w |T>l33m 1837 ■■-li:VV;-Vv:-;. , lfe-^He...¿e;e.. w. PADILLA *' mSodo de precaver«conocer, y curar u colera morbus Vi Jtf ¿fc'¿Sdft. * «¿fe* -■ **W ^■*' >v~ j *.- •«*& ■ss. :'v^-ve-m 'í-M; ¿***^ MÉTODO ¿e* ^ DE <& ^ PRECAVER, CONOCER, Y CURAR LA CÓLERA MÓRBUS, ESCRITO POR EL DOCTOR é Impreso de orden del Supremo ^Gótfierm del Estado* GUATEMA1L& Marzo 28 be 1837. Imprenta Dos libras de cloruro,de cal seco.. Échese-este♦ en un poco de agua que sea capaz, de convertir al. cloruro ea una especie de atole, nieneundulo con un palo;, y heoho, esto mézclese con el agua conte-- líida en la tinaja, y consérvese para el uso. Con este cloruro pueden llenarse, las vasijuá que.se 3 quieran,, y conservarlo, dentro de las; piezas de la manera dicha, y aun regarlas coa él,, pero> coa moderación. La fumigación Guytoniana es tambiea conveniente para la> desinfección del aire,, y consiste ea •------Tomar-------De acida sulfúrica----4 partes „ Sal común-----------5 id. Oxido, de manganesa.----1, id. La sal y la manganesa se reducen de antemano* a polva fiino;. se echa en una vasija, y se, pone ó no, al fuego,, agregando después el ácido- sulfúrico.—Si se pone-al fuego, esta mezcla,, la fumigación es mas. pronta. Al hacerse se deberá, tener la preeaueion de sacar de los lugares donde se verifica, todas- las. piezas metálicas., Los que no. tengan facilidad de ejecutar ninguno de estos medios, de desinfección, pueden conseguirla limpian- do, frecuentemente sus habitaciones de la manera dicha, y Tomar.---------De sal comua-----------r parte- De caparrosa ó azufre?-----2, id. Se reducen a polvo y se les echa encima un pozuelo- de agua, poniéndolas al fuego en un trasto dentro de las. habitaciones,, hasta que se consuman, teniendo cuidada- tanto ea esta como en la anterior fumigación,, de: no,res* pirar los vapores que salgan de ella., § 2.° Vestidos, camas, cobertores &.. &.=Es menester vestirse interiormente de lana para hacerse menos sensible á los cambios atmosféricos; y si. esto- no es posible,, po- dran. Los pobres ponerse al menos, una. faja, ancha de ba- yeta ú otro cualquiera jénero de lana que cubra todo el vientre por debajo la camisa.=Los soldados polacos que se pusieron, estas fajas se preservaron de la. colera, según dice el. Dr.Hriere de Boismont.—No- debe uno.descubrirse; la cabeza ni el cuerpo repentinamente, porque esto es»- l)one á.supresiones rápidas del.sudor, que son siempre pex¿~ viciosas.—Los vestidos de lana son los mas convenientes,' pero deben renovarse con frecuencia, porque detienen la transpiración y forman á la larga una atmósfera corrom- ¡>ida entre elíos y el cuerpo, y conservan los miasmas que los impregnan . Las camas deben colocarse en luga- res sacos bien aereados, y procurar en cuanto sea po- sible no colocar muchas en una misma pieza, ni acercar- las unas á otras . Los cobertores de lana ó algodón son los mas convenientes para preservar el cuerpo de la im- presión del frió duranle el sueno. El calzado debe abrigar bien el pié para preservarlo de la humedad que es la causa mas frecuente de la diar- rea . Deberá usarse media de lana, y aun poner una bayeta en la plantilla del zapito. Es conveniente tomar baños templados en todas las estaciones, y limpiarse bien el cuerpo para promover el sudor, cuyo libre ejercicio es tan conveniente en las en- fermedades de los órganos que tienen estrechas simpatías Con la piel, como la que nos amenaza. Las fricciones secas con una bayeta ó cepillo son con- venientes para el mismo efecto y en especial para las personas que rehusan el baño. Conviene enjuagarse con frecuencia con agua pura ó mezclada con un poco de vinagre ó sal común. Mr. Legripp trae una receta que él llama mixtura 'profiláctica cloro alcanforada para preservarse de la cólera mórbiis, y se compone del modo siguiente; Tómese—----Cloruro de sosa---------------ocho onzas. Alcohol á 36 grados------------tres libras. Id. alcanforado----------------Cuatro onzas. Alcolalo de limón compuesto—'Ocho onzas. Aceyte de Caleput-------------una onza. Mézclese, menéese muchas veces, y luego fíltrese todo. Este alcolato puede servir para lodos los usos del to- cador, ademas de su acción terapéutica y medicinal. 5 §3.° Alimentos, bebidas &.&.=E1 réjimcn en los ali- mentos séri muy moderado evitando todo abuso.—La so- briedad es muy recomendable en la ¡inminencia de la có- lera mórbus, pues las indijestiones la producen con mucha frecuencia; y el l)r. Londe ha visto morir de la epide- mia á dos oficiales pólaxios por hartones. Se debe bacer uso de las carnes frescas, y en parti- cular de la de los animales domésticos, como ternera, car- nero, gallina, pichones, pollos &., pero de ninguna ma- nera de la carne salada, de animales silvestres ó de caza. El pescado fresco y especialmente las mojarras; pero me- nos las pepescas, por ser indijestas. La carne de puerco es muy dafosa, así como las ostras, camarones &. Al ujo de las carnes mencionadas puede asociarse el de las pa- pas, camotes, yucas, güisquiles, ayotes &., y en particular el arroz, fideos, frijoles, maiz, yuquilla &. Los condimentos en jcneral son malos porque irritan el estómago, y no tienen otro objeto que alhagar el ape- tito y simular la necesidad del hambre. Y así deberán desterrarse de las cocinas las especias, como son: pimienta, chile, clavos, mostaza, canela &. — Los alimentos indijes- tos, que el lujo ha introducido viciosamente en las socie- dades, son los que únicamente necesitan condimento; a los sencillos y dijcribles no les hace falta; y de estos son de los que por ahora, y ojalá por siempre, debiéramos usar. Los huevos frescos y libios son de fácil dijestion, y convienen bien á los estómagos débiles y delicados: sin embargo hay personas a quienes no les han sentado bien, y estas dehen abstenerse de ellos. Las frutas, en jeneral, son dañosas, particularmeute si no están bien maduras. Las acidas son las meaos daño- sas, usadas con moderación.—Las salsas, ensaladas &., de- hen proscribirse. Los caldos de ternera, y gallina convienen, pero sin los condimentos aromáticos que forman los pucheros. El vino bueno bebido con discreccicn es saludable; pero no deben tomarlo los que no estén acostumbrados, jr 6 cuando ya este agrio 5 empieze a torcerse. La cerLeri agria es muy dañosa; lo es también, y aun mas el aguara- diente puro . La chicha, el pulque, y toda clase de li- cores fermentados; y los que aconsejan que se tome al- gún poco de aguardiente por la mañana, particularmente a los que no están acostumbrados, no conocen que estas sustancias irritan poco ó mucho el estómago, según el há- Lito y constitución del individuo, y lo predispone á con- traher la enfermedad. La leche pura, cocida, ó gulzada conviene a casi toda ■clasede individuos, yes alimento nutritivo, sano y agradable; sin embargo, aquellos a quienes no les ha sentado bien, no deben usarla. El agua, y su uso requiere una atención particular: tío debe tomarse fria cuando el cuerpo esté en sudor, sino hasta que este se haya disipado, lo mismo se hará con cualquiera otro líquido. Las resultas de este abuso son tanto mas funestas, cuanto mas fria es la bebida, te- niéndose mas calor. Solo se deberá emplear agua clara y con preferencia la de rio, 6 de fuente; y será bueno mezclarla con unas gotas de vinagre ó aguardiente, cuando se trate de bebería pura: (dos cucharadas de aguardiente y una de vinagre para dos cuartillos de agua); sobre todo, si la estación es caliente y hay necesidad de dedicarse á al- gún trabajo corporal que, excitando la transpiración, pro- voque la sed, y obligue por consiguiente á beber con fre- cuencia*, pero siempre sera bueno tomar poco á la vez. Orden de las comidas.----Deben hacerse á tomar tres comidas al dia, y mediará entre una y otra por lo me- nos cinco ó seis horas; teniendo presente que no solo de- beu usarse alimentos de fácil dijestion, sino en corta can- tidad para no sobrecargar el estomago, ni dejar en él nin- gún residuo perjudicial. Es menester tomar absolutamente lo necesario. Por lo que hace a ia cena, soy de opinión que se omita por ahora, ó que se haga temprano; pues se ha notado que la cólera mórbtts ataca con mas frecuencia durante la noche. § 4-° I^° que dele evacuarse y retirarse del cuerpo.—> Es necesario favorecer la transpiración con los vestidos, y las precauciones indicadas en el § 2.°, y no detener ni un. momento en el cuerpo las materias que deben arrojarse. Las que se detengan, particularmente las estercolares, deben evacuarse por medio de lavativas de agua tibia. En cuanto a las excreciones urinarias bastará tomar un va-sito de or- chata, ó agua endulzada con ocho ó diez golas de nitro dulce; pero bastan en jeneral las bebidas abundantes, de •la manera indicada en el § anterior.=Es conveniente no dejar detenidos en los vasos destinados al efecto, la orina y cscrementos, y cuidar mucho de los vertederos, frega- deros, letrinas &., rodándolas á lo menos una" vez al dia con el agua clorurada, ó con agua clara. El estiércol, los escrementos» v los despojos de ani- males, verduras &., nunca conviene que se acumulen, sino al contrario, es necesario alejarlos con la mayor frecuen- cia y a la, mayor distancia posible. -, Será muy bueno deshacerse de los animales domés- ticos inútiles, y abstenerse de criar cerdos, conejos, ga- llinas, pavos, palos &., en sitios reducidos, ó en patios poco espaciosos y ventilados. § 5." Movimiento y reposo, sueno y vigilia.=l¿\ ejer- cicio moderado es conveniente: el exesivo -es pernicioso y aniquila las fuerzas. Debe hacerse al aire libre; pero de ninguna manera cuando este tenga las calidades indicadas en el § i.°, es decir, cuando esté húmedo, ó la atmósfera sucia ó nublada. El ejercicio debe ser variado, y no «ejer- citar con particularidad unos mismos órganos. -El ■••reposo debe ser proporcionado al trabajo, y ni uno ni otro debe ser exesivo. El sueño no debe pasar de seis á ocho horas; los niños, las mujeres nerviosas, y los hombres de letras, de- ben consagrarle mas tiempo, particularmente después de la comida o de algún ejercicio que lo reclame; pero siempre con una prudente moderación, especialmente en los cli- mas v estaciones calientes. Las condiciones necesarias para 2 entregarse at sueTíc- se han descrito en el § 2*°* La vigilia exesiva es perjudicial, mayormente si eli individuo, durante ella, se entrega, á trabajos ó medita- ciones* fuertes.» Es conveniente no. pasar Ja noche en las* tertulias, cafées, villares, tabernas &., particularmente cuan- do las noches son, frias y húmedas. § 6.° Jjeacioness del alma, Junciones intelectuales.— La, observancia, de las. reglas que darnos, en este párrafo, no es menos, importanie»=La primara es conservar la tran- quilidad y no teñen miedo á la cólera mórbus» Elpoco riesgo, que se corre de ser atacado de ella debe-calmar los ánimos. Nadie de.be inquietarse,, y únicamente con- viene pensar, en la epidemia con el: fin de adoptar todas, las medidas útiles.para precaverse de ella; y. siendo la tran- quilidad, debalma uno de los mayores preserva ti vos,, debe ráj evitarse ah mismo tiempo todo lo que. pueda, excitar, cola- ciones fuertes, como> ta cólera» el miedo, los placeres de- masiado vives, &. El, valor, es. indispensable para, todo,>y en. particular para ver con desprecio la- enfermedad; pues- con ella sucede lo mismo que en el, campo de batalla, en,donde la muerte respeta ajos valientes. La ansiedad y el disgusto que produce chtemor, cansa á Ios-individuos*, los. debilita y., los-predispone a, padecer, la. cólera mórbus. J¿& necesario creer que cada, uno de los que estamos sa.- nos, no la experimentaremos,, mayoríuenle si reflexionarnos que en todos, los. lugares donde ha aparecido, se han, descu* hierto ya los méto,dos*mas adecuados.paracombatirla,' debidos^ a 2,0 ajaos de estudio, trabajos*.continuos* y.éxpcrimeatosjire- petiáes;. pues* desde que se manifestó la «cólera el. 19 de Agosto de i&iy, en la Ciudad de, Jessora, situada.en, el Delta del Ganges, á 3o leguas de N. E. de Calcutta* no ha dejado de trahajarse continuaiíiente sobre esta--«n£erraedad;; de suerte que su triste * itinerario no ha sido solamente una serie de padecimientos^ sino, un conjunto de. tareas para <*onibati ría, acertadamente. Las, distracciones, i nocentes, les paseos en tiempo de ^RcaQQ,^ y, las, conversaciones, agradables,, sin entrometerse- ^a que el objeto He ellas sea la marcha, ni la mortandaá ambos se fatigan de un trabajo •esiremado. Todavía podemos dar un consejo a los que puedan tomarlo, y es el que daba el célebre Franklin en estos casos: »aiefarse muy pronto, ir muy lejos, y ausentarse ■pormucho ¡tiempo."; Consejo egoista, 10 El Di-. Gauthier de Lyon (*) ciee que esto seria urt medio eficaz de evitar el que se manifieste la epidemia, o de que vuelva á presentarse en los paises donde ha reinado, como se observó en Astracán y en las fronteras del Egipto, en el invierno de i823, y en las de Siberia en el de i826. Estoy seguro de que los que se sujeten á las reglas higiénicas prescritas, pueden libertarse de la epidemia que nos asedia; y que, al contrario, los que continúen en un método de vida desarreglado, seguramenre serán las víc- timas, pues se ha observado que la cólera mórbus secuestra de las sociedades á los individuos viciosos, con preferen- cia a los sobrios y templados- Cu NOCIMIENTO DE LA COLERA MÓRBUS. Sus causas='Ex\sien en la infracción de las reglas de la higiene ya dichas, y de las cuales haremos una reca- pitulación.----La causa primera y esencial de estaca-' fermedaá es desconocida en el estado actual de la epi- demia y de nuestros conocimientos. Sin embargo, las pre- disponentes y. ocasionales son: las variaciones atmosféricas, ía humedad del aire, su ..¡estado de calor ó frialdad, la supresión'de la transpiración; la miseria, el desaseo; las poblaciones aglomeradas, la están .. i en lugares bajos y húmedos, la íalta de ventilación; los exesos en U comida y bebida; el abuso de licores alcohólicos, y bebidas tor- mentadas, los alimentos de difícil digestión; el lihcriinajc, las falsas demasiado grandes del cuerpo y del opínin, ■un estado de debilidad, pasiones tristes, y en especial el miedo.. Diagnóstico.. Carácter de la enfermedad.=La cólera mórbus epidé- (*) Rapport-sur le cholera mórbus, Lyon 1831, pug. 97. mica de la India es una afección muy aguda,-caracteri- zada por vómitos frecuentes y evacuaciones violentas; ca- lambres, movimientos convulsivos; dolores abdominales, res- friamiento del cuerpo, disminuyéndose la acción del cora- zón y de las arterias, y concentración de la sangre á los órganos interiores. Influencia epidémica, y modo de invasión de la cólera mórbus*. Una gran mayoría de las poblaciones siente, aunque en diferentes grados, cuando ya se ' acerca la colera mórbus, cansancio en todos los miembros,, insonnio (1), pesadez de raheza; atolondramiento de espíritu; inapetencia, estriríi- miemo y orina escasa; todo lo cual es un efecto.de la, influencia epidémica general» La cara, dice el Dr. An- nesley (2) espresa cierta ansiedad ó angustia,, aunque.. él el enfermo mismo no conoce su estado. Su inteligencia , es lenta: la piel se cubre de un sudor viscoso; su pulso, .. se halla evidentemente deprimido, aunque algunas veces. esta lleno y fuerte. El enfermo siente ademas un grado exesivo ele eslenuacion, y no se halla capaz de ,hacerv el menor ejercicio ; padece cólicos con frecuencia, que dis- -%i minuyen con la presión en el vientre y las evacuaciones, siendo sus orinas escasas. VA Dr. Conyvel, dice -.que* hay lili desunció general en ♦1 estómago y en las tripas, que precede a la invasión de la cólera mórbus. Es menester en esíe caso evitar todo lo que pueda aumentar estos sín- tomas, por Jos medios que a su vez indicaremos» . La cólera mórbus epidémica confirmada presenta mu- chos modos de invasión, y varios grados de intensidad. Algunas veces la enfermedad principia solamente por do- lores de cabe/a mas ó menos agudos, ó por calambres.en , las estremidades inferiores, que se manifiestan tambjen en los brazos y en las memos. Algunas veces, se presenta el vó-r (1) Falta de sueño>.=(2} Sketches of the most prevalent desa- seases, of India, by Annesley^ Londcn3, 182a. mito desde el principio, pero de ordinario la diarrea es la primera . Estos son los pródromos ó síntomas precursores de la enfermedad cuando su invasión no es repentina. Para facilitar el estudio de la cólera mórbus, lo dividi- remos en tres periodos distintos. l.crperiodo ó colerina. Un mal-estar general: abatimiento de las fuerzas físi- cas y morales, insonnio tenaz, angustias en la rejion del estómago; sensación de peso en esta parte, que se estiende hasta la garganta; pulso débil, pequeño, blando y mas o menos lento; nanceas, rujidos de tripas; boca seca y pe- gajosa; orinas espesas, raras y encendidas; deposiciones de .vientre muy frecuentes; diarrea . Los cursos son variados, pues se presentan amarillentos , verdosos, sanguinolentos, blancos y aun morenos, pero casi siempre mezclados con mocosidades, las mas reces solamente mucosos, Manque- emos, líquidos y parecidos a un cocimiento de arroz, un poco espeso; y salen con tanta fuerza por el intestino, co- mo si fuesen espelidos por una jeringa. Esta manera de enfermedad, llamada vulgarmente co- lerina, constituye el primer grado, esloes, el grado débil de la cólera confirmada, q>ue en circunstancias favorables se limita á estos lijeros ataques; pero que con frecuencia acomete bruscamente á los individuos con una intensidad fulminante, y entonces se presenta la cólera con dos faces las mas temibles: el periodo álgido ó de concentración, y el período estuoso (*) ó de reacción. 2.° período álgida, 6 de concentración. El período álgido, cuyo carácter principal es la cesa- ción aparente de la vida en la superficie del cuerpo, casi minea falla durante los primeros quince dias de la epidé- (*) Estuoso, de a*stus, caloroso, acongojado. i3 mia,. y aunque es vario, en su Intensidad,, siempre con-- serva los mismos caracteres,, á saber: Enfriamiento de todas, las. parles esteriores del cuerpo, especialmente de las estremidades. inferiores, bajando esta temperatura algunas veces hasta i4¡ó *5. grados.:—Cyanosis- ó coloración azul bronceada, de la piel, en una estension variable; descomposición rápida del semblante; ojos cón- cavos, hundidos sobre sí mismos,, y Rodeados-ríe un círculo- cyanico de color mas lívido que lo demás del cuerpo: una materia pulverulenta y pardusca ©ubre las pestañas y las aberturas de las narices;, lo blanco del ojp (esclerótica) pa- recido á un pergamino,, y como acardenalada, y tan adelw gazada. y trasparente, que al travez se vé Ib negro del ojo (coroides); carrillos húmedos; zumbidos de ©idos; ca- lambres, dolores en las estremidades superiores, é inferio- res (brazos y piernas) y algunas veces también en la re- gión, lumbar (las caderas},, y abdominal, (el vientre); lengua fria y de un blanco anacarado violáceo;- voz pequeña y como balbuciente; opresión grande;, síncopes ¿desmayos) momentáneos., frecuentes, y, una disminuoion. notable ew la acción.del"! corozon; la respiración difícil y lenta; el aire que los enfermos espiran (arrojan), no liene calor; debili- dad;, oarencia casi total y. atu¡ completa del pulso;, la aus- cultación (aproximación del oído al pecho) hace percibir con, dificultad los latidos del corazón, y los. movimientos- respiratorios;, la.orina; enteramente suprimida;, vómitos fra- cuentes de materia, blanquecina,, parecidos aun cocimiento- de arroz; deposiciones' de vientre repelidas, líquidas, blan- quecinas,, y mezcladas dé Huecos albuminosos. Lo.Sv enfermos mueren, con. frecuencia, si^ no> ser lé*» socorre enérjica' y oportunamente en este periodo,, que no tiene límites en su duración :. se le vé filiar algunas ve- ces durante los primeros quince dia.v de la epidemia; en los quince siguientes'falta casi siempre (f);. y en, el curso (t) Eii estos»q»iificediüs es cuando surte el mayor núrweflro dfe recetas disparatadas que corren, porque por lo regular sujetan ú los enfermos &■ una dieta nevera para a plica rselas, y, la naturaleza; ayudada por aquella, los cura.—„ Vis medicatrix naturas profusa* medicámina.non requirtt,"i==Sydenhan^ de otros quince días se manifiesta muy a menudo y con toda gravedad. Cuando sobreviene la muerte en el periodo álgido es muy común ver que se contienen los vómitos y la'diar- rea; y los enfermos aseguran que se hallan mejores, cuan- do están mas cercanos á la muerte. 3.er periodo, estuoso ó de reacción. Én cierto número de enfermos disminuyen los síntomas, V la piel comienza á recalentarse, y se pone haütuosa (co- mo la humedad del aliento); la circulación se reanima, y el pulso ya sensible se hace frecuente, y se ve principiar el periodo de reacción. La transición del periodo álgido al estuoso no siem- pre es regular ni bien marcada; pues muy a menudo ha sido menester combatir corno tránsito de uno á oiro, lo que no eran sino alternativas reiteradas de frió y de calor, que se suceden regularmente unas á otras. Hay algunas partes, como las que están cerca de los centros, que se recalientan, al paso que otras quedan frias, como Jos pies, las manos, las orcias y la nariz; entonces el enfermo siente en ellas un hormigueo ó una especie de adormecimiento incómodo. El periodo estuoso, lo mismo que el álgido, no duran de una manera fija, y algunas veces se le ha visto termi- nar en la muerte al cabo de pocas horas, y otras se ha prolongado hasia tres días; y entonces el resultado es va- riable. Finalmente se ha vi^lo con frecuencia empezar la enfermedad de la cólera mórbus sin que apareciese el periodo álgido. No se ha podido encontrar ninguna correlación ni dependencia entre el periodo álgido y el estuoso; y" se ha observado, que el primero no solo no llama inevitablemente al segundo, pero que ni el segundo supone que exista ya el primero; pues que se ha visto recíprocamente uno sin otro, y no hay tampoco entre ellos ninguna relación, ni en la intensidad ni en la duración; y lo que es mas, el perio-: do de reacción se manifiesta especialmente completo, sos- tenido y regular en los casos en que el periodo de con- centración es corto y débil El periodo estuoso marcha bajo muchas formas: en ciertos casos se eitablece por grados y es moderado. El pulso adquiere sucesivamente fuerza y conserva su regula- ridad, llegando á ochenta ó noventa pulsaciones por mi- nuto. Las facciones vuelven á su estado natural; sobre- viene una humedad suave, y después un sudor fuerte y vaporoso. A las 24 ó 48 horas no es raro ver diferentes erupciones junto con sudures abundantes y entrar los en- fermos en convalecencia. Otras veces es irregular la reacción y se ven síntomas atáxicos; y entonces el frió alterna con el calor: apenas se debilita la coloración azul; la piel eslá húmeda, pasto- sa, fresca y viscosa, y hay movimientos frecuentes que llegan hasta las convulsiones. El pulso irregular, contrahido y vivo late hasta ciento veinte ó ciento cuarenta veces por minuto; la respiración frecuente y precipitada; la lengua árida, roja-morena, especialmente eu el medio; los dientes sucios; la orina suprimida; la diarrea crece, y la an- siedad es mayor. La postración de las fuerzas aumenta; el enfermo cae en un estado comatoso (de sueño profundo) y aun delira. Algunas veces este periodo es mas violento, y presenta síntomas de un estado inflamatorio . El pulso es entonces duro, fuerte y frecuente; la piel muy caliente ó cubierta de sudor, o de una estrema aridez jeneral ó parcial. Hay zumbidos de oidos; la cara vultuosa, la vista animada, los ojos muy inyectados y a veces llenos de lágrimas. La res- piración elevada, fuerte y frecuente; cardialgia (dolor en el estómago) calor considerable en la rejion abdominal (en el vientre); la cabeza pesada y dolorida, particularmente sobre las órbitas; falla de sueno, ajitacion y delirio. Esta modificación del poriodo estuoso produjo algunas veces con- jeslioiies(acumulacionesj desangre en el cerebro, gastro-enté- i6 rilis (inflamaciones del estómago y las tripas), y aun verda- deras pulmonías (inflamaciones del pulmón); y no faltan ejem- plos de encontrar en un mismo enfermo, durante la reacción, muchas de las formas indicadas en este periodo: así pues la reacción ha sido en una persona, unas veces endeble y otras violenta; unas regular, y otras irregular. Convalecencia. Por mas lijoros que hayan sido los ataques, y aunque la cólera no haya acometido a los individuos con toda su intensidad fulminante, los enfermos quedan en un estado de languidez muy grande. Las convalecencias no son tan lentas cuando la afección ha sido solamente inflamatoria, a menos quo no se hayan empleado con demasia las san- grías. El semblante queda pálido, enflaquecido, contrahidoy prolongado; los ojos húmedos, tristes y lánguidos; el pár- pado inferior conserva un poco de la lividez particular de la enfermedad; la lengua blanca, gruesa, blanda y rubi- cunda en sus bordes, la boca pegajosa, y el gusto viciado. Algunos convalecientes tienen una necesidad imperiosa de comer; y el menor alimento les causa fatiga y aun dolores en la boca del estómago. Los exesos en la comida renue- van estos síntomas; el enfermo echa flatos [eruptos y pedos] frecuentes por arriba y por abajo; el sueño es difícil, li- jero e interrumpido con ensueños fatigosos. En semejante estado de delicadeza la falla mas li¡era de réjimen; la fatiga física mas pequeña; el esponerse al frió, á la hu- medad; las débiles contenciones de espíritu; los alectos tristes del ánimo, bastan para producir una recaida; y en- tonces los enfermos están en una situación mas peligrosa y funesta que en ninguno de los periodos de la enferme- dad primitiva. Al que acometa la enfermedad por primera vez, no esta libre por eso de un segundo ataque, el cual es nece- sario evitar con el mayor cuidado, observando una higiene i7 sumamente rigorosa. La enfermedad por lo común, dura de una minera muy varia, pues unas veces la muerte es instantánea, y los enfermos caen como asfixiados; y otras el mal dura seis, doce ó veinticuatro horas, prolongándose rara vez mas allá de las cuarenta ó cincuenta. La convalecencia tiene una duración relativa a ía in- tensidad de los síntomas.—Así es que, las personas atacadas levemente de la cólera mórbus, suelen curarse en veinti- cuatro horas; y otras en tres, cuatro, ó diez (lias : sucede también frecuentemente, que la convalecencia es larga, di- fícil, y acompañada, como hemos dicho, de debilidad, de alteraciones profundas en los órganos, de parálisis parcial, de disenteria simple, y sobre todo, de hidr< pesia. Los signos favorables son: que vuelva la piel á entrar en calor con una humedad suave; que va/a reanimándose el pulso; que se disminuyan las convulsiones; que los do- lores abdominales (del vientre) calmen; que las evacuaciones cesen; que haya propensión al sueño; que vuelvan las se- creciones de la saliva y de la orina, y que las deposi- ciones salgan tenidas de bilis. Por el contrario los sín- tomas funesios son; La reunión é intensidad de todos los síntomas; el frió universal y los sudores fríos; la insensibilidad del pulso; la debilidad estreñía de las fuerzas vitales y de la circu- lación, los vértigos, el coma [sueño profundo]; el synco- pe [desmayo], las convulsiones violentas y las evacuaciones exesivas. También se tiene por mal signo cuando el enfermo no puede vomitar ni deponer por la cámara, apesar de la intensidad de los demás síntomas, ó cuando se suprimen estas evacuaciones por Ja gran debilidad del enfermo. Curación de la cólera mórbus. Pe la pr.íctica civil, y de los hospitales de Europa, Asia, América y otras parles del mundo donde ha reina- do epidémica la cólera mórbus, resulta como verdad do- minante, que no hay ningún especifico ni ningún método esclusivo para curar esta enfermedad, como tampoco lo hay para ninguna otra dolencia, escepto la quinina para las afecciones intermitentes; pero sí hay indicaciones que, cumplidas exactamente, surten muy ventajosos resultados. También se infiere de ahí, que la naturaleza de la cons- titución individual; el modo como ataca la enfermedad; sus diferentes formas y la intensidad de los síntomas que caracterizan cada periodo, exije para la curación modi- ficaciones impoi lames que se van a determinar, cuyas útiles aplicaciones deben hacerse con un zelo esmerado. De la oportunidad de los diversos medios empleados hasta ahora, es de donde se han sacado muchos elementos de acierto; y esla oportunidad no ha podido deducirse mas que de la calificación exacta de los fenómenos morbosos, y de las indicaciones que han debido emanar de ellos. Influencia epidémica. Cuando se experimenten los síntomas que indiquen la influencia epidémica, entonces los individuos mas bien es- tán indispuestos que enfermos, y deben sujetarse á las reglas mas estrictas de la higiene. Debe evitarse el. frió, la humedad, hs madrugadas y el acostarse tarde por la noche; comer poco, y escojer con una severa prolijidad lo que debe tomarse conforme las reglas que para esto se han dado en el párrafo 3.°. Se tornará a 1 ¡s diez déla mañana y cinco de la larde un poco de limonada gaseo- sa (soda watter), un cocimiento mucilaginoso, á pasto, y una infusión teiforme aromática ó amarga al tiempo del de? sayuno. Primer periodo, ó colerina. En casi todos los casos se manifiesta la cólera mórbus con los mismos caracteres descritos en el primer periodo, designado vulgarmente con el nombre de colerina. '9 En este estado de la enfermedad son muy eficaces los socorros del arle, cuando se hace uso de-ellos con efica- cia y á tiempo. Si la cólera se ha manifestado con dolot» de cabeza ó con calambres [lo cual rara ycz sucede], ó si ha empezado con ansiedad en el epigastrio [boca del estó- mago] y vómitos, lo cual se observa con mas frecuencia, es 'menester atender siempre á la constitución de la per- sona enferma, lomando en consideración la naturaleza de 1 i enfermedad. Las sangrías y las aplicaciones de sanguijuelas o vento- sas escarificadas al lugar doliente, han producido grandes ventajas en las personas jóvenes, robustas, sanguíneas y dispuestas á las inflamaciones. El reposo en la cama, las bebidas mucilajinosas, frias, son muy saludables, como el agua de goma, de chian, de malva, de escobilla, de gra- ma, la limonada gaseosa (soda wailer), el hielo puro, y una especie de helados hechos simplemente con el agua y aaúcar. Si á pesar de todo esto el cuerpo se va en- friando, se recurrirá á los baños libios, de poco tiempo, arropando bien al enfermo al salir de ellos, y aumentan- do el calor de las piezas con brazoros encendidos. En este periodo hay una concentración viciosa del calórico á los órganos internos, y aun el enfi ¡amiento; pero se logra corregir este defecto con fricciones m-< as de todas clases, con un cepillo, balleta ó cualquier oiro cuerpo áspero, y aun con linimentos espirituosos, como b'S siguientes:----- Aguardiente----------------------media botella. \ inagre fuerte-------------la 4.a parí»- de una botella. Harina-de mostaza-------------------media onza. Alcanfor---------:------------dos dracnias, ú ochavas. Pimienta------------------------------dos ochavas. Ajos machacados-------------------■-----una. cabeza. Échese todo en un frasco bien tapado, y déjese en in- fusión al sol, ó en un sitio caliente, por espacio de tres días. Estas fricciones deberán durar algún tiempo, y el enfer- mo permanecerá en la cama bien envuelto en sus cober- tores (+). Se aumenta el calor por los medios dichos, dando á los enfermos infusiones aromáticas: si á consecuencia de la concentración del calórico llega á debilitarse el pulso y á aumentarse la diarrea, entonces se aplican sinapisi mos bien calientes en las espaldas y el vientre, ó cata- plasmas de harina y linaza, calientes y humedecidas con esencia de trementina; asimismo se han empleado con Luen éxito saquitos de ceniza ó arena calientes, aplicados al cuerpo. Se emplea para el mismo uso una cazuela de aguar- diente inflamado, que se mete en la cama, poniéndole en- cima de un ladrillo ó piedra, y levantando las sábanas con arcos de caña ó madera (i). También han surtido buenos efectos unos saqoillos de avena calientes á 3o ó 35 grados, rociados con vina- gre fuerte para provocar el sudor. (2) Cuando los epidemiados no presentan en su organi- zación ni en el conjunto de sus fenómenos ningún indi- cio del estado inflamatorio, ni síntomas nerviosos, (si son fde un temperamento flemático), ó tienen la lengua blanda, gruesa; húmeda y cubierta de un barniz amarillento, en- tonces se echan en agua caliente ¿4granos ^e hipecacuana en polvo para hacer una infusión, de la cual se dará al enfermo por cucharadas hasta provocar el vómito (3).= A consecuencia de este remedio se han visto muchas veces (*) Si hemos de referirnos á las observaciones que se han hecho, la untura de que se ha hablado, cuya fórmula es de la instrucción popular del .Consejo de Sanidad de París, se ha empicado siempre con muy buen éxito en la enfermedad de que se trata. (t) Damcril.----(2 Massuyer. (3) Así piensa mi sabio y respetable Maeslro el I).r C. Pedro Molien, en la Instrucción que, por orden del Gobierno genera!, escribió el año de 852, que dice así: ,, Cuando solo se hayan advcrLido los sínlomai nerviosos sin ninguna evacuación, deberá comenzarse la cura por el cméL.o. [tal es mi opinión] y continuarla por la antiemética de Rkcrio. 21 transformarse en vómitos biliosos los que no eran sino líqui- dos blanquecinos: la diarrea ha sclido tomar un car; cter aná- logo, y aun cesar enteramente ; la transpiración (sudor) se ha declarado; las fuerzas se han reanimado, y el enfermo ha entrado en convalecencia. Segundo periodo álgido, ó de Concentración. Este se ha manifestado frecuentes veces, ya le haya pre- cedido la colerina, sirviéndole de síntomas precursores, ya declarándose repentinamente', en ambos casos es necesa- rio recalentar el cuerpo del enfermo por todos los medios posibles que hemos indicado, y ademas con los baños de vapor, los cuales se practican del modo siguiente :=Se ponen á calentar, hasta enrojecerse, ladrillos, piedras ó fier- ros : hecho esto, se hace sentar al enfermo desnudo en una silla; se le cubre lodo, escepto la cabeza, con fraza- das ó mantas que le cubran hasta los pies, los cuales de- berán estar sobre una jerga ó almohada. En seguida, se melé bajo la silla una vasija de barro, con vinagre, al cual pueden añadirse dos ochavas de alcanfor, disueítas en un poco de aguardiente, y so van echando los ladrillos, pie- dras ó fierros ya enrojecidos, poco á poeo, en el vina°re, basta reducirlo tolo á vapor. Este baño debe durar lo me- nos un cuarto de hora. Así que el enfermo salga de él, debe trasladarse á su cama, cuya, ropa debe estar de anle-; mano bien caliente. No salamente debe aumentarse el calor del enfermo, es neces.rio también reanimar sus fuerzas vitales abatidas! En este periodo se ha dado con buen éxito el hielo, y aun se ha aplicado esteriormente. Al uso de este se ha agregado el de los excitantes espirituosos y el de los tó- meos difusibles, como infusiones claras de café ó de té. Algunas veces se hamacado muy buen partido del ponche helado, de los vinos jenerosos tomados con moderación es- pecialmente el de Málaga; las pociones cordiales en ¿orla cantidad, en las que entra el éther, el acetato de amoniaco 22 y el amoniaGo líquido.=El Dr. Massuyer ha conseguido nu\y buenos efectos con la bebida siguiente: Tómese----¡-Infusión de flores ó corteza de naranja----. cuatro onzas. Acetato de amoniaco----media onza. Id... de morfina-------dos granos. Mézclese; y tómese a cucharadas, dejando pasar una, tres, cuatro ó cinco horas, según el estado de los enfer- mos, particularmente en el principio del vómito y délos calambres. Muchas veces se ha experimentado que en los casos en que las fuerzas vitales, casi apagadas, necesitaban reanimarse, han sido muy útiles estos diversos medios excitantes, administrados ene'rjica y prontamente; pero de- ben darse con una prudente reserva. Han tenido muy buen resultado las excitaciones vio- lentas de la piel en tpdo el cuerpo, especialmente á lo largo del espinazo, por medio de la urlicacion (azotes con chichicaste) (i), ventosas., vejigatorios, sinapismos muy ca- lientes, linimentos amoniacales, agua hirviendo, y un mar- tillo enrojecido por el calor, Petít, considerando, la cólera mórbus como una en- fermedad esencialmente nerviosa y convulsiva, se decidió á unir á los medios indicados el linimento siguiente:---- Tórnese----Aceite esencial (de trementina----una onza. Amoniaco liquido-——una dracma ú ochava. Mézclese;—y empápese en esta mixtura una tira larga de baílela de tres dedos de ancho, y que iguale al largo del espinazo, poniéndola encima de él, y luego se cubre con un lienzo mojado en agua muy caliente, y,se 1rota todo esto por espacio de diez minutos, con una .plancha (i) El D:\ Marchaíid recomienda este medio para la curación de la culera mórbus, asegurando haber conseguido exelentes efeclos con su aplicación, ' ' ' - v . ■ • 23 bastante caliente—Doce epidemiados a quiénes aplicó Pe- tit este remedio, sanaron. Esta operación se repite cada hora, hasta que haya una mejoría notable en el entermo. En caso que dicha" medida no haya surtido buen electo, es necesario aun tomarla con mas enerjia, echando un- íanlo igual de amoniaco al que se haya tomado de tre- mentina.—Este medicamento produce un enrojecimiento mas ó menos fuerte de la piel. En tales casos se emplea- ron igualmente los baños calientes á 28, 3o, y aun 02 grados. T. R. Algunos prácticos han recurrido á las sangrías gene- rales ó locales, por medio de la lanzeta, sanguijuelas d ventosas escarificadas, aun en lo mas fuerte del periodo álgido: cuando ha podido correr la sangre con la lanzeta ó c«>n las picaduras de las sanguijuelas, se han visto rea- nimar los movimientos de la superficie del cuerpo, es- tablecerse el sudor, y marchar el enfermo progresivamente á Ja convalecencia . En muchas circunstancias la sangre no sale después de intentada la sangria; y en tal caso, para que aquella Coria, debe meterse el brazo ola pierna en agua muy caliente, y también dar vapores de la mis-; ma sobre todo el miembro, y aplicar sinapismos arriba y abajo de la sangria. Durante este periodo de concentración se ha dado la hipecacuaua en gran dosis (diez granos en una cucharada de agua hirviendo, esto es, en infusión) cada cuarto de hora: cuando no hay señales de una inflamación decidida del estómago (f). En algunos enfermos se ve con la hipeca- cuana los mismos efectos que se han observado, con res- pecto á la sangria, que la naturaleza se muestra indiferen- (t) El Dr. Gerardin vio con asombro, en Sn. Petersburgo, que los enfermos se mejoraban con el emético, cuando habia solo diarrea, la cual se suspendía y se reproducía el calor esterior.—En Viena de Austria se empleó con buen éxilo la hiperacuana en polvo.—El Dr. Lambur recomienda también esla sustancia, aunque no asegura que efectos haya obteuido por su medio en nueslro pais, donde ha pre- senciado la epidemia, 4 si te a la acción de este remedro, y qne no produce na'o> ceas ni vómitos. Pero si estos se manifiestan; si son mul- tiplicados y violentos, la piel entra en calor, la cara se anima, el sudor se restablece, la diarrea cesa, y el en- fermo pasa de la situación mas alarmante al eslado mas consolador. Tercer periodo, estuoso ó de reacción. Si la reacción es moderada y suficiente; si sobrevienen sudores abundantes, y si disminuyen los síntomas, el en- fermo da las mejores esperanzas.=Cuando la reacción es insuficiente y no está bien asegurada, es menester ayudar los enfermos de la naturaleza, y continuar la serie de me- dicamentos—aconsejados contra el periodo álgido, el cual si es muy obstinado, los enfermos peligran, con afecciones del cerebro, del pulmón y del vientre, y aun con sín- tomas tiphoydeos (de estupor) de variada intensidad. Si la reacción es exesiva, procúrese moderarla, po- niendo al enfermo en una temperatura poco caliente, y renovando el aire del aposento del modo que se pueda. Para evitar el que se formen esas conjestiones fuertes ha- cia los órganos dichos, es necesario usar de las sangrías generales y locales, aplicando ventosas escarificadas en los lugares amenazados. Por ejemplo, si el sujeto está éslupo- rado, si. responde con dificultad, ó no, á las preguntas que se le hacen, si se mueve poco ó no, si la respira- ción se hace difícil, y el pulso se deprime, entonces es' menester aplicar sanguijuelas ó ventosas escarificadas detrás de las orejas, y darle una ancha sangria del brazo;, ponerle defensivos helados y aun el hielo mismo en la cabeza, con bastante repetición: aplicarle en los píes baños sinapís- xnadps (con moslasa, sal ó ceniza), y sinapismos fuertes a las pantorrillas y plantas de los pies.—Si fuere en el pecho, y hubiere toz, dificultad de respirar, desgarros san- guinolentos ó mucosos ; se aplicarán los mismos medios, escepto el hielo, en la cabeza, y las escarificaciones detras lie las orejas, y en su defecto la sangria, los baños de pies^ 25 un caustico al lugar doliente, y agua de goma á pasto. En el curso mas ó menos prolongado de cada uno de los casos de la cólera mórbus, es menester cuidar con fre- cuencia de la curación especial de algunos síntomas, cuya pertinacia aumenta las fatigas, los dolores y aun los ries- gos de la afección general, y por lo mismo se deben corn-< batir los mas notables, SÍNTOMAS DOMINANTES, Y SU CURACIÓN. -, , Curación de tos vJmitos y dolor de estómago l Los irritantes de la piel, ó revulsivos, y las bebidas he- la las han sido muy ventajosas para suspender el dolor de estómago y lo; vómitos y para contener la diarrea.—■ Las sanguijuelas y las ventosas en la boca del estómago,^ la poción antiemética de Riverio, compuesta de---- Subcarbonato de potasa----------■—24 granos; disuélvase en inedia onza de agua común bien azucarada, o mejor todavia en una infusión de yervabuena. Al llegar á la cama del enfermo, agregúesele mella onza de ácido de limón. Tómese al i oslan le mismo que haga el hervor producido por la combinación. Curación de la diarrea.^ Cuando viene acompañada de mucho dolor se aplican sanguijuelas al orificio, se da el cocimiento blanco de Sydenhan, compuesto de— Agua hirviendo-----------------------una botella: Azocar------------------------------tres onzas. Migas de pan-------------------------dos id. Polvos de cuerno de ciervo calcinado—----6 ochavas. Agua de canela---------------------—media onza. 26 Mézclese; y dése por pozuelos al enfermo Cada dos horas. También es conveniente el agua de arroz mezclada con hielo y el hielo solo; el estrado ó el cocimiento de ra- tania; es también ventajoso el uso de lavativas de agua de malvas tibia, con un pedazo de almidón, y i5 ó 2ogo- tas de láudano líquido.—Se asegura que para moderar la diarrea es muy bueno el polvo muy fino de carbón para lavativas, en dosis de una cucharada con 15 gotas de láu- dano en un cocimiento de malvas ó adormideras, y que al influjo de este remedio no tardan en disminuir Jos cursos, en perder su carácter colérico y convertirse cu puramente biliosos. (*) Calambres, y su curación. En las personas jóvenes y robustas produjeron muy bue- nos efectos las sangrías copiosas y los baños á 28 grados, para calmar este síntoma que atormenta tanto a los en- fermos. También se administra interiormente una tasita <\c infusión aromática de yervabuena con i5 ó 2o gotas de alkali-volátii, y otras tantas de láudano. Esteriormente se emplean embrocaciones ó linimentos anodinos, como el si- guiente:— Aceite de manzanilla-------------------dos onzis. Id. de trementina---—:-----------------una id. Láudano líquido de Sydenhan----------media id. Mézclense; y refriégúense los miembros en toda su estension. Se ha hecho uso hasta del láudano puro para combatir este molesto síntoma; se han aplicado cataplas- mas emolientes opiadas; fricciones con la esencia de tre- mentina combinada en proporciones iguales con el láudano de Rousseau, y con el éter acético. También esta indica!» para calmar los Calambres la ligadura de los miembros. (*)■ El Dr. Savardan escribió al Instituto de Francia, que había r 1- rado á favor de este remedio 12 epidemiados de cólera mórbus, que se hallaban en un estado desesperado. Convalecencia. ?7 No es de pequeña importancia en la curación de esta terrible enfermedad de cólera mórbus, la canvalecencia de los epidemiados; pues ni el médico debe disminuir su asistencia, ni el enfermo su vijilancia, porque en esla faz de la enfermedad se deben dirigir todos los esfuerzos a regularizar la marcha del estado intermedio que señala la transición de la enfermedad ala salud, y prevenir las re- caídas. Es casi inútil advertir que, durante el periodo álgido y el estuoso, no debe darse ningún alimento al enfermo, pues bastan para sostenerle en la enfermedad, las bebidas tjue se le dan para curarle.—Cuando hayan disipádose ó disminuídose los síntomas, puede dársele cada hora un poco de limonada hecha en agua de arroz ó goma arábiga, y nada mas . Si el enfermo se halla mas recobrado, puede ¡ suministrársele un medio pozuelo de atole ralo cada dos ¡ horas; después se le aumenta la dosis graduándola según se vaya aquel restableciendo. Hay también una especial precaución, que consiste en continuar por algún tiempo, durante la convalecencia, el uso de los medios que han producido buen efecto y ter- minado felizmente la enfermedad. En la convalecencia se ha notado casi siempre una hambre insoportable, y entonces debe tomarse poco ali-. mentó y de una calidad conveniente para no producir una recaída mas peligrosa. La leche surte muy buenos efectos en este estado. El estriñimienio de vientre merece una atención par- ticular, y debe impedirse por los medios que hemos in- dicado en la parte preservntiva, con algunos purgantes sua- ves como el tamarindo, maná &. Últimamente, si para preservarse de la enfermedad se ha necesitado el buen uso de lodo lo que nos rodea; para impedir la recaída es aun todavia mas indispensable la ob- servancia rigurosísima de las reglas de la higiene. 28 Al concluir este pequeño tratado sobre la cólera mor-* bus, no puedo dejar de copiar, hablando del modo de pre- servarse, un trozi del Informe sobre la epidemia dado por la Academia de medicina de París á su gobierno, donde dice:r=»)La Academia cree de su deber señalar «en este lugar los inconvenientes, ó por lo menos la nu- * Helad de acción de algunos jiretendidos preservativos que »> se han preconizado por todas partes.—Al frente de estos « medios se debe poner el alcanfor, cuyo menor incon- « veniente seria el que no produjese ningún resultado; « pero esla sustancia que casi siempre se ha prodigado, «ha producido muy á menudo durante esta epidemia, en «Ja economía viviente, y con parlicularidad en el siste- » ma nervioso, mas impresiones perjudiciales; siendo con- «secuencias incontestables de su uso, el dolor de cabeza, « zumbidas de oídos, desvanecimientos y vértigos. — Lo. mis- « mo puede decirse de todos los vinagres, alcoholatos, y «demás mixturas anticoléricas, que han sido como una .« verdadera contribución impuesta á la credulidad pública.", M. Padilla. ADICIÓN.=Entre la multitud de recetas que corren con- tra la cólera mórbus no he encontrado una mas justifi- cada que la que viene en el tomo 4«° del Repertorio médico estranjero, páj, I5j. JSota sobre la curación del cólera morbo, por medio de Id sal marina t hydrocloralj de sosa), comunicada al Vobierno actual de Ftándcs, por el Coronel Mr. Mo.« reau de Jonnes. ,,Durante la irrupción de esta mottífera enfermedad en las provincias de la Rusia por los anos de 183o, los ha- bitantes del campo se hallaban [irivados de los medicamen- tos que hasta entonces se habían empleado contra esta dolencia; y guiados por aquel instinto conservador, que no . ?í> -. deja de encontrarse aun entre los animales, recurrieron a diversos medios curativos simples y fáciles, con los cuales logí aron venturosos resultados; los principales fueron la leche en gran cantidad, y una disolución de sal común en agua li- bia." ,,E1 Dr. James Wíglie, médico del Emperrdor, ates- tiguó que los aldeanos de las inmediaciones de San Pe- tersburgo habían salvado tantos enfermos con estos dos remedios, como los médicos mas hábiles con el uso de los medicamentos mas raros, costosos, y con todos los re- cursos de la ciencia." ,,La analogía de los sintomas del cólera con los de un envenenamiento pudo inclinar á los sencillos labradores ru- sos á contener los efectos de esta enfermedad, dando a beber leche á los que la padecían, como se hace con los que han tomado veneno; pero no se ha podido saber cual fué la indicación que tuvieron para hechar mano de la sal; pues en verdad, realmente dudaban que esta sustancia se usa en las indias occidentales como un antídoto contra el veneno mas violento que se conoce en aquellas rejiones, que es la manzanilla (hippomane manzanilla de Linneo.) ,,Sea de esto lo que fuere, esie método curativo con las disoluciones salinas, empleadas como nn específico con- tra el cólera morbo, so consideraba en Rusia como una re- cela popular; y de consiguiente no inspiraba en las de- mas partes de Europa, mas que una confianza muy limi- tada, hasta que el Dr. Oahaughnessy descubrid que, lejos de ser empírico este remedio vulgar, era perfectamente racional ; pues habiendo este químico analizado la sangre de los epidemiados del cólera, reconoció que las partes acuosas y salinas se hallaban en unas proporciones mucho menores que las que tiene la sangre en el eslado natural de salud." ,,Esle dato impórtame indicaba que la curación debía consistir en el reintegro de estos elementos esenciales á la vida; y esta consecuenesa hizo que se considerase el uso de las disoluciones salinas bajo un punto de vista enteramen- 3o te nuevo.=Habiase creído hasta entonces que debían obrar como un vomitivo, á fin de expeler, como lo hacen cier- tos contra-venenos, el jérmen morbífico del cólera; y se suspendían tan luego como llenaban este objeto que al parecer era el único fin con que se administraban. Pero el descubrimiento de aquel médico hizo ver que tenian otro destino mas particular y esencial, que era el de atajar la descomposición de la sangre, y restituir á este líquido los elementos que le arrebata la acción morbosa del cólera.= Para alcanzar este fin, en vez de quitar al enfermo las bebidas salinas, cuando habían producido el vómito, como primero, se les seguian dando, y aun se les ayudaba con todos los medios que las podían hacer obrar con la ma- yor rapidez posible por las vias de la absorción. Se com- binaron en diversas dosis el carbonato de sosa y la sal común, y se añadieron algunas sustancias, variando las preparaciones y administrándolas en bebidas, pildoras y lavativas, y se hacían mil esfuerzos para impedir que el estómago ó los intestinos las expelieran." ,,Tal vez no se han llegado á dar todavía estas diso- luciones salinas de un modo que vayan sin elementos á la circulación con prontitud y certeza; y se podría conside- rar como un progreso importante en la curación del có- lera-moibo el método que pudiese satisfacer estas dos con- diciones. Sin embargo, á pesar de esta fatal imperfección que limita los buenos sucesos de estas disoluciones sali- nas, podemos decir que, según parece, son el remedio menos incierto de cuantos se han empleado en Rusia, en Inglaterra y en Escocia ; y en Edimburgo han hechc 1 con ellas algunos prácticos de la ciudad unas curaciones verdaderamente asombrosas. Pero es preciso confesar que este remedio es á menudo ineficaz; ora sea porque des- truye la enfermedad en los primeros instantes las propie- dades absorvenles del estomago y de los intestinos cuando acomete con suma violencia ; ora porque antes de que se haya empezado á combatirla, ha llegado progresivamente k producir este terrible efecto; y en este periodo las lesiones 3i orgánicas destruyen la vida, y las disoluciones salinas que- dan siendo tan impotentes como todos los demás remedios." ,,Mas con todo, el obstáculo de la falta de absorción que parecía insuperable, no ba sido parlo para arredrar á mu- chos médicos ilustrados que se han decidido comoelDr. Latta, de Edimburgo, á introducir inmediatamente en la circulación las disoluciones por medio de una operación atrevida, injeniosa y delicada, y guiados por el descubri- miento químico de Oshaughnessy. El profesor L;>lia abre la vena del enfermo como si quisiera hacer una sangria; y sirviéndose de una jeringuilla de tubo flexible, inyecta en el vaso veneno venoso una disolución de sal común y de Carbonato de sosa ; á este liquido le da la tempera- tura de la sangre, y no inyecta mas que una ó dos on- zas por la misma abertura , pero renueva la operación bas- tantes veces para introducir en la ciiculacion cantidades enormes, como doscientas ochenta y cuatro onzas, y aun mas." ,,La eficacia de este remedio no está todavía comple- tamente patentizada, en razón de que no se aplicó á los principios mas que á Jos enfermos que *e hallaban en un t estado desesperado, y esto por un motivo de prudencia; y se vinieron sus órganos, después de la muerte, en tan alto grado de alteración que no dejaban la menor proba-; bilidad de curación; pero en otros muchos casos volvieron varios enfermos á Ja vida: el frió glacial ctsó á efecto de la inyección; el color azulado de la c;ia y del cuerpo se disipó, el pulso se reanimó, y lo^ demás síntomas que presajiaban la muerte desaparecieron como por encanto." ,,Los buenos éxitos que se consiguieron por et-ie medio lijaron la atención del Consejo supeiior lie sanidad de Londres; y se están esperando con> jinpacij&rjcia los por- menores de los experimentos qué*con acúená¿.<«íel mismo se están haciendo en Edimburgo y en Jnglaterna. Ob- sérvase no ostante, que hay Un grave inconveniente en el uso de este medio curativo, y es el que no puede ew- 02 plearle sino persona de mucha destreja, por lo cual no podran generalizarse sus buenos resultados." ,,Pero no sucede lo mismo con las disoluciones salinas que se toman por las vias ordinarias; v el que sienía los primeros ataques del cólera-morbo puede encontrar á ma- no algunos puñados de sal y agua para disolverla, siendo este un remedio que se puede administrar inmediata- mente sin aparato ninguno, ni gasto, y aun en caso ne- cesario, sin que venga el médico, cuya circunstancia le hace inestimable, con particularidad en las aldeas donde muy á menudo faltan los socorros de toda especie, y aun en los países mas ricos en que ha llegado,la civilización, por decirlo así, á su colmo.=Finalmente, entre los innumera- bles medios curativos complicados, costosos y aventura- dos, que se han empleado para combatir esta dolencia, de quince anos acá, en las tres partes de nuestro he- misferio, este es el único que no es empírico y le puede adoptar la medicina racional, a pesar de que tiene un ori- jen popular." Erratas advertidas en este tratado. En la pajina it, línea penúltima, dice: desseases; léase: disseases; y en la última, después de la palabra India, léase en seguida : comprising a treatise of the epidemie cholera of the east by &.=Y en Ja pajina i3, línea i4, donde dice; húmedos; léase; hundidos. ^\ % /e^\ mmm ám SPEEDY BINDER Manufacturad ky GÁYLORD BROS. Inc. Syracuse, N.Y. Stockton, Calif. im ¥■ s>% NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE NLH DmWDlbE 1 NLM041401621