quecen sensiblemente muchas personas, al paso que no produce nada de esto en otras. La acción química de los ácidos es una misma en todos los hom- bres; esto es, la que exercen en los humores que encuentran en las primeras vias. En general aumentan constantemente la consistencia de los sucos linfáticos, corrigiendo la degeneración pútrida de ellos; su uso también es muy provechoso en las enfermedades acompaña- 4o ACI das de estas alteraciones de los sucos gástricos é intestinales, pues se logran siempre con ellos la condensación de estos sucos disueltosj las evacuaciones van perdiendo poco á poco su fluidez morbífica, y el olor fétido. La experiencia ha enseñado que su eficacia es mas ó menos antiséptica, según su energía, y el estado mas ó menos de concentración en que se emplean. Todo ácido tiene la propiedad de descomponer la bilis, des- uniendo sus principios , espesándola , coagulándola , uniéndose á su álcali, y precipitando su materia colorante. Por esta razón se usan tan útilmente estas sales en las enfermedades biliosas, y por lo que sucede la mutación repentina de color, de consistencia, y de olor en las evacuaciones de esta naturaleza; y como la bilis experimen- ta grandes alteraciones , á que se sigue la putridez, corrigiendo los ácidos su descomposición séptica, producen felices mutaciones en las enfermedades que dependen de ella. Los ácidos matan también los insectos y gusanos que viven en el agua, por lo que se puede creer que son antihelmínticos, ó vermífugos. Estas sales aplicadas exteriormente obran como cáusticos inflamantes, disolventes, reper- cusivos , discucientes y antisépticos, según su estado de concen-< tracion. A todos estos efectos, que son bien demostrados por una mul- titud de experiencias, que dan á conocer fácilmente su causa, jun- tamente con el raciocinio, es necesario añadir algunas otras que enseña la observación química, aunque la causa no puede ser ex- plicada como la de los precedentes; y así vemos que los ácidos templan el calor febril, calman y moderan el movimiento demasiado acelerado de la sangre, refrescan, destruyen la sensación desagra- dable de la sed, excitan la secreción de la orina, detienen muchas hemorragias internas, y moderan algunas evacuaciones. Estas des- cripciones demuestran que hay pocas clases de medicamentos, que sean mas extensos , y que sus efectos sean tan variados como los de los ácidos, sin que se les pueda emplear con mas feliz suceso en tantas y tan varias enfermedades. Desde los cáusticos hasta los refrige- rantes , distancia enorme en la acción medicamentosa, llevan mu- chas indicaciones diversas, sacando los Médicos un 'gran partido de ellos, en la mayor parte de las enfermedades febriles, inflama- torias , biliosas, pútridas, verminosas &c. Su uso exterior aunque menos freqüente es muy útil, sirviéndose de ellos para deshacer algunas escrecencias insensibles, para separar los humores, y cor- regir la putrefacción; sin embargo, producen malos efectos en las ulceras, las heridas &c; y siempre que la piel esté levantada ó es- cariada , todo el mundo sabe que su aplicación impide curar las mas ligeras cortaduras. Se cree con bastante verosimilitud que los ácidos que entran en ACI 41 las primeras vias no obran sino en las visceras que las forman, y los humores que contienen; y por consiguiente no entran en los vasos quilosos absorventes, ni llegan tampoco al texido celular ni á los caminos de la circulación. En efecto, un ácido por débil que sea, inyectado en las venas, inmediatamente coagula la sangre y produce la muerte del animal con quien se hace esta experiencia; por tanto, un ácido libre no puede pasar á la sangre; pero como estas sales hallan siempre algunas substancias alcalinas en las primeras vias, se unen á ellas y forman sales neutras, que obran entonces casi siempre como incidentes, aperitivas ó purgantes. Todo quanto hemos expuesto hasta aquí de las propiedades me- dicinales de los ácidos en general, no pertenece sino á las substan- cias que tiene este sabor puro y sin mezclar, como los ácidos mi- nerales; muchas veces la qualidad acida se reúne á otras propieda- des , como lo indica siempre el sabor mixto que se percibe , suce- diendo en aquellos ácidos que pertenecen á los vegetales y á los animales: entonces estos medicamentos son otro tanto mas débiles y menos enérgicos en razón de ácidos, según sean las mezclas de las substancias con quienes se unen, ya sean mucosas, extracti- vas , azucaradas, colorantes, glutinosas, espirituosas &c. El uso de los ácidos, particularmente los que son muy fuertes, son nocivos en el tiempo de la lactación de los niños; después que se ha tomado la leche no se deben usar, porque son capaces de producir una repentina coagulación de las substancias alimenticias; tampoco se deben prescribir indistintamente á las histéricas, hipo- condríacos , y á todos los que tengan un estómago débil. Después de haber considerado la acción general de los ácidos puros, pasaremos á la particular de los mas principales, ó los que empleamos como medicamentos; y respecto que la división mas sencilla y general es la de los tres reynos, de donde provienen; formaremos tres artículos de ella, á saber , ácidos minerales, vege- tales y animales. Ácidos minerales. Estos son los únicos que el arte puede lle- var al grado de pureza conveniente, aislando estas sales sin que haya ninguna otra mezcla, y haciendo que gocen la mayor acti- vidad posible en su acción, lo que no sucede con los demás que no gozan la propiedad de ser puros, siendo por lo común mas débiles. Por esta razón los Prácticos prefieren los ácidos mine- rales á qualesquiera otros, en todos los casos que haya una decidida ó amenazada putrefacción, prefiriéndolos igualmente para las fu- migaciones en los grandes .contagios derivados de ella {V. fumiga- ciones. ) haciendo también en la Cirugía un gran uso de ellos. Ex- pondremos algunos de los mas usuales, y que con mas feliz suceso se emplean en la práctica. tomo i. f 42 ACI Acido sulfúrico. El ácido sulfúrico no es otra cosa mas que el azufre oxigenado © combinado con el oxígeno por medio de la combustión. Este aci- do es uno de los mas fuertes y activos que suministra el reyno mineral, llamado también ácido vitriólico, aceyte de vitriolo: con este último nombre se conoce en el comercio: su pesadez es doble de la del agua, siendo un cáustico, que quema y reduce á carbón las substancias vegetales y animales; el agua le debilita en términos que se hace potable en un gran vehículo. Quando este ácido está muy reconcentrado es un cáustico muy activo , quema y corroe la piel, por lo que se puede emplear en la Cirugía para consumir excrescencias y carnes fungosas, bien que se prefiere para este caso el agua fuerte ó ácido nítrico, ya simple ó combinado con otras substancias. El ácido sulfúrico se usa interiormente dilatado en una propor- cionada cantidad de líquidoy ya sea en cocimiento, tintura , suero, en agua común &c; y si á esta última mezcla se le añade un xa- rabe ó azúcar , se hace una bebida gustosa, útilísima para muchos casos, como se verá en los respectivos artículos. La cantidad de ácido que se puede mezclar en cada libra de los vehículos indicados es de medio hasta un escrúpulo. Por lo regular se prefiere este áci- do á todos los demás minerales para emplearlo como refrescante, diurético , antiflogístico, antiséptico y astringente, graduando mas ó menos la cantidad, según las indicaciones y la naturaleza de las enfermedades, pues quando se usa como astringente y antiséptico, se dará en mayor dosis, que quando se administra como refrigerante y diurético. Se emplea este ácido con feliz suceso mezclado con las bebidas apropiadas en las calenturas ardientes ó biliosas, y en las pútridas;en el escorbuto, en la tisis pulmonar ulcerosa, y aun en algunas hidropesías, siempre que haya bilis alterada ó degenerada en primeras vias, ó qualquiera otro humor que se detenga en ellas, que adquiera el carácter de putridez; aprovecha infinito en las diarreas, disenterias, evacuaciones sanguinolentas inmoderadas, con- tribuyendo á su detención. {Véanse tos artículos de todas estas enfermedades.) Este ácido se mezcla con espíritu de vino para dulcificarlo, y forma lo que se llama agua de rabeliana, ó espíri- tu de vitriolo dulce; cuyo uso es bien conocido en la Medicina para las hemorragias internas y otras enfermedades. Acido nítrico. El ácido nítrico se compone de la combinación del ázoe y el oxígeno: en el comercio se llama agua fuerte; pero por lo común ACI 43 este está mezclado con el gas nitroso; siendo mas ligero que el sulfúrico, su color tira á amarillo, su olor es fuerte y desagrada- ble; despidiendo vapores roxos, disuelve y corroe prontamente al hierro, cobre y otras substancias, uniéndose al agua con facilidad. El ácido nítrico, como los demás ácidos minerales, es un pode- roso antiséptico, tónico, diurético y estimulante; y si hemos de creer al C. A Ilion , es un antivenéreo eficaz; copiaremos lo que dice este autor sobre sus efectos, omitiendo una copiosa serie de observa- ciones con que los comprueba, y la teoría fundamental que dio mo- tivo á sus ensayos. Los efectos de este ácido dilatado en agua , dice, son realzar progresiva é insensiblemente las fuerzas vitales, aumen- tar el apetito , animar sensiblemente el semblante , acelerar el curso de las orinas, y mudar el estado del sistema. Lo he administrado á mas de ciento y cincuenta enfermos por espacio de ocho meses; y si en todos no he tenido un suceso igual, tampoco ha causado el mas mínimo accidente: diré mas, para asegurar á los prácticos, á quienes repugnará el hacer tomar el agua fuerte á los enfermos, que yo soy de una constitución endeble, irritable, y muy nervioso, y freqüentemente atormentado por accesos vagos de gota; y con todo, queriendo juzgar por mí mismo de los electos de este ácido, he tomado una dracma por dia, dilatada en treinta onzas de agua de Arcueil (agua mineral de un pueblo inmediato á Paris) durante un mes: entonces fue quando pude observar sus efectos, pues fue- ron muy sensibles: orinaba con abundancia, digeria bien las ensa- ladas que antes no podia, quitándoseme los sudores copiosos que tenia por las noches. Observé igualmente que el uso del ácido nítrico dilatado en agua aumentaba la transpiración insensible; por tanto aconsejé á los que le tomaban, permaneciesen bien cubiertos, y evitasen la humedad de los pies. Nunca dexaré de repetir, que el ácido nítrico debe ser muy puro para administrarlo interiormente; y sobre to- do debe estar enteramente libre del gas nitroso, y que la dirección de la cura debe confiarse á un facultativo acostumbrado á distinguir estas mezclas. En los síntomas venéreos primitivos, donde solo hay que aumentar ligeramente el tono del sistema y acelerar el curso de los fluidos, podemos emplear la dosis de media dracma por cada treinta onzas de agua común. Los efectos del ácido nítrico no son siempre los mismos en to- dos los sugetos, pues algunas veces aumenta prontamente el tono orgánico, y hace desaparecer los síntomas mas graves en un espa- cio de tiempo muy corto, al paso que en otros su acción es mucho mas lenta y menos notable; estas diferencias dependen del estado del enfermo, de la idiosincrasia de los humores, y de la antigüe- dad de la enfermedad: yo he observado que en general obra con 44 ACI mas prontitud y con mas eficacia en las enfermedades venéreas an- tiguas, qualesquiera que sean los síntomas que ias acompañen. El uso de este ácido produce en algunos sugetos una especie de babeo, mas ó menos abundante; pero nunca es peligroso, y no se parece en nada al del mercurio, que se corrige con los oportunos enxua- gatorios. Otra de sus propiedades constantes, que le debe hacer muy recomendable á los Profesores, es la de desenvolver la acción de la materia morbífica, manifestando freqüentemente los síntomas que no existían, descubriendo el virus, que podia muy bien ser absorvido por todo el sistema. He tenido muchas ocasiones de ase- gurarme de este hecho, de suerte que las personas que temían el no estar curadas, ó tener algunos humores viciados después de una ó mas curaciones, se han desengañado completamente viéndose bien curadas, usando por espacio de veinte y cinco dias este ácido bien puro, y según lo he recomendado, como lo comprueban varias observaciones del autor, y otras que le han comunicado, y las ex- periencias hechas también por Cruscksank. En España se ha administrado el ácido nítrico por varios Pro- fesores para la curación de las enfermedades venéreas, convencidos de que la teoría ó fundamentos químicos con que explica su autor el modo de obrar de este ácido, es muy racional: no hemos sido tan felices como Allión: se han hecho ensayos en el Real estudio de Medicina Práctica de esta Corte, en sus Hospitales, y no se ha co- nocido ninguna ventaja: solo con la pomada oxigenada del mismo autor se han curado algunas enfermedades eruptivas; pero sin em- bargo algún otro Profesor asegura haber curado alguna dolen- cia venérea: yo lo he ensayado varias veces, y solo curé á una joven acometida de un reuma venéreo y una gonorrea de la misma especie, usando doble dosis que propone Allión, y dando fricciones con la pomada en los sitios del dolor, con lo que logré una comple- ta curación: es cierto que el ácido estaba perfectamente purificado, lo que no siempre se logra; y yo pienso que muchos de los ensayos de este remedio no han salido bien por no estar bien purificado y en mi concepto merece que se examine mejor este descubrimiento. be tratara de la pomada oxigenada en su respectivo artículo. Acido muriático. El ácido muriático no tiene radical conocido; se llama tam- bién acido marino, y espíritu de sal. Este ácido es mas ligero que los dos precedentes , su color es blanco, exhalando vapores del mis- mo color, quando esta reconcentrado: su olor es vivo y picante- siendo muy sofocante quando la cantidad es grande P,cante> En Medicina y Cirugía se emplea este ácido como todos los ACI 4; demás minerales, ya mezclando algunas gotas en agua y otras be- bidas , ó ya aplicándolo exteriormente solo, ó con algún otro me- dicamento. Usado interiormente en la forma indicada, se le con- sidera como un tónico y astringente; pues la propiedad irritante reanima las fuerzas, y aumenta el tono y acción vital en los ór- ganos. Para usarlo se deberá graduar en mas ó menos cantidad, co- mo se ha expuesto en el artículo del ácido sulfúrico , según las in- dicaciones y naturaleza de los males en que se emplea. También se le considera como diurético y útil en las hidropesías. Se ha re- comendado este ácido mezclado con agua pura para los baños de pies en las afecciones de gota de estas partes, para fixarla, y aun atraerla á estos sitios quando se teme ó se ha verificado un retro- ceso al pecho ó estómago. Para el uso de estos baños se ha de te- ner presente el estado de la piel del enfermo, su mas ó menos sen- sibilidad , y la urgencia del mal, para graduar mas ó menos la can- tidad de ácido que se ha de mezclar con el agua en que se ha de bañar. Se usa este ácido muriático concentrado exteriormente como cáustico para destruir ó detener la índole pútrida de las aftas gan- grenosas de la boca, y en las ulceraciones de esta y la garganra, aplicándole por medio de un pincel, ó mezclándolo en los enxua- gatorios y las gárgaras. Este ácido mezclado con la miel rosada y el espíritu de codearía es un excelente remedio para las úlceras pútridas de la boca; y si este mismo se desata en un cocimiento de quina, es un buen enxuagatorio para dichas úlceras. Este ácido en forma de gas produce efectos admirables para corregir las ex- halaciones pútridas y contagiosas {V. fumigaciones acidas.) Tam- bién se dulcifica como el sulfúrico por medio del espíritu de vino ó alcohol, y entonces se llama espíritu de sal dulce, ó ácido mu- riático dulce. Otros varios ácidos se extraen del rey no mineral; pero los que mas comunmente se usan en la práctica de Medicina son los que hemos expuesto mas ó menos cargados de oxígeno; pero sin variar en su carácter esencial solo en los grados de actividad: tampoco hemos expuesto las sales neutras que forman estos ácidos quando se unen con otras substancias, porque se tratará de ellas en sus respectivos artículos, en los quales, y en los de las varias enferme- dades habrá ocasión de reproducir y añadir quantas ideas concier- nan á esta parte de la Materia Médica. Ácidos vegetales. Estas substancias son extraidas del reyno vegetal; son muchas y muy conocidas de todos, como son los zumos de las frutas agrias, el vinagre y otros ácidos, que se desenvuelven en la fermentación de los vegetales. Véanse las palabras limón, na- ranja, grosella, tamarindo, vinagre &c. > Estos ácidos, como ya hemos dicho,, no son tan puros como 46 ACI los minerales, y por consiguiente no son tan activos, pues se ha- llan combinados con otras substancias que los debilitan sin circuns- cribirse á la pura acidez, no gozando con tanta energía de las pro- piedades salinas que les competen, porque, ó están mezcladas estas sales acidas con una materia extractiva azucarada , ó con un prin- cipio aceytoso, ó un cuerpo glutinoso que les hace perder su fuer- za y pureza. Sin embargo, tienen bastante uso en la Medicina, porque no todas las enfermedades exigen la actividad que gozan los ácidos minerales; fuera de que en los ácidos vegetales, ademas de su acidez, se les une alguna otra propiedad, que les hace cumplir con dos indicaciones á un tiempo: por exemplo, los tamarindos, y el crémor de tártaro , ademas de su acidez son ligeramente purgan- tes, como se verá en sus respectivos artículos. Ácidos animales. Del mismo modo que se extraen ácidos de los otros reynos, sucede también con las substancias animales que dan ácidos, como el láctico, que sale la leche: el sebácico que en- tra en la composición del aceyte animal, y es el que le da la con- sistencia fuerte, que llamamos seboj: el fosfórico, que entra en la tierra animal de los huesos, y sales fosfóricas de la orina; de esta sale el Utico, que es la base de los cálculos, de suerte que su for- mación no es mas que la incustracion de este ácido en la vexiga, que va formando capas; los gusanos de la seda, las hormigas y abejas dan sus respectivos ácidos, de donde viene el ácido bónbico, fórmi- co &c. Todos estos ácidos tienen poco ó ningún uso en la Medicina; pero el conocimiento de su existencia es necesario tenerlo para la fisiología, patología y otros usos. Ácidos. {Med.) Son muchas las enfermedades donde se per- ciben ácidos manifiestamente, que también se llaman acedías, prin- cipalmente quando se halla un ácido desenvuelto en las primeras vias: los niños son acometidos de esta enfermedad mas freqüente- mente, los sugetos débiles, los convalecientes, los de vida sedenta- ria, las cloróticas, las embarazadas, las que dan de mamar exce- sivamente, los que hacen un largo uso de leche, y alimentos aces- centes los tienen con freqüencia. El estómago es el sitio mas fre- qüente donde se deposita esta materia morbífica, enunciada por una porción de síntomas y accidentes que dan bien claramente á cono- cer su existencia, como son los eruptos agrios, una sensación de dolor en el epigastrio, en los hipocondrios, y alguna vez en las extremidades, los vértigos, el ardor que se siente en el estómago, que se extiende al esófago, que llamamos pirosis, las náuseas, y á veces vómitos, las digestiones incómodas, la salivación abundante, y expulsión de materias viscosas, y otros accidentes secundarios, que se siguen si no se corrigen , como la extenuación, la hipocondría, y otros. Las señales que deciden de la existencia de ácidos, aun- ACÓ 47 que falten los síntomas expresados, es el color de los excrementos, que salen verdosos; y así este examen es muy oportuno, particu- larmente en los niños que no pueden expresar sus sensaciones. La indicación curativa que ofrecen estos casos es, primero neu- tralizar y corregir los ácidos de las primeras vias que dañan é in- comodan á los enfermos: segundo oponerse á la formación de estos ácidos; para los primeros tienen lugar los absorventes {V. esta pa- labra.): es preferible á todo remedio la magnesia blanca bien cal- cinada. (V. este artículo.) Algunos han empleado el medio de ha- cer una gran dilución de agua común; pero este método tiene al- gunos inconvenientes: también se recomiendan los xabones y los álcalis, que pueden tener lugar en todos estos casos , prescri- biéndolos en pildoras ó en otra qualquiera fórmula. Para oponerse á la formación de estos ácidos, es preciso impedir que el enfermo tome alimento acescente; después es necesario excitar y restablecer el tono del estómago, para lo qual se emplean los ligeros eméticos y purgantes, las sales neutras, y aun los mismos ácidos minerales, como tónicos, los amargos y aromáticos, los marciales y astringen- tes, separados ó combinados, modificándolos, con arreglo siempre á la edad, constitución del sugeto, sexo, y circunstancias particu- lares de los enfermos. ACIDULO. (Mat. Med.) Esta palabra expresa la qualidad li- geramente acida que tienen algunos medicamentos, como las infu- siones, las bebidas y las aguas minerales: se dice acidular quando á qualquier fluido se le mezcla una cantidad de ácido, ya sea mi- neral ó vegetal. ACIGOS. (Vena.) (Anat.) La vena acigos, llamada también impar, está situada sobre los cuerpos de los vertebras del dorso al tado de la traquiarteria, recogiendo en todo su camino los ramos venosos de las intercostales de uno y otro lado, y otras venas, para descargar después con un solo tronco en la parte derecha de la vena cava un poco antes de perforar el pericardio. ACÓNITO. {Mat. Mea.) Esta es una planta que en general tiene una qualidad venenosa: hay varias especies de ella; pero la que únicamente se usa algo en la Medicina es el acónito azul, ó aconitum napellus. Esta especie de acónito se cría en las montañas frías de la Suecia, en Francia y aun en Italia. Se ha recomendado esta planta para el reumatismo, la gota, las calenturas intermiten- tes muy rebeldes, y otras enfermedades crónicas &c. Se la mira como sudorífica, diurética, penetrante, incidente &c. En Alema- nia y en Suecia usan este medicamento en extracto para dichas enfermedades con buen suceso, según dice Mr. Bergío, principian- do á dar un grano, y aumentando hasta doce , dando dos o tres por vez, y en las quartanas cinco granos cada dos horas. Pero es 48 ACR de advertir, que en general las plantas acres y venenosas, que han sido alabadas por los Médicos de los países frios, no corresponden, ni deben corresponder los efectos en nuestro clima. Ex. de F. ACORO. {Mat.Med.) Llamado también calamusaromaticus, ó acorus. Es una raiz aromática, que antiguamente se hacia mas uso de ella; hay tres especies, el acoro verdadero ó de Europa, el acoro de Indias, y el falso acoro. La primera especie es la que se usa en Medicina, y entra en varias composiciones farmacéuticas. Se ha tenido al verdadero acoro ó cálomo aromático, como un alexífarmaco, antihistérico , estomacal , diurético , emenagogo, cefálico &c., creyendo que obra reanimando la vida, fortaleciendo los sólidos, excitando y aumentando las fuerzas vitales, promovien- do la secreción de la orina, el fluxo menstruo, y aun precaviendo el contagio. Muchos Médicos le recomiendan para varias enfer- medades: Falopio dice haber curado muchas retenciones de orina con este remedio: Marcellus recomienda su cocimiento para los dolores de dientes. Turquet y otros varios le han considerado co- mo específico para los vértigos; empleándole también en las afec- ciones verminosas, en las debilidades de estómago, en las enferme- dades pituitosas, en la asma húmeda , en las flores blancas, en el escorbuto y otras enfermedades. Se ha usado este remedio en polvo y en cocimiento; pero de este modo se evapora su parte aromática, y lo mejor es desatar un escrúpulo ó medio en una cor- ta cantidad de vino. En el dia este remedio no tiene el mayor uso, á no ser en las composiciones farmacéuticas en que entra. ACOSTICA ó ACÚSTICA. Esta palabra en la Física significa la doctrina ó teoría de los sonidos, y aun la parte teórica de música; pero en Medicina se entiende por todo lo que pertenece al órgano del oido, ya sea con relación á su estructura {V. oído.), ó ya sea por los remedios que se emplean en sus enfermedades, que también se llaman acústicos: estos son de varias especies, ya emolientes, de- tersivos &c. ACRE. {Mat. Med.) Se llaman remedios acres las substancias medicamentosas, que tienen un sabor picante, fuerte y desagrada- ble, que penetran la epidermis de la parte donde se aplican: en las sales y los venenos se hallan con mas freqüencia estas propiedades. (Véanse estos dos artículos.) ACRIMONIA DE LOS HUMORES. {Patolog.) Los hu- mores del cuerpo humano expuestos á un grado de calor superior, al que se necesita para vivir, ó mezclados con miasmas y subs- tancias extrañas, capaces de desenvolver en ellos un movimiento que los desnaturalice. Son susceptibles de alterarse y tomar diferentes grados de acritud ó acrimonia. Nada es mas fácil de concebir que este fenómeno considerado en general; y nada es sin embargo mas ACR 49 embarazoso, que reconocer en particular los diversos géneros de acrimonias que hay en las diferentes alteraciones morbíficas de los humores. Por esta razón la mayor parte de autores, que han tra- tado de esta materia, y que han querido hacer clases químicas de las diferentes acrimonias, han escrito mas bien partos de su imagi- nación, que hechos de la naturaleza. Boerhaave no ha evitado en sus obras la crítica que hacen de ellas algunos modernos, incur- riendo también en el error de admitir cinco especies principales de acrimonias en su teoría de enfermedades humorales. La primera es- pecie es la acrimonia mecánica, que supone consistir en la simple mutación de las moléculas que toman los fluidos, volviéndose án- gulos sólidos y agudos, quedando su naturaleza por otra parte la misma, ubi ómnibus iisdem manentibus, sola figura in/ingulos sólidos , acutos componitur. Pero admitiendo , á pesar "de las grandes objeciones, esta mutación de figura, como real, ¿quién no advierte que esta alteración de forma seria necesariamente acom- pañada de una mutación de naturaleza? La segunda especie de acri- monia de Boerhaave es la salina, que subdivide en muriática, amo- niacal, acida, alcalina, fixa ó volátil, simple y compuesta. La ter- cera es la aceytosa, que mira como el producto de un aceyte ate- nuado, quemado , salino y acre. A la quarta acrimonia da el nom- bre de xabonosa , semejante á la qualidad de los venenos animales y vegetales: por último, á la quinta acrimonia la considera ser com- puesta de las quatro precedentes, y por la que se producen los acres introducidos en el cuerpo. Aunque este grande hombre haya intentado dar á conocer los signos particulares de estas acrimonias^ muchas de ellas se concebirán leyendo su doctrina, en cuya des- cripción él ha consagrado mas bien el orden y el método de la ins- trucción , que la descripción exacta de las alteraciones de los humores; y efectivamente la observación, en lugar de confirmar sus ideas acerca de las acrimonias, ha producido muchas dificul- tades para admitirlas. Los Médicos observadores, dedicados únicamente á la curación de las enfermedades, han adoptado una opinión enteramente con- traria á la de Boerhaave, pues reconocen en general, según la ins- pección de los enfermos, y el carácter de las enfermedades: i.' que todos los humores animales son susceptibles de hacerse acres y aun cáusticos: 2.0 que cada uno de ellos toma una acritud, que les es particular, y que se diferencia según su naturaleza: ¿.° que las causas de estas acrimonias son infinitas, y las mas veces muy dife- rentes las unas de las otras: 4.0 que sus efectos son tan variados como sus causas y naturaleza: 5.0 que el modo de corregirlas ó de curarlas prueba bastante, que sus efectos son realmente distintos los unos de los otros: 6.° y por último, que á pesar de la mas exic- tomo 1. g $o ACR ta observación'es imposible establecer clases de acrimonias, de los humores que se han contraído , según los caracteres químicos. Por esta imposibilidad los Prácticos mas instruidos se contentan con ex- presar, con la naturaleza de las enfermedades que producen ó las acompañan, varias especies de acrimonias; por consiguiente dis- tinguen la acrimonia escorbútica, venérea , artrítica , herpétita , psó- rica , cancrosa &c., observando que en cada enfermedad expresada por las palabras escorbuto, gálico &c. los humores tienen una ac- titud diferente y como específica. Es verdad que no se ha hecho aun el examen químico suficiente en cada una de estas afecciones; pero sin embargo teóricamente se ha pretendido que la sangre era pútrida en el escorbuto, la linfa acida en el gálico; puede ser que algún dia los trabajos de los Químicos ilustres aclaren este punto de la teoría médica, suministrando ideas para el mejor tratamiento de estas afecciones. Pero es preciso tener presente que estas investiga- ciones no han dado principio aun en el estado actual de la Quí- mica médica (Febrero 1786); y así todas las aplicaciones químicas que se hagan serán en el dia una especulación mas dañosa que útil, y que hay menos peligro en la duda y la incertidumbre en este punto, que escuchar los prestigios de la imaginación. Concluiremos este artículo con la observación relativa al es- tado actual del arte de curar. La dificultad de determinar la natu- raleza de los humores acres ha hecho casi abandonar en el dia la palabra acrimonia, no usándose ya en las consultas y discursos de los Médicos como en otros tiempos: se ha substituido en su lugar la palabra virus; á la verdad esta expresión se ha adoptado igual- mente que la de acritud adquirida de afuera, como la hidrofobia ó rabia &c. Pero se han comparado, y con razón, estas últimas acrimonias con las que contraen los humores por una causa inter- na ó degeneración lenta; y así la palabra virus por lo común es sinónima de la de acritud ó acrimonia. F. Se ha abusado infinito de la palabra acrimonia, para expli- car las causas de muchas enfermedades; y con estas ideas las mas veces quiméricas, se han inventado remedios, suponiéndote pro- piedades tan arbitrarias como las causas de los males que intenta- ban curar; de aquí los embotantes, dulcificantes 6^., á quienes se atribuye una mecánica y modo de obrar mas ingenioso que ver" dadero; pero lo peor es, que muchas veces empapados los Médicos con estas ideas hipotéticas, abusando de la dilución y demás beb- das, que creían apagaban las acrimonias, se olvidaban ó no conta- ban con las fuerzas vitales, con el estómago ni el sólido vivo v por querer curar una supuesta é imaginaria enferma l • Y contraer una debilidad deudos \^Z^t^fJ^ producido con tantos caldos de pollo y tisanas, comeTse hant- ACT 51 ventado para este efecto; los enfermos que solo perdían las fuerzas digestivas, eran los que mejor partido sacaban; pero en el dia ya se ha circunscrito esta doctrina á los justos límites; los trabajos fisiológicos y patológicos han limitado lo bastante las acrimonias: se sabe que se desenvuelven en primeras vias; pero se sabe tam- bién con quanta dificultad , ó mas bien imposibilidad, pueden pasar á las segundas; que nos ocupamos en curar las específicas, como el venéreo &c., á quienes damos con preferencia los nombres de virus ó vicios, mas bien que en averiguar su naturaleza: esto, y el hacerse en el dia un estudio mas atento y exacto del sólido vivo, y el saber que este da las modificaciones y la vida á los flui- dos, nos hacen mirar á lo menos sospechosas las Patologías humo- rales. ACRISIS. {Med.) En la doctrina de crisis, se entiende por esta palabra el estado de crudeza de los humores, que impide la separación de la materia morbífica y su expulsión fuera del cuerpo: significando todo lo contrario que crisis, porque la á es negación en griego , de que es originaria esta palabra. En otro sentido significa también la solución ó terminación de ciertas enfermedades, que se terminan sin crisis manifiesta. {V. crisis.) ACROMION. {Anat.) Se llama así una de las apofises ó emi- nencias de la escápula, conocida también con el nombre de punta de hombro, porque contribuye á formarlo: se une esta eminencia con la extremidad humeral ó escapular de la clavícula, con una ca- reta articular que tiene uno y otro hueso. ACTIVOS. (Medicamentos) {Med. activa.) Se llaman remedios activos ó medicina activa , y también heroyca, quando en la curación de las enfermedades se emplean medicamentos que se componen de substancias, en que su modo de obrar es enérgico y manifiesto, cu- yos efectos son mas ó menos rápidos, pero siempre perceptibles, como son los eméticos purgantes, los calmantes , narcóticos, los vexigatorios y demás medicamentos acres, cáusticos y corrosivos, los venenos medicamentosos &c. El manejo prudente y proporcio- nado de estos remedios es el que corona la práctica de los sabios Médicos del dia: los que solo emplean medicamentos ó instrumen- tos inertes, ¿qué hacen mas que disfrazar la medicina especiante? Es cierto que hay casos en que se debe emplear esta; pero en los mas es preciso ayudar á la naturaleza con los remedios que sean ca- paces de ello, como veremos en algunos artículos. ¿Corregirá el estado asténico en una calentura nerviosa ó maligna el cocimiento de cardo santo? ¿Quitarán los fuertes dolores en los cólicos una taza de flor de malva ú otros remedios semejantes? ¿Se curarán las hidropesías con solo el cocimiento de grama? Si en todas estas en- fermedades no se empleasen prudentemente los eméticos, cantári- 52 ADI das, opiados, las scilas y otros estimulantes, y venenos medica- mentosos, ¡quan pocas se curarían! , ADENOLOGIA. {Anat.) Es la parte de la Anatomía que trata de las glándulas. Algunos Anatómicos hacen un tratado y di- visión particular de esta parte; pero otros para evitar una repetición superflua, incluyen la Adenologia en las demás partes de la Ana- tomía, pues las glándulas secretorias se describen en la explanalogip, y las de los absorventes y huesos, quando se trata de estas parte*. ADHERENCIA. {Pat.) En Medicina y Cirugía se entiende por esta palabra la unión preternatural que se hace de diferentes partes, que naturalmente debían estar separadas, como sucede en varias enfermedades en que el pulmón se une al diafragma y demás partes del interior de la cavidad del pecho, sucediendo lo mismo con las demás visceras de otras cavidades; en las hernias es muy freqüente que el intestino ó partes que salen fuera del vientre se adhieran al saco ó bolsa que forma la hernia. Esta especie de unión morbífica suele ser la conseqüencia de la inflamación, ú otra alte- ración de la superficie de estas partes: se concibe como se forma esta perniciosa cicatriz, cotejando el modo con que se unen los dedos y las pálpebras entre sí, y otras partes, quando se ulceran,ó se hallan heridas sus superficies, lasquales se identifican y forman un solo cuerpo; por este mismo medio, y otros que no se conciben, se forman las adherencias internas, que producen los dolores y otros síntomas que veremos en las enfermedades respectivas, ADHESIVOS. (V. aglutinantes.) ADIPOSO. (Texido) {Anat.) Llamado también cuerpo ó pa- nículo adiposo: baxo esta palabra secomprehendeel texido celular, que contiene la gordura ó aceyte animal, derramado entre sus lá- minas ó celdillas: éste texido se halla colocado en toda la superfi- ficie del cuerpo debaxo de los tegumentos , y en las grandes cavi- dades , variando? su naturaleza y cantidad según la parte, edad, sexo, temperamento &c. En el panículo adiposo hay que consi- derar dos partes, una sólida y continente, que es el texido celu- lar {V. esta palabra.); y otra fluida contenida , que es la gordura. La gordura se llama también pingüedo ó aceyte animal: es un humor untoso, inodoro, de un sabor agradable, suave y oleoso, de un color blanco y transparente, pero en la vejez amarillo. Su consistencia en el cuerpo humano vivo ó á un grado de calor regular, es fluida; pero en el cadáver se condensa: al fuego se derrite de nue- vo , y aun se inflama : quando se hiela ó condensa al frió no la pueden disolver ni el agua, ni el espíritu de vino, ni los ácidos,ni el carbonate de sosa; pero el álcali puro la disuelve, convirtiéndose entonces en uu xabon alcalino que se disuelve en el agua. Los Ana- tómicos aun no están de acuerdo como se separa este fluido 5 pero ADI 53 lo mas probable es que las arterias roxas, que rodean las celdillas de la membrana adiposa, depositan en ellas este humor aceytoso; la superabundancia es absorvida y transmitida por los absorventes, que «e hallan también en estas pequeñas cavidades. La gordura en los niños es mas abundante que en los adultos, disipándose y repa- rándose mas prontamente que en ellos ; en los viejos no es tan abundante, es mas amarilla y de menos consistencia. Las mugeres tienen una gordura mas blanca que los hombres, pero mas anima- lizada que la de los niños. Por razón de las partes donde se ha- lla, varía infinito en calidad y cantidad; los tegumentos comunes son los que mas gordura tienen, hallándose también abundante al rededor de los músculos glúteos, y en la corva y axila; la hay en gran cantidad junto á los ríñones, contenida en un texido celular apretado, siendo de un color mas blanco y de un olor particular: la que envuelve el epiploon ó redaño es también abundante; pero es amarilla, mas fluida, y parece estar mezclada departes linfáticas: la figura emisférica de los pechos de las mugeres es formada úni- camente por la gordura; esta parece ser de una naturaleza particu- lar quando está interpuesta entre las fibras musculares. Los usos que se atribuyen á la gordura son los siguientes: i.° Facilita con su lubricidad el movimiento muscular ; por esta razón todos los músculos y cada una de sus fibras están en- vueltas en esta membrana; y por la misma razón los viejos flacos y macilentos son tan poco aptos para el movimiento. 2.° Impide la unión de las partes. Así vemos que consumida la cordura por la supuración, la cutis se adhiere á los músculos, y estos entre sí y con los huesos, de lo que resulta la dificultad en los movimientos naturales. •2.0 Defiende el cuerpo del frío de la atmósfera. Por eso los hombres flacos sienten mas la impresión del frió que los obesos; por lo mismo las aves y peces en las regiones boreales están vesti- dos de mucha gordura para resistir el rigor del frió. El ungüento oleoso es también uno de los mejores medios profilácticos contra los sabañones. 4.0 Da blancura á la cutis tierna, dexándose trasparentar por ella. De aquí, la blancura admirable de todas las partes que tienen debaxo mucha gordura, los pechos por exemplo. De aquí también la blancura mayor de los niños. <.° Da al cuerpo su agradable torosidad, impidiendo que los huesos sobresalgan con sus eminencias como en un esqueleto es- pantoso , y que contraída la piel por falta de distensión, forme ar- rugas feas y desagradables. Así en los héticos las prominencias dis- formes de las mexillas, y en una vieja descarnada la piel arrugada y olivácea son en extremo desagradables. 54 ADO 6.° Sirve como de almohada á muchas partes para defenderlas de la compresión. Así, las nalgas que están destinadas á servir Ire- qüentemente de asiento al hombre, son muy adiposas, para que la dureza del asiento ó la frotación no las hieran ni molesten. j.u El aceyte que se trasuda por los poros inorgánicos de la cutis á raiz de los pelos, lubrica toda la piel para que el ayre no la seque y se conserve por este medio dócil y reluciente. 8.° En fin , la gordura parece ser el elaboratorio en que el aceyte animal, por medio del gas animal ó hidrógeno carbonizado, que se exhala continuamente de las arterias y se mezcla con acey- te, se muda poco á poco en gelatina nutritiva , la qual absorvién- dose por los vasos linfáticos, es conducida con el quilo á la masa de la sangre. Efectivamente, en el feto quadrimestre, en lugar de gordura se halla meramente gelatina; y en fin , de una larga abs- tinencia muy continuada, viene seguidamente la extenuación y ma- cilencia del cuerpo. ADIPSIA. {Med.) Se designa por esta palabra la diminución ó extinción morbosa de la sed: esta enfermedad constituye el gé- nero xii del orden segundo de la clase de debilidades de la Nosp< logia de Sauvages. ADIPSOS. (V. REGALIZ.) ADORMECIMIENTO ó SOPOR. {Med.) [Fuerte sueño; estado en que las acciones que dependen del sentimiento y del movimiento voluntario están debilitadas ó suspendidas. Lo hay de dos especies: el uno, que no es efecto ni conseqüencia de ninguna enfermedad , sino que depende de causas accidentales, como el calor, el peso del ayre, un gran cansancio, la falta de dormir, ó también su exceso ; la obscuridad , la soledad disponen tam- bién para el sueño, y causan un adormecimiento mayor ó menor, que se disipa luego que cesan las causas que lo determinaron. El segundo es una enfermedad ; puede ser idiopático ó sintomático, con calentura ó sin ella, profundo ó ligero, largo, corto, y á veces periódico. Las causas generales del adormecimiento son todas las que es- torban la circulación de los humores hacia el cerebro, y que se oponen al libre exercicio de sus funciones. Las causas particulares son el calor y el peso de la atmósfera, ó también el ayre muy frió. (Se ha observado que los que han sido sorprehendidos y helados por un gran frío, antes de morir han sido atacados de un profundo adormecimiento.) Los alimentos de difícil digestión, ó tomados con exceso; el abuso habitual de los licores espirituosos; el olor de las substancias virosas y narcóticas, ó su aplicación sobre alguna par- te del cuerpo; la plétora por la supresión de las excreciones y eva- cuaciones habituales; la inanición que sigue á las evacuaciones muy AD0 55 abundantes, ó á una larga dieta; en fin , las diversas afecciones de cabeza, por exemplo, la inflamación del cerebro y de sus mem- branas , el infarto de sus vasos sanguíneos y linfáticos, la ex- pansión de algún licor en lo interior de este órgano ó su compre- sión por algún tumor, como también por la depresión de los hue- sos del cráneo. El adormecimiento es á veces síntoma de ciertas enferme- dades de la garganta, del pecho, y del vientre; tiene lugar con- secutivamente en las calenturas malignas y en algunas enfermedades eruptivas. Se han observado adormecimientos, que duraban dos, tres y quatro meses; cuya causa no se podia averiguar, no causando nin- gún desorden sensible en la economía animal, y disipándose por sí mismos después de cierto tiempo. El adormecimiento toma varios nombres conforme su intensidad y los varios síntomas que presenta. Quando el enfermo se despierta, á veces al menor ruido, abre los ojos, responde á lo que le pregun- tan , luego bosteza, y cae con mas ó menos prontitud en el primer estado, entonces se llama catafora ó sueño excesivo. Quando cues- ta mucho despertar al enfermo, y al mismo tiempo tiene el pulso igual y suave, la respiración libre, y el calor natural, entonces se llama carus ó adormecimiento perfecto. Si, al contrario, el pulso es duro, pequeño y freqüente, ó grande, desigual é intermitente; si la respiración es freqüente, difícil y estertorosa; si hay calor y ca- lentura, ya entonces es sintomático el adormecimiento, y es lo que constituye el coma: en fin; quando el sugeto no puede despertar sino por medio de una sensación fuerte y dolorosa; quando el pulso es grande, pero lento y desigual; quando el estímulo de la orina y de las materias fecales no se siente; y quando el enfermo vuelto en sí, no se acuerda de ninguna de las circunstancias del ataque, se co- noce este adormecimiento con el nombre de letargo. El pronóstico del adormecimiento se saca de la constitución de los sugetos que lo tienen, de las causas particulares que lo determi- nan , de su intensidad y al mismo tiempo de la naturaleza de las enfermedades de que es síntoma. Es menos temible en niños y mu- geres que en los viejos. El que viene de la plétora es el precursor de laapoplexía, ó de una muerte repentina: el que sucede á la ina- nición puede acaso ser saludable; presenta tanto menos peligro, quanto mas fácilmente despierta el enfermo, responde á lo que se le pregunta, tiene la respiración libre, y no sufre interrupción en sus funciones naturales. El adormecimiento sintomático indica ge- neralmente la gravedad de las enfermedades, de que se manifiesta, y rara vez dexa de ser un síntoma terrible. Restituir al ayre su natural salubridad en quanto lo permite el 56 AEC estado del enfermo; corregir el vicio de los humores; disminuir Ja plétora general ó particular; limpiar el estómago y las primeras vías de los humores sobrantes ó viciados que los recargan o irritan ; res- tablecer las evacuaciones suprimidas; moderar las muy abundan- tes ; estas son las indicaciones que se han de seguir por medio de resolutivos, sangrías, evacuantes, estimulantes, epispásticos, y otros medios apropiados á cada una de las causas que se combaten, ya sean idiopáticos, ya sintomáticos: la elección y aplicación de estos medios deben dirigirse, en uno por el conocimiento que tenemos de sus causas, y en el otro deben ser subordinadas á las indicacio- nes que presenta la enfermedad principal.] {V. el artículo debi- lidades.) ADORMIDERAS ó AMAPOLAS. {Mat. Med.) La adormi- dera, llamada también amapola, es una planta bien conocida que se cultiva en diferentes sitios de Levante, y aun en nuestros jardi- nes: hay varias especies; pero las blancas son las que tienen mas uso en Medicina, sirviéndose de las flores , las hojas y las cabezas con la semilla que contienen. Los orientales sacan un gran partido de esta planta, principalmente de las cabezas, sacando por incisión ó por expresión el opio {V. este artículo.) Antiguamente se usaban mas las cabezas de las adormideras para hacer el xarabe de meco- nio ó de adormideras; pero hoy se prefiere el opio, porque se de- termina mejor la cantidad; y así solo tienen algún uso en cocimien- to para aplicarlo exteriormente, por tener alguna virtud calmante: la semilla se emplea algo mas, pues entra en la composición de la emulsión arábiga de Fuller; las hojas y las flores se usan muy poco, porque no está aun muy determinada su virtud , principalmente en las de nuestro suelo. ADUCTORES. (Músculos) {Anat.) Son aquellos cuya ac- ción se emplea para apartar varios sólidos de la línea vertical del cuerpo, y son los antagonistas de los abductores; unos y otros nom- bres se derivan de los verbos latinos abduco apartar, y adduco ar- rimar: hay varios músculos de este nombre como el recto interno ó aductor del ojo, ó el del dedo pulgar de la mano, y el del dedo gordo y pequeño del pie &c. AECIO. (Biog.) Médico de Amida, ciudad de Mesopotamia sobre el Tigris, nació en el siglo iv, estudió en Alexandría: por va- rios pasages de sus obras, parece seguia el método de los Egipcios. Exerció la práctica de la Cirugía, particularmente en las enferme- dades de ojos. Es el primer Médico cristiano que escribió de Me- dicina. Tenemos una obra suya en diez y seis libros , intitulada Te- trabíbolos,im?res* en latín en París 1561, en folio; en León en 1549» en folio. El original de esta colección es griego; pero no se hallan mas que los ocho primeros libros impresos en Venecia en AFI 57 casa de Alde, i^34. Esta es una colección de los escritos de los Médicos que habían vivido antes de él, particularmente de Galeno. Aunque esta obra no sea sino una compilación, el autor reúne en ella cosas que se buscan vanamente en otras. Juan Cornaro la tra- duxo en latin, y la hizo imprimir en Bale en casa de Forbon en 1J42 , con el título de Contracta ex veteribus Medicina. D. H. AERIFLUXUS. {Med.) Esta denominación se da al orden iv de la novena clase de Sauvages. Fluxos. El carácter de esta enfer- medad consiste en la expulsión extraordinaria y morbosa de viento ó flatuidades por alguna de las vias, ya sea por la boca, por el ano, por la uretra, vagina &c.: este orden comprehende tres gé- neros distintos de enfermedades, á saber: la flatulencia, acdopsofia y disodía. {Véanse estas palabras.) AFECCIÓN. {Med.) Significa lo mismo que enfermedad; y así decimos indiferentemente afeccionó enfermedad catarral, afec- ción hipocondriaca, histérica, y aun inflamatoria &c. También se dice afecciones del alma, que son muchas las que experimentamos, según los diversos objetos que se presentan álos sentidos {V. impre- sión y sensación.), y otros muchos artículos en que se hablará con mas extensión de esta materia. AFECTAR. Voz de Medicina, que quiere decir, hacer una impresión molesta, atacar; y así decimos, la gota afecta las arti- culaciones &c. AFINIDAD. {Mat. Med.) Voz con que expresan los Quí- micos la fuerza de atracción recíproca que tiene la materia, la que intenta reunir los elementos ó moléculas, y por medio de esta reunión forma cuerpos sólidos. La afinidad y la atracción son casi voces sinónimas, con solo la diferencia que la primera es la fuerza que se ocupa en reunir moléculas elementales; y la segunda la que lo executa en grandes masas. Hay dos especies de afinidad por lo que respecta á la naturaleza de los cuerpos, á saber: de agregación y de composición. Se llama de agregación la que existe entre prin- cipios de una misma naturaleza, como la que hay entre dos gotas de agua, que reunidas forman un agregado, del que cada gota es lo que llaman parte integrante. Se dice afinidad de composición la que mantiene en un estado de combinación, dos ó mas principios de naturaleza diferente, como quando se ponen en contacto el plomo y el vinagre, que se descomponen, resultando otro cuerpo, que se llama azúcar de saturno úoxide de plomo; pues los cuerpos de diferente naturaleza tienen también tendencia á atraerse mutua- mente con mas ó menos fuerza; y por esta ley se executan todas las mutaciones de composición y de descomposición que se observan entre los cuerpos. La doctrina de afinidades hace hoy en la Quími- ca un gran papel; pues se sabe que por la diferencia de ellas, por tomo 1. h 58 AFI la que tiene cada uno de los cuerpos, y las partes que los forman, se hacen todas las composiciones y descomposiciones en esta cien- cia, las que dan á conocer, que todas las operaciones de la natu- raleza y las de las artes se executan por este medio. En sentido Médico, la palabra afinidad (dice Fourcroy ) expre- sa varias ideas en Materia Médica: se ha aplicado muchas veces á la naturaleza de los remeüios considerados con relación á los órga- nos afectados, ó respecto á la naturaleza de la enfermedad; y así, por exemplo, se han empleado los pulmones de ternero, de lobo y de zorra en las enfermedades del pulmón en razón de la analo- gía de estas visceras; se ha empleado igualmente la planta llamada pulmonaria en las afecciones de este órgano, por solo la semejan- za que tiene con él, y de que ha tomado el nombre este vegetal. Considerando las relaciones de los males que afligen á los hom- bres, en las de los medicamentos se hallará aun una afinidad entre los huesos, la cal y la osteocola, entre el corazón y ciertos bezoares; de aquí la ¡dea que se habia tenido de la virtud corroborante, cor- dial , alexiter ó alexifármaca de estos cálculos y de la denomina- ción de remedios bezoárdicos dada á todas las substancias acres, ardientes &c. En el dia se conoce la insuficiencia ó arbitrariedad de semejantes hipótesis, miradas como absurdas y ridiculas. Estas raras ideas eran las mismas en que se fundaban las signaturas. No es indiferente en el estudio de la Materia Médica aplicar los conocimientos que los Químicos han adquirido de las afinida- des que tienen los cuerpos unos con otros, con respecto á su ac- ción , y particularmente en la administración de los remedios.... Expondremos sumariamente de quánta importancia es á un Médico conocer el efecto de las afinidades químicas para hacer las recetas, y para administrarlas: si el Médico no está instruido de la acción química que tienen los cuerpos unos con otros, está muy expuesto á hacer mezclas, que se destruyan recíprocamente. También sucede que de otras mezclas mal hechas resulta á veces un medicamento difícil de tomar; por eso se ve que las sales poco solubles mez- cladas en un líquido escaso, ó quando los polvos quedan suspen- didos en las bebidas, entonces resultan desagradables: he visto freqüentemente mezclar sin conocimiento el oximiel con los loochs y las emulsiones que inmediatamente se han descompuesto. Pudiera citar otros muchos exemplares semejantes; pero es fácil comprehen- der que los conocimientos exactos de la Química son indispensables y necesarios para evitar estos inconvenientes, siendo igualmente necesarios para la administración misma de los medicamentos; pues se debe tener cuidado en no prescribirlos uno después de otro , ni á distancias muy cortas; porque la combinación puede muy bien producir nuevos compuestos, á no ser que convenga así quando se AFR 59 hace con todo conocimiento, por exemplo: quando se quiere que se desprenda el ácido carbónico de un álcali ó de una tierra calcá- rea, entonces se dan inmediatamente ó juntos los ácidos de limón, vinagre &c.: en fin , medicamentos muy volátiles, olorosos, ó que se descomponen al contacto del ayre, no deben ser preparados en dóses abundantes, ni conservados mucho tiempo. El éter , el álca- li volátil, los espíritus aromáticos deben ser mezclados con otros remedios al tiempo que se les va á dar á los enfermos, si se quiere que conserven toda su eficacia; la tintura marcial alcalina de Sthal, por exemplo, se descompone al cabo de algún tiempo, y no se debe preparar sino al momento que se ha de administrar; todos estos exemplos y otros muchos que se pudieran añadir son bastan- tes para probar de quanta utilidad es el estudio de la Química pa- ra la Materia Médica, y para la prescripción y administración de los medicamentos. F. AFONÍA. {Med.) La afonía es la pérdida ó supresión de la voz, que no está acompañada ni de estupor ni síncope: constituye el género quince de la clase vi de Debilidades de la Nosología de Sauvages. {V. la palabra de esta clase para su curación &c.) AFRODISIACOS. (Mat. Med.) Los afrodisiacos son los me- dicamentos capaces de excitar á muchos el amor, á quienes se les atribuyó en otro tiempo la facultad de curar la esterilidad, que se componían siempre de substancias cálidas, aromáticas, irritantes, ca- paces de reanimar prontamente las fuerzas, como eran el ambargris, la canela, las macias, la pimienta, la nuez moscada, la vaynilla, todas las semillas homblíferas y acres, empleadas en masó menos can- tidad para llenar esta indicación. Pero este método es mas peligroso que útil, quando se emplea en sugetos aniquilados por los placeres del amor, ó por otra causa; pero por lo común estos hombres son los que piden estos remedios. El uso interior de las cantáridas, que se tiene como irritante, particularmente de los órganos de la genera- ción, debe ser desterrado de la Medicina como un veneno, ó á lo menos limitarlo en algunos casos de debilidad y de inercia muy raros. Los verdaderos afrodisiacos son los alimentos suculentos y fáci- les de digerir, los harinosos, los buenos caldos y carnes asadas, algu- nos condimentos tónicos y aromáticos, las legumbres y vinos de la misma naturaleza; y así, un poco de nuez moscada, de vaynilla, pimienta, como condimentos, las criadillas de tierra, los espárra- gos, el apio, el vino de Burdeos (no desmerecen los nuestros), son los medios mas seguros para fortificar los órganos de la generación, pues se fortalece el estómago y envia á los vasos sucos restaurado- res con prontitud.... Se debe añadir á estos medios el exercicio, los paseos, la lectura agradable, la equitación, los viages y las friegas 60 AGE secas. Todos estos remedios destruyen la esterilidad quando depen- de de la debilidad. F. AFTAS. {Med.) Las aftas forman una erupción de pústulas 6 flictenas ulcerosas en la boca, ó en las partes naturales &c. Esta enfermedad constituye el género diez de la clase ni de inflamacio- nes de la Nosología de Sauvages (para su tratamiento véase la pa- labra de la clase.) AGÁRICO BLANCO. {Mat. Med.) Llamado también agá- rico de aleriz ó purgante. Es una especie de seta que cria el aleriz: Linneo le llama boletus laricis. Este remedio entra en la triaca y otras composiciones, lo han usado varios Médicos en infusión , en polvos, y su resina; y aun han hecho trociscos de él: son varias las propiedades que le atribuyen; por decontado es un purgante. Dios- córides y Galeno lo han recomendado en las enfermedades de la cabeza, en el asma, la pituita, la ictericia y la gota: se ha consi- derado también como vermífugo y alexiter. En el dia no se hace el mayor uso de esta droga, pues en caso que haya la indicación de purgar, se echa mano de qualesquiera otros purgantes resinosos ó laxantes. Agárico de la encina. Es un hongo bastante conocido de todos, que se cria sobre el tronco de las encinas viejas, de los ol- mos y otros árboles: se prepara y se seca, y entonces el vulgo le llama yesca, que es de suma utilidad en la Cirugía: se debe coger en Agosto; se pone á secar, y después se le quita la corteza exte- rior, que es blanca y dura, hasta que se encuentra una substancia pulposa. Esta se divide en pedazos, que se machacan con un mar- tillo para hacerlos flexibles y suaves, y poderlos acomodar á las heridas y otras partes, sin estimular demasiado: se aplicarán siem- pre por la superficie mas suave y esponjosa para el mejor éxito de la curación. Desde que Brossad principió á usar el agárico lo han seguido usando otros célebres Cirujanos en las amputaciones , en las aneu- rismas falsas, en varias heridas con hemorragia , en las que produ- cen las sanguijuelas &c.; y algunos han querido fiar solo á este re- medio la detención de la hemorragia, sin echar mano de la ligadu- ra ; sin aventurar tanto se debe recomendar este excelente tópico, siempre que haya vasos abiertos, y efusión de sangre, por ser as- tringente mecánico que proporciona el estrachamiento de los va- sos, impidiendo la salida de la sangre, dando lugar á que se forme el coágulo, y después la cicatriz. AGEUSTIA ó AGHEUSTIA. {Med.) Esta es una enfermedad por la qual se suprime la facultad de percibir los sabores; no se di- ferencia mas de la anorexia, en que está afecta al estómago, y k ageustia á la lengua. Sauvages coloca esta enfermedad en la clase AGL 61 de Debilidades, en el orden primero, género vi, del qual solo for- ma dos especies, que son la ageustia febril y la paralítica; las mas veces son síntomas, aunque también puede ser esencial áesta enfer- medad por un vicio nervioso local. AGITACIÓN. {Med.) Esta palabra se puede tomar en dos sentidos, en físico y en moral. La agitación física es una alternati- va de movimientos, ya diferentes, ya opuestos, que se executan mas ó menos rápidamente, produciendo sacudimientos. La agitación del espíritu ó moral es también una alternativa de afecciones, ya diferentes, ya opuestas, que se suceden mas ó menos rápidamente, y con variaciones sensibles. Decimos que un enfermo tiene agita- ción quando muda continuamente de posiciones, ansiando una que le tranquilice; pero no la halla: son muchas las ocasiones en que se presenta esta agitación y en las digestiones trabajosas; en la mayor parte de enfermedades agudas; en muchas de las nerviosas &c. se verifica este cruel síntoma. AGLUTINANTES. (Mat. Med.) Son los remedios que tienen la propiedad de unir, pegar, y de mantener unidas las partes del cuerpo, que por qualquiera causa han sido separadas: los efectos de estos remedios son bien sensibles quando se emplean en las par- tes exteriores de nuestro cuerpo, como se ve en las heridas quando se sirven de ellos, que hacen que sus bordes se mantengan en con- tacto. Estos remedios mecánicos son bastante conocidos de todos, principalmente el tafetán, que llaman de Inglaterra, que se emplea con mas freqüencia: los Cirujanos no siempre se valen de él, pues extienden el emplasto de Andrés de la Cruz, la trementina, ó alguna otra composición de gomas ó resinas sobre tafetán , lienzo 6 badana, después cortan las tiras de la figura mas oportuna, y apli- can á las heridas el número competente de ellas; de este modo lo- gran en cierta clase de heridas, que sus bordes se mantengan unidos, consiguiendo una curación pronta y segura. También han querido aplicar la palabra aglutinantes á ciertas substancias, que creían gozaban de la propiedad de unir y soldar, digámoslo así, la rotura de los vasos y otras partes de las visceras, que se hallan en las cavidades internas; pero esta opinión es muy arbitraria , fundada únicamente en hipótesis ú observaciones mal hechas: las drogas que se han empleado para este efecto no es posible hayan contenido jamas los esputos de sangre &c. por haber tapado los vasos por su qualidad aglutinante, porque esta propiedad se pierde en la digestión; y aunque llegasen estos medicamentos á las bocas de los vasos abiertos con dicha propiedad, no podrían pro- ducir de ningún modo tal efecto j la reunión de los vasos inter- nos , que han sido rotos es obra sola de la naturaleza: por el mismo mecanismo se executa la de los vasos externos y la cicatriz4 62 AGR siendo uno de los mas admirables de sus secretos. AGREGACIÓN. {V. afinidad ) AGRAZ. (Zumo de) {Mat. Med.) Nadie ignora que el xugo de agraz es el suco que se extrae de los racimos de las uvas sin madurar. Este es un ácido vegetal, que goza de todas las propie- dades que hemos descrito en su lugar {V. Ácidos.), que se con- serva en todas las boticas embotellado. Se usa comunmente en las diarreas biliosas y de otras especies, mezclando una o dos onzas de este zumo en dos libras de agua común con un poco de azúcar, formando de este modo una bebida agradable, refrescante y astrin- gente. El agraz se usa también exteriormente para ponerlo en repa- ros, y humedecer paños y ponerlos al vientre. AGRIMONIA. (Mat. Med.) Esta es una planta á quien Lin- neo llama agrimonia eupatoria; se la considera como un tóni- co bastante ligero: es uno de los remedios vulnerarios, colocán- dola también entre los hepáticos y deostruentes &c.; y así la han empleado varios Médicos en las caquexias producidas por obstrucción en las visceras del vientre, en la ictericia, en la ascitis incipiente, en las calenturas lentas, en las úlceras de los ríñones, en la gonorrea y otras varias enfermedades: tendrá lugar efectivamente este remedio, siempre que haya indicación de entonar sin estimular demasiado, por ser su acción bastante suave. Exteriormente se aplica como resolutiva y mundificante; su cocimiento es muy útil para las aftas y úlceras de la boca, y para las inyecciones de la uretra y la vexiga y en las afecciones ulcerosas de estas partes. El uso interior de esta planta es en forma de infusión teiforme, y aun en cocimientos; y es- to mismo sirve para gárgaras, que es el uso mas común que tiene en el dia. AGRIO. {Mat. Med.) Esta palabra da á entender la propiedad ligeramente acida de algunas substancias que llamamos agrias; por lo común se entiende quando algunas substancias naturales han ad- quirido esta propiedad por una fermentación particular, como su- cede con la leche, el caldo &c., que pasando algún tiempo sue- len agriarse. Quando el estómago está débil es muy freqüente el que se agrien los alimentos, principalmente el pan y otras substan- cias harinosas. Algunos medicamentos también suelen agriarse, como los xarabes, las horchatas ó emulsiones, los loochs, los caldos de pollo &c. Esta qualidad acida, aunque ligera es perjudicial en estos medicamentos, que deben ser dulces; y la fermentación que los ha hecho agrios, los ha descompuesto, privándolos de su primitiva qualidad, por lo que no se deben usar. Quando han adquirido la qualidad agria los alimentos dentro del estómago, es preciso acu- dir al uso de la magnesia, como dexamos dicho en los absorventes. (V. esta palabra.) AGU 63 Agrios del estómago. {V. ácidos y absorventes.) AGR1PPES. {Cirug.) A los niños que nacen de pies se les lla- ma arí, porque se dice que Agrippa nació de este modo. (V. parto.) AGRIPNIA. {Med.) Estado preternatural en que los enfer- mos están en una inmoderada y continua vigilia. Esta enfermedad constituye el género 23 de la clase vm. Vesanias de la Nosología de Sauvages. AGUA. {Hig.) El agua es un cuerpo fluido, pesado, diáfano, sin olor ni sabor, y sin color sensible; hasta estos últimos tiempos se le habia considerado como un ser simple , ó elemento; pero los Químicos modernos la han clasificado entre las substancias com* puestas; y efectivamente se ve que por la análisis y la síntesis se hace demostrable, que la combinación del gas oxigeno con el hi- drógeno forman el agua. El agua es el ser mas abundante, y el que con mas profusión y magestad ha derramado el Criador sobre todo el universo: nada hay mas magestuoso que el aspecto del mar, su fluxo y refluxo, la corriente de los rios &c. No hay cuerpo en toda la naturaleza en cuya composición ó combinación no entre agua; ella es esen- cial á la existencia de todos los seres, ya sea para hacerlos cre- cer, reproducir, y aun para darles el estado de perfección y na- tural de cómo han de existir; aniquila el fuego, sin embargo que la acción de este hace un gran papel en los resortes de la naturale- za; el agua , dexando el seno de la tierra y de los mares, se eleva á lo alto de la atmósfera, donde se purifica para volver á descender, conduciendo á la tierra la riqueza y la fertilidad. En todos los cuerpos hay agua en mas ó menos cantidad, ya sea en el estado de simple mezcla, ó ya en el de combinación: en el primer estado pone á los cuerpos húmedos sensiblemente, pudién- dose separar con facilidad de ellos: en el segundo no se percibe su existencia. En esta forma es como está en los cristales, las sales, las plantas, los animales &c. Así puede considerarse muy bien como el cimiento y amalgama general de todos los cuerpos; pues las piedras y las sales privadas de agua se hacen polvo; y al mismo tiempo vemos que ella facilita la unión y consistencia que tienen las argamasas con las piedras, quando se emplean en los edificios, como se ve en la operación de la cal, yeso, barro &c Llenaríamos muchas páginas si nos ocupásemos en describir menudamente el m- fluxo que tiene este gran fluido en la naturaleza; pero nos remiti- mos á los Físicos, que han tratado esta materia con toda la exten- sión y exactitud que merece, y nos contentaremos únicamente con indicar: i.°el papel que hace este fluido en la economía animal: 2.0 las varias formas que toma , y división de aguas; 3.0 entre las aguas, quáles se deben elegir para el uso común: 4.0 las que se 64 AGU emplean para curar las enfermedades, haciendo el examen de sus principios. El agua constituye la mayor parte de los humores del cuerpo humano, y es el vehículo general de los demás principios , pues ella tiene las propiedades de disolver todas las substancias aptas para la nutrición , como las gomas, los mucilagos, los xugos gelatinosos &c; y por tanto tiene una gran parte en los fenómenos de la digestión y nutrición, dando al quilo el vehículo necesario para que se ce- lebre esta última función; produciendo ademas la fluidez necesa- ria á todos los humores, para que puedan conducirse hasta las últi- mas ramificaciones capilares de todos nuestros órganos. El agua con- tribuye á la secreción de los humores útiles, y á la excreción de los que no pueden asimilarse al cuerpo humano: la sensación de la sed es suficiente para expresar la necesidad diaria que tenemos de este agente tan útil y necesario á la vida. Por todo lo qual ( dice Pres- savin) se viene en conocimiento de quan nocivo es renunciar, co- mo hacen muchos, el saludable uso de esta bebida, substituyendo en su lugar licores fermentados, los quáles tienen siempre una qualidad sospechosa, ya por el método de hacerse, ya por la naturaleza de las substancias que entran en su composición, ó ya en fin por los ingredientes perniciosos que les echa la codicia de los que trafican en ellos. Fuera de que los licores fermentados tienen muchas qua- lidades contrarias al mecanismo de la digestión...Lo que se ha ex- puesto basta para percibir quan absurdo es privar al hombre de beber agua pura, y hacer uso exclusivo del vino y otros licores; pues aunque el uso moderado del vino de buena calidad es muy provechoso en ciertos temperamentos, el no usar de otra bebida es muy pernicioso; en breve caen los hombres que incurren en este abuso en la convulsión, que llaman vinosa ó espirituosa, quando no acometan ademas otras enfermedades. El agua siempre ha sido la bebida que ha dictado la naturaleza, ofreciéndola á los hombres desde el principio de la existencia de los seres; las demás bebidas son facticias, cuyo uso se ha querido adoptar en una época poste- rior ; y si tienen alguna utilidad es por el agua, que va envuelta en ella, que sirve de vehículo para conducir las partículas espirituosas salinas, ó de otra naturaleza, siendo siempre el agua la vasa fun- damental de toda bebida, exceptuando alguna que, ó no se usa, 6 es muy perjudicial. El agua se nos presenta en tres estados diversos; en el de líqui- da , en el.de vapor ó gaseoso, y en el de hielo: estas modificaciones ó modos de existir en nada mudan la esencia, pero la disponen para producir efectos diferentes. La agua en el primer estado, esto es, fluida, es la bebida natural del hombre, como ya hemos dicho; y dexaado á los Químicos y Físicos el que traten de su elasticidad, AGU 65 pesadez &c., nos contentaremos con dar á conocer los caracteres que la hacen potable y de buena calidad , y son los siguientes: i.° ha de tener un sabor vivo, fresco y agradable: 2.0 ha de tener la propiedad de cocer fácilmente las legumbres: 3.0 ha de disolver el xabon sin hacer grumos, formando espuma. Ademas de todo esto, el agua pura para ser sana necesita que se agite, combinándose con el ayre atmosférico: por no suceder esto, la que viene inmediata- mente de nieves derretidas es mal sana, y se podrá corregir esta ó qualquiera otra á quein falte dicha combinación, si se coloca en una botella destapada, y se agita, resultando un agua mas grata y saludable; recurso sencillo y provechoso para los viageros &c. El segundo estado que puede tomar el agua es el del vapor, que no es otra cosa mas que las partículas mas sutiles de ella, que se desprenden y abandonan las masas á que pertenecen, y pasando á la atmósfera forman una especie de nube masó menos densa y per- ceptible , que es lo que los Químicos llaman fluido elástico; por lo común la acción del calórico produce esta modificación del agua. En el estado de vapor este fluido adquiere una fuerza expansiva, enorme , superior á la de la pólvora, por lo que se han valido de él para dar movimiento á las grandes bombas de agua, que se usan en los arsenales y otras partes; la disolución de las substancias huesosas que se executa en pocos minutos en la olla de Papin, prueba bas- tante la actividad que tiene el vapor para esta y otras operaciones; y así los baños de vapor {V. baños) pueden producir muy buenos efectos en la Medicina, que acaso no se podrán conseguir por otros medios, que al parecer se creen mas poderosos. El agua de vapor es la mas pura, esto es, el vapor condensado, que se llama agua destilada, ya sea por medio de alambique, en donde el fuego hace que los vapores se eleven á la cabeza de dicho instrumento, desde donde pasa ya condensada y pura á otro vaso , dexando en el fon- do del alambique las sales y otros principios fixos que alteraban su pureza, ya sea por la evaporación general, que se está haciendo continuamente de los mares y de toda la superficie de la tierra, para formar las lluvias; pues el agua lluvia se puede tener en con- cepto de agua destilada en el gran alambique de la naturaleza. En la Química y en la Farmacia se emplea con preferencia el agua destilada para las disoluciones y otras operaciones. El tercer estado que puede tomar el agua es el de hielo, en el qual le falta una cantidad de calórico, con que está combinada quando se halla en forma líquida ó de gas; pues la combinación del calórico, en mas ó menos cantidad, la hace sucesivamente pasar desde el estado de hielo al de gas: en este último estado es quando se ha combinado mayor cantidad de calórico. Dexando á los Físi- cos y á los Químicos la contemplación de los varios fenómenos que TOMO I. I 66 AGU ofrece el agua en el estado de hielo, nos contentaremos solamente con exponer algunos relativos al uso común y á la salud. El^ uso de helados es bastante conocido, pero no siempre es útil. En tiem- po de estío, en que el calórico excedente aumenta la secreción de la bilis, la altera , y produce otros varios fenómenos morbosos; en- tonces serán útiles para que roben calórico, y dexen la máquina animal en el justo equilibrio que constituye la salud. El uso conti- nuado de helados, particularmente en tiempo de invierno, es per- judicial, porque robando calórico, de que hay escasez entonces, es causa de muchas enfermedades; las pulmonías y otras afecciones catarrales de mala especie traen por lo común origen de este abu- so. La prudencia dicta, que los sorbetes y otras bebidas heladas solo se deben usar con freqüencia en tiempo de estío; y deben siem- pre huir de ellas los sugetos catarrosos y endebles, cuyo estó- mago no puede actuar bien la digestión &c. En la Medicina se usa con freqüencia de la nieve, de las bebidas heladas y frias con notoria utilidad, no solo en los casos que hay que robar calórico, sino también en los que hay que detener algún excesivo fluxo, y aumentar la cohesión de la fibra &c. Véanse los artículos hemoti- sis, epitaxis, calenturas biliosas, cólera morbo, y otros muchos, donde se hace uso de remedios frios. El agua en estado de hielo sufre aun varias modificaciones, por- que la vemos presentarse en forma de nieve, granizo, escarcha &c, modificaciones que consisten todas en circunstancias accidentales del estado de la atmósfera; cuyos fenómenos se explican bien en la Meteorología, á quien nos remitimos. Los efectos de estos metéoros son bien conocidos, y tendremos muchas ocasiones de hablar de ellos, ya como excitantes ó productores de males, ya como re- medios. Habiendo expuesto algunas ideas del agua en general; el buen orden pide que se trate en particular de las varias aguas, porque es muy esencial conocer las especies que hay de ellas en la superficie del globo, y examinar las circunstancias particulares que presen- tan; para cuyo examen las dividiremos: i.° en aguas dulces comu- nes ó simples: 2.0 en salinas minerales ó compuestas. De esta se- gunda división haremos un artículo separado baxo la palabra aguas minerales, en donde examinaremos algunas de nuestras penínsulas, á lo menos aquellas de cuyo análisis químico tengamos conocimien- to. Baxo la división de aguas comunes, trataremos de las aguas de lluvia, de fuente, de pozo, de arroyo y de rio. El agua de lluvia es la que se emplea en todo el universo con mas profusión; y así como la bebida sirve á los animales en particu- lar , del mismo modo esta agua suministra á la tierra la humedad que necesita, y la que habia perdido por la evaporación continua y AGU 67 la sequedad inducida por el calor del estío &c. Ella refresca la atmósfera y la purifica al mismo tiempo, arrastrando, quando cae, quantas materias heterogéneas encuentra; por último, sirve para proveer en gran parte las fuentes y los ríos. El agua de lluvia (dice Presavin) ,,por ningún caso puede contener cosa heterogé- nea , porque el calor suave con que se evapora de la superficie de la tierra para transmitirseá las nubes, no puede levantar ninguna de las substancias con que pudiera hallarse combinada. Esta destilación de la naturaleza es infinitamente superior á la que se hace en nues- tros laboratorios. Jamas ha podido el arte hacer potable el agua del mar; por lo menos, si lo ha hecho ha sido con operaciones tan complicadas, que no tienen comparación con las de la naturaleza, la qual evapora á cada minuto de la superficie del mar porción considerable de agua, que nos devuelve en lluvia perfectamente pur- gada de quanto pudiera empañar su pureza." Estas verdades, tan confirmadas por la experiencia, y por to- dos los que han tratado de esta materia, pudieran empeñar á muchos pueblos de nuestra península en construir depósitos de agua llovedi- za , y preferirla á la que usan de pozos, de aguas salobres, gruesas, impuras, y á veces mal sanas. En nuestra Mancha pudieran muy bien valerse de este recurso, y entonces no carecerían tanto de esta pre- ciosa bebida, disfrutándola de mejor calidad. La construcción de estos depósitos pudieran executarse de varias formas. Según la localidad de la población, ya en lo alto de una colina ó montaña , que seria lo mejor; ya en el centro de la tierra, ya generales para la pobla- ción ó particulares &c. En conclusión, el agua de lluvia es la mas pura, como se ha dicho, y por consiguiente preferible á las demás; y aunque es cierto que se mezcla al caer con algunas partículas heterogéneas, se despoja fácilmente de ellas, dexándola en reposo, y en donde tenga el ayre libre salida. El agua de fuente ó de manantial es bastante conocida de to- dos para que nos ocupemos en definirla y hacer su descripción. Esta es la que mas comunmente usamos para bebida; y estando pu- ra es una de las mejores que se pueden emplear para apagar la sed, para el uso medicinal &c; pero es algo difícil que al filtrarse por entre la tierra, no se agreguen á estas aguas materias heterogéneas. En nuestra España, sin embargo, tenemos aguas de fuente bastan- te puras y superiores á las que se beben en Francia, Italia y otras partes, y pueden competir muy bien con la de lluvia que prefie- ren algunos extrangeros, acaso por no conocer las aguas que sumi- nistran nuestras fuentes. El agua de pozo es originariamente lo mismo que la de fuente, con solo la diferencia que se extrae de unos hoyos profundos; en cuyo fondo se hallan los manantiales, y según que estos atraviesan 68 AGU substancias misclbles con el agua, estará mas ó menos cargada de partículas heterogéneas. Las aguas de pozo, cuyos manantiales no atraviesan por arena, sino por sitios arcillosos, y otras substan- cias solubles, estas aguas no solo son las mas crudas, sino también las mas impuras; y así se ve claramente que disuelven mal el xabon, y no cuecen bien las legumbres; y solo se debe echar mano de ellas para beber y condimentar los alimentos , quando no haya otras. Regularmente quando se beben estas aguas se hace sensible al gusto su insalubridad por la sensación desagradable que ofrecen , y que expresamos diciendo esta agua es gorda: sin embargo, hay po- zos en que se halla una agua regular, ó por ser profundos, re- cibiendo las aguas de un rio, ó de un manantial puro inmediato &c; pero por lo general el agua de pozo es mal sana, porque contiene substancias terrosas, que no pudiéndose disolver en nuestros humo- res, produce atascamientos en los vasos capilares, formándose congestiones, cálculos, y otras enfermedades. Las aguas de los rios traen origen de las fuentes ó manantia- les que suministran agua para formar los arroyos, y reuniéndose estos después, los rios; los quáles recogen todas las aguas esparcidas por la tierra para precipitarlas en los mares, después que han pa- gado el digno tributo á la tierra, derramando en ella la fertilidad y la abundancia; y sirviendo igualmente á otros usos muy intere- santes de la vida civil. El agua de rio, en sentir de Presavin , es preferible á todas, después de la de lluvia, y mas las de rios gran- des; porque tienen mayor cantidad de agua llovediza, y con el continuo traqueo de la corriente, se descargan fácilmente de los cuerpos heterogéneos que se les puedan haber agregado; pero sin embargo, esta no será tan buena , ni preferible á las demás, quan- do su corriente es por terrenos yesosos, betuminosos &c.; pues en este caso se halla bien puerca, y de un sabor desagradable, y por consiguiente mal sana. De todo lo expuesto se infiere, que las aguas mas puras y saludables son las de lluvias bien conservadas; las de rio, parti- cularmente si se purifican antes por un filtro de arena, no desme- recen de las anteriores, ni de las de algunas fuentes, que salen bien filtradas y puras, por traer origen sus manantiales de terrenos are- nosos ó siliceosos; las de pozo, y de algunos ríos, y todas las que envuelven algunas partículas heterogéneas, no son tan saludables y apropiadas para usarías en bebida, las que deben tener siempre para serlo las condiciones que hemos expuesto en el tercer párrafo de este artículo. El quarto punto que nos propusimos tratar en este artículo, esto es, las aguas que se deben emplear para curar las enfermedades, se expondrá en el siguiente y otros, que le precederán. AGU 69 AGUAS MINERALES. {Mat. Med.) ^Llamamos aguas mi- nerales todas las que contienen substancias extrañas, salinas, azu- frosas, terrosas, metálicas ó gaseosas; estas aguas ofrecen uno de los medios mas sencillos é importantes para curar y precaver mu- chas enfermedades. Las aguas minerales se cargan de los principios que contienen los terrenos por donde pasan, principalmente si contienen minerales, sa- les, substancias piritosas, descomponiéndose y uniéndose á ellas. Hasta el siglo xvn no se principiaron á desenvolver los primeros co- nocimientos, que Plinio y otros antiguos nos dexáron de estas aguas. Boy le se ocupó útilmente en este importante objeto en 1663. La Academia de las Ciencias en la misma época, penetrada de la uti- lidad de emplear sus tareas sobre las aguas minerales, encargó á Duelos la análisis de muchas de ellas; y después otros muchos sa- bios Químicos se entregaron sucesivamente á estos trabajos. Desde que se han seguido con cuidado los métodos simples y fáciles de analizar, se ha ilustrado infinito el conocimiento de los principios constitutivos de las aguas minerales, el de las combina- ciones , sus residuos &c., que arrastran freqüentemente en muy cor- ta cantidad , siendo muy difícil examinar y determinar sus caracte- res distintivos. Veremos las substancias que la análisis ha suministra- do hasta el presente, según el orden que ha seguido Fourcroy; por el qual se percibirá que en las aguas se halla la tierra silícea en corta cantidad, y que por lo común está suspendida sin precipitarse; el alumbre se halla también, pero en un estado de finura extraordi- naria, yes el que quita la transparencia de las aguas, las hace grue- sas aun al tacto, y por eso se llaman xabonosas. La cal, la mag- nesia y la tierra pesada ó barita no están nunca puras en el agua, pues se hallan siempre combinadas con los ácidos, y particular- mente con el ácido carbónico. Tampoco se ven en ellas los álcalis fixos en su estado de pureza; pero sí freqüentemente formando sa- les neutras. No sucede lo mismo con el amoníaco, y la mayor parte de los ácidos, pues el que goza entre estos últimos la ma- yor libertad es el ácido carbónico, que es el que forma las aguas gaseosas, espirituosas ó acídulas. Entre las sales neutras perfectas no se hallan en las aguas mi- nerales sino el sulfate de sosa ó sal de Glaubero, los muriates de sosa y potasa, el carbonate de sosa, que se halla freqüentemente en ellas en disolución: el nitrate, el carbonate de potasa lo contienen rara vez. El sulfate de cal, el muríate calcáreo, el muriate de magnesia, su carbonate, y los nitrates calcáreos no se hallan sino en las aguas salinas. Las sales donde entra la alumina y la barita no están casi nunca en disolución en las aguas; sin embargo, la alúmina se halla en al- 7o AGU gunas. El gas inflamable ó hidrógeno , aun no se ha encontrado en disolución en las aguas minerales. Fourcroy ha descubierto el azu- fre puro en las aguas de Anguien. En el estado de hígado de azu- fre (sulfureto) se le halla algunas veces, y es el que mineraliza las aguas de las fuentes sulfurosas las mas conocidas. De todos los metales, el hierro es el que se halla mas freqüen- temente en disolución en las aguas, ó combinado con el ácido car- bónico, ó unido al ácido vitriólico ó sulfúrico. El arsénico, los sul- fates de cobre y de zinc, que se hallan en muchas aguas, les dan propiedades venenosas, y se debe reconocer su existencia solo para evitar su uso perjudicial. Todos estos son los principios que se han reconocido hasta el presente en las aguas minerales, que varían en razón de las alteraciones particulares que han adquirido en lo inte- rior del globo y en su superficie. De la utilidad de las aguas minerales en general. Antes de entrar en la descripción particular de las diferentes especies de aguas minerales, que se han reconocido como mas ven- tajosas al arte de curar; es preciso examinar en general el bien que pueden producir á los que las usan con las precauciones ne- cesarias. Estas aguas pueden ser de mucha utilidad, ya sea que se empleen interiormente, ó que se haga uso de ellas en la superficie del cuerpo; se les puede considerar en general como el remedio mas común y el mas apropiado para casi todas las enfermedades crónicas, y aun al fin de las agudas. En efecto, los principios de estas aguas, elegidas según las circunstancias, son capaces de dar tono á los sugetos debilitados por las violentas enfermedades, dán- doles también movilidad y energía, que acaso se intentaría inútil- mente por otros medios. Hay pocos remedios mas bien indicados que las aguas minerales para curar las enfermedades crónicas, que freqüentemente vienen por debilidad, y también por embarazos y obstrucciones en las diferentes visceras del vientre, y para las que son producidas por evacuaciones suprimidas ó desarregladas, ayu- dadas también de otros remedios, que indique una sabia prác- tica. En las enfermedades hipocondriacas y vaporosas ¿no son uno de los mejores auxilios para mudar la constitución física y moral? En efecto, se puede decir que las aguas minerales obran sobre la constitución física por muchas razones; pues el exercicio del viage, que se debe hacer para ir á tomarlas; la distracción del espíritu, que es indispensable, ya sea por el mismo viage, ó por las diversiones de varias especies en que se ocupan en aquellos lugares; el aleja- miento del sitio donde han sufrido los males; la mutación de ayres; el nuevo régimen de vida &c. son motivos muy poderosos para AGU 71 conseguirlo. Estas consideraciones prueban, que debe haber una mutación física en los sugetos que van á tomar aguas minerales; y es preciso convenir también que ellas deben influir igualmente en la situación moral, derramando la serenidad y la alegría en lugar que los cálculos tristes embebían antes toda la atención de los en- fermos , debiendo afectar precisamente su ánimo. Es necesario aun convenir que de todos los medios que emplea el arte de curar, no hay uno mas dulce, que sea menos repugnan- te, y que obre de un modo menos molesto y mas insensible que el de las aguas minerales, haciendo por medio de ellas que la natu- raleza elija con utilidad el órgano mas favorable para la excreción de los humores que debe expeler, ya sea por la cámara, por la ori- na, por la piel, ó por otros órganos. Pero si estos remedios pro- porcionan un gran número de ventajas quando se emplean con dis- cernimiento, pueden también ser muy perjudiciales quando se to- man en circunstancias que estén contraindicadas. También es nece- sario observar que hay aguas que no contienen principios sensibles á la análisis, y sin embargo pueden producir efectos sensibles en la economía animal; pues es suficiente para esto que sean muy li- geras, muy vivas, y que su temperatura se diferencie de las comu- nes, como sucede con las de Plombieres y de Lugenil, que parece no diferenciarse de las aguas puras sino por el calor. De las aguas minerales quando son dañosas. Se debe temer en general hacer uso de las aguas minerales en los sugetos que tienen frios, dolores de cabeza, laxitudes espon- táneas que puedan ser preludios de enfermedades agudas; no de- biéndose emplear ordinariamente en los sugetos delicados, en los que tienen débil el pecho, en los asmáticos, ó los que escupen sangre. También es necesario proscribirlas quando se temen algunos abscesos interiores, ó derrame en alguna cavidad. No convienen quando los enfermos tienen tumores rebeldes ó escirrosos. Es necesario evitar el uso de purgantes quando usan estas aguas los sugetos que bebiendo mucho no la espelen fácilmente y con prontitud por la orina, ó quando padecen la disuria. Las aguas minerales no con- vienen tanto á los viejos como á los jóvenes que están en el vigor de la edad. A los sugetos que padecen las enfermedades ventosas, por lo común no suele probar el uso de las aguas minerales aéreas fio mismo que á los que tienen débil la cabeza ó enferma. En general todas las aguas tónicas no se deben usar en los temperamentos cá- lidos , vivos (lo mismo que irritables), y á los que se teme la infla- mación en sus enfermedades, ó quando principia. Es necesario saber qual es el tiempo mas oportuno para hacer 72 AGU uso de las diferentes aguas, supuesto que hay algunas de ellas que se pueden usar en todos tiempos; otras que no convienen sino en la primavera y el otoño, y otras en fin que se pueden emplear en la primavera, estío y otoño. También es necesario observar que se han de tomar las aguas minerales, sean naturales ó artificiales, al grado de calor que tienen en la fuentes; cuyos buenos efectos son para tal ó tal enfermedad. Sin embargo, se tendrá presente que si se han de suministrar á un sugeto de una constitución mas ó menos fuerte, que exige las aguas ordenadas, será bueno templar el frió ó el calor, según las circunstancias. Se debe saber igualmente que estas aguas se toman por lo común en ayunas; quando se beben en la fuente se toman 3,405 vasos de á seis onzas cada uno, hacien- do algún exercicio, que no sea muy violento en los intervalos que debe haber de cada vaso. Se aumentará de dia en dia la dosis, según las enfermedades y las fuerzas del enfermo. Los temperamentos ro- bustos beben fácilmente 8 ó 10 quartillos cada mañana. Se de- be observar también que es muy importanre seguir la progresión de menos á mas al principio, y de mas á menos al finalizar , siendo muy peligroso beber con exceso estas aguas al principio. En las constituciones delicadas sucede con freqüencia , que hay necesidad de suspenderlas y suministrar á los enfermos las infusiones, coci- mientos , leche &c. en fin quantos medios convengan, y con los que han experimentado alivio antes. A los sugetos pletóricos y sanguíneos se les debe disponer ó preparar con la sangría, y los que tengan las primeras vias embarazadas deben ser evacuadas; en una palabra, no se deben tomar las aguas minerales sin prescribir antes el méto- do que se debe seguir por el Médico que asiste al enfermo, ó por el del lugar de las aguas. División de las aguas minerales. Por todo lo que se ha dicho se percibe que las varias clases de aguas minerales se pueden establecer relativamente á las diferentes substancias que contienen: esta materia es muy extensa; pero sin embargo , los Naturalistas y los Químicos han convenido en hacer divisiones metódicas relativas á los principios que contienen mas abundantemente estas aguas, y que poseen al mismo tiempo pro- piedades las mas enérgicas. Monnet ha dividido las aguas minerales en tres clases, á saber: en alcalinas, sulfúreas y ferruginosas. Algu- nos descubrimientos modernos exigen la división de estas aguas con mas extensión. Duchanoy, Médico de París , ha dado una obra donde se hallan todos los principios y reglas mas interesantes para el método de preparar las aguas minerales artificiales. Este autor divide las aguas minerales en diez clases, á saber: las gaseosas, las AGU 73 alcalinas, las terrosas, las ferruginosas, las aguas calientes simples, las aguas termales gaseosas, las xabonosas, las sulfúricas, las betu- minosas y las salinas. Esta división sin duda es mas completa que todas las que se han hecho hasta aquí; pero yo pienso como Four- croy, que ha multiplicado demasiado las clases, siendo así que no existen todas estas aguas minerales; que las que llama calientes sim- ples no contienen principios minerales, no debiendo formar una clase por solo el calor aumentado que tienen, y que las aguas ga- seosas puras no existen en la naturaleza; y así yo sigo la división que ha hecho Fourcroy, porque me parece mas simple y mas me- tódica , á saber: i.° en gaseosas ó acídulas, en las quáles el ácido carbónico se halla muy abundante: 2.° en salinas, que tienen bas- tante cantidad de sales neutras en disolución, obrando sensible- mente, siendo por lo común purgantes: 3.0 en sulfurosas, que parece que gozan de algunas propiedades del azufre: 4.0 en ferru- ginosas , en las quáles el hierro se halla disuelto por el ácido car- bónico ó por el vitriólico. Propiedades medicinales de las aguas minerales gaseosas en general. Estas aguas parece que tienen una acción particular sobre las membranas del estómago é intestinos. Su principio volátil les au- menta el tono quando se ha disminuido, dando resorte y energía á sus funciones, por lo qual, después de haber hecho algún uso de estas aguas, la digestión que antes se executaba con lentitud y al- un trabajo se efectúa mas fácilmente: dichas aguas disuelven los umores biliosos y viscosos, que podían muy bien servir de obstá- culo, dando al vientre la libertad que no tenia antes: en fin, disi- pan la languidez y las melancolías. Las emanaciones de estas aguas tienen la ventaja de estimular agradablemente las fibras nerviosas de toda la economía animal, de insinuarse fácilmente, penetrando hasta los vasos mas pequeños, proporcionando excreciones saluda- bles. Las aguas gaseosas convienen también en las enfermedades de la piel, en las palideces, en las afecciones del pecho, como no esté muy alterado, en las nerviosas, las flores blancas, en la su- presión de la evacuación periódica de las mugeres; siendo particu- larmente muy eficaces en los dolores de cabeza muy violentos, los reumatismos &c. Propiedades medicinales de las aguas salinas. Las propiedades que en general se atribuyen á las aguas minerales salinas son las de ser aperitivas, resolutivas, diuréticas, propias para TOMO I. K 74 AGU disolver las materias glerosas y tenaces del estómago y tos intesti- nos: hay sin embargo muchas de estas aguas, que son mas ó menos purgantes, las quáles serian verosímilmente contraindicadas si hu- biese algún tumor en el piloro, ó una gran sensibilidad en los órga- nos de la digestión; sin embargo, se recomiendan en las afeccio- nes que proceden de materias biliosas detenidas en el hígado, en la ictericia, en la hemiplexía; si se prolonga su uso, también disuel- ven las piedras ó cálculos biliares, curando las calenturas y quarta- nas rebeldes. Las aguas que son mas ligeras y simplemente diuréti- cas, convienen en la nefritis. Estas aguas promueven las evacuaciones periódicas de las mu- geres y hemorroydales; son útiles para las enfermedades de la piel; hacen daño á los que tienen frió, laxitudes espontáneas; que están amenazados de calenturas continuas; que tienen el pecho delicado, ó que escupen sangre; también son dañosas quando se padecen tu- mores escirrosos, abscesos internos, retenciones de orina y flatos: no se debe servir de ellas para purgar los paralíticos, los vaporosos ó hipocondríacos, y los que padecen extenuación. Propiedades de las aguas sulfurosas en general. Las aguas sulfurosas, tomadas interiormente, producen la abstric- cion de vientre, pero pasan con facilidad á las vias de la orina: son mas ó menos calientes, según su grado de fuerza; aceleran la circu- lación ; disminuyen el sueño , aumentan la transpiración y el apetito, y algunas veces hacen escupir sangre. Estas aguas son muy buenas quando hay en el estómago crudezas glerosas y ácidos, y quando esta viscera está sujeta á males continuos. Se emplean con gran su- ceso en las diarreas rebeldes, y en varias enfermedades crónicas, en la supresión ó disminución de las menstruaciones, en la disposición al espasmo &c. Propiedades medicinales de las aguas ferruginosas en general. Las aguas minerales marciales obran en general con una cierta actividad en las primeras vias, que dando al estómago el resorte que ha perdido, favorecen infinito las digestiones. Se ordenan con suceso en las gonorreas, flores blancas, diarreas rebeldes, disente- rias crónicas. Es esencial antes de hacer uso de estas aguas, eva- cuar los enfermos quando el estómago y los intestinos están llenos de crudezas, porque sin esta operación, en lugar de aprovechar, dañarían infinito. Pero después de haber purgado á los enfermos, se experimentarán grandes ventajas con el uso de estas aguas, dan- do fuerzas y energía á toda la máquina, particularmente á los con- AGU 75 valecientes; favoreciendo infinito al desatascamiento de las glándu- las ó las visceras, que pudiera producir malas conseqüencias: lo- grándose esto mas completamente si se añade el uso de los baños de estas mismas aguas. Se hace aun un uso mas feliz de ellas pa- ra facilitar la dificultad de mover las excreciones. Es necesario algu- na atención para administrarlas en los temperamentos vivos, secos, y de,fibra irritable; y se deben proscribir en todas las enfermeda- des donde haya algo de inflamación. Las aguas marciales naturales, para que aprovechen mejor, se de- ben tomar en la fuente; pues si se conducen lejos el hierro se pre- cipita. Las que son acídulas pierden su ayre fixo ó gas ácido car- bónico; y así es muy prudente si no hay proporción de ir á tomar- las á su nacimiento, hacerlas preparar {V. aguas minerales ar- tificiales.); siendo este el mejor partido, y preferible ai de tomar las traídas de mucho tiempo y de larga distancia.] Seria inútil trasladar aquí la análisis, descripción, clasificación y enumeración de las varias aguas minerales que se hallan en Fran- cia , y descritas en la Enciclopedia, de quien solo hemos tomado algo de sus generalidades, porque seria de poca ó ninguna utilidad á los profesores Españoles; pero nos es doloroso no poder colocar en su lugar un quadro de la análisis, del gran número de aguas minerales de todas especies que tenemos en nuestra península: aca- so habrá pocas naciones tan ricas de estas aguas como la nuestra , y es muy extraño que nuestros Químicos, las Universidades y demás Cuerpos facultativos no hayan emprendido un trabajo tan útil y aun necesario. Sin la análisis no se pueden imitar, ni aun aplicar con se- guridad en las varias enfermedades que están indicadas. Es de es- perar que con las luces que se van derramando en nuestra penín- sula , y los conocimientos de Química, que se van adquiriendo, ven- ga un dia venturoso en que se emprenda esta costosa y difícil empresa, y que en obsequio de la humanidad los cuerpos literarios y los facultativos vayan haciendo, como ya han principiado, la análisis de nuestras aguas minerales, y se pueda como en Francia presentar una clasificación y descripción exacta de sus principios y propieda- des &c. En el dia estamos muy lejos de poderlo executar; porque si acudimos á nuestras obras antiguas, que tratan de esta materia, solo hallamos de utilidad, quando mas, el sitio donde están las fuentes, que importaría mejor conocer; y aunque sabemos va- gamente á la clase que pertenecen algunas, como no conocemos ni el número, ni las proporciones que guardan entre sí las diversas substancias que las componen , hemos tomado el partido de dar una idea solamente de las que en estos últimos tiempos han sido ana- lizadas, según lo que hemos podido recoger de las pocas obras y ma- nuscritos privados, que nos han suministrado los sabios profesores 76 AGU que han emprendido so examen, y son las siguientes. Solan de Cubras. Las aguas de esta fuente, situada en la sierra de Cuenca, analizadas por el Sr. García Fernandez en 1787, pertenecen á las acídulas alcalinas frias; y contienen por cada 600 libras ponderales Fluidos elásticos. Pulg. cúbicas. Ácido aéreo, 6 gas ácido carbónico..................... 576 Ayre atmosférico............................................... 090 Substancias fixas. Onzas. Drac. JEscr. Granos. Sal común, ó muríate de sosa............... o o 1 21 Sal marina de magnesia, ó muríate de magnesia.......................................... 010 042 Nitro, ó nitrate de magnesia................. o o 2 16 Vitriolo, ó sulfate de magnesia............ 022 23§ Nitro vitriolado, ó carbonate de sosa..... o 1 2 20 Sal febrífuga de Silvio, ó muríate de po- tasa................................................. OOI 20f Tártaro vitriolado, ó sulfate de potasa., o o 1 21 Magnesia aereada, ó carbonate de mag- nesia................................................ o 1 2 00 Tierra caliza , ó carbonate de cal......... 130 23! Hierro aereado, ó carbonate de hierro., o o 1 05£ Arcilla ó alúmina................................. 000 o6| Tierra silícea..*.................................... o o o 14 Estas aguas corresponden á la clase que se ha indicado, y el método propuesto por el Sr. Fernandez para hacerlas artificiales es el siguiente: se combinan con una cantidad de agua destilada las por- ciones que le corresponden de gas ácido carbónico y ayre atmos- férico: se mezcla después la porción de los carbonates de sosa, cal, magnesia y hierro, y la alúmina y tierra silícea que corresponden á esta cantidad de agua: se dexa por espacio de veinte y quatro horas en una redoma bien tapada para que el gas no se volatilice, y para que disuelva y tenga suspendidas en el agua dichas subs- tancias: se le agregan después las porciones correspondientes de los muriates de sosa, de magnesia y de potasa, los sulfates de magne- sia y de potasa, y el nitrate de magnesia: se dexa así por otras veinte y quatro horas; después de lo qual presenta esta agua las mismas propiedades, y tiene el mismo olor que las naturales. Rosal de Beteta en el Obispado de Cuenca. Estas aguas, ana- AGU 77 Tizadas también por el Sr. García Fernandez en el mismo año que las anteriores, pertenecen á la misma clase, y contienen por ca- da 200 libras de agua Fluidos elásticos. Pulg. cúb. Lin. cúb. Acido aéreo , ó gas ácido carbónico........... 78 Ayre atmosférico..................................... n 6* Substancias fixas. Onzas. Drac. Escr. Granar. Sal marina de magnesia, ó muríate de magnesia......................................... o Sal común, ó muríate de sosa............... o Sal de Epson, ó sulfate de magnesia..... o Sal de Glaubero, ó sulfate de sosa........ 1 Selenita, ó sulfate de cal...................... 4 Nitro de magnesia, ó nitrate de mag- nesia..................,............................ o Tierra caliza aereada........................... 1 Magnesia aereada, ó carbonate de mag- nesia................................................ o Hierro aereado, ó carbonate de hierro., o Arcilla ó alúmina................................. o Tierra silícea........................................ o 23l *3f 08 *3i Mi 10 Esta agua se hace artificialmente, disolviendo por medio de la ebullición, en una cantidad conocida, la porción de selenita que le corresponde: se combina después con la parte debida de ácido carbónico y ayre atmosférico: se le agrega la tierra caliza, los carbonates de hierro y de magnesia, la alúmina y tierra silícea; y se le añaden por último las porciones correspondientes de los mu- ríales de sosa y magnesia, de los sulfates de magnesia y sosa, y nitrate de magnesia. Sumas-Aguas: distante legua y media de Madrid. La análisis de estas aguas está hecha por los Sres. Enciso, Ruiz del Cerroa y Bañares, y es como se sigue; Libras. Agua mineral.................................................. 2 00 Fluidos elásticos. Acido carbónico................... Pulg. cúb. 12.745 950: 78 AGU Substancias fixas. Granos. Muríate de sosa................................... oo6| Muríate de magnesia............................ 009 Sulfate de magnesia.............................. oi8| Muríate de cal.................................... 002 Sulfate de cal...................................... 004 Magnesia aereada (carbonate de magne- sia)................................................. 140 Arcilla aereada (carbonate de alúmina). 86 Cal aereada (carbonate de cal)............ 016 Hierro aereado (carbonate de hierro)... 018 Silex (tierra silícea).............................. 002 Los Profesores que examinaron estas aguas aseguran que contie- nen gas hepático ó gas hidrógeno sulfurado, aunque en muy corta cantidad, porque así se lo ha indicado constantemente su olor; pe- ro no han podido apreciarlo por no habérseles presentado en nin- guno de los experimentos de la análisis. El método empleado por estos Señores para hacer estas aguas artificiales ó su síntesis, consiste en saturar una cantidad conocida de agua destilada con la porción de ácido carbónico correspondiente, agregarle luego las demás substancias fixas que la componen , y po- ner después la vasija boca abaxo por quatro dias, para que no se evapore el gas, pasados los quáles se halla examinándola, semejan- te en todo á la natural. La temperatura de estas aguas es desde el 15 hasta el 19 grados sobre el hielo del termómetro de Reaumur, por lo qual corresponden á las aguas ferruginosas frias. G-avá en Cataluña. Analizadas por el Sr. Samponts: contienen por cada 100 libras de agua Substancias volátiles. Pulg cúb. Acido carbónico.............................. 118 Substancias fixas. G ranos. Carbonate de hierro............................ 140 Muríate calizo..................................... 101 Muríate de magnesia............................ 058 Sulfate de sosa.................................... 049 Sulfate de magnesia.............................. 080 Sulfate de cal....................................... 040 AGU 79 El Sr. Samponts no quiso indagar la cantidad de ayre atmosfé- rico; porque este depende en las aguas de su grado de calor, ó de la agitación que experimentan. Estas aguas corresponden á las acídulas ferruginosas, y el mé- todo empleado por el Sr. Samponts para hacerlas artificiales es el siguiente: saturó el agua con la porción debida de ácido carbónico, le añadió la correspondiente cantidad de hierro flogisticado; y lue- go que estuvo perfectamente disuelto, le añadió las porciones de los muriates de cal y de magnesia, y los sulfates de cal, magnesia y sosa. Esta agua artificial, después de disueltas todas las substan- cias de que se compuso, presentó los mismos resultados que la natural. Aguas minerales analizadas por D. Pedro Gutiérrez Bueno. Aguas termales ó calientes de Arnedillo. En la Rioja, á cinco leguas de Calahorra y dos de Arnedo se hallan estos Reales baños; cuya temperatura está á los 42 grados del termómetro de Reaumur: cada 16 onzas de estas aguas contienen las substancias aeriformes y fixas siguientes: De gas oxígeno y azótico combinado en partes iguales.................................... 32 pulgadas. Gr. Dec. De muríate calcáreo.............................. 00,77 De muríate de magnesia....................... 25,00 Aguas de Trillo también calientes, que pueden pertenecer á las acídulas alcalinas; su temperatura está á los 23 grados sobre cero del termómetro de Reaumur; y contiene en cada libra de agua lo siguiente: De ayre atmosférico............................ 31 pulgadas. Gr. Dec. De muríate calcáreo............................ 01,04 De sulfate de cal................................. 00,06 De muríate de magnesia........................ o8,co Aguas de Sacedon calientes, que constan de los mismos prin- cipios que las anteriores , pero en distinta proporción; cuya tempe- ratura está á los 22 grados del termómetro de Reaumur: contienen en cada libra de agua las substancias fixas y aeriformes siguientes: 8o AGU De ayre atmosférico............................. 26 pulgadas. Gr. Dec. De muríate de cal................................ 00,07 De yeso ó sulfate de cal....................... 00,03 De muríate de magnesia....................... 04,00 Aguas analizadas en Madrid por el dicho Sr. Bueno. Aguas del Molinar en el Valle de Carranza. Estas aguas son frías; pero su temperatura es igual, á pesar de las vicisitudes de la atmósfera: su gravedad específica es casi igual á la del agua desti- lada; y cada 16 onzas de esta agua contienen en disolución 22 granos de muríate calcáreo, y 9 granos de sulfate de cal. Aguas minerales de Puerto llano. Estas aguas ferruginosas y gaseosas frias, contienen en cada 16 onzas de agua las substancias siguientes: De gas ácido carbónico casi á la tempe- ratura del hielo................................ 29 pulgadas. Gr. Part. De carbonate de hierro......................... 1 \. De muríate de magnesia...................... 41. De tierra silícea.................................. i|. Para hacer artificialmente estas aguas se llena una botella con una azumbre de agua, que sea la mas pura que se halle en el pue- blo , se tapa la boca con la palma de la mano, y se pone boca aba- xo en un barreño ú otra vasija llena de agua; entonces se separa la mano que tapaba la boca, y en ella se introducirá la extremidad de un tubo de hoja de lata ó vidrio, que esté encorvado como una S, el qual debe tener el otro extremo ajustado á la boca de otra botella, en que se haya echado como media onza de carbonate de cal (tier- ra ó piedra caliza pulverizada) 6 ú 8 onzas de agua común, que se mezclará para que penetre bien la tierra, y como media onza de ácido sulfúrico. De esta mezcla sale gas ácido carbónico, que pa- sando por el tubo á la botella de agua que se tiene boca abaxo, su- be al fondo de ella, y hace baxar el agua-, quando está mediada de este gas, se tapa su boca por baxo del agua con la mayor exac- titud posible; se saca fuera después, y se menea fuertemente por espacio de quatro ó seis minutos: se pone boca arriba; se destapa y se le echa á la media azumbre de agua que habia quedado 2 granos de limaduras de hierro, y 8 de muríate de magnesia; se vuelve á tapar la botella, colocándola después boca abaxo en su baño de AGU 81 agua, agitándola de quando en quando por espacio de un quarto de hora, y se verá que adquiere todas las propiedades del agua mineral de Puerto-llano; pues aunque le falte la tierra silícea, esta no contribuye en nada para sus buenos efectos. Exponemos este método por ser mas sencillo para poderse hacer en qualquiera par- te; pero el que quiera valerse del aparato de Cook puede executar- lo con mas exactitud, y con él imitar otras varias aguas minerales. En la Real Fábrica de cristales de S. Ildefonso se construyen estos aparatos. La siguiente lista nos ha facilitado D. Pedro Gutiérrez Bueno, y nos hubiera comunicado las análisis de todas las aguas que com- prehende, si no pensase en publicar una obra que haga esta descrip- ción ; é ínterin este laborioso Profesor lo executa, se ofrece gustoso á comunicar las noticias que necesiten los Facultativos sobre este objeto; pues así nos lo aseguró quando entregó la siguiente lista. Razón de las aguas que se han analizado en el real laboratorio desde el aíío de 1788 hasta el de 1799 por d. pedro gutiérrez bueno. Castilla la Nueva. Fuen-caliente, en la Mancha, se beben. En Alcanten, serranía de Cuenca, se beben, se bañan y se en- lodan con el fango. Las de la mina de Hortaleza se beben. Las de Alcalá del Rey se beben. Las de Almagro se beben. Las de Bolaños se beben. Las de Puerto-llano se beben. Las de Grabatula se beben. Estas quatro son del campo de Calatrava. Las de Colmenar Viejo, seis leguas de Madrid , se beben. Castilla la Vieja. Las de la fuente de Rivalostanos, en Torrecilla de Cameros, quatro leguas de Logroño, se beben. En Alcaraz las de la fuente del Redaljar, se beben. Las de Arnedillo se beben , se bañan, y toman el vapor. Las de los baños de Bejar, se beben y se bañan. Las de Grábalos, dos leguas de Arnedillo, se beben. Las de Ledesma, cerca de Salamanca, se beben, bañan, y to- man el vapor. tomo 1. l 82 AGU La fuente santa de Liérganes. Asturias. Las de Cosielles, una legua de Oviedo, se beben. Cataluña. Las de Torrelló se bañan y beben. Las de Punga, cerca de Poblet, se beben. Las de Esparrajera, cerca de Monserrate, se beben/ Las de Gerona se beben. Caldas de Mombuí se beben, toman vapor, se bañan y enlodan. Caldas se beben y bañan. Monistrol, cerca de Monserrate, se beben. En Rivas, quince leguas de Barcelona, se beben. Algre, en la montaña de Monjuí, se beben. En el Monasterio de Baldebron, se beben. Las del pozo de Tortosa, se beben. San Hilario, se beben. La fuente fria de Caldos de Marbella, se beben. Extremadura. En Alange, cerca de Mérida, se bañan y beben. En Almoharin se beben. Las del Loro, cerca de Guadalupe, se beben. Valdebota se beben. Valcuzia de Alcántara, casi dentro de Portugal, se beben. Galicia. Cerca deTuy, en Beran, se beben. En Bertua, cerca de la Coruña, se beben. Feligresía de San Juan de Caraballa. Caldo de Cuntís se beben y bañan. Cortegada se beben y bañan. Las de la fuente de Biaña, cerca de la Puebla de Sanabría, se beben. En Vejo, cerca de Santiago, las de la fuente del Laino , se beben. En Bucarin, cerca de Tuy, se beben. Caldes de Reyes, cerca de Santiago, se beben. AGU 8j Murcia. En Aljama, cerca de Murcia, se beben. Archena se beben y bañan. La Fortuna , cerca de Archena, se beben y bañan. Muía se beben. Navarra. En Fitero, cerca de Tafalla, se beben y bañan. La Fuente fría de Ronces Valles se beben. Valencia. En Vurul, cerca de Alicante, se beben y bañan. Villaviejo se beben. Vizcaya. En la Antiglesia de Ceaumire se beben y bañan. En Azcoytia, al lado de la casa de Larramendi, se beben. En las Montañas de Burgos se beben. Navamorales, junto al puente del Congosto, se beben. Piedrahita, la fuente hedionda del Berrocal, se beben. Andalucía. Las de la Aljama de Granada se bañan y beben. Las de Baza se beben , se enlodan, toman el vapor, y se bañan. Las de Almería se beben. Las de Graena se beben. Dos leguas de Arcos las de Bornos, que llaman la fuente de la Sarna, se beben y bañan. Las de Hardales, cerca de Málaga, se beben y bañan. Las de Aldeyre, junto á Granada, se beben. Las de Calahorra se beben. Las de la Fuente Coronada, en el Condado de Niebla, se beben. Las de Chilanaca se beben. Las de Conzalvillo, junto á Córdoba. Las del Cuerto , cinco leguas de Medinasidonia, se beben. Las de Liseda , junto á Jaén , se beben. Las de Marmolejo se beben. Aragón. Las de Aljama se beben y bañan. 84 AGU. Los baños, que llaman de Arcos, en Arminda, se beben y bañan. Las de Paracuellos de Xicoca sé beben y bañan. Las de Teruel se beben y bañan. Las del Barranco del Salto, en Calatayud, se beben. Método que se debe emplear para analizar las aguas minerales. Qualquiera que se proponga hacer este análisis, debe primera- mente observar la situación del manantial, y la naturaleza de las diferentes capas de que está formado el suelo en que se halla, para formar por este medio un juicio algo fundado de las substancias que podrá contener. Debe examinar, en segundo lugar, las propieda- des físicas del agua , es decir, su sabor, su olor, su color, su trans- parencia, su peso específico, y su temperamento: para lo qual ten- drá que servirse de un termómetro, y de un areómetro. Debe exa- minar por último los depósitos, formados en el fondo del manan- tial, y las substancias que sobrenadan en él, repitiendo todas estas observaciones en diferentes tiempos y estaciones. Después de este primer examen pasará á hacer el análisis, valiéndose para ello de los reactivos, de la destilación, y de la evaporación. Examen de las aguas minerales por medio de reactivos. Se llaman reactivos todas las substancias que se mezclan con una agua mineral, para venir en conocimiento de las materias que contiene por medio de los fenómenos que ofrece la mezcla. Entre los innumerables reactivos que los Químicos proponen para analizar las aguas minerales, los que se pueden emplear con mas utilidad son la tintura de tornasol, el agua de cal, la potasa cáustica, el amo- níaco (álcali volátil) cáustico, el ácido sulfúrico concentrado, el ácido nítrico, el ácido oxálico, el ácido gálico ó tintura de agallas, y las disoluciones de azogue y de plata en el ácido nítrico. Suponiendo que estos reactivos estén puros y bien acondicio- nados, será muy conveniente hacer uso de ellos, siguiendo este or- den: después de haber examinado las propiedades físicas de un agua mineral, mézclense con quatro libras de ella otras tantas de agua de cal; y si al cabo de veinte y quatro horas no se ha formado pre- cipitado alguno, se puede mirar como cosa cierta , que no tiene áci- do carbónico libre, ni combinado con algunos de los álcalis, ni tam- poco sales metálicas, ni con base de alúmina, ni de magnesia; pero si se formase algún precipitado, fíltrese la mezcla: y si el depósito que resulta no tiene sabor; si es indisoluble en el agua; si hace efervescencia con los ácidos; si forma con el ácido sulfúrico una sal insípida, y casi indisoluble en el agua, se debe inferir que al mez- AGU 85 ciar con el agua mineral el agua de cal, se combinó la cal con el ácido carbónico que aquella contenia. Si fuere corta la cantidad del precipitado; sino hiciere efervescencia con los ácidos; si formare con el ácido sulfúrico una sal estíptica ó amarga, y muy soluble, será señal de que el poso ha formado la magnesia, ó la alúmina, ó estas dos tierras mezcladas. En otras quatro libras del agua mineral échese una ó dos drag- mas de amoníaco bien cáustico, ó hágase que la atraviese el gas amoniacal desprendido del álcali con el auxilio del calor. Luego que está bien saturada el agua, déxesela en reposo por espacio de veinte y quatro horas en una vasija cerrada; y si al cabo de este tiempo se hubiere formado algún precipitado, será seguramente ori- ginado de la descomposición de alguna sal ferruginosa, ó de base de magnesia, ó de alúmina: en suma , el amoníaco produce las mis- mas descomposiciones que el agua de cal; pero sus resultados no son tan exactos como los de esta. Así como el agua de cal y el amoníaco sirven para reconocer las sales que tienen por base; la alúmina ó la magnesia; la potasa, ó la sosa cáustica sirven para reconocer las sales calizas; y para ello se mezcla con algunas libras de agua mineral uno de estos dos ál- calis fixos en licor. Como estos álcalis descomponen también las sa- les con base de alúmina, ó de magnesia, si el precipitado que se formare fuere semejante en la forma, color y cantidad al que dio el agua de cal, es de presumir que el agua no contiene ninguna sal caliza; y el examen químico del precipitado confirma por lo común aquella sospecha. Pero si el depósito fuere mas pesado y mas abun- dante, y se reuniere con mas prontitud, será señal de que hay cal mezclada con la magnesia ó la alúmina, lo qual demostrará igual- mente el examen químico del precipitado. El hierro, que los reac- tivos, de que hemos hablado, suelen precipitar al mismo tiempo que aquellas otras substancias terreas, es bien fácil de reconocer por su color y su sabor. Quando el ácido sulfúrico concentrado produce burbugitas en el agua con que se haya mezclado, tendrá este ácido carbónico libreó combinado con la cal, ó con alguno de los álcalis. Para de- terminar con qual de estas substancias estaba combinado, póngase á la lumbre el agua mineral, después de haberla mezclado con el ácido sulfúrico; y como el agua tuviese creta, ó lo que es lo mis- mo , como el ácido carbónico estuviese combinado con la cal, se formará una película, y un depósito de sulfate calizo, lo qual no se verifica quando el ácido carbónico está combinado con algún álcali. El ácido nitroso fumante se emplea para precipitar el azufre de las aguas sulfurosas; para el mismo efecto se suele también hacer 86 AGU uso de una corta cantidad de ácido muriático oxigenado, ó* mas bien de ácido sulfuroso. El ácido oxálico sirve para reconocer la presencia de la cal; pues la separa de todas sus combinaciones. Las agallas, así como todas las substancias vegetales astringen- tes, tienen la propiedad de precipitar las disoluciones de hierro, y dar á este metal diferentes colores, desde el de rosa baxo has- ta el negro mas obscuro. Para reconocer pues la presencia del hierro en un agua mineral, se emplean las agallas en polvo ó en in- fusión , 6 una tintura espirituosa hecha con alcohol. Esta se debe preferir, porque está menos expuesta á alterarse que la infusión en agua, que se enmohece con facilidad. Pero es de advertir, que el color morado que toman algunas aguas con aquella tintura, no es in- dicio seguro de que contienen hierro en estado de metal, pues que resulta el mismo color en combinándose el sulfate ó carbonate de hierro con la tintura, ó infusión de agallas. Las disoluciones de mercurio ó de plata en el ácido nítrico sir- ven para reconocer la presencia del ácido sulfúrico ó muriático en un agua mineral. Para esto mézclese la disolución de mercurio con cinco ó seis libras de agua que se quiere analizar: fíltrese la mez- cla veinte y quatro horas después: seqúese el depósito, y calen- tándolo en una retorta, la porción de mercurio que se haya com- binado con el ácido muriático que el agua tuviese, se volatilizará en estado de mercurio dulce; y lo que se haya combinado con áci- do sulfúrico se quedará en el fondo de la vasija, y presentará un color algo encarnado. También se puede reconocer la naturaleza del precipitado, poniéndolo sobre un carbón encendido; pues si hubiere alguna cantidad de sulfate de mercurio exhalará ácido sul- furoso , y tomará el color encarnado, en vez de que el muríate de mercurio permanece blanco, y se volatiliza sin exhalar olor de azufre. El precipitado que resulta de la mezcla de un agua mineral con la disolución nítrica de plata, se puede examinar con tanta facili- dad como el anterior. Si el agua contiene ácido sulfúrico ó muriá- tico, ó los dos juntos, se formará sulfate ó muríate de plata, ó estas dos sales mezcladas; y para reconocerlas se puede emplear el agua destilada , porque la primera es mas soluble que la segunda: ade- mas de que el sulfate de plata puesto sobre un carbón encendido exhala olor de azufre, y dexa un oxide de plata, que se puede fundir sin adición. Examen de las aguas minerales por medio de la destilación. En el análisis de las aguas se hace uso de la destilación para re- conocer las substancias gaseosas que pueden contener, las quáles AGU 87 son ayre atmosférico mas 6 menos puro, gas ácido carbónico , ó gas hidrógeno sulfurado. Tómense pues algunas libras del agua mi- neral ; pónganse en una retorta, de modo que quede la mitad vacía, y adáptese al pico de la retorta un tubo encorvado, cuya extre- midad vaya á parar á una campana de cristal llena de azogue, y colocada sobre una cubeta llena del mismo metal: caliéntese el agua hasta que no pase ningún fluido elástico á la campana; y quitando entonces del volumen del gas que se ha extraído la can- tidad de ayre que habia en la porción vacía de la retorta, el resi- duo será el fluido aeriforme contenido en el agua mineral. Si acer- cando al gas una vela encendida arde y exhala mal olor, es gas hi- drógeno sulfurado: si el gas apaga la vela, hace roxear la tintura del tornasol, y precipita el agua de cal, es ácido carbónico ; por último, si mantiene la combustión sin encenderse él, no despide ningún olor, ni altera la tintura del tornasol, ni el agua de cal, es ayre atmosférico. Examen de las aguas minerales por medio de la evaporación. Aunque el calor que el agua debe experimentar para reducirse á vapores, y dexar en el fondo de la vasija las tierras y sales que tenia disueltas es muy capaz de alterarlas, se debe sin embargo considerar la evaporación como uno de los principales medios de analizar las aguas minerales, mayormente quando ya se suponen los conocimientos adquiridos por medio de los reactivos. Como es por lo común muy pequeña la porción de cada una de las subs- tancias disueltas en qualquier agua mineral; bien se dexa ver que para conseguirlas en cantidad suficiente, y poder determinar su naturaleza, será las mas veces indispensable evaporar algunas arro- bas de agua. Quando es acídula se llena de bombitas luego que se pone al fuego; y á proporción que se va desprendiendo el gas ácido car- bónico, se va formando una película, y un depósito de tierra ca- liza y carbonate de hierro: después sigue la cristalización del sul- fate calizo; se cristalizan en fin los muriates de potasa y de sosa, y las sales deliqüescentes no se pueden conseguir hasta que se haya evaporado completamente toda el agua. Entonces se pesará lo que haya quedado en el fondo de la va- sija , y se pondrá en una botellita con tripla ó quádrupla canti- dad de alcohol: se le revolverá bien; y después de dexarlo en re- poso algunas horas, se filtrará, se conservará aparte el licor, y se secará á un calor suave el residuo que haya quedado sobre el filtro; en estando bien seco se pesará, y la disminución que haya pa- decido indicará la cantidad de muríate de cal ó de magnesia que 88 AGU habia en el agua; porque e«as son las sales que el alcohol puede haber disuelto. El mismo residuo se disolverá en gran cantidad de agua desti- lada fría; y en habiéndole dexado en reposo algunas horas, se fil- trará, y al nuevo residuo que quede en el filtro se secará per- fectamente, se pesará, y se pondrá á hervir, por espacio de me- dia hora, en una grandísima cantidad de agua destilada. Fíltrese entonces por última vez, y quedará sobre el filtro lo que ni el al- cohol , ni el agua fría ni caliente han podido disolver, que podrá ser tierra caliza, carbonate de magnesia ó de hierro, alúmina ó quarzo. El agua fría se habrá apoderado de los álcalis fixos, del sulfate de sosa ó de magnesia, del muríate de sosa y de potasa, y el agua caliente no habrá disuelto mas que el sulfate calizo. Hay por consiguiente que examinar, por medio de los reactivos que ofrece la Química, las quatro porciones en que se ha dividido el re- siduo de la evaporación. Aguas minerales artificiales. Por eficaces que sean las aguas minerales, dice Duchanoy, no se encuentran en todas partes, y el pueblo no se puede aprovechar siempre de ellas; los gastos que es necesario hacer para ir á buscarlas, los viages &c. no per- miten usar de ellas mas que á un corto número de personas, que aun se determinan á ello muchas veces demasiado tarde. ¡Qué ser- vicios no haria á sus semejantes el que pusiera estas aguas á dispo- sición de todo el mundo, y facilitara en todo tiempo ven todos lugares su uso familiar menos dispendioso y mas útil! Los pobres se aprovecharían de ellas; las gentes acomodadas ó ricas no aban- donarían sus negocios; tendrían junto á sí á sus Médicos, que mas bien informados de su estado y de su temperamento continuarían observándolos, y podrían mejor que un Facultativo extraño seguir los efectos de las aguas, y dirigirlos mas bien. Por otra parte, j quantos casos particulares se ofrecen en que se desearía que las aguas frias estuviesen al lado de las calientes, las sulfúreas junto á las acídulas &c. para mezclarlas y apropiarlas en todas las circuns- tancias á la naturaleza y al carácter de las enfermedades, á la edad y temperamento de los enfermos! Para dar toda la extensión necesaria, y llenar todo el objeto de este artículo, era necesario tener un conocimiento individual de los principios que forman el gran número de aguas minerales que tene- mos ; pero como carecemos de él, como ya se ha dicho, no es po- sible dar reglas exactas para poderlas imitar; aunque esto pertenece mas bien á las obras de Química y Farmacia, adonde nos remiti- mos, y porque creemos también que en el dia no faltan Profesores que sepan imitar estos preciosos remedios que ofrece la naturaleza; pero en obsequio de aquellos que carecen de estos recursos ex^ AGU 89 pondremos algunas fórmulas, ademas de las que hemos indicado en el artículo anterior. Método para hacer las aguas gaseosas artificiales. £ Se sabe que el gas mefítico es el que se combina mejor y en mayor cantidad con el agua, uniéndose con mas dificultad con el ayre atmosférico; por esta razón el aparato neumatoquímico no es á propósito para medir la cantidad de este gas que se extrae de los cuerpos. Lavoisier ha observado que por este medio se habia en- gañado muchas veces el célebre Hales en sus experiencias. Para ha- cer el agua gaseosa basta poner el gas mefítico ó ácido carbónico en contacto con ella hasta que esté bien saturada; para executarlo se han valido de varios medios, y uno de ellos se reduce á llenar un recipiente de ayre fixo (ácido carbónico), por medio de la má- quina neumatoquímica, que se halla en el Diccionario de Química de Macquer; cuyo gas será suministrado por la efervescencia que resulta del ácido sulfúrico que se echará sobre la greda. El que quiera se puede servir del método de Venel, que consiste en poner en botellas exactamente tapadas sales acidas y alcalinas en la justa proporción para que puedan formar efervescencia, de la qual se desprenda mas ó menos gas para que se mezcle con el agua. Pero de todos los medios el mas cómodo y el mas simple es el del Duque de Chaulnes, reducido á meter en una cuba de cerveza ó vino que esté fermentando, un cubeto lleno de agua bastante profundamen- te, de suerte que esté en la atmósfera del gas que desprende la cu- ba; se toma después una especie de molinillo, con el qual se agitará el agua del cubeto en todos sentidos por espacio de tres ó quatro minutos; esta agua se cargará de todo el gas que puede recibir, la qual se conservará en botellas de vidrio ó vasijas de otras mate- rias bien tapadas y selladas con pez; cuidando de que no queden vacías, y poniéndolas en la bodega. Esta agua gaseosa aérea tiene un sabor picante acídulo, y como espirituoso; chispea y forma muchas ampollitas si se muda en otra vasija. Quando se agita y dexa al ayre libre por algún tiempo, pier- de todo el gas que tenia impregnado, y se pone en los mismos tér- minos que estaba antes de recibir el gas; lo mismo que sucede con las aguas gaseosas naturales. Quando una agua gaseosa ha perdido su gusto acídulo y no chispea demasiado, con algunas gotas de áci- do vitriólico se le restituye , supuesto que las aguas naturales ó fac- ticias contienen álcali ó tierra absorvente. Con el álcali se hace per- der á las aguas gaseosas todo su ayre fixo ó gas ácido carbónico, como lo ha observado Monet. tomo 1. M 9o AGU Aguas minerales ferruginosas , espirituosas artificiales. Estas aguas minerales facticias son muy fáciles de executar, para lo qual es necesario, en general, saber primero cada una de las mejores análisis que han dado á conocer el número y la cantidad de principios que contienen las respectivas aguas que se han de imitar, las que se pueden mineralizar, como la naturaleza las ofrece. Para hacer las aguas de Spá, por exemplo {V. otras de su es- pecie de nuestra península.), se dará al agua el volumen necesario (como se ha dicho ya en los párrafos anteriores), añadiendo ade- mas las substancias que se han reconocido en las respectivas análi- sis. La Academia de Dijon ha indicado en su curso público un mé- todo para hacer una agua mineral gaseosa marcial muy buena , po- niendo cerca de 9 granos de sal de Epson ó sulfate de magnesia en cada pinta de agua; basta para executarlo llenar de agua común una botella de á pinta (media azumbre), añadiendo en ella 8 granos de vitriolo de marte ó sulfate de hierro bien puro, y 5 granos de magnesia blanca; se tapa la botella, se agita, poniéndola después en la bodega con la boca abaxo por espacio de doce horas, qui- tando al dia siguiente el hierro que no se ha disuelto, por medio de la decantación. Para hacer las aguas ferruginosas que no tengan gas, no hay mas que poner algunos granos de tierra absorvente en media azum- bre de agua impregnada de gas ácido carbónico con un solo grano de limaduras de hierro; se tapa la botella, y pasadas veinte y qua- tro horas se destapa, se gusta el agua, y si está un poco acídula se dexa evaporar el gas ácido carbónico, y se vuelve á tapar la botella conservándola para su uso: según Duchanoy, no se diferencia de las naturales de Forges. Se hará también otra agua muy buena de esta especie, poniendo algunos granos de limaduras de hierro mo- jados y triturados, con igual cantidad de flores de azufre, ó azufre sublimado , colocándolos en digestión en un sitio fresco en una bo- tella de agua pura: bien tapada, se logrará tener pasadas dos, tres ó quatro dias una agua ferruginosa simple, que tendrá todas las propiedades marciales.] El agua antimonial de sulfate de hierro y magnesia del Dr. Ba- ñares, se puede considerar como una agua mineral artificial; y su formación es como sigue: Se toman tres dracmas de sulfate de magnesia, un grano de tartrite antimonial de potasa, 6 granos de sulfate de hierro, de tar- trite de potasa y sosa medio escrúpulo, y quatro libras de agua común; disuélvase y fíltrese. Esta composición se halla en la Far- macopea Hispana. AGU 91 AGUAS MEDICINALES Ó COMPUESTAS. {Mat. Med.) Se da el nombre de aguas compuestas ó farmacéuticas á todas aque- llas que se les han unido principios particulares que el agua puede extraer muy bien, ya sean de vegetales ó animales, por medio de la destilación , infusión y cocción. Las aguas destiladas de las plantas son aquellas que se ha- cen destilar con estas substancias para mezclar en ellas los princi- pios extractivos; lo qual se consigue por medio de la ebullición. To- das las que en la destilación se cargan del espíritu rector ó aro- ma, ó de los principios volátiles y olorosos de las plantas, se llaman aguas aromáticas. Las que se destilan de plantas inodoras contie- nen tan pocos principios de ellas, que en el dia tienen poco ó nin- gún uso en la práctica. Todas estas aguas se pueden considerar co- mo de ningún valor, que solo la superfluidad Médica ha introdu- cido malamente en las Farmacopeas; pero la mayor parte de los Profesores conocen ya quan fútiles son; y que el usar, por exemplo, el agua de cardo santo, de escabiosa &c. como pleuríticas; la de escorzonera, borraja, escarola &c. como cordiales, es perder el tiempo, abandonando tal vez curaciones serias á remedios inertes: igual desprecio merecen el suero destilado, el agua de la palata, la pectoral de la Bateana, y una serie infinita de aguas y destilaciones que se leen en muchas Farmacopeas que la crítica nos ha inspirado, y los conocimientos del dia han hecho que las abandonemos ente- ramente ; pero no las aguas que se destilan con vino ó aguardiente de las plantas aromáticas, porque su aceyte volátil se disuelve fá- cilmente en el alcohol, formando aguas verdaderamente medicinales. Se pueden extraer los principios olorosos y salinos de las plan- tas en el agua por una operación sencilla , que en la Farmacia se llama infusión; la qual no es mas que un cocimiento ligero ó una di- solución de las substancias vegetales hecha á fuego suave, ya sea en vino ó en agua. Se hacen infusiones comunmente de las plantas aro- máticas olorosas para conservar los principios volátiles que se per- derían en la ebullición; y por tanto se infunden las plantas con agua hirviendo en vasos cerrados; por este medio se consigue ex- traer exclusivamente de ellas el aroma ó espíritu rector, los prin- cipios salinos, mucosos, xabonosos y extractivos, que solo puede disolver el agua, al paso que las substancias resinosas y aceytes esenciales es necesario que se executen en el alcohol para realizar su disolución , conocida con el nombre de tintura. Quando se ponen varias substancias en un vaso que contiene agua hirviendo, se executa la operación farmacéutica, que se lla- ma cocción {su resultado es lo que llamamos cocimientos); y se hace para extraer de los vegetales y animales quanto puede ser útil á la economía animal, á los trabajos de los Químicos, y á 92 AGU las preparaciones farmacéuticas. En la cocción no se emplean las plantas que tienen principios muy volátiles, sino las que constan de fibras de un texido apretado, como las raices, los leños &c.; porque los principios que contienen estos cuerpos no se podrian ex- traer fácilmente sin cocerlos; este medio es igualmente ventajoso para facilitar la extracción de las materias gelatinosas, y otros prin- cipios que se hallan en las substancias animales. Sin embargo hay substancias, que aunque sean duras, no deben cocerse , como la quina; pues si se administrase cocida, no solo se hallarían en disolución en el agua los principios salinos y gomosos, sino también los resinosos, produciendo de este modo malos efec- tos; y así, aunque la quina no tenga principios volátiles para usar- la con agua, que impropiamente llaman tintura, se debe hacer co- mo una infusión fria de veinte y quatro horas; quando mas se arri- mará á un fuego suave, y en un vaso tapado: el fuego vivo altera el extracto salino y gomoso; y haciéndose en frío, el agua disuelve estos dos principios extractivos, y dexa el resinoso, que es el que hace nociva esta agua medicinal. Por todos los medios indicados se preparan y despachan las va- rias aguas, infusiones, cocimientos &c. en las boticas, que tendre- mos varias ocasiones de repetir en otros artículos, y ahora vamos á dar idea de algunas de ellas. Agua alcanforada de Fernandez. Para obtenerla se satura él agua de ácido carbónico con el mismo aparato y cuidado que se prescribe en las aguas de Puerto-llano artificiales, ó por qualquiera otro medio en que se extrayga y sature ácido carbónico en el agua; añadiendo después 6 granos de alcanfor pulverizado á cada libra de agua. Esta disolución se conoce también en nuestra His- pana con el nombre de agua ácido carbónico alcanforada Agua carmelitana, ó agua deloírmen, llamada también en nuestra Farmacopea espíritu de torongil compuesto. Es la in- fusión en espíritu de vino, y después la destilación de las hojas de torongil, nueces moscadas, canelas y otras drogas. Esta es también una agua espirituosa aromática y corroborante; se usa, mezclada con algún cocimiento apropiado para las histéricas en la dosis de un escrúpulo hasta una dracma, quando están con el parosismo y aun fuera de él. Agua de canela , llamada también espíritu, leche, ó agua lacticinosa de canela. Para hacer esta agua se pone en digestión en un vaso bien tapado una porción de canela, por exemplo, se- gún nuestra Hispana 8 onzas, 3 libras de agua , y 3 onzas de espí- ritu de vino; pasadas veinte y quatro horas se añade una libra mas de agua, y se destila hasta3 libras, resultando una agua espirituosa corroborante, cordial y carminativa, que se puede administrar en AGU 93 los caldos y otras bebidas en la dosis de una dracma hasta me- dia onza. Agua de cal. No es otra cosa mas que la disolución de cal en agua, teniendo este fluido el disolvente de una parte de esta substancia salinoterrosa. Este es un medicamento muy enérgico, que se coloca en la materia médica entre los antiácidos, fundentes, tónicos, di- solventes &c. Esta agua pocas veces se emplea sola, pues casi siem- pre se mezcla para usarla con el suero , la tintura de quina, y otras bebidas mucilaginosas. Para hacerla, se toma una porción de cal viva , y se pone en un vaso, que tenga veinte tantos mas de agua común; en cesando de hervir se menea, y después que se haya re- posado se sacará del vaso por inclinación, y se trasladará á otro donde se conservará bien tapada. No se debe sacar mas que una agua de cal, porque lo mismo es la primera que la segunda, terce- ra &c, y así se han engañado groseramente los que creían que la segunda era menos cáustica que la primera; pues la cal siempre forma con el agua la misma combinación desde la primera mezcla hasta la última, aunque se repita muchas veces esta operación. Si se quiere tener una especie de agua segunda de cal, esto es, menos activa, se le puede añadir alguna cantidad mas de agua pura al agua de cal, hasta que se haya moderado su actividad al grado que convenga, según la idea del Profesor. El agua de cal se empleaba ya por los antiguos en los siglos remotos, usándola para lavar las úlceras pútridas, y los tumores rebeldes. Hipócrates la prescribía en lavativas para contener las diarreas y disenterias; después ha estado abandonada algún tiempo hasta que Willis, Silvio y otros la volvieron á poner en uso, siendo igualmente recomendada mas recientemente por Jacquin Wyhtt &c; y el resultado de las observaciones reunidas de los modernos, es que esta agua es incindente, penetrante, detersiva, tónica, ligera- mente astringente y diurética. Se ha empleado con suceso en las úl- ceras y supuraciones internas, en las obstrucciones de las visceras, en las calenturas intermitentes rebeldes, en las enfermedades cutáneas, crónicas, en las escrofulosas, congestiones lácteas, hidropesías, di- senterías y diarreas antiguas, y en la diavetes; y siempre que haya algún síntoma producido por el desprendimiento del gas ácido car- bónico en las primeras vias, porque este medicamento absorve per- fectamente dicho gas. En la Cirugía se ha empleado con mucha utilidad para lavar úlceras muy rebeldes, fístulas, herpes, anquilo- ses &c. La mezcla de esta agua con otros medicamentos se graduará según la naturaleza de la enfermedad, sus grados, y la indicación que presente. Agua común destilada. Esta agua es la mas pura que se co- noce, por lo que se emplea en varías operaciones delicadas de la 94 AGU Química, para evitar las alteraciones que pudieran producir las di- versas materias salinas y terrosas que suelen tener las aguas de fuente ó rio. El agua de lluvia pudiera substituir á la destilada en algunas ocasiones. Para hacer en la Farmacia varias disoluciones es preciso valerse del agua destilada: por exemplo, la del sublimado corrosivo ó muríate de mercurio corrosivo, y aun el tártaro emé- tico &c.; pues este es el mejor y mas seguro de los disolventes que se pueden emplear para la disolución de dichas sales, y otras varías substancias, para evitar alteraciones y distintos resultados que pue- den seguirse de las disoluciones en aguas impuras. Agua de corteza de cidra. Entre las pocas aguas destiladas que trae nuestra Farmacopea, esta es una de ellas; es un buen ve- hículo para desatar en ella varios medicamentos , ya calmantes, ya tónicos ó de otra naturaleza: á esta agua no comprehende la críti- ca que se ha hecho en el artículo antecedente, del abuso conque se han empleado las aguas destiladas, ni tampoco la agua destila- da de rosa, torongil, corteza de naranja; en una palabra, todas las que envuelven un principio aromático. Agua fuerte. Con este nombre se conoce en el comercio el ácido nítrico mas ó menos reconcentrado. (V. Ácido nítrico.) Agua fagedenica. Es una combinación del sublimado corrosi- vo y el agua de cal; esta agua es un corrosivo que se emplea para consumir las callosidades, carnes superfluas de las úlceras, princi- palmente de las venéreas, tocando ó lavando con ellas las excres-i cencías ó fungosidades. Agua mercurial. No es otra cosa mas que la disolución nítri- ca de mercurio: se emplea en la Cirugía para corroer la carne de las excrescencias &c.; pero es necesario aplicarla con precaución, porque es uno de los cáusticos y desorganizantes mas fuertes que poseemos. Agua vegeto-mineral. Esta agua, dice Fourcroy, es una disolución del acetite de plomo, ó sal de saturno en agua , mezclan- do ademas aguardiente: el acetite de plomo (extracto de saturno) se descompone, y parte se precipita en este líquido, produciendo un precipitado blanquecino que lo enturbia. Se emplea el agua vegeto- mineral, llamada así por razón del origen que tiene de las tres ma- terias que forman su base, en las quemaduras, en las falsas inflamacio- nes , producidas por causas externas, y en las escoriaciones produci- das por las mismas &c. Se ha hecho también un gran uso en las en- fermedades de los ojos, en las úlceras que se resisten ala desecación y cicatrización, quando no son sostenidas por un vicio interno. Se aplican sobre estas diversas afecciones compresas empapadas en dicha agua. Este remedio calma el calor y la inflamación, cura las erup- ciones, deseca las úlceras; pero es necesario tener presente que AGU 95 el agua vegeto-mineral obra como un repercusivo, y no se debe prescribir indistintamente en todas las enfermedades externas, por- que en algunas de ellas es peligroso que desaparezcan. El agua vegeto-mineral es muy buen remedio para lociones, y aun inyecciones. En las leuchorreas ó fluxos blancos, principalr- mente quando esta evacuación principia á irritar las partes por don- de corre: también aprovecha infinito en el último período de la go- norrea, y en las úlceras superficiales del glande y otras partes. Quando se aplica este remedio como astringente, es preciso añadir- le algo mas de extracto, debiéndose disminuir quando se emplea como atemperante sedativo. Agua de rabel. Es la mezcla del ácido sulfúrico (aceyte de vitriolo) y el alcohol: obrando estas dos materias mutuamente en- tre sí, sucede que el hidrógeno del alcohol quita una parte del oxí- geno al ácido sulfúrico, y parte del alcohol pasa al estado de éter; de este modo se debilita ó dulcifica este ácido, dando un olor agra- dable á este líquido: sin embargo, esta agua tiene aun un sabor bas- tante ácido. Se emplea este remedio como astringente en las he- morragias de varías partes, ya interior y exteriormente. Es también un remedio antiséptico y tónico. Se puede usar interiormente mez- clado con alguna bebida apropiada desde ocho gotas á un escrúpulo. Agua de la reyna de ungria, llamada también espíritu de romero: no es otra cosa mas que la flor del romero puesta á macerar por algunos dias en espíritu de vino, que después se destila; cuyo producto es una agua aromática espirituosa, muy útil para aplicarla sola ó con medicamentos apropiados en los dolores reumáticos fixos, y siempre que haya que resolver y fortalecer. También se usa inte- riormente en la dosis de un escrúpulo hasta una dracma, siempre que haya la indicación de fortalecer, promover la traspiración &c. pues el romero es una planta canforífera, y puede substituir muy bien al alcanfor {V. romero.) Agua vulneraria. La digestión de una serie de plantas en vino blanco, que se destila después, da el agua vulneraria. En va- rias Farmacopeas se halla esta composición, que se executa casi de un mismo modo, con solo la diferencia de hacerse la diges- tión en espíritu de vino, que es mucho mejor, y que las plantas va- rían en número: en nuestra Hispana entran las plantas siguien- tes: las hojas de vetónica, agrimonia, artemisa, salvia, hiperi- con , tanaceto , axenjo, yerbabuena, escordio, mejorana, romero, y espliego. Este remedio se emplea exteriormente; se ha reco- mendado para las contusiones y las heridas: por los simples que entran en su composición se puede deducir en qué enfermedades y ocasiones está indicada; pero la Cirugía tiene medios mas senci- llos para curar las dolencias á que puede aplicarse esta agua, sin 96 AGU recurrir á composiciones tan monstruosas, y de simples tan multi- plicados como esta. Agua vulneraria astringente, llamada vulgarmente del papa. De zumo de betónica, de millefolium, de orégano, de pimpinela y de verbena, de cada cosa 6 onzas: de zumo de maro- contuso 3 onzas. Sal de tártaro y sal gema, de cada cosa 6 onzas: cristal de tártaro 4 onzas: acíbar sucrotino una onza: vinagre ele- gido y destilado 16 onzas. En el vinagre se disuelve el acíbar; en el zumo de betónica la sal gema; en el zumo de verbena y de millefolium la sal de tártaro y el zumo de pimpinela el cristal de tártaro. Todo se echa en una retorta, y se dexa en infusión por tres dias, tapando bien las jun- turas: después se pone á destilar hasta la sequedad, y sobre el resi- duo se vuelve á echar lo destilado, volviendo á repetir la destila- ción hasta tres veces, guardando después el agua destilada en una vasija de vidrio bien tapada para el uso. Esta agua es un poderoso vulnerario astringente que se ha re- comendado en el dia por los mejores prácticos, y se halla su com- posición igualmente en nuestra Hispana. Se emplea con mucha utilidad en las heridas recientes para detener sus fluxos, empapando hilas mojadas en dicho líquido. Se usa también interiormente con feliz suceso en las hemotisis, epistasis, hematurias y demás fluxos sanguinolentos; se puede dar media onza cada una ó dos horas, se- gún la necesidad lo exija, dilatada en un cocimiento apropiado. También se puede servir de esta agua para las inyecciones de la va- gina y uretra en las hemorragias que salen por estas partes. AGUARDIENTE. Todos sabemos que el primer producto que da el vino por la destilación es el alcohol muy débil, que llama- mos aguardiente, el qual no tiene sabor muy fuerte ni acre, ni una trasparencia muy perfecta, ni la volatilidad que el alcohol ó es- píritu de vino rectificado; de suerte que el aguardiente no es mas que un compuesto de agua y alcohol con una cierta cantidad de aceyte. El nombre que le dan los latinos de aqua vitae, prueba bastante la virtud fortificante que se le ha atribuido. Antiguamente se servían mas de este fluido en las boticas para las disoluciones &c; pero en el dia se substituye en su lugar el alcohol puro, no obs- tante alguna otra preparación se executa con él, principalmen- te en los remedios que se preparan en casa, como la disolución de los xabones, el alcanfor &c. En la Cirugía se emplea este líqui- do para mojar compresas y aplicarlas sobre las contusiones, he- ridas &c., porque es un excelente resolutivo y fortificante, aunque sea mas el espíritu de vino; pero no en todos los casos conviene aplicarlo por su demasiada actividad, y por ser mas costoso. El aguardiente, usado como bebida, en un hombre sano y de AGU 97 una constitución regular , fortifica moderadamente el estómago, ayuda ala digestión, principalmente en los sugetos que tienen difi- cultad en digerir substancias crudas; disipa los flatos, restablece momentáneamente las fuerzas, dando mas energía á las funciones; y así es que en la Medicina de Brown hace un gran papel esta bebi- da. Pero todos los que abusan de este licor están expuestos, ademas de la violenta embriaguez que produce, á muchas enfermedades, co- mo la gota, la parálisis, la apoplegía, la convulsión, la hidro- pesía &c. AGUAS DEL PARTO. {Med.) Se llaman aguas del parto el fluido que contienen las membranas del feto durante la preñez, que se derraman antes de verificarse el parto. El origen de estas aguas ha dado motivo á varias opiniones, las mas de ellas erróneas, creyendo unos que eran el producto de la orina del feto ínterin estaba en el útero; siendo así que ha habido muchos que han tenido cerrada la uretra, y que á proporción que crece el feto, se disminuyen las aguas, ó á lo menos no son proporcionales. Este hecho debia de haber desengañado también á los que han pensado que estas aguas traían origen del sudor ó una especie de transpiración, que creían ser propia del feto. Otros creian producirse por la saliva, los mo- cos &c. Qualquiera que sea su origen, estas aguas parece que son segregadas de los vasos arteriosos de la membrana amnios. Su can- tidad, respecto al feto, es mayor al principio de la preñez: en los meses medios es igual en quanto al peso; pero á proporción que se va adelantando la preñez, hay una desproporción considerable en- tre el feto y las aguas; teniendo estas quando mas dos libras de peso. El olor de las aguas es simple: el sabor un poco salado, como el suero de la leche; siendo el color y consistencia al último de la preñez, también semejante á él. Los principios constitutivos de es- tas aguas parecen ser una impregnación del principio albuminoso y de sal en agua, como lo indica su sabor; y que coagulan el fue- go, el alcohol y el ácido nítrico. AGUAS DE LOS HIDRÓPICOS. {Med.) Estas aguas no son otra cosa mas que la parte serosa de la sangre detenida en al- guna cavidad; por lo común es transparente y sin olor, pero al- gunas veces se halla sanguinolenta y fétida; quando toman este ca- rácter estas aguas, ó son purulentas, son las de peor calidad. {V. hi- dropesía. ) AGUDA. {Med.) Adjetivo, por el qual se expresa la carrera rápida de una enfermedad. {V. enfermedades agudas.) AGUDO, (dolor) {Med.) Hay varias especies de dolores; pe- ro el que se llama agudo es por lo común el mas vivo de todos, y el que se puede sufrir menos. (V. dolor.) AGUIAR. (Tomas de) {Biog.) Doctor y Catedrático deMedi- tomo i. n 98 AHO ciña en la Universidad de Alcalá: después Médico de Cámara de D.Rodrigo Ponce de León, Duque de Arcos. Escribió dos cartas contra Alfonso Nrñez, Médico Sevillano: Apologiam pro consilio medicinali in diminuta visione ab se proscripto i et in lib. de Faucium ulceribus. Marcenae 1621, en quarto. AGUILERA. (Antonio de) {Biog.) Doctor en Medicina, na- tural de Junquera, y avecindado en Guadalaxara. Dexó escritos en latín ocho libros de Rudimentos de Medicina. Alcalá en la imprenta de Juan de Vilianova , 1571, en folio. Exposición sobre las preparaciones de Mesue, id. 1569, en octavo. Se le atribuye una obra, cuyo título es De varia curandi ra- fione. AGUJA. {Cirug.) Los Cirujanos se sirven de varias especies de agujas, ya comunes para coser las vendas y los vendages, ya de otras que tienen distinta estructura, y se emplean en varias opera- ciones, como para reunir heridas, ligar vasos &c. Por lo regular estos instrumentos son de acero; pero sin embargo se hacen de plata y aun de oro , y solo en la punta se le pone acero. Según el uso que tienen varían sus especies, y así hay agujas de sutura para ligar vasos, para la fístula del ano, para las aneurismas, la catara- ta, para pasar el sedal y otras; cuya descripción particular se ha- llará en los artículos de las varías enfermedades donde se emplean. AHOGADO. {Med.) Son varias las pruebas que hay para creer que muchos de los que se sacan del agua sin ningún signo de vida, serian preservados de una muerte próxima, si se les ad- ministrasen los socorros del arte con un verdadero zelo: la expe- riencia constante nos enseña, que por ningún término se deben abandonar estos infelices, aunque no hayan surtido todos los efec- tos que se desean por las primeras tentativas. Es preciso siempre apurar todos los recursos del arte; pero por una fatal desgracia en el dia, á pesar de los conocimientos que nos ofrece el arte de curar sobre esta materia, confirmados por una larga serie de hechos, se abandonan en muchas ocasiones por una desidia insensata los que tienen la desgracia de salir del agua con la apariencia de haber perdido la vida. Sin detenernos á exponer la causa inmediata de la muerte de los ahogados, y las varías opiniones que ha habido sobre este asun- to, pasaremos á exponer los medios que se deben emplear para restablecer la vida á estos infelices, que tienen toda la apariencia de haberla perdido: tampoco nos ocuparemos en referir la multitud de casos de los sugetos que se han curado con el método que vamos á exponer. Luego que se saca al ahogado del rio, pozo &c, la pri- mera diligencia será quitarle los vestidos mojados, enxugarle con AHO 99 lienzos calientes y secos, poniéndole en una cama moderadamente caliente; luego se principiará á darle friegas con bayetas por todos los puntos de su cuerpo; de este modo se excita una porción de fluido eléctrico {V. electricidad.), que sirve de estimulante para contribuir con los otros medios á restablecer la movilidad de los órganos, la circulación, el calor vital &c. Algunos prácticos aconsejan envol- ver á estos enfermos en pellejos de carnero recien desollados, ó en su defecto con camisas de otros sugetos impregnadas del calor ani- mal; de qualquiera manera que sea, la primera y mas urgente in- dicación es restablecer los movimientos vitales, la fluidez de la sangre y el calor: todos quantos estimulantes conoce la Medicina se deben emplear aquí {V. estimulantes.) con la prudencia siem- pre de emplearlos progresivamente, aumentándolos por grados; y así en estos casos tiene lugar el álcali volátil ó amoníaco aplicado á las aberturas de las narices, la orticacion &c. Otra de las diligen- cias mas urgentes en los ahogados es introducir por la boca una porción de ayre solo ó mezclado con humo de tabaco; para lo qual una persona robusta tomará un tubo que hay para este efecto, é introduciéndole por un extremo en la boca del ahogado, apli- cará el asistente la suya al otro extremo, y soplará con bastante fuerza; teniendo cuidado de taparle las narices para que no se sal- ga el ayre que intenta introducir en los pulmones, con el fin de dilatar los vasos aéreos para que vuelvan á tomar su resorte. El introducir humo de tabaco por el ano es otra de las diligencias que se deben practicar, para lo qual es preciso valerse de la má- quina fumigatoria bastante conocida; y en caso que no la hubie- se á mano se puede substituir una lavativa, la qual se puede car- gar también de humo introduciendo en el cañoncito el extremo de un cigarro, que llaman de trompetilla, encendido, y al retirar el embolo ó mango de la xeringa se va cargando de humo: alguna vez convendrá también echar alguna lavativa irritante, en la que debe- rá entrar el vino emético turbio. Algunos prácticos aconsejan la sangría, y con preferencia la de las yugulares; estas evacuaciones vendrán bien siempre que haya atascamiento considerable de san- gre en la cabeza. Si el ahogado diese signos de vida enunciados por una respira- ción corta &c. se le procurará excitar el vómito: ya se percibe que será difícil que tome medicina para ello; pero en este caso se le ad- ministrará un emético mecánico, esto es, introduciéndole una pluma con sus barbas, y estimularle con ella el esófago: si ser puede se darán algunas cucharadas de oximiel escílítico ú otro emético; tam- bién fe han recomendado las bebidas espirituosas y alcalinas en es- tos casos, y los baños de ceniza calientes que aconseja Mr. Dumo- lin. Todos estos y otros socorros que dicte la prudencia del Médico, ioo AJO penetrado de la indicación de restablecer la movilidad de los ór- ganos, que las mas veces no han perdido aun la facultad motriz, pueden muy bien restablecer la vida de los ahogados, como se ha visto muchas veces; los facultativos cumplen con emplear los socor- ros del arte; y si los ahogados padeciesen juntamente una conmo- ción ú otro mal que impida su restablecimiento, y salen ilusorias todas las diligencias del Médico, siempre habrá cumplido con su deber en practicarlas. AJO. {Mat. Med. é Hig.) Esta planta bulbosa es bastante conocida de todos, siendo muy general su uso en las cocinas; y ex- tendiéndose igualmente ala Medicina. El olor y sabor de esta plan- ta manifiestan bien la acción estimulante, y quan poderosas son sus propiedades; según la análisis que ha hecho Geífroy, el ajo com- puesto de una sal amoniacal unida á un aceyte acre capaz de vola- tilizarse y tomar una grande espansion, se puede colocar sin duda entre los medicamentos estimulantes, tónicos, incidentes, diaforé- ticos, diuréticos, y aun alexífarmacos. Por tanto el vulgo le suele llamar la triaca de los pobres; debe ayudar á la digestión, par- ticularmente en los que tienen estómagos poco excitables, por lo que se emplea con utilidad para condimentar los alimentos. Se ha creido por algunos Médicos, que el ajo tiene la propiedad de ma- tar lombrices; y por tanto se da á los niños en cocimiento, en leche y caldo, y aun se les ha aplicado exteriormente en la re- gión umbilical. Su propiedad es bechica incindente; no es me- nos recomendable según otros, aconsejándole como específico de la asma húmeda. Sin embargo, no faltan Médicos que reprueban el ajo, no solo como alexister en las pestes, cuya propiedad ha sido atribuida por muchos Médicos, sino que creen que es un pernicioso condimento, y que debia desterrarse de nuestras cocinas; pero esta opinión no debe abrazarse por los que hayan hecho un estudio atento de la economía animal, despreciando las teorías hipotéticas de las acrimonias; pues los que tengan una justa idea de la vida primordial de los sólidos , de la excitabilidad &c. harán aplicaciones útiles de este vegetal estimulante, difusible &c. Él es sin duda un condimento útil, principalmente á los pobres y demás sugetos de fibra dura , ó bien sea poco excitable, que se alimentan de subs- tancias viscosas é indigestas; pero también podrá perjudicará los de constitución irritable, especialmente si abusan de este condi- mento. En la Farmacia se emplea el ajo únicamente en el vinagre anti- séptico, llamado también de los quatro ladrones; pero extemporá- neamente se suele usar algo mas, ya sea para machacarlo y mez- clarlo con vinagre y miga de pan ú otra substancia harinosa, y for- mar una masa, que substituye á la de sinapismos, ya sea machacado ALB 101 y mezclado con aceyte común, formando de este modo una especie de ungüento, que se aplica para fundir y resolver los tumores es- crofulosos, ya para estregar con él las partes atacadas de gota y el vientre en las afecciones histéricas de las mugeres que no se va- len de facultativos; ya para entrar en mezcla con otros remedios, y formar cataplasmas &c, que aprovecharán infinito en tumores en que se resiste la supuración , y en otras enfermedades que haya que fundir y excitar exteriormente. ALBARAS NEGRAS. {Med.) Especie de lepra, que cubre varias partes del cuerpo, y forma unas escamas secas sobrepues- tas como las de los peces. Para instruirse sobre las causas y cura- ción (V. LEPRA.) ALBAYALDE. {Mat. Med.)Es el carbonate ó cal blanca de plo- mo, formada por el ácido carbónico. El albayalde se aplica útilmen- te en polvo sobre las úlceras, escoriaciones, quemaduras ligeras, y siempre que haya que desecar y templar Ja intemperie de las esco- riaciones &c; pues este remedio , como todas las preparaciones del plomo, es sedante, ligeramente desecante y astringente. Esta cal entra en la composición de varios emplastos; la base del ungüento blanco es el albayalde, cuya aplicación es bien conocida en Ja Cirugía. ALBINO. (Bernardo) {Biog.) Nació en Dessau, en la pro- vincia de Anhalt el año de 1653: hizo los primeros estudios en su casa, y pasó después á estudiar la Medicina á Leyden, donde dio á conocer sus talentos, y adquirió grandes conocimientos, princi- palmente en Matemáticas. En 1681 fué nombrado Catedrático de Medicina en la escuela de Francfort sobre el Oder , desempeñando su destino con general aplauso. Por último, fué nombrado Cate- drático en la Universidad de Leyden en 1702 , que sirvió por espacio de diez y nueve años, hasta que murió; no dexando mas escritos que algunas disertaciones facultativas sobre varios puntos de Medicina. Albino. (Bernardo Sigfredo) Hijo del precedente: nació en Francfort sobre el Oder el año de 1697. Después de haber hecho el estudio de las Humanidades y Filosofía, principió á estudiar la Medicina con su padre; siguió después las lecciones de Bidlo, Rau, Deker y Boerhaave; después de haber recibido el grado de Doctor en Leyden, pasó á París á perfeccionarse en varios ramos de la Me- dicina ; luego fué llamadoá Leyden para encargarse déla enseñan- za de la Anatomía y Cirugía por la muerte de Rau: solo los talen- tos y mérito de este joven , de edad de veinte y dos años , le eleva- ron á ser sucesor de un hombre célebre en una cátedra de tanta importancia, que ocupó dignamente. Después que murió su padre fué encargado de dar una descripción del gabinete de Rau, cuya obra se publicó en 1725: fué elegido dos veces Secretario de la Uni- 102 ALB versidad , y otras dos Rector; habiendo renunciado otras dos veces este empleo, á causa de los trabajos anatómicos y otras tareas lite- rarias que le estorbaban servir tan distinguido empleo. Este sabio profesor murió en 1770 á los setenta y tres años de edad 3^ cincuen- ta de Maestro. Las obras que escribió este célebre Anatómico son las siguientes: Historia musculorum hominis. Lugd. Bat. 1734 in 4.0 De arteriis et venís intestinorum hominis. Lugd. Bat. 1736 in 4.0 Icones ossium humanifectus; accedit osteogenia brevis histo- ria. Lugd. Bat. 1737 in 4.0 De sede et causa colorís aethiopum, et cceterorum hominum. Lugd. Bat. (annoi737aut 1738.) Otras va- rias disertaciones y oraciones fué publicando sucesivamente hasta que murió; haciendo también la publicación de varias obras, poniendo al frente prólogos llenos de erudición, como se ve en las ediciones que hizo de las obras de Vesalio, de Duglas, de Harbeo, de Fa- bricio, Aquapendente y Eustaquio. Albino. (Cristian Bernardo) Hermano del precedente: fué Catedrático de Anatomía en la Universidad de Utrecht: murió en 1723. Los escritos que ha dexado son i.° Nova tenuium intestino- rum descriptio. Lugd. Bat. 1722 in 4.0: 2.0 De Anatome mores detegente in Medicina ultrajecti, 1723 in 4.0 ALBUGO. {Cirug.) Llamado también leucoma: mancha blanca y superficial, que ocupa la córnea transparente, que interceptando los rayos de la luz, que deben transmitirse por la pupila, altera mas ó menos la visión, según su extensión y grosura. La detención de los sucos albuminosos, que no pueden correr por los vasos, ya sea en conseqüencia de haber padecido esta parte alguna inflama- ción , ó por otros motivos, es causa de que la córnea pierda la trans- parencia formándose el albugo; el qual no se debe confundir con las cicatrices de la córnea, porque estas, por lo común, son de un blanco mas brillante y aperlado; no las acompaña la ligera infla- mación y el lagrimeo, como en el albugo, ni este es conseqüencia de las ulceraciones ya curadas, como sucede con las cicatrices, que son la señal de haberlas padecido. Es cierto que el albugo muchas veces termina en úlcera, que dexa una cicatriz sumamente difícil de curar. Quanto mas antiguo y grueso sea el albugo, tanto mas difícil es de curar; atendiendo á que la linfa habrá adquirido una es- pesura, que será difícil que ceda á los remedios mejor indicados. Para curar estas enfermedades es preciso primero prescribir los remedios generales que puedan corregir la fluxión, esto es, una die- ta conveniente, ligeros purgantes, y alguna bebida apropiada dia- forética ó atemperante, según la calidad de fluxión que acompaña al albugo. Se han empleado diferentes tópicos para deshacer estas manchas: algunos Cirujanos han principiado por los baños y vapo- res de cocimientos emolientes, y después han empleado los reme- ALB 103 dios acres y volátiles, capaces de disolver el humor detenido que forma el albugo, y hacerle desaparecer; á este efecto han dispuesto el disolver la hiél de varios animales, como la del sollo, la águila y otros en qualquiera agua destilada , y aplicarla al ojo, ó poner en él la mantequilla de víboras; pero este y otros remedios demasiado fuertes, necesitan mucha precaución , pues en caso de que produz- can demasiada irritación , es preciso acudir con baños y otros cal- mantes , que contengan el exceso de alteración que han introducido dichos remedios. Se ha empleado, y es lo que se usa con mas fre- qüencia , el azúcar piedra en polvo , ya solo, ya mezclado, partes iguales, con los polvos de tucia y vitriolo blanco, poniendo esta mezcla en el ojo dos ó tres veces al dia. El uso continuado de una disolución de sal de tártaro en agua destilada, suele producir muy buenos efectos. Convendrán siempre en esta enfermedad todos aque- llos remedios que reblandezcan , disuelvan y aparten la linfa dete- nida en la córnea. ALBUMEN ALBÚMINA. (Fis.) Fluido ó materia albumino- sa : es un líquido animal viscoso , blanco, pegajoso, semejante por fe consistencia y demás propiedades á la clara de huevo, la linfa, el sue- ro de la sangre, el agua que encierran muchas cavidades en estado natural y preternatural, como en los hidrópicos, la que contienen los hidátides &c, son de otras tantas substancias albuminosas; y así en Materia Médica y en Fisiología se debe dar el nombre de líquido albuminoso á la clara de huevo y á todos los fluidos animales que le son análogos. ÁLBUM GR^ECUM. {Mat. Med.) Se da este nombre á los excrementos del perro, á quienes se les ha atribuido grandes pro- piedades, empleándolos como desecantes, astringentes, resolutivos, discucientes y aperitivos; prescribiéndolos en las hidropesías, y has- ta en las disenterias, para deteger las úlceras que se siguen á esta enfermedad: después se ha limitado su uso á lo exterior. Esto nos da á conocer á qué punto ha llegado la credulidad , eligiendo reme- dios tan sucios y ridículos, teniendo en la naturaleza una serie infi- nita de ellos en que elegir, que no solo son mas eficaces y racionales, fino que su uso no es tan repugnante. Ademas, se sabe que los excrementos blancos del perro no son mas que la materia salino- terrosa de los huesos de que se alimentan dichos animales, ó con que los hacían alimentar para este efecto; que los órganos de la digestión hacen el extracto, y que este fosfate calcáreo que forman dichos excrementos, no pueden de ningún modo tener las virtu- des que se les atribuye, supuesto que no tienen ni sabor ni diso- lubridad: por tanto se deben proscribir de la práctica este y otros remedios de semejante especie, pues ademas de ser inútiles son re- pugnantes y ridículos. 104 ACL ALCALESCENCIA. {Mat. Med.yPat.) Es una alteración que acontece en las substancias animales, en las que se desenvuelve y forma en este estado el álcali volátil ó el amoníaco; para formar- se es preciso que las substancias animales experimenten grandes mu- danzas, perdiendo sus propiedades, y pasando al estado de putre- facción ; pues el amoníaco es uno de los productos de esta descom- posición espontánea. La alcalescencia se debe considerar en vanas partes de la Medicina, ya sea en la Patología é historia de las en- fermedades {V. PUTREFACCIÓN, CALENTURA PÚTRIDA &C. ) , ya sea en la prescripción de alimentos y medicamentos. La palabra alcalescencia tiene una significación mas extensiva, pues los cuer- pos ó las substancias, aunque no exhalen un vapor alcalino, sin embargo están expuestas á este desenvolvimiento, porque se hallan ya iniciadas con una ligera alteración, las quáles se llaman también alcalescentes, por tener disposición ó haber principiado á serlo.^ En varias enfermedades en que se afectan los humores y los ór- ganos, que se teme ó verifica una descomposición intestina, por haberse desenvuelto ei amoníaco y demás productos de la putrefac- ción , se deben evitar todos los alimentos y medicamentos que pue- dan aumentar esta disposición ó descomposición; por esta razón en algunas afecciones febriles originadas de la alteración de los humores de las primeras vias, se prohibe el uso de substancias animales, par- ticularmente del caldo de puchero; prescribiendo en este caso todas las substancias opuestas, y substituyendo los alimentos sacados de substancias harinosas, como el cocimiento espeso ó crema de arroz, mezclado con algún ácido, como el de lirnon ó naranja; para que por este medio se absorva y destruya el álcali, que se cree está formado ó principia á desenvolverse. Algunos Médicos han duda- do , y acaso con razón, que no existe amoníaco en los fluidos de los animales vivos, y que los ácidos no tienen ningún buen efecto en los casos indicados, sino en quanto templan y refrescan; pero es necesario observar que los ácidos obran siempre sobre la bilis, que hallan descompuesta en las primeras vias: considerados así baxo este concepto, los ácidos se oponen realmente á la alcalescencia. F. ALCALESCENTES. {Mat. Med. y Pat.) Se llama alcales- cente todo medicamento susceptible de pasar á la putrefacción, y de dar origen al álcali volátil ó al amoníaco, que se desenvuelve en esta ocasión. Todas las substancias animales, particularmente los huevos , los caldos hechos con carnes de animales adultos, están en este caso; y así se debe saber por la historia de los medicamentos, quáles son precisamente alcalescantes para evitar su uso; pues aun- que en algunas circunstancias es preciso darlos, como alimentos; sin embargo, hay un gran número de casos en que se debia pros- cribirlos absolutamente, por exemplo: en todas las afecciones fe- ALC 105 briles, especialmente las que traen putrefacción ó disposición á este pernicioso carácter: en las enfermedades inflamatorias; en las que el calor excesivo favorece la descomposición de las materias anima- les; en las enfermedades eruptivas, que las mas veces están compli- cadas de alguna putrefacción, ó á lo menos de una gran disposición; en las enfermedades lentas, cuyo carácter consiste en una altera- ción de humores convertidos mas ó menos en pútridos , como el escorbuto, la diátesis purulenta &c. En todas estas circunstancias el régimen debe ser vegetal, usando todas aquellas substancias de este reyno que tengan mas bien la propiedad de agriarse, que no suministrar álcali, y por consiguiente fomentar las enfermedades indicadas; por eso muchas de ellas, particularmente las lentas, ce- den alguna vez al régimen ó dieta vegetal, eligiendo plantas frescas. Si en las demás enfermedades las circunstancias no permiten em- plear siempre vegetales para alimento, es necesario á lo menos ele- gir entre las substancias animales las que sean menos dispuestas á la putrefacción, como la carne de animales jóvenes, que debe servir de base para hacer los caldos, mezclando algún ácido para corregir la putridez. Las substancias alcalescentes algunas veces, aunque pocas, suelen ser á propósito, como quando el xugo gástrico está muy ácido , ó en las constituciones en que todos los humores parecen adquirir es- te carácter; pero aun en estas circunstancias son preferibles los ab- sorventes, los evacuantes y los fortificantes. F. ÁLCALI, Ó LOS ÁLCALIS EN GENERAL. {Mat. Med.) La palabra álcali ó álkali trae su origen de la de kali, con la que se nombraba una planta marina, que por la combustión daba una sal de naturaleza alcalina. Los álcalis forman un orden de ma- terias salinas, que presentan caracteres constantes, y propiedades distintas; quando se disuelven en una gran cantidad de agua, se distinguen por un sabor acre, desagradable, análogo al déla orina podrida, que se conoce con el nombre de sabor alcalino, y por la propiedad que tienen de volver verde muchos vegetales azules. Si están privados de agua, su sabor es mucho mas fuerte, obrando con fuerza en las substancias animales; y si su aplicación es conti- nuada, puede muy bien desorganizar enteramente dichas substan- cias , siendo tal su acción, quando se emplean en los vegetales azu- les, que principia á volverlos verdes; pero luego se sigue la des- trucción completa de ellos. Por todo esto se concibe que los álcalis son unas materias de las mas activas, y que merecen que los Médicos hagan un estudio profundo de ellos, respecto á que pueden servir de mucha utilidad en un gran número de circunstancias. Habiendo dado la definición de los álcalis, ó indicado sus dos caracteres distintivos, esto es, el sabor acre urinoso, y la propiedad TOMO I. O 106 ALC de enverdecer los colores azules, es necesario saber que el numero de estas sales pudiera ser demasiado multiplicado, si nosotros no hiciéramos observar que hay algunas substancias terrosas o terroso- salinas , que gozan de estas propiedades en un grado bien manifies- to, como la cal viva , cuyos caracteres alcalinos son muy enérgicos: en esta tierra, la magnesia y la báriteó tierra pesada, se notan pro- piedades alcalinas, y sin embargo no son verdaderas sales alcalinas con respecto á los usos medicinales; siendo muy importante referir aquí la distinción que han hecho los Químicos desde largo tiempo de los álcalis salinos, de los verdaderos álcalis, de con las tierras alcalinas ó álcalis terrosos; estos son en general menos sápidos, no tan acres, menos enérgicos, ni tan solubles, no llenando por con- siguiente las mismas indicaciones en la Medicina. Los álcalis salinos, los verdaderos álcalis, de los quáles nos va- lemos para la curación de las enfermedades, son tres, á saber: i.° el álcali fixo vegetal, llamado también álcali de tártaro, álcali de ni- tro, que designamos con el nombre simple de potasa: 2° el álcali fixo mineral, álcali marino, álcali de sosa, que llamamos simple- mente de sosa: 3.0 el álcali volátil, base de la sal amoníaco, que hemos creído distinguir, ademas de esto, con el nombre de amo- níaco. Estas sales tienen propiedades particulares, y usos las mas veces diferentes, como se puede ver en la exposición de cada uno de sus artículos; pero sin embargo disfrutan qualidades generales que per- tenecen siempre á las del álcali, que debemos tratar en este artículo sin referirnos á tal ó tal álcali en particular. Para dar á conocer con exactitud las propiedades medicinales de los álcalis, es preciso considerar primero su naturaleza en ge- neral. Los álcalis están comunmente en las artes, en el comercio, y especialmente en la Farmacia en dos estados diferentes. Quando están puros y libres de toda combinación, su sabor entonces es cáustico, y su energía grande; en este estado se llaman álcalis cáusticos; la naturaleza nunca los ofrece en este estado; pues para purificarlos es preciso valerse de los auxilios del arte por to- dos los medios que suministra la Química. Los álcalis por lo común están combinados con un ácido débil, que conocemos con el nom- bre de ácido gredoso, ácido carbónico, y que también se ha lla- mado ayre fixo. Este ácido que es muy abundante en la naturaleza, el qual se halla en gran cantidad en los álcalis, disminuye particu- larmente su fuerza activa, quitando la causticidad, aunque sin des- truir sus propiedades alcalinas; pues en efecto tienen sin embargo, á pesar de esta combinación , un sabor de orina , y la propiedad de enverdecer los colores de los vegetales azules. Por esta razón, es- tas especies de sales neutras imperfectas, aunque alcalinas, han sido ALC 107 por mucho tiempo miradas por los Químicos como verdaderos ál- calis, porque no han conocido bien su naturaleza ni el ácido que contenían; y así tenían por carácter distintivo la efervescencia que hacian con los ácidos; siendo así que esta efervescencia no per- tenecía sino al ácido que tienen los álcalis casi siempre unidos, des- prendiéndose los demás ácidos en razón de su ligereza y debilidad; no sucediendo así con los álcalis puros, libres de este ácido; pero por una conseqüencia del mismo error involuntario , los álcalis pu- rificados y separados del ácido carbónico por medio de la cal, con quien tiene mas afinidad que con ellos, eran mirados como altera- dos y combinados con un principio particular, al qual se le atri- buía la causa de su causticidad. Es muy interesante exponer la di- visión de los álcalis en estos dos estados, como también sus efec- tos y usos en el arte de curar, que son enteramente diferentes , co- mo lo vamos á ver inmediatamente. La naturaleza íntima de los álcalis en general, particularmente el principio que constituye los álcalis (porque es muy verosímil que exista un principio alcalificante 6 un alcaligeno, del mismo modo que existe un principio acidificante ó un oxigeno), aun no es conocido. Yo supongo que el ázoe, ó la base del gas ázoe (ayre flogótico, mofeta) es este principio alcaligeno; pero aun quando la suposición fuese una verdad demostrada, aun no explicaria la energía de la acción de los álcalis sobre la economía animal, la que no podrá ser bien conocida si no quando se haya hallado la combinación gene- ral y particular de todos los álcalis. La Química moderna ha adqui- rido ya conocimientos exactos de una de estas sales (el amoníaco ó álcali volátil) (V. esta palabra.); pero estos conocimientos no bastan para todos los álcalis, no siendo aplicables á la naturaleza general de estas sales. En el dia no se admite la hipótesis, relativa á la com- posición general de las sales por el agua y la tierra, la que, para dar á conocer la naturaleza de los álcalis, y como se diferencian de los ácidos, creian que habia mayor cantidad de tierra en los álca- lis , y que la formación de estos no era menos que la adición de la tierra en los ácidos. Los álcalis puros, y concentrados todos son cáusticos violentos; los álcalis fixos aplicados sobre la piel la corroen, la disuelven, por lo que se emplean para abrir las fuentes; la acción disolvente y enérgica que exercen sobre la piel, á que se sigue calor, rubor, tumefacción, y todos los síntomas que anuncian y acompañan á la inflamación, es, digámoslo así, la base fundamental de todas sus propiedades; por este modo de obrar en las partes animales sólidas, y conseqüentemente también en los fluidos, espesándolas ó coagu- lándolas, no se usan interiormente sino después de haberlos dilatado en una porción de agua correspondiente; baxo de esta forma se ad- 108 ALC ministran los álcalis,los quaíes estimulan los sólidos aumentando su acción; atenúan los humores espesos que encuentran en su camino; siendo conducidos al sistema linfático por los absorventes de los in- testinos , comunicando á ellos su actividad, y obrando como un ver- dadero estimulante, fundiendo los fluidos blancos coagulados y de- tenidos en sus canales. De esta acción de los álcalis sobre los sólidos y los fluidos resulta pues un aumento de irritabilidad, de sensibi- lidad y de movimiento en las paredes vasculares, y una circulación mas pronta en los líquidos. Los efectos sensibles de esta acción, son la resolución de los tumores y de los infartos ó atascamientos, de las evacuaciones mas abundantes de los intestinos, de la superficie de la piel, de los ríñones, y de facilitar todos los movimientos; por esta razón se colocan los álcalis en general entre los fundentes, los ape- ritivos , diuréticos, los tónicos y estimulantes, y se administran en las obstrucciones, infartos, hinchazones linfáticas, los tumores frios é indolentes, la debilidad de movimientos, la parálisis misma, que suele ser conseqüencia de los primeros accidentes. Pero la acción estimulante y fundente que forma la base de todos los efectos úti- les producidos por los álcalis en la economía animal, nos ha hecho ver, por medio de la experiencia, que se debe determinar particu- larmente la aplicación de estos medicamentos en las afecciones que son producidas por la espesura y detención de los humores blan- cos y linfáticos; en este caso la energía de los álcalis parece aumen- tar en estos sucos su atracción química, como lo enseña y confirma la experiencia clínica. En los laboratorios se ve, que los álcalis pu- ros disuelven la materia albuminosa espesada, haciéndola fluida, disminuyendo ó limitando su concrescibilidad por el calor y por los ácidos; funden ademas la leche coagulada, volviendo á dar la fluidez que habia perdido, conociéndose también su acción disol- vente sobre la bilis. A todos estos efectos generales de los álcalis, que el raciocinio, auxiliado con la experiencia, nos ha dado á conocer con exactitud, es necesario añadir las propiedades específicas, como son la de neu- tralizar y destruir los agrios de las primeras vias, y la de disolver las concreciones de los ríñones y de la vexiga: nadie dudará de la pri- mera propiedad, debiéndose poner en primer lugar todas las subs- tancias alcalinas entre los absorventes. En quanto á su virtud liton- trífica, los descubrimientos del siglo anterior han dado á conocer la naturaleza acida de las concreciones de los ríñones y la vexiga; habiéndose visto igualmente en nuestros laboratorios que estas con- creciones se disuelven por los álcalis fixos, puros y cáusticos; pero su energía disminuye mucho respecto á esta disolución en el cuerpo humano, por tener que andar un largo camino sufriendo alteracio- nes desde el estómago donde se reciben hasta los ríñones y la vexiga, ALC 109 como veremos mas largamente en el artículo litontríficos. Todos los remedios activos, como los álcalis en general, son susceptibles de inconvenientes, como los medicamentos heroycos. Los grandes efectos de estas substancias nos exponen alguna vez á peligros que necesitamos conocer y estar prevenidos; su acción fun- dente se extiende á todos los sólidos, debilitando su texido, quan- do son administrados sin precaución y en dosis muy fuertes, y en especial quando han sido por mucho tiempo continuados. Todos los observadores están de acuerdo, en que estos remedios tienen una influencia muy señalada en la disolución de los fluidos; y han ob- servado una especie de escorbuto por el abuso de los álcalis; y aun- que en las experiencias de Pringle, las materias animales muertas se han conservado y defendido de la putrefacción por los álcalis, mi- rando á estas sales como antisépticas, Cartheuser observa sabiamente que sus efectos en los animales vivos deben ser muy diferentes, y que la observación ha decidido que favorecen la alteración de los fluidos , la que destruye á lo menos la consistencia de ellos. Por todas estas observaciones se percibe que están contraindi- cados los álcalis en las enfermedades inflamatorias, en las calentu- ras, y en todas las afecciones producidas por una bilis acre, y acompañadas de movimientos violentos; de orgasmo, de irrita- ción, de calor seco: tampoco convienen á los sugetos, cuya cons- titución es seca é irritable, de fibra delicada y de bilis ardiente, y en aquellos cuyos vasos sanguíneos están distendidos y son pictóri- cos. Se debe también evitar el uso de ellos en las calenturas ardien- tes biliosas y pútridas: en una palabra, el raciocinio y la experien- cia deben fixar la administración de ellos en las enfermedades len- tas, donde la fibra se halla relaxada, el texido celular cargado de sucos, los vasos absorventes y linfáticos demasiado llenos y sin ac- ción; y en aquellos sugetos en quienes se forman detenciones de líquidos blancos en varias partes &c. Pocas veces se administran en forma sólida; pues se dan disueltos en aguas ó en tipsanas, dulci- ficados y mezclados con aceytes ó mucilaginosos. Tales son los conocimientos que hemos adquirido en la Medici- na de la naturaleza, y las propiedades generales de los álcalis. Ca- da una de estas sales en sus diferentes estados goza de algunas pro- piedades particulares, como veremos en los artículos siguientes. F. Álcalis cáusticos. Son aquellos que la Química y la Farma- cia han puesto en un estado de pureza, esto es, que se les ha quitado el ácido carbónico por medio de la cal, que ellos contenían siempre en mas ó menos cantidad : como los álcalis puros son muy acres y susceptibles de corroer la piel y quemarla del mismo modo que hace un carbón encendido, se han distinguido con el nombre de ál- calis cáusticos; pero siempre que se hallen baxo la forma seca, esta no ALC energía no depende, como antes se creia, de un principio acre, ni tampoco de un fuego que se creia fixado en ellos, pues entera- mente se debe á la pureza de los álcalis y su viva atracción. Quando son saturados en todo ó en parte por los ácidos, pierden una gran parte de su sabor. Baxo la forma seca se emplean para abrir las fuentes; estos álcalis gozan de las propiedades descritas en el artí- culo precedente, en un grado muy considerable: no se usan inte- riormente á no ser disueltos en un gran vehículo de agua, ó dulci- ficados en aceyte ó mucilagos. F. Álcali deliquescbnte. En otro tiempo se llamaba álcali de- liqüescente el que conocíamos también con los nombres de álcali vegetal, álcali de tártaro, álcali de nitro; porque en el estado ordi- nario con que se halla en el comercio para emplearlo en las artes, atrae en efecto la humedad del ayre en términos que hace una ab- sorción tal, que llega á fundirse: esta deliqüescencia es producida por una porción de álcali vegetal ó potasa pura y cáustica, que se halla mezclada en mas ó menos cantidad con el carbonate de potasa, en el álcali preparado por la combustión y la calcinación para el uso de las artes. Pero el álcali mineral ó la sosa pura y privada de ácido carbónico, es también deliqüescente; y al contrario, la po- tasa bien saturada de este ácido, ó el carbonate de potasa no atrae del todo la humedad del ayre. Esta denominación de álcali deli- qüescente no expresa con propiedad el carácter de la potasa ó el álcali vegetal; y solo se ha llamado así en tiempos en que no se co- nocían bien sus propiedades. F. Álcali de sosa. Este nombre pertenecía en otro tiempo á la especie de álcali fixo que se saca de la sosa del comercio; pero co- mo este álcali tiene dos estados, ó puro, ó cáustico , ó saturado por el ácido carbónico, y que el nombre de álcali de sosa se da indife- rentemente al uno y al otro: de estos dos estados resulta una equi- vocación: por lo que la Química moderna ha adoptado solamente el nombre de sosa para este álcali puro ó cáustico, y el de carbo- nate de sosa para el mismo álcali combinado con el ácido carbó- nico. F. ^ Álcalis dulces. Quando el célebre Black, Profesor de Quí- mica en Edimburgo, descubrió que los álcalis están combinados en el estado ordinario con un principio susceptible de la forma aérea, y que ha sido sucesivamente llamado ayre fixo , ácido aéreo, ácido mefítico, acido gredoso, y por ultimo ácido carbónico; quando están privados de este principio por la cal, que se une mas bien áél que no á los álcalis, entonces son acres y cáusticos; pero dándoles otra vez este ácido, pierden de nuevo el sabor fuerte y la caustici- dad; y por tanto se han llamado los álcalis saturados en el dicho ácido, y como dulcificados por este principio, álcalis dulces. Se ALC ni ve pues, que esta denominación es relativa á su sabor y á sus pro- piedades medicinales, la que indica una acción mas dulce en estas sales. A estas mismas sales, consideradas en el estado de dulcifica- ción ó de saturación, se han dado por la nueva nomenclatura química los nombres de carbonate, de potasa, de sosa y de amo- níaco. F. Álcali de nitro. Se ha dado algunas veces este nombre de álcali fixo vegetal ó potasa, porque se separa del nitro-, sea ca- lentando fuertemente esta sal neutra, descomponiendo completa- mente su ácido, ó sea haciéndola detonar con el carbón. El álcali fixo extraído por este medio es uno de los mas puros de quantos se pueden buscar, porque no contiene las sales neutras y las substan- cias terreas que se le mezclan de las maderas quemadas y del tár- taro crudo calcinado. Este álcali es uno de los sinónimos de las palabras potasa , y carbonate de potasa, que se consultarán para conocer las propiedades medicinales de esta especie de álcali fixo. F. Álcali de tártaro. Es lo mismo que álcali vegetal ó potasa; se ha llamado así porque se extrae del tártaro por la combustión y la calcinación. Se pone el tártaro blanco ó roxo en polvo en cu- curuchos de papel de estraza mojados en agua, y puestos inmedia- tamente sobre una capa de carbón, colocada en una hornilla, po- niendo sobre los cucuruchos otra capa de carbón mas considerable, encendiéndolo después hasta que se ha consumido todo el carbón; se sacan luego los cucuruchos de papel que han quedado sobre la hornilla; convirtiéndose en un grueso polvo la ceniza alcalina que contienen, se cuela cinco ó seis veces con agua fria, que se pone sobre ella por espacio de algunas horas, filtrando y evaporando des- pués esta legía; teniendo cuidado de separar de ella una porción de sulfate de potasa ó tártaro vitriolado que se cristaliza inmediatamen- te. En seguida se evapora este líquido: la substancia pulverante que resulta después de esta evaporación es el álcali de tártaro , esto es, de la potasa pura mezclada con una gran cantidad de carbonate de potasa; pues se concibe bien que el ácido tartaroso descompuesto por la acción del calor, luego que se enciende el carbón de la hor- nilla, da una dosis considerable de ácido carbónico. No nos deten- dremos mas en esta operación química y farmacéutica, porque se trata mas largamente en los Diccionarios de Química y Farmaci-a; en quanto á las propiedades medicinales de este álcali se hallarán en el artículo potasa, y carbonate de potasa. F. Álcalis fixos. Se llaman álcalis fixos dos especies de álcalis* que se hallan las mas veces en forma sólida ó pulverante, y que necesitan un gran fuego para reducirlos á vapor. Este nombre es opuesto al de álcali volátil, cuyas propiedades medicinales han sido expuestas en el artículo álcalis en general. F. 112 ALC Álcali marino. Nombre que se daba en otro tiempo á la sosa ó especie de álcali fixo, que forma la base de la sal marina ó mu- ríate de sosa. F. Álcali mineral. También se ha designado con este nombre la sosa, porque formando ella la base de la sal marina ó muríate de sosa, se halla esta abundantemente en el reyno mineral. F. Álcali vegetal. Como los vegetales contienen una gran can- tidad de esta especie de álcali, que hoy llamamos potasa, sacán- dole de estas materias orgánicas quemadas, se ha designado este ál- cali fixo con el nombre de álcali vegetal. Álcali volátil. Este nombre es opuesto al de álcali fixo; sirve para designar la diferencia que hay entre la primera especie de álcali y las otras dos; la volatilidad era efectivamente un carác- ter muy propio para establecer esta distinción; pero como esta pro- piedad no es sino relativa; y como también se podia tomar por carácter el olor que despide siempre este álcali, se podia llamar muy bien álcali oloroso; pero hemos preferido el nombre de amo- níaco. Las propiedades medicínales de esta sal en general son las de todos los álcalis; pero las diferencias que puedan tener por la di- versa naturaleza y modificación de esta especie de álcali volátil, y sus propiedades específicas se expondrán en el artículo amoníaco. Se han dado freqüentemente los nombres de álcalis volátiles 6 de sales volátiles en materia médica á estas especies de álcalis produ- cidos por la destilación de las materias animales, como los pelos, los huesos, las astas, la víbora &c., creyendo que cada una de estas sales tenia las propiedades particulares dependientes de las substancias que se les habia suministrado; pero hoy sabemos que esta sal es idéntica con la del álcali volátil concreto ó carbonate amonia- cal envuelto con un poco de aceyte animal, que modifica sus efec- tos, y le da una propiedad antiespasmódica. F. Álcali volátil concreto. Se llama así en las boticas la es- pecie de sal neutra formada por el ácido carbónico y el amoníaco, y que en la Química llamamos hoy carbonate amoniacal. Esta sal se hace destilando la sal amoníaco ordinaria, ó muríate amoniacal, con la greda. F. ALCALINOS, (remedios) {Mat. Med.) Se da en general el nombre de remedio ó medicamentos alcalinos á todas las especies de álcalis, y las cenizas de los vegetales quemadas que contienen sales de la misma naturaleza; esta especie de sales forma una clase en- tera de medicamentos. {V. álcalis.) ALCALIZACIÓN. {Mat. Med.) Quando en la Farmacia se executa alguna operación, en la que se desenvuelve ó se extrae algu- na substancia alcalina, particularmente uno de los álcalis fixos, esta operación es una verdadera alcalización; del mismo modo diremos ALC 113 alcalizar, quando nos ocupamos en alguna operación para extraer los álcalis fixos de las diferentes substancias que los contienen; y alca- lizado á todo cuerpo que ha sufrido dicha operación, y por tanto decimos alcalizar el nitro, el tártaro, ó estas mismas substancias están alcalizadas. Sin embargo, alguna vez, aunque rara, se llama alcalizar, quando se mezclan álcalis en algunas bebidas. ALCANFOR. {Mat. Med.) El alcanfor es una materia blan- ca, concreta, cristalina, de un olor y sabor fuerte, que se aproxi- ma en cierta manera por alguna de sus propiedades á los aceytes volátiles; pero por otra parte se aparta. Según el gran número de observaciones que han hecho los Químicos, se tiene el alcanfor co- mo uno de los principios de los vegetales, creyendo que existe en todas las plantas olorosas que contienen aceyte volátil: en efecto, se ha extraído de las raices del árbol de la canela, del tomillo, ro- mero, salvia &c. sea por la destilación ó cocción, como lo han observado Neuman, Geoffroy, Cartheusier y otros; pero el al- canfor, que se ha extraído por este medio, ha sido en corta canti- dad, dando siempre el olor de la planta, de donde se ha sacado. Lorry tenia al alcanfor por un principio esparcido en los vegeta- les; y su aroma, como principio de una clase de olores muy enér- gicos , cuyos efectos sobre la economía animal debia fixar la aten- ción de los Químicos y Médicos. El alcanfor que usamos en la Medicina se extrae de una especie de laurel que se cria en la China , en el Japón , en las Islas de Bor- neo, de Sumatra, en Ceylan &c. El árbol que le produce contiene algunas veces tanta cantidad , que con solo hendirlo basta para su- ministrar lágrimas bastante gruesas y puras; pero sin embargo, se extrae por la destilación, poniendo las raices ó las demás partes del árbol con agua en un alambique de hierro que se pone después al fuego; y el alcanfor se sublima, formando granitos parduscos, que se reúnen en trozos mas gruesos, y es el alcanfor impuro. Los holandeses lo purifican sublimándolo después en una especie de matraz, y se dice que añaden allí una onza de cal en cada libra de esta substancia. Este es el modo como los autores modernos de Ma- teria médica y química describen la extracción del alcanfor, y la que he adoptado para mis Elementos de Química. Omitimos la lar- ga descripción que hace el autor de este artículo, del árbol, de donde se extrae esta substancia, las varias partes donde se cria, y los distintos métodos que se emplean para su extracción &c. Trata- remos de las propiedades químicas del alcanfor, con el fin de ilus- trar y determinar mejor la administración médica. El alcanfor es mucho mas volátil que los aceytes esenciales, respecto de que se sublima á un calor suave, cristalizándose en lágri- mas hexágonas. Si se calienta precipitadamente, se derrite antes de tomo 1. p n4 ALC volatilizarse; si se destila muchas veces da una flema amarilla y ma- nifiestamente acida, lo que indica que repitiendo mas esta operación se logrará su desnaturalización. La temperatura del estío es bastan- te para volatilizar esta droga; expuesta al ayre se disipa entera- mente; y si se pone en un vaso cerrado, se sublima en pirámides hexágonas ó en cristales polígonos, que han sido observados y des- critos en 1756 por Romieu. El olor fuerte que esparce es inso- portable á varias personas: se inflama rápidamente; se quema con mucho humo, y no dexa ningún residuo carbonoso. Este medica- mento no se disuelve en el agua (en el dia ya se disuelve, v. agua alcanforada de Fernandez.); pero sin embargo se comunica su olor; puesto sobre ella encendido arde en la superficie. Las tierras, las substancias salino-terrosas y los álcalis no tienen ninguna acción so- bre el alcanfor, sin embargo de que no se han ensayado los álcalis muy cáusticos. Los ácidos disuelven el alcanfor quando están concentrados; el sulfúrico le disuelve con el auxilio del calor. Esta disolución queda bermeja; el ácido nítrico le disuelve poco á poco; y su disolución es amarilla. El ácido muriático en estado de gas disuelve el alcan- for, como también el ácido sulfúrico y fluorico. Si se añade agua en estas disoluciones, se enturbian separándose el alcanfor, que se presenta nadando encima, no experimentando alteración al- guna. Los álcalis, las substancias salino-terrosas y las materias me- tálicas, precipitan también estas disoluciones. Las sales neutras no tienen ninguna acción sobre el alcanfor. Los aceytes fixos y volá- tiles le disuelven con la ayuda del calor; estas disoluciones enfria- das depositan poco á poco cristales semejantes á los que se forman en las disoluciones de muríate amoniacal. El alcanfor es uno de los mas poderosos remedios que tiene la Medicina. Para conocer mejor sus grandes efectos y energía , exa- minemos solamente su sabor fuerte, su olor muy violento y tenaz, su volatilidad , su expansibilidad , la propiedad de robar el calórico, y hacerse prontamente gas en él. Si contemplamos por algún tiempo veremos que este medicamento, después que se ha tomado, ocupa una gran extensión en el estómago, conduciéndose este vapor hacia las fibras y las papilas nerviosas, penetrando rápidamente todas las cavidades abiertas, é insinuándose por los absorventes de todas es- pecies; y se debe observar particularmente que este medicamento no puede obrar en ninguna parte con su masa, sin que produzca compresión pesada &c. La administración de este remedio ha ex- perimentado una revolución, que no debemos perder de vista. Ha habido una época no muy antigua, en que el sistema de la circula- ción, la doctrina de los vasos pequeños, de la obstrucción, infla- mación, de la putrefacción de la sangre, de la.causa de la calentu- ALC H5 ra &c, que tuvo origen en la famosa escuela de Boerhaave, y que destruyendo, en beneficio de los enfermos, la teoría de los acres, de los venenos sudoríficos y alexífarmacos, que se habían emplea- do con freqüencia, y tan inconsideradamente, ha hecho desapare- cer los métodos incendiarios que reynaban antes, substituyendo en su lugar el uso de remedios mas suaves. Esta época, que segura- mente ha hecho grandes servicios á los hombres, ha tenido también su exceso en el abuso de las sangrías, y al mismo tiempo ha hecho nacer mucho temor en la administración de los remedios, llamados cálidos y aromáticos. En aquella época el alcanfor, por razón de su sabor fuerte y demás propiedades, experimentó los efectos de la proscripción, que se hizo en la práctica, de todos los remedios de esta naturaleza, empleándose, quando mas, en dosis muy cortas. La antigüedad no nos ha suministrado ninguna noticia de las virtudes del alcanfor, el qual no ha sido conocido sino es desde los árabe?. Aécio fué el primero que trató de él, sin embargo de que en el Oriente los antiguos pueblos de la India lo usaban ya ha- cia mucho tiempo; pero aquellos conocimientos no se transmitieron á la Europa: lo que se sabe es, que los Príncipes orientales, de tiem- po inmemorial, queman alcanfor con cera. La experiencia de al- gunos siglos, y principalmente del nuestro, ha demostrado que el alcanfor debe ser colocado entre los antiespasmódicos, antihisíéricos, calmantes, febrífugos, antisépticos, y antigangrenosos, y también entre los discucientes y sudoríficos; posee sin duda todas estas pro- piedades en un grado bien manifiesto. Se ha empleado con feliz suceso en las afecciones histéricas é hipocondriacas, en los espasmos, y en los dolores que suelen seguirse , en las calenturas pútridas, en las malignas ó nerviosas, en la gangrena externa, y en la que ame- naza Jas visceras interiormente. Pero un medicamento de tanta im- portancia exige que se le conozca y examine con mas exactitud en los casos particulares en que pueden ser útiles los efectos inmediatos que produce, las reglas con que se ha de administrar, las circuns- tancias relativas á las varias dosis; en una palabra, todos los re- sultados mas precisos de las experiencias exactas de los Médicos de todos los países que han hecho uso de él desde el principio del siglo anterior. Los casos en que se emplea el alcanfor con mas utilidad, y en que obra con mas eficacia, son en las calenturas pútridas y ner- viosas, y en todas aquellas que traen mal carácter, particularmen- te las que se presentan con el tipo intermitente, ó las que se co- nocen con el nombre de remitentes malignas, y en aquellas que vienen acompañadas de erupciones petechiales, miliares, como también las calenturas eruptivas, á saber: la variolosa, la miliar, esencial, la petechial, y aun la peste; y particularmente en todas n6 ALC las ocasiones en que en estas enfermedades hay falta de fuerzas, pulso débil, evacuaciones pútridas, olor fétido, manchas en la piel, espasmos musculares, salto de tendones; en cuyo caso el alcanfor debe ser administrado, juntamente con los mas poderosos antisép- ticos, como la quina y los ácidos minerales; porque entonces de su virtud ó propiedad cordial, con el sacudimiento vaporoso que pro- duce, obrando simultáneamente la propiedad antiséptica y anties- pasmodica , resulta un excelente medicamento. En estos casos se puede administrar sin temor, aunque sea 12 ó 24 granos cada vez; pero no siempre se ha de emplear esta dosis, porque hay algunas calenturas biliosas, simples, que en su mayor fuerza suelen estar acompañadas de algunos síntomas de putridez y espasmo; y en este caso no se debe prescribir mas que uno ó dos granos cada vez, y que sean tres al dia. Algunos Médicos han hecho mención de la virtud febrífuga del alcanfor, administrándolo en las calenturas in- termitentes simples. No hablo del alcanfor llevado como amu- leto, ó aplicado en un saquillo en la región epigástrica; porque aunque el efecto de este medicamento, tan volátil y tan oloroso no se debe mirar como inerte; sin embargo , usado por este medio, la experiencia no nos ha confirmado esta virtud; pero sí adminis- trándole interiormente, disolviéndole con el éter, y añadiéndole alguna preparación del opio. Yo he visto usarlo así, y obrar como antiperiódico, y curar accesiones de calenturas y tercianas rebeldes, que habían resistido á los evacuantes y apericivos, y aun á la qui- na. A la verdad el éter y el láudano, unidos ó usados separada- mente han producido el mismo efecto antiperiódico; pero esto hace concebir mejor , que el alcanfor , por ser igualmente antiespas- módico, debe tener la misma virtud. El alcanfor se ha mirado también como específico de la manía, dándolo después de los eméticos y los purgantes en la dosis de 15 granos hasta 36, tomándolos por mucho tiempo. Kinneir, Werl- hoíF, Iverden, Triewalo refieren varias curaciones conseguidas por este medicamento. Es un error haber colocado el alcanfor entre los calmantes, y haberlo^ comparado al opio, como lo ha hecho Powier; su virtud antiespasmódica es muy diferente de la propiedad narcótica y estupefaciente del opio y otros medicamentos de esta especie. Se ha visto muchas veces que el alcanfor es muy útil en el reu- matismo , en los dolores esciáticos, y aun en algunos gotosos; y particularmente en aquellos reumatismos agudos en que queda des- pués un dolor sordo, y una pesadez en los miembros: entonces el alcanfor hace resudar el humor reumático evacuándolo por los po- ros cutáneos. Se ha mirado aun el alcanfor como antivenéreo. Hoffman refiere que un Médico, digno de fé, le aseguró haber cu- ALC 117 rado el gálico con el alcanfor disuelto en la manteca de víbora, después de haber preparado al enfermo con purgantes. Hofíman asegura que, según su propia experiencia, nada ha hallado mas eficaz para la curación de la gonorrea que el alcanfor, creyen- do también que tiene iguales efectos en el gálico incipiente. Vogel piensa , acaso sin razón , que por gozar de esta propiedad, ha em- peñado á los Médicos franceses á que mezclen el alcanfor con el ungüento mercurial, para dar las fricciones, bien que la adición del alcanfor ha sido particularmente destinada para oponerse al ptialismo ó salivación; y verdaderamente el alcanfor no solo modera é impide la salivación que produce el mercurio, sino también la detiene. Sin duda se ha creído que este remedio era antivenéreo por los buenos efectos que produce, disminuyendo el fluxo gonor- raico, las flores blancas, y las poluciones nocturnas; pero aun no hay hechos que prueben bastante que se curen verdaderamente los síntomas del gálico confirmado. Hace mucho tiempo que el alcanfor obra específicamente sobre los órganos de la generación; y esto ha dado lugar á que algunos Médicos piensen que extingue el fuego del amor; pero Hofíman ha hecho ver que esta propiedad era ilusoria , y que por el contrario, este remedio era muy propio para aumentar el ardor venéreo. Pauli refiere, que una madre, habiendo dado gran cantidad de al- canfor á su hijo, á quien él lo habia ordenado, no habia experi- mentado el joven, que era muy dado al amor, ninguna mudanza. Sin duda una analogía engañosa ha hecho creer, que el alcanfor calmaba el fuego del amor, y el orgasmo de las partes genita- les; y esto trae origen sin duda de haberse visto muchas veces este medicamento calmar y aun curar las afecciones de los ríñones y Ja vexiga; lo que ha hecho creer que obraba del mismo modo en los órganos de la generación, sin atender á que, aunque se hallen muy vecinos estos órganos, tienen afecciones muy diferentes; sus simpatías y funciones son también muy distintas unas de otras. Lo que sí se ha demostrado es, que el alcanfor calma la irritación y los dolores de ríñones y vexiga , disipando todos los accidentes que las cantáridas producen en el sistema uropoyético, ya sea porque se ha- yan tomado interiormente, ó porque se hayan aplicado á la piel; lo cierto es, que algunas veces suele seguirse el ardor de orina, la di- suria , y no pocas veces la hematuria &c, cediendo con facilidad todos estos accidentes al uso del alcanfor; por estose ha recomen- dado la mezcla del alcanfor con el emplasto de cantáridas y su tintura, quando se da en fricciones para los reumatismos y parálisis de las extremidades &c. El alcanfor se usa igualmente con tan buenos efectos en las en- fermedades externas como en las internas; se emplea como re- u8 ALC solutivo, detersivo y antiséptico; usándose freqüentemente baños ó lavatorios alcanforados en las erisipelas, la oftalmía , el reumatis- mo, la gota, la gangrena externa, las quemaduras, las manchas es- corbúticas, y los echimosis. Sin embargo de todo lo que se ha expuesto, de que el al- canfor es uno de los medicamentos mas útiles y mas importan- tes que se emplean en la Medicina , no obstante tiene, como todas las substancias medicamentosas, algunos inconvenientes en la admi- nistración , particularmente quando se usan mal; pues sucede al- gunas veces que altera el estómago turbando la digestión, y oca- sionando dolores, pesadez, ansiedad; produciendo también erup- tos y flatos incómodos, suele afectar la cabeza atolondrándola; y en todas estas circunstancias es necesario, ó disminuir la do- sis, ó darlo con otras substancias, que se opongan á las impresio- nes nocivas que ha producido el alcanfor. Se mezcla por lo co- mún el alcanfor con el nitro para que sus efectos no sean tan ac- tivos; con el opio, á quien debilita y modera su acción narcótica; con la quina, para que reúna su propiedad antiséptica á la del al- canfor; con los ácidos, para que templen su energía, y obren jus- tamente con su influxo antipútrido; con los aromáticos, para que destruyan la impresión que suele hacer el alcanfor en el estómago. Por esta razón pocas veces se suele dar el alcanfor solo, pues ade- mas de las mezclas dichas, se tritura con la yema de huevo y con varias gomas, para hacerle miscible en el agua. El aceyte de alcan- for, ó la disolución nítrica de él, se emplea mas freqüentemente en el exterior que en el interior, lo mismo que la disolución que se hace en el alcohol, que es lo que se llama espíritu de vino alcanforado. Chomel dice , que el alcanfor, disuelto en aceyte de trementina , es un buen tópico para el reumatismo y los dolores esciáticos; y que este medicamento disuelto también en aceyte, lo ha administrado á los niños, que no rehusan tomarlo, y ha producido muy buenos efectos en las afecciones gangrenosas de la garganta. El alcanfor ademas tiene varios usos económicos, pues mata y hace desaparecer los insectos: es muy á propósito para precaver y conservar las pieles de los animales, y otros objetos de un gabi- nete de Historia natural, como vegetales &c., á quienes se im- pregna de alcanfor mezclado con polvos de plantas aromáticas. F. ALCÁZAR. (Luis de) {Biog.) Sevillano, de la Compañía de Jesús. Dexó escrito un opúsculo de Medicina intitulada De malis Mediéis. Lugduni 1631, en folio. alcázar, y según otros Valcacer. (Andrés) Natural de Gua- dalaxara, Catedrático de Prima de Medicina en la Universidad de Salamanca: escribió seis libros de Cirugía , en los que interpreta mu- chos pasages obscuros de antiguos y modernos: Salamanca xj7y, ALC 119 en folio: un libro de las heridas de la cabeza, id. 15^82, en fo- lio. La noticia que nos ofrece la portada de su obra, que copia- remos aquí, es como sigue: Andrés Alcazaris, Medici ac Chi- rurgi Guadalaxarensis, in amplissima Salmaticensi Academia Chirurg'ue fandtatis primi professoris, Chirurgice, libri sex, in quibus multa antiquorum , et recentioium subobscura lo- ca hactenus non declarata interpretantur. Salmanticee, in a di- bus Dominici a Portonaris , S. C. M. Typographi. mdlxxv. in folio. El célebre Asrruc ha hecho la análisis de esta obra , que íe halla en su tratado de Morb. ven. París 1J40, in 4.0, pá- gina 7'91 et seq. ALCOHOL. (Mat. Med.) El alcohol ó espíritu de vino rec- tificado es un líquido de sabor acre y caliente, de olor aromático un poco excitante, que se inflama fácilmente, el qual se extrae del aguardiente por la destilación. Sin detenernos en otros exámenes químicos de este líquido, expondremos únicamente los principales hechos que un Médico debe saber para la administración de esta substancia; cuya energía medicamentosa depende principalmente de sus propiedades y naturaleza química. i.° Se sabe que todas las substancias vegetales azucaradas des- leídas en cierta cantidad de agua, y divididas ó agitadas por un fermento, ó por medio de algún cuerpo, qualquiera que sea , que pueda ayudar y hacer que tome esta especie de movimiento intesti- no que produce el alcohol, es lo que se ha llamado fermentación vi- nosa. Las investigaciones de Lavoisier dan á conocer, que en este mo- vimiento los principios del azúcar se separan en dos; que una parte de su oxígeno se une á la mayor cantidad de carbón, y forma el ácido carbónico que se desprende de esta fermentación ; entonces la proporción del hidrógeno, ó base del gas inflamable, que es uno de los principios del azúcar, se hace mucho mayor, relativamente á la cantidad de carbón y de oxígeno, resultando de esta combina- ción de unos mismos principios, pero en proporciones diferentes, un cuerpo nuevo mucho mas ligero, que esj el alcohol ó espíritu ardiente. El agua que se une al azúcar ó á la materia azucarada, no hace mas que dividir esta substancia, y facilitar la mutación de atracción de sus principios, hallándose toda ella, ya sea en vapor con el ácido carbónico, sea en el líquido espirituoso, que forma el producto. 2.0 El alcohol puro se saca de los vinos por tres destilaciones sucesivas: la primera se hace á fuego vivo del vino que da el aguar- diente; y las otras dos se hacen del aguardiente, y de su producto por medio del baño de María; por estas rectificaciones se obtiene un licor muy claro , de un olor fuerte y aromático, de un sabor "como caliente y estimulante, mucho mas ligero que el agua, y que se 120 AL C reduce á vapor á los 64 grados del termómetro de Reaumur; to- mando esta forma aeriforme á la mencionada temperatura, y á la presión de la atmósfera en que señale el barómetro 28 pulgadas. 3.0 El alcohol arde fácilmente despidiendo una llama azul. Re- cogiendo el producto de esta combustión por medio del aparato in- genioso que ha hecho Lavoisier, da una agua pura mas pesada un dozavo, poco mas ó menos, que el total del alcohol y el ácido car- bónico; por lo que se ve claramente que el aumento de peso de- pende de la fixacion de la base del ayre vital, ó del oxigeno atmos- férico. 4.0 El alcohol es muy soluble en el ayre: puesto á los 12 gra- dos de calor, su evaporación se efectúa. Como este licor ab- sorve el calórico á medida que se evapora en el ayre, refresca ó dexa fría la piel, sobre la qual se ha aplicado: esta refrigeración de la piel es producida por la evaporación del alcohol, que roba el ca- lórico que contenia, por lo que merece toda consideración este efecto para el uso médico. 5.° El alcohol se une en todas proporciones al agua, se des- compone por muchos ácidos, y pasa al estado de éter; disuelve las sales neutras deliqüescentes, el azufre, y un gran número de sales neutras metálicas; se combina mal con los betunes y los acey- tes betuminosos; pero disuelve bien los extractos xabonosos, loí aceytes volátiles, el aroma, muchas partes colorantes vegetales, las resinas, y forma la base de las aguas destiladas simples y compues- tas , de las tinturas, de los elíxires, y de los licores que se usan en las mesas; espesa y coagula la leche, la bilis, y los fluidos albu- minosos. El conocimiento de las principales propiedades del alcohol nos da á conocer sus virtudes medicinales, y el mejor modo de admi- nistrar este líquido. Luego que se examine su sabor fuerte y acre, se percibe, que no se puede usar el alcohol interiormente, alo me- nos en su estado de rectificación, el qual produciría sin duda una irritación tal, que se seguiría precisamente un calor incómodo, y acaso una inflamación peligrosa; en cuyo estado se puede mirar co- mo una especie de veneno pasagero, cuyos efectos se pueden con- tener fácilmente con las bebidas aquosas. Sin embargo , aunque esta acción pueda disminuirse por el agua, muchas veces se hace sensi- ble y aun peligrosa en aquellos hombres que abusan del aguardiente y los licores espirituosos en general; estos sugetos por lo regular perciben un calor y una sed considerable, y una sensación de ardor en todo lo largo del esófago, y aun hasta el estómago ; se les dismi- nuye el apetito por habérseles espesado y descompuesto el suco gástrico, alterándoseles por consiguiente las digestiones, y execu- tándolas con sumo trabajo; los vasos absorventes se estrechan y aun ALC 121 se obstruyen; las glándulas del mesenterio se endurecen, detenién- dose el suero de la linfa y el quilo en la cavidad del abdomen. El abuso de los licores fermentados es sin duda el origen de las obs- trucciones de las visceras y de las hidropesías, enfermedades que los Médicos han tratado con bastante extensión. Los efectos de este abu- so son de tanta energía y tan durables, que es raro que las armas de la Medicina puedan combatirlos; y aunque se consiga una dismi- nución de los síntomas que acompañan estas afecciones, solo se po- drá conseguir adormecer el mal, el que se reproduce después con mas violencia; por lo que se concibe, que nunca se debe emplear habitualmente el alcohol; y que su uso, aun como excitante, que es como mas freqüente se emplea en la Medicina, exige la mayor prudencia en su administración. El luxo de los remedios, la dema- siada credulidad, ó mas bien todavía la impaciencia de los enfer- mos, ha hecho crecer el número de medicamentos á tal punto, que en el dia en la Materia médica, mas bien nos empleamos en los conocimientos propios para apartar y disminuir el uso y aplicación de los remedios superfluos é ineficaces, que en los de su admi- nistración. Otro de los efectos mas considerables del alcohol en la econo- mía animal, es la acción sobre los nervios y el cerebro; la borra- chera y trastorno de ideas que le acompañan, la tremulencia de los miembros, los movimientos irregulares de los músculos, y la debilidad general, anuncian que este licor produce una irregulari- dad particular en la acción de los nervios, cuyo efecto es análogo al que produce el abuso del opio en los orientales. Después de to- das estas reflexiones, es fácil de concebir, que el uso medicinal del alcohol se debe emplear pocas veces interiormente, no siendo como excitante ó disolvente de los aceytes volátiles ó esenciales, de las resinas, baxo la forma de elixires ó tinturas; cuyos medicamentos solamente se dan en la dosis de algunas gotas, y así el alcohol nun- ca se da sino en corta cantidad; y aun en este caso se usa mezcla- do con bebidas aquosas, ó en pociones, cuyos principales ingre- dientes son líquidos igualmente aquosos, que embotan su actividad. La historia del alcohol es mas farmacéutica que médica, adonde nos referimos, y en donde se deben estudiar sus operaciones. Ya que el uso interior del alcohol en la Medicina no es tan co- mún , al contrario el uso exterior es muy freqüente y útil; la im- presión de calor que produce en los órganos sensibles, hace que se coloque entre los fortificantes y tónicos externos, empleándolo con utilidad para dar á las fibras musculares mas tono y energía; au- mentando sus fuerzas en las enfermedades de los miembros acom- unadas de debilidad , entorpecimiento, frío y atonía ; gozando tam- ien de la propiedad discusiva y antiséptica; esta última la posee tomo i. Q l 122 ALE en alto grado; pero comunmente se asocia con el alcanfor, el aroma ó espíritu rector de las plantas, con los aceytes volátiles y olorosos, con los betuminosos &c; pero lo que mas freqüentemente se usa es el alcohol ó espíritu de vino alcanforado empleado en estas circunstancias , como para facilitar la limpieza de las llagas, y su desecación y cicatrización; del qual la Cirugía hace un gran uso en estas enfermedades. Por todo lo que se ha expuesto se percibe que el alcohol en- tra en muchas preparaciones farmacéuticas; es el vehículo de las aguas destiladas espirituosas, como la de torongil, de la Reyna de Hungría &c., de los elixires y de las tinturas , tan multiplicadas en algunas Farmacopeas, de la tintura acre de tártaro y de lirio de Paracelso; con este líquido se prepara el agua deRavel, los éteres y los licores minerales anodinos,sulfúricos, ó vitriólicos y nitrosos. F. Los Brownianos sin embargo usan el alcohol ó espíritu de vino con freqüencia interiormente , como excitante , esténico , en las en- fermedades esténicas &c., usando las limonadas y otras bebidas al- coholizadas. r ALGEBRA QUIRÚRGICA. Se ha solido llamar así la parte de Cirugía que trata de las fracturas y dislocaciones; y los Ciruja- nos que se dedicaban exclusivamente á este ramo , se llamaban alge- bristas. En el dia el Cirujano se ocupa igualmente en todos los ramos que forman su profesión; y aunque hay algunos curanderos, á quie- nes el vulgo insensato cree con gracia particular para curar las frac- turas y dislocaciones, y que se emplean en este exercicio en perjui- cio del género humano, sacrificando víctimas, que la credulidad conduce á manos de semejantes impostores, la buena política exigía su exterminio. ALEGRÍA. {Hig.) [[Don precioso de la naturaleza, á quien casi siempre acompaña la salud; es una manera de ser, muy agra- dable al que la disfruta, y á los demás; sirve de compañía en la so- ledad, y comunica espíritu en la sociedad: es el encanto de la ju- ventud , y el único recreo de la vejez: parece circular en las venas con la sangre y con la vida. Se despliega por lo común con mas facilidad en los temperamentos sanguíneos: porque por desgracia el que la posee no es el que la desea con mas ardor; ¿y cómo no se deseará lo que en general causa la felicidad de las sociedades? La alegría dispone á la buena digestión, y es muy común ver gozar de salud á las personas alegres. En efecto, si no todas las funciones se exercen libremente, y si uno está afectado de algún mal físico ó moral, desaparece inmediatamente. No obstante, los que radi- calmente tienen este carácter, le conservan hasta en el seno de la dolencia, y suelen estar joviales hasta en el último momento de su vida , como sucedió á Scarron...] ALE 123 ALELUYA Ó ACEDERILLA OFICINAL. {Mat. Med.) Las hojas y tallos de esta planta se colocan entre los antisépticos y atemperantes. Su suco se puede también usar en las calenturas bi- liosas y malignas ó nerviosas; pudiéndose usar igualmente con uti- lidad en infusiones su raiz y hojas en las mismas enfermedades. Esta planta ha sido muy recomendada, como aperitiva y désobs- truente, en las obstrucciones del hígado, el bazo y el mesenterio, y aun en las afecciones calculosas de los ríñones. ALEXIFARMACOS. {Mat. Med.) Los alexifármacos for- man una clase eutera de medicamentos, que los antiguos creyeron que destruían los efectos de los venenos tomados interiormente. Esta voz, que es muy antigua, se compone de dos palabras grie- gas «.Kífyiv rechazar, y
que se presentan en varias formas y composiciones en las mesas;
ALM i§7
algunas veces son dañosas, principalmente si son añejas; porque sue-
len entonces estar rancias. También es necesario tener presente que
las almendras frescas y sus preparaciones, dadas como medicamento,
se tienen como dulcificantes, atemperantes, laxantes y refrescantes;
se usan en emulsiones. (V. esta palabra.) Se extrae de ellas el
aceyte de almendras dulces {V. este artículo.); igualmente se debe
saber que, como son demasiado nutritivas, no convienen á todos
los estómagos, principalmente á los de los febricitantes; y en caso
de prescribirlas, ha de ser en un gran vehículo.
Las almendras amargas no se emplean interiormente; se reco-
miendan sus preparaciones como cosméticas para las manchas de
la piel; el aceyte que se extrae de ellas se usa para la sordera; fro-
tan también el vientre de los niños con él, para disminuir-la tensión
y dureza que suelen padecer algunas veces: antes se usaban igual-
mente á lo interior para quitar las obstrucciones del vientre. Las
almendras amargas son venenosas para muchos quadrúpedos, y
para la mayor parte de las aves domésticas: el agua que -sale de la
destilación de ellas es un terrible veneno para todos los animales. F.
ALMIZCLE. {Mat. Med.) El almizcle, llamado también
moschó ó muschus, es una substancia muy parecida á la sangre cua-
jada y seca: según los Naturalistas se saca esta substancia medica-
mentosa de unos saquitos ó bolsas que tienen en la región umbilical
algunos quadrúpedos de la China, la Tartaria y las Indias orienta-
les. El almizcle que prefiere nuestra Farmacopea es el que viene
del Asia, que se saca del moschd moschífero de Lineo. Esta subs-
tancia tiene un olor muy subido, semejante al que tienen todos los
aceytes esenciales y volátiles; pero este le tiene en muy alto grado,
cuya volatilidad hace que sea este medicamento uno de los anties-
pasmódicos mas enérgicos y penetrantes; siendo, según Carminati,
la parte resinosa la que es exclusivamente olorosa, y la que pro-
duce los efectos indicados; siendo igualmente la que se insinúa por
toda la economía animal, afectando al cerebro y á todo el sistema
nervioso y muscular; propagándose después su olor al ayre espira-
do, á las orinas, sudor &c.
Para que sea mas enérgica la acción del almizcle es preciso
usarlo en substancia; siendo preferible este método al de las varias
preparaciones que se hacen de él. Carminati y Cullen sen de dic-
tamen , que para darlo en substancia se ha de envolver en el mu-
cilago de la goma arábiga, sin que se disuelva nunca en el alcohol,
ni se mezcle con nitro, porque se enerva su acción, y porque el
menstruo espirituoso suele perjudicar algunas veces. Para que el
almizcle surta todo el efecto deseado es menester administrarle en
dosis alta, esto es, de 10 hasta 50 granos; repitiendo esta cantidad
hasta que se destruya la enfermedad. Este remedio es uno de los.
i§8 ALP
mas poderosos antiespasmódicos, y muy útil para las afecciones
convulsivas: algunos autores lo recomiendan en algunas circunstan-
cias de la gota; pero no siempre aprovecha, y sí solo en la que
acontecen espasmos: su uso es mucho mas provechoso en las calen-
turas nerviosas, principalmente quando tienen salto de tendones ú
otros síntomas convulsivos; pero nunca se debe emplear este re-
medio hasta haber usado otros: y vista su ineficacia, en cuyo caso
se recurrirá al almizcle, sin que se pueda generalizar; su excesivo
precio incita también á que el comercio haga mezclas y fraudes
con esta droga, que nunca serán de la índole del medicamento.
Carminati recomienda este remedio para las enfermedades soporo-
sas, las calenturas malignas ó nerviosas, y para las exantemáticas,
siempre que vengan acompañadas de espasmos y debilidad ; y creo
que no aprovecha quando los enfermos tienen fuerzas vigorosas,
obrando únicamente en las debilidades nerviosas. Algunos autores
le recomiendan para la rabia, y podrá venir muy bien para las con-
vulsiones atroces que acompañan á esta enfermedad.
El almizcle se usa en substancia, que es como aprovecha mas,
y en tintura: con esta última se hacen los julepes moschados, que
no son mas que la mezcla de alguna agua aromática con una por-
ción de esta tintura, añadiendo un xarabe tónico, y alguna otra
substancia corroborante, antiespasmódica &c. La dosis del almizcle
en substancia ó tintura es de 3, 4, 8 hasta 30 granos.
ALOE. (y. ACÍBAR.)
ALOPECIA. {Med.) Enfermedad, por la qual se caen los ca-
bellos con descamación de la epidermis. Corresponde á la clase de
caquexias, y al orden séptimo caquexias anómalas, y constituye el
género 38 de la Nosología de Sauvages.
ALPINO. (Próspero) {Biog.) Fue hijo de Francisco Alpino,
Méjico de crédito: nació en 23 de Noviembre de 1553, en Moras-
tica, villa del Estado de Venecia: siguió sus estudios de Medicina
en Padua, dedicándose particularmente á la Botánica; y desean-
do viajar para perfeccionarse en este ramo , pasó á Egipto para exa-
minar en este pais todo quanto tenia relación con la Medicina y
la Historia natural: después de haber estado tres años allí, re-
gresó á Italia: queriendo el Príncipe de Melfe, Andrés de Do-
ria, nombrarle por su Médico, no se pudo verificar, porque la Re-
pública de Venecia le nombró Catedrático de Botánica, y Direc-
tor del Jardín Botánico de Padua, donde exerció la Medicina con
esplendor, y todos los empleos honoríficos de aquella Academia:
murió en esta ciudad el año de 1616, á los sesenta y cinco años
de edad. Las obras que ha dexado escritas son: i.a De prasagienda
vita et morte, in 4.0, 1601, que el ilustre Boerhaave hizo imprimir
enLeydenen 1735. 2.a De plantis ¿Egypti, Vene tice,\x\ 4.0, 1592,
ALT 159
y en Leyden 1735, in 4.0 3.a De pl'antis exoticis , Venetice, 1627
in 4.0 4.a Medicina methodica, Padua 1611, in 4.0 5.a De Rhapon-
tico, Padua 161 2, in 4.0 En todas estas obras se hallan observacio-
nes curiosas, y un excelente tratado del Bálsamo, que se halla en
la Medicina de los Egipcios.
ALTEA, (raiz, aceyte y ungüento) {V. malvavisco.)
ALTERACIÓN. Esta palabra se toma en diferentes sentidos;
pero en general comprehende la mutación del bien en mal: por
lo regular todos los excesos causan alteración en la salud; también
se dice en Medicina alteración, quando hay mutación en el cuerpo
y en los humores por una causa morbífica, ó por la acción de los
medicamentos; por lo que- hemos llamado remedios alterantes á los
que pueden producir estas mutaciones.
ALTERADO. Se usa esta palabra para expresar toda la mu-
tación que se ha hecho con los sólidos y fluidos; la que ha apartado
del estado de salud al hombre; y así decimos, las facciones de la
cara de este enfermo están alteradas, la bíüs está alterada &c.
ALTERANTES. (Mat. Med.) Se da el nombre de remedios
alterantes á una gran clase de medicamentos; considerando en ge-
neral la acción de todas las substancias medicamentosas, y las mu-
taciones que producen en las enfermedades, se ve que sus efectos
sensibles pueden reducirse á dos; ó mudando la naturaleza de las
enfermedades , sin producir evacuación alguna por los órganos
emuntorios ó excretorios, ó excitando la salida de algún humor-
De esta distinción se hacen dos divisiones generales de medicamen-
tos; los primeros son los alterantes, y los segundos los evacuantes.
Los alterantes mudan por lo común lentamente el estado de los
sólidos, y los fluidos del cuerpo humano, no siendo sus efectos tan
prontos como los de los evacuantes. Se pueden dividir en dos sec-
ciones; los de la primera obran manifiestamente según las leyes de
Física, y les llamamos alterantes racionales. Los de la segun-
da producen en los humores alteraciones, que no se pueden ex-
plicar , no conociéndose bien la relación que tienen con las enfer-
medades que curan. Estos son los que llamaremos alterantes es-
pecíficos, los quáles no son tan seguros en sus efectos como los pri-
meros. Se verá después que por su denominación muchos de estos
alterantes específicos, las mas veces debidos á opiniones erróneas,
ó á las preocupaciones que tanto han influido en la Medicina , ó no
existen por lo común, ó pueden referirse á otra clase de medica-
mentos racionales. Para establecer mejor la distinción de alterantes
en estas dos secciones, consideraremos primero de qué modo se
puede concebir cada una de estas secciones, y las divisiones secun-
darias que se pueden establecer en cada una de ellas.
Los alterantes racionales son aquellos cuya acción se calcula y
IfJO
ALT
percibe, administrándose por conseqüencia con arreglo á unas in-
dicaciones ciertas, las quáles producen mutaciones lentas en la eco-
nomía animal, obrando en los sólidos, ó en los fluidos del cuerpo
humano, ó en los dos á un mismo tiempo; de aquí se sigue que es
necesario adrnitir tantas clases de alterantes como vicios hay de só-
lidos y de líquidos, y por consiguiente de medicamentos propios
para corregir estos vicios: si se examinan los de los sólidos, se
puede ver que existen ó en su texido ó en los movimientos que exe-
cutan. En quanto á su texido puede estar muy apretado ó muy
floxo: los medicamentos que destruyen el primer vicio se llaman
relaxantes ó laxantes: los qué son capaces de corregir el segundo
se llaman astringentes ó condensantes; porque ponen las fibras
mas densas y mas compactas, designándolos también con la pala-
bra genérica indurantia, endurecientes. El movimiento de los sóli-
dos puede ser ofendido de dos modos, ó executándose con lenti-
tud ó débilmente; en este caso se emplean los estimulantes; si se
executa demasiado fuerte ó con violencia , entonces se usan los cal-
mantes ó sedativos para detenerle.
Aunque los vicios de los fluidos .sean muy numerosos, y
afectados de varios modos, se pueden reducir , sin embargo, á la de-
masiaba consistencia, ó á una gran tenuidad, y también á las acri-
monias diversas. En un gran número de enfermedades, los humores
del cuerpo humano tienen al mismo tiempo acritud y espesura muy
considerable; pues estos vicios suelen ir unidos. Se pueden reducir
á seis clases generales los medicamentos alterantes, propios á corre-
gir las diversas mutaciones morbíficas de los fluidos; á saber, los
diluentes, dulcificantes , absorventes , depurantes, incrasantes,
ó espesantes; atenuantes , llamados también incidentes, aperiti-
vos y fundentes, según el grado de su eficacia. En la mayor parte
de las enfermedades, en que los sólidos y los fluidos están desarre-
glados á un mismo tiempo, hay ó mucho calor en los primeros,
acritud y agitación en los segundos, ó demasiada inercia y entorpe-
cimiento en las fibras, viscosidad y lentor en los humores: los re-
medios alterantes que se designan con el nombre de refrescantes ó
atemperantes, y los calefacientes, se emplean con suceso en estas
dos circunstancias.
Ademas de estos vicios, que acontecen y se caracterizan con la
ayuda de una observación exacta de las enfermedades, se recono-
cen freqüentemente en los sólidos y en los fluidos del cuerpo hu-
mano mutaciones y alteraciones, que no se pueden referir única-
mente á estos primeros vicios, constituyendo enfermedades distintas,
y por lo común graves y difíciles de curar. Entonces la falta de in-
dicaciones simples y claras hace que la medicina racional no tenga
siempre el éxito que en tantas ocasiones la hace tan útil; pero la
ALT 161
medicina empírica suele ser mas afortunada en estos casos. Ilustrada
por una larga experiencia esta parte de la Medicina, ha ido encon-
trando poco á poco, en las substancias naturales, clases de remedios
propios á calmar y aun á curar ciertas enfermedades. Este ha sido
el origen de las varias clases de alterantes, que se llaman específicos
de las enfermedades. Todos los remedios, por lo regular, suelen
tomar el nombre de las enfermedades, que deben ser á proposito
para curar, á los quáles se antepone la palabra anti, unida á las
de las enfermedades, como por exemplo antiepilécticos, los anties-
pasmódicos, los antiescorbúticos &c. (este lenguage se aparta bas-
tante de la exactitud.) {V. la palabra anti.)
La distribución de las diferentes clases de alteraciones forman,
según nuestro método, la tabla siguiente.
ALTERANTES.
Remedios que mudan poco á poco, y sin producir evacuación
sensible, el estado morbífico de los sólido* y los Jluidos.
PRIMERA SECCIÓN DE ALTERANTES RACIONALES.
Alterantes en que se concibe su acción, indicados
por el raciocinio.
ARTÍCULO I.°
Alterantes de los sólidos.
Clase i.a Laxantes, relaxantia.
2/ Condensantes, indurantia.
3.a Estimulantes, extimulantia.
4.* Calmantes, sedantia.
ARTÍCULO 2.9
Alterantes de los Jluidos,
Clase 5.* Diluentes, diluentia.
6.a Dulcificantes, demulcentia.
7.1 Absorventes, absurventia.
8.a Depurantes, depurantia.
9.' Incrasantes, incrasantia.
10 Atenuantes, attenuantia.
TOMO I.
X
1Ó2
ALT
articulo 3.0
Alterantes de los sólidos y losjlui ios.
Clase i i. Refrescantes, refrigerantia.
12. Calefacientes, calefacientia.
SECCIÓN SEGUNDA, ALTERANTES ESPECÍFICOS.
Remedios alterantes que mudan los sólidos y los Jluidos, sin que
se pueda determinar su modo de obrar, no siendo indicado
mas que empíricamente.
Clase 13. Antiepilépticos, antiepileptica.
14. Antiapoplécticos, antiapoplectica.
15. Antiflogísticos, antiflogística.
16. Febrífugos, febrífuga.
17. Antisépticos, antiséptica.
18. Anti fieos , antiphica.
19. Antiespasmódico, antispasmodica.
20. Antihistéricos , antihisterica.
21. Alexifármacos, alexipharmaca.
22. Antilómicos, antiloimica.
23. Antihidrópicos, antihidropica.
24. Antihidrofóbicos, antihidrofob'h
«5. Antilácteos, antilactea.
24. Antihidrofóbicos, antihidrofobica.
«5. Antilácteos, antilactea.
26. Antidisentéricos, antidyssentérica.
27. Antiraquíticos, antiraquitica.
28. Antiescrofulosos, antiscrophulosa*
29. Anticancerosos, anticancro:a.
.30. Antiescorbúticos, antiescorbútica.
31. Antivenéreos, antivenerea.
32. Antiherpéticos, antiherpetica.
33. Antiartríticos, antiartritica.
34. Carminantes, carminativa.
35. Litontríficos, litontrifica.
36. Antihelmínticos , anthelmíntica.
3 7. Vulnerarios, traumática.
Los alterantes, aunque opuestos á los evacuantes, no producen
siempre efectos análogos á ellos; pues algunas veces se hacen eva-
cuantes , según la disposición de los sugetos, como se ve con la qui-
na , que en ciertas circunstancias obra como purgante. Se observa
también que algunos alterantes tienen entre ellos una gran relación,
como sucede con los calefacientes y estimulantes, ios laxantes y re-
ALU
163
frescantes, los diluentes y relaxantes, los que coinciden freqüente-
mente y se aproximan en sus efectos.
Se ha visto en la denominación de los alterantes específicos, que
algunos de los quáles entran en los alterantes racionales. {V. todas
las palabras de la tabla.) F.
ALUMBRE. {Mat. Med.) El alumbre es una sal compuesta
del ácido sulfúrico y la tierra alúmina, llamada así porque Mor-
veau la dio este nombre sacándole de la palabra latina alumen alu-
minis, para expresar solo la base del alumbre; y así en la nueva
nomenclatura se llama el alumbre sulfate de alúmina, con cuyas
dos voces se expresa la base y el radical de esta sal neutra.
El alumbre, ó bien sea el sulfate de alúmina, es astringente
usado interior y exteriormente, diferenciándose mucho de la mayor
parte de las sales neutras, que son purgantes. Conviene esta sal in-
teriormente para las hemorragias de consideración, que amenazan la
vida del enfermo, como en algunas hemotisis y hemorragias ute-
rinas; pero es necesario que estén acompañadas de debilidad, de
atonía, ó de disolución, como en el escorbuto muy adelantado, en
que la sangre sale por todos los emuntorios; en estas circunstancias,
el alumbre es muy bueno; sin embargo, en este último caso los áci-
dos minerales puros, dilatados en cierta proporción, son de mucha
utilidad, y aun se deben preferir. Si la hemorragia fuese producida
por una plétora general ó particular, el alumbre seria dañoso; pues
produciría la detención de la sangre en el pulmón, la matriz &c;
y entonces es preciso acudir á las sangrías, los diluentes, los emo-
lientes, y aun los narcóticos: si todos estos medios no bastan , y que
la vida del enfermo está en peligro, en este caso se echa mano del
alumbre, el qual obra como específico en estas circunstancias.
Se han visto hemorragias rebeldes que se han resistido á otros
astringentes, ceder á el alumbre; y así se ve que entra en la com-
posición antihemurrágica de Helvecio , esto es, en las pildoras com-
puestas de alumbre y sangre de drago, que también se llaman pil-
doras teñidas, por razón del color que las da la sangre de drago;
por lo común son muy útiles en las hemorragias, y particularmente
en las uterinas, que suelen seguirse al parto, acompañándolas tam-
bién la extrema debilidad. El alumbre conviene igualmente en las
evacuaciones serosas y mucosas, como en las diarreas antiguas,
que ponen á los enfermos en la mayor debilidad. En las leucorreas
ó flores blancas de las mugeres, que por su continuación y abun-
dancia ocasionan la debilidad del estómago y otros órganos y aun
el marasmo, las pildoras de Helvecio surten muy buen efecto.
En las disoluciones sanguíneas, en el último grado en que se
teme la vida del enfermo, es necesario dar el alumbre en corta
dosis en ua vehículo conveniente. En general el uso de este medí-
i64 ALV
camento exige mucha precaución, y debe ser precedido de los me-
dios mas suaves. Exteriormente se usa el alumbre como antihemor-
rágico, como cicatrizante y desecante de las úlceras antiguas. Se
suele usar en las gárgaras y enjuagatorios, que se administran para
afirmar las encías, y fortalecer la garganta de la debilidad que oca-
sionan las anginas catarrales &c. Se emplea en las inyecciones que
se administran en las gonorreas benignas y virulentas, que duran
mucho tiempo, y que fluyen con mucha abundancia, particular-
mente en aquellas que duran algunos me5es, y que no son sosteni-
das, por el vicio venéreo, sino por la debilidad local; en este caso
las inyecciones aluminosas son excelentes, después de haber usado
los remedios interiores mas convenientes. Se emplea también en in-
yecciones , en los fluxos blancos de las mugeres, quando los reme-
dios interiores y otros astringentes exteriores no han alcanzado para
detenerlos. Es necesario saber que quando se usa por mucho tiempo
el alumbre interiormente, en cierta dosis, produce astricción de
vientre, cólicos, semejantes á los que produce el plomo ó sus ca-
les. Se da el alumbre en forma seca en la dosis de 4 á 6 granos
por dia, y se puede subir hasta 12, 18 granos, un escrúpulo, me-
dia dracma, y una dracma; pero no solo, sino con alguna otra
substancia apropiada, como ía conserva de rosas &c. Quando se
disuelve en alguna poción que se va tomando entre el dia, se da
en la misma dosis, teniendo siempre la precaución de no darle en
dosis alta ni muy continuado; para uso exterior entra en los colirios
é inyecciones en la misma dosis.
Se usa el alumbre calcinado, que es mas activo que el ordinario,
quando se quieren cicatrizar las úlceras antiguas, consumir las car-
nes superfluas y las excrecencias. El alumbre calcinado se hace po-
niendo lo que se quiere de esta substancia en una pala de hierro en-
cendida, y si no en un vaso ó sitio de tierra que no esté barni-
zado; se pone al fuego; y el alumbre entonces pierde su hu-
medad , y se deseca, poniéndose blanco y esponjoso; quando está
en este estado se pulveriza, y bien apretado se coloca en una bo-
tella. R.
ALVAREZ. (Antonio) {Biog.) Doctor en Medicina, y Ca-
tedrático en la Universidad de Alcalá y de Valladolid: fue Médico
del Duque de Osuna, Vhrey en Ñapóles. Estaba en esta ciudad, sin
duda, en 1585, quando se publicó su obra baxo este título: Epis-
tolarum et consiliorum medicinalium pars prima j ómnibus non
mediéis modo, sed etiam filosofice studíosis utilissima. Napoli
apud Horatium Sawianum, 1585 in 4.0
Alvarez Chacón. (Diego) Doctor de Medicina: escribió una
pbra para curar el dolor de costado. Sevilla 1506 in4.°
Alyarez Chanca. (Diego) Doctor de Medicina: escribió una
AMA 165
obra Commentum in Parábolas Divi Arnaldi de Villanova. Se-
villa 1514 in folio.
Alvarez de Mirabal. (Blas) Doctor de Teología y Medicina
en Salamanca: dio á luz la obra intitulada La Conservación de la
salud del cuerpo y del alma para el buen régimen de la salud y
mas larga vida del Serenísimo Príncipe D. Felipe. Medina 1597
en 4.0, y en Salamanca 1601 en 4.0
ALVEOLOS. {Anat.) Se da este nombre á las cavidades hue-
sosas que se hallan en las mandíbulas ó quixadas, en donde se ha-
llan colocados y como clavados ios dientes. (V. esta palabra.)
ALVIFLUXUS. {Med.) Orden segundo de la clase de fluxos
de la Nosología de Sauvages, cuyo carácter es una evacuación vi-
ciosa de materias contenidas en las primeras vias, por la boca ó el
ano; estos fluxos se pueden dividir en sanguinolentos y en fecales:
baxo este orden se comprehenden quatro géneros de fluxos san-
guinolentos , que son : hepatirrea, hemorroides, disenteria y mele-
na; y ocho géneros de fluxos no sanguinolentos, á saber: náusea,
vómito, pasión ilíaca, cólera morbo, diarrea, pasión celiaca,
lienteria, tenesmo, para su curación &c. {V. la palabra fluxos.)
AMARGOR. Es una sensación de su especie, que la experi-
mentan, por lo regular, los que no tienen apetito; es opuesta á la
sensación de lo dulce: aun no se sabe qual es el principio amargo
en 1 uestros humores.
Amargor de boca. {Med.) Este es un signo de la existencia
de algún vicio en primeras vias, principalmente en el estómago,
producido por lo común de malas digestiones: se percibe este amar-
gor casi siempre que la lengua se halla incrustada de un color ama-
rillo, llamándose entonces saburra biliosa: la lengua de este color.
supone derrame de bilis y saburra en las primeras vias: para curar
estos vicios, si es que se hallan sin otros síntomas, es necesario em-
plear las sales neutras y la miel desatada en qualquier vehículo
apropiado; el crémor de tártaro es el que se usa mas comunmente
en estas indisposiciones siendo ligeras, no obstante, que por lo co-
mún son el exordio de otras mayores, como son toda la familia de
las biliosas &c. Si se resiste á estos remedios suaves, es necesario
acudir á los eméticos y los purgantes; los primeros tienen la prefe-
rencia en corta dosis (V. eméticos.) para que obren también como
purgantes: con la indicación de evacuar este primer foco del mal,
se emplea en el principio de las calenturas pútrida, biliosa, en las
quáles la bilis viciada y abundante exerce su acción morbosa en el
estómago , de donde viene la náusea, el vómito, el amargor de bo-
ca, y no pocas veces dolores en el vientre, ó á lo menos un gran
ardor. No siempre el amargor de boca es síntoma de saburra bilio-
sa en primeras vias; pues la debilidad del estómago, la deprava-
i66
AMA
cion de su función, los espasmos de esta región, y otros males, pro-
ducen este síntoma, que se combatirá según la causa que le pro-
duzca; y en este caso no tienen lugar los eméticos y purgantes, y
sí los tónicos, los amargos, los anríespasmódicos, y en una palabra
los remedios apropiados á la causa productiva, que desarregla las
digestiones.
AMARGOS, (medicamentos y alimentos) {Mat. Med. é Hig.)
El sabor amargo está tan esparcido en las substancias naturales, que
considerando este sabor como causa y base de acciones medicínales,
se pudiera multiplicar infinitamente la clase de estos medicamentos,
con relación á esta propiedad; pero la amargura se halla unida á
otras propiedades, que modificándola, hacen variar su acción, por
lo que es necesario distinguir los amargos puros, y otras clases de
amargos mezclados con otros sabores de distintas qualidades; y así
consideraremos primero los amargos aromáticos. Esta clase es
muy numerosa; comprehende las plantas labiadas, uniéndoseles á
las propiedades generales de amargos las de substancias olorosas y
fragantes. Otra clase hay de amargos acres, los quáles son mas ó
menos estimulantes, en quienes la amargura está asociada á un prin-
cipio penetrante muy oloroso sin ser aromático, como se ve en las
plantas cruciferas {V. esta palabra y la de antiescorbúticos.); otra
tercera clase hay de amargos, que comprehende los que toman con
ellos un olor venenoso y narcótico, como la amargura del opio; en
el qual, el principio narcótico sobresale mas que la parte amarga,
y así esta no tiene su acción medicinal pura y aislada en estas subs-
tancias. Hay otra quarta clase de amargos, que se aproximan mas
á los amargos propiamente dichos, que no tienen mezcla, que son
los purgantes y los eméticos amargos, como las sales neutras, ca-
tárticas, las hojas, las raices, las flores, los sucos gomosos, resino-
sos, que gozan de estas propiedades.
Los amargos, los mas puros y los que tienen analogía entre sí no
se pueden comparar con su íntima naturaleza, por ser poco co-
nocida su composición, lo que nos obliga á dar su análisis general.
Sin duda el principio de la amargura, particularmente de una
amargura igual, es idéntico en todas las substancias que tienen este
carácter; pero aun está muy atrasada la análisis vegetal, para que
podamos indicar la naturaleza y composición general de las subs-
tancias amargas; lo que dice sobre este objeto Cartheuser no es
muy exacto, sin embargo que ofrece ideas generales muy intere-
santes. Este autor observa que los amargos, propiamente dichos, go-
zan el medio entre los alterantes y los aromáticos, conteniendo una
substancia fixa, resinosa, gomosa ó aceytosa; cuya fixacion se opo-
ne á que sus propiedades se hallen en los productos de sus destila-
ciones; quedando sus principios activos en el fondo de los vasos
AMA 167
destilatorios, conservándose del mismo modo en estas substancias
guardadas. Quando se quiere después buscar la naturaleza íntima
de la substancia amarga fixa de los vegetales en general, se ve que
es la misma que los cuerpos dulces de este reyno; no diferenciándose
en mas que en la proporción, y en el modo de unirse, que será sin
duda siempre oculto á los Químicos. Ademas de admitir dicho au-
tor, como base de la amargura vegetal, una substancia resinosa y
aceytosa fixa, piensa que los amargos de este reyno contienen ade-
mas una sal neutra de diversa naturaleza, como el muríate de sosa,
el sulfate de sosa , nitrate &c. Según todas estas consideraciones tan
vagas, podemos tener pocas ¡deas exactas de la amargura de los ve-
getales; puede ser que la Química moderna con instrumentos y no-
ciones mas exactas, nos dé á conocer mejor su naturaleza quando
se dedique al examen de este importante objeto.
Los amargos vegetales tienen un principio idéntico á su amar-
gura; teniendo por consiguiente propiedades idénticas, y una ac-
ción igual sobre la economía animal; no diferenciándose entre ellos
mas que por los grados de su energía; y así los amargos ligeros no
tienen sino una acción débil en comparación de los amargos fuer-
tes. Todos los amargos fortifican el estómago, facilitan la digestión,
disuelven y arrastran el mucilago ó moco, quando es muy abun-
dante, y que se detiene en el estómago; corrigen la qualidad acida
ó acre de la saburra viscosa , que barniza sus paredes; dan también
fluidez y energía á la bilis espesada é inerte, obrando hasta un cier-
to punto en lugar de este humor; estimulan las paredes del estóma-
go y de los intestinos, aumentando la acción de las fibras muscu-
lares; matan las lombrices anidadas en estos canales, haciendo des-
prender las viscosidades que les sirven como de nido ó foco. A esta
primera acción sobre el canal alimenticio precede un constreñimien-
to y disminución de las evacuaciones. Una parte de*los amargos, di-
suelta en los sucos gástricos intestinales, y en el quilo, es conduci-
da por el sistema de los vasos absorventes y sanguíneos, en donde
esta substancia activa irrita suavemente las paredes de estos vasos,
aumentando sus oscilaciones, y acelerando por consiguiente el mo-
vimiento de la sangre y los humores blancos; aumentando también
el calor animal, y atenuando los demás humores. Con su uso des-
aparecen las obstrucciones; se aumentan las secreciones y excrecio-
nes de la piel y los ríñonesí los humores se depuran; detienen el
curso de la putrefacción; las úlceras se consolidan; los sólidos to-
man mas fuerza, y resisten mas á la acción ó choque de los fluidos.
Por todos estos efectos se ve que los amargos vegetales se deben
colocar entre los tónicos aperitivos, resolutivos, diuréticos, diafb«
rencos, depurantes, antisépticos, estomacales, febrífugos, antihel-
minticos y vulnerarios.
i68
AMA
La experiencia y el raciocinio hacen ver que los amargos son
otiles en todas las enfermedades que dependen de la lentitud de
los movimientos, de la debilidad de los órganos, de la atonía de
los sólidos, de la espesura, mucosidad y frialdad de les fluidos, y
de su impuridad y alteración general. Se emplean con utilidad en los
vicios de la digestión, en la pérdida del apetito, en les flatos, los
dolores y otras afecciones producidas por las lombrices; en las ca-
lenturas intermitentes, la ictericia crónica, la edema, y la leucofle-
macia; las obstrucciones antiguas de las visceras, la hidropesía in-
cipiente, la apoplegía serosa, y sus conseqüencias; la asma húme-
da, los vómitos, la diarrea mucosa , las flores blancas, las gonorreas
antiguas, la supresión del menstruo, de los loquios del fluxo he-
morroidal; las enfermedades catarrales, y las afecciones reumáticas,
a-trincas, los vicios psóricos y escorbúticos; la raquitis incipiente; las
c >nseqüencias de las heridas y las úlceras internas y externas. En
toda esta larga serie de enfermedades son sin duda muy útiles los
remedios amargos bien administrados; pero pueden ser muy daño-
ssquando se usan mal, pues estos no son remedios indiferentes que
se pueden aplicar en todas las ocasiones; no se deben prescribir en
las enfermedades inflamatorias quando el calor es grande, la bilis
está alterada, la sangre agitada, y en un estado de rarefacción;
quando hay mucha sequedad, crispatura y constreñimiento; en las
irritaciones y enfermedades espasmódicas violentas.
Se usan en infusiones ó cocimientos, en extractos aquosos, en
tinturas espirituosas ó disoluciones en el alcohol; sus aguas destiladas
no tienen ninguna virtud. Exteriormente se prescriben también en
cocimientos, y entran en los ungüentos, los emplastos y cataplasmas.
Los principales amargos vegetales son la quina, las raices de
genciana, de díctamo, de trébol fibroso, de muzgos, de aristolo-
quia, de escrofularia; las hojas de escordio, de axenjos, de cardo
benedicto, de trébol aquático; los cogollos de centaura , de fuma-
ria , la si marraba; las semillas de cardo benedicto y de cardo ma-
rino. Ext. de F
AMATO Ó AMAT. {Biog.) (Doctor Juan Carlos) Catalán,
Médico de Monserrate: escribió una obra con el título: Fructus
Medicina ex variis Galeni locis decerpti. León de Francia 1623,
en 12.0
AMATUS LUSITANUS. {Biog ) Cuyo nombre propio era
Juan Rodríguez de Castelblanco. {V. el artículo Rodríguez.)
AMAUROSIS (Med.) Esta palabra equivale á lo que se llama
gota serena, que es la privación absoluta de la vista sin ningún de-
fecto manifiesto en el órgano; la amaurosis es el género quarto del
orden primero de la clase de debilidades de la Nosología de Sau-
vages. {V. enfermedades de los ojos.)
AMB 169.
ÁMBAR GRIS. {Mat. Med.) Es una materia concreta, de
consistencia blanda y tenaz como la cera, de un color pardo, se-
ñalado con algunas manchas amarillas ó negras, de un olor suave, y
mas fuerte quando se calienta ó se frota: se halla en masas irregula-
res, unas veces redondas, formadas por capas de diferentes natu-
ralezas mas ó menos gruesas, según se han reunido en mas ó menos
número. Esta substancia, sin duda, ha sido líquida, porque se en-
cuentran en ella muchas materias extrañas. Se halla el ámbar gris
flotando sobre las aguas del mar en las inmediaciones de las islas
Molucas, de Madagascar, de Sumatra, en las de Coromandel, en
las del Brasil, del África, de la China ó del Japón. Algunos pes-
cadores Americanos han asegurado á Schwediaur, Médico Ingles,
que hallaron varias veces esta materia, ó entre los excrementos de
una especie de ballena, que Linneo llama physleter macrocephalus,
ó en su estómago, ó cerca de él en una bolsa. Los Naturalistas dis-
tinguen varias especies de ámbar gris; pero los mas usados y mas
preciosos son el que tiene manchas amarillas, y el que las tiene ne-
gras; y aunque hay otras especies, que se diversifican por los varios
colores de las manchas, dependen estas sin duda de la mezcla de
cuerpos extraños. No nos detendremos en exponer las varias opi-
niones sobre el origen de esta substancia betuminosa; sobre si es
formado por el excremento de los páxaros, del cocodrilo y otros
animales cetáceos: si es cera y miel cocida por el sol &c, solo di-
remos que esta substancia, analizada por Geoffroy, Neumam, Grim
y Brown les ha dado los mismos principios que los betunes, esto
es, un espíritu ácido y una sal concreta, aceyte, y un residuo car-
bonoso, por lo que le han colocado entre los betunes.
El ámbar gris tiene un gran uso como perfume en los tocado-
res de las damas, lo mezclan ordinariamente con el almizcle, dis-
minuyendo su olor fuerte, y dexándolo mas suave y agradable. Sin
embargo, que aun con esta mezcla no agrada á todos. El ámbar
gris es un buen antiespasmódico, muy útil en las convulsiones epi-
lécticas y en las del estómago é intestinos, y particularmente en los
espasmos de las calenturas pútridas, nerviosas ó malignas, en los
saltos de tendones; no obra del mismo modo en los parosismos his-
téricos éhipocondríacos, á quienes los antiespasmódicos fétidos, hir-
ciña, convienen mejor. Se ha recomendado también este remedio
para los dolores de cabeza; pero suele excitarlos algunas veces; y
en este caso es necesario emplear el ayre fresco y los ácidos vege-
tales para destruir su efecto. En las Indias se toma habitualmente
el ámbar gris, para calmar la tristeza, y excitar la alegría ; lo creen
muy á proposito para alargar la vida, para mejorar la memoria, y
la mayor parte de las funciones del alma. Algunos han tenido á
este remedio oomo específico de la rabia y el tétano3 pero hoy no
tomo 1. X
170 AMB
se cree tal propiedad. En otro tiempo se usaba como afrodisiaco;
y aun no falta en el dia quien hace uso imprudente de él para ex-
citar el placer de la venus.
Se administra el ámbar gris en substancia en la dosis de quatro
á seis granos hasta la de diez y ocho ó veinte y quatro, y aun algo
mas. En las grandes enfermedades se le da en pildoras, disuelto en
el alcohol ó en el éter; en esta última forma se prescribe doce ó
quince gotas de tintura , se administra también en fricciones en las
partes convulsas. Ext. de F.
AMBI. {Cirug.) Máquina inventada por Hipócrates para re-
ducir la luxación del hueso del brazo con la escápula: este instru-
mento se compone de dos piezas de madera, unidas por uno de los
extremos con goznes; la una sirve como de pie, y debe estar per-
pendicular y paralela al cuerpo: la otra sirve como de palanca, y
se coloca paralela al brazo dislocado, atándolo á ella con varios
lazos; esta con la primera forman un ángulo recto, cuyo vértice
se ha de colocar precisamente en la axila. Aunque este instrumento
tiene algunas ventajas, son muchos mas los inconvenientes que re-
sultan de su uso, por lo que se ha proscripto casi enteramente de
la práctica, y aun algunos otros análogos á este, que se han mira-
do como mas perfectos, como el de Petit y Lecat; valiéndose en el
día para reducir las luxaciones de otros medios.
AMBLIOPIA. {Med. y Cirug.) Es la debilidad de la vista ó su
diminución , sin ningún vicio aparente en los ojos, y aunque lo hay
es relativo á la situación, al grado de luz, y á la distancia del objeto.
Esta enfermedad constituye el tercer género del orden primero de
la clase sexta de Debilidades de la Nosología de Sauvages. La
ambliopia se diferencia de la amaurosis, en que la primera es solo
diminución de la vista, y la segunda es una pérdida absoluta.
Para determinar las causas de la ambliopia es necesario tener
conocimiento del ojo, la visión, sus vicios de miopía y presvicia ó
vista presvita. {V. todas estas palabras.) También se tendrán pre-
sente los efectos de una luz desproporcionada, la demasiada dis-
tancia de los objetos &c. Esta enfermedad, en la mayor parte de
los hombres, es una incomodidad habitual y aun progresiva. El uso
de anteojos es el principal remedio , como se verá quando se trate
con mas extensión de esta afección, tanto el modo de elegir y usar
estos auxilios, como el método curativo mas conveniente,que se ha-
llará en todos los artículos de sus complicaciones y otras enferme-
dades que tienen relación con ellas, por haber precedido, y ser
esta su terminación;, pues las enfermedades locales pocas veces se
presentan simples y aisladas, y así exigen un tratamiento general,
con relación siempre alas causas principales, alas indicaciones ane-
xas, á los síntomas urgentes, y á la constitución del sugeto.
AMN 171
AMENCIA Ó DEMENCIA. {Med.) Es un delirio univer-
sal, pero sin furor, complicado de tristeza y una melancolía cróni-
ca. Esta enfermedad constituye el segundo género del orden ter-
cero de la clase octava de Vesanias de la Nosología de Sauvages.
Los latinos han usado'indistintamente el nombre de amencia, y los
de insania y disipientia , siempre que los sentidos internos y la
razón están alterados en términos que el enfermo delira habitual-
mente sobre uno ó muchos objetos. {V. delirio y locura.)
AMENORREA. {Med.) Enfermedad por la qual el fluxo
menstruo se disminuye ó falta enteramente. {V. clorosis.)
AMFIMERINA. (calentura) {Med.) Género de calentura re-
mitente, que tiene una exacerbación todos los dias. Constituye el
primer género del orden segundo de la clase segunda de Calentu-
ras de la Nosología eje Sauvages.
AMÍGDALAS O AMIDALAS. {Anat.) Estas son dos glán-
dulas que están situadas á los dos lados de la base de la lengua,
una á la derecha y otra á la izquierda, acomodadas en el espacio
que dexan los pilares anteriores y posteriores del velo del paladar:
su figura es parecida á la almendra, de donde toman el nombre
de amígdalas: también se llaman tonsilas y agallas; su color es como
roxo. Estas glándulas segregan y vierten en el esófago y la laringe
un licor untuoso, que contribuye con los demás humores á lubri-
car las fauces, é impedir que no se sequen, para facilitar la degluti-
cion &c. Las amígdalas están sujetas á la inflamación, á la altera-
ción catarral (esto con mas freqüencia), á los abscesos, al escirro,
y quantas enfermedades pueden padecer las glándulas , que se cura-
rán, como se verá en los respectivos artículos. {V. angina.)
AMNESIA. {Med.) Es la pérdida total de la memoria: esta
enfermedad constituye el género veinte y dos del orden quarto de
la clase octava de Vesanias de la Nosología de Sauvages.
AMNION Ó AMNIOS. (membrana) {Anat.) Una de las
membranas que envuelven al feto, es la que se llama amnion, que
es la mas interior; es muy fina y transparente, y mucho mas firme
que el corion, que es la otra membrana mas exterior (V. este artí-
culo.); su superficie interna es muy lisa, y la externa está cubierta
de una porción de texido celular por cuyo medio se une al corion,
particularmente debaxo de la placenta. Esta membrana tiene algu-
nos vasos sanguíneosrpero tan pequeños, que es muy difícil demos-
trarlos. En los preñados de gemelos cada feto tiene su amnion , sien-
do muy raros los exemplos de contener un mismo amnion dos fe-
tos. Sin embargo que esta membrana envuelve inmediatamente el
feto, hay ademas un fluido intermedio llamado licor ó humor del
amnion, parecido al suero de la leche, coagulable como la linfa,
siempre que no esté alterado ó corrompido, en el qual está como
17a AMO
nadando el feto. {V. aguas del parto.) Los usos de este fluido
son i.° mantener extendido, durante la preñez, el útero y el huevo
del feto para que no pueda ser comprimido tan fácilmente por el
útero ó por la acción de los músculos del abdomen ó por alguna
otra violencia exterior: 2.0 disminuir el golpeo del feto, que nadan-
do en este líquido le impide: 3.0 en el momento ó poco antes del
parto el orificio del útero se dilata suavemente por la bolsa del
amnion, que se va presentando con sus aguas: 4.0 luego que se
rompe dicha membrana al afectuarse el parto, y fluyendo durante
él las aguas que contenia, lubrican la vagina para facilitar la dilata-
ción de ella, y también la salida del feto.
AMONIACO Ó AMONIACAL, (sal) {Mat. Med.) Hace
mucho tiempo que se conoce con el nombre de sal amoniaco la
combinación salina del ácido muriático y el amoniaco ó álcali volá-
til: en el dia llamamos esta sal por la nueva nomenclatura metódica
muríate de amoniaco. {V. este artículo.)
Amoniaco. {Mat. Med.) En la nueva nomenclatura metódi-
ca de Química, á cuya formación he cooperado con Mr. Lavoi-
cier, Morveau y Bertolet, hemos puesto esta expresión en el fe-
menino, para expresar con solo una palabra la base de la sal amo-
niaco, que se llamaba antes álcali volátil; esta mutación no ha
hecho sino un bien muy ligero. Supuesto que aunque se haya
hecho esta mudanza, recae precisamente sobre una sal conocida
desde mucho tiempo, y solo hemos denominado la especie de álca*~
li que forma su uso; y así, después de haber establecido este nuevo
método, llamamos á las sales amoniacales sulfate de amoniaco; al
vitrioloamoniacal nitrate de amoniaco , ó nitro amoniacal &c. Se
ve pues, que adoptando la palabra amoniaco, para designar el álca-
li volátil, hemos dado también la antigua denominación, sin faltar al
método que nos hemos propuesto. Hemos hecho la palabra amonia-
€0 femenina, á fin de que todas las substancias del mismo género, en
la naturaleza, fuesen del mismo género en el lenguage; los nombres
de todas las bases terrosas y alcalinas son femeninos; la alúmina , la
barite, la magnesia, la cal, la potasa, la sosa, la amoniaco (amo-
niaca. )
Esta denominación amoniaco no tiene un origen exacto, y no
se ha tomado de la naturaleza de este álcali volátil, que hoy se re-
conoce, según las investigaciones de Bertoleff porque hubiera teni-
do necesidad de emplear dos palabras como hidrógeno azooticado
é ázoe hidrogenado, si se hubiera querido expresar su naturaleza;
pero se ha dexado la de amoniaco porque es simple, y ademas no
se aparta de la antigua denominación. Se dice que la palabra amo-
niaco antigua viene de la voz griega ammos, arena, porque se sa-
caba esta sal de la arena de Egipto y la Libia, impregnada de la orí-
AMO 173
na de los camellos; el templo de Júpiter, situado en esta región,
era también conocido con el mismo nombre, por razón de la mu-
cha arena que le rodeaba. F.
El amoniaco ó álcali volátil tiene mucho uso en !a Medicina: el
primer recurso que se emplea en las afecciones soporosas es este
fluido aplicado á las aberturas de las narices, ya sea aproximando,
destapado el pomo ó vaso en que está, ó humedeciendo una pluma
en él , introduciéndolo por las fosas nasales hasta donde alcance,
según los grados del sopor, y la necesidad de graduar los estímu-
los. También se usa interiormente en las calenturas nerviosas, para
que obre como excitante , mezclando algunas gotas con otros lí-
quidos apropiados para estas enfermedades: se usa también como
neutralizante de las sales metálicas que producen los cólicos de este
nombre; siendo este un líquido muy propio para mezclar con
qualquiera otro en todas las ocasiones que estén indicados los reme-
dios alcalinos y excitantes fuertes, graduando , según convenga, ya
sea aumentando el vehículo, ó disminuyendo la dosis; medio escrú-
pulo de álcali volátil en una libra de agua, no forma una bebida muy
estimulante ni demasiado ingrata , y mucho menos si se añade algún
xarabe. Exteriormente se puede usar mezclado con un aceyte craso
y el alcanfor, formando un excelente xaboncillo {V. esta palabra.)
para fundir tumores, resolver infartos, y aun quitar dolores &c; en
la picadura de la víbora y otras afecciones locales, se usa también
el álcali volátil, como se verá en varios artículos.
Amoniaco, (goma) (Mat. Med.) Es un suco gomoso-resinoso,
que se halla en pequeñas lágrimas blancas, y aisladas en lo interior,
y amarillas exteriormente. Por lo común estas lágrimas se reúnen en
masas, que se traen del Egipto, de los desiertos de África, y de la
Libia Cirenáyca , de las cercanías del templo de Júpiter Ammon: la
planta que le produce no se conoce; pero como en estas masas fe
hallan freqüentemente semillas semejantes á las de las plantas omblí-
feras , se supone que se extrae de una de ellas. Quando se manosea
ó se masca esta substancia, se ablanda y se pone dúctil y mas blan-
ca. El agua hirviendo disuelve casi enteramente esta goma, cuya
disolución es turbia y de un blanco amarillento; quando se evapo-
ra esta disolución queda un extracto amarillo, amargo, y de mal
olor: el alcohol disuelve esta goma mejor que el agua , cuya diso-
lución es mas transparente, y de un bello color amarillo.
La goma amoniaco tiene bastante uso en la Medicina; es un
buen fundente , por lo que se usa con suceso en las obstrucciones
antiguas. Se coloca entre los incidentes blandos, y principalmente
entre los que se destinan á las enfermedades del pecho: se mira
como vulneraria, resolutiva, antihistérica y emenagoga: cura las
obstrucciones del hígado, del bazo, del mesenterío, la matriz, y
174 AMO
las de los ríñones: se emplea con utilidad en la ictericia, las calen-
turas intermitentes, la hidropesía, las viscosidades y cálculos de los
ríñones, las flores blancas, las gonorreas, las úlceras de la uretra y
de todos los órganos interiores. Se puede prescribir por granos en
pildoras, incorporadas con azúcar ó algún otro extracto; pero el
mejor modo de usarla es haciendo una horchata con ella. {V.emul-
sión de Brunero.) Esta goma se debe preferir á todas las gomas re-
sinosas fundentes, porque reúne el tener mucho olor y sabor, y una
gran facilidad para disolverse en todos los humores; y por tanto
entra en muchos emplastos fundentes y resolutivos. Ex. de F.
AMONIACAL. Es un adjetivo usado en la antigua y en la
moderna nomenclatura, para expresar las diferentes combinaciones
salinas hechas por los ácidos unidos al amoniaco; y así se decia en
otro tiempo vitriolo amoniacal, nitro amoniacal &c., y hoy se
dice sulfate amoniacal, nitrate amoniacal. F.
AMOR MORAL. {Hig.) El amor moral es una pasión que
nace en el corazón de los dos sexos por una fuerza de simpatía ó in-
clinación, cuyo nudo amoroso forman los sentidos. En los jóvenes
virtuosos este sentimiento tiene un grado de pureza, que no se ha-
lla comunmente en los mal educados, cuyas costumbres son hijas
de la sociedad corrompida en que han vivido. El verdadero amor
exige estimación y cariño á la persona que se ama, y nunca se de-
be intentar ninguna acción opuesta al honor y la moralidad; un
amor racional enriquece el alma y el corazón de buenos senti-
mientos , y como que vivifica el espíritu; se puede permitir quando
haya las conveniencias de educación, de edad y de una mutua sim-
patía ; en estas circunstancias debe resultar una justa elección, y
verificarse el himeneo.
Seria una locura creer que el amor es permanente, pues este,
así como el fuego, exige un movimiento continuo, que es imposi-
ble mantener siempre; por lo que el amor, fundado en el cariño,
se convierte poco á poco en una amistad sólida, que con el tiempo
se suele acabar también. El amor moral inmoderado es el com-
plexo de todas las pasiones violentas, destructoras del hombre; los
zelos irracionales ; el temor devorador de perder el objeto ama-
do; el deseo ardiente é insensato de complacer y condescender, á
veces, con sus extravagancias; le pone en un estado de inquietud
y de agitación, que sobre acibarar y disminuir los placeres que
anhela, inhabilita á veces su máquina, no solo para las funciones
del amor físico , sino también para las demás de la economía ani-
mal. Exemplos freqüentes se ven continuamente de las conseqüen-
cias fatales de esta pasión violenta, resultando hipocondrías, locu-
ras , afecciones nerviosas y de otras especies; fugas, homicidios, y
otros crímenes que degradan al hombre, debidos todos estos extra-
AMO 175
víos á este estado de locura: de todas las pasiones esta es la que
principalmente exige la temperancia y cordura, al paso que, mo-
derada, ofrece mil delicias al hombre en beneficio de la sociedad.
[V. los dos artículos siguientes )
Amor físico. QE1 amor físico, el amor autorizado por el hime-
neo, es del que vamos á tratar: sus relaciones directas y multipli-
cadas con el arte de curar, nos imponen esta ley: no trataremos
ahora del amor moral, contemplándole solamente como una de sus
pasiones las mas fuertes, capaz de acarrear al hombre grandes y
violentos movimientos, que pueden trastornar el orden físico por su
reacción sobre el cuerpo, desordenando necesariamente la econo-
mía animal. (V. pasiones del ánimo, y el artículo anterior.)
De todas las funciones la mas importante y agradable para el
hombre es la generación; por ella se reproduce el hombre, y en
algún modo es el origen de la inmortalidad. Dexarémos á la Ana-
tomía la explicación de las diferencias que se hallan entre los dos
sexos: la Fisiología se encargará de instruirnos del desenvolvi-
miento de esta función, en quanto la sagacidad humana ha podido
averiguar. Nuestro objeto principal es dar á conocer las ventajas
y los inconvenientes que se siguen necesariamente del bueno ó mal
uso que pueden los hombres hacer del matrimonio.
El hombre, como ser sensible, inteligente y social busca cons-
tantemente el placer ó la felicidad; su existencia se extiende mas
allá de la esfera en que se halla, buscando otra posición mas fa-
vorable; pero ínterin busca el placer y se defiende del dolor, á ve-
ces la debilidad de los medios, y la poca experiencia, hacen que
se extravie, engañándose con el objeto que tanto busca y apetece.
Los sentidos y la sensibilidad del hombre serán afectados agradable
ó desagradablemente por los objetos exteriores, según su movilidad
individual, según tenga mas ó menos delicadeza en sus sensaciones,
en sus ideas, en su reflexión, en fin según la constitución de sus
sólidos, y su mayor ó menor energía, y según tengan los fluidos
mas ó menos homogeneidad; de aquí las diferencias de tempera-
mentos , que no son mas que una manera de ser particular de cada
individuo de la especie humana; por lo que resulta, que no tenien-
do los hombres una misma organización, no pueden tener las mis-
mas sensaciones, las mismas ¡deas, y las mismas inclinaciones. Sin
embargo, á pesar de las numerosas variedades que se hallan, todos
camina-n igualmente á un mismo objeto, buscando el placer y hu-
yendo del dolor , porque el uno es útil á su conservación , y el otro
la desarregla. Ademas de esto, la naturaleza, dando al hombre Ja
perspectiva del placer , no por eso le liberta de la gran debilidad
que ocasiona á los órganos cansados, quando es excesiva la conti-
nuación de su acción; y así los mas vivos placeres, especialmente
176 AMO
los del amor, terminan en un decaimiento ó desfallecimiento gene-
ral, como no haya intervalo en que se puedan renovar las fuerzas;
por lo mismo la vista de un objeto resplandeciente nos agrada al
instante; pero concluye este placer con herir demasiado sus órga-
nos quando nos detenemos mucho en él.
Los placeres mas vivos son por lo común menos durables, por-
que producen grandes movimientos; y sacudidas tan violentas á la
constitución humana, que de ningún modo las podria sufrir si se
prolongasen; por lo que un hombre sensato debe usarlos con eco-
nomía por su propia conservación: la temperancia, la moderación
y la abstinencia del placer son actos racionales , fundados en
la misma naturaleza del hombre. La pasión del amor es inherente
á la naturaleza: y vemos que es sin duda una necesidad presen-
te; pero debe ser contenida hasta ciertos límites, pues aunque es
la que produce el mayor de los placeres, también acarrea acerbos
tormentos.
Todos los seres animados que habitan el globo de la tierra son
sensibles al amor, buscando con ardorsus placeres, pero ninguno con
tanta impetuosidad como el hombre; sin duda porque las influencias
morales aumentan el placer , que en los otros animales son puramen-
te físicas; por esta razón es necesario que el hombre se guarde y
precava de los lazos de la seducción, y que conozca las conseqüen-
cias fatales á que se expone si se entrega inconsideradamente á una
pasión que hará su felicidad, si la usa con templanza, y la justa
medida de sus necesidades; pero causará su ruina siempre que se
entregue desenfrenadamente á ella.
Es inherente al hombre el deseo físico de la propagación , y tam-
bién la necesidad moral de vivir en sociedad con el bello sexo: de la
unión de estos dos sentimientos resulta lo que puede dar mas extensión
ásu felicidad, esto es, el amor virtuoso. En el momento en que esta
pasión principia á desenvolverse en un joven, estando ya perfectos
los órganos, es necesario moderarle la efervescencia de los senti-
dos, cuidando de que no se acalore su imaginación antes de cele-
brar el himeneo, ni de que se instruya en las necesidades de la na-
turaleza, sino por ella misma; si entonces alguna belleza se le pre-
senta, sentirá precisamente cierta inclinación: sus miradas, sus tí-
midas palpitaciones anunciarán el objeto de sus deseos. Esta sensa-
ción será absorvida con toda la fuerza de su alma, y su existencia
será felizmente subyugada á una compañera, con quien dividirá
sus placeres. El matrimonio es la unión de los dos sexos, en el qual
los esposos tienen por objeto el legítimo placer del amor, y al mis-
mo tiempo la propagación de su especie: este es el estado que con-
viene al hombre, y en el qual usa de las nuevas facultades que ha ad-
quirido por ia virilidad.
AMO 177
A casi todos los animales ha fixado la naturaleza la época del
año, para ocuparse en la multiplicación de sus diferentes especies: el
hombre, libre de esta ley, puede en todas las estaciones entregarse
á los placeres del amor. Sin embargo, puestos en cotejo todos los
tiempos, la primavera parece ser la estación mas ventajosa para sa-
tisfacer esta necesidad; es muy justo que quando la naturaleza se
renueva con todos los seres que la rodean , el hombre sea uno de los
que le rindan su homenage. La experiencia y la razón han demos-
trado que de todas las estaciones, el estío es la estación menos
conveniente á esta función, porque entonces la transpiración es ex-
cesiva, y la pérdida del semen aumenta infinito la debilidad, que
se sigue necesariamente á esta función. También se debe examinar
la hora del dia en que se deben disfrutar los placeres del amor:
la mañana sin duda es el tiempo mas oportuno para esta agradable
función, quando el estómago ha terminado la digestión , ó por la
tarde, quando nada tiene que hacer esta entraña; pues siendo este
órgano de tanta importancia, es necesario cuidar de que no sea in-
terrumpida ni debilitada su fuerza digestiva; y así es que los suge-
tos que no cuidan de esto, no solo transtornan la digestión, sino
también adquieren dolores de cabeza muy considerables, grandes
debilidades, y no pocas veces graves y rebeldes enfermedades.
La repetición de los actos venéreos deben ser en razón del tem-
peramento , de la edad, de la estación , del clima , y del método de
vida; es difícil determinar reglas fixas, quando se ve que la natura-
leza ha dado á los diferentes individuos fuerzas particulares tan
variadas; ella sabe indicar á cada uno el momento del reposo; los
excesos producirán precisamente no solo la pérdida del fluido ge-
nerativo , que debe servir para la reproducción de la especie , sino
también la del que debe quedar para solidificar y perfeccionar las
demás funciones, con quienes tiene mucha relación este fluido. En
general, un hombre joven y bien constituido puede cada dia una
vez disfrutar el placer de la venus, sin que su fuerza individual su-
fra ningún menoscabo. Este es por lo común el poder de la mayor
parte de los hombres, y aun accidentalmente se pueden exceder,
sin que esto sirva de regla, ni los casos raros y extraordinarios que
cuentan de algunos hombres demasiado viriles, que dexarémos de
referir. Algunos legisladores han querido sujetar a la ley los impul-
sos de la naturaleza: Solón prescribió á sus conciudadanos que no
se juntasen con sus mugeres sino tres veces al mes; acaso ignoró que
el amor habla á los hombres mas impetuosamente que las leyes hu-
manas.
El tiempo de las evacuaciones periódicas del bello sexo debe
ser respetado por los hombres: en otro tiempo se creia que los en-
gendros, en iguales circunstancias, ó morían ó nacían enfermos;
tomo 1. 2
178 AMO
aunque esto no es cierto, y sabemos que la sangre menstrua es tan
pura como la que corre por las venas, sin embargo es de temer que
el uso del coito, en tal estado, produzca alguna hemorragia en una
ocasión en que los vasos están extendidos, abiertos , y mas irrita-
bles. Este abuso acarrea, por lo común, á las mugeres las flores
blancas, los histéricos &c.
Debemos examinar qual es la edad mas á proposito para cele-
brar el himeneo. La experiencia ha hecho conocer, que todas las
edades de la vida no son á proposito; que la debilidad que se ad-
vierte en sus dos extremos ha hecho excluirlos; así, en general, se
creen ineptos, fuera de los casos raros y particulares. Los hombres
están en disposición de reproducir su especie quando segregan ya
el fluido seminal; las mugeres, quando las evacuaciones periódicas
han tomado su curso: la naturaleza se desenvuelve mas pronto en
estasque en el hombre. Los jurisconsultos, que sobre este punto si-
guen el dictamen de los Médicos, conocen que es muy raro que se
pueda procrear de diez á doce años; y así han determinado que los
hombres á los quince años puedan casarse, y las mugeres á los doce:
los que tengan menos edad se tendrán por pupilos; la ley no per-
mite que se casen antes, ni que se les pueda acusar de adulterio.
Este casamiento anticipado seria mirado como nulo; porque siendo
su objeto la procreación, se les supone incapaces, por faltarles la
edad que se requiere. Esto es lo que pertenece al rigor de la ley;
pero los Políticos, los Filósofos y los Médicos no creen que en es-
tas edades se han de hacer los casamientos verdaderamente útiles.
Platón y Aristóteles no querian que se permitiese casar á ninguno
antes de la edad de treinta años: yo creo que se puede fixar la edad
mas completa para las mugeres á los diez y ocho años, y para los
hombres de veinte á veinte y cinco: entonces los órganos de los dos
sexos han adquirido el vigor y la energía, capaces de dar á la so-
ciedad renuevos fuertes y bien constituidos, lo que no sucedería an-
tes de la edad que hemos fixado. Los hombres pueden engendrar
hasta los sesenta años, y aun hasta los setenta, según algunas anéc-
dotas , aunque muy raras. Ordinariamente las mugeres pierden su
fecundidad hacia los quarenta años, aunque se ve alguna vez,
que son fecundas á los cincuenta.
Si de la concordancia de todas las funciones de nuestro indivi-
duo, resulta el estado mas favorable al hombre , el de la salud , el
acto de la generación debe también concurrir al mismo objeto; y
se puede decir, que el uso moderado del matrimonio , no solamente
es útil á la salud, sino que se puede añadir, que en general es in-
dispensable en las personas bien constituidas, á fin de que no se
expongan á un gran número de peligros y enfermedades, que sue-
len acompañar á los que adoptan la continencia y celibato , sin te-
AMO 179
ner fuerzas y temperamento para ello; pues ciertas constituciones
sufren la continencia sin un gran menoscabo. Se ha observado que
la abundancia del fluido regenerador en sus reservatorios puede
causar graves enfermedades en uno y en otro sexo, ó á lo menos ir-
ritaciones tan violentas, que la razón del hombre mas austero no
basta para resistir á las pasiones impetuosas que se siguen, y le
pueden poner en el estado de los animales furiosos quando sien-
ten las impresiones sin satisfacerlas; y aunque es cierto que hay
hombres á quienes su constitución fría , digámoslo así, no les inclina
al amor ; hay otros por el contrario, en quienes el amor físico es una
necesidad impetuosa. Las personas de temperamento bilioso (irrita-
ble), que viven en continencia, están expuestas á accidentes muy
graves, originados por el priapismo, la satiriasis, las poluciones
nocturnas, los vapores, la melancolía, los dolores, los tumores, la
inflamación de las partes genitales, la espesura y acrimonia del lí-
quido seminal, las clorosis, las flores blancas, el furor histérico ó
uterino, enfermedades que se pueden considerar como conseqüen-
cias de la privación que se opone al orden natural. Los de tempe-
ramento sanguíneo hallan en el matrimonio un raudal fecundo de
alegría; los melancólicos son también afectados agradablemente;
por último, acalora también dulcemente el himeneo á los pituitosos
ó flegmáticos.
Los autores nos ofrecen muchas observaciones, que confirman
quanto hemos expuesto sobre la necesidad del matrimonio, y quan
importante es su uso. Galeno nos ha conservado la historia de un
hombre y una muger, á quienes una abstinencia absoluta puso muy
enfermos; y fueron perfectamente curados, renunciando la conti-
nencia que ridiculamente se habían impuesto. Zacuto habla de dos
hombres, en quienes la supresión del placer del amor fué seguida
de accidentes funestos; el uno atacado de un tumor al ombligo,
que ningún remedio pudo disipar; pero habiéndose casado, curó
perfectamente: al otro que acudió á Médicos, que no examinaron
con cuidado su estado moral, le acometieron vértigos, y después epi-
lepsias , muriendo en un parosismo. Se abrió su cadáver, y se halló
la causa de la enfermedad en las vesículas seminales, y canales de-
ferentes que estaban obstruidos y alterados enormemente. Serian
muchos los exemplos que podíamos citar de esta especie, pues los
autores y la historia de la Medicina nos refieren, á cada paso, infi-
nitos hechos que confirman esta verdad , y así no hay necesidad de
ofrecer mas pruebas en un asunto tan claro y conocido; pues apenas
habrá individuo en la especie humana, que no conozca por experien-
cia propia ó por razón las ventajas que acarrea el matrimonio en lo
moral, en lo político, y sobre todo en la salud.
Hemos expuesto las utilidades en todos respecto del matrimonio:
i8o
AMO
es necesario saber también que su uso excesivo produce acci-
dentes muy funestos. La importancia del fluido reproductor, como
se sabe por la Fisiología, no solo sirve para la función interesante
á que está consagrado, sino también para mantener una salud ro-
busta; pues una parte de este precioso licor se esparce en la masa
de la sangre, de quien se cree recibe algún influxo provechoso.
Muchos Médicos han creido que la pérdida de este agente, que
con nada se puede reemplazar , debilita mas que la de quarenta on-
zas de sangre. Las mutaciones que se advierten en la edad de la
pubertad, que no se observan en los eunucos, es una prueba clara
de esta aserción. La pérdida sola del semen, no es solamente la que
puede dañar la salud con el abuso del amor físico; es también el
daño considerable que ocasiona un exercicio tan violento y repeti-
do en la transpiración insensible (y en la respiración), debiendo
concurrir á la debilidad &c. Hipócrates, el mas antiguo y exacto
observador, conoció bien los malos efectos del abuso de la venus,
que describió con el nombre de consunción dorsal: según él, esta en-
fermedad nace de la medula espinal, y ataca á los jóvenes recien ca-
sados, y á los lividinosos, sin padecer calentura; los quáles, sin em-
bargo de comer bien , se van enflaqueciendo: sienten un hormigueo
en todo lo largo de la espina, desde la cabeza: en la cámara y la
orina evacúan un licor seminal muy claro; se fatigan quando andan;
sienten pesadez de cabeza; zumbido de oídos; y por último una ca-
lentura aguda acaba con estas víctimas del amor. Areteo dice que los
jóvenes que se entregan demasiado á los placeres del amor toman
el ayre y las enfermedades de los viejos; se ponen pálidos, afemi-
nados , torpes, floxos y estúpidos: su cuerpo se encorva; las piernas
no pueden sostener la máquina; tienen un disgusto general, estan-
do inhábiles para toda fatiga; y algunos caen en una parálisis. Sobre
este punto V. el tratado del Onanismo de Tisot, y este artículo,
en donde ademas de sus propias observaciones expone una gran
porción de pinturas horrendas trazadas por Celso, Galeno, Aecio,
Lomnius, Zuípio , HofFman , Boerhaave y Vanswieten. Son dema-
siado conocidos los efectos perniciosos del abuso de la venus, para
que nos detengamos mas en expresarlos; en otros artículos los vere-
mos como causas de enfermedades, y los medios de curarlas.
Uno de los puntos principales para que la armonía y buena
unión subsista entre dos esposos es que no haya entre ellos despro-
porción en la edad, que por desgracia se ve freqüentemente en los
casamientos de conveniencias: esta clase de nudos son casi siempre
á uno y otro sexo repugnante: la joven esposa, casada con viejo, no
halla en su marido el fuego vivificante con que puede animarla y
satisfacerla: sucede también que, debilitándose, adquiera una por-
ción de incomodidades, que hacen á su esposa una enferma perpe-
AMO
181
tua, á quien desagradarán ademas los deberes forzados á que se
somete, sin poder declarar por su reconocimiento: muchas veces los
viejos se robustecen y engordan con detrimento de la joven, á la
manera que una tierna flor se seca al lado de una desagradable ca-
ducidad. Si por casualidad los esfuerzos del viejo esposo han podi-
do alcanzar el fruto de un nuevo individuo, ¿ quál será la consti-
tución física y moral que resultará de esta prole? Solo el contacto
de un viejo con una joven perjudica infinito; y así, para restable-
cer las fuerzas de los convalecientes, disponen muchas veces los
Médicos que se acuesten los viejos, y todo el que esté muy débil
y consumido, con jóvenes fuertes y robustos, produciendo buenos
efectos para los primeros á costa de los últimos. No nos detendre-
mos en exponer otros inconvenientes, que son perjudiciales al ma->
trimonio y á las generaciones, como son las enfermedades venéreas,
la gota, y otros males hereditarios, los vicios de conformación, que
constituyen la impotencia {V. esta palabra.), y otros vicios y de-
fectos particulares, que se omiten por demasiado conocidos, que
trataremos en sus respectivos artículos.
Amor melancólico. El amor que los modernos llaman insen-
sato, es una pasión que tiene su origen en las constituciones melan-
cólicas , y como las demás pasiones violentas se ocupa siempre en
un solo objeto: este amor, que llamaremos melancólico, se aumen-
ta por la privación ; y así convendría mas á las almas sensibles si no
destruyese las fuerzas vitales. Es delicado en la elección , y su du-
ración se deshace con la esperanza de volver á él. Así como la per-
severancia hace su felicidad, así la inconstancia es la causa de su
tormento; este amor no se manifiesta como el que nace de la fuerza
de temperamento por ardientes deseos y empresas activas; su llama
se alimenta en el pernicioso retiro: su fuego abrasador está siempre
oculto á los ojos de la curiosidad: si sus placeres son moderados, lo
son también sin pesar: ve con indiferencia los fuegos destructores
abrasar corazones vulgares: contento siempre con el dulce ardor
que le entretiene, no se despecha por un abandono, que hace or-
dinariamente desear otros vínculos: siempre cuida mas de las facul-
tades intelectuales, que de la organización de algunas visceras, de
que no sufre tantas mutaciones como otros. Es una pasión del alma,
que se hace mas fuerte por las virtudes de la persona amada: esta
clase de amor, en las constituciones débiles, no acarrea tan pron-
tos y funestos efectos como en los excesos del amor físico; pero su
larga duración no es menos peligrosa: la inquietud destruye siempre
las fuerzas del alma; y el corazón del que ama, de este modo, casi
nunca está satisfecho de los motivos que deben asegurar los temo-
res; se aparta de todo quanto pueda destruir su ilusión; en una pa-*
labra, su alma está siempre llena de turbación y temor &c. Esta
l82
AMO
agitación, sin duda, enerva las funciones vitales, animales y natu-
rales; y son varias las enfermedades que se siguen. Hoflman, Fo-
resto, Amato y otros, citan diversos casos de histéricos, manías, lo-
curas y otras varias enfermedades que ocasiona el amor de esta es-
pecie , como se expresarán en otros artículos. {V. ninfomanía,
Y LA CLASE DE VESANIAS.)
Del amor con respecto á la Jurisprudencia médica.
Amor, tierno amor, que ha sido dado al hombre para sus de-
licias, formando el vínculo mas dulce y el mas firme de la socie-
dad, ¿quantos males no forjas por los males que produces? Bál-
samo y veneno de la vida á un mismo tiempo, ¿quánta atención
no exige al Magistrado de Policía? ¿y en quantas circunstancias
estos Magistrados tienen que valerse de los Médicos para arreglar
legítimamente estos puntos, y asegurar sus felices conseqüencias?
Esta vigorosa pasión, que tanta influencia tiene sobre las costum-
bres públicas y privadas, tiene sin embargo todavía mas sobre la
constitución física de cada hombre, en las de las familias, y sobre
las de toda la sociedad. El Magistrado no puede emplear su auto-
ridad mientras no haya escándalo; pero el Médico es siempre lla-
mado en los mayores secretos, no solamente para prestar sus socor-
ros , sino también en muchos casos judiciales, civiles ó criminales;
pues como se sabe, que entre las pasiones que agitan el corazón
del hombre, ninguna tiene tanto dominio en él como el amor, esta
pasión exerce un poder tiránico; y el primer efecto funesto es al-
terar los sentidos y destruir la razón: el que desgraciadamente está
así entregado, nada hay para él mas que su objeto amado; insensible
siempre, sordo á la voz de la razón y en su delirio desconoce Jas
obligaciones mas sagradas, por seguir la inclinación que le ar-
rastra; y á pesar de los obstáculos desea con ansia la posesión del
objeto que adora. Este hombre furioso destroza quanto se le opo-
ne, y en su exceso desprecia las leyes, y no conoce otras mas
que las del amor: ¿qué se ha de seguir de este hombre insensato
sino extravagancias , locuras, y algunas veces crímenes? Pocas ve-
ces los Jueces pueden precaver los primeros extravíos de esta pa-
sión; pero sí pueden contener después las funestas conseqüencias.
Los Jurisconsultos prescriben á los Jueces en estos casos, esto
es, quando no hay escándalo, que obren como padres de familia,
conciliando la severidad de las leyes, con la debilidad humana; es-
torbarán siempre que se denuncien y publiquen sus miserias, para
que no se desacrediten familias honestas; en las mismas circunstancias
están los Médicos, que deben callar, como los confesores, secretos,
que serian funestos, y nada remediarían si se publicasen. El Magis-
AMP 183
trado, lo mismo que el Médico, callando oportunamente, pueden
por medio de consejos hacer grandes servicios á las familias, á la
Religión y al Estado.
El amor ilegítimo es siempre una enfermedad moral; pero siem-
pre ó las mas veces produce una verdadera enfermedad física, par-
ticularmente en las mugeres; entonces no solamente piden el socor-
ro del arte de curar , sino también el auxilio de la Justicia. En mu-
chos de estos casos los Médicos y Cirujanos son los que han de de-
terminar el estado de semejantes enfermedades, por las que los su-
getos no deben tratarse como reos sino como furiosos {V furor
uterino. ) Las conseqüencias de este amor son la generación,
la preñez, el aborto, el parto y la crianza de los niños; en todos
estos casos se necesita del auxilio de la Medicina, el modo de tra-
tarlos está sometido á las leyes de la naturaleza, y de la sociedad.
Las enfermedades venéreas también exigen el auxilio de los Profe-
sores del arte de curar para los amantes, los esposos, los niños y
sus nutrices; y en varios casos interviene la Justicia, y debiera siem-
pre velar la Policía, y acaso no se comunicaría tanto en las fami-
lias este veneno fatal. {V. enfermedades venéreas.)
El amor bien ordenado debe inclinar á los hombres al matrimo-
nio : para contraerlo legítimamente, según las leyes divinas y huma-
nas, se requieren condiciones físicas, que muchas veces los Mé-
dicos y Cirujanos tienen que exponer en los juicios civiles y ecle-
siásticos. {V. impotencia.) Por último, por el amor se ocasionan
muchas veces crímenes enormes, tanto en su uso como en sus efec-
tos; por lo común los Médicos y Cirujanos son testigos de ellos, ya
sea por necesidad ó casualidad. La obligación que tienen de guar-
dar secreto, les dispensa aun de delatarlos á la Justicia; pero no de-
ben nunca ser cómplices. Ext...]
AMPOLLAS. {Cirug.) Se da por lo común este nombre á cier-
tas erupciones superficiales, que forman como unas vexigas llenas
de serosidad, y se forman en los pies, las manos, ó en qualquie-
ra parte del cuerpo donde se irrite por la aplicación de algún acre,
el fuego, ó por una violenta frotación &c. También se presentan
ampollas espontáneamente por un desenvolvimiento de las fuerzas
vitales , que hacen que se arroje á la piel un humor dañoso, como
se ve freqüentemente. El tratamiento de esta leve enfermedad es
dar salida á la serosidad que contienen por medio de una pequeña
abertura, que se hará con una lanceta , procurando que no se le-
vante la epidermis; y en caso que se desprenda , es necesario defen-
der la escoriación, que resulta con algún tópico suave: qualquiera
de los ungüentos minerales extendidos ligeramente sobre un lienzo,
es bastante para satisfacer todas las indicaciones de esta enfermedad.
AMPUTACIÓN. {Cirug.) Operación, por la qual se separa
184 AMP
un miembro ó una parte de él con los instrumentos cortantes; se
da mas particularmente este nombre á la separación de un miem-
bro; y quando se hace de un tumor ó de un pecho, se dice extir-
pación.
La execucion de esta operación no es tan difícil, según veremos
después, como el determinar en los casos que se ha de executar
este extremado remedio, en lo que no debe caber arbitrariedad;
es necesario examinar este punto con toda la circunspección y cui-
dado que exige la conservación de un miembro, cuya pérdida ha-
ce infeliz al que le pierde: solo en el caso que se hayan apurado
todos los remedios del arte, y la enfermedad sea insoportable, se
debe desenvaynar el cuchillo; bien que felizmente en el dia se eco-
nomizan mas estas y otras operaciones de sangre, debido en la ma-
yor parte al atrevimiento con que se manejan los instrumentos de
la Farmacia; ¿quantos miembros se han conservado por la opor-
tuna administración del opio en las heridas de armas de fuego?
¿quantos no deben su existencia al largo uso de la quina y otros
remedios? Son tan palpables estos hechos, que nadie puede dudar
de ellos. En nuestra península tenemos exemplos bien manifiestos;
pues en un corto número de años hemos visto, no solo mudar la
práctica sangrienta , sino también conocer sus saludables efectos.
Compárense las mutilaciones hechas en el asedio de Gibraltar, con
las pocas que se han executado en la última guerra de los Pirineos, y
se hallará una enorme diferencia con muchos mas felices resultados:
lo mismo sucede en el dia en los principales hospitales del Reyno,
por haber adoptado este último método; y la mayor parte de Ciru-
janos españoles están persuadidos, como los extrangeros, que se ha
abusado con demasiada freqüencia de esta operación.
Los casos que en general exigen la amputación, son la gangre-
na y esfacelo, que comprehenda todas las substancias blandas de
un miembro: en las violentas contusiones, las fracturas conminuidas
llenas de esquirlas, que estén dislacerando las partes inmediatas; sien-
do impracticable su conformación, ocasionando un desorden tal, que
la gangrena, las convulsiones y aun la muerte suelen ser inmediatas
conseqüencias. En las grandes caries de los huesos, principalmente
las que se hallan en sus extremidades articulares, en la parte espon-
josa , en que ni por la naturaleza ni el arte se pueda verificar la ex-
foliación , por temerse la propagación de este vicio á todo el hue-
so y aun á toda la máquina. También entra entre los motivos para
amputar un miembro los grandes exóstoses y espinas, ventosas in-
curables, que tengan peligro de contaminar á la economía animal,
y aun las heridas acompañadas de hemorragias, que no se pueden
detener, como las que resultan de aneurismas &c. Todos estos ca-
sos son generalidades, que exigen siempre tino práctico, discerní-
AMP 185
miento, y un examen prolixo de todas las posibilidades del arte,
comparando hechos entre sí, calculando la acción de los medica-
mentos , las fuerzas del enfermo, y los grados del mal &c. Si des-
pués de un maduro examen no se encuentra ningún otro medio, y
peligra el todo, con acuerdo de otros Profesores, si ser puede, se
hará la amputación siempre que haya probabilidad del feliz éxito.
Las partes que son susceptibles de la amputación son, en gene-
ral, las extremidades superiores é inferiores, y las varias partes en
que se dividen , como los brazos, antebrazos, manos y dedos, los
muslos, las piernas y pies, y aun otras partes, que también se pue-
den amputar , como la campanilla, el miembro viril 8cc.; por aho-
ra trataremos de la amputación de las extremidades.
* Luego que la operación se ha determinado, por ser indispen-
sable, es necesario determinar el sitio donde se ha de executar. Se
lu establecido, y con razón , que no se corte del brazo y la pier-
na sino lo menos que sea posible, cortando la pierna, á quatro de-
dos de distancia, por debaxo de la tuberosidad anterior de la tibia,
no solamente para facilitar el transporte y acomodo de una pierna
de palo , sino también para evitar el cortar los tendones de los mús-
culos extensores de la pierna; tampoco se ha de executar en el sitio
donde los huesos tienen sus apófisis, porque resultarla mas hueso
descubierto. Algunos autores convienen que se debe conservar la
pierna lo mismo que las extremidades superiores, diciendo que en
las enfermedades del pie es necesario conservar la pierna hasta por
debaxo de los maleólos, y poner después un pie artificial. Soligen,
famoso práctico de Holanda, ha inventado uno, según refiere Dio-
nis, que dice que tiene tanta firmeza, que se puede andar con la
misma facilidad como con un pie natural; se debe dudar de esta in-
vención , porque no se ha transmitido ni comunicado su descripción;
y es bien sabido de todos los prácticos lo difícil que es la consoli-
dación de la úlcera que resulta en semejantes casos.
El brazo se puede separar por su articulación superior en las
enfermedades de la cabeza del húmero. Se han presentado á la
Academia de Cirugía muchas memorias, con el proyecto del mé-
todo de amputar la pierna por la articulación; pero esta operación
no ha tenido lugar por parecer absolutamente impracticable. Tam-
bién se cortan los dedos por las articulaciones: algunos prácticos
prefieren cortarlos por medio de los falanges con tenazas incisivas;
cuyo método debe abolirse, por ser poco conforme á la buena prác-
tica quirúrgica...
Antes de executar la operación se dispondrán las cosas necesa-
rias, como son el torniquete, con todas las demás cosas que perte-
necen á esta operación, que se colocarán sobre una mesa con los
instrumentos, que consisten en un cuchillo semicorvo, ó recto, para
TOMO I. AA
iSÓ
AMP
hacer la incisión circular de las carnes; otro recto,llamado interho-
seo, para cortar la carne que hay entre los huesos; una compresa
hendida para retirar las carnes; una sierra para cortar el hueso, y
agujas enhebradas para ligar los vasos: sobre otra mesa se dispon-
drán las piezas del vendaje, colocadas según el orden con que se
han de usar, como son hilas, dos compresas pequeñas quadradas,
de una pulgada de ancho, una compresa redonda de la extensión
del muñón, una cruz de Malta , tres compresas á manera de lon-
gueta, y una venda de la longitud necesaria: es muy conveniente
que haya todas estas piezas dobles; también será del caso tener á la
mano alumbre crudo y en polvo (y algunos trozos de agárico).
Estando todo ya prevenido, se puede pasar á hacer la opera-
ción, poniendo inmediatamente al enfermo en una situación cómo-
da para él y para el operador. Si se ha de cortar el brazo ó muslo,
el Cirujano se colocará exteriormente; si la pierna ó el antebrazo,
se situará en la parte interna, porque en esta situación serrará
con mas facilidad el hueso; los ayudantes se colocarán, según alo
que se les destine ínterin la operación , en la que hay tres condi-
ciones esenciales que executar: primero es necesario hacerse due-
ños de la sangre por medio del torniquete; en segundo lugar cor-
tar el miembro según arte; y por último, ligar los vasos y aplicar
el vendaje.
Para cortar el miembro es necesario sostenerlo por los dos ex-
tremos del sitio donde se ha de hacer la sección : quando se executa
esta operación por causa de una fractura de muchas piezas , se de-
be colocar el miembro sobre una especie de caxa; sin esta precau-
ción el menor movimiento causaría al enfermo dolores agudos, y
tan crueles, que excederían á los de la operación. Se pondrá después
por encima del sitio, de donde se ha de hacer la incisión circular,
una ligadura apretada que circunde el miembro ; que sirva , no solo
de afirmar las carnes, sino también para dirigir la incisión ; tenien-
de cuidado antes de hacer esta ligadura de llevar hacia arriba los
tegumentos (para que se haga mas pronto la regeneración y cica-
trización de la llaga del muñón). El Cirujano con la rodilla dere-
cha en tierra , y el brazo derecho dirigido por debaxo del miem-
bro que va á amputar, recibe en esta mano el cuchillo, que un
ayudante le presenta; y le dirige de suerte, que la punta esté en-
frente del pecho del operador, lo mas inferior que sea posible: en
estos términos principia á executar la incisión circular, tomando el,
dorso del cuchillo hacia su punta con el dedo índice y el pulgar
de la mano izquierda; con la acción combinada de las dos manos
se terminará la sección de las carnes. Algunos Prácticos hacen la
incisión circular en dos tiempos, cortando la piel y la gordura dos
ó tres dedos por debaxo del sitio que se proponen serrar el hueso;
AMP 1S7
después se tiran las partes cortadas hacia arriba, para continuar !a
incisión de las carnes hasta el hueso: la ventaja de este método es
evitar que el hueso quede descubierto después que se cortan los
músculos, lo que haría la cura muy larga, teniendo que cubrir la
porción de hueso que sobresale; pero se podría lograr esta ventaja
sin hacer la operación tan larga ni tan dolorosa , inclinando el corte
del cuchillo hacia la parte superior del miembro, y cortando las car-
nes obliquamente de abaxo á arriba: yo he hecho esta operación
muchas veces de esta manera, dexando en la primera incisión casi
.una pulgada de carnes al rededor del hueso; cortando también
obliquamente con un bisturí recto lo que quedaba hasta el perios-
tio exclusivamente: por este método la punta del hueso quedará
siempre tapada con las carnes; pero nunca será tan ventajoso como
el método anterior.
Después de haber hecho la incisión circular, se toma el cuchillo
recto para acabar de cortar las carnes que quedan al rededor del
hueso, ó entre los dos huesos de la pierna y antebrazo, cuidando
de cortar el periostio; siendo inútil, como se hacia antes, el raerle
hacia la parte inferior, porque alarga la operación sin ninguna ven-
taja; luego se dirigen las carnes hacia la parte superior del miembro,
por medio de la compresa hendida, para despojar el hueso; en se-
guida se toma la sierra, que se aplica al hueso ligeramente, para
hacer la señal; que después se pueden aumentar progresivamente los
movimientos de este instrumento, pero sin apoyar demasiado, te-
miendo se encallen los dientes en el cuerpo del hueso; y quando se
va á terminar se necesita mover la sierra mas dulcemente , para evitar
que se levanten esquirlas; teniendo también mucho cuidado el que
sostiene la parte del miembro que se va á separar, con no baxarlo
ni moverlo, por el peligro que hay de que salten esquirlas del hue-
so; y si lo dirige hacia arriba, impedirá que corra la sierra retar-
dando la operación. Quando hay dos huesos, se principia por el
mas grueso; y así en la pierna se hace la primera impresión en la
tibia, y después se sierran los dos huesos á la vez, y se acaba en la
tibia. En el antebrazo se principia y se concluye del mismo modo
en el hueso cubito: de esta manera no hay que temer que se hagan
esquirlas; teniendo ademas cuidado el ayudante que sostiene el
miembro de apoyar fuertemente el peroné hacia la tibia, ó el radio
hacia el cubito quando se sierran estas partes.
Luego que se ha hecho la amputación es necesario contener la
salida de la sangre, ligando los vasos, para lo qual se afloxa un po-
co el torniquete, de modo que se puedan descubrir los principales
vasos, y ligarlos, que es el medio mas seguro, y que tiene menos
inconvenientes que la aplicación de cáusticos {V. esta palabra y
hemorragia.); después que se han visto los vasos se aprieta el tor-
iS8
AMP
niquete: para hacer la ligadura se toma una aguja corva enhebrada
con un cordonete formado de tres ó quatro hilos paralelos y en-
cerados; se introduce en las carnes por debaxo y al lado de la ex-
tremidad del vaso , dirigiéndola profundamente para que salga al
lado opuesto del vaso; de manera que se halle comprimido sufi-
cientemente con las carnes por los quatro puntos paralelos: se ha-
ce después un nudo doble, que se llama comunmente el nudo del
Cirujano. Si hay muchos vasos considerables, se executa en ellos la
ligadura;h hemorragia de los vasos musculares se contiene con so-
lo la aplicación de las hilas y la compresión. Se pudieran también
empapar las hilas, que se aplican inmediatamente sobre estos vasos
en espíritu de vino ó de trementina , para cerrar su orificio y formar
el coágulo, pudiéndose igualmente aplicar para el mismo efec-
to les piñones de alumbre ó el polvo de este mineral. En seguida
se cubre todo el muñón de hilas secas en pelotones, para que se
acomoden mejor á las desigualdades que las planchuelas; luego se
ponen compresas quadradas frente á los vasos, contenido todo esto
por una compresa redonda ó quadrada, cortados los ángulos, que
quede en figura exágona; esta debe ser sostenida por otra gran
compresa en forma de cruz de Malta, cuyo centro será de la mag-
nitud del muñón; la compresa exágona, y los quatro brazos se
colocarán en las partes laterales del muñón: después se aplicarán
tres longueras, de las quáles dos cruzarán el muñón; y la tercera,
Mamada circular, poique le circundará, conteniendo las otras dos;
luego se hace un vendaje, que se llama caprelina, que consiste en
dar vueltas circulares al miembro con una venda , que de quando
en quando cambiará de dirección para tapar con ella el muñón; cu-
yas vueltas, que llaman rambersadas, se sujetan con las circulares
que se dan al rededor del muñón. Se pudiera suplir á este vendaje,
en que se necesita una venda de mas de ocho varas, el de un saco,
que se acomodase al muñón, y se sostuviese con cordones ó cintas.
Concluido todo esto se afloxará un poco el torniquete para aliviar
al enfermo de esta compresión, y aun quitarlo enteramente después
de haberle puesto en la cama; el qual debe acostarse en términos
que quede el muñón un poco elevado, y un ayudante le contenga
fuertemente concia mano, y un pelotón de hilas el vendaje por
espacio de doce ó quince horas para evitar una hemorragia. Se pue-
de levantar el vendaje pasados tres ó quatro dias después de la ope-
ración , y aplicar á la llaga un digestivo conveniente , porque en es-
te tiempo ya estará formada la supuración de la úlcera: un dia ó
dos antes de descubrir el muñón se humedecerá con aceyte de hi-
pericon ; después se sigue curando la úlcera según las indicaciones
generales *.
Hemos expuesto el método mas común de amputar los miem-
AMP 189
bros, según lo describe Mr. Luis, y el que generalmente practican
todos los Cirujanos, con solo alguna corta variedad , como el poner
el tortor en lugar del torniquete ó los dos instrumentos á un mismo
tiempo: el primero para el acto de la operación, y el segundo para
después; otros métodos hay que por ser menos preferibles no los
exponemos.
El método que la Medicina debe prescribir á los amputados, an-
tes y después de executar la operación, se debe dirigir á precaver
la inflamación, á que la sensibilidad é irritabilidad no incurran en
el estado morboso en tanto grado que se sigan las fatales conse-
qüencias , que tan repetidas veces vemos realizadas por este y otros
motivos. Es imposible determinar ni dar reglas que establezcan el
método que deba seguirse; las varias circunstancias lo han de indi-
car. Si el operado es un sugeto débil, semicaquéctico, no hay que
temer la inflamación , ni se debe poner á una dieta tan tenue como
á un robusto ; pues acaso habrá que corroborarlo. El uso de algún
calmante debe siempre convenir, porque disminuyendo este la sen-
sibilidad algún tanto, no hará tanta impresión la acción dolorosa
del cuchillo. Las sangrías formularias, que comunmente se suelen
hacer, no deben generalizarse tanto; solo convendrán en aquellos
que la plenitud de los vasos sanguíneos y la naturaleza del mal lo
exijan; pero no en aquellos que una caries pertinaz ú otra enferme-
dad los ha debilitado, y apenas ha dexado fuerzas para sufrir esta
operación. En las heridas y fracturas de armas de fuego nada pre-
caven las sangrías, y sí el opio (V. heridas de armas de fuego).
Los cardiacos, ó sean los tónicos y corroborantes, tendrán lugar
en aquellos que son débiles y aun robustos. El miedo , esta pasión
de ánimo abatidora, los pone semeasfíticos; en una palabra, se aten-
derán á todas las indicaciones según el estado predisponente ó real-
mente enfermo del operado.
Amputación de los dedos. Por dos motivos se cortan los de-
dos, por su mayor número, para que no estorben y dexen mas li-
bres los preciosos órganos de las manos, ó por la corrupción de sus
huesos. No es muy raro ver nacer con dedos superfluos en los pies
y en las manos: en este caso se recurre á los auxilios de la Ci-
rugía para cortarlos, que se executa con mucha sencillez, sin mas
que hacer una incisión circular á Ja raiz del dedo con un bisturí que
interese hasta el hueso, extrayendo este después: la sangre que sa-
le se detiene fácilmente con la aplicación de las hilas secas; bien
que de antemano se puede hacer sobre los maleólos ó en la muñeca
una ligadura circular medianamente apretada.
Tres razones principales determinan á los Cirujanos á cortar ó
amputar los dedos de los pies y de las manos: primero, quando es-
tan mahullados y mortecinos, y su destrucción es tal, que no hay
190 AMU
esperanza de restablecerla por ningún medio mas que la incisión:
{V. el principio del artículo anterior) segundo, quando están
enteramente esfacelados: tercero, quando se hallan con una caries
completa sin esperanza de exfoliarse , temiendo su propagación ; por
un exóstose de mala índole &c. Convencidos de la necesidad de
amputar el dedo, se executa por qualquiera de los tres métodos: el
primero consiste en hacer una incisión circular á la piel y á las car-
nes, que rodean el primero, segundo y tercer falange, según por
donde se deba amputar, y después se corta el hueso con las tenazas
incisivas. El segundo método consiste en cortar las carnes como en
el primero, colocar la mano en un plano como un trozo de madera
movible, y tomando con una mano un escoplo y con la otra un
martillo, se cortará de un golpe prontamente todo lo que pudiera
corromper: el tercero y último se reduce á tomar un bisturí recto,
y por una de sus articulaciones separar el hueso como quien va á
disecarle: este método es el mas preferible y sencillo, y menos pe-
ligroso. Después de haber hecho la amputación se coloca sobre
el muñoncito unas planchuelas de hilas secas con sus compresas y
vendaje correspondiente, descubriéndole al tiempo oportuno, y
curando la llaga por el método ordinario {V. ulcera.).
AMULETOS. {Mat. Med.) Los amuletos son todas las subs-
tancias que algunos llevan colgadas al cuello, en el pecho, en el
brazo, ó en qualquiera otra parte del cuerpo, persuadidos á que
eran capaces de curar ó precaver las enfermedades. En la primera
Enciclopedia se colocó este artículo en la adivinación, reuniendo la
historia de los amuletos medicinales con los de la superstición , á
quienes los latinos llamaban proba, servatoria , phylacteria, amo-
limenta. Esta última palabra viene del verbo amolirí, quía mala
amolirí dicebantur; se ha mudado la de amolimenta en amoleta,
y nosotros decimos amuletos. Los atletas llevaban figuras de estos
amuletos para conseguir la victoria; se colgaba también al cuello de
los niños pedazos de ámbar y de coral grabados, y representando
las mas veces figuras obscenas, para preservarlos de la fascinación.
Esta especie de amuletos se llamaban prcefiscini. Los turcos aun tie-
nen fe á los talismanes, y todos los negros á sus grigis. Los ára-
bes tienen tal confianza en ellos, que los ponen al cuello de los ca-
ballos en sacos de cuero. Sus amuletos son de pasages del Alcorán,
escritos en pergamino ó en piedras, á las quáles se atribuyen gran-
des virtudes, y que los dervises venden muy caros á los maho-
metanos.
Esta práctica , que la ciega superstición ha introducido y fomen-
tado por algunos insensatos, la han seguido muchos, é introducido
también en la Medicina desde la mas remota antigüedad: aun por
los hombres de gran mérito, pero nacidos en siglos poco ilustrados,
AMU 191
quienes han recomendado el uso de diferentes amuletos. Boyle se
ocupó en buscar la acción de varias emanaciones; y viéndolas por
todas partes, creia que muchos amuletos causaban algún efecto,
y que sus efluvios podían penetrar los poros del cuerpo humano. Se
pudiera atribuir muy bien esta propiedad á las substancias oloro-
sos; pero ¿cómo es posible pensar que Boyle haya podido creer que
el polvo del cráneo humano, aplicado en la piel hasta calentarse,
le hubiese curado el fluxo de sangre de narices que padecía con
freqüencia, y que se habia resistido á otros remedios? ¿Cómo se ha
de creer que Van-Helmon, hombre superior á las luces de su siglo
en algunos puntos, tuviese confianza en los trociscos del sapo apli-
cados en la piel; y que Zwelfer, Médico instruido, haya añadido
que estos trociscos habian preservado de la peste á sus amigos y
criados, y que habian curado con ellos algunos apestados?
En el dia nadie duda, desde que las luces de la Física experi-
mental y la Química se han unido á la Medicina, que ninguna
substancia obra en la economía animal sino por principios activos;
y que un cuerpo terroso, duro, insípido, sin olor, indisoluble, lle-
vado exteriormente, pueda tener virtud alguna. Los principales-
amuletos son los huesos de los muslos de los sapos, los sapos mis-
mos secos en polvo, los polvos de víbora, los huesos de topo, los
huesos de la cabeza de ciertos reptiles, los dientes de lobo, los
de zorra , los de perro, los huesos del ahorcado, los pedazos de
paño de grana, los pedazos ó brazos de coral, las semillas de
peonía, el ámbar amarillo ó el sucino &c.
Todas estas substancias inertes no tienen absolutamente ninguna
virtud; lo mismo que sucede con ciertas castañas, que se llevan en
el bolsillo para preservarse de las almorranas; los pedazos de cor-
cho , de que se hacen collares que ponen al cuello de las hembras
de nuestros quadrúpedos domésticos, quando crian para que se les
siente la leche , y precaverlas de los males que puedan ocurrir de ello.
Aunque la Medicina no tiene ninguna confianza en esta práctica,
verdaderamente supersticiosa, tampoco logra ninguna ventaja en
proscribirla , ni conjurarse contra ella entre las gentes vulgares,
porque no se le conoce ninguna qualidad dañosa; los enfermos que
tengan confianza en los Médicos está bien que se les persuada é
ilustre sobre la inutilidad de todos estos medios; pero seria inútil,
y algunas veces peligroso, el hacerles quitar con violencia este uso
a ciertas personas. He visto algunas veces gentes instruidas, menos
en Física, burlarse de las prácticas supersticiosas de los bárbaros,
como los grigris de los negros, de los talismanes de los árabes &c,
y llevar ellos en el bolsillo las castañas para precaverse de las al-
morranas, ó los saquillos antiapopléticos; si alguno intentase ridi-
culizarles esta práctica, era quererles quitar una dulce ilusión, y
192 ANA
las mas veces combatir inútilmente una preocupación agradable.
Entre estos remedios hay algunos que tienen alguna propiedad:
todas las substancias olorosas, el alcanfor, la raiz de valeriana, la
de lirios de Florencia, la asafétida , el opio, las plantas, y las cor-
tezas aromáticas bien conservadas y hechas polvo &c., aplicadas
en saquillos sobre la región del estómago , en lo demás del vien-
tre &c. pueden obrar como ligeros tónicos, estomacales, fortifican-
tes y calmantes; pero estos efectos, algunas veces, son mas daño-
sos que útiles, por producir una impresión violenta en los nervios
(será acaso en las histéricas ). Ext. de F.
ANACATHARSIS. {Med.) Palabra griega que usaba Hipó-
crates y los Médicos antiguos quando querian expresar que habia
evacuación de pecho, que equivale á lo que llamamos expectora-
ción. Esta voz también expresa el género quinto del orden tercero
de la clase nona de fluxos de la Nosología de Sauvages, quien le
define: evacuación por la boca con tos de las materias mucosas y
purulentas contenidas en el pecho.
ANAFRODISIA. (Med.) Se llama así la enfermedad por la
qual se ha extinguido el deseo ó apetito del acto venéreo, habien-
do una impotencia viril para la execucion, formando á los hombres
impotentes, y á las mugeres estériles: constituye esta enfermedad el
género trece de la clase sexta de Debilidades de la Nosología de
Sauvages.
ANALÉPTICOS. (Hig.y Mat. Med.) QLos analépticos, con
respecto á la Higiene, son las substancias puramente nutritivas, que
se emplean para restablecer las fuerzas de los sugetos que han su-
frido grandes enfermedades, que han sido mal alimentados, ó por
haber hecho grandes trabajos corporales é intelectuales, ó que han
sufrido grandes evacuaciones: para restablecerles sus fuerzas es ne-
cesario que la Materia médica, de acuerdo con la Higiene, sumi-
nistre sus auxilios en estas circunstancias: los tónicos, los cordiales,
los estomacales son útiles; pero es preciso usarlos con moderación:
lomas importante es suministrar alimentos suaves, ligeros, que
no carguen el estómago, y que se conviertan fácilmente en quilo
para el mas pronto restablecimiento. Los alimentos que tengan es-
tas qualidades se deben mirar como los analépticos mas importan-
tes; en la enumeración de estos medios, los mejores son los su-
cos de las carnes bien hechos , las jaletinas hechas de carnes de
ave ligeramente aromatizadas , las cremas ligeras de arroz con
la cascara de naranja, el chocolate, la leche que convenga, y que
sea mas apropiada , los vinos añejos y generosos de España , de Bor-
goña y del Rhin &c. En el uso de todos estos alimentos es necesa-
rio que los enfermos no carguen demasiado el estómago, y no sigan
la regla del apetito, porque pueden indigestarse con facilidad.
ANA 193
Los analépticos, con respecto á la Materia médica, son las subs-
tancias propias á reparar prontamente las fuerzas perdidas, de las
quáles hay dos clases; los unos obran rápidamente, aumentando
pronto el tono de la fibra, reanimando las fuerzas, y regenerando,
digámoslo así, la energía de los movimientos vitales; tales son los
vinos añejos y generosos, los aromas, la triaca , las tinturas ó di-
soluciones que se hacen de varias substancias aromáticas con el al-
cohol; y en general los balsámicos, los aromáticos, los amargos y
los astringentes &c. La segunda clase de analépticos comprehende
las materias alimenticias que contienen mucho suco nutritivo con-
centrado (mucilago) en poco volumen; cuya naturaleza se aproxi-
ma á la de los humores del cuerpo humano, y que se digieren pron-
ta y fácilmente, como son las jaleas ó jaletinas, que hemos expues-
to, los caldos de gallina, de tortuga, de cangrejos, los cocimientos
ó substancias de pan &c.; estas dos clases de medicamentos exigen,
como hemos dicho, precauciones y conocimientos para su adminis-
tración; para lo quáles necesario distinguir los diferentes estados y
modificaciones de la vida, la debilidad, sus diferencias, efectos y
enfermedades; pues sabemos que algunas veces la debilidad es apa-
rente como la que acompaña á las calenturas inflamatorias y con-
vulsivas, en las que la diminución de fuerzas y dificultad de exe-
cutar los movimientos es mas bien causada por la mayor masa de
líquidos, que llenan los vasos,que por otras causas debilitantes: en
estos casos, los analépticos fortificantes harían mucho daño, y au-
mentarían este estado: los analépticos nutritivos no producirían
ningún bien, y acaso no se digerirían; pero en la verdadera debi-
lidad, la que depende de la atonia de las fibras, de la inercia de
los líquidos, acompañando también el desfallecimiento, que es la
conseqüencia de las largas enfermedades , del exercicio excesivo
del cuerpo y del espíritu, de las vigilias, de los placeres inmodera-
dos, de la masturbación; en estos casos se pueden emplear con
utilidad los analépticos, con las precauciones que heme s indicado,
cuidando siempre del estado del estómago, condimentando los ali-
mentos con corroborantes, como la canela &c., y usándolos eri
corta cantidad y á menudo. Ext..."}
ANÁLISIS. {Mat. Med.) La análisis en general es la separa-
ción de los principios de los cuerpos, ó la descomposición que hace la
Química para sus experiencias: ella es la que ha hecho esta ciencia
mas exacta en sus operaciones, y la que le ha dado una nueva for-
ma: por ella se sabe i.° que entre todos los cuerpos naturales los
unos pueden ser descompuestos: 2.0 que otros son difíciles de com-
poner: 3.0 que hay otros que se descomponen tan fácilmente, y
que es casi imposible mantenerlos en un mismo estado.
Los cuerpos simples ó indescomponibles, relativamente á nues-
tomo 1. BB
194 ANA
tros medios é instrumentos son el carbón puro, el azufre, el fósforo,
los metales, el oxigeno ó base del ayre vital, el hidrógeno ó base
del gas inflamable, el ázoe ó base delgas, ázoe atmosférico, y las
tierras. Los cuerpos mas ó menos difíciles de descomponer son
aquellos que no están sino en combinación con dos de los princi-
pios precedentes, juntos ó con los compuestos binarios; estos mix-
tos se volatilizan por medio del calor sin descomponerse, pues es
necesario para separarlos y conocer los principios, emplear otro
cuerpo que tenga con uno de los dos principios mas afinidad ó
atracción que la que tengan los dos entre sí, como son los del
agua, los de los ácidos minerales y metálicos, los azufres metálicos,
el amoniaco, y probablemente los álcalis fixos, como también las
tres tierras alcalinas. En fin, los cuerpos mas fáciles de descompo-
nerse son aquellos que están en combinaciones quaternarias, qui-
narias &c., ó lo que es lo mismo, composiciones de tres, quatro ó
de cinco principios á un mismo tiempo, como sucede en las sales
neutras minerales; pero particularmente en las partes orgánicas ve-
getales y animales, cuyos principios constituyentes no pueden estar
sino muy poco tiempo en su equilibrio.
Sin hacer todas las descripciones de las utilidades que las dife-
rentes ramas del arte de curar deben á la ciencia de la análisis ó á
la química, me limitaré á exponer lo que esta ciencia ha hecho hasta
el presente por la Materia médica, y las esperanzas que nos debe-
mos prometer con su auxilio. La Química, sin duda, es de todas
las ciencias naturales la que ha hecho mas servicios á la Materia
médica, y los que de ella se espera; no hablaremos de los remedios
heroycos que ha suministrado á la Medicina , ni de la utilidad que se
ha sacado de ella para el arte de recetar: sépase que ha ilustrado in-
finito la historia de las propiedades de los medicamentos; y aunque
algunos la desprecian, es porque la consideran aun como estaban en
el tiempo de tinieblas y de hipótesis; pero está bien demostrado hoy
que esta ciencia puede esparcir muchas luces sobre la acción y uso
de los remedios: esta verdad ha sido tan recibida por los autores de
Materia médica, que la mayor parte han principiado sus obras, ex-
poniendo las ideas esparcidas en las de los Químicos, sobre la na-
turaleza de los principios de los cuerpos, y sobre los medios de
obrar en la economía animal. Geoffroy , Cartheusier, Neuman,
y Lewis han seguido este método; y todos convienen que las virtu-
des de los medicamentos dependen de las partes constitutivas. Los
ensayos se han dirigido siempre á buscar las propiedades de las subs-
tancias, y para conocerlas se han valido de la análisis; pero en este
trabajo, como en todas las investigaciones humanas, se ha comen-
zado produciendo un gran número de errores antes de adquirir una
verdad sola. Las experiencias multiplicadas que los miembros de la
ANA 19$
Academia Real de las ciencias de París han hecho, destilando un gran
número de plantas han servido para explicar estas propiedades, por
las que se advertía la diferente cantidad de flema, aceyte y sal vo-
látil que se extraía de ellas, juzgando al mismo tiempo de su ener-
gía y debilidad ; pero esta especie de analogía era muy infiel, y po-
dia inducir á errores, porque da productos alterados por el fuego
que no existe en los vegetales; después se han dexado de hacer
sus destilaciones; y esta especie de análisis por el fuego no ha ser-
vido para explicar la acción de los remedios por los productos
de estas destilaciones. A Neumans y Cartheusier, á estos dos gran-
des Químicos debemos la gran mutación que ha sufrido la Materia
médica desde que han empleado otra especie de análisis, que in-
dica la naturaleza de los diarios principios inmediatos, contenidos en
los vegetales y en los animales, sin experimentar alteración alguna
por medio de muchos menstruos ó disolventes, como el agua, el
vino, el vinagre, el alcohol, extrayendo estos principios como exis-
ten en los cuerpos vegetales, haciendo una análisis mas exacta y
segura.
Al paso que esta nueva ciencia hacia progresos en la análisis de
los cuerpos de los tres reynos, ilustraba la Materia médica, y des-
truía un gran número de errores que dañaban esta parte de la Me-
dicina; dando á conocer la insolubilidad de las piedras preciosas,
el cristal de roca , y las tierras arcillosas en nuestros humores. Tam-
bién ha demostrado la identidad de todas las materias calcáreas, y
de poder elegir las mas puras; por medio de ellas se conocen me-
jor las substancias salinas, particularmente la magnesia y las sales
neutras, de que forma su base. También ha hecho ver en estos úl-
timos tiempos, que los huesos fósiles de los quadrúpedos y de los
peces no son absorventes como se creia en otro tiempo; y aunque
son compuestos de ácido fosfórico y cal, no se descomponen por
los ácidos de las primeras vias: ha probado igualmente que los ver-
daderos absorventes calcáreos del reyno mineral forman con los
agrios del estómago una sal neutra amarga, que se convierte en un
purgante. El uso de los álcalis y de los ácidos en la Medicina es mas
seguro y provechoso, desde que las repetidas experiencias quími-
cas han dado á conocer el modo como obran estas sales en nues-
tros humores, particularmente en la sangre, la linfa y la bilis. La
propiedad antiséptica de los ácidos, bien demostrada por Pringle y
Macbride, se ha hecho mas auténtica, extendiéndose su uso con
mas utilidad. La acción de los álcalis concentrados y en el estado
de piedra cáustica se ha conocido mucho mejor desde que se ha
descubierto, que obran disolviendo la substancia de la piel, for-
mando con ella una combinación química particular. Esta ciencia
también nos ha enseñado á buscar los medios verdaderos de oponer-
196
ANA
nos á los peligrosos efectos de los venenos minerales, desnaturali-
zándolos, y haciéndoles perder su causticidad; la Medicina debe
este servicio á Navier. La Química moderna halló el arte de purifi-
car el ayre infestado , de respirar otro mas puro que el que consti-
tuye la atmósfera: á ella se debe el uso del ayre fixo ó ácido car-
bónico en las enfermedades pútridas: también ha multiplicado los
socorros que la Medicina saca de las materias metálicas; y después
de haber instruido á los Médicos sobre la naturaleza de los princi-
pios contenidos en las aguas minerales, les ha enseñado les medios
de hacerlas artificiales, dándoles el grado de actividad necesario
para satisfacer á las indicaciones que ofrecen las enfermedades. Para
formar una idea aun mas grande de lo importante de la Química pa-
ra la Materia médica del reyno mineral, se puede leer la obra pos-
tuma de Roux, donde se hallará quanto se apetece.
La Química ha hecho también grandes servicios á la Materia
médica del reyno vegetal, sobre cuyo objeto han tratado particu-
larmente Neuman , Geoffroy y Cartheusier. La análisis, por el agua
y por el alcohol, les ha enseñado quanto extracto, mucilago ó re-
sina habia en cada vegetal que se examinaba, hallando de este mo-
do la razón directa por este medio de analizar de la virtud de los
medicamentos, hallando al mismo tiempo también las virtudes me-
dicinales particulares; pues se sabe que todos los sucos de las plantas
verdes son aperitivos, xabonosos y depurantes; todas las sales esen-
ciales son incidentes, penetrantes y deobstruentes &c. Los extractos
xabonosos gozan poco mas ó menos las mismas propiedades; los
extractos amargos son estomacales, tónicos y antihelmínticos; los
mucilagos son nutritivos y dulcificantes; los aceytes fixos ó grasas
frescas dulcifican , lubrican los intestinos, y calman los dolores; to-
dos los aceytes volátiles ó esenciales, al contrario, son tónicos, esti-
mulantes, y aun ocasionan la inflamación: las mas de las resinas son
purgantes, y algunas aun corrosivas; teniendo igualmente la quali-
dad antiséptica. Si uno de estos principios es mas abundante que
otro en una planta, ó en una parte de qualquiera vegetal, es fácil
después de su análisis suponer qual debe ser su virtud , añadiendo
á este trabajólos conocimientos, de que hablaremos después.
Sobre el principio del olor de las plantas se presume con mu-
cha verosimilitud, que desde las experiencias hechas, después que
tenemos los conocimientos de la Química moderna, de los fluidos
elásticos y aeriformes, se ha aumentado mucho á los trabajos de
Boerhaave, sobre lo que llama espíritu rector de los vegetales. En
el artículo (aroma) se tratará con mas extensión este asunto, con-
siderando la materia olorífera como principio medicamentoso.
En quanto á los medicamentos del reyno animal, su historia y
administración se ha ilustrado mas desde que la Química se ha
ANA 197
ocupado en desenvolver su carácter, en comparar la jalea ex-
traída de las partes blancas con los mucilagos vegetales, la subs-
tancia fibrosa de los músculos á la parte glutinosa, la gordura
y la bilis á los aceytes fixos y á los xabonosos vegetales: después
de todos estos trabajos analíticos modernos se han desechado de la
práctica muchas medicinas por nocivas, como por exemplo, entre
otras las substancias huesosas de los animales, de que se hacia antes
un gran uso; demostrando que su materia sólida es una sal fosfórica
calcárea , que no se disuelve en nuestros humores, no teniendo nin-
guna acción en nuestra economía animal: los bezoárdicos han per-
dido también la gran reputación que injustamente habian adquiri-
do antiguamente, quando los trabajos químicos no han hallado en
ellos mas que la materia que forma la base de los huesos; por últi-
mo . en los elaboratorios químicos se ha enseñado á extraer mu-
chos principios medicamentosos con exactitud y pureza.
Si se añade á esta descripción breve, que se ha hecho de las venta-
jas de la Química analítica, la utilidad que resulta de los conocimien-
tos químicos relativos á la física del hombre , á la alteración de los
humores, y particularmente en la combinación de los medicamentos,
en las recetas; pudiendo resultar muy bien de ella ó remedios sin
acción, ó medicamentos muy activos, y aun algunas veces venenos;
convendremos en que es indispensable el estudio de la Química mo-
derna , sin la qual se cometerán errores enormes y perjudiciales. Los
Boticarios son testigos freqüentemente de la falta de conocimientos
químicos en las combinaciones de las recetas, aun en algunos Médi-
cos distinguidos, por ignorar esta rama del arte de curar. Por no ha-»
cer una digresión mas larga, agena de este artículo, no nos de-
tendremos en probar la necesidad que tiene el Médico del estudio
de la Química moderna, de la que tienen por fundamento la análisis
y síntesis de los cuerpos; por este camino se conocen y distinguen
mejor los diferentes principios de los cuerpos, como el extracto, el
mucilago, el aceyte fixo y volátil, el aroma &c. Estas investigacio-
nes nos conducen , sin duda, naturalmente al conocimiento de cada
principio medicamentoso; y así distinguimos el principio nutritivo,
estimulante, narcótico &c., refiriéndose á estas clases generales las
acciones medicamentosas de todas las substancias vegetales y anima-
les. Se puede concluir de todas estas observaciones, que ninguna
parte de los conocimientos humanos tiene tanto influxo en la histo-
ria de los medicamentos como la ciencia de la análisis química. F.
ANALOGÍA, (generalidades de Medicina.) (^Expresión que
trae origen del griego, y significa discurso de las cosas seme-
jantes. La analogía es un modo de raciocinar, con el que se com-
paran las cosas que tienen ciertas relaciones de semejanza entre sí.
Se diferencia la analogía de la inducción, en que en la analogía se
198
ANA
sacan conseqüencias de sus probabilidades, en lugar de que en la
inducción se sacan las conseqüencias por un raciocinio directo, pa-
sando de lo conocido á lo desconocido; la primera suministra las
conjeturas, y no es mas que un cálculo de probabilidad; la segun-
da, raciocinando y encadenando los hechos , se dirige al conoci-
miento de las causas.
La Medicina en todos tiempos ha hecho un gran uso de la.
analogía, y alguna vez se ha abusado demasiado de ella. Si las
exactas analogías han contribuido muchas veces á los progresos del
arte de curar, es necesario convenir también en que las falsas ana-
logías han hecho caer á los Médicos en grandes errores, siendo el
origen de un gran número de sistemas peligrosos. Baglivio trata ex-
presamente en un capítulo los inconvenientes de las falsas analogías,
y quanto daño han hecho á los adelantamientos del arte. Para juzgar
con conocimiento de un caso particular que no se conciba bien, se
compara á otro semejante; y puede inferirse, que el que se conoce
puede ser lo mismo que el que no se conoce. Las enfermedades, por
lo común, son tan obscuras i sus revoluciones tan complicadas; su
éxito tan dudoso; y sin embargo nos vemos obligados á pronosticar
antes que se verifique, apresurándonos en aplicar los remedios antes
de conocer la naturaleza de la enfermedad. Pero se suele alcanzar
todo esto por reglas de analogía.
Las reglas que deben fixar el uso de la analogía pueden ser las si-
guientes: primero es necesario comparar las cosas de un mismo géne-
ro ó de una especie, y escoger entre ellas el mayor número de se-
mejanzas. Siguiendo esta regla, Sidenham considera por la analogía,
que el reumatismo y la calentura se deben tratar como la pleuresía
inflamatoria. En segundo lugar, la observación debe ser siempre la
base de la analogía, observando con cuidado les diferentes aspectos
de un objeto, y quanto se puede percibir mas ó menos semejante
á otro, siguiendo esta regla se han establecido entre las enfer-
medades, sus clases, géneros y especies. En tercer lugar, la Medi-
cina, aunque tiene conocimientos sublimes propios, sin embargo,
la analogía le es muy útil en gran número de casos, no solo para
conocer mejor una enfermedad, sino también para elegir los reme-».
dios que puedan curarla. Bacon pregunta si se podría aplicar al
oido un instrumento que facilitase el oir, como los anteojos facili-
tan el ver; y este instrumento se halló.
Después de haber expuesto las ventajas de la analogía y las re-
glas, no será inútil dar á conocer sucintamente los abusos que se
hacen de ella; por el qual muchos Químicos han creído que lo que
sucedía en sus hornos, sucedía también en el cuerpo humano por
este abuso. Van-Helmon comparó la sangre del calenturiento al
agua que hierve en una marmita; y que como no se refrescase esta
ANA 199
agua, ó se quitase una porción de ella, no se disminuirla el hervor:
del mismo modo la calentura si no se sangra. Esta falsa analogía de
Van-Helmon ha infestado la Medicina práctica para seguir un mé-
todo sanguinario y perjudicial en el método curativo de la mayor
parte de calenturas: era menester tener el genio de Sidenham para
desengañar al público sobre las falsas analogías. Por último, uno de
los mayores abusos de la analogía se observa quando se dice: tal
sugeto ha sido curado con tal remedio, pues también me curará á.
mí, respecto de que tengo la misma enfermedad; así por lo común
raciocina el pueblo, que se engaña siempre sobre estas semejanzas.
La analogía puede ser algunas veces útil en la Materia médica,
siendo muchas las ventajas que puede sacar de ella esta rama del
arte de curar; pero también se deben despreciar las ideas de una
analogía engañosa , que ha desfigurado por algún tiempo esta
parte de la Medicina. Se halla en la historia de los medicamentos
una época desgraciada para el espíritu humano, en la qual las ana-
logías ridiculas se seguían de tal suerte en la práctica de la Medici-
na, que dictaban á los Médicos los remedios que debian emplear.
Los errores déla Química, de la adivinación, las pretensiones inep-
tas de los autores simpatistas han hecho las signaturas, las relacio-
nes , y las simpatías. Se hallaban analogías entre los metales y las
plantas, entre estas y las partes animales; la pulmonaria y la hepáti-
ca debian obrar en los pulmones y el hígado , porque tienen relacio-
nes de forma y semejanza con estos órganos: entre las piedras se
reconocía la misma afinidad con las partes de los animales por la
figura; la osteocola debia unir los huesos y formar la cal; la rela-
ción entre las partes similares de varios animales no era menos reco-
mendada; los pulmones de los animales debian ser remedios pectora-
les en las enfermedades de los hombres; el corazón y los huesos de
los quadrúpedos debian fortificar y dar valor &c.; en una palabra,
los absurdos y las cosas mas ridiculas se empleaban á porfía , y los
amuletos eran la parte mas esencial de la Medicina.
La Física experimental, la Química, la Historia natural, culti-
vadas con mayor esmero, han destruido poco á poco estas falsas
relaciones, y los errores que habian producido; y aunque hay al-
gunos que corregir, ya la mayor parte se han disipado, no que-
dando mas que algunos nombres que se conservan en las ciencias
por la costumbre que manifiestan solo que han existido; pero destrui-
das estas falsas analogías, las verdaderas han hecho que se encuen-
tren verdades muy importantes, como las que se notan entre otras
muchas, en las propiedades Químicas de ciertas substancias; pues
es casi imposible que dos materias de una misma naturaleza quími-
ca no tengan una misma virtud. Todas las sales neutras, son incin-
dentes, aperitivas y purgantes; todos los ácidos son antisépticos,
200
ANA
refrescantes y diuréticos; todos los betunes son penetrantes, esti-
mulantes , vulnerarios y nerviosos; los mucilagos insípidos son la-
xantes y emolientes; los extractos xabonosos, aperitivos y funden-
tes; las harinas, las féculas nutritivas; los que tienen un olor viroso
narcóticos, los aromáticos, fétidos, antiespasmódicos; los aromáti-
cos fragantes, estimulantes, corroborantes &c.; y así, muchos
Médicos sabios han dividido los medicamentos por razón de sus pro-i
piedades químicas, que una verdadera analogía los clasifica. Ext.]
ANASARCA. {Med.) Especie de hidropesía, en la qual se
halla el texido celular mas ó menos cargado de serosidad, formando
en todo el cuerpo ó en algunas de sus partes una hinchazón de con-
sistencia mole y sin elasticidad, esto es, que á la compresión del
dedo queda la impresión largo tiempo sin deshacerse, lo que la
distingue del enfisema para su curación. {V. hidropesía en la clase
de caquexía.r.)
ANASTOMOSIS. {Anat.) Esta palabra expresa la comunica-
ción ó unión de una arteria ó una vena, ó sus ramos entre sí. Estas
anastomosis ó uniones recíprocas de vasos no las conocieron bien
los antiguos hasta que se ha perfeccionado el arte de inyectar; por
cuyo medio se han descubierto infinitas en todas las partes del cuer-
po. Las arterías se anastomizan juntándose dos extremos, y forman-
do un ángulo mas ó menos agudo, como sucede con las arterias
vertebrales en el puente de variólo; otras veces se juntan por sus
extremos mas angostos, de suerte que se encuentran dos corrientes
de sangre opuestas: también se hallan otras especies de anastomosis
mas comunes todavía, y es quando un ramo menor de un tronco
arterioso, se une á un ramo pequeño de otro tronco, comunicán-
dose por estas anastomosis todas las arterias, y formando á veces
unas especies de redes. Las utilidades que resultan de las anasto-
mosis son grandes; por su medio se hacen las resoluciones, siempre
que hay detenciones, obstrucciones de vasos &c.; moderan el ím-
petu excesivo de la sangre, haciéndola mudar de dirección, pues de
otro modo se aumentaría la obstrucción y demás síntomas &c. En
la patología se entiende también por anastomosis quando se dilatan ó
abren los vasos por sus extremidades , y dan salida á la sangre que
contienen , como sucede en las hemorragias de narices 6 epitasis, en
la hemotísis &cv (V. esta palabra.)
ANATOMÍA. Es el arte de disecar ó separar con inteligencia
las partes de los animales, para conocer su estructura, situación,
uso &c. La palabra anatomía viene del griego, que en su genui-
na significación quiere decir corto ó diseco; pero tiene otras acep-
ciones. Llamamos también anatomía al conocimiento que adqui-
rimos de las partes del cuerpo por la disección, ó por piezas de
cera y estampas que las representan, y aun por solo la relación de
ANE
201
los libros ó maestros; llamando del mismo modo al tratado que se ha-
lla escrito en los libros de esta parte, tan interesantes para el arte de
curar. El objeto inmediato de la anatomía, tomado en el primer sen-
tido , ó considerado como el arte de disecar, es el de adquirir el co-
nocimiento de las partes sólidas que componen los animales, conoci-
miento que contribuye infinito para obrar con mas seguridad y
acierto en la práctica de la Medicina y Cirugía: para conocer esta
verdad es necesario contemplar un momento, quan necesario es co-
nocer el mecanismo de la obra mas simple, ya sea para mantener
la corriente, ó para restablecerla en caso de descomponerse; y así
el que conozca bien un relox,le compondrá seguramente con mas
facilidad que el que ignore el mecanismo de esta máquina; del mis-
mo modo el Médico es necesario que conozca antes el sugeto sobre
el qual han de recaer todas sus investigaciones. Sin este conocimien-
to obraría ciegamente y se expondría á cometer errores funestos.
Se divide la anatomía respecto al sugeto en que se ocupa el ana-
tómico , en humana y comparada: la primera tiene por objeto el co-
nocimiento del cuerpo humano; y la segunda el de la extructura
de los demás animales: llámase también zootomia.
La división mas común que se ha hecho de la anatomía huma-
na es en osteología y sarcologia: la primera trata de Jos huesos,
y la segunda de las partes blandas. {V. estas dos palabras.) Esta
última parte se subdivide en miologia, angiologia, neurologia, ex-
plachnología y adenologia. {V. todos estos artículos.)
ANCONEOS. (músculos) {Anat.) Se llaman así varios mús-
culos extensores del antebrazo que tienen tres cabezas, que nacen
del omoplato y la parte superior del húmero, y terminan con un
solo tendón en laapofise olecranos del hueso cubito; hay otro mús-
culo que se llama el pequeño anconeo, que se une en la parte infe-
rior del cóndilo del hueso cubito, y termina también en el ole-
cranon.
ANDOSILLA. (Doctor Valentín de) (Biog.) Escribió De pes*
te tractatum. Pamplona.
ANEPITIMIA. {Med.) Es una debilidad considerable, por
la qual se suprimen los apetitos sensitivos; constituye el orden se-
gundo de la clase de Debilidades de la Nosología de Sauvages. En
este orden se comprehenden tres géneros distintos, que son la ano-
rexía, la adipsia y la anafrodisia.
ANESTESIA. (Med.) Esta palabra en la acepción común ex-
presa la privación ó lesión del tacto con impotencia de conocer y
distinguir la acción de los objetos exteriores, sin que haya entor-
pecimiento ni desorden en el sensorio. Esta enfermedad la coloca
Sauvages en el género décimo del orden primero de la clase sexta
de Debilidades de su Nosología (V. debilidades.)
tomo i. ce
202
ANE
ANEURISMA (Cirug.) Es un tumor preternatural formado
de sangre, ya sea por la dilatación ó abertura de una arteria: de
estas dos distintas causas nacen dos diferencias de aneurismas, la
verdadera y la. falsa.
La aneurisma verdadera es formada por la dilatación de las
túnicas ó membranas de las arterias, las quáles forman una bolsa ó
kiste , que se llama saco aneurismático, el qual está lleno de san-
gre, que forma el volumen del tumor: los signos que la caracterizan
son, que el tumor que se manifiesta exteriormente es circunscripto,
de color natural, teniendo una pulsación mas ó menos sensible, la
qual corresponde ordinariamente á las de las arterias del enfermo.
Quando se comprime este tumor, algunas veces desaparece entera-
mente , y otras se disminuye parte de él, porque la compresión ha-
ce desalojar la sangre del saco aneurismático, y que se enfile por la
artería de quien es formada la aneurisma.
Las causas de la aneurisma verdadera son internas ó externas.
Entre las internas se cuentan la debilidad de las túnicas de la arte-
ria que no pueden resistir á la impulsión de la sangre que da el
corazón en su contracción; una úlcera que corroa alguna de las
mismas túnicas; qualquiera motivo que impida á la acción con-
tráctil de la arteria para que se rehaga hacia su exe; y como el im-
pulso es constante, la dilatación del vaso se va aumentando pro-
gresivamente , y cada vez se halla con mas imposibilidad de con-
traerse, hasta que pierde enteramente su resorte. Las causas ex-
ternas de la aneurisma son los golpes, las caídas, las extensiones
violentas de los miembros, como el baylar &c., la compresión que
causa un exóstose, quando se ha luxado ó fracturado un hueso, y
que se ha tardado en colocar, la presencia de un tumor humoral,
porque disminuyendo el diámetro de la arteria, la violenta y
obliga á dilatar excesivamente en términos que pueden padecer sus
túnicas, debilitándose enteramente su resorte, y poniéndola en esta-
do de no resistir el impulso de la sangre. No siempre se forman las
aneurismas por debilidad de la arteria; pues la experiencia enseña,
que hay tumores aneurismáticos en que la pulsación es mas fuerte
que en lo restante de la arteria; cuya fuerza pulsativa no da á en-
tender la debilidad ó falta de resorte en este vaso dilatado.
La aneurisma verdadera es mas ó menos peligrosa, según so
volumen, y según el sitio que ocupa. En general, las aneurismas
de los grandes vasos, de un volumen extraordinario; las de las
arterias interiores tienen un éxito funesto , porque no se puede
aplicar ningún remedio, terminando con una rotura que produce
una horrenda hemorragia; las que se hallan en los troncos princi-
pales de las arterías de las extremidades son menos peligrosas, por-
que se han visto ya curarse, produciendo una obliteración en la
ANE
203
arteria, por medio de la compresión &c.; las de las ramificaciones
de las arterias son curables por lo común, haciendo una compresión
mas arriba del sitio de la aneurisma.
La aneurisma falsa se hace formando un tumor de sangre extra-
vasada de una arteria que ha sido rota, extendiéndose mas ó menos
en las partes vecinas de la arteria herida. Las causas de esta enfer-
medad, por lo común son siempre exteriores, como la picadura de
una lanceta, la herida punzante de una espada, puñal &c. Sin em-
bargo, también puede ser ocasionada por alguna causa interna, que
produzca la corrosión de la arteria, ó la rotura espontánea de una
aneurisma verdadera; pero esto es muy raro. En la aneurisma fal-
sa , la sangre que sale de la arteria se extravasa en el texido celu-
lar dislacerándole; esta efusión se extiende, no solamente á la piel,
sino también á los intersticios de los músculos: se ha visto muchas
veces la sangre de la rotura de la arteria braquial, en la flexura del
brazo, insinuarse hasta el texido celular que está debaxo de los
músculos gran dorsal y gran pectoral, extendiendo y derramán-
dose excesivamente por todo el brazo. Los signos de la aneurisma
falsa son quando se presenta uno ó mas tumores duros, desiguales,
dolorosos, que se van aumentando mas progresivamente que no en
las otras aneurismas con quien se confunden fácilmente; la piel está
extendida, y ofrece varios colores, según esté mas ó menos compri-
mida y se trasparente la sangre extravasada; las pulsaciones pro-
fundas se tienen por signos de esta aneurisma, pero son muy equí-
vocas; sin embargo en la verdadera es mas perceptible la pulsación,
el tumor es circunscripto, mas flexible, y sin mutación de color &c,
como se ha dicho. La curación de la aneurisma falsa, en que hay
una grande efusión de sangre, se reduce á la ligadura del vaso; y
si este es principal, la amputación se hace precisa después, porque
se gangrena el miembro del enfermo.
La curación de las aneurismas verdaderas es diferente, según sus
especies; las de las cavidades internas no son susceptibles de cura-
ción radical; y solo se debe atender á que no se aumenten , preca-
viendo su rotura, para lo qual se prescribirá un arreglo ó dieta que
no permita aumentar demasiado las fuerzas de la vida, impedir que
el enfermo se emplee en exercicios violentos: si hubiese ó se temiese
plétora, sangrarle alguna vez, repitiendo esta evacuación según la
urgencia , impidiendo de este modo que la columna de sangre
no impela con tanta fuerza en el saco aneurismático. Será muy
oportuno el moderar también la irritabilidad; y por consiguiente el
movimiento oscilatorio del sistema vascular, para lo qual el uso de
los calmantes debe tener lugar, dando cada noche, por exemplo,
un grano de extracto aquoso de opio, ú otra fórmula de esta espe-
cie , por espacio de algún tiempo. La aneurisma de las extremida-
204 ANE
des formada por la dilatación de una arteria qualquiera, por lo re-
gular no puede ser curada sino por la operación: se aconsejan,
sin embargo, como medios paliativos las compresiones del tumor;
y á este efecto se han inventado varias máquinas y vendajes com-
presivos de varias materias y figuras; se han usado planchas de plo-
mo ayudadas de una compresión circunscripta con pelotas., que
comprimen la parte; en fin, de compresas y cabezales empapados
en astringentes &c. Las aneurismas pequeñas y recientes, su com-
presión ha solido curarlas alguna vez; pero las antiguas y volumi-
nosas se resisten á todos estos remedios, ya sea por la dificultad de
reducir el saco, ya porque suelen estar acompañadas de concre-
ciones sanguíneas difíciles de deshacer: muchas veces es necesario
abandonar la compresión porque suele ser dañosa, la qual, adelga-
zando el cutis y las túnicas del saco , pone al enfermo en peligro de
que se rompa. Quando no se ha podido verificar la curación por los
medios indicados, la operación es el único recurso, y el medio mas
seguro, principalmente quando la aneurisma está formada en un
ramo de artería; pero si está en el tronco, la gangrena suele se-
guirse á la operación,
* Para hacer la operación de la aneurisma es necesario preparar
antes al enfermo con los remedios generales;, y después de haber dis-
puesto el aparato necesario, que consiste en agujas enhebradas con
hilo encerado, hilas, compresas y vendas se hace poner al enfermo
en una proporcionada situación, echado, por exemplo, en la cama ó
en otra cómoda situación: después se sujetad miembro del enfermo
por tos asistentes, y se aplica inmediatamente el torniquete por en-
cima del tumor :. el operador toma un pellizco ó pliegue de la piel
al través del tumor, executándolo con el pulgar y el dedo índice
de sus dos manos: luego cede el extremo del pliegue que tenia en la
mano derecha á un ayudante, y con ella toma un bisturí recto, con
el qual corta todo el pliegue de la piel; introduciendo después una
sonda acanalada en el ángulo inferior de la incisión longitudinal que
se ha hecho, la qual se continúa hasta mas allá de la bolsa ó saco
aneurismático por medio del mismo bisturí; cuya punta va dirigida
sobre la renura de la cánula, haciendo lo mismo por el ángulo supe-
rior dfe la incisión. Si el tumor ó saco aneurismático está cubierto de
una aponebrose, como quando está en la flexura del brazo, por la
del músculo biceps, es necesario doblar el antebrazo para dividir d
cortar esta parte, y separarla superior é inferiormente, como se ha
hecho con la piel: luego que el saco está bien descubierto se pasa
una aguja enhebrada con hilo encerado por debaxo del cuerpo de
la arteria, y superiormente de la dilatación ó tumor aneurismático,
evitando el no comprehender con el hilo ningún nervio, porque
la ligadura entonces excitaría convulsiones &c.: para esta ope-
ANE 205
radon hay una aguja particular; y en defecto de ella se puede usar
una corva de las comunes, introduciéndola por su cabeza. Se ha
observado que quando se han empleado antes compresiones en el
tumor, la arteria suele tener adherencias con las partes inmediatas,
y entonces no es posible hacer la ligadura con una aguja de punta
obtusa. Algunos prácticos, en este caso, hacen esta ligadura com-
prehendiendo muchas carnes con una aguja puntiaguda y cortante
por los lados; por este medio defienden los nervios de los acciden-
tes, que ocasionaría una ligadura mas apretada en esta especie de
vasos. Sin embargo, se pudiera usar de una aguja muy corva y
cortante, pasándola por debaxo de la arteria sin ligar el nervio,
que nunca está unido exactamente á ella; ademas la observación
ha demostrado, que la dilatación de la arteria le aparta bastante,
haciéndole formar un ángulo, entre el qual puede pasar muy bien
la ligadura, si se hace con algún cuidado, sin que se pueda temer
el comprimir el nervio, ni picarlo, ni herirlo con la punta ó corte
de la aguja. Después se hace otra ligadura por debaxo del saco
aneurismático, para que impida el salir la sangre que pueda retro-
gradar de las arterias laterales. En seguida se abre el saco y se va-
cia toda la sangre que contenia; y cortando con el bisturí los labios
de la herida del saco y de la de los tegumentos, si se juzga que
puedan impedir en las curaciones, como sucede las mas veces por
poco volumen que tenga el tumor. El vendaje consiste en llenar la
herida de hila seca, la que se contiene con las compresas y algunas
vueltas de venda, que no se darán muy apretadas, por lo que no se
necesita, supuesto que el torniquete contiene el fluxo, el qual debe
quedar medianamente apretado, en suposición deque sea el de Pe-
tit, con el qual se moderará la acción de la sangre en la ligadura
superior; las curaciones no se diferenciarán de las que se emplearán
en la aneurisma falsa, de la qual vamos á hablar.
La operación de la aneurisma falsa se diferencia sin duda de la
qne se executa en la verdadera: en la primera no es posible apli-
car el torniquete , quando el brazo está muy hinchado > cuya hin-
chazón suele extenderse hasta la axila, porque las mas veces no se
suele servir de él; no obstante debe estar pronto para una necesi-
dad, porque la extravasación de la sangre se puede interrumpir por
la presencia de un coágulo que se presente en la abertura de la ar-
teria : yo he practicado esta operación á un sugeto qne le ha-
bían dado una cuchillada, que penetraba obliquamente desde h
parte mferror del antebrazo hasta la flexura. Después de haber
abierto dos tumores en los sitios mas elevados, y haber quitado los
coágulos, según pude, llené la herida con hilas secas, tapándola
con las compresas y un vendaje puramente contentivo; no pudien-
do descubrir la arteria abierta hasta el quarto dia, quando la su-
20Ó
ANE
puracion se habia establecido, entonces apliqué el torniquete y li-
gué la arteria, curando el enfermo en poco tiempo. Si la aplicación
del torniquete es posible, es preciso ponerle, y después abrir el
tumor en toda su extensión: se quitan, lo mejor que se pueden , los
coágulos de sangre que contenga; y si la arteria da sangre, se aprie-
ta lo necesario el torniquete; se enxuga bien el fondo de la herida
para ver positivamente el sitio de donde sale; se aprieta mas el
torniquete, y se pasa entonces por debaxo de la arteria la aguja de
Mr. Petit, que lleve dos hebras de hilo encerado, de los quáles el
uno sirve para hacer la ligadura por encima de la herida del vaso,
y la otra por debaxo: se afloxa el torniquete; y si la ligadura está
bien hecha, se cura todo simplemente, como se ha dicho. La cura-
ción sucesiva consiste en hacer supurar la herida, después mundifi-
car, deterger, y cicatrizar la úlcera (V. esta palabra.) por el mé-
todo ordinario. Las ligaduras se desprenden en la supuración si no
se pudren; pero siempre es necesario ir cortando poco á poco la
asa que se dexa.
Luego que se ha hecho la ligadura de la artería es necesario cu-
brir todo el miembro de compresas mojadas en aguardiente ó espí-
ritu de vino alcanforado, para dar resorte á los vasos, y resolver la
sangre coagulada. No se debe el Profesor decidir inmediatamente
por la amputación, aunque se note una grande hinchazón y frial-
dad en la parte; antes se deben emplear varios remedios como las
cataplasmas, fomentando el miembro con el aguardiente alcanfo-
rado y amoniaco, esto es, con el álcali volátil: yo he visto hacer
la operación de la aneurisma en el brazo; el pulso no se sintió en
mas de quince dias: se creia de dia en dia que habría necesidad de
amputarle al dia siguiente; pero con la aplicación de los remedios
metódicos, todo mudó de semblante, y el enfermo por último curó
perfectamente.
Mr. Foubert halló otra especie de aneurisma falsa que la que
hemos expuesto, que la llama aneurisma enkistada, la qual presen-
ta todos los signos que la verdadera, ó por dilatación, aunque sea
formada por la salida de la sangre fuera de la arteria: esta aneuris-
ma ordinariamente es producida por una sangría del brazo, en que
la artería se ha abierto. Habiendo reconocido el Cirujano el color
de la sangre, y la impetuosidad con que sale por la arteria abierta,
debe dexar salir la cantidad suficiente para una copiosa sangría;
ínterin que sale la sangre se machacará una porción de papel, y
preparará igualmente las vendas y compresas necesarias que deben
ser graduadas: se detiene fácilmente comprimiendo la arteria por
encima de la sangría; en seguida se reúne la herida apretando la
piel, á fin de detener el fluxo de sangre de la vena , el qual acom-
paña , las mas veces, al de la sangre arterial. El Cirujano colocará
ANE 207
en la abertura el pelotón de papel que habrá machacado y expri-
mido ; este tapón debe ser á lo menos de la magnitud de una ave-
llana , sobre el qual se pondrán tres ó quatro compresas graduadas,
de las quáles la primera será de la extensión de una peseta, aumen-
tándose las otras, siendo como de un peso duro la última; por este
medio la abertura de la arteria se halla exactamente comprimida,
aunque las partes vecinas no lo están sino ligeramente. Las com-
presas graduadas se contienen con una venda un poco mas larga
que las que sirven para la sangría del brazo, no apretando dema-
siado este vendaje, porque de otro modo se hincharía la mano y
antebrazo: un Cirujano ó ayudante apoyará después los dedos que
sean necesarios sobre las compresas por algunas horas, cuidando de
que la compresión se haga únicamente sobre el punto donde la arte-
ria está picada. Quando dexe el Cirujano de comprimir es necesario
substituir á sus dedos un vendaje de acero, en que haya una pelota
bien guarnecida colocada sobre el aparato, y apoyada en términos
que comprima precisamente en el sitio de la abertura. Este vendaje
no interrumpe de ningún modo el curso de la sangre , porque reci-
be su punto de apoyo de la parte opuesta de la pelota, y los de-
mas puntos de la circunferencia del miembro no están comprimi-
dos. Este aparato se puede levantar al cabo de siete ú ocho dias,
sin que se pueda temer que salga sangre alguna: se examina si la
compresión inmediata del papel ha producido en la piel alguna con-
tusión , que pueda seguirse ulceración, á fin de remediarla. Si las
cosas están en buen estado, se vuelve á poner otra porción de papel
machacado, pero en menos cantidad que antes, aplicando encima
las compresas graduadas que se sujetarán con una venda un poco
menos apretada que en el primer vendaje. Si se ha observado algu-
na contusión se pondrá otra vez el vendaje de acero encima, pre-
viniendo al enfermo que tenga quieto el brazo y metido en la charpa
en que se habrá colocado: ocho dias después se renovará el aparato,
dexándolo menos apretado, siguiendo de este modo hasta veinte y
cinco ó treinta dias, cuidando el Cirujano en cada curación de exa-
minar atentamente si se forma ó no algún tumorcito para dirigir en
aquel sitio la compresión; pero no se debe esperar semejante acaeci-
miento , cumpliendo exactamente con lo que se ha prescrito. Si no se
practican todos estos remedios, ó que no se hayan empleado bastante
tiempo, suele sobrevenir un tumor aneurismático, porque el impulso
de la sangre desaloja el coágulo que tapaba la abertura de la arteria,
formándose inmediatamente un tumorcito, que se va aumentando po-
co á poco, adquiriendo masó menos volumen, según la antigüedad
de la formación, y la cantidad de sangre extravasada. Este tumor
es redondo, circunscripto, sin mutación de color en la piel, siendo
susceptible de una disminución casi total quando se le comprime;
208
ANE
teniendo todos los signos de aneurisma verdadera, aunque sea pro-
ducida por extravasación de sangre. Esto sucede comunmente quan-
do se ha detenido la sangre de una arteria abierta , y que se ha reuni-
do la herida, en la qual se ha hecho una suficiente compresión: la
piel, el texido celular, la aponebrosis del músculo biceps, y la cáp-
sula de la arteria se cicatrizan perfectamente; pero la incisión del
cuerpo de la artería no se reúne: las fibras que forman su extruc-
tura le apartan en todos sentidos por su virtud elástica, dexando
una abertura redonda, en la qual se forma un coágulo: si se con-
tinuase por mucho tiempo la compresión para conseguir una con-
solidación perfecta del coágulo, se curaria radicalmente el enfermo;
pero si no tiene quietud con el brazo, antes que el coágulo haya
adquirido bastante solidez para cimentar la adherencia de la cáp-
sula y la aponebrose, se escapará del agujero, insinuándose la sangre
entonces en la abertura; las continuas impulsiones desunirán las
partes vecinas á la circunferencia de la abertura de la arteria; y esta
separación produce el tumor aneurismático, que desaparece quando
se comprime, porque la sangre fluida vuelve á entrar en la arte-
ria. Estos tumores, aumentándose y siendo muy antiguos, forman
capas ó costras sanguíneas, que se endurecen considerablemen-
te; por cuya razón Mr. Foubert las llama aneurismas enkistadas ó
causulares...
Para executar la operación en esta especie de aneurisma, se
sienta el enfermo en una silla de una altura proporcionada; entrega
su brazo á los ayudantes para que lo sostengan: el Cirujano aplica
el torniquete y abre los tegumentos, como se ha dicho, y después
de haber abierto el tumor, haciendo la abertura en toda su exten-
sión, penetrando hasta la sangre fluida, como si se abriese un abs-
ceso, quitando después la sangre y las capas sanguíneas que forman
el kiste en quanto sea posible; y habiendo visto la abertura de la
artería , pasará una aguja bien corva, punzante y cortante por ar-
riba y por abaxo, esto es, que la aguja debe penetrar la arteria
por el sitio que corresponde al cóndilo interno del húmero, é in-
mediatamente por debaxo de ella, y en términos que la punta coja
una porción del kiste y las partes vecinas para hacer la ligadura
mas sólida. Mr. Foubert ha observado , que por este método de
hacer ligaduras se evitaba ofender al nervio, y que se ligase, lo
que sucedería si se hiciese de otro modo. Una ligadura sola, hecha
superiormente á la distancia de algunas líneas de la abertura de la
arteria, ha bastado comunmente; pero aconseja sin embargo que
se haga otra por debaxo. La curación consiste en aplicar hilas &c,
y renovar las compresas y el vendaje quarenta y ocho horas des-
pués de la operación, atender al desprendimiento de las hilas y las
ligaduras, y seguir la úlcera &c. *
ANE 2cg
El célebre Hunter propone un nuevo método de operar en las
aneurismas de las extremidades, principalmente en las de la arteria
poplítea, reducido á hacer una incisión que descubra la arteria en la
parte superior del sitio del tumor; hacer en ella tres ó quatro ligadu-
ras no muy apretadas; reunir después la herida para si ser puede cu-
rarla por primera intención ; y dexar el saco ó tumor abandonado á
los remedios propios para resolverlo, ó á la acción espontánea de
la naturaleza; este método parece efectivamente mas simple y me-
nos peligroso.
En estos últimos tiempos se han curado algunas aneurismas
por medio de la compresión continuada en la parte superior del
saco aneurismático, hecha á una distancia proporcionada, de modo
que no se pueda alterar el tegumento que cubre el tumor; por este
medio se evitan las fatales conseqüencias que suelen seguirse á la
compresión del tumor aneurismático. Para este efecto se han usado
diferentes máquinas, como el torniquete dePetit, y otros, que com-
primen la arteria sin interrumpir el paso de la sangre por los vasos
colaterales, cuya compresión graduada se ha executado con dichas
máquinas, que no ha perjudicado el riego de la sangre en la extre-
midad enferma; y ha interrumpido su curso de tal modo que ha
quitado la causa distendente de las túnicas debilitadas de la ar-
teria enferma; y como esta causa es la principal que sostiene
y acelera el progreso de la enfermedad, de aquí es que quitada
esta en la mayor parte , las túnicas de la arteria se rehacen , y
se contraen en términos que su elasticidad, y las concreciones
fibrosas en lo interior del tumor , ofrecen una fuerza ó resisten-
cia al paso de la sangre, de tal modo, que no pudiendo esta por
su poca fuerza vencerla, llega á cerrarse el tránsito por su cavi-
dad, desde cuya época principian á unirse entre sí, tanto las tú-
nicas como las concreciones, obstruyéndose del todo la arteria
en el parage que antes estaba dilatada, quedando en este sitio
una cierta dureza, que por grados se desvanece en casi toda su
extensión.
La máquina que hemos visto mas á propósito, y de la que se
hace uso en el Hospital general, consiste en un círculo de hierro, que
se sobrepone y sujeta en sus extremos por un botón; cuya elasti-
cidad permite el hacer mayor ó menor su área , según es la mayor ó
menor grosura de la extremidad enferma, al qual están sujetas dos
almohadillas, con las que se hace el punto de apoyo en dos partes
opuestas del miembro, la una sobre la arteria, la que está sujeta al
círculo del hierro, por medio de un tornillo, como lo está la que
tiene en su lugar el torniquete de Mr. Petit; la segunda almohadi-
lla está sujeta de un modo muy semejante á la segunda de dicho tor-
niquete: el modo de usarla es muy sencillo; se aplica sobre eltrán-
TOMO I. DD
aio ANG
sito de la arteria un cabezal graduado desigual en el sitio por don-
de pasa inmediatamente al hueso, como v. g. en el muslo á seis ó
siete dedos del ligamento inguinal ; este cabezal se sujeta prime-
ro con una compresa circular doble, y el todo con una venda
contentiva; después se acomoda la máquina de modo que la al-
mohadilla sujeta por el tornillo se acomode sobre el cabezal gra-
duado desigual; dando después las vueltas competentes al tornillo,
en términos que pueda verificarse la compresión graduada ya di-
cha, y la interrupción del curso de la sangre: en esta graduación
se debe poner el mayor cuidado; pues en ella consiste el lo-
gro del fin: si se dan muchas vueltas produce el infarto del miem-
bro, y si pocas es muy ligera la compresión, y no hace el debido
efecto; por tanto se exige de parte del Profesor el mayor esmero
y cuidado en esta graduación que tanto interesa. Se han curado
por este medio en el Hospital general diferentes aneurismas de la ar-
teria poplítea; de tres enfermos que manejó D. Agustín Frutos se
curaron dos, y después se han verificado algunas otras curaciones
por este medio. Nada decimos de los tópicos, que en este caso tienen
lugar, pues las circunstancias particulares del miembro son las que
deben determinarlos.
ANFRACTUOSIDAD. (Anat.) Los Anatómicos emplean es-
ta palabra para expresar las desigualdades que no siguen un orden
constante, que se observan en muchas partes del cuerpo, particu-
larmente en la substancia del cerebro.
ANGÉLICA. (Mat. Med.) Esta es una planta de la familia
de las aparasoladas, de la qual se cuentan varias especies; pero solo
expondremos la mas usual, que es la imperatoria sativa oficinal
de Tournefort. Esta planta tiene un olor aromático, bastante fuerte
y muy agradable: la han caracterizado con las propiedades de cor-
dial, estomacal, aperitiva, sudorífica, vulneraria, carminativa,
emenagoga y alexifármaca. Se cree que las raices maceradas en
vinagre puedan preservar de la peste: se emplea en las enferme-
dades de la matriz, en las afecciones histéricas , y para determinar
las evacuaciones periódicas de las mugeres.
La angélica entra en un gran número de preparaciones y com-
posiciones de las Farmacopeas. Se hace una agua simple destilada
de las flores de las hojas, de la semilla y de las raices secas: se forma
también extracto y conserva de esta planta. La raiz entra en las
aguas compuestas teriacales, antiepilécticas, profilácticas, de toron-
gil compuesta, en la agua general, imperial, y en el bálsamo del
Comendador. Se emplea la raiz, las hojas y la semilla en el emplasto
de diabotano, y en el espíritu carminativo de Silvio; las hojas solas
entran en el agua alexíter, y su extracto es uno de los ingredientes de
la triaca celeste. La agua destilada de angélica se recomienda para la
ANG
211
gota, y su tintura se alaba para curar los catarros. Senerto hi-
zo uso de un bálsamo de angélica, que se halla en la Farmacopea
de Ausgburgo, compuesto de una onza de extracto de angelicados,
dracmas de maná en lágrima: se mezcla, y al fin se añade drac-
ma y media de aceyte de angélica , á cuya composición se atribu-
yen las propiedades mas heroycas de alexífármaco y tónico. Ext.
de la Ene.
Angélica. j[Pocion) (V. pociones.)
ANGINA O ESQUINANCIA. (Med. y Cirug.) Sauvages
coloca la angina en la clase de anhelaciones, y la esquinancia en la
clase de flemasias ó inflamaciones, en donde se tratarán respectiva-
mente (V. estos artículos.); pero sin embargo expondremos lo que
dice Mr. Luis.
* Los diferentes nombres bárbaros que los autores han dado á
esta enfermedad (angina y esquinancia) son mas bien del lenguage
de las escuelas que el de los prácticos; estos se limitan á examinar
únicamente si esta enfermedad es inflamatoria ó de otra naturaleza,
como catarral, gangrenosa ó convulsiva ; y quáles son las partes
que ocupa, como la laringe, la faringe ú otros órganos inmediatos;
atendiendo igualmente al grado de dificultad de tragar y respirar,
y á otros accidentes que hacen esta afección mas ó menos peligrosa.
La angina inflamatoria ó la verdadera esquinancia, es una enferme-
dad muy aguda: el frió, la calentura violenta, el dolor de cabeza,
la elevación flemonosa de la garganta, el encendimiento del ros-
tro &c. son los caracteres propios de esta enfermedad, la qual ataca
á la laringe , la faringe y las partes inmediatas como la campanilla,
las amígdalas, la lengua, el velo del paladar &c. La respiración y
la deglución son mas ó menos interrumpidas, siendo algunas veces
acompañada de inflamación del cuello de la cara y de la lengua. La
angina catarral, á la que algunos llaman falsa, comunmente no
viene acompañada de calentura; se percibe en el fondo de la boca un
ligero flogosis, que produce ordinariamente unos abscesillos, cuya
curación se abandona á la naturaleza; la dificultad de tragar es mas
ó menos incómoda, y es el accidente mas peligroso que la acompa-
ña. Algunos han dado también el nombre de angina falsa á este
tumor externo que tiene su sitio en las parótidas maxilares y demás
glándulas salivales, que el vulgo llama orejones. Los escorbúticos
y los venéreos están sujetos á un mal de garganta, que tiene mucha
relación en quanto á sus efectos con la angina catarral; pero la que
acompaña á el sarampión, escarlatina, á las viruelas y algunas ca-
lenturas malignas ó nerviosas, lo mismo que la que es producida
por la acción del mercurio, todas se deben distinguir de las pre-
cedentes.
La angina gangrenosa por lo regular es epidémica y contagio-
212 ANG
sa: lo mas común es que ataque á los niños; pero no se exceptúa
ninguna edad: es muy raro que principie por frió: la calentura al
principio es de poca consideración; pero se aumenta hacia el tercer
dia , observándose entonces una hinchazón en las amígdalas y la
campanilla, que se convierte inmediatamente en aftas, como tam-
bién las partes inmediatas. La abertura de los cadáveres nos ha
enseñado que estas úlceras se extienden á la nariz, á la traquiarte-
ria y bronquios, como también al esófago,estómago y los intestinos,
formándose en todas partes unas costras á manera de escaras, que
suelen arrojar los enfermos en los esputos; y también algunas por-
ciones de la membrana que cubre estas partes, sufriendo en este caso
una verdadera exfoliación , desprendiéndose algunas veces grandes
pedazos; la lengua generalmente se hincha, las parótidas se elevan,
y la boca contrae una especie de putrefacción , poniéndose la voz
ronca, la respiración trabajosa, y el pulso pequeño é irregular; y
por lo común se mueren estos enfermos al quinto ó noveno dia; y
si la enfermedad dura mas, no suele terminar tan pronto, exten-
diéndose hasta el dia quarenta. La angina convulsiva principia por
una gran dificultad de tragar y respirar, sin que se presente ni infla-
mación, ni rubicundez, ni tumor, sofocando freqüentemente al en-
fermo en pocas horas: esta última especie de angina, descripta con-
fusamente, es pocas veces esencial; pero si un síntoma del tétano,
de la afección histérica, hipocondriaca &c.; y algunas veces es tam-
bién la conseqüencia de la putrefacción del pulmón, del hígado,
de la glándula thimo &c, como lo ha enseñado muchas veces la ins-
pección de los cadáveres: esta angina se ha confundido con el ca-
tarro sufocativo. El calor y el frió que se recibe , y se sucede uno á
otro prontamente, es por lo común la causa de la esquinancia. La
erisipela que se transmuta , la gota retropulsa &c. pueden también
producirla , como igualmente los efectos de la mordedura de anima-
les venenosos &c. Se sabe que esta es de todas las flogosis la mas pe-
ligrosa , en que perecen los enfermos algunas veces al primer dia;
pero comunmente hacia el quinto. Los síntomas mas freqüentes que
la caracterizan son lengua inflamada con espuma en la boca, el
pulso intermitente, las convulsiones &c. Algunas veces se ha ob-
servado que esta inflamación se extiende á los pulmones ó á las par-
tes externas del cuello, siendo fácil de juzgar qual de estos acci-
dentes es mas temible. Es inútil decir que la inflamación que ataca la
laringe es mas peligrosa que la de la faringe; sin embargo, los abs-
cesos de las amígdalas de un cierto volumen pueden sofocar al en-
fermo quando se descuida en hacer la abertura. La esquinancia se
termina como las demás inflamaciones por la supuración, por el
escirro , ó por la gangrena; también se ha observado terminar esta
enfermedad, presentándose el fluxo menstruo y el hemorroidal. La
ANG 213
angina catarral se ha temido poco ó nada ; pero la gangrena, aun-
que muy ligera en apariencia en los primeros dias, debe inspirar
terror, porque esta enfermedad, como hemos dicho, puede comu-
nicarse inmediatamente á las primeras vias y al pecho, circunstan-
cia que la hace muy funesta: se debe temer este accidente quando
se advierte que las úlceras hacen un progreso rápido. Se ha obser-
vado que los viejos resisten mas esta enfermedad que los adultos y
los niños. La angina convulsiva, que viene en conseqüencia de las
grandes evacuaciones, y las largas enfermedades, es mortal.
La esquinancia exige prontos socorros, no debiéndose omitir las
sangrías (en la inflamatoria), abriendo las venas del brazo, del cue-
llo y de la lengua, aplicando sanguijuelas en las partes inmediatas,
y ventosas escarificadas en la espalda y otras partes, dando algu-
nos diluentes y dulcificantes &c; teniendo el vientre libre por me-
dio de los laxantes, usando al mismo tiempo lavativas purgantes y
estimulantes, prescribiendo alguna vez el emético, el qual ha dado
la vida á muchos enfermos. Los hypnóticos son en este caso muy
sospechosos, aunque algunos no hallan dificultad en usarlos; los
diaforéticos pueden convenir quando da tiempo la enfermedad, des-
pués de haber usado la sangría y los diluentes. Las gárgaras dulcifi-
cantes y repercusivas se deben emplear también, siendo muy útiles
alguna vez los silagogos; pero no convienen en todos los casos.
También se hace uso de las cataplasmas anodinas emolientes, tanto
para calmar el dolor como para determinar el tumor á lo exterior;
la del nido de golondrina pasa en esta enfermedad como un buen
resolutivo; pero los vexigatorios en la nuca deben preferirse, por-
que hacen una revulsión muy oportuna: las escarificaciones en la
boca pueden ser muy útiles: la operación de broncotomia es un re-
curso para los casos desesperados. (V. broncotomia.) Quando se
percibe el absceso, ya formado, no es necesario esperar á que se
abra por sí solo, es preciso abrirle, y emplear después unas gárgaras
detersivas. El tumor esquirroso de las amígdalas algunas veces es
conseqüencia de la esquinancia. La angina catarral, por lo común,
no pide la sangría; pero son útiles los purgantes (las gárgaras reso-
lutivas , y sobre todo los eméticos son los remedios que curan estas
dolencias.)
La angina gangrenosa no pide sangría : el emético y aun los pur-
gantes son muy útiles; los alexiteres y antisépticos, particularmente
la quina son los remedios mas á propósito; el alcanfor tiene también
un gran lugar, cerno también las cantáridas á la nuca, y aun las
ventosas sajadas &c *.
ANGIOLOGIA. (Anat.) Esta palabra significa la descripción
ó tratado de los vasos, es una de las partes en que se divide la
Ana-tomía.
214 ANH
ANGUSTIA, INQUIETUD. (Med.) Es un estado de agita-
ción y sofocación que ofrece una serie de sensaciones desagradables
y aflictivas, que no solo afectan el cuerpo sino también el ánimo.
(V. ANSIEDAD.)
ANHELACIÓN Ó ANHELACIONES. (Med.) Serie de le-
siones , que consisten principalmente en una agitación involuntaria
y fatigosa de los músculos del pecho, acompañada de una respira-
ción difícil y freqüente, sin calentura aguda. Este es el carácter cla-
sifico que Sauvages da á la quinta clase de su Nosología.
Exposición de la clase de anhelaciones (morbi dysnaeici), sus
caracteres ordinales, genéricos y específicos , con los
métodos curativos.
La anhelación á quien Estmulero llama anhelitus, y Plinio
anhelatio, es una afección en que la respiración se hace mas fre-
qüente y difícil que lo ordinario, ó una agitación de los órganos de
la respiración en que sus movimientos son mas reiterados en un
tiempo dado. Se verifica este estado morboso, aunque pasagero, con
solo acelerar el paso, subir una escalera &c., cesando inmediamen-
te estos movimientos excesivos luego que permanecemos algún tiem-
po en quietud; pero otras causas hacen mas pertinaz esta agitación
de pecho, tomo veremos mas adelante. Todas estas afecciones for-
man dos órdenes: en el primero se comprehenden las anhelaciones
espasmódicas, y en el segundo las opresivas.
Orden primero. Anhelaciones espasmódicas.
Todas las enfermedades, ó mas bien los síntomas ligeros, que
consisten en agitaciones pasageras del pecho con la espiración é ins-
piración sonora y espasmódica, forman el carácter ordinal primero
de esta clase de enfermedades. Este orden consta de cinco géneros,
á saber, el efialtes, estornudo, bostezo, hipo y tos.
genero i. Efialtes y sus especies.
El efialtes, llamado vulgarmente pesadilla, es una enfermedad
periódica que acomete en el acto del sueño: su principal síntoma es
una dysnea ó dificultad de respirar, en cuyo tiempo el enfermo per-
cibe una sensación como si le comprimiesen el pecho con un peso;
de aquí la denominación de pesadilla. Esta enfermedad suelen pa-
decer por lo común los que duermen de espaldas, y por otras cau-
sas: la respiración como aplanada, angustiada é inquieta que sienten
los enfermos se desaparece luego que despiertan, quedando única-
ANH 215
mente un resentimiento de haber padecido los síntomas anteceden-
tes. Esta enfermedad ha recibido otras denominaciones. Se ha lla-
mado incubo, epilepsia, y asma nocturna &c. Este género consta
de seis especies.
1. Efialtes pletórico. Siempre que haya una plétora real ó
aparente motivada por el calor de la cama; la demasiada ropa; su-
presión de alguna evacuación continua; abuso de licores espirituo-
sos; quando reynan vientos calientes &c. puede acometer esta es-
pecie de enfermedad; pues en tales circunstancias puede muy bien
determinarse mayor cantidad de sangre á los pulmones, por lo que
vienen los sueños turbulentos, los terrores pánicos &c.; y si el pul-
món está algo floxo, y no puede circular con libertad la sangre,so-
breviene la pesadilla. La curación de esta especie es fácil de con-
cebir , si es producida por la plétora aparente que ocasiona el ex-
ceso de ropa, el abuso de licores &c.; disminuir todas estas causas
de la rarefacción de la sangre es lo que se debe executar, 3' al mis-
mo tiempo dar tono , fortaleciendo el pulmón con los remedios con-
ducentes; pero si fuese producida por una abundancia real de san-
gre, las sangrías, la sobriedad en la comida bastará para curar esta
enfermedad : también convendrá hacer dormir al enfermo de costa-
do con la cabeza un poco elevada, y que sea del lado derecho,
para que el peso del hígado no comprima los vasos,y la sangre cir-
cule por ellos con mas libertad.
2. Efialtes estomático ó estomacal. Esta especie es producida
por la detención de alimentos ú otras materias en el estómago. Su
peso hace que se tire hacia abaxo el diafragma, por lo que se in-
terrumpe indispensablemente la circulación &c. También puede
producirse en aquellos sugetos que se exceden en el vino, que fe
acuestan luego que comen, teniendo mala postura en la cama, de
lo que resultan las compresiones indicadas de los vasos, mayor aflu-
xo de sangre á la cabeza, perturbación en los sentidos, y por con-
siguiente los sueños angustiosos y opresivos: esta especie es muy
común y conocida; apenas habrá persona que habiendo hecho al-
gún exceso en comida ó bebida no haya tenido un mal dormir, y
aun la pesadilla ó efialtes. La curación de esta especie exige el uso
de algún emético ó catártico. Si la enfermedad es ligera , bastará un
blando digestivo: el uso de un cocimiento de manzanilla con miel
y crémor de tártaro acaso bastará; pero si nó será necesario recur-
rir á los remedios anteriores, prescribiendo ademas la dieta conve-
niente , no permitiendo á los enfermos cenar sino ligeramente,
prohibiéndoles los licores, y moderándoles el uso del vino, según
las causas que las determine; después de evacuar bien las primeras
vias, usar de los estomacales, corroborantes y tónicos: las tinturas
de quina hechas en cocimientos de la menta pipería, y otras plan-
216 ANH
tas que llenen esta indicación, son muy á propósito.
3.* Efialtes producido por el hidrocéfalo. Varios autores re-
fieren haber visto efialtes producidos por dicha enfermedad; pero
solo se puede colocar esta conseqüencia morbífica entre los casos
raros; si se verifica, su curación primitiva será la que exige el hidro-
céfalo. (V. esta palabra.)
4.a Efialtes verminoso para el diagnóstico y curación. Se con-
sultará el artículo lombrices.
5.a Efialtes tercenario. En este género de calenturas se ha
solido presentar algunas veces el efialtes; luego que se curan des-
aparecen: para su curación (V. calentura terciana).
6.a Efialtes hipocondriaco. Es muy común en los hipocondria-
cos padecer el efialtes; y así todos quantos remedios se empleen
para curar la hipocondría, vendrán bien para curar esta especie de
afección: los calmantes, tónicos y antiespasmódicos 8cc. tienen mu-
cho lugar. (V. hipocondría.)
Género i i. Estornudo.
El estornudo es una repentina, sonora y violenta espiración,
en la qual después de haber penetrado el ayre en lo interior de las
narices, sale inmediatamente con violencia, causando un movimien-
to convulsivo en la cabeza y el tronco: á veces es un sacudimiento
de la naturaleza para desembarazarse de algún cuerpo extraño, que
irrita la membrana pituitaria; pero quando es muy violenta y repite
con freqüencia, constituye una enfermedad que llamamos estornu-
do morboso.
Sauvages establece algunas variedades de este género: i.a el es-
tornudo catarral, que es producido por lo común por el frió, ó en
las estaciones en que la atmósfera goza de esta intemperie, que sir-
viendo de estímulo produce esta afección local ó general (V. ca-
tarro.), ó bien sea que este mismo frió ú otra causa interrumpa la
transpiración; lo cierto es que en los catarros nasales y aun genera-
les, el estornudo es muy freqüente: 2.a el estornudo producido por
los granitos del sarampión que salen en las narices: 3.a el estornudo
causado por los remedios violentos, como el suco del elaterio ó
cohombrillo amargo, quando hay la imprudencia de aplicarlo á las
narices para curar las histéricas, siguiéndose por lo común efusiones
de sangre copiosas y estornudos: también hay otro estornudo que
ocasionan las pústulas acres y estimulantes que se forman algu-
nas veces en las narices, el qual es de mala especie: 4.a quando se
engendran lombrices en los senos frontales, y van á salir, producen
el mismo estornudo que ocasionaría qualquier cuerpo extraño apli-
cado en las fosas nasales: 5.a el estornudo espontáneo que ignoramos
ANH 217
la causa: 6.a el estornudo periódico que refiere Mangeto: 7.a el es-
tornudo epidémico que se padeció en otro tiempo, el qual era tan
violento que á él se solia seguir la muerte, desde cuyo tiempo viene
la costumbre de saludará los que estornudan: 8.a el estornudo crí-
tico de Hipócrates, que pensaba que era saludable en las calentu-
ras malignas &c.; pero esto mirado con mejor crítica , tiene mucho
de arbitrario, pues en el dia pocas crisis se ven por estornudos.
La mayor parte de las variedades de estornudo que hemos ex-
puesto no exigen una curación directa, no siendo muy violentos;
en cuyo caso, ademas de combatir el principio que los produce, es
preciso recurrir á los remedios que pueden extinguir los movimientos
violentos, por exemplo, los calmantes y antiespasmódicos, usados
interiormente, en sorbiciones y otros tópicos de la misma especie;
la aplicación de algún vexigatorio en la nuca, con el (in de producir
un nuevo estímulo que deshaga ó disminuya el que está obrando en
la membrana pituitoria , las friegas, los sinapismos, y quantos me-
dios hay ó sean posibles para desviar la acción estimulante del cuer-
po que obra en las narices, serán los medios indirectos mas opor-
tunos para corregir este mal; pero siempre se debe combatir el prin-
cipio directo que le ocasiona.
Género ni. Bostezo.
El bostezo es una abertura involuntaria y reiterada de la boca,
que consiste en una inspiración natural, lenta y duradera, acom-
pañada de movimientos convulsivos de la boca y partes inmediatas,
y algunas veces esperezos y estiramientos de los miembros, termi-
nando por lo ordinario en una espiración sonora y de corta dura-
ción. Lo mas particular es que la acción morbosa y natural del
bostezo se simpatiza entre los circunstantes, en términos que invo-
luntariamente lo executan todos los mas expectadores, que acom-
pañan al que bosteza; y aun sucede mas, que principiando á bos-
tezar voluntariamente por juguete, este movimiento se hace en se-
guida involuntario, forzado y convulsivo. Se sabe también que rey-
no en Roma un estornudo epidémico y mortal , que era seguido
de un bostezo igualmente funesto, de donde viene la costumbre
de hacer la cruz en la boca quando se bosteza. Este género consta
de quatro especies.
1. Bostezo del parto. A este síntoma se tiene por funesto en las
mugeres parturientas, creyendo que es el precursor del carus mortal
que suele seguirse.
2. Bostezo febril. Por lo común las calenturas intermitentes,
las catarrales y otras son anunciadas por bostezos. (V. calentura
y SUS SÍNTOMAS.)
TOMO I. EE
ai8 ANH
3. Bostezo estomacal. En las grandes comidas se sigue ordi-
nariamente el entorpecimiento y el bostezo, y algunas veces la car-
dialgia y el cólico; no es extraño que quando hay lombrices en el
estómago se presenten los bostezos, y después la epilesia; en una
palabra, en los vicios de estómago suele seguirse el síntoma del bos-
tezo que desaparecerá si se trata de evacuar el material motbífico
que le causa; los eméticos y purgantes desempeñarán completa-
mente este encargo.
4. Bostezo histérico. Es muy freqüente presentarse antes el
bostezo del parosismo histérico, y en algunos suele ser tan vio-
lento, que se les disloca la mandíbula; también están sujetas á
él las embarazadas y las cloróticas; esta especie se socorre con los
antihistéricos. (V. histérico.)
GÉNERO IV. HipO.
El hipo consiste en una respiración precipitada , sonora y con-
vulsiva. Sin embargo deque la etimología de esta enfermedad aun es
muy obscura, se cree no obstante que el hipo es un esfuerzo de la
naturaleza, por el qual, con la ayuda de las continuas depresiones
del diafragma, hace que se desprenda lo que incomoda en las in-
mediaciones del orificio superior del estómago. Los Galénicos pre-
tenden que la causa del hipo es un esfuerzo de la facultad espul-
triz del estómago. El principio ó causa próxima del hipo parece
ser todo lo que incomoda é irrita al estómago, principalmente su
orificio superior, y aun la extremidad inferior del esófago, y al
diafragma, ya sea porque estas partes estén afectadas de dolor ó de
otra incomodidad. Este género tiene veinte y nueve especies.
1. Hipo pasagero. Por lo común esta especie es producida
por defecto de la masticación, por tragar de priesa, por estar poco
diluidos Jos aumentos con la saliva, por tomar una bebida muy
fría, ó por respirar también en un ayre igualmente frió &c. Este
hipo, que debe su origen á causas ligeras, ó se disipa él mismo, ó
suprimiendo un corto espacio la respiración, ó tragando un poco
de agua lentamente: remedios bien sabidos de todos. También las
afecciones del alma curan pronto este hipo, como sucede con los
sustos, la admiración &c.
2. Hipo de los glotones. Esta especie es producida por el
abuso de los alimentos, esto es, quando se toman en gran cantidad.
Los glotones, los jóvenes voraces , los niños que maman mucho , es-
tan sujetos á esta especie de hipo, ya sea que afecten al estómago
por la demasiada cantidad, ya por su mala qualidad, de lo que
resultan dos variedades de hipo: la indicación curativa en una y
otra variedad se dirigirá á poner á los enfermos en dieta rigurosa,
ANH 219
y emplear los evacuantes del estómago mas apropiados, desde el
digestivo y el catártico mas suave hasta el emético, según la can-
tidad del mal, su antigüedad &c.
3. Hipo producido por la cacoquilia. Esta especie no se di-
ferencia en nada de la segunda variedad de la especie antece-
dente.
4. Hipo verminoso. Esta especie es producida por las lombri-
ces, que irritan el estómago para sus signos y curación. (V. lom-
brices. )
5. Hipo ventoso. Este hipo es producido por dos especies de
viento, presentando dos variedades: la primera está complicada
con la saburra en primeras vias, teniendo mucha analogía con el
hipo producido por la cacoquilia: para curar esta variedad se em-
plean los evacuantes como en la especie tercera. La segunda varie-
dad de esta especie es muy semejante al hipo producido por la de-
masiada movilidad; la qual no tiene complicación de saburra, no
habiendo mas que contracciones espasmódicas en las primeras vias:
de esta modificación morbosa resultan gases, meteorismos, y el
hipo de esta especie, cuya curación consiste en la aplicación exte-
rior de linimentos carminativos, la del éter sulfúrico, el uso inte-
rior de la triaca, del opio y demás antiespasmódicos, tónicos y
carminantes.
6. Hipo producido por los medicamentos. El exceso y mala
administración de los drásticos, ya sean vomitivos ó purgantes, sue-
len muchas veces producir varias afecciones de irritación, inflama-
ción &c., á las que se sigue el hipo de esta especie, que se suele
corregir con los remedios que pueden enervar la actividad de los
remedios drásticos, y disminuir la irritabilidad y sensibilidad mor-
bosa del estómago y los intestinos; las bebidas frias pueden tener
lugar en muchos casos; las blandas diluciones, los calmantes &c,
dirigido todo á moderar el alboroto que haya en las primeras vias, y
el hipo; atendiendo á los demás síntomas que le acompañen para cu-
rar, según la indicación, la enfermedad que venga adjunta con él.
7. Hipo causado por los venenos. Como el hipo es un sínto-
ma de las heridas venenosas y otros envenenamientos, de su cura-
ción se hablará en los correspondientes artículos.
8. Hipo cansado por la inanición. Una hemorragia inmode-
rada, un fluxo de vientre muy abundante , el abuso de la venus &c,
producen esta especie de hipo, cuya curación será relativa siempre
á la causa que lo produce. (V. hemorragia, flux o de vientre &c.y
sus conseqüencias.)
9. Hipo febril. En la clase de las calenturas se expondrá este
síntoma, que suele ser muy freqüente, cuya curación siempre es
adjunta á la especie de calentura que le produce; por lo común se
220 ANH
emplean los antiespasmódicos y tónicos, y con preferencia el musco
y alcanfor.
10. Hipo causado por la inflamación. Quando hay inflama-
ción en el esófago, el diafragma, el estómago, los intestinos, el hí-
gado , los ríñones, la vexiga de la orina, y la matriz, suele presen-
tarse el hipo: para el diagnóstico y curación de esta especie con-
súltese la clase de inflamaciones, y las varias especies en que se
presenta como síntoma.
i i . Hipo crítico. Algunos autores creen que sobreviene este
hipo en uno de los dias críticos de la calentura, y que es ocasio-
nado por las aftas que irritan el estómago y otras causas. (V. crisis.)
12. Hipo causado por una metástasis. Quando se desaparece
repentinamente , y fe deposita en el estómago ó el diafragma una
materia acre, erisipelatosa, podágrica, miliar &c. suele producirse
esta especie de hipo: las cantáridas en los sitios donde estaba antes
el mal, hacen el principal papel: para su curación se deben emplear
los diaforéticos, y con preferencia el alcanfor; los purgantes tienen
también mucho lugar, atendiendo igualmente á cuidar de aumentar
las fuerzas vitales.
13. Hipo causado por el fluxo de vientre. Para su curación
(V. diarrea y disenteria.) en cuyas afecciones se presenta este
hipo , según refiere Hofíman, particularmente si se ha detenido di-
cha evacuación intempestivamente.
14. Hipo originado por la supresión del fluxo menstruo. Para
su curación (V. clorosis.)
15. Hipo causado por la iscuria. Este síntoma se suele pre-
sentar en muchas especies de iscurias. (V. esta palabra.)
16. Hipo producido por la supresión de la transpiración.
Todos saben las causas que detienen esta importante evacuación,
y así en verificándose suele seguirse el hipo entre otros males; en
restablacer la traspiración consiste toda la curación: llenando esta
indicación con el uso de los diaforéticos, siempre será preferible el
alcanfor, por ser también antiespasmódico.
17. Hipo producido por los cólicos. Este es un síntoma que
acompaña á semejantes dolencias. (V. cólico.)
18. Hipo ocasionado por la estrangulación de las hernias.
Este síntoma se explicará y tratará de curar en la palabra hernia.
19. Hipo producido por las heridas. En las heridas del dia-
fragma, del estómago y los intestinos se verifica con freqüencia esta
especie de hipo. (V. los correspondientes artículos.)
20. Hipo purulento. Esta especie es producida por una mate-
ria purulenta, que proviene de alguna úlcera del estómago, del dia-
fragma, de los intestinos, de algún empiema , ó también de una
úlcera exterior t que absorviendo la supuración que forma, se
ANH
221
puede transmitir al estómago ó al diafragma; el diagnóstico v la cu-
ración se podrán ver en la palabra empiema y en los artículos de
ULCERAS INTERIORES.
21. Hipo producido por una gangrena interna. Esta especie
de hipo es el indicio de una muerte próxima, siempre que hayan
precedido enfermedades que pueda seguirse la gangrena interior,
como sucede en muchas enfermedades agudas, inflamatorias ó odo-
ríficas. También sobreviene hipo en la gangrena externa, pero no es
tan funesto. (V. gangrena.)
22. Hipo causado por las aftas. Ya sean nacientes y perma-
nentes, que desaparezcan, que se caygan las costras ó se hayan caí-
do. Con estas exantemas suele presentarse el hipo, como también
en las calenturas en que este síntoma eruptivo ataca en mayor ó
menor número, en la parte inferior del esófago y partes inmediatas,
produciendo el hipo; para su curación (V. aftas.)
23. Hipo producido por la escoriación del esófago. Por va-
rias causas se puede alterar el xugo interior del esófago, y aun
escoriarse su membrana interna , á lo que se suele seguir esta espe-
cie de hipo, cuya curación consiste en substituir un xugo análogo:
las disoluciones de goma arábiga en cocimientos apropiados, la le-
che ú horchata de cebada con el xarabe de malvabisco &c. pueden
muy bien convenir.
24. Hipo ocasionado por las afecciones del cerebro. Se sigue
esta especie por las heridas de esta viscera , por las de la cabeza y sus
contusiones, por las fracturas del cráneo y por la conmoción del
cerebro. (V. los respectivos artículos de estas enfermedades.)
25. Hipo nervioso. Esta especie es muy común en los sugetos
débiles, hipocondriacos, en las mugeres histéricas, y en todos los
que tengan un sistema nervioso muy susceptible de producir la
movilidad. La curación de esta especie consiste en emplear con
discreción los tónicos y antiespasmódicos combinados ó separados,
según lo exijan las circunstancias, como sucede en el histerismo y la
hipocondría. (V. estas palabras.)
26. Hipo virulento. El virus escorbútico y sifilítico pueden
atacar el estómago y el diafragma, y producir el hipo: para su cu-
ración (V. ESCORBUTO Y GÁLICO.)
27. Hipo caquético. A algunos sugetos caquéticos, por hallar-
se ademas en su estómago materiales viscosos y de mala calidad,
suele acometer un hipo crónico ó periódico, acompañado algu-
nas veces de vómitos. Ademas de la curación , que exija su estado
de caquexia, es necesario acudir á los eméticos, y después á los
corroborantes del estómago, como son los amargos &c, el hierro
en su varias preparaciones , y en las disoluciones naturales que ofre-
cen las aguas minerales &c. son excelentes remedios.
222 ANH
28. Hipo mecánico. Siempre que haya un escirro ú otro tu-
mor de qualquiera especie que sea en las inmediaciones del estoma-
go y el diafragma producen esta especie de hipo, que es bastan-
te rara.
29. Hipo que participa de la epilepsia y la manía. Esta es-
pecie también es muy rara, y para su curación (V. epilepsia y
manía.)
Genero v. Tos.
La tos es por lo común el menor de los síntomas que acompa-
ñan á una porción de enfermedades, como á la pleuresía, pereuna-
monia, inflamación del hígado, la parafrenitis, la esquinancia, el
empiema, la hidropesía de pecho, la angina , el coriza, el catarro,
la tisis, la hemotisis &c. La tos, según la definición de Dureto, no
es otra cosa mas que una agitación violenta del pecho para descar-
tarse de lo que le incomoda; esta agitación es originada de los es-
fuerzos que hace la naturaleza para sacudirse de la materia morbí-
fica que le irrita, porque todas las partes tienen una cierta facultad
de agitarse para desprenderse de lo que les incomoda, siendo la
tos con relación al pecho, lo que el estornudo es á la nariz , el hipo
al estómago &c; habiendo dado la naturaleza la misma facultad á
los ríñones, á la vexiga, al bazo, al hígado y al diafragma. Duret
de tussi. Este género tiene veinte y tres especies.
1. Tos catarral. Esta especie es un síntoma inseparable de to-
da afección catarral: para su diagnóstico y curación (V. los corres**
pondientes artículos.); pero en muchas ocasiones se presenta esta
tos aislada sin otro síntoma; y en este caso un ligero calmante la
suele curar, como media onza de xarabe de meconio al recogerse
en la cama; y si la tos insiste seis granos de las pildoras de cinoglo-
sa por algunas noches, añadiendo alguna bebida teiforme y ca-
liente; quedándose un dia ó dos en la cama &c. basta para curar
esta afección.
2. Tos histérica. Para su curación (V. histérico.)
3. Tos seca. Siempre que se presente esta tos sin expectora-
ción alguna, ni al principio, ni en todo el tiempo de la enfermedad,
se la llama tos seca, como sucede en varias especies de tisis, á sa-
ber , la calculosa , ecquirrosa, y aun la tuberculosa &c., y en la tos
convulsiva de las histéricas é hipocondriacas: el diagnóstico y cura-
ción se verá en sus correspondientes artículos, de que solo esta tos
es un síntoma.
4. Tos accidental. Esta especie es ocasionada por algún cuer-
po extraño que se introduce en la laringe ó traquearteria, ya sea
sólido, líquido y aun en forma de gas, ocasionando una tos mas ó
menos violenta, según la magnitud y aspereza del cuerpo; debién-
ANH 223
dose temer que esta tos degenere en aíma , como se ha visto muchas
veces: bien sabido es el caso ocurrido en nuestros dias con el Mé-
dico de la Real Familia D. Juan Manuel Pérez Santa Cruz, quien
tuvo la desgracia de que una porción de hueso de gallina tomase
mala dirección y se introduxese por la glotis en la laringe, cuyas
conseqüencias fueron la tos y el asma que padeció por algunos me-
ses , hasta que espontáneamente arrojó el cuerpo mecánico que tan-
to tiempo le habia atormentado, quedando enteramente bueno. Pa-
ra determinar la curación de esta especie es necesario examinar
antes la naturaleza del cuerpo que la ocasiona; si es posible sacarlo
por algún medio, ó descomponerlo á lo menos si se puede; hacién-
dolo de mejor condición, si es muy estimulante; para lo qual, con
excitar algún vómito suele conseguirse el desprenderlo: las garga-
rizaciones y las bebidas apropiadas podrán acaso contribuir á que
se neutralice, ó á lo menos que no estimule tanto el cuerpo mecá-
nico; pues con ellas se conseguirá ablandarlo, si es susceptible de
ello; si es venenoso neutralizarlo &c. (V. venenos.) El aceyte co-
mún ú otro apropiado satisfará varias indicaciones á un tiempo.
5. Tos fingida ó simulada. Esta especie no es causada por
vicio de los órganos, pero sí por una determinación libre del alma
por qualquiera motivo moral; las muchas ocasiones en que la mali-
cia se vale de este fingimiento para excitar la compasión, ó para
dexar de hacer los deberes que les impone la obligación á algunos
iugetos &c. enseñan al Médico á conocer esta especie.
6. Tos estomacal (húmeda). En esta tos el principio morbí-
fico se halla en el estómago, la qual se presenta con una expecto-
ración abundante. Los signos que la caracterizan son 1.° que ade-
mas de ser muy violenta y freqüente, se aumenta después de co-
mer; la expectoración que la acompaña, es mucosa y glutinosa, y
muchas veces el vómito: 2.0 el enfermo pierde el apetito, y hay
náuseas espontáneas y aun vómitos: 3.0 siente un dolor gravativo y
pungitivo en la región del corazón, y el estómago se infla con
bastante freqüencia: 4.0 quando se manda al enfermo inspirar fuer-
temente, no tose después, como sucede en la tos del pecho: 5.0 los
enfermos expectoran menos quando están en ayunas, en lugar que
quando es del pecho es mas abundante que quando el estómago está
vacío siempre que la tos sea húmeda: 6.° no es tan freqüente como
la del pecho. El principio determinante de esta enfermedad parece
ser una saburra acida alcalina, viscosa, ó de otra naturaleza, que se
forma en el estómago debilitándose y embarazándose con esta ma-
teria morbífica. La curación de esta especie de tos debe reducirse
i.° á evacuar la saburra del estómago : 2.0 á restablecer el tono de
esta viscera: la primera indicación se cumple con los eméticos y de-
mas evacuantes, y la segunda con los tónicos estomacales, prescri-
224 ANH
biendo al mismo tiempo un método dietético conveniente.
7. Tos estomacal (seca). Esta especie también es ocasionada
por la saburra en el estómago; pero no se presenta la expectoración
que en la antecedente; siguiéndose por lo común de algún exceso
en la comida: no se puede asegurar si la saburra es causa de que
se altere el órgano del pulmón para producirse la tos, ó si esta es
un esfuerzo de la naturaleza para que se desprenda del estómago
lo que le incomoda. La cura en los principios debe ser como en la
especie antecedente, como no haya vicio orgánico secundario en los
pulmones.
8. Tos gutural. Esta es la que viene del esófago, porque in-
tenta desembarazarse de la flema ó alguna otra viscosidad que está
incomodándole; las que se siguen á la angina , la esquinancia son de
la misma especie; la catarral algunas veces suele afectar también el
esófago. La mayor parte de los enfermos atribuyen á esta especie
de tos á cierta pituita salada que viene del cerebro. El sonido
de la tos gutural, por lo común es mas agudo que el de la pecto-
ral, siendo mas grave el de la estomacal. La curación de esta es-
pecie puede reducirse: si la mucosidad está en sitio en que alcan-
cen las gárgaras, se usarán las que sean detersivas y fundentes; el
cocimiento del orégano con miel y otras semejantes son muy á pro-
pósito; y en caso que no alcancen las gárgaras por estar la muco-
sidad por debaxo de la faringe; alguna bebida teiforme, como las
infusiones de manzanilla, flor de saúco &c. en que se desate alguna
porción de oximiel simple, será muy á propósito para curar esta
especie de tos.
9. Tos hepática. En los abscesos del hígado suele presentarse
este síntoma.
10. Tos ferina. (V. la siguiente especie.)
11. Tos convulsiva. Sauvages ha descrito estas dos especies co-
mo diferentes, siendo una misma cosa , diferenciándose únicamente
en grados, debiendo nosotros entender por tos ferina ó convulsi-
va lo mismo que catarro maligno ó coqueluche , que llaman los fran-
ceses. Esta enfermedad por lo común es epidémica y contagiosa en
algunas estaciones del año, y por lo común suele acometer á los ni-
ños por acometimientos muy violentos de tos , que se llaman quintes;
y á veces es tan rápido el progreso de esta enfermedad, que no da
tiempo para aplicar ningún remedio. Este contagio es específico, y
como todos los demás suele acometer una vez sola en toda la vida
á cada persona; por esta razón los niños, como que no lo han pade-
cido, están mas expuestos á él; sin embargo que hay muchos exem-
plares de haber acometido á sugetos de edad adulta. Esta especie de
tos principia por una calentura pequeña; la tos se va aumentando
sucesivamente con una expulsión sonora del ayre por la boca , que
ANH 225
parece un silbido, siguiéndose después una expectoración mucos2,
y á veces sobreviene el vómito; quando viene el golpe de la tes
se hinchan las venas de la cara y cuello, aumentándose las pulsa-
ciones de las arterias, poniéndose toda la cara amoratada , los ojos
tuberosos y lagrimantes, cuyo aspecto es horrendo, indicando una
repentina sufocación, y muchas veces sucedería si no sobreviniese
una hemorragia por las narices ó la boca; el vómito también mo-
dera estos parosismos. Quando la tos es violenta, quando hay una
gran conmoción en los pulmones y el diafragma, y no sobreviene
ni la hemorragia ni el vómito, las congojas son grandes, se pre-
sentan las convulsiones, la apoplegía, y suele seguirse la muerte;
y si duran estas accesiones mucho tiempo producen la tisis: hasta
ahora se ignora el sitio de su principio próximo; no obstante Pi-
nel piensa que en el estómago existe la causa primitiva de esta en-
fermedad; y por consiguiente indica para su curación los evacuan-
tes, proponiendo después los antiespasmódicos y tónicos para miti-
gar la excesiva sensibilidad del estómago.
Aunque el miasma contagioso ó principio excitante de esta enfer-
medad ataque el principio vital del pulmón, ó que ocupe el estó-
mago ó qualquiera otro órgano de la economía animal, no se pue-
de emplear al principio un medio mas enérgico que el emético para
desprender la causa morbífica y evacuarla; pues es sabido que este
medicamento no solo promueve las evacuaciones de vómito, cáma-
ra, sudor &c., sino también produce un sacudimiento general en
todos los órganos, facilitando el desprendimiento de alguna materia
heterogénea que les afecte; ya hemos dicho que los vómitos espon-
táneos son útiles, y que suelen formar la crisis de cada parosismo;
con el emético, seguramente imitaremos á la naturaleza: las san-
grías las proponen algunos autores; pero creemos no tengan lugar,
no habiendo signos decisivos de una plétora extraordinaria ; pues con
derramar sangre ni se consigue evacuar el miasma contagioso, ni mo-
derar sus efectos, antes sí se disminuyen las fuerzas, y precisamen-
te obrará con mas energía el contagio , imposibilitando acaso á que
por el esfuerzo natural de la fuerza medicatriz se sacudan los en-
fermos del miasma deletéreo. El uso de la asafétida, disuelta en
un vehículo apropiado, como por exemplo, el agua de corteza de
cidra &c. para darla á cucharadas á los niños, y también en lava-
tivas se recomienda por algunos prácticos, y parece debe conve-
nir para moderar los parosismos, siendo preferible este antiespas-
módico al opio; porque para usar este remedio se necesita mucho
cuidado en los niños, quienes se narcotizan mas de lo que se ne-
cesita , por poca dosis que se les administre; ademas de los anties-
pasmódicos tienen lugar los tónicos y los vexigatorios al pecho, y
aun los sinapismos á las plantas de los pies, si la enfermedad da lu-
tomo i. ff
22Ó
ANH
gar; aplicando todos estos remedios sucesivamente y con orden,
según lo permita la repetición de los parosismos; principiando
siempre con el emético, el que se puede repetir, según las circuns-
tancias, aplicando también inmediatamente el vexigatorio al pecho.
12. Tos de la dentición. Este síntoma suele presentarse en la
dentición. (V. este artículo.)
13. Tos de los metales. Esta es inseparable de la asma produ-
cida por el humo de los metales, asthma metalicum. (V. esta es-
pecie. )
14. Tos de las embarazadas. A algunas mugeres en el prin-
cipio del embarazo se nota esta especie de tos, ya sea accidental-
mente, ó porque la cavidad del pecho se ha estrechado, á causa de
la elevación que ocasiona el feto; si es accidental se examinará á
qué especie corresponde.
15. Tos hemotoica. Este es un síntoma de la hemotísis. (V. este
artículo.)
16. Tos poliposa. Algunos casos particulares ha habido de for-
marse pólipos en los bronquios que ocasionaban una tos violenta,
y si se rompian venia un fluxo de sangre, y después la tisis.
17. Tos de los tísicos. Como esta especie es un síntoma de la
tisis (V. este artículo.), se tratará con extensión, y se examinará
cómo se diferencia de la catarral &c. en donde corresponde.
18. Tos reumática. Siempre que haya signos decididos de Ja
existencia del reumatismo en el pecho, con exclusión de los que
manifiesta el catarro, la angina y otras especies de tos, se caracte-
rizará esta especie de tos reumática: la degeneración del catarro
produce muchas veces esta especie; pero las mas veces se presenta
esta quando los dolores reumáticos han andado vagando por las
extremidades, y después se fixan en el exterior ó interior del pecho:
para su curación (V. reumatismo.), y siempre convendrá calmar
la tos con quatro ó seis granos de pildoras de cinoglosa tomados por
la noche; y si la tos es incómoda, repetir la misma dosis por el dia;
usando ademas algunas tomas del dulzurante de Fuller solo ó mez-
clado con leche.
19. Tos artrítica. Siempre que la gota retropulsa de los pies
vaya á parar al pecho, producirá esta especie de tos, entre otros
síntomas: para su curación (V. gota ó artritis. )
20. Tos exantemática. La retropulsion de varios exantemas al
pecho producen esta especie; ademas en el sarampión y otras erup-
ciones se halla la tos, que es también un síntoma. (V. los respec-
tivos artículos.)
21. Tos verminosa. Hay algunas observaciones de haber ha-
llado en el pulmón algunos insectos que ocasionaban esta especie
de tos; pues no es inverosímil el que el ayre que se inspira con-
ANH 227
duzca huevos que puedan fecundarse en los pulmones. También se
cree, que las lombrices que ocupan el estómago é intestinos puedan
producir esta especie: para su curación (V. lombrices.)
22. Tos calculosa. Varías observaciones han hecho ver la exis-
tencia de cálculos de varias figuras y magnitud en la substancia del
pulmón, habiendo salido en la expectoración: estos enfermos por
lo común mueren ó hemotoicos ó tísicos.
Orden segundo. Anhelaciones opresivas.
Este orden comprehende las enfermedades que ofenden constan-
temente la respiración, y con particularidad la inspiración sin nin-
guna calentura inflamatoria, distinguiéndose de la pleuresía, pereu-
nomonia &c, en quienes la flegmasía es el principal síntoma. La di-
ficultad de respirar es compañera inseparable de varias enfermeda-
des , como sucede en las calenturas, hidropesías, espasmos &c; pero
solo se tratará en esta clase de las anhelaciones de aquellas en que el
principal síntoma sea la alteración de la respiración: este orden
consta de nueve géneros que son el estertor , la dysnea, el asma, la
ortognea, la angina, la pleurodinia, el reuma, el hidrotorax y el
empiema.
Género vi. Estertor.
Esta enfermedad consiste en una respiración sonora, que pro-
duce un sonido involuntario , las mas veces ronco, y otras á mane-
ra de silbido, como el ronquido que se observa en la mayor parte
de los que duermen; imitamos este sonido también quando que-
remos. El estertor no es síntoma esencial de ninguna enfermedad,
pues las dos especies que distingue Sauvages mas bien son s morcas
consecutivos que acompañan á las enfermedades que caracterizan.
1. Estertor asmático. Síntoma que se presenta en los parosis-
mos asmáticos. ( V. el artículo correspondiente.)
2. Estertor apoplético. Uno de los síntomas que caracterizan
la apoplegía es el estertor; quando se ponen los enfermos en la ago*
nía, en la mayor parte de las enfermedades, también se presenta el
estertor. (V. apoplegía. )
Genero vii. Dysnea.
La dysnea es una enfermedad en que el principal síntoma con-
siste en una respiración freqüente, acompañada de una angustia ó
congoja que no intermite, sin ningún signo de hidropesía de pecho,
ni de empiema; sin embargo es muy difícil distinguirla de estas en-
fermedades. Los antiguos Griegos empleaban el nombre de dysnea,
228 ANH
lo mismo que los Árabes, para designar las afecciones asmáticas y
las dificultades de respirar. Este género consta de veinte y dos
especies.
i. Dysnea pituitosa ó edema del pulmón. Se cree que esta es-
pecie es causada por la hinchazón del pulmón , la que se confunde
fácilmente con la hidropesía de pecho; cuyos signos diagnósticos es
preciso tener presentes para el examen de esta enfermedad: distin-
guida que sea, se emplearán para la curación todos les remedios
que sean capaces de habilitar la transpiración, promover las orinas,
usando también los incidentes de la linfa &c; teniendo mucho lugar
las escilas, ya sean en oximiel ó en substancia, formando pildoras
con otras substancias de la misma intención , ó con los tónicos como
el extracto de quina &c. La goma amoniaco y las sales neutras se
han recomendado para esta especie de enfermedad; debiéndose em-
plear los marciales como tónicos y aperitivos.
2. Dysnea tuberculosa. Los tubérculos, escirros y otros tumo-
res duros del pulmón producen esta especie de dysnea, y para su
curación (V. los correspondientes artículos.)
3. Dysnea calculosa. También se forman cálculos en el pul-
món , que producen esta especie de dysnea, como lo prueban
varias observaciones y abertura de cadáveres: para su curación
(V. cálculos y las especies de tisis que son producidas por ellos.)
4. Dysnea producida por hidátides. Algunas observaciones
han hecho ver que muchas veces la presencia de hidátides en el
pulmón producen esta especie de dysnea, difícil de conocer hasta
que se haya abierto el cadáver; pero en los que las han padecido se
les percibía una respiración pronta, freqüente, y algún tanto difí-
cil, particularmente la inspiración; los enfermos tienen sed, las
mexillas rubicundas , calentura héctica, no pueden dormir , la ex-
pectoración no es abundante ni purulenta.
5. Dysnea esteatomatosa. Siempre que se verifique un tumor
esteatomatoso en el pulmón formará esta especie de dysnea.
6. Dysnea producida por una vómica. (V.vómica.)
7. Dysnea producida por tumores carnosos y de gran volu-
men en el vientre. Según las observaciones de varios autores, los
tumores carnosos ó de otra naturaleza en algunas de las visceras del
vientre, suelen interrumpir la respiración, y producir esta especie
de dysnea, aunque rara.
8. Dysnea de las embarazadas. (V. el correspondiente ar-
tículo.)
9. Dysnea timpanítica, y por flato de los intestinos. (V, tim-
, PANITIS y FLATO.)
10. Dysnea raquítica (V. raquitis.)
ii. Dysnea por vicios del corazón. Esta especie es produ-
ANH 229
cida ya sea por el volumen morboso y extraordinario de esta en-
traña , por haber en sus ventrículos pólipos, por cubrirle demasiada
gordura, por estar endurecido y cartilaginoso el pericardio, y por
hallarse las aurículas aneurismáticas.
12. Dysnea neumática. Esta especie es producida por una
porción de ayre en el pecho, esto es, una timpanitis del tórax.
(V. TIMPANITIS.)
13. Dysnea estomacal. Algunos autores refieren haber obser-
vado dysneas de esta especie por tumores y otras enfermedades en
el estómago.
14. Dysnea del bazo. Los abscesos, la dureza, aumento de
volumen y dislocación de esta entraña, parece que producen esta
especie de dysnea según refieren algunos autores.
15. Dysnea reumática. Las heridas y contusiones del pecho,
y los empiemas, que son conseqüencia de las heridas de esta cavi-
dad , forman esta especie de dysnea. (V. los artículos corres-
pondientes. )
16. Dysnea galénica. Galeno hizo la experiencia de cortar ó
ligar los nervios diafragmáticos; y los animales en quienes lo execu-
taba caian inmediatamente en una dysnea; y así los sugetos á quie-
nes se les paraliza el diafragma por estar viciados los nervios que se
distribuyen en él, esto es, los diafragmáticos, se seguirá conseqüen-
temente esta especie de dysnea; porque no teniendo los músculos
del pecho un antagonista tan necesario como el diafragma para al-
ternar en sus movimientos, vendrá necesariamente un desorden en
la respiración: en la curación de esta especie vendrán bien todos los
remedios que se emplean en las parálisis parciales. (V. parálisis.)
17. Dysnea producida por un gastrocele. Se leen algunos
exemplos de que en esta enfermedad quirúrgica se presenta esta es-
pecie de dysnea.
18. Dysnea escorbútica. En los escorbúticos se suele presentar
esta especie. (V. escorbuto.)
19. Dysnea aneurismática. Es muy común que en las aneu-
rismas internas, principalmente en las de la cavidad del pecho, se
presente esta especie de dysnea; para su curación se consultará el
artículo aneurisma en quanto los remedios generales.
20. Dysnea poliposa.. Esta especie se verifica lo mismo que
en la antecedente quando hay pólipos. (V. pólipo.)
21. Dysnea pletórica. A la plétora suele acompañar este sín-
toma ; también se ha visto alguna vez presentarse esta especie de
dysnea periódica, que desaparecía inmediatamente con la sangría,
ó con remedios que promueven la traspiración.
22. Dysnea por estrechez de la aorta. Morgani refiere un ca-
so de una joven que padecía esta especie, de la qual murió, y á
530 ANH
quien se halló la aorta muy estrecha, cerca del corazón, no per-
mitiendo dar salida á toda la sangre que venia de los pulmones.
Género vin. Asma.
El principal síntoma del asma es una dificultad de respirar cró-
nica y periódica ; diferenciándose de la dysnea y ortopnea , en que
la primera es continua y de larga duración, y la segunda es una
enfermedad aguda. El principio morbífico próximo, ó estímulo que
produce el asma, parece ser un obstáculo periódico, que impide la
dilatación y contracción del pulmón, sin interrumpir apenas la cir-
culación de la sangre: los parosismos, conseqüentes al principio
morbífico, pueden ser muy bien esfuerzos que hace la naturaleza
para remover ó desprenderse de este obstáculo por medio de una
respiración mas fuerte. Como estos esfuerzos son débiles, y se in-
terrumpen , los enfermos no pierden en ellos demasiadas fuerzas:
la enfermedad se hace crónica, y el enfermo puede vivir muchos
años con este mal periódico.
Historia del asma.
Esta enfermedad pocas veces se presenta en los primeros años
de la vida, sino desde el tiempo de la pubertad en adelante, estan-
do sujetos á ella los dos sexos, pero con mas particularidad los
hombres: todos los temperamentos son susceptibles de padecerla
indistintamente, no dependiendo del hábito general del cuerpo, si-
no de una constitución particular ó susceptibilidad del pulmón. Las
accesiones ó parosismos de esta enfermedad sobrevienen comun-
mente por la noche ó á la caida de la tarde; pero no es raro el
que se hayan presentado entre el dia. Las mas veces principia
el parosismo de repente; sin embargo algunos enfermos suelen te-
ner preludios de este acometimiento, teniendo cierto desasosiego,
laxitud &c.: los primeros síntomas son una sensación de com-
presión angustiosa del pecho, contrayéndose los vasos aéreos del
pulmón en términos que no se puede inspirar. Si el enfermo le
coge echado en la cama, se ve obligado á tomar una postura recta,
buscando con ansia el ayre libre y fresco, aumentándose por gra-
dos la dificultad de respirar: siendo las inspiraciones y espiraciones
lentas y con silbido, se suele perder la voz , principalmente en las
grandes accesiones ; las mexillas se ponen encendidas, los ojos
saltones, la cara pálida y aun algo abotagada; el pulso por lo re-
gular conserva su estado natural, bien que algunas veces suele
haber bastante freqüencia; las orinas son abundantes y claras. To-
da esta serie de síntomas suele continuar algunas horas, unas ve-
ANH 231
ees tres, otras mas, y algunas menos; durando por lo común hasta
la madrugada, si el parosismo acomete á media noche, que enton-
ces suele principiar la remisión por grados: restableciéndose la respi-
ración, el enfermo habla y tose con mas libertad; y si la tos produ-
ce una expectoración de moco parecido á la disolución de la goma
de tragacanto, ó de un color pajizo como el pus, se hace la remi-
sión mas considerable, principiando el enfermo á dormir tranqui-
lamente.
Si el enfermo ha dormido en lo restante de la madrugada, con-
tinúa en lo demás del dia con la respiración mas libre y tranquila,
aunque no restablecida enteramente, resintiéndose á qualquier mo-
vimiento del cuerpo algo violento, manifestando quanto han pade-
cido en el parosismo sus órganos. Por lo común después de comer
sienten los enfermos flatulencias, eruptos ácidos y modorra; al
anochecer suele volver la dificultad de respirar , graduándose en tér-
minos que se hace tan molesta como la noche anterior. Estos paro-
sismos repiten mas ó menos, según la cantidad de estímulo que los
ocasiona, y la disposición ó susceptibilidad del pulmón y sus partes
adyacentes, en donde obra poniéndose mas susceptibles quanto mas
respiran; si el asma dura mucho tiempo suele añadirse á esta cruel
enfermedad la hidropesía de pecho, la ascítis, la anasarca, la aneu-
risma del corazón ó de los vasos mayores.
Esta enfermedad sin duda es una afección propia del sistema
nervioso que pertenece á los órganos de la respiración, y con-
siste en la depravación del movimiento de las fibras motrices del
pulmón; siendo verdaderamente la causa próxima del asma la cos-
triccion morbosa, y hasta cierto punto espasmódica de las fibras
musculares de los bronquios: esta modificación preternatural de la
vida impide que se efectúen con libertad los dos movimientos tan
necesarios de inspiración y espiración; de cuya resulta se presentan
los síntomas que hemos descrito.
El pronóstico que se debe dar á los asmáticos será siempre poco
favorable, pues es muy raro que se haya curado perfectamente el
asma; el mayor peligro está en el parosismo, juzgando de su éxito
según sean mas ó menos grandes sus repeticiones, su terminación en
las hidroposías &c.; y habrá una imposibilidad absoluta de curarla
quando dependa de una conformación orgánica: y solo Se tratará en
este caso de moderarla. El asma admite dos curaciones, una en el
acto del parosismo, y otra fuera de él: esta última se expondrá en
cada una de las especies, combatiendo el principio que las deter-
mina. Para curar el parosismo se han empleado varios remedios:
algunos Prácticos aconsejan la sangría inmediatamente, y con pre-
ferencia en los jóvenes y pletóricos; en los primeros acometimien-
tos puede pasar este remedio, pues efectivamente alivia á los enfer-.
232 ANH
mos manifiestamente; pero si repiten las accesiones, es necesario
abandonarla , porque debilitaría infinito á los enfermos , y este esta-
do los dispondría á padecer con mas freqüencia los parosismos; y
así la sangría solo se debe usar en los primeros insultos asmáticos
que sean muy violentos, y después que se hayan empleado los re-
medios que vamos á indicar, y quando haya signos antecedentes de
una plétora decidida. Los principales remedios que se deben em-
plear en el acto del parosismo son los antiespasmódicos y calman-
tes , y con preferencia á todos el opio, sin limitar precisamente la
dosis á un solo grano: laasafétida, el almizcle, el éter sulfúrico&c.
son buenos remedios; pero no tan seguros ni enérgicos como el
opio. La indicación principal en el acto del parosismo es sin duda la
de corregir la contracción espasmódica ó irritabilidad morbosa de
las fibras motrices, de los pulmones , sea qualquiera el estímulo que
la determine, para cuyo efecto nada desempeñarán mejor que los
últimos remedios que hemos expuesto. Los sinapismos á las plantas
de los pies, las cantáridas al pecho, y aun en las extremidades,
aunque obran con lentitud, son también remedios que coinciden
con la indicación; porque ademas de afloxar el espasmo del pul-
món, hacen que se disminuya la acción del estímulo que ocasiona
el parosismo, excitando la sensibilidad y movilidad en sitios distan-
tes con dichos remedios. Floyer, Médico Ingles, que padeció la
asma muchos años, y á quien debemos un excelente tratado de esta
enfermedad, aconseja ademas de todos los remedios que se han
indicado, que se usen lavativas y vomitivos ligeros como el oximiel
escilítico mezclado con aceyte &c.; pero estos últimos remedios se
deben dar solo quando haya preludios del parosismo ó un poco
antes, porque después seria arriesgado, á no ser que el emético sea
sumamente ligero. El mismo autor propone con el fin de reprimir
la espansion y la flatuosidad que suelen tener los asmáticos en el
estómago, las bebidas frescas, como no sea en la asma catarral.
También se han recomendado los baños de pies en agua, en que
se hayan mezclado algunas onzas de ácido sulfúrico. Zecchúus dice,
que el mejor remedio para la fuerza del parosismo es dar al en-
fermo diez granos de azafrán y uno de almizcle disueltos en un vaso
de vino.
Este género consta de veinte especies, que vamos á exponer.
1. Asma húmeda. El parosismo de esta especie acomete con
los mismos síntomas, poco mas ó menos, que hemos referido en la
historia general, con solo la diferencia, que la expectoración, los
eruptos y los vómitos se presentan mas manifiestamente. Para la
curación del parosismo se emplearán los mismos remedios de la cu-
ra general que hemos propuesto, y la específica , ó la que se dirige
á precaver el que acometan los insultos ó parosismos. Se reduce á
ANH 233
dar tono y fortaleza al pulmón, borrando por este medio y otros,
si ser puede , la irritabilidad morbosa que periódicamente tanto afli-
ge á los enfermos; facilitar la expectoración para que esta, deteni-
da ó espesada en las vesículas bronquiales, no sirva de estímulo, é
induzca á que repitan mas los parosismos. El uso de la tintura de
quina con el oximiel simple, y aun el escilítico, es un excelente re-
medio , pues ademas de su propiedad tónica, los oximieles, princi-
palmente el escilítico, pueden obrar como expectorantes, incidentes
de la linfa, como diuréticos, y aun eméticos, y por esta última pro-
piedad serán útiles; los enfermos podrán usar de este remedio dos
ó tres veces al dia, como veremos después; y si se quiere variar la
forma , sin mudar de idea, se puede usar el extracto de quina con
la misma escila en substancia, medio ó un escrúpulo de extracto
por toma , con quatro granos de escila. Siempre será bueno que to-
men por la noche seis granos de pildoras de cinoglosa, ó uno de
extracto aquoso de opio, para prevenir de este modo que el pul-
món no esté tan irritable, y por consiguiente tan susceptible á los
parosismos: las cantáridas repetidas en todos los puntos del pecho
son los remedios mas oportunos para esta especie de asma. Floyer
aconseja que cada mes á lo menos se dé un emético, y que por las
noches se dé á los enfermos un calmante, como hemos dicho; que
se usen con freqüencia los purgantes y las lavativas. También se ha
recomendado la goma de amoniaco, y entre sus preparaciones la
emulsión de Brunero. Otros muchos remedios se hallan en los au-
tores para curar esta especie de enfermedad; pero los que hemos
indicado y los de su especie son suficientes, si se manejan con discre-
ción, para socorrer en lo posible esta cruel enfermedad.
2. Asma convulsiva, llamada también seca y espasmódica.
Se diferencia de la húmeda: i.° en que las accesiones vienen de
repente: 2.0 en que principian por un dolor ó un calambre en al-
gún sitio del pecho: 3.0 en que los síntomas son muy violentos,
siendo los signos mas ciertos de esta especie las convulsiones de otras
partes que la acompañan ó preceden. Wilis creia que la materia
morbífica en esta especie no afecta en los pulmones, y sí en los
nervios que se distribuyen en los músculos del pecho, concluyen-
do de aquí que no es pulmonal: esta opinión no se ha generalizado.
Los remedios mas apropiados para curar esta especie son los cal-
mantes, antiespasmódicos, y los tónicos, administrados juntos ó
alternados unos y otros, usando también las cantáridas, y cu-
rando los parosismos por el método ordinario.
3. Asma histérica. Esta especie acomete á los histéricos; y pa-
ra su curación consúltense las especies antecedentes, y la palabra
histérico.
4. Asma hipocondriaca. Los sugetos hipocondriacos, á quienes
tomo i. gg
234 ANH
se ha suprimido el fluxo hemorroidal, y que padecen todos los
síntomas propios de su mal, suelen algunas veces padecer el asma;
en tal caso se les tratará con los remedios propios de su enfermedad
primitiva, y los del asma que hemos indicado anteriormente.
5. Asma artrítica. Esta especie ataca á los sugetos gotosos, á
los que padecen reumatismo y escorbuto, en quienes la materia po-
dágrica ó gotosa ha hecho retropulsion al pecho ó las partes inme-
diatas, y lo mismo las otras materias; por lo común es acompaña-
da de flatuosidades, de inquietud, ansiedad en el epigastrio, do-
lor pungitivo hacia los omoplatos y contracción en el corazón.
La curación que exige esta especie de asma, ademas de los reme-
dios generales, se reduce á emplear los de la gota y el reumatismo
retropulsos. (V. los correspondientes artículos.)
6. Asma producida por un pólipo en el corazón. Esta especie
se distingue de las demás por la violencia con que palpita el cora-
zón , por la intermitencia del pulso &c., signos que no solo deciden
su carácter específico, sino también la imposibilidad de su curación;
pues solo alguna sangría y la quietud podrán hacer mas duradera
y menos penosa la vida que resta á los enfermos.
7. Asma pulverulentorum de Ramacini, que es producida
por el polvo que tragan varios artesanos, como los canteros, yese-
ros, molineros &c.; pues el polvo introducido en los pulmones ha-
ce que estos y los bronquios se infarten, formando un estímulo,
que produce el asma de esta especie , y quando nó, toses rebeldes, y
alguna vez la tisis. Todos los remedios que sean capaces de des-
alojar este polvo y desvanecer los infartos de esta entraña, serán
útiles en esta especie de asma; el kermes mineral mezclado con los
tónicos, será siempre un excelente remedio; los oximieles simple y
escilítico se deberán también administrar con mucha utilidad; las
flores de benjuí mezcladas con remedios tónicos é incidentes, y
los vexigatorios serán muy oportunos, como también el substraer
á estos artesanos de la ocupación que los ha puesto en tan triste
estado , administrando ademas los remedios generales que hemos
expuesto.
8. Asma estomacal. Baglivio piensa que la mayor parte de las
asmas humorales tienen su principio en el estómago: él aconseja los
eméticos y catárticos &c.: esta especie no se diferencia de la asma
húmeda; y así se consultará esta especie.
9. Asma por una giba ó cor coba en el tronco. Hay sugetos á
quienes pone gibosos el asma; pero también este vicio de confor-
mación produce el asma y la dysnea.
10. Asma de los caballos. Esta especie mas bien pertenece á la
Veterinaria que á la Medicina; sin embargo algunos sugetos la pa-
decen , según dice Floyer, siendo una especie de asma enfisematosa»
ANH 235
ti. Asma exantemática. Todos los exantemas ó enfermedades
eruptivas que pueden hacer retrocesos al pecho, forman el asma de
esta especie, y se curará como se curan los retrocesos de cada una
de las especies eruptivas. (V. viruelas, sarampión, erisipe-
la &c), y después con la cura general del asma.
12. Asma metálica. Esta es una especie de asma seca y espas-
módica producida por los humos metálicos saturninos, sulfurosos,
venenosos, arsenicales, del carbón de tierra, del ácido nitroso, ó
agua fuerte, y del antimonio; en una palabra, la mayor parte de
los artesanos que trabajan en la fundición de metales por lo común
están expuestos á esta especie de asma; porque los vapores, la ma-
yor parte de ellos venenosos , introducidos en el pulmón, en el acto
de la inspiración, minan sordamente, produciendo una mudanza
fatal, que les hace incurrir en el asma de esta especie. La cura
específica de esta asma se reduce á buscar los reactivos propios para
desnaturalizar estos venenos; y se hallarán en la palabra cólico,
administrándolos al mismo tiempo que los que exige la cura general
de esta enfermedad.
13. Asma caquéctica. Los sugetos caquécticos, que ademas
padecen el asma, se podrá decir que padecen esta especie: para
su curación véase la especie de caquexia á que pertenecen en su
clase. (V. caquexia.)
14. Asma venérea. Para su curación consúltese el artículo de
enfermedades venéreas, y ademas lo que hemos dicho del asma en
general.
15. Asma pletórica. Caracterizan esta especie los signos de la
plétora , ademas de los generales del asma, y quando en los primeros
parosismos suele presentarse una calentura efémera; también suele
producir esta especie la supresión de alguna evacuación sanguínea:
si es por esta causa se procurará restablecer, y si por la plétora se
substituirán á los eméticos las sangrías, y en lo demás se emplearán
los remedios generales.
16. Asma catarral. No es extraño que las afecciones catar-
rales produzcan alguna vez el asma, supuesto que tienen las mas
veces su asiento en el pulmón: para la curación de esta especie,
véase la general del asma , y la de las afecciones catarrales.
17. Asma pneumodes. Según Areteo, en esta especie de asma
el humor contenido en los pulmones, y que sale por la expectora-
ción, se muda en una especie de granizo que se pertrifica; por
lo común viene acompañada de dysnea, de tos, de vigilia y calor,
con una extenuación general; el pulso es pequeño y freqüente: los
que padecen esta enfermedad tienen el pecho muy ancho y bien
conformado, y sin indicios de que haya supuración alguna en los
pulmones, y sí solo la concreción de un humor de la naturaleza,
236 ANH
que hemos dicho, el qual sale en la expectoración. Los parosismos
vienen de tarde en tarde, y algunos enfermos mueren repentina-
mente en uno de ellos, y áotros les sobreviene la ascítis ola anasarca.
La cura de esta especie debe hacerse como la de la asma húmeda.
18. Asma hipocondriaca. Según la historia que hace Sauvages
de esta especie, refiriéndose á Wolfio y otros autores, es mas as-
ma hepática que hipocondriaca; pues los signos,,específicos son la
tensión, dureza y elevación que se advierte en la región del híga-
do ó hipocondrio derecho, la amarillez de la cara y aun de toda
la superficie, acompañando ademas de los parosismos una tos seca
llamada hepática; siendo el principio excitante de esta especie la
obstrucción del hígado: la cura específica, ademas de los remedios
generales del parosismo, se reduce á emplear los desobstruentes de
esta entraña, teniendo lugar los marciales, las aguas minerales de
esta especie, y las salinas; los tónicos y fundentes, y entre ellos los
xabonosos con preferencia; los purgantes resinosos y laxantes, usando
exteriormente el xaboncillo amoniacal ú otro remedio de esta especie.
19. Asma convulsiva de Boerhaave. Esta especie se reduce á
un caso particular á que asistió dicho autor, que no tenia carácter
específico, por lo que omitimos su historia.
20. Asma que acompaña á las calenturas. En las calenturas
intermitentes, según Torti, se presenta esta especie que acompaña
á sus accesiones, mirándose como un síntoma de ellas, que des-
aparece luego que se curan dichas calenturas.
Género íx. Ortopnea.
La ortopnea es una enfermedad sumamente aguda, que produce
una gran opresión que impide respirar, no pudiéndose executar sino
sentado el enfermo en la cama, con las escápulas levandas, en tér-
minos , que parece que va á sofocarse. Se diferencia del asma,
sin embargo ^ue imita sus parosismos, los mas violentos, en que
la ortopnea no acomete periódicamente como la dysnea , en
que es una enfermedad aguda, y la dysnea lo es crónica. Es bas-
tante difícil determinar las especies de este género; pero sin embar-
go presentaremos algunas observaciones y especies que establece
Sauvages, á quien seguimos en nuestra clasificación, que se reducen
á veinte y seis.
1. Ortopnea pereunumónica. Es lo mismo que catarro sofoca-
tivo, según Bagüvio y Etmulero. (V. catarro sofocativo.)
2. Ortopnea cardiaca. Esta especie se toma por lo común por
una apoplegía , porque el enfermo suele morir inmediatamente
con estertor; la qual es producida por el atascamiento de los ven-
trículos y las aurículas del corazón.
ANH 237
3. Ortopnea espasmódica. Se da este nombre á una sofoca-
ción producida por la constricción espasmódica ó convulsiva del
pulmón , ó mas bien de la laringe, y aun del diafragma: para curar
esta especie consúltese la de asma convulsiva, de quien no se dife-
rencia sino en grados.
4. Ortopnea histérica. Algunas histéricas quando les acomete
un parosismo, se ponen ortónicas: para curarlas (V. histérico.)
5. Ortopnea producida por el hidrotorax. (V. hidr.otorax.)
6. Ortopnea producida por demasiada gordura. Algunos au-
tores refieren haber visto esta especie, que hallaron después en los
cadáveres mucha gordura al exterior, y en las cavidades y visce-
ras , principalmente en el corazón.
7. Ortopnea producida por mía vómica. (V. vómica.)
8. Ortopnea producida por una aneurisma. Varios autores
refieren haber visto ortopneas, habiendo hallado después en sus ca-
dáveres aneurisma en la gran corvadura de la aorta, arteria pul-
monal &c.
9. Ortopnea producida por los cuerpos que se detienen en
el esófago. Hay muchos casos en que al tragar un cuerpo mas
grueso que el diámetro del esófago, se detiene y produce esta
especie.
10. Ortopnea producida por el broncocele. (V. broncocele. )
n. Ortopnea producida por el gastrocele ó hernia del estó-
mago. Se han visto algunos casos en que se ha verificado esta especie.
12. Ortopnea causada por una hydroneumonia. (V. esta
palabra.)
13. Ortopnea producida por el empiema. (V. esta palabra.)
14. Ortopnea traumática. Los golpes violentos en el pecho
suelen producir esta especie. Su curación será la misma que la de
las grandes contusiones; y si hay fractura ó dislocación, se atenderá
á estas respectivas enfermedades.
15. Ortopnea producida por la antipatía. Se cuenta de algún
caso particular, que por una aversión irracional, que se tiene á al-
gunos objetos, causa á ciertas personas, principalmente á las histéri-
cas, una especie de ortopnea, que parece se van á sofocar.
16. Ortopnea producida por los vapores. El humo de azufre,
los vapores vitriólicos, el polvo de cal, quando se respiran, pare-
ce que comprimen y atascan las vesículas del pulmón; los vapo-
res mefíticos, el gas ácido carbónico que se desprende délas cu-
bas del vino quando fermenta &c, causan aun un efecto mas vio-
lento , á la verdad no producen una ortopnea; porque la sofocación
es tan repentina que suelen caer inmediatamente los enfermos en
una asfixia. (V. esta palabra.)
17. Ortopnea producida por las lombrices. Puede producirse*
238 ANH
muy bien esta especie por semejantes insectos; y para la curación
(V. LOMBRICES.)
18. Ortopnea causada por una lupia. Se han visto muchos
casos de esta especie; para su curación (V. el correspondiente ar-
tículo de esta enfermedad quirúrgica.)
19. Ortopnea producida por la inanición. Esta especie acontece
á las que han tenido grandes pérdidas de sangre en los partos, y á
las que no han faxado inmediatamente después de ellos; lo mismo
que álos hidrópicos que les han sacado de pronto las aguas del vien-
tre, á quienes la ortopnea ó la lipotimia suele seguir.
20. Ortopnea febril. En algunas calenturas, tercianas, quar-
tanas &c. la ortopnea se ha presentado como síntoma; y aunque
se atienda con los antiespasmódicos &c. á la cura sintomática de
esta especie, la cura directa es siempre la calentura.
21. Ortopnea Sepudo-periupneumonia. Esta especie es lo mismo
que la peripneumonia catarral. ( V. este artículo.)
22. Ortopnea escorbútica. En los últimos grados del escorbuto
se suele presentar esta especie. (V. escorbuto.)
23. Ortopnea causada por un hidrocéfalo. Algunos autores re-
fieren esta especie; pero las causas que la producen son muy hipo-
téticas; lo mas verosímil es que sea una afección convulsiva pro-
ducida por un derrame repentino de serosidad en los ventrículos
del cerebro; pero como los antiguos creian que la serosidad des-
cendía de la cabeza al pecho, y producía de este modo, según
ellos, la sofocación, equivocaban las causas, aunque sean unos
mismos los efectos.
24. Ortopnea variolosa. Esta especie es la que se presenta en
las viruelas confluentes en el dia once, y alguna vez en el catorce
y diez y siete; haciendo que se aumente considerablemente la ca-
lentura y la agitación, con todos los demás síntomas. Las can-
táridas grandes al pecho, los eméticos y calmantes son los princi-
pales remedios que se deben emplear sucesivamente , para que el vi-
rus varioloso no se determine al pulmón, siendo preciso desalojar-
lo, y al mismo tiempo moderar la acción violenta de sus síntomas.
215. Ortopnea producida por comer hongos venenosos. El diario
de Medicina de París de Octubre de 1755 trae un caso de esta es-
pecie, que se curó con eméticos y los ácidos.
26. Ortopnea poliposa. Esta especie es producida por un pó-
lipo en el corazón.
Género x. Angina.
La denominación de angina viene del verbo latino angere es-
trangular, sofocar, que en Griego se dice Paracynanche y Para-
synanche. Esta enfermedad consiste en una dificultad de respirar,
ANH 239
acompañada de cierto obstáculo en el tragadero, con dificultad de
tragar las mas veces, sin ninguna inflamación. Se diferencia de la
esquinancia, en que no la acompaña calentura inflamatoria ; de las
enfermedades asmáticas, por la estrangulación y dolor con que está
complicada. Se diferencia también de la dysfagia, en que sin em-
bargo que es acompañada por lo regular de dificultad de tragar, la
dysfagia nunca está complicada con una dificultad tan grande de
respirar como la angina.
El constreñimiento y ofensa de la laringe no siempre es esen-
cial á la angina, supuesto que la dificultad de respirar puede venir
de varios motivos, sin que esté ofendida la laringe, como se ve
quando las amígdalas ó agallas, el velo del paladar &c. están afec-
tados exclusivamente, resultando un transtorno en la respiración y
degluticion , junta ó separadamente; y de aquí viene la diferencia
que hacen algunos autores de la angina tonsilar, traqueal &c. Boer-
haave comprehende también baxo la denominación (cynanche)
toda especie de dificultad de respirar. Cullen y otros autores limi-
tan esta palabra á la angina inflamatoria , como lo hemos expues-
to en el artículo angina, el qual se puede consultar; pero siguien-
do á nuestro Sauvages, expondremos las diez y nueve especies,
según su división.
1. Angina bronquial. Esta especie tiene varios nombres, lla-
mándose también angina catarral , fluxión de garganta, angina
pituitosa, y catarro de garganta. Quando el estímulo catarral se de-
termina á los órganos de la voz y deglución, ya sea porque en ellos
haya susceptibilidad, ó porque son los primeros que reciben la
impresión fria en la intemperie del invierno; lo cierto es, que en-
tre la familia de las enfermedades catarrales, la angina de esta
especie es muy freqüente: su curación es la general del catarro ó
enfermedades catarrales (V. calentura catarral.); quando mas
se añadirá algún tópico, por exemplo, las gárgaras resolutivas ó de-
tersivas , en caso que esté la boca y la garganta bañada de una linfa
espesa; las primeras se pueden componer de un cocimiento emo-
liente, una corta porción de aguardiente, azúcar, ó alguna miel
oficinal, sea el arrope, saúco, el de moras, ó la miel rosada: si se
quieren hacer mas activas, se puede añadir la sal de tártaro, el ál-
cali volátil &c, según lo exija la necesidad: las segundas se pue-
den componer de un cocimiento de orégano, y qualquiera de las
dichas mieles, y aun el álcali &c., si hay demasiado infarto, que se
puede temer la sofocación; las cantáridas al cuello son excelentes
remedios.
2. Angina Loiveriana. Esta es una enfermedad facticia que hi-
zo Lowerio para hacer una experiencia, ligando las yugulares.
3. Angina calculosa. Algunos autores han encontrado cálculos
24o ANH
en las amígdalas y demás sitios, en donde se forman las anginas.
4, Angina producida por cuerpos extraños, que imprudente-
mente se han tragado. La Cirugía ofrece varios medios para extraer
ó empujar si parece estos cuerpos; y si estos han producido algún
daño, se curará según el carácter que presente, como herida, in-
flamación &c.
5. Angina de los ahorcados. Pocas veces se presenta la ocasión
de curar esta especie de angina; sin embargo tenemos un exem-
plo bien reciente de un reo ahorcado en Valladolid, que estando
en el féretro dio señales de vida, y con los auxilios del arte logró
después restablecerla ; puede suceder también , que los suicidas, ó
á quienes se intente ahorcar, y no puedan completar la operación
los agresores, entonces la Medicina puede muy bien auxiliar á
estos miserables para que no logren su designio. Se^cuentan al-
gunos casos de estos. Los autores en estas circunstancias aconsejan
los eméticos y los cordiales: algunos quieren que la sangría sea lo
primero; esta podrá convenir, si hay mucha sangre atascada en el
cerebro; pero al mismo tiempo se le deben dar los remedios insinua-
dos, las friegas generales, y todo quanto pueda restablecerle la
vitalidad, atendiendo igualmente á los daños locales de los órganos
del cuello con fomentos, y quantos remedios puedan restablecer los
desórdenes que ocasionó el cordel.
6. Angina esquirrosa. En qualquiera de los puntos de los que
se forman las anginas puede muy bien verificarse un tumor esquir-
roso, y entonces tendremos la angina esquirrosa; para su curación
(V. esquirro.) También pueden producir esta especíelos tumores
escrofulosos.
7- Angina supuratoria. Los tumores de la cámara posterior
de la boca y sus inmediaciones, que terminan por supuración, for-
man esta especie de angina. Muchas veces es necesario abrir estos
tumores con lanceta ó con el faringotomo; y después se cura la
úlcera por el método ordinario. (V. úlgeras de la boca.)
8. Angina venérea. Nada hay mas freqüente en las afecciones
venéreas que las ulceraciones al rededor de la laringe, faringe y la
campanilla, formándose al mismo tiempo caries, infartos y otras
dolencias, lo que impide el tragar , haciendo la voz ronca y débil;
para su curación (V. esta especie.) (V. gálico.); pero entre las pre-
paraciones mercuriales se deben usar con preferencia en esta enfer-
medad el sublimado corrosivo. (V. esta palabra.)
9. Angina histérica. En muchos parosismos histéricos se suele
presentar como síntoma esta especie: para su curación (V. his-
térico.)
10. Angina hidrofóbica. También esta especie suele ser síntoma
de la hidrofobia. [V. hidrofobia.)
ANH 241
11. Angina nasal. Quando el estímulo catarral ó qualquiera
otro se determina en las fosas nasales posteriores, impidiendo tra-
gar ó respirar, se verificará la angina de esta especie: su curación
será como la catarral. (V. la especie primera.)
12. Angina exantemática. En las viruelas, particularmente en
las confluentes, el sarampión y otras erupciones, se suele presentar
la angina de esta especie; su curación consiste, ademas del plan
general, en añadir algunas gárgaras atemperantes, ó dar á los enfer-
mos algunos xarabes ácidos; y si el infarto es grande, la cantárida al
exterior del cuello es el remedio mas oportuno.
13. Angina escorbútica. Es muy común en los escorbúticos
presentarse esta especie: para su curación (V. escorbuto.)
14. Angina tímica. Los infartos ó hinchazones de la glándula
timo caracterizan esta especie.
15. Angina poliposa. Los pólipos de la nariz, que se extien-
den hasta la garganta, producen esta especie de angina.
16. Angina aneurismática. Las aneurismas que se extienden
hasta la traquearteria y partes inmediatas, ocasionan esta especie
de angina.
17. Angina producida por un broncocele. (V. esta palabra.)
18. Angina espasmódica. Tal puede ser el espasmo que haya
en la faringe y laringe, que impida el respirar y tragar, y se verifi-
que esta especie de angina, que la prudente administración de los
antiespasmódicos deberán curar. Se cuenta que habiendo sido heri-
do un joven en la mano, en su convalecencia le acometió esta, es-
pecie, y murió de un horrendo tétano, sin que precediese vicio or-
gánico en el cuello, ni en los órganos de la deglución ni respi-
ración.
19. Angina blanca ó pituitosa de Meycerey. (V. la primera
especie.)
Género xi. Pleurodinia.
La pleurodinia, llamada también pleuresía falsa y dolor de cos-
tado bastardo vulgarmente, es una enfermedad, cuyo principal
síntoma consiste en el dolor agudo en algún punto del pecho, con
dificultad de respirar, sin calentura inflamatoria aguda: este género
se diferencia de las enfermedades inflamatorias y de la pleuresía^
del mismo modo que se distingue la manía del frenesí, y el cólico
uterino de la inflamación de la matriz. Este género tiene veinte y
una especies.
1. Pleurodinia pletórica. Los signos de esta especie son un
dolor pungitivo al costado ó parte lateral del pecho: la tos, los es-
{mtos algo sanguinolentos , con alguna dificultad de respirar , sin ca-
entura aguda, que por lo común es causada por la plétora, bien que
tomo 1. HH
242 ANH
muchas veces es catarral; y en este caso los eméticos y diaforéticos
serán los principales remedios: en caso de plétora se principiara
la curación con la sangría: si el dolor resiste á todos estos reme-
dios , el vexigatorio al costado será muy oportuno.
2. Pleurodinia verminosa. Esta especie se manifiesta por una
calentura vaga , continua ó remitente, pero no inflamatoria ^acom-
pañada de tos seca , de dolor pleurítico al costado, y excreción de
lombrices: la cura de esta especie consiste en eméticos y vermífugos.
3. Pleurodinia reumática. Quando el reumatismo se fixa en
qualquiera punto del pecho produce esta especie, y para su cura-
ción (V. reumatismo.)
4. Pleurodiniaflatulenta. Muchas veces una porción de ayre
rarefacto se desenvuelve en las partes continentes del pecho, y for-
ma e