\ O^t^C GRAN DESCUBRIMIENTO sobre la naturaleza Y CURACIÓN 1*^ l^JLlViSÍ^T^KtlA.* ¡Qué triste es ver marchar la nave de la salud, sin norte que le dirija al término deseado! ¡Qué desconsue- lo estar sujeta á Ja buena ventura para encontrar el puerto de salvamento! ¡Qué fatalidad saber por último que es indispensable el naufrajio! Tai es el triste estado en que nos hallamos con los funestos estragos de la di- sentería. No hay escritor que designe su carácter y mé- todo curativo—el rarísimo numero de casos que se lo- gra, solo es debido al influjo de la naturaleza— yla ma- yor parte de ellos está sujeta á una terminación funes- ta. Es una paradoja ver curaciones efectuadas con solo el método atemperante y emoliente—unas que solo se logran con el uso del mercurio, y otras por el acido-ni- 1,-jco—ya por medio del emético, ya con el tratamiento tónico y febrífugo. Es todavia mas sorprendente ver la prodijiosa eficacia del mercurio para combatir la enfer- medad en el lance más peligroso, aun cuando no pueda sospecharse en el enfermo un estado sifilítico; y presen- tarse otros en que sin embargo de existir síntomas evi- dentes de un tal estado, se hace enteramente nula, y aun nociva la acción del remedio. En fin, lodo cuanto se ha escrito hasta el dia, es insuficiente y vago para investi- gar la naturaleza y curación de esta enfermedad, y sin embargo ninguna otra presenta casos mas satisfactorios paralo que se llama tino médico—parece que solo ella reclamara el uso de los llamados específicos—y en nin- guna resplandece mas el poder del arte. ¿Pero quien será capaz de desenvolver el enigma en que se cifra to- do el plan de tan grandiosa obra? Creo que esto solo estaba reservado á Judidlaon Sarazenas; siendo el mejor . 1 2 garante de esta verdad el prodijioso numero de cura- ciones efectuadas en Arequipa con el auxilio de esta doctrina, y teniéndose á ¡a mano el espodiente que lo acredita: ademas de deducirse de los mismos principios en que funda su doctrina. En efecto, él reconoce en la disenteria cinco especies esencialmente diversa.-; y sin embargo de que á todas las caracteriza p<>r inflamato- rias, distingue aquella que existe simplemente sin modi- ficación alguna—luego aquella que está modificada por un estado catarral—y fin límente las que se modifican por los estados escorbútico, scudosifiíitico, y nervioso ó tercianario. De aqui la dificultad de combatir la enfer- medad por un mismo método curativo: siendo suficiente el método atemperante y emoliente para la primera es- pecie—el emético para la segunda—el acido nítrico pa- ra la tercera—el mercurio para la cuarta—y ta quina para la quinta. De aqui también aquel estado radical- mente morboso de los sistemas principales de la econo- mía, á saber, nervioso, sanguíneo y linfático,que es ne- cesario combatir radicalmente—que reclama los trata- mientos mas activos—que está bajo del poder del ar- te—y que un principio de desorganización alarma los esfuerzos del médico para evitar una lenta ó rápida des- trucción del organizmo. La palabra disenteria que se deriva del griego, significa la dificultad que tienen los intestinos defuncio- nar; pero en el sentido mas estricto consiste en la infla- mación de la mucosa del Colon, á cuya consecuencia se establece una diarrea ó evacuación mucosa, serosa ó sanguinolenta, por el eretismo de los secretorios y exalan- tes de aquella parte. Son consiguientes también los retor- tijones y el tenesmo ó pujo; y á veces se propaga el mal hasta producir una gastro enteritis [inflamación del es- tomago é intestinos con calentura]. Según esto es visto que la diferencia de la Colitis [inflamación del colon] y de la dis.nteria, viene de que al fenómeno inflamatorio se le sobreañade el del eretismo de los secretorios y exalantes. Asi el espíritu de análisis nos conduce á des- cribir los síntomas de una disenteria simple bajo de tan ^trechos límites, y á esplicar la naturaleza del mal por > a ,1a serie de elementos de que es susceptible la composi- ción de las demás especies, si me es permitido decirlo asi. Estos elementos, á saber„ la inflamación y el eretis- mo, espücan jenuinamente !a verdadera esencia de los estados -¡steuie > v asténico, el primero como causa, y el segundo como e eeto de laflagmacia (toco inflamatorio) considerando el uno como restricción, y el otro como aumento de la acción nerviosa. Y como estos estados, por el modo de irradiar del estimulo dan la diferencia de la inflamación y sub-.nilü.nacion, ó lo que es lo mis- mo, el estado agudo y crouieo de la enfermedad; no siendo primitivo el eretismo de los secretorios, sino simpático y consecutivo; os consiguiente que en la di- senteria no pueden distinguirse estado agudo y crónico, como erróneamente se pretende: bien que no es difícil un estado crónico consecutivo, por el lento progreso de la enfermedad, por el mal método curativo, y por la demasiada repetición de los ataques. Las causas quela producen todas se hallan comprehendidas en el abuso de los artículos ingesta, escreta, et retenta de hijiena; pues los alimentos indijestos y mal sanos; las bebidas alcoli* cas y fermentadas; la retención de las heces ventrales por mucho tiempo; la redundancia de bilis &s. son cau- sas que obran estimulando vehementemente en prime- ras vías. En fin, esta primera especie de disenteria, sin embargo de ser tan sencilla, que basta para combatirla un simple método antiflojisto por medio de bebidas, enemas, y fomentaciones emolientes, agregando los sub- ácidos, si hay redundancia de bilis; puede hacerse una causa de las demás especies complicadas de disenteria, pues la repetición enjendra regularmente una especie de neurosis habitual que hace se reproduzcan con fre- cuencia los desórdenes de primeras vías, y en conse» cuencia se orijinen los de asimilación en las últimas. Ahora para tratar de la disenteria catarral, parece que debemos partir de sus síntomas precursores; que se- anuncian por lijeras horripilaciones, pulso blando y al- gún tanto acelerado, y otros fenómenos propios de la 'epidemia dominante, dependientes de la estación, el cli- m a, y otras circunstancias de localidad; pues en su inva- . 1 4 íion se presentan los síntomas del fenómeno inflamato- rio con la variación de forma dependiente de estas mo- dificaciones, y asi las deyecciones, ya son puramente biliosas, ya sanguinolentas, ya mescladas de mocus, y de algunas heces ventrales. De cuyos hechos se deduce que la causa del mal trae orijen de variaciones atmos- féricas [circunfusa] pues es sabido que la alternativa de calor y frío, la de sequedad y humedad, y diferentes impresiones de imtemperie, ocasionan cierto descon- cierto de harmonía entre la acción de los exalantes de la piel, y de la mucosa intestinal, que establece el esta- do de astenia en los unos, y el deestenia en los otros: de modo que aquel estado de eretismo en que habían in- currido los secretorios del canal intestinal, resulta soste- nido por una doble causa que hace de mas gravedad y resistencia el carácter de la afección. Por lo que esta- mos en necesidad de establecer un método curativo ca- paz de llenar un doble- número de indicaciones; pues ademas del método antiflojistico que conviene establecer para combatir el fenómeno inflamatorio; nos hallamos en el caso de socorrer al mismo tiempo el estado catar- ral que le modifica: cuidando de que el enfermo tome las bebidas tibias, que estén adicionadas de algunos go- mosos y mucilajinosos, y que moderada por estos me- dios la exaltación de los fenómenos vitales, se proceda indispensablemente al uso del vomitivo como un medio eficaz de estinguir enteramente ese estado catarral que ha enjendrado el ser morbífico de que es cuestión; pues sin embargo de no ser de la clase de aquellos que com- prometen la vida del modo mas breve y agudo: él pre- dispone á la larga á padecer, ó una dísenteriagangrenosa, ó una tisis pulmonal, una hidropesía, un cáncer de los in- testinos &c. Por lo que no está demás prevenir que en el último caso debe ínsistirse en el uso del emético, con tanta mas confianza, cuanto que está probada su efica- cia aun en el estado incipiente de la tisis pulmonal; y con la seguridad de que este remedio no estimula, ni irrita el estomago como se ha pensado, sino que produ- ciendo cierta especie de neurosis cerebral, despierta la influencia nerviosa sobre el sistema locomotor, y resti- 4 5 tuye á la piel, ó sistema dermoídes, aquel grado de encrjía que habia perdido ecsitandose en razón inversa del canal intestinal: de loque cualquiera puedeconven- cel se por el efecto al mismo tiempo diaforético y nau- seabundo que ocasionan las sustancias colocadas en la clase de eméticos, aun cuando no se pongan en contac- to con el estomago, como sucede cuando se inyectan por. las venas de los animales, ó por una impresión desa- gradable de imajinacion en el hombre. En fin, este plan curativo debe terminar por el uso del opio y de la quina en pequeñas docis, moderadamente reiteradas, sí se ad- vierten algunas reliquias del mal en la convalescencia: y si esto no bastare, se tiene el último recurso en la m u- danza de localidad por la influencia de la causa pertur- badora que mientras permanezca hará constante §u efecto. Hay también una tercera especie de disenteria ft la que hemos dado la denominación de escorbúticas que es llamada vulgarmente pútrida: y á la que conven- dría llamarle esclusivamente gangrenosa: epítetos que nos dan á conocer que existe una causa oculta en las vias de la circulación; que se vislumbra por fenómeno? de disolución; y que trae en si el sello de la destrucción v de la muerte. El fenómeno común de la inflamación lie la mucosa intestinal, se asocia intimamente con un elemento caquéctico preexistente en la fibrina de la san- gre, de los músculos y del tejido mucoso, y consistente en la desocsijenacion de ese principio reparador de la harmonía vital: lo cual puede mirarse como un principio de desorganización por la gangrena—que se produce por la mala asimilación de los alimentos—que se desar- rolla por depresión de sensibilidad ocasionada de afec- ciones tristes del animo—y que llega á su complemento por el progreso de la flecmacía. Se anuncia á veces por el peso y cansancio de los lomos y de las piernas, por la fetidés del aliento, por la debilidad y otros sínto- mas escorbúticos. Otras veces preceden dolores vagos en el abdomen, al rededor del ombligo, y .en la rejion del Colon y de los lomos, dando lugar á fuertes retorti- jones, borborigmos, y sensación de pesadés en la pelvis, 1 6 con otros síntomas de la simple colitis [inflamación de la mucosa del Colon]. Empiezan por una postración jeneral, cólicos fuertes, tenesmo que se acompaña de esfuerzos considerables, y muchas veces inútiles; a lo cual siguen deposiciones de algunas mucosidades fila- mentosas, mescladas de estrias sanguinolentas ó con sangre pura: ellas en el progreso varían de color y con- sistencia haciéndose mas obscuras á modo de labaduras de carne, y de uaa fetidés extraordinaria, sin mésela al- guna de materias estercoraceas. En su aumento sobre- vienen retortijones violentos, la continua gana de obrar sin deposición alguna, el abatimiento de las fuerzas, la tensión del vientre y fiebre intensa con dificultad de res- pirar. Termina con sudores frios y viscosos, el frío de losmiembios, algunas veces aftas y petequias, lengua morena, dientes fulijinosos, la debilidad, irregularidad é intermitencia del pulso: y en fin, la cara hipocratica, deyecciones involuntarias de olor cadaveroso, pulso vermicular y frió jeneral, son los últimos signos de una muerte cierta. Ahora si alas causas dichas se añade la que hemos indicado anteriormente de que hubiese pre- cedido una disenteria simple, que por mal tratada ó por sus recidivas hiciese contraer al estomago la debilidad y la dispepsia, será fácil deducir que tanto los medica- mentos mal administrados, como los alimentos mal dije- ridos, deben dar por resultado una viciada asimilación y nutrición, y por consiguiente una desocsijenacion mas adelantada, capaz de acelerar el término funesto de es- ta especie de disenteria; y si ella ha pasado por ese gra- do intermedio que hemos llamado catarral, de cuyo mo- do los exalantes del canal alimenticio han tenido que sufrir la doble fuerza de la estenia que precipita las fuerzas de este sistema; no se nos ocultará la razón por que se presenta el caso de esas cámaras multiplicadas, incontenibles y rebeldes á los mejores remedios, que manifiestan evidentemente la relajación mas completa de dichos vasos. Asi mismo no puede ocultarse á la perspicacia del médico observador, el modo como se hace epidémica, y ataca á muchas personas á un tiem- po esta especie de que al presente se trata, si se atiende t 7 á que en el aire existe una causa común, cuando por hallarse deflojisticadoó desocsijenado deja de renovarse la sangre en el acto de la respiración; lo que recayen- do sobre las predisposiciones que hemos anunciado, pro- duciría indispensablemente una formidable disenteria,ó si ha existido ya,una especie de deuteropatía qué simu- le las complicaciones decantadas de adinamía, atacsla, tifo ó peste. Supuesta esta análisis de la enfermedad, y el modo de producirse sus fenómenos con la serie de ele- mentos que la constituyen, una medicina fisiotojica y analítica, nos conduce á hallar el modo de restituir los sistemas á su estado normal. Asi nuestra primera indi- cación será combatir el fenómeno inflamatorio, y esa lesión profunda de la sensibilidad orgánica por todos los medios directos é indirectos que ha sancionado la obser- vación y la esperiencia. Asi por una parte en todo el curso de la enfermedad se observará estrictamente el método atemperante y emoliente que hemos indicado para la disenteria simple; y por otra el método revulsi- vo, empleando los baños jenerales calientes, cuando los cólicos sean muy intensos y frecuentes, y los epispas- ticos al vientre, si los dolores se hacen insoportables y rebeldes á los otros medios. En segundo lugar nuestras miras deben dirijirse á la estincion total del elemento catarral, si se encuentran indicios de este estado; ya con la adición de los gomosos y mucilajinosos; ya por medio del emético y de los polvos de Dower. En tercer lugar debemos contraer todo nuestro cuidado en la reocsijenacion de la sangre y de los sistemas muscular y mucoso, por medio del acido nítrico muy diluido; mo- derando al mismo tiempo la frecuencia de las evacua- ciones con el auxilio del Opio, y corrijiendo la calidad de ellas con bebidas y enemas alcanforadas; pues la es: periencía ha confirmado la eficacia de esta última sus- tancia, haciendo ver que mientras se pone en uso las cá- maras van mudando de color y consistencia desde el lívido obscuro hasta el amarillo claro, presentándose es- pontáneamente las heces ventrales; como si la acción del medicamento fuera restituir el equilibrio entre los 1 8 exalantes sanguíneos y linfáticos, y entre los intestinos gruesos y delgados. Hay otra especié de disenteria que reclama eficaz- mente el uso del mercurio. Unos, como los ingleses la atribuyen á un desarreglo funeional del hígado—Otros, como los médicos de la india oriental á una bilis vicia- íía—y otros en fin, como ciertos entusiastas del especi- fico mercurial, á una sífilis confirmada. Tales ideas son precarias, versátiles y quiméricas; pues son varios los afectos que puede padecer el hígado—muchas las cau- sas que ocasionan la alteración de la bilis—y es un he- cho que hay disenterias que se curan con el mercurio sin que ecsista el vicio venéreo, y las hay tales queec- sistiendo evidentemente dicho vicio, se curan sin nece- sidad del tratamiento mercurial. Nosotros llamamos seudo sifiliticaj á una especie de disenteria que depende de causas de orden superior—á un estado caquéctico, residente en la ielatina de la sangre y humores que de- penden de ella—que consiste en la desocsijenacion de este principio, por mala asimilación de la materia nu- triva que le es respectiva—que se desarrolla por gran- des raptos de colera, por fuertes sacudimientos del sis- tema muscular del abdomen, y por recidivas de vagas irritaciones de la membrana serosa peritoneal—que se combina en fin con la inflamación de esta membrana,y produce una serie 4e enfermedades que nosotros llama- mos seudo—sifilíticas, conocidas vulgarmente con los nombres del mal del higado, cólico bilioso, supresión de loquios y de la leche, disenteria biliosa &c. Según esto, es muy obvio considerar una sola causa produc- tora de diferentes afectos; pues si la inflamación reside en la porción gastro—hepática del peritoneo por comu- nicación padecerán el higado y el estomago—si existe en la que tiene contigüidad con el útero, el mal dará prijen a las afecciones de dicha entraña—y si se halla en el mesenterio ó mesocolon aparecerán síntomas de cólico bilioso, cólico volvulo, ó de la disenteria que de- nominamos seudo-sifilitica, propagándose de la mem- brana esterna á la interna: por consiguiente, los sínto- mas precursores de esta afección serán un dolor muy -i 9 vivo en un punto del abdomen, ó en toda su estencion que se exaspera al menor contacto; estreñimiento tenaz y calor urente en los tegumentos abdominales; pulso pequeño, apretado, concentrado y frecuente; hipos, vó- mitos, diarreas y detención de la orina; la lengua blan- quecina y cubierta de un empaste mucoso variable, y mas ó menos seca. Sigue después la invasión disentéri- ca, con deyecciones mucosas, serosas, y sanguinolentas: el pulso mas frecuente, débil y algunas veces intermi- tente: la respiración mas fatigosa con ansiedad, nausea y vomito: la lengua sumamente árida y rosacea: tensión calor y dolores lancinantes en el vientre: tenesmo, bor- borigmos y supresión de orina; las cámaras se hacen cada vez mas verduzcas y suelen venir mezcladas de puequeñas porciones de escremento que se llaman ciba- las, siendo mas frecuentes en el dia que en la noche: re- gularmente termina con perforaciones de los intestinos, y si se combina este vicio con el elemento escorbútico, lo que no raras veces sucede, alternan con los síntomas dichos, los de la putrefacción y sobresalen aquellos de la caquecsia predominante, dejando para después de la muerte señales de ulceraciones gangrenosas. Supues- tos estos principios se sacan grandes indicaciones para el plan curativo de esta enfermedad. Los esperimentos de Ayllon bastantemente demuestran haberse efectuado muchas curaciones de la sífilis confirmada por el uso del acido-nitrico, lo que sin duda sería mas eficaz en las afecciones seudo-sifiliticas como lesiones menos profun- damente situadas, y por consiguiente mas susceptibles de participar de ese superávit de la reocsijenaeion pri- mitiva. Asi la que se verifica sobre la jelatina de la san- gre por el acido-nitrico, es un medio indirecto de corre- jír el vicio de que se trata. Pero el tratamiento por el mercurio es un medio directo de verificar la reocsijena- cion en el mismo caso, tanto por la intima afinidad del mercurio con el principio jelatinoso, como por no ha- cer otro papel en esta operación que el de mero coa-, ductor del ocsijeno: asi la introducción de este gáz en el sistema circulatorio se verifica, ya por los absorventes sanguíneos como sucede Gon el acido-nitrico, ya por los 2 r u 10 absorventes linfáticos del canal alimenticio y de la piel, como se efectúa por medio del mercurio. Por lo cual después de haber llenado las indicaciones relativas al elemento inflamatorio, y también al catarral, si se notasen síntomas de este estado, se procederá principal- mente al método de reocsijenaeion por el acido-nitrico, y subsidiariamente al del plan mercurial, ó á ambos á un tiempo si existe la caquecsia de una y otra especie, cuidando en este ultimo caso de administrar el mercurio por fricciones, con la doble mira de que no se combine con el acido en el estomago, y de salvar la contraindi- cación del plan mercurial cuando existe el vicio escor- bútico, pues asi es de esperar que á medida que se va- ya extinguiendo este último, tendrán lugar de obrar las fricciones. La dieta láctea, la quina y los baños calientes jenerales, forman la última indicación en la convalecen- cia; y habiéndose dado á conocer los estrechos limites á que se halla reducida la aplicación del mercurio, nos li- sonjeamos con esto de precaver un abuso bastante transcendental. La última especie de disenteria es llamada vulgar- mente bicho, porque el elemento inflamatorio se propaga de la mucosa del colon á la del recto, exaltándose hasta ocasionar la prosidencia de este intestino y la relajación del esfínter del Ano. Pero nosotros la denominamos ner- viosa ó tercianaria, porque en ella entra también un ele- mento caquéctico de esta ultima especie, que depende de cierta modificación nerviosa ocasionada por la in- fluencia del clima. En efecto, esta afección trae origen de los lugares en donde son endémicas las calentaras in- termitentes: se contrae por solo la transeuncia por es- tas partes; y se inviste con la larga y continuada repe- tición de sus ataques, ese habito ó disposición de cuer- po que simula el color de los hicterícos, ó lo que se lla- ma el paño de las mugeres embarazadas. El cuerpo adquiere con el tiempo los caracteres propios de las cosas que le rodean y puede momentáneamente car- garse de efluvios estraños asimilables á su propia na- turaleza. Es probable que una tal disposición dependa de la desoxigenación de la albúmina de la sangre; prin- -] 11 cipio que es predominante en la sustancia del cerebro, y cuyo vicio, induce á creer, que no solo ocasione tras- tornos de las ideas mentales, sino la lesión de su tegido. Asi en el curso de la enfermedad se notan enagenaciones mentales, y en la autopsia aparecen derrames de sero- sidad; cuando en la disenteria pútrida se descubre la gangrena, y en la seudo-sifilitica las perforaciones intes- tinales, sin trasnorno alguno de las facultades intelec- tuales, á menos que no intervenga alguna deuteropatía nerviosa. Es consiguiente pues que por efecto de la ma- la asimilación de la albúmina, invista el sistema nervioso diversos grados dedisposicion viciosa, y que produzca varias especies de modificaciones sustanciales, como que es el asiento primitivo de la sensibilidad, y el agente principal de las funciones y de la química viviente. ¿Y una semejante modificación del sistema nervioso no puede mirarse como la causa eficiente de las calenturas intermitentes ordinarias? [*] Por esta causa pues suce- de el desconcierto de harmonía vital entre el centro ce- rebral y ganglionar; y es condición que concurra á pro- ducirlo la atonía del estomago con la astenia de los gan- glios y la estenia del cerebro: es decir, que la acción de dicho órgano entra en triunvirato con la de los otros dos, y que la fuerza de los ganglios está en razón directa de la del estomago, é inversa de la del cerebro; de modo que establecido el contraste, una neurosis esténica del cerebro, produce la neurosis asténica de losganglios, por una ley de la sensibilidad, "que obra á la manera de un fluido cuya cantidad es determinada, que dirijiendosc con abundancia á una parte, disminuye en las demás.* Por consiguiente, mientras dura este estado la acción del centro epigástrico deja de comnnicarse á la super- ficie, y se experimenta la sensación del frío. Por igual ra- zón haciéndose converjente la irradiación del calórico de todas las partes hacia este centro, y mantenida algunas horas por la atonia del estomago, produce en este órga- no un primer grado de inflamación, que se \\a.ma.Jlogosis: (*) ¿No lo será también del color de los Africanos, y de la estupides de los Cretinos? i 12 <ú cual consiste en un equilibrio de acción de sus ele- mentos, y que es fácil de comprender, considerando que á medida que se aumenta la atonía del estómago; se au- menta tanto la acción estimulante, como la reacción ner- viosa, que según una ley del movimiento, es igual y con- traria á la acción de la neurosis asténica; y de este mo- do aparece el periodo de la calentura. Por ultimo á consecuencia de este estado se verifica la terminación de la flogosis: preponderando la reacción del sistema ganglionar á la acción estimulante, con lo que hace de- saparecer la neurosis asténica de dicho sistema, y redu- ce la excitación local del estómago á una excitación ge- neral fisiolojicadetodoelsistema,y asi produceelperiodo del sudor. Mas el intervalo de apirexía empieza cuando se restablece la harmonía de acción entre el cerebro y los ganglios,y acaba con reproducirse una nueva accesión, volviendo á aparecer la neurosis esténica del cerebro, y la serie de fenómenos que hemos descrito, es decir, que funciona el cerebro desarrollando su actividad mien- tras dura la intermisión de este afecto: lo que sucede á la manera del sueño, que según Cabanis es una verda- dera función, y alterna con la vigilia por una ley de in- termitencia de acción de la vida animal. En fin es un hecho bien comprobado que las accesiones de las in- termitentes se curan por la quina, que es el tónico por excelencia; y el vicio radical desaparece con el tiempo, ó por la mudanza de localidad y de clima. Lo es también que las cuartanas rebeldes se han curado por la oxigena- ción con el arceniato de potasa, y que igual medio se emplea en la curación radical de las enfermedades ner- viosas con accesiones; y de todo esto sacamos la prueba de nuestro acertó, de que en el ser morboso llamado ca- lentura intermitente existe el vicio déla albúmina de la sangre por falta de oxigenación. Todos estos porme- nores nos conducen al obgcto de la cuestión; pues se deduce que la disenteria nerviosa, tercianaria ó bicho, no es en la sustancia mas que una ínterin i lente perniciosa, que por el fenómeno inflamatorio que la entretiene, muda de forma y aspecto en la serie regular de su marcha: asi el síntoma principa! -i 13 consiste en la prosidencia del recto; lo cual depende de que existiendo un foco de inflamación en la mucosa del colonja flogosis del estómago es atraída; se halla con esto embarazada para verificar su resolución ordinaria, y foimaen dicho foco un cúmulo de estimulo que hace esfuerzos á desembarazarse por el ano. Los síntomas de! fenómeno inflamatorio siguen el ritmo de retortijones, tenesmo, y cámaras serosas y sanguinolentas—las de la flogosis gástrica son cefalalgia, delirio, algunas veces sopor, vértigos, dificultad de respirar, inapetencia, nau- sea, vomito, é hipo--y los que corresponden á la entrada de un acceso pernicioso, son sumamente insidiosos, aca- bando la vida del paciente con frió general, deyecciones frecuentes é involuntarias, y sudores colicuativos. Por consiguiente el método de curación mas ejecutivo, es pre- caver el retorno de las accesiones latentes, por medio de altas y repetidas dosis de quina: sin omitir el méto- do atemperante y emoliente que baste á la estincion del estimulo inflamatorio; y teniendo presente esta gran máxima terapéutica." Que los remediosantiflojisticos no son incompatibles con los tónicos, por cuanto estos no aumentan la intensidad del estimulo, sino que se em- plean en invertir el orden de acción de una neurosis de digestión que se llama atonía. El opio también hace un gran papel, no solo para reprimir el exceso de influen- cia nerviosa de los exalantes del canal alimenticio, sino para oponer su acción al acto nervioso tercianario antes de su invasión. Por lo que convendrá dar la quina al fin de la accesión, que se conoce por el aumento de los connatos á la prosidencia del Ano; y el opio al principio de ella,que se vislumbra por los momentos de mayor cal- ma. El resto de la curación será dependiente de los estados morbíficos que concurran, como el catarral, es- corbútico, ó seudo sifilítico, los cuales como digimos en el proyecto para un cuerpo de doctrina médica,son como los cuatro puntos cardinales que deben dirigir al piloto déla salud. El mejor medio de formar juicio de la solides de i 14 una doctrina, es compararle con las diversas opiniones de los AA. Los que asignan la causa próxima de la Di- senteria en las ulceraciones del canal digestivo, que al- gunas veces se han manifestado en la autopsia, como tes- tifican Hipocrates,Celso, Areteo,y Celio Aureliano,toman el efecto por la causa, y el genero por la especie, pues esto solo pu >de ser una terminación de la que hemos llamado Seudo-Sifilitica. Los que lá hacen consistir en solo la inflamación de la mucosa del colon, como Pinel y Brousais, no tratan mas que de una disenteria sim- ple, distinguiendo solo por el grado de intensidad la inflamación que termina en grangena, ó en otro modo de desorganización; siendo asi que este carácter les es propio por naturaleza á todas las especies en que existe un desorden en las vias de la circulación, y que recla- man una curación activa radical; mientras que en la simple inflamación, por mas exaltada y duradera que sea, jamas se observan tales terminaciones. En fin, los que ia constituyen en el espasmo clónico, ó constricción deí canal intestinal, corno Cullen, conciben lo que es inflama- torio como nervioso, y esto es venir á parar insensible- mente en el Brounismo:. inconveniente que no resulta de considerar el eretismo, ó llámese constricción de los exalantes del intestino, como efecto inmediato de un modo de inflamación de sus membranas. ¿Mas con estos sistemas y todos los que puedan inventarse, se dará la esplicacion, de los fenómenos relativos á las diferentes especies de Disenteria? ¿Y las especies evacuante, bi- liosa, inflamatoria y complicada, no son tan vagas como la fingida de Sawages? Nos lisongeamos de seguir una doctrina de hechos, en que todos los elementos que con- curren á determinar uní especie, son análogos y corres- pondientes á sus diversos métodos curativos—de que, lo que no debia esperarse, se haya hecho una divi- sión exacta del mal,—-y deque el buen éxito de la cura- ción no puede ponerse en problema á los ojos de las per- sonas despreocupadas. Nada demuestra mas lo erróneo de los métodos qne se adoptan en el dia que la inmensa mortandad de disentéricos, á un en los que son atacados benignamen- 4 15 te; pues hemos dicho hay una disenteria simple que se cura con solo el método espresado; pero que por el mal método curativo, su prolongación, yresidivas puede ha- ceise grave y mortal, ó de aquella? cuyas causas obran en las vias de la circulación, y que exigen imperio- samente todo el poder del arte. Desgraciadamente en nuestros tiempos seha dado en lamania de purgar y san- grar sin límites por errada elección de doctrinas, de cuyo modo, si la doctrina de Brown se miraba como una espada de dos filos, la de Brousais se mirará- como de tres! los aceytes ingeridos sin medida en primeras vias embotan su sensibilidad: las sangrías inoportunas y reiteradas perturban el orden de la recomposición de la sangre;y una abstinencia absoluta dealimentos analépti- cos, priva á los tegidos de los materiales alibiles á su nutrición. Y siendo la disenteria grave el resultado de un transtorno en el orden progresivo de las funciones de digestión, asimilación y nutrición: ¿no es manifiesta la causa porque la disenteria se ha hecho mas frecuen- te y mortífera en la actual época? y si se incurre en la calpable omisión délos métodos que hemos propuesto, por considerarse empíricos todos aquellos en que se em- plean remedios seguros y acreditados por la esperiencia, no queda duda de que este seria el complemento de una fatal mortalidad. No son empíricos los que administran el Mercurio, desde que se sabe demostrar matemática- mente como obra esta preciosa sustancia. No lo son los que administran el opio, desde que se sabe dar el verda- dero valor á la palabra estenia ó eretismo. Lo serian únicamente los que sin conocimiento de causa proce- diesen á administrar estas sustancias indistintamente en cualquier especie de disenteria. ¿Y qué haríamos los mé- dicos sinlaquina,elmercurio,elopioy otros remedios he- roycos, que son los únicos que en ocasiones nos saca con avie? En ese caso no restaria mas recurso que abando- nar á los enfermos á. la plaza de Atenas; pues su fallo es- tá dado en las palabras de Vitet. "Nada hay mas incier- to que la curación de la disenteria, ni nada mas difícil que su tratamiento—la naturaleza es casi siempre impotente, y los remedios no bastan las mas veces por íl que cada autor hasta el presente ó ha enseñado un mé- todo opuesto al de su antecesor, ó le ha copiado—y raro ha sido el médico que no haya recomendado un especifico , pero todos se han engañado'* En efecto en nada juegan mas los principios de la ciencia, ó los adelantamientos del arte, que en la curación de la disenteria ¿y qué se abanzaria en el estado actual de la medicina, si por confesión de todos nada hay en ella que no sea andar á ciegas? Desengañémonos—El autor que citamos al principio, es quien ha dado valor al arte de curar. El ha dado á conocer que esta enfermedad reúne considerable número de elementos, y que en vez de distinguirla en aguda y crónica, solo debe clasificarse por las causas que obran en las vias digestivas, y en las de la circulación, que es lo mismo que fijar los limites entre lo que es obra de la naturaleza, y lo que respecta al arte-y él nota que solo se distinguen variedades ó compli- caciones, y no las verdaderas especies que reclaman el uso de sus respectivos específicos, y un método parti- cular apropiado para combatir los diversos elementos morbosos. Para mayor esclarecimiento de nuestra doctrina procedemos a la resolución de las cuestiones siguientes. la-—¿Por qué la sangría no tiene lugar en nuestro plan? El flujo sanguíneo disentérico es una operación de la naturaleza, que halla oportunidad en la erección de los vasos exalantes sanguíneos del canal alimenticio. para desaugarse de la plétora local que existe en el sis- tema de sangre negra abdominal, y que es la causa oca- sional de dicho flujo. Y como la circulación de la san- gre de este sistema es independiente de la circulación jeneral, cuyo equilibrio tiende á restablecerse por medio de la sangría jenera', <>s claro que ni por la alteraciou de equilibrio en la circulación jeneral, ni por la que oca- siona la plétora en la circulación abdominal, hay una ne- cesidad de sangrías jenerales ni locales para la curación de la disenteria. 2a—¿Por qué el mercurio es eminentemente nocivo aplicado en la disenteria escorbútica? Hay una lesión profunda de la sensibilidad en esta especie de afección, J 17 y la inflamación existente en la mucosa del colon acele- ra tanto mas el término gangrenoso, cuanto mas activos sean los medios de afectar la sensibilidad. Y como la acción del mercurio, cuando mas entretenida por el empleo de su propia afinidad en la ocsijcnacion de laje- latina, sea de suma actividad, tanto en la deprabacion de esa propiedad de la vida, como en la exaltación del fe- nómeno inflamatorio; de aqui es, que el término prema- turo de la gangrena, la rápida descomposición de los tejidos, y la precipitación de las fuerzas de la vida, se hacen el efecto necesario de la aplicación del mercurio en la llamada disenteria pútrida. 3a—¿Por qué son de tanta importancia los cuida- dos de la hijiene y convalecencia? Una enfermedad en cuyo progreso parecen agotarse los jugos y fuerzas de la economía, en cuyas recidivas concurren nuevas cau- sas y elementos de destrucción—y en que el mas leve desorden en primeras vias acarrea grandes transtornos en las de la circulación—será para mirarse con indife- rencia en los cuidados de la dieta? Es pues un articulo muy esencial la elección de los alimentos en su canti- dad, su calidad y sus intervalos, para no sobrecargar inútilmente el canal alimenticio, para obtener un buen principio de asimilación y para dar lugar á los medica- mentos á que obren sin inconveniente y sin perturbar el orden de las dijestiones. Otro artículo no menos esencial es mantener, la salubridad del aire, dejándole en liber- tad, y haciéndole ejercer su potencia refrijerante, pues asi se obtiene el doble recurso de favorecer la reocsije- naeion de la sangre, y la potencia medícatris del méto- do antíflojistico curativo. En fin, el artículo de hijiene relativo á la convalecencia, estriva en adoptar los me- dios convenientes á un estado medio entre la enferme- dad y la salud, y depende de la conservación ó adquisi- ción gradual del estado tónico, evitando la intemperie, los eesesos de lajestacion, las incomodidades de animo y la injestion inoportuna de alimentos; lo que se com- plementa con el uso medicinal de algún tónico, y una alimentación corroborante. 4a—¿Como se demuestra que ea la disenteria no hay ni mas ni menos de las cinco especies dichas? Esto u 18 . • io verifica Judidlaon Sajazenas, del mismo modo que los Geómetras demuestran que no hay ni mas ni menos de cinco cuerpo egularesjpuesasicomoestos van succesiva- rhente co oponiendo ángulos sólidos conelementostrian» gulares,cuadradosy pentágonos regulares; de ígualmodo el autor citado constituye el ser morbífico llamado disen- teria, ya simplemente de sus fenómenos ó elementos pri- mitivos, la inflamación y el eretismo; ya deun modomas compuesto convinando el eretismo con el elemento ca- tarral que le ecsajera á espensas de la piel;' ya cami- nando el jenio del mal con los elementos caquécticos, nervioso, escorbútico y seudo-sifilitico: estando probado que la influencia de estos estados no admite esclusion alguna en su cooperación; y no habiendo en loque cons- tituye una medicina científica, otros elementos que con- curran á modificar la faeccion, sin constituirla de orden heterojeneo. 5a—¿Hay algunos otros medios para conocer y distinguir suficientemente estas diferentes especies? Amas de los síntomas diagnósticos y conmemorativos que hemos espuesto, debe saberse, que la edad de la in- fanr ia, y principalmente la de la lactación, está esen- ta de padecer las especies escorbútica y seudo-sifilitica; tanto porque en estas el aparato reparador efectúa en parte otro orden de funciones de las comunes á la asimi- lación; como por la naturaleza de los alimentos que se les proporciona en la primera época de su vida. Tam- bién debe prevenirse la influencia del secso en la deter- minación de la especie, pues las mujeres son mas pro- pensas á padecer inflamaciones de las membranas sero- saí, y los hombres de las mucosas, y por las causas fina- les relativas a la especie del secso, lo que determina mas bien una disenteria seudo-sifilitica en la mujer, ó la es- corbútica en el hombre. Finalmente, el clima estraño á ias calenturas intermitentes decide suficientemente en que casos no puede existir una disenteria nerviosa; y el temperamento realmente nervioso, escluye en la mayor parte las ¡deas de irritación, inflamación, ó disenteria, á menos q "e no sea de su propia especie, ó conjeníta, ó por influencia del clima. 6a—¿Cuando nuestros métodos son suceptibles de co!ivinar=c simultanea y subsidiariamente? Nada es mas > 19 difícil que enmendar los errores de curación; y los re- medios inoportunamente aplicados ocasionan la obscu- ridad de! diagnostico, ó inducen á formar un pronostico funesto; por lo que ocurrirán innumerables casos, en que sea necesario emplear todos los medios propuestos con la brevedad que exije el estrecho término de la vi- da uel enfermo, estando prevenido el médico con las grandes máximas de la nueva doctrina, que alejan el vano temor en cuanto á lo nocivo de los medicamentos, y su modo de acción. Asi debe saberse que es raro que la inflamación conserve hasta el fin su forma primitiva, ó que se reprodusca por la simple aplicación de un esti- mulante—que un tal estado depende necesariamente de la preexistencia de una astenia, cuyas causas son suma- mente sedativas, ó debilitantes—que la idea de estenia es enteramente ajena de un estado inflamatorio—que un tejido se excita inuependientemente de los demás—que el emético excita el tejido nervioso, y no la membrana mucosa—que los ocsijenantes ejercen su acción en se- gundas vias, y que en las primeras el mercurio deja de estimular si se convina con el opio, como el acido-nitri- co siesta muy diluido—que el mercurio aplicado á la piel no puede ocasionar daño alguno, sino una excita- ción jeneral fisiolojica capaz deestinguir la que es local y patolojica—y que en fin los tónicos no son estimulan- tes, sino unos medios de reducir á mediocridad, tanto el estado de astenia como el de estenia. Asi observando constantemente un método atemperante y emoliente, no obsta emplear simultanea ó succesivamente el emético,. los tónicos y los ocsijenantes, con tal que el mercurio sea el último ó se aplique por lapiel; evitando asi su descom- posición en el estomago con la mésela de los ácidos, y cui- dando de convinarlo con el opio en el uso interior. Con esto ya puede verse como pueden distinguirse diversos modos de inflamación, y cuanto puede sacarse de las nociones dadas para el diagnostico y curación de multitud de enfermedades que dependen de los desórde- nes mencionados: siendo el fruto de tan brillante doctri- na los numerosos y sorprendentes hechos que ha obteni- do en Arequipa y en Lima el profesor.. Juan de Eiios Saiaxur» 20 sejvores suscrijptohes. • Jenerales-D. Domingo Tristan, O. Manuel Vargas. Coronel-D. Francisco Cañas. Ex-consul D. Amadeo Chaumete des Fosesí D. D. Mariano Alejo Alvarez. D. D. Nicolás Aranivar. D. D. José Maria Corvacho. D. D. Luciano Maria Cano. D. D. Evaristo Gómez Sánchez. D. D. Agustín García. D. D. Manuel Cayetano de Loyo. D. D. Tomás Dávila. D. D. Nicolás Guzman. D. D. Carlos Orbea. D. D. Mariano Santos Quiroz. D. D José Gregorio Paredes. D. D. José Domingo Espinar. D. D. José Tordoya. JD. D. José Eujenio Eizaguirre. D. D. Santos Montero. D. D. José Vasques. D. D. Francisco Santiago Máscot. D. D. Juan Manuel Tilly. D. D. Miguel Guzman. D. D. Manuel Jauregui. R. P. M. Fr. Manuel Uria. R. P. M. Fr. Tonbio Salazar. D. José Félix Callejas. D. Pedro Barreda. D. José Hurtado. D. Luís Montes. D. Francisco Casos. D. Domingo Pimentel,. D. Pablo Salazar. D. José Ordoñes. D. Silverio Ferrer. D. Tiburcio León. D. Teodoro de los Reyes. IMPBENTA DBL CONSTITUCIONAL fOR ANTONIO ALVAIiADO.