&fetó W 600 qF954a 1873 28331610R NLfl DSllSTññ 7 k. . ^ Vi SURGEON GENERAL'S OFFICE Section, - 1-JÍV V..- * NLM051159887 rlsn. >\ * ***• V c APUNTES SOBRE EXHUMACIONES Y AUTOPSIAS MODELOS DE RECONOCIMIENTOS MEDICO LEGALES POR fHctmtcl % iu entes. ¿:. 2 ¿tffi2> j ñ o . 2 AL Sr. Dr. D. Manuel Odriozola, En muestra de paternal cariño, SU AMIGO JW.ANUEL p.. ^UENTES. Lima — 1873, t Al terminar un formulario de juicios destinado á los jueces de paz, me propuse completarlo con algunos apuntes médico-legales para los casos en que aquellos funcionarios tienen que ocuparse de la formación de sumarios criminales á consecuencia de graves delitos. Desde luego se me presentaba un invencible embarazo. Los términos de una ciencia, y muy especialmente en su parte mas deli- cada, son incomprensibles para los hombres del to- do estraños á ellos; por consiguiente, de nada iban á servir esos apuntes y modelos á los curanderos y empíricos á cuyas manos llegaran, ó quizás produ- cirían los daños que los libros de medicina case- ra ocasionan cuando personas ignorantes y sin cri- terio los adoptan como única guia en sus enferme- dades, ó en las de su familia. La propia naturaleza del asunto se negaba ade- mas á ser tratada de un modo harto somero, por que es imposible ocuparse de materias serias y de puntos delicados, sin indicar, á lo menos, lo esen- cial de ellas. Así, pues, este libro, no destinado ya á los hom- bres que nada sepan de medicina, no lo es tampo- co para los profesores cuya práctica, estudio y ciencia les han suministrado estensos conoci- mientos en la materia; pero creemos, y ojalá no nos ciegue el amor al propio trabajo, que no será del todo inútil para los jueces, para los estudian- tes de medicina y para los médicos de provincia, en donde la escasez de hechos puede ser causa de VI. que aun no posean experiencia en muchos de estos que de cuando en cuando pudieran presentárseles. Es un error creer que el juez debe tener tran- quila la conciencia cuando hace descansar su fallo en la opinión de peritos profesionales; porque en todo el mundo se ofrecen ejemplos de que no todo el que ha obtenido un diploma, ha logrado con él alcanzar la ciencia necesaria en la profesión, fruto que se recoje mas tarde con el trabajo, con el amor á la ciencia y con la constancia de perseguir dia á dia su adelantamiento y su progreso. Médicos que á mas de su falibilidad como hombres, reúnen la falibilidad hija de la ignorancia y del mal crite- rio, se encuentran en todas las naciones, y no pue- de asentarse como principio que basta en todo ca- so la opinión de estos ignorantes patentados, para fallar sobre el estado civil, el honor y la vida de los hombres. Falta pues en nuestra legislación serios precep- tos sobre puntos de tan alta trascendencia social; los estudios serios de anatomía y medicina legal, deben exijirse á todos los abogados que quieran dedicarse á la nobilísima carrera de la magistratu- ra judicial. Así no serian víctimas de los errores de los médicos, ni cómplices de los funestos re- sultados á que esos errores pueden conducir. La legislación criminal y una parte de la civil, tienen que descansar casi totalmente sobre la me- dicina. El médico legista debe estar al corriente de muchas leyes, y el juez al corriente de algunos principios médicos. Lo contrario es dejar en peli- gro los mas caros intereses sociales. Si un juez de los no muy aventajados, tiene que dejarse llevar de un médico que se encuentra en igual caso, ten- dremos á un ciego conduciendo á otro ciego, y ambos llevando al precipicio al desgraciado que cavera entre sus manos. Lima, Julio de 187^. CAPITULO PKIMERO. Exposiciones de cadáveres. No vamos á ocuparnos de las exposiciones que se acostumbra hacer de los cuerpos embalsamados de los grandes dignatarios del Estado, sea en los palacios ó sea en los templos ó capillas ardientes. Nuestro objeto es tratar de los cadáveres que se en- cuentren en los caminos públicos, en las calles ó en las habitaciones y cuya identidad personal no puede des- de luego comprobarse por ser desconocidos. Esta ex- posición debe tener lugar, ya sea la muerte debida á una causa natural, para determinar el estado civil de la persona y para los efectos de la sucesión de bienes, ¿t., ya sea el resultado de causas violentas, para escla- recer esas causas y perseguir al criminal ó criminales. Nada encontramos en nuestra legislación referente á estos delicados puntos; la ley no determina ni el tiem- po, ni el lugar, ni las formalidades de la exposición, y ese defecto puede, mas de una vez, ser causa, de que el crimen quede para siempre oculto á los ojos de la jus- ticia. No sin escándalo se ve en los cuadros diarios de in- humac'ones, que publican nuestros periódicos, que en ellos se menciona tres ó cuatro cadáveres expuestos en las puerfs del Cementerio General; que esos cadáveres son en su .nayor parte de párvulos, que son recoji&os sin formalidad alguna y echados á la huesa, como si fueran animales, sepultando, á no dudarlo, muchas víc- timas de criminales infanticidios. Todos los pueblos del mundo á poco que hayan al- canzado cierto grado de civilización, no se desprenden — 8 — san fácilmente del hombre á quien la tierra llama á su teño. La sociedad, cual madre de los seres que la for- man, se apodera del hombre desde el momento mismo que se le presenta; niño recien nacido, lo coloca en un registro relacionando las condiciones civiles en que viene al mundo, abriéndole la primer página de su histo- ria social; niño, lo busca en los colegios y casas de ins- ruccion; adulto, lo hace figurar en el catálogo de los ciu- dadanos, de los hombres científicos, empleados, artis- tas, jornaleros, &., é investiga su cambio de situación en sus relaciones de familia; enfermo, lo visita en su le- cho; rico, lo considera entre los contribuyentes del esta- do; pobre, lo lleva á los hospicios y establecimientos erijidoa por la caridad; muerto, en fin, lo pasa á los re- gistros de los que fueron y dejaron derechos á los que le sobreviven. No es fácil, pues, comprender como, si en algunos ra- mos , nos esforzamos por llegar al grado de cultura de los pueblos europeos, en otros, quizás mas importantes, queremos permanecer estacionarios, sin que lejislado- res, gobiernos ni ciudadanos se preocupen de llenar cier- tos vacíos de grave consideración en nuestras legisla- ciones civil y criminal. Desde luego se comprende que la exposición de un cadáver debe hacerse en un sitio público; que debe ha- ber en él personas encargadas por la autoridad de po- licía ó judicial, de presentar ante ella al individuo ó in- dividuos que manifiesten conocer dicho cadáver y que la exposición debe durar tanto tiempo cuanto sea ne- cesario para que pueda tener lugar ese reconocimiento. Esta última circunstancia, combatida por la necesi- dad de practicar oportunamente la autopsia jurídica, en los casos necesarios, y por la de evitar los efectos de la descomposición pútrida, engendra la de recurrir al embalsamamiento, en el acto mismo de haberse termi- nado la autopsia, Merced á este procedimiento pudo comprobarse en la Morgue [1J de Paris, la identidad personal de un niño, al cabo de los tres meses de encon- trado su cadáver. En los casos de invención de cadáveres desconocidos, nos veríamos precisados á exponerlos como se exponía 0 ] Casa en donde se exponen los cadáveres. — 9 — antes los de los malhechores, en las plazas públicas; es- pectáculo repugnantísimo, y sin provechosos resulta- dos, desde que al cabo de poco tiempo tendrían que ser levantados para pasar á manos de los facultativos. Urgente se hace pues pensar en organizar una casa mortuoria en la cual podría establecerse un depósito de cadáveres para evitar las inhumaciones prematuras, (véase inhumacionesJ, pabellón para autopsias y embal- samamientos, y una sala para exponer los cadáveres embalsamados. El respeto á la vida humana, las exijencías de la jus- ticia, la higiene y el adelanto mismo de las ciencias aconsejan no desoír estas indicaciones. Imitemos en- horabuena á los países cultos en cuanto nos sea posi- ble; pero dirijamos de preferencia nuestros esfuerzos de imitación hacia aquellas instituciones mas íntima- mente ligadas con la vida del hombre y con la perse- cución del crimen. CAPITULO SEGUNDO. Embalsamamientos. Dase el nombre de embalsamamiento á una opera- ción cuyo objeto es preservar los cadáveres de la des- composición pútrida que sufren todos los cuerpos orga- nizados que carecen de vida. Esta operación remonta á una muy alta antigüedad. En Egipto, según Herodoto, había personas encargadas, por la ley, de practicar los embalsamamientos, presentando á los interesados tres modelos de diferentes precios. De entonces acá la ciencia, cuyas luces se han difun- dido prodigiosamente, no ha permanecido estacionaria con respecto á esta materia y á favor de sus adelantos se ha llegado á alcanzar que los cadáveres embalsamados manifiesten la integridad de todos sus órganos, la es- presion de sus facciones y que en vez del repugnante aspecto que le imprimieran las mutilaciones y cortes, presenten hoy el apacible de un tranquilo sueño. (A) EMBALSAMAMIENTOS CIVILES. El amor que profesamos á ciertas personas y que la muerte misma no basta á extinguir, inspira á las fauíi- — 10 — lías el deseo de conservar los restos de la persona ama- da sustrayéndolos á la descomposición y destrucción absoluta de las partes blandas, presa de la voracidad de esos abundantes hijos y moradores de las tumbas. Los trabajos hechos por distinguidos médicos y quí- micos europeos y en especial por Chaussier, Baudet, Gannal, Dupré y Sucquet, han producido, en esta ma- teria, resultados que bastan á satisfacer á la persona mas desconten fcadiza. Los procedimientos actuales alcanzan hasta quitar al cadáver ese color especial del rostro alterado ade- mas por las sustancias áutes empleadas para su conser- vación. Como nuestro propósito no es sino limitarnos á lo que tiene relación con la medicina legal, no entraremos en detalles sobre el modo de practicar los embalsama- mientos civiles. (B) EMBALSAMAMIENTOS JURÍDICOS. Si se trata de embalsamar un cadáver con el objeto de comprobar la identidad de la persona, no hay para que emplear las muchas precauciones que exijen los embalsamamientos civiles; el modo de proceder es, en el caso de que tratamos, enteramente opuesto. El embalsamamiento tiene que hacerse después de la necroscopia y por lo mismo, casi siempre después de haber abierto las cavidades, lo cual hace mucho mas fácil el empleo délas sustancias conservadoras y su aplicación cómoda ó inmediata en las entrañas. No debe, por eso, evitarse, para la conservación de los miembros y para no desfigurar la cara, las inyecciones del líquido conservador practicadas sea por las arterias carótidas primitivas ó sea por la arteria crural. La misma variedad de opiniones que, durante mu- chos años, ha existido con respecto al método de em- balsamar, ha reinado en cuanto á las sustancias con- servadoras que han alcanzado sus períodos mas ó me- nos duraderos de boga. Los descubrimientos de Gan- nal que, en justicia sea dicho, fueron antes que suyos del médico italiano Tranchino, se presentaron á la aca- demia de medicina de Paris como la última expresión del perfeccionamiento. Un hecho sobre el cual no cabía ulterior discusión demostró que aun no se habia alean- — li- rado esa perfección y que por el contrario el líquido conservador de Gaunal debia proscribirse del todo, co- mo contrario á las disposiciones vigentes sobre embal- samamientos. En efecto, la ley francesa prohibe el embalsama- miento por medio del arsénico, como medio conserva- dor, temiendo con justicia, y deseando precaver que en los casos de envenenamiento por esa sustancia, si fue- ra necesario hacer una autopsia después de inhumado el cadáver, fuese imposible descubrir la verdad. En 1847, los doctores Orfila, Blandin, Caventou y Paiseville presentaron un informe á la academia, des- pués de minuciosos exámenes de cadáveres enteros y de diversos órganos embalsamados por Gannal, Dupré y Sucquet, cuyas conclusiones fuerou: Io Que el líquido empleado por Gannal,hecho con sa- les de albúmina, no daba lugar á una conservación in- definida sin la adición de una preparación arsenical; 2o Que la mezcla de ácido sulfuroso y carbónico pro- puesto por el Dr. Dupré no parecía aparente para re- tardar la putrefacción del cadáver; y 3o Que el líquido de cloruro de zinc empleado por el Dr. Sucquet no contenia arsénico, y producía una con- servación tan perfecta que no dejaba nada que desear. Inútil es decir que en los casos de embalsamamien- tos jurídicos, llenado el objeto de comprobar la identi- dad , puede procederse á la inhumación sin las precau- ciones de echar en la caja sustancias conservadoras ni ele que las cajas sean tres, una de ellas de zinc, CAPITULO TERCERO. Inhumaciones, Un gran vacío se nota en nuestra legislación. Ni los Códigos ni los reglamentos de Policía contienen pres- cripciones relativas al delicado punto de las inhuma- ciones. "Solo en los países , dice el doctor Mata, donde reine uun completo descuido , por parte del Gobierno , sobre "tan importante punto de la administración, podrá de- "jar de ejercerse la debida vigilancia de los difuntos." Un artículo del reglamento de Policía de Lima, orde- — 12 — na que no se dé sepultura á ningún cadáver antes de veinticuatro horas de la muerte. Esta simple indicación no puedo bastar para evitar las inhumaciones de personas aún vivas, á quienes algu- nos accidentes ó enfermedades colocan en un estado de muerte aparente ; ni mucho menos para reconocer los casos en que el sepulcro se abre para cubrir á la vícti- ma de un crimen. El entierro de las personas que han fallecido, por efecto de alguna enfermedad, no debe verificarse sin intervención de los médicos, aún cuando no sea sino pa- ra tener una certificación de que la muerte es positiva, y de que puede darse sepultura al cadáver. Con mucha mas razón se necesita la concurrencia del médico , si la muerte ha sido violenta ó causada, por ejemplo, por una herida, por una asfixia ó por un envenenamiento. Hay tres grandes motivos que reducen á una necesi- dad la vigilancia del gobierno con respecto á las inhu- maciones: Io Haciendo constar en un registro general todas las defunciones, se tiene siempre una seguridad ó garantía para proceder en ciertas cuestiones civiles , como viu- dez, paternidad y sucesiones testamentarias. 2o Cuando la autoridad vigila á los que mueren y se asegura déla realidad de la muerte, puede descubrir las víctimas de un atentado cometido en las sombras de la astucia y del secreto. El reconocimiento necesario para certificar la realidad de la muerte, dá lugar á averiguar si estaba sido natural ó violenta. 3o Por último, cuidando la administración de que no se entierro á nadie, sin que la muerte conste de un mo- do auténtico y oficial, se evita la horrible contingencia de que sea enterrada viva alguna persona. El enterrar á un deudo muerto no es un hecho de la exclusiva incumbencia de la familia; la administración debe hacerse cargo de ese hecho, y anotarlo, con todos sus pormenores, en un registro. El individuo que desa- parece del mundo estaba natural, social , y civilmente relacionado en él; la muerte rompe esas relaciones, y es indispensable que así conste de un modo auténtico, pa- ra la satisfacción de ciertas necesidades civiles que pue- den ocurrir en lo posterior, ya sea á los mismos deudos ó sus descendientes, ya á otros sugetos que pudiesen ha- ber estado en relación de intereses con el difunto. Toda — 13 — buena administración está, pues , obligada á saber el dia, hora, lugar y causa de una muerte, y á documentar ese hecho de un modo formal, para que no se deslice algún fraude. Los artículos 415 á 453 de nuestro Código civil dispo- nen la organización de registros del estado civil en que deben inscribirse , bajo ciertas formalidades, ios naci- mientos , matrimonios y defunciones . Aunque ningún serio inconveniente ha podido oponerse al cumplimien- to de esa ley bienhechora , que contiene los fraudes y abusos que , á ciencia y con escándalo de todos, se co- meten en los libros parroquiales , con daño cierto del estado civil de las personas, causas, que no son del caso indicar en este libro, han hecho que, hasta el día, aque- lla ley sea una letra muerta, sin aplicación alguna. La organización de esos libros y el de un servicio mé- dico de policía, regularmente organizado, llenarían los tres saludables objetos que hemos ya indicado. El reconocimiento oficial del cadáver no puede, bajo una buena administración, confiarse al médico de la fa- milia. Felizmente, para honra de la profesión, los ana- les del crimen registran pocos casos en que los médicos se hayan hecho cómplices de asesinatos y envenena- mientos; sin embargo algunos hay, pues es de notarse que el módico es un hombre de quien pueden apoderar- se las malas pasiones, y á quien el interés, así como la miseria y la debilidad, puede arrastrar al crimen. Ahora pocos años hemos visto la célebre causa seguida al doc- tor de La-Pommerais, reo convicto del envenenamiento de su concubina, siendo el móvil de ese crimen el deseo de hacer efectiva una póliza de seguros sobre la vida de la inocente víctima. Nada mas fácil que los asesinatos encubiertos, cuan- do falta la debida vigilancia de las autoridades, en las inhumaciones. Una estrangulación, un envenenamiento, una her'da con arma perforíinte muy aguda, se cometen con la mayor facilidad,y pueden hacerse pasar por muer- tes súbitas ó producidas por una enfermedad de curso rajado las provenientes de aquellas causas. Viejos y ni- ños, sobre todo recien nacidos , mugeres que estorban á sus maridos; maridos víctimas de cónyuges adúlteras, todos esos casos son mas frecuentes de lo que se supo- ne, aún cuando los médicos no sean cómplices en ellos. La negligencia de la autoridad no puede impedir esos — 14 — crímenes; por el contrario, los protege y los hace fáciles é impunes. Por último, esa falta de vigilancia que abandona á las familias el cuidado de amortajar á los difuntos y enterrarlos cuando les parece bien , dá lugar á que no pocos sean enterrados vivos; idea horrible que hace es- tremecer al hombre. Brubier, en su tratado sobre la in- certidumbre de los signos déla muerte, reunió 181 casos entre los cuales figuran: 82 individuos enterrados vivos; 4 abiertos por cirujanos antes de morir; 53 vueltos es- pontáneamente á la vida, después de estar en el ataúd, y 72 reputados por muertos sin estarlo en realidad. En la obra de Barnales hay citados, con profusión, casos de muerte aparente y de entierros de personas vi- vas. Las cuestiones á que dá lugar la inhumación pueden reducirse á tres: Ia Declarar si un individuo está realmente muerto. 2a Dado un individuo muerto súbitamente, declarar de qué ha muerto ó cómo ha muerto. 3a Declarar desde cuando data la muerte de nn in- dividuo. CAPITULO CUARTO. Exhumaciones. Gran número de ejemplos demuestran la importancia y la necesidad de las exhumaciones jurídicas . Los mé- dicos á quienes se haga tal encargo no deben asustarse con la narración de las enfermedades ó accidentes que se atribuyen á las exhalaciones de los cadáveres exhu- mados, [1] siempre que se adopten las precauciones que mas adelante indicaremos. En materia de exhumaciones no existen tampoco en nuestros Códigos todas las disposiciones necesarias. Se- gún las antiguas leyes españolas, el juez civil debia di- rigirse á la autoridad eclesiástica solicitando permiso parala exhumación; [2] si ésta lo concedía, desde luego, se procedía á la operación; pero en los casos de negación ó de demora en la concesión del permiso, era necesario recurrir al Tribunal superior. [J] Ramazzini , p. 205, 1777.—Vicq' d'Azyr—Ensayo so* bre los lugares y peligros de las sepulturas. [2] Artículo^ Cód. Penal. — 15 — Los inconvenientes de ese sistema, casi semejante al que, en otro tiempo se observara en Francia, han sido manifestados por varios médicos legistas, y no es difícil apreciarlos desde que es sabido que las alteraciones ca- davéricas , producidas por la descomposición pútrida, pueden, en ciertos casos , borrar las huellas del crimen que se intente comprobar. En Francia se ha adoptado el principio de que basta el requerimiento del fiscal ó de un juez instructor para que se verifique la exhumación, pues si no fuera hecha por orden judicial , se reportaría como violación de se- pultura según el articulo 360 del Código Penal. Esta disposición es conforme con la contenida en el artículo 100 de nuestro Código Penal que dispone "que el que "exhume cadáveres para mutilarlos ó profanarlos de "cualquiera otra manera, sufrirá cárcel en primer grado, "si llega á consumar la mutilación ó profanación ; y si "no, arresto mayor en cuarto grado." "Si la exhumación "se verifica con cualquiera otro fin, sin licencia de la "autoridad, se impondrá arresto mayor en primer gra- "do." La exhumación debe hacerse en presencia de la auto- ridad que la ordena , debiendo examinarse cuidadosa- mente el lugar de la sepultura y todos los indicios que pueden contribuir á comprobar la identidad. En todas partes, han ofrecido esas investigaciones se- rias dificultades por el desorden en los registros que deben llevarse en los cementerios; y esas dificultades naturalmente son mayores en los casos en que algunos cadáveres se sepulten, como entre nosotros, en una fosa común. El doctor Bayard propuso, en un trabajo publi- cado en 1836, [1] y que se adoptó en Paris, el medio de clavar una plaoa de plomo, en el ataúd, con un número de orden correspondiente al del registro. Fácilmente se comprende toda la utilidad de ese nuevo signo de iden- tidad en los casos de exhumación judicial. Aplicar ese medio á los cadáveres sepultados en ni- chos temporales ó perpétuos,no ofrece dificultad alguna, ni creemos que la ofrezca grande el de poner la placa atada al cuerpo de los que se inhuman sin cajón. Las cuestiones de exhumación é inhumación son, co- mo lo acabamos de indicar, de una importancia mas ele- [1] Memoria sobre la policía de los cementerios. — 16 - vadadelo que regularmente se cree; ellas tienen grande influencia en el estado civil de las personas , en el des- cubrimiento de muchos crímenes y evitan, por fin , que los hombres puedan bajar al sepulcro cuando los recur- sos del arte no eran todavía impotentes para volverlos á la vida. Tanta ha sido la atención que en los pueblos cultos, y especialmente en Alemania, se ha prestado á esta mate- ria que en este último Estado se organizaron casas mor- tuorias dirigidas por profesores de medicina, en las cua- les se depositaban los cadáveres en celdas, acostados en planos movedizos , y atándoles en las extremidades su- periores é inferiores , cuerdas que correspondiesen á campanillas que sonaran al menor movimiento de un miembro. En esas celdas permanecían los cadáveres has- ta que se manifestara la putrefacción, único signo segu- ro de la muerte real. Nuestro actual Código de Enjuiciamientos en materia penal, [1| dispone que en los delitos de homicidio, si el reconocimiento del cadáver no se hubiese practicado an- tes de sepultarlo, so exhume y compruebe su identidad, dándose aviso previo á la autoridad eclesiástica. Como se vé, ese anuncio parece de pura cortesía, pues no tie- ne por objeto solicitar licencia para el acto. [A] EXHUMACIONES CIVILES. Las exhumaciones civiles tienen por objeto trasladar uno ó mas cadáveres de un lugar á otro. No intervienen en ellas los jueces, y como no pueden verificarse sino después del tiempo que los reglamentos de policía determinen, pocas ó ningunas son las precau- ciones higiénicas que exigen. Cuando haya que exhumar gran número de cadáveres, como en los casos de traslación de cementerios, la pru- dencia aconseja que no se proceda sino sucesivamente para que las emanaciones pútridas que cada ataúd ar- roje, no vicie la atmósfera con daño do las personas que intervienen en la operación. Si en caso necesario ó urgente se hubiese de practi- car la exhumación, por cansa de traslación de sepultura, de un cadáver en estado de putrefacción se emplearán las precauciones indicadas mas adelante. [1] Artículos 53 y 54. — 17 — [B] EXHUMACIONES JURÍDICAS. Si el cadáver que debe exhumarse, atendido el tiempo corrido desde la inhumación, debe ya encontrarse en es- tado de putrefacción, se adoptarán las siguientes reglas: Ia No estar en ayunas; beber, por lo menos, un poco de vino ó licor suave. 2a Hacer la exhumación , en verano , al amanecer , y en invierno, por la mañana, de las diez en adelante. 3a Proveerse de esponjas, toballas, agua en abundan- cia, tres ó cuatro libras de cloruro de calcio sólido, una libra del mismo cloruro en dos cubos de agua bien mez- clado con esta. 4a Tener preparada una mesa de disecar, si se puede, ú otra cualquiera de forma lo mas aproximada, colocán- dola en el lugar mas alto y ventilado que sea posible. 5a Mandar sacar la tierra de la huesa que se escava con prontitud, y hacerla llevar á paraje lejano y venti- lado; y, cuando se descubra el ataúd ó los despojos que se buscan , se esparce por encima una libra de cloruro en polvo, con lo cual es posible á los sepultureros ó tra- bajadores atar ese ataúd ó esos despojos cuando hay necesidad de sacarlos de huesas ó tumbas profundas. ; 6a Se hace abrir el ataúd, al lado mismo de la sepul- tura, luego que se haya sacado de ella y se deja expues- to por algún rato al aire libre. En el acto de abrir el ataúd, se tendrá cuidado de que no salga, á un mismo tiempo, gran cantidad de gas. Para ello, es preciso evi- tar que, con el pico ó instrumento empleado se golpee ó hiera al cadáver, cuando se levanta el ataúd, y cuando se quita la tierra que tenga el cadáver sepultado sin cajón. La rotura del abdomen (vientre), si el cadáver se halla en estado de putrefacción gaseosa, podría dar lu- gar ala salida súbita de grande cantidad de gases me- fíticos y producir la asfixia y envenenamiento del se- pulturero. 7a Se coloca el cadáver en la mesa y se echa al rede- dor de él media libra de cloruro en polvo. 8a Pro cédese , en fin , á la autopsia , lavándose con frecuencia las manos en cloruro líquido , teniendo cui- dado de colocarse para maniobrar en punto que no esté contra la corriente de aire. En los casos en que, después de algunos años, fuese preciso exhumar un cadáver que, por el número de aque- 2 — 18 — líos, se suponga ya reducido á esqueleto, se observarán las siguientes reglas: Ia Las precauciones higiénicas establecidas para las demás exhumaciones, aun cuando no deban descuidar- se del todo, en especial si el cadáver está sepultado en alguna tumba, no son necesarias por punto general en el caso de que se trata. 2a Si el cadáver ha sido enterrado en el suelo, no de- be hacerse la escavacion en el lugar mismo donde se crea que está, sino á doce ó quince pasos de distancia. 3a Se empieza á abrir una zanja de quince ó veinte pies de ancho y cuatro ó cinco de profundidad. 4a En cuanto se encuentre, en una dirección, huesos ó pedazos de mortaja, ropa ó ataúd , se suspende el tra- bajo por ese lado y se empieza del mismo modo en otra dirección , observándose siempre la naturaleza del ter- reno. 5a Cuando se ha aislado el sitio donde está el cadá- ver, por medio de la zanja que se ha ido abriendo en todas direcciones, se avanza hacia él con muchísimo cuidado; y cuando se está á distancia de un pié, se exa- mina toda la tierra que se extrae y se pasa por una cri- ba ó cedazo para que no se pierda ni el huesecillo de me- nor vohimen. 6a La bóveda, debajo de la cual esté el cadáver, debe ser examinada , para ver si ella ministra algún dato ó signo de importancia. 7a El médico debe ir tomando nota do todas las cir- cunstancias de la exhumación , y en especial de cada hueso que vá saliendo, de su posición y de la profundi- dad del sitio en que se encuentre. 8a Si se encuentra algún conjunto de piezas en la cual existan claros indicios del hecho que motive la exhuma- ción, por ejemplo, la columna vertebral con una cuerda en la región cervical, (pescuezo), ú otra por el .estilo, se- rá cuidadosamente conservada y preservada del con- tacto del aire que podría alterarla,para lo cual conviene ponerla en una caja de plomo. 9a Se recojo la tierra mas inmediata al cadáver para sugetarla al análisis, en especial en los casos en que hay sospechas de envenenamiento. 10a Si son muchos los cadáveres que se debe exhu- mar, es preciso proceder lentamente; es decir, hacer las — 19 — exhumaciones parciales sin olvidar ninguna de las in- dicaciones que quedan ya hechas. 11a Si la exhumación que debe verificarse es el de una persona que se sospecha murió envenenada, ademas de las reglas generales qu» hay que seguir, tiene el facul- tativo que observar otras particulares que se refieren principalmente á procurarse parte de todo aquello cuya composición química pueda arrojar una luz en la cues- tión. No basta obtener el cadáver íntegro ó mutilado, conservado ó putrefacto; hay que examinar también, si está en una tumba particular, lo que se encuentre en el fondo de la caja y en el suelo y paredes, raspando toda mancha ó producción salina. Si el cadáver ó el ataúd es- tán enterrados en el suelo, hay que examinar bien la tierra,ver si es arcillosa, arenosa, vegetal &, y someter un poco de ella al análisis. De este modo se poseen los datos necesarios y cuales- quiera conclusiones que se deduzca, cimentadas en los hechos, será siempre mas lógica y mas conveniente á los intereses de la justicia. Las exhumaciones permiten reconocer, después de va- rios años, el sexo, la edad y el alto del cuerpo de un in- dividuo de quien solo se encuentra el esqueleto. La pre- sencia de pedazos de vestidos . de cabellos, joyas & y ciertas particularidades de conformación sirven para comprobar las probabilidades de identidad. Edad. El estado mas ó menos avanzado de la osifica- ción, el número y desarrollo de los dientes, la forma del hueso maxilar (quijada) & servirán para determinar apro- ximadamente la edad. Estatura. Cuando la putrefacción ha desarticulado los huesos, es imposible medir la estatura de los individuos; conociendo la proporción natural que existe entre el largo total de un esqueleto y el de cada una de sus par- tes, se puede determinar la estatura , si se posee el lé- mur ó el humero de nn esqueleto exhumado. — 20 — CUADRO t DE MEDIDAS TOMADAS EN 5 I CADÁVERES. jr.'a c ~ 5 m c S116 '> ¿ i =5 é S.S £ ~ i* .2 0 ó ^2 tr. ;- p ,2 fe S £ ^~ c 0 -j ti r 'p 5 "= §iii n « 'A 3 pi w a X H 5 ¡3 0 ■ 0 >< m iñs m. c. c. c. c. c. c. c. c. c. c. Hcmb. 1S 1 43 71 65 72 38 31 30 27 22 19 Mujer. Hoiub. 40 1 50 78 65 72 42 33 32 29 25 21 40 1 53 77 70 76 42 34 33 30 24 22 Mujer. CO 1 53 78 69 75 43 35 34 29 24 21 Homb. 35 1 54 78 64 76 38 33 32 26 23 21 Id. 1S 1 54 74 70 80 43 34 33 30 25 23 Mujer. Id. 50 1 54 78 66 76 43 36 35 30 25 23 1S 1 54 79 69 75 42 35 34 30 24 21 Id. 30 1 54 80 61 74 38 33 32 27 24 21 II omb. 60 1 58 78 72 80 41 55 34 30 25 23 Mujer. 20 1 58 S2 f>8 76 44 36 35 30 26 24 Id. 35 1 60 79 74 81 40 35 34 21 25 23 Homb. 35 1 63 82 71 81 43 35 34 31 25 22 Id. 70 1 63 81 73 79 44 36 35 3ü 26 23 Id. 50 1 64 80 76 84 45 37 36 32 26 24 Id. 60 1 64 84 75 80 • 42 35 34 30 26 23 Id. 18 1 65 82 75 83 43 36 35 30 26 23 Id. 55 1 66 86 73 80 42 35 34 31 26 24 Id. 65 1 66 83 72 83 43 35 33 31 24 21 Id. 45 ] 66 83 77 83 46 38 37 32 .27 25 Id. 60 1 66 85 75 81 45 37 36 31 27 24 Id. 60 1 67 85 75 82 42 35 34 30 26 23 Id. 55 1 67 85 71 82 45 38 37 32 26 24 Id. 55 1 68 85 73 83 44 36 35 32 26 23 Id. 25 1 68 84 74 84 . 45 36 35 32 26 24 Id. 40 1 68 82 77 86 46 38 37 32 27 25 Id. 40 1 68 84 74 84 45 36 35 32 26 24 Id. 60 1 69 83 72 86 44 36 35 31 26 24 Id. 60- 1 69 85 72 84 45 38 37 32 26 23 Id. 25 1 69 84 72 85 46 37 36 32 27 25 Id. 30 1 69 86 75 83 45 37 35 32 27 25 Id. 30 1 70 85 75 88 44 37 36 31 27 24 Id. 35 1 70 84 78 86 44 38 37 32 28 25 Id, 35 1 70 86 72 84 45 33 37 32 26 24 Id. 20 1 70 86 77 84 45 37 36 32 27 24 Id. 35 1 70 85 75 85 44 37 36 31 27 25 Id. 45 1 70 86 76 84 45 36 35 33 26 24 Id. 35 1 73 86 78 87 46 37 36 32 26 23 Id. 35 1 73 86 78 87 46 37 36 32 26 24 Id. 50 1 73 85 79 88 4T 33 37 33 27 24 Id. 30 1 74 84 81 90 48 39 38 34 29 26 Id. 00 1 75 89 76 86 45 37 36 32 26 23 Id. 30 1 7" 90 81 87 49 39 38 33 27 25 Id. 40 1 77 89 78 88 45 37 36 32 27 24 Id. 25 1 78 91 77 87 48 40 39 33 27 25 Id. 35 1 78 92 77 86 46 38 37 33 27 25 Id. 35 1 79 90 78 89 47 39 38 32 28 26 Id. 30 1 80 91 75 89 49 39 38 32 27 25 Id, 65 1 1 83 90 84 93 49 40 39 34 29 27 Id. 40 1 86 96 82 90 49 40 39 34 29 26 Id. 35 | 1 86 93 82 93 46 39 38 34 28 26 1 C( ntímetro — líneas 13 | 100. 8 centi metros 1 pulgada 1 línea El i nétro equiva le á 36 p ulgadas, 11 líneas. — 21 — CUADRO DE MEDIDAS TOMADAS EN 20 ESQUELETOS. '¿ c- o i ¿ 3 s f-i í- c 1 -jc :J =■> ~, t< tH H II1 | * ce iif «.2 '■-a ;-, C o o « hO 1-1 3 C3 ».S 3 Í3 .-. C3 i; 3 °° ci ,--1 7D *^ r" < 9 c o M c « C3 6 Q ^ " c c í-i X — 0 ^> v Ü o ^ ^ H (h s ü M ■£ _* l~~, "^ ;s «!•§ cX - - m r—' ^ ¿11 ■A S " m. c. c. c. c. C. C. c. c. c. c. 1 38 70 55 (>-• 32 27 26 24 19 17 1 43 71 65 72 38 31 30 27 22 19 1 45 70 67 75 40 32 31 29 22 20 1 47 74 69 73 38 32 31 26 21 19 1 49 74 65 75 38 32 31 29 22 20 1 54 75 69 79 40 33 32 29 24 21 1 60 80 75 80 45 38 37 32 26 24 1 64 81 71 84 44 36 35 30 26 24 1 65 75 72 90 45 38 37 32 27 25 1 67 60 7íi 87 45 38 37 31 27 24 1 69 83 72 84 44 36 35 31 25 22 1 70 s2 75 88 46 38 37 32 27 25 1 75 86 76 89 46 39 38 32 26 23 1 77 89 78 68 46 3-5 37 33 28 25 1 78 90 75 68 46 37 36 33 26 24 1 79 91 77 83 46 38 37 33 27 24 1 80 92 77 i* 8 46 40 39 33 27 25 1 83 95 78 83 46 29 38 34 28 25 1 «4 90 78 93 47 43 42 33 27 25 1 86 95 78 81 47 39 33 33 27 25 Sexo. El esqueleto de la muger es, en su conjunto menor y mas delgado que el del hombre, con excepción de los huesos del cráneo. En dos esqueletos de igual al- to, el hueso de la muger adulta, presenta asperezas mas pequeñas, espinas menores, ranuras mas superfi- ciales, articulaciones menos gruesas, una forma mas re- dondeada y mayor pulidez que un hueso de hombre. En la muger, el circuito de la cabeza es mas estenso; los senos frontales son mas estrechos; los huesos de la cara mucho mas finos; las aberturas de las narices me- nos anchas; el borde alveolar de ambas mandíbulas es mas elíptico-, los dientes son mas pequeños y mucho mas iguales entre sí, de modo que, bajo el aspecto de __ oo __ la forma y el tamaño, los incisivos difieren menos de los caninos y molares que en el hombre. Los cuerpos de las vertebras son mas altos y mas es- cavados hacia los lados y, por consiguiente, menos pe- sados; las apófisis trasversas están menos inclinadas hacia atrás, así como los canales comprendidos entre ellas y las apófisis espinosas; en la parte posterior de la columna vertebral, son mas profundas. Los ligamen- tos intervertebrales son mas espesos y mas altos. El tórax es ménosalto, y mas ancho desde su origen hasta la cuarta costilla; interiormente es mas estrecho y mas redondeado que en el hombre. Las costillas son mas delgadas, mas pulidas y mas afiladas en sus bor- des superior é inferior. Los cartílagos costales de las costillas verdaderas son, en porporcion al largo de la porción osea, mas considerables en la muger que en el hombre. Las costillas falsas decrecen mas rápidamente hacia la última. Los intervalos comprendidos entre los cartílagos de la séptima, octava y novena costilla pre- sentan, en su parte alta, un ángulo mucho mas agudo. Los agujeros de conjunción de la columna vertebral son mucho mayores, especialmente los de las Arertebras del cuello. El esternón es mas corto, y no desciende si- no hasta el nivel de la cuarta costilla, mientras que en el hombre baja hasta el plan de la quinta. La región lombar es mas larga. El espacio comprendido entre los huesos pubis es mas considerable en la muger que en el hombre; la sin- fisis es, por consiguiente, mas ancha y mas gruesa, aun- que menos alta. El sacro y los huesos coxales son mas anchos y los últimos mas aplastados y mas encorvados; en su parte posterior, presentan un ángulo mas consi- derable entre la rama descendente del pubis y la síufi- sis y por lo mismo un arco pubiano menos agudo que en el hombre. Las tuberosidades ciáticas son mas volu- minosas y mas planas; el espacio comprendido entre la tuberosidad ciática y la cavidad cotiloidea es menor. Las piezas del coxis son mas delgadas y menos promi- nentes, hacia adelante. Hay una distancia mayor entre las cavidades cotiloideas. Los huesos de los miembros inferiores forman un án- gulo mas pronunciado, los fémures son mas encorva- dos hacia adelante; el cuello de estos huesos forma con el cuerpo un ángulo mayor; el cóndilo interno es mas — 23 — voluminoso, mas redondeado y un poco mas largo que el cóndilo externo. Los pies son menores. Los humeros son mas encorvados, las articulaciones escapulo-hume- rales están menos distantes una de otra. Las clavicu- las, en el hombre, son mas curvas, á fin de que los omo- platos, mas distantes del tórax, puedan con mayor fa- cilidad moverse para adelante. Las clavículas en el hombre están dirijidas mas abajo que en la muger y forman un ángulo obtuso con los huesos del pecho, mientras que, en esta, ese ángulo es casi recto. Los omoplatos son menores, mas delgados, y mas planos, y sus ángulos son mas obtusos. Los miembros superiores son mas cortos. Los huesos del carpo son mas peque- ños y los dedos mas finos y agudos. CAPITULO QUINTO. De las autopsias. [A] ANFITEATROS. Aunque la palabra autopsia, según la voz griega de que se deriva, no signifique mas que inspección hecha por uno mismo, el uso la ha convertido en sinónimo de inspección cadavérica, necroscopia, abertura de un cadá- ver, d¿. Muy importante y conveniente es tener anfiteatros especiales para las autopsias, distintos de los que sir- ven para las disecciones anatómicas; pero, desgraciada- mente, apenas en Lima hay un anfiteatro que, si fué bue- no allá en los tiempos de su creación, atendido el cortí- simo número de estudiantes de medicina y á la poca ob- servancia, de entonces, de las leyes de la higiene, en la construcción de hospitales y sus dependencias, es insu- ficiente hoy por muchísimas causas que el ojo inéiios observador puede reconocer. En efecto, el antiteatro anatómico es una sala estre- cha situada en el primer patio del hospital de San An- dres; ni capacidad para crecido número de alumnos, ni la grande ventilación que en tales lugares es necesarí- sima, ni un cómodo depósito para instrumentos, vasi- jas, utensilios, &., ninguna de esas importantísimas condiciones reúne aquel sitio. Esos defectos, y ©tros mas, constituyen el indicado anfiteatro inaparente para — 24 — sus fines y peligroso para la salud de los estudiantes. La necesidad de un local destinado especialmente para las autopsias judiciales es de las mas sentidas y urgentes. Los anfiteatros anatómicos no convienen pa- ra ellas, tanto por lo que concierne á esos mismos esta- blecimientos, cuanto en lo que atañe á la administra- ción de la justicia, por la publicidad que, á veces, es imposible evitar. Las salas de autopsia deben ser altas, espaciosas, muy claras y ventiladas por ventanas elevadas. Un ca- lorífico, que se hace encender en toda estación, contri- buye á la renovación del aire. En todas las salas de autopsia debe haber sólidas mesas de mármol ó de fierro, destinadas á recibir los cadáveres; cada mesa no debe ser ocupada sino por un cadáver. Esas mesas están agujereadas en la parte central para facilitar el curso de los líquidos mórbidos, que no sea necesario recojer y analizar. Deben tener una fuente ó llave que lance el agua con fuerza. Utensilios.—Cubos de madera para recojer los líqui- dos abundantes y lavar las piezas; vasos de tierra y de cristal de varios tamaños que puedan contener ciertos órganos y cantidades grandes ó pequeñas de líquidos; pedazos de madera medio cilindricos, llamados tajos, destinados á ser colocados bajo la cabeza del cadáver; hilo, esponjas, toballas, tinta, cloruro de calcio, una ba- lanza, una medida de metro y una jeringa para inyec- ciones vasculares. Instrumentos.—Los instrumentos mas necesarios, son: escalpelos de varios tamaños, rectos, con mangos de ébano con labraduras que formen cuadritos, clavados en la hoja; dos semi-convexos; pinzas de disección de varios tamaños; un martillo de fierro con gancho al es- tremo del mango; tijeras rectas y curvas; estiletes, son- das acanaladas, sierra para la cabeza y columna ver- tebral [raquitomo], un compás de espesor, un mallete, un lente y un microscopio. (B) LEGISLACIÓN. Xada hay en nuestra legislación relativamente á las autopsias, siendo así que tan importante materia ha sido y es objeto de especial atención en todos los gobier- - 25 — nos de los pueblos civilizados. Las autopsias se regla- mentan y las disposiciones reglamentarias se refieren unas al hecho mismo, y otras á las obligaciones de los médicos y al modo de proceder. Por lo mismo que la irresponsabilidad médica tiene un limito, preciso es para que esta se defina y la res- ponsabilidad puede ser mas clara y efectiva, que exista una determinación legal que no deje al arbitrio de los hombres de ciencia el procedimiento de materias tan íntimamente ligadas con la vida y el honor de las per- sonas. Hé aquí una de las ordenanzas francesas sobre el asunto que nos ocupa: "El Prefecto &. "Considerando: que es importante que los cadáveres "no sean sometidos, antes de. los términos señalados "por la ley, para proceder á las inhumaciones, á nin- guna operación capaz de modificar su estado, ó de "transformar en real la muerte aparente; "Considerando: que la autoridad, encargada de vigi- lar sobre la salubridad pública, debe fijar los términos "que puedan concederse, según las circunstancias, pa- "ra proceder á las inhumaciones y prescribir las medi- adas precautorias necesarias para la conservación de "los cadáveres mas allá del término acostumbrado; "Vistos: los decretos del gobierno del 12 mesidor año "VIII y tres brumario año IX; la ordenanza de policía "de 25 de Enero de 1838 referente á las autopsias; "Ordenamos lo siguiente: "Art. 1. En París y en los demás distritos de la ju- risdicción de la Prefectura de Policia, es prohibido "proceder á sacar moldes, á la autopsia y al embalsa- mamiento ó momificación de los cadáveres, antes de "pasado un término de veinticuatro horas, después de "haberse declarado la muerte en la alcaldía, y sin que se "haya dirijido una declaración previa al comisario de "Policia en París, y al alcalde en los distritos rurales. "Art. 2. Esa declaración deberá indicar que la ope- ración es autorizada por la familia y hará saber tam- "bien la hora de la muerte y aquella en que la opera- ción debe verificarse. "Art. 3. Los alcaldes y comisarios de policia deben — 20 — "trasmitir esas declaraciones á esta Prefectura, des- pués de haberse cerciorado de que están conformes "con las disposiciones del artículo 1? "Art. 4. Se exceptúa únicamente de las disposicio- nes de esta ordenanza ios cadáveres de las personas "cuya muerte haya sido judicialmente comprobada. "Art. 5. Las infracciones de las disposiciones ante- riores serán esclarecidas de un modo sumario, remi- "tiendo á esta Prefectura el documento de la prueba "para ser trasmitido á los tribunales competentes. "Art. 6. Las disposiciones de la presente ordenanza "no son aplicables á las operaciones que se practiquen "en los hospitales y hospicios y en anfiteatros de di- lección legalmeute establecidos." Ademas de esta ordenanza y mucho antes que se diera, existían los reglamentos de autopsias con dispo- siciones especiales, referentes á las que se practican en los hospitales, en los anfiteatros anatómicos, y á las ju- rídicas. [CJ AUTOPSIAS CIVILES Ó CLÍNICAS. Las autopsias clínicas tienen por único objeto comple- tar la historia de la enfermedad á que ha sucumbido una persona. En esas operaciones, no se toma para na- da en cuenta ni lo que rodea al cadáver, ni su exterior en general, ni se observan en su conjunto mas reglas que las que conducen al exclusivo fin de la investiga- ción. Se busca la lesión ó modificación patológica, don- de se sospecha su existencia, siendo raro examinar otras cavidades ú órganos á no ser que, por ciertas re- laciones, se suponga que deban haberse interesado por la naturaleza de la enfermedad. En una palabra, pro- cédese en esos casos por el método sintético, puesto que ya se vá con prevención, datos y antecedentes, á confir- mar lo que desde antes se ha creído que existe. [D] AUTOPSIAS JURÍDICAS. Mientras las autopsias clínicas son dispuestas por el médico de acuerdo con la familia del difunto, las jurídi- cas deben ser ordenadas por la autoridad judicial ó de policia, y su objeto es ilustrar á la justicia:' 1" Sobré la enfermedad que ha producido la muerte; — 27 — 2o Sobre las alteraciones patológicas que se obser- van en el cadáver; 3o Sobre la causa real ó posible de la enfermedad y de la muerte. [E] MODO DE PRACTICAR LA AUTOPSIA. I. Fetos ó recien nacidos. Examen exterior. La autopsia de los recien nacidos, que puede ser ordenada en los casos de sospechas de infanticidio, requiere ciertas precauciones y procedi- mientos especiales. Se dice que un niño es viable, cuando ha salido del se- no materno en condiciones de organización que hacen posible la vida; esas condiciones son la edad intraute- rina, la regularidad de todos los órganos y su disposi- ción aparente para llenar sus funciones. Al tratarse de un feto ó de un niño, es preciso indicar en la relación de la autopsia, la posición en el lugar en que se encontraba; las ropas que lo envolvían ó cubrían; la edad aproximativa; su peso, su conformación, espe- cialmente la de la cabeza, la longitud del cuerpo; la dis- tancia del vértice de la cabeza al ombligo y de este al talón; las dimensiones de las caderas, de las espaldas y de la cabeza. Debe tenerse en cuenta el largo y estado de los cabe- llos, el desarrollo de las uñas , la textura y coloración de la piel; la capa sebácea que puede cubrirla; la putre- facción del cuerpo y los cardenales ó manchas que pre- sente; el estado y situación del ombligo; el volumen , la longitud y el estado del cordón, que puede encontrarse fresco, arrugado, blando, desecado ó redondeado; el es- tado de los ojos, lengua y boca; de los cartílagos de la nariz y de las orejas; en fin, del estado de todas las ca- vidades ; de la conformación de los órganos genitales externos y de la presencia de los. testículos en su bolsa. Esta relación se completará con las observaciones de que pasamos á tratar. Examen interior. Cuando se haya abierto el cadáver de un niño, por el método que mas adelante indicaremos, se debe extraer primeramente los pulmones unidos al tí- mus y al corazón, y colocarlos suavemente en agua para ver si se sumerjen (docimacia pulmonar); se repetirá des- — 28 — pues el mismo experimento con los pulmones separados del tímus y del corazón; después con cada uno de los pulmones, con cada lóbulo y , en fin , con cada pedazo de pulmón. Se comprimirá los pulmones con los dedos y dentro del agua para ver si salen de ellos gas ó sangre. Si por esas pruebas no se cree poder asegurar que el ni- ño ha vivido y cuanto tiempo ha respirado , se deberá practicar la. docimacia pulmonar óptica ó examen micros- cópico de los lóbulos. Pasando después al abdomen, se examinará el estado del anillo y los vasos umbilicales para ver si estos están llenos de sangre, vacíos ú obliterados en parte; la per- meabilidad del conducto venoso; el diafragma y el líqui- do ó líquidos que contengan la vesícula biliar y el estóma- go. En fin, se verá sí aun quedan, en los intestinos, seña- les ó vestigios del meconio; si hay orines en la vejiga ó ácido úrico en los tubos urinarios ; y si la extremidad inferior del fémur presenta el punto de osificación que principia quince dias antes del nacimiento. II. ADULTOS. Io Reconocimiento del sitio. Cuando el reconocimiento tenga que verificarse en el sitio mismo en que se encuentra un hombre muerto por causa violenta, antes de proceder á la investigación ana- tómica, debe hacerse una inspección prolija del lugar y todos sus accidentes; conviene verificar ese examen sin mover el cuerpo y mucho menos sin transportarlo al lu- gar donde debe practicarse la autopsia . Si aquel sitio está en el campo, se inspeccionará en qué estado se en- cuentran las yerbas ó arbustos de las cercanías; si están tronchados, teñidos de sangre, si hay alguna piedra re- movida, sangrienta, si hay huellas estampadas, qué di- rección tienen &. Si es en una calle, debe verse si en el suelo hay re- gueros ó manchas de sangre; si en el polvo se descubre algún vestigio &. Si es en una casa, se observará el estado de los mue- bles, su posición, el suelo, las paredes , los cortinages; los frascos ó vasos de medicinas, bebidas, &, que se en- uentren en las viviendas; los vasos de deyecciones &. — 29 — Este examen minucioso no debe evitarse nunca en to- do caso de inspección cadavérica. 2o Reconocimiento exterior del cadáver. En el mismo sitio y sin mover todavía el cuerpo se inspeccionará su situación y actitud; la expresión de la fisonomía, la coloración del rostro, que en los casos de estrangulación se presenta, con frecuencia, tumefacto y de color violado; en los casos de asfixia puede estar lí- vido , hinchado y con los ojos salientes, inyectados y cerrados. Debe indicarse lo que tenga el cadáver en sus manos [pues los autores de la muerte suelen ponerles armas para hacer creer en un suicidio.} Si el individuo es desconocido, y aunque se le encuen- tren papeles, (que también pueden ser puestos por los culpables), deberá notarse el sexo, estatura, los tumo- res, marcas, lunares ó manchas naturales de nacimiento, accidentales [cicatrices], ó producidas por la profesión como endurecimiento de la piel de las manos, callos en ellas &; el color y estado de los cabellos, de la barba, de los ojos, de los dientes, la edad aproximada &. En todo caso, y sin perjuicio de mas prolija investi- gación, se examinará la espuma de la-boca , el color de los labios, el estado de la lengua, ¡tumefacta en ciertas asfixiasj, de la boca, nariz , ojos, orejas , cuello y uñas (que pueden contener arena en las asfixias por submer- sionj de las manos. Se indicará la rigidez de los miembros y de las articu- laciones ; el enfisema del cuerpo debido á la fermenta- ción pútrida, y los caracteres de la putrefacción. Si hay señales de ligaduras ó de violencias , manchas de san- gre, heridas, es preciso examinarlas en el mismo sitio reservándose para completar mas tarde esa descripción superficial; se examinará igualmente si las heridas pare- cen hechas con instrumento punzante, cortante ó con- tundente; si han sido curadas, cómo lo han sido y cuánto tiempo ha pasado desde el instante de la muerte ; cuál ha podido ser la duración de la permanencia del cadá- ver en el agua, guano, comunes &. — 30 — 3? * Traslación del cadáver y segundo reconocimiento exterior. Conducido el cadáver en un féretro, teniendo cuidado de evitar todo sacudimiento, y colocado en la mesa que debe servir para la operación, se practica, si fuere pre- ciso, otro reconocimiento exterior mas completo que el primero. Desde aquí dá principio la verdadera misión del mé- dico. Quitados cuidadosamente los vestidos del cadáver, después de haberlos examinado y tomado en cuenta sus manchas , desgarraduras , quemaduras &, se cortarán los pedazos que, en caso necesario, deban ser sometidos al análisis químico. Desnudo el cuerpo y lavado en el caso que se haya em- porcado, se tomará de nuevo en consideración el estado de la piel,1a impresión de las ligaduras en la epidermis, las contusiones, escoriaciones, hincaduras, ú otras lesio- nes, determinando cuidadosamente su sitio , forma, ex- tensión,dirección y profundidad. Es necesario tomar en cuenta las livideces cadavéricas. El médico debe examinar después el estado de los miembros para ver si existen luxaciones y fracturas; ver con atención el cuello y el tórax oprimiendo las pare- des de este para hacer refluir ciertos líquidos á la boca ó á'lanariz; inspeccionar el volumen y estado délos pe- chos, para ver si la presión hace salir la leche. Por úl- timo, debe examinar la forma y aspecto del vientre, las arrugas del abdomen y los pliegues del ano; terminando el examen por los órganos genitales externos, especial- mente en las mugeres y en los individuos muertos por estrangulación, en los cuales se nota una semi-ereccion del miembro con salida del fluido prostático ó espermá- tico. 4? Autopsia de los envenenados. Las precauciones especiales que debe tomarse cuan- do se trata de la autopsia de personas que se supone envenenadas, se reducen á las siguientes: Hay que echar una mirada al sitio en que se encuen- tra el cadáver y examinar si hay manchas en el suelo ó en la cama; si hay materias vomitadas ó arrojadas por el ano; si hay vasos, botellas ó frascos, papeles con pol- — 31 — vos, plantas, &; todo aquello, en una palabra, que pue- da dar alguna luz sobre el hecho de la intoxicación y su naturaleza , mayormente cuando se va á proceder á la autopsia sin ningún antecedente ó pormenor relativo á los síntomas y causa de la muerte. Lo arrojado por las vías gástricas y escrementicias es de sumo ínteres, puesto que pueden contener esas materias los vestigios del veneno. El facultativo recoge los utensilios que contengan al- go sospechoso, las ropas manchadas, los materiales del suelo ó muebles que también lo estén , lo cual obtiene fácilmente con esponjas nuevas y bien lavadas y agua destilada; las esponjas se estrujan luego en vasijas. Si los deudos no le presentan todo lo que el envene- nado haya arrojado, debe pedirlo para colocarlo en va- sos particulares que se rotulan y sellan por el tribunal. Una investigación minuciosa en el cuarto del envenena- do, hecha con la idea de recoger y apoderarse, para el análisis, de todo lo que puede suministrar datos, raras veces deja de reportar sus utilidades. Mucha tendrán que ser la astucia y precaución del asesino para no dejar mas huellas de su crimen que el cuerpo de la víctima . La falta de materiales arrojados por las vías naturales , es en la inmensidad de casos un indicio del crimen, puesto que por lo común eu los envenenamientos ó intoxicacio- nes hay vómitos y diarreas; y es fácil que no se encuen- tren esos materiales cuando, temeroso el criminal de que en ellos descubran los análisis el veneno, los tira, bajo cualquier pretesto, si ya no se atreve á negar que haya habido semejantes evacuaciones. 3o Los vestidos del cadáver deben ser examinados con detención. Los puntos que estén manchados de sangre, de materias vomitadas, de heces ú orina, ó de los líqui- dos venenosos, deben ser guardados en vasos particu- lares para someterlos al análisis. 4o Eelativamente al exterior del cadáver, hay que examinar también atentamente todas sus aberturas pa- ra cerciorarse si hay en ellas depuesta alguna sustancia por la mano de algún sugeto mal intencionado que tra- tase de dar á una muerte por enfermedad las aparien- cias de un envenenamiento, bajo la idea infame de acu- sar á su enemigo, de envenenador. Cuantas manchas ofrezca el cadáver en el rostro, pecho , manos y demás — 32 — partes, deben ser lavadas con agua destilada y rccojido todo en vasos particulares. 5o Por último , según las noticias que del envenena- miento se hayan adquirido , se fijará notablemente la atención en la boca , ó en el ano , en la vulva , ó en la piel; en una palabra, en la vía por donde se sospeche ó sepa que se ha escogido para introducción del veneno. La abertura del cadáver se hará, como en todos los ca- sos, con el mismo método y orden establecido como re- gla general, sin mas diferencia que tomar, para los aná- lisis, pedazos de pulmón, de hígado , de bazo, de múscu- los , tal vez de médula y cerebro , el sistema digestivo con sus líquidos y sólidos y la vejiga urinaria con su humor escrementicio. El médico-legista examina con muchísimo cuidado las alteraciones de los órganos y tejidos, así como las de los humores, con el fin de poder averiguar por ellas los efec- tos del veneno; ve si hay relación entre lo que sabe de los síntomas y de la naturaleza del veneno y aquellas al- teraciones ; jamas es tan necesario dar á los hechos ca- davéricos su verdadero valor. Las consecuencias del error, de la prevención ó de la ligereza serian funestas. Por los conocimientos fisiológicos y patológicos que po- see el médico-legista , sabe á qué órganos van á parar los venenos y la anatomía patológica que les correspon- de, ó en cual se manifiestan mas sus efectos. Estos ór- ganos, pues, deben ser observados con suma detención, y parte de ellos con su contenido separado para some- terlo á los análisis. Como la mayor parte de los venenos se toman por la abertura superior del tubo digestivo, este es el que me- rece la preferencia en las investigaciones . Desde la bo- ca al ano nadadebe dejarse de examinar con una inspec- ción prolija. La boca , la faringe se examinan al abrir el cuello; el esófago al abrir el pecho; ó bien puede cor- tarse á la altura de la laringe, disecarse y llevárselo con el estómago; lo restante abriendo el abdomen. Practicada la abertura de la cavidad abdominal , de- ben hacerse varias ligaduras dobles. Una, por ejemplo, en el remate del esófago junto á los pilares del diafrag- ma, otra junto al píloro ; otra en la unión del colon con el ciego, y otra, en fin , en la estremidad del recto. Es- tas ligaduras, todas dobles , y con pulgada y media de distancia, facilitan el corte sin que se derramen, ni con- — 33 — fundan las materias , y cada órgano se separa con su contenido propio. Hechas las ligaduras, se cortan con las tijeras dichos órganos y se pasa á su examen interior , colocándolos en una jofaina ó plato de porcelana. Se abren sucesiva- mente con las tijeras , y tomada nota de lo que contie- nen, de su cantidad , color, &, se lavan con agua desti- lada. Entre los pliegues de la mucosa, entre el mismo espe- sor del moco ó délos materiales quehabitualnieutecon- tiene el conducto digestivo, se ocultan á veces fragmen- tos de veneno dado en polvo ó á pedacitos, y el encuen- tro de esas porciones sólidas de lasustancia venenosadá siempre mas certeza, por no decir evidencia , á la into- xicación. Si no basta la simple vista, una lente , el mi- croscopio mismo, aumentará muchas veces la esfera de la visión. Todo pedacito ó porción de veneno sólido que se encuentre debe ser guardado en vaso aparte para po- derle presentar como cuerpo de delito. Lavado y examinado el estómago 7 se corta á pedaci- tos de una pulgada y se ponen en un vaso, en el cual se echa agua destilada; en otro van los líquidos ó materia- les que contenga, junto con el agua destilada que se los lleva lavando la viscera. Si está ya algo adelantada la putrefacción , ó si antes de analizar esos materiales ha de trascurrir algún tiempo, se echa un poco de alcohol en los vasos donde se guardan. Podemos, sin embargo, prescindir de ello. Lo que acabamos de recomendar relativamente al es- tómago, es de entera aplicación á los intestinos delga- dos, gruesos, vejiga urinaria,y demás órganos y líquidos- que se destinan álos análisis. Todos se inspeccionan con la misma detención ; todos son lavados con agua desti lada; todos cortados á pedacitos; todos guardados cada uno en su vaso particular , y á todos se les añade un poco de alcohol para retardar, al menos, la putrefacción que pudiera aumentar las dificultades. Cada uno de los vasos lleva su rótulo, donde se escribe lo que contiene, y el tribunal, ante el cual deben practicarse necesaria- mente estas operaciones , lacra y sella los vasos á pro- porción que el operador se los va dando. Así hay mas seguridad de que el químico que luego los analice obra- rú'sobie sustancias ajenas de todo fraude. Tales son las precauciones especiales que ha de tomar 3 — 34 — el médico-legista cuando procede á la abertura de los cadáveres envenenados. CAPITULO SEXTO. Abertura del cadáver. No todos los prácticos han estado ni están de acuer- do sobre el método que debe seguirse en esta delicada operación . Unos pretenden que debe principiarse por el cráneo para continuar por el tórax y el abdomen (1); ctros quieren que se principie por el cráneo, siguiendo por la columna vertebral (2); otros, principiando por el raquis para continuar después por el cráneo , tórax y abdomen (3); otros , en fin , como Chomel y Gaubert, aconsejan principiar por el abdomen y después el tórax. Esta es la práctica común eu algunos hospitales de París y la que vamos á indicar. I. Orden de la abertura. Abdomen, tórax y cuello, cráneo, raquis y miembros. II. Examen de los órganos. Órganos de la circulación, de la respiración, de la di- gestión, genito urinarios; encéfalo, médula espinal, mús- culos, articulaciones &. A] ABERTURA DEL TÓRAX Y DEL ABDOMEN. Describiremos á un mismo tiempo estas dos aberturas, pues que la una produce generalmente la otra. Uno de los métodos mas admitidos para esta opera- eion es el de hacer una sola incisión en la línea media del tórax y cortar los cartigalos intercostales. Distendida un poco la piel con la mano izquierda se disecan las partes blandas de cada lado de la incisión, (l) Mata. (2) Ornla, Beclard, Olivier d' Angcrs. (3) Chaussier y Renard. — 35 — eon un cuchillo de autopsias conducido casi horizontal- mente y rozando lo mas posible las costillas. Apóyase después el instrumento horizontalmente so- bre los cartílagos costales y se cortan estos á distancia de un centímetro de su articulación costal, sea de arriba hacia abajo ó al contrario. La primera costilla,que generalmente es la viltima cor- tada, es la única que presenta algunas dificultades por que su cartílago se osifica con frecuencia en los viejos; eu este caso se puede golpear con un martillo el lomo del cuchillo. Con el mismo cuchillo se desarticulan las clavículas del esternón ; se levanta éste con la mano izquierda rozan- do lo mas cerca posible su cara interna con el cuchillo tenido en la mano derecha y por un movimiento de tor- sión trae el operador eso hueso hacia sí con los cartíla- gos costales que le están adheridos, acabando de des- truir con un escalpelo las adherencias con la parte in- ferior del cuello. BJ ABERTURA DEL CRÁNEO. Considerado ya el estado de los cabellos y del cuello cabelludo, se rapa el cráneo; acostado el cadáver sobre el dorso, se coloca bajo la parte posterior del cuello uno de esos cuerpos voluminosos mas ó menos cilindricos llamados tajos, que debe haber en todos los anfiteatros, y que tienen en su parte media una cavidad aparente para colocar el cuello. Colocado el operador en la extremidad de la mesa con el cuchillo en la mano derecha, hace una incisión circu- lar partiendo del hueso temporal de un lado al del lado opuesto pasando por el vértice. Se trae después hacia la cara la parte anterior cortada para descubrir bien el frontal; se desprenden á este efecto las adherencias del tejido celular por medio de la hoja del cuchillo ó de su mango, cuidando de no interesar la piel de la frente. La región posterior de la incisión so abate del mismo modo sobre la parte inferior y posterior del cráneo. Desnudos los huesos y cortados los músculos tempo- rales, se trazará con la punta del cuchillo sobre el peri- cráneo un círculo que determine la parte de cráneo que deba levantarse; operación que puede hacerse con una «ierra,con un martillo, procediendo en este último caso — 36 — sin dar fuertes golpes para no conmover ó alterar el ce- rebro. Se acaba de cortar con el cuchillo las porciones del pe- ricráneo aun adheridas á la parte huesosa que se trata de levantar. Es preciso no proceder con violencia al arran- car la bóveda huesosa, porque entre esta y la dura madre puede haber adherencias , desprendimientos ó cuerpos estraños cuya naturaleza es preciso examinar cuidado- samente. Para abrir el cráneo de los recien nacidos, basta, des- pués de haberlo desnudado de la piel, introducir la punta de unas tijeras ó de un cortador entre la comi- sura del frontal con el parietal, evitando herir la du- ra madre. Algunas veces, por causa de la adherencia de los te- gumentos, no puede practicarse previamente la cisión de la piel; en este caso se sierra los tegumentos y hue- sos después de haber marcado con el cuchillo la parte que se pretenda levantar. C) Abertura del raquis. La abertura del conducto raquídeo es una parte bas- tante difícil de las necropsias, razón por la cual se la practica rara vez. Aunque, en principio general, es ne- cesario examinar todos los órganos en toda autopsia cadavérica, no se acostumbra abrir el raquis sino en los casos de determinadas afecciones. Para proceder á esta operación, se practica con un escalpelo grande, el corte bitemporal de los tegumen- tos de la cabeza del mismo modo que para la abertura del cráneo. Perpendicularmente, y hacia el medio de ese corte, se hace un incisión longitudinal que se extiende desde el vértice hasta la articulación sacro-vertebral, pasan- do por el plano medio del cuerpo. Después se diseca y se abate lateralmente los dos colgajos craneanos; con la punta del cuchillo se seccio- na, teniendo un poco separada la piel Con la mano iz- quierda, la masa de los músculos que existen en los ca- nales vertebrales posteriores de cada lado, sea en toda la extensión del raquis, sea en la única región á que se limite el examen. Desprendidos y cortados los múscu- los tau exactamente como sea posible, hasta el nivel — 37 — de las próximas costillas y echadas hacia atrás, se pone en descubierto las láminas de las vertebras, por medio de un raquitomo doble (1), tomando el mango vertical con la mano izquierda y el horizontal con la derecha. El instrumento se coloca de manera que la serie de'apófisis espinosas, quede, en parte, en el espa- cio abierto que dejan las sierras, y, apoyando con bas- tante fuerza, se cortan las láminas de las vertebras, te- niendo cuidado de no interesar la médula y sus meni- ges. Es de práctica proceder de abajo para arriba. Cuando todas las láminas están serradas, y se ha notado, si existen, condiciones anormales en los huesos y sus ligamentos, como deformaciones, gibosidades, es necesario introducir en la abertura practicada el gan- cho del martillo craneano y levantar, por tracción, el tegumento oseo circunscrito. Si queda algún punto adherido se podrá apoyar la lámina de un cuchillo ó un ciucel y dar, con precaución, algunos golpes con el martillo. III. EXAMEN DE LOS ÓRGANOS. A) Aparato respiratorio. El aparato respiratorio comprende: Io los pulmones; 2? los bronquios; 3o La traquearteria; 4o la laringe, la parte superior de la faringe, la boca, que puede también considerarse como parte del aparato digestivo, y las fo- sas nasales. PULMONES. Abierto el tórax, es preciso replegar la piel sóbrelas extremidades internas de las costillas, tirándola hacia adentro por uno y otro lado. Se considera, desde luego, la forma interna de esa ca- vidad que, el hígado ó el estómago hipertrofiados, dis- locados, &., han podido estrechar, y que puede manifes- tarse mas desarrollado de un lado que de otro &. (1) El raquitomo es una sierra corba; el doble se compone de dos sierras de la misma forma oncorbadas con la convexi- dad inferior, separadas por un travesano do acero que se opo- ne á que la sierra paso de los Írnosos. — 38 — Se estudiará después el estado de las pleuras y su as- pecto. Sacados los pulmones, que generalmente se extraen con el corazón y, en los niños, con el timus, se procede á su examen exterior tomando en consideración sus di- mensiones, peso, &. Inútil es decir que, al desprenderse cada órgano, des- pués de haberlo considerado en sus relaciones anató- micas con los demás, y examinadas sus modificaciones patológicas en conjunto, se verifica mas detenido exa- men en el mismo órgano aislado. Dejamos naturalmente al médico la descripción de esas modificaciones; pero, como quisiéramos que estos apuntes pudieran servir de guia á personas aficionadas á la ciencia, y que en defecto de profesores hábiles pue- den intervenir, ó, mejor dicho, intervienen, con frecuen- cia, en cuestiones médico-legales, apuntaremos las al- teraciones esenciales que mas comunmente se presen- tan en cada aparato. Los bronquios extra-pulmonares se extraen, al mismo tiempo que los pulmones y se abren con unas tijeras largas y punteagudas del mismo modo que los bron- quios intra-pulmonares. Las principalss alteraciones que pueden presentar los pulmones y la pleura, fuera de los casos de traumatis- mo, son: Parenquima pulmonar.—a) coloración—verduzca, azulada, lívida, roja, amarillo paja, color de pizarra, violada, negra, hez de vino.—b) Consistencia—espleniza- cion, hepatisacion, carnificación, friabilidad, endureci- miento, induración, reblandecimiento, infiltración, infla- mación, crepitación exagerada, enfisema y edema,—d) Lesiones diversas—Adherencias á las costillas, al dia- fragma; tubérculos cretáceos, granulaciones miliares, cavernas, falsas membranas, cicatrices sifilíticas ó tu- berculosas, concreciones diversas, gomas de la sífilis terciaria, ulceración, gangrena, perforaciones, abcesos, kistes, cáncer; melanosis en masa ó en infiltración; in- filtración por polvos de carbón, vidrio, metales; escle- rosis ó cirrosis del pulmón. pleura,—a) Coloración— roja, citrina, opaca, amari- lla, verduzca.—b) Lesiones diversas—líquidos, cuerpos extraños, dilatación, falsas membranas, concreciones, adherencias, abcesos, cáncer, gangrena y osificaciones. — 30 — Bronquios.—a) Coloración—moco blanco amarillen- to, opaco y viscoso, purulento; mucosa azulada, rojiza, violada, de color de pizarra, descolorida.—b) Lesiones diversas—inyecciones, falsas membranas, cuerpos extra- ños, ulceraciones, [sifilíticas ú otras] dilatación, estre- chez, obliteración, perforación; mucosa espesada, adel- gazada, desigual, reblandecida; ganglios bronquiales rojos, negros, tumefactos, tuberculosos ó cancerososos. FOSAS NASALES, BOCA, FARINGE, LARINGE Y TRAQUE- ARTERIA. Rarísimas veces se abren las fosas nasales ni aun para el estudio anatómico, y basta tener separados los costados de la nariz para examinar el espesor ó color de la membrana pituitaria y de las ulceraciones que puede haber en ella. BOCA. Para examinar la boca basta hacer abrir por un ayu- dante ese órgano convenientemente; de este modo se procede en los casos de algunas afecciones de las amíg- dalas; (tubérculos, cáncer, &): en las afecciones del ve- lo del paladar y del istmo de la garganta; en ciertas fracturas cuyos desórdenes sea preciso conocer; y en los casos de envenenamiento por medio de líquidos corrosivos, de perforación de la bóveda palatina, &. Las autores de medicina legal prescriben que se cor- ten las comisuras labiales hasta las orejas y dividir después de arriba á bajo el espesor del labio, aserrar el maxilar inferior y tener separadas las dos partes mien- tras se cortan las adherencias de su cara interna. Des- pués de abatir la lengua y sus anexos y cortados los pilares, se descubre toda la extensión de la faringe. Laringe, traquea, faringe. Solo en las autopsias jurídicas se practica la abertu- ra de la faringe, de la laringe y de la traquea. Después de disponer la cabeza del cadáver de modo que la parte anterior del cuello quede bien extendida, se hará una incisión en la parte media, de la horqui- lla esternal á la sínfisis de la barba. Cortadas las par- — tu -- tes blandas se separa el cuerpo tiroides para descubrir la laringe y la traquea. Antes do continuar es preciso examinar las alteraciones exteriores en los casos de muerte por estrangulación, en que es preciso hacerse cargo de las grietas circulares de alrededor del cuello, de las placas ó puntos equimóticos, debidos á la extra- vasación de la sangre fuera de los capilares; del fre- cuente aspecto plateado del tejido areolar sub-cutáneo, de la ruptura de los músculos, de los catílagos y de los repliegues de la mucosa, Divididos los tegumentos del cuello, queda por sec- cionar los músculos delhioidesylos que se insertan en el maxilar ó en la apófisis estiloides. Con la mano iz- quierda, se atrae fuertemente hacia adelante la larin- ge, la faringe y la misma lengua, mientras que con la ayuda del escalpelo en la mano derecha se destruye la adherencia á la columna vertebral: se hace pasar el to- do bajo el maxilar inferior que se conserva intacto, y se corta finalmente con facilidad la faringe y la tra- quea en el sitio que se quiera. Principales lesiones que pueden existir en la faringe, la laringe y la traquea arteria. Faringe—Coloración—mucosa roja, azulada, de co- lor de pizarra, lívida, negruzca; moco gris, &.—Con- sistencia y lesiones diversas—mucosa puntillada, granu- losa, inyectada, tumefacta, levantada en discos blan- quiscos [sífilis]; falsas membranas, pústulas virulieu- tas, dilatación, estrechez, gangrena, ulceraciones, cica- trices sifilíticas, cuerpos extraños, hinchazón de las pa- pilas, hipertrofia de los foliculos (sífilis terciaria, &), pólipos retro-faringeos, retirada de la lengua hacia la laringe. Laringe— Coloración de la mucosa: pálida, gris, vio- lada, roja, azulada, de color de pizarra.— Lesiones diver- sas—necrosis de los cartílagos, obliteración, cuerpos extraños, falsas membranas, ulceraciones, perforacio- nes, abcesos retro-laríngeos, tubérculos, cavernas, pó- lipos, fractura, La mucosa, el tejido celular sub-muco- so, las cuerdas bocales pueden estar infiltradas, fria- bles, espesadas, careinomatosas. Tkaquearteria. Coloraciones diversas, engsrao — 41 — miento, adelgazamiento, reblandecimiento, induración, dilatación de diferentes formas, estrecheces por efecto de cicatrices sifilíticas, ú otras causas, ulceraciones, perforaciones, falsas membranas, cuerpos extraños; moco adherente; sangre coagulada negra; pus, necro- sis, destrucción de anillos cartilaginosos reemplazados por nuevos tejidos. CUERPO TIROIDES Y TIMUS. El cuerpo se extrae después de haber practicado el corte indicado para la laringe [pág. 40] y debe exami- narse su forma, situación, dirección, sus relaciones y volumen y su peso. ALTERACIONES DIVEBSAS DEL CUERPO TIROIDES. Hipertrofia, inflamación, tumores concerosos y es- crofulosos, kistes, hidatides, focos sanguíneos; concre- ciones elásticas, fibrosas, cartilaginosas; lesiones con- secutivas de operaciones quirúrgicas; bocio. Enfermedades del timus. Es necesario no desapro- vechar la ocasión de examinar el timus, cuyas enfer- medades son muy poco conocidas. Ese órgano tiene en el feto un color rosado; en el niño es blanco gris; muy reducido en volumen á los quince ó diez y seis años, no existe sino en estado de vestigio de los veinte á los veinticinco. En los niños se manifiesta frecuentemente hipertro- fiado, endurecido ó reblandecido. Cuando se le corta, sale de él espontáneamente, ó por efecto de la presión, un jugo que es preciso examinar. B) APARATO CIRCULATORIO. El aparato circulatorio comprende: Io el corazón; 2a las arterias; 3o las venas; 4o los vasos capilares; y, como anexos á ese aparato los vasos y ganglios linfáticos. CORAZÓN. El corazón es un órgano que casi siempre se exami- nar aun en los casos en que no parezca interesado en las causas de la muerte. — 42 — Para separar el corazón de los pulmones, es necesa- rio pasar un dedo por debajo de la arteria pulmonar y de la aorta en la porción pericardial; después, se corta con tijeras la aorta, las venas cava y pulmonar, en una extensión que varia según el objeto de la autopsia. La abertura del corazón debe hacerse por su cara an- terior, con tijeras, de preferencia al escalpelo. El ope- rador practicará con las tijeras una perforación per- pendicular y suficiente en el vértice del corazón; desde ese punto cortará de abajo para arriba, el borde del del surco anterior, borde que coi'responde al tabique interventricular y los límites de las dos grandes cavi- dades cardiacas. Esa incisión no debe interesar las arterias ó venas cardiacas y no se la debe prolongar hasta las válvulas. Volviendo al punto de partida de la primera sección, se practica otra de abajo para arriba, oblicua sobre la primera, de modo que se abra el ventrículo derecho, siguiendo su borde externo, desde la parte inferior so- lo hasta la mitad de la cavidad sin dañar las válvulas pulmonares. La mitad inferior del ventrículo izquierdo se divide del mismo modo; para ese efecto se hiende las venas pulmonares y se pasa el dedo á través del orificio mi- tral, si está sano; el dedo se emplea como conductor. En todo caso se prolongará hasta el nivel de la parte me- dia de la cara anterior del ventrículo, una incisión en V semejante á la practicada en el ventrículo derecho. Principales alteraciones del corazón en general. Modificaciones exteriores. Cambios en la forma, la situación, la dirección, las relaciones, el peso, el grueso de las paredes. Hipertrofia, general, limitada; concéntrica con con- tracción de cavidades; excéntrica con dilatación de ca- vidades; ampollas aneurismáticas. Atrofia simple, con dilatación, con contracción. Coloración de las fibras—descoloridas, rojas, viola- das, grises, pálidas, amarillentas. Lesiones diversas.—Adherencia al pericardio, coágulos blancos ó negros; producciones cartilagino- sas, producciones osiformes, vegetaciones; induración, degeneración grasosa; miocarditis, simple ó gomosa; — 43 — reblandecimiento rojo, blanquisco, amarillo, gelatini- forme; ruptura del corazón, de las válvulas; perfora- ciones; ulceraciones; cáncer; abcesos; tubérculos. Pericardio. La cubierta fibro-serosa del corazón pue- de ser el asiento de graves alteraciones y contener lí- quidos cuya composición y cantidad sea preciso exa- minar. Antes de abrir el pericardio, es preciso investigar si está distendido y en qué sentido y bajo qué forma. El pericardio se abre con unas tijeras fiuas y su superfi- cie interior puede presentar falsas membranas. Lesiones principales del Pericardio. TJquidos—seroso, sanguíneo, albumino-fibroso, sero- purulento; granulaciones grasosas. Falsas membranas—envesas, cartilaginosas, adheren- tes, antiguas recientes. Rubicundez—Viva, uniforme, de puntos. Supeificie—Seca, rugosa, despulida, granulada, ad- herencias. Endocardio—La membrana interior del corazón pue- de inflamarse con el pericardio. Esas flegmasías pro- ducen las mismas lesiones que en las válvulas y algu- nas otras que le son peculiares. Alteraciones principales de las válvulas del corazón. Orificio auriculo-ventricular, derecho ó izquierdo.— Redondeado en forma de anillo inextensible, circular, infundibuliforme, etc.; transversal, fruncido. Válvulas soldadas, reblandecidas, perforadas, con focos puru- lentos. Válvulas sigmoideas, derechas ó izquierdas.—Adhe- rentes, engrosadas, endurecidas; bordes libres rugosos, cartilaginosos ú osiformes; vegetaciones; atravesadas por pequeños orificios, etc. Alteraciones especiales del endocardio. Rubicundez, granulaciones, reblandecimiento; ulce- raciones; secreción purulenta, hernia del endocardio al — 44 — través de una separación de las fibras musculares. Fal- sas membranas grises, estriadas, arrugadas. Vegeta- ciones y concreciones fibrinosas. Coágulos contenidos en la cavidad, blandos ó negros, descoloridos, elásticos y purulentos. ARTERIAS. Ábrese his arterias con tijeras muy finas, después de haberlas disecado según las reglas ordinarias; pero tan rápidamente como sea posible y sin cuidarse, á no ser necesario, de Lis partos vecinas. Lesiones principales de las arterias. Inflamación. Paredes engrosadas, adelgazadas; rubicundez escarlata, vinosa; exsudacion purulenta, albuminosa, fibrinosa; cavidad estrechada, impermea- ble, llena de coágulos blandos, fibrinosos y blancos ad- heridos á las paredes. Estrecheces.—Congenita, accidental por arteritis, por presión de un tumor, por transformación cartila- ginosa. Dilatación.—Sacciforme, fusiforme, cilindroidea, cirsoides. Aneurisma.—Única; falsa aneurisma (mixta interna ó externa), aneurisma varicosa; sin kiste, con kiste. Productos nuevos.—Depósitos ateromatosos, de- generación esteatomatosa, osificaciones completas; em- bolia. VENAS. Se abre las venas del mismo modo que las arterias. Alteraciones principales de las venas. Paredes de la vena en general.—Color rojo, blanco, adherencias, induración Túnica interna de la vena.—Roja, blanca, des- pulida, opaca, desigual, rugosa, engrosada, reblandeci- da; endurecida, infiltrada de tejido Abro-plástico, ul- cerada: conteniendo coágulos, falsas membranas, pus; cálculos. Coágulos contenidos en la vena—color de hez de vi- no, grises, blanquizcos, fibrinosos, adherentes ó no á — 45 - las paredes, resistentes ó rompiéndose entre los dedos; conteniendo pus; agujereados por un conducto central que«*lá paso á la sangre venosa. Alteraciones concomitantes mas comunes. Abcesos en los órganos parenquimatosos, en el teji- do celular, las "articulaciones, las meninges, los hue- sos. VASOS LINFÁTICOS. Rara vez se hace el examen necroscópico de los va- sos linfáticos, y solo se les examina cuando, por efecto de su inflamación, se hacen mas aparentes. Sus pare- des se manifiestan entonces engrosadas, opacas, menos resistentes; su cavidad hipertrofiada, puede contener coágulos blancos, rosados, mas ó menos adherentes. GANGLIOS LINFÁTICOS. Los ganglios linfáticos pueden mostrarse simplemen- te hipertrofiados y en este caso están reblandecidos, amontonados unos sobre otros; cortándolos, se encuen- tran blancos ó manchados de blanco y rojo. El tejido celular que los rodea, está frecuentemente congestio- nado. Los ganglios mesentericos se muestran igualmente supurados en algunas enfermedades. Algunas veces se encuentra en las glándulas linfáti- cas una infiltración y una degeneración tuberculosa, como en los tísicos. La degeneración cancerosa de los ganglios no es rara, sobre todo como consecutiva de ciertas enferme- dades. APARATO DIGESTIVO Y SUS ANEXOS. El aparato digestivo comprende: 1? el esófago; 2o el estómago; 3o el peritoneo; 4? los intestinos; 5o el híga- do; G? el bazo; 7o el páncreas. ESÓFAGO. El esófago se corta en la parte inferior de la faringe y superior del estómago, se le hiende después longitud — 4G — dinalmente en toda su extensión por su cara exterior, con tijeras ó con un escalpelo, ayudándose con una sonda acanalada, • Las lesiones del esófago no son frecuentes. Su estre- chez puede provenir de ulceraciones sifilíticas ó del en- venenamiento por el ácido sulfúrico, ú otras sustancias causticas, ó de tumores diversos existentes alrededor del conducto alimenticio. Lesiones principales del esófago. Mucosa, roja, amarilla, (envenenamiento con el amo- niaco); dura, adelgazada, engrosada; manchas equimó- ticas, abcesos en las diversas túnicas. Estrechez única ó múltiple; dilatación parcial; ulceraciones; perforacio- nes; ruptura por reblandecimiento, por cáncer ulcera- do; adherencias á la traquea, á la columna vertebral. Aftas, falsas membranas, inflamación; cáncer cirroso; degeneración osiforme, cartilaginosa, ESTÓMAGO. El estómago es el asiento de muchas enfermedades y las lesiones de los otros órganos se complican general- mente con desórdenes gástricos. Contiene algunas ve- ces materias líquidas y sólidas que han producido la muerte. El examen de este órgano es por lo mismo im- portante y de frecuente necesidad. Abierto el abdomen, y antes de extraer el estómago, debe el operador echar dos ligaduras, una en la extre- midad del esófago, y la otra, inferior, en la extremidad del piloro. Cortando después, arriba de la primera liga- dura y abajo de la segunda, se saca el estómago del ab- domen. El estómago debe sacarse con el hígado, cuando es- tos dos órganos están íntimamente adheridos, como en el cáncer gástrico propagado hasta la glándula hepáti- ca y llegado á tal grado que el estómago ha desapareci- do casi del todo y no tiene literalmente por paredes si- no la superficie del hígado. _ Después de examinar atentamente la superficie exte- rior y los orificios del estómago que pueden haberse estrechado á punto de permitir apenas le introducción del dedo pequeño, se corta el órgano con unas tijeras, teniendo el cuidado de recojer los líquidos que pueden encontrarse en él para examinar su naturaleza y hacer el análisis. Es necesario examinar después la mucosa y ver si las rayas, puutos ó manchas que presenta desparecen con el agua ó con el escalpelo. Principales lesiones del estómago. Diversas túnicas y sobre todo mucosa.—Colo- ración—gris, blanco azulada, color de pizarra ó amari- llenta, rojo claro, puntos y ranuras rojas ú oscuras. Grueso y consistencia.—Adelgazamiento, reblandeci- miento; mucosa transformada en detritus, color de cho- colate ó negruzco ó amarillento, fungosa, engrosada. Producciones.—Vegetaciones fungosas, pediculadas; pó- lipos mucosos; hipertrofia de las glándulas, hipertrofia de la túnica muscular; placas y tumorcillos rosados ó blancos; pus ó sangre inyecta la mucosa en arborizacio- nes; placas; manchas gangrenosas, infiltración de ma- teria cancerosa, melanótica, &., exsudacion plástica, transformación fibrosa, concreciones calcáreas. Alteraciones diversas.—Ulceraciones y escaras, perforaciones simples, múltiples, con adherencia á los órganos vecinos, ruptura, fístula, pústulas, tumores cancerosos , reblandecimiento gelatiniforme , disten- sión por los gases; dilatación con ó sin hipertrofia, retracción y estrechez; estómago bilocular ó estrangu- lado en un punto; hernia del estómago por el ombligo; cambios de relaciones, de dirección; estrechez de los orificios. LÍQUIDOS ANORMALES CONTENIDOS EN EL ESTÓMAGO Líquidos ingeridos.—Venenos.—Líquidos patológicos.— Moco espeso, viscoso, amarillento, pegado á la muco- sa; líquidos negros, sangre coagulada, líquido mezcla- do con los alimentos, con el quimo, con mucosidades; agua espumosa (asfixia por submersion); líquido sanio- so y fétido (muerte por el fósforo.) PERITONEO. El examen de esta serosa que sirve de cubierta á ca- si todos los órganos del abdomen, no exige eu general — 48 — ningún corte ni instrumento. Para verla, tocarla y se- pararla, basta que el viente esté bien abierto. Es preciso despegar la serosa destruyendo con el de- do, ó con el mango del escalpelo, el tejido celular que ordinariamente la une á las paredes abdominales, ó bien cortando las adherencias mas fuertes pue puedan fijar- la; se levantará el saco peritoneal con las partes sobre que se refleja. Terminado el examen, será útil abrir la cavidad, practicando esa abertura por los dos lados del ligamento suspensor. En fin, en muchos casos, es nece- sario insuflar la cavidad de los epiplon antes de cortar- la. Después de haber volteado hacia arriba la cara in- ferior del hígado, el operador llevará el dedo de dere- cha á izquierda resbalándolo por detrás del cuello de la vesícula biliar y encontrará el hiatus de Winslow, algu- nas veces obliterado por los ganglios endurecidos. La insuflación se verifica por ese orificio. Lesiones principales del peritoneo. Cuerpos estraños.—Tubérculos miliares, tumores cancerosos, bridas fibrinosas del peritoneo parietal á los intestinos; abcesos enquistades; kistes hemáticos; preñeces extra-uterinas, sub-peritoneo—pelvianas, in- tra-peritoueales, tubo-abdominales, &.; cuerpos fibro- sos, desprendidos de su inserción con el útero prove- nientes del tejido celular sub-peritoneal, &. Cuerpos que atraviesan los órganos abdominales.—Cál- culos biliares, urinarios; gusanos intestinales, &. Cuerpos venidos defuera.—Proyectiles, restos de ins- trumentos, &. Principales alteraciones. Del mesenterio y del peritoneo (parietal y visceral). Pe- ritoneo gris, color de pizarra, rojo, negruzco, azulado- infiltrado de serosidad, de pus, de sangre, de grasa; adelgazado, engrosado; cubierto de exsudaciones plásti; cas, de granulaciones diseminadas; cargado de materia negra, manchas y equimosis (envenenamiento por el fósforo), desprendido por el pus, la orina, &. Vasos nie- nostéricos dilatados, obliterados, aumentados. — 49 — INTESTINOS. Los pulmones, el corazón y los intestinos son el obje- to de muchas investigaciones cadavéricas. Los intesti- nos deben ser también examinados exteriormente en su lugar para notar las alteraciones que pueden haber su- frido en cuanto á su colocación y relaciones. Después de esto, se hace una ligadura en la extremi- dad pilórica del estómago y otra en la extremidad infe- rior del recto. Se corta el intestino con unas tijeras arriba de la primera ligadura ; se desprenden con la mano derecha las adherencias del mesenterio, (repliegue del peritoneo que fija el paquete intestinal á la columna vertebral.) Se saca entonces el intestino atrayéndolo y desenvol- viéndolo sucesivamente, para irlo echando, al tiempo de ir saliendo, en un cubo lleno de agua. Llegando á las re- giones inferiores se secciona el intestino, con el escalpelo 6 con las tijeras, bajo la segunda ligadura. La abertura de los intestinos es indispensable desde que las lesiones intestinales existen mas frecuentemen- te en su cara interna. Sirven para ella unas tijeras es- peciales llamadas enterotomos. Es preciso no maltratar la cara interna délos intesti- nos, porque una simple frotación sobre sus vellosidades puede producir algunas alteraciones aun después de la muerte. Es inútil decir que, en los casos supuestos de envene- namiento, deben recogerse cuidadosamente los líquidos contenidos en los intestinos. Cada una de las porciones intestinales que, como se sabe, toma diversos nombres, puede ser asiento de va- rias enfermedades y de alteraciones producidas por ellas. nosotros nos limitamos á indicar las principales altera- ciones generales. Principales alteraciones de los intestinos. Mucosa engrosada, rugosa, saliente, granulosa, adel- gazada, reblandecida, ulcerada, gangrenada, despulida, manchada por equimosis , inyectada de sangre, de pus; roja (cólera &), lívida, color de pizarra, gris, amarillen- ta, |envenenamiento por amoniaco &]; negra, ncgrusca, verde de hoja seca. - 50 — Diversas lesiones.—Estrecheces, atresia intesti- nal , impermeabilidad parcial, intestino terminado en obliteración , en cordón; dilatación , enfisema , hernias diversas y en diversos grados, películas seudo-membra- nosas, falsas membranas, hemorragia y sangre infiltra- da; ulceraciones por diversas causas; perforaciones sim- ples, múltiples; abertura del intestino hacia la pared abdominal; rotura, erupción pustulosa , pólipos y vege- taciones, cáncer, tumores cancerosos adheridos a la faz externa, tumores grasosos, kistes hidáticos adherentes al intestino, entozoarios. HÍGADO. Examinadas las adherencias anormales y las demás lesiones que manifieste el hígado, á la simple vista, se le extrae del abdomen , cortando con el escalpelo, el liga- mento suspensor y todas las adherencias que se pre- senten. El hígado se corta en pedazos delgados para apreciar su coloración y el del conjunto de sus lobulillos; es necesario esprimir las superficies cortadas para exa- minar el líquido que de ellas salga. Principales alteraciones del hígado. Coloración.—Tejido propio , rojo, uniforme puntua- do, color de ladrillo; manchas equiraóticas; amarillo es- triado de blanco ; amarillo opaco; amarillo ocre , verde amarillo; lívido, gris terroso, color de pizarra, broncea- do; color de moscada, de cafó con leche, de mostaza, de naranja, de oliva . Pus blanco , verdusco , rojo hez de vino. Consistencia. — Cubiertas fibrosa y peritoneo!—re- blandecidas, adherentes á las partes vecinas, cartilagi- nificadas, arrugadas ; granulaciones diseminadas en el peritoneo hepático. Tejido propio—homogéneo, friable, denso, seco, endu- recido, fibroso , edematoso , reblandecido , esplenizado, fácil de despedazarse, putrilaginoso. Lesiones diversas.—Congestión, inflamación, hipertro- fia , ictericia , atrofia de uno de los lóbulos ó de todo el hígado , induración sifilítica, induración granulosa (de los borrachos), abcesos; tubérculos, granulaciones milia- res^ cáncer , cirroso , encefaloideo; fungus, gomas sifi- — 51 — líticas, tumores erectiles venosos de forma cavernosa, degeneración grasosa; kistes, hidáticos profundos ó su- perficiales ; ulceraciones , perforaciones , desgarradura ó rotura; enfisema , dislocación, hernias y trasposición; ramificaciones de la vena porta, inflamadas , llenas de coágulos, de pus, obliteradas parcialmente. VENA PORTA Y VENA CAVA. Al hacer la inspección del hígado es preciso investi- gar el estado de la porta en su tronco y ram as; su obli- teración é inflamación pueden ser apreciadas á la simple vista. La vena cava puede encontrarse obliterada ó simple- mente comprimida por el hígado. VEJIGA BILIAR. El examen del hígado se completa con el de la vejiga biliar que puede ofrecer también lesiones dignas de ser consideradas. Para examinarla aisladamente, se separa del cuerpo del hígado, operación que no exije ningún procedimiento especial. Principales lesiones de la vejiga biliar. Atrofiada, obliterada, distendida por el líquido, vacía, conteniendo cálculos de colesterina ú otros, ascárides, ulceraciones, orinas retenidas, perforación. Paredes adelgazadas, hipertrofiadas, fibro-cartilagino- sas. Mucosa y tejido súb-mucoso, inflamados,hinchados, opa- cos, adelgazados, ulcerados, gangrenados, infiltrados de líquidos alterados, de pus. Bilis, color amarillo, verde oscuro, blanco sucio, gra- nulosa, revuelta; consistencia espesa, fluida. PÁNCREAS. La patología del páncreas no es conocida; se ha seña- lado , sin embargo algunas alteraciones notables en el peso y en las dimensiones del páncreas, en su color, en su dirección y en sus relaciones . Se le ha encontrado — 52 — adherente al duodeno , al bazo y al colon, nadando en una bolsa purulenta &. BAZO. En algunos casos es importante examinar el bazo. El bazo debe, desde luego, ser inspeccionado en su lu- gar y se le puede encontrar dislocado, adherido al dia- fragma, al estómago, rodeado de falsas membranas y de coágulos. Existen algunos ejemplos de bazos suplemen- tarios, dobles y múltiples. Antes de cortar este órgano es preciso examinarlo ex- teriormente cuando ha sido extraído del abdomen. D] APARATO URINARIO. Este aparato se compone: 1? de los ríñones; 2o de un aparato excretor dilatado superiormente y formado por los cálices, la pelvis del riñon y los uréteres; 3? de la ve- jiga; y 4? de la uretra. ríñones. Las enfermedades de los ríñones son mas frecuentes de lo que parecen , y por lo mismo muchas y variadas las lesiones que en ellos pueden encontrarse. El riñon debe cortarse para investigar el estado de las dos sustancias que lo componen : la sustancia peri- férica ó cortical ó glandulosa , normalmente amarillo- rojiza, que contiene las glándulas de Malpighi, en las cuales se opera la secreción de la orina; y la sustancia interior ó fibrosa, ó tubular, ó medular, mas roja, mas consistente , de aspecto estriado en el estado sano. Las incisiones del tejido propio de la glándula se ha- rán, con un escalpelo fuerte, del borde externo ó convexo hacia el borde interno ó cóncavo . Es bueno practicar, algunas veces, una incisión en la parte inedia del borde externo y la otra en las porciones laterales de ese bor- de, á fin de ver bien la forma y el volumen de los seg- mentos de la sustancia tubulosa llamados pirámides de Malpighi, ó el estado y el grueso de la cubierta que les suministra la sustancia cortical, penetrando en los in- tervalos de las pirámides, para constituir las columnas de Bertin, que igualmente convergen hacia el hilio en forma de conos. — 53 — Principales lesiones de los ríñones. Tejido celular perirenal. Engrosado, endure- cido, ú osiforme, reblandecido. Capsula extra-renal . Macerada , reblandecida, engrosada, adherente al riñon; placas fibrosas, manchas lechosas. Ríñones. Dislocación y vicios de conformación, atro- fia, hipertrofia; congestión venosa, inflamación, abcesos, tubérculos, cálculos, cuerpos estraños, degeneración grasosa , amiloide ; infartos , cáncer, kistes hidáticos, celdillas llenas de líquido; bolsas de serosidad pura ó ci- trina; moco, restos de falsas membranas, pus , orina, hemorragia; obliteración de los vasos renales con ó sin circulación suplementaria. pelvis del riñon, cálices y uréteres. Se sabe que, en la escavacion del hilio renal, se ob- servan dos clases de cuerpecillos salientes separados por depresiones; los unos, nombrados papilas, son rojos, co- noideos y agujereados como la cabeza del tubo de una regadera; los otros mas marcados, amarillos y redondea- dos, constituyen las extremidades de las columnas de Bertin. Los cálices, en número de ocho ó nueve, son pe- queños cilindros membranosos que rodean á las papilas y que, reuniéndose por su extremidad interna, constitu- yen ese embudo aplastado que se llama la pelvis del riñon. Principales lesiones de los cálices y de la pelvis del riñon. Dilatación, distensión por la orina, mas ó menos alte- rada, estrechez, inflamación; infiltración de pus, de ma- teria tuberculosa de líquido canceroso ; manchas grises ó de color de pizarra; falsas membranas , ulceraciones; comunicación con el peritoneo, los intestinos ; cálculos de fosfato de cal y otros. Entozoarios. URÉTERES. Los uréteres, adheridos al riñon, tienen una dirección oblicua de arriba á bajo y de afuera hacia adentro, hasta — 54 — el nivel delasinfisis sacro-iliaca: de allí se dirijen hacia abajo por delante y adentro hasta el fondo de la vejiga; pasan por entre las túnicas mucosa y musculosa de ese depósito y terminan por abrirse en los ángulos posterio- res de trígono vesical. Los uréteres se extraen generalmente con los ríñones, disecándolos. El conducto de los uréteres se abre con tijeras finas dirijidas por una sonda canalada introducida en la aber- tura vesical. Las paredes pueden encontrarse adelgaza- das , ó engrosadas hasta el punto de ofrecer la rigidez de una arteria gruesa; infiltradas de pus ó de materia tuberculosa, cancerosa &. Glándulas" supr arenales. Las capsulas supra-renales son unas glándulas vas- culares sanguíneas que cubren , cada una, el riñon cor- respondiente , al cual se encuentran ligadas por medio de un tejido celular. Las funciones de estos órganos son hasta hoy desco- nocidas y encuéntrase en ellos, muchas veces, alteracio- nes diversas aun incompletamente estudiadas. El examen exterior de estas glándulas, después de su extracción, podrá manifestar las variaciones de su forma, sus dimensiones y peso; su color superficial y su consistencia. Cortándolas después verticalmente, del borde convexo al borde cóncavo, se examinará el estado de su sustan- cia. VEJIGA. Al tratarse de este órgano debe examinarse , desde luego , su estado exterior para comprobar su vacuidad, su reducción ó amplificación, retracción ó distensión; si pasa del pubis ó se encuentra arrastrado hacia la vagi- na con el útero. Su cambio de forma, adherencias &. Hecha esa inspección, y después de echar una ligadu- ra por debajo de la embocadura uretral, se extrae el ór- gano solo, ó, mas comunmente, con el pene y, en caso de adherencia, con el recto, el útero y los pubis. Se abre longitudinalmente, con unas tijeras, por su parte ante- rior y superior. La incisión debe terminar en el bajo fondo, si se presenta alguna fistula , ó cerca del orificio uretral. Las lesiones de la vejiga pueden existir en su mem- brana mucosa , en el tejido celular y entre los planos carnosos de la túnica musculosa que en ciertas afeccio- nes se hacen mas patentes. ■Lesiones principales. Membrana—despulida, descolorida, gris verdosa, de color rojo de vino, manchada de pequeños equimosis, in- yectada de sangre venosa, de pus; edematosa; levanta- da en forma de células limitadas por columnas salientes ó de válvulas ; engrosada con hipertrofia de la túnica muscular, endurecida; reblandecida, rugosa, cargada de granulaciones blanquiscas, de placas lívidas gangreno- sas; en comunicación con el ombligo , el periné , la va- gina, el útero, el recto ; falsas vias; cubierta de vegeta- ciones, de concreciones seudo-niem uranosas grises, blan- quiscas ó purulentas; de incrustaciones de fosfato de cal; infiltración cancerosa y tubérculos de la mucosa, varices de las venas de la mucosa. Otras partes del órgano—Heridas quirúrgicas ó traumáticas, penetrantes ó no, que interesan una sola ó ambas paredes opuestas; ruptura, perforaciones, comu- nicación con el recto, el útero; extrofia, dislocación ge- neral; prolapsus de la uretra en la vejiga; hipertrofia ó atrofia, cistocele, cuerpos extraños venidos del exterior sea por la uretra, sea por heridas; cálculos , catarro ve- sical , ulceraciones , gangrena , vegetaciones , fungus ó pólipos fungosos; estrechez de la uretra , gota , reuma- tismo crónico; inyección en la vejiga de líquidos irritan- tes, falsas membranas; [envenenamiento con cantári- das &.] Uretra de la mujer. Este conducto, de tres ó cuatro centímetros de largo, no ofrece lesiones importantes en el cadáver. Puede en- contrarse alargada ó encorbada por efecto de la preñez ó por otras enfermedades, ó dilatada á consecuencia de partos laboriosos; el meato se presenta , algunas veces, despedazado, ó situado anormalmente en el vórtice del clitoris. Si fuese necesario examinar ese órgano, se le abre cor- tándolo en toda su extensión, de adelante para atrás, y extendidas sus paredes sobre una plancha de corcho se las sujeta con alfileres. — 56 — E) APARATO GENITAL DEL HOMBRE. Este aparato se compone: 1? los de testículos; 2? de los conductos deferentes que conducen la esperma á un re- ceptáculo, las vesículas seminales, de donde es eliminada por los conductos eyaculadores; 3? de la uretra que con- duce afuera ese líquido y la orina. A este conjunto se añade la glándula próstata y el aparato de copulación y erección llamado pene. TESTÍCULOS. Antes de extraer los testículos debe examinarse el es- tado de su cubierta exterior, el escroto. Córtase después con un escalpelo las túnicas cutánea ó escrotal y la dartoica ó muscular, para llegar á las cubiertas pro- pias de cada glándula. Es preciso, después, separar las dos láminas de la tú- nica vaginal particular que puede ser asiento de varias lesiones. Descubiertos los testículos se les examinará exterior- mente, antes de extraerlos, para ver si existen anoma- lías en cuanto al número, conformación, desigualdad de volumen entre ambos, &. Generalmente esas glándulas se dividen con el bis- turí en dos mitades, de adelante para atrás, del borde antero-inferior al borde del epididimo, siguiendo el eje mayor del órgano. La incisión de la albugínea puede descubrir entre esta túnica y el parenquima glandular, colecciones san- guíneas, purulentas ó tuberculosas. Lesiones principales de las bolsas y testículos. Escroto—Cubiertas—heridas y contusiones, colo- ración por equimosis ó por enfermedades, infiltración urinosa de las bolsas, flegmon y abcesos , inflama- ción erisipelatosa, edema, hematoceíe parietal, gangre- na, tumores gomosos del escroto y ulceraciones conse- cutivas; tumores fibrosos subcutáneos, tumores graso- sos, tumores urinarios, kistes, inclusiones fetales; ele- fantiasis; fístulas y rajaduras. Túnica vaginal.—1? Lesiones generales.—Inflamación, supuración, kistes hidáticos, hematoceíe vaginal, des- garradura, hidrocele propiamente dicho, comunicación — 57 — con el peritoneo, osqueocele, hernia; cistocele en la tú- nica vaginal; tumores osteo-cartilaginosos, cáncer de la túnica, cuerpos estraños, gas. 2o Superficie interna en particular.—Vascularisacion, infiltración de sangre, de pus y de serosidad; exsuda- ciones fibrinosas, adherencias filamentosas. Testículos.—Lesiones diversas.—Inflamación (or- quitis aguda ó crónica), abcesos , degeneración tu- berculosa, fibro-plástica; sarcocele, y tumores gomosos; fungus; kistes; entozoarios en general; infiltración gra- sosa, kistes linfáticos, anemia, espermatocele, kistes dermoides. CONDUCTOS DEFERENTES Y CORDÓN; VESÍCULAS SEMI- NALES, CONDUCTOS EYACULADORES. Conducto deferente.—Después de haber examinado las alteraciones de la glándula seminal se debe proceder á la inspección de! conducto excretor del testículo. Reconocido exteriormente este conducto, se practica su abertura con unas tijeras bien puntiagudas y con la ayuda de una sonda canalada. Es útil, algunas veces, inyectar ese conducto para ver si el líquido penetra en el epidídimo, y si los con- ductos espermáticos se conservan permeables en toda su estension. Cordón.—El cordón comprende la porción funicular y casi vertical del conducto deferente, las arterias es- permática, funicular y sus venas correspondientes; tie- ne tres membranas: la fascia superficiales, las fibras del crem áster y una expansión tubiforme de la fascia trans- versalis. Estas diversas partes se presentan, algunas veces, tan unidas que es imposible aislarlas con el mango del escalpelo; pudiendo también cada una de ellas ofrecer diversas lesiones. Lesiones principales del cordón espermáiico. Abcesos é inflamación del tejido celular; hidrocele difuso ó por infiltración; varicocele, kistes hidáticos, tu- mores adiposos, gomosos; degeneración tuberculosa ó cancerosa; sacos herniales antiguos formando tumor — 58 — en el cordón, hidrocele del saco hernial funicular, her- nia del intestino, hernia del epiplon. Vesículas seminales. Estos receptáculos cónicos están colocados en una di- rección oblicua de arriba á abajo y de fuera hacia aden- tro, convergiendo el «no hacia el otro. Están situa- dos entre el bajo fondo de la vejiga y la parte media del recto, fuera de los conductos deferentes con los cua- les comunican. Para llegar á ellos se practica el corte del pubis, y después de haberlos examinado en su lugar, se liga el recto para levantarlo con la vejiga, la pros- tata y la cubierta músculo-celulosa de la próstata. Se diseca el recto con mucho cuidado de arriba á abajo, por sus caras anterior y lateral en las cuales se presen- tarán los receptáculos espermáticos. Conductos eyaculadores. Estos conductos excretores, estendidos oblicuamente de atrás hacia adelante y de arriba á abajo, del cuello de la vesícula seminal á la parte prostática de la mu- cosa uretral, están contenidos en el espesor de la parte posterior de la próstata. Sus alteraciones, poco conocidas, parecen ser poco mas ó menos las mismas que las de las vesículas semi- nales. PENE. Se examinará, si es necesario, la cubierta tegumen- tacia del pene, generalmente menos blanca que las par- tes vecinas. Se verá con cuidado el prepucio, que pue- de ser asiento de varias afecciones. Principales afecciones del pene y del prepucio. Heridas ^contusiones; estrangulación por cuerpos es- tranos; infiltración serosa del pene; erisipela y eritema, estácelo y gangrena; abcesos y fístulas urinarias, abce- sos peri-uretrales, excoriaciones del pene, cáncer y tu- mores; elefantiasis; sarna, erupción exantematosa; cica- trices chaucrosas; chancros del pene y del prepucio con, ó sin bubones; balanitis, aftas y herpes del pre'- — 50 — pucio; inflamación de los folículos prepuciales; condí- lomas del pene y del prepucio; desgarradura del prepu- cio; retención de orina y cálculos en el prepucio. Vi- cios de conformación.—Débil desarrollo de los órganos genitales externos; pene rudimentario, duplicidad del miembro viril, sínfisis y adherencia del prepucio al glande por falsas membranas; fimosis congenita ó ac- cidental. Cuerpos cavernosos.—Estos dos órganos erectiles des- tinados á sostener la uretra, durante el orgasmo vene- reo, nacen aisladamente de la parte íntima de la rama isqnio-pubiana, pero se juntan á partir déla sínfisis del pubis. Están esencialmente constituidos por una cubierta que contiene una trama muscular cuyas mallas están llenas de vasitos frecuentemente anastomosadas entre sí, de lo cual proviene el color rojo y el aspecto espon- joso del órgano. Para estudiarlos, es preciso, después de haber corta- do el pubis, echar sobre ellos un chorro de agua á fin de hacer desaparecer la sangre de los senos venosos; se puede también insuflarlos para ver si se comunican. URETRA. Este conducto excretor definitivo de la esperma y de la oriua es, con frecuencia, objeto de algunas investi- gaciones necroscópicas. Para examinar la uretra en toda su extensión, es ne- cesario praoitar el corte del pubis. Abierto el abdomen se coloca el cadáver de modo que las piernas queden levantadas y separadas; si la rijidez cadavérica impide dar esa posición al cadáver, es necesario hacer colgar las piernas de modo que las nalgas queden en la extremidad de la mesa do anfiteatro. Con un fuerte es- calpelo, ó, mejor con un cuchillo de necroscopia, se describe una incisión oblicua que parte de la rama ho- rizontal del pubis, fuera de la espina, hasta llegar á la rama descendente del pubis y ascendente de isquion. Esta incisión repetida por el otro lado, debe interesar todas las partes blandas. Ino queda mas, entonces, que seccionar con la sierra las ramas horizontales del pu- bis y ascendentes del isquion de cada lado. El operador corta después por el medio, el tejido adi- — GO- poso que cubre la piel del pubis, el ligamento suspen- sor del pene, y, con ayuda del escalpelo, destruye las últimas adherencias musculares. Ese corte pone á descubierto la vejiga, las raices del cuerpo cavernoso entre las cuales se percibe el conduc- to uretral, la próstata y el recto; y permite desprender con cuidado todo el peritoneo pelviano, y sacar por junto de la vejiga, el uréter, la próstata, las vesículas seminales, &. Para examinar interiormente la uretra, es preciso cortarla en toda su estension desde el meato hasta el cuello de la vejiga con unas tijeras punteagudas y una sonda acanalada. Esta incisión se practica sobre la pa- red superior del pene. Principales alteraciones de la superficie interna de la uretra. Membrana mucosa.—Inyectada, roja, azulada, reblan- decida, engrosada, seca, presentando bridas, replie- gues valvuliformes, cicatrices escrecencias fungosas, placas gangrenosas, ulceraciones sifilíticas; cálculos uretrales ó fragmentos de cálculos vesicales; incrusta- ciones producidas por el contacto de una sonda perma- nente; sanies tuberculosa, PRÓSTATA. La próstata tiene su base situada bajo el cuello vesi- cal, delante de los conductos eyaculadores. Está en re- lación íntima con la vejiga, lo que explica la simultanei- dad casi constante de las hipertrofias musculares, vesical y prostática. Como hemos dicho, al hablar de la uretra, la prósta- ta se manifiesta al mismo tiempo que ese conducto des- pués de la abertura del pubis; al aislar la próstata es necesario tener cuidado de no dañar el tejido glan- dular. Principales lesiones de la próstata. Atrofia, hipertrofia, inflamación aguda ó crónica, ad- herencias, abcesos superficiales, varices de las venas, cavernas de orines; ulceraciones, gangrena, fístulas, cálculos, kistes, tubérculos, tumores adenoides. — 61 — F] APARATO GENITAL DE LA MUGER. Los órganos genitales de la muger, son: 1? los ova- rios; 2? las trompas uterinas; 3? el útero; 4o la vagina; 5o la vulva; 6o las mamas. OVARIOS. Los ovarios se encuentran en la región iliaca detrás del ligamento redondo que los separa de la vejiga, por delante del recto. Examinado el ovario exteriormente y en el propio sitio, se le extrae del modo siguiente: Abierto el abdomen, ó mejor, verificado el corte del pubis, del modo ya indicado, se desprenden los liga- mentos, teniendo cuidado de no maltratar las trompas de Falopio; la vagina se corta debajo del cuerpo uteri- no y entonces se desprenden el útero y todos sus ane- xos con el peritoneo pelviauo, sin el recto. Extraído el ovario, se le divide perpendicularmente y en todo su gruero. Este corte encuentra desde luego, la túnica fibrosa ó albuminosa. Lesiones principales del ovario. Dislocación, hernias, vicios de conformación; trans- formación fibrosa, atrofica ó hipertrófica, varicocele ó dilatación varicosa de las venas del ovario, hematoce- íe, inflamación simple ó sifilítica; abcesos; kistes, dege- neración coloides ó tuberculosa, ruptura del ovario, gangrena, histérico, ninfomanía, esterilidad. TROMPAS DE FALOPIO. Las trompas de Falopio se dirijen trasversalmente hacia afuera y arriba, de las astas uterinas á los ova- rios. Las trompas se cortan con tijeras muy afiladas para poner 4 descubierto su superficie interna. Lesiones principales de las trompas de Falopio. Dislocación, inflamación, colecciones purulentas, ne- crosis, abertura de abcesos tubulares en el perito- neo; estrechez, obliteración por atrofia senil ó flegma- sia, dilatación; hemorragia, rotura de las venas; de- generación cancerosa , tuberculosa ; hidropesía; kis- tes superficiales, kistes entre el ovario y la trompa. Adherencias viciosas del pabellón, orificios abdomina- les supernumerarios; hematoceíe peri-uterino, disloca- ciones del útero y del ovario. ÚTERO. Antes de levantar el paquete intestinal es necesario examinar sus relaciones con el útero para ver las mo- dificaciones que pueden presentar. Extraído el útero ó inspeccionado exteriormente, se corta con un escalpelo fuerte siguiendo su eje longitu- dinal desde el fondo hasta el cuello. Se principia por este si esel asiento de las principales lesiones. Principales lesiones de las paredes uterinas. Paredes.—Pálidas, rojas, hipertrofiadas y turgen- tes, negras y putrilagiuosas, endurecidas, cartilagino- sas, osiformes; esponjosas, reblandecidas; destruidas parcialmente; ulceradas; infiltraciones de pus, de sa- nies fétida; falsas membranas; fungosidades, pólipos, placas gangrenosas. Venas y senos venosos del tejido muscular.— Abiertos, repletos de sangre, conteniendo coágulos, líquido puriforme; gases. Principales lesiones del útero. Inflamación aguda, puerperal, crónica; flebitis; re- blandecimiento, congestión sanguínea, hemorragia, ul- ceras varicosas, hidropesía, cáncer y cancroides; hida- tides y cuerpos extraños; fungosidades; pólipos; gan- grena del útero ó de la placenta. Afecciones placentarias y fetales en particular. Vicios de inserción de la placenta, atrofia, hipertro- fia, congestión y apoplegia; alteración grasosa, indura- ción fibrosa, incrustación calcárea; kistes y pólipos de la placenta; hidramníos, tumores fetales en general; descomposición gangrenosa del feto; huevo blanco ó — 63 — abortivo sin embrión ni vesícula umbilical; anomalías y monstruosidades del huevo, del embrión, y del feto. Principales lesiones del cuello del útero. Rojo, granulado, desigual, endurecido, saliente é hi- pertrofiado, atrofiado, estrechado, reblandecido y fun- goso, ulcerado, carcinomatoso, adherente á la pared posterior ó anterior de ia vagina; alargamiento del cue- llo; prolapsus en la vagina y en la vulva, desgarradu- ras; presentando los productos ó los restos de la pre- ñez; falsas membranas, pólipos, granulaciones ó kistes foliculares; ulceraciones sifilíticas, tumores gomosos, ulceraciones ó masas tuberculosas; estrechez del orifi- cio interno, oclusión del cuello por un cuerpo fibroso, por un tapón plástico organizado durante Iftígestacion. VAGINA. Pocas veces se examina ni abre esto órgano. Las al- teraciones y lesiones que pueden encontrarse en él son poco mas ó menos las de las membranas mucosas de que hemos tratado ya á propósito de otras visceras. VULVA Y PERINÉ. La posición superficial de la vulva permite fácilmen- te el examen sin ninguna preparación previa, Inútil es recomendar la importancia de este órgano en las inves- tigaciones médico legales. Lesiones diversas de la vulva. Heridas, rotura de la horquilla, desgarradura del himen (desfloramiento, estupro), del meato; edema de la vulva, eczema y eritema, abcesos y vulvitisde las niñas, ulceraciones no sifilíticas, placas mucosas; kistes foliculares, vegetaciones; cáncer; cuerpos fibro- sos, elefantiasis, desaparición de la comisura posterior y separación de Jos grandes labios por la prominencia de tumores vaginales ó uterinos; hernias vesico-la- biales. ~EA periné, que colocamos entre los órganos genitales — 64 — externos de la muger, presenta algunas lesiones que no es inútil investigar. MAMAS 6 PECHOS. El examen exterior del pecho es de los mas fáciles y las lesiones que puede manifestar son de apreciación igualmente fácil. Para el examen interior se divide la piel y se practi- ca incisiones verticales y transversales en todo sen- tido, fijando la atención al disecar especialmente los grupos glandulares que exijan un estudio especial. Principales lesiones de los pechos. Eczema, induración sifilítica, gomas sifilíticos, fleg- mones y abcesos extra, intro ó sub-mamarios; fístulas, hipertrofia general; hipertrofias parciales, tumores fi- bro-plásticos, tumores lácteos, kísticos, hidáticos, tu- berculosos, calcáreos, cirrosos; cáncer coloides, osteoi- des. G) ENCÉFALO. En el examen del encéfalo se comprende: Io el de la dura-madre; 2o el de la pulpa cerebral; 3? el del cerele- lo; 4o el del istmo del encéfalo; 5? el del bulbo raquídeo; del peñasco y de la oreja. Es algunas veces útil exami- nar, después, el peñasco y la oreja. DURA-MADRE. Ya hemos dicho [pag. 35] como se procede á la abertura del cráneo; pero antes de verificar esa ope- ración, en los casos de medicina legal, debe inspec- cionarse cuidadosamente el estado del cuero cabelludo, y el de los huesos que forman la bóveda del cráneo. En la disección de la dura-madre debe procederse con mucha atención y cuidado, observando las adhe- rencias que pueda haber contraído con las paredes del cráneo, etc., y su coloración, aspecto, etc. Diversas modificaciones de la bóveda craneal. Fracturas, hendiduras, hundimiento de los huesos, — 65 - perforaciones, exostósis, osteofitos y periostosis; sinos- tosis, desarrollo irregular, no proporcionado á la esta- tura, deformación, aplastamiento no traumático, au- mento de la circunferencia de la base, redondez del cráneo, volumen general de la cabeza exagerado, ulce- raciones escrofulosas de la cara externa del frontal. Levantada la capa huesosa del cráneo, y antes de cor- tar la dura madre, hemos dicho que es necesario exa- minar la exteriormente para hacerse cargo de las lesio- nes que en ella pueden existir. La dura madre se corta á lo largo del seno longitu- dinal superior; la sección se estiende desde la apófisis cristagalli hasta la tienda del cerebelo, bóveda mem- branosa horizontal que separa los lóbulos cerebrales posteriores de los lóbulos cerebelosos. Extracción del encéfalo.—Los autores de medicina le- gal aconsejan examinar el encéfalo en su propio lugar, para apreciar mejor su situación y alteraciones; pero, si tal examen no basta y es necesario retirarlo de la cavi- dad, se introduce la mano izquierda del operador entre el frontal y los lóbulos anteriores, y con la derecha se van cortando los nervios, á medida que se presentan; se separa la silla turca cortando el diafragma de la hipó- fisis. Después se secciona la tienda del cerebelo en los puntos de sus inserciones y en la circunferencia poste- rior, mientras que la mano izquierda sigue echando ha- cia atrás la masa encefálica. Examen exterior del cerebro.—Antes de desprender este órgano de la aracnofdes y de la pia-madre, debe procederse á su examen superficial. Meninges internas.—El único modo de poder apreciar bien las alteraciones periféricas de los centros nervio- sos, es quitar las cubiertas antes de examinar el encé- falo y de cortarlo. Sin embargo, esa ablación de la aracnoides y de la pia-madre no debe hacerse de un golpe en toda la es- tension del encéfalo, sino proceder sucesivamente se- gún las necesidades de la investigación y respetando mientras sea preciso, las meninges del cerebelo y del bulbo. Debe examinarse sucesivamente la lámina visceral de la aracnoides, el tejido celular sub-aracnoideo, la — 66 — pia-madre, túnica vascular que envuelve inmediata- mente los centros nerviosos. PULPA CEREBRAL. Las meninges son susceptibles de todas las altera- ciones y lesiones de las membranas de su especie y que hemos ya indicado. Después de su examen exterior, por su cara superior y anterior, que debe versar particul armen te sobre su forma, proporción ó desproporción en sus diversas par- tes, color, volumen, consistencia, inyección, hiperemia, etc., sin dar corte alguno, y sirviéndose tínicamente de una piusa y de los dedos, se procederá al examen de la base del cerebro con el objeto de comprobar las lesio- nes que en ella pueden encontrarse. En seguida se pa- sará á verificar el Examen interior.—Se coloca el cerebro sobre su base y se le divide en capas.—El procedimiento mas senci- llo y seguro para las necropsias consiste en dividir con el cuchillo de cerebro la pulpa cerebral en capas hori- zontales sucesivas, de manera que poco á poco se lle- gue hasta los ventrículos laterales. Principales afecciones de las meninges y del cerebro. Hemorragia meníngea; meningitis simple, cerebro- espinal, granulosa; congestión y hemorragia cerebra- les; encefalitis aguda ó crónica; reblandecimiento; indu- ración; concreciones osiformes, degeneración ateroma- tosa ó grasosa, coágulos arteriales; abcesos, tubérculos; kistes hidáticos; tumores cartilaginosos y óseos; cáncer; gangrena del cerebro; atrofia parcial ó general; hiper- trofia; distensión del cerebro por derrames, tumores, etc.; hidrocefalia; vicios de conformación; cuerpos es- traños cu el cerebro (proyectiles etc); heridas del encé- falo ó de sus cubiertas; conmoción y compresión, con- tusión, atrición de las meninges y de la masa nerviosa; fungus de la dura madre; lesiones de los senos óseos, principalmente de los frontales, (retención de mucosi- dades) etc. etc. cerebelo. El examen del cerebro debe completarse con el del cerebelo. Fácil es aislar estos dos órganos cortando los pedúnculos cerebrales al nivel de la protuberancia anu- — 67 — lar y de los pedúnculos cerebrales superiores. Es nece- sario, sin embargo, no separar inmediatamente el cere- bro del istmo del encéfalo, á no ser que este último ha- ya sido ya examinado. Dura madre del cerebelo.—Es necesario desprender del occipital esta meninge cuando existe una unión anormal de los lóbulos con ella. ]So es raro encontrar en la meninge externa placas fibro-vasculares rojas que sirven de substratum á otras tantas producciones tuberculosas que de otros puntos se dirijen á la pulpa cerebelosa. Las alteraciones de esta meninge son las mismas que hemos indicado en la dura madre cerebral. Aracnoides y pia-madre cerebelosa.—En general, al momento de levantar la aracnoides y sobre todo la pia- madre, es necesario proceder con mucho cuidado, por que se podría desprender al mismo tiempo colgajos mas ó menos extensos de la sustancia gris; esta pre- caución es tanto mas importante cuanto que la sustan- cia gris se halla siempre poco mas ó menos reblande- cida. Las lesiones de la aracnoides y de la pia-madre son también las mismas que ya hemos señalado en estas membranas al hablar del cerebro: adherencias entre ellas y el cerebelo, engrosamiento, induración, etc. Al nivel del borde del cerebelo y del vermis superior, se muestra la pía madre verduzca, infiltrada de produc- tos plásticos ó purulentos etc. Examen exterior del cerebelo despojado de sus cubiertas. Es necesario desde luego examinar el volumen, el re- lieve mas ó menos redondeado de los lóbulos, las alte- raciones de forma, la simetría de ambos hemisferios, el peso, coloración, consistencia, etc. del cerebelo. Des- pués se pasa á la cara inferior: hemisferios, cisura media, eminencia vermicular inferior, etc. Se examina, en fin, la circunferencia del cerebelo cuya escotadura anterior aloja la protuberancia y forma el labio inferior de la hendidura de Bichat; también se fijará la atención en los surcos, lobulillos, segmentos, láminas, laminillas etc. Por esta inspección exterior se puede comprobar al- gunas lesiones del cerebelo, como reblandecimiento de las capas superficiales, serosidad ó cicatrices que lle- nan algunos 'vacíos; abcesos, concreciones hemáticas. — 68 — negras ó amarillas, manchas violáceas ó hemorrágicas, inyección sanguínea de los hemisferios, coágulos, etc. Examen interior.—Se puede empezar haciendo una sección an tero-posterior que partirá de la parte media del cuerpo restiforme para separar los dos tercios ex- ternos del tercio interno del cerebelo. Así se verán las pirámides posteriores y el árbol de la vida, las dimen- siones, cohesión, color de la pulpa blanca y de la capa cortical; atrofia ó hipertrofia de la sustancia gris etc. Un segundo corte, que comprende la pulpa periférica del cerebelo hacia la protuberancia, descubre la pro- fundidad de los surcos y, en el centro de la sustancia blanca de cada hemisferio, el cuerpo romboideo de Vieussens. Un tercer corte, horizon taimen te hecho al nivel de la válvula de Vieussens, iria á terminar en la válvula del cuarto ventrículo. Para practicar este corte, supo- niendo abiertos los ventrículos cerebrales, se coje con la pinza la tela coroidea, en el punto que cubre á la glándula pineal y los tubérculos cuadrigéminos, en la hendidura de Bichat; se tira hacia atrás esta tela, y se corta en la línea media, de adelante hacia atrás, la par- te superior del cerebelo; se distingue entonces la vál- vula de Vieussens y se la corta así como los pedúnculos cerebelosos superiores. Lo que resta del cerebelo se corta en capas vertica- les y horizontales. Las alteraciones del cerebelo son comunes con las del cerebro, que ya hemos descrito. Diremos que la supuración es bastante frecuente en el cerebelo, sobre todo en la sustancia gris, y que el reblandecimiento es mas raro que en el cerebro. Principales afecciones del cerebelo. Hemorragia, reblandecimiento, abcesos, induración, masas tuberculosas de las meninges ó de la pulpa, gan- grena, tumores gomosos, cáncer, cisticercos, hernia á través de la separación de los huesos ó del agujero oc- cipital, atrofia y ausencia de uno de los lóbulos. Con- moción cerebelosa, etc. etc. ISTMO DEL ENCÉFALO. Denomínase así la parte estrechada y cuboidea de la — 60 — masa encefálica intermedia al cerebro, al cerebelo, á la médula, y que comprende la protuberancia anular, los pedúnculos cerebelosos medios, los pedúnculos cere- brales y los tubérculos cuadrigéminos. Las dos prime- ras de estas partes se examinarán antes que el cerebe- lo ó al mismo tiempo que éste; los pedúnculos cerebra- les se estudian generalmente con el cerebro, así como las eminencias testes y notes. Los pedúnculos cerebrales se preparan como los tubér- culos cuadrigéminos que cubren su cara superior. Pa- ra estudiarlos es necesario separar la pia madre, tra- tando de no arrastrar con ella el nervio motor ocular común que nace de la cara interna de los pedúnculos. Cortados estos se separa el cerebro del resto del en- céfalo. Estos pedúnculos, algunas veces atrofiados en un la- do, pueden presentar equimosis que corresponden, en cortes transversales ó verticales, á focos capilares he- morragicos; una vascularisacion exagerada, puntos pu- rulentos ó tuberculosos. Los tubérculos cuadrigéminos se examinan después de la ablación de la pia madre, cuando el cerebro está aun intacto, colocando este último sobre su cara con- vexa, é invirtiendo el cerebelo de atrás hacia adelante, si todavía no se ha cortado. Estas cuatro eminencias muestran algunas veces síntomas de una inflamación, manchas amarillas, tumores hemorrágicos. La indura- ción y la supuración son raras. La protuberancia anular se estudiará desde luego ex- teriormente, colocando el cerebro como para el examen de los tubérculos cerebrales, y después de la ablancion de la fria madre. La cara posterior debe examinarse con el' cuarto ventrículo y los pedúnculos cerebrales.— Para el examen interior se practican cortes verticales antero-posteriores y transversales. Puede manifestarse en la protuberancia, focos hemorrágicos, reblandece miento (raro), abcesos con pérdida de sustancia mas ó menos considerable. BULBO RAQUÍDEO. Las lesiones de la superficie bnlbar son bastantes ra- ras, se refieren principalmente á su coloración y consis- tencia. Se empezará por examinar su cara anterior. La — 70 — cara lateral rara vez es el sitio de alteraciones perifé- ricas. En cuanto á la cara posterior se la estudia con el cuarto ventrículo cuya pared anterior forma cu parte. Para verificar el examen interior se corta el bulbo, despojado de sus cubiertas, en capas delgadas, trans- versales y verticales. NERVIOS CRANEALES Y GRAN SIMPÁTICO. Al extraer el encéfalo se debe cortar sucesivamente los doce pares craneales. Para examinarlos, se conser- va intacta la dura madre de la base del cráneo, que perforan todos estos troncos, y también algunas veces parte de las otras meninges. Háse señalado en los ganglios de los nervios cranea- les, destinados á la sensibilidad general, cuerpos ami- loides, producciones cancerosas, etc.; pero estas lesio- nes son muy poco conocidas todavía. En cuanto á los nervios mismos, pueden hallarse to- dos ó casi todos afectados. Los que nacen, sea de la base del cerebro, sea del bulbo, pueden romperse traumáticamente; estar mas ó menos alterados desde su origen, atrofiados, reducidos á su neurilema, atacados de la inflamación de esta cu- bierta, reblandecidos sobre todo en su punto de emer- gencia, comprimidos hacia su punto de partida por exostosis ó tumores, y ser ellos mismos el sitio de tu- mores ó neuromas. Gran simpático.—Muy poco se ha adelantado aun en el conocimiento de las alteraciones del gran simpático. Háse mencionado neuromas del plexo solar; del gan- glio cervical superior, derrames sanguíneos, trasforma- cion del cordón cervical en tejido fibro-conjuntivo, etc. PEÑASCO Y OREJA. El oido externo rara vez es objeto de exámenes ne- eroscópicos. Sin embargo, puede ser útil comprobar la existencia en esta región de pólipos fibrosos ó tumores óseos del conducto externo, la inyección ó erosiones de la mucosa, la presencia de cuerpos extraños, las concreciones ceruminosas; en fin, las deformaciones del pabellón, las anomalías del tímpano ó sus afecciones patológicas. Principales afecciones del tímpano. Ausencia congénita, disminución de sus diámetros y de su encorvadura. Inflamación, relajación, tensión, granulaciones, pólipos, destrucción; perforaciones, he- ridas, rasgaduras [estrelladas en los artilleros], ruptu- ra | frecuente en los ahorcadosj; ulceraciones, fístulas, adherencias, etc. La caja del tímpano, puede contener en algunos casos un líquido rojizo, viscoso y purulento; sus paredes pue- den desnudarse y perder su mucosa, etc. • En el oído interno se ha podido ver los conductos se- mi-circulares llenos de materia roja plástica, ó verda- dero pus esparcido en el vestíbulo ó en las cavidades del laberinto. Para estudiar las lesiones del oido inter- no es necesario separar la dura madre, en seguida el peñasco y serrar este según su eje longitudinal. En el peñasco propiamente dicho, hay que conside- rar las pérdidas de sustancia, el estado de las células mastoideas, abcesos fistulosos, la caries, osteítis, etc. Es necesario examinar cuidadosamente el peñasco en los individuos que mueren á consecuencia de una caída sobre el cráneo, sobre todo si ha habido hemor- ragia por la nariz ó la oreja, ó bien si se ha derramado un líquido seroso que se reconozca ser el humor céfalo- raquídeo por la ausencia casi completa de albúmina y de cloruro de sodio. Debe procederse en este examen del modo siguiente: se desprende la dura madre de la base del cráneo y se descubre el peñasco, se busca con cuidado la rasgadura esquirlosa ó la fractura en todo su trayecto y se vé si los fragmentos gozan do cierta movilidad. Con la sier- ra de mano se extrae el temimral para examinar con mayor cuidado el trayecto de la fractura en la profun- didad del peñasco, sus relaciones con las células mas- toideas, el conducto de Falopio, la trompa de Eusta- quio, y los conductos semi-circulares; se puede encon- trar en la oreja rasgos de la transudación sanguínea observada durante la vida. . CAPITULO SÉPTIMO. Documentos médico-legales. Los principales documentos médico-legales, son: los partes, les certificados, las declaraciones, los informes y las consultas. Partes. Los partes son simples oficios en que los médicos co- munican, á la autoridad de policía, el aparecimiento de una epidemia, ó el hecho de haber sido llamados para asistir á un herido ó á un suicida, ó presenciado una muerte súbita, ó su creencia de haberse presentado un caso de envenenamiento. Certificados. La autoridad de policía, desde que tiene conocimien- to de un hecho criminal, heridas, homicidio, &, dispone que un médico reconozca al agredido ó agredidos, y exi- ge un certificado que remite con el parte, ó pocas horas después, al juez que debe conocer de la causa. El cer- tificado es la simple atestación de un hecho referente á medicina. El certificado puede también solicitarse por un parti- cular, sea para exonerarse del servicio militar ó de un cargo concejil, sea para solicitar licencia en el caso de ser empleado público. El simple certificado , para que produzca fé en juicio , debe ser ratificado verbalmente, ante el juez, bajo de juramento y en la forma de toda declaración; este requisito es innecesario en materia ad- ministrativa. Declaraciones. Nombrado el médico, perito en una cuestión civil ó criminal, debe prestar juramento y proceder en seguida al reconocimiento de la persona. Si ha expedido un cer- tificado provisional por mandato de autoridad, debe presentarse después al juez para ratificarse en él; si no existe tal certificado, ó bien se presenta á declarar per- sonalmente, óbien, loque es mas común, manifiesta por escrito el resultado de su reconocimiento, debiendo des- pués ratificarse también en él verbalmente. Si dos ó mas médicos nombrados peritos no están con- formes en sus apreciaciones sobre el hecho material del reconocimiento , cada uno escribe su opinión y el juez procede á nombrar el dirimunte. Informes. Un informe de Medicina legal, es un documento re- dactado por uno ó muchos médicos, por orden de la auto- ridad judicial ó administrativa, para comprobar ciertos hechos, detallarlos minuciosamente y deducir de ellos las lógicas consecuencias. Semejante documento sirve para ilustrar á los magis- trados sobre ciertos hechos que ellos no pueden apre- ciar; y las conclusiones tienen una gran influencia en la dirección y resultado de una causa, La ley exige como garantía que el médico preste, ante un magistrado , el juramento de llenar fielmente la misión que se le confía; la omisión de esta formalidad puede ser, algunas veces, causa de nulidad de las sentencias pronunciadas. Se da el nombre de informes judiciales á los expedidos por mandato de algún juez ó tribunal para el esclareci- miento de una cuestión civil ó criminal; y de informes administrativos, á los que tienen por objeto ilustrar á la autoridad administrativa sobre la aptitud ó ineptitud de los ciudadanos para ciertos servicios públicos y sobre cuestioues relativas á la salubridad pública , como el establecimiento de fábricas, talleres, depósitos, &. En las grandes ciudades europeas existen consejos de salubridad, compuestos de médicos, químicos é ingenie- ros que ilustran á la autoridad en todas las cuestiones relativas á la higiene y salubridad. Entre nosotros, exis- ten juntas de sanidad , compuestas del Prefecto, de va- rios médicos y de algunas personas notables, cuyas atri- buciones son'las mismas que acabamos de indicar. Los informes judiciales se componen de tres partes: el preámbulo, la descripción de los hechos y las conclu- siones. El preámbulo es una fórmula común á muchos docu- mentos, y comprende: Io los nombres, apellidos, domi- cilio, título y cualidades de los médicos peritos ; 2° la denominación del magistrado que ha pedido el informe; 3? la naturaleza y el objeto del reconocimiento; 4o la in- — 74 — dicacion del dia y hora, así como del lugar en que se ha practicado la diligencia. La descripción de los hechos deba ser redactada con método y claridad; estas cualidades no se adquieren sino con la práctica y para suplirla es necesario seguir el ejemplo de los médicos alemanes que, al notar cada cir- cunstancia la numeran, para evitar así la confusión y la repetición de los hechos. Debe evitarse el empleo de términos científicos y no olvidar que el informe se es- cribe para que sea leido y comprendido por personas estrañas á la medicina. Las conclusiones exigen la mayor atención de parte de los peritos; debe ser la deducción rigurosa de los hechos espuestos en su conjunto, y responder á cada una de las cuestiones propuestas por el magistrado. La opinión del perito resulta del valor que atribuye á cada hecho tomado aisladamente, y comparados des- pués entre ellos. Consultas médico-legales. Se designa, con este nombre, el examen de una ó de muchas relaciones médicas que obran en poder de la justicia y sobre las cuales otros médicos, nombrados al efecto , deben dar su opinión motivada, ya sea confir- mando ó ya modificando ó impugnando las conclusiones de los primeros peritos. Las consultas médico-legales se piden por el juez ó por la parte acusada. Devergie ha expuesto de una ma- nera exacta las reglas que deben seguirse en las relacio- nes de estas consultas; vamos á citar las principales. Nombrados los médicos, deben presentarse ante el juez para aceptar el cargo y prestar juramento . Se les entrega después: Io las diferentes exposiciones délos médicos ya oidos en el asunto ; 2o todas las piezas del proceso que sean necesarias para ilustrar la opinión. Cada uno de los peritos examina cuidadosamente esas piezas; aprecia los hechos expuestos en ellas y las con- clusiones deducidas por los primeros peritos. Cuando se ha discutido y fijado las nuevas conclusiones , que confirman ó rechazan las anteriores, se procede á la re- dacción del documento, que contiene cuatro partes dis- tintas: Ia El preámbulo. — 75 — 2a La exposición de los hechos. 3a La discusión de los hechos. 4a Las conclusiones. Vil preámbulo es el mismo que en el certificado, pero debe hacerse mención en él de los documentos que se han tenido á la vista. La cxjwsicion de hechos consiste en un extracto metó- dico de los hechos deducidos de los documentos. Es ne- cesario coordinarlos y numerarlos en el orden en que los acontecimientos han sucedido ó de las observaciones que se han hecho; debe ser , por lo mismo, un resumen suscinto de las circunstancias del crimen cometido. Si se trata, por ejemplo, de un envenenamiento, se pasará sucesivamente en revista los hechos que se refieren á los síntomas mórbidos observados; las alteraciones pa- tológicas descritas al haberse abierto el cuerpo; se ex- traerá de los documentos la relación de las pruebas quí- micas. Entre estos hechos , los que mas prueben y que deban servir de base para las inducciones, se subraya- rán. La parte que comprende la discusión de los hechos, es la mas difícil; ella exige del médico mucho orden y mu- cha sagacidad. Es necesario que se remonte de las mas débiles pruebas á las de un orden mas elevado; que co- mente los hechos, ora aisladamente, ora en grupos de á dos , de á tres, &. Solo entonces puede sacar del domi- nio de la ciencia todas las pruebas en apoyo del valor que les dá; todos los hechos estraños á la causa, pero que ofrecen alguna semejanza con ella. Esos hechos to- mados de los autores mas recomendables dan ordinaria- mente mucho peso á las consultas. El médico consultado puede hacer nuevos esperimentos en animales y nuevas investigaciones químicas; en una palabra, no hay lími- tes en esa discusión para el perito; mientras mas docu- mentos suministre , mas ilustrará el objeto de la discu- sión; en esa parte de la consulta, puede hacer valer la autoridad de los médicos legistas llamados á resolver semejantes cuestiones. Las conclusiones, que no son sino la consecuencia déla discusión precedente, deben ser expuestas con tada cla- ridad; pero indispensablemente motivadas. Así , es nece- sario referirse á los números de orden con que se han señalado los hechos. Las conclusiones no deben quedar aisladas; cuando difieran de las de los primeros peritos, — 70 — es necesario que las ligue un comentario que haga re- saltar las diferencias. Este ligero bosquejo de las reglas, basta para que se conozca en qué se distingue una consulta del simple re- lato de un reconocimiento. Aquella exige no solo mucha sagacidad, sino también mucha instrucción; puede de- cirse, una instrucción especial adquirida en la práctica de la medicina legal, y en la lectura de los autores que han escrito sobre la materia. CAPITULO OCTAVO. Modelos de informes, consultas médico-legales y análisis químicos. I. IMPOTENCIA. Los infrascritos , N. N---profesores de medicina y cirujia, en cumplimiento de la orden del señor juez___ nos hemos reunido con el objeto de examinar los autos que siguen doña N. N. y don N. N. sobre nulidad de su matrimonio, y reconocer á dicho don N. para declarar si es impotente; si, en caso de ser impotente , es su im- potencia anterior al matrimonio y si esa impotencia es incurable. Enterados de lo que arrojan de sí los autos , bajo el punto de vista científico , hemos verificado el reconoci- miento de N. N., recogiendo todos los datos que pudie- sen ilustrar tan delicada como espinosa cuestión, resul- tando de todo, lo siguiente: Don K K es un joven de unos 30 años de edad; buena constitución y temperamento bilioso. No se le advierte síntoma alguno de las varias enfer- medades que suelen dar lugar á la impotencia, ni vesti- gios de haberlas padecido. Está bien organizado, tanto en lo general de su cuer- po, como en el aparato genito-uriuano accesible á los sentidos. Sus testículos tienen el tamaño común y su pene presenta un grosor y longitud muy regular , con toda la exterioridad de la energía. Como todos estos indicios de virilidad son exteriores, y no pueden dar mas que probabilidades , nos resolvi- mos á examinar detenidamente la orina de don N., con el fin de someterla á las pruebas necesarias para deter- minar su composición , puesto que la escasa cantidad suministrada por dicho señor, en el acto del reconoci- miento, no dio la reacción acida que dá comunmente la orina normal, y que suele faltar en la de los diabéticos; pero , deseoso el interesado de presentar una prueba decisiva de la cuestión, indicó que, á pesar de serle su- mamente repugnante y doloroso, estaba pronto á some- terse á lo que tuviéramos á bien disponer, si era posible conciliar su dignidad y decoro con la exhibición inequí- voca de aquella prueba. En virtud de ese ofrecimiento reiterado, y persuadidos de que en materia tan grave y dificultosa, no es posible, no solo la evidencia, sino ni aun la certeza de la virilidad , sin asegurarse que hay erecciones voluntarias y sostenidas y eyección normal de esperma , creímos que , escudados con nuestra misión médico legal y abonados por su fin científico, podíamos permitir á D.N. que nos presentara esa prueba dehecho, pero sin presenciar los medios de llegar á ella , puesto que, tomando todas las precauciones debidas, para cer- rar las puertas al engaño, podíamos adquirir la certeza de la potencia de D. N., sin sacrificar al deber científico, las respetables exigencias del pudor. Pasados algunos minutos, el señor D. N. se presentó con el pene en semi-ereccion todavía, y con cierta can- tidad de licor seminal en la abertura exterior de su ure- tra. Recogidos esos datos, consideramos supérflua toda observación ulterior, y dimos por concluido el recono- cimiento de D. N. N. De lo consignado en los autos y del reconocimiento practicado en dicho señor, deducimos: 1? Que D. N. N. es potente; es decir, que puede efec- tuar la cópula con deposición de esperma en vaso idó- neo. 2? Que solo puede dejar de tener el vigor necesario para la cópula, en determinadas circunstancias, ó poca inclinación á ella en determinadas horas , ó con deter- minada mujer, por las causas ordinarias que gastan los resortes de la virilidad , por un tiempo dado , y suelen desvirtuar el licor prolífico, como se abuse de ellas, se- — ■<•» — gun sucede á todos los individuos , por potentes que sean [1]. II. ENFERMEDAD CONTAGIOSA. Dijeron:. Que por disposición del Juez de primera ins- tancia de___pasaron á reconocerá los esposos D. N. N. y Da N. N., vecinos de la calle de---Xo---cuarto se- gundo, con el objeto de determinar, si ía afección que padece la señora Da N. N, es de las que pueden desarro- llarse espontáneamente ó de las debidas á un contagio con un stigeto enfermo del mismo mal, y si el que padece su es- poso 1). N. N., ha podido producirla. Que no habiendo encontrado dificultad ninguna, des- empeñaron su cometido, cuyo resultado es el siguiente: Reconocida la señora, de unos 36 años de edad, buena oonstitucion, temperamento sanguíneo-flemático, regu- larmente nutrida, ofreció en su tegumento cabelludo algunas costras, infartos en los ganglios cervicales pos- teriores, y una erupción exantemática confluente en di- ferentes partes de su cuerpo . Quejábase de dolores de cabeza nocturnos. Examinados sus órganos genitales, á la simple vista y con el especulum uteri, con toda la detención debida, solo ha podido notársele un catarro uterino de los mas sencillos, sin ninguna especie de ulceración. oco profunda; la superficie anterior del sacro es muy cóncava; los agujeros sub-pubianos son triangula- res, las cavidades cotiloideas están bien separadas unas ele otras; en fin, el estrecho superior de la pelvis pre- senta exactamente los diámetros de una pelvis de mu- jer bien conformada. Deducimos por estas señales, que el esqueleto sometido á nuestro examen es el de una mujer. Tercera cuestión.—¿Cuáles serian su edad y esta- tura?—Edad. Las suturas sagital y lambdoidea están todavía visibles; sin embargo la aproximación de los huesos es bastante completa, sobre todo en la sutura sagital. Los dientes son blancos y su3 coronas gastadas en las dos mandíbulas; el esmalte está casi todo des- truido en la superficie interna de los incisivos y cani- nos ele la mandíbula superior; la faz anterior de los in- cisivos, caninos, pequeños molares y los segundos mo- lares gruesos están gastados á bisel, por el roce de los dientes superiores. El cuerpo ele varias vertebras del dorso presenta, en la parte anterior, un hundi- miento, que solo tiene lugar en una edad bastante avanzada. Las astas ded hueso hioides están soldadas al cuerpo de dicho hueso, lo cual nunca sucede antes de la edad madura; en fin, en la tierra que rodea al cráneo se'..un encontrado algunos cabellos blancos. Si, por una pa; ;,e, fíesoubrimos en el esqueleto señales que pertenecen á los adultos, si aun vemos algunas que de- muestran una edad avanzada, no encontramos ninguna que marque laelecrepítud; pues, no hay ni disminución — 145 — en el espesor de los huesos planos, por falta ele diploé, ni desviación, ni hundimiento considerable en el con- junto de la columna vertebral, ni sutura entre los hue- sos, ni auu entre los elel tarso. Presumimos pues, sin poderlo, no obstante, asegurar, que este esqueleto per- teneció á una mujer de sesenta á setenta años.—Esta- tura. Después ele haber medido todos los huesos ele los miembros, uno por uno, y de haber consultaelo los cua- dros trazados por uno de nosotros (Mr. Orfila), en su tratado sobre exhumaciones jurídicas (V. p. 108), hemos eleducido que la estatura debe ser del vértice al calcá- neo, de 4 piés 7 pulgadas (1 metro 54 cent.), medida que se reprodujo exactamente cuando juntamos y uni- mos los huesos del esqueleto. Si ahora consideramos el espesor ele las partes blandas, la estatura del indivi- duo no elebia exceder ele cuatro piés ocho pulgadas. Esta era en efecto la estatura de la viuda Houet. Cuarta cuestión.—¿Cuál era el color y el largo de los cabellos, la dimensión del cuello y de las manos, cuál el estado de los dientes y la conformación gene- ral; en una palabra, por qué señales se podría recono- cer la identidad elel individuo? La cabeza tiene una forma oblonga de adelante á atrás; comparada al es- queleto, es de un grueso meeliano, podia en vida del individuo parecer pequeña, si este era gordo. En la tierra que rodeaba el cráneo hemos encontra- do algunos cabellos del largo de 6 á 15 líneas, pero en cantidad tan pequeña, que no se puede apreciar bien el color que ha podido alterarse por la permanencia en la tierra. Sin embargo, hemos podido reconocer que cuando la persona vivía estos cabellos serian blancos ó bermejos. En la mandíbula superior, el segundo y tercer mola- res gruesos del lado derecho, lo mismo que el tercero del izquierdo, parecían faltar desde mucho tiempo, pues sus alveoles estaban cerrados; falta también el segun- do molar chico izquierdo; el segundo incisivo del lado izquierdo estaba cariado y se fracturó. El segundo molar pequeño del lado derecho de la mandíbula inferior y el segundo molar grueso se caye- ron. Falta el primer molar izquierdo; su alveolo se ha ensanchado; este diente debe faltar desde hace mucho, pues el canino y el segundo molar pequeño de ese lado se hau juntado. — 146 — El esmalte ele los dientes delanteros de la mandíbu- la superior está gastado anteriormente, la superficie exterior ele los incisivos y ele los caninos de la ínauelí- bula superior está también gastada, lo mismo que los tubérculos ele los molares. Los incisivos superiores son anchos y largos, salidos hacia afuera, y debían ocultar enteramente los dientes inferiores; los primeros están blancos y sin sarro, los caninos son grandes, muy puntiagudos y sobresalen á los incisivos. El esmalte ele los incisivos inferiores, que son largos, está muy gastado. Hay sarro en la corona de los dientes, sobre todo en los de abajo; este sarro debe haber destruido el borde alveolar del hueso maxilar inferior, principalmente de- lante de lps caninos y de los molares pequeños: así pues, los dientes debieron estar descarnados, largos y cubiertos de sarro; por lo demás, estos dientes estaban en buen estaelo, debían contenerse en sus alveolos y podían servir para triturar las cortezas de pan. La cavidad elel tórax era estrecha; sin embargo, la gordura hubiera impedido apreciar la estrechez de es- ta región. Los cuerpos de los fémures están encorvados hacia adentro, los de las tibias hacia afuera, lo que haria presumir que la persona era patizamba. Las manos, á juzgar por los huesos que quedan, eran pequeñas, las uñas bien hechas é indicaban una mano no acostumbrada á los trabajos penosos. Se encontró en el foso un anillo de oro, cortado á facetas; el diáme- tro de este anillo nos prueba que no podia entrar sino eu un dedo delicado. El pió era muy pequeño. Hemos buscado en los huesos señales de fracturas ó de lesiones antiguas; pero no las hay; de lo que se deduce que su andar era firme y regular, á menos que accidentalmente un dolor reumático ú otra causa ele- terminasen uua cojera momentánea. Quinta cuestión.—¿Cuál era la situación de la cuerda hallada al redeelor de los huesos que componen la parte inferior del cuello, y en el caso en epie esta cuerda estuviese dispuesta de manera á haber podido ocasionar la muerte, por qué inelicios podia conocerse el género de muerte? Hemos encontrado la tercera, cuar. — 147 - ta, quinta y sesta vertebras elel cuedlo rodeadas de una cuerda que conserva aun algunas partículas blandas. Esta cuerda, de 2 á 3 líneas de diámetro, forma seis vueltas sobrepuestas y presenta una direcciou casi ho- rizontal. Hay en efecto una ligera oblicuidad ele arri- ba á abajo y de adelante á atrás; no encontramos el nudo de la cuerda, se ha pulverizado, parece haber es- tado en la parte de atrás hacia la derecha; las hebras ele la cuerda se conservan enteras por delante. El diá- metro ele las vueltas de la soga es casi de tres pulga- das; no tomamos uua medida exacta, porque esta pie- za se presentará en los debates. Se deduce pues de la posición de la cuerda, que la persona ka sido estrangulada sin suspensión: pues.de otro modo la oblicuidad seria ele abajo á arriba y de adelante á atrás, ú horizontal, lo que sucede rara vez. Sexta cuestión.—/.Existen señales de envenenamien- to? Después de minuciosas investigaciones, deducimos ele acuerdo con los señores Barruel y Chevalier, que se nos agregaron para el examen químico, que era impo- sible descubrir la menor señal de veneno. Séptlma cuestión.—¿Cuál era la cantidad y natu- raleza de aquella sustancia parecida á la cal, que forma una especie de bóveda, bajo la cual estaban colocados los huesos? Estos huesos se encontraron debajo de una bó- veda ele pié y medio ele alto; cubierta ella misma, de casi dos piés* de tierra. Esta bóveda analizada sumi- nistró mucha cal, parte en estado cáustico, pero sobre todo en estado de carbonato; ácido silícico, alúmina y oxido de fierro. Es lo que vulgarmente llamamos cal hidráulica. Habia casi una medida, ó sea 0,30 hecto- litros. Octava cuestión.—¿ Cuánto tiempo ha permanecido el cadáver bajo la tierra? Los huesos han adquirido un color moreno amarilloso, la extremidad de los huesos largos presentaba, recien sacados del foso, un color rojo violáceo que se apagó cuando practicamos la di- sección. Las señales ele periosto han desaparecido y apenas quedan cartílagos articulares. El lado izquierdo del cráneo, lado que descansaba en el fonelo del foso, se ha reblandecido en toda la es- ten sion elel parietal. Este reblandecimiento es tan grande, que la mas ligera presión hunde el parietal y sus fraomentos se pulverizan. En las partes de los — 148 — huesos largos que han permanecido en el fondo del fo- so el reblandecimiento está mas atrasado. La cabeza está enteramente desprovista de partes blandas; la órbita derecha y las fosas nasales, llenas de tierra mezclada con detrito orgánico. Descubrimos algunas partes de la piel, pero tan morena, alterada y revuelta con tierra, que es difícil reconocerla á prime- ra vista. Fué preciso lavarla para reconocer sus ca- racteres. Los músculos del pecho y de la columna vertebral, algunos ele la nalga y muslo derechos se han converti- do en masas negruzcas, morenas y verelosas, informes y sin ninguna textura; sin embargo, algunas partes se separan en láminas contenidas por filamentos ó por cé- lulas; otras se han transformado en masas negruzcas, crasas y saponáceas. Detrás elel esternón hay algunas porciones y membranas de un color moreno, esponjo- sas y ligeras. Las costillas derechas, que están unielas por un resto de eletrimento orgáuico, presentan en su faz interna una superficie lisa; la pelvis parece haber resistido á esta fundición general. Las visceras elel abdomen no forman ya sino una masa homogénea, ele un color negro verdoso, casi igual al unto de carreta ó á la pez, contenida en la pelvis y reducida á un pequeño volumen. El cerebro apenas ocupa la octava parte de la caja osea, tiene un color verdoso, su consistencia es igual á la del lacre, no se percibe nada de su textura. Quedan algunos restos ele aponeurosis y de tendones en las articulaciones escápalo-humeral y coxo-femoral del lado elerecho, separados de las partes que los ro- dean y tienen un aspecto nacarado; en el esternón están pegados los cartílagos ya secos. Én general, muchas circunstancias dependientes ele la naturaleza del terreno, elel estaelo en que se sepultó el cadáver, sea desnudo ó cubierto, ele la profundidad del foso, del tiempo que ha trascurrido desde la muer- te hasta el entierro, ele la temperatura en el momento de la muerte, precipitan ó retardan la disolución pú- trida. Según esto, si en el caso presente se considera que el terreno es arenoso, y por consiguiente impropio para apresurar la putrefacción, que el cadáver estaba rodeado de una bóveda de cal, que impidiendo la ac- — 140 — cion del aire y de la humedad, elebia obrar del mismo modo, nos parece, pues, posible que el cadáver haya permanecido bajo tierra ele ocho á doce años. Por otra parte, la existencia de una cantidad notable de azoato de cal en los detritos orgánicos negruzcos y morenos que encontramos, nos explica suficientemente la con- servación de algunos tejidos. Novena cuestión.—¿ Cuanto tiempo se necesita para que una soga, del grueso de un tubo de pluma, se pudra en el agua ó en la tierra en una profundidad de muchos piés? Por las investigaciones que hemos hecho, no po- demos precisar qué tiempo se necesita para que una soga se pudra en la tierra ó en el agua; en efecto, las alteraciones de una cuerda, pueden depender, de la fuerza y buena calidad del cáñamo, de su torsión, del contacto con tal ó tal sustancia, y en fin ele la existen- cia ó falta de humedad. Sin embargo, uno ele nosotros ha observado, que una soga que por casualidad queda escondiela en un terreno cultivable, durante cinco años, tenia todavía cuando la encontraron bastante consis- tencia, pero la perdió cuando estuvo expuesta al aire. Pareut-Duchátel recogió, cuando se trabajaban los cimientos ele la iglesia Bonne-Xouvelle, un pedazo de cuerda, del grueso de un dedo, enterrada ahí hacia cua- trocientos ó quinientos años. Los relatores, han reco- nocido en el establecimiento Belloni, (antiguo muladar des Fourneaux), restos de todo género, cueros, cuerdas, etc. La alteración de una soga en contacto con el agua puede depeneler de tantas causas, que nos es imposi- ble responder á la pregunta indicada. Sin embargo, hacemos observar que la soga de que se trata, lo mis- mo que los restos animales, está impregnada de azoa- to de cal, sal muy soluble, que impide la descomposi- ción séptica. Décima cuestión.—¿Si entre los restos recogidos existían pedazos de vestidos, y cuanto tiempo se necesitaba para destruirlos estando enterrados á muchos piés y some- tidos á la acción de la cal? Las reliquias elel cadáver son restos de tendones, de aponeurosis, de cabellos, de pelos, ele uñas, ele piel, que sostenía el ombligo, de una sustancia de un color moreno rojo muy parecido á la sangre coagulada, de algunos pedazos de lienzo, que se encontraron cerca de los piés, y ele un fragmento de cuero. Sucede con el lienzo, lo mismo que con las so- — 150 — gas, es imposible decir de positivo y ni aun aproxima- tivamente cuanto tiempo es necesario para destruir es- tas materias. XXVI. MODELOS DE INFORMES DE ANÁLISIS QUÍMICOS. Sospechas de envenenamiento por sustancias narcóticas.— Análisis de los líquidos del estómago.—Ausencia de ve- nenos. Los infrascritos, X. y X., profesores de medicina y cirujía, etc., hemos recibido el dia---orden elel señor juez ele---para practicar las operaciones epiíinicas ne- cesarias para examinar los restos do X---, asesinado en la noche elel 20 al 21 de Enero, por Z.... Xuestra inspección, según la órdel señor juez, tiene por objeto: proceder al análisis químico de los líquidos contenidos en el estómago de X; comprobar y reconocer si contienen sustancias narcóticas ú otras que hayan podido administrarse á la víctima con intención de facilitar la ejecución del crimen. Xos hemos presentado ante el señor juez, y prestado juramento de cumplir bien y fielmente la misión que nos ha confiado. Se nos entregaron, en seguida, los frascos cuya des- cripción ponemos á continuación: El examen de esos objetos y el análisis químico se han hecho en el laboratorio de uno ele nosotros. Uno ele esos frascos es de tierra blanca, cubierto con una hoja de pergamino, atado y sellaelo, y tiene esta inscripción: Líquido contenido en el estómago de X...— 27 de Febrero ele 1842. El segundo, también de tierra blanca, tapado con una hoja ele pergamino, sellado, tiene este letrero: Es- tómago de X....—27 de Febrero de 1842. Comprobaela la integridad de los sellos, abrimos el frasco que debía contener los líquielos del estómago. Encontramos en este frasco, una esponja impregnada de un licor viscoso y de sangre; la colocamos en una cápsula de porcelana, y la tratamos varias veces con agua destilada. Recojimos el agua que sirvió para la- — 1.51 — var y la tratamos como diremos mas adelante, con el objeto ele reconocer si contenia materias susceptibles ele dejar estupefacta ó de narcotizar á la persona que las hubiera empleado. Introdujimos este líquido en una retorta ele vidrio tubulada, á la que se habia adaptado una alargadera y un recipiente, procedimos después á la destilación, de manera epie obtuvieíamos 20 gramos elel líquielo des- tilado. Este líquielo tenia un olor iufecto que no participaba absolutamente del color de las almendras amargas; di- vidimos el líepiido en tres partes; una de ellas, tratada por el nitrato ele plata, dio lugar á un precipitaelo que reconocimos como formado por el carbonato de amo- niaco, cuyos caracteres químicos elemostramos tratán- elolo por el ácielo nítrico, que lo elisolvió y dio lugar al desprendimiento elel ácielo carbónico. La segunda porción del líquido la pusimos con pota- sa de alcohol que dio lugar á un elesprenelimiento sen- sible ele amoniaco. Tratamos la tercera cautidael por una pequeña pro- porción de potasa; el licor vuelto así alcalino se some- tió á la acción de una solución de sulfato ele cobre. Es- ta cal se descompuso por la potasa existente en el licor y dio lugar á uu precipitado. Añadimos á la mezcla una pequeña cantielael de áci- elo clorhídrico para volver á disolver el oxido ele cobre precipitado por el exceso ele álcali. La disolución se hi- zo inmediatamente; pero el licor, abanelonado á sí mis- mo, no tomó el aspecto lechoso, ni formó ningún pre- cipitado, lo que hubiera sucedido si el licor hubiese contenido ácido cianhídrico (prúsico). Estos diversos experimentos demuestran, pues, po- sitivamente que el líquielo proveniente de la destila- ción no contiene ácielo prúsico (ácido cianhídrico). Arrojamos en un filtro el líquido de que separamos, por la destilación, el proelucto sometielo á los experi- mentos precedentes; tenia después de esta operación un gusto insípielo. Lo tratamos: Io por el prusiato de fierro; 2o por el ácido nítrico: pero nada indicó la presencia de sustan- cias narcóticas tales como el opio. La porción ele licor no empleada fué evaporada, y el residuo tratado por el licor hirviendo. — 152 — Filtrado el licor alcohólico, lo evaporamos hasta la sequedad, á un calor moderado; tratamos después por agua el producto de la evaporación; lo filtramos ele nuevo, y lo elescompusimos por el acetato de plomo que determinó un precipitaelo. Recojielo en un filtro el precipitaelo, sometimos á una corriente ele ácielo sulfhídrico suficientemente prolon- gada para precipitar todo el plomo, el licor que pusi- mos á parte. El sulfuro de plomo obtenido y separado por el fil- tro, permitió evaporar, en consistencia ele jarabe, el li- cor que lo contenia. El producto de la evaporación, á que se añadió un poco de agua, fué ensayado por el percloruro de fierro, por el ácido nítrico, y no ofreció los caracteres que indican la presencia del opio ó de sus compuestos. Desprendimos del filtro el precipitado determinado por el plomo, lo desleimos en agua, y lo sometimos á una corriente de ácido sulfídrico. El licor que resultó ele este tratamiento, y que contenia sulfuro ele plomo en suspensión, y ácielo sulfhídrico en exceso, fué filtra- do, evaporado y tratado por una sal de fierro. Este li- cor no tomó la coloración roja, característica de la pre- sencia del ácido mecónico. Reunimos todas las materias sólidas que no se ha- bían empleado en las operaciones precedentes, todos los filtros. Desecamos todo; lo tratamos por el ácido nítrico, y después por la potasa; el produelo, que con- tenia nitrato de potasa, lo incineramos en un crisol nuevo de porcelana. El producto que resultó ele la deflagración por el ni- tro, fué tratado por el agua. La solución acuosa por el ácido sulfúrico en exceso, la colocamos en un aparato de Marsh que funcionaba y suministraba hidrógeno puro. Xo tuvimos ninguna mancha que inelicara en es- te producto la presencia del arsénico ó del antimonio. Tratamos por el ácido nítrico la parte insoluble en el agua. El licor nítrico, filtrado y evaporado bástala se- quedad; para expeler el exceso de ácido, y después tra- tado por el agua, fué sometido á la acción del ácido sulfhídrico que no dio ningún precipitado ó coloración que indicara la presencia de una sal mineral de natu- raleza tóxica. Una porción del producto que no fué disuelta por el — 153 — ácido nítrico, fué tratada por el ácido clorhídrico, fil- trada, concentrada para expeler el exceso de ácido, y en fin ensayada por el hidrógno sulfurado. Todos los resultados fueron negativos, y nos demostraron que el producto examinado no contenia sustancias tóxicas. Examen del estómago de X___—El estómago, extraí- do del frasco en que estaba encerrado, fué cortado en pedazos pequeños. Tratado por el agua adelgazada por ácido sulfúrico, hicimos hervir la masa durante al- gunos minutos, después la dejamos enfriar y filtramos. Tratamos por alcohol hirviendo los licores filtrados, evaporados y reducidos á consistencia ele jarabe. El lí- quido alcohólico vuelto á tratar por el agua, filtrado de nuevo, fué tratado en fin, como lo hemos detallado, hablando de los líquidos del estómago. El producto de los licores y el precipitado tratados por el hielrógeno sulfurado no descubrieron la menor traza de sustan- cias narcóticas de los compuestos de opio ó ele ácido mecónico. Todas estas materias sólidas, todos los productos no disueltos por el agua, fueron desecados y mezclados con nitrato de potasa; y descompuestos por el calor en un crisol nuevo de porcelana. Examinamos el residuo de la deflagración con el mis- mo cuidado, y según los procedimientos que ya hemos descrito. Hemos reconocido que estos diversos proeluctos no contenían la menor cantidad de sustancias tóxicas de naturaleza mineral. Conclusiones.—De todo lo que precede, resulta, para nosotros, que los líquidos extraídos del estómago ele X---y que el estómago mismo, no contienen la menor traza de sustancias tóxicas, sea de naturaleza mineral, sea de naturaleza orgánica. XXVIL Análisis de la materia depositada en las paredes de un frasco; ácido azoico mezclado con aguardiente. Los infrascritos, etc., etc---en cumplimiento de la orden del señor juez de---que nos nombraba para for- — 154 — mar una comisión y examinar unos frascos que han contenido sustancias venenosas, nos hemos constitui- do hoy en el despacho del señor juez, calle ele---Xo— Después de haber aceptado esta misión y prestado juramento entre sus manos, nos hizo entregar un pa- quete. Quitamos las cubiertas, una ele papel blanco, la segunda de papel azul, y la tercera ele papel blanco se- llaelo con elos sellos ele lacre colocados por el juez de.. y que tenia la siguiente inscripción: Frasco que contiene la sustancia con que intentó enve- nenarse N.... Este último papel envolvía un frasco de cristal de forma rectangular tapado con un corcho. Este frasco estaba completamente vacío, y las paredes interiores tapizadas, en la parte inferior, y hasta una altura de 24 milímetros, por una capa ligera ele una sustancia amarillenta. Xos reunimos en el laboratorio ele uno de nosotros para proceder á los análisis químicos y responder á las siguientes cuestiones que nos fueron propuestas: Io Reconocer, si es posible, cuál es la sustancia que contuvo ese frasco, y que produjo el tinte amarillento que lo tapisa hasta una altura ele 3 centímetros. 2? Determinar si una cantidad de ácido sulfúrico, ó ele la sustancia hallada, igual á la que podría contener la parte amarilla elel frasco, mezclada con una copa de aguardiente, ha debido ó podido proelucir los accielen- tes comprobados por el Dr. Z___ 3o Si esos accidentes no podrían resultar, al contra- rio, elel vomitivo suministraelo por J... .y de la mane- ra extraordinaria como X___lo empleó. 4o Si el ácido sulfúrico ó la sustancia hallada, arro- jada sobre ladrillo, debe ocasionar el hervor ele éste. Examen del frasco. El examen físico del frasco ha hecho reconocer: 1? que no existían sino algunas trazas ele un líquido: este líquido era oloroso, y el olor desarrollado se acercaba al del éter nítrico; 2o que el tapón que habia servido para cerrar el frasco estaba corroído, y habia adquiri- do un color amarillo, semejante al que toma el corcho que ha estado en contacto con el vapor de ácido nítrico ó con el ácido mismo; 3o que existia en las pa- — 155 — redes elel frasco, desde el fondo hasta la altura de 24 milímetros, (una pulgaela mas ó menos), una materia párela, Introdujimos una pequeña cantidad de agua en el frasco, la agitamos, y vimos pronto desaparecer la ma- teria parda. Se disolvió en el agua añadida que tuvi- mos el cuidado ele agitar. El licor proveniente ele esta disolución era ácido, enrojecía fuertemente el papel de tornasol. Filtramos esta agua y la dividimos en cinco partes. La primera la ensayamos por el hidrógeno sulfura- do; no suministró ningún precipitado, ni coloración que indicase en este proeiucto la presencia del emético. Tratamos la segunda por el nitrato de plata; no ofre- ció ningún carácter que indicara la presencia del ácido clorhídrico. Pusimos en contacto la tercera con cloruro de bario; suministró una ligera capa que indicaba trazas de un sulfato ó ele ácido sulfúrico; pero la acidez marcada del líquido, comparada con las capas obtenidas, demostra- ba positivamente que la acidez no podia atribuirse al ácielo sulfúrico. Evaporamos la cuarta parte en una pequeña cápsu- la para buscar en ese residuo el nitrato ele potasa; pe- ro los experimentos hechos demostraron que el líquielo no tenia ese cuerpo en disolución. La quinta parte fué satsrada por potasa, y después evaporada hasta la sequedad. Examinando el produc- to de la evaporación reconocimos que contenia nitrato de potasa; ardía en los carbones centelleando. Una por- ción de este residuo, mezclada con una pequeña canti- dael de agua y extendido sobre papel, y secada des- pués, daba, á la parte de papel impregnada de la mez- cla, la propiedad de arder centelleanelo como el agári- co. La pequeña cantidad del producto que teníamos á nuestra disposición no nos permitió llevar mas lejos nuestros experimentos. El corcho, como lo hemos elicho, tenia un color ama- rillo muy marcado; este corcho estaba muy ácido; se- paramos la parte coloreada y acida, excepto uua pe- queña porción que elejamos como pieza ele convicción. Dividimos toda la parte que separamos, la tratamos con el agua destilada, varias veces, y hasta que el agua eiejó ele estar acida; saturamos con potasa el licor áci- — 150 — do y lo evaporamos. El residuo, reducido casi á seque- dael, fué examinado: Io en papel, que se impregnó; 2o en carbones arelientes, en donde ardía con chispas; 3o en un tubito, con limaduras de cobre y ácido sulfúrico; dio entonces gas nitroso que coloreó de azul el papel tocado con tintura ele guayaco. Estos hechos nos permiten responder de la manera siguiente á las cuestiones propuestas: Io Que el licor que tuvo el frasco era un licor ácido que con tenia ácido nítrico (agua fuerte), pero que nada puede indicarnos cual era el grado de fuerza ó de con- centración ele este ácido; 2? Que es probable que este ácido estuvo mezclado con aguardiente, y que la materia colorante pueele pro- venir del aguardiente ó de cualquiera otra sustancia de naturaleza vegetal; 3o Que la cantidad de ácielo azoico que hubiese lle- nado el espacio del frasco, desde el fondo hasta la al- tura de 24 milímetros, mezclada con una copa de aguar- diente, hubiera podido producir los accidentes proba- dos por el Dr. Z___pudiendo elevarse esa cantidad de ácido á 10 gramos [2 dracmas y £]; que sin embargo es probable que el ácido empleado estaba dilatado, pues- to que el médico no ha observado coloración amarilla en la comisura ele los labios ni en la membrana muco- sa, sino solamente un color blanco; que quizás se debe esta variación de color á la mezcla del ácielo con el aguardiente; 4? Que un vomitivo compuesto de 2 granos ele emé- tico y de 4 granos de sal de nitro habría eleterminado vómitos, pero no las alteraciones observaelas en las membranas mucosas, alreeledor de las encías y en los labios; 5o Que el ácielo nítrico arrojaelo sobre ladrillos y mezclaelo con poca agua, pueele producir una eferves- cencia semejante á la que se ha indicado. Es cuanto etc. FIN. ÍNDICE. PAGINAS, Prólogo.............................. V. CAPITULO PRIMERO. Exposición de cadáveres............ 7. CAPITULO SEGUXDO. Embalsamamientos.................. 9. A) Embalsamamiento civil............. ib. B) Embalsamamientos jurídicos........ 10. CAPITULO TERCERO. Inhumaciones......................... 11. CAPITULO CUARTO. Exhumaciones........................ 14. A) Exhumaciones civiles............... 16. B) Exhumaciones jurídicas............ 17. CAPITULO QUINTO. DE LAS AUTOPSIAS. PAGINAS. A) Anfiteatros........................ 23. B) Legislación........................ 24. C) Autopsias civiles ó clínicas.......... 26. D) Autopsias juríelicas................ ib. E) Modo de practicar la autopsia.— I. Fetos ó recien nacidos................. 27. II.—Adultos. Io Reconocimiento del sitio. 28. 2o Reconocimiento exterior del cadáver........... 29. 3o Traslación del cadáver y segundo reconocimiento exterior............... 30. 4o Autopsia de los envene- nados ................ ib. CAPITULO SEXTO. ABERTURA DEL CADÁVER. I.—Orden de la abertura. II.—Examen de los órganos........................ 34. A) Abertura del tórax y del abdomen... ib. B) Abertura del cráneo................ 35. C) Abertura del raquis................ 36. III.—examen de los órganos. A) Aparato respiratorio........... 37. Pulmones............................. ib. Fosas nasales......................... 39. Boca.................................. ib. Laringe, traquea, faringe............... ib. Principales lesiones que pueden existir en la faringe, la laringe y la tra- quearteria ........................ 40. Cuerpo tiroides y timus................. 41. Alteraciones diversas elel cuerpo tiroides, ib. B) Aparato circulatorio........... ib. Corazón...............................ib. — 258 — PAGINAS Principales alteraciones del corazón en general........................... 42. Lesiones principales del pericardio...... 43. Alteraciones principales ele las válvulas del corazón....................... ib. Alteraciones especiales elel enelocardio.. ib. Arterias.............................. 44, Lesiones principales de las arterias..... ib. Venas................................ ib. Alteraciones principales de las venas... ib. Alteraciones concomitantes mascomunes. 45. Vasos linfáticos....................... ib. Ganglios linfáticos..................... ib. C) Aparato digestivo y sus anexos, ib. Esófago............................... ib. Lesiones principales del esófago......... 46. Estómago............................ ib. Principales lesiones elel estómago....... 47. Peritoneo ............................ ib. Lesiones principales elel peritoneo...... 48. Principales alteraciones................ ib. Intestinos...................-........ 49. Principales alteraciones de los intestinos, ib. Hígado............................... 50. Principales alteraciones elel hígado..... ib. Vena porta y vena cava................ 51. Vejiga biliar.......................... ib. Principales lesiones de la vejiga biliar... ib. Páncreas:............................ ib. Bazo................................. 52. D) Aparato urinario................ ib. Ríñones.............................. ib. Principales lesiones de los riñones...... 53. Pelvis del riñon, cálices y uréteres...... ib. Principales lesiones de los cálices y de la pelvis del riñon................... ib. Uréteres............................: - ib. Glándulas suprarenales................ 54. Vejiga............................... ib- Lesiones principales................... f>5. Uretra de la mujer..................... ib. — 250 — PAGINAS. E) Aparato genital del hombre— 5G. Testículos............................. ib. Lesiones principales de las bolsas y testí- culos ............................. ib. Conductos deferentes y cordón: vesículas seminales, conductos eyaculadores.. 57. Lesiones principales del corelon espermá- tico.............................. ib. Vesículas seminales................... 58. Coneluctos eyaculadores................ ib. Pene................................. ib. Principales afeccionas elel pene y del pre- pucio ............................. ib. Uretra............................... 59. Principales lesiones ele la superficie inter- na de la uretra.................... 60. Próstata............................... ib. Principales lesiones ele la próstata...... ib. F) Aparato genital de la mujer. .. 61. Ovarios.............................. ib. Lesiones principales elel ovario......... ib. Trompas ele Falopio................... ib. Lesiones principales de las trompas de Falopio........................... ib. Útero................................ 62. Principales lesiones ele las paredes uteri- nas.............................. ib. Principales lesiones del útero........... ib. Afecciones placentarias y fetales en par- ticular .......................... ib. Principales lesiones del cuello del útero. 63. Vagina............................... ib. Vulva y periné.............. ......... ib. Lesiones diversas de la vulva.......... ib. Mamas ó pechos....................... 64. Principales lesiones de los pechos....... ib. G) Encéfalo........................ ib. Dura madre.......................... ib. Diversas modificaciones ele la bóveda cra- neal .............................. ib. Pulpa cerebral........................ 66. — 260 — PAGINAS. Principales afecciones de las meninges y elel cerebro........................ ib. Cerebelo ............................. ib. Principales afecciones elel cerebelo...... OS. Istmo elel encéfalo..................... ib. Bulbo raquídeo........................ 69. Xervios craneales y gran simpático...... 70. Peñasco y oreja........................ ib. Principales afecciones del tímpano...... 71. CAPITULO SÉPTIMO. Documentos médico-legales........ 72. Partes................................ ib. Certificaelos........................... ib. Declaraciones......................... ib. Informes............................. 73. Consultas médico-legales............... 74. CAPITULO OCTAVO. MODELOS DE INFORMES , CONSULTAS MÉDICO- LEGALES Y ANÁLISIS QUÍMICOS. I.—Impotencia..................... 76. II.—Enfermedad contagiosa.......... 78. IIL—Preñez......................... 80. IV—Parto reciente................... 82. V.—Parto supuesto.................. 83. VI.—Viabilidad...................... 85. VIL—Debilidad intelectual............. 86. VIII.—Enagenacion mental............. 88. IX.—Monomanía.................... 90. X.—Aborto......................... 91. XI.—Aborto provocado............... 94. XIL—Infanticidio..................... 98. XIII.—Infanticidio por comisión......... 101. XIV.—Infanticidio por comisión........ 105. XV.—Infanticidio por omisión......... 107. XVI.—Violación....................... 109. XVII.—Manchas de sangre reconocidas..- 111. — 261 — PAGINAS. XVIII.—Herida de la ázigos seguida de he- morragia mortal................. 114. XIX.—Asfixia por estrangulación....... 119. XX.—Asfixia por sumersión............ 121. XXL—Asfixia por suspensión........... 123. XXII.—Informe sobre un caso ele envene- namiento ....................... 124. XXIII.—Envenenamiento supuesto....... 132. XXIV.—Suicidio........................ 134. XXV.—Informe de los señores Marc, Boys de Lourcy y Orfila, sobre la viuda Houet, cuyo cadáver fué exhumado once años después de su muerte.. 142. XXVI.—Modelos de informes de análi- sis químicos.................... Sospechas ele envenenamiento por sustancias narcóticas.—Análisis de los líquidos elel estómago.—Ausen- cia de venenos................... 150. XXVII.—Análisis ele la materia depositada en las paredes ele un frasco: ácido azoico mezclaeloron aguareliente.. 153. Fin del índice. J V* T¿* ^ *tev > ' I ;'' "X x-r "! ^'■V ■--.'• W :^r^^ *K. J- \¿&v- *;*o mu vX. *<\*'*lí W 600 qF954a 1873 28331610R NLM D511STñfl 7 NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE iÉiilS^ NLM051159887