GUIA DE LAS MADRES SOBRE LOS MALES QUE SE ESPERIMENTAN EN ESTA ISLA DE CUBA DESDE LA INFANCIA, Y CONSEJOS DADOS A LAS MADRES, Y AL BELLO SEXO. CARLOS BELOT, Doctor en Medicina por la Facultad de París, Miembro de la Sociedad de Emulación de la misma ciudad, de las de Medicina y de Historia Natural de Philadelphia. NUEVA YORK: EN CASA DE LANUZA, MENDIA Y C, IMPRESORES 1828, GUIA DE LAS MADRES. EXAMEN HIGIENICO. La higiene es el arte de conservar la salud, y por su medio se llega á conocer el influjo de los diversos agentes que la naturaleza ha criado para satisfacer nuestras necesidades cuando gozamos una salud completa. Tiene por objeto, como hemos dicho, la conservación de es- ta, enseñándonos á evitar las cosas daño- sas, y hacer uso de las útiles; y como la salud es y debe ser el fin de todos nues- tros conatos, parece que todos los cono- cimientos humanos propenden á este ob- jeto. Las artes y las ciencias no tendrían mas que un resultado estéril, si no se 6 GUIA aplicaran á la salud del hombre, contan- do entre ellas hasta el mismo lujo que proporciona á la vida mas comodidades y placeres. El arquitecto nos abriga de las intemperies de las estaciones: los ar- tesanos que nos visten y nos calzan, nos preservan de las vicisitudes del aire; los agricultores nos proveen de alimentos: los mercaderes reunen las producciones de todos los paises para nuestro uso; y en una palabra, todos los hombres útiles de la sociedad, contribuyen directa ó indi- rectamente á la conservación de la salud. La influencia que las bellas artes tienen en la parte mas noble del hombre, es de- cir en su entendimiento, coloca á los que las cultivan en el rango de los bienhecho- res de la humanidad. Hasta la moral tiene una gran parte en la higiene; porque de- muestra la utilidad de la virtud. Efec- tivamente esta aconseja la templanza, la continencia, la moderación de las pa- siones, y la tranquilidad del espíritu; pero DE LAS MADRES. 7 como mi objeto es hablar solamente de lo que puede ser útil al bello sexo habanero, me contentaré con tratar:primero, de la in- fluencia del aire, considerando las muta- ciones de la atmósfera, advirtiendo cómo y de qué manera deben preservarse de ellas: segundo, del agua; su naturaleza en este pais; de la nieve, y del uso que se hace de ella: tercero, de las habitaciones; y del orden y construcción de ellas: cuar- to, de los vestidos,corsees y ligaduras: quinto, del pelo, del cútis, de los afeites y aseo, que comprenderá los baños, locio- nes y unciones; sesto, de los dientes: sép- timo, de los alimentos; de su preparación y modo de sazonarlos; de las bebidas al- cohólicas, y del vino: octavo-, de los erro- res vulgares sobre algunos puntos, parti- cularmente en Medicina. Por lo que se acaba de decir, tal vez se juzgará ser demasiado estenso el arte de curar; pero ha de considerarse que la Medicina ha de ser mas bien el de con- 8 GUIA servar la salud, que no el de preceptuar medicamentos nulos en su efecto muchas veces, y que de ordinario no deben su buen resultado sino á la casualidad ó al régimen. La ciencia médica es insigni- ficante para el facultativo que no mira en la Therapéutica sino unas simples nocio- nes doctrinales, que concentradas en la estrecha esfera de algunos párrafos de la ciencia que se juzga ser esta misma, limi- tan y apartan la medicina, y la reducen á un arte de formulario, á un oficio, esté- ril para el enfermo, que los pretendidos curanderos usan y desacreditan á su ca- pricho. Con efecto ¿de qué sirven las medicinas sin el régimen?-Para conser- var la salud y mantener la armonía de los órganos, basta aquel solo; es el que mas conviene para restablecerla desde que se ha alterado por cualquiera causa; pero el régimen mal empleado, no con- viniendo de manera alguna con lo estra- vagante de las fórmulas, se ha de tener DE LAS MADRES. 9 mucho cuidado y andar con cautela en la práctica de aquellas. Los sabios médi- cos en todos tiempos han reprobado la multitud y mezcla de los remedios; y se- gún algunos, todas las enfermedades pue- den curarse con solo tisanas, sangrías y dieta. Sydenham imputaba las enfermeda- des mas graves á los remedios malamen- te aplicados. Baglivi se lamentaba del abuso que se hacia de ellos, y ya se ve que el testimonio de estos y otros hombres sa- bios, y lo que es mas, de una esperiencia continuada, deberían bastar para persua- dir al público de lo que debe esperarse de tantas drogas inútiles y peligrosas; co- mo asimismo de que el régimen es el único que exije la naturaleza en las enferme- dades, en las cuales las fuerzas del enfer- mo están en razón de la actividad de los síntomas. Igualmente debe persuadirse que no se han de usar los remedios sino en el caso contrario, con mucha intcligen- 10 GUIA cia y cuidado. A Hipócrates, que siem- pre se cita en las juntas, no le agradarla ciertamente escuchar esta charla cientí- fica, que conduce siempre á un fatal re- sultado, pues nadie mas que él era ene- migo declarado de las fórmulas, pudiendo decirse que no dejó ninguna. Los sabios médicos imitan al padre de la medicina: Boerhabe no exijia mas que agua, vina- gre, vino, cebada, nitro, miel, ruibarbo, opio, fuego y una lanceta. A los médicos pitagóricos mas que á ningunos otros de- bemos las mejores reglas de la higiene, y los que conocen, dice Antonio Cocchi, cuánta esperiencia se necesita para lle- gar al fin, á esta importante incredulidad sobre las virtudes de las drogas; y por la que se distingue un pequeño número en- tre la multitud de médicos; admirarán el juicio de los pitagóricos que eran exactí- simos en este punto de la medicina. To- do lo calculaban, el egercicio, el descan- so, la bebida y el alimento: determinaban DE LAS MADRES. 11 la elección y preparación de estos últi- mos, sin emplear los medicamentos sino esteriormente. Los primeros médicos no tuviéron otros recursos, y todavía admi- ramos sus felices sucesos: usaban de ellos por un discernimiento que tenia por re- sultado restablecer el equilibrio fisiológi- co; y la perfección á que llegáron fué tan grande, que comparativamente se ha ade- lantado después de ellos muy poco; por- que siendo el blanco de sus esfuerzos pre- caver las enfermedades por medio de la higiene, las atacaban con mejor conoci- miento de la causa. Recorramos si no los libros de la antigüedad, y hallarémos que la dieta era su base principal; y que ha- biéndose introducido después la manía de las fórmulas se estravió el verdadero gusto de la medicina. La afición á las maravillas exaltó las cabezas, y se enco- miáron las cosas nuevas é inútiles, descui- dando las antiguas y provechosas. La dieta se miró como secundaria, y desde 12 GUIA entonces se introdujo la turba farmacéu- tica tan inútil como peligrosa. ¿Y cómo dejaria uno de compadecer á tantos men- guados que se atreven á publicar sus opiniones contrarias á las que han sancio- nado los siglos? ¿Cómo no indignarse al verlos que se abandonan y entregan á los estravíos de una imaginación delirante, y siguen con calor una ilusión seductora, conveniente solo á sus miras codiciosas ? En medio de su ofuscamiento desconocen el único camino que habria podido guiar- los al conocimiento de la verdad. Desgra- ciadamente se ha conservado ese gusto por remedios complicados, por las fórmu- las confusas; pero gracias á los adelantos de la medicina moderna, van disminu- yéndose en Europa. En efecto, los mé- dicos mas distinguidos de Paris, bajo cu- yos auspicios he estudiado la naturaleza doliente, se señalan por la sencillez de sus recetas. Hay todavía algunos incon- venientes en la Habana; pero la culpa es- DE LAS MADRES. 13 las preocupaciones populares que obli- gan á seguir esta especie de charlata- nismo. ¿ Quién creería que hay familias que no calculan la visita del médico sino cuando receta ? Esperamos sin embar- go que un público tan ilustrado como el de la Habana, procurará disipar estos errores, y conocer que á la sombra de ellos adquieren crédito los ignorantes, en quienes la ciencia consiste en el trá- fico de la vida de los hombres, no espe- culando sino sobre su debilidad y su creencia. El verdadero médico es aquel que sabiendo dirigir bien al enfermo en to- das sus relaciones interiores y esterio- res, le prescribe la conducta mas con- forme á cada una de las circunstancias en que puede hallarse. Solo al hombre ilustrado toca el distinguir á primera vista la correspondencia de la fuerza animal con la de la enfermedad: y esto es también lo que lo distingue de la muí- TOM. II 2 14 GUIA titud, que entregada á una rutina ver- gonzosa, deja á la casualidad lo que de- bería hacer la ciencia; recetando ade- mas medicamentos contraindicados. Sin embargo, cuando digo que con la dieta pueden precaverse y curarse las enfermedades, no pretendo desatender los demas remedios, ni imitar á los facul- tativos que los rechazan y desaprueban con una afectada incredulidad. Hay por desgracia, muchos casos en que es preciso ocurrir á la botica, y la natura- leza nos ofrece en ella los medios mas enérgicos, cuyo descubrimiento es un verdadero beneficio para la humanidad; pero á lo que precisamente me refiero es á esa multitud incoherente de medi- cinas que no se pueden comparar mas que con la caballeriza de Augías....cuyo menor defecto es su inutilidad. Pero repito que un público tan ilustrado co- mo aquel á quien tengo el honor de dirigirme, sacudirá un yugo vergonzoso, DE LAS MADRES. 15 reconociendo y abjurando semejantes errores. Pasemos ahora á tratar del influjo del aire en el cuerpo humano, conside- rándole en sus varias relaciones y esta- dos, respecto de la Habana, que es con mas frecuencia cálido y húmedo, ó cáli- do y seco; y considerémos también la lluvia cuando combinada con el aire, pro- duce y ocasiona muchas enfermedades. AIRE. Las diferentes propiedades del aire tienen sobre la economía animal un in- flujo directo que importa conocer para asegurarse de él, ó hablando con mayor exactitud, conviene saber cuál es su ac- ción estando en un término medio de pesantez, de temperatura y de humedad; quiero decir, en aquel estado templado capaz de mantener el equilibrio de la economía en una perfecta distribución, 16 GUIA Esta condición para nadie es mas favo- rable que á los niños, los viejos y muge- res, y generalmente para las personas débiles, dotadas de un temperamento linfático; para los atacados de enferme- dades crónicas, de escrófulas, raquitis, escorbuto, &c. &c. Esta feliz tempera- tura es la que se disfruta en la Habana por nueve meses, particularmente sobre las colinas, donde existe con mas regu- laridad. Es la mas sana, la mas agrada- ble y la ménos dañosa; y si no se come- tiesen en este país faltas contra los prin- cipios de la higiene, con especialidad en los meses de calor, podría decirse que las ilusiones y delirios de los poetas se habian realizado en esta Isla. Efec- tivamente, se deben á este clima las contracciones sumamente vivas del co- razón; la rapidez del curso de la san- gre, de la respiración, de la agilidad en los movimientos; y en una palabra el estado feliz del amor que ocasiona una DE LAS MADRES. 17 estraordinaria y admirable reproduc- ción. A este temperamento debemos el espesor de la sangre que se repara en las enfermedades inflamatorias, y que en su estado natural toma un color ber- mejo, y se hace espumosa y concreta. A él se deben también las mas vivas sensaciones del sexo; las impresiones variadas; las ideas del placer y la ale- gría que son dominantes en las mugeres : y es aquí por último, donde muchos vi- ven de esperanza y de amor. La exis- tencia llega á su término con fuerza, y dispone el cuerpo á las enfermedades inflamatorias; y así se ve que por esta continuada temperatura, la vida gene- ralmente es corta, á no habitar en el campo. Pero repárese á los estrange- ros que vienen de los climas fríos de Europa, y se verá que esta temperatura por lo regular los aniquila y los acaba. La naturaleza necesita descanso: en Europa se logra en el invierno, y en esta 18 GUIA Isla en los meses de lluvia. Las alter- nativas son necesarias, y por eso es que apruebo y celebro tanto la costumbre de estos habitantes de pasar de la ciu- dad al campo. Tales mudanzas son in- dispensables ; pues sin ellas el fastidio, la melancolía y una multitud de afeccio- nes los incomodarían sobremanera. El peso de la columna de aire que gravita sobre nosotros es de treinta y seis mil libras, lo que es casi increíble; y aun- que esto nos parezca enorme y capaz de impedir los movimientos, hallarémos con todo, un ejemplo aun mas conside- rable en los peces. Algunos de estos vi- ven en la mar á tres mil pies de profun- didad, hallándose por consecuencia car- gados de una columna de agua de otros tantos pies, esto es setenta y ocho ve- ces mas pesada que la atmósfera, y sin embargo se mueven con una agilidad grande; lo que es mas admirable que el peso que nos causa la presión del aire. r DE LAS MADRES. 19 Reflexiones© sobre la organización de los peces constantemente húmeda por el elemento en que viven, y será ménos la admiración: lo mismo sucede res- pecto á la agilidad del movimiento. En nosotros acontece igualmente: rodea- dos y penetrados de la atmósfera, tene- mos igual agilidad que aquellos. Por lo demas el aire puede ser denso ó raro: póngase un animal en el vacío, y el aire interior, no teniendo ningún obstáculo, se dilata, y el animal se hincha, lo que del mismo modo sucede á los peces cuando penetran á una profundidad de cien pies y aun ménos. Proveidos de una vegiga que contiene una especie de gas para sobrellevar el peso del agua, tan luego como se levanta dicha vegiga se hincha y revienta, saliendo el aire que contenia, se derrama por todo su cuerpo, principalmente por la boca, y muere al fin el pez ocupando el aire un volumen cien veces mas considerable. 20 GUÍA Los líquidos y fluidos no se mantienen en los bajos de los animales, sino por me- dio de la presión del aire, miéntras que sin ella se disiparían. Las multiplicadas esperiencias hechas por los físicos, nos demuestran que todas las veces que aquella presión se disminuya, la sangre estará dispuesta á salir por cualquier parte, pues en el caso de tener que ha- cer uso de un aire enrarecido, se podrán hibitar los parages elevados. El aire hace una impresión caliente sobre los órganos desde que llega á lo 28 grados de Reaumur; pero la vida lucha continuamente contra esta impresión: no obra sobre nosotros sino por la que hace en nuestra organización. El aire en el estado caliente puede al mismo tiempo estar húmedo; pero sobre este punto re- flexionarémos separadamente. Por medio del análisis de nuestras funciones es por el que podemos apreciar con exactitud todo el influjo de las tem- DE LAS MADRES. 21 peraturas: su efecto es la espansion de ios fluidos y el laxamiento y la dilatación de los sólidos. La transpiración insensi- ble del cútis es de tal modo abundante, que el movimiento mas ligero escita un sudor general: la debilidad estrema, el deseo del reposo, son el resultado inme- diato de él: la digestión es lenta y penosa; la sed ardiente; los absorventes intestina- les tienen una energía activísima, y pare- cen ocuparse únicamente en resarcir las pérdidas ocasionadas por la transpira- ción. La actividad de los absorventes intestinales es también la causa de fre- cuentes enfermedades gástricas que se manifiestan el verano, y ocasionan tantas muertes en la Isla. Predispone esta cons- titución atmosférica á las inflamaciones del cerebro, y á las erupciones cutáneas; propende igualmente á las epidemias; porque el aire con mucha facilidad se corrompe á causa de las exalaciones pú- tridas. En tales circunstancias es cuando 22 GUIA los temperamentos biliosos y melancóli- cos, y en general todos aquellos que están amenazados de enfermedades al cerebro, deben alejarse de la ciudad, y buscar los refrescos en los baños y unciones. Analicemos ahora la humedad unida al calor; porque su influjo es muy dis- tinto cuando está acompañada del frió: el aire cálido pierde mucho de su peso. De todas las cualidades de la atmósfera, la que mas debilita es la que trato aquí. Faltos los órganos de energía ejecutan con mucha lentitud sus particulares fun- ciones: los tejidos se relajan; su acción es débil; la superficie del cuerpo pa- rece como hinchada; la transpiración es abundante, tanto mas cuanto que el aire atmosférico recare;ado de humedad no se hace cargo de ella; lo que natural- mente contribuye á la debilidad gene- ral que se comunica al estómago, y cuyas funciones son casi nulas. En una palabra, todas las operaciones del cuerpo se re- 23 DE LAS MADRES. lajan, y la debilidad es general: ella hace que el aire parezca mas pesado, aunque efectivamente no lo sea, cuya disposición propende á las enfermeda- des epidémicas: se manifiestan entonces las flegmasías de las membranas muco- sas ; las del órgano digestivo ; las calen- turas intermitentes simples ó graves; y en este caso también las enfermedades están acompañadas de síntomas cere- brales. Aquella disposición del aire es muy perjudicial á los niños, á las muge- res, á las personas linfáticas escrofulo- sas, y por último á todas aquellas cuyas carnes son flojas, el cútis descolorido y sus funciones débiles. Solamente es venta- josa para aquellas cuyas fibras son secas y duras, y cuya sensibilidad es exaltada : igualmente lo es para las enfermedades caracterizadas por un aumento de estí- mulo. Este estado atmosférico, aun cuan- do no exista naturalmente, puede produ- cirlo el arte: efectivamente, los baños 24 GÜIA de vapor pertenecen á este género; pero lo que el arte no llega á modificar es la humedad caliente, á lo ménos no lo hace sino con suma dificultad. Por medio del fuego se puede lograr también, pero en este caso el calórico que se requiere será escesivo, y para remediar este mal, lo mejor que puede hacerse es el habi- tar en parages altos y secos. Veamos ahora los efectos del aire ba- jo esta última relación. Puede este consi- derarse en la Habana bajo dos aspectos : el primero en cuanto á ser seco y cálido, y el segundo seco y frió. En el primer caso no contiene casi agua ninguna, á no ser en un estado insensible, propen- diendo á despojar la superficie de los cuerpos de su humedad; cierra los po- ros ; determina las irritaciones locales que se propagan á todo el sistema, sobre todo cuando el aire es á un mismo tiem- po seco y frió; pero cuando es caliente como se esperimenta con frecuencia en DE LAS MADRES. 25 este pais, su afecto está equilibrado por la espansion del calórico, el cual como he dicho llama los fluidos á la superficie; y esta es la razón porque la hace ménos caliente que el otro. Las enfermedades á que dicho aire predispone están ya tratadas: sin embargo hay una circuns- tancia que modifica la naturaleza, quiero decir, el hábito. En efecto, es tal su poder que las cosas mas contraindicadas pueden ser toleradas, como lo vemos diariamente. El viagero viene á pere- cer en un lugar infectado, y con todo en este mismo parage disfrutan otros habi- tantes una salud completa. No obstante, puede decirse que las relaciones atmos- féricas hacen como tributarios los tem- peramentos débiles; es decir, á los ni- ños, los viejos y las mugeres; pero sobre todo este poder se siente en el estado de enfermedad, y cuando generalmente se encuentran convaleciendo. Cuando las mudanzas atmosféricas se suceden TOM. II 3 26 GUIA con prontitud, nadie está libre de su da- ñoso influjo: con todo, necesitamos de la inconstancia del aire para modificar nuestra naturaleza, entanto que esta mu- danza nos preserva de algunas enferme- dades. He aquí la razón porqué debe- mos acostumbrar el cuerpo desde nues- tros primeros años á esta variedad, para evitar las malas consecuencias. La mudanza del calor al frió puede producir las enfermedades mas peligro- sas para aquellos que están acostumbra- dos á vivir siempre bajo una misma tem- peratura, sobre todo cuando aquella se hace repentina: entonces las funciones de las membranas mucosas son dobles, tienen que hacer las suyas y la de la piel. Sucede lo mismo con las serosas y los órganos parenquimatosos, por lo que las enfermedades se fijan en el centro; y lo que he dicho se ve con frecuencia al salir de los bailes y teatros. ¡ Cuántas pleuresías, catarros peripneumonias, gas- DE LAS MADRES. 27 tro-enteritis por falta de precaución ! Pocas señoras habrá que no tengan un ejemplo que citar de estos ataques, que si no suceden con mucha frecuencia debe atribuirse al hábito. Efectiva- mente, la educación que reciben las ha- baneras lo prueba demasiado; y si los estrangeros al ver los niños recien-naci- dos acostados sobre un suelo húmedo, estrafían no sean tan frecuentes las en- fermedades, deben atribuirlo á aquella causa, así como la facilidad de sobre- llevar las mudanzas atmosféricas, que parecen ser tan funestas á la salud. El filósofo de Ginebra habria sentido un gran placer si hubiese visto á los niños en la Habana. Ciertamente, no se puede ne- gar que aquí es donde se encuentra el modelo de la educación de la naturaleza : libertad de movimientos; sencillez en los vestidos ó desnudez completa, todo es admirable. Pero sin embargo de esta ventaja, creo que hay algunas circuns- 28 GUIA tancias en las que podrían tomarse mas precauciones, pues hay muchos niños que nacen cacoquímicos, y que perecen por falta de prudencia. No entiendo por esta la práctica de algunas señoras que hacen de sus hijos unas muñecas. Co- nozco algunas que por temor de espo- nerlos al contacto del aire, tienen las ca- sas tan cerradas, que la mas pequeña impresión del aire les produce una co- riza.* En otros tiempos se vivía en las casas como en una prisión, según refie- ren algunos ancianos que se encerraban cuando llovía ó hacia viento. Yo con- vengo en que es necesario evitar la cor- riente del aire; porque como ya he di- cho, nada es tan peligroso: pero tam- bién se necesita de aquel, y nada es mas ridículo como cerrar tanto el aposento donde habitan, que ni puede penetrar la luz; y yo mismo he roto los papeles * Destilación de humores por la nariz. DE LAS MADRES. 29 que se ponen en las ventanas á falta de vidrieras, para que corriese el aire. Por conclusión, en todas las cosas es peligroso el esceso. Las lluvias que se precipitan de la atmósfera riegan y refrescan la tierra. Se distinguen dos clases: la ordinaria y la tempestad, que por lo regular es imprevista, pasagera y acompañada de truenos, sobre todo en el estío. La or- dinaria, por el contrario, es el resultado de la atracción recíproca del aire y del agua; pero desigual puesto que el agua disuelve el aire, y este disuelve aquella; de donde proviene que la atmósfera con- tiene siempre algunas partes de agua, y como la lluvia no es otra cosa que unas partículas que el aire abandona des- pués de disueltas, claro es que esta diso- lución será mas abundante sobre los mares. Nada prueba mas esto que la mayor frecuencia de las lluvias en las inmediaciones de las costas, que en lo in- 30 GUIA terior del continente. Siendo estas las que forman el agua, deben necesaria- mente ocasionar humedades en la tierra, y ya hemos visto su influencia sobre la economía. Si la impresión no es mas que momentánea, y el individuo que está espuesto á ella es de una comple- xión robusta, sus funciones no esperimen- tan sino una modificación pasagera, que aquí se cura por medio de aguardien- tes; pero entanto que esta impresión du- ra, y que las personas que la sufren son de un temperamento débil, resultan de ellas algunas afecciones graves y funes- tas. La humedad unida á un cierto grado de frió, es una de las causas de las enfermedades de la garganta que se observan diariamente en este pais; pús- tulas en la boca; catarros pulmonales ; diarreas y disenterias; sobre todo las afecciones reumáticas agudas ó crónicas, cuyas dolencias se esperimentan des- pués del mes de Octubre. DE LAS MADRES. 31 Importa mucho resguardarse de las lluvias, quitarse los vestidos mojados, y evitar la humedad en las casas lo mas pronto posible. Los medios y precaucio- nes que han de emplearse para este fin son tan conocidos y practicados de todos, que no hay necesidad de indicarlos. Convendría ahora hacer algunas ob- servaciones sobre el calzado y vestido de las señoritas; si es conveniente como generalmente le usan cuando la atmósfe- ra está cargada por muchos dias, y cual es su influjo, bien sea en el estado de sa- lud, ó en el de enfermedad. Pero trate- mos primero del agua. AGUA. El agua es el líquido mas esparcido por la naturaleza, y por eso es uno de los cuerpos mas necesarios á la vida: en efec- to, los seres organizados no podrían exis- 32 GUIA tir sin él, por cuya consideración los an- tiguos filósofos le colocáron en el núme- ro de los elementos. Por medio de su introducion en el canal alimenticio favo- rece nuestra existencia y crecimiento, considerándole como bebida, bajo cuya relación le voy á tratar. Se ponen diaria- mente en práctica mil medios para ha- cerla agradable; pero examinarémos las que son potables, y las que pueden ser dañosas mezcladas con cuerpos estraños. Entre las que se beben en la Habana, se encuentran la de lluvia, la de fuentes, la de la zanja y la de los pozos. No hay duda en que el agua lluvia es la mas pura de las que se beben en esta ciudad, ó mejor dicho, en la naturaleza. La de los manantiales no es otra cosa que esta misma que ha pasado por ter- renos diversos y que se ha reunido en la superficie de algunas tierras impene- trables á los líquidos, después de ha- berse disuelto ciertos materiales que DE LAS MADRES. 33 componen estos; de donde se sigue que mas se acerca al agua lluvia que no ha pasado sino por entre rocas sin ninguna acción; pero que por otra parte puede también contener un número dilatado de gases, de sales ó minerales, cuando los terrenos son de otra naturaleza. La temperatura de estas aguas varía: por lo regular es fresca y clara; las de rio son el resultado de la lluvia y de los ma- nantiales. Hay casos en que está re- vuelta por las materias terrosas y las in- mundicias que en ella se estancan; y en estas circunstancias se encuentra des- graciadamente la de la zanja. En otra parte indicaré los medios que hay para remediar esto purificándola. En cuanto á las aguas de los pozos todas son sala- das ó tienen sulfate de cal, lo que hace que no sean potables. Para que lo sean generalmente no deben tener color ni olor, ser fresca, limpia y aireada. Indi- caré los medios para conocerla, á fin de 34 GUIA que los que se hallen en el campo léjos de los rios puedan fácilmente distinguir- las. Basta para saberlo, hechar en ella algunas gotas de nitrate de plata, de hi- drocolorate de Barite y de Oxalato de amoniaco: se ve con esto que contienen muy poco hidrocolorate, sulfate y sal caliza. Puede también hacerse uso de las legumbres, si se observa que se cue- cen bien en el agua, del jabón cuando no se corta, y los borbollones que haga cuando hierve, indicarán que es airea- da. Es preciso evitar este último medio para purificarla como lo hacían los an- tiguos, pues que con esto se le estraia el aire. El agua lluvia es la mas ligera de to- das, y la mejor para beber. Sin embar- go, puede tener algunas sales, insectos y polvo. La de las tempestades es la me- nos salubre. Como en la Habana la policía de las calles no es la mejor, un sin número de partículas se exhalan con DE LAS MADRES. 35 facilidad hácia los techos de las casas, y de aquí bajan á los aljives, que general- mente no están muy bien cuidados, cuan- do, por el contrario deberían llamar par- ticularmente la atención. Pocas perso- nas se detienen en esta parte de la higie- ne, haciendo que se reconozcan de tiem- po en tiempo esos aljives; y si lo hicieran hallarían en el fondo una cantidad de lodo que no puede ser saludable de ninguna manera; pudiendo mas bien atribuirse á esto la causa de muchas enfermedades que resultan en los riño- nes. ¿ ¥ qué diriamos de los medios que se emplean para purificarla, y que consiste en hacerla hervir; cuyo uso solo sirve para quitar á este líquido su parte esencial que la tiene en el aire ? No trataré de otros medios, porque hablando con franqueza, aquí no los hay. En muy pocas casas se encuen- tran filtros para agua: se bebe esta en unas alcarrazas que podrían servir mas 36 GUIA bien de coladores, y beberse no la que contienen por dentro, sino la que sueltan por sus poros. Los medios mas senci- llos para hacer filtro en las casas son los de barro ó piedra, como los que vienen de Tenerife; pero cuando no se qui- siera servir de estos, se usará de un to- nel pequeño, en cuyo fondo se harán unos pequeños agugeros, echándosele por adentro una capa de carbón, y so- bre de ella otra de arena, y tres capas de esto son suficientes para purificar la que necesite una familia. Fíjese por un momento la atención en el agua de la zanja. ¡ Cuanta inmun- dicia! ¡ Cuanto lodo ! Y sin embargo las dos terceras partes de la población se sirven de ella después de haberla deja- do sentar por algún tiempo. Cuando se determinan á bebería, aun se encuentran los principios de la descomposición ve- getal y animal. ¿ Y no son infinitas las enfermedades que pueden atribuirse á DE LAS MADRES. 37 esto? Pregúntese al facultativo, y la respuesta los obligará á practicar lo que hasta ahora no se ha hecho. Lo mismo diré sobre el cuidado de los aljives, que deberian limpiarse una vez al año por lo ménos, destapando los conductos por don- de corre el agua, hasta después de pa- sados algunos aguaceros. Veamos ahora la influencia que tiene el agua en la eco- nomía animal para conocer mejor el pe- ligro que resulta de su mala naturaleza, El agua se bebe para apagar la sed: cuando por el movimiento de los órga- nos la traspiración ha producido algu- nas pérdidas, para renovar el estado primero de la sangre, la necesidad nos exije repararlas, lo que no haciéndose puede originar la muerte. No hay en la naturaleza un estado mas horrible que la muerte producida por la sed. El agua ademas de la propiedad que tiene de saciarla, tiene otra no ménos impor- tante, cual es la de mezclarse á núes- T0M. II 4 38 GUIA tros alimentos para facilitar su digestión. Mézclase también con la sangre para disminuir su espesor y consistencia, des- prendiendo y aumentando su volúmen ; y por estas propiedades es indispensa- ble que produzca muchas enfermedades cuando su composición es viciosa. El agua bebida con abundancia disuelve la sangre hasta el punto de disminuir su color intenso; y efectivamente, la pali- dez de los que abusan de ella, es una prueba de esto, como también la abun- dancia del sudor, lo que no puede curarse sino con el uso moderado de aquella. Veamos el efecto del agua en las di- ferentes temperaturas mezclada con los principios acidulosos. Se ha creido que el agua caliente puede apagar la sed, lo que se admite generalmente en este pais, y no sé de donde pueda originarse esta creencia. Tal vez es debida á los an- tiguos hábitos de los romanos que be- DE LAS MADRES. 39 bian agua caliente en la comida, lo que es un medio de acelerar la circulación, determinar el sudor, irritar las membra- nas mucosas, y ocasionar la necesidad de una reparación. Por esto es mas propia el agua fria, que disipa la sed por la cantidad de calórico que le quita á la garganta; detiene la traspiración moderadamente, y retarda la circula- ción : en una palabra sus efectos son contrarios á los del agua tibia ó caliente tomada con abundancia. Con los ácidos se aumenta mas esta propiedad, y en la Habana mas que en cualquier otro pais se puede convencer de esta verdad. Hay mil modos de modificar el agua, y son muy pocas las casas donde no se tomen refrescos, por lo regular saludables. No diré lo mismo del agua azucarada que exije mas trabajo del estómago, y que no hace mas que engañar la sed; pero sin embargo, tomada en pequeña canti- dad es saludable, como lo tengo yo mis*» 40 GUIA mo esperimentado, y muchos ejemplos demuestran que tomada con modera- ción, mantiene las facultades intelectua- les y morales en un grado eminente de goces y de actividad por mucho tiempo. Los antiguos viejos de Guanabacoa nun- ca bebiéron vino, y si se pregunta á al- gunas personas de aquellos tiempos so- bre las enfermedades de la Habana, par- ticularmente de las del hígado, se verá que eran muy raras, cuando al presente son tan comunes por la introduciony uso de los licores. Me parece muy útil hacer algunas observaciones á las señoras que tienen la costumbre de ir al campo. El año de 26 ha sido fecundo en circunstancias pa- ra demostrar que el uso de las aguas se- lenitosas y pantanosas ocasionan enfer- medades graves, y que para desterrar el uso de la caliente, que produce en los órganos digestivos una funesta atonía y flores blancas, importaría mucho DE LAS MADRES. 41 tumbrar los niños á no beber sino cuan- do comen, ó de hacerlo, que fuese con mucha precaución cuando tuvieren sed; porque así es muy provechoso. Veamos también su efecto en el estado de nieve, y hagamos las indagaciones mas exactas para conocer si el uso que se ha introdu- cido de ella en la Habana, se aviene con sus propiedades. Tratarémos este pun- to considerada la nieve como medicina. Sus efectos inmediatos, modificada en sorbetes, siropes, nevados &c, tiene en primer lugar una propiedad corroboran- te, y su acción de calmar solo la egerce en las personas débiles. Efectivamente, apénas ha llegado al estómago, cuando de todas partes le roba á los órganos el calórico para equilibrarlo con ellos, y es- te efecto se manifiesta por medio de una reacción cuyo resultado es un calor sua- ve y un acrecentamiento de energía en el estómago; la digestión parece mas fá- cil; el cutis se seca por un momento, y 42 GUIA las fuerzas se vigorizan. Sin embargo, no sucede esto á las personas cuyos órganos digestivos no están arreglados, y en las cuales solo tendrá un efecto calmante. He aquí por qué los convalecientes y las mugeres débiles no deben hacer uso de la nieve, por ocasionarles violentos cólicos, sobre todo cuando la digestión no está bien hecha; pues siendo solo cal- mantes sus efectos, por una natural con- secuencia deben ser dañosos. Así pues, aconsejo se use del agua de nieve en la comida, y no después de ella. Pueden inferirse de aquí los funestos resultados que producen los sorbetes cuando se abusa de ellos. La aplicación esterior de la nieve usada como remedio es muy útil; y podria acreditarlo citando las muchas curaciones que he logrado con ella en enfermedades desauciadas. Un temor general ha impedido el uso de este medio, y he visto temblar á muchas personas al proponérselo. Con todo, el DE LAS MADRES. 43 éxito ha coronado mis esperanzas, y se ha mirado con ménos horror la nieve. Su uso generalizado justifica la injusticia de las sátiras y reproches con que se ha in- tentado ofenderme; pero he tenido so- brado sufrimiento para despreciarlas, dejando á la esperiencia el cuidado de vengarme. La nieve es muy conveniente en los relajamientos del estómago, originados de la gastrites crónica; y cuando se han usado largamente los antiflogísticos, y la debilidad no está acompañada de vómi- tos, en tal caso se vuelve á dar energía á este órgano. Al acabarse una inflamación en los ojos después que ha desaparecido el enrojecimiento, y en las del hígado, yo mismo debo la vida al uso de la nieve. Empléenla pues las habaneras en los flu- jos hemorroidales de los órganos diges- tivos que les son tan frecuentes, y en las hemorragias tenaces del útero y de las narices. ¡A cuántas señoras no ha dado 44 GUIA la vida la aplicación de la nieve en este caso, en los calambres de estómago, en los vómitos nerviosos y en las enfermeda- des del cerebro! Mas para servirse de ella con utilidad es menester consultarlo según las circunstancias; porque el modo de usarla no consiste como algunos pien- san en hacer alguna ligera aplicación, interrumpida á cada rato. Practicado este remedio por personas inteligentes, es útilísimo; pero puede llegar á ser mor- tal en otras manos. Tales son las pro- piedades del agua en los diferentes esta- dos: considerémosla ahora mezclada con los minerales, para ver si es ó no indife- rente el enviar los enfermos á Guanaba- coa ó á otros parages á tomar baños, sin conocimiento de la combinación de es- tos. He dicho que las aguas minerales son de lluvia filtrada que arrastran con ella los principios que se ofrecen al análisis químico. Se han dividido en frias, tem- DE LAS MADRES. 45 piadas y calientes; pero ahora, mejor co- nocidos sus elementos, está mas admiti- da otra clasificación, á saber: en aguas ácidas, sulfúreas, ferruginosas y salinas, aunque esta clasificación es todavía im- perfecta. Mas no siendo mi objeto tra- tar de ella, hablaré solo de sus propie- dades, pues su composición es bastante conocida. Las aguas minerales poseen aquellas que dependen de su composición: siendo estas propiedades medicinales, debe pre- caverse el modo de usarlas; pero ya sean salinas acidulosas, sulfúreas ó ferrugino- sas, se asemejan en cuanto á sus cuali- dades generales, inmediatas y secunda- rias. Las primeras son el resultado de la acción directa de las aguas en los ór- ganos vivos, y de las modificaciones que les imprimen. Las otras que no depen- den sino secundariamente de las prime- ras, son mas variables y pueden tener su influjo por medio de otras muchas 46 GUIA causas accidentales, produciendo resul- tados diferentes. Las propiedades in- mediatas de las aguas minerales se redu- cen casi todas á una acción mas ó ménos fuerte, ó á una cura corroborante mas ó ménos declarada. Por lo regular esta se confunde por la combinación de dos efectos, y entonces se inclina á promo- ver la acción de los sólidos, y á acele- rar la de los fluidos; á producir una es- pecie de calentura mas ó ménos favora- ble, según el. modo de presentarse. Si- guiendo la composición química, tienen también propiedades que las hacen diu- réticas ó diaforéticas, laxantes y purgan- tes, dependiendo esto del individuo que las usa, y del modo de administrarlas. Pero hay otras que dependen del aire, del clima, de las alteraciones, del mé- todo de vivir y del régimen que ha de seguirse cuando se toman. Por último, sus calidades medicina- les se disfrazan ó encubren por los acci- DE LAS MADRES. 47 dentes, y esta curación accidental es la que produce los efectos admirables que equivocadamente se atribuyen á las pro- piedades medicinales. Con efecto ve- mos todos los dias el buen éxito de solo el régimen de un aire puro y saludable, y de un clima seco ó caliente sobre aquellos individuos débiles y enfermi- zos. ¿ Cuántas afecciones no se curan con solo mudar de temperamento; y cuántos enfermos no se han restable- cido perfectamente solo con haber res- pirado los aires del campo, á pesar de los pronósticos funestos de médicos fa- mosos y que pasan por sabios ? ¿ Se des- conocerla acaso, el poder de una vida tranquila en medio de un sitio del cam- po, sobre todo cuando los efectos de un penoso trabajo, las vigilias y los escesos de todo género han sido la causa de la enfermedad ? ¿ Qué no pueden la espe- ranza y el sosiego de espíritu en un en- fermo ya cansado de ver al médico, y 48 GUIA aun mas cansado de la medicina? Re- flexionando sobre estas circunstancias estamos tentados á creer que es á estas y no á las aguas minerales de Guanaba- quien se debe atribuir la causa de muchas enfermedades. Podría citar al- gunas observaciones en apoyo de esta verdad; pero á pesar de todo esto no puede negarse la acción medicinal de las aguas minerales, por lo cual importa conocer su composición. ¿ Se deberán enviar á baños á aque- llos enfermos cuyas indisposiciones son agudas, sobre todo cuando están acom- pañadas de calentura, ó dependen de al- gunas flegmasías ?....Sabido es por todos los médicos lo peligroso de este paso: sin embargo podría citar algunos casos en donde se ha hecho; pero me limi- taré á señalar su uso según sus cuali- dades. Las aguas ácidas, las ménos saladas y las que contienen mas gas, pueden usarse DE LAS MADRES. 49 en los últimos periodos de los obstácu- los gástricos, y las aguas purgantes sali- nas pueden reemplazar á los otros pur- gantes en el caso de una indicación. Escepto estas dos circunstancias, deben proscribirse en todas las enfermedades agudas. Se acostumbra enviar á Guanabacoa las personas que padecen enfermedades tuberculosas y cancerosas, en io cual se hace muy mal. Las propiedades estimu- lantes y corroborantes de las aguas mi- nerales, no hacen mas que acelerar la muerte del enfermo; por cuya razón im- porta persuadirse de que no conviene dar tanto aprecio á este precepto tera- péutico, para no dárselo tampoco á la ac- ción medicinal, no calculando mas que la del clima: de este modo se compro- mete su juicio y los medios terapéu- ticos. Las aguas minerales, como se ha ob- servado muy bien, no convienen en los TOM. II 5 50 GUIA aneurismas del corazón, ni en las con- gestiones sanguíneas del pulmón y del cerebro: en ete caso pueden determi- nar una emoptisis ó esputos de sangre, y apoplegía. Son también muy peligro- sas en la mayor parte de las enfermeda- des crónicas, aun sin calentura, y reani- man frecuentemente la escitacion de los órganos: ¿ y no se ve á cada paso las en- fermedades en el pulmón, en el canal in- testinal y en el hígado, aumentadas por el uso de las aguas minerales tomadas en la Isla? Importa pues, cuidar mucho y evitar usarlas indiferentemente. Las aguas minerales están en el mismo caso que las sanguijuelas cuando se las quie- re absolutamente reprobar en este pais. Todo es bueno en la naturaleza, pero es menester conocerlo y saberlo aplicar. Sucede lo mismo respecto á los ba- ños, creyendo que no se necesitan pre- cauciones : y así es que no consultan á ningún facultativo ni hacen preparación 51 DE LAS MADRES. alguna para tomarlos. Se ha elegido una estación del año para ellos, y ha sido precisamente la de la Canícula. Seme- jante abuso ha debido introducirse por algún europeo que no ha reflexionado el benéfico clima de esta Isla. De cual- quier modo que sea, para tomar esos ba- ños es menester señalar varias épocas de quince á veinte y cinco dias; cuya repartición es suficiente para producir el grado necesario de la acción general del cuerpo que se apetece. Hay oca- siones que seria necesario tomarlos con mas economía, ó alargar su duración. De aquí es que en Europa los gobiernos han nombrado médicos para el uso de los baños, pues nada es mas interesante para la higiene y para el bien general. Seria muy raro que fuese provechoso precipitar los efectos de estos medios terapéuticos, y es de suma importancia observar que los de las aguas minerales se prolongan por mucho tiempo, aun pa- 52 GUIA sado un mes, por cuya razón debe en este caso elegirse un facultativo para consultarlo. Usadas las aguas minerales como una especie de refrigerio, ya en baños y abluciones &c. &c. el mismo cieno puede servir como de cataplasma; pero el estómago necesariamente ha de estar preparado y dispuesto para ello. Seria igualmente conveniente modificar, tal vez, las aguas minerales con respecto á sus propiedades, para disminuirlas ó aumentarlas. Hay casos (lo que debe ser de un uso mas general) en que es preciso añadir á las aguas el jugo de yerbas, como en las enfermedades es- crofulosas que son tan frecuentes. Pero hablarémos en particular de los baños y de sus propiedades, ya sean dulces ó minerales. DE LAS MADRES. 53 HIGIENE DE LAS CASAS, EN SU CONS- TRUCCION Y EN SU INTERIOR. A primera vista parecerá que en esta indagación traspaso los límites de la Me- dicina; pero cualquier hombre, con es- pecialidad los del arte, apreciarán estos pormenores, tan dignos de la considera- ción de un médico, como útiles al cono- cimiento del público, para dirigir á aquel que con tanta dificultad encuentra las causas de las enfermedades, y para po- derlas prevenir. Bajo este aspecto es que las autoridades reuniendo sus es- fuerzos, exijen una perfecta instrucción para prevenir los males que atacan á la humanidad: y entre las causas que in- fluyen sobre la salud pública, hay pocas que tengan un poder mas directo que la construcción de las casas y su salubri- 54 GUIA dad interior y esterior. Tan importante es este punto como el de las calles. Cuando se fija la atención en el pla- no de la Habana, se ve que los cálculos de los arquitectos é ingenieros han sido mas militares ó matemáticos que higiéni- cos, y tal vez la estrechez de las calles de esta ciudad es debida al resultado de aquellos cálculos. Pero dejando aparte estas reflexiones, me ocuparé solo de mi asunto, y para hacerlo con la debida exactitud, haré algunas observaciones acerca de las murallas y fosos de esta plaza y sus arrabales; del estado de las calles, y de los almacenes, examinando en seguida la construcción alta y baja de las casas, su distribución y aseo inte- rior de ellas. Las fortalezas, cualquiera que sea su construcción impiden la salubridad por los obstáculos que oponen á la ac- ción libre del viento; y como la Habana se halla rodeada de colinas por la parte DE LAS MADRES. 55 del Este y Nordeste, aquel penetra con dificultad en ella para renovar el aire en todas las circunstancias necesarias. Por lo que hace á los fosos pueden también acarrear muchas enfermedades, pues su situación impide el influjo de los terra- les; mas las precauciones que ha tomado el gobierno suplen la falta de aquellos. Los pantanos que hay desde Regla hasta el Puente de Chávez podrían ser des- truidos, evitando su maligno influjo con solo abrir algunos fosos, y debemos es- perar de la eficacia del actual gobierno no dejará de remediar un inconveniente tan nocivo, necesitándose de la frecuen- cia y fuerza de los vientos para renovar la atmósfera é impedir enfermedades mortales. Veamos ahora las calles, que para las ciudades son como los pulmo- nes para el cuerpo humano. Su estre- chura unida á la desigualdad de las ca- sas son otros tantos receptáculos de un aire corrompido. Nada dirémos del es- 56 GUIA tado de su aseo, pues este punto vale mas que lo callemos. A no estar la Ha- bana situada bajo un clima tan benéfico, seria imposible vivir en ella, y de aquí puede inferirse lo que es la fuerza del hábito. Un acinamiento de materias cor- rompidas y de escrementos animales y vegetales; pantanos, lodazales y carri- les son sus adornos; y los almacenes es- tablecidos en el centro de la Ciudad, cu- yas exalaciones pestilentes son insopor- tables, contribuyen del mismo modo á la impureza de la atmósfera. Creo de mi deber indicar este punto á los encarga- dos de la salud pública, y la enormidad de los peligros á que está espuesta la población. Llegará, tal vez, un dia en que una estación mas ó ménos favorable á las enfermedades, ocasione una peste, un azote destructor que acabe con la mayor parte de los habitantes. Con efec- to, es harto sabido que en las poblacio- nes pequeñas que no están empedradas DE LAS MADRES. 57 sus calles, son las mas espuestas á peli- grosas enfermedades. Y si esto se ob- serva en aquellos lugares reducidos, ¿qué deberá temerse en una ciudad como la Habana? ¿No es de atribuirse á esta causa, es decir, á estos vapores mefí- ticos la aparición de ciertas enferme- dades que se manifiestan de tiempo en tiempo, que parecen los agüeros de los males que reinan, por la velocidad con que acaban con los enfermos y agravan sus síntomas? No hay duda que esos carriles que forman los carruages en las calles, cuya agua corrompida es á cada rato movida por sus ruedas, vienen á ser un manantial de enfermedades que se podrían remediar con mucha facilidad. Respecto á la construcción de las casas, si entramos en su interior verémos cuán urgente ha de ser la vigilancia de un gobierno sabio para impedir por todos los medios que estén á su alcance el cumplimiento de las predicciones que 58 GUIA se realizan cada día. Ordenes vigorosas para el barrido y riego, y una proibi- cion severísima de amontonar basuras, son los primeros pasos que deben darse para el restablecimiento de la policía; para lo cual no se necesita otra cosa que una prolija y exacta ejecución; pero el celo del gefe que nos gobierna em- pleará toda su vigilancia para que no tomen incremento los males que produce aquel estado de cosas. Sin embargo, veamos si los habitantes de esta ciudad pueden mejorar este punto de higiene, que es de la mayor importancia. Las causas de muchos males de grave consecuencia son debidas en gran parte á la construcción interior de las casas. Los materiales que los arquitectos em- plean son los mas nocivos por la hume- dad que contienen y conservan. Consi- derando la Habana, se ve cláramete que sus casas están fabricadas todas bajo de un mismo plan: el primer piso debe ser DE LAS MADRES. 59 muy húmedo, sobre todo después de las aguas. Así es que se ven las paredes y suelos enmohecidos y cubiertos de un verdin que se conserva casi siempre. Las casas de alto no tienen este inconvenien- te, y si se examina su distribución, halla- rémos que el mayor cuidado que se pone en ellas es la ventilación. Efectivamen- te, aunque los europeos encuentran á pri- mera vista algo original y estravagante en su construcción, no dejan de recono- cer luego la exactitud y necesidad de hacerlo así; pero no es, por otra parte, muy conforme este cuidado con las pre- cauciones que toman algunas familias contra las corrientes del aire y de las fluxiones. Siendo el suelo de una construcción que embebe tanto la humedad, no pue- de concebirse como las enfermedades no son mas frecuentes. Con efecto, á es- ta misma humedad es á la que las muge- res deben atribuir las afecciones morbí- 60 GUIA ficas que padecen, y que hemos ya visto en la primera parte: para prevenirlas he formado esta memoria. A mas de aquella disposición hay otras muchas, que aun- que me sea desagradable tratar de ellas, lo haré á fin de que las señoras puedan evitar las causas de muchas enfermeda- des. Casi todas las casas están construidas bajo una arquitectura uniforme, por ma- nera que viendo una, puede decirse se han visto las demas. Un patio y un tras- patio, varios cuartos en hilera, reservado el ultimo á los criados: la cocina y caba- lleriza componen el resto del edificio. Los cuartos de las casas bajas, sin escep- cion alguna son húmedos, y mucho mas cuando hay en ellas almácigas de flores con que se adornan los patios agregán- dose el aroma que exalan aquellas, que según su cantidad puede ser dañosa. ¿ Y qué dirémos de los traspatios? ¿No da horror entrar en algunos? ¿No son ellos, DE LAS MADRES. 61 capaces de destruir familias enteras? Por esto no estará demas recomendar su lim- pieza para evitar olores tan dañosos y el peligro que ocasionan. Si echamos una ojeada sobre los barrios de Jesús María y San Lázaro, notarémos que el que haya visto una de estas cloacas es- trañará que pueda vivirse en medio de ellas; por lo que repito, nada contribuye mas á la salubridad interior de las casas que el aseo, de cuya falta suelen prove- nir grandes peligros, lo mismo que del apiñamiento de los esclavos en un solo cuarto sin limpiarlo á cada rato. ¡ Admi- rable es que este abandono no produzca diariamente una peste asoladora en la Habana! Por esto deberian nombrarse comisarios al efecto para la limpieza de los sumideros y letrinas. ¿ Quién no tiem- bla al reflexionar sobre el desaseo de es- tos lugares ? ¿ Quién ha de creer que pasan años enteros sin limpiarlos, y que para colmo de semejante negligencia, la TOM. I 6 62 GUIA estraccion de sus inmundos materiales se hace de dia claro, como desafiando la bondad del clima ? Seria de desear que los habitantes de esta Isla detuviesen su atención sobre consideraciones de tanta analogía con su existencia, como destruc- toras de la salud. DE LAS MADRES. 63 DEL TOCADOR. VESTIDOS. El vestido es uno de los puntos mas esenciales que debe considerarse. La naturaleza del clima no produce las vi- cisitudes atmosféricas de Europa, por cuya razón los géneros para los vesti- dos han de ser diferentes: la lana, por egemplo, no es aplicable en este pais. Las habaneras usan del lino, del estam- bre y del algodón, aunque de este último pocas veces. Respecto al color, solo el domingo, como para santificar el dia, se visten de negro, reservando tan serio trage para la Divinidad y su santuario, cuya práctica las hace mucho honor. En sus casas y en el público prefieren el blanco, lo que prueba su elegancia y el buen gusto. Con efecto difícil seria el ver mas riqueza sobre este particular 64 GUIA que en la Habana, donde todas se visten de un modo admirable, y cuyo lujo de algunos años á esta parte, se ha esten- dido hasta la ropa blanca de lo interior. No puedo ménos de aplaudir sus cos- tumbres. Cierto es que un pais tan cálido co- mo este, el camisón no puede ser de un tejido y género muy basto, porque se escitaria el cutis, y aun Hegaria á erizar- se ; y para los que sudan mucho no debe usarse muy finos, porque la traspira- ción se cortaría con toda facilidad. Mu- chas señoritas han sido víctimas de una repercusión de traspiración. El cami- són no ha de ser largo ni angosto con es- ceso, ni ponerse el que ha sido sudado. Mudar muchas veces de ropa limpia produce uno de los placeres de la vida, que no esperimentan las personas que se ponen franela pegada al cútis: por este motivo se prefiere el estambre, el lino y el algodón. DE LAS MADRES. 65 No me parece importuno tratar aquí sobre la manera de lavarse la ropa, por tener esto mucha influencia en la salud. El agua de legía es buena usándose luego el agua de jabón, como se acos- tumbra en todas las casas; y confesé- moslo, las habaneras no esperan como las europeas á uno, dos ó mas meses, pa- ra el lavado de la ropa; una semana las parece mucho tiempo. Después del camisón sigue la sayuela y el túnico: no hablaré de su género ó tela, en la que se observa un gusto mas refinado y esquisito que para la del in- terior, notándose en los estrados y pa- seos públicos la escelencia de sus vesti- dos : pasemos á un punto mas esencial para la salud. Se usan todavía ciertos ceñidores que introdujo la moda en otro tiempo, que ademas de ser bien peligrosos de suyo por la compresión que hacen, aumen- 66 GUIA tan igualmente la del corsé que no lo es ménos. No se ejecutan con la libertad que se requiere la digestión y la respi- ración, y hay mil ejemplos de jóvenes que han sufrido dolores en la región del estómago, y que han tenido que abando- nar esa cintura ó ceñidor que se los ori- ginaban. Toda compresión circular al cuerpo impide el movimiento de los mús- culos y la circulación; y así es que se han de usar esos ceñidores con sumo cuidado, á fin de que no queden dema- siado ajustados. Lo mismo digo de los cinturones que están en última á lo este- rior del túnico, los cuales no han de ser- vir mas que de un mero atavío. Hace poco tiempo que asistí á una señorita atacada de un dolor grave, resultado del ajustamiento de semejantes cinturones. Y habiendo sido causa de la muerte de muchas otras el corsé, ántes de hablar de él, se me permitirá decir que mu- chas han sido víctimas del interes de las 67 DE LAS MADRES. estrangeras, porque no ajustando este adorno á la diversa configuración de sus cuerpos, no han cuidado de cortarle para cada uno, resultando que hacen grandes esfuerzos, á fin de acomodar los que tienen en sus casas, peligrosos en partes tan delicadas como las del pe- cho. ¡Funestas ganancias, adquiridas con la destrucción de la salud de esta amable porción del sexo cubano! Los germanos, y ántes de ellos los romanos, usáron del corsé con el objeto de suspender los pechos, y hoy con el doble de estrechar la cintura y bajar el vientre. Las bayaderas de la India lo forman de la corteza de un árbol de Madagascar, para conservar las formas y elasticidad de los pechos: tan díafana y elástica es su composición, que cual- quiera creeria verlos desnudos aun cuan- do los tocase. Jamas se lo quitan, y gu ostentación consiste en adornarlo con los diges mas brillantes y esquisitos. 68 GUIA Entre las habaneras hay algunas que por usar con estremo de semejante arti- ficio, ejecutan en sus pechos una com- presión desigual, incómoda y peligrosa, impidiendo sus funciones al estómago y á lo demas del abdomen. Dotadas por la naturaleza de esa agilidad encan- tadora, y de una libertad y soltura que no gozan las de su clase en Europa, afean estas prendas con los adornos es- tremados de un arte ridículo, sintiendo tarde, aunque en vano, los funestos re- sultados de la inmovilidad en que se ponen, comprimiendo las partes mas de- licadas y sensibles del cuerpo, y de don- de traen su origen las infinitas enferme- dades que se padecen por esta causa en la Habana. No cesaré de repetirles cuan interesantes son en ellas Jas gracias naturales de que están dotadas. Y ya que quieran usar de este adorno, yo les aconsejarla que tomaran el último inven- tado, el cual las preservará de todos los 69 DE LAS MADRES. riesgos de que he hablado, por ser elás- tico. Vistos los peligros del corsé digamos algo sobre lo restante de la vestimenta. Las medias son de un uso general, y ca- si todas las señoras las llevan de seda por la facilidad con que se ajustan á la pierna, y porque ocupan ménos lugar pa- ra la cavidad del zapato, haciendo el pie mas pequeño. Esta costumbre no es ma- la, solo sí diré que en tiempo de hume- dad son mas convenientes las medias de algodón para evitar la influencia dañosa de la atmósfera y del suelo. Este cuida- do es mas necesario en la época de la menstruación, pues he visto en muchas mugeres la supresión por aquella causa. A este propósito si me lo permiten, las haré una ligera reconvención sobre la costumbre demasiado generalizada de levantarse por la mañana con los pies desnudos. Reflexionen un poco sobre la humedad del piso y la suela sumamente 70 GUIA delgada de sus zapatos, y verán la influ- encia que aquel tiene ó debe tener sobre el calor de los pies. Al verlas no parece sino que desconocen el precepto higiéni- co de conservar siempre los pies calien- tes y la cabeza fria; por lo que es de es- perar abandonen semejante costumbre, que produce con frecuencia la suspen- sión del menstruo y flujos blancos. Mu- chas convencidas de esto, usan las me- dias de algodón para la casa, y las de seda para la calle ó paseo. La media para que no se ruede es necesario atarla con una liga, cuya parte del vestido ha sido célebre en los antiguos tiempos; y si la condesa de Salisvery hubiera atado mejor la suya, los ingleses no tendrían de qué vanagloriarse por el orden que ha instituido su rey Eduardo III, el cual la mandó á Enrique II, de quien en cam- bio recibió la de San Miguel, instituida cincuenta años después, y cuya suerte ha sido tan diferente en ambos. DE LAS MADRES. 71 Se ha discutido mucho sobre si la liga de la muger debería ponerse enci- ma ó debajo de la rodilla. Los casuis- tas decidiéron por lo segundo, y en ver- dad que no acertáron, porque es en el lugar ménos conveniente; reputando por impúdicas á las mugeres que se las ata- ban encima. ¡Cuántas circunstancias po- drían referirse sobre las ligas, que han servido hasta de emblemas en los escu- dos de armas! Aquel que se hallaba al- guna, perdida por casualidad ó á drede, y se la llevaba á su señora, tenia el de- recho de atársela él mismo á la pierna. De la esposa del pintor Ruvins se dice que había llevado siempre la liga debajo de la rodilla, por lo que en los cuadros de aquel célebre artista las piernas están mal contorneadas. Ocioso seria mani- festar las deformidades que suelen traer las ligas atadas debajo de las rodillas : baste decir que el encogimiento produce los mas graves resultados, como son la 72 GUIA determinación de los flujos en la que los padece, ó por lo ménos su tenaz duración. Sobre todo, las mugeres embarazadas han de estar muy incómodas con ellas, porque en este caso es fácil favorecer la hincha- zón de las piernas, como ellas mismas lo conocen desatándoselas cuando las ataca el istérico ú otros accidentes. Por consecuencia de lo dicho, el me- jor lugar para las ligas es el superior á las rodillas, sin ajustarlas demasiado, pues ahí no es tan fácil que se rueden, y sin que por esto dejen de tener los muslos sus movimientos espeditos, ni que los ba- zos estén comprimidos; porque la emi- nencia que forma la rodilla impide aque- llos inconvenientes. Ademas, atadas las ligas en este lugar se sienten ménos ca- lambres que cuando se ponen debajo de la rodilla, y si se quiere dejar con mas li- bertad el movimiento, se usarán ligas elásticas ó de caucho que son las mejo- res. Hablemos ahora de los zapatos. DE LAS MADRES. 73 Estos en todos tiempos han llamado la atención de los médicos. Hipócrates y Galeno han tratado de ellos; y si las sandalias de los griegos y romanos (que era un calzado tan sencillo, y reducido á un pedazo de cuero bajo las plantas de los pies, sujeto por cordones de va- rios colores) mereciéron la consideración de los facultativos, ¿ cuál deberá ser en el dia, en que es formado de diferentes materiales, oprimiendo todo el pie, lle- nándole de mortificaciones en vez de precaverlas ? El calzado lo debemos á los gáulos y á los scitas, y no á los romanos; porque estos no usaban mas que las sandalias. Las naciones septentrionales por la cru- deza del clima usáron de un calzado ménos elegante, pero mas acomodado á los pies para guarecerles del frió. Los zapatos y botas provienen del Norte de Europa, porque como estos pueblos se apoderáron de casi todo el orbe, esten- T0M. II 7 74 GUIA diéron por todas partes sus usos y cos- tumbres. Primitivamente no era el calzado otra cosaque un objeto de utilidad; pe- ro en el día se sacrifica esta á la elegan- cia. En efecto, ¿ no vemos los pequeños y pulidos pies de las muchachas de la Habana, desfigurarse con imperfecciones hijas de la estrechez de los zapatos? Con dificultad se creería la suma peque- nez generalmente de los pies en las mu- geres de este país, y no teniendo necesi- dad de hacerlos aparecer mas graciosos, deberían evitar aquel incoveniente y los peligros á que con él se esponen. En las consultas que me han hecho, las he dado ya el método curativo y preserva- tivo, que consiste en ponerse el zapato abotinado, sin comprimir el pie y deján- dole la facilidad de sus movimientos; pues de lo contrario se forman callos y mala disposición en los dedos. En cuan- to á la suela, atribuyo á ella graves en- DE LAS MADRES. 75 fermedades; porque para unos suelos tan húmedos como los de las casas de esta ciudad, debería ser mas gruesa para resguardar mejor el pie. No cesaré de insistir usen las señoras zapatos de mar- roquí dentro de sus casas, ó bien pon- gan sus pies sobre alfombra ó banque- tilla cuando esten sentadas, cuyas pre- cauciones son de mucha importancia, aunque á primera vista no lo parezcan. Pasemos á otro artículo del tocador: En un pais como la Habana, donde la compañera hombre está formada de tal modo que nada le queda que apete- cer, son inútiles los artificios y afeites de que se valen para embellecerse. Su hermosa cabellera, el talle gentil, el pie pequeño y pulido, las manos delicadas, los brazos torneados, tersa y blanca den- tadura, todo hace de ellas lo mejor que pudiera desearse para el bien parecer; y si se añaden á estos actrativos la ama- bilidad y discreción de que están (iota- 76 GUIA das, entonces hallarémos el complemento de la hermosura, del amor, y de las gra- cias. Con todo, poco satisfechas de esto se acogen al arte para lograr unas ven- tajas que naturalmente poseen, y usan de preparaciones para mas hermosear su rostro, y conservar la frescura de la tez y el blanco de sus dientes. Mas es de mi deber advertirles los daños que traen semejantes costumbres, y ya que la moda tiene mas poder que los conse- jos de las madres y los preceptos de los médicos, les manifestaré á lo ménos al- gunos medios inocentes para aquellos usos. Para mantener fresco el cútis, no se necesita de otra cosa que del agua lim- pia de fuente; pero como multitud de circunstancias pueden alterar la belleza de las facciones, como por ejemplo, la impresión de un mal aire, la falta de ejercicio, las trasnochadas en los bailes &c. &c., son necesarios entonces otros DE LAS MADRES. 77 recursos mas eficaces que el agua pura. En tales casos convienen algunas locio- nes y unciones suaves para volverle á su tersura y brillantez; desconfiando siem- pre de las preparaciones minerales, co- mo la del plomo, del bismut, arsénico y mercurio; porque semejantes medios ó ingredientes no pueden producir sino las funestas enfermedades que se notan en las personas que los usan. Ved aquí una preparación sencilla que pueden usar, mucho mejor que todos esos espe- cíficos en nombre: 44 Diez gotas de bál- samo de la Meca; una dragma de azú- car blanca molida; una yema de huevo, y seis onzas de agua de rosa, destilada gradualmente." Esta emulsión balsá- mica se pasará por un tamiz, y se untará la cara con ella por la noche, permane- ciendo así hasta por la mañana que se labará con agua pura. También es muy conocida la receta siguiente: 44 Aceite de almendras dulces y bálsa- 78 GUIA mo de la Meca, dos onzas de cada cosa; mezclándose todo en un mortero de pie- dra." Con esta receta se quitan también las pecas, dándose una untura general en todo el rostro, y labándose por la ma- ñana con agua de Colíforio. Las muge- res de Copenhague usan de una pasta casi semejante, que consiste en cierta cantidad de harina de frijoles, y de las cuatro semillas frías, también en polvo; disolviéndose todo en crema fresca. Es- tas preparaciones, ademas de ser ino- centes son eficaces para quitar las man- chas y la aspereza del cútis; lo que no sucede con esas composiciones que traen de Europa, que aunque parezcan mucila- ginosas y emulsivas, contienen por lo co- mún sal de plomo ó de mercurio, cuyas composiciones no me cansaré de repetir que sóh peligrosas. Ademas de estos medios, suelen usar- se de otros para la cara. Difícil seria hallar la época en que comenzáron las DE LAS MADRES. 79 mugeres á pintarse. Según Enoc, Azael fué el primero que enseñó este uso, ántes del Diluvio. Los hebreos también lo acostumbraban, pues, como se sabe, se teñían las cejas para parecer mas varo- niles. Jeremías en la predicción de la ruina de Jerusalen, decía á las mucha- chas de Sion: " ¿Qué haréis vosotras en el pillage del saqueo? En vano os vestiréis de oro y brocado, y os pinta- réis la cara; porque el vencedor no ánsia mas que vuestra muerte."* Ezequiel des- cribiendo las corrompidas costumbres de las judías que mandaban léjos á soli- citar amantes, las reprende por sus pin- turas y afeites.f Las sirias, las babilo- nias y las árabes, siguiéron la misma práctica, que después se introdujo en la iglesia primitiva. Con efecto san Cipria- no corrigiendo la veleidad y coquetería de las jóvenes cristianas, las dice: " No es con el antimonio del diablo con lo que * Cap. 4. vers. 30 t Cap. 23, vers. 40. 80 GUIA debeis teñiros las cejas, sino con el coli- rio de Cristo." Las griegas fuéron las primeras que se gayáron con blanco y encarnado. "La bella Europa, dice un poeta, tenia el cutis tan albo que una de las hijas de Juno robó á esta diosa una redoma de los ingredientes á que debia su blancura, para regalarla á la hija de Agenor." Las romanas siguiéron las cos- tumbres de aquellas, aunque no llegáron á su perfección, y es á las primeras á quienes debemos se hayan transmitido á los otros pueblos hasta nuestros dias, aunque las composiciones de ahora son mas esquisitas y costosas. Las señoras se pintan de blanco y encarnado: el pri- mero está generalmente hecho con el óxi- do de bismut y tierra blanca, que se pe- ga en el cutis é impide la traspiración. El óxido de bismut, mezclado cgii el hi- drógeno sulfurado se pone negro al mo- mento, ycomo este último está unido al aire, casi todas las mugeres que se pin- DE LAS MADRES. 81 tan con él, se desfiguran horrorosamente. Verdad es que en la Habana usan de la cascarilla de huevo, lo que no trae con- sigo todos los inconvenientes que las otras preparaciones. Hay dos especies de encarnado, uno estraido del cártamo, y el otro com- puesto del cinabrio mezclado con tierra blanca de briazon, para hacer que se pegue al cutis; aunque el primero trae el peligro de hacer salivar mucho, según lo presencié con una persona que per- dió la dentadura de sus resultas. El encarnado estraido de vegetal es el ménos peligroso, y aunque la piel padezca, al fin, alguna alteración, es el único que puede usarse. Sin embargo seria mejor que las habaneras lo renun- ciasen contentándose con sus naturales atractivos que no necesitan de seme- jantes afeites. La naturaleza por sí sola inspira mas placer que el arte; y así es que he oido decir á muchos en el paseo 82 GUIA publico, donde la crítica ó la zumba se hace como por casualidad pero con cierta justicia: "Esta muchacha seria bonita si no se pintara." También se usan pastas para las ma- nos, las cuales se hacen por lo común de féculas y aromáticos, en lo que no hay peligro. En cuanto á las composi- ciones para los dientes, advierto á las señoras desconfíen de esos licores, pol- vos y opiatas venidos de fuera, en par- ticular de los que tienen ácidos, por bien perjudiciales, lo mismo que de otras composiciones que les son desconoci- das. Para conservar limpia la denta- dura, bastan cosas simples, y al efecto las daré una receta, cuya composición con facilidad pueden hacer en su misma casa. Azúcar en polvo fino 1 onza. Qui- na parda en id. media. Crémor de tár- taro media dracma. Polvo fino de car- bón dracma y media. Polvo de canela 24 granos. Todo mezclado. 83 DE LAS MADRES. En esta preparación nada hay con- traindicado: la quina y la canela fortifi- can las encías, y el carbón quita el mal olor. En fin, los cepillos que se usen han de ser lo mas suave posible. DEPILATORIOS. Como sea tan contrario á las gracias del sexo amable tener vellos en ciertas partes del cuerpo, que solo á los hom- bres les convienen, se ha procurado bus- car un específico contra este vicio de la naturaleza que se nota en algunas mu- geres. Entre las habaneras he observado que se han introducido esos remedios ó específicos, y el temor de que se espon- gan á los peligrosos resultados que trae consigo el uso de los depilatorios, me hace tomar el partido de dar á conocer los que pueden usarse, quitando á veces 84 GUIA esa falta y evitándolas la pérdida de la salud. Los polvos siguientes son los mejores, advirtiendo que pueden ser de algún peligro si no se usan del modo que aquí digo: una onza de oro pimente. 8 id. de cal viva. 1 id. de almidón. Cuando se quiera servir de esta re- ceta, se hace de ella una pasta con agua tibia, untando luego el lugar donde es- tán los vellos, y dejándola permanecer por algunos minutos. Para evitar que se seque demasiado pronto, se humede- cerá la parte, de tiempo en tiempo, ha- ciendo este ensayo para ver si se quita con facilidad el vello. Cuando se use de esta receta se hará en corta canti- dad, á fin de precaver la absorción, la cual, en tal caso, se remedia lavando la parte repetidas veces con jabón. No impide este específico vuelvan á crecer los vellos, por lo que es indispensable DE LAS MADRES. 85 hacer la misma operación de tarde en tarde. Ademas de este accidente hay mu- chos otros que el sexo padece, entre los cuales debe contarse la enfermedad que trae consigo la mudanza de color en los cabellos, llamada canisies* Aunque es- ta no sea vergonzosa, se ven no ostante á muchas personas instar porque se les haga desaparecer las canas. Esto es de perdonar á las mugeres que quieran con- servar las apariencias de la juventud, con el fin de cautivar mas tiempo el ob- jeto de sus amores; pero en el hombre semejante pretensión es ridicula y de- gradante. En los libros de medicina se leen una infinidad de recetas para pre- caverse de ese vicio ó efecto de la natu- raleza. Pondré aquí dos ó tres á las cuales se atribuye la mayor eficacia. * Canas. TOM. II 8 86 GUIA Vino tinto, una libra. Sal común, una dracma. Tinta de zapatero, dos dracmas. Mézclese todo, y hágase her- vir algunos minutos. Puede también añadirse una dracma de óxido de cobre, y ponerse á hervir de nuevo un breve rato. Quitado de la candela, se añade una cantidad de agalla, suficiente para darle la consistencia de la miel. Con esta composición se unta la cabeza: al- gún tiempo después se limpia con un paño caliente, y luego se laba con agua. Si creemos á Grulin, la siguiente re- ceta es todavía mejor: una onza de nuez de agalla, y una cantidad proporcionada de aceite: se hierve todo hasta que las agallas se ablanden y deshagan, añadien- do después sal gruma y común, cera blanca, dos dracmas de cada uno de es- tos simples : una de clavo de olor y tres de alumbre. Se hace hervir todo por segunda vez un cuarto de hora, y luego se deja enfriar para conservarlo en un 87 DE LAS MADRES. pomo de cristal que se pondrá donde no le dé el sol. Hay otras muchas recetas; pero es preciso, repito, desconfiar de todos estos artificios. No ha mucho tiempo que una señora de la Habana me ha consultado sobre una ceguerra irremediable prove- nida de esas preparaciones depilatorias. A otras personas las he visto padecer de ptyalismo* nacida de la misma cau- sa. Pero dejemos este artículo de po- co interes, y pasemos á tratar de los baños. Siendo estos de la mayor utilidad pa- ra la salud, los consideraré bajo tres re- laciones. Primero: los de rio ó corrien- tes. Segunda: los de mar. Tercera: los de tina ó domésticos, en sus diferen- tes temperaturas. Hablarémos primero de sus efectos en general, para exami- narlos luego en particular. * Salivación continua. 88 GUIA El baño de agua común á la tempera- tura de la atmósfera, substrae al cuerpo el calórico, repulsando los líquidos de la periferia hácia el centro por la presión que ejecutan en el cuerpo. Los de agua corriente, á mas de esto, traen consigo una percusión mas ó ménos fuerte, y la influencia de los materiales contenidos en ellos. Así es que los baños del mar cargados de unagran cantidad de partes salinas, á mas de la densidad y el frió, son de suyo estimulantes; sin olvidar, por otra parte, el efecto de las olas ó marea que aumentan su energía. Los domésticos merecen una consideración particular, respecto á su mayor ó menor temperatura. En esta inteligencia daré- mos las reglas del modo de tomar todos estos baños. Antes de entrar en el baño frió es muy útil hacer un poco de ejercicio sin escitar el sudor. Es de mucha impor- tancia mojarse la cabeza para precaver DE LAS MADRES. 89 las congestiones cerebrales: su dura- ción dependerá del efecto; mas tan luego que sobrevenga el segundo frió, es con- veniente salir de él haciendo un ligero ejercicio. También es necesario que la digestión se haya hecho ántes del baño, entendiéndose las mismas precauciones que son muy ventajosas para los baños tibios, aunque no tan indispensablemente como para las primeras. Ocioso es de- cir que si después del baño tibio es me- nester resguardarse del aire, con doble razón después del caliente. El tomar baños frios ó calientes en cualquier tiem- po ó lugar, es circunstancia que ha de considerarse, porque se han visto perso- nas que se han originado fiebres inter- mitentes por bañarse después de una turbonada: muy obvia es la razón. Las substancias orgánicas en descomposi- ción, arrastradas de las aguas comuni- can á los ríos las cualidades maléficas de los pantanos. El año de 26, sin ir 90 GUIA mas léjos, se viéron muchos casos de aquellas enfermedades, que no tuviéron otro origen sino los baños en aguas pan- tanosas y estancadas. En Puentes-Grandes he visto á mu- chas personas bañarse al descubierto y á los rayos del sol, sin atarse un pañuelo á la cabeza, lo que es muy peligroso. Por consecuencia, para evitar las influen- cias solares, es mejor bañarse temprano, ántes del almuerzo, ó por la tarde antes de la cena. Respecto á los baños calien- tes, ya he dicho es menester resguar- darse del aire; porque sin esta precau- ción pueden presentarse enfermedades violentas, por cuya razón conviene per- manecer por algún rato sentado después de estar vestido. Si examinamos los efectos de los ba- ños, encontrarémos infinitas variedades en ellos, dependientes de otras tantas circunstancias. Efectivamente, el baño tibio para una muger, será frió ó caliente DE LAS MADRES. 91 para otra; por lo que se ve que el ter- mómetro no siempre es guia segura: mas bien la impresión causada en la persona es mas cierta y ménos falible, aunque to- do dependerá en último resultado, de la naturaleza de la muger. Se me han pre- sentado ocasiones de esperar el mas fe- liz éxito de un baño, y no he obtenido sino lo contrario. Muchas Señoras de edad llegan al fin á temerlos de tal ma- nera, que es imposible reducirlas á que los tomen, lo que no proviene de otra cosa que de haberlos evitado desde su principio. Por esto, para arreglar la temperatura y el tiempo que ha de du- rar el baño, es menester saber esas dife- rentes circunstancias, y que las mugeres, por su parte, han de manifestar al facul- tativo. Nadie ignora que la muger tiene una sensibilidad mas esquisita que el hombre, y que por lo mismo es susceptible de im- presiones mas variables: por esta razón 92 GUIA debe temerse en ella el esceso del frió y del calor. El baño de la primera tem- peratura no conviene sino en algunas enfermedades, así como el fresco las es ventajoso particularmente en el Estío; mas para tomar uno ú otro, es preciso dejar pasar algunos dias después de la menstruación, ó tomarlo antes, si se quiere, á fin de evitar resultados peligro- sos. No sucede lo mismo con el baño tibio: las señoras podrán usar de él en cualquier tiempo, aunque con la reserva y precauciones indicadas en el artículo Infancia.-Lo que he dicho del baño frió es aplicable á las personas de edad, á quienes tomándolos pueden sobrevenir accidentes mortales. Después de estas precauciones para antes y después del baño, y del exámen de sus efectos según las edades, pasemos á tratar de cada es- pecie de baño en particular. DE LAS MADRES. 93 BAÑOS CALIENTES. Témanse estos para las enfermeda- des cutáneas, inflamatorias y crónicas, y para los reumatismos. En estos baños los fluidos se dilatan y circulan con ra- pidez bajo un volumen mayor; con difi- cultad se contienen en los vasos que aquella dilatación favorece, y en ciertas regiones no se presentan en algún modo, como por ejemplo, en la cabeza; lo que demuestra la causa de la apoplegía, la cefalagia ó dolor de cabeza, y la dificul- tad de respirar; empero lo mas estraño es la impresión, que hace contraer la piel, poniéndola rosada y aumentando su calor. Este accidente se hace notable hasta en la coyuntura de los dedos; la ca- ra se enciende, y el pulso se acelera lo mismo que la respiración. Por otra parte, se presenta un desasosiego general; el 94 GUIA cútis se cubre de sudor; hay sed; los ojos se enrojecen, aumentándose estos síntomas miéntras se permanece en el baño; por manera que son de temerse los mas graves resultados. Semejantes baños no han de tomarse sin que los or- dene un facultativo. BAÑO TIBIO AL NIVEL DEL CALOR DE LA SANGRE. Entrando en este baño se siente un bien estar en general, y un calor suave y agradable en lo esterior del cuerpo: el cútis parece estenderse y ablandarse; el epidermis viene á la superficie del agua; hay conato en la orina, y el pulso no se altera en su movimiento: al fin se siente el sueño. Saliendo del baño se esperimenta un ligero frió que se quita en el instante de enjugarse; el cuerpo está ménos ágil, pero también queda mas tranquilo y refrescado, restableciéndose 95 DE LAS MADRES. después aquella misma actividad, y aun con mayor energía. En una palabra, el gusto es tan grande en todo el cuerpo, que este baño es muy provechoso á las jóvenes de una naturaleza ardiente y nerviosa, pues sirve de calmante. BANOS FRIOS. Los primeros efectos de estos baños son los estremecimientos de frió y una conmoción nerviosa que se comunica de la circunferencia al centro. Penetrada la piel se contrae, poniéndose espelu- zada; se siente un desagrado general, y corta la respiración. A estos síntomas suceden estos otros: el cútis se pone en- carnado; el pulso aumenta su alteración; pero permaneciendo en el agua se dis- minuye, lo mismo que la respiración, y en lugar de la rubicundez de la piel, hay palidez en todo el cuerpo, contrayén- 96 GUIA dose su contorno. En efecto, una sorti- ja sale con mas facilidad del dedo en que ántes estaba muy ajustada. Contrayén- dose, como he dicho, el cuerpo, se espe- rimentan dolores musculares mas ó mé- nos fuertes; conato en la orina; calor general después de enjugado, hasta tocar en ardentía. En fin, siendo sus efectos tónicos, como se ve, tomándolos con fre- cuencia, el cútis se pone bronco y grue- so; mas si no produce estos efectos, su uso será debilitante, ocasionando cóli- cos y diarreas. Ademas de los baños generales hay otros locales ó parciales, que no se es- tienden sino á ciertas partes del cuerpo esclusivamente. Cuando son en las ma- nos se llaman maniluvios; si en los pies pediluvios, y semicupios cuando se dan hasta el hombligo. Estas lociones pro- ducen en cada parte lo que las generales en toda la economía, y continuándolos mucho se propagan sus efectos al resto DE LAS MADRES. 97 del cuerpo. El semicupio se aplica á las que padecen dolores en el epigastrio: y cuando se toman es indispensable gra- duarlos á una temperatura moderada. Son útiles igualmente á las jóvenes en el instante de la pubertad, si se observa embarazo ó dificultad en la menstrua- ción. En este caso el baño frió puede producir un efecto tónico, sobre todo el del mar. El pediluvio caliente tiene del mismo modo una acción tónica, estimulando par- cialmente, y por su medio influyen los lí- quidos hacia los nies; lo que le constituye un derivativo poderoso, con especialidad para la suspensión del ménstruo, en cuyo caso está indicado siendo muy caliente. Si su temperatura es moderada, y de corta duración el tiempo que se emplea, entonces no sirve mas que para quitar el epidermis de los pies y facilitar su trans- piración. Si se prolonga, es calmante y relaja; por cuya razón para obtener este TOM. II 9 98 GUIA efecto se estenderá hasta la rodilla. El pediluvio frió suprime la transpiración de los pies, y ocasiona los mayores estragos. Hay sobrados ejemplos de estos acciden- tes en las jóvenes que introducen los pies en agua fria en el momento de mens- truar. Lo que se ha dicho de los pediluvios puede aplicarse á los maniluvios: muy ca- lientes son derivativos; á una tempera- tura moderada, relajantes por lo general, según su duración, y si fríos, atacan al pecho por el reflujo que ocasionan en él. Muchas veces se ha visto contenerse los esputos de sangre, &c. por la inmer- sión en el agua fria; pero esto no puede demostrarse sino por los efectos de sim- patía. BAÑO TEMPLADO Y CALIENTE. Algunas personas pretenden que es- tos son fortificantes; pero con mejor furu DE LAS MADRES. 99 damento podría decirse lo mismo que la sangría era tónica, puesto que en una multitud de casos puede servir para le- vantar las fuerzas comprimidas. Mas dejemos á un lado las cuestiones cientí- ficas, y convengamos en que desde la mas remota antigüedad se han reconocí - do las ventajas de los baños templados para las enfermedades, y que en esta ciudad se les ha mirado con alguna in- diferencia ó abandono. Ninguno que tenga conocimiento de medicina negará la eficacia del baño de 22 á 30 grados de Reamur, como antiflo- jístico. La esplicacion de esto seria ociosa, por lo que solo me apoyaré en la esperiencia. El baño de que tratamos está indicado en las flegmasías agudas, ó enfermedades inflamatorias; en las erupciones, y en las afecciones crónicas del pecho. Hablo de los baños templa- dos, porque siendo demasiado calientes aumentarian la circulación de la sangre 100 GUIA y la irritación interior, lo mismo que los fríos.-En las enfermedades cutáneas se administrarán un poco mas que tibios, sobre todo si hay reumatismo: templados en las enfermedades de nervios con irri- tabilidad, dolores articulares, retroceso de alguna erupción y en las venéreas. Terminaré este artículo con una observación sobre los medios artificiales que se emplean para su uso. Es de ad- mirar no se encuentren grandes banade- ras de metal sino en ciertas y determina- das casas, teniéndose generalmente la práctica de bañarse en tinas ó bateas; sin calcular lo perjudicial que es esta costumbre, pues el cuerpo en lugar de sentir los efectos deseados, esperimenta una incomodidad ó desazón, siéndole ménos favorable que dañoso. Por esto los facultativos deberían exijir que en cada casa hubiese una bañadera y un semicupio. DE LAS MADRES. 101 BAÑOS DEL MAR. Muchas señoras toman estos baños, y preguntándolas por qué lo hacían, he sacado por su respuesta que aun no co- nocen sus efectos. Solo en el caso de atonías bien caracterizadas, y en las que hay posibilidad de una reacción deben emplearse aquellos baños, sobre todo cuando se nota poca irritabilidad. Las escrófulas; flujos blancos crónicos, bajo sus innumerables formas; clorosis; sus- pensión; melancolía, y una multitud de afecciones nerviosas, como la epilexia, &c. pueden ser curadas, y producir en ellas los baños del mar efectos maravi- llosos. A primera vista no parece sino que se desconoce la eficacia de estos baños en la medicina; pero el público debe persuadirse que son unos de los medios mas poderosos para conseguir felices 102 GUIA resultados en la curación de los enfer- mos. Si se quiere aumentar su acción, se les convinan con otras substancias, como la leche, el aceite, las disoluciones salinas y otras. En las flegmasías agudas no deben usarse de ninguna manera los baños frios. La mayor parte de las enfermedades de nervios son las que los exijen; pero sin que haya demasiada irritabilidad. Igual- mente están indicados en el caso de una constitución caracterizada por la atonía, como escrófulas, raquitis, &c. DE LAS AGUAS MINERALES EN GENERAL, Y DE LAS QUE SE ENCUENTRAN AL REDEDOR DE LA HABANA EN PARTICULAR. Ya hemos tratado del modo conque deben tomarse los baños de agua dulce en este pais, y la ventaja que se puede sacar de ellos según la temperatura. DE LAS MADRES. 103 Resta hablar ahora de las aguas minera- les en general, y de las de la Isla en par- ticular. Examinarémos las de San Diego, Madruga y Guanabacoa, y el pozo de Cantarrana. He dicho ántes que este particular se ha mirado con bastante in- diferencia en el pais: ignoro cual sea la causa, y no diré que sea por falta de co- nocimientos en ese ramo de los médicos y del público; pero sea lo que se quiera, revisarémos las propiedades de cada una y haré ver cual sea el mejor medio de tomarlas, indicando las enfermedades á quienes convengan. Cuando se toma un baño mineral, la idea general es aprovechar su composi- ción, por lo que debe esta ser precisa- mente conocida. En efecto, de las subs- tancias de que aquellas se componen es de quien se esperan el alivio y socorro de las dolencias, y no de las aguas; sien- do estraño, á la verdad, que muchas per- sonas de la Isla vayan á tomar baños sin 104 GUIA fundamento ó necesidad conocida. Dia- riamente vemos bañarse en Guanabacoa ignorándose hoy de qué están compues- tas sus aguas, resultando de aquí efectos mucho mas peligrosos de lo que comun- mente se piensa. El estudio de las aguas minerales es tan conocido en todos los paises, que es de estrañar que en este se encuentre tan abandonado, donde la naturaleza los ha colocado con tanta abundancia. Cono- cer la composición de una agua mineral es adelantar la esperiencia; porque sa- bidas sus cualidades medicinales, pue- den fácilmente aplicarse á las enferme- dades. Todos saben que las propiedades de las aguas varian según su compuesto físico, y que de sus elementos dependen sus virtudes curativas en los males. Na- die ignora que las aguas sulfurosas tie- nen una acción directa sobre el sistema linfático y cutáneo: de aquí su influen- cia especíüca en las enfermedades de la DE LAS MADRES. 105 piel; que las aguas acídulas por su cali- dad gaseosa estimulan los nervios y el cerebro; que las ferruginosas, mas pene- trantes, provocan las oscilaciones del aparato vascular; que las salinas se dis- tinguen por sus propiedades antisépti- cas. Es verdad que estas propiedades suelen en algunas circunstancias confun- dirse entre sí, y la esperiencia clínica solo puede decidir de sus virtudes. Pa- ra adquirir esta es necesario que se co- nozca que las composiciones de las aguas sean propias para atacar las enfermeda- des que afligen á los enfermos. Seria de desear que el gobierno pusiese en esos baños médicos conocidos, á quienes los enfermos llevaran una historia ó relación detallada de la enfermedad que pade- cen; y no mandarlos, como por desgra- cia se hace, para deshacerse de ellos, sino ejecutarlo solo cuando por su esta- do sean capaces de recibir las ventajas que aquellos proporcionan. 106 GUIA Al momento que empiece el paciente á tomar los baños, deberá el médico lle- var un registro de las mudanzas que ob- serve en su economía, y de este modo uno y otro sacarán grandes ventajas, obteniendo el primero su curación, que servirá luego como de guia á los demas, y aumentando el segundo sus conoci- mientos. Por no haberse tenido esta precaución sucede que no se han sacado todos los provechos que deben esperar- se de las aguas de la Isla. Créanlo sus habitantes: son bastante útiles y gran- des los efectos que podrian sacarse; pero se necesita mas precaución y dis- cernimiento del que regularmente se piensa. No hay en este país otra guia para dirigirse sobre este particular, que in- formes vagos dados por interesados ó ig- norantes, y casi siempre exagerados, que traen consigo un gran peligro cuando los enfermos, confiados en tales consejos, se DE LAS MADRES. 107 deciden á usar de unas aguas que des- conocen y que tal vez no les convienen. Lo mismo diré de la costumbres que tienen de comenzar á bañarse inmediata- mente que llegan; cuya precipitación origina funestas consecuencias. Es pre- ciso descansar algunos dias, y sobre to- do cuando para tomarlos tienen que ir á grandes distancias, como á san Diego y á Madruga; y esta quietud que reco- miendo en lo físico, debe estenderse á lo moral. En efecto encuentran pla- ceres ruidosos en Guanabacoa y Madru- ga, que no convienen de ningún modo á un enfermo. El que busca la salud no debe pensar en ellos, y nadie ignora que el alma exije calma y tranquilidad para que el cuerpo consiga restablecer su equilibrio. Tales son las precauciones que deben tomarse para aprovechar los baños. Después de lo que hemos dicho, con- viene examinar las propiedades gene- 108 GUIA rales de las aguas, según su composi- ción, para tratar luego en particular de cada uno de los baños que se hallan al- rededor de la Habana, indicando á la vez las enfermedades en que convengan, y como y cuando deban usarse para sa- car de ellos toda la utilidad posible. LAS PROPIEDADES DE LAS AGUAS MINERALES EN GENERAL. En vano se indaga como se hayan descubierto las propiedades de las aguas minerales. La casualidad, á quien de- ben tanto los hombres, y que se enseño- rea de los mas bellos descubrimientos, puede también apropiarse este. Una serie de sucesos han hecho coordinar observaciones que nos han conducido á determinar vagamente estas propieda- des; hasta que la química en fin, vino al socorro de la medicina. Nada mas DE LAS MADRES. 109 importante en la terapéutica que los ba- ños minerales. Los antiguos, si creemos á Plinio, estaban persuadidos de que una deidad tutelar cuidaba de cada fuente. En el dia la sola vista de un ojo de agua la atribuye virtudes; siendo esta la causa de la fama que adquieren con el tiempo, aunque en realidad no la merezcan. Solo la química puede deter- minar sus propiedades, y sin este auxilio estamos á cada momento espuestos á co- meter errores. Se les ha concedido tanta virtud á las aguas, que agotados los remedios de la medicina, siempre se ha echado mano de ellas; de suerte que Stahl ha tenido la libertad de decir que eran el refugio de los enfermos y de los médicos, y que estos últimos encontraban en ellas la justificación de su ignorancia; porque cuando no conseguían el efecto espera- do, tenían el derecho de suponer que el mal era incurable. Esta sátira, un poco TOM. II 10 110 GUIA fuerte á la verdad, era muy justa en su tiempo; pero hoy la química la ha con- denado, dándonos por el modo analítico el valor verdadero de cada una de sus propiedades. Para sacar, pues, todo el provecho de las aguas, es absolutamente necesario conocer su composición, y solo después podrá sacarse ventajas de la historia de las enfermedades, y aplicar luego aque- llas bajo principios exactos. De otro modo estariamos espuestos á cometer errores en su administración, y los enfer- mos vendrían á ser víctimas del empi- rismo. El número de afecciones morbíficas, ó enfermedades que pueden curarse con las aguas minerales, es muy grande; pe- ro para conseguirlo es necesario cierto método y tomarlas en tiempo. Ademas las aguas que parecen semejantes por su carácter esterior, no podrán ser aplica- das en casos análogos y en unas mismas 111 DE LAS MADRES. enfermedades; porque estas suelen va- riar de indicación según el estado en que se encuentren. Para determinar las propiedades me- dicinales de las aguas se necesita un asi- dúo y penoso trabajo: la edad, el sexo, el temperamento, las costumbres parti- culares del individuo, el tiempo que ha durado la enfermedad, los remedios em- pleados anteriormente, el regimen, &c. son todas circunstancias que deben muy particularmente considerarse. De aquí la dificultad de lograr conocimientos exactos, y que solo la esperiencia puede establecerlos, y apoyarlos luego la quí- mica con su análisis. Pero como los cuerpos que componen aquellas varian, debe suceder otro tanto con las propie- dades; las substancias que en ellas se encuentran se presentan bajo la forma de gas, de tierra, de álcali, de metal ó de sal. Para descubrirlas se emplean medios que no es de este lugar esplicar- 112 GUIA los; pero suponiendo conocidas sus na- turalezas, diremos que las propiedades inmediatas se reducen en general á una escitacion mas ó ménos profunda, ó á una reacción tónica mas ó ménos pro- nunciada: que la reunión de estos dos efectos que también se observa, produce medicación mista que acelera la circula- ción de los fluidos y despierta la acción de los sólidos, de modo que causa un movimiento febril, tanto mas útil, cuanto mas lento y mas insensible. Pero ade- mas de estas propiedades disfrutan las aguas la facultad particular de ser diafo- réticas ó diuréticas, laxativas ó purgan- tes, según su composición. PROPIEDADES DE LAS AGUAS MINERALES EN PARTICULAR. Para apreciar todas estas propieda- des es menester hablar de cada fuente DE LAS MADRES. 113 en particular; y ántes de hacerlo daré una idea de sus efectos medicinales en general, atendiendo á su composición. AGUAS MINERALES TONICAS. El fierro es la base principal de las de esta clase; conteniendo ademas carbo- nates, hidroclorates de soda, de magne- sia y de cal, y algunas veces de manga- nesa; pero sobre todo el fierro en el es- tado de protóxido de carbonate ó de sul- fate. Son un poco gaseosos, y contienen solamente una muy corta cantidad de ácido carbónico libre, que la agitación ó reposo hacen evaporar. Su sabor es metálico ó stíptico: espuestas al aire se observa una especie de película ó nube de diversos colores, y deponen con el tiempo mucosidades amarillas por el óxi- do de fierro. Si dentro de estas aguas se echa una infusión de nuez de agalla, se 114 GUIA obtiene un precipitado purpurino, que prontamente se convierte en un azul oscuro. Si se hace lo mismo con los prusiates alcalinos, el precipitado es azul. Su naturaleza es ser fria, y se en- cuentran en los lugares templados, hú- medos y pantanosos: cuando son terma- les tienen la misma acción que las aguas salinas, y contienen tan poco fierro, que salen ó se apartan de la división que he- mos establecido. Sus propiedades, en general, son idénticas á las de las substancias ferrugi- nosas; así es que fortifican el estómago y los órgano., digestivos; dan tono al sis- tema vascular, y convienen á las jóvenes que no están bien arregladas y sufren flujo blanco crónico; á los temperamen- tos linfáticos; á los que padecen hincha- zones del hígado ó del bazo, y á los ni- ños débiles y sin fiebre. Pero de ningún modo son buenas para las personas ner- viosas, ni para las que padecen inflama- DE LAS MADRES. 115 ciones crónicas de los órganos de la di- gestión y de la respiración. El uso que tienen en general es beberías. AGUAS MINERALES TONICAS Y ESCITANTES. En esta clase colocarémos todas las de naturaleza salina, fria ó caliente, sin ser purgantes, y que no contienen una cantidad de fierro capaz de producir un sabor ferruginoso. En esta se cuentan las de Spa, de Pirmont, de Selter, Te- plitz, &c. muy conocidas en Europa. Siendo frias no se emplean sino en bebi- das, y disfrutan de ménos actividad. Convienen sobre todo, en las enferme- dades del hígado, de los riñones y de la vegiga. Las que son calientes, como las de Plombieres, del Vichy, &c. son mas eficaces que las frias, y se aplican al es- terior en baños, en chorros, y también se beben. Es verdad que estas aguas ofre- 116 GUIA cen diferencias según su temperatura: pero en general producen un efecto tó- nico y escitante. Convienen en las tu- mefacciones ó infartos de las visceras abdominales; en varias alteraciones de los órganos de la respiración, del canal intestinal, de la generación; pero sobre todo en los flujos blancos, y por último en las debilidades. Las de alta tempe- ratura sirven en las repercusiones de las enfermedades crónicas de la piel; en los reumatismos antiguos, y en las con- tracciones articulares; pero son dañosas en general para los escrofulosos y cuan- do hay degeneraciones orgánicas. AGUAS MINERALES PURGANTES, TONICAS Y ESCITANTES. Se pueden incluir en esta división, las de Balarruc, de Bourbonne, en Fran- cia; de Epson, en Inglaterra, y de Sed- 117 DE LAS MADRES. litz, en Alemania. Todas estas aguas son amargas y salinas, no tienen sino muy poco ácido carbónico; pero sí una gran- de cantidad de sales, como hidroclorates de soda, de magnesia y de cal; sulfates y carbonates calcáreos y magnesianos, y también materias vegeto-animales. El hidroclorate de soda es casi siempre pre- dominante. Los sulfates é hidro-sulfates de magnesia con aquel, dan á estas aguas la propiedad eminentemente purgante: se administran como tales, pero son irri- tantes, escitan la sed, y de ningún modo convienen á los individuos irritables y nerviosos. En pequeña cantidad son es- citantes y tónicas, aumentan en general la costipacion y el calor intestinal; pero cuando por su temperatura caliente se aplican en chorros, es evidente entonces esa propiedad medicinal. El agua del Mar corresponde á esta clase: es tam- bién purgante, y anteriormente nos he- mos ocupado de ella. El pozo de Can- 118 GUIA tarrana, distante tres leguas de esta ciu- dad pertenece también á esta división. AGUAS MINERALES ACIDULAS Y ESCITANTE8. Se comprenden en esta clase las aguas acidulas frias, que tienen muy corta cantidad de gas ácido carbónico y pocas substancias salinas, tales como las de Seltz de Spa, llamadas el Tonnelet; las de Bath, Bristol, Tambridge &c. Su sabor en general es fresco, agradable, poco picante, y algunas veces algo sala- da; cria una espuma y hierve al parecer como el vino de Champagne, por el áci- do carbónico libre que se disipa en el aire, sobre todo con el calor. Ademas de una grande porción de ácido carbó- nico, se encuentra una pequeña canti- dad de hidroclorates, carbonates y sul- fates de soda, de cal y magnesia. El fresco que se esperimenta cuando se be- 119 DE LAS MADRES. ben es mucho mayor que con las otras aguas minerales frías. Se propaga de la boca hasta el estómago, y por esto se asemejan á las acídulas; pero la escita- cion que determinan en el estómago, es igual á las que producen los licores al- cohólicos. En efecto, su reacción primi- tiva es en el estómago, pero pronto se comunica al cerebro de un modo tan particular, que se ha creído que embria- gan. Hay personas que al beberías se aturden como si hubieran bebido vinos espumosos: á otros les produce cefalal- gias incómodas y una agitación que les causa desvelo total, aumentando la erec- ción de los orines. Son inútiles en las debilidades de estómago y de los intesti- nos, causadas por una lenta digestión. Aprovechan á los hipocondriacos, por el estímulo que producen á la vez en los órganos digestivos y sistema nervioso; pero de ningún modo convienen en la flegmasía crónica del estómago y de los 120 GUIA intestinos, porque aumentarian la infla- mación. No se usan en general sino para beberías. AGUAS ESCIT ANTES HIDROSULFUEOSAS. Esta clase es muy abundante en la naturaleza, y se encuentran en Francia, Inglaterra, Alemania, Paises-Bajos, la Saboya y la Suiza. Las mas calientes que se conocen son á la temperatura de 71 grados de Reamur: su sabor en gene- ral es un poco amargo y salino; son sua- ves y untosas al tacto, y fácilmente se conocen por su olor á huevo podrido: tienen la propiedad de ennegrecer la plata, el mercurio y el bismut; y con la disolución de las sales de estas substan- cias minerales, dan precipitados negros; cuya propiedad la deben al ácido sulfú- rico que se encuentra libre ó convinado con álcalis, y pueden ademas contener DE LAS MADRES. 121 otros gases. Por lo que toca á las substan- cias salinas, se encuentran sulfates, hi- droclorates, carbonate de soda, magnesia y cal, en distinta proporción, según cada manantial, y casi siempre existe con ellas una substancia vegeto-animal, llamada bitúmen: su temperatura es por lo común termal, y rara vez fria. Las aguas hidro- sulfurosas poseen todas las propiedades escitantes, á un grado dependiente de su composición. Pueden emplearse útil- mente en los reumatismos crónicos; en las debilidades del sistema articular y muscular; en las falsas ankiloses, y en las afecciones catarrales pulmonales in- veteradas; pero particularmente en las enfermedades de la piel y del sistema linfático. Se ha sacado provecho de las mas suaves en el principio de las afec- ciones tuberculosas del pulmón y otros órganos; mas en estos casos debe admi- nistrarlas un profesor instruido en todas aquellas circunstancias. Se usan en be- T0M. II 11 122 GUIA bidas, baños y algunas veces á chorros. El grado de temperatura determina en general sus efectos: cuanto mayor sea esta, tanto mas sensibles son aquellos. Su acción obra sobre los sólidos y los líquidos; y la piel, ademas, los absorve de un modo remarcable. Así no es estraño de ver personas que con un solo baño, tienen durante algunos dias un olor de transpiración, y esa disposición quizá es la que les da tanta influencia en las en- fermedades de la piel. Tales son las propiedades de las aguas minerales; pero ademas de los principios químicos, de los cuales se puede determinar de un modo exacto la cantidad y la naturaleza, hay muchas modificaciones debidas á los fluidos in- comprensibles y variables en su propor- ción. Es indudable, por ejemplo, que la electricidad debe tener influencia, y por consiguiente la atmósfera. En efecto, los médicos encargados de las aguas han DE LAS MADRES. 123 observado que al momento de las tem- pestades, aquellas parecían hervir y au- mentar su temperatura; cuyas mudanzas ejercen una influencia directa sobre los enfermos. El calórico presenta una in- dicación particular y bien notable: ja- mas se modifica, y su estado de combi- nación es tal, que imprime á nuestros órganos movimientos bien diferentes de los que podrían resultar del agua eleva- da á la misma temperatura por medios artificiales. Esto lo demuestra la facili- dad con que se toman en bebida ó en baños á un grado bien superior al del agua calentada artificialmente. Se ha observado también que las aguas terma- les se enfrian con mas lentitud, y que se calientan con mas dificultad que el agua pura puesta en el mismo grado de tem- peratura. Todo esto haría creer que el calórico de los manantiales termales, por alguna causa particular, tiene una natu- raleza ó un estado de combinación hastu 124 GUIA entonces desconocido: tan cierto es. cuanto que las aguas minerales, aun sin sales, causan un efecto mucho mas gran- de en nuestro cuerpo, que los baños de agua á la misma temperatura. Las influencias higiénicas pueden contribuir igualmente á hacer variar las propiedades de las aguas minerales: no producen los mismos efectos cuando se toman léjos que cerca del manantial. El aire, el clima, la temperatura, las mudan- zas de régimen, el moral mismo pueden contribuir á aumentar ó disminuir sus propiedades medicinales, como lo ha- brán conocido muchas veces los médi- cos y los enfermos en este pais. Pero á pesar de la urgencia de tomarlas en el lugar mismo de ellas, no se puede negar que tienen propiedades medicinales aun cuando se lleven lejos. Con efecto, la esperiencia lo confirma diariamente, y puede ser que esta íntima persuacion de poder reemplazar la naturaleza, haya DE LAS MADRES. 125 conducido á los químicos para ver como podían suplirla con sus medios; y ya que se ha generalizado tanto esta costumbre, no sera inútil ver si realmente se puede imitar las aguas naturales, y las ventajas que pueden sacarse de las artificiales. LAS AGUAS MINERALES ARTIFICIALES. Según el profesor Orilla, en ciertos casos es imposible imitar las aguas natu- rales, y las razones que da son, primero: que el análisis de una agua mineral es uno de los problemas químicos mas difí- ciles de resolver; desuerte que no estan- do muy ejercitado en esa ciencia se es- polie á obtener resultados muy inexactos: y desde luego ¿ qué hemos de esperar de una agua artificial, preparada según re- sultados diferentes á los de la naturale- za? Segundo: que es probable en mu- chos casos que varias de las sales que se 126 GUIA obtienen haciendo evaporizar el agua natural, no existían en esta, y que los habrá producido tal vez la evaporación y la concentración del licor, por el cam- bio que se ejecuta entre los ácidos y las bases. Si es así, el agua artificial debe desde luego diferir de la natural. Ter- cero: que se encuentra en ciertas aguas minerales naturales una materia orgá- nica vegeto-animal, algunas ocasiones, muy abundante, que el arte jamas puede imitar, y que tiene una acción poderosa sobre la economía animal. Desde luego es preciso convenir en que es imposible esa imitación en ciertos casos, y muy di- fícil en la mayor parte de ellos. Veamos cuales pueden ser las venta- jas de las aguas artificiales. Decir que son inútiles por no po(fer siempre imitar la naturaleza de las otras, seria un gran- de absurdo. Las ventajas que de ellas saca la terapéutica son de la mas alta importancia, y es preciso que el médico DE LAS MADRES. 127 las conozca, aunque es necesario conve- nir en que sus propiedades son diferen- tes de las aguas minerales, como tam- bién de las medicinales. Con todas las ventajas que presentan no debemos creer que unas puedan ser reemplazadas con las otras. Las aguas minerales, natura- les y artificiales, ofrecen medios tera- péuticos análogos, pero muy distintos en sus efectos generales y particulares. Es preciso convenir en que las aguas minerales artificiales tienen ventajas apreciables, pues se gradúan como se quiere, y se toman en toda estación: sus propiedades medicinales varían infinita- mente, y seria ageno de esta obra consi- derarlas cuando toca solo al médico co- nocerlas. AGUAS MINERALES DEL PAIS. Pasemos ahora á las aguas minerales del pais en particular, y principiemos por 128 GUIA las de San Diego, dirigiéndonos por el aná- lisis del Sr. de Esteves. Este recomenda- ble químico habrá ido, sin duda, á aquel lu- gar para practicar sus operaciones; pero como no describe la forma esterior de los baños, creemos que solo tuvo por objeto analizarlos. Vemos por su obra que ha querido emplear sus conocimientos en ali- vio de la humanidad, reemplazando con su método químico una agua que es nece- sario buscarla tan léjos, y que se necesi- ta, según él mismo lo confiesa, de mucho costo. La idea es bien filantrópica; pero se me permitirá decir que siempre le fal- tará á esas aguas artificiales la sustancia untosa y suave de las naturales; que la acción de los álcalis no está corregida sino imperfectamente, y que en lugar de suavizar la piel produce un encrespa- miento. La esperiencia demuestra que las aguas minerales artificiales, en gene- ral, ya sea en baños, ya bebidas, son mucho mas irritantes que las naturales. DE LAS MADRES. 129 El Templado y el Tigre son los dos baños que se usan de San Diego. Según el análisis practicado por el Sr. de Es- teves, los dos manantiales serian los mis- mos, y para confirmarlo se apoya en la igualdad de temperatura y en la identi- dad de los resultados químicos. La sola distinción, á su modo de ver, consiste en que el manar del Templado es mas abundante que el del Tigre. PROPIEDADES QUIMICAS. Según el Sr. de Esteves hay Gas hidrógeno sulfurado 0,46 granos Sulfate de cal . . . 10,50 Hidroclorate de magnesia 1,0 Carbonate de magnesia 1,50 Sin duda no habrá habido parte bi- tuminosa cuando el Sr. de Esteves las analizó, puesto que no hace mención de ella. 130 guia En la página 12, nota ** dice el cita- do Sr. que la observación demuestra que todas las aguas hidro-sulfurosas conoci- das, se asemejan por la acción que ejer- cen sobre la economía animal, y que la presencia del gas es la que les da la vir- tud medicinal. Esta idea aunque funda- da por un lado, es por otro inexacta: porque si se examinara este punto, se veria que la presencia de las sales es mas importante de lo que él cree: no es por la presencia de estas que las aguas son untosas, propiedad que las distingue tanto de las artificiales, y que me ha he- cho emitir la opinión anterior, después del sabio Orfila. PROPIEDADES FISICAS. Las aguas de San Diego tienen un olor fétido, igual al huevo podrido: su sabor causa náuseas; son muy claras y transparentes, y tienen en la superficie DE LAS MADRES. 131 una nubecita que les da un aspecto un- tóse. Su temperatura es de 95 grados de Farenheit. PROPIEDADES MEDICINALES. La fama que han adquirido estos ba- ños se debe á la eficacia de sus propie- dades medicinales. No hay casi familia en la Habana donde no se oiga los prodi- gios obtenidos por estas aguas, y no ha fal- tado mas para establecerlas de un modo fijo, que alguno se hubiera dedicado á re- coger y coordinar ]as observaciones, co- mo está indicado. Hasta ahora la analogía solo ha sido la guia de su administración; y cuando se obtenía la curación, el enfer- mo que había logrado recuperar su sa- lud, se olvidó de los diarios efectos que sentía. Si le preguntásemos no sabría dar exactas noticias sobre el estado de su enfermedad: solo cuando ve padecer 132 GUIA á un amigo, aunque con distinto mal, re- cuerda el alivio que tuvo con tales aguas, y las aconseja, ignorando tal vez, que los males son muy diferentes. Todos los que tengan que citar buenos resultados, ve- rán que aquellos exijian una escitacion en todo el organismo y movimientos crí- ticos del centro á la circunferencia. Se conocerá la acción de las aguas de San Diego en las enfermedades cutáneas, en las venéreas antiguas, en las congestio- nes linfáticas, en las escrofulosas, en las supresiones del ménstruo, en los infar- tos del útero, en las diarreas crónicas y serosas, en la ictiricia, en los infartos de las visceras abdominales, y en las re- tracciones de los músculos, tendones y ligamentos. También servirán para ci- catrizar las llagas viejas, y sobre todo las de los negros. En fin, las curas que se pueden obtener por las aguas de San Diego son muchas, y no hay dia en que no se mencione una nueva. Pertenecen DE LAS MADRES. 133 á la clase de las aguas escitantes hidro- sulfurosas, y á la verdad, es una desgra- cia que no se haya formado una colec- ción de observaciones útilísimas, y que los médicos las hayan guardado cada uno para sí, careciendo el público de este beneficio, y las ciencias de un vacío que me he propuesto llenar, para que los ha- bitantes de esta Isla y los de los paises vecinos, aprovechen los tesoros que ha puesto en su seno la naturaleza con ma- no verdaderamente pródiga. En general, no se deben tomar cuan- do hay estado inflamatorio ó de irrita- ción en el enfermo, y cuando convengan es menester descansar algunos dias, to- mando ántes un purgante ligero. Luego se beberán en pequeña dosis hasta llegar por grados á la cantidad de tres vasos al dia. Si quieren tomarse los baños, es necesario el mismo descanso y prepara- tivos: pueden también usarse en chor- ros, aunque es verdad que el estado en TOM. II 12 134 GUIA que se encuentran hace difícil lo uno y lo otro. Bastarla una ojeada de la So- ciedad Patriótica para que el público sa? case el doble beneficio de tomarlos con comodidad. OBSERVACIONES. Por desgracia estos baños están á grande distancia de la Habana, y lo es mucho mas que el gobierno ó algún par- ticular filantrópico no los haya compra- do. ¿ No es de estrañar que en un lugar tan concurrido, donde existe un agente tan poderoso para la salud, se echen de ménos todas aquellas comodidades que exige la naturaleza doliente? El interes de la humanidad pide que haya un cierto número de casas bien construidas, capa- ces de libertar á los enfermos de la in- fluencia perjudicial de la atmósfera, en lugar de esas pobres chozas que suele DE LAS MADRES. 135 arrancar el viento, y que están espuestas á los accidentes de un incendio como su- cede á cada rato. Una isla que goza de un cielo tan be- néfico y un clima tan saludable, hace que sus habitantes no calculen en tiem- po aquellas ventajas sino cuando están enfermos, añadiendo á todo esto el mal estado de los caminos, que es otra difi- cultad no ménos poderosa para el viage. Allanadas estas, recibiría un aumento la riqueza de esta Isla; porque no solo nuestros habitantes irían á tomarlas, sino que vendrían los americanos del Norte á recuperar su quebrantada salud con unas aguas que les negó la naturaleza. Las ventajas que ellos sacan de unos ba- ños bien inferiores á los nuestros, y á donde, sin embargo, acuden anualmente millares de personas, podrían servirnos de ejemplo. En efecto, ¿ quién no sabe después de cinco ó seis dias de lluvia es casi imposible ir á San Diego? Espera- 136 GUIA mos pues, que algún dia no se encontra- rá ese vacío en la Estadística de la Isla» La naturaleza no solo ha estendido su mano pródiga en favor de este suelo por su clima saludable, sino que ha colo- cado de trecho en trecho indistintamen- te innumerables manantiales de aquellas aguas. No solo tiene á San Diego, sino á Madruga y otros infinitos: veamos si los segundos presentan las mismas incomodi- dades que los primeros. Aquí encontra- mos ya un pueblo diferente que merece alguna consideración. BAÑOS DE MADRUGA. Madruga presenta muchas mas ven- tajas que San Diego, por lo que son las comodidades de la vida y su distancia de la ciudad: solo sí es digno de notarse que no se han aprovechado como debian de todos sus baños. Los que se usan DE LAS MADRES. 137 son La Paila, La Castilla, y un tercero llamado El Tigre, susceptible de muchas mejoras, y mas fuerte que los otros. LA PAILA. Esta fuente y los demas baños que están cerca de ella, se hallan situados en la falda de una sierra que corre próxi- mamente de E. á O. Los terrenos que los circundan son calcáreos, y sus pro- ducciones lo manifiestan por su mala ve- getación. PROPIEDADES FISICAS. La Paila está bastantemente com- puesta : su manar es bien abundante, y tiene un olor muy marcado á huevo po- drido. El agua es transparente; su sa- bor es agradable cuando ha perdido el 138 GUIA hidrosulfúreo; su peso es casi igual al del agua destilada, y su temperatura in- ferior á la de San Diego. Según el coro- nel Remires, es de 20° de Reamur; pero, como lo observa él mismo, esta valua- ción podrá ser diferente, toda la vez que solo puso una ocasión el termómetro en ella. Para determinar este punto, ya lo he encargado particularmente á una per- sona que observará diariamente su tempe- ratura, y me prometo para mas adelante, en una memoria que ofrezco presentar al público, hablar detenidamente sobre todos los baños de la Isla. PROPIEDADES QUIMICAS. Según el citado coronel, en el año de 1802 espone: "Resulta de todo lo dicho hasta aquí que 20 libras de agua de la Páila de Madruga, contienen las substancias en el orden y proporción siguiente: DE LAS MADRES. 139 De gas hidrógeno sulfurado, una cantidad que no se ha podido estimar 00 De gas ácido carbónico, em- pleado en disolver los car- bonates de cal y de mag- nesia, 39:0; grs. De carbonate de cal, 28 id. De carbonate de magnesia, 13 id. De hidroclorate de soda, 16 id. De sulfate de soda, 10 id. De sulfate de cal, 12 id." Según se ve, hace algún tiempo que se practicó este análisis, que es incom- pleto, y debiendo ser muy exacta la de- terminación de las substancias que las componen, llenarémos luego este vacío. Ignoro los motivos que habrá tenido ese señor para no practicar el análisis del Tigre. Sin duda se le habrá dicho, como á mí me han repetido algunas oca- siones : " En este nadie se baña: es inútil analizarle." Pero como no he creído de- 140 GUIA ber obedecer ciegamente este precepto, me ha parecido necesario hacer algunos ensayos, que aunque todavía imperfec- tos, me han dado á conocer que el Tigre es mas fuerte que la y que se pue- de sacar grandes ventajas de este baño. Mas siendo mi objeto en esta obra ha- cer ver el provecho que pueden prome- ter los baños de la Isla, según el estado de los conocimientos actuales, reservo la publicación completa en la memoria re- petida, que acompañaré con las observa- ciones medicinales. PROPIEDADES MEDICINALES DE LA PAILA. Hay, según se ha visto, una diferen- cia bastante notable entre los baños de Madruga y San Diego: los últimos son mas fuertes y se encuentran mejor anali- zados que los primeros. Verdad es que su virtud es la misma, aunque también es DE LAS MADRES. 141 necesario confesar que los de San Diego son mas activos; se toman interior y es- teriormente; convienen en las mismas en- fermedades que hemos indicado en los de San Diego, y aunque ménos fuertes, tengo varias observaciones favorables de istérico, de suspensión ó disminución del ménstruo, de parálisis, de reumatismo crónico, y de vicios venéreos. En todos estos casos han surtido los mas favora- bles efectos. En estos baños, como en los de San Dieg o, es indispensable que el faculta- tivo tenga presente el estado del enfer- mo. Cuando este se halle irritado ó con una inflamación, están contraindicados; y el profesor Ximenez, en su opúsculo, pág. 8, N°. 21, dice: "Esta escepcion que también procede de la buena teoría, está muy confirmada por la esperiencia. De tiempo inmemorial se sabe que las aguas de Madruga traen ó aumentan los meses disminuidos ó suspensos, y sin em- 142 GUIA bargo hay repetidos ejemplares de que ellas léjos de causar este efecto, han per- judicado á algunas personas jóvenes del sexo delicado. Este mismo año he visto dos casos de esta especie, y dos señoras jóvenes y vigorosas de esta ciudad me lo habían acreditado. Una de ellas quedó mucho mas suspensa de lo que estaba ántes de usar de las aguas, y en conse- cuencia de la plenitud preternatural de sus vasos y del aumento de estímulo en los sólidos que le indujéron, sufrió una determinación de sus humores hácia el pecho, que le produjo la tos seca, fiebre lenta, palidez, estenuacion, dificultad de respirar, y repugnancia á la comida: cuyos síntomas que caracterizan la tisis pulmonar incipiente, cediéron al resta- blecimiento de la evacuación mensal, conseguido por medio de los eficaces di- luentes y emolientes. La otra persona no padeció tanto, pero se halló mucho mas suspensa que estaba ántes de ir á 143 DE LAS MADRES. Madruga, y se resintió mucho del aumen- to de irritación que le causaron las a- guas. Lo dicho á cerca de la suspensión del periodo mensal, es estensivo á todos los otros males en que convienen las aguas." Los baños de Madruga se ha demos- trado que son eficaces en las obstruccio- nes del hígado y del bazo, principalmente cuando estas sobrevienen después de fie- bres intermitentes, y una vida demasiado sedentaria. Y si las aguas de esta natu- raleza han obtenido en todo el orbe es- celentes resultados en las enfermedades cutáneas y en las úlceras, es natural que las de Madruga disfruten de la misma propiedad. En una palabra, están indi- cadas en todas las enfermedades cróni- cas, acompañadas de debilidad general, sobre todo en las obstrucciones; pero, repito que en caso de inflamación ó irri- tación están contraindicadas. Para usar- los, pues, con provecho, no es necesario 144 GUIA creer que su efecto siempre sea instantá- neo: al contrario, puede ser muy lento, según la naturaleza del individuo, y el grado de la enfermedad. Oigamos lo que dice el precitado autor: "Cuando se emplean las aguas de Madruga en las enfermedades rebeldes en que convie- nen, es necesario insistir en su uso por mucho tiempo, y aun por repetidos años, para sacar todos los efectos de que son capaces; porque al mismo tiempo que su análisis manifiesta la corta cantidad de principios activos de que constan, la esperiencia me ha hecho notar que pro- ducen el bien con lentitud, y aun á fuerza de constancia en los pacientes que no las dejan conociendo sus alivios." El mismo autor sigue diciendo. " Una cosa digna de notarse debe añadirse á todo lo dicho, y es que la poza que llaman el Tigre es la que ofrece mas eficacia y po- der sobre los males en que convienen los principios del agua de la Páila. El DE LAS MADRES. 145 olor, color y sabor de una y otra son ab- solutamente los mismos, con la sola dife- rencia de que el color y sabor de las del Tigre son mas penetrantes que los de la Páila. Esto denota que está mas carga- da de los principios activos medicinales, particularmente del gas hidrosulfúrico á que se pueden atribuir sus principales virtudes. Parece que este modo de pen- sar está confirmado por la tradición de los que han frecuentado aquellos baños. Todos refieren prodigios del Tigre, obra- dos en los negros enfermos de úlceras de horroroso aspecto, de hinchazones ge- nerales, de dolores rebeldes, &c. A pe- sar de esto, solo los negros han estado en posesión de este baño, miéntras los blancos, acaso por el nombre que tiene, le miran como muy fuerte y terrible. Como yo comprendí que el agua de la Páila y del Tigre era una misma, con la sola diferencia apuntada, y que la del último era mas ventajosa que la otra, T0M. II 13 146 GUIA por su mayor actividad, sin dejar de ser bastante suave, quise disipar el miedo que se le tiene, y acreditarla según me- rece, en obsequio de los que la necesi- tan para la curación de sus enfermeda- des. Con este fin le hice limpiar del mucho fango que contenia; descubrí su manantial; saqué de él agua limpia y cristalina como la común, y terminé con meterme en él cinco ó seis veces, que fué lo mas que me permitió mi corta per- manencia en aquel lugar. Inmediatamen- te mi ejemplo fué seguido de algunas personas que me diéron crédito, y tengo presente que entre ellas se hallaban los Señores Don Luis Basecourt, Don Fran- cisco Xavier Pineda, Don Alexandro Bonilla, y una Señora, joven bien conoci- da de todos por su rango, empleo y ro- busta salud actual; y á pesar de que continuáron bañándose mas tiempo que yo en el mencionado Tigre, no he tenido noticia de que hayan esperimentado la DE LAS MADRES. 147 menor resulta desagradable; por lo que recordando todo lo espuesto relativo á este punto, aconsejo á los que padezcan las enfermedades referidas, el uso del agua del Tigre con preferencia á las otras aguas de Madruga; y termino exor- tando al público habanero, á que aten- diendo á las inapreciables utilidades que puede deducir de sus aguas, propias pa- ra la curación de varias enfermedades rebeldes, muy comunes en el pais, es- tienda á ellas un rasgo de la noble gene- rosidad que le caracteriza, y mejore por los medios convenientes, y haga cómo- dos y decentes unos baños actualmente sucios, asquerosos y desabrigados, de que pueden sacar grandes ventajas, y que no dan la idea que deben de sus posee- dores. ¡No será esto objeto digno de la seria atención de los Cuerpos que se ocupan en la felicidad de la Patria!" Esto fue deseado y dicho en el año de 1802. Con dolor veo que tengo que 148 GUIA repetir lo mismo, podiendo hoy exortar á Madruga por su propio interes y por el de la humanidad, ya que su población es mas considerable, á que no consienta se vuelva á repetir un voto nada conve- niente á sus habitantes. Con poco costo puede componerse el Tigre, y una vez que lo sea, San Diego podrá ser reempla- zado. Esperemos ademas que el gobier- no mirará este punto tan digno de inte- res, y contribuirá con eficaces medidas á que se ejecute un plan tan necesario á la salud pública. Nadie ignora los efectos que produ- cen los baños sulfurosos en Europa; y ya que aquí los tenemos con tanta abun- dancia ¿por qué no usar de ellos? ¿No es estrado que personas de aquí vayan á los Estados Unidos, mientras que la Isla tiene en su seno baños mucho mas pro- vechosos que los de Saratoga y otros de diversas naturalezas que se desconocen en aquellas regiones? Yo me aventuroá DE LAS MADRES. 149 decir que cuando los americanos conoz- can sus virtudes, serán tributarios de una Isla que les proporciona el alivio de sus males. No se necesita otra cosa que hacérselos conocer, y ponerlos en estado de recibir los enfermos con aseo y co- modidad, para que vengan á aprovechar- se de ellos. Esperemos desde luego que el celo de la Sociedad patriótica no mi- rará con indiferencia un punto tan im- portante, ni permitirá que vuelvan á pasarse otros veinte años para que se renueven los votos de la humanidad do- liente y del interes de la Isla. BAÑOS Y MANANTIALES DE GUANABACOA. Guanabacoa por su situación y proxi- midad á la Habana es una de las villas mas considerables de la Isla de Cuba, y los habaneros la prefieren para el uso de los baños. Ella está bastante bien 150 GUIA colocada, pero el aumento estraordina- rio de su población ofrece todas las in- comodidades de una ciudad; á que se agrega que la reverberación del sol es tal, que apénas se puede soportar el ca- lor al mediodia; y solo por la tarde puede gozarse del fresco. Las calles en general son desiguales y malas, es- ceptuando la real y dos ó tres mas, en donde el ruido continuo de los carruages y el polvo las hace con estremo incómo- das; de suerte que las personas que bus- can el fresco, y sobre todo los enfermos no pueden habitarlas. Para sacar pro- vecho de la situación de Guanabacoa, es necesario escoger las calles ménos con- curridas. Cuando se va á Guanabacoa se acos- tumbra pasear en volantes, lo que es muy reprensible. En este lugar es don- de se podria modificar semejante cos- tumbre, y ya hemos visto los perniciosos efectos de un uso que debilita las pier- 151 DE LAS MADRES. ñas é impide desde luego sacar el pro- vecho que debiera esperarse de una mu- tación de temperamento. La mudanza de aire puede, á la verdad, contribuir mucho para dar otra vez al cuerpo su hermosura y agilidad acostumbrada; pe- ro será ayudada del ejercicio y de un régimen adaptable. No se podrá reem- plazar con solo bañarse estas precaucio- nes higiénicas: tampoco reparar las fuer- zas perdidas de un estómago: mas podrán, repito, el régimen y el ejercicio. Pretenden algunos reformar todo con los baños de Guanabacoa y su sola tem- peratura, usándolos dos ó tres meses; mas si por casualidad con el mal régi- men de vida en lugar de mejorar de sa- lud, la han perdido paulatinamente, en- tonces se quejan contra tal específico, y en lugar de atribuirle propiedades be- néficas, se les juzga como peligrosos. " Guanabacoa, dicen, irrita, y sus baños también: fui para refrescarme y he vuel- 152 GUIA to enfermo." Sí, es verdad que suele suceder esto, pero los que así hablan no añaden: " no he mudado mis costumbres ni mi método de vivir: en lugar de hacer ejercicio á pie, me he paseado en volante y en el polvo," &c. ¿ Quién os ha dicho que Guanabacoa tiene las virtudes que se supone? ¿Nuestros ingenios y cafeta- les no podrían tener con ventaja esas mismas? ¿No se podria gozar en estos lugares de la tranquilidad del alma y del cuerpo? Es verdad que aquí no se en- cuentran placeres ruidosos: todos son sencillos y naturales, capaces de resti- tuir la salud quebrantada. En vez del juego, bailes, &c. que se encuentran por lo general en Guanabacoa, no se oye otra cosa que el dulce canto de las aves; y en lugar del polvo y de las volantes, se disfruta á pie del fresco saludable de los bosques. Cierto que no se encuentran baños que puedan restablecer la salud, aun cuando haya quedado nulo el poder 153 DE LAS MADRES. de la medicina; pero preguntaré tam- bién, dónde y cómo han vivido los que se han curado; y se verá que ha sido en algún lugar retirado y léjos del bullicio, á donde los condujo el dolor para sacar dos provechos, el de la temperatura y el de los baños. Y ademas examine- mos si sus propiedades son ó no curati- vas. Para esto seria preciso hacer un aná- lisis como el que se ha practicado con los de Madruga y San Diego; pero como se necesitaría un tiempo dilatado, he creído suficiente asegurarme si tenían ó no virtudes medicinales, de lo que pue- de asegurarse el químico tocando las aguas solamente con los reactivos. A este fin fui yo mismo á Guanabacoa en busca de las de cada uno de los manan- tiales, y las he sacado con la precaución necesaria para evitar todo contacto con el aire. No satisfecho de los resultados que obtuve, remití una poca de cada uno 154 á un individuo de esta ciudad de bas- tante instrucción para que indagara por su parte la naturaleza de aquellas en general, y el resultado de sus indaga- ciones fué decirme: que el Pozo del coro- nel JVo. 2, Barreta, Tarraco y la Quinta, sus aguas parecían haberse tomado en un mismo parage, ó que procedian de igual origen. Los reactivos descubriéron so- lamente un poco de yeso, otro poco de carbonate de magnesia y con mas abun- dancia hidroclorates de magnesia. El agua de Casanova solo se diferencia de las anteriores en tener un poco mas de yeso; pero la del Succino fué de las mas puras que ensayó aquel profesor. No tiene un átomo de yeso ni de magne- sia, lo que es muy raro: únicamente en- contró un poco de hidroclorate de cal. No puede decirse, á la verdad, hasta ahora lo que le comunica el olor á Suc- cino, por que ni esta substancia es solu- ble en el agua, ni se descubrió el ácido GUIA DE LAS MADRES. 155 succñfico en la del Pozo de Guanaba- coa. Aunque según el análisis practicado, son casi iguales en su composición quí- mica las aguas de los baños de Guanaba- coa, es preciso confesar que algún otro principio existe en ellas, ya por los di- versos efectos que producen en el cuer- po humano usadas interior ó esterior- mente, ya por el particular olor y sabor que sensiblemente se observa en algunas de las citadas que no se halla en las de- mas. En los llamados de Tarraco, prin- cipalmente en el destinado para las Se- ñoras, se manifiesta en su superficie una nata tornasolada que espide por su at- mósfera inmediata un olor á chapapote ó llámese aceite de potreolo, y aunque se considere este insoluble en el agua, lo cierto es que sin embargo de hallar- se muchos dias la nata del chapapote, siempre el agua conserva su olor y sabor parecido. También debe decirse en 156 GUIA obsequio de la justicia, que en el baño llamado del Coronel que se halla inme- diato al pozo del mismo nombre, existe un manantial que debe contener azufre por el olor particular á huevo podrido que se le observa, y podrá satisfacerse fácilmente de esta verdad, cogiendo el dia que se limpie, el agua que mana de una poza que está debajo de la escalera y esperimentarán el olor sulfuroso. El agua del Pozo del Succino aun muchos dias después de estraida de su depósito natural, conserva el olor á succino y su virtud siempre es estimulante. Tal vez habrá algunos otros principios en estas aguas que necesiten analizarse escrupu- losamente; y cuando el químico se dedi- que á practicarlo hará un beneficio re- comendable y se podrán conocer las ventajas que ofrezcan aquellas aguas á la naturaleza doliente. Ademas de lo dicho podria muy bien ser que en algunas de estas aguas se en- DE LAS MADRES. 157 con t rase algo de sal marina, por que esta no puede manifestarse por solo los reac- tivos. En cuanto á la temperatura nada ofreció de particular el Termómetro. Por este ensayo que acabamos de ver, las aguas de Guanabacoa no tienen nada de acídulas, sulfurosas, ferrugino- sas ni cosa alguna por la cual merezcan el nombre de medicinales. Desde luego estos baños no corresponden á la fama que tienen, cuya exageración quizá es debida á algunos entusiastas. Todas sus propiedades se reducen á las de los ba- ños frios de que hemos hablado anterior- mente. Este seria el lugar de observar lo que puede la mudanza de local y de aire, ya que han podido operar algunas cura- ciones que se han atribuido á aguas frias y simples. Cierto es que Guanabacoa por lo elevado de sus terrenos es uno de los lugarer mas sanos que se encuentran alrrededor de la capital, pero aun está TOM. II 14 158 GUIA. ventaja la va perdiendo á medida que se aumenta su población. Todavía añadiré que el calor del medio dia es allí mas sensible que en la Habana, según las observaciones termométricas tomadas con toda la exactitud posible. Esta falta está compensada por la frescura de las noches; ñero con todo se vé que Guana- bacoa no tiene las ventajas que se le conceden, y solo convendrá á los que necesiten buscar algún descanso y se re- tiren con este fin de la ciudad. Los baños no presentan mas ve ta- jas que las aguas corrientes: solo la ob- tendrán por su ligereza y transparencia, y aun esta suelen perderla por la po- breza de sus manantiales y la abundan- cia de los que van á bañarse, lo que re- sulta del repetido uso de ellas, según lo he observado particularmente. Ya que la necesidad de bañarse es tan grande en los paises calientes, seria muy útil que se aumentase el número DE LAS MADRES. 159 de baños de aquella villa, á fin de evitar el desagrado que ligeramente se ha in- dicado. Los griegos y romanos sacaban todas las ventajas posibles de los baños, y para aprovecharlos mejor ponían todo su esmero; pero siempre prefiriéron para el cuerpo sano los baños de rio; y así es que no necesitando este mas que de lim- pieza, se hallará mejor en el agua cor- riente que en esos pequeños depósitos. Continuamente aconsejaré se prefiera en la estación del calor los lugares don- de haya rios, y no faltan alrededor de la Habana, como el Cerro, Puentes-Gran- des, San Antonio, &c. &c. y ya que el poderoso necesita de placeres ruidosos, puede trasladarlos donde resida. De- ben sin embargo, desconfiar de los efec- tos que se prometen de los baños para cometer escesos, como se nota con fre- cuencia anualmente en las estaciones de tomarlos. En efecto, en ellas es donde se ven llamados mas á menudo, quizá, que 160 GUIA en la capital, los discípulos de Escula- pio, para restablecer, si es posible, el equilibrio fisiológico, alterado por tales escesos. No hay estación de calor en que Carón no lleve en su barca algunas víctimas con las cuales no podría ni de- bia contar. Al parecer todos aprecian la salud, y por su modo de vivir parece- ría que no hay suficientes modos para aniquilarla: conjuran con la naturaleza para su destrucción, no creyendo que ella por sí sola sea capaz de lograr este fin. En conclusión, permítaseme siquiera decir que los que esperan algún alivio de sus males, y que lo encontrarán en las aguas minerales, deben pues, llevar mas léjos, esas cargas pesadas y doloro- sos; á sitios silenciosos que son tan abundantes en la Isla, como capaces de aliviarlos. Sí: abandonen esos lugares donde los placeres favoritos, proporcio- nando alagüeñas distracciones de mo- mento, traen luego resultados tanto mas DE LAS MADRES. 161 sensibles, como poderosas son sus causas para destruir el equilibrio fisiológico y arruinar la salud. POZO DE CANTARRANA. Se halla á tres leguas de la Habana, y su agua es de naturaleza salina y amarga. El manantial es bastante abun- dante y merece toda consideración. Los reactivos han descubierto hydroclorate de magnesia, sal marina y yeso, de cada cosa una cantidad notable, y suficiente para hacerla purgante en cierta dosis; por cuya calidad pertenece á las aguas minerales purgantes, tónicas y escitan- tes, y disfrutan de las propiedades gene- rales ya indicadas. Toda persona que quiera purgarse con facilidad podrá usar de ellas. Agregaria aquí el nombre de muchas aguas minerales que se encuentran en la 162 GUIA Isla, mas ó ménos importantes, pero co- mo un trabajo semejante demanda esfuer- zos sostenidos, por lo que toca á dar una razón exacta de sus propiedades y natu- raleza, he reservado tratar de todas en particular en una memoria, donde se manifestará con detención un tesoro tan apreciable como desconocido. Para lo- grar un objeto tan útil, seria necesario que los enfermos se uniesen á los mé- dicos, llevando en adelante un diario minucioso de las variaciones que en sus enfermedades esperimentan en la época en que toman los baños, teniendo pre- sentes las reglas higiénicas indicadas, y el modo con que han de usarse. ¡ He aquí lo que ha podido decirse sobre este ramo! Pasemos ahora á otros puntos no ménos esenciales. DE LAS MADRES. 163 DE LOS ALIMENTOS. Si este capítulo se tratara con toda la estension necesaria, se necesitaría pa- ra él solo escribir un volúmen; pero como mi objeto es dar saludables conse- jos a las mugeres, y nada mas, me de- tendré muy poco sobre este punto, ó lo que exije de suyo la importancia de la materia. Nadie podrá negar la frugali- dad de las habaneras, y si hay alguna cosa que aprender de ellas, es esto; mas no sucede lo mismo respecto de los con- dimentos. Hablaré sumariamente de la naturaleza de las diferentes substancias que componen sus alimentos, haciéndolo después sobre la calidad de ellos en ge- neral. Entre la multitud de aquellas subs- tancias, hay muchas que alimentan po- co; producen materiales escrementicios, 164 GUIA y son temperantes: otras del mismo mo- do y sin esta última circunstancia traen evacuaciones y parecen relajar el cuer- po, disminuyendo el entonamiento de los tejidos: otras hacen esperimentar una especie de fuerza y calor animal, estri- ñendo los intestinos: algunas nutren mu- cho, pero relajan: otras producen una mediana nutrición; y en fin, hay muchos de estos alimentos que son tónicos y es- citantes. Las propiedades especiales están reservadas á otras, y sus diferen- tes efectos pueden reducirse á los si- guientes: ALIMENTOS TEMPERANTES. Para que sean de esta naturaleza es necesario que predomine en ellos el ácido, como sucede con ciertos vege- tales, sobre todo con las frutas, que por esta cualidad son generalmente de fácil 165 DE LAS MADRES. y pronta digestión, favoreciendo la de otros: escitan el apetito: pero tomadas en mucha cantidad producen accidentes funestos, como evacuaciones y aumento de mucosidades en el canal intestinal. Por lo común el uso frecuente de estos alimentos enflaquece, como se nota en los campesinos de esta Isla que los to- man con tanta abundancia. La orina y el sudor se promueven por medio de es- tos alimentos, mas por su cantidad que por su virtud diaforética ó sudorífica; y como contienen poca substancia repara- dora, la sanguificacion es lenta, y la nu- trición poco activa; disminuyéndose á las veces la energía intelectual y la viva- cidad de las pasiones. Los que hacen mucho uso de ellas esperimentan poca contractilidad muscular, debilidad y cansancio por poco que se ejerciten. Así es que quien los tomase con mucha frecuencia, llegaría á la consunción. No obstante, pueden sacarse de ellos gran- 166 GUIA des ventajas en las enfermedades de es- te pais, como lo he comprobado en muchísimas curas. Por virtud de ellos las personas gruesas se adelgazan; las irritaciones intestinales, tan frecuentes en la Habana, se curan, y para las en- fermedades de piedra no hay mejor re- medio. Lo dicho alude principalmente á las afecciones crónicas; porque la dieta severa, está indicada en su estado cróni- co. Las afecciones crónicas acompaña- das de fiebre ética, pueden ser destruidas por los alimentos acidulados; como el escorbuto, &c. No obstante esta eficacia, en algunos casos podrán ser dañosos, mucho mas si los temperamentos son de naturaleza linfática ó escrofulosa. ALIMENTOS RELAJANTES Y POCO NUTRITIVOS. Entre ellos se han de co¡]ocar los mucilaginosos, los aceites, manteca y DE LAS MADRES. 167 leche, aunque algunos sean mas nutriti- vos que otros, y que sus efectos varíen según el cuerpo. No siendo siempre constantes estas modificaciones, hablare- mos de ellas en general. Se digieren con suma dificultad, dis- minuyendo las fuerzas al estómago, y relajando los intestinos. En vez de nu- trir, aumentan las materias fecales; por manera que algunas ocasiones o.'iginan efectos purgantes, y como sean poco ali- menticios, naturalmente producen poco calor animal. Los que usan de estos alimentos comunmente contraen una pe- sadez en su cuerpo, y aunque la gordura sea su resultado, es indudable que la nu- trición es mala. Disminúyese la viveza; el carácter se hace accesible y suave; las impresiones esteriores son menos fuertes; la inteligencia se entorpece, y en una palabra, esta clase de alimentos es la ménos á propósito para el hombre de ingenio. La pereza y la molicie son 168 GUIA también sus consecuencias. Con efecto, ¿ qué puede esperarse de unos alimentos que debilitan y relajan las fibras, y que hacen contraer el temperamento linfático en el mas alto grado, si se usan con fre- cuencia? Las enfermedades que son sus resultados mas inmediatos, son infar- tos, hidropesías que toman luego un ca- rácter atónico y crónico. No obstante, la medicina puede servirse ventajosa- mente de este régimen, en el que está incluido el de las frutas para las mismas enfermedades con la circunstancia de ser mas alimenticio que el anterior. Lo que acabo de decir puede apli- carse á las substancias gelatinosas, cu- yo principio alimenticio es mucho mas abundante; pues aunque relaja, tiene la de nutrir mucho mejor. Entre estos alimentos se hallan la ternera, el pollo, el carnero, las patas, &c. y como su di- gestión es mas fácil que la de los ante- riores, convienen se tomen en las conva- DE LAS MADRES. 169 lescencias; pues que nutren mas sin acelerar la circulación. SUBSTANCIAS TONICAS MEDIANAMENTE REPARADORAS Entre las substancias vegetales se encuentran esta clase de alimentos. Efec- tivamente, las animales contienen mas partes alíbiles, y por consiguiente no pueden pertenecer á aquellas. En lugar del ácido tienen un principio amargo tónico; un azucarado puro y sin mucila- go; y el de los cruciferos que es acre, ejecutan una reacción en el estómago, cuyo movimiento tónico, y del cual resul- ta mas energía y reacción. Estas subs- tancias, fáciles de digerirse, ocasionan materiales mas compactos y de ménos abundancia. El calor animal que ori- ginan es mucho mas que el de la clase anterior; y los que usan de ellos tienen mas densidad y firmeza en los tejidos: la TOM. II 15 170 GUÍA nutrición es mas fácil, sin que la gordura que sobrevenga sea un efecto de aquella: la sensibilidad generalmente se disminu- ye, pero también se aumenta la inteli- gencia. Las personas que usan de este régimen, se distinguen por la firmeza de carácter, y por la mayor agilidad y fa- cilidad en los movimientos. Las enfer- medades que producen son inflamatorias, por lo que este método conviene á las personas de carnes flojas, pálidas, y de poca fuerza muscular; y están finalmente indicados en los flujos crónicos escrofu- losos y en las enfermedades lentas. SUBSTANCIAS TONICAS MUY REPARADORAS. Se encuentran solamente en el reino animal, como la carne de vaca, la de car- nero, la de venado; y en clase de aves, la de perdiz, codorniz, pato, &c. Los efectos de esta substancia son debidos á DE LAS MADRES. 171 la materia eminentemente nutritiva co- nocida con el nombre de Ozmasor. La actividad del estómago se aumenta con ellos, y hace la digestión mucho mas fácil: y una pequeña cantidad basta para re- parar las fuerzas: los escrementos son ménos abundantes; y los que siguen este régimen se conocen por la riqueza de la sangre y por la fuerza: los órganos au- mentan igualmente de volúmen con rapi- dez, siendo bien diferente de las otras la gordura que resulta de ellos. En una palabra, todas las funciones se hacen con mas facilidad: los impulsos del amor son vehementes; las pasiones vivísimas, y el crimen y la virtud son obras suyas. Aquí es donde la agilidad es digna de obser- varse, no ménos que la facilidad en los movimientos. La constitución es pictó- rica; pero también las enfermedades agudas son muy frecuentes y de tanto mas peligro cuanto mas se aproxima á la pubertad: á los temperamentos linfáticos, 172 GUIA á las personas débiles, &c. son muy útiles- aquellos alimentos. Diré por último que hay substancias que no tienen carácter pronunciado, mas ó ménos reparadoras, sin mas tendencia á ser tónicas que diluentes. Entre estas han de contarse todas las féculas, tan abundantes, y el albumen* cuando no está muy concreta. Son alíbiles y de digestión difícil; reparan las fuerzas sin aumentarlas, y solo por el 'esceso de su- uso originan alguna enfermedad. Su vir- tud es contener los principios mucosos y dulces, mezclados del acídulo: otras- veces al mucilago y al principio amar- go. La naturaleza, en lo demas, nos en- seña la conducta que hemos de guardar en los alimentos; y tal es la de mezclar las substancias animales y vegetales, reser- vando el uso de las esclusivas á la nece- dad de las circunstancias y á las disposi- ciones individuales. * Clara de huevo. DE LAS MADRES. 173 Después de este análisis es fácil ver lo que ha de hacerse; pero observemos si todas las personas se dirigen por estos principios. Hay la costumbre de tomar los alimentos muy crasos, y sazonados con especias que seria preciso desterrar de un clima como el de la Habana. Fá- cil es indicar los varios condimentos, las carnes, grasas &c. y hacer un ligero cál- culo sobre los alimentos faríneos; mas debo ántes decir algo acerca de la utili- dad y de la causa de la temperancia, observando si debe existir siempre en el mismo grado, y qué ha de hacerse para conservar el apetito. Estando destinado el alimento para la nutrición del cuerpo, es muy regular que cuanto pertenezca á él sea de sumo interes para la medicina; y como aque] debe variar según el clima, examinaré su influencia sobre el hombre, y haré ver como en la Habana la sobriedad es el resultado del temperamento. En efecto. 174 GUIA si el hombre varía según los climas, es- fuerza que esta variación sea en parte producida por la influencia de los ali- mentos. Anteriormente he manifestada lo que producía en los hombres el uso de los vegetales, y el de la carne, haciendo débiles los primeros, y á los segundos robustos y capaces de las acciones mas valerosas. El indio que vive de arroz y de frutas, es de un carácter mas dulce que el tártaro que se harta de carne de caballo. Es innegable que la naturaleza del suelo es la causa por qué bajo este clima abrasador, todas las fuerzas vita- les están atraídas hacia afuera; haciendo el calor que sus habitantes sean mas so- brios y frugales: y esta también es una de las razones por qué la inactividad del estómago es tan grande que obliga á preferir el tasajo que es un principio de corrupción. Así es que si el pueblo se alimentara aquí solo con carne, morirían infinitos de indigestiones, disenteria y DE LAS MADRES. 175 plétora, como sucede á los europeos que conservan aquel régimen. Al contrario, los alimentos frugales y pitagóricos son suficientes en este dichoso suelo. Hay una circunstancia que parece contradecir á lo que he referido, y es la abundancia de los condimentos aromáti- cos, pues que su uso está como autoriza- do por la naturaleza en este clima. ¿ Y está indicado cuando se usan vegetales? Sí; pero en el caso en que se coman mas carnes que legumbres deben evitarse aquellos condimentos. Es verdad que aumentan el apetito escitando el estó- mago, pero que solo la sensualidad pu- diera hacerlos adoptar. Si nos remon- táramos á la antigüedad veriamos que estos refinamientos del arte eran desco- nocidos, y que no se guiaban mas que por el apetito, el que nunca ha de esci- tarse sino por medio del ejercicio y la respiración de un aire puro. Cuando se sigue este precepto no se toma mas que 176 GUIA la cantidad indispensable de alimento, porque siendo proporcionada á las pér- didas, las fuerzas se reparan fácilmente y se evitan mil enfermedades. Si el médi- co es llamado con frecuencia, no ha de atribuirse sino á la sensualidad, resul- tando de la misma civilización. Véase al morador del campo y al de la ciudad: el primero no podria adoptar aquel pre- cepto porque no está acorde su corrup- ción moral con sus placeres libidinosos. Son grandes las pérdidas y quiere repa- rarlas de pronto: necesita medios para despertar su apetito, ¿y con qué fin?... con el de introducir en su estómago unos alimentos que le fatigan y que no puede digerir. ¿ Y cuál es el resultado ? ... Pri- meramente una mala digestión, cuya in- fluencia en la economía es el entorpecer las funciones de las visceras, sobre todo cuando aquella es muy frecuente; y có- mo el estómago y los intestinos se este- núan, es necesario aumentar diariamente DE LAS MADRES. 177 aquella cantidad: de aquí frecuentes en- fermedades, embarazos gástricos, irrita- ciones, inflamaciones agudas y crónicas, tan comunes en la Habana, scirros y cánceres. Mas no es en el estómago solo donde operan estos materiales: su virtud irritante les da una acción local directa sobre las membranas intestinales: tras- mítese al cerebro irritándole, de donde pasa al corazón; acelera la circulación. y por consecuencia las secresiones. ¿ Y cuál sera entonces el resultado de esta reacción?.... Una salud débil y deli- cada; enfermedades crónicas de toda especie como vemos con dolor á cada paso. Sin embargo, al reprobar estas subs- tancias no niego, por otra parte, en que algunas unidas á los alimentos pueden aumentar la digestión; pero conviene guardarse mucho de su abuso. Es me- nester confesar que el pais de suyo exije algunas veces escitantes, porque estoy 178 GUIA muy léjos de pensar como esos médicos enemigos declarados de la doctrina de Brown, que se precipitan en el esceso contrario. La sobriedad de este género será buena para aquellos individuos que pasan su vida en la mesa y la holganza, sin trabajo ni ejercicio. A estos, repito, debe recetárseles la dieta pitagórica, las sangrías y purgantes; á estos señores indolentes y pictóricos, amagados de fie- bres peligrosas, de tremendas apoplegías, de gota, y de indigestiones continuas. Pero querer que todo el mundo esté en estas mismas circunstancias, como lo pre- tenden algunos facultativos, es un abuso, un delirio, una imprudencia. Cuando hay fuertes trabajos de cuerpo, la so- briedad seria mas nociva que provecho- sa; aunque por esto no debe creerse que trato de autorizar la glotonería y la crá- pula: lo que quiero decir es que deben precaverse los abusos que cometen al- gunos, de un sistema que no puede ser DE LAS MADRES. 179 el del Dr. Sangredo, y que aun no se sabe apreciar bastante. Se preconiza la dieta y el agua, la sangría y los purgantes, ordenados in- fundadamente, sin saber que para apli- carlos se necesitan indicaciones. No seguiré yo, por cierto, esos consejos en casa del artesano, del labrador y del po- bre, á quienes falta el pan, y por desgra- cia están sujetos á una vida trabajosa y llena de afanes. Utiles serán, no lo du- do, para los que como he dicho, se sien- tan en mesas abundantes y opíparas.... Mas no nos descarriemos: queden esos goces para quienes puedan tenerlos, y convengamos en que mientras no se abu- sen de ellos pueden disfrutarlos. Los hombres procuran comodidades y placeres, y si se me dice que el sal- vage es sobrio por naturaleza, responde- ré que algunas veces comete escesos que le son muy dañosos, y que cuando está dos ó tres dias sin encontrar qué comer, 180 GUIA luego que lo halla se harta en demasía. Creo con Hipócrates que son útiles los escesos ligeros; porque adoptar un régi- men esclusivo, puede ser peligroso como lo he probado. Tómense alimentos de carne en cantidad prudente, y de tiem- po en tiempo vegetales esclusivamente por espacio de dos ó tres dias. Esta mo- dificación será saludable, y dejo la reco- mendación del régimen escesivo á los médicos que quieran ordenarla. La car- ne se alimenta con carne, y el león tiene otros músculos que los de un herbívoro. ¿ Ni cómo sin Baco y Céres podrian sos- tenerse las lides de Vénus? Enardézcase en horabuena el corazón angélico de los bragmanes y de los hindus, que con un puñado de arroz, higos y agua se satis- facen y pasan sus dias meditando; en tanto que el musulmán feroz, y el ávido ingles alimentados con carne, desvastan con las armas en la mano su opulento imperio. Pero no confundamos estos es- DE LAS MADRES. 181 tremos con la medianía de los goces, que consiste en detenerse á drede en los límites de la necesidad del alimento y la bebida, para no traspasar jamas sus fuer- zas naturales. Sócrates era sobrio; pero cuando lo comprometían era tan buen bebedor como cualquiera, aunque siem- pre con juicio. Se puede comer y beber mucho, sin traspasar los límites de la mo- deración, dependiendo las modificacio- nes de la fuerza de cada individuo. Con el hambre nuestros órganos se hacen in- capaces de todo: con la hartura regular el espíritu se serena y tranquiliza; los raciocinios son mas arreglados y sólidos, y las concepciones mas lógicas y mas continuadas. Ademas si uno quiere ro- bustecerse, no tiene mas que comer y trabajar: si hacerse virtuoso, ayunar y meditar; y si tener ideas grandes y dig- nas del hombre libre, comer carne. De- jemos al sexo amable que escoja: la que quiera ser flaca y macilenta, que no co- T0M. II 16 182 GUIA ma sino frutas: la que desee conservarse fina y de buena figura, que haga ejerci- cio y coma carne, pero sin condimento: si no quiere ser viva y ágil, y desea po- seer en el mas alto grado las virtudes de su sexo, que ayune; empero si deseáis vivir para vosotras mismas, usad de todo con moderación, y haciendo ejercicio las enfermedades harán un curso mas regular cuando se hagan bien las diges- tiones. Es preciso convenir en que es muy raro hallar ni exijir mas sobriedad que la que se observa en la mayor parte de las familias de la Habana. Verdad es que la naturaleza la prescribe, en lo cual no hacen mas que obedecer su impulso; pues ha puesto en esta Isla abundancia de vegetales y animales, porque el calor pudre con facilidad las carnes. El ins- tinto, fuente desconocida de nuestras in- clinaciones, es el que nos sugiere esta elección aprobada por la razón y la filo- 183 DE LAS MADRES. sofía. A este método mismo se debe también, en cierta manera, la civiliza- ción de Cuba; el desarrollo de las fuer- zas físicas y morales de sus habitantes, y el estado de prosperidad que gozan/" Sucede también que el alimento no está distribuido á la ventura sobre la tierra: hay ciertas conveniencias de cli- ma, de estaciones, de costumbres so- ciales ó de relaciones políticas, que fuer- zan, por decirlo así, á que vivan unas naciones de tales substancias, y otras de cuales. No basta valuar por sí mis- mas las diversidades de los alimentos, sino por sus efectos generales en los pueblos que los usan habitualmente * Todo esto sin embargo de la opinión de algunos á quienes, la manía de escribir les ha hecho sentar que el temperamento de la Isla oscurece las potencias; ¡idea singular! ¡Absurdo estraordinarió! Puede servir de ejemplo el mismo autor, que nunca tuvo sus sentidos mas sanos que después de haber pisado un suelo tan benéfico. 184 GUIA Mas dejemos estas consideraciones, por ser estrañas y agenas de mi obra. Sin embargo, es preciso decirlo: si los alimentos producen tales modifica- ciones ¿ no debe suceder otro tanto á la medicina? Algunos facultativos creen lo contrario, y lo mismo recetan en la Habana que en Europa, y sangran y purgan de la misma manera. Unos no ven mas que inflamaciones; otros abste- nia y debilidad: jamas se consideran filosóficamente las circunstancias del ré- gimen habitual, ni las del clima, ni la influencia de las costumbres sociales. • Infelices enfermos! Desangrados mueren unos, Envenenados los otros. A pesar de esto, semejantes médicos son proclamados sabios por individuos entusiastas, de absolutas y brillantes teo- rías, que satisfacen mas su falsa ciencia, que por las sabias observaciones de un DE LAS MADRES. 185 práctico circunspecto que considera siempre con atención el lugar, el tiempo, las particularidades del régimen, las del temperamento, &c. &c. ¡ Los sistemas esclusivos, como el de Brown con sus estimulantes, y el opuesto con sus debi- litantes, su dieta y sus sangrías, entusias- man mucho mas que una sabia y hábil práctica, que aplica ya la una, ya la otra doctrina á la enfermedad que se presen- ta! La razón es bien clara: porque el espíritu del hombre, sobre todo el del mediano ó vulgar, gusta pagarse de docu- mentos positivos, de aserciones dogmáti- cas, y de ese tono afirmativo que le dis- pensa de reflexionar, investigar é inquirir. Pero pasemos á ciertos usos que me pa- recen reprensibles en este pais. He observado que se toman los ali- mentos muy cargados de grasa, lo que es mal hecho, y me causa admiración el ver como pueden digerirlos. No conviene esta demasía, por ser sumamente indiges- 186 GUIA ta, ó por decirlo de otro modo, un vene- no: causa á la piel una especie de lepra; y hé aquí una de las razones por qué la desterraron de sus pueblos Moisés y Mahoma. Esta substancia puede poner- se ácida y rancia en el estómago que no la digiera; obstruye los vasos mesentéri- cos, y da lugar á esos carbuncos tan co- munes en esta ciudad. Creo también que los chicharrones de pellejo, tienen el mismo inconveniente, y seria bueno no tomarlos. Para dirigirse sobre esta materia, bastará consultar los modos ali- menticios. El mejor y mas sano á mi ver es el misto. Hablemos de los líquidos. Los vinos son el resultado de la fermentación de las substancias mucoso-azucaradas, par- ticularmente de las materias dulces que se encuentran en los vegetales. Entre ellas las principales que se sacan son las uvas, las manzanas, la cebada, la caña de azúcar que no puede fermentar sin DE LAS MADRES. 187 que se mezcle á una materia vegeto- animal. Los licores fermentados se designan con el nombre genérico de vino, cuando son el resultado de la agitación de sus partículas para adquirir nuevas propie- dades. Tomados en cantidad moderada son tónicos, estimulantes, causan alegría, y ayudan y aceleran la digestión: en cantidad escesiva agitan, embriagan, en- torpecen; síguese la debilidad y desvelo, produciendo agrios en el estómago cuan- do no se ha terminado la digestión; y finalmente trastornan y descarrían la razón. Estos licores se diferencian entre sí según las substancias de que se compo- nen. Llámanse vinos cuando son de uva, propiamente dicha: cerbeza cuando es de granos: cidra cuando es de manzanas ó peras. Los mas favorables á la di- gestión, y cuyo uso es mas inocente, son aquellos cuya alcoholizaron está en 188 GUIA cantidad moderada, que son poco acídu- los, suficientemente generosos y sin mu- cho tártaro, tales como los vinos viejos de Burdeos. Los que con dificultad pierden su acritud son mas fuertes, tóni- cos, poco estimulantes y que convienen á las personas de estómago débil. Los vinos blancos cuando no tienen mucho del mucoso-azucarado, apagan la sed y salen con facilidad por la orina. Los que están cargados del mucoso-azucara- do de alcohólico, y contienen una parte aromática de amargo, como los de Má- laga, Rota, &c. son admirables estimu- lantes, y convienen á las personas de estómago débil y de lenta digestión. Los azucarados aromáticos sin amargo y poco alcoholizados, como el moscatel y vinos griegos, no convienen á los estó- magos débiles, pudiendo producir la in- digestión cuando se ha comido mucho. Los generosos tomados puros ó con agua son buenos para la digestión lenta; pero DE LAS MADRES. 189 vale mas tomarlo con agua cuando se tiene la costumbre de beber mucho, y de este modo son útiles en las comidas. Igualmente los puros para estimular se tomarán ántes ó después de los alimen- tos. Se ha introducido la costumbre de mezclar muchos vinos en los banquetes, lo que es muy dañoso, sobre todo cuan- do se toman los dulces después de los acídulos, y es mucho mejor atenerse á los generosos y secos; bien que de cual- quier modo que sea es falta de sobriedad y debe desterrarse tal costumbre. La cerbeza es el resultado de la fer- mentación de la cebada que se ha hecho hervir y tostar. Para darle amargura se la mezcla con el lúpulo, vidarria ú otras plantas. La hay de diferentes fuerzas, según la proporción de los ingredientes. Es muy raro que venga floja á esta Isla ; porque el espíritu de especulación exije conservarla, lo que se consigue con la fortaleza. Las que aquí bebemos vienen 190 GUIA de Inglaterra y los Estados Unidos, y al- gunas veces de Holanda. Las inglesas es el y contienen mucha materia nutritiva y mas alcohol que la cerbeza floja, que en lugar de apagar la sed, la aumenta, y escitan vivamente la econo - mía mas de lo que conviene á este pais. Las de Holanda cuando se beben en de- masía pueden irritar el canal de la uretra y ocasionar disuria ó dificultad para ori- nar; lo mismo que otros achaques que se curan con facilidad por medio de un poco de aguardiente. La cerbeza fuerte no debe tomarse aquí; dejemos su con- sumo á los estrangeros; pero la floja puede servir para aplacar la sed, aunque escita los órganos digestivos y contri- buye, por otro lado, á la digestión. La cidra, resultado de la fermentación de la manzana, llega á este pais con dema- siado ácido, y puede hacer sumo daño á la economía animal, causando, por otra parte, violentos cólicos. No obstante, si DE LAS MADRES. 191 se consigue pura es bueno tomarla con moderación; pero como rara vez se en- cuentra no adulterada, puede entonces originar la gota, neurralgia, sobre todo cuando no hay costumbre de bebería desde niño. En cuanto á los licores al- cohólicos, cualquiera que sea su especie ó su uso, no pueden ménos que ser muy peligrosos. En este pais producen in- flamaciones intestinales de tal modo, que observando á los que con frecuencia los toman, padecen indigestiones y des- ganos; luego obstrucciones é hidrope- sías, acompañadas de un embruteci- miento completo de las facultades. Así pues, déjese el uso de aquellos licores para cuando el facultativo los recete como un medio curativo. Pasemos al té, al café y al chocolate. El primero es muy poco usado, y con razón, aunque se diga que esta planta tiene la rara virtud de hacer flexible y suave el carácter de las personas. Tó- 192 GUIA menlo enhorabuena los que quieran es- timular flojamente sus humores, regoci- jarse con tranquilidad, escitar sus pa- siones sin efervescencia; afeminar su carácter, y sobre todo apagar el entu- siasmo. Tómele la que quiera padecer de flores blancas y dolores de estómago; la que quiera ser tibia, lánguida, y ver marchitadas sus gracias ántes de tiempo, sus dientes renegridos; y en fin, que lo use la que quiera sufrir temblores y vértigos. Dejemos semejante bebida para los chi- nos y los ingleses, que no por eso dejan de esperimentar sus efectos enervantes, á pesar de mezclarlo con leche y azúcar. Hablemos de nuestra planta que de- bemos llamar indígena, y veamos si pue- de ponérsele alguna tacha. La descubrió un Dervik en Moca, pueblo de la Arabia en el siglo 13, y pasó su uso á Constan- tinopla en 1517, cuando el Sultán Selin conquistó el Egipto. A fines del siglo 17 fué trasportada por los holandeses de DE LAS MADRES. 193 Moca á Batavia: en 1710 á Amsterdam; y en 1713 Mr. Resson regaló una mata al jardín de plantas de París, y otra á Luis IV. A fines de 1720 Mr. Declieus la trajo á las Antillas, partiendo con ella en su trasporte el agua de su ración. Sin embargo, antes de conocerse mucho su fruto ya estaba en uso. Desde el año de 1652 un griego había establecido un café en Londres, y en 1775 había tam- bién cafés en Suecia. Si se me permitiera, haría ver aquí la influencia del café en lo moral del hombre. Hacia tiempo que no se busca- ba la alegría mas que en el vino; pero cuando el mismo Luis XV lo preparaba para Md. Pompadour ó la condesa de Barry, entonces esta bebida adquirió suma aceptación en Francia, y después en España. Seria bueno hacer algunas reflexio- nes en su tiempo. ¿ Quién no ha oido hablar del famoso café de París donde TOM. II 17 194 GUIA se reunían los hombres de mas talentos? Este punto no seria ménos importante á la historia política del siglo 18, que á la filosofía; pero haciéndolo se traspasaría los límites de esta obra. El uso del vino nos hace sanguíneos, ligeros y joviales; pero al mismo tiempo aturdidos y sin reflexión, como puede observarse en los franceses que son tan inclinados al baile y á una charla bulli- ciosa. Veamos, por el contrario, los pueblos que beben café con frecuencia, y notarémos son mas flacos, mas débiles y nerviosos, miéntras que estimulado su sistema por aquel licor, se hacen mas temblosos, y por esta constitución mas reflexivos y pensadores. Ademas ¿ quién no ha observado la diferencia que hay de almorzar con vino ó con café? Por lo dicho es preciso admitir su influencia directa en el carácter moral del hom- bre: la alegría, la indiferencia, la senci- llez y la franqueza son cualidades del 195 DE LAS MADRES. que solo bebe vino; y la reflexión, la su- tileza, la penetración y la firmeza de ánimo, del que bebe café. Esperemos pues, que esta planta meridional influya sobre el Norte de modo que lo aproxime al temperamento del Mediodia. ¿Y no será por esto que el árabe ingenioso y vivo, al mismo tiempo que calculador y serio, sea el mas hábil jugador de alje- drez? ¿Los hombres mas grandes del siglo 18 no eran los mas apasionados al café? ¿No era la bebida favorita del gran Napoleón? Prosigamos respecto á la economía: tal cual se toma esta bebida escita por lo común un calor agradable en el estó- mago, cuyas funciones favorece; produce un estímulo general de tal manera, que desvela á los que no están acostumbra- dos á beberle: tomándole caliente pro- mueve el sudor; pero con esceso, es perjudicial. Se ha dicho equivocada- mente que causa vértigos, erupciones, 196 GUIA parálisis y disposición á la apoplegía; pero nadie ha dudado que el esceso en todas las cosas es dañoso, y la prueba de su poca disposición á ser nocivo es la vejez de Fontenelle y de Voltaire, que lo tomaban mas que moderadamente, lo mismo que los viejos de Guanabacoa. Puede tomarse como medicamento, y muchos lo beben para aliviarse el asma periódica, como algunos campesinos de la Isla lo usan para la calentura intermi- tente, mezclado con una infusión muy fuerte de limón y café, que también se ha practicado en Europa, si no me en- gaño, para el mismo fin. Hace daño en los casos de afección istérica ó hemor- roidal. En Rusia se ha aplicado el café verde como febrífugo, dándose en lugar de quina, reducido á estracto y en pol- vo; y en mas de ochenta casos no ha de- jado de surtir sus buenos efectos. El café en lugar de hacer daño pue- de ser muy útil, y si tiene algunos malos DE LAS MADRES. 197 resultados, atribúyanse al agua caliente; por lo cual conviene no tomarlo sino templado. Síguese el chocolate: en muchas ca- sas lo toman en el almuerzo, después de haber ingerido en el estómago una por- ción de alimentos. Esta costumbre la recibiéron los españoles de los mejica- nos que lo usaban ya en 1520, y de ellos les viene el nombre de choco, que en el dialecto mejicano quiere decir ruido; y late, agua; por manera que lo tomaban haciéndolo batir en agua caliente. Ocio- so es detenernos en su confección, pues todo el mundo sabe que lo es de almen- dras de cacao, azúcar y aromas; pero como se prepara de dos modos, bueno será esplicarlo: uno es á la española, en que el cacao se tuesta muy poco; y el otro, por el contrario, muy retostado, y es á la italiana. El primero da un color rojo al agua en que se deslíe, y contiene mucha manteca y poco olor. El choco- 198 GUIA late á la italiana, desleído en el agua es casi negro, y está en razón diversa su aroma y su grasa del primero, por lo cual son muy diferentes sus propieda- des. A la española es mas dulce, mas agradable al gusto, ménos aromático, mas hastioso y de difícil digestión. A la italiana es mas amargo y mas aromá- tico, oleoso, escita mas el apetito, dige- riéndose en general mas pronto; de modo que aconsejo á las mugeres que lo ha- gan preparar mas bien de este modo, echándole la ménos azúcar posible. De esta manera se evitarán las malas diges- tiones que en el caso contrario pueden ocasionar, por la acumulación de alimen- tos que existen en el estómago. En cuanto al vaso de agua es mejor tomar poca que mucha. DE LAS MADRES. 199 REFLEXIONES DIRIGIDAS A LAS HABANERAS. Al examinar las cosas que pudieran hacer daño, no me he detenido en im- pugnar ciertos errores admitidos y ar- raigados de tal modo, que á pesar de mis esfuerzos no he logrado sino paula- tinamente reformarlos en las casas que me han honrado con su confianza. Este punto á primera vista parecerá de poca importancia; mas yo á la inversa creo que la influencia de ciertos hábitos puede ser tal, que solo á ellos es de atribuirse algunas enfermedades bien frecuentes. Persuadido de esto manifestaré las mas comunes, y sus peligros, á fin de que se eviten. 200 GUIA DE LA DIETA. Tan esencial es este punto que nadie ignora que de él dependen casi todas las curaciones. Su sola palabra exijiria para su esplicacion un tomo entero; pero mi objeto es solo tratar como han de dirigirse los alimentos en las enferme- dades, y hacer ver que se hace muy mal en no sujetarse á la abstinencia, siempre que se la ordena con medida y conoci- miento de causa. Cuando se reflexiona sobre la mobilidad de las cosas humanas, admira el ver que aun los conocimientos mejor fundados se descuidan hasta el punto de echarlos en olvido, para apare- cer después de cierto tiempo como nue- vos. No puede tener esto otra causa que la dirección de los estudios: y en efecto, como la vida del hombre es tan corta, se procura hacerle adquirir una DE LAS MADRES. 201 suma de conocimientos, necesaria para que llegue al resultado exijido por la ley. Una vez de adquiridos, se ocupan de la ganancia y la ciencia despreciada por los mas, circunscribe su saber á un modo mas ó ménos político de procurarse la existencia que dice honrosa. El padre de la medicina decía que la vida era corta, el estudio largo, y la esperiencia engañosa. Después de estas palabras de un hombre consumado en la ciencia, como Hipócrates, debia creerse que los hombres se resguardaran y tomasen las precauciones necesarias para no esponer su vida. Aquel sabio era anciano, ¡ y juzgaba que había vivido poco para aprender lo necesario y decidir sobre ]a vida de un enfermo ! ¿ No es de presu- mirse que después de él se ha procurado evitar semejante estremo reuniendo en un mismo individuo la suma de conocí- I mientos, bastante para conocer y dirigir la naturaleza doliente, remediando sus 202 GUIA males? Hipócrates habia indicado los principales medios; pero como general- mente la novedad agrada, se prefirió el reproducir ideas erróneas, y no atenerse á lo que servia para aliviar eficazmente la humanidad enferma. Todos dicen que la dieta vale mas que el médico, y sin embargo nadie quiere guardarla: los mismos médicos gritan contra ella, ¿y por qué? ¿No será por las falsas ideas que se tiene de este punto esencial de medicina? ¿No será porque se ignora hacer una exacta aplicación de ella, y porque el mal estudio obliga á condenar su uso? No es mi objeto, á la verdad, escri- bir ahora una obra de dietética: solo quiero resucitar un medio adoptado por todas las bocas, celebrado en todas las conversaciones, y descuidado por el fa- cultativo y el enfermo en sus dolencias. Este socorro medical ha sufrido la suerte de todos los conocimientos humanos: DE LAS MADRES. 203 olvidado de un todo no se veia mas que debilidad en los enfermos, siendo necesa- rio por consecuencia restablecer las fuer- zas. ¿ Qué era Hipócrates al lado de aquellos famosos Brownianos ?....un ram- plón. ¿ De qué servia la esperiencia confirmada por los siglos, cuando Brown esclamaba encended? Con efecto, se en- cendía al mundo entero, sin considera- ción á dolencia, edad, ni sexo, y se abandonaba un remedio inocente, capaz de curar las enfermedades, por emplear remedios incendiarios que dilataban la enfermedad, y que el público respetaba por lo mismo que no los conocía. ¡ Es- traña condición del hombre! Parece que lo que ya conoce es indigno de él; que le es inútil lo que sirvió á sus ante- pasados, y como esto es casi imposible, deja sepultar en el mas profundo olvido las cosas mas útiles, para sentir luego el placer de revivirlas, sacándolas del polvo de las bibliotecas. Por seguir semejante 204 GU1A inclinación, quisieran que se perdiera aun el uso de la imprenta. ¿ Y qué resul- ta de todo esto, sino la desgracia del género humano, al ménos en medicina? Siendo pues esta disposición tan común y general, presentándose cualquiera con el aparato de ideas nuevas, por inepto que sea, se lo juzga un Esculapio, un sabio. Sin embargo, debe tenerse sumo cuidado con tales oráculos: apénas ad- quieren un conocimiento superficial de la organización humana, cuando quieren volar con alas propias, y fallar á ciegas, sin atender que para criticar es preciso saber si lo que se critica lo merece en efecto, y porqué causa. Apareció Brous- sais; produjo nuevas ideas; modificóla ciencia médica; escribió en Europa, y sus obras han sido un caudal luminoso con que se ha enriquecido esta ciencia consoladora. Hace ver la necesidad del régimen y del método antiflogístico: por todas partes se habla de él: las san- DE LAS MADRES. 205 guijuelas se emplean eficazmente por aquellos que han asistido á las lecciones de tan gran maestro; pero se supone malamente que con este remedio no hay necesidad de estudiar la naturaleza. Con las sanguijuelas se cura todo, dicen; mas también diré yo que con ellas se entorpecen las curaciones y aun pueden desgraciarse algunos enfermos, si son mal aplicadas. Oyense quejas por todas partes: se indignan y declaman con ma- gisterio que las sanguijuelas son peli- grosas, y que con las sangrías y las ven- tosas deben desterrarse, y declarar por indigno de servir á los déspotas Escula- pios. ¡ Lindo resultado por cierto! Se juzga de las propiedades de una cosa, por el abuso que se hace de ella, y en- tonces ¿ qué será de nuestros remedios llamados heroicos ? En ciertas manos no producirán los mismos efectos que las sanguijuelas; no correrá la sangre, es verdad; pero la muerte será su resulta- TOM. II 18 206 GUIA do. No obstante, en este caso queda resguardada la medicina, y puede acha- carse á la enfermedad lo que se debia al médico y su remedio. ¡ Idea feliz, y ho- nor á los primeros que la concibiéron! Pero sepan también que una verdad siempre lo será, y que la medicina fisio- lógica no puede usar de esas superche- rías, hijas del mas refinado charlatanis- mo. El médico, verdaderamente médico, se indigna de tales sutilezas, y con dolor vé prostituida la ciencia por entes que solo saben la parte especulativa, y que emplean sus noches en pasatiempos y especulaciones inmorales, dirigiendo lue- go sus sarcasmos contra el profesor estu- dioso. Para ellos todo depende del tino medical, y dicen con Horacio: nascuntur medici, en vez de decir nascuntur poetoe. Basta pues ocurrir á los medios mas contraindicados: sostendrán que dan fuerzas purgando, y dirán sin temor, que una misma cosa puede servir en casos DE LAS MADRES. 207 contrarios. Admirado el público de se- mejantes paradojas, oye con desagrado esas discusiones eterodoxas: duda; no sabe qué hacer, y teme confiar sus dias á aquellos que están destinados para ali- viar sus males. Teme que el amor pro- pio no impida á su médico hacer la ab- juración de sus errores. ¿Y qué debe hacer?... Temer, sí, poner su vida, en las manos de aquellos censores cuya ciencia consiste en no admitir nada de nuevo. Temer igualmente á los que se arrojan sin discernimiento á las noveda- des, sin saber su aplicación. En todas las producciones humanas hay algo bue- no que aprender; mas es preciso distin- guirlo. Algunos hacen de la doctrina de Broussais una máscara para ocultar su ignorancia, y se condena por tales abu- sos toda la teoría. Broussais indica mas ó ménos los casos en que es preciso san- grarse: ántes de él se hacíalo mismo: Hipócrates por lo ménos así lo practica- 208 GUIA ba. Los mejores autores médicos de Alemania aprueban el mismo medio, del que tanto se ha abusado en Francia y en España. La crítica de hombres céle- bres lo ha ridiculizado de modo que su aplicación es dificultosa; y en vez de guardarse un justo medio, se ha des- echado este poderoso específico que Hi- pócrates, Boerhave, Galeno, &c. em- pleáron con eficacia para combatir las enfermedades mas rebeldes. ¿Pero de qué admirarse? ¿No es de todo hombre superficial despreciar las cosas sin haberlas conocido? Broussais ha presentado ideas nuevas, y por esto se ha hecho célebre: y aun cuando hu- biese algo malo en sus escritos, ¿se ha de despreciar por esto lo bueno que hay en ellos? Por otra parte, ¿tiene él la culpa de que no lo entiendan? ... ¡Cuán- do será que el médico sea lo que en tiem- po de Hipócrates! ¡Cuándo servirá el facultativo para solo alivio de la huma- DE LAS MADRES. 209 nidad! ¡Cuándo los que practican aquel arte atenderán solo al paciente y á su enfermedad! ¡Cuándo se les verá entrar indistintamente en las humildes chozas del desvalido como en las opulentas ca- sas del poderoso! ¡Y cuándo se verá al médico cumplir con su primera obliga- ción, sin calcular si sus recetas son mas ó ménos lucrativas! En aquel tiempo no se entraba en las casas preguntando quién pagaba, ni se veia al médico esperar con impaciencia una recompensa que aun no habia gana- do. ¿Qué hizo Hipócrates con los pre- sentes del rey de los persas? ... ¿Qué se hiciéron aquellos tiempos ? No obstante; en la Habana pueden citarse muchos que son el honor de esta Isla, y que ocu- parían un lugar distinguido donde quiera que se hallasen. Pregúntese á estos cuál es el carácter del verdadero médico; y si es preciso desechar para siempre y sin remisión de la terapéutica, las san- 210 GUIA grías, las sanguijuelas y las ventosas. Pregúntese, y responderán que sin estos medios la medicina es impotente en cier- tos casos; y que si se abusa de ellos, mucho mas se abusa de otros muy apro- bados. En las orillas de la Stigia, si se nos juzga, ¡cuántos serán condenados por haber asesinado con la quina y todo el aparato farmacéutico, que reputan tan inocente! Podría decirse que los remedios de la naturaleza todos pueden ser útiles, y nosotros los convertimos en un instru- mento de muerte. El verdadero médico sabrá aprovecharse de los conocimien- tos humanos, y aplicarlos con discerni- miento cuando pueda. Será verdadero médico el que sepa juzgar de las cosas sin precipitación; al que no gobiernan sus pasiones, si comete algún error, porque al fin es hombre; pero no por ignoran- cia. Jamas será esclusivo en sus opinio- nes por ostinacion; se aprovechará de DE LAS MADRES. 211 las luces de otros, y creerá que el médi- co tiene responsabilidades que lo obligan á andar con prudencia; sobre todo cuan- do hay dudas, pero con seguridad y de- nuedo cuando tiene á la esperiencia en su favor. Por esto el bello sexo debe desconfiar de aquellos sabios que creen tener en su caletre la ciencia infusa. Persuadido Hipócrates de que los cono- cimientos deben ir aumentándose, queria que los momentos de recreación del mé- dico fuesen en su biblioteca, que es don- de el facultativo puede reflexionar sobre las nuevas observaciones, y sazonar los adelantamientos que haya hecho, comu- nicando á los demas el fruto de su espe- riencia. De aquí es que se ha pretendi- do que el médico no debe casarse, para seguir el voto de la naturaleza con mas o facilidad. Pero dejando este punto, nos conten- tarémos con repetir al público se res- guarde de la ignorancia, puesto que se 212 GUIA trata de su salud. El buen médico se conducirá con prudencia, y la dieta será uno de los principales medios con que socorra á sus enfermos; y oyendo estos sus consejos, se libertarán de aquellos males. Témese generalmente la priva- ción completa de alimentos, y con suma dificultad se logra que no llenen al pa- ciente de caldos de gallina, masóménos espesos, cuyo menor defecto es que no se haga con un pedazo de ternera y dos ó tres patas de puerco; ¿pero qué suce- derá en las enfermedades en que se nota esceso de fuerzas vitales, cuando la san- gre indica una complexión robusta, cuan- do hay demasiado vigor, como en las calenturas inflamatorias, en las enferme- dades agudas, en las hemorragias acti- vas, &c. &c. ? Sin una abstinencia total las medicinas no producen efecto, y será preciso echar mano de la mas severa dieta. El mayor número de personas supone que la nutrición es nula en este DE LAS MADRES. 213 caso; pero sepan, por el contrario, que las substancias grasicntas del tejido ce- lular entran en el torrente circulatorio, y sirven á la asimilación. La grasa tiene un principio alimenticio; y para muchos animales es el de reserva cuando faltan otros. Por otra parte, cuando hablo de la abstinencia, se entiende de aquellos ali- mentos que pueden cargar el estómago; porque las tisanas sirven para la manu- tención del cuerpo. En efecto, la ce- bada, el arroz, &c. son decociones que contienen una materia nutritiva y sufi- ciente para el caso de que hablamos; porque la naturaleza anuncia por sí mis- ma la necesidad de la dieta, mostrando como signo de debilidad en la salud la disminución señalada del apetito coti- diano. ¿Y cómo es que no se ve en el conjunto de fenómenos, una indicación de la naturaleza que dicte los medios mas convenientes para precaver una en- 214 GUIA fermedad, ó á lo ménos para disminuir su gravedad? Por haber desconocido estas indicaciones, ó no haberlas consi- derado, es que se ven tantas y tan peli- grosas enfermedades, que solo hubieran sido ligeras indisposiciones, si tomando en consideración el estado de la econo- mía, se hubiera combatido desde el prin- cipio el gérmen del mal con una dieta vigorosa. Jamas se resiste impunemente la naturaleza, que es lo que por lo co- mún se hace: así se ve á muchos que lidian contraía repugnancia que sienten, y que bajo el pretesto de superar la vio- lencia de la enfermedad, repletan de alimentos el estómago, hasta no poder mas: esto es lo que hace igualmente tan terrible algunas enfermedades, que se hubieran curado ó .precavido con la dieta de pocos dias. Es muy raro que el cuer- po se enferme de repente, pues casi siempre hay síntomas precursores, y el hombre prudente que sepa apreciarlos, 215 DE LAS MADRES. tan luego que se presenten, sujetándose á una dieta conveniente, y siguiéndola hasta que desaparezcan todas las señales alarmantes, so libertará de una multitud de dolencias, de las que serán víctimas los que sigan una conducta contraria. El alimento de los febricitantes hade ser húmedo, dice Hipócrates, y reco- mienda la bebida en las enfermedades agudas. La esperiencia ha sancionado esta práctica, con lo que no se hace mas que conceder á la naturaleza lo que pide, determinando una sed continua. No quiere decir esto que deban abando- narse los enfermos á sus apetitos: ataca- dos de una sed ardiente tomarían en un instante gran cantidad de bebida, la que sin apagar el fuego que los devora, les causaría los accidentes de la ingurjita- cion. Los enfermos han de beber en corta cantidad y á menudo; porque es- tas bebidas abundantes tienen la doble ventaja de saciar la sed, refrescar, cal- 216 GUIA mar la agitación de la sangre, introdu- ciendo en la masa de ella multitud de partes acuosas, proporcionando al cuer- po partículas nutritivas ligeras, sin so- brecargar el estómago, y sin escitar las fuerzas digestivas. En esta clase deben ponerse las numerosas tisanas que se prescriben en las enfermedades, que no tienen otras virtudes que las que acabo de indicar, y que todas se asemejan bajo este aspecto; siendo las únicas á que se ha de ocurrir miéntrás la enfermedad esté en su mayor violencia. En este pais pueden variar las tisanas hasta lo infinito, y cada médico tiene la suya dife- rente, según su práctica; mas todas es- tas bebidas no contienen mas virtudes específicas que las que las da la imagi- nación de algunos individuos. Las me- jores y mas convenientes son las mas simples. Erradamente se teme sujetarse á una dieta rigorosa en las enfermeda- des agudas: al médico toca dirijir su DE LAS MADRES. 217 necesaria duración, teniendo presente que una abstinencia escesiva no es mé- nos incómoda y peligrosa que el uso de un alimento demasiado tónico. Cuando se prevee que la duración de un mal será larga, pueden permitirse ligeras disolu- ciones de gelatina ó de mucilago, como agua de goma, de pollo, de ternera, &c El menor descuido en el modo de dirigir á los convalecientes, pude causarles ac- cidentes quizá mas terribles que los que ha sufrido anteriormente; por cuya ra- zón se ha de observar con toda puntua- lidad lo que prescribe el facultativo. Con justicia se podria culpar á ciertas personas de la Habana que quieren que los enfermos estén continuamente reple- tos de caldo, pareciéndoles difícil que aquellos puedan existir dos ó tres dias á dieta. Hipócrates nunca daba alimento ántes del tercero ó cuarto dia; pero las indicaciones son según los hábitos, el clima, la estación, la edad y el tempera- TOM. II 19 218 GUIA mentó, las cuales ha de conocer el médico, consultando al padre de la medicina. Ademas de esta costumbre de llenar á los enfermos de alimento, hay otra que es casi tan peligrosa como aquella, y consiste en encerrarlos de modo que no pueden tener una ventilación libre, como lo tengo manifestado. Si se reflexiona sobre la construcción de las casas, no puede negarse que este método es de los mas nocivos. Es regla general que la porción de aire que circunda al pa- ciente ha de mantenerse en el mayor estado de pureza, renovándose con fre- cuencia, en razón á que durante la en- fermedad, aquel aire se corrompe con mucha prontitud por las emanaciones del cuerpo y del suelo, que se exalan entonces con facilidad. Nunca es bas- tante todo lo que se diga contra el mal fundado escrúpulo de muchas personas que cierran los aposentos del enfermo herméticamente, como para substraerle DE LAS MADRES. 219 enteramente al contacto del aire. Esta práctica, que es inconcebible, y cuya utilidad no es fácil percibir, no puede ménos de ser muy perniciosa, pues obli- gan á los enfermos á que respiren un aire mal sano, cargado de partículas hetero- géneas, y cuya acción en la economía es esencialmente debilitante. Por otra par- te, debiendo reinar el mayor aseo en todo lo que rodea al enfermo, este modo de impedir la renovación del aire, man- tiene la inmundicia, y lo hace, por de- cirlo así, corromper en una atmósfera sumamente dañosa. Contribuye igual- mente á aumentar el mal olor y á quitar el aire respirable, la costumbre de dejar velas encendidas en el aposento. El ácido carbónico esparciéndose por el aire, puede originar resultados funestos, y lo mejor es poner la vela en otra pieza inmediata. En cuanto al aseo, las ventajas que se sacan de él son tan grandes, que 220 GUIA puede asegurarse que en mucha parte contribuye á la curación de las enferme- dades. Nunca será demasiado aquel: así que jamas deberán dejarse un mo- mento los escrementos ni la ropa que ha usado el enfermo, en el aposento, cuyo lugar solamente ocupará la cama. Cui- dado así, esperimenta mejoría en su mal, ayudando el aseo á la medicina. En vez de calentar en el mismo cuarto cuanto el enfermo toma, debiera impedirse el aumento de calórico; siendo no ménos reprensible el uso de los anafes llenos de candela, que ha originado repentinos dolores de cabeza, y que he mandado sacar del aposento. Pero una precaución que debe unirse á la del aseo por su importancia, es la de colocar al enfermo en una cama que lo resguarde de la humedad. Los catres, en las casas bajas, están muy próximos al suelo, y por consiguiente á recibir esta influencia peligrosa. Así que es de DE LAS MADRES. 221 suma necesidad ponerles tarimas de bajo de las tijeras, y donde deban ponerse los pies colocar alfombras ó cualquiera otra cubierta. Punto es este que no debiera olvi- darse ; pues que tales precauciones son importantísimas, y por sí solas bastantes á curar el enfermo; pero se cree que es tan difícil mantener la salud, que todos estos medios son insuficientes, y que solo la botica puede proporcionar aun en las mas ligeras enfermedades; y aun supo- nen, ademas, que para precaverlas se necesita de ella, y para satisfacer su imaginación se han inventado un sin nú- mero de medicamentos. Otros, por la inversa, se contentan con precauciones higiénicas, llevándolas tan al cabo, que no puede ménos de ser dañosas. Ridicu- las precauciones se oponen á las mas simples variaciones é influencias de la atmósfera; cuyos escesos no son ménos malos como un olvido moderado de las 222 guia reglas higiénicas: porque de ordinario aquellos carecen de fundamento racio- nal, adoptados sin discernimiento, y se- gún ciertas ideas que la sana fisiología repugna por tan estravagantes como absurdas. Conozco muchas personas á quienes la naturaleza ha dado una robus- ta constitución, pero que siempre están temiendo alteraciones en su salud, y to- man precauciones contra una muche- dumbre de males que solo existen en su imaginación, y á fuerza de precauciones dan al traste con aquella. Si es evidente que la observación de una higiene juicio- sa sea, estando sano, el mas seguro medio de conservar la salud, y adquirirla pronto cuando se pierde, por la maligna influen- cia de alguna can- a, no lo es ménos que es preciso guiarse en la elección por un buen juicio é ideas exactas en este gé- nero, y que el esceso mismo de las pre- cauciones es peligroso cuando no se toma á tiempo, trocándose esta fuente de DE LAS MADRES. 223 salud en un manantial de enfermedades. Todos habrán observado en la Habana que cuando acaecen las variaciones at- mosféricas, los qué se guardan y se pre- caven mas, son los primeros que esperi- mentan las fluxiones. Bueno es tomar precauciones, pero con discernimiento y tino, no debiendo estas estenderse hasta tomar medicamen- tos de seguridad, que son armas terribles en las manos de aquellos que tienen la audacia de manejarlos sin conocerlos. No sé por qué fatalidad la parte mas difícil del arte de curar; la que exije mas tacto, sagacidad y prudencia, y de parte del médico la mayor esperiencia; la que decide de la vida ó de la muerte de los enfermos, se encuentra adulterada con los mas groseros y multiplicados er- rores, los mas funestos para la salud. Es verdad que de este modo la ignorancia tiene mas ocasiones de seducir á la cre- dulidad, y la presunción no ve la multi- 224 GUIA tud de escollos de que está lleno el pié- lago que surca, y se ostina en reusar la dirección del diestro piloto que se los hubiera evitado. En efecto, es cosa rara que la natu- raleza obre de una manera estraordina- ria: por lo común prepara sus fenómenos, anuncia la esplosion de sus tempestades por présagos signos, y no hace nacer la calma y el equilibrio sino progresiva- mente. Algunas personas en quienes aquella se pone en estado de revolución, desean ver el restablecimiento de la tranquili- dad lo mas pronto posible; es decir que el enfermo ánsia ser brevemente curado de sus males, y no hay cosa mas natural; pero entonces es también cuando exije algunas veces cosas impracticables, que- riendo que esté en las facultades del mé- dico hacer cesar la duración de sus do- lencias. i Qué injusticia! ¿Tiene aquel, por ventura, un poder mágico ó sobreña- DE LAS MADRES. 225 tural ? Esto seria lo mismo que preten- der pasar en un instante una niña del estado de la infancia al de la pubertad. Es cierto que pueden presentarse al- gunas ocasiones en que se haga abortar una enfermedad; es decir, que se la de- tenga en su incursión, evitándose de este modo sus terribles resultados; pero este caso no es muy común. ¿Y qué resulta de ese- deseo por obtener una curación que yo llamaría precoz? ... Que los unos agravan su estado, de resultas de su im- paciencia; que los otros no quieren abso- lutamente ningún remedio, ó lo quieren variar á cada instante; que apartan su confianza del verdadero médico, para darla á los embaucadores que les pro- meten villas y castillos, y sobre todo un restablecimiento súbito: pero el querer ejecutar una cura prontamente, es re- tardarla y i feliz si no la hace impracti- cable ! Otras personas, como ya he dicho, afectan contra la medicina un 226 guia escepticismo rigoroso, pretendiendo que la naturaleza sola puede curar sus acha- ques, sin intervención del médico. Esto suele suceder efectivamente en leves y pasageras indisposiciones, como catar- ros, dolores de cabeza, &c. &c.; empero cuando hay gravedad en el mal ¿ qué frutóse saca de aquella incredulidad? Se temporizará, la dolencia seguirá su curso con rapidez, y el médico invocado por último recurso, se verá en la preci- sión de declarar á su enfermo que la pérdida del tiempo es la causa de la pérdida de su vida. Pudiera decir otro tanto de los que no hacen mas que tomar ó hacer una parte de lo que se les rece- ta, y aunque llaman al médico á tiempo, es inútil esta diligencia, cuando por otra parte, modifican ó alteran las reglas se- gún su capricho. Esta especie de incre- dulidad puede tener también consecuen- cias muy peligrosas, porque ¿ cuántas veces el facultativo procede con las me- DE LAS MADRES. 227 jores intenciones para precaver ciertos accidentes que suelen suceder, y el en- fermo ignorante hace lo contrario de lo que le manda; cometiendo la injusticia de atribuir la culpa al facultativo ? Ver- dad es que en este último caso los enfer- mos se ven frecuentemente rodeados de consejeros que con la pretendida inten- ción de hacerles bien, no parece sino que se conjuran en su ruina. ¡Cuántos enfermos han sido víctimas de estos pia- dosos comedimientos, tan funestos en realidad para los enfermos! Si el médi- co le ordena la dieta, al punto gritan que se muere de necesidad, y que aquel es un déspota de quien es preciso subs- traerse, y con estas y otras ideas llenan al enfermo de alimentos que son un ver- dadero tósigo para su vida. ¡ Cuántas víctimas, repito, no ha sacrificado en la Habana la práctica de alimentar intem- pestivamente á los enfermos ! Si se man- da una bebida al presentarse cualquiera 228 GUIA enfermedad aguda, y saben por casuali- dad de qué se compone, claman contra ella, y puede contarse por una fortuna si al censurar al facultativo de ignorante, no le suponen gratuitamente la intención de querer prolongar la enfermedad. Se quiere que administre remedios aun- que contraindicados, y en vano procura- rá convencer que no tiene otra guia que las máximas de Hipócrates. Se le de- clara inútil y se prefiere la elección de algún embaucador que á lo ménos recete mucho. ¡Tal es la suerte de nuestra pro- fesión ! ¡ La ingenuidad es reputada por astucia, y el charlatanismo por inteli- gencia y franqueza! Aun no lo he dicho todo. Propón- gase una sangría, y allí es ver entonces reunido el conciliábulo y observar que el enfermo nunca se ha sangrado, y no temiendo preguntar si es tan grave el mal que sea absolutamente necesaria. Con- vengo en que en los dos anteriores siglos DE LAS MADRES. 229 se ha abusado en demasía de este medio curativo; mas no por esto se ha de caer en el estremo contrario. La especie de proscripción con que en el dia se afecta condenar este remedio, es un error tan reprensible y ridículo como era la boga estraordinaria en que anduvo anterior- mente. No sucede lo mismo en la actualidad con los purgantes, que en vez de sufrir la misma suerte que la sangría, parece que se han introducido en el vulgo y en- tre los médicos adocenados, siempre dispuestos á sacar su provecho de las flaquezas del momento. Por ellos dijo Richerand que semejante raza de hom- bres, lo mismo que la de los hipócritas, es inestinguible. ¿Los comerciantes no especulan ya con estos remedios, y los esparcen por la sociedad para sacar mejor fruto de su culpable grangería? Mas no digamos comerciantes, sino los TOM. II 20 230 GUIA que abusan de tal título, como se hace con el nombre de médico; para quienes no es la medicina sino un arte inútil é impotente, cuya ciencia toda se encierra en una botella de purgante, con la que sorprende al desgraciado enfermo que desea sanar. Pero apénas este se con- vence de su error, llama al facultativo y le manifiesta el abuso que ha hecho de su credulidad. Entonces es cuando mal- dicen á estos entes cuyo escepticismo no se estiende sino á ellos mismos. Sin embargo de estos ejemplos que á cada paso se presentan, es tal la fuerza de la costumbre, que ciertos enfermos, á pesar de los prudentes consejos de un médico ilustrado, toman sin necesidad purgas que casi siempre producen males que quieren evitar. Pero el espíritu del hombre es tal, que gusta de lo que viene de léjos, y prefiere poner su cuerpo en manos de personas, que sin tener la me- nor idea de la organización y de las fun- 231 DE LAS MADRES. ciones admirables de una máquina tan complicada como la del cuerpo humano, pretende arreglarlo cuando está des- compuesto ; lo cual en todos tiempos ha sido causa de la muerte de muchos indi- viduos. ¿Cómo concebir que pueda res- tablecerse el movimiento de una máqui- na, sin conocer las partes de que se com- pone? Para la composición de un relox se cuida de buscar los mejores relojeros, jy el cuerpo humano se confía al primero que llega! Apesar de las dificultades que en- cierra la ciencia médica, todo el mundo se cree facultativo. Unos toman el pulso á los enfermos conocidos suyos: otros examinan la orina: estos remedan las re- cetas del verdadero médico: aquellos siguen los mas absurdos raciocinios: cada uno, en fin, da su consejo, cita su caso, y hace alarde de su ciencia, como si la medicina fuera un arte de inspi- ración. 232 GUIA Lugar es este muy á propósito para referir un anécdota citada por Lorenzo Joubert. Cuenta en efecto, que el duque de Ferrara Alfonso de Este preguntó un dia en plática familiar, de cuál oficio habia mas gente. Gouelle, famoso ju- glar, dijo que de la medicina, y apostó contra el Duque que si se lo negaba, se lo baria ver dentro de veinte y cuatro horas. Al siguiente dia salió Gouelle de su casa con un pañuelo atado á la ca- beza, otro por debajo de la barba, su sombrero calado, y la capa alzada por la espalda. En tal disposición iba á pa- lacio por la calle de los Angeles, cuando lo encuentra un amigo y le pregunta ¿qué tiene? á lo que responde: un dolor de muelas desesperado. Ay amigo! le replicó el otro; para eso sé yo el mejor remedio conocido; y se lo dijo, escri- biendo Gouelle su nombre, fingiendo es- cribir la receta. A poco andar encon- tró dos ó tres juntos, que le hiciéron la DE LAS MADRES. 233 misma pregunta, dándole cada uno su remedio diferente; y el juglar apuntó el nombre de todos ellos. Siguiendo así su camino por toda la calle, no encontró uno que no le recetara algún específico distinto á los demas, recomendándoselo como seguro é infalible. Habiendo lle- gado al patio del palacio, lo rodeó una multitud de gente, que al saber su do- lencia le menudeáron sendas recetas, que cada uno decia era la mas eficaz. Dióles gracias á todos, y después de es- cribir sus nombres entró en la alcoba del Duque, quien desde lejos le gritó: ¡ Qué tienes, Gouelle ? y este respondió muy aflijido, el mas desesperado dolor de muelas que he tenido jamas: ¿sabe V. E. algún remedio? Sé uno, repuso el Duque, que te lo quitará al instante aunque la muela esté picada, y Meser Antonio Musa Brassavolo, mi médico, nunca ha recetado otra cosa mejor: haz esto y 234 GUIA esto, y eso otro. De repente el juglar arroja sus pañuelos esclamando: • V. E. también es médico, y cuantos he encon- trado desde mi casa aquí! Lea esta lista ; doscientos hay en ella, sin haber pasado mas que por una sola calle. Yo apuesto á que hay sobre diez mil en toda la ciu- dad : búsqueme V. E. ahora tanta gente de otro oficio.* ¿ Qué médico no ha sido testigo de los accidentes de la dentición, y que no sepa que las tempestades de esta época se calman de ordinario con evacuaciones mas ó ménos abundantes? Sin embargo, hay personas que se asustan y quieren detener tan saludable flujo, cuando no es mas que el efecto de una correspon- dencia simpática entre los dientes y el canal intestinal. Todos los dias se ve que algunos por favorecer la transpira- ción, cubren á los enfermos con un peso * Joubert Rúan, 1601. 235 DE LAS MADRES. tan enorme, y cerrando herméticamente todo, de suerte que el aire que lo rodea se hace mefítico y mortal para la salud. Y aun no es solo esto: ¿ quién no ha oido esas sabias discusiones sobre los alimen- tos? Según estas, el menor de aquellos es un veneno capaz de quemar la sangre, engendrar bilis, pituita, humor negro ó atrabiliario; ignorando que toda la mal- dad de los alimentos depende de su ima- ginación; y el peligro que han recono- cido en ellos, de su gula que les impide la masticación; á que se agrega el uso de los condimentos incendiarios con que los sazonan. Este estado venenoso de- pende también del hábito de precipitar la digestión, bebiendo vinos generosos en vez de agua pura. Poco les importa el conocimiento de la composición quí- mica, para saber si tal ó cual plato les hace daño; pero debían entender que todos los alimentos tienen mas ó ménos una propiedad nutritiva. Los que deseen 236 GU1A no seguir sus gustos desordenados, y go- zar de salud, coman de todo; pero con moderación. Si están indispuestos, es- peren el apetito, y guárdense de desper- tarlo con los artificios de un pérfido cocinero. Si son de constitución delica- da, que exije cuidarse, varíese la nutri- ción y obsérvense los efectos que produce en los órganos y las funciones, usándose de aquellas que le sean provechosas. En una palabra, sígase un régimen que esté en armonía con el temperamento, las costumbres, la profesión y las diversas circunstancias en que cada cual se encuentre; y tomándose por guia la esperiencia particular de cada uno, el facultativo las sabrá respetar á su tiempo. Algunos creen que el ejercicio es ne- cesario para el trabajo de la digestión; cuando el desempeño de esta función exije reposo, porque el movimiento y el estudio la hacen dificultosa. El ejercí- 237 DE LAS MADRES. ció es bueno para escitar el apetito, por lo que debe hacerse una hora ántes de comer, y de ningún modo después que el estómago esté lleno y cargado de ali- mentos. Volvamos á las purgas. Hay perso- nas que se creen enfermas si constante- mente no tienen el vientre desembara- zado. Al efecto toman diariamente píldoras purgantes, ignorando que pro- vocar intempestivamente repetidas es- creciones, es quitar al cuerpo substancias reservadas para la nutrición. ¿Y qué dirémos de aquellos remedios que se to- man para precaver enfermedades? Véase lo que dice sobre esto Richerand : " Hay personas que al variar cada esta- ción se administran una purga, con el designio de prevenir algún mal; verifi- cándolo, tal vez, cuando son mejores las digestiones; cuando ni la pérdida del apetito, ni la amargura de la boca, ni el estado de la lengua ofrecen la mas mí- 238 GUIA nima indicación, provocando de este modo una revolución momentánea en la acción del tubo intestinal, que produce evacuaciones de una grande abundancia de materias, particularmente de flegmas. Felicítanse por haber espelido esta co- piosa cantidad de fluidos que se juzgan heterogéneos; y el descarado embauca- dor que bajo el nombre de polvos contra flegmas ha vendido á caro precio paque- tes de una substancia purgante, se aplau- de de la credulidad." En vano se quer- ría persuadir al pueblo de la exactitud de estas ideas; y aunque son de uno de los profesores mas sabios, no tienen la influencia de los artificios del charlatanis- mo, que suelen lisonjear mas. ¿ Qué dirémos de los drásticos que se han in- troducido en la Habana? No se oye por todas partes sino decir que son admira- bles, y que ninguna enfermedad puede resistirles, y ¡ feliz el enfermo sobrada- mente confiado, cuando purgas de esta DE LAS MADRES. 239 naturaleza, administradas con frecuencia, no acaban por ulcerarle el tubo digestivo, produciendo supuraciones y consuncio- nes mortales ! ¡ Cuántos he visto yo que han sido víctimas de esos entes que sin pudor hacen grangería de semejantes purgas, sin otro fin que el de estafar á los nimiamente crédulos, burlando al mismo tiempo la vigilancia del Protome- dicato ! Solo en el caso que la digestión sea mala, ó que se resista la costipacion al uso de los alimentos vegetales, se podrá administrar oportunamente la purga; pe- ro siempre con la dirección de un facul- tativo, pues que al público, desconocien- do estos casos, le es mejor ser dirigido por los que se ocupan continuamente en este estudio. He notado también que en la Haba- na se exijen al médico esplicaciones, que es necesario darlas, de cosas que ni aun el mismo profesor entiende, y que tal 240 GUIA vez son inesplicables, pero que si no las diese se le tendria por un ignorante ó adocenado. Otras veces, cuando por precaución debe callarse delante del enfermo, con repetidísimas preguntas se le obliga á que hable; y según el grado de paciencia que manifiesta, se le tiene por mas ó ménos meritorio. No bien sale de los asistentes, entra con el en- fermo, el cual quiere persuadirle que la calentura no depende sino de sangre caliente, quemada, encendida, ó de que su estómago está cargado de bilis de mala calidad, &c. &c.; pero ha de tener sumo cuidado el facultativo de decir que padecen los órganos de la respiración, si acaso la pacienta tiene algún reuma. ¿ Y qué resulta de todo esto ? .... Que citando cada cual los casos en que ha visto que se han curado otras, apénas el médico ha conocido la enfermedad, ya la enferma receta las medicinas, y los co- medidos asistentes permiten muchas ve- DE LAS MADRES. 241 ces se cometan errores de los que son víctimas los enfermos. Al reflexionar sobre estos abusos, se compadece uno de la suerte de la huma- nidad, y no se puede decir al pueblo cosa mas á propósito que aquel vulgar epi- táfio: " Aquí yace Valdemor Que estando bueno Quiso estar mejor." La facilidad conque la gente se deja engañar, hace que se adopten las cosas mas absurdas, y que se desprecien los útiles y saludables descubrimientos. Hay todavía muchos incrédulos que no aprue- ban la vacuna, y son tan obstinados que no se rinden al evidente resultado de esperiencias repetidas en todo el globo. Así se ve que si muere un niño después de estar inoculado, se culpa á la inocu- TOM. II 21 242 GUIA lacion; y en vano se pretende desenga- ñarlos, porque están ya decididos por sus ideas. Tales son las reflexiones que he teni- do que hacer á las habaneras, terminan- do con estas otras que les recomiendo. El conocimiento exacto de las enferme- dades, y el justo aprecio de las doctrinas patológicas, son materias de suma difi- cultad é importancia, al paso que igno- radas de todo punto por los que se han dedicado profundamente al arte de Es- culapio, y que no pueden hacerse fa- miliares sino después del mas asiduo estudio sobre el organismo animal, guia- do siempre por la observación constante de esperiencias repetidas. Los errores del conocimiento de las enfermedades, no son sin duda indiferentes, puesto que conducen de hecho á una mala curación, que es el peor de todos los errores, ata- cando directamente á la vida. Si es in- cuestionable que el mejor práctico in- DE LAS MADRES. 243 curre en graves faltas, con mas razón debemos temer al decidir ligeramente sobre una materia que requiere tanta sagacidad, circunspección y una larga costumbre de ver y de observar. Después de estos consejos dados con el interes verdadero que ha hecho nacer en mí la buena acogida que he tenido en este pais, y las virtudes interesantes de las criollas, terminaré con el medio de acudir de pronto á desenvenenar, de cualquiera reino que sea la substancia que ha causado los accidentes. Los pes- cados ciguatos y las almejas, como se observa con frecuencia en este pais. pueden envenenar, ocasionando violen- tos dolores de cabeza, náuseas, man- chas coloradas en la piel, un prurito insoportable, dificultad de respirar, &c. El primer remedio en estos casos debe ser el aceite de almendras por vasos, y siempre en cantidad suficiente á causar el vómito. Luego que se haya arrojado 244 GUIA todo lo que contenia el estómago se usa- rá de labativas purgantes de agua del mar, &c. Después de estos remedios se dará agua azucarada, ó bien una ligera infusión de hojas de naranjo con jarave : si persistiesen los dolores, se aplicarán ventosas en el vientre, y cataplasmas con labativas emolientes. Cualquiera que sea la naturaleza del veneno es muy útil escitar de pronto el vómito, siempre con el aceite, y añadir las labativas purgantes. Debe tenerse la precaución de guardar la substancia arrojada hasta que llegue el facultativo. En caso de que no fuese fácil el vómito, se irritará con las barbas de una pluma la garganta. El mismo método está indi- cado en los empachos, tan frecuentes en el pais. Desde que ejerzo mi profesión en esta ciudad, he usado de él con los mejores resultados. Ademas de los venenos, puede alte- rarse la salud con aquellos comestibles DE LAS MADRES. 245 de diario uso en las casas, y no es fuera de propósito dar á conocer el peligro que pueden causar. No se puede confiar demasiado de la Pescadería: suelen co- meterse fraudes en el modo de conservar el pescado fresco, con echarles agua á cada rato y pintarles las bocas con bija. Tampoco me estenderé sobre el estado del Matadero y Carnicerías; porque na- die lo ignora: solo diré á las madres de familia no permitan en sus mesas carne que tenga el menor olor, y que las aves siempre se lleven vivas á sus casas. Es inútil hacer observaciones sobre los vasos de cobre, que casi no se usan en este pais: no diré lo mismo del fraude que se puede cometer con el vino y el pan. Suele echársele alumbre al primero para conservarlo y darle mas cuerpo, usándose de varias sales para darle color, lo que causa cólicos y otras enfermedades mas graves. En cuanto á los panaderos, usan también del alumbre para blanquear el 246 GUIA pan y darle mas peso. Hay otros modos iguales á este que debe vigilar la buena policía; pero gracias al estado de rique- za del pais, que hasta ahora no ha pre- sentado algún caso. Lo mismo diré de la leche: los fraudes son infinitos, como en los vinos. Estos no son mas que avisos para despertar la vigilancia de la poli- cía; y por último manifestaré que por un abuso dependiente de la bondad de los ha- bitantes, se ven las tintorerías en lugares populosos: las emanaciones que pueden producir son nocivas á la salud, y por eso en Europa se alejan á parajes soli- tarios. Concluiré aquí mis consejos: no me queda mas que pedir la indulgencia de mis lectores, advirtiéndoles que no han sido mis intenciones ganar concepto por la brillantez de rasgos que no se encuen- tran en mi memoria. He querido, sí, de- cir la verdad, y para esto guiado algunas veces por un movimiento de benevolen- DE LAS MADRES. 247 cia y gratitud. He usado de sencillez, persuadido que mis intenciones serian conocidas, contribuyendo á que desapa- recieran males que con tanta frecuencia se esperimentan; y á que disfrutara el sexo amable de una vida ménos acarrea- da de unas enfermedades cuyas causas he examinado, lo mismo que el modo de precaverlas. También he querido des- pertar el cuidado de las madres sobre la educación de sus hijas, con el fin de que nada les faltara. ¡ Feliz si algún dia mis trabajos pueden ser de alguna utilidad al sexo habanero! ¡ Y mas feliz cuando pueda decir que he contribuido á su pre- ciosa conservación! Esta será la mayor recompensa de mis desvelos, empleados siempre en su obsequio, ya no solo por razón de la gratitud, sino como un deber de mi profesión. FIN. INDICE LO CONTENIDO EN EL TOMO II. PAG. Examen Higiénico ..... 5 Del aire . . . . . .15 Del agua . . . . . .31 Higiene de las casas, en su construcción y en su interior . . . .53 Del tocador ...... 63 Vestidos id. Depilatorios ...... 83 Baños calientes ..... 93 Baño tibio al nivel del calor de la sangre . 94 Baños fríos ...... 95 Baño templado y caliente ... 98 Baños del mar ..... 101 De las aguas minerales en general, y de las que se encuentran al rededor de la Habana en particular . . . .102 De las propiedades de las aguas minera- les en general . . . . .108 Propiedades de las aguas minerales en particular . . . . .112 Aguas minerales tónicas . . . 113 Aguas minerales tónicas y escitantes . 115 INDICE PAG. Aguas minerales purgantes y escitantes . 116 Aguas minerales acídulas y escitantes . 118 Aguas escitantes hidro-sulfurosas . .120 De las aguas minerales artificiales . . 125 Aguas minerales del pais . . .127 Observaciones . . . . .134 Baños de Madruga . . . .136 De la Paila . . . . . .137 Baños y Manantiales de Guanabacoa . 149 Pozo de Cantarrana . . . .161 De los alimentos . . . . .163 Alimentos temperantes . . . .164 Alimentos relajantes y poco nutritivos . 166 Substancias tónicas medianamente repa- radoras . . . . . .169 Substancias tónicas muy reparadoras . 170 Reflexiones dirigidas á las Habaneras 199