sr '*>: . -ígtf ;••/ y*w dK&s '£<& JF* -**' Jv' *?r"' .« £SO». :p^ ARMY MEDICAL LIBRARY FOUNDED 1836 WASHINGTON, D.C. DEL. AGUA CONSIDERADA COMO HIGIÉNICA Y MEDICINAL, Ó DE LA TERAPIA. POR H. SEOUTETTEJN, Caballero de la legión de honor, doctor en medicina, primer profesor y cirujano en gefe en el Hospital Militar de instrucción de Strasbourg, miembro principal de la academia real de medicina de París; de la do iVf etkr«tela derlas ciencias de inscrip- ciones y bellas letras de Toulouse, de la academia de curiosidades naturales de Berlin, y de la sociedad real.de medicina de Copenhague &c ■i &r*Tnmtf& pov.-•• Y AUMENTADA CONSIDERABLEMENTE POR EL ¡HISISlMftDc ZnSPRESO POR MANUEL F. REDONDAS, Calle de las Escalerillas núm. 2. 1849. -f > .''l/.ÍJ. rW Y A'«f-':: 3 00 'íUTSA P/U-',: : 1S4$> 1: / 'í;üiíí'ít¡ DEL AGUA CONSIDERADA COMO HIGIÉNICA Y MEDICINAL, Ó DE LA HIDROTERAPIA. -------- «JJ»0-¡^u- --------- CAPITULO I. VXAGE. Gran ducado de Badem.-—Reinos de Gutember y de Baviere. Míes pesar de las relaciones que yo habia oído hacer de las curas obtenidas por la Hidroterapia, conserva- ba yo algunas dudas sobre el valor de este tratamien- to, cuando un incidente fortuito en el mes de Julio de 1842 vino á despertar seriamente mi atención. Muchos enfermos á quienes habia yo asistido sin ob- tener un resultado dichoso, unos de herpis, tumores^es- crofulosos, reumatismos crónicos, habian recurrido á la Hidroterapia y habian esperimentado por ella efectos ,-4- muy satisfactorios; ellos estaban encantados, y cuando yo los vi me hablaron con entusiasmo de la acción be- néfica de este medio terapéutico. Yo tenia que ha- cer con hombres racionales y serios; yo no podia, pues, desechar sin examen los hechos cuya exactitud era fá- cil verificar. Yo reconocí bien pronto que efectiva- mente las enfermedades que habian resistido á los re- medios consultados por mí mismo ó por otros médicos distinguidos de París habian desaparecido, y que otros estaban en camino de curación. Fué necesario con- vencerme hasta la evidencia, y me propuse desde este momento estudiar los recursos de la Hidroterapia. Yo leí en poco tiempo las principales obras escritas sobre esta materia; yo estuve bástante descontento de ellas. No les encontré mas que observaciones muy incomple- tas, aserciones exageradas, relatos enfáticos y poco ó nada de ideas medicales exactas. No encontrando en los libros la razón de los hechos que yo habia visto, me decidí á ir á Alemania y principalmente á Groefem- berg, en donde Priessnitz, el propagador de la Hidro- terapia, atrae cada año un tropel de enfermos de los lugares mas lejos del mundo. Este pensamiento podia tener resultados muy im- portantes, y por lo mismo lo comuniqué al señor mi- nistro de la guerra, que lo aprobó, y muy pronto me concedió autorización para visitar la Alemania con el carácter y bajo el aspecto científico: él tuvo aun la benevolencia con el objeto de favorecer mis investi- gaciones, de reclamar la intervención del ministro de negocios estrangeros, para que los embajadores y agen- tes diplomáticos que representaban á la Francia en el estrangero, secundasen mis miras y me prestasen ayu- da y protección en caso necesario. Inmediatamente, después de haber recibido las ór- denes del ministro de la guerra, hice mis preparativos de marcha y me separé de la Francia el 20 de Setiem- bre de 842. -5- Me embarqué á las seis de la mañana en un buque de vapor que bajaba el Rhin: á las doce y media es- taba en Calsruhe, La capital del gran ducado de Badem no me ofrecía un interés científico bastante grande para permanecer largo tiempo: me separé el mismo dia á las tres de la tarde para ir á Pforzheim, pequeña y hermosa ciudad situada sobre el Entz, en donde se hace un gran co- mercio de maderas y de objetos de platería. A algunas leguas de esta ciudad, al pié de las mon- tañas de la Selva Negra, existe un establecimiento de baños de agua mineral llamado Hub, dirigido por el Dr. Strauss: desde 1840 se introdujo allí el método hi- driático, pero no se le ha dado un desarrollo de consi- deración. De Pforzhein á Stuttgard, el camino serpentea so- bre un terreno montuoso que no ofrece cosa notable mas que el viejo castillo de Flliguen, situado sobre una colina que domina la ciudad. Luego que un estrange- ro llega á Stuttgard, se sorprende agradablemente por la regularidad y la bella construcción de muchas ca- lles, pero se apercibe pronto que esta capital tiene mas disposición para acoger favorablemente los obje- tos de lujo y de placer que las cosas serias y científi- cas. Se admiran en los criaderos de caballos y en las caballerizas reales, magníficos caballos de raza que los tratan con un cuidado de que no se tiene idea en Fran- cia. Sin embargo, se le ha tributado homenage al ge- nio de Schiller, levantando sobre una de las plazas de la ciudad una magnífica estatua de bronce represen- tando á este hombre ilustre: hay también un gabinete de historia natural que contiene muchos fósiles remar- cables. La Hidroterapia no cuenta en Stuttgard muchos partidarios ni adictos: la mayor parte de los médicos no han querido ocuparse de ella; con todo, se han fundado en el reino de Gutember muchos establecí- -6- mientos hidriáticos. Existe uno en Herrenalb sobre la frontera de la Selva Negra, á 15 leguas de Stuttgard, dirigido hace tres años por el Dr. Weiss. Este esta- blecimiento no es de grande importancia. Otro se ha- bia formado en Gaeldorf, á 9 leguas de Stuttgard, por el Dr. Moesner; pero este establecimiento, fundado ha- ce cuatro años, acaba de cerrarse. Los doctores Landerer y Palm, tenían la intención de establecer uno en Goeppingen, donde existe un ma- nantial mineral esplotado hace mucho tiempo: ese pro- yecto, á pesar de la publicidad que ha tenido, no se ha puesto en ejecución. El autor sigue en el progreso de este capítulo ha- ciendo relaciones sumamente curiosas sobre el viage que verificó, y en las que describe los lugares donde se ha establecido el método. En Hungría hay cuatro de poca importancia. En la Illerge uno: la Carinthie uno: Bohemia diez, no de la mayor importancia. Sigue con la descripción de Graefemberf y Treyu- naldan; del establecimiento de Priessnitz, y una lista de los que se han fundado desde 1829 hasta 1842, y el número de enfermos curados en ellos que asciende á 8414: mas como todo esto no trata directamente del método y su aplicación á las enfermedades, lo omiti- mos para no causar al público ni fastidio ni gasto; pe- ro sí insertaremos antes de llegar á lo mas sustancial la descripción del hermoso monumento edificado en honor del célebre Priessnitz, que dice: "Sobre la par- te de la montaña que hace frente á Freywaldau está un león de tamaño natural, sostenido por un inmenso pedestal todo de fierro, sobre el que están gravadas con letras de oro inscripciones en honor de Priessnitz. Mas lejos se encuentra el camino carretero que con- duce de Freywaldau á Graefemberf, que ha sido hecho á espensas del príncipe de Nasau, en reconocimiento de su curación inesperada. "Hacia el medio de este camino se eleva una fuente -7- monumental con una pirámide de granito de veinte pies de altura, en cuya cima se ha colocado un vaso de for- ma antigua en el que están inscritas dos letras de oro, V. P., iniciales del nombre de Vicente Priessnitz: un poco abajo de este vaso se vé brillar una estrella de oro, que parece ser el símbolo de la venida de la Hi- droterapia. El socio sobre el que descansa la pirámi- de es también de granito con adornos de mármol, don- de está gravado con letras de oro este mote: "AL GE- NIO DEL AGUA FRÍA." "Debajo de esta inscripción se vé un filete de agua muy pura y tan brillante como la plata. Mr. de Bla- remberg, personage distinguido de la Valachia, cons- truyó este monumento en testimonio de su gratitud.'1 CAPITULO II. Parte histórica. Cuando se trata de hacer la historia del agua bajo el aspecto higiénico y medicinal, es mas difícil encer- rar su objeto en límites justos que darle un vasto des- arrollo. Efectivamente, el agua es de un uso tan universal, que podria fácilmente con este motivo buscar el testi- monio de todos los pueblos de la tierra y hacerlos ha- blar de sus usos, describir sus hábitos, contar sus su- persticiones ó sus creencias religiosas. Me abstendré de todo detalle inútil, y pasaré en silencio el origen y eficacia de las aguas lústrales, del agua, del vestido de Mahomet y de las abluciones en el Jordán. A pesar de este cuidado, me quedará una multitud de hechos que producir, citaciones que hacer y autoridades que in- vocar. Así como todos los grandes medios medicinales, el agua ha tenido sus momentos de aceptación y de aban- dono. No carecerá de interés indicar las causas de estas oscilaciones, y de recordar, atravesando los si -8- glos, la influencia de las doctrinas medicinales sobre este poderoso agente terapéutico. Con el objeto de evitar toda confusión, seguiré el orden de los tiempos y estableceré divisiones que responderán á los aconte- cimientos históricos y científicos. §• i. PERIODO DESDE MOISÉS HASTA MAHOMET. Los libros de Moisés (1) encierran las primeras re- comendaciones concernientes al empleo higiénico del agua. Luego que los hebreos tenían lepra ó ciertas enfermedades impuras, estaban obligados á hacer fre- cuentes abluciones. Los judíos de nuestros dias, par- ticularmente las mugeres, observan todavía con pun- tualidad los preceptos contenidos en el Pentateuco. Aunque Moisés conoció los peligros del vino bajo el clima abrazador del Egipto, no lo proscribió sino sola- mente á los sacerdotes. "Vosotros no beberéis, dice, vosotros y vuestros hijos, vino ni cosa que embria- gue(S>" Entre los otros pueblos de la antigüedad se ven á los Scythas, los Medas, y sobre todo, á los griegos de Lacedemonia, hacer un uso frecuente del agua fría pa- ra fortificar el cuerpo y precaverse de los desarreglos de la salud. Pero en las obras de Hipócrates (3) es donde se encuentran documentos preciosos relativos á las buenas y malas cualidades del agua y la utilidad de este líquido en las enfermedades. Hipócrates, guiado por los principios filosóficos que han grangeado á su doctrina el nombre de dogmática, procuró descubrir en las causas generales y especia- les el origen de las afecciones pateológicas. El co- (1) Moisés nació en Egipto por el año 1571 antes de Jesucristo. (2^ Lebítico, Cap. X parí. II. (8) Vivió 460 añQS antes de Jesucristo. -9- locó en primer lugar las influencias de las estasio- nes, de las temperaturas de las aguas, de las localida- des; y en el segundo, los efectos producidos por la ali- mentación particular de cada hombre, ó por los ejer- cicios á los cuales él está entregado. A la concepción de esa idea justa y profunda debemos el tratado de los aires, de las aguas y de las distancias, obra de una admirable sagacidad que nos revela la ciencia y el ge- nio observador del padre de la medicina. "El primer cuidado del médico, dice, luego que lle- gue á una ciudad, debe ser conocer bien la naturaleza particular de las aguas de que se hace uso: si son pan- tanosas, suaves ó ásperas; si vienen de lugares eleva- dos y de las rocas; si son crudas ó salitrosas (1)." En el libro segundo Hipócrates examina sucesiva- mente todas las cualidades de las aguas; señala los ma- los efectos de las aguas pantanosas y estancadas; de los manantiales y de las que corren sobre las rocas ó están inmediatas á las minas de fierro, de cobre, de plata &c; cuando al contrario, las aguas vienen de lugares eleva- dos y de colinas cubiertas de tierra son escelentes, dul- ces, ligeras, y soportan muy bien la mas pequeña can- tidad de vino; ademas, ellas son calientes en el invier- no y frías en el estío, porque tienen su origen muy profundo. Pero es necesario recomendar el uso de las aguas que tienen su curso hacia el Oriente, y con par- ticularidad en el estío; ellas deben necesariamente ser mas limpias, mas ligeras y mejores (2). Mas lejos (3) Hipócrates añade: "Aquel que tiene alguna indisposición y quiere remediaría por el uso del agua, mas conveniente á su estado, tratándola como yo voy á decir, estará asegurado sobre todo de reco- brar su salud. "Todos aquellos que tienen el vientre duro y pre- (1) Libro 1.° Cap. 6. (2) Trad. de Demerey Pág. 346 part. 36. (3) Par. 39 v 40. 2 -10- dispuesto á inflamarse, deben hacer elección de las aguas mas dulces, las mas ligeras y las mas limpias: al contrario aquellos cuyo vientre es suave, muy húmedo y cargado de flemas; deben preferir las aguas muy du- ras, muy crudas y pesadas, porque ellas secan el vien- tre." Tal es el pasage en donde el agua se encuentra de- signada por la primera vez como remedio terapéutico. Según Hipócrates, la salud es debida á la mezcla regu- lar de los humores; todo lo que se separe de ella atrae la enfermedad; es necesario también que haya un equi- librio constante. Hay mucho calor, es necesario re- frescarse: ved aquí lo que dice en el libro de afec- tionibus y en el que le sigue de Internis afíectioni- bus, en que recomienda frecuentemente emplear el agua fría para la fiebre. Según la misma teoría, las par- tes internas gozando de un calor constante deben ser enemigas del frío, lo que hace que Hipócrates decla- re que "el frío es el enemigo de los huesos, de los dien- tes, de los nervios, del cerebro, de la muelle espinal (1). Hipócrates conocia los efectos de la reacción des- pués del uso del agua fria, así á pesar de las ideas teó- ricas que acaba de emitir, recomienda el método en ciertos casos de tétanos. "Cuando el tétano sobrevie- ne sin llaga, en medio del estío, á un joven robusto, sucede algunas veces que la aspersión de una grande cantidad de agua fria atrae el calor que en este casa es saludable (2)." Entre las obras que hacen parte de la colección Hipocrática, hay una del uso de los líqui- dos que no es mas que una compilación muy antigua, anterior á los establecimientos de las escuelas Alejan- drinas, y que por este motivo el sabio Dr. Littre (3) ha colocado en su quinta clase, es decir, entre los escritos que no son mas que un compendio de notas, estractos (1) Aph. 18 Sec. V. (2) Aph. 21 Sect. V. ifi) Obr-is completas de Hipócrates, tom. 1.a París 1839. -11- hechos después de la muerte de Hipócrates. Este li- bro trata del agua potable, de la del mar, del vinagre, del vino dulce &c. Allí se encuentra esta observación importante, que las afusiones de agua caliente pueden hacer caer en gangrena los pies congelados. Allí se proscribe el uso abusivo del agua caliente, como capaz de producir la debilidad de las carnes y de los ligamen- tos, el entorpecimiento del espíritu, los síncopes y aun la muerte: se desecha el frío como que determina las convulsiones, el tétano, equinosis y fríos febriles, lo que se encuentra ya dicho en los aforismos; pero se agrega que el uso moderado de una y otra hace bien. Uno de los discípulos de Hipócrates, Prodicius de Se- lymbrie, pretendió secundar la acción de los baños por fricciones sobre la piel con medicamentos, y encontró, dice Plinio (1) en la invención de la iatroléptica un mo- do de hacer la fortuna de los bañadores y de los frota- dores que ocupaban los médicos. El empleo del agua fria durante la fiebre, parece ha- ber sido de un uso general tres siglos después de Hipó- crates. En efecto, se encuentra en Plutarco un trata- do que merece ser citado aquí y que se refiere á Phi- lotas Danfice, médico del joven Antonio. Philotas, que cenaba habitualmente con Antonio, tenia una noche por convidado á un médico presuntuoso que importu- naba á todo el mundo con su habla. Philotas le cer- ró la boca con el sofisma siguiente: "Es necesario, le dijo, dar agua fria á un hombre que tiene fiebre de cualquier manera; entonces todo hombre que tiene fie- bre la tiene de cualquier manera: es necesario, pues, dar agua fria á todo hombre que tiene fiebre (2)." El médico, afectado con este sofisma, permaneció en si- lencio. El joven Antonio, contento de ese embarazo y riendo de todo corazón, "Philotas, le dijo, te doy to- (1) C. Plin. Hist. Nat. Lib. XXIX Par. 2. (2) Vida de hombres ilustres, Trad. de Recard. Vida de Antonio, Tom. 9 Fag. 202 y 203. -12- do lo que está ahí," mostrándole una mesa con una ba- jilla soberbia de plata. El uso medicinal del agua no tardó en penetrar á Roma, y tuvo allí un brillante suceso administrado por Antonio Musa (1) que curó á Augusto en una enferme- dad grave: el emperador, reconocido, mandó construir una estatua en honor de su médico (2). Mas tarde, en el reinado de Nerón, mientras que Thessalus y Crinas tenían la medicina bajo sus leyes, se vio á Charmis de Marsella ocurrir á Roma, y haciendo el proceso á los antiguos médicos, proscribir el uso de los baños calien- tes y reemplazarlos por los fríos. Parece que se hizo de numerosos prosélitos, pues que Plinio, en su diatri- va contra los médicos, dice: "El arrojaba á sus enfer- mos en los lagos, y nosotros hemos visto á ancianos consulares mostrando con ostentación sus miembros restaurados por el frío." Así es que en todos tiempos, la exageración ha com- prometido las mejores cosas. Plinio ha consagrado casi enteramente su libro 31 al examen de las aguas minerales y del agua común; pero este tratado encierra un gran número de errores. Un autor que vivió en época anterior á Plinio (3) nos ha trasmitido un gran número de nociones interesantes sobre el empleo higiénico y medicinal del agua y refiere innumerables pasages en su admirable obra. La reco- mienda contra la diarrea (4), manda la aplicación de fomentaciones frías y húmedas sobre el vientre luego que duele y hay calambres producidos por el cólera morbo (5). (1) Los fracmentos que nos quedan de este autor han sido publicados por Floriano Caldicini, Bassano, 1800, en 8. ° Hist. de la medicina por Dant. Leerec y la disertación del profesor F. C. G. Ackerman: de Antonio Musa y do los libros que él escribió. Altdorf, 1789 en 4. ° (2) C. Sucetonii Tranq. en la vida de Octavio César Aug. Cap. 29. (3) Celso es después de Hipócrates el autor m&s antiguo, cuyos escritos han llegado hasta nosotros. Vivió bajo Augusto, 60 añoá antes de Jesucristo. (4) Lib. 4 ? lee. 15. (.5) Lih. 4? lee. 11. -13- Luego que el enfermo se consume por una liebre ardiente, prescribe frotarle todo el cuerpo para refres- carlo al mismo tiempo de la convulsión, con agua y aceite que se agitan juntos con la mano hasta que em- blanquecen. Después quiere que se aplique sobre la región del estómago, hojas de parra mojadas en agua fria (1), este hecho por muy curioso que sea, no es nuevo para la ciencia, porque se encuentra en Hipócrates un pasage en que trata de fomentaciones análogas, con solo la di- ferencia de ser hechas con acelgas ó con lienzos moja- dos en agua fria, esprimidos convenientemente. Celso conoce también el uso de las acelgas y del lienzo mo- jado, porque habla de él en el tratamiento de la erisi- pela (2). Celso nos enseña todavía que el agua fria se em- pleaba mucho tiempo antes de la época en que él vi- vió: lo que dice acerca de esto, debe citarse como un ejemplar de la mezcla singular de los métodos mas opuestos y de las tentativas audaces del empirismo. El método dice: "Seguido hoy por ciertas prácticas para curar con remedios contrarios, enfermedades que con médicos mas circunspectos se alargaban mucho, no es seguramente nuevo, puesto que entre los antiguos, aun antes de Herophiles y Herasistrates. y después Hipó- crates, ha existido un llamado Petron que trataba la fie bre de la manera siguiente: hacia arropar mucho al enfermo para exitar al mismo tiempo un violento calor y una gran sed; cuando la fiebre comenzaba á dismi- nuir un poco, le hacia beber agua fria: si sobreveiíia abundante sudor, lo consideraba como curado, si no so- brevenía, le hacia beber aún una mayor cantidad de agua fria, y después lo hacia vomitar. Si habia con- seguido por uno ú otro de estos procedimientos disipar (l) Lib. 3 lect. 7. (2; Lib. 5 lee 26, -14- la fiebre, hacía comer inmediatamente á un enfermo carne de puerco asada, y le daba vino. Si la fiebre habia resistido á este tratamiento, hacia hervir sal en agua, y en seguida daba á beber este cocimiento á fin de producir un purgante por las vías intestinales; en esto consistía toda su medicina, y ella no era menos ventajosa en aquellos tiempos, á los que los discípulos de Hipócrates no habian podido curar, que no lo es ahora á los que los sectarios de Herophiles y de Hera- sistrates han tratado mucho tiempo sin suceso. No por eso este método curativo deja de ser verdaderamente temeroso, y deja de hacer perecer muchos enfermos cuando está aplicado desde el principio; pero como los mismos remedios no pueden convenir á todos, sucede alguna vez que un medicamento temerario obtiene un suceso que el tratamiento mas racional no pudo obte- ner. Por esto se ve, que estos médicos aciertan mejor sobre los enfermos de los otros, que sobre los suyos propios. Celso, cuyas ideas medicales dimanan de los princi- pios de la secta de los impírios, no busca á esplicar la acción de la agua ni indicar la oportunidad de su em- pleo en el tratamiento de las enfermedades. Refiere hechos, los espone con talento, pero deja al lector per- fectamente libre en su elección. Es un repertorio cu- rioso de los métodos mas opuestos, donde el historia- dor encuentra una multitud de documentos preciosos, y el práctico riquezas que lo alucinan. Celso es entre todos los autores de la antigüedad, aquel que reco- mienda con mas frecuencia el empleo del agua en las enfermedades. Los pueblos del Oriente, parecen haber hecho un uso frecuente del agua fria contra la fiebre. Se en- cuentra en la obra de Próspero Alpino, sobre la medi- cina de los antiguos egipcios, un pasage muy curioso, donde se dice: "Al tiempo del mas fuerte calor de la fiebre unos médicos dejan beber fria la agua destilada de -15- sandías, de pepinos y de melones, después hacen echar sobre los enfermos un gran número de frazadas para provocar el sudor, y he sabido que muchos han sido salvados de esta manera. Esta costumbre parece haberse conservado hasta el tiempo presente; porque veo en la obra del Dr. Pugnet, que formaba parte de la espedicion de Egipto, "que la práctica general en toda fiebre continua ó remiten- te, es cubrirse excesivamente para provocar un sudor copioso; y para favorecer aun mas esta evacuación, se hace beber al enfermo una gran cantidad de agua fria ó de sumo de sandía (1).}) Hacia fines del siglo í, Aristeo dio á luz su obra sobre las enfermedades agudas. No encierra sino un pequeño número de pasages donde se trata del agua como medio terapéutico; sin embargo, este autor reco- mienda en el tratamiento del frenesí, rociar la cabeza con agua fría, y si es en tiempo de invierno, hacer en- tiviar el líquido. En el síncope prescribe regaciones frías á la cabeza, pero con moderación. En el trata- miento del cólera rebelde, es donde Areteo se muestra partidario del agua fria, dice: "Si las materias conteni- das en los intestinos han sido vomitadas; si hay asco, ansiedad y abatimiento de fuerzas, entonces se deben dar dos ó tres vasos de agua fria á fin de producir la astricción del vientre, impedir el movimiento retrógra- do de los humores, y refrescar el estómago que está ar- diente. La reserva que lleva Aretheo en el empleo de la agua fria, no fué imitada por Galeno. Este célebre médico, el oráculo de toda la edad media, prescribía el agua fria contra un gran número de enfermedades, reprocha á algunos médicos de su tiempo, hombres de- masiado tímidos ó sin esperiencia que temen la sangría y el agua fría; llama á los unos hoemophobos y á, los (1) Página 78. -16- otros psicrophobos, es decir, los que temen emplear ef agua fría. Galeno conocía muy bien el efecto fisiológico del frío sobre el cuerpo y la reacción que origina el calor. En su tratado de la naturaleza y de las propiedades de los medicamentos simples, examina la acción de la nieve y del agua fria. Mas adelante desarrolla en sus co- mentarios sobre los aforismos de Hipócrates, sus ideas respecto á los efectos del frió y del calor, sobre nues- tros tejidos. En otro pasage, Galeno, opina que el frío no debe emplearse al principio de los tumores fle- monosos, edematosos ó esquirosos, y conducido por sus ideas humorales, cree que es perjudicial á los que pade- cen una obstrucción, ó que están atormentados por un humor pútrido no cosido. El médico de Pérgamo, declara, que el agua fria ha- ce los mejores efectos en el causus (1), y llega hasta decir que en las fiebres continuas, los dos remedios mas importantes son la sangría y la bebida fria (2). Galeno no se limita á señalar los buenos efectos de las bebidas frías, habla también de sus inconvenientes cuando se toman intempestiva ó abusivamente. Ellas suprimen las hemorragias; pueden traer fiebres colicua- tivas (3), engendran alguna vez la hidropesía (4); en fin, ellas mantienen la inflamación (5) y encrudecen los hu- mores (6). Pero las bebidas frías convienen perfecta- mente á los estómagos ardientes (7) y á los hombres que tienen un temperamento seco (8). Es necesario añadir aún á todas estas indicaciones, las recomendaciones respecto á los baños calientes, (1) Hip. tom. 15 pág. 751 y 752. (2) Lib. 9 P , pág. 624, tom* 10. (3) Tom. 15, pág. 802. (4) Tom. 8 ? , pág. 354. (5) Tom. 15, pág. 500. (6) Tom. 15, pág. 501. (7) Tom. 11, pág. 54. (8) Tom. 6 P , párrafo 393. -17- fríos ó tibios, y las abluciones frías en la cabeza mien- tras que el cuerpo está metido én la agua caliente. Estas citaciones deben ser suficientes para recordar las ideas fundamentales de la doctrina de Galeno, en la que las crisis y los humores hacían un gran papel. La agua era generalmente empleada como medio di- solvente ó refrigerante. Galeno no le atribuía otra ac- ción; aun esta opinión resulta mas bien de los hechos, que de la manera con que se encuentra formulada. No se encuentran en Celso Aureliano (1), mas que un pequeño número de pasages, donde se trata del em- pleo terapéutico del agua: este autor recomienda con- tra las anginas, el vapor del agua caliente dirigido ha- cia la garganta, y en el cólera la aplicación al estóma- go de esponjas empapadas en agua fría. Alejandro Detralles, algo menos reservado, emplea- ba el agua en bebida, en baños y en fomentaciones: se esplica claramente sobre este agente terapéutico, ha- blando de las fiebres producidas por un principio pú- trido: dice, "que si no se puede emplear la sangría á causa de la debilidad del enfermo, ó bien porque t^me este medio, es necesario; usar un régimenr húmedo y refrigerante. Después de esto, y cuando la materia es mucho mas tenue, las señales de coesion se nianifiestan, entonces se emplea asiduamente el agua fria. Después de los autores que ya tenemos citadofe, nos resta hablar de Aetius y de Pablo Eginí, el primero trata del empleo del agua; en muchos pasages de su obra saca de Rufo lo concerniente á las diferentes cua- lidades de este líquido (2). Mas lejos habla de los ba- ños y de sus efectos según están calientes, tibios ó fríos (3); estudia la acción'de las lociones'dé agua fria (4); \ H{ • ' ■'________ '_ff ' "1L1 _ '^-i (-1)' Autor de uno de los mas importantes tratados de medicina de la anti- güedad. (2) De Aquis ex Rufo, cap. 165, pág. 168. (3) Cap. 166, pág. 170. (4) Cap. 168, pág. 171. 3 -18- en fin, se ocupa de las aspersiones (1) y las aconseja contra las fiebres ardientes, pero durante el estío so- lamente; quiere que le hagan en invierno con agua ca- liente; después termina señalando los peligros que el agua fria puede ocasionar. Pablo de Egine no habla sino raras veces del em- pleo medicinal del agua: dice algunas palabras del ba- ño frío, que aprueba con condiciones muy restringidas (2). Recomienda la bebida fría en su capítulo 29, ti- tulado: "Ardentíon Curatio,» pero se limita á repetir de una manera incompleta y menos satisfactoria lo que habia sido dicho por sus predecesores. Con Pablo de Egina, acaba la serie de los autores griegos y latinos que nos han trasmitido el rico depó- sito de los conocimientos medicinales de la antigüedad. De este conjunto de ilustraciones se desprenden tres grandes tipos; Hipócrates, Celso y_ Galeno, que forman el resumen y dominan la época; así es que en sus obras hemos encontrado los documentos mas completos sobre el empleo higiénico y medicinal del agua. En cuanto á las formas bajo las cuales este líquido estaba administra- do, hemos visto que estaban restringidas á la bebida, á las lociones, á las superaciones y á los baños dados á diferentes temperaturas. Es un hecho notable que en toda la antigüedad, el agua fria ó caliente, pero sobre todo la primera, se ad- ministraba abundantemente en algunas enfermedades agudas, particularmente en las fiebres ardientes y que no lo era sino escepcionalmente en las afecciones cró- nicas. Pero en todo lo concerniente al empleo del agua, na- da es menos satisfactario que las indicaciones terapéu- ticas y el modo de administrarla. La vaguedad que reina respecto á esto en todas las obras de los autores (1) Cap. 171. (2) De Labaeris, cap. 51, pág 22, -19- antiguos, la indecisión en que debe encontrarse el prác- tico, y sin duda también el desprecio tan natural en los hombres para las cosas sencillas, deben de haber con- tribuido poderosamente en hacer abandonar el uso del líquido mas útil y mas benéfico. SEGUNDO PERIODO DEL VII AL XVIII SIGLO. Hacia fines del siglo VI, un genio poderoso y audaz hacia su aparición en el Oriente; animado de una fé vi- va, sostenido por una firmesa sin igual, se atrevió á em- prender la reforma de las creencias religiosas y de los hábitos sociales de todo un pueblo: después de 23 anos de luchar este genio, Mahoma consiguió hacer adop- tar un nuevo culto, que proscribió el uso del vino y de los licores espirituosos. Era preciso para pedir seme- jante sacrificio á las facciones de los hombres, haber sido frecuentemente testigo de los efectos peligrosos de las bebidas alcohólicas, y haber reconocido la utilidad del agua en un pais continuamente quemado por los ardores del sol. El legislador de los árabes, compren- diendo sin duda la necesidad de mantener la flexibili- dad de la piel, de fortificarla contra las oscilaciones dia- rias de la temperatura afrieana, prescribió abluciones frecuentes del agua fria. ¡Oh creyentes! esclama Ma- homa, antes de comenzar la oración, lavaos el rostro y las manos hasta el codo. Mojaos la cabeza y los pies hasta los talones. Puri- ficaos después de haberos acercado á vuestras espo- sas: cuando estéis enfermos ó de viage, y que hayáis satisfecho vuestras necesidades naturales, ó tenido co- mercio con mugeres, frotaos el rostro y las manos con polvos si os falta la agua. (1) Los preceptos del Coran, estaban observados gene- ralmente con fidelidad: así se puede decir que jamas (1) Coran cap. 5 ? , tratado de Savany. -20- se ha hecho esperiencia higiénica con mas perseveran- cia y ostensión; no sería sin interés cual ha sido su in- fluencia sobre la salud, la longibidad y la naturaleza de las enfermedades de los musulmanes. Entiendo que los elementos diversos que complican esta cuestión, harán siempre su solución, difícil; sin embargo, se pue- de afirmar que el uso actual del agua no daña á la cons- titución, supuesto que sabemos que la mayoría de los árabes y de los turcos, se hace notar por la fuerza mus- cular y la belleza de las formas..... Los médicos árabes, poco atentos según parace, á los resultados saludables de las instituciones higiénicas del profeta, ó mas bien arrastrados por este amor á lo ma- ravilloso que seduce á todos los hombres, sobre todo, á los del Oriente, no han prestado mas que una débil atención á las virtudes curativas del agua, Pero se encuentran en el pueblo usos fundados sobre antiguas creencias y entretenidos por el charlatanismo y la su- perstición Chardin cuenta con una manera muy chis- tosa, cierto tratamiento hidriático que le aplicaron pa- ra desembarazarle de una fiebre maligna que contra- jo durante su viage de Bender-Abassi, ciudad célebre dol golfo pérsico (1). Yo mismo durante mi perma- nencia en África fui testigo muchas veces de las prác- ticas ridiculas empleadas por un negro de Tombuetu, que acompañado de dos mugeres de su raza, iba cada viernes de una junta actuada sobre la orilla del mar, no lejos del jardín del Dey, allítconcurrían árabes y moros de Alger, llevando á este hombre que tomaba el título de sacerdote, ofrendas de diversas clases. Los pollos eran degollados por las mugeres; ellas colocaban en seguida al derredor de la fuente muchas pequeñas velas de cera: después el negro añadía pa- labras misteriosas-y partículas casi imperceptibles de un polvo blanco. Cumplida la ceremonia, los enfermos (1) Relación de un viage á Persia, tom. 9 ? , pág. 300. bebian agua, frotaban ,sus miembros ó lavaban sus lla- gas. Esta fuente gozaba de gran reputación que produ- cía á su háhil esplorador una abundante provisión de huevos y pollos, ; ?; >r ir. ;■ -.-,•:.h»n ¡ ¿/ Rhazes, el mas antiguo de los médicos árabes, habia raras veces de la utilidad del agua; recomienda sin em- bargo, los baños fríos como medio preservativo de la varióla. - ,t: wi i- , ; v;!- rt Avicenes, pomposamente Uaniado el príncipe de los médicos, trató en muchos pasajes *4e fsu voluminosa compilación, de las virtudes curativas del agua: Se ocu- pa (1) del papel que este líquido hace de la sangre; mas adelante señala los malos efectos de ■las- aguas pan- tanosas que engendran dioe las flemas, las enfermedades del baso, la hidropesía (2). En el Ubro 2. ° Avioenes indica las enfermedades en que. el agua pura es útil ó dañosa; la aconseja en las fiebres, ardientes, pero la de- secha cuando el temperamento es frío y húmedo (3). Esta obra de Avicenes á,ntes tan .alabada,:ahora tan poco conocida, no encierra ninguna idea original que el empleo higiénico, ó medicinal del agua: lo qué se en- cuentra en ella está sacado de lo$: autores griegos sus predecesores, y sobre todo, de Galeno.;^?/, ot» í t 'Durante toda la edad media, ¡época deplorable de ignorancia y de barbarie» /»0 salió á luz. ninguna obra notable. Apenas se puede citar á» Pedro de A vano, que viyia en el décimo tercio siglo, de cuyo trabajo se ha- ce mención en una recopilación curiosa impresa ea Ve- necia en 1553, (4) Pedro Tusignago (5), Juan de Don- des (6) y Gentile Dafaligno, célebre comentador.de Ahisenes, y profesor en Pádua en 1333,....., ________________________________________________----------------\. .,.. -—_.---------------■■-----------¡-------:------. (1) Cap. 16. (2) De dispotitionibus aquarum, cap. 16, lib. prinum fenest. 2, doctrin. 2. (3) Lib. 2 ? , trat. 2, cap. 59 de aqua. ~ '■■ - -.r{. • --- ...... (4) Debalneis, omnia que estant, aput Griegos y Latinos et Árabes &c. Benetiis 1553 in fol. (5) Debalneis, pág. 193. '>■■'{•' ... -iV i *.. (6) Debalneis, pág. 108. -22- Un siglo mas tarde Savonarola, que profesaba la me- dicina en Ferrara en 1436, escribió una obra notable para su época en que habla de los baños de agua sim- ple fria, tibia y caliente; baños de leche, de aceite y de aguas termales, naturales de la Italia y de toda la tierra (1). Indica muy bien los efectos del agua fria en los hom- bres fuertes ó débiles y en los niños (2), señálalos bue- nos efectos del agua fria en los enfermos que tienen un flujo colérico hemorrágico, y en las mugeres que tienen una pérdida abundante. En el libro titulado de Fe- bribus, recomienda el empleo del agua fria para cal- mar las fiebres ardientes (3). Mengo Biancheli (4) aconseja, pero con gran reser- va, los baños fríos para los niños, y á imitación de Hi- pócrates y de Avicenes, alaba el empleo del agua fria en los dolores articulares. Barzizi (5) elogia las lociones frías inmediatamente después de los baños tibios, como muy fortificantes, y manda las duchas ascendentes contra las enfermeda- des de la matriz. Cardan (6) prescribe regaciones frías contra la gota mientras no existe hinchazón en las articulaciones. Es muy notable que el célebre médico Fernell (7) no hable del agua en el tratamiento de las enfermeda- des; apenas habla de ella en sus consideraciones sobre las causas que provocan alguna vez el sudor después de haber bebido mucha agua fria (8); lo que dice de los baños no merece ser citado. (1) Prac. canonic Quaniris Machaclis Savonarolde, Lugduni in 8 ? 1560. (2) Cap. 1 ? , Devalneo Aquae frigidoe, pág. 809. (3) Cap. 11 ? , rubr. 3, pág. 294. (4) 1441. (5) Introductor seu Janua ad omne opus practicum medicinae ag. Vind 1518.—Et Duvalneis, pág, 225, 1450. (6) 1501. (7) Nacido en 1497, muerto el 1558. (8) De Febribus Leber 4 P , cap. 10, pág. 108. -23- El fogoso Paracelso (1), de quien hemos hablando an- teriormente amaba demasiado el vino para tener la agua pura en gran consideración; así parece no hablar de ella sino con desprecio; sin embargo, aconseja como el no hacerla beber por fuerza á los hidrófobos, meterlos en un baño de agua fria y mantenerlos en él mucho tiempo: pero Paracelso fué un panegirista celoso de los baños de aguas minerales artificiales, cuya compo- sición correspondía en efecto á las teorías quiméricas que habia adoptado casi en la misma época; pero algo mas tarde un célebre aventurero, llamado Q,ursneiser Leonardo, que al principio habia sido platero y graba- dor después, discípulo de Paracelso, empezó á correr mundo, pregonando los efectos maravillosos de algunos remedios químicos, y sobre todo, de las aguas minera- les artificiales: tuvo el talento de hacerse dar la admi- nistración de las minas del Tirol, donde se hizo de gran- des riquezas. Emprendió entonces muchos viages á Escocia, Portugal, España, Arabia, después á Italia y Hungría; por todas partes alababa los prodigios de las aguas minerales que sabia preparar. Este hombre audaz publicó numerosas obras, cuya lista se encuen- tra en el Adumbratio Eruditorum Vacileensium, de Herzog. No hace mas que citar á RyfF Gualther compilador del XVI siglo, que según dicen, ha hablado de los usos del agua en una obra que no he podido proporcionar- me; pero este autor habiendo sido señalado por Haller y Gessner, como indigno de confianza; esta omisión si existe, queda enteramente sin importancia. Entre los pocos autores que en aquella época habla- ron de los usos del agua, conviene no omitir los nom- bres de Bartolomé, Viotti á Clibalo, que alaba mucho el empleo del agua fria en duchas; de Ugulino de Mon- te Catino, que recomienda las afuciones de agua fria (1) 1498. -24 en la debilidad de la cabeza; d'Amatus Lucitanus que la emplea en las fiebres viliosas, el cólera morbo las úl- ceras, los abcesos y los males de pecho de las nodrizas. Hacia esta época fué publicado el libro de Balneis, que encierra estractos de todo lo que se habia escrito has- ta entonces sóbrelos baños. Gunther de Andernach, en su comentario sobre los baños, recomienda regar la piel Con agua fria, con el objeto de favorecer las cecreciones, proporcionar el sueño y combatir la sequedad del cuerpo. Pero de todos los autores del XVI siglo, ninguno se ha mostrado mas partidario del agua fria que Mercuriali. La pre- senta como el primer remedio contra la fiebre ardien- te (1), añade mas adelante que todavía hay en este ca- so dos remedios propuestos por los médicos, Jos baños de agua tibia y de agua fria; y en fin, los defensivos re- frigerantes que se pueden aplicar sobre el pecho, las espaldas y la cabeza (2). >Sin embargo, Mercuriali in- voca sin cesar á Galeno, y no obra sino cubriéndose en alguna manera con su autoridad. A pesar del ejemplo dado por Mercuriali, la mayor parte de los médicos célebres de la época, no hicieron mención de la utilidad del agua en las enfermedades. Aunque Henrricus ab Heers, hubiera aumentado en 1606 la curación de un leproso, obtenida por afúcio- nes de agua fria* este hecho pasó también tan inaper- cibido, que poco tiempo después el célebre Baillois escribia: Miror cur in herpetibur, injlamationibus, inqui- bus humectandi eil refrigerandiconsilum est, non potius ad aquam et suecum plantaginisaccedarhus. ! En 1638 Se vió á Luis Septala recomendar las duchas frías contra las asoleadas y la cefalalgia; hace beber agua fria ^con- tra la diarrea y los cólicos: citaré entre los hechos Cu- riosos que refiere, la observación de un español que es- ■ tu -. . . ■■■ :*b. '■■•! ■ ■■' ' J ■ ,■. .-■■'■ _ (1) De Febrilesiib.:5P , pág. 524. (2) Lib. 5 ? , pág. 525. -te- taba padeciendo cólicos atroces desdé**inuchos dias, y que los médicos mas esperimentados consideraban co- mo perdido. Septala le hizo beber, seguido, una gran cantidad de agua enfriada por la nieve; bien pronto los dolores se calmaron, el enfermo durmió cuatro horas; desechó en seguida una cantidad considerable de vilis, y fué rápidamente curado. A esta época habia en Bélgica un apologista exage- rado de la agua fria, llamado Hermán Vander Heyden: colocó á este líquido sobre todos los medicamentos, mirándolo como un don bendito del cielo, al alcance del rico y del pobre. Lo usaba contra la congelación de los miembros, la jaqueca, la manía, la parálisis, las constipaciones y la disenteria: declara que, en una epi- demia de esta última enfermedad, ha curado 360 disen- téricos con agua fria tomada como bebida. Diemerbíack, refiere también un ejemplo notable de disenteria muy grave, que fué igualmente curada por la agua fria usada interiormente (1). En 1668, Roberto Vittie médico ingles, señaló en una pequeña obra las virtudes curativas de un manantial de agua fría situado en el Ducado de York, y muy men- tada en el caso de raquitismo, de gota ó de espasmos nerviosos (2). Poco tiempo antes, Tomas Bartolin, ha- bia dado á luz su tratado sobre el empleo medicinal de la nieve (3); recomienda usarla en frisiones contra la peste, la concepción, la gastralgia, los cólicos &c, obra donde se encuentra mas entusiasmo y empirismo que raciocinios científicos. Según todas las citas que se acaban de hacer, se re- conocerá que, esceptuando un pequeño número de mé- dicos célebres, solo se encuentran nombres de autores poco conocidos, cuyas obras son y deben ser olvida- das. A esta época, el empleo medicinal del agua esta- (1) Observat. XXIX. (2) Tons Searburgensis in 8 ? 1678. (3) De nivis uso observationes varice. Copenhague, 1661 in 8 ? 4 -26- ba casi totalmente abandonado; la ignorancia y el aban- dono de todas las antiguas instituciones higiénicas, ha- bian sin duda traído este resultado. A estas causas tal vez es necesario añadir la brusca aparición de la sífilis; cuando esta temible enfermedad se manifestó, se acostumbraba tomar baños en común, y á este uso se atribuyó la espantosa propagación de esta afección con- tagiosa. Pero á fines del XVII siglo, apareció en Inglaterra un médico que intentó la rehabilitación del agua fria. Floyer, Juan, hombre de verdadero mérito, publicó en 1697 una obra sobre el buen empleo de los baños ca- lientes, fríos y templados. Esta obra tuvo un suceso in- menso; fué reproducida mas tarde con este otro titulo: Jncient. Psychrolusy revived (1). El autor se manifies- ta gran partidario del agua fria, la recomienda en be- bida y particularmente en baños. Trata de combatir la repulsión, casi general, contra este método; invoca la autoridad de los antiguos y los resultados de su prác- tica. Floyer propone la agua fria como remedio á una multitud de enfermedades; la alaba contra la odontalgia, las anginas, la ensefhalitis, las enfermedades de las vias orinadas, las hemorroides &c: su confianza y entusias- mo llegaron tan lejos, que el ilustre Harller se creyó en el caso de vituperarlo; le reprocha de no querer mas que un solo remedio contra todas las enfermeda- des agudas y crónicas, aun la misma peste; denique ep- sam pastem balneo frígido expugnare vult. Sea lo que fuera, los escritos de Floyer y sus suce- sos numerosos en la raquitis, llamaron la atención pú- blica; pronto se vieron muchos médicos distinguidos adoptar sus opiniones y proclamar, á su vez, los dicho sos resultados que habian obtenido del baño frío. En- tre estos es preciso citar Ed. Baynard, Piteairn y Blair. (1) 1702. -27- La agua fria encontró también partidarios adictos entre sugetos estraños á la medicina. Juan Hancock, ministro protestante, fué uno de los mayores admirado- res de las virtudes de este líquido; aconseja su empleo en todas las fiebres, obrando como hombre de probi- dad; y convencido, comenzó por tratarse asimismo en una fiebre violenta, acompañada de tos y tiricia muy pronunciada. Mas tarde aplicó su tratamiento á su hija mayor, atacada de una escarlatina muy grave; cu- ró igualmente á todos sus otros hijos que sucesiva- mente cayeron enfermos. Hancock no empleaba mas que el agua como bebida: su pequeña obra no da nin- guna esplicacion científica; un fanatismo ciego lo guia- ba únicamente en su práctica. El mismo juicio debe aplicarse á la obra de otro in- gles llamado Lmith. El autor, que no era médico, tra- ta de probar la excelencia del agua para la gota y la enfermedad hipocóndrica; las escrófulas para las muge- res preñadas, para las enfermedades del estómago, &c. &c. Este escrito no es mas que una nomenclatura de casi todas las afecciones, contra las cuales la agua de- be emplearse; basta al dicho del autor, beber muchos vasos en el dia, para conservar su salud ó restablecer- Ia~cüando está trastornada. Sí reasumimos los trabajos de los once siglos que acabamos de recorrer, no encontramos en ellos ningu- na idea original, y los autores se copian unos á los otros: los árabes invocan la autoridad de Galeno, y sus suceso- res el nombre de Avicenes. Es necesario llegar al úl- timo periodo de aquella época, para encontrar en fin una honrosa escepcion. Se separa de la edad media, la abandona para volverá los preceptos de la medicina antigua, y viene á proponer con atrevimiento el empleo de los baños fríos, vistos con desprecio y casi comple- tamente abandonados en su tiempo. Floyer hizo in- creíbles esfuerzos para popularizarla práctica higiéni- ca útil; pero el entusiasmo le hizo pasar los límites de -28- lo verdadero, y veremos en adelante que sus paisanos olvidaron prontamente sus preceptos y sus sucesos. En cuanto á las doctrinas en que se fundaba el em- pleo del agua, no encontramos de ellas ninguna trasa; se limitaban á preconizar resultados y cada uno pres- cribía en razón de su esperiencia personal adquirida por ensayos ó conformándose á las recomendaciones de las autoridades medicales. Unos preferían la bebi- da á los baños; otros daban á los baños una incontes- table superioridad. A escepcion de Bartholin, todos los autores prescriben la agua en forma líquida. No debemos dejar desapercibido este hecho notable, que el agua, que habia sido casi esclusivamente reservada contra las enfermedades agudas, está recomendada por Floyer y sus discípulos, contra algunas enfermedades crónicas. Pero una nueva era se prepara: Federico Hoffmann, el médico mas ilustre de la Alemania, al prin- cipio del XVIII siglo, nos va á contar los servicios que puede prestar el agua, y muy pronto, sea espontánea- mente ó sea bajo la influencia de su nombre, resonará con las curas maravillosas producidas por este líquido. Este suceso moderno dará nacimiento á deplorables abusos; veremos la ignorancia y la audacia burlarse de la credulidad pública, y hacer numerosas víctimas. TERCER PERIODO DESDE FEDERICO HOFFMANN, HASTA PRIESSNITZ. 1700 á 1829. Al principio del siglo XVIII, Federico Hoffmann, célebre profesor de la Universidad de Iballe, se decla- ró partidario del agua en el tratamiento de las enfer- medades agudas y crónicas; la recomienda en casi to- das las afecciones y no está muy distante de admitir que este líquido pudiera casi reemplazar á todos los re- medios; por esto no vacila en publicar en 1712 su cu- -29- riosa disertación de Aquad Medicina universali (1), Hoff- mann, principia diciendo que el médico que tendría bastante felicidad ó talento para descubrir un remedio propio á todos los males, merecería una hecatomba; pero como esta admirable invención no existe, y pro- bablemente jamas existirá, cree que si hay un medio medical que pueda llamarse universal, es al agua, que este título debe aplicarse, certe illud non allind, nostro quiden judicio este cuam aqua communis (2). El autor examina mas adelante (3) el efecto del agua en la economía; cree que sirve para entretener la flexi- bilidad de las fibras, que por el curso de los años se volverían demasiado duras y áridas. Compara nuestro cuerpo con las máquinas que se usarían con rapidez si la agua no venia á suavisar los frotamientos. Estudian- do las cualidades del agua, Hoffmann se pregunta si se- rá mejor servirse del agua de un rio ó de un pozo; fija su elección en las aguas llovedizas, como que son en cualquiera manera destiladas por la naturaleza (4). Federico Hoffmann, empleaba el agua en bebida y en baño: la administraba en las fiebres ardientes (5), las ostrucciones crónicas de las viseras y de las glándulas, en la nephritis, la gota, el escorbuto &c. (6). En 1729, F. Hoffmann publicó un segundo escrito para dar á conocer los efectos saludables del agua fria: De aquce frígidas potu salutarij recuerda en esta ocasión las recomendaciones de Hipócrates, de Celso y de Ga- leno, hace conocer los resultados dichosos que ha ob- tenido en las fiebres viliosas ardientes, en el sinoco vi- lioso ó catarral (7); mas lejos cita casos de curación de (1) Frider. Hóffmanni opera omnia physico medica &c. Genova 1761, in-fol. pág. 201, tomo 3? (2) Pág. 201, par. 2. (3) Par. 5 ? (4) Par. 12, pág. 203. (5) Par. 21. (6) Par. 22. (1) Par. 13, pág. 71, tom. 1 ? —30— cólera y de inflamación en los intestinos; en fin, termi- na señalando el abuso pernicioso que muchos médicos ingleses y franceses han hecho de este método. F. Hoffmann vuelve sin cesar sobre la utilidad del agua; la manda contra un gran número de enfermeda- des en forma de baños tibios ó fríos (de balneorum ex aqua duci prestantissimo ni qfectibus internis uso): la ala- ba como la mejor bebida; la mira como infinitamente preferible al vino, al aguardiente, á todos los licores fermentados, y sobre todo á la cerveza: esperientia cons- tante aqucs potatores saniores longosviores et adacciores esse iis quibus cerevicia in uso est{\). Aunque F. Hoffmann merece ser citado por su talen- to de observación, la sabiduría de su juicio y su amor á la verdad; aunque tenga, con justicia, uno de los pri- meros rangos entre los médicos dogmatistas, es preci- so reconocer sin embargo que se deja muchas veces arrastrar por ideas de humorismo, y que las espiracio- nes que da respecto ala naturaleza de las enfermeda- des, se resienten frecuentemente de la inexactitud de esta doctrina. En cuanto á una teoría sobre la acción del agua, Hoffmann no da ninguna; enuncia hechos, los encierra en frases aforísticas, y cuando va mas allá es para volver á la comparación de la máquina de nues- tro cuerpo con las ruedas de una máquina que tiene necesidad de humedecerse sin cesar á fin de disminuir el uso producido por los frotamientos. Sea que los escritos de Floyer y de Hoffmann hayan tenido una influencia verdadera en el espíritu de los médicos del siglo XVIII, sea que la casualidad haga en esto el principal papel, siempre es cierto que desde aquella época casi toda la Europa habla de las curacio- nes asombrosas producidas por el agua fria. Las obras publicadas sobre este método son tan numerosas, que para conservar un poco de orden en nuestra narración, (1) Par. 9, pág. 112 tom. 1. ° -31- se hace.indispensable establecer entre ellas muchas di- visiones. Comenzaremos por el examen de los traba- jos de los autores alemanes, á fin de no separarnos de Federico Hoffmann, que se encuentra á la cabeza de ellos. Uno de los contemporáneos del profesor de Halle fué Hahn Juan Segismundo, que ejercía su arte con dis- tinción en Schweidntz, en Silesia; adquirió una gran re- putación, de la que fué deudor en gran parte á las cu- raciones numerosas que operó por medio del agua fria, administrada interior y esteriormente. El libro que pu- blicó en Breslau y Leipzig en 1743 sobre esta materia, es uno de los mas completos de la época, lo que le hi- zo dar cuatro ediciones en pocos años. En el capítu- lo 1.° estendia la potencia del agua; le encuentra una fuerza mediata ó inmediata; la declara preferible á la cerveza y al vino para la conservación de la salud. Se- ñala (1) la utilidad de la bebida fria en las enfermeda- des crónicas, aun en la hidropesía. Mas adelante (2) esplica de qué modo el agua mantiene el aseo y la flexi- bilidad de la piel; recomienda este líquido contra la erisipela, las úlceras carbunculosas, las fiebres ardien- tes, las viruelas y las petequias. Hahn usaba el agua en abluciones, en bebidas y en baños, pero al mismo tiempo administraba remedios que casi todos eran es- timulantes tónicos. Los autores no están de acuerdo sobre este Juan Se- gismundo. Floller lo confunde con Segismundo Hahn, pero está claramente esplicado (3) que este último es el padre del autor de la obra citada anteriormente. Segismundo Hahn tuvo un segundo hijo, Juan Godo- fredo, que nació en Shweidnitz el 23 de Noviembre de 1664. Se hizo médico muy distinguido, y hemos dicho (1) Cap. 5. (2) Sect. 2, pág. 56. (3) Pág. 8 del prefacio. -32- ya (1) que tuvo el honor de ser el primer edecán del colegio de medicina de Breslau J. G. de Hahn ha publicado una obra en que se en- cuentran hechos numerosos que demuestran la utilidad del agua en las fiebres agudas graves: en 1737 Breslau estaba asolado por una fiebre epidémica tan espanto- sa, que casi todos los que estaban atacados sucumbían. Las precauciones de los magistrados y los tratamien- tos recomendados por los médicos, fueron infructuosos para contener los progresos de la epidemia. Los sín- tomas de esta enfermedad eran los del tifo, como se verá por la descripción siguiente. "Postración de las fuerzas, pulso pequeño y débil, ca- lor ardiente, sed, dolor atroz en la cabeza, ojos fijos anun- ciando el espanto, rojizos, tristes, ruido en los oídos, de- lirio, síncopes, sobresaltos en los tendones, petequias, menstruación excesiva en las mugeres, vómitos biliosos, evacuaciones de la misma naturaleza, esputos viscosos, la lengua seca, encogida, surcada, árida; garganta do- lorosa sin tumefacción, pesar, inquietud, frío en las espaldas. Q,ue se sangraran ó no, los enfermos morían igualmente." Durante el curso de esta funesta enfer- medad, el Dr. Hahn, que hizo uso del agua fria este- riormente, fué el único médico dichoso. Hacia conti- nuamente fomentar el cuerpo del enfermo con espon- jas: una suave transpiración sobrevenía ordinariamen- te, y la diminución rápida de la enfermedad conducia á la convalescencia. La historia de esta epidemia presenta un vivo ínte- res: el Dr. Hahn refiere, que los enfermos que se suje- taron al tratamiento que empleaba, sanaron en gran ma- yoría, mientras que los que por preocupación, por te- mor ó llevados del parecer de otros médicos, rehusa- ron hacer uso del agua fria, perecieron casi todos. La confianza del Dr. Hahn en el agua fria no se de- (1) Pág. 50. -33- bilitó un solo instante durante esta epidemia: se en- cuentra una prueba incontestable de esto en la forma con que él mismo se trató cuando fué atacado de esta terrible enfermedad. Cuenta con mucha sencillez y exactitud lo que sentía, el bien que esperimentaba con las abluciones de agua fria, que no quiso jamas aban- donar, aun en el dia en que creyó que iba á morir. De-Hahn no trata así como lo habia hecho su her- mano Segismundo, de aplicar por las teorías químicas de la época la acción del agua fria en las enfermeda- des; se contenta con patentizar los hechos y multipli- car sus sucesos, consultando los resultados de su pro- pia esperiencia. Casi en el mismo tiempo pareció la obra de F. Seh- wertner, que verdaderamente no es mas que una co- lección de todos los escritos alemanes, ingleses y fran- ceses, publicados desde 1723 hasta 1743, en los que se ocupan del agua en el tratamiento de las enfermedades. Allí se encuentra reunido todo lo que es concernien- te al agua fria, la agua de nieve, el hielo y los diversos tratamientos empleados por el capuchino Fr. Bernar- do Boerhaave, Cari Haucake, Hoffmann Smith &c. &c. En 1749, Sonmer tradujo en alemán la Psychrolusia de Floyer: la aparición de esta obra contribuyó á dar nuevos partidarios al aguajria; sin embargo, Van-Ssvi- ten no habla sino muy poco de la acción de este liqui- do (1). Beer y Ruger recomiendan fuertemente el agua fria; este último la mira como un remedio universal. Daniel prescribe las inyecciones y los fomentos de agua fria contra la metrorrágia. Pietsch empleó el agua fria contra la gota; hacia meter atrevidamente los pies y las manos en este líquido, durante los accesos de esta enfermedad. En medio de la multitud de autores que se ocupa- ron en aquella época del agua fría, es preciso señalar (1) Tom. 4, pág. 191, 192 y 193. 5 —34- al Dr. Moneta, que ejercía su profesión en Varsovia, así como lo indica el título de la obra, Moneta emplea- ba el frió y" el agua fría para combatir el principio de las inflamaciones de pecho. i Contra la opinión común, él no admite que la transi- ción del calor al frío cause las enfermedades catarrales; opina al contrario, que la transición brusca del frío al calor es la que determina toda la serie de síntomas, anunciando el principio de un catarro (1); establece en esta ocasión una teoría que no carece de valor: Mone- ta deduce de esto, que las bebidas calientes, así co- mo las sudoríficas, son dañosas en todas las afecciones catarrales, y piensa que deben ser reemplazadas por medios enteramente opuestos. Moneta comenzó sus tentativas sobre sí mismo; fué atacado, en un tiempo muy frío, de un catarro de cere- bro y de pecho, y en lugar de quedarse encerrado en su aposento, así como lo solia hacer en semejante ca- so, salió como de costumbre: observó que el catarro de cerebro le molestaba apenas, luego que se encontraba al aire libre, pero que cuando volvia á entrar en apo- sentos muy calientes, el dolor de cabeza y el coryza volvían á empezar. Sin embargo, no pudiendo quedar- se todo el dia en la calle, trató de hacerse la aplicación del frío. "Comencé, dice, por tomar algunas cuchara- das, y no esperimantando nitíguna incomodidad las fui aumentando; me lavé la cara con agua fria, la aspiré por la nariz en repetidas ocasiones, é hice poca lumbre en mi aposento. Este tratamiento me restableció entera- mente al cabo de tres dias, mientras que con las bebi- das y el cocimiento de cebada, una afección semejante me tenia ordinariamente encerrado en mi casa por al- gunas semanas.v Moneta refiere en seguida la historia de su criado, la de un caballero polaco, atacado de una fiebre ar- (1) Pág. 6 y 7. -35- diente con delirio continuo, que habiéndose fugado de su recámara mientras que su guarda dormiá, pasó una noche de invierno con solo su camisa en el cuerpo, en una selva vecina de la habitación. Este paseo noctur- no en la nieve lo curó de su fiebre. Cuando Moneta publicó su libro, hacia catorce años que trataba de esta manera todas las afecciones catar- rales, y dice que ni una sola vez habia errado la cura. Era tan profunda su confianza, que prescribía este tra- tamiento á los ancianos, así como á los jóvenes y aun á los niños de pecho. Cuando la afección era grave, que habia fiebre y principios de insomnio, Moneta manda- ba hacer una sangría de muchas onzas; daba también un polvo en que entraba el nitro, el crémor y la sal amoniaco, pero recomendaba sobre todo el baño de pies frío, que miraba como un remedio excelente en los catarros serios. En las anginas, con hinchazón ó sin ella de las ami- dales, Moneta mandaba andar durante algunos minutos con los pies desnudos en la nieve, y ponerlos inmediata- mente en el agua fria después de haber entrado en el cuarto: mandaba aun aplicar fomentos fríos en el pes- cuezo, que debian renovarse cuando el lienzo estaba caliente. Un médico de Viena, el Dr. Ferro, publicó en 1790 una pequeña obra sobre el empleo de los baños frios: este libro tuvo una influencia notable en los hábitos de muchas personas de la capital de Austria: el mismo emperador secundó estas disposiciones, haciendo esta- blecer baños públicos que eran frecuentados una gran parte del año. Veamos ahora lo que pasaba entre los pueblos vecinos. -36- ITALIA. Entre todos los países de Europa, la Italia fué la que empleó el agua con mas audacia y charlatanismo. El uso medicinal de este líquido fué introducido en Ñapó- les hacia el año de 1700, por un llamado Rovida, ara- gonés, que decía haber hecho ya numerosas curaciones en su pais. Se sabe, efectivamente, que desde mucho tiempo el agua fria habia sido recomendada en Espa- ña por Monardes, Daza y Micon (1). Un capuchino siciliano, llamado Fr. Bernardo María de Castrogranna, que se conoce comunmente con el nombre de padre Bernardo, fué discípulo de Rovi- da, y en 1724 pasó á la isla de Malta, donde no tardó mucho en hacer curas estraordinarias, que tuvieron grande eco en toda la Europa. El padre Bernardo cu- raba ó pretendía curar las palpitaciones violentas del corazón, los tumores esquirosos del hígado, los cóli- cos, las diarreas, el flujo de sangre, las fiebres malig- nas, las hidropesías, los reumatismos, las nefritis, las vi- ruelas, la sífilis, la acuática, la gota &c. Hacia beber cada dia á sus enfermos de veinticua- tro á treinta y dos cuartillos de agua muy fria: la man- daba en lavativas, la aplicaba en fomentos, y hacia al- guna vez frotar el cuerpo con trozos de nieve. Su tra- tamiento no variaba sino en la cantidad de agua inge- rida. El padre Bernardo trataba de obtener crisis por la piel, las orinas y las evacuaciones: sus ideas medica- les no eran mas que una mezcla de humorismo y de em- pirismo ridículo; su ignorancia era grande y su teme- ridad aun mas. Encontró adversarios numerosos, que le reprocharon con energía y con justicia el tratamien- to audaz que empleaba contra casi todas las enferme- dades, y sobre todo contra la varióla. (1) Libro que trata de la nieve y sus propiedades &c, 1571 en 8. ° -37- El padre Bernardo encontró sin embargo un defen- sor en Crescenzo, médico napolitano, que publicó un pequeño escrito sobre las reglas que debian seguirse en el empleo del agua. Crescenzo aconsejaba casi constantemente el agua fría en bebida; usaba raras ve- ces de baños, de afusiones y de fomentos. En esta obra se eleva con fuerza contra los médicos de su tiempo, y les reprocha su incapacidad para saber manejar con- venientemente el agua fria. Casi á la misma época, Jacobo Todano, y Sánchez, emplearon el agua y el hielo con un atrevimiento cul- pable. El primero está conocido con el nombre de Medicus peraquam, y el segundo de Medicus pergla- ciem. Todano era un espíritu fantástico y testarudo; pretendia curar todas las enfermedades con agua fria, y muchas veces anadia nieve y hielo. Los enfermos de- bian beber cada tres horas hasta cinco libras de agua; no debian cubrirse cuando tenían frió, porque el frío, así como la dieta, formaban parte del tratamiento: no les daba por alimento mas que dos ó cuatro yemas de huevo en todo el dia. Cuando los enfermos se queja- ban mucho del frío, se les ponia sobre la región del hí- gado y sobre los ríñones, lienzos mojados en agua fria. Los síncopes, las somnolencias y otros síntomas alar- mantes, no eran suficientes para detenerlo. Entonces suspendía solamente la bebida fria: echaba agua fria en la cara; hacia poner nieve en las manos del enfermo y encima de los pies; aplicaba fomentos fríos en la cabe- za y en todas las partes adoloridas; aplicaba este tra- tamiento á las mugeres de parto y á los niños. Para fa- cilitar el parto mandaba poner nieve en los ríñones; pa- ra evacuar el meconio, se daba á los niños recien naci- dos cuatro onzas de ag;ua fria en veinticuatro horas. Sánchez de Refina, fué un fiel imitador de estas pe- ligrosas estravagancias; quiso tratar todos los males con la nieve. En las fiebres ardientes, en el periodo mas crítico, mandaba acostar al enfermo completamente -38- desnudo, en una * '•baña doble colgada de las cuatro es- quinas: le rodeaba de nieve hasta la boca, le hacia be- ber frecuentemente agua nevada; ademas, lo hacia co- lumpiar hasta que la nieve se derretiera. Cuando se lee la descripción de semejante trata- miento, apenas puede uno formarse idea del valor y con- fianza de los enfermos que se sujetaban á él. Pero mientras que la exageración y el charlatanismo esplo- taban audazmente los sucesos obtenidos por el agua, unos médicos sabios é instruidos trataban de indagar los casos en que este remedio es verdaderamente útil, lo adoptaban en su práctica particular. Entre estos médicos es preciso citar á Nicolás Cirilo, célebre pro- fesor en Ñapóles. Publicó á esta ocasión una memoria inserta en las Transacciones filosóficas (1), en la cual se encuentra un gran número de indicaciones que convie- ne referir. "El uso del agua fria y de todo lo que es frió, en ca- so de fiebre no es reciente; se encuentran muchos ejem- plos entre los antiguos médicos___pero curar las fie- bres con solo agua nevada, administrada durante algu- nos dias, sin el empleo de otro ningún medicamento y aun sin usar alimentos, creo que es una práctica nue- va, y aun á decir verdad, un poco atrevida; intentada en Ñapóles según un método venido de España y comuni- cado por un pequeño escrito mal redactado. Por este método hemos visto enfermos arrancados de la muerte contra toda esperanza. Los médicos prudentes al prin- cipio quedaron en espectativa, y fueron espantados de ver á los enfermos inundados de esta manera; pero en fin, animados por unos acontecimientos dichosos y fre- cuentes, trataron de hacer mas segura y mejor enten. dida, una práctica que al principio se empleaba ciega. (1) Hay un estracto de esta memoria en el compendio de las Transaccio- nes de 1791, tom. 2. ° , materia medical y farmacia; en fin, ha sido traducida y reproducida casi entera por Pinel en este mismo compendio, tom. de medi- cina y cirujía, pág. 150. -39- mente sin distinción alguna de la enfermedad y de las circunstancias en que se hallaba en el enfermo; ya no hay médico que dude ahora respecto á este método de curar. Me quedan que esplicar los preceptos en de- talle. El régimen acuoso, porque este es el nombre que le daré, pide precauciones como todos los grandes remedios, á fin de que este método de curación no se vuelva una causa destructiva. "La primera regla es, que después de algunas horas de una abstinencia de todo alimento, y cuando ei estó- mago está enteramente vacío, se comience á beber agua enfriada con nieve á la dosis de una ó dos libras, según el estado, las fuerzas y la sed del enfermo. La misma dosis debe repetirse cada hora, ó á lo menos cada dos horas, de dia y de noche sin ningún descanzo, á menos que el sueño no sobrevenga y no lo impida. Los enfer- mos deben abstenerse de todo alimento, porque cons- ta por UDa esperiencia, que los alimentos, mezclados con una cantidad de agua se corrompían en el estóma- go, y quej^mismo fluido se alteraba por ellos y se ha- cia menos propio á penetrar en los mas pequeños ba- sos; que por consiguiente no podia llegar á todas las partes del cuerpo, esternas ó internas, para precipi- tar y espulsar los humores dañosos. Esta dieta rigo- rosa se ha de continuar durante algunos días, hasta que la fiebre esperimente una intermisión ó cese en- teramente, y que el mismo enfermo se queje de cuan- do en cuando del hambre; porque si se dan los alimen- tos demasiado temprano, la fiebre se renueva con sus síntomas ordinarios. Por esto prohibimos á los enfer- mos todo alimento hasta los siete y aun hasta los diez días, continuando siempre el régimen acuoso, y nada hay que temer de semejante abstinencia, sea que por el frío del agua los poros de la júel se hagan mas an- gostos ó que la transpiracionjiisminuya, así como la ne- cesidadjle restaurar las fuerzas; sea que la misma agua tenga lugar de alimentos, por su curso continuo, arras- -40- trando las partículas alimenticias repartidas en todas las partes del cuerpo y las haga servir á su objeto pri- mitivo. Sea lo que fuere, la práctica de cada dia en- seña, que los alimentos, tomados con una bebida abun- dante de agua, se mezclan con ella y producen grandes peligros; de manera, que tan luego como se permita al enfermo que coma, es necesario que se abstenga del agua ó que la beba en pequeña cantidad: aun es pre- ciso dejar un intervalo de algunas horas después de la bebida del agua fria, á fin de que los alimentos puedan digerirse fácilmente en el estómago. "Es menester, pues, escoger sustancias nutritivas y de una digestión fácil, como el pan cocido en el agua pu- ra, pastillas hechas con migajon de pan, un huevo fres- co, y apenas permitirse un manjar suculento. Esto es lo que se debe dar al principio en pequeña cantidad dos veces al dia, y pasar así por grados á una comida mas conveniente para reparar las fuerzas y cenar siem- pre ligeramente. Pero es necesario abstenerse de car- ne mas de un mes. Cuando los enfermos han vuelto á tomar la carne, no se debe abandonar absolutamente el agua: después de la digestión de las sustancias sólidas que se habrán tomado, será preciso tomar aun dos ó tres dosis de agua hasta que la enfermedad ceda com- pletamente, que las fuerzas hayan vuelto y que el en- fermo esté en plena convalescencia." Después de la descripción de su método, Cirilo ha- ce conocer en qué fiebres y en qué periodo de estas usaba el tratamiento acuoso: como humorista rechaza- ba el empleo del agua fria en el principio, porque de- cía que en esta época todos los humores están en esta- do de crudez. Solo en el segundo periodo hacia uso del agua con abundancia; la usaba en las fiebres agu- das, malignas y mortales de todo género. Algunas veces Cirilo prescribía el agua caliente en lugar de agua fria; era cuando la fiebre se juntaba á una inflamación del pulmón El agua fria estaba aun -41- empleada contra las diarreas, las disenterias, el cólico, la iscuria y la disuria, el cólera-morbo, la afección hi- pocondriaca é histérica: aun hay ejemplos, decia él, de hidropesía curada por una abundante bebida de agua. Cirilo termina diciendo: "Es necesario observar, con respecto al régimen acuoso, que mas bien se puede er- rar por falta que por exceso en cuanto á los febricitan- tes, y que es necesario insistir mucho, porque este lí- quido parece tomar la via de las evacuaciones ó de las orinas. Que el médico debe intentar este medio en aquellos casos desesperados, porque hemos sido testi- gos alguna vez de curaciones inesperadas. Tal es el método que está coronado del mayor suceso en nues- tros climas, y no hay ahora remedio mas comunmente empleado." Ningún médico, antes de Cirilo, habia sistemado, así como él el empleo del agua en las afecciones agudas. Sin duda sus opiniones sobre la causa de las enfermedades serian erróneas, pero este punto de la cuestión tenia poca importancia en la práctica, puesto que los enfer- mos quedaban inyectados al régimen antiflogístico mas completo. Los sucesos del profesor napolitano y los esfuerzos que hizo para la propagación del uso medicinal del agua, no tuvieron sino una débil influencia sobre los médicos estrangeros de su pais. Las exageraciones ridiculas y peligrosas, por las que se habian dejado arrastrar al- gunos espíritus ciegos, hicieron nacer, al contrario, du- das y resistencias. Vallisneri, hombre de gran mérito, publicó una obra muy justa y muy científica sobre los abusos originados por aquel nuevo tratamiento. Vallisneri hace la historia medicinal del agua, refiere lo que han dicho de ella los médicos de la antigüe- dad; declara que profesa una alta estimación por la doctrina de Monardes, pero se eleva contra los impru- dentes que comprometen con tan poderoso remedio. Vallisneri no era uno de los adversarios del agua, así 6 -42- como lo ha escrito muchas ocasiones; solo trataba de rechazar sus abusos. "Yo declaro finalmente, decia él, que hablando contra el agua fria ó nevada, no hablo de aquella que se da en tiempo conveniente, en males que la reclaman en ocasión oportuna, en dias ó en horas de- terminadas por un prudente y esperto médico; pero ha- blo de aquella dada sin las debidas reflexiones y sin cautela por una mano inesperta." La obra de Vallisneri fué perfectamente recibida, probablemente pasó de los límites que el autor quería alcanzar; muy pronto efectivamente el entusiasmo pú- blico fué reemplazo por la indiferencia, y en lugar de mantener el empleo del agua en justos límites, fué com- pletamente abandonado. Después de 60 años de olvido, la atención de los mé- dicos fué llamada de nuevo hacia el agua fría por Gian- nini, que sacó la idea de este tratamiento en la obra de Curria, de quien hablaremos luego. Giannini publico su obra en 1805; es mas completa y mas satisfactoria que todas las anteriores. Giannini, cuyos escritos han sido recibidos en Francia con indi- ferencia, fué en Italia uno de los primeros adversarios de Brown; trató de esplicar los fenómenos de las enfer- medades agudas, y sobre todo, de la fiebre, por un sis- tema que se apartaba sensiblemente del sistema del reformador escoces. Para Giannini las enfermedades no son seres especiales, bien claramente individualiza- dos; las encuentra formadas por complicaciones diver- sas de las que trata de esplicar, analizando los fenóme- nos que presentan. Para él, esta complicación no es la de los autores sus predecesores; no es ni un estado pútrido, nervioso, vilioso, reumático y aun menos una complicación nerviosa en estado de inflamación. La complicación de que habla, reconoce por base según su teoría, una afección nerviosa arténica, combinada con un estado de sensación que sin embargo no es inflama- torio. Para darse mejor á entender, da por ejemplo -43- un acceso de fiebre intermitente en el periodo de calor; manifiesta que hay un estado de excitación pasagera, y al mismo tiempo un estado de debilidad general per- manente; de suerte, que pasado el periodo de excita- ción, se encuentra después la debilidad originaria, que según dice, hace el fondo de la enfermedad. Este estado simultáneo de excitación excesiva y de debilidad; esta complicación morbosa siendo un hecho probado, cree que se le debe dar un nombre, y adopta el de neurostenia; conserva el de estenia para califi- car un verdadero estado inflamatorio. Giannini dice en conclusión: "Entiendo, pues, por neurostenia esta ocutacion estrema que tiene lugar juntamente con un estado de debilidad, y los síntomas de este estado y las enfermedades que ocasiona, serán neurotenias (l)-^ Después de haber imaginado la teoría Giannini, se ha preguntado ¿qué tratamiento podrá disminuir la ocu- tacion estraordinaria propia á la neurostenia, sin aumen- tar su debilidad radical? Entonces es cuando examinada la serie de los remedios propuestos contra las fiebres, les encuentra inconvenientes; y termina declarando que el medicamento mas á propósito es la inmercion fria. Llevado así por sus raciocinios Giannini, llega ha ha- cerse la siguiente pregunta: "¿Las inmerciones frías pueden convenir en las enfermedades inflamatorias? parece que no. No he hecho esperiencias respecto á esto, así como me sucede en todos los casos en que no tengo la esperanza de un feliz resultado. Pero si la esperiencia no ha decidido la cuestión, los principios que ya hemos establecido, bastan tal vez para juz- garla (2).» No nos entretendremos en la refutación de los erro- res singulares, fruto de este sistema; están casi olvida- (1) Pág. 284. (2) Pág. 311, tom. 1? -44- dos y no tendremos la torpeza de hacerlos revivir para proporcionarlos del fácil placer de combatirlos. Si hemos recordado las ideas teóricas de Giannini, ha sido indispensable para comprender los motivos que han puesto la agua en favor, y las causas que han oca- sionado su olvido: la agua, como auxiliar de su sistema, debia necesariamente seguirla en su caida. En cuanto al modo de administrar la agua, Giannini repele las afu- siones empleadas por Vright et Curria, las fricciones empleadas recomendadas por Hahn Brandreth y Gre- gory, el método de Cirilo y las fricciones glaciales de Samvilovitz, se determina por las inmerciones frías: para este objeto se servia de las tinas ordinarias; las hacia llenar diariamente con agua fria, al grado en que se hallaba naturalmente al salir del pozo, tanto en invier- no como en verano. Dos enfermeros diestros é inteligen- tes, trasportaban al enfermo que enteramente desnudo estaba metido en la agua fria, donde quedaba sentado un tiempo que duraba de cinco hasta quince minutos, según la fuerza y los fenómenos que presentaba: cuando el enfermo salia, lo llevaban á su cama después de ha- berle ligeramente enjugado, porque se consideraba útil corservar un resto de humedad. Giannini usaba este tratamiento contra las fiebres in- termitentes en el período de calor, y en el periódico apirético administraba la quina. Lo usaba también contra las fiebres continuas (1). Aconséjalas inmercio- nes frías contra la peste (2), contra la fiebre amarilla (3), contra la bariola (4) y la escarlatina (5). Después de la muerte de Giannini, el uso medicinal del agua no ha sido restablecido en Italia. (1) Pág. 404, tom. 1 P (2) Pág. 266, tom. 2 ? (2) Pág. 269. (4) Pág. 274. (5) Pág. 288 y 289, tom. 2 ? -45- IHGLATERRA. Los trabajos de Floyer, de Baynard y los otros es- critores de fines del siglo XVII eran casi olvidados, y sus preceptos totalmente abandonados en la práctica, cuando un hecho de poca importancia en sus aparien- cias, vino á despertar la atención pública sobre la uti- lidad del agua fria en el tratamiento de muchas enfer- medades graves; he aquí las circunstancias que origi- naron este resultado. Yo dejaré hablar al Dr. Vright que cuenta sus observaciones personales y la historia de su enfermedad. "El 1 9 de Agosto de 1777, dice: salí de América en un buque que se hizo á la bela en la tarde, en la bahía de Montego. El capitán del buque, me dijo que el mismo dia habia tomado á su bordo algunos marineros, entre los cuales uno habia estado en el cuartel de los enfermos, establecido en la playa, pero que se hallaba en estado de convalescencia; el dia 23 del mismo mes nos hallábamos á la altura de las Bermudes, después de haber esperimentado tres dias seguidos un viento frío y riguroso, cuando este marinero volvió á enfermarse y tuvo una fiebre con síntomas de gran malignidad. Visité muchas veces á este enfermo; pero no habiendo podido determinarle á dejar su rincón obscuro y dis- tante, para pasar á otro lugar del buque mas ventilado y mas conveniente, y habiendo ademas rehusado tomar remedios y alimentos, murió el octavo dia^ "Dando mis cuidados á este enfermo, fui atacado del contagio, y comencé ha sentirme indispuesto el dia 5 de Setiembre. Hé aquí la historia de mi enfermedad estractada en mi diario. "5, 6 yl de Setiembre.—De cuando en cuando fríos; calor sobrenatural á la piel; dolor sordo en la frente; pulso pequeño y frecuente; pérdida de apetito, pero ninguna sensación desagradable en el estómago; lengua -46- blanca, pastosa, poco ó nada de sed; evacuaciones re- gulares; orinas descoloridas y raras; inquietud durante la noche sobresaltos y delirio. "8.—Aumento de todos los síntomas con dolores en los lomos y en las estremidades inferiores; músculos y piernas tiesas. "Tomé un ligero vomitivo al segundo día de la en- fermedad, y al siguiente un cocimiento de tamarindo; un poco de opio en la tarde, con vino antimoniado; pe- ro no esperimenté ni sueño ni trasportación. No te- niendo ningún síntoma inflamatorio, tomé en seis horas seis dracmas de quina, y de cuando en cuando un vaso de vino de Oporto, pero sin ninguna ventaja aparente: cuando me hallaba sobre la cubierta, mis dolores se calmaban sensiblemente, y el aire mas fresco, era para mí el mejor. Esta circunstancia y la ineficacia de cual- quiera otro medio puesto en obra, me animaron á prac- ticar lo que muchas veces yo habia deseado ensayar en los otros, en los casos de fiebres de la misma naturale- za que la mia. "9.—Habiendo hecho las disposiciones necesarias, hacia las tres de la tarde me desnudé enteramente, y me coloqué sobre la cubierta del buque. Tres cubos de agua salada me arrojaron en el cuerpo enuna sola vejk.. El sacucimiento fué grande, pero fui aliviado in- mediatamente. Todos los dolores desaparecieron so- bre la marcha, y se estableció una suave traspiración. Sin embargo, hacia la noche, los síntomas febriles ame- nazaban reaparecer; ocurrí al mismo medio, que fué seguido aun de un buen resultado. Tomé un poco de alimento con apetito, y por primera vez tuve una no- che entera de completo reposo. "10.—Nada de fiebre, pero sensación de abatimien- to en los muslos y piernas; tomé dos veces el baño frío. "11.—Disposición á todos los síntomas de la enfer- medad; pero, para precaver una recaída, hice uso dos veces de la afusión fria.^ -47- Desde aquel momento el Dr. Vright fué completa- mente restablecido; trató de la misma manera á un joven pasagero que se enfermó de la fiebre el dia 9 de Se- tiembre, y lo curó también en muy pocos dias, con las abluciones frías. Vright no dio á conocer estos hechos inmediatamen- te; no los publicó sino en 1786. Cuando aparecieron, se les encontró un carácter tan singular, tan nuevo, que llamaron la atención pública. Algunos años después y en 1797, Vright dio á luz sus observaciones prácticas sobre el tratamiento de las en- fermedades agudas. El autor cita en este escrito, he- chos que le son personales y recuerda la práctica del profesor Gregory de Edimburg, que consistía en ha- cer.afusiones frías en el tifo. En 1791, Roberto Jackson, publicó una obra en que ¡¿izo conocer el tratamiento empleado en la Jamaica para combatir la fiebre amarilla: se compone de afusio- nes frías repetidas muchas veces todos los dias, combi- nadas con otros medios, particularmente la sangría co- piosa, el opio administrado en alta dosis, y algunas ve- ces los purgantes cuando no predominaba la infla- mación. Jackson no emite ninguna idea teórica sobre la ac- ción del agua; la usaba completamente como impírica. Las observaciones publicadas por Vright, sugirieron al Dr. Curria de Liverpool, la idea de aplicar el trata- miento por las afusiones frías. Fué adelantado en es- te designio por sus colegas, los Dres. Brandreth y Ge- rardo, cuyas curaciones operadas por este medio con- tribuyeron aun á confirmarla en su determinación. El Dr. Brandreth publicó inmediatamente una carta, en que esponia los resultados de su práctica. "Las ventajas, decia él, que en todos los periodos del tifo, Jos enfermos sacan de las lociones hechas con el ag'lsLy el vinagre, han sido verdaderamente nótálDlés en muchos de los casos que mi práctica me ha puesto -48- al alcance de observar hace muchos años; no he notado ningún mal efecto producido por este género de trata- miento. Prescribo generalmente por mañana y tarde este lavatorio frío, y se ejecuta con una gruesa espon- ja. En seguida, los enfermos están bien enjugados y puestos en la cama. Esperimentan ordinariamente un gran placer por el efecto de este medio, y una sensa- ción de frescura. No solamente el calor disminuye constantemente, pero igualmente y de una manera es- pecial la tensión y la dureza de la piel. La frecuen- cia del pulso baja sensiblemente; y en cuanto al deli- rio, algunas veces solo disminuye, y otras veces desa- parece enteramente.^ Los resultados de la práctica del profesor Gregory de Edimburg, fueron publicados en 1797; mandaba en los casos de tifo contagioso, lavar el cuerpo de sus enfermos con una esponja empapada en agua fria y vinagre, á lo menos dos veces al dia; el res- to del tratamiento era casi semejante al del Dr. Bran- dreth. El profesor Gregory, fué de los primeros en Escocia que usaron las afusiones frías en el tifo; sus esperien- cias y su teoría están espuestas en muchos actos sus- tentados en la Universidad de Edimburg. La indica- ción se encuentra al fin de la tabla de los veinte pri- meros tomos del diario de medicina de Edimburg. En este mismo año de 1797, el Dr. Mac-Lean, pu- blicó una obra notable por su erudiccion, en que seña- la la introducción de las abluciones frías en la prácti- ca medicinal de la isla de Santo Domingo. Refiere ejem- plos de sucesos obtenidos por este medio en el tifo yc- terodis. Pero el tratamiento no se limitaba únicamen- te á las afusiones; se practicaba la sangría, alguna vez se daba la quina y se hacia un uso frecuente de sina- pismos y de vegigatorios. Mientras se publicaban estos diferentes trabajos, Curria acababa sus investigaciones; dio á conocer al- gunas en 1792, pero su obra mas importante no vió la _49- luz hasta 1798. Hé aquí el modo como principió en la práctica de las afusiones frías. En el mes de Di- ciembre de 1787, una fiebre maligna y contagiosa, ha- biéndose desarrollado en una de las salas del hospi- tal de Liverpool, destinada á las mugeres atacadas de enfermedades venéreas, y diez y seis de estas desgra- ciadas habian sido sucesivamente víctimas antes que se pudiera contener el progreso del mal, el Dr. Curria to- mó las ocho restantes bajo su dirección. Usó inme- diatamente las aspersiones de agua fria y salada sobre dos de entre ellas; una estaba en el segundo dia de su enfermedad, y la otra en el cuarto; las dos esperimen- taron resultados dichosos y semejantes en todo punto á los que el Dr. Vright habia obtenido sobre sí mismo. Curria se decidió entonces á someter otras cinco á es- te tratamiento, repitiendo las aspersiones todos los dias. Estas cinco enfermas fueron todas prontamente alivia- das; no se atrevió á tratar de la misma manera la octa- va, porque estaba muy debilitada por una salivación abundante producida por el mercurio. Le adminis- traron los remedios ordinarios, la quina, el vino, el opio &c. Murió á los diez y seis dias de su enfermedad. Desde esta fecha, Curria, constantemente ha insisti- do en las afusiones de agua fria y salada en todos los casos de fiebre maligna y contagiosa, cuando la postra- ción de las fuerzas no llega al estremo. Ha conservado la historia circunstanciada de ciento cincuenta y tres enfermos, en los cuales no ha casi empleado ningún re- medio farmacéutico. De estos ciento cincuenta y tres enfermos, noventa y cuatro han sido tratados en el hos- pital, desde 1787 hasta fines de 1791: en su práctica particular trató á veintisiete de ellos; los otros treinta y dos pertenecian al 30.° regimiento de infantería, de guarnición en Liverpool, en 1792 (1). (1) Estrado del segundo capítulo, pág. ■> de la edición alemana, 7 -50- La historia de la epidemia de este regimiento, me- rece ser referida, porque la conducta de Curria podría, llegando el caso, servir de ejemplo á los médicos mi- litares. "El 30.° regimiento de infantería estaba acantonado en la ciudad, pero hacia sus formaciones y daba la guar- dia en el fuerte. Antes de su llegada, el cuerpo de guardia habia servido de prisión para los desertores. Era un pequeño cuarto sucio é infecto por exalaciones que se elevaban de una cueva, encima de la que esta- ba situada, y que estaba llena de agua en el invierno. A alguna distancia del cuerpo de guardia, habia una es- pecie de celda oscura, estrecha y mal ventilada, donde se encerraba á los que habian faltado á la disciplina. Al principio de Junio de 1792, algunos soldados borra- chos habian sido encerrados allí por veinticuatro horas; dos de ellos fueron atacados de la fiebre de las prisio- nes, y esta fiebre se comunicó al regimiento con una gran rapidez. Diez de los soldados que fueron ataca- dos, entraron al hospital de Liverpool; pero haciendo progresos el contagio, y no pudiendo el hospital admi- tir un mayor número de enfermos de esta clase, se cons- truyó un hospital temporal en el mismo fuerte, y fui solicitado, dice Curia, de ayudar con mis consejos al cirujano del regimiento, para el tratamiento de los en- fermos. "Se encontraron al principio catorce, cuya enferme- dad habia empezado desde cuatro á catorce dias. To- dos tenían mas ó menos tos con espectoracion mucosa. Los que habian pasado el octavo día, tenían todos pe- tequias; muchos hemorragias por las narices y algunos esputos sanguinolentos. Todos con una gran debilidad, particularmente aquellos que habian sido sangrados, antes que la naturaleza de la fiebre estuviera bien co- nocida. El pulso latía 100 á 130 pulsaciones por mi- nuto. El calor medido esactamente con el termómetro -51- de Fahrenheit, llegaba de 101 á 103 grados (1); en un enfermo se elevaba hasta 105 grados. En cuan- to á aquellos, cuya enfermedad estaba mas adelantada, el calor era algo menos que natural. Nuestros primeros cuidados, fueron ventilar y cuidar los cuartos que estaban muy sucios y tenían un hedor muy fétido. En seguida hicimos rociar con agua fria y salada á todos los enfermos, cuyas fuerzas no estaban aun estremamente debilitadas; nos contentamos con la- varles frecuentemente todo el cuerpo por medio de una esponja con vinagre tibio; práctica que, en todos los periodos de la enfermedad, es saludable y agrada- ble á los enfermos. "En seguida tratamos de contener el contagio, pu- rificando bien el cuerpo de guardia, lavándolo seguido y estableciendo corrientes de aire; quemando ó arro- jando al mar todos los muebles que podían ser sospe- chosos de infección. Todos estos medios no tuvieron ningún buen resultado. El contagio hizo muchos pro- gresos. Entonces se cerró el cuarto de guardia, y fué reemplazado por un tejado temporal. Pero como á pesar de esta precaución, teníamos aun todos los dias mas enfermos; pedí al coronel del regimiento lo hicie- ra poner entero sobre las armas, á fin de examinar á todos los soldados, de fila en fila, y hombre por hombre. Se procedió á esta revista en la mañana del dia 13 de Junio: se encontraron diez y siete que estaban ya ata- cados por los primeros síntomas de la fiebre. No fué I difícil reconocerlos; su fisonomía pálida, su continente abatido, el color rojo de sus ojos anunciaban claramen- te los preludios de la enfermedad. Estos diez y siete hombres fueron separados con cuidado de los que es- taban buenos, y sujetados en el acto á las aspersiones de agua fría, que se repitieron todos los dias una ó dos ocasiones. Estas aspersiones consiguieron prevenir la (1) 30 á 31 Reaumur. -52- enfermedad en quince de ellos que recobraron su sa- lud completa en el mismo dia, quedándoles únicamente un poco de debilidad. La fiebre siguió regularmente su curso en los otros dos. A petición mia, el resto del regimiento fué reunido militarmente todos los dias, y conducido á la orilla del mar para tomar un baño. Des- de este momento ya no tuvimos nuevos enfermos; el contagio estuvo completamente contenido. "La enfermedad habia alcanzado á cincuenta y ocho soldados en total; por las aspersiones de agua fria vein- tiséis sanaron inmediatamente. Los otros treinta y dos tuvieron la fiebre completa. Murieron dos que se en- contraron demasiado debilitados para arresgarse á su- jetarlos al mismo tratamiento. Estos dos hombres ve- nían de las islas occidentales, donde su constitución ha- bia padecido mucho por el calor del clima. Uno esta- ba en los doce y el otro en los catorce dias de la en- fermedad, cuando los vi por primera vez, y por colmo de desgracia, habian sido sangrados al principio de la fiebre. Los otros treinta sanaron muy bien y muy pron- to por las aspersiones. La agua de que se sirvieron, era agua del mar sacada de las inmediaciones del fuer- te, á la temperatura de 11 á 12 grados Reaumury con- tenia en solución una parte de sal marina en treinta y dos ó treinta y tres de agua (1). En casi todos los enfermos, el método obtuvo sucesos tan positivos y estraordinarios, que fué bien pronto adoptado por los médicos de Liverpool y por los del condado de Lancaster; en fin, acabó por ser de un em- pleo vanal en todo el pais. Curria no se limita ha hablar de la utilidad del agua en las fiebres: examina también la acción de este lí- quido en otras enfermedades, particularmente en las convulsiones, la escarlatina, la bariola, las viruelas &c. (1) Curria: pasaje traducido por Odier. En el libro titulado, Observacio- nes sobre las fiebres de las prisiones. Ginebra 1801, in 8 ? -53- (2). En estas diferentes afecciones empleaba la agua fria ó la agua caliente, según la ocurrencia, y la admi- nistraba esterior ó interiormente. En las fiebres continuas, Curria esperaba el aumen- to del acceso, que casi siempre se manifiesta en la tar- de ó hacia la noche, para administrar las afusiones frías. Las observaciones siguientes, trasmitidas por él, nos dan una idea de su método. "Una enfermera, sirviendo en el hospital en una sala de febricitantes, fué atacada por el contagio el 1.° de Enero de 1790. Su enfermedad comenzó por calofríos violentos acompañados de dolores en todo el cuerpo, temblores seguidos de un gran calor, sed y dolor de ca- beza. Diez y seis horas después de la invasión de la enfermedad, un termómetro, colocado debajo del arca, subió á 31 grados de Reaumur; su pulso estaba fuerte y daba 112 pulsaciones por minuto; su lengua muy car- gada, la sed muy ardiente. La despojaron entonces de todos sus vestidos, y á las cinco de la tarde le echa- ron sobre el cuerpo como cuarenta cuartillos de agua salada, cuya temperatura era 3 grados de Reaumur. La enjugaron rápidamente con toallas, y la volvieron á poner á la cama; luego que calmó la agitación, produ- cida por el baño, la pulsaron: el pulso no daba mas que 96, y media hora después 80. El calor habia bajado á veintinueve y medio grados Reaumur, inmediatamen- te después del baño, y no se habia vuelto á levantar. La enferma ya no tenia dolor de cabeza y casi ningu- na sed. Seis horas después estaba absolutamente sin fiebre, pero aun muy débil. Se le dio pequeñas tomas de raiz de colombo; tomó algún ligero alimento, pero fortificante. El baño se repitió algunos dias seguidos á la misma hora y de la misma manera. La fiebre ya no volvió, y la enferma sanó sin ningún otro remedio." Esta observación da á conocer la manera de operar de (2) Cap. 7 ? y 9 ? de la edición alemana. -54- Curria; era constantemente la misma, no la variaba si- no con relación á las horas, que correspondía necesa- riamente á las exacervaciones. El autor añade: "Cuando se ocurre á las aspersiones de agua fria en el primero ó segundo dia de la enfermedad, es muy co- mún ver cesar la fiebre repentinamente por este reme- dio, cuyos efectos entonces son exactamente los mis- mos que acabo de describir." Un poco mas adelante, dice: "No se puede aplicar con bastante prontitud el baño frío luego que acaban los calofríos, porque estos anuncian siempre la invasión de la enfermedad: casi siempre he visto sus buenos efectos desde el primer dia de ataque, muchas veces en el segundo, algunas en el tercero y raras en el cuarto. Sin embargo, en esta época, y aun mas tarde, no deja de ser de grande uti- lidad para abreviar el curso de la enfermedad." l~Q-t ■ i«r«»Tr^L- Vamos á entrar en la descripción de la aplicación del método Hidroterápico, al que sirve de introducción la par- te histórica que precede, apoyada en las opiniones diversas de los mejores autores. CAPITULO III. DESCRIPCIÓN DEL MÉTODO H1DROTERAPICO. .H.EMOS dicho ya que la Hidroterapia es un método que tiene por objeto conservar la salud ó concurrir á su restablecimiento, haciendo un empleo razonado del agua y de los principales medios higiénicos. Los medios higiénicos llamados para segundar la ac- ción del agua, son el régimen, el aire y el movimiento. Las aplicaciones del agua pueden hacerse cuando el calor del cuerpo está en el estado normal, cuando está aumentado por una excitación febril, ó cuando el sudor ha sido provocado de una manera artificial. Los procedimientos por medio de los que se hacen estas aplicaciones son muy numerosos, se dividen en es- teraos é internos. Medios esternos. v,------^-------' Baños. Duchas. Aspersiones. Lociones. Abluciones. Inmersiones. Fricciones con sábana mojada. Envoltorios. Aplicaciones tópicas Medios INTERNOS v_ -^ V «51 si M 55 3 o s > <—1 J 56— §• i. DEL AGUA El agua es el principal agente de las modificaciones (pie se operan sin interrupción en los reinos orgánicos é inorgánicos; entra como elemento indispensable de nuestros tejidos; forma la base de todos nuestros flui- dos después de haber trasportado los diversos princi- pios necesarios al entretenimiento de la vida, en los puntos mas lejanos; sirve para separar los cuerpos es- traños á nuestra organización, ó que deben cesar de ha- cer parte de ella. El agua goza de la doble facultad de ser á un mismo tiempo un agente físico y químico. El agua se encuentra repartida en toda la naturale- za; sus caracteres varían hasta lo infinito, porque pue- de tener en suspensión ó en disolución una multitud de sustancias que varían sus propiedades. El agua destinada á la bebida debe ser sin color, cla- ra, limpia, sin olor; es preciso que tenga un sabor fres- co, y que la disolución no forme en ella mas que un pre- cipitado ligero. El agua de manantial es preferible á todas las demás: cuando se puede escoger, es preciso tomar la que corre al Este ó al Sur y que conserva en todas las estaciones una temperatura constante de seis á ocho grados centígrados, destinada á usos esternos: el agua no exige una pureza tan grande; puede sin in- conveniente contener hidroclorato de sosa, sulfato de cal en otras sales, con tal que no entren en muy gran cantidad. Es necesario abstenerse con el mayor cuidado de las aguas cargadas de gas que proviene de la descomposi- ción de las sustancias organizadas, y podría ser absor- vido por la piel y ocasionar enfermedades graves. -57- MHDIOB INTERNOS. El agua, tomada en bebida, puede ser administrada en cantidad muy variable, según su temperatura, la es- tación, la edad, la enfermedad, la constitución indivi- dual, las costumbres, el estado de reposo ó de movi- miento. En el tratamiento hidriático la cantidad de agua pue- de variar de cuatro á diez y seis cuartillos diarios; es decir, de diez á cuarenta vasos, comprendiendo en ellos la bebida de las comidas. Los adultos soportan mejor el agua fria que los niños y los ancianos. La constitu- ción linfática de los niños, la debilidad de los ancianos y la tendencia que tienen á enfriarse Oon facilidad, no permiten que tomen una gran cantidad de agua fria. En general, los niños de menos de 15 años; los hombres de edad avanzada; las personas flacas y muy débiles, no deben beber mas de ocho cuartillos de agua en las vein- ticuatro horas. En las enfermedades agudas, principalmente en las que dimanan de la inflamación de los órganos digesti- vos, es necesario beber frecuentemente, pero á peque- ñas dosis cada vez: de lo contrario, el estómago, cuyas funciones se hacen incompletamente y con lentitud, se- ria causado por el peso del líquido y el vómito podría sobrevenir. Los sugetos de temperamento sanguíneo ó bilioso, los que están bien constituidos, digieren per- fectamente una gran cantidad de agua; es muy diverso en los individuos linfáticos ó que desde mucho tiempo están dados á los licores fuertes. La costumbre permite beber mucha agua, pero no es jamas sin inconveniente que si toman dosis conside- rables por mucho tiempo. Debilitan las funciones di ^estivas, modifican la composición de los fluidos anima- les; sobre todo, de la sangre; fatigan los pulmones obli- gándolos á una secreción excesiva. Es siempre daño- -58- so beber muchos vasos seguidos, porque se llama en- tonces con mucha rapidez, una gran cantidad de caló- rico á los órganos interiores, y sus funciones pueden trastornarse. No conviene tampoco beber con exceso durante la comida, y solo que exista algún desgano ó irritación, pues no existiendo esta causa tiene el incon- veniente de disluir mucho los alimentos y trastornar la digestión, poniendo obstáculo á los fenómenos químicos que deben operarse. Al principio del tratamiento hi- driático, muchos sugetos esperimentan repugnancia y aun basca cuando quieren beber muchos vasos de agua en poco tiempo: es necesario que anden con pruden- cia, y que esperen que la tolerancia se establezca. En otros la diarrea sobreviene; este pequeño accidente no basta para suspender el tratamiento. Se soporta mucho mejor la bebida en el estío que en el invierno, y cuando el líquido está á una temperatu- ra dulce; es decir, cuando no se halla mas bajo de 6 á 8 grados centígrados. El agua muy fria produce una astricción penosa. Cuando se debe beber agua fria, es muy importante distinguir si el cuerpo está en reposo ó en movimiento. El reposo, por sí mismo, es un estado de enfriamiento; aumentaría necesariamente con la introducción de un líquido de una baja temperatura: entonces todas las funciones irían en disminución, podrían operarse con- gestiones en algunos órganos importantes notablemen- te hacia los pulmones ó el hígado, y las enfermedades mas graves podrían resultar. El movimiento activa la circulación, desarrolla el ca- lor, favorece las funciones de la piel, aumenta la exhala- ción pulmonar, disminuye así la secreción de los lomos. Es, pues, indispensable, pasearse cuando se ha de be- ber mucha agua. Se puede beber frió, y mucho impunemente, cuan- do el cuerpo esté en sudor de resultas de la ele- vación artificial de la temperatura esterior; pero hay -59- peligro cuando el sudor esté provocado por una carre- ra rápida ó un trabajo penoso. La razón de este he- cho importante se dará mas adelante. Mientras dure el tratamiento, no se debe beber la cantidad de agua prescrita si no hay intervalos convenientemente distan- tes; regularmente se deja pasar como un cuarto de ho- ra entre cada vaso, y pasearse durante este tiempo. Se cuidará de tomar la mayor parte en la mañana, porque entonces las secreciones se haceti con mas actividad que en la tarde ó en la noche. Las inyecciones se emplean muchas veces en cavi- dades naturales ó accidentales; se administran también en forma de lavativa ó ducha ascendente. Las lavativas pueden darse enteras, medias ó cuar- tas; esto depende de las indicaciones que se quiere lle- nar. Si se trata de hacer cesar una constipación te- naz, la lavativa entera conviene: sin embargo, es menes- ter administrarla poco á poco y con precaución, porque el intestino no puede siempre admitir la cantidad de agua contenida en la jeringa, ó si puede recibirla es necesario darle tiempo para dilatarse gradualmente. La media lavativa, ó la cuarta, se empleará para cal- mar una irritación de la parte inferior del intestino de la vegiga, ó bien cuando es necesario hacer penetrar una gran cantidad de agua en la sangre: se debe aun operar así, cuando los enfermos, no pudiendo soportar los líquidos, rehusan beber, lo que sucede frecuente- mente en las fiebres tifoideas: los cuartos de lavativa se administran particularmente en los casos de desen- terias y de hemorroidas. El número de lavativas debe variar según las cir- cunstancias. Si se emplean como medio frigorífico, es necesario renovarlas muchas veces; pero si su destino es hacer penetrar el agua en nuestros fluidos, es nece- sario esperar que la absorción del último quede ope- rada. El agua de las primeras lavativas debe darse á una -0O- dulce temperatura de 13 á 14 grados centígrados. Se llegará con rapidez, es decir, en dos ó tres dias, á ser- virse del agua á 6 ó 8 grados y aun mas bajo. Se pue- de emplear el agua fria inmediatamente cuando es ur- gente calmar vivos dolores inflamatorios, ó contener una hemorragia de la parte inferior del ano. En este último caso se puede aun enfriar el agua no dándola con nieve. Las duchas ascendentes no deben tener una fuerza muy considerable; es necesario que la presión que ejer- ce el líquido superior no lance el chorro mas allá de vara y media; este límite está impuesto por las disposi- ciones anatómicas del intestino. Es necesario graduar la fuerza y la duración de las duchas ascendentes lo mismo que la temperatura del agua. Las inyecciones de agua fria en las fosas nasales, convienen perfectamente en los casos de coryza ó de hemorragia; se hacen por medio de una pequeña jerin- ga, cuando se ha introducido la cánula: se aprieta la nariz con el dedo, á fin de cerrar la abertura, y se ba- ja la cabeza con el objeto de que el líquido no pase á la garganta: se puede aun aspirar el agua, pero este procedimiento es mas penoso, mas difícil y menos se- guro que el primero. Las inyecciones con el agua pueden hacerse en el conducto del oído, el canal de la uretra, la vegiga, y en las llagas fistulosas. En estos diversos casos, el agua se emplea como agente físico para quitar la materia purulenta que cu- bre las partes; como antiflogístico, cuando la tempera- tura no está muy baja, y como agente estimulante cuan^ do está muy fria; porque entonces la reacción llama vi- vamente la sangre hacia la parte momentáneamente enfriada. Se conoce la utilidad de las inyecciones en la vagina: se puede aun introducir el agua en la boca, cuando, hay -01- angina ó inflamación en las diversas partes de la cavi- dad lineal: entonces se debe mantenerla algunos ins- tantes., y renovarla cuando se calienta demasiada. MEDIOS ESTERNOS. :f3^LsraaB* Son de un uso muy frecuente. Hay baños enteros ó parciales. Estos últimos se dividen en medios baños, baños de asiento, de brazos, de pies y de cabeza: hay algunos que no alcanzan sino á la parte adolorida, tales como los baños de ojos, de nariz &c. Los grandes baños siempre son fríos; se dan después de haber sudado en la frazada. Cuando los sugetos son fuertes y que están acostumbrados al baño frío, no tie- nen necesidad de sudar; pueden echarse al agua inme- diatamente que salgan de la cama, pero esto no se prac- tica así sino en el caso en que el baño se emplea como medio higiénico. Los baños enteros deben darse en tinas de madera, anchas y profundas: es necesario que estén poco mas ó menos al nivel del suelo, á fin de poderse arrojar al agua con facilidad, y poder hacer algunos movimientos de natación. En lugar de tinas, se pueden fabricar en el suelo placeres que estén cubiertas sus paredes con azulejos. Cualquiera que sea el sistema que se adop- te, es necesario que la tina tenga una vara de pronfun- didad, dos de longitud y una y media de ancho. Será muy útil poner un pasamano para que los en- fermos puedan entrar y salir fácilmente, y que haya tambien á la estretaidad del baño un palo atravesado que las manos puedan agarrar, á fin de sostenerse en- cima del agua, si alguna enfermedad impide hacer gran- des movimientos. Es ventajoso que el agua llegue directamente de ma- nantial, y que corra sin cesar en el baño: es necesario tomar las disposiciones convenientes á fin de que pe- netre hasta el fondo de la tina, y que pueda salirse por el conductor abierto en una de las estremidades. Cuando el enfermo es muy impresionable ó que no tiene la costumbre de los baños fríos, conviene antes de echarse al agua mojar primeramente la cara y el pecho: después de esto es necesario lanzarse rápida- mente, sin olvidar de meter la cabeza. Es muy importante no vacilar en este acto, porque si se prolongaba la lentitud, haría cesar la transpira- ción y acarrearía el enfriamiento del cuerpo: el baño entonces no producirá el efecto deseado. La temperatura del agua debe tener, tanto corno po- sible, 6 á 8 grados centígrados, y ménos si las circuns- tancias lo permiten. Los enfermos se acostumbran miry pronto á la im- presión del frío; á veces llega el caso en que se quejan de que el agua no es bastante fria. Se ven frecuentemente en invierno, auge tos felicitar- se de que están en la obligación de romper la nieve antes de la inmersión. La duración de este baño raras veces debe pasar de cinco minutos: será mucho menos largo si la piel se rehace débilmente, si los dedos están mucho tiem- po pálidos, las mejillas azuladas, ó que las quijadas és- perimenten un movimiento convulsivo. Todo el tiem- po que uno permanezca en el baño, es preciso agitar- se y frotarse diversas partes*del Cuerpo, sobre todo, aquellas que están adoloridas. Saliendo del agua es preciso enjugarse rápida y com- pletamente con una sábana algo dura; después vestir- -03- se con ropa que caliente y andar con velocidad: en nin- gún caso conviene meterse en un aposento calentado. Es necesario cuidar que la sala de los baños no ten- ga corrientes de aire, porque los enfermos se verían espuestos á enfriamientos parciales y peligrosos. Los enfermos no deden beber agua fria inmediata- mente después del baño: es necesario esperar que la reacción y el calor queden establecidos bajo la influen- cia del movimiento. Los baños se darán siempre en ayunas. Cuando los enfermos están al principio del tratamien- to hidriático, conviene darles el baño en una tina ordi- naria, con agua á la temperatura de 10 á 12 grados cen- tígrados. Estas precauciones preparatorias se prolon- garán mas ó ménos, según la edad del sugeto, su cons- titución y su impresionabilidad. El medio baño se da en una tina ordinaria: el agua debe subir hasta el ombligo, y mas bien abajo que ar- riba. Se administra frió ó tibio; es decir, desde 6 á 8 grados, hasta 14 y aun 16: conviene en el tratamiento de las enfermedades agudas y crónicas. La tempera- tura del agua hace variar los efectos. El medio baño frió, es decir, de 6 á 10 grados centígrados, obra como revulsivo poderoso, sobre todo si se favorece su acción con fricciones continuas hechas á las piernas y los muslos por las manos de dos hom- bres. Administrado con este objeto, debe raras veces durar mas de un cuarto de hora. Se logra perfectamente en los casos de fiebre tifoi- dea, con exitacion cerebral. Se puede aun activar su acción haciendo echar en la cabeza agua tomada del baño; estas abluciones deben repetirse muchas veces. En las enfermedades crónicas, el medio baño puede prolongarse mucho mas tiempo. Priessnitz ha hecho que- dar á ciertos enfermos en el baño, dos, cuatro, y aun siete horas, y ha repetido este medio muchos dias con- secutivos. -04- Esta práctica tiene por objeto provocar una gran perturbación y ocasionar la calentura. Esto puede convenir cuando el sugeto es fuerte, que sus órganos respiratorios son sanos; que esperimenta hacia la cabeza accidentes antiguos que parecen provenir de una gota y de un reumatismo crónico. Es probable que este medio, convenientemente modificado, seria muy útil en el tratamiento de la meningitis epidémica. Cuando el baño ha de durar mucho tiempo, se cubre mucho la parte superior del tronco dejando la cabeza libre. Se renueva el agua cuando se calienta. Los objetos de este medio baño prolongado, son no- tables: el enfermo espirimenta luego un mal estar, ca- lofríos y un castañeteo de dientes: estos fenómenos duran algunas veces varios minutos, y otras veces mu- cho mas; en fin, se disipan y la sensación del frió desa- parece. Luego que la reacción está bien operada, el enfermo soporta el baño sin dificultad. Estos medios baños prolongados producen muchas veces crisis que se presentan bajo forma de tumores, ó de accesos voluminosos, conteniendo mas de un vaso de pus. Un medio tan enérgico no debe emplearse sino por un hombre hábil y muy esperimentado. Los medios baños tibios, es decir, de 12 á 16 grados centígrados, convienen á los niños, á las personas débi- les, y á las que se preparan a hacer uso del gran ba- ño frío. --------M»OM«Mx-------- BAÑOS DE ASIENTO. Es preferible dar este baño en una tina de palo maa bien que en una de metal, porque este último deja es- capar el calórico con mucha facilidad. Esta tina debe -05- ser bastante grande para que el agua pueda subir has ta el ombligo, y que entre las paredes de la tina y el cuerpo, quede un espacio de cuatro dedos. Si hubie- se mucha agua llamaría al calórico con exceso; en el caso contrario se calentaría con demasiada facilidad. Algunos establecimientos hidriáticos poseen baños de asiento fijos, en los que el agua de manantial corre sin cesar; hay algunos á los que han adoptado duchas ascendentes, laterales ó de chorros concéntricos. El baño de asiento, de ducha ascendente, está prin- cipalmente destinado á combatir las enfermedades de las partes genitales ó del ano. Los baños de asiento han de ser fríos ó tibios. En el primer caso obran como revulsivos poderosos contra las congestiones cerebrales, las inflamaciones de los ojos, de la garganta ó de la nariz; la reacción que de- terminan favorece la aparición ó la vuelta de la mes- truacion. El baño de asiento tibio, es decir, de 14 á 16 grados centígrados, calma muy bien las enfermeda- des de la vejiga, del canal de la uretra, las diarreas crónicas, las flores blancas. También se emplea á fin de preparar al enfermo al uso del agua fria; para lle- gar á este resultado, se disminuye cada dia un gra- do la temperatura del agua. La duración de los baños de asiento varía mucho. Si se quiere operar una excitación hacia los órganos geni- tales, el agua ha de ser muy fria, y el enfermo no esta- rá en ella mas que 8 á 10 minutos; renovará este reme- dio tres ó cuatro veces al dia. Si se quiere producir un efecto revulsivo, es decir, hacer bajar la sangre de las regiones superiores donde se acumula, el agua debe ser ménos fría; tendrá de 10 á 12 grados centígrados y el emfermo quedará en ella una media hora á lo mé, nos. Si se trata de combatir una antigua inflamación de los intestinos ó de la vejiga, una flecmacia aguda de estos mismos órganos ó de las partes esternas que ro- dean el baso, entonces es menester que el agua tentr^ 9 -06- de 15 á 16 grados, y que el baño dure una, dos y aun tres horas. Será conveniente no tomar el baño de asien- to frió antes de acostarse; porque la reacción que se opera hacia los órganos genitales, provoca con frecuen- cia poluciones nocturnas. El enfermo atacado de una optalmia rebelde ó de una congestión cerebral, evitará leer mientras esté en el agua. Es necesario dejar pasar tres horas á lo mé- nos después de la última comida antes de dar el baño de asiento; tomado antes podría trastornar la digestión. Se puede beber agua fria mientras que se está en el baño, pero en pequeña cantidad. Luego que se ha sa- lido del agua, es menester enjugarse y friccionarse fuer- temente, después andar aprisa, á ménos que no se pa- dezca alguna enfermedad aguda. Todas las partes que no entran en el agua, deben ser cuidadosamente cubier- tas. Aun es útil hacer fricciones en el vientre y en los muslos. ----------------TSB>8.0 S CJT ------------ BAÑOS DE PIES Y DE PIERNAS. Son de tres clases. En la primera, el agua sube has- ta las rodillas; en la segunda, llega hasta las pantorrillas; en la tercera, no se eleva mas que encima de la planta de los pies. Los baños de piernas, convienen perfectamente cuan- do estos miembros están atacados de accidentes infla- matorios, principalmente de erisipelas, de flemones erisi- pelatosos, de pies desconchavados ó torcidos &c; el agua ha de ser tibia, es decir, á la temperatura de 15 á 16 grados centígrados. Muchas veces este baño de- be durar una ó muchas horas; si se administra por un caso de flecmacia aguda, es necesario envolver la parte -67- adolorida con defensivos fríos y húmedos, luego que se ha salido del agua. El baño de piernas podría aun administrarse muy frío, si era necesario promover una revulsión hacia las partes inferiores. El segundo baño de pies, es decir, aquel en que el agua sube hasta las pantorrillas, está constantemente empleado como revulsivo; durará de un cuarto á una media hora si se le puede soportar. Durante todo es- te tiempo, el enfermo se frotará los pies alternativa- mente uno con otro, ó se le harán fricciones por una mano estraña. El tercer baño de pies, aquel en que el agua no cu- bre mas que la planta del pié, está empleado en los mismos casos que el antecedente; pero es mucho mas estimulante y mas activo. Si el agua es muy fria, se es- perimenta en la profundidad del pié una sensación es- tremamente penosa, conmoviendo todo el sistema ner- vioso. Jamas he podido soportar este baño de pies mas de 5 minutos. Mientras dura este baño, es nece- sario frotar los pies contra el fondo de la vasija, que debe de ser de madera, porque el metal aumentaría aun la sensación dolorosa. Antes de meter los pies al agua, es necesario si es- tán frios, calentarlos haciendo ejercicio; y cuando se sale del baño, es necesario repetir el ejercicio para volver á llamar el calor. Los efectos de los baños de pies frios, deben prefe- rirse en mucho á los de los baños de pies calientes. Cuando se toman estos últimos, sobre todo después de haber añadido mostaza se produce á la verdad una pron- ta excitación; los pies se calientan y enrojecen: pero si el calor del baño es muy fuerte, provoca inmediatamen- te una reacción hacia la cabeza; la cara se pone colo- rada y el sudor corre en la frente. Apenas han salido del agua los pies, la temperatura disminuye y la sangre momentáneamente llamada á los pies refluye hacia las -08- partes superiores. Todos estos inconvenientes se evi- tan con el baño de pies frió, seguido de una marcha activa. Cuando no se puede hacer ejercicio, es nece- sario emplear el baño de piernas tibio; es decir, de 25 á 26 grados centígrados, y añadir dos onzas de harina de mostaza y dejar las piernas dentro del agua por me- dia hora. De esta manera la irritación de la piel se es- tablece lentamente, pero es profunda, duradera y sin reacción peligrosa hacia la cabeza. Los baños de pies frios convienen perfectamente como medio higiénico; bastan muchas veces para impedir los sabañones en los niños. ----------^-a^t 0-8 m—t- -------- BAÑOS PARCIALES DE CABEZA. Los baños de la parte posterior de la cabeza, se em- plean muchas veces como revulsivos en las enfermeda- des rebeldes de los ojos ó en los dolores reumáticos, fijados en una de las partes del pericráneo: estos baños son muy desagradables; es necesario tender un colchón en el suelo, acostarse encima y poner la parte posterior de la cabeza en una vasija que contenga agua fria. La duración de este baño es de 15 á 20 minutos. Suele determinar crisis que se anuncia por fuertes do- lores en la cabeza ó en la nuca, que van en aumento, hasta la formación de un acceso. En algunos casos especiales se pueden bañar las par- tes laterales de la cabeza y aun toda la cara; se alza la cabeza cada vez que hay necesidad de respirar. Los baños de brazos no se administran sino en los casos de flecmacias de una parte de la estremidad su- perior; entonces el agua debe tener de 12 á 16 grados centígrados. -09- Los baños de ojos se toman en los ocularios; se pro- longan de 5 á 10 minutos: no deben tomarse muy frios, porque en lugar de calmar la inflamación, llamarían la sangre hacia el órgano. DUCHAS. Existen muchas especies: se diferencian entre ellas por la manera con que el agua se administra y por el efecto que producen sobre el organismo. La ducha mas corriente se forma de un chorro único, mas ó mé- nos voluminoso, cayendo perpendicularmente. La fuer- za de esta ducha varia según la altura de su caida y la masa del líquido. El agua no debe caer de una altura que pase de tres varas, porque entonces el chorro di- vidido por el aire llegaría en hilos separados; y si la elevación no es suficiente, la percusión producida por el agua es muy débil para excitar la rubefacción de la piel. El diámetro transversal del chorro de agua, varia de 2 á 6 centímetros: conviene escoger un punto interme- dio, es decir, un chorro de agua de 3 á 4 centímetros á lo mas. Una columna demasiado delgada parece hundirse en nuestros tejidos cuando los golpea con fuerza; si es demasiado voluminosa los aplasta por su peso. La ducha tiene una acción muy poderosa, excita vi- vamente la circulación de la piel: obtiene este resulta- do determinando una reacción producida por la per- cusión y el frío. Es indispensable en un establecimiento hidriático te- ner duchas de diversas alturas y de distintos grados de fuerza. -70T Los enfermos no deben sujetarse imprudentemente á la acción de la ducha fria: conviene que estén prepa- rados por un ejercicio conveniente; que tengan calor sin estar en sudor ni muy fatigados: es necesario tam- bién que la digestión esté completamente hecha. Es menester que el enfermo se desnude completa- mente, y que el cuerpo una vez desnudado no quede espuesto á corrientes de aire frío. La manera con que se toma la ducha es muy impor- tante: cuando el cuerpo entero debe recibirla, es me- nester que el enfermo se coloque debajo de la caida del agua, poniendo las manos encima de la cabeza, de ma- nera que los dedos se toquen y formen como un mor- reon. Si el enfermo es impresionable, es útil frotarse anticipadamente el pecho y el epigastro con un poco de agua. Después de esto, se coloca prontamente de- bajo de la ducha que recibe por algunos segundos, á la nuca y los hombros, y jamas en la cabeza: la conmoción cerebral que en este último caso podría sobrevenir, tendría inconvenientes y aun peligros: es menester es- tar prevenido que el agua no debe caer perpendicular- mente sobre la piel sino oblicuamente, de manera que el chorro resbale sobre todo un miembro á la vez. Con- viene ayudar á la reacción, friccionando vivamente con las manos todas las regiones del cuerpo; de esta mane- ra se hace desaparecer con rapidez la sensación del frió. En efecto, el cuerpo se enrojece al principio lo- calmente, después en totalidad, y el mal estar que se ha esperimentado primitivamente desaparece de tal modo, que muchos enfermos cometen la imprudencia de recibirla mas tiempo de lo que estaba prescrito. Cuando todas las partes han recibido igualmente la ducha, y si hay una enfermedad esterna, se pasa inme- diatamente á la parte en que tiene su asiento: se la es- pone á la caida del agua cuando no hay dolor ni infla- mación; pero si estos accidentes existen, no se debe dar la ducha sino á las partes inmediatas. De otra ma- -71- nera se aumentaría infaliblemente el mal, al tiempo en que la parte principalmente enferma recibe la ducha, es necesario recibir de cuando en cuando la columna de agua en todo el cuerpo (escepto el estómago, pecho y cabeza) á fin de volver el calor á la piel, que se en- fria un poco mientras que se ocupan en el mal local. La duración de la ducha pasa raras veces de diez minutos. He visto algunos imprudentes que querían prolongarla hasta media hora, esperimentar accidentes febriles que interrumpían su curación. Una ducha muy fuerte, tomada sin haber llegado á ella progresivamen- te, trae los mismos inconvenientes. No se debe jamas hacer uso de la ducha cuando hay fiebre. La edad, la constitución, la fuerza del enfermo, el hábito y la naturaleza de la enfermedad, deben deter- minar la duración de la ducha: al médico toca fijarla como apreciador de todas estas circunstancias. Es indispensable que el local destinado para las du- chas esté provisto de pasamanos de madera sirviendo de apoyo, porque la humedad habitual de este lugar hace que el suelo esté muy resbaladizo, y espone al en- fermo á una caida. Luego que el tiempo de la ducha ha pasado, es me- nester enjugarse viva y completamente; después vestir- se, abrigarse y dar un paseo: no se debe beber antes de la vuelta completa del calor, á no ser que haya pa- sado media hora, porque impide la reacción. Si es tiempo de invierno, el enfermo puede vestirse en ^n cuarto abrigado del aire. -72- DUCHAS ASCENDENTES. Una de ellas ha sido ya indicada anteriormente, pe- ro hay otras que se deben aplicar en las enfermedades de los ojos, de la nariz ó de la cara. El chorro del agua ha de ser proporcionado en fuerza y volumen á la delicadeza de las partes sobre las que se quiere ope- rar. La estremidad del conducto que sirve para traer el agua, debe terminarse en un sifón de un pequeño diá- metro, ó por una placa metálica con pequeños ahuje- ros en forma de cabeza de regadera; una llave lateral permite en seguida graduar á voluntad la fuerza del chorro. Si no hay este instrumento se le puede reemplazar, con corta diferencia, dejando caer en las manos el agua de una ducha ordinaria: las gotitas que saltan por re- flexión, se dirigen á las partes adoloridas. Se modifi- ca la fuerza de la percusión, alejando ó acercando las manos. DUCHAS ESCOCESAS. Hace algunos años que se ha introducido en muchos establecimientos de aguas minerales una ducha en for- ma de lluvia, administrada con agua alternativamente fria y caliente. La construcción de esta ducha es muy sencilla. Se necesitan dos recipientes; uno de agua fria, otro de agua á 30 grados centígrados: unos con- ductos que se pueden fácilmente cerrar por medio de una lleve, conducen el agua á una placa metálica hori- zontal, de 40 centímetros de diámetro, con un gran nú- mero de pequeños ahujeros. -73- Esta ducha conviene mucho á las personas débiles cu- ya piel produce la reacción con dificultad, ó que no te- niendo aun el hábito de la ducha fria la tomen frecuen- temente. El objeto de esta ducha es fácil de compren- der; produce oscilaciones rápidas en la circulación de la piel, sin determinar un sacudimiento profundo. Esta ducha no debe considerarse sino como medio prepara- torio. ------------ -TTTB. |0| nar» ■ ■ ------- DUCHAS A CHORROS MÚLTIPLOS. La construcción de estas duchas ha variado mucho en estos últimos tiempos: se han inventado aparatos destinados á ser colocados en el gabinete de una recá- mara. Están dispuestos de tal modo, que el agua, co- locada en un recipiente superior, cae en forma de llu- via por medio de una placa que tiene un gran número de agujeros; al mismo tiempo el agua sale en chorros concéntricos por un gran número de pequeños aguje- ros puestos á la parte interna de un círculo metálico hueco que recibe el líquido por columnas laterales que comunican con el recipiente: en fin, hay inferiormente una ducha ascendente de chorros múltiplos. Toda esta agua vuelve á caer en una taza de plomo formando reci- piente inferior, por medio de una bomba muy bien in- ventada y que hace parte del aparato; se saca de la taza de plomo el agua que debe derramarse en el reci- piente superior: una tela encerada, que sirve de envol- tura, se opone á que el agua caiga en el sueíb al tiem- po de lavarse. Este aparato se destina principalmente para el uso particular de las personas que todas las mañanas acos tumbran las abluciones frías. 10 -74- D1XCKAS DE IRRIGACIÓN CONTINUA. Ha sido empleada muchas veces en estos últimos años para combatir la inflamación desarrollada ó con ten- dencia á desarrollarse en un miembro fracturado. La construcción del aparato es muy sencilla: es un cubo lleno de agua, en que se introduce un sifón curvo. La estremidad libre, cuyo diámetro es muy angosto, deja salir un hilo de agua que cae sobre la parte enferma desnuda ó cubietta con defensivos: la parte fracturada se coloca sobre una tela encerada que forma gotera, y que conduce el agua fuera de la cama: el cubo puede suspenderse de una barra transversal fijada arriba de la cama ó puesta en una mesa elevada. Este aparato exige mucha vigilancia, á fin de que el chorro del agua no quede interrumpido. ASPERSIONES. Han sido recomendadas por muchos autores en los casos de escarlatina grave y de tifo: se practican echan- do agua por medio de una regadera sobre el enfermo, tendido en una tela encerada, puesta en una tina vacía. Este medio es de poco valor, fatiga á los enfermos y les proporciona poco alivio. -75- LOCIONES. Convienen mucho como medio higiénico y terapéuti- co: pueden practicarse con una toalla mojada ó una es- ponja. Es necesario tener cuidado, esprimir con fuer- za el agua que contienen, á fin de que las partes no queden muy humedecidas, ó que no salga en chor- ros. Las lociones deben practicarse con precaución. El hombre en buena salud se frotará él mismo: no irá descubriendo las diferentes partes del cuerpo sino su- cesivamente, y al momento en que se dispone á mojar- las, seguirá frotando hasta que el lienzo se caliente, lo que tiene lugar rápidamente; volverá a mojar su liezo en el agua fria, lo esprimirá y Volverá á comenzar hasta dos ó tres veces. Se enjugará inmediatamente y se abrigará. Se obrará de la misma manera para el hombre en- fermo; pero si tiene fiebre, se le frotará ligeramente y se le enjugará incompletamente á fin de dejar en la piel una humedad suficiente para disipar, ó á lo ménos disminuir el exceso de calórico. La temperatura del agua debe variar según el hábito y el grado de calor del cuerpo; mientras mas fuerte sea la fiebre, mas fria de- be ser el agua y las lociones renovadas con mas fre- cuencia. Cuando las lociones han sido empleadas higiénica- mente, basta repetirlas por mañana y tarde, comenzan- do con agua á 14 grados centígrados, á fin de llegar progresivamente á 6 ó 7 grados. -70- ABLUCIONES. Es un medio poderoso para combatir el entorpeci- miento nervioso y el decaimiento profundo que se obser- va muchas veces en los hombres atacados de fiebres ti- foideas. Las abluciones pueden ser locales ó generales: las primeras se emplean en la cabeza mientras que el enfermo está en un medio baño. Se echa despacio y sin sacudimiento agua medianamente fria, contenida en un vaso ó un jarro de boca ancha: se opera de esta mane- ra, para no ocasionar conmociones en el cerebro y no determinar una reacción peligrosa: estas abluciones parciales deben repetirse por un cuarto de hora á lo ménos, dejando entre cada una de ellas un pequeño in- tervalo á fin de que el enfermo pueda reponerse y vol- ver á tomar aliento. Las abluciones generales se hacen de dos modos: el enfermo, sentado en un taburete, está sujetado por dos ayudantes; colocado de esta manera, un hombre le ar- roja con fuerza un cubo de agua fria en las espaldas, lo que se repite sucesivamente dos ó tres veces. Si el en- fermo es demasiado débil para sentarlo en un tabure^ te, se le pone en una tina vacía y se le echa en las es- paldas agua contenida en cubos, pero jamas en la ca- beza. Las abluciones operan enérgicamente en el sis- tema nervioso; sacan al mismo tiempo una gran canti- dad de calórico. Solo el médico debe determinar cuán- tas veces al dia este medio debe repetirse. INMERSIONES. Se pueden practicar como lo hacia Dupuytren ó co- mo lo quiere el Dr. Milius de San Petersburgo. En el -77- primer caso, dos hombres fuertes cojen al enfermo y lo hacen pasar un tanque de agua, comenzando por la cabeza. Se repite muchas ocasiones seguida, no dejan- do al enfermo mas que el tiempo necesario para tomar aliento. Este procedimiento es difícil; exige mucha docilidad por parte del paciente. El Dr. Milius hace poner al enfermo encima de una sábana doblada, sostenida á cada estremidad por un hombre robusto. Una tina ancha, conteniendo agua fria recibe al enfermo que se mete en ella enteramente, y que se saca inmediatamente. Esta inmersión puede repetirse si no resulta una fatiga y un mal estar muy grandes. No es sino en casos escepcionales, apreciado por el médico que se deben aplicar estos dos procedimientos. FRICCIONES CON LA SABANA MOJADA. Consiste en una fricción general, hecha al mismo tiempo en todo el cuerpo por medio de una sábana mo- jada. Se ejecuta del modo siguiente: Una sábana or- dinaria no muy fina, doblada en su longitud, en cinco ó seis dobleces, se mete en un cubo de agua fria; luego se saca, se esprime con bastante fuerza á fin de que no corra ninguna gota de agua: un criado abre esta sába- na; recoje en las dos manos el tercio superior que forma entonces pliegues transversales y regulares. El enfer- mo se desnuda enteramente, y el criado el echa inme- -78- diatamente encima de la cabeza la porción de sábana doblada. Al instante comienza la fricción. El enfer- mo se frota él mismo la cara, el pecho, el vientre y los brazos; el criado hace la misma operación en los miem- bros inferiores y en la parte posterior del tronco. Las fricciones para que queden bien hechas, exigen una po- ca de práctica y de habilidad. Se continúan regular- mente por cinco minutos, algunas veces duran un cuar- to de hora; en ese caso se sustituye á la primera sába- na una segunda y alguna vez una tercera. La primera impresión de la sábana mojada es ponosa, pero las fric- ciones hacen desaparecer prontamente la sensación del frío; la piel se enrojece con rapidez, y el enfermo es- perimenta muy pronto un sentimiento de bien estar desconocido. Esta operación es ménos poderosa que la ducha, pero secunda muy útilmente los efectos de esta. Las fricciones con la sábana mojada convienen perfectamente á las personas que bajo la influencia de una irritación crónica dej tubo digestivo, tienen cons- tantemente la piel caliente y seca. Descansan mara- villosamente al hombre agobiado por la fatiga de una larga marcha. ENVOLTORIOS. Muchas veces es necesario, en las enfermedades cró- nicas, provocar el sudor: los medios inventados por Priessnitz para conseguirlo, son muy felices; son prefe- ribles á todos los demás. Se procede á la excitación del sudor por la via seca y la via húmeda. En primer caso, el enfermo, completamente desnudo ó únicamen- te cubierto con su camisa, se envuelve en una frazada -79- de lana muy espesa, con las piernas tendidas y los bra- zos pegados á lo largo del cuerpo, como una criatura en matillas. Las piernas y los muslos están envueltas separadamente, y se dobla encima de los pies la estre- midad inferior de la sábana. En la parte superior es- ta envoltura debe llegar hasta el cuello, que rodea exactamente sin apretarle: la cabeza queda desnuda, completamente libre y ligeramente alzada. Una se- gunda frazada, y á veces una tercera, están colocadas como la primera, con la diferencia que no envuelven aisladamente las piernas. El enfermo cubierto de esta manera, queda inmóvil. Sin embargo, la esperiencia ha probado que algunos movimientos ligeros favorecen la aparición del sudor; tratará pues de frotarse el cuerpo, deslizando las ma- nos á lo largo del tronco y frotando las piernas una con otra. Es raro que el sudor tarde ménos de una hora en manifestarse; muchas veces se necesita mucho mas, so- bre todo en invierno; esta estación sucede que es nece- sario aumentar el número de frazadas, y aun añadir un colchón delgado. Luego que el sudor comienza á brotar, se sale al prin- cipio por el pecho, el abdomen, la parte superior de los muslos, después por la cara y los miembros. Inmedia- tamente se debe abrir la ventana, á fin de que el en- fermo respire un aire fresco y puro, y cada cuarto de hora darle de beber medio vaso de agua fria. El sudor se aumenta entonces con rapidez, y no es raro verle pe- netrar la cama y aun correr en el suelo. El enfermo puede sudar durante una, ó dos, y algunas veces cuatro horas; todo queda subordinado á la naturaleza de su mal y á la fuerza de su constitución. Hay personas que sudan dos veces al dia, primero á las cuatro de la ma- ñana y después á la misma hora de la tarde. Cuando el enfermo comienza á sudar, la cara se pone colorada, los ojos se inyectan ligeramente, la circulación se ace= -SO- lera y frecuentemente el pecho da cien pulsaciones por minuto. Es una especie de fiebre artificial, determina- da por la elevación de temperatura. Los primeros momentos de la envoltura son algunas veces penosos, sobre todo, si el cuerpo está completa- mente desnudo; la excitación producida por el contac- to de la lana, por el calor que se desarrolla y se aumen- ta sin cesar, determina en algunas personas un mal es- tar intolerable; en este último caso es necesario ocurrir á la envoltura húmeda de la que hablaremos después. En otras, la sangre se dirige al cerebro, á pesar del aire fresco y de la abundante bebida de agua fria: en- tonces se debe refrescar la cabeza, lavando la cara con agua fria, poniendo defensivos húmedos en la frente. Si la calma no se restablece con prontitud, es necesario hacer salir al enfermo de la ropa que lo envuelve. Hay enfermos que se duermen profundamente luego que es- tán envueltos: esto no tiene ningún inconveniente. La estación, las disposiciones orgánicas individuales ó accidentales, producen una gran variación en la canti- dad del sudor secretado. Aun en la misma persona se le ve alternativamente copioso ó poco abundante, sin que la causa pueda esplicarse. Luego que ha pasado el tiempo prescrito por la du- ración del sudor, se quitan las frazadas, se desenvuel- ven las piernas, se calzan unas chinelas; el enfermo se levanta no conservando mas que una frazada bien apli- cada al cuerpo á fin de no dejar escapar el calor, ó mas bien para impedir que reciba una corriente de aire frío. Se dirige rápidamente hacia el baño frío, donde entra inmediatamente: entonces pasa la segunda parte de esta operación, de la que hemos hablado ya. -81- ENVOLTURA HÚMEDA. Cuando el enfermo es muy irritable que no puede soportar el contacto de la lana; cuando suda dificilmen- te, que su piel es seca y granulosa, es necesari oocurrir al envoltorio en la sábana mojada; se procede del modo siguiente: Se ponen sobre una cama ordinaria dos ó tres frazadas de lana que no suban sino hasta la altura de la almohada, estando cubiertas con una sábana que después de haber sido mojada se esprime fuertemente por dos hombres. Esta sábana no baja mas que hasta los pies, el excedente se lleva hacia la cabeza. Se to- ma esta precaución á fin de no acumular una grande humedad hacia los pies, que habitualmente se calientan con mas dificultad que las otras partes. Para aislar la cabeza, de la sábana mojada, se pone por debajo una almohada ú otra sábana seca en mu- chos dobleces. El enfermo, completamente desnudo, se pone sobre la sábana mojada, se le envuelve separadamente las piernas y los muslos, y la sábana se cruza sobre el pe- cho dirigiendo las puntas hacia los hombros. Las fra- zadas de lana se doblan en seguida, y de la misma ma- nera que en la envoltura seca. La impresión del frió pasa rápidamente raras veces de ocho á dies minutos. El calor trasforma muy pronto la sábana en una ancha fomentación, que da flexibilidad á la piel y la prepara favorablemente para dejar escapar el sudor. Regular- mente basta una hora para secar completamente la sá- bana; poco tiempo después comienza el sudor, y apare- ce la serie de los fenómenos descritos anteriormente. Se abre la ventana; el enfermo bebe agua fria: en fin, sale de ella para entrar con precipitación al baño frió. La sábana húmeda se emplea frecuentemente en el tratamiento de las enfermedades agudas. Este me- 11 -82- dio es excelente para robar el calor febril y volver rá- pidamente la calma á todo el organismo; pero entonces es necesario evitar la provocación del sudor: al contra- rio es indispensable renovarla luego que se seca: se cambia alguna vez cada media hora, y aun mas á me- nudo, si la fiebre es violenta y la agitación excesiva. La sábana húmeda produce un doble efecto, quita el calórico y calma admirablemente la sed. Sorprende que los médicos no hayan pensado en ocurrir mas pron- to á este medio, puesto que la esperiencia habia ense- ñado desde mucho tiempo, que los marineros, privados de agua dulce, han calmado frecuentemente la sed en- volviéndose en una sábana húmeda. La introducción de este nuevo agente en la terapéutica medical, presta los mayores servicios en las fiebres tifoideas: los felices resultados que he obtenido por él han sido tan asom- brosos, que parecerían exagerados aun contados con la mayor sencillez. Cuando el enfermo sale de la sábana húmeda, se le vuelve á poner con quietud en su cama hasta el mo- mento eh que la vuelta del calor febril haga necesaria una nueva envoltura. APLICACIONES TÓPICAS. Sirven á diversos usos, y su acción varia según que contienen mas ó ménos agua. La cintura abdominal se emplea constantemente en las enfermedades agudas del abdomen, y casi en todas -83- las enfermedades crónicas tratadas hidroterápicamen- te. Para aplicar convenientemente esta fomentación á un hombre adulto de alguna gordura, es necesario to- mar un lienzo largo de dos varas y media, ancha de una vara y de tres dobleces en el sentido de.su longitud, Es- tas dimensiones varían necesariamente según el volu- men del vientre. Se moja la. mitad de esta cintura en el agua fria, se la tuerce, se enrolla como una faja, comenzando por la estremidad seca, y se aplica inme- diatamente la parte mojada sobre el vientre, que debe rodear exactamente. Si la inflamación que se trata de combatir es viva, será bueno poner la cintura doblada sobre las partes anteriores del abdomen. La parte se- ca de la cintura se desenvuelve inmediatamente, debe cubrir exactamente toda la parte mojada; se sujeta el lienzo con alfileres, y aun mejor, introduciendo la pun- ta superior de la estremidad de la cintura entre esta y el cuerpo. Esta aplicación hace esperimentar por un instante la sensación del frío, pero pasa muy pronto, y el lienzo se calienta muchas veces con una rapidez asom- brosa. La renovación de esta cintura está subordinada á la naturaleza de la enfermedad que se quiere combatir, y á Ja prontitud con que se seca el lienzo. En las fiebres tifoideas, cuando hay meteorismo y calor excesivo del abdomen, es necesario renovar la cintura cada hora: el movimiento del vientre cede entonces muy poco tiem- po. En las afecciones crónicas basta renovar la cintu- ra tres veces al dia, y mojarla de nuevo al tiempo de acostarse. Las aplicaciones tópicas pueden hacerse en (odas las partes del cuerpo. Para esto se sirven de defensivos de dos ó tres dobleces. Cuando se trata de combatir una inflamación local, es necesario esprimirlos fuerte- mente con la mano, pero no torcerlos. Su aplicación debe hacerse con cuidado, á fin de evitar los pliegues que pueda formar el lienzo: los defensivos mojados, co- -84- locádos así, se cubrirán inmediatamente con defensivos secos. Obrando de esta manera, se trata de evitar la pronta vaporización del agua, y trasformar este tópico frió en un fomento emoliente. Cuando se quiere com- batir una inflamación local, siempre es necesario esten- der con cuidado los defensivos mas allá del mal: mien- tras mas la flecmacia sea aguda, mas pronto deben reno- varse los defensivos. Sin embargo, raras veces la reno- vación ha de ser antes de cada media hora. Estas apli- caciones tópicas reemplazan perfectamente las cata- plasmas: se sabe que estas últimas no operan sino en ra- zón del agua que contienen. Percy ha hecho esperiencias á fin de conocer el me- jor tejido que se debe emplear para la aplicación de los fomentos fríos. Se ha servido de pedazos de lienzos de cáñamo y de algodón, de pedazos de franela y de balle- ta; los ha mojado completamente en agua destilada; los ha hecho colgar unos al lado de otros, á la misma altu- ra, y esponer al mismo grado de calor; ha observado que el cáñamo secaba en pocos instantes, que el tejido de algodón dilataba mas, que la franela tardaba tres veces mas, y que la bayeta quedaba horas enteras mas que los otros antes de secarse. Percy deduce de esto que se debe dar la preferencia á la balleta. La deducción no es rigorosamente exacta. Si se tra- ta efectivamente de una inflamación aguda, la mas im- portante indicación en su caso es sacar de la parte en- ferma el exceso de calórico: no se conseguirá este re- sultado sino renovando con frecuencia las fomentacio- nes frías, y no dejando en permanencia un tejido lle- no de agua calentada. Se sabe, ademas, que la vaporización del agua no se opera sino quitando á los cuerpos inmediatos el calóri- co que necesitan: lejos de impedir completamente este fenómeno, es necesario favorecerlos con moderación. Obrar de otra manera es no tener objeto fijo, ó mejor dicho, no comprender los efectos del agua fria sobre las -85- partes inflamadas. El lienzo me parece pues llenar to- das las indicaciones que se apetecen: los fomentos tópi- cos pueden aun hacerse con defensivos mojados, pero fuertemente torcidos. Los alemanes los llaman fomentos excitantes. Se aplican herméticamente como los pri- meros en las partes adoloridas, ó en otros puntos donde se quiere producir una erupción critica. Su efecto es procurar rápidamente un calor superior al estado nor- mal, lo que seria imposible obtener por ningún otro me- dio. Este resultado ha sido observado por muchos físi- cos, principalmente por M. Peelt, y la causa no ha sido indicada. Sin embargo, me parece fácil encontrarla: observemos que el defensivo quita á la parte adolo- rida el calórico; que esta acción momentánea pronto está seguida de una reacción ligera que llama la sangre á la piel, y que de esta manera el calor ha ido en au- mento. Las secreciones locales se activan; las sales del sudor se disuelven en el agua de los defensivos, y esta se vuelve estimulante. Es fácil comprender que, repi- tiendo esta aplicación tópica por semanas y meses en- teros, sobreviene un movimiento fluxionar que determi- na erupciones ó formación de pequeños abcesos. DE LAS INDICACIONES, 1T DE LAS CONTRAINDICACIONES. Si se consultan los escritos de algunos autores entu- siastas, el agua conviene á todas las enfermedades; cu- ra la peste así como la mas ligera enfermedad. La cien- cia no admite esas aserciones aventuradas; pide hechos -80- oien probados y repetidamente confirmados por hom- bres ilustrados y de conciencia. La Hidroterapia obra perfectamente en todas las en- fermedades inflamatorias agudas espontáneas, así como las anginas, las erisipelas simples ó flemonosas, las oftal- mías, las contusiones y todos los accidentes que de ellas dimanan: cuenta sucesos casi constantes en el reuma- tismo agudo, la gota y la asiática. En el tratamiento de las neumonías y pleurecias agu- das de las congestiones cerebrales, de la de hepatitis, en todas las inflamaciones violentas de los miembros, es prudente y útil el uso del agua. Cuando los accidentes inflamatorios tienen una causa miasmática, los resultados son ménos ciertos: es por la imposibilidad que existe de calcular la resistencia vital y en cualquiera manera el grado del envenenamiento. La Hidroterapia cuenta sin embargo numerosos sucesos en el tratamiento de la escarlatina y de la bariola. Ha ope- rado muy bien en el tratamiento de la fiebre tifoidea, de la discenteria y del escorbuto. La esperiencia todavía no ha hecho conocer lo que se puede esperar de ella en la peste y de la fiebre amarilla. Muchas enferme- dades crónicas, rebeldes á los procedimientos ordina- rios de la medicina, se curan muy bien bajo la influen- cia de la Hidroterapia. Es preciso citar sobre todo, las afecciones crónicas del estómago, las obstrucciones del hígado, del baso: las afecciones escrofulosas, las enfer- medades venéreas mal curadas, sobre todo, aquellas en que se ha empleado con exceso el mercurio; en fin, to- das las afecciones producidas por el abuso de los reme- dios, y que por esto llamamos enfermedades medica- mentosas. La Hidroterapia no conviene en las afecciones cróni- cas de los pulmones y del corazón; pero alivia y obra en la neurisma y palpitacion^en las afecciones nervio- sas que dependen de una lesión orgánica del cerebro ó de la médula espinal; rehusa el cáncer, la epilepsia -87- cuando no procede del centro ó espinazo, las hidrope" sías sintomáticas, y en todas las circunstancias en que el organismo apurado no puede rehacerse. La Hidro- terapia no previene los síntomas secundarios de la sífi- lis; cura las herpis y surte algunas veces, aun en casos favorables debidos á la indocilidad del enfermo, á su impaciencia ó al poco cuidado en el régimen. La Hidroterapia tampoco se puede aplicar á todas las constituciones, á todas las edades y en los diversos climas. Los hombres de un temperamento linfático, deben beber poca agua; las personas irritables soportan algu- nas veces la ducha con dificultad, así como la excita- ción de las frazadas de lana y la inmercion en el agua fria. Estudiando las fuerzas del calor animal, hemos visto que los ancianos y los niños pierden prontamente su calórico; seria pues imprudente sujetarlos á unos medios frigoríficos muy prolongados y hacerles beber mucha agua. Hay mejor disposición á sujetar al tratamiento hidria- tico en el verano y en los países calientes, que en las condiciones opuestas; la esperiencia demuestra sin em- bargo, que un frió moderado es mas favoroble al suce- so del tratamiento, que una temperatura atmosférica elevada. En fin, existen ciertas disposiciones individuales, que se resisten á los medios empleados para provocar el su- dor; en este caso se puede hacer uso de un baño por- tátil de vapor, y meter al enfermo en el agua fria, co- mo si hubiera sudado en las frazadas. Algunos sugetos esperimentan una repugnancia in- vencible por el agua fria; en otros opera una impresión tan fuerte, que es absolutamente necesario suspender el tratamiento. Estas son escepciones muy raras que basta indicar, en resumen dice: que la Hidroterapia con- viene en todas las afecciones agudas y crónieas, en que -88- se manifiesta el elemento inflamatorio, y cuando el po- der medicinal de la naturaleza permite esperar una reacción favorable que muchas veces se manifiesta bar jo la forma de crisis. Es necesario abstenerse de su aplicación, cuando la excitación mórbida ha hecho nacer alteraciones profun- das, caracterizadas por la degeneración de los tejidos. Lo mismo debe suceder cuando la enfermedad ha oca- sionado la debilidad general y el desfallecimiento del organismo, y no deja otra esperanza, que la de prolon- gar la existencia por un tratamiento hábil. MÉTODO HIDROTERAPICO APLICADO A LAS ENFERMEDADES AGUDAS' 9* 5J®^r áWU JWiMtttHn DEL TIFUS. L tifus es una fiebre que se reputa por enfermedad contagiosa, aumenta por lo general muy poco la tempe- ratura del cuerpo; el pulso es menudo, frecuente y dé- bil; la orina alterada, turbada la mente y las fuerzas destruidas. Esta enfermedad suele ser para la farma- cia de larga duración y eso cuando es benigna, pero para la Hidroterapia, de cualquier modo que sea, siem- pre adquiere un triunfo completo y en breves dias. SÍNTOMAS. Los síntomas del tifus tienen variaciones considera- bles en su principio, en su progreso y gravedad, lo que se atribuye á la diferencia de temperamentos, consti- tución física, edad, situación y otros motivos; pero por 12 -90- lo gnneraí son principalmente los siguientes: Una desa- zón y sensación peculiar en el estómago; náusea y ma* reas, languidez, lacitud, ansiedad en la boca del estó- mago y región del corazón, calor y frío alternativamen- te; confusión, desasociego y dolor de cabeza; rubicundez y tristeza en los ojos, abatimiento de espíritu, moviento trémulo de manos y lengua, respiración cortada y agita- da, dolores agudos en las espaldas, mucha sed, vértigo,- sudor pegajoso y profuso, estupor y algún delirio. Al- gunas veces no afecta mucho al pulso al principio, pero cuando la enfermedad se aumenta, por lo general se acelera y debilita; la lengua al pronto se cubre de un ligero moco blanco, luego grueso, oscuro y enjuto. Estos son los síntomas del tifus benigno, llamado tam- bién calentura nerviosa. CAUSAS. Todo cuanto propende á debilitar, puede ser causa del tifus, y las causas mas frecuentes son escasez de ali- mento, intemperancia, vida sedentaria; una atmósfera poco ventilada ó impura, una pasión depresiva del áni- mo, la demasiada bebida de licores espirituosos, eva- cuaciones profusas y la esposicion al frío unido con hu- medad. Comunmente se propaga por contagio y por medio de los eílubios que salen del cuerpo del que padece es- ta enfermedad, principalmente si habita una atmósfera húmeda y estancada sin ventilación libre, ó lugar don- de no haya aseo y limpieza, entonces se comunica esta enfermedad en otra forma peor, y origina el tifus pú- trido* -91- TRATAMIENTO. Cuando el enfermo se sienta con algunos de los sín- tomas, arriba indicados, aunque no sean todos, obser- vará una dieta completa, y metido en una tina sin agua le echarán con un jarro agua fria desde el cerebro que le bañe todo el cuerpo por espacio de un cuarto de hora: esta operación se repetirá tres veces al dia. Mu- chas veces con solo este tratamiento acompañado de una bebida abundante de agua, ha sido suficiente para cortar esta fiebre. Pero si no calma con este método, entonces se recurrirá á los envoltorios húmedos del mo- do siguiente: Se envuelve al enfermo en una sábana húmeda poniendo encima tres frazadas, estará en dicha sábana media hora; concluido este tiempo, se remueva con otra por el mismo espacio de tiempo, y así sucesi- vamente hasta que el enfermo se sienta algo despejado; estando en esta disposición, se le deja envuelto en la sábana húmeda por dos horas, y cuando el calor esté bien pronunciado, se humedece la frente y el pecho, y se mete en un baño de agua quebrantada, (cuya tina estará prevenida junto á la cama) por seis minutos, haciéndole frotaciones; á su salida se le tiene prepara- da una sábana seca donde se envuelve y seca bien: en seguida se le echa una lavativa y se le pone una faja húmeda en dos dobleces, cubriéndola con otra seca, en el estómago, vientre y cintura, renovándola cada hora, dándole al enfermo á beber agua en abundancia. Es probable que la fiebre vuelva á aparecer, aunque por lo general no con la misma fuerza; entonces se re- pite el mismo tratamiento, Si la enfermedad presenta los síntomas siguientes, una ceptialagia violenta, dolores vagos en los intestinos, tirantez en las circulaciones, la piel caliente, pulso fre« cuente, lleno, acelerado, el semblante encendido, la bo- ca amarga, la lengua roja sobre los bordes y cargada á -92- su centro; entonces se le envuelve en una sábana húme- da por dos horas una vez á la mañana y otra en la tar- de por el mismo tiempo, luego toma tres lavativas frías y dieta: el segundo dia se sujeta al mismo tratamiento: agua bebida en abundancia. Casos que me han sucedido de tifus al principio de la en- fermedad, al medio y en el último periodo. OBSERVACIÓN PRIMERA, Fiebre tifus al principio.—Gravedad progresiva de los accidentes.—Apli- cación de la Hidroterapia al tercer dia.—Alivio en el mismo dia.—Cu- ración al dia siguiente. M., de edad de 20 años, de temperamento sanguíneo, fué acometida del tifus, sintiendo los síntomas siguien- tes: Una desazón en todo el cuerpo, lasitud, rubicundez y tristeza en los ojos, desasosiego y dolor fuerte de ca- beza, náusea y mareos; gran sed, gran postración de fuerzas, sudor pegajoso y profuso, la lengua encendida y cargada á su centro, el pulso frecuente, lleno y acele- rado, la boca amarga. TRATAMIENTO.—Dieta completa, y se dio prin- cipio por un baño de asiento de veinticinco minutos, te- niendo defensivos sobre la cabeza durante el baño: en seguida sábana húmeda por veinte minutos, y con- cluida se le puso otra por veinticinco minutos, la tercera de media hora, y se le fueron poniendo hasta seis: á la sesta sábana se le metió en el baño de agua quebrantada, con frotación en el baño por cinco minu- tos: luego al pronto se envolvió en la séptima, donde per- maneció dos horas, poniéndole sobre la frente y parte de la cabeza defensivos. Esta operación dio principio á las nueve y cinco minutos de la mañana; á las cuatro -93- de la tarde se hallaba en su estado normal. Por la no- che á las once vuelve algún calor á la piel que la mo- lesta, se le prescribe una loción de agua fresca por ocho minutos y desaparece el mal: el resto de la noche lo pa- sa bien. Cintura abdominal, renovada de dos en dos horas. Al dia siguiente, á las siete de la mañana, hallo el pul- so mas regular; alguna postración de fuerzas, y la boca muy amarga: baño de asiento de media hora seguido de una lavativa, la que le hizo espeler materias fétidas y amarillosas, y se reanima: se pone una faja húmeda en derredor de la cintura, la que se le renueva cinco «re- ces al dia: bebió bastante agua, se le echaron tres lava- tivas, y un sudor de sábana húmeda con su loción á la Conclusión del sudor, y no volvió á tener síntoma algu- no mórbido. Se levanta de la cama, y hállase sin pér- dida alguna de sus fuerzas, con buen apetito, y su con- valescencia no tuvo accidente alguno. Este caso nos presenta un ejemplo de la prontitud con la que la Hidroterapia obra en esta enfermedad, ha- ciendo ceder los accidentes inflamatorios. Pueden, sin temor alguno, aplicar dicho tratamiento á cuantos pa- dezcan los síntomas referidos, seguros siempre de un completo triunfo que jamas la farmacia puede asegurar. -----------...-n-W| O t rgni---------- OBSERVACIÓN SEGUNDA. Fiebre tifus.—Tratamiento farmacéutico por espacio de once dias.-— Agravación de los accidentes.—Aplicación del método bidroterapico.— Alivio pronto do los síntomas graves.—Aparición de la purgación sifi- lítica.—Dos crisis.—Curación. F., de edad de 36 años, fué acometido el 20 de Julio de una fiebre. El médico le ordena sangrías genera- les, y todos aquellos auxilios que la farmacia suele pres- -94- tar en tan fatal enfermedad. Todos fueron sin suceso alguno, los accidentes inflamatorios tomaban mayor in- cremento, y su fin iba á ser desgraciado. Este fué el pronóstico del facultativo: sin duda hubiera sido cierto. Perdida toda esperanza de vida, apelan al método hi- droterápico, del cual no tenian fé alguna por la falta de conocimiento en sus virtudes, y como por desespera- ción hacen la prueba. ¡Desgraciada fatalidad para to- dos aquellos que acuden á lo último á este seguro y efi- caz método! El 31 de Julio fui llamado á ver al enfer- mo, y su estado era el siguiente. Ojos fuertemente hundidos; el calor de la piel acre y abrazador; la lengua seca y prieta; el semblante amora- tado; los labios y dientes cubiertos de una suciedad ne- gra; manchas de gangrena que iban apareciendo en la boca y garganta; la respiración corta; el tragar nada li- bre; las manchas llamadas petechías: yacía postrado boca arriba con los brazos tendidos, é insensiblemente resbalándose hacia los pies; vientre levantado que reso- naba á la menor percusión; los pies frios y amoratados, orina detenida. Estos fueron los síntomas y estado que presentaba el enfermo. A pesar de la suma gravedad que amenazaba un fin próximo, me decidoá salvarlo con los medios hidrote- rápicos, convencido siempre de un feliz éxito, á pesar de haberme ocultado los que le asistían las enfermeda- des venéreas que padecia. El 31 de Julio le aplico un baño de asiento de un cuar- to de hora, teniendo lienzos húmedos sobre la cabeza. El agua del baño, de limpia y clara que estaba, salió de un color amarillo oscuro: en este baño el enfermo estu- vo á todo indiferente, sin ser fatigado ni atormentado por la sensación del frío: retirado que fué del baño se le envolvió en una sábana húmeda, permaneciendo en ella un cuarto de hora. De este modo continuó hasta cuatro, en que aplacado de algún modo el calor se le empezaron á poner vendajes en toda la cintura que -95- abrazaban el estómago y vientre: desde este momento el volumen del vientre empezó á bajar, dando señales de alivio el enfermo: en la noche baño de asiento de una hora, con frotación en el baño. Toda la noche pasó en calma. El I.° de Agosto amaneció el enfermo con la respi- cion mas libre, pudiendo tragar el agua, los ojos ménos inyectados; mas en la tarde vuelve el calor á la piel pe- ro el vientre ha disminuido de su volumen. Para apla- car el calor de la piel se le envuelve en la sábana hú- meda por dos horas: á la hora y cuarto siente un ligero sudor, que se aumenta considerablemente; á la conclu- sión de las dos horas se le da una loción en todo el cuerpo; el calor del agua era de 22 grados del centí- grado. Al enfermo se le observa mas animación, y se- ñales mas pronunciadas de alivio; por la tarde vuelve el calor a la piel; de ochenta y cuatro pulsaciones que te- nia en la mañana, sube á novonta y ocho: una deposi- ción negra y fétida. Para rebatir estos accidentes, se le pone una lavativa, dándole en seguida un baño de agua quitado lo frió: su duración fué de media hora, con frotación fuerte dentro del baño. Con esta aplicación el enfermo se reanima, se aplaca el calor de la piel, des- ciende el pulso á ochenta y ocho pulsaciones: con la sá- bana que sirvió para secarlo se quedó envuelto, y enci- ma tres mantas; un ligero sudor aparece; se le submi- nistra agua fria; continúa el sudor y bate el pulso seten- ta y cuatro pulsaciones; la noche pasa en quietud. El vendaje del estómago y todo en derredor se le muda de hora en hora, y lavativas de cuatro en cuatro horas. El 2, á las ocho de la mañana, se observa una notable mejoría: ojos ménos inyectados, el calor ha disminuido, y solo se halla en el vientre y espaldas; los pies aun es- tán frios. Para rebatir estos accidentes y combatir los síntomas inflamatorios, se le aplica un baño de asiento de veinte minutos con agua fria, teniendo un lienzo hú- medo sobre la cabeza: en seguida sudor de sábana hú- -90- meda potf dos horas, concluyendo con una loción de agua quebrantada: desaparece el calor del vientre y es- paldas, y la vista se aclara. En el resto del dia y noche no apareció síntoma alguno alarmante: la mejoría se iba notando. El 3 se nota un alivio mas palpable: abre los ojos, y advierte á los que entran y salen de la habitación; con- tinúa con el vendaje, el agua bebida y lavativas; al me- dio dia le vuelven algunos accidentes: excitación viva; calor muy pronunciado á la cabeza, y se le advierte que padecia purgación sifilítica: ojos inyectados, semblante muy encendido; dos sábanas húmedas repetidas, una de media hora y la otra de de dos, con una loción de agua quebrantada, conservando la humedad en el cuerpo: los accidentes indicados desaparecen. Hago alguna obser- vación sobre el enfermo, y tocándole el vientre se re- siente: llama mi atención esta sensibilidad. Prosigo en la observación, y el enfermo vuelve á resentirse, hacien- do hasta movimiento con la cabeza; pregunto á los que le asistían si padecia antes algún mal en el vientre y la vegiga, y me dicen: "que habia padecido mucho mal ve- néreo, y que muchas veces advertían que no podia ori- nar." Hallándose el enfermo en estado de no poder ni insinuarse, para obrar con mas seguridad le mandé que lo sondeasen. En efecto, hacen esta operación y la orina sale de un color oscuro: repito la misma observa- ción, y ya el enfermo no se siente cuando se le toca el vientre; por la tarde, punto de crisis: unas vegigillas apa- recen sobre la parte esterior de la pierna izquierda, se- ñal mas segura de obtener un triunfo completo: la no- che la pasa en calma. El 4 mejora mas notable: lengua húmeda, lo negro desaparece y el enfermo empieza á moverse: algunas deposiciones fétidas y negras; el vientre guarda ya su estado normal; la purgación sifilítica se contiene nn po co; mas no puede orinar, y se hace preciso sondearlo; la orina sale como el dia 3; dos baños de asiento en el dia; r97- agua bebida y los vendajes con tres medias lavativas; esta fué toda la aplicación: el pulso bate sesenta y ocho pulsaciones; la noche la pasa con notable alivio. En es- te dia comienza á tomar caldo de pollo muy colado tres veces al dia. El 5 alivio muy pronunciado, la inteligencia clara y conoce perfectamente bien: se le notan señales de que- rer manifestar ya sus ideas, pero se le hace imposible; bate el pulso noventa y dos pulsaciones, el semblante acalorado. Para rebatir estos accidentes se le aplica baño de asiento, lienzo húmedo en la cabeza, en segui- da sudor de sábana por dos horas, dándole á la conclu- sión una loción en todo el cuerpo de ocho minutos: el calor del semblante disminuye y el pulso desciende á sesenta y ocho pulsaciones. Por la noche se le nota al- guna inquietud y desasosiego; se le aplica el medio ba- ño para que desaparezcan estos accidentes. Estando en el baño, uno de los que asistían al enfermo le advier- te una pequeña erupción en el costado izquierdo: no se le hizo caso de este accidente, que ya antes padecia, y el cual refiere adelante. La noche la pasó en quietud. Se le aumenta la cantidad del caldo. El 6 alivio muy marcado: bate el pulso sesenta y ocho pulsaciones; rubicundez en el semblante; baño de asien- to de veinte minutos; tres medias lavativas en todo el dia: la cintura abdominal se le renueva de tres en tres horas. Estando en el medio baño, pronuncia algunas palabras apenas inteligibles. El 8 habla claro y contesta acorde á cuanto se le pregunta: en este dia desaparecen todos los síntomas febriles, y la convalescencia da principio. Manifiesta un deseo eficaz de tomar cosas frescas, y no se lo concedo; igualmente hace indicaciones de tener buen apetito. Desde este dia el enfermo comienza á reco- brar las fuerzas. El 9 sigue sin ningún síntoma febril, mas el enfer- mo se reciente de un dolor en el costado izquierdo 13 -98- sbfrre la parte donde se le habia notado la erupción: estando en el baño el dia 5, le hago algunas preguntas al enfermo en orden al dolor, y me dice: "Q,ue al ser acometido de la fiebre, ya se sentia aquella parte ado- lorida; que se lo manifestó al médico que le asistía: ojie le hizo'observaciones sobre el pecho y que no ha- lló daño interior, pero que tampoco le mandó medi- cina alguna contra este accidente." En este mismo dia, lleno de júbilo y contento, el enfermo reposa sobre el lado derecho ocho horas, abandonando la postura qué guardaba en su enagenacion mental: al querer mo- verse siente un vivo dolor en el cuadril derecho, que le priva el poderlo hacer: á este nuevo accidente solo se le aplican defensivos, y cada dia iba en aumento el ali- vio, hasta poder levantarse y dar algunos paseos por el Cuarto: temia no le volviera algún síntoma febril, pero Üb tuvo novedad alguna. La fiebre quedó completa- mente cortada. Sobre la erupción que tenia en el costado izquierdo, aparece un tumor que le molestaba: el enfermo indica de- seos de ponerse en manos de la farmacia, creyendo ser necesaria alguna operación quirúrgica. Así lo ejecuta. ■ , ; ', ^j=~ a o 8 g~ --------- He observado, y aun también lo indica la obra que en esta capital se está imprimiendo, que cuando al- gún enfermo se pone bajo el método hidroterápico, ha- biendo antes padecido sífilis, vuelve á brotar más con el tratamiento, cuando ha sido mal tratada por el mer- curio. Las observaciones indicadas presentan hechos muy notorios sobre la influencia que ejerce la Hidroterapia en las fiebres tifoideas. Pueden, sin recelo alguno, apli- car los tratamientos manifestados, siempre que noten los síntomas que se especifican; procurando que el en- fermo tenga el tragar y la respiración libre, es señal de ün buen éxito. -99- OBSERV ACIONES. FIEBRE TIFOIDEA MUY GRAVE. mqvííí Hombre fuerte, bien constituido.—Treinta y siete años.—-Herpes que apa- reció á la edad de veintiún años, y se renovó casi todos los años.—En- fermedades sifilíticas repetidas,—Reaparición de las. herpes.—Trata- miento hidriático.—Mejoras prontas.-—Imprudencia del enfermo»-r J$x? ceso de comida.—Soltura.—Fiebre.—Irritación brónquica.—Tos fre- cuente.—Accidentes agravantes.—Síntomasdetifoida.—Delirio.— Tra- tamiento hidriático.—Alivio rápido.-—Gonvalescéncia á los cinco dias. —-Curación completa.—Ya no hubo recaída. M. de la G. es un hombre bien constituido, de edad de 36 años, no habiendo jamas tenido enfermedades agudas graves. En 1827, poco después de su salida del colegio de San-Cyr, observó que se le caía el pe- lo; consultó á un peluquero, que le aconsejó hacerse rasurar la cabeza y usar peluca: asi lo hizo. Los resor- tes de esta peluca eran unos elásticos de latón: el me- tal se oxidó, rosó la piel del hueso occipital, y resultó bien pronto una hinchazón considerable en toda la ca- beza con resudación y formación de costras. Este acci- dente duró mucho tiempo: muchos médicos distinguidos, entre otros Brousais y Portal, lo consideraron como de naturaleza herpética y mandaron los refrigerantes, las sanguijuelas, los baños simples, los de Bareges, diferen- tes preparaciones sulfurosas; en fin, un sedal en la nuca. Después de diez y ocho meses de tratamiento la enfer- medad desapareció; pero desde esta época M. de laG. veía renovarse, cada dos ó tres años, particularmente en los muslos y en los sobacos, pequeñas herpis que cu- ró con remedios impíricos y el jarave de zarza parrilla. M. de la G. ha tenido nueve uretritis agudas, la últi- ma fecha desde el 9 de Marzo de 1842: una de ellas fué acompañada de vegetaciones en el miembro y en el:ano. Estos accidentes sifilíticos jamas fuerqn tratados meto- -100- dicamente: desaparecieron, sin embargo, sin dejar nin- guna traza. La eczema en la cabeza reapareció también en 1842: fué combatida con tópicos refrigerantes y la pomada de pepino: en fin, las herpes volvieron en los sobacos, y mirando que se agravaba el mal M. de la G., vino á con- sultarme. Puso en mi conocimiento todos los antece- dentes referidos, y añadió que muchas veces habia he- cho excesos venéreos; que le gustaban los placeres de la mesa; que el champaña era su vino favorito, pero que raras veces habia tomado aguardiente. A pesar de los estravios y accidentes de esta vida borrascosa, encontré al enfermo con gordura, conser- vando su alegría, y tal vez un poco de indiferencia, pe- ro manifestando un deseo vehemente de sanar. Desea- ba, sobre todo, el tratamiento de los medios hidroterá- picos. En esto no vi ningún inconveniente; y conside- rando, al contrario, que este tratamiento convenia per- fectamente á los antecedentes del enfermo, empecé á aplicárselo desde el 20 de Julio de 1843. El enfermo tuvo que beber seis vasos de agua cada dia, después ocho ó diez. Durante tres dias hice lavar todo el cuerpo, por mañana y tarde, con agua templada á 14 grados Reaumur. Al cuarto dia se em- pezaron las envolturas en la sábana mojada y los cober- tores de lana, con recomendación de sudar poco y la- varse con agua á un frío moderado. En poco tiempo todo el cuerpo se cubrió de erupción, la herpes de los sobacos aumentó y entró en abundante supuración. Mandé aplicar defensivos embarrados con serato sim- ple sobre estas llagas, con el objeto de evitar la adhe- rencia de las partes enfermas con el lienzo. La supuración de los sobacos fué poco á poco en dis- minución; cesó primeramente á la izquierda, después á la derecha. El dia 4 de Agosto el enfermo estaba muy aliviado; no quedaba mas que una mancha colorada en el sobaco derecho, que indicaba el asiento primitivo de -101- la herpes. El alivio progresivo continuó hasta el 17 de Agosto: M. de la G. se creía sano; estaba fuerte, alegre, y conseguía por el uso de los baños frios, fuerzas y agi- lidad que nunca habia esperimentado. Pero aquel mis- mo dia, el enfermo, olvidándose de mis recomendacio- nes hizo una comida copiosa; se paseó mucho tiempo en la tarde, se irritó con una muger y entró á su casa al- go desazonado. Durante la noche hubo calor, agita- ción, insomnia, y al amanecer una poca de soltura con sentimiento de debilidad general. El dia 18, la diarrea, la insomnia, la tos, la debilidad general continuaron: hacia la noche, piel muy caliente, pulso lleno, duro, muy frecuente; prescribí una ablu- ción general con agua á 12 grados Reaumur. Este me- dio calmó mucho al enfermo, pudo dormir algo en la noche. Los dias siguientes, 19, 20 y 21 de Agosto, los acci- dentes ya indicados persistieron sin apariencia de agra- varse. Las abluciones se continuaron, y el enfermo fué puesto á dieta completa. En la noche del 21 al 22 los síntomas toman un ca- rácter grave: sobreviene el delirio; el enfermo se levan- ta en la noche; su paso es vacilante; tiene una gran lo- cuacidad. El dia 22, á las ocho de la mañana, la respiración es- tá acelerada, la tos seca, frecuente, con sacudimiento; la estetoscopia repetida varias ocasiones, y por muchos médicos da á conocer que los pulmones quedan libres, que apenas se oye por intervalo un ronquido mocoso en la parte superior del pulmón derecho, lo que indu- ce á creer que la tos proviene de una irritación de los gruesos bronquios, y que está principalmente provoca- da por el estado de sufrimiento de los órganos digesti- vos. Las ventanas de las narices están secas, ulveru- lentas; la lengua granulosa en la punta, muy colorada y muy seca, los dientes sarrosos en su base, el abdomen fuertemente meteorizado, casi sin dolor á la presión: -102- evacuaciones sanguíneas, cuatro desde las seis de la mañana. Pulso duro muy frecuente (noventa y dos pulsa- ciones); piel seca, muy caliente, las facciones de la cara muy abatidas, los ojos sin vivacidad, espresion manifies- ta de atontamiento, sentimiento de debilidad general. El brusco desarrollo de estos accidentes, me deter- minó á reclamar en el acto los consejos de dos compa- ñeros; fueron de parecer que la enfermedad estaba excesivamente grave, y que el conjunto de los síntomas debia causar las mas serias inquietudes: uno de ellos opinó que la muerte debia ser la consecuencia casi ine- vitable de la peligrosa situación del enfermo. Esta opinión, por severa que pareciese, se encontraba per- fectamente justificada por los resultados que suceden muchas veces en Estrasburgo en semejantes casos. Des- pués de haber examinado el valor de los diversos me- dios medicales empleados en las enfermedades de esta naturaleza, y después de haber desgraciadamente re- conocido su insuficiencia ó su ineficacia en la gran ma- yoría de los casos, propuse el empleo de la Hidrotera- pia, administrada con vigor y vigilada con la mayor atención. Mis compañeros manifestaron algunos temo- res á causa de la tos, pero aceptaron mi proposición, dejándome con toda la responsabilidad. Ño vacilé un instante, y adopté el tratamiento siguiente. Por bebida: agua fria por cucharadas cada 10 minutos; envoltura en la sábana mojada, muy bien torcida, cubier- ta con Un solo cobertor de lana. Pasada una hora, y la sábana quedando casi seca, el enfermo fué desenvuelto y puesto en su cama después de haberle anticipada- mente envuelto el abdomen con una faja húmeda cu- bierta con otra enteramente seca. A las once de la mañana: abluciones de agua fria á 16 grados Reaumur por medio de una esponja en todo el Cuerpo así como en la cara; después de estas ablu- ciones, fué enjugado ligeramente de manera que dejara un poco de humedad. -103- Despues de esta operación, cuarto de lavativa de agua á 18 grados. A la una de la tarde, segundo en- voltorio en la sábana mojada y el cobertor de lana. A las tres, ablución con la esponja; segunda lavativa y aplicación de la faja mojada. A las seis, nuevo envoltorio en la sábana y el cobertor; á las nueve de la noche terce- ra lavativa, y renovación de la faja mojada. A lasdie^, cuarta envoltura en la sábana y el cobertor: el enfermo quedó envuelto hasta las once y media de la noche. Bajo la influencia de estos medios, el pulso fué en disminución, cayó á 85 pulsaciones por minuto, la piel se suavisó, la lengua se humedecía, el delirio fué á mé- nos y no reapareció sino á largos intervalos: hizo tres deposiciones sanguinolentas en todo el dia. Durante la noche, el enfermo estaba cuidado cons- tantemente por unos amigos que observaban, con un celo y una esactitud dignos de los mayores elogios, to- das las prescripciones, y anotaban hora por hora todos los incidentes de la noche, A las once: sueño bastante sosegado; á las once y me- dia el enfermo quizo levantarse, pero sin hacer muchas instancias; las ideas eran lucidas, el pulso daba 85 pul- saciones. A la media noche, evacuación albina, poca materia amarilla-verdiosa, ligeramente sanguinolenta; administración de un cuarto de lavativa de agua fria, renovación de la faja mojada. De las doce y media á la una y media: sueño un poco agitado; respiración elevada con tos por intervalos, 88 pulsaciones.—De las tres á las cuatro de la mañana: sueño sosegado; evacuación de alguno viento y de una poca de materia que cayó en la cama.—A las cuatro: grande transpiración que duró una hora, por la que se tuvo que mudarle la camisa.—A las cinco, setenta y ocho pulsaciones.—A las seis, calma perfecta, ideas muy lucidas, sentimiento de abatimiento y de fatiga.—Du- rante toda la noche cuando el enfermo no dormía, se le hacia beber agua fria por cucharadas. -104- El dia 23 á las siete y inedia de la mañana, encontré al enfermo en el estado siguiente: Disminución senci- ble del meteorismo; lengua húmeda, pero conservando una tendencia á secarse; el zarro de los dientes disipado, la tos frecuente pero seca, la piel suave, el pulso da ochenta pulsaciones por minuto; es mucho ménos dura que la víspera: las facciones de la cara ménos contrai- das que el dia anterior, pero la fisonomía tiene algo de atontado y alguna vaguedad en la mirada. Locuacidad difícil á reprimir, algunos sobresaltos en los tendones de los músculos del ante-brazo y movimientos bruscos é involuntarios en las piernas, igual prescripción á la de la víspera: cuatro envoltorios en la sábana mojada y el cobertor de lana, dos abluciones en todo el cuerpo con la esponja mojada en agua á 16 grados; cuatro cuartos de lavativa, aplicación de la faja mojada, agua fria por cucharadas.—A las ocho y cuarto de la mañana, eva- cuación líquida, sanguinolenta, bastante copiosa; inme- diatamente después, cuarto de lavativa de agua fria á 18 grados Reaumur.—A las ocho y media, primera en- voltura; á las nueve el enfermo se duerme en la sábana mojada, hubo algunos movimientos espasmódicos en la cara durante el sueño que fué profundo.—Dispertó á las diez y cuarto: ochenta pulsaciones; lengua un poco seca; bebida, cuarto de lavativa á 18 grados, aplicación de la faja mojada.—A las once el enfermo se duerme de nuevo durante una media hora.—A las doce, eva- cuación albina; las materias ménos líquidas y muy poco sanguinolentas; pulso mas frecuente, ochenta y cinco pulsaciones, respiración elevada, frecuente, tos seca.— Cuarto de lavativa, ablución en todo el cuerpo: á la una de la tarde segundo envoltorio.—A las tres calma, el enfermo descansa: á las tres y media, tentativa infructuo- sa para evacuar; á las cuatro tercer envoltorio.—A las cinco y media al tiempo de desenvolver al enfermo, evacuación líquida, serosa y rojiza.—A las siete de la noche ablución general; cuarto de lavativa.—A las diez -105- nuevo envoltorio: en este momento, agitación general, movimiento repetido de las manos y de las piernas, calor á la piel; ochenta y dos pulsaciones.—A las once y media al salir del envoltorio, ideas lucidas, poca tos, piel suave; setenta y seis pulsaciones.-—A la una, sueño tranquilo; á las dos y cuarto de la mañana, evacuación líquida, amarillenta, precedida de vientos; sueño desde las dos y media hasta las tres y media, el enfermo des- pierta un instante y no tarda en dormirse. A las seis y media, evacuación poco copiosa semi^sólida, pero algo sanguinolenta. El dia 24 á las siete y media de la mañana, el enfer- mo está aliviado, habla con lucidez, se siente mucho me- jor: en efecto, la lengua queda húmeda, la piel es suave, el pulso da setenta y cuatro pulsaciones por minuto; hay poco meteorismo. A pesar de esta mejora evidente, sigo el empleo de los mismos medio-: bebida por cucharadas cada diez minutos, cuatro envolturas, dos abluciones, cuatro pe- queñas lavativas, cintura húmeda.—A las nueVe el en- fermo se duerme, la respiración está un poco elevada, se cuentan treinta y dos aspiraciones por minuto. Hu- bo tres evacuaciones en el dia, dos de ellas tenían al- go de sanguinolentas; la tos fué ménos frecuente que la víspera, se presentó sobre todo á tiempo de beber é in- mediatamente después de haber bebido. A las diez y media, sueño acompañado de ensueños en voz alta pero inteligible, movientos, agitación; después entró en cal- ma y dispertó á las once: á las doce setenta pulsacio- nes por minuto; sin embargo, el enfermo dijo no hallar- se tan bueno como anteriormente; se hizo una ablución general, é inmediatamente esperimentó alivio. Como á las siete de la noche nueva agitación, segun- da ablución; la calma se restableció. La noche fué excelente, hubo dos evacuaciones ama- rillentas, semi-líquidas. El dia 25, á las siete y media de la mañana, el enfer* 14 -106- mo está alegre; ha platicado ya mucho tiempo con un amigo suyo; se ocupa de los cuidados de la convalescen- cia, y forma proyecto de viage. La lengua queda cons- tantemente húmeda; el ojo ha vuelto á tomar su vivaci- dad habitual, el pulso da setenta y cinco pulsaciones por minuto, la tos ha disminuido, apenas queda un poco de meteorismo; las fuerzas vuelven: todo anuncia una eonvalescencia cuya prontitud parece increíble.—A pe- sar de este grande alivio, el enfermo quedó á dieta, y se continuaron todos los medios hidroterápicos de la víspera, con la sola modificación de dos envolturas en lugar de tres. El dia fué muy bueno: dos evacuaciones amarillentas, semi-Lquidas, una á las dos y cuarto y otra á las cinco de la ta/de. A las dos de la mañana sudor abundante, que necesi- ta mudar de camisa. Se vuelve á dormir desde la tres íiasta las seis. El dia 26, á las siete y media de la mañana, el enfermo está muy bueno: sesenta y ocho pulsaciones, piel suave, desaparición completa del meteorismo; sentimiento de fuerza; deseo de tomar alimentos. Prescribí seis cucha- radas de caldo de gallina; continuación de la cintura; tres pequeñas lavativas, una ablución por la mañaua, una se- gunda á las nueve de la noche, y una envoltura á las dos de la'tarde.. A las once, el enfermo se levanta pa- ra tomar su caldo, le asentó muy bien; muy poca tos en el dia; dos evacuaciones poco copiosas, semi-líqnidas. Calma en la noche: el enfermo durmió desde las once hasta las cuatro de la mañana, El dia 27 mejora progresiva: continuación de los mis- mos medios hidroterápicos que la víspera. El dia 28 el enfermo lia podido pasearse solo. Des- de esta fecha la eonvalescencia ha hecho progresos muy rápidos, que ningún accidente ha interrumpido. Los medios hidroterápicos han ido progresivamente en dis- fwtucion,;:y han acabado completamente" el 10 de H»y- -107- tiembré. Desde ésta época el enfermo ha podido via? jar y volver á sus ocupaciones de costumbre, sin espe? rimentar ningún obstáculo. :imne — ,„•;*;■■■:.- ,'f --------------^rSS, ;-<>-; rgm. .-----:-------- SEGUNDA OBSERVACIÓN» Fiebre tifoidea en grado superior.—Tratamiento de costumbre durante cinco dias.— Los accidentes se agravan.—Aplicación del tratamiento hidriático.—Pronta cesación de los síntomas graves.—Dos crisis.—Cu- ración completa. G., soldado del 69.° regimiento de línea, de edad de 22 años, entró el dia 3.de Octubre de 1842 al hospital militar de Estrasburgo para curarse de una artética reu- matismal aguda que habia invadido sucesivamente to- das las articulaciones de los miembros superiores é in^ feriores: el médico prescribió muchas sangrías genera- les, y mandó aplicar sanguijuelas á la articulación tibio- tarzo del pié derecho. Los accidentes inflamatorios, que habian sido muy pronunciados, se disiparon poco á poco; el enfermo comenzó á andar y á comer, pero las di- gestiones no tardaron en trastornarse; la diarrea sobrevi- no, y el enfermo lo ocultó tanto tiempo como pudo: hacia como diez dias que se habia manifestado, cuando el 4 de Noviembre los fenómenos tifoides se desarrollaron con fuerza. La cabeza estaba cargada, pesada, los ojos inyectados, la sed muy ardiente y principios de delirio. El médico mandó inmediatamente sanguijuelas en lps temporales, que sangraron abundantemente, pero no produjeron ningún resultado ventajoso. Esta situación se prolongó y fué agravándose hasta el dia 9 de No- viembre, época en que vi al enfermo y dirigí su cura- ción. A las ocho de la mañana el enfermo se encontraba -10$- e» el estado siguiente: ojos fuertemente inyectados, len- gua muy seoa, negruzca, dientes fuliginosos, encostra- dos, somnolencia continua con ensueños respuestas inco- herentes y tardías, vientre duro, resonando fuertemen- te á la percusión, diarrea abundante, espulsion de ma- terias verdiosas muy fétidas, la piel muy caliente y muy seca en el vientre, el pecho y la cabeza: la del cráneo y de las mejillas tenia un color rojo azulado; la presión de- jaba una señal blanca, que cesaba algún tiempo des- pués de que el dedo habia sido alzado: las manos y las estremidades inferiores, desde las rodillas hasta los de* dos de los pies, estaban frías, heladas, de color morado y corno equimosada. El pulso muy fuerte; los movi- mientos del corazón tumultuosos, é imposibles á distin- guir con claridad; la respiración muy fuerte y muy fre- cuente, A pesar de la gravedad de un estado mórbido que parecía anunciar una muerte próxima; á pesar de la de- bilidad determinada por la artética y el tratamiento an- tiflogístico; á pesar de la existencia de una diarrea an- tigua y que debia haberle producido desórdenes gra- ves en los intestinos, me determiné á ocurrir á los me- dios hidroterápicos y tratar de combatir el mal y sal- var al enfermo, pues mi convicción, así como la de mu- chos médicos que me acompañaban, era que los recur- sos ordinarios de la medicina serían impotentes. El dia 9 de Noviembre, á las nueve y media de la mañana, estando la temperatura esterior á 6 grados y la de la sala á 14 grados centígrados, el enfermo fué puesto en un medio baño de agua fría á la temperatura de la sala, es decir, á 14 grados centígrados, tenia el agua hasta el ombligo. Tres hombres fueron encarga- dos de frotarle vivamente los miembros, el vientre y las espaldas: este medio baño duró un cuarto de hora; las fricciones se continuaron todo este tiempo. El enfer- mo parecia casi indiferente á todo lo que pasaba, no pa- recía ni fatigado i?i atormentado por la sensación del -109- frio. Luego que fué sacado del agua, fué puesto en su cama, donde se habian tendido dos cobertores de lana y una sábana ordinaria. Esta sábana sirvió para enju- gar al enfermo, lo que tuvo lugar frotándole ligeramen- te la piel del tronco y de los miembros. Con la influen- cia del baño y de las fricciones, la piel del vientre, del pecho, de los hombros y de los muslos, enrojeció fuerte- mente; pero las manos, las piernas y los pies quedaron fríos y amoratados. Una cintura húmeda, cubierta con otra seca, envolvió el abdomen; después todo el cuer- po, ménos la cabeza, fué envuelto en la sábana que ha- bia servido para enjugarle, y en dos cobertores de lana cuyas estremidades estaban dobladas encima de los pies. El enfermo tenia de esta manera como cuatro cober- tores sobre el tronco y los muslos, y ocho sobre las pier- nas. Poco tiempo después de esta envoltura, sobrevino un calofrió general y un temblor de la quijada inferior que duraron un cuarto de hora. A las doce, vuelta del calor acre de la piel: dos eva- cuaciones involuntarias en poco tiempo. Para combatir estos accidentes, mandé media lavativa de agua fria á 12 grados centígrados; renovación de la cintura abdo- minal; envoltorio de todo el cuerpo en la sábana húme- da, y dos cobertores de lana. A las seis de la tarde, la piel era ménos seca; la len- gua, los labios y los dientes estaban tan fuliginosos co- mo en la mañana; los ojos inyectados, la cabeza entor- pecida, el vientre tendido: desde las doce hubo una eva- cuación abundante de materias verdes, fétidas. Todos Jos medios empleados fueron administrados de nuevo. La noche estuvo en bastante calma; el enfermo to- maba cada vez que se le presentaba su bebida. El dia 10 de Noviembre á las siete de la mañana, el enfermo esperímenta una mejora notable; ya no hay me. teorismo, los ojos ménos inyectados, somnolencia débil; todo el tronco y los muslos tienen mucho calor, mientras que las piernas y los pies quedan muy frios. Hubo una -110- evacuacion verdiosa involuntaria hacia las cuatro de la mañana. Prescripción: á las siete y media, media lava-; tiva á 12 grados centígrados. A las nueve y media, me- . dio baño á 14 grados, por un cuarto de hora: en todo este tiempo, fricciones hechas por dos enfermeros en los miembros inferiores, el pecho y las espaldas. El enfermo se reanima en el baño, su cara está menos co- lorada, sus ojos ménos inyectados y menos abatidos.—- Después del baño: envoltura,general en dos cobertores de lana y una sábana seca, con Ja que se enjuga ligera- mente al enfermo; cintura abdominal húmeda.-^A la una de la tarde, alivio aun mas pronunciado; la lengua se humedece; el enfermo comienza á pronunciar algu- nas palabras mal articuladas y casi intelegibles; el ca- lor se conserva aun en la piel: envoltura en la sábana húmeda y dos cobertores de lana, media lavativa á.12 grados centígrados. • : ■ A las seis y media de la tarde, vuelta de algunos, acr cidentes sin causa apreciable; excitación viva, calor muy pronunciado en la cabeza; color amoratado de la piel de la frente y de las megillas, somnolencia continua, ojos muy inyectados, pies excesivamente fríos; á fin de calentarlos, se pone entre los dos cobertores una almo- hada de pluma, estendiéndose desde las rodillas hasta las estremidades de los dedos de los pies; cuarto; de la- vativa y nueva, sábana húmeda.—La noche estuvo bas- tante sosegada. : Dia 11 de Noviembre, á las; siete y mediare la ma- ñana, mejora muy manifiesta, lengua húmeda, blanca, mocosa, el enfermo responde á;las preguntas, pero.se vuelve á dormir con facilidad; evacuaciones albinas po- co abundantes y ménos verdiosas. I^as piernas se han calentado, sobre todo la derecha, pero los pies aun es- tán totalmente fríos, amoratados y como equinosados. Prescripción: á las ocho, media lavativa áf12 grados; á las diez, medio baño por un cuarto de hora á 15 grar dos; fricciones en el tronco, los musjos y las pierna^ -111- Despues del medio baño, envoltura en una sábatía seca y dos cobertores de lana; cintura abdominal, almohada calentada en las piernas y los pies.—A medio dia, en- voltura en la sábana húmeda; cada cuarto de hora una cucharada de agua. A las'tres de la tarde, evacuación albina verdiosa.— A las cuatro se mantiene en estado de mejora, pero la piel está caliente, y el pulso da cien pulsaciones por minuto: á fin de combatir estos accidentes, nueva sába- na húmeda y cintura abdominal. A las seis y media, los pies quedando siempre muy fríos, se meten en el agua á 10 grados y quedan 10 mi- nutos; en todo .este tiempo* están friccionados con fuer- za por dos enfermeros.—La noche estuvo sosegada, hubo algunos ataques de tos seguidos de espectoracion de mocosidades blancas. Dia 12 de Noviembre, á las siete y media de la ma- ñana: los pies están ardientes, el color equinosado de la piel ha desaparecido, el color del tronco ha dismi- nuido, pero persiste en el abdomen; la cabeza está li- bre, las respuestas lucidas, el enfermo ya no responde por monosílabos; comienza á pronunciar una frase en- tera; la lengua muy húmeda y aun desembarazada de las mocosidades.—Media lavativa á 12 grados.—Por las mejoras obtenidas, fué preciso cambiar la prescripción: en lugar del medio baño, baño de asiento á 14 grados centígrados de 25 minutos, con el objeto de bajarla temperatura del vientre; fricciones en las partes meti- das en el agua. Cuando el enfermo salió del baño, la temperatura del agua habia aumentado de 4 grados centígrados; fué enjugado con una sábana seca, después envuelto en los cobertores y la almohada colocada en los pies. A la una de la tarde, evacuación albina poco abundante, inteligencia muy clara, lengua húmeda, ojos naturales, somnolencia rara; los pies, y particularmente el derecho menos calientes que en la mañana.—Se re* pitió la cintura y la sábana húmeda; bebida cada cuar- -lis- to de hora, A las seis y media de la tarde: calor en el abdomen, la piel del tronco un poco seGa; disposición á la somnolencia.—Baño de asiento de media hora á 24 grados centígrados; la agua del baño subió de 9 á 26 grados. Saliendo del baño, el enfermo conserva los ojos abiertos por mucho tiempo; se ocupa de lo que pasa en la sala, se halla en una situación muy satisfactoria. A las once de la noche, sin causa conocida, el enfer- mo esperimentó una fuerte agitación; una hora después se manifiesta el sudor en el pecho, un poco mas tarde se hace general; gruesas gotas corren en la frente y las megillas: era una crisis que se acababa de desarrollar, duró en toda su fuerza hasta las tres de la mañana. La calma se restableció lentamente; el sudor fué tan abun- dante, que los cobertores y el colchón quedaron empa- pados. Es digno de notarse que á pesar de esta pér- dida considerable de fluido, las orinas corrieron igual- mente con abundancia. A los cuatro de la mañana, el sudor habiendo casi ce- nado, el enfermo fué puesto en la sábada húmeda, con el objeto de disminuir la sed que esperimentaba. Dia 13 de Setiembre, á las siete y media de la maña- na: el enfermo está en calma, pero la lengua es seca, lo que se debe atribuir á la pérdida de los fluidos por el sudor y las orinas. La pierna izquierda presenta á cuatro dedos arriba de la malévola interna, una peque ña vegiga del grueso y de la forma de un grano de tri- go; es trasparente, rodeada con una ligera araola rojiza; contiene un líquido parduzco; esta vigiguilla es una señal que confirma la crisis de la noche anterior» La pres. cripcion siguiente, está dictada por la necesidad de vol- ver á introducir con prontitud líquidos en la economía» ■^-Cuatro pequeñas lavativas á 18 grados cada tres ho ras; cintura abdominal renovada tres veces; dos sába- nas húmedas, una á las once, y la segunda á las cinco de la ta^dej bebida frecuente por cucharadas, nada de me- dio baño ni de baño de asiento. -113- A la una de la tarde aparecieron dos nuevas vegigui- llas en la parte esterna de la pierna derecha; son seme- jantes en todas sus circunstancias á la de la pierna iz- quierda. A las seis y media de la tarde, el enfermo se halla muy aliviado; la lengua está húmeda, hacia las cua- tro horas una pequeña evacuación albina de un verde oscuro. El 14 de Noviembre, á las siete y media de la maña- na, alivio completo: da principio la eonvalescencia; la lengua húmeda sin mocosidad alguna, el pulso en su es- tado natural y no existe sino un pequeño calor hacia el abdomen sin meteorismo ni dolor alguno. Las tres ve- giguillas de las piernas han aumentado de volumen del grueso de un chavacano, de un color encarnado muy vivo; el líquido que contiene es parduzco, y aparece mezclado con copos abluminosos de un aspecto nacara- do. Estas vegiguillas tienen mucha semejanza con los del penjigo, y en la noche no aparece mas que una eva- cuación albina y muy débil. A las ocho de la mañana, inedia lavativa de 18 gra- dos; á las nueve y media medio baño de 20 grados: el enfermo permanece en el baño 10 minutos, y después se enjuga y se envuelve en una sábana seca y frazadas de lana. A las diez y cuarto, se le dan cuatro cucha- radas de una panacea compuesta con pan, mantequilla, una yema de huevo y leche; después de cada cuchara- da, se le hace beber un pequeño trago de tecema para facilitar la disolución de los alimentos. Pasados dos minutos después de haber comido, hace esfuerzos el en- fermo para sonarse, y arroja de la nariz las mucosida- des secas, envueltas de algunas pequeñas ráfagas san- guíneas: es un síntoma excelente que anuncia el retor- no de las secreciones. A la una y media de la tarde, la digestión es comple- ta; el enfermo se halla muy bien, pide nuevos alimentos; pero antes de ceder á este deseo, se le pone la cintura abdominal, se le renueva el envoltorio en la sábana hú- 15 -114- meda y las frazadas de lana, con el objeto de evitar vueh va el calor á la piel. A las tres, el enfermo come las dos terceras partes de un huevo cocido y una regular cantidad de pan; bebe un trago de tisana después de cada pedazo; á las tres y media reposa un poco. La digestión parece haber provocado una ligera reacción; el pulso se acelera y bate 90 pulsaciones, la piel se calienta un poco. A las ocho y media, renova- ción de la cintura abdominal y de la sábana húmeda; noche buena, pero hacia la mitad de ella, vuelve el su- dor y dura hasta las dos de la mañana. Dia 15 de Noviembre, á las siete de la mañana, el en- fermo se halla bien, el pulso es natural, húmeda la len- gua, los ojos muy poco inyectados; una evacuación al- bina voluntaria natural á las cuatro de la mañana; el abdomen un poco caliente pero sin meteorismo. Las vegiguillas de las piernas han aumentado de volumen, son mas largas, mas y mas elevadas que el dia anterior; la costra que las cubre es mas delgada. Prescripción: baño de asiento de 25 minutos, con el objeto de hacer desaparecer la inyección de los ojos y el calor del vien- tre, y la cintura abdominal. A las diez, doce cuchara- das de panacea con huevo y leche: al medio dia sábana húmeda. La vegiguilla de la pierna izquierda se revien- ta por sí sola. Tos pasajera, espectoracion fácil de es- putos blancos y espumosos. A las dos, evacuación vo- luntaria de una materia de un amarillo oscuro semi-lí- quido. A las tres y media, el enfermo come un huevo cocido con algunas rebanadas de pan. A las cinco re- posa y duerme bien. A las seis y media, su pulso está un poco elevado; media lavativa á 16 grados. A las sie- te, baño de asiento de 25 minutos á 18 grados; frotacio- nes durante todo este^ tiempo sobre las partes que se sumergen en el agua; la temperatura del baño sube á 2 grados mas. A las ocho y media, sudor de sábana hú- meda por dos y media horas; el enfermo pasa la noche bien estando muy aliviado. —115— Dia 16 de Noviembre, el enfermo se halla perfecta- mente bien, con solo una pequeña lavativa de 8 grados, continúa así hasta medio dia. Los mismos alimentos que el dia anterior. Después del medio dia, las dos ve- giguillas de la pierna derecha revientan por sí solas. La noche mucho mejor. El 17, el pulso se eleva, la piel un poco caliente, el semblante acalorado, cuyos síntomas se atribuyen á la suspensión de los medios hidroterápicos en el dia de ayer; el enfermo vuelve otra vez á seguir el tratamien- to. A las siete y media, media lavativa semi-tibia y cin- tura abdominal. A las diez, baño de asiento de 18 gra- dos por 20 minutos, sin envoltorio. A las once el pul- so vuelve á su estado natural, la piel se refresca, el en- fermo come arroz con leche: pasada una hora, el enfer- mo es envuelto en una sábana húmeda con dos frazadas; dos horas se estuvo en ella, y concluida, se levantó, se vistió por la primera vez, comienza á andar apoyado en el brazo de un enfermero; á poco rato se sienta y per- manece así una hora; habiendo reposado un poco se le da á tomar arroz con leche: á la media hora, tiene ne- cesidad de regir el cuerpo; despide una materia de co- lor oscuro; inmediatamente vuelve á acostarse. A las ocho y media, el enfermo es nuevamente envuelto en la sábana húmeda con las frazadas: así pasa la noche. Tu- vo un poco de agitación; mas á la una de la mañana es- perimentó el enfermo un mal estar, después sudor y sed: estos fenómenos se calmaron hacia las cuatro de la mañana. El 18, amanece bien, pero se le nota en el pié izquier- do un tumor forunculoso, rojo y doloroso. Esta fué una nueva crisis mucho ménos fuerte que la primera: esta fué la causa que provocó el movimiento febril de la noche. El pié fué inmediatamente cubierto con un defensivo húmedo y otro seco. Las vegiguillas de las piernas no variaron y tomaron -116- una costra encarnada, pulposa, arrojando un pus sangui- nolento; la frotación con alguna opresión, le ocasionó un vivo dolor. Estas partes fueron también envueltas con defensivos húmedos cubiertos con otros secos, úni- co medio empleado después de su aparición. El 19, el enfermo sigue bien; no hubo mas que una evacuación en veinticuatro horas: sin embargo, se le ad- ministra una pequeña lavativa de 16 grados, y á la una de la tarde fué envuelto, por solo una vez, en la sábana húmeda con las mismas frazadas, en la que permaneció envuelto tres horas. El tumor del pié aumentó; las cos- tras de las piernas se desprendieron y quedaron tres llagas oblongas, cuyos bordes fueron cortados como si hubiesen sido hechos con un instrumento cortante. La noche fué un poco agitada; el sudor vuelve otra vez, por lo que el enfermo no fué mas envuelto, perma- neció así hasta las tres de la mañana. En la visita del dia 20 noté un nuevo forúnculo, apa- recido en el nivel de la articulación de la primera co- yuntura del dedo pulgar del pié; con el segundo fué muy doloroso y el enfermo se quejó mucho. La tos fué dis- minuyéndose poco á poco, no hubo mas de una evacua- ción albina semi-líquida. Las digestiones fueron bue- nas, y las fuerzas se aumentaron con rapidez. La supu- ración de las llagas de las piernas continúa. Las hice volver á cubrir con un lienzo húmedo, con el fin de evi- tar fuese en aumento. La cicatrización de la úlcera de la pierna izquierda empezó el dia 30 de Noviembre, y la de las dos úlceras de la pierna derecha el 3 de Di- ciembre. Las digestiones se restablecieron perfectamente, el apetito sigue en aumento, las evacuaciones albinas si- guen aun de un color gris y un poco sueltas hasta el 15 de Dicienbre. Los forúnculos de la coyuntura del de- do pulgar se han curado por sí mismos; por último, el enfermo, hallándose con fuerzas suficientes, pudo pa- -117- searse por si muchas horas seguidas por los patios del establecimiento, y sale del hospital el 24 de Diciembre de 1842 sin que en su eonvalescencia haya tenido el me- nor resultado. FIEBRE INFLAMATORIA. Llámase así esta calentura, por venir acompañada de los síntomas que denotan calor intenso é inflamación ge- neral en el sistema, por los cuales se puede distinguir de cualquiera de las calenturas, nerviosa ó pútrida. La apellidan algunos escritores calentura aguda continua, y la calentura biliosa es solo una variedad de ella, aña- diéndose aquí á los síntomas acostumbrados vómitos bi- liosos y una infección amarilla de la cutis. síntomas. Ataca con una sensación de cansancio, dolores en to- do el cuerpo, pero mas particularmente en la cabeza y espalda, y calofríos que suceden á los bochornos calien- tes transeúntes, que terminan en un calor violento y continuo. Luego sigue el encarnado de la cara y ojos, latidos en las sienes, gran desasosiego, sed inestinguible, opresión en el respirar y nauseas. La lengua está cu- bierta de una piel blanca y gruesa, la orina roja y es- pesa, el cuerpo estreñido y el pulso fuerte, pronto y lleno. TRATAMIENTO.—Cuando se adviertan en el en- fermo los síntomas indicados, pueden, sin temor alguno, darle un baño de asiento frío de media hora, con defen- sivos durante el baño en la cabeza, y frotándole con las manos de la rodilla para abajo: si el enfermo es de una -118- débil complexión, todo el tratamiento será de agua se- mi-tibia (excepto la que ha de beber, que será fria): si es de una fuerte complexión, entonces el tratamiento es frío y es del modo siguiente: se humedece una sába- na, se esprime bien, y se envuelve al enfermo por me- dia hora, la cual, concluida, se le pone otra por el mis- ino tiempo, repitiendo las sábanas hasta seis: á la sesta sábana se mete al enfermo en el baño por seis minutos, con frotación en el agua que será semi-tibia: concluido el baño se le envuelve en otra sábana con seis mantas encima por dos horas, concluyendo con una loción da- da con una esponja ó lienzo mojado en agua quebran- tada; procurando que el enfermo conserve en el cuer- po la humedad, y de este modo se envuelve con sába- na seca y tres mantas encima. Téngase siempre por regla general, que en las pri- meras sábanas con que se envuelve al enfermo que pa- dece cualquiera clase de fiebre, no se le pondrán sino dos ó tres mantas encima, y en la última, que es la del sudor, se le pondrán de cinco á seis si es persona ro- busta y hasta ocho ó diez, si es de débil constitución. También servirá de regla general, que cuando la pul- sación exceda de cien pulsaciones por minuto, las sába- nas se mudarán de quince á veinte minutos hasta ocho, siendo la séptima de media hora con el baño en seguida por los seis minutos, y la octava de dos horas con la lo- ción, bebiendo agua abundante, principalmente á la ho- ra del sudor. Es probable que la fiebre desapareza con este trata- miento: mas no se lisongeen, siempre, sí, tengan la se- guridad del total restablecimiento de la salud. La fie- bre suele volver, mas ya con ménos fuerza: el tratamien- to arriba indicado se le vuelve á aplicar por segunda vez. La cintura abdominal la llevará siempre puesta. Si el enfermo ha sufrido antes alguna enfermedad en el pecho y pulmón, puede estar seguro que también desaparece.—Así me ha sucedido ya en esta capital. -119- Si por temor, preocupación ó consideración á algu- na persona (como así sucede, y acuden cuando ya tie- nen perdida toda esperanza de vida, siendo ya casi ca- dáveres descarnados) y el enfermo llegase al estupor y delirio, perturbada la imaginación, delirando algunas ve- ces violentamente; cuando los síntomas de un gran in- citamiento continúan y se cambian con frecuencia por los de debilidad, y la fiebre toma por grados un carác- ter bajo y nervioso; cuando sobre el cutis aparece una humedad seguida de una traspiración universal y natu- ral, sangre por la nariz, aparición de erupciones roño- sas hacia la boca y orejas; formación de apostemas; diar- rea; depósito abundante de sedimicnto en la orina; el pulso mas tardío y suave; se le da el tratamiento si- guiente: por bebida agua fria en abundancia, sábana hú- meda por una hora con solo una manta encima, con defensivos en la cabeza; pasada la hora se le pone la cintura abdominal en tres dobleces: suelen los dichos síntomas calmar con esta aplicación. Pasadas dos horas se le da una ablución de agua apenas quitado lo frío so- bre todo el cuerpo por un cuarto de hora; después de esta ablución se enjuga la piel ligeramente, dejando al- guna humedad: después de esta operación, se le echa una cuarta parta de lavativa con el agua un poco mas templada. Si este tratamiento ha empezado por la ma- ñana, se le vuelve á repetir á la una de la tarde: á las tres ablución general, segunda lavativa y cintura abdo- minal. A las siete se le ponen dos sábanas húmedas, una de media hora, la segunda de dos horas con seis mantas, y bebiendo mucha agua que se le dará poco á poco. Con este tratamiento la fiebre disminuye, la san- gre se contiene, la diarrea es ménos y variada, el pulso baja y se pone mas suave, y el delirio desaparece. A las once de la noche, si el enfermo no duerme y tiene alguna agitación, baño de asiento de veinticinco minu- tos con defensivos en la cabeza, luego sábana húmeda con cuatro mantas por dos horas, que concluidas se le -120- da una loción de agua semi-tibia: la misma aplicación se le hace á cualquiera hora que tenga agitación y ca- lor en la piel. Este tratamiento será suficiente para volver al enfermo á su estado de completa salud. Todos los síntomas que he indicado pertenecientes á esta fiebre, son aun favorables: los siguientes ofrecen poca esperanza de vida. Sin embargo, la Hidroterapia le ofrece vida y salud, y son: dolor intenso y continuo en la cabeza, con gran delirio; respiración estremamen- te trabajosa; el pulso fuerte y pesado; manosear la ro- pa de la cama: hipo y evacuaciones involuntarias. TRATAMIENTO.—Una media lavativa de agua semi-tibia; baño de asiento de cuarto de hora con frota- ción en todo el cuerpo con lienzos húmedos; concluido el baño, sábana húmeda de media hora, luego otra sá- bana por dos horas concluyendo con una loción de agua quebrantada: el cuarto del paciente que esté bien ven- tilado, no teniendo la cama mucha ropa. Con esta apli- cación siempre suele calmar el delirio y minorarse el hipo; la pulsación baja y se pone mas suave, pero pron- to vuelve á aparecer fuerte y pesada: cintura abdomi- nal renovada de hora en hora; una cuarta parte de la- vativa de agua quebrantada de dos en dos horas: por mañana y tarde se le hacen las mismas aplicaciones. Si en la noche esperimenta los mismos síntomas se ejecuta lo mismo: si el dolor de la cabeza no disminuye, se le au- menta al baño de asiento el de pies, llegando el agua hasta la mitad de la pierna, y echando en el baño una onza de mostaza; durará 20 minutos y se le frotarán los pies mientras los tenga en el agua, que será tibia. Si el enfermo responde con dificultad á las pregun- tas que se le hagan, y estas no están acordes; si las eva- cuaciones continúan, se le siguen las lavativas, y se le da un medio baño de agua semi-tibia por un cuarto de hora, y pasadas dos horas de este baño, se le envuelve en una sábana húmeda cubierta con tres mantas, si el -121- enfermo es de fuerte complexión, cinco á seis si es dé- bil. Este tratamiento continúa hasta entrar en la eon- valescencia, en la que no abandonará la cintura abdo- minal y el régimen acuoso hasta el total restablecimien- to de la salud. CAUSAS Y DISTINCIÓN DE LA FIEBRE TIFUS. Los tránsitos repentinos de calor á frío; esposicion larga á los rayos intensos del sol; la repulsión repenti- na de las erupciones; uso excesivo de licores espirituo- sos; beber licores frios cuando el cuerpo está muy ca- liente por haber hecho mucho ejercicio; pasiones vio- lentas de la imaginación. Ataca á las personas de cual- quiera edad y condición, pero mas particularmente á las que se hallan en lo mejor de la vida, y son de cons- titución pletórica. Comunmente ocurre en todas las estasiones del año, principalmente en la primavera y á principios del verano. Diferenciase del tifus, por la piel blanca de la lengua, por el calor subido de la orina, y por la fuerza y dureza del pulso. ■—Müft 111 i DE LA FIEBRE INTERMITENTE, Jl campanada de frió y calor sucesivos Nada mas común en esta república, principalmente en las costas y tierra caliente, que esta enfermedad: manifiéstase rebelde por lo general á todos los reme- dios farmacéuticos; se apodera de las personas, que la que bien libra queda en un estado de suma debilidad, originándole luego otra segunda enfermedad de resul- 16 -122- tas de la abundante quina que se les hace tomar, como en verdad es el remedio mas eficaz que hasta ahora se ha podido encontrar. En la Hidroterapia se halla su mas pronto y suguro remedio, sin que el paciente tenga que sufrir luego ninguna afección. Dentro y fuera de" esta capital he tenido Qa.sqs. de %stas calenturas llama- das vulgarmente frios, que habiéndose resistido por lar- go tiempo á cuanto el arte farmacéutico ha inventado para su destrucción, en el agua han hallado el alivio pronto de tan fastidiosa enfermedad. Consiste esta fiebre de paroxismos ó periodos de ca- lentura, entre los cuales hay una intermisión de sínto- mas febriles distinta y perfecta. Existen'varias clases de dichas calenturas, y son, la cotidiana, la terciana, que repite cada tercer dia, y la cuartana que ocurre en el cuarto. ,r ,..-... SÍNTOMAS,:- ,V Esta fiebre tiene tres estados; e\ frío, el cálido y el sudoso. En el del frío, la cara y los nliembros se ponen, pálidos; las figuras se contraen,i la sensibilidad se empeora, la respiración es corta y perturbada, y una sensación de un frío estremo se percibe por todo el cuerpo, el cual es seguido de un temblor violento. Lue- go el calor del cuerpo se seca, y se pone mucho mas ardiente que lo natural; ePsemblanté en este caso se queda túmido, ataca muchas veces un dolor agudo en la cabeza, y otras un pequeño delirio: el pulso es fuerte, lleno y frecuente con una sed excesiva. Estos síntomas son seguidos, primero, por una humedad del cutis, lue- go por una traspiración universal é igual con que ter- mina el ataque. No tiene reglas fijas las horas que ge- neralmente ocupa el paroxismo. -o* -til i. Por la primavera son estas fiebres generalmente peor graves y obstinadas, y ménos sujetas á ser seguidas de consecuencias dañosas que las del otro, como así mis- mo tiene menos esposicion á reproducirse. -128- . .'CAUSAS,V La principal causa que predispone, es lavdebilidad, pero la mayor es la humedad pantanosa ó él efluvio que nace del agua estancada ó de la tierra pantanosa, im- pregnada con materia vegetal en un estado de descomr posición putrefactiva. También puede producirse esta fiebre por irritación én el estómago é intestinos. TRATAMIENTO.—Cuando el enfermo empiece á sentir los síntomas que se perciben antes del frió, se mete inmediatamente en uña tina de agua fria, se le frota fuertemente todo el cuerpo con lienzos ásperos y permanece en el baño un cuarto de hora: suele en el baño provocarle basca, entonces se le continúa el baño hasta que vomite ó se retire la basca, la que se ayuda- rá cote beber poco á poco agua fría. A unos la fiebre seles retira; á otros no: á estos cuando se sientan ataca- dos de la calentura, se les envuelve en una sábana hú- meda por media hora, y continúan poniéndose las sába- nas de media en media 'hóVa hasta sentir el cuerpo fres- co, que inmediatamente se'le mete en el medio baño, donde se le frota bien; la basca repite con mas fuerza y empiezan á vomitar bilis de un color amarillento os- curo; á cuyo vómito se le ayuda con agua bebida: si al enfermo no le acometen éstos vómitos, sale del baño ál cuarto de hora, mas si le vienen está en el baño hasta que los vómitos hayan cesado, Este tratamiento continuará hasta desterrar comple- tamente la enfermedad. Durante la curación, beberá mucha agua, y llevará constantemente la cintura abdo- minal, y tres medias lavativas diarias. -124- PULMONIA. La pulmonía es una inflamación del pulmón, y por lo común uno de sus lados. SÍNTOMAS. Los síntomas con que se conoce, son frió mas ó mé- nos largo, en cuyo tiempo suele estar el enfermo con mucha inquietud y desasociego, síntoma especial que muchas veces distingue con seguridad esta enfermedad desde su primer instante: sigúese después calor inter- polado no pocas veces y por algunas horas con calos- frios; el pulso está acelerado, bastante fuerte, mediana- mente lleno, duro y arreglado, cuando el mal no es vio- lento: parvo, blanco é irregular si la enfermedad es muy grave; hay una ligera sensación de dolor en uno de los lados del pecho; unas veces opresión sobre el corazón, otros dolores en todo el cuerpo, principalmente en los lomos; lo mas común es tener el enfermo opresión, pero algunas veces es leve; precisión de estar casi siempre echado boca arriba, y rarísima vez lo puede estarde lado; la tos algunas veces cesa y entonces es mas moles- ta; otras acompañada de esputo con mas ó ménos san- gre, la que por lo regular suele ser pura; dolor, ó á lo ménos pesadez de cabeza: comunmente acompaña el delirio y la cara casi siempre está encendida, otras ve- ces descolorida y de un aspecto estraño desde el principio (lo que es mala señal); los labios, la lengua, el paladar y la cutiz están secos; el aliento es ardiente, la orina poca y encendida al principio; mas abundante, ménos encendida y con mucho sedimiento después; por lo común hay sed excesixa; algunas veces conatos á vo- mitar en el principio: también hay calor universal y ac- cesión casi todas las noches, en cuyo tiempo la tos es mas fuerte y ménos abundantes los esputos, de los cua- -125- les los mejores son aquellos, que ni son muy líquidos ni muy duros, sino de una consistencia mediana, semejan- tes á los que se arrojan al fin del romadizo, pero mas amarillos y mezclados con algo de sangre, la que poco á poco va á ménos, y regularmente desaparece antes del dia séptimo. Algunas veces la inflamación sube á lo largo de la trachiarteria y ocasiona al enfermo una sofocación y una sensación dolorosa al tragar, que le hace creer que tiene un garrotillo. Cuando el mal es ó se hace muy violento, el enfermo no puede respirar sino sentado; el pulso se le pone pe- queñísimo y muy acelerado, la cara morada y la lengua negra; mira á todas partes, tiene un desasosiego inOspli- cable, no puede parar en la cama; algunas veces el bra- zo está como paralítico, delira sin cesar, ni bien puede dormir ni bien estar despierto; la cutis del pecho y cue- llo suele cubrirse, principalmente cuando el aire es muy cálido, y el mal estremo y violento de manchas mora- das mas ó ménos grandes, que se deben llamar manchas petequiales; las fuerzas se acaban, la dificultad de res* pirar se aumenta por instantes; el enfermo se pone ale- targado, y muere en breve de una muerte horrible. Si la enfermedad acomete de repente y con violen- cia; si el frió dura muchas horas, y si se le sigue un ca- lor que abrace; si la cabeza se perturba desde el princi- pio; si el enfermo tiene una ligera diarrea con tenes- mos; si teme el estar en la cama; si suda demasiado ó si la cutis está sumamente árida; si tiene demudado el semblante; si le cuesta trabajo el arrancar, la enferme- dad es peligrosa. TRATAMIENTO—Al momento que el enfermo se sienta atacado de este mal tan terrible* sin necesidad de rasgar sus venas, debilitando al enfermo» y sin las re- pugnantes tisanas &c, se le dará un baño de asiento de agua quitado lo frió (el baño tendrá de tres á cuatro pulgadas de agua) en el que permanecerá hasta que -126- sienta calofríos y castañeteo de dientes, que entonces se le mete en la sábana húmeda que se muda á la media hora, renovándose hasta cuatro; inmediatamente se le dá una loción de agua quebrantada por cinco minu- tos, y al salir del baño se le mete en otra húmeda, en la que permanece dos horas. Siempre tendrá en el pecho y espaldas defensivos de agua tibia, cubiertos con otros secos (excepto en los baños que solo tendrá los mojados) se renovarán cuando se calienten, procu- rando que luego que los muden los laven bien y los pon- gan al aire libre. Beberá agua fria én abundancia, es- pecialmente en los sudores. Se le echarán tres medias lavativas en el dia. Si el enfermo por debilidad ó por cualquier otro accidente no pudiere permanecer en él baño de asiento, hasta sentir los calofríos &c, que ge- neralmente acometen á las dos ó mas horas, siempre se le debe dar el sudor de sábana húmeda por dos ho- ras y la loción á la conclusión. Reposa un poco el en- fermo y en seguida se le repite el baño de asiento en la forma indicada, con el sudor luego de la sábana hú- meda. Generalmente suele ceder la inflamación del pecho con este tratamiento, como lo prueba mi práctica en esta capital con cuatro casos que he tenido, tres desau- ciados y uno en su principio sin haberle tocado la far- macia, habiéndose todos salvado, sin tener necesidad de guardar aquella penosa eonvalescencia que tanto recla- ma la farmacia; antes al contrarío, aire libre, agua fria bebida en abundancia, y tomar alimentos dé bastante sustancia, ménos que sean irritantes. Si el ataque no cediere á los medios indicados, en- tonces se le aplican siete sábanas húmedas de cuarto en cuarto de hora cada una, y á la sesta sábana se le meterá en una tina, procurando que él agua no llegue a la cintura ni tampoco cubra del todo los muslos y piernas, sino que dé por lá mitad. Permanecerá en es- té baño hasta que el dolor ó inflamación del pecho1 va- -127- ya cediendo, que suele suceder pasadas tres horas de baño: el agua será semi-tibia, lo mismo que los defensi- vos que se le pongan en el pecho: si en el baño le err- tra colofrio y castañeteo de dientes, no se hará caso al- guno: estos síntomas desaparecen por sí solos. Luego que el enfermo se sienta aliviado con este pro- longado baño, que rara vez falla, ó nunca, se le saca y se le pone la séptima sábana que será de dos horas, siempre con mas ropa encima que las primeras: á la con- clusión se le dá una loción de agua quebrantada. Del mismo modo se cura la pleuresía,y el dolor de costado. DE LA APOPLEGÍA. La apoplegía es una detención repentina de las fa- cultades del sentido y del movimiento, causada por al- gún afecto enfermo del cerebro ó del sistema nervioso, siendo la respiración generalmente difícil y estando fre- cuentemente acompañada de un estupor. La apoplegía es una enfermedad del sistema nervioso. SÍNTOMAS. Algunas veces tenemos una señal anticipada del ac- ceso de la apoplegía por un dolor de cabeza, el vértigo muy pesado, la somnolencia, los ataques frecuentes de la pesadilla, calor encendido de lá cara y de los ojos, la oscuridad de la vista, flujo de sangre de la nariz, impedi- mento de la palabra, un sonido retumbante en las ore- jas y la pérdida de memoria; pero su ataque es tan fre- cuentemente repentino, que el paciente cae al suelo sin dar apenas ningún aviso, quedándose como si estuviera en el sueño mas profundo. En este estado su respira- -128- cion es difícil y generalmente acompañada de estertor; la Cara se pone encarnada y túmida, las venas de la cabeza y cuello se ensanchan, la cabeza está caliente y muchas veces con traspiración copiosa; los ojos hincha- dos, ensangrentados y algunas veces medio abiertos, pe- ro en lo general enteramente cerrados; las pupilas di- latadas, lanzando de la boca una saliba espumosa. El pulso al principio es regular, algo fuerte y lento, pero pronto se pone mas débil, irregular é intermitente. Las pupilas del ojo están comunmente dilatadas y de cuan- do en cuando muy contraidas. Varía la permanencia de un ataque de apoplegía, pero dura generalmente por ocho ó veinticuatro horas, y á veces treinta y seis ó mas. Hay dos variedades de apoplegía, que en general se indican claramente: la una es acompañada de un pulso duro y lleno, la cara colorada y el estertor: la otra está acompañada de un pulso débil y la Gara pálida. La primera variedad generalmente ocurre á las personas de un hábito pletórico y de considerable energía y fuer- za: la última ataca principalmente á los ancianos flec- máticos y débiles. Generalmente hablando, la última forma de la enfer- medad es la mas peligrosa, pues la falta general de energías de la vida, la naturaleza se encuetra ménos ca- paz de asistirnos en el uso de nuestros remedios. Bajo cualquiera otra consideración, el grado de peligro será generalmente computado por la violencia de los sínto- mas; por lo regular, cuanto mas corto es el ataque tan- to mas suaves son los síntomas. Es muy dudoso si las muertes repentinas, de que oí- mos tan frecuentemente hablar, deben ser atribuidas ó no á la apoplegía, pues esta raras veces destruye la vi- da en ménos de dos horas. Parece que dichas muertes dependen mas bien de algún afecto violento del cora- zón ó estómago, ó de la rotura de alguno de los basos de sangre mas grandes que los del cerebro. -129- CAUSAS. La causa mas común é inmediata de la apoplegía éá una opresión sobre el cerebro que proviene de una efusión de sangre ó de suero, ó de una dilatación de los basos del cerebro por una acumulación en ellos de la sangre, independiente de la efusión. Todo lo que contribuye á la determinación de una grande cantidad de sangre á la cabeza ó á impedir una vuelta desenfrenada de ella, puede producir una dilata- ción ó efusión excesiva dentro del cráneo, y por lo tanto puede considerarse como causa ocasional: tales son las pasiones violentas de la mente, el ejercicio inmoderado; el estudio constante, la vida irregular, los esfuerzos ex- cesivos, las ligaduras ai rededor del cuello, la supresión de algunas evacuaciones, como las almorranas &c, el demasiado alimento y el esponerse repentinamente al mucho calor ó al frío excesivo. Esta enfermedad pue- de suceder en cualquier edad* pero es mas frecuente en la mediana ó en la declinación de la vida, especial- mente en las personas de un hábito pletórico que tie- nen los cuellos cortos, que son perezosas y que comen y beben cen exceso. DISTINCIÓN. La apoplegía se distingue de la epilepsia, por la ra- zón de que la última está acompañada de convulsiones y temblores por la poca duración comparativa del ata- que y la mayor facilidad con que el paciente vuelve en sí; En la total embriaguez el aliento está en general im- pregnado con el licor que ha causado la embriaguez, y el paciente puede ser algo despertado gritándole en las orejas y aplicándole un estimulante fuerte en laá ventanas de la nariz. Í7 -130- TRATAMIENTO.—Cuando una persona se sienta acometida de este ataque violento, inmediatamente se dará un baño de asiento frío de tres pulgadas; le pon- drán sobre la cabeza, pecho y espaldas defensivos mo- jados, renovados á menudo. En los brazos, y de la rodi- lla para abajo, le darán frotaciones con lienzos húme- dos: una hora debe serla duración del baño. Tres ca- sos he tenido en esta capital, los dos primeros cedie- ron antes de los veinte minutos: el tercero, ya desau- ciado, después de haberle rasgado repetidas veces las venas y hallarse el enfermo inmóvil en una postura, con solo el baño de asiento y las otras aplicaciones el ata- que desapareció á los diez y ocho minutos de estar en el baño, y el brazo derecho, que ya lo tenia sin movi- miento, volvió á su estado natural. Desde entonces no hubo mas necesidad de otras aplicaciones que las indi- cadas, hasta que recobró su completa salud. Si el ataque no cediese á esta aplicación, que gene- ralmente no sucede así, al baño de asiento se le añade el de pies con las frotaciones arriba dichas, añadiendo una inyección de agua fría por las narices, que se le re- petirán hasta tres seguidas, y se le echará la inyección inclinada la cabeza hacia al pecho, de modo que el agua no descienda hacia la garganta y sí llegue á la frente. Cuando la sangre está aglomerada en la cabeza, con esta inyección suele salir en pequeña cantidad y el en- fermo adquiere mucho alivio. Si el enfermo vuelve á su estado normal, debe beber mucha agua muy fria, no haciendo uso jamas de agua tibia ni interior ni esteriormente. Tendrá ya por cos- tumbre beber agua en abundancia en ayunas, cuando ménos un cuartillo; abstenerse de cometer excesos en vinos y licores espirituosos; de tomar mucha caiiie, y la que turne que sea bien cocida; usar todas las semanas de baños frios en general, cuando menos dos, siendo ca- da uno de diez minutos, con la precaución de mojarse ia frente y el pecho antes de ejjtrar en el bañor -131- He visto á muchas personas que padecían este ata- que, á unas á Ips dos ó tres meses, á otras ménos, y con este método no han vuelto á sentir síntoma alguno, y vivir sin aquel temor del que antes estaban poseidas. ASMA O AHOGUÍO. Esta enfermedad consiste en la dificultad de la res- piración, la mayor parte temporaria, ocurriendo en pe- ríodos inciertos y acompañada de un sonido de gar- ganta, un sentido de contracción de pecho con tos y espectoracion. A primera vista parece que es una en- fermedad de los pulmones, cuyos órganos sin duda es- tán muchas veces original y principalmente afectados; pero es muy cierto que en muchos casos no hay ningu- na enfermedad positiva de los órganos pulmonarios y que la dificultad de la respiración y demás síntomas que denotan un daño profundamente colocado en los pulmones, provienen simpáticamente del gran desor- den de otras partes importantes, especialmente del estómago é intestinos. Se observa en la consunción pulmonaria que todos los pulmones están desordenados, y que una grande porción de ellos han sido destruidos, que en efecto los pacientes tienen una dificultad de res- piración cuando se mueven, pero no tienen ningunos de los ataques violentos de sofocación que pertenecen al asma; mientras al contrario al examinar los pulmones de las personas asmáticas después de la muerte, hay casos en que no se ha encontrado ninguna apariencia de daño perceptible á la vista que señalase los motivos de la dificultad con que obraron. El asma es una en- fermedad del período último de la vida y muy difí- cil de curar. -132- Se divide en dos especies, á saber: el asma seca y espasmódica ó nerviosa, y el asma húmeda y habitual. En la primera el ataque es repentino, violento y de po- ca duración; la constitución del pecho es muy dura y espasmódica, la tos pequeña y la espectoracion muy poca, y solo se presenta así á la terminación del ata- que. En la segunda especie, ó el asma habitual, el pa- roxismo es gradual y prolongado; la contracción del pe^ cho pesada y laboriosa, la tos grave, mas ó ménos cons- tante: la espectoracion principia pronto, haciéndose co- piosa y dando mucho alivio. El asma espasmódica ocur- re rara vez, pues seguramente suceden cincuenta casos de asma habitual por uno de la espasmódica. SÍNTOMAS. Los paroxismos asmáticos generalmente van precedi- dos del desfallecimiento, la flatulencia, el dolor de ca-^ beza, la somnolencia, la orina descolorida, el sueño per^ turbado y dolor interior de cabeza. Pronto se percibe un sentido de tensión del pecho con una estrechez pe- nosa de los pulmones, que impide y sigue impidiendo la respiración. Tanto la inspiración como la espiración, se ejecutan muy lentamente y con ruido de garganta; la palabra llega á hacerse difícil é inquieta; sigue una propensión de toser, acompañada de la mas ansiosa di- ficultad de respirar; el paciente es amenazado de una sofocación inmediata, y está compelido á levantarse al instante de una posición horizontal. La cara es algu- nas veces túrgida y de un color cárdeno, y otras está mórvidamente pálida y encogida. Estos síntomas con- tinúan por un período mas ó ménos largo, y gradual- mente declina el ataque terminando por lo general por una espectoracion de moco. A pesar de la violencia del ataque, el asma rara vez es fatal al tiempo del ataque. En el asma espasmódica el paciente se restablece con frecuencia del ataque, si se esceptúan los efectos -133- de la debilidad que deja. Cuando el tiempo es calien- te y favorable, puede continuar semanas ó meses libre de tos y de la dificultad de respirar; pero en el asma húmeda ó habitual, aunque pueden pasar semanas al- gunas veces sin un ataque grave, sin embargo la ma- yor parte de los padecimientos del enfermo es una dificultad constante en la respiración, acompañada de nn ruido de garganta y mas ó ménos tos. "causas.. Las causas ocasionales son numerosas, y entre las mas principales de ellas podemos contar la predisposi- ción hereditaria; la atmósfera fria y húmeda; los cam- bios repentinos del temperamento; la remoción de un sitio saludable del campo á una ciudad muy poblada; la supresión de algunas evacuaciones de mucha duración; una contracción mecánica de pecho. Sin embargo, to- das estas pueden resolverse en una irritación de cual- quier clase de las que existan en la cabidad del pecho, y que estimulan sus poderes movibles á una contrac- ción convulsiva. En semejantes casos, el asma es un afecto primario que se origina en el pecho; pero se ha observado que esta enfermedad frecuentemente ocurre por una causa secundaria ó como síntoma ó resultado. de alguna otra enfermedad, ó de un estado enfermo de algún órgano remoto, como el estómago, los intestinos ó el hígado, en cuyo caso solo puede quitarse con re- mover el mal de que depende, por lo que es de la ma- yor importancia trazar la causa verdadera de modo que podamos decidir si tiene su asiento en el pecho ó en una parte mas remota. TRATAMIENTO.—Se meterá al enfermo en un medio baño de agua tibia, estará en él hasta que sienta irritación ó calentura, que inmediatamente pasa á la sábana húmeda, en la que estará dos horas: esta esper -134- cie de fiebre que hace producir el medio baño, no se verifica sino hasta las dos, tres y hasta siete horas de estar en el agua. Sucede á veces (pero pocas) que el en- fermo sienta desahogo al segundo dia, otras á los seis y siete, que es mas probable: entonces se le dan sudores de sábana seca por diez dias y otros tantos de sábana húmeda, dándose en el dia dos baños de asiento frios con lienzos húmedos, en la cabeza, pecho y espaldas. Existen muchos casos curados de esta enfermedad, que por mucho tiempo habian resistido á los remedios de la farmacia: es verdad que esta nunca ó rara vez cu- ra esta enfermedad. El agua no obra tampoco cuan- do ya el mal está muy avanzado y al enfermo lo tiene postrado: lo único que puede hacer es estender algu- nos dias mas la vida, pero curarlo completamente im- posible. Durante esta penosa curación, suele provenir alguna afección á alguna de las entrañas: entonces se le añade el baño de chorro en la forma siguiente: se toma un lienzo ancho como de una cuarta y largo como media vara, se estiende sobre la entraña afectada á la altura de una cuarta de elevación, y así estendido se le echa agua, y el chorro que se desprende del lienzo, que cai- ga sobre la parte afectada por el tiempo de dos mi- nutos. El agua del medio baño no pasará del ombligo: la ti- na donde se lo dé estará cubierta con una frazada, te- niendo descubierta tan solamente la cabeza. He tenido por oportuno interpolar entre mis cura- ciones y el modo de aliviarlas enfermedades, las que han sido hechas en Europa por el genio benéfico de la pa- ciente humanidad, el inmortal Priessnitz. Tanto en esta, cuanto en otras que iré apuntando, ofrecen un grande y vivo interés á la ciencia médica y á los opositores al agua. Curaciones de esta clase aun no se han hecho en parte alguna de la república: se me han presentado ca- sos como el que referiré; mas al anunciar lo dilatado de -135- la curación se han arrepentido, creyendo que el agua pueda curar tan pronto como cura una fiebre, pulmo- nía &c. Puede también servir de ejemplo para mu- chos enfermos que empiezan, y están quince ó veinte dias, y no arrancando en estos dias males muy viejos é inveterados, tratados con cuanto medio puede submi- nistrarle el arte farmacéutico sin obtener alivio alguno, siendo por consiguiente boticas ambulantes, desespe- ran y la prodigiosa virtud del agua cae en descrédito, dando pábulo á sus enemigos, ó mejor dicho, enemigos de la humanidad, infundiendo en los ánimos miedo y ad- versión. La curación siguiente, su complicación de ma- les, los años de sus padecimientos y su edad avanzada, ofrecen un grande y vivo interés, y es: Inflamación del hígado.—Desarrollo enorme de este órgano.—Edad del enfermo, 70 años.—Tratamientos numerosos é infructuosos de la farma- cia.—Aplicación de la Hidroterapia.—Tres crisis.—Curación completa. El general K.. . ., compañero de armas de casi todos los oficiales generales del imperio, fué acometido en 1798, en el sitio de Mantua, de una fiebre intermitente, la que fué tratada por el médico con dosis considera- bles de quina en polvo y otras bebidas. La fiebre re- siste por largo tiempo á todos estos remedios, desapa- rece por sí sola, y el hígado empieza á incomodarle con agudos dolores: poco á poco este órgano aumenta de volumen; se endurece en estremo, y llega á descender tres dedos debajo del ombligo. El enfermo consulta á una multitud de médicos los mas distinguidos, toma re- medios innumerables y baños los mas célebres, especial- mente los de Teplitz, de Carlsbad, de Mariembad; pe- ro todo sin ventaja alguna. Por último, se empeña ir al Asia, pretende tomar las aguas termales del Cauca- so que dicen ser infalibles contra las afecciones anti- guas del hígado. El general, á pesar de su avanzada edad, tuvo valor de emprender este largo viage: toma -136- los baños y vuélvese otra vez á su casa sin haber tenido el menor consuelo. Cansado de todos los remedios, de- termina ir á sus posesiones que tenia inmediatas á Var- sovia, y esperar allí con resignación la muerte: cuando estaba mas afligido y penetrado del mas vivo dolor, oye hablar de las curas obtenidas en Graefemberg por el promotor de la salud pública, el grande Priessnitz. Un vivo deseo de recobrar su salud, le decide hacer esta nueva tentativa: emprende su viage* cuando ya su vida estaba amenazada de una muerte pronta. ¡Cuan apre- ciable es la salud! ¡Qué sacrificios se hacen para ob- tenerla! El estado del enfermo era el siguiente: Las digestiones eran muy difíciles; la sangre se subia cort frecuencia á la cabeza que le ocasionaba un atur- dimiento que le hacia temer una inminente apoplegía: el enfermo no podia moverse sino cuando era ayudado por dos hombres que le sostenian; su cuerpo parecía un esqueleto, el cutis de un color verde-oscuro; por es- pacio de quince años tuvo necesidad de recurrir á las pildoras purgativas para el régimen del cuerpo: el sis- tema nervioso estaba muy alterado; el menor ruido le ocasionaba movimientos involuntarios; la impresión del frío ó del calor le era insoportable, y las antiguas heri- das recibidas cort gloria en el campo del honor le oca- sionaban vivos dolores. En este estado llega el general á Graefemberg, ert el mes de Noviembre de 1839. Priessnitz teme encargar- se de este enfermo, pero las súplicas de muchos de sus amigos le hicieron aceptar* Ved aquí el tratamiento que le prescribe. Al salir de la cama por la mañana, un medio baño de agua tibia de 20 grados centígrados: el enfermo permanece cinco minutos; durante este tiempo, se le frota el cuerpo con las manos y se le echa agua del baño sobre la cabeza: al salir, cintura abdominal bien torcida y aplicada sobre el vientre de tres en tres horas; el enfermo bebe diez y ocho vasos de agua por dia, la mayor cantidad ert ayunas. Pasado un mes de -137- este tratamiento, Priessnitz juzgó oportuno modificarlo del modo siguiente: Al punto que el enfermo dispertase, fuera envuelto en una manta de lana con ocho mas encima, y que cuan- do rompiera á sudar, el sudor fuera tan solamente de media hora, luego humedeciendo la frente y el pecho, se metiera en el baño tibio de 20 grados, y estuviera en él 5 minutos. A las once de la mañana, baño de asien- to de 20 grados, que durase media hora: la misma ope- ración se repitiese á las cuatro de la tarde. Esta for- ma de tratamiento duró todo el segundo mes; después el enfermo comenzó á caminar sin ayuda de nadie. Durante el tercer mes, el sudor en seco fué prolon- gado una hora, y el medio baño que era tibio, fué ya frío por 5 minutos. El baño de asiento también frío y de media hora. Después de esta operación, iba á hacer ejercicio para entrar en calor: bebia la misma cantidad de agua El cuarto mes, el sudor no fué aumentado, mas el en- fermo en lugar de entrar al medio baño frío, bajaba to- do empapado en sudor, á una gran cuba llena de agua donde estaba 10 minutos ó un poco mas. Es necesa- rio advertir, que en esta época (mes de Febrero) la superficie del agua estaba congelada, y se hacia preci- so partir el hielo antes que el general tomase el baño. Al salir del baño era frotado con fuerza por las manos de dos hombres, una especie de frotación que Priessnitz estima mucho, y (que él llama Leben mit eben que quie- re decir vida con vida): por último, era enjugado en una sábana seca. Esta operación, lejos de serle desagra- dable, le hacia mucho bien, y sentía que en su cuerpo se desarrollaba un calor tan vivo, que muchas veces vol- vía á meterse en el baño sin que diera lugar á concluir la frotación y secarse. Durante el cuarto mes, el ge- neral bebia veinticuatro vasos por dia. A esta época, el apetito es bueno; las funciones del vientre se hacen sin ayuda de las lavativas. Las fuer- 18 -138- zas de tal modo se han aumentado, que el enfermo po- dia ya subir y bajar la montaña con gran agilidad. En el mes de Agosto de 1840, el general se retira de Graefemberg; su situación se habia mejorado mucho, pe- ro el hígado habia disminuido muy poco del volumen; no obstante, la dureza se habia ablandado. Priessnitz le ordena que continúe el tratamiento en su casa, si no todo, en parte, esto es de llevar con constancia la cin- tura húmeda sobre el abdomen, de darse abluciones de agua fria todas las mañanas, de no sudar sino cuando sintiese dolor en el hígado. Al quinto mes aparece una crisis sobre el bajo vien- tre; fué caracterizada por un gran número de granos ó barros iguales á los de la viruela; mas tarde, le sobre- vienen muchas ampollas ó vejigas sobre los muslos, que se convierten en úlceras, y tardan tiempo en curarse. Sin embargo, el tratamiento lo continúa: el general vuel- ve á Graefemberg, y á su llegada las úlceras se habian cicatrizado. Llega en Agosto de 41, nada habia perdido de los adelantos que habia tenido, antes al contrarío, se halla mucho mejor sin que le incomodasen tanto las conges- tiones á la cabeza. El general vuelve al tratamiento del año anterior, es- to es, traspirar una vez al dia por una hora, y darse el baño frío en la gran cuba; dos baños de asiento por dia, y la cintura abdominal constantemente aplicada. Sin embargo, Priessnitz quizo hacer uso de la ducha ó chor- ro por 5 minutos dada cada segundo dia. El enfermo se halla muy bien hasta el mes de Noviembre; después se ve acometido de accesos de fiebre que duran veinte dia*. A este tiempo le acometen unos dolores en las manos, que bien pronto se cubren de llagas los dedos, ocasio- nándole padecimientos excesivos. Estos accidentes le hacen perder el ánimo; pero á los nueve meses de su aparición cesan completamente; las uñas se caen y son reemplazadas por otras nuevas. -139- En cuanto á la fiebre, Priessnitz le ordena seis sábanas húmedas por la mañana, seis por la tarde; cada cuarto de hora se le muda la sábana excepto en la última, en la cual el enfermo permanece hasta que esté bien caliente, lue- go un medio baño tibio de 22 grados centígrados, don- de permanece seis minutos, dándole frotación en el ba- ño por todo su cuerpo. En cuanto á los dedos, se li- mita á envolverlos en lienzos húmedos bien esprimidos. Vuelve el enfermo á separarse de Graefemberg en el mes de Marzo de 1842: el volumen del hígado le habia bajado mucho mas de la mitad, continúa, en parte, el tratamiento en su casa: bebe agua todas las mañanas en ayunas; se frota todo el cuerpo por diez minutos con una sábana húmeda envuelto en ella. El general vuelve de nuevo á Graefemberg en el mes de Agosto re 1842; se halla en un estado muy satisfactorio, tanto que Priessnitz se limita á envolverlo por la maña- na en una sábana húmeda, con dos solos cobertores; pa- sada una hora, sale de los cobertores para ser envuelto en otra sábana húmeda, con la cual se le frota todo el cuerpo por diez minutos, luego se le enjuga bien con otra sábana seca. La frotación con la sábana húmeda vuelve á dársele á las once de la mañana, á las cuatro y á las seis de la tarde. La cintura la lleva constante- mente de dia y de noche. En el mes de Octubre del 42, época en la cual yo vi al enfermo, noté que el hígado se hallaba en su estado natural; las digestiones las hacia bien, el apetito supe- rior, el sueño era bueno; el general monta todos los dias á caballo, y recorre la montaña lleno de gusto y con- tento. Un dia el general, habiendo sido frotado ante mi pre- sencia, el criado que le limpiaba las piernas hizo que observase una pequeña lama, de un color como el me- tal- brillaba como la plata: me enseña otra segunda del mismo color. Tomo esta pequeña lama, la coloco en mi mano, pe- -140- ro un poco de viento me la arrebata. El general me aseguró que, después de su última permanencia en Graefemberg, que habia notado muchas veces esta par- ticularidad. Durante los nueve meses primeros de tratamiento, el general ha observado un fenómeno muy curioso. Cuan- do le quitaban las cinturas, con las que le envolvían, al tiempo de estenderlas notaba que el lienzo estaba ne- gro, y que salían como unas chispas eléctricas numero- sas: el general hizo esta observación en presencia de muchas personas, las que referían con admiración este fenómeno. Aquí se ve un hecho casi prodigioso obrado por la Hidroterapia: este venerable general se ha visto libre de los vivos dolores que le ocasionaban las antiguas he- ridas que habia recibido estando al servicio de la Fran- cia: las congestiones á la cabeza, de resultas de haber recibido muchos golpes de sable sobre ella; desapare- cer la inflamación del hígado, con todas las demás do- lencias que llevo indicadas. EPILEPSIA. Esta enfermedad consiste en paroxismos de convul- sión, que vuelven a periodos inciertos acompañados de una abolición del sentido y movimiento, concluyendo- con una somnolencia ó sueño completo. SÍNTOMAS. Sus ataques suelen ser repentinos, y el paciente cae al suelo inmediatamente en un estado de entera insen- sibilidad; algunas veces son precedidos de ciertos sínto- -141- mas, tales como lasitud, el dolor de cabeza ó vértigo, la somnolencia, ofuscamiento de la vista &c. En el pa- roxismo, el poder involuntario es muchas veces excesi- vo; el cuerpo se inclina hacia adelante, ó hacia atrás con mucha fuerza; los ojos se vuelven furiosamente, los la- bios están convelidos y cubiertos de saliva espumosa; la: lengua sacada con la mayor violencia, la que está algu- nas veces muy lacerada: el pulso regular, la respiración oprimida, y á veces difícil: en algunos casos.se espele de la boca una materia biliosa en grandes cantidades. Estos síntomas, tarde ó temprano ceden, y el infeliz paciente cae en un sueño profundo. CAUSAS. Las mas frecuentes son la irritación del estómago y los intestinos: un estado enfermo del tuétano de! espi- nazo, un espanto ó sorpresa repentina, dolor excesivo, una pérdida grande de sangre, la supresión de evacua- ciones acostumbradas ó de erupciones cutáneas, la ac- ción de venenos minerales, el exceso de la bebida y el uso imprudente del mercurio. DISTINCIÓN. La risa ó el llanto involuntario, y la sensación de una bola que parece que se levanta en la garganta, son los síntomas que acompañan el paroxismo histérico, los cua- les distinguen perfectamente dicha enfermedad de la epilepsia. TRATAMIENTO—Cuando esta enfermedad pro- cede del cerebro es escusado que los enfermos preten- dan curarse con el agua, lo mismo si depende del espi- nazo ó es hereditaria: los casos que se me han presen- tado de esta clase no he querido hacerme cargo de ellos; solo he dicho lo que Priessnitz ordena a los enfer- -142- mos de esta clase, que se den á la semana dos ó tres baños frios generales por diez minutos, con frotación dentro y fuera del baño. Con esto han sentido alivio notable, pero no curación completa. Si procede de irritación del estómago ó intestinos, en- tonces es curable, y dará principio á su curación del mo- do siguiente: Por la mañana temprano se envuelve en la sábana seca con ropa bastante encima: si el sudor empie- za á la hora, permanecerá en la sábana media hora mas; si á la hora y media, está dos horas, de modo que á cual- quiera hora que empiece siempre está media hora su- dando y nada mas. Si la operación la empieza á las cin- co de la mañana, á las once se dá un baño de asiento de veinticinco minutos. Concluido el tiempo del sudor, se meterá en el baño por dos minutos con frotación en el agua, y mas fuerte á la salida. Pasadas tres horas otro baño de asiento, y por la noche se dá una frotación en todo el cuerpo con una sábana húmeda por ocho mi- nutos. Si el mal está muy inveterado repite por quince dias este método, y luego sigue con el sudor de la sábana húmeda por mañana y tarde, suprimiendo el baño des- pués del sudor, que lo sustituirá por una loción hecha con lienzos húmedos: entre medio de los sudores se dá un baño de asiento de veinticinco minutos: cintura ab- dominal de dia y de noche, renovada cinco veces al dia: bebe diez vasos de agua en el dia. He dicho en la página 85, en el capítulo de las indi- caciones y contraindicaciones, "que el agua rehusa el cáncer, la epilepsia, cuando procede del cerebro ó es- pinazo, las afecciones nerviosas que dependen de una lesión orgánica del cerebro ó de la médula espinal." Así lo comprueba la exactitud de los hechos: el que si- gue no deja duda alguna. -143- In ilación de la médula espinal.—Temblor de todos los miembros.—Cri- sis á la cabeza, semejante á la tina.—Tratamiento por nueve meses.— Curación incompleta. M. L., de edad de 30 años, alto y bien formado, ha- biendo tenido algunos excesos, empezó á sentir unos vi- vos dolores en todas las espaldas; fueron poco á poco en aumento, hasta el estremo de encorvarse y esperimen- tar una gran dificultad en caminar. Después de mu- chos meses de padecimientos, consultó á varios médi- cos, los que declararon que la enfermedad dependía de la médula espinal. El enfermo no quiere curarse por la farmacia, y se decide por el método hidroterápico. En efecto, inmediatamente se le ordena que se en- vuelva en una sábana seca, y cuando empiece la traspi- ración dure tan solo media hora; después el baño frío por dos minutos; á las once de la mañana un baño de asiento de veinticinco minutos; á las tres horas chorro de una vara de alto por cinco minutos, sobre las partes laterales de la espina dorsal; á las cinco horas, un se- gundo baño de asiento de veinte minutos, el vendaje de dia y de noche y diez vasos de agua bebida en todo el dia. A los pocos dias siente un alivio muy notable; pe- ro al segundo mes de curación el mal se le aumenta es- traordinariamente, esperimenta una dificultad en cami- nar, tanto que era necesario cojerlo entre dos para con- ducirlo á recibir el chorro. Esta gravedad fué de corta duración; luego sintió un aüvio mucho mas notable. Al cuarto mes reviven los do- lores, pero no tan fuertes; al quinto vuelven á desapa- recer, tanto que el enfermo se creía completamente curado. Al momento deja el tratamiento, y á los pocos dias siente una irritación en la cabeza que anunciaba una crisis: en efecto, ella brota á los doce dias, invade toda la cabeza, que desciende hasta la frente y la oreja izquierda, y le ocasiona un poco de sordera del oído iz- quierdo. El enfermo desea continuar el método hidro- -144- terápico, porque también empezó á sentir dolores en los ríñones. Se le ordena el tratamiento siguiente: Sudor en seco cada segundo dia, y el dia intermedio sudor de sábana húmeda por mañana y tarde: el baño frío tan solo des- pués del sudor en seco; todos los dias chorro por cinco minutos sobre las partes laterales de la espina dorsal; ba- ño de asiento por mañana y tarde de veinticinco minu- tos; cintura abdominal constante; doce vasos de agua por dia. Los dolores cesan completamente, la erup- ción de la cabeza casi desaparece. El enfermo vuelve á suspender el tratamiento hidroterápico. Apenas habian pasado quince dias, cuando siente una inflamación gastro-intestinal que dura un mes: este ac- cidente fué tratado por los sudores de sábana húmeda y el agua fría bebida en cortas cantidades. Restablecido el enfermo de esta última enfermedad, se entrega completamente á cometer algunos excesos, comiendo y bebiendo con demasía. Así es que luego se resiente de nuevo de los temblores en los miembros su- periores é inferiores, procedentes de la espina dorsal. Acometido de nuevo de estos accidentes, toma algunos medicamentos que lo alivian algo, mas no la erupción que le habia vuelto á aparecer en la cabeza, por cuya causa vuelve al método Hidroterápico, aplicándole el mismo tratamiento que al principio; los dolores reviven, pero duran poco, y en muchos dias no tiene novedad alguna. La erupción de la cabeza baja al costado iz- quierdo. El enfermo ya cansado, abandona toda clase de curación, siguiendo solamente con las aplicaciones hidrOterápicas, que se dá alguna que otra vez. En los establecimientos de Europa, se han estado curando esta enfermedad, hasta el término de dos años y no han conseguido sino alivio notable, no curación completa. -145- ESCRÓFULA O LAMPARON. La escrófula es una enfermedad, en la que uno de los principales ó mas palpables síntomas, es la hincha- zón crónica de las glándulas y de varias partes del cuer- po, la cual generalmente tiende á una lenta é imperfec- ta supuración. Sin embargo, las primeras apariciones consisten muchas veces, en manchas esparcidas en di- versas partes del cuerpo, y en erupciones y ulceracio nes debajo de las orejas; pero durante el mal, rara vez ó nunca dejan de ser afectadas las glándulas. SÍNTOMAS. Por lo común, la enfermedad se manifiesta en la edad temprana, á pesar de que rara vez ataca antes del se- gundo ó tercero año de la infancia; desde cuyo periodo hasta el séptimo, el décimo ó el décimo-quinto año de edad, continúa devorando el sistema. Los primeros humores, comunmente aparecen en los lados del pes- cuezo, debajo de las orejas ó debajo de la barba: gene- ralmente se hallan dos, tres ó cuatro juntos: son movi- bles, suaves, de elasticidad débil, de figura globulosa ú ovalada, y sin dolor ó descoloramiento del cutis. En este estado continúan por algún tiempo, y cuando cre- cen, permanecen mas fijos, y adquieren un color rojo de púrpura. Dije que el tumor escrofuloso causa poco dolor ó nin- guno; pero á veces es cruel el dolor, especialmente cuando la enfermedad llega á su peor punto. La úlcera escrofulosa, tiene un aspecto pálido é in- dolente, y su superficie está cubierta de un fluido re- lumbrante y trasparente, que le dá visos cristalinos. La materia que despide es generalmente blanquisca, el cu- tis que le cerca de color bajo ó amoratado; los bordes gruesos, encorvados é insensibles. 19 -140- ,W^-^ ~.\:". '."\ ■ CAUSAS. ■ jlJLas causas remotas y ocasionales, son casi invariables, tales cpnv) la estenuacion, y la que reduce el tono deja fiebre esquirosa. J)e aquí es que hallamos, que el ori- gen de la escrófula, la deficencia del.ejercicio activo al aire libre, es uso excesivo délas medicinas mercuriales, eil alimento dañoso y la atmósfera cerrada de, las habi- taciones sin ventilación, ó de populosas ciudades. Un clima variable^ es elinas aproposito para su aparición, siendo ménos común en las regiones uniformemente frios y calientes. TRATAMIENTO.—A' las cinco de la mañana se en- vuelve en,una sábanaseca, permanece en ella hasta que haya un sudor abundante, y con este sudor está una ho- ra; luego que pase el. tiempo del sudor, envuelto en la misma sábana, se mete en el baño frió tres minutos; se enjuga bien, después del baño, y al pronto á pasear. A las4diez de la mañana baño de asiento de media hora; á Jas once bafip de pies hasta los tobillos por media ho- r^:, vendaje jiúmeao, con seco encima en todas las par- tes afectadas; á las cinco de la tarde nuevo baño de asiento de media hora; á las siete baño de pies hasta los tobillos por la media hora; veinte vasos de agua bebida en todo el dia, y la cintura abdominal renovada muchas veces. _rvEste tratamiento,.continuado por dos ó tres meses sin modificarlo ni suspenderlo, produce una multitud de barros blancos sobre el vientre y todas las partes enfer- mas; mas por este incidente, que se considera como una crisis, no se suspende el tratamiento; antes al contra- rio, debe repetirse añadiendo un chorro del grueso de un,real que caiga.sobre todo el cuerpo (excepto cabe- za» pecho y estómago, en cuyas partes jamas se le echa- rá el chorro, sino cuando lo exija el caso que entonces -147- se anotará) por tres minutos: él chorro será á las ocho- de la mañana. -; •■>«>:i->ni{t¿'.j Continuando el tratamiento, brota una crisis caTábteM rizada por una especie dé forúnculos" Casi en1 todo &1 cuerpo: entonces sé suspende el tratamiento^ y se teém^ plaza por medios baños tibios de un Cuarto dé-hora-oa- da uno, por mañana y tarde. Es probado que1' con¡G& ta última crisis el enfermo consigue un alivio estraorái^ nario. Htíí ! ''■•■ »^ \sj r) Tanto al principio, medio y agravación de la enfer- medad, se aplica el tratamiento indicado á cuantos pa- dezcan este importuno mal. -------:— .....j'iVilf- '-------------- ■■>'■> \ ,íj:.'\ iíb;:'!í''' :¡ \0 t i .■•■■■ •:■.•■!■•. .>. \ mi ENFERMEDAD DÉ LAS MUGERES,; , ■•,-rl , ■ re-e ;,}/:-^ La opilación ó enfermedad de las mugeres, es un mal que ocurre principalmente en las jóvenes cuando lle- gan á la pubertad, y está caracterizado por una com- plexión pálida, blanquecina, desfallecimiento, omisión, apetito y digestión depravada, hallándose flojas ó faltas las diferentes secreciones, principalmente en su princi- pio. Se llama opilación, por la apariencia pálida, cár- dena y verdosa del cutis que tan comunmente ocasiona. SÍNTOMAS. ' -^ "'■<; . • ' ÍV2 í Consisten principalmente én una sensación general de Opresión, desfallecimiento é indigestión. El desfa- llecimiento se estiende á todo él sistema y afecta la ima- ginación, como también el cuerpo; y de aquí proviene que mientras el apetito es débil y* caprichoso, mani- fiesta un deseo de las sustancias mas estrañasy menos -148- autritivas, como tierra, cal, greda &c, la imaginación es caprichosa y variable, complacida muchas veces por frioleras é incapaz de fijarse en ningún objeto serio. El pulso es pronto, pero bajo; cuesta trabajo el respi- rar; el sueño es inquieto; el semblante está pálido; loa pies fríos; las ventanas de la nariz secas; el vientre con- finado irregularmente, y la orina descolorida. Hay tam- bién algunas veces una tos irritante é incómoda, y se cree que la paciente está inmediata á una consunción ó acaso pasando por ella rápidamente. CAUSAS. Todos los síntomas indican que es un mal de debili- dad. Las causas principales son la indigestión que ocur- re en la pubertad, combinada con una falta de energía en los conductos excernentes del útero, que los impide hacer su oficio. La debilidad de la constitución, como también la relajación, disponen frecuentemente esta en fermedad, y todo lo que enerva el hábito general ó el estómago en particular, como la indulgencia en piezas calientes y horas tardes, dieta insuficiente y poco nu- tritiva y constipación, la falta de ejercicio y respirar ai- re libre, se pueden numerar entre sus causas. TRATAMIENTO.—El gran objeto de este trato es, el restablecer el sistema á un buen estado de salud ge- neral por medio de una constancia no interrumpida en la aplicación del agua. He visto que algunas jóvenes han logrado su desarrollo en muy pocos dias; otras han tardado bastante tiempo, pero que jamas se deja con- seguir el objeto, haciendo un uso razonable del agua del modo siguiente: Se dará cinco baños de asiento ó seis al dia, de agua muy fria por diez minutos cada uno: beberá de diez á veinte vasos de agua al dia, haciendo mucho ejercicio, llevar constantemente puesta la cintu- va abdominal en dos dobleces, y un baño que llegue el -149- agua hasta media pierna por diez minutos, con frQtfrj cion dentro y fuera del baño en los pies, y hacer á Ja* salida ejercicio, ó bien por casa ó fuera. ; ;; Los baños de asiento, dados del modo indicado, obran como un poderoso revulsivo, favoreciendo prodigiosa- mente el desarrollo de la naturaleza. Cuanto mas fria sea el agua, es mejor. La misma cantidad de baños en el dia se aplica alas que por cualquier incidente ó causa desconocida se ha- llan detenidas. He tenido casos que á los tres dias han conseguido el objeto, pero son muy raros: lo mas pro- bable es á los veinte ó treinta, y aun mas dias. Este es el tratamiento que Priessnitz ordena, siempre con buen éxito: añade, que si á los dos meses no se hubiese veri- ficado el régimen, entonces se aplicará el tratamiento siguiente: Se dará un sudor de sábana húmeda por dos horas, con su baño correspondiente al sudor de dos minu- tos; luego ejercicio, al que seguirá un baño de asiento de cuarto de hora, y una ablución por ocho minutos en la tarde ó noche. FLORES B&ÜNCAS O FSU.JO BEANCO, Esta enfermedad consiste en la evacuación de un flui- do amarillento, blanquizco ó verdoso, que sale del úte- ro y su orificio. Cuando son benignas, la materia por lo general es blanquizca y á veces casi sin color, en cor- ta cantidad y sin irritación en las partes; pero si son se- veras es amarilla, verdosa, delgada y de ordinario muy acre y ofensiva, y ocasiona picazón, escozor y otros sin-, tomas de una naturaleza muy irritante. Enjos mas de las casos hay dolor de espaldas, debilidad y una sensa- -150- cion de languidez general; y cuando la enfermedad e* severa y envejecida, viene generalmente acompañada de palidez en el rostro, debilidad de estómago, crispa- tura y calor de piel. CAUSAS. Esta enfermedad ataca con mas frecuencia á las mu- geres de constitución débil, ó á las que han quedado endebles de resultas de abundantes evacuaciones, die- ta escasa, vida sedentaria, pesar y otras causas de ago- tamiento. Sin embargo, algunas veces nace de debili- dad y relajación de las partes mismas, á causa de par- tos trabajosos, frecuentes malos partos y otras enferme- dades. Las mugeres de tocias clases están sujetas a ella. TRATAMIENTO.—Difícil por lo general es la Cu- ra para la farmacia, que frecuentemente tiene necesi- dad de probar muchos remedios para encontrar uno que proporcione algún alivio, mas no cura radical. La Hidroterapia no tiene necesidad de molestar al enfer- mo haciendo pruebas, solo le exige constancia, y solo el agua curará radicalmente tan fastidiosa como imperti- nente enfermedad. El tratamiento que he observado con buen éxito, es el mismo que se aplica en Europa en los establecimientos: ocho baños de asiento al dia, ó al ménos seis, de agua tibia de 24 á 25 grados del centí- grado, de veinticinco minutos cada uno, compartidos en el dia. Cada dia baja un grado de calor el agua, hasta quedar completamente fría. Constantemente llevará el vendaje en derredor del vientre y'.Cintura, que esté al- go cargado de agua. Si fallase la anterior aplicación por estar envejecida la enfermedad, puede hacer uso de este tratamiento: Se dá ocho sudores en seco* esto es, dé sábana seca; es- tá en ella una hora después de que haya aparecido el -151 — sudor, en seguida el baño frió por tres minutos: siguen los vendajes y dos baños de asiento al dia. Pasados los ocho sudores en seco con baño de tres minutos, sigue con los de la sábana húmeda con el baño: estos últimos no proporcionan tanto alivio como los primeros: la en- ferma deberá hacer esta observación, la que conocien- do serle mas útil el sudor en seco, este deberá seguir. He notado con mi práctica, y en curaciones hechas en Europa de esta enfermedad, que el dicho sudor pro- porciona mas alivio y pronta curación. HEMORRAGIA UTERINA. No hay necesidad de especificar esta enfermedad, cuyos síntomas son tan claros y manifiestos que nadie puede ignorar: la hemorragia uterina es un excesivo derrame de sangre por la via de la orina. TRATAMIENTO.—Se dará tres baños de asiento de agüa tibia por media hora cada uno; vendaje un po- co mas cargado de agua, que lo regular en el vientre y cintura; otro en la espalda, los que tendrá de conti- nuo. La temperatura del baño irá disminuyendo poco á poco hasta llegar a su estado natural. Sucede generalmente, que la sangre salga con mas abundancia; no por eso debe desmayar la enferma; con- tinúe los baños que luego esperimentará alivio. Bebe- rá mucha agua, no hará ejercicio, y si lo hace sea muy moderado; se echará dos inyecciones de la misma tem- peratura que el baño, la que también irá poco á poco disminuyendo hasta su estado natural. Es probable que á los cinco ó seis dias, la sangre se haya contenido: entonces se dará dos dias seguidos su- -153- dores de sábana húmeda por dos horas, que concluidas se dará una loción de agua fría por cinco minutos. Un solo caso he tenido en esta capital, este fué el tratamiento que le apliqué, y á los seis dias, la enferma se halló muy restablecida, no teniendo después nove- dad alguna. ■ •i-; FLUJO EXCESIVO DE SANGRE, DESPUÉS DEL PARTO. El flujo excesivo de sangre que sigue al parto, que se llama innundacion, es peligroso, y adquiere pronto y decisivo régimen para su supresión: una evacuación pe- queña de sangre, aun continuada por algún tiempo des- rpues del parto, no es peligrosa. CAUSAS. ,( Se produce algunas veces por haber tirado con de- masiada fuerza la cuerda umbilicar, y por separar la ,placenta de los lados del útero, antes que los basos de sangre se hayan suficientemente contraído. Puede tam- bién provenir de que quedan en el útero grumos de sangre que impiden su propia contracción; pero parece que ,1a causa mas común, es un estado apurado de los basos mismos, y una inhabilidad consiguiente de con- traer sus aberturas, de modo que la sangre huye por ellos sin ninguna resistencia. TRATAMIENTO.—Uno de los medios mas pode- rosos para contener dicho flujo, es el derramar agua fria,, desde una tercia ó euarta de elevación sobre el abdomen desnudos luego colocar sobre el bajo vientre -153- lienssos empapados en agua muy fria, y también sobra las espaldas: pueden (si quieren) echar unas gotas de vi- nagre en el agua, é introducir una esponja empapada en agua dentro del útero. Este es el tratamiento que se observa en los estable- cimientos de Europa, el cual fué tomado del célebre Chaussier y de F. Hoffmanm, que refiere haber curado con este método mas de 700 mugeres acometidas de esta enfermedad, y que era su modo de atacarla por la esperiencia que tenia de obtener siempre un pronto j favorable éxito, GOTA. Siempre ha existido mucha diversidad de opiniones, con respecto á la naturaleza, causas y régimen de la go* ta; pero ahora está admitido generalmente que es una enfermedad de la complexión, cualquiera que sea la for- ma en que se presente: y que cuando aparezca en una regular, debe considerarse como reacción y evacuación saludable del sistema, por lo cual el equilibrio de la cir- culación y el estado comparativamente sano de las va- rias funciones, se restituyen á lo ménos por algún tiempo» Se divide en tres variedades, á saber: la gota aguda^ la gota crónica, y la gota retrocediente. SÍNTOMAS. La gota algunas veces viene muy repentinamente* particularmente en sus primeros ataques. Sin embar* go, la inflamación de la coyuntura generalmente va pre* cedida de varios síntomas que indican una falta de vi¿ gor en varías partes del cuerpo. El paciente está iiv £0 -154- feapaz de los esfuerzos usuales del cuerpo y ánimo; se pone lánguido, descuidado y está espuesto á ligeros ata- ques de liebre, especialmente por la noche: se queja de frió en los pies y manos, el apetito empeorado, la flatu- lencia, la cardialgía, espasmos del estómago y los sínto- mas usuales de la indisgestion. Al principio del dolor, se siente un calor frío, que es seguido por el calor y otros síntomas de fiebre. El dolor y la fiebre se au- mentan, hasta cerca de la media noche siguiente, luego principia gradualmente á disminuirse. El enfermo se alivia, se queda dormido y continua en un suave sueño, y la parte que estaba afectada, se pone encarnada ó hinchada. En algunos casos el ataque no cede, porque el dolor y la fiebre vuelven la noche siguiente, aunque con ménos violencia; continuando así varías noches, pe- ro disminuyéndose la fuerza hasta que cesa del todo. Tal es un simple ataque de gota aguda. TRATAMIENTO.—Cuando el enfermo se sienta fttacado de esta enfermedad, si no está dominado por algtma preocupación, miedo ó de alguna que otra cau- sa contra el agua, puede sin temor alguno, con confian- za segura de sanar muy pronto, antes que la enfermedad se convierta en crónica, que suele suceder cuando son frecuentes los ataques, usar de la agua en la forma siguiente: Se envolverá el enfermo en una sábana hú- meda, muy bien torcida, con solas tres frazadas, si es- tán en buen estado, cinco sino están; permanecerá en ella cuatro horas: la primera sensación del frío le será desagradable, luego sentirá mucho consuelo; á las dos horas suele venir un ligero sudor, luego una abundante traspiración: pasadas las cuatro horas se le frotará todo el cuerpo con lienzos ásperos, húmedos por diez minutos: concluida esta operación, suele sobrevenir un abatimiento y sueño. Este tratamiento continua- rá hasta obtener la salud, que puedo asegurar que no pasa de doce dias.- Así me lo enseña la csperienciaf -155- así también se usa en les establecimientos de Europa? y siempre con feliz éxito. La gota crónica (llamada por algunos médicos la gor ta irregular) es la enfermedad de una complexión áebu litada. En este caso, la inflamación y dolor no son tan fuertes, regulares ni fijos, como en la gota aguda: no hay mas que una rojeza ligera en la coyuntura afectada, y ningún cambio en la apariencia natural de la superficie: hay mucha dilatación permanente de las partes ó hin- chazón continuada, disminución de los poderes del mo- vimiento, sin ninguna manifestación crítica de la termi^ nación del mal. Los síntomas están siempre acompa* nados de un estado desordenado de los órganos diges- tivos, una circulación lánguida ú oprimida y mucha irri- tación nerviosa del sistema. El paciente padece va- rías sensaciones molestas en el estómago, así como una dilatación flatulenta, un apetito fuerte ó defectivo, la cardalgia <%*c: el vientre está cerrado ó demasiado abier^ to; se sienten muchas veces una especie de agitación ó palpitación cerca del corazón; las sensaciones penosas que se perciben en la parte afectada, son, las de calor y frío alternativamente, mas bien que los calores conti-> nuados que se presentan en la forma aguda de la en^ fermedad; los espíritus están abatidos y la mente muy inquieta. Los que padecen la gota crónica, son los que han su* frido por mucho tiempo los ataques regulares de la go- ta aguda; sin embargo, esto no sucede siempre, porque en algunas complexiones enfermizas ó debilitadas, la gota pronto principia á tomar la forma crónica. La gota retrocediente es aquella forma de la enfer- medad, en que la acción gotosa se trasmite repentina- mente de la coyuntura ú otra parte externa que esté afectada, á algún órgano interior, como la cabeza, el es* tómago, los intestinos fy-c. TRATAMIENTO.—Cuando el enfermo se sienta con jos síntomas indicados, si llega á conocer que la enfer* -156— aaedad proviene de debilidad, de un estado desordena- do de los órganos digestivos; irritación nerviosa, si se hallan atacados los dedos sin poderlos mover; todas las articulaciones se hallan hinchadas y tiesas; que los pies esperimenten los mismos accidentes, si no puede tener- se de pié, y por consiguiente el andar le es casi imposi- ble; si encojidos los tendones &c., se aplicará el méto- do siguiente: A las cinco de la mañana, la sábana húmeda con cinco frazadas encima, estará en ella hasta que empiece el su- dor, pero que no llegue á sudar: después del envoltorio, se dá medio baño de agua tibia, si es persona que pase de 40 años; semi-tibia, si de ménos edad; frotaciones en todo el cuerpo durante el baño, que será de diez minu- tos. La temperatura del baño irá disminuyendo, de modo que á los dos meses esté casi fria, para el que pa- se de la edad indicada, fria al de ménos edad. Al salir del baño se le pone la cintura abdominal, renovada tres veces al dia; lienzos húmedos muy torcidos con secos sobre las partes afectadas. Si el enfermo no puede andar, deberá hacer cualquiera clase de fuerza, á ñn de que se desarrolle el calor por el cuerpo; si puede an- dar, debe hacerlo, y cuando entre en calor beber un vaso de agua. A las cinco ó seis de la tarde se envuel- ve en una sábana húmeda y con ella se le frota todo el cuerpo, hasta que quede el cutis encarnado. Todas las mañanas se echará una media lavativa; beberá tres vasos de agua en ayunas, cuatro en el resto del dia: si el enfermo puede andar, beberá cuatro en ayunas, seis en el resto del dia. El régimen alimenticio podrá ser: leche para desa- yunarse: para comer, toda clase de sopa, carne y legum- bres; se privará de las ensaladas, y de todo lo que tenga vinagre y ácido. Este tratamiento seguirá sin variación alguna ni mo- dificación; cuatro ó cinco meses son los suficientes para obtener completa curación. No se asusten ni tampoco -157- se alarmen al esperimentar durante el tratamiento, agur dos dolores; estos unas veces desaparecerán, otras se- rán fuertes, y así notará esta alternativa hasta obtener la salud. Sucede que al principio del tratamiento, non te el enfermo un alivio muy grande, no crea que segui- rá por muchos dias; los dolores vuelven á aparecer, la constancia logrará un triunfo completo. Esta alternar tiva de alivio y dolores se observa de la misma manera en el reumatismo crónico. Cuando la gota es periódica, esto es, acomete de tiem- po en tiempo sin esperimentar los síntomas tan graves arriba indicados, que solo se halle en los pies ó brazos, y estos que sufran agudos dolores cuando son acometidos de la enfermedad, entonces se le dará el siguiente trata- miento: A las cinco de la mañana se envolverá en una sá- bana húmeda con ocho frazadas encima, y cuando empie- ce el sudor permanecerá una hora sudando,, esto es, si el sudor comienza á la hora de estar en la sábana, está otra hora mas; si á las dos horas, está tres: si á estas horas no ha parecido el sudor, se sale de la sábana y se mete en el baño frió, por dos minutos. A las once baño de asiento de un cuarto de hora; á las doce, de pies hasta los tobillos por diez minutos: en este baño se le frotan los pies fuertemente. A las tres de la tarde chorro de dos varas de elevación sobre todo el cuerpo por cinco minutos, ménos en la cabeza, pecho y vientre; por últi- mo, siete vasos de agua beberá en la mañana, y otros tantos por la tarde. Continuando este tratamiento sin interrupción algu- na, saldrá una crisis sobre las partes afectadas, la eual se manifiesta á los cuatro meses por numerosos barfós rojos y de manchas de un color entre azulado y encar- nado, también cubiertas de granos; para que brote está crisis, el enfermo sufrirá vivos y agudos dolores princi- palmente al tiempo de la aparición: tan fuertes serán, que el enfermo quedará casi imposibilitado de poder caminar. Esta erupción suele durar quince dias, y Ip» -158- dolores gotosos desaparecen completamente, quedando el enfermo bueno y sano. Mientras dura la crisis, el enfermo llevará sobre ellos dia y noche lienzos húmedos, bien torcidos, cubiertos con otros secos. Sufra el enfermo la incomodidad de la erupción, no pretenda que desaparezca con remedio alguno de botica, porque se espone á imposibilitarse para siempre. Aunque el enfermo lleve veinte ó treinta años de pa- decimientos de esta clase no desmaye, ni crea por eso que el agua no le pueda alcanzar: muchos van curados con este tratamiento después de haber padecido por largo tiempo. En Graefemberg han sido curados por Priessnitz el año de 43 doscientos cincuenta y un goto- sos, entre ellos una señora condesa que llevaba de pa- decer nueve años, sin que jamas hubiera tenido un dia de alivio á pesar de la multitud de médicos los mas dis- tinguidos que la asistieron, empleando muchos y varia- dos remedios farmacéuticos: también un médico que llevaba catorce años, un coronel del ejército austría- co, &c. &c. DEL REUMATISMO AGUDO. El reumatismo agudo consiste en un dolor, inflama» cion y plenitud que se siente por lo regular en las co- yunturas mas grandes y músculos que las rodean, cu* yos síntomas andan á menudo vagando de una á otra parte: la orina deposita un sedimento encarnado, y la calentura que le acompaña es inflamatoria. SÍNTOMAS. El reumatismo agudo comienza generalmente con desfallecimiento, principios de frió sucedidos de calor, -159- sed, desasosiego y pulso pronto; hay también una sensa- ción de peso, frialdad en los miembros. En el trascurso de uno ó dos dias la inflamación hace su apariencia con dolor agudo; tumor y tensión en una ó mas de las coyun- turas mas grandes del cuerpo. CAUSAS. La causa mas común es la frialdad ó humedad apli- cada cuando el cuerpo está caliente; y los jóvenes ro- bustos, y aquellos que se hallan entre la edad de pu- bertad y 35 años, son los mas propensos á este mal. Es mas frecuente al principio y al fin del invierno que en ninguna otra estasion. Las personas que abundan de sangre, son frecuente- mente á las que mas ataca; y por cualquier causa que suceda, una plenitud repentina de hábito puede contar- se entre una de sus causas excitantes. DISTINCIÓN. La única enfermedad con que se puede confundir es la gota, á la que se puede referir. La gota es precedi- da de síntomas mas evidentes de indigestión; llega mas repentinamente, ataca las coyunturas pequeñas y no tiene un aumento de calentura y otros síntomas por la noche tan fuertemente marcados, como se ven en el reu- matismo agudo. TRATAMIENTO.—Cuando el reumatismo agudo es general, el enfermo padece vivos dolores en todos sus miembros, violentos calofríos, dolores articulares muy vivos y una agitación estrema; el pulso ancho, fuerte, la piel caliente y casi en la imposibilidad de poder andar: el tratamiento siguiente es eficaz. Sudor de sábana húme- da por dos horas, y si el sudor no ha empezado á la con- clusión de dichas horas durará tres, el mismo que apli -1<50- cará por la tarde: lienzos húmedos cubiertos con secos en las partes afectadas; dieta moderada y una cuarta parte de lavativa: con esta aplicación el enfermo senti- rá alivio, y dormirá con descanso en la noche. Al dia siguiente se le aplica el mismo tratamiento: si los dolores aparecen mas fuertes, la calentura se aumen- ta, el pulso es muy frecuente, algo da tos: entonces se le dan cuatro sudores por la mañana de sábana húmeda por una hora cada una, lienzos húmedos con los secos sobre las partes afectadas. Un alivio mas notable esperimentará con este trata- miento, el que repetirá al otro dia: continuando el ali- vio, entonces se reduce á dos sudores de sábana húme- da en mañana y tarde. Es probable que á los ocho ó nueve dias el enfermo esté completamente bueno. Si el reumatismo es crónico, se le dá el tratamiento de la gota crónica, advirtiendo que al principio tendrá alivio, pero pasagero; luego reviven los dolores, que des- aparecerán cuando salga la crisis, que suele ser gra- nos, forúnculos ó barros: esta se manifiesta á los cuatro meses de tratamiento sin interrupción. El reumatismo fijo en alguna parte del cuerpo, si es- te es inflamatorio, se destruye prontamente por baños locales tibios dados cuatro al dia, lienzos húmedos algo cargados de agua fria cubiertos con los secos, tendrá constantemente puestos donde se fije el reumatismo. Con esta aplicación cesará la inflamación, calmará el calor, la parte atacada volverá á su estado normal. Si en el baño local esperimenta algún fuerte dolor, aumente el calor del agua, pues el dolor será produci- do por no tener el agua la temperatura conveniente. En el reumatismo y gota crónica, pasados los sudo- res húmedos se darán los en seco, que empezarán á ios dos meses. -161- Gastritis cystico crónico.—Tratamiento infructuoso do la farmacia por es- pacio de veinte años.—Curación después de dos años y tres meses de tratamiento hidroterápico.—Cuatro crisis sucesivas, tres muy violentas. M. R., de edad de 56 años, alto, bien formado, co- menzó á sufrir del bajo vientre hacia la edad de 36 años: las digestiones eran muy difíciles; vómitos con- tinuos con diarrea; sufría una suma debilidad, y su cuer- po parecía un esqueleto. Por diez años empleó una mul- titud de remedios aconsejados por los mejores faculta- tivos de Stettin y de Rerlin: ningún alivio llegó á con- seguir; antes al contrario, le sobrevienen unas almorra- nas que le ofendían mucho, y pasados algunos dias es- perimenta unos vivos dolores ciáticos provenidos de los baños de Carlsbad. Los médicos pretenden cu- rar esta nueva afección Ordenándole los baños termales de Frunzisbad y los de Taeplizt, cuyos baños son de una temperatura demasiado caliente, y el agua es espesa como el lodo: todos estos medios no consiguen alivio alguno. Un año después de haber tomado los baños de Taeplitz el enfermo se queja de no poder orinar, de contracciones espasmódicas de la vegiga, dolores into- lerables, algunas veces seguidos de poluciones involunta- rias durante la noche; por último, esperimenta una com- pleta retención de la orina, teniendo necesidad de prac- ticar el catherismo. Durante estos accidentes ej vien- tre se levanta, muy doloroso, vómitos inmundos arroja constantemente, y el sueño se le retira completamente por espacio de dos meses. La orina sigue turbada, se- dimentosa, muchas veces salen partículas de sangre por el canal de la uretra; en fin, el enfermo se halla en un estado de abatimiento, y su vida está en peligro. Después de veinte años de padecimientos inútilmen- te empleados, desesperado, creyéndose ya perdido, to- ma la resolución de curarse con el tratamiento hidrote- rápico; empieza á leer algunas obras escritas sobre es- ta materia, observa en ellas muchos enfermos que ha- 21 -163- bian sanado después de haber sufrido el tratamiento en Graefemberg, principalmente aquellas que habian sido dadas á luz en dicho lugar, donde reside Priessnitz. El enfermo despide á su médico, y dá principio á hacer uso de los medios hidroterápicos; toma medias lavativas frias, baños de asiento de un cuarto de hora, y se aplica una cintura húmeda en el abdomen. Esta simple apli- cación le produce un pronto alivio: entusiasmado el en- fermo, se decide hacer el viage á Graefemberg. El 12 de Julio de 1840 llegó al establecimiento, y Priessnitz le ordena el tratamiento siguiente: Un medio baño de agua quebrantada de diez minu- tos, durante el cual el enfermo era frotado por las ma- nos de dos hombres: á la salida del baño se vestía pron- to, salia á pasear, bebiendo hasta siete vasos de agua. A medio dia tomaba un baño de asiento frió de media hora; á las cinco de la tarde frotación en todo su cuer- po con una sábana húmeda por tres minutos; á las ocho de la noche nuevo baño de asiento de media hora. Ca- da dia el enfermo tomaba de doce á catorce vasos de agua. Este tratamiento continuó sin interrupción al- guna hasta el 20 de Septiembre, Luego le ordena Priessnitz dos sudores en seco á la semana; debia su- dar hasta una hora, esto es, que si el sudor empezaba á la hora, permanecía hasta dos; si á las dos, hasta tres, &c, bebia tres vasos de agua, y empapado en sudor se arrojaba á la gran cuba de agua fria por dos minutos. El baño de asiento de la mañana fué suprimido, y reem- plazado por un chorro de tres minutos sobre las espal- das, muslos y piernas. A los dos meses de este tratamiento brota una cri- sis; fué caracterizada por una hinchazón á los pies y pier- nas, de color rojo inflamado, y una multitud de peque- ños granos que supuran un pus amarillento. Esta cri- sis dura nueve meses, le ocasiona violentos dolores que le impiden el§ sueño, pero el apetito y las digestiones las hacia muy bien. -163- Durante esta crisis, el tratamiento fué modificado del modo siguiente: Sudores de sábana húmeda por maña- na y tarde; el enfermo sudaba una hora: á las diez me- dio baño tibio por cinco minutos con frotación sobre to- do el cuerpo excepto los piés y las piernas, que antes de entrar en el agua las envolvia en lienzos húmedos frios; (precaución que debe tener todo enfermo que ten- ga la crisis.) El chorro fué suprimido, tan/bien el gran baño. Cuando los dolores le acometian muy fuertes de noche, Priessnitz le hacia sudar, pero rara vez lograba este objeto. Durante los dos primeros meses de esta crisis era acometido muchas veces de accesos de fiebre, de un mal estar que le impedia poder levantarse de la cama. A los tres meses el enfermo podia salir de su cuarto, los dolores habian disminuido, pero el enfermo no que- dó libre de estos accidentes hasta los nueve meses de salida la crisis. Apenas habian terminado estos críticos accidentes, cuando le sobreviene sobre el espinazo un acceso ó apostema que despide un abundante pus: esta nueva crisis dura tres semanas; entre tanto se le aplica el úl- timo tratamiento, y sobre el acceso ó apostema lienzos un poco cargados de agua, cubiertos con otros secos. Seis semanas apenas habian trascurrido, y brota una pequeña crisis la cual guardaba mucha analogía con la primera: se manifiesta sobre los dedos de las dos ma- nos, que se ponen rojos, hinchados, muy dolorosos, y se cubren de un montón de pequeños granos blancos, que supuran un pus de un blanco amarillento. Esta crisis du- ra siete meses; con tan penosa crisis el enfermo quedó en la imposibilidad de poder vestirse por sí mismo, y de ocuparse en el mas simple trabajo. El tratamiento precedente continuó, sin tener necesidad de recurrir á los sudores: en el momento mismo en que los dolores de los dedos eran muy fuertes, Priessnitz hacia que metie- se los codos en el agua fria con el objeto de llamar á -164- ese punto la inflamación, la que en efecto se consiguió después de haber empleado este medio diez dias. Desembarazado completamente el enfermo de estas crisis, comenzó á felicitarse por el alivio tan notable que sentía: cuando estaba gozando de este bien, brota otra crisis, que dio principio á fines de Mayo de 1842. Esta crisis fué caracterizada por un vivo dolor en la ro- dilla izquierda, acompañado de inflamación, que no de- jó de bajar luego á la mitad de la pierna. IJn calor ex- cesivo se fija en la pierna, que le ocasiona calentura y le obliga á quedarse en cama. Estos accidentes fue- ron combatidos con lienzos húmedos, no muy esprimi- dos, colocados en la parte donde se hallaba la crisis; luego por medios baños de agua quebrantada, sudores de sábana húmeda, los que debían durar una hora, me- dias lavativas frias y el agua tomada interiormente has- ta la cantidad de doce á catorce vasos. Esta última crisis dura dos meses, en cuyo tiempo, y á pesar de los dolores, el enfermo comia con buen ape- tito todo cuanto se le presentaba, haciendo uso muchas veces, sin inconveniente alguno, de frutas crudas, de pe- pinos &c. Cuando la crisis quedó completamente estinguida, el enfermo se vió libre de todos sus males, digeria perfec- tamente el alimento, apenas eructaba, el régimen del cuerpo lo hacia sin trabajo, rara vez tenia necesidad de recurrir á la media lavativa fria; por último, habia reco- brado sus fuerzas y gozaba de una alegría: su piel antes seca, estaba dulce y suave, no restándole ya síntoma al- guno de inflamación. El enfermo parte de Graefemberg á último de Octu- bre de 1842, después de dos años y tres meses de una constante y no interrumpida curación. -165- DE LA ENFERMEDAD DEL HÍGADO. Por la enfermedad del hígado, se ha de entender un mal positivo de una naturaleza crónica en la estructu- ra de él. SÍNTOMAS. Los mas frecuentes son, un peso é incomodidad en el costado derecho, un dolor en la parte superior del hom- bro; el color cetrino del cutis; el apetito empeorado ó caprichoso; los intestinos irregulares, y las cámaras des- coloridas y ofensivas; una debilidad y enflaquecimiento progresivo, y el pulso vivo y regular. El dolor es ge- neralmente muy aumentado apretando el costado afec- tado sobre las costillas: un salto repentino, ocasionado por un paso falso ú otro accidente, causa un dolor agu- do en el costado derecho; hay por lo común algún gra- do de tos con espectoracion: la respiración es algunas veces difícil y oprimida, la orina tiene un color muy su- bido, y el enfermo no puede generalmente acostarse so- bre el costado izquierdo. Algunas veces se puede per- cibir con la mano una hinchazón en el costado derecho bajo las costillas falsas. CAUSAS. Todo lo que debilita y desarregla mucho el estóma- go y los intestinos, ó empeora la salud general, puede juzgarse como el fundamento de la enfermedad del hí- gado. Se produce por el uso excesivo del mercurio ó de los espíritus ardientes, por falta de ejercicio y por las ocupaciones sedentarias. TRATAMIENTO.—Cuando el enfermo se vea ata^ cado de esta enfermedad, podrá contener su progreso y recobrar su salud, poniéndose por la mañana tempra- -166- no la sábana húmeda por hora y media, y concluida dar- se una loción de agua por cinco minutos, llevar cons- tantemente vendaje húmedo cubierto con seco, renovarlo tres Veces al dia, siendo la última al irse á la cama. Pa- sadas tres horas del sudor, echará un chorro de agua sobre el hígado en la forma y tiempo que indiqué en la página 134. En seguida se dará un baño de asiento de veinte minutos: durante el baño tendrá un defensivo hú- medo en el hígado. Por la tarde ó noche repite la mis- ma operación, excepto la sábana húmeda. Tanto en el sudor, como en el resto del dia, deberá beber hasta ocho vasos de agua ó mas. Con sola esta aplicación, será suficiente para librar- se de esta incómoda afección. INFLAMACIÓN DEL HÍGADO. La inflamación del hígado es declarada por la ten- sión, delicadeza y dolor en la región de aquel órgano, dolor cerca del hombro derecho con dificultad de acos- tarse sobre el izquierdo, y una tos corta y seca. SÍNTOMAS. Si la enfermedad es muy aguda, comienza con los sín- tomas ordinarios de calofríos, seguidos de calor, pulso frecuente y duro y lengua sucia; los intestinos están ir- regulares, y ordinariamente estreñidos; las evacuaciones teñidas de bilis, y la orina frecuentemente de color de azafrán; el cutis seco, sed estrema, con ansias de vo- mitar. -167- CAUSAS. Dicha enfermedad es excitada por todas las causas usuales de inflamación. Las personas de temperamen- to colérico y melancólico son las mas espuestas á ella, y es mucho mas frecuente en climas cálidos que en frios y templados. El esponerse á los rayos de un sol verti- cal y á las humedades de la noche en países bochorno- sos, son dos de sus mas frecuentes causas. TRATAMIENTO.—Antes que la enfermedad tome incremento y llegue á un estado de serle imposible re- cobrar su salud, deberá el enfermo meterse en el me- dio baño tibio y permanecer en él hasta que produzca fiebre ó irritación, que entonces saldrá del baño y se envolverá en una sábana húmeda por dos horas, dándo- le á la conclusión una loción de agua semi-tibia por cin- co minutos. Si por casualidad el baño le ocasionase una fuerte fie- bre, entonces se le renovarán las sábanas húmedas has- ta seis, cada una de media hora, y la última de dos ho- ras, con su baño tibio correspondiente de seis minutos. Rara vez acontece que el medio baño produzca una ca- lentura tan fuerte que haya necesidad de recurrir á los sudores: lo que sí es cierto y positivo, que la inflama- ción cede, y en muy pocos dias, con el medio baño pro- longado y después el sudor de sábana húmeda por dos horas. El último caso que tuve hace poco, á los seis dias el enfermo se vió bueno y sano con este tratamiento. DIARREA VIOLENTA. Llámase diarrea violenta la que viene acompañada de dolores continuos seguidos de evacuaciones sueltas -168- y fétidas, sed viva, lengua cargada de una mucosidad blanca, piel seca, pulso frecuente y deposiciones abun- dantes. Por ser tan clara y manifiesta, aun del mas ig- norante esta enfermedad, no me estiendo en hacer una completa aclaración de ella. El agua obra del modo mas pronto y eficaz que ningún otro método: su aplica- ción es del modo siguiente: Se echará primero una cuarta parte de lavativa de agua semi-tibia, luego sudor de sábana húmeda con dos solas frazadas por dos horas; dieta completa y agua be- bida cuanta quiera: pasadas cuatro horas de esta apli- cación se le repite lo mismo, y por la noche se hace el mismo uso. Con estas aplicaciones el enfermo se ali- viará mucho. Si continúa alguno de los síntomas, se re- pite la lavativa y la sábana húmeda por tres horas; por la tarde la misma aplicación: con esto el enfermo ha de tener un grande alivio, y se le empieza á dar un ligero alimento. Si la sed ha cesado; las evacuaciones dismi- nuido; el pulso se halla mejor y el enfermo manifiesta alegría por su alivio y pretende que no se le moleste mas, no se le hará caso y se le dará un solo sudor de sábana húmeda de tres horas; el vendaje en el abdomen renova- do tres veces al dia, y el cuarto de lavativa mas frió. Si la evacuación aun no sale natural, se le dará el sudor de sábana mas corto, pero el vendaje no se le ha de qui- tar. Este tratamiento seguirá hasta verse bueno, que nOpasa de cinco á seis dias. DE LA DIARREA O CÁMARAS. Es bien sabido que la diarrea es una enfermedad en que las evacuaciones del vientre son crudas, sueltas y demasiado frecuentes,'con algo de pujo ó tenesmo. -160- Existen varias especies de diarrea: las principales son la biliosa, en la que la materia fecal es de un color pajizo vivo: la mocosa, caracterizada por una conside- rable deposición de moco acre; la lechosa, conocida por la presencia de leche en las deposiciones; la lientéra, en la que el alimento pasa muy rápidamente ó con po- ca alteración; la serosa, en la que las deposiciones son casi del todo líquidas y duras; y la fermentática, notable por el olor acre y apariencia espumosa de las evacua- ciones. CAUSAS. La causa principal inmediata en todas las especies de esta enfermedad, es el aumento de movimiento na- tural peristáltico en toda ó una gran parte del canal intestinal, que pueden producirla algunas sustancias ir- ritantes introducidas en el vientre por la boca, una al- teración morbosa de los jugos contenidos en él, ó un es- tado irritable de los mismos intestinos, ó de la membra- na que cubre su parte interna. Las principalns causas excitantes son, la transición de un clima ardiente á otro frió, y al contrario; traspi- ración detenida; alimentos acres y de difícil digestión; falta de actividad ó entorpecimiento de las glándulas de los intestinos; abuso de purgantes activos, y un esta- do morboso de alguna parte del canal intestinal. La diarrea producida por la transición repentina del calor al frió, es por lo común de un carácter acre y mo- coso; al mismo tiempo que aquella producida por la transición de un clima frió á otro caliente, es por lo ge- neral de un carácter bilioso; y la que es notable por la apariencia revenida de las deposiciones, es casi invaria- blemente una consecuencia de enfermedad positiva de alguna parte del vientre, en particular de los intestinos anchos. 22 -170- D1STINCION. Esta enfermedad se distingue de la disenteria, en no venir acompañada ni de inflamación ni de tenesmo, y en que en la diarrea las deposiciones contienen por lo ge- neral alguna porción de materia alimenticia, al paso que en la disenteria están por la mayor parte destitui- das de ella y abundan en sangre. TRATAMIENTO—Cuando la diarrea empieza, se limitará el enfermo á tomar agua ya en ayunas como en el resto del dia, darse dos baños de asiento de media ho- ra cada uno, aplicarse tres medias lavativas, llevar el vendaje húmedo cubierto con el seco en el vientre y cintura, renovado cinco veces al dia, y abstenerse de todo irritante. Sucede á veces, que con esta aplicación se le aumenten las deposiciones; no por esto desista el enfermo, antes al contrario debe continuar, pues luego se verá mas pronto bueno y sano. Este síntoma que hace producir el agua es porque existe humor dentro, y hasta que no salga las deposiciones no se contienen. Duran de cuatro á cinco dias. Si la diarrea es crónica, el enfermo hallará también alivio en el método hidroterápico. En esta capital he tenido enfermos que llevaban de padecer, unos años y otros meses, asistidos con toda clase de remedios far- macéuticos, sin obtener el menor alivio, y en el agua han hallado su pronta y segura curación con el trata- miento siguiente: Se meterá el enfermo en una tina sin agua, y por espacio de ocho minutos le darán una ablu- ción en todo el cuerpo con agua tibia: esta operación la practicará dos veces al dia; beberá mucha agua, y se aplicará tres medias lavativas de la misma tempera- tura que la de la ablución: llevará constantemente pues- to el vendaje húmedo cubierto con el seco sobre el vien- tre, el que tendrá tres dobleces y no estará muy espri- -171- mido. El calor del agua irá cada dia descendiendo, de modo que al cuarto ó quinto dia el agua sea ya del todo fria. Por mañana y tarde hará ejercicio por una hora, durante la cual beberá agua. Si el enfermo ha guarda- do una dieta muy rigurosa, podrá aumentar la comida poco á poco, privándose de alimentos y Bebidas irritan- tes. Este tratamiento lo seguirá quince dias. He vis- to enfermos de esta clase, que á los doce dias han que- dado completamente buenos con esta sencilla aplica- ción. Si en estos dias el mal continuase, entonces se dará sudores en seco por dos horas y media, al que se- guirá el baño frió de tina por cinco minutos. Luego ejercicio, agua bebida, vendajes, lavativas y dos baños de asiento de media hora cada uno, compartidos en el dia. OFTALMÍA, O INFLAMACIÓN AGUDA DEL OJO, SÍNTOMAS. Dolor penetrante confinado á un punto, como si fue- se ocasionado por la presencia de una materia estraña; calor grande y color rojo; las partes hinchadas y los ba- sos del ojo no solo se aumentan en tamaño, sino que pa- recen mas numerosos que en su estado natural. Con es- tos síntomas hay así mismo un dolor fuerte al mas pe- queño movimiento de la niña del ojo, sensibilidad mór- bida á la luz, efusión de lágrimas de una calidad esco- riante, y si la inflamación va en aumento también la acompaña la fiebre. Cuando la inflamación continúa con tanta fuerza, que no se puede detener, se forman á veces pequeñas úlceras y colecciones de materia. -172- En general, el ojo aparece muy encarnado en esta enfermedad; pero eventualmente la inflamación está profundamente fijada, en cuyo caso puede causar un progreso vivo y peligroso sin ser visible ningún color rojo, circunstancia que exige una atención seria. Esta inflamación se puede conocer cuando el enfermo se queja de dolor agudo, y estar al mismo tiempo incapaz de sufrir la menor opresión sobre la niña del ojo. CAUSAS. Las mas usuales son los daños esteriores, tales como golpes, contusiones y heridas en los ojos, cuerpos estra- ños de una naturaleza irritante introducidos bajo los párpados; el inmoderado uso de vinos y espíritus; la su- presión de evacuaciones acostumbradas; el mirar largo tiempo á una luz fuerte; una atención fija á algún obje- to muy pequeño, y el volver los papados. TRATAMIENTO.—Esta es una de aquellas enfer- medades en las que el agua obra con mucha actividad, destruyendo prontamente la inflamación que tanto tra- bajo cuesta á la farmacia el conseguirlo, ya rasgando las venas, ya administrando fuertes purgas, como usan- do de los vegigatorios, &c. &c: su aplicación es senci- lla. Se dará el enfermo dos baños de asiento al dia ca- da uno de una hora, un baño de piés hasta los tobillos ó mitad de la pierna por un cuarto de hora, de lienzos húmedos aplicados á la inflamación y mudados con fre- cuencia: con esta simple aplicación desaparece la en- fermedad. Mas si fuese crónica, á la aplicación ante- rior se le añade el baño de cabeza en la forma siguien- te: Se estiende un colchón ó manta en el suelo, y á la estremidad del colchón se pone un lebrillo ú otra vasi- ja llena de agua, en su centro coloca una especie de al- mohadilla que la cubra el agua, el enfermo se acuesta de espaldas en el colchón y coloca la nuca sobre la al- -173- mohadilla, cubriéndole el agua toda la nuca por media hora; luego muda el agua, pone otra limpia y mete una mitad de cabeza que llegue el agua hasta cerca del ojo, y permanece un cuarto de hora: la misma operación hará con la otra mitad y por el mismo tiempo. Si por una casualidad (que rara vez sucede) la inflamación se aumentase, entonces el agua de cada lado de la cabeza será tibia, fria la de la nuca. Los defensivos del ojo se- rán tibios. Puede el enfermo aplicarse este tratamiento con constancia, seguro siempre de obtener la salud. Por si acaso existe en la sangre alguna irritación ó algún mal humor, podrá darse los sudores de sábana húmeda por dos horas, dándose á la conclusión una loción por cinco minutos. Estos sudores serán cada cuarto dia. Si el enfermo es menor de 15 años, el baño de nuca será de cuarto de hora, los otros de ocho minutos: si me- nor de 10 años, el baño de nuca será de diez minutos, los otros de cinco. DE X.A ESCARLATINA O ÜIFOMBRII&A. Esta enfermedad está dividida por los escritores mé- dicos en dos clases; esto es, escarlatina sin dolor de garganta, llamada también simple fiebre, escarlatina y alfombrilla con dolor de garganta. La escarlatina sin dolor de garganta, comunmente es enfermedad indul- gente que termina favorablemente en corto periodo; mas cuando está acompañada de una afección en la gar- ganta, generalmente es mas ó ménos severa y peligro- sa, siendo por lo común la intensidad de sus síntomas y peligro proporcionados al grado del afecto de la gar- ganta. -174- S1NTOMAS. La enfermedad se introduce por los incipientes sín- tomas de la fiebre inflamatoria, como por ejemplo, en- trada de frió sucedida de calor; pulso acelerado, lan- guidez, sed, &c. Al segundo dia aparecen hacia la ca- ra y el cuello, con simple variedad, numerosas manchas ó rosetas de un color rojo vivo: en el espacio de veinti- cuatro horas se difunde igual clase de ronchas por todo el cuerpo, y aun ocasionalmente se tiñe la parte inte- rior de los labios, de las mejillas, del paladar y de las fauces. A veces, la erupción de la escarlatina es conti- nua y general; pero en el tronco del cuerpo comunmen- te hay intervalos de color natural entre las rosetas con puntas papulosas esparcidas sobre ellas. Hay aumento de fiebre por parte de tarde, en cuyo tiempo la noche es- tá mas fresca. Mientras aparecen las rosetas, comun- mente está el pulso muy acelerado y débil; la lengua se halla hacia el centro cubierta de una piel blanquizca, y sus lados de un color rojo oscuro: el rostro está consi- derablemente hinchado, hay gran ansiedad y desasosie- go, con cierto latido ó picazón en el cutis, y á veces un delirio ligero por parte de noche. En la escarlatina acompañada de dolor de garganta, todos los síntomas son mas violentos; la calentura es mas grave, acompañada de nausea, vómito de bilis, calor ex- cesivo y languidez: hay ansiedad considerable, dolor de cabeza y delirio. El pulso es endeble, la respiración acelerada, la garganta está inflamada y llega á desollar- se, arroja gran cantidad de escara blanquizca, menuda y superficial, la cual se entremezcla con la abundancia de mocos, y aumenta la dificultad de tragar. CAUSAS. La principal causa es un contagio específico, á pe- -175- sar de que el estado particular de la atmósfera y el del cuerpo predisponen á la recepción de este contagio. TRATAMIENTO—La simple fiebre escarlatina, y la que está acompañada de dolor de garganta, ambas á dos desaparecen de un mismo modo con la aplicación siguiente: Se envuelve al enfermo en una sábana húme- da por media hora, la que se le repite por el mismo tiem- po hasta que la fiebre empiece á ceder: estando el cuer- po algo fresco, se le deja en la última sábana á sudar; el sudor que sea de una hora: inmediatamente después se le mete en el baño tibio por seis á ocho minutos, du- rante el cual se le frota el cuerpo con las manos. Des- pués del baño puede el enfermo vestirse y salir á pa- sear por la casa, privándose de la corriente del aire: si tiene apetito, se le podrá dar algún ligero alimento. Es- te tratamiento se repite en el mismo dia ó al dia siguien- te. A los tres ó cuatro dias el enfermo puede ya salir al aire libre, pues hecha bien la aplicación puede estar se- guro de estar libre de la enfermedad. Si es niño, que por lo común á los niños ataca este mal, entonces la sábana se le mudará de diez á diez minutos, y en la última está una hora, y el baño tibio será de tres minutos. Cuando la fiebre está acompañada de ataque de garganta, á los sudores solo se le añade lienzos húmedos en derredor del pescuezo cubiertos con secos, y hacer gárgaras de agua fresca. Cuantos casos he tenido de esta enferme- dad, todos han curado muy pronto no llegando á los tres dias. He visto muchos enfermos, que atacados de esta en- fermedad y curados por la farmacia, han quedado unos sordos, otros ciegos ó con nubes en los ojos. La Hidro- terapia no ofrece temor alguno de esta clase. -176- ESCORBUTO. El escorbuto es una enfermedad de gran debilidad, én la cual hay sobre el cutis manchas acardenaladas de sangre que ha salido fuera de sus propios basos; langui- dez, pérdida de fuerza muscular y dolor en los miem- bros. Las erupciones cutáneas, tan comunmente lla- madas escorbuto, tienen diversa naturaleza, pues son simples deformidades del cutis, que provienen de una indisposición interna. SÍNTOMAS. Las apariencias primeras son, el semblante pálido tur- gente, cansancio, pereza para moverse y la disminución de fuerzas. Si se examinan las encías, se hallarán es- ponjosas y aptas á desangrarse si se les toca, mientras que los dientes están desprendidos de sus cuencas. El cutis está á veces áspero, pero mas generalmente liso y relumbrante, cubierto de manchas azuladas ó acarde- naladas, que no sobresalen fuera de él; estas manchas se unen y forman á veces grandes ronchas, con particulari- dad en las piernas y en los muslos, el aliento fétido y el enfermo en un abatimiento profundo. CAUSAS. La falta de limpieza; el descuido de hacer ejerci- cio; la dieta de provisiones saladas, con deficencia de vegetales, son las causas mas comunes. En ciertas con- diciones, puede proceder de una vida infeliz, del desa- seo y del ejercicio. DISTINCIÓN. Se puede prontaüflélité" distinguir de la fiebre malig- na por la falta de calor, pulso acelerado, y los otros sin- -177- tomas que denotan la calentura severa; por estar poco ó no del todo empeoradas las facultades intelectuales, por ser sus progresos mas graduados y continuados por mayor tiempo que los de la fiebre pútrida. TRATAMIENTO.—Si la enfermedad está en su principio, se aplicará dos baños de asiento, uno por la mañana y el otro por la tarde, cada uno de una hora: du- rante el baño, hará buches de agua apenas quitado lo frío: esto repetirá en el dia; llevar constantemente pues- tos en derredor de la garganta defensivos frios cubier- tos con secos: esta simple aplicación es suficiente para cortar el mal en su origen. Mas si la enfermedad hu- biere tomado cuerpo con síntomas graves, se dará pri- meramente un baño de asiento por media hora: el agua será tibia, y concluida seguirá la sábana húme- da por dos horas, dándose á lo último una loción de agua quebrantada por tres minutos: las gárgaras y bu- ches serán de agua semi-tibia: la misma operación repi- te por la tarde: dos lavativas diarias de la misma tem- peratura. Solo he tenido un caso grave de esta enfer- medad en una señorita, la cual llevaba nueve meses de padecer, hallándose en un estado muy lamentable: con este tratamiento se curó en pocos dias, después de ha- ber recibido una multitud de remedios de botica inútil- mente. G&STRO-BlffTERITIS CRÓNICO, CON IRRITABILIDAD NERVIOSA MUY DESARROLLADA. SÍNTOMAS. Los síntomas de esta enfermedad son generalmente digestiones muy difíciles, dolores continuos de cabeza, 23 -178- muy desarreglado el régimen del cuerpo, con alterna- tiva de diarrea y coustipacion: la irritabilidad nerviosa suele acometer tan fuerte, que el enfermo se vé obliga- do á privarse de todo aquello que ocasione el menor ruido. Dos casos he tenido de esta enfermedad: uno de ellos era tan fuerte la irritabilidad, que hasta el mo- vimiento de las personas, el ruido de los instrumentos músicos y el de las campanas &c, le ocasionaba un da- ño intolerable. El tratamiento que Priessnitz ordena á esta clase de enfermedades es el mas pronto, seguro y eficaz, el que yo mismo he aplicado con buen éxito. TRATAMIENTO.—Todas las mañanas se aplicará el enfermo una media lavativa fria; pasada una hora se envuelve en una sábana húmeda, con la que se le frota- rá perfectamente bien todo el cuerpo por un cuarto de hora; esta operación la repite dos veces al dia: el enfer- mo llevará dia y noche la cintura abdominal, esto es, una faja húmeda en dos dobleces cubierta con otra se- ca en derredor de la cintura, ejercicio por mañana y tarde, en el cual beberá de tres á cuatro vasos de agua, subiendo la cantidad en todo el dia hasta doce vasos. Ocho ó nueve semanas de este tratamiento, el enfermo se verá bueno y sano: verá desaparecer los dolores de cabeza, aplacada la irritabilidad nerviosa, sufrir el rui- do de toda clase, regir el cuerpo y volver á su estado normal. Una señora condesa, que llevaba muchos años de padecer de esta enfermedad, asistida por los mejo- res facultativos sin resultado alguno feliz, fué curada por Priessnitz en siete semanas con dicho tratamiento, el mismo que yo he empleado en estos casos con la misma felicidad. -179- Iraslritis crónico.—Melancolía habitual.—Constipación tenaz.—Curación en dos meses y medio, sin crisis. M. M., capitán de infantería al servicio de Prusia, de edad de 46 años, sintió por algunos años un desorden no- table en la digestión; el mal fué poco á poco agravándose, en términos que se vió luego atacado de una tenaz cons- tipación, que pasaban ocho dias sin el régimen del cuer- po; luego perdió la memoria, la cabeza pesada, habi» tualmente turbada, ideas muy tristes y melancólicas y un enflaquecimiento general. Muchos fueron los reme- dios administrados por los médicos, pero ninguno lo pu- do aliviar, tanto que el enfermo se vió obligado á ir á Graefemberg; llegó el 25 de Julio de 1842, y al dia si- guiente de su llegada fué puesto en cura. Priessnitz le ordena el primer dia un medio baño de agua quebrantada de un cuarto de hora, con frotación en todo el cuerpo durante el baño: al dia siguiente, por la mañana, sábana húmeda, en la cual el enfermo debia permanecer hasta que el sudor empezase á brotar: en el acto el enfermo recibía una inmersión en el baño frío por dos minutos, la cintura abdominal renovada tres ve- ces al dia, ejercicio y seis vasos de agua en la mañana. A la hora y media del desayuno, esto es, hacia las diez de la mañana, recibia un chorro ó ducha de tres minu- tos; pasada una hora de haberse dado el chorro, un ba- ño de asiento de un cuarto de hora, nuevo ejercicio de una hora. A las cuatro de la tarde nuevo chorro de tres minutos; á las seis baño de asiento de un cuarto de hora. Duerme con la cintura abdominal. Este trata- miento continuó sin modificación alguna durante su per- manencia en Graefemberg. El apetito se manifiesta bueno, la constipación cede, la memoria se restablece, y M. M. presenta otro carácter muy distinto al de an- tes: el 14 de Octubre de 1842 recobró susfuerzas pri- mitivas, gozaba de un estado muy satisfactorio. -180- D0L0R DE ESTOMAGO. El dolor de estómago es frecuente aunque de incier- ta ocurrencia. No tiene conexión alguna con la infla- mación, siendo puramente de carácter crónico y lento. En algunas personas el dolor es moderado; en otras ter- rible, con mucho abatimiento. El estómago puede pa- recer vacío ó dilatado, habiendo algunas veces eructa- ciones amargas ó algo saladas. La clase de dolor mas excesivo rara vez existe con dolor de cabeza; y en ta- les casos, al momento que cesa el paciente está muchas veces tan bueno como puede desear. Las causas de este mal son algunas veces oscuras, pero provienen ge- neralmente de una peculiar debilidad y desorden del estómago; y las mas frecuentes causas ocasionales son, el alimento indigesto, ansiedad de ánimo, grande fatiga del cuerpo, estreñimiento y muy poco ejercicio. Cuan- do dicha enfermedad no está acompañada del vómito ni de enflaquecimiento, rara vez es dañosa. TRATAMIENTO.—El único mas seguro y eficaz es: por la mañana temprano envolverse en una sábana húmeda por hora y media á dos horas, y concluidas el baño frío por dos minutos. Inmediatamente se seca bien, pone la cintura abdominal en tres dobleces, de manta, cubierta con otra seca y sale á pasear: bebe en toda la mañana seis vasos de agua. Una hora durará el paseo, y luego que haya descansado recibe el chorro de agua, del grueso de un real, sobre todo el cuerpo, ex- cepto cabeza, vientre y estómago, por tres minutos, y de vara y media de elevación. A la hora, baño de asien- to de cuarto de hora. Por la tarde repite el chorro; á la hora el baño de asiento, paseo y seis vasos de agua: por la noche se envuelve en la sábana húmeda, y se fro- ta con ella todo el cuerpo por ocho minutos. Este tra- tamiento suele provocar juna_ crisis que se manifiesta —181- por diarrea (que sucede rara vez) ó por vómitos, que es lo mas general: á unos les sale á los doce dias, á otros á los veinte, rara vez llega al mes. Si la crisis se ma- nifiesta por diarrea, solo se suspenden los sudores; si por vómitos, entonces el enfermo los ayuda bebiendo poco á poco agua, llevar su vendaje y dos baños de asiento. Para provocar la crisis los enfermos están un dia antes muy trastornados, el dolor de estómago es mas fuerte que nunca, y luego que sobreviene el vómi- to, este ofende mucho la garganta, la que pone escoria- da por el ardor que consigo trae el vómito. A veces la crisis dura hasta seis dias (eso según lo inveterado del mal) el enfermo sufre mucho cuando vomita, por él excesivo ardor que lleva consigo el vómito. Estos sín- tomas no ofrecen riesgo alguno: al contrario, luego quedan buenos, se les abre el apetito, el dolor desapa- rece, y si estaban flacos de repente empiezan á en- gordar. Muchos casos he curado en esta capital: todos han tenido estos síntomas, que luego han desaparecido que- dando buenos y sanos. Un solo caso fué el que no cu- ró, porque viéndose el enfermo acometido de los vómi- tos tan ardientes, que le abrazaban la garganta, como decia, estando en lo mejor de la crisis suspende el tra- tamiento, llama á un médico y este le barrena el estó- - mago con un sedal, después de haberse curado once años con la farmacia, sufriendo cáusticos, sedales, &c. &.C., y todo sin fruto. Q,ueria curarse sin padecer, y que lo inmundo que tenia en el estómago le saliese sin padecimientos. Cuanto arrojaba todo era negro, he- diondo, y pedazos compuestos de una materia compac- ta de un color oscuro y ceniciento. El último caso que he tenido, ademas de los vómitos, tuvo calentura y aho- ra está perfectamente bien. -18»- DE LA FLATULENCIA. La flatulencia es por lo común síntoma de la indiges- tión, el cólico, el paroxismo histérico, la hipocondría y otras enfermedades que se originan de un estado debi- litado del estómago y canal intestinal, ó que tienen co- nexión con él. Cuando las energías de dichos órganos son empeoradas, pierden el poder correctivo que po- seen en el estado sano sobre los materiales que contie- nen, y de consiguiente sucede una fermentación rápida, el canal digestivo se ensancha y se sobrecarga con el aire que está separado, encontrando alivio solamente por la espulsion frecuente. CAUSAS. Generalmente hablando, la causa inmediata proviene de una condición delicada ó debilitada del estómago y de los intestinos, las purgas violentas, las lombrices, y las enfermedades crónicas y pesadas. TRATAMIENTO.—Cuando el mal es reciente se tomará agua con abundancia, principalmente en ayu- nas, hacer mucho ejercicio, y de este modo curará prontamente de esta enfermedad. Suele producir, ó vómitos ó diarrea; por este accidente no debe el enfer- mo acobardarse: al contrario, es el síntoma de su pron- ta curación; continúe con el tratamiento, que él mismo, luego que el humor haya salido, le aliviará de esos ac- cidentes. Pero si el mal es inveterado, siempre empe- zará la curación como si fuera en su origen, á lo ménos por cuatro dias: luego empieza dándose sudores en se- co por dos horas y media, bebiendo agua cuando el cuerpo empiece á calentarse en el sudor de media en media hora, y de cuarto en cuarto de hora cuando la traspiración sea abundante: concluidas las horas del su- -183- dor, humedece la frente y el pecho, (precaución que siempre se ha de observar) y se mete en el baño frío por tres minutos; se le frota todo el cuerpo para secar- se, pénese la cintura abdominal y sale á hacer ejerci- cio: cuando el cuerpo entre en calor por medio de la agitación, entonces beberá un vaso de agua. Pasadas tres horas de esta operación, se dá una ablución ó lo- ción de agua fría por ocho minutos; por la tarde ó no- che baño de asiento de cuarto de hora. Este sudor continúa por ocho dias; luego empieza el de la sábana húmeda por dos horas, el que alternará con el seco con el resto del tratamiento. Si la diarrea que provocase fuere fuerte, no tema ni suspenda el tratamiento; solamente suprimirá los sudo- res, mas no las otras aplicaciones. He visto enfermos de esta clase que en sola una noche habian tenido se- senta y dos deposiciones; y de débil, de un color cetri- no y de una suma tristeza, con la salida del humor que- dó perfectamente bien, desapareciendo lo débil &c. ESTITIQUEZ. El estreñimiento se observa en dos diferentes des- cripciones de personas, esto es, en aquellas que son de complexión robusta, con gran apetito y facultades fuer- tes digestivas; y en otros que son de salud enfermiza y delicada, con apetito moderado ó escaso y digestión dé- bil. Las mociones de los primeros, cuando evacuadas, son compactas y voluminosas: las de los últimos, duras, sutiles y nudosas. TRATAMIENTO.—Por la mañana se echará una lavativa fria, mas tarde un baño de asiento tibio, cuya -184- temperatura irá bajando poco á poco hasta quedar el agua fría; por la tarde repite lo mismo: esto lo hará por diez dias, pero si en este tiempo no sintiere alivio, se envolverá en la sábana húmeda por dos horas, conclu- yendo con una loción fria por cinco minutos: en el resto del dia siguen las lavativas y baños de asiento, todo frío. HIDROPESÍA. • ■ i'f La hidropesía es una reunión de fluido seroso ó acuo- so en la membrana celular, debajo de la piel, ó en dife- rentes cavidades del cuerpo, que recibe diferentes de- nominaciones técnicas según la parte que afecta. Sus variedades principales, de cada una de las cuales hace- mos mención, son: 1.° Hidropesía de la membrana celular, que apare- ce en la superficie del cuerpo bajo la piel, general ó parcialmente, y ^e^krírranánusarca: ■-• 2.° Hidropesía del vientre, que se llama Ascites. 3.° Hidropesía ó agua en el pecho, llamada Hydro- thorax. ■ 4.° Hidropesía de la cabeza, llamada Hidrocéfalo. 5.° Hidropesía del escroto, llamada Hydroceles. La hidropesía, bajo cualquiera de sus formas, es en los mas de los casos una enfermedad de debilidad. Sus causas generales son las que excitan debilidad general ó local, tales como la esposicion.á una atmósfera fria y .húmeda, trabajo, excesivo, partos dificultosos, grandes evacuaciones de sangre, uso excesivo de licores espiri- tuosos y ardientes, indigestión habitual, beber agua fria estando muy agitado, y el uso de alimentos no nutriti- vos, de jnala digestión ó en cantidad no suficiente. El estado morboso positivo de los órganos importantes es -185- frecuentemente la causa, con especialidad del corazón, del tubo digestivo y del hígado. TRATAMIENTO.—La hidropesía, en su origen ó principio, se cura muy pronto y radicalmente; pero cuando es avanzada y el enfermo ha sufrido el barreno, es muy difícil: si el paciente no quiere llegar á este es- tremo, al momento que se sienta atacado de esta enfer- medad, sin temor, sin recelo alguno y con toda seguri- dad de alivio, empezará á beber agua en abundancia, hacer mucho ejercicio, darse sudores en seco por dos horas, alternados con los de la sábana húmeda y su ba- ño frió por cinco minutos, con frotación dentro y fuera del baño; llevar constantemente vendaje en derredor de la cintura, tres lavativas diarias, un baño de asiento de media hora, y un chorro de agua del grueso de un real ó un poco mas, por cinco á diez minutos. Este trata- miento se aplicará á la hidropesía llamada Anasarca. Siendo, pues, esta general, el chorro se aplicará á todo el cuerpo, excepto la cabeza. Si la hidropesía se halla en el vientre, entonces se dará un medio baño tibio por dos ó mas horas, en el cual beberá agua poco á poco, y concluido el tiempo del baño se envolverá en una sábana húmeda por dos horas, concluyendo con una loción. Este tratamiento lo hará por ocho dias: si con esto no se aliviase, se apli- cará el tratamiento de la hidropesía general, interpo- lando los medios baños tibios. El último caso que tu- ve de hidropesía del vientre, en una señora que llevaba tres años, curó en seis dias con solo los medios baños y luego los sudores de sábana húmeda. Esta señora tu- vo la felicidad de curar en tan breves dias, á lo que atribuyo no haber usado ningún medicamento de boti- ca: este es mi parecer, pues otros casos como este se han resistido fuertemente, á lo que creo ser la causa la excesiva medicina tomada en unión de los barrenos. Si la hidropesía procede de alguna lesión orgánica 24 -186- dél corazón, del tubo digestivo ó del hígado, se cura radicalmente con el tratamiento que se aplica á la hi- dropesía llamada Anasarca, añadiendo defensivos frios á las partes de donde procede. En su principio cura muy pronto el enfermo: hace pocos dias curé á un jo- ven atacado'de hidropesía procedente del corazón, con el tratamiento indicado. Siempre será oportuno darles á los enfermos de esta clase algunos purgantes, v. gr., una onza del sem de palta, ó la sal de Epson llamada también sal de higuera: aunque tome los purgantes, no por éso ha de dejar el tratamiento del agua. En cuanto á las hidropesías de pecho, de cabeza y del escroto, no tengo práctica alguna, por cuyo motivo no pongo el tratamiento. ------------—■—.í^|.o.|.sí¡-——--------- INFLAMACIÓN DE LOS INTESTINOS. SÍNTOMAS. Esta enfermedad se denota por un dolor agudo del abdomen, que se aumenta al apretarse y que sobresale por un fuerte retortijón al rededor del ombligo por un estreñimiento obstinado, tensión del abdomen, el tenes- mo ó vómito &c, según sea la inflamación, en la porción superior ó inferior de los intestinos, siendo el vómito ge- neralmente bilioso, de un color oscuro ó fétido. También hay fiebre, con el pulso vivo, duro y contraído; mucho abatimiento de fuerza y la orina muy encendida. La en- fermedad se disminuye gradualmente, y desaparece ó termina en ulceración ó gangrena. Es muchas veces acompañada de grande peligro, y puede terminar en gangrena en pocos dias, y algunas veces en horas, des- -187- de su principio, cuyo acontecimiento se señala por una remisión repentina del dolor, el pulso bajo, arrugamien- to de cara, supresión de orina y dilatación de vien* tre. Los síntomas favorables son, una evacuación co- piosa de orina cargada, y una traspiración universal. CAUSAS. Las mas frecuentes" son; esponer el cuerpo al frió cuando está caliente, sustancias acres ó irritantes intro- ducidas por la boca, un estreñimiento obstinado y pa- siones violentas del ánimo. Suele ocurrir con mas fre- cuencia en el periodo avanzado de la vida, y está muy sujeta á una recaida. DISTINCIÓN. Se distingue del cólico por ser acompañada de fie- bre, y el pulso vivo, duro y pequeño, y por aumentarse el dolor al apretarse; síntomas que no ocurren en él có- lico. En la inflamación del estómago el dolor está si- tuado á mayor altura en la región del abdomen, y es de una clase peculiar y ardiente; el vómito é hipo son mas graves, y el abatimiento de ^spjírítu y fuerza mucho mayor. TRATAMIENTO.—Al momento que el enfermóse vea atacado de esta grave enfermedad, sin dilación al- guna se dará un baño de asiento de agua tibia de una hora ó mas, ó un medio baño de la misma temperatura y tiempo; luego pasará á la sábana húmeda por media hora, y concluida se le pone otra por dos horas; y si en estas dos horas rompiere el sudor, estará tres horas, be- biendo agua de media en media hora en cortas cantida- des, la misma que beberá en el resto de la enfermedad hasta sanar. Pasado el tiempo del sudor se le dará una loción de agua casi fria en todo el cuerpo* ó un baño de -188- agua tibia por cinco minutos, vendajes frios repetidos en el vientre, tres lavativas diarias: este tratamiento se- guirá hasta el alivio, que luego se dará dos baños de asiento de agua tibia, y sudor de sábana húmeda diaria. Si la enfermedad no es muy fuerte, tomará un ligero alimento; si lo es, entonces dieta completa hasta el alivio. ANGINAS AGUDAS. Por ser una enfermedad tan conocida de todos, me abstengo de poner los síntomas y causas. El tratamien- to para su curación es el mas sencillo, con el cual las anginas desaparecen al cuarto ó quinto dia, y es: Dos ba- ños de asiento por mañana y tarde, de agua semi-tibia de media hora cada uno; durante el baño hará gárgaras de agua fria, las mismas que repetirá durante la enfer- medad, y llevar constantemente defensivos húmedos cu- biertos con secos en derredor de la garganta. Por la noche darse una loción de agua semi-tibia por cinco mi- nutos. CONVULSIONES. La convulsión es una contracción irregular y violen- ta de los músculos, aunque corta, algo inmediata al le- targo. Ocasiona frecuentemente una colisión de los dientes, y fuertes apretones de manos. En el carácter de este mal ocurren diferencias en las personas, lo que depende de la disposición peculiar, hábito ó estado de vida en que hace su apariencia. Las causas mas fre- cuentes de la convulsión consisten en opresión del ce- rebro, ó irritación situada en algún órgano sensible, co- -189- mo el estómago, intestinos ó madre. Se sigue frecuen- temente á miedos graves, y á la supresión de evacua- ciones de costumbre. TRATAMIENTO—Cuando las convulsiones proce- den del cerebro, solo tienen alivio con el agua dándose baños frios generales por diez á quince minutos, bel^er mucha agua y hacer mucho ejercicio: si proceden del estómago, intestinos ó madre, entonces se curarán ra- dicalmente, teniendo constancia, con la siguiente apli- cación: Sudor de sábana húmeda por hora y media, lue- go el baño tibio por tres minutos: inmediatamente se viste y hace ejercicio. A las tres horas una ablución ge- neral por cinco minutos (pág. 76), dos lavativas diarias y fricción con la sábana húmeda por la tarde ó noche por cinco minutos (pág. 77): si hay tos convulsiva, se aña- de baño de piés de cuarto de hora y defensivos tibios: si residiese alguna inflamación en la garganta, los de- fensivos serán frios y hará gárgaras muy á menudo. INFLAMACIÓN DEL CEREBRO. Los caracteres de esta enfermedad son, el dolor gra- ve de cabeza, el color subido de la cara y ojos, la in- tolerancia de la luz y del ruido, falta de sueño y el de- lirio feroz. SÍNTOMAS. Muchas veces se presenta con una sensación de ple- nitud en la cabeza, el bochorno de la cara, los ojos en- cendidos, plenitud de pulso seguido de desasosiego, y el sueño inquieto. También puede hacer su ataque con dolor ó un sentido peculiar de incomodidad de la cabe- - 100- za, espalda, lomos y coyunturas; tumores de los miem- bros y penas insufribles de las manos, piés y piernas, ó con un sentido de tensión en el pecho y palpitación de corazón. Así como la enfermedad se adelanta, el dolor, color encendido de la cara y ojos gradualmente se au- mentan; el semblante adquiere una ferocidad peculiar, el enfermo habla incongruamente, el delirio sigue y mu- chas veces llega á un estado de frenesí. La cara se po- ne túmida, los ojos se fijan y parece que van á despren- derse de sus cuencas, brotando á veces lágrimas y san- gre, pareciéndose el paciente á un maniático, del cual muchas veces hay poca diferencia, á no ser por lo poco que dura la enfermedad. Los ojos no pueden sufrir la luz, y el menor ruido es intolerable; la respiración es profunda y lenta, mucha dificultad al tragar el alimen- to, y el pulso generalmente duro y débil. Muchas ve- ces el estómago está oprimido de bilis, síntoma no fa- vorable. Algunas veces hay falta de ella, en cuyo caso es un pronóstico aun mas malo. Si las cámaras son de un color blanquizco y en la orina se nota una nube ne- gra, son síntomas fatales. CAUSAS. Las mas frecuentes son, un dolor fijo en el cerebro, embriaguez, ira, ó el esponer la cabeza mucho tiempo al sol ardiente, el estudio largo é intenso, fatiga desme- dida, lujuria, las sustancias indigestas y venenosas reci- bidas en el estómago, y la supresión de las evacuacio- nes habituales. DISTINCIÓN. La inflamación del cerebro puede distinguirse de una fiebre inflamatoria, por causar en la primera un desor- den mucho mas grande en las funciones intelectuales y en todos los órganos del sentido, que en la última. En la inflamación del cerebro los síntomas (como dolor y -191- calor de la cabeza &x\) que denotan el afecto local, se indican bien muchas veces antes que el pulso esté muy perturbado: en la calentura inflamatoria el pulso desde el principio es frecuente, fuerte y rápido. Al aplicar- se el agua deberán hacer esta distinción, de modo que no confundan esta enfermedad con la fiebre inflamato- ria, y causen una desgracia. TRATAMIENTO. -Se dará tres baños de asiento en el dia, siendo cada uno de tres cuartos á uua hora: du- rante los baños se le pondrán defensivos frios, repetidos en la cabeza; luego un baño de piés de cuarto de hora: á cada baño de asiento se dará un sudor de sábana húme- da por dos horas, y concluidas se dará una loción de agua semi-tibia pur tres minutos: si el enfermo no se ha- llase muy fatigado por la enfermedad, ni tampoco en un estado demasiado débil, podrá entonces prolongar por mas tiempo los baños de asiento, hasta que sienta los síntomas descritos en la pág. 124 "Pulmonía," que in- mediatamente se aplica el tratamiento allí puesto. El agua de los baños será semi-tibia: también se le echa- rán de tres á cuatro lavativas. Esta enfermedad exige una pronta y eficaz aplicación: el agua obra con mucha energía, desterrando con prontitud todo síntoma infla- matorio: se requiere de parte del enfermo mucha cons- tancia, con la cual puede estar seguro de un pronto y verdadero alivio. Obtenido que sea un alivio notable, no por éso dejará el tratamiento todo, continuará con los baños de asiento dos al dia; los defensivos no los de- jará de noche y de dia, renovándolos á menudo. Sí por una casualidad los defensivos frios no le calmasen la in- flamación (que rara vez sucede) entonces todo el trata- miento será de agua semi-tibia, solo la que beba será fria. Si al tercero ó cuarto dia la inflamación no hubiere ce- dido notablemente, añadirá los baños de cabeza, tam- bién de agua sémi-tibia, dados como se nota en él trata- do de la"Oftalmia." -19*- AMAUROSIS O GOTA SERENA. La gota serena ó amaurosis es la disminución ó pér- dida total de la vista, que depende inmediatamente de un estado enfermizo del nervio óptico y su espansion en el fondo del ojo. Es una ceguedad en que la pupila está generalmente dilatada é inmóvil, pero sin ningún otro defecto aparente. Cuando ia vista está completa- mente destruida, se llama gota serena perfecta, é imper- fecta cuando solo está disminuida. SÍNTOMAS. Uno de los mas comunes al principio del amaurosis es una apariencia en la fantasía del paciente, como si estuviesen volando delante de sus ojos mosquitos, mos- cas ó cuerpos diminutivos serpentinos, ó aparece una mancha negra inmóvil, ó todos los objetos cubiertos con una niebla espesa. La generalidad de los pacientes que comienzan á sentir una amaurosis imperfecta, siem- pre pueden ver mejor los objetos situados á larga dis- tancia, que los que se hallan inmediatos; y un cierto gra- do de ladear la vista es un síntoma muy común, parti- cularmente! cuando está afectado solo un ojo. Esta en- fermedad puede atacar de una vez á los dos ojos ó á so- lo uno. Puede tener lugar prontamente, de modo que se complete en unos pocos dias ó semanas, ó lo que es mas frecuente, se puede producir gradualmente pasán- dose algunos años antes que llegue á su último grado. También puede ser permanente ó temporal. ■ i i > o - ■ , _ iVioh i>> CA.UoAÍ5< _5íi Estando los síntomas sujetos á. gran variación, así tjamibien las causas á gran oscuridad. Las principales suelen ser, una condición enfermiza de los, órganos di- -193- gestivos; una debilidad general ó local de los nervios; una plenitud estraordinaria de las venas del cerebro ó de las del nervio óptico, ú otros manantiales de com- prensión; la supresión de evacuaciones habituales; in- jurias esternas en la cabeza; arrebatos violentos de ira; salibacion inmoderada; una atención fija á objetos dimi- nutos continuada por mucho tiempo, y sustos repenti- nos. Según Richter, la gota serena periódica depende comunmente de irritación que afecta los órganos diges- tivos, estímulos de lombrices ó irregularidad en las eva- cuaciones mensuales. DISTINCIÓN. Se distingue de las cataratas, por el estado negro y dilatado de la pupila, y por la ausencia de todo otro de- fecto aparente. TRATAMIENTO.—Esta es una de aquellas enfer- medades que requieren tiempo y constancia: en todas las crónicas se exige lo mismo, pero en esta mucho mas. En la mayor parte de las enfermedades los pacientes empiezan á sentir algún consuelo: en esta no es así; con la paciencia y constancia el enfermo logrará, si no ver con perfección los objetos, al ménos podrá distinguirlos bien, andar y caminar sin tener necesidad de ser condu- cido por mano estraña. Se dará un baño de nuca por veinte minutos, durante el cual tendrá defensivos frios en la cabeza, que renovará cuando se calienten; luego coloca una mitad de cabeza en el agua por un cuarto de hora, y concluido pone la otra mitad; para esta opera- ción se hace indispensable mudar el agua para cada ba- ño: concluida esta operación, se dá el de piés de cuar- to de hora; esta aplicación la repetirá dos veces al dia. Por espacio de un mes se dará los sudores de sábana húmeda por dos horas, con el baño general de tres mi- nutos: al segundo mes alternará los sudores húmedos 25 -194- con los secos, y si quiere descansar algunos dias solo suspenderá los sudores, pero no las otras aplicaciones. También se dará diario un baño de chorro, delgado co- mo una pluma, de una tercia ó cuarta de elevación por dos á tres minutos sobre el cerebro, y si este baño le importunase mucho, entonces se sustituirá por otro chorro grueso que caiga sobre las palmas y dedos de las manos, cuyas salpicaduras reflejen hacia los ojos. Los cuatro ó seis primeros dias pondrá por la noche defensivos tibios en los ojos, luego serán fríos. Una vez á la semana se dará un baño de chorro delgado de una vara de elevación sobre la nuca por dos minutos: cada tercer dia se echará una lavativa. Beber mucha agua, no tomar irritante alguno y privarse de la fuerza del calor. Este tratamiento se aplicará también para las nubes y cataratas, á excepción del chorro en los ojos, que será sustituido por unos chorritos de regadera muy pequeños. ENFERMEDADES DE LA VEGIGA. Hay dos enfermedades que afectan á la vegiga, pues algunas veces son muy graves y terribles, consistiendo en un estado irritable y poroso del órgano, una evacua- ción mocosa y algo blanda de él. VEGIGA IRRITABLE. Esta enfermedad es muy molesta, y el enfermo sufre mucho en ella por el deseo frecuente de vaciar su ori- na, acompañado con el mayor dolor en la región -195- de la vigiga; y en la continuación de la enfermedad, los síntomas se hacen por ñn tan urgentes, que el en- fermo no puede pasar mas que diez minutos ó quin- ce sin ser acometido de la misma indicación. En éste caso, la vegiga está espuesta á una inflamación crónica, porque el estímulo de la orina es tanto, que excita un dolor excesivo y un deseo incorregible de echarla. Al- gunas veces en dicha enfermedad la orina está mezcla- da de sangre, y si continuase así produciría una ulcera- ción en el órgano, una descarga de sangre y frecuente- mente moco purulento. CAUSAS. La mas común de esta enfermedad es la retención de la orina por un periodo considerable, después de sentir un deseo de evacuarla. Esta causa sola en mu- chos casos ha producido el mal en un grado muy grave, y algunas veces fatal. Este afecto es también muchas veces la consecuencia de la gonorrea; algunas veces acompaña las contracciones de la uretra.. DISTINCIÓN. Este mal se puede distinguir de la piedra en la vegi- ga, observando que en esta última enfermedad se sien- te un dolor grave después que el agua se ha vaciado, al paso que en la vegiga irritable su espulsion va segui- da de un alivio considerable y algunas veces pefecto. TRATAMIENTO. —Esta enfermedad, rebelde y porfiada á los medios farmacéuticos, cede bien pronto á los hidroterápicos. Así lo comprueban los hechos, y el último que acabo de tener está bien pronto á respon- der en favor de esta verdad. Con solo dos ó tres baños de asiento de una hora cada uno, siendo el agua semi- tibia y cuya temperatura irá bajando de calor hasta -196- quedar completamente fria, llevar constantemente ven- dajes en el vientre y cintura, dos lavativas frías, beber agua y abstenerse de todo irritante, es suficiente para calmar la irritabilidad de la vegiga. Mas si la enferme- dad fuese inveterada, á dicho tratamiento añadirá los sudores de sábana húmeda de dos horas y media con su baño frío á la conclusión. Baños de asiento, venda- jes y lavativas continuarán en el mismo orden. Pronto el enfermo esperimentará un alivio notable, muy en bre- ve su completa curación. DE J&J& mCONTINENCIB, DE X.A ORINA. La incontinencia de la orina es una evacuación fre- cuente ó perpetua de este fluido, con dificultad de re- tenerlo. Esta enfermedad proviene por lo general de relaja- ción ó parálisis del músculo esfínter de la vegiga, oca- sionada por debilidad, abuso de licores espirituosos y exceso en los placeres sensuales &¿c, ó proviene de una acrimonia peculiar del mismo fluido, de un estado en- fermizo del órgano, injuria hecha á las partes, ya sea ca- sualmente, por el progreso de ulceración ó por la eje- cución de la operación de la lisotómia, irritación pro- ducida por las piedras en la vegiga, ó por la opresión del útero en el estado de preñez. TRATAMIENTO.-Se dará tres ó cuatro baños de asiento frios de una hora cada uno al dia, vendajes car- gados un poco mas de agua que de costumbre en el vientre y cintura, beber mucha agua fria, principalmen- te en ayunas; darse baños frios generales por un cuarto de hora, y será lo suficiente para desarraigar esta en- fermedad. Si el mal no cediese á estos medios, que no -197- es probable, añadirá los sudores de sábana húmeda por hora y media con su correspondiente baño frío de tres minutos: en el resto del dia dos baños de asiento y ven- dajes. DOLOR DE FECHO. Este es un dolor agudo y constrictivo cerca del hue- so del pecho, que se estiende hacia los brazos, acompa- ñado de ansiedad, dificultad en el respirar y sentimiento de sofocación. Llámase por los médicos anginapectoris. SÍNTOMAS. Los que padecen esta enfermedad, son atacados mientras anclan (principalmente si es cuesta-arriba y después de comer) con una sensación penosa y desagra- dable en el pecho, que parece finalizarla la vida si con- tinuase ó se aumentase; pero en el momento en que es- tán quietos desaparecen todas estas incomodidades. Algunas veces el dolor está situado en la parte supe- rior, otras en el medio y al fin del hueso del pecho, y á menudo mas inclinado al lado izquierdo que al dere- cho. Al principio solo se estiende las mas de las veces hasta encima del hombro ó á la mitad del brazo, pero luego se muda al codo, muñeca y puntas de los dedos. El pulso, á lo menos algunas veces, no se conmueve con el dolor. Si el enfermo lleva uno ó mas años de pade- cer, entonces el dolor no solo lo sentirá al andar, sino al acostarse del lado izquierdo. CAUSAS. Generalmente la causa es una especie de enfermedad positiva en la estructura del corazón, ó en sus venas; -198- pero algunas veces solo es una impresión espasmódica que proviene de indigestión imperfecta, el ejercicio ex- cesivo de la imaginación ó del cuerpo, ansiedad, y por el alimento difícil de digerir. DISTINCIÓN. El dolor agudo constrictivo que cruza el pecho, que acomete repentinamente con el ejercicio y que se qui- ta pronto con el descanso, tomado juntamente con la edad del paciente, es suficientemente distintivo de es- ta enfermedad. TRATAMIENTO.—Cuando el enfermo se vea aco- metido de este mal, se dará un medio baño de agua ti- bia de dos á tres horas; durante el baño tendrá defensi- vos fríos en el pecho, beberá agua en cortas cantidades cuando esté en el baño: concluidas las dos ó tres horas se dará el sudor de sábana húmeda por dos horas, dán- dose á la conclusión una loción de agua semi-tibia. Si el baño le produjere fiebre, entonces las sábanas se re- petirán hasta cinco, siendo cada una de media hora, ex- cepto la quinta que será de dos horas, con el baño ge- neral tibio por cinco minutos. Si el enfermo sintiese aumento de dolor con los defensivos frios al pecho, los sustituirá con calientes. Si á este tratamiento, repeti- do por ocho dias, el enfermo no sintiese alivio, se dará el tratamiento siguiente: Un baño de asiento tibio por una hora, en seguida sudor de sábana húmeda por dos horas, con su baño tibio correspondiente de cinco minu- tos, ejercicio y seis vasos de agua bebidos. Pasadas tres horas se dará un medio baño por veinte minutos, con frotación dentro del baño; se aplicará el chorro de agua por el tiempo y forma que denota la pág. 134. Por la tarde repite lo mismo que en la mañana, excepto el sudor Suele este tratamiento ocasionar una destem- planza continuada por algunos dias, de lo cual no se de- -199- be hacer caso alguno, ni ménos suspender el tratamien- to: dichos síntomas son favorables, que desaparecen por sí quedando el enfermo completamente bueno. Sucede á veces, que con solo los baños de asiento de una hora con defensivos tibios en el pecho, desaparece el dolor: asi me ha sucedido en el último caso que tuve. DE LA DIABETES. La diabetes es una evacuación considerable de ori- na, por lo general excesiva, de olor fuerte y gusto dul- ce, y acompañada de gran sed y debilidad general. SÍNTOMAS De ordinario se presenta insidiosamente, y aun pue- de llegar á un grado considerable y existir por algunas semanas sin conocerse distintamente. Por lo general vie- ne acompañada de un voraz apetito, sed insaciable, piel seca y áspera, lengua viscosa, una sensación como de pe- so y un dolor en los lomos, y por lo regular todo el cuer- po exhala un olor como de heno. Los ríñones deponen un fluido muy limpio y abundante, algunas veces de co- lor verdoso, semejante á la mezcla de miel desleída en agua, y de un gusto dulce mas ó ménos fuerte; el pulso es mas activo que en estado de salud y las carnes se consumen con rapidez, y en los últimos grados de la en- fermedad los piés y piernas se hinchan y la piel se po- ne fria y húmeda. Frecuentemente hay una constipa- ción incómoda, y algunas veces afección del pulmón. CAUSAS. Las causas exitantes y predisponentes son, principal- mente las que debilitan el sistema general, como el abu- -SOO- so de licores espirituosos, evacuaciones inmoderadas, dieta cruda y mal sana, y uso excesivo del mercurio. DISTINCIÓN. La señal distintiva de la diabetes es la presencia del azúcar en la orina. Todo flujo excesivo de orina, no acompañado de este síntoma, pertenece á otra enfer- medad ó la produce, y es muy comunmente consecuen- cia de alguna enfermedad nerviosa ó de la simple rela- jación de los tubos orinarios. TRATAMIENTO.—Se dará un baño de asiento de media hora, en seguida sábana húmeda por dos horas y media, concluyendo con una loción: todo es frió; pasa- das dos ó tres horas, otro baño de asiento de una hora. Por la tarde la misma repetición que en la mañana; por la noche baño de piés de diez minutos, vendajes tibios al abdomen renovados con frecuencia; dos ó tres lava- tivas diarias y beber agua. Esta enfermedad suele obs- tinarse, mas no por eso decaiga el enfermo, que si pre- tende la salud, con el tratamiento indicado la conse- guirá. DESORDEN GENERAL DE LOS NERVIOS. Nada mas común en el dia que esta penosa enfer- medad: óyese con frecuencia repetir las incomodida- des que trae consigo, la multitud de personas que su- fren tan importuno achaque, y el ningún alivio que espe- rimentan con los muchos y variados tratamientos far- macéuticos. Al contrario, el mal se aumenta, y no ha- llando alivio alguno quedan en el mismo ó peor estado qUe antes, dando la evasiva "que es mal de nervios y no -201- se halla remedio alguno que pueda destruir esa afec- ción." Esta es la absolución de la farmacia, y el enfer- mo queda entregado en manos de la naturaleza lleno de pena y de dolor. No es así en la Hidroterapia; es- ta no solo le proporciona alivio, sino curación comple- ta. La epilepsia y perlesía son afecciones nerviosas; ya dije en el tratado de la epilepsia, cuándo tienen ali- vio y cuándo curación completa. Estas son general- mente las que se resisten al agua, pero siempre los en- fermos hallan un alivo mucho mas notable que en la far- macia. SÍNTOMAS. Los síntomas son, el abatimiento de los bríos ó me- lancolía; la timidez y falta de resolución; la irritabilidad y desasosiego general, acompañado frecuentemente con una sensación incómoda, que puede concebirse con mas facilidad que describirse; muchas veces dolor de cabe- za y dolores espasmódicos en varias partes del cuerpo; las noches sin sueño y desasosegadas, con lasitud y de- bilidad general. CAUSAS. Las principales causas de la debilidad nerviosa son, una vida sedentaria ó regalona, estrema ansiedad, la aplicación grave y prolongada á los negocios ó empleos literarios, el uso excesivo de las preparaciones mercu- riales, el estreñimiento, un desorden grande en los ór- ganos digestivos, y todo lo que debilita mucho el siste- ma nervioso. DISTINCIÓN Vemos frecuentemente personas de una baja condi- ción nerviosa, cuyo caso requiere mucha consideración y discernimiento para acertar si su enfermedad es ver- daderamente nerviosa, ó el resultado de algún mal po- sitivo y oculto. 26 -202- Lo principal que se debe observar es, que el pacien- te, que está puramente nervioso, se siente siempre peor por la mañan;i y mejor según la noche se acerca; estan- do entonces mas alegre y activo, y muchas veces capaz de velar hasta muy tarde con mucha satisfacción y go- zo. Al contrario, el que padece alguna enfermedad en una parte particular, está invariablemente mas alegre y cómodo por la mañana; pero por la noche, febricitante, fatigado y desasosegado. Debe añadirse, que cuando haya irritabilidad considerable en los músculos, así co- mo en los nervios, originada por ejemplo del desorden simple de las funciones digestivas, los pacientes se po- nen muchas veces fatigados y febricitantes por la no- che, aunque no haya daño positivo en ninguna parte del cuerpo. TRATAMIENTO—Las causas mas comunes de nerviosidad son, el estreñimiento y falta de ejercicio al aire libre; y por lo tanto, los dos principales puntos de atención son, la propia regulación del vientre, de mo- do que evacué diariamente sin violentar la naturaleza con purgas irritantes; abandonar la vida sedentaria, y un ejercicio activo al aire libre. Por la mañana se da- rá una ablución por ocho minutos de agua tibia, cuya temperatura irá disminuyendo cada dia un grado hasta quedar completamente fria: dada la ablución, hará ejer- cicio bebiendo agua en abundancia: reposado un poco del ejercicio se aplicará una lavativa, y si esta la despi- diese pronto, se echará otra: vendajes frios en el vien- tre; por la noche, para dormir, tibios; por la tarde otra ablución seguida de ejercicio, en la noche lavativas. Si la enfermedad resistiese á este tratamiento, no hallan do el enfermo alivio á los quince dias, entonces en lu- gar de dos abluciones será una, y la otra se reemplaza rá por un baño de asiento de veinticinco minutos: cada cuarto dia un sudor de sábana húmeda por dos horas, - 203- eon su baño frío correspondiente de cinco minutos. El ejercicio se aumenta, mas rara vez hay que apelar al último tratamiento. DEL ABORTO. El término usual de la preñez es de cuarenta sema ñas ó nueve meses comunes; pero el feto puede espe- lerse en cualquier tiempo antes de la espiración de di- cho periodo. Si la espulsion acontece antes del princi- pio del séptimo mes, se considera un aborto; pues si el feto ha llegado al séptimo mes vivirá, lo cual rara vez acontece si la espulsion tiene lugar antes. El aborto es un accidente de frecuente ocurrencia, que está acompañada de circunstancias desagradables que pueden producir mucho daño en un periodo veni- dero, á pesar que rara vez es fatal en el acto. Puede acontecer en algún periodo del embarazo, pero es mas frecuente cerca del tercer mes, lo que prueba que hay entonces en el útero una susceptibilidad mas grande de acción interrumpida que antes ó después. SÍNTOMAS. Muchas veces va precedido de un frió general, floje- dad de los pechos, dolores leves en los lomos y en la re- gión inferior del vientre, algunas veces acompañados de fiebre. En los hábitos pictóricos, en que el aborto pro- viene de una acción excesiva de los basos de sangre en el útero, la fiebre precede á la evacuación. Después de una corta permanencia de dichos síntomas sigue un flujo pequeño de sangre, evacuándose algunas veces en grumos y otras chorreando en una corriente florida, de- -204- teniéndose quizá por poco tiempo y volviendo después con violencia. Muchas veces no se percibe mas que coagulado. Cuando todo el contenido del vientre esté espelido, un flujo de sangre continúa por pocas horas, el cual es después seguido por un fluido duro y seroso. Si la preñez pasa del tercer mes y es probable que ocurra el aborto, hay mucha opresión interior, unida con un desorden en el estómago, que causa la nausea y languidez, y algunas veces una profusa evacuación de sangre. En este estado, las membranas que rodean al feto se desprenden con las aguas, al paso que las mem- branas son retenidas por varias horas y aun dias. En algunos casos todo se presenta entero, lo cual es mu- cho mejor que cuando se espele en porciones, pues en el último caso suele quedar alguna parte en el pasage y producir la continuación de irritación y flujo. Hay mucha diferencia en los síntomas y duración del aborto en diferentes casos: en algunos, los dolores son graves y de larga duración; en otros, son pequeños y no duran mucho. Algunas veces el flujo de sangre es co- pioso y admirable; en otras es moderado é inconsidera- ble, aunque las circu stancias no sean aparentemente muy diferentes. En algunos casos la operación se eje- cuta en pocas horas, y en la mayor parte de ellos no ocupa mas de tres dias; pero á veces se hallan casos en que el aborto amenaza mucho tiempo, y puedan pasar algunas semanas antes que la espulsion acontezca. Los abortos son mas ó ménos peligrosos según el estado de preñez en que sucedan. Cuanto mas adelantada esté la muger, tanto mas riesgo habrá; pero rara vez hay mucho peligro antes del quinto mes, aunque si tienen un hábito de retorno en embarazos subsiguientes, la sangre por evacuaciones tan frecuentes pierden su pro- pia fuerza; el vigor de la complexión es destruido; to- das las funciones del sistema se efectúan de consiguien- te con un grado considerable de lasitud, siendo el fun- damento de alguna enfermedad crónica y obstinada. -205- CAUSAS. Las causas por las cuales provienen los abortos son los esfuerzos violentos, el levantar grandes pesos, un ejercicio demasiado fuerte, las fatigas que causa el vi- vir á la moda, las sorpresas y espantos repentinos, la mucha ansiedad de ánimo, las purgas de aloe y las eva- cuaciones profusas, con todo lo que contribuye á estor- bar ó impedir la circulación repentinamente, probará muchas veces una causa de aborto. La plétora es una causa muy frecuente, y dicha plétora puede ocurrir en las mugeres delicadas que viven en la abundancia y ha- cen poco ejercicio, ó en las que tienen una complexión robusta y vigorosa. TRATAMIENTO.—Al momento que la muger se vea amenazada del aborto, inmediatamente se dará un baño de asiento de media hora; debe guardar mucha quietud, y permanecer en una posición reclinada; si ha- ce algún ejercicio, este sea muy moderado. Toda be- bida debe ser fria, agua en abundancia, y la paciente debe conservarse tan fresca como sea posible. Ade- mas de los baños de asiento, que serán tres al dia, pue- de añadir el baño frío por diez minutos, que es de gran importancia; y si hubiese en las partes la mas pequeña evacuación de sangre, se inyectará la via con agua la mas fria dos ó tres veces al dia. Los intestinos deben inmediatamente evacuarse por medio de dos ó tres la- vativas al dia. Un caso ocurrido en esta capital fué contenido en dos dias con solo los baños de asiento, agua bebida y algún reposo. -206- HIP0C0NDRIA O MAL HUMOR. La hipocondría, mal humor ó vapores, es un cierto estado de la imaginación, acompañado de indigestión, del que se pueden recelar los mayores daños por las causas mas leves, y resultar las peores consecuencias de cualquier sensación no acostumbrada, aun de las del género mas leve; y con respecto á tales aprensiones y sensación, hay siempre la creencia y persuasión mas obstinadas. Los antiguos médicos escritores asegura- ron que esta enfermedad estaba confinada á aquellas regiones particulares del abdomen, llamadas técnica- mente Hipochondria, que están situadas al lado derecho é izquierdo de aquella cabidad, de donde proviene el nombre de hipocondría. SÍNTOMAS. Los síntomas comunes son, una flatulencia incómoda en el estómago ó vientre, erupciones acres, estitiquez, evacuación abundante de orina pálida, dolores espas- módicos en la cabeza y otras partes del cuerpo, vaive- nes, ofuscamiento déla vista, palpitación, somnolenciage- neral, y á menudo una incapacidad total de fijar la aten- ción en ningún objeto de importancia ú ocuparse en cosas que requieren energía y valor. Las sensaciones mentales y serie peculiar de ideas que rodean la ima- ginación y abruman el juicio, manifiestan una diversi- dad infinita: algunas veces el hipocondríaco está ator- mentado de una sensación imaginaria ó exagerada de dolores, ó de alguna enfermedad encubierta; un disgus- to fantástico de algunas personas, sitios ó cosas; apren- sión sin fundamento de peligro personal ó pobreza; un descuido general y disgusto, ó un fastidio y cansancio de la vida: en otros, la enfermedad está principalmente acompañada de irritabilidad y malevolencia general; se -207- cansan luego de todo; descontentos, inquietos con la menor ocasión ó sin ocasión á objeto; intentan á me- nudo poner fin á su existencia; ni desean morir, ni quie- ren vivir; se quejan, se lamentan, lloran y creen que pa- san la vida mas miserable, la peor de todas. Las personas afectadas de esta enfermedad abundan en caprichos tan variados, que su descripción seria la mas jocosa. Se cuenta de uu panadero de Ferrara que decia ser un pedazo de manteca, y que no se atrevía sentarse al sol ni acercarse á la lumbre, por temor que tenia de derretirse. El sabio Pascal creía hallarse siem- pre al borde de un precipicio: Rousseau fué uno de los mas perfectos hipocondriacos. ¡A este estado fatal lo condujeron sus desvios de la Religión C. A. R! CAUSAS. « Estas pueden ser una predisposición fuerte en la constitución ó la enfermedad; también una vida sedenta- ria, poco trato social y ningún ejercicio, un hábito des- arreglado y disoluto, gran exceso en comer y beber, uso excesivo del mercurio, purgantes violentos, supre- sión de alguna evacuación habitual, ó erupción conti- nuada por largo tiempo. TRATAMIENTO—Si todos los seres tienden irre- sistiblemente á una sociedad conveniente á su natura- leza é instintas necesidades, ninguno mejor debe gozar de esta natural propensión que el hipocondriaco. Una sociedad amena, amigos alegres y festivos, respirar un ambiente puro y consolador, frecuentes visitas donde reine el gusto y el contento; y en fin, todo aquello que pueda alegrar y distraer al enfermo, es el medio mas poderoso para destruir este mal: si á esto añade dos ba- ños generales á la semana, en los demás dias baños de asiento de media hora, dos al dia, sudor de sábana hú- meda por dos horas, dándose á lo último el baño frió por -208- tres minutos; defensivos frios en el vientre y cintura, re* novados con frecuencia en el dia, y tibios en la noche; lienzos fríos en el pecho y espaldas durante los baños de asiento, dos lavativas diarias, beber agua en abundan- cia y concluyendo por la tarde ó noche el sudor de sá- bana húmeda; entonces mas pronto logrará una perfec- ta curación. DEL HISTÉRICO. El histérico consiste en esfuerzos convulsivos que se disminuyen y aumentan alternativamente, con la sensa- ción de una bola en la garganta, somnolencia, evacua- ción abundante de orina pálida, crugimiento de tripas é incontinencia de genio. SÍNTOMAS. El parasismo histérico ataca á menudo sin ningún aviso previo, aunque generalmente hay algunas señales precursoras, como el bostezar, estirarse, abatimiento de espíritu, ansiedad de imaginación, nauseas, palpitación de corazón y derramamiento repentino de lágrimas sin causa alguna. Luego sucede el parasismo con una frial- dad y calofríos por todo el cuerpo, con un sudor agudo al lado izquierdo, y una sensación de ensanche que dá la idea de una bola ó globo que se siente en el abdo- men y sube gradualmente hasta que llega al estómago; de aquí pasa á la garganta, y ocasiona la sensación de un cuerpo estraño que se fijó allí, y se llama globus hys- téricus. Habiendo llegado la enfermedad á su mayor al- tura, la paciente parece amenazada de una sofocación, se desmaya y se vé atacada de estupor é insensibilidad: -209- miéntras que al mismo tiempo el tronco del cuerpo se tuerce hacia atrás y adelante, los miembros están agita- dos de varios modos y los puños cerrados con tanta fuerza, que es dificil, si no imposible, abrirlos dedos: se siguen acciones desordenadas é irregulares, y alternati- vamente carcajadas de risa, lloros y gritos; se pronuncian espresiones incoherentes, y algunas veces tiene lugar un hipo muy obstinado é incómodo. Al fin, cesando la contracción, se espele por la boca una cantidad de viento con suspiros frecuentes y sollozos, y la enferma, después de haber padecido por algún tiempo, enteramen- te exhausta, recobra el ejercicio de los sentidos y movi- miento sin ninguna otra sensación que una dolencia ge- neral y dolor de cabeza. Pocas veces sucede que un parasismo histérico hubiese sido peligroso, aunque en algunos casos, pero pocos, termina en epilepsia ó insa- nidad. CAUSAS. El mal histérico ocurre con mas frecuencia en las doncellas que en las casadas, y mas comunmente entre la edad de pubertad y la de 35 años, y ataca mas á me- nudo hacia el período de la menstruación que en nin- gún otro tiempo. Las mugeres de constitución delica- da y cuyo sistema nervioso es estremamente sensible, son las mas propensas á este mal; y el hábito que pre- dispone sus ataques se adquiere por falta de actividad y vida sedentaria, pena, ansiedad de imaginación, horas tardes, disipación, supresión ú obstrucción de los flujos mensuales, evacuaciones excesivas y uso constante de una dieta poco nutritiva. Se excita con prontitud en aquellas que son propensas á este mal por las pasiones de la imaginación y por cualquiera emoción considera- ble, especialmente cuando es el efecto de una sorpre- sa; y de aquí la alegría repentina, el pesar ó el miedo, son muy á propósito para ocasionarlo. También se ha aabido que proviene de irritación y simpatía. La cons- 27 -210- tipacion y desorden severo del vientre, también ocasio- narán algunas veces parasismos histéricos muy penesos. DISTINCIÓN. Esta enfermedad se distingue fácilmente de la hi- pocondría por sus esfuerzos convulsivos, haciendo su ataque repentina y violentamente, porvenir acompaña- da de la sensación de una bola que sube hasta la gar- ganta; por la evacuación abundante de orina pálida, y por ocurrir en un periodo temprano de la vida. Al con- trario, la hipocondría es gradual en su aumento, pesa- da en sus progresos; ataca hacia la edad media: el aba- timiento de espíritu es constante y muy grande, y no hay parasismos convulsivos. El histérico se distingue bien de la epilepsia por el mayor grado de insensibili- dad durante los parasismos de esta última, por el sue- ño profundo que la sigue, por la ausencia de la risa, llo- ro, lamentos y otros síntomas arriba descritos. TRATAMIENTO.—Habiéndose notado buenos re- sultados en esta clase de enfermedad con el tratamien- to que se aplica á la hipocondría, á este deberá recur- rir el enfermo, añadiendo únicamente que por tres dias seguidos se pondrá la sábana húmeda por media hora, en seguida otra por dos horas: en los demás dias sigue el tratamiento indicado. INFLAMACIÓN DEL ESTOMAGO. SÍNTOMAS. Los síntomas que denotan esta enfermedad son, un dolor ardiente en la boca del estómago, que se aumejí- -211 ta en el acto de tragar; el lanzar todo lo que se come, el hipo con opresión y abatimiento de ánimo, y fiebre fuerte. El dolor es estremamente agudo, pero no se confina siempre exactamente á la región del estómago, porque se estiende algunas veces hasta las costillas fal- sas y muchas veces se pasa á las espaldas. Siempre es- tá muy adelantado por la menor opresión esterior, y el vómito es síntoma mas constante que el hipo. El pulso está frecuente, escaso, contraído, duro y algunas veces intermitente. La sed es grande y los intestinos están constreñidos. El enfermo padece ansia y un dolor agu- do que se dirige á la boca del estómago, que causa á veces el desmayo. CAUSAS. Estas son las mismas que las que producen la infla- mación de los intestinos. El tratamiento es el mismo que se dá para la inflamación de ellos. CÓLICO. El cólico es una pena aguda en los intestinos, princi- palmente cerca del ombligo, y muchas veces acompa- ñado de un ensanche penoso de toda la parte mas baja de los intestinos, con vómitos, estreñimiento y contrac- ción espasmódica de los músculos del abdomen. CAUSAS. Esta enfermedad es producida por varias causas, ta- les como frutas crudas é indigestas, purgativos violen- tos, lombrices, arenas ú otras combinaciones formadas en los intestinos. L 3 -212- TRATAMIENTO.—Cuando una persona se vea ata- cada de esta enfermedad beberá una gran cantidad de agua, y cuanto mas fría sea, mejor: con hielo surtirá me- jor efecto. A los primeros vasos bebidos suele arre- ciar un poco mas el dolor; no por eso ha de desistir, al contrarío, seguirá bebiendo y pronto esperimentará el alivio, el cual viene ó por vómitos en el acto de beber el agua, ó por diarrea. También sucede, que cuando el enfermo nota alivio sin los síntomas indicados, le en- tra un sueño profundo, y al despertar suele vomitar una gran cantidad de bilis y el mal completamente desapa- rece. ANEURISMA, O PALPITACIÓN DEL CORAZÓN. La palpitación es un movimiento vehemente é irre- gular del corazón. Algunas veces es vivo y fuerte, en cuyo caso se llama el latido del corazón: otras veces es suave y débil, y se llama entonces la vibración ó agita- tacion de dicho órgano. El salto del corazón contra la parte interior del pecho suele ser tan fuerte que se pue- de oír distintamente, y sacude la cama del enfermo con tanta violencia, que su pulsación se ha contado con so- lo mirar los movimientos de las cortinas de la cama. Muchas veces se encuentra la palpitación en la boca del estómago (que los médicos llaman la región epigás- trica) en cuyo caso parece que procede de algún inci- tamiento particular de una de las grandes arterias que pasan por aquella parte sin que el corazón sea afec- tado. -213- CAUSAS. Las causas no pueden siempre descubrise; pero pue- de ser simplemente un afecto nervioso que dependa de una irritabilidad excesiva de laswfibj?as musculares del corazón, ó de las arterias grandes; el efecto de un mal positivo en las mencionadas partes ú otra-. Sus causas ocasionales son las emociones violentas del ánimo, el es- treñimiento y otros males en los órganos digestivos; también el ejercicio excesivo del cuerpo ó ánimo. Mu- chas veces sigue al reumatismo agudo. TRATAMIENTO.—Lo primero que se debe aten- der es, indagar si la palpitación proviene de una debi- lidad general; si de la irritabilidad peculiar del sistema nervioso ó de la indigestión, ó de un estado aumentado (ó de otro modo desordenado) del corazón ó de sus ba- sos. En el primer caso deberá el enfermo darse me- dios baños de agua semi-tibia por veinte minutos, cuya temperatura irá bajando á los ocho dias, de modo que á los doce sea ya fría; beber un vaso ó dos en ayunas, y hacer ejercicio. Pero si el enfermo ^e cura en el vera- no, el agua deberá ser fria. En el segundo caso, el en- fermo tomará baños generales frios por diez minutos, tres á la semana, y los dias intermedios dos ó tres ba- ños de asiento frios; llevar constantemente la cintura abdominal, renovada tres veces al dia, y dos medias la- vativas. Cuando á este tratamiento la enfermedad no cediese, entonces se aplicará el siguiente: Por la maña- na se envolverá en la sábana húmeda por dos horas, y su baño frío por dos minutos á la conclusión del sudor; vendajes en el estómago y ejercicio: en el resto del dia se dá dos baños de asiento, y por la noche una loción por ocho minutos. En el tercer caso se, aplica el tra- tamiento últimamente descrito, añadiendo defensivos al corazón. Cuando la palpitación se ha desarrollado fuer- -214- temente y el enfermo sejhalla ya postrado, su curación con el agua es dificil, y solamente hallará alivio con los sudores de sábana húmeda, dos al dia. PARÁLISIS O PERLESÍA. La perlesía es una diminución ó pérdida entera del poder del movimiento y sensibilidad en ciertas partes del cuerpo, pero sin el sueño opresivo que acompaña á la apoplegía. Algunas veces solo los poderes del mo- vimiento voluntario están afectados, al paso que los de la sensación se ponen solamente un poco mas torpes; en algunas épocas las dos clases son igualmente entor- pecidas, y algunas veces varias de las facultades del ánimo participan de la debilidad, aunque no están tan completamente perdidas como en la apoplegía. SÍNTOMAS. La perlesía principia generalmente con una pérdida repentina y pequeña del poder del movimiento en las partes afectadas, la cual va precedida frecuentemente de un entorpecimiento, frió y palidez, y á veces de re- tortijones convulsivos. Cuando la cabeza está muy afec- tada, el ojo y boca se ladean hacia un lado, la memoria y juicio se empeoran y la palabra se pone confusa é inco- herente. Si la enfermedad afecta los miembros y ha sido de mucha duración, no solo produce una pérdida de mo- vimiento y sensibilidad, sino también una flojedad consi- derable y consumo de los músculos de las partes afecta- das. El progreso de la enfermedad es muy incierto, y depende mucho del estado del sistema nervioso al tiem- po del ataque. Si no hay ninguna debilidad crónica ú -215- otra condición mórbida del cerebro, el paciente se re- cupera prontamente en muy pocos dias; pero si dicho sistema ó alguna parte particular de él está en un esta- do enfermo, el paciente solo tiene alivio, no completa curación, y obtiene acaso el uso entero ó limitado del miembro inferior, al paso que el superior está inmoble, ó el paciente compelido á pasar el resto de una exis- tencia penosa con solo la mitad de su cuerpo subordi- nada á su voluntad. El estado paralítico de los miem- bros inferiores, depende de un afecto enfermo del espi- nazo, en sus huesos, ligamentos ó parte interna. En ta- les casos, no hay mas al principio que un ligero entor- pecimiento en los miembros inferiores, con una aparien- cia de inflexibilidad y dificultad en el movimiento de los músculos; estos síntomas se aumentan gradualmente, hay mucha dificultad para andar y una incapacidad en conservar el equilibrio del cuerpo, necesitándose la asistencia de un bastón ó brazo de un asistente; la ori- na fluye muchas veces en una corriente muy débil ó in- voluntaria. El vientre al principio está siempre estre- ñido; pero como el esfínter del ano pierde el poder de contracción, las cámaras al fin pasan involuntariamente. La enfermedad puede durar muchos años y al fin ter- minar favorablemente, ó el paciente desfallecer por un consumimiento general. CAUSAS. La perlesía es frecuentemente la consecuencia de un ataque de apoplegía, y todas las causas de apoplegía pueden ocasionar la perlesía, aunque ningún ataque apoplético actualmente la preceda. Dichas causas son la compresión del cerebro por la efusión de sangre, tu- mores ó endurecimiento de las membranas: las circuns- tancias que predisponen á dicha enfermedad son la edad avanzada, la corpulencia, el hábito gordo y lleno de sangre, el uso desordenado de vino y licores fermenta- -216- dos, el calor excesivo y todo lo que contribuye á anV jar y debilitar el sistema. TRATAMIENTO. —Cuando una persona se vea atacada de esta enfermedad, deberá empezar su cura- ción por los sudores en seco un mes y el baño por cin- co minutos, defensivos constantemente puestos en las partes afectadas: un chorro del grueso de un real ó un poco mas en dichas partes: esta aplicación no empeza- rá hasta los doce dias de sudores, por no esponerse á que el golpe del chorro le cause alguna fuerte impre- sión y le repita el ataque; y al empezar este baño los primeros dias serán de tres minutos, de dos varas de elevación, procurando tener defensivos en la cabeza, pecho y espaldas, para evitar la acumulación de la san- gre á estas partes: luego aumentará poco á poco el chorro hasta un cuarto de hora, una ó dos veces al dia. Concluido el sudor y baño se le pondrán los vendajes en las partes afectadas, y la cintura abdominal; hace el ejercicio que pueda: á las tres horas se dará un baño de asiento de veinticinco minutos, con los defensivos colocados en la cabeza &c; por la tarde repite lo mis- mo. Pasado un mes de esta aplicación, se dará los su- dores de sábana ¡iámeda y baño con el resto del trata- miento arriba dicho. Al mes suelen los paralíticos te- ner ya algunos movimientos, al segundo un notable ali- vio. Suele ocurrir la aparición de unos gruesos granos que supuran un pus demasiado pestilente: á estos solo se le pondrán los defensivos frios, y mucha limpieza: con esta erupción el enfermo recobra mas fuerza y brio en sus miembros paralizados. Agua bebida en abun- dancia, cuándo menos doce vasos al dia. Si la perlesía procede del cerebro ó déla médula espinal, entonces se aplicará el tratamiento siguiente: Sudor de sábana seca, y cuando empiece la traspira- ción durará media hora; luego el baño frió por dos minu- tos: á las cuatro horas baño de asiento de veinticinco -217- minutos; pasadas las mismas horas, baño de chorro de vara y media de alto sobre las partes laterales de la es- pina dorsal por tres minutos, uno sobre el cerebro, si de aquí procede, cinco sobre los miembros inferiores: á las dos. horas baño de asiento de veinticinco minutos, vendaje de dia y de noche y diez vasos de agua en to- do el dia. Con este tratamiento el enfermo suele sen- tir alivio, mas luego el mal se aumenta estraordinaria- mente y esperimenta mayor dificultad en el andar. A los tres ó cuatro meses suele aparecer una crisis que se manifiesta por granos ó abscesos, si procede de la es- pina dorsal; irritación fuerte en la cabeza si del cere- bro, ocasionándole también un poco de sordera: todo esto desaparece con el tratamiento. Si por casualidad le apareciese algún dolor en la cin- tura, y este fuere únicamente el que le importunase^ entonces seguirá este tratamiento: Sudor de sábana hú- meda por mañana y tarde, sin baño; este se lo dará un dia*sí y otro no, y en el dia intermedio sudor de sába- na seca con el baño frió por dos minutos, el baño do chorro indicado y el de asiento; cintura abdominal y doce vasos de agua por dia. Con esta aplicación cesa- rán los dolores, y el enfermo se creerá bueno. Estos son los síntomas que comunmente aparecen en la cura- ción de la perlesía, cuando procede de las partes ya in- dicadas, fíe dicho, que solo tienen alivio y no cura- ción completa, las enfermedades que dependen del ce- rebro ó de la médula espinal; pero este alivio propor- ciona al enfermo ventajas considerables que jamas con la farmacia pudiera obtener. SORDERA. Por sordera se entiende generalmente, la total inha- bilidad de oír ó distinguir los sonidos; pero aquí esta 28 -218- palabra significará ademas la dureza de oído, es decir, cuando esta facultad se disminuye de modo que solo se pueden oír con gran dificultad los sonidos articulados, ó que se necesite de la ayuda de algún instrumento. CAUSAS. La sordera por lo común se origina de algún defecto ó impedimento orgánico, ó de alguna relajación ó debi- lidad local. El defecto orgánico puede existir en la parte interior ó esterior del orificio, ó en la cabidad del oído. El orificio esterior se cierra algunas veces por una membrana preternatural que se coloca super- ficial ó profundamente en la cabidad esterior del oído: algunas veces se tapa á causa de haberse reunido algu- na cantidad de cerilla endurecida, ó por la introduc- ción de algún insecto ú otra materia estraña. La obs- trucción del tubo eustaquio es frecuentemente causa de un grado considerable de sordera: también puede na- cer de alguna úlcera ú otra cualquiera afección del tím- pano ó del estado de insensibilidad del nervio audito- rio ó de la superficie sobre que se estienden sus fila- mentos. Si el defecto existe en la cabidad interna del oído, rara vez puede conocerse su naturaleza con pre- cisión durante la vida, y aun dado caso que se conozca, rara vez admite remedio. La sordera que depende de debilidad ó relajación local, puede nacer de frió ó de haber estado por mucho tiempo espuesto á un ruido grande, varias especies de fiebres é inflamaciones, reu- matismo, dolores de cabeza y erupciones cutáneas re- petidas. TRATAMIENTO—El particular método curativo que se debe seguir ha de depender de la naturaleza de la causa que dá origen á la sordera, y por lo tanto se varia en casos diferentes. Algunas veces los niños na- cen con una membrana preternatural que cierra el ori- -219- ficio esterno del oído, y en este caso debe separarse es- ta membrana con una muy afilada navajita, cortar con* cuidado la telilla é introducir en la abertura una tienta de un tamaño regular, para conservarla constantemen- te abierta hasta que sane del todo. Si la dificultad de oír nace de que alguna poca de cerilla endurecida está detenida en el interior del oído, el paciente, ademas de la sordera, se quejará de rui- dos al tiempo de la masticación, á manera de martilla- zos. El medio mas propio y eficaz de estraer la ceri- lla endurecida, es jeringarse el oído tres ó cuatro ve- ces al dia con agua tibia hasta conseguir estraerla. Pa- ra este objeto se hará uso de una jeringa capaz de con- tener seis ú ocho onzas de agua, y la noche antes del dia en que se ha de hacer la operación se puede echar en el oído un poco de aceite común. Para estraer los gusanos ú otros insectos, se puede inyectar en el oído un poco de aceite amargo de cualquiera clase, el cual es muy fatal para estos animalejos. Uno de los mejo- res para este objeto, es el de almendras con infusión de tabaco. El pasage esterior del oído es algunas veces dema- siado estrecho para la admisión de la cantidad suficien- te de undulación sonora, y por consiguiente la sensa- ción auditiva es imperfecta. Si esto depende de la ma- la conformación del hueso, entonces es sin duda alguna incurable; pero si nace de la grosura de las partes blan- das de la cabidad del oído, se puede obtener gran be- neficio de introducir tientas, cuyo tamaño deberá gra- dualmente aumentarse de tiempo en tiempo, por cuyo medio se conseguirá dilatar el orificio, inyectarse tam- bién tres ó cuatro veces al dia con agua semi-tibia. La sordera que depende de erupciones ó úlceras que afectan el orificio esterno del oído, es por lo general curable. En estos casos, la serosidad que destilan los poros de la parte ulcerada se engrosa en el orificio, y no solamente impide la entrada al sonido, sino que ex- -220- hala un hedor intolerable. Para esto se deberá usar de inyecciones de agua semi-tibia, baños de asiento frios de media hora, dos al dia, baños frios de cabeza del mo- do que se esplica en el tratado de la "Oftalmia," y ca- da tercer dia sudor de sábana húmeda por dos horas, concluyendo con una loción, todo frió. Cuando la sordera se origina de enfermedad del tím- pano ó de la cabidad que está directamente bajo de él, de ordinario hay supuración, y la cura es la misma de que se acaba de hablar. La sordera nerviosa viene acompañada de varios sín- tomas en casos diferentes: muchas especies de ruidos en la cabeza, como el murmullo, el ruido que hace el agua cuando hierve, el de moverse las hojas de los ár- boles, el del viento &-C. Otras veces se queja el pacien- te de un ruido ó latidos que corresponde con el pulso, y que se aumenta con el ejercicio corporal en el mismo grado que la acción del corazón. El tratamiento mas eficaz para esta clase de sordera consiste en darse ba- ños generales, tres ó cuatro á la semana, se lavará bien cara y cabeza cuando esté en el baño, beber de ochoá doce vasos de agua al dia, ó mas; en los dias interme- dios darse sudores de sábana húmeda por hora y media, y concluir con una loción; baño de asiento de veinte mi- nutos, una lavativa y vendaje en el vientre y en su der- redor: también puede darse algún baño de nuca de ✓cuarto de hora. DOLOR DE OÍDO. TRATAMIENTO.—A veces este dolor está unido con una ulceración crónica en la parte interior ó este- rior de la oreja, en cuyo caso son muy útiles las inyec- -221- ciones de agua semi-tibia. A veces sucede una evacua- ción constante y fétida, que para que se retire necesario es darse fomentaciones continuas de agua caliente. "^^yyiip'-ir'^ HERPES O ZARPULLIDO. El zarpullido es una erupción de vegigüelas en pe- queños y distintos racimos con margen colorado, que se estienden en derredor del cuerpo'como un cinto; en breve se hace una variación de zarpullido que ocupa el tronco del cuerpo. SÍNTOMAS. Causa poca incomodidad, excepto la que proviene del calor y de la sarna, pero á veces está precedida y acompañada de un afecto constitucional ligero, como indisposición, dolor de cabeza, sed y desasosiego. Los primeros síntomas del mal local son, el calor, una pica- zón y titilación en alguna parte del tronco, el cual cuan- do es examinado se encuentra que está guarnecido de pequeñas manchas rojas de irregular figura, sobre cada una de las cuales se ven apiñadas una multitud de ele- vaciones menudas. En el espacio de veinticuatro ho- ras estas vegiguillas adquieren la dimensión de perlas pequeñas, están trasparentes y llenas de un fluido lim- pio. Durante tres ó cuatro dias sucesivamente nacen otros racimos con regularidad, esto es, casi en línea con las primeras, estendiéndose siempre hacia el espinazo por una estremidad, y hacia la tabla del pecho por la otra; mas comunmente pasando al rededor de la cintu- ra como media banda, pero algunas veces como un cin- turon al través de las espaldas. Las vegigas terminan - 222- en costras sutiles y oscuras, que caen hacia el decimo- cuarto ó decimoquinto dia. CAUSAS, En el verano y en el otoño es cuando con mas fre- cuencia la excitan las mas pequeñas causas, y especial* mente la esposicion al frío después de un ejercicio vio- lento. A veces está enlazado con indisposición consi- derable de los órganos digestivos. TRATAMIENTO.—Se dará un sudor de sábana hú- meda por la mañana de dos á tres horas, bebiendo agua de media en inedia hora, luego su baño semi-tibio, cuan- do el tiempo esté frío ó con alternativa de frió y calor; si por la tarde ó noche lo repite será mas pronto el ali- vio del enfermo: defensivos tibios en las partes afecta- das, frios cuando estas se hallen muy irritadas: dos ó tres lavativas diarias, beber mucha agua y privarse de andar en el sol. En cualquiera parte donde se halle el zar- pullido desaparece pronto con este seguro y eficaz tra- tamiento. ------------.«-rgr t o-» «»——------------ TÉTANO. El tétano es una contracción violenta y estensiva de los músculos, acompañada de tensión y rigidez de las partes afectadas. La contracción excesiva de los mús- culos se mantiene sin intervalos de relajamiento com- pleto, y por lo común sin relajación alguna; pero los po- deres de sensación y entendimiento no son empeorados. Todo el cuerpo ó parte de él puede ser atacado de es- ta enfermedad; algunas veces solo los músculos flexores están afectados, en cuyo caso el cuerpo se inclina rígi- -223- damente hacia adelante; en algunas ocasiones solo los músculos extensores son atacados; en tal caso el cuerpo está rígidamente encorvado hacia atrás, otras veces tan- to los músculos flexores como los extensores, son ataca- dos y el cuerpo está rígidamente derecho. Cuando los efectos se confian á los músculos de la quijada ó gar- ganta, se llama quijada cerrada. SÍNTOMAS. Esta enfermedad varia mucho en diferentes casos en la fuerza de sus síntomas y en el modo en que hace su ataque. Generalmente hablando, el principio del des- orden se anuncia por una sensación de tensión en las partes del cuello, la cual aumentándose el movimiento de la cabeza se hace penoso y hay una dificultad y do- lor en tragar, y también un dolor grave en la parte in- ferior del externon, que lanza otras hacia el espinazo; los espasmos de todos los músculos de cuello llegan á ser estremamente violentos, y con el espasmo de la bo- ca del estómago, recurren cada diez, quince ó veinte minutos; y al mismo tiempo que se aumentan los espas- mos, la contracción y rigidez de los músculos afectados se hacen mas fuertes, el vientre parece tan duro y ten- so como una tabla, y el cuerpo se inclina hacia adelan- te, hacia atrás ó hacia un lado, según los múculos prin- cipalmente afectados. En el periodo estremo de la en- fermedad los músculos de una misma clase se contraen tan poderosamente, que contrapesan la fuerza de los opuestos y fijan la cabeza y cuerpo en una posición de- recha é inmoble. Las contracciones musculosas en es- ta enfermedad están siempre acompañadas del dolor mas intolerable, y cuando el mal llega á su colmo una convulsión violenta generalmente pone fin á la miseria del enfermo. -2*4- CAUSAS. Las mas comunes son, rascaduras, laceraciones ú otros daños mecánicos. Parece también que la irrita- ción considerable de los órganos digestivos dá origen á esta enfermedad. Es de mas frecuente ocurrencia en los climas cálidos que en los templados, especialmente en las estaciones de calor de dichos climas y en los si- tios pantanosos. Los hombres sufren mas frecuente- mente que las mugeres, y los robustos mas que los dé- biles. TRATAMIENTO.—El tétano es una enfermedad peligrosa, y los médicos no están todavía acordes con respecto á los remedios mas eficaces. Sin embargo, es claro que el punto principal es el remover toda causa de irritación, y parece que lo mas propio para conse- guirlo es la administración de un medio baño frío por diez minutos, con frotación en el agua el primer dia por la mañana, y por la noche una frotación ó fricción con la sábana húmeda hasta quedar el cutis encarnado. Al segundo dia se echará una lavativa por la mañana, dán- dose en seguida un sudor de sábana húmeda por un cuarto de hora, que concluido se pondrá otra sábana por dos horas y media, bebiendo agua poco á poco de cuarto en cuarto de hora, y al último el baño frió por dos ó tres minutos; pasadas tres horas se dará una fric- ción con la sábana húmeda, y estando el cutis encarna- do se dará un baño de asiento de veinticinco minutos con Vendaje en la cabeza, que descienda hasta el espi- nazo; por la tarde repite la misma operación: agua be- bida de ocho á diez vasos. Cuando el enfermo sienta alivio suprimirá el sudor por la tarde. -225- REUMATISMO DE LOS LOMOS. Las causas y régimen de esta enfermedad están es- plicadas en el artículo Reumatismo. Puesto que es ne- cesario en una obra popular ser tan claro y esplíci- to cuanto sea dable en dar direcciones para la cura- ción de todas las formas diferentes de este mal, siem- pre diré un poco de los remedios que son aplicables á esta variedad de afección reumática. Una de las aplicaciones mas eficaces parala curación del reumatismo grave de los lomos, es darse dos sudo- res de sábana húmeda de tres horas cada uno, por ma- ñana y tarde, y concluir con una loción de agua semi- tibia. Esperimentando el enfermo alivio con este tra- tamiento, minorará una hora de sudor: cada tercer dia se dará un baño tibio por media hora. Si el reumatismo es crónico, se aplicará el tratamien- to descrito en la Gota crónica. LLAGAS PÚTRIDAS DE LA GARGANTA. Las llagas pútridas ó malignas de la garganta se di- ferencian de la angina común, en que están acompaña- das de un encarnado carmesí mas oscuro en la gargan- ta, ulceraciones de una apariencia sucia oscura, mayor debilidad general, y en que la calentura que las acom- paña es maligna. Es también generalmente contagiosa y frecuentemente epidémica. SÍNTOMAS. Los síntomas de esta enfermedad son numerosos y complicados, pero el ataque se diferencia á menudo 29 -226- muy poco de la calentura simple, quejándose el pacien- te del cansancio, abatimiento de espíritu, mareos y ca- lofríos alternados con bochornos de calor; el pulso es frecuente y el respirar mas ó ménos apresurado. Lue- go se siente una sensación de tesura en el cuello, con ronquera de voz y dolores de garganta; cuando se mi- ran, aparecen todas la fauces internas de un color en- carnado vivo; este se muda luego en un encarnado os- curo, y se entremezcla con un número de manchas de un color entre ceniciento claro y moreno oscuro. En algunos casos, la primera apariencia que toma la gar- ganta (propiamente hablando las fauces) es el de una mancha larga blanquecina, rodeada de un margen co- lorado; la mancha luego se hace una escara esten- sa. La lengua está cubierta de una piel morena grue- sa; lo interior de los labios está rodeado de vegiguitas, y se destila por la boca y ventanas de la nariz una ma- teria acre, sutil, que desuéllalas partes inmediatas;hay á menudo diarrea, y algunas veces una evacuación cons- tante por el ano de un fluido que desuella: acompa- ña una calentura considerable, con una irritación ó au- mento manifiesto por la tarde, un pulso delicado, fre- cuente é irregular, abatimiento de fuerza, estupor ó de- lirio; no obstante, á menudo, aun cuando la enfermedad termine fatalmente, el paciente se ve libre de estos sín- tomas, y continúa andando de un lado á otro hasta al- gunas horas antes de su muerte. Hacia el segundo ó tercer dia aparece cerca del cuello y cara una erupción de color carmesí, y por grados se estiende sobre todo el cuerpo: después de continuar como cosa de cuatro dias, desaparece con una escamadura del pello esterior. Pero sucede algu- nas veces, que las llagas pútridas de la garganta se pre- sentan sin ninguna erupción en la cutis, lo que en gene- ral es una ocurrencia nada favorable. En los casos peo- res la escara corroe mas y mas cada vez y se estiende por todo el canal alimenticio ó la traquea, el tubo ó ca- -227- nal alimenticio incluye la superficie interna de la gola, estómago é intestinos: esto es, todo el espacio desde el principio de la gola hasta el ano. Los síntomas de irri- tación continúan en aumento, sobreviene una mortifica- ción incipiente, llega una diarrea seca y el paciente es- pira. La muerte sucede generalmente antes del sépti- mo dia, y á veces al tercero ó cuarto. Si la respiración está muy afectada, proviene de la in- flamación que se estiende á la traquea, la que es favora- ble. El delirio grande nos dá á conocer que la inflama- ción se ha estendido hasta el cerebro. El color florido de la erupción en la cutis, con una difusión uniforme y esca- madura abundante, es favorable. Cuando la enfermedad dá una vuelta favorable, el semblante comienza á perder aquella espresion peculiar tan característica de las peo- res formas de la enfermedad; el pulso se pone mas fuer- te y ménos frecuente, el respirar mas libre; la cutis, por estar socarrada se hace suave y á menudo húmeda, es uno de los síntomas mas favorables: el aumento por la tarde ménos remarcable, y la evacuación de los intesti- nos y ventanas de la nariz ménos acre, si es que con- tinúa. CAUSAS. Provienen generalmente de un contagio específico. Las principales predisponentes son, un hábito débil y relajado del cuerpo; la infancia, el estado húmedo y ca- liente de la atmósfera, y la estación del otoño. Los adultos, como ménos propensos á ellas, las padecen ge- neralmente en una forma mas suave. A veces es epidé- mica y puede durar pocos meses: cuando en su prime- ra apariencia es mas fatal, se suaviza gradualmente has- ta que hacia el fin de la epidemia apenas está acompa- ñada de ningún peligro. TRATAMIENTO.—Lo primero que se debe pro- curar es el aseo, aire puro y ventilación libre. Un caso -228- ya desauciado, que tuve de esta enfermedad, fué cura- do en cuatro dias con el tratamiento siguiente: Al prin- cipio se le repiten las sábanas húmedas de cuarto en cuarto de hora hasta seis, estando en la última dos ho- ras, con el baño de tina tibio por seis minutos; llevar constantemente vendajes, los primeros tibios, luego fríos, en derredor de la garganta: al segundo dia tres baños de asiento semi-tibios de media á una hora, durante los cuales se le humedecía el cuerpo con lienzos húmedos tibios, haciendo gárgaras muy á menudo, cuatro lavati- vas frías al dia y beber abundante agua. El tercer dia? en el cual el enfermo se hallaba ya fuera de peligro, se le aplicaron dos sudores de sábana húmeda por dos ho- ras cada uno por mañana y tarde, y una loción semi-ti- bia alo último: lavativas y vendajes lo mismo. Al cuar- to dia el enfermo entra en eonvalescencia, pero sin de- jar dos baños de asiento casi frios al dia, lavativas y vendajes, con las gárgaras. Con este tratamiento que- dó el enfermo completamente bueno, habiéndole el mé- dico dado la sentencia de muerte. VOMITO DE SANGRE. El vómito de sangre es una evacuación de sangre del estómago, y por lo general es precedido de afecciones de este órgano y sus cercanías. Por lo común se sien- te una especie de dolor y desazón en el costado izquier- do, con ansiedad y opresión de pecho. La sangre que se depone por lo general es de un color oscuro, grumo- sa y á menudo mezclada con algo de lo que contiene el estómago. Puede atacar á personas de hábito pictóri- co y constitución robusta; pero ataca mas comunmente á los débiles y que tienen algún defecto en los órganos de la digestión. -229 CAUSAS. Cualquiera cosa que desordena las funciones del es- tómago ó produce obstrucción interna, puede ocasionar esta dolencia; parece que las causas mas frecuentes son el pesar ú otras pasiones violentas y depresivas, consti- pación, con especialidad si se verifica en personas de estómago particularmente irritable; golpes en la región del órgano afectado; hábito pletórico, combinado con un modo intemperado de vivir. DISTINCIÓN. En general se distingue fácilmente de los esputos sanguíneos, en que en este caso la sangre se arroja con vómito y es. de un color de chocolate oscuro. También está por lo general mezclada con algo de lo que contie- ne el estómago. Por el contrario, en los esputos san- guíneos el fluido sale del pulmón y se arroja con el es- puto ó tos, y es de un color encarnado claro. TRATAMIENTO.—Si esta enfermedad ocurre en personas de hábito pletórico y que poseen robustez, es conveniente la aplicación de baños generales tibios por medias horas, seis ú ocho dias seguidos; luego los sudo- res de sábana húmeda por dos horas, y el baño de tina semi-tibio por cuatro minutos: en el resto del dia un ba- ño de asiento de veinte minutos, con defensivos en el estómago, dos medias lavativas y un medio baño por la noche semi-tibio: los vendajes en el estómago, vientre y en su rededor serán frios; lo mismo el agua de los ba- ños luego que hayan pasado seis dias de tratamiento, que irán poco á poco bajando la temperatura hasta lle- gar á ser frios. Con esta aplicación va disminuyendo poco á poco el vómito, y aparece un ardor en el bajo vientre y las ingles, el cual desaparece con los baños de -230- asiento frios, vendajes y lavativas: el agua bebida es de mucha importancia. Si el vómito de sangre ataca á personas delicadas y que padecen de debilidad y desarreglo en el estómago, en este caso el objeto debe ser disminuir la irritación de estas partes por medio del tratamiento que se apli- ca á las personas de hábito pletórico, con la diferencia que á estas debe dárseles el agua fria desde el tercer dia, y un baño de piés de cinco minutos cada segundo dia. HIPO. El hipo es un asimiento convulsivo de los músculos de la respiración, acompañado de una inspiración sono- ra y que vuelve á intervalos cortos. Aunque la acción espasmódica en este mal existe principalmente en la diafracma. el asiento principal de la enfermedad es el estómago. La causa ordinaria pre- disponente es la debilidad y algún estímulo accidental el que lo excita. El exceso de alimento, con especia- lidad en estómagos débiles, es á menudo un estímulo su- ficiente, y de aquí la frecuencia de este mal entre los infantes. También es producido por la agrura, lombri- ces, opresión esterna en el estómago y por comer muy de prisa. TRATAMIENTO.—Este mal se cura por sí mismo en los casos ordinarios, y si no cede se dará esta apli- cación: Un vaso de agua en ayunas bebido poco á po- co, luego baño de asiento de veinticinco minutos con defensivos; en seguida sudor de sábana húmeda por ho- ra y media, vendajes tibios en la cabeza, que descien- -231- dan hasta la nuca y en el vientre; de tres en tres diaa baño frió general, y una hora antes de acostarse baño de piés por ocho minutos. ICTERICIA. La ictericia se denota por la amarillez de los ojos y cutis, las cámaras algo blancas ó de color de arcilla y la orina del de azafrán, la cual cumunica un tinte de es- te color. SÍNTOMAS. Principia con lasitud, inactividad, pérdida de apeti- to, sabor amargo en la boca, abatimiento de brios y es- treñimiento ó diarrea. Según adelanta en sus progresos, el cutis y los ojos llegan á ser de color amarillo muy su- bido: en el cutis hay un calor y picazón; la nausea, el vó- mito, un sentido de inquietud ó dolor en los intestiuos y en el costado derecho, con otros síntomas de indiges- tión. Las cámaras son del color de arcilla, blancas ó morenas; el pulso generalmente está flojo, aunque algu- nas veces se pone muy vivo y permanece así, particu- larmente cuando el dolor es agudo y existe un calor fe- bricitante y sequedad en el cutis. Cuando la enferme- dad es de mucha duración y procede de algún afecto crónico del hígado ó de los órganos mas cercanos al ab- domen, está muchas veces acompañada de hinchazones hidrópicas, y algunas veces de la hidropesía del vientre. Debe notarse aquí, que hay dos clases de ictericia, á saber, amarilla y verde. En la primera, el cutis y lo blanco de los ojos están mas ó ménos tinturados de co- lor amarillo, y en la segunda de color verde mas ó mé- nos mezclado de amarillo, pero el verde es muy predo- minante. -232- CAUSAS. Las mas frecuentes son, la opresión de los cálculos biliarios en \:\ vegiga de la hiél y sus conductos; una contracción espasmódica en los mismos; la opresión so- bre el canal por medio de heces endurecidas, de tumo- res de los órganos mas inmediatos, ó por hinchazón de las glándulas; una secreción supérflua de la bilis, un des- orden general y grave de los intestinos y demás órga- nos digestivos. El estreñimiento y los intestinos carga- dos son causas frecuentes, las que pueden ser produci- das por la enfermedad del riñon derecho ó de la del pulmón del mismo lado. La enfermedad está muchas veces muy unida con una irritación en la superficie in- terior de los intestinos, en cuyo caso el hígado no esta- rá muy afectado. El modo de vivir sedentario ó irre- gular la producirá, especialmente el uso continuo de los licores espirituosos, y también la mucha agitación de espíritu. TRATAMIENTO.—Por la mañana se dará un baño de asiento de media hora, en seguida sudor de sábana húmeda por hora y media, el cual repetirá por la tar- de; defensivos tibios al vientre, tres lavativas diarias; por ocho dias seguidos serán los sudores húmedos, otros ocho los en seco: estos serán de dos horas y media, tam- bién con su baño de tina por tres minutos; beber mu- cha agua, principalmente en ayunas. También puede darse algún baño general, mas entonces suspenderá el tratamiento. Acontece sobrevenir deposiciones muy sueltas, fétidas y blanquecinas: este es un síntoma muy favorable. -233- DE LA INDIGESTIÓN O DISPEPSIA. La indigestión es un desorden del estómago y primeros intestinos, y sus síntomas mas notables son, la dificultad de digerir el alimento, sensación de opresión ó incomo- didad después de comer, apetito caprichoso y deficien- te, y estitiquez. Es esencialmente una debilidad del es- tómago é intestinos menores, aunque la debilidad y des- orden de las funciones se estienden frecuentemente al hígado, páncreas y otros órganos asociados en la diges- tión perfecta de la comida. SÍNTOMAS. Una sensación de ensanche ú opresión después de comer, erupciones acres, constipación é incomodidad en el vientre, algunas veces diarrea; lengua cubierta, disminución de apetito y fuerza, flatulencia, cursos des- coloridos, ya sean verdes, negros ó demasiado blancos; nauseas, dolor de cabeza, algunas veces vómitos bilio- sos, palpitación de corazón, dolor en la boca del estó- mago y hacia el lado derecho, y depresión de espíritu. No obstante, no siempre se presentan en la indigestión todos estos síntomas; pero bajo cualquiera forma y por cualquier causa que ocurra la enfermedad, hay un gra- do considerable de desfallecimiento y de debilidad ge- neral; el ejercicio ú ocupación de cualquier género fa- tiga pronto; el pulso es débil, el sueño desasosegado, los miembros están frios ó se ponen así á la mas ligera oca- sión, y casi siempre se siente una sensación de ensan- che y opresión, erupciones acidas, nauseas, dolor de ca- beza é hinchazón de complexión. Hay con frecuencia una gran parte de calor general, calentamiento, bochor- nos en la cara, sequedad en la boca, debilidad en las ro- dillas y un estado seco roñoso de la superfice general del cuerpo. 30 -234- Estos síntomas se llaman ahora muy comunmente bi- liosos,y cuando toman un carácter severo y obstinado se refieren á menudo á la enfermedad del hígado, y se llaman una enfermedad del hígado; pero hablando gene- ralmente, estos son nombres muy impropios para la en- fermedad, pues aunque la secreción biliaria es aquí á menudo escasa en calidad, ó deficiente en cantidad, es por la mayor parte una afección secundaria y simpáti- ca dependiente de la debilidad y desorden del estóma- go y vientre, que es el sitio primero y principal de la enfermedad. Ademas, la indigestión puede continuar por un largo periodo y ser de una descripción muy se- vera, sin que exista ninguna desorganización en el híga- do ó en cualquiera de los otros órganos digestivos: el hecho verdadero es, que la indigestión es un desorden frecuente y la enfermedad del hígado comparativamen- te poco común. CAUSAS. Todo lo que debilita el sistema general ó el estóma- go en particular, puede ser una causa; tales son una in- dulgencia excesiva en los fluidos calientes relajantes, como té y café; una indulgencia igual en las cosas esti- mulantes y acres, como espíritus ardientes, tabaco, áci- dos y rapé; un hábito diario de dilatar el estómago por comer y beber mucho; una sobriedad rígida y prolon- gación muy larga de las horas de desayuno; masticación imperfecta y comer demasiado de prisa; una vida indo- lente ó sedentaria, y el estado habitual exhausto por un estudio vehemente. El pesar y la ansiedad son causas frecuentes y poderosas. El fundamento de este mal es á menudo establecido en la infancia y juventud por el empleo del mercurio, práctica totalmente innecesaria, pero que es muy en moda el aplicar esta medicina que tan graves perjuicios ocasiona. Y Cuando el paciente ha evadido con fortu- na su uso frecuente, ha probado ser una causa directa -235- de indigestión en los periodos mas avanzados. El mer- curio es un estimulante fuerte y peculiar de los órga- nos digestivos, y cuando se repite con frecuencia dismi- nuye sus fuerzas naturales y ejerce un efecto que aba- te y aflige fuertemente todo el sistema nervioso. TRATAMIENTO.—Las indicaciones de trato son, primero, el dejar cualquiera causa que haya servido de fundamento á la enfermedad, después paliar los sínto- mas que agravan y continúan el mal; y últimamente res- tablecer los órganos debilitados y todo el sistema á su propio tono. Los primeros y mas importantes pasos que se han de dar para la cura de la indigestión es, re- mover aquellas costumbres y ocupaciones que hayan dado lugar á la enfermedad, y continúan agravándola, hasta que se haya efectuado esto se hallará que los re- medios son de poco provecho. Si el paciente vive es- clavo del lujo, le será preciso abandonar los hábitos fre- cuentes de disipación, dejar de comer con demasía, se- pararse de la indolencia y de las horas tardías, y volverá seguir los pasos por los que se habia desviado de la ¡sim- ple naturaleza, aficionarse al campo, al aire puro, á un ejercicio moderado, á levantarse temprano, á una dieta simple, á la sociedad de amigos escogidos y de buen trato social, y á ocupaciones agradables. El hombre aficionado á un estudio continuo, es preciso que en gran parte se deje de sus libros. El artesano desfallecido ó el mercader, hallarán indispensablemente necesario dis- frutar del descanso; el bebedor ha de disminuir mucho sus bebidas, especialmente de espíritus ardientes; y to- dos los que padecen dispepsia se han de ejercitar libre- mente al aire fresco, levantarse temprano, buscar con- versación agradable y observar cuidadosamente una dieta exacta y moderada. Al esforzarse á paliar los síntomas urgentes, se ha de poner particular cuidado en evitar la constipación, la flatulencia, la agrura mórbida y el estado sobrecargado -236- del estómago. Para este objeto se dará el trato siguien- te: Tomará en ayunas un vaso de agua bien fría; esta toma suele producir alguna pequeña incomodidad á los que padecen este mal: no por eso deben desistir pues es un síntoma precursor de alivio. Cuando el agua be- bida en ayunas les cause desagrado, deben beber otro, y si existe algún depósito de bilis suelen vomitarla; pa- sada media ó una hora se dará un baño de asiento de media hora, en el cual se frotará el vientre con la ma- no, luego una lavativa: en el resto del dia se dá dos ba- ños de asiento mas y otra lavativa: con este tratamien- to y el de arriba descrito, pronto el enfermo recobrará su salud, al cual añadirá vendajes tibios por diez dias, luego frios. Mas si el enfermo con todo lo dicho y por él practicado no tuviere alivio notable á los veinte dias, seguirá el trato siguiente: Agua bebida en ayunas, lue- go sudor de sábana húmeda por hora y media y su ba- ño frío por tres minutos, vendajes tibios al estómago, dos lavativas diarias, dos baños de asiento y un chorro de vara y media de elevación por tres minutos sobre el espinazo y sus partes laterales. Para paliar la flatulencia, el enfermo acudirá al trata- do de "Flatulencia." --^» O-fr SÍFILIS O HUMOR GÁLICO. Son varias las enfermedades que sufre el paciente, sin saber cuál sea la denominación de su mal: este no es así; muy pronto el enfermo la conoce y comprende, y procura por todos medios verse libre de tan pesada herencia. Esta es una consecuencia legítima del vicio, del desaseo, inmundicia y una constante disipac on. De aquí resulta un conjunto de males, que en vano el pa- -237- ciente intenta desviar. Una vida importuna y fastidio- sa, incómodo para sí é impertinente para los demás, in- virtiendo en su curación el sudor que por largos años corrió por su rostro, este es el fruto funestísimo de tan amargo manjar. Mas al que por falta de precaución alguna, arrastrado por una fuerte pasión que no supo dominar, ó por cualquier otro incidente se vea obse- quiado de un ramillete compuesto de varias y distintas flores, esto es, destilando por diversas partes de su cuer- po materia ó abiertas sus carnes con dolorosas llagas, se aplicará el método siguiente: Si el mal está en su origen y se notan algunas Magüi- tas, se las lavará á menudo con agua tibia, bebiendo bastante agua al dia y dos lavativas diarias. Mas si él mal está muy avanzado, se aplicará los sudores de sá- bana húmeda por dos á tres horas con defensivos tibios en las partes afectadas; el baño después, del sudor se- rá también tibio, dos baños de asiento en el dia y un sudor húmedo por la noche. Con este tratamiento lo- grará el enfermo alivio, como lo he visto por espe- riencia. Si el humor gálico ha subido á la garganta aparecien- do en forma de úlceras, algunas manchas sifilíticas se manifiestan en el pecho, vientre, espaldas &c, se dará el siguiente tratamiento: Se envolverá el enfermo en una sábana húmeda con cuatro frazadas, y cuando em- piece la traspiración se desenvolverá y entrará en el baño por cinco minutos, cuya temperatura sea de 26 grados del centígrado: luego ejercicio, bebiendo un va- so de agua cuando se haya desarrollado el calor: esta operación empezará á las cinco de la mañana; á las on- ce, baño de asiento de veinticinco minutos, frío; á las cinco de la tarde nuevo sudor de sábana húmeda, y cuando empiece el sudor se mete en el baño de agua apenas quitado lo frió: diez vasos de agua en todo el dia. Suele generalmente aparecer üñ dolor bajo de la lengua á los diez y ocho ó veinte dias, con muy poco -238- alivio: luego se dá dos sudores por la mañana, uno á las cinco sin baño, el otro á las once con baño; otros dos por la tarde del mismo modo que en la mañana: á las tres horas del último sudor, un baño de asiento de vein- ticinco minutos. El dolor debajo de la lengua suele se- guir, y á veces impide el poder comer y fumar. El en- fermo toma entonces tres sudores por la mañana y tres por la tarde, los dos primeros de media hora, el último de dos horas y media; por la tarde se dá el baño de chorro de una vara de elevación por cinco minutos. Si por casualidad el chorro le provocase tos, se suspende y entonces se dá cuatro sudores por la mañana, cuatro por la tarde: el primero será de diez minutos, el segun- do de cuarto de hora, el cuarto de dos horas y media con su baño de agua quebrantada por diez minutos, fro- tándole todo el cuerpo en el baño. Si el enfermo su- friese alguna grave alteración, entonces los sudores se reducirán á dos por la mañana y dos por la tarde. En derredor de la garganta llevará siempre el vendaje, que se renovará cuatro veces al dia: si el régimen del cuer- po no está muy corriente, se echará tres lavativas dia- rias: si lo está, dos. Con este tratamiento desaparecen las dolencias, las llagas disminuyen, el apetito se abre y el alivio sigue en aumento. Cuando esta clase de enfermos han tomado irereu- rio, la curación empezará por los sudores en seco, dán- dose ocho seguidos. Y es de advertir, que aquellos en- fermos que han sido mal tratados con el mercurio, cu- ran mas pronto y con mejor éxito. Al darse los prime- ros sudores suelen salir las sábanas y vendajes de un color aplomado, y en la pieza donde se los dan no se puede tolerar la hediondez, que se hace preciso tenga una libre traspiración. -239- DK LA INSANIA O ENAGENA, O ENAGENAMIENTO MENTAL. Hay dos estados de insania: el uno es señalado por una conducta desenfrenada por la irritabilidad excita- da en el paciente, en la continuación estravagante de alguna cosa real ó imaginaria qué causa su propia per- dición, la molestia de sus amigos, y le conduce última- mente si encuentra oposición á sus deseos desordena- dos, á cometer hechos de estrema violencia. Esta for- ma es la que muchos llaman manía ó locura, y otros la forma alta ó grave de la insania. El otro estado es señalado por una melancolía no co- mún, que algunas veces llega hasta la desesperación, al aborrecimiento de la vida y á todo lo que esté unido con ella, acompañada demasiadas veces de un esfuerzo incorregible del enfermo para librarse por sí mismo de sus desgracias reales ó imaginarías. Esta es la melan- colía según algunos autores, y la forma baja ó débil se- gún otros. Por esta división se verá que el enagena- miento mental se divide generalmente por los médicos en furor y melancolía; y por lo mismo diré algo separa- damente sobre cada uno de dichos puntos, pero será prudente hacer antes algunas observaciones sobre cier- tas circunstancias que son igualmente aplicables á am- bas formas de insania. CAUSAS. Las causas de esta enfermedad son, el estudio inten- so, especialmente cuando los esfuerzos del ánimo se di- rigen mas esclusivamente en una sola dirección; la em- briaguez, la prostitución, el ascendiente excesivo de las pasiones facticias, como el interés propio, la ambición, orgullo, avaricia, una disposición hereditaria, el parto, las irregularidades mensuales, la epilepsia, (origen fruc- -240- tífero) y el abuso del mercurio &c. Las pasiones y perturbaciones que son mas productivas en dicha en- fermedad son, el amor, el temor, el espanto, la rabia, la ambición, vicisitudes de fortuna, y la mayor de todas, las vejaciones ó disensiones domésticas. La combina- ción de causas morales y físicas es mas comunmente el origen de la insania, que cualquiera de las demás cau- sas por sí solas. Algunos médicos consideran que las causas morales predominan mucho en número y en fuer- za sobre las físicas: otros, que las enfermedades corpo- rales son el fundamento principal de la insania en la mayor parte de los casos. Bien sea que el enagenamiento tome la forma de fu- ror ó melancolía, proviene mas de la disposición de la complexión de la persona afectada, que de la naturale- •. za de la causa ocasional, pues las causas arriba mencio- nadas son igualmente aplicables á las dos formas del mal, y producen algunas veces una, y otras veces otra. Las causas de la insania no obran siempre directamen- te sobre el cerebro; al contrario, están muchas veces consumiendo algún órgano distante. Los primitivos si- tios del mal son, los sistemas nerviosos, sanguíferos y lim- fáticos, los órganos digestivos ó generativos. M Pinel, médico francés muy distinguido y autor sobre esta enfer- medad, atribuye la causa inmediata, en casi todo caso, á un estado desarreglado del estómago y otros órganos digestivos, en los cuales supone que la enfermedad dá principio; y afirma, que el afecto del cerebro y de las facultades es subsiguiente á los síntomas de la irrita- ción interior y enteramente dependiente de ellos. La enfermedad es continuada, intermitente ó remi- tente. Un cierto cambio del semblante, con un sentido de lasitqd general; el sueño, el apetito natural, blandu- ra del cutis, una ejecución libre de las secreciones y excreciones y un retorno de sentimiento moral, indican un recobro muy próximo, que será perfecto si el pa- ciente al recobrar el juicio reasume sus usuales afee- -241- tos, hábitos y carácter general. Pero si al contrario, el sueño, el apetito, las secreciones y excreciones vuelven á su estado natural de salud, sin que haya una mejoría correspondiente en el espíritu, es probable que la en- fermedad pase á un estado crónico ó de fatuidad. La época de la vida mas favorable para la cura de esta en- fermedad, es entre la edad de veinte á treinta años; des- pués de la edad de cincuenta años no hay mucha espe- ranza. El furor se cura mas veces que la melancolía. En todos los enagenamientos del espíritu, si no hay apariencia de alguna enfermedad corporal, la cura no tendrá grado de probabilidad. ■-TSM-O-i-^n DEL FUROR. SÍNTOMAS. Una apariencia alterada y peculiar de los ojos, que parece van á saltar afuera tan furiosos como los de una fiera; cambios rápidos y sucesivos de las facciones; vi- gor inusitado, y agitación estraordinaria en todos los poderes musculares; falta de susceptibilidad para per- cibir los estremos de frió y calor; insensibilidad del cu- tis, estómago é intestinos, de lo cual origina un estreñi- miento obstinado; falta de sueño, los espíritus muy exal- tados, la imaginación equívoca, el hablar, cantar y gritar &c; incesantemente lenguaje y gestos obscenos; algunas veces un dolor excesivo que se denota por el cambio fre- cuente de la postura, ó por darse golpes en la frente, pe- cljo, estómago, costados ó vientre; eruptaciones de aire del estómago de un hedor muy peculiar; la orina muy 31 -243- colorada y el delirio. El cutis está seco, áspero y frió» algunas veces traspiraciones parciales, viscosas y frias; el aliento cálido y ofensivo; la respiración apresura- da. El periodo de ataque mas común es entre las edades de diez y ocho á cuarenta años. El furor fre- cuentemente termina en melancolía. TRATAMIENTO.—Una de las primeras cosas que se ha de hacer en todos los casos de la insania, cual- quiera que sea la forma en que aparece, es separar al enfermo de sus amigos y casa, pues dicha mudanza con- duce siempre á la mejoría; y si se puede separar de su pais natal á otro, mucho mejor, pues con facilidad reco- bran prontamente su razón. El ejercicio juicioso de las facultades conduce mucho á la mejoría. Esto debe ha- cerse excitando la atención del paciente, con presentar nuevos objetos á su contemplación; conceder, en algu- na parte, á su alucinación. Si se puede ganar su con- fianza por dichos medios, la probabilidad de la cura es mas cierta. Las pasiones han de ser manejadas cuida- dosamente. Las pasiones y perturbaciones orgullosas y rebeldes han de ser avasalladas y puestas en sujeción, al paso que las tímidas y melancólicas deben ser ani- madas, inspirándole confianza. Algunas veces es pro- pio sustituir una pesadumbre verdadera por una imagi- naria. El viajar es frecuentemente muy útil, así corno el ejercicio corporal y activo. Todo maniático debe tener constante empleo. A este método de vida podrá añadir los baños frios dos veces á la semana, y los dias intermedios darse el baño de chorro sobre todo el cuerpo por diez minutos, un sudor de sábana húmeda por hora y media con su baño de cinco minutos, defensivos frios en la cabeza y un baño de asiento de media hora. Las abluciones son muy útiles. A veces suelen curar muy pronto cuando la insania ha sido producida por alguna enfermedad, dán- dose un medio baño tibio de tres hasta ocho horas, re- -343- novando él agua cada media hora de modo que conser- ve siempre una misma temperatura. Durante el baño, se le echará de minuto en minuto un vaso de agua del baño sobre la cabeza: acontece sobrevenir algunos ca- lofríos que se disipan por sí mismos; también variar de semblante y modo de mirar, que antes no tenian, sínto- mas todos de un éxito feliz. Han sucedido casos, que á las nueve horas de estar en el agua hayan recobrado la razón: larga y penosa es la aplicación, ¿pero qué no de- berá hacerse para dejar de ser aun casi inferior al bru- to? Cualquiera sacrificio nada es en comparación de estado tan fatal. . También se aplica este baño á toda clase de insania por cinco ó seis dias: luego el otro tra- tamiento arriba descrito. DE LA MELANCOLÍA. SÍNTOMAS. Los síntomas de esta enfermedad son, una apatía grande, una disposición obstinada de hablar constante- mente sobre algún asunto triste, la somnolencia, un si- lencio pertinaz y otros síntomas de un exceso mórbido de pensar; las niñas del ojo están dilatadas con una mi- rada peculiar, torpe y turbia, empleada muchas veces en una mirada fija, insensible y vacía: un temblor ner- vioso, general y débd de los poderes musculares; una solicitud ansiosa é importante acerca de incomodidades pequeñas con respecto á la salud del paciente, el amor de la soledad, temor de la muerte y del castigo eterno. En general, hay síntomas bien marcados de la indiges- tión, tales como la cara pálida, la vista oscura, la circu- -344- lacion lánguida, el apetito perdido, la lengua sucia, las noches desasosegadas y algunas veces acompañadas de fiebre, debilidad y suspiros continuos. Frecuentemen- te hay un relajamiento del cráneo. La melancolía ra- ra vez ataca á los jóvenes y atléticos, y es mas común después de los cuarenta años. Las causas generales ya se han indicado. La debi- lidad, con desorden de algún órgano del abdomen, co- mo el estómago ó canal intestinal, es el fundamento usual de esta forma de la insania. TRATAMIENTO.—El sitio de retiro y seguridad será claro, airoso, agradable y alegre; se debe prestar la misma atención á la limpieza del enfermo, y en pro- porcionarle la evacuación de la orina y cámaras regu- lares, lo mismo que se aconseja en el furor. La cura de esta enfermedad debe ser la misma que la del furor, excepto el medio baño tibio: interpolará baños genera- les, de cuyo remedio ha resultado mucho beneficio. El ejercicio debe ser muy activo, y todo empleo tan dife- rente como sea posible á la ocupación anterior que te- nia el enfermo, y á la materia predominante de su con- versación ó pensamiento. El viajar y el empleo cons- tante, son igualmente aplicables en la melancolía y fu- ror, y dignos de mucha atención. La firmeza del asistente, con una conducta suave y agradable, ha hecho maravillas; pero es preciso que se mantenga una autoridad, aunque á veces debe emplear- se la severidad para este intento: sin embargo, será ra- ra vez necesario excederse de un justo medio. El asis- tente debe aprender á gobernar mas bien por su sabi- duría, que á vencer por el terror. Son también de mu- cha importancia, la conversación juiciosa y el consejo que pueda animar. -245- DEL SARAMPIÓN. El sarampión es una fiebre contagiosa acompañada de una erupción del cutis, y rara vez ataca á la perso- na que lo ha padecido. SÍNTOMAS. El primer dia el paciente se queja de calor y frío al- ternativamente, y de los otros síntomas que general- mente preceden á una fiebre: al segundo dia la Ca- lentura por lo regular es completa, aunque algunas ve- ces no lo es hasta el tercero. Dá mucha sed, acompa- ñada de nausea, soliendo producir el vómito; la lengua generalmente blanca y húmeda, dolores de cabeza, es- palda y lomos, la cara encarnada, el pulso frecuente y duro y la respiración muy viva. El paciente es bien pronto atacado de una tos seca, con ronquera; los ojos encarnados, hinchados, acuosos y muy sensibles al mirar la luz; la nariz inflamada, y muchas veces arroja una se- creción clara y cüpíüS"aTr Hay por lo regular algún ali- vio de los síntomas por la mañana, pero vuelven por la tarde con una gravedad aumentada. En los casos mas graves se sienten espasmos en los miembros, algunas ve- ces delirio, pero mas frecuentemente un estupor letár- gico. Cuanto mas temprano y abundante es la escama- dura que causa la apariencia blanquizca, tanto mas' fa- vorable es el pronóstico. Si la erupción se hace cárde- na ó negra, indica mucho peligro. La humedad del cu- tis al tiempo de la apariencia de la erupción, espectora- cion libre y temprana, una diarrea moderada y calentu- ra suave, son síntomas favorables. CAUSAS. La causa principal en cada caso es un contagió es- -346- pecífico. No hay una seguridad en las circunstancia» que denominan la gravedad de la enfermedad. TRATAMIENTO.—Se envolverá al enfermo en una sábana húmeda por un cuarto de hora; esta se le repite hasta seis, siendo la tercera de media hora, lo mismo la cuarta y quinta sábana; la sesta será de dos horas y me- dia, bebiendo agua de cuarto en cuarto de hora en la última, y antes de hora en hora: concluida esta última sá- bana, envuelto el enfermo en ella se mete en baño tibio por un cuarto de hora: la misma operación se hará por la tarde. Las puertas y ventanas estarán de continuo abiertas, ménos cuando se dé el baño general. Esta en- fermedad tiene sus alternativas: jamas el enfermo se agrava, pero es necesario que conforme vaya desapare- ciendo la enfermedad, conviene ir bajando poco á poco los sudores: esto es, si el primer dia son seis, el tercero ó cuarto dia serán tres ó cuatro. Conviene beber mu- cha agua, y dieta. DE LA MENSTRUACIÓN PENOSA. Algunas veces esta evacuación recurre todos los me- ses con bastante regularidad, pero acompañada con mu- cho dolor local, el cual es á veces muy grave y fuerte, particularmente cerca de los lomos, caderas y región del útero. La cantidad evacuada puede ser ó no de- masiado poca, pero lo que exige una particular aten- ción es el dolor excesivo que acompaña al flujo. Dicho dolor proviene del estado desordenado de la salud general, ó de una contracción espasmódica de los vasos estremos del mismo útero. La primera causa es, por lo que he notado, la mas propia, y uno de los pía- -347- nes mas eficaces de tratamiento es, darse sudores en se- co por dos horas y media, y su baño semi-tibio por cin- co minutos; pasados diez dias de estos sudores, se dará los de sábana húmeda por dos horas con el mismo ba- ño: en el resto del dia se dará dos baños de asiento de media hora, de la misma temperatura del baño general. Pasado un mes toda el agua será fria, la que beberá en abundancia, y se abstendrá la enferma de todo irritan- te. Este tratamiento debe continuar por algunos me- ses, pues es seguro y eficaz. Cuando la enferma espe- rimente ser ménos fuerte el ataque, entonces conocerá que su curación está próxima. Entre semana puede suspender el tratamiento y dar- se dos baños generales tibios por media hora; y cuando la paciente se sienta acometida del dolor, el paliativo mas útil será la aplicación de calor á la región del úte- ro y sobre toda la superficie del abdomen por medio de botellas llenas de agua caliente: también se pueden apli- car al mismo tiempo á los piés. Si la paciente se halla con resolución y sin temor alguno, cuando se vea ataca- da puede meterse en el baño frió por diez minutos: es- ta aplicación ha surtido buenos efectos. DE LA CESACIÓN ENTERA DE LA MENSTRUACIÓN. Dicha evacuación rara vez cesa de una vez, y antes de su término llega á ser algo irregular, tanto en los pe- riodos como en la cantidad. El tiempo de su término es siempre crítico, porque la complexión sufre enton- ces un cambio entero, y muchas veces hay una fuerte tendencia para la formación de las enfermedades cró- nicas en una naturaleza obstinada y penosa. -248- El obejeto principal del régimen en este periodo de- be ser el tranquilizar la irritación local é irregular en cualquiera parte que sea necesaria por vendajes húme- do?, baños frios generales de diez minutos. La dieta de- be ser nutritiva y sencilla; el ejercicio moderado, pro- curando mucho de que los intestinos se mantengan cor- rientes, lo que se puede lograr por la regularidad de la dieta, y dos lavativas diarias: beberá la enferma de seis á diez vasos de agua al dia. Cuando desaparece de repente la evacuación en las mugeres pletóricas, la dieta debe ser mas escasa que lo acostumbrado, haciendo un ejercicio regular y dándose baños de asiento de una hora con los defensivos en la cabeza. Cuando la paciente percibe una aparente ple- nitud en los vasos de la cabeza, con vértigo y dolor, se- rán convenientes cuatro baños de asiento al dia de vein- te minutos, frotándole, durante el baño, los brazos y de las rodillas para abajo, procurando siempre tener los defensivos en la cabeza; por la tarde ó noche baño de piés por un cuarto de hora: agua bebida en abundancia. Si las piernas ú otra parte del cuerpo se ulcerasen, dichas úlceras deben considerarse como evacuaciones críticas, y la práctica mas sabia es el no interrumpirlas mas que lo necesario para conservarlas limpias é impe- dir su estension, por* medio -de de&Trsivos y baños de piernas; estos serán de agua quebrantada, aquellos se- rán frios. DE LAS ALMORRANAS. Las almorranas consisten en un ensanche, lo que téc- nicamente se llama venas hemorroidales; ó en una rela- jación de la cutis que rodea la sustancia celular con una efusión de sangre en ella que forma tumores pe- queños, ya sea dentro del ano ó de su margen,, ó que -340- produce algunas veces un círculo hinchado del qae está rodeado. En algunos casos están acompañadas de una evacuación de sangre, particularmente cuando el pa- ciente hace sus necesidades, y son llamadas almorranas sangrientas ó abiertas; en otros no hay evacuación, en cuyo caso se denominan almorranas ciegas. Algunas ve- ces están situadas dentro del intestino, y se les dá el nombre de almorranas internas. SÍNTOMAS. Algunas veces son precedidas de una sensación de peso en la espalda, lomos y fondo del vientre, juntamen- te con incomodidad de estómago y flatulencia en los intestinos; se siente en el fundamento al hacer las nece- sidades un dolor punzante, y se halla que salen fuera de su círculo tumores pequeños. Si rompen estos, sale una cantidad de sangre y se obtiene un descanso consi- derable del dolor; si continúa sin romperse, el paciente esperimenta agudos dolores de vientre siempre que an- da, y se halla incómodo cuando se sienta en algún sitio duro. No obstante, los síntomas no son frecuentemen- te tan severos, pero á pesar de eso incomodan mucho, pues el paciente se vé molestado de tiempo en tiempo por una relajación de la cutis cerca del ano, y la forma- ción de un tumor pequeño que suele aumentarse y es- tar muy dolorido, cuando el paciente anda ó se mantie- ne de pié por mucho tiempo. El tumor algunas veces sangra y otras no. Las almorranas que sangran poco no son de mucha consecuencia; pero las que sangran profusamente cau- san dolores violentos ó producen inflamación, y sus efec- tos requieren el mayor cuidado. CAUSAS. La debilidad general y estitiquez habitual son las causas mas frecuentes de las almorranas. También pue- 32 —250- den ser producidas por andar mucho á caballo, abun- dancia de sangre, indulgencia excesiva en los licores cálidos, el uso de los aloe, la supresión de las evacua- ciones que se tienen de costumbre, y la opresión del útero en estado de embarazo. Las personas que pasan una vida sedentaria, son las mas propensas á esta en- fermedad; porque el tal modo de vivir hace el vientre flojo en su acción, debilita todo el canal intestinal, pro- duce obstrucción interna y enerva el hábito general. TRATAMIENTO.—Cuando la enfermedad está en su origen, su curación es breve con solo beber agua, vendajes en el estómago, dos baños de asiento al dia, cada uno de media hora, y algún sudor de sábana hú- meda por dos horas. Pero si la enfermedad está ade- lantada y las almorranas supuran, entonces se dará el enfermo dos baños de asiento frios de una hora, un su- dor en seco por dos horas y su baño de tina por dos ó tres minutos: el segundo dia se dará el de sabana húme- da por el mismo tiempo, y baño: estos sudores alterna- rán un dia uno y otro dia el otro; dos lavativas diarias: cada tercer dia un chorro de la altura de una vara por dos minutos sobre la cintura, y beber bastante agua. En los mas de los casos de las almorranas, ya sea que ocurra en personas fuertes ó débiles, el dolor é irrita- ción presentes se alivian mucho por la aplicación del agua fria; y también empujando las almorranas suave- mente con el dedo índice, dentro del músculo esfínter cuando están situadas esternamente. Si el calor é irri- tación son muy severos, la inmersión de las partes en los baños de asiento frios ofrecerá el descanso mas agra- dable. Generalmente el uso del agua fria es mucho mas benéfico que las fomentaciones calientes: á veces suce- de que estas suelen ser mas provechosas que lo frió, que entonces serán preferidas: esta observación tendrá présente el enfermo. -251- ERIS1RELA, O FUEGO DE SAN ANTONIO. La erisipela ó fuego de San Antonio es una hincha- zón inflamatoria, cutánea y algo elevada, acompañada de un encarnado que desaparece y deja una mancha blanca por un corto tiempo, después que se le toca con el estremo del dedo. Es á la verdad una inflamación de un carácter poco sano y por lo común muy super- ficial. síntomas. Esta erupción aparece en forma de una roncha ó mancha encarnada que se estiende con mas ó ménos rapidez; la parte es generalmente de un color encarna- do, ligero, claro y reluciente; no hallándose el tumor acompañado de latidos sino de un color vivo y latiente, mas bien que de dolores agudos. Después que ha con- tinuado el encarnado por un cierto tiempo, se levantan á veces en el pellejo vegigas de diferentes tamaños que contienen generalmente un fluido sutil, algunas veces claro y otras amarillento. El color encarnado se muda en amarillo, según va desapareciendo la erupción; y las partes que no fueren ocupadas por las vegigas, sufren á menudo una escamadura ó pérdida del pellejo. En los casos leves la erupción desaparece á menudo por grados, ó se quita por un sudor espontáneo en uno ó dos dias. En otros continúa sin comenzar á decaer por doce ó catorce dias, ó acaso mas. Cuando esta enfermedad ataca la cara y la cabeza, es mas pelfgrosa, porque la inflamación puede estenderse al cerebro. Tiene allí la misma apariencia que en las demás partes del cuerpo. Aparece una mancha en al- gunas partes de la cara, generalmente de poca osten- sión, que se dilata algunas veces, no solo hasta que cu- -353— bre toda la cara, sino también el cráneo, y que baja mu- chas veces mas abajo del cuello. La cara y toda la ca- beza se hinchan con frecuencia; la calentura es consi- derable, y los párpados hinchados supuran algunas ve- ces. Cuanto mas estensiva es la inflamación, tanto ma- yor es el peligro. Cualquiera parte que ataque la eri- sipela, es generalmente precedida de calofrios, segui- dos de calor, ansiedad, pulso ligero, sed y otros síntomas calenturientos. También está frecuentemente acompa- ñada de lo que se llama síntomas biliosos, como un gusto amargo en la boca, lengua cargada, dolor de estómago y de cabeza, mareos, nauseas y aun vómitos. CAUSAS. Las mas principales son, pasiones violentas, tales co- mo la cólera, pesar agudo &c; esposicion al calor del sol ó al de la lumbre; el frió combinado con la hume- dad, especialmente cuando el tiempo está variable; una dieta demasiado rígida; el abuso de licores espirituo- sos; la acción de varios venenos vegetales, minerales y animales. Las heridas, contusiones y fracturas, son cau- sas frecuentes. DISTINCIÓN. Sus apariencias características son, una cutis florida con vegiguillas ó ampollas pequeñas, que contienen una secreción de color de ámbar debajo del pellejo levan- tado. TRATAMIENTO.—Se dará un baño de asiento de media hora, con defensivos tibios en todas las partes afectadas: en seguida sudor de sábana húmeda por dos ho- ras y media, con los mismos defensivos tibios durante el sudor, que se renovarán á menudo. Por la tarde repite el mismo tratamiento: se echará dos lavativas diarias; los defensivos no los dejará de las partes afectadas, sola- -353- mente cuando los renueve: á la conclusión de los sudo- res, se dará una loción de agua tibia en todo el cuerpo por cinco minutos. Si la erisipela viene acompañada de calentura, las sábanas se repetirán de media en me- dia hora hasta cuatro, siendo la ultima de dos horas y su baño de tina semi-tibio por cinco minutos. Esta en- fermedad tiene algunas alternativas durante el trata- miento, y son, que á la vez que la erisipela desaparece de un lugar aparece en otro, y así está alternando has- ta su total destrucción. DE LAS VIRUELAS. Los médicos dividen las viruelas en dos clases, á sa- ber: las viruelas distintas ó benignas, y las confluentes ó malignas. En la primera clase, los granos son perfec- tamente distintos y separados unos de otros: en la últi- ma se unen y la erupción está toda junta. síntomas. DE LA CLASE BENIGNA O DISTINTA. Esta forma es generalmente anunciada por una fie- bre de un tipo inflamatorio, y señalada por dolores con- siderables en las espaldas y lomos, la nausea, el vómito, dolor en la boca del estómago cuando se aprieta, y la somnolencia; el cutis y garganta muy seco, los intesti- nos estreñidos, la orina al principio pálida, después mas colorada y muy escasa, y en los infantes hay algunas veces uno ó mas parasismos epilépticos. En los casos en que los ojos se hallan muy afectados desde el prin- cipio, algunas veces se pierde la vista, generalmente por haberse formado una pústula ó mas en la cornea. -254- Cuando aparecen las pústulas la fiebre va disminu- yéndose, y en los casos mas suaves desaparece entera- mente cerca del quinto dia, en cuyo tiempo la erupción está completa; pero en los casos en que las pústulas son numerosas, la fiebre generalmente vuelve cerca de los once dias, la cual se llama fiebre secundaria, y es muy dañosa en la forma grave de la enfermedad; aunque en las viruelas distintas es por lo común ligera y desapa- rece en pocos dias. Cuanto mas la erupción tarda en aparecer, y cuanto mas pronto las pústulas se secan y caen, tanto mejor es en general el pronóstico. DE LA FORMA CONFLUENTE O MALIGNA. La sensación de frío, ansia y dolores en las espaldas y lomos, la nausea, dolor en el estómago cuando se aprie- ta &c, aparecen en dicha enfermedad así como en la for- ma suave del mal; pero en esta se esperimentan en ma- yor grado. En las viruelas distintas, la fiebre eruptiva es inflamatoria y nunca manifiesta una tendencia á la tifus, al paso que en las confluentes, aunque fuese al principio inflamatoria, pronto muestra dicha tendencia; y en efecto, en los casos mas graves la fiebre es la tifus casi desde el principio. La erupción no es regular, ni en su apariencia ni en la sucesión de su curso. Es mu- chas veces precedida de una roncha encarnada en la cara, que tiene en algún modo la apariencia de erisipe- la, y se estiende pronto sobre todo el cuello y pecho, de cuya parte las pústulas salen al segundo dia en la forma de pequeñas puntas rojas, muchas de las cuales sé unen y forman racimos. La materia se forma mas pronto en las confluentes que en las distintas; pero las pústulas no conservan su forma circular, son de una figu- ra muy irregular, muchas veces aplastadas y aparecen co- mo películas delgadas, fijas en el cutis, y contienen en lugar de la pus verdadera un fluido acuoso y algo more- no; ni tampoco están rodeadas dichas pústulas de un -255- márgen encarnado, y los espacios entre ellas son páli- dos y flojos. Las viruelas confluentes deben siempre considerarse como una enfermedad peligrosa. Los principales sín- tomas que indican peligro son, una grande depresión en la fortaleza, el allanarse las pústulas ó el hacerse mo- renas ó negras; mucha ansia, opresión en el pecho, el delirio y la apariencia de manchas purpúreas en el cu- tis. Si las cámaras son mas que comunmente fétidas, es una señal muy mala. El tratamiento para las viruelas, ya sean de la forma confluente ó maligna, ya distintas ó benignas, será el mis- mo que se aplica al sarampión. Véase su tratado. *-o-* DEL VOMITO. El vómito es una afección muy penosa, y cuando es obstinada y severa requiere la asistencia inmediata del arte para su curación. Sus causas son varias, pero mas frecuentemente es una afección secundaria y simpáti- ca, dependiente de algún daño mas bien grave del sis- tema, que una enfermedad original. Cuando se presen- ta bajo la última forma, depende por lo general de un estado peculiar de debilidad crónica del estómago ó primeros intestinos. TRATAMIENTO.—Cuando el vómito nace de irri- tación, ocasionada por la existencia de algún daño en la constitución fisica, como inflamación del estómago, la superabundancia de bilis, afecciones de cabeza &c., se aplicará medios baños de agua semi-tibia por dos dias; luego un sudor de sábana húmeda por dos horas, con baño frió por tres minutos; defensivos tibios al vien- -256- tre, dos baños de asiento de media hora cada uno y dos lavativas diarias. Sucede á veces que con solo be- ber agua en ayunas desaparece el vómito, pues le hace vomitar mucha bilis y con esto el enfermo se alivia. Para el vómito que procede de debilidad ó de algu- na enfermedad primaría del estómago, el remedio mas eficaz es el agua bebida, baños de asiento, dos al dia, una media lavativa y vendajes frios al estómago y cin- tura. Si la enfermedad no desapareciese, recurrirá el enfermo á los sudores de sábana húmeda, como arriba se esplica. Hay una afección peculiar de estómago llamadapyro- sis, en la que el paciente vomita con frecuencia una canti- dad considerable de licor claro acuoso. Esta dolencia ataca á las personas de mas de mediana edad, en particu- lar .á las mugeres, y de ordinario ataca por la mañana temprano ó antes de medio dia. Por lo regular principia por dolor en la boca del estómago, acompañado de con- tracción, y poco después se arroja una porción de flui- do acuoso delgado, que algunas veces es insípido y otras de un gusto acre. Las causas de esta enfermedad son varias; pero todo aquello que debilita el estómago pue- de ocasionarla en los ya predispuestos á ella. Parece tener su origen en un estado de debilidad peculiar é irritación estomacal, y es cosa muy cierta que se en- contrará alivio en el agua bebida en ayunas; y cuan- do acometa el dolor bebería entonces con mas abun- dancia, darse dos baños de asiento al dia de media ho- ra, y por la noche una fricción con la sábana húmeda por diez minutos. Con esta sencilla aplicación se con- seguirá curar esta enfermedad perfectamente. -357- DB LA CIÁTICA. La ciática es una voz técnica, usada para denotar el reumatismo crónico fijado en la juntura de la cadera, en cuya situación se manifiesta con obstinación. Sus síntomas y causas son, por la mayor parte, las mismas que las manifestadas bajo el título de reumatismo cróni- co; y por lo que toca al régimen, es el mismo que se describe para la gota crónica, adonde el enfermo po- drá acudir. Advirtiendo aquí únicamente, que el chor- ro será de una vara y caerá sobre la cadera por ocho minutos, y baños de piés hasta los tobillos por diez mi- nutos. DE LA LEPRA, Y MAL DE SAN LÁZARO. La lepra es una enfermedad escamosa del cutis, muy frecuente en los climas cálidos. Hay tres ó cuatro va- riedades de ella: la especie suave es incapaz de comu- nicarse, al paso que las mas graves son seguramente contagiosas. La lepra aparece en la forma de escamas blancas, de figura circular, precedidas de algunas ele- vaciones bermejas y brillantes en el cutis, y rodeadas de un margen encarnado. El color de las escamas pue- de ser blanco opaco, blanco brillante ó cárdeno. Se produce generalmente por humedad, calor excesivo con suciedad, fatiga desmedida con una dieta escasa y pre- caria. TRATAMIENTO.—Al pronto que cualquiera per- sona se sienta atacada del mal de lepra ó lazarino, siti 33 -*258- el menor recelo, con la mas viva eficacia, deberá aco- jerse bajo el ambaro de la Hidroterapia, único trata- miento donde puede hallar una completa salud, si no quiere verse desechado de la sociedad y pasar una vida mortificada y llena de padecimientos. En su origen re- cobrará la salud étí Un mes; lo mas son dos, dándose su- dores en secO de dos á tres horas con baño frío de cinco miñütos;éjercicio á la sombra por una ó dos horas, llevan- do los defensivos fríos en las partes afectadas; pasadas tres horas se!dará uña ablución por un cuarto de hora, dos lavativas diarias, baño general de un cuarto de ho- ra dadatercer ó cuarto dia; de ocho en ocho dias un chorró éñ todo él -duerjpó por tres minutos y un baño de asiento diario: veinte dias seguirá con los sudores en seco, luego con los de sábana húmeda por tres horas y su baño de cinco minutos: en el resto del dia conti- núa con el tratamiento descrito; por la tarde ó noche repetirá los mismos sudores que en la mañana: agua be- bida en abundancia, y abstenerse de todo cuanto le pue- da irritar. Si el mal está muy avanzado, necesita un año ó mas decuraeion. Podrá el enfermo descanzar al- gún dia del tratamiento, después que lleve uno ó dos meses de curación; pero no de los vendajes, y cuando menos una ablución. Dentro del baño general se fro- tará todo él cuerpo, ló mismo á la salida. BE tñ. DXSENTHHIik O FLUJO DE SANCRE. !ÍLá- disenteria es una afección inflamatoria de los in- testinos mas anchos, en la que las deposiciones son fre- cuentes y de ordinario sanguinosas, y acompañadas de retortijones y tenesmo, por fo general rara vez se con- sigue deponer el*excremento, y cuando se logra es en -259- muy corta cantidad y en forma f}e bolas duras. Regur larmente es acompañada de fiebre, si es aguda. SÍNTOMAS. Esta enfermedad principia algunas veces con calo- fríos, sucedidos de calor y sed y otros síntomas de' q%- lentura; otras veces el primer síntoma es.la afección de los intestinos. Existe una flatulencia estraordinaria en el vientre, retortijones severos, frecuente gana de pro- veerse, tenesmo, pérdida de apetito, nausea, vómito, pulso frecuente y repetida deposición de una, materia peculiarmente fétida por la viadé la cámara, Esta ma- teria varía en apariencia: algunas veces son puros nac- eos mezclados con sangre, otras sangre pura; también materias (pus) ó licor pútrido, y frecuentemente peda- zos que tienen una apariencia membranosa, ó, pedfacitOs^ flotando en una gran cantidad de materia fluida. Al- gunas veces se depone excremento endurecido. Sigúe- se gran debilidad, pulso débil y frecuente, una sensa* f cion de calor que abraza, y pujointolerable. ; La calentura que acompaña á la disenteria,, puede ser simplemente inflamatoria, ó la typkus. En'.este caso, la enfermedad es muy contagiosa y de naturaleza muy < severa. Esta enfermedad aparece bajo las formas de' , aguda y crónica. l£n la aguda los síntomas son urgenr. tes y claramente inflamatorios,, el excremento natural rara vez aparece, el dolor es grande y la evacuación de, sangre es de ordinario cuantiosa; pqr lo. regular,,tei?mí-' na al mes. La crónica por lo regular; es, .consecuencia, ó secuela de la aguda; y es, segúnKcíemuestrá su nom- bre, de carácter ménos inflamatorio y grave que aque- lla: los cursos son frecuentes, claros, muy parecidos al excremento natural, aunque mezclados con sangre y hechos con gran tenesmó^o*ófoíor"en el ano. De estas observaciones se verá que los que nunca han sido atacados de disenteria, ó los que lo son, des- -260- pues de haber estado mucho tiempo en salud, en espe- cial si son de constitución fuerte y hábitos intempera- dos, son los que están mas espuestos á la aguda, á lo ménos al principio, al paso que los que han padecido de ella varias veces, ó cuya constitución fisica ha sido de- teriorada por excesivo cansancio, intemperancia ú otras causas, son mas susceptibles á ser atacados por la cró- nica aun al principio. CAUSAS. Las principales son, traspiración detenida, transi- ción de una atmósfera húmeda á otra elevada, la espo- sicion á las exhalaciones y vapores dañosos, y en espe- cial al contagio específico. Es mas común en el vera- no y otoño, y en las personas débiles mal alimentadas ó de costumbres intemperadas. TRATAMIENTO.—La cura indicada en la disen- teria es vencer la inflamación local, aplacar la irritación y restituir la saludable secreción de la piel; lo cual se consigue con mucha facilidad y en breves dias, sin te- mor alguno de muerte, aplicándose el tratamiento de la diarrea violenta (pág. 167) añadiendo únicamente vendaje en el estómago, vientre y cintura. Si la disen- teria es crónica, se aplicará el mismo tratamiento de la diarrea ó cámaras (pág. 168); pero si la disenteria no presenta los síntomas arriba dichos, sino que depende de alguna leve irritación, con beber agua en abundan- cia, vendajes en el estómago &c, y baños de asiento frios de media hora, desaparecerá la enfermedad. -261- DEL CARBÚNCULO. El carbúnculo es un tumor ancho, llano, duro y ar- diente, en el cual la estructura celular toma un estado escareoso y gangrenoso. Se llama así, por lo encarna- do y por el calor vehemente de la inflamación. La pri- mera apariencia que toma es semejante á la de una úl- cera, y de un color azulado que se levanta un poco y que tiene comunmente dentro de sí un suero sanguino- lento. Se vé principalmente en personas de edad y en las de constitución débil y depravada; y lo hallamos fre- cuentemente en aquellas que han debilitado su consti- tución mecánica por excesos en el buen vivir. Se pue- de distinguir de otras hinchazones, por la opresión que causa la evacuación en algunas partes de su superficie. TRATAMIENTO—Como el carbúnculo toma fá- cilmente un aspecto gangrenoso ó pútrido, será necesa- rio acudir pronto antes que tome un carácter de ma- lignidad, por medio de abluciones de agua semi-tibia y defensivos de la misma temperatura, renovados muy á menudo. Cuando el tumor reviente, es necesario en- tonces mucha limpieza y renovar mas á menudo los de- fensivos. Con tan sencilla aplicación se consigue la des- aparición del carbúnculo, sin tener necesidad alguna de recurrir á medios violentos de cortar &c. DEL CATALEPSY O ÉXTASIS. El catalepsy es una suspensión total de la sensibili- dad y moción voluntaria, y por la mayor parte de las facultades mentales; la pulsación y respiración coñti- -262- núa, y estando los músculos flexibles, y cediendo el cuerpo y reteniendo cualquiera posición que se le dé. Esta enfermedad es rara, y muchos de sus síntomas sin- gulares; de suerte, que algunos físicos que nunca la han presenciado, están dispuestos á mirarla en todo caso como una impostura; pero ahora no hay duda de que es una enfermedad verdadera CAUSAS. Una complexión muy nerviosa é irritable es la causa principal predisponente, y esta enfermenad puede ser excitada por el terror ú otras emociones violentas de la imaginación, y por varias irritaciones corpóreas, parti- cularmente las del estómago, menstruación detenida, erupciones crónicas repetidas y plétora. TRATAMIENTO—Si la enfermedad proviene de plétora ó alguna obstrucción ó irritación de estómago, dará principio su curación por tomar en la mañana una media lavativa fria; á las diez de la mañana se envuelve en una sábana húmeda por dos horas ú hora y media, concluyendo con una frotación activa en todo el cuer- po; á las cuatro de la tarde repite el mismo tratamien- to: llevará siempre el vendaje en el estómago, vientre y cintura, y por mañana y tarde hará mucho ejercicio. Tomará en todo el dia de diez á doce vasos de agua. Si la catalepsy procede de debilidad nerviosa, se da- rá el tratamiento siguiente: A las cinco de la mañana se envolverá el enfermo en una sábana húmeda, tenien- do, durante la sábana, un defensivo con tres dobleces muy bien torcido ó esprimido en la nuca y espinazo, y cuando el enfermo conozca que quiere traspirar, saldrá inmediatamente de la sábana y se mete en el baño frío dos minutos, dándose, vivas frotaciones dentro y fuera del baño; luego se seca bien, pone el vendaje en el es- tómago, &c., que no dejará dia y noche, y. sale á hafcer -263- ejercicio. A medio dia se envuelve en una sábana hú- meda y se frota con ella todo el cuerpo, el cual estan- do caliente se dá un baño de asiento de veinticinco mi- nutos, teniendo en este baño el defensivo puesto en la nuca y espinazo: á las cuatro de la tarde se envuelve el enfermo en la sábana húmeda como en la mañana, y es- tando el cuerpo caliente se desenvuelve de toda la ro- pa, é inmediatamente, en lugar del baño, se le dá una frotación por ocho minutos; se seca bien y sale á pa- sear: durante este paseo, el enfermo beberá tres ó cua- tro vasos de agua. Pasados dos meses de este trata- miento el enfermo siente un alivio estraordinario, ha- biéndole antes salido en varias partes de su cuerpo una cantidad considerable de granos ó barros, que suelen supurar y durar algunos dias. Si el enfermo sintiese que su enfermedad depende mucho del cerebro, dicho tratamiento alivia mucho y surte un buen efecto en po- cos dias. Puede también el enfermo aplicarse el tra- tamiento que se describe en el tratado del "Desorden geneneral de los nervios " El enfermo no saldrá del su- dor hasta no haber sudado media hora: esto será pasa- dos quince dias, en los cuales no dejará rompa el sudor. VÉRTIGO, BASCA Y NAUSEAS—VÉASE VOMITO. DE LA ESTANGURRIA, O RETENCIÓN DE LA ORINA. Esta enfermedad es la incapacidad de espeler pro- piamente la orina que contiene la vegiga, siendo acom- pañados de dolor los esfuerzos para este fin, y pasando la Orina á gotas ó no pasando de ninguna manera. -264 SÍNTOMAS. En esta enfermedad la vegiga dilatada forma gene- ralmente un tumor duro y circunscripto encima de la parte inferior del vientre, que causa dolor al paciente al apretarse con la mano; y si no se quita prontamente, excita generalmente algún grado de fiebre. Hay mu- cha diferencia en los diferentes casos en cuanto á la can- tidad de orina* que se evacúa en esta enfermedad. En algunos casos se excitan esfuerzos violentos para ori- nar, y solo salen pequeñas cantidades de orina princi- palmente en gotas; en otras el paciente puede orinar en corriente, una, dos ó mas veces, y evacuar una can- tidad igual á la que se evacúa por una persona de bue- na salud: sin embargo, continúan el dolor y dilatación de la vegiga, hasta que el paciente esté aliviado por al- guna estraccion de agua. CAUSAS. Proviene esta enfermedad de muchas y diferentes causas, de las cuales las principales son, contracciones de la uretra, hinchazón de la próstata, inflamación de la vegiga, piedras ú otros cuerpos estraños en la uretra, falta de elasticidad en la vegiga, producida por retener su contenido demasiado largo tiempo. DISTINCIÓN. Es necesario distinguir la retención de la orina, de la supresión de ella. En la primera enfermedad la orina es- tá meramente retenida en la vegiga, por una incapaci- dad de espelerla por los esfuerzos naturales; en la últij ma hay un defecto parcial ó total en la secreción de di- cho fluido por los ríñones. TRATAMIENTO—Cada caso de retención de ori- -265- na exige pronta asistencia; pero en los casos en que el mal se presenta en su forma completa, la demora es muy perjudicial, porque si la vegiga queda preternaturalmen- te dilatada, no solo pierde el poder de contracción, sino que es también atacado el paciente con inflamación &c; y por fin se revienta, y la orina es estravasada en las partes inmediatas, y la muerte es la consecuencia. En general, el primer paso en la retención de la orina es darse baños de asiento de una hora cada uno, dos al dia, en los cuales el enfermo se frotará con la mano el abdo- men; un sudor de sábana húmeda por hora y media, y baño de tina por tres minutos; defensivos al vientre y cintura; un baño de chorro sobre el bajo vientre y rí- ñones por tres minutos y de una vara de elevación, del grueso de un medio. Pero si la enfermedad dependiera de inflamación, se dará un baño de asiento de agua tibia por dos ó mas horas, variando el agua de media en media hora; defen- sivos tibios en el vientre y partes afectadas; un sudor de sábana húmeda por dos horas, con el baño de tina ti- bio por diez minutos; agua bebida en abundancia. La retención de la orina que proviene de inflamación de la vegiga se conoce por su ataque repentino, el deseo fre- cuente de orinar, el dolor agudo en la región de la ve- giga, que se aumenta por los esfuerzos que se hacen pa- ra orinar, y que se estiende hasta los lomos y por toda la uretra y glándulas; la frecuencia y dureza del pulso; el aumento del dolor cuando se aprieta en la región de la vegiga, y por el color rojo é inflamatorio de la orina. DE LA TOS. Hay tres suertes de toses claramente señaladas en la medicina práctica por sus síntomas característicos, á saber: 34 -266- La tos mocosa, común ó reciente. ha tos crónica ó envejecida. La tos nerviosa ó del estómago. El asiento de todas ellas es el pecho, y las partes principalmente afectadas son la traquea y sus estremi- dades, y las membranas y sustancia del pulmón. La tos reciente común es bien conocida: generalmente es consecuencia de tener los piés frios ó húmedos, y el mejor modo de curarla es darse baños de piés hasta los tobillos por un cuarto de hora con una activa frotación en el baño, y luego hacer ejercicio. También un baño de asiento diario, con defensivos frios en el pecho y pul- món: si estos defensivos le aumentasen la tos, los pon- drá tibios por cuatro ó seis dias, luego frios. En la tos crónica los paroxismos son frecuentes y lar- gos, acompañados de una flema glutinosa y mocosa ar- rancada con dificultad y trabajo en el respirar. Es particularmente incómoda por las mañanas, y en tiem- po variable é inclemente; y es mas común entre los an- cianos y personas de mediana edad. La debilidad, ya sea local ó general, casi invariablemente acompaña es- ta especie de tos, y por lo tanto es uno de los puntos principales á que se debe atender en su cura, el evitar to- do lo que tienda á debilitar, y hacer uso de aquellas apli- caciones que pueden fortificar el sistema general, igual- mente que los órganos pulmonares, como baños semi- tibios generales por algunos dias, defensivos frios en la cabeza, cuello y pecho en el dia, tibios en la noche, mé- nos en la cabeza: baños de piés por un cuarto de hora. Mas si el mal se obstinase, añadirá sudores de sábana húmeda por dos horas!"tjolfjf su'15áñó semi-tibio por cin- co minutos. La tos nerviosa de ordinario acompaña á las perso- nas de temperamento nervioso é irritable, y de aquí el que sea tan común entre los histéricos, dispépticos y co- léricos ó biliosos. En esta especie de tos, el paciente ra- ra vez tose cuando respira de lleno, lo que se verifica - 267- cuando la tos se origina de algún defecto en el pecho. Esta tos se cura solo por los medios que vigorizan y vi- vifican, tales como ejercicio activo al aire libre, con es- pecialidad á caballo, con la mudanza frecuente, de ex- cenas, regulación del vientre, lo que también ayuda mu- cho; baños frios generales de diez minutos, y una lava- tiva diaria. Me ha parecido conveniente reunir en este tratado las toses nerviosa y del estómago, porque mi deseo es evitar numerosas subdivisiones, y porque por la mayor par- te aparecen en personas igualmente delicadas y dispép- ticas, y el método curativo es el mismo. La tos del es- tómago se conocerá en que está acompañada de un es- tado de debilidad del humor viscoso, y por los sín- tomas acostumbrados del mal estado de los órganos de la digestión. Se verificará generalmente un estado de estreñimiento de vientre, eruptos ácidos y deficencia ó falta de la secreción biliosa; y serán de mucha utilidad y provecho los baños de asiento de media hora, venda- jes al estómago, beber agua, especialmente en ayunas, dándose cada tercer dia un baño de piés de diez minu- tos y dos baños generales á la semana, ó por las maña- nas darse una frotación con lienzos húmedos en todo el cuerpo por cinco á ocho minutos. Todos cuantos padezcan tos, en especial los que tie- nen un pulmón delicado y débil no deben descuidarla, pues es frecuentemente seguida de desagradables y pe- ligrosas consecuencias. Las personas muy sujetas á es- ta enfermedad deberán evitar todo irritante, beber li- cores espirituoso y fumar muy poco ó nada. Las apli- caciones dichas, con los defensivos en el pecho y espal- das, y el agua bebida, es remedio muy eficaz para las toses. Cuando es envejecida usará de la leche. -368- DBL CALAMBRE O ESPASMO. El calambre es una contracción rígida y repentina de uno ó mas músculos del cuerpo, principalmente del estómago y miembros, la cual es altamente dolorosa pe- ro de corta duración. Las partes pincipalmente ata- cadas del calambre son las pantorrillas, el cuello y el estómago: cuando los músculos están afectados, se sien- ten como plegados hacia un punto y parecen á la ma- nera de un fuerte nudo: el dolor es desesperado y pro- duce con frecuencia un sudor violento: si el órgano afec- tado es el estómago, el diafragma participa de la con- tracción, y la respiración es entrecortada y penosa. Las causas comunes son, esposicion repentina al frió, beber líquidos frios durante gran calor ó sudando, comer fru- tas frias ó indigestas, los esfuerzos de los músculos y la excitación de la gota trasferida. TRATAMIENTO.—Cuando ocurre en los miem- bros, se conseguirá destruirlo por medio de fricciones con la mano seca. Si el estómago fuese la parte afec- tada, el modo mas espedito de curación es, beber, du- rante el parasismo, agua fria hasta que produzca vómi- tos: es probable que los dolores se aumenten por el pronto, mas luego ceden y no vuelven. Pero si el mal insistiese, no cediendo al agua bebida, entonces se dará el trato siguiente: Por la mañana se dará un baño frió de seis minutos, con frotación ac- tiva en el baño y fuera de él para secarse: inmediata- mente se pondrá defensivos tibios en el vientre, reno- vados de dos en dos horas; tomará dos lavativas diarias: si con esta aplicación no cediese la enfermedad, añadi- rá sudores de sábana húmeda por dos horas con una frotación á la conclusión del sudor, con lienzos húme- dos tibios y un baño de asiento de una hora á cualquier hora del dia. Es probable que con solo el agua bebi- da ceda el calambre, sin haber necesidad de recurrir á las otras aplicaciones. -369- «ALAMBRE EN BL ESTOMAGO.—VÉASE CALAMBRE O HSPASMO. DEL TENESMO O PUJO. El tenesmo ó pujo es un deseo frecuente y penoso de evacuar heces acompañado de esfuerzos con evacuar poco mas que moco en pequeñas cantidades. Algunas veces es muy grave y acompañado de un empujón de la tripa, y la evacuación mocosa está teñida de sangre. Esta enfermedad es generalmente un síntoma de disen- teria, pero se encuentra de cuando en cuando como un afecto original, en cuyo caso proviene por lo regular del uso indiscreto de purgas mordaces, especialmente el aloe, del pasage de los humores acres y el estreñi- miento grave. El tratamiento de esta enfermedad es el de la disenteria, adonde el enfermo podrá recurrir. DEL DOLOR DE MUELAS. Este mal es muchas veces incómodo por atacar al pa- ciente frecuentemente, y por ser de un carácter muy grave y obstinado. En este caso se observa que pro- viene casi siempre de.caucas constitutivas, y principal- mente de un estado imperfecto de las íunciones diges- tivas acompañado de estreñimiento. Esta es la mas fre- cuente causa de la caries ó menoscabo de la sustancia de los dientes; pero no es la sola, pues se encuentran mu- chas veces dientes carcomidos en las personas robustas que gozan aparentemente de buena salud: sin embargo, -270- se observa en dichas personas un hábito constreñido del cuerpo, con otros síntomas de desorden interior. Tam- bién puede producirse dicho dolor por resfriado, el uso excesivo del mercurio, el reumatismo ó embarazo. TRATAMIENTO.—Cuando el dolor no es muy fuer- te y del carácter que,abajo indicaré, se hará buches de agua, uno tibio y otro frió, alternando el uno con el otro, frotándose las mejillas con la mano mojada, ó me- ter los carrillos en el agua; un baño de asiento con de- fensivos en la cabeza también es muy necesario. Si el dolor de muelas es de un carácter reumático, se deben entonces hacer las aplicaciones indicadas en el reumatismo ó gota crónica. Si la muela estuviese ca- riada, con los buches de agua y humedecer las mejillas se adormece el dolor algunas veces, otras no, sino á fuer- za de mucha constancia: á unos se les cae á pedazos la muela sin dolor después del adormecimiento, á otros no, por lo que deben de continuar hasta obtener alivio que lo conseguirán por muchos dias ó tiempo. En conclusión, se debe aconsejar á iodo enfermo, que jamas estraiga la muela sin estar seguro de que no pue- de absolutamente conservarla por mas tiempo segura y buenamente; porque la práctica de estraer la muela tan luego como el paciente se queja del menor dolor ó conoce que hay la menor apariencia de caries, es de- masiado común y produce consecuencias desventajosas. Celio, antiguo escritor de cirujía y de gran celebridad, habla contra esta práctica, y creo que de la misma opi- nión son los mas hábiles dentistas del dia. DE LAS ULCERAS. Ulcera es una rotura de la continuidad de cualquie- ra de las partes blandas del cuerpo, acompañada de se- -271- crecion de materia ó de otra especie de derrame. Hay úlceras de diferentes especies, que varían en el aspec- to y síntomas locales ó constitucionales de que vienen acompañadas; y para curarlas con suceso, es necesario atender á su aspecto y síntomas. Las úlceras son prin- cipalmente de las especies siguientes: Saludables, irri- tables, indolentes, inflamadas, sucias ó gangrenosas, y si- nuosas. La úlcera saludable tiene un aspecto florido: las pe- queñas preeminencias rojas, llamadas granulaciones, son puntiagudas por la parte superior; la superficie de la llaga está al igual con la piel que la rodea, ó muy poco mas elevada; y la materia que cria es suave, blanquizca y opaca, y los bordes son delgados y están al nivel con la superficie. En estas úlceras la cura continúa gra- dualmente hasta que sana del todo, y todo lo que se ne- cesita en la generalidad de los casos es evitar toda cau- sa de irritación, y aplicar defensivos tibios cubiertos con secos sobre la úlcera y en todo su derredor, lavarla muy á menudo y tener mucha limpieza. Si la úlcera fuese grande, especialmente si proviene de algún absceso, será conveniente que el enfermo re- pose y que la parte afectada se conserve en una posi- ción horizontal, poner una cataplasma de pan y agua (no muy caliente) en los primeros dias, hasta que la úlcera tome un aspecto limpio y encarnado y se ponga al nivel de la piel que la rodea, entonces debe dejar la cataplas- ma y poner defensivos frios, renovados muy á menudo. La úlcera irritable es en estremo tierna y dolorosa, aunque no esté muy inflamada; su superficie es desi- gual; por unas partes es elevada y por otras muy baja; no tiene la apariencia florida como la saludable, y la materia que supura es delgada, irritante, mezclada con sangre. La piel de los bordes está con frecuencia cor- tada y afilada. Los defensivos templados, renovados á menudo; sudores de sábana húmeda por dos horas y me- dia cada tercer dia, una lavativa diaria y beber de sie- -272- te á doce vasos de agua diarios, y un baño de asiento de veinte minutos: toda esta aplicación es propia para calmar la irritación y mejorar el estado de la salud ge- neral. Pasados seis ó siete dias de estarse aplicando los defensivos tibios, variará la temperatura, que será fria. La úlcera indolente se conoce por la apariencia vi- driosa y semi-trasparente de la superficie, en la cual hay muy poca ó ninguna señal de sanar, porque la lla- ga permanece por mucho tiempo casi en el mismo es- tado. Hay también una deficencia de acción en los va- sos de la parte, y una falta de energía al mismo tiempo en el sistema en general. Las úlceras lánguidas ó in- dolentes requieren el mismo tratamiento de la úlcera ir- ritable. Las úlceras escrofulosas son de naturaleza indolente: su plan curativo quedó esplicado minuciosamente en el tratado del "Lamparon ó escrófulas." Las úlceras inflamadas están acompañadas de apa- riencias de inflamación en la piel que las rodea. La su- puración es de una naturaleza delgada y sanguinolenta; la superficie está de ordinario cubierta de una incrus- tación prieta, y algunas veces hay en la llaga disposi- ción á escara. El mejor modo de curar estas úlceras es tener constantemente puestos defensivos calientes sobre la úlcera, renovados muy á menudo, baños loca- les de las partes ulceradas de un cuarto dé hora, tres ó cuatro al dia. Cuando la inflamación vaya desapare- ciendo, la temperatura del agua será mas fresca, y así poco á poco hasta ser fria. Las úlceras sucias ó gangrenosas, la mayor parte se encuentran en personas intemperantes y debilitadas. Su superficie está esenta de toda supuración; los bor- des tienen una apariencia lívida y con unas vegiguillas, y el paciente sufre mucho de fiebre irritante. Algu- nas v,eces Ja mayor parte de la úlcera tiene una apa- riencia lívida ó, negra. La cura es precisamente la mis- -373- ma que de las úlceras escrofulosas; añadiendo una die- ta abundante, lavativas, y cada tercer dia un baño frió dé diez minutos. La úlcera sinuosa es la que ocupa un seno ó abertu- ra larga y estrecha. Cuando una llaga llega á una pro- fundidad considerable de modo que la supuración tie- ne que pasar por un canal para llegar á la superficie, la tal úlcera se llama sinuosa. Por ejemplo, una fístula es una úlcera sinuosa. La supuración de las tales úl- ceras es de una especie delgada, ó de otro modo mal sana; la abertura esterior es por lo general pequeña, y hay falta de energía en la llaga. Cuando una úlcera de esta especie está situada en alguna parte entre la piel y los músculos, debe el paciente hacer inyecciones de agua semi-tibia muy á menudo, procurar mucha limpie- za y tener siempre defensivos frios sobre la úlcera, y dentro de ella unas hilas empapadas de agua tibia. Liafistula en el ano se ha de curar del mismo modo. Las úlceras en esta parte son á veces muy renuentes, y entonces exigen operación, la cual es muy simple, y con- siste en separar el intestino recto desde la verga del ano hasta la boca del agujero en que está formada la materia, y por este medio hacer de las dos cavidades del intestino y absceso una sola. Los baños de asiento son muy útiles para esta clase de úlceras, y Gausan fe- lices resultados. ■a-oi Apenas pueden existir las lombrices en parte tan de- licada y bien organizada como los intestinos, sin produ- cir en ellos alguna irritación, y sabemos con certeza que esta irritación tarde ó temprano ha de afectar mas, ó ménos las otras partes del sistema, con especialidad el estómago y cabeza. De aquí resulta que estos anima- les ocasionan gran variedad de apetito, unas veces ma- lo, otras voraz; dolor de estómago, mal olor en la boca, nausea, dolor de cabeza, vértigo y mareos, tos, irrita- ción en las narices y el ano, sueño desasosegado y mal estado del vientre. En los niños ocurre con frecuencia replexion y dureza en el vientre, cámaras frecuentes y viscosas y algunas veces convulsiones. No es raro, asi en los niños como en los adultos, el que las lombrices ocasionen ataques epilépticos. ^ CAUSAS. Las lombrices aparecen generalmente en las perso- nas de disposición relajada, con especialidad en las, dé- biles de estómago; y el uso excesivo de alimentos vege- tales, frutas, azúcar ú otras sustancias azucaradas las producen frecuentemente. La razón de que los niños sean mas sujetos á ellas que los adultos, es porque se -276- les consiente el uso de los dulces casi con la esclusion de sal (*). TRATAMIENTO—El principio fundamental para la curación de las lombrices es, beber agua en abun- dancia en ayunas y en el resto del dia: un baño de asien- to de media á tres cuartos de hora seguido de una la- vativa, defensivos tibios en el estómago y vientre, sudor de sábana húmeda por hora y media cada dos dias; por la tarde se repite el baño de asiento, defensivos, dos la- vativas y otro baño de asiento de noche. Por lo que ha- ce á la solitaria, dicho tratamiento ha logrado arrojar- la; pero se hace preciso de parte del enfermo haya constancia: y luego que la solitaria y lombrices hayan salido, no por eso se ha de dejar el tratamiento por al- gunos dias, hasta que se conozca haber salido el humor que engendraban dichos animales. DE LA FIEBRE AMARILLA. La enfermedad llamada fiebre amarilla es intermiten- te, de carácter muy peligroso, que se padece en las costas é islas de los climas cálidos, y es así llamada á causa de difundirse este calor por toda la piel. Intermi- tente quiere decir, que en ciertos periodos se disminu- ye la gravedad de los síntomas febriles, aun cuando en la realidad no haya intervalo enteramente libre de fiebre. Ha tenido varios nombres, tomados principalmente de los parages en que ha producido sus estragos: así es (*^ La principal cansa de que los niños padezcan tanto de las lombrices, consiste en la perniciosa costumbre de alimentarlos con gran cantidad de dul- ce, y en el descuido diario del uso de la sai. —277- que se oye hablar mucho de la fiebre de la Habana, Veracruz, Santo Domingo, Jamaica &c; pero todas es- tas son una misma fiebre, originada de las mismas cau- sas, que presenta los mismos síntomas, y todas requie- ren el mismo plan curativo. Esta es la fiebre que en dichos y otros puntos ha destruido horrorosamente la especie humana, y aun destruye todavía, aunque no tanto en número como antes. SÍNTOMAS. Epilogando brevemente sus síntomas, pueden redu- cirse á los siguientes: Cansancio y languidez, desfalleci- miento, vértigos y dolor de cabeza, calofríos, enrojeci- miento de rostro y fuertes latidos de las arterias del cuello y sienes; sed excesiva, pesadez y ardor en los ojos, pulso frecuente, depreso y á menudo nausea;» piel seca ó cubierta de una humedad glutinosa, gran desa- sosiego y ansiedad y una particular espresion en el ros- tro, que anuncia lo mucho que padece el interior. A estos síntomas suceden un pulso vivo, duro y tenso, un ardor abrazador por todo el cuerpo, rostro en estremó rojo, ojos inflamados y turbios, orina escasa, frecuentes suspiros y un desasosiego indecible; estremo ardor de estómago y arcadas violentas: unas manchas amarillen- tas aparecen hacia el cuello y lados de la boca, que se van estendiendo gradualmente por toda la superficie del cuerpo; la lengua está limpia y roja por los bordes y sucia por el medio, la mente confusa y á veces deli- rante. Después de esto, el calor animal decae de su grado natural, el pulso es menos frecuente y mas abati- do, y la indiferencia de espíritu es conspicua. El vómi- to es copioso é irrestringible, y la materia que se de- pone es semejante á café turbio, de un color verdine- gro bajo; el paciente se pone insufrible, sigúese: des- pués el echar sangre por las narices, oidos, encías y cá- mara; y finalmente, la voz entrecortada, el estupor y -278- muerte. En la mejoría, que se verifica hacia el primer término de las quince ó veinte horas, las apariencias son de ordinario lisongeras, pero á ménos que la enferme- dad no se haya prácticamente curado con efecto, los síntomas vuelven con mas violencia y destruyen al pa- ciente. CAUSAS. La causa principal de esta fiebre en cualquier parte del mundo que se presente, es indudablemente de los (fluvios ó exhalaciones nocivas que se desprenden de los lagos y aguas estancadas; también puede nacer de las exhalaciones producidas por montones de sustan- cias vegetales en estado de descomposición pútrida, aunque no haya laguna próxima. Parece deberse prin- cipalmente al número y estension de las lagunas que hay en las costas de México, África &c. y otras partes debajo de los trópicos el que esta enfermedad sea allí mas fatal y frecuente. TRATAMIENTO.—Generalmente hablando, la fie- bre amarilla principia con grande excitación del sis- tema, ó en otras palabras es altamente inflamatoria, y por lo tanto, luego que el paciente se sienta acome- tido de dolor de cabeza, vértigo, rostro encendido, pul- so fuerte y pletórico y otros síntomas que denotan la invasión de la fiebre, deberá inmediatamente darse una ablución de agua fria por un cuarto de hora; á las dos horas un baño frío ó tibio por media hora, echándole agua sobre la cabeza muy á menudo, abiertas las venta- nas de la habitación que corra el aire; pasadas otras dos horas se dará una loción fría por diez minutos, lle- var constantemente defensivos mojados en la cabeza, beber mucha agua y cuatro lavativas diarias: dieta com- pleta. Si sucediese que los síntomas hayan cedido con- siderablemente con estas aplicaciones, no por eso de- jará las abluciones, lociones &c. Es probable que la \ 727&- enfermedad ceda; y si así no fuese, acudirá á los sudores de sábana húmeda de cuarto en cuarto de hora cada uno hasta ocho, siendo la última de dos horas y el baño de ti- na semi-tibio por diez minutos: durante el último sudor, beberá el enfermo agua de cuarto en cuarto de hora; pasada hora y media de esta aplicación se le dará un ba- ño de asiento con los defensivos mojados en la cabeza, y frotaciones con lienzos húmedos de la rodilla para abajo, y les brazos. Por la tarde se repetirán los mis- mos sudores y demás aplicaciones. Si con estos reme- dios el mal no cediera del todo ó en la mayor parte, en- tonces recurrirá á la sangría, de la que creo no habrá necesidad alguna, siempre que se le hagan bien las apli- caciones dichas. El tratamiento se repite hasta obte- ner la salud. ESCUPIR SANGRE. Esta enfermedad es una evacuación de sangre de los pulmones ó traquea. SÍNTOMAS. Generalmente va precedida de un sentido de peso, ansia y dolores cerca del pecho con alguna dificultad en la respiración, muchas veces una sensación que se percibe bajo el esternón, y otras moviéndose de sitio en sitio; poco tiempo antes que aparece la sangre, hay fre- cuentemente un sabor algo salado en la boca. Al último unas cosquillas encima de la traquea cau- sa algunos esfuerzos para arrojar algo de ella, y sube un poco de sangre de color florido y mas ó ménos es- pumosa. Según la cantidad de sangre, hay un ruido en la traquea antes que se vomite; y en este caso es eva- -280- cuada con tos, lo que sucede muchas veces desde el principio. Dichos síntomas locales son muchas veces precedidos de un calofrío general con molestia de los miembros, dolores de la espalda y cabeza, el estreñi- miento, el pulso frecuente y lleno, con otros síntomas de fiebre. Esta enfermedad es muchas veces de un ca- rácter grave, por manifestarse una tendencia á ser ul- cerados los pulmones, especialmente cuando ataca á las personas de pecho estrecho y de una apariencia con- sumitiva Si está seguida de tos, dolor ó dificultad de respiración, el peligro es considerable. CAUSAS. Los que tienen el hábito sanguíneo, la forma delga- da y complexión delicada son mas espuestos á este mal, el cual ocurre con mas frecuencia entre las edades de 15 á 35 años. La abundancia de sangre, la sensibilidad ó irritabilidad de consideración y la estrechez del pe- cho, también son causas que disponen á esta enferme- dad. Las ocasionales de este afecto son, el calor este- rior^ una diminución considerable y repentina del peso de la atmósfera, todo lo que aumenta la fuerza de la circulación, el ejercicio ó fuerzas violentas. DISTINCIÓN. Cuando la sangre prooede del estómago sé llama vó- mito de sangre, y suele ser mas considerable en canti- dad que en los casos en que se evacúa de los pulmones; es también de un color mas oscuro, mas grumosa, mu- chas veces mezclada con los contenidos del estómago, y por lo común no es acompañada de tos; pero en la présente enfermedad se arroja con algunos esfuerzos que sé hacen para conseguirlo. Cuando se arroja la Sangre acompañada de tos, es de un color florido y mez- clada con un poco de moco espumoso. < -281- TR ATAMIENTO —Una evacuación de sangre de los pulmones puede atacar á los sanguíneos y floridos ó á los debilitados y pálidos. En el primer caso es acom- pañada de una acción basculosa aumentada; en la últi- ma de un aflojamiento y debilidad general, la acción basculosa está débil, y la sangre clara y de una berme- jura diluida. El régimen debe por supuesto variarse en álgun grado en los estados opuestos de la com- plexión. Si el escupir sangre ocurre en las personas de un temperamento sanguíneo, cuya fortaleza no está mucho ó nada empeorada, se dará las aplicaciones si- guientes: Baño de asiento de media hora, con defensi- vos fríos en el pecho y espaldas; estos los tendrá de continuo, siempre cubiertos con los secos; beberá agua en dosis pequeñas; un baño de piés diario hasta media pierna por diez á quince minutos; abstenerse de todo irritante y de cuanto pueda ocasionar alguna fatiga y cansancio; una dieta suave y escasa de alimento ve- getal. Si dicho flujo ocurriese éñ ún hábito lleno de sangre, en que la fuerza es considerable y el pulso lleno y du- ro, se puede usar de las mismas aplicaciones ya dichas; y si no cediese la sangre, se recurrirá á la sangría del brazo hasta la cantidad de diez ó doce onzas, la que es muy útil en los casos éft que el pulsó dé los hábitos sanguí- neos continúa duro después del flujo de sangre de los pulmones; pero nunca debe usarse cuando la com- plexión del enfermo es delicada y débil. Cuando el es- cupir sangre ocurra en personas debilitadas, deberán emplear los mismos medios de curación. Algunos médicos escritores ordenan para esta clase de enfermedad el agua fria aplicada ésterioriíiénte; y uno de ellos, con bastante práctica, ordena lo siguiente: "Debe procurarse, en esta clase de enfermedades, que "él temperamento del cuarto del paciente se conserve "tan frió ¿ornó sea posible por los medios Usuales, y la 36 T282- "aplicacion de frío esteriormente es algunas veces de "mucha utilidad. En los casos estremos se puede apu- ñear libremente al pecho, entre los hombros y genita- les, lienzos mojados en el agua mas fria." .p.uando esta enfermedad ocurre en las personas de un habitó; sanguíneo ó semblante florido, cuya fortaleza es muy poco ó nada empeorada, la dieta debe ser es- casa y consistir de vegetales suaves, evitando toda cla- se de alimento animal y licores fermentados. Es tam- bién propio el uso de frutos acidulosos, como las naran- jas, limones &c. y los ácidos vegetales, y todo el ali- mento que se tome debe ser frío. Es muy perjudicial el esfuerzo de los músculos y también del ánimo. Sin embargo, si esta enfermedad ocurre en una complexión débil, la dieta debe ser nutritiva aunque suave; como leche, huevos, y las clases de alimento animal que son mas fáciles para digerir. También es de gran utilidad el aire y el ejercicio moderado. BAILE DE SAN VITO. SÍNTOMAS. Esta enfermedad ataca indistintamente á niños y ni- ñas, y principalmente á los que son de una constitución débil ó cuya salud natural, buena y vigor, han sido des- mejorados por demasiado retiro ó por el uso de ali- mento escaso ó impropio. Aparece mas comunmente desde los ocho hasta los catorce años de edad. Un ape- tito variable y frecuentemente voraz; la pérdida de la viveza y alegría acostumbradas; una hinchazón y dure- -283- za de la parte mas baja del vientre, y en general un es- tado estreñido de los intestinos, que sfe agrava según sé aproxima la enfermedad; mociones pequeñas y regula- res é involuntarias de diferentes músculos, particular- mente de la cara, que se cree ser efecto de irritación, Íireceden á las mociones convulsivas mas violentas (jué lama después la atención de los amigos del paciente! Estas mociones convulsivas varían. Los músculos dé los miembros y de la cara los que mueven la quijada inferior, la cabeza y el tronco del cuerpo, son afectados por ellas en diferentes tiempos y ocasiones. En éste estado el paciente no anda con firmeza, su paso se pa- rece mucho á uno qué va saltando; á veces no puede andar, y parece paralítico; no puede hacer las mocio- nes comunes y necesarias con los brazos mal sanos. Es- ta moción convulsiva es mas ó menos violenta, y es cons- tante, excepto cuando duerme, en cuyo caso en los mas de los instantes cesa dé iodo punto.,La articulación se halla frecuentemente impedida, y el pasar alguna cosa le cuesta gran dificultad. En los casos muy malos los ojos pierden su lustré~y dtá'rMS?l','latoinplexion está pá- lida y el semblante espresa inacción y desfallecimiento. CAUSAS. .v.Kv.* La debilidad general é irritabilidad del sistema ner- vioso durante la niñez, el miedo repentino y la supre- sión de las erupciones de la cutis, han probado ser cau- sas de esta enfermedad; pero no hay ninguna tan fre- cuente como lá debilidad é irritación del estómago é intestinos. TRATAMIENTO.—No existe medio'alguno'mas' útil y eficaz para esta enfermedad, como el agua apli- cada del modo siguiente: Baños frios generales por diez minutos cada tercer dia; los días intermedios se envol- , verá en una sábana húmeda'á las seis de la mañana por -284- hora y media, con defensivos frios en la cabeza, los que también llevará dia y noche en el estómago, vientre y cintura: concluido el sudor se dará el baño de tina por cinco á diez minutos, con frotación dentro y fuera del baño, enjuto el cuerpo y puestos los bendajes en el es- tómago &c, hace un ejercicio que sea muy activo. A medio dia, medio baño por ocho minutos con frotación; á las cuatro de la tarde se dá el sudor de sábana húme- da por dos horas, y en lugar del baño se dá una frota- ción con la sábana húmeda por diez minutos; en segui- da ejercicio, y durante él por mañana tarde y beberá agua en abundancia; por la mañana temprano se echa una media lavativa, otra por la tarde. Con este trata- miento el enfermo recobrará la salud en muy poco tiempo. Si hubiese motivo para suponer que la enfermedad procede de lombrices, entonces será la curación mas breve aplicándose el tratamiento que designa el trata- do de "Lombrices." — i niwg^iriHWM"'iHi.....' DEL ZARPULLIDO DEL CRÁNEO, Y TINA. El zarpullido del cráneo y la tina, se considera gene- ralmente por las personas no profesoras que son térmi- nos sinónimos; y en verdad, son casi tan semejantes, que no es necesario hacer una distinción de ellos en un trata- do popular. Hay algunas variedades de zarpullido ó pór- rigo, como los médicos lo llaman; pero como el trato es semejante en todos ellos, no intentaremos describirlos separadamente. SÍNTOMAS. Es bien sabido que el zarpullido del cráneo hace su apariencia en lunares separados, de una figura circular -285- é irregular sobre el cráneo, frente y cuello. Principia con un conjunto de postemillas pequeñas, de un color amarillo claro, que se rompen luego y forman costras sutiles, las que si se desatienden se hacen gruesas y duras. No obstante, si las costras se remueven, la su- perficie que está debajo de ellas queda encarnada y resplandeciente, pero adornada con los estreñios de las postemillas que se elevan ligeramente. Cuando se des- cuida la enfermedad, los lunares se unen y se llega á afectar toda la cabeza. Donde se coloca la enferme- dad, el pelo manifiesta un color mas claro, cae y se des- truye la raiz. Esta enfermedad es estraordinariamen- te obstinada y sin resultado favorable para la medicina: no asi para la Hidroterapia, pues esta la cura comple- tamente. w, it r CAUSAS. Sucede á veces, que se origina espontáneamente en los niños de un hábito débil y flojo y que están mal ali- mentados, poco limpios y no hacen ejercicio suficiente. Pero se propaga generalmente por el contagió, esto es, por el traspaso de la materia de los enfermos á los sa- nos, como puede suceder en el contacto frecuente de los cabezas de los niños, el uso de las mismas toallas, peines, gorros y sombreros. TRATAMIENTO—Cuando los lunares están infla- mados é irritables, es necesario limitar las aplicaciones locales al lavatorio continuo de las partes con agua ti- bia, teniendo sobre ellas defensivos tibios cubiertos con secos, y renovados muy á menudo. También son de mu- cha utilidad los sudores de sábana húmeda por mañana y tarde, con su baño tibio de seis minutos: si el sudor principia á la hora, estará en él otra; si á las dos horas, estará tres; y no sudando á las tres horas, que sucede rara vez, se desenvuelve de la sábana y se mete en el baño; luego sale á pasear al aire libre. - 286- Si el zarpullido ó tina (ó pórrigo, como le llaman' los médicos) ocupase alguna otra parte del cuerpo, como brazos, manos, piernas &c, entonces se dará baños lo- cales con agua un poco mas que tibia, y lociones gene- rales por ocho minutos. A los doce dias la temperatu- ra del agua ha de ir bajando poco á poco hasta quedar en sü estado natural. Por diez dias seguidos se hará el enfermo estas aplicaciones; pasados estos dias se dará los sudores húmedos del modo que quedan arriba espli- cados. Al mes de tratamiento el enfermo solo sentirá una insignificante picazón, principalmente por la no- che, la que calmará antes de acostarse, dándose una frotación con la sábana húmeda por ocho minutos. DE LAS ERUPCIONES DEL CUTIS. Bajo este título incluyo todas las ronchas comunes, y las erupciones de toda ó la mayor parte de la super- ficie general del cuerpo que no tiene título distinto, ó que no es preciso esplicar circunstanciadamente en una obra como esta. Las ronchas comunes que aparecen como manchas encarnadas que gradualmente se hacen del color de ro- sas, y muchas veces se marchitan y avivan alternati- vamente, apareciendo con particularidad en las meji- llas, pecho ó brazos, son ciertamente molestas, pero no se les puede dar otra importancia: requieren, sí, una atención al estado de los órganos digestivos, la regula- ción de los intestinos por medio de las aplicaciones si- guientes: Por la mañana beberá el enfermo un vaso de agua en ayunas; pasado como un cuarto de hora, una lavativa: á medio dia un baño general por diez minutos; por la noche una frotación con la sábana húmeda por doce minutos. El baño general puede darse Cada se- gundo ó tercer dia. -287- Las ronchas que vienen acompañadas de granos pe- queños y una picazón penosa, son aun mas incómodas que las últimas, y exigen una asistencia de mas interés en la corrección del desorden del estómago ó intesti- nos, por el uso de dos lavativas diarias, bendaje en el estómago ó cintura abdominal, baños generales semi- tibios por veinte minutos, y cada segundo dia un sudor de sábana húmeda por dos horas y media con el baño de tina por cinco minutos, ó una frotación con lienzos húmedos; pero mejor y mas provecho causará el baño. En esta clase de ronchas se observará una dieta que consistirá, principalmente de vegetales sanos y frutas maduras, con el alimento animal fresco. Los granos encarnados, duros, distintos y estaciona- rios, que se manifiestan con tanta frecuencia en las ca- ras de diferentes personas, son la consecuencia de una simpatía de los pequeños vasos excretorios de la parte afectada, con un estado desarreglado del estómago é intestinos. Si estos granos no ceden á las aplicaciones de las ronchas comunes, acudirá á los sudores de la sá- bana húmeda. Los granos que aparecen en la cara de los que beben mucho, no pueden curarse radicalmente sino por un retorno á las costumbres de temperancia, con el empleo de los medios ya mencionados. Los gra- nos encarnados y húmedos que aparecen en la barba y cerca de la boca son síntomas de algún mal interior, y pueden removerse por los sudores húmedos, lavativas y baños generales. GARROTILL0. El garrotillo es una violenta inflamación peculiar de la membrana que cubre la traquea, y produce una se- creción de una especie rara, la cual asuma una forma, -288- membranosa y cubre la traquea por una parte, ó por toda su Ostensión viene acompañada de un peculiar so- nido ronco de la voz, respiración constantemente tra- bajosa y sofocante, y al mismo tiempo calentura. La esencia dé esta enfermedad está en la secreción de es- te forro viscoso y espeso, que constantemente tiene al enfermo en peligro de ser sofocado. Los niños eon es- pecialidad son los mas sujetos á esta enfermedad, y los qué la han padecido una vez son mas susceptibles de ella que antes, aunque esta predisposición desaparece á medida que van creciendo. Algunas veces termina de un modo fatal en veinticuatro horas, aunque cuando acontece, que es mortal, por lo común no ocurre hasta él cuarto ó quinto dia." SÍNTOMAS. De ordinario empieza por una tos ligera, estornudos, ronquera, como si el paciente hubiera cogido un res- friado; á lo que sigue un dia ó dos después un peculiar sonido de la voz, como el que produciría si pasase por un tubo de bronce. En el progreso de esta enferme- dad se percibe una sensación dolorosa en la estremidad de la traquea, y dificultad de respirar con una especie de sonido ronco, como si el conducto del aire estuviese mas estrecho: la tos que le abompana es á veces seca, y si arroja algo es una materia de apariencia purulen- ta, y algunas veces unas telillas que parecen pedazos de membrana. Hay agitación de pulso, desasosiego y una sensación incómodo'd«rmnk>r| do ordinario se enro- jece é hincha la parte posterior de la boca, pero á ve- ces no hay apariencia de ^inflamación. El rostro apa- rece muy abatido; la cabeza y frente se bañan de su- dor, ocasionado, por la violencia de la fatiga; los labios y mejillas se ponen alternativamente pálidos y lívidos. Cfon estos síntomas, y particularmente Con la dificultad dé' respirar y Una sensación de ahogo, algunas veces el -289- enfermó acaba repentinamente. La facultad de tra- gar es también desigual. CAUSAS. Todo lo que tiende á debilitar el sistema ó á un gra- do de irritación cualquiera en el pulmón, puede consi- derarse que predispone á esta enfermedad alarmante, y por lo mismo no es dificil señalar la razón de la ma- yor frecuencia de esta enfermedad, puesto que el siste- ma moderado de criar los niños es mucho mas sedenta- rio y regalado que el que se seguia antiguamente, y por lo mismo mas propio para debilitar los órganos del pe- cho y la constitución fisica en general. No hay duda que la debilidad general dispone á ella, y es cierto que todas las enfermedades que mas directa ó remotamen- te se originan del estado irritable y delicado de la má- quina, se han multiplicado considerablemente de algu- nos años á esta parte. Es probable que cierto estado desordenado de los órgnos de la digestión ayudan ma- terialmente á producirla, también el frío y los sitios pantanosos. Hay familias particulares que son ataca- das severamente de esta enfermedad. Se debe adver- tir que no es contagiosa. DISTINCIÓN. Hay otra enfermedad que con frecuencia ataca la parte superior de la traquea, con especialidad en los niños, y que tiene una semejanza tan próxima al garro- tillo, que por lo general se confunde con él. Llámase garrotillo espasmódica por algunos autores, y por otros asma aguda de los niños; mas no obstante, en la seme- janza de muchos de sus síntomas existe una diferencia esencial que puede fácilmente distinguirse. El asma aguda ataca repentinamente, y por lo general de no- che; es intermitente, el espasmo cede por corto tiem- -290- po, y aunque vuelve una hora, dos ó ménos después, sin embargo en este intervalo el paciente goza de perfec- to reposo, aunque la voz quede algo ronca á causa del apuro anterior. Por el contrario, el garrotillo muy ra- ra vez ataca de repente, pues de ordinario se presen- tan con un dia ó dos de anticipación los síntomas pre- cursores de tos ligera &lc, y de ordinario acomete de dia: no es intermitente, antes una vez comenzada la in- flamación se hace una causa de excitación permanen- te, de ansiedad y fatiga que continúa cou muy poco ó ningún alivio, hasta que la inflamación vence y la muer- te le sigue. TRATAMIENTO.—Lo primero que se ha de pro- curar es, darse un baño de asiento semi-tibio, llevar siempre defensivos en el pecho y en derredor de la garganta, de la misma temperatura; el baño de asiento será de media hora para los niños, de una para los ma- yores: después del baño se le dará un sudor de sábana húmeda por una hora para los primeros, de hora y me- dia á' dos para los segundos. Dos veces al dia se repe- tirá este tratamiento, y una sola vez por la noche. Si por una casualidad fallase esta aplicación, entonces se acudirá á los sudores de la sábana húmeda, siendo ca- da una de cuarto de hora para los niños, la última de una hora y su baño de tina de dos minutos; para los de mayor edad de media hora, la última de dos horas con su baño de tina de cinco minutos: el agua será semi-ti- bia, excepto la que se ha de beber, que será fria y abundante, administrada en cortas cantidades: se echa- rá tres ó cuatro lavativas diarias. Defensivos frios en el estómago y vientre, renovados de dos en dos horas, y los de pecho y garganta de media en media hora. Muchas veces se consigue hacer desaparecer la enfer- medad con- solo los baños de asiento, lavativas v defen- sivos en las ya mencionadas partes. -291- DEL TUMOR BLANCO. Esta es una enfermedad de las articulaciones mayo- res, por la mayor parte de un carácter lento ó crónico, y se manifiesta principalmente en la rodilla, aunque no es raro verla en el codo, cadera y aun tobillo. En las presentes observaciones, nos referiremos principalmen- te á la de la rodilla. SÍNTOMAS. El principal de ordinario es un dolor obstinado, sor- do y lento, que lío es constante ni severo, y que se au- menta considerablemente con el ejercicio de lá articu- lación. Tiene por lo regular su asiento en un sitio par- ticular de la articulación. En los tumores blancos de la rodilla el paciente la conserva encojida y á causa del dolor que le ocasiona el estenderla, se acostumbra á tocar el suelo con la punta del pié solaiñente. Al prin- cipio no hay hinchazón ó inflamación, pero en el pro- greso de la enfermedad se hincha la rodilla y su tama- ño se aumenta gradualmente; pero el color de la piel no se altera, y el tumor es por lo general duro y cede muy poco á la presión. Esta enfermedad difiere mu- cho en casos distintos en cuanto á la rapidez ó lentitud de sus progresos, y á la severidad de sus dolores. A veces el dolor es muy agudo y la hinchazón es de un buen tamaño. Últimamente, la materia se aglomera al rededor de la rodilla, y al fin revienta el tumor'y des- carga una materia delgada que parece requezonés. Pe- ro es raro que la enfermedad continúe por muchos años 8Ín la formación de absceso, particularmente si el en- fermo ha sido asistido por un hábil y diestro facultati- vo. Cuando la enfermedad va á término fatal, sobrevie- ne fiebre hética y destruye al paciente, á menos que no se ampute el miembro. -292- CAUSAS. Esta enfermedad por lo general ataca á las perso- nas de disposición escrofulosa, y rara vez después de los 25 ó 30 años de edad. Sin embargo, no es raro el encontrarla en jóvenes de constitución delicada y que nunca han manifestado ninguna prueba decisiva de escrófula. Cuando hay disposición á la enfermedad, un golpe, una caida ó cualquier otro daño mecánico pue- de excitarla. Tampoco es raro, con tal predisposición, el que la exciten un prolongado y continuo desarreglo de los órganos de la digestión, ó cualquiera otra cosa que en gran manera desordene la salud general. DISTINCIÓN. Hay una afección reumática de las articulaciones ma- yores, en particular de la rodilla, que se parece á esta enfermedad en algunos de sus síntomas; pero aunque tan dolorosa como ella, es esencialmente distinta y mu- cho mas tratable. Esta afección reumática por lo regu- lar se halla en los jóvenes de una disposición pictórica y predispuestos á otras especies de reumatismo, y na- ce de imprudente esposicion al frío ó de otra de las causas accidentales de esta enfermedad. Hay asimismo otras enfermedades de las articulaciones que difieren mucho de la hinchazón blanca propiamente dicha. Las principales enfermedades que difieren mucho de la hin- chazón blanca ó tumor blanco, consisten en el estado inflamado ó de otro modo enfermizo de la membrana in- terior de la articulación, llamada membrana sinovia, que produce la secreción lubricante de la articulación. La inflamación de esta membrana es de un carácter pecu- liar y un estado crónico morboso de la articulación, que sobreviene á un ataque de inflamación aguda saludable, -293- el que por descuido ó mal curado degenera en una en- fermedad morbosa indolente. TRATAMIENTO.—Esta enfermedad es universal- mente reconocida de naturaleza seria, frecuentemente de dificil curación, y siempre requiere grande atención y perseverancia. La consecuencia cierta de no hacer ca^ so de ella es la pérdida del músculo ó acaso de la vida, y la cura imperfecta ó la falta de perseverancia en el uso de la aplicación, jamas deja de dar chasco al pa- ciente ni de agravar la enfermedad. No debe,olvidar- se en la cura del tumor blanco que es una dolencia de debilidad, y por lo tanto debe recuperarse la salud por medio de defensivos constantemente puestos sobre el tumor, ó cataplasmas de pan con agua tibia,.un' chorro de vara y media de elevación sobre la parte afectada por cinco minutos; sudores de sábana húmeda por dos horas cada tercer dia, con su baño frió de dos á tres minutos: dos abluciones al dia por un cuarto de hora, vendajes al estómago y dos medias lavativas diarias. De este modo el paciente recobrará la salud. . ' !---fí,-.í.-:.tí.i» , DEL COLERA-MORBO. '-*-.: .,. Esta es uua de aquellas epidemias en la que con el mas decidido y eficaz empeño sé ha ocupado la ciencia médica, procurando hallar un cierto y seguro remedio para aliviar al que por desgracia se veía atacado; hasta ahora sus esfuerzos han sido inútiles. Se ha oído decir, que tal ó cual enfermo se habia salvado con tal medici- na; esta se le aplicaba, á otro y no producía los mismos efectos, burlándose deteste modo la, enfermedad de cuanto ,medio el hombre inventara para su total des- -294- tmceion. Esta misma es la que agita en la actualidad á'los habitantes de esta capital, al ver invadidos por el cólera algunos de sus Estados. Continuamente se oye decir: ¿vendrá el cólera? La respuesta no puede ser sa- tisfactoria, porque de lo futuro nadie puede afirmar ó negar. Otros, que convencidos de no haber tratamien- to alguno farmacéutico cierto y eficaz donde el enfer- mo halle alivio y consuelo, preguntan: ¿El método hi- droterápico curará el cólera? Afirmativamente no se les puede responder, pero sí decirles que el método hi- droterápico tiene muchas pruebas en su favor para sal- var al enfermo acometido del cólera, acudiéndole á tiem- po. El no poder dar una respuesta lisonjera y favora- ble, es porque dicha enfermedad aun no ha sido trata- da con este método. Siendo, pues, esta epidemia la que abate y mas en consternación pone al hombre, preciso se hace poner todos los tratamientos que existen para su curación: en caso que uno no surta buen efecto, pue- dan usar de otro; yo estoy firmemente persuadido, que haciendo un uso razonable del agua y á tiempo, el en- fermo se librará de tan funesta y cruel muerte. Esta especie de certidumbre que tengo, la he adquirido con algunos enfermos que han tenido algunos de los sínto- mas que acompañan al cólera, y hati curado completa- mente. El tratamiento de M. Priessnitz me parece el mas propio y el que surtirá mejores efectos, y es el siguiente: "El tratamiento de esta enfermedad depende mucho de la constitución del paciente, y de la naturaleza del ataque. La temperatura del agua debe ser mas alta cuando la constitución es endeble, y el sudor menos. Cuando el enfermo está privado de sentido, el tratamien- to se debe empezar con ayudas frías; si el paciente es atacado de vómitos y deposiciones albinas dolorosas, se debe meter en un baño de asiento á la temperatura de 62 grados. Si al mismo tiempo tiene dolor de cabeza, se le aplicará un fomento frío, y se le darán continua- -295- mente fricciones en el estómago y abdomen, mientras otra persona deba frotarle la espalda, los brazos y las piernas con las manos, metiéndolas á menudo en agua fria, y estas frotaciones se deben continuar hasta que el calor natural se restablezca en el cutis. El paciente debe beber agua fria en grandes cantidades, lo cual po- ne fin á los vómitos y al despeño. Produce ambas co- sas en el caso de un enfermo que no esté atacado de ellos, y continuándolo hace que cesen las evacuaciones. No hay ninguna enfermedad en que sea mas preciso beber agua fria en abundancia. Presencié un caso de cólera en que el enfermo bebió treinta vasos de agua en una hora. Priessnitz efectuó su cura en tres dias." "Cuando los síntomas están ya abatidos, se debe me- ter en cama al enfermo, y frotarlo continuamente con la mano seca hasta que vuelva el calor al cuerpo, lo que debe hacerse para que sude bien. Cuando aparece la traspiración, el enfermo no se puede considerar cura- do. Al reaparecer los síntomas, se debe recurrir al mismo procedimiento. Cuando se efectúa la traspira- ción, las ventanas deben abrirse por el espacio de tiem- po que quiera el enfermo; entonces se debe meter en el baño, y después, si tiene fuerzas suficientes, debe ha- cer ejercicio al aire libre, y no dejar de ponerse siem- pre un vendaje -en el estómago. El uso interno del agua fria es indispensable durante el procedimiento su- dorífico, y se debe continuar también después" "En caso que el enfermo esté demasiado endeble, se debe tener en perfecto reposo, lo que contribuye mu- cho para el restablecimiento de las fuerzas agotadas. Pero si la constitución del paciente es robusta, el agua que use deberá ser sumamente fria; por este medio puede sin cuidado traspirar con abundancia. La enfer- medad se debe tratar con la misma energía cuando lle- ga á su mas alto grado de gravedad. En los primeros ataques, el método curativo surte en corto tiempo unos efectos sorprendentes; pero no tiene los mismos cuan- -296 do la enfermedad se ha descuidado en su principio: sin embargo, con paciencia y perseverancia es aun seguro el éxito." ''Finalizaré este capítulo con las siguientes abserva- ciones, que recomiendo á la atención del lector:—El íigua destinada para beber, la que se usa en baños y abluciones, mientras mas fresca es mejor. En caso de ser preciso aumentar la temperatura del agua, se pue- de mezclar con un poco de agua caliente. La curación del cólera se puede solamente efectuar reproduciendo la traspiración; esta gran función no puede reanimarse nunCa sino restituyendo la energía á los órganos de la piel, que la habian perdido, y que solamente se obtiene con la irritación que causa el agua fria." "El agua fria se debe mantener á una temperatura igual para sostener esta irritación saludable; también debe tenerse gran cuidado de renovar la del baño cuan- do principie á caldearse." "Cuando el enfermo está metido en el baño no debe llegarle el agua mas que hasta el ombligo; para obtener esta altura, se debe alzar el baño por la estremidad opuesta á la que está sentado el enfermo. Los múscu- los y las piernas, quedando fuera del agua, se deben frotar enérgicamente para atraer otra vez el calor." "Se comprende fácilmente que si el agua del baño está demasiado fria, seria peligroso que la reacción no se efectuase. La temperatura del agua fria debe ser proporcionada á la fuerza que le haya quedado al en- fermo.!' "Los fomentos deben ser de agua caliente." "Las abluciones no deben ser mas largas que lo ne- cesario para refrescar las partes acaloradas, como se emplean después del procedimiento sudorífico; es de- cir, por tres ó cuatro minutos." 1 "Si las partes inferiores se afectan con calambres, se deben meter en agua y frotar bien hasta que cesen." "Para los dolores violentos en el estómago, calam- -297- bres en el intestino recto y despeños frecuentes, eva- cuations alvines, se debe usar alternativamente de las lavativas y de los baños de asiento." "Cualquiera atacado del cólera debe comer poco, no tomar leche y beber agua en abundancia." "El tratamiento del agua fria se debe continuar por largo tiempo, tanto para evacuar los humores dañinos que puedan quedar en el cuerpo, como para restaurar las fuerzas." "Priessnitz en su establecimiento ha tratado sucesi- vamente diez y siete casos de cólera, y los ha curado todos en pocos dias. No he presenciado estos hechos, me los han referido; pero el siguiente caso sucedió du- rante mi permanencia en Graefemberg." "Llegó á Graefember el inspector de una aldea per- teneciente á la corona; estaba enfermo seis semanas ha- bia; era de constitución robusta: durante aquel tiempo habia esperimentado todos los síntomas de cólera, ex- cepto la enfermedad. Se admiró al ver que se le orde- naba que bebiese leche y comiese pan y manteca, lo que hizo por la mucha confianza que tenia en Priessnitz. Después que pasó esto, fué á su habitación, donde en- contró preparado un baño de asiento á la temperatura de 55 grados de Fahreneit que le estaba aguardando. Aun se admiró mas, cuando después de algunos minu- tos sintió una gran descarga de viento que le alivió los dolores del estómago. Al salir del baño se metió en la cama, aplicándole antes un vendaje en el estómago, y durmió hasta el dia siguiente. Esta fué la primera vez que habia dormido desde el principio de la enfermedad. Quedó completamente curado, y volvió á su casa bue- no del todo." "Para disipar todas las dudas que se puedan suácitar acerca de la naturaleza de esta enfermedad, agregaré la relación del enfermo á su llegada á Graefemberg. "El cólera, dijo, asolaba el pueblo de mi residencia. Los habitantes se asustaron y rehusaron asistir á los enfer- 38 -298- mos: también suspendieron todo trabajo, contando con morir. Pensando que era mi deber darles ejemplo, vi- sitaba á todos los enfermos, y tocaba á todos los que te- nian miedo para animarlos. Esta conducta produjo el efecto que esperaba, pues me dio el cólera: inmediata- mente fui asistido por el médico del pueblo, pero sin encontrar ningún alivio; pasé á Viena sin mejor suceso. Graefemberg fué el último recurso, pero allí recobré mi salud." Luego que se reconozca ser cólera la indisposición que ataca al enfermo, que se suele distinguir por vómi- tos algo negros, deposiciones biliosas, verdes ó de colo- res, amarillo ó negro, movimientos convulsivos de algu- nos miembros, se ennegrece, se consume el cuerpo y otros síntomas semejantes: si el enfermo está privado dé sentido, en el momento se le mojará la cabeza, y puestos los piés en agua se le dá un baño de chorro en la nuca hasta que vuelva en sí, y entonces se le darán lavativas de agua fria: á continuación tomará un baño de asiento en agua tibia, y defensivos frios en la cabe- za, si le doliere: entre tanto, en el estómago, bajo vien- tre, espalda, piernas y brazos, se le harán frotaciones con las manos, metiéndolas frecuentemente en agua fria, y continuará hasta que esté restablecido el calor del cutis; beberá mucha agua, y regularmente cesará el vó- mito y deposiciones, que si no las tenia, también se las promoverá: se recomienda mucho el beber agua y las lavativas. Cuando estos síntomas están abatidos, se pone en la cama al enfermo y se le frota bien todo el cuerpo á ma- no seca hasta que recobre el calor, y se hace esto como preparativo para sudar bien; se le envuelve en la sába- na mojada, y aunque aparezca la traspiración no se con- sidere que está curado, sino que si vuelven á apare- cer los mismos síntomas, que ya no serán tan fuer- tes, debe repetirse el mismo procedimiento sin abando- narlo con prontitud, y luego que se efectúe la traspira- -299- cion se abrirán las ventanas por el tiempo que el enfer- mo quiera, y después se dará un baño con agua á la temperatura de la habitación por tres á cuatro minu- tos; y si tiene fuerzas el enfermo, hará ejercicio al airé libre, llevando siempre un vendaje de agua caliente en el estómago: durante el tiempo de la sábana no dejará de beber agua abundante, y fuera de él también es muy necesario: si hubiere-calambres en las piernas, las me- terá en agua y las frotará bien hasta que cesen: en lo demás que no se advierte, se observará el mismo méto- do. Yo he curado varios de estos casos con prontitud y buen éxito. "Se meterá al enfermo en el medio baño tibio por dos á cuatro horas con defensivos en la cabeza; cuidando de suspender la tina por el lado de los piés, de modo que las piernas queden fuera del agua: durante este me- dio baño se le dan frotaciones con las manos mojadas en agua fria en todas las partes del cuerpo que quedan fuera del agua, y se le ponen en la cabeza lienzos moja- dos en agua fria; al mismo tiempo se le dá á tomar to- da el agua que pueda, y aunque esta le cause mas vó- mito ó despeños, se le sigue dando en bastante canti- dad, con la seguridad de que por el medio indicado ce- derán luego los síntomas: entonces se le sacará del me- dio baño, y enjuto el cuerpo se le dan frotaciones á ma- no seca generales hasta que se haya calentado e! enfer- mo, y entonces se le envuelve en una frazada para reci- bir un sudor en seco de dos á tres horas, bebiendo agua cuando el cuerpo entre en calor de cuarto en cuarto de hora según su edad ó robustez, haciendo durante el sudor cuanto se ha ordenado: al sudor se sigue el baño en agua casi fria por ocho á diez minutos con frotacio- nes generales, y después frotaciones á mano. Pasa- das tres horas después de esta aplicación, se le de- be dar un baño de asiento seguido de dos lavativas: es- to se debe repetir por lo menos dos veces al dia: es pro- bable que el mal vuelva, aunque no coa la misma fuer- -300- za, y reapareciendo los síntomas se repetirá la misma aplicación que al principio: si hubiesen calambres en las estremidades, se meten en agua fria y se frotan has- ta que cesen, y si hubiese parasismos ó desmayos se le darán frotaciones generales con lienzos mojados y es- primidos, y lavativas de agua fria," "Cortada la gravedad del mal por medio del medio baño y procedimiento sudorífico indicado, se seguirá con este otro método hasta que se sienta completamen- te restablecidc: baño de asiento de media hora, con de- fensivos frios en la cabeza y frotaciones con la mano mojada mañana y noche, y después de cada baño de asiento una lavativa: á las diez de la mañana se dará un sudor de sábana húmeda por hora y media á dos horas, con su correspondiente baño casi frió: en la tarde un baño de abluciones por ocho minutos, beber mucha agua y hacer ejercicio al aire libre: en todo el tiempo del tratamiento se debe cuidar mucho que los alimen- tos sean sencillos y de fácil digestión." El del P. Heredia no me parece cause tan buenos efectos como el primero: el de Priessnitz está puesto en práctica y surtido buenos efectos: este segundo no, y en enfermedades con algunos de los síntomas del có- lera, tratadas con algunas de sus aplicaciones, no han dado los mejores resultados. Este tratamiento también es de Priessnitz; mas no es completo y está algo va- riado. Estos son los tratamientos que existen para contener el rápido curso de tan destructora epidemia. Yo estoy por el de Priessnitz; el mismo que he usado en enferme- dades con tendencia al cólera: sus efectos no pueden ser mas felices. También será de mucha utilidad para los sanos llevar constantemente lienzos húmedos en el estómago y vientre, darse todas las mañanas una loción en todo el cuerpo por cinco á ocho minutos, beber agua muy fria, una lavativa diaria, no tomar alimentos indi- gestos y darse baños frios por diez á quince minutos. -301- Observando este método de vida,' durante la epidemia, estoy seguro que no se enfermará, y caso que asi sea no será tan fuerte el ataque. rnTirTWBYHSafflgir DEL TIC DOLOROSO. Este es un afecto muy dolorido de los nervios de la cara, donde ocurre con mas frecuencia, aunque las de- mas partes del cuerpo están á veces atacadas de él. El dolor de esta enfermedad es de una naturaleza agudí- sima y en estremo fuerte: no es continuo, pero ocurre en paroximos violentos, y muchas veces atacan como los choques repentinos y penosos de electricidad, y varían en duración en diferentes casos. Cuando este mal ocurre en la cara, sus sitios mas co- munes son la frente, la sien ó la parte anterior de la me- jilla. En el primer caso, este terrible dolor se lanza en el ángulo inferior y niña del ojo, y en sus progresos afec- ta todo el lado de la cabeza; en el último caso, se lanza hacia la boca y ángulos de la nariz, después hacia la oreja, y algunas veces hasta la frente. CAUSAS. Estas son muchas veces envueltas en grande oscuri- dad, pero por lo general son claras y consisten de un desarreglo de los órganos digestivos y salud general. DISTINCIÓN. Se distingue esta enfermedad del reumatismo y do- lor de muelas por la indecible violencia del dolor, su corta duración y la ausencia de toda hinchazón é in- -302- flamacion: también es excitado per el mas pequeño toque. TRATAMIENTO.—Como es probable que la ma- yor parte de los casos de la presente enfermedad se originan por un desorden grave de los órganos digesti- vos, no hay duda que el mejor y mas feliz plan consiste en arreglar dicho desorden, y en dar vigor al hábito del cuerpo por la aplicación de baños generales de diez mi- nutos cada tercer dia, y los dias intermedios sudor de sábana húmeda por dos horas con su baño frió por tres minutos, vendaje continuo en el estómago, dos medias lavativas, y por la noche una frotación con lienzos ó sá- bana húmeda por cinco á ocho minutos. El estreñimiento ó una condición irregular y desor- denada de los intestinos, con la lengua sucia y otros sín- tomas de un desarreglo del abdomen, han prevalecido generalmente en los casos de esta enfermedad: es de mucha necesidad que >e preste particular atención á la regulación de los intestinos absteniéndose de irritantes, y tomando dos baños de asiento diarios de media á tres cuartos de hora cada uno, y renovar mas á menudo los vendajes en el estómago y vientre. DE LA SUPERABUNDANCIA DE BILIS. Por superabundancia de bilis, se entiende un vomitar y purgar, que es muchas veces de un carácter alarman- te, especialmente en los climas cálidos. Se ha conside- rado, en general, que esta enfermedad es una secreción desordenada de bilis de una calidad viciada; pero aho- ra se sabe de cierto, que aquellos casos en que la se- creción de la bilis está del todo suprimida, son los mas -303- alarmantes. Parece que un estado del estómago esti- mulado y de los intestinos menores es causa mucho ma- yor para producir esta enfermedad, que ninguna afec- ción enfermiza del hígado ó de los tubos de la hiél. SÍNTOMAS. Los mas frecuentes son, nausea, dolor y ensanche del estómago é intestinos, sucedidos con violencia por vó- mitos violentos y frecuentes, purgativos penosos de flui dos sutiles y acuosos, biliosos ó mal acondicionados agonía de los intestinos y abdomen, sed y calor incómo dos, acompañados de sudores frios, un pulso pronto, dé bii y á veces desigual; gran ansiedad y desasosiego con- tinuo, contracción molesta de piernas, brazos y abdo- men, desmayos y algunas veces convulsiones generales. El ataque de esta enfermedad es por lo común repen- tino. Las señales mas peligrosas en el progreso ordi- nario de esta enfermedad son, un frió en la superficie del cuerpo que se estiende sobre la región del corazón y estómago; el pellejo debajo de las uñas se encorva, la lengua se enfria mucho, se manifiesta un sudor univer- sal colicuante, con arrugas en las palmas de las manos y plantas de los piés, y una asencia de vomitar y pur- gar. La violencia del ataque puede concluir con la vi- da en veinticuatro horas, principalmente en los países cálidos y templados. CAUSAS. Esta enfermedad suele provenir en países frios, por respiración cortada, por comer frutas indigestas, como manzanas verdes, pepinos, melones &c, purgantes vio- lentos, miedos repentinos, y prevalece mas á fines de verano y principios del otoño. En los países cálidos la superabundancia de bilis es de un carácter maligno, y los prácticos mas sabios convienen en que son las cau- i -304- sás las vicisitudes rápidas de la atmósfera con respecto al temperamento ó humedad, esposicion del cuerpo á las corrientes del aire frió, particularmente al frió de la tarde después de haberse calentado por cualquier ejer- cicio violento, conducente á la debilidad ó flaqueza; si- tuaciones pantanosas, alimentos flatulentos ó indigestos, especialmente vegetales crudos y acuosos. DE LA CONSUNCIÓN PULMONARIA. La consunción pulmonaria consiste en una flaqueza del cuerpo, con debilidad y tos, acompañada por la ma- yor parte de la calentura hética y frecuentemente de es- pectoracion purulenta. Esta es una enfermedad de mayor importancia, tanto por causa de su frecuencia como de su fatalidad. Puede decirse, sin exageración alguna, que es la que arrebata mucha parte de los ha- bitantes del globo. Hay tres clases de esta enferme- dad, á saber: 1.° La consunción catarral. 2.° La consunción apostemada. 3 ° La consunción tubercular. Como cada una de estas clases difiere en sus sínto- mas en algún modo de las otras, trataré de ellas con distinción, advirtiendo ahora los síntomas y causas que son comunes á todas. SÍNTOMAS. Los primeros síntomas de la consunción son á menu- do insidiosos y oscuros. El paciente siente un desfalle- cimiento no acostumbrado, y respira con ménos liber- tad que antes, de suerte que su respiración es mas cor- ta y mas continua. Tose ocasionalmente, pero no se -305- queja de que la tos sea molesta, y raras veces especia- ra al mismo tiempo; no obstante, si hace una inspira- ción profunda, siente algún grado de incomodidad en cierta parte del pecho. Estos síntomas se aumentan gradualmente, y al fin el pulso se halla mas agitado que de ordinario, con particularidad hacia la tarde; una res- piración mas que antes tiene lugar en el curso de la no- che; y si el sueño no es incómodo para la tos, por la ma- ñana toserá muchísimo, y el paciente se sentirá relaja* do y debilitado. La tos se hace mas frecuente, y por ser seca viene acompañada de una materia pituitosa, que varia según la modificación peculiar de la enfermedad, desde un suero acuoso corrompido, teñido á veces con sangre, á una espectoracion de pus casi pura, y la enfermedad está entonces decisivamente establecida. El fluido que escupe puede ser cárdeno, negro, castaño claro, verde claro ó amarillento claro, aplastado ó redondo, blando ó duro, fétido ó sin olor. En algunos casos es muy es- caso, y puede suceder que no haya espectoracion, por- que en las especies apostemadas el paciente ha muer* to algunas veces antes de abrirse la apostema. La in- comodidad en el pecho, percibida solamente al princi- pio al hacer una inspiración profunda, es después per- manente y acompañada de una sensación de peso; la ca- lentura hética ha tomado todo su carácter, y el paciente solo puede acostarse con comodidad de un lado. La fuerza desaparece con prontitud; el pulso varía como desde ciento, á ciento y veinte ó treinta; los dientes se ponen mas trasparentes, y lo blanco del ojo es del blan- co de una perla; los dedos se arrugan, excepto en las coyunturas que llegan á hacerse prominentes; las uñas se encorvan por falta de sostén y llegan á doler, la na- riz se afila, las mejillas se encienden, los ojos se hunden, pero con brillantez, el semblante como risueño, el espi- nazo se alarga y las puntas de los hombros salen como las alas de las aves. 39 -306- El tercer estado es afligido y melancólico. Principia con una relajación deprimida y colicuativa; pero hasta este periodo y en todo él, el paciente mantiene su hu- mor y se lisonjea de un resultado feliz. La voz enron- quece, la boca se llena de postemillas pequeñas, ó la garganta se ulcera. En este estado aparece con fre- cuencia la hidropesía en varias formas; sucede algunas veces un delirio lánguido, pero en general las falculta- des están completas y los sentidos agudos hasta que las estremidades se enfrian y llega la última excena. Aun- que este es el progreso y la terminación común de la enfermedad, no obstante varía considerablemente en el carácter y combinación de sus síntomas. CAUSAS. Las causas principales predisponentes pertenecen á una constitución peculiar, marcada por un cuello largo, hombros prominentes, pecho estrecho, dedos largos y delgados, y síntomas de irritabilidad constitucional que se afecta fácilmente por agentes esternos. Las causas ocasionales son muy numerosas, como cambios frecuen- tes y repentinos de temperamento ó esposicion impru- dente del cuerpo al frió, el polvo á que están espuestos algunos artífices, como canteros, molineros &c; la de- masía en hablar, cantar, ó tocar algún instrumento de viento; la irritación de otras varias enfermedades como el sarampión, las viruelas, tos convulsiva, asma ó sífilis; la supresión repentina de enfermedades cutáneas ó de cualquier evacuación habitual, y la irritación del cuer- po cuando crece demasiado. La enfermedad puede provenir también de cualquiera sustancia estraña que se detenga en la gola ó en la traquea, de evacuaciones profusas y por continar criando por demasiado tiempo •f.n un estado de debilidad. -307- DE LA CONSUNCIÓN CATARRAL. DISTINCIÓN. En esta especie la tos es frecuente y violenta, con una escrecion copiosa de materia sutil ofensiva y pu- rulenta, rara vez mezclada con sangre; generalmen- te hay dolencia en el pecho, y dolores transitorios que se mudan de un lado á otro. Proviene principal- mente de cojer algún resfriado, ó de descuidar el ca- tarro común, y en los primeros instantes de este des- orden acaso hay ménos precipitación y constante difi- cultad en el respirar, que en la del género tubercular. Puede sobrevenir en cualquiera complexión y edad. Esta especie de enfermedad tiene su asiento en la mem- brana que cubre la traquea ó sus terminaciones, y la consunción que se sigue al sarampión y tos convulsiva es generalmente de este género. TRATAMIENTO.—Nada mas común, principal- mente en la clase acomodada, que guardar con mucha delicadeza un resfriado: la pieza que se ocupa ha de es- tar muy bien cerrada, sin que por un momento se logre la ventilación por medio de un aire fresco y puro: el agua que se bebe es tibia, la misma que se usa, y no siempre,. para lavarse; de este modo se prolongan los catarros, la naturaleza se debilita y la menor impresión luego causa mil novedades estrañas. Pero este modo de cu- rar un resfriado es una de las mayores preocupaciones en que adolece la sociedad, resultando de aquí enfer- medades para toda la vida dificil de curación. Si cuan- do una persona se vé atacada de un resfriado se lavase bien cara y cabeza con agua la mas fria, la bebiese en abundancia y saliese al aire libre, dándose baños gene? -308- rales semi-tibios por un cuarto de hora ó veinte minu- tos, no tendrían la incomodidad de un encierro prolon- gado, de contraer enfermedades y privarse de otras muchas cosas que la preoctfp ación ha inventado para hacer un tráfico con la humanidad, no llegarían al estre- mo de verse acometidos de la enfermedad que se trata y de otras muchas. Mas cuando ha llegado á una con- sunción catarral, la ciencia médica los dá por incura- bles, después de haber llenado á los enfermos de mil dragas, dejándolos acaso en peor estado que el que an- tes guardaban. No sucede así con la Hidroterapia. En su Origen es curación á veces de un dia, lo mas tres, con el método arriba indicado; pero cuando la enferme: dad está adelantada, el tratamiento siguiente es de lo mas eficaz. Por la mañana temprano se envolverá en una sábana húmeda por dos horas y media, con su ba- ño general semi-tibio de cinco minutos, con frotación dentro y fuera del baño; en seguida se le ponen defen- sivos tibios en el pecho por tres á cuatro dias, que lue- go serán frios, los que tendrá constantemente puestos: concluida esta operación, ejercicio moderado, al cual seguirá un baño de asiento frió de veinticinco minutos cóñ los defensivos puestos; por la tarde se dará un chor- ro de agua de una vara de elevación del grueso deunreal, el que caerá sobre la espalda y rabadilla: esta clase de ba- ño se lo dá cada tercer ó cuarto dia por la noche; se repi- te él mismo sudor con el baño por la tarde: dormirá con los defensivos puestos. Si la sábana se secase muy pron- to se le pone otra, en la que permanece hasta la hora dicha. Pasados veinte dias de los sudores húmedos, em- pezará con los secos por los mismos dias, y así alterna- rá hasta obtener el alivio, que á los pocos dias empeza- rá á notar. Si en el pecho sintiese mucha opresión y lá respiración fuese trabajosa, empezará la curación por los Inedios baños tibios de dos á seis horas con defensi- vos frios en el pecho y espaldas, bebiendo agua en el baño de cuarto en cuarto de hora en cortas cantidades; -309- el agua del baño se renovará de media en media hora: concluido el tiempo del baño pasará á la sábana húme- da por dos horas, que concluidas se dará una loción de agua semi-tibia por cinco minutos: si el bañó le provo- case calentura, las sábanas húmedas se renovarán de media en media hora hasta cuatro, siendo la última de dos horas, con su baño semi-tibio por seis minutos. La aplicación del medio baño durará siete ú ocho dias; lue- go el tratamiento que arriba se determina. DE LA CONSUNCIÓN APOSTEMADA. DISTINCIÓN. Esta modificación de la enfermedad ocurre princi- palmente en la plétórica sanguínea, y en aquellas en que hay apariencia de vigor. Principia por lo regular con escupir sangre, y cuando en una constitución tal lá tisis ha seguido á una inflamación aguda, á heridas ó golpes en el pecho, hay razón para concluir que el pa- ciente sufre bajo la constitución apostemada. El dolor én él pecho está fijo y constante, como también la difi- cultad de respirar, y el paciente solo puede acostarse de un lado; la tos no es como la corta é instable de la tisis tubercular, sino que es tan violenta como la de la primera especie, aunque acompañada de muy poca ó ninguna espectoracion. Lá especie apostemada ataca principalmente á las personas jóvenes de una complexión robusta, muchos dé los cuales son de la apariencia mejor y mas florida, éñ cuyo caso es á menudo remarcablemente rápida en -310- sus progresos la que obtuvo el nombre vulgar, pero no mal apropiado, de consunción precipitada. Es la tisis florida de muchos escritores, y se halla con mucha fre- cuencia situada en lo profundo de la sustancia de los pulmones. TRATAMIENTO.—El remedio mas propio y po- deroso para curar esta especie de enfermedad, que la ciencia médica tiene por incurable, es, dándose sudores en seco por dos horas y media á tres con su baño, tibio por doce á quince dias; frió en el resto de la curación por ocho minutos el tibio, por dos á tres el frió; luego ejercicio al aire libre: pasadas dos ó tres horas del su- dor, se dará un baño de asiento de media hora con de- fensivos frios en el pecho y espaldas, los que tendrá constantemente puestos en el baño sin estar cubiertos con los secos, pero sí fuera de él: cada quinto dia se da- rá el baño de chorro de una vara de elevación por tres minutos sobre todo el cuerpo, pero si el chorro ofendie- se mucho se suspenderá: á algunos enfermos les prueba y á otros no, por eso es siempre conveniente hacer esta advertencia; por la tarde ó noche se dá un medio baño semi-tibio por un cuarto de hora; los defensivos los re- novará cuando sienta el enfermo que se secan; tres me- dias lavativas diarias, y beber agua hasta doce y diez y seis vasos al dia. Pasados veinte dias de los sudores en seco, se aplicará los de sábana húmeda por dos ho- ras y media, y el baño; por la tarde ó noche repetirá el mismo sudor con baño de tres minutos, ejercicio, lava- tivas, un baño de asiento y defensivos, lo mismo que queda dicho. El baño de chorro se dará en el pecho de media vara de alto y un poco mas delgado, así como ménos que un medio; sobre las otras partes un poco mas que un real. Se ha de procurar mucho que los ali- mentos no sean irritantes, y usar de ellos con mucha moderación; esto es, una dieta suave y escasa. Existe por la mayor parte una buena cantidad de acción va- -311- cular aumentada con una complexión florida, y enton- ces el alimento debe consistir enteramente en leche y decociones farináceas. Los pacientes que sufren bajo una consunción severa apostemada, han logrado gran ventaja usando de la leche. Algunas veces el suero de manteca es un artículo excelente de dieta para esta clase de enfermos. También es de mucha ventaja el salir á pasear temprano adonde haya leche fresca re- cien ordeñada, y recostarse en el lugar donde hubiese estado acostado algún buey ó vaca, luego tomar otro vaso de leche y hacer ejercicio. Con esto último he vis- to en la América del Sud curarse completamente los que se hallan atacados de esta enfermedad. ■ ■»> % Q-l DE LA CONSUNCIÓN TUBERCULAR. DISTINCIÓN. La tos aquí es corta é instable, y hay una escrecion de sanies acuosa ó como suero, á veces con tinte roji- zo; el dolor del pecho es ligero ó ninguno; se pierden con anticipación las carnes y fuerzas; la dificultad de respirar por lo general solo incomoda con la moción del cuerpo ó cualquiera ejercicio considerable, y casi siem- pre se está de buen humor. Es muy casual que el es- cupir sangre sea uno de los síntomas tempranos de es- ta enfermedad. Esta especie proviene de tumores pequeños y duros de un color claro, llamados tubérculos, situados en la sustancia celular de los pulmones. Al principio es muy -312- insidiosa por lo regular, y ataca principalmente á los de constitución pálida y escrofulosa. TRATAMIENTO — Esta es una de aquellas enfer- medades completamente incurables en cualquier trata- miento: en el hidroterápico solo hallan alivio, y pueden alargar un poco mas la vida aplicándose únicamente el trato siguiente: Dos baños de asiento de media hora cada uno en el dia, teniendo dia y noche defensivos frios en el pecho y pulmón; una lavativa diaria, dieta suave y nutritiva, ejercicio moderado; y en fin, todo aquello que tiende á fortalecer sin estimular, con toda clase de leche y huevos frescos, es muy recomendable. Es pre- ciso advertir, que en todas las especies de consunción se puede conceder una dieta mas abundante en los pe- riodos avanzados de la enfermedad, que la que se pue- de dar con seguridad al principio. También es de mu- cha utilidad esponjarse el cuerpo con agua y vinagre (al principio tibia y después fria hasta el estado natu- ral) cuando menos una vez al dia, y frotarse después el cuerpo. Los alimentos deben ser, leche y vegetales, huevos, caldos de vaca, de ternera y jaleas. DE LA PESADILLA. Este es un afecto nervioso, en el cual hay un tremor y lucha violenta, con una opresión grave sobre el pe* cho. La sensación está frecuentemente precedida de algún sueño terrible, como si un enemigo implacable persiguiese al que sueña y no pudiese evitar el caer en sus manos, ó considerándose en algún peligro opresivo. Dicha enfermedad aparece mas frecuentemente en personas de temperamento irritable ó nervioso y de -313- una complexión débil, particularmente en los que son predispuestos á la melancolía ó abatimiento de espíri- tu. Es cierto que algunas personas suelen estar afec- tadas de ella, pero rara vez y quizá en menor grado. Las causas mas usuales son, la mucha fatiga del cuerpo ó del ánimo, el alimento indigesto y el desorden conti- nuado del estómago y de los intestinos. TRATAMIENTO—El régimen es el mismo que se ordena para la indigestión, á cuyo tratado acudirá el enfermo. Añadiendo que el ánimo y cuerpo deben con- servarse libres de toda fatiga y conmoción impropia, la dieta ligera, principalmente por la noche, conservando regulares los intestinos por el uso de dos á tres lavati- vas diarias. Si el estómago y hábito general están dé- biles y el apetito defectivo, el paciente dará principio á su curación por tres dias seguidos de baños de rega- dera, del modo siguiente: Se tomarán dos regaderas, una de agua fria y la otra de agua tibia, y á un mismo tiempo con las dos le darán el baño por ocho minutos, dos veces al dia; luego el tratamiento de la indigestión. DE LA URTICARIA U ORTIGA. Esta erupción se parece á la que se produce por la picadura de la ortiga, de cuya circunstancia toma su nombre. La erupción se presenta muchas veces ins- tantáneamente, especialmente si el cutis está frotado ó rascado, y rara vez permanece muchas horas en el mis- mo sitio, desvaneciendo y volviendo á aparecer en otra parte del cutis. Las partes que son afectadas de la erupción están muchas veces considerablemente hin- chadas, siempre con una presente picazón incómoda. 40 -314- La causa puede ser una irritación mecánica, la agrura ú otro desorden del estómago. TRATAMIENTO.—Generalmente es una enferme- dad suave y rara vez exige un riguroso trato; con solo baños generales, beber agua, vendajes en el estómago y una lavativa diaria, bastará para que desaparezca es- ta pequeña incomodidad, pues el dejarla traería mayo- res padecimientos y era necesario acudir á los sudores de sábana húmeda. DEL MAL DE PIEDRA. La orina en un estado de salud es uno de los fluidos mas compuestos del sistema animal, que consiste de va- rios ácidos, álcalis, tierra calcárea y otros materiales; y no es por lo tanto sorprendente que bajo la influencia injuriosa y á menudo contraria de las muchas causas que deterioran, á que el hombre está incesantemente espuesto, se subvierta frecuentemente la afinidad natu- ral entre estos varios elementos y sea causa de una de- posición de uno ú otro de ellos, produciendo así el mal llamado de piedra. SÍNTOMAS. • La arena ó piedra urinaria depositada á los lados ó en el fondo de un conducto recipiente es de dos géne- ros, encarnada y blanca; y es de gran importancia dis- tinguir la una de la otra, como que proceden de causas diferentes y requieren un género de trato diverso. Los síntomas de la arena encarnada son bien conocidos. El color puede variar, desde un rojizo oscuro ó de cla- vel, á un encarnado perfecto. Entonces la secreción -315- urinaria es generalmente poca en cantidad y muy colo- rida, y la enfermedad inflamatoria. Cuanto mas se acer- ca el depósito á un encamado perfecto, tanto mas seve- ros son los síntomas en general. La arena blanca es ménos común, pero se ha obser- vado por largo tiempo que viene acompañada de sínto- mas muy perjudiciales. Consiste en una grande irrita- ción del sistema, y en el desarreglo de los órganos di- gestivos en general. La espresion del semblante es á menudo cetrina y macilenta, y según procede la enfer- medad los síntomas principian á aparecer algo análo- gos á los del diabetes, tales como gran desfallecimiento y falta de espíritu, frialdad en las piernas y otros sínto- mas de estrema debilidad. La orina es pálida y eva- cuada en mayor cantidad que la que se tiene de cos- tumbre, y después de mas ó ménos tiempo siempre de- ja polvos muy abundantes en el fondo de un blanco im- palpable. En todos los casos de esta naturaleza la ori- na está estremamente dispuesta á la descomposición, y espide un olor muy desagradable. CAUSAS. En muchas personas hay una tendencia hereditaria á esta enfermedad, y en otras llegan á ser causas predis- ponentes: la indolencia general, una vida sedentaria ó una indulgencia excesiva en los licores espirituosos ó fermentados, y en la demasía de los manjares. Mas la causa principal parece ser la falta de vigor en la cons- titución, y especialmente en los órganos digestivos, y de aquí los periodos de la vida en que ocurre esta en- fermedad con mas frecuencia son, desde la infancia hasta la pubertad, y en los años avanzados; mientras que. rara vez se halla durante el término vivo y desasosegado de lo mejor de la vida. Un clima frío y variable llega á menudo á ser la causa, hallándose pocas veces las en- fermedades arenosas en climas cálidos; el beber ascua -316- mala tiene á menudo una influencia muy sensible en el estado de este mal. La arena blanca se puede seguir á menudo muy distintamente á una injuria en las es- paldas. La orina en un estado saludable es siempre una se- creción acida, y el exceso de su ácido lo que disuelve las sales de la tierra. Si por alguna causa se le priva de este exceso, ó en otras palabras, si la secreción de su ácido se disminuye indebidamente, las partes de tier- ra no se hallan por mas tiempo en solución, y comienza una tendencia á formar inmediatamente la arena blanca. Si por el contrario, el ácido en lugar de deficencia tie- ne un exceso mayor que el acostumbrado, ó la secre- ción natural de la tierra es deficiente, mientras el ácido retiene su medida usual el mismo ácido tiende á formar un depósito, y de aquí nace la modificación de la arena encarnada que tan frecuentemente se halla cubriendo el fondo de los orinales. TRATAMIENTO.—Cuando la piedra está ya for- mada es de necesidad la operación; pero si aun no ha llegado á su formación, usará el paciente del trato si- guiente: Se dará tres baños de asiento diarios de me- dia á una hora; en seguida se echará dos lavativas, lle- vará constantemente vendajes en el vientre y cintura; beberá agua en abundancia, y cada tercer ó cuarto dia se dará el baño de chorro sebre el bajo vientre de dos minutos, del grueso de un medio y de una vara de ele- vación. Si existe alguna inflamación, los baños de asien- to serán tibios de hora y media, bajando la temperatu- ra cada dia un grado de calor, y concluido el baño pa- sa al sudor de sábana húmeda por hora y media. Si la piedra estuviese ya formada y el enfermo se hi- ciera la operación, deberá aplicarse dicho tratamiento para que espela el humor que engendra y forma la pie- dra. La dieta que deben observar las personas aco- metidas de esta enfermedad, debe ser moderada en -317- cantidad y de una calidad nutritiva y saludable, consis- tiendo principalmente en alimento animal fresco y ve- getales farináceos. Todos los ácidos deben evitarse cui- dadosamente, como también el pan de dificil digestión. Es de gran importancia en todos los males de piedra el ejercicio activo y constante. En los casos de arena blan- ca puede usarse de algún ácido. El trato de la piedra es precisamente el mismo que el de la arena, tanto con respecto á las aplicaciones co- mo á la dieta: si la orina deposita arena encarnada, el principio de la curación será con los baños de asiento semi-tibios por tres dias, luego frios; en esta suele el en- fermo padecer agudos dolores al principio; no por eso deberá suspender el tratamiento: si la arena es blanca, el tratamiento desde su principio será de agua fria. En- tre la arena y la piedra hay esta diferencia: en la pri- mera es muy recomendable el ejercicio activo; pero du- rante la presencia actual de una piedra en la vegiga, el ejercicio del paciente debe por muchas razones ser ménos activo y constante. DE LA CARDIALGÍA. La cardialgía es una incomodidad que quema y cor- roe en la boca ú orificio superior del estómago, acom- pañada de erupciones ofensivas y otros síntomas de agrura, y con frecuencia de nauseas. A veces ocurren vómitos con ansiedad y tendencia á desmayarse. El ori- ficio supurior del estómago llamado cardia, es particu- larmente sensible y espuesto á manifestar síntomas de irritación por la presencia do agrura ú otras causas que irritan este órgano, de donde la presente enfermedad es denominada en lenguaje técnico cardialgía. Pe- -318- ro la irritabilidad del todo ó de cualquiera parte del estómago, y acaso de los órganos adyacentes, como de los primeros intestinos, el páncreas, el hígado, producid rán á menudo el mismo dolor local. En algunos casos, aunque raros, se observó que la muerte fué ocasionada por alguna enfermedad positiva del orificio mas bajo del estómago. CAUSAS. La causa mas frecuente de la cardialgía es, la pre- sencia de agrura en el estómago por una condescen- dencia demasiado grande en alimentos aceitosos indi- gestos, ú otros artículos de dieta que no sientan bien al individuo y tienden á debilitar el estómago. En reali- dad, todo lo que debilita este órgano se puede conside- rar como una causa, y por tanto proviene del uso habi- tual y abundante de bebidas ó muy frías ó muy calien- tes; indulgencia en los licores espirituosos, lombrices, purgas violentas, traspiración obstruida, y el pasar las piedras ó pepitas de las frutas. El queso, comido con exceso, ha producido cardialgías que han durado algu- nos años. La acrimonia de la agrura llega algunas ve- ces á un grado tal, que el contenido del estómago, cuan- do se arroja sobre un hogar de mármol, se ha visto que producía sobre él efervescencia. TRATAMIENTO.—Por ocho dias seguidos se dará el enfermo tres baños de asiento de media hora cada uno, bebiendo en ayunas dos vasos de agua ó mas, lle- vando de dia y noche vendajes dobles en el estómago, vientre y cintura, y tres lavativas diarias. Pasados los ocho dias se dará el enfermo sudores de sábana húme- da por hora y media, y su baño de tina de cinco mina- tos con frotación dentro y fuera del baño; luego ejerci- cio y seis vasos de agua en toda la mañana: á la venida del paseo, y habiendo reposado un poco, se dará una frotación con la sábana húmeda por diez minutos en to- -319- do el cuerpo; en seguida el baño de asiento de cuarto de hora: por la tarde, ya pasadas las horas de digestión, se dará un baño de chorro por tres minutos en todo el cuerpo, de vara y media de elevación y del grueso de un real. Si el enfermo se hallase en un estado de suma debi- lidad, entonces se dará el trato siguiente: Por dos dias seguidos se dará un medio baño semi-tibio de un cuarto de hora, con frotación dentro del baño; pasados los dos dias se dará el tratamiento arriba señalado, á excepción de los chorros, y la temperatura del agua será semi-ti- bia por diez á doce dias, que luego será toda fria. Cuan- do los agrios repitan, beberá el enfermo agua en cortas cantidades. DEL CÁNCER. El cáncer es un tumor duro intersecado con lis- tones fuertes, blanquecinos y divergentes, que se halla principalmente en las glándulas escretorias ó pellejo, que es capaz de contaminar otras partes, ya sea por co- municación directa ó por medio de absorventes; está acompañado de dolores agudos y lacerantes, y general- mente termina en una úlcera fétida escarosa. Sus par- tes mas comunes son el vientre y pecho de las muge- res, el labio, la lengua y partes privadas. SLNTOMAS. Cuando sale un cáncer en el pecho, regularmente principia con un tumor pequeño indolente que llama po* co la atención. Con el trascurso del tiempo, este tu- -320- mor va acompañado de una comezón que se muda gra- dualmente en un dolor punzante, latiente y al fin la- cerante; un sentimiento de quemazón y un descolora- miento cárdeno del cutis. Y por dificil que sea deter- minar el tiempo preciso en que el escirro llega á con- vertirse en cáncer, cuando estos síntomas están unidos no puede haber riesgo en llamar el tumor por el últi- mo nombre. Entonces se forman listones adherentes en los tegumentos que llegan á arrugarse, mientras el pezón se retira hacia adentro por sucesión, y en algu- nos instantes desaparece: el tumor se levanta mas ha- cia la superficie y con el dedo se siente nudoso, al mis- mo tiempo que las venas subcutáneas se ensanchan con la sangre y se manifiestan en ramificaciones oscuras torcidas. .La marcha de esta enfermedad puede ser lenta ó rápida, pues varía considerablemente en su pa- so; pero al fin los tegumentos ceden en unos pocos de puntos al progreso ulcerático, y sale una pequeña can- tidad de licor cáustico: la ulceración continúa avanzan- do haciéndose mas ancha y profunda, hasta que se ma- nifiesta una considerable estension de superficie y se hace una grande escavacion con la evacuación del he- dor mas peculiar y ofensivo. La úlcera ofrece algunas veces una esperanza engañosa de mejoría por granular, pero las granulaciones son suaves y esponjosas, están sujetas á sangrar por la testura floja de las venas nue- vas, y por lo regular mientras una parte está cubierta con ellas, otra está escariosa. Cuando el cáncer ataca á la madre, es conocido por dolores tensos lacerantes en este órgano, que atravie- san por la región de la pelvis; endurecimiento en la parte sensible al tacto; un flujo precedente é inmode- rado de materia blanca ó menstruación, ó ambos á dos. Tan pronto como la ulceración ha trabajado hasta la superficie del órgano, hay una evecuacion purulenta, sangrienta ó mixta, caracterizada por el mal olor pro- pio de la enfermedad. Las partes esteriores se hin- -321- chan por grados, y la hinchazón se estiende algunas ve- ces á lo largo del muslo. Cuando la lengua, labio ó cualquiera otra parte del pellejo es atacada por esta enfermedad, generalmente principia con una berruga ó grano pequeño que se en- durece por grados, crece irritable y maligno, contami- na las glándulas inmediatas, y finalmente se ulcera. Las afecciones cancerosas del labio y cutis están mas suje- tas al arte que las del pecho ó vientre; las primeras son muchas veces curables cuando se les trata propiamen- te desde el principio. CAUSAS. Un estado desarreglado de la salud en general, un clima frío y variable, el cambio efectuado en la consti- tución de las mugeres al tiempo en que las menstrua- ciones cesan enteramente, con golpes y otras violen- cias mecánicas, son las causas que mas frecuentemen- te excitan esta enfermedad. Pero comunmente no hay causa aparente, y cuando existe alguna de las ya mencionadas debemos casi considerar en el órgano ó parte afectada una disposición para admitir las accio- nes enfermizas del cáncer, para que sea necesario á la actual manifestación de esta enfermedad particular. DISTINCIÓN. Las marcas distintivas de esta enfermedad son, su gran dureza al tacto, el ser perfectamente circunscrip- ta, de suerte que toda su estension y límites inconexos con las partes que la rodean pueden palparse distinta- mente: el no ocurrir nunca ó muy pocas veces sino en las glándulas escretorias ó cutis, y especialmente su poder de contaminar otras partes en su cercanía, ya 41 -322- sea por comunicación directa ó por medio de los ab- sorventes. TRATAMIENTO.—En cualquier parte que esté si- tuada la enfermedad, el trato se resuelve en aquella propia en que el cáncer está por romper, y la que se requiere cuando hay ulceración ó llaga abierta. El pri- mero se llama oculto, y el otro cáncer ulcerado. En el escirro ó cáncer cerrado, el mejor tratamien- to que he visto haber probado bien, ha sido dándose sudores en seco por tres horas y baño frío de tres mi- nutos: este sudor es tan solo por ocho dias, al cual si- gue diario el de la sábana húmeda con su baño frío: también es de mucha utilidad lavar muy á menudo las partes afectadas, y llevar siempre sobre ellas defensi- vos. Cuando empiezan los tumores en el pecho de las mugeres, con dicha aplicación, baños de asiento uno diario, repetir los sudores por la tarde ó noche y dos lavativas diarias, suelen desaparecer completamente. Cuando el cáncer ha tomado incremento y se ha con- vertido en úlcera, en vano es ya el método hidroterápi- co ni ningún otro: mas ventaja tiene dicho método so- bre todos en el aumento de esta enfermedad; no curan radicalmente, es verdad, pero la,enferma tendrá el con- suelo de verse libre de las dolencias por medio de los sudores de la sábana húmeda, lavarse á menudo con agua semi-tibia la úlcera, y llevarla cubierta siempre con defensivos frios que renovará cada hora. Los de- fensivos que quite de la úlcera los lavará muy bien, los pondrá al aire al ménos un dia con la noche. Cuando el cáncer se halle en el útero con los síntomas ya mani- festados, tampoco logrará curación completa, pero si alivio notable, que la enferma se lisonjeará del total res- tablecimiento de la salud, aplicándose únicamente ba- ños de asiento fríos de media hora cada uno, tres al dia beber agua y llevar siempre la cintura abdominal. De' este modo logrará estender un poco mas la vida, gozar —323- de intervalos agradables hasta que llegue la última ex- cena, á la que probablemente la conducirá dicha en- fermedad. Pero cuaudo la afección cancerosa está en el labio y cutis, entonces pueden tener alivio aplicán- dose el primer tratamiento arriba dicho. DEL DOLOR DE CABEZA. El dolor de cabeza es un mal muy común y de géne- ros muy diferentes. Las especies principales son, el nausiativo nervioso, reumático ó crónico, y emicránea ó dolor de cabeza que afecta solo ct uno de los lados. SÍNTOMAS. El dolor de cabeza nausiativo es el mas frecuente. Algunas veces comienza al caer el dia, pero es mas co- mún por la mañana, y afecta solamente alguna parte de la cabeza, con mas frecuencia la frente, y se estiende sobre el ojo ó los dos. Viene acompañado con algún deseo ó gana de vomitar, y la duración del dolor varía desde dos á tres horas, hasta veinticuatro ó acaso mas. Su vuelta es muy irregular; pero aquellos que hacen poco ejercicio ó tienen poco cuidado con la dieta y el vientre estreñido, sufren con mas frecuencia y seve- ridad. El dolor de cabeza nervioso ocurre generalmente en las personas con una irritabilidad peculiar del siste- ma nervioso. Está propenso á suceder, particularmen- te después de algún ejercicio no acostumbrado de la imaginación ó del cuerpo, ó cualquiera emoción repen- tina del entendimiento, ya sea agradable ó penosa; y parece que es mas frecuente al principio de la tarde ó -324- de la noche, siendo siempre aliviado por el sueño en una gran parte ó en el todo El reumático ó crónico está casi siempre unido con el reumatismo, y proviene frecuentemente de las misma* causas. No pocas veces es periódico el dolor muy agu- do y el movimiento de cabeza muy trabajoso. La emicránea se distingue por estar confinada á uno de los lados de la cabeza. Su asiento parece que está principalmente en los tegumentos de la cabeza, y sus síntomas principales son, ternura en la opresión, un en- carnado oscuro del cutis y una sufusion de los ojos. CAUSAS. Todas estas clases de dolores de cabeza están muy enlazadas y dispuestas á unirse unas con otras. La cau- sa mas común de los dolores de cabeza es una condi- ción enfermiza de los órganos digestivos, especialmente del estómago y vientre: el resfriado es un manantial fe- cundo de estos dolores. Las otras causas principales son la irritación local, traspiración cortada íepentina- mente, esposicion al frío y humedad, debilidad ó irrita- bilidad del sistema nervioso, y la supresión de algunas de las evacuaciones de costumbre. Se puede conside- rar que todas las causas que debilitan dan lugar á es- tos dolores TRATAMIENTO.—Siendo casi siempre el dolor de cabeza un síntoma de indigestión ó una consecuen- cia del estado confinado del vientre, uno de los planes mas de trato es administrarse tres lavativas diarias, dos baños de asiento de media hora cada uno, llevar venda- jes en el estómago frios, beber en ayunas uno ó dos va- sos de agua, y darse cada tercer ó cuarto dia un baño general. En los baños de asiento pondrá defensivos so- bre la cabeza. Con este trato, pronto el dolor de cabe- za desaparecerá. Si la constitución es pletórica ó hay -325 - una plenitud preternatural en las venas de la cabeza, se pueden prolongar los baños de asiento hasta una hora, y aumentar el de piés hasta media pierna por diez mi- nutos, y mas á menudo el baño frió. El mismo trata- miento es recomendable en el dolor de cabeza nervioso, añadiendo á este mucho ejercicio. En la clase reumática se hallarán de gran servicio los sudores de sábana húmeda por dos horas y el baño frió por dos minutos, siguiendo en el resto de la curación con el trato arriba indicado. También son de gran ven- taja para esta clase de dolor los medios baños tibios por dos hasta cinco horas, teniendo, durante el baño, defensivos frios en la cabeza, bebiendo agua en cortas cantidades en dicho baño; y concluido el término seña- lado pasará al sudur de sábana húmeda por dos horas, dándose luego una loción de agua semi-tibia por tres minutos. La emicránea se puede tratar del mismo mo- do que el dolor de cabeza procedente de indigestión. Cuando esta enfermedad parece ser consecuencia de alguna evacuación suprimida ó erupción repelida, los mejores medios de obtener la salud se hallarán siempre en restablecer el sistema á su primer estado, con el uso frecuente de baños tibios y algunos sudores de sábana húmeda. DEL CATARRO O RESFRIADO. El catarro, ó como se llama en lenguaje común, un resfriado.en la cabeza ó pecho, es una leve inflamación de la membrana que cubre la parte posterior de la bo- ca, y se estiende hasta lo último de la traquea (llamada bronquia) y las narices, acompañada de una mocosidad en las ventanas deda nariz, estornudos, y por la mayor parte una espectoracion mocosa ó descarga de las na- -326- rices. Es bien sabido que sus síntomas son calenturien- tos; peso y dolor de cabeza, opresión de pecho y respi- ración de él impedida; ojos inflamados y acuosos, tem- blores de frió seguidos de bochornos trauseuntes de ca- lor, dolencia de las fauces y traquea, tos, dolores en el pecho y secreción aumentada de mocos de las partes afectadas. Hay dos especies de esta enfermedad: catarro común ó resfriado, y catarro epidémico ó influenza. La cau- sa común de la primera es frió introducido en el cuer- po, y de la segunda contagio. En el catarro epidémi- co ó influenza se distingue del resfriado común en la prontitud de su ataque, la gravedad de sus síntomas, y muy generalmente en la rapidez de su transición, como también en la naturaleza de su causa. Los de media- na edad, los fuertes y robustos, son á quienes primero ataca y sufren mas severamente, mientras que los jóve- nes y viejos son ménos susceptibles de su influencia, TRATA MIENTO.—Cuando una persona se vea ata- cada de este achaque tan común, lo primero que debe procurar es, salir al aire libre, darse baños semi-tibios y beber agua fria en abundancia. Fuerte, á la verdad, parece ser este trato que tan en oposición está en la añe- ja preocupación que existe, que cuando una personase siente con un resfriado, lo primero que hace es prucu- rar un reposo doméstico en una atmósfera caliente, be- bidas diluentes. y muchas veces acudir á la botica por brebages para hacer que lo que no es enfermedad pa- se á serlo, y lo que debia durar dos ó tres dias dure ocho ó mas, ó acaso toda la vida. Destiérrese esa vie- ja preocupación, ejecuten el método indicado, y bien pronto verán sus felices resultados. -327- He concluido con el aumento que prometí al princi- pio de la publicación de esta obra. La descripción de la naturaleza, síntomas, causas, distinción y trato mas esperimentdo en todas cuantas enfermedades el hom- bre está espuesto, no puede ser ni mas clara y correcta; estando no ménos á la delicada comprensión del hombre instruido, que á la abstrusa del ignorante. Desde la pág. 89 hasta la presente ha sido el aumento á la obra, excep- tuando algunas curaciones hechas por Priessnitz. El em- pleo del agua en la cirujía es de mucha importancia, del cual se empezará á tratar en los números siguientes. También el tratado de las crisis, parte la mas esencial, para que los enfermos en sus curaciones no se asusten y puedan por sí saberlas tratar cuando carezcan de la vista de un inteligente. Estos tratados pertenecen al Dr. Scoutetten. Dichos tratados proporcionan conoci- mientos para muchas enfermedades de las que hemos ya tratado: su lectura es de gran importancia para los que deseen conservar la salud. Pues he notado que mu- chas enfermedades tratadas por mucho tiempo por la farmacia, los pacientes no hubieran sufrido tanto si hu- bieran tenido dichos conocimientos. o^*x;o:kxk>:x^kmkxv^x.>íí ■> <í&«5* **■* **'** ************** a :t*^¿ at* *•** * 1******1631: ****** ******** DEL USO DEL AGUA EW IiA CIEÜJIA. OS médices de la antigüedad han hecho uso del agua en las enfermedades quirúrgicas, lo mismo que en las afecciones internas, de manera que volvemos á en- contrar á Hipócrates, Celso, Galeno y sus sucesores á la cabeza de los partidarios de este medio terapéutico. Cuando duelen los oídos, dice Hipócrates, es necesario lavarlos y fomentarlos con profusión con agua caliente. Hipócrates considera el agua fria como un excelente sedativo, la ordena también contraías inflamaciones ar- ticulares y los dolores de gota, cuando la parte no está aun ulcerada Articulorum tumores et dolores absque ul- cere et podagricas affectiones, et convulsa, hcec magna ex parte frígida lar ge effusa levat et minuit doloremque solvit. Moderatus namque torpor dolorem solvendi facultatem ha- bet (*). Fácil seria multiplicar las citas, porque las obras de Hipócrates contienen multitud de casos en que se recomienda el agua caliente ó fria: el mas curioso es el de la idea de un baño permanente al rededor de la par- te enferma, atando en el puño una vegiga llena de agua L (*) Aphor. 25, sect. 5. -329- tibia cuando las articulaciones de la mano se han endu- recido, ó cuando se ha desarrollado la inflamación. El agua se aplicaba esteriormente de varios modos: empleaba con frecuencia los baños, los fomentos con esponja unas veces y otras con un lienzo de lino. La autoridad de Hipócrates ha impedido por largo tiempo á los cirujanos el hacer uso del agua fria en las heridas de cabeza, diciendo en sus obras que perjudica á los nervios, huesos, dientes &c: la caliente, por el contra- rio, habia sido recomendada como eficaz para aliviar el dolor y entorpecimiento, calmar las convulsiones y de- mas accidentes nerviosos. Se ha conocido, pero dema- siado tarde, que no deben adoptarse ciegamente todas las prescripciones del médico de Cos; porque á pesar del genio y la ciencia profunda de este hombre admirable, habia reeojido porción de nociones empíricas muchas veces contradictorias, trasmitidas por sus predecesores. Lo que decimos de Hipócrates es aplicable á Celso y á Galeno: el agua no es muchas veces para ellos mas que un medio del que reconocen los buenos efectos, pero sin saber esplicar con exactitud la manera de em- plearla. Celso es el primer autor antiguo que habla de hilas mojadas en agua para obtener la cicatrización de las llagas: lo que dice sobre esto, parece indicar que con- sideraba este medio como astringente y propio para apretar los tejidos. "Cuando una Haga, dice, está su- ficientemente limpia y que la carne comienza á regene- rar, es necesario cicatrizarla; para conseguirlo, es ne- cesario comenzar por aplicar sobre la herida hilas em- papadas en el agua fria;" pero cuando la inflamación se apodera de una llaga y que no hay apariencia de que se unan los bordes, aconseja el uso del agua caliente para resolver la obstrucción, ablandar las durezas, y acelerar la formación del pus. Celso quiere que en toda herida se haga uso prime- ramente del vinagre esprimido con una esponja; si no 42 -330- pudiese soportarse la fuerza del vinagre, que se recur- ra al vino; pero si la llaga es ligera se haga uso del agua fria. Aunque pudiera invocarse la autoridad de Celso para defender las prescripciones mas sabias, es necesa- rio conocer que este autor, conducido siempre por su escepticismo empírico, deja á uno en plena libertad de usar toda especie de medicamento. De manera que después de haber aconsejado el uso del agua, dice in- mediatamente que pueden emplearse otros medicamen- tos si no se tiene confianza en los que él propone. Abandonemos á Celso y limitémonos á citar á Gale- no que, en lo concerniente á cirujía, no ha hecho mas que repetir lo que han dicho sus predecesores. Actius, copista de Galeno, elogia los buenos efectos del agua en las enfermedades externas. Sabemos que en la edad media el uso del agua cayó en un completo descrédito; los médicos árabes, y mas tarde los arabistas, grandes partidarios de la polyfar- mácia, vieron con muy poca atención las buenas cuali- dades curativas de este líquido. En fin, por uno de e- sos retrocesos tan frecuentes en la medicina, el agua volvió á aparecer en la escena quirúrgica en el siglo XV, pero en este tiempo de ignorancia y de errores no podia creerse que el agua simple fuera suficiente para la cura- ción de las heridas, y los ignorantes y charlatanes echa- ron mano de divulgar que la eficacia del agua consistia en que estaba conjurada ó encantada. Como se ve, con esto en nada disminuían los buenos efectos que producía el agua encantada, aunque tampoco los aumentaba. En esta época habia hombres que adivinaban y eran llama- dos al entrar en un combate ó desafio. Este uso con- tinuó por algunos siglos, y aun no se olvidaba cuando Mauquest de la Motte escribía su "Tratado completo de cirujía," y nos dice en qué consistia esta práctica, que él no desaprobaba completamente, porque se operaba la succión de las heridas, lo que conviene con las ideas de este práctico sobre el tratamiento de las heridas del pecho. -331- Las ideas de fascinación, de encanto &c , habian ha- llado un defensor en Rodolfo Goclenius, prefesor de medicina, y en el P. Juan Roberto, doctor en teología, de la compañía de Jesús. J. B. Van-Helmond creyó necesario combatir estas necedades, y publicó su Tra- tado de magnética vulnerum curatione, en el que él mis- mo aparece con una credulidad sorprendente. Y si es- tas ideas falsas tenían tanto ascendiente á principios del siglo XVII, ¿qué no seria á mediados del XVI? De manera que no debe admirarnos la repulsa que sufrió Ambrosio Paré, este hombre de espíritu elevado. "No puedo ménos que decir, que algunos curan las heridas con agua pura: después de haber dicho algunas palabras, mo- jan los lienzos y los ponen sobre la herida en forma de cruz, renovándolos con frecuencia. Yo digo que no son las palabras ni las cruces, sino el agua es la que limpia la llaga, y su frialdad recoge la inflamación que podia so- brevenir á la parte á causa del dolor. Esta curación pue- de hacerse cuando la llaga está en una parte carnosa y en un joven de buena constitución, y á las llagas simples." No era solo Ambrosio Paré el que perseguía á estos charlatanes que pretendían darle virtudes sobrenatu- rales al agua encantándola; Francisco de Guise participa de las mismas ideas, y lo manifestó con energía cuando herido gravemente en 1563 por Poltrot de Moré, no qui- so recibir á Mr. de Saint-Juste Allégre, umuy esperimen- tado en curaciones de heridas, por medio de lienzos y agua, con palabras pronunciadas y meditadas." Saint-Juste fué presentado á Guise para curarlo; pero no quiso admitir- lo, diciendo que los encantos estaban prohibidos por Dios, y que prefería morir mas bien que entregarse á semejantes conjuros. Mientras que comenzaban á co- nocerse en Francia las virtudes curativas del agua, un médico italiano, contemporáneo de Ambrosio Paré, Biondo, á quien equivocadamente dan algunos el nom- bre de Blondus ó Blondi, como le llama Percy, se mos- tró gran partidario del agua en el tratamiento de las -332- heridas. Creyó también que era un remedio nuevo, pe- ro no dijo ser él el inventor. Recomienda este líquido frió como el mejor remedio para las heridas de toda es- pecie, á escepcion de las de los nervios y de las heri- das contusas. Atribuye á este líquido efectos admira- bles, pero se olvida pronto de los elogios que acaba de hacerle, concediendo el mismo privilegio al oleum abie- tinum. Pocos años después, es decir, en 1563, vió la luz una obrita de Fallopio, discípulo del gran Vesale, en la cual el agua fria ó tibia se propone como un excelente re- medio para las úlceras. A Fallopio le succedió Felipe Palazzo, que tradujo él mismo su nombre con el de Pa- latius, cuando publicó su obra: "De vera methodo qui- bus cumque vulneribus medcndi cum aquá simplici &fc." Palazzo tuvo el valor de alzarse contra las costum- bres absurdas y supersticiosas que estaban en uso en aquellos tiempos; declaró que el agua simple era un excelente tópico para las heridas, apreció con acierto la influencia de las diferentes temperaturas, y prescri- bió el agua tibia siempre que hubiera resequedad, ti- rantez, dureza y dolor; esto como se vé era un retroce- so feliz hacia los preceptos de Celso, pero la autoridad de Palazzo no fué suficiente para que se abandonaran los conjuros y las palabras mágicas. La Francia vió aparecer en 1601 un nuevo defensor del agua simple para el tratamiento de las heridas, y fué Francisco Martel, cirujano de Enrique III y des- pués de Enrique IV. Martel rechazó con energía to- das esas charlatanerías de conjuros, lo mismo que á al- gunos curanderos alquimistas que mezclaban misterio- samente al agua una sustancia salina, de la que asegu- raban que solo ellos poseían el secreto, pretendiendo que por este medio la convertían en mucho mas eficaz. Martel se alzó contra los opositores á la doctrina que él defendía, y sobre todo, contra Dionisio, cirujano de Vendóme, y Danguaron, uno de sus colegas, allegado -333- como él á la persona de Enrique III. Martel les ha- ce primeramente, la oposición con razones fundadas en su práctica, y luego agrega: "Digo otra vez, que yo he tratado muchas heridas con agua sola; y estando en el campo de batalla, desprovisto de todo otro medicamento, he visto sus efertos maravillosos: no diré el por qué, pero creo que uno de los medios principales para acelerar la cu- ra de las heridas es tenerlas muy limpias, y el agua las lim- pia y por su frialdad impide la inflamación y templa el ardor de los humores. Apenas debemos citar á Sancassani, cirujano de nom- bre en su tiempo, gran admirador de Magati, de quien adoptó los principios sobre el tratamiento de las heri- das. Publicó en 1703, y después en 1729, una obrita que no es mas que la traducción de la de JBelloste, á la que le agregó algunas notas en las que accidentalmen- te habla del agua fría. En 1752 Lamorier trató de restablecer en Francia el uso del agua fria, publicando una disertación intitu- lada: "Del uso del agua común en la cirujía." La oca- sión, dice Percy, parecía que debia favorecer este loa- ble designio. El agua acababa de curar bajo la direc- ción del Dr. Chisac al duque de Orleans, que habiendo recibido una herida en el metacarpo de una de las ma- nos sufrió accidentes tan graves, que los médicos opi- naron que se le hiciera la amputación. Este príncipe debió la vida y la conservación de su brazo á las apli- caciones, afusiones é inmersiones de agua, y ningún otro remedio pudo partir con ella la gloria de una curación tan brillante. Este suceso de que todo París fué testi- go, y que los periódicos hicieron saber á toda la Euro- pa, cooperó poderosamente unido á los esfuerzos de Lamorier: hicieron ver patentemente cuánto injusto era el desuso en que habian hecho caer al agua. Poco después los cirujanos mas distinguidos de Ale- mania trataron también de restablecer el uso del agua en el tratramiento de las heridas. Heister y Platner emplea- -334- ron con frecuencia el agua fresca, mezclada, es verdad con vinagre, y con subacetato de plomo. Richter se ser- via á menudo del agua fria sobre la cabeza para combatir la gota serena; la aplicaba en fomentes sobre el scrotum, y daba baños de asiento frios para combatir la-varico- cela. Schmucker, una de las glorias de la cirijua pru- sa, recomendó como medio eminentemente eficaz para prevenir los accidentes que siguen á las lesiones de ca- beza las aplicaciones de agua fría sobre el cráneo, á las que agregaba frecuentemente sal para aumentar la frialdad. Pero entre los cirujanos prusos, es necesario citar con una distinción particular al célebre Theden, á quien Federico II elevó en 1786 al grado de primer ciru- jano general de los ejércitos. Theden publicó en 1776 sus "Nuevas esperiencias para el enriquecimiento de la medici- na y de la cirujía." Se mostró gran partidario del agua fria en las enfermedades internas y esternas, y dice: que instruido por su amigo el Dr. Hahn, se ha atrevido á emplear este líquido en las viruelas y las fiebres malig- nas: después cuenta la historia de un oficial del regi- miento de coraceros, que en 1742 fué atacado de una inflamación excesivamente violenta en toda la pierna, estendiéndose hasta el abdomen. El hizo que se calma- ran estos terribles accidentes, envolviendo toda la parte inflamada con un trapo empapado en agua fria. En fin, en 1780 Danter escribió una disertación en la cual ala- ba mucho el uso del agua fria, y la recomienda parti- cularmente en la mayor parte de las enfermedades es- teriores del ojo, sobre todo en las que se presenta re- blandecimiento de la córnea y flojedad en la coyuntiva. A pesar de todos estos trabajos y de la autoridad de los nombres recomendables que hemos citado, el uso esterno del agua en las heridas se habia descuidado y casi olvidado enteramente en Francia, cuando un suce- so bastante memorable vino á hacer comprender todo el valor de ella. Dejo hablar á Percy que cuenta el he- cho detalladamente. "El 4 de Junio de 1785, en Es- -335- trasburgo, durante se hacian las esperiencias que de- bian fijar la opinión del gobierno sobre la bondad res- pectiva de las piezas de artillería de dos fundidores rivales, M. M. Dartein y Poitevin, varios artilleros del regimiento de Metz, entre los que se hallaba Piche- gru, entonces soldado raso, fueron heridos en diversas partes del cuerpo y conducidos al hospital militar de la plaza. El cirujano en gefe Lombard, hombre de mérito, hizo la primera curación á estas heridas contu- sas, y todo según las reglas del arte. Yo estaba de guarnición en esta ciudad con el regimiento de Berry, del que era cirujano mayor. Deseando hacer observa- ciones y practicar en casos de heridas de armas de fue- go, no dejaba de ir á ofrecer mis servicios á mi compa- ñero, y aprovechar una ocasión que es muy rara en tiempo de paz. La nueva de este accidente se habia esparcido en el pais; un molinero vino á ver al inten- dente de la provincia y lo persuadió tanto de que él sa- bia hacer del agua un remedio infalible para curar to- da especie de heridas, que el magistrado ordenó que todos los artilleros le fuesen entregados, y que su asis- tencia fuese confiada á él esclusivamente. El buen hom- bre comenzó á lavarles las heridas con agua del rio, en la que, hablando entre dientes algunas palabras y ha- ciendo diversos signos, ya con una mano ya con la otra, echaba una pequeña cantidad de un polvo blanco, que nosotros reconocimos no ser otra cosa que el alumbre ordinario. Después de haberlas lavado bien, las cubría con un lienzo y con hilas que las señoras de la ciudad le facilitaban con abundancia, las que él empapaba en agua gesticulando siempre y pronunciando á media voz las palabras sagradas. Seis artilleros tenían las manos hechas pedazos, cinco golpeados en los brazos con las astillas de una pieza que se habia reventado al primer cañonazo, y las heridas tenían una contusión muy consi- derable. Pichegru, mas dichoso que sus companeros, no habia perdido mas que una parte del dedo pulgar -336- de la mano izquierda. Por el temor de que deshiciéra- mos el encanto, no se nos permitía asistir á las curacio- nes mas que á los doce, veinte y treinta dias, con el ob- jeto de reconocer el estado de las heridas, las que ha- biendo seguido una marcha regular, se cicatrizaron to- das en seis semanas, sin haber causado á los pacientes grandes dolores y sin haberles aplicado ninguna otra cosa mas que agua preparada como llevo dicho, y siempre medianamente fría: no se descubrían mas que una vez al dia, pero de tres en tres horas se tenia cui- dado de rociarlas con la misma agua que el molinero llamaba su agua bendita, y que en efecto parecía pre- pararla con sal, gestos y palabras." "Nosotros no desperdiciamos esta lección, después de haber confesado que quizá con nuestro método no habríamos obtenido tan buen resultado ni tan pronto; no temimos asegurar que con agua simple obtendría- mos tan buen éxito ó mejor que el molinero con sus en- cantos, y la adición del misterioso polvo." "Poco tiempo después tuvimos ocasión de salimos con nuestra empresa: el resultado de las esperiencias de artillería, de que he hablado, habiendo parecido du- doso se ordenó que se hicieran de nuevo, y en los dos meses que duraron tuvimos treinta y cuatro heridos, á quienes curó Lombard con agua simple y á la vista de los cirujanos de regimientos, que como yo, tuvieron la curiosidad de ver este nuevo método de tratamiento, que bien entendido se modificaba á medida de las cir- cunstancias, y es lo qué establecerá siempre la superio- ridad del hombre del arte sobre el empírico. Los he- ridos fueron curados unas veces con el agua un poco ti- bia, otras con fria, según el estado de la herida; se apli- caron vendajes metódicos: en fin, á los cuarenta y cin- co dias, á pesar de la gravedad y complicación de al- gunas de las heridas todas sanaron, y su curación fué objeto de un proceso verbal que firmamos todos, y que fué enviado al ministro de la guerra por la autoridad -337- competente. Desde entonces se desvaneció lo maravi- lloso de las curaciones precedentes, el molinero volvió á su molino, y el señor intendente, que quedó en Es- trasburgo, permitió para siempre á los cirujanos el cu- rar á sus heridos como les conviniera." Este acon- tecimiento y las instancias de Percy, determinaron á Lombard á encargarse de una cuestión, que á pesar de haberse discutido de tantos modos y en tan diferentes épocas, todavía no se habia resuelto y exigia una rigu- rosa revisión. Lombard se ocupó de esta obra con te- son, y en 1786 publicó su "Resumen sobre las propieda- des del agua simple, empleada como tópico en las enferme- dades quirúrgicas." Esta obra es la mas considerable de cuantas habian aparecido hasta entonces. Lombard estudiaba primeramente las propiedades del agua fria; cita los hechos subministrados por los médicos de la an- tigüedad y por los modernos; habla en seguida sobre su práctica particular, insistiendo principalmente sobre los buenos resultados que ha obtenido en las contusio- nes y en las infiltraciones sanguíneas que son consiguien- tes, en la reducción de la hernia por medio de la apli- cación del agua fria, de la nieve ó hielo sobre el scrotum. En la segunda parte de su memoria, Lombard pre- coniza la utilidad del agua tibia ó caliente en los casos de heridas contusas, particularmente en las heridas con arma de fuego. "Hay otro género de heridas, dice, acompañadas generalmente de contusiones, en las que es excelente el tratamiento con agua caliente. Se tra- ta de las heridas de arma de fuego, en las que la contu- sión precede y acompaña siempre la solución de conti- nuidad de las partes que han resistido la fuerza del golpe. Con este motivo combate la doctrina del canciller Soubert, que se habia declarado por el agua fria cuan- do fué nombrado como mediador entre L'augaron y Martel, cirujanos de Enrique III. Martel defendía enérgicamente el a£ua *"*; Soubert fué de su opinión, y 43 -338- se espresó en estos términos: '-Para decir lo que creo, se puede curar el arcabuzaso y otras heridas con agua sim- ple, sin que ei esto haya encanto ni milagro, como han creído muchos idiotas." Al tratado de Lombard sigue una carta muy intere- sante del celebre Chaussier, en la que se encuentran hechos muy remarcables con el objeto de probar la uti- lidad del agua fria en varias enfermedades, y principal- mente en el caso de inacción de la matriz. Después de haber examinado las causas de este accidente y los me- dios de remediarlo, Chaussier dice: "Sin embargo, si la inacción fuese considerable, si á pesar de las primeras aplicaciones de agua fría continuase el flujo de sangre, es preciso no titubear en introducir exactamente un tapón en el útero, pero es preciso impedir el afloja- miento de la matriz, atraer allí la acción, restablecer el orden de regularidad en el sistema nervioso, lo que también se obtiene por medio del uso combinado y sos- tenido de la aplicación de lienzos mojados en agua fria sobre el vientre, los lomos &c. A lo que llevo dicho, po- dría añadir un sin número de casos propios para con- vencerse de la ventaja de este método: me limitaré á un pasage del Dr. Leake." "Persuadido de que la inercia de la matriz es la con- secuencia de la sensibilidad nerviosa, de la revolución súbita que tiene lugar al tiempo del parto, recomienda el agua fresca, manda aplicar sobre los lomos y sobre el vientre cabezales mojados en vinagre frío, aconseja la inmersión de los piés en agua fria; en fin, agrega: Si- guiendo la práctica de Hoflman, he prescrito con fre- cuencia la bebida de agua de la fuente, y en mas de setecientas mugeres que han parido en el hospital de Westmnster, á varias les ha atacado el flujo antes y des- pués del parto, y por medio de este tratamiento ningu- na ha perecido." A pesar del mérito incontestable del trabajo de Lom- bard, fué acogido con poco interés: muchos cirujanos -339- ignoraban hasta que existia semejante obra. No debe, pues, admirarnos, que el profesor Vicente Kern no ha- ga mención de ella; pero sí sorprende y es digna de crí- tica su poca erudición en esta materia, cuando preten- de que el agua empleada en la curación de las heridas es un descubrimiento hecho por él. Vicente Kern desecha los espíritus y todas las aguas que se aplican á las heridas, insistiendo en recomendar los fomentos de agua fria ó tibia. Habiendo Kern agrega- do á su obra una crítica sobre el método habitual de las curaciones y del poco cuidado con que se hacen, al- gunos cirujanos franceses, agregados al ejército que ocupaba entonces la capital de Austria, creyeron que á ellos era dirigida, y Roques escribió una refutación de poco mérito en contestación al profesor de Viena. La obra de Kern no hizo gran sensación en el mundo médico, y bien pronto fué olvidada por los mismos que le habian conocido. En este tiempo Percy, el célebre cirujano en gefe del ejército francés, empleaba y pres- cribía sin cesar el agua simple contra los accidentes: lo que le debió innumerables sucesos, porque ningún ciru- jano habia operado en un teatro tan vasto. Hasta 1814 no publicó Percy en el gran diccionario de ciencias mé- dicas los resultados de su inmensa práctica. Este ar- tículo no menos notable por la erudición y por la sabi- duría de los preceptos, encierra multitud de casos del mayor interés. Percy se servia del agua fria ó tibia se- gún la exigencia de los casos en todas las heridas, y mu- chas veces aun cuando su gravedad parecía indicar la necesidad de una pronta amputación. "Principalmente, dice él, en las heridas con rompimiento de las membra- nas, tendones &c, es cuando el agua obra con mas efica- cia; por medio de ella he salvado muchas veces, y cuando no he tenido en mi mano otro recurso, miembros, y parti- cularmente manos y piés, que estaban tan despedeza- dos y maltratados, que parecía una imprudencia el di- ferir un momento la amputación: largas inmersiones en -340- agua fria ó quebrantada, según la temperatura, la apli- cación de esponjas y lienzos mojados; el agua, en fin, bajo todas formas, prevenía ó moderaba los accidentes, contenia la irritación c inflamación, ocasionaba una su- puración bastante buena, y obtenia una curación que ningún otro método podia disputarle al agua, puesto que no habia yo recurrido mas que á ella." Mas ade- lante agrega Percy: "Entre las especies de milagros que he visto operar al agua en las heridas de armas de fuego, citaré la curación de cerca de sesenta jóvenes vo- luntarios de un batallón que se llamaba del Louvre, que habiendo salido de París en los primeros dias de Di- ciembre de 1192, inmediatamente después de su forma- ción, lo mandaron el dia de Navidad al asalto de la mon- taña Verde, cerca de Tréves. El enemigo, colocado en la altura, les hizo un fuego sostenido y la mayor par- te de ellos fueron heridos de los piés. Se condujeron muchos al hospital militar de Sarvelouis, y muy pocos se escaparon de la amputación. Los otros se quedaron en el convento de Conssarrebruk, con dos cirujanos ale- manes encargados de proporcionarles socorros. Allí, por mi consejo, y quizá por falta de otros medicamen- tos, no cesaron de bañarles los piés, de echarles chor- ros de agua apenas quebrantada, y cubrirlos con cabe- zales siempre empapados con la misma agua: ninguna otra curación se les hizo, y yo certifico que solo cuatro murieron; dos de fiebre, que obligó á interrumpir el tratamiento del agua en las heridas, uno de diarrea y el cuarto del triemus: todos los otros se curaron perfec- tamente, y la mayor parte de ellos no tuvieron la anki- losis, á pesar de tener los piés atravesados por todas partes, con rotura de tendones y fracturas de hueso del tarso ó metatarso " A la vista de estos sucesos, ya se entiende la ilimita- da confianza de Percy en las virtudes del agua; y en medio de su entusiasmo pronunció estas remarcables palabras: "Sydenham decia, que si le quitaban el opio re- -341- nunciaria de la medicina; pues yo hubiera abandonado la cirujía del ejército si me hubiesen prohibido el uso del agua" Debia parecer imposible, después de la publicación de la acalorada defensa de Percy, que el agua pudiera volver a caer en el olvide; y sin embargo, si se excep- túan algunas disertaciones sostenidas delante de las fa- cultades de París y Montpeller, y el pequeño tratado de Canchón, no ha vuelto á hacerse mención de -este medio poderoso de curación en las obras mas estima- das. ÜJoyer no dice una palabra de e^ío en su grande cirujía; Astley y Samuel Cooper guardan el mismo si- lencio. En fin, trascurridos quince años, vuelven- á verse aparecer algunos ensayos tímidos, en los que el agua sé emplea principalmente como agente mecánico. En 1832, Mr. Serré V. Uzés propone el tratamiento de la gonorrea con la corriente de agua tibia: esté médico reproduce la misma idea en 1835, y manda al instituto una memoria que tiene por título: "Del modo de tratar el encogimiento del canal del útero por medio de la cor- riente continua de agua tibia" Ya Mr. J. Cloquet se habia propuesto un fin análogo para la curación de las enfermedades de la vegiga, haciendo inyecciones conti- nuas por medio de su sonda de corriente doble. Nada puede probar mejor el abandono en,que habia caído el agua, que el título de un articulito inserto por el Dr. Rognetta en el Boletín general de terapéutica. Se tra- ta "de un nuevo método muy eficaz para hacer abortar los panadizos; y este remedio, dice el autor, es el agua fria empleada en aspersiones continuas sobre el dedo atacado del panadizo." Sin embargo, el mismo autor había dado á co- nocer los resultados de la práctica de Mr. Breschet en el Hotel-Dieu de París en el número anterior del mismo periódico, con el título de "Tratamiento de las fractu- ras complicadas por medio del baño de regadera conti- nuo con agua fria." En esta obra Mr. Rognetta declara, que á Mr. Josse, -342- ci ruja no en gefe del Hotel-Dieu de Amiens, es á quien le debe la primera idea del baño de regadera perma- nente de agua fria en el tratamiento de algunas lesio- nes traumáticas; pero que á .Mr. Breschet es á quien se debe la aplicación de este medio en las fracturas com- plicadas. "Siendo cierto, agrega, que hace tres ó cua- tro años que varios practicantes de París tratan ya las heridas de armas de fuego con aplicaciones repetidas de agua fria." Solo decimos esto, para que se vea la ad- miración que causaría á Soubert, Lombard y Percy, si pudieran ver que en el siglo XIX se daba como nuevo un tratamiento del que ellos habian demostrado tan há- bilmente la eficacia tantos años antes. Sea lo que fuere, se creyó haber hecho un descubri- miento importante en cirujía, empleando el riego conti- nuo de agua fria. Mr. Berard publicó en el mes de Enero de 1835, una memoria en la que reclama la prio- ridad por la invención del aparato de regadera conti- nua concedido á Mr. Breschet por Rognetta. Dice, que las observaciones de Breschet no son anteriores al mes de Enero de 1834, cuando ya él el 20 de Octubre de 1833 hacia uso del aparato de regadera de la manera que lo ha descrito, siendo estremadamente simple, pues que no consiste mas que en un cubo lleno de agua col- gado encima de la parte enferma, y de una cantimplora de vidrio que sirve para hacer caer el agua gota á go- ta. El aparato de Mr. Breschet es exactamente el mismo; ha sido representado en un dibujo, seguido de una observación hecha por Mr. Fleury, en el "Dia- rio de conocimientos médico-quirúrgicos." En el mes de Noviembre de 1834, un nuevo artículo del Dr. Cristophe volvió á hacer al agua objeto de la atención pública. Pero la obra verdaderamente importante de la época, es la de Mr. Josse, hijo: este joven médico publicó en 1835 un volumen de 358 páginas, en el que manifiesta la práctica y las lecciones de su padre. Es- te libro contiene cuatro memorias sobre diferentes pun- -343- tos de cirujía: el primero trata de la gangrena espontá- nea, otro de la curación de las dislocaciones espontá- neas por la ostensión continua; en el tercero examina las dislocaciones de la articulación tibio-tarsiana: en fin, el cuarto es reducido á demostrar la utilidad del agua fria en el tratamiento de varias enfermedades quirúrgi- cas, como las heridas simples y las contusas, la* quema- das &c; pero el principal mérito de este escrito con- siste en presentar como método general el medio de so- meter las enfermedades inflamatorias de los miembros, á la acción de una afusión continua. Mr. Josse no usa jamas las afusiones sobre el tronco, pero no vacila en continuarlas sobre los miembros enfermos por algunos dias, y si es necesario por algunas semanas, hasta que haya calmado la inflamación; y si después de haber sus- pendido el remedio recae el enfermo, vuelve á comen- zar las afusiones. En cuanto al aparato, es sumamente simple: es un vaso con una llave en el fondo, que se co- loca encima del enfermo; un hule, sobre el que des- cansa el miembro enfermo, recibe el agua y la con- duce fuera de la cama á otro recipiente colocado con este objeto. Mr. Josse cita un sin número de curacio- nes de erisipelas simples, de heridas complicadas y de panadizos graves. Es preciso agradecer á Mr. Josse el haber presenta- do un nuevo método de aplicar el agua fria en las afec- ciones externas: todos los periódicos de la época lo han felicitado por el servicio que ha prestado á la humani- dad. ¡Pues bien! A pesar de la utilidad de la invención y de la casi completa unanimidad de los escritores y prácticos, este medio no ha tardado en olvidarse casi totalmente. ¿Y cuál es la causa de este resultado? Hay varias sin duda: la principal debe ser la dificultad de procurarse en el momento un aparato conveniente, y de mantener dia y noche en una inmovilidad completa la parte sobre que se hace caer el agua. La obra de Mr. Josse ha sido hábilmente analizada -344- por el profesor Gerdy, que con este motivo ha presen- tado observaciones prácticas sobre el frío, dignas de to- da atención. Desde esta época no se ha visto aparecer mas que la obra voluminosa de Mr. Lacorbiere, en el que la quin- ta sección es reducida al examen del frió curativo qui- rúrgico. La confusión que reina en esta obra y la acu- mulación inútil de hechos estraños al objeto, han impe- dido que se haya acogido como merecia por la causa que defiende. ENFERMEDADES QUIRÚRGICAS. Herida por dislnceracion.—Accidentes graves.—Aplicación de la Hidro- terapia.—Mejoría pronta. — Imprudencia.—Principio de erisipela.— Falsa crisis.—Curación. J. Francisco, artillero del noveno regimiento, llegó á su cuartel el 7 de Febrero de 1843 estando ebrio: lue- go que cerraron las puertas quiso escaparse, y al efec- to se subió por un enrejado cuyos barrotes terminaban por un fierro de lanza: en el momento en que el des- graciado iba á arrojarse tropezó, y cayendo de cabeza quedó enganchado de la pierna izquierda; este hombre hizo increíbles,esfuerzos para desacirse, pero no pudo conseguirlo, hasta que varias personas acudieron á su socorro. El cirujano del regimiento le hizo una ligera curación, y mandó al herido al hospital militar de Es- trasburgo; yo reconocí, al examinar la herida, que el fierro habia penetrado oblicuamente á la parte inferior é interna de la pantorrilla izquierda, dividiendo los te- jidos pero sin haberlos atravesado de parte á parte. El miembro habia adquirido un volumen considerable, es- taba rojo, doloroso, equimoso desde la llaga hasta el hueso del tobillo, el pulso duro y frecuente. Cuando vi al enfermo la primera vez, hacia ocho horas que se ha- bia herido: mandé que le metieran al instante la pierna en una cubeta llena de agua á 18 grados; así permane- ció una hora: cuando se retiró el miembro del agua se le enjugo ligeramente, y se envolvió con cabezales moja- dos que se renovaron de media en media hora: el baño 44 -346- se le repitió de tres en tres horas. Los dolores dismi- nuyeron progresivamente: en el cuarto baño se durmió el enfermo con la pierna dentro del agua, y así perma- neció dos horas y media; al despertar se encontró muy bien, las fomentaciones frias se le volvieron á aplicar in- mediatamente y se renovaron varias veces en la noche. Febrero 9.—Disminución notable del volumen del miembro, ménos dolores, calentura ninguna.—Cuatro baños de pierna á 16 grados, fomentos fríos de media en media hora, tisana, manzanas cocidas por mañana y tarde. Al quinto dia de este tratamiento continuado sin mo- dificación, el enfermo se encuentra perfectamente, y sin habérselo ordenado se levanta y anda en la sala, descuida la aplicación de sus cabezales mojados y no los renueva en toda la noche. Febrero 14.—Encuentro al enfermo muy agitado, la lengua roja en la punta, el pulso muy frecuente, la pier- na hinchada y muy encarnada; una erisipela se ha pre- sentado al derredor de la herida. Prescripción.—Die- ta, cuatro baños de pierna á 18 grados de una hora y media cada uno, fomentos húmedos cubiertos con cabe- zales secos, renovados de media en media hora. Febrero 15.—Notable mejoría: el enfermo apenas padece la dureza inflamatoria de los tejidos; ha sido reemplazada por una hinchazón edematosa.—Continua- ción del mismo método. Febrero 18.—La edema ó tumor ha desaparecido, la herida vá á cicatrizar.— Tres baños de pierna de tres cuartos de hora á 14 grados; fomentaciones frias. Mayo 12.—La herida está casi cicatrizada, el enfer- mo ha vuelto á andar con exceso; vuelven los dolóme» y aparece de nuevo la erisipela.—Cuatro baños de pierna á 16 grados; fomentaciones frias. A la mañana siguien- te mejoría. Marzo 16.—La pierna sigue muy bien, pero se ha cu- bierto toda de granitos blancos con un poco de pus. -347- Estos granos, que al principio estaban separados, son confluentes al tercer clia.—Tres baños locales de me- dia hora; fomentacinnes frías. Marzo'29.—La herida está ya cicatrizada, la erup- ción ha desaparecido, la epidermis de la pierna se ha desprendido.—Suspensión de baños y cabezales, ven- daje ligeramente compresivo desde los dedos hasta la rodilla. El 4 de Abril de 1843, el enfermo sale del hospital sin mas que una poca de debilidad en la pierna iz- quierda. OBSERVACIÓN SEGUNDA. Herida profunda en el muslo izquierdo.—Cicatrización de la herida.—Do- lores insufribles en el término de siete años—Tratamiento infructuoso. -•-Curación obtenida á los cuatro años de permanencia en Graefemberg. —Dos crisis. El príncipe de L.... de edad de 45 años, fuerte, de buena constitución, muy robusto, siempre sano, á ex- cepción de algunos abcesos de calentura intermitente que padeció en Hungría. A la edad de 34 años reci- bió en este pais, en la insurrección de 1831, una herida profunda en el muslo izquierdo, estendiéndose desde el tercio inferior del miembro hasta el gran trocánter. El príncipe estaba á caballo, y el tiro fué disparado de aba- jo á arriba; parece que la bala estaba armada de una planchita de hoja de lata, que se hallaba encajada en una hendidura hecha en medio del proyectil. Esta suposi- ción se apoya en que á los prisioneros enemigos se les hallaron varias balas dispuestas de esta manera. La he- rida era muy profunda, los tejidos parecían divididos por una arma cortante y no por una bala de cañón, so- bresaliendo fuera de la herida; el hueso del muslo esta- ba sin lesión alguna, pero estaba desnudo; la pérdida de sangre fué muy considerable. El cirujano que lo vió, hombre hábil, según parece, reconoció al instante la he- rida, introdujo en ella la mano con facilidad, pero no -348- encontró ningún cuerpo estrano. La curación fué sim- ple: unió con exactitud los bordes que estaban dividi- dos, y á los dos meses estaba ya cicatrizada la herida. Pero todo el miembro quedó hinchado y doloroso, so- bre todo, la parte inferior de la pierna y el pié; poco á poco la hinchazón se estendió en toda la pierna, con- cluyendo con ponerse muy voluminosa, dura, fria é in- sensible al tocarla. Cuantos medios se empleaban pa- ra hacerla entrar en calor eran inútiles: la metían algu- nas veces, durante una hora, en agua caliente sin obte- ner nada. Los cambios de temperatura le acarreaban vivísimos dolores, y con frecuencia se desarrollaban en la pierna erisipelas acompañadas de calenturas. Va- rios accidentes graves de esta naturaleza amenazaban la vida del príncipe: habitualmente el enfermo tenia que permanecer acostado, pero algunas veces podia andar con ayuda de las muletas. En las varias consultas á que asistieron muchos mé dicos de nombre, emplearon todos los medios que estu- vieron á su alcance para modificar el estado alarmante en que se encontraba la pierna, para calmar los dolo- res violentos, y para proporcionar algún descanso al en- fermo cuya salud se debilitaba considerablemente. Se hizo uso de las aguas minerales de toda especie: el prín- cipe fué primero á los baños de Beden, cerca de Vie- na, después á los de Toeplitz, de Carlsbad, de Abano, en la Lombardía austríaca: en ellos obtuvo varias veces un alivio pasagero, pero en el invierno perdia lo que ha- bia adelantado en el verano. Viendo que con los medios comunes de la medicina nada podia conseguir, el enfermo recurrió, pero inútil- mente, á algunos remedios empíricos, hizo uso particu- larmente de una pomada verde muy ponderada en Hun- gría: nada consiguió tampoco, á pesar de la constancia con que hizo uso de este medicamento. El ruido de las curaciones que se hacían en Graefem- berg, decidió al enfermo á emprender el viage en e! -349- mes de Agosto de 1838. Cuando Priessnitz lo vió, esta- ba flaco, tenia con frecuencia deposiciones éindidiges- tiones. Algunos médicos habian atribuido á un princi- pio de reumatismo la causa de tan vivos dolores, y le habían ordenado mucho abrigo; de manera que á su lle- gada á Graefemberg iba todo envuelto en franelas. Priessnitz ordenó que poco á poco se le fueía reti- rando la franela y demás cosas de abrigo. En el pri- mer mes se envolvió al enfermo en una frazada de lana á las cinco de la mañana, hasta que el sudor comenza- ba á anunciarse: entonces tomaba un medio baño de cin- co minutos (18 grados) con fricciones en todo el cuer- po, cuya operación era hecha por dos hombres. El se- gundo mes los sudores en las frazadas de lana se prolon- garon por dos horas, después por tres y cuatro, el baño frió seguía inmediatamente después por cinco minutos. Todos los dias el enfermo tomaba baños de ducha ó chor- ro; por mañana y tarde tomaba un baño de pierna hasta encima de la rodilla: la temperatura del agua ha ido dis- minuyendo sucesivamente de 11 grados á 10; á esta tem- peratura se le administraban cuando yo examinóla pier- na. Al salir del baño local, se envolvia toda la pierna con cabezales mojados y encima otros secos. En el dia se le hacían beber doce vasos de agua fresca. Bajo la influencia de este método disminuyeron los dolores, y el enfermo logró algún descanso; sin embargo, habian apenas trascurrido seis semanas, cuando sobrevino á la pierna una crisis muy fuerte, que se caracterizó por muchos diviesos que supuraron. Los diviesos sana- ron, pero seis meses después una nueva crisis reventó en la planta del pié, Se formó un tumor en el talón, se abrió, supuró abundantemente y dejó una úlcera, pri- mero lívida y virulenta, después de un blanco parduzco y luego de un encarnado bajo: esta úlcera, de cuatro centímetros de ancho, no se cerró nunca; todavía exis- tia cuando yo vi al enfermo. Esta herida no le duele ni le molesta de ninguna manera. -350- Al principio del segundo año de este tratamiento, el príncipe notó unas manchas verdes en los lienzos que diariamente servían para envolver la pierna: creyó en aquel momento que se habría manchado con alguna co- sa de aquel color; pero habiéndole llamado la atención la repetición de este caso singular, acabó de confirmar- se en que la mancha era ocasionada por la misma pier- na: entonces recordó la pomada verde de que habia he- cho uso en Hungría. Este fenómeno continuó por va- rios meses. El tratamiento fué seguido con una constancia admi- rable, y casi sin modificación alguna durante cuatro años. En el mes de Octubre de 1842, el príncipe con- tinuaba aun dándose los baño3 frios en la pierna de cin- co minutos; recibía la ducha ó chorro todas las mañanas entre la espalda y pierna, pero sobre esta última caía el agua muy oblicuamente, y sudaba una hora diaria. He aquí los resultados de este tratamiento. Los do- lores han cesado completamente, el sueño es bueno; el príncipe anda sin muletas hace ya dos años; puede an- dar hasta sin bastón. Monta á caballo todos los dias sin fatigarse; la pierna ha vuelto á su sensibilidad y al calor natural, las erisipelas han desaparecido; los cambios de temperatura no le hacen ya impresión, pero existe la herida del talón, una obstrucción y endurecimiento bas- tante considerable de todo el pié y del tercio inferior de la pierna. El príncipe está muy satisfecho del esta- do en que se halla, y debe salir de Graefemberg en el mes de Noviembre de 1842. Quince dias antes de mi visita, la parte hinchada de la pierna ha comenzado á arrojar un cuerpo grazoso de un color pardo negruzco, que tiene analogía con la po- mada mercurial envejecida. ¿Es esta una secreción mórbida de la piel, ó verdaderamente la pomada mer- curial, como el príncipe cree, porque hizo uso de ella hace veinte años? Yo estaría dispuesto á creer lo pri- mero, pero el tratamiento hidriático presenta tantos fe- -351- nómenos que nos son desconocidos, que me abstengo de dar mi opinión. OBSERVACIÓN TERCERA. Reumatismo clónico muy grave colocado en un coxite.—Tratamiento re- frescante y revulsivo muy enérgico.—Aplicación del cauterio candente. —Ningún alivio.—Tratamiento hidriático.—Curación.—Dos crisis. Monsieur W., de edad de 48 años, fuerte, de buena contestura, robusto, ha padecido hace algunos años ac- cidentes sifilíticos que han sido combatidos con mercu- rio. En 1836, cuando vivia en Verona, fué atacado de la miliar: el tratamiento usado por los médicos de Italia consistió en sangrías repetidas (once en una semana): en la eonvalescencia tuvo frecuentes recaídas; el estó- mago no digería ya ningún alimento; el enfermo cayó en una debilidad estremada, y una melancolía profunda le hacia desearse la muerte. Cuando Monsieur W. se hallaba en este triste estado, oyó hablar de las famosas curas de Graefemberg, y resolvió ponerse al instante en camino. Después de vencer muchas dificultades, lle- gó á ver á Priessnitz en el mes de Febrero de 1838. El tratamiento comenzó inmediatamente, y en el mes de Julio del mismo año, el enfermo volvió á marchar á Milán, contento y habiendo recobrado su salud comple- tamente. En el año de 1840, Monsieur W. se resintió, sin saber la causa, de un dolor en la parte inferior de los lomos del costado derecho, dolor que no tardó en bajar hacia la región iliaca y la cavidad cotiloide del mismo lado; los médicos con quienes consultó no estaban acordes sobre la naturaleza del mal: los unos veían en él un reu- matismo, los otros un principio de luxación espontánea, pero estuvieron unánimes en hacer uso del tratamiento antiflogístico. No esperimentando el enfermo ningún alivio, se decidió á hacer uso nuevamente del método -352- hidroterápieo: con este objeto se fué á un estableci- miento situado en los Alpes. Los dolores eran entonces atroces, le impedían todo descanso, y bien pronto lo condujeron á un estado de debilidad completa. El médico que curaba á Monsieur W., creyendo que existia un reumatismo con inminencia de una luxación espontánea, abandonó el tratamiento hidriático, que no empleó mas que cinco dias, para recurrir á los mas fuertes revulsivos, por supuesto al cauterio con fierro caliente que aplicó sobre la parte lateral del bacinete desde la espina iliaca inferior hasta debajo del gran trocánter. Este remedio enérgico no produjo ningún alivio. Después de siete meses de permanecer en el esta- blecimiento, es decir, desde el mes de Setiembre de 1841 hasta el mes de Marzo siguiente, el enfermo, á pe- sar de su estremada debilidad, se dedicó á partir para Viena. Allí consultó al célebre profosor Wateman, que no fué de opinión que la enfermedad fuera una luxación espontánea, declarando sin embargo que estaba muy gra- vé, y que probablemente los recursos del arte serian in- suficientes. El enfermo le preguntó entonces si podia ponerse en marcha para Graefemberg; y habiendo sido de esta opinión Wateman, salió el 1.° de Abril. Llegó á casa de Priessnitz después de haber tenido padeci- mientos horribles, sufriendo continuos dolores en el muslo y no pudiendo digerir sino con mucho trabajo, y en fin, en un estado de debilidad espantoso. Priessnitz le ordenó que lo envolvieran en un lienzo mojado y frazadas de lana, hasta que comenzase á sudar: inmediatamente después medio baño (á 20 centígrados) de un cuarto de hora; al medio dia baño de asiento de un cuarto de hora á la temperatura de 16 centígrados. A las cuatro de la tarde, fricción con un trapo mojado por diez minutos; enjugar perfectamente el cuerpo con un lienzo seco, y volverse á la cama hasta volver á entrar en calor. A las seis, nuevo baño de asiento dé un -353- cuarto de hora, y doce vasos de agua en todo el día. A los cuatro meses de este tratamiento llegaron las cri- sis, que se caracterizaron por muchos granos especie de diviesos: lo que hay en esto de remarcable es, que se desarrollaron en el muslo sano, y ni uno solo en el enfermo. Desde entonces Monsieur W. se encontró notablemente aliviado; pudo comenzar á andar con un bastón; las digestiones son fáciles, y las fuerzas y robus- tez ha vuelto á adquirirlas. A pesar de la crisis, el tra- tamiento continuó sin interrupción y duró un mes. Priessnitz le ordenó entonces, que después de arropar- se se metiera en el tanque de agua fria y corriente dos minutos; á las once una ducha en todo el cuerpo cinco minutos, y continuar el resto del tratamiento preceden- te. Tres meses después de la primer crisis vino la se- gunda sobre el muslo enfermo, caracterizada por los mismos granos que la primera. En esta época el enfer- mo comenzó á andar con facilidad; al poco tiempo ya no necesitaba bastón, y no tuvo inconveniente en subir cqnmigo el 18 de Octubre de 1842 á una montaña cu- bierta de nieve, á cuya cima no llegamos hasta después de dos horas de marcha. Monsieur W. ha recobrado su alegría y fuerzas, y solo siente por intervalos un do- lor muy pequeño sobre la cavidad cotiloide. A las observaciones que preceden, fácilmente seria agregar la descripción de un gran número de casos no ménos interesantes que los primeros. Me ceñiré á se- ñalar: 1.° Una hydartrosis en las dos rodillas, en un joven de 24 años curado en un mes: habiendo medido las ro- dillas al principio y al fin del tratamiento, resultó una diminución de volumen en la rodilla derecha de 55 mi- límetros, y de 48 en la izquierda. 2.° Varios ejemplos de heridas contusas en la cabe- za con denudación de los huesos, cuyas curaciones se obtuvieron con rapidez con solo la aplicación de cabe- zales mojados y torcidos. 45 -354- 3.° Fuertes contusiones con pérdida de sangre, hin- chazón considerable, calor y dolor. 4.° Erisipelas simples y flictenoidas, curadas con ba- ños locales y aplicación de cabezales mojados. 5.° Ulceras crónicas de los miembros. 6.° Reumatismos crónicos sobre diversas partes del cuerpo. BIS LAS CRISIS. La reaparición de las crisis en el curso de las enfer- medades tratadas por el método hidroterápico, es un hecho que debe llamar seriamente la atención de los médicos. Mucho tiempo hace que no están acordes en este punto. Hipócrates y sus inmediatos sucesores han admitido las crisis, y han fijado la aparición de ellas en determinadas épocas, lo que llamaban dias críticos. Los modernos han admitido diversas opiniones: unos han adoptado la teoría de Hipócrates, modificándola algu- nas veces según sus ideas sistemáticas; otros las han de- sechado completamente: esta última idea ha prevaleci- do tanto, que apenas se encuentra la palabra crisis en algunos diccionarios de medicina. En cuanto á los tra- tados de patología han borrado todos el capítulo de cri- sis, y cuando hablan de ellas es solo para decir que no son mas que una idea errónea de los médicos antiguos. Esta palabra ha sido interpretada de tan diversos mo- dos, que no hay hoy una significación bien determinada que pueda hacer conocer con exactitud las opiniones de los autores. Por tanto, no entraré en las controver- sias medicinales: me limitaré á presentar las doctrinas anteriores, y una teoría de las crisis tales cuales se ma- nifiestan hoy dia. Hipócrates no formuló una teoría didáctica de las crí- -355- sis y de los dias críticos. Sus dos tratados que se han escrito en griego, no son mas que compilaciones he- chas en tiempos posteriores á la existencia del funda- dor de la medicina. Todo lo que encierran, bien que sea tomado de los libros de Hipócrates, se encuentra corregido sin discernimiento. Después de algunas con- sideraciones generales, se pasa inmediatamente al estu- dio de la fiebre ardiente, luego á la ciática, la ictericia &,c. En los Aforismos y en el libro del pronóstico, es donde se manifiestan con claridad las ideas de Hipó- crates sobre las crisis y los dias críticos. Por ella se vé, que quizá habia adoptado las opiniones de la doctrina pitagórica sobre el poder de los números, y que los dias críticos principales eran el siete, catorce, veintiuno y veintisiete &c. Para comprender la teoría de Hipócrates con res- pecto á las crisis, es necesario recordar que él conside- raba la salud como debida á la mezcla ó reunión regu- lar de los humores; y la enfermedad como provenida de la descomposición de los humores. A esta opinión vá unida una doctrina que es la de la cocción. Esta espre- sion necesita esplicarse detalladamente. Hipócrates sa- bia que el cuerpo humano tiene una temperatura que le es propia, y que ciertos humores, á medida que la enfermedad camina hacia su terminación, se modifican y cambian de color. Estas observaciones, hechas antes que él, pero que confirma con frecuencia, dominan to- da su patogenia. En una inflamación de la conyuntiva, el humor que des- pide el ojo es primeramente caliente y acre, después se convierte en espeso y dulce: los esputos en la neumonía, de espumosos, viscosos y sanguinolentos que son al prin- cipio, se vuelven amarillos y espesos cuando se acerca á una solución favorable. He aquí lo que los antiguos han observado, y á lo que le han dado el nombre de cocción. La cocción es, pues, el cambio que esperimentan los hu- mores en el curso de una enfermedad, y que quitando- -356- les en lo general su tenuidad, lo líquido de ellos y su acredad, les dá mas consistencia, un color mas subido y algunas caracteres que se han asemejado metafórica- mente al cambio producido por medio del cocimiento en las sustancias. Generalizando estas fáciles observaciones en algunas enfermedades, los antiguos han creído que en la mayor parte de las enfermedades habia una cocción; es decir, una elaboración de humores terminada con la espulsion de ellos. En tanto que los humores están crudos y lí- quidos, corren por todo el cuerpo, el mal está en toda su intensidad y nada puede determinar la espulsion de estas materias dañosas; pero cuando el trabajo propio de la naturaleza ha traído la maduración de ellas, en- tonces se fijan y salen por medio de las evacuaciones espontáneas ó artificiales. Las crisis son buenas ó desgraciadas; se anuncian por ciertos fenómenos, que según Hipócrates permiten mu- chas veces al médico poder pronosticarlas y anunciar el dia fijo. Desde que se conoció la doctrina de Hipócrates so- bre los dias críticos, prevaleció generalmente. Sin em- bargo, no tardó en hallar contradictores que se apoya- ban en la dificultad que hay de poder fijar con certeza el dia que comienza una enfermedad, y cuáles son los verdaderos dias críticos. Galeno hizo esfuerzos increí- bles para conciliar las opiniones y rechazar las objecio- nes dirigidas á la teoría hipocrática. No pudo salirse con su empresa, y la doctrina de las crisis acabó por desacreditarse completamente. Y no es que no haya tenido desde esta época celosos defensores: Paracelse, Fred, Hofíman, Baglivi, Bordeu, Landre, Beauvais, Mer- cy, se han declarado sucesivamente en su favor, pero no han podido vencer á sus antagonistas. La definición de la palabra crisis ha tenido diversas interpretaciones. Hipócrates declara, que existe la cri- sis cuando la enfermedad esperimenta un cambio bue- -357- no ó malo. Galeno parece dispuesto á restringir esta palabra á los movimientos mórbidos que determinan la pronta recuperación de la salud. Para otros autores, la crisis es la lucha entablada entre la fuerza vital y la en- fermedad: Coutanceau se sirve de esta espresion, para designar un movimiento violento que parece terminar la ludia entre las fuerzas médicas y la causa morbífica, y que decide generalmente de la muerte ó la curación del enfermo. Veamos ahora cuál es el sentido que debemos dar á la palabra crisis, según los casos que hemos observado y que la Hidroterapia nos presenta diariamente. No se puede desconocer que los seres vivientes poseen en ellos mismos una fuerza que tiende á mantener los ór- ganos en el estado normal, y á conducirlos á él cuando por una causa accidental se han separado. Esta fuerza, descono.cida en su naturaleza, pero de la que podemos apreciar los efectos, parece provocar á los órganos á la reacción, cuando agentes estraños á la composición de nuestros tejidos y fluidos se han introducido en nuestro cuerpo. ¡Ved ahí el desorden que estalla en la organi- zación bajo la influencia de los miasmas, ó de las sus- tancias medicinales activas dadas con exceso! Y no solamente en estas condiciones excepcionales es en donde esta fuerza conservadora manifiesta su po- der; ella trabaja sin interrupción lo mismo en sana sa- lud que en una enfermedad, y preciso es que sea así para la conservación de los individuos y de las razas. Si los seres vivientes hubiesen podido asemejarse indis- tintamente, todas las sustancias que mezclan y todos los cuerpos que penetran, no habrían tardado en espe- rimentar las modificaciones profundas que habrían des- truido su organización primitiva; no hubiera habido ra- zas ni aun especies; las circunstancias fortuitas habrían traído consigo una movilidad infinita de formas. La na- turaleza ha querido que algunos órganos especiales es- tuvieran encargados, en el estado de salud, de arrojar -358- las materias estrañas á la composición de nuestros teji- dos y fluidos: los ríñones, la piel, las membranas muco- sas, son principalmente las que llenan estas funciones importantes. Cuando la enfermedad es provocada pol- la introducción de agentes activos, también son los mis- mos órganos los que intervienen;-pero como la natura- leza parece apresurarse á arrojar el principio delete- ral que cómprete la salud y hasta la existencia, el fe- nómeno de la supuración se efectúa con violencia. A esto es á lo que le hemos dado el nombre de enferme- dad crítica. En el curso de esta especie de afecciones mórbidas, sobrevienen algunas veces, y particularmente cuando se emplea el tratamiento hidriático, fenómenos particu- lares apareciendo sobre las membranas mucosas, los rí- ñones &3. Estos son los accidentes secundarios á que los médicos de todas las épocas han dado el nombre de crisis, palabra que debe conservarse. Según estas consideraciones, la crisis y la enfermedad crítica se confunden; son dos casos del mismo orden, producidos por una misma causa y podemos definirlos: "Fenómenos determinados por la fuerza conservadora ce la organización, para mantener el estado normal de los fluidos y tejidos vivientes. Las enfermedades críticas se diferencian sin embargo de las crisis, en que tienen generalmente una duración limitada, conocida de antemano, y que se manifiestan por síntomas constantes é inherentes á la naturaleza de la causa que las ocasiona. Los miasmas del sarampión, de la peste, de las viruelas, reproducen siempre estas mismas enfermedades, pero jamas otras. Las crisis, al contrario, sobrevienen indistintamente en la piel, en el tejido celular subyacente sobre las membranas muco- sas, ó bien se manifiestan por una actividad irregular de los ríñones; su duración es incierta y sus caracteres muy variables. Por lo que se acaba de decir, se comprenderá que -359- nosotros reservamos la palabra crisis para señalar los accidentes que sobrevienen en el curso de las enferme- dades agudas ó crónicas, producidas por un miasma ó un medicamento tomado con exceso. Pero hay fenóme- nos que se confunden con las crisis que se manifiestan en las afecciones mórbidas en donde no hay evidente- mente ningún miasma que espeler. Por ejemplo, en el curso de una neumonía aguda, de una fiebre inflamato- ria, de una enteritis crónica, se ven sobrevenir sudores abundantes, una hemorragia nasal, hemorroidas fluen- tes; estas no son verdaderas crisis. Se sabe, que toda enfermedad que produce la acumulación de la san- gre en los pulmones, vuelve este fluido á la piel: los tísicos, los enfermos de aneurisma sudan con facili- dad, y algunas veces en mucha abundancia. El enfer- mo atacado de una fiebre inflamatoria tiene las men- branas mucosas llenas de sangre, y cuando accidental- mente suele romperse un vaso, sobreviene una hemor- ragia provechosa que produce la calma en la organiza- ción. Las hemorroidas producen el mismo resultado en las flecmasías crónicas del tubo digestivo, y vemos en la muger un fenómeno fisiológico del mismo género producirse periódicamente todos los meses. No se puede dudar que estas deplesiones diversas no son suficientes frecuentemente á curar la enferme- dad, ó al ménos á calmar los accidentes, pero esto no es lo que constituye una crisis: es decir, la espulsion fuera de la organización de un agente pernicioso ó mor- tal. Era indispensable que el análisis nos ilustrara en medio de estos casos tan diversos, reunidos equivocada- mente bajo un mismo nombre, y que proporcionaran ar- gumentos fáciles para defender ó atacar la existencia ó no existencia de las crisis. Hoy ya no puede haber duda: las crisis existen, y se manifiestan frecuentemente cuando se recurre al trata- miento hidriático. Si los médicos no las observan con frecuencia, es porque ellos acaban con sus enfermos d&- -360- bilitándolos excesivamente, ó que sofocan el poder de la organización para ¿a reacción, con acumular los remedios tan activos de que hacen un uso tan espantoso. Los mé- dicos han desconfiado de la naturaleza, y ella nada ha hecho ya por ellos ni por sus enfermos. La posibilidad de las crisis no quiere decir que sea preciso que se desarrollen en todas las enfermedades; sucede con frecuencia que no se manifiestan, sea por- que las funciones habituales de los órganos eliminado- res sean suficientes para espeler á los agentes estraños á la organización, ó sea porque el poder de la reacción de los tejidos se haya agotado. La intensidad y duración de las crisis, se encuentran generalmente en una relación directa con los recursos de la organización, lo antiguo de la enfermedad y la cantidad de materia morbífica que haya que espeler. Es una gran dificultad de hacer que nazcan las crisis cuando es necesario, y saberlas dirigir con prudencia y sagacidad. Las crisis violentas destruyen al enfermo y pueden matarlo: es, pues, de la mayor importancia no emplear el tratamiento hidriático con demasiada ener- gía en un hombre fatigado por una afección crónica; sobre todo, si es robusto, porque entonces la inflama- ción crítica puede apoderarse del tejido celular y de- terminar la formación de apostemas ó diviesos, y acar- rearle accidentes consecutivos muy peligrosos. En ge- neral, con todas la personas débiles, enfermas hace mu- cho tiempo, es menester proceder con mucho cuidado, modificar el método, de modo que se modere el tra- tamiento inflamatorio, y vigilar cuidadosamente el esta- do de los órganos interiores. Cuando sus funciones se ejecutan bien, nada hay que temer por dolorosos que sean los accidentes esteriores. La aparición de las crisis frecuentemente es prece- dida de un estado de mal estar, de agitación, de fiebre, de diarrea y de desorden en las funciones digestivas: al- gunas veces la piel se pone seca, las facciones se alte- -361- ran, el carácter cambia, hay mucha inquietud. La reu- nión de estos fenómenos puede verse fácilmente por un observador cuidadoso, y puede anunciar con anticipa- ción la próxima aparición de la crisis. Los medios hidroterápicos favorecen admirablemen- te la aparición de las crisis. Puede comprenderse, que la excitación diaria, producida á la piel por el arropa- miento que produce el sudor, por la ducha &c, atrae vivamente los fluidos hacia la tela cutánea, y determina en ella fenómenos inflamatorios La abundancia de la bebida favorece también este resultado; la orina, espe- liendo una parte de los elementos mórbidos, desemba- raza á la organización de la causa del desorden de las funciones y prepara una reacción saludable. La exis- tencia de las crisis no conduce á creer en los dias críti- cos; yo creo que en este punto los antiguos padecieron un error. Hasta ahora, todo parece indicar que las cri- sis, en las enfermedades agudas y crónicas, se presen- tan irregularmente y en dias indeterminados. Las cri- sis pueden ser completas ó incompletas. En el primer caso, estando la organización totalmente desembaraza- da de los elementos estraños á su composición normal, la curación de la enfermedad es definitiva cuando la crisis es incompleta, vuelva otra segunda ó tercera, y si esto no tiene lugar, la enfermedad continúa en el es- tado crónico. Los accidentes característicos de las cri- sis varían mucho con bastante frecuencia: son tumores ó diviesos, cuyo número y volumen son indeterminados; yo he visto mas de cien diviesos á la vez en una mis- ma persona, y en una señora de edad de 60 años un tu- mor que ocupaba toda la estension de la espalda. En las enfermedades agudas y crónicas aparecen con frecuencia manchas blanquizcas, azules, negras &c, y pueden desarrollarse por todo el cuerpo Las úlceras suelen venir después, su estension es muy variable, pue- de considerárseles como cauterios que hace la misma naturaleza, pero que los coloca muy mal, pues algunas -362- veces aparecen en la estremidad de los dedos y en el ¿alón. Las erupciones cutáneas tienen muy diversos aspec- tos; los granos se parecen algunas veces á los de las vi- ruelas, de la miliar &c. Bien podría escribirse mucho sobre esto, y muy curioso. La diarrea sobreviene ra- ramente: sin embargo, he visto dos ejemplos; el líquido era seroso, amarillento y muy abundante: este acciden- te duró veinticuatro horas en el primer enfermo que era un hombre de 42 años, atacado de una gastritis crónica: el segundo caso era una muger de 56 años, que padecia del hígado hacia ya largo tiempo. Esta forma de crisis produce una debilidad algunas veces alar- mante. La orina presenta diversos colores, desde un aspec- to totalmente acuoso, hasta un negro subido. Los su- dores tienen caracteres que los diferencian fácilmente por el hedor; algunas veces manchan los lienzos con di- ferentes colores; se han visto sudores amarillentos, par- dos y azules; estos últimos han sido estudiados química- mente, sorprendiéndonos admirablemente su análisis (*). Es muy probable que los sudores varíen según las enfer- medades, y aun de los medicamentos de que se ha he- cho uso es un hecho que no puede acreditarse mas que con la esperieneia y mucho estudio: nosotros lo hemos comenzado, y decimos lo que hemos podido obtener. Los enfermos suelen verse espuestos á sudores noc- turnos, manifestándose particularmente al amanecer: es- tos sudores son malos, debilitan, no tienen ningún carác- ter crítico. Son el resultado de la debilidad y del calor de la cama. No es raro remarcar sobre los cabezales manchas de diversos colores, y que no se vacila en atribuir á la es- pulsion de los medicamentos que se han tomado ante- en) Aquí en México está causando la misma sorpresa, al ver los diver- sos colores estampados en los lienzos.—*-Notá del Editor. , -363- riormente con el tratamiento hidriático. Se cuenta so- bre esto cosas verdaderamente maravillosas. Deben aceptarse con reserva, y no decir nada hasta que el análisis químico haya demostrado la existencia del cuer- po supuesto. Monsieur Schmitz cuenta un hecho que merece citarse, á fin de poner á los enfermos y á los médicos al cuidado contra las apariencias engañosas. Un hombre gotoso, curado en Mariemberg, obtenía todos los dias, por medio de las frotaciones, un polvo blanco que parecía salir de la piel, sobre todo al rede- dor de las articulaciones enfermas. No se dudaba que esto fuera una materia caliza que espelia, colocada en los tejidos. El Dr. Schmitz reunió una porción de ella, é hizo un paquete que envió á Mr. Frank, farmacéuti- co y químico distinguido en Colonia. El análisis quí- mico mostró que el polvo no era formado mas que por los restos de la epidermis, y las sales ordinarias del sudor. La aplicación constante de los cabezales húmedos, determina frecuentei»e»4e~-sobre4e«~piel el desarrollo de un gran número de granitos rojos, cuya punta se po- ne blanca y con un poco de pus. Esta erupción consf titnye la falsa crisis: es el resultado de la excitación, producida á la piel por el contacto de un lienzo moja- do que se carga de sales del sudor. Esta erupción no es de importancia, y no debe sus- penderse el tratamiento: si ocasionase una comezón muy fuerte ó dolores, bastaría suspender la aplicación de los cabezales por algunos dias; pero seria mejor con- tinuarlos, renovándolos con frecuencia para que no puedan calentarse. APLICACIÓN DE IíA HIDROTERAPIA A2> UKDffltSISia ©ASía>o 110 puede el hombre conservar la salud y obtener una larga existencia, mas que observando las leyes higié- nicas. Ya daremos á conocer la influencia del aire, del régi- men del movimiento ó ejercicio sobre del cuerpo del hom- bre, sano ó enfermo; pero ahora indicaremos el uso del agua fria en casi todas las condiciones de la vida.—Nadie puede negar la necesidad que hay de mantener la lim- pieza y flexibilidad de la piel, cuyas funciones son tan importantes que no pueden ser modificadas ni suspen- didas sin esponerse á ser amenazado de enfermedades graves. La piel es el principal instrumento para puri- ficar la organización. Su superficie despide á cada ins- tante fluidos destinados á bañarla, á mantener una tem- peratura constante y á desembarazar á la sangre de los —365- elementos estraños á su composición normal. Si se des- cuida la limpieza en la piel, pronto resultan afecciones de un mal carácter. El célebre Hufeland ha hablado con tanta propiedad sobre este particular, que no pue- do decir otra cosa que tomar sus mismas palabras. "Nuestra piel, dice, es el órgano del tacto, del mas es- tenso de nuestros sentidos, del que mas multiplica nues- tra relación con los cuerpos ambientes, particularmen- te con la atmósfera, y en fin, de aquel cuyo estado por esta misma razón determina en gran manera el senti- miento de nuestra propia existencia y de nuestras re- laciones con todo lo que nos rodea. La mas ó ménos predisposición á las enfermedades, depende, pues, en mucha parte, de la piel. La persona en quien este ór- gano está atacado de debilidad le hace ser muy sensi- ble, lo que acasiona que al menor cambio de tempera- tura, el airecillo mas insignificante influye de la manera mas desagradable sobre las partes internas, y concluye por convertirse en un verdadero barómetro viviente. Esto es lo que se llama una constitución reumática, re- sultado principalmente de la debilidad en la piel: de aquí nace también la predisposición á sudar por la cau- sa mas leve, estado contra natural que nos espone sin cesar á resfríos, y que engendra otra porción de enfer- medades." "La piel sirve también para mantener el equilibrio entre las facultades y los movimientos: cuanto mas per- meable y activa es, está el hombre mas al abrigo de las congestiones y de las diversas enfermedades de los pul- mones, del canal intestinal y de las otras entrañas del bajo vientre; está ménos espuesto á las fiebres gástricas, biliosas y mucosas, á la hipocondría, á la gota, al tisis, á las afecciones catarrales y á las hemorroidas." "Una de las causas que mas contribuyen á que estas enfermedades sean tan comunes entre nosotros es, que hemos perdido la costumbre de mantener el aseo y vi- gor en nuestra piel, por medio de los baños." -366- "La piel es también una de las principales causas de nuestra restauración, porque por su conducto nos intro- duce el aire una porción de partículas etéreas: de ma- nera, que sin una piel sana no puede haber restaura- ción; es decir, que falta una de las condiciones mas in- dispensables de la longevidad. El desaseo degrada al hombre, tanto en lo físico como en lo moral." "En fin, es preciso no olvidar que la piel es el princi- pal teatro de las crisis; es decir, de los movimientos que la fuerza medicinal de la naturaleza excita en las enfer- medades, de modo que un hombre en quien la piel es bien permeable y dotada de una grande actividad, pue- de contar con una curación mas fácil y completa, fre- cuentemente hasta sin el socorro de la medicina, cuan- do llega á enfermarse." "Nadie desconocerá que un órgano tan importante es una de las columnas de la vida y de la salud. De ma- nera, que apenas se concibe que haya podido descui- darse tanto el cuidado entre los modernos y aun en los pueblos mas ilustrados. Lejos de ocuparse de esto, procuran desde la infancia obstruir los poros por debi- litarla y ponerla en un e*tado de parálisis." "Muchos hombres no se dan durante su vida mas ba- ño que el del bautismo, y naturalmente su piel se obs- truye con el sudor y la porquería que se vá acumulan- do diariamente, los vestidos demasiado calientes, las ca- mas de plumas la debilitan y la aflojan, el mal aire de las habitaciones que no están ventiladas y la vida se- dentaria, la paralización; y creo no equivocarme, asegu- rando que se encuentra casi obstruida y privada de ac- ción en la mayor parte de los hombres." "Que me sea permitido señalar una inconsecuencia, que no es la sola en que se hacen culpables: el último de los hombres está convencido de la necesidad de man- tener la limpieza de la piel, para conservar la salud en los animales. El palafrenero lo descuida todo por lim- piar y lavar á su caballo; y si el animal cae enfermo, -367- sospecha al instante que la causa habrá producido de limpieza, pero jamas le viene á la imaginación esta idea cuando se trata de su propia persona ó de su hijo; si es- te es de una constitución enferma y delicada, si se en- flaquece y vá consumiéndose, efectos que son todos con- secuencia del desaseo, se creerá mas bien en que es una brujería ó cualquier otro absurdo de esta naturaleza, que en la verdadera causa, que no es otra que la falta absoluta de limpieza en la piel. Puesto que somos tan perspicaces para los animales, ¿por qué no lo somos también cuando se trata de nosotros mismos?" Las sabias observaciones del médico de Berlin, están lejos de haberse comprendido por el público y aun por la mayor parte de los médicos: las quejas en que pror- rumpía hace cincuenta años por el descuido en la lim- pieza de la piel, son todavía aplicables hoy. El lujo y la molicie nos han conducido á tenerle miedo á la mas leve impresión del frío; nos envolvemos en el invierno con vestidos muy calientes, se retiene la traspiración y el sudor, y así se forma al deredor de la piel una espe- cie de baño de vapores que la afloja, le dá un color pá- lido y la vuelve impresionable á cualquier exceso. Yo he curado por largo tiempo á una señora joven aún, que habia llegado á tenerle tanto miedo al aire, que en el invierno no salia jamas de su habitación; to- das las hendiduras estaban exactamente cerradas, un cartón pegado en la circunferencia de cada vidrio, y dos biombos estaban colocados cerca de la puerta de la alcoba. A pesar de este cuidado excesivo, esta se- ñora se resentía cuando la puerta de la calle estaba mo- mentáneamente abierta. Varias veces, dudando de sus asertos, quise hacer una esperiencia positiva: hice que abrieran la puerta de la calle, mientras que yo mismo me hallaba en la alcoba situada en el primer piso; yo no habia oído ni movimiento ni ruido, y sin embargo la enferma me señalaba al punto la entrada del aire. Por fin, mandó poner un colchón de cama contra la puerta, -368- y á pesar de esta singular precaución no dejaba de atormentarla el aire. Esta señora se resistió á toda proposición razonable respecto al método que debia adoptar para conseguir el alivio, y vino por fin á caer en una monomanía que la hacia insoportable á todos, y ni aun ella misma podia aguantarse. Otra señora, de edad de 60 años, que también asistí, estando muchas veces á su'lado en una pieza bien ca- liente, me interrumpía diciéndome: "Acaba de cambiar el viento." Yo iba al momento á cerciorarme del he- cho, y la dirección tomada por la beleta me probaba" que la señora no se habia equivocado. La sensibilidad nerviosa afortunadamente no llega con frecuencia hasta este estremo, pero no es estraño encontrar gentes que se constipan con sclo tener la ca- beza descubierta un momento, por haber pasado vio- lentamente por una habitación fría, por haber omitido el usar un vestido inútil en la apariencia, y entonces re- doblando cuidados y precauciones caen en exageracio- nes ridiculas para su salud, y de las que no pueden ya privarse. La suciedad es igualmente perjudicial á la salud: es preciso haber visto de cerca á la gente del pueblo y á los soldados, para formarse una idea exacta del exceso á que puede llegar. Cuando estos últimos entran en el hospital, sucede generalmente que su piel, particularmente la de las estremidades inferiores, tie- ne una capa espesa negruzca obstruyendo todos los poros. Esta suciedad estremada esplica en parte la mortandad excesiva que se esperimenta en la tropa, y se ha demostrado que el ejército, aunque compuesto de hombres fuertes y escogidos, pierde una tercera parte mas de gente que la población civil. Estos resultados deplorables podrían muy probable- mente evitarse, si las reglas de la higiene, y sobre todo, el cuidado de la limpieza se observara mejor. Los sol- dados se lavan raras veces, solo en tiempo de verano -369- los llevan alguna vez al rio, y están nueve ó diez meses del año sin limpiarse una sola vez. Es muy de desear que cambie esta situación; el inte- rés del estado y el del ejército reclaman mejoras en la higiene del soldado. Muy fácil seria, por lo que respec- ta á la limpieza, hacerlos lavar en agua fria dos ó tres veces á la semana. Bastaria para esto poner dos ó tres cubetas en una de las salas bajas del cuartel, y allí en presencia de los oficiales obligar á cada soldado á fro- tarse el cuerpo con un lienzo un poco áspero, y moja- do con frecuencia en agua fria. Este método tendría la doble ventaja de fortificar la piel y desembarazarla de las impurezas que la cubren. La higiene, en los sol- dados que hacen la campaña en África, reclama tam- bién grandes modificaciones: en lugar de cubrirá estos hombres de franela y hacerles llevar un cinturon de es- ta tela, seria mejor tratar de hacer que se fortificara la piel, y no debilitarla con sudores abundantes y casi con- tinuos. La experiencia de los árabes, los sabios pre- ceptos de Moisés y de Mahomet, habrían debido ha- cernos comprender que el primer cuidado para con- servar la salud, es de fortificar la piel á fin de que pu- diera soportar el calor abrazador del dia y el frío gla- cial de la noche; es necesario abluciones frecuentes de agua fria, y privación de licores alcohólicos: nosotros hemos hecho lo contrario, y por eso todos los años ha- ce la disenteria terribles estragos en nuestro ejército. En la edad media las poblaciones conservaban toda- vía un recuerdo de las costumbres de los romanos. To- dos los sábados se veían hombres pasar por las calles, anunciando al sonido de timbales que habia llegado la hora del baño. Los artesanos se reunían y se iban en formación á los establecimientos públicos, en donde re- cobraban bañándose nuevas fuerzas, para soportar los trabajos que se les esperaban nuevamente. El hombre, en las condiciones ordinarias de la vida, debe someterse á las reglas higiénicas, que variarán se- 47 -370- gun la edad, la constitución, la costumbre. Los niños deben lavarse todos los dias con agua, cuya temperatu- ra debe ser de 16 á 17 grados centígrados. Varios médi- cos, y J. J. Rousseau, han cometido un error grave, pre- tendiendo que á los niños inmediatamente después que nacen debia lavárseles con agua fria. Mejor instruidos hoy de las leyes fisiológicas, sabemos que los niños se resfrian muy fácilmente, y que seria una imprudencia quitarles con rapidez una gran cantidad de calórico. Su piel, excesivamente delicada, debilitada en todo el tiempo del embarazo por su permanencia en el agua del zurrón, cuya temperatura es de 37 grados centígra- dos, no podría, sin un grave inconveniente, ser arrugada con el agua muy fria. Sucesivamente, y á medida que el niño se fortifica, es cuando debe bajarse la tempera- tura del agua: en general, es prudente, sobre todo, du- rante el invierno, esperar que los niños tengan cinco años lo ménos antes de lavarlos con el agua acabada de salir de la fuente; después sí ya debe hacerse sin nin- gún temor. Sobre todo, hay una precaución muy salu- dable y que yo recomiendo particularmente á la entra- da del invierno, y es, de lavarse por mañana y tarde los piés con agua fria: se tienen dentro del agua hasta que comiencen á doler, esto es, dos ó tres minutos; al reti- rarlos se frotan con fuerza con un lienzo áspero: de es- te modo se evitan los sabañones. Los adultos deben la- varse frecuentemente todo el cuerpo con agua fria, y aun es mas provechoso cuando se tiene una constitución dé- bil de hacer uso del agua fría diariamente, y si no se tiene costumbre desde la infancia, ir haciéndola gra- dualmente. La temperatura del agua debe ser prime- ro de 12 ó 15 grados centígrados, y en seis ú ocho dias se bajará á 8 ó 9 grados. He aquí como debe proce- derse á estas abluciones: todas las mañanas, en un cubo se echan algunos litros de agua á la temperatura que se crea necesaria, y será bueno graduarla con el ter- mómetro; después, empapando en agua una servilleta -371- en varios dobleces, se frota una sola pierna y el pié: es- tas fricciones se repiten hasta que el lienzo se calienta; entonces se enjuga el miembro con una servilleta seca. Así se pasa sucesivamente á la otra pierna, á los mus- los y á todas las partes del cuerpo, teniendo la precau- ción de no dejar ninguna humedad en la piel. El objeto de estas fricciones húmedas, es de limpiar la piel y darle una suavidad que sorprende. Muy fre- cuentemente, cuando la persona es débil ó enferma, la piel queda pálida y resbala fácilmente sobre los tejidos subyacentes; cuando por el contrario, se enrojece, es buena señal: esto anuncia reacción y fuerza. Es nece- sario haber estado en situación de hacer frecuentes ob- servaciones, y de apreciar las variaciones casi infinitas que presenta la superficie de la piel, para comprender el origen de un gran número de enfermedades. Sobre este particular habría material para emprender un tra- bajo nuevo y muy importante. Cuando uno está acostumbrado á las fricciones húme- das, puede lavarse en agua corriente. Para esto se to- ma un cubito conteniendo tres ó cuatro litros de agua, se mete un pié y con una esponja ó una servilleta se hu- medece todo el miembro. Estas abluciones se renue- van hasta que el pié se adormezca; entonces se saca del agua y se enjuga la piel perfectamente con una servi- lleta seca; así se lavan y enjugan sucesivamente todas las partes del cuerpo. La reacion no tarda en efectuar- se, y será tanto mas pronunciada cuanto haya sido mas profundo el enfriamiento. Es muy útil, después de las abluciones de este géne- ro, vestirse prontamente, salir de la habitación y andar con viveza al aire libre, haga el tiempo que hiciere. Estas abluciones pueden reemplazarse por el baño frío, ó por las duchas concéntricas administradas con la ayu- da del aparato descrito antes. Se ha pretendido que las lociones frias echan á per- der la piel y la ponen seca y áspera: esta aserción es -372- mal fundada. Estos inconvenientes solo tendrían lugar si el agua contuviese sales calizas con exceso. Esta se- quedad accidental desaparece prontamente, frotándose todo el cuerpo con un poquito de aceite de almendras dulces. En la primavera y en el verano se pueden su- plir ventajosamente las abluciones con baños de rio ó del mar: el agua del mar estimula la vitalidad de la piel, entona toda la organización, sobre todo, si el efecto de la oleada viene á juntarse con el que producen la tem- peratura y la composición del líquido. Los baños de asiento frios son muy favorables para hacer cesar las congestiones á la cabeza y los dolores nerviosos, tan frecuentes en las mugeres delicadas; por medio de ellos se consigue hacer volver el menstruo cuando se ha suprimido, y para provocarlo en las jóve- nes que han llegado ya á la edad de la pubertad. Es pre- ciso en este caso emplearlos como revulsivos; es decir, disminuir progresivamente la temperatura del agua, y cuando se llega á la época de la menstruación adminis- trarlos enteramente frios. Cuando la evacuación mens- trual existe, pero que se hace mal, las abluciones loca- les frias convienen perfectamente; consiguen aumen- tar la pérdida de sangre, mientras que las tibias ó ca- lientes las suprimen casi siempre. La conservación de la salud exige con frecuencia que tratemos de calmar la excitación interna provoca- da por los alimentos, las bebidas alcohólicas, ó sola- mente por las emociones morales; á fin de disminuirla, y también para mantener en el estado normal los ele- mentos de la sangre, es muy útil beber varios vasos de agua en el dia. Adoptando esta medida saludable, es preciso cuidar de que no haya exageraciones cuyos re- sultados siempre son desagradables. Un hombre adulto puede beberse dos ó tres vasos de agua en ayunas, pero es preciso que haga ejercicio in- mediatamente; y si se queda en su cuarto sin salir, no deberá beber mas que uno ó dos. -373- Los niños, las mugeres, las personas linfáticas deben beber con moderación: es muy conveniente beber uno ó dos vasos de agua dos horas después de las comidas, pues el agua obrará como c .Imante á la excitación que la digestión hace nacer constantemente en el estómago. Los ancianos deben beber agua con moderación: la ten- dencia que tienen al enfriamiento exige que no pierdan rápidamente su calórico, pues no lo reproducen sino muy despacio: así es que cuando no padecen flemas, puede permitírseles que beban un poco de vino. t-O-í-*!1 FRURSG0 CRÓMICO. Treinta y Ocho año?.—Constitución robusta.—Aparición do un prurigo en las manos y piés—Cesación periódica de la enfermedad con la vuelta del verano.—Uso infructuoso de ios baño* simples y sulfurosos.—Agra- vación de la enfermedad.—Falta de jujeíio.—Tratamiento hidroterápi- co por dos meses.—Curación. Monsieur M., oficial, de edad de 38 años, bien com- plexionado, robusto, de tez morena y muy belluda, ha- bía gozado siempre de muy buena salud, hasta que en el mes de Enero de 1837 esperimento por la primera vez una comezón fuertísima en las palmas de las manos y en las plantas de los piés; el enfermo lo atribuía á una larga permanencia en un lugar pantanoso del África, y á los trabajos que habia sufrido en varias espediciones. No habia en la piel erupción ninguna ni estaba roja; to- da la enfermedad se reducía á una comezón fuerte irri- tante, y que se aumentaba por la frotación. El enfermo no se hizo otra cosa mas que fricciones aceitosas repe- tidas dos veces al dia; ningún efecto produjeron, y has- -374- ta la vuelta de los calores, es decir, dos meses después de que habia empezado la comezón, fué cuando espe- rimentó un alivio marcado, á lo que siguió bien pronto la completa cesación del mal. Monsieur M. se creyó definitivamente bueno, y marchó de nuevo á una espe- dicion: este estado de alivio no se prolongó mas que el tiempo que duró la buena estación. En el invierno vol- vieron los accidentes, y en el mes de Enero de 1838 eran mas intensos que el año anterior; la comezón no se limitó ya á las plantas de los piés y á las manos, sino que invadió también á las piernas y brazos: el enfermo fué tratado entonces con baños simples y sulfurosos. Volvió el verano y la comezón cesó de nuevo. El en- fermo notó, que cuando eran mas fuertes los calores y lo hacían sudar, era cuando esperimentaba un casi com- pleto alivio. A principies del invierno de 1838 á 1839, volvieron á aparecer los accidentes, que en esta vez se estendieron á toda la superficie del cuerpo; el enfer- mo vuelve á emplear, aunque sin provecho, los bañGs simples y sulfurosos, á los que agregó las fricciones al- cohólicas. A pesar de este estado de sufrimiento, el enfermo no quiso suspender un instante su servicio. Monsieur M. dejó el África en el mes de Julio de 1839, no esperimentando entonces ninguna señal de su enfermedad; pero apenas llegó á Francia, volvió á sen- tir de nuevo las comezones en todo el cuerpo. Ator- mentado dia y noche con esta molesta afección, Mon- sieur M. se decidió á entrar en el hospital de Mompe- 11er, en donde permaneció un mes: en este tiempo hizo uso de baños simples y un linimento anodino. Dejó el hospital sin haber esperimentado alivio, y volvió á su re- gimiento á esperar la época favorable para los baños de Bourbonne que le habian ordenado. Se fué á ellos en el mes de Mayo de 1840, y permaneció allí tres me- ses: estas aguas le fueron administradas en baños y bebidas y produjeron un alivio momentáneo, pero no pudieron hacer que desapareciera totalmente la come- -375- zon. Entonces Monsieur M., cansado de lo penoso y largo de su enfermedad, comenzó á recurrir á los reme- dios empíricos; le hicieron tomar caldo de serpiente y de anguila; compró un jarave que decían ser depurati- vo, y que habian elogiado mucho los periódicos al anun- ciarlo. Todo fué inútil. En el mes de Junio de 1841 lo mandaron á las aguas sulfurosas de Guagno, en Córcega, y volvió después de un año sin haber esperimentado ningún alivio. Ator- mentado sin cesar por sus sufrimientos, el enfermo hizo uso de una porción de medicamentos de todas clases, y por fin por el término de un año estuvo tomando dia- riamente la purga de Lerroy. A pesar de lo mucho que le repugnaba este reme- dio, no lo abandonó hasta que quedó convencido de su ineficacia.; En el invierno de 1842 á 1843 era ya la co- mezón tan insoportable, que el enfermo se servia de la hoja de un cuchillo para rascarse; bien pronto no le pa- reció ya suficiente este instrumento, é inventó para ras- carse todo el cuerpo aserrar unos pedazos de madera de abeto y frotarse con ellos. El suplicio que sufría este enfermo lo decidió á ve- nir á consultarme para saber si la Hidroterapia podría prestarle algún socorro. Yo le hice varias preguntas, y él me contó muy detalladamente la historia de sus pa- decimientos. Encontré en Monsieur M. un hombre un poco flaco, pero fuerte todavía y muy valeroso. No se veía ninguna erupción en su piel, pero estaba áspera y seca por todas partes; tenia en las piernas y los muslos varias rozaduras que.el enfermo se habia hecho rascán- dese^ la piel de los dedos y de casi toda la mano, y lo mismo la de los piés, estaba dura, espesa, y el tejido ce- lular subyacente parecía tomar parte en este endure- cimiento. Cuando se rascaba la epidermis, salia una es- pecie de polvo blanquizco que cubría el dedo. Por lo demás, todas las funciones se hacían bien, á excepción -376- del sueño que se interrumpía con mucha frecuencia por las comezones. El tratamiento hidroterápico comenzó el 8 de Agos- to de 1843. Los ocho primeros dias se emplearon en hacerle tomar por mañana y tarde baños de media ho- ra de brazos y piernas en agua á 18 grados Reaumur, y dos lociones generales por seis minutos con agua á 15 grados Reaumur. El noveno dia el enfermo fué envuelto en un lienzo mojado y cuatro frazadas de lana: así permaneció dos horas antes de sudar, pero entonces la traspiración vino con abundancia en la cara y en todo el cuer- po, se hizo que durara una hora; en este tiempo el en- fermo bebia de diez en diez minutos agua fresca. Des- pués de haber estado envuelto así tres horas, el enfer- mo se metió en un gran baño de agua fresca á 12 grados Reaumur, en donde permaneció cuatro minutos: des- pués de salir se enjugó cuidadosamente, y se puso á andar rápidamente al aire libre. El enfermo continuaba ademas dándose los baños de brazos y piernas dos veces al dia, y bebia doce vasos de agua fresca A los doce dias, es decir, el 20 de Agosto, el enfer- mo esperimentó ya un notable alivio. La piel de las manos y de los piés se había suavizado, los dedos ha- bian disminuido de volumen, y el sueño y el apetito los habia ya recobrado. Este tratamiento se continuó sin modificación (Jurante un mes; el enfermo se hallaba en- tonces perfectamente, y si alguna vez sentía comezón, era únicamente en la noche cuando tenia mucho calor. Para hacer desaparecer hasta el recuerdo de la en- fermedad, obligué á Alonsieur M. á hacerse echar so- bre el cuerpo todas las noches antes de acostarse un lienzo mojado, y de frotarse con él por cuatro ó cinco minutos. El enfermo lo hizo, y le fué muy bien. Esta fomentación calmaba la irritación de la piel que loi ves* tidos y el calor ocasionaban en el dia. -377- A los dos meses de este tratamiento, Monsieur M. hallándose completamente bueno, dejó á Estrasburgo el 12 de Octubre de 1843. Todas las noticias que he recibido hasta esta fecha (6 de Marzo de 1844) me con- firman la solidez de la curación. DEXi H'BGIME'N. Mucho tiempo antes de que las ciencias químicas hu- bieran esplicado el orden empleado por la naturaleza en la engorda de los animales, ya sabíamos que se pue- de aumentar su robustez, hacerlos enflaquecer y modi- ficar sus formas y su constitución. No se ignoraba que por medio del alimento y del régimen, es como los que cuidan ganados obtienen resultados á veces sorpren- dentes, pero estos hechos estaban solamente bajo" el dominio del empirismo; los fisiologistas mas sabios se ocupaban muy poco de esta materia, y los médicos la descuidaban completamente. ¡Desgraciada consecuen- cia de esa disposición general, que los conduce á dese- char lo que no comprenden ó lo que parece que no es- tá de acuerdo con su teoría medical! Los hombres dis- tinguidos comienzan á conocer, afortunadamente, que puede existir alguna cosa útil y verdadera fuera de las escuelas, y no se desdeñan ya de estudiarla: á Mr. Ro- yer Collard le debemos un artículo muy bien escrito, en el que todas las cuestiones relativas al régimen son tratadas con mucho acierto (*). "Hace un siglo, poco mas ó ménos, dice él, no tenia la Inglaterra agricultu- * • (*) Organoplastic higiénica &c., memoria Ieida en la academia de medicina, en la sesión anual del 6 de Diciembre de 1842. Gaceta médi- ca, tom. 10, núm. SO, 1842. -378- ra, y puede decirse que ni ganados: apareció un hom- bre, Bakewell, simple arrendatario de la parroquia de Dishley, que emprendió crear en su pais razas de ani- males domésticos que no hubiera en el mundo otros iguales: indiferente á la hermosura en lo que respecta á la gracia y á la proporción de las formas, tuvo única- mente á la vista esa hermosura puramente relativa, que no es en un animal mas que la conformación mas per- fecta para el uso á que se destina. Así, pues, en los bueyes reservados para la carnicería, quiso que las par- tes carnudas se desarrollasen con un volumen enorme, con perjuicio de las partes bajas, ó lo que se llama des- perdicios. A los quince años de ensayos pudo presen- tar una numerosa raza de bueyes, cuya cabeza y huesos estaban reducidos á las mas pequeñas dimensiones, las piernas cortas, la panza estrecha, el pellejo fino y flexi- ble; mientras que el pecho era vasto, el intervalo que separa las caderas muy desarrollado, y las masas mus- culares tan considerables, que solo ellas formaban mas de las dos terceras partes del peso total del animal." "Bakewell juzgó que los cuernos de los bueyes eran inútiles y algunas veces perjudiciales, y creó especies completamente desprovistas de cuernos: á él también le debe la Inglaterra esa hermosa raza de caballos que hacen el servicio de trasporte en Londres. La refor- ma del ganado lanar, fué sin duda la mas dificil de sus empresas y su mas bello triunfo. Solo él ha podido lle- gar á obtener en sus carneros de Dishley la reunión de dos cualidades que ciertos agrónomos consideran aun como casi incompatibles, la finura de la lana y el desar- rollo de las partes carnudas; la grasa concentrada en estas partes se reúne allí á manera de una bola apreta- da, y comunica á la carne un sabor muy remarcable. El orden seguido por Bakewell en sus esperiencias, consistia en el uso simultáneo de dos medios; la elec- ción en la cópula de los animales en la generación, y después un régimen conveniente: su arte, puramente -379- empírico, habia llegado en sus manos á ser un sistema, y lo habia reducido á principios." ";Q,ue se nos vengan elogiando ahora, esclatna un es- critor ingles, á los Miguel-Angeles y todos esos esta- tuarios que trabajan la piedra y el brocee! ¿No es tam- bién un gran estatuario ese Bakewell, que esculpe la vi- da, que maneja, no como ellos, la materia nuestra, iner- te sin reacción ni resistencia, sino mármoles animados que es necesario romper en lo vivo, que es preciso ha- cer el modelo hasta en la sangre, en los nervios, en el movimiento y en la voluntad?" Lo que sucede en los animales, se reproduce toda- vía mas completamente en las plantas: mucho tiempo hace que son conocidos los prodigios de la cultura; se sabo que dulcifica los frutos ásperos y silvestres, que re- duce las plantas á formas muy pequeñas, ó hace que ad- quieran proporciones gigantezcas. El tubérculo de la patata ha esperimentado todas las trasformacíones, y Mr. Vilmorin ha encontrado el medio de desarrollar progresivamente, con ayuda de los abonos á la tierra, la raíz de la zanahoria salvage, naturalmente helada y dura, y hacerla cambiar en una carne compacta y sus- tanciosa. Preguntad al jardinero, estudiad sus proce- dimientos, y bien pronto se verá, que cuidando de los abonos, ó mejor dicho del alimento, suministrándolo con abundancia, ó modificándolo según sea necesario, ó según el fin que se haya propuesto, es como llega á conseguir el cambiar todas las partes del vegetal: los órganos sexuales son trasformados en pétalos, las pepi- tas y los huesos de los frutos se cubren de una pulpa carnuda, y las espinas se convierten, como uno desea, en tronco ú en hojas. Como se vé, las plantas y los animales esperimentan diferentes cambios estraordinarios bajo la influencia del alimento; el hombre mismo no se escapa de esta ley ge- neral; se puede, á medida del deseo, aumentar su fuer- za muscular, disminuir su robustez ó desarrollar espe- -380- cíalmente un solo órgano: mucho tiempo ha que la In- glaterra nos ofrece admirables ejemplos sobre este par- ticular. Se sabe que hay en este país atletas que se de- dican á la lucha, á la carrera á pié ó á caballo; que son los que riñen á puñetazos, los corredores y los jockeys; para ejercer estos hombres su profesión, se preparan sometiéndose á prácticas particulares, que nombran el arrastramiento y la condición: la obra de Sir John Sin- clair, y la memoria de Mr. Royer Collard, contienen ca- sos sumamente raros y curiosos sobre esta materia. Los luchadores son hombres robustos, de edad de 18 años por lo ménos y 40 á lo mas: cuando pelean es- tán desnudos hasta la cintura; durante la lucha se dan puñetazos tan vigorosos, que hacen perder el sentido y caer al suelo al mas sólido adversario. Se han visto lu- chadores, caer y volver á levantarse treinta y cuarenta veces durante un combate de hora y media. "Hace co- sa de quince años, que en una lucha célebre entre los luchadores Mafíey y Maccarthy, que duró cuatro horas cuarenta y cinco minutos, uno de ellos cayó atolondra* do ciento noventa y seis veces (*)." Y sin embargo, co- sa rara, á los pocos dias no aparece ya señal ninguna de estos golpes, tan terribles en la apariencia. ¿Cómo han podido estos hombres modificarse así? La espe- riencia responde: por medio del régimen, es decir, por los alimentos y algunos medios accesorios* El régimen de los corredores, durante la condición, es análogo en alguna manera al de los luchadores, y en otras es diferente: el objeto no es el mismo; en estos úl- timos lo que se quiere es aumentar las fuerzas: en los primeros se trata al mismo tiempo de disminuir el pe- so del cuerpo, y desarrollar la fuerza de la respiración. Un corredor, á los dos dias de arrastramiento, disminu- ye su peso diez y ocho libras, y á los cinco dias veinti- cinco. Un hombre que pesaba ciento veinte libras, se (*) Royer Collard, memoria citada pág. 789. -381- encuentra que en quince dias ha disminuido por lo mé- nos á ochenta libras; se sabe que de un dia á otro pier- den. A consecuencia de semejante tratamiento, el cor- redor se pone no solo mas ligero, sino también mas ¡Ka- no y mas fuerte; no podia correr una milla sin descan- sar, y después del tratamiento corre con facilidad vein- ticinco millas: hay en Inglaterra corredores que han cor- rido veinticinco millas al dia, hacia atrás por el término de seis semanas. En el luchador los miembros han aumentado muy con- siderablemente de volumen: los músculos son duros sa- lidos hacia afuera, muy elásticos y se contraen con una fuerza estraordinaria bajo la influencia del choque eléc- trico. El abdomen se encuentra oculto ó borrado, el pecho salido hacia adelante; la respiración es amplia, profunda y capaz de dilatados esfuerzos; la piel se vuel- ve fuerte pero lisa, limpia de toda erupción pustulosa ó escamosa, y muy trasparente: esta última condición es de una grande importancia. Cuando la mano de un hombre preparada como es debido, se coloca delante de una bela encendida, es necesario que los dedos sean trasparentes. En cuanto á las prácticas fundamentales del arras- tramiento, he aquí como los esplica Mr. Royer Collard: "Este régimen, que dura mas ó ménos tiempo según el objeto que uno se propone y el estado del que lo sufre, se compone, para los luchadores y los corredores, de dos operaciones distintas y sucesivas. Se comienza por des- embarazar al cuerpo de la grasa y de lo supérfluo de los líquidos que riegan el tejido celular, lo que se con- sigue con ayuda de los purgantes, los sudores y la die- ta. Se insiste mas fuertemente en el uso de estos me- dios en el corredor que en el luchador. Si se limitase á esta primera operación de la manera que se hace para los jockeys, es claro que estas evacuaciones estenuarian al hombre mas robusto; pero luego se pasa á la segun- da, que tiene por objeto desarrollar los músculos y dar -382- mas energía á las funciones nutritivas, lo que se obtie- ne por medio de un ejercicio gradual y regular, combi- nado con un sistema conveniente de alimentos. El que va á con*er no debe alimentarse como el que se prepa- ra para la lucha: al primero no se le permite mas que una pequeña cantidad de alimentos mas bien excitan- tes que sustanciosos; para el segundo se escogen ali- mentos, que abultando poco provean á los órganos de materiales esencialmente reparadores: es decir, des- pués de haber echado fuera las partes inútiles, se tras- porta por algún tiempo el movimiento nutritivo sobre los músculos; no hay que ocuparse sino dé ellos, se les desarrolla casi solos: en fin, las disposiciones morales son también el objeto de un cuidado particular. El hombre que vá á luchar está constantemente acompa- ñado del arrastrador: este se ocupa en divertirlo con cuentos alegres, de alejar de él todas las circunstancias que pudieran causarle impaciencia y cólera; en una pa- labra, se le hace adquirir sangre fria, valor, firmeza de alma, cualidades tan necesarias en el combate, como la misma fuerza muscular. Hay en Inglaterra célebres ar- rastradores como luchadores y corredores célebres, co- mo por ejemplo, los capitanes Godefroy y Barclay, el coronel Mellihs, Sir James Parkins, el Dr. Robinson &c." He aquí, pues, la influencia del alimento y del régi- men sobre todos los seres vivientes, demostrado con numerosas esperiencias irrecusables; pero no se limita solamente á esto la observación: se sabe también, por hechos accidentales ó por pesquisas directas, que un alimento vicioso ó incompleto produce alteraciones pro- fundas en la organización: de aquí nacen el escorbuto y la raquitis; esta última enfermedad, tan bien estudia- da por el Dr. J. Guerin (*) produce en los niños el re- blandecimiento de los huesos y la desfiguración de to- (#) Memoria sobre los caracteres generales de la raquitis por el Dr. J. Guerin. París, 1839. -383- das las piezas del esqueleto. Este médico sabio la de- termina en los perros chiquitos, dándoles un alimento impropio á la solidez de los tejidos huesosos. Estos hechos, aunque abandonados por los médicos se conocían hace mucho tiempo, hasta que la ciencia vino á darles una importancia considerable. Pocos años hace que aun se repetia en las obras de fisiología el an- tiguo adagio de Hipócrates, proclamando "que hay va- rias espectes de alimentos, pero que no hay mas que un ali- mento:" lo que queria decir, que las diversas sustancias alimenticias estaban convertidas en un solo fluido repa- rador, siempre idéntico, el quilo, destinado á acudir á todas las necesidades de la organización: esperiencias directas han demostrado que esta creencia era comple- tamente errónea. Se han alimentado perros con gelatina, albúmina (*) y ninguna de estas sustancias aisladas ha podido con- servar la vida. A los animales les ha fastidiado muy pronto la gelatina aun cuando estuviera sazonada, y han muerto á los veinte dias cuando mas tarde. Se cre- yó que la gelatina no tenia por sí misma ninguna cuali- dad nutritiva, y se repitieron las esperiencias con albú- mina y fibrina puras: los perros han rehusado pronto es- tos alimentos, y han muerto de desfallecimiento. Una curiosa esperiencia ha enseñado, que las sustancias or- gánicas primitivas no contienen suficientes elementos re- paradores. A un perro grande se le mantuvo esclusi- vamente con la fibrina de sangre de buey, bien lavada y mojada en caldo gordo de la compañía holandesa: el animal estaba sano, robusto, y pesaba 15 kilogramos. A los treinta y un dias de esperiencia habia perdido dos kilogramos de su peso; desde este momento permane- ció sin comer, teniendo á su lado un kilogramo de fibri- na dividida en dos partes: una estaba cocida en el cal- (*) Noticia dada en la academia de ciencias, á nombre de la comisión Ha- mada de la gelatina,—Comisarios: MM. Thénard V. d'Arcet, Dumas, Flou- rens, Breschet, Serres, Magendie. Toro. 13 in 4. ° , 1841. —3K4 — do, y la oti'a cruda. El animal murió á los treinta y cin- co dias ('*). Todas estas indagaciones se han variado hábilmente por los miembros de la comisión nombrada por el insti- tuto, y han sacado por consecuencia: que la gelatina, la albúmina, tomadas aisladamente, no alimentan á los ani- males mas que por un tiempo muy limitado y de una manera muy incompleta: que estos mismos principios inmediatos, reunidos artificialmente y haciéndoles ad- quirir un sabor agradable por medio del condimento, son aceptadas con mas resignación y mas largo tiempo que si estuviesen aisladas, pero que definitivamente no tienen mejor influencia sobre la nutrición, porque los animales que comen de ellas, acaban por morir con to- dos ios síntomas de un aniquilamiento completo., Los químicos nos han esplicado entonces estos resul- tados remarcables: han demostrado, con esperiencias de una sagacidad admirable, que los animales no producen materias orgánicas; que en las sustancias alimenticias encuentran todos los elementos necesarios para la con- servación y el desarrollo de sus órganos, y que ellos no hacen mas que asemejárseles. Si pues es cierto que la economía rió recibe las sustancias destinadas á reem- plazar las que han sido eliminadas, el cuerpo enflaque- cerá, y la aniquilación sucesiva de uno ó muchos de sus elementos constitutivos producirá inevitablemente la muerte. Es, pues, necesario, que los alimentos contengan al- búmina, para reparar la albumiua destriuida; fibrina, para alimentar les músculos; carbonatos, fosfatos cali- zos para los huesos, grasa para reemplazar la que ali- menta sin cesar la combustión que se opera en el acto de la respiración. Los trabajos de M. M. Dumas (t) Boussaingault (í) (*) Obra citada, pág. 274. (t) Lección sobre la estática química de los seres organizados por Mr. Dumas. París, 1841, in 8. ° (J) Indagaciones relativas á la influencia del alimento de las vacas, sobro -385- parecen no dejar ninguna duda sobre esta importante cuestión. Esto no es decir que no haya aun entre es- tos sabios algunas diferencias sobre cuestiones secun- darias, particularmente sobre la formación de la grasa, pero esto en nada altera la exactitud de los hechos mencionados El fisiologista no se detiene aquí; debe indagar la in- fluencia que ejerce cada órgano sobre las trasformacío- nes sucesivas de las sustancias alimenticias introduci- das en el tubo digestivo, y hacer una justa aplicación de los trabajos de MM. Tiedemann y Gmelin (*). Estos últimos autores acaban de demostrar que el lí- quido secretado por el estómago, debe á algunas débiles proporciones de ácido clorídrico la propiedad de di- solver las sustancias albuminosas contenidas en los ali- mentos, de lo que resulta que la absorción se hace in- mediatamente en el ventrículo: los cuerpos grasosos al contrario, bajan al duodeno, en donde provocan la afluen- cia de la bilis, que mezclada con ellos los hace pasar prontamente al estado de emulsión. El conocimiento de estos fenómenos hace comprender la utilidad de abs- tenerse de sustancias grasosas cuando el hígado pade- ce, porque la primera condición del tratamiento es de no fatigar el órgano enfermo. la cantidad y los principios de la leche. Anales de química y de fisica, tom. LXXl pág 65. Liebig, química orgánica aplicada á la fisiología animal y á la patología, por J. Liebig. 1 vol. in 8. ° , París, 1842.—Sobre la formación de la grasa en el cuerpo animal, por J. Liebig. Analem der chermie und Phar- macie, vol. XLV, cap. 1 pág. 112; y Diario de farmacia y de quimíca, 3. * sé. ríe, tom. 3 pág. 188. Marzo 1843. Payen. Indagaciones sobre la engorda de las bestias y la formación de la leche, por M. M. Dumas, Boussaingault y Payen. Cuenta dada de las sesiones de la academia de bis ciencias, tom. XVI pág. 345. París, 1843, in 4. ° —Mismo vol., pág. 567. (*) Indagaciones esperimentales, fisiológicas y químicas sobre la digestión, Íor Tiedemann y Gmelin; traducción del alemán por Jourdain, París, 1826. <■ *jf:&- ^■^M1 * ^^¡¡g^ 1S BÉmIhH ^^E pKBL •^HBSB VX»"'>MU- -*r?Í r>*v*L * ~¡&e>* wíi" ^*^v': "^ ÍM: lVí * »?«£«* jSPíJ Kfc-w-* ^w-'-^*- ¡£terc;. rv^\ •■*>. 'K. • ..•„.■