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Si Prometeo fué encadenado sobre una roca y el águila misionera de los Dioses le devoró las entra- ñas en castigo de su ambición inaudita, y el Procer magnífico sucumbió al suplicio que le impusieran las divinidades olímpicas, el genio humano, por el contrario, no ha cesado de batallar en esa gigantes- ca lucha que sostiene contra la Naturaleza por la conquista gloriosa de los descubrimientos cientí- ficos. Una de las muchas conquistas que el genio de los hombres ha obtenido en el campo de las investiga- ciones filosóficas y científicas, ha sido, á no. dudar- lo, el arte inapreciable de desterrar del cuerpo hu- mano las dolencias que lc^afligen y de preparar los 6 LÁZARO TAVÍA. medios más eficaces para evitar la aproximación de estos males funestos. Si la vida, la gloria, y el apoteosis de la gran familia humana consisten más que todo en conser- var la especie para robustecer los pueblos y levan- tar imperios y repúblicas que lleven como estandar- te esplendoroso la enseña sublime de la civiliza- ción y del progreso, no cabe duda que la ciencia de la Medicina y sus adelantos, son las mejores glorias que se ostentan como una constelación de astros resplandecientes en la historia de la humanidad. Inspirados por estas ideas y obedeciendo al grito entusiasta de nuestro espíritu de escritores amantes de la ley suprema de los progresos humanos, reseña- remos siquiera sea ligeramente el origen y los avan- ces de la gran ciencia médica en los pueblos del Vie- jo Continente. La Medicina encierra en su historia un número considerable de enseñanzas y por eso es que reviste un interés palpitante. Procuremos á grandes rasgos reseñar á nuestros lectores lo que ha sido desde su origen hasta nues- tros días esta admirable cuanto difícil ciencia. Sería imposible fijar la época en que se comenza- ron á poner en práctica las ciencias médicas; su ori- gen, como el de muchas cosas, se escapa á la inves- tigación de los historiadores; mas nosotros podemos decir que el arte de curar las enfermedades nació desde el momento en que los hombres padecieron. Entre los pueblos de la más remota antigüedad, los DOCTORES NOTABLES. 7 enfermos eran expuestos en las plazas públicas, y los transeúntes tenían la obligación de indicar al paciente los medios que por experiencia propia eran los me- jores para aliviar sus dolencias. Por otra parte, el instinto, la casualidad, la obser- vación é imitación de las costumbres de los anima- les, fueron los medios más eficaces y las fuentes de inspiración en que los hombres hallaron el arte de la Medicina. Las propiedades de muchas plantas se descubrieron observando-los efectos que produ- cían en algunos animales. Herodoto y Pausanias nos dicen que Melampo descubrió la virtud de la elébora observando el efecto de esta yerba sobre las cabras. Entre las sociedades más antiguas, los reyes, los héroes, los poetas, y sobre todo los'sacerdotes, se de- dicaban al estudio de la Medicina, porque el arte de curar era una virtud que contribuía á aumentar el prestigio de los grandes hombres. Orfeo, Lineo y Hesiodo conocían perfectamente, las virtudes de las plantas; Salomón gozaba de gran fama como médi- co, y los chinos poseen tratados antiquísimos sobre Medicina, escritos por muchos de sus soberanos. La Medicina primitiva fué ejercida especialmente por los sacerdotes, si bien es cierto que ellos, apareciendo como intermediarios entre los pueblos y la Divini- dad, ocultaban sus frecuentes errores bajo el velo de la superstición de las masas. Un ilustre egiptólogo francés, M. E. Chabas, ha tomado curiosos datos sobre la Medicina, de un an- 8 LÁZARO PAVÍA. tiquísimo papiro, existente en el Museo de Berlín. Entre los Egipcios, figuraban como principales me- dicamentos la sal, la miel, el incienso, y otros cuya identidad no ha podido ser determinada. Además de las substancias ya enumeradas, encontramos que los egipcios empleaban el vino, la sangre, la leche hu- mana, la sal de amoniaco, etc., etc. La Mitología de los griegos jugó un papel impor- tante en la Medicina, porque los antiguos helenos atribuían las enfermedades á determinaciones y ven- ganzas de los Dioses del Olimpo. Apolo, que era la representación mística del Sol, y fuente de todos los bienes y de todos los males, era para ellos el inven- tor de la Medicina; pero ésta se limitaba tan sólo á vendar y lavar las heridas y las úlceras. Esa fué to- da la ciencia de Chiron, maestro de Esculapio, de Machaon y de Podaliro, hijo de Esculapio, famoso por su presencia en el sitio de Troya. En cuanto á las enfermedades internas, que eran signo de la có- lera divina, se pretendían curar por medio de plega- rias, oraciones y cánticos elevados á los Dioses. La gloria de Hipócrates consiste en haber sepa- rado la Medicina de los sistemas filosóficos y en ha- ber hecho de ella una ciencia especial y homogénea. Estudiando las causas exteriores de las enfermeda- des, Hipócrates describió los fenómenos con una precisión admirable. Los hijos de Hipócrates conti- nuaron la obra de su padre, si bien alterando el es- píritu y la pureza de sus doctrinas. Aristóteles, sin embargo, dio gran impulso á los trabajos y descu- DOCTORES NOTABLES. 9 brimientos de la Medicina generalizando y ensan- chando los conocimientos anatómicos. Desde Hipó- crates á Herófilo y Erasistrato, la Medicina hizo grandes progresos. Los hijos de Hipócrates, Thes- salins, Dracon, Polibio, su yerno, Hipócrates III é Hipócrates IV, compusieron muchos libros sobre arte médica. Con el nacimiento de la "Escuela de Alejandría," comienza para la Medicina un período brillante y flo- reciente. Herófilo, discípulo de Praxágoras, y Era- sistrato, discípulo de Chrísipus, fueron los legítimos fundadores de la Anatomía descriptiva, fueron los primeros que practicaron disecciones humanas y compararon la disposición de los órganos con los síntomas de las enfermedades. La secta de los metodistas fué establecida por Thémison, un siglo poco más ó menos antes de la Era Cristiana. En Roma no se practicaba la Medi- cina si no era por un sistema enteramente domésti- co, consistente en observar preceptos de régimen y prácticas supersticiosas. En la época en que la secta de los metodistas se hallaba en su mayor florescencia, Ateneo de Atalia, médico que practicaba su ciencia en Roma en tiem- po de Nerón y Domiciano, y cien años antes de Ga- leno, fundó la secta de los pneumáticos, una especie de médicos espiritualistas que reaparecieron más tarde. Conocedor perfecto de todos los sistemas filosófi- cos y de arte médico, dotado de una concepción vas- IO LÁZARO PAVÍA. tísima, Galeno apareció modestamente como el res- taurador de Hipócrates. Fundado en que la expe- riencia y el razonamiento son reglas invariables de toda ciencia, creó una nueva doctrina médica que reinó por muchos años. Menos ilustrado que Herófilo y Erasistrato en materia de Anatomía, Galeno cultivó esta ciencia con ardor infatigable y fué uno de los más sabios anatomistas de la antigüedad. En fisiología ningún médico fué tan notable como él, pues su obra intitu- lada: "De usu partium" es la más perfecta. Se pue- de decir que Galeno resumió en sus libros toda la ciencia de su época. Sin embargo, la Medicina ca- minaba á más brillantes conquistas, porque en tanto que el Gran Imperio Romano se derrumbaba con estrépito con los golpes formidables de los bárba- ros del Norte, un pueblo, hasta entonces desconoci- do, avanzaba al teatro de la ciencia. Era el árabe. Aunque no hicieron grandes progresos en Anato- mía y Fisiología, los árabes diagnosticaron y des- cribieron las fiebres eruptivas, hasta entonces mal tratadas por los romanos Serapion Rhazcs, Avice- no, Albucasis Avenzoar, Averrhoes y Maimónides. Son los principales autores árabes, pues, en materia médica. Pocos ó ningún autor escribió ya más acer- ca de Medicina, á pesar de que en 805, Cario Mag- no había ordenado la enseñanza y la práctica de aquella ciencia en las escuelas de los conventos. En una época no lejana de la en que brillara la escuela de Salerno, en los siglos VIII y IX, Felipe DOCTORES NOTABLES. I I Augusto fundó en París la Gran Universidad, si- guiendo á ésta otras instituciones en Francia, y cul- tivándose desde entonces con gran empeño la Me- dicina, distinguiéndose entre otros muchos, Modino, médico de Bolonia que á fines del siglo XIV, dise- có por primera vez cadáveres humanos, y demostró públicamente los conocimientos anatómicos. Alejandro Bennedetti y Benivendi escribieron al- gunos tratados sobre Medicina; Leoniceno produjo el primer tratado sobre la sífilis; Paracelso, Versali Eustaquio, Falopio Colombo, Varolio, Arenzio, Fa- bricio y Aquapedente, se hicieron célebres por varios importantes descubrimientos. En el siglo XVII la Medicina hizo grandes pro- gresos, gracias á la influencia de la Filosofía y alas doctrinas deoDescartes. El descubrimiento de la circulación de la sangre, por Harvey y del canal toráxico por Pecquet, en- sancharon más los descubrimientos inspirados por las doctrinas de Descartes. La Anatomía, entretanto, prosiguió su marcha de adelantos; Leuwenhoeck y Malpighi descubren con el microscopio los glóbulos de la sangre. La Medi- cina se enriquece con varios importantes medica- mentos, principalmente con el emético que originó la controversia entre Gui Patru y la Facultad de Medicina. Stahl, HorTman y Boerhaave, médicos famosos de distintas escuelas, trataron de normalizar la Medici- na y de agrupar en rededor de ella ideas generales. 12 LÁZARO PAVÍA. La Anatomía es cultivada con grandes éxitos por Ruysch, Mapighi, Wieussens, Verheyen, Duverney, Mery, Littré, Winslow, Senac y otros muchos. Los estudios de Forti sobre las fiebres perniciosas, los trabajos de Lancisi, de Senac y Astruc, dan gran- des luces á la Patología Interna. Haller y Morgagnien el siglo XVIII trajeron gran contingente á la Medicina. El primero, gran fisiólo- go, compiló todos los conocimientos sobre fenóme- nos orgánicos. Sus estudios sobre la irritabilidad,. son el origen de casi todos los trabajos que hacen constar la acción y las propiedades de diversos ór- ganos. Morgagni fundó la Anatomía Patológica que es la ciencia de las lesiones orgánicas á las cuales son debidas las enfermedades. Su obra intitulada "De sedibus et causis morborum" es un verdadero mo- numento científico. La Patología Interna avanzaba también gradual- mente en el siglo XVIII. Los trabajos de Senac Lientaud y Lorry, en Fran- cia, los Huxham Macbride, y Grant en Inglaterra, los de Borsieri, en Italia, dieron gran contingen- te de adelanto á la ciencia, complementando este grande trabajo el descubrimiento de la vacuna por Jenner. Con el descubrimiento de la química por el inmor- tal Lavoissier, la ciencia tuvo ya una base sólida en que sentar los estudios importantísimos de las fun- ciones fisiológicas de la vida vegetativa. Los fenó- menos de la nutrición y de la digestión hasta enton- DOCTORES NOTABLES. 13 ees tan obscuros, fueron iluminados de pronto por una luz resplandeciente. Un poco más tarde, Rouelle, Fourcroy y Vauque- lin, hicieron conocer la composición de los fluidos del organismo. La percusión, descubierta por Arenbruger, la aus- cultación, imaginada por Laénnec, y el plesime- trismo, inventado por Piorry, dieron al diagnóstico una potencia y una precisión inesperada. El conoci- miento de las enfermedades del corazón y de las afecciones del pecho se perfeccionó con estos nue- vos descubrimientos. La extracción de los alcaloides de los vegetales, creó, gracias á Pelletier y Caventou, un nuevo gé- nero de preciosos medicamentos. Al mismo tiempo, los inapreciables trabajos de Biaullaud, sobre las en- fermedades del corazón; los de Rostan, sobre las en- fermedades del cerebro; los de Rayer, sobre los ríño- nes; los de Randhal, sobre la sangre, y los de Beaun, sobre las dispepsias, dieron un carácter más positi- vo á la ciencia médica. #En la actualidad, y debido en mucho á los pro- gresos de la Anatomía general y de la Fisiología ex- perimental, la ciencia de la Medicina ha entrado en una nueva vía de adelantos. La Medicina ha renun- ciado á toda clase de metafísica; no es ya ni vítálís- ta, ni espiritualista, ni organista, ni materialista. Es puramente biológica; se apoya en el conocimiento de las leyes de la vida en el estado sano y en el es- tado enfermó. 14 LÁZARO PAVÍA. Ahora bien, estas leyes no son conocidas si no se conoce el papel y el funcionamiento de los elementos anatómicos en los cuales reside la actividad vital. Por otra parte, este secreto no puede arrancársele á la naturaleza si no es por medio de experiencias practicadas en animales vivos, cuyas experiencias tocan á la Fisiología experimental. Por eso el mi- croscopio y la Fisiología experimental son hoy los ejes del progreso de la Medicina. El porvenir déla Medicina está íntimamente liga- do con el conocimiento riguroso de las funciones or- gánicas y de la acción de los medicamentos; acción que será preciso estudiar, no empíricamente, sino desde el punto de vista de las modificaciones histo- lógicas que determina. La benevolencia de nuestros lectores nos permiti- rá que dediquemos algunas palabras respecto á la Medicina y á sus progresos en nuestro país. Convulsos y agitados por las revoluciones intes- tinas durante más de cincuenta años, los Gobiernos de la Nación mayormente atendían á pertrechar ejér- citos y á levantar fortalezas que á proteger el ade- lantamiento de las ciencias en las aulas populares!... y sin embargo, del célebre Colegio de San Juan de Letrán, y del no menos célebre de San Ildefonso, brotaron entre el estruendo de los combates y el hu- mo denso de la discordia, inteligencias esplendoro- sas que, como los Lacunza, los Altamirano, los Ler- do de Tejada, los Lafragua, los Bermúdez, los Ocampo, los Zarco, los Barreda y tantos o'tros, lie- DOCTORES NOTABLES. . I 5 naron de luz gloriosa la tribuna, el periodismo, las ciencias y las letras. La Escuela Nacional de Medicina no permanecía extraña á este movimiento y á esa irradiación de lu- ces____De aquellas aulas brotaron genios verdade- ramente asombrosos, como los Lucio, los Ortega, los Carpió, los Montes de Oca y tantos otros. La ciencia médica, á pesar de la poca protección que le impartieran los Gobiernos disidentes y apáti- cos, avanzaba, sin embargo, con pasos gigantescos hacia su engrandecimiento y hacia su gloria. Las funestas luchas intestinas que por muchos años fueron el padrón de ignominia para la histo- ria política y social de nuestra República, arranca- ron á la ciencia médica muchas y buenas inteligen- cias, entre otras la de Juan Díaz Covarrubias, mé- dico de gran porvenir que muere asesinado en Ta- cubaya el 11 de Abril de 1859, ejerciendo el sublime magisterio de la Medicina, víctima del sanguinario D. Leonardo Márquez. Muchos ilustres nombres que resplandecen en la historia del Protomedicato Mejicano, se escaparán quizá á nuestros recuerdos; pero baste decir que la Nación Mejicana ostenta en sus anales científicos, apellidos gloriosos bien conocidos ya en Europa. Tenemos en Méjico en la actualidad insignes fa- cultativos que han ejercido las prácticas de su profe- sión y han hecho estudios fructíferos en países tan cul- tos como Francia, Alemania, Inglaterra y Bélgica, y que han sido allí objeto de calurosos aplausos por í6» LÁZARO PAVÍA.________________ parte de los grandes maestros en la ciencia médica, y que se llaman los Charcot, los Pasteur, los Hegel, los Spencer, los Falb, los Koch y tantos otros cu- yos nombres no recordamos. El Protomedicato Mejicano cuenta hoy en su seno con ilustres facultativo s que han conquistado honra y prez en el sublime magisterio de la Medicina. La Cirugía cuenta entre sus grandes maestros al inolvi- dable Sr. Doctor F. Montes de Oca, habilísimo Ciru- jano y facultativo de altos vuelos, á quien arrebató la muerte en el apogeo de su reputación científica. Como hábiles y distinguidos oculistas encontra- mos los nombres esclarecidos de los Sres. Doctores Vértiz, Bandera, Carmona y Valle y Fernando Ló- pez, actualmente Director del Hospital Militar de Instrucción. Igualmente los nombres de Lavista, Li- céaga, Ruiz, Maldonado y Morón, Sosa, Govantes, Preciado, Regino González y otros muchos que ilus- tran con su saber y experiencia la Patología, la Clíni- ca, la Cirugía, la Obstetricia, y en general, todos los. ramos de la Medicina. Dar á conocer al público la figura de nuestros más distinguidos facultativos de la Capital y de los Estados de la República, es el objeto que nos anima á escribir esta obra que, como las anteriores que he- mos arreglado, ponemos humildemente al amparo y protección de nuestros ilustrados lectores. Lázaro Pavía. Dr. Manuel Carmona y Valle. MÉXICO.—D. F. DR. MANUEL CARMONA Y VALLE. esde que aceptamos la misión de biógrafos, com- prendimos perfectamente que nuestra honrosa ¥ tarea sería en extremo delicada; y por eso mismo pusimos en juego todas nuestras ener- gías intelectuales y procuramos al principio emplear las escasas luces de nuestro pobre criterio en la na- rración del humilde libro que hoy ofrecemos á nues- tros ilustrados lectores. Pero antes de entrar en materia, tenemos la obli- gación precisa de presentar nuestras excusas al lec- tor. Casi desde nuestra más tierna infancia, nos he- mos sentido arrastrados por la magnética influencia, por el encanto irresistible y la seducción palpitante que revisten los estudios filosóficos en general y los científicos en particular. Deudora de inmensa gratitud y de eterno recono- cimiento, ,1a humanidad ha sabido levantar inmarce- sibles monumentos de bronce y mármol á todos esos tos de I 8 LÁZARO PAVÍA. proceres del ingenio que á semejanza de Frankln que arrebató el rayo de los cielos, supieron tambié arrancar secretos pavorosos á la naturaleza, par combatir los males y las grandes calamidades qu pe desde los tiempos primitivos afligen á la especie huf ' mana y á las sociedades civilizadas. I caí Evangélica y gloriosa misión nos parece la de vi( médico. El hombre que dedica para el bien de su semejantes el fruto inmenso de sus desvelos y d sus observaciones, el poder de su talento y la habi re lidad de sus pronósticos para combatir y destruirla! n enfermedades que una ley fatal del destino ha san I cionado como una de tantas penas que el hombr tiene que soportar en el camino de la vida, es par; nosotros altamente simpático y merecedor de tod< género de encomio. El médico es como el sacerdote; su ministerio eí tan sagrado, que impone todo ese respeto que sen- timos hacia lo grande, lo bueno, lo benéfico y lo di- vino. El progreso de las ciencias y de las artes, de la industria, de las letras y de todas las manifestacio- nes asombrosas del ingenio humano, deben en gran parte su marcha siempre ascendiente y gloriosa, á la benemérita jerarquía social de los médicos faculta- tivos. Sin los conocimientos de la Medicina, sin todas esas conquistas que se han alcanzado en el terreno fructífero de la observación, la gran familia humana estaría hoy expuesta, como en remotísimos tiempos, DOCTORES NOTABLES. 19 á perecer por la causa más insignificante, por la in- fluencia nefanda que ejerce en ciertos temperamen- tos, la acción de la atmósfera, del clima y de la tem- peratura; por los efluvios maléficos que se despren- den de la superficie de la tierra, y por tantas otras causales á que se encuentra sujeta la condición de la vida humana. Ya lo hemos dicho; la Biología, que es la cierxia de la vida, no ha pronunciado aún su última palabra respecto á la conservación indefinida de las funcio- nes orgánicas; de otra manera, el elixir famoso de Brown-Sequard sería la panacea que nos haría ob- tener la inmortalidad del cuerpo y del alma. Pero la Medicina en general, la Cirugía, la Clínica, la Patología interna y externa, la Higiene, y todos los ramos de la difícil cuanto obscura ciencia de ali- viar y desterrar los males, marchan á pasos gigan- tescos, y en las postrimerías del siglo XIX, de esta centuria que han dado en llamar de "las luces," ofrecen á los ojos de las generaciones que hoy bro- tan y que contemplarán en el siglo venidero la obra de nuestros contemporáneos, un cuadro hermoso, enaltecido por las más gloriosas conquistas en el campo de la investigación científica. El siglo XIX, ya moribundo y cansado de tan- tas luchas, de tantas fatigas y de tanta gloria, deja un legado inapreciable á su heredero; le abre una senda fecunda en descubrimientos y normaliza la marcha de las generaciones venideras. Nuevos cru- zados, los grandes médicos de la actualidad, han lie- 20 LÁZARO PAVÍA. vado á cabo portentosas y sublimes peregrinaciones; han obtenido conquistas de inapreciable valor para la gratitud del mundo, y han sido, en fin, los bene- méritos de la sabiduría, á quienes el porvenir reser- va las páginas más honrosas de la historia y los monumentos más imperecederos del recuerdo. Por eso hemos escrito este libro; por eso desea- mos dar á conocer á los personajes más eminentes y más dignos del Protomedicato mexicano, en esta nuestra humilde galería biográfica. En los momentos en que escribimos estas lí- neas, un segundo Congreso Médico Pan-Americanc inaugura sus importantísimas sesiones en el grar hemiciclo del Teatro Nacional. De trascendental significación es para Méjico la reunión del Congreso Pan-Americano, porque esta respetable Asamblea trae á la República un gran número de extranjeros ilustrados y competentes en materia médica, que al regresar á su patria, es indu- dable que darán á conocer el estado de adelanto que hemos alcanzado á la sombra benéfica é inestimable de la paz de que disfrutamos. Xo será necesario encarecer las ventajas y bene- ficios que resultarán á Méjico con la visita de los Congresistas Americanos, porque además de haber elegido á nuestro país como centro de un cónclave científico, digno de los países más cultos, esos hom- bres ilustrados sabrán apreciar nuestras riquezas naturales y los elementos con que actualmente con- DOCTORES NOTABLES. 21 tamos para dar impulso á nuestros adelantos en la senda de la civilización. Espectáculo grandioso es el que ofrece Méjico en estos momentos: los Congresistas Pan-America- nos que próximamente se reunirán en Rusia y reco- rrerán sus poblaciones principales, son para nosotros una verdadera fortuna. La necesidad de que los grandes capitales afluyan, de que las industrias se propaguen y multipliquen, de que la inmigración extranjera venga á fertilizar y fecundar nuestros vírgenes campos, se hace pal- pable á los ojos y á la consideración del sociólogo y del pensador. Los ilustrados Médicos Norte-Americanos que acaban de visitarnos, han quedado muy complacidos con la recepción entusiasta que se les ha hecho. El Dr. Skiner, de Ohio, ha dicho que no hay du- da que sólo hay un Méjico y que Campbell es su profeta, aludiendo á las frases galantes y encomiásti- cas para el país que ha hecho. Mr. Campbell, activo é infatigable tourista Norte-Americano. Los facultativos de Méjico han demostrado á su vez el grado de cultura á que ha llegado aquí la ciencia médica. No diremos los nombres de todos los que tomaron parte activa para dar el lucimiento debido á la apertura del Segundo Congreso Pan- Americano; pero bástenos citar los nombres ilustres ya, de Manuel Carmona y Valle, Eduardo Licéaga, Rafael Lavista, Fernando López y otros, para que nuestros lectores comprendan que si los Congresistas 22 LÁZARO PAVÍA. tienen en su seno un William Pepper y un Dr.] Johnson, los mejicanos contamos también con ilus- tres ingenios que dan honra y prez á la benemérita institución de la Medicina. Demos principio á nuestras labores con una per- sonalidad médica que ha alcanzado renombre en la República y cuya fama científica ha llegado al ex- tranjero para honra y prestigio de nuestra cara pa- tria. Hablemos del Dr. D. Manuel Carmona y Valle, Decano y Director de la Facultad de Méjico. Nació en Méjico, Distrito Federal, el 3 de Mar- zo de 1832. Fueron sus padres el Sr. D. Manuel Carmona y la Sra. D? Manuela García del Valle. En 1842, ó sea á la edad de diez años, había con- cluido la instrucción primaria é ingresó al Semina- rio Conciliar para cursar los estudios preparatorios, dispuesto como estaba por verdadera índole á se- guir la gloriosa carrera de la Medicina. , Corta era la edad en que aquel- niño dejaba las 1 aulas de un colegio primario para lanzar su inteli- gencia, tierna aún, pero dotada de una vivacidad in- génita, á los escollos de que por entonces estaba sembrado el camino de la ciencia que prepara al es- tudiante para llegar á los dominios vastísimos del profesorado. La educación eclesiástica, por decirlo así, que hacía de la conciencia una esclava, y la ins- trucción restringida que tenía por límites los que el fanatismo asigna á la libertad del pensamiento, le recibieron á las puertas del Seminario para hacerle - DOCTORES NOTABLES. 23 presa de los sistemas tiránicos de aquella época edu- catoria que, como todas las tiranías, preparaba la regeneración, regeneración que tuvo el orgullo de llevar á cabo el revolucionario científico, el inmortal positivista D. Gabino Barreda, y sancionada por la moderna enseñanza laica. Siete años después (1849) era inscrito como alum- no en la Escuela Nacional de Medicina, y en Di- ciembre de 1850 sostenía con brillantísimo éxito los exámenes de fin de año, haciéndose acreedor al pri- mer premio. Continuó con igual aprovechamiento los siguien- tes años hasta el de 1854, manifestando su privile- giado talento en todas y cada una de las dificilísimas y complicadas materias, y habiendo sustentado exa- men general del 4 al 5 de Diciembre del mismo año de 1854 recibió el título de Médico Cirujano./ El yo sólo sé que no sé nada del filósofo se pre- sentó ante el novel Doctor con todas las exigencias de las constantes investigaciones, el ahinco de me- ras conquistas en el mundo de lo desconocido cen- tuplicó los deseos en el alma y los sueños de oro en la mente del Dr. Carmona, y, viajero del arcano y del enigma, que apenas se había detenido en la cor- ta jornada de la ciencia, elige nuevo camino y va tras los primeros triunfos de su profesión. Marcha á Europa en 1855, y en pos de las más famosas escuelas médicas del Viejo Continente se radica en París, centro de los adelantos admirables del progreso humano, y sin desatender los ramos 24 LÁZARO PAVÍA. ___________^____ todos de la ciencia médica que evolucionaba nota- blemente en aquella época, se dedica especialmente á estudios de Fisiología, al lado del eminente Brown- Sequard que por entonces admiraba con sus gran- diosos problemas de rejuvenecer y matar el micro- bio de la tuberculosis, y muy particulamente al de Oftalmología con Desimones, sabio que aún califi- caba de fantasía germánica el oftalmoscopio de He- molts. Los fenómenos de la visión fueron durante dos años el tema perseguido y resuelto por el Dr. Car- mona y Valle; su genio profundamente observador no podía detenerse al borde del abismo que debía explorar y penetraba resuelto con el rayo de luz, con el color y con la sombra, al maravilloso órgano de la vista, tan complicado como perfecto. Regresó á su patria, notablemente enriquecido con sus investigaciones científicas y trayendo el primer aparato oftalmológico que con tanto acierto y éxito ha manejado, distinguiéndose como oculista en la catarata y en la colocación de pupilas artificiales. El magisterio de la enseñanza debía ser el solio destinado á la majestad de ese talento privilegiado; la cátedra, el santuario augusto de aquella inteligen- cia preclara. Fué Profesor de Fisiología, por concurso, el año de 1866; de Clínica Quirúrgica, también por concur- so, en 1869, y por último, Profesor de Clínica Médi- ca, desde 1877 hasta la presente. Para adquirir la cátedra de Fisiología presentó DOCTORES NOTABLES. 2 5 una tesis sobre la influencia de la medida en la dis- tribución del calor animal, luchando con el reputada Dr. D. Rafael Lavista; y para la de Clínica Quirúr- gica, su brillante opúsculo: "Las anomalías de la re- fracción y Como Profesor particular de Oftalmología, ha for- mado numerosos discípulos que no han perdida oportunidad de elogiarle guiados por la gratitud, y de acreditarle con las prácticas de su aprendizaje. . Más de un médico formado en la clase de Clínica Quirúrgica, le ha dado la reputación de gran maes- tro, enseñando por el tratamiento de las úlceras de incisiones hechas en la piel vecina á la úlcera, y el tratamiento de los heridos contusos por la inserción del miembro en el agua hervida. En la operación de la catarata emplea el método del colgajo superior, justificado por él, y que según opiniones autorizadas, es ventajoso por el poco an- cho del cuadrillo y por la forma del colgajo que es más bien triangular que redonda. El Dr. Carmona se ha distinguido también en la operación llamada de la resección del maxilar su- perior. En cuanto á sus conocimientos en Clínica interna, baste decir que ha descubierto que el pus hepático es una emulsión sebudo-grasosa, carácter que en el diagnóstico de los derrames purulentos del lado de- recho del tórax evita la confusión con un absceso he- pático. Ha descubierto como entidad patológica una en- 26 LÁZARO PAVÍA. fermedad que en Méjico se confundía con la pulmo- nía y la describe con el nombre de infarto pulmonar. Sus observaciones sobre afiebre amarilla, enfer- medad que poderosamente reclama la atención de nuestros médicos en las costas, le ha dado también justo renombre. Ha escrito muchos folletos sobre asuntos de Me- dicina, tales como El mecanismo sobre la acomoda- ción y refracción. Laperi-kerato conjuntivitis exube- rante. El estudio bacteriológico sobre la fiebre amari- lla. El tratado sobre el infarto pulmonar; otro sobre • Cinosis supra hepática. El estudio sobre la astenia1 deambula tona. La parálisis espástica de los adultos ; y sus Lecciones sobre clínica que forman un tomo vo-* luminoso y que sirve de consulta. En 1890 fué Delegado al Congreso Médico In- ternacional reunido en Berlín; fué Presidente del Primer Congreso Médico Internacional reunido en ia Ciudad de Méjico en Diciembre de 1892; Vice- presidente del Primer Congreso Médico Pan-Ame- ricano reunido en Washington en Septiembre de 1893; Delegado al Congreso Médico Internacional de : Roma en Abril de 1894, y ha representado á Méji- ( co en la Asociación Americana de Salubridad Pú- I i blica, reunida en Chicago, Deuvers Montral y Bu- ffalo. La representación nacional le ha tenido en el Se- nado, y siempre leal, inquebrantable en sus convic- ciones, esclavo de la lógica que norma sus actos, se le vio en la tribuna, no como servil subordinado del DOCTORES NOTABLES. 27 Gobierno, sirvió, como hechura del pueblo sobe- rano. Ha sido Presidente del Ayuntamiento, y en tan importante puesto, los intereses de la ciudad tuvieron un fiel Administrador, y todos los ramos del Muni- cipio un infatigable luchador por la perfección y em- bellecimiento de la Metrópoli. Como Presidente de la Junta de Beneficencia, lle- vó su celo hasta publicar un folleto que es una prue- ba irrefutable de su valiosa influencia para la buena marcha que imprimió á' los asilos, que son los puer- tos salvadores para el náufrago en los mares de la vida. Sin dejarse ofuscar con el humo de la adulación, ni envanecerse con la justa gloria científica que le circuye, va al lecho del dolor, observa, consuela físi- ca y moralmente, sin distinción de pobres ó ricos, recibe en su despacho particular á los que recla- man sus atenciones médicas, y haciendo la luz en la noche interminable del ciego, contrarrestando como sabio cirujano la influencia de mortales enfermeda- des, se oculta modestamente sin dejar que el tiempo le venza allá en su laboratorio, puesto sobre el mi- croscopio, y cual si observara en el desierto, el si- tnoun tormentoso, examina, analiza el germen terri- ble del vómito, de esa esfinge de nuestras costas, como alguien le ha llamado, intimidando al viajero que viene á las playas mejicanas. Hemos penetrado á ese despacho y á ese labo- ratorio; entre ¡ayes! lastimeros, ó ya en el silencio 28 LÁZARO PAVÍA. augusto de la soledad, hemos oído las bendiciones de los infortunados, hemos sorprendido los recuer- dos de un pasado imperecedero para el sabio Dr. Manuel Carmona y Valle. Dr. Rafael Lavista. MÉXICO.—D. F. ÜR. RAFAEL LAVISTA. Jomo el agua que corre tranquila y ondulante por j§ü¡| los ríos de nuestras zonas cálidas; variados matices y cristalinos reflejos que da un cielo esplendorosamente azul de nuestra América, así es de risueña y bella la.vida humana que nos pro- mete glorias inmensas y placeres inefables en el cur- so de nuestra carrera sobre el planeta. Y la prueba más evidente de las seducciones irre- sistibles de la vida, es eso que llamamos el instinto de la conservación. Nadie podrá negar que toda cria- tura humana, se aferra á la existencia con todo el esfuerzo y con todo el anhelo del que no quiere per- der una cosa inestimable. En el animal irracional obsérvase con igual per- sistencia el instinto de la conservación. Las fieras, por ejemplo, y entre ellas el león africano, de mele- na espléndida, en cuyas pupilas fulguran todas esas luces misteriosas que nos hacen concebir lo terrible 3o LÁZARO PAVÍA. con lo grandioso, cuando está tranquilo, cuando en su cerebro no bulle otro instinto que el deseo del descan- so, podrá permitir que el hombre, el animal inteli- gente por excelencia, el rey absoluto de la Creación, se le aproxime y aún lo ocaricie; el león permanece impasible ante los actos de su dueño y señor. Pero ¡ay de la criatura que pretenda ofender ú hostilizar de algún modo al rey de las selvas! quedará aniqui- lado entre sus fauces carniceras y aplastado por sus potentes garras. Pero si el instinto innato de la conservación puede observarse en toda criatura humana é irracional, los fenómenos que determinan el movimiento de las funciones vitales orgánicas, son objeto de profun- dos estudios y observaciones por parte del filósofo, del pensador, del médico y del sociólogo. El estudio del organismo del cuerpo y de las ma- nifestaciones de la vida, conducen á los fértiles cam- pos de la Anatomía, de la Fisiología y de la Biolo- gía general. En vano los fisiólogos han intentado levantar el denso velo que oculta á nuestros ojos las maravillas y los misterios del complicado mecanismo de los mo- vimientos que constituyen la vida, y desde la época del Renacimiento en que puede decirse que las letras y la filosofía tomaron nuevos rumbos y vislumbra- ron otros horizontes, muchas teorías, ó mejor dicho, muchas hipótesis, han sido formuladas para explicar tan asombrosos fenómenos. Muchas de esas hipótesis tienen su corolario ó DOCTORES NOTABLES. 3* pretenden deducir de los hechos observados y se refieren á los principios adoptados en las ciencias fí- sicas; fúndanse las otras en ideas preconcebidas ó en abstracciones realizadas por el entendimiento. Procediendo por el método natural en toda inves- tigación científica, es decir, de lo conocido á lo des- conocido, explícase la existencia de semejantes teo- rías, porque indican nada menos que el encadena- miento de los hechos sometidos á la observación, sin traspasar los límites señalados por ellas. En cuanto á las otras, podemos decir que no son sino conjeturas apoyadas en la realización de hechos que son con mucha frecuencia inabordables á nues- tros medios de análisis é investigación. Los filósofos y los médicos que se han entregado con ardor al estudio de la naturaleza, representan en el campo de las investigaciones científicas, la teoría y la hipótesis, respectivamente. Con el nombre de hiperfísicos, se han designada á los que admiten á cada instante en sus hipótesis causas sobrenaturales ó fuerzas ocultas con la qui- mérica esperanza de explicar con esta suposición los fenómenos del orden físico ó del fisiológico. Por el contrario, los físicos, prescindiendo de toda cuestión psicológica para no estudiar más que ac- ciones materiales, desechan las fuerzas ocultas, esas ficciones de la imaginación, esas quimeras que por tanto tiempo han retardado el adelanto del espíritu humano. Los materialistas puros explican todos los fenóme- 32 LÁZARO PAVÍA. nos de la naturaleza por la acción de agentes físicos y por causas naturales, cuya existencia puede ser re- conocida por nuestros sentidos y por nuestra inteli- gencia. A la primera categoría pertenecen los astrólogos, los panteistas, los materialistas, los espiritualistas, ios animistas, los realistas, los vitalistas, y por últi- mo, los antólogos modernos. Las fuerzas ocultas, que según estos pensadores, ejercen influencia sobre la materia organizada ú or- ganizaba, cambian de nombre ó denominación con mucha frecuencia; pero guardan fidelidades al mis- mo principio, procediendo siempre por vía de conje- tura y no de observación. Han designado la causa desconocida de los fenó- menos fisiológicos con los nombres de theion, enor- me n, naturaleza, fuerza medicatriz, alma, arquea, espíritu, rector, fuerza vital, irritabilidad, excitabili- dad, espansibilidad, etc., etc., etc. . Ya en el terreno amplísimo del estudio de las cien- cias, la introducción de estas causas ocultas ó ima- ginarias tiende á hacerlas estacionarias, ocultando nuestra ignorancia á las que las cultivan y alejando las investigaciones experimentales. Pero buscando la explicación de estos hechos sin- gulares, veremos, que hipótesis sin fundamento co- mo las que señalamos, son debidas en parte á la in- fluencia de las opiniones metafísicas de Platón, y Aristóteles, esos oráculos de la Edad Media; pero al ilustre Haller y á Bordeau, á Lachepelle, á Durot á DOCTORES NOTABLES. 33 Fhaine y á tantos otros sabios cuyos ilustres nom- bres fulguran como estrellas de primera magnitud en el horizonte de la ciencia, débense teorías gene- rales é hipótesis basadas en la observación de fenó- menos generales que afectan al estado normal de la vida en la criatura humana. El fisiologista y el biólogo, pues, son los sacerdo- tes que en la actualidad consultan ese gran Oráculo de Delfos que se llama la Naturaleza, que como Dio- sa envuelta en el velo de Thanit rodéase de inmensos misterios y no permite todavía que el hombre le arranque el secreto supremo para la conservación de la vida, ese elemento preciosísimo que hace á las ge- neraciones marchar con pasos de gigante, á las con- quistas más esplendorosas de las letras, de las cien- cias, del arte, y en general, del progreso universal, que constituye el timbre más glorioso de este siglo que ya agoniza en medio de sus grandiosos progre- sos, como anciano que dejada vida satisfecho dele- gar á sus descendientes valiosísima herencia moral que no se agota como los bienes materiales. Luchar con todos los elementos de la ciencia para la conservación de las existencias que llegan, como naves en peligro de naufragar, hasta el seguro bajel que resiste los temporales del destino; combatir á la implacable viajera de los mundos que extingue la luz y mata los alientos, tal es la misión sublime que se ha impuesto y cumplido fielmente el notable práctico á quien atrevida pero imparcialmente biografiamos. No es nuestra pluma la más autorizada para de- 34 LÁZARO PAVÍA. linear esa figura moral que avanza como genio apocalíptico entre las sombras de la ciencia médica llevando la tea de la investigación, y no osaríamos descorrer el velo de ese Sancta Sanciorum que guarda el Ara de la salud, si no confiáramos en la modestia del sabio y en la indulgencia del ilustre compatriota. El Sr. Rafael Lavista nació en la ciudad de Du- rango, que por su importancia territorial se llamó Reino de la Nueva España en la época colonial. Es hijo de aquel boudoir de la sultana de Anáhuac en que el brillo del oro resalta entre el verde tapiz de las llanuras fértiles y contrasta con el sombrío tinte de ese jirón de desierto llamado Bolsón de Mapimí, en que la Cordillera, como extenso acantilado en el mar de las ambiciones, guarda inexpugnable las ri- quezas del suelo; en que la rica caña de azúcar som- brea con sus penachos rubios, y el algodón en gran- des y abundosos copos rivalizan con las nubes que entoldan apacibles aquel verjel americano. El 22 de Julio de 1839 e^ hogar dichoso de la se- ñora Guadalupe Rebollar y el honrado comerciante D. José María Lavista tenía un nuevo motivo de felicidad; nacía el niño Rafael trayendo en esa vía- láctea del amor purísimo, raudales de esperanzas, acopios de ilusiones. Heredero digno del nombre de sus mayores, des- de la escuela primaria se distinguió por su moralidad, y ya desde las aulas infantiles comenzó á preponde- rar por su valiosa inteligencia. Rápidamente fué DOCTORES NOTABLES. $5 desarrollándose aquel talento que es hoy honra y prez de la Facultad Médica de Méjico. Entró al Seminario Conciliar de Durango donde cursó Latín y Filosofía, obteniendo las mejores ca- lificaciones en la cátedra, y Jos principales premios en los actos públicos. La juventud del Sr. Lavista tuvo la austeridad del estudio constante, de ese afán de saber que absorbe, por decirlo así, todas las facultades para que el pen- samiento converja á los vastos horizontes de la ciencia. Así vivió en la Escuela de Medicina con sus li- bros y sus justas aspiraciones de grandeza científica y recorriendo las salas de los hospitales, perdido en el caos de la miseria humana que no le dejaba en- tregarse á los mirajes de las quimeras juveniles, pero que le auguraba un porvenir brillante. Aspiró al Magisterio, cuando ya tuvo el título profesional, y en 1866, midiendo la distancia que le separaba aún de las eminencias médicas que por entonces formaban el cuadro de profesores de la Escuela, y afrontándola, animado por el deseo de perfeccionar sus conocimientos por medio de la en- señanza, se presentó á oposición para el puesto de adjunto á la Cátedra de Fisiología. Fué entonces su contrincante el ya célebre Dr. Carmona y Valle, á quien no pudo vencer del todo, porque en la liza des- igual aun no era maestro; pero logró gran parte del triunfo por su fácil palabra y su saber que auguraba para más tarde victorias completas. 36 LÁZARO PAVÍA. Y así fué; vacante nuevamente la citada clase que ocupó el Dr. Carmona, Lavista vuelve á oponerse, y entonces, después de una brillantísima prueba, la obtiene, siendo aquella anhelada adquisición el au- gurio de otras más valiosas.* En 1874 se disputa la cátedra de Patología exter- na y es aprobado en medio del público entusiasmado que le aclama, después de haber obtenido en lucha con el gran Licéaga una mención honorífica por la tesis que presentó. En 1867, que fué cuando se presentó nuevamente en oposición para obtener la cátedra de Fisiología, presentó por tesis un estudio sobre el esfimógrafo, asunto laboriosísimo y que según opinión de un bió- grafo del Dr. Lavista, más que tesis debe llamarse una lección. En 1868 dio á la estampa un estudio sobre la sí- filis vacunal. En 1869 publicó un estudio sobre un quiste del ovario izquierdo. En 1873 trató en la prensa sobre ¡a sinovitis cró- nica de la articulación femor-tibio rotuliana y el mo- do de aplicar un método curativo. En 1874, para presentarse á oposición para obte- ner Ja cátedra de Patología externa, hizo un notable estudio sobre la cozalgia. En 1876 "La Gaceta Médica" publicó una reseña histórica del Dr. Lavista, y en ella estaba descrita la talla medio bilateral. Posteriormente descubrió la amputación de la se- DOCTORES NOTABLES. 37 ganda falange del dedo índice de la mano derecha y la curación por el método de Gueriw que él perfec- cionó. Las publicaciones referidas le dieron á conocer públicamente, ya que en lo privado sus diagnósticos acertados y sus delicadísimas operaciones le daban fama y clientela. En la Terapéutica es enérgico, con lo que demues- tra la suficiencia de su saber. Ha viajado repetidas veces yendo al extranjero, donde se ha reconocido su talento como médico y como cirujano, y ha estado siempre al tanto del mo- vimiento científico, aprovechando lo que á su crite- rio autorizado es útil, y combatiendo lo erróneo. Concurrió como Delegado en 1890 al Congreso Médico Internacional reunido en Berlín, al primer Congreso Pan-Americano reunido en Washington en 1893 y al Congreso Médico Internacional en Ro- ma en 1B94. En el segundo Congreso Pan-Americano reunido últimamente en la ciudad de Méjico, fué Vice-Pre- sidente. Ha sido Subdirector de la Escuela de Me- dicina, Vice-Presidente de la Academia Nacional de Medicina y Director del Hospital de San Andrés. Como cirujano es fama que maneja diestramente los instrumentos, como son testimonios de sus apti- tudes las diferentes curaciones que ha llevado á cabo. Como médico, diremos, empleando una brillante figura literaria de Francisco Patino: es ti guerrero que ataca de frente un reducto y que va á él cami- 38 LÁZARO PAVÍA. nando impasibie por entre el humo de la pólvora que parece como ofuscar su vista, pero sin embargo dis- tingue á través de la penumbra que le rodea, porque va iluminado por la luz del genio y del saber. Como cirujano, quienes le han visto operar, no saben qué admirar más, si la destreza de su brazo ó la sangre fría que revela en aquellos instantes supre- mos en que luchan abiertamente la vida y la muerte. Tal es el Doctor que ha dado gloria científica á su patria y alivió á la humanidad. Es el biólogo que consulta ese Oráculo de Delfos que se llama la Naturaleza y la arranca sus más re- cónditos secretos para ir á la cama del enfermo y decirle:—"No temas, mi ciencia es la salud." Es el biólogo que ama las bellezas de la vida, vis- tas no á través de un kaleidoscopio, ni en las qui- meras del ensueño, sino bajo la lente del microsco- pio y á la luz de la humanidad científica, y que se disputa palmo á palmo el dominio de las existencias que se extinguen, luchando con la implacable ene- miga de la luz y del aliento. Es inspirado en el arte de curar y ciñe los laure- les de muchos triunfos médicos. Rindámosle homenaje. Dr. Eduardo Licéaga. MÉXICO. — D. F. DR. EDUARDO LICÉAGA. ¡¡|arácter de importancia suma, por lo que afec- ta á la historia y estudio de la gran familia hu- mana, es sin duda el que revisten las ciencias políticas y sociales. La Biología es una de esas grandes ciencias; es el más difícil de todos esos problemas sociales, por la inmensa variedad de las causas y la obscuridad de los principios que han podido concurrir á. produ- cir tantos seres distintos en la superficie del globo y hasta en las profundas entrañas de los mares. Sin duda por la imposibilidad en que nos hallamos de explicar los fenómenos de la formación de los seres organizados con nuestras ciencias, existe una espe- cie de necesidad de recurrir á la intervención divina. La creación en el Génesis se explica por el acto inefable de la Omnipotencia y de la Sabiduría Su- prema. Las maravillas de la organización del insecto más 4° LÁZARO PAVÍA. miserable prueban relaciones de causas y de efectos de tal modo inexplicables por las leyes de la causa- lidad, que la hipótesis de los epicúreos sobre la pro- ducción espontánea de los seres vivientes, no puede satisfacer de manera alguna al espíritu humano, y no Conserva sino muy pocos partidarios. Admítese una reunión de circunstancias favorables, una natu- raleza inteligente durante una larga serie de siglos para conseguir el desarrollo, ora de las putrefaccio- nes (mucor, mucedo), ora de los animalejos, de las expansiones gelatinosas de las celdillas de órganos en las aguas estancadas y en el fango de los pan- tanos. Así Telliamed (ó Demaillet), siguiendo el sistema de Thales, que hace salir todos los seres vivientes del agua y de los mares, nos representa la larga se- rie de los animales como emanada de especies acuá- ticas, elevándose por grados sucesivos de perfeccio- namiento hasta el hecho de la principal elaboración orgánica, que es el hombre. Esta genealogía tan ri- dicula de las carpas y de los tiburones, no ha adqui- rido gran favor para llegar á la altura de un Home- ro, de un Newton ó de un Voltaire. No obstante, esta novela ha vuelto á ser tratada con mucha más ciencia en historia natural, en nues- tro siglo, por Lamarck; este naturalista supone que el origen de las cosas, una materia gelatinosa infor- me, sometida á las influencias del calor, de la elec- tricidad y de otros agentes imponderables en aguas estancadas, elabora poco á poco formas convenien- DOCTORES NOTABLES. 4 I tes á las circunstancias en que se hallan situados; que allí se establecen corrientes eléctricas, movi- mientos de fluidos, contracciones y dilataciones; que este cuerpo tiende á aumentarse por intus-sus- cepción, y que de este modo se opera una nutrición y reparación; además, hay posibilidad de reproduc- ción por divisiones ó ramas como en los zoófitos. Pronto aquel cuerpo que tiende á mantener la inte- gridad de sus partes, ó su individualidad, aspira á coordinarse convenientemente con las cosas que le rodean; la otra se pega á la roca, envuelve su carne blanduzca en una concha calcárea á fin de librarse del furor de las olas; el pescado, sintiendo la nece- sidad de avanzar al través de las ondas, intenta des- plegar sus aletas, é hincharse para ser más ligero y para subir á la superficie de los mares; el ave nada- dora, ensanchando los dedos de sus patas, desplega en ellas, con sus esfuerzos, membranas nadadoras en forma de remos; en fin, según este sistema de Lamarck, deberán existir en el fondo de los anima- les tendencias y necesidades instintivas, capaces de formar, de desarrollar los órganos necesarios al in- dividuo, como los cuernos en el testuz de los ru- miantes, las garras y los picos en las aves de ra- piña, etc. La Biología encierra, pues, una infinita multitud de problemas que no puede resolver nuestra inteli- gencia en el estado actual de las ciencias. Si existe predisposición harmónica en los seres relativamente entre unos y otros ó apropiaciones á 42 LÁZARO PAVÍA. las localidades sin que se pueda sin fundamento achacar á la industria y á la sabiduría del individuo, es preciso reconocer que una inteligencia más su- blime organiza el ala emplumada del águila y la trompa de la mariposa que aspira el néctar de las flores. Existe, desde luego, una providencia ó pre- visión superior sobre todo este globo que no está desheredado de la Divinidad. * * «i: CONSIDERACIONES SOBRE EL DESARROLLO BIOLÓGICO, Ó LAS FUERZAS DE LA VIDA. No es nuestro intento entrar aquí en la hipótesis establecida por los fisiologistas sobre las causas de la existencia, sino sólo exponer algunas de sus leyes principales. La fuerza vital se halla siempre, en efec- to, en relación con la organización que atribuye á los seres. En los tejidos sencillos de los vegetales, de los zoófitos ó animales-plantas, no está la vitalidad ape- nas desarrollada, apenas aparente, pero sí obra con lentitud y en secreto. Por el contrario, en los seres formados de tejidos diferentes ó muy complicados, tales como el hombre y los cuadrúpedos, la potencia vital sin duda es bien de distinto modo completa, activa y sensible; pero no es menos inherente y tenaz en la organización; por eso un solo golpe puede matar al hombre, al DOCTORES NOTABLES. 43 cuadrúpedo, al ave; la sensibilidad, la contractilidad muscular se distingue en ellos más pronto aún que en los reptiles, los peces, los animales de sangre fría en quienes la vida es ya menos intensa y menos im- petuosa. Desde el vegetal hasta llegar al hombre, por to- dos los grados sucesivos de complicación de órga- nos de los animales, se advierte cómo la fuerza vital va haciéndose más y más enérgica ó activa y sen- sible en lo exterior, para disminuir en la misma pro- porción por su tenacidad y su adhesión particular á cada porción interior del cuerpo. Los animales de sangre fría gozan de esta con- tractilidad más que los animales de sangre caliente, y se ve, en fin, entre los insectos y los gusanos, la contractilidad y diferentes acciones vitales sobrevi- vir largo tiempo después de la destrucción parcial de estos animales; lo propio deberá suceder con otra propiedad de la fuerza vital: la de la generación y fecundidad de los seres. En la especie humana, por lo común, cada gesta- ción no produce más que un individuo; pero en di- ferentes mamíferos y en las aves, cada carnada pue- de llegar hasta una veintena de individuos; en los reptiles puede elevarse este número hasta ioo ó 200, y á veces mas; en los pescados puede llegar á mi- llares. La cantidad biótica puede medirse, por lo tanto, por la fuefzá de reproducción ó de generación; de aquí se sigue que cuanta más sencillez presentan los 44 LÁZARO PAVÍA. animales en su organización, más inherente se ob- serva en ellos la vitalidad, y son más fecundos ó ca- paces de multiplicarse, de propagarse, hasta por ra- mos y por división de sus partes. Después de haber examinado cómo está repartida la fuerza vital en todos los seres organizados, ani- males y vegetales, según que su estructura está más ó menos centralizada; después de haber manifestado cómo la existencia activa más enérgica se hallaba • en relación inversa de la tenacidad de la adherencia de la vida en los seres más sencillos, y su fecundi- dad tanto mayor é inagotable cuanto menos disipa- ba sus facultades en la vida exterior; después, en fin, de haber observado que la duración natural de la existencia, en cada especie, se prolongaba por el po- co uso que de ella se hacía, según la edad, el sexo y el clima, pasemos á otras consideraciones no me- nos importantes. Con respecto á las aves, el centro en que existen (aun cuando en un sentido opuesto á los anteriores) es el origen de su longevidad. No ignoramos cuan vasta y frecuente es su res- piración; qué aire se dilata hasta en los depósitos abdominales, además de que sus anchos pulmones nunca están limitados por un diafragma; que este aire penetra hasta en las cavidades de sus huesos, hasta en los cañones de sus plumas, de modo que, por decirlo así, son todos ellos pulmones, lo cual les aligera también para el vuelo, advirtiéndoáe casi lo mismo en los insectos. DOCTORES NOTABLES. 45 Hay, en fin, intermisiones, á veces completas, de la vida en los seres más simples, y resurrecciones de su movimiento; hay fenómeno tan variado y sor- prendente, que el espíritu se queda absorto de admi- ración al contemplar el cuadro de tantas y tan infi- nitas manifestaciones de la vida latente. Pues bien, ya que hemos dicho algo de tan im- portante materia, pasemos á referir los progresos que en la ciencia médica ha hecho el Sr. Dr. Eduar- do Licéaga, Presidente del Consejo Superior de Sa- lubridad y Director del Hospital de Maternidad é Infancia. Nació en la ciudad de Guanajuato el 13 de Octu- bre de 1839. Comenzó sus estudios en el Colegio Nacional de San Gregorio de la Capital de la Repú- blica, donde obtuvo el primer premio por el curso de 1851 á 1852. Terminados los estudios en el referido plantel, que ha pasado á la posteridad, superviviendo con los miembros de la Sociedad Gregoriana, pasó al Colegio del Estado de Guanajuato, donde terminó los estudios de Matemáticas, Física, Química, Geo- grafía, Ética, Lógica, Metafísica, Historia, Español y Francés. Testimonios del aprovechamiento demostrado por el joven Licéaga, en aquella época de estudiante, fueron los primeros premios obtenidos en Geografía é Historia y las menciones honoríficas en las demás materias. Cinco años más tarde salía de la Escuela Nació- 4^ LÁZARO PAVÍA.__________________ nal de Medicina, habiéndose hecho acreedor á todos 1 los premios en las materias que cursó y que fueron las siguientes: Física médica, Química, Historia Natural, Anatomía descriptiva, Farmacia, Fisiolo- gía, Patología quirúrgica, Patología médica, Clíni- ca quirúrgica, Operaciones y vendajes, Terapéutica, Obstetricia, Medicina legal y Clínica de Obstetricia. En Enero de 1866 recibió el diploma de Doctor y una medalla de oro que le confirió el infortunado Archiduque Fernando Maximiliano, por haber sido premiado en todos los cursos profesionales. El Dr. Licéaga, que justamente ocupa en la ac- tualidad distinguido puesto en el Protomedicato me- jicano, ha hecho la práctica de su profesión sin sa- lir de la Capital de la República, sin que por ello su nombre como facultativo haya dejado de recorrer el país y de transponer los mares y figure en Europa como los de los Sres. Carmona y Valle y Lavista. En comprobación de lo que llevamos dicho, ve- mos las honrosas representaciones que se le han conferido: Miembro correspondiente de la Sociedad de Me- dicina de San Luis Potosí (Junio de-1872); miem- bro titular de la Academia Nacional de Medicina (Diciembre de 1873), en cuya agrupación fué Presi- dente y Vicepresidente; miembro de la Sociedad "Médico-Farmacéutica," de Puebla (Diciembre de 1874); miembro colaborador de la Asociación Mé- dico-Quirúrgica "Lancy" (Enero de 1875); miem- bro honorario de la Sociedad Filolátrica de Benefi- DOCTORES NOTABLES. 47 cencía de la Escuela Nacional de Medicina (Sep- tiembre de 1878); miembro de la Sociedad Médica de Guanajuato (Noviembre de 1879); miembro co- rrespondiente de la Sociedad de Higiene Pública de París. # Fué electo Presidente del Consejo Superior de Salubridad de Méjico y terminada la nueva organi- zación de aquel Cuerpo, quedó nombrado Presidente ad perpetuam. Es también miembro de la Sociedad Americana de Salubridad Pública y Vicepresidente en el perío- do de 1892 á 1893. De 1867 á 1870 fué Prefecto de la Escuela de Me- dicina y Director protempore; Presidente del Con- greso Médico Nacional de Higiene, de 1876 á 1878; Director del Hospital de Maternidad é Infancia de la Ciudad de Méjico; Profesor de Cirugía opera- toria; Secretario, Tesorero y Vicepresidente sucesi- vamente de la Sociedad Filarmónica; Profesor de Acústica y de Fonografía en el Conservatorio Nacio- nal de Música, de 1868 á 1872; es miembro de la Sociedad Lancasteriana y miembro de la Sociedad Mejicana de Geografía y Estadística. Como se ve, puede decirse que desde que el Sr. Licéaga adquirió el título profesional, no ha dejado de contribuir con sus conocimientos científicos, en la cátedra, en los cuerpos colegiados nacionales y ex- tranjeros y en los asilos de salud, para propagar los beneficios de su misión augusta. Si la palabra verbal ha llevado á los ánimos de 48 LÁZARO PAVÍA. sus discípulos y de sus consocios la profunda con- vicción de su sabiduría, la palabra escrita, esa co- rriente ideológica que comunica á las inteligencias y encadena los pensamientos, reproduce esa sabidu- ría lejos de la cátedra, en los hogares de los hom- bres de ciencia, á esa hora en que el espíritu se abis- ma y la imaginación se retrae. Si mucho ha producido el Dr. Licéaga en sus lec- ciones orales, mucho ha dejado también consigna- do en los escritos que á continuación citaremos: "Aneurisma-inguinal," "Curación radical por me- dio de la ligadura de la Iliaca externa," "Mefritis crónica," "Bromuro de potasio en el tratamiento de la epilepsia," "Periostitis supurativa difusa," "Re- sección sub-perióstica de la extremidad superior del Fémur, Curación," "Periostitis supurativa, difusa y resección sub-perióstica de los dos tercios superio- res de la tibia izquierda, curación y completa repro- ducción del hueso," "Hiperostosis del Húmero de- recho," "Informe de dos casos de Cálculos Vesica- les en los niños, Curación," "Cáncer de la vejiga (Paquidoma vegetante)," "Abscesos en las paredes de la vejiga," "Vertebral de Polt debido á osteítis de los cuerpos de las vértebras dorsales," "Opinión sobre el trabajo del Dr. Fernando López, relativo á una modificación de la pinza ordinaria para facilitar la ligadura de las arterias profundas," "Separación congénita del pabellón de la oreja derecha," "Pará- lisis espinal Pseudo hipertrófica," "Aneurisma bori- coso en el brazo izquierdo," "Insaculaciones preven- DOCTORES NOTABLES. 49 tivas de la rabia," "Memorándum de las obras eje- cutadas por el Consejo Superior de Salubridad de , la Ciudad de Méjico (1880 á 1890)," "Nuevo méto- do para la Resección del maxilar superior," "Pro- yecto presentado al Presidente de la República, pa- ra ejecutar el censo de la Ciudad de Méjico, y tra- bajos relativos á dicha ejecución, una vez ejecutado el censo en 12 de Octubre de 1890," "Du Plateux Central du Mexique consideré comme Station Sam- lairepour les Phisiques," leído en el Congreso Mé- dico de Berlín en 1890, "Medidas que se podrían so- meter á la consideración de los gobiernos de las Re- públicas que forman el Continente Americano para precaverse de las enfermedades epidémicas," "Con- greso Médico Pan-Americano, Washington D. C. 1890," "Orgauization du service sanitaire Jntema- tional dans le Republique Mexicane" "Congreso Médico Internacional en Roma, 1894," "Informe rendido al Gobernador del Estado de Guanajuato sobre los Congresos de Washington y Chicago (1893)," "Observación de una aneurisma de la Ar- teria Femoral en la ingle, tratado con éxito por la ligadura de la Iliaca externa," "Proyecto de modi- ficaciones á la enseñanza de la Medicina en la Es- cuela de Medicina de Méjico," trabajo llevado á ca- bo en unión del Dr. Lavista. Tales producciones fueron dadas á la estampa en la prensa científica y han valido á su autor la pre- ponderancia que hoy tiene entre nuestros médicos actuales. 5o LÁZARO PAVÍA. Creemos inútil agregar algo más en elogio del Dr. Licéaga, porque todo lo que digamos será pá- lido ante los justificantes insertos. IR FRANCISCO DE P. CHACO», MÉXICO.—D. F- • DR. FRANCISCO DE F. CHACÓN. |||||ntes de hacer el bosquejo del personaje que ||S| ocupa nuestra atención en las presentes líneas, «á|¡f vamos á tratar, aunque someramente, de la en- 4 T * senanza medica en Méjico, procurando seguir el orden histórico en ese asunto que se relaciona con los progresos que tal ciencia ha alcanzado en nues- tro país. Veamos de qué época data la fundación de la Es- cuela de Medicina en la Metrópoli. La dominación española, como se ha encargado de probarlo la historia imparcial y severa, la que juz- ga con el criterio desapasionado y la fría razón ante los hechos consumados, fué una remora para los pro- gresos de todos y cada uno de los elementos mora- les, llamémosles así, que más tarde, roto ese valla- dar por las impetuosas corrientes de la libertad, ha- bían de multiplicarse considerablemente. 52 LÁZARO PAVÍA. Un hecho comprueba nuestro aserto, respecto al asunto de que tratamos En 1739, varios médicos criollos salidos de la Uni- versidad con los escasos conocimientos científicos de que entonces podían disponer los maestros para co- municarlos á sus discípulos, cuando no fuera el egoís- mo natural en el dominador para escatimar sus ri- quezas intelectuales, trataron de fundar una Escuela de Medicina para que de ella saliesen médicos indí- genas. Elevaron al rey de España la solicitud co- rrespondiente, el soberano consultó á la Universidad y ésta se opuso á que se concediera el permiso soli- citado. Hay quien opine que en aquellos días el empiris- mo guiaba á los médicos, que la enseñanza nada te- nía de objetiva, que en los hospitales los médicos partían de diagnósticos subjetivos y formulaban se- gún la Terapéutica magistral vigente. Por decreto de 16 de Marzo de 1788 y después de asiduos trabajos por parte de los médicos mejicanos, quedó establecida en el edificio que aún existe, co- nocido con el nombre de Hospital Real, una clase de Anatomía práctica, nombrando para que diera di- cha práctica al Dr. D. Andrés Mantani y Vigil. El 20 de Mayo del mismo año, el rey decretó que se fundase una cátedra de Cirugía, la cual comenzó á darse hasta el 3 de Febrero de 1770. Así establecida la ciencia de curar, la Medicina y fe Cirugía quedaron independientes. Únicamente en la Universidad de Méjico y en la de Guadalajara DOCTORES NOTABLES. 53 (llamada entonces Nueva Galicia), podían obtenerse los títulos de Médico, de Cirujano ó de Farmacéutico, Semejantes restricciones y monopolios impidieron el desarrollo de una ciencia innata en el hombre, que desde los tiempos más remotos ha obedecido á la suprema ley de la propia conservación. Pareciera que lejos de proteger ese principio y de procurar propagar con la humanitaria ciencia el le- ma cristiano: amaos los unos á los otros, que amar al semejante encierra el secreto de curar; los domi- nadores ponían á tasa la benéfica enseñanza de la cu- ración más acertada cuanto más basada estuviese en la verdad, y haciendo alarde de la caridad predicada por el Nazareno, ponían trabas y obstáculos al ejer- cicio de tan preciosa virtud. El criollo que en las artes y las ciencias tenía las nociones que le llevaron á los adelantos de su épo- ca, se hubiera enriquecido moralmente con la decan- tada civilización, que no podía ser fructífera porque desconocía el elemento indispensable para el adelan- to de los pueblos: la libertad. Consumada la Independencia nacional, renació en- tre los médicos laesperanzaque abrigaban, como sus antepasados, de fundar una Escuela de Medicina, ávidos de que la ciencia progresara, y en 1823 fue- ron presentadas al Congreso dos iniciativas para la fundación de un Establecimiento de Ciencias Médi- cas y tales iniciativas fueron rechazadas. En 1827 volvió á ser presentado un proyecto con igual fin y fué igualmente desechado. 1 I 54 LÁZARO PAVÍA. '______________{ Tres años después se veía realizado el bello ideal ¡ perseguido por los primeros médicos de Anáhuac pi- diendo merced á la tiranía y por los que ya creyén- dose libres demandaban el cumplimiento de un de- recho: el de ser ampliamente instruidos. Por decreto de 21 de Noviembre dé 1830 quedó extinguido el Proto-medicato que consistía en la au- toridad científica ejercida por el Profesor decano de la facultad nombrado por el gobierno y se creó la Es- cuela Médica del Distrito, con las facultades que aquel tenía. El primer paso estaba dado y no pasaría mucho tiempo sin que se lograra el objeto perse- guido. El reglamento de 23 de Octubre de 1833, creó el Establecimiento de Ciencias Médicas, asignándosele como local el edificio del Ex-convento de Betlemitas, donde quedó definitivamente instalado y se inaugu- ró el 9 de Diciembre del mismo año. La dictadura del tristemente célebre General D. Antonio López de Santa-Anna, dictadura que dio al traste con muchos de los progresos alcanzados ven- tajosamente al amparo de sabias y honradas admi- nistraciones como la de D. Valentín Gómez Farías, á quien se debió el establecimiento de la primera Es- cuela de Medicina, derogó el referido reglamento de 23 de Octubre de 1833 y volvió á establecer el per- judicial monopolio científico de la Universidad, de- jando únicamente en el Ex-convento de Betlemitas, dedicado á la Escuela Lancasteriana, la cátedra de parteras. DOCTORES NOTABLES. 55 Necesario era que el plan revolucionario de Cuer- navaca, el que invistió del poder absoluto á Su Al- teza Serenísima, echara por tierra los beneficios que disfrutaba el pueblo para que ese despojo hiciera efí- mero y punible ante la patria y ante la historia aquel aciago período gubernativo. El dominio público suele imponerse aun en medio de los más depravados tiranos, el derecho del hom- bre se abre paso muchas veces entre los obstáculos que se oponen al imperio de la libertad, y victoriosa la justicia, el despotismo cede. Los profesores en Medicina encariñados con la ju- ventud que instruían y resueltos á impulsar la pro- paganda de la ciencia, trabajaron asiduamente cerca del gobierno por la reorganización de la Escuela, y fué tan poderoso el esfuerzo y tan considerable la influencia ejercida en el ánimo del mandatario, que volvió á crearse el Establecimiento de Ciencias Mé- dicas por la ley de 17 de Noviembre de 1834. No pararon aquí las viscisitudes por que atravesa- ba tan útil plantel, pues aunque el gobierno decretó dicha fundación, no allegó recurso alguno para el sos- tenimiento de esa Escuela, dando con ello la gloria de haber destinado los gastos de ella al Dr. D. Ca- simiro Licéaga. Difícil fué por lo tanto la duración del Estable- cimiento y hubo de ser clausurado nuevamente pa- ra el internado, quedando abierto para los alumnos externos, merced á la filantropía de los Profesores que daban gratuitamente las clases. Así quedó abier- 56 LÁZARO PAVÍA. to el curso de segundo año el 9 de Febrero de 1835 que fué terminado sin interrupción, quedando abier- to el tercero en el próximo mes de Octubre. El 24 de Agosto de 1836 acordó el Congreso ge- neral que se cediese á los monjes de Santa María de Guadalupe el edificio que ocupaba el Estableci- miento de Ciencias Médicas y que á éste se dedica- ra el del ex-convento del Espíritu Santo, ruinoso, y por lo mismo, sin condición alguna favorable. Hasta Octubre de 1838 no fué posible abrir la Es- cuela en algunos de los departamentos reparados por cuenta de los Profesores. El año de 1840, la autoridad ordenó que el ex- convento del Espíritu Santo fuera cedido á la comu- nidad de la Santa Escuela y que la Escuela Médica pasara á ocupar el Colegio de San Ildefonso. Por decreto de 24 de Enero de 1842, se cambió el nombre de Establecimiento de Ciencias Médicas por el de Escuela de Medicina, y en Diciembre del mismo año fué anexado al Colegio de San Ildefonso y sujetado en todo al reglamento de aquel plantel. En 1847 se ordenó su traslación al Colegio de San Juan de Letrán y allí permaneció hasta el año de 1850. Tenaz era la persecución odiosa cuanto injustifi- cada que se hacía á los propagadores de la ciencia médica en Méjico, y tenaz debía ser por lo mismo el empeño que mostraran los apóstoles de ella para cimentar debidamente la Escuela. Buscaron éstos un apoyo en el derecho de propie- dad invulnerable para la honradez, y reuniendo la DOCTORES NOTABLES. $7 suma de $50,000, compraron al Ayuntamiento de Méjico el ex-convento de San Hipólito, donde cre- yeron definitivamente haber fundado el plantel que tanto anhelaban establecer; pero el ya citado Gene- ral Santa-Anna, que no sabiendo respetar la sobera- nía del pueblo, hizo de la Nación la Señora de sus caprichos, despojó á los Profesores de aquella pro- piedad para convertir en cuartel la Escuela de Medi- cina, por lo que volvieron á dispersarse los alumnos, quienes recibían clases en la Universidad y en el Ateneo Mejicano; este último, Colegio particular cuyo Director cedía gustoso los salones. En 1854, el Dictador Santa-Anna ordenó que las clases de Medicina fueran nuevamente agregadas al Colegio de San Ildefonso, y como el Rector D. Se- bastián Lerdo de Tejada quisiera someter á los alum- nas á un reglamento rudo y humillante, nadie concu- rrió á las referidas clases, que fueron dadas gratuita- mente en la casa de los Profesores. Por fin, el mismo año de 1854, los Profesores hi- cieron un nuevo desembolso de $50,286 y compra- ron el Seminario Conciliar, el edificio de la ex-In- quisición que es donde hasta la presente se halla la Escuela de Medicina. Así llegó á su definitiva instalación la Escuela de Medicina, retraída por la dominación española, á los adelantos científicos que por entonces se obtenían en Europa, y combatida ignominiosamente por legisla- ciones absurdas y atentatorias. Para terminar este proemio á la biografía del Dr. 58 LÁZARO PAVÍA. Chacón, daremos los nombres de aquellos infatiga- bles luchadores, que aun con sacrificio de sus pro- pios intereses, lograron hacer que se realizara un de- seo tan justamente perseguido, y los de aquellos que han dirigido la Escuela desde su creación. Fie aquí los nombres de los antiguos Profeso- res: Doctores Casimiro Licéaga, José M. Ramírez, Guillermo Cheque, Manuel Carpió, Ignacio Enago, Isidoro Olvera, Pedro Escobedo, F. Rodríguez Pue- bla, Ignacio Torres, Pedro de Villar, Agustín Are- llano y José Vargas. Directores: Casimiro Licéaga, José Ignacio Duran, José Ma- ría Vértiz, Ladislao Pascua, Leopoldo Río de la Loza, Rafael Lucio, Francisco Ortega y en la ac- tualidad el Dr. D. Manuel Carmona y Valle. El Dr. Francisco de P. Chacón, en compañía de los Doctores Lavista y Licéaga, ha presentado á la Secretaría de Justicia é Instrucción Pública un pro- yecto de nuevo plan de estudios médicos, y es por esto que le hemos consagrado los apuntes sobre la enseñanza médica en Méjico desde la época Colo- nial. Pasemos ahora á los datos biográficos, Vio la primera luz en la Ciudad de Guadalajara el año de 1840, siendo hijo del Sr. D. Gervasio Cha- cón y de Doña Secundina Ramos de Chacón. A les 11 años de edad, y habiendo terminado los estudios preparatorios en la referida Ciudad, vino á DOCTORES NOTABLES. 5g la Capital de la República y se inscribió como alum- no en las clases de Zoología y Farmacia. Avanzado el curso de Anatomía Descriptiva, in- gresó á él y estudió con tal ahinco, que en el exa- men de fin de año obtuvo brillante calificación y una mención honorífica que le otorgó el Jurado. En el 2?, 4? y último de sus estudios profesiona- les, obtuvo los primeros premios y fué tan notable su dedicación á los estudios anatómicos, que después de recibir el título, fué nombrado Profesor interino de Anatomía Descriptiva, en sustitución del emi- nente Cirujano Montes de Oca. En Agosto del 1865, obtuvo por oposisión el nom- bramiento de Profesor propietario en la materia que interinamente enseñaba, y ese nombramiento conce- dido por el poder imperial, fué revalidado al triunfo de la República por el Patricio Lie. D. Benito Juá- rez. En 1869, él y el Dr. Ildefonso Velasco, presenta- ron oposición en el concurso abierto para obtener la cátedra de Anatomía topográfica, y el triunfo estuvo de parte del Dr. Chacón. Dedicado con ahinco á la Cirugía, obtuvo permiso del Supremo Gobierno para marchar á Europa, y allí, en los hospitales, al lado de eminentes médicos, cu- yas doctrinas les dio renombre quirúrgico, logró en- riquecer el tesoro de procedimientos operatorios que en los estudios profesionales había adquirido. Fruto Ventajosísimo de su cariño á la Anatomía fué el clásico estudio sobre el perineo desde el tri- 60 LÁZARO PAVÍA. pie punto de vista, anatómico, patológico y quirúr- gico. En dicho estudio, el Sr. Chacón explica científica- mente su desistimiento en cuanto á las opiniones de algunos autores que separan el estudio de la prósta- ta y" del bulbo de la uretra, del de la región perineal. El Dr. Chacón ha considerado dichos órganos como partes integrantes de la región perineal. Otro de los importantes trabajos que ha llevado á cabo el Dr. Chacón, según opina el Dr. Máximo Sil- va, es el de haber adoptado en su descripción el or- den de superposición de órganos, descubriendo (pa- ra estas repeticiones) los vasos y nervios, al propio tiempo que los planos á los cuales corresponden, plan que simplificólas descripciones dadas por Thom- son, Denouvillus, Dupuytreu y Richet. El Dr. Chacón es miembro distinguido de las si- guientes agrupaciones: "Sociedad Anatómica" de Madrid, "Academia de Medicina" de Méjico, "Fra- ternal" y "Médica" de Guadalajara, "Sociedad Filo- lática" y otras. En 1882 fué nombrado Médico en jefe, y poco des- pués Director del Salón de Consultas de Beneficen- cia Pública, y en dichos puestos ha prestado gran- des servicios á la humanidad desvalida. En estos momentos, el Dr. Chacón es respetado como hábil y entendido Cirujano, y los que han sido alumnos suyos, se disputan el orgullo de hacer pú- blica gratitud de aquellas sabias enseñanzas. Al consagrar gustosos los anteriores datos bio- DOCTORES NOTABLES. 6l gráficos, siquiera sea ligeramente, hemos pretendido cooperar al público homenaje de admiración que me- rece quien no se limita á ejercer la profesión que ha adquirido, sino que se afana por perfeccionarla. DR. PEDRO MARTÍNEZ GARZA, MÉXICO.—D. F. DR. PEDRO MARTÍNEZ GARZA. L caso más espantoso, la desdicha más lamenta- ble para la criatura humana, es sin duda ese ¥ naufragio del cerebro y de la inteligencia que se llama la locura, y á esta horrible dolencia te- nemos que dedicar algunas páginas tomadas de los autores más célebres que han dedicado sus desvelos y su talento al alivio de tan triste enfermedad. Realmente, el ser humano, desposeído del don más precioso que recibiera del Creador, como es la facul- tad de pensar, es más infeliz aún que los animales, porque siquiera en éstos, lo que se llama instinto se asemeja en algún modo á la inteligencia humana. Las causas de la locura son materiales; esto es, le- siones orgánicas, únicas que pueden paralizar así el pensamiento, pues no se concibe cómo pudieran su- ponerse lesiones en el mismo pensamiento, en las mismas facultades, ó en las funciones llamadas esen- cialmente nerviosas. No se concibe cómo han podi- 64 LÁZARO PAVÍA. do algunos médicos atribuir todos los fenómenos de la locura á otras causas que á alteraciones en la or- ganización del sistema nervioso, y cómo algunos hombres, muy eminentes por cierto, han querido que estas modificaciones dependan tan sólo del trastorno de las fuerzas vitales. Los síntomas precursores son varios; según la for- ma ó especie de la manía, generalmente presiden los siguientes: aversión á la luz y á ciertos y determinados colores, visiones ó fantasmas al tiempo de acostarse; zumbido en los oídos, con herversión en este mismo sentido; mucha afición al tabaco de polvo; anorexia ó voracidad, y en algunos casos la pica ó malacia; grandes deseos de beber agua ó licores espirituosos; la lujuria y las poluciones nocturnas; las vigilias, los sueños horribles; el saltar de la cama por la noche y abrir las ventanas intempestivamente; los paseos nocturnos; las meditaciones profundas; el buscar la soledad; los espantos y terrores por cualquiera leve causa; la fácil iracundia; la risa intempestiva; el fal- tar á la palabra en los negocios y volverse estafador, sin ser estas acciones naturales y propias de la mo- ral y conducta anterior del maniaco; la cara encen- dida; vértigos; dolores de cabeza y de lomos; congo- jas; palpitaciones; cutis seco; estreñimiento de vien- tre; supresión de algunos flujos habituales y el pelo oleoso, despidiendo un olor particular. Cuando se declara la locura, pueden presentarse todas las perversiones imaginables, así relativamen- te á la facultad depensar, como á las afecciones mo- DOCTORES NOTABLES. 65 rales, ó á las funciones de la vida orgánica. Mu- chos locos no pueden leer porque ven las letras ca- balgando unas'sobre otras; otros desconocen á sus parientes y amigos y á otros no les es dado juzgar •de los objetos que les rodean, ó porque no los ven, é porque les parece ver otra cosa. En ciertas locu- ras oyen voces que les amenazan, que les aconse- jan, que les imponen actos y resoluciones que el te- mor les obliga á llevar á cabo, que no les deja des- cansar, que les persiguen incesantemente, y con las cuales sostienen largas conversaciones. Muchos son los locos que se equivocan en orden al volumen, forma y peso de los cuerpos que tocan; la mayor parte no sirven para ningún trabajo ma- nual, ni para las artes mecánicas, ni para la música, ni para la escritura, pues aparecen como desmaña- dos en razón á que el tacto ha perdido la admirable propiedad que tiene de rectificar los errores de los demás sentidos. Este error acerca de las sensaciones no suele afec- tar más que á un sentido, á veces dos, rara vez tres, sin que sea esto decir que no puedan afectarse cua- tro y aun los cinco. Cuando la alienación mental se declara, y muchas veces antes, se alteran el afecto y el gusto. Subs- traído el hombre al ingenio de la voluntad, no es due- ño al parecer de sus determinaciones, sino que, do- minado por sus ideas, se ve arrastrado á actos que él mismo reprueba. Unos hablan, cantan, bailan ó escriben, sin poderse abstener de ello; otros andan 66 LÁZARO PAVÍA. sin cesar, otros se entregan á actos de furor que de- ploran luego. Pero estas direcciones, estas determinaciones irre- sistibles no son automáticas, como pretenden algu- nos autores, sino que son el resultado de un juicio, erróneo, si se quiere, del alienado. Las pasiones de los locos son impetuosas, espe- cialmente en la manía y en la monomanía, y son tristes en la melancolía; en la demencia y en la im- becilidad no hay más pasiones que las referentes á las primeras necesidades del hombre, como el amor, la cólera y los celos. En la infancia-se observa el idiotismo y la imbe- cilidad; pero la locura muy rara vez, á menos que se refiera á algún vicio de conformación. La razón de esto es manifiesta; no habiendo ad- quirido el cerebro toda su consistencia, y no estan- do delineadas sus funciones sino de modo imperfec- to, no pueden trastornarse éstas, por un exceso de actividad. Cítanse, no obstante, algunos casos de niños que á la edad de dos años dieron ya señales de manía, A estos ejemplos, que sólo se pueden considerar como excepciones, pueden añadirse los trastornos mentales debidos á los celos y á la masturbación. De las diferentes estadísticas de enajenados de va- rios países, se deduce: que la alienación mental es más frecuente de los veinticinco á los treinta y cinco años en los dos sexos y en todas las condiciones de la vida; que de cincuenta á sesenta años la propor- DOCTORES NOTABLES. 67 ! ción es mayor que en los quince años anteriores y en los que le subsiguen; que en los hombres, la quin- ta parte de los alienados lo son desde el nacimien- to hasta la edad de veinte años; al paso que las mujeres figúrase por un sexto antes de los veinte años; que de las clases acomodadas una cuarta parte han perdido la razón antes de esta época; que la pro- porción de la locura es mucho mayor en las mujeres que en los hombres, antes de los veinte y después de los cincuenta; y por fin, puede asegurarse que en los extremos de la vida la razón de la mujer está más vacilante que en el hombre, al paso que en éste la edad más peligrosa es la de la virilidad. Los individuos de temperamento bilioso, de fibra seca, en quienes predomina el sistema gastrohepáti- co, que son meticulosos, tímidos é inquietos, están predispuestos á la melancolía. El temperamento linfático es más susceptible de la manía y de la monomanía que con facilidad degene- ra en la demencia. También pueden hacernos sospechar la demencia el hábito apoplético, caracterizado por la cabeza vo- luminosa y el cuello corto. Los imbéciles é idiotas no presentan bien delinea- do ningún temperamento, por lo que no se les pue- de señalar predisposición segura. Siempre que se excite la actividad del cerebro y se halle este órgano sobreexcitado por el trabajo, habrá disposición á la locura. 68 LÁZARO PAVÍA. El estudio y la meditación prolongados son cau- sas frecuentes de ella. Dryden ha dicho que los hombres de talento y los locos distaban muy poco unos de otros; si con esto ¡ha pretendido dar á entender que los hombres cuya imaginación es muy activa y desordenada, cuyas ideas son poco estables, ofrecen grandes analogías con los locos, tiene razón; pero si quiso significar que una gran capacidad, una suma inteligencia, cons- tituyen una predisposición á la locura, se engañó completamente. Los más vastos genios, los más grandes poetas, los más hábiles pintores, han conservado íntegra su razón hasta la vejez decrépita. Si se han vuelto lo- cos algunos pintores, poetas, músicos ó artistas, es porque en estos individuos, á una imaginación muy viva iba asociado un régimen desordenado y una organización particular. Las ideas dominantes en ca- da siglo influyen poderosamente en la frecuencia y en el carácter de la locura; parece que al apoderarse los ánimos de las nuevas concepciones, no saben des- prenderse de ellas, y es que la reflexión muy sosteni- da, al obrar sobré los individuos, obra sobre la po- blación entera. Comprueban este aserto mil observaciones. La frecuencia de la locura está siempre en relación con las profesiones que más ligan al hombre con las vi- cisitudes sociales. Los militares, son el juguete de los caprichos de 1a fortuna; los comerciantes, sobre todo, los que se DOCTORES NOTABLES. 69 dedican á especulaciones atrevidas, y los empleados cuyo destino está á merced y al capricho de un jefe, corren el mismo peligro. Las profesiones que exponen al hombre á los ar- dores del sol y á los vapores del carbón, son fa- vorables al desarrollo de la locura, así como tam- bién los que le obligan á vivir en medio de los áci- dos metálicos, como los cocineros, panaderos, mine- ros, etc. El vapor del plomo produce en Escocia una especie de manía que les incita á morder y á desga- rrarse mutuamente á dentelladas, cuya enfermedad se conoce en el país con el nombre de millrek. También los mineros de Perú están sujetos á una* manía especial, é igualmente se asegura que los tin- toreros que emplean el añil tienen tendencia á la tris- teza y morosidad. La vida sedentaria de algunos ricos, y también de algunos pobres por razón de su oficio, es muy abonada para la producción de la lo- cura. Algunos viajeros aseguran que la ociosidad es la causa de la mayor parte de alienaciones en Turquía. El cambio brusco de estado y el tránsito de una vida activa á otra sedentaria, conducen á la locura, como acontece con algunos comerciantes que se re- tiran después de haber juntado un regular capital. La falta de estabilidad, la manía de viajar, el ma- lestar que experimentan algunos individuos cuanda sus ocupaciones les retienen sujetos; los pocos cui- dados, que dejando vacío el corazón y el espíritu ha- cen andar al hombre divagando sin saber con qué yo LÁZARO PAVÍA. llenarlo, predisponen á la alienación mental. El he- redamiento es la causa más común de la locura, so- bre todo en las clases más acomodadas, pues se ha evidenciado, en una mitad de los invadidos, al paso que sólo figura por un resto entre los pobres. En Inglaterra, esta causa predomina mucho, so- bre todo entre los católicos, que contraen alianzas entre sí. Lo mismo puede decirse de la grandeza de Fran- cia, cuyos individuos casi todos son parientes. Los hijos que nacen antes de que los padres se vuelvan locos, están menos propensos á la aliena- ción mental que los que nacen después. Lo mismo acontece con los hijos de padres de los cuales solo la familia de uno de los dos ha tenido propensión á la locura. Burton asegura que los hijos procreados por pa- dres ya ancianos, están más predispuestos á la me- lancolía. Esta funesta transmisión se revela en la fisonomía, en las formas exteriores, en las ideas, en las pasio- nes, en los hábitos, en las inclinaciones de los indi- viduos que deben ser víctimas de ella, pudiéndose hasta pronosticar por estos datos la mayor ó menor probabilidad del ataque. La herencia no es una cau- sa de incurabilidad; pero sí dificulta la curación y ha- ce más temibles las recaídas. En algunos casos debe buscarse en el seno ma- terno la causa primera de la locura, no sólo por lo DOCTORES NOTABLES. 7* * concerniente á la imbecilidad, sino también á las de- L,Sc más especies de alienación. Set Como generalmente precede á la locura la supre- P* sión de la leche, se ha creído que ella era la causa del delirio; pero aunque éste también estalla sin que U aquella se suprima, se ha observado que iba en ins aumento su intensidad á medida que disminuía la se- creción láctea. ¡u Predispone á la locura la primera dentición, á cau- sa de las convulsiones que la acompañan; y aun la sa- , lida de los segundos dientes ha podido provocar también el desarrollo de la enfermedad. También determinan la locura un gran número de afecciones crónicas, ya por las supresiones á que dan lugar, ya por las metástasis que provocan. Hipócrates dijo que la supresión de los esputos en los tísicos ocasionaba la pérdida de su razón; es tam- bién muy cierto que la tisis determina, ó al menos precede con frecuencia, á la alienación mental, y so- bre todo á la melancolía. La epilepsia no es raro determine la locura ya en la infancia, ya en una edad más avanzada, y su tipo más común es entonces el de la imbecilidad ó la de- mencia, sin excluir el del furor, el cual tiene un ca- rácter de ferocidad indomable y que se hace temer. El histerismo y la hipocondría degeneran y pa- san á menudo á ser locura, no siendo en muchas ocasiones otra cosa que el primer grado de lo mismo. La apoplegía termina á veces por la demencia; en tal caso va complicada con la parálisis sobre el 72 LÁZARO PAVÍA. cerebro, causa también muy á menudo la demencia cuya terminación es prontamente funesta. La supresión del moco nasal de la leucorrea, de la blenorragia, de una úlcera ó de un exutono, ha determinado la locura, la cual se ha presentado asimismo consecutivamente á la retropulsión de la sarna, de los herpes, de la gota, del reumatis- mo, etc. El abuso, y hasta el uso, de medicamentos que obran con fuerza sobre el sistema nervioso, ha cau- sado la locura en individuos por otra parte predis- puestos á ella. No es raro ver enloquecer á ciertas personas du- rante el tratamiento antisifilítico, ya por medio de las fricciones, ya por la administración interna de los mercuriales. Otro tanto puede decirse del abuso del opio. Asimismo la asfixia por el carbón causa la enfer- medad del carácter demente y demente incurable. Los órganos de nuestro cerebro están destinados los unos á la manifestación de las inclinaciones, de los talentos ó de determinados sentimientos; otros á la manifestación de las facultades intelectuales. Cuando la manía se refiere á las primeras y están intactas las facultades intelectuales, hay perversión en el gusto, en la inclinación, en las afecciones, y se raciocina bien sobre todo lo demás; en otras locuras obra la causa de un modo tan especial, que sólo se refiere á ideas ó sensaciones completamente aisladas, como acontece con las que se creen tener una ser- DOCTORES NOTABLES. 73 píente, una rana, un pájaro vivo dentro de su cuer- po; en los que se creen poseídos del demonio, figu- rándose que su cabeza ó sus piernas son de vidrio, etc., todos estos raciocinan muy bien en tanto que no se hace oposición á su idea dominante. Hay otro género de locura que puede referirse al precedente, pero más notable aún, y es la que re- sulta de la acción de la causa única y exclusiva so- bre un órgano de los de la inteligencia, desordenan- do tan sólo sus funciones y dejando intactas las de- más. Respecto al curso de la locura, no siempre las causas de la alienación mental obran directamente sobre el cerebro, pues las más de las veces obra el desorden de órganos distantes. Así se ve comenzar el trastorno por los capilares nerviosos, por el sistema sanguíneo ó linfático, por el aparato digestivo, por el hígado y por sus anexos, por los órganos de la reproducción, etc. En algunas ocasiones es tan enérgica la acción de las causas predisponentes, que determinan la locura sin el con- curso de otra causa excitante. Aunque la causa próxima ó determinante, ya físi- ca, ya moral, obre en algunas ocasiones bruscamen- te, en las más su acción es lenta, en particular cuan- do llegan á determinar la demencia, y aun también para la melancolía. Casi todos los alienados han ofrecido antes de declarárseles la enfermedad, alguna alteración en sus funciones que á veces se ha referi- do á muchos años antes y aun en la infancia. Unos han tenido convulsiones, cefalalgias, cóli- 74 LÁZARO PAVÍA. eos, calambres; otros, dotados de una grande activi- dad de facultades intelectuales, han sido víctimas de pasiones impetuosas, vehementes, coléricas; algunos han tenido siempre ideas extravagantes, afecciones raras; otros, testarudos hasta dejarlo de sobra, no han podido vivir en un círculo limitado de ideas y de afectos, al paso que no pocos, limitados y meticulo- sos, han sido siempre irresolutos, indiferentes á todo. La locura puede ser continua, remitente ó inter- mitente. La locura continua tiene una marcha regular, que no es fácil conocer sino en las locuras agudas, acci- dentales ó en los accesos de locura intermitente, pues no es dable observarlas ni en la imbecilidad ni en la locura crónica. Las locuras remitentes ofrecen notables anomalías, así en el carácter como en la duración de la remisión. Esta, en algunos casos, es sólo el paso de una alie- nación á otra; así se ve que un alienado pasa tres meses en la manía melancólica, otros tres en la fu- riosa, otros tantos en la demencia y así sucesivamen- te, repitiéndose estos cambios de un modo más ó menos regular. Las locuras intermitentes son cotidianas, tercia- nas, cuartanas, mensuales ó anuales. Su intermitencia, ora es regular, ora es anómala. En el primer caso, la misma estación, la misma época del año, las mismas causas físicas y morales, el mismo carácter, la misma crisis, la misma dura- ción, se reproducen con perfecta igualdad; pero lo DOCTORES NOTABLIS. 75 más común es, que los accesos se reproduzcan por intervalos variables, y que sean provocados por cau- sas diversas, siendo distintos todos los demás ca- racteres. Comunmente en los intervalos lúcidos ofrecen es- tos individuos rarezas y extravagancias ajenas á su verdadero estado moral. No sólo puede cambiar el carácter de la locura en cada nuevo acceso, sí que también guardan los ac- cesos el tipo compuesto de tercíanos, dobles terna- rios, etc., y complicarse unas locuras, con otras. Puede la locura terminar por resolución. En este caso lo anuncian ya de antemano el descoloramien- to del rostro, la lasitud general, el sueño, el apetito, las señales de sensibilidad moral, etc. Pero aun cuando se restablezcan normalmente to- das las funciones, si con ellas no se disminuye el de- lirio y recobra su imperio la sensibilidad, pasa la lo- cura al estado crónico y degenera en demencia. Algunas veces el predominio que adquiere el sis- tema absorbente ayuda á terminar la enfermedad, los pacientes engruesan, y el delirio se disipa á me- dida que aumenta la obesidad, la cual se sostiene aún por algunos meses después que el individuo recobra completamente la razón. Termina la locura también pasando á otras enfer- medades, más ó menos curables, pero que por lo co- mún acaban con los enfermos. Las dolencias de que más ordinariamente mueren los locos, son la fiebre adinámica; la fiebre cerebral; 7^ LÁZARO PAVÍA. la tisis pulmonar; la apoplegía; las lesiones orgáni- cas del cerebro, del pecho ó del abdomen. Todas las flegmasías que en ellos se desarrollan son latentes ó crónicas. La melancolía termina muy á menudo por una fiebre lenta que les demacra y les consume. Es mucha mayor la curabilidad de las manías que la de las monomanías ó melancolías; el idiotismo y la demencia senil no se curan; la demencia crónica rara vez se cura. La manía hipocondriaca, si en sus principios no se reduce al primer grado de hipocondría, es de temer que no sanará de ella el enfermo, pasando entonces á melancolía, y sucediendo á ésta la manía furiosa, la ceguera, la epilepsia ó la apoplegía. La manía fantástica ó religiosa, no siendo muy ra- dicada, da alguna esperanza de curarse. La crónica, siendo tan sólo por amor platónico, se remedia más fácilmente que la ninfomanía y la sati- riasis. La furiosa, si no es seguida de las otras, no debe dar tanta desconfianza de buen éxito en la curación. La manía moria, es una de las más difíciles de ven- cer. Cuando estos mismos casos de locura son agu- dos, ofrecen más probabilidades de curación que cuando pasan á crónicas, en cuyo caso el grado de curabilidad estará en razón inversa del tiempo que hayan estado obrando las causas que la determina- ron. Las enfermedades del encéfalo no son como los DOCTORES NOTABLES. 77 demás órganos; sujeto á la doble acción de los agen- tes exteriores y del espíritu como principio de acti- vidad, necesita una medicación doble que atienda á corregir los desvíos de ambos. Para combatir los desórdenes físicos de los ena- jenados, se ha apelado á varios medios según la edad, índole, circunstancias especiales, etc., del en- fermo y de la enfermedad. El facultativo, antes de emprender el tratamiento de un enajenado, debe estudiar el genio, la edu- cación, el género de vida é inclinaciones peculiares para hablarle del modo que haya de ser más grato é inteligible. Los paseos y los aires puros son á los locos su- mamente útiles, y más útil es aún proporcionarles una continua ocupación según las inclinaciones, es- tado y condiciones de cada cual; pero estas ocupa- ciones deben ser mecánicas, no mentales, como obra de jardinería, horticultura, carpintería, etc. Pues la pintura, la poesía, la lectura de novelas, etc., pueden exaltarles la imaginación. Los antiguos elogiaron desmedidamente los afec- tos de la música, puesto que pretendieron no sin fun- damento, que los legisladores se valieran de ella pa- ra civilizar á los hombres. La música obra sobre la parte física determinando sacudimientos nerviosos y activando la circulación, y sobre la parte de ciertas locuras. ¡En cuántas oca- siones ha vuelto á la razón un individuo por haber 78 LÁZARO PAVÍA. visto amenazada su vida por unos foragidos, ó por- que un incendio devoraba su casal Un acceso de cólera ó una agradable emoción pueden cambiar el curso de las ideas del enajenado. Los alimentos provechosos para los locos deben ser proporcionados al hábito, al género de vida y á la diátesis de cada uno de ellos. Por regla general les conviene los caldos de ani- males tiernos, las verduras frescas y raponáceas, la leche y otros alimentos ligeros mejor que los fuer- tes y mucho más que los condimentados con espe- cias. A los maniacos muy endebles y de sensibilidad muy exquisita, podrán serles conducentes en invier- no los baños tibios y aromáticos. En los climas calurosos, mayormente en verano, los baños frescos son también útiles, como igual- mente los fríos de sola inmersión. Los viajes serán muy útiles á los enajenados en todos conceptos, así físicos como morales, siendo- aún más ventajosos para consolidar la convalecencia. En resumen, los principios del tratamiento moral, deben tener por base llamar de distintos modos la atención del enajenado, ya fijándole en ciertos obje- tos y distrayéndole de ellos, ya provocando su ejer- cicio. Para consolidar la convalecencia y prevenir las recaídas, es preciso que el convaleciente se sujete por más ó menos tiempo á un método de vida apropia- DOCTORES NOTABLES. 79 do y que guarde relación con el carácter de su en- fermedad. Cuando sea conocida la causa y no sea posibie evi- tarla, se procurará prevenir sus efectos; así por ejem- plo, si es de una saburra se dará algún loacuante; si de la supresión de un herpes, se procurará sostener- lo; si la de las hemorroides, habrá que procurar que fluyan, etc. Los medios preventivos de toda locura, consisten principalmente en la buena educación física y moral, en un régimen dietético exacto en todas sus partes y seguido constantemente, preservándose con todo cuidado de dar cabida á las pasiones de ánimo que puedan trastornar el sentimiento, y el más mínimo de esta cruel enfermedad, la medicina mejor, es la metansincrítica en toda su extensión. Creemos que en vista de lo trascendental que es para el individuo y para la familia el mal que hemos estudiado, el lector aceptará de buen grado que ha- yamos dejado correr la pluma antes de tratar del Dr. Don Pedro Martínez Garza. Nació en la Ciudad de Monterrey el 24 de Abril de 1872. Fueron sus .padres el Sr. D. Lucas Martínez, co- merciante, y la Sra. Doña Francisca Garza de Mar- tínez: el primero, modelo de honradez y moralidad; la segunda, dechado de virtudes y dotada de la be- lleza de alma que hace de la mujer americana la diosa del hogar. Pasó la infancia, como era de esperarse siendo 80 LÁZARO PAVÍA. vastago de amor sublime, rodeado de las ternuras paternales y formó su corazón con las noblezas que distinguían á los que' le dieron el ser. La "Escuela Católica," acertadamente dirigida por el entendido Profesor D. José Ángel Taboada, le recibió en sus aulas cuando la inteligencia manifes- tó los primeros albores de la razón, y el talento sa- cudía su plumaje vigoroso para cruzar los espacios de la ciencia. Bien pronto se desplegaron las aptitudes del edu- cando para adquirir los conocimientos elementales y primarios en la enseñanza, y fué tan rápido el ade- lanto alcanzado en el mencionado plantel, que á la edad de diez años ingresaba al Colegio Civil para cursar los estudios preparatorios, Colegio que diri- gía por entonces el inteligente Dr. D. Manuel Ro- cha y del que eran profesores reputados los Sres. Antonio Buentello y Lie. Enrique Gorrostieta, maes- tros de nuestro biografiado. En todos los años de sus estudios preparatorios se hizo acreedor á los primeros premios, cuyos jus- tificantes conservará con orgullo, distinguiéndose sobre todo en las materias de Química é Historia Natural. Terminados dichos estudios, fué enviado por sus padres á esta Capital para que, según sus fervientes deseos, hiciera la carrera de Médico. Ingresó entonces á la Escuela Nacional de Me- dicina para hacer los estudios profesionales, y tuvo la fortuna de ser uno de los jóvenes formado por los DOCTORES NOTABLES. 8l maestros, eminencias ¡médicas, Dres. Porfirio Parra, M. Domínguez, M. Carmona y Valle;, Fernando Zá- rraga, M. Gutiérrez y D. Juan María Rodríguez, y obtuvo el título de Médico Cirujano de la. facultad de Méjico, en los días 16 y 17 de Agosto de 1895, siendo todavía Practicante numerario del Hospital Juárez. Digna y honradamente ejerce en la actualidad su profesión el Dr. Pedro Martínez Garza, habitando un rumbo, si bien apartado del centro de la pobla- ción, en cambio le ofrece mucho campo de acción para su humanitaria conducta. La mansión del rico y el albergue del miserable son visitados por el Médico de que tratamos, con igual ahinco por prestar sus servicios en bien de la salud. Se le ve siempre á pie, recorriendo activa- mente las calles del barrio, y pudiera decirse que lu- cha con el tiempo y la distancia, á los que vence con su actividad. Su constante preocupación es el bien de sus se- mejantes; como que á ejercerlo aprendió en el hogar y en la escuela con las máximas, y en los hospitales con la miseria humana. Píntase en su rostro juvenil y bondadoso, á la vez que imperturbable, la íntima satisfacción que experimenta ante los maravillosos resultados de la ciencia que ejerce. Metodista por conciencia, emplea gran tiempo en formular sus recetas, como si esforzara su inteligen- cia buscando el secreto para combatir el mal, y no se aleja del lecho del paciente sin dejarle aun las 82 LÁZARO PAVÍA. más insignificantes indicaciones para el tratamiento. En suma, el Dr. Martínez Garza justifica con las prácticas de su profesión, ser digno discípulo de sus sabios maestros. DR. JOAQUÍN l. VALLEJD, MÉXICO.—D. P. DR. JOAQUÍN L VALLEJO. ¿¿fe uestro biografiado nos permitirá que antes de que pasemos á reseñar, aunque ligeramente, algunos hechos de su vida, digamos algo so- bre la identificación científica de los reos, sis- tema de alta importancia, pues que entraña la segu- ridad pública garantizada con la acción de la justi- cia, basada no en eventualidades más ó menos per- judiciales, sino en las exactitudes de la ciencia que tiende á destruir el error y á hacer que prevalezcan los hechos consumados. La Antropometría ó sea el sistema de identificar científicamente á los reos en las prisiones, ha dado excelentes resultados, ayudando eficazmente ala jus- ticia y aun presumiendo los delitos, pues sabido es que de una buena ó mala identificación dependen la claridad ó la difusión en los procesos, y que las se- ñas exactas de un reo obligan á éste á no reincidir. Los antropologistas han tenido en cuenta la eco- -84 LÁZARO PAVÍA.___________________ nomía de tiempo, de dinero y de injusticias que re- sulta con la implantación del sistema referido. Se economiza tiempo, porque bastan algunos minutos para llevar á cabo el trabajo, se ahorra el dinero que se eroga en la identificación de procesados inocen- tes y se evitan las injusticias, toda vez que no ha lu- gar á confusiones, y que por lo mismo, se disminu- yen las probabilidades de errores judiciales que tan- to perjudican á los intereses sociales. La identificación de los reos hecha por medio de filiación, ha sido siempre incompleta cuando no inú- til, pues quedando al arbitrio del procesado contes- tar ó no verídicamente á las preguntas que se le ha- gan, se comprende la inexactitud de los datos así ad- quiridos. Las notas de la filiación no satisfacen las más ve- ces, ni aun con las de las señas particulares, porque es frecuente la semejanza en la estatura, color délos ojos, pelo y barba, dimensión de la boca, carácter de la nariz, etc., etc., y el recurso de tomar fotografía de los reos es muchas veces estéril cuando no se tie- ne un taller bien acondicionado. Hay otro inconveniente que debe tenerse en cuen- ta tratándose de las generales del reo: la igualdad de nombres y apellidos que no puede evitarse, ya porque realmente los lleven los procesados ó ya por- que se los apropien tratando de engañar á la justi- cia para que no se tenga en cuenta la mala conduc- ta anterior. La identificación tiene por objeto fijar de una ma- DOCTORES NOTABLES. 85 ñera durable, cierta é invariable, una personalidad humana, de tal suerte que pueda demostrarse en cualquier tiempo con sencillez, facilidad y prontitud. El método más generalmente aceptado en algu- nos países de Europa, sobre todo en Francia, es el de M. Bertillon. En París, la identificación se hace en las Prefec- turas de Palacio y comprende dos secciones: una destinada á la Antropometría y la otra á la Foto- grafía, vigiladas por un jefe de servicio y un Ins- pector. En la Sección de Antropometría el procedimien- to consiste en medir determinadas longitudes hue- sosas de los detenidos, anotándolas para que des- pués con las cifras obtenidas y valiéndose de los ca- lificativos grande, ?nediano y pequeño, aplicados á cada longitud medida, se puedan clasificar por una serie de iluminaciones, las fotografías de los reos ya existentes y las de los que nuevamente se presenten. Las longitudes huesosas que por invariables se aprovechan, son: el diámetro longitudinal de la cabe- za, el diámetro transverso de la misma, la longitud del dedo medio de la mano izquierda, la del pie del mismo lado, la del codo, la longitud y latitud de la oreja, la estatura, la braza, etc. Tales anotaciones, se hacen en tarjetas de cartoncillo que tengan orai4 de largo, por omn de ancho. Las fotografías se separan en tres grandes gru- pos que corresponden á menores de edad, á indivi- duos del sexo masadino y á los del femenino, y á su 86 LÁZARO PAVÍA.____________________ vez cada grupo se subdivide en otros tres que se procurará sean iguales y contendrán las anotacio- nes antropométricas que hemos indicado^ con las clasificaciones de grande, mediano ó pequeño, acom- pañadas de las respectivas fotografías. La longitud y la anchura máxima de la cabeza, v se miden con un compás de espesor; la primera me- dición se hace colocando una de las ramas en la concavidad de la raíz de la nariz y con la otra se re- corre la parte posterior, hasta ver en el indicador la distancia máxima; después se marca ésta por medio de un tornillo, y se rectifica. La segunda medida se hace pasando las ramas colocadas horizontalmen- te, por las parietales, fijando la distancia máxima y comprobándola después. El compás de que se trata es tan exacto, que si la medida obtenida es menor que la verdadera al hacer la rectificación, el compás no pasa, y si es mayor la rama posterior, no toca un punto de la piel cabe- lluda. La longitud del dedo medio izquierdo, se obtiene con un compás especial de cremallera, haciendo que el dedo forme ángulo recto con el dorso de la ma- no, se coloca la extremidad en el tope límite del com- pás y se corre la pieza movediza, hasta tocar la ter- cera falange. La longitud del pie izquierdo se obtiene con el mis- mo compás y se cuenta desde el talón á la extremidad del dedo gordo. La del codo se obtiene haciendo que en toda su extensión toquen la rama longitudinal del DOCTORES NOTABLES. $7 compás y colocando el antebrazo en ángulo recto con el brazo, se ponen los extremos del compás uno en el codo y el otro en la extremidad del dedo medio. La longitud y la anchura de la oreja derecha se •obtienen con otro compás de cremallera. Para la pri- mera medida se coloca la rama longitudinal plana en la sien y en la cara, tocando con el límite fijo el bor- de superior de la oreja y con el límite móvil la ex- tremidad inferior. Para la segunda medición se apo- ya el límite fijo en la incisión de la oreja, y se hace marchar el límite móvil hasta tocar el borde libre. La talla se obtiene por medio de un cartabón, des- calzando al individuo y colocando la cabeza y el cuerpo perfectamente derechos. Para obtener la medida de la braza se hace que el individuo extienda los brazos, procurando que que- den horizontalmente y sin flexión alguna: la braza es la distancia que separan los dos extremos de los de- dos medios. Hay otras medidas como la del busto, las de los dedos índice, anular y pequeño en ambas manos, etc., -que no son de tanta importancia como las ya mani- festadas. Las variantes que resultan en las mediciones hacen ver que no es fácil encontrar semejanza de ellas en dos ó más individuos. Las caras de las tarjetas de que hemos hecho men- ción: i? las longitudes medidas; 2? la fotografía del reo, de frente y de perfil, reducida á un séptimo del tamaño natural; 3? las generales del reo y el nombre 88 LÁZARO PAVÍA. de sus padres; 4? una descripción elemental de sir fisonomía- 5? un espacio*dividido en seis partes: para anotar las señas particulares, la primera destinada á la cara y parte posterior del cuello, la segunda á la cara y parte anterior del cuello, la tercera al pecho y vientre, la cuarta al dorso, la quinta á los miembro* 1 superiores y la sexta á los inferiores. Usanse para utilizar el espacio de las tarjetas, abre- viaturas generales y particulares para marcar las re- giones en que están las señas especiales del reo. La fotografía judicial, como medio de identifica- ción, exige la verdad, toda la verdad en el parecido;. En el retrato judicial—como ha dicho uno de nues- tros Médico-legistas—la belleza es lo de menos, la verdad, por horrible que sea, es lo de más; no se trata de dejar satisfecho al cliente forzado, sino de obtener un resultado práctico, siempre el mismo; fijar exac- tamente á la persona, con el mayor parecido posible, á fin de reconstruir una historia judicial, si existe; de hacer posible un reconocimiento por testigos presen- ciales si se trata de la averiguación de algún hecho criminoso; de despertar algunos recuerdos dormidos por el tiempo á la vista del retrato, etc. Para obtener un buen retrato judicial hay que tener en cuenta las unidades siguientes: Unidad de ley, unidad de re- ducción, unidad de tiempo de exposición, unidad de la posición que hay que dar al sujeto y unidad de forma ó tamaño. Deben buscarse las seguridades de poder obtener en las primeras horas que siguen á la presentación DOCTORES NOTABLES. 89 de una fotografía, un número suficiente de los re- tratos. En los talleres de fotografía judicial la uniformidad del alumbrado al sujeto es importantísima para ob- tener en las mismas condiciones de luz retratos he- chos en diferentes épocas y en diferentes localidades. Como tienen que hacerse dos fotografías, una de frente y otra de perfil, para que los resultados sean uniformes se necesita alumbrar siempre al modela de la misma manera; así, pues, en la fotografía de frente la luz se hará llegar principalmente por la iz- quierda y un poco de frente. Para la fotografía de perfil puede alumbrarse el modelo por delante ó por detrás; pero como los detalles de la oreja son muy importantes y en el alumbrado posterior quedan en la penumbra, es preferible el alumbrado anterior y este será el único que se'use. En cuanto á la reducción de los retratos, la escala más aceptada es la de un séptimo del tamaño natu- ral, dimensiones que caben perfectamente en una tar- jeta de visita, y que pueden revelar las señas particu- lares del reo. La fotografía de perfil ocupará un espacio, un cen- tímetro mayor, de manera que ambas puedan colo- carse en una placa de omi3 por omoa. El cálculo y la experiencia, aisladamente ó en com- binación, pueden indicar si la reducción llevada á ca- bo es la que se desea. El primero de estos procedi- mientos consiste en que conocida la distancia del objetivo, se multiplica por la relación más una uní- -90 LÁZARO PAVÍA. dad, y el producto es la distancia que debe separar la placa del modelo. Para obtener el mismo resultado por la experien- cia se coloca en el vidrio despulido una tira de pa- pel de cuatro centímetros y en una regla se coloca otra de veintiocho. La distancia á que debe colocar- se el modelo será igual á la que separe la regla del vidrio despulido, cuando los veintiocho centímetros de la primera se vean exactamente reducidos á los cuatro del vidrio despulido. Lo relativo al tiempo de expresión, depende de la luz y del material empleado, por lo que toca exclusi- vamente al fotógrafo utilizar aquellos elementos para realizar la unidad de que tratamos. La posición que se debe dar al sujeto está plena- mente justificada en los intereses judiciales que afec- tan inmediatamente á la sociedad. La fotografía de perfil permite la identificación de dos fotografías, sea cual fuere el tiempo transcurrido entre la ejecución de la primera y la de la segunda, porque la oreja y el perfil de la cara, desde la nariz arriba son invariables. La fotografía de frente tiene el inconveniente de no permitir al observador ninguna apreciación res- pecto de la nariz que sale achatada. Para obviar es- te inconveniente se hace que el individuo vuelva li- geramente la cabeza hacia la derecha, de modo que se vea un poco la oreja izquierda y que la mirada quede horizontalmente dirigida. En los retratos de frente se cuidará de que el reo DOCTORES NOTABLES. 91 se levante bien el pelo que cubre la frente, y en los de perfil, que el cabello no caiga sobre la oreja. El perfil aceptado en Bélgica, Rusia, Estados Unidos del Norte, República Argentina, etc., es el del lado derecho y por uniformidad internacional es el que generalmente se acepta en las identificaciones. El tamaño de la fotografía, á más de las dimen- siones que debe tener la placa y de la reducción del modelo, como siempre quedan algunas irregularida- des en los límites de la placa para recortarla y po- derla pegar en los cartoncillos, se hará uso de un ca- libre de cristal, cuyas dimensiones serán tales, que el canto pase por arriba, á un centímetro del carto- mo del pelo, y por abajo, aproximadamente á la lí- nea horizontal que pasa por los mamilos, permitien- do siempre apreciar la separación de los hombros. Tal es, como nos es dado tratar en la presente obra, el sistema científico de identificación adoptado en Europa y últimamente implantado en Méjico por iniciativa del Sr. Dr. Ignacio Fernández Ortigosa; quien durante su permanencia en París, hizo un es- tudio completo sobre la materia. La Antropología es la salvaguardia de la sociedad y el centinela avanzado que anuncia al criminal el peligro en que está, de incurrir en los delitos á que su temperamento le conduzca. La identificación de los reos ayuda poderosamente á la ciencia antropoló- gica. Por lo expuesto se verá, cuan ventajosa y hasta indispensable es la aplicación del sistema científico 92 LÁZARO PAVÍA. en la identificación de los individuos que por estar procesados tienen que dejar su personalidad típica en los archivos de las prisiones. Veamos ahora lo que imparcialmente se despren- de de los datos biográficos del Dr. Joaquín L. Va- llejo. El Sr. Dr. Joaquín E. Vallejo, Teniente Coronel de Ingenieros, y laSra. D* Ignacia Callejo, hija del Sr. General Mariano Nicomedes del Callejo, quien combatió á favor de nuestra independencia nacional, formaron un hogar del que la felicidad no se ausen- taría nunca, porque los cónyuges se habían unido in- fluenciados por un amor sublime. Como un destello de ese mismo amor, como una sonrisa de esa beldad augusta que santifica los ma- trimonios buenos, vino al mundo un vastago de aquellos seres que vinculizaron sus afecciones más caras, sus orgullos legítimos de gloria y sus tenden- cias á lo justo y á lo noble. En la Ciudad de Maravatío, Estado de Michoa- cán, pasó su infancia é hizo los primeros estudios y recibió el título de Médico Cirujano y Partero, en la Escuela Nacional de Medicina de esta Capital. Durante los estudios profesionales fué primer Prac- ticante de la i* Demarcación de Policía, Practicante de número de la 12? Sala del Hospital de Sangre, San Pablo ú Hospital Juárez, como actualmente se de- nomina, Practicante interino del Hospital de Jesús, y perito médico-legista auxiliar. Tan útiles fueron los servicios que prestó en los DOCTORES NOTABLES. 93 referidos cargos, que año y medio después de haber- se recibido siguió desempeñando el último, es decir, el de perito-médico auxiliar. Como miembro de la reputada "Sociedad Filoiá- trica," lleva á esa agrupación el contingente de sus adelantos científicos, haciéndose acreedor á figurar al lado de las eminencias médicas y de los distingui- dos Doctores que integran dicha Sociedad. Iguales méritos le llevaron á figurar como Dele- gado á los Congresos Médico Mejicano y i" Pan- Americano, reuniones que, como su carácter lo indi- ca, exigían aptitudes especiales. Llegamos á un detalle: la vida de estudiante del Sr. Vallejo; y como trae á nuestra memoria la he- roicidad de la juventud mejicana, vamos á permitir- nos narrarla. ¿Quién habrá olvidado las memorables jornadas que los alumnos de las Escuelas Nacionales superio- res llevaron á cabo en 1884, protestando contra el reconocimiento de la Deuda inglesa? En las calles luchaban con la fuerza armada, en el parlamento secundando popularmente á la mino- ría absoluta, en la cátedra manifestando liberalmen- te sus ideas, y en el Comité aprobando iniciativas, y reuniendo recursos para las víctimas de aquella per- turbación social, vimos á los estudiantes trabajar sin tregua y con ostensible valor. Surgen entre el recuerdo de ese pasado luctuoso, el nombre de un herido: Regalado, y el de un ilus- tre mnerto: Aburto. Como héroe de encruoijada: 94 LÁZARO PAVÍA. Luis Guillen; como oradores constantes: Diódoro Batalla y Sort de Sanz, y como Presidente del Co- mité, el Lie. Enrique M. de los Ríos. El Dr. Vallejo fué uno de aquellos soldados im- provisados por el patriotismo y recibió en aquellas contiendas desiguales, para orgullo del pasado, una herida en la mano derecha. No seremos nosotros los que elogiemos la certe- za en las curaciones que hace él Dr. Vallejo, porque no queremos que se nos tache de aduladores. Allí está el Sr. Jesús Hidalgo, que vive en la calle del Sapo número 7, altamente agradecido al Sr. Valle- jo por haberle vuelto á la vida, cuando estaba en- teramente deshauciado; al lado de los Dres. Carlos Aguilar y Nicolás Franco, dio muestras de sus ap- titudes médicas; con el primero, haciendo la castra- ción á un infeliz que cayó de una azotea; con el se- gundo, asistiendo á los individuos quemados en el incendio de la fábrica de productos químicos de Car- los Félix, á quienes salvó de la muerte. Los trabajos que ha publicado, son los siguientes: Una monografía sobre vacuna y revacunación. Un artículo sobre higiene infantil, artículos sobre asun- tos astronómicos, y artículos y problemas de ajedrez. Los artículos sobre Astronomía, obran en "El Anua- rio del Observatorio de Tacubaya," y los de aje- drez en los periódicos que le han dado la reputación que goza como ajedrecista. Por tales motivos, no hemos vacilado en colocarle en. esta galería biográfica. "i- rí ^.:0-:.-::W W9ÁWÍ DR. ÁNGEL COSTRERAS, MUEBLA.—PUEBLA. ÜR. ÁNGEL CONTRERAS. a hemos dicho en el prólogo que el conjunto de todos los conocimientos en materia de Medici- na, constituye la fórmula concreta para el des- tierro de los males que afligen al género hu- mano. La ciencia médica es tan variada y tan heterogé- nea en los elementos que la componen, que el estu- dio científico de cada uno de sus ramos forma un tratado. La Anatomía, por ejemplo, es uno de los ra- mos de Medicina que más se bifurca en el vasto cam- po de la observación científica, y si hemos de ser concretos en nuestro criterio, podemos decir que to- dos esos conjuntos de ciencias que se agrupan al re- dedor de la Medicina, son como las ramas de un gran- de árbol y que viven de la savia que corre por la mé- dula de su tronco. Pero volvamos á la Terapéutica. Condensando en pocas palabras y en brevísimos conceptos, como lo 96 LÁZARO PAVÍA. requiere la índole de nuestra obra, la definición de la Terapéutica no será otra cosa que la reunión de indicaciones á que debe atender para hacer cesar el mal presente, que es á la vez dietético, farmacéutico y quirúrgico. Mas no sólo á esto se limita la Terapéutica, no se conforma con tratar de la curación de las enferme- dades, sino que también se propone prevenir su re- torno y su desarrollo; y aunque desde este punto de vista se confunde en gran parte con la Higiene, se le ha dado, sin embargo, el nombre de profilaxia ó de tratamiento preservativo para distinguirla del tra- tamiento curativo que constituye la Terapéutica pro- piamente dicha. Compréndese toda la importancia que reviste la Terapéutica desde estos puntos de vista. Autores muy respetables han tratado la Terapéu- tica en libros muy concienzudos y lleríbs de lumino- sas observaciones y sabias leyes que han generali- zado en formas ya concretas, ya generales, los medios y elementos para curar y prevenir las enfermedades del cuerpo humano. Cuando se ha reunido cierto número de observa- ciones sobre una enfermedad considerada desde los :puntos de vista de su Nosografía y de su Terapéu- tica, se conoce ya su historia y se tiene su patología especial. Repítese la prueba ó igual ensayo en todas las en- .fcumedades en.que se presente ocasión de-observar, Heíg^ndoseideesíe njoidoáconocer los hechos quecpor DOCTORES NOTABLES. 97 su conjunto constituyen toda la Patología especial. La Terapéutica se relaciona con otros tantos co- nocimientos médicos, que sería imposible examinar brevemente, dentro de los límites de estos artículos, cada uno de esos ramos especiales de la Medicina. Los grandes tratados de Terapéutica nos enseñan que este importante factor de la Medicina constitu- ye al verdadero médico, y que ella es la piedra de toque, puede decirse, de la salud, en combinación con la Patología. Las enfermedades internas que afligen al cuerpo humano son incontables y de carácter y naturaleza tan variada, que la Terapéutica tiene forzosamente que llegar á reunir un conjunto tan vasto de ele- mentos curativos, que solamente la clasificación por- menorizada de ellos, puede llenar volúmenes enteros. El estudio de la Terapéutica, pues, nos llama á un vastísimo y luminoso terreno de observaciones y de curiosas enseñanzas para el alivio de las dolencias físicas y aun morales del cuerpo humano. Pero como ya hemos dicho, el estudio analítico de la Terapéutica nos conduciría á examinar y comentar tratados especiales sobre la materia, tarea muy difí- cil para nosotros, pobres escritores que sólo nos atre- vemos á emitir conceptos aislados y que de ningu- na manera podríamos considerar como ideas cientí- ficas en achaques de Medicina. Nuestro propósito es, ya lo hemos dicho desde el prólogo de este libro, dar á conocer de una mane- ra sencilla, y recurriendo á las luces de autores pro- 98 LÁZARO PAVÍA. minentes, lo que ha sido, es y se espera de la Medi- cina en el concierto espléndido de las ciencias enca- minadas á conservar, robustecer y engrandecer á la: gran familia humana. Francia y Alemania, Bélgica y los Estados Uni- dos del Norte, así como algunas otras naciones del Viejo Continente, han hecho grandes avances en materia médica. En aquellas naciones cultísimas, la Medicina tiene sacerdotes y mentores ilustres que llevan los nombres de Charcot, Mountain, Rock, Falb y otros muchos que con sus luces y sus talen- tos de primera magnitud, han esclarecido el título de las Universidades de Medicina y de Cirugía, Hospi- tales é Institutos médicos de primer orden, planteles de enseñanza especial de todos los ramos de Medici- na, elementos, en fin, de todo género, que contribu- yan al adelanto y á la resolución de todos los proble- mas que preocupan al sabio, son el espectáculo que nos ofrece la Medicina en aquellos países. Los médicos estudian, observan y deducen leyes y teorías que en manos de otros sabios llegan al fin á la perfección más absoluta y resuelven en tesis ge- neral y en fórmulas concretas, los medios más efi- caces para la curación de muchas enfermedades. Méjico, que es una nación joven y que apenas ha entrado en el sendero del adelanto intelectual y ma- terial, ha dado al mundo científico una prueba evi- dente de su actividad como nación civilizada. La Es- cuela de Medicina ha producido en el transcurso de pocos años, facultativos muy notables que no sólo DOCTORES NOTABLES. 99 en Méjico han dado alto testimonio de su saber y pericia, sino que en Europa misma han contribuido con el contingente de sus luces á esclarecer eminen- tes cuestiones de Medicina en general. El Congreso Médico de Berlín, al que concurrió un conjunto de notables facultativos mejicanos, es una prueba de lo que decimos. Por eso, nosotros, en nuestra humilde esfera de escritores públicos, amantes de toda manifestación de saber y de genio, queremos en estos breves apuntes realzar los méritos, desconocidos para el público, de nuestros más notables facultativos, tanto de la Capi- tal como de los Estados, y cumpliendo con nuestro propósito, vamos á consignarlos apuntes más nota- bles de la vida del Sr. Ángel Contreras que actual- mente reside en la ciudad angelopolitana. Es hijo del Sr. Don José María Contreras y de la Señora Doña Luz Alcocer de Contreras; nació en la Ciudad de Méjico el 11 de Junio de 1847, época acia- ga en que el filibusterismo norteamericano y la im- pericia ó mala fe de un gobernante, hicieron de la Se- ñora del Anáhuac la cautiva que se vio ensangrenta- da é impotente para resistir. Hizo los estudios primarios en el Colegio Hispa- no Mejicano que dirigía el Sr. S. Lana, los prepa- ratorios en el Colegio de San Ildefonso, del que era Rector el eminente hombre de Estado, D. Sebas- tián Lerdo de Tejada, y los profesionales en la Es- cuela Nacional de Medicina, que estaba á cargo del Sr. J. Duran. IOO LÁZARO PAVÍA. En Enero de 1870, obtuvo título de Médico Ci- rujano, previo examen profesional en el que presen- tó una tesis sobre Diagnóstico de las enfermedades del pulmón. Era tal la bondad del asunto diserta- do que mereció los honores de la publicación en va- rios periódicos de aquella época. Desde entonces comenzó á preponderar el Dr. Contreras, y decimos á preponderar, porque, el hoy notable Médico D. Eduardo Licéaga, le otorgó su especial representación en la Casa de Maternidad é Infancia, durante el primer semestre del mismo año de 1870, en el que libremente cursó las clínicas de los Dres. Jiménez, Carmona y Rodríguez, escribien- do sobre varias de sus interesantes lecciones, escri- tos que desgraciadamente han quedado inéditos. Decidido apóstol de la ciencia de curar, figuró co- mo socio distinguido entre los fundadores de la So- ciedad Filoiátrica de la Escuela de Medicina y pre- sentó en dicha agrupación varios trabajos que le valieron gran prestigio entre los compañeros. En el primer tomo de "El Porvenir," periódico ór- gano de la Sociedad referida, están publicados unos Cuadros Estadísticos; en el 2? tomo, una tesis rela- tiva á la Superfetación y una Memoria sobre el clo- roformo aplicado durante el parto; y en el 3er volu- men otra memoria de un parió observado en la Ma- ternidad. En el 6? tomo de "La Gaceta Médica" periódico órgano de la Academia Nacional de Medicina de Mé- jico publicó la observación de un quiste mixto del DOCTORES NOTABLES. IOÍ ovario recogido en la ciudad de Pachuca, Estado de Hidalgo, que fué su residencia desde el segundo se- mestre de 1870, hasta principios de 1888. En la misma ciudad de Pachuca fué Médico Ci- rujano de las principales Compañías de Minas y de haciendas de beneficio de metales durante el perío- do de 18 años que estuvo en aquella Capital. En el citado año de 1888, pasó á la ciudad de Puebla; en el de 1889, obtuvo las cátedras de His- tología Nacional y Patología en la Escuela de Me- dicina local. Desde el año de 1890 hasta el presente, es Pro- fesor de Clínica Quirúrgica en el Colegio del Esta- do, dando dicho curso en el Hospital General. El Memorándum del curso de Clínica de 1890, fué publi- cado en el "Boletín" del Hospital, y el.de 1891 en el "Boletín Médico de Puebla." En ambas publicacio- nes fué redactor, y en ellas dio á la estampa sus prin- cipales lecciones y observaciones clínicas. En "La Revista Médica" de Méjico, publicó el año de 1889 un artículo sobre la trepanación y en "La Medicina Científica," el año de 1890, una ob- servación de un absceso de hígado curado por sólo una punción. Coleccionados los Memorándums sobre Clínica, fueron publicados en un opúsculo que fué repartido entre los miembros del primer Congreso Médico Mejicano. En dicho opúsculo se hallan las mate- rias siguientes: la Clínica, la Antisepcia, la Anes- tesia, fracturas del cráneo y trepanación, otitis; in- 102 LÁZARO PAVÍA. fiamacián de las celdillas mastoideas; trepanación, abscesos de hígado, su tratamiento, pleuresía purulen- ta, plemotonía antiséptica, heridas penetrantes de pecho; heridas de vientre, megalo dactelios; enfer- medades de los órganos génito urinarios; raquitis- mo; elefantiasis de los Árabes; linfa de nomo; gan- grena aleromatosa; catarata y fracturas. Las conclusiones deducidas de estas memorias so- bre varios puntos en la práctica diaria de la ciru- gía, fueron los temas que formaron el trabajo cien- tífico que leyó en el citado Ier- Congreso Médico, celebrado en 1892. En el 2? que se verificó en San Luis Potosí el año de 1894, leyó una memoria rela- tiva á la calefacción en las Salas de Operaciones, memoria escrita en colaboración con el Dr. D. He- liodoro González. Este estudio fué publicado en el número 5, tomo S- de "La Medicina Científica," co- rrespondiente al 1? de Marzo de 1895. En 1892, fué comisionado por el Gobierno de Puebla, en unión de los Sres. Lies. D. Rafael Izun- za é Ingeniero D. Carlos Bello, para formar un pro- yecto de Hospital con los requisitos de la higiene; fué presentado ese proyecto á la Asociación Ameri- cana de Salubridad Pública, en la vigésima reunión anual que se verificó en Méjico el año de 1892, á cuya reunión concurrió como Delegado por Puebla y leyó una memoria de un caso de fiebre amarilla observado en la ciudad. Ese trabajo fué publicado en el tomo XVIII de los "Anales de la Asociación Americana de Salubridad Pública." DOCTORES NOTABLES. «03 En 1893, siendo Delegado por el Estado de Qüe- rétaro á la reunión anual de la citada agrupación que tuvo verificativo en Chicago, leyó su memoria so- bre la higiene de las peluquerías y barberías. Concurrió con igual carácter y por el mismo Es- tado al Ier- Congreso Pan-Americano que se reu- nió en Washington, el año de 1893 y leyó su traba- jo: "La anestesia y la técnica de la cloroformiza- ción." El segundo de estos últimos trabajos, fué publicado en las "Transacciones del Congreso Mé- dico Pan-Americano y mereció ser reproducido en "Therapeutic Gacette" de Filadelfia. La Artectromía atépica de la rodilla es el título del trabajo que se presentó en el 2? Congreso Pan- Americano reunido en Méjico. Por asuntos de familia no pudo ir al Congreso Médico internacional verificado en Roma el año de 1894, para el que había sido nombrado Delegado por el Estado de Querétaro. Temiéndose la invasión del cólera asiático en la República, fué nombrado miembro auxiliar del Con- sejo Superior de Salubridad de Puebla, y en aquella época escribió una cartilla relativa al tratamiento de la terrible enfermedad que tantos estragos hace por donde pasa como fatídica viajera. Esa cartilla fué pu- blicada por la Secretaría de Fomento, en virtud de un acuerdo del C. Gobernador del Estado de Pue- bla. En los años de 1892 y 1893 fué Vocal de la Jun- ta Directiva de Beneficencia Pública de Puebla, y IO4 LÁZARO PAVÍA. con ese carácter, Inspector de asilos de huérfanos y de hospitales de dementes. Por último, es socio y ha sido Secretario de la So- ciedad Médica de Beneficencia de Puebla; es Médi- co Cirujano de la Compañía del Ferrocarril Mejica- no del Sur, desde la construcción de esa vía férrea y Médico Director de la Casa de Salud de San Vi- cente de Paul, que se inauguró en Puebla el i? de Julio de 1895. Con tan honrosos antecedentes, cómo no elogiar los hechos que constituyen la vida profesional del Dr. Contreras. Desde que dejó la Escuela de Medi- cina, no se envanece con el título satisfactoriamente adquirido, ni se enorgullece con los elogios y distin- ciones de sus compañeros y consocios, ya en agru- paciones particulares, ya en Congresos que le sirven para dar ancho campo á sus facultades intelectuales. Estudia, observa, y cuando toma la pluma, es para dejar en el periódico y en el libro útiles enseñanzas. El gobierno lo tiene por su Agente de Salubridad, y el hogar como el extirpador de los males del cuer- po. La juventud angelopolitana ha recibido de él ins- trucción médica, y en los hospitales, en los asilos de huérfanos, es la providencia de los desvalidos. El gobierno, pues, y la sociedad, deben estar agra- decidos al Sr. Ángel Contreras, que ha dedicado los mejores años de su existencia al servicio de sus se- mejantes. OR. ANTONIO lATIENZO. TAJIPICO. —TAMAUUP AS. DR. ANTONIO MATIENZO. N corto número de sistemas generales mezclados en diferente proporción en la trama de nuestros tejidos, engendran las diferencias de la orga- nización humana, diferencias tan múltiples á veces, tan marcadas y muy á menudo tan refractarias al análisis del fisiologista; pero no solo son patentes en el conjunto las diferencias individuales, sino que también se pronuncian en los principales aparatos de la economía, influidos en su juego por condiciones de estructura que racionalmente podemos suponer, cuando el escalpelo no logra demostrarlas; ¿acaso no presenta el pulso en la serié de individuos, carac- teres particulares y en armonía con la salud de cada uno? Las digestiones difieren tanto como las fisono- mías; y compárese el órgano que se quiera en un gran número de personas, siempre se comprobarán una infinidad de disonancias funcionales. Las causas exteriores contribuyen á diversificar el io6 LÁZARO PAVÍA. ritmo fisiológico de los hombres, no menos que las condiciones originarias de su estructura. Por eso, en la imposibilidad de presentar una fór- mula absolutade la salud, vale más decir, que la higie- ne determina, para el hombre físico y moral, medida y género de actividad compatibles con su estado y sa- lud relativa. Como ciencia tiene la higiene por término sus in- vestigaciones; por una parte del organismo por mo- dificaciones así externas como internas, tanto morales como físicas, y por resultado de comprobación la re- lación de estos dos términos entre sí, es decir, leyes de la reacción orgánica. Como arte, tiende á regularizar esta reacción. Sigúese de aquí que la higiene, estable en sus prin- cipios, varía en sus aplicaciones; pero tal es también la Medicina práctica, que ante estados morbosos de idéntica filiación, debe aplicar medicación á cada caso particular. Y creemos que es tal la necesidad de adaptar á ca- da individualidad las prescripciones de la higiene, que de buena gana, dice un autor, llamaríamos á ésta la "clínica del hombre sano." La clínica y la higiene son enteramente hijas de la experiencia; y por eso no caben ambas, por multi- plicidad de sus elementos, en el cuadro de una expo- sición didáctica. El individuo que ha explorado con sagacidad las condiciones con las cuales conservan la salud un gran número de personas; que ha observado el límite DOCTORES NOTABLKS. 107 de alteraciones que pueden sufrir un detrimento; que ha estudiado los antecedentes que pesan sobre el por- venir físico de las familias, y cómo se comporta cada uno al influjo de las mismas modificaciones; ese ob- servador, decimos, merecerá que se le confíe la mi- sión de vigilar por la conservación de la salud. Vése, pues, que la higiene privada presenta más de una analogía, más de una relación con la Medici- na práctica; pues si bien supone las nociones de las cualidades físicas y químicas de los modificadores, exige, sin embargo, mucho más, un profundo conoci- miento del organismo sano y enfermo; la enfermedad es prueba de constituciones, pone en relieve diferen- cias individuales que hasta entonces habían perma- necido ocultas, exagera las idiosincracias y clasifica en cierto modo los órganos y las visceras en un or- den jerárquico de dependencia por energía relativa de irradiaciones simpáticas que en ellos provoca. El higienista ha de ser práctico, ha de estar colo- cado sobre un teatro clínico; porque la historia de la enfermedad derrama la luz sobre la salud; porque una y otra son los dos reversos de la medalla humana y sirven para explicarla. De lo dicho se deducirá, pues, que la higiene pri- vada, lo mismo que la clínica, sólo pueden presentar una suma de indicaciones. Enumerar los agentes que influyen en el organis- mo, especificar su naturaleza y su composición, es- tudiarlos en contacto con nuestros órganos, caracte- rizar la reacción que éstos les oponen, establecer una io8 LÁZARO PAVÍA. medida para uso de cada modificador, constituyen la serie obligada de las investigaciones de un higienista. La higiene pública, que forma otra gran sección de este arte, no es más que la extensión de la hi- giene individual; porque sólo difiere de ésta por la escala de sus aplicaciones, pues la una habla con el individuo y la otra se dirige á la sociedad. Pero esta última tiene su fundamento en la esta- dística médica. Siendo una ciencia cuyo origen es muy moderno, como la misma estadística médica, necesita hechos generales, cifras auténticas, datos po- sitivos que, comparados, agrupados y fecundados por la inteligencia, conduzcan al descubrimiento de las leyes reguladoras de la sociedad. La higiene privada se circunscribe al organismo é inquiere cada una de sus partes colocadas con el in- flujo de los modificadores; pero la higiene social abra- za una clase de hombres, una población, una nación, la humanidad entera. Los preceptos más importantes de la higiene han sido conocidos y observados desde la antigüedad más remota. La India y el Egipto dieron á la Grecia y al resto del mundo aquellas leyes dictadas por sus sabios y fundadas en la observación de la naturaleza. La abstinencia de ciertos alimentos; en una pala- bra, el régimen dietético y ciertas prácticas como la circuncisión, el uso de las lociones y de los baños, juntamente con la incineración ó el embalsamamien- to de los cuerpos, estaban entre los pueblos de la DOCTORES NOTABLES. 109 India, de la Arabia y del Egipto, no sólo aconseja- dos, sino también prescritos por la ley, sin que nadie pudiese substraerse á ellos. Como medida de higiene, podemos considerar tam- bién el carácter sagrado que se imprimía á ciertos animales útiles desde el punto de vista de la salubri- dad pública. De esta suerte los legisladores ilustrados de pue- blos ignorantes, supieron introducir en las costum- bres ciertas prácticas y una regla de vida; que mira- ban con razón como ciencias para el desarrollo físico y para la prosperidad de sus conciudadanos ó de sus subditos. Los judíos conservaron con cuidado las reglas de higiene, que así para ellos como para todos los pue- blos de raza árabe, debían datar de los tiempos más remotos. Su permanencia en Egipto, en medio de un pueblo instruido, hubo de contribuir á hacer más completa esta clase de nociones. Mahoma encontró estableci- da y conservó entre los árabes,*la parte importante de la higiene de los judíos, y es indudable que las abluciones, el baño y la abstinencia del vino forma- ban parte de las costumbres de los pueblos del Yu- men antes de que el Corán lo estableciese como ley entre los sectarios del Profeta. Indudablemente tam- bién aquel gran hombre no creía que sus doctrinas debiesen algún día de extenderse tan lejos, y en cli- mas que se diferenciaban mucho del de su país natal. Al dictar leyes á la Arabia no debió inquirir si su I 10 LÁZARO PAVÍA. observancia sería funesta á los*habitantes del Delta, de la Persia ó de Constantinopla. También es un hecho digno de tenerse en cuenta, que en la mayor parte de los pueblos antiguos se en- cuentran pocos preceptos relativos á la salubridad de las ciudades ó de los habitantes. La causa de esto era que la ley estaba hecha para un pueblo pastor y que vivía en tiendas, para un pueblo nómada y más bien bárbaro que civilizado. Otro tanto podemos decir de las leyes de Maho- ma, cuyo silencio acerca de este punto es una de las mayores causas de la insalubridad de las ciudades musulmanas. Es indudable que no sucedía lo mismo en aquellas ciudades de la India, cuyas ruinas atestiguan su mag- nificencia, y sobre todo en aquel Egipto, donde las artes y las ciencias habían llegado á producir tantas obras maestras, donde se encuentran hoy día tantas pruebas de la más avanzada civilización. La higiene, que del Egipto había pasado á la Gre- cia, se desarrolló en este último país, ó por mejor de- cir, fué apropiada por los grandes hombres que die- ron á los griegos las leyes civiles y las de la filosofía. En Esparta, sobre todo, fué donde reinó la higiene. Licurgo, que ante todo quería dar á su país solda- dos robustos, y multiplicar la población mejorando su raza, tomó de los egipcios y de los cretenses lo que más convenía á sus miras, é hizo de la higiene la base de la educación. Con doble objeto sometió á los mismos preceptos DOCTCRbS NOT/vBLES. I I I y á los mismos ejercicios á los jóvenes de ambos sexos. Pero á pesar de haberse mostrado sabio y há- bil legislador, pagó, sin embargo, tributo á la barba- rie de su tiempo, condenando á muerte á las criaturas que, por haber nacido endebles, no habían de ser en último resultado, más que hombres de mediana fuer- za, y más capaces de bastardear que.de mejorar la raza. La higiene impuesta por las leyes de Licurgo á todo espartano, difería poco de la que los filósofos y los médicos de la Grecia recomendaban á sus discí- pulos; formaban su base la gimnasia, el baño y la sobriedad, pues tan sólo propendía especialmente al desarrollo de la fuerza física. Lacedemonia necesitaba soldados y no media- dores. Según refiere Xenofonte, en la Ciropedia, la edu- cación de los persas se parecía mucho á la de los es- partanos, pues tenía todas las ventajas higiénicas de esta última. Entre los romanos se observaban reli- giosamente las leyes de la higiene. En tiempo de Cincinato, y cuando todo romano era agricultor, los trabajos del campo y la pureza de las costumbres eran,-como hace notar Varron, la me- jor salvaguardia de las fuerzas y de la salud. Luego que esta sencillez primitiva cedió su puesto al lujo, los cuidados de la higiene más ilustrada pro- ' dujeron resultados análogos,' ó por lo menos atenua- ron los efectos de los vicios y el desenfreno. La más escrupulosa limpieza, el baño, los ejercí- 112 LÁZARO TAVÍA. cios del gimnasio, los vestidos anchos y bien apro- piados al clima, y la actividad que les hacía tratar en pie y andando los negocios públicos y privados, tales eran las bases de la higiene entre aquellos romanos, tan diferentes del pueblo ocioso y sucio que vegeta hoy día en las ruinas de su inmortal ciudad. En ningún pueblo había sido la higiene pública objeto de leyes y medidas más notables. Desde los primeros siglos de Roma se habían eje- cutado inmensos trabajos con miras de salubridad pública, y en tiempo de la república los ediles cuida- ban de la ciudad con el mismo esmero que cada ciu- dadano tenía en su persona y en su hogar. Hasta Hipócrates, los pueblos y los legisladores habían respetado más ó menos la higiene; pero nadie había reunido sus preceptos en un cuerpo de doctri- na; de suerte que el primer tratado de este género lo debemos al padre de la Medicina. Sin embargo, antes de Hipócrates habían reco- mendado ya Heródico é Ico de Tarento la gimnás- tica, unida con la sobriedad, como el medio por ex- celencia para conservar las fuerzas y prevenir las en- fermedades. Celso, Plutarco, entre los autores griegos, y Vitru- vio, entre los latinos, dieron también sabios preceptos de higiene; pero entre todos los autores antiguos es Galeno, después de Hipócrates, quien más hizo en favor de esta ciencia. En los tiempos modernos, los preceptos de la hi- giene, desconocidos de los pueblos europeos, conser- DOCTORES NOTABLES. 1 13 varón más influencia sobre los orientales. La sobrie- dad, el baño y los vestidos apropiados al clima, se conservaron entre ellos al amparo de las leyes reli- giosas y en virtud de aquella inmovilidad que carac- teriza las costumbres asiáticas. En la Edad media apenas se encuentran más que en las órdenes religiosas algunas ideas de higiene en el régimen dietético prescrito por la regla y en la elec- ción de sitio para la construcción de sus conventos. Pero al lado de prescripciones que puedan ser buenas para personas sometidas á la vida monástica, se en- cuentran otras muy deplorables concebidas con un objeto de ascetismo y formuladas con deliberada atención. Por lo demás, tampoco los médicos de los tiem- pos modernos se manifestaron mucho más ilustra- dos que los príncipes y los pueblos en materia de hi- giene. El libro de la Escuela de Solerno, tan á menudo citado, tuvo por mérito principal el de aparecer des- pués de una época de tinieblas y de ignorancia. No tanto es un tratado de higiene, como una apre- ciación de las substancias alimenticias; y en dicho libro, entre algunas proposiciones exactas, pero vul- gares y en todo tiempo proverbiales, se encuentra una infinidad de errores y de preocupaciones reno- vadas de los antiguos, ó sacadas de la fisiología de la Edad media ó de su Terapéutica imaginaria. Así permaneció por largo tiempo la higiene, poco digna entonces de este nombre, á pesar de los descubrí- 114 LÁZARO PAVÍA._________________ mientos de Sanctorio sobre la respiración, y de la construcción del termómetro y del barómetro. Llegamos, finalmente, al siglo XVIII, época de renacimiento, así para la Medicina como para la Fi- losofía. A la voz de Rousseau cayeron las preocupaciones y las viciosas costumbres que hasta entonces había respetado la ignorancia como sabias tradiciones; de- jóse de sofocar á las criaturas con fajas y envolturas, y dióse una dirección más racional á su educación física; pero la moda, que en todo se mezcla, vino á extremar y á hacer malo lo que en un principio era excelente. Todas las mujeres quisieron criar á sus hijos sin consultar sus fuerzas, y menos por amor á las cria- turas que por seguir la moda y por coquetería. Y por otra parte, no queriendo renunciar á los placeres, daban á sus hijos una leche acalorada por las vigilias del baile y de los espectáculos. El baño frío y la educación nada muelle, sino más bien un poco ruda, que quería el autor del "Emilio," hicieron de moda la inmersión de las criaturas recién nacidas en agua fría, absurdo mucho mayor, cuya cul- pa se echó malamente á Rousseau, sin embargo de que éste jamás la mereció; y por fin, aquellas muje- res que pretendían seguir los consejos de la sabidu- ría, continuaban, sin embargo, ahogándose dentro de corsés aballenados y saliendo en todo tiempo con el pecho descubierto. No obstante, se había dado ya el. primer golpe á DOCTORES NOTABLES. Il5 las preocupaciones, y el buen sentido justificó estos desvarios. Los portentosos descubrimientos de la Física, de la Química y de la Anatomía patológica, derramaron nueva luz sobre las cuestiones de higiene, y por fin, varios hombres llenos de saber, entre los cuales figu- raba en primera línea el profesor Hallé, reunieron estos elementos esparcidos, y formaron un cuerpo de doctrina que cada día van aumentando las ciencias, pero sin que hasta ahora hayan desmentido en nada. La higiene está relacionada en todas las ciencias médicas y naturales; es tributaria de la Anatomía, de la Fisiología, de la Meteorología, de la Física, etc.; pe- ro estudia desde un punto de vista particular los datos que de ellas toma. Así, al paso que la Fisiología con- sidera las acciones orgánicas en sí mismas y en su encadenamiento, la higiene examina cómo se modi- fican estas mismas acciones por los agentes externos y por la influencia recíproca de los órganos. El papel de la Química se limita á descomponerlas substancias y á fijar las leyes de sus combinaciones; pero la higiene se aprovecha de las inducciones que se sacan del análisis sobre los efectos de estas mis- mas substancias para dictar las reglas concernientes á su empleo. Se asimila los materiales que toma prestados, y los especifica por el método y por el destino que les da; pero no transporta á su dominio las ciencias que po- ne en contribución, sino que acepta sus resultados para hacerlos converger á su efecto. u6 LÁZARO PAVÍA. Pero la higiene no solo toma prestado, sino que también presta; y a¡=í la Etiología y la Drofiloxía se fundan casi exclusivamente en ella; y la Terapéutica saca de la higiene más recursos que del arsenal far- macéutico. Es imposible estudiarlos efectos variados que de- terminan en el hombre las cosas que usa y disfruta, sin que se llegue á las causas que turban su salud. Cuando se investiga lo que puede serle dañoso, no se hace otra cosa que examinar todos los focos de la etiología morbosa; y al apartarlo de su persona se hace inútil la intervención de la Medicina. Cuando no se ha podido conjurar la enfermedad, el tratamiento consiste igualmente más bien en una exacta apropiación de los modificadores higiénicos que en la administración de los medios especiales. También en este punto nos dieron el ejemplo los antiguos. Ante todo se fijaban en lo que llamaban dieta; la 'expectación hipocrática, motivada en teoría por la doctrina de las crisis, se fundaba en realidad en la eficacia de los modificadores higiénicos, y consis- tía en dejar á la enfermedad toda la latitud de evo- lución natural, y en asegurar al enfermo el beneficio de fuerza de reacción propia; mas como Hipócrates, imitado en este punto por los prácticos entendidos de todas épocas, se imponía por ley primera no da- ñar, su medicina se apoyaba realmente en la hi- giene. La higiene pública se funda en la estadística mé- DOCTORES NOTABLES. 11/ dica y en la economía política; y á decir verdad, cons- tituye la única medicina posible entre el pueblo. Reflexionando bien acerca de este punto, se nota que la Terapéutica generalmente fracasa contra las epidemias y las endemias; y las explosiones epidémi- cas aterran las poblaciones, aturden á los prácticos, y el arte de estos últimos no interviene con buen re- sultado, sino cuando declina la afección, cuando se aproxima por su marcha en las enfermedades espo- rádicas. Pero allí donde el arte es impotente para curar, le es, sin embargo, dado preservar; allí donde no puede esperar ahogar el mal, logra por lo menos restrin- girlo y atenuarlo, lo cual es doble fortuna que la hi- giene le otorga. Sin la rigurosa observancia de los principios, los vastos establecimientos que la filantropía cristiana consagra al alivio de la humanidad, se convertirían en lugares de desolación y de muerte; merced á ella se libran las grandes reuniones de trabajadores del doble peligro de la condensación humana y de los trabajos industriales; es el genio tutelar de los ejércitos en movimiento á los que durante la paz convierte en vi- gorosos planteles de la nación; en otra esfera, inspi- ra al legislador, preside á los destinos de los gobier- nos que se sostienen, no tanto por la autoridad de las formas y de los tratados, cuanto por la fuerza y el bienestar de los pueblos. Digamos, pues, en una palabra, que si la Medicina cura á los individuos, la higiene salva á la generalidad; y que la higiene pri- nS LÁZARO PAVÍA. vada nos revela las condiciones de nuestra conserva- ción personal, y la higiene pública las del progreso social. Manifestemos ahora brevemente el plan que ge- neralmente siguen los autores en la exposición de la higiene. Galeno dijo: "Qui sanitatem vult restituere debet investigare reptem res naturales, quae sünt elementa, complexiones, humores, membra, virtutes, spiritus et operationes; et res non naturales, quae sunt rex, aer, cibus et potus, inanitas et repletio, motus et quies, somnus et vigilia, et accidentia animi; et res extra naturam, quae sunttres; morbus, causa morbi et accidentia morbum concomitantia." De aquí ha venido el nombre de cosas no natura- * les, que dieron los autores á los objetos que consti- tuyen la materia de la higiene. Mas pronto debiera haber sido abandonada esta denominación, nacida de la jerigonza de la escuela, y tan poco racional, que no se puede dar de ella una aplicación satisfactoria. Por lo demás, en el pasaje que acabamos de citar se encuentra la teoría de los antiguos en punto á hi- giene. Dicha clasificación fué adoptada por Hallé, quien distinguía: i? El objeto de la higiene, es decir, el hombre con- siderado en estado de salud y en las relaciones de este estado con las influencias con las cuales vive, con las cosas cuyo uso está á su disposición y con sus DOCTORES NOTABLES • 119 propias facultades, cuyo ejercicio es libre de dirigir. 2? La materia de la higiene, que corresponde para el hombre sano á lo que la materia médica es para el hombre enfermo, es decir, el conjunto de las cosas cuya influencia bien aprovechada ó cuyo uso conve- niente son propias para concurrir á la conservación de la salud. 3? Los medios de la higiene, ó sean las reglas pa- ra la conservación del hombre, mediante el uso bien entendido de las cosas que constituyen la materia de higiene. Estas tres grandes divisiones pueden resumirse en una sola; á saber: la materia de la higiene. Ya hemos visto que los antiguos dividían la ma- teria de la higiene en seis clases, que son: aer, cibus et potus, excreta et retenta, somnus et vigilia, motus et quies, animi pathetamata. Sanctorio añadió á estas clases una subdivisión que correspondía á los fenómenos que resultan de la unión de los sexos. Boerhaave, y luego Hallé, definieron de un modo más general, y en términos más filosóficos, las cosas que Galeno llamaba no naturales. El siguiente cuadro, debido al profesor Rostau, nos da una idea bastante exacta del método quie adop- tó Hallé en la enseñanza de la higiene. Este inmenso cuadro no pudo llenarlo su autor, porque la muerte le arrebató demasiado temprano; pero la mayor parte de los higienistas han seguido con corta diferencia su plan. 120 LÁZARO PAVÍA. He aquí el plan de Hallé: Introducción, Historia natural del hombre en los diferentes climas y en los diferentes siglos. División de la higiene en tres partes: i? parte.—Objeto de la higiene.—\*> El hombre sa- no considerado en sociedad, ó en sus relaciones de- pendientes del clima y de los lugares, de las habita- ciones comunes, del género de vida, de los usos, de las costumbres, etc. 2? El hombre considerado individualmente, ó en sus diferencias relativas á las edades, á los sexos, á los temperamentos, á los hábitos, á las profesiones, á las circunstancias de la vida, como son: pobreza, convalecencia, viajes, etc. 2? parte.—Materia de la higiene dividida en seis clases.—i? Circumfusa; ó cosas que nos rodean, co- mo los medios, el aire, la luz, etc. 2? Applicata; ó cosas aplicadas á las superficies del cuerpo, como vestidos, baños, etc. 3? Ingesta; cosas introducidas por vías digestivas. 4? Excreta; ó cosas expelidas fuera de la econo- mía. 5? Gesta; acciones, movimientos de los músculos y de los órganos, reposo, gimnasia, etc. 6? Percepta; ó sean resultados producidos por las percepciones y por la sensibilidad nerviosa. 3? parte.—Medios de la higiene ó reglas para la conservación del hombre, que forman la higiene pú- blica y la higiene privada. DOCTORES NOTABLES. 121 Y finalmente, como apéndice, consecuencias de la higiene, ó sus conexiones con el arte de curar. Todos los días adquiere nueva extensión el estu- dio de la higiene, y diariamente hace la ciencia nue- vas conquistas sobre usos y costumbres, restos de barbarie, que la verdadera civilización va destruyen- do y anulando. Ya se principia á comprender la importancia de las medidas que dicta la higiene pública, á pesar de muchas preocupaciones que aún reinan. Los preceptos de la higiene privada son ya más obedecidos; y por fin es de esperar que algún díalos' gobiernos, comprendiendo toda la extensión de sus deberes, prevengan con sabias leyes, funestos abusos, y no reserven sus consejos al pueblo, para los tiem- pos de epidemia, es decir, para cuando ya sea dema siado tarde. Dicho lo cual como primordial é interesante asun- to médico, permítanos el lector que le presentemos al Dr. Matienzo. Nació el 13 de Diciembre de 1859 en eI puerto de Tampico. Fueron sus padres el Sr. D. Joaquín Ma- tienzo y la Sra. Doña Gertrudis Edena de Matienzo. Cuando la juventud con su alborada de ilusiones sonreía para el niño Antonio, dejó éste la ciudad na- tal y marchó á España para educarse y hacer los pri- meros estudios. Se recibió de Bachiller en Madrid el año de 1877; de doctor en Medicina en París, el de 1883, y de doc- tor en Medicina y Cirujía en Méjico, el de 1884. 122 LÁZARO PAVÍA. Mediante la oposición respectiva, obtuvo la plaza de Externo en los hospitales de Burdeos y París, en los que adquirió brillante práctica en la profesión. Ingresó al Cuerpo Médico Militar Mejicano en Agosto de 1884, con el grado de Mayor; ascendió á Teniente Coronel el año de 1893 y fué nombrado Di- rector del Hospital Militar de Tampico. En Noviembre de 1895 y habiéndose trasladado dicho Hospital á San Cristóbal las Casas, se separó del Cuerpo, previa renuncia que hizo. En 1893 recibió el nombramiento de Delegado del Consejo Superior de Salubridad en Tampico, cargo que hasta la actualidad desempeña. En Junio de 1895 se le confirió el cargo de Direc- tor del Hospital Civil del referido puerto de Tampico, cargo que desempeñó después de haber sido varios años Subdirector del mismo establecimiento. En igual mes y año, fué nombrado Director Con- servador de la Vacuna, cargo que también á la pre- sente desempeña. Es socio correspondiente de la Academia de Me- dicina de Méjico, en cuya Corporación presta gran contingente. Entre las publicaciones que le acreditan por su es- tudio y constancia, podemos citar las siguientes: De los Antipiréticos en la Fiebre tifoidea tesis de París, 1883. Del tratamiento de la Pulmonía por la digital, te- sis de Méjico, 1884. DOCTORES NOTABLES. • 123 Contribución al estudio clínico y bacteriológico de la Fiebre Amarilla, Méjico, 1887. Un caso de Hemoglobinuria de invierno, publica- do en el periódico "La Escuela de Medicina." Algunas consideraciones sobre el tratamiento de la estrechez uretral por el procedimiento de Otis, en el mismo periódico, De la Antipiriua, publicado en el mismo perió- dico. Contribución al Estudio déla Etiología déla Gri- pa, en el mismo periódico. La Gripa en "La Guarnición de Tampico," Tam- pico, 1891. Un caso de molluscum fibroso, publicado en la Ga- ceta Médico-Militar de Méjico. ¿Existe el hematozoario de Laverán en la sangre délos enfermos de paludismo que se observan en Tam- pico? trabajo leído en la Academia de Medicina y publicado en la "Gaceta Médica." Nota sobre el tratamiento de ias Intermitentes pa- lúdicas por el Azul de Metileno, trabajo leído en la Academia de Medicina y publicado en la "Gaceta Médica." Algunas palabras sobre Tampico y su paludismo, trabajo presentado en el Congreso de Medicina de Méjico, 1892, de la Sociedad de Salubridad pública Americana, y publicado en el Tomo de 1892 de la mencionada Asociación. Tampico, su clima y sus enfermedades, trabajo leí- do en la sección de Higiene del Primer Congreso 124 LÁZARO l'AVÍA. Médico Mejicano, Méjico, 1892, y publicado en edi- ción especial por el Gobierna del Estado de Tamau- lipas. Boletín de Meteorología, Higiene y Estadística Médica de Tampicü, publicación mensual desde Enero de 1896. Actualmente el Dr. Antonio Matienzo reside en el puerto de Tampico, ejerciendo su profesión de Mé- dico Cirujano y desempeñando á la vez los cargos que dejamos consignados. De propio intento hemos hecho una sencilla rela- ción de los pocos datos biográficos que pudimos re- coger para perpetuar en nuestro libro la personalidad científica del Dr. Matienzo. Hubiéramos querido tener á la vista más docu- mentos que ayudaran nuestra labor; pero á falta de ellos abundan las consideraciones á que se prestan los datos insertados. La corta edad de diez y ocho años en que recibe el título de Bachillerato, el de Doctor en Medicina seis años después, ó sea á la de veinticuatro años; su permanencia en París, centro de los progresos científicos; su recepción en Méjico, los grados alcan- zados en el Cuerpo Médico y las honrosas direccio- nes que se le han confiado, todo ello revela las apti- tudes de nuestro biografiado. Por último, las publicaciones de que hemos hecho mérito, completan el prestigio, que es más notable si se atiende á que el Dr. Matienzo es joven aún, pues cuenta treinta y siete años de edad, lo cual quie- DOCTORES NOTABLES. 125 re decir que se halla en posibilidad de producir mu- cho en pro del desarrollo de la ciencia médica, de la que podemos decir sin temor de exagerar, que se ha- lla casi á la altura de la de Europa. Ojalá que nuestros jóvenes estudiantes de la Es- cuela de Medicina imiten al Sr. Antonio Matienzo y puedan decir como él dirá en lo íntimo de su con- ciencia: "Mi juventud fué de la Humanidad." $témm /% -^t^p^ i X'- m \x Bi¡. MIGUEL TENA, MOBELIA. — MICHOACÁN. DR. MIGUEL TENA. ¡a misión del médico afecta á la humanidad en- tera, y por lo mismo, demanda generalidad y perfección de conocimientos que la moderna civilización se ha encargado de indicar. La ciencia médica data desde que la Filosofía en- señó al hombre á utilizar ventajosamente sus facul- tades morales; desde que la historia consigna los grandes hechos de las individualidades y de nacio- nes enteras; se ha mostrado con la savia de la inte- ligencia y ha tenido á su servicio el saber de todos los tiempos y de todas las edades. Por eso es gran- diosa y por eso es difícil. Si bien nos fijamos, todos los elementos materia- les é inmateriales se hallan íntimamente ligados con la Medicina, formando el más estrecho vínculo en- tre la vida y la muerte; las leyes astronómicas y la Patología Interna se unen para ver la influencia que tíene la marcha de los astros sobre el organismo 128 LÁZARO PAVÍA. __ humano; la luz, el aire, el fuego y el agua le auxi- lian con sus resultantes de vida. De aquí que las demás ciencias le proporcionen sus principios para ayudarlo en sus investigaciones. La Geografía muestra sus climas diversos, que á la par que enferman unos organismos curan los ma- les de otros, y las tierras con sus producciones que pueden ser el veneno ó el antídoto; las Matemáticas enseñan al médico la lógica irrefutable del teorema, le facilitan los medios para que vaya con la línea á ver pintar la imagen en la retina, cómo se verifican los prodigios de la visión y cómo ha de reducir á fór- mulas los arcanos de la vida; la Física le da el ter- mómetro, el microscopio y el prisma, instrumentos de que hace uso poderosamente para las investiga- ciones reales que le conducen á resultados prácticos; y la Historia Natural le entrega los secretos de la Naturaleza en los reinos vegetal y mineral. Descartes decía que á la Medicina había que pe- dir la solución que más de cerca interesa á la gran- deza y á la dicha de la humanidad. En efecto, la ciencia de curar inquiriendo, lo que más bien prevé que alivia, tiene la clave de esos enunciados que se presentan amenazadores ocultan- do la solución de los problemas, en los que, como tenemos dicho, está interesada la humanidad entera. El filósofo busca en la salud la felicidad del hom- bre porque con ella se regulariza el trabajo, y en la Higiene tiene una defensora de sus principios mo- rales; el fisiólogo va con la Fisiología al estudio de DOCTORES NOTABLES. 129 los organismos y ve en el crimen y en la virtud los resultados del temperamento, el legislador adopta sus leyes á condiciones médico-científicas en lo que se refiere á las condiciones médico-científicas tam- bién del delincuente, y el sociólogo se vale de los prodigios de la Medicina, porque la conservación del individuo es la conservación de la familia. El arte mismo participa de los estudios de esa gran ciencia que fué Filosofía para Pitágoras y Me- tafísica para Hipócrates. El escultor aplica las be- llezas de la Anatomía en sus creaciones y el pintor las conserva en los delineados de sus obras. Así, pues, la sublimidad de la Medicina estaño so- lamente en la multiplicidad de sus aplicaciones y sus prodigiosos descubrimientos, sino en los vínculos que tiene con las demás ciencias. La personalidad médica de que vamos á ocupar- nos participa de las opiniones expuestas; tan pronto le veremos colaborando en trabajos astronómicos como ejerciendo su profesión doctoral en los campos de batalla y en las casas de la ciudad, al lado del soldado que sucumbe frente al enemigo, ó en el le- cho del enfermo que teme morir por no ausentarse de la familia. El ha profundizado las acciones de la ciencia mé- dica, y si reposa de sus labores, es para entregarse á otras de análogas utilidades. Hagamos el bosquejo del Dr. D. Miguel Tena. Tenemos frente á frente el busto de un anciano que ostenta algunas condecoraciones, como los 130 LÁZARO PAVÍA. cuerpos de los guerreros ó de los sabios, y esas con- decoraciones con el brillo deslumbrador de la gloria nos hablan de triunfos honrosos y de recuerdos gratos. Corona á ese busto un rostro de barba cana y mejillas enjutas, frente despejada á la que aún sur- can las arrugas de la decrepitud. La cabellera, cana también, cae peinada laciamente hacia atrás, la mi- rada se pierde entre el grueso cristal y el arillo de' los espejuelos, el seno rugoso y el labio impasible tienen la austeridad de las estatuas griegas. Así son los rostros de ios que vieron en la juven- tud la época más á propósito para instruirse; así son las miradas reconcentradas de los hombres que de- jan sobre los libros la luz de la pupila á trueque de la luz de la inteligencia. Esas condecoraciones y esas canas, ese porte ma- jestuoso que no son la vanidad ó el orgullo necia- mente ostentados, sino la tranquilidad de una con- ciencia honrada, nos sugiere la idea del Ocaso de la vida, de esa tenebrosidad sin auras en que se hun- den cerebros productores, inteligencias preclaras y corazones magnánimos que de tal manera se vincu- lizan con la humanidad, que ésta no quisiera que se ausentaran. Pero á la vez que así pensando en las generacio- nes ilustres que se van, vemos k esa juventud que va en pos de un ejemplo ó de una enseñanza para el camino de la vida. Entonces vemos oposición al Oriente de la vida, DOCTORES NOTABLES. 131 envidiamos el recuerdo que dejan los maestros cuan- do se ausentan, y al pensar en sus obras les vemos triunfadores del olvido. El Dr. Tena tiene la gloria de ser Profesor de Medicina, tirugía y Obstetricia en Morelia, Estado de Michoacán. Nació el día 8 de Mayo de 1836, siendo sus pa- dres el Sr. Magistrado Agustín Tena y la Sra. Do- ña Antonia Vázquez Gallardo, en la ciudad donde actualmente reside. Sus primeros estudios los hizo en la escuela del Sr. M. Gaona, y los inferiores en el Seminario de aquella Capital, y los Profesionales en la Escuela de Medicina de Méjico. Tenemos á la vista suficientes datos de los servi- cios prestados por el Dr. Tena como patriota y co- mo médico, y ya que no podemos insertar íntegros los documentos que acreditan dichos servicios, va- mos siquiera á extractarlos. El 12 de Enero de 1856 el Sr. D. Miguel Tena y varios condiscípulos, alumnos del primitivo y Nacional Colegio de San Nicolás de Hidalgo, se presentaron armados en Morelia á las órdenes de los Generales E. Huerta, M. Ceballos y B. G. Pue- blita para combatir á la reacción que se entronizó en la Capital del Estado de Michoacán. El golpe de Estado que dio el Gral. Feliz Zuloa- ga el año de 1858, y del cual protestaron en Méjico algunos alumnos de las Escuelas de Minería y Me- dicina, hizo que el 16 de Septiembre de aquel año, 132 LÁZARO PAVÍA. el Sr. Tena, en elocuente discurso que pronunció en el kiosco central de la Alameda, hiciera ostensible el desprestigio de aquella improvisada administración, y contribuyera poderosamente á mantener vivo y fructífero aquel justificado descontento. Las invasiones á la patria y al derecho le hacían abandonar las aulas, tomar las armas para combatir al enemigo de la República, ó revolucionar con la p .i labra en contra del usurpador del poder democrá- tico. Restablecido el orden constitucional, volvió á la Escuela de Medicina y obtuvo por oposición una plaza de practicante en la sala de sífilis del Hospital de San Andrés, sala que estaba á cargo del Dr. Ma- rroquí, y otra en el departamento de tifoideos para los soldados del Gral. González Ortega, teniendo en dos meses un movimiento de 800 contagiados en los hospitales de San Fernando y San Cosme, donde se contagiaron 27 de los médicos y ayudantes. A principios de 1862 ingresó al batallón Zuavos de Tenoxtitlán que mandó el Coronel Lench Saldi- var, y el 27 de Abril del mismo año marchó á Pue- bla como médico auxiliar del Capitán General del Ejército de Oriente, Sr. Juan N. Enriquez Oreste, y ya con el despacho de ayudante primero del Cuerpo Médico, se incorporó con la fuerza en que iba, en Tecamahucan, con la División del Gral. Berriozá- bal, contramarchando á Tehuacán y volviendo á Chalchicomula, donde se infestó de tifo la División. Estaba al servicio de los valientes soldados que DOCTORES NOTA B LES. I 3 3 todo lo afrontaban por salvar á la patria, y con ellos luchaba por combatir la funesta epidemia. Debía ser y era infatigable en su asistencia médica. Termina- da la enfermedad en la referida División, fué llama- do á Tecamachalco para auxiliar médicamente á la del Gral. Negrete, que era víctima del contagio. Allí pagó su tributo á la devastadora plaga, y cayó enfermo de tifo, siendo llevado á Puebla, donde fué salvado de la muerte por el Dr. Ignacio Orozco. Merced á una licencia que obtuvo de la Secreta- ría de Guerra, durante su convalecencia, vino á Mé- jico á continuar sus estudios de 4? y 5? año; pero en Mayo de 1863 fué nombrado médico para recibir la primera sangre en Puebla en la Sección de campa- ña, con el Dr. Manuel Cerón. Concurrió á los me- morables asaltos de las Manzanas de la Obligación y Pitiminí, al de Santa Inés y al último de San Juan Teotihuacán, en el que un fragmento de bom- ba le causó una ligera lesión en la pierna dere- cha. Al terminar el sitio, el 17 de Mayo de 1863, es- tando residenciados como prisioneros y previo el permiso del Inspector D. Juan N. Navarro se diri- gía á Méjico, y en el rancho de San Felipe fué cap- turado por Licéaga, quien lo consignó al traidor Márquez en el Colorado, y éste á Torres en el cerro de San Juan, pudiendo escapar por ser el intérprete de su conductor. Cerca de Río Prieto fué asaltado por unos bandidos de las fuerzas de Márquez, quie- nes lo despojaron hasta de la chaqueta que llevaba »34 LÁZARO PAVÍA. y trataron de fusilarlo, debiendo su salvación á la dueña de la choza en que cenaban sus guardianes, y quien le enseñó la salida por la falda del cerro, y con una avanzada del Gral. Comonfort se presentó al Gral. Aureliano Rivera, quien á él y á varios compañeros les protegió el viaje para esta Capital, donde llegó cuando se comunicaba el desastre de Puebla. El 29 de Septiembre de 1863 recibió, previos exá- menes profesionales en la Escuela de Medicina de Morelia, el título de Profesor, unánimemente auto- rizado por la Facultad Médica. Estuvo después en la Capital de la República y en Puebla para el arre- glo de asuntos particulares, y volvió á Michoacán después del terremoto del 3 de Octubre de 1864. Dejó á su familia en Morelia, y en Tacámbaro se dedicó á curar los soldados heridos de los Grales. Regules, Riva Palacio, Pérez Fernández, Eguiluz y otros Jefes, á la vez que colaboraba en el perió- dico Oficial, con el Lie. Gregorio Pérez Inclán. Sorprendida la plaza de Tacámbaro por Méndez Solis, estuvo en capilla para ser fusilado, y salvó nuevamente debido á que sus clientes influyeron pa- ra que se le dejase salir, ofreciendo que se presenta- ría al Coronel Valenciano Lazo, segundo en jefe de Méndez. Mediante un pasaporte se vio obligado á venir á Méjico, y en Febrero de 1867 logró evadirse para incorporarse al Ejército del General Corona, en cu- ya S-Jcción Médica llegó á Querétaro el 13 de Mayo, DOCTORES NOTABLES. 135 y el 14, por orden del General Escobedo, fundó un hospital en la fábrica de "Hércules." Siendo ese lo- cal insuficiente para contener á los enfermos, fué á establecer otro en la fábrica de "La Purísima," de- jando encargado de aquel al Dr. José B. Vargas. Llegada á Querétaro la Sección Médica Auxiliar de Guanajuato, y llamada por el General Porfirio Díaz la División Riva Palacio, la violenta salida del Dr. Tena hizo creer al General Corona que había desertado. Creencia que fué explotada por los enemigos gra- tuitos del Dr. Tena, quien con la buena fe que le distingue, ha rendido pruebas irrecusables de no ha- ber arrojado tal mancha en su brillante hoja de ser- vicios como médico auxiliar. Ocupada la capital de la República el 21 de Junio de 1867, fué encargado de la Dirección del Hospital Militar de San Lucas, puesto que se vio obligado á dejar, porque, siendo nombrado Agente de "La Unión Liberal," tuvo que pedir su baja en el Ejército é irá Morelia. El carácter luchador del Dr. Tena, su ilustración y sus -tendencias por la realización de los principios democráticos, le hacen intransigente con todo aque- llo que tienda á restringir la libertad. Por eso desde el año de 1868, en que siendo Di- putado suplente al Congreso de la Unión, convocó la Convención Progresista, es tenido como oposicio- nista y perseguido por los oficiosos secuaces del Go- 136 LÁZARO PAVÍA. bierno. Así lo comprueban el hecho de que en Oc- tubre de 1868 la Jefatura de Hacienda de Michoacán no le ministrara recursos para marchar á Acapulco, y el de que el Ministerio de la Guerra concediera el despacho que meritoriamente se le había otor- gado. Ajeno á toda cuestión política, desengañado de las recompensas materiales alcanzadas, ó quizá re- signado á tan injusto ostracismo, ha vivido desde aquella fecha dedicado á la ciencia médica y á la cien- cia de la Astronomía. Hasta el 16 de Septiembre de 1894, desempeñó satisfactoriamente en Morelia el cargo de Secretario de la Junta de Sanidad, cargo que renunció, por la nueva organización del Consejo Sanitario. Por más de 10 años fué corresponsal de algunos Observatorios. Entre los trabajos que le acreditan por su constancia en el estudio, citaremos sus Car- tas estadísticas de Historia Natural, de Lligiene y de Moral Médica y el Calendario Botánico con un Com- pendio de Calendario perpetuo y los Libros de lectu- ra \°- y 2?para los niños. Posee con orgullo y como la más legítima recom- pensa, los diplomas correspondientes á la condeco- ración creada por decreto de 5 de Agosto de 1867, la Cruz de Puebla creada por decreto de 14 de Ju- nio de 1863 y la Cruz de Querétaro, condecoracio- nes que, como dijimos al principio de este artículo, darr al busto del Dr. D. Miguel Tena, el aspecto de un sabio y de un guerrero. DOCTORES NOTABLES. 137 Bien hace en lucir esos testimonios que revelan sus méritos y que deben ser recuerdos gratísimos para él; ellos mejor que nuestra pluma, pueden elo- giarle con su brillo de gloria. DR. JESÚS MARÍA ELIZOHDO, AROME. — SINALOA DR. JESÚS M. EL1Z0ND0. §.\ vida del viajero, en su serie de peripecias, de sensaciones nuevas y de constantes prácticas, ¥da un cúmulo de conocimientos útiles, ilustra á la vez que ameniza, y prepara grandes avan- ces físicos y morales en el individuo. Hablar de un viajero por afición irresistible, es condensar las bellezas de un camino recorrido árida- mente para dejarlo atrás en busca de otro, es seguir en la narración el panorama luminoso de la travesía, es, en fin, deleitarse é instruirse como si el que lee ó el que escucha fuera el mismo viajero. A dar á conocer al Dr. D. Jesús M. Elizondo, viajero por costumbre que ha sacrificado hasta las comodidades de fortuna por cambiar de residencia, tienden las presentes líneas que abriremos con algu- nos apuntes sobre la neurosis. Todas las partes de que se compone nuestro cuer- po están bajo el dominio del sistema nervioso, el cual 140 LÁZARO PAVÍA. es la custodia y el apoyo de ellas, y hasta les facili- ta su nutrición. El cerebro, cerebelo, médula oblon- ga y espinal, plexos y glaugios, son otros tantos puntos céntricos, de los cuales proceden los troncos y ramas nerviosas, que distribuyéndose por todos los órganos, promueven un sinnúmero de funciones distintas y que por la misma razón ofrecen en su es- tado anormal una multitud de enfermedades distin- tas en su forma y en sus efectos. La división más general de estas afecciones, es en primarias y secundarias. Las primarias son aque- llas cuya causa reside en los mismos nervios; y las secundarias son procedentes de otras causas que es- tán fuera de ellos. En las primarias puede residir el daño en las prin- cipales funciones del sistema nervioso, como son las del sentido y movimiento, procediendo exclusiva- mente del desarreglo en sus fuerzas ó propiedades dinámicas y constituyéndose de este modo una en- fermedad dinámica. Otras veces puede ser oriundo el trastorno nervioso de un estado preternatural físi- co-químico ó mecánico que afecta el tejido de los órganos ó visceras donde se presenta la enfermedad nerviosa, trascendiendo el desorden á las facultades sensibles y matrices de los mismos órganos ó visce- ras, en cuyo caso puede llamarse la enfermedad di- námico-orgánica. Algunos fisiólogos consideran las propiedades di- námicas tan estrechamente ligadas con el organis- mo, que tienen por imposible se separen aquella de DOCTORFS NOTABLES. 141 éste, y por lo mismo, creen que no puede haber alte- ración en ellas, sin que la haya materialmente en los órganos donde residen. No toda enfermedad que presenta síntomas ner- viosos se debe tener por nerviosa, pues en tal su- puesto, á todos se les podría aplicar esta calificación; únicamente se deben considerar como tales aquellos cuya lesión reside en dicho sistema, siendo éste el que requiere de toda preferencia la atención del mé- dico. El dolor, la anestesia, la parálisis y el espasmo, son los principales síntomas de estas enfermedades. Conforme sea la función del órgano invadido, la diá- tesis que predomina en el enfermo, naturaleza y fuer- za de la causa morbosa determinante, mayor ó me- nor número de nervios afectados y demás circuns- tancias que ocurran, toma cada una de ellas varias formas como cefalalgia, vigilia, fuerte sueño, convul- siones, hemorragia, delirio, vómitos, hipo, sudor co- pioso, etc., y es tanta la complicación de los sínto- mas que presentan estas afecciones, que se podría asegurar que en cada enfermo se ven de un modo distinto, no presentándose jamás dos formas que sean idénticas, aunque producidas por enfermedades de una misma especie. La diátesis nerviosa ó aque- lla condición particular por la que algunos están pre- dominados de mucha sensibilidad y movilidad, es la causa predisponente para contraer esta clase de ma- les; difícil es poderla explicar fisiológicamente. Lo único que la práctica ha enseñado, es que general- 142 LÁZARO PAVÍA. mente hablando, las mujeres están más afectadas de dicha diátesis que los hombres, los de edad tierna más que los de edad adelantada, los educados floja- mente y con mucho mimo, más que los que han si- do criados con dureza y sin contemplaciones. Todos los estímulos, así físico-químicos como mentales, pueden ser causas determinantes, como también pre- disponentes de las enfermedades nerviosas; pero hay algunos que tienen particular tendencia á produ- cirlas, como son: las pasiones de ánimo fuertes, aflic- tivas y continuas; las vivas, ingratas é imprevis- tas impresiones de los sentidos externos é internos, la destemplanza ó alteraciones de la atmósfera y el desequilibrio de la electricidad en la misma. La alteración que presenta el sistema nervioso se ha de ver primero si procede de enfermedad que pue- da llamarse efectivamente nerviosa, ó si es tan sólo síntoma de una dolencia existente en otro órgano ó sistema del cuerpo, como inflamación, plenitud, vi- cio local, etc., la que constituya su esencia ó causa próxima. El pronóstico debe regularse según la intensidad y rebeldía de la causa próxima que constituye la en- fermedad nerviosa. Con respecto á las causas determinantes y pre- disponentes, se ha de formar el pronóstico según la naturaleza y vehemencia de ellas. Siempre que una enfermedad nerviosa, aunque tan sólo sea promovida por el desarreglo ó altera- ción de las propiedades dinámicas, se resiste por lar- DOCTORES NOTABLES. 143 go tiempo á todas los medios del arte, es susceptible de recelar que será incurable. En efecto, la dificul- tad de vencer un hábito vicioso en dicho sistemares mucho mayor que en ninguno otro del cuerpo. Los medicamentos generales y particulares com- prendidos en la materia médica pueden directa ó in- directamente ser útiles para la curación de las en- fermedades nerviosas, atendida la mucha alianza de los nervios con todas las partes del cuerpo hu- mano. Se debe examinar con toda escrupulosidad si la dolencia es meramente dinámica ó dinámico-orgá- nica, porque en el primer caso sólo deben emplear- se los medicamentos que obran directamente sobre el sistema nervioso, y en el segundo, aquellos que se dirigen á corregir ó desvanecer, si se puede, la en- fermedad material ú orgánica que es causa princi- pal de la afección nerviosa, como son por ejemplo los emolientes, siempre que la rigidez de la fibra ani- mal fuese causa de la irritación dinámica; á la inver- sa los astringentes cuando procediese de relajación, los antivenéreos viniendo de enfermedad venérea; los antiescrofulosos de las escrófulas, y así discu- rriendo por las demás diátesis y afecciones morbo- sas. Los medicamentos que obran sobre el sistema nervioso, llamados propiamente nervinos, son va- rios, según la naturaleza de la alteración dinámica. En la falta de sensibilidad y movimiento en los ór- ganos de nuestro cuerpo, la promueven los aromá- ticos, los éteres, las resinas, las goma-resinas, el al- 144 LÁZARO PAVÍA. cohol, la nuez vómica, los epipásticos, las opitimas, las friegas, el galvanismo, la electricidad, etc. Hay algunos que pueden considerarse como re- guladores del movimiento tumultuario cuando se ob- serva que los nervios están afectados del espasmo ó convulsión, y son aquellos que por excelencia se lla- man antiespasmódicos; tales son varias plantas aro- máticas, como la manzanilla, el tilo, las hojas del naranjo, el alcanfor, el almizcle, la asa-fétida, etc., y de todos los cuales se trata por extenso en los trata- dos de Terapéutica. Y ahora, bondadoso lector, te daremos á conocer á nuestro biografiado. Nació el Sr. Jesús María Elizondo el 10 de Sep- tiembre de 1865, en Monterrey, Capital del Estado de Nuevo León, de ese hermosísimo pedazo del ver- jel americano en el que la Naturaleza se recrea or- gullosa de sus dones, paseando sus bellezas por las escarpadas serranías de impenetrables bosques, ad- mirándose á sí misma en los ríos que serpentean por entre las cordilleras majestuosas, y por los feraces valles que se extienden en vegetación prodigiosa, Hijo segundo del Sr. Lie. Don Vicente Elizondo y de la Sra. D* Candelaria Buentello de Elizondo, no ha tenido nunca que lamentar señalamiento ó distin- ción alguna en el cariño paternal; porque siendo la realización de un amor purísimo, el hogar le reci- bió dignamente. En Monterrey pasó su dichosa infancia é hizo con notable aprovechamiento los primeros estudios que DOCTORES NOTABLES. 145 habían de ser la base dé una carrera profesional tan llena de contrariedades para adquirirla, como sólida y perfecta en la práctica. En el Seminario Conciliar cursó los estudios secundarios, excepto el de último año de Química que lo hizo en el Colegio Civil del Estado, donde previo riguroso examen, le fueron re- validados los estudios hechos en el Seminario. Por los años de 1883 y 1886, concluidos los estu- dios preparatorios, pasó á la Capital de la República para seguir la carrera de Medicina y Cirugía, ingre- sando á la respectiva Escuela. El 26 de Agosto de 1885 mé admitido como miem- bro de la "Sociedad Filoiátrica" de la misma Escue- la, y desde los primeros días que perteneció á tan progresista Asociación, pudo notarse el cariño que le inspiraron las instituciones que la rigen. El 4 de Enero del mismo año recibió la medalla de honor, con la que justamente se premiaba su va- liosa cooperación en el trascendental y delicado asun- to de la Deuda Inglesa, asunto que, como ya hemos dicho en otro artículo, levantó el ánimo estudiantil el año de 1884, llevando á la juventud en son de pro- testa por las calles, frente á frente de la fuerza arma- da, y en el Congreso de la Unión, ante la absoluta mayoría de los representantes del pueblo. Por circunstancias ajenas á su voluntad, y estan- do ya para terminar los estudios profesionales, tuvo que regresar á su ciudad natal, donde continuó el 4? y 5? año de la carrera. El movimiento político que en aquella época de- I46 LÁZARO TAVÍA. _____________ terminó la caída del Gobernador Lie. D. Genaro Gar- za García, impidió que se recibiera y le obligó á salir de Monterrey, dirigiéndose á los Estados Unidos del Norte en busca de escuelas donde poderse pre- sentar á examen profesional. Llegó á Santa Fe, Ca- pital de Nuevo Méjico, y el 8 de Mayo de 1888 sus- tentó examen teórico y práctico, al día siguiente en el magnífico y bien atendido Hospital de aquella Ciudad. La proscripción voluntaria tiene sus amarguras horribles, pero á la vez sus compensaciones pasaje- ras en el destierro, indelebles cuando se regresa á la tierra que nos vio nacer. Ya recibido el Dr. Elizondo, pasó á Alburquer- que, y el primer honroso cargo que tuvo, fué el de Médico del Convento de Jesuítas; fué á Paso del Nor- te y se le nombró miembro de la Junta de Sanidad, y ayudó eficaz y poderosamente á las autoridades para que se dictaran medidas higiénicas contra la Diplena que por entonces se desarrolló notablemen- te. Tales fueron las recompensas á que nos hemos referido, recompensas no basadas en el lucro ni en las comodidades que proporcionan los productos de una profesión, sino en la satisfacción de la utilidad que ofrecen los conocimientos adquiridos. Regresó al país: en Duran go, en Monterrey y en Ciudad Victoria, fué objeto de multiplicadas consi- deraciones sociales conquistadas con su talento y su honradez médica, mereciendo en la última de dichas poblaciones sernombrado tercer Vocal de la Junta de DOCTORES NOTABLES. 147 Sanidad el 9 de Enero de 1891, y el 17 de Septiem- bre de 1892, nombrado por el H. Ayuntamiento Mé- dico para atender á los enfermos atacados de viruela. El 6 de Mayo de 1893, en el mineral de Catorce, prestó su valiosa cooperación para evitar se propa- gara la epidemia de la fiebre tifoidea. En ambas ocasiones logró que el mal no cundie- ra y pudo retirarse de su puesto con la conciencia de haber cumplido fielmente con su deber. Después pasó á Parras de la Fuente, internándo- se al Estado de Jalisco por Ocotlán Tuxcueca, Za- potlán ó Ciudad Guzmán, Colima y Manzanillo, y á su paso, ya teniendo á su cargo salones de pública consulta, ya formando parte de las Juntas Sanitarias para contener la propagación de las enfermedades en- démicas y contagiosas, pudo recoger los galardones de la gratitud pública. Viajero por costumbre, como ya hemos dicho, el Dr. Elizondo no ha podido residir mucho tiempo en una población, buscando siempre el nuevo empleo de su. profesión en distintos puntos de la República. En el puerto de Manzanillo tomó pasaje en uno de los buques de la costa y se dirigió al Estado de Sonora y después al de Sinaloa. Los frecuentes viajes por el país, han dado al Dr. Elizondo amplios y bien cultivados conocimientos de los diferentes climas y de las diversas naturale- zas y causas de enfermedades, habiendo hecho por lo mismo buen acopio de datos para los diag- nósticos y tratamientos curativos. 148 LÁZARO PAVÍA. Es, pues, el Dr. Elizondo, uno de los más prácti- cos y generalistas en el país. Como estamos seguros d¿ que halagaremos los bue- nos sentimientos de nuestro biografiado citando los nombres de sus Maestros á quienes innegablemente debe el valimiento que hoy tiene ante la humanidad, vamos á tener la honra de consignar dichos nom- bres, que serán otros recuerdos gratos para el Dr. Elizondo: Cursó instrucción primaria con la dirección del Sr. D. Domingo B. de Llano, D. Ausencio Fer- nández y D. Toribio González; estudió las materias del Latín 1? y 2" curso, Francés 1? y 2? curso, Español, Música, Dibujo, Raíces griegas, Inglés i?y 2? curso, Literatura, Lógica, Metafísica y Etica, Astronomía, Algebra, Geometría, Trigonometría rectilínea y es- férica, Astronomía, Historia Universal y de Méjico, Cosmografía, Física, Química, Botánica, Isología, con la dirección del Presbítero D. Ramón Frías y el Canónigo D. Santiago Garzas Sambrano, hoy Obispo del Saltillo; el Sr. D. Julio Olvera, el Sr. Presbítero Arranachea, el Dr. Cipriano Villarreal, el Sr. Carlos L. Cooc, el Sr. D. Epigmenio R. Meló, el Sr. D. Ricardo M. Cellard. El jurado calificador pa- ra revalidar estas anteriores materias, lo formaron el Sr. D. Julio Olvera, D. Francisco González y D. Antonio Buentello. Hacemos notar sus catedráticos, algunos por quienes tiene gran predilección de sus estudios secundarios, el Sr. Dr. Francisco Orte- ga, de Anatomía descriptiva y Patología interna; el DOCTORES NOTABLES. 149 Sr. Dr. Rafael Lucio, de Patología interna y Clínica externa; el Sr. Dr. Francisco Montes de Oca, de Clí- nica externa; el profesor Donaciano Morales, de Far- macia; el Sr. Dr. Rosendo Cordero, de Istología; el Sr. Dr. Tobías Núñez y otros. En el examen gene- ral de Medicina y Cirugía formaron el jurado el Pre- sidente Luis K. Eusoz, A. M. M. D. E. C. Chenri- ques, M. D. J. M. Curimngham, M. D. Secretario W. Eggest, W. Eggest M. D. Reside actualmente en Ahorne, Sinaloa, ejerciendo satisfactoriamente la profesión, enriqueciendo cada día sus conocimientos científicos y captándose ma- yores simpatías, tanto de la sociedad en general co- mo de las autoridades, á quienes ayuda en los es- clarecimientos de los crímenes y delitos con sus ap- titudes como Médico legista, pues á tan útil ramo se ha dedicado desde el año de 1888. Por autorización del Dr. D. Eduardo Licéaga, es Médico Examinador de "La Mutua," Compañía de Seguros sobre la Vida, desde el 7 de Abril de 1891. Con todo lo expuesto, nada queda por decir en justo encomio del Dr. Elizondo, que no fuera adu- lación. Los hechos públicos de su vida hablan muy alto en su favor, y no seremos nosotros los apologistas que, por dar rienda suelta á los elogios, empalidez- camos el brillo de los que el imparcial lector le con- ceda. '*'3&S&& DE. ANTONIO PESAFEL MÉXICO.—D. P. DR. ANTONIO PENAFIEL. l hombre que nunca cree llegar á la meta de sus ambiciones, siempre persiguiendo nue- vas conquistas en los dominios de la ciencia; el que infatigablemente lucha por alcanzar triunfos que cree lejanos, ve esas conquistas y esos triunfos, una vez realizados, como el augurio de em- presas más difíciles y de problemas más compli- cados. El Dr. Peñafiel es de esos ambiciosos y de esos infatigables. A la excesiva modestia que es su prin- cipal virtud, á la sed de grandezas científicas que le domina, se deben los progresos que ha hecho en sus estudios y los beneficios que han redundado en bien del prestigio médico que goza nuestro país en el ex- tranjero. Hechas las anteriores apreciaciones á guisa de preámbulo, para bosquejar la interesante figura del Dr. D. Antonio Peñafiel, pasemos á exponer algu- I 52 LÁZARO PAVÍA. ñas teorías sobre afecciones del sistema nervioso y del cerebro, enfermedades que por su naturaleza y los rápidos estragos que hacen en los organismos atacados, preocupan altamente á los individuos en- cargados de cuidar de la salud humana. Uno de los grandes desórdenes de las funciones cerebrales y que mayormente agitan é influyen so- bre el organismo, es ese fenómeno que denominare- mos delirio, y que nos proponemos estudiar en sus diferentes aspectos, en este breve artículo. La pereza intelectual, la concentración del pensa- miento en un corto número de ideas, merced á una viva sensación ó á una violenta pasión ó afección; la tensión y la agitación del espíritu en el hombre que medita profundamente, en las personas histéri- cas ó hipocondriacas; la exaltación sensorial y de más singular perversión del carácter en estas últi- mas, la exaltación estática, la adinamia intelectual, la chochez en la extrema decrepitud, y el embruteci- miento, que en especial se observa en los individuos que se embriagan y en los que se entregan con exce- so á los placeres del amor$ las alucinaciones ó per- cepciones sin objeto, excitadas, ya en extremidades nerviosas, ya en el cerebro por una influencia mor- bosa; y las numerosas variedades del delirio, de la enajenación mental, del delirio agudo, etc., todos estos diversos modos del ejercicio intelectual presen- tan muchos puntos de contacto que no podrá dejar de conocer el menos profundo observador. Supon- gamos que se quiere definir el delirio diciendo: "Des- DOCTORES NOTABLES. i53 órdenes de la inteligencia desapercibidos por la con- ciencia é independientes de la voluntad sin causa profunda." Examinemos: casi todos los que padecen enaje- naciones mentales quieren, y si sus acciones.son motivadas, tienen perfectamente conciencia de los actos de su cerebro, y sólo la mayor parte ignoran que están faltos de razón, creyendo por consiguien- te que gozan de cabal salud. Sin embargo, hay al- gunos que saben y dicen que su cabeza se halla desarreglada, que carecen de razón sin ser dueños de pensar, de querer y de conducirse como antes. Por otra parte, ¿cabe acaso la menor duda de que los deseos y la voluntad del hombre se hallan mo- dificados en infinitas circunstancias, por sus gustos, sus inclinaciones, sus pasiones, sus opiniones, y por las impresiones de los objetos exteriores? ¿No co- meten á cada momento actos autómatas sin el con- curso de la voluntad y á veces casi sin conciencia? Sin embargo, preciso es confesar que nadie se en- gaña, en la inmensa mayoría de casos, acerca del es- tado de un enfermo que delira, de un individuo que se embriaga y de un enajenado falto de razón. Hay cosas que el espíritu comprende y relaciones que percibe; pero sin formarse de ellas una idea tal, que le fuera posible ponerlas, por decirlo así, á la vista de aquel que no las haya visto. El ilustre Georget, médico famoso á quien hace muchos años arrebató la muerte del campo de la ciencia, decía estas palabras poco más ó menos: "é 3^4 LÁZ\RO PAVÍA. inútil es decir que existen todavía algunas dificulta- des para definir con exactitud cuál es el verdadero delirio." M. Doudle, famoso facultativo de la escuela in- glesa, clasifica así las causas del delirio: i? Por una falsa sensación producida en la extre- midad de los nervios y de los aparatos sensibles, ó sea de la alucinación. 2? De una sensación anormal excitada en las vis- ceras interiores. 3? Por una operación viciosa de la inteligencia. Las dos formas más importantes del delirio, son: el agudo ó febril y el crónico ó sin fiebre. Este últi- mo es el carácter distintivo de la enajenación men- tal, y el primero pertenece á diversos modos de afección del cerebro. Siguiendo esta teoría, puede establecerse la si- guiente subdivisión entre las causas del delirio: Delirio idiopático, que reside en una alteración aguda ó crónica del cerebro, ó en una simple neu- rosis. Delirio simpático, causado por la exaltación del sistema nervioso visceral sin lesiones apreciables. Delirio causado por diminución y debilitación del influjo cerebral, cuando hay empobrecimiento de sangre ó carencia del estímulo necesario para el des- empeño de las funciones del cerebro. Delirio por perversión de las facultades, provoca- do por una causa específica. Delirio sintomático, que se manifiesta en las en- DOCTORES NOTABLES. 155 fermcdades agudas, y á veces en las afecciones cró- nicas. Diremos algunas palabras acerca de las causas del delirio y de dos formas muy notables del delirio idiopático. Dupuytreu dio á conocer una de estas causas por primera vez, llamándola delirio nervioso, á causa de no haber ningunalesiónorgáoicaapreciable. Por largo tiempo, decía Dupuytreu, hemos reflexionado sobre este delirio sin podernos dar cuenta de él; pero lo único que hemos podido observar es lo siguiente: Existe en cada enfermedad una fuerza moral análo- ga por muchos conceptos á la fuerza física, suscep- tible, como ella, de aumentar, de disminuir, de enal- tarse, de desaparecer, merced sólo á la imaginación y de destruirse por el dolor, como la otra por el de- rrame de sangre. El temor de una operación, que siempre se cree sea más cruel de lo que es en reali- dad, la vista más terrible del aparato que se presen- ta, una susceptibilidad nerviosa particular, y la exa- geración que impele al suicidio, son otras tantas causas que obran con tanta más frecuencia cuanto más leve ha sido el dolor y más viva la aprensión. La otra especie de delirio que se observa en los individuos entregados con exceso á las bebidas al- cohólicas,* se conoce con el nombre de delirium tre- máis, porque le caracteriza, no sólo la perturbación de la inteligencia, la alucinación de los sentidos y el insomnio, sino que también el temblor de los miem- bros y hasta del cuerpo. Ambas clases de delirio 156 LÁZARO PAVÍA. afectan á las mismas partes del organismo, y su tra- tamiento, tan sencillo como eficaz, consiste e¿i hacer tomar por repetidas veces baños en que haya algu- nas gotas de láudano. Tal es el tratamiento de las enfermedades que de- jamos apuntadas brevemente, según los más auto- rizados autores que hemos consultado. Justifiquemos ahora lo* que dijimos al principio de este artículo respecto á la personalidad del Dr. Peñafiel. Para ello, nos valdremos de los apuntes biográficos que hemos podido obtener. El cielo del Estado de Hidalgo, hermoso con sus melancolías, fulguró por primera vez para ese genio que tuvo por hogar el santuario del amor, por in- fancia el tesoro de las caricias paternales, y por edu- cación un legado de virtudes. El sol americano calentó su cuna, y fué más tar- de aquel vastago, digno de la heroica tierra en que nació. Le hallamos en la Escuela Nacional Preparatoria ó sea el antiguo Colegio de San Ildefonso cuando era Rector de aquel plantel el Lie. D. Sebastián Lerdo de Tejada, inolvidable por su preclaro talen- to y su vasta erudición; en la época en que salían de aquellas aulas notabilidades científicas que pre- pararon la generación presente y abrieron amplios horizontes en las regiones dé lo desconocido para las generaciones futuras. Surge, ligado íntimamente al nombre del Sr. Pe- ñafiel, el del Sr. Lie. D. Pablo Téllez, tutor y pro- DOCTORES NOTABLES. i57 J tector de nuestro biografiado, á quien la gratitud del tutoreado exhuma constantemente del olvido. Una serie de triunfos escolares fueron los años de estudios para el Sr. Peñafiel, tanto en el Colegio de San Ildefonso como en la Escuela Nacional de Me- dicina, justificándolo los primeros premios que ob- tuvo en todos los cursos. En 1867 veía coronados sus afanes de estudiante y satisfechas sus aspiraciones legítimas de un por- venir honroso, recibiendo el título de Médico Ciru- jano de la Facultad de Méjico. Siendo estudiante, estuvo á las órdenes de los Generales Ignacio Zaragoza y González Ortega, y tuvo la gloria de concurrir al sitio de Puebla el año de 1863. El heroísmo nacional, único elemento poderoso que hiciera la lucha desigual, favorable á los inva- didos, )fa que los invasores tenían la supremacía mi- litar, la abnegación que salvó á la República de las intrigas napoleónicas y de la traición de los compar- sas del llamado Imperio de un Hapsburgo, tuvieron en el Sr. Peñafiel un elemento de soberanía popular y un contingente auxiliar poderoso en los momen- tos supremos en que los usurpadores oprimían fe- rozmente á su presa, y los usurpados disputaban á la patria. Si el soldado, el héroe olvidado de Víctor Hugo, se cubría de gloria pisando el campo de ba- talla defendiendo su hogar y su familia, el hogar y las familias de sus compatriotas, el futuro médico que cambiaba la cátedra por el sitio del combate, i58 LÁz\Ro Pavía. atendiendo á los que sucumbían, dando garantías de salvación á los que cayeren heridos, ese es acree- dor igualmente á los honores de la victoria. El sol- dado desafiaba á la muerte, prefiriéndola á vivir sin patria; el practicante, el que llevaba la esperanza de la salud, y con ella los alientos para la lucha, ese también luchaba con la muerte hasta los últimos instantes en que la ciencia era vencida y la misión quedaba terminada. Los enemigos de la República tuvieron un enemi- go formidable en el Sr. Peñafiel. Siendo uno de los principales colaboradores del ilustre Dr. General D. Francisco Montes de Oca, pa- ra la organización de un Cuerpo Médico Militar ver- daderamente técnico, tuvo el orgullo no solamente de ver realizada tan importante mejora para el Ejér- cito, sino de ser el primer Profesor de Clínica exter- na en el Hospital de San Lucas, que pertenece al Cuerpo Médico Militar. Iniciador de todo aquello que signifique progreso en los estudios científicos, fundó la Sociedad de His- toria Natural, Agrupación que ha dado y seguirá dando honra al país. Fué uno de los primeros Se- cretarios de ella y dio entonces á la estampa en las publicaciones, órganos de la misma Sociedad, impor- tantes trabajos que justificaron el interés que en su ánimo despertó la institución que creara. Nadie mejor que el Dr. Peñafiel, quien como ya hemos dicho, ayudó poderosamente al eminente Dr. Montes de Oca para la organización del Cuerpo Mé- DOCTORES NOTABLhS. i 59 dico Militar, para cuidar de su sostenimiento, buen orden, disciplina y demás condiciones inherentes á la buena marcha del Cuerpo; así lo comprendió el Sr. General Díaz, actual Presidente de la República, que en su celo por el Ejército ha procurado siempre que su personal sea digno, y le nombró Subinspec- tor General de dicho Cuerpo el año de 1870. Cuando el Lie. D. Sebastián Lerdo de Tejada ocu- pó la primera Magistratura del Estado, el Dr. D. Antonio Peñafiel pasó á ocupar una curul al Congre- so del Estado de Hidalgo, y aprovechando ventajo- samente la oportunidad que se le presentaba de dar ancho campo de acción á su incesante iniciativa, pro- puso una ley de instrucción pública que aboliera la entonces imperfecta enseñanza de la Medicina, la Abogacía y Farmacia, y propuso igualmente las de Mineros prácticos, Ensayadores de metales, Agri- cultores, también prácticos, Ganaderos y Maestros de Escuela. Tales ideas, que engendraban un gran progreso en el importante ramo de Instrucción pública, fueron rechazadas por los compañeros y contemporáneos del Dr. Peñafiel, calificándolas de impracticables y de sueños de reformista; pero no faltó un hombre in- teligente, imparcial y justo, que diera á las proposi- ciones del Dr. Peñafiel el mérito que tenían y la gran- deza que encerraban: esa persona fué el Sr. D. Justo Benítez. La sociedad de Pachuca hizo justicia á sus pren- das personales, á su talento y á su saber, y durante 16o LÁZARO PAVÍA. diez años que ejerció la profesión, tuvo inmensa clien- tela, siendo hasta la presente respetado y querido hasta por sus enemigos públicos. En 1877, y no estando conforme con la marcha política del gobierno del Estado, volvió á la Capital de la República y dedicóse á ejercer su profesión. Fué nombrado sucesivamente Profesor de Quími- ca y Director de Estadística, siendo autor de la or- ganización de esa oficina importante y quien ha di- rigido los trabajos y publicaciones. A propósito de dichos trabajos, recordaremos que en 5 de Octubre de 1896 el Dr. Peñafiel, como Di- rector General de Estadística, envió al Sr. Auguste Genin, de París, un ejemplar del 2? Anuario Esta- dístico de 1884 y otro ^el Boletín Anual número 10 de 1896, según recibo que con fecha 20 del mismo mes y año le remitió el mencionado Sr. Genin. Con el título de "Bibliografía Mejicana," el Sr. Auguste Genin acusó igualmente recibo de los refe- ridos trabajos é hizo en su artículo tales elogios de las obras de su autor, que no podemos resistirnos á traducir lo que al Sr. Dr. Peñafiel se refiere. Helo aquí: "La oficina de Estadística de la República Meji- cana ha tenido á bien remitirnos su Anuario. "Esta voluminosa obra hace el más grande honor al Director General de Estadística, Sr. Dr. Antonio Peñafiel, y á sus colaboradores." "El Sr. Peñafiel es un trabajador infatigable y un erudito extraordinario: Arqueólogo eminente, hada- DOCTORES NOTABLES. IÓI do á su país las obras más considerables publicadas en la tierra de los Moctezumas: "Monumento del Arte Mejicano Antiguo." "Tres volúmenes in-folio; uno de texto francés, inglés y español y dos de gra- bados, más de trescientas cromo-litografías de una ejecución irreprochable." "Es al Dr. Peñafiel á quien los americanistas de- ben la reedición de quince ó veinte volúmenes de Lingüística mejicana, cuyos originales de extrema ra- reza se encuentran en la Biblioteca Nacional de Mé- jico y en las casas de particulares donde las ha con^ sultado." Su tratado de "Nombres Geográficos de Méji- co," verdadera obra de benedictino, le hace conocer de los sabios del mundo entero; pero el grueso del pueblo ha podido también demostrarle su admira- ción, pues es lo que da la idea primera del curioso edificio mejicano de la Exposición de 1890 y que llevó á buen fin, después de pacientes estudios, sien- do maravillosa reconstrucción de los antiguos teoca- lis aztecas. Europa cuenta pocas oficinas de estadística tan bien organizadas como la del Sr. Peñafiel, y el anua- rio que nos ha enviado de reseñas interesantes, ten- dremos á menudo que consultarle. Termina la parte que á dichos trabajos se refie- re el Sr. Genin, haciendo cumplidos elogios del sa- bio y del caballero Sr. Dr. Peñafiel, á quien enco- mia por su distinguido trato. Ha publicado además el Dr. Peñafiel las siguien- IÓ2 LÁZARO PAVÍA. tes obras: "Aguas potables de Méijco;" varios fo- lletos sobre Historia Natural y Medicina; el Códice Fernández Leal. A la presente, el Sr. Dr. Peñafiel tiene dadas á la prensa las siguientes publicaciones: "Indumentaria geográfica etimológica de toda la República," "Len- guas indígenas de Méjico," varios tomos de ma- nuscritos importantes para la historia mejicana, que han merecido la protección decidida del Sr. D. Ma- nuel Fernández Leal. Esos manuscritos han sido personalmente copiados por el Dr. Peñafiel en las Bibliotecas de París y Berlín. Uno de los últimos trabajos del Sr. Peñafiel es el» Censo General de la República, verificado el 30 de Octubre de 1895. Ha disfrutado los siguientes nombramientos ho- noríficos: Socio de número de la Academia de Me- dicina y de la Sociedad de Geografía y Estadística;. honorario de la Sociedad "Antonio Álzate" de Mé- jico y de otras científicas y literarias. Es miembro de la Sociedad Filoiátrica America- na y de la "Anticuaría" de Filadelfia, de la "Filoló- gica" de Francia, de la "Lingüística" de París, de la "Etnográfica" de Berlín; de las Sociedades Geo- gráficas y de Estadística Comercial. Y si tales honores y tales satisfacciones le han he- cho grande en el país, no lo Jia sido más en la cul- ta Francia, donde el Gobierno le confirió el título de Oficial de Instrucción Pública. ¿No son los hechos referidos preciosas joyas inte- DOCTORES NOTABLES. 163 lectuales para formar un cuadro de admiración á la figura del Dr. Antonio Peñafiel? ¿No son asimismo motivos de pública gratitud los eminentes servicios que ha prestado á la patria y á sus conciudadanos? Sean, pues, estas pobres líneas, el humilde, pero sincero homenaje rendido á uno de nuestros moder- nos sabios, á quien la ciencia tiene por apóstol. ^♦^ \t DR. LUIS E. HÜIZ, MÉXICO.—D. P. DR. LUIS E. RUIZ. as victorias obtenidas en las luchas.intelectua- les, los triunfos alcanzados por los batallado- res de la ciencia, tienen sus mejores apologías en los progresos obtenidos mediante la coo- peración de esos héroes de la inteligencia. El Dr. Luis E. Ruiz ha implantado con su perso- nalidad científica, ventajosísimas mejoras en el ramo de instrucción pública, que desgraciadamente ha si- do poco atendida en la Capital de la República, don- de debiera haber sido impulsada, antes que en otras entidades, en las que goza de una preponderancia satisfactoria; al Dr. Ruiz se deben muchos trabajos en Medicina y muchos servicios prestados como mé- dico, y es por ello que la actual generación marcha con él á la vanguardia en la conquista de los mo- dernos adelantos. Vamos á tratar de esos trabajos y de esos servi- cios; vamos á sorprender al Director de Instrucción 166 LÁZARO PAVÍA. Pública en sus labores arduas y constantes por la enseñanza de la juventud; vamos, en fin, á dar pu- blicidad á los hechos de la vida de ese hombre útil á la sociedad, porque contribuye á la formación de ciudadanos dignos; útil al gobierno, porque colabora en la obra de instruir y moralizar á las masas. Pero antes, permítanos el lector que consignemos algunas opiniones sobre el diagnóstico juzgado gi- necológicamente. Los progresos de la anatomía patológica y el per- feccionamiento de los métodos de investigación, han engendrado el notable desarrollo de la Ginecología, de poco tie.mpo á estos días. Si damos una ojeada, siquiera sea ligeramente, á la historia de la Ginecología, nos convenceremos de la verdad que dejamos expuesta. El útero fué considerado por Platón como un ór- gano animal, y de esa opinión disentieron Sorano, Haeser y Pinoff, quienes dan exacta explicación de los órganos genitales de la mujer, y distinguen per- fectamente el útero de la vagina. Sorano califica la forma del útero distinta de la forma animal, y lo compara con una ventosa que teniendo un fondo ancho y redondo, se estrechase poco á poco hasta terminar en un orificio estrecho. Explica su magni- tud, sus cambios durante la menstruación, la coha- bitación y el embarazo, y la distancia que los separa de los labios pudendos. En cuanto á la situación y forma de los ovarios, son satisfactorios los datos que Sorano suministra. DOCTORES NOTABLES. l67 Durante los siglos XV y XVI, según opinión de un autor respetable, los ginecólogos se ocupaban con singular predilección en descubrir cosas extraor- dinarias, hecho comprobado con que durante largo tiempo fijaron los médicos como objeto de la prácti- ca obstétrica, la consideración de casos raros y ex- traordinarios, eliminando del dominio de la misma el estudio del curso natural y ordinario de los fenó- menos, comenzando por establecer base viciosa é insegura. En la época citada, ningún progreso se registra en la Ginecología, pues autores como Aetius y Pa- blo de Egina, se conformaron con reproducir la en- señanza por Sorano, en tanto que entre los árabes se perdían las conquistas alcanzadas en épocas an- teriores. Tocóle á Francia, en el reinado de Luis XIV, siglo XVII, ser la primera nación en que los mé- dicos pudieran explorar los órganos sexuales de la mujer, estudiar los fenómenos normales y las con- secuencias del parto y del puerperio. Hasta mediados del siglo XvTII no se conocie- ron los comadrones en Inglaterra, y mucho.después en Alemania. Vinieron entonces en obsequio de esa ciencia los sistemas profilácticos de Mauriceau, Gentleman, Peu y Portal, quienes trabajaron por impedir el des- arrollo de las enfermedades sexuales. En el mismo siglo XVIII, Sabatier, Morgagni, Saxtoeph, Levut, Deventer y W. Huanter, trataron 168 LÁZARO PAVÍA. no solamente de evitar dicho desarrollo, sino de des- cubrir dichas afecciones y de combatirlas. Simpson en Edimburgo y Kíswisch en Praga, ha- cen que en Inglaterra y en Alemania respectiva- mente se rompa con los sistemas dominadores hasta entonces en Francia, y en el siglo XIX la Ginecolo- gía se desarrolla como rama especial en el campo de las investigaciones fisiológicas y anatomo-patológi- cas, naciendo de la obstetricia. Había llegado, pues, la época de la observación y de la experimentación. Período fué aquel en que la investigación se apode- ró del estudio de la ovulación y del de la menstrua- ción, del desarrollo fetal de los órganos sexuales y de los vicios de conformación, y con los auxilios de la Anatomía y la Histología llegan á explicarse las formaciones regresivas y progresivas. Las investi- gaciones patológicas y anatómicas dieron la base ver- dadera para la crítica de los ginecólogos y abrieron amplios horizontes á operaciones que fueron consi- deradas como imposibles. Si bien es cierto que tales progresos dieron á la Ginecología el carácter de ramo especial, no por esto quedó desligada de la ciencia médica en general. Se nutrió de la embriología, fundóse sobre la Anatomía patológica y la Histología, conservó la íntima de- pendencia que los hechos experimentales le dan con la cirugía, no perdió su conexión con la obstetricia, y por último, las relaciones entre la vida psíquica y sexual de la mujer, las perturbaciones del estado ge- neral, las alteraciones de la sangre y del sistema DOCTORES NOTABLES. l6a nervioso en las afecciones locales, afirmaron las co- nexiones de la Ginecología con la Medicina en ge- neral. Contribuyen á los progresos del diagnóstico-gi- necológico el aparato llamado speculum, la sonda, el reconocimiento-bimanual, la dilatación metódica del útero, del recto y de la vejiga, el narcotismo del clo- roformo, la exploración química y el microscopio. Simpson, Kiswisch, Huguier, Carlos Meyer, Marión Sims, Simón, Spiegelbeíg, Hegar Atlee, Spencer, Well, Martín, Schrceder y otros, han su- ministrado especiales resultados diagnósticos que han contribuido poderosamente también á ese pro- greso. El diagnóstico se hacía antiguamente según los síntomas, en tanto que á la presente se hace por los métodos de exploración, y según los datos que su- ministra el reconocimiento, sin desatender la impor- tancia que tienen los síntomas de la enfermedad sexual. La probabilidad del diagnóstico depende, según los autores últimamente citados, de los datos anam- nésticos siguientes: Los dolores internos durante la menstruación, in- dican estrecheces del orificio del cuello de la matriz ó del canal del cuello interior, que impiden la salida de la sangre. Puede también contraerse el útero des- pués del período menstrual, bien por una acumula- ción de líquidos ó por la existencia de cánceres en la cavidad uterina. Cuando á pesar de que la menstrua- ¡jo LÁZARO PAVÍA. ción es abundante y de seguir su curso normal se presentan dolores uterinos, existe la atresia de uno de los lados ó la duplicación del conducto genital. Habrá atrofia del útero, siempre que súbita y com- pletamente se suspendan los menstruos, después del • puerperio ó después de una parálisis de la mitad in- ferior del cuerpo. La profunda penetración de un tu- mor en la vagina durante la menstruación, se veri- fica en los casos de miasmas submucosos del útero. Cuando se trata«del diagnóstico diferencial del em- barazo, son también de suma importancia los datos anamuésticos. Un flujo profuso y acuoso es carac- terístico del catarro del cuerpo del útero y del papi- loma. La dismenorrea y la esterilidad, son síntomas de la anteflexión. Un tumor que sale por la vagina, á consecuencia de un gran esfuerzo corporal, pero que desaparece espontáneamente después de un reposo tranquilo en decúbito dorsal durante la noche, es de- bido generalmente á un prolapsus uterino. Las con- creciones petrificadas, expulsadas con dolor, repre- sentan miasmas calcificados cuya salida ha permitido el útero. Un flujo purulento y fétido indica la exis- tencia de un cáncer de la matriz, aunque igual fenó- meno puede observarse en casos de ulceraciones de miasmas y sarcomas. Cuando se trata de establecer ese diagnóstico diferencial entre una ascitis y un tu- mor del ovario, se descubre en la primera una enfer- medad anterior como afección'del corazón, de los rí- ñones ó del hígado, ó bien se encontrará una peri- tonitis, ya sea tuberculosa ó ya carcinomatosa Si en DOCTORhS NOTABLES 171 el desarrollo de un tumor ovárico se ha producido una inflamación peritoneal de un modo claro, debe entonces esperarse la existencia de adherencias. La aparición repentina de un tumor pelvio combinado con los síntomas de una anemia aguda y de una pe- ritonitis parcial, indica la existencia de un hemato- cele retrouterino en las mujeres que poco antes fue- ron atacadas de peritonitis, ó que han padecido per- turbaciones en la menstruación. La salida del quino una ó dos horas después de la comida, indica una fís- tula del intestino delgado en comunicación con la va- gina. La exploración Ginecológica se practicará de pre- ferencia con la mano, y sólo se acudirá al auxilio de los instrumentos en caso de que sean insuficientes los datos obtenidos. La exploración exterior tiende á dar excelentes re- sultados. La inspección da nociones del volumen regular ó circunscrito del cuerpo, de la dilatación de las venas, de los estríos, de las modificaciones del ombligo, de la conformación de las manos, de las partes exteriores de los órganos sexuales, del periné del ano y de las extremidades de los dedos de ambas manos. Fácil es convencerse de la existencia de un tumor, en general, cuando se observa bajo los tegumentos de la cavidad abdominal una masa circunscrita, cu- yos límites de las inmediaciones estén perfectamen- te determinados. 172 LÁZARO PAVÍA. Sirve la percusión para determinar los límites de un tumor. La importancia de la percusión. Los resultados de la exploración interna son de gran importancia. Se coloca una mano sobre el ab- domen y con el dedo de la otra mano se explora la vagina en su entrada, en su trayecto y en su bóve- da y en sus paredes anteriores, lateral y posterior; la porción vaginal del útero en su longitud, grueso, con- sistencia, forma grado de profundidad y desviación lateral, y el cuerpo del útero en su inclinación hacia adelante, lateral ó hacia atrás. Después se lleva la mano que está sobre el abdomen hasta encima del sínfisis, según la dirección del promontorio y se ha- ce la exploración con ambas manos, proponiéndose colocar aisladamente los órganos de la pelvis entre la mano que explora por la vagina y la que depri- me los tegumentos de la cavidad abdominal al in- terior de la.pelvis, á fin de poder palpar el útero y distinguir la menor alteración en el espesor y flexi- bilidad de la bóveda vaginal y de los tejidos parame - tríticos, así como las alteraciones producidas en la magnitud, posición y forma de los ovarios. A veces hay que practicar la exploración por el recto, cuando la vagina es corta y poco dilatable, en los casos de dobles formaciones, en los de defectos del útero é inversión de este órgano. Generalmente se hace esta exploración introduciendo á gran altura del recto uno ó dos dedos. Simón aconsejó practicar el reconocimiento con media mano ó con toda ella; DOCTORES NOTABLES. 1/3 se limpia el recto con inyecciones de agua; se narco- tiza profundamente á la enferma, y colocada, apoya-, da sobre el sacro y el dorso, se introducen dos y des- pués cuatro dedos en el recto; se reúne el pulgar á los otros dedos y se hace entrar poco á poco toda la mano, ejecutando movimientos de rotación. Cuando no se logra que la mano bien untada de aceite pue- da ser introducida en el ano, es necesario hacer va- rias incisiones en el borde ó una en el rafe. La ma- no puede penetrar 12 ó 14 centímetros por arriba del ano, y con cuatro dedos que pueden penetrar más todavía se puede alcanzar la parte superior del recto y la S romana. La exploración por la vejiga puede hacerse com- binada con la palpación del recto para mejor demos- trar la presencia del útero. La exploración con speculum tiene por objeto ha- cer visibles las alteraciones patológicas de la vagi- na y de la porción vaginal del útero, y de hacer po- sible en vista de esto la aplicación de un tratamien- to local á las alteraciones mencionadas. El uso del speculum debe ir acompañado de la exploración con el dedo, para determinar el calibre del aparato, según la amplitud de la vagina y para darse cuenta de la dirección que debe llevar el instrumento cuando se introduce, y al conducirlo hacia adelante, según la posición que tenga la porción vaginal del útero en la pelvis. Las afecciones catarrales que tienen su origen fre- cuentemente en el canal cervical y en los labios del 1/4 LÁZARO PAVÍA. orificio uterino, sólo pueden diagnosticarse con au- xilio del speculum. Hoy es poco empleado el uso de la sonda por los peligros que ofrece, pues con tal sistema de explo- ración pueden desarrollarse fácilmente la peritonitis, la endometritis, los cólicos uterinos y las fuertes reacciones, así como ocasionan el aborto, la hemo- rragia de la matriz y las putrefacciones del fondo del útero. Hay otros medios auxiliares del diagnóstico gine- cológico, como la dilatación artificial de la porción inferior de la matriz, porque haciendo posible la in- troducción en la cavidad uterina, permite ejercer el tacto sobre la superficie interior de la matriz, juzgar de la superficie de la membrana mucosa, establecer la existencia de tumores en general, darse cuenta de su asiento, adherencias y textura, y en fin, de poder examinar el estado de reacción del útero; el diagnós- tico químico y microscópico que suministra datos lu- minosos y aclara las cuestiones cuando no dan re- sultado alguno los demás diagnósticos sobre todo en los tumores abdominales, y, por último, el de la incisión exploradora que consiste en hacer una inci- sión en la cavidad abdominal, para buscar en ella, introduciendo la mano, el origen y principalmente las adherencias de un tumor. Es ya un hecho innegable que en las enfermas que ofrecen una gran sensibilidad facilita el narcotismo, el reconocimiento y el diagnóstico en general. Diremos para concluir, que los progresos del diag- DOCTORES NOTABLES. I75 nóstico ginecológico, afectan íntimamente los intere- ses de la humanidad, porque sirven de guías en la extirpación de enfermedades que hacen de la mujer un ser estéril incapaz para la vida del hogar, vícti- ma del aislamiento y condenada á su propia impo- tencia. Tratemos de la vida política del Dr. Luis E. Ruiz, que como dijimos al comenzar este artículo, está li- gada con la juventud que forma la'presente genera- ción en las ciencias y las artes. El 12 de Febrero de 1853, vino á la vida en la poética ciudad de Alvarado, Estado de Veracruz, donde pasó los primeros años de su infancia reci- biendo los primeros elementos de instrucción de su tío el Sr. Don José Ruiz Parra, y el resto de esa edad risueña para la existencia, en Veracruz y San Andrés Tuxtla, concluyendo la instrucción primaria con el Sr. Félix S. Loperena, distinguido cubano, quien le inculcó todos los conocimientos que requie- re un aprendizaje sólido, para la adquisición de los estudios científicos. A fines de 1869 llegó á la Capital de la República con objeto de obtener una carrera profesional y tuvo por tutor al Sr. D. Francisco S. Iglesias. El 9 de Enero de 1870, ingresó á la Escuela Na- cional Preparatoria donde estudió con tanto ahinco, que en tres años cursó los cinco prevenidos por la ley de Instrucción Pública promulgada en 1869, así que, en 1873, salió del referido plantel nacional con 3 76 LÁZARO PAVÍA. ^________ la honrosa y satisfactoria nota de haber obtenido todos los años los primeros premios. En 1874 estudió primer año de Medicina y el Ju- rado calificador le otorgó el premio principal; en 1875 cursó el 2? y obtuvo segundo premio, por no haber habido primer premio en aquel año; en 1876 se examinó de 3er- año y volvió á obtener primer premio; el 18 de Octubre de 1877, fué igualmente aprobado de 4? año. Un día tan sólo había transcurrido, y cuando los demás compañeros se disponían á holgar en las va- caciones y á seguir el curso al año siguiente, el Sr. Luis E. Ruiz se presentaba á examen de 5? año, el 19 de Octubre de 1877, y al mes siguiente, en los días 8 y 9, sufría examen profesional y era aproba- do por unanimidad de votos. Brillante fué su tesis: "Tratamiento de la pneu- monía," que fué el asunto escogido para obtener el título aquel trabajo de estudiante que rápidamente había terminado la carrera, fruto de las teorías bien adquiridas y de corta práctica, fué el augurio de las que la sabia experiencia y el constante estudio del Dr. Ruiz produjera para darle el prestigio que me- recidamente disfruta. De 1875 á 1877 fué practicante del Hospital Juá- rez, y estuvo á las órdenes del infortunado Dr. Adrián Segura, en la Sala "Vertiz." En ese período sirvió como preparador en la clase de higiene, car- go que gratuitamente desempeñó; fué Ayudante del .bibliotecario y Jefe de alumnos internos. DOCTORES NOTABLES. 177 En Febrero de 1878, el gobierno le nombró cate- drático de "Nociones de Ciencias" en la Escuela Nacional Secundaria para niñas, para la cual escri- bió un texto el año de 1884, el cual fué aprobado. Volvió á ser nombrado preparador de Higiene, puesto que desempeñó hasta Junio de 1881 en que se le nombró catedrático de Pedagogía para los Ayu- dantes de las Escuelas nacionales primarias. Esta clase la desempeñó hasta que se clausuró por haber sido fundada la Escuela Normal para Profesores. En los días 8 y 9 de Junio de 1878 obtuvo por oposición la cátedra de Higiene y Meteorología Mé- dica en la Escuela Nacional de Medicina, y el 5 de Mayo de 1882 fué nombrado Presidente de las Aca- demias Municipales de Profesores y Profesoras que fueron establecidas por el Lie. Rafael Pérez Ga- llardo. Las lecciones orales que entonces dio el Dr. Ruiz fueron tomadas por un taquígrafo y publicadas en tres volúmenes. En 1882 publicó un compendio de Lógica, para que sirviera de texto en la Escuela N. Preparatoria, y fué aprobado por unanimidad de los miembros que formaron la junta respectiva. Dicho libro ha servido de texto en siete Estados de la República, en el Colegio Militar, Escuelas de Agricultura, Normal y de Ja Paz. En 1885 escribió una "Aritmética Elemental," conforme al método moderno. El año de 1882 formó parte del Congreso Higié- 178 LÁZARO PAVÍA. _______________ nico-Pedagógico que reunió el ilustrado Sr. J. Ve- lasco, Presidente del Consejo Superior de Salubri- dad y redactó el dictamen IV. El año en que la misma corporación reunió un Congreso Nacional de Higiene, el Dr. Ruiz, encum- brado como representante de la Escuela N. de Me- dicina con el célebre Dr. Lucio, redactó el V dic- tamen. Otras agrupaciones le han tenido en su seno. Fué primer Secretario de la Sociedad Filoiátrica el año de 1876; es socio de la Sociedad de Historia Natu- ral, de la que ha sido accidentalmente Secretario; formó parte, siendo su primer Secretario, de la So- ciedad Meliadeítis: se publicaron en dos tomos las extensas actas que recogió y un trabajo sobre "Uni- dad de las fuerzas físicas!' Es miembro de la ¿So- ciedad Médica "Pedro Escobedo;" fué miembro de la Sociedad de "Estudios Objetivos," y Socio y Presidente de la Academia de Profesores. En Abril de 1886, desempeñó el cargo de Secre- tario de la Escuela de Medicina. En Octubre del mismo año fué nombrado Profesor de Higiene de la Escuela Preparatoria, y en Diciembre de 1887 ^ nuevamente llamado á la Escuela de Medicina para hacerse cargo de la clase de Higiene y Meteorología. Teniendo en cuenta los importantes trabajos que llevó á cabo cuando fué Secretario de la Escuela de Medicina, se le nombró á la vez prosecretario, y en ese puesto se distinguió por haber recogido muchos datos para la historia de aquel establecimiento. DOCTORES NOTABLES. 179 En 1887 *a Academia Nacional de Medicina de Méjico le concedió merecido asiento al que supo co- rresponder escribiendo varios artículos científicos que se publicaron en el periódico oficial de la corpo- ración. Fué electo miembro de la Comisión de re- dacción y estilo, para 1887 a 1888, y reelecto para el siguiente año académico. Cuando el año de 1883 el Ayuntamiento de Mé- jico abrió un concurso para que se eligieran libros de texto para la instrucción primaria, el Dr. Luis E. Ruiz presentó uno sobre métodos de lectura y es- critura que fué el premiado y el que se adoptó para las escuelas primarias y Normal de profesores. El año de 1887, en que se inauguró la Escuela Normal de profesores, y habiendo sido el Drfe Ruiz miembro de la Comisión de trece profesores para discutir dicha organización, fué nombrado catedráti- co de Lógica y Pedagogía. Como representante de la Escuela Secundaria de niños en la Junta Directiva y durante tres años que formó parte de la Comisión para examinar las obras de texto, se ha distinguido por su laboriosidad, buen criterio y honradez autoritaria. El Lie. D. Alfredo Chavero, siendo Director del Colegio de la Paz, le nombró catedrático de Ciencias y Pedagogía, y en Enero de 1889 fué nombrado Di- rector del Hospital Juárez. Al Dr. Ruiz se deben el establecimiento de un Observatorio y lo bien surtido del laboratorio en la i8o LÁZARO PAVÍA. Escuela Nacional de Medicina; así que, la práctica que actualmente adquieren los alumnos, debe ser motivo de orgullo para nuestro biografiado. En los años de 1880 á 1882 fué Presidente de la Sociedad "Pedro Escobedo;" primer Secretario del 1? y 2? Congreso Pedagógicos, en los que represen- tó respectivamente al Distrito Federal y al Estado de Méjico; segundo Secretario de la Academia de Medicina en los años de 1890 á 1891, y primer Se- cretario de la misma agrupación en los de 1891 á 1892. Fué uno de los doce miembros que integra- ron el Consejo Superior de Instrucción pública, pa- ra instalar ese Cuerpo el 30 de Junio de 1891; pre- sidió la comisión de reglamento, y en los años de 1892 y 1893 fungió como Vicepresidente. En'Septiembre de 1893, representó al Estado de Hidalgo en el Congreso Médico Pan-Americano verificado en Washington, y en el de la Asociación Americana reunido en Chicago en los primeros días de Octubre del mismo año. En el primero y en la Sección de Pedagogía Médica, presentó un estudio sobre la higiene de las facultades psíquicas, y en el segundo sobre la estadística del tifo. De gran utilidad fué para el Dr. Ruiz, su perma- nencia en los Estados Unidos del Norte; recorrió las principales ciudades fijándose detenidamente en los progresos de la higiene y en los adelantos que en la gran República ha alcanzado la instrucción pú- blica, y tanto las aplicaciones de la una, como los progresos de la otra, los vio posteriormente multi- DOCTORES NOTABLES. 181 plicados en Europa con la residencia de seis meses en París. En Marzo de 1894, visitó á Roma concurriendo también como Representante del Estado de Hidal- go en el Congreso Internacional, en el que presen- tó un estudio sobre las enfermedades endémicas de la República Mejicana. En Roma siguió estudian- do igualmente los antiguos y modernos principios de la Higiene y la organización escolar para la ins- trucción primaria. El 9 de Mayo de 1894, regresaba al país en unión de los facultativos que traían el orgullo de haber de- jado bien puesta la reputación médica de Méjico en el extranjero. En Octubre del mismo año, fué nom- brado Vocal del Consejo Superior de Salubridad en calidad de catedrático de Higiene en la Escuela Na- cional de Medicina. Entonces presentó los siguien- tes trabajos: un estudio acerca de "la vacuna" una Memoria sobre "el mejor tratamiento del tifo;" este último fué premiado por la Comisión dictaminadora. En los Concursos científicos que se celebraron solemnemente en la Capital de la República, repre- sentó á la Sociedad "Pedro Escobedo" y presentó un estudio sobre el Artículo 3? Constitucional. El mismo año de 1895, los habitantes de la ciu- dad le hicieron 6? Regidor del Ayuntamiento, y en vista de sus profundos conocimientos en instrucción pública, se le encargó de tan importante ramo. Fueron tantos y tan útiles los resultados que en bien de los educandos produjo la presencia y los tra- 182 LÁZARO PAVÍA. bajos del Dr. Ruiz, como munícipe, que sería proli- jo enumerarlos, bastándonos con recordar que él fué quien propuso la creación de un Director General de Instrucción pública, cargo que ha venido á tener üjamente una personalidad que pueda atender ex- clusivamente á los intereses del profesorado y de la juventud estudiosa. En el mismo año presentó un reglamento para oposiciones que fué aprobado y que reportó los más satisfactorios resultados. En 1896 fué reelecto 5? Regidor, y en el nuevo pe- ríodo en que continuó encargado del ramo de Ins- trucción, surtió á las escuelas de-útiles y mueblaje é instituyó el sistema de inscripción central que ayu- da poderosamente á la estadística escolar. Los últimos trabajos del Dr. Ruiz son los siguien- tes: un estudio sobre "el baño" presentado en la So- ciedad "Pedro Escobedo" un estudio acerca de "la ración alimenticia" presentado en la Academia de Medicina, estudio que hizo, porque el Secretario de Gobernación le nombró en compañía de los Docto- res Lavista y Domínguez para que informaran so- bre dicho asunto médico, adoptado en los estableci- mientos de beneficencia. Fué Secretario general del 1? y 2? Congresos Mé- dico-Mejicanos, y con tal* cargo contribuyó al des- arrollo que en esas dos épocas alcanzó en el país la ciencia médica. Tales son los hechos públicos del ilustrado higie- nista y distinguido pedagogo, el Dr. Luis E. Ruiz, DOCTORES NOTABLES. 183 á quien se debe en gran parte las nuevas y progre- sistas reformas en el ramo de Instrucción Pública y en el de Salubridad. La sociedad mejicana ve en él al médico que la guarda de las enfermedades; los mentores de la ni- ñez, al constante vigilador de sus prerrogativas, y la juventud, al benefactor infatigable. Nosotros, desde la insuficiencia de nuestro crite- rio para juzgarle, le admiramos en su gabinete de es- tudio y le veneramos en la Dirección de Instrucción Pública, donde hemos sorprendido su modestia, BE. B. EOLAKOS CACHO, ZACATECAS. DR. RAMÓN" BOL ANOS Y CACHO. i las leyes supremas que rigen las funciones de esa maravillosa y perfecta máquina que se Da- ma el cuerpo humano, deben tener una capital importancia para todo hombre de ciencia que dedica sus afanes al conocimiento íntimo de la natu- raleza, no cabe duda que, la Fisiología, ocupa luga* muy prominente en el grupo de las ciencias físrcas naturales, y que es uno de los más importantes ele- mentos de la Medicina científica moderna. Nosotros, que en estos breves apuntes, no nos pro- ponemos otra cosa que hacer una rápida y somerís*- ma reseña del origen y adelantos de las ciencias mé- dicas, al hablar de nuestros facultativos más distin- guidos, vamos á dedicar algunas líneas al examen de la Fisiología. La palabra Fisiología es de creación bastante mo- derna, si se considera que apenas hace un siglo que se escribe así en los anales científicos. i86 LÁZARO PAVÍA. Los trabajos fisiológicos que emprendían Duha- mél, Fontenelle, Mairan y otros médicos célebres del 'siglo pasado, aparecían con el título de Física ani- mal ó Anatomía. Haller, el más ilustre de los discí- pulos de aquel maestro, que se llamó Boerhave, era el destinado para consagrar de una manera definitiva la nueva ciencia á fuerza de descubrimientos magní- ficos y de obras imperecederas. En tiempos anteriores, sin embargo, no habían fal- tado sabios ilustres dedicados á los estudios fisioló- gicos. Sin hablar de Hipócrates, quien, por más que di- ga Alercy, nada sabía de fijo acerca de la vida, es indudable que Aristóteles conocía los fenómenos de la generación casi tan bien como nosotros. Galeno, en su obra De usu partium, describe con bastante precisión las funciones de muchos órganos; pero como ordinariamente no se disecan más que mo- nos y pájaros, no fuera prudente juzgar de la natu- raleza del hombre por las obras de Galeno. Herófilo y Erasistrato conocían los nervios y sus funciones en cuanto á la sensibilidad; pero tampoco se puede sacar gran partido de sus obras, puesto que confundían los tendones y los ligamentos con los ner- vios propiamente dichos. Vesalio y Falopio se apli- caron á descubrir las funciones de los órganos que describían ó representaban, y sobre todo Vesalio, el esclarecido y paciente anatómico que fué acusado de abrir á los hombres vivos para mejor juzgar del fun- cionamiento de los órganos. DOCTORES NOTABLES. 187 Como quiera que sea, la Fisiología hizo pocas ad- quisiciones importantes é irrecusables hasta el tiem- po de Harvey, quien descubrió la circulación de la sangre y fundó sobre hechos evidentes la famosa doc- trina de omne animal ex ovo. Hasta la época de Harvey la Fisiología era una ciencia mixta, medio historia, medio novela, y á ve- ces ficción completa cuando tenía por preceptores á Paracelso y Van-Helmont, locos insignes cuyos nombres eternizará la historia de los errores huma- nos. Con todo, deber nuestro es añadir, que aquella mez- colanza de sistemas y de hechos verdaderos, no fué enteramente perjudicial á la Fisiología, antes ganó con ellos sufragios y aficionados: el aliciente de la nove- la hizo pasar con ella la avidez de los axiomas. Entonces se compuso Fisiología, como Herodoto componía en otro tiempo Historia, y los fisiólogos pu- dieron disputar legítimamente á Walter Scott la in- vención de la novela histórica Posteriormente, cuando hubo empezado la reno- vación ó restauración de las ciencias, pensóse tam- bién en reformar la Fisiología. Propusiéronse, sobre todo los autores, hacer más severo su lenguaje y librarla de todos los sistemas que ponían obstáculos á su adelantamiento y pro- greso. Por desgracia, este paso vino á sujetar la Fisiología al yugo de las ciencias físicas; ¡tan cierto es que en- tre las ciencias, lo mismo que entre las personas, siem- i88 LÁZARO PAVÍA. pre se encuentra alguna que se propone dominar á las demás! Lo que en otro tiempo intentaron los metafísicos con la Fisiología, eso mismo han realizado los quími- cos de nuestros días: no parece sino que está escrito que la Fisiología no ha de verse libre jamás; y sin em- bargo, esta hermosa ciencia posee ya un número bas- tante considerable de verdades irrecusables para pro- testar seriamente contra toda sujeción extraña. La Fisiología recibe distintos nombres, según la clase de objetos sobre que versa; así, hay Fisiología general, que trata de las funciones orgánicas y bio- lógicas, sin atender á las diferencias que caracterizan los reinos; Fisiología especial, que se concreta al es- tudio de una especie orgánica; Fisiología humana ó simplemente Fisiología, que se ocupa de la vida y de las funcionesorgánicasdelhombre; Fisiologíaanimal, la que estudia la vida de los animales; Fisiología ve- getal, la que tiene por objeto el conocimiento de las funciones de los órganos vegetales; y Fisiología com- parada, la que trata de la vida de todos los seres vi- vientes, señalando la diversidad de formas que aque- lla presenta en cada uno de ellos. Imposible nos sería dentro de los límites de estos breves apuntes, seguir, siquiera sea someramente, el estudio de las funciones que componen la Fisiología. Baste, pues, con lo que dejamos apuntado para que nuestros lectores puedan apreciar la importancia de esta ciencia, á la cual debe la Medicina moderna tan grandes y maravillosos adelantos, á los que innega- DOCTORES NOTABLES. 189 blemente contribuyen con su inteligencia y con su práctica, los que se dedican á explorar las regiones de la ciencia médica. Uno de esos contribuyentes es el Dr. D. Ramón Bolaños y Cacho, á quien brevemente vamos á dar á conocer al lector. Su tierra natal es Oaxaca, ese suelo que tiene, pa- ra orgullo de la raza indígena, las ruinas de palacios y templos antiguos, como la construcción de Mitla que hace recuerdos al Egipto por su arquitectura, y para consuelo de la patria, siempre afligida por la muerte del insigne Benito Juárez, la humilde choza de Guelatao, cuna del ilustre reformador. . Nació el año de 1864, siendo hijo del Dr. D. Ra- món Bolaños Echeverría y de la Sra. Sabina Cacho. Hizo sus estudios de instrucción primaria en la ciudad de Oaxaca; parte de los preparatorios en el Instituto de Ciencias de aquel Estado; parte en la Es- cuela Nacional Preparatoria, y los profesionales en la Escuela Nacional de Medicina, obteniendo el títu- lo de Farmacéutico á los 19 años de edad y el de Mé- dico Cirujano á los 25, y habiendo sido aprobado en ambos exámenes generales por unanimidad de votos. Los empleos y comisiones que ha desempeñado, son como sigue: Siendo aún estudiante, fué nombrado Profesor de Farmacia, Análisis química é Historia de las drogas en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, el año de 1888. Pocos días después de haber obtenido el tí- tulo de médico, fué nombrado por el Supremo Go- 190 LÁZVRO PAVÍA. bierno de la República, Médico Cirujano del Cuerpo Médico Militar y desempeñó esa comisión desde el 3 de Septiembre de 1889, hasta el 11 de Septiembre de 1894; primero con el grado de capitán 1?, hasta el año de 1892, y después con el de Mayor. Durante el tiempo mencionado, prestó sus servi- cios como Médico Cirujano en el 1er- Regimiento re- sidente en Oaxaca; en el 17 Batallón de Infantería que se hallaba en Juchitán; en el 6? Regimiento, de guarnición en Aguascalientes, y después en Laredo Texas, en la persecución de Catarino Garza, y por último, en el 28 Batallón que estaba en Tapachula. Siendo Médico Cirujano del Ier- Regimiento, fun- dó en el Hospital General de Oaxaca, previa la au- torización y apoyo del C. General Julio M. Cervan- tes, jefe de la zona y del Gobierno del Estado, un departamento independiente para la asistencia facul- tativa á los enfermos de la guarnición federal, el cual departamento logró ajustarse á los reglamentos de hospitales militares, En el año de 1890 fué nombrado, en Oaxaca, pro- fesor de Historia Natural en el Instituto de Ciencias del Estado. En ese mismo año recibió el nombra- miento de subdirector del Hospital de Caridad, de la capital del Estado, y fué miembro del Ayuntamiento. En 1893, el Gobierno de Oaxaca le confirió el em- pleo de médico de la 1? Comisaría de la capital. Como se ve, el magisterio augusto de la enseñan- za ha tenido en el Dr. Bolaños Cacho un joven pro- fesor, y el ejército un médico siempre dispuesto á DOCTORES NOTABLES. 191 afrontar las vicisitudes del servicio militar, asi en la paz como en la guerra. Actualmente reside en Zacatecas, en donde no há mucho tiempo desempeñaba el empleo de analizador químico y profesor suplente de Física, Química é His- toria Natural, empleo del que fué separado por el cambio de presupuestos, en Junio de 1896. En la capital de la República ha sido miembro de la "Sociedad Filoiátrica," á la cual ingresó el aña de 1884, con el núm. 131. En el año de 1890, fué nombrado médico exami- nador de la Compañía de Seguros de Vida "La Me- jicana," para la ciudad de Oaxaca, habiéndosele re- novado ese nombramiento para desempeñar dicha cargo en Zacatecas. Juzgúese de la edad del Dr. Ramón Bolaños y Ca- cho, ténganse en cuenta los empleos honrosos y dis- tinguidas comisiones que ha desempeñado, y no se podrá menos que reconocer sus méritos para que le hayamos colocado en la modesta galería de médicos distinguidos. Ciudadanos como él, honran al Estado de la Repú- blica en que nacieron, y prueban con sus hechos, que son dignos de haber visto la luz primera en el cielo límpido que entoldó las cunas de hombres notables. DJL SANTOS HEDIHA, JUCHEP1LA. — ZACATECAS. DR. SANTOS MEDINA. onsultando á autores renombrados que pue- dan proporcionarnos asuntos médicos que sir- van de proemio á los artículos-biografías que forman este libro, hemos encontrado, como materia de Medicina Interna, la Ulcera del estóma- go, materia que el Dr. Medina nos permitirá que tra- temos, por más que ya le sea conocida. Los Clínicos más reputados, y entre ellos Chu- veilher, han observado una úlcera de carácter espe- cial que suele presentarse cerca del tubo intestinal. Dicha úlcera ha recibido distintas denominaciones, según el carácter que el observador ha querido ha- llar en ella, y así la hallamos en los textos con el nombre de úlcera redonda, á causa de su forma; úl- cera perforante, porque perfora las membranas del estómago; tílcera crónica, por el curso que sigue, y por último, el de úlcera corrosiva ó péptica, por la manera supuesta en que* se desarrolla. 194 LÁZARO PAVÍA. En vista de que la particularidad del mal consiste en una pérdida de susbtancia, ó lo que es lo mismo, en una solución de continuidad en los tejidos, sin fe- nómeno alguno de inflamación, se la designa más particularmente con el nombre de úlcera simple del estómago. Se desarrolla en las partes que se hallan en la acción del jugo gástrico; ordinariamente suele pre- sentarse una úlcera sola, habiendo vez que sean has- ta tres, ó que junto á una ya cicatrizada se presente una nueva. El padecimiento se observa con más fre- cuencia en la parte pilórica del estómago, con pre- ferencia en la pared posterior é inmediata á la peque- ña curvatura. Bokitansky ha notado que en los casos recientes sólo hay simple pérdida de substancia en la mucosa, de forma circular, como hecha por un sacabocado. Las úlceras recientes tienen uno ó dos centímetros de diámetro. Cuando las pérdidas de la substancia lle- gan hasta las profundidades del estómago las úlceras son penetrantes y llevan una dirección oblicua. En cuanto aja perforación, puede decirse que po- cas veces se presenta, ya porque no suele penetrar mucho la úlcera, ó ya porque existen adherencias só- lidas en los órganos vecinos, después de producida la perforación. Casos hay en que la úlcera llega á tal grado de desarrollo, que no es exageración decir que algunas pasan del tamaño de la mano. A medi- da que la úlcera crece, pierde la forma circular y afec- ta la de una elipse que tiene su eje mayor, en la ma- DOCTORES NOTABLES. 195 yoría de los casos, perpendicular á la longitud del estómago. Sucede con frecuencia que en el fondo de la úlce- ra hay una proliferación abundante del tejido con- juntivo y la formación de un tejido duro que forma un tumor tangible á través de las capas abdominales. A veces el hígado y el páncreas, órganos más co- munmente alterados, llegan á destruirse, formándose entonces una úlcera profunda y sinuosa. En el curso de la úlcera se producen hemorragias ligeras, á causa de la destrucción de las capas inter- nas de la pared del estómago, y abundantes si la úl- cera ha penetrado hasta la cerosa. La muerte es rápida y segura si la úlcera llega á perforar completamente la pared estomacal, porque fácilmente puede penetrar en la cavidad abdominal parte del contenido del estómago. Fué opinión antiguamente admitida, que la úlcera del estómago no era más que la consecuencia de un catarro de la mucosa estomacal; pero debido á un estudio constante y á las observaciones hechas, se ha venido al convencimiento de que dicha úlcera no tiene analogía con las úlceras catarrales, y ha llegado á asentarse como principio irrefutable, que la úlcera del estómago debe considerarse como consecuencia de la gangrena de una porción circunscrita de la pa- red estomacal ó tan sólo como una suspensión ó una notable alteración del torrente circulatorio en dicha porción. Distintos son los casos que pueden producir esa 196 LÁZARO PAVÍA. alteración; tales son la adulteración embólica ó trom- botica de una pequeña arteria, como sucede cuando una quemadura de la piel altera y coagula la sangre y da lugar á la formación del émbolo; la arteria cle- rosis avanzada que hace pensar en la existencia de una obliteración trombótica, y en general, todos aque- llos fenómenos susceptibles de formar pequeñas coa- gulaciones en la sangre. Según Virchow la úlcera del estómago es el pro- ducto de una neurosis hemorrágica. Varios autores explican el desarrollo de la úlcera ' del estómago por la formación de una cantidad ex- cesiva de ácido en el estómago ó por una disminu- ción de la ascalescencia de la sangre, y principal- mente por la desproporción entre la secreción del ju- go gástrico activo y la llegada de la sangre normal. La opinión más generalmente admitida es la de que más bien se trata de causas traumáticas, como una lesión de la mucosa ocasionada por los ingostos que obraron mecánicamente, ó como cauterizaciones j ó consecuencias de medicamentos, venenos ó alimenta tos calientes llevados al estómago vacío. - ^ La anemia y la clorosis producen una degenera- ción vascular que favorece las hemorragias y ofre- cen, por lo mismo, una predisposición favorable al desarrollo de la úlcera. El padecimiento se observa con más frecuencia en las mujeres que en los hombres, produciéndose entre ios quince y treinta años, y cuando la enfermedad se presenta en personas de mayor edad, puede asegu- DOCTORES NOTABLES. 197 rarse que la época de la formación de la úlcera es muy anterior. El hecho de que la úlcera del estómago se pre- sente con más frecuencia en unos lugares que en otros, ha hecho deducir la consecuencia de que su desarrollo depende de los insultos que sufre la mu- cosa estomacal. Aunque en la mayoría de los casos hay síntomas que guíen al diagnóstico, en otros, esos síntomas no se manifiestan, ocurriendo á veces la perforación sin que previamente se hubiese observado algún fenó- meno notable que indique el desarrollo de la úlcera. Tales son dichos síntomas: dolores en la región estomacal sensible á toda presión, aún á la ligera, causada con el roce de las ropas, dolores que á ve- ces se convierten en ataques cardiálgicos intensos sufridos después de-las comidas ó cuando han trans- currido dos ó cuatro horas después de tomado el ali- mento. Ambos dolores se irradian hacia atrás, incli- nándose por lo regular en alguna región del dorso que se halla á la misma altura que el epigastrio ó al- go inferior, sucediendo en algunos ataques cardiál- gicos que la irradiación se extiende todavía más allá, al grado de que los dolores alcanzan á las extremi- dades, efectuándose dichos fenómenos en el pecho que se halla oprimido. Estos fenómenos deben atri- buirse á la cerosa que experimenta una irritación en el asiento de la úlcera, encontrándose muchas veces dicha cerosa en un estado de inflamación crónica. En muchos casos el enfermo vomita después de 198 LÁZARO PAVÍA. cada comida fuerte, habiendo tenido dolores cardiál- gicos intensos que desaparecen tan luego como el estómago se vacía. Las materias arrojadas constan de alimentos que han sufrido alteración ofreciendo una reacción fuertemente acida. A veces los vómitos son un licor viscoso arrojado por el enfermo, no sin grandes esfuerzos. Suelen acompañar á los vómitos perdidas de san- gre, en el contenido del estómago, ya en pequeños estríos, ya en corta cantidad, y unas veces el conte- nido arrojado tiene un tinte color de café ó de un obs- curo sucio con manchas de sangre. Los enfermos suelen también, cuando la hematemesis es abundan- te, la sangre en un coágulo de poca consistencia ofrece un color obscuro siempre que no venga mez- clada en cantidades mayores del contenido estoma- cal, y cuando se rompe una arteria, la sangre ofrece un color colorado claro. El padecimiento de la úlcera del estómago se ma- nifiesta también por la dispepsia que hace padecer la nutrición, haciendo enflaquecer á los enfermos, quienes adquieren un color pálido ó gris, y muchas veces en el rostro, alargado y rugoso, suele adivi- narse el mal. Respecto de estos últimos síntomas, un respetable clínico europeo, dice: "Pueden depender de varias circunstancias la dis- pepsia y la alteración de la nutrición general, y la in- tensidad de las mismas varía según las condiciones especiales. Así, por ejemplo, en muchos enfermos, DOCTORES NOTABLES. 199 los dolores violentos que suelen producirse á conse- cuencia de cada comida, constituyen un motivo que les impide alimentarse en cantidad suficiente. En es- tos casos, dichos enfermos devuelven, á consecuen- cia del vómito, una gran parte de los alimentos in- geridos, ó se halla impedido el paso oportuno del contenido estomacal al duodeno, ya sea 'de resultas de una estrechez pilórica, ya á consecuencia de mo- vimientos irregulares ó inconvenientes del estómago, ó también puede existir juntamente con la úlcera un catarro crónico que pone un obstáculo á la funcio- nabilidad del mismo órgano. Pero de ningún modo acompaña constantemente el catarro crónico á la úl- cera del estómago, y con bastante frecuencia el resto de la mucosa del estómago aparece en un estado completamente normal. Por lo regular no está tu- mefacta ni sucia la lengua, y la mayoría de las veces faltan los demás caracteres de un catarro bucal in- tenso. Muchas veces la exoneración del vientre se hace difícil, y con frecuencia tiene lugar una consti- pación rebelde. En aquellos casos en que no existe una causa especial que modifique desfavorablemente la nutrición, puede permanecer relativamente el es- tado general, á pesar de la existencia de la úlcera, y sin embargo, una vez fresca y lucida, no debe ser motivo suficiente para establecer las conclusiones de la existencia de una úlcera estomacal." Muchas de las úlceras, sobre todo las recientes, llegan á curarse hasta cierto punto. En los casos an- tiguos, cuando se han producido adherencias exten- 2CO LÁZARO PAVÍA. sas en los órganos vecinos, ó alteraciones importan- tes en el fondo déla úlcera, la curación se hace mu- cho más difícil. Con un tratamiento conveniente se puede contener el mal, y conseguir en parte la cura- ción y la mejoría en el estado general. Aun obtenida una curación completa, esto no ex- cluye que en lo sucesivo puedan presentarse ataques cardiálgicos de cuando en cuando, y sobre todo des- . pues de una comida fuerte, y que puedan observarse en casos excepcionales vómitos, siempre que haya adherencias cicatriciales en órganos inmediatos que interrumpan las funciones del estómago. Puede con el tiempo producirse una dilatación del estómago cuando la cicatriz que dejó la úlcera haya originado una estrechez del píloro. Finalmente, se ha observado que aun después de un periodo de diez años de hecha la curación vuelve á reproducirse la úlcera ó se forma una nueva en las inmediaciones de la cicatriz. En este caso, los fenó- menos morbosos aparecen nuevamente. La úlcera, en algunos casos, conduce á la perfo- ración del estomago. Esto se verifica principalmente cuando hay úlceras recientes en las que la disolución de la pared del estómago se extiende hasta la cerosa^ antes de que se produzca una adherencia sólida con los órganos vecinos. Una plenitud excesiva del es- tómago, una distensión mediante los gases, los mo- vimientos violentos del cuerpo y una fuerte presión sobre el estómago, son las causas de la perfora- ción. DCCTORFS NOTABLES. 20 r Cuando el contenido estomacal penetra en la ca- vidad abdominal, los enfermos sucumben por lo ge- neral, ya sea rápidamente ó en el transcurso de al- gunos días, á consecuencia de una peritonitis extra- ordinariamente aguda. En casos raros, puede lograrse la curación después de verificada la perforación del estómago. A este respecto dice el autor de quien ya textualmente he- mos copiado, lo que sigue: "Tuve ocasión de observar varios casos en los que era seguro el diagnóstico de la perforación y en los que también fué comprobada, entre otras cosas, la penetración de gas libre en la cavidad abdominal y que sin embargo volvieron á curarse. Uno de estos casos se refiere á un operario que después de haber sufrido una peritonitis grave, volvió á dedicarse á sus ocupaciones durante algunos meses, pero que más tarde volvió á la clínica, en donde murió á con- secuencia de una estrechez pilórica de marcha pro- gresiva y de una dilatación estomacal. La autopsia dio por resultado la comprobación de una perfora- ción de estómago con sus consecuencias, como tam- bién la de la estrechez pilórica, que se había produ- cido después de la curación." Por último, una hemorragia abundante del estó- mago puede ocasionar una muerte repentina. Si la hemorragia es ligera, el enfermo se desmaya; pero poco después recupera las fuerzas y puede ser cura- do. Cuando la enfermedad se hace incurable, la lle- gada insuficiente de los alimentos al estómago, la 202 LÁZARO PAVÍA. alteración de la digestión ó los vómitos frecuentes, producen la muerte por agotamiento. Tales son las teorías brevemente expuestas sobre la úlcera simple del estómago. Hecho este bosque- jo científico, hagamos el del Dr. Santos Medina. El Sr. D. Pedro Medina y la Sra. D? Ignacia Pla- sencia de Medina, fueron los progenitores de nues- tro biografiado, quien nació en la Hacienda de Viu- das, Asientos, Estado de Aguascalientes. Los primeros días de la existencia, esos mensaje- ros que la Creación envía para recibir ai espíritu, mostrándole las bellezas#de su nueva patria, esos en- cantos que por nuevos halagan y por inconscientes seducen, fueron para é! los destellos de una felicidad cierta. Pasó su infancia en Villa García, Pinos, Estado de Zacatecas; de ese Estado que, formado por una prolongación de la Sierra Madre, ofrece abruptas irregularidades que semejan los pintorescos paisajes suizos, tan admirados por los viajeros, y seduce con ios riachuelos que nacen de las vertientes que bajan de la cordillera. Allí, entre la majestad de la Natu- raleza americana, al murmurio del agua que discu- rre, libre como las aspiraciones de los hijos de Mé- jico, formóse en sus primeros años el Dr. Medina. En Villa García recibió la primera instrucción- allí aprendió á nutrir su alma y su inteligencia- la'pri- mera con sentimientos nobles; la segunda con su- premas tendencias á lo desconocido. A la edad de trece años pasó á Guadalajara, en DOCTORES NOTABLES. 203 donde recibió la instrucción secundaria en el Semi- nario Conciliar, del que era Rector el finado Illmo. Sr. Dr. Francisco M. Vargas, el hombre virtuoso que mereció siempre un elogio aun de los mismos liberales que, con justicia, han dado de mano á la funesta clerecía que ha sido enemiga decidida de la patria. En dicho Seminario hizo los estudios preparato- rios, distinguiéndose por su constante dedicación y por su notable aprovechamiento; presentó en todos los cursos exámenes honrosos y obtuvo en ellos ca- lificaciones supremas que ya le acreditaban para el porvenir. Los maestros veían en él al futuro poseedor de los secretos de la ciencia y al conquistador de los grandes adelantos modernos que han dado al traste con los antiguos errores. En la Escuela de Medicina de ia Facultad de Gua- dalajara hizo los estudios profesionales, sin interrup- ción alguna y con marcado ahinco, acompañando á la teoría bien adquirida la práctica perfecta. Fué practicante en el Hospital de San Miguel de Belén, habiendo sido destinado al Departamento de Cirugía que dirigía el hábil Cirujano á la vez que entendido Profesor D. Fortunato Arce. Así llegó á obtener el título en la Facultad de Me- dicina de Guadalajara, el i?de Marzo de 1882, sien- do dignamente aprobado en el examen general. La tesis que presentó es un interesante estudio so- bre "la operación de la talla perineal unilateral y bi- 204 LÁZARO PAVÍA. lateral" estudio que encierra muy importantes ob- servaciones que precisan sus principales medicacio- nes, y una completa exposición del procedimiento y tratamiento que en dicha operación usaba el eminen- te cirujano francés Dr. S. Clement, que ha legado á la posteridad una experiencia indestructible por los magníficos resultados obtenidos en las prácticas qui- rúrgicas. Esa tesis es un timbre glorioso para el Dr. Me- dina. Ella revela estudio profundo hecho por una inteligencia preclara y desarrollada por un talento privilegiado. Dedicóse desde luego al ejercicio de la profesión de Médico Cirujano, en laque descuella notablemen- te por su dedicación con los enfermos que á él se confían. Establecióse en Juchipila, Estado de Zacatecas, y ha sido tan bien recibido en esa ciudad que, por da- tos fidedignos que hemos adquirido, sabemos que es numerosa su clientela. Ya de Profesor, se ha dedicado con empeño cons- tante, asiduidad y estudio al perfeccionamiento de sus conocimientos en las Ciencias Médicas, y con especialidad en la cirugía abdominal, al diagnóstico y tratamiento de las enfermedades de las mujeres y á la curación de las enfermedades de la infancia. Es autor de varias recetas que han sido publica- das en el Formulario de la Facultad Médica Mejicana," i? y 2? ediciones, las cuales recetas son fruto de un constante estudio. DOCTORES NOTABLES. 20J Fué miembro del primer Congreso Médico Na- cional Mejicano, y presentó un trabajo sobre "Este- nosis Uretral," que fué satisfactoriamente aceptado. Asistió al 2" Congreso Pan-Americano, que se reunió en la Capital de la República á fines de 1896, y en esa agrupación presentó un trabajo intitulado 4'Heridas penetrantes de abdomen!' Este últi mo tra- bajo fué de los que más merecieron la atención de los legistas mejicanos y extranjeros. Al bosquejar al Dr. Santos Medina, dándole lu- gar en esta galería, nos ha guiado el deseo de que sus afanes por trabajar en su profesión y los servi- cios que lleva prestados en pro de la propaganda mé- dica, sean conocidos públicamente para que alcancen la justa recompensa que es también la pública esti- mación. Si lo hemos conseguido, estaremos satisfechos de haber sido iniciadores de merecido homenaje. lx^Xi:'^''iílfe&v¿' DR. FRANCISCO DE A. CASTRO, 8AN LUIS POTOSÍ. DR. FRANCISCO DE A. CASTRO. no de los males físicos que más asedian á los habitantes del país, son las enfermedades infecciosas, y es por eso que el justo celo de nuestros facultativos, ya aisladamente, ya uni- dos á las autoridades que son las directamente lla- madas á velar por el bien público, se afanen por com- batirlas. En su esfera de acción, el Dr. Castro ha contribui- do á esa lucha por la salubridad pública, y queremos, por lo mismo, antes de hablar de su personalidad médica, tratar á grandes rasgos de dichas enferme- dades, no porque tengamos la pretensión de sufi- ciencia, sino que estudiado el punto, podrá ser de al- guna utilidad. No cabe duda que las mayores calamidades de- cretadas para sufrimiento de la humanidad, desde el principio del mundo hasta nuestros días, han sido el 208 LÁZARO PAVÍA. azote horroroso de las naciones y más que las gue- rras, han diezmado á los pueblos sembrando el es- panto y la desolación, la orfandad y el infortunio entre las familias. Una de las plagas más horribles y fatídicas, cuyo solo anuncio hace estremecer de espanto al ánimo más sereno, es el cólera morbo ó asiático, que cuan- do invade á una nación, es como el azote del exter- minio; nada detiene su marcha avasalladora, nada tampoco lo domeña; por eso es que cuando se anun- cia el cólera asiático, las naciones tiemblan con más terror que si les anunciaran la presencia de mil ba- terías de cañones Krupp vomitando la muerte y la desolación con sus potentes granadas de espoletas de percusión. Vamos á ocuparnos en breves líneas de esta en- fermedad terrible, y á decir en substancia en qué con- siste y cuáles son los medios para combatirla y do- minarla en lo posible. Bien sabido es que la Medicina contemporánea, para el estudio de las enfermedades, no se limita ya á recopilar hechos de observación coexistente y á la vista relacionados en apariencia, sino que investiga sus causas verdaderas, y como inequívoco testimonio de haberlas encontrado, las pone en acción, median- te experimentos rigorosos, capaces de resistir á cual- quiera crítica y al escepticismo más sistemático. De esta manera es como se ha logrado en muchas enfermedades, evidenciar hasta lo sumo las condicio- nes naturales ó necesarias de su existencia y en tales DOCTORES NOTABLES. 209 casos la medicina contemporánea no recurre á supo- siciones ni hipótesis inverosímiles, sino que se apoya únicamente en las sólidas bases que le dan las cien- cias naturales, cuyos esclarecidos descubrimientos utilizan de continuo, y así colocado en la luminosa vía del progreso ineludible, se enriquece y avanza más y más cada día con marcha esplendidísima. Así es como emprende ahora la Medicina sus difíciles estudios y sus interminables faenas; y aunque en tan escabrosa ciencia nunca quedaran terminados los tra- bajos de los sabios, ni satisfechas las ilimitadas aspi- raciones de la inteligencia humana, ni mucho menos agotado el mar vastísimo ó el inmensurable mundo de lo desconocido, la ciencia médica sin embargo ha descorrido ya para siempre el denso velo que antes ocultaba el origen ó la causa de las muy complicadas' enfermedades llamadas infecciosas. Está hoy perfectamente averiguado que el germen del cólera es, no un animalito como vulgarmente se cree, sino un organismo vivo pequeñísimo, de figura de coma, descubierto por el Doctor Kock, hace algu- nos años; existe de continuo en las evacuaciones y en las paredes de los intestinos de los coléricos, y su número se relaciona é influye en la gravedad de la enfermedad. Es microscópico, es pequeñísimo; nace fuera del hombre, en el Ganges, se desarrolla en me- dio de ambiente húmedo, el agua le es indispensable para vivir; sin ella ó muere ó duerme deteniéndose por consiguiente su desarrollo, multiplicación y de- más fenómenos de la vida activa; por falta de agua 2IO LÁZARO PAVÍA. perece en los lugares secos; sin oxígeno tampoco vi- ve. Las alturas de consideración detienen su des- arrollo, y los ácidos, los álcalis cáusticos y las tempe- raturas de menos de 10o y de más de 8o°, lo matan y destruyen, y en esto están fundadas las aplicacio- nes y los desinfectantes ó substancias microbicidas; para que el germen enferme al hombre, es preciso que de alguna manera sea transportado al interior de sus órganos digestivos. Este alojamiento es su mundo predilecto donde encuentra lo que necesita para multiplicarse infinitamente, y ya sea por su pre- sencia incomodísima, ó por acciones físico-químicas ó vitales ejercidas sobre las extremidades de los va- sitos y nervios finísimos del tubo digestivo, ó por secreciones venenosas ó influencias nocivas análogas y anexas ó inseparables de su modo de ser, el caso es que el microbio es quien asegura y multiplica su existencia en nuestro interior, á expensas de nuestra vida, causándonos la terrible enfermedad que llama- mos cólera. La semilla de ésta, que es el microbio, aunque de primitivo origen externo (ectógeno), en caso de enfermedad se halla, vive y se reproduce dentro del hombre (entógeno). A ese doble modo de existir se le ha llamado anfígeno. De lo expuesto anteriormente se colige que el sim- ple contacto del cuerpo de un enfermo determinaría el cólera, porque su semilla reproductora se encuen- tra adentro del cuerpo enfermo. Las evacuaciones y v los vómitos del que es atacado sí contienen el ger- men del mal. Con esos excretos es arrojado fuera _________ DOCTORES NOTABLES. 211 del individuo, y cualquiera partícula de ellos puede adherirse al exterior y á la ropa y anexos del hom- bre enfermo, de las personas sanas y de los objetos que lo rodean. Por estos varios intermedios es como la enfermedad se transporta de un punto á otro; sus primeros pasos y sus perniciosos efectos se pueden observar siguiendo las huellas de las personas, de las relaciones de vecindad, de comercio ó de cualesquie- ra otras de las demás del tráfico humano. Aun en los casos ligerísimos, que pudieran pasarse andando, jamás falta el microbio en las deyecciones de los en- fermos, y así es que éstas sirven de medios de pro- paganda; lo cual es poderosa razón para exigir que guarde cama cualquier enfermo, á fin de que el mal no se propague tan fácilmente por esos medios, aun sin ser advertido. La presentación del primer caso de enfermedad en un pueblo, que es el anuncio ó el aviso de guerra que nos da el enemigo, deja correr cierto intervalo para enfermar á otros individuos, el cual intervalo es suficiente para tomar las medidas activas de resistencia y de defensa, en contra de los numerosos ataques ó guerra declarada y decidida que enfermando á muchos á la vez, vendrá á cons- tituir lo que se llama epidemia. Esta, una vez for- mada, se propaga por las letrinas infectadas y per- meables que dejan filtrar su contenido en las aguas subterráneas, por medio de las aguas de uso. Las causas ocasionales, llamadas también adyu- vantes, ni separadas ellas, ni todas juntas, podrán ocasionar el cólera. Se les toma en consideración no 2 I 2 LÁZARO PAVÍA. como semillas productoras del mal, sino únicamente como condiciones de terreno ó de medio, y nada más; las principales son: el miedo, la debilidad, las indi- gestiones, los excesos de todo género, la humedad; en suma, todas aquellas causas ó circunstancias que amenguan ó que disminuyen la resistencia vital del organismo humano. La enfermedad tremenda del cólera presenta va- rios períodos; en el primero se presenta en la for- ma de diarrea abundante suerosa, casi incolora, casi inodora, no precedida de basca; á esta diarrea se le ha dado el nombre de diarrea premonitora. En el se- gundo período, además de la diarrea que persiste se presenta la basca fácil, copiosa y tenaz, y es por lo común poco teñida, parda ó blanquecina. En el tercer período, á los anteriores fenómenos que no desaparecen, se agregan modificaciones de la sangre y de la circulación. El pulso se adelgaza y falta; la sangre se espesa y se mueve con dificul- tad en sus conductos vasculares; el enfermo poco á poco se asfixia; cuyos fenómenos se traducen al ex- terior por el color azulado de la piel, llamado ciano- sis; y por la falta de calor el enfermo se enfría más y mas, y es atormentado por la sed y por los calam- bres y además por la falta de orina. Y si al alarmante cuadro anterior agregamos la falta de voz, ó si la hay, es voz de falsete, tembloro- sa y débil como de cabra, el estupor profundo, el as- pecto pulverulento de la nariz, la postración profun- da, la lengua seca, los dientes cubiertos de costras, DOCTORES NOTABLES. 213 el delirio, etc., diremos que en este cuarto período si no pasa violentamente á la salud y no se observa una reacción inmediata y los síntomas referidos persisten, es casi seguro que sobrevendrá la muerte. Para combatir el horrible mal del cólera, la higiene aconseja muchos preservativos que sería difícil y pro- lijo enumerar en este rápido artículo, pero que, sin embargo, apuntaremos los más notables. Ante todo, la desinfección de las ropas del enfer- mo y de sus evacuaciones por medio de la cal viva; el aseo absoluto de las manos y de la boca, que es el único conducto por el cual penetra el germen fa- tal del cólera, la cocción de toda clase de alimentos y del agua á una temperatura elevada, y en suma, todo aquello que tienda á matar el microbio fatídico del terrible viajero del Ganges. Para el tratamiento de la enfermedad, la terapéu- tica emplea, para los cuatro períodos que hemos enunciado, el agua de yerbabuena ó azahar, el co- gnac ó aguardiente de uva, el éter sulfúrico, el láuda- no, la tintura de valeriana, el elixir paregódico, el li- cor de Van Sweiten, el agua hervida, el tanino, el bálsamo tranquilo, el espíritu de trementina, el cloro- formo, el alcanfor, el cloruro de sodio, el carbonato, etc., etc., etc. Esto es lo que la Medicina moderna aconseja pa- ra combatir el tremendo azote del cólera morbo, que á su paso por las naciones civilizadas, parece el so- plo del exterminio que arrastra á las generaciones al abismo negro y profundo de la muerte. 214 LÁZARO PAVÍA. El galeno, escudado con la ciencia, se halla al bor- de del abismo, espera á la implacable y no descansa hasta salvar á la víctima ó rendirse gloriosamente á la impotencia. Ya que hemos sido transportados al precipicio, ya que estamos impresionados con todos los horrores que guardan sus antros, fijémonos en uno de esos salvadores más fervientes. Es el Dr. Francisco de A. Castro. Nació el 5 de Octubre de 1860, en un pueblo pin- toresco, distante tres leguas de la Capital de San Luis Potosí. Fueron sus padres el Sr. Lie, Marcelino Cas- tro, quien murió el año de 1876 siendo jubilado co- mo Magistrado del Tribunal Superior del Estado, y la Sra. D* Soledad Vélez de Castro, dama pertene- ciente á una distinguida familia de la sociedad de Guanajuato. En el Instituto particular que dirigía acertadamen- te el Sr. Profesor0 D. Patricio Bustamante, y al cual concurría lo más escogido de la niñez potosina, ad- quirió la instrucción primaria; pasó en seguida al Seminario Conciliar, y una vez que terminó allí los cursos preparatorios, ingresó á la Escuela de Medi- cina donde obtuvo título de Médico Cirujano, el 19 de Julio de 1888. Los ilustrados Dres. Antonio Sosa, Miguel Otero, Esteban Olmedo y Alberto«López Hermosa, maes- tros de nuestro biografiado, le distinguieron con su estimación durante el tiempo de los estudios profe- DOCTORES NOTABLES. 2l5 sionales y le distinguieron por el cumplimiento de sus obligaciones en el aprendizaje. Llevando un nombre sin mancilla, que supo darle el anciano autor de sus días, envejecido y digno en el magisterio de la ley, con el caudal de ternuras in- finitas que le inculcó la madre buena y cariñosa, y ya formada una reputación profesional, el Dr. Cas- tro llegó al hogar doméstico, conduciendo á ese edén de la felicidad terrena, á su esposa la Srita. Guada- lupe Prieto, el año de 1887. Durante algún tiempo fué catedrático de Medici- na Legal en la Escuela Médica'de San Luis Potosí, logrando formar discípulos muy aventajados, que hasta la presente le veneran. Tiene el orgullo de haber sido el primer Secreta- rio de la Inspección General de Salubridad Pública del propio Estado; desempeñó por algunos años el cargo de Inspector de Sanidad, ha sido Director del Hospital Civil de la misma ciudad, y actualmente es Director del Periódico Oficial del Estado. Los cargos referidos le han dado el prestigio que merece, y de ellos ha sabido sacar partido para gran- jearse el aprecio público. En 1891 fué nombrado socio corresponsal de la "Prensa Asociada de Méjico," cargo que desempe- ñó activamente, encariñado con las tendencias de esa institución tan indispensable y que desgraciadamente fué disuelta por esa falta de unión de que adolece el periodismo en Méjico. Ha pertenecido á las Sociedades "Iatrodílfica," 2l6 LÁZARO PAVÍA. "Orozco y Berra," "Alarcón," "Palofílica" (de Mé- jico), "Familiar de Medicina" y otras en que ha de- mostrado su decidido apoyo á la fraternidad y su afán por el adelanto de la ciencia. En el Congreso Médico-Mejicano verificado en San Luis Potosí el año de 1894, presentó un trabajo sobre "el tratamiento de la hernia estrangulada" trabajo que mereció la aprobación de los eminentes facultativos que concurrieron á dicho Congreso. No solamente la Medicina ha dado gloria y renom- bre al Sr. Castro, también la bella literatura le tiene en el número de suS privilegiados. "Brumas de In- vierno," entre otras de sus composiciones poéticas, es un romance delicado que el inolvidable Manuel Gutiérrez Nájera elogió desde las columnas de "El Partido Liberal." Ese elogio y la reproducción que de esa joya literaria han hecho "El Diario de la Ma- rina" de la Habana, "La Época" de Nueva York," "El Álbum Hispano-Americano" de Madrid y otros que no recordamos, nos relevan de decir una pala- bra más en loor de la inspiración que posee el Dr. Castro. Sólo agregaremos que la delicadeza de sus sentimientos está amoldada á la delicadeza de los versos que produce. En 1885 escribió un drama que tiene por título "El hogar sin fuego," estrenado en el teatro Alarcón con éxito admirable. Ha redactado diversos periódicos, entreoíros "El Correo de San Luis," que en esa época dirigió el distinguido escritor jalisciense y fecundo poeta Ma- DOCTORES NOTABLES. 217 nuel Puga y Acal; "El Americano," "Las Noveda- des," y "El Pendón Liberal;" ha sido colaborador de casi todos los periódicos qué se han publicado en San Luis, y actualmente escribe en "El Contempo- ráneo" y "Los Anales del Hospital Infantil." Algunos de sus cuentos han sido también muy ce- lebrados, como La Acoche del Viernes Santo, Las dos Navidades, el Stabat Mater, La Noche-buena de la huerfanita, la Balada de una Madre, etc., etc. A ese paladín de la ciencia y del arte, á ese hom- bre privilegiado que sin descuidar los deberes de su profesión, expresa el pensamiento en exquisita prosa y cadenciosos versos, le hemos dado un artículo en este libro; no porque necesite que se le dé á conocer, que bastante lo está en sus producciones, sino por- que nuestras líneas sean también honradas con sus hechos, como lo son con sus trabajos intelectuales las publicaciones de que ya hicimos mérito. DR. ANASTASIO ITÜRRALDE. VERACRUZ.—VERACRUZ . DR. ANASTASIO ITÜRRALDE Y LARA. amos á presentar á nuestros lectores á un facul- tativo que por el estudio constante ha llegado «jagy á formar inmensa clientela y por las cualidades i personales que le distinguen se ha hecho acree- dor á las consideraciones de la sociedad en que vive, impartiendo los auxilios de la ciencia médica que es, según la expresión de un poeta, la infalible esperan- za de los desgraciados. Pero antes de entrar de lleno á dar á conocer los rasgos biográficos de la personalidad á que nos re- ferimos, séanos permitido tratar un asunto que co- rresponde á la Medicina, tan importante á la humani- dad, como lo es la propia conservación del individuo y la de la especie en general. Digamos algo sobre Oftalmología. Tan diversas y ramificadas son las partes de la Anatomía, que verdaderamente para seguir con mé- todo siquiera sea un somero estudio de esta ciencia tan importante, necesitaríase un cúmulo mayor de 220 LÁZARO PAVÍA. atención y observaciones del que podemos consagrar á estos ligeros apuntes. Nos es dado, sin embargo, citar algunos puntos de la Anatomía que se relacio- nen directamente con la índole y el objeto de nuestra humilde obra. El estudio de la Oftalmología debía preocupar y preocupa indudablemente á muchos y muy ilustres sabios facultativos de las naciones de Europa y Amé- rica, porque la Oftalmología se consagra nada menos que al estudio de los ojos y de sus funciones en el organismo humano, escudriña las leyes de la óptica que obran directamente con el órgano visual y ana- liza la influencia del mundo exterior sobre el ojo hu- mano, tratando, por último, de todas y cada una de las enfermedades y dolencias que afectan á tan ad- mirables é inapreciables prendas de la persona. Para formarse un concepto aproximadamente jus- to de la importancia de la Oftalmología, nos basta- rán algunas observaciones. El hombre, esa criatura la más perfecta que ha producido la voluntad suprema del Creador, brota á la lucha de la vida armado con los elementos inven- cibles de la inteligencia, de la destreza, de la fuerza física y de la previsión. Si el hombre sano y robus- to, el hombre primitivo de la edad de piedra que vi- vía en las agrestes montañas alimentándose de raíces y plantas, cuando la civilización que hoy conoce- mos no daba siquiera indicios de su nacimiento, hu- biera carecido de ese don sublime que se llama la vista, no cabe duda que el progreso de las socieda- DOCTORES NOTABLES. 221 des hubiera naufragado en el piélago de la más re- mota obscuridad y que nuestro planeta seria un enig- ma en el Universo, iríamos navegando en el espacio como ese pálido satélite que se llama la Luna, osten- tando en el espacio una belleza muda y fría, sin mo- vimiento ni expresión, como las estatuas de mármol del Museo Británico, ó como la Venus de Milo; co- mo Galatea, necesitaríamos un nuevo Pigmalión que nos animara con el fuego de su inspiración y diera á la humanidad vida, movimiento y la impulsara á las grandiosas conquistas de lo bueno, de lo sublime, de lo admirable y de lo glorioso. El mundo, nos dicen los geólogos, no era antes de la creación sino una nebulosa que se animó por el calórico y que en virtud de su transformación, brotó espontáneamente la vida en miles de maravillosas manifestaciones. Sin entrar de lleno á la discusión difícil sobre el origen del hombre y de la vida, sí diremos, para no apartarnos del objeto de nuestra digresión, que en todos los cuerpos orgánicos animales, el don de la vista fué el más precioso é inestimable que pudo con- cederle la voluntad suprema de un Ser infinitamente sabio y superior ó el fenómeno científico en que se apoyan los naturalistas y los materialistas. El don precioso de la vista ha sido, es y será en todo tiempo, el elemento indispensable para la vida del hombre. El ciego, el que está privado de la ob- servación del mundo que le rodea, no puede jamás dedicar su atención á trabajos de utilidad práctica 222 LÁZARO PAVÍA. para sus semejantes, y por eso vemos que desde Ho- mero hasta nuestros días, el instinto de los ciegos ha sido cultivar el divino arte de la música, ese consue- lo supremo é inefable del que vegeta en el mundo ex la obscuridad eterna. Los progresos de las ciencias y de las artes, y ¿e las letras y de todo lo que hoy constituye la cultura de las naciones, débense en su mayor parte á que los sabios y los literatos gozaron del don de la vista, los primeros para observar los fenómenos de la natura- leza y deducir de ellos leyes científicas, y los otros para establecer principios sociales y observar cos- tumbres y, escribir, en fin, la historia del género hu- ' mano, de cuyo estudio ha nacido la ciencia moderna 1 de la política. Los filósofos de la antigüedad, tanto en Grecia co- mo en Roma, nó hubieran podido legarnos sus doc- trinas admirables sin la observación que pudieron hacer, por medio de la vista, de las costumbres ex sus tiempos. Solón y Licurgo, Aristóteles y Platón, Cicerón y Séneca, Herodoto, Homero, Hipócrates y Galeno, y tantos otros hombres sabios de la más remota an- tigüedad, no hubieran sido otra cosa que unos seres obscuros, arrastrando una existencia miserable, co- mo Belisario, si se hubiera apagado en sus ojos, an- tes de tiempo, la chispa divina de la luz. El progreso de las ciencias exactas se debe espe- cialmente á las observaciones de los sabios; la Astro- nomía, por ejemplo, la Botánica en el ramo de las DOCTORES NOTABLES. 223 ciencias naturales, la Fisiología, la Anatomía y otras muchas, no hubieran llegado al estado de perfección en que hoy las estudiamos, si los primeros que las cultivaron no hubieran gozado de su vista clara y penetrante. Los astros que descubrieron los astrónomos ale- manes, los seres infinitamente pequeños, que viven en la materia, y los secretos más íntimos de la Na- turaleza, estarían hoy tan ocultos como en los pri- meros días, si los hombres que nos los dieron á co- nocer hubieran carecido de su vista. Hemos hecho las anteriores reflexiones para de- mostrar ía importancia de la Oftalmología, ciencia médica muy cultivada en Europa y que ha merecido la atención, en nuestro país, de los facultativos más notables que ha producido nuestra Escuela de Me- dicina. Las enfermedades de los ojos son, sin disputa, una de las dolencias más lamentables que pueden afligir á la humanidad en general. De nada podrán servir las seducciones del mundo y el esplendor de las ri- quezas, las suntuosidades del poder y las glorias del triunfo en los campos de batalla, si los ojos no pue- den contemplar todas estas bellezas de la vida. La ceguera es el caos más horroroso y lleno de tinieblas que la imaginación puede concebir; hay un horror instintivo por ese mundo poblado de sombras eternas. Se siente la vida, la luz, el calor, el movi- miento en torno de sí, y el ciego navega entre ese mar bullicioso del mundo sin que una luz lo guíe, sin 2 24 LÁZARO PAVÍA. que pueda participar del espectáculo sublime que nos ofrece la Naturaleza en las tardes del verano y en las noches esplendorosas del estío. Nada hay para él si- no una obscuridad eterna, late en su alma una deses- peración constante, y sólo el acorde dulcísimo de la música puede arrancar de sus labios una sonrisa de inefable dicha. Por eso los médicos que consagran sus estudios, sus observaciones y todas las energías de su inteli- gencia, en el estudio de las enfermedades de la vis- ta, son dignos de la estimación y de la gratitud uni- versales; son los beneméritos de la humanidad. No haremos aquí mención de los hombres ilustres á quienes la Oftalmología debe sus grandes progre- sos; sería para nosotros una ruda y prolongada tarea. Sólo indicaremos algunos nombres que nos vienen involuntariamente á la memoria y que, para satisfac- ción nuestra, los llevan compatriotas nuestros. Efectivamente, los nombres de Vértiz, Lavista, Carmona y Valle, José Ramos, Bandera, y Fernan- do López, son los nombres de los sacerdotes de la ciencia que han hecho millares de beneficios á los desheredados de la luz. Todos esos Doctores honorables, con sus estudios, su práctica y sus observaciones, han adquirido una celebridad envidiable en el mundo científico, y tam- bién han prestigiado con su saber y sus habilísimas operaciones, al protomedicato de la República Meji- cana. Pasemos ahora á los datos biográficos. DOCTORES NOTABLES. 2 25 Nació el Sr. D. Anastasio Iturralde y Lara en la ciudad de Valladolid, Estado de Yucatán, el 27 de Octubre de 1840, siendo hijo legítimo del Sr. D. Jo- sé Patricio Iturralde y O'Horán, y de la Sra. D? Ma- ría Escolástica Lara y Quijano, Pasó su infancia é hizo sus estudios primarios en ía ciudad de Izamal, población del mismo Estado, y los secundarios y profesionales en Mérida, Capital de aquella importante Entidad federativa. El 29 de Septiembre de 1864 obtuvo el título de Médico-Cirujano. A los veinticuatro años de edad ejerció el Sr. Iturralde la noble cuanto escabrosa profesión á que se dedicó. A fuer de imparciales, y sin que nos domine la idea de localismo, aprovechamos la oportunidad que se presenta para decir dos palabras sobre la instrucción en Yucatán y los progresos que las ciencias han lo- grado alcanzar en aquella parte de la península. Sabido es que la cultura de un pueblo se obtiene ilustrando á las masas, y que, no ya la hez del pue- blo, sino aun la clase media, muchas veces son re- fractarias á la instrucción. Ahora bien, toca á los gobiernos estimular pode- rosamente, y por cuantos medios estén á su alcance, á todos los individuos que se opongan á los progre- sos intelectuales, y hacer que allí donde impere la ignorancia, y con ella el desarrollo de los vicios, ful- gure la luz de la inteligencia y esplendan los efluvios de la moralidad con el conocimiento de lo bello, ocul- to en los espacios de la ciencia. 226 LÁZARO PAVÍA. Nace de lo expuesto la imperiosa necesidad de la enseñanza obligatoria, que no es más que la tenden- cia absoluta de la ley: hacer al hombre útil á sí mis- mo y á sus semejantes. Pues bien, en Yucatán se cuidó há mucho tiempo de implantar la enseñanza obligatoria, y de ahí que el intelectualismo haya sido mejor cultivado que en otros puntos de la República, en los que posterior- mente se ha llevado á debido efecto el benéfico sis- tema á que aludimos. Citaremos un caso ocurrido en una de las Jefatr- turas del Estado, para que se vea con qué energía y justificación se ha procedido, tratándose de obligar á los padres de familia á que los niños concurran á las escuelas públicas. Los educandos que habían de concurrir á la escuela de la mencionada Jefatura, tenían que ir desde comarcas lejanas, y merced á las penas impuestas á los infractores, se obtuvo la pun- tual asistencia de los alumnos. Se notó la marcada ausencia de un discípulo, y fué llamado el padre, in- feliz leñador, quien expuso que, no había mandado á su hijo á la escuela porque le ayudaba al corte de leña; á lo que repuso el jefe del lugar:—Tú estás en la edad de cortar leña para tu hijo; mañana la cor- tará para tí;—hizo efectiva la pena, y se logró que el niño no tuviera más faltas de asistencia, Así se explica cómo muchos jóvenes ya recibidos no puedan ejercer por minoría de edad, y muchos de los que obtienen título profesional comiencen á ejer- DOCTORES NOTABLES. 2 2/ cer en edad relativamente temprana, como lo hemos dicho tratando de nuestro biografiado. Siendo estudiante de cuarto año, fué nombrado practicante para ir á la campaña á las órdenes del General D. Manuel Cepeda Peraza y dependiendo más directamente del Médico Cirujano D. Francisco Valencia. Concluida la citada campaña, obtuvo el empleo de Practicante Mayor del Hospital de San Juan de Dios de Mérida, hoy Hospital O'Horán, y á principios del año de 1865, ó sea uno después del en que recibió el título, fué nombrado Médico Director del Hospi- tal Militar de Valladolid, establecido para la campa- ña contra los indios rebeldes de Chan Santa Cruz, habiendo sido designado para establecer los hospita- les del Fuerte Carolina, de Tihosuco, 3onot y Kan- pocolché. Una vez instalados los dichos hospitales, regresó á 3onot, donde fué sitiado con las tropas del Oriente y Sur, por las fuerzas de los indios rebeldes. Hasta mediados de Junio del mismo ano pudo salir del monte, ya roto el sitio; llevando á su cui- dado á sesenta y seis heridos, conduciéndolos al cuartel de Tihosuco. Allí recibió órdenes de regre- sar al Hospital de Valladolid, en tanto que se em- prendiera nueva campaña, y permaneció en aquel hospital hasta Junio de 1867, época en que regresó á Mérida por haberse dado por terminada la campa- ña contra los rebeldes. En Septiembre del mismo año fue llamado por las autoridades del puerto de Veracruz para cubrir la 228 LÁZARO PAVÍA. vacante de Médico interno y Administrador del Hos- pital de mujeres y niños de Nuestra Señora de Lo- reto, en cuyo empleo permaneció hasta el año de 1874. Al año siguiente fué nombrado Médico de pobres para visitar á los enfermos de viruela, y concluida la epidemia, recibió el nombramiento de Médico de la Policía Municipal y de Salubridad de la población, cargos que actualmente desempeña. Además, desde aquella fecha, es Vocal Secretario de la Junta de Sanidad de Veracruz, y como tal, Médico de la sanidad del puerto hasta la expedición del Código Sanitario, que le dio el título de Delega- do del Consejo. Es también Vocal propietario de la Facultad Médica del Estado, desde el año de 1876. Fué Médico de la "Sociedad Protectora de Artes y Oficios de Socorros Mutuos," y Médico de las obras del puerto, durante la primera Compañía concesio- naria. Actualmente desempeña el cargo de Médico exa- minador de las Sociedades de Seguros de vida "La Mutua" y "La Mejicana." A principios del año próximo pasado fué nombra- do Médico Cantonal, encargado de conservar y prac- ticar la vacuna en todo el Cantón de Veracruz. Tan importantes cargos, desempeñados en un lap- so de tiempo de veintinueve años en una población tan noble y franca como lo es Veracruz, prueban has- ta qué punto se ha hecho de generales simpatías el Dr. Iturralde. Los servicios prestados en campañas tan rudas co- DOCTORES NOTABLES. 229 mo lo fueron la de la guerra de castas en Yucatán, le recomiendan por su desinterés en bien de la hu- manidad doliente y le acreditan como facultativo que se consagra á su misión, multiplicando el tiempo de trabajo y haciendo de la Ciencia Médica el verdadero consuelo del que sufre. ■ DR. LEOPOLDO GOLDSCHMIEDT, ÉN9ENADA DK TODOS SANTOS.—BAJA CAUFORNIA: i DR. LEOPOLDO GOLDSCHMIEDT. CH|¡|amos á hablar de un Médico ilustre, á quien, an- SS® tes que nosotros, ha elogiado la prensa norte- ¥ americana, y han hecho cumplida justicia mu- chas asociaciones científicas extranjeras. No es, ni puede ser un extraño el Dr. Goldschmiedt porque habiendo ingresado á la Masonería, que es agrupación universal, su patria está donde lo exija el cumplimiento del deber fraternal, y porque los be- neficios que su saber reporta á la Humanidad, san- cionan una vez más el principio de cosmopolitismo del talento. Así, pues, al hablar de esa personalidad médica, al reseñar todos y cada uno de los derechos que tiene para figurar entre los Doctores compatrio- tas nuestros, entre quienes reside, no habremos he- cho otra cosa que un cumplido homenaje á nues- tro huésped que ha traído á la República Mejicana el provechoso contingente de su profunda instruc- ción científica. 232 LÁZARO PAVÍA. Ahora bien, procediendo, cual de costumbre tene- mos, consignaremos algunos apuntes sobre la Dis- pepsia nerviosa, antes de hacer la brillante apolo- gía del Dr. Goldschmiedt. Las alteraciones del sistema nervioso obran po- derosamente sobre las funciones del estómago y ori- ginan, aveces, enfermedades gastro-intestinales que pueden dar lugar á verdaderos psicosis. Así lo han observado los más célebres alienistas, comprobando el hecho de que tanto el catarro agudo como el cró- nico del estómago, van muchas veces acompañados del sistema nervioso. La melancolía con los tintes de la hipocondría, son los agentes reveladores de esa psicosis. Mayer y Pribram han demostrado que el sistema vascular del cerebro tiene relaciones inmediatas con el de las visceras mediante la comunicación del gan- glio vertical con los nervios esplénicos y que las ex- citaciones mecánicas del estómago dan lugar al au- mento de la tensión sanguínea, y Senator asegura que es verosímil que las alteraciones generales del sistema nervioso, en caso de enfermedades de los ór- ganos digestivos, deban á veces su origen á ía ab- sorción de productos anormales de la digestión. De ahí la patogenia que pueda establecerse y la explicación de las funciones ejercidas por las altera- ciones digestivas sobre los órganos centrales del sis- tema nervioso, directa ó indirectamente. Los síntomas más importantes son los siguientes: DOCTORES NOTABLES. ^jy Después de la comida se pone encendido el rostro, se enfrían las extremidades, se altera algo la cabeza y hay tendencias al sueño; hay una sensación mo- lesta de plenitud que obliga al paciente á aflojarse las ropas inmediatamente después de comer. S\ el enfermo duerme, los movimientos reflejos, le hacen asustarse, y cuando después de largo tiempo des- pierta, se levanta con dolor de cabeza, la lengua su- cia, cansados los miembros, y de mal humor. Estas alteraciones son pasajeras; pero poco á poco se ma- nifiesta cierta sensibilidad contra las faltas dietéticas, de modo que, alimentos que podían tomarse antes sin incomodidad, producen eructos ácidos, náuseas y hasta vómitos. Todo esto hace que el individuo vaya poniéndose obeso. El nervosismo y la excita- bilidad del paciente aumentan; se producen palpita- ciones, el pulso se hace intermitente, hay poluciones de la aorta ventral que pueden percibirse al tacto, y el enfermo puede oír sus propios ruidos cardiacos, sobre todo si está en posición horizontal; se pierde la memoria y el sueño se altera. A veces se mani- fiestan las neuralgias, sobre todo en los nervios in- testinales, y aun hay puntos dolorosos en la columna vertebral. A medida que aumentan los fenómenos nerviosos, crecen los síntomas morbosos de los órganos diges- tivos- la inapetencia á veces, y el hambre voraz en otras se alternan y son mayores los sufrimientos des- pués de comer, especialmente cuando los alimentos son de difícil digestión, como todas las substancias 234 LÁ/ARO PAVÍA. grasas, el vino ácido y, en general, las grandes can- tidades de líquido. Los síntomas nerviosos son producidos por exci- taciones psíquicas, especialmente las incomodidades y las vejaciones que determinan la inapetencia, la suciedad de la lengua y la distensión del estómago. Los enfermos tienden entonces á reducir los ali- mentos, y como consecuencia precisa, sobreviene la demacración excesiva y una debilidad suma, desapa- rece la grasa del tejido celular subcutáneo, se hunde el abdomen y hay generalmente extreñimiento per- tinaz. De las observaciones hechas respecto á los can- didatos para las enfermedades gastro-intestinales, observaciones basadas en la diversidad de los sínto- mas en las diferentes clases sociales, se ha llegado á esta conclusión: En la mayor parte de las personas que se ocupan principalmente de trabajos intelectua- les, puede referirse, en general, la producción de las alteraciones digestivas con fenómenos nerviosos, á la herencia, á la educación y al género de vida incon- veniente. Leube hace constar, como carácter especial de la dispepsia fundada en una base nerviosa, la despro- porción existente entre los grandes padecimientos subjetivos del paciente, y el resultado objetivo del acto de la digestión, y asegura que, aunque los en- fermos sufran presión y tensión en el epigastrio, ex- citación, náuseas, congestiones á la cabeza, cansan- cio, somnolencia, cefalalgia y humor hipocondriaco; DOCTORES NOTARLES. 235 una prueba del contenido del estómago, obtenido por lesión, acusa la normalidad de fenómenos digestivos. Asimismo afirma Leube que dichos enfermos, la ma- yoría de las veces, pertenecen á las clases acomoda- das de la sociedad y que están en la edad de la juven- tud madura. La dispepsia nerviosa, según Leube, de- be separarse de las otras enfermedades del estóma- go y ser considerada como una especie particular. Ottomar Rosenbach, á quien se debe un valiosísi- mo trabajo sobre una neurosis especial del neumo- gástrico, se refiere en sus observaciones á hombres de veinte á treinta años, en quienes, después de fal- tas indudables de régimen, se produjeron ataques de un padecimiento gástrico en los que quedaban muy obscurecidos los padecimientos digestivos verdade- ros, por ciertos fenómenos nerviosos. Hace constar, además, Rosenbach, como característicos de los pri- meros períodos del padecimiento, el color sano del rostro del paciente, creyendo que existe una excita- ción refleja del neumogástrico, determinada por la acción de una influencia morbosa sobre las ramas gástricas del mismo. ' El tratamiento de la dispepsia nerviosa debe ten- der á robustecer la vida general del sistema nervioso, curando moderadamente con el agua fría y con fric- ciones que se comienzan á 22o R. y se hacen bajar á 16o R. á lo más. Beard recomienda en el tratamiento de la debilidad nerviosa la aplicación de la electricidad, la faradiza- ción y la galvanización central. 236 LÁZARO PAVÍA. Diremos para terminar, que la dispepsia biliosa se corrige evitando al enfermo las muchas comidas pe- queñas, limitando las dietas. Así se consigue que los enfermos dominen el hambre y que desaparezca la necesidad nerviosa de comer; deben preferirse ali- mentos ligeros para estos enfermos y procurar que el paciente no fume en absoluto. Con los tratamientos indicados se llega con mucho á la curación de tan penosa cuanto destructora en- fermedad. Justifiquemos ahora cuál es la instrucción cientí- fica del Dr. Leopoldo Goldschmiedt, instrucción que, como hemos dicho, redunda en beneficio de la hu- manidad. Es hijo de D. Segismundo A. y Rabette (Ro^fen- ziveig) Goldschmiedt; nació el 27 de Julio de 1847 en Keszthely, Condado de Zalá, Hungría. Recibió su educación moral en la casa paterna, que fué para él un santuario de cariño, y la instrucción primaria en las escuelas públicas, donde la niñez humilde, de la que con más frecuencia surgen los genios y los sa- bios, se nutre á expensas del erario para que la so- ciedad tenga más tarde miembros útiles y prove- chosos. Allí, en la cátedra del pobre, aprendió á ser modes- to; donde imperaba la democracia de los sentimien- tos, se hizo liberal por convicción; donde la fortuna esquivaba sus grandezas, se encariñó con la huma- nidad doliente. Testimonio de que la protección de los gobiernos, DOCTORES NOTABLES. 237 fielmente interpretada y con ahinco llevada á cabo, puede hacer de la instrucción pública el grandioso elemento de progreso para las naciones, es la utili- dad que como médico ha prestado y presta el Doc- tor Goldschmiedt, honrando á los maestros que co- menzaron á cultivar su inteligencia, preparando en ella los frutos de saber que más tarde daría. El Gimnasio de Raía, del Condado Raes, Hun- gría, le gradúa en 1865, y fué ese uno de los prime- ros triunfos que alcanzó después de haber salido de la escuela. / Tres años después, en 1867, comenzaba á cursar Medicina en la ciudad de Nueva York con la direc- ción del Profesor Alfredo Z. Joemis, quien desde luego vio en el nuevo discípulo un talento preclaro y una inteligencia privilegiada. Cursó Diagnosis Espinal con el Profesor P. A. Aylett, y fué Ayudante del Profesor William Thom- som en su Clínica Médica. Asistió á los cursos espe- ciales y ordinarios de estudios en el Departamento Médico de la ciudad de Nueva York, sin faltar de un invierno á otro y estudiando con marcado afán hasta doctorarse en Medicina y Cirugía en Mayo de 1869. La tisis, esa enfermedad que preocupa á los sabios médicos del mundo entero y que por más que la ciencia llegue á ser impotente una vez que el mal progresa originando la muerte inevitable, se lucha en los laboratorios para destruir el microbio agosta- dor de la existencia, fué el asunto arduo cuanto de 23S LÁZARO PAVÍA. utilidad inapreciable que eligió para su examen pro- fesional, titulándolo "Patología de la Tisis." Tan acertada estuvo la tesis inaugural del Dr. Goldschmiedt, que el Jurado calificador le otorgó la mención honorífica, título honrosísimo que ostentará nuestro biografiado como el más glorioso de su vida, por ser el que le recuerda sus afanes por el estudio y sus anhelos por el título profesional. El Dr. Goldschmiedt fué Practicante desde el mis- mo mes de Marzo de 1869, del Hospital de Caridad de Nueva York, hasta Octubre de 1870; Médico Ayudante del Dispensario Nordeste y del Departa- mento de Mujeres del Asilo de Huérfanos, desde 1870 á 1876; en el mismo período de tiempo Médico Consultor del "Hogar para hebreos ancianos y en- fermos;" Médico-legista, Teniente Coronel de Nue- va York desde 1? de Enero de 1876 hasta Enero 1" de 1882; Inspector de Sanidad, de 1884 á 1885, y por una temporada en 1888; Gerente del Departamento Metropolitano de la Sociedad Equitativa de Seguros sobre la vida. Estos numerosos cargos prepararon la reputación médica que en lo sucesivo gozaría el Dr. Goldsch- miedt y fueron otras tantas garantías para las con- fianzas que de su saber se hicieron. La culta ciudad que no en vano es considerada como emporio de grandiosa civilización é infatigable perseguidora del adelanto en las ciencias, le hacía partícipe de su grandeza teniéndole en puestos pro- minentes cirios que alternara con los hijos del país. DOCTORES NOTABLES. 239 Así, lleno de satisfacciones íntimas, llegó á los An- geles, California, en 1888, y fué perfectamente reci- bido tanto en el ejercicio de su profesión como en lo particular, durante un año. Recibió é hizo su práctica en San Francisco, desde 1889 á 1894, época en la que resolvió viajar en lo privado, deseoso de descan- sar, aunque siempre dedicándose al estudio que ha sido en él un deseo constante. En Julio de 1894 llegó á la Ensenada, eligiéndola por su residencia. Con excepción de algunos meses que estuvo en San José del Cabo ha permanecido siempre en la Ensenada donde cuenta con numerosa clientela y es reconocido como uno de los Doctores más prominentes de la Península. Durante su residencia en Nueva York, fué miem- bro de la Sociedad Médica del Condado y de la Mé- dico-Legal de dicha ciudad, y es hasta la presente miembro de la Asociación "Alumnos de la Univer- sidad de Nueva York." Hemos terminado la ordenación de los datos bio- gráficos del Dr. Goldschmiedt; ellos tienen la elo- cuencia de los hechos consumados que nada puede destruir y ellos nos autorizan al elogio que hagamos para que no se crea que dejándonos guiar de la sim- patía, dejamos correr la pluma, ávidos de otorgar encomios. Lo hemos dicho y lo repetiremos: formado el Dr. Goldschmiedt en la escuela creada para el pueblo, unido en los mejores años de su vida con niños de todas las clases sociales, estando con la custodia y _40 LÁZARO PAVÍA. responsabilidad de maestros que sin cuidar de la re- tribución sólo ven por la juventud que se les ha en- comendado, creció siendo liberal en sus sentimientos, demócrata en sus tendencias. Liberales y demócratas nosotros, sabemos apre- ciar en lo que valen esos tesoros de que goza el Dr. Goldschmiedt y nos felicitamos de tener á tan ilus- tre huésped. Por otra parte, entre los pobres á quienes en los a-silos Neoyorquinos ha impartido la caridad bendi- ta de la ciencia de curar, ha aprendido á ser filántro- po sin ostentación y hermano sin interés. Así ha llegado á ser en la Gran Institución en que la ignorancia se estrella y el fanatismo cae vencido, uno de sus más fervientes sostenedores. Propagandista del pensamiento libre, de esa fa- cultad generadora que cada día ensancha sus domi- nios de grandeza rompiendo con todas las preocu- paciones y con todos los obstáculos, el Dr. Golds- chmiedt contribuye á la unidad de acción y á las nuevas adquisiciones de imperio moral que adquiere la augusta, la imperecedera Masonería. Virtudes son las que hemos enumerado que hacen del hombre el verdadero hermano del hombre, máxi- me cuando ese hombre puede ofrecerá su semejan- te el elixir de la vida y guiarle en las tenebrosidades de la existencia, con la antorcha de la sabiduría. Para esos hombres están reservadas las bendicio- nes de los que sufren. ¿X;- ■ ■ -4.S. :-M DR. EMILIO R. FUENTES. TENAÑCINGO.—MÉXICO. %\£* DR. EMILIO K. FUENTES. -iCX ff|,AMüs á decir algo sobre Homeopatía y á la vez ^ á consignar los hechos más notables que cons- í&jm tituyen la popularidad que en este libro mere- \ ce tener el Dr. Emilio R. Fuentes. Entre el sabio Hahnemann, fundador de la Medi- cina Homeopática, y el Médico que tenemos la honra de presentar á nuestros lectores en el presente ar- tículo, hay un punto de semejanza: las circunstancias precarias por que atravesaron para llegar á la adqui- sición de un nombre científico. Al determinar esa semejanza mediante las biogra- fías que brevemente expondremos, habremos deter- minado los méritos del Dr. Fuentes. Debemos comenzar, antes de hacer una breve re- seña de los principios en que se funda la doctrina del sistema homeopático, por decir algunas palabras acerca del ilustre Hahnemann, célebre médico ale- 242 LÁZARO PAVÍA. man, fundador de la escuela que lleva su nombre y que nació en la ciudad de Meissin, en la Alta Sajo- rna, el 10 de Abril de 1755. La primera educación de Hahnemann la recibió en el seno de su familia; pero los estudios más serios de su carrera, hízolos en el colegio secundario de su ciudad natal, sobresaliendo entre sus condiscípulos á tal grado que á la edad de catorce años, dicen sus biógrafos, ya daba lecciones de lengua griega á sus condiscípulos, y el Dr. Müller, Director de aquel Instituto, le admitía en su trato privado. A los diez y siete años poseía nueve idiomas. Concluidos con brillante éxito sus estudios prepa- ratorios, el joven Hahnemann manifestó vehemen- tes deseos por seguir la carrera de la Medicina. Su padre, que era pintor en objetos de porcelana y que poseía pocos bienes de fortuna, creyó más conve- niente dedicarlo al comercio; pero Samuel, en mane- ra alguna aficionado á la carrera que se le imponía, enfermó á consecuencia de semejante contrariedad, lo que obligó á su padre á que le dejara seguir sus propias inclinaciones. Con pocos recursos marchó el futuro gran médi- co á la ciudad de Leipzig á comenzar sus estudios de Medicina. En esa gran ciudad alemana consagró la mayor parte de su tiempo al estudio de su ciencia predilecta, ocupando sus horas de ocio en la traduc- ción de libros de Medicina extranjeros y en la ense- ñanza del idioma francés. Muchas fueron las Universidades que recorrió DOCTORES NOTABLES. 243 Hahnemann en Alemania, hasta que obtuvo el títu- lo de Doctor en Medicina y Cirugía en la ciudad de Erlagen, á la edad de veinticuatro años. Dedicó á la práctica profesional doce años, y vien- do los pocos resultados que obtenía y la confusión de las ideas reinantes, resolvió abandonar el ejerci- cio de la Medicina, pero siempre exclamaba: "Es imposible que Dios haya permitido que su criatura predilecta enfermara, sin haber puesto al alcance de su razón los medios más adecuados al recobro de la salud." Y de esta manera, á la par que su atención se ocu- paba de otros trabajos para sostener á la numerosa familia, dedicaba algunas horas de la noche á la tra- ducción de las obras más afamadas y á buscar un principio que le sirviera de guía en la práctica de la Medicina para elegir el medicamento adecuado que debía existir para cada enfermedad. Una noche—dice uno de sus biógrafos—tradu- ciendo la Materia Médica de Cullen, Hahnemann, confundido por las diferentes hipótesis con que se trataba de explicar la virtud antifebril de la quina, pensó que era preciso para conocer la acción de esa substancia en el organismo enfermo, saber antes có- mo obra en el sano, porque de este modo se estu- diaría la acción pura del medicamento y sin quedar oculta ni confundida por los síntomas de la enferme- dad. Trató de llevar á la práctica, de establecer la Farmacodinamia ó Materia Médica pura, que hasta entonces sólo contaba con algunas experiencias ais- 244 LÁZARO PAVÍA. ladas de los fisiologistas. Por lo tanto, debe tener- sele como fundador de la Farmacodinamia ó estudio de la acción fisiológica de los medicamentos, es de- ; cir, de su acción en el organismo sano. Hahnemann, por lo tanto, resolvió estudiar las propiedades de la quina. Hizo un cocimiento fuerte de ese antipirético y lo tomó durante varios días. Nada experimentó á los primeros, pero pasados al- gunos más, advirtió síntomas que guardaban cierta analogía con los de las fiebres intermitentes, cuyo remedio es la quina. Sorprendido por este fenómeno, , procedió á analizarlo, y del hecho de que el medica- mento que cura las intermitentes produce síntomas semejantes en el organismo sano, ¿será posible, se . preguntó, que lo semejante se cure con lo semejan- te? ¿Será este el principio providencial para buscar ' el remedio que debe existir para cada enfermedad? Así había entrevisto Hahnemann la Homeopatía. Alentado por esta idea, trató de hacer experiencias con otros medicamentos y en otras personas, y siem- pre le pareció cumplirse la ley terapéutica que aca- baba de descubrir: la ley de los semejantes, una de las bases fundamentales de la Homeopatía. Y del propio modo que Newton sorprendió la ley de la gravitación universal en la caída de una man- zana, á Hahnemann le pareció haber hallado la ley de la homeopaticidad de los medicamentos en los pol- vos de quina. Tal fué el origen de la Homeopatía, revelada al mundo el año de 1810. DOCTORES NOTABLES. 245 Hecha rápidamente la historia de este sistema de Medicina, fácil nos será exponer sus principios fun- damentales. Considera la Homeopatía el cuerpo humano como formado por tres elementos: materia, alma (fuerza psicológica) y vitalidad (fuerza vital). Este es el lazo de unión entre el alma y la materia, que son entida- des enteramente independientes. La Homeopatía cree que la enfermedad es el re- sultado de una alteración de la fuerza vital del orga- nismo y no de la materia; consta de dos elementos: la alteración dinámica ó vital y los síntomas aprecia- dos por el enfermo ó el médico. La alteración de la materia es secundaria y sin im- portancia terapéutica, y por consiguiente, el trata- miento debe dirigirse sobre la vitalidad y no sobre la materia. En algunos casos el medicamento podrá dirigirse sobre la lesión misma; pero siempre debe obrar so- bre la vitalidad y no sobre la materia. Puede, pues, la Homeopatía usar medicamentos externos, mas sin apartarse de su concepción patológica y de su ley terapéutica. La Homeopatía no admite enfermedades locales, sino enfermedades generales localizadas. La neumo- nía es una enfermedad general localizada en los pul- mones; la sífilis, una enfermedad general con mani- festaciones en todos los tejidos, puesto que la enfer- medad es una alteración dinámica. Por consiguiente, la Homeopatía obra de una manera general sobre la 246 LÁZARO PAVÍA. vitalidad, que es una y general. La Homeopatía, además, cree que los síntomas resultan de la pertur- bación de la fuerza vital modificada por el agente patógeno. Hahnemann llamó enfermedades crónicas á las miasmáticas, y admitió solamente tres miasmas: sí- filis, psicosis y psora ó sarna; ellas dan origen á to- das las variedades de enfermedades crónicas. El miasma psórico es la causa más frecuente; casi todas las afecciones mentales son psóricas. Por último, y salvando otras muchas considera- ciones que nos parecen superfluas, diremos, que los adeptos á la Homeopatía concretan las ventajas de su sistema en estos principios: Cura la Homeopatía sin dañar jamás, puesto que administra medicamentos infinitesimales. Deja obrar al organismo sin necesidad de vigilarlo. La curación por la Homeopatía es económica. El Homeópata prepara él mismo sus medicinas; sabe qué da y cómo obran. El arsenal terapéutico es portátil; el homeópata puede andar con su farmacia. La Homeopatía cura de una manera suave, pron- ta, segura y constante. Ha introducido en la Farmacopea una nueva for- ma farmacéutica: la de glóbulos, que ha pasado á la Dosimetría con el nombre de granulos. Para no hacer muy extensas las proporciones de este artículo, sólo diremos que la Homeopatía tiene en el mundo infinidad de adeptos, y que en Méjico DOCTORES NOTABLES. 247 son muchos los facultativos que siguen el sistema de Hahnemann; entre otros, y el más distinguido, es el Dr. Segura y Pesado. El establecimiento del Hospital General Homeo- pático y la reglamentación de estudios para obtener el título de médico homeópata, prueban de la mane- ra más evidente que la Homeopatía en Méjico ha llegado á rivalizar con la Alopatía, sistema de que se alejan muchos médicos. Sistema muy debatido en Méjico ha sido el ho- meopático, que facilita las prontas curaciones en el hogar, merced á la sencillez de las fórmulas receta- rias y á la ayuda de un botiquín. Unos afirmando que las medicinas homeopáticas son débiles, y otros, que la ministración de las pe- queñas dosis encierra bastante energía, han comba- tido la aplicación de ese sistema. Nosotros, sin pretender terciar en tan trascenden- tal asunto, recordamos el mundo de los infinitamen- te pequeños, de Víctor Hugo, y vemos en el princi- pio: similia similibus curan tur, las dos fuerzas iguales que, según la Mecánica, yendo en sentido contrario se destruyen. No sabemos si el Dr. Emilio R. Fuentes será ó no partidario de la Homeopatía; pero en uno ú otro caso, de seguro no nos tendrá á mal que hayamos tocado un punto científico que no desaparece aún del campo de la discusión. Hecha esta ligera salvedad, pasemos á ocuparnos en reseñar la vida del Dr. Fuentes. 248 LÁZARO PAVÍA. Es hijo legítimo del Sr. D. Elíseo B. Fuentes y de la Sra. D? Antonia Centeno, ambos naturales de Tenancingo, Estado de Méjico, donde nació nuestro biografiado el 6 de Octubre de 1866. En la ciudad natal pasó su infancia é hizo los es- tudios primarios, y á la edad de catorce años ingresó al Instituto Científico y Literario de la Capital del Estado, donde cursó los estudios preparatorios. En 1886 pasó ala Escuela Nacional de Medicina, de Méjico, y el año de 1890 terminó su carrera pro- fesional. Es honroso para el Di: Fuentes, que hagamos constar que, no obstante haber terminado felizmente los dificilísimos estudios, saliendo garante año por año de la proverbial exigencia de los sinodales, no pudo recibirse el mismo año de 1890 por escasez de recursos pecuniarios, y hubo de aplazar su recepción hasta el año de 1894, siendo aprobado por unani- midad. Durante la época de sus estudios profesionales, fué meritorio del Hospital Militar, practicante de núme- ro de las inspecciones médicas de las Demarcaciones de Policía desde Agosto 29 de 1892 hasta Septiem- bre de 1894; practicante de número de la Cárcel Mu- nicipal, del 15 de Junio al 15 de Noviembre de 1892; practicante de número del Hospital Francés, desde Enero de 1890 hasta Enero de 1892, y por último, practicante de número del Hospital de San An- drés. Actualmente ejerce la profesión de Médico Ciru- DOCTORES NOTABLES. 249- jano en la ciudad de Tenancingo, cabecera de Dis- trito en el Estado de Méjico, población natal, como hemos dicho, del Sr. Fuentes, á quien tiene en alta estima la sociedad en que vive. DR. ROBERTO CtíEDO, COLIMA.—COLIMA; DR. ROBERTO CAÑEDO. i las manifestaciones grandiosas del genio, han sido y serán siempre la admiración de los pue- fS|ff blos, y si los hombres privilegiados en cuyo l£ v cerebro se incuban los pensamientos y las ideas generadoras de las grandes cosas, han merecido el monumento de la universal estimación, no menos admirables nos parecen las conquistas del talento en el campo hermoso de la observación científica que conduce á la verdad. Se ha dicho, y en ello estamos conformes, que el análisis no es el último término de las operaciones del espíritu humano, porque después de haber ana- lizado, compara, clasifica, y luego, en fin, generaliza. Y esto que asentamos es tan evidente, que nos bastará citar un ejemplo aislado para hacer admisi- ble la teoría. El sabio estudia; inclinado constante- mente sobre el libro de la verdad, que es la ciencia, llega á sorprender un secreto de la naturaleza; lo ana- 2S2 LÁZARO PAVÍA. liza, lo descompone en sus partes más pequeñas pa- ra después reconstruirlo con los propios elementos de descomposición. Una vez reconstruido el descu- brimiento, lo clasifica entre los de su especie, y por último, generaliza las leyes que se deducen de aquel descubrimiento para hacer aplicables sus principios á todos los casos en que deban intervenir los ele- mentos de aquel nuevo factor de adelanto. El espíritu humano, en Medicina, como en todas las demás ciencias, marcha con absoluta igualdad, y de ahí es que se ha originado ese escalonamiento de teorías que constituyen la clasificación de las ciencias médicas. Observando un grupo aislado de esas ciencias, ve- remos que la Patología general, divídese en dos gran- des ramos: Las Nosografías filosóficas y la Patología general. La distribución exacta y clasificada de todas las enfermedades, según las relaciones de semejanza ó de diferencia que se advierten en ellas, es lo que ver- daderamente constituye la Nosografía filosófica. No es otra cosa que la clasificación metódica de los fenómenos patológicos establecidos en vista de lo que tienen de común desde el punto de vista de sus causas, de los síntomas y de su tratamiento; en una palabra, es la nomenclatura filosófica de la ciencia, así como la nomenclatura especial es el resultado del estudio analítico de una enfermedad. Examinemos ahora, siquiera sea rápidamente, lo que constituye la Patología general. DuCTORtS NOTABLES. 203 Fundada sobre el propio sistema que preside al establecimiento de una Nosografía, la Patología ge- neral sigue sus divisiones, componiéndose de consi- guiente de las siguientes partes: de una Etiología general, de una Nosografía general y de una Tera- péutica general. Fácil sería establecer una clasificación nosológica que satisficiese de un modo completo las necesida- des de la inteligencia, si ya se pudiera considerar completa la ciencia médica, ó si se hubiese ya llega- do á sus límites; pero como la condición para el en- riquecimiento y adelanto de todas las ciencias es la observación constante y los descubrimientos que de ella se deducen, resultará que ninguna de las clasi- ficaciones más admitidas hasta la fecha se hallen al nivel de los conocimientos modernos. Hállase la Patología general subordinada á condi- ciones análogas, porque sigue en un todo los progre- sos délo especial y su creación, cuyo germen se puede entrever en las prevenciones de Hipócrates; es un producto de los tiempos modernos, verdaderamente desconocidos en los primeros siglos de la Medicina. La utilidad y la importancia de la Patología son, por lo demás, cosas harto umversalmente reconoci- das hasta hoy día para que no se cultive con el mayor esmero esta parte de la ciencia médica. La Historia Natural, el número de los conocimien- tos individuales es tal, que es ya imposible trazar á grandes rasgos su conjunto, reuniéndolos en un cua- dro metódico que los figure sinópticamente en lain- 2 54 LÁZARO PAVÍA. ______ teligencia de esa necesidad de suplir la debilidad de nuestra inteligencia. Por eso ha nacido la Anatomía general, y de ella espera sus progresos la Patología general. Permítasenos una última digresión acerca de la Patología general, á fin de que se comprenda cuán- ta influencia tiene y tendrá siempre en la Medicina. Cuando Galeno apareció en Péxgamo, fundó la escuela ecléctica, iniciada por su maestro Aga- thino. La Patología de esta escuela consistía en creer que la fiebre se debía á la alteración de los humores, de donde nació la escuela humorística, derivada de la Patología humoral iniciada por Hipócrates, y la in- flamación, á la salida de la sangre fuera de los vasos. La terapéutica de esta escuela consistía en expolia- ciones, sangrías, sedales, moxas, ventosas, escarifi- caciones, sanguijuelas, etc. A Vesalio y Eustaquio Paracelso debió muchos adelantos la Patología, nada menos que el uso me- dicinal de ciertas substancias químicas, tales como el mercurio, el antimonio y el plomo. Debido á Harvey, la Patología experimenta una gran evolución en el siglo XVII. Sydenham des- cribió y clasificó las enfermedades, contribuyendo sus trabajos á desembarazar á la Patología de los errores de la Química y la Mecánica que.habían invadido la Medicina al grado dr formar una Patología mecáni- ca y otra química, con sus terapéuticas correspon- dientes. Van Helmont, Stahl, John Forbes Bierha- DOCTORES NOTABLES. 255 ve, Haller y otros muchos sabios hacen avanzar rá- pidamente la Fisiología y la Patología. En la actualidad, mientras mayores son los des- cubrimientos médicos, mayor es la importancia que adquiere la Patología general, y no creemos ser atre- vidos al asegurar que no está remoto el día en que la clasificación de todas las enfermedades y dolencias del cuerpo humano, puedan concretarse á una clasi- ficación clara y precisa, de donde emane una Tera- péutica no menos exacta para la destrucción de los males. Cuando tal se realice, cada hecho que directamen- te haya contribuido al perfeccionamiento científico, habrá sido un contingente valiosísimo que la huma- nidad debe agradecer. ¿Qué son la constancia en el estudio y el afán de obtener algún procedimiento nuevo, que más direc- tamente conduzca á un fin práctico, sino la contribu- ción eficaz de las aptitudes morales en pro de la ciencia? Veamos cómo el Dr. Roberto Cañedo contribuye á ese adelanto. Nació en Guadalajara el 4 de Octubre de 1863. Fueron sus padres el Sr. Anastasio Z. Cañedo y la Sra. Maclovia González de Cañedo. Los primeros estudios los hizo en el Liceo de Va- rones de Guadalajara, y el año de 1880 pasó á la Es- cuela Nacional Preparatoria de Méjico para conti- nuar los preparatorios. Cursó los estudios profesionales en la Escuela N. 2DÓ LÁZARO PAVÍA. de Medicina, y obtuvo el título de Médico Cirujano, aprobado por unanimidad, en Agosto de 1890. Durante la época de los estudios superiores fue practicante interno de los hospitales en que se hacen las prácticas, y en ellas logró solidificar los conoci- mientos adquiridos. Fué, además, Jefe del Anfiteatro en el Hospital Militar, y Jefe del Arsenal quirúrgico del Hospital "Morelos," practicante de los Departamentos de Ci- rugía de las Inspecciones de Policía del Distrito Fe- deral, miembro de las Sociedades "Filoiátrica," de la de "Estudios Psicológicos A" y otros. Ha procurado, por cuantos medios están á su al- cance, propagar la ciencia médica, y así le vemos figu- rar como colaborador en "El Progreso Médico de París," "La Escuela de Medicina," "La Voz de Hi- pócrates" y otras publicaciones. Para obtener el título, presentó los estudios sobre ^Anestesia rápida y El magnetismo humano conside- rado como agente terapéutico en las enfermedades nerviosas. . Ha sido Médico de la Compañía del Ferrocarril Central de Tampico, Cirujano de la del Ferrocarril de Veracruz, en Apizaco; miembro del Cuerpo Mé- dico Militar de Méjico, con el que marchó en la ex- pedición del Sur y en la campaña de Chihuahua, el año de 1893. Nombrado por el Dr. Licéaga, ha sido varias ve- ces Médico expedicionario de las Compañías de Se- guros de vida "La Mutua" y "La Fraternal." DOCTORES NOTABLES. 257 El año de 1893, fué Médico Consultor de la Com- pañía Inglesa Plymouth en el itsmo de Tehuante- pec. Fué Delegado al Congreso de Higienistas del Es- tado de Méjico. Actualmente desempeña los cargos siguientes: Médico adjunto al hospital "Morelos," Cirujano ad- junto á los Departamentos de Cirugía de las Inspec- ciones de Policía del Distrito Federal, colaborador de los periódicos científicos de Europa "La Prens Medical" "RevuedechimigueBulletin de Therapeu- tijiíc," "Revista de Farmacia del Perú," "Los Ana- les de Medicina" de la República Argentina. I )urante cinco años de permanencia en París, con- curriendo á los hospitales y estudiando muy de cer- ca los avances de la ciencia médica, ha podido per- feccionar sus estudios ampliando la esfera de sus co- nocimientos. Ahí, en ese gran centro del mundo, en ese gran foco en donde las ciencias y la ilustración han toma- do asiento, nuestro biografiado, con el amor y su de- dicación á la medicina, aprendió cosas notables, que le han sido útiles en su país, para salvar de las garras de la muerte á centenares de personas postradas en el lecho del dolor. La constante práctica de escribir, ya en publicacio- nes nacionales, ya en periódicos extranjeros, le ha puesto en condiciones de enriquecer su criterio cien- tífico y de acopiar nuevos elementos para salir avan- te en el ejercicio de su profesión. 258 LÁZARO PAVÍA. El Dr. Cañedo es uno de los paladines que luchan con la muerte y que sólo se rinde cuando la ciencia es impotente. Ante el heroísmo de esos apóstoles que la huma- nidad tiene para la conservación de la existencia, el pensamiento se arrodilla (que dijo el poeta) para tri- butarles un homenaje de admiración. DR. ROQUE MCOOZET, MORELIA.—MICHOACÁN. DR. ROQUE MACOUZET. i la Homeopatía con los secretos de los infini- tamente pequeños admira por sus resultados maravillosos, la Alopatía, con sus aplicaciones reales y sus prácticas tangibles, hace concebir el dominio arrancado á la Naturaleza en las más am- plias manifestaciones de su grandeza. Ambas escuelas de curar conducen á la admira- ción de esa ciencia que ha sido ingénita en el hom- bre, como el principio de la propia conservación del que derivó, como consecuencia recíproca, el de la protección al semejante en las luchas por la exis- tencia. Veamos algo sobre el sistema alopático, que es hasta ahora en Méjico el oficialmente adoptado para curar, por más que el homeopático se acredita con sus aplicaciones. Reflexionando detenidamente acerca de las inco- modidades á que vive sometido el ser humano, en- 2ÓO LÁZARO PAVÍA. contramos que quizá sean las peores aquellas que acarrean consigo las enfermedades. Natural nos pa- rece, que el hombre procure, si ya no por el propio instinto, al menos por el egoísmo genuino, dismi- nuir sus dolores y aliviar sus males, y ese instinto natural le condujo á buscar por todas partes el filtro bienhechor que mitigara un tanto las torturas físicas del cuerpo. La Medicina, siguiendo un sistema metódico en ia terapéutica de las enfermedades, empleó al princi- pio los brebajes, luego las pócimas y después las mix- turas, si bien produciéndose una confusión espanto- sa, propia de todo empirismo indocto. Como un verdadero mito fueron en un principio las nociones rudimentales de la Medicina, tales como la Anatomía, la Fisiología, etc., y los secretos que encierra el organismo fueron un arcano en aque- llos tiempos de remota antigüedad; mas el genio atrevido de Vesalio, la mano valerosa de ese mártir de la ciencia, no había aparecido por aquel entonces, para descorrer con estoica resolución el denso velo que ocultaba los misterios íntimos del cuerpo huma- no, dando de esta suerte los primeros pasos en el adelanto de la Anatomía. Vesalio no obtuvo otro premio á sus desvelos que atraerse la animadversión y el odio de sus contem- poráneos, que estupefactos de admiración envidiosa, le señalaban como al último y más vil sacrilego de aquella época. En las prácticas curanderas, los sufrimientos se DOCTORES NOTABLES. 2ÓI multiplicaban con los años, y de ese caos, de esa al- quimia preñada de ignorancia y de misterios, surgió el más noble de los sacerdocios: la Medicina. Por muchos siglos la práctica de esta obscura cien- cia fué una nueva tarea de Sísifo para los beneméri- tos de la humanidad que acometieron la empresa de curar el cuerpo humano. El más noble, el más cul- minante de aquellos sabios fué Hipócrates, quien, recogiendo los elementos dispersos, depurando y analizando ideas y sistemas, enseñó al mundo ab- sorto de admiración, el a. b. c. de la famosa cuanto difícil ciencia que más tarde heredaría su nombre. El gran Hipócrates fué el manantial fecundo de donde surgieron las diversas escuelas que más tarde se desarrollaron; pero la base fundamental de su doc- trina, el germen fecundo de su escuela fué el princi- pió: contraria contrariis curantur, es decir, el medi- camento debe oponerse á la enfermedad, luchar con ella. Ese, y no otro, fué el origen de la Alopatía, que en las diferentes épocas de su desarrollo ha sufrido mu- chas evoluciones, destinadas á cumplir el principio de Hipócrates que ya mencionamos. La Alopatía, en efecto, comenzó por combatir las enfermedades, creyéndolas como un ser con elemen- tos de propia existencia y que penetraba al cuerpo humano emanando de Dios ó del Diablo; después consideró las enfermedades como una alteración pu- ramente dinámica; inventó para oponerles, fuerzas capaces de volver al estado de vitalidad perturbada, 2Ó2 LÁZARO PAVÍA. y por último, hoy las considera como una alteración de la materia y procura obrar sobre la lesión favore- ciendo su reparación con el alejamiento de toda causa morbígena, ya sea intrínseca ó extrínseca. El escalpelo del anatómico, el microscopio del his- tólogo, las investigaciones del fisiologista y el estu- dio clínico del patologista, al escudriñar empeñosa- mente el cuerpo humano, han revelado los misterios más recónditos del organismo animal. La Anatomía y la Microscopía, demostrando los elementos de las partes constitutivas del propio organismo; la Bacte- riología, investigando la influencia de los micro-or- ganismos vegetales y parásitos animales en el des- arrollo de las enfermedades; la Meteorología, la Quí- mica y la Mecánica demostrando su influencia en la etiología de las afecciones, todo este conjunto de ele- mentos ha venido á constituir la escuela organicista ó anatomo-patológica, que no admite ninguna en- fermedad sin lesión anatómica, formando de este mo- do la tercera evolución científica en la concepción patológica. La Alopatía actual es esencialmente racionalista, y sólo ve en el organismo dos cosas: materia y mo- vimiento, es decir, órganos y funciones. El movimiento de la vida lo constituyen el con- junto armónico de las funciones del organismo; es una propiedad ó atributo esencial de la materia or- ganizada Como ya hemos dicho, la enfermedad no es otra cosa para la Alopatía que una alteración de la mate- DOCTORES NOTABLES. 263 ria, y no hay enfermedad sin lesión anatómica. La demostración de este principio capital se ha hecho tanto más difícil, cuanto mayor es la escasez de los medios para su investigación, por ejemplo, en los ca- sos de neurosis. Pasemos ahora á examinar lo que constituye el cuerpo. Fórmase éste por el movimiento de la ma- teria, y sus átomos se disponen de cierta manera. De este hecho han brotado estos principios: todo cuerpo tiene cierta estructura, y todo cuerpo tiene de- terminado movimiento molecular ó reacciones. Este movimiento molecular es el que descompone los cuer- pos, el que destruye la forma; pero no la materia que es inmortal como su función atómica ó molecular, y bien podemos afirmar en apoyo de esta teoría, que desde que existe el mundo no se ha hecho ni perdido un solo átomo de materia y los cuerpos han sufrido infinidad de transformaciones. Ahora bien; la reacción que se verifica en un cuer- po es variable y depende de su estructura; en los mi- nerales esta reacción y esta estructura son uniformes y homogéneas, tienen la misma disposición molecu- lar en todo el cuerpo, y si éste es compuesto, cada parte tiene una estructura homogénea y sin conexión con el todo. Las moléculas, en los vegetales, forman grupos de diferente estructura; en los animales se observan muchas partes de diferente estructura. Tal es, á grandes rasgos, la teoría alopática en ge- neral y que constituye un sistema médico que día á 264 LÁZARO PAVÍA. día conquista mayores progresos á la luz de los des- cubrimientos pasmosos de los sabios. Ahora bien; esos descubrimientos no se realiza- rían sin la cooperación de los trabajos que los hom- bres de ciencia ponen al servicio de la reciprocidad en el adelanto físico y moral de los pueblos. De ahí que en este libro figuren personalidades como el Dr, Macouzet, que contribuyen á ese ade- lanto. Nació en Morelia el 16 de Agosto de 1870. Sus padres fueron el Sr. D. Juan Macouzet y la Sra. Lu- cía Malo de Macouzet. En el Nacional Colegio de San Nicolás de Hidal- go, del que han salido tantas notabilidades en las cien- cias, hizo sus estudios preparatorios, y pasó á la ca- pital de la República para hacer los estudios profe- sionales en la Escuela Nacional de Medicina. Sabida es la moralidad que se observa en ese plan- tel, cuya Facultad es respetada no solamente en todo el país, sino en el extranjero; así que, con decir que el Sr. Macouzet obtuvo premio en todos los años profesionales, se comprenderá cuan satisfactorio es el título de Doctor en Medicina que le valió ser res- petado en Europa y los Estados Unidos, donde hizo ventajosa práctica de su profesión. En París se dedicó con el Profesor Marfau á la Pediatría, y entre los notables adelantos que conquis- tó en los centros científicos extranjeros, aquel fué de los más famosos. Asistió como Delegado Médico del Estado de Mi- DOCTORES NOTABLES. 262 choacán al primer Congreso Pan-Americano que se celebró en Washington. Poco tiempo después y con el mismo carácter, asistió al Congreso de Higiene que se celebró en Chicago. En 1894 asistió como representante del mismo Estado al Congreso Médico Internacional de Roma, al que concurrieron los personajes del protomedica- to y con ellos representó dignamente á nuestro país. Fue Secretario de la Sociedad Filoiátrica y de la "Pedro Escobedo" de Méjico, y miembro de la Aca- demia "Álzate." Actualmente es Profesor de Medicina Legal y Deolotogía de la Escuela de Medicina de Morelia, y miembro corresponsal de la Sociedad de Medicina Interna de Méjico. Entre los trabajos que le recomiendan, podemos citar un estudio sobre el cateterismo arterial, siendo el primer médico que empleó dicho sistema en Mé- jico. Tales son los datos biográficos que hemos podido obtener respecto al Dr. Roque Macouzet. A ellos debemos la oportunidad de haberlo presen- tado en la galería de Doctores que se han distingui- do en el ejercicio de la profesión que por ser huma- nitaria es noble, y que por los fines que persigue es grandiosa. Su permanencia en el extranjero y sus brillantes calificaciones en los estudios profesionales, le justi- fican. DR. CAEOS GOTEA. CIUDAD VICTORIA. —TAMAULIPAS DR. CARLOS GOVEA. f'7AMos á entrar en detalles en un asunto médico *) de vital importancia, de serias consecuencias y pgS? de suma atención para las Juntas de Sani- l dad, Consejos de Salubridad y otras Institu- ciones que son las encargadas de cuidar de la salud pública. Permítanos, por lo tanto, el Sr. Dr. Govea que antes de hablar de él, llenemos nuestro acostumbra- do cometido. En los momentos en que escribimos estas líneas, una epidemia alarmante está diezmando á los habi- tantes de la ciudad de Puebla, y como creemos opor- tuno dar á conocer los síntomas y caracteres de la viruela, vamos á ocuparnos ligeramente de esta ho- rrible dolencia. La viruela es una fiebre eruptiva, un exantema contagioso, caracterizado por una erupción de emi- nencias casi cónicas, que se deprimen en su centro 268 LÁZARO PAVÍA. en forma de ombligo, supuran, se secan y caen, de- jando cicatrices más ó menos profundas. Si la erupción es poco abundante, la viiuela se llama discreta; en este caso la fiebre es moderada y el pronóstico favorable; si las pústulas se encuentran í muy próximas unas á otras, la erupción se denomi- nará confluente; aquí los síntomas generales son gra- ves y el pronóstico muy serio; lo es aún más cuando la viruela determina hemorragias por las mucosas é infiltraciones sanguíneas. i Hay, por el contrario, una forma muy ligera, fre-l cuente en los sujetos vacunados; es la varicela ó va- rioloide. Por la magnitud y figura de los granos y por la cualidad del humor que contiene, ha tomado varios nombres, como verrugosa, siendo duros como las verrugas; embutida ó corimbosa, cuando están arra- cimados; cristalina, estando llenos de un humor cla- ro y transparente; escorbútica ó negra, cuando son de este color; agujereada, presentándose como tala- drados por el centro. Llámase también esta calentura miliar, anginosa, i erisipelatosa, etc., yendo acompañada por la erup- ción miliar, con angina, con erisipela, y lo mismo con j respecto á otros síntomas que se presenten. Se dice también inflamatoria, gástrica, nervosa, según sean los síntomas inflamatorios, gástricos y nerviosos los que sobresalgan. Lo mismo que las demás fiebres de contagio, se presenta unas veces esporádica y otras epidémica. DOCTORES NOTABLES. 2Ó9 No puede señalarse con toda certeza la época en que empezó á conocerse esta enfermedad en Europa; la opinión más probable es que fué por la irrupción de los árabes. Por más que algunos autores antiguos, como Hi- pócrates, Celso y otros, hablen de algunas erupcio- nes tuberculosas de las calenturas, no pueden refe- rirse precisamente á las viruelas. Parece imposible que una enfermedad tan clásica como esta, que tanta mortandad ocasiona, que tiene en su curso períodos tan constantes y tan bien marcados, no haya sido descrita extensa y. particularmente por aquellos sa- bios observadores de la antigüedad, ni por otro al- guno anterior á la época en que florecieron. El curso de esta calentura se divide en cuatro pe- ríodos, á saber: 1" El que precede al exantema. 2? El que precede á la supuración. 3? El de la supuración. 4? El de la desecación y caídas de las costras. En el primer período aparecen los síntomas comu- nes á toda calentura, y en particular los parecidos á la catarral, como son: calofríos, inquietud del cuer- po, pérdida del apetito, estornudos, ojos lagrimosos, lengua blanquecina, náuseas y vómitos, sed, pulso frecuente y vario; color vago, espasmos, dolor en la cabeza, en el cuello, en los sobacos, lomos y articu- laciones; en los niños, antes de salir el exantema, se ven frecuentemente algunas convulsiones y rechina- 2;o LÁZARO PAVÍA. miento de dientes. Este período dura comunmente tres ó cuatro días. En el segundo se presentan primero unos puntos rojizos en la cara y en el pecho, los cuales, por el color rubicundo del cutis, se distinguen con dificul- tad en algunos, y á las veinticuatro horas se extien- den, más ó menos, en toda la superficie del cuerpo. Van éstas en seguida elevándose, formando una punta en el centro con cerco encarnado en su con- torno. Siendo discretas las viruelas, estos granos no son muchos, su tamaño es regular, se presentan de color rosáceo y separados uno de otro. El pulso, además de ser acelerado, es algo duro; hay mucha sed, el calor del cuerpo incomoda bas- tante, el vientre está estreñido, las orinas pocas y encendidas, despidiendo el cuerpo un olor particular, parecido al del pan recién salido del horno. Dura también este período unos tres ó cuatro días. Al séptimo ú octavo día de calentura entra el ter- cer período, empezando á ponerse blanca la punta del exantema; van cesando los síntomas flogísticos; el cutis se pone madoroso, la cara abotagada; el pul- so, aunque acelerado, es blando como en toda ca- lentura supuratoria; las orinas pierden su color roji- zo y se vuelven turbias; los granos toman poco á poco un color amarillo bajo, llenándose de podre, pe- ro conservando todavía el cerco rojizo. Siendo benignas las viruelas, empieza el enfermo á sentir algún apetito, y se halla muy poco molesta- DOCTORES NOTABLES. -71 do por los síntomas. Dura igualmente este período de tres á cuatro días. En el cuarto y último período de la desecación, los primeros granos que salieron empiezan á ponerse en su centro de color obscuro ó parduzco, siguiendo lo mismo sucesivamente los demás, hasta secarse completamente todos, formando otras tantas costras que se van soltando después, y dejan otros tantos hoyos en los puntos de donde se han desprendido. La piel, en toda la extensión que ocupaban los gra- nos y sus alrededores, conserva un color encendido por algún tiempo. Mientras sean discretas las viruelas no se observa en este período ningún síntoma que moleste mucho al enfermo; se le abre el apetito, siendo ya repugnante á los niños la quietud. A los cuatro ó cinco días des- pués que se han caído las costras, entra la convale- cencia. Cuando las viruelas son graves ó confluentes aca- rrean otros síntomas en los cuatro períodos. En el primero suelen experimentarse vómitos biliosos y pertinaces; dolores agudísimos de cabeza, y fijos mu- chas veces en un hipocondrio, en el pecho, en los lo- mos, etc.; flujos de sangre por las narices, lipotimias, convulsiones fuertes y de mucha duración y el pulso intermitente. En el segundo los exantemas, además de presen- tarse en considerable número, son pequeños, de des- igual magnitud, arracimados, agujereados, de un color amoratado, desapareciendo ahora unos, ó se- 272 LÁZARO PAVÍA. candóse de improviso, y compareciendo otros, sin guardar el orden regular; y si la calentura es de ca- rácter inflamatorio intenso, vienen delirio, ansieda- des, grandes encendimientos del rostro, el pulso fuerte y acelerado, con los demás síntomas flogís- ticos. Pero si es de carácter nervioso, hay mucha pos- tración de fuerzas, estado soporoso, un calor mordi- cante, aliento hediondo, boca y lengua negruzcas, el pulso débil y demás síntomas de la fiebre nervosa. En el tercer período es cuando los síntomas adi- námicos y atáxicos se despliegan con toda la fuerza, como el letargo ó el delirio, las convulsiones, los fuertes dolores de garganta, de pecho, de vientre, etc.; diarreas, flujos de sangre, petequias, manchas amoratadas en el cutis, hediondez de todo el cuerpo y demás síntomas amenazadores de una próxima gangrena. En este período, siendo muy grave la calentura,, suelen morir los enfermos; pero si es muy inflama- toria, perecen á veces de resultas de la inflamación que sobreviene en el pecho, vientre, etc., en el se- gundo período. En alguno que otro enfermo, mayormente si es niño, les viene la muerte al querer salir del exante- ma, por una afección convulsiva que les entra, ó por una apoplegía que les coge de repente, ó por una so- focación, de resultas de una fuerte fluxión que les ataca en el pecho. Llegando los enfermos al cuarto período, en estas DOCTORES NOTABLES. 2— * viruelas graves, sucede que algunos granos se secan repentinamente, formando un cerco amoratado, otros sueltan un humor icoroso ó sanioso que corroe los alrededores; vienen flujos de vientre; la cara se pone pálida y macilenta; hay una grande tirantez en el cu- tis, estrechez de garganta, vez afónica y otros sín- tomas mortales; y aun cuando no muera el enfermo, su convalecencia es larga y penosa, y le deja esta ca- lentura varias enfermedades incurables, como dire- mos al hablar del pronóstico. Algunos dicen que han observado en la inspección cadavérica, interiormente, varios granos variolosos; otros aseguran que nunca los han visto; es fácil con- fundirlos con las aftas que se hallan frecuentemente en la boca, en la garganta, y en seguida, de la mu- cosa de las primeras vías. Lo más común es hallar derrames en el pecho y demás cavidades viscerales, y vestigios de inflamación de gangrena en varios ór- ganos. La causa determinante es el virus específico varioloso. El tiempo que necesita para su manifiesta actua- ción, después de metido en el cuerpo, es vario é in- cierto, como en las otras fiebres de contagio. Aunque la edad infantil y juvenil es la más dis- puesta á las viruelas, no dejan de verse alguna vez en los adultos y los viejos. Hay ejemplos de haberlas padecido los fetos den- tro del claustro materno, por las señales que han da- do de ellas cuando han salido á luz. Se ha visto también que las padecían las embara- = 74 LÁZARO PAVÍA. zadas, sin haberlas cogido los fetos; habiéndolas és- tos tenido después, en la niñez ó más adelante. Aunque suelen comparecer las viruelas en prima- vera, siguiendo en el verano y otoño, hasta llegar el invierno, con todo, no hay regla cierta en esto, porque también aparecen en todas las estaciones, y ha ha- bido epidemias variolosas que han venido y seguido en invierno con toda su mayor fuerza. La causa próxima consiste en una afección gene- ral que ataca á todos los sistemas orgánicos de nues- tro cuerpo y en particular al cutáneo. Y aunque por su índole se incline más comunmente al carácter in- flamatorio, no deja alguna vez de presentarse desde sus principios esta calentura, son síntomas adinámi- cos y atáxicos. En el primer período de la calentura, antes de comparecer el exantema, es fácil equivocarla con otras, mayormente con la catarral; pero se distingue después fácilmente por la erupción, por los períodos que sigue, tan bien señalados en su curso, y por su índole contagiosa. Reinando una epidemia variolosa, venimos en co- nocimiento de ella, aun cuando se presente alguna duda en el modo de formarse los granos, los cuales no guardan á veces su forma regular, siendo muy pequeños, verrugosos, vejigosos, sanguíneos, milia- res, negros ó de figura irregular. Los graves se conocen por los síntomas que lle- van consigo, de mayor fuerza que los leves. Pero no siempre que se presentan síntomas nerviosos, aun- DOCTORES NOTABLES. 275 que sean al parecer terribles, se ha de tener la calen- tura por grave, pues éstos, en muchas ocasiones, no son sino pasajeros, dependiendo tan sólo de una cau- sa accidental, como sucede frecuentemente en los ni- ños, por ejemplo, en razón de la mucha movilidad de su sistema nervioso. Las complicaciones gástrica é inflamatoria se co- nocen por las señales propias de cada una de ellas. Es una cuestión problemática, si otras enfermeda- des constitucionales, como la escarlata, el sarampión, la plica, etc., pueden estar juntas con las viruelas en un mismo individuo. Una enfermedad cualquiera puede tomar algún síntoma de otra que esté reinando en el pueblo, y no por eso diremos que ésta se halla íntimamente y en totalidad unida con aquella. No falta autor que atribuye á las viruelas, mayores estragos que á la peste, antes del descubrimiento de la vacuna, por la universalidad con que ataca al gé- nero humano, y además de las afecciones que oca- sionan, por las enfermedades consecutivas de que son causa. Los niños, mientras maman, suelen pasarlo me- jor con esta calentura, que después de destetados. La dentición, la menstruación, la preñez, el puerperio, son otros tantos obstáculos para pasarlo bien con ella. Los valetudinarios, los artríticos, los escrofulosos, los escorbúticos, etc., suelen llevarla muy mal y no tener ningún remedio. 276 LÁZARO PAVÍA. Baste con lo hasta aquí manifestado para que se juzgue de la ardua misión que tienen los Cuerpos Sanitarios, y la gran responsabilidad que con la so- ciedad contraen los miembros que los integran. Pasemos ahora á consultar los datos biográficos del Dr. Govea. Nació en Salinas del Camino, Estado de San Luis Potosí, el 4 de Noviembre de 1864, siendo sus pa- dres el Sr. D. Teófilo Govea y la Sra. D? María Del- gado de Govea. En el corto período de tres años terminó la ins- trucción 'primaria en Tula de Tamaulipas, tiempo que bastó á su privilegiada inteligencia para adqui- rir robustamente la base de los estudios preparato- rios, los cuales fueron hechos en San Luis Potosí con tan notable éxito, que en casi todos los cursos obtuvo las primeras calificaciones. Hizo los estudios profesionales en la Escuela Na- cional de Medicina de Méjico, siendo tan precaria su situación que, deseando cuanto antes terminar la ca- rrera, urgido por la falta de recursos, hizo en un solo año los estudios de Química é Historia Natural. El 12 de Julio de 1887, los Dres. Carmona y Va- lle, Lavista, Chacón, Ramiro y Galán, le aprobaron por unanimidad, otorgándole el título correspon- diente. Fué practicante en los siguientes hospitales: San Andrés, sala que estaba á cargo del Dr. R. Vértiz; Hospital especial de ojos, con el Dr. Agustín An- DOCTORES NOTABLES. 277 drade, y en el Hospital de Maternidad é Infancia, con el Dr. Francisco Hurtado. Estuvo ai frente de los salones de consulta "E. Li- céaga" y el de la Beneficencia Pública, que era á car- go del Dr. Francisco de P. Chacón. La constante y variada práctica hecha ala vez que el Dr. Govea adquiría los conocimientos teóricos de la ciencia médica, hizo que el ejercicio de la profe- sión fuera de satisfactorios resultados en la Capital de la República, en Tula de Tamaulipas y en Ciu- dad Victoria, que es donde en la actualidad reside. Dedicóse asiduamente al estudio de la Cirugía, siendo digno discípulo del afamado Dr. Vértiz, y su- po aprovecharse de aquel talento que le transmitió sus riquezas. La tesis inaugural del Dr. Govea, sobre Coxatu- berculosis, es un trabajo de alta estima, según opi- nión del Dr. Francisco Hurtado, quien hizo de él cumplidos elogios en un estudio que sobre el mismo asunto presentó al primer Congreso Médico Meji- cano. Otros trabajos de indiscutible importancia ha pro- ducido el Dr. Govea, tales como una Memoria so- bre paludismo en el ^ Distrito de Tamaulipas, pre- sentado en la Sección de Medicina Interna del pri- mer Congreso Médico Nacional; //// estudio sobre vacuna, leído por su autor en la Sección de Higiene del 2? Congreso Médico Nacional, y publicado en la imprenta del Gobierno del Estado de Tamaulipas, y una Memoria titulada "Vacuna, su organización," 278 LÁZARO PAVÍA. en Tamaulipas, presentado en el 2? Congreso Pan- Americano. Sus producciones en materia de Cirugía han visto la luz pública en los periódicos "La Escuela de Me- dicina," de Méjico, y en "El Boletín de Medicina y Cirugía," de Guadalajara, y sus artículos sobre Hi- giene, en varios periódicos políticos y literarios del Estado de Tamaulipas y en "El Boletín de Higiene y Meteorología," de Tampico. Así ha llegado á darse á conocer por la prensa el Dr. Govea y á merecer la atención del Gobierno lo- cal para aprovechar sus servicios. Ha sido Médico de Ciudad en Tula de Tamauli- pas, y actualmente desempeña el cargo de Director del Laboratorio de Vacuna del Estado, cuya funda- ción se debe al Dr. Govea y al progresista y honra- do gobernante Ingeniero D. Alejandro Prieto, quien durante el período gubernativo dio al Estado de Ta- maulipas un sinnúmero de mejoras materiales. El laboratorio de que hemos hecho mención, de- dicado al estudio de la vacuna animal, fué el tercero de los establecidos en el país. En el 2? Congreso Médico Nacional, fué Vicepre- sidente de la Sección de Cirugía, honrosa distinción que le proporcionaron sus aptitudes en la materia. Ejerciendo la profesión con notable acierto, pro- pagando en publicaciones periódicas los principios de la ciencia médica, el Dr. Carlos Govea ha llegado á distinguirse en la sociedad tamaulipeca y á for- marse un envidiable porvenir. DOCTORES NOTABLES. 279 A más del cargo de Director del Laboratorio de Vacuna, ha sido encargado del Salón de Consultas gratuito de Victoria, siendo en este último puesto la esperanza del pobre y el consuelo del desvalido. La Sociedad Filoiátrica, de Méjico, le tiene como miembro distinguido, y la Junta Superior de Salu- bridad, del Estado de Tamaulipas, utiliza sus servi- cios en bien de la población que, ctebido á la influen- cia científica ejercida por los miembros de dicha Jun- ta, puede librarse del azote de las enfermedades. A fuer de apologistas imparciales, juzgamos de la vida del Dr. Govea con el criterio que inspira la ver- dad, y no tenemos temor alguno de que enemigos públicos de él censuren nuestros elogios. Fiados, pues, en los propios méritos que se manifiestan en los datos referidos, terminamos afirmando que el Dr. Govea es digno de la confianza pública. , :'í - -- ■ ■■■.'■ DR. FEDERICO BAQDERO, SAN LUIS POTOSÍ.—SAN LUIS POTOSÍ :.** &; DR. EEDERICO BAOUERO. Írocediexdo conforme al programa que nos he- mos impuesto, vamos á tratar un punto médi- co que sirva de exordio á la biografía del Dr. Federico Baquero. Ese punto será de importancia para nuestros fa- cultativos, pues se refiere á enfermedades propias de las costas del Golfo de Méjico y el Pacífico. Una de las plagas más lamentables que reina en las costas del Golfo de Méjico y de la parte de la Re- pública que corresponde al Océano Pacífico, es, sin duda alguna, el vómito negro y la fiebre amarilla, enfermedades espantosas que cuando se hacen epi- démicas en ciertas épocas del año, son tan temibles como el cólera morbo, azote de la humanidad desde hace mucho tiempo, y que su solo anuncio inspira serios temores á los gobiernos y á las autoridades encargadas de vigilar por la salubridad pública. Efectivamente, la fiebre amarilla es una epidemia 2$2 LÁZARO PAVÍA. espantosa que al aparecer en las costas del Pacífico llena de consternación y de espanto á los habitantes de aquellos puertos, que tanto por su escasa pobla- ción, como por las ineficaces medidas de que dispo- nen en casos tan críticos para combatir la epidemia, es natural que los estragos que hace la enfermedad sean más notables que en cualquiera otra ciudad más nutrida de habitantes. En las costas del Golfo mejicano, desde hace lar- gos años, tenemos la fiebre amarilla como enferme- dad endémica, y los muchos esfuerzos y desvelos de flos hombres de ciencia para destruir este mal de aquella importante porción de la República, han si- do hasta hoy ineficaces, puesto que el mal no ha des- aparecido por completo. V ya que hablamos de la fiebre amarilla, preciso será que detengamos nuestra atención sobre este punto para hacer una reseña histórica acerca de su desarrollo y propagación en las costas del Golfo de Méjico. Registrando los Códices y libros antiguos de la Península Yucateca, venimos en conocimiento de que desde la conquista de Yucatán, que fué allá por los años de 1517, nunca se presentó allí el vómito negro hasta el año de 1648. El Códice "Tizimin," antes de la nota cronológica referente á la cuarta invasión del vómito negro, hace algunas veces mención de esto, si bien en estilo pro- fético, como dice el Sr .Dr. D. Crescencio Carrillo y Ancona, en su "Carta sobre el origen é historia pri- DOCTORES NOTABLES. 283 mitiva de la fiebre amarilla," como de una plaga ó calamidad pública que debía temerse en los días acia- gos del año ó del siglo. El Códice "Tizimin," es curioso por demás en lo que respecta al origen del vómito prieto y de la fie- bre amarilla en nuestras costas. Dice, por ejemplo: "Al fin del segundo Ahan, en el séptimo Katun____ sucederá que el pueblo padezca tal necesidad, que tendrá que ir en busca de alimento hasta las orillas del mar, comiendo yerbas, como las hojas tiernas de las plantas, y al asentarse el Katun, días serán aque- llos de gran vómito de sangre, toda alegría tendrá nn, y entonces para poder comer habrá que mere- cerlo, resolviendo los enigmas ó adivinanzas que se propondrán; mas pasados aquellos calamitosos días, después del Katun, vendrán otros de alegría." Por lo visto, á los antiguos indios les era bien co- nocida esta enfermedad en las costas del Golfo, y precisamente como enfermedad epidémica, puesto que de otro modo no la pronosticarían para los tiem- pos aciagos en que, según nos dicen los historiado- res, temían que hasta el mundo se acabase. La primera invasión del vómito negro fué en la época Colonial, el año de 1560, repitiéndose las inva- siones en 1699, 1715, 1730, 1744 y otros años, hasta hacerse gradualmente endémico como es hoy. El historiador Cogolludo, dice: "Era en los tiem- pos pasados tan sana esta tierra de Yucatán, que tra- tando de ella dice el P. Torquemada estas razones: los hombres mueren de pura vejez porque no hay las 284 LÁZARO PAVÍA. enfermedades que en otras tierras, y si hay malos humores el calor los consume; así dicen que no son menester allí médicos." Esto pudo decir, añade Co- golludo; pero en los presentes, que la vivimos, se experimentan en ella muchísimas enfermedades, y muy peligrosas, que necesitan de médicos científicos, porque aunque hay el calor que de antes, no consu- men los malos humores de que se originan, aunque más con él sudamos." Podemos afirmar que la fiebre amarilla se ha vuel- to endémica por aquellos rumbos; pero hay que ad- vertir,—y en esto seguimos la opinión del célebre es- critor D. Crescencio Carrillo y Ancona,—que esta enfermedad endémica es de tal naturaleza, que el pe- ligro será inminente para los forasteros no aclimata- dos, porque á los hijos del país no les ataca el mal, sino en los casos en que se presenta la fiebre con ca- rácter epidémico. Y de ninguna manera—añade el propio escritor— es ésta periódicamente anual; sólo invade rara vez, uno que otro año y aun entonces sólo hace estragos 1 en las costas y más bien entre los individuos de la raza indígena, acaso por su natural debilidad á cau- sa de sus trabajos y mala alimentación. En iS3i atacó varios pueblos del litoral yucateco, siendo sin embargo benigno el ataque. La fiebre amarilla y el vómito prieto, son, sin em- bargo, epidemias reinantes, respectivamente, en lea puertos del Pacífico y en Veracruz, extendiéndose muchas veces hasta poblaciones más retiradas de la costa, como Córdoba y Jalapa. DOCTORES NOTABLES. 285 El vómito prieto y la fiebre amarilla son enferme- dades que preocupan altamente á nuestros facultati- vos médicos, que deseosos de extirpar en lo posible estas amargas plagas, constantemente estudian los medios científicos y los recursos sanitarios para lo- grar tan loable objeto. Hagamos ahora el bosquejo del Dr. Baquero. Nació en el Distrito de San Felipe, Estado de Guanajuato, siendo hijo del Sr. Dr. D. Antonio Ba- cuero, Médico-Cirujano del Ejército, y de la Sra. D? Trinidad Torres, ya finados. Su infancia se deslizó amorosamente, como pasan los primeros años de los seres que tuvieron la for- tuna de nacer al abrigo de un hogar, en el que las comodidades de la vida y la felicidad moral se unen para hacer cariñosa la existencia. En una hacienda, propiedad de la madre, vio la luz primera, que fué la alborada de dicha para aquel matrimonio ven- turoso. En San Luis Potosí comenzó los estudios prima- rios, que completó en Morelia, ingresando al Primi- tivo y Nacional Colegio de San Nicolás de Hi- dalgo. Desde que ocupó un banco en la escuela prima- ria, reveló clara inteligencia y decidida inclinación al estudio. En 1871 fué inscrito como alumno de cursos pre- paratorios en el mencionado Colegio, y tuvo tan no- table aprovechamiento, que el Gobierno del Estado le concedió una pensión con la cual terminó su ca- rrera. 286 LÁZARO PAVÍA. En el mismo plantel cursó las materias profesio- nales, obteniendo siempre las primeras calificaciones; y en 1881, después de un lucido y brillante examen, recibió el título de Médico. Si Morelia tenía para el Dr. Baquero el profundo cariño que inspira la gratitud; si aquellos sitios en que la juventud pasó fugaz, supeditada al estudio, tenía los recuerdos de tan feliz época, San Luis Po- tosí, la ciudad que le recibiera niño aún y que le nu- triera intelectualmente con los primeros alimentos de la ciencia, le llamaba á ejercer la noble profesión que había adquirido. Fuese, pues, á establecer á San Luis Potosí, que es donde actualmente reside, y desde su llegada, la población se benefició por la honradez, lealtad y des- interés con que imparte los auxilios de la ciencia mé- dica. El lecho del dolor-es para él tan igual como el pe- ligro que hay que destruir, y lo mismo salvando de la muerte al mimado de la fortuna que al desvalido, se le ve asiduo y empeñoso, dando pruebas de la filantropía que le distingue. En 1893, cuando el tifus asolaba á la ciudad y el comercio sostenía la Junta de Salubridad presidida por el ilustre profesor de Fisiología de la Escuela Nacional de Medicina de Méjico, Dr. D. Ignacio Alvarado, y ayudado eficazmente por el actual pro- gresista Gobernador General D. Carlos Diez Gutié- rrez, el Dr. Baquero era miembro auxiliar de esa Junta y ayudaba eficazmente á extirpar la epidemia DOCTORES NOTABLES. 287 fatal con las previsiones y los recursos de sus ven- tajosos conocimientos. Dedicado especialmente á la patología infantil, tan llena de dificultades para el diagnóstico, ha alcanza- do justa fama confirmada en los siguientes trabajos: Fisonomía clínica de las complicaciones del saram- pión, estudio hecho durante la epidemia de 1894 y presentado con notable éxito á la Sección de Medi- cina Interna del 2? Congreso Médico Nacional; otro trabajo sobre modalidades clínicas de la pleuresía en los niños y su terapéutica, presentado en la Sección de enfermedades de los niños del 2? Congreso Pan- Americano, donde fué aprobada una sonda de doble corriente, inventada por el Dr. Baquero, para lavar la pleura después de la aparición del empiema. La "Sociedad Potosina de Ciencias Médicas" le debe haber sido uno de los fundadores; es profesor adjunto de Obstetricia, y actualmente profesor pro- pietario de Medicina Legal en el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí. Si bien es cierto que cada uno de los hombres, en su esfera de acción, contribuye al progreso humano, y que la ley del equilibrio moral y material tiene por intérpretes el saber y la actividad, no lo es menos que, quien más se distinga en las luchas por aquel pro- greso y las conquistas en ese equilibrio, será acreedor á un elogio, aunque humilde, como el que gustosos tributamos al Dr. Federico Baquero. DR. 1H0 VILLARREAL. f-TUDAJD VICTORIA.— TAMAULIP' DR. LINO VILLARREAL. eseosos de que los asuntos científicos que sir- van de preámbulo á las biografías de nuestros Médicos más notables, sean dignos de la fama que gozan, hemos procurado rebuscar dichos asuntos entre las múltiples materias en que abunda la ciencia de curar, y con ellos creemos dar cumpli- miento á la tarea que nos hemos impuesto. En esta vez nos permitirá el Dr. Villarreal que, antes de tener la honra de darle á conocer, digamos algo sobre Epilepsia Jacksoniana, sirviéndonos del estudio que sobre tan importante asunto han he- cho reputados autores. Hasta hoy, las causas más generales de los ata- ques epilépticos son los tumores cerebrales, la sífilis, los reblandecimientos inflamatorios, las meningitis, los traumatismos craneanos, los abscesos de hemo- rragias corticales, los tumores meningios y cranea- nos, los tubérculos, los quistes, la atrofia cerebral y, á veces, los padecimientos pleurales ó auriculares. 290 LÁZARO PAVÍA La Cirugía, apoderándose del cerebro, región que fué por mucho tiempo inexplorable, hace la luz, en tan horrible enfermedad, y desde las tenebrosidades del taller de las ideas, como le llamó el insigne Víc- tor Hugo, ejerce acción benéfica sobre todo el orga- nismo. La historia de esa enfermedad que conmueve to- das las facultades y todas las energías del hombre que hace víctima, nos proporciona los siguientes datos: Hipócrates, á quien justamente se le ha dado el nombre de Padre de la Medicina, observó ventajo- samente algunos casos de epilepsia originada por traumatismo craneano, y recomendó la trepanación siempre que hubiera contusión de la materia cere- bral. Ese medio terapéutico ha dado, hasta la pre- sente, magníficos resultados. Celso y Galeno recomendaban también igual tra- tamiento, que muchos años después emplearon Be- renguer de Caspi, Ambrosio Peré, Guy de Chaulive, J. L. Petit, Malanad y Quesnay, quienes hacían la trepanación siempre que observaban las convulsio- nes después de traumatismo con hundimiento de la caja craneana. Fabricio de Aqueyendente consigna un caso en las expresadas condiciones, y comprueba cómo habien- do trepanado á un joven obtuvo éxito perfecto. En 1779 Saillant observó un caso de epilepsia par- cial con un enfermo á quien se le podía detener el ataque con sólo tirar bruscamente del brazo derecho. DOCTORES NOTABLES. 29 E ■Luntaud fué el primero en referir un caso de epi- lepsia producida por cáncer cerebral, y Baileau de Castelnau y Cordier presentaron las observaciones de epilepsia producida por tubérculos y quistes ce- rebrales. Observaciones análogas de tubérculos cerebrales fueron presentadas después por Herpin Guerard y por Besson. Calmeil, que cuidó de recoger las estadísticas de todos los países, notó que las convulsiones se pre- sentaban en una tercera parte de los casos de tuber- culosis encefálica; en tanto que Dupuytren y Mar- gagne refieren casos de abscesos cerebrales que ha- bían originado convulsiones epilépticas. Bravais, en 1827, presentó una tesis general sobre abscesos cerebrales, y sus estudios no fueron aprove- chados por falta de imitadores. Hughlings Jackson, fundándose en la Fisiología y en la Clínica, y con el convencimiento de que los centros motores de los distintos grupos musculares de los miembros se encuentran en la corteza cere- bral y que ésta es el centro de las lesiones que di- recta ó indirectamente producen las convulsiones, dedujo las conclusiones que en aquella época fueron calificadas de atrevidas y que hoy la Anatomía Pa- tológica se ha encargado de comprobar como exactas. El asunto de localizaciones cerebrales motivó los célebres estudios de Broca y de Dux, y en el seno de todas las Sociedades médicas del mundo se sus- citaron discusiones grandiosas con las que se des- *9^ LÁZARO PAVÍA. pertó gran emulación entre los sabios por tan im- portante ramo de la Fisiología. Hasta aquí la Clínica y la Anatomía Patológica fueron las que más poderosamente contribuyeroa i los maravillosos descubrimientos de las localizacio- nes cerebrales. Faltaba el comprobante de la Fisio- logía Experimental. No pasó mucho tiempo sin que tal comprobación se realizara. Los sabios alemanes Hitzig y Fritsch afirmaron, contra la general opinión entonces, que la corteza cerebral era directamente excitable por la electricidad, y que hay relación constante entre el si- tio de la corteza que se excita y los músculos que se contraen. Frenier comprobó con notables experiencias las ideas de Jackson. Pulnan, Notnagel, Duret y otros dieron á la estampa egregias Memorias que tendie- ron á conquistar las verdades sobre las alteraciones .del cerebro, verdades que hoy se proclaman y se po- nen en práctica. La escuela italiana es, sin duda, la que más fervo- rosamente se ha dedicado al estudio de afecciones del cerebro, como lo prueba el hecho de que Alber- tini fuera más allá y quisiera extender la zona epi- deptógena á toda la corteza cerebral, y no limitarse á la zona que se llama matriz, por más que tal idea no haya sido admitida y que Maragliano, Lambo- rini y otros permanecieran fieles á las doctrinas de Fritsch, Hitzig y Fenier. Astrue fué el primero que citó casos de epilep- DOCTORES NOTABLES. 293 sia producida por accidentes sifilíticos, y Fournier tuvo la gloria de demostrar que la sífilis, en el tercer período, puede traer consigo la epilepsia. « -Charcot, jefe de la escuela de la Salpetriére, á la que pertenece el período llamado anátomo-patológi- co de la epilepsia cortical, fué quien en honor de Hughlings Jackson, dio el nombre de "Epilepsia Jaeksoniana." Hecha la anterior reseña histórica sobre epilepsia, entremos desde luego al desarrollo de los datos bio- gráficos del Dr. Lino Villarreal. Es hijo del Sr. I). Melchor Villarreal y de la Sra.f D* Refugio Martínez de Villarreal. El Estado de Nuevo León, rico en producciones naturales, debidas á la pródiga Naturaleza, como fe- cundo en intelectualismo, merced á la interpretación satisfactoria que los gobiernos han dado á las aspi- raciones de aquel pueblo noble que se distingue por su lealtad, benevolencia, sencillez en las costumbres y su laboriosidad y constancia en el trabajo, ha dado al país gran contingente de hombres de ciencia, de- bido á la enseñanza primaria obligatoria, la prepara- toria que se da en el Colegio Civil y la profesional- eri los de Profesores, Jurisprudencia y Medicina. De ese Estado es hijo el Sr. Villarreal. Nació en la ciudad de Linares el año de 1844 y pasó su infan- cia en la: ciudad de Monterrey, habiendo hecho allí lostprimeros estudios y los secundarios en el Semina- rio Conciliar y Colegio Civil, .,E1 año de 1865Í cuando la patria gemía esclava de 294 LÁZARO PAVÍA. extranjera dominación y la República se alzaba ven- gadora y justiciera, cuando el trono endeble del am- bicioso Emperador Maximiliano tambaleaba al em- puje de las iras populares, el Sr. Lino Villarreal vino á la Capital de la República con objeto de estudiar Medicina. Seis años de sólidas adquisiciones en el estudio profesional; seis años de enriquecimiento intelectual con los progresos científicos, fueron el período bri- llante en la carrera del Sr. Villarreal. En 1871, sien- do Presidente de la República el sostenedor de la bandera nacional, el C. Benito Juárez, recibió el tí- tulo de Médico, Cirujano y Partero. Pasó á ejercer su profesión á la ciudad de Monte- rrey, y allí, donde le esperaban los recuerdos de la ju- ventud y las gratas reminiscencias de los primeros maestros, comenzó á dejar los beneficios y los dones que le impartió la ciencia. La ciudad natal reclamaba igualmente los produc- tos de aquella inteligencia cultivada para el bien de la humanidad doliente, y el año de 1873 salió rumbo á Ciudad Linares, en la que contrajo matrimonio con la Srita. Joaquina Segovia, dama de aquella pobla- ción, que se distinguía por las virtudes que heredó de sus padres, él Sr. D. Marcelino Segovia y la Sra. D? Juana G. Benítez. La felicidad del hogar, esa dicha que se adquiere con la formación de una familia que endulce las amar- guras de la vida, fué un estímulo más para que nues- tro biografiado viera en la humanidad que sufre, un DOCTORES NOTABLES. 295 motivo de ejercer los consuelos de que estaba pro- visto con su profesión. En 1881 se trasladó á Monterrey, ciudad rica y floreciente, una de las más progresistas de la Repú- blica, é ingresó ai Cuerpo Médico Militar, sirvien- do con el grado de Mayor en el primer Batallón de Artilleros, siendo jefe del Cuerpo Médico el Dr. Manuel Rocha. Siguió prestando sus servicios hasta el año de 1SS4, fecha en que se disolvió el Cuerpo Médico, y todos los batallones y Regimientos pasaron á la Ca- pital de la República, por lo que no conviniéndole marchar con el batallón en que prestaba sus servi- cios, solicitó y 'obtuvo su baja, siendo Ministro de Guerra y Marina el General D. Francisco Naranjo. Dedicado á su profesión estuvo hasta Diciembre de 1886, época de trastornos en el Estado de Nuevo León, declarado en estado de sitio, lo que obligó á machos vecinos á huir del desquiciamiento. Ejerció en San Antonio Texas durante un año, y después se trasladó á Laredo Texas, donde perma- neció hasta el año de 1893 en que pasó á Ciudad Victoria, Tamaulipas, que es donde actualmente re- side. Desde luego fué nombrado profesor de Filoso- fía, Química y Física en el Instituto Literario, des- empeñando hasta la fecha dichas cátedras. El Gobierno del Estado le honró con los nombra- mientos de Director del Hospital Civil y Presidente de! Superior Consejo de Salubridad del Estado, así como los de Médico forense y Médico de Sanidad 296 LÁZARO PAVÍA. del Municipio. Todos esos cargos que acreditan sus aptitudes le honran hasta la presente: Ha sido miembro activo de la Sociedad Filoiátri- ca y en la actualidad miembro honorario. Fué Re- gidor del Ayuntamiento de Monterrey el año de 1872; en la ciudad de Linares fué primera Autoridad Política en 1877, y los dos años siguientes Regidor del Ayuntamiento. En 1867 fué practicante del Hos-' pital de San Lúeas, siendo jefe de ese Hospital el Dr. D. Francisco Montes de Oca, y fué poco des- pués, en 1868 y 1869, practicante en la Sala de Me- dicina de Mujeres en el Hospital de San Andrés. Actualmente es Vocal de la Junta de Sanidad Ge- neral y trabaja activamente en la inspección de be- bidas y comestibles que se expenden al público y cuya buena calidad interesa á la conservación de la higiene pública y privada. En 1873 fué Médico del Golfo, y desde esa fecha es Médico de la Sociedad de Seguros "La Mutua," habiendo examinado desde entonces á más de tres- cientas personas. Ha sido encargado de propagar y conservar la linfa vacunal, habiendo vacunado á más de cuatro mil personas, sin haberse dado el caso de que hubie- ra habido una sola víctima del contagio por sífilis ú otra enfermedad virulenta. El Estado de Nuevo León le tuvo como digna Representante del Distrito de Linares en el Congre- so local el período de 1878 á 1880, y en esa época DOCTORES NOTABLES. 297 dio pruebas del celo que le inspiran los intereses de su ciudad natal. Por último, el Gobierno de Tamaulipas, justo apre- ciador de los méritos que distinguen al Dr. Villa- rreal, le otorgó la Delegación del Estado en el 2'- Congreso Pan-Americano que se reunió en la Capi- tal de la República Mejicana los días 12, 18 y 19 de Noviembre de 1896, reunión que ha dado al país im- portancia y prestigio en el mundo científico. Sólo por la escarpada pendiente del estudio se lle- ga á la grandeza del talento. Sólo por el sendero de la honradez se va á las verdaderas distinciones so- ciales. El Dr. Villarreal es estudioso y es honrada. : i.i DR. F. HERNÁNDEZ, HEBMOSILLO.—SONORA. DR. FORTUNATO HERNÁNDEZ. .ftgfe l dedicar el presente artículo á una persona que conoce á la perfección el idioma español, y po- see ampliamente el tesoro de la literatura, no podemos menos que pedirle dispense la inco- rrección con que trazamos estas líneas, escudándo- nos la buena fe que nos anima al ocuparnos de tan distinguida personalidad. También hemos de pedirle indulgencia para el desarrollo de un estudio quirúrgico sobre el diag- nóstico general de los tumores, estudio que, como todos los que hemos llevado á cabo en la presente obra, carecerá de la amplitud que merecen los asun- tos médicos tan debatidos por los sabios de todas las edades. Entremos en materia. Los tumores, ó sean las formaciones patológicas en su relación con las demás del organismo, han da- do lugar á tradicionales preocupaciones que los es- tudios modernos se han encargado de destruir. 300 LÁZAKO PAVÍA. Muy encontradas son aún las opiniones sobre la génesis de los tumores; pero lo efectuado por la ana- tomía patológica y la observación clínica, han hecho grandes progresos en la seguridad del diagnóstico de los tumores, en el que se procede con los mismos métodos de investigación física que en otras enfer- medades. Antes de la extirpación y ;del examen anatómico de los tumores, en la mayoría de los casos es posi- ble conocer el carácter histológico de ellos. Esto, por lo que toca al estudio anatómico; res- pecto á la clínica, más ventajosa para llegar al conch- cimiento de las propiedades de un tumor,* pues sg¿? mete á Ja observación el objeto vivo en el que se ha* lian cualidades que no existen en un cadáver y en la preparación. I nterpretando acertadamente dichas propiedades se encuentran, seguros diagnósticos de- suma importancia. La clasificación clínica debe-coincidir siempre con la anatómica. • ;, x , El tumor es, según lo define un profesor. de-la- Universidad de Estrasburgo, un aumento de volu- men por nueva formación de tejidos, sinqueesta neor plasia adquiera un término fisiológico. ¿ - El autor de la anterior definición clasifica los tu- mores del modo siguiente: ;f ,r. • I. Tumores Císticos, l) ;;;d. ;.',-".";,.• II. Neoplasias propiamente dichas. - •r A. Neoplasias del tipo de la$;substfincias conjim- DOCTORES NOTABLES. 39* u I. Tipo de las substancias conjuntivas normales. .:x; a. Fibromas fy; miomas), j ' b. Lipomas.;.v; x. - a más preciosa y clara definición que podemos dar de este ramo importante de los conoci- mientos humanos, es que la Medicina y Cirugía legales, no son otra cosa que la aplicación de los conocimientos médico-quirúrgicos á la legisla- ción, de donde se deduce, que en cada país debe te- ner distinto modo de aplicarse, porque en todas las naciones varían las reglas para gobernar á los hom- bres y para la administración de la justicia; en una in- finidad de casos el Magistrado no podría proceder á la aplicación de la ley si no se viese asistido por los profesores de Medicina y Cirugía, y en otros muchos su ministerio sería nulo si no la ejerciese acompañado de los mismos; las funciones de los profesores del arte de curar, en semejantes circunstancias, son de la mayor importancia, y por ello deben dedicarse con esmero al estudio de unas materias que les muestran el modo y forma de llenar sus deberes con honor y dignidad. 322 LÁZARO PAVÍA. Este, y no otro, es el fin de la Medicina y Cirugía legal; enseña los medios de proceder al examen de los casos que la legislación sujeta al parecer de un facultativo, los de conocer las consecuencias de este mismo examen, que muchas veces consiste en la re- solución de asuntos problemáticos, y como por ad- herencia, los de extender sus observaciones y pre- sentarlas al Magistrado con precisión y claridad para que se cumpla la mente de los legisladores. Este doble estudio que abraza dos ciencias distin- tas, de las más útiles y necesarias á toda la sociedad, es de aquellos en que los hombres están más interesa- dos, como que puede servir para defender su opinión y su vida; y como los numerosos descubrimientos que de poco tiempo á esta parte han enriquecido, por for- tuna, la ciencia de curar, han introducido una varia- ción casi completa en las obras que la enseñan en toda la extensión de estudios que comprende, de aquí ha dimanado la necesidad de que se escriban cons- tantemente nuevos tratados de Medicina legal arre- glados á los adelantos más recientes de la ciencia, de la que forma uno de los principales ramos; porque si el estudio y aprecio de las nuevas doctrinas médico- quirúrgicas puede libertar á un individuo de la muer- te, la propagación de los nuevos conocimientos mé- dico-legales puede hacerle recobrar el honor y con- servar la vida. Hecha esta digresión, que nos parece indispen- sable, antes de entrar al breve examen de todos los importantísimos asuntos de que se ocupa la Medid- DOCTORES NOTABLES. 323 na y Cirugía legal, diremos que uno de los pri- meros de que se ocupa con mayor atención esta ciencia es la cuestión social del matrimonio, que aun- que no solamente se le considere como la asociación de dos seres dirigida ala procreación, sino también como un pacto solemne de amistad, fidelidad, asisten- cia y auxilios mutuos, no cabe duda que su fin prin- cipal es la perpetuación de la especie humana, y para que llene sus fines requiérense ciertas condiciones sobre las cuales muchas veces puede ser necesario recurrir á las luces que suministran las ciencias mé- dicas. Cinco son los puntos principales en los que se puede consultar la Medicina legal con relación á este asunto. La primera será con relación á la antelación déla edad; la segunda en el caso de oposición al matri- monio; la tercera en el caso de nulidad de éste; la cuarta en el de muerte de un cónyuge por causa de otro por el delito de adulterio, y la quinta en el caso de separación de coito. La preñez de las mujeres es otra de las grandes cuestiones de que se ocupa la Medicina y Cirugía le- gal; estudia los signos de la preñez, la preñez uteri- na simple, la preñez compuesta, la preñez complica- da, la preñez extra-uterina, los estados morbosos que pueden simular la preñez, la superfetación, la facul- tad de concebir en una edad limitada, si la preñez puede determinar actos irresistibles, si una mujer puede concebir sin saberlo y llegar al término de su "324 LÁZARO PAVÍA. preñez en una total ignorancia de su estado, y por último, la conducta que debe observar un facultativo cuando esté encargado de averiguar la existencia de la preñez. La cuestión del parto estudíala también la Medici- na legal en diferentes aspectos, y los atentados con- tra el producto de la concepción merecen especial y esmerado estudio de la ciencia de que nos venimos ocupando. Los casos de aborto premeditado y el in- fanticidio son también asuntos importantes de que se ocupa el médico legista. Como la ley ampara con su amplio manto á todo ser que pertenece á una sociedad civilizada, he aquí *que la Medicina legal ampara igualmente á la mujer cuando es víctima de atentados contra su pudor en los casos de violación y estupro. También interviene la Medicina legal en ciertas afecciones mentales, como el sonambulismo, la em- briaguez, el delirio, la epilepsia, la hipocondría, la pérdida del conocimiento de sí mismo, el idiotismo, la demencia, la locura, la manía, la monomanía, las diferentes cuestiones que pueden proponerse á un médico para su resolución, relativas á las afecciones mentales, el suicidio y, finalmente, las pasiones. A otro grupo de cuestiones jurídicas dirige su atención la Medicina legal; por ejemplo, á las enfer- medades simuladas por imitación, por provocación; á las enfermedades disimuladas; á las pretextadas y á las imputadas; á las enfermedades que exceptúan del servicio militar ó del reemplazo en el ejército. DOCTORES NOTABLES. 3=5 Las exhumaciones; el reconocimiento médico-le- gal de los cadáveres; el estudio y análisis de la pu- trefacción; el estudio de las edades; de la identidad,. la supervivencia, la asfixia; de la combustión, de la muerte por el rayo, de la muerte por inanición; la historia médico-legal de las heridas, de las luxacio- nes y de las fracturas, sus causas y sus efectos; el estudio de las manchas de sangre; la historia médi- co-legal del envenenamiento; el examen y análisis de los venenos irritantes, sus lesiones en los tejidos; de los narcóticos; el análisis de los venenos vegeta- les, del envenamiento lento; de los medios de reco- nocer si el veneno ha sido aplicado ó introducido en un cadáver con el fin de aparentar un asesinato, etc., etc., etc. La sofisticación de las materias alimenticias en la que respecta á la salubridad pública, es otro de los grandes asuntos de que se ocupa la Medicina médi- co-legal, que como se ve por el rápido examen que hemos hecho de la índole, carácter y objeto de esta importante ciencia, puedeasegurrse que ella es el me- dio más eficaz para hacer que resplandezcan los rayos purísimos de la justicia en las tinieblas del crimen. La Medicina y la Filosofía, la una como apoyo de la sociedad, garantizada por la salud, la otra como inspiradora de la justicia para atender al bien común, se auxilian mutuamente y ambas tienden á la con- servación del individuo: físicamente la una; moral- mente la otra. V si el que aplica la ley es digno del respeto públi- 326 LÁZARO PAVÍA. co, porque garantiza á la sociedad, el que presiente los delitos, manteniendo en constante equilibrio las funciones del organismo, merece igual respeto, por- que garantiza á la humanidad. Veamos cómo el Sr. Dr. Jesús María Arqueta ha contribuido al segundo de los beneficios que hemos enumerado. Es hijo del Sr. D. Cecilio Arqueta y de la Sra. D? María de los Angeles de los Santos, y nació en la ciudad de Villaldama, Estado de Nuevo León, el 19 de Julio de 1850. Niño aún, fué con su familia á la Capital del Es- tado de Monterrey; hizo los estudios primarios, en los que se distinguió por su carácter dócil y su com- prensión clara, dotes que le valieron la estimación de sus maestros y el acendrado cariño de sus con- discípulos. Llevó á cabo los estudios preparatorios en el Co- legio Civil de dicho Estado de Monterrey, y los pro- fesionales en la Escuela de Medicina de la propia Entidad federativa, que por entonces se hallaba flo- reciente, merced al talento y asiduidad del Dr. D. Jo- sé Eleuterio González, Director de aquel plantel y á quien nuestro biografiado debió las atenciones de un cariño paternal. Desde el primer examen que sustentó en el perío- do preparatorio, demostró marcadas aptitudes para la adquisición de los conocimientos científicos, y al terminar los cursos que le dispusieron para los estu- dios profesionales, tenía un gran acopio intelectual DOCTORES NOTABLES. 327 de principios que él ensanchaba con la suspicacia de su talento. Durante los seis años que estuvo en la Escuela de Medicina de Monterrey obtuvo los primeros pre- mios, y el 26 de Septiembre de 1873 se le expidió el título de Médico Cirujano. Ya recibido, tornó á Villaldama, sintiéndose satis- fecho de poder ser útil á sus conciudadanos y dán- dose por bien indemnizado de las penas que engen- dra la ausencia del lugar en que se nace, con la es- peranza de ser bien aceptado, como realmente lo fué. Siendo Regidor del Ayuntamiento y Alcalde 1" de la citada población, impulsó poderosamente la instrucción pública, dejando como grato recuerdo un edificio que él hizo construir el año de 1882, desti- nado á la escuela pública para niños. El 10" Distrito, cuya Cabecera es Villaldama, le ha conferido su representación en el Congreso del Estado, y no hubo hecho alguno de aquella H. Le- gislatura que no llevara el sello de la honradez sin tacha y de la laboriosidad asidua del Dr. Arqueta. En el año de 1884 fué comisionado por el Gobier- no local para uniformar la elección de Presidente de la República, en el 4? Distrito electoral, y fueron tan acertados sus trabajos, tan de acuerdo con la opinión pública, que después del triunfo político, los enemi- gos vencidos no le guardaron rencor alguno. ' Cuantas veces ha visitado la Capital de la Repú- blica ha sido para instruirse más y más en su profe- sión; ha concurrido á las clases en la Escuela Na- 328 LÁZARO PAVÍA. cional de Medicina; en la Casa de Maternidad me- reció ser distinguido con la amistad del ilustre Dr. D. Juan María Rodríguez, quien le sentaba á su la- do á la hora de Cátedra. Excusado es decir que la permanencia temporal del Dr. Arqueta en Méjico redundó siempre en be- neficio de la salubridad en Villaldama, puesto que los progresos de la ciencia médica en cuanto á nue- vos conocimientos y á prácticas constantes, influyen en bien de aquellos que reciben directamente la apli- cación de ellos. El Dr. Arqueta ha estado igualmente en Filadei- fia, donde se dedicó ventajosamente á la práctica de la Cirugía, ya en la Universidad de Pennsilvania, ya en el Hospital de San José. Ha sido miembro del 2? Congreso Médico Meji- cano, del XI Congreso Internacional de America- nistas, y últimamente concurrió al 2? Congreso Mé- dico Pan-Americano. Con tales antecedentes, se comprende que la posi- ción social que en Villaldama ocupa el Dr. Jesús Arqueta, sea una posición envidiable porque la debe á su talento, y porque ella, con la felicidad que da la general estimación, contribuye poderosamente á la felicidad del hogar, que es la suprema dicha. DR. JOAN CABELLO y SILLER SAlaTILLO.—COAHiriLA. '..*- $ >t'j DR. JUAN CABELLO Y S1LLER. adíe mejor que un individuo que ha servido al Ejército puede estar al tanto de las exigencias médicas que la colectividad, la faena, el local de instalación, y en general, todas las circuns- tancias de la vida del soldado exigen para la conser- vación de la salud y el logro de aptitudes entre los servidores de la patria. Al referirnos á la higiene considerada en el Ejér- cito como elemento de salud y por lo mismo de ven- tajas recíprocas á la colectividad, no habremos, de seguro, dicho nada nuevo; pero sí contribuiremos á llamar la atención de nuestros médicos militares pa- ra que se observen las prescripciones de la ciencia. Si es verdad, como ha dicho el gran Charcot, que la higiene es la vida, no cabe duda que este princi- pio nos conducirá á la conclusión de que, ante todo, deben las sociedades civilizadas atender á la higiene pública y doméstica para conservar la salud del ciu- 33o LÁZARO PAVÍA. dadano y del padre de familia y, además, preparar á las generaciones que brotan á la nueva vida una existencia sana y exenta de gérmenes maléficos-que atrofien en sus primeros pasos el desarrollo de los niños, futuros ciudadanos y futuras glorias, quizá, de las naciones. Y si en la vida práctica de los pueblos, representa la higiene tan importante y trascendental papel, tam- bién en la práctica de la guerra le está reservado un lugar importante. Con muy poco esfuerzo de raciocinio puede com- prenderse que el éxito de las grandes campañas dé- bese, más que á ninguna otra causa, á las condicio- nes de salud que lleva el soldado. La salud, que proporciona vigor al cuerpo é infunde el entusiasmo en el espíritu, se conserva mediante la higiene, y si ésta falta en la educación del soldado y en la prácti- ca de las operaciones de la guerra, claro es que los Generales conducirán al combate á masas de hom- bres faltos de aliento y de vigor, desmoralizados por las enfermedades y expuestos á sufrir los desastres más horribles frente á un enemigo vigoroso, potente y lleno de salud porque observa los preceptos de la higiene. Así sucedió, por ejemplo, en muchas acciones y funciones de armas durante la guerra franco-prusia- na de 1^870. Los Generales franceses llevaban al combate sendos ejércitos que, á marchas forzadas y sufriendo las penalidades de la falta de abrigo, de buenos alimentos, de alojamiento confortable, etc., DOCTORKS NOTABLES. 33* etc., caminaban desesperados, y sólo el espíritu y la idea de ir á entregar sus vidas por la patria invadida y asolada, podía infundirles ese gran valor de que dieron pruebas en muchos episodios de las batallas de Reichshoften, Sedan, Gravelotte, Saint Privat, etc., etc. La cuestión del equipo del soldado es asunto que se relaciona íntimamente con la higiene militar. En nuestro ejército, es un verdadero problema satisfacer la pregunta de si es higiénico el equipo de nuestros soldados. El infante y el artillero son los que mere- cen mayor atención, una vez que su resistencia mus- cular es la única que lo soporta; en cuanto al equipo del dragón, es del resorte de la higiene hípica estu- diarlo. Si nos fijamos en el equipo del infante, veremos, por ejemplo, que lo componen el fusil, la cartuchera con cartuchos, la mochila con dos mudas de ropa de algodón, el vestuario de paño, el capote, la manta de cama, el chacot y kepis, el calzado, los pañuelos, toalla, cepillo y bolsa de avío, el ánfora llena, y pla- tos, etc., cuyos objetos hacen un peso total de 22 ki- los 675 gramos. El peso del equipo del soldado, preocupa, y con justicia, á los médicos militares de distintos países, y constantemente estudian los medios de aligerar al soldado del peso de su equipo militar reglamentario. Para la higiene del cuerpo, importa mucho el mo- do de llevar el equipo, pues es condición indispen- sable no desviar el centro de gravedad ni oprimir en 332 LÁZXRO PAVÍA. exceso región alguna. La mochila de nuestros sol- dados y de los franceses no llena la primera de estas condiciones higiénicas, porque su peso está colocado detrás de la vertical que pasa por el centro de gra- vedad, lo que hace que éste se desvíe y pierda el su- jeto el equilibrio, que procura restablecer inclinando el cuerpo hacia adelante al marchar y haciendo es- fuerzos musculares durante la estación. Tampoco se satisface en nuestro ejército la segunda de las condi- ciones enumeradas; la axila y la clavícula son exa- geradamente oprimidas por las dos correas que sos- tienen la mochila á la espalda del soldado é impiden el juego libre de los miembros superiores. El Dr. Antonio Correa, cuya opinión seguimos en estas líneas, en vista de los inconvenientes del equi- po actual de nuestros soldados, ha emitido la idea de suprimir la mochila, que fatiga con exceso á los in- fantes en las largas jornadas y los pone en condicio- nes desventajosas en el momento del combate. El mismo Doctor opina que quizá sería más higiénico y más cómodo para el soldado llevar el capote, la frazada y parte del vestuario arrollados y cruzados sobre el pecho, lo que disminuiría la superficie vul- nerable del tronco, y por tanto, las probabilidades de contraer un traumatismo grave. El Dr. Correa, en un ligero estudio que publicó en la "Gaceta Médico-Militar," ha dado, con las ideas que dejamos apuntadas, un buen ejemplo á sus colegas que prestan sus servicios en el Ejército, y que de- searíamos propusieran los medios más factibles para DOCTORES NOTABLES. 333 aliviar á nuestros soldados de un peso excesivo en el equipo, lo que les permitiría llenar una condición altamente higiénica, como es la de conservar el libre movimiento de los músculos y facilitar así la circu- lación de la sangre, sin la cual no es posible conser- var la vida. La higiene es, innegablemente, un poderoso auxi- liar para la propia conservación del individuo, y de- ben por lo mismo propagarse las reglas que de ella emanan. El Dr. Juan Cabello y Siller, de quien vamos á tra- tar en estas líneas, ha sido uno de los más abnegados y fervientes sostenedores de las prácticas médicas en el Ejército y en los hospitales, y la asiduidad y certeza en el desempeño de su profesión, le han valido dis- tinguirse y hacerse respetar. Veamos los puntos más culminantes de su vida. Nació en el Saltillo, Estado de Coahuila, el ióde Mayo de 1859, siendo heredero de dos nombres vin- culados por un amor legítimo, de dos idealidades fundidas en un solo sentimiento. Pasó su infancia alegrando el hogar paterno en la ciudad de su nacimiento. Permaneció en Monterrey tres años, haciendo sus estudios profesionales, y el resto del tiempo prescrito para la carrera profesional, en Méjico, como alumno de la Escuela Nacional de Medicina, donde obtuvo título de Médico Cirujano el año de 1887. El Dr. Cabello y Siller tiene la gloria de haber sido un estudiante pobre, es decir, batallador con las 334 LÁZARO PAVÍA. dificultades de una vida precaria y vencedor cons- tante de ellas. Para seguir sus estudios en Monte- rrey, estuvo como dependiente en una Botica, y pa- ra continuarlos en esta Capital de la República, fué practicante de los hospitales Juárez, San Andrés y San Juan de Dios, sargento 2" de caballería en co- misión y practicante de la 5? Inspección de Policía. Así, con los recursos que el trabajo le proporcio- naba y dándose tiempo para adquirir nuevos cono- cimientos científicos, llegó á poseer el título profe- sional que tanto ambicionaba. Perteneció á la Logia "José M, Aguirre," y en ella obtuvo el grado 18?; fué miembro de la Socie- dad Filoiátrica, del "Ateneo Nacional Mejicano," "Círculo Central de Coahuila," la "Universal de Obreros," "Sociedad Zarco," "Sociedad Mutualista D. C." y del "Club Cinegético," y tanto en el seno de la augusta y sublime Masonería, como en las agrupaciones profanas, se le vio siempre llevar el contingente de unión, fraternidad y progreso. Como militar, prestó sus servicios en el 25? Bata- llón con el grado de Capitán 1?, asistiendo á la cam- paña contra los indios yaquis; fué ascendido á Mayor Médico Cirujano del Ejército en San Luis Potosí, pasando á prestar sus servicios en el 4? Regimiento y en el Hospital Militar de aquella ciudad. En el laboratorio anti-rábico del Dr. Pasteur, des- empeñó el cargo de Ayudante del Coronel Otero, y estuvo entendiéndose con los epidemiados de grippa, que en aquel tiempo visitó al Ejército. Después DOCTORES NOTABLES. 33^ pasó al 6? Regimiento, y para el arreglo de asuntos particulares en el Saltillo, solicitó su baja, la que le fué concedida en vista de los importantes servicios que tenía prestados al Ejército. La ciudad natal le recibió dignamente; la sociedad le confió el cargo de Síndico del Ayuntamiento, le eligió en dos períodos Presidente Municipal, le con- firió la representación popular en la Legislatura del Estado, y el Gobierno, aprovechando sus aptitudes, le nombró Médico de la Escuela Normal. El comer- cio minero se disputa sus servicios profesionales, y el Dr. Cabello y Siller desempeña varias comisiones en las Compañías mineras "El Refugio de los Po- bres," "La Esperanza" y "Los Placeres." El Hospital Militar de Cocorito fué para él ancho campo de honradez, pues hizo varias economías pe- cuniarias, las que remitió á la Secretaría de Guerra y Marina, las cuales no habían sido remitidas en un período de veinte años. Por último, en el Hospital Civil, que actualmente dirige, no pierde oportunidad de manifestar esa mis- ma honradez que le da, entre otros, uno de los prin- cipales méritos para conservar tan importante puesto. ¿Cómo ha correspondido el Dr. Cabello y Siller á las distinciones de sus compatriotas y del Gobierno del Estado de Coahuila, á la sociedad y al Gobierno de San Luis Potosí? Que lo diga la prensa, esa in- térprete de la opinión pública, que por mucho que se trate de deturpar, siempre será la expresión del pen- samiento y el reflejo de la verdad. ^;6 LÁZARO PAVÍA. Una Reseña histórica de R. O'Farrill le llama el% estudioso y entendido Doctor, especialista para las enfermedades de los niños. "El Estandarte," de San Luis Potosí (7 de Octubre de 1890), dice, hablando el sabio Dr. Miguel Otero: "En mis trabajos he si- do secundado con abnegación y desinterés por los empleados del Hospital que dirijo, y muy especial- mente por el Sr. Dr. Juan Cabello y Siller." "La Sombra de Zarco," periódico de Coahuila, le da la bienvenida, en un párrafo de gacetilla, con las siguientes frases: "Este digno galeno, hijo del Es- tado, después de haber prestado importantes servi- cios en la Capital de San Luis Potosí y otras de la República, está entre nosotros, por lo que nos feli- citamos." "El Eco Potosino" (10 de Agosto de 1880), dice: "El Mayor, Médico Cirujano del Ejército, Juan Ca- bello y Siller.—Este galeno, modelo de caballeros y amigos, ha marchado para Aguascalientes; sirvió durante año y medio, gratis et amore, el laboratorio anti-rábico de Pasteur, donde vacunó personalmen- te hasta veinticuatro individuos." "El Estado de Coahuila" (17 de Febrero de 1895), dice: "La sociedad está contenta con facultativos co- mo los hermanos García Fuentes y con el Dr. Ca- bello y Siller." "El Bien Público" (30 de Abril de 1896), dice: "Una Escuela Correccional ha quedado establecida en Coahuila. Ese importante plantel, iniciado por el Sr. Presidente Municipal Dr. Juan Cabello y Siller, DOCTORES NOTABLES. 337 verdadero filántropo, quien, sacrificando su inteli- gencia, su salud y su dinero, ha probado á sus con- ciudadanos, sin pretenderlo su modestia, cuánto va- le el amor á la niñez desvalida, más digna de per- dón y educación que de severos castigos. Este ciu- dadano merece la gratitud de la sociedad honrada que busca ansiosa esos benefactores generosos, esas almas abnegadas que no empujan al descarriado al abismo, sino que le tienden una mano firme y bon- dadosa. La regeneración de los niños es un hecho en Coahuila." "El Estado de Coahuila" dice: "Hoy nos es gra- to consignar al dominio de la conciencia pública, que la institución de la Escuela Correccional á que tan- tas veces hicimos referencia, es un hecho debido en gran parte á la ayuda del Gobierno, y muy directa- mente á la iniciativa progresista y laboriosa del Sr. Dr. Juan Cabello y Siller." ¿Qué pudiéramos agregar en justo y merecido elo- gio del Dr. Cabello, después de los encomios que hemos extractado? Bástenos considerarle como sol- dado en los hospitales militares y en el campo de ba- talla, para verle abnegado y ferviente, impartiendo los auxilios de la ciencia, exponiéndose al contagio y á la muerte; en los puestos honrosos en que le co- locara el pueblo para quedar altamente satisfecho de su misión, siempre cumplido y anhelando por el bien de sus administrados, y en las comisiones particula- res siendo objeto de honrosas distinciones. Llegar á la posición social que hoy disfruta el Dr. 338 LÁZARO PAVÍA. Cabello y Siller, sosteniéndose por sí solo durante la época de los estudios; después, sin ocurrir al odio- so favoritismo, sino á sus propios esfuerzos, para obtener un porvenir satisfactorio, es alcanzar la re- compensa del propio valer. '' ? DR. PEDRO N. RENTERÍA, SAN LUIS POTOSÍ. *% DR. PEDRO N. RENTERÍA. ara hablar de la vida pública de los hombres cuya cuna fué humilde, el alma se contrista, pe- ro el pensamiento se yergue: la una siente to- das las tenebrosidades de aquel caos de una existencia que empieza sin alegrías; el otro juzga en aquella humildad el augurio de un porvenir gran- dioso. Los hogares en que el desvalimiento impera, han dado á las sociedades progresistas, dignos miembros de ellas. A esos individuos pertenece el Dr. Pedro N. Ren- tería, quien con su conducta intachable y su amor al estudio, ha honrado la cuna que el infinito cariño de sus progenitores enriqueció con sus carísimas afec- ciones. Por eso va á figurar en esta serie de artículos bio- gráficos después que hayamos dicho algo sobre los signos á que deben atenerse los médicos legistas para dictaminar si las lesiones que á su estudio se 34o LÁZARO PAVÍA. someten han sido inferidas antes ó después de la Mnuerte, Asunto importantísimo es este que afecta el escla- yredmiento de los hechos en un proceso criminal por Ha. variedad de las circunstancias en que un perito ¡puede ser llamado por las autoridades para que lo resuelva. Necesario es, pues, que el médico legista conozca los caracteres diferenciales de las heridas íiechas durante la vida y de las que fueron inferidas después de ella. Entre las muchas circunstancias en las que se apli- ca el asunto médico de que tratamos, pueden citarse las siguientes: En interés del criminal está el desviar la acción de la justicia é interrumpir las averiguaciones, y cuando átales objetos no alcance, procurar que la pena sea menor que la que le corresponde. Así se concibe que un homicida, después de haber dado muerte á su víctima, ya por veneno ó ya por asfixia, hiera el ca- dáver con arma punzante y cortante. En otras oca- siones suele aumentar las heridas que causaron la muerte para que esa deformidad impida que se co- nozca el arma que las ocasionó. Algunos criminales -arrojan el cadáver lesionado en lugares donde la caí- ' da pueda originar contusiones, con el objeto que se ignore si éstas ó aquellas causaron la muerte. O bien > el autor del homicidio despedaza el cadáver para que las lesiones inferidas se confundan con las secciones *que produjo el despedazamiento. Puede también presentarse el caso de que el cadáver tenga dos ó DOCTORES NOTABLES. 34* más heridas mortales y que, naturalmente, el tribu- nal quiera saber si todas fueron hechas durante la vida, y de no ser así, cuáles fueron inferidas después- de la muerte. Criminal hay que estrangula á un in- dividuo y después hace algunas heridas en el cuer- po, disponiendo las cosas de manera que se crea que se verificó un suicidio. Se hacen heridas en un ca- dáver, más ó menos tiempo después de la muerte,. para presentarlo como cuerpo de delito, acusando á. un inocente. En todos estos casos y otros análogos que se pre- senten, distinguiendo las heridas puede determinarse- si las lesiones que se someten al dictamen son el pro- ducto de un asesinato ó de una violencia hecha des- pués de la muerte. En los casos de que el perito tenga que declarar si hubo ó no infanticidio, opina un médico compa- triota nuestro, que el infanticida haya dado la muer- te por medios que produzcan una solución de cantr- nuidad ó una equimosis, para tener los datos sufi- cientes con que poder fallar, distinguiendo las heridas. de que venimos tratando. Muchas veces, opina el? mismo autor, la dosimacia pulmonar no da los datos suficientes para decir si, en un caso dado, el niño vi- vió ó no. Puede ocurrir que el pulmón, al hacer la. prueba de la dosimacia, se vaya al fondo de la vasi- ja, hecho que demuestra que es más pesado que efi agua, y del que puede deducirse, en el mayor núme- ro de casos, que no tiene aire, que el niño no res- piró. 342 LÁZARO PAVÍA. Sucede que esta prueba nada puede indicar, por- que sea que el niño nació con una conformación in- compatible con la vida, que haya sido hecho antes de término, ó por haber sido expulsado después de un parto muy laborioso, vino al mundo en estado de muerte aparente. A consecuencia de todo esto no hubo pulmones, y sin embargo, aquel niño gozaba de vida, como lo demostraban los latidos del cora- zón y los movimientos más ó menos ligeros. Se comprende que así se pudo dar muerte á un niño, y si la muerte fué á consecuencia de lesiones, los ca- racteres de éstas bastan para declarar que produjeron la muerte. Para resolver los problemas en cuestión, hay que considerar: i?, los caracteres de las lesiones hechas en un individuo vivo; 2?, los caracteres que presen- tan las heridas en un cadáver. Y como complemen- taria de la 1?, estas modificaciones que sufren las heridas dadas en el vivo después de la muerte. Las heridas hechas en vida podrán no tener todos sus caracteres porque algunos habrán desaparecido y otros modificádose, y para la investigación la Pa- tología y la Clínica suministran suficientes datos. Los fenómenos que se presentan en una herida: hemorragia, apartamiento de los labios y dolor, so- bre todo las dos primeras, son de suma utilidad para la clasificación. La intensidad de la hemorragia está en razón di- recta del número y calibre de los vasos heridos, y cambia según el género de vasos. La sangre se in- filtra en el tejido y se halla coagulada. DOCTORES NOTABLES. 343 El fenómeno del apartamiento de los labios varía, pues depende de la retractibilidad de los tejidos, y ésta varía según el sentido y profundidad de las he- ridas. Además de estos dos fenómenos principales, se consideran otros llamados inflamatorios, que apare- cen á las 24 horas después de hecha la lesión, y se llaman tumefacción, rubifacción, color, dolor, y por último, exudaciones plásticas y supurativas. Conocidas, como son, las causas de los fenómenos primarios y los inflamatorios, cuáles son sus varie- dades, las modificaciones que presentan y las cir- cunstancias en que se verifican, basta, pues, saber, para resolver la cuestión, qué modificaciones ha su- frido el organismo después de la muerte, y de qué manera influyen esas alteraciones en los fenómenos citados. Dichas modificaciones son como sigue. El cora- zón deja de contraerse, no existe, pues, la causa de la circulación de la sangre; pero subsiste la contrac- tibilidad arterial, y esto hace que la sangre sea des- alojada paso á paso del árbol arterial hacia el veno- so, en donde queda por no haber ya fuerza que la impulse. También desaparece después de la muerte la contractibilidad de los tejidos. Se distinguen dos casos para saber de qué mane- ra influyen las modificaciones mencionadas, en los fenómenos primarios é inflamatorios: i?, las heridas son hechas algunos minutos después de la muerte; 2?, algún tiempo después. En el primer caso, como 344 LÁZARO PAVÍA. aún existe la contractibilidad arterial, la hemorragia será también arterial, más ó menos abundante, se- gún el calibre del vaso; la sangre saldrá aún con cierta fuerza, también habrá hemorragia venosa y la sangre se coagulará en parte. En suma, se tendrá un derrame de sangre de los verificados durante la vida. El apartamiento de los labios se presentará con las modificaciones de grado y extensión, según el sentido de la herida, aunque en límites más restrin- gidos. Los fenómenos inflamatorios no pueden pre- sentarse. Si la herida se hace algún tiempo después de la muerte, la hemorragia presentará signos negativos y positivos; los unos son la falta de salida de la san- gre por las arterias, y los otros, hemorragia venosa en proporción con el calibre del vaso, sin impulsión, obedeciendo el líquido sanguíneo á la pesantez; la sangre podrá ó no coagularse; no se presentará el apartamiento de los labios ni la infiltración sanguí- nea en los fenómenos inflamatorios. En cuanto á las modificaciones que sufren las he- ridas hechas en un individuo vivo, después de la muerte, varían según que pase más ó menos tiem- po; al principio se vuelven pálidas, los bordes se en- cuentran fláxidos, y cuando la putrefacción los inva- de se modifican de una manera más profunda, de tal modo que muchas veces es imposible reconocer si fueron hechas antes ó después de la muerte. Tales son los signos más seguros para dar un dic- tamen seguro sobre las lesiones que presente un ca- dáver. DOCTORES NOTABLES. 345 Veamos ahora algunas opiniones de autores muy entendidos en la materia y que han hecho importan- tes observaciones. Pablo Kacckias dice: "Que en el vivo las heridas son rojas, sanguinolentas, que presentan los labios entumecidos y lívidos; mientras que en el cadáver están desprovistas de las dos primeras cualidades y los labios son pálidos y fláxidos. Estos caracteres se explican por la afluencia de los humores en la he- rida." Mahon opina que: "Las heridas hechas en el vi- vo producen una hemorragia considerable, y que la sangre es roja." Casper, y con él algunas eminencias mejicanas, creen que la sangre se coagula siempre, y según opi- nión general, la coagulación de la sangre es uno de los signos que ha gozado de más valor durante mu- cho tiempo, porque es el único que deja huellas. Si la putrefacción invade las heridas será imposi- ble resolver, pues muchos de los signos habrán des- aparecido, ó estarán tan modificados que no se podrá hacer un acertado diagnóstico. Cuando las heridas son hechas poco tiempo des- pués de la muerte, presentan muchos signos seme- jantes con las inferidas durante la vida, y por lo mis- mo, el perito hallará dificultades en su comisión. Así que, solamente antes de que la putrefacción invada las heridas, y cuando sean hechas en tiempo intermedio, es cuando podrá resolverse con faci- lidad. 34^ LÁZARO PAVÍA. La importancia del asunto que hemos bosquejado merece ser más ampliamente tratado; pero valga el corto espacio de que hemos podido disponer para que se nos disculpe de haberlo tratado tan á la ligera. Digamos algo de la vida del Dr. Pedro N. Ren- tería, quien no obstante sus treinta y seis años de ¡ edad, ya descuella entre los médicos notables que cada día honran más el nombre de su patria. Nació el 31 de Enero de 1861 en la Capital del Estado de San Luis Potosí, siendo hijo legítimo del Sr. D. León Rentería y de la Sra. D* María Refugio Salcedo. Como dijimos al comenzar este artículo, y nos hon- ramos en repetirlo, su cuna fué humilde socialmente; pero en la parte moral, por lo que toca al verdadero valer del individuo, el mundo le recibió con todos los dones predestinados para las almas grandes. En dos años y medio hizo los estudios primarios en la escuela pública del Estado, en la que el maes- tro, hombre liberal que no distinguía á nadie por su posición social, sino por sus propios méritos, reco- noció el talento del niño Rentería y se dedicó á su enseñanza, esperando fundadamente que sus afanes no fueran estériles. Ingresó después al Instituto Científico y Literario de la misma ciudad, el año de 1874, en calidad de alumno externo, y allí, con las privaciones que le im- ponía la precaria fortuna de sus padres, pero al mis- mo tiempo gozando la estimación de sus profesores i por su aprovechamiento y su buen corazón, se dis- DOCTORES NOTABLES. 347 tinguió en los estudios de Medicina, en los que ob- tuvo siempre las primeras calificaciones. El 3 de Abril de 1886 veía su origen humilde co- mo un punto lejano, no porque renegara de él, sino porque empezaba á ver colmada su justa ambición de llegar á hacer una carrera profesional que le valiera encumbrarse dignamente. Recibió en dicha fecha el título de Médico Cirujano y Partero, á la edad de 26 años, habiendo sido su tesis, para ser unánimemente aprobado en el examen general: "Cooperación al es- tudio de la Litotomía Vesical." Siendo aún estudiante, y practicando en el Hos- pital Civil, el Sr. Gobernador de San Luis Potosí, D. Carlos Diez Gutiérrez, que le conocía porque año por año había obtenido premio, le nombró Catedrático de Raíces Griegas y de Historia Natural en las Escuelas Nacionales mixtas, cuyo nombramiento le fué con- ferido el 19 de Febrero de 1895. El 18 de Mayo de 1887 mé nombrado Profesor de Química para las mismas escuelas. En 24 de Abril de 1891 recibió el nombramiento de Catedrático adjunto de Raíces Griegas en el Ins- tituto Científico y Literario del Estado, empleo que adquirió en propiedad el 16 de Mayo 1894. Desde el 25 de Mayo al 16 de Noviembre de 1892 sirvió la clase de Galvanoplastia en la Escuela Mu- nicipal para señoritas. El estudiante consagrado á la ciencia tuvo la hon- ra de ser, aún joven, el mentor de la juventud. De 1890 a 1894 fué Miembro de número de la So- 348 LÁZARO PAVÍA. ciedad Mutualista de San Luis Potosí, y en la ac- tualidad es Médico de varias agrupaciones filantró- picas. El Dr. Rentería ejerce la profesión con verdadero celo y desinterés, no viendo en la misión que se ha impuesto más que el cumplimiento del deber. Ejerciendo por convicción, ya se comprenderá cuáles son los benéficos resultados que la sociedad de San Luis Potosí recibe del facultativo á quien bre- vemente hemos dado á conocer. Ojalá que este pequeño tributo de admiración pue- da figurar en el álbum de sus gratos recuerdos, que serán los que le estimulen. DR. TEODOSIO PÉREZ PENICHE, MÉRIDA. —YUCATÁN. DR. TEODOSIO S. PÉREZ PENICHE. enemos en nuestra mesa de trabajo los datos biográficos de un joven Doctor, de un paladín de la ciencia que apenas ha pisado la arena ensangrentada del campo de las contiendas donde sucumben los errores y se abren paso las con- quistas de lo conocido, un explorador de ese eterno imposible que se rinde junto al lecho del enfermo, ó huye derrotado sobre el gabinete de estudio, al que- rer ofuscar las investigaciones en el laboratorio. Joven aún el Dr. Pérez Peniche, no osa llegar donde la experiencia de los grandes maestros impe- ra; tiene la timidez propia del hombre de ciencia que se abisma con las adquisiciones de su inteligencia enriquecida de súbito, y huye á ocultarse entre su primera clientela y se conforma con los triunfos pri- vados que ya le ofrece la práctica de su profesión. Así le hemos sorprendido y así le exhibimos, se- guros de que esos primeros triunfos, por s^r legíti- 3^0 LÁZARO PAVÍA. mos, auguran la victoria completa en su vida de Médico. Digamos antes de ordenar esos datos biográficos, cuál es el tratamiento ginecológico del aborto. Diversas son aún las opiniones sobre el tratamien- to del aborto: el examen de las preparaciones de los huevos abortivos, y todas las noticias científicas que de ellos se tienen, lo comprueban. El desprendimien- to manual ó instrumental de los huevos abortivos, tiene también un criterio diferente en la opinión fa- cultativa. Tal divergencia, según el pensar de un reputado profesor europeo, proviene de que las investigacio- nes anatómicas precisas acerca de los huevos abor- tivos desprendidos, son de origen reciente, de que todavía no existe un común acuerdo, tocante á varias cuestiones de la anatomía delicada de los huevos nor- males, y de que no suele ser muy familiar á los mé- dicos prácticos ni aun el conocimiento, á grandes rasgos, de las condiciones anatómicas del huevo. Es indispensable, para que un médico pueda tra- tar el aborto de una manera racional, que tenga exac- to conocimiento de la posición y de los medios de unión de las cubiertas fetales y que sepa juzgar del curso del aborto ateniéndose á los tejidos ovulares desprendidos. Un régimen bien dirigido en las embarazadas, evi- ta en muchísimos casos el aborto. . En los primeros tiempos del embarazo, los medios ; de unión establecidos entre el huevo y la pared in- DOCTORES NOTABLLS. 35i terna del útero, están poco desarrollados. Después de las primeras semanas es cuando las papilas del corión envían sus mayores ramificaciones al interior de la caduca, oponiendo un obstáculo al desprendi- miento de las porciones fetales que salen de las ma- ternas, debido al engranaje recíproco que entre am- bas se establece. Sin esa unión, basta una influencia moral, relativamente pequeña, para que tenga lugar el aborto. Las precauciones especiales que debe tener la mu- jer embarazada para evitar el aborto, son el uso de vestidos que no dificulten la circulación, en la inges- tión de alimentos fácilmente digestibles y que pro- duzcan pocas materias fecales, en cuidar que la de- fecación se verifique con regularidad, en evitar es- fuerzos y conmociones del cuerpo, en acostarse tan pronto como se manifiesten dolores en la región sa- cra y en que observe las mayores precauciones en el período de la congestión menstrual. El médico debe examinar si es posible y conve- niente impedir la producción del aborto incipiente. Desgraciadamente el médico es llamado demasia- do tarde para poder contener el aborto. Ese hecho ha sugerido los siguientes consejos, que nunca hace bien el práctico en intentar contener el aborto; que esto es posible durante un corto período, y que si se ha desprendido gran parte de las cubiertas fetales no se desarrolla el embrión como es debido, quedando deformado. La cantidad y la naturaleza de la sangre evacuada 352 LÁZARO PAVÍA. es un signo especial; puede generalmente deducirse, que cuanto mayor es la cantidad de sangre perdida, tanto más extensamente se hallará desprendido el huevo y tanto mayor será la dificultad para contener el aborto. Además, es preciso examinar si la sangre \ viene líquida ó coagulada; la mayoría de las veces la sangre líquida viene de las inmediaciones del orificio uterino, y los coágulos revelan, por el contrario, que es más extenso el desprendimiento del huevo. Si se hallan cubiertas fecales en la sangre evacua- da, se tiene señal fidedigna en favor de la continua- ción del aborto. Si se hacen mover las masas des- prendidas, flotando debajo del agua, en diferentes direcciones, se perciben pronto las papilas del corión i con sus hermosas ramificaciones, las cuales consti- tuyen el tejido más delicado y más fácil de conocer de todo el huevo. En vista de estas observaciones es inútil pretender contener el aborto. Los dolores constituyen un signo que tiene menos I importancia para juzgar del curso del aborto; gene- ralmente siguen á la hemorragia después de algún tiempo; son poco manifiestos; á causa de la estrechez 1 del útero, no es fácil de demostrar muchas veces el endurecimiento del órgano, y el efecto de las con- tracciones uterinas es poco sensible en virtud del es- caso desarrollo de la musculatura. La abertura del orificio uterino y la del canal cer- vical, son también de menos importancia que la ob- servación de la sangre evacuada. Cuando está muy abierto el orificio uterino puede admitirse perfecta- DOCTORES NOTABLES. 353 mente que no se contiene ya el desprendimiento del huevo; pero los grados medios de la dilatación de dicho orificio no nos permiten juzgar tan fácilmente. A más del examen de los puntos ya citados, se verá si el estado de la enferma permite contener el aborto. En este caso se deberá cuidar ante todo de que la enferma guarde absoluto reposo, acostada, y permaneciendo con los muslos cerrados y mediana- mente abrigada, evitando aún el más pequeño movi- miento, con tal de que no sea enteramente indispen- sable. Un solo movimiento, por ligero que sea, puede ser bastante para hacer que se desprenda un coágulo de la abertura vascular que se hallaba obturando y pa- ra hacer de este modo inevitable el aborto; mientras que el reposo de las partes fetales facilitará, por el contrario, la formación de los coágulos sanguíneos y la nueva adherencia de las partes ya desprendidas. El reposo moral es igualmente indispensable, pues cualquier excitación que se propague al sistema vas- cular, da lugar á nuevas hemorragias y á la contrac- ción de las paredes uterinas. Si fuere necesario, se recurrirá al opio para lograr que la enferma duerma. No habiendo complicación alguna, no es necesario ningún tratamiento medici- nal. Deben ministrarse los ácidos á aquellas perso- nas que no pueden ser tratadas sin medicamentos; pero es general opinión que, prescindiendo del so- siego psíquico, nada se consigue con medicaciones para contener el aborto. Si cesasen los pródromos del aborto, ni aun así debe permitirse á las enfermas 354 LÁZARO PAVÍA. que dejen el lecho inmediatamente, sino al día si- guiente, pues en un período de veinticuatro horas nunca puede conseguirse que adquiera suficiente re- sistencia la nueva adherencia de las partes fetales desprendidas; para esto se necesitan dos días cuando menos. En caso de que el aborto no se contenga, debe fijarse la atención en la hemorragia. Hay casos en que la intensidad de ésta es mediana; la expulsión del huevo sigue su curso, acompañado de dolores de buen carácter, y el estado general no se altera nota- blemente por el curso del aborto. Entonces hay que dejar á la naturaleza que obre en el curso de los fe- nómenos y examinar escrupulosamente la marcha del aborto, examinando las partes desprendidas. Cuando sea necesario tomar medidas contra la he- morragia deben tender más bien á acortarla que á contenerla en un momento dado. Para conseguir la aceleración del parto se hace uso de inyecciones y del taponamiento de la vagina. Pa- ra practicar las primeras, se hará uso de una ducha simple ó de una caja de hoja de lata con un tubo lar- go y de una sonda uterina por la cual sale el agua. Disminuyendo la temperatura del agua y aumentan- do la presión se tiene un medio de aumentar consi- derablemente la intensidad de las inyecciones, y en muchos casos de aborto, basta el empleo de estos medios. El taponamiento se emplea cuando la hemorragia es intensa, para hacer presión contra la bóveda de la DOCTORES NOTABLES. 355 vagina y hacer coagular la sangre. Empléase de preferencia, como medio de obturación, la vejiga de goma, que tiene la ventaja de no irritar mucho las paredes de la vagina. Es conveniente poner una inyección de agua fría después de quitar el tapón para evitar la irritación de la vagina. El desprendimiento del huevo abortivo puede ser manual ó instrumental, ya sea que las contracciones uterinas den lugar al desprendimiento, y entonces habrá que dejar la expulsión confiada á la natura- leza. Hcenig recomienda, para la extracción manual, que se levante el útero con varios dedos, desde la bóve- da vaginal, mientras que con la otra mano se ejerza por afuera una opresión en sentido contrario. Después del aborto, el útero experimenta difícil- mente un movimiento regresivo; deben aplicarse las inyecciones para favorecer las contracciones y lavar la secreción, y no permitir que la enferma se levante de la cama antes de nueve días. El aborto suele repetirse en un período dado del embarazo, tales son los casos de aborto que depen- den de un descenso ó de una retroversión del útero. Deben, pues, evitarse escrupulosamente las influen- cias morbosas que provoquen el aborto. Cuando una retroversión del útero dé lugar repe- tidas veces al aborto en el tercer mes del embarazo, deberá procurarse que hasta mediados del cuarto mes la enferma conserve en la cama el decúbito lateral, 356 LÁZARO PAVÍA. que se vacíen fácilmente la vejiga y el recto, y por último, que física y moralmente no se excite la pa- ciente. Con estas precauciones suele llevarse á feliz término el embarazo. Hablemos del joven Dr. Teodosio S. Pérez Pe- niche. Nació el 2 de Noviembre de 1867 en Mérida de Yucatán, siendo hijo del Sr. Coronel D. Santiago Pérez Virgilio y de la Sra. D? Irenea Peniche. Hizo los estudios profesionales de Médico en el Instituto Literario del Estado de Yucatán, que es, sin disputa, uno de los principales planteles de la República, y fué, durante dichos estudios, Practican- te del Hospital O'Horán, de Mérida, y de la Casa de Maternidad, donde más especialmente hizo la práctica, Motivos de salud lo obligaron á venir á Méjico, no habiéndose podido recibir por lo mismo en Mé- rida, y lo hizo en la Escuela Nacional de Medicina, donde continuó los estudios, el 19 de Septiembre de 1895. Teodosio Pérez Peniche ha llegado á conciliar el sentimiento literario con las frías experiencias de la ciencia; ansió el título de Médico, y lo obtuvo; bus- có horizontes para sus afecciones, y los halló en la prensa. Siendo aún estudiante, por iniciativa suya se fundó el periódico literario "El Ensayo," á cuya vi- da contribuyó el apasionado de las bellezas poéticas, el cantor yucateco Lie. José I. Novelo. _______________DOCTORES NOTABLES. 357 Los trabajos que publicó en dicho periódico reve- lan su alma de artista y los profundos conocimien- tos médicos que encierra su tesis inaugural, titulada: "Estudio sobre las diversas formas de apendiritis. —Indicaciones quirúrgicas que reclaman.—Procedi- miento seguido por el Profesor Dr. Lavista, en com- paración con los europeos y americanos" pone de manifiesto una inteligencia privilegiada y un cúmulo de conocimientos científicos superiores para la edad de nuestro biografiado. Fué el fundador del primer "Círculo de Estudian- tes de Medicina" en Mérida, y fué también él (según consta en "La Revista de Mérida" y en "La Gran Vía," Noviembre 30 de 1889) el iniciador de la Ja- maica "Bazar de Caridad" que el Círculo no pudo efectuar por el fallecimiento del eminente Dr. D. Jo- sé Dolores Patrón, y verificado después por el Liceo de Mérida. En 1890 fué nombrado preparador de los Gabine- tes de ciencias del Instituto Literario de Yucatán, donde había dejado los más gratos recuerdos de su vida de estudiante. Fué igualmente fundador de "El Orbe," periódico que vio la luz pública en Mérida el año de 1889 y que estaba dedicado á publicar revistas de espectácu- los. Por entonces escribió en "La Gran Vía," en la que fueron muy bien aceptados sus artículos "yua- nilla la de medias rojas," "Fédora, historia vulgar," "Histología Social," "¡Adiós____/" (ante el cadáver del Dr. Patrón), "Cromos color de oro" y otros en 358 LÁZARO PAVÍA. los que el estilo es elevado en galanura, á la vez que sencillo y fluido en su desarrollo. En 1894, siendo estudiante de medicina en Méji- eo, inició la publicación de "Lecciones de Clínica Mé- dica del Profesor Dr. Carmona y Valle" obra que lleva un prólogo del Dr. Pérez Peniche y que se dio á la estampa en 1895, siendo muy elogiado por la ;, prensa y acogido con entusiasmo por el medicato * del país. Insertamos lo que la prensa ha dicho en elogio del Dr. Pérez Peniche. "La Realidad," de Mérida, con motivo de su re- cepción: "Por telegrama que recibimos ayer, supimos que nuestro inteligente amigo D. Teodosio Pérez Peni- ehe, había sustentado el último examen en opción al honroso grado de Doctor en Medicina. El éxito más lisonjero ha coronado los esfuerzos del joven Galeno. Los actos por él sustentados han sido verdaderos triunfos que no sólo le honran, sino que llenan de júbilo y complacencia á sus paisanos amigos. El es- tudio de la Ciencia de Hipócrates ha sido la ilusión más acariciada del joven Pérez Peniche, y de su de- dicación y talento para la facultad da buena prueba el hecho significativo de que antes de coronar sus estudios con el título profesional, publicó interesan- tes trabajos médicos, y entre otros, el más impor- tante, Lecciones de Clínica, del reputado Dr. Carmo- na y Valle. Esta obra mereció las alabanzas de la prensa nacional, por el interés científico que entraña DOCTORES NOTABLES. 359 y por ser la primera en su género que se publicó en el país." (Septiembre 22 de 1895). "Los Intereses Sociales" dice, refiriéndose á la enfermedad que obligó á salir de Mérida al joven Pérez Peniche: "Somos testigos de que en medio á las mortifica- ciones de aquella situación, una de las cosas que más le dolían era la idea de que tal vez su enfermedad lo detuviese en el camino del estudio de la carrera ala cual se sentía llevado por todas sus inclinaciones. Pero contaba con su voluntad inquebrantable, y és- ta venció por completo, tal vez para el restableci- miento de su salud desde su estancia en la Metrópo- li. Somos testigos de las distinciones que hacían de él sus maestros, Médicos cuya fama cruza las ondas del Golfo Mejicano para arrancar elogios justísimos por todas partes (Lavista, Carmona, Juan M. Ro- dríguez, Gaona, etc.); esto prueba que el joven Pé- rez Peniche se conquistó el cariño y estimación que le honran mucho." "El Eco del Comercio," con igual motivo, dijo: "Los exámenes generales del joven Galeno co- rrespondieron á sus antecedentes honrosos como es- tudiante de claro talento y de reconocidas aptitudes para la profesión que ha abrazado." Entre otros trabajos científicos producidos por el Dr. Pérez Peniche, citaremos los siguientes: "Sa- neamiento de las Ciudades" (Mayo de 96), "La pre- tendida expulsión de los cálculos biliares" (Mayo de 95), "Curación del cáncer por la nucleína" (Ma- 36o LÁZARO PAVÍA. yo de 95), "Relación entre las variaciones cósmicas y las enfermedades" (Febrero de 95), "La Iglesia Católica y la Obstetricia" (Mayo de 96), "Lo que dice Jourdanet" (Febrero de 95). "El Tiempo," diario de Méjico, publicó lo siguien- te del mismo Dr. Pérez Peniche: "La Academia de Medicina en el concurso científico" (Julio de 95), "Concursos científicos" (Julio de 95), "Cuestión pal- pitante: la homeopatía" (Nov. y Dic. de 95). En "El Diario del Hogar" escribió un artículo ti- tulado "Las Ciencias Médicas Mejicanas" (Diciem- bre de 94). De literatura hemos podido encontrar, entre otros, los siguientes artículos: En "El Universal," diario de Méjico, "Excursión al Desierto. — Exploración sobre Higiene" (Julio de 94). En "El Tiempo Ilustrado," uno titulado "Agui- naldos" (Enero de 95) y otro "El Minuetto de Pa- derewski" (Julio de 95). En "El Correo Español," uno necrológico con motivo del fallecimiento del Sr. Lie. Eligió Ancona (Abril de 93). En "La Razón Social," otro titulado "El día de muertos en Méjico." En el periódico literario y artístico "Azul y Gual- da," de Mérida, otro denominado "La tormenta." El Dr. Pérez Peniche se dedica con especialidad al estudio de la Ginecología y de la Obstetricia, y de ambas materias^ha logrado sacar ventajosos partidos. DOCTORES NOTABLES. 361 Ha demostrado magníficas aptitudes para la Ciru- gía ginecológica y tocológica, y en ellas ha hecho rápidos y brillantes progresos. Estableció su Salón de Consultas en esta Capital y llegó á hacerse de escogida y numerosa clientela; pero, alterada su salud, se vio obligado á dejar la Metrópoli. Actualmente viaja, escribiendo un tratado de Geo- grafía Médica de la República, cuya utilidad es in- discutible. Para terminar, y justificando nuestro propósito al comenzar el presente artículo con el tratamiento del aborto, decíamos que el Dr. Pérez Peniche tiene un procedimiento especial para la extracción de la pla- centa, que reúne á las condiciones indispensables de asepcia y antisepcia, las de inocuidad, facilidad y efi- cacia. Se ocupa con ahinco en precisar una medica- ción para someterla á la aprobación de la Academia de Medicina. Además, tiene un procedimiento espe- cial para la ligadura y extirpación de los pólipos nasales. Estos hechos, que constituyen para el Dr. Pérez Peniche las primeras conquistas de un renombre mé- dico y de una reputación gloriosa, pasarán á la his- toria de nuestros dignos conciudadanos que con sus relevantes méritos supieron dar prestigio á la tierra en que nacieron. \$ x , -. SU® . < .i: y'f3f■■?/•" X DR. ELIAS A. GÓMEZ, (HTETINAVACA. — MORELOS, ■2 "■'•''• ' ^ :Xv' •*•' - '^H-r'^ ríítf- DR. ELIAS A. GÓMEZ. Wamos á decir algo sobre Traqueotomía, medio 4jí¿ terapéutico que tiene indicaciones de gran va- f&Bft lor.—La obstrucción sufrida en las vías respi- J ratorias, los obstáculos opuestos á la introduc- ción del aire que llega á los pulmones y da la vida, ha preocupado hondamente á los médicos y llevado á la ciencia al perfeccionamiento que ha alcanzado. Así, los medios sugeridos para evitar dicha obstruc- ción han sido llevados á la práctica, y de mejora- miento en mejoramiento respecto á las aplicaciones de los métodos naturales terapéuticos, se ha llegado á las más satisfactorias conquistas sobre el desarrollo del mal. Hipócrates refiere que el método más antiguo pa- ra evitar la obstrucción y dar libre entrada al aire, consistía en introducir en la garganta del paciente un tubo elástico; pero tal método, caído en desuso y más tarde resucitado por notables prácticos, no pre- 364 LÁZARO PAVÍA. valeció mucho tiempo, dadas las dificultades que en la aplicación se presentaban. Asclepiades de Bithinia, Cirujano romano, fué el primero que pensó en practicar una abertura en la tráquea, siempre que un obstáculo colocado en la par- te superior de la vía respiratoria provocara la asfixia. Este sistema no fué tampoco bien acogido hasta que siglos después el famoso Antylo lo puso en prác- tica, obteniendo brillantes resultados. En el período árabe, época en la cual no era muy conocida la Anatomía, volvió á caer en desuso el mé- todo de Asclepiades, sin duda por las exageraciones que de su peligroso empleo oponían los médicos de entonces. Sin embargo, existen datos para creer que en aquellos días Ancilicio practicó la traqueotomía, según afirma Rhages. En la Edad Media, período de notable decadencia para las ciencias médicas, Salicet y Albano practi- caron la traqueotomía no obstante que era menos- preciada. A fines del siglo XV Bienivieni, médico florenti- no, salvó á un enfermo próximo á la asfixia abrién- dole la traquearteria y salvándole así de una muerte segura; pero tan brillante resultado, no tuvo la pu- blicidad que hubiera sido de desearse, y siguió re- legada al olvido la traqueotomía. Más tarde algunos notables cirujanos pusieron en práctica tal recurso quirúrgico, y así quedó resucita- do dicho recurso. Musa de Bassavola, Ambrosio Poreo, Houilliet y DOCTORES NOTABLES. 365 Aquapendente acogen con entera confianza el recur- so; Sanctorio practica la traqueotomía colocando la cánula en la herida tráquea con la ayuda de un tro- car, y el aire, penetrando libremente en los pulmones de los pacientes, les salva de una muerte segura, con lo cual quedó sancionado el principio curativo que por tanto tiempo había sido desechado por fútiles te- mores. Casserio, Severino, Villarreal y Núñez, en el si- glo XVII, recomiendan el uso de la traqueotomía como el único medio en casos desesperados. En el siglo XVIII la traqueotomía se populariza, se prac- tica, se generaliza y llega á un alto grado de perfec- cionamiento, comparado con épocas anteriores. Jun- ker practica por primera vez la incisión longitudinal; Martín idea la doble cánula y Mauro inventa un apa- rato para fijarla. A principios del presente siglo por Mauncir y Pe- tit, y en 1807 la Academia de París, sin fundamento alguno, según opiniones respetables, proscribió di- cha operación. Desde entonces surgió una época brillante para la traqueotomía. Acreditan esa brillantez los nombres de Breton- neau, Trousseau, y posteriormente los de Gerdy, Bérard, Velpeau, Malgaigne, Chossaignac y otros. En la época actual, hay países como España en donde el número de traqueotomías que se practican es exiguo, no obstante que, como afirma un reputa- do Médico mejicano, allí no se duda de la utilidad de la traqueotomía, se conocen las estadísticas ex- 366 LÁZARO PAVlA. tranjeras y se leen frecuentemente trabajos de auto- res de otros países sobre el particular. Extractaremos la opinión del Dr. José F. Ro- dríguez respecto del empleo de la traqueotomía en Méjico, y se verá que el medio quirúrgico por el cual queda evitada toda obstrucción en la laringe y par- tes circundantes, se halla injustamente desacreditado. Los médicos, dejándose llevar del horror que el vulgo tiene á la abertura traqueal, vacilan en poner en práctica la operación y dejan que la asfixia acabe con las víctimas atacadas de croup ó de otras afeccio- nes laríngeas. Muchos de esos enfermos bajan á la tumba sin haber sido ni siquiera intentada la opera- ción salvadora. El Dr. Rodríguez censura la conducta de esos mé- dicos que, conociendo tan poderoso recurso de la ciencia, desoyen la voz de ésta y olvidan sus conse- jos; y más que la culpa que sobre ellos debe recaer, considera la mancha que se debe estampar en las conciencias de los que disponiendo de un medio po- deroso, último recurso en el que fundadamente se pueden cifrar esperanzas, no lo aplican, entregándose á un escepticismo que nada tiene de razonable. Creemos, con el facultativo que nos ocupa, que en Méjico se desconozca la importancia y la necesidad de la abertura de la tráquea y de que pese más en la balanza de la conciencia el deseo de no lastimar una reputación adquirida que un deber impuesto por la ciencia. La importancia de la traqueotomía está justificada DOCTORES NOTABLES. 367 por la historia desde la época del esplendor romano. Si bien es cierto que desde la implantación de ella como medio.terapéutico apenas se ha procurado dar- le el lugar que merece cuando ha caído en desuso, ello ha sido más bien por ignorancia que por su inu- tilidad. Con justicia el médico francés Carón decía que el gobierno debía hacer responsable al práctico que de- jara morir á un enfermo atacado de croup sin operar- le de traqueotomía. Hecha la anterior introducción á la biografía del Dr. Elias A. Gómez, pasemos á consignar los datos de su vida pública. Nació el 8 de Septiembre de 1858 en el rancho de Nogales, Distrito de Rayón, Estado de San Luis Potosí, siendo sus padres el Sr. D. Gil Antonio Gó- mez y la Sra. D? Jacinta Castillo, individuos á quie- nes la fortuna les negó sus favores, no pudiendo le- gar á sus hijos más herencia que el amor al trabajo y una honradez acrisolada. Los primeros días de la existencia, esos instantes para la vida del espíritu, que se deslizan sin esperan- zas ni fingidos halagos, fueron para el niño Elias una serie de privaciones y de contrariedades que le for- maron un alma grandiosa, hecha abnegadamente pa- ra todos los embates del Destino. Obligado á aceptar la protección de su herma- no Antonio Gil Gómez, pasó á Riohondo, pobla- ción donde residía, para que á su amparo se formara y adquiriera un porvenir. 368 LÁZARO PAVÍA. Los primeros estudios del niño Elias A. Gómez fueron el augurio de las conquistas que más tarde había de alcanzar en los cursos profesionales y en la práctica de ellos. Los profesores y alumnos del Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí fueron testigos y ad- miradores de las primeras pruebas de talento que dio nuestro biografiado, quien ingresó á dicho plantel el año de 1878. En los estudios preparatorios se distinguió por su decidida aplicación y constancia, y en el primero y segundo año de Medicina allí cursados se hizo nota- ble por la solidez de los conocimientos y por el ade- lantamiento en materia de principios científicos. A fines de 1884 llegó á la Capital de la República con objeto de continuar sus estudios, siempre con la protección de su hermano D. Antonio Gil Gómez. En la Escuela Nacional de Medicina aprovechó ventajosamente los estudios de tercero, cuarto y quinto años con la dirección de los eminentes profe- sores que en aquella época desempeñaban las cáte- dras reglamentarias, y así, de triunfo en triunfo, de progreso en progreso, sustentó examen profesional los días 20 y 21 de Agosto de 1888. Durante la época de sus estudios, sirvió como practicante en el Hospital de San Hipólito, donde hi- zo importantes observaciones de alienismo que le va- lieron el principio de una reputación merecida. Los tratamientos por él empleados con los dementes, siempre teniendo por norma las prescripciones de sus DOCTORES NOTABLES. 369 superiores, le conquistaron en más de una ocasión el aplauso de ellos y la gratitud de los pacientes. Fué igualmente practicante de la 2? Inspección de Policía con el Dr. Francisco Blázquez, del Hospital de Maternidad é Infancia, y del de Jesús con el emi- nente clínico Dr. José Barragán; y del Salón de Con- sultas de San Andrés con el respetable maestro Dr. Francisco de P. Chacón, á quien debe en gran parte el vasto acopio de conocimientos clínicos que posee. El asunto que desarrolló en su tesis para el exa- men profesional, se titula " Estado mental de los Epi- lépticos" estudio que considera esa fatal enfermedad, la mayor parte de las veces adquirida por herencia, y desarrolla en todas sus partes, tan importantes como trascendentales, los gérmenes con que la depravación moral contribuye á la propagación de la enfermedad. Leyendo la tesis del Dr. Elias A. Gómez se ex- perimenta una ingénita aversión á todo lo que sea degeneración física y moral del individuo. Se suges- tiona al lector al grado de creerse víctima de los sín- tomas del mal y estima en toda su deformidad las terribles consecuencias de una vida disipada que se agota rápidamente en períodos dolorosos y sin los placeres de un ser fisiológicamente conservado. Tesis como la del Sr. Dr. Gómez es, á no dudar- lo, la salvaguardia de la sociedad, que se ve privada de miembros que le podían ser útiles si éstos no per- dieran, por causas inútiles de citar, el poderoso ins- tinto de la conservación. Con justicia el Instituto Científico y Literario de 37o LÁZARO PAVÍA. San Luis Potosí le otorgó veintiún diplomas que le honran como merece: diez y ocho de instrucción y tres de mérito, acreditando los primeros los premios obtenidos en los exámenes de fin de año, y los se- gundos la aplicación y buena conducta observadas durante el tiempo de sus estudios preparatorios y parte de los profesionales. Desde que el Dr. Elias A. Gómez obtuvo el titula de la Facultad Médica de Méjico, se dedicó á ejer- cer la profesión, estableciéndose en esta Capital el año de 1890. Desde entonces á la fecha sus servicios le han con- quistado una reputación envidiable, como lo prueban los elogios que á menudo le dedica la prensa y los que en particular se hacen de él por sus profesores y condiscípulos. Para confirmar lo que llevamos dicho, bástenos mencionar un remitido suscrito por el Sr. D. Manuel Quevedo, y enviado con fecha 2 de Noviembre de 1896 al periódico "El Estado de Morelos," que se publica en Cuernavaca. En dicho remitido el Sr. Quevedo afirma que des- de el año de 1894 su hija Concepción Quevedo su- fría una tos continua é impertinente, acompañada de dolores que la aniquilaban; que asistida por eminen- tes médicos residentes en la Capital, operada y re- conocida por hábiles cirujanos que garantizaban la curación completa, el mal tomaba grandes propor- ciones; que por fortuna fué al Estado de Morelos, fijando su residencia en Cuernavaca, consultando la DOCTORES NOTABLES. 37* opinión de los médicos de esta población, quienes en su mayoría daban tristes esperanzas de la enferme- dad de su hija, hasta que se dirigió al Dr. Elias A. Gómez, entonces médico de cárceles, quien examina á la enferma con el cuidado y detenimiento que le caracterizan en sus observaciones, la operó con ta- lento, verificando sus consiguientes curaciones, y que hoy se encuentra la paciente en plena salud, merced á una atinada curación y una operación satisfactoria. El remitente termina con las siguientes frases: "Esto me llena de dicha, y pongo en conocimiento del público mi agradecimiento á tan sabio como des- interesado médico, á quien por el presente le envío mi gratitud sincera, deseando que estas líneas sirvan para formarle entre sus numerosos clientes la aureo- la del justo mérito que por su talento y ciencia me- rece." En el mismo año de 1890 fué nombrado socio co- laborador del Instituto Médico Nacional, distinción que todavía se le concede. En 1892 fué nombrado Médico de cárceles de esa ciudad y miembro del Consejo Superior de Salubri- dad, cargos que á la presente desempeña. Durante los años de 1895 y 1896 estuvo desem- peñando el cargo de Síndico 2? del Ayuntamiento que ejerció satisfactoriamente, ayudando poderosa- mente á los ediles de aquella época en los arduos asuntos que con el bien de la ciudad se relacionan. Tal es, á grandes rasgos, la biografía del Sr. Dr. Elias A. Gómez, quien desde una cuna humilde se 372 LÁZARO PAMA. elevó, merced ásus propios esfuerzos, hasta un lugar eminente en el terreno científico y en la considera- ción de sus conciudadanos. La tarea del apologista concluye con los mereci- dos elogios al personaje que se le presenta en la vi- da pública: los hechos de los hombres que tienen su vida privada sin tacha y sin mancilla, tienen por me- jor apreciador de sus actos su recto criterio, y su mejor juez es la conciencia. El criterio del Sr. Dr. Elias A. Gómez le ha guia- do siempre por el sendero de la verdad. Su conciencia le tiene satisfecho. DR. PERFECTO TAfflUO, IíULEOÍE.—B. C. ■£r ■ ,^.%- DR. PERFECTO VADILLO. *rX?a> IRntes de tratar de un punto científico que en es- | ta vez versará sobre los cálculos de plo- & mo, bueno es que digamos dos palabras acer- ca de la personalidad médica que va á figurar en el presente artículo. Con decir que el Sr. Vadillo posee tres profesio- nes: de Ingeniero, Abogado y Médico, se compren- derá el caudal de conocimientos que atesora y las múltiples oportunidades que á menudo se le presen- tan para darse á conocer en las esferas del saber hu- mano. De ahí que nos hayamos inclinado á honrar la presente publicación consignando una parte de los hechos que constituyen su vida pública, es decir, los que le dan á conocer como Médico, no prescindien- do del todo de otros que con éstos se relacionan en su carrera de Letrado. Entremos en materia. Los compuestos de plomo casi son, con frecuen- 374 LÁZARO PAVÍA. cia, graves enfermedades de origen tóxico y dan mar- gen á estados patológicos agudos ó crónicos, según la dosis y la manera como penetran en la economía. Dos son las formas en que la enfermedad se pre- senta: el acetato de plomo, tomado en la dosis de al- gunos gramos, causa la muerte en medio de sínto- mas que revelan una viva irritación gastro-intestinal; propinado en dosis de algunos centigramos diarios, puede causar el cólico saturnino. La primera forma es poco común; la segunda es más frecuente. Tres son los tipos de los fenómenos morbosos que se observan en la forma crónica: V-, el tipo doloroso; 2?, el tipo paralítico, y 3?, el tipo cerebral. Si los dolores residen en el vientre, se le da el nombre de cólico de plomo, y si en cualquiera otra parte del. cuerpo, el de cólico saturnino. Es condición indispensable para el desarrollo del cólico saturnino la introducción en la economía de moléculas plómbicas. El contacto del plomo ó de sus compuestos en las mucosas respiratoria ó digestiva, en los sitios seña- lados: 1? En el tratamiento de ciertas enfermedades causadas por el uso intenso de algunas sales de plo- mo, en particular del acetato bórico; 2? En las fábri- cas de albayalde y minio, cuyos polvos penetran al pulmón en la respiración del aire y en el tubo diges- tivo con la saliva que degluten los obreros; 3? En los que beben vinos, toman vinagre ó comen substan- cias que contienen sales saturninas; 4? En los que emplean pinturas plómbicas y se llevan los pinceles DOCTORES NOTABLES. 375 á la boca; 5? Los que usan tabaco en polvo guarda- do en objetos de plomo, y 6? En los que beben agua conservada ó destilada en vasijas de plomo. La absorción del plomo está indicada por la exis- tencia del plomo en diversas parénquimas y en la orina. Los análisis químicos comprueban perfecta- mente que el plomo hallado, no es el que normalmen- te se encuentra en el organismo. ¿En qué forma es absorbido el plomo? ¿En qué estado se encuentra en los organismos? ¿Cuál es la composición de la substancia plómbica que se elimi- na por la orina? Tales son los importantes asuntos que deben someterse al estudio que nos ocupa. Para resolver la primera pregunta—según opina acertadamente un autor mejicano—es necesario co- nocer el compuesto de plomo y los líquidos de la economía que obran sobre él. La preparación de plomo, que comunmente pro- duce los accidentes saturninos en general, y entre ellos el cólico, son el albayalde, el leturgino y el mi- nio en la industria; el leturgino y algunas sales de plomo en la alimentación y bebidas, y el acetato de plomo en la práctica de la Medicina. El acetato de plomo, bastante soluble en el agua, administrado por la vía gástrica, puede penetrar en el organismo, parte en el estada de acetato y parte en el de cloruro de plomo, producto del ácido clorí- dico del jugo estomacal sobre acetato de plomo. El albayalde es insoluole en el agua pura; pero si el agua contiene ácido carbónico se disuelve en can- 376 LÁZARO PAVÍA. tidad apreciable, por lo que es de suponerse que se disuelve en los líquidos del aparato respiratorio, que contiene ácido carbónico y que, una vez disuelto, en- tra en la circulación. El albayalde introducido en el organismo por el estómago, se transforma, en parte, en cloruro de plo- mo, siendo bastante soluble por ser absorbido. El leturgino es muy poco soluble en el agua pu- ra, y no se disuelve en la que tiene sales; pero con los álcalis forma plombitos solubles y los líquidos de las vías respiratorias son alcalinos, se supone que por el pulmón penetra á la sangre en el estado de plombito. Por la vía gástrica quizá se transforme en cloruro de plomo. En cuanto á la composición de la substancia plóm- bica eliminada por la orina, se presume que sea una combinación azoada. La absorción del plomo es favorecida por causas debilitantes. Las mujeres son menos propensas á la enfermedad por emanaciones saturninas. El cólico saturnino aparece en el curso de la ane- mia especial que origina el plomo en los individuos que lo manejan, siendo á veces precedido de otros accidentes plómbicos. El cólico de plomo suele ser el fenómeno primiti- vo del envenenamiento saturnino, como se observa en individuos que duermen en cuartos recién pinta- dos con compuestos de plomo. Anatómicamente, lo constante y casi especial al LM.CTORVS NOTABLES. 377 cólico de plomo es el encogimiento y retracción del intestino y la sequedad muy marcada de su mucosa. Los síntomas constantes del cólico de plomo son: un dolor en el vientre, con todos los caracteres del dolor neurálgico y una constipación tenaz, y á veces sensaciones dolorosas en diversas partes del cuerpo, vómitos biliosos y retracción del abdomen. El dolor, que es para el enfermo el fenómeno ca- pital, es unas veces el primer síntoma, y otras va pre- cedido de la anemia saturnina, malestar, impotencia y expulsión de materias fecales ovilladas. El dolor se extiende á veces en el abdomen y á veces se circunscribe á una ó más regiones, como el ombligo, el hipocondrio, el hipogastrio y los flan- cos; por lo común es muy intenso, contustivo, agu- do y dilacerante. Es continuo, y de tiempo en tiem- po presenta exacerbaciones, y generalmente se calma con la presión hecha con la mano extendida. En el paroxismo del dolor, la respiración es ansio- sa, y la fisonomía del paciente se descompone nota- blemente. La constipación es tenaz y resiste á los purgantes- diuréticos. Muchos enfermos tienen náuseas y vó- mitos que pueden ser biliosos, la lengua ligeramente sucia, blanquecina, ó bien muy cargada ó amarilla, y falta el apetito. El vientre está contraído, la orina disminuye en cantidad y excepcionalmente contiene una poca de albúmina. La icteria es un síntoma raro. La marcha del cólico saturnino es aguda, por lo 378 LÁZARO PAVÍA. general; del tratamiento depende la duración; no es esencialmente mortal sino en el caso de complicacio- nes cerebrales; los enfermos sanan, por lo común, completamente, y algunos quedan paralizados de sus antebrazos. El cólico saturnino reincide cuando los enfermos vuelven á las ocupaciones que originaron la enfermedad. Se puede diagnosticar que un individuo padece cólico saturnino, si es anémico ó raquítico y si apa- rece un dolor vivo en el vientre con retracción de és- te y si á ese dolor acompaña una constipación muy rebelde. Puede caber alguna vacilación entre el cólico sa- turnino y ciertas enfermedades apiréticas, tales como los cólicos hepáticos y nefríticos, la oclusión intesti- nal y la enteralgia. Para evitar los peligros de esa vacilación se aten- derá al dolor profundo en la hipocondría, la sensa- ción de aladura al nivel del ombligo y á la aparición de estos fenómenos dos ó tres horas después de co- mer, y quedará perfectamente reconocida la existen- cia de un cólico hepático. El dolor en los huesos, propagándose á través de la cavidad abdominal hasta el testículo y el muslo, la retracción y subida del testículo al anillo inguinal j externo, la diminución ó supresión de la orina y el dato de arenillas ó cálculos urinarios anteriores bas- j tan para diagnosticar un cólico nefrítico. El meotorismo exagerado, el.relieve de las asas intestinales, la intolerancia gástrica, revelada por vó- _______________i DOCTORES NOTABLFS 379 mitos ya espontáneos, ya provocados por la inges- tión, y el carácter estercoral de estos vómitos cuando la enfermedad está avanzada, indican la existencia de una oclusión intestinal. El meotorismo, la constipación que obedece fácil- mente á los purgantes, conducen á descubrir la en- teralgia. Hay un signo que permite afirmar el diagnóstico; este es el reconocimiento del plomo en la orina, con- centrando este líquido, agregándole un poco de ácido acético y haciendo pasar después una corriente de ácido sulfúrico. Entonces el plomo se precipita al es- tado de color negro. Provocando el sabor por medio de los diaferéticos se demuestra la existencia del plomo, así como fro- tando la piel con una pomada que contenga un sul- furo alcalino, en cuyo caso la piel se colorea de negro. El tratamiento empleado desde la antigüedad pa- ra el cólico saturnino se reduce á la administración sucesiva de evacuantes, sudoríficos y opiados; por lo que la terapéutica moderna hace consistir la curación del cólico de plomo en calmar el dolor y en comba- tir la constipación. La primera se satisface con las preparaciones de opio, inyecciones subcutáneas de morfina, con el cloroformo, y por último, con la elec- tricidad; y la segunda con las substancias llamadas drásticas, prefiriendo el aceite de creton. Cuando el dolor es muy vivo se hace inmediata- mente una inyección subcutánea de morfina, para que se mitigue por más ó menos tiempo; comenzan- 3»o LÁZARO PAVÍA. do á disiparse el efecto de la morfina se administra al enfermo una gota de aceite de creton, repitiendo esta curación si el dolor vuelve. Con estas indicaciones el enfermo puede sanar en pocos días. Tratemos ahora de nuestro biografiado. El Sr. Perfecto Vadillo vio la luz primera en la ciudad de Campeche el año de 1826. Las Matemáticas, los idiomas Francés é Inglés, el Latín y otras materias de enseñanza superior, cur- sados después de obtenida á la perfección la instruc- ción primaria, fueron las bases sólidas de los vastos conocimientos que más tarde adquirió el Sr. Vadillo. A los diez y seis años de edad, aquel niño estu- dioso, para quien los libros eran sus constantes com- pañeros y su mejor placer, recibía el título de Inge- niero Agrimensor ante un Jurado calificador que unánimemente dio su voto aprobatorio, admirándola inteligencia y el talento de quien en pocos años reu- nía una experiencia y una práctica dignos de un hom- bre profundamente instruido. Las ciencias naturales fueron su predilección des- de que las bellezas de la creación le cautivaron y los prodigios de la tierra le encantaron. Pensó desde entonces en poseer los secretos de la Medicina y con ellos saciar sus ambiciones de saber; pero una cir- cunstancia que le honra, un acontecimiento que le hace admirable, vino á quebrantar sus propósitos. Litigaba á la sazón su familia unas capellanías en la curia eclesiástica, y necesario era un abogado que DOCTORES NOTABLES. 3$ desinteresada y fielmente gestionara tan importante negocio, en el que versaba una parte de la fortuna doméstica. ¿Quién mejor que el buen hijo podría desempeñar tal cometido? Les estudios en aquella época eran muy difíciles en la carrera de leyes; pero no impor- taba, todo lo vencerían la constancia y el estudio, y el joven Vadillo, sin medir los obstáculos, animado por el noble fin que se proponía, afrontó las dificul- tades. Ayudado eficazmente por los Dres. Zomosa y Mc- diz, catedráticos yucatecos de relevantes méritos y de notable prestigio, logró en pocos años adquirir el título de Abogado, s£gún el deseo vehemente del autor de sus días. El cariño filial había triunfado de las contrarieda- des, el talento se había impuesto y la familia podía contar con el apoyo científico, ejercido por uno de sus miembros. Terminada tan laudable misión, pudo satisfacer sus deseos; cursó la carrera de Medicina, en la cual, co- mo en las anteriores profesiones, no empleó mucho tiempo para obtener el título. Lo que para otros es monotonía de la ciencia, pa- ra el Dr. Vadillo encierra inspiración, belleza; por eso, como literato y como poeta, ha llegado á ocu- par'lugar prominente entre los genios de la idea. Ejerce las tres profesiones, y en todas ellas ha lo- grado predominar y formarse una reputación glo- riosa. 382 LÁZARO PAVÍA. En Veracruz fué el primero que introdujo el em- pleo de vigas de palastro, que tan buenos resultados han dado en las construcciones modernas. Ha obtenido los privilegios respectivos por la in- vención de un pararrayos económico de conductor de paja y de un pomo hidro-eléctrico. En 1882, fecha en que el cólera invadió á Tabas- : co, el Dr. Vadillo ejercía en la Capital del Estado su j profesión de Médico, y fué tal el celo que desplegó para combatir la epidemia, que publicó un párrafo aconsejando el empleo de los medicamentos anesté- sicos, descubrimiento suyo en Méjico, cuyo mejor encomio que de él pudiera hacerse fué el haber sido J confirmado un año después^ cuando la Comisión francesa que pasó á estudiar la enfermedad al Asia, declaró que los anestésicos eran la medicina por ex- | celencia para combatir el cólera. En la memorable guerra de castas, que por más de cuarenta años asoló al Estado de Yucatán, y en la cual surgieron héroes legendarios, prestó el Doc- tor Vadillo sus servicios como Subteniente de la Guardia Nacional, y más tarde, durante el sitio de Veracruz, en la invasión norteamericana, fué Capitán permanente de Ingenieros, habiéndose presentada voluntariamente. En la defensa de aquella plaza se hizo acreedor al diploma y medalla de honor conce- didos á los Jefes y oficiales que combatieron contra el invasor. Como Abogado, ha ejercido los siguientes cargos: Presidente del Tribunal Superior; Presidente del DOCTORES NOTABLBS. 3$3 Consejo; Juez de lo Civil, de lo Criminal y de Ha- cienda, y Presidente del Tribunal Mercantil. Como Ingeniero, ha sido Jefe de Inspección de trenes, miembro de la "Sociedad de Geografía y Es- tadísca," de la "Asociación de Ingenieros y Arqui- tectos" de esta Capital, y como literato, socio activo del "Liceo Hidalgo." En 1874 el Gobierno le nombró Secretario de la Comisión que fué á Sonora con objeto de formar los expedientes relativos por reclamaciones americanas. La utilidad pública que se obtuvo con ese cargo fué que el Dr. Vadillo, al regresar á esta Metrópoli, co- menzó á publicar, por entregas, una obra titulada " Viaje pintoresco y recreativo al Estado de Sonora!1 y hemos dicho útil, porque la galanura de estilo, la poesía que encierra y la brillantez con que escribe el Sr. Vadillo, ilustran y recrean. El trabajo que men- cionamos, ó sean las entregas únicas que se dieron á la estampa, merecieron la honra de haber sido leí- das y acogidas con entusiasmo en las sesiones del mes de Octubre de 1874 en el Liceo "Hidalgo." El mismo trabajo pasó á una Comisión dictaminadora que lo aprobó por unanimidad, postulando al Doc- tor Vadillo como socio activo; esta postulación la suscribieron los Sres. D. Francisco Sosa, D. Anto- nio García Cubas, D. Francisco Pimentel y D. Gui- llermo Prieto. Como Médico, el Sr. Vadillo no se ha conforma- do con emplear los conocimientos adquiridos con el estudio profesional, va más allá de la rutina y del 384 LÁZARO PAVÍA. método; inquiere, analiza, y constantemente hace nuevas y prodigiosas aplicaciones de los secretos que la sabia Naturaleza proporciona para contrarres- tar sus mismos efectos. Para que se vean los gran- des servicios que presta á la humanidad, bástenos decir que frecuentemente expone su vida probando yerbas, raíces, flores, etc., y sólo de esa manera ha logrado acumular un sinnúmero de recetas tan útiles como desconocidas, hasta que él las empleara. Ha escrito un "Tratado de Fisiología," conforme á los modernos adelantos de la ciencia, cuyo trabajo fué premiado con medalla de plata en la Exposición de París. Después de recorrer varias poblaciones de la Re- pública, en las que ha dejado como recuerdos impe- recederos las manifestaciones de su inteligencia y los frutos de su admirable talento, fijó su residencia en ía Baja California, dedicado al Magisterio de la ley, llegando á ocupar el alto cargo de Procurador de Justicia de la Paz. Actualmente desempeña el cargo de Agente del Ministerio público en Mulegé. La vida de los apóstoles de la ciencia, de los men- tores del deber, es el paso de una estrella que guía á las generaciones al puerto de la felicidad moral. El Dr. Vadillo es un viador de la juventud, es el ejemplo de la virtud, es el modelo de la sabiduría. Hay que imitarlo. X¿'4^vX«'. . X> ^ÍX>X^ DR. SABAS 1UIBDU, IXTLAN.—MIGHOAGAN. DR. SABAS MUNGUIA. [l sistema nervioso ha sido objeto de constante estudio entre los anatómicos y los fisiólogos que han contribuido á los progresos de las inves- tigaciones y á los adelantos en los tratamien- tos que con brillante éxito se siguen en las enferme- dades que afectan dicho sistema. Charcot ha hado una descripción clásica de la Ta- bes espasmódica ó esclerosis primitiva de los cordo- nes laterales de la médula, y á esa descripción nos atendremos. Según la anatomía patológica, á la simple vista se nota un aumento de consistencia del cordón afecta- do y un color gris; si la alteración es antigua, el tin- te es uniforme, y en caso contrario tendrá estrias blancas, las cuales son las fibras separadas, pero to- davía persistentes. Las meninges están perfectamen- te adheridas, la pía madre aumentada en su espesor, principalmente en sus capas profundas y en las pro- 386 LÁZARO PAVÍA. longaciones que la unen á la red conjuntiva intran- cedular. La lesión puede quedar limitada á los cordones la- terales ó extenderse á los cuernos grises anteriores. Si lo primero, la alteración consiste en una hiperpla- sia intersticial del tejido conjuntivo con atrofia pro- porcional de los elementos nerviosos; la esclerosis in- vade preferentemente el segmento posterior de los cordones, y se extiende desde la parte inferior de la médula espinal hasta las pirámides, la protuberancia, y puede seguir hasta el pedúnculo cerebral. Se observan las siguientes diferencias entre la es- clerosis secundaria y la primitiva: la primera, cuando no hay más que un foco, invade solamente el cordón lateral del lado opuesto, no ocupa sino una región muy circunscrita del cordón del mismo lado. La se- gunda ocupa simétricamente los dos cordones, no es limitada y puede ir hasta el ángulo externo del cuer- no anterior, hasta la substancia gris posterior y has- ta el haz de fibras nervosas. Charcot dividió en dos formas esta mielitis cróni- ca, según que quede limitada á la substancia blanca de los cordones laterales, ó que se extienda á los cuernos anteriores: la primera lleva el nombre de Esclerosis primitiva de los cordones laterales; y la segunda, el de Esclerosis lateral amistrófica. El primero y casi el único síntoma en la primera forma, es un estado parético en los dos miembros inferiores, á veces más marcado en uno que en otro, y tiene por efecto hacer difícil la marcha; al dejar la DOCTORES NOTABLES. 387 cama el enfermo se queja de fatiga, siente pesados sus miembros y le cuesta trabajo levantarlos. A es- to se agrega movimientos tónicos involuntarios, las más veces de extensión, raras de flexión; fenómenos. musculares no dolorosos y de poca duración; á con- secuencia de esfuerzo, de movimientos pasivos y de emociones, sobrevienen espasmos musculares en for- ma de accesos, y entonces, en la posición horizontal, los miembros afectados se ponen rígidos en la ex- tensión y la altación, y son invadidos también por un movimiento de trepidación. Si el enfermo se pone de pie, viene el espasmo y el movimiento trepidato-- rio, el cual queda limitado á las extremidades y se extiende á todo el miembro ó á todo el cuerpo. La sensibilidad es normal en los dos primeros pe- ríodos de la enfermedad; pero en el tercero se per- turba la sensibilidad al dolor; las funciones de la ve- jiga, del recto y de los órganos genitales se ejecutan con regularidad en todo tiempo y no hay tendencias á la formación de escaras aunque el enfermo esté acostado algunos años. En las mujeres se difioulta la micción por la aproximación de los muslos. Los síntomas, en la segunda forma, son una mez-- cla de los de la primera con los de la atrofia muscu- lar progresiva. Charcot divide en tres períodos la marcha de estos síntomas. En el primero, los miembros superiores presentan una parálisis y una atrofia, espasmos florilares inten- sos y persistencia.de la contractibilidad eléctrica; los miembros paralizados se contracturan como en la 388 LÁZARO PAVÍA. primera forma y son invadidos por temblor, princi- palmente al principio. Esta contractura desaparece cuando todo el brazo está atrofiado, es decir, cuatro, seis meses ó un año, desde el principio de la afección, tiempo que generalmente necesita la alteración del miembro para llegar á un grado muy pronunciado, habiendo afectado sucesivamente los dos miembros. En el segundo período, después de haber queda- do estacionaria la afección durante varios meses, los miembros son afectados de parálisis motriz sin pará- lisis de la vejiga ó del recto, ni tendencia á la forma- ción de escaras, pero con ataques característicos de calambres tónicos, terminando en una rigidez mus- cular permanente con aumento de los reflejos cutá- neos y tendinosos. Todos los síntomas del tercer período son los de los anteriores, agravados, sobreviniendo otros bul- bares con todas las apariencias de parálisis de los músculos bulbares. Terminan el aspecto de esta afec- ción las perturbaciones de la circulación y respira- ción por lesión de los núcleos del neumogástrico. La observación microscópica ha revelado que la médula ha perdido su estructura normal en ciertos departamentos; que sus elementos, tubos y celdillas van desapareciendo, rechazados, comprimidos por una substancia consistente, más que los elementos á que sustituye desarrollada en la nervoglia. Hay una neoplasia conjuntiva, que nacida sordamente, invade simultáneamente los cordones laterales de la médula neoplasia, que debe haber recorrido todos sus perío- DOCTORES NOTABLES. 389 dos desde la congestión, hasta la formación del tejido conjuntivo. Es difícil describir la patogenia de la enfermedad, porque las funciones nerviosas son variadas, gene- rales ó localizadas. En cuanto al diagnóstico, atendiendo á la marcha con que se presentan los caracteres de la esclerosis primitiva, se podrá distinguirla de las otras formas que se conocen con la denominación general de mie- litis crónica. Habrá lesiones especiales en las que hay parálisis asociadas á tensiones musculares y con- tracciones; pero este síntoma se pierde entre una mul- titud de perturbaciones funcionales, que indican que ha habido participación de los cordones laterales y no su lesión primitiva. La esclerosis de los cordones posteriores, la forma espinal en placas, la parálisis agotante en su princi- pio y las parálisis periféricas, son las enfermedades con que más puede confundirse la mielitis de que se trata. Se distingue de la primera por los progresos lentos de la parexia, las tensiones musculares y las contracciones precoces; el aumento de los reflejos tendinosos, y muchas veces las cutáneas, por ausen- cia en un principio de perturbaciones sensitivas; y de los de la cordinación voluntaria, por la falta de alte- ración de los sentidos, por su marcha, y finalmente, por la integridad de las funciones génito-urinarias. De la segunda, es difícil la distinción y hay que sus- pender todo juicio hasta que se presenten nuevos ca- racteres, para evitar el error. De la tercera, por el 39o LÁZARO PAVÍA. carácter de la marcha del enfermo; y de la cuarta, porque el desarrollo simétrico de los síntomas espas- módicos y paréticos se combinan con perturbaciones . de la sensibilidad y de la nutrición, con un debilita- miento rápido de la contractibilidad eléctrica y pér- dida de la excitabilidad refleja. La segunda forma, sólo con la atrofia muscular progresiva y la parálisis espinal anterior de los adul- tos, podrá confundirse; pero examinando con aten- dón la marcha de los síntomas en unas y otras enfer- medades, se distinguen las más veces; así la atrofia muscular progresiva se caracteriza por una marcha muy lenta y una duración ordinariamente muy larga, aun cuando la enfermedad exista desde algún tiempo atrás, y que los miembros superiores estén muy atro- fiados; las extremidades inferiores pueden estar en un estado muy satisfactorio. En la atrofia muscular progresiva esencial, los síntomas bulbares son raros 'y excepcionales; al contrario en la esclerosis anatró- fica: la marcha es rápida, la duración corta, los cua- tro miembros son regular y sucesivamente afectados | en un tiempo muy corto y las extremidades inferiores presentan ya perturbaciones características; pocos meses después del principio de la enfermedad, la atro- fia de los miembros viene á añadirse á una parálisis ya existente, y esta parálisis atrófica se acompaña bien pronto de una rigidez espasmódica primitiva de los músculos. Por último, en la atrofia muscular pro-i gresiva, ciertos grupos musculares se afectan parcial- mente, en tanto que en la esclerosis lateral anatrófi- DOCTORES NOTABLES. 391 ca toda la musculación del miembro es afectada si- multáneamente. Hay, además, perturbaciones de la sensibilidad, y una sensibilidad ¿olorosa de los músculos á la pre- sión y á los alargamientos. La parálisis espinal de los adultos se distingue de la esclerosis lateral anatrófica por su principio febril, algunas veces con síntomas cerebrales; por la difu- sión rápida de la atrofia muscular con debilitamiento de la reacción eléctrica; por la ausencia de tensión muscular y de deformaciones espasmódicas; por la parálisis que suele llegar á los miembros superiores; por la complicación rara, pero mortal, de síntomas bulbares, y en fin, por el mejoramiento rápido de las piernas con persistencia de parálisis en los miembros superiores. La marcha y duración de la enfermedad, en la pri- mera forma, es lenta, esencialmente crónica; en la segunda, rápida y de carácter esencial. En la una, la duración es de ocho, diez y quince años, y en ocasio- nes puede estacionarse el mal; en la otra, la duración es corta. El pronóstico augura que la enfermedad es muy grave en ambas formas, principalmente en la segun- da, y que todos los casos terminan por la muerte. La causa principal se asigna al frío húmedo y pro- longado, como influencia exterior que obra sobre el organismo, ya predispuesto sin duda. Es más común la enfermedad en el hombre que en la mujer, y se presenta de veintiséis ó treinta años á cuarenta. 392 LÁZARO PAVÍA. Es opinión aceptada que en la enfermedad que nos ocupa no puede llegarse á un tratamiento racional porque no es dado señalar en el número de inferen- cias á que el hombre está sujeto, lo que produce ó determina la esclerosis primitiva de los cordones la- terales; no se sabe la parte que toman los agentes físicos, todas las influencias climatéricas, ni qué par- ticipio toman los modificadores biológicos y socio- lógicos. La hidroterapia, que es eficaz en muchas enferme- dades medulares, sólo produce un mejoramiento tem- poral, y el mismo resultado se obtiene con la caute- rización puntuada á lo largo de la columna vertebral, y con las corrientes eléctricas. Se ha conseguido dis- minuir y hacer cesar la contractura y la trepidación por medio del bromuro de potasio, de sodio y de amonio; pero se necesitan dosis muy elevadas, y los efectos no se mantienen después de cesar el trata- miento. Después de haber expuesto las anteriores teorías, réstanos hablar del Dr. Sabás Munguía. Nació en la ciudad de la Barca, Estado de Jalisco, y fueron sus padres D. Canuto Munguía y D? Leo- nor Rivas de Munguía. En Guadalajara, hermosa población á la que con justicia se ha llamado la Andalucía mejicana, pasó su infancia é hizo los estudios primarios, y los pre- paratorios en el Seminario Conciliar. En unos y otros estudios, reveló siempre sus mar- cadas tendencias al saber; en ellos desplegó siis vue- DOCTORES NOTABLES. 393 los supremos la inteligencia, y sus grandes conquis- tas el talento, hasta llegar á adquirir, en grande escala, los profundos conocimientos científicos que preparan la adquisición de una carrera profesional. En la Escuela de Medicina y Hospital de Belem hi- zo los estudios superiores, y recibió el título de Doc- tor en Medicina, Cirugía y Obstetricia el día 14 de Marzo de 1891, título que le dio el grado Académico. Desde entonces ha ejercido la profesión en la Bar- ca, contando en los cuatro años que lleva de haberse recibido, con el beneplácito público y con el presti- gio que su acierto médico le ha granjeado. Ha sido Médico examinador de la Compañía de Seguros "La Mejicana" y se ha dedicado á curar con el agua termal sulfurosa en los magníficos ba- ños que posee, situados á orillas de la Barca y dis- tantes 21 kilómetros de la estación "Negrito" del Ferrocarril Nacional de Guadalajara, siendo tal la eficacia que obtiene con dicho tratamiento hidroterá- pico, que el establecimiento balneario es constante- mente visitado no sólo por los vecinos de la pobla- ción, sino por viajeros de todo el Estado, que van en busca de salud. Estos son los datos biográficos del joven Dr. Sa- bás Munguía, quien revela en sus curaciones una práctica superior á sus pocos años de edad. Ojalá que el testimonio de admiración que hoy le tributamos, sea el augurio de los grandiosos triunfos que se le esperan cuando haya ejercido la profesión por muchos años. ."-- &*-;? xc> ^mmmm DR. PELIPE 1. NAVARRETE TEJERO, VALLADOLID.—YUCATÁN. 4 DR. F. N. NAVARRETE Y TEJERO. uestra pluma tiene una vez más la honra de trazar líneas en loor de un estudiante, deshe- ffggf redado de la fortuna, que luchando abierta- X mente con las vicisitudes de la miseria, persi- guió un porvenir sin más ambición que la de ser útil á sus semejantes y tener el orgullo de no ser nocivo á la sociedad. Nuestra imaginación nos transporta al cuartito hu- milde del cursante de Medicina, que carece aun de lo más preciso, y le vemos desfilar con el libro viejo bajo el brazo, las ropas y el calzado gastados por el uso constante, demacrado el rostro por las continuas vigilias pasadas en el estudio; pero alta la frente como desafiando al destino, serena y majestuosa la mirada como si el alma se asomara por ella y distinguiera la meta de sus aspiraciones. Entonces recordamos el libro prestado por un leal compañero, ó las páginas sueltas adquiridas merced 396 LÁZARO PAVÍA. al desprecio del colegial perezoso, la fogata ó el fa- rol público, á cuya luz tantas inteligencias se han nu- trido y tantos cerebros se han formado para el do- minio de las ciencias, y comprendemos cómo el Dr. Navarrete, por un vía-crucis de pobreza, llegó á ocu- par la posición social que hoy disfruta. Pero no divaguemos en nuestro propósito, y an- tes de que los lectores puedan juzgar la vida de ese estudiante pobre y de ese Médico distinguido por sus propios esfuerzos, tratemos los puntos más principa- les del sonambulismo, siguiendo el orden que al estudio de esa materia han dado los fisiólogos. El no hay nada nuevo bajo el sol, ó sea el princi- pio científico positivista de nada se crea, nada se pierde, entra por mucho en la demostración de los fenómenos que vamos á estudiar. Veamos algunas observaciones que satisfacen este criterio. La transformación por vía de equivalencia y de constante circulación, es un hecho. El animal verifica todo trabajo, interior ó exterior, empleando la fuerza que tienen las substancias alimenticias en afinidad con el oxígeno, al recobrar sus formas minerales en su conflicto con este elemento, y esa fuerza es á su vez tomada por el vegetal mediante la radiación so- lar, para hacer pasar la materia mineral al estado de materia orgánica. La tierra y el aire reciben la materia; las plantas la absorben por sus raíces y por sus hojas al estado mineral, y modificada en nuevas combinaciones pasa DOCTORES NOTABLES 397 al estado orgánico y así es absorbida como alimento por el animal y conservando su forma animal primi- tiva. Las tres grandes manifestaciones dinámicas del hombre: calor, construcción muscular y acción ner- viosa, provienen de la acción del oxígeno sobre las materias orgánicas de la sangre. La contractibilidad muscular, la actividad de la celdilla nerviosa, sus mo- dalidades especiales, que no es posible confundir con el calor, la luz, la electricidad, deben su carácter pe- culiar á la composición de los elementos histológicos; su diferencia principal con las modalidades dinámi- cas del mundo exterior consiste en la forma, pero están ligadas á los agentes cósmicos por la ley de la transformación de las fuerzas. La filosofía, ayudada de la ciencia, demuestra que el principio de equivalencia puede aplicarse en el or- den moral, que día llegará en que determinadas con- diciones materiales conduzcan á un resultado moral y que esa equivalencia tendrá su razón de ser en el orden social. La transformación de las fuerzas en el orden físico es un hecho adquirido—ha dicho un autor—y agrega: "Hay una serie de fenómenos, los llamados psíqui- cos, cuyo mecanismo no puede interpretarse en todas sus partes por las leyes físico-químicas, en las cuales se presenta en bosquejo el principio de la transfor- mación de las fuerzas." Descartes, al decir: pienso, luego existo, indica la transformación de la sensibilidad en ideación; la no- 393 LÁZARO PAVÍA. ción de la personalidad íntima nace de las sensacio- nes, porque la fuerza movimiento-sensibilidad se transforma en idea de la existencia. A poder seguir paso á paso la transformación en idea, y la de ésta en movimiento, tales principios, como base del estudio de las funciones cerebrales y de sus perturbaciones, darían resultados prácticos. Las sensaciones recogidas en los plexus nerviosos son transmitidas por los nervios al centro cefálico y hacen vibrar á la vez los extremos del sistema. Es- tos medios de unión entre la piel, los sentidos y el sensorium, hacen que la fuerza animalizada abra las celdillas periféricas por polarización molecular su- cesiva con rapidez de 25 á 30 metros por segundo; la excitación, al llegar á las celdillas de este centro nervioso, produce una modificación en su constitu- ción orgánica, y la excitación queda grabada debido á la fosforescencia orgánica de las celdillas nerviosas, por la cual pueden conservarse íntegras las impre- siones, por más ó menos tiempo, según la vivacidad de la excitación que lleva consigo la imagen del ob- jeto á que se refiere, así como la noción de bienes- tar ó de dolor que produjo en el individuo. Por esta modificación las celdillas pueden entrar en actividad cuando reciben una impresión semejan- te, en todo ó en parte, á la que grabó la idea produ- ciendo el recuerdo del objeto. Aunque el mecanismo de esta transformación sea desconocido, se supone que los fenómenos del * nambuhsmo dependen de esa transformación so- DOCTORES NOTABLES. 399" El sonambulismo es un conjunto de fenómenos- que se presentan durante el sueño. Se consideran para el estudio, los sueños simples, los motivados y la locomoción. Los sueños están constituidos por encadenamien- to de ideas más ó menos fantásticas, ya sobre obje- tos reales, ya sobre formas extravagantes, sin rela- ción con las formas del individuo; se verifica el sueña durante el reposo, en el que las celdillas cerebrales,. por su vida vegetativa, y la lentitud de la circulación,. reciben la nutrición necesaria para reparar las pérdi- das del período de actividad y los elementos que han de gastarse en el próximo período funcional; las glán- dulas en su circulación, alternativas semejantes en los períodos de actividad y reposo; en estos órganos la circulación es más rápida, la velocidad menor cuanda funciona, que en el reposo. Tales modificaciones en la nutrición del cerebro dependen de la falta de im- presiones. De aquí que, como los extremos del sis- tema nervioso no pueden funcionar independiente- mente, se supone que la necesidad del reposo se hace sentir en todo el trayecto que recorren las impre- siones. El sensorium entra en un período de colapso por grupos circulares esparcidos en distintos pun- tos; empieza en los centros ópticos y pasa á los au- ditivos y á los del tacto hasta que se generaliza á to- das las celdillas. Si aún algunas celdillas continúan. vibrando, sea por excitación de la vigilia que ha con- tinuado su acción durante el reposo, sea por una 400 LÁZARO PAVÍA. congestión parcial, al comunicar las vibraciones á las demás celdillas que se hallan en un período interme- diario entre la vigilia y el reposo, ó en completo re- poso, dará lugar á asociaciones incoherentes que, de la idea primitiva localizada en la celdilla que deter- mina el movimiento pasará á ideas consecutivas, las más veces sin relación con la primera. Este encade- namiento disparatado de ideas depende de que las celdillas á las que se ha comunicado la vibración no pueden funcionar fisiológicamente. La circulación lenta de este período no lleva, en un tiempo dado, la cantidad de oxígeno suficiente para su actividad. La acción de los alcoholes y el café, las profundas impresiones morales, el trabajo intelectual prolonga- do, producen las condiciones expuestas. En el co- lapso, las causas generatrices de los sueños son más numerosas. Al recibir las celdillas la excitación co- municada producen asociaciones que tienen por pun- to de partida la idea residente en la celdilla que pri- mero entra en actividad. En las últimas horas del reposo las modificaciones de las celdillas que van á entrar en el período activo de la vigilia colocan al cerebro en condiciones especiales, la ideación auto- mática del sueño se modifica poco á poca por la in- fluencia del sensorium, las vagas sombras délas crea- ciones ficticias de la esfera intelectual se desvanecen al establecer el equilibrio entre el cerebro y la esfera sensorial, quecon el testimonio de los sentidos aprecia la falsedad de las operaciones. Por esta intervención DOCTORES NOTABLES. 401 del sensorium el individuo conoce su sueño y puede relatarlo. Estableciendo un paralelo entre las alucinaciones y los sueños, se llega á esta conclusión: los sueños son las alucinaciones del cerebro en el período del rer poso; la alucinación consiste en la transformación de la idea en sensación. Baillarger estableció las siguientes condiciones pa- ra la formación de la alucinación: ejercicio involun- tario de la memoria y de la imaginación, supresión de las impresiones exteriores é incitación en los apa- ratos sensoriales. En los sueños motivados la ideación se acompaña de movimientos, de palabras y gestos; las impresio- nes viscerales desempeñan en este caso importante papel. Las afecciones del útero, del sistema circula- torio ó del pulmón, dan lugar á excitaciones, á vi- braciones que al irradiarse por su intensidad á los centros de la actividad célulo-motriz, desarrollan los movimientos destinados á la manifestación de la idea- ción y á los actos que revelan temor, espanto, etc. Las impresiones viscerales obran sobre el yo sen- sible, provocan una generalización más rápida y pro- ducen las manifestaciones complexas que constituyen el espanto y el temor de la asfixia. Esta generaliza- ción, al extenderse al sensorium, despierta su activi- dad normal y el individuo pasa á la vigilia. Las sen- saciones que tienen origen en el aparato genital pue- den dar lugar, por un mecanismo idéntico, á sueños acompañados de eyaculaciones. 402 LÁZARO PAVÍA. La locomoción se observa en los individuos de temperamento nervioso y de imaginación ardiente. En el cerebro de estos individuos existe un encade- namiento entre las actividades funcionales y la veri- ficación de los fenómenos, diversos en apariencia; tienen un mecanismo idéntico, siendo grados distin- tos de la vibración celular. Las anteriores teorías, que son las hasta hoy ad- mitidas por los fisiólogos, respecto del sonambulis- mo, sirven de fundamento al estudio de ese sueño malamente explotado por los charlatanes y empleado maravillosamente por los hombres de ciencia, que han visto en esa transformación física y moral del individuo, un medio de investigaciones curiosas. Pasando á dar forma biográfica á los datos que se refieren al Dr. Felipe N. Navarrete, comenzaremos por decir que nació en Mérida de Yucatán el 26 de Mayo de 1867, siendo hijo del General Felipe Nava- rrete, quien fué el año de 1863 Gobernador del Es- tado, y de la Sra. D? Pastora Tejero, admirada por su valiosa inteligencia y respetada por sus virtudes. Fué bautizado el 5 de Junio del mismo año de 1867 por el Presbítero Secundino Baeza, en el templo pa- rroquial de San Cristóbal de Mérida. Adquirida á satisfacción la instrucción primaria, pasó al Colegio Católico que dirigía Monseñor Nor- berto Domínguez, y allí cursó todos los estudios pre- paratorios, en los que hizo rápidos y brillantes pro- gresos. Como al principio de estas líneas dijimos, eran exi- DOCTORES NOTABLES. 403 guos los recursos del joven Navarrete; pero esto no obstante, debido á su aprovechamiento y á las es- peranzas que por lo tanto inspiraba de formarse por sí solo, obtuvo pase para la Escuela Especial de Me- dicina y Cirugía, en donde después de constantes es- tudios, obtuvo el título de Doctor á fines de Enero de 1891. Fué primer practicante interino del Hospital O'Ho- rán durante los seis años de estudios profesionales, y á la vez practicó ventajosamente en las Clínicas particulares de los Dres. D. Manuel Arias y D. Ri- cardo Sauri, quienes le distinguieron mucho por sus notables adelantos. Los Generales Guillermo Palomino y Octavio Ro- sado le nombraron, durante sus respectivos períodos gubernativos, Catedrático de Geografía de Yucatán, y de Geografía Universal en el Instituto Literario del Estado, y la Escuela de Medicina le confirió el car- go de Profesor de Anatomía. Como trabajo laborioso del Dr. Navarrete citare- mos su "Estudio sobre un cálculo salivar," enferme- dad que nuestro biografiado observó cuidadosamente en la autora de sus días, y que por afectar tan ínti- mamente su cariño, puso en él toda su inteligencia y toda su práctica profesional. Dicho estudio, que fué publicado en Mérida, se hizo notable porque el asun- to era el primero y único que se observaba y estu- diaba en Yucatán. Después de haber dejado el Hospital el Dr. Na- varrete, trabajó con beneplácito de sus clientes en la 404 LÁZARO PAVÍA. Villa de Homún, en la de Tizimín, en la histórica Ciudad de Izamal, donde contrajo matrimonio con la Srita. Joaquina Sosa Rodríguez, y en la ilustrada Ciudad de Valladolid, donde reside actualmente. En todas estas poblaciones dejó gratos recuerdos por sus buenos diagnósticos, por sus acertadas curaciones, su carácter afable y su honradez sin tacha. Finalmente, el Salón de Consultas del Dr. Nava- írete es en Valladolid frecuentado por numerosos enfermos que van en pos de la salud perdida, que casi siempre obtienen. Para el Dr. Navarrete no hay jerarquías sociales, no tiene distinciones para nadie; y es que no olvida su pasado, y sabe que, si los bienes de fortuna dan comodidades, la pobreza da honra por los propios méritos. El que ha disfrutado y disfruta esa honra, la quie- re para sus semejantes. DR. JESÚS LEMtíS, MÉXICO.—D. P. ,- * v-W >»¿XH .■#""2 •. i'. *■■'■' ¿w :.;:,^' 'T--.V '4SM DR. JESÚS LEMUS Y GONZÁLEZ. a independencia y la libertad han sido siempre las grandes conquistas benefactoras de la hu- manidad, tanto en el orden civil como en el mo- ral de las sociedades. Esos principios que han nacido con el hombre primitivo y que la civilización y la cultura han sancionado con sus grandes progre- sos, hacen del individuo verdadero soberano de sus convicciones, el omnímodo implantador de su cri- terio. No pretendemos con la teoría expuesta dar al tras- te con las dependencias honrosas y las servidumbres que subliman; sabemos que el hombre no vale sin el hombre, abogamos por la reciprocidad de servicios, y por la armonía y unión de las fuerzas que compo- nen el mecanismo social. El Dr. Jesús Lemus y González ha sabido con- servar su independencia, á la vez que ha prestado su contingente en esa unión y en esa armonía, adqui- riendo así notable fama por su manera de ser y por 406 LÁZARO PAVÍA. los servicios que como Médico presta á la sociedad. Como el facultativo á quien vamos á biografiar se ha dedicado con especialidad á las enfermedades de los niños, vamos á tratar de los cálculos vesica- les desarrollados en esos organismos. Bouchut ha dicho: "Las enfermedades de los ni- ños se parecen á las de los adultos en el sitio y la denominación; pero difieren por la forma, la evolu- ción, la reacción y el fin." De esto se deduce que el tratamiento de las enfermedades en los niños exige especial terapéutica, ya médica, ya quirúrgica. Dos son los procedimientos terapéutico-quirúrgi- eos de que la ciencia dispone para el tratamiento de los cálculos vesicales. El primero, que se llama "li- totricia," consiste en extraerlos por las vías natura- les, previo quebrantamiento; el segundo, que se de- nomina "talla," tiene por objeto extraerlos por vía artificial, con quebrantamiento ó sin él. De esos métodos dimanan los procedimientos crea- dos por los instrumentos que se emplean, por el lu- gar por donde se penetra á la vejiga y por la direc- ción que se da á las incisiones exteriores ó interiores. Para optar por el método y el procedimiento que deben emplearse, hay que tener en cuenta las esta- dísticas, que suministran los datos científicos sufi- cientes para la decisión que se acepte. Según la estadística de Malgain, con el empleo de la litotricia de 38 sometidos á ella, 22 sanaron, 11 murieron, 3 guardaron piedra y 2 dieron resultados desconocidos. DOCTORES NOTABLES. 407 Ceviale asienta que de 40 operados, 24 sanaron, 6 guardaron piedra y 10 murieron, y de 32 operados murieron 4. Thompson dijo: que de 185 operados, hubo 13 muertos. Estos datos se refieren á personas adultas. En cuanto á los niños, se tienen los siguientes ministra- dos por Guersant: de 40 operados, 7 murieron, ó lo que es lo mismo, hubo un 17^2 por ciento. Respecto al empleo de la "talla" en los adultos, se han obtenido las siguientes cifras, en los hospitales de París: de 75 sometidos á esa operación, 28 muer- tos, ó sea un 37 por ciento. De 486 operados en Londres, 40 muertos. Souberbiclle, en 50 operados perdió 11. Laucerote afirma que de 1,564 tallados en el Hos- pital de Luneville, murieron 147, siendo el número de niños 1,195. Halmes, de 20 niños no perdió ninguno, y Rizzoli salvó á 35, obteniendo igual resultado. La diferencia de mortalidad que se nota entre "la talla" y "la litotricia," hace que la opinión médica se incline en favor de la primera. Las razones científicas en el estudio de las indica- ciones y contraindicaciones en los métodos expues- tos, confirman la determinación que debe el médico aceptar. La "litotricia" consiste en extraer por la uretra los cálculos vesicales, previo quebrantamiento, y tiene por fundamento el hecho de que la vía por donde se 408 LÁZARO PAVÍA. penetra á la vejiga debe ser la misma, y los instru- mentos rectos ó de curvatura determinada. Este método fué empleado por Ceviale y ha sufri- do considerables perfeccionamientos que hasta la fe- cha auguran que llegue á ser el único método qui- rúrgico de los cálculos vesicales. La operación tiene la ventaja de ser ejecutada por una vía donde la na- turaleza desaloja los cálculos excesivamente peque- ños y de no ser muy sangrante. Se requiere para emplear el método indicado, que la uretra sea sufi- cientemente dilatable, que no existan estrecheces de- pendientes de afecciones de la misma uretra ó de una hipertrofia de la próstata; que la vejiga sea de regu- lar capacidad y tenga su bajo fondo; que esté sana, relativamente; que no sea muy excitable; que los cál- culos sean pequeños; que no sean múltiples y muy consistentes; que no estén encasquillados, y final- mente, que el estado del enfermo sea bueno, es decir, que no sea excitable, pues está demostrado que hay individuos á quienes con el solo hecho del cauteris- mo se les presentan accesos de calentura, etc. Si la uretra es estrecha, se tiene el inconveniente de no poder introducir los instrumentos aun cuando la estrechez sea espasmódica. Con igual dificultad se tropezará si la vejiga es pequeña ó está enferma, pues á más de aumentar la cistitis por la irritación que producen los instrumentos al ser introducidos, puede herirse la mucosa ya alterada y facilitar la he- morragia, la uremia ó la septisemia y la infección purulenta. Los cálculos no deben ser muy volumi- DOCTORES NOTATBLES. 409 nosos, múltiples ni muy consistentes, en razón á que no sean muchas las sesiones, pues mientras mayor sea el número de ellas, más son las probabilidades de los riesgos mencionados. En el niño no se dan las condiciones mencionadas: la longitud de la uretra es mucho menor, pues es sólo de 9 á 13 centímetros á lo más, en tanto que la del adulto es de 16 centímetros; el calibre de ese con- ducto también es menor, por lo que es necesario que sean especiales los instrumentos que se empleen. La vejiga es igualmente diferente en sus dimensiones, situación y forma, es de capacidad mucho menor y, según Thompson, se encuentra más bien en el ab- domen que en la pelvis; es de forma periforme, no tiene bajo fondo, es muy irritable y siempre se en- cuentra con inflamación más ó menos intensa. Todo esto puede contribuir á los peligros ya citados y á la peritonitis, por estar la vejiga más cubierta por el peritoneo en esa edad. Los cálculos que se desarrollan en los niños están compuestos de ácido úrico, uratos, oxalatos y fosfa- tos, y tienen más consistencia que los de fosfato amo- niaco-magnesiano, que son los más raros. Las di- mensiones de la uretra en los niños hacen que eí número de sesiones sea considerable, y no puede so- meterse al enfermo á la acción del cloroformo. Si los cálculos son múltiples ó están encasquilla- dos, se tienen los mismos accidentes y se puede di- lacerar la mucosa vesical, sin que pueda conocerse si está cloroformado el paciente. 4io LÁZARO PAVÍA. A más de las complicaciones que puede presentar la litotricia, como la calentura, la orquitis y la re- tención de la orina, tiene la desventaja de que la afec- ción reincide muchas veces, pues quedan en la vejiga restos de cálculos que, por pequeños que sean, pue- den originar nuevos depósitos. La "talla" es una operación por la que se extraen los cálculos por una vía artificial, para la cual se em- i plean varios procedimientos. Tiene sus peligros, pe- ro éstos disminuyen á medida que la edad es menor. , En el adulto se teme la hemorragia primitiva ó con- secutiva, que puede tener su origen en el bulbo y la próstata. Témese también la fleritis, la uremia, se- pleremia é infección purulenta, y son consecuencias dignas de llamar la atención las fístulas urinarias, rectales ó perineales, incontinencia de orina y la im- potencia, y como accidentes serios: la peritonitis y la inflamación del tejido celular de la pelvis. De estos accidentes, los más importantes son los que se originan en el bulbo y próstata y los diversos plexus venosos, más peligrosos en el adulto que en el niño, porque las dimensiones de los órganos de éste son más pequeñas; el bulbo, en esa edad, es ca- si rudimentario, de la misma manera que la próstata. Resulta, pues, de las desventajas de la "litotricia" y de las ventajas de la fitotomía, que se debe optar por la segunda, y ha de seguirse el procedimiento más adecuado. Para penetrar á la vejiga, los cirujanos han segui- do tres caminos diferentes: por el hipogastrio, por el DOCTORES NOTABLES. 411 recto y por el perineo, decorando sus operaciones con los nombres de "talla hipogástrica ó alto aparato," "talla rectal" y "talla perineal." La primera se em- plea para los cálculos voluminosos, en los adultos y nunca en el niño, porque en él los cálculos no tienen gran volumen. La rectal deja como consecuencias fístulas recto-vesicales, cuando no se hiere el fondo del saco peritoneal ó se produce la inflamación del tejido celular de la fosa inguinorectal, y por lo mis- mo, se hace poco uso de ella. En la perineal, según la dirección de las incisio- nes exteriores ó de la próstata, se han creado los procedimientos de medianas, lateral, bilateral, pro- rectal, parorafeal y la litotricia perineal. Según las más fundadas opiniones, presenta me- nores accidentes la talla lateral, pues con ella se pue- den extraer cálculos algo voluminosos y evitar la impotencia, pues aun cuando se corte uno de los con- ductos, queda el otro para suplir la función genera- dora y se está á salvo de las consecuencias de los demás accidentes. En suma, para el tratamiento de los cálculos ve- sicales en los niños debe emplearse como método la talla y como procedimiento la fitotomía lateral. Con lo expuesto basta para tener una introducción digna del Dr. Lemus, quien posee profundos cono- cimientos en medicina interna y externa de la niñez. Nació nuestro biografiado el 25 de Junio de 1854 en la ciudad de Méjico, y fueron sus padres D. Ma- riano Lemus y D* Justa González. 412 LÁZARO PAVÍA. En la escuela de la Sociedad Lancasteriana, de esa agrupación filantrópica que impulsó ventajosa- ( mente la instrucción entre las clases no acomodadas, hizo los primeros estudios, distinguiéndose siempre y alcanzando los primeros premios en todos los cursos. El joven Lemus supo probar con su aplicación que no era estéril para él la filantropía de la mencionada j agrupación, y cuando dejó la escuela, cuando que- I daba entre maestros y condiscípulos el recuerdo gra- ¡ to de un alumno modelo, llevó la satisfacción de po- seer ampliamente la instrucción primaria. Pasó á la Escuela Nacional Preparatoria el año de 1869, donde sobresalió en el examen de primer curso. El Gobierno le premió concediéndole una be- ca de gracia, con la cual pudo sostenerse durante sus estudios. Terminadas las materias preparatorias, pasó á la ] Escuela de Medicina en 1874. En dicha Escuela hi- zo los estudios profesionales, llamando la atención de I sus maestros los Dres. Montes de Oca, Galán, Se- gura, Velasco y Capetillo, quienes le comunicaron sus profundos conocimientos y cultivaron satisfacto- riamente su inteligencia. Tal confianza tuvieron en él sus profesores, que le encargaron de trabajos cien- tíficos muy difíciles y delicados. En los días 1? y 2 de Julio de 1880 sustentó exa- men general, y fué aprobado por unanimidad para ejercer el profesorado. Formaron el Jurado califica- DOCTORES NOTABLES. 413 dor los Dres. Espejo, Altamirano, Capetillo, San Juan y Ramos. El Dr. Lemus cumplió con el Reglamento presen- tando una tesis que se titula: "Breve estudio clínico de la Anestesia quirúrgica," trabajo que pone de ma- nifiesto el caudal de conocimientos teóricos y prácti- cos que posee. Una vez adquirido el título, se asoció con el Dr. Joaquín Robles, y ambos establecieron un Salón par- ticular de Consultas, en el que los trabajos del Doc- tor Lemus comenzaron á darle el prestigio que hoy tiene. Con los Dres. Maldonado y Morón y Fernández Ortigosa, fundó en esta Capital el Consultorio "Lu- cio," el cual fué montado con todos los adelantos modernos y conforme á los progresos que la ciencia Médica ha alcanzado en Europa. Finalmente, ha prestado su valioso concurso en los Congresos Mejicanos y Pan-Americanos, y co- mo miembro de varias Sociedades, entre ellas la "Fi- loiátrica" y "Pedro Escobedo," se estimula en el constante estudio. En la actualidad tiene un magnífico Salón de Con- sultas que es muy frecuentado por familias que bus- can la salvación de los niños enfermos, y por señoras cuyas enfermedades conoce perfectamente el Dr. Le- mus. Merced á esa independencia de que ya hemos he- cho mérito, ha llegado á crearse una posición social envidiable. Vive consagrado á su familia y á sus es- 414 LÁZARO PAVÍA. tudios, atendiendo cumplidamente á sus enfermos y preocupándose por el perfeccionamiento de las ma- terias que son su especialidad. Así vemos destacarse la figura del Dr. Lemus en- tre los estantes de su biblioteca ó junto al escritorio, siempre conquistando adelantos. Al colocarle en esta serie de artículos biográficos, nos hemos propuesto contribuir humildemente á que el público tenga noticia de quién ha sido y es el Doc-' tor á quien nos referimos y pueda tenerle la confian- za que merece. Si hemos logrado nuestro objeto; si el presente ar- tículo ha dado á conocer al Dr. Lemus, nos daremos por muy satisfechos de ello, porque los hombres de ciencia son dignos del aprecio público. FIN DE LA OBRA. índice. Pácrr. Prólogo............................................... $r i. Dr. Manuel Carmona y Valle......................... 17 2. Dr. Rafael Lavista................................... 29 ; 3. Dr. Eduardo Licéaga............................. 39 4. Dr. Francisco de P. Chacón........................... 51 5. Dr. Pedro Martínez Garza........................... 63 6. Dr. Joaquín L. Vallejo.............................. 83 7. Dr. Ángel Contreras................................. 95, 8. Dr. Antonio Matienzo................................ 105 9. Dr. Miguel Tena..................................... 127 10. Dr. Jesús M. Elizondo................................ 139 11. Dr. Antonio Peñafiel............................... 151 12. Dr. Luis E. Ruiz..................................... 165 13. Dr. Ramón Bolaños y Cacho.......................... 185 14. Dr. Santos Medina................................... 193 15. Dr. Francisco de A. Castro............................ 207 16. Dr. Anastasio Iturralde y Lara........................ 219 17. Dr. Leopoldo Goldschmiedt.......................... 231 18. Dr. Emilio R. Fuentes.............................. 241 19. Dr. Roberto Cañedo................................. 251 20. Dr. Roque Macouzet................................ 259 21. Dr. Carlos Govea...............................•--- 267 22. Dr. Federico Baquero................................ 281 23. Dr. Lino Villarreal................................... 289 24. Dr. Fortunato Hernández............................. 299 25. Dr. Román S Flores................................. 3°9 -' índice. 26. Dr. Jesús Argueta................................... 321 27. Dr. Juan Cabello y Siller.............................. 329 28. Dr. Pedro N. Rentería....................... ........ 339 29. Dr. Teodosio S. Pérez Peniche........................ 349 3©. Dr. Elias A. Gómez.................................. 363 31. Dr. Perfecto Vadillo............................... 373 32. Dr. Sabás Munguía.................................. 385 33. Dr. F. N. Navarrete y Tejero......................... 395 34. Dr. Jesús Lemus y González.......................... 405 3NIDIQ3W do A!1V!,aii IVNOUVN 3NIDIQ3VY JO AaVaSIT IVNOUVN 3NOI03W jo Aavaan ivnouvn ✓V 1 NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE aNiDiasw jo Aavaan ivnouvn bfiX^ NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE \ l /V NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE a,XI V /\ r xX>f vtx NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE 3NiDia3w jo Aavaan ivnouvn s / "XX > -S X ,(?X-f> s ,'X)XX y> X f NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE E /X°^. 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