ELEMENTOS DE CLÍNICA MEDICA INTERIOR MUY ÚTILES NO SOLO A LOS QUE PRINCIPIAN ESTA CIENCIA, SINO TAMBIÉN A LOS PROFESORES CONTENER LAS DOCTRINAS DE LOS MEJORES AUTORES ANTIGUOS Y MODERNOS, DALAS A LUZ UN AMERICANO, PRIMERA EDICIÓN. PUEBLA. Imprenta del hospital de San Pedro, á cargo del Ciudadano Mauuel Buena-Abad. 1832. A Y\Y\ ü X E 3* Prohalot aiictores semper lege, et si guando (id olios dcver- tre libutrit, ad prioris redit; qum mulla percurreris unem escerpe tqucd illa die concoquas. Hcc ipse quoqite fació; es pluribus ali- quem tgo aprendo.... soleo enim ni aliena castra transiré, non tanquan transfugat) Kdítanqutmfgptorgtfc Séneca Epist. II. Procura estudiar los autores de mayor aprobación, y si quisieres pasar íi otros, vuelve 'a los primeros: y después de haber recorrido las mejores doctrinas, elige la que puedas aprender en el dia. Esto mismo hago yo, de muchos aprendo tmc: y si entro en los campos ágenos, paso, no como fu- gitivo, sino como esploiador. S. E. 2. INTRODUCCIÓN, 4JkJos métodos de ensenar la medicina, como la» demás ciencias, fruto lentodel tiempo y de la espe- riencia, tienen sus principios y aumentos sucesivos, V lo qué en cierta época puede admitirse, no pue- de verificarse en otra; progresando cada dia mas los conocimientos adquiridos sucesivamente, tanto en la patología y anatomía, como en otras cien- cias accesorias. Sin embargo, la observación (que siempre ha sido el norte de los médicos apli- cados al estudio profundo de la naturaleza, y qae siguiendo la senda trazada por Hipócrates, solo han fijado su atención en los resultados de una larga experiencia, apesar de la revolu- ción que los diferentes sistemas y teorías ar- bitrarias han introducido en la medicina en to- das épocas) es el único medio por el cual pue- de llegarse á formar un cnerpo de doctrina que ni los mas lucidos sistemas, ni las teorías mas especiosas puedan alterar ni destruir. Tri- butemos, pues, eterno obsequio al talento ob- servador de Hipócrates, el cual escribió histo- rias médicas con tanta verdad y solides!, como laconismo, y que ha abierto [mas de veinte si- glos hace] la verdadera senda de la observa- ción, como también ía del método descriptivo. ¿No debemos, pues, á este método sencillo, tra- zado por el padre de la medicina todos, los so- lidos progresos que ha hecho esta ciencia por espacio de muchos siglos? ¿Y que no debemos prometernos siguiendo este mismo rumbo? Por otra parte, sí parece haber llegado la época en que todas las ciencias han hecho descubrimien- tos y adelantamientos casi suficientes, para ec- sistir [si puede decirse] aisladas: si la física re- conoce leyes generales y particulares, que dedu- cidas de lo constante de la naturaleza en sus operaciones, presiden á todos sus fenómenos: si la química sujeta á leyes precisas de afinidad, presenta hechos permanentes é invariables en el orden de composiciones, descomposiciones, cristalizaciones, &c: si la fisiología despojándo- se de cuantos ausilios parecía podían suminis- trarle la hidráulica, mecánica, matemáticas &c. hace solo depender de las propiedades vitales, las leves que gobiernan y presiden sus fenóme- nos: ¿por qué, pues, si todas las ciencias tienen sus leves especiales, solo la medicina ha'de es- tar ceñida al débil lenguaje escolástico, ha de estar'subyugada'a frivolas teorías, y no ha de seguir las leyes que le prescribe la naturaleza v «Iiie presenta la observación? No parezca por ésto que una larga experiencia y constante ob- se-vacion me han llegado ya a proporcionar oca- siones en que poder comparar las ventajas que por esta facilita, antes el contrario ceñido todavía á los conocimientos que varios autores me han suministrado, y cuyas ideas se han aclarado apenas con la práctica, estoy lejos de pen- sar ser capaz de presentar un tratado de medicina, que pueda competir con ninguno de los de su clase; lo primero, por no ser en gran parte mas de un estracto de muchos de ellos; y lo segundo, por ser esta una empresa incom- patible todavía con mi edad, y que supondría conocimientos mucho mas profundos que los que hasta aquí poseo. Por tanto, estoy cierto que en este mi tratado, no se encontrará mas mé- rito que el deseo de instruirme y tener bajo un golpe de vista metódico, conciso y arreglado, todos los afectos de medicina clínica. I CONSIDERACIONES GENERALES. csisten en la naturaleza dos clases de seres, de propiedades, y de ciencias. Los seres son orgá- nicos, ó inorgánicos; las propiedades vitales ó no vitales; y las ciencias fisologicas ó físicas. Los animales ) vegetales son orgánicos: e inorgánicos los minerales. Sensibilidad y con- tractilidad: ne aquí las propiedades vitales: gra- vedad, afinidad, elasticidad &c. son las propie- dades no vitales: la fisologia animal, la vegetal, y la medicina cornponenlas ciencias fisiológicas: la astronomía, la física, y la química pertene- cen á las ciencias físicas. Estas diferencias dependen esencialmente de las que ecsisíen entre las propiedades, que pre- siden á los fenómenos que son el objeto de cada clase de ciencias. Estos fenómenos que pueden considerarse como objeto de las ciencias fisicas, o de las fisiológicas, se ve que están separadas en su naturaleza y esencia, por un espacio casi inmenso; pero este nace del que ecsiste entre las leyes de los unos, y de los otros. Las leyes fisicas son constantes é invariables; no están su- jetas ni á aumento, ni á disminución: por el contrarío á cada instante se aumentan, dis- minuyen y alteran la sensibilidad y contractilidad, de tal modo que casi nunca son estas propieda- des las mismas. Se sigue de aquí qne todos los fenómenos físicos son constantemente invariables; que son unos mismos en todas las épocas, baja 2 todas las influencias, que pUede por consiguien- te preverse, pronosticarse &c. al contrario en to- das las funciones vítales que son susceptibles de una porción de variedades. Ellas salen frecuen- temente de su grado natural, no están sujetas á. ningún cálculo: serian necesarias casi otras tan- tantas fórmulas cuantos casos se presentarán; nada podemos prever ni calcular en sus fenómenos, sobre los que no tenemos sino aprocsimaciones, aun las mas veces inciertas; por que 4 la ver- dad ¿quien es capaz de señalar los limites, 6 prescribir las reglas que observa la economía ani- mal en el ejercicio de sus funciones? Vemos que los cuerpos vivos insensantemen- te compuestos y descompuestos, adquieren y es- pelen á cada instante substancias nuevas, al "con- trario de los inertes que quedan siempre cons- tantemente los mismos, y conservan los mismos elementos hasta?que la frotación ú otras causas los destruyen. De la misma manera vemos en los elementos de los fluidos inertes una uniformidad invariable, una identidad constante en sus prin- cipios, al paso que estos mismos variables sin ce- sar en los fluidos de los cuerpos vivos, presentan á cada paso una multitud de circunstancias, que nos es imponsible determinar. Diariamente vemos que las glándulas, y las superficies ecshalantes* derraman según el grado de sus fuerzas vitales un mismo fluido, pero diversamente modificado: aun mas, derraman una multitud de fluidos real- mente diferentes según que sus propiedades vi- tales se hallan masó menos ecsaltadas, y á cada paso se nos presenta ana multitud de íenomo* 3 ños, que no podemos esplicar sino por las va- riaciones que sufren estas mismas propiedades. Estas partes, ó mas bien estas leyes vitales que rigen y gobiernan la economía animal, que pre- sidan sus fenómenos, y á que debemos eseln- sivamertte las facultades de nutrición y acre- centamiento, al paso que aun mas alto grado de perfección son las que nos sirven para estable- cer nu-nerosas relaciones con los objetos que nos ro.íean: que enlazan nuestra resistencia con la de los d/mas seres, que la apartan ó la acercan á ello- según nuestros temores ó necesidades, y p >r las que pirece que apropiándonoslo todo e;i la naturaleza, todo lo referimos á nuestra oeu t'ncia: estas, digo, deben por su naturaleza debutarse, y el tiempo las aniquila en el mis- mo cuerpo que animan. Ecsaltadas en la infancia, quedan como es- éstacionurias en la ciad adulta, y se debilitan y derruyen en los últimos tiempos de la vida. Es- tas diversas modificaciones de que son suscepti- bles todas las funciones de la ecónómia animal, y que no son debidas, como ya queda dicho, mas que 4 la mayor ó menor energía con que obran las propiedades vitales, y á las diferentes alte- raciones de que son capaces; han dado lugar á 'que algunos autores no hayan visto en las enfer- medades " sino fuerza ó debilidad, y de consi- guiente sus medicamentos han sido debilitantes ó fortificantes. Esta idea verdadera eri parte, es faiisa que segeneraliza demasiado, pues cada fuer- "zi vital tiene los medios própitfs para reanimarla cuando está disminuida, y para oprimirla cuando 4 está aumentada, y de consiguiente no hay forti- nVacantes, ni debilitantes aplicados á todos casos. La contractilidad animal, v. g. aumentada en las convulsione^, no se debilitara como la Contractili- dad orgánica insensiblemente aumentada en la in- flamación, ni una ni otra se aumentaran con los mismos remedios, del mismo tno'do que los tras- tornos morbosos que esperimentan la contracti- lidad orgánica y la sensibilidad animal, no se mo- deran con unos mismos aisilios, paos cada fuerza vi- tal tiene sus medicamentos apropiados. Esto su- puesto, no siéndolas enfermedades otra cosa que el desareglo ó trastorno de las propiedades vi- tales mas ó menos aumentadas, disminuidas ó abolidas, y odificadas de diverso modo en ca- da tejido, en cada sistema, y encada órgano; parece no debe ser otro el objeto del arte de curar que el de reducir al estado de energía vital que les sea natural las partes en que se hallen estas propiedades trastornadas. Mas como el conocimiento de todas las alteraciones dé que son capaces estas propiedades vitales, de todas las anomalías, y diversas modificaciones dé que son susceptibles, de los fenómenos morbosos que de su alteración deben resultar en el ejercicio de las funciones, el modo de precaverlos, ó de cor- regirlos &c. no puede ser sino el fruto lento del tiempo y de la esperiencia; ha debidodecírsele ó llamarle con el nombre de medicina práctica á aquella parte del arte de curar, que teniendo por objeto el conocimiento de los afectos inter- nos, nos manifiesta por medio dé la observación adquirida á la cabecera del enfermo, la naturale- 5 ía, cansas, síntoma?, y accidente de las enfer- medades, para poder satisfacer seguramente las indicaciones, y estas a dos pueden reducirse gene- ralmente hablando: la primera, consiste en conser- var las fuerzas vitales en un estado de energía ca- paz de resistir y superar á los agentes morbo- sos, y la segunda e:¡ oponérsela la acción de estos agentes. Para la pirimera tónicos, corroborantes, en particular, de un buen método dietético: pa- ra la segunda medicamentos y medios apropia- dos á las indicaciones propias, que presente ca- da especie de afecto, como diié en cada una de ellos separadamente. TRATADO GENERAL DE DIETA. ^KSJikpenas ofrece el arte de curar un asunto mas digno de la consideración de! medico. Es- ta voz que significa modo de vivir arreo-Jado, Según la acepción común, mereció fijar !a aten- ción del gran Hipócrates, como se deduce de su precioso libio de dieta, y en todas las eda- des ha sido el objeto de las indagaciones del mas ilustrado; y verdaderamente ¿qué punto pue- de ofrecerse mas interesante que la satisfacción de la indagación vital, ó lo que es lo mismo, que la conservación de las pocas fuerzas que restan al paciente en medio de sus afec- ciones morbosas? Puede deducirse a prime- ra vista que aun la administración de los reme- dios mas enérgicos será inútil si no se elevan las propiedades vitales hasta un grado de vigor, 6 en el cual sean suficientes para librar al cuer- po de la opresión con que le tienen subyuga- do los agentes morbosos. í'odrá inferirse que no es mi ánimo,tra- to".- íí.; aquella parte de la dieta que prescribe V'-gías para conservar la vida animal en el es- 'coo de salud, con el buen uso de las seis co- sas no naturales, llamadas asi impropiamente, pues este tratado es obra de la Higiene. Esto es, me limitaré á considerar la dieta curativa perteneciente á la terapéutica, y al régimen que debe prescribirse á los enfermos con res- pecto al alimento que deben usar conveniente á la situación en que se hallan. Es imposible arreglar leyes generales debiendo ser varias res- pecto de un número considerable de circuns- tancias. La agudeza ó lentitud con que las en- fermedades caminan á su fio, la edad, el estí- mulo productor, el clima, estación, estado de la enfermedad y la costumbre, deben variar la can- tidad y calidad de los alimentos como se verá mas adelante. A pesar de estos inconvenientes, para proceder con algún método, considero con separación lo perteneciente á las enfermedades «agudas y crónicas, haciendo algunas reflecsio- nes sobre lo que corresponde observar respec- to á los estímulos mas frecuentes en producir las ^dolencias. 7 A LAS ENFERMEDADES AGUDAS. a atonía que comunmente ataca todos los sistemas, en estas se hace bastante sensible en las viceras destinadas para formar la pri- mera preparación de los alimentos. Esto nos ma- nifiesta que seria un error agoviar el estómago con los alimentos acostumbrados en el estado de salud, los que obrarían como unas potem ias nocivas, capaces de aumentar la intensidad de la dolencia, y han de ser manantial de nuevas enfermedades. El sabio Hipócrates sin duda pro- curando evitar los escolios que presenta cual- quiera estremo en esta materia, dice que ti ali- mento no debe ser ni muy ligero ni en corta cantidad, ni muy abundante ni muy consisten- te. Divididos los autores en opiniones, se en- cuentran panegiristas ya de la dieta vegetal, ya de la animal; y aunque la mayor parte de íos prácticos han seguido las huellas del padre de la medicina; con todo, los partidadarios del sis- tema de Brown, han procurado patentizar que e>to podrá ser peligroso en algunas ocasiones. Hipócrates la hacia consistir en su tizana de cebada, la que ha logrado muchas alabanzas entre los médicos de las primeras edades, y en nuestros días es recomendado por médicos de la moyor nota. Se le han atribuido virtudes ca- paces de ser útiles en todas las dolencias. De su cualidad ascecente, han deducido su virtud antiséptica: la han juzgado capaz de corregir, n> n todas fas acrimonias, y han creído que ecsistia en ella un azúcar alimenticio, propio para pre- caveer la tendencia de los humores á la putre- facción. Galeno modificó nuevamente el uso de esta tizona por medio de su división en dieta tenue, muy tenue y tenuísima: la primera cocimien- to cebada: la segunda, lo mismo queen poca canti- dad: la tercera, el meiicraton ó agua miel, y la abstinencia. ¿Asentiremos á estas opiniones apo- yadas por la mayor parte de los médicos? ¿Po- dremos pensar que un mismo alimento sea ca- paz de convenir indistintamente en sugetos de diferentes edades, distintos temperamentos, que habitan climas opuestos, y sufren enfermedades tan contrarias en su naturaleza, como opuestas en su modo curativo? Creo no faltar de nin- guna manera, á la veneración de estos sabios padres de la medicina, aunque nos alejemos en algunas ocasiones de este camino, que apesar de ser el mas frecuentado no es el mas segu- ro: se oyen por todas partes declamaciones con- tra la dieta que en el dia se usa, recordando la costumbre de los vegetales, admitida en los principios del mundo, y renovada por la secta de filósofos pitagóricos; ¿pero por ventura, go- zan ahora los hombres de la robustez que nos cuentan de los primeros tiempos? ¿Acaso se le oculta á alguno que el lujo, la vida afeminada, la educación y un número grande de .vicios hereditarios han constituido la naturaleza huma- na en su senectud, ó mejor diré, en un desfa- llecimiento habitual, que ecsíge. para su conser- vación el uso de las substancia§.,dotadas de una cualidad mas nutritiva que los vegetales* Esta* consideraciones nos inducen á creer, que si los antiguos hubieran vivido en nuestros dias, se hubieran visto precisados á pensar de distinto mo- do, habitando nuestros climas: ¿por ventura, los habitantes de la Grecia, pais muy cálido, nece- sitan alimentos tan consistentes como los pue- blos del Norte? Hagamos un cotejo d* estos dos climas, y veremos en la Grecia la estación del verano, mientras el Norte nos presenta un in- vierno continuado. Ahora bien, si los alimentos y la bebida deben variar por razón de la esta- ción, según convienen todos los autores, ecsi- giendo el verano alimentos mas tenues, y mas uso de los vegetales que el invierno, ¿por qu& hemos de querer dirigir bajo reglas uniformes .unos pueblos tan contrarios en el temperamen- to, clima y modo de vivir? Por otra parte, la misma naturaleza que derramó con profusión lo que hacia falta en cada provincia, cuidó de engendrar en los climas meridionales ñutas sa- brozas y variedad de vegetales, al paso que en los del Norte cuidó de establecer la aspereza, y los bosques tan útiles para el alvergue de la caza, como para el pasto de los ganados. Este lenguaje mudo de la naturaleza, parece que le avisa al hombre los alimentos que debe usar en los diferentes países: fuera de todo esto la costumbre, á la cual denominaron justamente los antiguos otra naturaleza, estableció en los tiem- pos pasados los alimentos vegetales en el esta- do de salud, conociéndose peco entonces el uso de las carnes, ^por qué, pues, se les habia de 10 prescribir en el estado morboso una dieta ani- ma!, tan poco conforme con la costumbre, como con la disposición de sus fuerzas digestivas? Corramos los diversos establecimientos, y vere- mos admitido en todas partes el uso de los ve- getales y animales. ¿Podríamos sujetar nuestros enfermos sin riesgo en muchas enfermedades a la dieta vegetal? Algunos han atribuido las mu- chas afecciones de putrefacción que destruyen el Egipto al abuso de las carnes; y aunque sea cierto que sus moradores disfrutaban mucha sa- lud en los tiempos antiguos que usaban la die- ta vegetal, no por eso se ha de decir que las dolencias á que hoy dia están espuestos depen- dan de esta causa, teniendo á la v'«sía otras mu- chas que sin duda iniluyen mas en su produc- ción; tales son las inundaciones del Kilo, coli las cuales y el calor se forman varias cor- rupciones de animales y vegetales, que ees- halan unas miasmas capaces de inficionar la atmósfera, obrar sobre !a máquina humana con su virtud deletérea, produciendo el desarreglo en los sólidos y fluidos. Si agregamos la bar- barie que caracteriza á los egipcios, comparada con aquella política y sabio gobierno que en los siglos pasados daba leyes al universo; y en fin si cotejamos su curiosidad, suntuosos edifi- cios, y riquezas en la antigüedad, con la he- diondez, falta de lencería, cosas inal ventiladas y decadencia de estos pueblos en ostos días, en- contraremos manantiales fecundos de donde to- mar el origen de tantos males, sín acudir al uso de las carnes. Entre los motivos que han 11 ocasionado la proscripción- de los caldos, pue- de contarse la tendencia, que estos tienen á la alcalesencia, y el apetito con que los enfermos piden áccidos, o los ascesentes, mientias miran con un tedio insoportable las substancias ani- males. Uno y otro punto ecsi<>en on ecsamen circunstanciado, y una pluma ñas bien cortada que la mía; á pesar de esto, como que nada pierdo en ello, aventuraré mi juicio. Los ciegos defensores de la patalogia humoral, que no miran otras causas de enfermedad, mas que la bilis der- ramada, ya en el estómago é intestinos, ó ya convinada con una supuesta pituita en primeras vías y aun transmitida al torrente de la circu- lación, aquellos que siguen las huellas de Ga- leno, y que contemplan la disolución pútrida humoral como causa morvífica, y no como efec- tos de las alteraciones de los bólidos, se empe- ñan en neutralizar las supuestas causas por me- dio de los aferentes, juzgando que los caldos de carnes son capaces de aumentar las dichas re- generaciones humorales; pero los resultados distan mucho de corresponder á sus esperanzas, y que no ceden hasta que la tintura de quina y otros es- citantes restablecen la acción vital de los varios sistemas. Los felices efectos que producen los medicamentos conocidos con el notobre de an- tisépticos, se deben mas bion á la energía que comunican á los sólidos, por cuyo tono se modifican los fluidos que tienen su acción sobre estos últimos. Supuesto esto, y desalojando antes los materiales degenerados ecsistentes en pri- meras veces, ¿pasarán á ordenar la dieta de Hi- 12 jpócrate?, ó cualquiera otra compuesta de vege- tales, sin temer aumentar la debilidad reconoci- da como causa primaria? Yo creo que e to se- ria un error, y pienso que debia preferirse la animal, de cuya virtud tónica no dudaremos si cotejamos la fuerza de aquellos que viven do vegetales, con las de los que usan las comidas de carnes. Los primeros contraen con mas fa- cilidad las enfermedades de putrefacción á las que los disponen su debilidad. España ha puesto á la vista un ejemplo. Mientras las per- sonas bien alimentadas que u>abnn de carne, y los licores fermentados han estado á cubierto de los contagios, los miserables solo reducidos a vegetales, incurrieron en estas afecciones de las que debieran haberse libertado, si los acsesen- tes fuesen un correctivo de los estímulos pútri- dos y biliosos. Aun en el caso de mirar dichos productos como causa de la debilidad, y demás fenómenos de las enfermedades, ¿no se pueden mezclar á los caldos de los animales varios ve- getales capaces de neutralizar su tendencia á la alcalescencia, y aun los áeeidos como se prac- tica todos los dias? Juzgo que este es el me- jor medio, ya para hacer inocentes los caldos, ya también para ocurrir á la debilidad: omitnn- do detenernos mas, paso á dar mis ideas en el segundo. Se han atribuido los varios apetitos que esperimentan los enfermos á cierto estímulo de la naturaleza, que por instinto muy semejante al que se observa en los animales les indica lo que conviene, ¿s verdad que un Criador perfecti- 2 13 simo, y que prevea las necesidades, respectivas de los seres vivientes, estableció en los irracio- nales un gusto y un olfato-suficientes para forrtiar elección de lo qu e debia constituir su nutri- ción, y servirle de remedio en sus enfermeda- des queriendo asi resarcirles en parte el defecto de raciocinio, quede otro modo era indispen- sable para su conservación; pero también lo es que todo lo que en el animal depende del ins- tinto, quiso que en el hombre dependiese ó con- sistiese en la razón, observación y analogía, pre- ceptos que enseñan al hombre lo que la natu- raleza á los animales. De esto infiero que lo apetitos en el estado preternatural de nuestra economía, lejos de ser sostenidos por la natura- leza que indica lo provechoso, deben despreciar- se en muchas ocasiones: ¿ piien será capaz de probar que un hidrópico .saf.aria con el abun- dante uso del agua que tanto apetece?, ¿Quien se atreverá á conceder á un convaleciente, ó cualquiera otro sugeto que tenga el apetito au- mentado, todo el alimento que eosige su ham- bre devoradora, sin que le sea perjudicicl? ¿Quien permitirá á una clorótica que se deja llevar de todos los apetitos físicos y morales que la abitan? Estas reflecsiones no son dirigidas á pro- bar que siempre debamos oponernos á los ape- titos de los enfermos, pues muchas ocasiones son conformes con los ausilios capaces de dis- minuir la enfermedad. Ni menos se pensará oue es mi ánimo levantar sobre las ruinas de los an- tiguos el sistema de Brovvn. Me persuado <¡ue una dieta .tenuísima, pone al enfermo en un estado u de languidez, y conozco cuan fatales consecuen- cias resultarían introduciendo en un e-fómago decaído carne y huevos, aconsejados por los parti- darios de Brown, y que no pueden menos que aumentar mas y mas la atonía del canal ali- mentario, sirviendo estos mal preparados alimentos de un nuevo eslímnlo para fomentar las degenera- ciones y la intensidad de la causa morbosa. En es- tas circunstancias quisiera mediar entre estos dos sistemas, abrazando la dieta que mas conduz- ca, con respecto á diferentes enfermedades agu- das, proporcionando la cantidad, calidad y mo- do mejor de ministrar los alimentos. Los anti- guos hacían consistir la curación de las enfer- medades agudas en Ja abstinencia. Herodoto no permitía ningún alimento en los tres primeros dias. Heraclides queria prolongar la abstinen- cia hasta el dia .séptimo. Otro daba í;gna has- ta el treinta; por loas que sea esta práctica te- mible podrá servir para de.-truir 'os temores de algunos profesores que opinan que los enfermos podrán ser víctimas de la falta de alimento bajo una di»ta n uy tenue: les hará conocer cuan detestable sea el abu-o de abromar los estóma- gos débiles de caldos repelidos, chocolate y otras drogas, aun en las eiifeirnedadt s agudas. Pro- curaremos huir de todo cstremo, constituyéndo- se siempre en un medio. El alimento podrá administrarse dos, tres ó mas vi ees al dia, se- gún las circunstancias de agudeza y demás, de- biendo permitirse aun menos en las agudísimas y peragndas, que en las agudas. Las horas mas propias *on el tiempo de la apirecsia, si 7fi 15 ecsisle, y si no el de la remisión, cuidando siem- pre de evitar el tiempo en que la accesión es- tá en su mayor vigor. Cuando no se observen los tiempos de apirecsia ó remisión, se podrá con- ceder el alimento cada cuatro horas, según la costumbre. Este deberá ser menos substan- cioso, á proporción del grado n au>r de calentura. Por mas que el oso de los caldos no sea el mas conveniente en ciertas enfermedades agu- das, siendo muy i ificil destruir la preocupación que indistintamente hace (\ue sirvan en todas las afecciones, pi cañaremos conciliar las propieda- des diferentes segín la naturaliza de las dolen- cias. En las afecciones infamatorias, en las que hay un aumento smsible de incitamento, seria de desear que los enfermos se sujetasen á "la dieta vegetal liquida, es decir á la tizara de cebada ó aven», al suero y frutas bien sazona- das, ya preparadas por una ligera dcccccion, ya también del modo que las ofrece la naturaleza, siendo un alimento sumamente agradable y útil al paciente; pero esto r.o siempre puede hacer- lo el medico, en cuyo caso deberá hacer que se subministren c.Jdos refrescantes, esto es, com- pue-to de la cune de baca ó pollo flaco y la hacedera, lechuga &c. A proporción que el in- citamento aun rotado que acompaña á toda en- fe'medad inflamatoria, vaya disminuyéndose y prestando b s carácter»-s que demuestran la ec- eistencla de la debilidad, será necesario dismi- nuir las cualidades refrescantes de los cabios 6 lo (¡i'p es lo mismo, hacerlos mas corrobo- rantes. Las eniuleiunes compuestas de las simien-» 16 fes frías, podrán formar una parte de la dieta en las enfermedades inflamatorias, sirvien lo al mismo tiempo para templar el calor escesívo. Cuando las dolencias agudas dependen ó reco- nocen por causa un estímulo catarral, el ali- mento deberá consistir en caldos tenues pero analépticos; tales son los que se preparan de las carnes magras de baca ó carnero, de las gallinas, perdices, & •. condimentados con la ca- nela y otros aromas, y aun vigorizados con un poco de vino, si la necesidad lo ecsije. Tanto estos caldos como los demás deb n pasarse por un cedazo repetidas veces para despojarlos de varias impurezas que quedan después de for- mada la decocción, y aun se les podrá quitar la gordura que sobrenada, la cual suele ser noci- va á los estómagos. Las cremas de pan ó arroa con la cascara de naranja, y aun la leche en algunos casos formarán un buen alimento do- minando el estímulo catarral. He aqui el mo- do de prepararlos. Tres onzas pan ó migajon, cójase por una ho- ra en dos libras de agua: mi-lúrese en morte- ro, y vuélvase á cocer hasta la consistencia de crema: añádasele media onza de azúcar, y dos escrúpulos de agua espirituosa de canela ó cor- teza de naranja &c. Otra: dos cucharadas de arroz labado y treinta almendras dulces despo- jadas de su película: esta macháquese con agua hasta reducirlo á pasta, y después cózase por dos horas en agua, añadiendo la azúcar y ca- nela: cuando quieren hacerse mas nutritivas se lc«! ana de una yema de huevo, .si las fuerzas i"t lo repugnan. Kn la."enfermedades v¡liosas en lo* princi- pie,-; se tü r'iir.-ln los alimentos de las frutas sub- ácida-, e'-emis v demás substancias ar.sesentes v. or. tizóla de cébala, avena &r,., prosoribieu- (iu los caldos de puchero si es posible, \ cuan- do no p'.vda realizarse se neutralizará la ten- dencia r;e e^tos tienen á la (putrefacción) al- e.decencia con algunas gotas de sumo limón, v'na*.' Todo esto tiene lugar ai prin- cipio, v h ista tanto que se hayan desalojado los productos morboso--; pero luego que su- ceda v e advierta la postración ó cualquier otro síntoma que anuncie le debilidad, se de- jan lo- vegetales debilitantes, y se usan los cal- dos con el á-vido de limón, preparados con las pr-caución >•* dichas. Para -ati facer la indica- ción vi'al el las enfermedades dependidas del e«tínuio pn*rido, recomiendan casi todos»los autores la* crema* y la diela vegetal, proscri- ben lo enteramente el uso de las carnes. Esta opiruon ha sido combatida en nuestros dias por lo* partidarios de Brovvn y otros solidistas Omi- tiré detenerme en este asunto remitiéndome á lo que dejo dicho. Verdaderamente dice Y....... es uní cosa contradictoria bas- tante ver á lo* profesores amr.ntes á la die- ta vegeta' encargar á los religiosos que por su instituto se ven precisados á utalj d¿ propiedades durétícas, y el austero y fuerto es conveniente cuando se hace preciso corroborar y restre.lir el vientre; estan- do contraindicado cuando el esputo sale tardo y los en fe mu os sisaten una pesa.ba de cabeza, ó hay. «nra-i escisez de orinas. El hidromel que era la b-ibida que mi; coaiunmente concedía Hipócrates á sus eoforoaos, conestía en la sim- ple m?z<;la del agua y 11 miel, p losta después á hervir hasta foranr éspam i por el hervor: se enueabí cu.vi.l-i er* contraiodicado el ali- mítifo Uqail» p»r la violeicia de \x calentura, sir- vitíil)nj p>c> pira teaiolar la sed. Siendo lí- gdfa éjU O-íbiia djüji sjrvirpara proaiD\'er la 20 Á salida de los esputos, y la evacuación de la ori- na; siendo mas fuerte promueve el vientre, pe- ro e; dan030 cuando las deposiciones son bi- liosas y espumosas, pues aumenta el dolor, ca« lor y tensión, y demás síntomas en vea de dis- minuirlos. El ojimiel se formará por una mez- cla del hidromel con vinagre; de este formó tres clases el mismo Hipócrates, ;\ saber: muy agrio, menos agrio y levemente agrio: el prime- ro está contraindicado, cuando no es libre la espectoracion, pues la intercepta é impide la tos. El segundo carece de estos inconvenientes, tiene la propiedad de escitar la orina, pero suel- ta el vientre y ocasiona dolores. Hipócrates ha- cia tomar esta bebida pnr la noche, juzgaba que por contener vinagro convenia á los de tem- peramento bilioso, y dañaba los melancólicos. Como quiera que sea, estas bebidas no se Usan en nuestros día?. La agua qué en estos tiempo-; menee tintos elogios, no mereció la consideración de Hipócrates. Acaso la esca- sez de bebidas que todos los médicos han con- cedido a los enfermo-! en los siglos pasados, de- pende de sor demasiado adicto-, á los principios hipocrático?. E--íi práctica antigua ha sido por fortuna desterrada en nuestros días, y no apa- rece un motivo capaz de proscribir la costum- bre nuevamente recibida. En las afecciones in- flamatorias la bebida deberá sor pura y fresca, cu:il la ofrece la fuente, desterrando para siem- pre los cocimientos conocidos con el nombre de atemperantes, el áccido de limón en una justa proporción con el agua, templa la sed y lison- gea el. paladar; la falta de este accido puede substituirse con vinagre ó sumo de agraz: esto deberá entenderse cuando la inflamación no ec- sista en alguna viscera de la cavidad vital, pues en este caso debe huirse todo lo frió, como lo conoció Hipócrates. En las afecciones biliosas se usará igualmente la agua convmada con ácci- dos vegetales; pero mas fresca que en las in- flamaciones. Si ocurrieren algunos síntomas de putrefacción, se acudirá á los áccidos minera- Jes, v. gr. el áccído nítrico en agua hasta una aecidez agradable: esta misma podrá servir en las enfermedades de putrefacción. En las do- lencias dimanadas de un e-timulo catarral» la agua no se mandará muy fresca, antes bien se templará y mezclará con los sub-accidos. En las afeccionos gástricas, podrá servir de bebida la agua natural con algún jarabe sapo- nado, y últimamente en las afecciones nerviosas se prohibirá el uso abundante del agua, y aun la que se beba irá mezclada con algo espiri- tuoso. El ponche que se compone de ron, agua, sumo de^ limón y azúcar, será una bebida agra- dable y útil á los enfermos. Es difícil esponer reglas que indistintamente puedan servir en to- das ocasiones. El profesor para no errar consul- tará las fuerzas del enfermo, la naturaleza y estado de las diferentes dolencias. Lo mismo to- cante á alimentos. 22 DIETA EN LAS ENFERMEDADES CRO- N1CAS. 4JásJi las enfermedades crónicas se hace preci- só una dieta muv diferente de la que hemos espuesío en las enfermedades acodas, va porque el sistema gástrico se halla regularmente en dis- posición de actuar alimentos mas consistentes, ya también porq.ie en indisposiciones de larga du- ración, según común santir, es necesario socor- rer la indicación vital con alimentos mas tóni- cos para que las fuerzas no desfallezcan a la presencia de un estimulo, que emplea todas sus fuerza* para destruir la vida. Una dieta crasa ó mediocre correspondiente á la naturaleza de la enírrmedad,' y á la costumbre del enfermo se- rá la mejor en este ea-o. Los alimentos analépti- cos ya i'ii forma liquida, ya en forma sólida, son reeomeinhidos por todos los autores. En for- ma sólida podremos uarlos en aquellas ocasio- nes en que los [lucientes estaban acostnmbrado- c" indo sinos, siempre que en el sistema gas- trico hava aptitud para !a cocción. En forma liquida convendrá en un estado de suma debilidad, en e! cual las fuerzas digestivas no pueden actuar alimentos consistentes,se han reputado por escelen- tes en estos casos los caldos de vivoras, caraco-.. les, cangrejos, galápagos &c. y aun se les atri.. buvó en la antigüedad ciertas virtudes medien. líales. Por ejemplo, usaban del caldo de vivo- ras en las afeccioaés cutáneas y ulceroosas de • 23 la piel, y en todos los casos que era necesario restrblecer las escreciones de este órgano, venan- do eran muy grave, se propinaba el de caraco- les; pero principalmente en las tumefacciones pituitosas del pecho, riñone*, y aun en las obs- trucciones y grandes debilidades. Los de galápa- gos eran destinados particularmente en la> con- sunciones, toces rebeldes, flucsioues acres, úlceras del pulmón, enfermedades vaporosas de alguna duración, escorbuto &c. Intimamente, los de ra- na se reputaban como un poco superiores á los de pollo, vaca, &c. y se ordenaban en las in- disposiciones simples, acompañadas de calor, cs- cesiva sensibilidad, sed habitual, dolores vagos y espasmódico?, y en los males leves ya fuesen del pecho, ya del mesenterio acompañados de in- flamación lenla ó snb inflamación. En nuestros días se ha abolido casi del todo el u- o de estos caldos, y si hemos de creer á Mr. Th. . . .desconfiaremos de las virtudes medicinales, que muchos prác- ticos les atribuyen contemplando que únicamen- te ecsiste en ellos una energía mayor que en las decocciones de los caldos ordinarios. Consin- tiendo la disposición del enfermo en aumentos só- lidos, se deben mar aquellos que en poco vo- lumen contiene mucho mucilago ó suco nutri- tivo. Entre estos deben mirarse como principa- les las carnes de aves tiernas, jóvenes doné-ti- cas, las gelatinas compuestas de dichas carnes, levemente aromatizadas, las cremas con la cor- teza de naranja, los cangrejos, ranas y galápa- gos. La leche siempre que no ec-istan degene- raciones accidas en primerasvias, ha de censi. 24 derar.se como uno.de l.w,v< ¡vecioñ, prt- rogiswo, erecinñcnio ó ictnran. Es ly repetición 6 aumento de tunoinas ttbrihs (¡lie t:< bal nm cedido del todo, pi r lo que estas vires no <:e- ben emplearse sino en las calenturas u v.\\umíes. Periodo. Es una porte de la ti h ¡n< dad, que consta de una accesión ó eesyt r\aco n, \ de una remisión, vengan ó no á una hora deter- minada. Tipo. Es el orden determinado que guarda la naturaleza en la repetición de las ata e-iones y ecsaservaciones: v, gr. si acomete una calen- tura á las siete de la maíiaiu» v se quita á las cinco de la tarde, repitiendo en los mismos tér- minos se lhima lipi i a; pero .-j * aria de ln ras to- dos los días se I la i hará periodie:;. las que no guardan tipo ni periodo se llaman erráticas. 26 CAPITULO I. De la calentura en general. sLLJntiéndese por calentura un estado preter- natural del cuerpo en que hay aumento de ca- lor, frecuencia de pulso, y algún daño sensible en las funciones. Síntomas. Las calenturas unas veces acome- ten con lentitud, y otras repentinamente. El frío con mas ó menos intención y duracion.es siem- pre el ecshordio de esta enfermedad. Todos los que van áser acometidos de ella, experimentan las- citud espontanea,impotencia ó embarazo para eje- cutarlos movimientos voluntario*, pierden el apetito y se hallan displicentes, ha^ta que se presenta la car lentura del mismo modo que á los que ataca repen- tinamente, esto es, con frió, después calor, dolor de cabeza, alteración de pulso &c. Frío. El orden que guardan los síntomas n presentarse, son primero el frió, de corta ó larga duración; en seguida el calor, sudor &c. El frío con que principia la calentura va- ria infinito, en cantidad, intensidad y duración; á unos dura media hora, á otros una y aun mas, al paso que otros perciben unos ligeros calosfrios (de corta duración). Este en las in- termitentes se anuncia por bostezos, esperezos, por cierta sensación desagradable en la parte mas delgada del dorso, y ch las puntas de los de- dosj «después sobreviene frió vehemente con hor- 27 ror el que alganas veces es tan fuerte que ha- ce temblar la cama: durante el frío todas las funciones de la economía animal sufren una grande mutación, y i\ú se observa que la cu- lis f-e pone pálida y áspera, á manera de las gallinas cuando se despluman, la conjuntiva, las mejillas, los labios y las uñas teman color li- bido: los srnlidos internos y estenios te entor- pecen: la respiración se hace pequeña, acelera- da y torta: Ja acción del con.zon es lángui- da, pues aunque je encuentra nia\ er número de veces lo hace con poca enroja, de tiende re- sulta un pulso pcquei.o, (flil, ñas ó menos acelerado, y á veces tan contraído que apenas se pertile: 1¡ls funciones naiuiales también su- fren alguna mutación, hay sed, el estómagos reciente, viene la naucca, el vómito: los hipo- condrios se contraen, las cscresicnes se dismi- nuyen, escepto la orina que es . mas abundan- te pero mas clara, indicando el grsn e*pasmo que hay en tedo el Materna secretorio, la len- gua está blanquecina y I.unidla, y todo el cuer- po se halla contraído y reducidoá menor volumen. Calor. Pr.si;do este pniodo piincipia el de calor, permaneciendo tcda\ia tu les principios la naucea, el vómito y ia (!¡fitult;d de respi- rar; pero se disminuyen peto á poco á medi- da que el pulso se llena y fortalece, y se va mudando á tu estado r.atunl todo el apirato Ce sintonías que je han pictcntado muñirás el frío. Durante este la lergua cttá >eca, l.r.y sed ííolor de c;- v re.e á la crisis ó terminación de las enfer- ne.iade-, Cvtas remotas. Son aquellas que no pue- dan producir por sisólas la«¡ enfermedades; pP. rulo \o iiiic„n por uimIÍo de su a>< ei d< n con las .predisponentes, va (bren en primeras vía*, en la piel ó en otra ( art^ del cuerpo, hacen- dó sin duda la primera impie ion en el siste- ma nervioso, y envos síntoma- prc ursores son e! frío, el dolor de tal rza, pesado? &c. con oue principian la- calenturas, cuya mudanza morbo- za del sistema nervioso, se propaga de-pues por medio de él al sistema vas. ular v demá* p r- tes de la economía. Todos éstos est i mu- los los reduciremos ton Bolierave a los cinc» órdenes sign¡t nf.; s, Ingesta. Por esta vez se entiende todo Iq que entra en el e-tómago que sea cap; z , con respecto a li Calentura misma, á la disposición del siigeio &«',. pof lo <]ue al principio de la calent ra tío se pr nos'uará deei ivamente respecto a que tío s« conoce aun hi enfermedad bien, m aun en su cantidad y cualidad, no e~tmdo al alcan- ce del médico el pod*r preveer los resultados, y asi es (pie en las calenturas agudas no sj prono ¡loara sino cuando e-téu ya al^o adelan- tadas y se li-tva conocido su garacter, y para efectuarlo sé e saminará la naturaleza del esti- mulo que las produce nv'did » por sus efectos, esto es, por el modo de obrar en el cuerpo: también se atenderá á la dispo icion del enfer- mo, cual es la parte que se Inlla mas ó me- llos afectada, si es iodo el sistema general ó alguno de los pariieulare^, y de estos cual es erque está mas ofendido: eti fin se tendrá pre- sente el ecsamen d¿ los sí ¡tuinas que se han es- puesto, y por é¡ se deducirá también el é.'sito f vorab'e ó adverso de la calentura, sengun el mayor número que se presenten, mi intensidad &•",. Puede ver-e cuanto dice Hipócrates en su libro de los prono ticos sobre la calentura. Cutncion. La de la calentura en general con- fcUte en conservar las fuerzi- de la vida del en- fermo* corregir el eatíjaüt» febril evacuándolo 34 ó enervándolo, y corregir la disolución de los humores, ú otros productos febriles que suelen seguirse, moderando al mismo tiempo los síntomas. Las fuerzas de la vida del enfermo se mantienen y conservan por la dieta, que comprehende los alimentos, la bebida que debe usar el enfer- mo, el aire que ha de respirar y el como ha de estar. Mas habiéndose tratado suficientemen- del alimento y bebidas que se deben adminis- trar, tanto en las enfermedades agudas como en las crónicas en el tratado general de dieta, so- lo resta que añadir las cualidades que debe tener el aire que ha de respirar el enfermo se- gún la naturaleza de la calentura, y sobre to- do el aseo y limpieza de ba habitación, y ropa del paciente. Se debará, pues proporcionar un aire moderamente fresco, semejante al que ape- tecemos en el estado de salud, corrigiendo cuan- to sea posible sus alteraciones por medio de la ventilación, de las fumigaciones &c. regando el suelo de las habitaciones con agua de cal, ó esparciendo la misma para que absorva el ác- cido carbónico, procurando evitar al mismo tiem- po las numerosas concurrencias, luces y braceros que contribuyen á consumir el aire vital. No es menos interesante el aseo y limpieza de la habitación, cama y ropa del enfermo, por lo que será del cuidado del médico que esto se verifique con esactitud haciendo que se mnden las ropas, cuando haya nabido sudores cepiosos, ó que se hayan impregnado de cámaras, ú otras escreciones. Indicación 2 * Que se debe satisfacer en la 35 Curación de las calenturas es corregir el esti- mulo, evacuándolo si se puede, ó descompo- niéndolo, para lo que nos valemos de lóseme- ticos, purgantes, sudoríficos &c. f*in embargo estos medicamentos, con especialidad los eme- ticos, tienen sus escepciones, como cuan..o hay inflamación, plctora, alguna ernia, hemotrus &c. en cuyo caso pueden suplir algún tanto los purgantes lacsantivos, principalmente en los vinos de primeras vías, usando el crémor de tártaro, el tártaro soluble, el jarabe de chicorias con el ruibarbo, el suero con los tamarindos el ma- ná &c. Sucede muchas veres que que ni por los emé- ticos purgantes, diaforéticos y otros evacuantes se puede lograr siempre la evacuación del esti- mulo febril, aunque se conozca; pero hay mu- chas ocasiones en que es absolutamente desco- nocido, y en este caso se debe tratar de neu- tralizar 6 descomponer el estimulo; pero por des- gracia la medicina no está aun en estado de ofrecer estos conocimientos con esactitud; sin embargo usamos de la quina, que aunque no debe tenerse como un neutralizante, puede no obstante contribuir á la extinción del estimulo, ó su espulsion en razón déla virtud tónica y fortificante de que está dotada, pues cuando no se pueden evacuar ó neutralizar los materiales morbíficos debe confiarse únicamente en los es- fuerzos de la naturalezi, pues ausiliada esta con los remedios propios para ella, cumplirá "mas enérgicamente con su deber, lo que no sucede- 36 rá sí por una teoría mal entendida se emplea Un régimen debilitante. Indicación 3 <* Que hay que satisfacer en la cura general de la calentura, es corregir la di- solución humoral, ú otros productos febriles, in- di ados por las petequias, las manchas gangre- nosas, los flujos de sangre disuelta &c. en cuyo caso para satisfacer esta indciacion hedíamos ma- no de los antisépticos ó anti-pútridos mas.po- derosos, como son los áccidns minerales, la qui- na, las bebidas frías como no haya contraindi- ca t-i n, las fumigaciones en la habitación del en- fermo &c. Si vinieren diarreas, convulsiones y otros productos febriles, se socorrerán con los remedios espuestos, capaces de mitigar todos los d'-más síntomas, con lo que se satisface la in- dicación cuarta. Verificada la curación, debe cuidar igual- mente el médico de la convalecencia ó estado de debilidad en que precisamente quedan los enf-tmos, que si no se atienden con ios "insilios dei ario, suelen reproducir las calenturas ó ad- quirir otras enfermedades. En general se debe prescribir á los con- valecientes una dieta analéptica, siempre relati- va al estado-de fuerzas digestivas, haciéndoles tomar alimentos de fácil digestión y á menudo, pero en corta, cantidad; prescribiéndole un ejer- cicio moderado, algún recreo inocente, a;eo y limpieza en las ropas, y todo cuanto pueda con- tribuir al restablecimiento de su débil maqui- na, cuidando que las primeras vías estén cor- rientes, y en caso de detención de vientre se 37 hechará mano de los evacuantes y digestivos suaves, como el crémor de tártaro, la miel ra < spt ler fuera los agentes per- judiciales, lo que se ejecuta e< n en orden, y con una especie de pr< p< rtion tardo en las can- tidades que tleben evacuarse, cuanto por las vias que deben ser evacuadas. Estos cone-epíes si n sin duda mili generales, pero muy propios para equi- librar el liras terrible fizóte de la e-picie huma- ra, el ciego esario < I servarla y dirigir- le M'ljimtníe ct n la mas prudente circuns- pección. Sin embargo, coirones henos propuesto se- guir en lo po-ilde la nosología de ( u len, dividireiru s las calenturas en dos ola es ve- nérales, á saber: continuas é intermitentes. Llanuu.se calenturas e< i tuu as aquellas ene lio dejar do nunca al enfermo ui una total ;ir,i- recsia, signen sos periodos coi slan'f s de-de el principio hasta el Un. InUrn mentes aqiu llasVuyas acresirnt>«í criar. dando un orden determinado de U-rciuLu, tuar- 42 tana &c. dejando al enfermo en el tiempo'de la intermitencia en una total apirecsia. Subdivídense las calenturas continua'?; en continuas continentes, y continuas remitentes. Las intermitentes toman el nombre de ter- ciana, cuartana &c. con relación al orden que guardan los síntomas en presentarse, como se dirá cuando se trate de ellas en particular. Espuestas, pues, las divisiones de las calen- turas, y establecido el orden que hemos de se- guir en su esposicion, principiaremos de cada una de ellas á trata.-, determinando en primer lugar los caracteres de Jas órdenes, y consecu- tivamente el de los géneros y especies. ARTICULO PRIMERO. Calenturas continuas continentes. \$$Je da este nombre á aquella? calenturas que en razón del círculo diurno de nuestra econo- mía animal, se observa en ellas una diaria y constante, aunque ligera, ecsaservacion, sin dis- minuir la fuerza de la primera accesión. Perte- necen á este orden los cinco géneros siguien- tes: la efémera, la síaoca, la pútrida, la malig- na y la hética. 43 GENERO PRIMERO. Efémera. striva el carácter constitutivo de e«*e ge- nero en su duración de veinte y cuatro lioi.s, ó á lo mas de media semana. Su invacio i es repentina sin que la hayan precedido seu d .s de indisposición. Sus causas siempre son Ige- ras, y sus síntomas de poca con ideracior. Síntomas. Una especie de lascítntl y debili- dad pasagera, algunos pequeños calosfríos, in- apetencia, aumento de calor, pulso lleno y fre- cuente, tara algo rubicunda, la cabeza carga- da, ligeras pulsaciones en las. cienes, y una es- pecie de mador por todo el «cuerpo que termi- na en sudor copioso, forman la historia de esta enfermedad. El calor en estos enfermos peca solo en cantidad, y sus orinas, y escrementos distan muy poco del estado común, se le ha dado a esta calentura el nombre de simple ó esquisita, cuan- do su duración solo se estiende á las veinte y cuatro horas, y proíacía ó extensa, cuando es- cede de este término, adelantándose hasta el dia tercero ó cuarto. Este genero de calentura cons- ta de varias especies cuales son: primera, Pletonca. Que acomete á sugetos atiéticos, ro- bustosy sanguíneos, -\ consecuencia de haber ejer- citado el cuerpo inmoderadamente, ó de haberse espuesto á la impresión de lo* rovos del sol. 44 En esta especie el calor y la rubicundez son mayores, y el pulso esta mas frecuente que en! las otras. Curación. Sí la robustez del individuo y su estado pletórico hiciesen que los síntomas se pre- sentasen con alguna violencia, seria necesario re- currir á alguna ligera evacuación de sangre; pe- ro como esto rara vez sucede, bastará valemos* de los medios mas suaves, como son dieta te- nue, quietud, colocación del enfermo en una at- mosfera fresca con poca luz, el uso abundante del agua fria con los sub-accídos, jarabe de limón ó cidra &c. con cuyos simples ausilios se consiliará á nuestro cuerpo la humedad perdi- da y se acelerará la venida del sudor. Segunda especie catarral. Una atmósfera ca- lida alterada repentinamente por las modifica- ciones inducidas por el frió, nive, lluvias &c. da motivo al impedimento de la eserecíon del hu- mor prespirable, y ocasiona esta especie de efémera. Síntomas. El lagrimeo, coriza, ronquera, una sensación opresiva en el pecho, y últimamente la' relación del paciente nos conducirán al conoci- miento de esta especie. Curación. La indicación que se presenta en este caso es facilitar la evacuación del humor transpirabie, para lo cual usaremos de pedilu- bíos y fricciones, juntamente que de los suaves*, (lacsantes), diaforéticos, v. gr. la infucion de flo- res cordiales» amapolas, saúco &c. procurando?. 4. 45 aumentar el calor de la cama y de la habita- ción. Tercera especie láctea. Esta calentura es pro- pia de las recien paridas, y se manifiesta de re- sultas,del eslímulo que produce el aflujo de la leche que sobreviene á los pechos después de pasados tres -días del parto. Síntomas. Siendo, precedida de un frió pa- sagero que repite por intervalos, acompañado de dolor en los pezones y elevación do los pechos. En este estado los loquios se dismi- nuyen, hay calentura que desaparece á los dos ó tres dias, verificándose completamente el aflu- jo de la leche y un sudor copioso. Curación. En esta especie se ofrecen dos in- dicaciones: primera, facilitar la secracion de la leche: segunda, conciliar un curso libre á los loquios. Una y otra parecen ser obra destinada á, la naturaleza; sin embargo, la primera se sa- tisfará procurando suavizar el calor por medio de alguna emulcíon, y los fomentos lacsantes aplicados 4 las mamas, con el objeto de aflo- jar los vasos, y dar tráncito á la leche. La segunda: suele ecsigir, si la persona es ple- tórica, sangrias muy moderadas, y un régimen di- luente; sobre todo se han de evitar los dolores fuertes, y las pasiones de ánimo. Cuarta especie menstrua. Esta es propia de las niñas que llegan a la edad en que la apa- rición del menstruo por la primera vez, mani- fiesta que ya son aptas para poder recibir el dulce nombre de madre. Síntomas, Esta especie á mas de los sínto- 46 '., mas generales, es caracterizada por la pesadez, vértigos, dolores de los ríñones y pelvis &c. Curación. Para favorecer la naturaleza en la evacuación menstrua, cuyo defecto se debe considerar como el agente febril, se ha de pro- curar corregir la tensión y espasmo, disminu- yendo al mismo tiempo la resistencia del siste- ma vascular uterino, lo que se consio-uc por medio de los vapores emolientes, fricciones, pe- clílvios, semicupios, la dieta tenue, el ejercicio moderado y el uso de cocimiento de grama, cu- lantrillo, escorzonera &c. Quinta especie gástrica b nauseativa. Esta acomete con preferencia á los niños que intro- ducen en su estómago un alimento que peca en cantidad ó cualidad, cuando ya empiezan á comer. Igualmente le es propia cuando se ha- llan en la lactancia, siendo las causas Vas con. gestiones lácteas que irritando su sistema gás- trico demasiado delicado, dan motivo para pro* ducir esta especie. Síntomas. Los caracteres propios de ella á mas de los generales, son lengua blanca, nau- seas, y á veces vómitos, tensión, elevación y sensación dolorosa en el epigastrio, acompaña- da de estreñimiento de vientre y otras veces de diarrea. Curación. Para ella se procurará dar sali- da al estímulo morboso, y corregir los accidez; que suele en tales casos ecsistir en primeras vías. Lo primero se consigue por medio de algunas lava- tivas suaves, ó aplicando alguna cala* administrando 47 a* mismo tiempo algún lamedor purgante como el de ruibarbo, el de rosas solutivo &c. La segunda indicación dirigida á corregir las de- generaciones accidas se satisfará con el u-o de algunos granos de majjnecia calcinada. Los re- paros confortativos después de haber dado sali- da á los materiales existentes en primeras vías, podran ser igualmente muy de! caso. También suele observarse alguna vez esta indisposición en los adultos, á consecuencia de un desarreglo en la comida ó bebida, en cuyo caso es menester evacuar el estímulo por medio de! emético si ecsiste en primeras vías, ó subminis- trando un purgante suave cuando reside en los in- testinos, vigorizando después el esfúmalo con la infucion de la manzanilla, del té, café &c. Sesla especie sudatoria. Esta se manifestó en In- glaterra en el regimiento de Enrique IV acia los años de 158í> á 1529, estendiéndose elespues por varias provincias, se manifestó con ^especialidad en el estio, siendo su invacion annuciada por Síntomas. Un calosfrío bastante grande se- guido de desmayes, síncope, cardialgía, suma debilidad, grande postración de fuerzas, fuertes anciedades, especialmente cu las regiones pre- cordiales, respiración anhelosa, un calor ustívo muv grande, que espresaban los enfermos di- ciendo sentían á modo de llamarada que subían desde el fondo del estómago hasta la garganta v cabeza: se observaba una irregula- ridad gn-.zdís.ima en el pulso, y un sudor que si se manifestaba desde el principio como com- pañero del síncope, el paciente por lo regular 48 fallecía antes del segundo ó tercero dia, y a^n á veces eo el primero. Cuando esta calentura era muy violenta, sobrevenían á los síntomas espresados evacuaciones sanguíneas, fétidas y lí- . bidas, manchas*, amoratadas ó gangrenosas en el vientre, un desasociego imponderable, y en fin la muerte dentro de muy pocas horas. Cansas. Esta calentura depende por lo ge- neral de alguna mala cualidad en los alimen- tos ó en la atmósfera, producida por los mias- mas pútridos, las ecshalaciones de los pantanos, de los cementerios y de todos aquellos lugares en que se actúa la descomposición de substan- cias animales ó vegetales; en una palabra, pue- de dimanar de toda causa capaz de abatir las fuerzas vitales, y debilitar el sistema nervioso. Pronostico. En esta calentura debe ser muy fu- nesto en atención á la violencia de sus síntomas y a la rapidez de sus progresos, y principalmen- te cuando el síncope que se manifiesta en su invacion es acompañado de sudores: cuando la cardialgia es estremada y el desasociego cons- tante, y solo podrán formarse algunas esperan- zas, cuando no habiéndose presentado con tanta violencia los síntomas, sobrevienen sudores abun- dantes acia el fin del primero ó segundo dia de la enfermedad, y mayormente si estos continúan con alivio del enfermo. Curación. En ella debe tratarse de promo- ver el sudor por todos los medios posibles, pa- ra lo cual se procurará mantener al enfermo en una atmósfera abrigada, aunque ventilada, se le proporcionará un abrigo suficiente, y se 4a le administrarán las íníuciones teiformes de la manzanilla, centaura menor ó de bardana, di- solviendo en estas infuciones algunas confeccio- nes, ó mezclándoles los cordiales con el fin de reanimar la acción vital del sistema, al paso que se promueve el sudor: si estos sudoríficos no bastan, se podrá hechar mano de los antimonia- les, tales como el virio emético dilatado en es- tas mismas infuciane-, el aniimenio diaforético en cantidad de tres escriípulos unidos al cré- mor de tártaro, añadiéndoles algunas go- tas del licor anodino mineral de llosman, el aceite amoniacal &c. Si por estos medios se con- sigue promover un sudor abundante, so tendrá sumo cuidado en no suprimirlo de ningnn mo- do, manteniendo entretanto las fuerzas del pa- ciente á beneficio de una dieta tenue, del vi- no, los cordiales, las opiatas de quina y serpen- taria &c. hasta que el paciente llegue á recu- perarse de un todo. GENERO SEGUNDO. [Sinocal. I carácter de esta calentura consiste en el aumento de calor, en lo fuerte, duro y frecuen- te del pulso, lo encendido de las orinas y la turbación de las funciones intelectuales, mas o me- nos fuerte, según la violencia de la causa y la dis- posición del individuo á contraer esta calentura. Esta ideocrasia puede anunciase de antemano por m 50 una porción de anomalías de la acción nerviosa, á saber: dolores de cabeza vagos y periódicos, vahídos, zumbido de oidos, ojos centellantes, sue- ño agitado ó comatoso, en sueños espantosos, bochornos después del uso de bebidas tibias ó espirituosas, ó bien después del menor ejerci- cio, repugnancia al moverse, especie de estupor en las funciones intelectuales, y un rostro que alternativamente presenta colores variados. Si en estas circunstancias una cair^a cualquiera, físi- ca ó moral, llega a estimular el sistema ner- vioso, se restablece una reacción fuerte y ge- neral del sistema vascular mas ó menos soste- nida, según las circunstancias, la cual se mani- fiesta repentinamente por nnos ligeros calosfríos [que a veces no se presentanea los que se si- gue un calor continuo bastante intenso, pulso fuerte, duro y acelerado; pero con alternativas de depresión si se declara dolor fijo en alguna^ parte: los enfermos tienen el rostro colorado y" muy encendido, ojos brillantes, dolor y tensión de los parpados, lengua blanquecina ó encen- dida, pero las mas veces húmeda, escepto cuan- do la enfermedad es muy grave y de larga du- ración: entonces sed intensa, nauseas y vómi- tos, aborrecimiento á las sustancias animales, fuerte dolor de cabeza y lomos, cansancio, sue- ño corto y agitado con ideas fantásticas, ó bien somnolencias continuas con objetos de terror, prin- cipalmente en la niñez. En este periodo de la vida, asi como en las personas muy irritables suelen notarse ligeros movimientos convulsivos ó sobresalto de tendones, á intervalos de deh- 51 río, también frenesí, estreñimiento ó deposicio- nes líquidas, pero calor alituo^o, orinas poco abundantes y muy encendidas. Pronostico, La mayor duración de oída ca- lentura es de siete á catorce días: suele también ser efémera, y suele entonces terminar el ter- cero ó cuarto. Sus terminaciones mas favorables pon por sudores ó por emorragia de narices, la cual es precedida de cierta pesadez de cabeza, pulsación en las cienes y prurito en la mem- brana pituitaria, palidez de la cornea y de un pulso dícroto, cuyas pulsaciones se aumentan desde el dia cuarto al sesto ó principios del sép- timo, en que se efectúa dicha emorragia con no- table alivio del paciente. No siempre corre e.-ta enfermedad sus periodos tan benignamente ni son SUS terminaciones favorables, pues en algunos casos de escesiva violencia de síntomas, la natu- raleza está éspue (a á peligros ó esíravios que pueden manifestarse por inflamaciones locales, tales como la hepatitis, perimneumonia, íícnitis &c. en cuyo caso nos servirán de índice para su conocimiento tanto los síntomas espuestos co- mo los que son propios de cada una de estas enfermedades, y que se espondrán en su lugar. ' Curación. Para ella se hechará mano en gene- ral de los díluentes y atemperantes, entré los cuales puede tener lugar para bebida usual, una ti- zana compuesta de tres libras de agua común, dqs onzas de pulpa de tamarindos y medía del premor de tártaro; asimismo se recurrirá k las enemas de agua común, vinagre y aceite, los 'sinapismos de vinagre y yervas; manteniendo al 52 "mismo tiempo al enfermo á Una dieta modera- tía. Si con este método el enfermo no se ali- viase, sí ios síntomas fuesen en aumento y hu- biere signos de afección local, se deberá recur- rir á las sangrías generales ó parciales, los ve- gigatorios y demás medios capaces de satisfacer las 'indicaciones particulares, que se presentan en caso de haber alguna de estas determinaciones; pero te- niendo siempre presentes los medios que} la natu- raleza debe cmplearpor ¡-í en la curación de ctíat: enfermedades para no fiubaria en mi curso. Primera csp"cie pictórica. La duración, la va- riedad y la mayor actividad de los síntomas, nos darán luces para distinguir tvta de la efémera p'eíórica. El calor que solo peca en cantidad, la falta de síntomas ¡de 'putrefacción, la pulsa- ción délas arterias temporales nos harán ver que no puede confundirse con el sinoco pleíórico. Esta especie acomete con preferencia en aque- lla época destinada para el incremento y perfec- ción del cuerpo, desde los doce á los veinte y cinco años. Los nuiohachos y mugeres no están tan espuesíos á ella, pues unos y oíros se sacu- den de la sangre superfiua, estas por medio de la evacuación periódica cuando han llegado á la pubertad, y aquellos por las continuas epista- xis a que están comunmente sujetos. Causan. £1 principio determinante de esta es- pecie, es la plétora, pasiones escitaníes, ejercicios violentos, abuso de licores espirituosos, ó la su- presión de alguna evacuación. Curación. En ella no hay* nada que añadir al plan general propuesto en el género, que 53 solo deberá emplearse con mas ó menos osten- sión con arreglo á la constitución del individuo, y la violencia de. los síntomas. Segunda especie catarral. El carácter de es- ta consiste en la duración y sistemas que anun- cian la ecsisteecia del estímulo catarral: tales ■ son el lagrimeo, sensación gravativa de c;.boza, ronquera y dolor tío pecho, junto á las señales de robustez, estado pictórico y demás síntomas que constituyen el carácter de una calentura sinocal. Causas. Reconoce las mutaciones repentinas que esperimeufa la atmósfera de caliente á í'ria, las cuales suprimiendo la transpiración, determi- nándose esdi acia los pulmones, bronquios, cabe- za &c. produce los síntomas espuestos, mas ó menos violentos según la constitución (•'! indi- viduo y lo intenso de la causa. Con relación á estas últimas circunstancias podrá formarse igual mente el pronóstico. Pronostico. Sin embargo de que esta enfer- medad por lo regular no es peligrosa, sí una conducta errónea i n ti método curativo la ha- ce de peer carácter, podrá terminar funesta- mente. Curación. Tres indicaciones nos presenta esta especie: la primera consiste cu evacuar las pri- meras vias, m las cuales suelen haber por lo co- mún degeneraciones biliosas y pituitosas: p;.ra lo cual los purgantes suaves, ó mas bien un lío-e- ro emético vegetal puede ser muy de! caso, pues no solo dará salida á los productos morbosos, sino también servirá para promover la transpira- 54 con. cuya evacuaron nos ofrece en este caso la$ mayores vertías Algunos guiados de los dolo- res, y oreyendules ef-etos de inflamación han acu- dido á ias (vacilaciones de sangre, con las cua- les ha i dado motivo al desarreglo de la cons- titución, haciendo que la sinocal de benigna ad- qiiiv'iese un carácter gástrico ó nervioso cierna- s;.-. o funesto á los enfermos. Esto supuesto, solo cuan lo la plétora se une al estimulo catarral, po- drá hacerse uso de ai .una evacuación de san- gre; pero muy moderada. La segn-jd" iudicieion debe dirigirse á cor- regir los sintunas Su varied.ul ecsige remedios proporcionados .á su naturaleza, v. gr. la tos le h\rá sos llevadera siendo seca, con los calman- tos, sieudo húmeda con los espectorantes como el ojimiel simple mezclado con un jarabe emo- liente, ú otros mas activos según la necesida;!; tales sou las [.'reparaciones sciliticas, el quermes &c. Los dolores cederán al uso de los javon- cilios, cantáridas &c. La indicación tercera debe conspirar á pro- mover la transpiración, sostener las fuerzas y oponerse á la putrefacción y demás sintonías ner- viosos. La iheta lénue, pero analéptica, será bue- na en este ea-o. En los primeros días te hechará me.no de los peailubios y suaves fricciones, ufan- do interiormente de los suaves diaforéticos, co- cino la infucion de amapolas, ¡lores cordiales e^c. Restablecida la prespiracion podrá usarse de la tintura de quina, ya para corroborar los diferentes sistemas, va también para coutenerla 55 fiebre en sus progresos, mayormente si esta ob- serva el carácter de remitente. Terrera especie gasirica. Esta va acompaña- da de «ausea, vómito, mal gusto, suciedad en la lengua y sensación de peso en la boca del es- tómago ó en los intestinos. Curación, Las indicaciones que ofrece esta son las mismas que las de la efémera gástrica» es decir, al principio los evacuantes proporciona- dos al sitio donde ecsisíe el estimulo, y después los que poseen la virtud de entonar el sistema gástrico,, como las inf"ciones vino< as de centau- ra, genciana, salvia &c, la do té, café ó tintura de quina, procurando al mismo tiempo fuciliíar la soltura del vientre por medio ele los pur- gantes ' suves, como el oiimi!, jarabe de rosas solutivo, el de chicorias Sce. Cuaría especie biliosa. Esta acomete á los su- getos de un temperamento bilioso muy íudable, y con especialidad cuando han hecho mucho ejer- cicio espuestos á la acción del calor del sol. Las pasiones vivas como la ira, los alimentos estimu- tantes &e. pueden aumentar igualmente la irri- tabilidad del sistema hepático, y de consiguien- te ocasionar esta calentura; Síntomas. Los característicos de esta son pesadez de cabeza, rostro encendido con algunas manchas amarillas, eructos quemantes pulso no tan lleno co- nreen la inflamatoria, pero duro y contraído, aun- que no tanto como en la biliosa legítima, nauseas y vómitos biliosos, lengua seca cubierta de una crápula biliosa,-principalmente por el centro: sed insaciable con especialidad de bebidas accidas, 56 dolores de vientre, finalmente diarreas biliosa* en que por lo general termina. Ci/racion. El método que debe ponerse en practica, consiste en atemperar al enfermo por, neuüo de las enemas, de las bebidas subaccidas, especial mente de las limonadas hechas como se d¡¡o en la creación general, y después de ha- ber moderado algún tanto los inflamatorios sín- tomas al dia y medio ó dos de enfermedad, se » administrará un emético antimonial ó cuchara- das, á fin de promover con suavidad el vómi- to y la evacuación de materias biliosas, pro- curando en lo succesivo mantener bien libre ef vientre por medio de las pulpas de casia, ta- marindos, maná, crémor &c, disuelto en una su- ficiente cantidad de agua, de que beberán á pasto los enfermos, ó también por medio de unas cucharaditas de ojimiel simple: siendo el principal objeto del facultativo no turbar las crisis de estas enfermedades, que generalmente es la diarrea. GENERO TERCERO. Calentura pútrida ó sinoco. \$ZJe dá este nombre á aquella calentura, cuyos síntomas primitivos, al parecer inflamatorios do- ' generan durante su aumento y estado en los de ¡ lenta nerviosa, manifestándose al mismo tiempo i disgregaciones ó degeneraciones humorales. Los i nosologistas la caracterizan porque su termina- 57 cion es al séptimo, catorce, diez v siete ó veinte y un día, y porque los enfermos' tienen el pul- so principalmente en el estado mas fuerte que lo ordinario. Cansas. Los principios predominantes ó cau- sas productoras mas frecuentes de este género, son el aire impuro mezclado con muí-mas de- letéreos y pestilenciales, que por lo común son gases mefíticos que se de-prenden de los sities donde hay corrupción, como en las iglesias bó- vedas y cementerios donde se entierran rouoíios cadáveres. Las lagunas y pantanos donde hay Íiuírefacciones animales y vegetales las once- es y otros sitios poco aseados, les hospitales &c. finalmente el contacto ó rose con enfermos do esta naturaleza: júntanse a estas cansas además, todas aquellas que sean capaces de producir una deprabacion en los humores animales, como las malas digestiones causadas vi por falta de ac- ción en las fuerzas digestivas, ya por mucha can- tidad ó mala cualidad de los alimentos, la apli- cación esderna ó uso estenio de susíencias pú- tridas ó venenosas, carnes podridas ó saladas, aguas estancadas &c. Además de esto no es estraño ver en la práctica degenerar en pútridas las calenturas in- flamatorias, lidiosas, catarrales ¿ce. ó por haberlas descuidado,ó por no haber podido vencerlas con los remedios mas bien indicados. A mas de todas estas causas productivas del sinoco, hay otras que hacen un principal papel en esta calentura, tales son la edad, la es- 58 tacíon, el temperamento, !a plétora, el genero de vida &c. Generalmente acomete á los sugetos san- guíneos, robustos y pocas veces a los flacos y débiles; se presenta en todas estaciones, y con mas particularidad en el estío, y otoño. Su invacion se verifica algunas veces po- co á poco con cierta languidez, inapetencia, nau- sea, y vomito; pero siempre con un Ímpetu mas repentino que el de las calenturas nerviosas. Síntomas Otras veces se manifiesta derrepen- te, en cuyo caso el primer síntoma que se ma- nifiesta es un ligero calosfrió, al que se sigue un calor ustivo, y como pegajoso, muy análogo al de las calenturas biliosas, aunque no tan in- comodo: al principio el calor suele distar po- co del estado natural, pero después, se va gra- duando poco á poco: se presenta el dolor de cabeza, rubicundez de los ojos, dolor en el fon- do de las orvitas, y una inquietud general: el pulso al princio está pleno y duro, aunque des- pués se toca mas blando, pero perezoso y des- igual, de modo que apenas puede servirnos de Índice para conocer el estado de la enferme- dad, siendo el mas constante el de la lengua, la cual en el principio está blanquecina v húme- da; pero á medida que la enfermedad va toman- do incremento adquiere un color mas obscuro, con especialidad eu su centro, en que aparece seca, y con una lisia negra, el rostro se obser- va de un color cárdeno, ó amoratado, especial- mente los labios: aborrecen de un todo las sus- tancias animales, tienen nauseas continuas, gus- 59 to nidoroso, eructos quemantes v algunas veces vómitos: acia al emrto dia se van aumentando e^tos síntomas y presentándose otros sucesiva- mente. El dolor de cabeza es mas intenso, sue- le sobrevenir el delirio, el cual se anuncia por un temblor que se manifiesta con especialidad en fas tr.anos: acomete el sopor y la postración, las orinas sudor y cámaras salen fétidas, y acia el séptimo día ya suelen presentarse las petequial meteorismo al vientre, lentores en los dientes y encías: no siendo estraño que en lo sucesivo sobrevenga el trísmo, salto de tendones, lengua balbuciente y oíros síntomas nerviosos: también se observan manchas «jan"leñosas, efusiones de sangre disuelta por narices, boca, ano, vagina &c. no siendo raro que aparezcan acia el día catorce ciertos ecsantemas miliares distintos de las petequias y también astas en la boca, pro- duciendo mucha incomodidad para tragar los enfermos. Esta enfermedad corre sus períodos por lo regular en el espacio de siete, once ó catorce días, esíendiéndose algunas veces hasta el vein- te uno; sin embargo no es fácil siempre fijar el término de su duración, pues la intensidad ma- yor ó menor de los síntomas descritos, la cons- titución del paciente y el método curativo po- drán iidinir en edo, habiéndose observado al- gnnos que habiendo pasado del dia catorce, han llegado hasta la quinta y sesfa semana. Pronóstico. Esta calentura deberá arreglar- se á la mayor ó menor intensidad de los sínto- mas, el número de ellos, la complicación coa 60 otras calenturas: á las fuerzas, edad, y constitu» cion del enfermo. Se atenderá también en estás calenturas con especialidad á los dias que seña- lan ó indican los dias críticos, por lo que si se ob- serva que todos los síntomas anteriormente espues- tos, van en aumento hasta el dia 4 exacerbán- dose mas en este, será señal de que el séptimo será muy peligroso, y que tal vez terminará con la vida del enfermo* especialmente si se advier- ten los temblores en las manos, la intolerancia «• de los rayos luminosos, el sopor, el delirio, casi frenético, el aborrecimiento atotal de alimentos y medicamentos, la iudiferencia para todo,los lento- res en los dientes y encías, la sequedad de la len- gua, el color negro y como tostado, las astas por toda ella, y tiernas partes de la boca, la di- ficultad para tragar, las petequias, las deposicio- nes obscuras fetidísimas, y como atrabiliarias, las evacuaciones de sangre disuelta por narices, boca, ano &c. Mas si no llegan á presentarse estos sín- tomas tan violentos, y al cuarto dia el enfermo se halla algo aliviado; es de esperar que tal vea al séptimo terminará bien la enfermedad; no obs- tante que como hemos dicho ya esta suele pro- longarse, y seguir su periodo hasta el dia once que señala la terminación para el catorce, y aun hasta el veinte y fino, señalado por el diez y sié- ¡te. Si en todo este tiempo se observa qne 11 len- gua del paciente de seca y árida que estaba, i principia á humedecerse por "alguno de s is la- dos, que no se niega, ni repugna tomar los alimen- tos y medicamentos, que presta atención cuando f)l le hablan, y que se manifiesta algún sudor, ó ' evacuación en los dias críticos, principalmente las diarreas mnv abundantes y como amarillentas,. que la respiración v el pulso son mas ordena- dos &c. Se podrá pronosticar mas favorable- mente. Curación Con respeto á la curación general de esta calentura se deberán satisfacer tres in- dicaciones generales para combatirla. La prime- ra la llenan completamente los eméticos evacuando el miasma ó estimulo si se puede en los principios. Seguhdo oponerse á la putrefac- ción, y afectos nervio-os; tercera conservar las fuerzas de la vida. En la que llenan los eméticos que es la primera, pueden usarse los purgantes, pero deben preferirse los primeros, por que además de limpiar las primeras vías mejor que ningún otro evacuante, promueven también el sudor, y las concusiones ó sacudidas qua causan, pueden producir muy bien el desprendi- miento ó la salida de los estímulos morbosos, evitando toda detención, y congestión: pero no deberán administrarse hasta haber moderado un poco los .síntomas mas aparentemente inflama- torios por medio de los purgantes y lacsantes suaves, como el crémor de .[tártaro, el ojimiel, la miel, disueltos á dilatados en agua, pudién- dose administrar con el mismo fin ias tizanas hechas con el maná, pulpa de casia, tamarindos, las enemas de agua, vinagre y aceite &c. Final- mente si el dolor de cabeza fuese muy intenso, 1 s síntomas de reacción muy fuerte, y el en- fermo de un temperamento robusto, se podrán 62 estraer tres ó cuatro onzas de sangre con el fin de moderar la violencia de la reacción; pero te- niendo siempre presente la debilidad qce es con- siguiente á este estado, Se satisface la segunda indicaoirn por me- dio de los antisépticos y antiespasrtódi os, pe- ro con prefertncia á todos la quina; los acct- dos minerales y los vegetales también tienen mucho lugar, especialmente los primeros: con ellos se formarán bebidas que podrán osar los enfermos á todo pasto, ya haciendo limonadas ó mezclando el ojimiel, ó poniendo el á'eido sulfúrico, nítrico &c, en dicho fluido, en la can- tidad de un escrúpulo por libra, añadiendo, si. se quisiere, algún jarabe apropiado; pueden es- ' tas bebidas darse frias, principalmente en el ve- rano, pues de este modo son mas antisépticas, siendo igualmente mas gratas al enfermo. También deben usarse además de estos re- medios, cuando principian á manifestarse las con- vulsiones, el estrabismo, el salto de tendones y demás síntomas nerviosos; e] alcanfor, la serpen- taria, y aun la cascarilla, ó quina aromática, pues estos remedios ademas de ser unos podero- sos antiespasmodicos y antisépticos, satisfacen las indicaciones relatnas á los dichos síntomas neniólos que acompañan á esta calentura. Esta téne de medicamentos se usan com- binados ó alternados. Si los síntomas no sen muy intensos bastará el cocimiento anti.-éptico ó la tintura, ya sola, ja con el estrado y el ojimiel; mas si fuesen mas graduados se deberá Lechar 63 mano de la quina en sustancia, siendo una do las mejores formulas la de un electuario com- puesto de uno. una qq. drach. sem. serp. (». g. alcanf. confingido s. q. sirup. cidv., limón, ó vi- nagr, ó también otro electuario formado de qq. drach. dnas. crémor, drach. sem. q. s. ojim. sple, pudiéndose añadir si hay síntomas nerviosos scrup. dua. alcanf. sem. une. serp. Estos electuarios pueden administrarse solos á pequeñas cucharaditas, ó bien disueltos en el cocimiento policresto, alternando con los alimentos y bebidas sub-accidas, sin esperar á la remisión para usar de la quina por ser muy urgente pre- caver la putrefacción. La tercera indicación so desempeñará con la misma quina, y cuantos tónicos ó corroborantes quieran añadirse. El vino que forma parte de la dieta cor- roborante, deberá principiarse á administrar lue- 1X0 que se manifiestan los sig-nos de languidez, que por lo regular es desde el cuarto ó quin- to día en adelante, por ser uno de los medios mas poderosos para sostener las fuerzas de la vida, con preferencia á los cordiales y demás composiciones farmacéuticas que se han usado hasta estos últimos tiempos. Se evitarán en lo posible los caldos de pucheros, substituyendo á estos la; sustancias de pan, arroz, y algún com- puesto de vino y azúcar &c. Mas si el enfer- mo llegase al estado de negarse á tomar toda suerte de alimentos y medicamentos, podrán su- plirse sus faltas con la aplicación de esponjas mojadas en cocimiento de quina, vinagre y li- món en las achilas: cataplasmas de quina y vino 64 a estas mismas partes, como tambieu en los pul- sos é íngies sinapismos fuertes á los muslos, bra- zos, pantorrillas &c. Evitando en lo posible la aplicación de*los vegigatorios, cuyos favorables efectos no son manifiestos en esta calentura co- mo en la maligna ó tifo, Primera, especie píeiorico. El sinoco pictóri- co acomete á sugetos jóvenes, robustos y san- guíneos, en tiempo de la primavera. En esta el „ pulso es lleno, fuerte y frecuente: el calor au- mentado, pero sin rubicundez, la lengua negra y seca: hay suma debilidad, y su duración es de quince á veinte dias. apareciendo en su de- curso la parte mayor de los síntomas espuestos en el género. Curación. Podrá reducirse á la general: con diferencia de que los cuatro primeros dias de- berán emplearse en moderar el incitamento es- cedente, siendo en este caso, cuando con espe- cialidad tienen lugar las sangrías moderadas de que se habló en la curación general, siguiendo después con el uso de las bebidas díluentes con los áccidos; satisfaciendo todos los demás sínto- mas que se presenten del modo que queda es- puesto en el género. Segunda especie, bilioso. Esta acomete comun- mente á los de temperamento bilioso, sus estra- gos son mas sensibles en los climas cálidos, pues se ecsaspera y degenera la bilis con la mayor prontitud. Los síntomas peculiares de esta son dolores fuertes de cabeza, sed ardiente, lengua seca y teñida de amarillo, amargor de boea, congojas, dolor acia al orificio superior del es- 65 tómago, vómito' verdosos y amarillentos, calor acre quemante que peca en cualidad v es des- igual, siendo insufrible ert los ¿hipo-.-óudrios; el pulso sueie ser duro y frecuente: el color en es- pacial sobre el cuarto día es pálido y abatido: ja lengua se pone seca y negruzca lienta el sép- timo dia, en que suelen presentarse temblores en las extremidades, delirio, sopor &c C:ti.s<ís. Un ejercicio inmoderado, el abuso de licores, la in, y en fin tolo lo '.pie sea ca- paz de aumentar la sensibilidad de los órganos hepáticos, produciendo m^yor secreción d 1 hu- mor bilioso, pod'á juzgarse como cansa del si- noco de este nombre. Curación. Sus indicaciones son las mi-mas qm las del sinoco en general, á saber: estraer el es- tímulo, oponerse á su acción y sostener la vida. Se desalojará el estímulo por medio de un emé- tico, que algunos aconsejan que sea de hípica- cuana, pues que de lo contrario resultan diar- reas pertinaces; se tratará después de neutrali- zar este misino es'ímulo por me lio d" la tin- tura de quina con los áccidos, se administrarán bebidas muy frescas con el ácci lo sulfúrico, oji- miel &o. Se aplicarán al vientre paños empa- pados en agua de nieve con vinagre ó sumo de agraz, y se proporcionarán lavativas frescas pa- ra disminuir el escesivo calor, cuya sensación constituye al paciente en un estado de anuedad. Finalmente, en cuanto á sostener la fuerzi vi- tal, se teñirá presente todo lo que se dijo en la curación general, cuando se trató de satisfa* cér esta indicación. 66 Tercera especie, catarral. Se diferencia de la antecedente en que á mas de los síntomas ge- nerales del sinoco, se manifiestan los de una afec- ción catarral, y en que invade con especialidad en el invierno, ó en algunas variaciones de la atmósfera. Curación. Para ella deberá seguirle un plan capaz de corregir los síntomas catarrales, y opo- nerse á la degeneración pútrida. Para lo pri- mero se tratará de promover el sudor por me- dio de los antimoniales y ligeros opiados, y en lo segundo Se seguirá el método espuesto en las anteriores. GENERO CUARTO. Calentura maligna ó tifo. 1 carácter de este genero consiste en una calentura contagiosa del género de las, continuas continentes, cuya duración es de dos ó tres se- manas, viniendo acompañada de un calor inces- tante y fugaz: las orinas son claras, los escre- mentos casi naturales, la lengaa limpia, el pul- so endeble, pequeño y poco frecuente, el cual si se comprime se vuelve intermitente y'as fun- ciones del sensorio se trastornan. Esta enfermedad unas veces es esporádica, otras epidémica, y siempre contagiosa. Rara vez se advierte simple y sí casi siempre complica- da, ya con las calenturas catarrales, ya #con las biliosas; lo que proviene de que el estímulo pro- 67 ductor obra con mucha actividad sobre el sis- toma nervioso, ocasionando los síntomas carac- t< risticos del tifo: siendo también bastante co- mún el observarse e3to como consecuencia del sinoco. Invade con bastante predisposición, y no tan repentinamente como las demás presentán- dose en cualquier estación del año. Cuando es esporádica ta padecen los que tienen mas dis- posición, como los débile?, los hipocondriacos, pu-dinimes &c. siempre que se uñada algún agente productor. Cuando es epidémica ó con- tagiosa, la pueden padecer todos, pero mucho mas los dichos, las histéricas, los estudiosos y los que están afectados de pasiones de animo deprimentes, como la tristeza, el miedo &c. Síntomas. Los que van á ser acometidos de esta enfermedad principian á sentirse displiscen- tes, lánguidos, con alguna Iacsitud ó dejadez, se hallan,mas ó menos torpes, abandonando es- pontáneamente el trabajo y diciendo que no es- tán buenos. Periodo primero. Sin embargo de que hay momentos del dia en que les parece que están mejor, principalmente por la mañana, y creyen- do que pueden emplearse en sus tareas al ve- rificarlo tienen que abandonarlas, convenciéndo- se de la debilidad en que se hallan; se obser- va en estos postración y abatimiento de ánimo, sin que ni el médico ni el paciente puedan de- terminar la eatisa de estos síntomas, ni el prin- cipio del tifo, permaneciendo en este estado cin- co ó seis dias, al cabo de los c¿ue se manifies- 68 tan leves calosfríos con alternativas de calor va- go y alguna vez poco sensible: el rostro unas veces se halla pálido, otras cárdeno ó como aplo- mado, algunas encendido &c. Peí iodo sefi-<-ad<>. Se manifiestan en seguida síntomas mucho mas fuertes, dolor gravativo de cabeza, vahídos, nauseas ó también vómitos de una m-deria negrusca, sensación de opresión en la región precordial; al principio lengua blan- quecina, después encendida y seca, y finalmente trémula, ninguna.sed, una especie de entorpe- cimiento y e-tupor: p-opensioii al sueño, mani- festándose unís veces éi. como vigil, otras el so- ñoliento, y casi siempre la íifomania. Las ori- nas unas veces se presentan muv claras ó con poca diferencia del estado natural, y otras tur- bias, obscuras y con sedimento: apariencia de so- lución critica, y sin embarco* ninguna disminu- Clon de los síntomas. Periodo tercero. Entretanto se observa en los que la padecen mayor abatimiento y postración de fuerzas, un aspecto de profunda tristeza, dis- tribución desigual de calor, siendo este mas ma- nifiesto en las pahuas de4as manos Sobrevienen mareos sumbido de oidos, temblores en las ma- nos, alguna vez las convulsiones, y por lo regu- lar el letargo: la lengua que en los principios se había mantenido blanquecina y húmeda, se po- ne seca, agrieteada y encendida, principalmen- te en el medio, sin que por esto se quejen de sed los pacientes. Periodo cuarto. Preséntanse en seguida acia los días diez, doce ó catorce, sudores cortos, par- cíales, fríos y viscosos; el sopor ó el letargo lje- ga á ser muy considerable, la tifomania ó deli- rio pequeño, si lo había es mas bajo. Los enfer- mos unas veces se orinan, y se les mueve el vientre sin sentir,otras les sobreviene la isihutía ' por falta de acción para espeler la orina; hay una tremulencia general, sobresalto de tendones y un espasmo casi universa!. Ademas de los sín- tomas espuestos, que son los que c< ndai.t«-rnen- te se observan eu (fíe género, l-.av otros que suelen presentarse en algunas ocasiones: estos son la afonía ó pérdida de la voz, la representación de imágenes espantosas, las petequias obscuras, líbidas, negras, ó de diversos colores, las paróti- das y abeesos en los trocánteres y hueso sacro, las astas pútridas y malignas que corroen los labios, lengua, fauces &e\, finalmente- la muta- ción del rostro del paciente, signo infalible del su«io peligro que le cerca. Causas. Se consideran productoras de esta todos las agentes físicos, químicos ó morales, que sean capaces de inducir cierta debilidad en el sistema nervioso, y de producir esta modifi- cación morbosa, que llamamos calentura malig- na. De esta naturaleza son las miasmas conta- giosas, cuya índole nos es desconocida, y que producen igualmente las calenturas pútridas, en las cuales si no se desenvuelven los síntomas de putrefacción queda un tifo puramente nervioso. Los estímulos catarral, bilioso, lácteo &c. que causan otras calenturas, pueden pro- ducir también estas especies, siempre que su ac- ción morbosa se dirija ú ofenda el sistema ner- 70 vioso, particularmente si oo se ha acudido con tie.-npo á socorrer dichas calenturas, ó se ha acudido debilitando mucho á los enfermos, sien- do una de las causas mas poderosas, el hallar- se esto-s acometidos de fuertes pasiones de ani- mo, de aquellas que abaten, principalmente cuando estas recaen en sugetos nerviosos, sen- sibles, e-todiosos que por su ejercicio tienen debilitado el principio sensiente, esto es, el sis- tema nervioso con todas seis dependencias. Prond^ti'o. El de esta calentura es en ge- nera' mayor ó menor, según la intensidad de los sjntomas, edad del sugeto y causis deter- muiantes. Si es contagiosa, es mas funesta que cuando sobreviene esporádicamente. En los jó- venes v robustos puede curarse mejor que en los endebles, hipocondriacos y enfermisos: final- mente cuando se observa en los enfermos la mutación del rodro, cuando la nariz es afila- da, los ojo-- hendidos las cienes caídas, las ore- jas arrugadas y ios pulpejos de ellas vueltds al revez, el cutis de la frente duro, tirante y ári- do, e! color de todo ei rostro pálido, que in- édita á verlo nenu'o ó verde, amoratado ó co- mo le plomo, si los ojos no pueden sufrir la impresión de la luz, si dejan salir lágrimas in- voluntarias; si se mueven con violencia, si se ha puesto uno mayor que otro ó menor, si el blan- co de ellos ha' mudado de color, si las niñas están secas v sin esplendor, si los dientes están aplomados ó sobrevienen lentores en ellos, si la situación que gua - la el enfermo en la cama es violenta al estado natural, como cuando conser- van la situación supina, con los pies y manos fue- ra déla cama y esparramados, si estuviese r. uy encogido ó con el cuerpo echado de boca, si rechi- na los dientes continuamente [-£]sin tener costum- bre á elio, si se secan las úlceras habituales, y a mas si la respiración se hace dificultosa y hia, si sobrevienen sudores fries y parciales, si hu- biese una suma posti ación, si las \\h¡^ y lf,s de- dos se pusiesen amoratados, íi los testes y las partes pudendas se contraen espasmódicamen- te, si el enfermo estuvie.se en una continua vi- gilia, ó en un profundo letargo, si se presentan deposiciones ventrales muy aguanosas, borneas, pálidas con verdor, ó muy rojas ó espumosas, pegajosas, de superficie lisa, negra, ó parecida á la gordura, si las orinas son aguanosas ó ne- gras, de mal olor y gruesas; si los vómitos fue- sen de color de suero, amoratado ó negro con hedor, en una palabra, si ia insem-ibilidad lle- gase á apoderarse de tal modo del enfermo que se'hiciese indiferente á los estímulos que se em- pleasen cen el fin de reanimar la vitalidad casi estinguida, se debe desesperar de la vida. Curación. En esta debe reenrrirse inmedia- tamente al plan tónico, y á todos los medicamen- tos corroborantes, anticepticos, y aníiespasmo- dicos, capaces de corregir el grado de de- bilidad que tiene el paciente, y de precaver se ¡manifiesten los síntomas pútridos y nerviosos, evi- tar) Esta señal denota el delirio, y si sobre. viene cuando este se haya manifestado, denota la procsimidad de la muerte. 72 tando los eméticos, purgantes, cantáridas ó ve* jígatorios como evacuamos, de los accidos y demás sustancias .capaces de aumentar la de- bilidad. Por eso se emprenderá administrando la infusión de camedrios, centaura, yerba luisa manzanilla, se mandará una dieta analéptica á fio de mantener las fuerzas, les darán buenos caldos con alguna ligera sopa, sémola ú otras sustancias de esta naturaleza con un poquito de vino v algunos bizcochos. Si los sintonías fue- sen muy violentos se les dará desde un princi- pio la tintura de quina sola ó con el estracto V el éter, el cual puede también propinarse en los caldos, y aun en el agua y bebida común, cuando los síntomas nerviosos, y principalmente en los conatos al vómito son muy manifiestos. Puede también administrarse dos veces al dia para calmar los vómitos la mistura anti-emética de Riverio. Si estos medios fuesen insuficientes, se po- • drá recurrir á la quina en sustancia ó á tos electuanos de ella, serpentaria, licor anodino, á los que si la necesidad lo ecsige se puede aña- dir el alcanfor, el almiztle occ. En caso que la natural repugnancia del enfermo, ó su estado imposibilitase la administración de,estos elecíua- . rios, se les podrán propinar disueltos .en la tintura de quina ó en algunos de los cocimientos an- tecedentes diches por lavativa?. Mas todo ha de ser en un orden sucesivo y sostenido, porque si se emplean todos estos medios al principio y de una vez proporcionarán fuerzas ficticias, pero después vendrá mas aplanamiento; y asi des- 73 pues de haber puesto en practica e^fos medios con mas ó menos estension, según lo ecsijan la violencia de los síntomas, se aplicarán la^ can- táridas sucesivamente, pero sin supurarlas s¡no solo como estimulantes y rnbeíacierdcs. del mis- ino modo que los sinapismos: si el enfermo es- tuviere muy soporoso ó en gran abatirme*do se le podrá aplicar uno de estos al epioá^lrio, ó unas cataplasmas de t¡nina y vino caliente, vn las acedas, ingles, pulsos y epigastrio, pues son unos estimulantes de los mas poderosos. Todo este plan eedge 'ino y prudencia, pa- ra lo cual se tendrán presentes b¡s reo las da- das en 'a cura general de las calenturas, v las que se indicarán en adelante: atendieron siem- pre á la mayor ó menor intensidad de los sín- tomas, fuerzas el el enfermo &e. j ara segí n ellas graduar los medie ¡tr.er.fos v sus dísis. re apli- cando unas n.i'neas á todos sino i Ioíum'o siempre con rehuir n á las lieizs de la en- fermedad y d<1 (nfrimo, para tuyo tábido no re | neden dar »«s re- cuperan su energía, e-!os tumores desaparecen por grados siendo eda su mejor terminación, pues denota (no siendo repentina) el restable- cimiento del enfermo. P¡im^ra e*p"d<>, tifo nervioso simple [calentu- ra atacsica]. No se puede dar una idea • mas clara que la historia que refiere Pinei de un sugeto que á los cuarenta y cinco años de su edad parecía haber pasado por todos los gra- dos en d aboso de bebidas espirituosa-; fué reducido mucho mas sobrio: fué trasladado á las enfermerías: se quejaba de grande abatimiento, y debía haber esperimentado precedentemente algunos calosfríos irregulares: su pulso era casi natural, su rostro poco alterado, sin advertirse síntoma alguno de afección gástrica ni dolor par- ticular: al segundo dia mostraba tranquilidad aparente con una especie de delirio taciturno, respuestas vagas á las preguntas que se le he.oían, y acompañaba á esto cierto estupor con aspec- to de admiración, gesto3 ridiculos y agitación muy grande durante la noche: el tercer dia le sobrevino suma postración de fuerzas, afonía, * ■ t con pulso muy débil y deprimido. Se tentó sil curación por medio délos cordiales, y li apli- cación de vegigatonos; pero estos últimos no produjeron, nungun efecto; se le prescribieron mas irritantes segunda y tercera vez, y no hicie- ron efecto; finalmente falleció el dia sedo. ¿\f> por ventura la pesadumbre de verse preso? ¿Es un estado tle debilidad indirecta, producida por los fuertes v constantes estímulos á que estaba ya acostumbrado, y de que se veía ya privado en razón de las circunstancias ó bien calentura de las cárceles comunicanda por contagio, lo que debemos considerar cerno causas determinantes de esta calentura? Sea lo que fuere (dice Pmel) ella puede servir para ejemplo de lo que se lla- ma calentura maligna, sin ninguna especie de complicación con las de otro orden. Senada especie, tifo ¡u'ilrido uci vtoso. Ecea- núnaeJo va el tifo tu su estado de simpli ñdacl, si le quinemos conocer en ti de con plicaritn con la'calentura ¡útnda para determinar el ca- rácter de verdadero tifo púíi n!o nervios*; tene- mos el modelo en la _ que Ib unamos calentura de las cárteles u hospitales, descrita tan osada- mente por Priusiie. Sli'tt-u'.uy. Al principio se notan alternativas de calor y ÍV;o, temblor en las manos y a'go- r.as veces entorpecimiento en ios brazo-, y (tu- rante la noche* calor e-re'-ho,_ ios pitare?os de la enfermedad so hacen notorios por oí aumen- to de edos síuíouu.s doler en el epigastrio V en la espalda, abatimiento estremo, el pulso quo al* principio se hallaba sostenido y variado nju- ,76 cho por la fuerza ó aceleración, se presenta muy etébíl y abatido, algunas veces con in- sensibilidad ó ea^i estinciort de las fuerzas vítales en una ce las dos manos ó en las dos, en términos de presentarse un as- pecto cadavérico, durante toda la enfermedad; la orina es muy variable, unas veces estreñimien- to tenaz, otras cámaras involuntarias, colicuati- vas ¡enrosas ó sanguinolentas &c: el rostro pá- lido, faciones desfiguradas, delirio taciturno, vibración de tendones ó bien ojos encendidos, aspecto amenazador, y el mr.r. al grado de fren nesí, las mas veces la erupción de petequia- la acompaña, ella no es caracterizada m pos esfuerzo, ni por evacuación crítica, aunque er los casos prósperos termina al fin del segundo ó tercero septenario. Siendo esta una reunión de síntomas propios del sinoco pútrido y déla lenta nerviosa, se deberán tener presentes en su curación todos los medios que se emplea- ron para "satisfacer las indicaciones que aquellas presentaron separadamente, siguiendo en esta un plan combinado, y graduándolo según el predo- minio de uno ó de otros síntomas. Cuarta especie, icterodes. Esta invade como de repente, y sin la menor sospecha. La hora en que generalmente acomete es al ano- checer. Síntoma*. Se manifiesta con calosfríos ó frío, dolor gravativo de cabeza acia la frente y cie- nes, como también en los lomos o cintura, es- tremidades superiores é inferiores, su parte_ pe- e T7 ríor de los ojos con dificultad de moverlos acia arriba, sequedad de narices, la lengua húme- da y poco sucia, pero cada dia se aumenta la crápula, color subicterico, especialmente desde ti tercero ó cuarto dia, aunque suele no manifes- tarse en todos: el rostro se marchita y demues- tra como abatido, el blanco de los ojos se cam- bia en un rojo encendido v amarillento, que pa- rece una optalmia, y que ha dado lugar á < reer que reinaba una diáte-is inflamatoria; el pulso es febril, y se toca ó foliadamente fueitc, ó ma- nifestando la falta de acción dA corazón, ó su débil po'er para empujar lasargreácia la cir- cunferencia: aboirecen las sustancias anímales, les acompaña la inapetencia, muchas veces vó- mitos, poca diarrea, y en tal cual ocasión ambas evacuaciones á un ti» mpo, y siempre mas ó.menos nauseas con sensación dolorosa en el cardias: su- dor y orina todo bilioso, remisión de estos sin- . tomas y la calentura con el sudor ó sin él á las veinte y cuatro horas: ecsacerbacion al si- guiente dia, remiuon ó npirecsia aparente el tercero, algunas veces al cuarto y aun en el quinto dia, á lo que se sigue un calor casi natural, lengua temblona, seca, con una lista obscura en su medio, ó varias litas de color amarillo obs- curo, lacsitndes extremadas, se aumentan los co- natos al vómito, el peo ó fatiga acia al híga- do, dolor del cardias y ardor fortísimo que se estiende liaría la garganta, causando una espe- cie de cosquilleo, desmayos, mutación de color en p umbaeeo, frialdad de estremos superiores é inferiores; vómitos continuos é interceptados, pri- T8 mero biliosos, después atravílinrios ó murmura- dos, deposiciones ventrales de la misma especie parecidas al carbón molido, desasosiego en la cama, habla balbuciente, ronquera, dificultad de tragar, sordera, manchas rojas ó negras, princi- palmente en las partes que sufrían alguna com- presión, espulsion de sangre negra por la boca, narices, ano, ojos y aun por los oídos, eructos, hipo, el cual unas veces es producide ó viene como precursor de la gangrena del estómago é intestinos, y otras solo como un efecto ó sín- toma espasmódico. En el primer caso viene pre- cedido de eructos y del vómito atrabiliario, y es señal precursora de la muerte. En el segun- do no siendo mas que un efecto espamódico co- mo se ha dicho, no indica ninguna terminación funesta, y deben en este caso administrarse los antíespasmódicos.' Sigue frialdad entera de es- tremos, convulsiones, labios negros y la muerte. Causas. Las de esta son los contagios, que obrando como causas remotas unidas á las pre- disponentes, que son la disposición del indivi- duo, que no habiendo pisado la enfermedad es capaz de contagiarse; la estación del año que concurre, para que los miasmas contagiosos ejer- zan su poder, cuyo efecto actuado ó manifies- to en el individuo ocasiona una debilidad con- siderable y general en todo el sistema nervio- so, principalmente cuando la estación y la dis- posición del silgeto favorecen su acción. Pronóstico. En esta calentura se tendrá pre- sente la sentencia de Hipócrates. Además que 79 esta es siempre terrible y la debemos reputar peligrosa, aun cuando se presente con las me- jores apariencias, pues los síntomas espuestos y que indispensablemente la acompañan, manifies- tan el riesgo que amenazan. Sin embargo, cuando el sugeto á quien acomete es de corta edad, ó por el contrario abanzada, por lo regular es mas benigna; lo mismo sucede al bello secso, y á todos aquellos que son de una libra laoa, de un cutis blanco, suave, poco velludo, carácter dulce, propenso al sudor &c. Siendo muy .buena señal, cuando á pocas horas de haber caído en- fermo empieza á sudar con abundancia, y cons- tantemente por dos ó tres días, sin que después de este sudor continúe la calentura; pues de lo con- trario ó el enfermo se queda de pronto fresco creyéndose ya bueno, pero sin una agilidad que le satisfaga; ó suele venir el vómito negro y fa- llecer el enfermo á las veinte y cuatro ó trein- ta horas. Curación. Las indicaciones son primero: fa- cilitar la espulsion del material contagioso, opo- nerse á la putrefacción y tendencia á la disolu- ción, que generalmente ecsiste en esta: precaver los síntomas nerviosos que casi siempre le acom- pañan. Se satisface la primera por medio de los sudoríficos como las limonadas calientes, infu- sión de té &c. administradas inmediatamente des- pués de haber pasado el frío, las enemas de es- tas mismas infusiones los sinapismos &e. á fin de lograr un sudor copioso, lo que si se con- sigue debe mantenerse aunque sea en tres ó cuatro dias, absteniéndose de moverlo ó des- .80 abrigarlo para echar las lavativas ó darle ali- mento: al mismo tiempo se procurará que el vientre este libre (especialmente si se interrum- pe el sudor) por las limonadas de crémor, pul- pa de casia, maná ó alguna cucharadita de oji- miel simple, manteniéndose asi los dos prime- ros dias, en caso que los síntomas no sean tan violentos que ecsijan se eche mano de los re- medios que satisfagan la indicación srr/unda. Esta consiste, con especialidad, en la quina administrada en sustancia desde una á dos dracmas [-i lo permite el estómago] de tres en tres horas. Encaso que no pueda resistir por los conatos al vómiio ó los vómitos se le adminis- trará eu tintura mezclada con el éter sulfúri- co en cantidad de una dracma por libra; mas si aun de este modo no pudiese resistirla, del mismo modo que los alimentos, se le puede dar ocho ó diez gotas antes, ó la cuarta parte de un grano de opio acuosodjíisuelto en agua de ca« nela ú otra semejante, o bien la mezola de una ó dos dracmas del meconio en cada toma de qui- na. Si apesar de esto continúan los síntomas en aumento, manifestándose el hipo, la convulsión, los dolores fuertes del cardias &c. se recurrirá para mitigar estos síntomas, á lo que se esposo en el género; siendo este el objeto de la ter- cera indicación. Pueden usarse igualmente en dichos casos con bastante utilidad, las posiones siguientes.— Stract. aquos. opii g. (í, a pue mdlisae sem. lib. solv. eth. sulf. sem. drach. sirup. menth. une. unam. l)e la cual se usará de hora en hora 81 en cantidad de una cucharadita ó mas \ menudo, según la necesidad.—Asi misino es podra usar la siguiente. 01. amig. dulc. une. doas. tartrit. t. 'drach. duas. tinct. theb. g. 40. li- cor, anod, scrup. unum. sirup. alth. uuc. duas. A mas, como en esta calentura se dismi-- nuyen mucho las fuerzas activas ó del si; tema nervioso, y tolas las funciones están perezosas, conviene decpertar estas en general, y cuidar con particularidad de que las naturales no se atrasen en sus respectivos ministerios, pues en esta cavidad es en donde mas se retiene la bi- lis, lo que es menester evitar. Para lo cual se echará mano del agua del mar tibia, en la- vativas dos veces al dia, y en caso de propen- sión al vomito, se repetirá cuatro ó mas veces en las veinte y cuatro horas, estas se introducen para estimular, y en su lugar podrán hacerse con el vino emético, y otros purgantes, segnn el juicio médico. Contornen después del frió los sinapismos en las plantas de los pies á fin de aliviar el dolor de cabera, y dejar mas libre el cerebro, para que pueda obrar con mas desahogo. Cuando el estimulo producido perlas plantillas no parezca suficiente, se aplicarán á las pantorrillas, brazos y nuca, y aun sobre ia boca del estomago con igual indicación. Se pue- de conceder á pasto el agua con vino, ó aguar- diente, mezclando tres onzas de este con cada dos libras medicinales de aquella, como también algu- nas cucharaditas de la mistura siguiente.—Tinct. qq, sem. lib. stract. id sem. drach. tinct, theb. S2 sem. serup. o!, cinamom. sem. scrflp, sirup.au- rant. une. unam. De alimento, caldos bien sustanciosos, pero sin gordura alguna: podrá cunsentiisele una sé ínu- la ligera, una poleaditu. y un poco de vino (si lo apetece) sobre cualquiera de edas cosas. To- da especie de compota muy co ida, y qu« lleve un poco de vino y cane'a es muy del ca&o. El que tome un poco de té, ó de ponche bien ca- liente no es fuera de propósit-»: en una palabra todo aliiiu-nto ligero, imetute y bien caliente puede permitírsele, como igualmente la bebida de la misma especie; sobre lo que decidirá siem- pre el medico con relación á la costumbre del enfermo, pues el hábito ¡nfluve muihoen los di- ferentes sugetos y en los diferentes lugares. GENERO QUINTO, Calentura hética. -ta enfermedad que constituye un género de calenturas, semejante á las enfermedades c óni- ^cas por sus lentos progresos, forma el «punto .género del orden de las continuas conti- nentes. Su duración se entiende á los treinta ó cuarenta dias, y aunáañes enteros, poniéndose siempre el pulso mas frecuente oc-pues de co- mer. Los signos característicos son: el calor au- mentado en las palmas de las manos y de los pies, junto con la demagracion total, poco nu- trimiento que sacan de las sustancias de que m 83 se alimentan. Se diferencia de la tabe y tisis en que no la acompañan diferentes vicios de las entrañas como á dichas enfermedades: del tifo se distingue en que los síntomas aunque de mas duración no son tan violentos, en especial la debilidad que solo en los últimos dias pre- cisa á los enfermos á guardar cama. Divídele en esencial y sintomática, ó lo que es lo mis- mo en primaria v secundaria. Llamase cseueial ó primaria aqmda que ataca á individuos de una organización particular, ya sea hereditaria, ya adquirida por un mal iégimen de vida, por ecsesivo uso de la venus ó cosas connaturales, cuyos agentes cambiando en un todo la condi- tocien y aun la organización, inducen una pre- disposición, ó realmente producen dicha calen- tura. La sintcmnii' a ó secundaria es aquella que reconoce por cau a a'iíuna retropnlsion de en- fermedades exantemáticas, |as reabsorciones de materias purulentas, las obstrucciones y ecsidcera- ciones de las v ¡cetas contenidas en las cavida- des; pero sea esencial ó sintomática la dividen los prácticos en ti es periodos, según el orden siguiente. Primer periodo. En este que algunos llamn^ incipiente, suponiendo que por lo general es sin- tomática, se presentan los síntomas de la calen- tura continua que se ecsacerba después de la comida, c oa'es son ligeros calosfríos ú horripi- laciones poco notables, palidez del rostro, respi- ración algo dificultosa, pulse) pequeño, débil y algo ao lerado, aumentándose todos estos sín- tomas por la tur Je, y permaneciendo asi hasta 84 por la madrugada ene termina por una espei cíe de mador: la este nnacion principia á maní- fe.tarse á pesar de que suelen comer con ape- tito y digerir #)ien, las orinas están crudas, al- gunas veces rubras v turbulentas. Segundo periodo. En este que principia á los diez ó doce dias ó mas tarde, scoin una por- ción de circunstancias, edad, secso, enfermeda- des anteriores &c. los síntomas ya descritos co- mienzan á crecer, pues la consunción general es mas notable, y entre otras eminencias de hue- sos que se hallan desce.tüadus las de los pómu- los e.-tán mas considerablemente, y en la-i que se notan ciertas rojetas de color encarnado: la frente se pone lustrosa, y las órbitas corno si se tuvie-eu vacias: los labios y las orejas páli- das, y estas muy delgadas y trasparentes. Los en/ermos algunas veces no tienen sed, pero coan- do la tienen es «km- la tarde, el apetito se en- torpece, igualmente que ei oido, aunque en al- gunos sucede lo contrario: las costillas como la mayor parte de los huesos se ven señaladas y sin la gordura que las cubría, de suerte que pueden contarse é indicar sus apó'isés y des- igualdades. El esternón parece como pelado, los músculos del abdomen se presentan como descu- biertos ó disecado-, el hombligo hendido, los músculos muy flacos, lo5; recargos ó ecsacerba- ciones de la tarde son mayores, v los sudores por la mañana son ya bien decididos el pul- so se presenta mas débil, se asustan ce>n facili- dad, y sin embargo aparentan serenidad; unos tienen astricción de v¿euí..e v otros diarreas: se Í55 constipan con facilidad, y ya principian a ata- carse del pecho con alguna tos seca, y cu: rulo mas arrojan algún esputo de sangre: los pies se les ponen edematosos, tienen sudares en las ma- nos y pies, que cuando se suprim m aumenta la diarrea: se hac^n desdeñosos, nuda les compla- ce, ícdo lo quieren, nada les satisface, riñen con todos quieren curarse pronto, pues les parece reo tienen mayor indisposición, y ya en esto se hallan en le estado mas grave. T-'¡-cer periodo. Tienen entonces un gran aba- timiento y pérdida de fuer/as, la estenuacinn es estremada, se fatigan cuando andan; la piel es- tá seca y como negrienía, tienen ardores pasa- deros, pero constantes y muy intensos en las pal- mas de las manos: las uñas'están líbida^. y al- gunas veces se caen lo mismo que los dientes y los cabellos: el blanco (lelos ojos se pone acu- lado, v como de color de perla, la lenirua es- tá ó muv encamada ó como mortecina, la vez se disminuye, la piel se pone de un color pá- lido, y en algunos subictérico ó de un color par- ticular inesplicable, las ecsaeeíbaciones son inten- sísimas, e1 calor inmoderado, los sudores copio- sos y fríos generales de medio cuerpo arriba, la edema de los pies y piernas se aumenta, las ori- nas salen con una nube acetosa, vienen diarreas ó disenterias, y por lo regular la muerte. Cansas. Todas las causas ó principios esci- tantes que espusimos en la etiología general de la calentura pueden serlo de este género con al- o-unas otras que veremos en sus especies: tales son algunos vicios orgánicos, los varios vicios es- S6* pecíficos como el venéreo, el escorbútico &c. f en fin todo lo que deprabe la nutrición y la crasis de los humores, y mas principalmente el sistema nervioso, que faltando su influjo en el res- to de la ecooeimfa animal, puede producirse en- tre otras modificaciones morbosas la calentura hética. Las pasiones de animo tristes, el mal uso de las cosa1- que llaman no naturales, [no tienen poco poder pura cansar esta calentura. Pronóstico. Es por lo general peligroso, pe- ro Mempre con relación á los grados del mal, fuerzvs del enfermo &c, pero siempre es menes- ter pronosticar con mas reserva cuando la en- fermedad se llalla "en el tercer período, en cuyo ca- so es mas eludosa la vida del enfermo, que no en el seouio'o, mucho menos en el primero en que se puede conseguir perfecta curación, si ten tii upo nos oponemos á los progresos del mal. JVias si es hereditario será mas difícil de desarraigar que la adquirida, y por tanto mas peligrosa: sin embargo hallándose en los prin- cipios puede obtenerse la curación, ya sea va- riando la constitución si es hereditaria, ó va corrigiéndola si es adquirida por un mal légi- men de vida. Curación. No puede ser general respecto á que como son distintos los principios producto- res que las cansan, cada especie ecsige distinto tratamiento. No obstante estableceremos en ge- neral algunas reglas útiles á todas las calentu- ras héticas. Como en estas aun no se conoce el vicio que las causa, si está en los sólidos ó si las forma alguna acrimonia ó descomposición , 87 humoral, no podemos dar una medicina espe- cifica directa que pueda descomponer, arrojar ó neutralizar el estímulo febril; v en e>te t\»>o Ia medicina cumple con ponerse de parte de i.» naturaleza, proporcionánd» le fuerzas para que ella por aquellos impulsos automáticos, o bien sea lo que llamamos fuerza medicatns, pue- da acaso descartarse del estímulo morboso, ó a lo menos resistir su influencia dañosa. Esto se consigue con una dieta dulcs v analéptica, un plan corroborante medicinal, evitando las san- grías aun en ca-o de supresión de evacuacio- nes: las primeras vías deberán estar limpia^; pe- ra sin emplear para ello evacuantes que debi- liten demosiado. Entre lo> alimentos fáciles se recomiendan las leches, y con preferencia la de burras; pero debe darse a! nmmo tiempo la tintura de quina: igualmente ,se han recomen- dado las jaleas so ufarán los alimentos mas ino- centes, y ne> deberá seguirse tenue y rigorosa. Estos enfermos ne> deben edar en la cama con- tinuamente, y cuando tstén que sea con poca ropa v una habitación de un temple regular, se ¡es permitirá ejercicio en las edras mas templa- rlas del día y en sit'ms que corra aire mas pu- ré), el ejercicio pasiv» merece I s preferencia, como el de eoc'io, la equitación Sea. el de á pie moderado también e.s útil, Los aires mari- nos nativos, principalmente los del Norte se re- comiendan igualmente corno también los baños. Es asimismo preciso proporcionar á lo> héticos una alternativa agradable de objetos, v los pla- ceres de una sociedad estrangera. Se aiejarán 88 los compromisos austeros y los cuidados domes- ticos, y sin huir los caminos de la moral cris- tiana se les concillarán los efectos de una vi- da libre, Primera esppcie clorotica d amatoria. Llama- se también fiebre blanca ó de las vírgenes. Cuan- do estas han llegado al periodo de la* apari- ción de las reglas, padecen una alteración con- siderable en sus facultades físicas v morales, pier- den aquella indiferencia que caracterizaba sus acciones en la inrancia: su semblante manifies- ta la tierna sensibilidad y viva penetración da su alma, no pueden mirar á ciertos hombres, sin considerar que ellos podrían formar la me- jor parte de sus ideas. Síntomas. Bien pronto esta pasión lisongera toma cuerpo y forma ia principal ocupación de su espíritu, presentándose á veces ob-taculos in- superables para llegar á poser el objeto de su pasión y deseo: huyen de la sociedad para ocu- parse continua é inme liara mente en el objeto amado, padeciendo constantemente una vioiha continuada. A estos desarreglos morales suce- den los físicos: desaparece el apetito, sobrevie- ne la supresión del flujo menstrual: se hacen malas digestiones, mala 9anguificasion, peor .nutrición &c, resultando de arpii la extenuación, y demás caracteres descritos en el ^énero. ^ Curación. La posesión del objeío° amado se- rá el único remedio en este caso, y esta sola in- dicación satisfará todas las demás, que ni la dieta ni los mejores cordiales son capaces de completar. También acomete la hética clorotica 89 á las vírgenes sobre los trece 4 catorce años, por supresión ó retención del flujo periódico. Las jóvenes acometidas de esta enfermedad, tie- nen el apetito deprabado, su color es pálido y aun amarillo, mas los ojos se les conservan blan- cos, circunstancia que distingue esta de la hic- tericia; en una palabra tienen todos los carac- teres de la clorosis, y la estenuacion sensible acompañada de la calentura, cuyas ecsacerba- ciones son constantes después de comer. Para la curación de esta especie véase el tratado de amenorrea. Hay otras especies de ca- lenturas héticas que tienen diversos nombres se- gún la causa que los produce, tales son la in- fantil, la sifilitica, escrofulosa, verminosa &c. mas todas están reducidas por Cullen á su espe- cie, donde pueden verse. ARTICULO SEGUNDO. Calenturas co?itiuuas remitentes. ■^Aquellas calenturas que sin dejar libres á los enfermos, y se observa no obstante en ellas algunas remisiones v ecsacerbaciones en tiempos determinados, se llaman remitentes continuas. Estas tienen una naturaleza mediana entre las continuas y las intermitentes, y en su curso son tan semejantes á las continuas, que si no se pone una grande atención no se pueden uis- tiD^uir de ellas. 30 La* calenturas de ede orden son srlceptí- bles de tolas ias variaciones y modificaciones que las continuas, por lo que pueden dividir- se en benignas y malignas, continuas, esporá- dicas, epidémicas y estacionales. E-tas son mas f calentes, particularmente en el estío, porque al influjo de los ardientes rayos del sol, suelen seguirse las remitentes biliosas, que los antiguos llamaban ardientes; aunque también en el ri- gor del invierno y principalmente (le primavera, se presentan por lo regular mas ó menos remi- tentes catarrales. La- han dividido en regulares é irregulares, porque siguen un orden cons- tante sin paragismos, y por su irregulari- dad las han llamado anómalas, a*-i como por razón de los estímulos las han dividido en bi- liosas, catarrales &c. En cuanto á sus causas y pronóstico se ten- drán presentes las nociones que se dieron eu la etiología genera! de la calentura. Ll método curativo deberá determinarse se- gún la* especies, y solo se dirá en general que es preciso principiar evacuando las primeras vías con un emético, siempre que no hava contrain- dicación, pues en este caso se sustituirán los pur- gantes suaves, y con [referencia ias sales neu- tras: las sangrías son muy perjudiciales, corno no haya una plétora muy decidida, los tónicos y los marciales timen mucho lugar administra- dos en las remisiones, por último deberá;, tener- se presentes en la curación de Lis calenturas remitentes tojas las precauciones y reglas esta- blecidas en la cura general de las calenturas. 91 Pertenecen á c te orden la cuotidiana re- mitente, la catarral, la perpueral, la biliosa 03- quisitu y la hemitritea. gi nf.ro ?hí:.:ero. Calentura cuotidiana nmitente. s aquella que sin eV¡ar al enfermo en una ent'ra apirecsia, casi desaparece diariamente á periodos lijos para volver á manifestarse bajo el mi*mo orlen. Se divide en verdadera ó esquisita, y en espúrea ó bastarda. La primera es aquella en que ¡as ec-esiones principian por la mañana y remiten á la tarde ó á la noche: y la segunda oue también han llamado vespertina, es aque- lla en que principian por la tarde ó de noche, y remiten por la mañana; eda es la que ad- miten los autores por mas frecuente, pues la otra es muv rara. Acomete á los niños, las mugeres y todos los de una edad abalizada, de un tem- peramento delicado, de libra laesa, los que usan de alimentos poco nutritivos v erroseros, los de v¡da sedentaria (fue padecen debilidades de es- tómago ó eii-pecsia, los caqueticos, finalmente to- dos los , que aunque con tardos pa- sos conduce al enfermo al sepulcro. Aunque por todo lo dicho tenga propen- sión esta calentura á degenerar en una lenta con- tinua, sin embargo ínterin no llega este caso es menester no confundirlas, lo que es muy fácil atendiendo a las circunstancias siguientes. El calor en la calentura hética es igual, se au- menta después de comer, y vuelve al cabo de algunas horas á adquirir su primer estado. En la cuotidiana por el contrario, se ma- nifiesta siempre a la caída de la tarde, hava ó no tomádose alimento sigue aumentando hasta la medía noche, después principia á decaer has- ta la madrugada, en que el enfermo se halla en un temple regular. El pul-o en la hética se ma- nifiesta duro y contraído las mas veces. En la cuo- tidiana lleno y blando: en aquella el cutis está ári- do, seco y caloroso, síntomas que de ningún mo- do se observan en esta: la hética primaria ó esen- cial, guarda el tipo de una verdadera cont ínua continente, cuando por el contrario, la cuotidia- na lo observa de continua runit ufe; v aun cuan- do la primera sea sintomática, v sus a cesiones y remisiones se parezcan á la cuotidiana, se di- ferencia todavía de esta por observar un tipo erra- tico ó variable, y p >r el conocirnieíOo ,V ¡as enfermedades ¡pie hi uoompañan ó !<• bao pre- cedido: por ultimo la h¿:i,a reconoce p<*r cau- sas la impresión de agentes «pie resecan calien- tan y esteralan con especialidad cmuido encimn- tran predisposición en el sugeto; pe»r la inversa de la cuotidiana, que como se d'jo hablando de sus causas, es debida a todas las que reif igeran, i relajan y aumentan lu humedad en nuestro só- lido. ? Pronóstico. El de esta respecto á Es síntomas que la acompañan v sngetos á quienes general- mente acomete, y sus mouos de terminar, no pue- de ser el mas favorable; no obstante caracteri- zando bien esta calentura desde el principio y tratándolas metódicamente, estando siempre a las miras de sus terminaciones podrá prometerse al- go bueno, principalmente cuando habiendo pa- sado los catorce dias arroja el enfermo una gran. cantidad de orinas, el vientre va disminuyendo poco á poco, las accesiones no son tan prolon- gadas, y el enfermo se encuentra ágil y me- jorado. Curación. La primera indicación que se pre- senta ordinariamente es evacuar los materiales saburrosos, contenidos en primeras vias, y au- mentar la acción de las secundas, á fin de que ejer- ' zan sus funcione» con energía y regularidad, ' para ello sirven las sales neutras después del ■ emético vegetal en dosis proporcionada á esci- ' tar solo la nausea, y á producir un estímulo su* fic'iente á aumentar la acción del estómago J demás visceras, v.remover los materiales de pri- meras y segundas vias, para ello se disuelven do- ce ó diez y seis granéis de hipecacuana en ocho ó diez onzas de n«ua, v se dan cucharaditas de tinco en cinco minutos mas o menos con res- pecto á la edad, secso, constitución eco. des- pués de seis en seis horas un posillo de la in- fusión siguiente. Tinct. qq. lib. rad. rabarb. drach. duas. carbonat abthint. et ferri aa. scrup. coque ig- ni lcnt. s. a. S*on cuatro dosis que tomará en las prime- ras veinte y cuatro horas. Al segundo día toma- ra la mitad, al tercero la cuarta parte, después tic cuyo tiempo volverá a tomar otra porción de la hipecacuana en mimos dosis que la vez pri- mera, aunque con el mismo objeto, alternando de este modo con la infusión dicha hasta que se consiga el fin deseado. Siendo útil tener el vientre libre, conviene que por bebida usual tome la infusión de rui- barbo en agua caliente hasta romper el hervor, ó bien echar en la misma agua de que ha de usar comunmente, un pedazo de raíz, ó traer* lo continuamente en la boca. Son maravillosos los efectos que ha produ- cido este medicamento, pues á mas de la vir- tud purgante que posee, g>/a igualmente de una fuerza tónica, que se comunica con mucha energía á todos los sistemas, principialmenteal digestivo, sobre el que obra inmediatamente, y 96 mucho mas cuando se dá maridado con la quina. GENERO SEGUNDO. Calentura catarral. i afección de cabeza, narices, bronquios que denotan supresión de la materia tran-pira- ble, dan lugar á esta calentura, invade con es- pecialidad en el invierno, primavera y otoño; regularmente se manifiesta por la tarde por re- petidas horripilaciones, mas bien que por un frió fuerte. Síntomas. Sigúese á este estado un ^rado li- gero de calentura que se aumenta ha.-da la me- día nache en que remite, dura esta hasta el día siguiente por la tarde: hay al mismo tiempo co- risa, lagrimeo y rubicundez de ojos, a:guna ron- quera, titilación molesta de la laringe, tos bas- tante importuna, las mas veces seca, dificultad de respirar y aun dolores en algunas partes del pecho ó de los lomes, v general de todas las articulaciones y de los miembros, juntan-e á es- tos síntomas el dolor ó pesadez de cabeza, la debilidad ó lascitud de todo el cuerpo, inape- tencia, gusto deprabado y «ed. De este modo sigue sus tiempos observando constantemente sus remisiones y exacerbaciones vespertinas, entran- do el pulso en ellos mas ó menos alterado se- gún el estado, violencia de la calentura, tempe- ramento del enfermo &c. A medida que la ca- WlVrflJ í>7 lentura se adelanta, se presentan sudores abun- dantes, principalmente al tiempo de las remi- Mones se promueve la espectoracion, la evacua- ción de moco por las narices v á veces la de orinas n blindantes. Pio>ar(i-n, (!o,no algunas veces toma el ca- rácter de eíc.m"\i, otras de u';nx;i &e. no sien- do í'straño que -e complique con la bitn^a v que la atv-ioo contiena eompue-da *de e.s'os dos e-üiiiulos, poluta una calentura* mista: asi co- rno es bastióte frecuente «pie el estimulo c it.ir- ral determine su ac; ion á la pleura, puimon, hi- gaelo &c, dando origen á la aparición de nue- vos síntomas denotan ía aíeccion de estas par- tes, siendo frecuente que cuando este estímulo obra demasíalo tie^mpo en alguna parte llega á producir rehuma; íinaimetite como que con ar- reglo á una infinidad de circunstancias se pre- sentan diversos síntomas que dan a e-tas calen- turas los caracteres dichos, se deberá deducir su pronóstico de la mayor ó menor inlenu.Ud, violencia de los síntomas, su naturaleza, de la mavor ó menor espectoracion, de la naturaleza de esta, y de la agilidad, disposición, facilidad en la respiración, y libertad eu el ejercicio de las funciones todas. Asa cuando la cantidad de la e-pectorücioñ no corresponde al grado de vio- leticia con que han afectado ¡os síntomas, cuan- do la respiración se ha acelerado por un leve ejercicio ó movimiento, cuando el enfermo aun d^pues de libre de calentura siente una espe- cie de pesadez ó fatiga; de ningún modo será libre el pronostico, pues la espenencia dice eme .98 los mas al cabo de tiempo son victimas de im acaso, que habiéndose formado en el pulmón un quiste al romperse ha sofocado al paciente. Curación. Como toma según está dicho el carácter de efémera, ó ya el de sinocal, ner- viosa &c. y habiendo dicho de cada uno de es- téis géneros en sus respectivos lugares, solo res- ta añadir que dependiendo esta calentura en ge- neral de la supresión de la transpiración; to- das] las indicaciones deben dirigirse á su resta- blecimiento, por lo qeie las infusiones teiformes de las plantas sudoríficas, el abrigo, una die- ta moderada, y en fin todos los medios capa- ces de disminuir el espasmo perisferico, á fin de facilitar el sudor, deben emplearse como los me- dios mas adecuados á la Índole de esta, no sien- do el que menos preferencia tiene el emético: que á mas de facilitar la evacuación de las con- gestiones pituitosas, biliosas &c. es un medio de los mas poderosos de escitar el sudor v dis- minuir el espasmo: se tratará al mismo tiempo de moderar los síntomas catarrales por medio de los medicamentos calmantes y emolientes: en una palabra se satisfarán las indicaciones que presenten los síntomas que la acompañen, según su naturaleza y con arreglo á lo espuesto en las otras especies de calenturas con las que pue- de complicarse. ^y <# ¿y ¿sC*-& />zc-&¿'¿^ s¿*s^-¿ie-<*~: vómitos de distin- tos colores, y sabores por ráceos eruginosos y atra- biliarios, que queman las partes por donde pa- san, y entorpecen los dientes: no faltan congo- jas, dolores en lo- hipocondrios con flatulencia, inquietudes, v un sumo le.eo de beber agua fría acciduiada, y de inspirar aire igualmente frió, hieio el sudor quo es ni loroso: se suelta el vientre con materiales flavos como de haber to- mado ruibarbo, fetidísimos con Matos de la mis- ma Índole. Las orinas salen azafranadas, espu- mosas v gr«esas. L i sangre que se saca por la sangriS, ó esta perfectamente rubicunda, ó con costra inflamatoria, muy amarilla, el suero amarillea también; y se ha encontrado amargo. Meóos frecuentes son" en esta calentura, las pe- tequias lenticulares, miliares, rojas, los carbun- clos, bubones &c. (&1). Débese advertir asi mismo, que no to- dos se ha van siempre del modo y con el orden que hemos espnesto, pues concurren en cada su- geto circunstancias que mas ó menos las hacen (#) Estos son los principales. 105 variar, sin que por esto mude de carácter el mal. Suele asociarse muy fácilmente la calentura biliosa á cualquiera otra enfermedad que la ha- ga de peor Índole, por ejemplo á las inflamato- rias, y aun de aquí tuvo tal vo z su denomina- ción la calentara ardiente, cu va caiea 'prócsi- ma establecen muchos en una angiedess uni- versal del cuerpo. Llamóse la biliosa en algún tiempo continua remitentente, semi-terciana, ó hemitrití»a, y también triteaophia, ó continente. Los antiguos llamaban thiphode, epiala, leypi- ria &c. pero con mas propiedad es llamada por los modernos biliosa. Acontece alguna vez <|iie al rematar la ecsaserbaen n el humor vi- ljforme que ii.bia de ser transportado por los sudores, quede detenido en algunas paites del cuerpo, bien sea por que Inva demasiada tur- gencia biliosa, ó porque la debilidad de la par- te es mucha, ó por otras, causas todavía incóg- nitos, de a«,ui vienen b^s diversos defututos de la bilis en varios sities y ce n efectos varios. Con contepe mani- fiestan por un dolor periódico, que afecta el bra- zo, la rodilla, il hipogastrio &c. no sieudo es- trañado vengan acompañadas de todos los sín- tomas que le preceden á las intermitentes. Sin embargo muchas veces ni se observa ninguno de estos sintonías, y solo se manifiesta el do- lor periódico, en cuyo caso les han dad<» al- gunos el nombre de larbada: tales son U hemi rasnea, oftalmía, adontalgia, dolores có- licos, cardialgía, asma, epüecsia, histerismo y otros afectos que observan el tipo cuotidia- no, terciana!io &c. aunque si vale decir la verdad mas bien pertenecen e tos á las enferme- dades periódicas que a las calenturas. Por la duración de los parogismos, las han dividido en esquisitas ó verdaderas, y en espú- reas ó bastardas: las primeras u aquellas cuyas accesiones y síntomas no pasaban de doce ho- ras, y bastardas cuando se prolongaban mas allá de este término, á las que también solian lla- mar subcontinuas, si las accesiones se subseguían casi sin intermisión. Según los síntomas que las acompañan, lai han dividido en comitatas y no comitatas Las primeras son aquellas que son acompañad is de siucope, letargo, cólera morbo, apoplegia, diarrea 1I« &c. las cuales toman el nombre del síntoma que mas sobresale en ellas, y que por tanto llaman sincópales, caroticas, disentéricas &c. siendo to- das ellas perniciosas, del mismo modo que las subcontinuas. Las segundas son todas las que no vienen acompañadas de ninguno de estos sinto- nías funestos, y sí solo de los propios á esta es- pecie de calentura. Einalmeute, las han dividido en autumna- les y vernales, según la estación en (pie se pre- sentan. Las unas reinan por lo general desde agosto hasta febrero, y las otras desde este úl- timo hasta aquel, sieudo estas de mejor Índole y de mas fácil curación, observándose no pocas veces venir acompañadas de síntomas 'nflaina- tonos, lo que sucede generalmente cuando aco- mete á sugtdos robustos, á quienes algún esceso en su modo de vivir, unido á las causas gene- rales productoras de las intermitentes, han da- do origen á estas calenturas. Puede á mas de las divisiones espuestas agre- garse oirá que suele observarse con bastante frecuencia, cual es la de intermitentes sintomá- ticas. Estas de ningún modo son debidas á las causas generales de las intermitentes, v si solo algún daño particular de las visceras, por tan- to es sumamente necesario conocerlas y diferen- ciarlas, pues para su curación no ecsigen de ningún modo los febrífugos, administrade s in- mediatamente, sino los medicamentos capaces de corregir la causa que las produce: por eso se deberá tener mucho cuidado en el modo y ho- ra de invadir los síntomas que las acompañan 117 y su modo de terminar, pues por lo regular no se presentan evacuaciones críticas, ni son seguidas ele aquel grado de debilidad que es propio de Jas verdaderas intermitentes. Espuestas ya las diferentes divisiones y denominaciones que se le han dado á este género dei calenturas, pasare- mos á esponer el orden con que se presentan sus síntomas. La accesión de toda calentura intermitente debe dividirse en tres estados: primero, el de frió: segundo, de calor, y el tercero de sudor, al que se sigue la apirecsia ó intermisión, cu- yos estados podrán leerse en la curación ge- neral de las calenturas; con diferencia que en estas la duración del frió es incierta, pues unas veces es de cuatro ó cinco horas, otras de me- dia, «le una, y continuamente de dos, é igual- mente varia en razón de la especie de calen- tura, pues en la cuedidiaiía la accesión del frió es muy ligera; en la terciana es ya mucho ma- yor, pasando á lo que se llama vigor, siendo sin comparación mucho mas escesivo en la cuarta- na, tanto en intensidad como en duración, por lo que debe considerarse este estado como el mas peligroso de todos, en razón de la lenti- tud con que circuían los líquidos, y del espas- mo que produce e! frío en el sistema circula- torio, que á veces el calor no es capaz de des- truir. El periodo del calor varia del mismo mo- do en estas calenturas, en razón de la especie de calentura en que se presenta, pues en la cuotidiana es moderado, muy ustivo ó ali- tuoso en la terciana, y algo menor en la cuar- 118 tana, no correspondiendo jamás este a lo muy intenso del frío. La intermisión varia asimismo por razón del orden con que se suceden los pa- rogismos, los cuales aparecen y desaparecen, si- guiendo constantemente los trámites que acaba- mos de esponer. Causas. Las de las intermitentes son prócsi- mas y remota-. Entre la inmensidad de opinio- nes con que gran número de hombres célebres han llenado innumerables páginas, con el objeto de determinar la causa próesima de estas calen- turas, la debilidad de las fibras establecida por Homé parece conformarse mejor con la espe- riencia, si atendemos á las virtudes y modo de obrar de los medicamentos, á favor de los cua- les ceden estas afecciones. En cuanto á las remotas lo son todas las que pueden causar la calentura en genera!; pe- ro á mas hay algunas que parecen concu rir con eqiecialidad á producirlas: tales son los es- cesos en las comidas, ptincipalmente cuando es- tas son crudas, las aguas frías, cuando se está sudando, las vigilias prolongadas, malos aires, particularmente los que están impregnados de gas hidrógeno, y otras sustancias aeriformes me- fíticas que salen de los pantanos ó sitios don- de hay corrupción de animales y vegetales, y a-i es que por una observación constante, se sa- be (pie los habitantes de pueblos que tienen in- mediato algún pantano ó bosque inculto, están espuestos á padecerlas, porque despidiendo es- tos sitios continuamente entre otros gases el hi- drogeno que produce dichas caleuturas, y mas 119 si están situados al oriente de la población, por- que como al amenaeor sopla constantemente el aire de levante, conduce á ella el mermen de las intermitentes y otros males. Esta perniciosa localidad hace desgraciadas generaciones ente- ras, y la sabia policía de acuerdo con la me- dicina, debe tratar de remediar semejantes ma- les; conocidos estos si no se consio-ue remediar- los enteramente, debemos tratar de precaver su consecuencia, teniendo siempre enniado de cer- rar ias puertas y ventanas que miran al Orien- te, prine ipalmente por la. mañana, no saliendo ;d campo anle.s temprano, hasta lauto que la luz solar descomponga' ei hidrogeno, y haga que- el. oc»ige 10 se -desprendí de los vegeta'cs, y cuando el viento ha disipado las eeshalacio- nes pernio/fosis 'qife se forman de noche, y en caso de saíir deben hacerlo bien alim -ntados, tomando una cantidad de vino ó ao-wardiente ion io que aonientan las fnerz.s centrales, y ha- lan que bs liqu¡ch»s íc aboepien á la perife- ria! del cuerpo, lo que impide en algún modo la :\b orcion e!¡> los mi asmas, resi tiendo igual- mente á su impresión. Pronostieo. ídien sabido es de tolos los que ¡iroíean la me'ücina aquella sentencia de Hi- pócrates (Pebres quo'¡nmque modo inieimiterinit ¡erieulum /labore \si(¡nijicaivr) sin embargo, es- to solo debe entenderse * cuando son simples ó benignas, en cuyo [caso nada hay que temer, ¡ucs ceden faeilmenle al u-o de los remedios, v aun á veces pueden terminar por si solas an- tes de la séptima ú octava accesión;.mas cuan- 120 do pon perniciosa?, ó cuando vienen acompaña- das del síncope, de la apoplegia, de la disen- teria &c. se debe t mer mucho cuidado, pues suelen, quitar la vida antes de la tercera acce- sión. Asimismo deberá atenderse para formar un pronóstico acertado á la mayor ó menor vio- lencia de los síntomas, el orden que guardan en presentarse y en desaparecer, la ostensión en que sobrevienen, la constitución del individuo, pues por h» general la cuotidiana es mas lar- ga que la terciana; mas no tanto como la cuar- tana que suele estenderse á muchos meses, y aun años: del mismo modo las intermitentes verna- les son mas benignas que lasque vienen en oto- ño, unas y otras son menos rebeldes cuando son en sugetos jóvenes, robu-tos, bien constituidos que ejercen con regularidad todas sus funcio- nes, y en quienes se presentan con el orden de- bido los parogismos, guardando estos al mismo tiempo un tipo determinado, pues cuando signen un orden errátioo, y mucho mas cuando las cuartanas pasan ó degeneran en cuotidianas, suelen por lo regular venir á parar en una ca- lentura hética, lo que generalmente sucede siem- pre que no se observa en su tratamiento un buen régimen curativo. Curación. Aunque todas las intermitentes son por lo general debidas á unas mismas causas; sin embargo como pueden atacar á individuos de diferente constitución, presentarse en las es- taciones de otoño ó primavera, guardar e1 tipo de cuotidiana, terciana, cuartana &c. son esen- ciales ó sintomáticas, benignas ó perniciosas &c. m ecsigen respecto á su método curativo una por- ción de consideraciones que vamos á esponer. Las que siguen el tipo tercianario se ma- nifiestan con especialidad en sugetos biliosos y coléricos, por la estación del estio, viniendo acom- pañada de una congestión biliosa en primeras vía*, eructos eruginosos y vómitos biliosos, sien- do muchas veces degeneración de las calentu- ras bi!ií>kas, á las que la terciana suele pa- sar eou frecuencia. Por el contrario las inter- mitentes, cuedidiana y cuartana, afectan por lo corren á sujetos débiles, flemáticos, de un tem- peramento melancólico, viniendo siempre acom- pañó das de un estado de atonía ó debilidad ge- nera!, de una palidez eeeesiva, una lengua muy crapulosa, y algunas veces vómitos flemáticos, ó pituitosa, jmitu á todos los demás síntomas de tlipecsr.i, por tanto, debiéndose arreglar el mé- todo cerativo á la naturaleza de Ja enfermedad, y á los síntomas que la acompañan, parece que la primera indicación que se presenta en las del genio tercianario, es preparar los materiales con- tenidos en primeras vías por un ligero digestivo que deberá administrarse el dia intercalar. El mismo dia de la accesión se le mandará tomar al enfermo un en étieo antimonial, en cantidad suficiente á evacuar la bilis superabundante derramada en primeras vías, antes que se pre- sente la accesión, con lo que suele esta dismi- nuir considerablemente. Luego que principie la invasión del frío se le mandará una o dos ta>as de cualquiera infusión sudorífica.bien caliente, $omo la manzanilla, flor de saúco, vino agua* 122 do &c. para que por medio del calor se pro- duzca un movimiento de reacción en el siste- ma que disipe el espasmo y acelere la venida de la calentura ó segundo periodo, prohibien- do absolutamente cualquiera otro liquido de que quiera usar por ser enteramente ageno de tales circunstancias; mas luego que llegue el calor se le podrá conceder beba libremente de la infu- sión de la salvia, del suero de leche, doble ó vinoso, cocimiento polícresto, ú otra cualquiera bebida áccida, continuando de este modo has- ta terminar la accesión del sudor, para en se- guida principiarle á administrar la quina del mo- do siguiente. Una onza en seis papeles, de los cuales á las dos primeros se les añadirá una dracmi del crémor de tártaro, con el fin de mover el vientre y asegurar sus efectos, se to- mará el enfermo el día intercalar desde por la mañana de hora en hora con sus intermedios de caldo. No es óbice el método propuesto para que se le pueda permitir al paciente alimento en es- te dia con el puchero, sopas, vino &c. Coci- miento polícresto por bebida usual, la infusión de manzanilla ú otra de su especie. Al dia si- guiente que será el de la accesión, se repetirá una dosis ierual de quina, pero graduado el tiem- po que deba mediar de una toma á otra, de modo que se haya consumido toda la cantidad á la hora de la accesión, debiendo precaverse de no comer basta cerciorarse de la falta de la accesión. De este modo se continua ínterin no lleguen 1-23 á desaparecer las accesiones; mas luego que se ve- rifiquen se comenzarán á disminuir las dosis de la quina, administrando por tres ó cu dro dias onza y media dividida en dos dracmas por la mañana y dos por la tarde; después dos por dia, y últimamente á una ha-ta resiablecerse. Mientras se conserva este régimen no de- berá esponerse al frío de; la tapie, y se abstendrá igualmente de todo alimento refrigerante, acuo- so y flatulento; finalmente un buen aire, y un moderado ejercicio, particularmente á caballo conducen mucho para una corta convalecencia. Ni siempre puede seguirse rigorosamente el régimen propuesto, pues sucede con frecuen- cia venir las intermitentes vernales unidas á una diátesis flogistica, ó á un e-tado pletorico, p; ¡ncipalmente afectando á sugetos sanguíneos, jóvenes, robustos &c. y de quienes se dijo an- teriormente eran acometidos de estas calenturas siempre que algún esceso en el modo de vivir favorecía sus causas generales. En este caso es menester mucha cautela en la administración de los febrífugos, y con especialidad la quina, pues á veces con el uso de esta, de intermitente que antes era pasa ,á continua, cuando por el con- trario con sola la administraciun de los accidos con el vino caliente, que es un escelente sudo- rífico, suelen quitarse muchas veces, siendo qui- zá esta al mismo tiempo la única especie y en la única estación que conviene la sangría. Iguales advertencias pueden hacerse con res- pecto á los febrífugos en las intermitentes sinto- máticas, pue» no siendo debidas 4 las causas 124 generales de estas calenturas, y reconociendo so» lo por causa alguna afección catarral, rehumá- tíca, tuberculosa &c. solo tienen lugar los me- dicamentos propios para destruir estas enferme- dades, y por consiguiente sus síntomas. En la cuotidiana y cuartana, como los ma- teriales biliosos no ecsisten como en la terciana, y sí solo materiales mucosos que no reconocen otra causa que el estadQ de atonía del sistema, v con especialidad del mismo estómago, es me- nester procurar su evacuación por medio de un emético vegetal, que al paso que desembaraza las primeras vías de estos materiales, corrigen el estado" de debilidad del ventiículo: per tanto se administrará la hipecacuana dos escrúpulos ó tres, ó cuatro gotas si fuere solo la corteza he- cha polvos, disolviéndolos en. un vehículo ade- cuado, después principiará el uso de la quina, como la terciana, con diferencia que las tomas deben ser mas tardas por la mayor intermisión que dejan los parogásmos. Si continuando asi por algunos días no lle- gan á faltar las accesiones, se podrá repetir di- cho emético bajo ia misma forma, y aun dar diariamente en la comida un medio grano con eji fin de mantener la acción del estómago por i#edio de! estímulo que producen; mas si ape- sar de la quina y todo lo dicho rio se cortan y el enfermo se fastidia, se pondrá en su lugar los cocimientos de infusiones de centaura uip- "nor, camedrios, camepitos de la árnica' monta- na, manzanilla &c. ó también la quina con los 125 ficcidos. Dos onzas quina, dos onzas sumo limo» ó naranja. Cuando eMas calenturas en razón de la len- titud con que circulan los líquidos, v del es- pasmo que produce el frío en el sistema circu- latorio, son seguidas de infartos glandulares eu las visceras abdominales, es necesario unir á la quina lo-* medicamentos aperitivos ó darlos solos 6 a-u Quin. une. duas caro, ferri une. una, sal. de tart, une. sem. lib. xn vino alb. ¡el. decnt íhamomillae. Todo en un baño de arena por espacio de veinte y cuatro horas y se va sacando por decantación la dcsis que convenga al enfermo. Stract. rabarb. et chinchón! drach. una. sapo- nis albi drach. duas. carbonatis ferri scrup. uno, fac pilulae, y se dará al enfermo seis por la mañütia v tre< por la tarde, aumentando poco á poco la dosis según su efecto. Stract. perol, drach. flores marciales g. 6*. galv. xv id. mirra fac, pilulae, dos tomas. JViuehas vecéis sucede qn» á las tres ó cuatro tomas faltan, mas vuelven á manifestarse á los doce,, quince ó veinte dias, faltando otra vez luego que se repite la quina; pero guardan- do casi el mismo periodo, vuelven acome- ter; esto depende, (stgun lo tenia observado Galeno, hablando de las ensis, y los modernos en estas mismas calentura-) de la influencia de la luna, pues desde el plenilunio, hasta el no- vilunio, parece influir este astro en nuestra eco*- nomia una e peeíe de debilidad que favorece el re- torno de estas enfermedades y las malas crisis, esta- do que se diaida con el nuvüunio y que permanece 126 hasta el plenilunio siguiente; por lo qtié procurará precaver el retorno dando por día dracma y media de quina luego que el plenilunio vaya concluyendo, deben esceptuarse de esta regla, las escepeiones cu- táneas que siguen sin orden inverso. Al mismo tiem- po que el enfermo usa de esto, todo se le po- drá dar por bebida usual cocimiento de la rubia de tinturas, infusiones de ruibarbo, tizana ape- ritiva con tar.aro marcial soluble, finalmente cuando nada de esto baste se podran emplear las friegas y el ejercicio. GENERO PRIMERO Calentura Cuotidiana. sLlsJ|ste es un género de intermitente en el qde las accesiones vienen todos los dias, siendo iguales, y dejando en las veinte y cuatro horas mas ó menos tiempo de apirecsia; se diferencia de la terciana doble, en que las accesiones diarias son casi iguales; presentándose regularmente á las nueve hasta las once poco mas ó menos, siendo asi que las dobles son una mayor que otra, alter- nando y correspondiéndose entre si, en térmi- nos que el primer dia dá la grande y el segundo la chica &c Se observa en la práctica en algunas cuo- tidianas, que sus accesiones se van haciendo tan largas, que duran las veinte y cuatro horas y asi como que se confunden las dos, á las que llaman calenturas subintrantes, las qae se acer- 1t7 •can mas ó menos á las remitentes según le mas ó menos corto de la apirecsia; p»'ro aun te aprocsiman mas a las que llaman duplicadas, en las que se observan todos los días dos ac- cesie i es, habiendo en cada una el estaño de íipirecsia, la división de lustres periodos Uc frió, calor y sudor, [$£] (%) El D. C. en su tomo de calenturas lleva que no í.ay fthíe continua /¡vducida por sinqulor Jcimento. Couo la ínciar.a »/ cuartana, que se habían equivocado los autores, adurtinndo tinos por cuotidiana la t< relava fJobh; otios la cuartana triple, y les mas 4u iivjátiea accesio- nal de parte. Esta opinión que algunos (según la aparen. te resulta de observad: enes que tengan) gradúa. rán de paradoja, la comprueban el ie>t mouio de autores clasicos, la historia de la piepia febi<\ las causas que se asignan, y los twúio* ci.n que la atacan. Vamos al écsameu: si consultamos los autores, hallaremos que la cvntiiiii-uujué ion oíd- la para Aviceua, que Ja //«••;•• ó láctea. Que JUereurial dice no rió una en cuarenta unos de practica: que Ueister previene, que la mu- r.cr parte de las que repiten cada dia es de otra especie, siendo muy rara ¿a cuotidiu- diaua: que Sidenham, no la observó, á no ser (advieile) que alguno llamase tal, « tu terdam va doble, ó cuartana triple: y (pie lo mismo dice Mucbridc, "Lieotaud, BosquiÚon, y otros. En su hi'toiia se encuentra notable dijet enría éntrelo» mismos Pcqrer, Baglivio, é'c> describen la vie- 123 •ENERO SEGUNDO Terciana ¿JU'is que manifiestan sus accesiones cada tres días se llaman asi dejando al enfermo en el senterica,'y la llaman cuotidiana, otros la con- funden con la lenta, y catarral, los ma* con la terciana doble, o cuartana triple; y Lieotaud di- ce, que es un duende que aparece de noche con cara de dolor artrítico, rehumatíco ¿re Jilas to- dos condenen en que acometen á los niños, á los vie- jos, i los literatos y papelistas, á los delica. dos epie viven en sociedad, que duermen mucho, /lucos de estómago, digieren mal, y escupen á. me- n-ido. En sentir de Fernelio aflige también á las doncellas que tienen mal color, y están caqueti- íy segundo en Una total apirecsia consta de varias especies, las primeras rias con vomitivos y purgantes: l< s modernos procuraban corroborar los di Ules con estomacales ¿re. otros matan las lombrices con' Vermífugos, estos ó desobstruir con aperitivos, mar- ciales ecie terciana doble. Cuando vie- ne esta todos los dias siendo desiguales sus accesiones, y dejando intervalo aunque sea corto, y correspondiéndose las acceíiones entre si, de suerte que la del primero, se asemeja á la del tercero, la del segundo á la del cuarto: siendo mtyor la de los dias impares y la de los pa- res. Tercera terciana duplicada doble. Es aque- lla en que cada tercer dia dan dos accesiones mediando una verdadera apirecsia. Cuarta terciana triple. Es aquella en que se manifiestan dos accesiones el primero y ter- cero dia y una sola el segundo y el cuarto. QnMta terciana snbcontinua, 6 suvintrante. Es aquella en que las acciones se prolongan, de suerte que apenas hay apirecsia» repetición diaria nos testifiquen de fermento sin* guiar cuotidiano, pues este tipo, y estos síntomas se esperimentan siempre en toda dejeneracion de liquido, y son muy propios en las calenturas lin- fáticas de parte. Sirva últimamente de confirma- ción á. la opinión de C. .. .sobre la cuotidiana, la respetable autoridad del Señor Doille. E>te sa- bio editor en su nota al apéndice del tomo ter» cero de su obra pregunta y resuelve á favor d¿l punte en cuestión. 131 «ENERO TEnCER»'.' Cuartana. Ñauando los paroxismos repiten eonsíantemei- te de cuatro en cuatro dias asi se llama. Primera simple: cuando da un día y deja dos libres. Segunda doble: cuando dos días seguidos Son y uno libre. Tercera duplicada: cuando dan dos el día. dé la accesión con su apirecsia verdadera. Cuarta triple: cuando dan todos los dias correspondiendo la primera á la cuartana se- gunda 4 la quinta, la tercera á la sesta, &c. Quinta triplicada: la que tiene tres parogismos el dia de la acce-ion, otras tres el cuarto y asi sucesivamente cuando corresponde el tipo cuar- tanario. «ENERO CUARTO. t Hética. n nada se diferencia la curación de las demás á esta y sus accesiones, no tienen esacti- tad en presentarse, por cuyo motiyo se llama asi. IB i¡& CAPITULO III. Tratado de inflamaciones. kxJe dá el nombre de inflamación á toda ele- vación ó tumor, ya ocupe la supernue, ó lo interior del cuerpo, al que acompañe mas ó menos el dolor, la rubicundez, la pulsación, y la tensión. Si se recorre la historia d¿ la medicina; pocas materias se hallarán sobre que se haya formado mayor nú cero de teon ísos, Vansvieten añadió un aumen- to de celeridad en la sangre. Sauvages empleó toda su erudición matemática, todo el aparato científico del cálculo para esponer unos fenóme- nos, que pertenecen solo á la física vita!, cuyas leves aun no están bien conocida. Hosman y Ca- llen, siguiendo va otra senda diferente, presentan una nueva hipótesis en su espasmo de las es- terilidades arteriosas, y Brown empeñado en combatir la doctrina del profesor de Edimburgo, recubre á sus fuerzas estimulantes, y diátesis áojistica. ¿Qué nos queda, pues, que hacer ea 135. tm«í época en la que el gusto universal en to- dos los ramos de historia natural neis conduce á inducciones inmediatas que nacen de los he- chos observados* Oponer el modo de obrar de la naturaleza,- á los síntomas alternativamente adoptados ó proscriptos* si es ci-rto (pie la» enfermedades no depemlen mas qu>' del trastor- de las propieelades vitales, m lagar cual de etias es la afecta, para de este modo satisfacer las indicaciones. Ea naturaleza, pues, a| dar la ecsistencia á cada cnerpo le imprimió un cierto numere» de propiedades, (-?£) que lo caracteri- zan especialmente, y en virtud de las cuales concurre á su modo á todos los fenómenos (pie se desenvuelven, se suceden y encadenan inse- santemente en el universo. Dotó igualmente á todas las partes de la economía animal de un grado de sensibilidad determinada para cada órgano, y de contractilidad mas ó menos ma- nifiesta, según las funciones á que eran desti- nadas. Esia suma de sensibilidad, es la que compone su vida propia, y la que fija la natu- raleza de sus relaciones con los cuerpos que le son estraños, pero que se hallan en conctacto con M. Asi la cantidad regular de sensibilidad de la uretra la pone en relación con la orina, pe- ro si esta cantidad se aumenta como en la erec- ción, cuando llega á un alto grad i, cesa la relación; el canal se opone á un fluido, y no deja pasar sino el semen, que por su parte (*) Vitales, 134 tampoco guarda relación con la sensibilidad de la uretra, cuando no hay erección. Por eda misma razón los escretorios aun- que en contacto en las superficies mucosas con n ¡a multitud de fluidos diferentes que pasan ó se det'eriea en estas, jamas son penetrados por elbis. He acjui también como las bocas de los lactees que se abren en los intestinos, no chu- pan mas que el qui'o, y no absorven los fluidos que. se hallan mezclados con él, por que su sen- sibilidad no está en relación con ellos. Toda la teoría, pues, de las inflamaciones parece debe Jo íucirse á estos mismos principios. Se sabe qu • el sistema de los canales por donde circula la sangre, da nacimiento á otros innumerables vazos pequeños que no admiten mas que la pejrcion serosa de este fluido, como lo prueban incontrovertiblemente la ecsalacion ¿Porqué, pues, no pasan á ehos los glóbuh>s. rojos, á pesar de la continuidad? No es peír ia desproporción del diámetro, como creyó Bolierave, pues aunque la latitud de los vazos blancos, í ¡ese mavor que la de los rojo-:, no pasarían por ellos los gló- bulos de este color, mientras no hubiese una relación entre la suma de sensibilidad de e»tos va- zos, v los" glóbulos rojos; asi como hemos visto (¡ue el quimo. no pasa por el colidoco, aunque el diámetro de este coducto sea mayor que el de las moléculas atenuadas de losalimentos. Y como en el* estado natural la sensibilidad de los va- zos blaneos es menos que la de los rojos, es evi- dente que no puede ecsistír la relación que se necesita para la admisión de la parte colorada. 135 Pero si una causa cualquiera ecsalta las fuerzi» de los primeros, entonces la sensibilidad y con- tractilidad orgánica, sube al nivel de los segun- dos; se establece su relación v se verifica fácil- mente el paso de los finidos rechazados hasta entonces. lie aquí como las superficies mas es- puestas -á los agentes que ecsaltan la sensibili- dad, son también las mas espuestas á las infla- maciones locahv-; como se ve en la conjuntiva, en el pulmón &c. Entonces por lo común es tal, como ya he dicho, el aumento de sensibi- lidad, que de orgánica que era, se hace animal, y transmite ya al cerebro la impresión de los cuerpos estemos. La inflamación dura mientras subsista el esceso de sensibilidad, la que debilitándose poco á poco, vuelve á su estado natural; en- tonces también los glóbulos rojos dejan de pa- sar por los vasos blancos, y se verifica la re- solución. .** egun esto, vemos que la teoría de la inflamación, no es mas (pie una consecuencia natural de las leyes que presiden al paso de los fluidos, por sus diversos canales. También se advierte cuan infundadas son todas las hipótesis tomadas de la hidráulica, la cual casi nunca ofrece aplicación alguna esacta con respeto á la economia animal, por que ninguna' analogía hay entre una serie de tubos inertes, y otra de conductos vivientes, de los cuales cada uno tie- ne una suma de sensibilidad peculiar, que le pone en relación con tal ó tal fluido, y repele á Es demás, y que puede aumentándose ó disminu- yéndose por la menor causa, mudar su relación, admitir el fluido que repelían, y desechar el 136* que admitían antes. Esta esplicacion del modo de producirse la iricarnación, fundada en las leyes que presiden a todos los fenómenos vitales, parece estar esenta de los inconvenientes que se han to- cado hasta aqui, por haber querido esplicar los fenómenos de los cuerpos vivos por las leyes físicas, y no haber atendido á las diversas modificaciones de que son susceptibles las pro- piedades vitales. Han tenieio á toas un vicio general todas las teorías de las inflamaciones, á saber: el de considerar esta palabra como unívo- ca, y representando en todos los casos la mis- ma serie de síntomas, cuando se debe tomar en diferentes acepciones según tiene su asiento en las membranas mucosas, en las diafanas, en las glándulas, en el tegido del cutis, ó bien- en los músculos: pero estas partes tan diferen- tes entre si, cuando las comparamos por su te- jido, estructura, sensibilidad, y funciones orgá- nicas, no dejan por eso de tener ciertas rela- ciones comunes en las lesiones que esperimen- tan por una causa irritante. ¿No vemos, por ventura, manifestarse en ellas, aunque- en diversos grados y propor- ciones el color, rubicundez, tirantez, y dolor, cuyo conjunto se haya indicado por el ter- mino abstracto de inflamación, ai paso que se presentan los sinfonías propios á la afección de cada órgano? He aqui, pues, dos órdenes de síntomas que deben tenerse presentes en las inflamaciones: pri- mero, Unos que provienen de. la naturaleza del tejido'afectado, y otros que dependen del trastor- no de las funciones del órgano dondo se ha- 137 lia este tejido por ejemplo sea lo que friere la superficie serosa afectada, casi son idénticos el dolor, la naturaleza de la fiebre que le acom- paña, su duración, terminación &c. pero hay ademas dificultad de respirar, tos seca &c. si es la pleura la que padece, diarrea, constipa- ción de vientre vomito &c. ■ i lo es el peritoneo; lesiod de las funciones intelectuales, si la ara •- noides: pulso irregular, si el pericardio: &c. Los primeros síntomas que son los mas inqa.r- tuntes pertenecen á toda la clase, y los segun- dos son privativos de e te ó de! otro genero, pero estos son por decirlo asi accesorios, y de- penden de la inmediación del tejido afectado, con este ó el otro tejido. Según lo espuesto puede decirse t¡ue hay dos causas generales que hacen variar los síntomas en las enferme- dades. Primero la naturaleza del tejido afecta- do, pues sp>nin acabamos de decir, ia inflama- ción de cada tejido hace padecer de diferente manera: segundo, Ja naturaleza ele la enferme- dad; asi se ve qne el cáncer, sea el que fuere rl tejido donde se halle, duele siempre de «0 modo particular, y que los dolores venéreos, escorbúticos &c. tienen también* un carácter propio, aunque susceptible de alguna modifica- ción. Pero no sola la diversidad de los tejidos modifica la naturaleza de los síntomas, sino que diferencia también su duración, y ba- jo este concepto ninguna espresion hay mas ba- ja en la medicina que las agudas y crónicas, cuando se aplica á las inflamaciones de los di- 138 ferefiíes tejidos, las que concluyen rápida- mente su carrera en los tejidos dermoi- des, celular, seroso, mucoso &c. y al contrario con lecti'ud en los huesos, cartilagos, y fibro- Cíiriilagos. Estara esta distinción bien hecha, si se limita, á un mismo tejido que puede padecer catarros, inflamaciones, serosas cuta- ueas &c. agudas, y crónicas; pero no nos en- tenderemos con ella si se aplica generalmente. En efecto un catarro qne dura dos meses será crónico, pero este termino que es frecuente- mente el de una inflamación aguda de los hue- sos, no lo es ele una crónica de las mismas partes, como que á veces dura un año entero; las cicatrices cutáneas, mocosas &c. tardan en hacerse cinco ó seis días, si han reunido las partes por primera intensión, al paso que las de los huesos, cartílagos &c. necesitan treinta ó cuarenta días, aun cuando las partes se ha- llan aprocsimado de la misma manera: de con-iguieme, ninguna enfermedad puede clasi- ficarse por su duración en aguda y crónica, sino considerándola ecsistente en un mismo sis- tema, pues de lo contrario seria nula esta dis- tinción. Los médicos precínden en casi todas las enfermedades de estas consideraciones, así si ha- blan de inflamación presentan como atributos generalec, y uniformes en todas laS partes in- flamadas, la rubicundez, la tirantez, la pulsa- ción, el dolor &c. Si tratan de la supuración, la que se verifica en el tejido celular, en conse- cueuciar de un flegmon, les sirve de norma pa- 123 ra todos los casos, sin atender á qne no es aquella sino una modificación do la supuración y de su resultado. Pícese lo mismo de la gan- grena, de la induración &c. asi es que nin- guna cosa hay mas baga, ni mas incierta que estas ideas generales que se dan en las cáu-dras acer- ca de las enfermedades, pues apenas convierten á uno ó dos tejidos. Si la diversidad de los te- jidos modifica la natura!-. 7a de los síntomas y la duración de la ír.fhr: ación, no iiifluvó menos en sus term;<,acinnes; adi veno s que en la de las membrana mucosas hay varias alterna ció. nts succesivas en la materia de la sccresion que al fn se restablece en su estado natural; epie Ja de Ls meridianas diafanas puede terminar por ív-o'ucío.n, por una transudación de mate- rial que fácilmente se concreta en su superfi- cie, ó por el derrvne dj un liquido linfático; oue la de las Hándulas es la resolution, la in- duración, que la supuración: y por ultimo que lá del tejido celular, cutáneo &c. son la resola- cien, supuración y la gangrena que es peculiir á todas las inflamaciones, siempre que no se lu- yan pedido tendí i cr sus v¡ole. tos s'n ornas. EspiH-stos sidieierdemeite ios p incipios y le- yes que .constantemente siguen las inflamaciones, según las panes ó tejido (pie afectan, falta aun determinar el orden que guardan en presentarse sus su.tomas. Síntomas Los que van á ser acometidos do inflamación sienten calosfríos (e.do se observa con especialidad ein las internas inflamaciones, pues en las esternas rucien no hacerse sensibles) mus ó me- ...... 140 nos prolongados á que se sigue ardor interno, calentura, sed activa, tensión en la región de la entraña inflamada, dolor obtuso, y gravati- vo, el sitio del mal es profundo, ó si ocupa el parenquima de las visceras; ó agudo y pan- sanie si la afección se comunica á las membra- nas diafanas, después de mantenerse los sínto- mas en este estado con mas ó menos intensión según la estructura, usos y relaciones sínpaticas de |a parte afecta, van disminuyendo por gra- dos hasta terminar del modo mas apropiado á la naturaleza de la parte; mas si la calentura continúa después de los dias catorce ó diez v siete, ó si después de calmada se reproduce con recargos vespertinos^ en este caso se prepa- ra una supuración interna que sigue su carrera con mas ó menos precipitación, lentitud ó ins- ularidad, según la naturaleza de la parte in- arnada, ó según se renuevan sucesivamente en muchos parages de la entraña. Causas. Las de las inflamaciones como las de todas las enfermedades son prócsimas y remotas: las primeras, esto es, la sensibilidad y contrac- tilidad orgánicas ecsaltadas en el sistema circu- latorio capilar, los fenómenos que presentan v las leyes que siguen quedan dichas; por lo que solo resta hacer mención de las remotas. Redu- cense á todos los agentes que sean capaces de ecsaltar ó alterar la sensibilidad orgánica de las partes á punto de hacer que estas se pongan en relación con los líquidos estraños. Tales son: primero las sustancias acres y estimulantes eu- 10 iré las cuales se deb¿ colocar la acción de fuego ó la quemadura: segundo, las violencias esternas que obran mecánicamente, como se ve eri las heridas, en las contusiones, compresiones, 6 estensiones considerables de las partes: tercero, las sustancias estrañas alejadas en cualquiera parte, las que irritan por su acrimonia, ó su figura mecánica, ó que comprimen por su vo- lumen y su peso: cuarto, un cierto grado do frío insuficiente para producir sobre la marcha la gangrena: quinto, por ultimo, el aumento de la circulación de la sangre, determinando acia alguna parte ya reconozca por causa alguna pasión violenta, como la ira &c. ya la situación, ya en fin, cualquiera causa capaz de aumen- tar la acción del corazón y de sus vasos. Hemos visto que en las inflamaciones hay aumento de sensibilidad orgánica, y de contrac- tilidad insensible; que estas propiedades están mas ó menos alteradas con relación á la violencia de las causas, y á la parte que padece; y que Su terminación puede ser por resolución, ecsu- dacion, induración, supuración, ó gangrena, se- gún la naturaleza del tegido que afecta. Res- ta el tratamiento que debe seguirse en cada Una de estas terminaciones. 1 .Resolución. Comunmente debe mirarse como la mas feliz, se verifica cuando los fenómenos inflamatorios se desvanecen sin que la fábrica y t< gido de la parte afecta, hayan sufrido la mas leve alteración. Se di.stingne de la delitesceneía en que la resolución se forma graduadamente mientras la delitesoencia consiste en una desapa- £7>42 Ticion-rfpenfina, tra^laebindose la inflamación^ & otra parte mas ó menos considerable. Esta sie> verifica siempre que el estimule» ha si lo tan leves que ha ecsaítado poce» la sensihilida I orgánica del sistema capilar: entonces los líquidos acu-: mulados no degeneran ni menos destruyen el tegí lo cíela parte; los vasos se dilatan y po- nen flecsibles, y la sangre, espesada ya, puesta fluida vuelve al torrente de la circulación. La* enfermedades inflamatorias iiteriores jamas se. resuelven perfectamente, siempre se hace una mu danza en el bnme>r que oca donaba la infla- mación, y se arroja del cuerpo mediante una! evae.'uacion critica. El tiempo en el qne suede verificarse se estiende regularmente hasta; el día catorce, pasado el cual, y variando dé aspecto los síntomas, hay motivo para recelar otro ecsito total. Los esfuerzos del medica siempre d ben cetnspirar al logro de la resolu- ción mientras hiva lugar, para cuvo, fin. se- abrazaran las dos inelicaciones siguientes: pri- mera, apartar las cansas reenotas si son visibles ó contiruím obrando. Esta eosio-e un conoci- miento circunstanciado de los agentes e-terno-,, y tle las pirle-. á donde se ha de dirigir Su acción: segundo, destruir el aumento de inci^ tarnento que afecta á todo el sistema, ó á la parte. Esta consiste en pi escribir un método debilitante, en el cual deben comoren ierse las, san^Ma , la aceion del frío, los refrigerantes y los pu: <>anfes eonocidos vul¿jarmente con el nombre dé antifloguticos. Algunos apoyados en la virtud tó- nic* del frió, y en que este es una de las cau- sas productoras de la inflamación, aconsejan en su uso la mayor cautela, pero la observa- ción constante enseña que el calor es sumaria- mente nocivo en estos casos, y qne la aplica- ción del frió va^siempre segviida de las ma- yores ventajas. Lo mismo se ha de juzgar de las bebidas calientes, las cuales vemos desterrar en nuestros dias con la mayor utilidad, á pe- sar de las severas declamaciones de algunos serviles adoradores de la antigüedad. Esto su- puesto, cuidaremos primeramente que el enfermo se coloque en una atmosfera fresca, sirviéndo- nos asimismo de las aguas accidnladas agradablemente con los accidos vegetales, y á lo sumo, con un poco de nitro, proscribiendo los apócemas, solo en las afecciones de pecho será precise) procurar que no sean muy frescas, ni muy cargadas de accido, pues se sabe que lo frió es enemigo del pecho. Las sangrías son el primer ausilio para verificar la resolución, pues ocasiona una relajación del sistema arterial, (pie á veces se hace sensible desde el momento en que se abren las venas. Es difícil determinar limites á la sangria, pues debe variar según el temperamento, actividad del estímulo, edad y otras mil circunstancias. La práctica de sangrar hasta que desaparezca la costra (logística es absurda, siempre será preferible repetir evacuaciones cortas. Es un er- ror prohibir la sangría pasados los cuatro pri- meros días, pretendiendo que la supuración em- pieza al cabo de este tiempo. £1 de la supu- 144 ración no puede prefijarse, variando con respec- to al calor interno y csterno, á la naturaleza del derrame, de la obstrucción y de las mate- rias estancadas. En las inflamaciones internas han probado innumerables hechos que la reso- lución no se ha efectuado á veces hasta el dia nono ó décimo, en cuyo tiempo han contribui- do no poco las evacuaciones de sangre. Los pur- gantes antiflogísticos pueden emplearse con uti- lidad para el logro de la reolncion: sin em- bargo como que la naturaleza esta agoviada por la enfermedad, y el plan debilitante, se hace preciso, adelantándose la dolencia no solo abandonarlo, sino también acogerse á un mé- todo escitante, ya para corregir las degenera- ciones humorales que se presentan como efectos de la debilidad, ya también para estar algunas evacuaciones convenientes para sacudir los pro- ductos morboso». Asi es que conviene las mas veces promover el sudor, mediante los diafore- ticos y pedilubios: otras veces apenas se han hecho las evacuación s c m •• t ntes para dis- minuir el incitamento. Se sacude ala aplicación de los vegigatorios, y otros estimulantes, ya pa- ra corregir la irritación local, ya para desviar el estimulo acia otra parte. Ecitudncion. Es una terminación propia de las membranas diafanas: esta consiste en la transudación ó derrame de cierto humor linfático, que se concreta, y forma á veces varias adhe- rencias preternaturales, que impiden en parte el ejercicio de las entrañas en su debida pro- porción, y constituyen los sngetcs en una vida 145 endeble. Seménrdesdesarreerlos los ponen todoí los día* á Ia vista las disecciones de la cavidad del toras. «-' Indurado». Esto sucede á las inflamaciones, so, ansiedad, sudores fiós y frial- dad de las estremidades, señales que anuncian la gangrena. Orina clara, escrementos blanque- cinos, y la respiración sublime ponen a la vista el sumo riesgo del paciente. Curación. Dos deben abrazarse: primera dis- minuir el incitamiento aumentado: segunda evi- tar todos los estímulos capaces de irritar el sensorio. Lo uno se satisface con el uso ele to- do lo espuesto en el tratado general á esta clase, y principalmente por la sangría reiterada con proporción á la violencia de los sintonía*, y constitución del paciente. Algunos encargan que estas evacuaciones se hagan del lugar mas inmediato á la parte afecta, y asi se ha recomendado en las arterias temporales, la aplicación de las sanguijuelas detras de las orejas. Los purgantes antiflogísticos se han creído mas oportunos en esta enfermedad que en ninguna otra afección inflamatoria, por atri- buirles una virtud revulsiva. Esto supuesto, se hará uso inmediatamen- te de ellos, y délas enemas debilitantes con moderación: igualmente la agua frese;» ligera- mente acidulada con un poco de nitro, ó de ojimiel. Se le hará revirar la cabeza para aplicar fomentos de agua "re^ea, y vinagre, usando al mismo tiemno-de baños de pies v sinapismos. Para evitar el estimulo del senso- rio, se hace preciso (pie tenga una atmósfera fresca, oscura, y silenciosa. La postura de la cabeza, y el cuerpo han de ser aígó elevados, V3 eon lo que se conseguirá disminuir.eKaflujo da sangre á ella, que es el estimulo causante del furor. Algunas veces se transmite la inflamación á la sustancia del cerebro, pasando entonces (si puede decirse asi) de un estado eídénicej, al de asténico (voces u.-.a las por Brovvn para denotar los estados de ecsitameuto v deicola- pio* del sistema); en cuyo oaso ec^ige algunos otros ausiüos de que se hará mención en la es- pecie siguiente. Segunda especie tifoidea 6 cefalitis. Caracte- rizan esta afección cerebral, el delirio soñoleti- to, la tifomania y la cartologia, acompañados de calentura aejuda. Se distinguen de la frenifis inflamatoria en que el delirio feroz que caracteriza á aquella, sue- le ser tranquilo y taciturno en esta. El pulso que es alli maduro, es nqui blando, y la calentura las mas veces tifoida, siendo asi que en la ofra es sinocal.'Acomete á todo género de persona-, pe- ro con especialidad se presenta en sugetos ejer- citados que han abusado de licore's espirituo- sos, á los onta la's mismas indicaciones que la anrenor, teniendo ademas lugar los diaforé- tico-, los acoooií icos ¿íc. cuando bav síntomas de posíuuuoij, ¡siendo asimismo muy provecho* 154 gas en esfe caso las cantáridas aplicadas-con es* pecialidad en la cabeza, y aun los tónicos y antiespasmodicos cuando se temen síntomas ner- viosos. QENERO SEGUNDO* Anginas. ^Jq dá'este nombre á toda inflamación da la garganta por su parte interior. Pero se diferencian según la parte, y según su natura- leza. • Las jóvenes y personas de un temperamen- to sanguineo, son los mas espuestos á contraerlas por algún ejercicio violento y peno«o, decla- mación, canto, gritos, y ejercicio á caballo, re- viviendo en el rostro un frío fuerte &c. Si el asiento de la angina reside principalmente en la traguea, hay calor, dolor en esta parte, calentura aguda, vt)S débil y con silvido, res- piración acelerada &c. sí la laringe se haya afectada con particularidad; á los síntomas pre- cedentes se agregan dolor intenso al tiempo de elevar la faringe, vos muy delgada, peligro inminente de sofocación &c. esta es sin duda, la especie mas funesta. Síntomas. Sí se estiende el daño' mas direc- tamente á la faringe, la deglución es muy doloro?a, aun imposible, y los alimentos ó be- bidas se arrojan por las narices: si el asiento del mal eatá en las amígdalas, la respiración es 155 muy anhelosa, el paso del aire por las narices mas ó menos libre, la escrecion de las mucosi- dades de las amígdalas muv aumentada, el do- lor es agudo, y se propaga hasta el interiir del cido. Pronostico. Generalmente puede terminar la angina inflamatoria por una resolución benigna de la enfermedad, por supuración ó abceso, por gangrena, por ecsndaeion de la materia albumino- sa, v formación de lo que se llama falsa mem- brana, propia para cerrar los conductos de la respiración, y sofocar al paciente. Curación. Pide los socorros mas activos, asi para producir la lacsítud de las partes afectas mediante fomentos estemos, gargarismos tibios en que asciende el agua en vapor, como para dirigir su acción sobre las vías alimenticias, por el uso de bebidas copiosas, y lavativas reitera- das, determinando una irritación acia las es- tremidades inferiores, y partes esternas por me- dio de los estimulantes, los pedilubíos calientes, y muy prolongados. Especie primera tonsilar. Es un temor (en algunos casos) considerable, y por el rubor de las partes; por lo común la inflamación, y el tumor son al principio muy considerables en una iigalla, después disminuye en la que pri- mero ha estado acometida, y aumenta en la otra: la deglución es dolorosa, y difícil; el dolor se siente alguna vez hasta el oído, una materia viscosa, y muy incómoda cubre la su- perficie de la boca, y la parte superior de la faringe: hay una escrecion frecuente, pero di- ve Ücíl de moco, r todos estos síntomas están acompañados de pirecsia» Causas. La acción del frío especialmente en las partes esternas, y al rededor del cuello, ocasiona esta enfermedad, acomete mucho mas á los jóvenes, y á los adnltos de un tem- peramento sanguíneo. Muchas veces se tie- ne una disposición á esta enfermeelad por la costumbre, de modo que toda acción consi- derable de frío en cualquier parte del cuerpo la puede producir; reina mas en el otoño, y en la primavera, cuando son mas frecuentes las alternativas de calor y frió, y algunas ve- ces suele ser producida por la abundancia de bilis. Pronóstico. Esta como hemos dicho se termi- na las mas veces por resolución que con fre- cuencia viene acompañada de sudores: por consiguiente se deben favorecer, y conservar con prudencia cuando se manifiesten, otras ve- ces se inclina á la supuración; nada hay alas Útil que insinuar muchas veces en la gargan- ta los vapores de agua caliente* Cuando el acceso está acompañado de una tumefacción considerable que no se abre f>or sí, es necesario abrirlo con lance- a 6 hacer algunas escraificaciones en las aga- llas. Curación. Consiste generalmente cuando ob- servan un carácter verdaderamente inflamatorio en el método antiflogístico, (o qi.e v-e. cbserva raras veces) asi los mas útiles non los purgan- 157 ... tes subaccidos y aun el emético en el principio, especialmente en las que son producidas por la bilis. El jaboncillo amoniacal al rededor do la garganta,"y aun en caso de mas gravedad los vegigatorios en forma de corbatín, los pedilubios, sinapismos, vapores de agua caliente, y los sudorificos. Especie segunda: angina ma ligua. Esta es contagiosa, rara vez esporádica, y por lo co- mún epidémica, ataca en todas las cdade?, pe- ro con mas frecuencia a los mancebos, y á los niños. Acomete á todas las personas de cualquiera temperamento, y organización, cuan- do están espuestas al contagio, pero con mas faci- lidad á los endebles y achacosos. Síntomas La acompaña por lo regular una pi- recsia considerable, los rigores frecuentes acompa- ñados de frío, la diason, el fastidiosa congoja, el vomito, son las mas veces las primeras señales de la angina, al tiempo que el enfermo esperimen- ta tirantez acia el cuello, y compresión en la fa- ringe, estando la voz un poco ronca. Lo interior de la garganta se manifiesta con un color rojo oscuro, acompañado de hinchazón, pero rara vez es esta considerable, también es raro que haya dolor ó dificultad al tragar. Muy poco tiempo después se advierte en las partes inflamadas manchas blancas ó ceni- cientas. Estas manchas se estienden, se unen, y cubren casi todo el interior de la garganta de costras mocosas espesas, que cuando se caen se dejan ver úlceras. Cuando estos sinto* mas se manifiestan, casi siempre se complican coa 158 la corisa que prodnce una afluccion de una materia tenue, acre y hedionda, que escoria las narices y los labios: también las mas veces sobrevienen (con especialidad en ¡os niños) cursos frecuentes y resuma, por el ano una materia acre ó ic llorosa que lo escoria, del mismo modo que las partes adyacen- tes. A estos síntomas se agrega una pirecsia en la que el pulso es pequeño, frecuente, ;te la ca- vidad del pecho (Pleura). Los nosologistas modernos, convencidos de que apenas puede ecsistir la inflamación de la pleura, [ onocida generalmente con el nombre de pleurecia] hii propagarse el pulmón y com- plicarse con la pulmonía, han comprendido las dos bajo el nombre de pleuro-peripneumoma 6 simplemente pneumonía. Divídese en ver- dadera ó legítima, y en nota, bastarda ó ca- tarral. E*ta especie lí'tími es muy frecuenta en el invierno, comienza con tos catarral, y to- dos los simonías que anuncia un catarro fe- bril, y es mas lenta en su c irrera y progresos; la prbnera por el contrario: corre sus periodos en menos tiemoo, acó.n te ierrep^nte, y su-> síntomas bou mas violentos, como una inflamación verda- dera acomunados 1>I »•» le afección d -I pulmón. Primera especie injltmi*orii legitima. Esta, paes, sea cual fuere su asiento, puede conocerse T distinguirse siempre por la apirecsia, U difi- cultad de respirar, la tos y un dolor en cual- quiera parte del pecho, cuyo» síntomas suelea 104 modificarse de diverso modo en diferentes casos. Sintonías. Se anuncia por una accesión da frió, viniendo acompañada de todos los demás sín- tomas de pirecsia: se ha observado en un corto numero de casos, que el pulso no estaba mas frecuente, y el calor del cuerpo aumentado po- co mas de lo natural. Algunas veces acompa- ñan desle el principio á la pirecsia todos los síntomas de la pulmonía; pero con mas frecuen- cia sucede que la pirecsia se presenta prime- ro que estos últimos se hayan hecho considera- bles, y mucho antes de sentirse el dolor. Pulso frecuente, lleno, feíerte, eluro y vivo; alguna vez endeble, blando é irregular, con especialidad cuando está ya adelantada la enfermedad, ó cuaudo el pirenquiua de los pulmoues es afec- tado principalmente. La dificultad de respirar ecsi*te siempre, y es muy considerable durante la inspiración, lo que depende de que los pulmones no se pue- den dilatar del todo, pues esta acción del ór- f^aoo pulmonar aumenta el dolor: también por o general es mayor en ciertas posturas que en otras. Cuando U inflamación ocupa la pleura, no puede pprrnanecer«e acostado del mismo lado afecto, por la tirantez que causa el peso del pul- món, aumentando el dolor, y este es signo pa- ra conocerla; mas cnando sus progresos son trans- mitidos hasta el pulmón ó es este verdadera- mente el que púlese, su :ede lo contrario, que la encuentra mayor alivio reclinándose sobre el 1(55 mismo lado, porque parece oue de este modo el pulmón descansa. Muchí'unas ve.us no pue- de permanecerse con facilidad sobre ningún con- tado, y no se encuentra alivio sino es boca ar- riba, lo que saco le por lo común cuando pa- decen los dos pulmones a un tiempo mismo. En otras no puede respirarse bien sino en una postura algo recta. La tos es su compañera in- Seperable, en mas ó menos violenci i y dolor algunas veces seca, e.-io es sio n nguna espec- toracion, especialmente en el principio, pero por lo común es luioie !.i aun ü:s le el primer dia. L.i materia espeejieírad i varía en consisten- cia y en color, y con frecuencia se advierten en ella ráfagas, y hebritas de sangre. En algunos casos ei doior que acompaña a" esta enfermedad s¿ sicote en diferentes par- tes del pí\ho, y no es raro que la inflamación se propague al pericardio, producido entonces, lo que genera i mente se conoce bajo el nombre ele pericarditis, la que se distingue por el do- lor en la región del corazón, la dificultad ma- yor de respirar, la anciedad, el pulso desigual, ía palpitación, y ¡os síncopes con los demás signos de la ínflamacio!. Este dolor casi siem- pre es agudo y punzante, por lo común se que- da fijo en un lugar, pero en algunos casos des- aparece del costado, y se encamina al omoplato de una parte, y al esterno y la clavicula de otra. Causas La supresión del sudor, macsime cuando predomina la diátesis inflamatoria: por eso es mas común en las personas mas vigoro- 1G61 sas, reina en los climas fríos, y aun en invier- i/o; pero con mas frecuencia eu la primavera: también pueden producirla ejercicios violentos, abuso de licores espirituosos, golpe.' &c, y to- das aquellas que sean capaces de obstruir, com- primir ó afectar do cualquier modo los órga- nos de la tesuiracion, alterando su sensibi- lidad. Pronostico. Además de las terminaciones generales de la inflamación, puede ser esta por un derrame en el U ¡ido celular de los pulmo- nes, que interrumpiendo do pronto su circula- ción, sofoca al paciente, Por eso se ha obser- vado en los cadáveres una tra-u !ael¡>n linfáti- ca que forma falsas membranas y adherencias de los pulmones á la pleura. La expectoración de un material -espeso, blanco ó pajizo, matiza- do de alguna^ hebrilhs ele sangre, c.-pioso, sin escitar tes fuerte, el sudor caliente, ti.¡ido y abun- dantemente genera!, con disminución de todos los síntomas anuncian la terminación mas favo- rable. Mas si los síntomas permanecen en todo su vigor después del dia catorce, sin haberse presentado ninguna de estas evacuaciones favo- rables, se debe temer la supuración, mayormen- te si hay recargos vespertinos, sudores á la ma- drugada, sensación de dolor obtuso en alguna parte del pecho, permaneciendo al mismo tiem- po la disnea, la sed, el encendimiento de la len- gua &c, al paso que el rostro se presenta en la mayor parte «orno aplomado, sudoso y deno- tando sü suerte. " -Cuando se \é ciertamente por estos sínto- mas la ecsistencia de la supuración, se puede temer la sofocación repentina, si llega á derra- marse en los hronquios, ó que sea causa de un • mpiema purulento, si lo verifica en la cavidad del pecho: lo que se conocerá fácilmente por sus sí itornas característicos Curación. Para esta e-p^cie el plan antiflo- jístico. Las cantárida* siempre son útiles, bebi- das diluentes v atemperante-, especialmente en los principios ó mientras elure la ren*eion es- cesiva, cocimiento de cebada c<>n ojimel ó es- píritus de nitro dulce, el de vin i^re. |arabo de limón &c. a los que se puf» le arí i lir luego que vayan di^niíiuven lo los -íntomas infl im itorie»s, la escila, el quermes, gamsi amoniaco, vapor de vinagre, infuMou de mauaanilla, flor de tr'a. me- liloto, hisopo &e. como también la emulsión si- guiente Gom. amoniac. drach. una, a i. hUop. lib. una. ojimiel. s'editic. drach. una. oiimiel simpl. drach. duas. Se tomará cada tres hora- una cu- charada, todo con el fin de aumentar ó mante- ner la acción de les pulmones en un gr; &c. Alguna vez la pirecsia es bastante evinleníe, principalmente atacando 4 sugetos que por na- turaleza están dispuestos á las inflamaciones, fi- voreciendole al mismo tiempo la estación. iLn otras ocasio es estos síntomas son muy moderados, ó participan de la naturaleza del tifo en otras, en razón de la poca di-posicion que encuentra en el indívieluo para la inflamación, ó de haberse determinado el estimulo catarral sobre el sistema nervmso, y hecho que participen de este carácter los síntomas que la acompañan. Sin enbargo ya de uno ya de otro modo, sobrevienen desde el p-imer dia tos a ompañada de alguna eqiecto- r icion, y con frecuencia se arroja una cantidad considerable de un moco pegajoso, y opaco. Ca- si siempre la tos se vuelve frecuente, y violenta, viniendo las mas veces asociada de dolor de ca- beza con una sensación de rupcion tan esoesi- va, que casi puede tenerse comj un signo ca- racterístico de esta enfermedad. La cara esta encendida, y con frecuencia hav una especie de vahído, ó modorra, pero el síntoma mas eons- 109 tante es una dificultad de respirar junto á una sensación de opresión, ó de cerramiento de pe- cho, algunos dolores sordos en la misma parte, y una sensación de lascitud en lodo el cnerpo. Pronostico. Casi siempre se vé con síntomas aparentes de un catarro violento, y después de haber usado de algunos remedios apropiados, so disipa del todo por una espectoracion fácil, y abundante, no obstante en otros casos los sín- tomas febriles, y catarrales son al principio muy moderados, y aun ligero?, pero al cabo de po- cos dias, derrepenfe se hacen violentos, y ma- tan al enfermo en el tiempo en donde las se- ñales funestas que habían precedido son muy poco visibles. Curacien. En los casos que la calentura y sín- tomas de catarro, y de peripneomonia son de improviso considerables, las sangrías son sin dis- puta convenientes, y necesarias, pero cuando son moderados de ningún modo es admisible, y puede ser muy nocivos, reiterándolos cuando se leme el derrame. Tienen gran lugar los anties- pasmodicos sudoríficos, y ecsitantes como la hi- pecacuana, combinada particularmente con el alcanfor; v. g. cuatro granos de este y uno de aquella por dosis: ó con el <>pio dando nn grano de cada cosa especialmente por la noche; las cantáridas v>\ pecho, á la paite interna de los brazos, muslos &c. tintura de quina con oji- miel simple, ó ecsiíiíico, el quermes un grano un escrúpulo crémor de tártaro doce ó trece granos dilatado en bastante cantidad de agua para bebida usual, produce muy buenos efec- tos, promoviendo espectoracion. . GENERO CUARTO' Parafrenitis. nando la inflamación que afecta la pleura en cualquier punto, se adelanta hasta la parte que reviste la superficie del diaframa, ó que se estiende á todo este gran músculo, se llama asi, voz que diversas acepciones tuvo entre los antiguos, y que en general se admitió por suponer que esta inflamación estaba acompaña- da de síntomas particulares de delirio, de risa sar- dónica, y de otros movimientos convulsivos; pe- ro muchas veces se ha verificado sin ninouiu sis- tema de estos. Síntomas Dolor obstuto lateral, sensación de opresión en la región precordial, como si se apretase un singulo entre pecho y vientre, es- putos de sangre, vómitos frecuentes, pulso duro, é irregular, tos seca, y muy molesta. Es do advertir que las afecciones inflamatorias de par- tes determinantes de ia pleura, tienen pocas se- ñales que las caracterizan, y ademas la inflama- ción se propaga muy fácilmente de una parte á qtr^, y asi pocas veces ó ningunas se hava la pleuresía aislada é independiente de la pul- monía. Aun es mas difícil conocer cuando la inflamación ocupa principalmente el diafraa* ma, y qne partes son de el. las qne padecen, fiorque como dice el Dr. Pinel en las nVmacias de os músculos estamos todavía lejoá deformar parale- los felices. Curaeion. Ademas del método antiflogístico, ton muv útiles los antiespasmodicos, los semi- cupios, los estimulantes, aplicados esteríormente, yesnesesario dar bebidas y alimentos en corta cantidad de cada vejí, puede tener lugar el ve- gigatorio al rededor del diafracma; finalmente toda la serie de remedios de las inflamaciones de pecho, como qne por lo general vienen siem- pre acompañadas unas de otras. GENERO QUINTO. Gastritis. 09 caracteres de la gastritis, 6 inflamado! del estomago son fuertes anciedades, doloi urentre al rededor de esta entraña, que impide al enfermo resistir el mas suave contacto. Ten- sior, y elevación de la boca del estomago, que se rumtnta después de tomar alimento, nausea, vomito, sin güito doloroso con calentura agu- da, pulso pequeño y acelerado. Divídese en fie» monona, y eritematica, y ambas en idiopaticas y sinte maticas. Cansa* La gastritis idiopatica puede ser pro- duciría por causas internas ó esternas: las in- ternas son tocas aquellas que deptucen ce Si 172 algnna acrimonia ó vicio particular de los hu-; mores; y las esternas las que obran estimu- lando la acción orgánica de la parte, en ¿uva clase pueden colocarse los venenos, cuerpos es- traños, punsantes ó desiguales, contusiones, he-J rielas, edseso de licores espirituosos, bebidas frías después de ejercicios violentos, alimentos,' bebidas ó remedios, tomados después de nn \enemente rapto de colera &c. La síntoma-' tica es aquella que sobreviene por alguna me-: tastasis de los humores en la 'retropulsion de al- guna erupción, como sarna, herpes, erisipe- la ¿te. Especie primera gastritis verdadera bfleemo- nom: La inflamación del estomago fleemonosa no es muy frecuente en la práctica, y cuando ocurre acomete á sugetos robustos, jóvenes, de temperamento fuerte y vigoroso, en eí tiempo de las legitimas inflamaciones. Sintonías Con los que se presenta son: gran- des congojas, ardor en la región precordial, con dolor fuerte, sensación de tirantez, y plenitud en esta parte, pulso pequeño, y acelerado, al- guna vez también desigual, respiración anhelo- sa, sed intensa, vómitos muchas veces de ma- teria negrusca , dolor que se aumenta por las bebidas mas benignas y mucilaginosas; por úl- timo una gran opresión, hipo, desmayo, convul- siones y delirio que anuncian una muerte próc- sima. Proubstico, La estructura del estómago, su estrema sensibilidad, sus funciones orgánicas y' 12 m sus relaciones simpáticas con casi todas las de- más partes, indican bastante los desórdenes que puede producir su estado inflamatorio y sus ter- minaciones, pues sin disputa es mortal cualquie- ra que no sea la resolución, y por tanto se pro- curará favorecer por lodos los medios posibles. Curación. Estas son las sangrías aunque no copiosas como las demás, las enemas emolien- tes, los defensivos en el vientre, los redaños, po- ciones oleosas, mucilaginosas, cocimienb>s ó tiza- nas emolientes, como la sustancia de pan con la madre de perla, polvos de coral &c. caldos do pollo con raíz de altea, ünaaa, goma arábiga &c. finalmente los sudoríficos, los legetales, in- fusión de sabuco, amapola &c. pero de ningún modo los antimoniales. Poca cantidad de au- mentos de una vez. Especie segunda gastritis heritemática. Se pre- senta por lo regularen el esíio y otoño, no aco- mete sino 4 personas (i v hiles de un color páli- do, que efectúan malas digestiones &c. vinien- do las mas veces á causa de degeneraciones hu- morales, metástasis, repercusión de algunos ec- santemas, supresión de algunas evacuaciones, principalmente el sudor, como por lo regular sucede en las afecciones catarrales, resultando también de los dolores cólicos, de las disente- rías &c. La calentura que generalmente le acom- paña es de la clase de las lipierias, en las que has partes interiores se abrazan, mientras que las esteríores se hallan rígidas y frías, hay sed inestinguible, ansiedad, inquietud, frialdad de las extremidades, ardor sumo en la región precor- 174 dial, dolor en la boca del estómago, que se au- menta al contacto mas leve, ó al tomar cual- quiera sustancia capaz de estimular por su cua- lidad ó peso; las fibras del estómago, vómitos continuos, delirios, convulsiones, pulso irregular frecuente y contraido, con grande postración de fuerzas. Pronostico. No ofrece menos cuidado que la antecedente, pues aunque no corre sus periodos con tanta rapidez, suele no obstante terminar en gangrena, ó á lo menos prolongarse de tal modo, que llega á degenerar en una afección crónica, á la que suele seguirse una calentura lenta, cuyo écsito mas ó menos remoto pode- mos preveer. Curación. Sobre la región gásrtica, caustico inm diatamente, poción oleosa y mucilaginosa, bebedas atemperantes y lacsantes, entre las que tíenie mucho lugar el cocimiento de cebada con ojimiel. ' 01. amigd. drach. duas. id. crémor, tart. sirup, alth. drach. una. lie. anod. scrup. duas. Pasado el primer periodo, esto es, que hayan cesado los síntomas inflamatorios y los vómitos &c. tintura de quina con el éter, ó algún otro ligero tónico y antiespasmódico, con objeto de corregir la debilidad y precaveer que los vó- mitos vuelvan á manifestarse. Cuando á pesar de los remedios espuestos, tanto en la inflama- ción flegmonosa, como en la heritematica, estos siguen sus progresos, pueden terminar por su- puración ó gangrena [según su naturaleza]; ma- 175 mfestandose el primer estado por una calentura del género, de la que, aunque sin remisiones sensibles, se observa no obstante en ellas mas ligera pero diaria, y constante ecsacervacion; y el segundo por la sensación del dolor en el epigastrio, el abatimiento del pulso, la palidez del rostro, los eructos, el hipo, el vómito de materias obscuras, depresión del vientre &c au- mentándose todos estos síntomas hasta que al fin fallecen en tan deplorable estado. GENERO, SESTO. Enteritis. sta es la inflamación de los intestinos, es del mismo modo que la del estómago (flegmo- nosa ó heritematica) podiendo igualmente ser producida por causas internas y esternas, supre- sión de sudor &c. y todo lo mas. Sintomas. Dolores fijos en el abdomen [se distinguen de los que caracterizan el cólico, en ser fijos y venir acompañados de calentura, cuando por el contrario en el cólico mu- dan regularmente de sitio, y no se ve síntoma ninguno de apirecsia], sensación de calor vehe- mente, estreñimiento, orinas muy encendidas, pulso duro y deprimido, hipo, vomito, convul- siones en las estremídades, á veces estas frías con estupor, calambres: el intestino inflamado, forma acia la parte donde está el dolor un tu- mor oblongo, resistente, y el vientre que en su principio estaba contraído, adquiere cierta intu- mescencia. En este estado si no puede conse- 176 guirse que los síntomas remitan, se agrava con- siderablemente la enfermedad, se ven los sínto- mas de funesto presagio, cuales son el frió que sucede á un calor interno, la cesación del do- lor, pulso débil é intermitente, rostro hipocráti- co &c. sucede algunas veces que estas inflama- ciones, con especialidad la heritemática, se pro- longan demasiado, degenerando [como la las- tritis] en una afección crónica de los intestinos, la que viene acompañada de dolores fijos, con- flogosis de una ó muchas partes de los intesti- nos, mas sin calentura, calor, estreñimiento ni vómito; pero que al fin termina por lo gene- ral en gangrena. Curación. Tiene esta las mismas indicaciones que las gastritis, y solo puede añadirse que las sanguijuelas aplicadas al perinés producen me- jores efecto-, tendráse cuidado si reconoce por causa alguna hernia estrangulada para satisfa- cer inmediatamente su indicación ó la que se presente. GENERO SÉPTIMO. Hepatitis. ^J^si se llama la que afecta al higado, se ha conocido ya como aguda, ya como crónica, ó lo que es lo mismo, según que afecta el pare- quima ó las membranas que envuelven esta viscera Especie primera aguda. Puede tener su asien- 1 »!»< lié to en la superficie convecsa ó en la cóncava, y en cada uno do estos casos la marcan diferen- tes síntomas. Síntomas. Cuando ocupa la superficie convec- sa hay calentura aguda, sed. respiración difícil, toz seca, orina muy encendida, estreñimiento, ti- rantea dolorosa en el hipocondrio derecho, que incita alguna vez la de la pleurecia, y queso estiende también hasta el cuello y hombro del lado afecto, viene hipo, un tumor ó elevación mas ó menos aparente en el hipocondrio dicho, incomodidad ó echarse sobre el lado mismo, pul- so duro y acelerado, dolor muy violento, espe- cialmente en los movimientos del diafragma. Cuando por el contrario reside en lacón- Cava ó su parte inferior, hay vómitos frecuentes, congejas, ansiedades y tirantez dolorosa de los hipocondrios, el dolor del epigastrio se siente muy profundo, y no se aumenta tanto con los movimientos del diafiama, viene el hipo, la diar- rea y por último la ictericia. Cansas. Fuertes impresiones de frío, movi- miento y ejercicios violentos, como correr á ca- ballo, golpes, contusiones fuertes, supresión de alguna evacuación, transmutación cíe materia mor- bífica, cuando se han debilitado sus vasos, lo que muchas veces sucede en el curso de las ca- lenturas vehementes, principalmente en las ca- tarrales biliosas é inflamatorias: también se lia observado que fracturado el cráneo, resultan ab- cesos en el hígado, los críales proceden de ia secresion de la bilis perturbada por indisposicio» del sistema nervioso. 178 Pronostico. La terminación de la hepatitis aguda, algunas veces se efectúa por una reso- lución benigna, otras por evacuaciones críticas, como orinas con sedimento copioso, cursos, su- dores continuados, hemorragia, principalmente de la nariz derecha, y en ciertos casos por supura- ción indicada por calentura lenta, horripilacio- nes vagas &c. la materia purulenta puede ir al duodeno por el conducto hepático, cuando la hepatitis es de la parte cóncava, y espelerse des- pués por el vómito, ó arropirse por espectora- cion. Cuando la parte convecsa y la supuración se ha abierto camino por los pulmones, tam- bién suele manifestarse por medio de un abce- so al esterior, cuyo caso es el resorte de la ci- rujia. Curación. Los antiflogísticos para moderar los síntomas, sangrías generales y tópicas, prin- cipalmente en la margen del ano, y en se- guida cáusticos en la parte. Bebidas dí- luentes y atemperantes, enemas frecuentes de agua tibia, fomentos calientes en el vientre, pe- dilubios, semicupios &c. manteniendo el vientre libre por los suaves lacsantes y bebidas de la misma naturaleza, principalmente cuando afecta la parte cóncava. Si llega á supurar, se echará mano de los demulantes mas poderosos. Especie segunda. Crónica. Es muy difícil co- nocerla, porque por lo regular se manifiesta cuando está muy adelantada en sus progresos. Síntomas. Sensación incomoda, y como de peso en el hipocondrio derecho, con alguna ma- yor elevación que en el opuesto, no hay dolor; i, e invis lades de pus las ve- ceras del ab i .unea. muere el enfermo en pocos dia-. Curación es la unsuia que la de la hepati- tis. oí-: mí no -;<>\ £N0 Nj rcli;;. ■i la inflamación ele los ríñones, su carác- ter cernote en un doior vivo y molesto en las regiones. íimbates, que se esíiende por los uré- teres hasta i,i vegiga con _ retracción del teste correspondiente :d bulo afecto, entorpecimiento € uuuobiliííad del ::.u ■!:> ó rodilla del mismo lado, c¿dor, ten-ion. e;,-u;ia, esíranguria, y á vetes íschuria. No divide en esencial, y sinto- mática, la primera viene espontáneamente, y la segvnda es efecto do cálculo, de la repercusión de algunas ecsanternr.s, de la gota &c. S■uiomas. Cuando es espontanea, siempre es acompañada do calentura jguda, de genio in- flamatorio, que procede al do'or, ó vieqe al mismo tiempo, sed intensa, nauseas, y algunas •veces vómitos, orinas en los principios, encendi- das, pero á medida que la-inflamación se gra- m 181 dúa, se deposita tenue y acuosa, las mas veces con dolor y ardor. Causas Si su asiento es profundo, no e^ fá- cil do vencer como cuando rs superficial y ocasionada por la impresión del frío en la re- gión timbar, por que si reconoce por causas, las contusiones esternas, el ejercicio forzado á caballo, ó continuado por mucho tiempo, los es- fuerzos violentos de los nauseólos del dorso, que cubren los ríñones, los licores espirituosos, las cantáridas &c. en este caso se nota calentura mas fuerte, dolor mas fijo y permanente con una especie de constricción en la región pre- cordial; cuyos sintonías ecsisliendo depues del dia catorce, dan que sospechar la terminación de la inflamación por s ¡puracion, que se mani- fiesta con mayor ó menor rapidez, de suerte que toda la sustancia del riñon puede destruir- se enteramente, y el enfermo perecer de una ca- lentura etica. Cuando es sintomática, y principalmente son los cálculos los que la producen; enton- ces hay dolor gravat.no en intervalos mas o menos largos, pero que se vuelve agudo al menor ejercicio corporal, v algunas veces con solo los simples sacudimientos de un coche: asimismo la orina aparece mesclada de- san- gre, y á veces con fraementos calculosos sien- do en esta especie en la que los enfermos con especialidad padecen la sensación de estupor en las piernas del mismo lado, como también la retracción del testículo, dolor en los uréteres, y en ocaciones nauceas y vómitos. 182 Pronostico Cuando ios síntomas son muy violento?, no se puede esperar nada bueno, es< pecialmente si atendemos á la naturaleza de la parte, y lo esencial de las funciones a que se halla destinada. £n general cuando esta termi- na por supuración, si llega á manifestarse al esterior, podrá terminar favorablemente recur- riendo sin dilación á los ausiiios quirúrgicos, cuando la supuración se derrama en la cavidad quedando alguna ulcera en los ríñones, es ca- si indudable la muerte; pues á mas de la de- bilidad que inducen las supuraciones, la reab- sorción de estas, y la demagracion general ha- cen que el enfermo venga a parar en una vertie- ra tisb. Curación Sangría?, fomentaciones esternas, enemas emolientes repetidas, purgantes antiflo- gistieos, bebidas demulcentes, y dulcificantes en gran cantidad. De ningún modo es admisible la aplicación de las cantáridas por la atracción que tienen estas con las vías orinarías, y asi eu su lugar servirán los sinapismos. GENERO DECir.IO. Cistitis. ^^^s¡ se llama la de la vegíga, se conoce por un gran dolor, y tensión en la región del pubis, por la dificultad, ó supresión de ori- na, 4 lo cual se agrega, pujo, ó tenesmo, y los demás síntomas comunes á las inflamaciones. 183 Se divide en interna ó espontanea, y en esterna ó tranhmatica. f,a primera es la que re- conoce por causas les vicios bumoraios y se cura con el método antiflogístico, bebidas con espiriritu de nitro dulce. Lmulsior.es calman- tes &c. La trahunatica es li que reconoce una causa mecánica, como golpe, cu:.fu-ion, herida, compresión, ejercicio de equitación e-cesivo, el rose repetido de una sonda, ó de los cálculos de la vegiga. Curaei.ni Fomentaciones y baños emolientes al hipogastrio, cu'ins id pociones oleosas, y inucilaginosas, bebidas atemperantes, evacuacio- nes desangre generales, y locales, como san- guijuelas ¿ipii *i.ía i a la margen del ano, ó partes laterales del pubis. GFNERO UNDÉCIMO. Epiploitis. ^b^si se llama la del omento, si es que lle- ga a conocerse, hay un dolor acre que ocupa (la parte superior y anterior del abdomen, con tumor y tensión que se irrita con el tacto, jun- to á los sintomas generales de inflamación. La epiploitis es muy rara, pero si alguna vez ocurre, es verosímil que se evitara la supu- ración con vegigatorios en la parte afecta, y con todos los demás remedios antiflogísticos: mas si no basta á impedirla, no queda esperanza; 184 por que abierto el abceso es preciso que se derrame la supuración en el abdomen. GENERO DUODÉCIMO. Meritis. ara vez se ve el útero inflamado, como efecto de una diátesis flogistica, y sí solo co- mo resultado de estímulos locales: tales son los golpes recibidos en esta entraña, esfuerzos compresiones, ó lacera: iones; como sucede en las re ien casadas que tienen muy estrecho el es- pacio que hay entre el hueso* sacro y los pu- bis, y su marido muy desproporcionado el miem- bro viril, el que confundiendo estas parte- Hie- le inflamar la matriz y quedar una purgación continua, asi también dan lugar á esta inflama- ción los partos violentos ú obligados antes de tiempo. Asi estas como las chunas flegmacias mem- branosas, principian con frío, vigor y temblor, á cuyos síntomas sigue la calentura aguda di- cha puerperal, acompañada de ardor, dolor, ten- sión v elevación del hipogastrio. En ei principio sin le haber estranguria» y á veces 'schurrin, dolor y ardor en la-í ingles y lomos, -íntoma que demue-!ra que la influma- cion se estiende hasta los ligamentos, y forma un carácter por el cual se 'di.sti.i^ue de la cis- titis, pues es las mas veces sintomática de re- sultas de la de la vegiga, intestinos &c, suele m 1SÓ padecerse pujos y aun vómitos, aumentando con- siderablemente el dolor del vientre en uno y otro caso, otras veces estreñimiento grande, en términos de no poderle introducir en el recto ni un pequeño sinfon de geringa. En algunas ocasiones no son muy sensibles los síntomas ca- racterísticos espncstos, observándose solamente una ligera flogosis, con sensación de comezón en las partes genitales . y un dolor fijo en la parte afecta, en cuyo caso el médico debe fi- jar su atención en las cansas que han prece- dido, y en el ecsamen circunstanciado de los fenómenos que se presenten. Curación. Debe tenerse presente lo espues- to en las demás, principalmente las que afec- tan las partes contenidas en la cavidad natural; teniendo al mismo tiempo la precaución de ser moderado en las sangrías, ya porque esta in- flamación debe considerarse como un esíenisis- mo local, ya también por no debilitar excesi- vamente a las pacientes qne no fe hallan en estado de sufrir evacuaciones cscesivas, despees de lo laborioso de sus parios, y solo serán úti- les las sanguijuelas á las márgenes del ano, lacsantes suaves para modelar el estreñimien- to que constantemente esperimentan estas en- fermas, lo que si se llega a conseguir se deja- rá después una tizana manada, añadiéndole al- guna sal neutra. Puede suceder, y aun se ve- rifica con alguna frecuencia, terminar esta en- fermedad por gangrena, ó á lo menos toma el carácter de pútrida ó maligna la calentura que le acompaña, en cuyo caso deberá tratarse se- 186 gun lo espnesto, cuando se habló de calentura pu'erpueral iuflamatoria, pútrida ó maligna. GENERO DÉCIMO TERCIO, Rehumatismo. ste consiste en un dolor de larga duración que t'fecta los músculos, y particularmente su membrana, sin que sea estraño que se mani- fieste en las articulaciones, y principalmente en las anchas, como la del brazo, espalda, muslos y rodillas. Divídese en crónico y agudo: este que según sus causas y síntomas lo colocan algunos en la clase de las inflamaciones, siendo mas bien una afección catarral, es mas frecuente en los climas frios que en los calientes. Comunmen- te se manifiesta por el otoño ó primavera, rei- na mas en el invierno cuando el fno es vivo y continuado, que durante los calores del estío. Si puede sobrevenir en todas las estaciones, y con especialidad cuando son frecuentes las al- térnate us de calor y frío. Causas. La supresión cié la transpiración, ves- tidos húmedos ó mojaeie s, supresión de evacua- ciones naturales y preternaturales,-como el flu- jo emorroidal, el de la linfa saniosa de las fuen- tes, reperencion de ecsautemas &c. Síntomas. Se conoce por los dolores de las coyunturas, los cu des alguna vez se comuni- can á las partes musculosas. Las articulaciones anchas son mas frecuentemente atacadas que las 187 estrechas, y asi se observa que son afectadas las nalgas, las rodillas, las espaldas y el codo, mientras que las pequeñas articulaciones de los dedos nada padecen. Varias veces el estímulo ataca una sola articulación precedido de trio y otros síntomas de calentura, con puKo lle- no y frecuente, y otras afecta á un memo tiem- po diferentes aiticulaciouos. Las aloc'adas ¡le- van consio-o la rubicundez, tumefacción y un dolor que hace insufrible el ligero contacto de la ropa. Los dolores mudan cemunme: ie de sitio, y cuando se disminuyen en una articula- ción se aumentan en otra. Asi continúa por le- cho tiempo acompañada de una calentura que se ecsacerba por las tardes, y es mas violenta por las noches, en cuyo tiempo son mas inten- sos los dolores. Los sudores aparecen ixai\ pron- to eu esta enfermedad; pero m son generales ni críticos-: bis (ninas en los ultimes tiempos de la dolencia, tienen un sedimento sen-ejrnte al ladrillo molido: pero ni aun oía evacuación se ha de juzgar c; ter-tóente crítica, sucediendo iiiuei;r'.sJ veces ooe «un deqnaes de su aparición se prolonga la 'c¡dV.¡e.edad. Esta participa mu- cho' de las infliimaciones de las que se dife- rencia en que no termina por supuración, sino mas bien ñor ur.a eesudacion que produce unos tumores sobre las articulaciones, que vohiénilose algunas veces acrimoniosos, carian los huesos y tendones. Los límites entre el rchutnatismo agu- do y el crónico, no son siempre muy sensibles: entre tanto que los dolores mudan fácilmente de lugar, que ejercen su tiranía, particularmen- 188 te de noche, que están acompañados de cttal- rpiier grado de calentura, de tumefacción, y scu bre todo del rubor de las coyunturas, se de- be considerar como que participa todavía del rehumatismo agudo. Al contrario en el crónico, no queda ningún grado de calentura, de tume- facción, ni de rubor: las coyunturas doloridas están frías y tiezas, no se puede escítar en ellas facilmeníe el sudor, ó bien mientras que un sudor abundante y viscoso sale del resto del cuer- po, 'as articulaciones afectas solo están cubier- tas de un sudor pegajoso: finalmente, los dolo- res se aumentan por el frió y disminuyen por el calor. El crónico puede atacar diferentes coyun- turas; pero particularmente se encamina sobre las que están rodeadas de un gran número de músculos, que sirven para el movimiento mas constante y considerable. Esto es lo que suce- de por ejemplo en las vertebras de los lomos, cuya afección se llama lumbago, ó en la arti- culación del hueso femer con el inominado y se apellida ciática Los esfuerzos violentos, y los espasmos producidos por movimientos pron- tos y aun poco considerables, motivan las afecniones renmaticas, que al principio parti- cipan del reumatismo agudo; pero luego pa- san al crónico. Curadon del agudo: Dieta tenue, y rigorosa; el plan antiflogístico general: conviene advertir que habiendo necesidad de sangrías ecsigen precaución, pues si son muy abundantes^ ó se 13 !S9 recurre a ellas sin grave urgencia, prolongan la convalescencia, y aun hacen incuirir á los enfermos en el reumatismo crónico. Algunos aconsejan las sangrías tópicas, pero no sati.fa- cen completamente la indicación, y solo en caso de síntomas locales muv eesaccrvado»* po- drían preferirse: bien que unos y otras deben prescribirse, á menos que el agudo se presente en joven robusto y sanguíneo, y que ese do- tado de verdadera diátesis (logística, ó en quien haya una determinación inflamatoria so- bre alguna entraña, en cuyo caso tienen lugar igualmente los vegigatorios, las bebidas abun- dantes, de la clase de las díluentes, demulcentes v atemperantes, tales como el cocimiento de la bardana, ó el reumático de la J, C. cla- sica, dándolas de modo que no debiliten el es- tomago, y sí que proo uevan el sudor, que es la terminación mas benéfica de esta enfermedad: los purgantes suaves, como las sales neutros, y con especialidad el sulfato de magnesia en cantidad de una onza, en dos libras de agua, en posillos, con una ó dos cucharadas de la infu- sión hecha con dos dragmas en medio cuartillo de agua: los calmantes, y principalmente el opio pueden convenir cuando no se presenta en muy alto grado la diátesis inflamatoria, pues estos ademas de disminuir los dolores, pueden producir un sudor saludable. Con los remedios locales se necesita mucha? precauciones, pues ,aun las cantáridas saludables cuando se fijan Ks dolores, no siempre producen- tan buenos efectos en este reumatismo como en el crónico. Curación del crónico. Tiene dos partes, un» para curar los accesos ó acometimientos de do- lores, y otra para precaverlos. En ia primera tienen lugar el opio, el alcanfor, el abrigo, los sudoríficos, y aun algún ligero puro-ante: la dieta deberá ser corroborante, y sobre todo se evitarán las sangrías, y todo cnanto pueda debilitar el sistema: los baños tibios, los de oru- jo, los de aguas témales, se hallan recomen- dados, y efectivamente surten muy buenos efec- tos, las leches, y cocimientos de leños, como el guallaco, bardana, zarzaparílla, sasafras, se usan interiormnnte, con suceso, y asi el cocímíeto edul- cerante de Fuller, es uno "de los mas recomen- dados, dado solo, ó mezclado con la leche; co- mo también las sales alcalinas volátiles. En el sitio de los dolores si están fijos, tienen lugar las cataplasmas estimulantes, sinapismos, cáusti- cos, inecsas &c. friegas con franela, v cepillos, y los linimentos aJcholicos jabonosos," y difusi- bles, jaboncillo amoniacal con el láudano y tin- tura de cantáridas es una escelente fórmula. En los dolores parciales fuertes de ciática, sumba- go &c. se encomienda untar con miel blanca, polvorecida con cal viva, la que deberá lim- piarse al dia siguiente para ponerla de nuevo, y asi por algunos dias. El plan general que se debe establecer pa- ra precaver los abcesos reumáticos, consiste en un método dietético analéptico, ejercicio, abri- go con franela, pues su rose ecsíta la electri- cidad, y por consiguiente favorece el libre trán- # '91 sito de la transpiración, las friegas tienen el mismo uso, y en caso de medicamentos interio- res serán los sudoríficos que ya quedan iuuica- dos. La semejanza de la artritis ó gota con el reumatismo ha dado motivo a que muchos ia liMon tenido por una misma enfermedad confun- diéndose una y otra frecuentemente en ia practica, y para evitarlo espondremos la comparación (pie hace Ros ¡nillon de ambas enfermedades. El dolor de las articulaciones ecsiíte en el reumatismo t'eí mismo modo que la gota. Se pretende que en aquel el dolor re ocíenle mas en los músculos, que en esta, pero esto no es constante. Tampoco se menean mejor los músculos en la gota, que en el reumatismo; luego se deben distinguir al principio esjas en- fermedades, según las cansas que las produ- cen, El reumatismo lo origina una causa es- terna, y comunmente evidente. Al contrario, la gota sobreviene sin causa esterna evidente. A\ contrario la gota sobreviene sin causa esterna evidente. En cien reumatismos hay noventa y nueve producidos por el frío. El reumatismo viene comunmente de gol- pe sin haber precedido ninguna otra causa, si- no ti o.rio. La gota rara vtz ataca, sin huber estado precedida de otros síntomas, como la in- vasien del e-ttmago; va esta es una inapeten- cia, ya un apetito ñus considerable que lo or- dinario. En muchas ocasiones le preceden in* mediatamente la indigestión, pues ordinariamen- te antes del ataque, el apetito es voraz; final- lí)2 mente el reumatismo fija ordinariamente sobre las articulaciones mas ancha-, c> no ias de los brazos, espaldas, muslos, y r^ddl-.t*. En la gota, el dolor co.níeuz» general- mente atacando la muñeca, y cí-uiido ha dura- do algunos años, acomete algo a vez á todas las articulaciones, y á los máscalos. Hay algu- nos ejemplos de ataque» goteros que han prin- cipiado por li articuSaci.ii del muslo, pero es- to es raro. La gota principia común nenie por una sola coyuntura, como la del dedo gordo del pie, ó la del pulgar de la mano. El reu- matismo rara vez atac i una sola articulación, aunque es mas violento en ¡a una, que en la otra. La gota está mas fija, y cuando el dolor cesa, el enfermo esperimenta mas alivio que en los casos del reumatismo. Se distinguen también por sus periodos: muchas veces se padece el reumatismo por muchos años, otras le han pa- decido una vez sola en su vida, y si repite ó aparece de nuevo, siempre es con motivo de las mismas causas; pero cuando ha llegado una vez á manifestarse, repite de cuando en cuan- do por el resto de la vida. Las dos repiten comunmente en el otoño, y primavera, percx la gota con especialidad se hace mas notablo en estas dos estaciones. Se les distingue toda- vía por su conecsion con el sistema. Rara vez se observa esta concesión en el reumatismo, es- to es, rara vez principia por una afección al estomago, ni de las entrañas. Al contrario la gota casi nunca se manifiíesta, sin que el esto- mago se halle 'resentí do, y cuando el humores \9'\ movible, hace decúbito ya sobre una entraña, ya sobre otra. La gota rara vez «parece antes de los treinta v cinco anees, que es el tiempo en que la constitución del sistema declina mas ó menos. El reumati-m:> puedo también sobre- venir en la edad madura; pero comunmente se observan sus ataques antes de los treinta y cin- co años. Mientras mas temprano se maiiiüc-ten los dolores, tanto mas se debe recelar del reu- umatismo. Las distinciones deducidas del tem- peramento son difíciles de compren ler: los pic- tóricos y los sanguíneos se parecen mucho. Los sanguíneos que tienen la cutis mas tupida, y una°complecsion fuerte, están mas sujetos al reumatismo. Los gotosos las mas veces son fuer- tes y vigorosos. Estas casi siempre se hallan complicadas coa diferentes virus, GENERQ DÉCIMO CUARTO. Gota d podagrq. J-lyla hereditaria, pero parece que algunos la padececen sin esta disposición, pudiéndose por tanto contraer por diversas causas. El estimulo productor afecta las partes ligamentosas, tendi- nosas ó membranosas de las articulaciones, y las debilita de tal modo, que produco una sensa- ción molesta de dolor. Si fuera posible determinar por ciertos ter- I!ME minos los diversos temperamentos, diriamos que la gota es particular á los hombres de tempe- ramento sanguíneo, y muy rara en los que son de un temperamento puramente sanguíneo» melancólico, á los robustos y obsos que abusan» de fuertes incitativos, con especialidad cuando pasan una vida ociosa, y sedentaria, como asi misino glotonea: Las mugeres no la padecen tan- to, rara vez se ve en la infancia ó puericia, y en los que ejercitan su cuerpo nsr-ndo de die- ta vegetal, y generalmente hasta que no han pasado de la edad de los treinta y cinco años. Causas. Son dos psedisponentesy ocasionales, las primeras comprenden la edad, la dispoci- cion particular que adquieren los órganos, y todas las partes desde ¿u formación, ó como quieren algunos una acrimonia particular, ó bien sea diátesis gotosa, qne llega á actuarse por la ac- ción de causas ocasionales. Las segundas pare- cen ser de dos especies: Primera, las que pro- ducen un estado de plétora: Segunda las que en los pletoricos inducen un estado de debili- dad. Las de primera especie son la vida se- dentaria 6 indolente, banquetes, bebidas &c. Las de segunda especie son los escesos en la venus, bebidas embriagantes, indigestiones ap'i- cacion al estudio, ó negocios, vigilias, evacu - ciones escecivas, cesación de los trabajos acos- tumbrados, mutación repentina de alimento ani- mal abundante, á una dieta severa, abuso do los áccídos, y acescentes, frió aplicado á las ex- tremidades inferiores. La primera especie de causas ocasionales parecen- obrar aumentando la !í>'> disposición que \a ccsis: 1.1; y las de segunda son las que comunmente determinan ío> prime- ros ataques y ai repetición. La afección al parecer inflamatoria ó co- mo ericipelatosa de alguna de las articulaciones constituye especialmente la que llamamos puro. gismo de gota. Síntomas. Viene do golpe alguna vez, ce- sación de un sudor acostumbrado en los pies un frío estraordinario de estos, y de las pier- nas entorpecimiento ¡recuente, al que sucedo alternativamente una sensación de picor, que se estiende á lo largo de las e-ireiuidados infe- riores frecuentes calambres de los músculos de las piernas y una tumefacción cstraordinaría de las venas. Cuando todo esto se manifiesta en las es- tremídades inferiores, el cuerpo padece un cier- to grado de entorpecimiento y de languide:;. y las funciones del estómago están mas ó menea turbadas, se disminuye el apetito y se sienten flatulencias ú otro síntoma de indigestión. Todo sucede muchos dias; y en algunas ocasiones una semana ó dos antes que parezca el parogismo; pero comunmente el día que lo precede, el apetito es mejor que lo ordinario. Primavera y otoño son sus estaciones en las al- ternativas del aire. Suele comenzar a lu entra- da de la noche su invasión ó á la madrugada. Su estímulo suele ataca: la primera articulación del dedo gordo de un pie, desde donde se e^- tieii ie al talón: ea este estado su; le haber ca- losfríos, los que cesan á proporción que se au- 196 menta el dolor, acompañándolo su apireóla, ss |iaee mas intenso por grados codicíelo luego por el miiuio orden; todo e:i el espacio de vein- te y cuatro horas, desp »••> de cuyo tiempo sue- le venir un su ior suave y viene el sueño. La parte afecta aparece desp-ies de esto con tu- mefacción y rubicundez, síntomas que duran al- gunos dias y so desvanecen por grados. Cuan lo ha desaparecido, mediante la repetición de al- gunos in.-.-oltos, queda libre p:;r uu poco de tiempo, como si nada hubiera padecido. Eu los principios cuando son insoportables los dolores, tardan en reproducirse tres y cua- tro anos; pero después cuando no son tanto, se hacen mas frecuentes do dia cu dia; de suerte que á escepoioa de dos meses en el estío, lo restante del año sufren los enfermos el paro- gismo. También se juzga de sus progresos por las par- tes atacadas. Comunmente al principio está so- lo atacado un pie, de.-pues lo eotau los des uno de-pues de otro eu cada puragismo, y coaíinu u¡- do la enfermedad, no solo ataca loi dos pies á un tiempo mismo, sino también otras coyuntu- ras, y sobre todo las esíreiuidadei superiores e" inferiores, y casi 10 queda articulación libre. Ni se ha padecido mucho, suceden muchos desar- reglos; se forman concreciones de naturaleza calcárea á lo esterior de las articulaciones oue impiden el movimiento, se ven síntomas de afec- ción nefrítica calculosa. Se ha dividido en re- guiar é ¡rreg.uhe: primera, es la que acribamos ae describir: la segunda se ha súbdividido en 1.U7 at&ftca, retropnlsa, mal situada ó vaga. Primera atónico. Se manifiesta porcia debi- lidad del estómago ó ele cudquiera otra parte interna. Sobreviene cuando la diátesis gotosa do- mina en en todo el siste.ua, aun pie sin embar- go por razoo re-i.bi: segunda, vigorizar la parle qu-^ hi ooiaiti i '. afecto go- toso: tercera, editar c<>af-.-.-uie, pin .L's.do.'gar el sistema todo. La ;>.i<.ie-.v eaus'ieo-: la se- gunda espíritus ardie: íes, antier) e-'oooacos, vi- nos vigoro-us unidos i) los aro/oáiiccs (elaclos ca- lientes), bis éteres v tas prepi.re.eíones del opio. La disViucioii del "az.iícti ii «ni allnli volátil, dada con ios espíritus ardientes, p .ede suplir la indicación que%:e ¡"opone, í "S narcótic s son muchas veces un remedio eficaz, y se puede mc-z. (lar con los aromúticc-'- como lo estañen d e:- c- terio tebaico, ó con el alcanfor y el alkali vo- látil, con especialidad cuando afecta pulmones, inte-tinos ó estómago, en cuyo caso tienen mu- cho lugar los vegigatorie>s aplicados en estas partes. La tercera, se sati fara proporcionando los diaforéticos v a mas los que sin en para es- citar oví-euaciones convenientes á la parto en- ferma. Si ocurriese la gota Mal simada ó vago.. En que la afección in- flamatoria en lugar ile encaminarse á bis extre- midades, ataca cualquiera parte interna, cues- te caso se tratará como si fuera una inflama- ción idiopáíSca, con sangrías y derná^ convenien- tes á la parte afecta. En lo's míe:vale» de h» parogismos gotosos se ha de poner ia mayor di- ligencia en evitar las potencias nocivas que pue- dan contribuir á la reproducción de los insul- to*. Comenzando por vestir todo el cuerpo in- teriormente de franela, á fin de muí tener cons- t&ate la transpiración, hacer un moderado y gra- too dundo ejercicio, observar nn régimen alimenti- cio parco, e-acto, carnes tiernas, algUn poqui- to <:e vi¡ o &c. pues aunque hay quien preten- da q¡:e absteniéndose enteran.ente tic estassus- Kncias u«.u;e'o en su lugar de solo vegetales, se puede preservar y curar la gota: si hemos df dar ciédiío á las opiniones, de que esta en- fermedad depende de uu esceso de áccidos, sien- do los vegetales los que especialmente favore- cen mas estos productos, parece que debe au- mentarse con su uso, por lo que á mas del bufn régimen en comidas bebidas v ejercicio que ts lo general, se podrá echar mano de al- gunos ligeros ab-orventes, v. g. la magnesia cada veinte y cinco días una onza en seis par- tes, para tomar una cada día, para embotar de este modo el esceso de accidos, y moderar en :¡!gun tanto las fm-r/as de la enfermedad. Conviene evitar la pérdida de humores, sien- do perjudicial el esc, de la Venus El temple del aire no deberá pecar ni en ador ni en frío*. Los efectos del espíritu no deben ser muy acti- vos, ni permr-necer en una total inacción. El uso de ia quina y del hierro podrán formares» celen-es reiMedios durante e-tos intervalos, sir- viendo ai mismo tempo para fortificar el siste- ma gástrico, de cuyos de>arregu..s -e han per- suadido algunos, q.;e traia » origen los paroxis- mos gotosos. Los alcalino» han tenido mucho crédito para pro-averíos, especialmente en la gota acompasada de afecciones calculosas. 201 CAPITULO IV. Esantemas en general. üwe? da el nombre de flecmacias exantemática^ ó Calenturas eruptivas á aquellas en que apa- recen erupciones cutánea*, tlecmono^ns ó erisi- pelatosa-, en forma de fiioctenas ó de manchas purpureas ó cárdenas. Por lo general ro se producen sino por la acción de un contagio particular: principian por la calentura á la cual se sigue una ernpcion particular en la super- ficie del cuerpo. Aíuchas de estas enfermedades no acometen sino una sola vez en la vida, y sus síntomas son en general los que regular- mente acompañan á las inflamaciones. Y aun- que los ecsantenias acometen constantemente á la cutis, y tegumentos, unos atacan ciertas par- les con preferencia á otras, y se distinguen por su tamaño y asiento; asi unos ocupan los va- sos cutáneos, otros el cuerpo mucosado de mal- pigio, otros atacan el tegido celular los folículos, ó las glándulas, ó se t^tiendeH por toda la cu- tis apiñados ó esparcidos va forman equimo- sis, ya postillas de un genero determinado en un ámbito, color, y magnitud, ya vegigas, am- pollas, y tubérculos de cierta medida, y esten- sion, unos degeneran en su declinación en ca- rácter pútrido, mas bien que otros &c. esto lia hecho qne algunos hayan distinguido los ecsan- temas, en benignos, tifoideos, y pestilenciales; pero es indudable que si desde el principio ma- "208 infestasen esta índole, no deberían reducirse á la clase de puras flecmacias. Conservando pues la naturaleza inflamatoria, como necesarias en su curación las sangrías, bebidas díluentes, y subácidas, el ra«todo refrescante, aire pufo y húmedo, la dieta rigorosa &e. según espon- dremos en ia enumeración de los géneros. GENERO í RIMERO. Viruelas. ¿¿Jas viruelas son una enfermedad ecsantema- tica, febrií, contagiosa, aguda, siempre prima- ria caracterizada por unas postilias que nacen en h superficie de la cutis, pequeñas, encarna- das, por ío común flecmonosas, semejantes á los barros, saliendo primero en la cara y cue- llo, y aun en la parte c.bellosa de la "cabeza, estendiéndose después al pecho, hombros, ma- nos,y lo restante del cuerpo, y creciendo po- co á poco casi hasta la mitad ele un guisante pequeño, los cuales se supuran á pocos dias, terminando en unas costras que lnego se caen por sí, y dejan ciertas señales encarnadas que insensiblemente desaparecen, y á veces hovos ó ¿cicatrice*. Por io común fas acompaña "ce- I entura, aunque á veces siendo benigna, ó no se manifiesta esta, ó apenas es perceptible, ó mas bien guarda un carácter errático. Siempre dependen del contagio de un venero particular, cuya acción se desenvuelve con especialidad en 203 ciertas estacione?. JScina epidémica ó esporádi- camente y acomete á los sugetos predispuestos, sin csceptuar ni aun á los fetos, y á los ancia- nos. Regularmente se padece una vez sola en la vida, y con preferencia en la niñez; pero hay muchos ejemplos de haber repetido des, tres, y aun mas veces particularmente habiendo sido benignas, Los autores han deducido sü di- ferencia de su origen y naturaleza. De la lí- gula de las pústula;-, de su situación, y de su mayor ó menor gravedad. Se consideran cua- tro periodos, el primero que Sitlenr.hu llama de separación, y otn.s aparato de los ecsantemas, estado de contagio, de ebulición, de t ferves- cencia, de germinación &c. Comprehende todo aquel tiempo que antecede á la erupción, y co- mienza desde la primera invasión de la calen- tura, á veces falla este ppriodo y el mal prin- cipia desde luego con la erupción. El segun- do es el periodo de la erupción llamado tam- bién de la inflamación, y se cuenta desde la primera apariencia de las postillas, que se ve- rifica unas veces a! segundo día, otras al ter- cero ó mas- tarde. Tercero, cuando las postillas se hinchan, crecen y r.e supuran, por lo que se llama de supuración y maduración: conclui- da, esta las postillas te sea.ir, se convierten en costras, y se van cayendo poco á poco, y es el cuarto periodo ele la eSísccacion ó declive. Pronostico. Se debe atender al carácter de la calentura, al estado de la erupción, y á la constitución del individuo. Curación. En el primero y segando perio- 204 y aun en los principios del tercero, conviene e) plan refrigerante y d iluente, y en lo sucesi- vo el tónico y antipútrido. Divídcnse en discre- tas y confluente?: las primeras son aquellas ett ue hay pocas pústulas, que estas están saltea- as, tienen figura circular y levantada, y que la calentura cesa por lo general luego que se ha completado la erupción. En la confluente las pústulas Son 'numerosas, y por lo regular juntas sin estar círcunscritass, parecen flojas y po* co levantadas, y la calentura continúa después de la erupción. Subdivídense ambas en benignas y malig* ttas. Las primeras son aquéllas que las acompa* ña una Calentura simple, que termina conclui- da la erupción* que se maduran con facilidad* que en pocos dias supuran y se caeh sus eos* tras maduras. Las segundas aquellas á quiénes acompaña una calentura dé mal carácter que no Cesa efe,ctuada la erupción, que con dificultad supuran y en las que Se advierte suma debi- lidad, los pulsos muy pequeños, leve y conti- nuo delirio; las pústulas y granillos muy peque.* ños, acuosos, hichorosos y negros, manchas cu- táneas, hemorragia, desasosiego, fastidio, ronque* ra, dificultad de respirar &c. Primera especie: viruela discreta. La Calen- tura eruptiva es moderada, y parece ser con evidencia del género de las inflamatorias si* tiocales. Síntomas. Se rnuncia por frió, y comunmen- te está acompañada de languidez considerable j 205 . de modorra, la accesión del calor se forma su instante, y por lo común se aumenta al segun- do ó tercero dia: por todo este tiempo los ni- ños se despiertan las mas veces sobresaltados, y los adultos si guardan Cama sudan mucho. El día tercero se padece alguna vez una o dos accesiones epilépticas, manifestándose en segui- da la erupción, que se aumenta por grados en el espacio del cuarto y quinto día, descubrién- dose al principio en la cara, y succesivainente en el pecho, y partes inferioes, de modo ei-e en el dia sesto está esparcida complétamelos por toda la seperficie. Desde el dia tercero la calentura baja, y cesa del todo acia el quinto ó sesto. La erupción aparece al principio, bajo la forma de puntillos encarnados apenas emi- nentes, que se levantan por grados, y forman granos, por lo regular salen pocos de estos en la cara, y aun cuando salgan muchos e^tán dis- tantes y separados los unos de los otros. El ses- to ó séptimo dia, se descubre en la punta da cada grano, una vegiguilla que contiene un hu- mor casi sin calor, ó de un color de miel: es- tas vegiguillas crecen solo en eslehsion por elos dias, y se nota un pequeño hueco en su me- dio» mas acia al octavo se levantan Va en pus- tulas esféricas. Después son redeadas de un bor- de inflamado esactamente circular, que comuni- ca cuando son muchas un cierto grado de in- flamación á la cutis vecina, y da también color carmesí á los espacios intermedios. Cuando hay muchas en la cara [lo que sucede acia el octa- vo dia] toda ella se hincha mucho y con es* 206 peciahdad los parpados, dé,tal modo qne los ojos se cierran enteramente* Mientras que la en- fermedad hace progresos, la materia contenida en las pústulas, se hace por grados mas opa- ca, ó blanca ó amarilla. El once disminuye la hinchazón del rostro, y las pústulas parecen del todo llenas. Se ve en la punta de cada una, una mancha mas obscura qíie el resto: en este lu- gar se abre por n el once ó poco después, y salé de ella una porción de la materia que con- tenia, á su consecuencia la pústula se arruga y se deshace, la materia que sale se seCa, y for- ma níia costra en la superficie. .Alguna vez nO sale sitio una pequeña porción, y la que que- da se espeza y aun endurece; y así se ca* en y dejan el cutis qué ocupaban de ün color rojo obsciiro, que hasta pasados mu* chos dias no toma su color natural, algunas de* jan hoyos ó cavidad. Después sucesivamente las del resto del cuerpo, las mismas mutaciones, la materia de las manos y brazos con prontitud sé absorve, y cuando la "enfermedad ha llegado 4 su periodo mas alto, se aparece á unas vegi- guílias Vacias. Ertlos días once y doce cuando desaparece la hinchazón de la cara, las manos y pdes sé hinchan, y deshinchan después á pro- porción que Jas pústulas se van madurando* Cuando hay muchas en la cara, sobreviene nn grado de pirecsia el once y doce que desapa- rece luego que las pústulas han llegado á sti perfecta madurez, ó subsiste en un grano vavrf moderado, hasta que las de los pies han re* 207 corrido sus diferentes periodo?, continuando ra- ra vez por mas tiempo la calentura en la virue- la discreta. Cuando son muchas las de la cara viene el diez y seis ó diez y siete una indispo- sición de garganta, acompañada de ronquera, y se desprende de la boca un liquido tenue. Sín- tomas que se aumentan con la hinchazón de la Cara, y espezandose mas los líquidos que filtran de la boca, y de la garganta, se arrojan con mas dificultad, y lo mísmo para tragar: ¡as be- bidas casi siempre se arrojan, ó salen por ia na- riz, pero todas estas afecciones de las fauces, des. aparecen a proporción que ia hinchazón dismi- nuye. Segunda biruela confluente: En esta su carre- ra es regularmente la misma que la discreta, pe- ro los síntomas de cada periodo son mas violen- tos, y se observan muchas circunstancias dife- rentes. La calentura eruptiva es mas violenta: el pulso mas frecuente y comprimido, y se acerca mas al que se nota en tifo, la modorra es mas considerable, y casi siempre hay delirio. Vó- mito, á la invasión, en las criaturas muy pe- queñas las acciones epilépticas, alguna vez son muy frecuentes los primeros dias do la enfer- medad: también se ha visto hacerse mortales, antes que apareciera la erupción ó ser el pre- ludio de una viruela muy pútrida ó muy con- fluente. La erupción suele no presentarse hasta el dia sesto ú octavo, y las mas veces está acom- pañada ó pre cedida de una eflorescencia eri- sipelatosa. AJgunas veces la erupción forma es- pecies de racimos, del mismo modo que la del 208 sarampeon, y cuando se ha completado,, los gra- nos son siempre numerosos en.la cara, y al mis- mo tiempo mas pequeños y menos eminentes que en la discreta. Lueg-o que se ha completado algo remite la calentura, pero lejos de disipar- se del todo, pasados trescientos cuatro di^s se aumenta de nuevo y continúa violenta por todo el espacio de la enfermedad. Las vegiguillas que se forman en las pimtas de los granos, suelen aparecer mucho antes que en las discretas, que crecen y se estienden, no conservan ni figura cir- cular, sino toman toda clase de figuras irregu- lares. Una gran porción se confunden las luías con las otras, y con mucha frecuencia la cara está mas bien cubierta de una sola vegiga, que de húmero determinado de pústulas. No se ele- van en figura esférica, sino quedan aplanadas, y alguna vez toda ia cara presenta una super- ficie líbida. Cuando está cubierta de pústulas, no hay bordes encarnados inflamados, y lo lim- pio del cutis regularmente está amarillo, y flo- jo. El licor contenido en has pústulas que era al principio claro, opaco, se pone pálido ó mo- reno, pero nunca adquiere el color amarillo* ni la consistencia espesa que se observa en la discreta. leí hinchazón de la cara que es nula en ia discreta, á menos que no haya muchos granos, es casi siempre uno de los síntomas de la con- fluente. Sobreviene desde luego, y llega á un grado mas considerable, pero disminuye hacia. el dia diez ó doce: en este tiempo las pústulas & vegigas, se rompen, se arrugan, y arrojan ua 339 licor que se muda en co-fras morenas Ó negras que no se caen hasta muchos d¡a-¡ después. Lhí Costras de la cara üejan, cu>ndo se desprenden a las partes que cuhrian, sujeta- á una descama- ción que es sin disputa la causa de b>s hov<>s que quedan después de la enferme i.el. Las pústulas de la confluente, que pare en en la^ Qtras partes del cuerpo, estin mas apartadas las unas de las otras que en la ca'"a, poro el pus que contiene nunca adquiere la madurez, ni la consistencia que "la verdadera di-¡cret.-i. l/i S-ilivacíon que no acompaña sino rara vez á U discreta, sobreviene constantemente á la confluente. JjEste síntoma, y la afección de la garganta, son muy considerables especialmente en los acial ros. En los niños la diarrea equivale casi siempre á lu salivación. En ia confluente hay con frucuencia una putrefacción, ó degeneración considerable do los humores, como lo prueban las petequias, y las ampollas llenas da suero, para bajo de las cuales la cutis parece dispuesta á la gangrena y las horinas ensangrentadas, ó las otras hemor- ragias que son síntomas comunes en esta enfermíii l. La calentura que solo hi t?ni.lo uní remisión desde el principio de 11 erupción has- ta la madurez, se renueva muchas veces con una violencia estraña áciu este, pero inmediatamen- te) después esto es lo que se llama la ca- lentura secundaria, cuya duración y écsito varia según los diferentes casos. Prono di':.). Cuanto mas conserve el tipo de discreta, tanto meaos hay qu2 temer; y cuanta 210 mas á 'a confluente, tanto mas arriesgada* Lai discreta no es peligrosa jamás sino cuando hay pinchos granos en la cara, ó por mejor decir, cuanto mas se aprocsima á la confluente pqr el grado, de calentura ó putrefacción. La confíen- le nunca deja de ser peligrosa, pero es siempre proporcionado su. peligro á la violencia y dura- ción de la calentura, particularmente al grado de evidencia en las señales de los síntomas de putrefacción. Cuando es muy grande la dispo- sición pútrida, alguna vez es mental, la enferme- dad antes del día octavo; sin embargo la muer- te no sucede muchas veces hasta el once y aun se retarda hasta el catorce ó diez y siete. Tercera confluente cristalina. Esta es la pri- mera especie de la confluente malignando Helvecio: sus granos son claros, transparentes y llenos de un suero cristalino. E,s difícil distinguirlas en los Ínúmeros días cuando principian las pústulas. \>r lo común la precede calentura bastante viva, diarrea serosa muy considerable, dolores de cabeza y una gran sed, cutis blanco amari- llo, y todas las partes están algo abotagadas. Cuando, comienza la erupción, los granos parecen de un color rojo mas pálido, crecen con mas celeridad, se levantan mas y son ma- yores que en las otras especies. El circulo que rodea la base de cada grano, conserva siempre un color mas pálido, y la pielecilla que contiene el humor es mas delgada. Mu- chos se apiñan y forman una vegiga llena de suero, cuando la cutis que está por debajo se descubre pálida. Todas Las partes están muy hin-v 211 chadas, y como edemetosas; en fin la calentura está acompasada do síntomas particulares al tifus, ó de una especie de erisipela miliar, seme- jante a la que se observa en la discreta. Cuarta: negra u escorbútica. Vie.ie precedi- da de Iqs mismos síntomas que las otras m-ilig- nas. La erupción se hace con frecuencia dcsd* el segundo dia, lus granos tienen uu color ne« gro y se levantan poco. Cuando se abren salo de ellos una sangre muy negra, muy amorataba, y su fondo parece gatigreuado. Los enferma or-, dinariamente orinan sangre, otros por el ano,,, algunos por las narices, y otros par la boca al. tiempo de escupir, tocer, ó vomitar. Los vacíos que separan los granos, tienen un color negro obscuro, la calentura.es bastante viva, y los re- cargos son violentos. Curación Cuando vienen acompañadas de calentura inflamatoria, cuando, invaden á sujetos jóvenes, robustos pictóricos &c. ea los que los síntomas de reacción son muy fuertes, será opor- tuno disminuir en algún tanto este estado, por las sangrías moderadas, bebidas sub.accidas, y blan- damente sudoríficas, que disminuyendo ql estado de eretismo de todo el sistema» facilitan la erupción, y manifestarla debe mantener- se en la perisferie, continuando los diafore- ticos, evitando el fría, mas ó menos corroborantes, segun la mayor ó menor debilidad. En caso que esta sea escesiva, que los síntomas tornea incremento, que se presenten los de putrefacción, ó degeneraciones humorales, entintaras de quiñi con los accidos, bien ea tintura opiata, serpentaria, 212 valeriana &c. añadiéndoles el alcanfor, opio, al- misclc &c, en caso do presentarse síntomas ner- viosos; por bebida común agua ligeramente ac- ciduiaja. infusión de saúco con espirita nitro dul- ce, cociuiieuio polícresto, teniendo cuidado de mo- derar ios sintonías parciales, como la disfagia» epifora &c, por los adecuados. Como estas en- fermedades epie reconocen por causas la acción de mías ¡mis contagiosos no perdonan por lo ge- neral á ninguna edad ni constitución, sino que" tracen presa tanto en lo.; jóvenes como en los- ancianos, en robustos como en débiles, circuns- tancias que hacen variar el motólo curativo; de aqui es que manifestándose muchas veces en su- getos de esta misma constitución, el plan cu- rativo debe sor diferente: por lo tanto, como la debilidad y poca acción del sistema que afecta á estos sugetos no permite ni que ios síntomas de reacción sjan muy fuertes, ni que la erup- ción se presenta, según ei orden regular, será menester ayudar con los sudoríficos fuertes ca- liente.;, como la infusión de manzanilla, flor de sabuco con un poco de vino, ó este aguado &c. mas cuando ya la erupción se ha manifestado, y principal.;!ente acia el tiempo de la supura- ción, que es cuando la debilidad es mas fuer- te, se dará tintura, de quina sola, ó cotí su es- tracto o sus opiatas, con serpentaria, sinapismos &c. Otras veces suelen venir acompañadas da un aparato gástrico, saburroso ó bilioso, prin- cipalmente cuando atacan á sugetos de seme- jante temperamento, ó bien cuando reina en las estaciones del estio, en cuyo caso debe indiears» 513 primero, el emélico antimonial, v en seguida et plan propuesto según el temperamento'del su> geto y la naturaleza de la erupción. afectos de la vacuna en el hombre. feaa^tísde el primero al tercero dia no siente regularmente incomodidad alguna en las par- tes vacunadas" del cuarto al quinto se ponen en- carnadas é hinchad;,s |Us picaduras: ' del quinto. al septMiio se ponen mas encendidas y se fir- ma ui) gr,auo algo bajo por el medie»."A! cum- plirse el. eíui séptimo so entiendo el grano, v pre- senta, na borde; (pie contiene }a una materia clara, y me.7 transparente; entonces se hunde mas el grano que A centro. En esta époea se observa, ab reu<;dor de cada grano un cerco de color encamado mas ó menos subido, que se llama areola. A este se sigue acia el fin del «lia octavo ó noveno, una inflamación tlegmo- nosa al rededor de. los granos. Esta inflamación se. estiende á veces á muchas pulgadas déca- da grano, y suele cojer todas las areolas for- | manilo una sola hinchazón. j Desde <\\¡e se forman las areolas hasta que se. verifica esta hinchazón, se halla desazonado i el doliente, bosteza y á veces tiene nauceas, y ( i «un vomites, como_ las viruelas inoculadas, bien que esto sucede raras veces: suelen tener el pul- so acelerado, y aun fiebre que puede durar dos ó tres dias: en los nerviosos pueden sobrevenir algunos movimientos espasmodícos. Sienten do- ?14 lores en los sobacos, calor vivo, mucha picazón en las^ partes^ vacunadas, y pesadez en los bra- zos: Estos efectos no en todos se juntan, pero siempre se nota cierta hinchazón al derredor de pada grano; ei grano fia tomado entonces todo su incremento, y coniiene un humor claro. Des- de ei dia nueve al odce se desvanece la hin- chazón, y regularmente solo quedan eflorescen- cias rpie se estienden á veces y cesa la fiebre. Al fin del dia diez o al comenzar ei once se forma una costra amarillenta en medio ele ca- da grano. Em.is se eridegrecen del doce al troce y cae desde los veinte y cinco á los treinta dias. A veces sí las picaduras se hacen profundas, ó se rozan, se forma debajo de la costra una su- puración aparente, pero esto es muy accidental. Falsa vacuna. 'iíSkmL.si se llama la que no preserva de las vi- ruelas, y se conoce, en que su curso es mas rápido, y mas prematuros sus efectos, que se co- mienzan á advertir desde el dia siguiente v á veces en el mismo dia de la vacunación, for- mándose en donde se hace la inserción una li- gera hinchazón que so bija y se estiende: desrle- entonces se presenta una areola que las mas ve- ces es de color rojo pablo. Antes del diases- to aparece un grano, por lo común de forma Irregular, qqe eu lugar de estar unido por el centro, se levanta en punta, y parece formado por una materia amarillenta, que al secarse to- ma el aspecto de la goma, v nunca presenta aquel viso plateado de la verdadera. Esta do- cencia, cuyos periodos no son conocidos y regu- ares como los de la verdadera, se desvanece, casi siempre sin que se manifieste la fiebre. Época en que se ha de tomai el fluido. En el dia ocho y nueve se toma á tiem- po que el grano esté rodeado de una areola viva, y bien fi>rm;:tl;i. ísi se comenzase á for- mar costra en medio del grano, no seria la matería segura, porque tiiiduee.; ha perdido ya su claridad y transparencia, y se ha puesto ama- rillenta en forma do pu... Cuando la vacuna es- tá connaturalizada en un pueblo, se ba de pre- ferir el ingerirla de brazo á brazo, esto es, de un vacunado á otro que se quiere vacunar, porque entonces no tiene el fluido tiempo pa- ra desmejorarse. Se ha do lomar de los granos qne están todavía intactos, ó que no se han abier- to ni con instrumento, ni por casualidad. J\Iétodo de adquirir el fluido y hacer la pU caduru* So pica ligeramente en diferentes partes del borde que forma el grano, evitando que se haga sangre, pues si se mezcla con el fluido lo desmejoraría. Ai mismo, instante se ven sa- lir de las picaduras gotas de una serosidad trans- parente con que se humedece la punta del ins- trumento. La picadura para vacunar se debe 216 hacer entre la epidermis y la piel, si se hicie- se profunda saldría sangre, y esta echaría fue- ra eí fluido vacuno que se ha introducido* ó so disminuirá su actividaei mezclándose con ella. Esta es una de las razones porque no surten efecto todas las picaduras. Se deba dejar un in-tante la lanceta debajo de la epidermis, y no sacarla hasta comprimir un poco con la I le— ina del dedo la picadura, como para enjugar la lanceta. Método para conservar el fluido y enviarlo lejos. De tres modos se conserva: en hila^ en Ian«- ceta y en cristal. El que se pone en hilas tie- ne el grado conveniente que forma escamas, y lio se conserva enteramente en ella?, en cuyo caso no surte regularmente efecto: recogido en lancetas toma orín, y esto le desmejora y ha- ce mudar de naturaleza. El mejor medio y mas conveniente de conservarlo bien y enviarlo le- jos, es ponerlo entre dos cristales juntos unos con otros, y cubrir con cera todo el bordo. Pa- ra emplearlo conservado de esta suerte, se des- líe con una gota de agua fria y bien ciara, has- ta que adquiera una consistencia ligeramente espesa, y cojan de él las lancetas con que 6e han de hacer las picaduras. 217 ©BSERVACIONES. i ía persona que se va á vacunar e«dá sa- na y buena, no ec ige esta operación prepara- ción alguna; pero sino lo estuviere conviene restablecer su salud. Aunque en general no ec- sige precaución alguna, un c-ceso de pruden- cia puede pedirla "en algunos casos. Se puede vacunar á un niño desde los dos meses de edad hasta la primera dentina ion, y pasada esta hasta la segunda. El método de las picaduras es pre- ferible á todos los demás. Aunque basta (pie sa leja un grano vacuno, para que sea legitima^ y preserve, so hacen desde tres hasta seis pica- duras, pues cuantas mas sean, mas seguro e«, qne alguna de ellas formará grano, y un flui- do vacuno se podrá estraer. En algunos ha ha- bido que repetir la vacunación muchas veces, pero esto es raro, v cuando se pasa el fluido de brazo a brazo, cuando este se halla c'n un punto de madurez. No salen granos de vacuna sino en las partes que hacen insiciones; algu- nos han asegurado que Salen en otras partes del Cuerpo. No hay un solo ejemplo de (pie la vacuna sea contagiosa, ni se puede comunicar, sino mediante la inserción del fluido Vacuno. A veces no se declara la vacuna hasta los dias seis, siete y ocho, y aun en mas tarde, y se han visto picaduras en que comienza á hacer mi efecto, mientras se van sacando otras hechas al misino tiempo. Mientras dura la vacuna no es necesario dar al vacunado medicamento alguno 2T8 ni sujetarlo á cierto régimen, a no ser que sobreviniese alguna novedad particular: baste en- tonces precaverla de las causas de las enferme- dades y dé las indisposiciones. Aunque la va- cuna preserva de las viruela-, no pone á cubier- to al vacunado de otras enfermedades, ni tiene influjo sobre ellas: las señales del mal que so- brevenga, indicarán el régimen qué se ha de reñir en su curación. Puede suceder que al- gunos dias antes de la vacuna haya contraído alguno el contagio de las viruelas, y entonces como el (luido vacuno no está á tiempo de im- pedir los efectos del virus varioloso, siguen su curso regular las viruelas, y la vacuna sin con- fundirse una con otra. También se ha manifes- tado alguna vez, á pocos días de ejecutada la vaceinacion, el sarampión, la alfombrilla &c. que siguen sus periodos muy regulares, y la vacu- na aunque retardada, los sigue despules igual- mente: conviene que un facultativo in-truido se- ñale el momento favorable de vacunar, asi como ti la vacuna es verdadera ó falsa, y que asis- ta al vacunado para ausiliarle en las otras en- fermedades, que en este tiempo le pueden so- brevenir. Si se vacuna algiino que ha-a tenido viruehs, ó se sospeche haberlas tenido, nadie se servirá del fluido vacuno, que este produz- ca, porque se propagaría la fuisa vacuna, que ¡no preserva dé las viruelas. 219 GENERO SECUNDO* Sarampión* CUpa la perisferie en foma de picadoras, y manchítas encarnadas, calentura y denlas sínto- mas catarrales que le acompañan. Es infantil* Comunmente es epidémico al principio de ene- ro y cesa inmediatamente pasado el solsticio de! estio, pero varias circunstancias que hacen el contagio, pueden producirlo en otros del ano* Algunos lo consideran, contendencia á la putre- facción, pero si hacemos atencio á que gene- ralmente se presenta, como está dicho* tiempo en que regularmente no ejerce su acción nin- gún miasma contagioso; lí observamos al min- ino tiempo que cuando se adelante hasta el es* lio, sus síntomas son entonces mas benignos; y finalmente que á comete atodo genero de perso- nas y & toda clase de temperamentos siendo ai que el miasma pútrido, ejerce su acción especial- mente con las personas robustas, jóvenes, y dé un temperamento sarpuino, desdo luego podrá concluirse, no debe colocarse este contagio entré aquellos que participan de la naíureleza adiná" mica. Catísas. Contagio, agregándose cierta de- posición particular individual, y una constitución particular de la atmósfera; y asi se ha dividido con raeon ne epidémico y esporádico, distin- guiéndole por un carácter en benigno, maligne»* regular, irregular &c< (D 220 Síntomas. Son tres periodos, primero aparato á la morescencía ó contagio, desde la invasión hasta la erupción; y son calentura con incomo- didad procedida de calosfríos, gran sed, lengua blanca, húmeda, inapetencia, tos seca, pesadez de cabeza, prcinipalmeníe en los adultos, ardor en la garganta y en los lomos, opresión de pecho, respiración acelerada y frecuente, y aun inter- rumpida con suspiros, sensación de peso en la región epigástrica, rubicundez y lagrimeo de ojos, no pudiendo sufrir apenas la luz; flucción de un humor tenue y acre de las narices, con frecuentes estornudos, y alguna vez emorragía que descarga la cabeza, los ojos, y fauces. Al tercer dia se agravan todos estos síntomas, viene algún temblor, y salto de tendones en las ma- nos; el calor del cutis es intenso y vivo, y á veces hay delirio, anciedad, perogilio, ó una es- pecie de coma vigil: vienen nauceas, y vomites biliosos, y con mas, frecuencia diarrea de la misma especie, especialmente en la época de la distinción: con este flujo se modera, y calma re- gularmente el vomijto, y tampoco estorva la erupción, no siendo escesivo. Otros padecen es- treñimiento de vientre durante la enfermedad, sin daño alguno: los enfermos parecen cansa- dos torpes, y pesados; algunos tienen un sudor copioso: se hinchan los párpados y toda la cara; se advierte un circulo rubicundo en los ojos, y padecen cierto ardor, cuando está ya prócsima la erupción. Estos síntomas se alargan sin remi- sión alguna comunmente hasta el dia cuarto y quinto, sino viene erupción al tercero. 15 221 Ser,undo periodo. Es la erupción: comienzan á parecer por la frente, y toda la cara unos pun- tos encarnados muy pequeños, semejantes á las picaduras de pulgas y van aumentando poco a poco en número y tamaño arracimados en di- versas formas; desde la cara se van esten- diendo á la espalda, al vientre, á los brazos, á piernas, y allí con mas ancleramas encarnados y numerosos; pero no mas promitentes en lo que noto variedades relativas á la continuación del sugeío. Con este periodo scí calman los síntomas mas graves, pero subsiste la tos, y á veros se> aumenta por la erupción que suele manifestarse en la laringe, traquea &c. y contribuye para espectorar su material -mocoso abundante: junto á la tos suele dificultarse la respiración, rubi- cundez en los ojos incomodidad que se perci- be con la luz, lagrimeo, soñolencia, fastidio á la comida, sirven con mas suaves y desapare- cen en breve. Al día sesto los granos de frente y cara son pálidos, se desinchan. y queda ás- pera toda la piel, y entre tanto las que ocupan las piernas se presentan muy anchas y encarna- das. AI séptimo cesa del todo la calentura y se desvanece la erupción de la cnlentura, en cuvo tiempo se cuenta el 'Tercer periodo. Crisis, declinación, ó desca- ■^macion. Al octavo se disipan los ¡nanos de to- do el cuerpo, siguiéndose un sudor universal, una evacuación copiosa de orina, ó de diarrea, que alguna vez degenera en forminosa, coli- '•quativa con funestas consecuencias. El noveno se 222 halla mas restablecido el paciente, y se vé toda la piel como llena de un polvillo harinoso y ca- yéndose en forma de escamas con picazón, pe- ro sin dejar señal alguna: después de disipada la erupción alguna vez viene dificultad de res- pirar, los molesta y perligílio, no por una tras- mutación, sino por no haberse hecho completa- mente la erupción; entonces resulta uña pulmo- nía secundaria, cuyos terminaciones suelen ser én una calentura hética. Pronostico. Es favorable, siendo benigno y regular en los'niños y jóvenes; pero en los adul- tos, siendo la erupción muy tarde, en sujetos enfermizos, y en los que abusan de un método calefaciente no deja de ser peligroso. Es buena señal cuando después de la erupción se halla vigoroso y aliviado el paciente, si los granos se mantienen encarnados, y si la piel tiene igual dolor y alguna tensión. La erupción que se mantiene en un vigor mas de cuatro días es sospechosa, y si adquiere un color negro, mar- chitándose y aflojándose la piel, anuncia la gan- grena, y la muerte. Su reperecion por la im- presión del aire, siempre es temible, aunque á veces sobreviniendo diarrea, evita sus consecuen- cias. La tos continua con diarrea, y gran in- quietud, es señal muy funesta porque puede puede producir una afección pulmonar que 1er- nune en tisis. Las hemorragias escesivas son pe- ligrosas, como igualmente los sudores muy co- piosos, y continuos en los adultos. La diarrea que dura aun después de todo, debilita, y produce 22:1 una tabes mortal; otras se ha observado obstruc- ciones del mesenterio, ó vómicas pulmonares, y algunas queda tos molesta con ronquera, que fácilmente degenera en tisis. Curación. El benigno y regular, censiste por sí solo con la quietud, y la dieta; y cuando por la disposición del sugeío necesita mes, ó sus complicaciones, debe atenderse á estos particular- mente. Por lo qne presentándose eu robustos, jóvenes, y pictóricos con síntomas de fuerte in- flamación: sangrías: arí como por cualquier ac- cidente que desaparezca la erupción ó dismirinva, haciendo decubito sobre alguna parte, especial. mente á los pulmones, en cuyo caso se favorece la erupción ó evasión del contagio por me- dio de los vegigatorios, un ligero emético hipeen. cuana, los tullientes suhaccidos, blandos sudorífi- cos, como suero con jarabe de limón, éter, fric gas &c. mas si la falta de acción del sistema fuere causa de desaparición o disminución de la erupción, se favorecerá por las infusiones de amapola, saúco, sudoríficos &c. asi mismo al- canfor, almiscle, y los calmantes cuando haya gran inquietud y pervigilio &c, teniendo cui- dado igualmente corregir la diarrea, que so- breviene en el tiempo de la descamación, sien- do escesiva, por el cocimiento blanco de Sidenan, diascordio &c. El lagrimeo, estornudo, y prin- cipalmente la tos deberán calmarse con los demul- centes, y musilagínosos, cocimiento de altea con niusilago arábigo, como otro cualquier cocimiento pectoral, ú endulzado con jarabe de goma amo- niaco. Si llega á adquirir un carácter pútrido, ó 224 gangrenoso, entra la quina con la mayor ener- gía, (puede verse á Eulserio). GENERO TERCERO. Escarlatina, mal colorado b alfombrilla. ra |s una erupción cutánea que viene con ca- lentura inflamatoria, contagiosa, por unas man- cha, ó ersetas encarnadas estendidas por toda la superficie del cuerpo, que después se reúnen y caen al cabo de tres ó cuatro dias en forma de escamas harinosas, y á cuya descamación sigue frecuentemente la anasarca. Se divide en simple y begnina y en anginosa acompañada de mal de garganta. Alguunos confunden la angina maligna ó gangrenosa con la escarlatina anginosa; pero se diferencia, primero en que la angina maligna, aunque suele acometer á todo genero de per- sonas, lo hace especialmente á los débiles ca- queticos, y mas constituidos; siendo asi que la escarlatina anginosa no acomete generalmente sino á las personas jóvenes robustas, pectoricas &c.: segundo la calentura que acompaña a la an- gina maligna: es de aquellas que participan, ó por mejor decir, deben colocarse en la clase de tifos, cuando por el contrario la que acompaña á la escarlatina anginosa, se presenta con todos los caracteres de inflamatoria: las úlceras ó astas que se manifiestan en la angina maligna son de naturalezagangrenosa, y de un color subinerico • ceniciento, trasudan un licor te- . 2-2 "> nue, y corrosivo que escoria las partos por don- de pasa; estcndiendose alo-unas veces estas Ul- ceras, á todo lo largo del esófago, Y de los intestinos hasta el ano; siendo asi que en la ca- lentura anginosa, Ips úlcerillas (pie resultan son de color rojo encendido, que carí purpurea, y su ostensión se limita á bis amigdaias, y velo palatino, adelantándose algunas veces por les labios. Síntomas. Se vé comunmente á principios del invierno, y reina toda la estación: vigor, calentura que precede siempre; no hay tos, ni los catarrales del sarampión; no hav anciediul, ni vómitos, que preceder, comunmente á la vi- rnela confluente, y aun mas frecuentemente a la angina maligna. Estorvo en la garganta des- de el principio. Casi siempre es difícil la de- glución, y lo es mas en la angina maligna; la boca y garganta está ruborosa con tumefac- ción, hay una porción mayor ó menor de lis- tas, que se ven rara vez en la angina tomilar, V que son comunmente mas blancas que las de la angina maligna: al tercero día se descubre erup- ción escarlatina en la cutis. Es mas considera- ble y universal que en la angina, pero rara vez modera la calentura; subsiste segundo y ter- cero dias después desaparece y termina por descamación harinosa, entonces cesa comunmente la calentura y viene sudor. Las astas caen al cabo de algunos dias, disminuye la hinchasen, se descubre en una amigdola, ó en las dos una úl- cera, cuyo pus es loable, pues se curan inme- diatamente después que ha cesado la calentura: 226 generalmente la corisa es mucho-menor-que. en la angina maligna, y cuando esta la acom- paña, la materia que sale es menos acre, y no tiene {el olor hediondo, que ecsala en la otra. Des- pués de la erupción alguna vez el cuerpo está afecto de una especie de anasarca, que sin em- bargo se disipa insensiblemente al cabo de algu- nos dias, por cuyo motivo debe ser cauto- el pronóstico. Pronóstico. Aunque no hay síntomas temi- bles, el menor esceso es capaz de acarrear ter-' minacion siniestra, pues los que perecen de la escarlata, no mueren durante ia enfermedad, si- no después á causa de ia hidropesía dicha que le viene, por lo que la tintura de quina debe- rá precaver. Curación. Cuando sigue benigno, apenas ne- cesita de la ayuda del médico, pues asi co- mo seria perjudicial debilitar la calentura ppr medio de las sangrías, y otras evacuaciones, asi por el contrario no hay necesidad que nos obligue á ecsitarla, con estimulantes. Todo se deja á la naturaleza, la que ayudada con dí- luentes, y el calor de la cama que es un mo- derado lacsante, separa la materia mordifica, pe- ro al fin es necesario de algún purgante y re?-. petirlo dos ó tres veces. Cuando es muy violen- ta la calentura, pulso lleno, é hinchazón consi- derable de las amigdolas, sangría especialicen;? te en los adultos, sanguijuelas detras de las orejas, cuando la turgencia de los vasos cere- brales es escesiva por la compresión de la garganta de resultas de la hinchazón de las 227 amigdolas, disminuyendo con las cataplasma* anodinas, gárgaras emolientes, le -he aguada, elan- dole también como alimento, satisfaeien h> e'e este modo dos indicaciones cuales son: primera, disminuir el estado de irritación v eretismo de las partes internas de la boca, que origina su ulceración: segunda, presentar un alimento grato, fácil de digerir, muy propio de administrar sin repugnancia a los enfermos, principalmente cuan- do son de corta edad. Al paso que se reco- miendan sangrías y sanguijuela*? para disminuir el estado soporoso, ó de turgencia del cerebro, no olvidar los cáusticos del cuello, y nuca, igual que las enemas de orchata con espíritu nitro dulce, ó le.die, en caso que se niegue el enfermo ó no pueda alimentarse. Finalmente e i tomando la calentura el carácter de putridad ó maligna, se trata como se dijo en particular. Frecuentemente suele suceder que en la con- valescencia los sigue la anasarca, principalmente sí anticiparon la presencia del aire libre, ó a¡- gtin otro esceso: en esta rara vez ecsige otros remedios que el ejercicio, buenos alimentos, ti- sanas aperitivas ó diuréticas, tal como infucion, de vayas, enebro, ó cocimiento de grama con uh poco de sal de nitro, ó de alcohol nítrico, polvos de escílla &c, lo cual promoviendo una via conferente, cual es la orina, alivia entera- mente al enfermo sin esponerlo á las funestas consecuencias que suele traer el aso intempes- tivo de los purgantes; 228 . GENERO CUARTO. Pesie b laimos de los griegos. ^JLJNa es una calentura renitente nerviosa, producida por un contagio estraños las rnas ve- ces eruptivo, v cuya erupción se manifiesta por habanos, parótidas, áutraces ó nías bien peque- ñas pairas blancas, líbidas, negras, de la na-- tural¡-/a del carbunclo v espaveuias por c! cuer- po con súbito abatimiento de las funciones ani- males. Simonías. Calosfríos, dolores acia el corazón, nanceas vómitos v dolor de cabeza acia la par- te media elei corona', vértigos y aíurdiiniento, v una calentura vin'si o.i con calor pútrido. El mismo dia ó paradas veinte v cua'ro horas, ó en el tercero ó segundo, y á vvcas mas tarde, viene la erupción de bubones á !a< glándulas inguinales ó acsilare?, que otras veces es ele pa- rótidas ó.tumores en el cuello; ó ya austrases ó carbunclos esparcidos variablemente, ó en fin en vez de semejantes erupciones ó pintamente con ellas, el caerpo se cubre de pústulas ele- vadas con rubicundez en su ba e, y en el ápi- ce un punto blanco, que en el espacio de po- cas lloras se vuelve negro, el tumor se estien- de, y disminuyéndose la rubicundez se endure- ce en toda su circunferencia. No siempre hay estas erupciones, á veces aparecen leves cesar— temas, que no hacen mas qne levantar superfi- cialmente la piel, como las petequias, el enfer- 22Í1 mo perece comunmente a las veinte v cuatro ñoras ó á lo mas en dos días, mayormente si llegan á ponerse nen ia.; a Vccí^ suele no apa- recer erupción alguna y solo se observa una gran debilidad, un eslremo abatimiento y el enfermo espira de improviso. El calosfrío que precede, suele repetir dos dias conseeur.ivos s-'guido de calor tsce-uvo, y por lo común el frío, la acce- sión es de vida. En unos ei pulso es igual, ma- nifiesto, frecuente, p,.r(> e^i Viatural; en otros pequeño, débil, ae-Jerudo, desigual, y obscura la respuMeion, aunque se ve en unos natural, sucio írccueiuouuujte estar inferumoula de con- tinuos y profundos suspiros: la lengua árida sin sed, rara v:z negra, las mas veces blanca y cargachi. Los o^.s- vivos cení-Uo-üntes aun en el mayor gr; do de postración, v ¡as miradas furio- sas semejantes á ¡a3 de les hidrópicos: todo el semblante macilento, y en el pintada la eos- ternacion. O. iría natural, algunas vece.-, hav una nubécula aceitosa á la que se advierte en la de los tísicos; y solamente cuando es la calentura violenta son rubicundas, y carí de color desan- gre. Las deposiciones ventrales biliosas v feti- jias, cuando se precipita en una diarrea biliosa incorregible, in los primeros dias no ecsala mal olor el enferme; mas después ya se perci- be muy desagradable, que se comunica á todo lo que se sirve y aun á los muebles y aposen- to, lodos sus síntomas son los de las fiebres nerviosas, ó mas bien los del tifo pútrido ner- vioso, con diferencia que son mucho mas vio- lentos aun desde el primer ataque, y son con- 230 siguientes al primer calosfrío que le anuncia, La gravedad varia según sus periodos: son tres; primero cuando comienza á parecer y es menos grave: segundo, en que multiplicados los focos del coutagio, es de consiguiente ¡ñas formida- ble: tercero, en que disminuí endose ya el nú- mero de aquellos va también perdiendo tai vi- gor la enfermeda i. La pe«.te, aunque sea una, é inalterable en Su naiuraleza, no siempre presenta el mismo as- pecio: le muda relativamente á la variedad de individuos que ata.-», y en general puede de- cu>e qne el temperamento sanguíneo, robus- to y vigoroso, es el mas e-pues(.> & su invasión, perdona mas bien á los de una constitución de- licada ó agoviada por la vejez, y las del sec- so débil; pero cuando acomete a estas padecen juntamente un flujo uterino, y las preñadas abor- tan y perecen. Pronóstico. Peste, destrucción: estos dos tér- minos suenan como sinónimos en el vulgo, y ofrecen inmediatamente la idea de una calentu- ra peligrosísima. Es ei único pronóstico que > tifos, fuera de la mavor diligencia en administrar- le:.'-'., ic-pecto de 'sus dórís y su energía. Aten- diendo á los órdenes oe síntomas que presen- tan unos puramente nerviosos, efecto de la ac- ción primitiva del contagio, otros secundarios en la masa délos humores, re adiados de la prime- ra ioero,ior> de los sólidos que es la disoluciou púírieia. íYdeiiuis distinguir estos dos resulta- dos nervioso v putrído para proponer el méto- do curativo, sin olvidarnos deque el primero es el objeto principal, es por decirlo asi, la enfer- medad misma, /'.si es, que comenzando por el plan dietético, ó t-tablocer según se dijo en el tratado general de diesa, dándolo de cuatro en cuatro horas, con alguna corta dosis de vi- 232 no generoso: bebida ordinaria, agua común friá, accídulada suavemente siendo preferible á otras que f-a naturaleza misma repugna. Desde la pri- men invasión eiebe preferirse el emético, y en particular la raíz de hipecacuana por su pro- piedad tónica y estringeute en pequeña dosis, este estufando inmediatamente el estómao-o, pro- paga su acción á todo el sistema, y en todos los puntos de la pcri-sferie, reanima las ooríia- c;i>nes de • los vasos, limpia y prepara el órga- no donde han de emplear sus'virtudes los me- 'dicaíuentes. A veces ei contagio estingue casi del todo la vitalidad, en envo caso conviene estimular prontamente v nada puede ser mas oportuno que aplicar un gran vejigatorio al ni epigastrio, y propinar interiormente algunas go- do alkali volátil en agua menta, para aumentar la acción del sistema, ó mejor eiiré", reanimar la vida apagada, escitar sus principales fut-rzus de irritabilidad y sensibilidad, siu las cuales no pue- de obrar ningún medicamento: (¡opucs lii qui- na, serpentaria, valeriana, ca-canila &c, con al- canfor, almizcle, cuyas dosis pueden arreglarse añadiendo á cada dos ó tres dilemas de qui- na, medio escrúpulo de serpentaria, tres ó cua- tro gotas de alcanfor, repetidos de cuatro eu cuatro horas ó bien una poción de triaca, dias- cordio, éter &c. disueltas en tintura eie quina ó en aguas aromáticas. Si aun contólo se ad- vierte ia gran perdida de sensibilidad, puede unirse á la quina y demás, la mostaza no mo- lida, remedio estimulante directo al etómago. Si ecsige el caso la pronta administración de 2:13 los estimulante?, no ha de? retardarlo la sabur- ra de primeras viás, pues es fácil añadirles un purgante que de ningún modo puede debilitar, formando v. g. con quina, crémor de tártaro y ojimiel simple, una conserva que ademas es correctiva de la putrefacción. Durante la fiebr- es menester mantener siempre la* fuerr.as de la vida en un grado de energía Ciuvespondiciite, porque las medicinas pueden de o .-.te modo au- mentar ei tono hasta el perioeto equilibrio, que esíe debe guardar con ellas en ei estado de sa- lud, De aqui o-, que con relación a la postra- clevn y perdida de 1 a sensibilidad é irritabilidad, conviene aplicar continuamente estímulos pasa- gere/s que las reanimen á todos los puntos don- de haya un cúmulo de ellos. Todos b>s órga- nos, lodos los sentidos deben ser estimulados al- tevru-iii'amente según que sean mas ó menos sus- ceptibles de estímulo. La sal neutra en la bo- ca, la luz, ia n;\i ¡ea, los estornutatorios, los si- napismos y cantáridas puestas cu distintos par- tes son otros laníos escitantes poderosos. Lo son igual mente los eméticos en dosis nauceabun- eia, no va como evacuantes, sino como estimu- lantes ce-i estómago v aun de todo el sistema, las lavativas de vino emético turbio y las calas irritan!: s. A veces en el principio creciendo la sensibilidad 6 irritabilidad en razou directa de | la debilidad, aparece un csceso de acción (pie los sec-.'.cs visionarios ' de la diátesis inflamato- ria, conf.iuden con el aumento de tono; pero noy prc-to i>e cer-uroen aquellas fuerzas y les suceden ia insensibilidad, la inercia y la muer- i 234 te. Entonces la aplicación de los estímulos de- be ser muy moderada, unir calmantes corrobo- rantes, conu alcanfor ocho ó nueve gotas con tónicos directos, y dándolos en forma liquida, para que de otro modo no estimulen con su peso mecánico sin poder tocar/en todos los pun- tos de la cavidad del estómago. Según la vio- lencia del estímulo pestilencial corre U enfer- medad sus periodos mas ó menos 'lentamente, y tal vez el principio, el incremento y el estado son tres instantes qne se succeden con rapidez. Nada hay que añadir relativo al estado de pu- ■treíaccioc, esta siempre es una concurrencia de la debilidad primitiva que se estiende al siste- ma vascular, y se presenta mas ó menos pron- to, según la varía disposición de los individuos, sin embargo suele llegar á un grado conside- rable- que ecsige ausílios directos, y por esto debe atajarse. Está bien conocida á este fin da utilidad de ios accidos; pero no todos convie- nen en su administración ni el justo termino de su dosis. La esperiencia recomienda" particularmente los áccidos minerales en dorísde un escrúpulo por libra: es también útil no interrumpir su ac- ción que |es fir.\"zi se ministre lentamen- te por ocho diez gotas eu el caldo, y pa- ra corregir la tendencia á la putr; facción. Los bubones, petequias y carbunclos que aparejen según la constitución del paciente, son otros - tantos sistemas que no pueden desvanecerse siu el ausilio del plan interior, ya propuesto, y nun- ca se ha verificado la crisis por semejantes erup- ciones. Su carácter concurre con las demás se- 235 nales, y asi el color de las petequias rubicun- do, libido ó negro, el dolor de lo iiiflunacion y la gangrena ~en los bubones y carbunclos, se- ñalan diferentes grados de languidez en la fuer- zas vitales, y de putrefacción en los humores. Cuando las glándulas comienzan á doler y á entumecerse, pueden aplicarse fomentos y cata- plasmas emolientes que conduzcan á la supu- ración; pero-cuando e-tán indolentes y flojos de- ben ufarse emplastos estimulantes v aun causti- co «ó los catereticos, para escitar la vida apa. gada de aquella parte: después se deja ala na- turaleza separar la ocara, ó se le ayuda con cataplasmas estimulantes v lómenlos de quina y eseordio, pues tópicamente ó bien haciendo escarificaciones, ó manifestándolos y tratándolos como unos abcesos, continuando aun cuando ya fe haya disipado la enfermedad primitiva con el pian interior de medicinas corroborantes. La imagen de un inhumano doúrdtn que tal vez reina en los hospitales en tiempo de peste, obli- ga á hacer mención de un sistema nervioso que puede anticiparse á la misma muerte, para ar- rebatar á muchas víctimas al sepulcro. Las fre- cuentes lipotinias v las alligias, han sacrificado á la barbarie de ios enterradores á algunos a quienes quizá la salud aguardaba en el térmi- no i'e ia enfermedad; por eso los médicos no deben decidir de la muerte de un enfermo, y los magistrados prohibir dar sepulcro á aquel cuya muerte no sea real v verdadera. Primeía clase. Deben ponerse los qué desdé el primer perio- do y en su mayor auje se, presentan con los es- pantosos síntomas precursores constantes de una muerte pronta, y son los siguientes; . Calosfríos irregulares pulso pequeño, violento, frecuente, desigual, y Concentrado; pesauez de cabeza tan considerable que apenas [a mu"ve el enfermo, aturdimiento y turbación á modo de la que se a.lvierte en el borracho, vista fi¡a, empañada y descompuesta, significan- po desesperación y espanto, voz tarda", ínter* rompida, y lamentosa; lengua comunmente blan- ca, y al fin seca, roja, negra, y escabrosa: ca- ra pa.ida, aplomada, triste y cadavérica* dolores de estómago muy frecuentes, inquietudes mor- tales, abatiménto de animo, y general del cuer- po, distracciones mentales, letargos, nanceas, vó- mitos &c. Los asi acometidos perecen-en pocas oras, ó dos ó tres dias, notándose una consun- ción, y demagracion estremada, como de mu- chos dias de enfermedad: alguna vez¿ aunque raia' afababan convulsos y temblones. No pare* ció señal de tumor, erupción, ni mancha. Fá- cilmente se ve que no está indicada la sangría, ni los eméticos ni purgantes; los cordiales y sudoríficos fueron los únicos remedios, pero sin mayor ventaja, á ecepcion de retardar alguna? horas la muerte. 16' 237 Segunda Clase. Deben ponerse aquellas que habiendo co- menzado con calosfríos, dolor gravativo en la cabeza v aturdimiento, se veía despe.es pulso frecuente, claro y fuerte, pero que ih-ss.parena á la menor presión de la asteria: cah>r aie.ice- te interior, y el cterior mediaren cmíc ten pia- do, sed estréma, inestinguible: lengua blanca o roja obscura, voz precipitada, tartamuda é im- petuosa: ojos fiicariiodos, vivéis senté'.! ante*: color rojo muv subido, tirando alguna vez al morado, dolores de estómago frecuentes, aun- que menores, que en e! caso antecedente: res- piración acelerada y difícil, ó bien grande y tárela sin tos ni dolor, nanceas, vomites biliosos, ver- des, negros, v ensangrentados, evacuaciones de vientre*de la* misma especie, desvanes ó delirios frenéticos, orinas parecidas á las naturales a veces tuibius, negruzcas, blanquecinas ó ensan- grentadas; sudor escaso pero malas, pues lejos de aliviar debilitaban: en alguno etr.orragia--, que sin embargo de ser moderadrs. fueron sani- pfe funestas; gran abatimiento de fuerzas, des- confianza, va en el principio, ya en el progre- so, hav bubones cióle ros'Mmos tn las ingles so- bacos," v glándulas parótidas, marsilaies, y tlec- gulares:' carbunclos en les brazos, muslos y pier- nas; pequeras pústulas blancas, moradas, ne- gras, ó carbonosas repartidas por todo el cnerpo. Aúneme duraban estes algo mas, casi to- dos perecían con señales de una inflamación 238 gangrenosa, principalmente en el cerebro, y en el pecho, siendo de admirar que mientras mas robustos, gruesos, [llenos, y vigorosos los suge- tos, menos esperanzas había de vida. La sangría solamente hay á los principios de la invacion, pero en caso de plétora. Los eme- ticos, eseepto la hipecacuana, les daba mas da- ño. Los pingantes fuertes y aectivos lo mismo, los laceantes v bebidas copiosas díluentes nitra- das, atemperantes y ligeramente alccsitericas, daban algunas treguas de descanso; pero no se opon'mi á la repetición ó recargo de los ac- cidente?. Finalmente los que escapaban que eran raros, no deben su recobro sino á la erup- ción esteiior de bubones, carbunclos &c. con tal que se elevaran mucho desahogándose asi la sangre de una perversa levadura; ya por obra de la naturaleza, ó ya de los reme- dios internos y internos administrados al in- tento. Tercera clase Estos se presentaban con todos los sínto- mas de segunda ciase, y eran reemplazados por los de primera, lo que ordinariamente era indicio de estar cercana la muerte. Eu estos varia un método curativo, según la diversidad de indi- caciones, ó de síntomas alarmantes. Conviene considerar que algunas aun con síntomas mode- rados, cuya intensidad no llegaba á la de los ordinarios de las fiebres inflamatorias, pútridas 239 y malignas, que comunmente reinan esporadif camente de un miedo y de confianza tan gran- de, que la mayor debían á esta causa sin debilitar: es en suma ne- cesario escitar el vómito ó purear sin irrirar ni abatir: entablar* sudor sin osect:er eie -máscelo ni inflamar: fortificar sin esceso: diluir y atempe- rar sin relajar. Esto es a los principios un ligero vómito de hipecacuana en cabio ó agua, rarí-ima vea el tártaro ó el vino emético por temor de no atraer irritaciones glandes, á menos «pie el en- fermo no fuera muy robusto v pictórico, ó al- gún accidente particular lo pidic-c: sostenien- do su acción con agua tibia, con bnucion de íé ó cardo santo: si esto abatía, foríilicaba vis cor- día!, como el diaseordio y la triaca, por ser ¡os mas convenientes en las supur^acioiu-s. l'/espues los purgantes mediocres y los diiuentes para lim- piar sin irritación los conductos, v desojarlos de los materiales que podía oponerse á ia acción de los demás remedios, ó á su pasaje a se_ mutas vias, estos eran tizóos luesamVs hechas coa el sen y el cristal mineral, dados poco á pe- co: á los cimientos, tamarindos, ó infueioues do Ídantas vulnerarías con maná y sal prnneia, a as aguas de casia, á los jarabes de chicoria eun ruibarbo. Seguían otra vez cordiales para for- tificar y suspender las snperpurgaciones qué pu- diran sobrevenir, y que infaliblemente pararían en un funesto abatimiento, y en ca-i» de nece- sitarlo añadiríamos tierra foliada de t.lrtaro, bo- lo armenio &c. y para hacerlos mas eficaces á gotas bálsamo traquilo ó láudano líqni lo, lo que nos ha servido también para la falta de sue- 512 fío, el delirio frenéíico, hemorragiasú otros sín- tomas de esta especie; á esto se suele añadir el antimonio diaforéííco, azafrán oriental, alcan- for £;:•,. so lenieodo su efecto con la infucion de té, cardo santo, enebro, escorúio, ruda, angéli- ca v oirás celebradas para atraer del centro á la circueie.rem.Ma, que es decir, para .purificar la maz'i humoral por la via dele transpiración in- sensible sin inducir demasiado estimulo, tenien- do siempre á la vista el temperamento, del en* fermo, no fuese rec-o y ardientia, ó quu pro- moviene'o esta evacuación crítica, no cayese en un abatimiento funesto, /.guanpaun para la gran sed, de cebada, b> e arroz, Je pollo &c. disolvien- do ia sal prunela ó nit¡ o purificado, mezclando de cuando en cuando espíritu de azufre ó nitro dul- cificado y alguna vez confección de jacintos, aíqnerme, jarabe de limón, claveles ó cualquie- ra otro cordial ligero por evitar la relajación por los atemperantes Todo esto empleado y maneja- do con prudencia, basta con tal que la terrible preocupación de incurabilidad, consternación y separación suspendan su acción. Pudiera citar ejemplares en que sostenidos los enfermos por la coníhmza y firmeza de ánimo, han espenmen- tado buenos y saludables efecto?; de forma que fortificada natura con estos socorras aliviada y desembarazada en parte del pestilente miasma que la oprime, y libre del peligro de las infla- maciones interiores por escepciones de bubones, corbnnclos, parótidas &c. solo debe atenderse á establecer su régimen curativo dichos tumores, 213 que depende la mejor parte de la buena suerte y serenidad delsuceto. GENLKO QUINTO. Erisipela, «—«b caracterizada por una calentura del ge, ñero de las continuas renutentes que dura dos ° fres días, acompañada comunmente «le niodor- ra> y casi siempre de delirio; viendo dcsp .es ni- hor en una parte del cutis y nías comunmen- te en la cara: unas veces es muy ligera mani- festándose en la piel, indisposición alguna aco- mete en la cara ó en las piernas. La piel sepe- lirá y pone áspera y encenelida, pero la rubi- cundez desaparece si se comprime con el dedo y Vuelve luego que se quita. Síntomas, Se siente en la parte un calor que abraza é incomoda y aun altera el sueno. Ne ; u- menta por dos ó tres dias, se mantiene en mi mayor altura otros tantos, y despees se minora: entonces separa la parte enferma unas escamas gruesas y todo se acaba. Otras veces es mas grave: comienza por un frío fuerte al que sigue calor que abraza, vehemente dolor de cabeza, nanceas ó conatos á vomitar, permaneciendo lias- ta que se manifiesta la erisipela, lo que suele suceder al segundo ó tercero dia. Después sé minora la calentura y se acaban las nanceas pe- ro queda alguna calentura é in,\p leueia duran- fe ei tiíinpo de aumento de erisipela. Cuandf 244 sale en la cara, dolor de cabeza continuo bas- ta sií declinación: los parpados se hinchan has- ta tapar los ojos, y no tiene el enfermo un ins- tante de sociego. Muchas veces pasa de un car- rillo a otro, entendiéndose sucesivamente á la frente, cuello y nuca; si es fuerte subsiste la calentura, se infarta al cerebro, hay delirio, hay pe- ligro, y si no se socorre en tiempo y como cor- responde, suele perecer y mas si es viejo. Si es algo activa la erupción, cubre la cutis de vegi- guillas con agua clara ó amarillenta, iguales a una quemadura, se seca 'después y saltan § manera de escamas; algunas veces se observa que viscoso el humor de las vegigas y forma costras gruesas, y casi semejantes á las ctJStras lácteas de los niños, y tardan en secarse, Cuan- do es violenta dura ocho, diez ó doce en el mismo estado, y al fin termina cm un sudor abundante, al que suele preceder indisposición de frió, y un poco de desasociego que dura al- gunos dias: en todo el tiempo de la enfermedad, cutis y boca están secas. Rara vez se supura, y cuando sucede que siempre es mala porque degenera fácilmente en ú'eeras. Suele haber epi- demias de erisipelas malignas que terminan en gangrena. Muchas veces muda sitio, se retira derrepente, incomoda al enfermo, hay conatos á vomitar, desasociego y calor. Pronostico. Volviendo á salir hay alivio, pe- ro si acaso no sino que se fija en el cerebro, pecho &c. el enfermo perece en pocas horas: cuando se vá al cerebro, el enfermo se pone al Instante deliroso, cara hendida, oj^s muy vivo?, 245 frenético deurene "se vuelve, v nunca aletarga- do ó aplopético. Si se fija en el pulmón, la opre- sión, desasociego y calor son inesplieable:-: sue- le ir á las fauces, y produce garrolillo quitando la vida. Causas. Reconoce congestiones y denersio. nes biliosas en varias razones, por el licor y calor, y si el temperamento particular es bilio- so, como nos lo manifiesta la calentura remi- tente biliosa que regularmente la acompaña; >iri embargo también los agentes capilares alteran las propiedades vitales en los vasos qne forma el tejido recticular de Malpigio, segundas y de- más partes a Jv acontes, como cuerpos ásperos é" irrigantes del cutis, calor fuerte, quemaduras, cáusticos &c. Es esporádica, epidémica, enyos periodos en quienes es habitual: los qne la pade- cen rehacen sus repeticiones de cualquiera modo la mas ó menos gravedad de su síntoma, cons- titución individual y el sitio que ocupa deter- mina su pronóstico: es mas peligrosa la que afecta cabeza, cuello cara &c, en razón de lo espuestas que están á ser atacadas las partes principales. Curación. Ayudar las fuerzas vitales para abocar el estimulo á la cutis; oponerse á la pu- trefacción, evitar la repercucion del material erisipelatoso son las indicaciones. Cuando es li- gera, mantuner sin estimular demaciado el su- dor: infucion saúco, amapolas, borrajas &c: e«- piriíu nitro dulce, cocimiento de cebada y ni- tro, casia, tamarindo &c. manteniendo el vien- tre libre; evitando los tópicos [^esmalte en pol- 246 vo, arina, almidón, &c. para absorverse el hu- mor hichoroso que trasudan ¡as vegiguiüas, que escoria y aun ulcera las partes con que se pone en contractoj pues siempre son muchos si suprimen la traspiración y ocasiona la reoercu- cion. Pues cuando siendo grave, se ve en nn temperamento bilioso, en que ios síntomas de- notan las congestiones biliosas en primeras vías y mas cuando la estación ó algunas cosas oca- sionales, las han favorecido, deberá darle eme- tico, y soltar el vientre con purgantes suaves, crémor tártaro media dracma, de tres en tres horas en vehículo apropiado jarabe de limen, limonada á pa:to ó cualquiera otro subaccido, disminuyendo el aflujo á ia cabeza, pues cuan- do á otra se dirige, pedilubios, sinapismos, y c:.u-';co? como rubefacientes á partes donde sean i ¡pací.s 'e derivar el estimulo sin sangrías; á no u:- eu aquellos tasos precisos de plétora elación y cazumbre, por ser aun entonees fre- cuentes sus repeticiones, y llega á hacerse ató- nica y muy rebelde. Cuando hay motivo de- be reeuriirs.e á ios tónicos c-ntipútridos, y an- tiespasmodicos, no perdoujdo de vista los su- doríficos: teniendo présenle que en este caso mas que en ningún otro, conviene mantener los ecsantemas del cutis, v evitar su ropi-rrcueicri. Los que padecen esta enfermedad deben no tener alimentos crasos y -ieo-os, pasio- nes vivas, colera, ir ui lo vegetales, fufas su- baccidas teniendo cuidado de tomar mientras crece la luna todos los meses una onza crémor 247 en tres ó cuatro dosis para moderar y aun pre- caver. GENERO SESTO. Calentura Miliar, a acompaña anciedad, sudor hediondo, pi- cor en la cutis, v vienen granillos ere-endidos se- parados unos- de otros, abundando en la cutis menos en la cara, v en sus puntas se Ibnna unas puntillas blanc'-s de dos á tres, que du- ran poco tiempo. í?..\y dos c-ne-ie-: primera, hidiopatica llamada salpullido, erupción miliar blanca. Segunda, erupción miliar roja. Primera especie Ln el estío, en los que su- dan mucho, eu los puercos, ropa de lana, ca- losfiros, anciedad, dificultad de respirar, unas veces con fiebre, otras sin ella, el tercero ó cuarto dia hay sudor abundante al que signe la erupción, Principia en el cuello, y pecho, de donde aparece á todo el cuerpo en forma de granitos rojo?, pequeñísimos unas veces sepa- rados, otras apiñados, se distingue pe.r el tac- to mas que por la vista: en la punta tiene una vegiguüla al tercero ó cuanto dia: después se rom- pen y les subtituyen unas costrillas que des- pués se desprenden por escamas: mientras que una porción sigue este rubo, sigue otro ordea de ellos, de manera que continua esta alternati- taen la cutis mnchos dias seguidos. Segunda especie. Se ve en las calenturas ¡h «48 sinocales, biliosas, pútridas, á consecuencia, d» un método calefaciente: otras veces se ve como critica en calenturas malignas; y no pocas ve- ces invade á las paridas que habiendo perdido mu cha sangre, la parte blanca de que entonce's abundan, se vuelve acrimoniosa con el calor, y da origen á ellos, que se dictara las mas ve- cís por la noche: al despertar hay sudores abun- dante?, ciior, y abatimiento general: dolor de cabeza, estómago, respiración difícil, sed ardien- te, desasociego, y picazón: la cara y demás e.-ta encarnado y encendido, ojos brillantes, len- gua blanca, pulso frecuente, lleno y duro. A tres ó cuatro días se aumenta la calentura, hay delirio y después la erupción: otras con man- chas encarnadas tan antiguas que parece hay erisipela en todo el cuerpo. . Cuando está mas abanzada hay manchas purpureas semejantes á las picaduras de pulgas, otras veces en el cuello, parte superior del pe- cho y vientre, unos granitos transparentes llenos de un humor corrompido, que es muy mala señal. GENERO SÉPTIMO. Calentura Vegigosa. s^^equeño dolor y tirantez en las fauces, y es- teriormenté junto á los oídos hasta la parte anterior del pecho con horror, nanceas, co- mo en las fiebres ó calenturas intermitentes^pe- 2X9 ro sin ningún calor, ó leve ardor. Algunos vo- mitan maieria verde ó biliosa, pulso débil, el cuello se hincha por lo esterno: nacen cerca de la óbula, y músculos de la faringe interna, pús- tulas como la nuez de una avellana, sin mu- cho dolor, contenido humor amarillo, olor in- grato: y también en varias p'-irtes del cuerpo y abiertas de (dan un humor hichoroso, corrosi- vo; ai segundo, tercero ó cuarto dia despare- cen las de las fauces, y en su lugar hay con- thilias blancas: congojas en U región precor- dial, (1 cuello desaparece ó aumenta hasta ab- ceso, ei que habiendo inmediatamente sana el enfermo y lo contrario sino se abre pues sofoca :d paciente y si este hace retrocedo muere re- peni¡ñámente suelen los dedos rodearse de ve- gigas blanca?. Las glándulas confleubadas son las mas espe>c-stas, inficionando la linfa y sue- ro, y coagulando jauto á las glándulas y con- v rtiendoio en abceso. Causas. Licores, comidas crasas, oleosas, sa- linas &c. Curación. Sanarías á fin de disminuir la ma- teria venenosa cruu-nida en la sangre, buscar li- bre circulación y obligar á los fluidos circula- sen desde el centro á la cutis, cáusticos á la nuca, cataplasmas cocidas en lache de dos en dos horas ai cmdlo y dando la bebida siguiente. Ojimiel st'rlítieo ti es dracmas v cocimiento eléboro: una miel rosada y otra espíritu nitro dulce. Por debida la agua escorzonera tres onza?, mistura simple aicanforada un escrúpulo, des- 250 pues abrigo para sudar que sucede á las tref o cuatro horas, infucion de salvia ó suero ca- liente. Después para evitar recaída forme pol- vos resolutivos, sal amoniaco y nitro, uso ester- no, y de tres en tres horas porciones grandes de infucion de salvia: al anochecer la triaca de an- dromaco con agua de escorzonera posludar: des- pués sal de higuera y cocimiento de eléboro negro para purgar, cuando me llamaron tarde y estaban los tu motes dilatados ó suprimidos, y la carne subyacente corroída por la materia hi- chorosa, ó cuando las glándulas del cuello y pecho se habian supurado, seguían diverso mé- todo, esto es,-emolientes al tumor hasta invin- dirlos, gárgaras en que disolvía algunos polvos de la curación de la úlcera interna de la bo- ca, con lo que se detergía y consolidaba cuan- do los pulmones no estaban dañados. GENERO OCTAVO. Calentura urticaria. *Úe ha dado el nombre á dos enfermedades diferentes: una es erupción crónica á modo de empeine ó erpes, y otra en calentura urticaria ú ortigosa de sinopis. Principia por una calen- tura continua remitente: al segundo dia vienen manchas y desaparecen, vuelven por la noche con la calentura, y al cabo de pocos dias se desprenden por escamas muy pequeñas: algunas veces hay tumores erisipelatosos, cuándo es el es- 251 tío por. los ardores del sol escita fin tumor in- cómodo por la noche que comunmente dura tres ó cuatro días. Curación. Régimen antiflogístico, y tener pre- sente la erisipela, pues suelen ser las mismas causas. GENERO NOVENO Astas b ulceras de la bota. ¿Jlísfa flegmasia la caracterizan las escaras el principio en la garganta y bordes de la lengua, ocupando muy luego lodo el interior de la boca, son blancas, alguna vez separadas y por lo común unidas, si se disminuyen vuelven con prontitud y su duración no está determieada: muchas veces precede calentura pútrida, y la hin- chazón purpurea de la lengua y fauces. Curación. Atiéndase al carácter de la calen- tura: si ecsistiere conviene usar labatorios y gár- garas detergentes, bebidas analépticas y sus ace- cidos, y si hubiese esceso particular corrige non lo.oportuno. Hay varias especies. Primero: iifanliles. En los niños vienen de coa degeneración de la leche, y se conocen por la dificultad ó ¡imposibilidad que tienen para mamar, por la ansiedad, pervígilio y calentura, por el calor que esperimentan las nodrizas al caries el pecho, y en fin por la simple inspec- ción. Los niños e/i los hospicios públicos pade- cen frecuentemente astas por falta de aseo, aír« 252 puro, alimentos saludables &c. Atendiéndose al carácter de la calentura reinante, limpiar las astas cuando son benignos con cocimientos mu- cílaginosos, miel rosada y otros detringentes, co- (¡miento de quina y nccido sulfúrico, espíritu de sal dulce &t\ cuando son de mala índole. Segunda: astas febriles b de los adultos. Es- tas ocupan la parte anterior y superior del pa- ladar, poniéndole ¡ispera y blane¡ur?cina, con gran- de dolor y dificultad en la masticación. En el discurso de^muc.ha.s calentusas miliares son fre- cuentéis lis úlceras" en la boca, y ecsulceracio- nes en las fauces que infestan las toncilas y el tegumento del paladar; pero tal vez se forman por sí mismas sin ecsantemas miliares, y la ca- lentura pe llama astosa. Es casi peculiar de los niños: en los adultos necesitan las astas y úl- ceras medicamentos detersivos y emolientes. Con- viene, pues, hacer gárgaras con cocimiento de higos, añadiendo miel rosada con una pequeña dosis de vinagre y un poco de-tintura de mirra. Tercera: astas ..alignas. Son sintomáticas y sobrevienen en las calenturas continuas y pútri- das, cuando Jas evacuaciones tanto espontaneas como artificiales no alivian. La causa prócsima de las astas es el aumento de dccrecion del hu- mor que sirve para regar y poner lúbricas las partes internas de la boca, y <¡ue sale de las glándulas mucosas que son mnv numerosas en la lengua, agallas y velo palatino, faringe &c. Cnando este humor se espeza mas de lo natu- ral, y adquiere una cierta acrimonia, y mas cuan- 253 do cualquiera causa encamina allí la materia prespirable de la transpiración. Pronostico. Es muy incierto: alguna vez mue- re cuando se cuenta mas con supuración. Las ne los adultos al séptimo ó noveno día, son me- nos graves que las que vienen antes, especial- mente si se moderan los síntomas de la calen- tura: siempre son funestas á los viejo* y ende-, bles. Las que despejes de haber de.apareci.lo repiten muchas veces, son de mal airüero; las mas funestas son la? que vienen en las enfer- medades donde no se ha promovido ahuma eva- cuación al principio. Curación. La que ecsija la calentura respec- to de su carácter, escepto'las gárgaras detergen- tes y antipútridas. Deben de evitarse los pur- gantes, porque dados después de manifestadas las astas, han producido muchas veces su per pur- gación, pereciendo en pocas horas el enfermo. Cuarto: sifilíticas. Cuando el virus venéreo se ha absorvido á la maza general de la san- gre, produce las mas veces sus primeros elec- tos en la garganta; entonces apenas se siente do- lor ó muv sordo ó solamente cic-rta incomodi- dad y dificultad para tragar, hasta que lucero se estienden las uicerillas hasta las encías, cu- biertas e'e una costra blanca semejante á la cor- tesa del tocino, y terminadas por borde duro y elevado con mucha rubicundez al rededor; aun en este caso no es fácil distinguir su na- turaleza, sino se «'«tiende á los síntomas que ha- yan confirmado anteríonneute la inflamación ve- nérea. Sus progresos son en general muy Jen- 254 tos, pero 4 veces también muy rápidos. En es- te caso ecsigen además del mercurio, ciertos tó- picos para contener sus estragos, como gárgaras con la disolución del muríate ocsigenado de mercurio, mezcladas según el caso, con el mu- ríate mercurio las encias y membrana interna de la boca. Si las astas proviniesen de la acri- monia de la saliva producida por el mercurio, se suspenderá inmediatamente su uso, y tocarla á menudo con una disolución saturada del bó- rax, ó con la de media dracma de sulfate de alumina accidulado eu una libra de agua, ó bien de uno ó dos granos de sulfate de cobre en una onza de agua tres ó cuatro veces al dia. Si son rebeldes conviene administrar por algu- nos dias el cocimiento de quina, y cada dos ó tres días el ruibarbo en corta dosis. Quinta: astas escorbúticas. Se confunden, pe- ro sin fundamento, con el escorbuto; pero esta erupción reina particularmente en los años hú- medos y en el tiempo misino que las enferme- dades catarrales: alguna vez es epidémica, y acomete mas á los niños de ocho á diez años que están en los hospitales. La precede una ca- lentura mas ó menos violenta, una sensación de calor, sed considerable, las encias se hinchan mucho, la boca huele mal, casi siempre viene una hemorragia de las encias y de la nariz. Al cabo de algunos dias se nota en lo interior de la boca nlcerillas casi redondas, de un color ro- jo obscuro, que en algunos parages parecen am- pollas. A estas úlceras se sigue un tpialismo 255 considerable que las mas veces tiene una lige- ra tintura de sangre, desaparecen por lo común en el espacio do quince días, en alguna ocasión cuando todos los otros síntomas han disipado, quedan úlceras -difíciles de curar. No obstante, se destruyen por lo ordinario en un mes o dos, tocándolas con el vitriolo blanco ó con vi agua de rabel. CAPITULO Y. Hemorragias. J± ara que se verifiquen las hemorragias es menester que la sensibilidad orgánica se halle eesaltada, ó que esta propiedad vital juntamen- te que la tcnosidad, o sea la contractilidad orgánica insensible, se hallen sumamente dismi- nuidas ó que haya una solución de continui- dad en los vasos.'Cuando son del primer mo- do son activas y pasivas cuando de cualquiera de los segundos comprendiendo bajo e.-ta división, las que sobrevienen en difeientes pe- riodos de la vida, diciendo activas á las que después vienen desde; los quince Insta los treinta y sinco años, tiempo en que predomina la ple- toria. arterial; y pasivas, las que desde es¡a época en adelante, ó desde que principia a predominar {la plétora vcnoia, la que se mani- fiesta desde que el sistema arterial ha adquiri- do toda la solidez de que es capaz: este gra- do de solidez que no llegan á poseer las arte- 256 rías sino mucho después que las venas dan mar- gen á que con el tiempo, no solo se encuen- tren en equilibrio unas con otras, sino á que las arteria^ escedan en mucho á las venas en fuer* za y solidez. Cuando esta mudanza se hace se- gún las cantidades proporcionales de la sangre contenida en «aterías y vena?, es visible que el estado de plétora de las arterias, que predo- mina en los primeros años de la vieja, se debe destruir en gran parte, y por consiguiente que con verosiaiiiítud no se verificará la hemorra- gia arterial; pero este estado de plétora se ma- nifiesta mucho mas en las venas, si general- mente sobreviniere esta al sistema, porque des- cargándose el arterial en razón de su mavor solidez, y fuerza contráctil, se ve obligado el venoso á cargar con toda la sangre, que antes constituía la plétora y hemorragias venosas. No obstante en estas ultimas, es necesario hacer grande diferencia según que son producidas por la disminución de propiedades vitales, ó que son debidas á la rotura de los vasos por una causa cualquiera. Umversalmente han sido con- sideradas, como efecto de la rotura de los va- sos. Es cierto que en las activas en lasque hay evidentemente una congestión de sangre, antes de llegar á verterse este fluido, podría conce- birse hasta cierto punto la ruptura de los vasi- tos; pero en las pasivas, en aquellas en que Iá sensibilidad orgánica abolida, parece que per- mite solo una simple trasudación al través délos ecshalantes ¿como hemos de concebir semejan- tes rupturas? Es difícil comprender como ana 257 I evacuación que se verifica machas veces con la mayor rapidez, que cesa en un parage, é in- mediatamente se manifiesta en e'tro, y que está sugeta á todas las influencias sinpátic«■; es di- fícil comprender repito, como puede ver'nicarse por ruptura. Venios que d menstruo sale al- gunas veces la sanare durante un momento, v deja de salir en el siguiente; qne eu ciertas afecciones se renuevan veinte ó treinta ve- ces cada dia; estas alternativas que pre- sentan á la sangre unas veces derramán- dose, y otras, dejándose de derramar, seria Í>or necesario que en cada vez se abriesen, y e cicatrizasen las heridas. Compárenle ndenuH las hemorragias que son producidas evidente- mente por ruptura en las superficies mucosas, como son las que en las heridas de cabeza se verifican por las narices, por los oídos &c. las que por una caiela recibida en el recto, se ma- nifiesta á veces por la vegiga, las que en con- secuencias de toses violentas padece la superli- cie de los bronquios, las que residen en el es- tómago por acción de varios tósigos Compá- rense estas, y otras análogas que podría citar, con /as que sobrevienen espontáneamente, y se verá que no se parecen en nada en sus fenó- menos y duración, que suprimiéndose aquellas, no dan origen á otras que son independientes de toda influencia simpática; y que las pasiones de áninu no influyen nada en su cesación, ó producción, al paso que ejercen su influjo tan poderoso en estas úllimis. De todo pueda concluirse que bien sean activas ó piúva* soa. 258 unas verdaderas eeshalaciones que están sujetas á todas las variedades de que son susceptibles las propiedades vitales, y por lo mismo se vé que no hay una diferencia tan grande, como podria creerse entre las primeras y la inflama- ción. Efectivamente hay en las unas acumula- ción de sangre en el sistema capilar, y después pasó de este fluido á I03 vasos ecshalantes, que son continuación de este sistema; en la otra ecsis- te soio el primer fenómeno. Es yerdad que las señales, los accidentes &c. son en un todo di- ferentes, por que no son unas mismas las mo- dificaciones que ha esperimentado la sensibilidad orgánica; pero no por eso es menos análogo el estado en que respectivamente se hallan los va- sitos y la sangre. Una prueba de que en las hemorragias activas es la sensibilidad orgánica la que diferentemente modificada abre ó cierra el paso á la sangre por los ecshalantes, es que casi siempre hay síntomas precursores, que du- ran por cierto tiempo, y que evidentemente anun- cian el trastorno que esperimentan en la parte las fuerzas vitales, con particularidad la sensi- bilidad orgánica: es conocido el prurito que pre- cede á las nasales, y la titilación, á veces la sensación de ardor que notan los enfermos antes de verificarse las pectorales; en algnnas veces sucede que la sensibilidad orgánica con arreglo á las variedades de alteración que esperiraenta, deja pasar al principio fluidos cerosos, y des- pués sanguinolentos, como se vé en la mestrna- cion, cuyos ecshalantes vierten muchas veces serosidad por algunos momentos, y después san* ?."9 gre verdadera. Fn la^ pasiva* es inconte'tallo (pie la sensibili hi-l orgánica está tli~miri':i'!<., iguahiieice que la ti-niea Jad, y aun podría decirse que los vasitos no pio-eien'entonces o nti-acoo bastante por retener la sangre, v sucede io mis- mo que en nuestras invecciones, b>s epie trasu- dan por las superficies, por que la vida re se opone ya á que pasen. Obseivgie que asocio estas son producidas por una enferme dad nigá- nica, la porción de ia superficie mocosa que «-e halla mas inmediata al órgano, es eco siempre la que esperimenta el influjo de este; y ¡d es que en los últimos periodos délas enfeme- dades del corazón, y del pul mor', se escuipo muchas veces sangre, la que se arroja también por el ano, ó bien por el vómito, Cuando lle- gan al mas alto grado, las del higado &c, n^as nunca se verifica que todo el sistema ecshalan- te pierda al mismo tiempo sus fuerzas, hasta el punto de que vierta por todas partes sangn; pues solo se observa este fenóne-no en una par- te de el, que es la que está debilitada. Si se clasificaran con arreglo á lo dicho debería de- cirse en unas que se hacen por ecsh dación, y en otras por ruptura. Colocaríamos en la pri- mera los sudores de sangre, las hemorragias mil- cosas, las cerosas, solidares &c. y en la según. da las que acompañan á las heridas y en los aneurismas &c. Adoptaremos esta división, que se conforma con los fenómenos y el método cu- rativo de ellas. En efecto, ¿sangraríamos con el objeto de detener una hemorragia por ruptura? sin duda que no. ¿Pero para detener una acti- 260 va por ecshalacion, por que disminuyendo de este modo la masa sanguínea, disminuiríamos el esceso de sensibilidad orgánica que es el que produce la hemorragia? Sucede con corta di- ferencia lo mismo que en la inflación, y la ver- dad es menester que ce*e del mismo modo que ha sido producida. Es necesarío que la sensibi- lidad de los ecshalantes, que ha sido ecsaltada por la acción de un e?ti.i)u!o, vuelva á su tipo natural, antes que deje de salir la sangre. No sangraremos con objeto de derivar á otra par- te como dicen generalmente, por que si así fue- se mandariamoslos en las pasivas! Todos eren que la [detora es la única causa de las hemor- ragias; pero son muchos los casos de activas, en las que no hay señal alguna de plétora Habrá real- mente en los vasos grandes faltas de este fluido, y si los ecshalantes do una parte están á conse- i cuencia de la modificacion/le la sensibilidad en relación co:i el, lo verterán con tanta abundan- cia, como si tuviese un esceso: esto mismo sir- 1 cede en el aumento de las secreciones, en el de las ecshalaciones naturales &c. haya ó no plétora en los vasos grandes, [.asará en abun- dancia la sangre á los ecshalantes, y secreto- rios inmediatamente que la afección "local hava . ecsaltado su sensibilidad. El influjo de la pie- tora, en el aumento de los diferentes fluidos que se separan de la sangre, es un resto evidente i de las opiniones de Boheirave. Este influjo seria necesariamente efectivo, si el corazón moviese en i todas partes Ioí fluidos, si supeliese la sangre, i la cerosidad &c. Cuando salen por I03 eesha- Jantes, y los fluidos segregados que salen por sus conductos; pero supuesto que todos los flui- dos que dimanan del sistema capilar están pre- cisamente fuera de la acción del corazón, y que en su circulación se hayan del todo bajo la de la sensibilidad orgánica, v de la tonici- dad de los capilares, es evidente que estos flui- dos deben ser independientes de la cantidad de sangre que está contenida en los vasos grandes, y que mueve al corazón; y que ¡as alternacio- nes de las fuerzas vitales de la paite, son las únicas causas de los diferentes fenómenos, que presentan como se vé, según lo dicho que de- ben diferenciarse esencialmente las hemorragias de las arterias que están bajo el influjo inme- diato del corazón, de las del sistema capilar, y de los ecshalantes, cuyos fenómenos están ba- jo el influjo de las fuerzas de la parte que las padece, bien que se verifiquen por ruptura ó por ecshalacion. En efecto, aunque estas dos clases sean esencialmente diferentes, por razón de sus principales fenómenos, sin embargo se asemejan entre sí, respecto á que las modifica- ciones de las fuerzas vitales de la parte, influ- yen necesariamente en ellas, desdo el punteen que residan en el sitema capilar. Asi es qne los astringentes, los tónicos, los estíticos, y otros medicamentos que obran inmeditamenre sobre la sensibilidad orgánica, y la contractilidad in- sensible, detienen de ordinario las hemorragias del sistema capilar: en las heridas basta mu- chas veces para producir este efecto, el contracto del aire por la modificación que induce en es- 262 tas propiedades. Al contrario solo las ligaduras son las que pueden oponerse en los vasos gran- des al poderoso influjo del corazón, cuyo efec- to no evitarían todos los estíticos. Esta es la diferencia esencial que hay entre las de los ca- pilares y ecshalantes, y las de las arterías -4 sa- ber que todo medicamento qne obra sobre la sensibilidad orgánica, y la tonicidad, se emplea utilmente en la primera al paso que su efec- to es nulo en las segundas. Indicaciones generales. \^J'\ la plétora universal, convendrá la sangría; pero siendo este un medio por el que solo se satisface la que mas urge, dejando una disposi- ción al retorno £#] se precaverá por la dieta [*] Ese modo da tratar las hemorragias, avnyuc ■las mas veces surte efecto, en las activas no obstan- te favorece el estado de plétora, y por tanto el Retor- no de la hemorragia. Para probar que la sangría, asi .uiu la misma cantidad de ingests, se acumula nv'or enti- dad de humores en IjI vasos mayores. De cit?. nimio se repara con tanta prontitud las per l/Jis son guiñas ocasionadas por /a; hemorrigias artjlid.es o c-tpjn- taneas, cuando se corit.ieii"n en ciertos términos; p?ro impeliéndose en menos cantidad los fiarlo* a los con- ductos escretorioi, disminuyen- las rsciccion"■>, lo que di m,otivo á que estos aun caigan en un estado de con- tracción, i/ si este estad} coniinint por largo tiempo, adquieren mas rigidez y no cederán al mismo grado de fuerza que antes. Por lo que aunque la sangre acumulándose de nuevo en las arterias, las haya da- do su primer grada de plenitud, de ten-ion, y de fuer- za; sin embargo esta fueiza no estará en equilibrio con la resistencia efe "los conductos escrelords, cuya rigidez, está aumentada, y no\bastará para restahkctt las ascreciones á su primer estado, de donde resul- tará una nueva acumulación en las aiteiias que aumentará su estado de platera. Se comprende de Pi- fe modo con mas facilidad, como- la humorragia cont- pira á ocasionar su propio retorno, con mas violen- cia, aumentando el estado de plétora del sistema: á mas de esto la sangre necesita un tiempo determi- nado para renovarse, y acumularte de nuevo; pero este es casi el mismo en los diferentes retornos de la hemor'raaia; por esto semejantes repeticiones suceden por lo común en periodos fijos, como se ha observad» muchas veces. 264 y templada. Si la supresión de alguna evacúa* cion: restablecerla por los medios oportunos con respeto á su especie. Si solamente se observa una relajación ó atonía en el sistema muscular 5e ia parte afecta, los astringentes y tónicos* Si al mismo tiempo hay un esceso de acción^ un .-aumento de irritabilidad, «e combinarán los anodinos y calmantes. Si ¡"¡na enloda la ma- sa humoral- una degeneración especifica, comba- tí :>e con ausílios directos, según que sea escor- bútica, vencrea &c. Estas son cuando no son criticas, ó cuando no son eseesivas; pero por io regular son seguidas de la anasarca, perlesía, apoplegia. CENERO PKISIERO. Epistasis. I estado y delicadeza de los vasos que se estienden por la superficie interna de la nariz, hace que la de esta parte sea mas frecuente. Por lo común la sangre no corre sino de una sola nariz, y es probable qne este depende de que la hemorragia de un solo vaso, disminuye la congestión de todos los vecinos, y cuando corre de ambas anuncia casi siempre enferme- dad mas generales. Se divide primero en escesiva y pasiva: la primera veese en los jóvenes, llamase pictórica comunmente en primavera ó estio, y la prime- ra vez regularmente por la mañana: después se renueva en cualquier época por insolación, esce- 265 so en el ejercicio, comida &c. la precede pesa- dez de cabeza, entorpecimiento, cefalagia, va- bidos^y otros síntomas semejantes, que se ali- vian á medida que va saliendo sangre. La pa- siva es la que producen las caidas, los golpes en la nariz, en la frente, en toda la cabeza &c. o la introducción de cuerpos agudos ó estimu- lantes dentro la misma nariz, en cuyo caso vie- ne por lo común acompañada de estornudos, ¡-e cura con la compresión mecánica por lechinos ó les astringentes introducidos ó sorbidos por la nariz en forma líquida ó en polvos, como el vitriolo, alumbre, agua, nieve &c. estrayendo ademas los cuerpos estraños. Segunda: hemorragia febril, esta ó es esen- cial ó sintomática, á la primera acompaña pi- recsia intermitente que observa el tipo de uua cuotidiana, y que acomete con calosfríos, ca- lor, y pesadez de cabeza. La sintomática vie- ne en la declinación de las enfermedades fe- briles, y se llama crítica, si es saludable, ó morbosa si es nosiva. Tercera. De las enfermedades crónicas. Es- ta es frecuente en los hipocondriacos, cuarta- naria en hidrópicos, caqueticos y otros en quie- nes obstruidas las entrañas del vientre, se haya disminuido ei cículo en ellas, y aumentado el de las partes superiores. Todas esta? sobrevienen á personas de toda edad, y de todo temperamento; sin embargo es mas frecuente en aquellos que son naturalmente pictóricos, y de un temperamento sanguíneo. Ambos secsos están sujetos á ella, pero se observa con mas frecuencia en los hombres. So- 266 breviene en cualquier tiempo de la vida, pero es mas común á los jóvenes, por razón del es- tado de equilibrio particular á esta edad. Aco- mete por lo general á los que no han llegado todavía á su perfecto aumeno, y es mas rara, pasado este tiempo. En estos casos se puede considerar como hemorragia del todo arterial, y dependiente de una plétora de esta misma naturaleza; pero también se vé alguna vez en la declinación de la vida: entonces es probable que depende de la plétora venosa de los vasos de la cabeza, y que se debe considerar como señal de plétora: también se observa esta he- morragia en cualquier periodo de la vida, en ciertas enfermedades febriles, que son en todo ó en partes de naturaleza inflamatoria, y que in- dican una determinación particular de la san- gre acia los vasos de la cabeza. Muchas veces la determinación de estas enfermedades se efec- túa por esta hemorragia; como suele verificarse en la epatitis aguda; en cuyo caso, con funda- mento se la puede llamar critica. Viene algu- nas veces, sin que la precedan síntomas algunos en particular, cuando alguna violencia esterna ha contribuido á su producción, pero cnando solo ; dimana de alguna causa interna, las mas veces viene precedida de dolores de cabeza, de en- cendimiento de ojos, de color encarnado de la cara, de una pulacion esfraordinaria de las cie- nes, de sensación de peso acia la nariz, y de un picor de esta parte; el vientre estreñido, los ¡pies frios, y calosfríos que se esperimentan en ¡todo el cuerpo, son también síntomas que eu 267 algunas ocasiones preceden & dichas hemorra- gias. Pronostico. Cuando la sangre evacuada es en poca cantidad, ó sobreviene muy de tarde en tarde, casi debe mirarse como de poca con- secuencia; pero cuando repite con frecuencia aun en los jóvenes y es muv copiosa, ecsige una atención particular, paes se debe conside- rar como señal de plétora, que en una edad muy abanzada es capaz de ocasionar una de- terminación de rangre acia las partes, cuya hemor- ragia sería mas peligrosa. Si sucede acia la declinación de la vida, i-c puede considerar sa- ludable por ella misma; sin embargo entonces es señal indicante de una tendencia muy fuer- te á la plétora venosa en los vasos de la cabe- za, cuyo estado del sistema es muy peligroso, por lo que se ha visto que las mas veces se le ^egllia la apoplegia, la perlesía y oirás enfer- medades semejante». Cuando sobreviene en los enfermedades febriles y es muy abundante, se le puede mirar como crítica y saludable; pero está sujeta 4 hacerse inmoderada, y por esto peligrosa. Ln algunos casos sobreviene míen- iras ¡a calentura ereptiva de muchos ecsante- ir.as, en cuvo tiempo es saludable, á n<» ser que i i-tos estén acompañados de una tendencia ala putrefacción, pues entonces esta hen.errai.qa del mismo modo que las sangrías artificiales, pue- den acarrear efectos muy funestos. Curación. Aire frió, bebidas frías, cuerpo J cabeza en dirección casi oriental, evitar toda 268 e«;pf cíe de golpe en la nariz, abstenerse de to- da acción que pueda promover irritación &c. cuando es pasado algún tiempo y nada indica que se va á agotar si el pulso se vuelve pe- queño y la cara pálida, es preciso atajarlo con los astringentes, los tónicos, los áccidos mine- rale?, y los calmantes y anodinos, cuando de- pen len ele algún estímulo que oscilando la ac- ción del si-lema ..aumenta la hemorragia. Cuan ■ do hay plétora, dieta ó comidas veíales ó de poca i.utríeion, bebidas díluentes y atemperan- tes, los suaves lacsantes, debe evitar todo lo que determine una cantidad do sangre mayor á la cabez.i ó impedir su retorno, teniendo el vientre libre para producir una derivación de estos vasos. Cuando es una consecuencia de la plétora venosa de los vasos de la cabeza, se puede dejar correr la sangre con bastante abun- dancia, y mas cuando sucede á la supresión del flujo menstrual ó hemorroidal. Pero aunque sucede la primera vez, es preciso estar alerta contra sus repeticiones. Como los efectos de la plétora capital son muy inciertos, se debe des- truir la plétora y ocuparse al instante en pre- caver su retorno por las evacuaciones conve- nientes, como sangrías con especialidad del bra- zo, purgantes fuertes y restablecer si es posi- ble las evacuaciones suprimidas. 18 9t» •RNERO SEGUNDO, Hemolisis. I finjo de ?angre por la boca producido por cualquiera afecto del pecho con una tos m. «» me- nos considerable, encendimiento en I-■■■: m", ' is, sensación incómoda y dolorosa en-el pecho, v |¡: r- ticularmente de calor en la estremidad i::C-¡ior del esternón, y á vee-es con disnea y prurito en la garganta, saliendo además la sangre en- cendida v regularmente espumosa, constituye la hemolisis. Divídese en hidiopática y sinto. mática. La primera se subdivide en pictórica; la cual viene sin violencia esterna, ni haber pre- cedido tos ni supresión de alguua evacuación ha- bitual. Forzada ó teahumática, la que es produ- cida por la acción de una causa esterna. Tísica, la que se sigue a una tos anticua, acompañada de estenuaeion y debilidad, debién- dose reducir á esta especie la producida por tubérculo v escirro en ios pulmones. Calcuta, en la que salen con la sangre unos caltulütos que por lo regular son de una naturaleza calcárea, y la que están sujetos con especialidad los lapidarios, canteros, ganade- ros &c. Periódica ó sicaria, la cual sigue á la su- presión del flujo hemorroidal ó menstruo. Causas. Pueden considerarse predisponente! y ocasionales. Las primeras se eomprehenden m 270 fácilmente si hacemos .tención i que los vasos sanguíneos de los pulmones son mas abundan- tes que los de ninguna otra parte del cuerpo de igual tamaño: e*tos vasos que son muv grue- sos a su salida eiei corazón, se subdividen mas pronto que h»s de ninguna otra parte en va- sos de iin volumen muy pequeño, y estos úl- timos se ramifican cerca de las superficies in- ^ ternas ele las cavidades bronquiales, que e-tan comidas en un te|ido celular flojo, v cubiertos solo de una membrana delgada; a»¡ basta con- siderar con cuanta facilidad y frecuencia se llenan de sangre para comprender por qué su emorragia es la mas frecuente de todas, des«f pues de la de la nariz, y en particular porque cualquier choque ó golpe violento que se de á todo el cuerpo, ocasiona con tanta facilidad la emotisis, y es evidente que en los adultos pue- de resultar en todo tiempo por el estado ple- torico de los pulmones, desde los diez y ^eis hasta los treinta y cinco años; no obstante las mas veces es efecto de una falta de proporción entre la capacidad de los vasos del pulmón y la de los demás del cuerpo; pues eso es enfer- medad comunmente hereditaria, dependiente de una conformación parlo olar y defectuosa, la cual consiste en la debilidad de estos órga- nos, manifiesta por la voz afeminada, por la elevación de las eseá pulas, estrechez del pecho, rubicundez de las mejillas, pulso litro v frecuen- te, cuello largo y respiración difícil, ojos ale- gres y vivos, cutis transparente y fina, venas asu- 271 ladas &e. Sí estas circunstancias se hallan uni- das á un temperamento sanguíneo, en q< e do- mina la plétora arterial, ó en sugetos emie bles, delicados, muy sensibles é irritables, de cspiri. tu vivo, que padecen con frecuencia henieura- gia de nariz, ó en quienes sea suprimidas otras evacuaciones sanguíneas periódica'-, ó h» les lia amputado algún miembro consielc rabie, es en- fermedad común. Habiendo esta disposición con- tribuyen a producir las diferentes causas oca- sionales &c. Calor estenio, disminución repen- tina del peso de la atmósfera, ejercicio violen- to de la respiración, cualquier grado de violen- cia esterna, y antes á veces se esperimenla un sabor salado en la boca, Poco antes se e.q-e- rimenta irritación en la parte superior de la la- ringe, a fin de moderarla hace el enfermo es- fuerzos para escupir, y arroja un poco de san- gre encendida y tepnmosa, asi continúa salien- do cada vez que se renueva la irrítacian, pro- duciendo algún ruido en la traquea; algunas veces viene al tiempo de tocer, otras en poca porción y desaparece luego del todo. Cuando dimana de la superficie interna de la boca, vie- ne sin esfuetzo ni tos, pues el esputo de la sangre de la garganta ts mas raro que el de los pul monos, y las mas veces no podernos ase- gurar de su origen, examinando lo interior de la boca, y garganta, que cuando se vierte del estómago se arroja en mayor porción casi siem- pre, y tiene por lo común de un color mas obscuro, es más grumonosa y está mezclada con otros materiales contenidos en esta entraña, y 272 por último que la hemotemesis tienen sus sin- tonías y circunstancias particulares. Pronóstico. Esta enfermedad carece de ries- go alguna vez, como cuando es resultado de la supre ion de alguna evacuación, v. g. la mens- truación, en cuyo caso el estado pletorico que la supresión de estas evacuaciones suele pro- ducir puede dar lugar á que la distencion que sufren los vasos por la presencia de la- sangre seajm estimulante que ecshaltando su sen sibilidad de traquea á la ecsalacion sanguínea y consiguinnte á la hemorragia, la que termi- na luego que habiendo cesado la distencion, falta el estmulo, y la sensibilidad ecsaltada vuelve á un tipo regular. Lo mismo hace su- ceder, cuando ia hemorragia sobreviniendo á á consecuencia de una violencia esterna, ha sido la ruptura de los vasos poco conside- rable, capaz de ceder á los astringentes, y sin que haya en el paciente disposición primitiva; mas si esta ecsiste ó si aquella ha sido conside- rable, de modo que la hemorragia no se haya podido cohibir, suele entonces hacerse peligro- sa, mayormente si después de comer se obser- va calentura, calor en las manos, encendimien- to de las mejillas &c. pues siguiendo este cur- so por lo regular termina en tisis. Curación. Ya sea producida por ecshalacion 6 por ruptura, las indicaciones principales son: pirnera, evitar la impresión de cansas capaces de ecsaltar la sensibilidad orgánica de los vasos de la parte. Segunda, calmar la tos y toda ir- ritación que pueda determinar mayor cantidad 273 de sangre á los pulmones g impedir con su pre- sencia qee se cicatrice la ni ¡dura de los vasos si ecsisfe ó que la serisibili.l .«¡ v ('• ntiMctibili- dad organic-, vuelvan á tomar su tipo re y ir. ¡ir. Tercera, cohibir lo mas pronto posible la Ik-- morraeria, tratando de oponerse' en b» sucesivo por un buen régimen profila<'tico á la* c<»n<- cuencias que puedan sobrevenir. Par* s.i:s.i. cer todas esta-, primero: evitar el e-alor eMer- no, los movimientos escesivos. el canto &e. ;-.s. tringentes y calmantes, entre los que ed eli; »e<>r. dio, retania, alumbre y otros d'ec.clios en w>. hiculo apropiado, como el cocimiento biano de Sidehenan, ó pildoras compuestas de (s';n mismas sustancias, conservas de m-mbrtHo. Ie>s áccidos dilatados surten muy buenos olec-tn-*: asi. mismo el opio en «Jó is repetida-; sangrías del brazo, de la mano, y aun los vejiga loria* apli- cados al pecho ó espalda con objeto de desva- necer el estímulo de los vasos capilares de los pulmones, deben preferirse eu todo «aso de lie- motisis, procurando al mismo ti.n.po «sitare! retorno por una dieta analéptica, ejercicio p ■ vo moderado, la mudanza de dunas, los acr< del campo &c. y en los que gozan por h ó hayan contraído una constitución viciada, hacer- los traigan el pecho cubierto de lana á fin Je excitar la transpiración, y que se disp? al?»-n tanto la acrimonia tísica que reina en todo> elle>s, tratando igualmente de cambiarles -o constitu- ción, á beneficio del régimen propuesto y <1« pequeñas sangrías cada seis meses por espacio de tras ó cuatro años, para producirles un e«- 274 tado pletorico que deberá disiparse después len- tamente con la costumbre de sangrarse. Mas si todo es inútil, si se hacen ulcenltas como se manifiesta por la calentura que se observa dos- pues de comer, tos y esputos teñidos desan- gre ó pus, se aplicará inmediatamente el fon- ticulo (que debe establecerse entre, ei polos é indes de la mano del lado de! pecho que prin- cipalmente se siente afecto. La seroeidad oue por él se evacúa parece ser La. que arrastra con la acrimonia particular que predomina en el sis- tema, myos efectos son tan difíciles de vencer) de Solano de Luque, cuyos maravillosos efec- tos están bien cornjirobados que se recurre en tiempo oportuno á él. CENERO TERCERO. Tisis pulmonal. <*S(lti carácter genérico consiste en una estenua- cieio, consunción y debilidad del cuerpo, acom- pau ida de tos, de calentura lenta, y de espec- toracieui purulenta. Puede dividirse en incipien- te y confirmada: aquella llamada también tisis seca, es ia que no se ha llegado á manifestar la espectoracion purulenta, y esta por otro nom- bre húmeda, es la acompañada de esta espec- toracion. También las han dividido algunos se- gún la diversidad de sus causas en escrofulosa, escorbútica, venérea, hepática, asmática &c. pe- ro nosotros nos ceñiremos á tratar de la tisis ver- dadera ¿ consunción pulmonal, propiamente tal dependiente por lo común de la hemotisis, y aun con mas frecuencia de los tubéreulcs í< maza humoral, ya en fin por el concurro de estas causas (epie pueden mirarse como predi-ponente») con las ocasionales, cuales son los ejercicios violenta, la intemperancia en comidas y bebidas espirituo- sas, pasiones violentas, la súbita supreMon de. las evacuaciones habituales, por la iic^resien del frío exterior ó por la de un liquido frió estando caliente, la influencia de una tempera- tura húmeda, fría &c. Los que mas espiaste? están á etta son los endebles y deli-ados, que tienen la fibra muscular muy floja y la capa- cidad del pecho muy estrecha. El tiempo e'o la puvertad y juventud, son las épocas en que se declara con preferencia: asi se nota que des- de los quince hasta los treinta años es cnando suele hacer el mayor número de victimas. Y aunque en general no perdona edad iíi sec^a, sin embargo es fácil de observar que los jóve- nes altos y delgados, de un incremento procer, que además de un pecho angosto y estrecho ofrecen una complecsion débil, tez delicada y mejillas rozadas, es en quienes se advierte c >n mas frecuencia. Las mugeres son también aco- metidas de esta dolencia mas comunmente qno los hombres, ya sea por la vida sedentaria que suelen tener, ya por la estructura y conforma- ción nataral de un cuerpo, ya por una coaíeU 276 «uencia del lujo frivolo de sus adornos, ya ea fin por alguna otra circunstancia particular que las domina. Es muy frecuente en la práctica ver marchitados por ella eu la flor de su edad, los atractivos, la gracia y la belleza que na- turaleza ha reunido en 'los individuos de este secso amable, y que una muerte temprana ar- rebata á las delicias y placeres del otro. El ori- gen de la verdadera tisis pulmonal, puede de- ducirse generalmente de la hemotisis, de lo que llaman vulgarmente rehuma ó catarro ordina- rio, y algunas veces también de heridas ó til- ceras hechas en la sustancia del pulmón por agentes esteríores. Una tos mas ó menos inco- moda durante la noche, ordinariamente seca acompañada do dolor y tirantez en el pecho, costillas y cabeza, ligeros calosfríos, algunos grados de calor febril, junto con una sensación dolorosa en las articulaciones, son los efectos regulares de el: estos síntomas suelen por lo común ceder á los medio; comunes, bebidas dí- luentes, blandos pectorales, aperitivos suaves &c. cuidando al mismo tiempo de observar una die- ta esacta, y resguardarse del frío cargado de hu- medad; pero lo común es confundir estos con los que se originan de la inflamación de los tu- bérculos, y que pueden mirarse como el pri- mer periodo de la tisis, teniendo á los síntomas que acompañan á esta inflamación por efectos inmediatos de la impresión del frió, y por con- siguiente no causan alguna inquietud al enfer- mo ni á sus asistente^, ni los determinan a to- mar precaucionen. Guando se ha cogido dees 277 te modo una ó dos veces el frió, «^rrun el mo- do común de espresarse, no ceden va los sín- tomas á simples remedios oue una libera afec- ción catarral; antes por el contrario ia tos so hace cada vez mas violenta, mas peno-a, mas seca y continua, las noches iuq■;;«■'. s, y no se logra en ellas ningún reposo: l- < dolores de pe- cho son mas fijos v punzantes, los m<.-vi,un.-idus de la respiración mas aeelevados y difíciles, ia espectoracion espumosa y poco abundante, el pulso veloz, duro, algunas veces tirante corno una ceierda, otras lleno v turbado, la lengua se pone blanca, y eu su parte dorsal ó superior, se pone de una materia amarillenta, los ojos se marchitan, la piel contrae una palidez triste, el apetito se pierde enteramente, el estómago ¡>e debilita, los alimentos escitan nanceas y á veces 'vómito, en fin todo anuncia un progreso ¡ahí, y sin embargo el enfermo signe en su modo ordinario de vivir, sin ser todavía para él mas que una rehuma, una tos diiicil de curar, y no proponiéndole algún peligro en su enfermedad, no se cree obligado á sujetarse á ninguna regla. Primer periodo. En este estado los ligeros movimientos febriles qne esperimentan, se ma- nifiestan por un periodo de calentura mas con- siderable, cutas ecsacervaciones después de co- mer ó por la tarde son bien notables, el pe- cho y las partes superiores se cubren por la mañana de un ligero sudor que mitiga lo*sín- tomas, siguiéndose unas remisiones (pie duran toda la mañana. La tos no pierde nada de -u violencia, y los progresos de la espectoracioB, 278 son cada vez mas abundantes, espumosos V al- gunas veces salen salpicados de filamentos san- guíneos. Lcts mejillas durante la calentura, se cubren de una roseta encarnada y brillante, los labios y glándulas cítuauas en los ángulos de las órbitas, toman un color rojo mas vivo que en el estado sano; suben de pronto llamaradas de calor y rubicundez, y en las palmas de las -manos y plantas de los pies, se deja sentir un ardor seco y desagradable. A proporción que hace progresos la calentura se acerca al tipo con- tinuo, y los intervalos de remisión siendo cada vez menos notables. La espcdoracion es cada día mas copiosa, y los esputos salen mezclados por la mañana de una materia purulenta, al- gunas veces desagradable al paladar del en- fermo (en un estado mas adelantado suelen ser dulces, io que es mala señal) amarillos, ver- dosos, los que se van volviendo de un color cenicieníe), á proporción que la enfermedad se a prócsima al fin. Segundo periodo. Comienzan á descubrirse en todo el sistema orgánico impresiones de des- trucción y de desorden. La gordura que llena los fondos orbitarios, y que. sirviendo de apo- yo á lew ojos, contribuye á darle su brillantez y vivacidad propia, se derrite y desaparece: un humor viscoso destila de estos órganos lángui- dos y marchitos, los pómulos descarnados salen acia fuera, la nariz se alarga, las cienes se hun- den, finalmente el cuerpo cae en una.dema- cración general, que aniquilan considerablemen- te sus fuerzas: la tos repite. con mas esfuerzo 27» al acercarse la noche, v el poco sueño'que en esta consilia el enfermo es agitado é interrum- pido: Jos sudores de la mañana son colicuati- vos y abundantes, el calor es mas intenso, las remisiones mas obscuras, los esputos mas abun- dantes y purulentos, v esto en tanto qne que- da todavía algún poco de vigor, y las fuerzas digestivas conservan aun bastante energía para animar los jugos nutritivos, de que el cuerpo tiene necesidad. Tercer periodo. Al estreñimiento de vientre común á los dos primeros, sobrevienen frecuen- tes deposiciones, que pronto degeneran en diar- rea confirmada, pues anuncian el tercero y úl- timo periodo de la enfermedad; los alimentos en este caso casi no 'nacen mención alguna en el estómago, y el canal intestinal apenas pene obstáculo á su espulsion. Luego que á los de- más accidentes se agrega este, el calor febril v los sudores se disminuyen notablemente; pero la tos sigue con el mismo tezon por las noches, impidiendo los saludables (fectos del sueño que ni con los opiados es posible conciliar. En este estado la lengua aparece limpia v bastante encendida acia su raíz, algunas veces cubiertas de astas, y por lo regular dolorida y muy sensible: la voz se pone ronca, y las pa- labras salen cortadas entre breves inspiraciones 6 interrumpidas por el hipo, que son los dos síntomas que mas molestan á los tísicos: última- mente, los enfermos inferiores se cargan de una hinchazón hederaatosa que hace visible la im- presión del dedo. 2S0 Asi continúan por algunos dias haciéndose la diarrea cada vez mas violenta, disminuyéndo- se á proporción el calor, los sudores y la es- pectoracion, principalmente entre dia las fuer- zas se enervan poco á poco, hasta que al fin se niegan al ejercicio de los menores movimien- to.--, viniendo bien presto lo moral á participar de esta misma decadencia. Al acercarse el úl- timo instante esperimentan frecuentes y largos de-mayos, las uñas se doblan sobre las llemas de ios dedo-, el hipo los atormenta de conti- nno: á veces se perciben ligeras convulsianes, la lengua se pone valbuciente y las pocas pa- labras que articula es con suma dificultad, en fin la muerte viene á terminar esta triste escena. Pronóstico. Se saca: primero, en que el mo- co naturalmente es transparente, el pus es opa- co: segundo, el moco carece por lo regular de olor, y este las mas veces se advierte en el pus. El moco echado en el agua queda suspendido, que por el contrario el pus se precipita y ca- si se disuelve. Curación. Habiendo considerado los tubér- culos como causa mas frecuente de la tisis, en atención á que auu en aquellos casos en que parece originarse del catarro, del asma, de la repercucion de algunos ecsaníemas &c. solo es debida al vicio tuberculoso, que estas diferen- tes circunstancias inducen en los pulmones, pre- caveremos su formación ó los resolveremos En personas nacidas de padres tísicos, ó por su modo particular de vivir han llegado á ad- quirir una organización particular que los dis- 2*1 pone á contraer esta enfermedad, se observa e* el periodo de la vida qne mas favorece el des- arroyo de este germen destructor, desenvolver» se los síntomas dichos; «¡e puede presumir que uno ó muchos tul érenlos formados va ó que comienzan á formarse, ocupan la sustancia de los pulmones, este es c! cao de poner todo «d esfuerzo para arrancar esta víctima de los bra- zos de la parca int-ese rabie. Aqui es donde el abrigo a fin de evitar toda impresión de frió y humedad, de ejercicio pasivo moderado, los aires libres del campo, el uso de las leches, y coeimieilto febrífugo salso de Fuller, y la apli- car icn del fornicólo de Solano de Luq'ie tie- nen su principal legar, evitando al mismo tiem- po todo ejercicio violento que pueda ocasio- nar la inflamación (ie los tubérculos, toda vio- lencia en la respiración y toda postura capaz de disminuir la capacidad del pecho. El con- tener la tes pertinaz que tanto molesta á los en- fermos v 'ue se aumenta a medida qne la en- fermedad hace progresos, es muy del caso to- n e el paciente por la noche y aun entre dia, seis granos de sint g'os." ó i no de opio, al mis- reo tiempo qtle se procurará mantener sus fuer- zas digestivas por medio de la tintura de quina íí otro tónico, y icstaurar las pérdidas diarias á benefieio de una dieta analepUca. Cnando se looran los principios cede, cuando ie junta do- bilidad v arreglo del paciente; mas cuando no l«a podido iwpediríe la inflamación de los tu- Hrculos y se ha formado a consecuencia algua actcillo ó vómica, que habiéndose tn la cavi- 2«8 dad de los bronquios, ha dado lugar á la for- mación de una úlcera, ya que se presente la ti- sis con todos los caracteres que la confirman, en este caso facilitar la espulsion de los ma- teriales purulentos, preoaveer la absorción, de- tener los efectos de la materia transmitida y« á la maza general, por medio de esta y curar la úlcera. Hasta hoy no se ha encontrado reme- dio capaz de satisfacer estas indicaciones, y cuan- do algunos han curado solo lo han debido á los esfuerzos de la sabia directora que tiene á su cargo velar sobre la conservación de nues- tra eesistene-ia, sin que el arte haya hecho mas qne ponerse de su parte para dirigir sus co- natos. Estos medios de que en semejantes casos puede valere el médico, se reducen ,á los tó- nicos, á los demulcentes y á los suaves expec- torantes y excitantes del pulmor., quina en tin- tura con ojimiel, el un\o con la hipecacuana, la miel blanca, los báizamos de terebentina, del arzobispo, de la mela &c, dando de tres á cuatro gotas por mañana y tarde en infucion de manzanilla y aun.entanelo su dosis hasta do- ce, procurando calmar ó moderar los síntomas que sobrevengan, tal como la disnea, la tos vio- lenta y la diarrea, por uiedio de los opiados, el cocimiento albo de Sulenhan con el dia»cordio, la retania &c. y su'-penelieudo el uso de las le- ches en caso que estas lo promuevan. 283 SEÑERO CUARTO, Almorranas 6 Jlvjo hemorroidal* ¿¿2a evacuación de sangre por ciertos tu mor- cillos formados en la margen interior del ano, es el síntoma que constituye por lo general Ia9 almorranas ó flujo hemorroidal. Divídese en pecas ó ciegas, y en húmedas ó fluentes; sub- dividense unas y otras en internas y esternas. Las fluentes ya sean internas ó esternas, son aquellas en que casi á periodos fijos, se manifiestan por una abundante evacuación de sangre. ¿Síntomas. Ligeros calosfríos con costruccion espasmódica de lo interior del cuerpo: dolor gravativo en las espaldas y lomos, algunas ve- ces torpeza en las estremídades inferiores, pul- so duro y comprimido, sequedad en lo inferior de la boca, orina poco abundaate, y descolori- da, debilidad de estómago, flatos en los intesti- nos, frecuentes ganas de orinar y exonerar el vientre, una especie de presión desde el ano basta el periné, alguna vez con flujo de mu- eoüidad bh-nca, generalmente variado, tanto en la cantidad de la sangre que fluye cuanto ea la duración del flujo. Los ef« ctos de esta eva- cuación si es escesiva son: postración de fuer- zas, marasmo, pesadez en los muslos, sueño tra- bajoso, opresión en la región precordial; infla- mación de vientre con borborigmos, pulso dé- bil. &i esta evacuación prosigue inmoderada- mente sobreviene hinchazón de pies, ojos y ca- 284. ra,&c. Siendo_esfa.de un color cárdeno, v aplo- mado, respiración anhelosa, hidropesía, óalentu-a^ lenta, y tabes. Es presagio todavía mas funesto' (pie el hígado ó el vaso t^fen aviiltados, q.ie aya estreñamienio, caqliesia incipiente, é hidro- pesía. Cutisat. Las mas comunes son la obesidad, la di-denoion ele las venas, el regalo, la vida iédcfitarnn di-posicierri hereditaria, uso repe-ilo de purgantes acres, afecciones tristes, ejercicio 4 cab lio muy continuado, el uso de íos piperi- nés &<\ todas obran especialmente en sujetos (pie van u'e los treinta y sei-años para ariba, y por tanto predomina en ellos la plétora venosa, y cnando en los sugetos que han estado largo tiempo es puestos a esta evacuación, íé les su- prime en la declinación de la vida, son por lo general acometidos de la apoplegia ó perlesía. Las almorranas están sujetas á inflamarse, y al- gunas veces se supuran y causan una fístula, y aun en algunas personas de mala constitución suelen degenerar en úlceras cancerosas. Curación, Paliativa, ó radical: la primera consiste en sangrías, el ejercicio, dieta tenue, ó sustancias poco nutritiva?, régimen atemperante usando esferiormente ce las pomadas, y urgüdn- tos anodinos: cuando los dolores son víoentos se puede aplicar cataplasma anodina, ó fomen- tos emolientes &c. Si aun con todo es mas vio- lento pasaremos a la aplicación de Jos narcóticos. No tienen lugar los purgantes por que aumen- tan la irritación y el dolor, y solo se podr¿ 285 lajar el vientre, y para ello hay la pulpa d§ casia, de tamarindos tn-rnpo sin pr-.di;. cir un alto grado de debi'.i 'a I, y solo cnamlo es inmoderado son notables los efectos «!.■ estn género. Pero se puede suponer, aun cuando los . esfierzos de todo el cuerpo, no son muy ce n. . siderables, que debilita el si-doma de li gra, ciun y parece bastante probable que este fia. jo contribuye en muchas ocasiones á producir la esterioridad. La materia al principio e^ tai siempre du|ce, pero después suele ser acre, e irrigar ó aun corroer la superficie de las panes por donde pasa, y proelucir diferentes alteracio- nes acompañadas de dolor. Curación Como suponemos que depemle por lo general de una perdida considerable de to- no de los vasos del útero, se ha coriseiMiieio moderarla alburia vez, y aun curarla con eier- ^tos medicamentos estimulantes (pie obran eu las ,vias de la orina, y por razón de procsimidad . de estas partes, comunican con frecuencia íU acción al vientre, ó al útero: e-tas son las can- táridas, terebintina, y otros bálzamos de senie- ,jante naturaleza. Los generales son azifrán da marte astringente, el diascordio con hipee;acna- na, quina, alumbre, ratania, aguas teriuoinosa^ 292 ejercicios, inyecciones, cocimiento de quina y otros tónicos y astrmgantes suaves, se encomiendan úl- timamente; pero siempre se resiste, y son pocos |os casos en que se consigne su total curación á no ser por la mudanza de clima, baños mi- nerales. GENERO SÉPTIMO. Amenorrea ó supresión del menstruo. I mes corre ruanos que lo acostrnibrarlrt, ó no corre nada, aunque no haya preñez. De- ben admitirse dos especies diferentes: primera, en que lo- menstruos no principian en el perio- do de la vida, en que es costuu'ore; y á cu- yo esta K> dimos el nombre de retención. Se- gún U, en quí después de haber aparecido de- ja de repetir en sus periodos ordinarios por distintas causas á la de la concepción, v en- tonces II,un.oo.os supresión. A la retención este periodo varia mucho segein los diferentes in- di vi luos, temperamentos", educación, genero de villa, clima &c. Siitoma-i íl-.ííe io¡on, lacsítud, debilidad, pesadez para moverse, junto á diversos de dispesia, y aun alguna vez aconmpañada de apetitos estra- vagames. Al mismo tiempo el color vermejo de la cara, y aun de todo el cuerpo se pone pálido, las estremídades inferiores y no pocas veces laa gran parte del cuerpo padecen una hin- m chazon bedemetosa. La respiración se acele- ra por cualquier movimiento vivo ó penoso, el corazón sufre palpitaciones y síncopes, sobrevie- nen en muchos casos dolores de cabeza, de es- paldas &c. Cuando estos sintonías llegan á un estado considerable, constituyen la clorosis ele los autores, que casi sobreviene sin la retención de los meses; de donde parece inferirse que Jas causas mas comunes de esta retención de- ben ser todas las que son capaces de debili- tar Ja acción del sistema general, y por con- siguiente las del útero v sus vasos, modifican- do á consecuencia sus propiedades vitales; de modo que no llegan de su sensibilidad orgáni- ca á ponerse en relación con la sangre que debe evacuarse, ni la tcnecidnd de sus vasos capí. lares, á adquirir el grado de energía que les es propio para ti ejercicio de sus funcio- res, se sigue necesariamente la retención de dicha evacuación periódica, y de aqui el cúmulo de males que la esperiencia de- muestra. Las causas de inducir esta debili- dad, con especialidad una constitución flecina- tíca ó mucosa, favorecida ya por enfermedades precedentes, ya por una larga estenuacion de fuerzas, ó graves pesadumbres, ya por una vi- da inactiva y sedentaria, ya en fin por la edu- cación que tanto influye en el desarroyo de nuestro sistema, asi físico corno moral. No sien- do las pasiones, las que menos influjo tienea en la producción de estas enfermedades, y es- pecialmente la del amor, que parece haber en las mugeres un cierto estado de los ovarios, 294 que las prepara y dispone á gozar de los pla- ceres de venus acia el mismo periodo en que fos meses aparecen por la primera vez, de don- de es de presumir que en algún modo ecsiste una simpatía entre el estado de los ovarios, y el de los vasos uterinos-, y que por consiguiente cuan- do el estimulo producido por las partes de la generación falta todo el sistema, cae en un es- tado de languidez, y de flojedad, bien al con- trario de cuando este se desenroya con energía, Pues entonces, todo se aviva en la muger, los ojos antes mudos adquieren viveza, y expresión, brillando en su persona todo atractivo cié gra- cias festivas y sencillas, y toda frescura y lozonia de la juventud. Curación, Restablecer el tono vital de todo el sistema y el de los vasos del útero: dieta corroborante, ejercicio activo, aires libres, puros y bien ocsigenados, los tónicos marciales. Es- citar la acción de los vasos del útero para las friegas, baños tibios de las estremídades inferiores, y los purgantes, el aloes dos granos, medio escrú- pulo azafrán de marte, hasta ver lo q vez, se debe considerar como superior, por que esta evacuación cuando principia no ob- serva de repente perioelos regulares; para esto, sí sobreviene una interrupción, á poco después de la primera, ó aun dur.mte su curso, se de- be considerar las mas veces con reten-:un, ma- yormente si concurren las circunstancias que dan origen á esta, y se anuncia por los sínto- mas particulares á este estado. Los sintonías que , se pueden consielerar como pertenecientes con propiedad á la suj>reríon, son los que sohro- , vienen después que el íl.ip me&trual se ha es- tablecido de un modo regular, por a'g.ui tiempo, sin que puedan atribuirse' sus desarreglos alas causas de la retención. [Ld «--da lo de seprosion puede muy bien atribuir-e en algunos casos á las mismas causas, que ocasionan la retensión, ó á 'o menos á las que obran de un modo análogo. Asi vemos que las grandes pesadum- bres, un susto repentino, durante el periodo del mes, la vida sedentaria, y el estado tanto física como mora!, son circunstancias todas, que contribuyen á producir un estado de debilidad en todo el sistema, que da margen á que-sus- , penda el flujo] sino mas bien á un estado de eretismo, ó á una modificación particular de la sensibilidad, y contractilidad orgánica, que im- pide en estos vasos el ejercicio de las funciones á que naturaleza los destina: por esto se ve .con frecuencia originarse esta enfermedad por un fuerte acceso de ira, por una alegría esce- ciya por una pasión amorosa, abuso de frutas, átí leches, de acqidos ó por, U impresión &I 296° frió en las estremídades, como cuando las mii- geres durante este estado ponen siis pies ó manos- tm a^oa fría» Esta misma supresión pue- de depender de una especie de iner*a en la rirc.dación capilar uterina, ó bien de una san- gría hecha imprudente mente en una parte re- ñí la, como en el brazo durante la mestrua- cion ó al aerearse esta; puede contribuir en una supresión completa, defensión, ó diminu- ción sucesiva de la misma, la cual manifiesta sin embargo al mismo tiempo* su tendencia re- gular por esfuerzos vanos* Puede la supresión producir distintas afec- ciones de hecho, viceras abdominales ó glándulas, y depravar el apetito, digestión, y secresiones, á intencia, cuartana, calentura hética, estenua- cion é hidropesía. En cualquiera otro periodo de la edad puede seguirse afecciones espasmo- dicos, hipocondriacas, histéricas, gotosas, ó tam- bién congestiones en la cabeza, pecho y esto- mago, y sostener toses catarrales, asma, Vomi- to habituado, ¿cuanto no deben adaptarse los principios del niélenlo curativo á la naturaleza particular de le causa ocasional, á la constitu- ción del cuerpo, al estado de torpeza, de iner- cia &c? Unas veces se ha de e.scitar la natu- raleza lánguida por e-tim liantes, como en lo* casos de retención: otra- disoviuuír el estado de erectismo de los vasos y re tabiecer sus propie- dades vitales trastornadas al orden regular, por las sangrías ai pie, tempérame* opiados, anties- pasmódie'oS, tizanas ele grama, cuiantrillo, tár- taro marcial soiuuie, láudano» éter, licor ano- djno &c, siendo suficientes algunas veces íoí efectos de Higiene. Algunas veces manifiéstala natuaaleza sus conatos por algunas señales que indican su ten- dencia al flujo. Esta es época en que ponién- donos de su parte, debemos emplear los reme- dios apropiados, que por lo común es inútil en otro tiempo. GENERO OCTAVO. Hcm.afe7r.cs1s ó vomito de sangre* as nauceas ó conatos al vómito con espuU sion de materiales sanguinolentos, mezclados con sustancias alimenticias, caraelerízanla: esta se ar- roja regularmente sin tos, y es bastante negrus- ca y espumosa. Especies Primera: la que sobreviene de resultas de la supresión del menstruo, ó almorranas. Aco- mete á personas de vida sedentaria y que co- men mucho, ó es efecto de un ejercicio vio- lento, de la ira ó del abuso de licores espiri- tuosos. Alguna vez la producen la dureza y tu- mores del brazo, otras dolor en el hipocondrio derecho acompañado de calentura, y entonces es muy funesto. Segunda: la negra ó melena, en la que arro- jan por el vómito, muchas libras de sangre ne- gra; como suele observarse algunas veces en los escorbúticos, y mucho mas frecuentemente en la* celenturas pútridas y malignas, anunciando el peligro de una muerte prócsima.. 2M Tercera: vómito de sangre producido por la respiración de un anarisma en el estómago ó en el ceso fago. Cuarta: la hematemesis ocasionada por las hernias del estómago, por las sanguijuelas in- troducidas en esta entraña, por escesos de ira» per los venenos reabsortos desde la cutis hasta ella. Cansas. Supresión de evacuaciones como el flujo menstrual, hemorroidal &c. no por la san- gre que había de evacuarse por aquellos es- mentorios se dirija acia el estómago, sino por que produciendo una plétora ya sea general, ya parcial, se determina á salir la sangre por aquefr- llas partes por donde encuentra menos resisten» cía, y Hallándose los vasos del estómago muy debilitados por el mo de licores espiritóos, be- bidas calientes y estimulantes, como ponche, ca- fé &c. ó bien por hallarse sumamente pictóri- cos por la detención que sufre en ellos la san- gre que no puede- circular bien por las visce- ras abdominales, á causa de las ostncciones que padecen, la rupcion de vasos del estómago, y se verifica el finjo: también de la aneurisma de la aorta algunas enfermedades de las otras par- tes contiguas, que han contraído una adheren- cia estrecha con el estómago. Curación. La pletorica pide su moderación, restablecer la evacuación suprimida, bebidas frías ó heladas &<\ absteniéndose en un todo de los estimulantes, cálidas &c. En la que precede y acompáñala hinchazón del vaso y dureza, y la pul- sación acia á las espaldas en el lado izquier- do, y en que la sangre no ¿pudiendo pasar li- ?P9 bremente por el vaso, se acumula en los ramos de la spléoica arterial, y por consiguiente en los vasos del estómago. ¡Se darán los discernien- tes y tónicos que no esciten demoríado, como quina con hierro, ya en sudarcia ova su oe- sido, la tintura elástica, pildoras de azafrán de marte aperitivo v ruibaibo, unturas solutivas y alkalinas, ejercicio moderado &e. finalmente te indagará con todo cuidado. GENERO NOVENO Hcmaturia ó finjo de la uretra. Tlql éJ¿ lujo de sangre, orina, ó semen sanguino- iento por ei canal de la uretra en ambos sec- sos. Coando sale pura la sangre y sin dolor acia la regicn timbares, trayecto de' los uréteres é hipo o así río, se debe presumir es de la uretra, Cuando mezclada con la orina hayan ó no pre- cedido en las partes anteriormente espuestas do- lor, ^e debe presumir trae ni origen de los ti- re ¡es ó de la vegiga. Cuando tiei e un color negro mezclado ó no con materia purulento, piirioipalounte si su evacuación se veiifica con doler ó ardor en el pubis, debe considerarse ((no señal de lesión ó eoulceracion de la ve ¿'i£ü. Cuando se presenta la e riña i.n poco te- fríiia de sanare, vá esto se r.grcga dolor ngu- tio en la región limbar. siendo dificultosa T t(.n sedimento la escrecion de la orina, no-se puede dudar de ningún modo que uu calcula 300 voluminoso ó cubierto de asperezas, sé hava de-' tenido en una de los dos uréteres. ^ Primera especie, hetnaturía espontanea: afec- ta á los pictórico?, no está precedida da dolor agudo en los ríñones, sino de entorpecimiento en todo el cuerpo y cierta incomodidad en la vegiifü, pudiendu reducirse aquí la periódica que sustituye á los meses suprimidos. ^ Segunda, la producida por cálculo en los na enes ó vegiga, Teroc-a: negra, cuyo síntoma bastante fu- nesto se observa eo las calenturas pútridas. ^ Cuarta: forzada; como la proelucída por vómitos violentos, caidas, ejercicio á caballo, va- rices ó almorranas de Ja vegiga, escesos de venus. Quinta: en la que corre sin cesar gota á gota la sangre que trae su origen de la uretra, ya por la presencia de un cálculo que dilace- ra sus paredes ó túnicas, va por úlcera que destruye su testura, ó ya por la sonda. Sesta: la que vine en los ecsantemas como viruelas calenturas, miliar &c. Séptima: falsa, en la qu«? las orinas tienen un color rojo obscuro semejante al polvo de la- drillo molido sin coritener sangre, como se obser- va en muchas especies de calenturas, en la hidro- pesía, disenteria &c. debiéndose igualmente re- ducir á esta especie la producida por ciertos alimentos, como la fruta de opopuncia, de la zar?a &c. Curación. La pletoríca; disminuir la maza ¿amoral con evacuaciones generales, y restable- 20 301 rer algunas otras que se hallen supresa?. En la de presencia de cálculo, y qne vine acompaña- da de dolores internos; disminuir el eretismo de las fibras por las sangrías, díluentes y atempe- rantes, oposiciones oleosas y musilaginosas, por todo lo dicho en la calculosa nefritis, fu la forzada: si ha sido local la cau>-a, eesije una ci - ración tópica, si por las cantáridas ó diuréticos estimulantes, el uso del alcanfor á grandes du- cis, y en general los refrescantes, y antipasnó- dicos, leches y moderación en las costumbres. Ln la que corre la sangre gota á gota trayendo su or gen de la uretra, se cura con las inyecioncs calmantes y astringentes ó desersivas, s< gun el estado de irritación ó atonía que acompaña. La falsa se correjirá echando mano de lo respec- tivo á su clase. CAPITULO VI. De los profiuvios acompañados de piressia. GENERO PRIMERO. Catarro. sükJl estado inflamatorio de una ó muchas men- branas mucosas, como las de la parte posterior de la boca, narices, bronquios ó intestinos, se co- noce bajo el nombre de catarro: por esta ra- zón puede tomar el carácter de rómádico ó corisa, angina, preumonia espuria, dipeño cero 302 so &c. Son dos especies, uno benigno ó simple y otro benigno-'ó contagioso. El primero viene con una horripilación de to- do el cuerpo, cuya invacion sucede comunmente por la tarde1, las manos se ponen frías, hay dolor gravativo de cabeza, cansancio general, pulso lebril y caloroso, dificil respiración, sensación de ardo.' ea las narices, y en la parte posterior de la boca, la que se aumenta acia la noche, se acelera mas el pulso; hay tos mas violenta, es- tornudos frecuentes, y flucsion de cerosidad por las na ¡es, corto sudor por la mañana, espec- toracion de material viscoso, al qne en la de- clino ion, y en proporción que calman los sín- toma,, se presenta menos espumoso y mas con- tinente: acompaña todo esto un sentimiento de peso en la frente, y alguna tirantez en el mo- vimiento de los ojos, y á todo lo largo del cue- llo, al mismo tiempo el apetito cesa, viene la sed, lascitud genera!; casi siempre este catarro es- tá acompañado de un cierto angina tonsilar, el que se hace mas violento cuando este se agra- va por alguna nueva acción de frío, y muchas veces degenera también en infiamaciones de pecho, coando se ha originado de causa violenta. Causas. Acción de frió que á proporción de la disposición del individuo asi obra; pero en un pletorico suele manifestarse por afectos inflamatorios de pecho, por anginas, diarreas cerosas, por el catarro simple, masen los débi- les de un tempramento caquetico: entonces se ma- nifiesta generalmente con síntomas distintsa y cons- 803 tituyc lo que se conoce con el nombre de ca- tarro maligno y contagioso. Se ve casi por los mismo síntomas que el simple: la debilidad que acompaña siempre á esta, v ti modo rápido con que se manifiesta con ¡os principales ca- racteres que la distinguen del catarro acciden- tal: no obstante se observan mochas va:¡edades en los diferentes individuos. En algunos el do- ler de cabeza es nmx violento y sobreviene por ]a noche un delirio pasagtro, el pulso por lo general está muy acelerado é irregtdar, se que- ja el enfermo de un dolor viólenlo ccn latidos en lo alto de la cabeza, la cara está abotaga- da, y el vientre tenso y dolorido. Estos son ¿us síntomas; mas la calentura que le acompaña, conocida generalmente bajo el nombre de catar- ral, es la que principalmente determina las in- dicaciones curativas. GENERO SEGUNDO. D isenteria. «¿J^sas cámaras frecuentes acompañadas de tnr- minos y seguidas de tenesmo, constituyen este género. Por lo general son escasas, y ia mate- ria evacuada consiste mas en un material mu- coso mezclado alguna vez con sangre. Mientras que subsiste, rara vez salen verdaderos excremen- tos, y si salen algunos tienen por lo común una figura compacta y dura, reina mas en estío y. otoño, al tiempo mismo que las calenturas oto- mt Hale* intermitentes y remitentes, algnna vez sé complica con estas 'mismas calenturas. Divíde- se en sanguínea, mucosa y adiposa. Sobdivíden- se en simple, inflamatoria, pútrida é intermi- tentes. Sintonías. Calosfríos y demás generales de pirec-ia; pero los de afección local se manifies- ta por ¡o común, primero: el vientre está estre- ñido y los intestinos llenos de aire: un grado de diarrea es algunas veces el primer síntoma de la disenteria; sin embargo esto es raro y las mas veces principii por retortijones y ga- nas continuas de deponer, se arroja poco de cada vez, pero se queja de pujo; las cámaras se hacen por grados mas frecuentes, los retor- tijones mas violentos y el pujo mas considera- ble: hay mas ó menos pirecsia que alguna vez es del género de las remitentes ú observa el periodo ter- cianario. Otras veces la calentura es inflamatoria, y en muchas ocasiones del género pútrido. Es- tos estados febríles acompañan á la enfermedad en toda su carrera, especialmente cuando dege- nera en inflamación de los intestinos, ó cuando se termina con precipitación con la muerte. En otros caso3 el estado febril desaparece casi del todo, y no obstante permanecen largo tiempo después los síntomas propios de la^disenteria. Reina cuando han dominado aígun tiempo los calores considerables y con especialidad los cli- mas calientes, por consiguiente su principio es la irrítabíli4ad escesiva del canal intestinal, mas ecsaltada en su sistema mucoso y sanguíneo. Mu- chas veces se produce por la aplicación del frió, 3Í)5 resultado de la simpatía entre los intestinos y la piel. Otras pe»r la de «iManei n acri's \ e— timulant's, los espirituosos &o. Cuan«l«> no es producida por alguna «le estas cali» leiea:o«, re:> '- larmente es conta;»io-a, espacial mente s: l.s vapores de las cámaras de uu dis- n'érn.-o. obran directa- mente sobre el ano de una persona cualquiera. Ctmcion. Simp'e: purgantes suaves, ti/: na man ida tártaro soluble, maná tres onzas, sulfi- lo ele magnecia una onza, ó d«' «a tierra loii.oia de tártaro en dos libras de au-ua. dulce do citaba- zi bebiendo encima una cantidad regular de anuía, los emolientes para moderar la eos'.riccu-" es. pasmódica de los intestinos, redaños aceite k?, ayudas emolientes, goma arábiga, almidón, o..l- do de arroz, las frutas maduras en razón «le las gomas que contienen. Cocimiento Sidhenan solo ó maridado con el diascordio, especialmen- te, si son violentos los dolores, bis anoiliims y an- tíespasmó lieos, licor anodino, tintura lliob-iic», alcanfor & \ En la pútrida deberá recurrirsa á la quina, á fin de aumentar el tono ó pérfi- da de vitalidad del sistema, y oponerse á ia putrefacción, v. g. una dracma «Se uuina coa media de crémor en ocho papeles enemas «le quina y áccido de li'mo:i: hipecacuana adminis- trada como purgantes, todos los ant-c>pasnió'li- cos, y preferente nente el alcanfor en ca-.u que«-e presentasen los sínto-nas nervioso*. Cuando acom- paña á las calenturas intermitentes snbcontinua*, deberá darse quina en sustancia, y todo el ré- gimen tónico y corroborante, el. i mismo molo que en la calentura de esta especie, dependiendo 306 por lo general de un contagio, ecsige un modo preservativo que consiste en la separación y ais- lamiento de los enfermos, en la abundancia y buena calidad ele los alimentos, bebidas atem- perantes, por último en procurar apartar todas las causas que den motivo á su producción. CAPITULO Vil. Neuroses. ü^Jas afecciones nerviosas vagas ó irreemlares la sensibilidad y cor:tractdidad irnos veces aumen- tada, otras disminuida, los espasmos violentos y prontos en causar la confusión y el desorden en diferentes funciones de la economía animal, junta ó separadamente, las funciones de los sen- tn;e.s internos igualmente aumentadas, disminui- das ó abolidas; las de los estemos, y las de los movimientos tanto voluntarios como involun- tarios, sujetas alternativamente á un estado de esc dación, postración y desorden: esta es sin duda la imagen del caos de confusión que ca- racteriza esta clase de enfermedades, tanto por la instabilidad de los fenómenos que resultan, cuanto por la naturaleza de las cansas que la originan. Hay muchas circunstancias tanto fisi- cas, como morales, internas y esternas, que pue- den alterar el orden de las funciones nerviosas de los músculos, visceras y órganos de los sen- tidos. Pero el estudio de las alteraciones, y mu- danzas debe ser presedido de los roas delicados 307 y finos conocimientos anatómicos y fisiológicos ¿Qué relaciones inmediatas no tiene este «¡->íu. dio con la fisiología, ¡ejnalmente que con la historia de la especie humana destinadas á i !'.»*- trar perennemente la medicina? ¿Quien sino ¡a fisologia nos ha enseñado, que cada especie de sensibilidad, tiene una clase1 de fenómenos » que preside, y que las inflamaciones, supura- ciones, feu marión de tumores, hidropesía, su. dores, hemorragias, vicios de las secreciones $cc. no son sino otras tantas alteraciones ele la sensibilidad orgánica, al paso que todo lo que es espasmo, convulsión, parálisis soídi. lencía, entorpecimiento, [jecion de las funciones intelectuales &c. en una palabra, todas las en- fermedades qne se dirigen á romper nuestras relaciones con los cueipos que nos rodean, per- tenecen á las alteraciones de la sensibilidad y contractilidad animales, y suponen un trastorno mas ó menos manifiesto en el si-tema nervioso./ ¿Quien sino ella nos ha manifestado que las en- fermedades que alteran las funciones de la vi- da animal, son tan diferentes de las que tras- tornan la armonía de la vida orgánica, que no dicen ninguna relación ni en su carácter, ni en su carrera, ni en sus fenómenos? Considérese si no por una parte las lesiones de los senti- dos estemos, á saber: la ceguera, sordera, pér- dida del gusto &c. las de los internos como la manía, epilecsia, apoplegia, catalegis &c. y las de los movimientos voluntarios, como las con- vulsiones, parálisis &c, y ecsamínense por otra las calenturas, hemorragias, catarros &c.-y to- 308 das las enfermedades que trastornan la digestiottj circulación, respiración, secreciones ¿ce. y se co- nocerá la gran diferencia que las separa, y cu- yo conocimiento debemos a las investigaeiones de esta ciencia. Pero si la fisiolocria ha contri- nido tanto eu estos udimos tiempos á enzan- cbar el basto campo «ie la medicina, no ha te- nido menos, parte la historia natural y la de las naciones, principalmente en el conocimiento de las causas, naturaleza y variedades de las afec- ciones nerviosas, recorriendo los estreñios mas opuestos, esto es, analizando los efectos de la vida mas rustica y silvestre, y comparándola con los de l.s artes sedentarias y la afemina- ción mas refinadi; escudriñando las consecuen- cias de una languidez, opulencia &c. contrape- sando el lujo insensato y la esíravag.mcía de los vacunales de Nerón, con las niaccnciones irreligiosas de los bracmanes, y poniéndonos en prauorcion de calcular todos los grados -inter- medios, y elevarnos al principio verdadero de las afecciones nerviosas mas irregulares. Mas pa- ra e to y establecer el carácter verdadero de las neuroses, seria necesario determinar cuales son las que residen principalmente en el siste- ma nervioso cerebral, y cuales tas que afectan con particularidad el sistema de los ganglios. Coloqúense por un lado las parálisis, emiplegia, convulsiones de los niños, tétanos, catalepsia, apo- filegia, la mayor parte de las epilepsias, todos os numerosos accidentes que resultan de los derramamientos, de las compresiones del cere- l»ro en los casos de heridas de cabeza, las neu- 30» reoses de la vista, oido, olfato, gusto ¿Ve, y to- das las afeccionas cuvo origen ecsite evidente- mente en la cabeza, póngase por otro la lii i<- ria, la hipocondría, melancolía, y toda esta el..se numerosa deafecciones.cn las cuales el vientre y el pecho con particularidad el primero, parece (pie son el foco donde reside to lo el nial, y se \ >- rá que hay uní diferencia esencial entre los primeros que son el atributo de la vida ani- mal; y las segundas que siéndolo de la orgá- nica tienen sus síutom is un carácter muy di- verso. No solo deben diíerene-iarse según e,ue re- side en una de "las dos vidas animal y orgá- nica, sino también, primero: que afectado el ce- rebro hidiopátiea ó siimjá'iíamcnte, je halla tras- tornado el orden de las funciones intelectuales, dando margen á las fosas percepciones ó de- lirios, á la apoplegia, epilepsia, eatalcpsis &c. Segundo, según que hallándose afectos solas los órganos que establecen nuestras relaciones con los objetos qne nos rodean, estamos priva- dos de recibir las ingresiones de esto-, y por tan- to determinarnos al movimiento á pesar de que esciten en toda su integridad las funciones inte- lectuales, como veemos en el síncope, en el es- tasis &o, y tercero según que la mayor ó me- nor intensidaii de estos afectos nerviosos se ma- nifieste por la lesión de la sensibilidad y con- tractilidad animal, pertenecientes, al movimien- to muscular, á la locomucion y á la voz, co- mo se ve en las convulsiones parálisis, hemi- plegia &c. Casi la misma diferencia puede es- tablecerse en las neuroses dea la vida orgánica, 310 aunque ninguna comparación puede hacerse en- tre las convtdsiones de los músculos que reci- ben nervios de la vida animal, v los movimien- tos espasmódicos é irregulares que esperimentan todos los mú culos en que se distribuyen ner- vios de los ganglios; ponp.ie á la verdad, en las afecciones (^¡.a.smó'iicas del corazón, de íoj intestinos, vegiga &c, en que ecsistiendo en to-. da su integridad y energía los sentidos estemos, solo ¡os iniernos son los afectos: jiacla hay que diora relación con la apoplegia, epilecsia, cata- lepsis &". Finalmente los cólicos nerviosos, cu- yo asiento reside m m:fiesíat¡:eut«> en los nervios de los ganglios semilunares, distribuidos por to- das las regiones del vientre y que forman unas verdaderas neuralgias «lei sistema nervioso de la vi la orgánica, nada tienen de común con el frismo doloroso, ciática y otras neuralgias del sistema nervioso de la vida animal. A pesar de todo debemos confesar son muv in- esactos nuestros conocimientos en este punto, fia- ra pader señalar con seguridad la naturaleza de las enfermedades nerviosas, segundas dife- rencias establecidas, y cual es e'clusivamente el sitio en que con particularidad tienen su a ¡cu- to. Conocemos los fenómenos que nos presentan. y las variedades y diferentes anomalías de que son susceptibles; mas ignoramos las causas de e>tas variedades; sepecic>; pero las mas son simple, caduco y tenebricoso. JÚifeanii- riando sus fenómenos y causas e-citante?, y por, otro lado consideramos las infinitas mudanzas de acción y las afecciones simpáticas á que es- tá espuesto el sistema nervioso, no podrimos me- nos de tener esta afección nerviosa convulsiva. Causas. Las remotas lo son todas las que comprimen, agitan, estimulan ó enervan aque- llas partes, obrando dircidamente ó por una co- municación simpática. ^\si los hipocondriacos, histéricos, embarazadas, las que tienen una vi- da sedentaria, los qne se entregan á medita» ciones profundas, viejos, glotones, viciosos, los que se dan á la embriaguez y á la disolución están espuestos á esta enfermedad. La supresión dei menstruo y de los loquios, hemorroides, os- trdecion de primeras vías, embriaguez causada 312 por el humo del tabaco, cerveza, lombrices en el estómago y resto del canal intestinal, tufo, carbón, golpes en la cabeza, derrame en el crá- neo &c. A mas de la división común á to- das las enfermedades de idiopaticas ó sintomá- ticas, se ha dividido el vértigos por razón de las tsaasas espresadas; pero estas divisiones de nada pueden servirnos en la esplicacion del gé- nero y se hallan consignadas en las diferentes especies, si bien es necesario arreglará ellas efc plan curativo, no menos que deducir el pro- nóstico que siempre es masó menos funesto con respecto á la o-ravedad de la causa. Asi el in- veterado y tenebricoso, es mas peligroso que el liipecondnaco, histérico, y mas el que proviene sin cansa manifiesta, que aquel cuyo principio es bien conocido. Hipócrates hizo algunos pro- nósticos relativos al vértigos que se reducen á que cuando á este sucede la cefalalgia, se cu- ra 1 as mas veces; pero siendo al contrario es de mal anuncio: que los vértigos acompañados con otras enfermedades ó sintomáticos son per- niciosos: que el que aparece al principio de las enfermedades anuncia mil veces la hemorragia de narices, el vómito &c. Curación. A de ser conforme á los agentes que la producen, y á las demás circunstancias insinuadas. Los remadios generales son los tóni- cos, antiespasmódicos y con preferencia el alcan- for, los purgantes, vegigatorios. Gcster recomien- da los narcóticos y los áccidos suaves, y otros el vino mezclado con agua del mar, para cal- mar el de los navegaaíes. Los. particulares son, 313 por ejemplo, sangría y todos los demás del rhm gimen antiflogístico en los producidos por la plétora. Eméticos, purgantes y dicta moderada en los que son producidos por la saburra de primeras vias: los alicsifarmacos ya sean gene- rales ó específicos, en los producidos por los ve- nenos; finalmente se obrará con arreglo á la causa, la cual se indaga. GENERO SEGUNDO Apoplegia. «¿¿¿Ja abolición absoluta de sentidos infernos v i -ierres y movimientos voluntarios subsistiendo la acción de la respiración y del pulso aunque alteíada. Se diferencia de caro, sincope, y asfi- ria, por el ronquido ó estortor del letargo, y v de la tifomania, por la profundidad, sueño ó sopor; de la tpileosia, catoco, catalepsis, es- tasis &c. por la debilidad de todos los miem- bros, bividese en idiopática y sintomática; y la primera en sanguínea, serosa, mental, y tra- in.mufica. La sintomática se encuentra compli- cada con las calentólas continuas é intermiten- tes, con las inflamaciones del cerebro, y del pecho, con los eesantemas, la apilepsia, gota &c. afecta comunmente á personas de abanzada edad, especialmente á los que han pasaelo de sesen- ta años. A los que tienen la cabe /a ancha, y H cuello coito, á los íepletos, indolentes, de vida sedentaria, y entregados al estudio etceisí- 314 yo, h los comedores y borracho*; á los que se les suprime algún flujo sanguíneo &c. Sintomas Viene repentinamente y es el ca- rácter propio de la sanguínea; pero en muchos casos la preceden varios síntomas, como vérti- gos tenebricosos, dolores de cabeza, epistasis, debilidad en la vista y oido, trastornos ligeros en Je> inte-lectual. y pérdida de movimiento pa- sagero, habla balbuciente, olvidos frecuentes, modorra y algunas pesatíillas. Estos y las cir- cunstancias predisponentes, que hemos espuesto, nos pueden dar á conocer el ecsordio de ella, y tai vez precaveer sus violentos ataques, si pres- tamos atención C.nisas Toda compresión de la substancia cerebral, capaz de trastornar sus funciones in- terrumpiendo la determinación de su influjo á los órganos esteríores, ó alterando la disposi- ción del cerebro para recibir impresiones. Las remotas, con esceso los alimentos muy nutriti- vos, vida sedentaria, supresión del flujo hemor- roidal, menstruación, loqnios, uso inmoderado de la venus y baños calientes, golpes, heridas, contuciones en la cabeza, abuso de licores es- pirituosos escesiva dosis de narcóticos, grandes pesadumbres, demasiada aplicación al estudio, accesos de ira &e. Pronóstico Pudiéndose presentar en varios grados: una leve ó inperfecta, estando únicamen- te afectada la sensibilidad de ciertas partes, y la fuerza motrís de al»nnos músculos: otras muy violentas, dañando considerablemente el sentido, y movientes voluntarios, dejando libres pulso y 315 respiración: puede ser que se presenten con tanta violencia los sintonías que mate al enfer- mo repentinamente. Todos estos grados fun- dados en la mayor ó menor intensidad de los sintonías, harán variarlo, siendo mas sus- ceptible de curación la que ataca levemente, ofreciendo mucha dificultad la que presenta los síntomas en mas alto grado, pues como no so logre la reacción del cerebro á los ocho ó diez horas por lo común se hará mortal, ó termina por una emiplegia. También es señal funesta, pero presentán- dose la íespíracion estertorosa, el pulso está desigual e intermitente, abatiéndose después de las sangrías, aun ciando estas ha van sido muy escasas, pues la presencia de e^tos síntomas nos manifiestan generalmente ;h:;berse verificado la cstravasasion de los líquidos, que comprimen constantemente el cerebro y son causa del fa- llecimiento. Curación Sangrías, lavativas irritantes, algu- nas espirituosas amoniacales, estornutatorios á las narices, friegas ásperas, punzadas y otros ec- sitsntes de la piel, obertura de la yugular, ó ríe las venas occipitales [según Morsagni} ven- tosas sajadas &e; pero no se debe generalizar todo esto, pues su utilidad es respectiva y se- gun las varias especies y cansas se determinan. Solo vendrán bien las sangrías en aquella es- pecie que por una plétora general ó parcial del cerebro se ve; pero dañarán á la produ- cida por el histérico, por un cúmulo de sero- sidad en el cráneo, por una debilidad nerviosa 313 causada por una serie de pasiones de ánimo, meditación, estudio &c. los que se pueden ge- neralizar mas son ios estimulantes según con- venga, Primer i especie. Es familiar á los pletoríco9 sanguíneos de cuabjuiera edad ó secso, y mas cuando se les ha suprimido alguna evacuación. Curación tí asía aquí se ha tratado con el método antiflogístico continuando al mismo tiem- po ¡os iuciiaíivos. Semejante molo da á cono- cer, (pie esta practica dista de formar ideas esac- tas en esta edificando y destruyendo. Esto su puesto y considerándola como una afección nerviosa, solo en circunstancias muy particula- res se podrá prescribir alguna evacuación de sangre, siendo preferible en la plétora local las sanguijuelas. Las principales indicaciones son cabeza alta boca arriba; se aplicarán á esta par- te incitativos y estimulantes, no muy ajfivos en los principios: estornutatorios, estímulos univer- sales esteríores, por la gran relación que tiene la cabeza con todos los órganos de los movi- mientos voluntarios. Ventosa, al ocipucio, friegas generales y vegigatorios al espinazo, y á las estremídades inferiores, ladrillos calientes, ubi- caciones, lavativas irritantes. Indicación segunda. Para evitar la repetición de los insultos apopléticos es mejor corroborar el sis- tema nervioso, y los vasos del cerebro; dieta res- taurante, y de fácil digestión con la tintura de qui- na por algún tiempo, si las evacuaciones su- primidas, la indolencia &c, han dado origen á 21 317 la plétora, y asi se han de poner las miras en que no se reproduzca. Especie segunda pituitosa. El estado caque- tico y débil de los enfermos, la hidropesía y particularmente el hidroseíalo suele ocasionar esta, aunque no siempre pues se han visto hidro- sefalos monstruosos, y los pacientes n ¡ han in- corrido en apoplejía. Cuando se veriüca es mas funesta de todos, y no se distingue con bas- tante claridad. Suele ser precedida comunmen- te de una pesadez extraordinaria de cabeza, vértigos y propensión al sueño: en el ataque no está el semblante muy rubicundo, las venas no se hinchan, la respiración es difícil y mayor el estertor, despiden una linfa espumosa por la boca, el pulso blando mas, y menos lleno que la sanguínea cor! alo-unas intermisiones. Curacton. Lsl¡mulante en toda su esíen?ion, y si hay abundancia de serosidad lo que eva- cué este humor sin debilitar los enfermos, será lo primero que se de después del parogtsmo, Siendo efecto de glotonería, eméticos v purgan- tes, sangrando antes y procurando después en- tonar el sistema gástrico con infusión mansani- 11a, té, café y tintura de quina. GENERO TERCERO. Parutisis ó perlesía. «¿¿¡¿Usía es la privación del sentido y movimien- to de un miembro cualquiera como las manos, 318 el brazo, la pierna &c. sin ningún dolor. Di- vídese en perfecta é imperfecta: la primera es en la que faltan á un tiempo mismo el sentí- do y movimiento, y la segemda en la que so- lo falta una de las dos facidiades: divídese en uiim ;*rsal y parcial. La primera depende de la afección del origen de los nervios en cualquie- ra parte de su tránsito entre el cerebro y los órganos del muvimiento ó eu la poca disposi- ción de estos mismos para recibir el influjo ner- vioso. La pérdida de la pe>tencia para ejecutar un movimiento, dice Culien, puede dimanar de una afección morvífica de los músculos ó de los órganos de movimiento que los hace incapa- ces de ejercer esta función, ó de la interrup- ción de la potencia nerviosa que es siempre ne- cesaria para los movimientos de los órganos que están sometidos á nuestra voluntad. Divídese además en emiplegia y paraplegía. La primera consiste en la debilidad ó en la suspencion del movimiento muscular, y aun en el sentimiento de todos los músculos de un lado sin que ha- ya dolor ni sopor, y la segunda en una estre- ma debilidad con la pérdida d-1 sentido y mo- vimiento en la mitad del cuerpo, tomando tras- versamente, siendo mas común de la mitad del cuerpo abajo, comprendiendo lets e ttemidades inferieres complicada con incontinencia de ori- na, impotencia viril &e. La hemiplegia principia comunmente por un ataque de apoplegia ó es su consecuencia, y cuando es después, de haber durado algún tiempo 319 se hace mortal. Sucede comunmente pasando de nnevo á la apoplegia. por consiguiente la relación ó la afinidad que hav entre estas dos enfermedades es bastante evidente, siendo esto tanto mas cierto cuanto vecinos que la heuniple- gia acomete á las personas que son de la mis- ma constitución que las que están afectas do apoplegia, y (pie está precedida ele los mismos síntomas que aquellas. Asi la hemiplegia pie le por razón de su concesión evidente y de sus re- laciones íntimas con la apoplegia considerarse convenientemente como dependiente de causas semejantes, esto es, de una compresión á la po- tencia nerviosa propagarse del cerebro á los ór- ganos del movimiento ó de la aplicación de i os narcóticos ó de otros venenos que hacen á la potencia nerviosa poco acomodada para obrar del modo ordinario y conveniente. Pronostico. La perlesía producida por corves. tion es generalmente incurable, como se ve muni- do esta sigue a la apoplegia. Es mas <*> menos dificil de curar según que el scnt¡d«> y nieivi- niiento están mas ó men« s disminuidos; pero la hemiplegia es al-jo menos funesta que la para- plegía. Las perlesías parciales por nervios cor- tados ó corroídos sen incurables elel mismo mo- do que las que dimanan de la hinchazón ei;> las vér- tebra*. Las que son efecto de dislocaciones, se cu- ran por la reducción de estas, cono se hagan con prontitud. Cuanto mas antigua mas dificil de curar: el frío de una parte paralítica es de mal agüero; pero si conserva calor es favora- ble. La perlesía por lo común es incurable cuan- 320 do la parte que padece está estrenuamente es- tenuada, ó muy edematoso; pero el temblor que sobreviene en ella, es por lo común una señal favorable que indica que la compresión princi- pia á disminuir. La perlesía que sobreviene á los viejos es casi siempre incurable. Es también tanto mas difícil de curar en el invierno, que en el estío. Calentura viva que venga en prin- cipio de la perlesía, curará casi siempre cuan- do no hay plétora, sobre todo si esta calentu- ra toma el carácter de intermitente ó remiten- te, y termina por' sudores. Curación Es menester atender á su causa que puede tener un asiento en el cerebro, ner- vios, músculos; circuustancias que varían. Tiene regularmente su erigen en el cerebro, cuando sigue á la aplopegia, cuyas causas obrando constantemente aunque en grado remiso, ó ejer- ciendo largo tiempo su acción en el cerebro, han llegando á debilitar algunas de sus par- tes, que careciendo en este caso de la energía vital, que lees propia, gravita sobre las entrañas, é impide á estas el libre ejercicio de sus fun- ciones, siendo este el modo como puede com- prenderse porque la emiplegia se manifiesta generalmente en el lado opuesto al emisfério que padece ó sufrió la compresión primitiva. En este caso, no debe diferenciarse el método curativo del que se emplea en los ataques apo- pléticos, pues esta solo es el resultado de la acción de las mismas causas que produjeron la apoplegia: por tanto el régimen antifiojistíco si la robustes y temperamento del paciente la 321 ecsigen, mantener la parte en una contante transpiración con el abrio'o, una. franela, evitan- do aplicar estímulos (pie solo aprovechan cuan- do su aplicación gradeada se haga sobre el lado sano, y otras' partesjjinmediafas al cerebro, con objeto de reanimar la acción de osle ór- gano. Asi es ceuno (¡che portare en el primer, ataque de emiplegia, que sobreviene á conse- cuencia de la apoplejía; mas cuando ha sub.-is- tido algún tiempo, cnando los síntomas s< po- rosos que indican una compresión considarabl<> en el origen de los nervios están disipados: ó cuando se sabe que la aplicación de los vene- nos narcóticos ha precedido á la eaiiplejia, tie- nen lugar los estimulantes generales; como ba- ños termales, elctricidad &c. tópicos de la mi- ma naturaleza á las partes afectas, pues pue- de depender de una taita de disposición de las partes para recibir el influjo nervioso, disposi- ción que en el estado sano solo reconoce por causa las propiedades vitales desenrolladas en el grado de energía que les compete. Cuando no tiene la parálisis su origen en el cerebro, y sí solo en los nervios, ó en los órganos del movimiento, puede reconocer por causa las compresiones, ligaduras, dislocaciones de los hue- sos, y aun la sección de los nervios; (en cuyo caso es incurable) ó bien una disminución, ó modificación de las propiedades vitales que im- pide que estas partes reciban el influjo del ce- rebro, en estos casos son de mucha utilidad los estimulantes aplicados á las partes afectas con el fin de aumentar las propiedades vitales di¡>- 322 minuídas, y restituir á las partes el grado de vitalidad que íes es propio. GENERO CUARTO. Epilepsia. «¿láJs conocida por el vulgo con el nombre de mal de corazón, gota coral &c: su carácter consiste en una convulsión clónica (los antiguos í dividen las convulsiones en tónicas y clónicas: las primeras son las en que las convulsiones so- ben á un grado mas considerable que lo ordi- nario en el estado de salud, v que le sigue una relajación espontanea: que tampoco ceden ful- mente á la estension ni cuando los músculos antagonistas están en movimiento, ni aplicando oíraü potencias capaces de producir la estension. A este estado de contracción que han llamado espasmo tónico; le conocemos siempre y rigoro- samente, bajo el nombre de espasmo. El otro estado morvífico de contracciones, aquel donde sucede una relajación, pero á estas contraccio- nes se reiteran repentinamente sin el concur- so de \ñ voluntad, ó sin una nueva #accion de causas naturales, y estas contracciones son al mismo tiempo mas violentas, y mas fuertes que en el estado sano, este estado de contracción morvifica es aquel que han llamado e-pasmo clónico, y que llamamos rigorosa y simplemente convulsión) de la mayor parte de los músculos destinados al movimiento voluntario, accmpa- 323 fiada de perdida de sentido, v que se termina porA un estado de insensibilidad, y suef-o apa- rente. E| tipo general ó las circunstancias par- ticulares de esta se aparecen rnioho en las di- ferentes personas qoe> acomete, que son por lo general los sug< tos débiles, á los niños, muge- res &c. repiten por acoeíoiies en h¡s que "ozuí en la apariencia de una salud poifceda. ivías ac- cesiones se disipan después de algún tico po, y dejan al paciente en el estaco de s-dud «ine gozaba antes: alguna vez lo preceden titules sin tomes que en las personas que han padi-ci- ' do antes ¡guales accesiones pueden indicar, sns acometimientos, como son un veüigos caduco que suele esperimentar el pecienfe, otras vetes te manifiesta por una aura epiléptica, manifiesta es-» ta por una impresión desagradable que te es- penmenta en cualquíra parte del cuerpo, de donde sube á modo de una gota fría hasta el cerebro; otras veces inclina la vista y fija en un objeto hasta que sobreviene el parogismo; al- gunas veces preceden los mismos Síntomas que la apoplegia, á saber: entorpecimiento, langui- dez, lascitud, en algunos casos cara algo hin- chada, estupor, vahídos, gravedad de cabeza, presión en los ojos, zumbido en los oidbs, tac- to obtuso «Seo. Otras veces es precedida de olo- res fétidos, constricción del pecho, garganta, vien- tre, palpitación, de corazón &c. Luego que principia el parogismo, caen al suelo repentina- mente y se revuelcan por él, pierden el senti- do y movimiento y se agitan por diversos mo- vimientos convulsivos. Comunmente los miem- 321 bros de un lado están en una confracción mas violenta ó m: s considerable qu? los del otro. En todos les casos los músculos de la cara y de los ojos están muy afectos y producen diferentes ges- tos estraordinarios, rostro pálido ya amoratado, la lengua fuera de la boca y en estado con- vulsivo, otras veces sflcede que se halla esta impelida contra los dientes, especialmente cuan- do hallándose afectos * I os mímenlos de la man- díbula, cierran la boca con fuerza, de que re- sulta herírsela muchas veces. Mientras sale una espuma por la boca, respiración pezada y es. tertorosa, hay derrame de semen, v cuando son muy violentos se arrojan orinas y eses insensible- mente. Todo este estado de agitación ha suce- dido de un sueño profundo é inquieto, durante el cual suele venir algún sudor acompañado de pulso blando é igual que indica la termi- nación del parogismo. Por último vuelven en sí llenos de confusión por algún tiempo, sin acor- darse de cuanto les ha pasado. Por espacio de. dos dias poco mas ó menos, sienten su cuerpo abrumado y dolorido, están melancólicos v se recobran pasado este tiempo. E:te es el tipo ge- neral de este, las variedades que se observa en en ella, en los diversos individuos ó en el mis- mo, en diferentes circunstancias, no consiste si- no en que los fenómenos que acabo de indi- car son mas ó menos violentos y mas ó menos largos. Los estímulos productores de la epilep- sia obran ya recudiendo en el mismo cerebro, ya fuera de él afectando ciertas partes, desde de las cuales se propaga la modificación mor- bosa al cerebro y se produce la epilesia. E do nos manifiesta que esta enfermedad puede con- siderarse como idiopática v como simpática, se- gún que las causas que la prodv.au; tienen su asiento inmediatamente en el cerebro, ó es afec- tado inmediatameir.e. Causas. Ocasionales y predisponentes; ! is pri- meras obran debilitando la energía del c uebro, ya directa, ya ludiré:dameirte. tales son. por ejem- plo, los estimulantes mee'mices, los químicos, la distensión estraordinruia, las irritaciones menta- les, debiéndose colocar en esta última la vis- ta de las personas acometidas de una accesión epiléptica, que ÍVccuetdcmente pr< <'urv otra del misino género en el espectador, por la viva im- presión (pie semejante objeto hs :.:usa á su ima- ginación. A mas íiav otras de naturaleza análo- ga á aquellas que producen el síncope: tales son grandes evacuaciones de sungre, el horror ó una fuerte aversión oscilada repentinamente p*-r una sensación desagradable, y las mas veces origina- da por una simpatía, con el dolor ó el peli- gro que esperimenta otra persona: la acción de muchas causas que se miran como venemos, co- mo también la presencia de una causa particu- lar, cuya acción está acompañada de lo que se ha llamado aura epiléptica ó vapor epiléptico, que consiste en la sen.ación de alguna cosa que se pone en movimiento en cualquiera parle del cuerpo, y desde allí sube por grados acia la cabeza, y cuando llega á la cabeza, al instante se priva la persona del sentido y cae en una accesión epiléptica. 326 Un gran número de causas ocasionales consiste en impresiones endebles, que frecuente- mente no producen sino poco ó ningún efecto sobre la mayor paite de los hombres; de don- de concluyo que ios. (pie están afectos por es- tas causas son mas f-.cdes de conmover que los otros, y por consiguiente que hay en este caso una cierta movilidad [en las fibrasj que pro- duce la disposición á la enfermedad. Esta mo- vilidad se conoce por el edado del alma. Las personas en quienes domina, tan prontamente se animan con la esperanza, como se abaten con el terror; fácil y prontamente pasan de un. estado á otro: se necesita poco pura contentarlas, y es- tán propensas á la alegría; pero se encolerizan y ponen tristes con mucha facilidad: las meno- res impresiones les conmueven vivamente, y sin embargo ninguna los afecta mucho tiempo. Es- te estado constituye el temperamento infantil: por consiguiente hay en.ciertas per-onas una mo- vilidad de organización que general mente trae su origen del estado de las fibrillas primitivas y esta movilidad es mas perfecta en ciertos pe- riodos ^le la vida que en otros, y eonsiste en un errado mas considerable de sensibilidad ó de irritabilidad, propiedades vitales que están mas ó menos ecsaltados, según la edad, constitución, secso, clima y otra porción de circunstancias que debilitan la energía del sistema* tampoco puede dudarse que el estado de plétora dispo- ne á esta enfermedad. Sus efectos son eviden- tes: afecta las mas veces á las personas pictó- ricas, comunmente se determina por causas ca- 327 paces de producir una turgencia extraordinaria de la sangre, y ya. se ha curado disminuyendo la plétora, pues este estado supone las mas ve- ees una relajación de los sólidos, y por consi- guiente una cierta debilidad de las fibras mo- trices. Pronostico. Algunas veces es de mocho rínes de ambos mvsos, y sobre todo los que con de constitución fácil á conmoverse. Curación. Burserio encargo los antiespasmo- dicos, ventosas en los miembros afectos, los tónicos, quina, hierro, baño frió: líi.'eío elo- gia el ele'.'tuarío siguien e: asufre media dracma polvos de rais de peonía y valeriana tres drac- mas cinabrio v antimonio dos dracmas almis- ele y alcanfor un escrúpulo incorporado tolo con jarabe, con el cual la tintura de quina, ba- ños de agua de mar, caustico á la nuca y hueso sacro, y friegas al cuello y espinazo con espíritu de vino asegura haber conseguido felices secesos. Sidenhan encarda sangrar v purgar alter- nativamente; sin embaigo es menester tener pre- sente que puede ser ele.do de la plétora ó de la debilidad: en el p-imer caso se puede san- grar y purear, p ro en el segundo es nosivo. En muchos bo'veto continu er muchos meses á pesar de toda especie de remedios, pero tam- bién he ed>ervado que cede fácilmente á la acción rre- gular, y la respiración está afecta riel mismo mo- do, pero en el tiempo de lo remisión ei pulso y la respiración se restablecen a .'<> edaelo natural: el calor del cuerpo no aumenta ordinariamen- te, «as mas veces la cara esiá amarilla v cubier- ta de un sudor frió, en michas ockmoi es las es- tremidades las mas veces esír ri frías, y un sudor del mismo género se oslie rule por todo el cuer- po; sin embargo cuando los opromos son fre- cuentes v violentos el pul-o e-dá alguna vez mas Heno y mas frecuento que en el estado natural, la cara está encendida, y todo el cuer- 3?<3 po cubierto de up sudor caliente». No acompaña constantemente, caE-uiura sobre todo cundo se pro- duce por la le.don de los nervios, pero en bs casos en que el tétanos es efecto del frió, viene al- guna vez la calentura y so dice la han acom- pañado síntomas inÜa;uatorio-. La cabeza rara vez se afecta de delirio, ni aun de -una eonfa- sioa do ideas, si no es en su último, periodo. Cuando por Jas convulsiones reiteradas de una eiiier.iu-v.la-l violenta, cada función del sistema, está considerablemente turbada. No es menos edriordmarío qao cu una enfermedad tan violen- ta, las funciones naturales no padazoan ni in- mediata, ni eunsiderabhimente. Los vómitos so- brevienen alguna vez d.-3do K>j principios, pero cojiu.'Kiiente no continúan y es bastante ordina- rio ver subsistir el apetito por todo el curso de la eiifer nedad y el alimento que se toma pa- rece digerirse bien. Las escrecion es en algunos lances están afectas, pero esto no es lo que nuej comunmente sucede. La orina se suprime alguna vez, ó no sale .sino con dificultad y dolor: el vientre está estreñido y se ha visto manifestarse alguna vez una erupción miliar so- bre la cutis. Pronóstico. Generalmente se termina por la muerte y se puede suponer con razón es una consecuencia inevitable de su naturaleza; pero se sabe que de poco tiempo á esta parte co- nocen los médicos su método curativo. Cuando se conoce por causa la lesión de los nervios, es comunmente mas violenta, y mas difícil de cnrar, que cuando es efecto del frío: la que 337 viene derep^nte y sube pronto a uu gr-» !■> muv violento es siempre mas peli ¿re^o «pi«- aquella cuyos progresas .;on mas ¡entos, por cu va raZou siempre es muid antes del dia caavto y pasa la este periodo se p ie le mirar al enfermo, co- mo en mucho menos rie^o. ídcner.Imoote mien- tras mas tiempo ha durado el {edano-, hiiviik h -v que recelar; sin embargo se del)!4 notar parti-M- larmente que continúa siendo peligrosa mu"'ns dias después del ciart > y aunque su fu- :'.i esté considerable»!-oie disminuida, suele reno- varse con tanta violencia y riesgo, como antes Nunca tiene terminación repentina, ó que se pueda llamar critica; pero se cii ipa siempre por grados y dura frecuente ¡voto por mucho tiempo antes que hayan desaparecido todos sus síntomas. Toma todovia untipo. Los espasmos se li- mitan alguna vez ú ticamente á aun si!) ¡alo, y ocacionaen el unat.muon coivúderabh». Saov-i- ges dicele tétanos lateral, y otros modernos pleurost otoños. Curación. Cuando reconoce por caim la le- sión de un nervio se debe intorrn a;«ir su co- mnnicacion el seporío, ya cortando eíd-u-aue-ute los nervios >>n su tra isito, ó vi 'e i. ;iv^o.l«r» ei una ciertí e^te »úun la pote ó la carean ¡aJ afecta de los nervios. El opio A l-cis mis on-.i.le rabies que en tolos casos no do .rw vez sirio moderadas: v. g. de cuatro en c i *ro horas un grano, *y si io basta repetirlo de dos en dos horas con 338 mas frecuencia, hasta que se vea principiar áV obrar. Sobre todo se observa que aunque las primeras dosis no hayan producido alguna re- misión, sin embargo sus efectos sobre el siste- ma no continúan largo tiempo, y como suele repetir por algún tiempo, es muy necesario rei- terar el opio en la misma cantidad que antes, en el tiempo en que se cree que sus efectos deben cesar: se debe insistir hasta estar bien se- gur» para disminuir se ha propuesto mezclar- se los oíros antiespasaiódicos mas poderosos, co- mo son el almizcle, alcanfor &c. En el caso que? el enfermo no pueda tragar, se darán en lavativas, amqne hay veces que son perjudicia- les por el movimiento que ocasiona al enfer- mo, al mis.no tiempo se podrán mandar trein- ta ó cuarenta gotas de opio, media dracma de alcanfor y éter vitriólico cuanto baste a solver- lo, con lo que se nncionarán las fauces, ingles acsilas &c. ó bien se aplicarán estopas mo- jadas. Tétanos arismus que acomete á los niños inmediatamente después de su nacimiento, y que se ha llamado particularmente trismus natentium. Esta espece parece ser una particular por ra- zón de los sugetos que la padecen porque es- tos no tienen mas de dos semanas, y asi co- munmente no tienen mas que nueve dias. El síntoma qu? se ha observado particularmente en el trimus ó el cerramiento de la mandíbu- la; pero este síntoma no es el único, parece las mas veces coa todos los que se observan en el. 339 apisfofonos, tétanos y otras variedades de esta género es mortal absoluta. GEN URO SÉPTIMO, Jlidrojovia. ■¿¿■Ji convulsión dolorosa de la firinge qu: pur lo común viene do resultas de la morde- dura de animal rabioso, v pro.loee el fastidio y horror á la bebí la: lny dos, espontanea y dependiente de un contagio. El virus hidrofovico tiene una especie de afinidad con la saliva, que sedo eu e!!a parteo recidir el principio de comunicación, y que no se enlaza c^n cualquiera otra de nucitros hu- mor«^. Síntomas. Habiendo precediilo la mordedu- ra de un animal rabioso, son: la alteracicn ib la fantasía, sueño inquieto enfadándose) fácilmen- te, iracundos, responden desconcertadamente á lo qiie í«e les pregunta, huyen de la luz, se seca la boca, se. apartan do las genx-s, s> es- conden por los ricones, lloran, encendimiento dé cara, abominan las lluvias, no hai/sed. Aun- que algunos de estos tienen analoría cen los de la hipocondría y mania, á vista ele ellos par- ticularmente si ha. precedido la m «rde.iur.i, sa debe recelar la actuación del ven ¡¡o hMrofo- vjco, el cual luego quo principia £ munifeshr- t¿ lo hicá asi. Considérese eu treJ e>ta-.l-)-*. Píijiero: vives dA¿c¿¿ ea la parU j/caii- 340 da, la cual muda de color aunque se haya ci- catrizado, se propagan vagamente por todo él sistema muscular, padecen lascitudes y torpeza en los movimientos, aborrecen los líquidos, la luz, la compañía: son alterados sus sueños por horribles representaciones del animal que los mordió. Segundo: sobrevienen convulsiones, salto de tendones, suspiro* profundos, encendimiento de o jo i, soma sensibilidad que se. ecsalía con la luz, sonido &c. gran anciedad y congoja, mu- danza de voz, vómito de materiales babosos, co- léricos ó porracees, calenturas, vigilias, trastor- no de ideas y miradas feroces. Tercero: boca abierta, lengua, de fuera, ron- quera, ahu!lido;, mucha sed pero í,e irritan á la vis- ta de los líquidos, su boca está inundada de saliva espumosa, furor, escupen y muerden a enantes pue- den acir, tienen dolor en el paladar y en el gas- nate que les impide la deglución y fuerte conl- p-esion en ia boca del estómago hasta el dia- fragma. El pulso de alto y vivo, se hace bajo, desigual y convulso: vienen sudores frios que terminan en la muerte. En el intervalo de las accesiones hidreofovicas, hay algunos momentos de calma, en los que el alma ejerce todas sus acciones con la mayor perfección. Pronostico. Cree que asi como la luz vene- rea obra sobre la linfa, el escorbuto sobre la sangre, el virus varioloso sobre el humor muco- so del cutis, y la rabia tiene su- asiento' en los nervios, y que es de la naturaleza de las afec- ciones convulsivas: piensa igualmente que las 341 alteraciones de los cadáveres de los hilrofovi- cos son consecuencia de esta acción inmodera- da de los nervios. Curación. Primero: si hav moderada se la- vará con agua y jabón, y según otros con agua, vinagre y sal. Segundo: zajas al rededor mas ó menos profundas para procurar su desahogo, y ana aplicar vento-as para formar atracción; pero las mordeduras sin hemorragia han sido siempre mas funestas que las otras. Tercero: se cauterizará la herí la con un pincel empapaelo en áccido nítrico, preferido p >r Carrillo á la manteca de antimonio usóla fe- lizmente por González, puedetauib.cn un vejiga- torio. Cuarto: se usarán los digestivos, v. g, sti- raicis v. s. drach. uní: diez ó doce granos can- táridas por una dracma de V. para animar. Se mantendrá Haga cuarenta dias. Quinto: friegas suaves con dos dracmas de pomada mercurial, primero al rededor de la he- rida y después sobre diversas partes no oponién- dose á la-i evacuaciones producidas por el mer- curio para asi facilitar el écsito del veneno: se podrá hasta tres dracmas. Sesto: se acudirá á los baños los que po- drán usarse por la mañana durante un mes: se podrá usar interiormente los antípasmódicos mas enérgicos que opio mosco &c. y sudoríficos mas activos. 342 «ENERO OCTAVO. r '" Delirio. s un vicio de la percepción, de la memo- ria ó de la imaginación que representan obje- tos que en realidad no ecSisten, ó aun cuando ecsistan-formamos un juicio diverso del (pie es común á los demás hombres. Es evidente que la percepción, la memoria y la imaginación son las bases del juicio, por lo que es indispensa- ble que á los desórdenes de cualquiera de es- tas facultades se sigan los errores y estravios de oqusl, sin necesidad de que ecsista ningún vicio sensible en ios órganos de los sentidos, si- no mas bien Un cierto'estado del cerebro q«ie lo hice incapaz de ejercer las funciones que io son propias, con la constancia, regulando! y armonía que le es necesaria. Supongamos eu efecto uno de los emisferios organizado mas fuer- temente que el otro, mejor deseavuei'.o en to- dos sus putos, v susceptible por lo mismo de afecciones mas vivas: entonces la percepción :e- rá confusa, porque, el cerebro es respecto del alma, lo que los sentidos para el cerebro: el transmite la conmoción origina 11 de los senti- dos, asi como estos se envim las impresiones que Tiacen en ellos los cuerpos vecinos. ¿Qué cosa hay mas común que el veer coincidir con la compresión de emisferio de un lado por un der- rame de sangre ó de pus, por la depresión de un hueso por eesostoses formado en ía cara in- 343 terna del cráneo &:•. nome^os-as alteíaeiones en la memoria, en la percepciuii, en la imagina- ción y el juicio? A' la verdal en la memoria facuitadj de reproducir las sensaciones antiguas, y en la imaginación facultad de crear otras nueva*: cada emisferio párete «,« e reproduce ó cria una, vi las dos no son perli■< !; sin duda la mas conforme á la ob erva ion v al modo ce.mo se verifican las sanciones dei céreo:o, k pesar de que Pinol creo que los eielirios no fi-bri!ea, le- jos de ser defecto de la org-aníz-.scion, casi siem- pre depende de alguna faer'e y vehemente pa- sión, tanto por la naturaleza del objeto de elle, cuanto por la vivísima, sensibilidad de aquel que la experimenta. Mas de cualquiera modo que se verifiquen estos extravíos del entendimiento, siempre es imposible determinar su método cu- 345 rativo. Algunos cifran la curación en aüsilioi moróles. |/ «ENERO NOVENO. Mania. * una afección crónica sin calentura: viene del des; -.r regí o de la imaginación y de la ra- zón, y por la que los enfermos hablan, obran y se agitan de un modo extraordinario y fue- ra del natural. Causas, Los parogismos maniacos se presen- tan generalmente bajo la forma de un arreba- to de cólera prolongado mas ó menos impetuo- so; cuyas mas comunes causas dimanan de al- guna fuerte pesadumbre ocasionada por reveces de la ine - i, tarde fortuna, ó por la pérdida de un objcio estimado, no merios que por terrores pánicos, por una contrariedad y desgraciada in- cliniicion, ó cualquiera especie de pasión violen- ta que nunt.ue t!i¡ igiettc'o su acción sobre las fuerzas frénicas, -sin embargo la impresión que tíi-js reciben c;.n margen á que se propaguen desde este centro como per irradiación los pa- rogismos maniacos, resultando según las leyes de la economía ;-nímal, ríenos esiravios en las f« rcicnes intelectuales, utas veces solo en la per- ttjíion de 1; s ideas, imaginación ó memoria; tíiiistn el veác deji;Zgnr ó raciocinar, no ob- servándose á veces ningún trastorno en la ra- S46 son; _ pero sí un ímpetu ciego y una propensión irresistible á los actos de ferocidad y barbarie: agrégase frecuentemente el temperamento san- guíneo, constitución irritable, supresión de al- guna evacuación periódica &c. circunstancias que acompañan comunmente á los que van á ser a-ometidos ó padecen estas afecciones. Ao'fCw/.-.,. Constricción (e pasmódica) en la región del estómago unida á un estreñimiento pertinaz, tedio á los alimentos y fuertes ardo- ns de entrañas que los obligan á buscar be- bidas refrigerantes, agitaciones, inquietudes va- gas, terrores pánicos y pervigilios pertnrb c;on y desorden de ideas que se maniíie tan al es- terior por geste s inucitados, por singulares com- posturas y movimientos del cuerpo, que no pue- den menos de penetrar vivamente á un obser- vador perspicaz. Levantar la cabeza y clavar los ojos al cíelo, hablar en vez baja, se pasea y se p ira alternativamente en un aire de ád- miracien juiciosa, ó una especie de recojimien- proíundo: algunos escesos de un genio' jovial, carcajadas descompazadas: lloran sin saber por que, algunos encienden repentinamente los ojos, el mirar furioso todo anuneiael parogismo y la necesidad ecsigente de reclusión. Curación. Como el temperamento individual influye considerablemente eu la forma y carác- ter de la mania, y por otra parte' la acompa- ñan y siguen males físicos secundarios, ecsami- naremos remedios los mas recomendados, que pueden ayudar la acción de los ausilios morales, tanto en la Higiene como en la teurupeutica y T profiláctica. Aunque no se percibe ningún^ irritación particular ni plétora alguna, es evi- dente que conviene evitarla y lodo lo que po- dría producir la plétora; por esto se ordena por lo común una dieta que ni será estimulan ni nu- tritiva. Será provechoso, annque no haya plé- tora cstraordinaria, disminuir la plenitud ordi- naria por diferentes evacuaciones Cuando la sangre se inclina á la cabeza y cuando la ina- nia está á sus principios, no deja de aprovechar" la sangría; algunos prefieren sangrías particula- res, como la eferotonin, las escarificaciones en la nuca, jugulares, basta abrir la del brazo: una esnecie de desmayo es señal de disminución de plenitud en los vasos encefálicos. El estreñi- miento es síntoma común en la manía, de con- suenuenté los purgantes suaves, repcticbis vomi- tivos, razurando frecuentemente la cabeza, es probable que favoreciendo la transpiración des- truya el incitamento de las partes internas. El vegigatorio destruye con mas eníerezi el esci- tamento de las partes situadas bajo el sitio de su aplicación, y se Ir.i observado ser muy útil en la manía reciente acarreando el sueño, en cuyo caso se debe reiterar su aplicación. Sien- do el calor el principal agente que desde lue- go pone en movimiento el sistema nervioso, pro- duciendo una eesutación escesiva, se podrá mi- rar la aplicación del frió como conveniente en dichos casos, baño frío en estado de lascitud, v el caliente en estado de rigidez: opio, al- canfor v nitro pildoras de un escrúpulo el se- .-,•..- ■ 348 ••• - gíindd, media dracma el tercero continuado al- gún tiempo. Cu lien dice, hav dos casos diferentes de manía, que. varían en particular \) ¡r razón del temperamento primitivo de ¡as personas qué la padecen. Quizá acomete con ma- frecuencia a ¡os q'i-: son de un temperamento melancólico ó atrabiliario; pero también es cierto que en mu- flías Ocasiones se ve en los de «ui tempera- mento opue.Uo que tos médicos han llamado sanguíneo. Sospecho que se debe mirar corno de diferente naturaleza, según que afecta á per- sonas de uno ú otro temperamento, y estoy per- suadido que s'i *e hicieran observaciones esac- tas con bastante número de maniacos, se podría hallar en estos dos casos alguna diferencia cons- tante en los síntomas, ó a lo menos en la na- turaleza de ellos. Creo que las imaginaciones falsas, las aversiones y resentimientos particula- res son mas fijos y mas durables en el tempe- ramento melancólico que en el saguíneo, y que hay cierta disposición inflamatoria complicada comunmente con la manía en el temperamen- to sangíneo mas bien que en el melancólico: Si es efectiva esta diferencia, es evidente que se debe admitir alguna en la práctica. Estov per- suadido que las sangrías y los otros antiflogís- ticos son mas convenientes, y han sido úti- les en la que acomete al temperamento sanguí- neo, que la que se observa en el temperamen- to melancólico. Sospecho que el baño frío es tías útil al temperamento sanguíneo que al me- lancólico; pero no tengo snficiente espcriencU para resolver estas dificultades con entera segu- ridad. Solo queda que añadir que los mania- cos del temperamento sanguíneo, se enra*r me- jor y con mas perfección que los del niflanco- Jico. La escesiva sensibilidad qne generalmen- te constituye el carácter de los maniacos v que los hace capaces de las mas fuertes conrúocio- nes y concentradas pesadumbres, los espone sin duda á recaídas, pero este es un motivo mas para vencer sus pa>icnes, siguiendo los cense- jos de la sabiduría, y para fortificar su alma por las mácsimas morales de los t'losofos anti- guos. La medicina [.'reservativa ó profiláctica y fundada sobre principios sublimes, enseña á ser cauto al acerrarse el calor á producir una distracción feliz, mediante ocupaciones serías ó penosas tareas, en tanto que duran los intervalos de tranquilidad á contener mientras subsiste el restablecimiento las Iravezuras y caprichos de los dementes por una constancia invariable, por un aparato que inspira temor acompañado siem- pre generalmente el tono de la wnevoiencia y mansedumbre: á condenar teda esceso de in- temperancia y todo motivo de tristeza y furor, finalmente á detener «I demente en el hospicio ó re- clusión todo el tiempo necesario á precavrer su salida anticipadamente. '■'"*, ■ ■ f , ofJW NEÜB03ES DE LAS FUNCIONES VÍTALES «GENERO PRIMER» Sincope i sa^onsisfé en una debilidad fépéiiíiná de laá' merz.is vitales cid cuerpo y espíritu, acom- pañada de un pulso casi imperceptible, respi- ración casi abolida, grande disminución del movimiento m'uscuiar, de sentidejs y calor, ma- nifestándose ai mismo tiempo sudores frios. Hay dos especies, idio'patico y siiiiómaticó. El primero Se siíbdivide én otras dos, á saber: pri- mero cardiaco que repite frecuentemente sin Causa evidente, y en cuyos intermedios hay palpi- taciones violentas de corazón, ó dé loa vasos vecinos: segundo* ocasional ó accidental produ- cida por cansa evidente. Al primero debe re- ducirse el pictórico qne reconoce la superabun- da dé Sangre del Corazón, y qué se conoce por mutaciones frecuentes del pulso. El pro- ducido por la dilatación aneurismatica del co- razón ó de sus Vasos grandes: que se Conoce por la opresión de pecho, por una sensaciort de peso, qué sé esperiménta éu la región del Corazón, y por las violentas palpitaciones, Ef de resulta de las concreciones poliposas de es- tas mismas partes, cuya señal mas cierta son las fuertes palpitaciones, y la desigualdad y estado varitble del pulso. El producido por la nidrope- 351 sia del poricardio que se conoce por un pesó en la región del corazón, por una opresión de pecho que se aumenta cuando el enfermo está boca arriba y dismiuuve cuando está acia adelante; vienen constantemente lipotimias, sin- copes, palpitaciones fuertes, el enfermo se des- pierta sobresaltado, y parece e-tar á punto de ahogarse. AI ocasional ó ancidental d< betán redu- cirse, primero: la lipotimia proi'ue.ida por las pasiones del alma, susto, miedo, terror, ale- gría &.c. segundo el por la aníipatia, como, el que produce la aversión de cualquier objeto tercero el por /os venenos, vapores pútridos que ecsalan jos enfermos-, ulceras, cadáveres &c, cuarto el por la abertura de los abcesos in- ternos y estemos, y asi los abcesos del higado, páncreas &c. se conocen por los sincopes frecuentes: sesto, el por las caídas golpes, he- ridas, violentas comocicnes, de cuerpo, cabeza, sangrías &e. Los sintomáticos son unos síntomas de en- fermedad que afectan todo el sistema, ó á otras partes distintas del corazón: primero febril, que se observa en la terciana cinopaí: segundo el que se observa en el principio ó aumento de las enfermedades agudas ó inflamatorias: terce- ro el esantematico, ffiie viene en la repereu- cion zarnosa, del eritema, de las viruelas, y otras enfermedades cutáneas. El metastastico por la supresión de evacuaciones habituales. Síntomas Alguna vez viene de golpe; pero si nn por grados en este caso se anuncia S52 por sensaciones de languidez, debilidad y an- ciedad al rededor del corazón al que acom- paña ó sigue inmediatamente una especie de vahído, de oscurecimiento de vista, zumbido d,e pidos, labios temblones, ó contraidos de uno y otro bvdo por movimientos irregulares, alguna vez hav borborismos en el vientre, debilidad de la respiración, V del pulso que apenas se per- cibe, suele cesar enteramente por cierto tiempo, sudor frío, y alguna vez se esíiende sobre la frente, las funciones animales tanto el sentido nomo el movimiento se debilitan hasta un cier- to punto. La convalesceneia suele ser acompa- ñada de anciedad en la región del corazón» Suelen acompañarlo accesiones de epilecsia. Causas. Todo lo que debilite la acción del corazón interrumpe el ejercicio de todas las funciones, principalmente las del cerebro, el cual cesa d« obra rio por que obra sobre él sino porque no recibe el escitante necesario. De este modo lo producen las concresiones po- liposas del earazcm ó de los vasos grandes, la debi- lidad gi-neral por la falta de alimentos, las concre- siones de ios ventrículos del corazón las congestio- nes serosas ó por el mal régimen de vida, heridas, golpes, venenos narcóticos, pasiones de animo cuyo efecto estraño siempre á la vida animal es producir una mudanza cualquiera en la vida orgánica. Es sin duda estraño que las pasio- nes que entran esencialmente en nuestras re- laciones con los seres que nos rodean,, que las modifican a cada paso, sin las cuales la vida animal no seria mas que una fria serie de 358 fenómenos intelectuales, y qqe animan, aumen* tan y ecsattan sin decir todos los fenoa.enos do esta vida, no tengan jamás un iermiio-, ni h\ origen en los diversos órganos, y que por el contrario las partes que están «festinadas para las funciones internas sean constantemente afec- tadas por ellos, y aun las (v-citon segur) el estado en que se hayan, como lo mani:l.->ta la rigorosa observación: todos los días vcu.os ios ffeptos de ia colera, la que acolera los movi- mientos dq la circulación aumentando en una pro- porción por lo común incalculable el esfuerza del corqzon: la alegría inmodifiear tanto el cír- culo, lo muda sm embargo, desenvuelvo su i fenómenos, mas completamente la determina, acelerándola algún tanto, acia el órgano cuta- neo. El temor obra en sentido inverso carac'i terizándose por una debilidad en todo el sHei ma yascular, la cual impidiendo á la sanirro llegar á los capilares, determina aquella pal i. eje a. general que se nota entonces en todo el timbito del cuerpo, particularmente en la cara, siendo, corta la diferencia en los efectos de la tristeza y el pesar. Tal es ademas el influjo que ejercen las pasiones sobre los órganos cir- culasoríos, que llegan cuando la afección es muy yiva, al estremo de supender su acción: y de aqui los sincopes cuyo primitivo aciento es siempre el corazón, y no el cerebro, quo entonces deja «le obrar, solo porque no recibo el escitante necesario para su acjion. Ctillen. reduce á dos clases generales las causas do es-, tas afeccionesj mas eccisten, según el, en el 354 cerebro, otras en el corazón, y entre las pri- meras coloca las vivas afecciones del alma, 1 a diversas evacuaciones &c. no se sigue clara- mente que el sincope que sigue á las pasio- nes no afecta sino secundariamente al cerebro, y queí siempre el% corazón es el que interrum- piéndose primero, determina por su muerte mo- * mentanea la inacción del cerebro. En fin, que dependa de un pólipo, aneurisma &c. ó que sea el resultado de una pasión violenta, la afección sucesiva de los órganos siempre es la misma, siem- pre mueren momentáneamente, asi como pere- cen de un todo en una herida del corazón, li- gadura de la aorta &c: también se producen del mismo modo las que siguen á ciertas eva- cuaciones de sangre, pus, agua &c. El corazón afectado simpáticamente cesa de obrar, y ensegui- da el cerebro faltándole su escudante, interrumpo igualmente su acción. Los resultados por olores, antipatías &c parece que también presentan en sus fenómenos el mismo orden, aunque sea mas di- fícil de conocer su carácter. Curación. Restablecer la debilidad y movili- dad de todo el sistema, con corroborantes, tó- nicos, estimulantes y antiespasmódicos [el idio- pátit'o no se acerca sino paliativamente el sin- tomático! ó diremos sangrías en caso de pléto- ra para io contrario lo que reanime y vivifi- que la energía del corazón y cerebro; siendo suficiente para disipar los ligeros, el rociar el rostro con agua fresca, aire, cualquiera sustan- cia ligeramente estimulante á las narices &c; pe» ro los violentos es necesario recurrir á remedios 3Ó5 energícps, friegas sin moverlos ni agitarlos en- Jor y los'estimulantes (escoplo*■•■' el pietoi'jeei porque en este el color v los ti-íimulantos prd> cípalmente el amoníaco v otros de mi natura, |eza son nocivos) enemas de hume) de tabico, solmera, vegigatorios, en una palabra I fupgu mismo; pero deben usarse'por U»'rg«> tieu oo, j»• ■ r- que pueden producir efectos morbosos, especial- mente si acompaña plétora. GEN El* O SEGUNDO. Palj.ilación. ste es una contracción ó un sistole de! eo, razón que se ejecuta con nías rapidez, y aua generalmente con mas fuerza que la acostum- brada, latiendo á veces con una violencia tan estraordinaria contra lo interior délas cotillas, que produce un sonido considerable en muchas ocasiones. Es efecto de causas diversas, mas en un todo semejantes á las que produce el sínco- pe, de quien la palpitación es un compañero inseparable, principa I i'ncn e cuando e:do es pro- ducido por lesiones orgánicas del corazón ó de sus vasos, como constantemente lo veemos en síncope cardiaco, Dijimos hablando de las cau- sas del síncope, que lo eran todas las que dis- minuyendo la acción del corazón, impedían que el cerebro recibiese el eseitamento necesario pa- ra el ejercicio de sus funciones, y que por tan- to no debían considerarse estas causas como que ejercían su acción directamente en el cerebro, sino inmediatamente sobre el corozon, ya idio- 356 páticamente, como sucede en las afecciones or- fránicas ó y;» por simpatías, siendo esto mismo o (pie sucede en la palpitación, entre cuyas cau- sas y las de| síncope, no ecsiste mas diferencia que la que resulta ele la mayor ó menor violencia pon que obran. Eues si la acción de las causas materiales:, ó bien el infieijo de las pasiones uo llegan á suspender repentinamente el movimien- to circulatorio y por consiguiente á producir el síncope, nacen entonces con frecuencia palpita- ciones y otros movitniení<;s irregulares, altera- ciones secundarias que siempre se hallan en el corazón y nunca en el cerebro, siendo .en..-esta pas«> muy fácil distinguir el órgano afectado por- que él solo es el que padece alteración sin que cesen los demás de obrar entonces como suce- de en el sincope. Estos pequeños efecto-» (pie las pasiones y lesiones orgánicas producen sobre el corazón, sirven para manifestar la naturale- za de los mayores influjos que el recibe en es- ta especie de afecciones. Pronostico. Aunque obran todas las cansas so- bre el corazón, sin embargo unas lo hacen por simpatía y otras idiopaticamente. En general pue- de decirse que el síncope que depende del se- gundo orden de causas, esto es, de lesiones orgá- nicas del corazón ó de sus vasos es incurable: no pudiendo hacer otra cosa en su tratamiento que paliar su; violencia y repeticiones hasta un cierto pirnto, evitando todas las circunstancias que puedan producir algún-trastorno en la cir- culación evitando el estado de plétora .ó tur- gencia accidental del sistema, que á veces lie- 357 va por sí sola á producirla: en muchos de es- tos casos la sangría puede producir algún ali- vio momentáneo; pero de ningún modo es ad- misible en los casos de debilidad v movilidad. Curación Los casos qne dependen del segundo orden de causas son muy diversos, ecsigen medios para «iesaparecer la afección primitiva, evitando la acción de las ocasionales y corrigiendo por los tónicos y nntipasmódicos: azafrán de marte seis granos, opio uno, estracto de quina un es- crúpulo, f. p. en estado de debilidail y mo- vilidad q«ie tanto favorece á este género de afecciones, GENERO TERCERO, Disnea. «¿J¿|s una continua dificultad de respirar, en la que el enfermo no esperimenta una estre- chura ó constricción, sino mas bien una sensación de llenura y embarazo en el pecho, acompa- ñada de una tos frecuente en todo el curso de la enfermedad, Aunque la asma y esta convie- nen en causar ambas dificultad en la respi- ración, se diferencian no obstante, primero: en que esta aflije de continuo al enfermo, y el as- ma no lo verifica sino qor intervalos de mas ó menos duración: segundo, que en esta se sien- te una sensación de plenitud en el pecho, que casi puede confundirse con el hidrotorax, y en el asma se quejan de una opresión qoe les di- 358 ficulta la respiración, á modo de sí les compri- miesen las paredes del pecho. Dividense en Primero. Catarral, que se conoce por una tos frecuente, seguida de espectoracion abundan- te de un moco viscoso, Segundo, Seca: la acompaña tos seca, Tercero, Aerea: si^Ue al aire en su temple. Cuarto. Terrea; sale con la tos materias cal- culosas ó ferreos, Q«iinto. Acuosa: acompáñala escasez de ori- na, edema de piernas, faltando la undulación de pecho y deuus señales que caracterizan el hi» droíorax, Sesto. Adiposa ó sarcotica; acomete á los muy gordos. Séptimo. Torasicaj por mala conformación de pecho. Octavo, Traumática ó esterna; producida por causas esternas evidentes. ■ Noveno. Pletorioa: ocasionado por el esta- do de plenitud de los vasos. Causas. Frío repentino estando calientes: tu- mores escirrosos q«io se forman en los pulmo- nes por vicio predominante en la maza gene- ral, por mala conformación, ya por gordura es- cesiva, ejercicio ó profesión de canteros, lapida- rios, peluqueros &o. Curación, La pitituosa ó acuosa gomas ate- núenles, la scila, el farfaro emético, la hipeca- cuana, vegigatorios &c, como medios capaces de aumentar la acción del sisiema y facili- tar el curso de los materiales que ocasionan la 35Í* enfermedad. En. tuberculosa, leches, agua de mar» ejercicio moderado, aire libre del campo, bue, nos alimentos, fontículos &c, finalmente esta es, pecie es una disposición de tisis: úsese de los que se propusieron allí. En la calculosa,-la pic- tórica y área que son las únicas que se deben considerar como idiopaticas, se procurará dismi- nuir el estado de plétora en la primera, y en la segunda corregir las cualidades del aire, y mutaciones atmosféricas, adiposa, torácica, trau- mática &c, los medios de corregir estos vicios con lo que desaparece la disnea que eu semejantes, casos se presenta como sintomática. GENERO CUARTO. Asina. ¿£|s. otra dificultad de respirar que viene por intervalos, tos, opresión de pecho, y lleva estertor con silvido. En el principio es difícil la tos al parogismo, pero, se va aumentando por grados, y haciéndose mas difícil á propor- ción que declina el parogismo, y que la es- pectoracion se preseuta, Lo hay hidiopatico y sintomático, pero rara vez se presenta este ultimo. . Síntomas Los parogismos son siempre casi- al anochecer, su invasión repentina se mani- fiesta por contracción espasmodica del pecho, el enfermo se ve precisado á estar en pie y respirar ai- re libre y frío,, inspira y espira con silvido, ó 360 también siente obstáculo en la articulación de los sonidos; pulso frecuentemente natural, ó le- yemente febril, orinas abundantes, y poco co- loradas, el rostro unas veces está pálido, fac- ciones alteradas, y otras hinchada y encendido por la mañana se respira con menos pertá* espec- toracion mas fácil, color mas subido de orina, sueño mas socegado; el enfermo siente siempre con'-triceiott en el pecho* y anhelación cuando está óriíontalmente y á veces con el menor movimien- to. Después de comer tensión flatulenta del esto- mago, sopor, repetición de parogismo al ano- checer, aunque lo regular es á media no- che ó dos dé la mañana asi dura seis ú ocho minutos y las remisiones se van haciendo mas sensibles particularmente acia la declina- ción del parogiomo, ¡a espectoracion mas abun- dante, y continua de cuando en cuando entre el dia. A proporción del dicemo se alivian. Suelen renovarse por el calor esterno, por eso son mas frécnentes en el estio principalmente en los dias caniculares, que las otras estacio- nes frías, sé incomodan fácilmente por la mu- danza de la atmósfera, por las qué se hacen repentinamente de frió al calor, lo mismo cnando se ligera mas el aire» todo lo que dis- minuye la capacidad del pecho como una li- gadura, y todo lo que acelera la circulación. Causas. Afección propia del sistema nervio- so que pertenece á los órganos de la respira- ción, y consiste en la deprabacion del movi- miento de las fibras motrices del pulmón, sien- do verdaderamente la causa prócsima la cons- 86*1 tnccieft morbosa, y hasta cierto ptmfo éspasñio- dica de las fibras musculares de los bronquios* ocasiona ya por las fuertes pasiones de animo* ya por olores de sustancias irritantes, como hu- mo, polvo, gaces &c. va en fin por la muta- ción repentina de la atmósfera &e, circnnstmí cías que. imprimen una modificación tal en los órganos respiratorios qy\c impide efectuarse con libertad los dos movimientos. Pronóstico. Nada favorable porque es muy raro el que cura perfectamente, el mayor pe^¡ Ügro está en el parogismo, juzgándose de su eetsifo según sean mas ó menos grandes Sus re- peticiones, pues cuando son muy frecuentes dan; margen por lo regular á la formación de aneu- rismas, varias palpitaciones de corazón y otros afectos orgánicos degenerando frecuentemente en hidrotorax, tisis &c. Curación* Dos indicaciones,- una en el pa- rogismo y otra fuera: la primera sangría etí jóvenes y pictórico?; pero a los principios por- que después los dispondría á padecer frecuente* mente, como ella es corregir la contracción es- pasmodica ó irritabilidad morbosa de las fibras motrices de los pulmones, se deberá esei'ar la sensibilidad y contractilidad en sitios distantes, vomitivos; pero al principio sino favorecería ó bien alguna infucion teiforme de salvia, man- &c. todo con el objeto de escitar, determinación acia la superficie del cuerpo, y destruir por es- te medio que se forme en los pulmones, sina^ pismos, cantáridas, baños de pies &c. ayudan- do su acción con antipasmódicos, calmantes, do- m imilcentes, mucilgginosos y oleosos, opio* aza- fetida, almizcle, éter sulfúrico &c. Segunda, res- pirar aire libre, puro y bien ocsigenado, huir de pasiones y de todo escitante del sistema ner- vioso, cuidadando de no esponerse al frió ó ca- lor repentinamente, pecho abrigado i fin de pro- mover sudor abundante, leches, alimentos fáci- les, tónicos y aníipasmódicos en caso que la de- bilidad y movilidad del sistema constituye al fomes de semejantes afecciones. GENERO QUINTO, Tos ferrina. e conoce bajo el nombre de romadizo ma* líguo ó coqueluche, consiste su carácter en una conmoción repentina del diafragma y los pul-* mones con espulsion sonora de aire por la bo- ca, siguiéndose después una espectoracion mu- cusa, y por lo general el vómito. Es propia de los niños, es epidémica y aun se propaga por medio del contagio. Sigue calosfríos, pequeña calentura acompañada de tos, la que aumen- tándose se asemeja á un silvido, al insulto de la tos se hinchan las venas de la cara y cuello, aumentándose pulsaciones de arterías, cara amo- ratada, ojos tuberosos, lacrimantes, indicando re- pentina sofocación, que muchas veces suce- dería si no vieniesen hemorragias nazales ó por la boca, lo que regularmente mitiga los síntomas como el vómito. Si no es asi y siguen fuertes 36\3 las conmociones, las congojas son grandes, ié presentan las convulsionrs, apoplegia v aun la muerte, por el contrario suele dejenerar en ti- sis* principalmente si hay recargos febriles por las tardes al paso que los niños se enflaquecen y éstemían, Curación. Dos indicaciones, primer periodo, cuya duración es por lo general de doce ó quin- ce días: apenas se diferencia de una afección catarral, cuyos síntomas suelen descuidarlos y por esq no podemos observar sino su periodo convulsivo. Promover el sudor v espectoracion, con el sabuco, te, amapola &c. la leche que usada á pa?ta asi por bebida como por alimento, es igualmente útil: añadiendo tintura de quina, oji- miel, ó algún otro espectorante ligero para au- mantar la acción de los pulmones y facilitar la espectoracion, asi se evita que pase del perio- do caiarral al convulsivo, ó á lo menos que sean sus síntomas aun menos violentes: mas cuando no, deberá evacuarse el sistema sanguíneo con sanguijuelas al brazo ó pie pata disminuir la determinación de sangre que se verifica á los pulmones y cabeza, y que. dá margen á que el estado pictórico en qne se constituyen sus v;¡so« haga que termine en apoplegia ó degene- ic en tisis: después un ligero digestivo, jarabe de ruibarbo, miel rosada &e. v después un eme- tiro de hipecacuana, tuya at-rion sobre el sis- tema obra de un modo general interrumpiendo el retorno de las afecciones espasmódioas y es- eiiantío particular determinación poderosa acia la superficie del tueipo, y destidyendo por es- . 364 te medio las determinaciones qué se hacen átui h>s pulmones, de los efectos del emético se 'si- gue principalmente una calma que dura fresó cuatro días, en cuyo tiempo se principiará á dar el cocimiento blanco de Sjdherian á pasto, aña¿ diende) de noche que la tos es mas violenta; jarabe de meconio: si se estriñe demasiado sé usa en su lugar del pectoral demulcente de lá clasica u otro de su especie. Al mismo tiempd se debe disminuir la irritabilidad aumentada dtí sistema nervioso, derribando el estímulo por los antipasmódicos, azafétida interior ó en lavati- vas, naranjas, cidras &c. El opio, fricciones eii el espinazo, cimiento muscular y alkali volátil y alcanfor; cáusticos al pecho y sinapismos áloS pies &c. (Aunque sea asténica, no faltan .casos en que los niños se constituyen en una inflama- ción pulmonal á causa del método calefaciente de las potencias iniciativas y de su misma dia* tesis). La dificultad de respirar, el dolor éh la parte inflamada* la sed y el calor que media aun entre los insultos dé' la tos, nos manifiésá ta la presencia del estado esténico. Estado qué ecsige por su curación poner en practica todd él método antiflogístico, del mismo modo qne s¿ tíijo hablando de las inflamaciones de pecho; H ovo NEUROSES DE LAS FUNCIONES NATU- RALES GENERO PRIMERO. Dispepsia. onsiste en un estado de atonía del estóma- go, ó debilidad de las fuerzas digestivas, ca- racterizada por la inapetencia, el astio, y al- gunas veces el vómito por distinciones repen- tinas, eruptos de diferentes géneros y un calor urente en la boca del estómago, y á veces fuertes dolores en la región de esta entraña. Dividiéndose en iliopática y sintomática, las que reconocen por causa la debilidad de las fibras del ventrículo, ó su falta de acción para ejer- cer con regularidad las pensiones que le están destinadas. Esta debilidad que debe mirarse como su causa prócsima, puede cer directa o indirecta. Debe reducirse á la primera clase la pro- ducida por causas capaces de debilitar direc- tamente las fuerzas digertivas, que son el uso continuado de las bebidas calientes, de los acci- dos, v acesentes, la replecsion inmoderada del estómago, el esputo frecuente, la presencia de alguna otra evacuación escesiva &c. En la se- gunda deben colocarse toda la clase de tóni- cos y estimulantes, cuyo uso continuando y escesivo, ecsitando considerablemente ia acción (P ^66 de las fibras del estómago, son cansa de que sobrevenga- la debilidad secundaria; de esta na- turaleza son todas las sustancias aromáticas, amar- gas, licores &c. Pueden añadirse u todo lo di- cho otras que obrando sobre todo el cuerpo, ó en alguna de sus funciones, ejercer sin embar- go sin páticamente su acción sobre el estómago. Tah»s -!'¡¿ una vida indolente y sedentaria, las pasiones de animo, el estudio escesivo, ó una grande y aplicada continuación á los neo-ocios, lo? escesos en la venus, el aire frío y húmedo, principalmente cuando ha estado el cuerpo lar- go tiempo espnesto á su acción sin ejercicio, puede depender también de alguna afección orgániea del mismo estómago, tal como un hu- mor, una úlcera, esciro, repercucion de ecsan- ternas ccc. en cuyo caso deben considerarse sus síntomas, como afección secundaria que no pue- den curarse, sino destruyendo la enfermedad primitiva. Los accidos gástricos superabundantes y las saburras accida, alcalina, y mucosa, que las mas veces suelen ser efectos inmediatos de las causas anteriormente espuestas, ó de la inglurie, deben mirarse como las mas frecuentes de esta en-. fermedad, pues la inapetencia, el astio, el vó- mito, los eruptos, ácidos ó alcalinos, el dolor quemante del cardias &c. no son debidos sino á la presencia de este accido, y materiales saburro- sos. La naturaleza, pues, de estos materiales, es la-que en general puede decirse constituye él carácter de las diversas especies de dispepsia, 867 las que ecsigen diversa curación según son p~o* ducidas por losaccidos abundantes, p«>r la preMii- cia de los materiales biliosos ó por la de los pituito- sos. Por tanto en la dispesia accida que acomete es- pecialmente á débiles y flemático.»-, á los que solo se alimenian de vegetales, v substancias accerantes, á quallcts en quienes están suprimidas algunas evacuaciones &c. E! plan curativo de- be ser tónico y absorbente; mas sin embargo, se principiará ton un lijero emético de hipe- cacuana, y en seguida una ó dos dracmas ele magneeia, ojos de cangrejos, ó madre de perlas, las que tomará todas lis mañanas por seis ú ocho dias, al cabo de los cuales se hará liso de los tónicos, solos ó unidos á los absorven- tes, la quina se administrará ya en sustancia) ya en tintura sola ó con el hierro, como elco- cimiento centaura, camedrios &c. infucíoiies viscosas de jenciana, de quina, surosela* reparos confortativos, hipecacuana administrada diaria- mente como nauceabunda, á fin de mantener la acción del estómago, aire y ejercicio son eeselentes y aunólos únicos capaces de corregir el estado de debilidad, y moderar los síntomas, No obstante en su administración ha de haber cuidado de alternarlos y aun variarlos, á fin que la naturaleza acostumbrada á unas mismas in- presiones, no llegue á hacerse indiferente á ellas. Especie segunda. En la biliosa que invade con especialidad á los biliosos coléricos, mny hesitados ya en lo físico, ya en lo moral, y qne pe manifiesta generalmente dorante el estío y otoño. El plan curativo consiste: primero, en 368 evacuar la bilis por los eméticos. Segundo neutralizarla por medio de los accidos. Tercero destruir el estado de debilidad del estómago por los tónicos. Por tanto la administraccion de los eméticos antimoniales corno base de la cu- ración y en seguida el uso de los subaccidos; como el crémor de tártaro, pulpas de casia, ta- marindos &c. los sumos dilatados de lirnon, na- ranja, y final mente ios tónicos en la misma for- ma (pie propusimos en la especie anterior, con- cluyen ia curación, Especie tercera. En la dispepsia mocosa, que es propia de los de un temperamento fle- mático, obesos de constitución, que usan de ali- mentos muy crasos, como la leche, queso, que hacen poco ejercicio, v que por consiguiente tienen muv poca agitación y desprendimiento de sus humores, se declara desde el principio tentar el aumentar la acción de todas las fibras por los eméticos que no sean de la clase de los antimoniales, dados en dosis en que solo sean capaces de obrar como nauseabundos, tal es la hipecacuana; facilitando al mismo tiempo el libre curso de las evacuaciones por medio del ejercicio, y procuranelo aumentar la acción tó- nica de todo el sistema, por la quina, el hier- ro, vino generoso, ponche &c. y todas las infu- ciones y cocimientos que se notaron en la accida, se procura al mismo tiempo uiantener libre el vientre con lacsantes suaves, como ruibarbo ja- rabe, el de rosas solutivo &c. finalmente no se olvide que la principal indicación que presen- ta todas estas especies es destruir la debilidad 369 de que son seguidas, y algunas veces es su causa. GENERO SEGUNDO. Hipocondrio. ? crónica sin calentura, suele acompañarla PiUPÍtacion, eruptos, borborismo?, ansiedades, es- pasmos mas ó menos sensibles en ei vientre, y otra porción de sensaciones molestas que c« di- fícil definir, pero que siempre hacen temer al enfermo perder la vida, siendo sin embaiera muy desproporcionado su temor... Es muy diti- c¡l formarse una idea justa y e«act», y no equi- vocarla con el histerismo ó la melancolía, pues carecemos de una verdadera -historia: sin em- bargo la atención á las afecciones propias pa- ra producirla, presumo que remide primitivamen- te y casi siempre en ia región epigrastiea des- de donde se propagan como por irradiación sus parogismos. Obsevo, efecto que sule ser al- guna vez por la supresión anticipada de una calentura intermitente, por los usos narcóticos, por esceso en la venus, por pasar repentinamen- te de una vida activa á la sedentaria, por ia suprecion de cualquier evacuación abitnal; pe- ro aun, la vemos con mas frecuencia ser efecto in- mediato de las pasiones de animo &c. Sabe- mos el influjo de las pasiones sobre todos los actos de la vida orgánica, la viva impresión que se siente en el piloro en las fuertes conmo- ciones, la impresión indeleble que á veces con- serva, y de donde nacen los escirros que se 370 en cuentran en él, la sensación de opresión que se esperimenta en toda la región del estómago particularmente en el cardias; y en otras cir- cunstancias los vómitos espasmodicos, que á ve- ces sobrevienen repentinamente á cualquier es- pecie de trastorno escitado por las pasiones, del mismo modo que la interrupción repentina de los fenómenos de la digestión por una nueva agradable ó triste: pues bien, comparemos to- dos estos síntomas con la que acompaña estas afecciones, y croremos que son en un todo se- mejantes; sin embargo no puede á veces atri- buirse solamente al influjo de las pasiones to- dos los desarreglos que se observan en el ejer- cicio de las diversa* funcione1* de la vida orgá- nica, pero sabemos que el estado de las visce- ras, ¡as diferentes épocas de la vida, sus lesio- nes y las variaciones de sus fuerzas &c. con- tribuyen notablemente ala producción de las pa- siones: ¿quien ignora que el individuo cuvo apa- rato pníuional está bien formado, cuyo sistema circulatorio está dotado de mucha energia, y en quien tienen las afeccionos una inpetuosidad que lo dispone a la colera, valor &c. que en los qne predominan el sistema bilioso están mas desenbueltas ciertas pasiones, como la envidia, el odio &c. y que las constituciones en que las funciones de los vasos hisfaticos están en mas alto grado imprimen á las.«afecciones una len- titud opuesta á la impetuosidad del tempera- mento sanguíneo; pues generalmente lo qne ca- racteriza tal ó tal temperamento, es siempre cier- tas modificaciones en parte de las pasiones, y 371 en parte dej estado de las visceras de la vida orgánica, y del predominio de una ó otra «le SUS funciones'? Lomisrno podemos decir de las edades. En el niño la debilidad de la organi- sacion conocida con la timidez, V el temo': en p| joven el valor, y la osadía "se desplegan á proporción qne los sistemas; pul monas y yascu. pr se aventajan á los demás: la edad viril en que el higado y el aparato oastnco están ni «s. desenrollados, es la edad de "la ambición, ele ia envidia de la in'riga &c. Considerando las pa- siones en los diversos climas, y en las diferen- tes estaciones, puede observarse la misma rela- ción entre ellas, y los órganos de las funciones internas, pero, ya bastantes médicos han indica- do estas analogías, y por consiguiente seria su^ perfiuo, el repetirlas. Si del nomhre sano pasamos á contemplar el enfermo, veremos que las lesiones del e.dó- mago, del hígado, elel vaso, de los intedmos del corazón &c, determinan en nuestras sensa- ciones multitud de variedades, y alteraciones epie dejan de ecsistir luego que cesan aquellas. Los antiguos que creian que las afeccio- nes tristes se evacuaran par los purgantes con los humores, conocían mejor que nuestros mo- dernos mecánicos, las leyes de la economía ani- mal. Desembarazándolas vias primeras hacían des- aparecer la causa de estas afecciones y en efec- to veemos que la replecsion de los órganos gas- trieos esparce en su senblante un aspecto me- lancólico. Los errores de los pobres médicos fcobre la atrabiles prueban la esactitaJ de sus 372 observaciones sobre las relaciones que unen á estos órganos con los estados del alma. Esté modo que acabamos de decir fundado en to- das las variaciones de que son suseptibles nues- tras funciones, según la edad, constitución, cli- ma, predominio de las pasiones &c. esputa (con arreglo á el estado actual de nuestros co- noicmieiitos) de un modo mas claro, que la ma- teria tenas é inmoble de Bolierave impelida en los vasos de los hipocondrios, según las leves de !a hídrauilica, el modo como se producen estas afecciones, cuya histeria propondremos según l.i refiera Sthal, que es quizá el único que enseña á distinguirla de cualquiera otra enfermedad nerviosa, y que describe esactamente su carác- ter propio. La hipocondría, dice, es un conjunto ó su- cesión de síntomas ^singularmente variados é iii'ionecsas, á saber: cierta tención, torpozi ó tam- bién dolor sin calentura manifiesta, ni tino al- guno particular, depravación mas bien q«;e fal- ta de apetito, flatos intestinales á veces reteni- dos y otras espelidos con estrepito, constriccio- nes espa mul- lios del arte capaces de mudarle ó mejorarle, /iiinquc la dispepesia que acompaña constan- temente á los hipocondriacos no se observa sino rara vez en los melancólicos, sin smbargo es inseparable la astraccion de vientre de esta afec- ción. Por esto y desembarazando las primeras vías hacemos desaparecer. Sangría en caso de plétora, baños calientes en razón del estado de rio-idez que predominan al sistema, no convie- nen narcóticos sino en ciertos casos de escita- tneOrto violento en que esta se pareqen á la t 376 inania donde mas bien puede sacarse sangré, y en la que "suele degenerar muchas veces, obser- vándose que al ceder la audacia y furor qué la acompaña suele sobrevenir una timidez, y aba* timiento de ánimo estraordinario. GENERO CUARTO* Histerismo. onocese por un ruido ó murmullo en el vien* tre acompañado de una sensación incomoda, y á manera de si Una bola rodase dentro de éí, dirigiéndose acia el astómago, y de alli á las fauces, donde produce una especie de sufoca- ción ó anegamiento. Acompañan á este estado fuertes convulciones, orina clara y transparente* trastorno de las potencias intelectuales. Síntomas* Unas veces se ven sus parogismos por grados, otras repentinamente. Si lo prime- ro, el sopor, intervalos de delirio, entorpecimien- to de los» miembros, una inercia casi invencible* y alternativas de rubicundez y palidez del ros- tro. A proporción que se aumenta se tiene en el abdomen una especie de globo qué se enca- mina á tas partes superiores. Estas afecciones espasmódicas de los intes- tinos están acompañadas alguna vez de borbo- rismos muy ruidosos, y sus movimientos son tan irregulares que favorecen preocupaciones supers- ticiosas entre gente de poca ilustración: otras veces por el contrario, el vientre está oprimido y tirante con nuevo estreñimiento. Pero en to* , v en tal caso no disipa totalmente el resentimiento ie las partes doloridas, m se restablece tan pro\to el apetito ni el sueño, está muy expuesto á recaí- das con los errores dietéticos. Mas si el cólico es demasiado violento, se descuida ó maneja sin tino, desde el principio resultan los síntomas mas ejecutivos, con i a crudeza del dolor se pervier- te el movimiento peristáltico de^ los intestinos, se presentan los vómitos estercoraceos con sudores frios y desmayos que abaten el espíritu, hasta el aliento despide un olor estercoroso: se ecsa- cerran en sumo grado todos los síntomas men- cionados, hasta que agoviado con los dolores no menos continuados que insoportables, le viene una inflamación de los intestinos, el estupor ó delirio sordo, y se conmueve de tal modo el sis- tema nervioso, que produce las convulsiones ri- gurosas, las cualas completan la catástrofe po- niendo fin á su ecsisíencia. Curación. Relativa á la naturaleza del estí- mulo productor. 387 Indicaciones generales. Como el dolor ocasionado por lns fuertes contracciones espasm'ódicas de los intestinos, y el estreñimiento producto de la misma causa, son los mas sobresalientes. Consisten en calmar al dolor, destruir el espasmo y mover el vien- tre: primera, opio y sus prepaiaciones, en do- sis de «no, dos ó mas granos, en intervalos pro- porcionados á la violencia de los síntomas: se. gumía y tercera, oleosos &c. va en pociones, va en lavativas, los que si no fueren suficientes á mover el vientre, sustituyelos por los digestivos oleosos con él crémor, los opiados con el fin de convinar si se puede todas las indicaciones, tizanas manadas, lacsativa antioólica Matritense &C. en dosis de un par de onzas cada dos lui- rás, avudando á un tiempo su acción por los semiscupios y aun baños tibios generales, ve- jigatorios aplicados al epigas'rio, frotaciones de éter y alcanfor, enemas emolientes, y por últi- mo en caso necesario la sangria para precaveer la inflamación de los intestinos que suele seguir en siendo fuerte el espasmo. Especie primera.—Cólica flatulento. Sítele ser efecto de alimentos pecantos en cualidad ó cantidad, la debilidad del sistema gástrico, bilis acre, vanos géneros de saburra &c. El alivio que sigue á la espulsion de los liútós; él no ecsacervarse el dolor con la com- presión cómo sucede en las demás especies, j 388 la actriccion de vientre nos la darán á conocer, pasando al mismo tiempo la atención á las cau- sas productoras. Curación. A mas de las generales, el éter, fomentos carminantes, enemas de la misma cla- se, infucion de manzanilla, te, café, alcanfor* azafétida, espíritu de vino, fomentos de agras con éter, asi como los purgantes despnes de los dolores. Especie segnndi.—BH'oso. Diee Savrages acomete á los vivos, coléri- cos, y principalmente á los aficionados á los li- cores, á los biliosos é irritables, y á los que ha- cen mucho ejercicio en el estio. Síntoma*. Voz ronca, cardialgía, vómitos de bilis porracea y otros colores, hipo, sed, calor, amargor de boca, orina poca y dé color encen- dido, no siempre hay astricción de vientre, y cuando se mueve las deyecciones son biliosas: por lo común se fija el dolor en los intestinos delgados falta la tensión y calor del cólico in- flamatorio suelen presentarse vértigos, mas el pulso ni duro ni tirante, pero frecuente. Curación. Calmantes para mitigar los dolo- res v contener los vómitos violentos, se puede usa/ los tópicos fríos al vientre y aun el baño general templado, esto es, menos que tibio, des- pués el emético acaba la curación por abajo y por arriba la bilis alterada, después bebidas frias y áccidas y algún tónico, según queden mas ó menos débiles Las visceras digestivas. 389 -9^ Especie tercera.-~Espasntodico. Se conoce por la retracción del ombligo y espasmos de los músculos del abdomen y vien- tre inferior con dolores mas ó menos vivos, y demás síntomas geneiicos. Curación. Siempre combatiendo los dolores y el espasmo, y después estingmr. la cansa re- peliendo la gota v abocando á la piel las erup- ciones, si fuere el retorno de dichos males ta causa. Especie camla.—Pictórico. . - i La supresión de cualquiera evacuación pue- de causarla, y suelen cesar en cuanto toman su curso. Curación. Restablecer dichas evacuaciones y en caso de ser decidida la plétora, que no pue- da vencerse por otros medios que la sangría, se ejecutará. . - Especie quinta.—Meconial. Causado por el meconio. Curación. Los jarabes lacsantes, y para pre- caveerlo se usa el aguamiel, huyendo de los cal- mantes que en los niños suelen producir malos efectos, pues aunque se den cortos se narco- tizan.' *,* 390 Especie gesta.—Saturnino pfomfco d de loé pintores. Esta especie es causada por la sal metáli- ca llamada azúcar de Saturno, n ocsido de plo- mo que se suele mezclar con los alimentos por los descuidos y faltas de precaución en los uten- cilios cocínale?, pues estando estañadas con mu- cho plomo, y depositándose en-ellas por algún tiempo accidos, estos atacan al plomo, le ocsi- dan y forman eda sal metálica que es un ve- neno. Lo mismo sucede si se ponen accidos por algún tiempo en vasijas vidriadas con alchol, principalmente .si están mal cocidas,-en fin el contacto de dichas sustancias áccidas con el plo- mo en sus varias preparaciones, producen mas ó menos cantidad de dicho veneno, que en pri- meras vias produce los síntomas que espusimos en la historia general. Curación. A mas del plan general y calma- dos Jos dolores, es preciso neutralizar el vene- no metálico, para esto contribuye el aceite de reciña y los sulfuretos alkalinos, higado de azu- fre dado en pildoras y en dosis de medio ó un escupido, de cuatro en cuatro horas. Estos sul- furetos tienen la propiedad de descomponer aquel ocsido y precipitarlo en forma de un polvo blan- co que se deposita en las túnicas del estómago é intestinos: luego trátase de espeler estas par- tículas por medio de purgantes suaves qne eva- cúen aun tiempo los escrementos detenidos con la torpeza que tenían los intestinos, que les ha- bía inducido el veneno sedante: tiáfana lacsante, «nemas id., oleosos con algún jabón ó purgan- 391 ie, y después de bien purgado el enfermo se usarán los tónicos y aguas minerales, va natu- reles, va artificiales, y también las jerruginosas de bañares. Por lo regular en todo el tiempo de la curación necesitan algún calmante, pues suelen no quitarse los dolores del todo, pres- cribiéndose alimentos suavvs en la convalecen- cia, se acudirá con lo correspondiente, según lo» accidentes que ocurran. GENERO SÉPTIMO Choh ra-morbus» s su carácter una evacuación de materiales biliosos por la parte superior é inferior, con re- tortijones, ansiedad y calambres en las estremí- dades inferiores. Es según las causas que la producen y circunstancias que las acompañan en espontanea y accidental. La primera sobre- viene espontáneamente, reina durante los calo- res del estio, y ataca á los suegetos de un tem- peramento bilioso. La segunda es debida al uso de sustancias acres y estimnlaiites, tal como la mostaza, pimienta, canela, licor &e, principal- mente cuando á estos escitantes se asocia al- guna de las circuntancias espuestas anteriormen- te. Se observa algunas veces como sintomática, en las fiebres intermitentes perniciosas^ conocidas bajo el nombre de coléricas. Cualquiera que sea la causa remota de esta enfermedad, no puede dn- darse es producir un estado de irritación en loi US 3S2 érgauos secretorios de la bilis y en toda la su- perficie del canal alimenticio; irritación que junta á la degeneración y secreción abundante de la misma bilis, dá margen á que todas las partes espuestas entonces a su acción se consti- tuyan en un estado de espasme, que comunicán- dose desde los intestinos á los músculos del ab- domen y de las estremidades, produce el entor- pecimiento ó especie de parálisis en que e«dos se hallan. Pronostico. La violencia de los síntomas y lo rápido de los progresos, son causa de que á veces se haga mortal en el espacio de veinte y cuatro horas terminando las mas veces por gangrena, écsito funesto qne nos indican los su- dores frios, síncopes, frialdad en las estremída- des y todas las demás señales propias de seme- jante estado; mas cuando no corra sus perio- dos con tanta rapidez, podrá tratarse favorecien- do la evacuación de la cólera y moderando el esceso de irritabilidad del sistema gástrico, Curación. Los díluentes dulces, como tizanas ó caldos de pollo dados en gran cantidad, asi por la boca como lavativas, el cocimiento blan- co de Sidhenan, "y otros de esta especie son muy del caso, asi como perjndiciales todos los purgantes. Luego que se juzgue estar eva- cuada toda ' la cólera, debe pasarse á la se. gunda indicación, esto es, detener por los opia- dos unidos á los díluentes propuestos los efec- tos* de la irritación, usando al mismo tiempo de vegigatorios al epigastrio en caso de ser mas fuertes los dolores de vientre y no ceder á lo 3.93 dicbd, asi es como por lo general se alivia aun- que Por lo común sucede qne cuando el opio acaba dé obrar, la enfermedad parece querer repetir: la irritabilidad de los interinos y su dis- posición á caer en contracciones espasmódicas y dolorosos, parece á lo menos algunos dias des- pués del primer acometimiento de la cólera. En estas circunstancias suele ser preciso retirar los narcóticos por muchos (lias y aun unirlos con ios tónicos, á fin de corregir ei estado de debili- dad eu que quedan y qué favorece la tenden- cia á las afecciones espasmódicas, GENERO OCTAVO. Diarrea. V&^onsi-te en evacuaciones ventrales mas frecuen- to y mas líquidas que lo acostumbrado. Distin- güese de algunas otras evacuaciones econ quien podría confundirse en la naturaleza de los ma- ter'u íes evacuados v las circunstancias que acom- pañan. >e diferencia de la pasión celiaca en que cu esta se arrojan los alimentos convertidos en .quilo: de la lienteria en que se arrojan los alimen- tos eiei mismo modo que se han tomado: del tenoino ó pujo en que á los esfuerzos para de- .p<¡ner *»e signe la evacuación: de la hepatirria y disenteria en que el material no es sanioso ni sanguinolento y de la melena en no ser negro. ;.-■ Causas. Fiócsiroas ó remotas: aquellas, au- mento de irriuibilidad y de movimiento peris'st- 394 ...... tico del canal intestinal: estas, la acción de* lo* do agente -estimulante, va obrando directamen- te sobre el mismo cana'l intestinal, ya simpatía camento en razón de afecciones de otras par- tes del cnerpo, de la supresión de algunas otras evacuaciones, por las pasiones de ánimo &c: en- tre los agentes estimulantes, primero: mateiias introducidas por la bo.a: segundo, Jos que vier- ten los diverstis conductos escret-uios que se abren en los intestinos: tercero, materias derramadas por aberidrds extraordinarias que ciertas enfer- medades han propuciilo. Los alimentos que co* mumnente usamos-, ocupan el. primer lugar entre los estimulantes introducidos por la boca. Una inmoderada cantidad de estos impiden muchas veces que se digiera bien en el estómago, y pasando á los intestinos indigestos, crudos, y con probabilidad acres, producen muchas veces la diarrea, aun usados en cantidad proporcionada. Además la orina, el pus, el suero y otras ma- terias qiie se hallan estancadas en algunas ca > vidades, pueden también dar margen á dhha enfermedad, estableciendo comunicaciones con el tubo intestinal por la adhesión y corrocion de íus paredes, ó bien siendo absorvidas y verti- das de nuevo en los intestinos, finalmente cuan- ■do la absorción que debe hacerse por los va- sos lácteos ó por los absor ventos, no se verifica •en razón de la obstrucción de sus orificios, ó ia •de las glándulas mecentericas, se constituye una "evacuación rj ni l osa que conocemos con el nom- bre de afección celiaca, y que puede mirarse -«orno una especie • de diarrea. Se podría citar 395 aqui la disentería como un caso particular d© esta misma enfermedad, en que la irritación se encuentra reprimida con la pérdida de tono del estómago. Curación. Primera indicación: coibirla por la gran debilidad que llega á producir en muy cor- to tiempo, exceptuándose de esta regla general todas las diarreas criticas, pútridas, biliosas, á menos qne no llegue á ser muy escesivo. Diji- mos que ¡ascausas remotas ya obran directamen- te sobre el tubo intestinal, ya por simpatía, su efecto mas inmediato es producir un aumento de irritabilidad, y movimiendo peristáltico: esto nos condeice á establecer como base las dos si- guientes indicaciones. Primera, destruir las cau- sas remotas ó hacer nulos sus efectos: segunda, moderar su irritabilidad escesiva invirtiendo el movimiento peristáltico. Cuando el esceso de ali- mentos, su mala cualidad, congestiones biliosas &c son causa, debe desde luego evacuarse los pro- ductos morbosos por los eméticos, purgantes &c. después calmar la irritabilidad con diluentes, tun ulcentes y opiados: cuando esto no es su- ficiente por el estado de debilidad ó falta des tono de los intestinos, pueden unirse los astriñ- an.te-: cocimiento bhmco y retania, diascordio &c, algunas veces tienen absorventes, particular- nunte en bis niños en quienes ja acrimonia ac- idia suelen ser causa ci mnn. Cuando los intes- tinos ¡»le- nuacion, las enfermedades bietcrieas, las difieren- ' tes especies de erpes, v ¡as crónicas enfermeda- des cutno se puede deducir de las definiciones de Gcin. No se pueden colocar todas las imperfec- ciones en el numero de las enfermedades de es- ta clase, por ejemplo, el mal olor es una cuali- dad viciosa, v s;n embargo se debe mirar co- mo un sistema de otras enfermedades como el o ce- na, el calor y color viciado en las calenturas é inflamaciones y otras enfermedades agudas, no es un síntoma principal, por consiguiente aun- que estas cualidades ev.cn viciadas, pertenecen mas bien á la clase de-enfermedades-de quie- nes son los principales síntomas. De los enflaquecimientos ó estenuaciones. EJ enflaquecimiento, .marasmo ó disminu- ción de ia gordura de todo el cuerpo, por lo ¡ común soio es un síntoma morvífico y rarísima vez se debe considerar como una afección prtmi» i tiwa é ideopátjca; pero ya sea de un modo fr ,: 400 de otro, parece que I as causas del enflaqueci- miento se pueden reducir á dos principales, es- to e^, á un defecto general de fluidos en los vasos ó á una fdta particular de aceite en el tesi lo celular. Estas con frecuencia se convinan erdre sí; pero conviene considerarías primero se- para •lamente. Estando compuestas una gran parte-del cuer- po de vasos llenos de fluidos, so maza total de- be depender mucho del volumen ele estos y cantidad de fluido q-;o contienen, por consiguien- te es fácil de ver que la falta ¡.i" fluidos, según su grado puedo p-o lucir una disminución pro- porcional lie la maza corpórea: por otro lado se puede notar que c.mio todas las partas del sistema vascular conninicau entre sí toda la dis- minución de la cantidad de los humores en «-nal- quiera parte, debe disminuir prnporcionalmente el volumen del sistema vascular, y por consi- guiente el de todo el cuerpo. La diminncion ó falta de fluidos puede ser efecto de diferentes causas, como son: primera, cuando no se toma bastante cantidad de alimentos, ó cuando son poco nutritivos: cuando el producto de la di- gestión no pasa á los vasos sanguíneos, ya por airojarse los alimentos y aun el quirso por me- dio de los vómitos, ó ya porque la ostruccion de las glándulas, del mecenterío ó de sus va- sos, impiden el paso del quilo como sucede en la tabes escrofulosa, en la glandularis, mecente». rica, atrofia infantilis, atrofia raquítica, tabes ra- quialeríea &c. y que puede señalarse con el nom- bre íe artrofia dibihum. La tercera causa de 431 falta de fluido^, puede depender de un vicio de dos órganos de la dio-esíion, que no convierten liel modo conveniente los alimentos en uu qui- ó adecuado p. ra transformarse en lo" v;tM>s s«¡n- guineos en una sustancia dedada de ks ouali- dades necesarias para la nutrición. La cuarta causa de falta de finidos consiste en las evoca- ciones escesivas hechas por diferentes vi as de; las que ^avvages hizo las especies si:»uiei fes. v que pueden designarse bnjo el título de atrofia inanitorum. Estas son la tabes, nutrido», trtrofia ó leucorrea, atrofia ah albi //».«.•>•. atrofii <) p'in.- lismo, atrofia á sanquinis f't¡;r. La t;d>es «.Ir-rsn- üs co!o«M(ía por Cullen entre los sirióni'nes de la atrofia debiliun, por considerare como efec- to de la debilidad secundaria, parece debe «o- ocarse con mas propiedad cufíelos de la atro- fia inanitorum, por ser producida mas bien por una secreción aumentada, que no por ia debi- lidad que se sigue á la enervación del sistema. Finalmente, la adhesión de las paredes de los Vasos pequeños que no permiten ya la introduc- ción de los fluidos, ó que reciben menos d<- los que admitían antes; es otra causa de la fifia de fluidos, siendo, según parece, lo que sucede en la atrofia veniiis de Sawages Dijimos que la segunda clase general de l>s cansas de enloquecimiento era falta de ace"- te; primeramente es probable que la falta de aceite reconozca por cau?a un eslaclo inadecua- do de la sangre para favorecer su secreción, y reparar la perdida que sin cesar se hace de es- te aceite. Este estado de la sangre debe depen- 402 der especialmente de la naturaleza de los ali- mentos, y asi el uso de aquellos que conten. gan menos materia óleos*, menos mucilago, en fin que sean menos nutritivo', deberán mirarse como cansa. Otra, el movimiento el cual pue- de contribuir de dos modos á su diminución: primero, aumentando el sudor y arrastrando con este mas ó menos porrion de" materia nutriti- vo: secundo, ó bien absorvienlo una porción rscesiva, pero indispensable entonces cara el ejercicio aumentado de las fibras musculares ó motrices. Cualquiera acrimonia pr? {ominante escesi- va pnede producirla igualmente, pujs siendo es- tos los que embotan ó disminuyen la accesión de las potencias acres, cuanto mavor sea el nú- mero ó cantidad de edos, tanta mavor cantidad de aceites deberá consumirse, y asi parece de- be verificara: la estenuacion en todos aquellos en quienes domina algún vicio de acrimonia par- ticular de ios humores. También las can as. va por el aumento que induce la transpiración, ya porque predomina en ellas acrimonia particular,. ó ya en fin porque las pérdidas constantes qu'e se verifican por medio de las acrimonias todas, y que no se reparan entonces, pues los alimen- tos deben hacerlo á espensas de los aceites de- positados en el tegído celular, tanto p>ra eri¿.:ir ad lípatium eu una grao parte dei siste- nn de la aeírta," y p >;• eon-d^ jieate eu ios vasos do los pulmones v cerebro. Bajo esto supuesto, parece se debe siempre atender- en la curación á la reunión de ia plétora y obesidad, debuo lo que acabo de esponer, y que cuando los efectos morbíficos de la constitución p'.etónca am-masin á la cabeza ó á los ;> iimoa?sd 'be s.mgrar.se; pero al misino tiempo se tendrá pésente que las-muy gordas no lo llevan bien, y cuando las circunstancias que digo no piden el recurso pronto de este remedio, ca- si nunca debe hacerse solo por causa de la obe- sidad: la mima advertencia hay con respecto i todas las otras evacuaciones q'ae se proponen 405 parala corpulencia, pues solo puede aliviar im- perfectamente si no so recurre á lo que voy 4 decir, pues estas evacuaciones acotando ó debi- litando el sistema pueden favorecer la vuelta de la plétora y el incremento de obsilad: la mis- ma advertencia respecto de la obsidad que ya dependa de la pleterra ó de otra cualquiera causa, se le debe curar v precaveer sus efec- tos por la dieta ó el ejercicio, modo de vivir austero, alimentándose de sustancias po^o nutrí- tiras, especialmente veg*et¡ile«. Este régimen ele- be siempre preceder al ejercicio, pues siendo escesiva de ningún modo permite el ejercicio, que sin embarco es único medio eficaz. Luego- que se disminuya algún tanto, se jvodra conse- guir algún movimiento, al principio con mode- ración, y aumentando graduadamente es nece- sario desistir bastarde, ("liando no se ha conse- guido alivio, todos íe>s remedios y demás con- sisten en ciertos métodos que conspiran á pro- ducir un estado salino de la maza de ia sini>-re, como vinagre, javon y otras, cuvo uso produ- ciendo un estado acre y silmo de la sang'e, pueden acarrear consenenoias mas funestas; pero lo que no se ddne usar mientras que pue- de recurrirse á la abstinencia y ejercicio que son menos peligrosos. 406 SECUNDO ORDEN. Tumores fiatulentos. GENERO PRIMERO. Timpanitis. «üyis un fnmor del abdomen ó vientre inferior elástico, sonoro y acompañado de tensión: el vientre está estreñido, y las otras partes se en- flaquecen ó estenúan. No cede con facilidad á alguna compre- sión, cuando se toca tiene un sonido semejan- te al de un tambor, no *e percibe alguna fluc- tuación interna, y ei todo del vientre es menos pesado que lo que parece puede comportar el volumen del tumor. La desazón que produce la distencion, dismínnve las mas veces cuando sa- le por arriba ó por abiqo el aire. Estos son fus caracteres, v muchos .esperlmenios prueban que depende siempre de 'una porción cstraordi- naria de airo aumentada en alguna de las par-' tes que están por debajo ele los tegumento?"del abdomen; pero su asiento varia un poco según los diversos casos, v esto es ¡o que produce las diferentes especies de timpanitis. La primera es aquella en que el aire está del todo encerrado en la cavidad del canal ali- menticio y mas en la de los intestinos, por lo que e*ta especie que es la mas común de to- das, y á lá que coavienen con particularidad 407 los caracteres propuestos la han llamado timpa- nitis intestinal. La segunda, cuando el aire no está e. E«j probable que en e>te caso ¡a inte -di.¡al ^ U ¡>ri- initiva, y que la otra soio es una consecuencia del aire que se o;>e<>¡.-a por erosión ó madura de la tú oca iníe.s.tinai, y pasa de .-¡i cavilad á la del abdomen. La cuarta en qne el aire esta encerrado en el saco del pentnqoo y de las entraña-, y en- tonces se liama abdominal. .Se ha admitido una (¡nieta, en que la ab- dominal se encuentra complicada con la liitlro- ría ascitis, y á la que llanta Sawage¿'. t':m,;a- nitis asciticus. Como esta no es una v.-rdará timpanitis, v come» algunas son no solo muy ra- ras, sino que también no pueden cuando se en- cuentran mirarve como enfermedades primitivas y distinguirse, no hallaremos aquí mas de ellas limitándonos á considerar el caso mas fre- cuente, y casi el objeto único de la práctica, que es la intestinal. No se ha observado que fiara efecto de un tiempo particular, ó que de- pendiese de alguna disposición primitiva que se puede conocer por lo que se observa en ambos usos y todas las edades, ? unque con mas fre- cuencia en los jóvenes, 1o;j fenómenos visibles, 408 en sus diferentes periodos son: el tnmor del vientre llega prontamente algunas veces á un gra- do considierabféj y rara vez í-e furnia con tanta len- titud como se o-bserva comunmente en la ascitis; no obstante en algunos casos viene por grados y se anuncia por fjatriienria extraordinaria del es- tómago é" inte tinos, acompr'ííada de continuos bovborismo5, y vei íosi.j-afes que salen con mas frecuen ¡a qua lo acostumbrado por ambas vias. Este esdido lo acompañan las mas veces de dolores folíeos que se padecen mas al rededor del omblin-o, acia al dorso, pero generalmen- te á proporción que se aumentan éstos dolores, se h:;ee:i menos vivos v ei enfermo desea cons- tantemente arrojar flatos, pero solo consigue si no difícilmente y cuando !ó logra disminuyo un poco la sensación de distensión; sin_-embur- go es alivio pasagero y de ninguna duración. Cuando principia se percibe desigualdad en el tumor y en la tensión de las diferentes partes del vientre inferior, pero m«sy presto se hace igual la tensión y presenta sus síntomas gene- ricos. En el principio y por toda su carrera el vientre está estretiido, y los escrementos que se arrojan casi siempre están duros y secos. El principio no altera la orina, pero á proporción que hace progresos la estranguria v aun la dis- curría viene en alguna ocasión. Es raro qne adelante sin disminuir el apetito, y sin que la digestión se haga mal y que todo el cuerpo se estenue mucho. Se junta la sed, senvuion des- agradable de calor, pulso muy frecuente, v con- tinua de este modo por toda la carrera. Cuan- ... -409 do ia adelantó se dificulta la respiración mu- cho y la acompaña una tos frecuente y seca: las fuerzas disminuyen, y aumentando de du en dia los síntomas' febriles, viene la muerte, consecuencia probable ú-.i la gangrena. Causas. La pérdida de tono cíe las fibras mus- culares de los intestinos. El aire de cualquie- ra naturaleza aumentado en su cavidad, ya sea por desprendimiento de los alimentos, ó \;i por algún vicio, de I«>s humo-res que sirven á la di- ges'don, (pie los hace incapaces de oponerse á la separación demasiado crecida y de producir la absorción que se hace las mas veces en las personas que gozan de una buena salud, deben por su propia elasticidad abrirse paso por arri- ba y por abajo, y aun expelerse todo por el so- corro de la inspiración, es probable que tn los casos en que no tiene lugar la absorción y es- pulsión y que el aire se acumule de modo que la produce, su paso se interrumpe en algunos para- ges del cana! intestinal. Esta interrupción debe ^tribuirse á las constricciones espasmódicas de cieitas partes de esta cadal, de donde puede con- cluirse que estas constricciones tu cierto modo concurren á con>títuir iacausa de ia timpanitis. Curación Primera indicación, disipar las con- triciones que paiticularmente han causado la acu- mulación del aire, y que continua interrumpiendo su paso en la ester¡si;.n de los intestinos; escitando ei movimiento peristudico de tas porciones vecinas de los intestinos, casi siempre sirven para ello los purgantes por suaves, por que los drásticos violen- tos dados cuando los intestinos ettan muy dilatados 410 soncapac^ de producir inflamación: por eso se hacen con frecuencia las enemas, á las pasio- nes ds ruibarbo con éter: es menester reunir algunos de los antiespasmodicos con el designio de destruir la constricción de los intestinos y aun en el concepto de que eo algún modo puede obrar como carminativos. Según la supo- sición de que dependa mas de la atonia del canal alimenticio, los tónicos parece estar indi- cados en ella, y no habiendo otro mas pode- roso quo el frió aplicado 4 la superficie del cuerpo, ó que las bebidas frías, se han dado también ambas co^ul, baño frío útil; prueban las observaciones (pie se ha curado casi repen- tinamente por la aplicación de la nieve reite- rada en el vientre. En casos rebeldes se ha hecho la paracentesis, pero este remedio muy incierto solo puede ser conveniente ea los casos de timpanitis abdominal y de ningún modo en la intestinal, pues hasta ahora hay observación capaz de determinar hasta que punto se podría hacer sin riesgo: por ultimo evitar en la dieta los alimentos que puedan producirla: TERCERA ORDEN Tumores acuosos 6 hidropesías. s continua la influencia de los descubri- mientos anatómicos en los progresos de la pa- tología interna: tenemos ejemplo patente en las luces que las investigaciones do los vasos linfa- *11 ticos han dado h la teoría de las hidropesías. Cuan mesadas son las espresiones qué los ami- góos esplicaron sobre la formacicn de esta por razón de los cortos progresos que habia hecho hasta entonces la anatomía: hasta esta época se habia ere ido que los derramenes for- mados en diversas cavidades se debían á la simple eonuensasion de ciertos vapores, y que la materia era un üqeido aquoso: otros descu- brimientos uterinos nos han manifestado la existencia de dos orden*s de vasos, de los que tomando unos origen en el sistema capi- lar van á abrirse á los sistemas delmoiifes mucoso, seroso, celular, sinovial &¿. para cor- dueír los materiales de la ecsalacio,n de la nu- trición, á cada nno do los tejidos organizados, al puso que naciendo el otro orden de vasos de (odas aquellas partes en que hay ecsalacio- nts sirven para recoger los reciduos de estos quedando de este modo establecida uno mutua correspondencia entre estos dos ordenes de fun- ciones, ínterin nna cansa cualquiera no trastor- na sus fenómenos, sabemos que para que estos, se verifiquen con regularidad debe ecsistir en- tre los elementos que forman cada uno de los fluidos ecsalados, tal que solo eslos pueden ser recibidos por los vasos, los cuales despiden ó rechazan á los otros, mientras no está mudada mí sesdi'idad orgánica. El sistema capilar ge- ne; al parece que es el deposito en donde se elabora la s; ngre, pero aqui es en donde de roja que era se convierte en negra, y aquí es también donde sus diferentes eltmentes se 412 separan, se convinan de nuevo, y en donde á consecuencia de estas mudanzas," de estas dife- rentes transformaciones, cada ecsalante toma, escoje por decirlo asi, las porciones con quienes esta en relación su sensibilidad orgánica, y deja los otros, resultando de aquí una consecuencia muy «ensilla, yes que siempre que la sensibilidad or- gánica del sistema en que se hace la ecsala- cion está ecsaltada de un modo cualquiera, de- he inmediatamente variar la ecsalacion, y en efecto asi sucede siempre. Jamas hav trastorno alguno en las ecsalaciones, sin que haya habi- do otro anterior en la sensibilidad de los ec- sal antes. Consideremos, por ejemplo, las diferentes lesio- nes de la transpiración, y veremos que el frió, el calor, la sequedad, la humedad, los rosa- mientos &c ejercen siempre su influjo en la sensibilidad cutánea, y que los trastornos de la ecsalacion general igualmente que los de la absorción son solo consecutivos, estando ambos suje- tos á unos mismos principios. Esta es la base de la teoría de lasjhidropesias,las que no obstante falta de- terminar en que caso son producidas por falta de acción en las absorventes, y en cuales otros de- pende del aumento de acción de los ecsalantes. Siempre que aplicamos á un miembro una li- gadura moy apretada á la cual se sigue una hinchazón de la parte inferior de este miembro, ó siempre qne este efecto suceda por estar mu- cho tiempo de pie &c. es de presumir que la infiltraccion depende de la compresión de loa 27 413 vasos linfáticos, y que esta se verifica entonces del mismo modo que las dilataciones venosas en iguales circunstancias, porque la linfa espe- rimenta dificultades en su circulación. He aquí, pues, un caso de hidropesía, en la cual nada influyen los ecsalantes, pues dependen solo de que los absorventes no chupan lo que aquellos no ecshalan. Si otras causas, como, por ejem- plo, una contusión, una herida, &c. disminuyen el resorte de la parte, los absorventes dirivta- mente habilitados no podrán tomar los Huidos que les corresponden, é" igualmente resultará el mismo fenómeno cuando su debilidad es sim- pática, ó lo que es lo mismo, depende de la lesión de alguna viscera. En todos estos casos encontraremos á los absorventes muy dilatados en el cadáver, y aun aun muchas veces llenos de fluidos. Pero en las afecciones orgánicas á las cua- les sigue la hidropesía, son ciertamente los eev.i- lantes, los que á lo menos en el mayor número de casos vierten una cantidad mayor de fluidos de la que tienen por co.tnmbre. La pleura, v. . g, se llena en la tirís del mismo modo que el cutis de sudor todas las 'tardes y del mismo modo que se escupe sangre &o. Siendo citas las ecsalaciones que llamamos pasivas, las cua- les indican una disminución real de las fuer- zas vitales, ocasionada por largas y penosas en- • fermedades, evacuaciones escesivas, uso inmode- rado de licores &c. sin embargo cuando estas * causas que obran debilitando el sistema en ge- neral son causa de la hidropesía, puede sin du- 414 da considerarse esta como dependiente tanto de de una ecsalacion pasiva aumentada, ' cuanto de Una absorción disminuida, pues este es uno de aquellos casos en los que sin que nosotros podamos d?cir como sobreviene un trastorno de las fuerzas vitales de una parte, como. sucede en las hidropesías parciales, en la inflamación &c, ó en íod<> el sistema, como en la anasar- ca. A t.nlo esto puede agregarse el uso esce- sivo de bebidas acuosas, malos alimentos, su- presión de algunas evacuaciones serosas habi- tuales, la ruptura de alguno de los vasos lin- fáticos. Otros las inflamaciones crónicas cjuc los autores médicos omiten, mientras están llenos libros de historias de fle^macias agudas. Estas inflamaciones crónicas tienen muchas varieda- des, y no son menos funestas que las agudas, porque meichas veces se desconocen á causa de ja íigerezi insidiosa de sus >íntomas, y porque con frecuencia se descuida ó se dirige mal su curación. Evtas flegmacias residen por lo re- gular en los pulmones, intestinos y ojos, y al- guna vez también en el higado. Es difícil co- nocerlas en su principio si no vienen á agudas, principalmente en las visceras parenquimatosas. Las crónicas de los intestinos son fáciles de co- nocer, pero pueden engañar por la apariencia de infarto en las primeras vías ó de un cólico flatolento: en los pulmones se presentan con la esteríoridad de un catarro agudo, ó que sea descuidado ó curado mal- Cuando se inveteran, degeneran en asma, en hidropesía de pecho, en 415 tubérculos pulmonares y tisis, por esto la in- flamación crónica de los intestinos ó de algnna de las partes abdominales, termina por estre- ñimientos pertinaces, á veces por diarreas y as- citis. También pueden afectar los ríñones en las afecciones calculosas ó gotosas, la vegiga, el útero, y según las circunstancias accidentales presentasen bajo diversos aspectos, ó producirán otras enfermedades. Adémasele los síntomas pe- culiares á la parte afecta, tienen muy á me- nudo por innícios una leve calentura hética qué solo se manifiesta por las tardes, y aun a ve- ces no se advierte esta calentura. Si el daño reside en los pulmones, la tos es leve, continua y rebelde, con dificultad de respirar, si en el higado, hay intericia poco manifiesta, congojas leves, poca ó ninguna hinchazón en el hipocon- drio derecho, nauceas, falta de apetito, y cur- sos biliosos y frecuentes. Iguales inflamaciones se observan en los intestinos caracteriz idas por mayor ó menor tensión en el abdomen, por la mayor ó menor sensibilidad de esta parte aun tocándola levemente, por dolores sordos, diar- reas interminables, ó bien por un derrame lin- fático. En cualquiera parte que resida sigue de este modo con síntomas leves ó equívocos durante muchos dias, y á veces meses enteros ó tembien años, con lesión mas ó menos ma- nifiesta de las funciones de la parte afecta: se estiende por grados alguna vez á las partes ve- cinas y ia calentura hética termina en una es- ttnilacion funesta. La que acomete al estómago por lo general es mas dolorosa y tiene un cur- 416 so mas rápido por los trastornos v perversión de la digestión, y por la morosidad triste, melan- cólica y abatimiento que la siguen. Podremos veer muchos casos de estas inflamaciones cró- nicas en la tan conocida obra de Morgagni, y bien se vé cuan útil es en la práctica de la medicina distinguir las hidropesías que dima- nan de la inflamación crónica de las que son primitivas. «ENERO PRIMERO. Anasarca. ci\S ecesitamos elevarnos á nociones esactas de la e¡dructura de las diversas prolongaciones y floriones del tejido celular para adquirir lu- ces sobre la naturaleza, y consecuencias de los smstomas que ofrece la anasarca. Que cosas tan útiles no vemos en las investigaciones sobre el tejido mucoso ú órgano celular por Bordevr, por Bichat &c. Se sabe que este tejido está com- puesto de filamentos y láminas separadas de nervios y de vasos sanguíneos, que depositan en él por medio del sistema ecsalante de diver- sos líquidos linfáticos, adiposos, serosos y muco- sos, según las diferentes circunstancias, los cua- les son reabsorvidos por otro orden de vasos que hemos conocido bajo el nombre de absor- ventes. Los líquidos están depositados en unas areolas ó celdillas que varían por su magnitud y figura, y que se manifiestan principalmente 417 enando se las macera ó se las sopla. Suponga- mos ahora que una cansa cualquiera !; «.ce va- riar las propiedades vitales Je e-íos dos ó\le- nes de vasos ecsindauro; y r-bsorverUes d indo margen á que los p¡-iai";ru- depositen e:i bu celdillas de! te¡i io celular uia.ro iyor cantidad de fluidos que la oue en propia ,ai esta lo sa- no, ó q«H; los seguirlos no recojen lo sudoieo- te á mantener este enuiiibrío. v tendre;r...;s una idea esacta ele la formación ó causa pióosdua de la anasarca. Esta que no consiste en otra co- sa que un tuaior blando, indolente, s;.¡ elastici- dad que afecta todo el cuerpo, ó á una de sus partes, epie cede con facilidad á la i opresión del dedo, la que se mantiene por mas ó meuoi tiempo, pirene seguir eu sus diferentes perio- dos laS diversas propagaciones ó situaciones del tejido celular. Síntomas. Se ve al principio únicamente en los pies y acia los tobillos, pero cuando las causas que lo producen continúan obrando, la hinchazón se estiende por grados á los mus- los, lomos y vientre, y propagándose en segui- da del mismo modo al pecho, brazis, manos, y siempre acompañado de un grado de sed es- cesiva y orinas poco abundantes y encendidas, Causas. Supresión ó trastornos del mos, lo- quios, almoraoas, sudores &o. abuso ele remedios en enfermedades agudas ó cronL-as, calenturas in- termitentes, repercucion de algún ecsantcm-i, el uso astnugeite en la diarrea seroja, redenrion le orina, histerismo, vicios en algia »s visceras del aüijuun &í. Comj el fluido derramado en el 418 tejido celular dilata el cutis, comprime los vi- sos sanguíneos, nervios, músculos &c. y lo tie- ne todo en un estado de flojedad, el calor ani- mal y el tono contráctil de los vasos están muy disminuidos, y el .cutis suele ser alguna vez in- sensible aun cuando se le queme. La resisten- cia que la circulación esperimenta en los vasos pequeños, hace refluir la sangre á los vasos grandes acia el corazón y pulmones, y produ- ce congojas y dificultad de respirar al menor moviaiiento. Alguna vez, especialmente cuando el cutis está delicado, el Muido estiende y dr- lati ele tal modo los poros, que se abre paso libre y forma una trasudación mas ó menos abundante. Si solo atrariezi el cutis y- el te- jido celular sin penetrar la cutícula ó?epidermis separa á esta última formando vegiguillas, las que estando abiertas dejan salir el fluido. La anasarca, aun cuando no haya derrame de liquido eu el pecho ó en el abdomen, le ocasiona siem- pre el tegido celular que envuelve las visceras, lo que no puede menos de turbar las funcio- nes de estas últimas, y producir diversos sin- tonías según ia parte que afecta. Curación. Todo el mundo sabe que la gor- dura, duarante largas enfermedades, se absorve, y sirve de alimento: que en el enfisema por causa esterna, fractura de una costilla, herida de la traquea &c. el aire es absórvido igual- mente y espelido: que la sangre es travasadaea los equimosis, desaparece por la acción de los vasos absorventes; pues del mismo modo un gran derrame ó superabundancia de liquido en el 419 tejido celular, puede desaparecer por la acciow del sistema linfitico ó absorvente, si podemos reanimar esta función. lie aqu':, pues, las prin- cipales indicaciones que con este objeto deben sati.sf icerse, Primera. Destruir las causas remotas de la «enfermedad. Segunda. Evacuar la serosidad que ya está acumulada en el tejido celular. Tercera. Restablecer d tono general, cuyo estado de atonía en muchos casos, se debe mi- rar como la causa mas frecuente de este géne- ro de afecciones. Como en muchí-imas ocasio- nes las causas remotas de las hidropesías son 6égun queda espuesto, ciertas enfermedades que han precedido, y cuyo método curativo hemos propuesto en cada una de ellas en particular, veremos que es preciso disminuir la pleni- tud de las células y proporcionar que pulan los vasos rehacerse con alguna mas facilidad. Esto se hace de dos maueras: primera, evacúa? directamente el agua contenida en la parte afec- ta de la hidropesía, praticando diversas abertu- ras (Este método como asimismo el cauterio y cáusticos poten dales, producen efectos saluda- bles, al parecer, pues evacúan en muy poco tiempo toda la cerosidad contenida en el tejido celular; pero son temibles sus consacueucias por la gangrena que viene en los 1;^ sitios ebnde aquellos se aplicaron, en razón do la falta de acción y de vitalidad que 'os e iracteriza.), y la segunda^ promoviendo ciertas evacuaciones cerosas generales que podemos opouerle, como 428 los hidragogos, sudoríficos, y diuréticos &c. Se necesita gran tino y prudencia para elegirlos, según la causa, edad, disposiciones del indivi- duo, estación, clima &c. Camper dice juiciosa- mente que debamos confiar poco en los eva- cuantes, si no intentamos sabiamante los estimu- lantes y tónicos á fin de aumentar la acción de los vasos, facililaudo de este modo la absorción. Por tanto: lastizanas aperitivas, como la de grama con el tártaro marcial soluble, rubia ne tinto- reros, esparragros, peregil &c. ó el vinaore es- cilitico media onza, en un cuartillo de agua favoreciendo su acción con los tónicos perma- nentes, friegas, ejercicio, vendajes, vestidos de vállela &c, y en caso de no ser suficiente ó sos- pecharse algún daño orgánico, las pildoras de jabón, hierro, estracto de quina á las que pae- de añadirse la scilla ó cualquier otro escitan- te de este genero. Sal de marte dos dragmas crémor una onzi, mézclese y dése en diez y seis papeles en los casos en que se juzgue oportu- no buscar las evacuaciones de vientre. Como las funcionas digestivas en estos enfermos par- ticipan de la debilibad general que ios acom- paña, tiene distantemente una gran cantidad de accidos en primeras vías, las cuales es necesa- rio neutralizar con los absorv mtes y aumentar la acción del esto nago por los tónicos perma- nentes y demás m¿ líos de la lispeoaia entre los que el ejercicio es el primero. 421 ««ENERO SEGUNDO» Hidrotorax ¿J^íl cumulo preternatural de un fluido cero- so en la cavila! del peeuo. Las señales que lo caracterizan son la disnea, la_ palidez del rostro, edema de las e íremidades inferiores, di- ficultad de acostarse, despierta repentinamente sobresaltado y se queja de palpdacion, siendo al mismo tiempo sensible la tluctuacion dentro del pecho. La c nítida.i é igualmente que el sitio del agua &e, varían mucho, por lo que casi siempre es dificil determinar su presencia y naturaleza. Principia por una .sensación, casi siempre de congoja ó ansiedad acia la parte inferior del esternón: después se junta la dificul- tad de respirar que poco á poco se va ha- ciendo mas y mas sensible, idas bien se acues- ta boca arriba el enfermo que por los dos lados los acompaña tos seca al principio y despees espo- ra moco claro. La hinchazón edvinato?a, y abo- tagamiento de la cara, sed, y escasez eb; orina. Su carácter cierto e> dispertar repentinamente con sensación de ansiedad, dificultad respirar, y violenta palpitación de corazón que le obli- gan á levantarse, sentarse, impidióndole el sue- la o por una gran pude de la noche; sin embar- go no es constante en todo; los casos de hidrQ- torax y «!e ningún modo se presenta en los de enpiscma; pero cuando se halla acompañado de las mas uiinimas señales de hidrotorax, se pue- 422 de conchar con seguridad qu¿ bay agua en el pecho. Cuando ya ha hecho algunos progre- sos, el pulso es casi irregular é intermitente; pe- ro sucediendo este eu otra enfermedad de pe- cho, no debe mirarse como uu i senil cierta a menos que no esté acompañada de los sinto- nías &c. Alguna vez se pivücuta en unio.i con alguno d'í los «lemas. Sigue mas y mas su car- rera á pesar de los reiiie.lios, y poco antes do la amorte esputo de sangre. £e.£un lo dicho, la curación es la misma que llevo dicho, y mas cuan- do se liauvan complicad.es como efecto de la diá- tesis general es ioJuliblo que no debe variar- se. Aunque el hidrotorax este solo, sei parcial y producido por causis particulares que solo obran en el pecho, de ningún modo hay mas que U general. Es difícil petermínar los ca^os de paracentesis pero pueden producir un alivio de larga duración, y mas cuando lo demás ha sido con provecho, la evacuación do las aguas puede favorecer mucho la curación completa. GENERO TERCERO. Ascitis ¿S|s un tumor preternatural del abdomen por la presencia de un liquido comunmente seroso, cu- ya fluctuación dentro se percibe al travezde las pa- redes. Hay dos, una abdominal y otra enquís- tada: la primera se conoce por la igualdad del abdomen y fluctuación bastante manifiesta: la 423 segunda, en que 4 lo menos es parcial y la acompaña fluctuación menos sensible. Estos cú- mulos de agua ya sean generales ó parciales ocu- pan diversos asientos. Se hacen comunmente en el saco del peritoneo, ó en lo general del ab- domen, pero las mas ve^r-s pricipiao j«intau lose en casos que se forman en una ó muchas entra- ñas, y que les están unidos, siendo quizá uno de los ejemplos mas frecuentes de este gp.nero la hidropesía en los ovarios. Alguna vez en la as- citis al principio es del todo fuera del peritoneo y contenida entre e-sla membrana y los m-.i.- idos del abdomen. Estas aguas contenidas en sacos par- ticulares unidos á las entradas, y bis que fue- ra del peritoneo constitnven lo que ¡o* a«¡?«M-es dicen enquistadas. Las mas veces es difícil ase- gurar su verdadero asiento las <¡ue casi siem- pre se producen por racimos de idatides. A pro- porción que hace progresos, se hace uniforme en la estension toda defabdomen; la dístencion y la sensación de peso, aun«¡ue considerables, varían un poco según que el cuerpo varia de pes;ti- ra; se siente mas peso en la que está aeost i- do, y entonces'' la distensión se hace á lo menos\considerable en el lado opuesto. Algu- na vea la ascitis está sin calentura; pero co- munmente se observa: pocas veces adelanta sin acompañarla sed y pocas orina. La mavor di- ficultad de su diagnóstico consiste en distinguir cuando el agua está contenida en el abdomen, y cuando se verifican sus diferentes grados de hidropesía enquistada, se cree que ocupa el ab- domen cuando se sospecha una diátesis hidró- 424 pica general, y cuando se ve en cualquier gra* do de hidropesía en otra parte del cuerpo, y mucho mas si el vientre se hincha igualmente des- de un principio; pero cuando no ha sido precedida de un estado caquetico notable del sistema, y cuando en el principio del tumor y la tensión han sido mas considerables en una parte del vientre que en otra, hay fundamento para sos- pechar una enquistada: siendo todavía mas pro- bable cnando las fuerzas están poco disminui- das, apetito bueno, sueño naturaljó poco turba- do, meses del modo acostumbrado, la anasarca no está todavía formada ó se limita a estremí- dades inferiores y no hay palidez leucoflegma- tica, ó color aplomado, sin calentura ni sed con- siderable, ni orina escasa como sucede cuando la afección es mas general. No puede curarse la ascitis que es del genero de las enquistadas del mismo modo que cuando el agua está derra- mada solo en la cavidad del abdomen, sin ha- ber al mismo siempo otra especie de hidrope- sía, porque entonces se puede presumir que de- pende de un scirro del higado ó de cualquie- ra otra afección considerable de las entrañas del abdomen que deben mirarse como muy di- fíciles de destruir, y por consiguiente la asci- tis que de ella depende debe serlo también; sin embargo frecuentemente en estos casos se pue- de dar un alivio pasagero por la parecentisis. Cuando forma una parte de la general es sus- ceptible de la curación, cuando lo son otras especies de este genero; y es claro que pa- ra conseguirla se deben usar los mismos me- dios que en la general. Sucede acompañarla diarrea, y entonces no se puede dar liberalmen- te purgantes como se acostumbra usarlos en la anasarca, por consiguiente casi del todo se nsa de los diuréticos. La paracentesis solo tiene lu- gar cuando los demás remedios se han usado con provecho y se cree por este medio el com- pleto alivio, pues es difícil determinar su ad- ministración. Raquitis. Según su naturaleza pertenece á las enfer- medades linfáticas en todas edades, especialmen- te en la infancia, en tiempo de la primera den- tision, Síntomas. El defecto de acrecentamiento del cuerpo que parece no muda de tamaño, la ca- beza moy gruido y blanda, cuyas suturas dis- tan mucho unas de otras, la frente protuberan- te y ancha, las mejillas aunque de buena co- lor están moles y flaccidas, la dentición tarda, di- íici! y de nial 'color, el cuello delgado y las mas veces largo, de modo que apenas pueden sostener la cabeza por su escesivo peso, las ve- nas yugulares estendijas, percíbese con la vis- ta la pulsación de las carótidas pinto á un en- torpecimiento, soñolencia, ludrocefalo, y no po- cas veces las convulsiones. Cuando estos síntomas capitales í'dtan, es señal que ha hecho su prin- cipal tiro á. los demás huesos; en este caso el ingenio está muy adelantado, y las demás facul- tades del alma. Está muy viciada la estructura «del pecho. El esternón está va elevado, ya de* preso de lo regular: mal encorvadas las costillas, cuyas estremídades es tan tuberosas y nudosas, como la de las claviculas: la espina dorsal pa- dece igualmente vanas inflecciones ó corvadu- ras y se entumece: escápulas elevadas, toses, ca- tarros, sofocaciones, y frecuentemente la tisis en la flor de su edad. Si se ecsaminan las demás partes, se verá el hígado grande, intestinos dis- tendidos, glándulas hinchadas, epifices y huesos de las estremídades inferiores se encorvan de- maciado: á io dicho la voracidad y con el tiem- po las parálisis parciales. Calentura lenta noc- turna alterada tuda vez mas hasta la muerte, des- pués de la cual consarva el cuerpo su molicie y flaccidez. Divídese en adquirida, hereditaria, connafa y endémica. Las causas procatarticas y procsi- mas. Primera sobresalen aquellas que debilitan mucho el sistema tónico y residen en los pa- dres endebles, libidinosos, acabados en el dema- siadouso que hizo la madre de la veuns durante el tiempo de la preñez, bebidas acuosas y dema- siada ociosidad, coadyuva el tener las amas nu- tricias su evacuación menstrual acostumbrada, v aquellas cuya leche es muy cerosa é impro- pia á la nutrición: mal olor ciencias y dientes, deticion dificil, constitución húmeda del aire, el sitio pantanoso, comidas arinosas no fermen- tadas, el uso constante del agua caliente. Curación. Habitación seca partí que las maas estén bien constituidas, moderado ejercí río corpo- ral, buenos alimentos vino, limpieza, tónicos, qui- 427 fta, hierro, serpentaria, magsecia blanea, qu« puede mezclarse con quina v ruibarbo, opiata compuesta, azafrán marcial, quina, jabón, tierra foliada de tártaro y canela, es debida propor- ción, dicen que dá" firmeza á los huesos, baños fríos corroborantes, friegas franeladas, aguas es- pirituosas, baños universales de quina, romero, espliego, y por último los cauterios actuales. Car- rillo y González ocosturnbran aplicar sobre la espina dorsal el moesa con buen écsito, lo que corrobora igualmente mi practica. Hictericia. Toda superficie del cutis que reviste el cuer- po y principalmente la cornea tienen su color pajizo. Se produce por diversas causas; pero aqui es una porción de bilis que ecsiste en la maza de la sangre. Es necesario saber que la bilis no ecsiste en U sangre bajo la forma que les es particular y que no la adquiere sino cuando ha pasado por el hígado que es su se- cretorio, por consiguiente no puede verse en la superficie ó producir la hictericia en los casos que su secreción está interrumpida; y asi se verifica cuando se ha hecho y ha refluido á los vasos sanguíneos. Sucede de "dos modos: prime- ro, interrumpiéndose la escrecion de bilis, ó su paso al duodeno, y acumulándose en los vasos biliarios, desde donde puede ir á los sauguíneos: segundo, estando libres los biliarios la absor- ción se puede hacer en el canal alimenticio, siena- 428 pre que en este se haya acumulado una gran cantidad, sin embargo casi es raro. Su escrecion ó su paso al duodeno, se veri- fica por diversas causas, tales son un calculo en el conducto colidoco, un espasmo afectador de estas mismas partes, tumores de partes circun- vecinas que la comprimen, inflamaciones hepáti- cas, ds restantes como simpáticas. La calculosa trae dolor agudo en la región epigástrica, au- mentándose después de comer aun por algunos dias antes de verse lo pajizo, y en la que se ven concresiones biliares en los escrementos. En la espasmodica no hay dolor, resultado de las enfermedades del hígado: hay tres variedades de esta: hepática por ia inflamación del hígado ca- racterizada por todos los síntomas de la hepa- titis: por ostrnccion ó scirro del hígado: puru- lenta que viene en casos de vómica ó abceso del hígado, precedida de inflamación que sigue calentura lenta hética, estenuacion y muerte. La de las preñadas es durante el embarazo, y de- pende del retardo del movimiento que sufre la sangre en el sistema de la vena porta, que es- tando los vasos llenos comprimen los conductos biliarios. La de niños es poco tiempo después 429 de su nacimiento y es por el meconio acumu- lado en los intestinos ó errores en el régimen. La bilis cuva secreción se ha hecho, debe cuan- do ecsiste alguna de estas circunstancias acu- mularse en los conductos biliaries, de donde de- be absorver y encaminar por los linfáticos a la masa de la sangre, ó refluir en los mismos y pasa después directamente á la vena caba as- cendente: de uno ó de otro modo se derrama en la masa de la sangre, desde allí pasa por cada ecsalante y produce la hictencia: resta de- cir que siempre está unida á otros síntomas particulares como la blancura de los escremen- tos fácil de esplicar por falta de bilis en los intestinos. Hay dureza ó consistencia de loses- crementos de v no fácil de selir. Las orinas tienen colorpajizo ó tiñen el lienzo de amarillo; la acom- pañan perennemente, comunmente hay dolor en el epigastrio que corresponde al lugar del colidoco: frecuentemente hay vómitos, y algu- na vez sin dolor especial. Éo los casos que el dolor es violento, hay pulso frecuente, lleno y duro con algo de pirecsia. Hay sensación de peso en el higado ó estómago, falta de ape- tito y las fuerzas, abatimiento de animo, lengua arnarilla, boca amarga, respiración dificil, sed, comezón de algunas partes ó de todo el cuer- po, y una,especie de tos convulsiva. Curado*. Es rara. Cuando sigue á otras en- fermedades, especialmente si manifestaban obs- trucción de entrañas, se puede creer probable- mente tumores circunvecinos, entonces es incu- rable, y solo cuando reconoce coucresiones que 430 obstruyen el conducto colidoco, espasmo &c. fa- voreciendo la espulsion de las concresiones, es* citando los intestinos y estos la acción de los vasos biliarios por los purgantes, especialmente el ruibarbo, tizana anticolica Matritense, sal ca- tártica &c. En la acompañada de dolores, re- daños, fomentos y aun los untos: cáusticos al epigastrio y opio con baños tibios, miel para reanimar la acción del jugo gástrico en el ca- nal intestinal, que las mas veces está debilita- da, cuando ha subsistido largo tiempo, favore- ciendo todas lasescresiones por medio de las frie- gas, ejercicio &c. y el combrillo partido y oli- do porque le sigue le evacuación serosa. Escorbuto. Hablamos del pútrido que acomete á los marinos, y á los que guarnecen las plazas que carecen de carnes saludables, vegetales frescos, vino y otras bebidas corroborantes, aire hume- do sin vestidos á proposito para defenderse. Se caracteriza en su primer periodo por un rostro pálido, con tez de color amoratado mas é menos subido, cansancio general y debilidad al menor movimiento, dificultad de respirar, ru- i bicundez é* hinchazón de las encias, de las que sale sangre al mas leve rose; manchas colora- das, azuladas y amoratadas en los miembros &c. En el segundo periodo se pierde el uso de los miembros, hay contracciones de los músculos délas pantorr illas y alguna vez hinchazón monstruosa 431 de las mismas estremidadés Con grandes equi- mosis mas ó menos amoratados, sincopes fre- cuentes al menor movimiento y á veces solo con esponerse al aire fresco, propenssion á he- morragias copiosas por las narices, encias, intes- tinos, puimones, encias ungosas con dolo- res fuertes, amoratadas, olor muy fétido, ecsul- ceraciones mas ó menos dolorosas en las estre- midadés inferiores ó simples dureza, del teji- do celular. En el tercer periodo ulceras sór- didas, fungosas en las estremidadés; algunas ve- ces calentura pútrida con sudores fétidos, pete- qnias y hemorragias copiosas por cámaras, ori- nas, pulmones y narices, todos los horrores de la hipocondría y del abatimiento mas profondo, opresión suma é hidropesía de pecho, y algu- nas veces ascitis. Curación. Viages marítimos, aires saludables, vegetales frescos, verduras y enzaladas, accidos, manzanas, limones y naranjas, cerveza, cidra, vi- no &c. Curación local tocar las úlceras con ac- cielo muriatíco diluido, paños impregnados de vapores aromáticos, friegas para las edemas é hinchazones: asi en esta como en todas las demás crónicas es poderosa la influen- cia de las pasiones alegres, ejerció corporal &c. Elefantiasis. Se ha dicho asi porque la cutis está apre- tada, arrugada, áspera, untuosa y sin pelo, las estremidadés insensibles, salen tubérculos en la cara y la voz se ronquece. Parece que reside el ... 432 principio en las entrañas del vientre inferior, si no se muestra esto cuando el higado y el vaso han padecido ya mucho, la cara se pone de un color encarnado obscuro, ojos relucien- tes y estrechados por la contracción de los par- pados, respiración dificil, cutis unas veces en- cendida, otras blanca y con frecuencia negra, las venas de la cara y pecho se enzanchan bas- tante, el sudor y aliento huelen mal, tristeza, sofocación: mientras el sueño vienen diferentes tumores, duros, ásperos y escabrosos en todo el cueipo, el hueco que dejan se hiede y grietea, después todo el cuerpo se hincha igual, los pe- los se caen, y se ponen blancos los que quedan: se ven grietas en la cabeza, profundas y aspe- ras: los tumores duros se levantan en punta, su estremidad las mas veces es blanca, y su baso de color verdoso, pulso pequeño, lento y obs- curo, se forman en la lengua tuberculillos du- ros, el medio de las mejillas está ligeramente encendido, las cejas están privadas de pelo, muy sobresalientes y atraillas acia abajo por su mis- mo peso: las narices están singularmente dila- tadas por tumores negros: las orejas adquieren un tamaño estraordinario, la dificultad en la res- piración se aumenta con la enfermedad y los tumores se mudan en úlceras fétidas: alguna vez se corroe la ternilla de la nariz y la mis- ma nariz se cae del mismo modo que las es- tremidadés y las partes de la generación; en fin la muerte no acaba los tormentos crueles que padecen los infelices basta que se han mu- 433 filado y desgarrado á pedazos. Esta es la ver- dadera) pues las otras de Sawagcs conocidas ba- jo los nombres de Alopesiana, Leoenca &c. no son mas que unos síntomas variados de esta misma. Curación. En su mas alto grado apenas se alivia si no es por los estimulantes, por un ré- gimen propio para favorecer ¡a escrecion cutá- nea, legumbres, carnes saludables, cangrejos, ga- lápagos, leche y cocimiento de cebada y abe- na, infusión de vedra terrestre y verónica: vi- no añejo y ejercicio, porque los enfermos pro- penden á la inacción: baños emolientes y un poco aromáticos, después de agua de mar ó termales, los de vapor y el cocimiento de^ le- ños sudoríficos, tintura antimoniada, á las úlce- ras tópicos anticepticos, tintura de mirra, ací- bar, succino &c. el mercurio es perjudicial acia el fin de la curación y cuando se trata solo de resolver los tubérculos se emplearán ungüen- tos de mediana actividad, como el de enula cam- pana, altea ó estoraque, y después disoluciones mas detersivas, v. g. aguardiente, legia de po- tasa y muriato amoniacal mezclados. Tricoma, plica ó polaca. Es una enfermedad en la que los cabe- llos se ponen mas gordos que lo acostumbrado, se aglutinan, mezclan y forman cordones y nu- dos que no se pueden desatar ni desenredar, es contagiosa. Hay dos especies: primera, cir- rona llamada vulgarmente en cordones ó ma- 434 cho: segunda, nriloma ó hembra. La primera es mas común y menos funesta: los cabellos Cr- ían enredados y aglutinados formando largos cordones: ¡n«lica su invacion, palidez del rostro, debilidad producida por la relajación de las conjuntivas, dolores de cabeza, miembros, prin- cipalmente en las articulaciones, se junta el zum- bido de oídos, convulsiones, contracción de los miembros, raquitis complicada con la fragilidad de los huesos. Cuando llega á su mas alto pe- río do, se caen los cabellos pira volver á nacer de nuevo: ha